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A Dissertation
submitted to the Faculty of the
Graduate School of Arts and Sciences
of Georgetown University
in partial fulfillment of the requirements for the
degree of
Doctor of Philosophy
in Spanish
By
Washington, DC
April 23, 2019
Copyright 2019 by Jafte Dilean Robles Lomeli
All Rights Reserved
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LA HISTORIA DOBLE DEL TESTIMONIO EN LA COSTA COLOMBIANA:
APROXIMACIONES A UNA EPISTEME ALTERNATIVA
ABSTRACT
The testimonial genre was born in Latin America in the seventies with transformative
sociopolitical purposes. Nevertheless, it loses its subversive power along the way culminating as
mere text with no further consequences in society. During the same years, Colombian sociologist
Orlando Fals Borda, inspired by the work of Paulo Freire, created an alternative research
methodology now known as Participatory Action Research (henceforth, PAR), which he later
implemented over fourteen years spent living with peasant families in the Caribbean Coast of
employment of PAR on the Caribbean Coast lent an undeniable sociopolitical use and purpose to
testimonial practices and orality in general. I examine Orlando Fals Borda’s four-volume Historia
doble de la costa (1979-1986) in the light of the contents of his personal archive, held in the coastal
city of Monteria, Colombia. In so doing, I show how testimonio is a tool within a collaborative
process, and more than a simple text. This is not visible, unless we examine how collaboration
took place, which we can only do when we look at the archive. Both the archive and the testimonio
use oral sources, which are themselves the result of the collaborative process. I portray orality in
three different aspects: as an ontological and epistemological costeño institution (what locals there
would call, echar cuentos), a collective creation, and the inherent link between people and their
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environment. The oral sources exhibit particularly costeño forms of communication. They are also
impregnated by distinctive musical styles. Finally, I would argue that the relationship between
land and water in this riverine environment shapes orality's contours, as can be seen in Historia
doble.
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A mi papá,
quien seguirá insistiendo
v
Agradecimientos
veces he llegado a pensar que siguen sin inventarse las apropiadas para expresar todo lo que uno
quisiera. A falta de nuevas palabras, me remito quizás a la reiteración de las mismas, aunque no
por eso menos significativas. Primero que nada, me gustaría extender mi profundo agradecimiento
a la única persona que ha estado a mi lado día y noche, soportando mis cambios de humor durante
los últimos años y alimentando mis ambiciones académicas y estomacales, Gesen Aréchiga. A ella
le debo mi cordura durante este arduo proceso de reconciliación intelectual, le debo mis triunfos,
mis sonrisas y el estado actual de mi salud. Más que ser una enfermera calificada para atender a
todos y cada uno de sus pacientes, Gesen llegó a mi vida para cuidarla y transformarla. Gracias
por soportar todas las horas que obsesivamente pasaba hablando de este proyecto, gracias por hacer
una que otra pausa en cada una de nuestras cenas para que yo corriera a escribir las nuevas ideas
que brotaban de nuestras conversaciones, gracias por aguantar el calor húmedo de la ciudad de
Montería, Colombia para que yo revisara el archivo de Orlando Fals Borda, gracias por ayudarme
a descifrar la complicada letra de todas sus notas y apuntes de campo. Gracias, Gesen, por ser mi
A un lado suyo, con una cantidad exorbitante de café, agradezco a mi directora de tesis
Joanne Rappaport, quien caminó conmigo por los malecones de esa misma ciudad, comprando
sombreros vueltiaos y comiendo boca chicos en las plazas. Gracias Joanne, por insistir en que te
hablara de tú y molestarte encarecidamente cuando no salía del usted. Joanne Rappaport siempre
ha sido más que una profesora, mi amiga que me exige mole oaxaqueño como si lo necesitara
como el mismo aire que respira, mi interlocutora que nunca se hartó de hablar de la IAP y de los
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trajines del sociólogo colombiano que a las dos nos tenía tan consumidas. Gracias por abrirme las
entendía, por empujarme a hacerme las preguntas que me desafiaban, por enseñarme el mundo que
Gracias también a mi otra directora de tesis, Tania Gentic, a quien siempre le brillaban los
ojos cuando hablaba de mi proyecto, mucho más que a mí, quizás. Por los consejos, las
recomendaciones y todos los comentarios y préstamos intelectuales que me hizo. Por el sonido que
ahora lleva esta tesis y la música que hicimos juntas en cada una de mis extrañas ideas. Gracias a
mi lectora externa, Elzbieta Sklodowska, quien se sentó conmigo durante horas y me enseñó el
de Georgetown, pero muy especialmente a Cristina Sanz por contarme todas esas anécdotas que
me hicieron sentir parte de algo mucho más trascendente que seis años de estudios y esfuerzos. A
Adam Lifshey por enseñarme a investigar, a recopilar, a analizar y caminar por los pasillos y
túneles de la biblioteca del Congreso. A Gwen Kirkpatrick por apoyarme en mis locuras, mis
decisiones y enseñarme a entregarme por completo y con envidiable devoción a esta profesión. A
Vivaldo Santos por acompañarme en esta trayectoria quizás sin darse cuenta o saber lo importante
que fue para mí escucharlo hablar con tanta pasión de su vida, sus artículos y los murales de toda
la ciudad. Pero, sobre todo y por encima de cada año que pasé en esta universidad, gracias a mi
amiga, Verónica Salles-Reese con quien platiqué de esta tesis hasta el agotamiento durante
nuestras excursiones por la selva amazónica, en las calles y cafés de Quito, tomándonos una
estudiantes. Gracias Verónica por ayudarme a comprender los caminos que elegía mi padre para
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quererme, por todas esas tardes en las que me mostrabas cómo abordar los archivos del sociólogo
y los archivos de nuestras vidas. Gracias Verónica porque es por ti que ahora sé que una profesión
es nada sin la exploración del uno mismo, por la oportunidad que me sigues ofreciendo de ser una
Gracias a mi familia, a mi madre que dejó de estudiar su maestría para que yo pudiera
estudiar la mía, que pidiendo prestado y trabajando tanto logró darme a mí y a mi hermana la vida
que ahora tenemos. Gracias, madre porque siento que la gente no te agradece lo suficiente por ser
el ángel de nuestras vidas. Tengo y soy todo lo que soy por ti, gracias por las llamadas de cada
noche durante estos años para que no tirara la toalla, gracias por caminar conmigo durante mis
ataques de ansiedad, por no elegir una vida para mí sino ayudarme a crear la mía tal y como yo la
imaginaba. Gracias a mi hermana, a quien le creo todo sin cuestionarla, a quien me cuestiona todo
y me sigue creyendo. La única persona que me da todo de sí como a nadie más, gracias por
abrazarme como sólo me abrazas a mí, por ser mi gravedad y mi instinto, por romper paredes y
arriesgarte a ser feliz conmigo. Y gracias a mi padre, quien no alcanzó a ver este proyecto
materializado, quien no entendía una sola línea de lo que escribía, pero que aún así me defendió
hasta el último día de su vida. Gracias por cuidar de mí, gracias por decirme que me querías en tu
propio idioma que me tomó tanto tiempo entender. Gracias por no darte por vencido conmigo, por
Gracias a mis amigos, a todos, pero muy especialmente a Sandra Martin, mi mejor amiga
y parte de mi alma. Gracias Sandra, por llorar las frustraciones en los techos de la ciudad, por
elegirme como tu acompañante de aventuras y confiarme tanto de ti. Gracias a Iván Espinosa,
quien me levantaba siempre que me sentía incapaz e incompetente, por ser mi interlocutor y mi
confidente. Gracias a Gabriela por componer canciones conmigo, gracias a Meagan por sus
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sorpresas y ediciones, gracias a Janire por su vena inflamada y su constante y en ocasiones
silencioso apoyo, gracias a Chrissy, Emmanuel y Gael por ser otra familia para mí. Gracias a Oscar
Amaya por rebotar mis ideas, por retarme, por estar a mi lado aun estando a la distancia. Gracias
a Verónica Zacipa quien fue parte de esta tesis desde el día uno que se cruzó en mi existencia.
Gracias a Ross por hablarme de tanto, entre chismes y capítulos de tesis. Gracias a Felipe por
cuidarme enfermedades y por ser el genio que tanto admiro y que tanto me inspiró para seguir con
mi investigación. Gracias a Andrea Erdmann quien me insistía siempre que la veía para terminar
mi tesis y empezar a vivir la vida que viene después de ella. Gracias a Diana Hajjar, Jorge Mendes-
Seijas, Zaya Rustamova, Ariel Zach, Will Thums, Brandi Coleman, Anna Powell, Carolina Sesma,
Artemisa Munguía y Ana Sánchez por leerme, por no dejarme caer, por estar.
Finalmente, pero no menos relevante, gracias a Ana María Espinosa Baena, Emerson Sierra
y Diana Carmona del Centro de Documentación Regional del Banco de la República en Montería,
por dejarme invadir su espacio entre los archivos y aguantar mi presencia mientras analizaba
apuntes, audios y veía la vida costeña florecer ante mis ojos. Gracias a Víctor Negrete y su esposa
por abrirme las puertas de su casa, por contarme tantos detalles de la vida del sociólogo que aquí
me mantiene ahora. Gracias también a Gabriel Escalante por hacerme correr por media Bogotá
buscando una memoria para retener los documentos personales de Orlando Fals Borda. Gracias a
todos aquellos que mantienen el acervo del sociólogo en el Archivo Nacional e Histórico de la
Gracias a todas aquellas personas que me hicieron darme cuenta de que una tesis no es sólo
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Tabla de contenidos
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Reconstruyendo barrancos, caseríos y árboles................................................................ 176
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Mesa redonda
En 1977 en Cartagena, Colombia se lleva a cabo el primer Simposio Mundial sobre una
metodología revolucionaria que después llevaría por nombre Investigación Acción Participativa
(IAP). Su precursor en América Latina, el sociólogo barranquillero, Orlando Fals Borda daría un
establecimiento de una relación horizontal con el pueblo. Tras catorce años de práctica en la
Costa Atlántica colombiana, Fals Borda desarrolla un compromiso ideológico con los
sustento en la reconstrucción de la historia oral de los moradores de las laderas riberanas del
embellecido, sino apuntar hacia la transformación de esa sociedad por medio de tal
reconstrucción.
Mauricio Archila Neira fue uno de los primeros autores en señalar el nexo tan estrecho
entre la IAP y las prácticas testimoniales que proliferan en América Latina más o menos por los
mismos años. Así, cumple también con indicar que a pesar de que la IAP se apoya en las
articulación de un arma cultural y política que revela una episteme alternativa capaz de formular
cambios concretos (“Voces subalternas” 301). Lo primero que me atrajo hacia la IAP y el
proyecto de Fals Borda en la Costa Atlántica fue el uso político que hace el sociólogo de las
fuentes orales. Después de varios años de estudio de las prácticas testimoniales en América
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supuestamente no la tienen, sino el proponer una nueva voz que compagina el conocimiento de
todos los involucrados en la investigación. El resultado de sus años viviendo al lado de los
campesinos costeños se expresa en cuatro tomos que llevan por título Historia doble de la Costa
(1979-1986). Con una estructura controversial, dividida en dos canales de comunicación, Fals
Borda reescribe su historia intelectual y la de los campesinos costeños para develar una episteme
regida por la oralidad. Del título de esta obra extraigo el nombre de mi trabajo para argumentar
que el testimonio va mucho más allá de un texto, pues para el sociólogo y los campesinos
El imperio del testimonio ‒en su versión más simplista‒ descansa en la alianza entre un
intelectual comprometido y un testigo silenciado por una esfera dominante, sea esta última de
carácter social, político, económico o histórico. De acuerdo con John Beverley, uno de sus
colectivo, anteriormente anónimo y desprovisto de voz: ‘el pueblo’, pero de manera tal que el
intelectual o profesionista […] es interpelado como parte de ‘el pueblo’ y como dependiente de
éste, sin al mismo tiempo perder su identidad como intelectual” (“El margen al centro…” 28). La
generosidad intelectual reside en la exposición impresa de dicha voz dentro de los márgenes de
la literatura. Un fundamento que se convertirá en la columna vertebral de una disquisición sin fin
trayectoria del crítico John Beverley resulta particularmente interesante y sugestiva, pues en su
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continua ambivalencia, como se verá a continuación, se evidencia lo inasible que aún se estima
testimonio como “una narración con la extensión de una novela o una novela corta, en forma de
libro o panfleto (esto es, impresa y no acústica), contada en primera persona por un narrador que
es también el verdadero protagonista o testigo de los sucesos relatados, y cuya unidad narrativa
es por lo general una ‘vida’ o una experiencia significativa de vida” (22). Sin mencionar que este
mismo artículo ‒ahora canónico‒ abre con la pregunta: “¿Dan lugar las luchas sociales a nuevas
formas literarias?” (21). Se establece desde el comienzo de los estudios testimoniales que el
proceso de entablar un diálogo con el otro desprovisto anteriormente de voz queda constreñido a
una forma textual, aunque esa forma penda aún de la incertidumbre. La problemática social o esa
experiencia significativa de vida que enfrenta el testigo sirve para esbozar un nuevo género
literario, pero ese nuevo “género” termina deslindándose de la vida del testigo al ofrecerse luego
como producto cerrado y acabado. Las luchas sociales a las que refiere la pregunta de Beverley
quedan suspendidas en un plano paralelo o son extraídas como un tablero de información que
permite al lector corroborar aquello que le es comunicado por el intelectual. No hay una
problematización o reflexión por parte del intelectual, ni un diálogo transformativo entre los
involucrados en este proceso testimonial. Visto desde esta perspectiva, las luchas sociales no son
más que un addendum de la narrativa testimonial. Después de todo, como sugiere el mismo
especial, y corre el riesgo de convertirse en una nueva forma de costumbrismo o ‘color local’”
(Beverley “Lo real” 77). Las luchas sociales son sin más una especie de retrato realista que
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Desde la integración del testimonio a los premios Casa de las Américas en 1970, queda
también institucionalizada la duda acerca de su “forma”. Cuando Ángel Rama lo propone como
categoría ante los demás miembros del jurado, señala que: “No es una novela exactamente, más
un par de detalles que no resuelven la confusión, pero el resto del grupo coincide con la apertura
menos la que se publica en 1995 en la revista Casa de las Américas, concluye con la
intervención de Haydee Santamaría, quien indica: “A mí me parece que tal vez se podría llegar a
un arreglo: es decir, crear un nuevo premio, en vez de cinco géneros, seis géneros, incluyendo el
ensayo, y uno que pudiera decir… ya ese nombre ustedes dirían si testimonio, o una cosa que
entre dentro del reportaje” (124, énfasis mío). Esa “cosa” que es el testimonio daría a partir de
latinoamericanos (Víctor Casaus, Antonio Caso, Hugo Neira, Aníbal Quijada, entre otros) pero
sigue pesando entre ellos y el jurado mismo la duda de su forma. En 1983 en la Finca El
Vaquerito en la Habana, Cuba se reúne un grupo de escritores, editores y periodistas para discutir
tres puntos básicos con respecto al testimonio: “Si el testimonio es o no un género literario, sus
características según la experiencia de cada uno de los participantes y los valores literarios que
deben estar presentes en todo buen testimonio” (Casaus 17). Miguel Barnet, uno de sus máximos
materia prima” (17) y que considerarlo un género nos limitaría. Al estar tan concentrados en
promulgar una formula específica se perdería el contexto de lucha que debería primar en su
exposición. El compromiso ideológico del intelectual se desvía, pues éste estaría viendo no el
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testimonio como materia prima, sino como un “producto editado” consecuencia de un proceso
dialógico que debía ser lo más trascendente de la práctica testimonial como tal. Por lo tanto, este
debate tampoco afina los contornos del testimonio, sino que los desvanece, desvirtuando su
función primordial de compromiso ético ‒más allá del estético‒ con el pueblo. Las verdaderas
limitaciones vendrían de no extrapolar esta materia prima del campo de la literatura, pues en lo
único que parecían coincidir los participantes de este debate era en señalar la situación de
Quizás por esa razón, la gran paradoja del testimonio es sufrir una imprecisión, pero
quedar al mismo tiempo enmarcado dentro de los confines literarios, ya que no logra transgredir
su rol de representación: “La escritura testimonial es un modo de aprisionar lo real” (Jara 1).
Como tal, me atrevería a decir que la mayoría de sus estudiosos se empeña en asuntos que van
desde la distinción entre lo falso y lo verdadero, el efecto de realidad que provoca y la metonimia
prototípica del testigo, elementos todos que competen a la labor intelectual. Elzbieta
Sklodowska, quien también se suma a esta vorágine, publica en 1992 el libro Testimonio
Margaret Randall, y ejemplificar con algunos de los textos más emblemáticos del testimonio,
concluye que éste presenta una conflictividad interna donde interactúan fuerzas centrífugas de
difiere de los mecanismos empleados en otro tipo de discursos literarios. Tanto las fuerzas
centrífugas como las centrípetas parten de un intelectual encargado de desarrollar una retórica
capaz de convencer al lector de lo factual de su narrativa. Un año más tarde, Sklodowska ahonda
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(1983), para advertir que “lo que está implícito en los discursos originales [de los testigos] puede
formularse solamente por medio de una exégesis escolar y ordenación discursiva profesional”
(“Testimonio mediatizado” 83). Así, el testimonio sobresale como una narrativa que en realidad
termina dotando de voz al intelectual y oscureciendo las luchas sociales y el contexto de urgencia
que le da supuesta nacencia. Muy a pesar de todas estas contradicciones internas, el testimonio
“se canoniza como una dominante de la literatura hispanoamericana del llamado post-boom”
por la organización debido al énfasis que propone en las historias de los sujetos “subalternos.”
Las reflexiones de Ranajit Guha, fundador del South Asian Subaltern Studies Group, y los
postulados de Gayatri Spivak coinciden con las crecientes preocupaciones de los estudiosos del
testimonio: “To question the master paradigms used in representing colonial and postcolonial
societies, both in the cultural practices of hegemony developed by elite groups and in the
disciplinary discourses of the humanities and social sciences that seek to represent the workings
ajustando formas literarias existentes a las necesidades sociales emergentes. Este panorama
resulta alentador para esas “formas” movedizas como el testimonio que estrechan nexos más
notables con el contexto social. Sin embargo, se tropieza de nuevo con la misma piedra, en
palabras de Hugo Achugar “se procede a analizar a América Latina como un conjunto
India, África y otras regiones del planeta” (“Leones, cazadores e historiadores” 381). El estudio
del testimonio se estaciona en sus formas difusas y prácticas prestadas de otras naciones que
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poco ‒en ocasiones, nada‒ tienen que ver con la vida social de América Latina. No es sino dos
años después de la fundación del Latin American Subaltern Studies Group, que John Beverley
expone una serie de “observaciones migrantes” (“Writing in Reverse…” 271) con respecto a la
compleja labor del intelectual dentro de la organización, y, por ende, en relación con el
testimonio. Así como Sklodowska, Beverley utiliza el texto de Elizabeth Burgos y Rigoberta
Menchú, para hablar sobre la contradicción estructural que implica que un letrado recoja la voz
del subalterno sin abandonar su posición de privilegio y autoridad. La clave, dice, para entender
este proyecto debe ser visualizar el testimonio como un medio y no como un fin en sí mismo:
René Jara calls the “situation of urgency” that generates the testimonio, whether
or not these things actually happen. That solution has to be something other than
perspectiva, el estudio del testimonio como forma renovada de representación, es decir como
texto escrito o fin en sí mismo, comparte el fatal destino de ambos Subaltern Studies Groups, la
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Muy cercana a la conclusión de Beverley, se encuentra la postura de George Yúdice,
aquel “estatalmente institucionalizado para representar” y otro que “surge como acto
comunitario de lucha por la sobrevivencia” (214). Yúdice relaciona este último con la teología de
la liberación y la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, y más allá de considerarlo un texto en
representacional, este “no responde al imperativo de producir la verdad cognitiva ‒ni tampoco de
emancipatoria” (221). De acuerdo con Yúdice, esta bifurcación sugiere que existe “una doble
historia del testimonio” (214), la cual a mi parecer no ha sido suficientemente explorada y que
por tanto me interesa abordar aquí. Una historia donde la relevancia de la práctica testimonial
recaiga en visualizar el testimonio, como bien decía Barnet antes, como materia prima o medio, y
Es probable que de haberse atendido esta doble historia del testimonio visto como medio
y no como texto en sí, hubiese cambiado el destino de los estudios testimoniales. Sin embargo,
entrando el nuevo siglo sigue siendo evidente que pesa más su vertiente representacional y que
ésta ha llegado a provocar un hartazgo generalizado en quienes fueron sus primeros defensores.
En el 2004, tras las convulsiones del 11 de septiembre del 2001, John Beverley torna sobre el
democracia misma: “¿Cómo producir una voluntad general a partir de una multiplicidad de
singularidad y usar esa comunalidad políticamente como base para un nuevo bloque histórico
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análisis del testimonio como práctica exige a su vez un estudio a profundidad de las relaciones
sociopolíticas donde éste tiene lugar. Sin la atención sobre esas relaciones sociopolíticas el
testimonio no tiene presencia ni utilidad, se podría decir que van de la mano o que una es
resultado de la otra. No puede entenderse el testimonio como medio si no se atiende aquello que
media.
genérica del testimonio, pero profesa un tono más apocalíptico que el de Beverley al referir la
testimoniales. Admite que no se atrevería a dirigir una tesis doctoral más que circunde las
distinciones entre lo falso y lo verdadero o que arguya sobre la credibilidad del testigo. Por el
contrario, incita a replantear la interrogante de por qué volver a hablar del testimonio, por la de
dónde y cómo volver sin repetir patrones nostálgicos y romantizados, ni redundar en derroteros
metodológicos ya desgastados.
Al igual que George Yúdice, sólo que años más tarde, Hans M. Fernández Benítez ofrece
una respuesta al cómo volver al testimonio. En su artículo “‘The momento of testimonio is over’:
plantea una nueva episteme testimonial que “sirva de base para explorar otro tipo de experiencias
reordenamiento del poder en las alienantes relaciones sociales del mundo contemporáneo” (68).
Tanto Yúdice como Fernández priorizan una inmersión en el contexto social de donde emergen
ambos invitan a distinguir el testimonio como medio y experiencia de aquel otro que el
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La trayectoria de los estudios testimoniales analizada hasta este punto es un reflejo de lo
que Boaventura De Sousa Santos nombra “epistemicidio” (Una epistemología del sur 81). El
testimonio, ese sobresaturado y obsoleto, ese de los Latin American Subaltern Studies Group, no
estatus de privilegio y elitismo. Según Santos, la ciencia moderna aliada de la hegemonía política
lanza toda alternativa de conocimiento a la basura (82). De cierta forma, el estudio del testimonio
dentro de un sistema, desdeñando así toda otra alternativa. Tal como pasa con la ciencia
moderna, pasa con el estudio del testimonio: “Hay alternativas que no llegaron a ocurrir porque
su surgimiento fue impedido. Hay alternativas que de facto ocurrieron pero que no fueron
reconocidas, o fueron tenidas por meros residuos, por el tipo de escala, perspectiva, resolución,
compresión temporal y asignatura utilizados por la ciencia” (82). Una alternativa, lo vengo
diciendo hasta ahora, es visualizar el testimonio como medio epistémico que no pertenece al
para crear una forma separada, aislada, de conocimiento superior, sino para transformarse en un
nuevo sentido común emancipatorio” (89). Tal como lo preveía Beverley hacia el final de su
intervención en el 2004, el testimonio debe entenderse como una práctica que engendra una
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El dónde del testimonio
Ahora bien, habiendo respondido al cómo queda aún pendiente el dónde para lo cual me
remito de nuevo a George Yúdice y su doble historia del testimonio, aquella de Freire y la
concientización. La década de los setentas ostenta en América Latina una escalonada serie de
los sesentas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Además de
discutir por aquel entonces ciertos aspectos de la industrialización de diversos países y establecer
promulgación de “reformas” que resulta necesario luego de que el desarrollo industrial trajera
más conflictos que soluciones, como la extrema marginalización. Y el segundo tiene que ver con
dichas reformas y de las contradicciones del desarrollismo en América Latina. Surge así, la
afamada Teoría de la Dependencia que subraya el binomio centro-periferia para argüir que los
La idea inaugural de la CEPAL y las teorías económicas de la época era que las sociedades
tradicionales debían imitar los modelos de transición de los países modernos para alcanzar un
desarrollo favorable y así poder igualarse con ellos: “El proceso de desarrollo consistiría en
llevar a cabo, e incluso reproducir, las diversas etapas que caracterizaron las transformaciones
sociales de aquellos países [Europa occidental y Estados Unidos]. De ahí que las variaciones
históricas, es decir, las singularidades de cada situación de desarrollo, tengan poco valor
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interpretativo” (480). Sin embargo, Cardoso y Faletto, entre otros, perciben que esta transición
no es viable porque América Latina cuenta con variaciones históricas y sociales que obstaculizan
e incluso rechazan dicha transición. Lo que también era evidente es que, en ese proceso de
sociedades periféricas que se ven más afectadas en este proceso. Por lo que se exige un nuevo
tipo de ciencia social que analice las causas de esa dependencia desde las bases y que promueva
una participación más activa y comprometida que conduzca a un desarrollo más equitativo:
La fundación de los ya mencionados Subaltern Studies Groups coincide con esta ola de
descolonización científica confluye con otro gran movimiento de liberación que le ofrece
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perspectivas metodológicas alternativas. La nueva ciencia social latinoamericana se libra “de la
“intelectual orgánico” (Flores Osorio 2009) para promover una praxis solidaria que logre por fin
conducir la teoría desde el campo estéril de la filosofía hasta el de la acción política necesaria.
Como respuesta a los efectos de la dependencia en los países subdesarrollados surge el concepto
de liberación que tiene eco tanto en las ciencias sociales como en la religión y la pedagogía:
La praxis gramsciana demanda una ruptura con los paradigmas eclesiásticos clásicos, dando
lugar a la teología de la liberación (Alves 1973; Gutiérrez 1969; Boff 1978). Los feligreses de la
iglesia católica y protestante toman conciencia de la injusticia social que padecen los “pobres” y
buscan subvertir su papel como protectores para instaurar un apoyo empeñado más hacia la
considera a los pobres como simples objetos de ayuda, compasión o caridad, sino como
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protagonistas de su propia historia, artífices de su propia liberación” (Löwy 2). De tal manera
que, al igual que las nuevas ciencias sociales latinoamericanas, la religión adecua el neo-
marxismo para denunciar esa otra cara del desarrollo. Los años de sumisión y rezago
colonialista, conllevan a que los grupos oprimidos no reconozcan el poder que tienen sobre su
propia historia y su liberación, por lo que se vuelve necesaria y urgente una educación centrada
El pionero de esta educación para la liberación es el brasileño Paulo Freire, quien en 1970
publica su Pedagogía del oprimido, donde establece que el camino hacia la liberación del
oprimido es la concientización producto del diálogo permanente entre los individuos y su propio
conocimiento:
realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la
liberación que desencadena la Teoría de la Dependencia, ya que pugna por un compromiso ético
‒más allá del estético‒ y una verdadera transformación del status quo. La década de los setentas
queda trazada por una Teoría de la Dependencia que permea todos estos movimientos y rupturas
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para explicar lo que sucedía con la educación: “En la visión ‘bancaria’ de la educación, el
‘saber,’ el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan
se transfiere de un grupo a otro es inútil porque no incita cambios a nivel social y político. Las
relaciones de poder injustas sólo se recrudecen en dicha transferencia. Así también logra
traspaso inocente de modelos históricos y económicos de los países modernos como si se tratara
una esfera dominante. No cabe duda de que la década de los setentas cuenta con intelectuales
cuyo trabajo refleja la confluencia de estas aristas recién revisadas. Dentro de los trabajos más
relevantes de la época se encuentra el de Jorge Sanjinés y el Grupo Ukamao, quienes por medio
de la colaboración realizan filmes que sirven al pueblo como instrumento de lucha política
(Sanjinés et al 1979). La labor de Sanjinés resalta las inquietudes surgidas en el campo de las
ciencias sociales y promueve una educación para la liberación de las bases. Sin embargo, he
centrado mi interés en el sociólogo barranquillero, Orlando Fals Borda (1925-2008) puesto que
desde temprana edad se ve atravesado por esta ola de transformación latinoamericana y además
nuevo aliento al testimonio, pues en manos de Fals Borda adquiere esos visos de comunalidad
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política que se han ido desdibujando durante los últimos años en aras de promulgar una estética
convincente.
en cada uno de estos momentos clave que definen la década de los sesentas y setentas. No voy a
detenerme en detalles menores, pero sí considero crucial el repaso de su historia intelectual para
ubicar el dónde es que voy a analizar el testimonio como medio y acto comunicativo
emancipatorio.
Se podría argüir que desde su nacimiento Fals Borda hereda la sensibilidad social de su
En mi casa mi madre era una persona muy inteligente, una literata realmente,
autora de dramas y cantatas y cosas así, que tenía mucha sensibilidad social, como
dirigente de la Iglesia Presbiteriana tuvo mucho que ver con trabajo con las
radioemisora […] Mi papá ‒que era otro intelectual‒ un maestro de escuela […]
Perrault… y después empezó a subir de nivel y entre los libros que me llevaba
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A pesar de que desde su infancia se involucra en las actividades de la Iglesia Presbiteriana,
varios altibajos. Según el historiador Alexander Pereira, “la comunidad presbiteriana que tanto le
aportó en su infancia y adolescencia, al salir del bachillerato le había hecho sentir la endogamia
propia de las congregaciones minoritarias. Para romper con ese envoltorio fue que tomó la
Iglesia. Luego de alcanzar el grado de subteniente reconoce que su vocación de servicio se trunca
debido a la rutina y el tener que “actuar bajo una lógica de obediencia debida” (103). A finales
de 1944, tras ambas decepciones con la religión y el ejército, acepta una beca para estudiar en la
literatura inglesa y la música (Fals en Cendales et al 14). Asimismo, participa en varios clubes,
llega, por ejemplo, a ser el presidente del Club Panamericano, miembro del Club de Relaciones
sin olvidarse por supuesto de su aptitud musical se integra al coro de música evangélica (Pereira
103). Sigue más o menos el mismo camino que venía experimentando desde su infancia, pero en
el penúltimo semestre de su carrera conoce a “un viejito profesor” (Cendales et al 14) que lo
objetivo de expandir su visión con respecto a su propio país y esclarecer su función como
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director del Centro Juvenil Presbiteriano y director coral del Colegio Americano, además de
enfrentarse a uno de los eventos históricos más memorables para Colombia y para su trayectoria:
Fue precisamente por esos días cuando presenció la insurrección popular del 9 de
a las calles a protestar, amargura también sentida por él, pues aunque estuvo fuera
Dependencia desde Colombia, ya que como movimiento popular demanda una distribución más
justa de la riqueza de la nación y condena la pobreza de los sectores rurales provocada por una
Gaitán’s populist movement had its foundation in the urban growth and inflation
of the 1940s, which provided conditions propitious for mass mobilizations and
popular demand. Gaitán exploited the effects of inflation, condemned those who
had become wealthy by hoarding food in time of scarcity, and attacked the
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A sus 22 años presencia la muerte de Eliécer Gaitán misma que daría inicio a un
Colombia se conoce como La Violencia (1948-1958). Sin interferir mayormente en este episodio
‒lo haría después de algunos años en uno de sus más reconocidos textos‒ se dedica a la
composición de una cantata Mensaje a Colombia que “sintetizaba los contenidos ideológicos de
su conciencia juvenil. La letra contrapunteaba las convicciones morales y políticas que lo habían
formado” (Pereira 104). A través de la música y su conocimiento de las cantatas, Fals Borda
expresa su descontento con el rumbo que toma la democracia en su país. Una decepción pujante
Como director del Centro Juvenil Presbiteriano, en esos mismos años, Fals Borda
coincide también con una persona que siembra en él un interés filantrópico humanista, el pastor
de la iglesia, Richard Shaull, quien después sería uno de los iniciadores de la teología de la
liberación. De acuerdo con el mismo Fals Borda, Shaull “tiene una concepción muy distinta del
pastor y le dio esa dimensión social, juvenil al Centro que muchas personas todavía recuerdan en
Barranquilla porque fue una especie de motor de transformar la forma de pensar y actuar en las
iglesias” (Fals en Cendales et al 15). Desde entonces, Shaull se convierte en un gran amigo y
apoyo para él cuando decide mudarse a Bogotá. Antes siquiera de que la Teoría de la
Dependencia o la teología de la liberación tuvieran lugar como tal, Fals Borda vive de cerca
Una vez en Bogotá, Fals Borda prueba suerte en varios trabajos, haciéndose nombrar
“sociólogo” por los cursos que había tomado en Estados Unidos. Pasa por el Instituto de
Antropología Social, pero no dura mucho tiempo ahí debido a su “incompatibilidad de carácter
con el jefe” (Pereira 104). Luego se entera de una investigación auspiciada por el Ministerio de
19
Educación en el municipio de Vianí y consigue el empleo con la ayuda de sus familiares.
Alexander Pereira intuye que este puesto provoca en Fals Borda una inseguridad que lo motiva a
acercase al trabajo de Thomas Lynn Smith (105), aunque Fals Borda explica que en realidad es
ahí donde llega por accidente o sin saber cómo al trabajo del “gringo” (Cendales et al 18). Haya
sido como haya sido la lectura de Lynn Smith se convierte en su principal influencia sociológica
del momento y la causa de haber perdido también ese trabajo: “A Orlando le asignaron la
organización del archivo del proyecto, tarea que le resultó tan sencilla que en menos de quince
días la tenía lista. Entonces pensó que con el tiempo disponible pondría a prueba las técnicas de
investigación de Smith” (Pereira 106). Como tal, Fals Borda se hace amigo del cura y del alcalde
y a los veinte días lo echan del puesto por haber establecido contacto con la gente. Lo relevante
de estos fallidos intentos por ahondar en la sociología es que convencen al intelectual de iniciar
estudiar su maestría en sociología rural, fungiría como supervisor de las obras de Winston en
Colombia. Finalmente, Fals Borda obtendría una educación más concisa en sociología y se
Saucío, emplea las técnicas de observación por participación aprendidas de Lynn Smith y otros
antropólogos de la época. Adquiere tal presencia en los Estados Unidos, que el propio Lynn
una continuación de las mismas inquietudes nacidas del estudio de las comunidades rurales. La
preocupación del sociólogo por las cuestiones agrarias de su país no sólo le permite el desarrollo
20
de dos tesis de posgrado y un arduo trabajo de campo, sino que le promete una nueva aventura
y el diseño de “reformas” más justas y efectivas para América Latina rozan más directamente el
trabajo de Fals Borda. Una vez publicada su tesis como libro, le serviría éste de “biblia”
(Cendales et al 23) durante esos años y después se consolidaría como la base para erigir una
nueva reforma agraria en Colombia. La meta de esta reforma según lo propuesto en el libro sería:
“el mejoramiento del nivel de vida y la edificación de las gentes campesinas, así como el
aumento de los recursos de que disponen, como un acto de justicia social” (Fals Borda “Reforma
formar parte de la ola transformativa de América Latina al demandar un acto de justicia social
Más tarde, y en gran parte gracias a las propuestas previstas en esta reforma, se establece
un organismo encargado de administrar un reparto más justo de tierras entre los campesinos que
obedece a dos posturas, una de índole religioso y otra político. Los planes para su fundación
coinciden con la conformación del Frente Nacional que pondría fin al conflicto bipartidista de La
Violencia y con la estrecha amistad que Fals Borda entabla con el sacerdote católico Camilo
de servicio y compromiso nacido de su propia educación católica, así, según el mismo Alexander
21
Pereira: “la profunda formación cristiana de los esposos Fals-Salazar, unida a la del sacerdote
Camilo Torres, también ayuda a comprender la mística apostólica que acompañó el proceso de
romántica” 219). Por lo tanto, en una etapa inicial, la sociología colombiana estaría marcada por
Borda en sus estudios de posgrado, así como por una metodología derivada de los fundamentos
del catolicismo: “Camilo toma todo lo de metodologías y yo tomo las teorías e iniciamos ahí
mismo” (Fals en Cendales et al 27). En segundo lugar, el Frente Nacional contribuye a generar
un aliento de esperanza en las elites dominantes que estaría también presente en esta etapa inicial
de la sociología. El hecho de que el Frente Nacional pusiera fin a un conflicto tan crudo y
democrático que prestara atención por fin a aquello que urgía resolver, la desigualdad social y la
corrupción administrativa:
Con Camilo Torres, Fals Borda tenía esperanzas compartidas en los cambios
que bregaban con espíritu apostólico por consolidar la sociología como ciencia en
22
Con esa esperanza recién encumbrada, ambos se integran a las labores del INCORA, Fals Borda
como presidente del Comité Técnico y Camilo Torres como miembro de la Junta Directiva, de
tal manera que, el primer contrato que firma el INCORA para investigar la cuestión agraria sería
con la Facultad de Sociología. No obstante, esa esperanza en las elites dominantes y sus
apéndices no duraría mucho y los yerros tanto del INCORA como del Frente Nacional causarían
una nueva decepción y consecuente ruptura con los ideales iniciales de la sociología colombiana.
arrangement among national elites. But the National Front was seeking to extend
the power of the national state into the localities traumatized first by the purely
partisan, and then by the predatory economic, violence. With a more effective
reassertion of the national state, armed bands and local political bosses had the
Ni los gobiernos del Frente Nacional ni el INCORA muestran un interés real en la resolución de
los conflictos armados suscitados de este mismo acuerdo bipartidista, ni se preocupan por la
restitución de tierras a los campesinos. Por el contrario, como indican Safford y Palacios, las
elites dominantes buscan tan solo extender su poderío hacia las localidades. La situación de
superficial de mandatos políticos. El problema es que esta sucesión bipartidista provoca una
escisión determinante entre el Estado y los campesinos, lo que terminaría por engendrar
movimientos guerrilleros que hasta hoy en día afectan al país, el caso más conocido siendo las
23
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Las desilusiones de Fals Borda y Torres
Restrepo se acumulan a tal punto que cuando llega la oportunidad no se niegan a realizar un
estudio integral de las causas de la violencia en su país. Dicho estudio, que queda impreso en dos
Bajo el mandato del presidente Alberto Lleras Camargo se constituye la “Comisión para
el Estudio de las Causas de la Violencia” para abordar específicamente el período que va desde
la muerte de Gaitán hasta el conflictivo Frente Nacional. A pesar de que Torres Restrepo no
aparece como autor del estudio se sabe de su participación en la investigación. Al lado del
también sacerdote católico Germán Guzmán Campo y el jurista Eduardo Umaña Luna, Fals
Borda realiza “un trabajo sistemático de síntesis sobre la violencia que sirve no sólo como
desintegración y reorganización social” (Fals Borda La violencia 16). Además de esclarecer las
causas que sumieron al país en la decadencia política, el estudio acusa y rechaza el “manto de
olvido” que pretendía tender el Frente Nacional (Guerrero y García 48). Como consecuencia, las
elites nacionales atacan directamente a sus autores e incitan una desconfianza generalizada en la
Facultad de Sociología no a mucho de ser fundada. La violencia en Colombia provoca una crisis
institucional que conduce a Torres Restrepo y Fals Borda a reconsiderar algunas de sus
motivaciones previas. El sacerdote opta por integrarse a las filas del Ejército de Liberación
Nacional (ELN) para desempañar un rol más activo en la promoción de justicia, mientras que el
Al igual que sus dos tesis de posgrado y estudios previos realizados por el autor, La
24
El impacto sociopolítico causado por la publicación de este estudio obliga a Fals Borda a
cuestionar esta herramienta de análisis: “Insistí en el análisis funcionalista pues era lo que yo
había aprendido, y por tanto la herramienta que podía usar; pero la presentación que hice allí de
escuelas teóricas…” (Fals en Cubides s.n.). Según el mismo Fals, la sociedad de América Latina
marcados por la violencia, por lo que la simple transposición de modelos científicos en estas
realidades dispares no tiene eficacia ni utilidad: “Si se aplica a esta sociedad conflictiva, en plena
violencia, un modelo que se diseñó para entender el equilibrio social, no el cambio social, y el
conflicto menos; entonces había allí una clara falla, un desajuste de la explicación y del análisis”
acercando cada vez más al marxismo renovado de la época y a un compromiso sartreano que
le agrega la muerte en combate de su amigo Torres Restrepo en 1966. Sin olvidar los reanudados
ataques contra su persona luego del estudio de las causas de la violencia y sus nuevos tratados
Borda desgaja la historia de su país en cuatro etapas donde la subversión da pie a órdenes
sociales distintos. Concluye con la existencia de un potencial quinto orden que se opone a lo
instituido por el Frente Nacional (Pereira “La travesía” 229-230). La actitud reacia de Fals Borda
a acatar el orden social y político impuesto por el Frente Nacional y su posterior alejamiento de
la Universidad Nacional tras la muerte de Camilo, le merece el repudio no sólo de los gobiernos
25
en turno sino de los mismos estudiantes de la Facultad, quienes lo tildan de agente del
imperialismo estadounidense (Pereira 2009; Guerrero y García 2009). Poco a poco este ambiente
Suiza en 1968 donde tiene la oportunidad de presidir como director de investigaciones del
En su tesis doctoral acerca de la trayectoria de Fals Borda de 1948 a 1974, Juan Mario
Díaz sugiere, atendiendo a lo antes señalado por José María Rojas Guerra en la antología de Fals
Borda publicada por la Universidad Nacional de Colombia, que hay una constante en la carrera
del sociólogo que se distingue por responder a la crítica sobre su trabajo con investigación futura
(105). Me atrevo a añadir que además de responder a la crítica que hace el otro de su trabajo,
Fals Borda responde a la crítica que hace él de sí mismo. Hemos visto que, desde su juventud,
los recintos universitarios en su adultez. Cada nuevo proyecto que el intelectual emprende
contiene sedimentos de esa autorreflexión, es por este motivo que toda futura investigación
mencionada, Rojas Guerra describe a Fals Borda como un hombre de ciencia para quien la teoría
aquella permanencia exigida por el conocimiento científico hegemónico, y, por tanto, se vuelve
alternativas.
