You are on page 1of 29
Capitulo 10 EL CRECIMIENTO DE LA NUEVA CLASE MEDIA Existe un breve pasaje, hay en dia famoco, en el #cuarts volu- mea» del Capital, Teorias de ta Plusvatia, en'el que Marx ctitica a Ricardo por haber olvidado «el némero constantemente creciente de las clases medias, aquellos que se encuentran entre ei trabajador, or una parte, y el capitalista y el cerrateniente, por otra», Estas Clases. medias, alirma Mars, ¢sonuna carga que soporta la base trabsjedora y que aumenta la seguridad social y el poder de’ los diez mil que se encueatran arribas ', La afirmacion es enigmitica, a pesar de algunes intentos recientes para que aparezea de otra forma ‘, por- que no se avicne con la orientaciéa bésica del pensemiento teérico de Mars, ya sea sobre las clases, an general, o scbre la «clase mediay, en particular. Debe atribuirse a la notable presciencia de un hombre cuyis coneepciones con frecuencia rompian los limites de las for- mulaciones tedticas con las que pretendia disciplinarlas. Es incues- tionable que describe un aspecto fundamental de 1a realidad social moderna; y lo mismo puede decisse de In mis caracteristica com Gepeidn marsiana de que el desarrollo capitalista muestra una ten- lencia a Ja dismiaucién de la significacién proporcional en la estruc Theories of Serstus Value, vol, 2 (Londies, 1969). . 573 2 CE Martin Nels, Proleatiae snd. mncile- cus, in. Mars: Hepein choseography and the capicasi leon, Studie: ov she Lafe & 1367. Hl ane s cel autor de los problemas de Mark sepecto a la «tase ‘neian se bash lo que consider un separacin errineacntte ef ons de Mors por el mer fom en ss primers eserion 7a teoria de pluvala ca sus posteiere ubiae 206 Ta estructura de clases cit lp sociedader avantaades at tura de clases de aquellos a los que normalmente denominaba «pe quefia burgaesiae. De ahora en adelante, sin embargo, denominaré feste grupo, «antigua clase media», utilizando el téming «clase media» sin més calificaciones tanto pats teferitme a los trabajadores no manuales sin propiedad como a los trabajadores «de cuello blanco», El declinar de Ja antigua clase media, si bien un fendmena identifieable y definido en las sociedades capitalistas a partir del siglo xix, no se ha producide de la forma radical que probablemente esperabaa Marx y los marxistas posteriores. No slo existen, incluso en Te sctualidad, cierencins, ce peso cate las. sociales om: tempordneas por lo que s¢ reflere al tamafio relativo de le antigua lise media, sino que sa declive ba adoptado Ja forma de una curva que desciende Ientamente antes que Ja de una aproximacién progresiva al punto cero, Bernstein y Lederer, dos de los primeros antodenominados merxistas que tiaiaron sistemiticamente de resol- vet los. problemas planteados « 1s teotla mareista_oriodoxa por Ia aparicién del sector de cuello blanco, se sintiecon casi tan desotien- tados ante la obstinada pessistencia de Ia antigua clase media come ante el crecimiento de la nmeva. Pero, por importante que pueda continuar slendo Ja antigua vlasc iedia cn algwuos pulses, no cabe [a menor dada de que el fendmeno de mayores conseauen- cias desde princinios de siglo ha sido el aumento masivo relativo del sector de cuello blanco. ‘A pesar del acuerdo general acerca dal declive de Ia vieja clase media, las comparaciones estadisticas entre los distintos paises son muy difciles de levat a cabo. Los economistas modernos no se hhan interesado demasiado por las pequetias empresas y los materiales estadisticos pertinentes son extremadamente incompletos y desigua- Tes. Las ciftas sugieren, cin embargo, wna pauta general aplicable, aunque con amplias diferencias, a la mayorta de las soctedades capi- tulisias: se trata de la disminuciéa telativa constante de los peque- fics negocios (categoria, que engloba las pequetias granjas, lis em- ¥ La atencida prestada a lo que Lederer y Marichak laimacon «Der neue ‘Mittelatancy en ld Alernania de los afin veiate 7 comienzos de los ints 5 selscona obviamente con los prublemas internos de la socaldemceracia y el Siceion del gunna, Cabe sesalar cue In tecria «oficial» de a derechieta y int semltiey Dexrichnarionale Handlungraebtllen Verband insistig en le importar fia de la pamneipacon del trabajader de cuclo blanco en el ejeicicio de Ia auto Filed empeesarial 9 [a existenc de oportunidades de premocidn, come, forma de difereneiaile. del trabajndee manual, Para tos fste perioao, vase Emil Lederer y J, Marsch, aris igkonemi, vol, 9 (T), 1926, y Led lor eaddornana Wertechoftsomiwicelung (Tabinga, 1912), 208 Anthony Giddens rests industtiales y de venta al por menor) desde las décadas finales del siglo six hasta los primeros aiios ueinia; desde entonces. el declive continila, pero de una forma considerablemente més reducida. En comparacién con las grandes empresas, sin embargo, los pequefios Regocios manifiestan tfpicamente un indice muy alto de fact tacién*, Existen también problemas para Hevar a cabo comperaciones entre las diferentes sociedades en cuanto al etecimiento total del sector Iaboral de cuello blanco, pero la tendencia general es tan notable que pueden pasarse por alto paca nuestros propésites. El avance relativo del sector de cvello blanca ha sido més’ acencuado en los Estados Unidos, nacién que recientemente ha sido proclama- da Ia primera «sociedad de clase media»’. La yeracidad de este aserto, en el sentido de que ef mimero de trabajadores de cuello blanco supers al de los trabajadores mansales, depende del criterio que se cmplee para llevar a cabo las disctiminaciones pertinentes entre los diversas categorias ocupacionales. Asl, una estimacion eciente (1969) las colecs en parided, suponiendo cada una de ellas un 48 por 100 del total de Ia fuerza del trabajo; si, no obstante, sélo se tiene en cuenta, la fuera de trabajo masculina, los trabaia: dores manuales sobrepasan a les empleados no manvales en un 544 frente a un 41 por 100, Cicriamente, en términos de la proporcién de trabsjadores de cuello blanco ea la poblacién activa en st conjunto, pocos pafses capitalistas estén en condiciones de igualar # los Estados Unidos. Las cifras de Iaglaterra, en el ato 1959, muestran que un 29 por 100 del total de Ja fuevea de trabajo eran trebajadores no manuales, un inctemento de slo un 1 por 100 con respecto a 1951, y un 7 por 100 més que en 1921, Ea el Japda, ‘¢0 1963, los trabajadores de cuello blanco alcanzaban el 27 por 100 de la poblacién laboral no agricola, un incremento del 24,5 por 100 €n telacion con 1944 Se ha supuesto normalmente que Iss dife- encias entie les Estados Unidos y paises como [aglaterca y el {Pata tapas comparaciones entre naciones, ver Rest F. Hosclite, The Role Of Smeil Indasiry i» the Process of Economie Growth (La Haya, 1968), sage Soe, ronan Artur J. dich The New American Society (Chicago, 1971), para ung expesicién de la flkima de una extensa linea de supues, tus seevolacionese desce Rusnham en adelante: la sevoluciin cela clase 5 Tay cifsas seferenies a los Estados Unidos calealadas por Gavin Mackengie partir de datos de los censos amesicanos; al 4 pot 100 adicional y el 3 pew 100 Fepresencan a Ibs teabajadores agricolas. Otros datos estdn tomidce de Guy Routh, Occepation und Pay in Great Britain, 1906-60 (Cambridge, 1965]. ¥ Solomon B, Levine, , indicativa del : Genco de estos patses —y que, por tanto, Ce acs os Gi Eades Uncir in go eine ow Girt sociedades «la imagen de su propio futuro». i existen. algunos indicios de que esto puede ser un ceror o al menos tacts porque parece haber tenide lugar una extabilion dl Cimento relativo, del sector de culo blanco en Los Exados Unidos durante ls pases década; y an fenémeno similar pate también haber sucedido en ous sciedaes, siempre de acuedo con iderablemente més baja de trabajadores no manuales litte cas ancesades x compari con Ine Fanaa Us i Un caso ilustrativo es el de Inglaterra, cicado antes; otro es erie Franca, ex done ol ladce apenee Ms camille Gioaens log Slrimes doce afi " Et ae ee 10, ya de por sf es engafioso considerar a «les uibejedires de cuello; Blancos como’ untccaigars. dfeenriada; ls expansion general del sectce de cucllo Blanco en ls soiedides capitalistas esconde difer ss de crecimiento para fe liver- sis subsatgorae de empleo. Minas ie a fctement. ration mpqi lanco se referfa principalmer Tee be cairn eau se en el neo-capitalismo las ocupaciones que muestran indices recientes: dk desarrollo mis elevados som equllas que las estes de cstap agrupan bejo Ia denomimaién sprotesionales y tfnico, aun cuando éstas no aharcan en ningtin lado mas que a una pequefia minorfa a totalidad de trabajadores de cuello blanco. 1. Las condiciones de Ia estructuracién de Ia clase media En las sociedacles cepitalistas la diferenciacién entre las capaci- dee ee ae ae by cima las y sdvcy tyne yas de ipo manzal o ia pura fuerza de tba, no slo ha adoptado en todas purses la forma de diferencias tajantes. en \ Tea, ino tambidn en otras moduliades de seeampensis econ cas, lo que ataiie a los ingresos, aunque se han Hak Cer Gabler teens ipsa Goons de la cits wort meral de los trabajadores de. cuello blanco en su conjunto, © haved cm cubed ‘general en los diferencias entre los 7 Niche Cate, The World of the Office Worker (Chiao, 1971), pp. 12, Pfc’ tus ihe ese of ance, er Sisal, opi pa 210 ‘Anthony Giddens ingresos medios de los trabajadores no manuales y los de los trabajadores manuales, ex decir, siempre que se compare la distri bucién real de los ingresos a principics de siglo con la de hoy. puesto que, en los perfodos intermedios, se han producido fluctua ciones sastanciales. Asf, tanto en Ingleterza como en lor Estados Unidos Ia diferencia entre los trabajadores manuales y no manuales disminuyé durante la primera guerra mundial, y de nuevo cn la guerra posterior, y se ha reestablecido desde entonces, Los cambios significativos que han ocurrido, hoy en dia bien documentedos, se tefieren, primero, a una, relativa disminucién de Jos ingresos_de los trabajadores administratives dentro del sector dé cuello blanco, y en segunda tigar, al desarrollo de cierto grado de atraslapamientos en los mairgenes entre los trabajadores no manwa- les y los manuales", Pero a partir de estos cambios en las esta disticas del ingreso bruto se ha levantado una inmensa mitologia en gran parte de la literatura téenica sobre las clases, asf como en Ja prense diaria, La. apizeaie conifueacia de les beneficios econémicos que corresponden a trabajadores manuales y no manuales adquiere un aspecto muy diferente si los hechos se estudian mds atentamente. En primer lugar, so ba desaparecido la superioridad tradicional del trabajador de cuello blanco en lo tocante a seguridad en el empleo: en general, los wabajadores no manuales contintian disfru tando de usa mayor seguridad, aun cuando, por razones que se examinarin en los capitulcs siguientes, existe algin motivo para suponer que clertas categorias de trabajadores manuales podria disfrutar cada vez mds de condiciones contractusles mis favorables en el futuro, En segundo lugar, tas pautas dplcas de los salarios profesionales generales con bastante distintas en Jas dos eategorias. No es silo el hecho de que a los trabajadores de cuello blanco se Jes ofrece més gama de oportunidades de promeciéa que, en cam- bio, se les niegi a los trabajadores manuales, lo que esta en cues: tign en este caso. Incluso dejando esto aparte, los salarios de Jos iiltimos caracterfsticamente experimentan una «carva descendenter que los de los primeros, que a menudo tienen incrementos anuales garantizados, por lo general no experimentan. Ast, Fogarty mucsit que, en Inglaterra, lor. trabsjadores manualet no cualificados alean- * CE Routh, op. ct; Robert K. Bums, «he comparaeive economic position of manual ‘and whitecollar emploneess, ‘The Joumed of Buitness 21, 19% DS Depatiment of Labor, Blue (olla /Whie Caller Pay Trends Mombly. Le for Rete [one 197; Caper, The Won of tbe On Work on, 12. Para una ebaltacion del grado en’ que los mpatstos orogsesvos sobre a rents afectan a eon contomnow ce le rete, cee Beekin, Clott Inequality ond Pale tied Order, yp 182k I estructura de cases en las sociedades avanzada au zan el punto culminante de sus ingresos por término medio a lot treinta afios de edad, ya partit de entonces va disminuyendo de tin 15 aun 20 por 100 hasta la edad del retico; los crabsiadores especializados tienden a alcanzar su techo salacial unos diez