Durante su estancia en Ginebra, Fals Borda se reúne con un grupo de colombianos para
26
Víctor Daniel Bonilla, Jorge Ucrós, Gonzalo Castillo y Augusto Libreros acompañan a Fals
Borda en la conformación en 1970 de una organización sin fines de lucro que se encargaría de
investigar la realidad social desde las bases para transformarla: la Fundación La Rosca de
Investigación y Acción Social. A diferencia del trabajo previo del sociólogo basado en el
estructural-funcionalismo, La Rosca pondría en práctica una nueva metodología creada entre sus
propios miembros, la Investigación Acción Participativa (IAP). La IAP en aquel entonces sería
definida vagamente como un método que “lleva a replantear la sociología marxista del conflicto
en términos de una sociología de la situación real colombiana, lo que viene a ser una manera
sociedad dependiente y explotada” (Fals Borda “Reflexiones” 35). La IAP se instaura en inicio
como una investigación-militante, cuyo objetivo sería colocar las técnicas de los investigadores
al servicio de una causa política de las bases. Cabe señalar que la creación de La Rosca coincide
además con la presencia de Paulo Freire en Ginebra, a quien Fals Borda extiende su
agradecimiento después por la influencia que tuvo en la elucubración de la IAP. Una vez fundada
Víctor Daniel en el sur” (Fals en Cendales et al 40). A los dos años de la creación de la IAP, los
miembros de La Rosca publican el libro Causa popular Ciencia popular (1972) donde intentan
27
equilibrada y la empatía sin compromiso ulterior, todas las cuales se fundan en
una búsqueda de consenso o acuerdo entre las partes. Por eso esta modalidad de
intelectual encuentra una función que supera la mera observación o redacción de textos.
Antes de abordar la labor de Fals Borda en la Costa Atlántica y analizar los componentes
específicos de la IAP, me interesa concluir este apartado con un retorno al origen de este trabajo.
La pregunta con la que John Beverley inaugura sus estudios testimoniales: “¿Dan lugar las
luchas sociales a nuevas formas literarias?” refleja un interés académico centrado en lo estético.
Aquí en cambio propongo un reajuste a esa postura, puesto que cuando el testimonio es visto
como medio y acto comunicativo al servicio de una causa sociopolítica, éste da lugar a nuevas
obstaculizara una justa implementación de la reforma agraria de 1961, instan a los nuevos
gobiernos a tomar medidas más drásticas en el asunto. Cuando el partido Liberal a cargo de
Carlos Lleras Restrepo toma posesión en 1966, éste responde a la problemática agraria
28
instalando un Comité Operativo encargado de crear una asociación que atendiera las peticiones
reform. The committee had to develop the idea of peasant participation, studying
steps that had to be undertaken to prepare state officials and future peasants
during the first phase of promotion and organization (Zamosc The Agrarian
Question 50-51).
Se funda así, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) que en principio tiene
éxito en la convocatoria de sus miembros, pero que al poco tiempo éstos se radicalizan al notar la
dependencia que existe con el Estado. La ANUC intenta proclamar su independencia por medio de
Instead of begging the dominant classes for agrarian reform, the peasants should
legal mechanisms of the state. For that purpose, ANUC would create local and
29
Cuando en 1970 llega Misael Pastrana del partido Conservador a la presidencia, esta situación se
agudiza. El nuevo Ministro de Agricultura, Hernán Jaramillo Ocampo restringe las funciones de
la ANUC y recorta todo tipo de apoyo económico encaminado hacia la asociación por considerarla
gobierno de Pastrana apoya la declaración de una “contrarreforma agraria” (98) llamada El pacto
de Chicoral que pretendía regresar el poder a las autoridades, castigar a los campesinos
subversores y poner las tierras al servicio del capitalismo. La pugna interna de la ANUC entre el
apoyo o rechazo hacia ambas declaraciones provoca la escisión de la asociación en dos líneas
estructural hacen que la ANUC recurra a otros medios de solvencia, es ahí donde La Rosca de
En 1972 el Comité Ejecutivo de la ANUC extiende una invitación a Fals Borda para
asesoría, que dan lugar a la formación de varios pequeños grupos de estudio e instituciones para
las cuales sirven de intermediaria financiera”, (Rivera Cusicanqui Política e ideología 129) una
recuperar varias tierras, entre las cuales se encuentran las haciendas La Antioqueña y Mundo
reitera que la Fundación del Caribe utiliza la IAP “en función de las necesidades del movimiento
campesino en lucha por la tierra y escoge consecuentemente los instrumentos del método que
30
mejor podían servir a aquella” (137). Así, por ejemplo, se conforman grupos de estudio-acción
para llevar a cabo una “recuperación crítica” de la historia y sus héroes locales para después
útiles para enfrentarse, en el pasado, a los enemigos de las clases explotadas. Una
La reactivación de esos elementos y su posterior retorno a las bases es lo que lleva por nombre
devolución sistemática. La Fundación del Caribe “devuelve” o “reactiva” a los héroes de las
luchas agrarias de la década de los veintes y treintas para reavivar el espíritu combativo y
aquí tiene lugar de varias “formas” o a través de distintos medios, a saber: la creación de folletos
textos de carácter más académico producidos por Fals Borda, cuentos-canciones o vallenatos,
31
relevantes. Cada una de estas “devoluciones” aparece sedimentada después en el trabajo de Fals
Borda, por lo que para comprender futuras investigaciones vale la pena redondearlas. Además,
Los folletos ilustrados o historietas se usan “para superar en alguna medida las
dificultades causadas por el alto índice de analfabetismo que caracteriza las zonas rurales de esta
región del país” (Parra Escobar 139). El proceso de elaboración parte de una investigación
colectiva desarrollada entre la Fundación del Caribe, dirigentes de la ANUC y campesinos con
quienes se recupera la historia de la región. Una vez recuperada la historia, Ulianov Chalarka,
oriundo de Pereira, pero habitante costeño, es el elegido por Fals Borda y el grupo para dibujar
las historietas (Rappaport 2018). De acuerdo con Joanne Rappaport, las historietas constituyen
un proceso de “coanálisis” (“El cobarde” 191) puesto que los primeros bocetos nacidos de la
recuperación crítica colectiva pasan después por un filtro de evaluación por parte del pueblo
costeño. Hacia el final, las historietas yuxtaponen la información recibida de los campesinos y la
aprovecha para señalar que de este proceso de coanálisis imaginativo surge lo que después Fals
Borda llamaría “imputación.” La imputación, como tal, aparece en trabajos posteriores del autor,
imaginación individual y colectiva de los participantes del proceso analítico. En el caso de las
32
el texto está representado por un conjunto reducido de íconos y frases. El desciframiento de ese
“archivos de baúl” que son los documentos personales en posesión de los habitantes de la región.
Son precisamente los testimonios de los campesinos locales los que orientan a los investigadores
recuperan de estos archivos de baúl varios conceptos históricos que también se devuelven a las
bases para ser utilizados como armas actuales de lucha. El más conocido es el término de
“baluarte” que utiliza el socialista italiano Vicente Adamo en las primeras tomas de tierras de los
años veinte en la región: “Por esto, aunque el Mandato Campesino hablaba de cooperativas de
(149). A pesar de que los baluartes no tienen gran aceptación, o más bien, no son del todo
comprendidos por los campesinos, me resulta interesante el rescate de los términos históricos
utilizados en luchas previas para reactivarlos en tiempo presente.1 Así la devolución sistemática
no sólo contempla la representación política de héroes locales o historias recuperadas por los
grupos de estudio, sino que parte de una concientización colectiva de la epistemología del
1
El descontento y la incomprensión de los campesinos con respecto a los ‘baluartes’ de Fals Borda se muestra en las
notas que recoge Leon Zamosc en su investigación sobre la ANUC. Estas entrevistas y notas se encuentran en el Archivo
sobre Movimiento Campesino del Centro de Investigación y Educación Popular ( AMC/CINEP/B) en Bogotá, Colombia.
Más información acerca del descontento con respecto a los baluartes aparece en también en la tesis doctoral de Anders
Rudqvist, “Peasant Struggle and Action Research in Colombia”, que se cita en la bibliografía de este trabajo. Así
como en los estudios acerca de la ANUC de Ernesto Parra Escobar y Silvia Rivera Cusicanqui, ya mencionados aquí.
33
pueblo, aunque esto sólo será evidente en los futuros proyectos del sociólogo, como en Historia
doble de la Costa.
Según Fals Borda la devolución de los resultados de la investigación atiende tres niveles
distintos, el nivel uno corresponde a los campesinos analfabetas para quienes se emplean los
folletos ilustrados, el nivel dos son las Escuelas de Cuadros que se encargan de formar líderes
capaces de apoyar la incorporación de más gente a la lucha agraria, y el nivel tres son
complejos (Parra Escobar 141). La Escuela de Cuadros reúne a los pobladores de la costa para
discutir “temas de interés inmediato para el movimiento campesino tales como la legislación
agraria,” (144) pero también se imparten cursos de cultura y política que contribuyen a generar
una conciencia sobre la agencia histórica de las bases. La Escuela de Cuadros elabora un Manual
para los cursillos campesinos con un tono muy didáctico que luego se repite en los dos textos
publicados por Fals Borda resultado de la misma investigación colectiva del período: Historia de
Atlántica (1976).2 Quizás emulando el ritmo sencillo de las historietas, los últimos dos libros
explicación simple basada en ejemplos que agilizan la comprensión. Todos los niveles de
los campesinos:
2
El Manual para los cursillos campesinos se encuentra en el Centro de Documentación Regional del Banco de la
República en Montería (CDRBR/M) en la Caja 34 Carpeta 04 Folio 12459-12484.
34
A mí me han expresado dirigentes campesinos muy serios: “el compa éste de que
que ha escrito una cuestión agraria en términos que se pueden entender por
nosotros. Lo que han planteado otros autores es una vaina que se leen dos páginas
Escobar 148).
Finalmente queda el medio auditivo, además de leer y presentar los folletos ilustrados en
las reuniones con los campesinos (Rappaport 2018), los cuentos de otro miembro de la
Fundación del Caribe, David Sánchez Juliao, también se leen en voz alta o se graban en casetes
para presentarse al público. La finalidad es más o menos la misma de llevar a los campesinos
elaboración es también similar al de las historietas pues Sánchez Juliao coanaliza la historia
través de una publicación. Pero nos tropezamos con grandes escollos cuando
niega el derecho al alfabeto y la escuela. Esta es una razón más para que estas
historias hayan sido escritas en un lenguaje y una forma tales que puedan ser
35
leídas en voz alta. Ello las convierte de inmediato en un intento de producir
El “lenguaje en voz alta” que reconoce Sánchez Juliao como literatura de esencia anti-elitista
está también presente en Historia doble de la Costa, así como en los pilares de la IAP. Otro
elemento del medio auditivo que desempeña un papel crucial en el movimiento campesino y la
investigación de la Costa Atlántica es la música. Durante este período se utilizan los cuentos-
canciones y vallenatos-protesta de Máximo Jiménez para atraer a la gente. Parra Escobar duda de
adelante, Fals Borda corregiría este desliz y daría a la música un valor epistémico cuyo poder
político y cultural supera al entretenimiento social. Por ahora basta con decir que todas estas
evoluciona, se modifica según las condiciones políticas locales o la correlación de las fuerzas
sociales en conflicto velado o abierto” (Bonilla et al 38). Por tal motivo, no resulta azaroso que,
durante sus primeros años de aplicación en el Departamento de Córdoba, la IAP asuma de cierta
The process [of land invasion] usually began with the creation of a committee of
usuarios that took the name of the place that was going to be occupied and began
36
to prepare, with as much forethought as possible, the conditions for the actual
seizure of the land. […] A number of exploratory visits were made in order to
choose the area. It was necessary to consider how much land was needed by the
families in the group, the availability of water, the distance from the houses of the
administrators and landowners, the existence of nearby roads, and other factors.
[…] Money was gathered to buy seeds and food. The backyards of the present
dwellings of the committee families were intensively cultivated in seed beds with
yuca, maize, and other crops in order to have as many plants as possible to
transplant to the invaded area. […] Finally, the land was secretly occupied, the
huts were hurriedly erected, the bush was cleared, and the peasants planted as
vida de las familias para ubicar necesidades reales y darle un sentido práctico a la acción
colectiva, así como las visitas exploratorias y el trabajo en equipo para lograr la transformación
de una circunstancia injusta, son también los valores fundantes de la IAP. En este período, la IAP
está estrechamente conectada al activismo agrario del movimiento campesino, uno alimenta al
otro y también viceversa. De hecho, en la entrevista que hacen Lola Cendales, Fernando Torres y
Alfonso Torres a Fals Borda, el sociólogo utiliza la metáfora de plantar semillas para esclarecer
la dinámica de la lucha. Así como las familias plantan semillas en las tierras que van a invadir
para proclamarlas como suyas, la IAP va plantando semillas en la sociedad para promover el
37
El trabajo de La Rosca durante estos años hace posible también la creación de la revista
cual participan Orlando Fals Borda, Gabriel García Márquez, Augusto Libreros y Enrique Santos
Calderón, entre otros. La revista le brinda a Fals Borda un espacio privilegiado para exponer los
resultados de su investigación en la Costa Atlántica, sin embargo, ésta también corre con la
misma suerte que La Rosca. Alrededor de 1974, los partidos políticos de la izquierda colombiana
asociación. Sin entender de dónde proviene el apoyo económico que ofrece La Rosca al
movimiento, los militantes de las facciones políticas emprenden un ataque frontal contra el
elaborados por la Fundación, los militantes critican reaciamente los baluartes de autogestión
implementados por Fals Borda (Parra Escobar 1983; Zamosc 1986). Influenciados por los
comentarios y acciones del Partido Comunista Marxista-Leninista (PCML), los usuarios suponen
que los baluartes no tienen validez puesto que los campesinos no están preparados para tal
empresa, y arremeten contra Fals Borda por considerarle un aliado del capitalismo e
imperialismo euroamericano. De acuerdo con la evaluación de la IAP que realiza Leon Zamosc en
1987, son los maoístas quienes acusan al sociólogo de ser un agente de la CIA, de tratar de
movimiento campesino por una necesidad económica y administrativa, pero tras la absurda
3
Carlos G. Agudelo realiza una investigación acerca de la trayectoria histórica de la revista Alternativa en su tesis
doctoral “Daring to Think is Beginning to Fight: The History of the Magazine Alternativa, Colombia, 1974-1980”.
Philip Perrill College of Journalism. University of Maryland, College Park, 2007.
38
radicalización política que padece, la asociación misma es quien lo culpa de introducir “dinero
El descontento entre los líderes que apoyan a Fals Borda y los partidos radicales de la izquierda
se encrudece a tal grado que los primeros exigen al intelectual delinear con mayor claridad una
postura política propia y defenderse de los ataques de los cuales es víctima (28), empero, Fals
Borda se rehúsa a hacerlo y opta por poner fin a sus actividades con La Rosca y la Fundación del
Caribe.
Algo muy parecido sucede con la revista Alternativa que nace en la cumbre de este
dogmatismo izquierdista. Tal como la ANUC, los miembros de la revista sucumben a la presión
ideológica de un grupo con tendencias radicales, el movimiento guerrillero M-19. Se cae en una
indeterminación política que divide a la revista en dos ramas y deja a Fals Borda participando
sólo como colaborador ocasional: “El conflicto de Alternativa se debió a la lucha entre dos
orientaciones: de un lado, Santos y Gabo [Gabriel García Márquez] pretendían que la revista
mientras la posición de la Rosca es que debía ser un instrumento de lucha de las clases populares
y de base en el campo” (Fals en León Palacios 208). León Palacios explica que, la política que
defiende Fals Borda va en un “sentido orgánico” (209) que se opone a los intereses izquierdistas
radicales, razón por la cual tanto la ANUC como los otros miembros de Alternativa lo tachan de
que siembran en el proyecto de La Rosca contribuye a que ésta cierre sus puertas en 1974,
dejando a Fals Borda con una IAP que habría de madurar más adelante.
39
Una ola telepática expansiva
anteproyecto totalmente definido ni una panacea, es un proceso abierto de vida y de trabajo (Fals
Borda y Rahman 16). La labor de Orlando Fals Borda en la Costa Atlántica con La Rosca y la
Fundación del Caribe de 1972 a 1974 marca los primeros pasos de la IAP. Se le conocía entonces,
como he mencionado ya, como una investigación-militante, de ahí que sus mecanismos de
inserción emulen las invasiones de tierra orquestadas por la ANUC. La IAP inicia aquí con un
iglesias, la universidad anquilosada‒, de tal modo que se puede considerar aquellos años como la
fase iconoclasta de nuestros trabajos” (14). Aunque después del alboroto político de la izquierda
institución creada por Fals Borda, la Fundación para el Análisis de la Realidad Colombiana
tiene lugar en Cartagena, Colombia en abril de 1977. El simposio sirve como evidencia de la
efectividad que tiene la IAP en otras regiones del mundo más allá de Colombia. Algunos
intelectuales de países como México, Bolivia, Brasil, India y Tanzania aplican la metodología
ajustándola a sus propios contextos de lucha. Así, el concepto de “investigación acción” que
toman de Kurt Lewin y Sol Tax (Fals Borda “Orígenes” 77) se enriquece luego con los de praxis
40
dialógicas de Paulo Freire. La IAP se nutre también de las experiencias en el terreno de otros
países del Tercer Mundo, por ejemplo, las tomas pacíficas de tierra del ejército Bhoomi Sena en
acuerdo con Fals Borda, la IAP es consecuencia de una “telepatía inducida por la urgencia de
comprender la naturaleza del mundo trágico y desequilibrado que se estaba formando” (74), por
eso su prominencia en tantos países del Tercer Mundo que atraviesan en ese momento los efectos
de las revoluciones izquierdistas y las alianzas para el progreso del neoliberalismo económico. El
simposio representa un clímax para la IAP que abre un abanico de posibilidades de aplicación.
No obstante, para Fals Borda este primer simposio también implica una evaluación de su
para transformarla por la praxis, el sociólogo reconoce que la apertura política y científica de la
IAP se malogra cuando se aplican ciegamente los conocimientos técnicos y los principios
una posición política, éste se adecua a la ideología de un sistema y desatiende las necesidades
intrínsecas de las bases, cayendo en una profunda contradicción. Si en principio, la IAP aparece
como brazo de la ANUC en el Departamento de Córdoba, Fals Borda recapacita después sobre
este aspecto político que lo lleva a descuidar su compromiso con las bases. Un ejemplo de esta
epistemología y la política propia del campesino costeño. Sin mencionar que el trabajo de La
41
Después del simposio, Fals Borda apela a una IAP renovada, cuya metodología contempla
sino al mismo tiempo como una filosofía de la vida que convierte a sus
El concepto de “sentipensante” es creado por Fals Borda para fundir en él la empatía que debe
caracterizar todo proyecto de investigación, es decir, la unión del corazón y la cabeza. Sin
importar las variaciones que adquiera en cada uno de los contextos donde se aplique, la IAP debe
mantenerse fiel al compromiso con las bases. Los practicantes deben abrazar una conducta
que el activismo sigue siendo la médula de la IAP, pero ahora un activismo conectado a la
epistemología y al sistema político de las bases, no uno que se imponga o se tome prestado de
dicho, sino en algo más allá, porque no es suficiente con llegar a ser un mero
42
de Aristóteles: el de frónesis. La frónesis debe suministrar la serenidad en
La IAP del activismo sentipensante da pie y estructura al nuevo proyecto de Fals Borda.
Después del cese de labores de La Rosca, el sociólogo permanece en la Costa Atlántica como si
tuviera un asunto pendiente que resolver: “Tenía interés de seguir profundizado los
conocimientos de mi propia región” (Fals en Herrera y Low 45). En el transcurso de doce años
sigue ensayando el “movedizo” método de la IAP logrando publicar cuatro tomos que él mismo
concibe como su magnum opus (Fals en Cendales et al 45): Historia doble de la Costa. Las
conversaciones que sostiene Fals Borda con otros intelectuales dentro y fuera de Colombia, las
visitas que hace a las diversas regiones de la zona costera, cada persona que encuentra, cada
cuento que escucha, cada vivencia que comparte con las comunidades va moldeando a su vez la
los cambios y rupturas de la IAP al tiempo que suceden. Lo cual deja ver no sólo lo que los
habitantes costeños instan a cambiar sino el cómo se van gestando esos cambios a partir de la
transforma. Por supuesto que, analizar la historia viva de la IAP y esta dualidad autorreflexiva en
HDC es posible en tanto que entendamos el testimonio como medio y acto comunicativo más
43
Sintaxis y síntesis cultural
Sin el peso de la ANUC sobre sus hombros, el sociólogo barranquillero arma un proyecto
orgánico ‒en términos de Gramsci, pero acercándose también al holismo de Gregory Bateson‒
que compagina el mythos y el logos al que hace referencia para explicar el tipo de activismo que
deviene del primer simposio en Cartagena, Colombia.4 Historia doble de la Costa es una obra
interdisciplinaria que acopia la trayectoria de Fals Borda primero por Mompox, después por el
río San Jorge, las sabanas de Sucre y el río Sinú. El contenido narrativo de los cuatro tomos se
bifurca en dos canales de comunicación con la intención de colocar en uno de ellos un estilo
“que reflejara la manera de hablar de los campesinos costeños” (Herrera y Low 46) y en el otro
un mensaje conceptual y teórico dirigido a intelectuales y académicos.5 Los dos canales de cada
tomo se entretejen con fotografías, dibujos, mapas o notas musicales que adquieren distintas
funciones en concordancia con la información proporcionada en ambos canales. Los tres pilares
interactúan con el medio y sus habitantes, de tal modo que van cambiando de tomo en tomo y es
difícil ubicar una definición concreta para cada cual. Hay momentos en la narrativa en que una
fotografía puede contribuir a la imputación de una escena histórica y otros momentos en que la
Además de recuperar las vivencias de los campesinos costeños y desgajarlas bajo una
lente colectiva compuesta por intelectuales foráneos, locales y habitantes de las laderas, los
4
En el artículo “Orlando Fals Borda: Utopías presentes y futuros posibles del ordenamiento territorial y el desarrollo
regional” de Normando José Suárez Fernández, aparecen fragmentos de una entrevista a Fals Borda realizada por el
autor mismo en el 2007, en la cual el sociólogo sugiere una cercanía con las teorías de conjuntos y el holismo de
Gregory Bateson al momento en que la IAP se consolidaba como metodología propia de las nuevas ciencias sociales
descolonizadas.
5
Aunque esta idea de los canales de comunicación puede también provenir de la codificación de los resultados que
ofrece Paulo Freire en su pedagogía del oprimido, en la cual se incluye el canal visual, táctil y auditivo.
44
cuatro tomos aparecen como una especie de diario de campo que refleja la historia viva de la IAP
durante esos años. Quizás por este motivo, la obra en su totalidad parezca tan complicada,
Por otra parte, como indica Alexander Pereira, HDC “sintetiza de manera global la
mayoría de los aprendizajes científicos y políticos que Fals Borda tuvo desde los años cincuenta”
(“La travesía romántica” 236). Recordemos que Fals Borda responde a la crítica de sus obras y
de sí mismo con futura investigación, siendo ésta su obra más importante en palabras de él
mismo, HDC recoge sedimentos de proyectos anteriores y replantea los errores que el intelectual
considera haber cometido. Los sedimentos van desde reciclaje de datos provenientes de otros
textos hasta una herencia técnica de antiguas investigaciones, como el caso específico de las
historietas o la música coral. Los cuatro tomos aparecen también como una suerte de collage de
etapas históricas, no sólo de las experiencias previas del autor ‒por ejemplo, su colaboración con
pueden aparecer personajes “imputados” del pasado charlando con personas existentes de la
Ahora bien, por si fuera poco, lo complejo de HDC también se desprende del modo de
lectura que se sugiere. Al principio de cada tomo, HDC cuenta con un par de advertencias, la
primera dedicada a la estructura bipartita del texto, donde se aclara que el canal A, que corre por
lado opuesto, carga con la interpretación teórica respectiva, conceptos, fuentes y metodología de
dualidad, en el primer tomo, se recomienda que cada canal sea leído independientemente de
45
corrido o que los canales se atiendan en coordinación siguiendo los llamados en corchetes [A],
[B], [C] o [D] de cada capítulo. A partir del segundo tomo, Fals Borda reconsidera esta opción e
intuye más pedagógico y productivo leer cada capítulo completo de un canal, seguido de la
lectura de su contraparte del otro canal, sin saltar de uno a otro en los llamados con corchetes.
Mucho se especula a propósito de este rasgo tan distintivo de la obra, por ejemplo, en el
Borda tiene contacto en 1988, donde se sugiere la similitud entre esta estrategia y los
construcción del libro.6 La lectura de este mismo archivo lleva a Alexander Pereira a recuperar
emulación polifónica de la música coral en la que es experto.7 Aunque, también hay otras
versiones más apegadas a referentes costeños, como la de Nohora Arrieta Fernández que supone
no tan descabellado pensar “que A y B son también una figuración de los canales construidos por
los zenúes antes de la llegada de los españoles […] El lector que navega el texto, navega también
el antiguo y acuoso territorio de la depresión Momposina” (108). Sea como sea que se aborden
los canales, lo cierto es que hay un ritmo entre ellos que no es consecuencia solo de una
imposición por parte del autor y que tampoco se deja a la entera disposición del lector como
La lectura que yo propongo es que la pauta de ambos canales la entonan los campesinos
en comunión con Orlando Fals Borda, ejerciendo una sintaxis y una síntesis cultural. En otras
palabras, sostengo que la estructura dual deviene a su vez de la autorreflexión colaborativa que
6
ACHUNC/B. Caja 36 Carpeta 3 Doc. 25-36. Página 4 del texto “Elementos literarios en la Historia doble de la costa.”
7
ACHUNC/B. Caja 59 Carpeta 2 Doc. 22-23. “Memo sobre la música sociológica.”
46
acuña la IAP en estos años. Por “sintaxis popular” me refiero a lo que Fals Borda enlista como tal
cierto o ambicioso o de más corto vuelo intelectual, sino que obliga a los letrados
plantear lo concreto en la conducta social y política (HDC II: 49B y 51B, énfasis
mío).
La IAP es un método que tanto campesinos costeños como sociólogo desarrollan aquí, así como
Fals Borda entra a la sintaxis cultural de la depresión momposina, los habitantes de las laderas
entran también a la sintaxis del sociólogo generando una transformación de doble vía a través de
multiplicidad de voces que pueblan la obra. Se entiende síntesis cultural aquí como ya en 1970 la
47
En la invasión cultural los actores necesariamente retiran de su marco de valores e
partir del cual penetran en el de los invadidos, en la síntesis cultural los actores no
con los hombres del pueblo, que también se transforman en actores de la acción
Si bien la IAP de los años de la ANUC en los Departamentos de Córdoba y Sucre exige un
activismo desde la ideología política de la asociación, en HDC se busca un activismo social que
parta del sistema político propio de las bases y que lleve sus saberes, actitudes e ideales. El
sociólogo se convierte en un activista al integrarse con los hombres del pueblo y dejarse
transformar junto con ellos en actores de la acción que se ejerce sobre el mundo. En HDC se va
qué piensan y quiénes son los campesinos costeños y el sociólogo, sino cómo llegan a pensar lo
que piensan y ser quienes son en comunión. Al analizar la dinámica conversacional entre
campesinos e investigador se puede dar luz sobre un sistema político colectivo, un bloque más
popular, y que logre compaginar ambos en un sentido común emancipatorio. Paulo Freire indica
que en la práctica de la libertad debe haber una unión inquebrantable entre la acción y la
reflexión, cuando falta la acción se llega al palabrerío vacío, cuando se sacrifica en cambio la
48
reflexión se cae en el mero activismo (105). El diálogo consiste en encontrar un equilibrio entre
acervo documental que Orlando Fals Borda ofrece al público al concluir su investigación en la
entrevistas, audios musicales, cuadernos con datos, fotografías, diplomas, cartas de los
campesinos o familiares de los entrevistados, hasta recortes de periódicos y revistas. Sin prestar
atención al contenido y a los procesos del archivo y contrastar éstos con la obra de HDC se
imposibilita visualizar el testimonio como medio y acto comunicativo, ya que se pierde el mundo
significante que yace más allá de las palabras. El archivo es la pieza clave para vivenciar el acto
de colaboración entre el sociólogo y los campesinos costeños pues muestra cómo se comparte la
Más allá de una colección de documentos o un recurso de fuentes históricas, interpreto el archivo
la IAP a la historia oral porque supuestamente “el investigador decide la orientación de la acción
y las modalidades de la participación” (25). Esto parece cierto si uno como lector no atiende el
contenido y los procesos del archivo. Los nexos entre el archivo e HDC demuestran que los
8
El ACHUNC/B cuenta con una misiva fechada el 25 de octubre de 1985 en la Caja 36 Carpeta 03 Documento 16, donde
Orlando Fals Borda explicita las condiciones que exige del Banco de la República para la donación del archivo de
campo recopilado en la reconstrucción de la historia de la Costa Atlántica. La principal condición es que el archivo
permanezca de libre acceso al público, pero además se le pide a la institución que enriquezca este acervo mediante el
auspicio y apoyo a centros de investigación de la región. Tras aceptarse estas condiciones, el gerente del Banco de la
República de la sucursal Montería, Roger Gómez Espinosa, y el donante firman el 8 de mayo de 1986 un acta de
recepción del material que sería enviado al Centro de Documentación Regional.
49
campesinos costeños configuran a su vez los alcances y límites de la investigación. El mundo
que permea el archivo entre audios, cartas y fotografías es trasladado al texto efectuándose una
mediación dual de los procesos sociales y políticos que le dieron vida a esos datos. No hay una
imposición monolítica ni del lado del sociólogo ni del lado de los campesinos.
Cada uno de los tomos tiene un diseño y una temática particular ‒misma que se analiza
más adelante‒ que resulta de la mediación dual, pero todos siguen más o menos un mismo ritmo.
recorrido por la zona y entabla conversaciones con quienes va encontrando en el camino. Las
conversaciones en su mayoría son un contrapunteo entre lo que Fals Borda conoce al respecto y
lo que las personas de ahí han experimentado. Mientras que en el canal B, esas conversaciones se
transforman en conceptos o teorías que van dando cuenta de las modificaciones a la metodología
de la IAP y de la reflexión del autor. La comunicación entre ambos canales cumple en cada tomo
un propósito específico, por ahora, me centro sólo en el primer tomo Mompox y Loba (1979)
Tras finalizar el recorrido por el sur de Mompox, haber hablado con algunos de sus
pobladores y haber rastreado el origen de las familias nobles de la región, Fals Borda cierra este
primer tomo con una mesa redonda que divide en sesiones y titula ‘Visión de la sociedad
antiseñorial’. El título de la mesa redonda se debe a que, según lo investigado en compañía de los
campesinos costeños, existen varios factores que “incidieron para que la sociedad señorial de la
depresión momposina ‒como la de buena parte de toda la región costeña‒ no fuera ni tan
50
despótica ni tan formal ni tan cerrada ni tan vistosa como en Europa y otras partes. Y para que,
se ha conocido en el resto del país” (HDC I:150B). La mesa redonda cumple con la tarea de
distinguir a la población costeña del resto del país y de distanciarla ‒no oponerla‒ de la
impiden que la sociedad señorial y luego capitalista cause lo mismos estragos que se viven en
A partir de estos rasgos que se descubren en colaboración es que toman rumbo los
siguientes tomos. En el segundo tomo, El presidente Nieto (1981), se defiende lo que Fals Borda
denomina como ethos no violento del costeño, es decir su inherente capacidad de mantenerse
ajeno a la violencia provocada por los caudillos del siglo XIX. En el tercer tomo, Resistencia en el
San Jorge (1984), se vislumbran las estrategias de resistencia popular de los distintos caseríos de
las laderas del río San Jorge. Y, finalmente, un cuarto tomo, Retorno a la tierra (1986), donde se
estudian una a una las luchas por la tierra registradas en las distintas épocas históricas de la
región sabanera.
La mesa redonda del tomo inaugural es entonces la base que expone las actitudes y
valores de la comunidad costeña que formarán parte de la sintaxis y síntesis cultural de la obra.
Se compone por varias sesiones que resaltan un aspecto que habrá de proyectarse en las acciones
históricas y políticas de los campesinos costeños. De dichas sesiones he elegido tres factores de
la sociedad que quisiera abordar con mayor detenimiento para desarrollar mis argumentos: el
Los cuatro tomos de HDC sin excepción muestran grupos de estudio informales
51
trata de la misma dinámica activista de la Fundación del Caribe que en 1972 organiza grupos de
estudio-acción, aquí son más bien apegos temporales con personas que se van acercando en el
camino gracias a lo que escuchan una de la otra. En la primera sesión de la mesa redonda, se
habla de un “correo lenguaraz de las seis de la tarde, cuando toda la Villa de Mompox salía a los
sardineles a comunicarse los chismes, a mecerse y espantarse mosquitos como lo hace aún”
(HDC I: 153B). El correo lenguaraz se constituye como una red colectiva de voces locales que
En una entrevista realizada por Joanne Rappaport, Orlando Fals Borda responde que en la
costa “hay mucho cuentero, contador de oficio, es decir, echador de cuentos, con ganas de contar
cosas”, este cuentero por antonomasia es el creador de la realidad costeña, es quien lleva las
dinámica.9 Por lo tanto, el motor de HDC es el testimonio visto como medio y no como producto
acabado, los cuentos que echan los campesinos costeños instituyen un nuevo marco de referencia
epistémica que determina el futuro del intelectual, de la IAP, y que revela las inconsistencias del
sistema oficial, sea cual fuere. Gracias a los cuentos campesinos, Fals Borda logra “cambiar el
norte intelectual para desplazar a los grupos de referencia profesional que habíamos aceptado en
cita a éstos ‒así sea de derecha o de izquierda‒ como autoridades finales o inapelables”
(“Reflexiones sobre la aplicación…” 52). Según permite constatar el archivo son los propios
campesinos quienes refieren la acción de “echar cuentos.” Benita Vidales, una anciana de 91
años que aparece desde el primer tomo al lado de otros costeños, es entrevistada por Fals Borda
en 1978 y se le escucha decir en el audio “me echó el cuento” para reforzar que alguien le había
9
Junio 24, 2008. Bogotá, Colombia.