afos después, y posteriormente aus ingresos expetimentan un descenso de un 10'a.un 15 por 100°, Por afadidura, la duracién de la sema- rna Taborel de los uabajadores manueles es mayor que la de los Emplesdos no manuales: en 1966, en Inglaterra, fos primeros tenfan tna meria de cuarenta y cuatro horas semanales en comparacién on las teint y ocho horas de los trabajadores de cuello blanco ®. Bn tercer lugar, una proporcién considerablemente mayor de. los que trabejan en ccupaciones no, manuales disfrutan de benelicios tmacginales de diversos tipos, tales como pensiones y seguros de enfermedad: en la mayoria de los paises estos trubajidores tambiga obtienen beneficios por exenciones de impuestos como resultado de Ja participacién en tales prestaciones”, a ‘Aunque existen ariaciones en estos fendmencs entre las dife- rentes sociededes, especialmente si tenemos en cventa el caso del Japén, &tas no moditican el cuadro global de la situacidn, $i consi- detamos la totalidad de los beneficios econdmices que pueden conse- fguir los trabsjadores manuales y los no manuales, 1a idea de que fest reniendo lugar algun tipo de fusidn de los dos grupos puede rechazarse inequivocamente, Fl traslapamiento se limita 2 segmen- tor de les ocupaciones manuales cualificadas, por una patte, y de oeapaciones comerciales 0 adminisirativas, por otra. Peto 1a exrac- 9M, D. Fagony, The whineclar par siucnte im Br, ok gk Beet, TSS Siti un cies « be STS: te atulenate penne as dh ssc iaedes one, ee Se uci Tied teeter «Tbe he rence berween skilled and white-collar workcrom, British Journal of Soci: Sete owt of WiiteCollr Union (Oxiord wn Bretaia en 1961 moseré que, mientras et 86 por 10 Ue Ie traappdore de cle Blanco exten agen a eeuerss te Pere te enfermedad so el 3) por JOD de os tabaadoressimputles to sstaban’ HMSO, Vek de ese abu Schemes (Londtes, 1968), Ver también The Indie hens and Benches in Industry (Landret, 1966]; cettos aspectes fon eritkaades por Bain, 9p. ci, p. 64 a2 Anthony Giddens teristica principal de estas dltimas profesiones es el hecho de que fen todas partes estén siendo cada vez mds monopolizadas por las mujeres, tin hecho de sama importancia a la hora de considerar Ja naturaleza de Is frontera entre Ja clase obrera y la clase media (véase més adelante pégina 229). Asf, en Inglaterra, que parece matcar la pauta en este sentido, la proporcion de mujeres en pues- tos de trabajo de cucllo blanco ascendid de un 30 a un 45 por 100 entre 1911 y 1961; pero se encuentran casi totalmente agrapadas go puestos de trabulo de ventas y administativos, aguelos que Lodewood denomind, quizé de una manera algo arcaica, ocupaciones de blasas blancas». De hecho, se ha postulado recientemente, 4 propésito del trabajo administrative, que xen el futuro, los pocos hombres que permanezean en empleos administrativos sera “esta diantes” que se abtea camino, y el administrativo masculine tra- dicional como profesién ce extinguitén ® ‘Al investigar los factores que relationan estas diferencias en Jas capacidades del mercado con la estructuraciéin de clases, cenemos Ja suerte de poser cierto niimero de estudios transnacionsles bas: tante detallados de la movilidad social que, no cbstante las dificul- fades metodoldgicas implicisas, nos pecmuitcn aleaueat elguisaa contlusiones de‘inirivas por lo que se refiere a Ia estructuracion mediata de las relaciones de clases que diferencian @ la dase obrera de la clase media. En las sociedades eapitalistas, desde el final del siglo ix, ha existido| dpicamente un greco considerable de, movi lidad inter-generacional a través de la lioea no manusl/manval; pero esto se expliea primordialmente en fancién de la expansién relativa del sector de cuello blanco, Sin embargo, la tesis promovida ori- ginalmente por Lipset y Bendix —de que los indices de movilidad inter-generacional desde el trabajo manual al no manual tiencen a set basicamente similares en las sociedades avanzadas— es evidentemen- te una simplificacién excesiva, por no decir algo completamente erréneo, Asi, como muestra S. M. Miller, existen significativas diferencias, aun si se exclaye a las sociedades socialistas de Esta do, entre los distintos paises con respecto a la configuracion Cpat- erning} de las oportunidades de movilidad. Algunas sociedades ti nen indices bujos de movilidad inter-genericional ascendente y des- cendente a través de 1a linea no manual/manual; algunas muescran {indices considerablemente mis elevados de moyilidad hacia arriba y hacia abajo, mientras que otras, en fin, presentan combinaciones digtintas de estos indices, Uno de los hullazgos mils. significativos ® Enid Mumford y Olive Banks, The Compster and the Clerk (Lopdres 1967), p. 21 Tia estructura de clases en les sociedades avanzadas 213 de las investigaciones sobre la movilidad social es que virtualmente todo movimiento a través de la divisién no manual/manual, ya sea avezndente 0 derendente, inter 9 ittageneraconal, es de «ego ateanck>: es decit, tiene luger de una forma que minimiza las dif: rencias conseguidas en la cipacidad de seredo®. Aat, Gene agin sentido hablar, coma lo hace Parkin, del funeionamiento de una es- pecie de «zona amortiguadora® catee las dos clases: la mayor parte de In movilidad tiene lugar dentro y fuera de esta zona, que actiia coma parachoques de toda tendencia hacia el colapso de les dife- tencias de movilidad que sepatan a las dos. Las investigaciones sobre fa movilidad social, que inclayen estudtos cronolégicos, in- dican que n0 se han producido muchos cambios en los indices de mo- ‘ilidad enere los trebajadores manuales y no manuales en el periodo posterior a la primera guerta mundial En conjunte, los descubrimientos de esos studios muestran de manera concluyente In importancia de la esttucturacién mediara como fuente principal de diferenciacién de clase entre los traboja- ores manuales y los no manuales en las sociedades. capitalisas Pero esto sdlo puede separarse desde un punto de vista analftico de las diversas bases de estructurecién inmedima, que de hecho contribuyen # explicar los origenes de las variaciones observadas en las oportunidades de movilidad. Entze estos origenes, ls divisién del trabajo earacteristica de la empresa