52
contado la historia de la fundadora de San Martín de Loba, Doña María Ortiz, que después ella
aparece contando en el tomo.10 Asimismo, y sólo por citar un ejemplo más, en el audio de otro
costeño sembrador de maíz y protagonista del cuarto tomo, José Latiniano Sánchez, pronuncia la
frase “echándole cuentos” para describir lo que uno de sus compañeros hace gustosamente
mientras trabaja.11
Según una nota manuscrita de Fals Borda encontrada en el archivo de Montería, el echar
cuentos es una institución social y de diversión de antes y quien mejor los echara construía la
reputación de una persona. La nota termina con la aserción de que chicos y grandes escuchan a
los echadores de cuentos con arrobamiento, no es una actividad que nace de la urgencia ni de la
oposición a un sistema dominante, se trata del medio elegido particularmente por los costeños de
la región para edificar el día a día.12 Cuando Fals Borda inicia sus recorridos por la depresión
momposina y conversa con los echadores de cuentos se integra al correo lenguaraz y participa en
social y política. El correo lenguaraz posibilita la colaboración y, por ende, la sintaxis y síntesis
cultural, como sugiere Linda Tuhiwai Smith en su libro Decolonizing Methodologies: “To be
able to share, to have something worth sharing, gives dignity to the giver. To accept a gift and to
reciprocate gives dignity to the receiver. To create something new through that process of
sharing is to recreate the old, to reconnect relationships and to recreate our humanness” (110).
Todo en aras de formular un activismo más acorde con la epistemología del costeño compartida
10
Los casetes de las entrevistas del Centro de Documentación en Montería se clasifican de la siguiente manera:
C/OFB/GM 17. Julio 24, 1978. El comentario de Benita Vidales aparece en el minuto 22:21 de dicha grabación.
11
C/OFB/GM 16. Junio 2, 1984. Minuto 4:42.
12
CDRBR/M. Caja 14 Carpeta 03 Folio 4254. La nota completa dice lo siguiente, bajo el título “Echar cuentos” sigue
su definición como “Institución básica social y de diversión de antes. Era la televisión de entonces. El arte de contar,
el que mejor los echara, construía la reputación de una persona. Escuchaban todos, grandes y chicos, con
arrobamiento”
53
Los cuentos que habitan el archivo en la ciudad de Montería no son únicamente
grabaciones de las entrevistas que sostiene Fals Borda, por cuento también se hace referencia a
las fotografías, canciones, poemas, cartas y notas escritas por los campesinos y otros
intelectuales de la región. A pesar de que todos estos objetos se encuentran ordenados por fecha,
cajas, carpetas y folios, en HDC se ensamblan en el canal A en aparente desorden, pues alguien
que fue entrevistado en 1978, como, por ejemplo, Benita Vidales, aparece después explicando lo
sucedido en otros años. Así también, el último tomo publicado en 1986 contiene notas de campo
escritas de 1972 a 1974. No hay un orden cronológico en la narrativa, ni tampoco personajes que
narración, cuentos de uno que se ponen en boca de otro. Según la propuesta de Raymond D.
Souza este caos es de índole cortazariano y es al lector a quien le compete unir las piezas, no
obstante encuentro que este “desorden” es producto de la mediación dual entre campesino y
sociólogo y que si uno atiende la sintaxis y síntesis cultural de la obra el caos cobra un sentido
ordenada, siguen un itinerario enmarañado, dando saltos entre presente y pasado, entre un
conocido y otro, de un río a un caño y de un caño a la ciénaga. El vaivén tan recurrente en el que
se mantiene al lector no es impostura del autor específicamente, sino resultado de cómo los
echadores de cuentos visualizan su propio devenir histórico y cómo Fals Borda visualiza esa
visualización costeña. He ahí el por qué la historia de la costa es doble. Más que darle al lector la
opción de construir el texto, HDC lo sumerge desde el simple acto de lectura en la epistemología
del cuentero, leer entre canales implica conocer cómo el campesino costeño recrea su vivencia y
cómo se define a sí mismo históricamente, pero también cómo el intelectual recrea esa
54
Con frecuencia se habla del canal B como un vehículo ajeno al campesino, incluso hay
quienes discuten los canales por separado, como si se tratara de dos módulos de información
dualidad como una “falsa dicotomía entre lo abstracto y lo concreto” (173) y critica
puntualmente que el sociólogo no identifique a sus fuentes orales tal como la disciplina histórica
lo solicita. Lo que no debe pasarse por alto es que, en la costa, el echar cuentos va más allá de ser
una fuente oral con la cual se hace historia académica. Al indagar en el canal A, no se pone en
duda la presencia autoral del campesino, pero cuando se explora el canal B tiende a considerarse
que el campesino no posee injerencia alguna sobre su desglose teórico. Sin embargo, la
terminología que desarrolla Fals Borda en HDC emana de los cuentos que escucha (y vive)
durante su estancia en la Costa Atlántica. Algunos de estos conceptos son anunciados en la mesa
redonda ya mencionada, pero se van enriqueciendo sobre la marcha. En el libro Ciencia propia y
colonialismo intelectual (1970), Fals Borda publica que “los científicos del sistema prefieren
manejar objetos, datos y hechos congruentes con las finalidades del sistema capitalista, y relegan,
precisamente, es lo que sucede con los dos canales de HDC. Los cuenteros que aparecen en el
ortodoxa (dígase Newton, Kant, Descartes, etc.), la del capitalismo dominante (Marx, Engels,
Smith, etc.) o la del propio Fals Borda (la IAP, estudios previos, fuentes históricas recuperadas
por él, etc.). En esta conversación de doble vía ‒en el ir y venir‒ entre el canal A y el canal B se
descubre esa síntesis cultural que propongo. Las flaquezas del sistema político imperante, las del
55
continuamente por medio de la colaboración. El ritmo entre ambos canales es el epicentro de la
transformación.
antisolemne que distingue al campesino costeño, la cual viene “de las celebraciones públicas de
fandangos, bundes, farsas, mojigangas, maromas, bolas, boliches y toros que los señores
costeños organizaban desde los tiempos coloniales, así en las villas como en las haciendas y en
los más pequeños caseríos y que duraban varios días” (HDCI: 154B). El echar cuentos está
comunidad musicalmente. A simple vista todos los tomos, tanto en el canal A como en el canal
B, incluyen un aspecto musical, ya sea un pentagrama con acordes o una explicación detallada de
los distintos tipos de fandangos como sucede en el último tomo. Sin embargo, el lector no podría
acceder a la “acustemología” (Feld 2015) del costeño sin observar los procesos que tienen lugar
en el archivo, así como no podría comprenderse la síntesis cultural sin revisarse la trayectoria del
intelectual como director coral. No es ningún secreto el interés que Fals Borda muestra por la
ANUC, en HDC Fals Borda destaca el valor epistémico de la música para el costeño empleando
56
Borda utiliza su sintaxis musical para comprender la sintaxis musical del habitante costeño en
cada una de sus etapas históricas, HDC es la síntesis de ese proceso. Quizás por esta razón el
historiador Alexander Pereira relaciona la estructura dual de HDC con los lados A y B de un
casete magnetofónico, como si en sí la obra fuera un recurso audible (“La travesía” 237). En la
entrevista que hacen Carlos Low y Marta Herrera, Fals Borda señala que:
estructuras, las disonancias, los acordes, los diferentes acentos y cosas por el
muchas voces, las voces del pueblo, las de los intelectuales, las voces celestiales,
las infernales, y todo sale en los cuatro tomos como una composición literaria-
musical (44-45).
La música en HDC hace resonar un potencial activismo que se imbrica como ejemplo en este
proyecto que es a su vez político. El archivo también suena y sus melodías se conectan con los
acordes y estructuras musicales de la sinfonía que es HDC. La acustemología del costeño revela
colectiva.
Finalmente, en la tercera sesión de la mesa redonda se habla del complejo del dejao, que
57
Tendencias al descuido o apatía en la gente costeña, con la indisciplina, la
de adaptación realista al ritmo de los procesos normales de la vida del río y del
Durante su labor con La Rosca y la ANUC, Fals Borda percibe esta apatía como una
actitud decepcionante. En una de las entrevistas que realiza Leon Zamosc a uno de los
campesinos del exbaluarte El Boche, éste expresa que en 1975 cuando Fals Borda los visita para
saber cómo iba la cuestión, el sociólogo “dijo que esperaba encontrar algo mejor, que nosotros
habíamos abandonado todo. Se fue amargando, con la inquietud de que la gente no había hecho
nada. Nadie le pidió asesoría ni nada”.13 La decepción de Fals Borda se debe en gran parte a este
desgano con el que el costeño se enfrenta a la vida, actitud que ya antes había notado el
explorador francés Luis Striffler (1880) y el cronista Antolín Díaz (1935). Si bien en 1975, Fals
Borda percibe esta apatía como deficiente y viciosa ‒tal vez producto de la manipulación política
de la época‒ para 1979, después de convivir más íntimamente con los campesinos de la región, la
describe como el corazón de la filosofía riberana: “Así el dejao procede de una acción a otra por
impulsos y actos inmediatos, no muy previsivos; pero eficaces a corto y mediano plazo” (HDCI:
160B). El complejo del dejao es una actitud que, como se indica arriba, depende del ritmo de la
vida del río y el ambiente tropical de la depresión momposina. Por lo que, para comprender los
13
AMC/CINEP/B. Folio 01-019.
58
cuentos y los códigos musicales del campesino costeño es también menester analizar el
El complejo del dejao se vivifica en el ejercicio de “mamar gallo”, una actividad que el
campesino costeño domina con excelencia y que consiste básicamente en echar cuentos, pasar el
rato cantando y burlarse de la autoridad. El mamagallismo condensa los tres aspectos que
enfatizo aquí, en él yace el espíritu costeño sin el cual toda forma de activismo político resultaría
en una mera emulación de la ideología dominante. Con base en el mamagallismo dibujo una
tríada que considero la sintaxis cultural del campesino costeño a la cual debe ajustarse el
sociólogo y con la cual habrá de enfrentarse el campesino costeño a la sintaxis del sociólogo. En
un intento tal vez de índole mamagallista o por respetar la síntesis entre campesino y sociólogo,
he decidido seguir con el ritmo del primer tomo y dividir esta investigación en una mesa redonda
donde expongo mis argumentos y tres sesiones más donde los analizo. Mi segundo objetivo para
seguir este ritmo estructural parte de la inconclusión que reitera el sociólogo debe caracterizar a
la IAP, en estas páginas apenas trazo un poco más de una década de cambios en el método, pero
Una de las condiciones que pone Fals Borda para ceder sus documentos personales al
con nuevas adhesiones, las cuales, se quiera o no, tendrán efecto sobre la lectura actual que se
haga de la obra y el uso que se le brinde a la IAP. En el extracto “Nota del autor” de la edición de
HDC publicada por la Universidad Nacional de Colombia en el 2002, Fals Borda señala que “el
lo han enriquecido con valiosos aportes” (xvii). El campesino costeño y sus familias en la
actualidad siguen teniendo injerencia sobre el destino de HDC, la IAP, y, por ende, sobre este
59
trabajo que se vuelve parte de esa espiral inagotable de conocimiento que es la devolución
sistemática. La mesa redonda es una invitación y las sesiones espacios de conversación sin punto
final.
60
Sesión 1. Correo lenguaraz
neutralmente por parte de la comunidad costeña, así como tampoco lo es de una (im)postura
científico-teórica monolítica por parte de un intelectual, es más bien un ejercicio de tensión entre
binarios que se van difuminando para dar lugar a un conocimiento compartido desde una óptica
colectiva. De acuerdo con Anisur Rahman, uno de los pioneros de la IAP, la labor del
investigador implica una pelea constante consigo mismo, él es pues su propio enemigo:
researcher as well as that of the people, and the two processes are different, rooted
in the respective traditions and accumulated wisdoms of the two parties in this
processes may not always be in harmony, aggravating the tension that is inherent
precisamente lo que posibilita la sintaxis y síntesis cultural que planteo, aunque esto es sólo
evidente cuando echamos un vistazo al archivo. La desarmonía entre los involucrados en este
esfuerzo colaborativo es clave para entender el proceso transformativo que se lleva a cabo. Ya
que, como señala Paulo Freire acerca de la síntesis cultural, ésta “no niega las diferencias que
existen entre una y otra visión sino, por el contrario, se sustenta en ellas” (239). El ir y venir
entre canales y el ir y venir entre canales y el archivo, me lleva a inferir que Fals Borda está en
61
constante pugna por integrar la sintaxis cultural de ambos y se opone a que su mentalidad
individual gobierne o imponga el ritmo. Esta tensión lo lleva a esbozar una óptica colectiva y un
flujo móvil para franquear los límites de la representación del espectador estático (Santos Una
epistemología 80).
para explicar esa tensión colaborativa a través de una metáfora, el sombrero vueltiao. Una
creación autóctona de la comunidad indígena zenú que solía habitar la región costera previo a la
llegada de los conquistadores españoles. Dicho sombrero se trenza con fibras de maguey y lleva
Montería se encuentra un artículo del intelectual local Benjamín Puche Villadiego donde se
cuenta con unos señalamientos hechos a mano justo al lado de la siguiente frase: “Es frecuente
que una figura escale la condición de tótem familiar, como un todo cultural vinculado al pasado
remoto” (96), refiriéndose a los dibujos que tiene el sombrero en la copa. Según Puche
Villadiego, cada familia tiene su propio patrón de dibujos con el cual ornamenta la copa
facilitando así la identificación de quien lo porta. Más adelante en el artículo se menciona que
“cuando un dibujo se ha asimilado a tótem, partes de sus elementos y el núcleo sirven de base
para nuevas figuras, las que forman una malla social de identidad familiar, de grupo o
comunidad” (97), tanto estos dibujos como las franjas negras y blancas que distinguen al
colaborativa en HDC, como el sombrero vueltiao, consiste en un trenzado circular que intercala
ambas franjas, la blanca y la negra en el sombrero, la del sociólogo y los campesinos costeños en
14
CDRBR/M Caja 06 Carpeta 06 Folio 2492-2496.
62
la obra. La meta última del tejido es el trazado de figuras que componen una malla social de
identidad familiar o colectiva. Tanto Fals Borda como campesinos van tejiendo sus
conocimientos logrando crear figuras colectivas que reflejan un conocimiento compartido. Las
tres sesiones de este trabajo muestran ese tejido colectivo, pero aquí además del entrelazado de
Villadiego que:
El aprendizaje del trenzado comienza desde la lactancia de los niños; etapa en que
las madres amamantan mientras elaboran las trenzas: los críos mezclan los dedos
con las fibras de la trenza, hasta alcanzar un todo armónico entre estética,
lactancia y ancestro. Pasados los meses, la familiaridad de los dedos de los niños
con las fibras se hace tan inextricable, que bien se puede afirmar que ellos
conocen primero los secretos del trenzado que los mecanismos del lenguaje
fónico (99).
El aprendizaje en la comunidad costeña repite este modelo, los niños desde muy pequeños se
involucran en la vida y las labores de la comunidad y acopian sus secretos antes siquiera de saber
hablar. Los cuentos que echan los costeños se acompañan de acciones silenciosas que anclan las
palabras en escenarios, de tal modo que más que pasarse palabras de generación en generación se
van transmitiendo vivencias. La vivencia, según Fals Borda, “es una sensación existencial que se
obtiene cuando absorbemos intuitivamente objetos o procesos de una comunidad, así como el
disfrutar y asimilar su propia realidad, lo cual nos coloca como individuos en un contexto más
amplio de comprensión” (“Introduction” 5). Cuando los escenarios cambian, las palabras dan
63
lugar a nuevas versiones, pero, aunque los cuentos se transformen se mantiene la esencia de las
vivencias de los ancestros. El correo lenguaraz al cual se integra el sociólogo es una comunidad
de familias costeñas que cuentan lo que alguna vez contaron sus abuelos a sus abuelos.
En esta primera sesión que lleva por nombre “El correo lenguaraz” son tres mis
argumentos. El primero es que el ejercicio de echar cuentos hace posible el entrelazado del
conocimiento del pueblo y del sociólogo para engendrar uno nuevo y compartido. Los
campesinos y el sociólogo sostienen conversaciones ‒en ocasiones sin mayor planeación‒ donde
cada uno aporta su percepción del entorno que ambos viven. Hay un contrapunteo de realidades
intelectuales y epistémicas que se alimenta de las diferencias de cada cual. El segundo es que
esos cuentos tienen sus raíces en el nexo familiar nieto-abuelo. Los cuentos que echan los
campesinos costeños parten de la experiencia que les fue contada a ellos por parte de sus
ancestros, engendrándose así una red colectiva intergeneracional que además de ofrecer una
perspectiva del tiempo presente, incorpora la presencia histórica de quienes vivieron antes que
ellos. Y el tercero es que, para evitar el monopolio de la voz y la mirada fija del investigador, se
montan estos cuentos en escenarios narrativos dinámicos y se teje con ellos esa malla de
sea metafórico al ir y venir entre tiempos históricos, o bien, físico al trasladarse de un caserío a
una hacienda, de la sala de una casa al comedor o realizando alguna actividad típica como la
siembra de maíz o la ganadería. La mediación dual de la realidad obedece a este vaivén dinámico
El echar cuentos aquí conlleva a una descolonización metodológica, como la que sugiere
Linda Tuhiwai Smith: “Decolonization does not mean and has not meant a total rejection of all
64
theory or research or Western knowledge. Rather, it is about centering our own concerns and
world views and the coming to know and understand theory and research from our own
perspectives and for our own purposes” (41). Las preocupaciones y necesidades de la comunidad
inquietudes intelectuales del sociólogo, entre ambos establecen un conocimiento compartido que
Fals Borda identifica a uno de los miembros de la familia Mier como el único caso en toda su
vida profesional que recordaba hechos desde hace 150 años porque el abuelo o el bisabuelo le
habían contado: “Una persona de esa calidad de memoria extraordinaria. Una memoria que va
hacia atrás 150 años es una mina de oro para el historiador. Yo no lo creía hasta que me propuse
ir pescando por los detalles demostraba que todo lo que el señor decía era cierto.” Ese señor de
buena memoria se llama Adolfo Mier Serpa y se convierte en el bastón del sociólogo y la
columna vertebral de HDC.15 En el primer tomo Mompox y Loba (1979), antes de dar inicio a la
mesa redonda y a manera de cierre del capítulo acerca de mayorazgos en la región, aparece un
árbol genealógico de los Mier y Trespalacios, pero se dejan muchos hilos familiares por fuera.
Tal como hizo Fals Borda, yo también me fui pescando por los detalles para descubrir el nexo
familiar entre los personajes de distintos tomos. Empecé por el más obvio, el segundo apellido de
Adolfo Mier Serpa, ya que su madre Catalina Serpa aparece también en la narración junto a sus
15
Junio 24, 2008. Bogotá, Colombia.
65
hermanos y sobrinos. A pesar de que el árbol genealógico de Fals Borda no contempla esta
fracción de la familia Mier, es una parte crucial de cada uno de los tomos, como se verá después.
Ahora bien, la técnica para tejer ambas franjas ‒o conocimientos‒ y procurar las figuras
colectivas es la ya mentada imputación definida en el primer tomo como una técnica que “hace
declarar a los informantes hechos u observaciones demostradas que desbordan sus declaraciones
literales, las mismas que pueden constar en diarios de campo o en cintas magnetofónicas”
(HDCI: 26B-27B, énfasis mío). A esos hechos y observaciones que desbordan las declaraciones
literales yo les llamo acciones silenciosas o implícitas en las cuales se anclan las vivencias de los
informantes, y aprovecho el espacio también para indicar que desde este punto en adelante
prefiero el término echa cuentos o echador de cuentos para referirme a los agentes de esas
vivencias. Las acciones silenciosas o lo implícito encontrado en los diarios de campo o cintas
del recurso pictórico. Por esas acciones silenciosas entiéndase todo lo que circunda a las
conversaciones que se sostienen entre ambos, ya sea una comida familiar donde por azares del
destino se deja encendida la grabadora y se escuchan los temas cotidianos de los miembros de
una casa, o bien, la música de fondo que en ocasiones acompaña a los moradores de la Costa
Atlántica en sus diarios trajines. Por otra parte, en las notas de campo se hallan muchas veces
apuntes mecanografiados o manuscritos que Fals Borda obtiene de otros echa cuentos y que
implícito de las vivencias. Todo ese corpus que no aparece literalmente en las transcripciones o
grabaciones de la boca de los cuenteros, pero que rodea la vivencia que tanto ellos como Fals
Borda comparten.
66
Siguiendo con la técnica de imputación, Fals Borda agrega que “hubo que imputársele a
originalmente registrado” (HDCI: 27B), por lo que además de contener lo implícito de las cintas
y notas, un mismo personaje puede proyectar la perspectiva de varios otros en su discurso. Hasta
este punto, la imputación permite que en un echador de cuentos converjan la voz y las vivencias
de otros echadores de cuentos, creando esa red colectiva que constituye el correo lenguaraz.
imputarle las vivencias de un echa cuentos a otro, sino que hace falta revivir a personajes que
habían muerto años atrás para que éstos puedan sentarse a charlar con el sociólogo y sus
acompañantes del momento. Aquí, la imputación se alimenta de una porción imaginativa que
“puede emplearse especialmente para completar los vacíos lógicos creados por pérdida
irreparables de documentos (el comején, la polilla, el fuego, la humedad que tanto afectan
nuestro trabajo en la Costa) y para redondear situaciones” (HDCII: 57B). Según el propio Fals
Borda no es una imputación distinta de aquella utilizada en el primer tomo, pero considera
explica que, en este segundo tomo, como en el caso anterior, lo que trató de hacer fue “llenar con
carnes y músculos la osamenta que me describieron don Adolfo Mier Serpa respecto de su padre
y su abuelo, y otros ancianos de buena memoria sobre el pasado de los pueblos de la depresión
comunicativa” (HDCII: 58B). Las técnicas de la IAP que sirven para la descripción de los
escenarios en el primer tomo se modifican en los siguientes pues la misma comunidad costeña lo
alerta necesario. La metodología va cambiando a medida que surgen nuevas preocupaciones por
67
parte del sociólogo o los propios campesinos en su constante interacción. Así, encontramos
personajes que vivieron siglos atrás redondeando las vivencias de los echa cuentos en tiempo
presente.
Lo que yo supongo que sucede después de estudiar a las familias señoriales y las de
hojalata de la región en el primer tomo y reflexionar sobre lo implícito de los cuentos echados, es
que Fals Borda asume dos factores sustanciales de la vida del campesino costeño: el primero es
que los mismos echa cuentos dan rienda suelta a su imaginación para narrar sus vivencias y el
segundo es la persistencia del nexo familiar nieto-abuelo en la acción de echar cuentos. De ahí
que la técnica de imputación recoja también estos factores intrínsecos de la comunidad para
moldearse a nuevas necesidades de comunicación narrativa, como por ejemplo, revivir al abuelo
de uno de los echa cuentos para ofrecer otra perspectiva del pasado histórico de la región. Claro
que tampoco debemos olvidar que en este proceso de investigación mucho hay de imputación
por mi parte, sobre todo para llegar a entender la relación entre HDC y el archivo.
En su análisis de las historietas realizadas por la Fundación del Caribe entre 1972 y 1974,
Joanne Rappaport señala que la técnica de imputación deviene del proceso colaborativo llevado a
considero que desde entonces Fals Borda se percata del uso que hace el campesino de la
imaginación para redondear sus vivencias al momento de echar cuentos. Empero, ya sin la
exigencia del movimiento campesino patrocinado por la ANUC, en HDC el enfoque recae más en
la vivencia, en el nexo familiar y en las acciones silenciosas que complementan las palabras. Por
lo tanto, la familia Mier como osamenta que ha de rellenarse con carnes y músculos es la base
donde germina la síntesis cultural que aquí planteo. La imputación le permite al campesino echar
sus cuentos sin seguir una lógica determinada por el sociólogo, al sociólogo le permite
68
desarrollar una óptica colectiva y brindarles dinamismo a sus escenarios, y a mí me alcanza para
El primer nieto que aparece en la narración es Álvaro Mier, quien será el punto de enlace
entre Fals Borda y su bastón: Adolfo Mier Serpa, antiguo alcalde y recaudador de impuestos de
San Martín de Loba. La narración de Mompox y Loba se inaugura con un accidente, el fallo del
motor de la chulpa donde viajan Fals Borda y su grupo de acompañantes a través del río
Magdalena con destino al sur de la isla de Mompox: Barranco, Hatillo y San Martín. La pausa en
la navegación le permite al sociólogo presentar a las cuatro personas que van con él: un juez de
Barranco de Loba llamado Juan David Cifuentes, un dirigente del comité municipal de Usuarios
Campesinos conocido como Luis Murallas, un miembro de una popular familia de Mompox,
Ramón Pupo, y finalmente Álvaro Mier, joven profesor del Colegio Cooperativo de Secundaria
de San Martín de Loba y dirigente popular independiente (HDCI: 17A). El accidente los fuerza a
arribar al pueblo de Santa Coa donde pasan cuatro horas “intercambiando ideas sobre los
problemas sociales, económicos y políticos que afectan a toda la zona del departamento de
Bolívar” (17A). A medida que avanza la narración de este primer tomo, el grupo irá cambiando,
dedicándose cada uno por separado y a veces unidos en pares al estudio de algún determinado
punto.
medio zambo cuyos conocimientos del pasado del pueblo” les ilustra grandemente (19A). La
escena con Sebastián Arroyo despliega un patrón que se repite durante el resto de la historia.
69
Generalmente, se da una conversación espontánea entre costeño y sociólogo, de la cual surgen
conceptos clave que después son trasladados a un campo teórico compartido. El cuentero se
encuentra en su ambiente cotidiano y empieza a narrar mientras realiza sus actividades rutinarias,
de vez en cuando pausa para apuntar hacia aquello a lo que hace referencia en su discurso: “En
efecto, los antiguos sembraron caña e hicieron vivienda de palma y pequeños hatos en la banda
del frente del río, donde ustedes ven ese caserío que ahora llamamos Santa Coita, antes, La
Reforma” (19A-20A, énfasis mío). Además del dinamismo que esto le imprime a la escena, hay
una traslape temporal que también es reiterado en el resto de los tomos. El campesino costeño
contrasta constantemente lo que el sociólogo ve en su momento con aquello que solía estar en su
lugar en otros tiempos, como si convivieran ambas experiencias al unísono o en un mismo plano.
contemporánea, que nutra la descripción que se ofrece en el relato. El montaje de lo visual puede
deberse a una herencia técnica acogida durante la elaboración de las historietas, Fals Borda
aprovecha el espacio narrativo para incrustar imágenes y darles un nuevo sentido histórico, como
solía hacer la Fundación del Caribe en su momento: “The ability to use the space of the page to
notions of sequence, causality, and progression, is a reason comics can address itself powerfully
to historical and life narrative” (Chute “Comic Forms” 112). Así como en las historietas, la
narración cuenta con acotaciones, en este caso entre paréntesis, donde el sociólogo coloca su
La conversación con Sebastián Arroyo aporta el concepto de cultura anfibia que permea
la totalidad de la obra y el proyecto de la IAP.16 La idea no nace de él ni del sociólogo sino del
16
A pesar de que en el archivo no aparece el nombre de Sebastián Arroyo, parte de la información que se imputa en
su discurso se halla registrado en las notas de Fals Borda rotuladas en la Caja 24 Carpeta 5 Folio 8015-8021.
70
diálogo que entablan, mientras Arroyo habla de los oficios que el costeño desempeña tanto en
tierra como en el agua, Fals Borda exclama que se trata de una cultura anfibia a su modo de
entender lo que se le cuenta, y después entre ambos discurren acerca de los rasgos de esa
propuesta hasta llegar a una figura conciliada y colectiva. La figura pasa entonces al canal B
donde toma una actitud teórica dentro de un marco referencial compartido. Durante las cuatro
horas que gastan en Santa Coa se gesta también otra idea que surge de lo contado por Arroyo, el
problemática social y económica específica de la región. Sin alcanzar conclusión alguna por el
momento, se embarcan en una canoa con motor yonson que los sigue llevando hasta San Martín
de Loba (HDCI: 24A). A bordo del yonson la discusión continúa hasta que determinan empezar
para descartar fácilmente. Cuando el río suena, piedras lleva. Estimulados por la
el sentido de la creación del departamento del Río, como reflejo real del mundo
Luego de acordar lo que había que estudiar para llevar a cabo una propuesta de esa magnitud, se
ajustan varias tareas que cada uno deberá realizar individualmente para después analizar en
propone un plan concertado de sondeos y estudios. Que siguiéramos en contacto para examinar
71
el progreso que hiciéramos, sea por carta, sea reuniéndonos nuevamente a la manera de un
la IAP es un proceso que surge de un viaje accidentado y como consecuencia de una inquietud
netamente costeña. Incluso, el método que emprenderían para analizar la región emerge de la
curiosidad del juez Cifuentes y los demás aceptan entusiasmados. Además de la espontaneidad
que este viaje supone en la nacencia de la IAP, también centra el presupuesto teórico del canal B
en la creación del nuevo departamento que sugieren los cuatro costeños que acompañan al
sociólogo. En la tercera sesión de mi trabajo expando esta cuestión para argüir que es de esta
tensión colaborativa de HDC de donde Fals Borda recoge las ideas de reordenamiento territorial
le pregunta a Álvaro Mier que si su apellido tiene que ver con los famosos Mier de Santa Marta y
españoles” (29A). Álvaro entonces refiere la existencia de su abuelo Adolfo Mier Serpa, también
músico y peluquero, a quien en varias ocasiones le escuchó decir algo de los antecedentes de su
familia. El archivo guarda muy pocas referencias al respecto de este encuentro ‒o de la familia
Mier en todo caso‒ pero en las notas al pie del segundo tomo se señala que Adolfo Mier Serpa
fue entrevistado por Fals Borda en San Martín de Loba en 1979, 1980 y 1981 (HDCII: 51B). Los
escasos trozos de papel y hojas de cuaderno sueltas halladas en el archivo arrojan algunos datos
vagos de la familia, pero es gracias a la imputación que los Mier cobran cuerpo y profundidad en
la obra. Por ejemplo, en el primer tomo Adolfo Mier Serpa menciona a otras personas de la
comunidad a las cuales Fals Borda y sus acompañantes recurren, estas personas a su vez echan
cuentos que terminan incorporándose a la voz de los miembros de la familia Mier. Los cuentos
72
de los costeños tienen más o menos el mismo destino que el conocimiento según la devolución
permanente con las bases y los grupos ad hoc de referencia. De éstos se reciben
binarismo para dar paso a figuras colectivas. El historiador norteamericano Charles Bergquist
critica el uso que hace Fals Borda de sus “fuentes” orales, puesto que resulta difícil distinguir en
el texto qué datos pertenecen a quién: “While such a procedure accords with Fals’s political
philosophy and project, it thoroughly contaminates precious primary material for historians by
making it impossible to distinguish what belongs to Fals from what belongs to his informants”
(168). El hecho de que no pueda distinguirse quién dice qué es lo que hace de HDC un proyecto
colectivo exitoso, al menos en este aspecto. Por otro lado, los cuentos se colocan en boca de
literales, o, dicho de otra manera, hay una razón por la cual el discurso de otros se coloca en voz
de los Mier.
73
Al escuchar las grabaciones de las entrevistas que hace Fals Borda a Benita Vidales en
1978 y 1980, halladas también en el archivo de Montería, alcancé a distinguir que parte de la
información que ella otorga se coloca después en la boca de Adolfo Mier Serpa, a pesar de que
ambos son personajes activos en los primeros dos tomos. La primera vez que aparece Benita
Vidales es dentro de otra narración, como si se tratara de una escena incrustada, de nuevo un
traslape temporal. Tras la distribución de las tareas de investigación, a Fals Borda le corresponde
rastrear la historia del aporte negro y de vecinos libres en Loba para ubicar la fundación concreta
de San Martín. Por lo que, recopila un viejo informe que había escrito en 1974 para la revista
Alternativa y junto a su hermano Alfredo Fals lo amplía para ponerlo al servicio del comité
municipal de Usuarios Campesinos a cargo de Luis Murallas.17 Como hace con lo visual, Fals
Borda incrusta viejos informes o insumos de trabajos previos para recrear sus significados, una
técnica que según Hillary Chute distingue a algunas historietas: la capacidad de habitar el pasado
Al finalizar el informe, Alfredo Fals ‒como principal interlocutor‒ hace varias preguntas
a Orlando sobre ciertos datos que quedan en el aire, como quién fue en realidad el fundador de
San Martín ya que hay versiones contradictorias. Para responder a la pregunta de Alfredo,
Orlando acude directamente a Benita Vidales: “La ‘niña’ Benita Vidales, que a pesar de sus 91
años nos había recibido brincando para demostrar su increíble vigor…” (HDCI: 64A, énfasis
mío) y es ella quien echa el cuento de la supuesta fundadora Doña María Ortiz Nieto. Me parece
arriesgado sugerir a quiénes se refiere Fals Borda cuando usa el pronombre nos, puesto que en
los audios de ambas entrevistas se escuchan varias voces de hombres y mujeres, pero no se sabe
si es Alfredo su acompañante o algún miembro del grupo del yonson. Y para sumar a esta
17
CDRBR/M Caja 23 Carpeta 07 Folio 7839-7844. El informe lleva por título “La historia prohibida” y se publica en
junio de 1974 en el número 10 de la revista Alternativa.
74
confusión, en el segundo tomo, cuando vuelve a aparecer Benita Vidales se dice que la entrevista
la realizaron los estudiantes del Colegio Cooperativo (HDCII: 26A). Puede tratarse de un
descuido de Fals Borda o ‒prefiero pensar‒ se debe a que en HDC no es relevante la autoría
específica de la información en aras de compartirla, o bien, no hay certezas que valgan más que
los cuentos que se echan. Una cuestión trascendente si volvemos a pensar en los antiguos
Vidales también dota al relato de dinamismo o ese flujo móvil que refiero antes. Las preguntas
de su hermano lo motivan a dirigirse a quienes conocen más de cerca esa situación histórica. La
información es siempre cotejada por otros habitantes costeños, por lo que el sociólogo está en
La segunda entrevista de Benita Vidales tiene lugar en Mompox en 1980, aquí no habla
de Doña María Ortiz Nieto sino de las guerras civiles de la región, las consecuencias de los
enfrentamientos entre liberales y conservadores, menciona también a un tal Adolfo Mier que fue
fondo de ambos audios se escucha el diario acontecer de las familias costeñas, en el primero el
llanto enardecido del nieto de Vidales, y en el segundo la música en las calles. Lo mismo se
repite en la mayoría de las entrevistas que están en el archivo, Fals Borda acompañado de otras
personas ‒cuya identidad se desconoce‒ charla con el echa cuentos y al fondo retumba el llanto o
los juegos de los nietos y los ritmos de alguna cumbia. Aunque no sea verbalizado como tal, lo
implícito de las entrevistas forma parte de la episteme costeña: el nexo habitual nieto-abuelo y el
aspecto musical. El aspecto musical se explica en la siguiente sesión, por ahora me concentro en
18
C/OFB/GM 22. Julio 24, 1980.
75
los nietos que van absorbiendo los secretos de la comunidad antes siquiera de hacerlos
generación en generación, por esa razón los nietos se convierten en la piedra angular de la
narración. La presencia de Álvaro Mier y Adolfo Mier Serpa le viene bien a Fals Borda para
trazar ese nexo, por lo que gran parte de los cuentos que echa Benita se depositan en la voz de
La conclusión a la que llega Fals Borda luego de cotejar el informe de Alternativa con el
relato de Benita Vidales es que los fundadores de San Martín de Loba fueron los pequeños
agricultores Julián de Baños y su hermano Mateo de Baños, pero que el nombre del pueblo se lo
deben a Doña María Ortiz Nieto como bien admitía Benita. Además de recrear la historia de San
Martín de Loba superponiendo ambas versiones, el sociólogo asume junto con su hermano, que
la casa de don Adolfo Mier Serpa yace en el sitio donde se construyó la primera casa del pueblo:
“‘Siendo que la piedra Palacín es la más grande del lugar, ¿no será posible que los Baños
hubieran construido la primera casa del pueblo donde hoy se encuentra la de don Adolfo Mier?’