ptoductiva y las relaciones paratéenieas asociadas con ella, tienen un cardcter primordial, y evi- dentemente estin vinculadas al sistema de releciones de autoridad progio de la empresa, aunque, asimismo, deben analizarse por sepa- ado de éste. 4 ‘Esta perfectatmente claro que, desde los. primeros comienzos de le moderna fabrica en gran escala, ha existido una disparidad genérica entre el trabsjador de cvello blanco y el de cuello saul igerido por &tos mismcs téminos, asi como por la terminologia de trabajo eno manualy y «mannale— en lo que staie a es atribures propios de cack tarea en la divisién del trabajo. Como ha subrayado Lockwood, el trabajador administrativo, con una cepaci- 1 $M, Mile, de clase, mds que la conciencia de clase, es la perspectiva eognitiva tipica de la clase media”. La simagen de la sociedad, como la denomina Willener, del trabajador de cuello blanco implica una percepeién jerdrquica de los aiveles ocupacionales que se distinguen por diferencias en la renta y el status, una generalizacidn evden Gel sistema jerdranico de autoridad en’el cual se encuentra situado al trabsjador no manuel. Los movimieatos ascendentes 0 descenden- tes en el seno de esta jerarguia s¢ perciben como decididos por la iniciativa y la energia demostrada poz cualquier individao particw lar En concordancia ‘con erte sindividualismo» existe un deseo ge- netal de aceptar la egratficacién diferidan como una inversidn nec saria pers asegurar posibles recompensas futuras. Semejante «imagen de le scciedact» no excluye-inevitablemente la posibilidad de una iden- tificacién de clase subjetivs, pero impide definitivamente la forma- ° Las principales obsas sn: Allred Wiener, Images de le soit et clasts socials (Bema, 1997): Heian Ports «fa, Dat Gerellceftstld des Arbeiers (Tobias, 1957). Vane asinine Dahrendork Clas anf Clens Conflict oh Binae 260°, John Glcthory ef, The Affluent Worker in tbe Clary Stactare (Gamiridge, 1969), pp, Lied4; Hansfungen ‘Dabeim, «Die. Vorstliangen, yon Mittelstands, Kiiber Zeitschrilt fiy Soxiologie nnd Soxialpsychologie 12, 1960; Seufed ‘Braun. y Jochen, Fuhmnann, Angeuilitamonidt (Neuwied, 1970) Eats itis obra, sin embargo pone tn tae julco algunas de as cooespe> nes wanes 21s ‘Anthony Giddens cién de ciestos niveles de «conciencia de clase», tal y como he defi- nido este término anteriormente. El conflicto y la lucha desempeiian un papel en este conjunto de im4genes, pero primordialmente en forma del esfuerzo del individuo para asegurarse una posicién social acorde con su talento y laboriosidad, no come una especie de con- frontacién de clases. Las conexiones que, segtin cabe suponer, existen entre tal «reco nocimiento» de clase y las fuentes de estructuracién inmediata de la clase media citadas son ficiles de ver. Pero, en dos aspectos, es igualmente facil genctalizar demasiado ipidamente a partir de ls experiencia europea: al tratar Jo que es una vex més esencialmente una imagen abstracta o un «modelo ideal» del «reconocimienta» de clase de los trabajadores de cuello blanco como si fuera apliceble en bloc a la clase media en los diferentes paises europeos; y no estudiar con a suficiente atencién las sociedades sie europeas en donde estas pautas aparecen con menos nitidez. La primera cuestién €s importante en relacién con la evaluacién de Jas interpretaciones recientes de los cambios que, segiin algunos observadores, estin ocurtiendo en los niveles infetiores del sector de cnello blanco, y ‘que en cierto seatide «proletarizan» el trabajo administrativo, Como en el debate sabte Ia separicién de la propiedad y el control, bay un peligro palpable de que 1a reclidad existente sea contrastada con lo que de hecho es una concepcién del pasado, haciendo asi parecer que han tenido lugar transformaciones més acusadas de lo que realmente ha sucedido, El provincisnismo que supone tomar en consideracién colamente ejemplos europeos se de muestra claramente al examinar el caso del Japon, donde el «indivi dualismo» de las perspectivas del trabajador de cuello blanco occ dental se ve atemperado por una fuerte dosis de «colectivismor El sararyman japonés en wna gran empresa, aunque para poder entrar en lla tiene que pasar unos eximenes muy competitives, tiende 4 aceptar una «imagen de la sociedae> que insiste en la importancia de la lealtad hacia el urupo, més que en los logros individuales ® 2. Fuentes de diferenciacién dentro de Ia clase media Podemes distinguir dos fuentes principales de diferenciacién dentro del conjunt de la clase media: las que tienen su origen en diferencias en In capacidad del mercado, y las que se detivan de CE Fars P. Vogel, Japans Neto Middl ane, Jepanere Society (Londres, lars (Berkeley, 1963), pp. 142-62: ¥ Chie Ni = Ls catructure de clases en lee sociedades avanzada a9 variaciones en la divisiéa del trabajo, El tipo més significative de diferencias en la capacidad del mercado consiste sin ninguna duda en le que existe entice la capacidad de ofrecer conocimientos téc nicos nepociables en el mercado, conocimientos simbélicos especia- lizadoé y reconocidos pablicamente, y Ja oferta de una competencia simbélica general. La mercabilidad de los conocimientos acrecen- tada por la imposicién sistematica de un , ¥ que no estin insertos tan clarsmente en tuna jerarquia técilmente ‘dentificable y que si bien pueden ser frecuentemente relaciovados con las profesiones, no pertenecen a ellas? Como C. Wright Mills sefiala: clas viejas profesiones de Ia medicina y el derecho se ha- Yan atin en la cispide del mundo profesional, pero boy dia alte: dedor de ellan se encuentran hombres y mujeres con nuevas pro- Terence J. Johnson, Professions end Power (Londres, 1972), pp. 34 ss 20 Anthony Giddens fesiones. Existen una docena de tipos de “ingenieros sociales” y de tdenicos mecéaicos, una multitud de «Viernes» femeninos, ayudantes de Ieboratorio, enfermeras tituladas y no tituladas, delineantes, ests- disticos, trabsjadores sociales. En el mundo de las ventas, que en cocasiones parece coincidir con le nueva sociedad en ati conjunto, se encuentra la dependienta de papelesia en un gran almacén, el agente de seguros, cl corredor, el publicitario que ayuda a oitos a vencier a distancia» ®. ¢Qué