Evidentemente. No queda muy lejos del puerto de Comemiel y está en un alto que nunca se
inunda, aunque suba el río” (HDC I: 63A). Al modo de Sherlock Holmes y Watson, Orlando y
Alfredo van uniendo pistas proporcionadas por los habitantes de la costa para descubrir su
página donde figura la casa de don Adolfo Mier como un posible sustento teórico del nexo nieto-
76
abuelo. La piedra Palacín simboliza el origen del pueblo, por tanto, Adolfo Mier Serpa adquiere
La investigación por San Martin de Loba sigue su curso hasta que el grupo ‒ahora
compuesto por Orlando, su hermano, Álvaro Mier y Luis Murallas‒ vuelve a toparse con Adolfo
Mier Serpa en su casa, pues éste “había escarbado en el fondo de su gran arcón gozneado de fin
de siglo, así como en el de sus recuerdos” (75A) y estaba dispuesto a compartir lo encontrado
con ellos. En este nuevo encuentro con el abuelo de Álvaro se descubre un folleto titulado
Algunos documentos sobre las Tierras de Loba, el cual a la usanza de “objeto testimonial”
(Hirsch y Spitzer 2006) detona las reminiscencias de Adolfo y el grupo se entera de dos nuevos
miembros de la familia Mier: su padre Pablo Emilio y su abuelo Adolfo Mier Arias. El contenido
del folleto más los cuentos que emite en relación con sus antepasados traslada el interés del
en tiempos pasados:
Don Adolfo nos ha dado las bases para relacionar la existencia real de su
nos puede dar bases firmes para resolver la cuestión. De esta manera enfocaremos
el caso particular de una o dos familias nobles que, según lo que se nos ha dicho,
informal, de no haber sido por Álvaro Mier, no se hubiera conocido a Adolfo Mier Serpa quien a
77
su vez ilustra los antecedentes nobles de la familia y su conexión con otras familias fundadoras
del abuelo de Álvaro es que el grupo desliza su mirada hacia la etapa aristocrática de la costa y
navega hacia Mompox. Tanto el rumbo de la historia como el de la investigación se decide por lo
que se va encontrando en los baúles de la gente del pueblo y lo que los echa cuentos emiten. En
cuanto a los grupos de estudio es necesario recalcar que éstos también son azarosos y
espontáneos, algunas veces incluso se integran estudiantes de Fals Borda o como se puede ver
aquí, hasta el propio hermano contribuye. La IAP practicada por Fals Borda durante estos años en
Fundación del Caribe y su labor investigativa de 1972 a 1974, aquí se trata de un período de
reflexión en torno al método que deja ver de qué manera la comunidad costeña contribuye en su
moldura.
Al viaje de Mompox terminan yendo Fals Borda y Ramón Pupo, los demás se
comprometen a seguir investigando desde sus respectivos paraderos. Al cabo de algunos meses
proceso y se abre una mesa redonda para su evaluación: “Esto fue razón y buena excusa para que
volviéramos a encontrarnos todos, esta vez en San Martín, para realizar una discusión en mesa
redonda sobre las implicaciones de este informe, y la relación entre las tesis expuestas y la
personalidad histórica del riberano y del costeño” (HDCI: 80A). La mesa redonda, como ya dije
antes, condensa los rasgos de la comunidad que resultan de una investigación colectiva, no
78
obstante, cabe repetir que tanto lo recuperado como el proceso mismo de recuperación se
vuelven motivos de una nueva discusión. No se da por hecho una asimilación ingenua de los
caracteres del pueblo como insignias que han de transmitirse de generación en generación. Los
rasgos aquí expuestos son apenas rastros de las vivencias que han de transformarse en función de
los propósitos que con ellas se descubran necesarios. Las vivencias de los campesinos costeños
deben ser útiles a sus causas. La síntesis cultural implica el reconocimiento de que los cuentos no
se echan por echarse, ya que las vivencias tienen un poder epistémico que puja por la
emancipación social y política del campesino costeño. Claro que esto no se consigue en esta
redondeada, esta obra es inconclusa” (HDCI: 166B). Como antepone Linda Hutcheon, “to re-
write or to re-present the past in fiction and in history is, in both cases, to open it up to the
present, to prevent it from being conclusive and teleological” (290). Todos los tomos, como los
cuentos de los campesinos costeños, dibujan esta condición inconclusa, porque los nietos han de
imprimir sus propias emociones a las vivencias de los abuelos en una cadena infinita de
versiones y la IAP ha de construirse y deconstruirse con cada nuevo echa cuentos que se tope el
sociólogo en el camino.
La mesa redonda se dispersa tras la llegada represiva del alcalde y el sargento a la casa de
Ana Leonor, la madre de Alfredo Fals, donde se encontraba reunido el grupo del yonson y el
mismo Alfredo: “Terminemos, pues, para golpear la represión desaforada de los antipatriotas del
poder con la justicia de nuestra causa, con nuestro trabajo honesto, con la eficacia de nuestro
79
conocimiento” (HDCI: 166A) es la sentencia que da el juez Cifuentes y se deja caer el telón. El
tomo siguiente se daría a la complicada labor de definir el valor epistémico de las vivencias en el
El presidente Nieto abre con un grabado de Rengifo de 1963 que convoca a una mantis
bicéfala atacando con sus garras a varios hombres tirados sobre el suelo. Justo después la
mariapalito que reconoce Benita Vidales en su entrevista como un animal peligroso, adquiere
aquí un nuevo vocero, Adolfo Mier Serpa: “Miren lo que traigo: éste es el ser que más se
asemeja a nuestra situación como país abatido por tanta violencia irracional” (HDCII: 25A).
Según el abuelo de Álvaro Mier, la mariapalito simboliza esa violencia desaforada puesto que no
ve más allá que por sus intereses, se trata de un insecto caníbal que se come incluso al macho que
Irritado por la actitud de las autoridades que interrumpen la mesa redonda, el grupo de
estudio se traslada a la casa de Adolfo Mier a seguir debatiendo los achaques políticos que
aquejan a la región. El tiempo que transcurre entre tomo y tomo no se contempla en la narración
ya que ésta da inicio justo después de la desbandada, dejando al hermano Fals en el camino. Sin
embargo, aunque el tiempo no se delimite con precisión, el tema que se plantea al arribar con
Adolfo Mier Serpa tiene que ver con aquella intervención represiva que padece el grupo en 1979:
la violencia política del país y el encarcelamiento de la esposa del sociólogo, María Cristina
Tal como sucedió con la conversación espontánea con Sebastián Arroyo en Santa Coa,
aquí se distienden los dos temas que comprenderá el tomo a partir de la alusión al tatarabuelo de
Álvaro: “‘La violencia va subiendo’, sostiene don Adolfo. ‘Miren que mi abuelo Adolfo ‒el
80
tatarabuelo de Álvaro‒ pudo huir al principio de las persecuciones del doctor Pantaleón Germán
Ribón en las Tierras de Loba (de las que éste se creía dueño) como también se escapó de las
Mientras que Adolfo Mier Arias, el tatarabuelo, se refugia en la música y otros oficios para no
participar en las guerras de su país entre Liberales y Conservadores, habrá otros quienes sí lo
hagan y contribuyan a exacerbar esa violencia descarnada, se intuye así que estamos por
presenciar una comparación entre el abuelo de Adolfo y algún caudillo de guerra. A esta
conversación se le suma Benita Vidales, quien se siente alentada a corregir ciertos datos que
aporta Adolfo, puesto que desde que el Colegio Cooperativo le consultó la historia del pueblo,
ella se siente crecida y orgullosa y afirma que “Ya me moriré tranquila” (HDCII: 26A). Podría
pasar por alto esta escena, pero este es un indicio más del valor epistémico que Fals Borda
reconoce que tiene el echar cuentos. En ninguno de los audios o transcripciones de las entrevistas
de Benita Vidales se menciona esta última frase que dice aquí, pero lo implícito como ya vimos
tiene resonancias en el texto. El sociólogo asume que el echa cuentos se crece, se enorgullece y
Entre Benita Vidales y Adolfo Mier Serpa se rescatan dos personajes que serán los
protagónicos del tomo, Adolfo Mier Arias y Juan José Nieto, el presidente de la República no
Les cuento lo que refería mi abuelo Adolfo a mi padre Pablo Emilio, que éste a su
me podrá ayudar Benita, pues ya se le dio por creerse profesora. Claro que mi
abuelo no fue gamonal, ni general, ni cabo, sino como dije, simple curandero,
81
músico y minero. Pero su vida ocupó casi todo el siglo pasado, vio las guerras
civiles y sintió sus efectos, y conoció al principal caudillo costeño de esa época, el
relación entre Juan José Nieto y el abuelo de Adolfo, el grupo de estudio se muestra
entusiasmado y se divide la tarea de recuperación en dos facetas, mientras que Adolfo Mier
Serpa cuenta la vida de su abuelo, ellos rastrearán la historia de Juan José Nieto en los archivos,
historia política regional doblemente, por arriba con los caudillos y por abajo con las masas
populares” (29A), recita el juez Cifuentes. El abuelo Adolfo concuerda y da inicio a su relato al
El canal B nos deja ver que el grupo de estudio sale de la casa de Adolfo Mier Serpa y se
en el canal A aparece como si el grupo jamás se hubiese movido de la piedra Palacín y las dos
historias ‒la de Adolfo Mier Arias y la de Juan José Nieto‒ sucedieran al unísono,
comunicándose una con otra o contestándose una a la otra como si fuese un diálogo entre dos
aventuras.
Precisamente para montar ese diálogo entre dos aventuras, la estructura de este tomo se
altera, el canal A contiene dos cuadros de información con tamaños distintos. La historia de Juan
José Nieto, caudillo nacido en Baranoa que ocupa fugazmente la presidencia de la República de
la Nueva Granada en 1861, se extiende por toda la página, mientras que la vida del tatarabuelo
de Álvaro Mier se constriñe en márgenes más estrechos dentro del texto. Sobra decir que la
82
diferencia de tamaños en los márgenes no implica que una historia pese más que la otra, sino que
están en constante comunicación. La crítica de Charles Bergquist con respecto a esta elección
tampoco se hace esperar, el norteamericano sostiene que Fals Borda se equivoca al colocar a
Juan José Nieto como un dirigente político capaz de impulsar una lucha democrática. Si la
intención de Fals Borda había sido pintar una figura ejemplar, fracasa con Nieto pues éste “se
liberalismo decimonónico” (216). Bajo este mismo tenor crítico, se cuestiona la viabilidad de su
historia por ignorar premeditadamente al caudillo cartagenero Rafael Núñez, quien ocupó varias
“descuido,” puesto que, a diferencia de Nieto, Núñez permanece más tiempo en la banca
presidencial y demuestra más carácter en la defensa de sus intereses políticos. Sin embargo, no
olvidemos que fue de Adolfo Mier Serpa de quien se obtiene el nombre de Juan José Nieto, no es
la historia que Fals Borda por capricho desea rescatar, sino la que los campesinos costeños
señalan. No hay motivos para pensar que esto no haya sido así. De hecho, en el texto
“Comentarios a la mesa redonda sobre la Historia doble de la costa” que aparece en la Antología
mismo y a sus colegas historiadores ahí presentes: “¿Por qué una figura de tanta importancia
nacional como Juan José Nieto hubimos de rescatarla de labios de un sencillo anciano pobre de
San Martín de Loba, que no de la ilustre tradición académica?” (230), lo cual deja poco lugar a la
duda. HDC recrea al personaje de Juan José Nieto y lo pone al servicio de la reactivación
histórica costeña, por lo que más que descuido de su parte, me parece estratégico. Por el
contrario, yo considero descuido de parte de Bergquist la poca atención que dedica a la otra faz
83
En la reseña crítica de la obra que realiza Mauricio Archila en 1984 se habla de este
“legendario personaje” (113) y se afirma que todavía queda mucho por lograr con él: “Es
importante resaltar que tanto los testimonios de sobrevivientes de estos acontecimientos [guerras
civiles] como la biografía de Mier constituyen invaluable arsenal cultural del cual todavía se
puede extraer mucho” (113). Por supuesto que Archila no aclara a cuál de los Mier se refiere
aquí, pero supongo que la difuminación de sus contornos evidencia también una exitosa óptica
colectiva. La reconstrucción del tatarabuelo Adolfo Mier Arias ‒una persona que falleció hace
más de 100 años‒ requiere de una IAP que no se estanque en la transmisión de una voz, sino que
contribuya a generar conciencia sobre el marco epistémico en el cual se está instrumentando esa
voz. Nuevamente, no hay aquí una aceptación ingenua de las aspiraciones del habitante costeño,
nos enfrentamos a una tensión entre conocimientos que conduce a elucubrar uno compartido:
“En la reconstrucción histórica se enfatizan determinados hechos y procesos: los que son
congruentes con metas de cambio radical propuestas por clases sociales victimizadas por la
explotación capitalista actual. Por eso esta técnica no produce una historia final o absoluta”
(HDCII: 56B). Los dos cuadros narrativos del canal A se contestan, se contrastan, se discuten
uno al otro. Ninguna historia se acepta como absoluta, pero se da cuenta de un proceso de
tensión colaborativa que lleva hacia la comunión cuando al final del tomo ambos ‒tatarabuelo y
El montaje de ambos personajes sigue el mismo patrón del nexo nieto-abuelo. Los datos
personales que le dan vida a Juan José Nieto son la sumatoria de sus novelas, documentos
canal B (HDCII:39B), aunque no sea un partícipe directo en la narración del canal A. Como
sustento teórico, el retrato del bisnieto del general es evidencia de su voz y al mismo tiempo
84
responde al nexo familiar que demarca la episteme costeña. El caso del tatarabuelo es más
complejo, puesto que el cetro narrativo de Adolfo Mier Serpa se transfiere a Mier Arias, un
personaje inexistente en la actualidad que habla en primera persona con el grupo de estudio. Tal
como si su espíritu se hubiera encarnado en el cuerpo de Adolfo Mier Serpa. Asimismo, su voz
se compone por múltiples otras, a veces imposibles de distinguir aun yendo y viniendo al archivo
y sus notas. Lo poco que se alcanza a percibir proviene de Adolfo Mier Serpa, Benita Vidales,
Cristóbal Serpa (el primo de Adolfo Mier Serpa) y Matías Ribón Cordero.19 A diferencia de los
“personajes colectivos” (Los años de Tropel 30) de Alfredo Molano, el tatarabuelo no resume las
coincidencias de los relatos de los demás echa cuentos, no es una historia compuesta por las
repeticiones de otros o por las “líneas comunes de las vivencias” (30). El tatarabuelo es la viva
imagen de un ciclo narrativo que transmite distintos “sentidos del pasado” (Jelin 2002) más allá
de los sucesos.
De acuerdo con Elizabeth Jelin “para poder transmitir los sentidos del pasado hay al
menos dos requisitos: el primero, que existan las bases para un proceso de identificación, para
una ampliación intergeneracional del ‘nosotros’. El segundo, dejar abierta la posibilidad de que
memoricen‒.” (126). El hecho de resucitar a una persona que vivió 150 años atrás abre la
padre, el hermano, el hijo, el nieto. Al dar inicio a su relato, el tatarabuelo apela a su “mamá
Tina” y aclara que lo que está por contar pertenece a los parientes pobres Mier, los de hojalata, y
19
C/OFB/GM 34. El audio de Matías Ribón Cordero no contiene la fecha, pero la transcripción de la entrevista que se
encuentra en la Caja 20 Carpeta 01 Folio 6486 aparece escrito a mano que ésta se realizó en enero de 1980. Además
de la entrevista, Matías Ribón cede a la investigación el archivo de baúl de su familia que ya había sido mencionada
por Adolfo Mier Serpa al principio del segundo tomo. Algunos de los datos históricos encontrados en los papeles
familiares se incrustan en la voz del tatarabuelo. No olvidemos que los archivos de baúl son los documentos y otros
objetos que mantienen los habitantes costeños en sus casas.
85
no a los nobles de la albarrada de Mompox (HDCII: 39A). Hay aquí una primera distinción que
Mier Arias) quien les cuenta a ambos hijos, luego los cuentos se pasan al hijo de Adolfo Mier
Arias, Pablo Emilio Mier Martínez. Pablo Emilio a su vez le cuenta a su hijo Adolfo Mier Serpa
quien acaba contándole a su hijo Víctor Emilio Mier y a su nieto Álvaro Mier. La familia se teje
con el hilo de los cuentos que se van recreando con la experiencia de cada nuevo integrante.
Como en el entrelazado del sombrero vueltiao, los cuentos son los patrones distintivos de una
malla de identidad social. Aunque aquí el nosotros se extiende a más personas, se incorporan a
ese tejido las voces imputadas de Vidales, los Serpa y Matías Ribón Cordero, más el grupo de
estudio que escucha atentamente al tatarabuelo. Todos los eslabones de la cadena tienen la
misma oportunidad de imprimir nuevos sentidos a lo narrado. No es, como indica Jelin, una
repetición de sucesos históricos, sino una renovación del pasado que se va urdiendo a medida
que ese nosotros se expande. La identificación colectiva, por ende, queda abierta, inconclusa y
los otros, el tatarabuelo habita el cuerpo de Adolfo Mier Serpa, después ambos el cuerpo de
comunicarse directamente con el grupo de estudio lo hace partícipe de este juego: “Miren
ustedes: los pobres somos los que más sufrimos con estas guerras. Siempre vamos a pie,
cargando nuestras cosas y generalmente contra nuestra voluntad” (HDCII: 43A). Cabe
mencionar que, si en el primer tomo el flujo móvil se distingue por las actividades de los
86
histórico. El grupo de estudio se traslada al pasado, como muñeca rusa que ingresa al tatarabuelo
para ver a través de sus ojos, escuchar a través de sus oídos y experimentar a través de sus
experiencias. Las guerras del siglo XIX y el resto de los acontecimientos en este segundo tomo se
desenvuelven frente a ellos como en una especie de ensoñación. Sin embargo, como todo en esta
obra y en la IAP, la ensoñación no es pasiva sino de doble vía. Así como el grupo de estudio viaja
hacia el pasado, el tatarabuelo viene al presente y encarna las preocupaciones actuales del grupo,
en medio de su relato otorga consejos y emite consignas que brotan de su experiencia: “¡Tantos
politiqueros preocupados por sus puestos y ventajas, y aquí en Mompox quedándonos sin río, sin
comercio y sin comida! ¿Por qué, en vez de meternos en partidos políticos, los jefes no nos
organizan para tomar la tierra y el agua, y aprender a explotarlas mejor? Así defenderíamos bien
el río y sus riquezas, los peces y el transporte que nos da la vida” (HDCII: 54A). Tiempo pasado
y tiempo presente se reevalúan y recrean mientras los cuentos se echan, no hay historias
acabadas o memorizadas que solo se transfieran, al narrar se transforma. Tal como el río de
Heráclito: ni el pasado que se narra es igual al que pasó, ni el presente en que se narra es igual
El canal B de este segundo tomo es interesante porque asoma la resignificación que hace
Fals Borda del cuento del tatarabuelo, incluyendo la mención de Juan José Nieto. Como se dijo
antes, la vida de Juan José Nieto se monta en contraste con la Adolfo Mier Arias, pero dentro del
mismo canal A, como si todo saliera de la boca del tatarabuelo por haber sido Adolfo Mier Serpa
quien lo puso sobre la mesa. Los dos personajes emanan de la cosmovisión costeña tras el debate
acerca de la violencia que caracteriza a la nación. Ambos pertenecen a familias pobres, pero cada
uno escoge su senda: “Nieto, por circunstancias locales y personales, subió de posición social, se
politizó en las corrientes liberales y se preocupó por los problemas del Estado […]. Mier, como
87
miembro del ‘pueblo’ común, reaccionó con sencillez ante los acontecimientos diarios, y se
aferró a lo conocido, a la patria chica y la cultura popular…” (HDCII: 32B). La personalidad, los
valores y las actitudes ante las guerras del país que ambos demuestran le permiten al sociólogo
acomodadas y es humillado una y otra vez por diversos politiqueros y sanguinarios caudillos
como el general Tomás Cipriano de Mosquera, entre otros. La actitud civilista y las ideas
conservadores. Empero, una y otra vez también, Nieto se mantuvo ajeno al fusil y la escopeta
humillado por los Calvo e ignorado por el poeta Ortiz, frustrado en sus iniciativas
de progreso local y defensa de los artesanos que no podían resolverse sino a las
malas en Bogotá, el futuro caudillo costeño decide que hay que apelar a la última
La intervención en las armas no le trae beneficios a Nieto, esto sólo le provoca nuevas
Panamá y después exiliado en Kingston. Los años que permanece fuera de la política no le
extinguen su ethos pacífico y aptitud democrática, por lo que más tarde en 1848 volverá a
intentar en la política, pero esta vez atendiendo los intereses de la clase popular. Si estaba
88
forzado a tomar las armas, lo haría sólo en función de un propósito justo, el de proteger a los de
abajo. Luego de varias tribulaciones y revoluciones logra por fin llegar a la presidencia de la
Tan relevante como este último hecho resulta la trayectoria de Nieto como caudillo con la
cual Fals Borda compone su teoría: “La corta permanencia de Nieto en el gobierno como
caudillo, la forma abierta y accesible como actuó, la manera inusitada como abandonó el poder,
son indicaciones de que aquí tenemos entre manos a un dirigente político que no era como los
demás” (HDCII: 168B). En este punto, Fals Borda confiesa que él inicia su investigación con el
grupo de estudio pensando todo lo contrario, que Nieto sería un “general bravo, ignorante,
matón, cruel, maquiavélico e insensible” (168B). La versión de Fals Borda acerca de Juan José
Nieto se construye a partir del diálogo que entabla con los campesinos costeños y de ahí mismo
nace la idea del anticaudillo: “Un dirigente esencialmente humano, un jefe popular amante de la
derecho a la rebelión justa” (181B). El presidente Nieto porta la sangre y esencia costeña de un
ethos no-violento, a pesar de los golpes que recibe por parte de las masas acaudaladas y los
políticos de ambos partidos, su espíritu permanece intacto. El sociólogo toma la vida de Nieto
para establecer las causas y exigencias de una revolución justa y bien meditada, sin la
Gran parte del canal B ‒salvo algunas menciones‒ se dedica a la exposición de esta
teoría del anticaudillismo engendrada tras la resignificación del relato del tatarabuelo. La
segunda teoría de la praxis popular se desarrolla en un apartado extra al final del texto. En la
89
‘Mi abuelo Adolfo ‒el tatarabuelo de Álvaro‒ se conmovía mucho recordando
todos estos hechos; a veces tenía que resoplarse la nariz al aire y enjuagarla con
los dedos, de pura emoción’, nos aseguró don Adolfo Mier Serpa, recostado en su
silla de cuero frente a la piedra Palacín de San Martín de Loba, mientras la ‘niña’
absorbidos por el infinito relato, nos habíamos quedado allí como petrificados
(186).
Como sucede con la interrupción de la mesa redonda en el primer tomo, el grupo de estudio se
dispersa una vez da pausa el relato del tatarabuelo, las muñecas rusas salen una de la otra para
volver a la vida cotidiana. Tiempo después, el intelectual vuelve a Cartagena para darse por
enterado de que el retrato del general Juan José Nieto “no estaba colgado en parte visible” (188)
colocarlo en el salón principal del palacio y luego se conduce a San Martín de Loba a contarles
La “Despedida” en este tomo funciona como una especie de mesa redonda. La discusión
colectiva de los resultados de la investigación motiva ciertas ideas que se plantean entre todos,
una de las cuales es la praxis cultural: “Mientras los gamonales y caudillos de las clases
dominantes seguían por la senda del conflicto cruento y agresivo que consideraron ‘civilizado’
[…], muchas gentes trabajadoras, campesinas y pobres, con toda su llamada ‘ignorancia y malas
maneras’ […] cogían por otra vía: la de la defensa y expansión de la cultura y el saber populares”
(190). El itinerario de Adolfo Mier Arias escapando de la violencia de las guerras civiles por
90
propone esa otra vía posible que, tanto o más que el anticaudillismo, refleja el ethos pacífico y
democrático de la costa. El hecho de no haber teorizado esta senda de la praxis popular tanto
como la del anticaudillismo en el canal B sugiere que el intelectual delega esta tarea de
resignificación de la historia a los propios costeños. El relato del tatarabuelo es infinito porque
puede resignificarse tantas veces como la sociedad costeña disponga necesario: “¡Ya sabemos,
por lo menos, que la historia real del pueblo costeño se puede devolver de manera constructiva
para la educación política y estímulo cultural de la gente que la creó, de la que fue protagonista!”
(193). Los cuentos costeños pueden constituir armas de lucha sociopolítica e histórica. La IAP es
apenas un conducto que aboga para que el campesino costeño se percate de la agencia política
que poseen sus vivencias. Como tal, la IAP es una metodología de las sombras o de las
“ausencias” (Santos Una epistemología 87) si se quiere ver así. El título de la primera parte de
este segundo tomo es “El tatarabuelo a la sombra del caudillo”, el sociólogo contribuye con su
metodología a que el costeño rescate de la sombra aquello que no sabía antes que había estado
la costa, por el contrario, incita a la resignificación del relato del tatarabuelo y extiende una
invitación para preparar los siguientes tomos de la serie con el mismo espíritu que ha
caracterizado a los anteriores (HDCII: 193). Orlando Fals Borda arriba a la ladera del río San
Jorge con ese espíritu herencia del pasado, visitando los mismos sitios que en otros
91
Depositar la atención en el echador de cuentos costeño y el legado de sus ancestros no es
algo nuevo, de hecho, es una tradición que pudiera rastrearse incluso desde antes de los Buendía,
pero Fals Borda reconoce como antecedente la labor de Gabriel García Márquez. Lo menciona
imaginación del novelista (HDCII: 58B) y después lo utiliza en su tercer tomo Resistencia en el
San Jorge (1984) de varias maneras. Tan pronto abre la narración en el canal A, el intelectual
toma prestado el adjetivo macondiano para describir lo que observa: “Jegua es un Macondo
pequeño, el mundo reducido del aguante portentoso y mágico de la gente que allí habita jugando
ruleta permanente con la vida, y ganando al azar, de vez en cuando, la licencia de porfiar con la
muerte” (HDCIII: 20A). A medida que avanza en su recorrido por el San Jorge el adjetivo
macondiano se repite una y otra vez para reforzar esa tenue línea que aquí casi no se distingue
entre la magia y la realidad. Más adelante, señala el uso que hace de la obra Crónicas y
reportajes (1978) del autor para trazar los aspectos culturales de la región. Así, Gabriel García
Márquez está presente en HDC en más de una manera, casi como pilar fundante de la IAP por el
asunto de la imputación, como fuente histórica fiable y como evocación macondiana que vela
por la narración del canal A con el propósito de enfatizar esa genealogía familiar.
En el tercer tomo los campesinos costeños salen de las muñecas rusas para resignificar el
entorno en cuerpo propio, en un particular juego de espejos. Sin explicar mucho cómo sucede ni
dar pistas de cómo llega ahí, Fals Borda se topa “mágicamente” en el canal A con el cazador de
tortugas galapagueras o hicoteas, Rafael Martínez. Como antes hizo Adolfo Mier Serpa con la
mariapalito, y más antes Sebastián Arroyo con la cultura anfibia, aquí Rafael Martínez ofrece el
término que sirve como base para orientar la investigación. Tan azaroso y espontáneo como los
casos previos, a partir de una conversación informal entre ellos ‒sociólogo y costeño‒ se
92
estudian los rasgos de las hicoteas y se estrechan los hilos con la cultura riberana. La hicotea se
gente de la ladera:
‘Hablando contigo ‒añade en medio del fogaje‒, siento este problema en carne
viva. Pero fíjate que aguantar no es sufrir. Aquí donde me ves, no me siento
a puños, de responderle a los ricos. […] El aguante no nos acaba, pues es parte de
terrones de los playones secos, para pasar el verano. Duran allí tres o cuatro meses
las babillas que se las quieran tragar; hasta cuando llega la lluvia, sube el agua
otra vez, y salen de los escondites flacas y huesudas, pero contentas, a repetir el
Los cuentos que echa el campesino costeño a Fals Borda lo sitúan en su propio cuerpo, en carne
viva, desde donde es capaz de observarse con sus propios ojos. Donna Haraway, se refiere a la
visión del subyugado como una posición no exenta de reexaminación crítica y deconstructiva:
“We need to learn in our bodies, endowed with primate color and stereoscopic vision, how to
attach the objective to our theoretical and political scanners in order to name where we are and
are not, in dimensions of mental and physical space we hardly know how to name” (582). En
este tercer tomo, el campesino costeño habita el cuerpo de la hicotea para nombrarse a sí mismo
93
y su entorno, pero no lo hace solo sino a través de conversaciones compartidas (Tuhiwai Smith
2012; Haraway 1988) que aquí funcionan como espejos concientizadores. Sabemos que la obra
resultados, pero, en este caso, ambas aparecen de forma simultánea. La estructura de los dos
primeros tomos es muy similar, hay un grupo de estudio informal y espontáneo que se divide las
tareas de investigación, el grupo se disemina y cada uno recopila los datos correspondientes,
colaborativa se distribuyen en una mesa redonda (en el primer tomo) y una despedida (en el
segundo tomo). La IAP de estos dos primeros tomos se asemeja al proceso de decantación, toda la
información del grupo de estudio se filtra colectivamente hasta sedimentar los resultados. Sin
En el artículo “Mi historia de vida con las historias de vida”, Alfredo Molano insiste en
Creo que aquí se encuentra otra gran ventaja de las historias de vida. Para la gente
reestructurado, y nada produce más conciencia que verse uno tal cual es. Creo que
conciencia por parte de la gente inmediata, y también por parte del investigador.
Porque si este último mira con cuidado una historia de vida, encuentra parte de su
vida y parte de los elementos que maneja y que se hacen visibles con la
94
que una diferencia aparente, porque los afanes, toda la vida subjetiva y afectiva,
las ilusiones, los sueños, son en parte los mismos, y entonces la historia de vida es
Resistencia en el San Jorge es una colección de espejos reestructurados donde los campesinos
echan cuentos mutuamente, así cada cual toma conciencia de sí mismo y su actuar en el mundo
1990; Archila 1984, 1986) por asumir que el saber costeño está por encima del occidental como
si aquél hubiera permanecido aislado y sin dejarse mancillar por el capitalismo y la modernidad.
No dudo que por momentos esto parece así, pero considero que el sociólogo reconoce los yerros,
defectos y manías tanto de los costeños como de sí mismo. Específicamente, en este tomo que
funciona como espejo, Fals Borda está en constante contradicción consigo mismo, la tensión
colaborativa es más clara aquí. En ciertos escenarios el sociólogo se muestra molesto con la
actitud indolente del costeño: “Le contesto, irritado, para dar rienda suelta a mi frustración de
activista” (HDCIII: 130). No percibo ese maniqueísmo, ni una exaltación del actuar costeño,
preveo más bien la síntesis cultural que vengo defendiendo hasta ahora: “El saber más elaborado
conocimiento de éste adquiere un mayor sentido en el de aquél. Todo esto implica que sólo a
través de la síntesis cultural se resuelve la contradicción existente entre la visión del mundo del
liderazgo y aquella del pueblo, con el consiguiente enriquecimiento de ambos” (Freire 239). En
HDC la visión del habitante costeño adquiere un mayor sentido, lo cual no quiere decir que éste
95
Más allá de un análisis del impacto económico y sus estructuras sociales, el capitalismo
aparece aquí por una cuestión óptica, por eso el sociólogo recurre tanto a Luis Striffler cuyos
“ojos imperiales” (Pratt 1992) describieron antes que él los caseríos del río San Jorge. La faz del
espejo ante la cual se enfrenta el campesino costeño estará compuesta por los prejuicios del
sociólogo y ciertas observaciones de Luis Striffler, pues como solicita Haraway, el campesino
costeño tiene que entenderse dentro de ese sistema desde su propio cuerpo para nombrarse.
Mientras que, tanto sociólogo como explorador se deconstruyen ante la imagen de las hicoteas en
La hicotea encumbra dos cualidades del pueblo jeguano que se extienden por toda la
costa. Cuando la tortuga se esconde debajo de los terrones durante los meses de verano ejercita el
aguante, ya que “sabe esperar para satisfacer sus necesidades” (HDCIII:26B). Una vez que pasa
el verano y llegan las lluvias, la tortuga sale a rebuscar o “trabajar con los elementos que le
ofrece el río, la ciénaga, la sabana y el bosque” (HDCIII: 25B) para sobrevivir y dar inicio de
nuevo al ciclo.
carácter onírico. Así como el tropiezo fortuito con Rafael Martínez, los demás cuenteros
aparecen de la nada en escena, pero siempre realizando alguna actividad. He aquí el primer
choque con Striffler, quien anota durante su viaje que “la mayor parte del tiempo lo pasan en una
inacción completa. El reposo es todo lo que saben ambicionar…” (41). El explorador concibe las
laderas del río San Jorge como espacios vacíos y silenciosos, pero Fals Borda y los costeños
demuestran lo contrario. A cada paso que el sociólogo da se topa con un costeño pescando,
sembrando, cazando o cocinando, como si éstos brotaran de la naturaleza y pulularan las laderas.
No hay indicadores en la narrativa que muestren en qué momento llega con otros echadores de
96
cuentos o en qué momento los abandona, únicamente van apareciendo estas conversaciones que
denotan ‒y connotan‒ situaciones históricas de aguante y rebusque. Por otra parte, a pesar de que
los datos que se acogen de los nietos de la región provienen de cartas, apuntes, notas de campo y
audios, en el texto se montan en escenarios dinámicos donde los costeños desempeñan sus
oficios y labores. Las conversaciones de este tipo abundan en el texto, el sociólogo retrocede
hasta la cultura zenú y los resguardos indígenas para matizar la metáfora de la hicotea, sin
embargo, aquí elijo sólo tres casos para ejemplificar mi idea del espejo concientizador: la técnica
de embalse de Julio y Lucho, el Cristo Milagroso de Carmen Cárcamo y las huellas activistas de
sequía, los pozos y los arroyos de las sabanas se vacían, y el ganado tiene que trasladarse hacia
las ciénagas para abastecerse de agua y comida. Después en el invierno, entre abril y noviembre,
se desata la época de lluvias, lo seco se reverdece, pero el río crece y las ciénagas se inundan, por
lo que el ganado debe cruzarse a lo alto de las sabanas. Según le cuentan Eusebio Sierra y Emilio
Olmos a Fals Borda “los españoles no sabían llevar el ganado mayor de un sitio a otro” (HDCIII:
58A) porque la técnica de embalse no era cualquier cosa y se requería un conocimiento del
medio. De acuerdo con Luis Striffler, la época de lluvia hace que el suelo se convierta en un
fango líquido y que este inconveniente “podría allanarse fabricando un suelo más resistente y
poniendo todo bajo techo; pero todo eso ocasionaría un trabajo que esa gente no quiere tomarse;
y se resignan a trabajar y a hacer trabajar a sus animales, en medio de mil trabas naturales que le
97
son perjudiciales” (12). La narración del canal A demuestra que quienes en realidad no conocían
el medio eran los españoles, a quienes la naturaleza les perjudicaba pues perdían el ganado por
Aquí se acentúa el conocimiento natural del riberano, pues es quien termina inventando la
conversación, aparecen frente a ellos “montados los mozos zambos Julio y Lucho, el primero
como guía a la cabeza del hato que se mueve hacia el caño de Mitango para pasarlo al otro lado
del río, y el segundo arriando los animales morosos” (HDCIII: 58A), desempeñando la labor que
explican los cuenteros Sierra y Olmos, como si sucediera en vivo. Los campesinos costeños
pueden verse en la acción de Julio y Lucho y en cómo han sido capaces de rescatar al español
con su propio conocimiento del medio natural, que, por cierto, en ningún momento les representó
una traba. En el canal B se coloca una fotografía grande donde aparecen dos costeños llevando a
cabo esta proeza. La información contenida en los cuentos se puede ver en la voz de Sierra y
Olmos, en el acto de Julio y Lucho, y en la fotografía del canal contiguo. Aunque, también se
puede escuchar en los cantos que surgen mientras se realiza el embalse: “En efecto, no puede
haber viaje sin canto, y las silbantes cadencias de los vaqueros penetran las madrugadas en el
paso de Mamatoco” (HDCIII: 58A). El ciclo ecológico de las lluvias induce una adecuación por
parte del riberano que permea sus actividades laborales y culturales. Alguna vez dijo Striffler que
“nadie canta; los niños juegan sin hacer bulla, y ni los animales domésticos se permiten dejar oír
la voz característica de su especie” (49), en la siguiente sesión de este trabajo veremos cómo es
que los campesinos costeños todo lo cantan. La técnica de embalse es reactivada en esta
98
Cristo Milagroso de Carmen Cárcamo
La viuda de David Nassir, uno de los primeros turcos que arriban a Jegua, le cuenta a
Fals Borda del Cristo Milagroso de San Benito Abad. El encuentro con otros cuenteros en el
camino despierta el interés del sociólogo por el aspecto mágico, sobrenatural y religioso de la
región, de ahí su afán constante por compararlo con el Macondo de Gabriel García Márquez.
Antes de arrojarlos por la borda como hiciese Striffler y otros intelectuales, o condenarlos de
ingenuos y profanos, Fals Borda toma estos elementos para patentarlos como una alienación
positiva: “Se trata del humano afán de asirse a algo tangible y conocido para salvarse de un
peligro, sobreponerse a un atolladero y resistir los embates de la mala suerte, así esté más allá de
lo común” (HDCIII: 28B-29B). Todo aquello que el riberano cuenta presupone fidelidad puesto
que éste no invierte tiempo contando aventuras de gente que desconoce o que poca importancia
tiene según su marco referencial, es decir, el echa cuentos revela lo que desea que sus nietos
conozcan, hagan y usen. No hay necesidad de evaluar los cuentos en términos de verdad o
mentira, ya que valen simple y sencillamente por tratarse de las “percepciones internas” (Rivera
Cusicanqui “El potencial” 23) de la comunidad. Cuando Fals Borda conversa con Carmen
Cárcamo estas percepciones internas son contrapunteadas con el conocimiento propio del
sociólogo, gestándose en esta acción ese mutuo reflejo concientizador del que habla Molano.
Vidales, el sociólogo está en su casa y de fondo se escuchan los gritos de los nietos. No obstante,
en el texto no aparecen en la casa de Carmen, sino en un escenario imputado que activa los datos
que recibe de ella.20 La entrevista redunda en explicaciones religiosas acerca del Cristo
20
C/OFB/GM 14. Enero 24, 1982.
99
Milagroso de la villa y todo lo que éste hace por sus fieles seguideros, por lo que en el canal A
puerta de la casa cural y nos conduce al Santuario aún desocupado de los devotos
que a diario llegan a la basílica menor de San Benito para pagar promesas. La
niña Carmen se cubre la cabeza con una chalina y sube los escalones que llevan a
la gran imagen crucificada, por detrás. Yo la sigo. De pronto, ella saca del seno
unos algodones y empieza a sobar con éstos la canilla del Cristo. Sube un escalón
más y hace igual por encima del faldellín de terciopelo, por el vientre. Desciende
luego, como en éxtasis, con los algodones colocados en la sien. Haz lo mismo, me
ordena con la mirada. Y así, como hipnotizado por la unción, brindo también
desigual de la efigie, donde antes algún creyente raspó con una tapa de Cocacola
Al otro lado en el canal B, Fals Borda toma el discurso de Carmen Cárcamo en relación
con el Cristo Milagroso para explicar su idea de sincretismo religioso y teorizar el aguante como
una alienación vital, positiva e inherente a la cultura riberana. El ritual del Cristo Milagroso,
enriquecido con las fotografías de las procesiones que se colocan en el canal B, se adhiere a las
experiencia de Carmen Cárcamo y los otros costeños: “Se ve así la alienación en el San Jorge,
100
teóricamente, como algo inherente a la cultura en las condiciones actuales del ‘reino de la
necesidad’ (Marx), que puede ir adoptando diversas modalidades” (HDCIII: 45B). En este
mismo diálogo, pero a la inversa, el sociólogo le ofrece a Carmen las observaciones de Luis
sostuvo, en efecto, que ‘tales penates no pueden ser otros que los ídolos de barro
de los indios que los santos del cristianismo no han podido desterrar’. Por lo
que haber sido tallado por un artista indígena. Además, el mismo crítico tuvo el
Carmen Cárcamo se ríe de Striffler y reafirma que el Cristo no era barrigón y que el señor
francés estaba equivocado, que había debido confundirse “con el abultado faldellín que cubre la
narración, pero en el audio Carmen dice también que el Cristo era moreno como su gente y que
por eso se le quiere tanto, porque les pertenece. En una escena tan vívida, pero simple, se deja
ver el juego de espejos del tercer tomo. El sociólogo revive lo que le cuenta el costeño acerca de
la religión para reformular las ideas de Marx y otros teóricos, mientras que el costeño evalúa por
sí mismo lo que se dice de ellos y sus tradiciones, corrigiendo la versión de otros y resaltando la
suya. Por otra parte, la movilidad de Carmen Cárcamo mientras narra posibilita la resignificación
101
de su historia en tiempo presente. Al echar el cuento del Cristo en compañía del sociólogo y
navegando por la basílica se recrea colectivamente aquello que se narra. De tal manera que, al
echar el cuento en comunión no sólo se reactiva la historia del costeño, sino que se va haciendo
nueva historia entre los dos, el nuevo escenario colectivo resignifica la vivencia contada.
través del cual el sociólogo ilustra el proceso investigativo que defiende con tanto ahínco. El
sociólogo se adentra en las comunidades y las teoriza desde un marco referencial compartido,
como si al unísono Carmen Cárcamo contara su vida y él replanteara sus propios conocimientos
para ajustarlos al servicio del otro. Asimismo, él comparte con los campesinos lo que él conoce
acerca de la historia “oficial” para que ellos vayan creando conciencia del papel que desempeñan
como agentes históricos y de la significancia de sus proezas. En este caso, el ritual tan vívido del
Cristo Milagroso ejercido por Carmen se superpone a los comentarios ahora triviales de un
Lo que el pasado deja, dice Elizabeth Jelin, son huellas, pero “esas huellas, en sí mismas,
no constituyen ‘memoria’ a menos que sean evocadas y ubicadas en un marco que les dé
sentido” (30). El tatarabuelo Adolfo Mier Arias y el abuelo Adolfo Mier Serpa vuelven a hacer
acto de presencia en este tercer tomo mientras se exponen los ataques de los nuevos burgueses y
exploradores extranjeros en Jegua. El primero como si nunca hubiera pasado el tiempo y siguiera
contando desde el cuerpo de su nieto: “Como venía diciendo, con la muerte de mamá Tina y el
incendio de El Carmen de 1865 pensé regresar a Palomino y reanudar mi vida como campesino”
102
(HDCIII: 103). Curiosamente, estos extractos de Mier que continúan aquí exponen los
acontecimientos tras la muerte de Juan José Nieto, como si aquel relato del segundo tomo se
escenario permite la resignificación de una vivencia particular, por eso cuando el tatarabuelo dice
“Esta política es como una fogata de cagajón: siempre está ardiendo y siempre es mierda,” (104)
La voz del tatarabuelo es un vehículo de reflexión legitimado por el propio riberano. Aun
así, Striffler se atrevía a establecer como regla general que en el país “no existe culto del pasado:
los hijos apenas se acuerdan de sus padres y jamás de sus abuelos: los difuntos no tienen, pues,
otro medio de pasar a la posteridad sino atemorizando algún lugar con la exhibición de su
espectro” (36). El “espectro” del tatarabuelo resucitado es en HDC un medio de evocación del
pasado, se constituye como teoría histórica que las nuevas generaciones estudian, discuten y
durante otros siglos, entonces el abuelo toma la vida de su abuelo para contestar que lo mismo
sucedía en otras partes de la costa donde él vivió. Los relatos paralelos van creando una
riberana. Luego, cuando la narración alcanza tiempos y problemáticas más actuales, el abuelo
cita la vida de su tío Francisco Serpa y su primo Carlos Aislanth. El juego de espejos aquí es
interesante, tal parece que Adolfo Mier Serpa hace con la vida de su tío y su primo lo que el
103
sociólogo hace con los campesinos costeños, recurrir a ejemplos puntuales para analizar
las Tierras de Loba y establecer su empresa American Colombian Corporation, la cual rechazan
los ocupantes de la región momposina: “Resultó dura [la empresa de los norteamericanos]
cuando los vecinos, colonos y ocupantes de la región momposina descartaron el complejo del
dejao y empezaron a organizarse para defender sus tierras” (HDCIII: 172A-173A). Cuando Mr.
Cannon intenta apropiarse de los playones de San Martín de Loba se inicia la “guerra de La
1920.
abuelo Mier. Según lo que cuenta Aislanth, el activismo de Serpa y el suyo surge del azar, se
habían puesto a festejar que los vecinos de Loba organizaron las Juntas de Defensa Territorial
para abogar por sus derechos a la tierra. Durante el festejo son reprendidos por el alcalde y huyen
al monte, para después organizarse desde ahí contra el imperialismo norteamericano: “Serpa nos
organizó entonces, diciéndonos: ‘Mientras uno esté con la pata puesta en el pescuezo, huele a
pecueca’ […] Los lobanos íbamos, pues, arrancando el pasto, de los gringos y haciéndoles
muchos otros arrestos. Fue el comienzo de la primera liga o sindicato campesino que hubo por
aquí” (180A). La guerra de La Burrita se gana después de algunos años, aunque luego vendrían
104
En el audio de la entrevista a Carlos Aislanth se escuchan dos frases que pudieran pasar
por lo implícito que se ajusta después en el texto.21 Carlos Aislanth no aparece en HDC como
personaje, pero sí como constructo heroico autorizado y legitimado por la voz del abuelo Mier.
Hacia el final del audio, Carlos reconoce “bueno, aquí tienes pues, ya usted mañana me va a oír
hablando allá y su señora y su familia sin saber quién soy yo” en un eco de anonimato que sólo
es posible romper cuando alguien más eche el cuento de él. Por este motivo, Carlos no aparece
en la obra como el que narra, sino de quien se narra. Adolfo Mier Serpa es el bastón que le sirve
a Fals Borda y a los costeños para reflexionarse mutuamente y para recrear héroes locales más
humanos y más cercanos a sus necesidades, tanto sociales como epistémicas. En el texto, quienes
se colocan como ejemplos son Aislanth y Francisco Serpa, personas que fueron contadas por
otros, como diría Benita Vidales en su audio, son los demás a través de la echada de cuentos
La segunda frase tiene que ver con el fracaso de las ligas campesinas organizadas por
Francisco Serpa. Cerca al minuto 40 de la grabación, Carlos señala que lo de su tío no echó
raíces por su “mala organización” y confiesa que la idea de las ligas en realidad fue suya y que
hacia otro lado, su habilidad musical. De tal forma que, en HDC se le brinda más relevancia a
Francisco Serpa como músico y organizador de festivales que como líder sindical. Cuando
aparece como personaje es para acentuar este aspecto musical de la obra, por ejemplo, en el
primer tomo es quien lleva el mando de la tradicional Danza de la Conquista (HDCI: 37A).
Asimismo, los errores que Carlos percibe en las acciones de Serpa ‒el individualismo y la
21
C/OFB/GM 23. Agosto 20, 1980.
105
malversación de fondos‒ se muestran como las causas principales del fracaso de otros proyectos
Las personas que son narradas por otros en este tercer tomo se “pluralizan” como espejos
reflexivos ante los cuales el costeño se ve a sí mismo y su entorno de forma orgánica, es decir
con todas sus virtudes y también defectos: “¡Díganlo los Julios y Luchos de esa época!”
(HDCIII: 61A) o “Para no hablar de Fichtes, ¿será que faltan Aislanths y Serpas en los
macroniveles de la formación social nacional que, como los dirigentes de Loba, hayan aprendido
de la historia viva que hay que defender y luchar por lo que somos y queremos ser?” (HDCIII:
181B). Esto último tiene tal impacto en el sociólogo, que en el siguiente tomo habrá de
región. Hacia el final del tercer tomo aparece una alusión a los espejos negros que versa así: “Por
eso, las calles desiertas de las dos ilustres villas, los escombros de sus casas, el desplome de sus
torres, la humillación, desorientación y éxodo de sus familias eran como negros espejos donde se
(HDCIII: 163A). Los campesinos costeños pueden ver en su entorno el efecto del capitalismo
lujo de enfrentarse al reflejo del costeño para reflexionar acerca de su actuar en el mundo. HDC
no es sino un gran espejo que induce a la reflexión de uno mismo, aunque faltaría definir con qué
ojos lo vamos a ver, porque como diría Dona Haraway: “Vision is always a question of the
power to see ‒and perhaps of the violence implicit in our visualizing practices” (585). Con esta
106
Lo que el espejo nos dejó
El último tomo El retorno a la tierra (1986) deja sentir una pulsión más cabal hacia la
autorreflexión. El recorrido aquí inicia desde el resguardo indígena de San Andrés de Sotavento
hasta la capital de la provincia en Montería. Igual que en sus otros viajes, el sociólogo se va
topando con varios echa cuentos que delinean la historia de los sitios que visita. Luego viene la
de algún animal costeño que encauza la investigación. La diferencia es que en este tomo la
personificación viene de una echa cuentos a quien se entrevista cerca de 1972 como parte de las
tareas de la Fundación del Caribe y además se ubica dentro de las notas de campo que el autor
integra a la narración del canal A. El resuello de las hormigas arrieras viene de Juana Julia
Guzmán, pieza clava para la IAP y detonante de la reacción en cadena que da origen a este
proyecto (Parra Escobar 1983). Juana Julia fue un personaje protagónico de las historietas de la
Mujer en Montería en 1919 y dirigente del Baluarte Rojo de Lomagrande, institución que
después Fals Borda intenta implementar con los miembros de la ANUC. La vuelta a este personaje
que se involucró directamente en la lucha agraria de los años veinte es indicio de otro recorrido
que sucede a la par, pero en retrospectiva. La cuarta entrega de esta serie es una espiral
peligrosamente a Mr. Kurtz de The Heart of Darkness (1899) de Joseph Conrad. Si en los otros
tomos se observaban sedimentos de trabajos previos, aquí se vive más de cerca una extensiva
intertextualidad. El incluir sus notas de campo de 1972 a 1974 en la narración del canal A lleva
107
como propósito la reescritura del pasado en un nuevo contexto (Hutcheon 298), siendo ese
Ironically, the most useful part of the Historia doble for historians is found in
Volume 4, when Fals momentarily abandons his task of analysis and inserts in
Channel A a kind of personal diary of events based on his almost two years of
activism in the agrarian struggles of the early 1970s. Here, in his old role of
El acomodar las vivencias con fechas y proporcionar datos desde la aparente óptica del
abandona su labor analítica y brinda material impoluto. Irónicamente, como diría Bergquist,
estas notas de Fals Borda dejan de ser de Fals Borda y no hay nada en HDC que esté más
“contaminado” que éstas. Al respecto de la intervención de Bergquist, Fals Borda responde que
éste leyó mal sus notas de campo, porque contrario al papel de observador-participante, lo que
allí intentó hacer fue criticar a los intelectuales revolucionarios y criticarse (“Comentarios” 233).
viewed as the discovery of hetero-referentiality, is the first step towards the recognition of the
epistemological diversity in the world” (“Introduction” xxi). La traslación de las notas del
108
descubre en comunión. El camino que anduvo el sociólogo por aquellos años de 1972 a 1974 lo
vuelve a andar en compañía del campesino costeño, así como hizo él con Carmen Cárcamo o
Adolfo Mier Serpa, ahora es Fals Borda el echa cuentos y sus notas los cuentos que toca
deconstruir en conjunto.
por los echa cuentos que conoce en sus posteriores recorridos. Asimismo, en el archivo se
deposita un cuaderno manuscrito por Moisés Banquett, líder regional del movimiento campesino
en los setentas, donde aparece como título “Qué papel hizo Orlando Fals Borda en esta lucha.”22
Lo anterior me lleva a inferir que el diario que compone el sociólogo en el canal A de HDC sufre
también de una imputación ‒producto de una imaginación compartida‒ que permite plasmar en
éste la percepción que tenía el campesino del sociólogo y de su labor durante los años setentas.
Al entrelazar la imagen del campesino con la suya con respecto al movimiento agrario se
(co)evalúan los comportamientos y actitudes de ambos. Mientras el diario corre por el canal A,
en el canal B se van citando sus fuentes como notas al pie, no sorprende entonces que una de
esas fuentes sea Historia de un campesino emigrante (1977), las memorias de Moisés Banquett.
Así que más que tener a un observador-participante como sugería Bergquist, el diario acarrea con
de 1972 (HDCIV: 174A) cuando la información se complementa con los cuentos de Edison
setas y las tradiciones que tenían los riberanos de llevar sus demandas y quejas a los árboles de la
22
CDRBR/M Caja 19 Carpeta 03 Folio 6163-6167.
109
región.23 Justo debajo de estos datos aparece una frase con otro color de tinta y en corchetes que
dice “Demandas ante palo de totumo contra gusanos” y ahí queda. El sociólogo no anota más y
La desconfianza en las políticas oficiales es tan profunda que los campesinos han
tienen la ceta de asignar alma o vida humana a ciertos árboles (sangregao, totumo)
y considerarlos como alcaldes ante los cuales se llevan las quejas cívicas. Por
ejemplo, en una casa tan invadida de chinches que no podían combatirlos sino en
acción vecinal conjunta, la abuela ordenó al niño Edison Arteaga que se vistiera
menciona a la abuela de Edison Arteaga, pero en el diario que aparece en HDC se recapitula la
conduce al costeño a inventar fórmulas naturalistas, quizás la creación de una política que
contemple otras visiones del mundo sería más justa y democrática. Una política confiable
23
CDRBR/M Caja 05 Carpeta 02 Folio 1756.
110
política de la ANUC y a la del propio Fals Borda les hizo falta girar la mirada hacia vías
reflexión y una reflexión sin acción como en su momento lo dedujo Paulo Freire (1970).
En la nota del catorce de abril, el sociólogo recapacita sobre esto último de asumir una
acción sin la reflexión pertinente. Después de reconocer que el INCORA se ha quedado sin apoyo
entre corchetes: “[La tendencia al ‘aburguesamiento’ del campesinado, como de otras clases
sabe…]” (HDCIV: 175A). Los puntos suspensivos de la nota dejan ver mucho más allá de su
fecha específica. El uso del término aburguesamiento enlaza la experiencia activista de 1972 con
lo que se explica a detalle en el tercer tomo publicado en 1984, es decir, la cuestión del
comunidad como tal. Las novedosas reflexiones del autor en 1984 tras su visita a las laderas del
San Jorge se adhieren a sus notas de 1972 para matizar la percepción que nace luego de la
síntesis cultural. El activismo previo a HDC es reevaluado después de las vivencias que
Dos entradas después, en la nota del diecisiete de abril se sugiere que la IAP es un método
que surge desde el corazón del movimiento. Obviamente esto no es nuevo, Fals Borda lo viene
repitiendo desde que se funda La Rosca, pero aquí se coloca en una nota de campo de 1972 para
comprenderse: “Los dos dirigentes los ‘paran en seco’ aduciendo que lo económico también es
111
práctica política. Y añaden que la ‘línea’ no debe imponerse desde arriba sino que se aprende de
las bases. [Este principio ‘de las bases hacia arriba’ se ha confirmado universalmente y
constituye una de las tensiones dialécticas más productivas del método IAP]” (HDCIV: 176A). El
principio que la IAP universaliza emana de la boca de los dirigentes costeños, no del sociólogo.
La IAP de cierta manera les pertenece a los campesinos costeños por haber sido ahí donde se
establecen y moldean sus pilares. Lo cual deja ver que el conocimiento vivencial del costeño es
Ahora bien, yo también retorno a Juana Julia para explicar que en estas notas también se
reflexiona sobre esos héroes que fueron acogidos en el pasado, pues se les imputan nuevas
1972 aparece la mención de Juana Julia a la cual refiero al inicio de esta sección: “Con ella
hemos venido trabajando desde mayo, y ha asistido a algunas reuniones y asambleas. En una de
éstas dijo cómo le complacía ver que ‘están resollando otra vez las hormigas’ del campesinado
dentro del archivo aparece alusión alguna a estas hormigas. Donde sí aparecen las hormigas es
antes de introducir el capítulo que contiene estas notas de los setentas, de la boca de una anciana
Nosotros los pobres somos como hormigas trabajando día y noche para construir
larga y pegajosa que mete por el hueco, saca las hormigas, acaba con lo que hay,
y por fuera borra el montoncito de la entrada con sus uñas asesinas. Cuando el oso
112
se va, como esa es nuestra vida y nuestra suerte, quedamos locos otra vez
reconstruyendo el hormiguero ahí mismo, pues no nos dan ganas ni de irnos a otra
No se puede comprobar que la personificación de las hormigas pertenezca a Juana Julia o a esta
otra señora de San Pablo o si la señora de San Pablo es en realidad Juana Julia. Lo que importa
aquí es que la proyección de las hormigas se imputa en un personaje que ya antes había sido útil
a la causa campesina. Ahora Juana Julia atraviesa un proceso de resignificación en HDC siendo
Julia y Orlando Fals Borda ‒y todas las demás hormigas‒ se crean y se recrean en este juego de
El diario de campo imputado en el canal A muestra que las creencias y vivencias de los
campesinos costeños son tan reveladoras como el decurso de las acciones de la ANUC y tanto o
más relevantes en la construcción de un aparato político más eficiente y una metodología más
comprometida con epistemes alternativas: “No debemos olvidar que una de las metas
cognoscitivas de este método es producir ciencia a un nivel superior de inteligencia con respecto
campo del último tomo es el broche de oro de este proyecto orgánico, una síntesis cultural donde
fechadas bajo una “lógica histórica” son ahora parte del correo lenguaraz costeño.
113
En una de sus entrevistas, Joanne Rappaport le pregunta a Matilde Eljach, una estudiante
que pudo acompañar al sociólogo durante sus recorridos por la Costa Atlántica, acerca del
trabajo que realizan en conjunto y el tipo de interacción que tienen con los campesinos.24 Eljach
confiesa que a pesar de haber aprendido mucho de él, una vez que sale del terreno e intenta
aplicar la misma metodología en una zona suburbana de Barranquilla no corre con la misma
suerte:
No se puede aplicar eso igual porque todos los contextos son muy diferentes. […]
marginal urbana fue que no se puede aplicar las metodologías en lo abstracto, que
mismo proceso.
Como tal, se sabe ya que la IAP no puede suministrar los mismos resultados al ser aplicada
arbitrariamente en diversos contextos, ya que cada comunidad posee referentes propios que
alimentan el método. Por esto mismo me atrevo a sugerir que la IAP de HDC es una metodología
macondiana, donde la familia tiene un peso ineludible y donde el abuelo y el nieto constituyen
y sus respectivos nietos no tendríamos ese acceso privilegiado a la historia de la costa. Muy
24
Julio 15, 2009. Popayán, Colombia.
114
macondiana, el ambiente y el sistema de conocimiento distan de lo preservado en la costa
colombiana.
Curioso porque cuando Walter Benjamin realiza su estudio del “storyteller” repite que la
actividad de echar cuentos requiere una relajación mental: “The activities that are intimately
associate with boredom are already extinct in the cities and are declining in the country as well.
With this the gift for listening is lost and the community of listeners disappears. For storytelling
is always the art of repeating stories, and this art is lost when stories are no longer retained”
(367). En la Costa Atlántica, el campesino vive a tono con los ritmos de los ríos y las aguas, de
ahí es que nace y se nutre el complejo del dejao comentado brevemente en la mesa redonda: “Las
actitudes vitales de esta pauta cultural se expresan en el ‘dejar’, esto es, en permitir que se hagan
las cosas o avancen por inercia un poco antes de comprometerse en firme y personalmente con
ellas. Es como una racionalización del mañana” (HDCI: 159B). El habitante costeño se acopla a
ese ritmo relajado de vida, como agua que fluye por su cauce sin interferir en cauces ajenos, la
inercia del dejar ser. El ambiente riberano ‒sin ser aburrido, pero sí dejado‒ hace factible que la
echada de cuentos se institucionalice entre los costeños como sistema de conocimiento y forma
de vida. No podría afirmar que este haya sido el caso en la zona suburbana de Barranquilla, pero
tal vez Eljach no tuvo la misma suerte rastreando los cuentos de los abuelos porque el ambiente
no lo permitía o porque echar cuentos no era una prioridad o una institución reconocida por sus
agentes. En HDC es a través de los cuentos que germina la comunión transformativa entre la
115
Sesión 2. Naturaleza antisolemne
por el encuentro azaroso ‒y ruidoso‒ con los cuenteros de la región. Al melódico vaivén de sus
voces se le suman los resoplidos de algún caimán bogando por el río Magdalena o los
tamborazos festivos de sus abundantes celebraciones. Historia doble de la Costa es una obra que
suena. Cuando Fals Borda visita a Carlos Aislanth, el primo de Adolfo Mier Serpa, en San
Martín de Loba en 1980, le pregunta acerca de las ligas campesinas organizadas por su tío
Francisco Serpa en 1920, a lo que éste responde: “Él [Francisco Serpa] no tenía idea sobre esas
cosas; sino que este pueblo, Don Orlando le voy a decir, cada uno aquí ha vivido de sí, aquí no
hay organización ni hay nada, ni la inventen porque no la siguen. Si usted quiere ver que el
pueblo se reúna ahora, póngale una música… eso somos nosotros”.25 Comentarios de este tipo
priman los apuntes y grabaciones del acervo documental en la ciudad de Montería. No hay
echadas de cuentos ni mamadas de gallo sin algún verso o canto que le acompañe. Contrario a lo
que alguna vez auguró el alsaciano Luis Striffler en 1880, el costeño se caracteriza por su
De acuerdo con Silvia Rivera Cusicanqui, la lógica instrumentadora de la IAP, bajo las
directrices políticas de la ANUC, se legitima “por un enfoque teórico que supone la posibilidad de
una representación del campesinado-indio por parte de individuos o grupos de otra extracción
social y cultural” (“El potencial” 21). Lo cual, según indica la autora, ignora la naturaleza
epistemológica de las bases, pues sus demandas y necesidades se formulan desde fuera. De cierta
manera, el mismo Fals Borda reconoce este yerro al asumir que fueron los propios investigadores
25
C/OFB/GM 23. Agosto 20, 1980. Minuto 44:08.
116
quienes terminaron por definir las metas de trabajo durante su participación con la ANUC. En la
evaluación que hace Leon Zamosc sobre la labor del sociólogo y la IAP durante los años setentas,
llevar a cabo:
Según Fals Borda, el conflicto político frustró esta posibilidad, lo cual demostró
gremiales que se mueven a nivel de bases. En relación a esto último, Fals Borda
admitió que buena parte del problema tuvo que ver con el hecho de que los
necesidades y exigencias de las bases vuelven a ser relegadas. En gran medida este es un error
que busca remediar luego en el período de reflexión en torno al método que da pie a Historia
doble de la Costa.
Uno de los desafíos más punzantes de la IAP una vez que se difuminan sus nexos con la
ANUC, es cómo representar a las bases sin corromper su epistemología ni oscurecer aquella del
investigador. Así como el comprender de qué manera las bases se representan a sí mismas y cuál
es el sistema político que éstas profesan para llegar así a una conciencia social que les permita
expresar sus propias exigencias. Es bien sabido que, demandar que el académico se despoje de su
extracción social y cultural sería redundar en el mismo patrón de dominación y sólo intercambiar
117
oprimidos por opresores (Freire 1970). El diálogo entre pares implica una comunicación
El recorrido por las laderas costeras desde 1979 a 1986 le permite al sociólogo indagar en
un sistema político propio del costeño que se fundamenta en un aspecto musical, como acierta en
políticamente por medio de la música. Para evitar formular las preocupaciones de las bases desde
Mi argumento para esta segunda sesión que he titulado “Naturaleza antisolemne” es que
el sociólogo torna favorable su experiencia en dirección coral para enarbolar una representación
del campesino costeño que no parte de un marco referencial externo. El sociólogo ubica el valor
sustancial que tiene la música para el campesino costeño e imprime en la estructura de HDC el
arriba, sino desde el entrelazado de conocimientos que deviene en una síntesis musical. Como
vimos en la sesión anterior, desde mucho antes de poder entender, los nietos escuchaban a sus
abuelos perfilar a sus héroes locales por medio de la echada de cuentos. Más allá de un pueril
entretenimiento, los cuentos costeños hacen las veces de cantos de cuna, épica histórica y lazo
afectivo. En HDC lo que se canta son los cuentos que se echan y los cuentos que se echan son los
que construyen la identidad y forjan la historia de sus héroes. Por este motivo, la síntesis musical
cantata intercalando en cada uno de sus “movimientos” (Quesada 2016) o partes los estilos y
percepciones musicales propias del campesino costeño. Entre ambos ‒sociólogo y costeños‒ van
118
desarrollando un tejido musical que denota la política intrínseca de la comunidad. Los habitantes
costeños utilizan la música para convocar sus reuniones sociales, religiosas y culturales.
promueve la participación de todos sus miembros en la toma de decisiones a nivel político. Por
medio de su experticia en música coral, Fals Borda logra integrarse también a este tejido, como
hiciere antes al correo lenguaraz. El lenguaje musical de la obra revela la política solidaria que
Desde mucho antes de partir a los Estados Unidos para estudiar en la Universidad de
Dubuque y dedicarse a la dirección coral en esa misma institución, Fals Borda se deleitaba con
las cantatas compuestas por su madre y sus inocentes escabullidas a la Primera Iglesia de
Barranquilla para jugar con el piano. Sus primeros pasos por el mundo de la música parten de la
curiosidad que le es transmitida por sus padres y la Iglesia cristiana, así como de su afortunada
aptitud autodidacta:
de las notas, el contrapunto, la fuga, las notaciones sobre el pentagrama, las fui
26
ACHUNC/B. Caja 59 Carpeta 2 Documento 22-23. “Memo sobre la música sociológica”.
119
Siendo el mismo oriundo de la Costa Atlántica no es de extrañar que llevase la música en la
sangre. Aunque este interés prematuro y autodidacta se va agudizando hasta que hace de la
música parte crucial de su carrera profesional, participando en varios coros durante su estancia
basta recordar que, ante la muerte de Jorge Eliécer Gaitán y los sucesos del 9 de abril de 1948, el
sociólogo compone la cantata Mensaje a Colombia donde “combina las preocupaciones políticas
con la esperanza de una intervención superior y divina para sacar al país de los peligros
inminentes”.27 Más que un vehículo de escape, la música ha sido para Fals Borda una vía de
Más adelante, la sensibilidad musical del autor logra inmiscuirse en los pilares incipientes
de la IAP. Desde sus primeras reflexiones en torno al método en aquel Simposio Mundial en
Cartagena en 1977, se refiere a la música como una potente arma cultural capaz de movilizar a
las masas y no como una simple expresión costumbrista de baja prioridad: “En el campo del
conocimiento, se logró un mayor entendimiento del origen, sentido e historia real de la música
rompieron algunos esquemas clásicos de la historia cultural nacional sostenidos por intelectuales
y artistas de la burguesía” (Fals Borda El problema 30). Quizás por esta razón, durante su
participación con la ANUC a principios de los setentas, el sociólogo incluye en las actividades de
Máximo Jiménez. La música ha oscilado como recurso técnico y poder de convocatoria en gran
parte de sus proyectos de investigación, sin embargo, en HDC lo musical se conecta más al
27
Ibidem.
120
proceder epistémico de una comunidad. Es por esto último que prefiero recurrir al término de
acoustemology is grounded in the basic assumption that life is shared with others-
in-relation, with numerous sources of action that are variously human, nonhuman,
difference ‒radical or otherwise‒ and what it means to attend and attune; to live
No es mi intención aquí escudriñar las particularidades de cada género musical que se imbrica en
través de lo que escucha y el cómo lo escucha. Me interesa dar cuenta de ese mundo acústico que
permite a los costeños relacionarse unos con otros y cómo es que ese mundo se traduce en las
vivencias que éstos comparten con el sociólogo. Los cuentos que echan los miembros de la
comunidad costeña adquieren distintas tonalidades de acuerdo con aquello que se desea expresar,
desde un llanto triste como forma de protesta hasta un ritmo repetitivo para instalar a algún héroe
121
local en la memoria colectiva del pueblo. En HDC los sonidos son conocimientos que subliman
Durante la entrevista que realizan Carlos Low y Marta Herrera, Fals Borda señala que
HDC es una composición literaria-musical (45), pero no confirma que se trate de una cantata. Mi
experticia que ostenta Fals Borda en la dirección de cantatas y oratorios, especialmente aquellos
de J. S. Bach. De acuerdo con Silvia Herrera Ortega, “la conformación estructural de la cantata la
convierte en un vehículo propicio para aquellos compositores que quieren destacar en sus obras
la vida de los pueblos y su gente en un lenguaje donde los procedimientos y técnicas musicales
se confunden entre lo que aporta la academia y lo que viene de la música popular” (12). La
cantata permite aglutinar en su estructura canciones de origen popular o folclórico con arreglos y
texturas académicas. Por otra parte, es bien sabido el apego de Fals Borda a la Iglesia
uno de los géneros mayormente cultivados por el servicio religioso protestante (Prochell 1961)
no sería tan descabellado emplearla para el análisis “acustemológico” que pretendo desarrollar
aquí. Cabe recalcar que en esta sesión me encuentro de nuevo “imputando”, aunque ahora me
122
Otros autores han hablado ya de la imputación en esta esfera musical. Tobias Pontara, por
ejemplo, ofrece un modelo de interpretación musical que se basa en una imputación histórica,
plausible or implausible rather than true or false; (2) that the meanings specified
object under study; (3) that plausible interpretations must be compatible with
what are consensually taken to be adequate descriptions of the music; and (4) that
relevance, requirements which, while falling short of being objective in the strong
sense of the word, are nevertheless central to our interpretation practices (5-6).
Ahora bien, Fals Borda sostiene que la estructura de HDC no puede explicarse sino como
“el inconsciente surgir de su viejo amor por la música coral”.28 Por tratarse de una composición
coral, la función del director descansa en el descubrimiento del sentido expresivo de un mensaje
textual (Gordon 189), para lo cual resulta imprescindible la imputación tal como la describe
Pontara. Si los cuentos echados por los campesinos costeños son el mensaje textual cuyo sentido
expresivo ha de develarse para insertarse en la composición coral, la imputación cobra una nueva
función. Además de utilizarse para redondear los vacíos de información de los echa cuentos o
28
Ibidem.
123
trasladar las palabras de unos a los cuerpos de otros ‒como sucede con el tatarabuelo Mier‒, la
La interpretación musical, según Lewis Gordon, “refers to the creative art of bringing out
to perform the work with stylist accuracy, by cultivating expression of the text, by observing the
music’s expressive features, by carefully adding subjective nuances to further enhance the
music’s expressivity” (214). La imputación que desempeña Fals Borda en HDC se acerca
bastante a la de Pontara, pues ésta le permite cultivar el sentido expresivo de la acústica costeña.
que el lector de HDC “podrá oír leyendo en contrapunto y armonía las voces y letanías del
incluso visual”. Por lo que el modelo de Pontara me sirve también a mí para enmarcar HDC en
los confines de una cantata y descubrir la sucesión de coros, recitativos y dúos que la componen
(Prochell 47).
María Cristina Prochell aclara también que la cantata es “fruto de la colaboración del
pastor y el chantre [cantor]. El pastor predicaba sobre un determinado versículo que luego era
interpretado poética y musicalmente por una cantata” (47). La cantata es un trabajo colectivo,
pues la interpretación musical de ese versículo no depende únicamente del director del coro, sino
también de los coreutas. La dirección coral se rige por una relación intersubjetiva entre el
director y sus coreutas. Los coreutas analizan los gestos, movimientos y comandos del director,
al mismo tiempo que el director se ajusta a la personalidad, tonalidad y actitud de sus coreutas.
Cuando Alfredo Molano habla de las historias de vida, concluye que el papel del intelectual que
escucha las voces de los otros se asemeja bastante a la labor de un director de orquesta (“Mi
124
historia” 106-107). En HDC esta idea toma un rumbo más preciso, pues Fals Borda acata el rol
de director coral y los costeños se establecen como coreutas de una cantata metafórica. Los
cantos costeños se acomodan dentro de la cantata de acuerdo con la función epistémica que
contengan. En el primer tomo o primer movimiento, el canto del boga se enlaza a la cultura
anfibia, concepto que nace de Sebastián Arroyo, el primer cuentero. En el segundo movimiento,
la trayectoria musical del tatarabuelo Mier expone el ethos no violento del costeño. En el tercer
movimiento, los cantos de vaquería y los festejos musicales clandestinos reflejan la resistencia
característica de las hicoteas riberanas. Y, finalmente, las danzas regionales de las mujeres en el
cuarto movimiento emulan el activismo político que tuvo lugar durante la década de los veintes y
treintas.
El canal A de HDC tiene un ritmo particular que se repite en cada encuentro entre el
sociólogo y algún cuentero. De aquí en adelante, para evitar el sobreuso de los mismos
conceptos, me referiré también a Fals Borda como director coral y a los costeños como coreutas.
Como vimos en la sesión anterior, de la conversación que sostienen entre ambos ‒director y
algún animal costeño que delinea los rumbos de la investigación. Dicha personificación se nutre
de algún aspecto musical que sirve como amalgama entre lo que el coreuta enuncia y su entorno
momposina, con una fotografía que se extiende por ambas páginas del libro. Recordemos que
aquí, lo visual, como antepone Fals Borda, también se escucha. Antes de que aparezcan las voces
125
de los coreutas, el paisaje de la depresión momposina acarrea el ritmo de las aguas como una
especie de obertura instrumental. Tanto el canal A como el canal B desde este punto se
En la tercera sesión de este trabajo exploro con más detalle de qué manera el río y todos
sus afluentes participan también como personajes de la obra, por ahora los rescato como la parte
instrumental de la cantata. En uno de sus artículos acerca de la música costeña, Consuelo Posada
comenta que “por el río viajaban los alimentos, el ganado y también las canciones que iban
llegando a todas las poblaciones ribereñas” (190). El río es el vehículo musical y es también por
donde llega el primer grupo de estudio al pueblo de Santa Coa. Utilizando el término de cultura
anfibia que nace del encuentro con Sebastián Arroyo, el grupo de estudio rastrea la historia de
los antiguos malibúes y cómo éstos fueron desapareciendo a causa de “las guerras de conquista,
para que éstos se hagan cargo de las diversas labores, específicamente la boga: “Toda la región
de Loba fue testigo y víctima de esta violenta transición histórica” (43A). El trabajo forzado de
transportación de recursos a través de los ríos de la Costa Atlántica marca una ruptura histórica
que se perfila en la voz del primer coreuta de la cantata, Candelario Obeso, el poeta negro
El poeta momposino se inspira en la vida de los bogas para escribir sus versos, los cuales
Uno de los tripulantes del grupo de estudio, Ramón Pupo, conoce de memoria las canciones del
boga compuestas por el poeta y las va recitando al tiempo que navegan por el río Magdalena. De
tal manera que, Candelario Obeso suena como un personaje más a bordo del yonson. Sin
126
embargo, esta primera aparición de Obeso únicamente se utiliza para trazar una analogía entre la
antigua actividad de los bogas y aquella del grupo de estudio al trasladarse por el río. Luego de
dirige a las fuentes primarias de información: los echa cuentos. Es así como llegan sus miembros
a la casa de Prudencio Vidales, “un viejo zambo tamborero de 92 años, que vive en la calle del
Carmen” (46A), para aclarar con él en qué consistió en realidad la vida del boga.