tienen en comiin, si es que tienen algo, semejante variedad de ocupaciones unas con otras o con el trabajadar de cuello blanco de oficina? Adoptando el coneepto de Renner y modificdndtolo para sus propios fines, Dahrendorf ha argumentado que los elementos comunes deben encontratse eit el hecho de que los trubajadores de cuello blanco constituyen una «clase de-servicio» cue «proporciona uun-puente entre los que mandan y fos que obedecen» *. Pero esto apenas es convincente. Lo que parce representat es un intento de encontrar un lupar para wn concepto de wclase medias dentro de la empresa mds general de Dahrendorf de unir Ia teoria de las clases con ua exquema de autoridad dicatémico, y de aqui que comparta los errores inherentes a esa concepcidn general. Pero més especial- mente, no logra resolver adecuadamente el problema de la heteroge- neidad de los «servicior» oftecides por los que ceupan la diversidad de empleos que menciona: no es particularmente esclarecedor saber gue fo que un delineante comparte con un asistente social es que ambos forman parte de un «puente entre los que mandan y los que cen El defecto principal en la concepcién de la «clase de servicio», en este tiltimo sentido, es gue uo distingue adecuadamente entre |a clase 9 las divisiones det trabajo; 0, dicho de otra forma, no distingue entre'los dos aspectos de Ia divisién del trabajo: li diferenciacién dle ocupaciones en relacién con las divergencias en la capacidad del mereado, por una parte, y en relacién con las divergencias eft as relaciones paratécnicss, por otra. El segundo, como he destacado, debe considerarse como uno de les componentes fundamentales de Ja estracturacién de clases sabre Ia base de Ia capacidad del mereado: si puede ser una fuente de la homogeneizacién de las relaciones de clase, también puede setlo de diferenciacida en la estructuracién de clases, incluso cuando estén implicadas capacidades de mercado similares. Lo mismo cabe decir en relacién com los sistemas de autoridad que Dabrendorf trata de convertir en el eje fundamental SG. Weight Mills, Wife Collar (Nueva York, 1951), p. x. 11 Dahrendorf, «Recent changes in che class structure of European saxieties» pp. cit, pp. 2489 © Lee estructura de clases en las sociedades avanzades 2 de Ja propia estructura de clases. Ast um delineante y un asistente so- cial pueden tenet una capacidad de mercado parecida, en relacién con los bendlicios econémices que sus cuslificaciones les pueden reportar cuando las ofsecen para su veata en cl mercado, pero su posicidn en la divisién del trabajo, en el sentida en que he empleado al término, puede ser muy diferente; y ambos pueden diferenciarse del administrative de la gran organizacién en el hecho de no per tenecer tan clatamente a un enively especifico dentro de una jerar quia de autoridad. 3, La sindicacién de los trabajadores de cuello blanco Si la relativa expansién del sector de los ttabajadores de cuello blanco ha representado-u obsticulo fundamental pats n~teoria macxista, se debe en gran parte'al tiecho dle que los trabsjadores 0 manuales han mostiado una «alsa conciencia de clase». Esta expre- sidn puede referitse al menos 2 dos conjuntes de fendimenos diferen- tes: el predominio general del sreconocimiento de clase» entre lox trabejadores de cuello blanco; y la resistencia aparentemente mayor de los trabajadores de cuello blanco a asociarse: ex siudivatus ocupa- cionales en comparacién con los trabajadores manuales (junto con una renuencia, cuando forman sindicates, « afiliarse con los wrabaja- dores de cuello azul) ‘Los fndices de sindicacién de los trabajadores de cuello blanco difieren, de hecho, muy considerablemente segiin los distintos pases, ¥ lo mismo sucede en lo que seapecta al grado de separacién de los Sindicatos de trabajadores de cuello blanco de los trabajadotes ma- nuales. Lo que parece set universal es que cl nivel de sindicacién del sector de cuello blanco, en cualquier pais dado, es siempre tds bajo que el de los trabsjadores de cuello azul: Japéa, sin em- Ho, es una sociedad que puede consideratse comé una probable excepcién a la tegla. Segrin una estimacién de los 9,3 millones de ttabajadores sindicados eri ef Japcn en 1963, al menos el 35 por 100 Pertsnecian al Sector de cuello blanco —una proporcién més alta gue Ja que reptesentaba el mismo sector dentro de Ia fuerza de tra Tajo en su totalidsd. Japén dificre también de los paises occidentales en otros aspectos de Ia sindicacidn., En general, entre estos paises, parece ser que los sindicatos de trabajadores de cuello blanco se hhan colocado a la cabeza en relacién con los sindicatos de trabajado- res manuals. por lo que se refiere a los niveles de sindicacisn. Los pafses donde los trabajadores de cuello azul estén altamente organiza. dos, como ocurre en Suecia, tienden también a presentar indices ae ‘Ambory Giddens relativamente elevados de sindicacién entre los trabajedores de cuello blanco; otras sociedades, como Inglaterra, muestran niveles més bbajos en ambos sectores. Aun en los casos en los que se ha dado un gtado considerable de afiliacién sindical «mixtan, esto es, cuando Jos trabajadores manuales y no manuales fertenecen a los’ mismos sindicatos, la afiliacién de cuello azul ba sido la que ha desempefia- do un papel mds activo. Pero en el movimiento chsero japonés la situaci6n ha sido la invetsa, desempefiando los elementos de cuello Tblanco un papel més estable, y siendo aquellos sectares econdmicos en los que el sector de cuello blanco se ha expandido més xépida- mente desde la guerra donde el sindicalismo ba prendido més fuerte- mente. Por contraste con las sociedades cccidentales, la sindicacién canixtay es antes Ia regis que la excepeién en el Japén, algo que sin duda alguna est fatimamente relacionado con el hecho de que es la empress, mis que la ocupacién, lo que normalmente reviste tuna mayor importancia en la conciencia tanto de los trabsjadores de cuello blanco come de los de cuello azul”, Como fersmeno de masas, In sindicacién de los trabajacores de cuello blanco en el Japdn data fundamentalmente del perfodo de fa postguerra, con unt afiliacién concentrada en sindicatos de «imbito cmpresarial>; aunque cerca