De este encuentro no guarda el archivo en la ciudad de Montería más que una nota.29 Lo
Vidales como boga, pero sí está plagada de detalles musicales. En ella se describen los bailes
principales de la región como el mapalé, el bunde y el berroche, que serán utilizados más
adelante para estructurar la narración del canal A. Tampoco se aclara en la nota cómo sucede
este encuentro, sin embargo, en la escena cuando el grupo de estudio llega a la casa de
Prudencio, se dice que éste se halla “atareado componiendo un pequeño tambor, el que se va a
usar en la Danza de la Conquista, del Once de Noviembre” (46A). Claro que esto no es nada
nuevo, en la sesión anterior veíamos de qué manera Fals Borda construye escenarios dinámicos
que contradicen el supuesto quietismo descrito por Luis Striffler, pero ahora tenemos además un
supuesto mutismo. Los echa cuentos no sólo brincan, siembran y se mueven durante sus
conversaciones con el grupo de estudio, sino que también se empeñan en algún ejercicio musical.
El tambor que elabora Prudencio Vidales mientras echa el cuento de los bogas, es para la
Danza de la Conquista, misma que Francisco Serpa introduce como tradición y que también
aparece en la narración del canal A (HDCI: 37A). El tambor es un nexo histórico ‒y musical‒
29
CDRBR/M Caja 28 Carpeta 03 Folio 9579.
127
entre los distintos echa cuenteros presentes en la narración de la serie en su totalidad. Por otro
lado, en el canal B, a la vez que Prudencio Vidales echa el cuento, aparece una pequeña
fotografía de un costeño joven que lleva en sus manos ese mismo tambor. Imágenes de este tipo
también se transmitieran de generación en generación y con ello la historia que viene detrás de su
elaboración. La música es un lazo intergeneracional que contiene la historia del pueblo, así el
tambor deja de ser un objeto olvidado, para convertirse en un potente símbolo de la política
Mientras Prudencio Vidales echa el cuento de la labor del boga, Ramón Pupo evoca a
Candelario Obeso y recita uno de sus versos pertenecientes al poema Canción del boga ausente:
“Bogá, Fracico, bogá/ y no orvide que la vida/ Son pesare y nada má…/ Que la dicha é puro
jumo/ Tú lo sabe poc remá…” (48A). A lo que Prudencio replica: “No todo era tan triste en la
boga, también nos divertíamos, no sólo con las manatíes sino con los cuentos que echábamos y, a
punta de ron, íbamos cantando coplas y décimas” (48A). Tras la intervención del viejo
tamborero, Ramón Pupo responde con otro verso de Obeso que se adecua más a la vivencia de
Prudencio: “No me juiga ni te ejpante;/ Lo que dije é poc chocá;/ La dicha existe, no é jumo,/ Etá
en mi etancia posá;/ En mi etancia que convida/ Que provoca a jarochá….” (48A). Y ahí sí,
Prudencio coincide con esa alegría que distingue al boga y empieza a entonar un paso de mapalé,
“el movido y caliente baile de los pescadores del río” (48A). El diálogo musical entre Candelario
Obeso y Prudencio Vidales muestra que el campesino costeño no se define a sí mismo por la
labor forzada que el superior impone, sino por el baile colectivo y hasta clandestino que se
desarrolla mientras trabaja: “Yo era y sigo siendo un tamborero animado, además de boga”
(48A), concluye Prudencio. Tal vez por esta razón, la transcripción de la entrevista de Prudencio
128
Vidales que se halla en el archivo contiene más elementos musicales que en sí una descripción de
la labor que desempeñaba. En sus recuerdos late más la experiencia del baile y la fiesta que la
explotación de la que fue víctima. Al identificarse como tamborero, antes que boga, el
campesino costeño evita que un tercero le defina y le domine. Así también, Candelario Obeso
invasor blanco. A través de sus versos, Obeso se construye a sí mismo como un hombre
trabajador e independiente que se contrapone a la imagen que tiene el blanco de los bogas
de estudio por el río Magdalena, aquí aparece como un coreuta más que dialoga en contrapunto
con Prudencio Vidales. El mapalé que se entona hacia el final de la conversación trasluce el
presencia en la Costa Atlántica. Más allá de ser un vehículo de escape de una situación de
identidad. El campesino costeño toma posesión de sí mismo por medio de la inventiva musical y
colectiva.
De acuerdo con Alejandro Ordás, el director coral lo que hace es gestar una idea común,
“trabajar para unificar todas las diversidades y heterogeneidades que hay dentro de un coro y
llevarlas a una idea sonora, expresiva emocional y afectiva” (17). Si el canal A de HDC consiste
en un ensamblaje narrativo al modo de una cantata de cuatro movimientos ‒por ser cuatro sus
tomos cada uno con una función acústica específica‒, el canal B sería la expresión de esa idea
sonora que se gesta en común. Un mensaje sonoro, emocional y afectivo que construyen entre
129
Por lo tanto, en el canal B de este primer movimiento, Candelario Obeso se inserta como
una “proyección ideológica” de la cultura anfibia: “El hecho de que muchos de estos poemas
importancia sociológica que tienen, como arraigamiento popular que lleva más de un siglo”
(HDCI: 48B-49B). La comunidad costeña recurre a los versos del poeta momposino para
explicarse la vida de las esclavos negros, ya que reconoce que la historia de sus ancestros se traza
desde entonces musicalmente. Las canciones del boga son en sí la historia del boga para el
pueblo y no aquello que los “blancos” almacenan en sus libros. Tomando a Candelario Obeso
como referente interno, Fals Borda lo empleará en adelante para fundar en él la personalidad
Después de recuperar la historia de los bogas y las guerras de los cimarrones de la región,
el grupo de estudio se divide para encarar la vida de las familias aristocráticas de antaño. Ramón
Pupo y Fals Borda emprenden un viaje hacia Mompox por los antiguos brazos del río, lo cual les
ofrece una perspectiva esclarecedora del gran Magdalena. Nuevamente, la navegación invita a
Ramón Pupo a conmemorar los versos de Candelario Obeso, aunque en esta ocasión le sirven
como punto de contraste histórico entre lo que solía ser el río y lo que es ahora como
Suelto de remate por las sucesivas talas y la criminal deforestación de sus fuentes
y riberas, el gran río se arrastra ahora como una gigantesca lombriz parda,
130
Barrancabermeja y, más arriba, las basuras de plásticos de Tamalameque, los
lila, sino la cepa podrida del platanar derrumbado, y la carroña flotante en la que
Ante la imagen de un río contaminado y sin vida que antes solía ser majestuoso, Ramón Pupo
recita los versos de La lucha de la vida, como si éstos fueran la voz de un presagio.
nosotros abatidos.
El presente estado del río Magdalena es evaluado por Candelario Obeso, al colocar ambas
descripciones paralelamente, como si en sus versos estuvieran las respuestas de lo que habría de
acontecer en un futuro. El río aquí se vuelve un vivo reflejo de las acciones del ser humano,
como espejo de la patria, los cambios del río son consecuencia de las decisiones políticas de sus
131
dirigentes. A partir de este punto, el director coral traza también una conexión directa entre la
política actual de la nación y las alteraciones que padecen las aguas del ambiente riberano. Luego
resalta de qué manera afectan estos cambios el comportamiento de sus coreutas: “Con razón el
hombre-caimán se escapó de él, escaló el barranco y buscó asilo en las frescas aguas de la
ciénaga de Santa Coa” (HDCI:79A). Acción que daría origen a la cultura anfibia expuesta por
Sebastián Arroyo.
augura un posible devenir, tantas más malas decisiones se tomen más infortunios caerán sobre el
río, y, por ende, sobre sus habitantes. Justo después de estos versos de Obeso, del lado del canal
B, se coloca una fotografía de una vivienda provisional actual que surge por el abatimiento de las
crecientes de los ríos. Las aguas se vuelven también huellas históricas cuyos sonidos develan la
palacios de oro ahora hediondos de Aldrin y Dithane de Dupont. Río sin sábalos,
manatíes, tortugas ni caimanes. Río sin pescadores y, tal como va, de pronto río
Las alteraciones que provocan las grandes empresas comerciales en las aguas de los ríos se
escuchan en los animales que escapan de ellas: “Allí van las escamosas mapanás y las vaheantes
132
boas seguidas de salamanquesas, iguanas y escorpiones, saltando de las ramas y reptando por
calles y vericuetos para posarse en la horqueta de una casa, en el talón de un zapato o en el fondo
de una múcura” (79A). El río se va quedando silencioso, vacío, mientras que las ramas y las
calles de los caseríos resuenan con las actividades sus nuevos pobladores animales. Los
perceptibles cambios acústicos llevan impresa la huida forzada a la que se ven expuestos estos
animales en busca de refugio en otras partes. Ninguna fotografía es fortuita, desde el inicio de
HDC, se deja bien en claro que la comunidad costeña desarrolla un vínculo intrínseco e inherente
con las aguas, por lo que Fals Borda utiliza la imagen del río y sus estragos para analizar
visual, el mensaje acústico común que se va gestando en el ensamblaje de la cantata del canal A.
A los versos de Candelario Obeso le siguen en todo momento fotografías actuales del impacto
Dichas fotografías complementan además el “complejo del dejao” que Fals Borda
desarrolla en la mesa redonda del primer tomo de HDC. Y cabe señalar también que las
particularidades de este complejo las extrae ni más ni menos que de los versos de Candelario
Obeso en Canto del montará. De tal manera que, siguen siendo los versos del momposino los
133
Y er guarapo de mis cañas etupendo…!
Como proyección ideológica, los versos de Candelario Obeso en la voz coloquial de otro
momposino, Ramón Pupo, evocan el pasado del río Magdalena, la ardua pero jocosa labor del
boga, y finalmente, enmarcan una filosofía riberana. Los cuentos echados y el mapalé entonado
durante la boga, sí que hacen más llevadero el trajín rutinario, pero al mismo tiempo siembran la
identidad del campesino costeño para lograr distinguirse del otro. Como vemos, el complejo del
dejao no nace del capricho del director coral, sino de una interpretación colectiva de los versos
del poeta momposino que guardan la historia del costeño como el costeño la concibe y no como
la autoridad la circunscribe.
cumple con introducir a quien para mí es el coreuta más relevante de la serie: Adolfo Mier Serpa,
el abuelo de Álvaro Mier, miembro del primer grupo de estudio a bordo del yonson. La decisión
de viajar a Mompox a rastrear el origen de las familias pudientes nace del encuentro que sostiene
el grupo con Adolfo Mier Serpa en la piedra Palacín en San Martín de Loba. Como mencioné ya
en la sesión anterior, existen pocas notas al respecto de esta reunión. No obstante, he de resaltar
que, en los archivos de baúl de Mier Serpa, además de aquel ejemplar del folleto Algunos
134
documentos sobre las Tierras de Loba, el grupo de estudio se topa con un bombardino y un
bugle. Ambos instrumentos musicales solían pertenecer a Adolfo Mier Arias, el abuelo del dueño
de estos archivos de baúl. Tal como sucede con el zambo Prudencio Vidales y su tambor, los
instrumentos de los Mier se colocan al lado de los documentos históricos, guardando ambos la
presidente Nieto aparecerá una fotografía en el canal B con los descendientes de la familia Mier
sosteniendo entre sus manos este mismo bombardino (HDCII: 49B). El nexo musical
intergeneracional marca también una transmisión histórica a modo de cuentos que quedan
encapsulados en estos objetos. Me atrevo a sostener que todos los tomos de HDC se enlazan
musicalmente dando lugar a la cantata riberana que defiendo. Por lo cual, considero menester
trazar los hilos que se deprenden entre tomo y tomo para comprender el lenguaje musical
subyacente. Siendo este el caso, el primer movimiento de la cantata contiene una obertura
instrumental basada en la melodía del paisaje riberano, un recitativo coloquial en la dupla Obeso-
Mier.
El segundo tomo de HDC abre con una imagen a dos páginas de la mariapalito que
describe la niña Benita Vidales, en este tomo la anciana ha llegado a los 92 años cuando
acompaña a Adolfo Mier Serpa en su casa en la piedra Palacín. La mariapalito en voz del abuelo
135
cantata. Iniciando justo en la escena donde el primer tomo termina, el grupo de estudio abandona
la casa de doña Ana Leonor, madre de Alfredo Fals, y se refugia en la casa del abuelo Mier tras
la redada de las autoridades. A la melodía pacífica del primer movimiento se le interrumpe con el
estrepitoso escozor de la violencia que entra ahora a cobrar protagonismo. Durante el recorrido
de Fals Borda por las laderas de los ríos se hace hincapié en varios elementos acústicos de la
comunidad. Sin embargo, en la apertura de este segundo movimiento, el director coral aglutina
una vasta cantidad de sonidos como preámbulo de lo que el lector está por enfrentar. Se podría
decir, que la misma estética de la narrativa lleva impreso un sonido que anticipa la temática de
cada tomo. Razón por la cual he dividido esta cantata metafórica en cuatro movimientos
correspondientes a los cuatro tomos cada uno con una acústica particular que devela su temática.
‘Casi todo ahora se resuelve por la fuerza, rara vez por la razón, el entendimiento,
algo mejor. ¿Será que ya no podemos aprender de la historia?’, grita con fuerza
de doña María que enmarca al pueblo por el sur. Un rumor de voces en crescendo
le responde desde allí: ¡Libros sí, fusiles no!. Parecen venir de los destartalados
añade como catarata otro coro estentóreo que viene de las quemadas selvas del
136
ensangrentados playones de Tomala: “¡Tierra sí, plomo no!”. Rechinan los
gemidos y las voces como en tumulto de trueno sobre la piedra Palacín, y dan el
salto de dos cuadras para golpear a las puertas de la Casa Municipal y hacerla
Tanto la Guerra de Norosí como las torturas de Guaranda fueron enfrentamientos entre
cimarrones e invasores blancos revisados por el grupo de estudio en el primer tomo, pero apenas
en este segundo movimiento se dejan escuchar como un eco de la violencia que los caracterizó.
Sucede así con varios otros eventos históricos que se distribuyen por los cuatro tomos, pero
recontextualizados. Si antes la Guerra de Norosí sirvió para detallar la huida y férreas protestas
de los cimarrones, aquí suenan para resumir la violencia a la cual fueron sometidos por parte de
sus “superiores”. El director coral concentra todo ese estruendo en un par de líneas para exaltar
la injusticia de las autoridades en la actualidad, de manera que no leemos sólo lo que sucedió en
el pasado sino el sonido que ese pasado emite en tiempo presente. Las consecuencias acústicas
de la historia. A través del sonido, el director coral yuxtapone tiempo pasado y tiempo presente
movimiento ruge con la violencia política que parece atacar a todos los personajes por todos los
rincones. Cada guerra desde la conquista española hasta las múltiples batallas desatadas entre
Liberales y Conservadores durante el siglo XIX resuenan a través del río Magdalena:
137
‘No es una historia muy pacífica que digamos. El río Magdalena, precisamente en
ensangrentados del país. Por ahí han pasado los ejércitos de los partidos, las
fuerzas ‘sutiles’, los bongos de guerra, los barcos blindados. […] En ese momento
más violento. Por eso el río Magdalena sigue siendo teatro de luchas entre
en Norteamérica (20A).
El caos acústico de estas guerras será el escenario donde el director coral coloque a su dúo Mier-
Nieto. Los arreglos musicales de los hermanos Adolfo y Agustín Mier Arias y los bailes
clandestinos del presidente cartagenero Juan José Nieto aparecen como la contracara de esa
violencia desmedida y súbita. El dúo entonado aquí se establece como semblanza del ethos no
violento con el cual el sociólogo define a la comunidad costeña. Como vimos ya en la primera
sesión de este trabajo, el ensamblaje del dúo parte de lo visual además de lo vocal. Los márgenes
distintivos que separan los insumos de cada uno indican la entrada y la salida de sus voces, como
Desde que el tatarabuelo Adolfo Mier Arias inicia su relato, indica cómo su mamá Tina y
otros pobladores de Mompox se ven forzados a participar en las varias revueltas entre los
ejércitos Liberal y Conservador sin entender realmente lo que sucedía: “Miren ustedes: los
pobres somos los que más sufrimos con estas guerras. Siempre vamos a pie, cargando nuestras
cosas y generalmente contra nuestra voluntad. Casi nunca nos explican por qué peleamos, y
138
cuando nos vemos es amarrados y con el chopo al hombro” (HDCII: 43A). Por lo que, una vez
que nace su hermano Agustín y viendo que la situación no cambiaría, ambos se deciden a huir de
Nos alistamos, pues, para volarnos en esos días de Mompox con los Gómez, los
salirnos de la mala situación en que vivíamos. ¿Para qué eran todas esas guerras y
discusiones de los partidos sobre una Constitución que casi nadie del pueblo
conocía? ¿Era que así nos iban a quitar el hambre? ¡Ni de vainas! (57A).
La trayectoria que transitan los hermanos Mier tras esta huida delinea un mapa musical
que nos permite escuchar la historia de este siglo desde otra perspectiva, la no violenta. Pero,
antes de entrar en detalles con respecto a dicho mapa, me interesa resaltar la descripción de los
atributos musicales que hace Adolfo Mier Arias de sí mismo y su hermano Agustín. Cuando el
tatarabuelo echa el cuento de su infancia en Mompox agrega: “Allí crecí, me formé y aprendí a
tocar la trompeta y bombardino [el barítono que los Mier siguen usando en Loba todavía, al cabo
de tres generaciones]. Entré como ayudante a la banda de músicos que el señor Troncoso había
organizado para las procesiones y fiestas de la ciudad” (49A-50A). Asimismo, cuando anuncia el
nacimiento de su hermano, enfatiza que éste habría de destacarse por el clarinete (49A).
Nuevamente la introducción de los coreutas se acompaña por el instrumento musical que los
Por otra parte, la intervención de Fals Borda en los corchetes dentro del discurso del tatarabuelo
139
nos remonta al bombardino que aparece en el primer tomo, guardado entre los folletos históricos
del archivo de baúl de la familia. La música que entona cada uno con su instrumento transmite
Tras la salida de los Mier y las demás familias de la villa de Mompox se entrevé en la voz
del tatarabuelo otro tipo de política que discrepa de aquélla de los ejércitos bipartidistas: “Unidos
todos sin reparos de política, como en el primer levantamiento de la villa, podíamos tumbar el
monte, criar ganado, sacar madera, tagua y cacao, y fundar pueblos donde crecieran nuestros
hijos libres del mal de las guerras” (65A). Los estragos provocados por las idas y venidas de los
dirigentes centralistas y federalistas no sólo motivan la salida de estas familias de la villa, sino
que además las obliga a organizarse. Lo relevante es que esta organización se obtiene bajo sus
propios términos, atendiendo debidamente las necesidades de todos los involucrados, como si se
Dirigidos por la junta del pueblo que habíamos elegido por voto, los mayores se
todo lo que podíamos. Después, cuando vinieron los más ricos y los politiqueros
fue que se dañó todo esto. Porque ellos eran malos y no podían hacer sino lo malo
(84A).
140
El contraste entre los politiqueros de las guerras y el trabajo colectivo de la gente del pueblo es
una constante en el discurso del tatarabuelo. A las malas mañas de aquéllos se contrapone una
política solidaria que se desarrolla entre las familias durante la fundación de nuevos pueblos.
Además de brindar varios ejemplos de la labor que emprende cada familia, Adolfo Mier Arias
encuentra en la música el homónimo de esta solidaridad: “De vez en cuando hacíamos fiestas y
bailes en las casas o en el parque, con música de los pocos instrumentos que teníamos y a base de
tambores, cantos y palmas” (82A). Las familias comparten y entonan sus propios instrumentos
en compañía de las demás. Cuando no se tienen instrumentos, entonces se usan las palmas de las
indica Consuelo Posada (1999), también es un reflejo del esfuerzo colaborativo de estas familias.
Cuántos más instrumentos y palmas suenen, se sabe que la concentración de familias en los
parques y casas será mayor. Se podría decir que, cuánto más ruido más unión, y que donde hay
Uno de los pueblos que estas familias fundan, lleva por nombre Palomino, y es ahí donde
los hermanos Mier viven por un tiempo, ensayando la siembra del tabaco y trabajando como
músicos en las fiestas organizadas por otros pueblos a los alrededores. Después de que la
epidemia del cólera asiático irrumpe en Palomino, Adolfo y su hermano reciben la noticia de que
Además de la noticia del tabaco, los hermanos también se enteran de que “se estaban formando
bandas y orquestas para animar las fiestas y berroches que hacían los nuevos ricos y los
comerciantes extranjeros” (105A), por lo que de nuevo deciden irse de Palomino y hacerse vida
en El Carmen. Tan pronto llegan a El Carmen, ambos se integran a una banda de músicos
141
conocida como la “Arribana” con la cual crearán un nuevo estilo musical que se incorpora a esta
circundantes para trabajar en el cultivo del tabaco, sino también a ricos comerciantes que buscan
satisfacer sus propios intereses económicos. Los ricos, por supuesto, comienzan a organizar
fiestas y exigen la presencia de bandas musicales para animarlas, así surge la “Arribana” por
estos lugares. El clarinete de Agustín y el bombardino de Adolfo marchan junto con ellos desde
la villa de Mompox, hasta la fundación de Palomino, para caer ahora en las sabanas de El
Carmen. Cada nota que emiten el clarinete y el bombardino en los distintos territorios cumple
con una función histórica diversa. En la villa de Mompox ameniza la espera, en la huida entre los
montes fortalece el ánimo de los migrantes, en la fundación de los pueblos motiva la unión entre
costeñas:
aparte de las marchas de procesión que pedía el cura. El repertorio estaba escrito a
notas y a mano en un libro que guardaba el director, pero todos tocaban al oído y
sacudón, no sólo porque mi hermano sabía tocar bien las piezas, sino porque
empezó a ensayar con los sonidos y a cambiar el tono del conjunto. Compuso
pronto una danza de tres partes, con canto de bajo muy bonito, llamada Ramillete
142
banda empezaron a notarse cuando un día, para la procesión del Divino Niño,
Agustín resolvió ponerse de acuerdo con el del bombo y conmigo para cambiar el
ritmo de los pasos. Estos eran medio tristes y respetuosos como convenían a la
picante a la música hasta cuando los cargueros que llevaban la pequeña imagen
del niño, casi sin darse cuenta, empezaron a mover las caderas, abrir y flequear las
Hasta las beatas, contagiadas por el ritmo, levantaban las paticas y disimulaban la
risa con la chalina. […] La gente ya no pedía otra cosa sino que sacaran al Divino
Niño para bailarlo con el clarinete de Agustín. Y se convirtió así en una procesión
verdaderamente alegre que cogió fuerza y se regó, así bailada, por toda la Costa
(109A).
Los cambios que realizan los Mier con sus instrumentos musicales no son sólo una mamadera de
gallo a la tradición española de antaño, sino que marcan rupturas históricas y epistémicas. La
solemnidad de la procesión del Divino Niño muta a una celebración de alegría que caracteriza
más a la comunidad. El clarinete de Agustín consigue que el costeño se apropie de una tradición
que antes no parecía pertenecerle sino que le fue impuesta por el rico comerciante que llegaba a
Una vez presenciado el efecto que estos cambios tienen en los cantos de procesión del
Divino Niño, los hermanos Mier deciden transgredir los sonidos originales de los valses,
143
A Agustín se le metió la fartedad de tocar aires indígenas de pito o gaita ‒los de
los bundes‒ pero con el clarinete. […] En compañía de un timbero negro que
toque endiablado al que bautizamos con el nombre del tambor: el porro paliteao
(por lo de los golpes de madera y la mano en el parche), que acabó entre nosotros
énfasis mío).
El porro paliteao de los hermanos Mier comienza a tocarse por toda la región sabanera de la
Costa Atlántica durante la producción del tabaco. Así como el mapalé y los cantos de Candelario
Obeso nacen con los pescadores del río y sus navegantes esclavos, el porro surge en las sabanas
apropia de sí mismo, tal como señala Amparo Lotero en su análisis de la música costeña:
144
campesinos y esclavos un medio para vivir algo propio, algo surgido de sí
El porro paliteao de Agustín Mier no se somete a notas sino que se va inventando sobre la
director ni todo ese orden del concierto de los blancos ricos, donde todos principian y acaban
juntos” (HDCII: 110A). Si los versos de Candelario Obeso sirven como forma de protesta
pacífica, la acústica transgresiva de los Mier rompe con el orden impuesto por los ricos
comerciantes que exigían cierta música en sus fiestas. La improvisación será al costeño, lo que el
orden al blanco. También se puede ver en el discurso de Mier, que el porro paliteao es fruto de la
intervención de sonidos indígenas y africanos, a diferencia de los valses del blanco. La música de
los Mier se basa en la solidaridad y la improvisación colectiva. Las morisquetas del director, en
este caso siendo Fals Borda, también se subvierten, puesto que HDC puede leerse como una
cantata, pero los protagonistas de sus movimientos son los estilos musicales que la comunidad
Aquí les ganamos otra vez los tristes indios que creíamos en la vida, a los blancos
que nos dominaron por la fuerza. ‘¡Cómo maman gallo ustedes de sabroso a los
y la alegría (110A).
145
Como bien antepone el mismo Alejandro Ordás, para describir la comunicación que se
gesta durante la dirección coral “no bastaría con hacer una abstracción del movimiento de la
mano o de la batuta [del director], sino que también deberíamos analizar lo que sucede con y
entre los coreutas, su sentido de pertenencia al grupo y la dimensión individual, los deseos,
intenciones y demás aspectos propios de toda práctica social grupal” (36). Ni el ensamblaje de la
cantata en el canal A, ni el mensaje acústico del canal B dependen únicamente del director, sino
implícitas que circundan sus vivencias. Siendo en este caso, la pulsión hacia la improvisación y
hacia la informalidad que distingue a la interacción entre los habitantes costeños y que, por
canal B de la narración, al colocar dos fotografías una al lado de la otra (110B): A la izquierda,
en una imagen más grande, aparece Agustín Mier con su famoso clarinete en las manos y a la
derecha se muestra una nueva banda de jóvenes cordobeses llamada “Nueva Esperanza”. Debajo
de ambas fotografías se habla del legado musical de los Mier, pero ahora el lector sabe que no se
trata sólo de un clarinete abandonado en un baúl, sino de toda una tradición de protesta pacífica,
trabajo colectivo y política solidaria que viene profesando el campesino costeño desde mucho
tiempo atrás.
A cada cuento que echa el tatarabuelo Mier le sigue una pronta respuesta por parte del
presidente cartagenero Juan José Nieto, como bien vimos en la sesión anterior. No quiero repetir
la trayectoria política del anticaudillo, porque me interesa más rescatar aquí el aspecto acústico
dentro de lo que reconozco como el dúo Mier-Nieto. A pesar de que Juan José Nieto no
pertenece a ninguna banda ni se dedica al clarinete como Agustín Mier, sus insumos narrativos
146
también suenan. La música es el medio elegido por Nieto para acortar la distancia entre él ‒como
Ya había empezado a ampliar el círculo de sus contactos con las bases populares.
dejando vacíos los bailes de salón en que quedaban las señoras, con sus arpas y
Recordemos que después de varios tropiezos políticos y humillaciones de todo tipo, Nieto decide
aferrarse a sus raíces y luchar por los intereses de las clases populares. El refugio que encuentra
burguesía clásica y la hipocresía de la alta esfera. Contrario a los bailes de salón de las señoras
de arpas y flautas, a los bundes de estos festejos “concurren indios, mestizos, mulatos, negros y
zambos, y otras gentes de la inferior clase: todos se congregan de montón sin orden ni separación
de sexos, mezclados los hombres con las mujeres, unos tocan, otros bailan y todos cantan versos
lascivos, haciendo indecentes movimientos con su cuerpo” (Bell Lemus 157). Nuevamente, al
racial de los bundes. Al participar en estos bundes, Nieto demuestra una mayor identificación
con las tradiciones populares escindiéndose a la vez de la tajante presión social de la burguesía.
La participación de Nieto en los bundes obliga a Fals Borda a rastrear esa línea
inequívoca entre la política del momento y la elección musical de los personajes en la narración
147
del canal A. A mediados del siglo XIX, el partido Liberal entra en crisis y sus dirigentes se
dividen entre radicales y moderados. Para saber quién pertenecía a cada cual, bastaba con
conocer el tipo de bailes al que asistían: “Con la radicalización progresiva de las posiciones, se
trasladó a la política la tradicional distinción cartagenera de los bailes y fiestas entre ‘calzados y
de casaca de lino,’ por una parte, y ‘descalzos’ por otra. Los ‘descalzos,’ eran los artesanos,
campesinos, negros e indios. Los ‘calzados,’ esto es los blancos con derecho a bailar con las
mujeres de todas las razas y todos los sitios” (HDCII: 118A). Así como Prudencio Vidales o
Adolfo Mier Serpa y el resto de los coreutas se distinguen por los instrumentos musicales que
tocan, aquí la tendencia política de los dirigentes en los insumos de Nieto se descubre por el tipo
de bailes que prefieren. Cuando Juan José Nieto comienza a asistir a los bundes, el resto de la
artesanos. Mientras que, un personaje como el conocido Rafael Núñez no se rebaja para asistir a
ese tipo de fiestas, y, por tanto, se asume que pertenece al bando contrario. La música ‒cantos y
bailes‒ sigue siendo el máximo distintivo social y político de la comunidad costeña. Como podrá
verse en el siguiente movimiento, los bundes habrán de festejarse también como forma de
Costa Atlántica.
El tercer movimiento de la cantata riberana contiene dos tipos de coro que surgen de la
metafórica personificación de la hicotea descrita por Rafael Martínez. Al tiempo que esta
descripción tiene lugar en la narración del canal A, del lado contrario el sociólogo se dedica a
148
explicar el activismo del hombre anfibio. Según Fals Borda, el rebusque y el aguante
característico de la hicotea son los componentes clave para comprender el tipo de activismo de la
comunidad:
el dejadismo‒ a pesar de las malas circunstancias materiales del diario vivir. […]
manera de sobrevivir. Rafael Martínez señala que la hicotea infla su vejiga de agua y se sepulta
debajo de los terrones de los playones secos durante el verano. Cuando llega el invierno y con él
las lluvias, la hicotea sale contenta de su escondite a buscar alimento y reproducirse para después
repetir el ciclo. Se podría suponer que con el activismo costeño pasa lo mismo. Hay una etapa de
prepararse para lo que viene luego. Una vez el mismo ambiente lo invita a escapar de su
149
escondite y tras haber recuperado el dinamismo suficiente, el campesino sale a defender sus
La IAP durante estos años que le lleva al sociólogo construir HDC tampoco difiere de este
comportamiento anfibio. HDC podría interpretarse como una etapa de reflexión en torno al
método, una reevaluación por parte del sociólogo, una pausa requerida como antesala de un
potencial activismo. Lo cual sugiere que para echar mano de ambas cualidades anfibias ‒el
Como se vio en la sesión anterior, los españoles que habitan las laderas del río San Jorge
pierden gran parte de su ganado por no saber qué hacer con él durante los meses de invierno,
cuando el agua de los ríos alcanza sus corrales y potreros. No es sino hasta que los campesinos
costeños inventan la técnica de embalse, que el español es capaz de salvar a sus animales del
ahogamiento. Estos meses representan para el riberano una etapa de rebusque, puesto que las
inundaciones lo obligan a abrirse vida por otro lado. La necesidad del dueño del ganado se
vuelve un escape vital para el riberano, un ejemplo de ayuda mutua o lo que Fals Borda teoriza
en su canal B como “coaliciones de intereses” (HDCIII: 56B). Desde ese momento, la vida del
campesino costeño se enlaza intrínsecamente con la vida del ganado, lo cual ha de reflejarse
De acuerdo con Ciro A. Quiroz, “la convergencia humana en torno al trabajo ganadero
creó una estructura que cobijó sicológicamente la totalidad de la ocurrencia diaria del vaquero y
su paisaje natural. En las dilatadas jornadas de arreo, el ‘baquiano’ era el guía cantador de los
150
caminos, conocedor de las entrañas de los montes, caños y ríos, que disipaba el hastío del
grupo” (47, énfasis mío). Como las canciones de los bogas o el mapalé de los pescadores del río,
los cantos de vaquería nacen para acompañar las labores y subvertir así la monotonía de la
rutina. El campesino costeño encuentra en estos cantos un espacio propio dentro de un complejo
Cuando Fals Borda entrevista a Rafael Martínez en su recorrido por Jegua, éste echa el
cuento de los cantos de vaquería, pero inmediatamente después los relaciona con las injustas
jornadas que labora el costeño para el hacendado: “No lo alimentan a uno bien. El gobierno debe
tener sus medidas y castigar a esos ganaderos, hacendados y millonarios; que le den de comer
bien al trabajador, que uno está haciendo por los bienes de ellos. Debe tener la amabilidad y
cultura de dar de comer bien. No como si uno fuera un perro. Eso es lo que pasa aquí”.30 Si bien
los cantos animan el acarreo del ganado, también se convierten en una forma de protesta pacífica
contra esa injustica del ganadero, una forma de alzar la voz. El canto de vaquería se emite como
una letanía que no permite que el ganadero se olvide de que es el costeño quien está haciendo el
trabajo por él. Asimismo, la protesta no se desprende únicamente de la repetición de sus versos y
sus pronunciadas onomatopeyas, sino también de la improvisación que distingue a estos cantos:
“Mañanas y tardes que imponían la monotonía como motivo para el canto, pero nunca
monótonos los cantos nacidos de la especial movilidad del oficio de la vaquería, que va
enriqueciendo las percepciones con su desplazamiento territorial y los hace alegres, variados y
ricos” (Quiroz 48). La improvisación hace posible que el campesino se adueñe del territorio que
recorre al arrear al ganado del hacendado, puesto que le imprime su identidad, sus cuentos, su
alegría.
30
CDRBR/M. Caja 14 Carpeta 03 Folio 4314-4317.
151
En el canal A de HDC, los cantos de vaquería se montan al modo de una letanía, aunque
esto no es claro a menos que el lector conozca el origen de los versos que se utilizan. Gracias a la
imputación, que ahora considero musical, los versos del canto de vaquería que toma el sociólogo
del propio Rafael Martínez, cuya entrevista se mencionó antes, se repiten en la voz de varios
otros. En el texto no es Rafael quien expone las particularidades de la técnica de embalse, sino
los costeños Eusebio Sierra y Emilio Olmos. Éstos a su vez no son quienes aparecen llevando a
cabo dicha técnica y dichos cantos sino los ya visitados Julio y Lucho. Finalmente, en la
fotografía que acompaña a la narración en el canal B se muestra a otros dos vaqueros anónimos
talanquera del corral, y lanza un grito. Los animales paran la oreja sin detener el
Ahahahahquetehehehé…” Los animales aceleran el paso. “Es que a ellos les gusta
que les canten,” me explica el robusto zambo puyando la espuela. “Yo soy como
el Pisingo, aquel viejo cantor de vaquería que les contestaba a los que le decían
La acumulación de todos estos coreutas en unas pocas líneas sugiere que los cantos de
vaquería son conocidos por la mayoría de los campesinos costeños, pero también imprime a la
narración una acústica reiterativa, como si se tratase de una letanía. Sin mencionar que dentro de
152
la cita se habla de otro cantor, Pisingo, agregándose una voz más al coro. Otro dato que no debe
pasarse por alto es el uso del adjetivo posesivo que enfatizo en la cita: a mi ganado. Al cantarle al
ganado durante su acarreo, el coreuta parece también apropiarse de él. La técnica de embalse,
ganado es suyo. Es la comunidad costeña, fruto del rebusque en temporadas de inundación, quien
Según la teorización que hace Fals Borda del activismo anfibio, que es precisamente
cuando el riberano abandona su complejo del dejao y se dedica a luchar por sus intereses, éste se
defensa de los valores locales. En este tercer movimiento, a la letanía de los cantos de vaquería
se le unen los bailes clandestinos como forma de resistencia política. Centro mi atención en dos
casos en particular, un bunde rebelde que tiene lugar en la comuna de Ayapel en 1785 y un
Ayapel era “un pueblo de pequeños ganaderos, agricultores y pescadores dispersos por la
cuenca fluvial en laderas o caseríos como Santa Rosa, Caño de Barro, San Matías, Doña María,
Carate, Sejebe y los Ajíes” (HDCIII: 83A). Nada parecía perturbar su tranquilidad hasta que un
de guerra, Don Vicente González Belandres, salir de la villa para encargarse de otros asuntos
más urgentes en San Cipriano. La salida del capitán coincide con el ambiente de rebeldía que
reinaba entre los ayapeleños que deseaban ante todo la autonomía del virreinato. Con motivo de
153
la celebración de la fiesta del Cristo de los Milagros y aprovechando la ausencia del capitán de
Troya (85A).
Después de la afrenta, el teniente Gómez los amenaza con azotes, lo cual se suma a la ya
desventajada imagen que los comuneros tenían de él por sus abusos de poder: “Porque toda
represión tiene su límite, y el pueblo en su fuero interior sabe cuándo se traspasa” (85A). Un
grupo de espectadores, entre ellos Evaristo y Domingo Zabaleta, huyen a la casa de Manuela
a las que solía asistir el cartagenero Juan José Nieto. Sólo que este bunde, a diferencia de los de
El bunde de los hermanos Zabaleta desobedecía las órdenes del teniente en turno. Los
víctimas de sus abusos. Por supuesto que los tamborazos del bunde llegan a los oídos del
teniente, pues en última instancia esa parecía ser la intención del pueblo, alzar la voz: “Cuando el
teniente Gómez empezó a oír el tum-tum de la tambora en medio de los truenos, mandó recado
con un mozo para prohibir la fiesta por no tener el permiso de las autoridades” (HDCIII: 85A).
154
La acústica narrativa del canal A se acentúa al intervenir la naturaleza con una tempestad que
descarga sobre ellos sus truenos. Similar a la tendencia literaria romántica del siglo XIX, la
naturaleza se alía con los costeños y se une a este acto de rebeldía contra el teniente. Ya que los
comuneros hacen caso omiso a las advertencias de Gómez, éste se levanta de su cama y se dirige
furioso a la casa de Manuela, donde obviamente lo echan a los gritos: “‘¡Echen ese blanco para
afuera!’. A lo que reculó el teniente y, perseguido por los del bunde con sus lanzas, salió
organización política que emprenden los habitantes de Ayapel para actuar en contra de los
abusos del virreinato. Tal como sugería en su entrevista Carlos Aislanth, si se desea organizar al
pueblo hay que ponerle música. Al día siguiente del bunde rebelde, los ayapeleños decretan
cabildo abierto y designan a Juan Andrés Troncoso nuevo juez y capitán de guerra de la comuna
de Ayapel: “‘¡No más chapetones, no más azotes, no más abusos de estos vergajos blancos de la
península!’” (86A).
político “se ejerce cuando las masas, de manera consciente y organizada, resisten una situación
adversa e intervienen en el manejo de la cosa pública sea para fiscalizar y vigilar la acción de los
dirigentes, sea para corregir el rumbo equivocado del Estado o, en fin, para hacer valer la opinión
y voluntad de las bases sociales respecto de problemas sentidos por la colectividad” (89B). La
conciencia y organización que se requiere para resistir dichas situaciones, vemos aquí, la obtiene
el campesino costeño de sus bailes. Una razón más para considerar HDC un producto musical
la que apela.
155
El segundo de estos bailes aparece más adelante en el canal A, se trata del enfrentamiento
momposina. El empresario con este propósito soborna al alcalde en turno, Heriberto Martínez,
mejor conocido como “La Burrita” entre los habitantes de San Martín de Loba. Un par de versos
de la creación de Francisco Serpa, el tío de Carlos Aislanth y Adolfo Mier Serpa, bastaría para
desencadenar la furia de Mr. Cannon, lo cual resultó en este afamado conflicto de los años
veinte:
No queremos extranjeros,
Los versos de Francisco Serpa animan a los lobanos a integrarse a los movimientos de Defensa
Territorial que pugnan ante el ministerio de Agricultura y Comercio por una apropiada
distribución de las tierras: “Los versos de mi tío se convirtieron en un himno nacional” (175A).
156
Las Juntas de Defensa Territorial obtienen algunos triunfos, entre ellos la abolición de los falsos
Los vecinos de San Martín de Loba, motivados por este triunfo de las Juntas de Defensa
Territorial, organizan un merengue en la casa de doña Josefa Próspera Serpa. Los tambores, el
acordeón, la gaita y el canto atraen la atención del alcalde traidor, Heriberto Martínez. Así como
el teniente Gómez irrumpe el bunde rebelde de los ayapeleños, “La Burrita” intenta sabotear el
casa de Josefa Próspera Serpa, el joven Antonio Centeno, quien tocaba caja
ritmo que hoy forma parte del vallenato. El alcalde que los oye, se viene derechito
al baile con su bastón de mando de cacho enlazado, vestido de blanco y con los
anteojos puestos, con tres agentes de policía. Entra a la casa y grita con
Al igual que en Ayapel, los dirigentes se molestan con la burla proveniente de los cantos y bailes
clandestinos que pasan por encima de su autoridad e interceden con agresión para poner fin a sus
festejos. La diferencia es que, en esta ocasión, en lugar de las lanzas, los lobanos utilizan sus
propios instrumentos musicales para defenderse: “Al verse con apoyo, Centeno levanta la caja de
currulao que tocaba, se la manda al alcalde por la cabeza y se retira por el fondo del salón.
157
Mientras tanto, para hacer más bulla, Sebastián improvisa con el acordeón otra pulla [burlas en
versos] contra el alcalde” (178A). El resto de los espectadores se une a este coro estentóreo con
sus gritos de protesta contra La Burrita y los demás policías que le acompañan. La caja de
currulao ‒género musical de tambores y gaitas‒ de Centeno, el acordeón de Sebastián y las voces
alzadas del resto de la gente se tornan armas físicas e ideológicas en ese momento. De manera
que ahora, los instrumentos musicales adquieren un rol político en medio de esta resistencia
provoca en los habitantes de San Martín de Loba, hartos también de los abusos de las
íbamos, pues, arrancando el pasto de los gringos y haciéndoles muchos otros arrestos. Fue el
comienzo de la primera liga o sindicato campesino que hubo por aquí…” (180A).
de los setentas y ochentas. En el audio correspondiente a las entrevistas que realiza Fals Borda a
Banquett: “Entonces lo digo a los compañeros campesinos, que tengan cuidado en la revolución,
cuando el campesino se lanza a recuperar la tierra, la tierra que le han quitado los millonarios y
cuando aparecen las leyes del gobierno, ahí para atacar al campesino de subversivo”.31 Los
versos de Banquett, así como antes los de Serpa, se repiten para motivar la lucha y vigorizar la
unión entre los campesinos. Los dos imprimen consignas para promulgar la solidaridad que hace
falta desarrollar para luchar por una causa política común. Asimismo, tanto los versos de uno
31
En el audio de los miembros del baluarte “Vicente Adamo” con el folio C/OFB/GM/30 estos versos son cantados por
los entrevistados, pero también se encuentran transcritos por el propio Moisés Banquett en la Caja 06 Carpeta 02 Folio
2236-2237 del CDRBR/M.
158
como del otro condensan la perspectiva histórica de la comunidad costeña. El lenguaje musical
es a la vez el vehículo elegido por la comunidad costeña para legitimar sus propias versiones de
los hechos y transmitirlas de generación en generación. Los cantos de vaquería, el bunde rebelde
Sotavento en medio de una cumbiamba que resuena al fondo. La nueva cacica, Bernabela
Reondo, lo recibe y lo encamina hacia el antiguo capitán del resguardo, Eusebio Feria de la Cruz,
apodado “el capi”. La cumbiamba, baile popular animado por el acordeón, el tambor y la
guacharaca (Viloria 35), se celebra aquí por motivo de la toma de la hacienda de Bajogrande:
“Era la quinta finca que se ‘recuperaba’ por aquellas lomas del departamento de Córdoba en los
últimos tres años” (HDCIV: 12A). Con esta escena tan sencilla se abre el cuarto tomo de la serie
y el cuarto movimiento de esta cantata riberana. Asimismo, se anuncian los tres grandes temas de
tierras.
La primera evocación musical de este cuarto movimiento tiene lugar cuando el sociólogo
se acerca a “el capi”, quien se encuentra “sentado en una butaca, con bastón de roble en la
diestra, cruz de plata al cuello y sombrero de alón vueltiao bien puesto sobre sus abundantes
canas” (12A). Mientras presiden la cumbiamba, junto con Bernabela, “el capi” se queja de que a
la gente joven ahora le da por olvidarse de los valores tradicionales del pueblo:
159
Cuando llegaron los músicos con un pito de carrizo, unos guaches (maracas), una
caja y un tambor, se vio que eran viejos. Poco a poco, algunas parejas se fueron
levantando para bailar y formar la clásica rueda; pero lo hicieron con desgano y
ortofónicas primero (con el dedo), luego a los ruidosos ‘picós’ del casco del
pueblo con sus discos de corridos mexicanos y paseos vallenatos (23A, énfasis
mío).
La edad de los músicos de la cumbiamba determina sus lazos con el pasado indígena del
resguardo. Mientras que la negativa de los más jóvenes a integrarse a la clásica rueda que
caracteriza a este baile, muestra el desapego a las costumbres autóctonas del pueblo. Dicho de
otra manera, el rechazo a la cumbiamba para “el capi” simboliza un rechazo también a sus raíces.
Así como la electiva de bailes en el caso de Juan José Nieto o Rafael Núñez marcaba una
bailar la cumbia, muchachos, si no quieren pagar impuestos” (23A). Los indígenas del resguardo
no están obligados legalmente a pagar impuestos, por lo tanto, si los jóvenes se identificaran
como tal, no tendrían que pagarlos. La cumbiamba aparece aquí como un potente identificador
cuestionen su procedencia o sus raíces culturales. Además de una decisión política y ontológica,
saber bailar la cumbiamba representa mayor solvencia económica. Por otro lado, el rechazo de la
160
cumbiamba por parte de los jóvenes del resguardo lleva al sociólogo a analizar en el canal B, el
porqué de esta pérdida de interés en los valores tradicionales indígenas. De tal manera que, no es
sólo el cuento que echa “el capi” sino también la reacción a la cumbiamba lo que determina los
siguientes pasos en la investigación. Los echa cuentos con su lenguaje musical indican el rumbo
que toma la IAP en la Costa Atlántica. Después de la cumbiamba de San Andrés de Sotavento, el
director coral emprende un recorrido histórico por la conquista española de la región del Sinú. La
acústica narrativa del canal A en su siguiente capítulo, titulado “La amachada conquista del
cuentos Juana Conde, nativa del pueblo Bongo-Basura portadora de 99 años de sabiduría, y su
nieto José Latiniano Sánchez, alias el Joche. En una de las cartas escritas por el Joche encontrada
“El conjunto consistía en un tambor, una cantadora, o cantador, o los dos juntos para echarse
piques, para echarse vainas o puyas, acompañando con las palmas. […] En esta clase de
fandango no se hacía rueda, la pareja iba suelta y sin vela y por regla sólo salía a bailar al ruedo
una sola”.32 La información que obtiene Fals Borda con respecto a dos de los más conocidos
32
CDRBR/M. Caja 05 Carpeta 02 Folio 1771-1782. La carta se titula “Festejos de pascua y año nuevo en algunos
pueblos del bajo Sinú en tiempos pasados”. Otro dato remarcable además del aspecto musical en estas cartas de
Latiniano Sánchez es que éste se refiere a su abuela Juana Conde como “Nuestra fuente de información”, reforzando
así el nexo nieto-abuelo revisado en la primera sesión de este trabajo. Así también, en el cuerpo narrativo de este
capítulo del cuarto tomo, cuando Fals Borda se reúne con Juana Conde, ella se encuentra sosteniendo en sus manos a
su chozno o hijo de tataranieto. La imagen reitera la costumbre de que el nieto comparta la echada de cuentos del
abuelo desde mucho antes de aprender a hablar o incluso comprender lo que sucede.
161
conquistadores de la región, Francisca Baptista Bohórquez y Francisco Velázquez, se montan en
dos insumos narrativos con distinto tamaño de márgenes. Si antes impute musicalmente el dúo
Mier-Nieto en este juego de márgenes, ahora considero que su variación se debe al querer
simular el tipo de fandango del que habla el Joche en su carta. El cantador Francisco Velázquez y
la cantadora Francisca Baptista entran y salen a bailar al ruedo uno a la vez en una especie de
piquería como la referida en la carta. El lector puede oír leyendo el fandango cantao de los
Franciscos en este vaivén narrativo. A cada experiencia de Francisco por el Sinú le corresponde
otra de Francisca. El rol que desempeña cada personaje en la conquista del territorio es
trascendente en términos históricos. Sin embargo, Francisca Baptista, por ser mujer, es quien
obtiene proporciones épicas. No es de extrañar, por tanto, que su vida sea la que aparezca en los
Según indica Fals Borda en el canal B de este capítulo, la actuación de Francisca Baptista
y su potencialidad en la lucha por la tierra y otras aspiraciones de la vida social del campo y la
ciudad” (HDCIV: 33B, énfasis del autor). El sociólogo encumbra en Francisca, el concepto de
“mujer brava” que habrá de reiterar en el resto del cuarto tomo para dar a conocer la vida de
todas aquellas mujeres que participan en los movimientos sociales por la recuperación de la tierra
en diversas etapas de la Costa Atlántica. El contraste entre las acciones de ambos conquistadores
llegada al Sinú. Velázquez aprende las artes curativas de los indígenas zenú y establece buenas
relaciones con ellos. Baptista aprende la técnica agrícola de la tierra, el cultivo de frutas y la
162
quema del monte: “No hubo graves choques culturales ni actos de guerra entre ellos. Fue más
bien una conquista suave y chévere” (36A). Con el paso del tiempo y los conflictos que se gestan
desde España, Francisco pierde su temperamento pacífico, pero Baptista no se deja domeñar:
“Lo peculiar de este caso es que, la nueva Conquistadora no se puso realmente al mando de
tropas ni marchó con tambores a rebato ni navegó al Darién para cumplir los compromisos con el
rey” (39A). Los cambios de dinastía en España, cuyos efectos hacen eco en el Sinú, obligan a
sin ninguna otra consideración. Francisco se olvida de sus buenas relaciones con los indios.
Mientras que, para la Conquistadora los mismos cambios dinásticos la hunden en la ignominia,
su poder se amedrentaba por ser mujer y es cuando toma medidas en el asunto: “Doña Francisca
reaccionó ante estos fenómenos asumiendo por primera vez el papel de hombre de armas que su
título implicaba, y con ello se amachó la suave conquista y atemperada colonización que se había
realizado en el Sinú hasta entonces” (43A). Al amacharse, Francisca no actúa con la misma
nefasta actitud de Francisco, pero se impone ante el resto de los hombres y consigue fundar
El cantador Francisco Velázquez hace mal uso de ese machismo que le es conferido de
nacimiento, “se le subieron a la cabeza los humos del poder” (46B). El machismo en él se
la próxima cosificación de la mujer: “Las indias ya no eran personas para Velázquez, ni para su
hijo y sobrinos que también tuvieron ‘cocas’ [doncellas vírgenes], sino objetos sexuales, simples
concubinas” (46B). Sin embargo, el machismo de Doña Francisca se toma por positivo, se enlaza
con la matrifocalidad de los indígenas zenú, a modo de resistencia política y ontológica. Una
163
bravura, una mujer ídolo: “De allí que las recientes luchas campesinas en la colonización y por la
tierra en la Costa hubieran motivado a las mujeres de la región a organizarse y afirmarse con
identidad propia en las confrontaciones con el sistema dominante” (52B). Hacia el final de este
fandango cantao, Francisco Velázquez sigue constreñido en sus márgenes estrechos, dominado
por la bravura de la Conquistadora con quien se pone punto final al capítulo de la conquista
española.
conocidos por el pueblo momposino, por ejemplo, Jorge Artel, Compaegoyo, Leonidas Pallares,
Julio Dovale, entre otros. No basta este espacio para realizar un análisis cuidadoso de cada uno
de ellos. Razón por la cual, me centro en un caso que está íntimamente relacionado y que me
lleva a enlistar dos de los grandes temas que predominan aquí: mujer y naturaleza. Además de
este cuarto movimiento para enaltecer la heroicidad femenina y esclarecer ese lazo inherente que
miembros de la famosa “Banda Arribana del Barrio Tomate” (128A): Primo Paternina, Pablo
Garcés Pérez, Alejandro Ramírez y Saturnino, quienes del canto de un pájaro componen el porro
que después habría de bailar, María Barilla, emblema de la mujer brava costeña. Un día los
“arribanos” reciben una invitación para organizar un fandango en Bongamella, lo que los obliga
164
Era marzo y las lluvias pintaban. Un mayero (uno de los ‘pájaros virtuosos’ del
detuvo: “Oigamos a ese mayero, que nos quiere decir algo más que anunciarnos
el agua como lo hace cada año”, pensó. El mensaje del mayero era sencillo y
melodioso:
clarinete, tal como lo habría hecho un indio con la gaita cabeza’e cera. Y le
sumó ahí mismo con el cornetín reforzando la melodía con agudas notas:
165
[Pentagrama del bombardino de Pablo Garcés]
Y Saturnino el bombo:
La inclusión de pentagramas en este diálogo deja ver ‒y escuchar‒ que tanto pájaros como
habitantes costeños comparten un mismo lenguaje y una misma devoción. La música, además de
ser un puente comunicativo entre el riberano y su naturaleza, es lo que los iguala. A propósito de
los cantos de vaquería, Ciro A. Quiroz indica que las fuertes exclamaciones onomatopéyicas
“constituyen un verdadero lenguaje no sólo para controlar el ganado, sino para comunicar
equipara a los novillos con los cantores, se vuelven uno mismo: “La tonada, inmersa en el
instinto del ganado, se convierte en una singular fusión, como si novillo y hombre encarnaran
una misma realidad” (50). En el caso de Candelario Obeso y sus versos del boga, éstos
comparten con el río la angustia y la zozobra que provoca la esclavitud. Aquí, el pájaro mayero y
la banda arribana construyen musicalmente una misma realidad compartida. El pájaro anuncia
las lluvias de la temporada, pero al mismo tiempo expone a los cantores su propia perspectiva
natural. La naturaleza llegará así también a María Barilla para explorarla a través del baile.
Por otra parte, el diálogo musical con todos estos pentagramas muestra que, así como el
porro paliteao de los Mier en el segundo tomo, el canto del pájaro es una creación colectiva que
nace de la improvisación: “Prosiguieron el camino hacia La Madera ‘sacando’ el nuevo porro ‘El
166
pájaro del monte’ paso a paso y conjuntamente, sumando y combinando los instrumentos como
un diálogo y contrapunteo, sin que se pudiera decir quién fue el compositor porque lo fueron
todos en un singular acto de creación colectiva” (HDCIV: 129A). El lenguaje musical del
autoridad. Lo mismo se podría decir de HDC, puesto que se trata de una cantata, pero ésta no
tendría relevancia de no ser por los estilos musicales, bailes y cantos costeños que se integran en
su composición. La estructura de la obra, como el canto del pájaro mayero, es una creación
introducir a María Barilla, nacida en 1887 en la Ciénaga de Oro. María se traslada a la ciudad de
director coral, el fandango como “espectáculo comunal de baile nocturno al aire libre” (131B)
resulta ser el “impulso vital” (135A) de María Barilla, alias la “Mayo”. Como la Conquistadora
Francisca Baptista, la “Mayo” también se enfrenta a nuevas ideas sociopolíticas en pleno siglo
“patriarca”: “Yo bailo con usted si baila la demás gente”. ¡Qué viva María
Barilla! Gritó la multitud mientras aplaudía. Así logró ella expresar solidaridad
manera fue perfilando su imagen como heroína cultural popular. Es curioso que
167
los dos colores que prefería para adornarse ‒el rojo y el negro‒ eran precisamente
Mujer que preside la activista socialista Juana Julia Guzmán. Sus tendencias políticas y actitud
imponer por el agarre de los hombres, elige con quiénes bailar e improvisa a medida que va
echando sus pasos, haciendo del fandango algo propio: “El pueblo del Sinú se había identificado
ya con la heroína de la danza” (139A). En María Barilla convergen los dos polos del activismo
Sin duda alguna, el cuarto tomo está poblado por figuras femeninas que actúan como
heroínas locales, desde la Conquistadora hasta la activista Juana Julia Guzmán y la abuela Juana
Conde de Bongo-Basura. Sin embargo, María Barilla cobra un rol más trascendente por ser
ciudad de Montería en el 2016, escuché a Víctor Negrete, miembro de la antigua Fundación del
Caribe, decir que el sociólogo había exagerado la heroicidad de la “Mayo” en HDC. No obstante,
a orillas del río Sinú, por la plaza tipo ladera que recorre el malecón, hay una estatua de bronce
de María Barilla danzando al son del fandango con seis hombres a sus pies. Aparentemente, es
posible que la imputación escape al texto, y que, aunque sea una invención exagerada, la
fandanguera ya sea parte de la cultura popular del monteriano. Recordemos que fue el mismo
Fals Borda quien en su libro Ciencia propia y colonialismo intelectual (1970), comenta que “los
científicos del sistema prefieren manejar objetos, datos y hechos congruentes con las finalidades
del sistema capitalista, y relegan, reprimen, o suprimen otros que, de destacarse o inventarse,
168
revelarían alternativas contradictorias, inconsistencias y debilidades inherentes al sistema” (105-
sociopolíticas, revela algunas de las contradicciones del sistema científico ortodoxo. La verdad y
que los modos de construcción de sentido son comunes a los partícipes de dicha
práctica (37-38).
Cierto que el canal A muestra el ensamblaje de una cantata metafórica, pero el director
corporeiza los patrones de expresión acústica de la comunidad costeña, es decir, sus cantos,
bailes y fiestas. El canal A corporiza la musicalización de los cuentos que se echan en comunión.
No obstante, el canal B de todos los movimientos de la cantata, devela un mensaje acústico que
tanto director como coreutas comparten pues son ambos quienes construyen un nuevo sentido
común. En este último caso, María Barilla se integra al mensaje acústico como la alternativa para
musical costeño.
169
La musicalidad comunicativa
Típicamente, se tiende a asumir que la dirección coral depende de que el coreuta atienda
los movimientos de las manos del director para saber cuándo entra y sale su voz. Como si se
tratase de una imposición de una sola vía. Sin embargo, como indica Ordás, el “reducir el rol del
coreuta a un mero instrumento, hace que se pierda de vista la riqueza de las relaciones
intersubjetivas que ocurren en el interior del coro como un organismo vivo y sujeto a un intenso
proceso comunicativo e interactivo (36). El ensamblaje dual de HDC muestra que el director no
percibe a sus coreutas como instrumentos sin vida, sino como parte de un proceso de
comunicación interactivo. La acustemología de Feld cobra aquí significancia, pues las relaciones
un nuevo sentido común. La cantata es el género musical que permite entrelazar los mundos
acústicos de todos los involucrados en el proceso investigativo, logrando así un tejido musical y
vemos aquí en esta sesión con la acústica narrativa del canal A y su constante comunicación con
el canal B donde se van teorizando los estilos musicales costeños que componen esta cantata
metafórica.
El diálogo musical entreteje la sintaxis cultural tanto del sociólogo como de los
campesinos costeños. La experticia en cantatas de Fals Borda se suma a los estilos musicales
170
La idea de musicalidad comunicativa cobra interés al pensarla como un
dispositivo que tiene lugar en la práctica del coro y que se da entre los cantantes y
el director, dado que también tiene que ver con el modo en que nosotros podemos
movernos con el otro (entre los mismos cantantes, dentro de la cuerda, entre
meta común, la musicalidad comunicativa tiene que ver con la idea de que
sentipensante, como lo es también en la IAP. El director coral debe conocer las voces de sus
coreutas tanto como los coreutas deben conocer los gestos, movimientos e intenciones del
director. La empatía es la clave para alcanzar una armonía musical: “The choral director should
develop the constant image that he or she is connected by several strings to each member of the
ensemble” (Gordon 96). HDC constituye un ejercicio por descubrir esos hilos entre el sociólogo
y la comunidad. La empatía en ambos casos ‒la dirección coral y la IAP‒ se establece a través de
la convivencia, de ese vaivén entre el uno y el otro. Todo activismo requiere de una comprensión
mutua que emane de la síntesis cultural y la interpretación compartida de la realidad que deviene
de ella.
171
Sesión 3. Complejo del dejao
La filosofía riberana que gobierna los cuatro tomos de Historia doble de la Costa
descansa en el complejo del dejao descrito en la mesa redonda del primer tomo Mompox y Loba.
Orlando Fals Borda lo define como “un ritmo de trabajo y una concepción propia del tiempo y
del espacio que no permitieron ni el florecimiento pleno del señorío ni el desarrollo rápido del
capitalismo moderno” (HDCI: 156B). Este ritmo relajado se rige por el entorno acuático natural
musicalizar la compañía, burlar la autoridad. El sociólogo habrá de añadir luego, que no se trata
de una profunda apatía o una actitud desconsoladora ante la vida, sino una “adaptación realista,
ambientales que van más allá del control humano. Ellos determinan el desemboque hacia
conductas y decisiones inmediatas, sin mayor previsión o anticipación, menos aún planificación”
(159B, énfasis mío). Casi como si asegurara que el ambiente acuático costeño previene el arraigo
de aquellas actitudes violentas que desata la imposición capitalista. De este mismo ambiente es
que surge la idea del juez Juan David Cifuentes con respecto a la creación de un nuevo
departamento político que contemple ese característico complejo del dejao que distingue a la
comunidad costeña.
Desde que el grupo de estudio a bordo del yonson emprende la navegación hacia San
Martín de Loba se plantea la formación del Departamento del Río centrado en los rasgos
particulares del habitante de las laderas. Durante este debate, el juez Cifuentes propone incluso
una posible anexión a los departamentos de Antioquia o Sucre. Pero, Luis Murallas se opone a
esta anexión pues intuye que eso acarrearía los mismos descuidos por parte de las autoridades:
172
“El problema con Antioquia es que vendríamos a formar una especie de parche dentro de la
diferentes. Y a la larga lo que ocurriría sería que los antioqueños vendrían a hacer colonizaciones
por acá y a apoderarse de esta tierra” (23A). El asunto finaliza con la intención de crear ese
nuevo departamento que incluya a los pueblos que compartan una misma idiosincrasia, que
investigación nace así de esta iniciativa política donde la naturaleza cobra el papel más
trascendente de todos. Sin mayor previsión o anticipación, menos aún planificación, la IAP
macondiana se irá configurando a partir del encuentro casual con los cuenteros y los factores
geográfico real per sé sino un escenario natural que ha sido imputado colectivamente. Los
cuentos que echan los campesinos junto con la música que componen evocan una realidad
material que se complementa con las vivencias del sociólogo durante su traslado por la Costa
interacción mediada por cuentos y cantos costeños. Mis argumentos para esta tercera sesión
indagar cómo los narradores y personajes de un texto imaginan, representan e interactúan con su
imaginations that narrative texts offer up that are both based upon material realities and informed
by local cultures and personal experiences, and the mechanisms by which those imaginations are
shared with readers via narratives” (29, énfasis mío). Asumo esta postura econarratológica, para
173
aquella del sociólogo para llevar a cabo una reconstrucción política del espacio físico. Las
personificaciones animales provenientes de los echa cuentos se traducen en una red solidaria que
intervención foránea como elemento artificial que corrompe el espacio natural. De tal manera
que, las acciones individualistas de la política y el capitalismo son reinterpretadas bajo la lente
histórica en HDC es también resultado de la revivificación colectiva del espacio natural. Según
arraigar ningún rigor estricto a lo teutón, aunque las cosas resulten hechas cuando menos se
piensa (o quiere)” (HDCI: 159B). No es el reloj teutón el que dictamina el tiempo sino la
política de la región y a su vez reajusta el rumbo y los alcances de la IAP. Las huellas de un
pasado histórico quedan depositadas en las ruinas naturales, antiguas piedras que marcan los
linderos de un territorio o árboles que hacen las veces de santos. El ambiente natural es parte del
investigativo. De ahí el mote macondiano de la IAP que tiene lugar en las laderas de los ríos que
Mi tercer argumento es que las ideas acerca del reordenamiento territorial que habrá de
defender Fals Borda al salir de la costa emanan de esa imaginación ambiental compartida. El
espacio físico reconstruido por ambos deviene en propuesta política de reordenamiento territorial
174
ante la Asamblea Nacional Constituyente en 1991. Los años que le lleva al sociólogo la
metodología de investigación, la cual tiene como objetivo un potencial activismo. Los errores del
activismo previo del sociólogo con la ANUC se redimen tras este período de reflexión. Las nuevas
ideas políticas que defenderá ante la Asamblea Constituyente se nutren por las vivencias que
comparte con la comunidad costeña en sus recorridos por las laderas de los ríos. Aquella
propuesta casi azarosa del juez Cifuentes acerca de la creación de un Departamento del Río llega
dejé constancia en la que invité a convertirnos en ‘máquina del tiempo’ para trasladarnos
mentalmente al futuro de nuestro país. Quería dejar atrás el prejuicio de que los actuales límites
políticos deban ser eternos, para tomar en cuenta la necesidad de ajustarlos y responder mejor así
a expectativas y urgencias reales de las gentes en sus comunidades” (Fals Borda Región e
sociólogo a ubicar las necesidades reales de una comunidad desde adentro. Una política que
toma en cuenta por fin el conocimiento como lo concibe el pueblo y no agentes externos.
Debido a que la naturaleza es protagonista en HDC los ejemplos abundan, por cuestiones
alambre de púas en los últimos dos tomos. No obstante, apuntes acerca de la solidaridad costeña
y el reordenamiento territorial estarán presentes por toda la serie y ahondaré en varios de ellos.
175
Reconstruyendo barrancos, caseríos y árboles
traslape temporal característico que se extiende por el resto de la serie. La mayor parte de las
descripciones del espacio natural compaginan dos tiempos históricos que devienen en un tercero
imaginado por sus protagonistas. El pasado prevalece en ruinas, restos y evocaciones que se
adhieren al presente de la vivencia en compañía. Quizás este traslape histórico sea también
escritura de HDC. Recordemos que la misma Hillary Chute establece que los cómics “can
express life stories powerfully because it makes literal the presence of the past by disrupting
spatial and temporal conventions to overlay or palimpsest past and present” (“Comic Forms”
109). En el caso que aquí me concierne, no se trata sólo de expresar esas historias de vida con
mayor profundidad como en los cómics, sino de recrear el espacio físico para generar un nuevo
tiempo histórico solidario. El traslape obedece así a una pretensión transformativa que esquiva la
mera transmisión narrativa, se trata de generar un nuevo espacio temporal y físico que el
sociólogo y los campesinos imaginan en compañía, como se verá desde la primer descripción
Santa Coa. La chalupa que nos traía desde Magangué por el Gran Río de la
por donde el último caimán había subido la semana anterior, escalando con sus
176
el refugio disimulado de los “firmes” flotantes de peligrosas plantas de cortadera.
del gran río atravesado ahora de buques y canoas? (HDCI:16A, énfasis mío).
El archivo en la ciudad de Montería contiene una nota manuscrita de Fals Borda con respecto a
su visita al pueblo de Santa Coa.33 La nota se centra específicamente en un caimán que emite un
fuerte soplido y que una noche camina río arriba hacia una ciénaga detrás del pueblo. Los
habitantes de Santa Coa lo saben porque el caimán deja un rastro en la arena del barranco. No
hay ninguna otra aclaración en la nota. La escena, sin embargo, se complementa con la
observación actual del sociólogo. Los mangos, cocoteros, uveros y cantagallos se añaden a cada
uno de los sitios descritos. Y además se suma la presencia de buques y canoas que alteran la
En términos geográficos, el barranco que una semana antes había sido marcado por el
paso de un caimán es el mismo barranco que ahora observan Fals Borda y los demás miembros
incorporado a la escena no es un adorno en vano. Unas líneas más adelante, el lector comprende
a quién se refiere el autor con aquello de hombre-caimán, pues ante el encuentro con Sebastián
Arroyo se esboza la personificación de la cultura anfibia. Hay una nota más en el archivo que se
titula “Leyenda del hombre-caimán” y no se halla en la misma caja ni carpeta que la anterior.34
La nota expone una creencia arraigada en la gente de la depresión momposina. Según esta
creencia, un hombre enamorado de una muchacha que se bañaba en el río le pide a una bruja que
33
CDRBR/M. Caja 24 Carpeta 05 Folio 8015. Marzo 1978.
34
CDRBR/M. Caja 20 Carpeta 01 Folio 6375. S/F.
177
lo convierta en caimán para cortejarla. La bruja lo vuelve mitad hombre y mitad caimán
condenándolo a vivir para siempre entre el río y las laderas. La leyenda es aprovechada por Fals
Borda para trazar en el canal B una “idealización mitológica de la cultura anfibia” (HDCI: 26B).
No es de extrañar que Fals Borda coloque la información de otros cuenteros en la boca de uno
solo, lo vimos ya en la primera sesión de este trabajo. Pero aquí hace uso también de esa
información para reescribir el paisaje momposino. El cuento de Arroyo y las leyendas de los
momposinos se imputan al barranco que el sociólogo observa. Así, el barranco que leemos no es
el que vieron los habitantes del pueblo de Santa Coa hace una semana y tampoco el que ve Fals
Borda en ese momento, sino uno nuevo compuesto por la imaginación ambiental de ambos. El
Ahora bien, las plantas que elige Fals Borda para indicar las fronteras ‒los mangos y
cocoteros que marcan el comienzo del caserío y los uveros y cantagallos que rodean la ciénaga‒
son probablemente producto de su imaginación. No hay indicio de que el sociólogo haya visitado
aquella ciénaga detrás del pueblo. Lo interesante es lo que queda implícito, que la naturaleza
impone sus propios límites sobre el territorio sin la interferencia del hombre. Sin mencionar
también que, al introducir las máquinas artificiales del hombre, en este caso los buques, se altera
la corriente natural de las aguas lo que obliga al caimán a escapar y refugiarse en la ciénaga. El
artificial provoca una alteración en el espacio natural que a su vez perturba la vida del riberano.
Los protagonistas ‒tanto sociólogo como los cuenteros‒ son capaces de alterar ambos tiempos
Al descender de la chalupa en Santa Coa, el grupo de estudio transita por una sola calle
larga que distingue al caserío. El siguiente traslape histórico tiene lugar con una fotografía de la
178
calle en la parte superior de la página y un comentario agregado entre paréntesis por parte del
autor:
(Ya yo sabía que este pueblo no tenía nada que ver con el marquesado de Santa
habían indicado también que éste había sido un pueblo de indios malibúes
la gente del río, o “riano” como se dice allí mismo‒ , donde se reflejaba toda la
La calle que antes solía poblarse por indios malibúes es ahora un ejemplo típico del mundo
riberano que a la vez refleja una problemática sociopolítica nacional. Las condiciones actuales
del caserío se contrastan por medio del palimpsesto histórico. La linealidad narrativa se
interrumpe, pero no sin una intención. Este traslape temporal se asemeja a lo que Saul
Friedlander reconoce como el “working through” característico de los relatos testimoniales: “The
commentary should disrupt the facile linear progression of the narration, introduce alternative
interpretations, question any partial conclusion, withstand the need for closure” (53). Como
sabemos ya, tanto la IAP como HDC se consideran un proyecto inacabado. El ir y venir entre
pasado y presente muestra que la naturaleza tampoco es un estado físico permanente, lo cual
179
siembra una esperanza hacia el futuro y lo que el habitante costeño puede hacer al respecto de su
Justo después del comentario entre paréntesis, es que el grupo de estudio llega a la casa
de Sebastián Arroyo, donde éste explica que: “Santa Coa no era tan pobre y atrasado como lo ven
ahora. Tuvo su buena época, cuando podíamos trabajar y producir para nosotros mismos.
todavía porque nuestra vida es una lucha permanente en que debemos defendernos en tierra y en
agua, con todo lo que encontremos” (19A, énfasis mío). El espacio físico del caserío de Santa
observación de Sebastián Arroyo. Se trata de un nuevo caserío imaginado por ambos que lleva a
Fals Borda a deducir en el canal B que: “una formación social puede estudiarse como una
interacción de regiones vinculadas histórica y políticamente, que dejan de verse como entes
dinámicas que tienen una base espacial común” (HDCI: 18B y 19B). La interrupción narrativa
por medio de fotografías y comentarios forja una alternativa interpretativa de la realidad. Todo
espacio natural es a la vez un espacio dinámico y mutable, basta con comprenderlo histórica y
políticamente para actuar sobre él. El nuevo espacio reconstruido en HDC coloca a los cuenteros
como agentes del cambio, los hace responsables de sus potenciales mutaciones históricas. Como
el mismo Sebastián Arroyo reconoce en la cita previa, el campesino cuenta con las herramientas
sólo requiere tomar conciencia de su agencia en tiempo presente para lograr moldear su propio
180
Viendo el pasado del caserío de Santa Coa desde la experiencia de Sebastián Arroyo es
que surge la personificación de la cultura anfibia, a la cual Fals Borda se refiere como un “logro
ecológico” (19A), un acierto digno de la comunidad costeña de saber utilizar el medio para vivir
y dejar vivir al otro. Lo que da paso a una transición histórica más de la boca del cuentero:
banda del frente al río, donde ustedes ven ese caserío que ahora llamamos Santa
Coita, antes, La Reforma. […] A finales del siglo pasado y comienzos de éste
comprar nuestras tierras, que considerábamos de todos. Algunos les vendieron los
está casi totalmente cercado ahora. Donde no hay agua, hay alambre de púas
Al caserío ese que ahora ven, así como al barranco del hombre-caimán y a otras zonas del
paisaje momposino que comparten, Fals Borda los denomina “restos mudos de un cataclismo”
(30A). Son los echa cuentos quienes les dan voz para situarlos históricamente. De acuerdo con
Linda Tuhiwai Smith, la descolonización implica la restauración del espíritu de una comunidad
por medio de la recreación del espacio físico: “It is not simply about giving an oral account or a
genealogical naming of the land and the events which raged over it, but a very powerful need to
give testimony to and restore a spirit, to bring back into existence a world fragmented an dying.
The sense of history conveyed by these approaches is not the same thing as the discipline of
history, and so our accounts collide, crash into each other (29-30). La historia del campesino
181
costeño se reescribe con cada uno de sus cuentos que redescubren la naturaleza a su alrededor.
gestando una concientización histórica dual. Cuando los antiguos trabajaban la tierra no había
tácito entre sus pobladores. Una vez que llegan los terratenientes el espacio se rodea con
alambres de púas. La referencia de Arroyo acerca de esta metálica frontera será la primera de las
tantas que abundan en la descripción del ambiente riberano. Desde este punto en adelante, el
alambre de púas se dibuja como una metáfora del desconocimiento ecológico de las clases
acomodadas que sólo buscan el beneficio de sus intereses económicos. Este mismo ícono del
alambre de púas solía dibujarse en las historietas de Ulianov Chalarka durante la investigación de
la Fundación del Caribe de 1972 a 1974. Su función parece atender a las mismas inquietudes por
parte de los investigadores y habitantes de las laderas, un elemento externo que irrumpe en la
Borda encuentra una posible explicación en ese afán por restaurar el espíritu de una comunidad.