de un 2U pot 1U0 de la afiliacion sindical total se encuentra en sin- dicatos exclusivamente de cuello blanco, estes afiliados, trabajan en su mayor‘a en sectores en donde sélo estin empleados trabajadores no manuales, Dentro de los sindicatos de empresa la mitad. de la direc- cida sindical precede de grupos de tzabajadores de cvello blanco y sélo ba habido un peque?o niimera de casos en los que los trabaja- dores de cuello blanco hayan row con esos sindicatos para formar sus propias asociaciones®. Aunque existen teasiones dentro de la orpanizacicn sindical contempordiea en el Japon, tensiones que pro- ceden en un grado sustancial de divisiones entre los sectozes manual y no manual, no bay indicio alguno de que exista una tendencia pronunciaca hacia el desarrollo de un movimiento sindical de tra- bajadores de cuello blanco. Francia es uno de los pocos patses occidentales en el que existe tuna tradicidn de estrecha integracién de los trabajadores: manuales y no manuales en el seno del movimiento obrero. Ee quizds signifi- % Sein Taira, #1 87 pot 100 de los sindicatos japoneses son de tipo empre- serial, ¥-aproximadamente tn 80 por 100 de ios trabaladores organizades estés. liados a dion. Koji Taira, Heosomic Development and tho Labor Market it Teper: (Nueva York, 1979), p. 168. 3 Soloman B. Levine,’ sUnionisation of whitecollar employees in Japan», fen Starmthal, op. cf, p. 238 Reepecto al desarrolla de sindicalieme de empre ft, ver también: Levine, Tadustrial Relations in Portwar lapar (Urbana, 1958) La estructura de clases en Its sociedades avanzadas a cativo que, camo ha sefialado Crozier, el término francés emmploxés, ‘que normalmente se aplica a los trabajadores no manuales, se pueda utilizar pata referirse a todos los trabajadores dentro de una empresa no existe un término genérico que se corresponda con Angestelte, 0 con «tribajadotes de cuello blanco» (0 el menos frecuentemenie utilizado «trabajador de chacqueta negras). Los primeros sindicatos de vendedores y administrativos, la Chamsbre syndicate jédérale des employés, constituida en la ‘ltima parte del siglo xxx, fueron de orien- tacién radical y tomaron parte en la fundacion de la central sindical CGT en 1895%, En periodos postetiores, los sindicatos de treba- jadores de cuello blanea ban desempefado’ un papel en divetsos periodos de conflictividad laboral, tales como las huelgas generales de 1919 y 1936%, A partic de la guecra, estos sindicatos, como los sindicatos de wabajaciotes manuales, se han dividido segin lineas ideolgicas, y de acuerdo con ellas se han afiliado a las organize ciones comunistas, socialistas 0 cristianas, siendo las dos siltimas Jas més importantes. En la mayor parte de las otras sociedades capitalisias, sin embargo, existe un gredo muy marcado de separa id ¢ incluso de antagonismo, entre los sindicatos de trabajadores de cuello blanco y los de cuello azul, incluso cuando se encuentran adgcritos nominelmente 4 las mismas federaciones; Inglatetra es un caso tipico. Los sindicatos de trabajadores de cuello blanco ea In- slaterra, en Ifneas generales, han considerado a los. sindicatos de trabajadores manuales como su modelo y con la excepcién de la Asociacién Nacional de Funcionarios Locales del Gobierno (hasta 1964), se ban adherido generalmente al TUC. Peco al mismo tiem. po han mantenido en su mayor parte cuidadosamente su identidad independiente y han seguido siendo conscieates de la tatca de pro teger sas intereses espectficos. Por qué existen indices de sindicacién, en lo que se refiere « fa afilincién sindical, generalmente mis bajos entze los ttabsjadores de cuello blanco que entre. os trabajadores manuales? Ea lo que utafie a esos grupos de- tiabsjadores no manuales que disfrutan » en ek ey eee Ss ate, esta unidad siguid do extremadamente vaga y hubo de vencer 224 Anthony Giddens de formas relativamente privilegiadas de capscidad de mercado, no parece heber dificultaces para contestar a esta pregunta dado ‘que sus intereses econdmicos, su lugar en la jerarqula de la empresa, ¥ su «teconocimiento» de clase, conteibuyen dlaramente a distanciarlos de un compromiso sindical o de uns accién colectiva, Pero sindicatos fuertement= desarrollados y ocasionalmente militantes, en vex de asociaciones profesionales, no constituyen algo ccmpletamente des- conocido entre los que disfrutan de capacidades de meccado privile- giadas, (por ejemplo, los pilotos de lineas aéreas), aunque sean relat vamente raros. Un anilisis de los factores que influyen en el nivel de sindicacién de las ocupaciones euyas capacidades de mercado estia mas cerce de las de los trabajadores mannsles (de los euales los tra- bajadores administeativos pueden considerarse como el ejemplo més ilustrativo) deberfa arrojar también luz sobre estos otros casos. Es un hecho bien establecido hoy en dia que en los tiltimos afos tuna serie de cambios han afectado a la posicién econdmica de los administratives, en compazacisn con les niveles més altos de la clase obrera, Los més itmporianies de esos cambios son: un declive relati- vvo en la renta y en otras ventajas econdmicas de los administrativos tis-d-vis los gripos més opulentos de los trabajadores mannales:. 9 tana transfermacién del cardcter de las tareas y, pot tanto, de las rela- ciones paraténicas anteriormente caracteristicas de los’ administra tivos en la divisién del trabajo. Es claro que varios factores de larga duracién han acortado las diferencias econdmicas entre los adminis tratives y Iss secciones més «opulentass de Ie clase obrera, La consecucién de una alfabetizacién cast universal ha disminuido la capacidad de mercado de la competencia simbdlica general; la misma expansidn del propio sector de cuello blanco ha reducido el «factor de escasezm que interviene en el aezeso a las ccupaciones no manuales rutinarias. La degradacida de la siruacién econémice de los trabaia- dores administrativos en comperacién con los trabajadores de cucllo azul, sin embargo, no ha afectado solamente a los ingresos; en la mayoria de los paises, las otras formas de diferenciacicn econémica que en el pasado tendian « separar a los trabajadores manuales y 20 manuales se hon visto hasta cierto punto disminuidas. La misma idoncidad de la designacién «administrative» se pone en entredicho als luz de a introdaccién de sistemas mecnicos pars Ja realizacién de tareas que hasta entonces requerfan un «trabajo de amanaenseo por parte del administcativo. La influencia de cada uno de estos conjuntos de fenémenos sobre las reloeiones de clase preexistentes se ha cxagerado frecuentemente, no sclo en términos de su signifi cado estadistico, sino también a causa de os efectos de la sfeminiza La estructere de cases en las sociededes evancodtas BB cién» del trabajo administrative, Pero es imposible negar le realidad de esos cambios 0 sx conexidn con los indices cada vez mayores de sindicaciéa y proporcionan una indicacién clara de algunas condicio- nes que tigen la sindicacién de los trabajadores de cuello blanco en general —condiciones cuyo estudio puede abordarse « partir de Jos factores variables de la estructuracisn de clases. Es evidente, en primer lugar, que existe una tendencia muy pequefa o nula a la sindicacién donde Ia capacidad de mercado es superior y s¢ asocia con Iz posibilidad de oportinidades de promo. cion en la jerarquia administrativa, lo cual se ve, ademis, respaldado por una forma de «reconocimiento» de clase que insiste en el «indi. vidualismo», cognitiva y evaluativamente. Las oportunidades de mo vilidad profesional son indudablemente de una patticular importancia aqui. Histéricamente, una de las diferencias caracteristicas del ttaba- jador administrativo respecto del trabajador manuel ha sido el hecho de que el primero ha disfnstado nominalmeate, y hasta cierto punto realmente, de unas posibilidades de promocién que no estaban abier. tas al Gltimo. En la medida en que la posicién de los trabajadores administrativos estd sujcta a «bloques» profesionales de modo que Jas apartunidades de movilidad profecional estén abicrus sulu a los que_poscen calificaciones académicas especializadas, deheria existir tun fuerte estimulo pata Ia sindicacién y la accién colective, La exis tencia de , ea les trbajadores de cvello blanco que deber Levar a cabo tareas tan tepetitivas, moudronas y cooctivas come, las de los erabajadores en la cadena de montaje, tino sis bien en categorias relat vamente superiores: trabajadores t6:nicos, disefladotes, empleados de cocllo blar © de alto nivel, ayadanies téeniese, que no toman parte en el juego burocritico pero que estdn inde directamence expuestos a sus consecucneias que les trabsje dores de tipo tradicional...22 i] proceso necesariamente auténomo de Ja creacién de conoci mientos técnicos (auniversalmente valides») choca con la subordina- cién de dichos conocimientos « los objetives econémicos de la em presa producciva ® Alain Vournine, La soeidté pootindustrielte (Paris, 1969), po. 823. 8 Sete Mallet, La nouvelle classe oneriere (Paris, 1963); Pierre Belleville, Une owvelle cesie ousniere (Paris, 1953), Ver asimisme Mallet, «La oouvelle clasie owwrite en France, en Les darter socieles dans le monde’ d'aajourd’ bi 0 La estructura de discs en Ins sociedudes avanzadas 231 Cuslesquiera que scan sus deficiencias, la teorfa patece ajustarse a la teadencia contempordnea del sector de cuello blanco en las so- ciedades capitalistas, que hasta cierto punto se ha orientado hacia tun crecimiento expecifico de las ocupaciones técnicamente especia- lizadas. Sin embargo, es susceptible de un cierto mimero de objecio- nes. En primer lugar, una de las premisas sobre las que descansa, la suposiciéa de que en el neocapitalismno el conoeimiento ha reempla- zado a la tecnologia como principal fuerza productiva, es en extremo discuible —una cuestién que sc examina por extenso mds adelante (paginas 309-10). Aun en el caso de que esta premisa fuera acep- table en Ia forma en que estd formulada, existisfan cicttas raz nes para poner en duda las pretensiones globeles de Ia teorfa, porque tiende a exagerar considerablemente el grado en el que los trabaje- dotes acientificos y técnicos» han penetrado incluso en aquellas in- dustries que emplean una técnica altamente desarrollads*. Mé&s grave, sin embargo, es la ambigtedad, la ausencia de una definicida del sentido en que la enueva clase obreray es una . En algu- nas ocasiones, el término se emplea en un sentido semejante a la nocién de Garaudy de nuevo «bloque histéricon para referitse a tuna integracién del gtueso de la clase obrera (tnanual) con los «ppeo- ductores de conocimiento>; en ocras, para designar una mezela de estos tiktimos con aquellos segmentos de la clase obrera que, a causa de le automatizacién de sus tareas, se convierten en controladores» de las méquinas més que en «operadores» sujetos a los dictados de la méquine; y en otras, Finalmente, pera describir exclusivamente a los uevos expertos técnicamente calificados. Pero en ninguno de estos casos esti claro a qué Idgica cbedece Ia definicién de este grupo como tuna clase» —y, al igual que la mayor parte de los enfoques anteriores de la teorfa de las clases, tiende a fundir los dos aspectos de la divisién del trabajo que he distinguido: el conccimiento cien- tifieo como hase de Ix capacidad de mercado y como base de la Fosicién en un sistema de las relaciones paraigenicas, Por tiltimo, debe cefialarse que la teorfa no concaerda con la reali- dad, si se la presenta como una interpretacién genérica de la ascensién tuna nueva forma prote-tevolucionatia en la sociedad neo-capitalisea. En los Estados Unides, que ostentan la mayor proparcidn de trabaja- ores que podrian ser comprencides en la «nueva clase obreray, 80 hay indicio alguna de las potencialidades revolucionarias previstas or los autores de la teoria. No es accidental, pot cierto, que la doc 4 Cf. Stanley Aronowitn, «Dyes the United Stites have a new vorking ass», en George Fisher, The Revival of American Socialism (Nueva York. 1911), p 203, zm Anthony Giddeas trina de Ja anueve clase cbrera» haya sido desarzollada fundamental- mente por autores franceses: porque, en cierto sentido, se puede decir que cl en Ia sociedad capitalista constituye una espe- Ge de contrapartida aetural de esta idea: la posiblidad de una eon- Frontacién de clases general que polatice 1a sociedad, est4 controlada por Ia formalizecién de Jos intereses opuestos en la competencia regulada de los «partidos de clase» en Ia politica 1a tesis de Dahrendorf ha sido criticada duramente por suponet tuna desconexidn demasiado estricta entre la industria y la politica, y, clettamente, algunas de sus afirmaciones sobre 1a cuestién parecen Gesorbitadas: por ejemplo, la proposicién de que, en Ia sociedad «post- capitalistay, In spertenencia a una clase industrial no predefine la © dase politica a la que pertenece el individuo, ya que en las relacio- a nes entre la industtia y la sociedad politica entran en juego factores | determinants y mecaniemos de ubieacién independientes» 7, No de- ‘seo cuestionar, sin embargo, la validez esencial de la afirmacién de que én las socicdades capitalistas contempordneas existe un aislamiento | basico del conflicto industrial y politico, sino las deducciones que Duhrendott extrie de este hecho. Aunque Marx estaba equivocado al esperar un desarrollo acumalative del conflicto de clases manifiesto con le crerente madoracin de la sociedad capa, = equivoedba ‘ t distintas razones de las que sugiere la teorfa de la instiruciona- } aca del conflicto de clases expuesta bet Dahrendorf. te panto de vista de este ditimo autor se basa explicitamente en la nociéa de que, mientras que en el espitalismo decimondnico los contlictes econdmices y politicos se «superponians, en a apostcapitalismor se han separada. El conflicto de clases, en el sentido marxiano, se evita, © mejor dicho se mitigan sus efectos, gracias a esta disociacién —y éste es uno de los principales cambios sociules que prepara la supe~ racién del «capitalismoe como tal, La opinién que deseo proponer es, al mesos en un sentido importante, la antitesis de ésta. Es, decir, Ju separacién institucional le (las. seanilertactones del) conflicto de clases en las esferas industrial y politica, lejos de significar la su- peracidn del capitalismo, es el modo normal de la estrucsuraciin det onflicto de clases en la sociedad capitalists. Los aspectos politicos de la provesta obrers en el siglo xx, como ha sugerido Bendix, re- § Debwetsdoet, Clart-and Class Conflict, pp. 277 y 271 28 Aathony Giddens resentan conflictos producidas sobre todo por la falta de incorpora- cidn de la clase obvera al masco institucional de Ja sociedad capita- lista. Son, para utilizar un término de Smelser, «explosiones hostiles» cuyos orfgenes deben explicarse sobre la base de factores (derivados de Ia asuperposiciéar de la contradicciin y del conflicto de clases) especificamente caracteristicos de Iss primetas tases de Ia industria zacién capitalista. La sepatacién del conflicto industrial y_ politico, una vez que la incorporacién de la clase obreca ha recorrido ua camino considerable, es meramente sintomftica del earécter gené- ico de la sociedad capitalista, fundamentada en Ia separacién de la economia y In politica. Aunque infhuida por las formas especificas de estracturacién de Ia clase obrera, la se han limitado a enunciar las relaciones entte ol tamafio de la empresa y las actitudes politicas, consideradas estas cltimss, genetalmente, segiin se manifiestan en la conducta electoral. Lipset, por cjemplo, cita estudios realizados en ‘Alemania y en los Estados Unidos que indican que «cuanto més grande es la instalacién industrial... mids de izquietdas son los obre- rose, diindosc una relacién apazeniemente directa y progresiva; el mismo tipo de relacién se ha observado en Gran Bretaha. Pero en Francia, ja relacién es, al parecer, curvilines, clevindose en cade uno de los extremos de ia escala, tanto en lag instalaciones pequefias como en las grandes. En Japon, no parece existir en modo alguno tuna conexién significativa entre el tamafio de Ia ffbriea y lo que Toc autores de uno de estos estudios describen como uconciencia de dase en el sentido marsano»* Los dos dina cio represcuiay gjemplos especificos de divergencias més amplias en la estructu. tacign ¢ en la conciencia de clase que se examinarin mis adelante Un gran niimero de investigaciones, especialmente desde la. gue rt, se han consagrado al estudio de lis posibles influencias de las diferencias en los tipos de técnica productiva sobre las actitudes de los tcabajadores. La bibliografia sobre el tema ha dado lugar a numerosas clasificaciones de las variantes técnicas. Asi, Blauner, fen su estudio sobre los ttabajadores amecivanos, establece una logis cuédruple: In industria vartesanal> de la que las artes préficas son un ejemplo, donde hay un bajo nivel de mecanizacién’ y pre- « Seymour Martin Lips, Palscal Man (Lonckes, 1969), ps 237; Erie Nordlinger, Tbe Working Tories (Londres, 1967), pp. 205-9; Richard F. Bastien andthe French Worker iv the Bath Repu (ig teton, 1969) pp. 20338). Shin ci Takczaa, Tic ‘blvecollse- worker. in Tapa suse, an N. F. Duty, The Sociology of tbe Blueler Warker (eis. JSeah pa (SONY pues wns inwenigacion pene, Geatfrey & Ingham, Plant sive: political atticudes and behaviours, Sociological Review 17, 1969. Php realdacs alcamor, a define seifacorla del cna, cngaost mente simple, amecanizacidns, presenta cierias difultades. Seain un incenta feclence a2 taarle det scuakjuler cambio tecnolégien que aumenta la peach fin por trabujador (u hombrehora), ex6 cy, todo cambio que recorta el trabe ‘0 necesario por uniled de producciSa» (A.J. Jatfe ¥ Joseph Peoomkin, Teck nology and hobs, Nueva York, 1968, p. 17) 240 Anthony Giddens domina el tabajo especializado; la industria «con tendencia 2 la mecanizacién», con un grado mis alto de mecaaizacidn, donde el obtero simplemente «atiende» la méquina; las industrias que im- plican una técnica de «cadena de montaje» con un nivel muy desarro- Undo de fragmentacién del trabajo y taceas altamente espectficas y rutinarias; ¢ industtias de «proceso continuo», como las quimicas, que Suponen una cortiente de produccin automdticamente controlada en la que el trabajo consisie solamente en vigilar y mantener la maqui- aria", Como Dahrendorf y muchos ottos han sefialado, Marx estaba equivorsdo al suponer que Ia tendencia del desarrollo ‘capitalista se encaminaba hacia la eliminacién del trabajador cnalificndo —aunque el caricter del trabajo especializado se ha modificado por cuanto que al

You might also like