Si la naturaleza va siendo resignificada a cada paso del camino que emprende Fals Borda por las
laderas, los cuentos no obedecen un orden y una estructura histórica clásica. Ya que cada
elemento del espacio contiene una historia particular que ha de ser enunciada desde la
perspectiva del costeño, goza de sentido que los relatos choquen unos con otros. El traslado va
fundando nuevos códigos de interpretación ambiental que surgen de la síntesis cultural que
Tras la interacción con Sebastián Arroyo, el grupo de estudio aborda el yonson para
dirigirse a San Martin de Loba donde se da encuentro con Adolfo Mier Serpa, el de la piedra
182
Palacín. En la primera sesión de este trabajo, vimos cómo esa piedra que distingue a la casa del
abuelo de Álvaro Mier yace sobre el terreno donde se inició la fundación del pueblo. La misma
piedra que sobrevive los embates del tiempo, es ahora en el relato la que dota a Mier Serpa de
proporciones casi míticas. Durante su trayectoria por San Martín de Loba, Fals Borda observa
cómo las casas actuales de los campesinos riberanos ostentan aún elementos indígenas: “Los
techos de palma en su forma y contextura; los materiales vegetales y la técnica del bahareque de
las paredes” (HDCI: 31A). Los restos naturales de un pasado se incrustan en la idiosincrasia de
la comunidad en tiempo presente: “Todos estos son elementos vivos que denotan la fuerza de la
cultura malibú en Loba, a pesar del correr de los siglos y la fuerte represión que los grupos
dominantes españoles ejercieron sobre aquella” (31A). La descripción del pasado indígena se
acompaña en el canal B con una fotografía del pueblo donde aparecen las casas recién
anunciadas y la piedra Palacín al lado. El espacio físico con todos sus elementos naturales ‒
palmas, materiales vegetales, el barro del bahareque‒ reaviva una historia de represión durante la
conquista española, pero también de supervivencia. Las casas y las piedras del paisaje
momposino dejan de ser entes sin vida para convertirse en evocaciones históricas o huellas de un
pasado que cobran fuerza política en tiempo presente. Las técnicas indígenas en la construcción
supervivencia, pero sólo a través de la síntesis cultural. Unos techos de palma que a simple vista
no parecen tener relevancia, se descubren trascendentes al momento en que Fals Borda y los
campesinos riberanos se comunican. La fuerza histórica y política del ambiente natural surge del
183
Además de los echa cuentos en HDC, los árboles son también testigos del transcurrir
histórico. Al conversar con Adolfo Mier Serpa, los miembros del grupo de estudio conocen un
poco acerca de la familia Trespalacios, lo cual los obliga a viajar a Mompox a rastrear más
detalles al respecto. Ramón Pupo y Fals Borda realizan este recorrido, viajando por un brazo del
río Magdalena hasta llegar al mercado público de la ciudad. Aquí los recibe nada más y nada
menos que un árbol cuya repercusión histórica está por descubrirse: “La albarrada de la ciudad
lucía en todo su esplendor, como muralla de las turbias aguas que pasan por el barranco de los
Portales de la Marquesa. Allí aún el inclinado campano de los Trespalacios sembrado hace más
de un siglo, el mismo que vio la llegada de champanes y canoas con sus robustos y vocingleros
bogas. De vuelta a la historia viva y a la muerta” (80A, énfasis mío). Como dije antes, los
cuentos de los costeños chocan entre sí o cohabitan un mismo espacio físico rompiendo la
vestigio de lo que ya antes habían relatado otros cuenteros. En un campano inclinado convergen
varias historias: hoy es parte de un mercado público, antaño fue propiedad de los Trespalacios y
también testigo de la llegada de los bogas vocingleros de los que hablaba el zambo Prudencio
Vidales al principio del tomo. Un árbol condensa la historia viva y la muerta como indica el
sociólogo. Si bien ya no viven los Trespalacios o ya no arriban los antiguos bogas por ahí, el
árbol retrotrae todos estos eventos. La naturaleza almacena acontecimientos históricos que la
convierten en un archivo vivo, pero éste sólo puede descifrarse en comunión. Sin la interacción
entre el sociólogo y los cuenteros, el árbol no sería más que un adorno narrativo. La recuperación
184
Las lechuzas reescriben la historia
Durante una tarde como cualquier otra, el grupo de estudio decide poner pausa a la
Mientras disfrutan de una chicha de maíz, pasa por ahí una lechuza comiéndose los mosquitos:
“‘Ah, malditas brujas’ dijo la niña Delia con un meneo de cabeza” (34A). Los apuntes sobre
Delia y Luis Murallas que guarda el archivo no hablan de lechuzas ni brujería.35 Sin embargo, en
una de las notas pertenecientes a la visita a San Martín de Loba se explica que la lechuza es
conocida en el pueblo como un “pajarito del diablo”.36 Al igual que la leyenda del hombre-
caimán de los momposinos imputada al barranco de la primera escena, la creencia de que las
lechuzas simbolizan la maldad se inserta aquí en la voz de la niña Delia. En el cuerpo narrativo
del canal A, Fals Borda señala que muchas de esas creencias siguen tan vivas hoy como en el
pasado. Si la lechuza pasa o no pasa por la casa de la niña Delia es irrelevante, pero la
comunidad costeña afecta a todos los presentes en la actualidad. De no haber sido por el paso de
la lechuza por ahí, el grupo de estudio no hubiera conocido al siguiente echa cuentos que aparece
35
CDRBR/M. Caja 28 Carpeta 03 Folio 9524-9527.
36
CDRBR/M. Caja 28 Carpeta 03 Folio 9519.
185
Vuelven a pasar las lechuzas chillando y a todos se nos eriza el pelo. “No se
preocupen, dice la niña Delia: Por fortuna hay conjuros para el desencantamiento
buena defensa para que, al golpear con ellas, el encanto o los encantados vuelven
a asumir sus verdaderas formas. […] Vaya arriba, a la calle de los Mangos, que
otros conocen como la Calle de las Brujas, para que Cristóbal Serpa le dé unas
pepas de cabalonga y le explique otras artes de curación… Usted sabe que en San
Cuando Fals Borda llega a la casa de Cristóbal Serpa, primo de Adolfo Mier Serpa, aquél le
aclara que el conocimiento de las hierbas y matas lo obtiene de un indio de las selvas de
Barranca: “Fui apuntando todo en un cuaderno que aún conservo y al que llamo ‘el mapa’. […]
Casi nunca cobro, porque el indio que me enseñó esta sabiduría me dijo que ‘la ciencia del indio
no se vende’” (36A). No indica Cristóbal Serpa que se tratase de un indio malibú, pero el
sociólogo lo supone. En el canal B aparece una fotografía con un pequeño frasco de vidrio y unas
tradición malibú” (36B). Nuevamente, tenemos una escena dinámica donde el echa cuentos
pasea por su casa y va mostrando al grupo de estudio su sabiduría empírica. El pasado indígena
persiste en la actualidad por medio de las hierbas y menjurjes que los campesinos costeños
Además de reiterar la presencia actual de una tradición indígena, las artes curativas
malibú se imputan para reescribir la historia del marquesado en la región. Al detallar la vida de la
fracción aristocrática de la familia Mier, se introduce a quien fue designado marqués de Santa
186
Coa en el siglo XVIII: Juan Bautista de Mier. Al poco tiempo de su distintivo nombramiento
como marqués, la fatalidad llama a su puerta. Fals Borda recrea la escena del marqués en su
lecho de muerte incorporando la sabiduría empírica del campesino costeño para enaltecer a un
boticario José Bernal! Este entra apresurado con una botija de agua de savia,
seguido de Juana Bartola, la segunda hija del marqués quien, por haber aprendido
A pesar de todos los remedios ancestrales que recibe el marqués de Santa Coa, éste pierde la vida
dejando un conflicto de herencias tras su muerte. De Juana Bartola no vuelve a saberse mucho
más hasta que el grupo de estudio se integra a la mesa redonda hacia el final del primer tomo.
Según el sociólogo, Juana Bartola “merece estudio especial, porque tuvo el singular mérito de
haber llegado al protomedicato. ¿Cómo lo hizo? ¿Se formó empíricamente en las artes curativas
a la manera riberana?” (162A). Lo cual implica que, sin importar la procedencia sanguínea o
ascendencia aristocrática de Juana Bartola, ésta se deja transformar por el ambiente y las
costumbres riberanas.
187
El ejemplo de la protomédica se utiliza en el canal B de la mesa redonda para mostrar que
conocidos nobles de la Costa Atlántica no se regían por rituales rimbombantes ni el trato vertical
característico de la aristocracia europea. A tal grado que, Juana Bartola prefiere y confía más en
las artes curativas indígenas que en la medicina escolarizada del botánico José Celestino Mutis.
Tal es la importancia que se le imputa a Juana Bartola que Fals Borda la designa pionera del
mamagallismo costeño:
locales con José Celestino Mutis cuando éste pasó por Mompox en 1763. Toda la
¿Era una mamada de gallo al eminente sabio? De ser así, doña Juana Bartola sería
Los personajes históricos, como el marquesado de Santa Coa en este caso, se insertan en una
Juana Bartola (des)aparece en los libros sólo como la segunda hija del marqués, pero aquí se trae
a la vida como una de las pioneras de una costumbre costeña. La política perteneciente a la etapa
aristocrática es reescrita bajo una perspectiva ambiental riberana. Las artes curativas de los
instituida por la clase acomodada. Juana Bartola se convierte en un personaje histórico propio del
188
(La región inconclusa)
El primer tomo de HDC abre con el concepto de región, el cual según Fals Borda debe
conversación con Sebastián Arroyo y la visita al caserío de Santa Coa, se articula el concepto de
cultura anfibia. Son las dos líneas teóricas que se manejan en ambos canales desde el comienzo
Loba, los dos conceptos entran al debate acerca de la fundación de un nuevo departamento
tienen que ver con los ríos, caños, barrancos, laderas, playones, ciénagas y selvas
económica del trópico, como el poblamiento lineal por las corrientes de agua, las
Lo cual hace imperativo un estudio cuidadoso de esta cultura, empezando por la subregión de
Mompox y su vida señorial. Hacia el final de la mesa redonda, Fals Borda admite que el
concepto de región se deja de lado por haberle dado prioridad al señorío: “Notará el lector que el
189
tema de la región con el que se abre el libro queda, hacia el final, relegado a segundo plano,
porque el primero lo toma el señorío, y hasta en forma muy extensa” (166B). Luego aclara que la
La violencia de las autoridades redefine el rumbo del proyecto. Los conceptos de región y
cultura anfibia se nutren así de la práctica política bipartidista del siglo XIX con la que principia
el segundo tomo de la serie: “Ahora, sin dejar de pensar en la costeñidad y en lo que puede ser
propio del costeño del Caribe, la preocupación pasa al problema de la violencia política y las
formas en que nos afecta como pueblo y como región” (HDCII: 16B). Evidentemente, hablar de
región sin abordar los demás rasgos históricos del riberano más allá del señorío momposino,
Cuando Fals Borda sale de la Costa Atlántica y se dedica a redactar sus ideas acerca del
reordenamiento territorial, menciona el efecto del “serendipity” como algo a tener siempre en
cuenta al momento de hablar del manejo político de una región. Según este efecto, existen
entre nosotros que nos preciamos de ser Macondo. Tal el caso del concepto de ‘ordenamiento
territorial’, en el que todo ello parece cumplirse…” (“El reordenamiento territorial” 273). Dentro
de la comunidad costeña acontecen eventos inesperados que instan a moldear las ideas políticas
del autor. Las redirecciones en el concepto de región en HDC prueban que son varios los factores
que inciden en éste y que todos deben tomarse en consideración. HDC ofrece una radiografía de
esos azares y los rumbos que toma una investigación para llegar a concretar un activismo político
más comprometido con la anatomía real de una comunidad desde su perspectiva interna. Los
190
campesinos costeños son también protagonistas de la delimitación de conceptos teóricos que
Por efecto “serendipity”, gracias a que Adolfo Mier Serpa menciona a Juan José Nieto en
sus cuentos, es que el aspecto político del siglo XIX se suma al concepto de región del primer
tomo. Considero esta segunda entrega como un parteaguas que ilustra cómo las decisiones
políticas de unos cuantos a nivel nacional afectan el espacio físico de la comunidad costeña. Una
noción que después retoma el sociólogo para trazar su propuesta de reordenamiento territorial
insumos de Juan José Nieto. El tatarabuelo muestra cómo la naturaleza actúa en y desde los
costeños. Mientras que la trayectoria de Nieto evidencia cómo políticos y comerciantes actúan
sobre ella. A pesar de que son algunos los ejemplos de dicha bifurcación, por ser varios los
civil de 1840-1842.
La guerra civil de 1840-1842 estalla por el interés de cinco estados de la Costa Atlántica
de federarse de manera independiente del resto del país: Manzanares, Cibeles, Riohacha,
Cartagena y Mompox (62B). Con esta intención, el general Francisco Javier Carmona organiza
el “Ejército Unido de los Estados Federales de la Costa” al cual se integra Juan José Nieto. Tal
ejército se enfrenta sin más a las fuerzas armadas del despiadado centralista Tomás Cipriano de
Mosquera: “Mientras tanto, de Mompox y sus cercanías salieron huyendo de los ejércitos de
Carmona y Mosquera un buen número de familias pobres que buscaron refugio en los inmensos
playones desocupados de las Tierras de Loba, entre ellos los Mier-Arias, familias que abrirán un
191
histórico se examina por dos vías: la de quienes destruyen el espacio físico al pretender
el conflicto de 1840 más bien encubrió una rapiña en la clase social dominante
a nivel regional, que era donde contaban, sin interferir los modos básicos de
descripciones relacionadas con los ejércitos centralistas y federalistas en este tomo enfatiza la
actitud divisoria y poco comprometida de sus miembros. Cada quien lucha por sus propios
intereses económicos sin una conciencia política de comunalidad. La posesión de la tierra sin
conocer la tierra. La guerra civil de 1840-1842 marca dos tendencias psíquicas en la Costa
Atlántica: el egoísmo político de las clases sociales dominantes y la solidaridad emergente de las
familias pobres.
Al tiempo que las autoridades de Mompox se encuentran distraídas por los ejércitos de
Carmona y Mosquera, la familia Mier-Arias junto con las otras familias que huyen de la guerra
se dedican a la fundación del pueblo de Palomino: “Como no había cercas ni alambre de púas
192
(los hacendados no lo trajeron sino a finales de siglo) cada uno escogió libremente la ladera, isla
o playón que quiso, para sembrarle arroz y caña. En caso de discusión, las discordias se sometían
a la junta y a veces en cabildo abierto con todos” (84A, énfasis mío). Contrario a las acciones
intempestivas de Carmona, Nieto y Mosquera, las familias pobres optan por fundar pueblos en
lugar de destruirlos. Las siembras de arroz y caña sirven para alimentar a las familias que no se
dejan domeñar por el espíritu corrosivo del capitalismo. Sin cercas ni alambre de púas, las
familias se unen y producen lo necesario para sí mismas sin tener que comercializar sus cultivos.
Según el sociólogo, este altruismo característico del campesino costeño emana de la propia
naturaleza. Ya que, incluso los animales que habitan el ambiente riberano dan prueba de ello:
“Hasta en los animales hay expresiones de altruismo. Se observan en los himenópteros del Cesar,
por ejemplo; entre los peces que se ‘limpian’ unos a otros en los caños de la Mojana y Majagual;
ponga en pausa en el resto de los tomos, sino que la violencia política aquí echa luz sobre el
Además de las lechuzas, hay otro animal que simboliza la maldad en HDC, la
mariapalito. Aquel insecto bicéfalo que carga Adolfo Mier Serpa en su mano antes de empezar el
relato infinito del tatarabuelo: “El pueblo riberano de la depresión momposina le ha añadido
193
elementos míticos a la mariapalito, todos los cuales se relacionan con la crueldad, la maldad y la
siempre unida a los militares de ambos ejércitos, centralista y federalista: “Se cree que de la
mariapalito verde sale una culebra que luego la envuelve para copular con ella […]; que es
venenosa y muerde a hombres y animales. A primera vista no se le teme mucho, quizás por su
pequeñez, pero la mariapalito no deja de producir rechazo y tensión dondequiera que aparece”
(29B). Así como se utilizan las artes curativas indígenas para resignificar la presencia histórica
de Juana Bartola, aquí se emplea la mariapalito para revelar la actitud “maligna” de algunos
Una de las tareas de la técnica dialógica según Paulo Freire (1970) consiste en la creación
Una primera condición que debe cumplirse se refiere a que, necesariamente, [los
temática se busca detectar, lo que las hace reconocibles para ellos, posibilitando,
marbetes, son objetos cognoscibles, desafíos sobre los que debe incidir la
194
En HDC percibo codificaciones ambientales que se imputan a escenarios históricos para
reescribir los acontecimientos desde la perspectiva del campesino. Tomo por caso la actuación
Sabemos ahora que tan pronto entra el ejército de Carmona a Mompox, las familias
pobres huyen de ahí para evitar su belicosidad. En la narración del canal A esta huida familiar
queda marcada por el asedio de las mariapalitos que atacan al general desde su llegada: “Ningún
soldado fue mordido por esos vampiros; pero el general Carmona, desde su llegada a Mompox,
se vio asediado por mariapalitos hasta cuando una de éstas lo aprovechó mientras dormía y lo
picó en la frente” (HDCII: 67A). Las notas del archivo que cubren los rasgos de este animal no
contienen información acerca de que hayan atacado alguna vez al general Carmona. No obstante,
Fals Borda añade estos animales a la descripción para configurar la agresión irracional que
distingue a estos personajes desde un marco de referencia riberano.37 Cuando Carmona despierta
enfurecido por la picadura del insecto, no puede seguir durmiendo y “aprovechó el insomnio
para dictarle a Nieto una proclama dirigida al Ejército Unido que ‒quizás por fortuna‒ nadie
provoca que éste reorganice su ejército para enfrentarse con más fuerza a la embestida de
que obedece a un código ambiental riberano. Quizás como una premonición de la violencia que
vendría, o bien, como la causante misma de la furia de Carmona que no lo deja ceder ante el
37
CDRBR/M. Caja 28 Carpeta 03 Folio 9518 y 9520.
195
Después de la guerra civil de 1840-1842 vendrá una revolución popular donde el destino
da un giro ventajoso para el general Juan José Nieto. Después de la guerra civil entre Carmona y
Mosquera, éste último toma prisionero a Nieto. Tiempo después de cumplir su condena, Juan
José Nieto decide luchar por los intereses de la clase popular, uniéndose a la vez a la logia
masónica de la Costa Atlántica. En 1848, Nieto y Mosquera vuelven a cruzar caminos, pues
ambos pertenecen a la misma logia. Mosquera busca su ascensión al grado 33° de la logia y es
precisamente Nieto como Gran Comendador quien preside la ceremonia. Las tensiones entre
ambos personajes parecen difuminarse gracias al ánimo conciliador de los compañeros masones.
fueron invitados:
Los hermanos masones fueron arribando a su vez, con sus respectivos atavíos y
acto, no observaron algo extraño: por la puerta del templo, guiadas hacia la luz de
la antorcha ritual que un maestro había colocado al lado del estandarte de la logia,
un momento, se posaron luego en una mesa lateral al pie del brasillero y del
Como una perfecta analogía del acuerdo de paz entre Nieto y Mosquera, las mariapalitos se
ceremonia prosiga. Lo interesante viene después, cuando Mosquera se levanta de su silla para
196
Subía la diestra el general, cuando de improviso tomaron vuelo las mariapalitos
de las malletadas del Gran Comendador. Pero otra, seguramente impulsada por
Carmona. Después de haber sido atacado por la mariapalito, Mosquera proclama la muerte a
todos los tiranos, aunque en este punto de la narración no se sabe a quiénes se refiere. El asedio
de las mariapalitos es de nueva cuenta un presagio de la violencia que está por venir. Nieto y
Mosquera rompen con esa paz momentánea y habrán de enfrentarse un par de veces más en su
vida política y masónica. Cabe hacer hincapié también en que en ninguna ocasión Juan José
Nieto es asediado por las mariapalitos. Todo lo contrario, en ambos casos, Nieto aparece
espantando a los insectos para evitar que muerdan a los demás. El oriundo de Baranoa es un
ejemplo del anticaudillismo y el ethos no violento del campesino costeño, por lo que tiene
sentido que no se le relacione con la violencia desmedida de la época o bien, con el ataque
frontal de las mantis asesinas. A través de la animalización de los generales o la presencia de las
197
mariapalitos que siempre los acompaña, el autor traza la diferencia entre la esencia solidaria del
Más adelante en el canal B, el código ambiental costeño se traduce en teoría para explicar
Esto no quiere decir que en la Costa no ocurran actos de violencia política, ni que
todos los caudillos del Caribe sean civilistas como Nieto y los otros. Claro que no,
mío).
Los militares mariapaliteros, como Carmona y Mosquera, se distinguen por el ímpetu aguerrido
de querer adueñarse de la tierra y ostentar sobre ella su poder. La naturaleza no habla desde ellos,
son ellos quienes pretenden actuar sobre ella. Mientras que en la familia Mier-Arias y la
actuación de Juan José Nieto, vemos una naturaleza altruista que se proyecta en el trabajo
colectivo, la improvisación musical, la solidaridad y el apego a los valores populares del costeño.
198
Las hicoteas se ayudan entre canales
colaborativo de la familia Mier-Arias en la segunda entrega lo que hace virar la atención del
sociólogo hacia este aspecto. En principio se asume que el poco arraigo que tiene la clase
señorial en la región momposina se debe en gran parte al dejadismo costeño, pero también al
egoísmo que distingue a las familias acomodadas: “Los nobles y los ricos no tenían total
solidaridad de clase: su mismo desarrollo les llevó a conflictos internos de intereses por el
control de la riqueza del grupo, en defensa del prestigio familiar o por puntillosidad personal, por
cual se fueron debilitando y desacreditando como clase social” (HDCI: 95B). Asimismo, la
tendencia divisoria de las facciones políticas del siglo XIX se establece como la causante de que
las familias pobres huyan de sus tierras y se organicen para la fundación de nuevos pueblos.
Empero, no será sino hasta el tercer tomo que se esbocen uno a uno los casos de solidaridad que
se contraponen a la rigidez del egoísmo. Fals Borda los denomina “mecanismos concretos de
agrega que es necesario conocer esos mecanismos “solidarios” si se quiere que la iniciativa de
Sabemos ya que del encuentro con el cuentero Rafael Martínez surge la personificación
del hombre-hicotea. Pero, hay algo más en los apuntes del archivo con respecto a esta
conversación que me interesa traer aquí. La transcripción de esta entrevista titulada “Condiciones
de vida y trabajo en fincas y en la pesca” brinda una descripción de las actividades que se ven
obligados a desempeñar los riberanos durante los meses de inundación.38 Hay un poco de la
38
CDRBR/M. Caja 14 Carpeta 03 Folio 4314-4317.
199
técnica de embalse y los cantos de vaquería analizados en la sesión anterior. También un corto
recorrido histórico por la pesca, en el cual Rafael reconoce que ésta es una actividad maldita por
Antes vivía en San Marcos, de la pesca, pero la pesca mata mucho al hombre. Ahí
Porque según él nunca coge nada, eso dice. Usted es pescador y aunque lleve la
canoa llena, le preguntan: Cogiste algo viejo? Y dice: No, apenas para el caldo.
Nunca coge na’, sino pa’ el caldo. Porque uno se imagina que usted se va a
[Egoísmo].
La transcripción de Martínez se halla mecanografiada, pero hay anotaciones de Fals Borda con
lápiz y bolígrafo como suele haber en la mayoría de los documentos del archivo. En este caso, la
justo después del cuento del galapaguero. Si Martínez no logra explicarse el porqué de la
A pesar de que Martínez no lo dice como tal en la entrevista, en el cuerpo narrativo del
canal A se imputa este egoísmo durante la conversación con el sociólogo: “‘Fue que la Virgen
nos maldijo a causa de un atarrayero que le negó pescado cuando ella se lo rogó en la ciénaga’,
me asegura Rafael Martínez mientras voltea una de las hicoteas (tortugas o galápagos) que acaba
200
de cazar para comer en Semana Santa, al chuzar con un palo con punta de hierro las sampumas
de las secas ciénagas y madreviejas cercanas” (21A). No he dado aún con una nota en el archivo
que describa esta leyenda de una Virgen a la cual se le haya negado el pescado. Lo que me lleva
a inferir que es parte de la imaginación del sociólogo. Haya existido o no tal leyenda, lo
trascendente es que el egoísmo del pescador costeño es la causa de que la pesca no le retribuya
como debe. Más adelante en la transcripción, Martínez advierte que en el chinchorro cambia este
En chinchorro cambia de aspecto, hay más unión, por ser compañía se ayuda el
uno al otro. […] Si yo fuera joven no pescaría nunca. Pero los jóvenes siguen
mismo los Lobanos que duran 15-20 días pescando, y vienen al pueblo se visten
Cuando la pesca se realiza en solitario, sin la ayuda del otro, eso genera desconfianza
entre los riberanos. El temor de que otro le robe el producto de su esfuerzo está latente en la
pesca, por lo que tan pronto llega el pescador al pueblo busca gastárselo todo en sí mismo. La
soledad de esta actividad provoca el egoísmo de los jóvenes, ya que pasan tanto tiempo fuera de
casa que la familia pierde total importancia. La maldición del egoísmo o la maldición de la
Virgen es lo que induce el comportamiento hosco y agresivo del hombre y el hambre de la mujer.
acomodada, el tercer tomo ofrece las técnicas de rebusque y aguante basadas enteramente en la
201
cooperación entre vecinos. En la primera sesión de este trabajo me refiero a estas conversaciones
con los cuenteros como espejos reestructurados, es decir, dos faces que al enfrentarse se permiten
problematizarse mutuamente. Pues bien, estos espejos reflejan también la solidaridad que
En su libro The Storyworld Accord (2015), Erin James retoma las ideas ecocríticas de
which interpreters are called upon to live out complex blends of cognitive and imaginative
suspense and so on” (109). Tan pronto Fals Borda llega al pueblo de Jegua, a orillas del río San
Jorge, acerca sobre él “la lupa de la historia” (HDCIII: 18A) para revelar que el espacio físico
ostenta aún los restos de su pasado. De acuerdo con el sociólogo, el aguante de esas ruinas
históricas en la anatomía natural actual del pueblo jeguano se debe por igual al aguante de sus
totalmente ni desaparecido a los golpes del capitalismo agrario. Jegua muestra el paso de los
años sin modificarse en su esencia” (18A). De tal modo que, el espacio físico como sus
moradores se caracterizan entonces por un aguante portentoso. Lo que me lleva a proponer que el
mundo-narrado del tercer tomo se articula también en dichas ruinas, específicamente los antiguos
Como dije antes en la mesa redonda de este trabajo, Nohora Arrieta Fernández sugiere
que los canales A y B de HDC podrían considerarse una figuración de los canales zenúes
construidos antes de la llegada de los españoles (108). No sé si coincido del todo con esta
202
lectura, pero me interesa trasladar esa figuración al mundo-narrado del canal A en esta tercera
entrega. La construcción de canales de riego aparece aquí como un ejemplo del aguante del
que encauzan el exceso de agua (Plazas y Falchetti 61). La ingeniería zenú consiste en agilizar
las inundaciones “facilitando el rápido desbordamiento de los caños, que constituyen el eje
que comunican el caño con las ciénagas próximas. Muchos canales se unen progresivamente a
medida que se alejan del caño, entrando unos en otros, formando patrones en espina de pescado
que se repiten a lado y lado del caño”.39 Si bien estos canales son un artificio humano,
población. Además de controlar las inundaciones y mantener vivos los cultivos, los canales
“mejoran las condiciones fisicoquímicas de los suelos, enriqueciéndolos con los nutrientes de los
sedimentos depositados” (Rojas y Montejo 5). Sabemos ya que en el recorrido del sociólogo por
el río San Jorge, los cuenteros aparecen de la nada, como si brotaran de la naturaleza y pulularan
las laderas. No obstante, todos ellos se encuentran hilados por un acto de cooperación que va
llevando a Fals Borda de uno en uno, como si transitara por una espina de pescado. Como los
canales zenúes, las acciones solidarias de los cuenteros se distribuyen de uno en uno por toda la
narración. Los canales zenúes evitan el efecto catastrófico de las inundaciones en la depresión
momposina, así como los cuenteros de este tercer tomo combaten con sus actos solidarios los
39
CDRBR/M. Caja 27 Carpeta 03 Folio 9339-9340. Recorte de periódico con el título “Con método Zenú recuperan una
llanura”. Fecha de publicación 21 de octubre de 1985.
203
como la cooperación entre vecinos riberanos reflejan la esencia filantrópica de la comunidad
costeña.
Mientras camina por Jegua, el sociólogo se topa con la niña Carmelina Martínez quien no
tuvo hijos propios pero cuida de sus dos sobrinas: “Para sostenerse Carmelina lava la ropa de las
familias tenderas de Jegua, las que viven en casa de material. No gana mucho, pero en su patio
tiene árboles de coco que Mañe Vides le baja para cocinar el arroz, y otras frutas con que se
mantiene cuando no hay con qué pagar la cuenta de la tienda y no le fían más. Estos han sido sus
rebusques desde hace veinte años” (HDCIII: 24A-25A). Antes que nada, Carmelina ofrece su
ayuda lavando la ropa de las familias tenderas porque éstas no tienen tiempo de hacerlo por estar
trabajando en sus tiendas. Pero a la vez, las tenderas ayudan a Carmelina con las cuentas fiadas
cuando Carmelina no tiene suficiente solvencia económica. Luego, cuando las tenderas no
pueden fiar más, Carmelina tiene que recurrir a la ayuda de otro vecino para recibir las frutas que
empleará en los productos que vende y así poder seguir ayudándose unos a otros. Dando vida así
depende de la formación de una comunalidad. Todas las conversaciones que sostiene Fals Borda
en este tomo siguen más o menos el mismo patrón: un echa cuentos que ayuda al otro en tiempos
en que no se halla otra salida. El rebusque que Carmelina lleva veinte años practicando es
Las tenderas aparecen unas líneas más adelante ayudando también a las mujeres de Jegua,
esas que según Rafael Martínez mueren de hambre por culpa del egoísmo del pescador. El
barquero Luis Manuel Góez salta al cuerpo narrativo para echar un cuento similar al de
Martínez: “A muchos pescadores no nos preocupa tener dinero ni progresar. […] ¡Qué importa
ni qué carajo! El presente es lo que cuenta, mañana ya veremos. El cuaderno del fiado de la
204
tienda lo aguanta todo. Claro que nuestras mujeres sufren mientras los maridos pasamos la vida
felices en la cantina” (25A-26A). Por supuesto que, aliadas de las mujeres de los pescadores, las
tenderas comprenden la situación y no aprietan al deudor: “Vivir de fiado es parte del aguante.
[…] Así se defienden un poco las mujeres cuando los maridos salen a pescar y regresan sólo con
la plata del ron” (26A). Los problemas del riberano se ocasionan cuando sus acciones se rigen
por el egoísmo, aunque para cada situación indigna se encuentra una solución en la cooperación
entre vecinos.
también son consideradas por los riberanos como un castigo por la avaricia de los extranjeros
que destruyen los montes. Cuando Fals Borda conversa con la niña Carmen Cárcamo ‒la del
Cristo Milagroso‒, ésta refiere la leyenda de un mohán [duende o bruja] que yace en el cerro
Corcovado de la región: “El mohán de cerro del Corcovado, por los lados de Achí, es el que ha
hecho las últimas inundaciones, como maldición y castigo, porque los blancos están tumbando
todos los montes” (64A). El egoísmo de los nuevos pobladores o colonos altera la anatomía
natural de la depresión momposina. Aunque claro, de nuevo son las acciones solidarias las que
ponen fin a dichos desastres, como lo comprueban los canales zenúes que persisten aún y
encauzan los excesos de aguas. La mayoría de las leyendas de la depresión momposina surgen de
un castigo que reciben los campesinos por haber actuado con egoísmo: el hombre-caimán por
querer cortejar a una muchacha sin contemplar su voluntad, la Virgen de los pescadores por no
haberle compartido el pescado y el mohán de las inundaciones por la avaricia del blanco, son
Por otra parte, este egoísmo se explica en el canal B como una consecuencia del
205
Hay abusos en el trabajo productivo de las mujeres y los niños; el monopolio de la
los padres. Pero la conciencia colectiva crece alrededor de tan agudos problemas
Tal vez el tercer tomo sea el más romántico de todos, porque se sugiere que son las acciones
externas las que provocan los estragos personales de los campesinos, aunque siempre se rescata
un valor positivo como contrapeso. El encuentro con los demás cuenteros del tercer tomo
alumbra una problemática individual que después se resuelve mediante la cooperación que los
une a todos progresivamente. Si la inadecuada política que arremete contra la población figurara
como una inundación, los casos particulares de los campesinos costeños vendrían a ser como los
camellones zenúes que evitan los estragos de esas aguas. La solidaridad que profesan los
riberanos contrarrestan los golpes de la política tanto como los camellones zenúes el impacto del
medio ambiente.
narrado sigue esta arquitectura de espina de pescado que Fals Borda denomina validación en
vivo:
206
El fraccionamiento teórico (o decantación) en el espacio y en el tiempo es
necesario para llegar a grupos clave o estratégicos de las clases explotadas, con el
fin de que recojan y manejen grandes tesis, como la de la dependencia, según las
es, la “validación en vivo” (idea recogida luego por la IAP, investigación acción
participativa) (165B).
Cada capítulo enfrenta al riberano con un caso histórico particular ‒conquista española,
invasiones norteamericanas, comerciantes voraces, políticos corruptos‒ para que éste comprenda
cómo ese evento ha contribuido a edificar la red solidaria de la cultura anfibia. Cada campesino
es un camellón que encauza los efectos de esos eventos hacia una concientización comunal. De
cierta manera, la historia de la región se valida por medio de la reacción popular que deviene de
los hechos. Así también el espacio físico se redefine como consecuencia de esa validación en
vivo. Son tantos los casos repartidos entre cada capítulo, que he elegido uno más como ejemplo:
el Gran Guley.
Con Mañe Vides, el ayudante de Carmelina Martínez, y el pescador Sixto Caldera, Fals
Borda toma una canoa y se dirige a la loma de Buhba, el primer cacique indígena zenú que tuvo
un entierro solemne por parte de su sucesor Guley. La narración es por demás confusa porque
compagina dos tiempos históricos. Al mismo tiempo que el sociólogo y sus acompañantes bogan
por ahí, aparecen escenas de Guley y los indios cargando el cuerpo de Buhba. Como si las dos
acciones sucedieran al unísono: “A la sombra de un viejo pintamono con sus frutas largas rojas
me senté con Mañe y Sixto para tomar respiro y palpar la loma de Buhba. Al primer rasguño de
207
la tierra salieron tiestos de corazón negro, plena prueba de su antigüedad. […] ‘¿Cómo era eso de
la gran Jegua del pasado?’, me preguntan incrédulos Mañe y Sixto, mozos que nunca fueron a la
escuela” (37A). Entonces, Fals Borda comienza a echar el cuento de Guley y los mozos escuchan
atentos, aunque la narrativa se monta de tal forma que parece que la historia se desarrolla ahí
Heredia en 1541. A pesar de tener noticia de lo violento que podían llegar a ser los
‘presentada’. El encuentro fue, pues grato para ambas partes, y Guley, con sus
ancho hasta llevarlo a Jegua. Fue un hábil gesto de munificencia política (42A).
Sin embargo, la bondad del conquistador no perdura por mucho tiempo y al cabo de los días
inicia la explotación de la indios. Durante una ceremonia, el Gran Guley es humillado por Pedro
de Heredia quien lo fuerza a arrodillarse ante él y besarle la mano. Sin saber cómo reaccionar
ante esta demostración de poder, el cacique obedece avergonzado y luego se retira hacia una
muerte silenciosa. Un gesto tan sencillo como el del Guley es colocado en el canal B como la
cuna del “ethos filantrópico” de la comunidad costeña: “Parece que esta receptividad pacífica de
208
los indígenas fue frecuente en la región, pero los cronistas, interesados en dramatizar actos de
guerra, no parece que lo registran con justeza. Este pacifismo puede estar en la raíz profunda de
“la ausencia de crueldad que ha caracterizado siempre a nuestra gente costeña”, señala el escritor
Donaldo Bossa Herazo” (39B). La historia de los cronistas se reescribe en compañía de los
habitantes costeños, un acto que pasa por irrelevante es reinterpretado aquí como un gesto que
subsiste en la actual conducta filantrópica de Carmelina Martínez, Mañe Vides o las tenderas
jeguanas.40
La evocación del Gran Guley se cita con recurrencia cada vez que los jeguanos enfrentan
una nueva invasión extranjera: “En 1761 apelaron al recuerdo del Gran Guley y su encuentro de
‘presentación’ con Pedro de Heredia, para abogar ‒exitosamente‒ por los derechos de pastos que
tenía su cofradía sobre las sabanas de Algarrobo ante el desconocimiento del nuevo
luchas actuales justas y vigorizar la esencia filantrópica del costeño. Lo que vale aquí no son los
hechos históricos per sé sino la esencia costeña que se fija en ellos a través del mundo-narrado.
No se trata sólo de recuperar acciones heroicas para la comunidad costeña, sino también de
renombrar a los cuenteros como agentes históricos capaces de evocar a sus héroes para luchar
40
El argumento del ethos no violento lo desarrolla Fals Borda desde la mesa redonda del primer tomo, a pesar de que
en el segundo tomo las guerras civiles entre Liberales y Conservadores logran desmentir esta esencia filantrópica
costeña. Lo que es interesante es que el sociólogo enfatiza esta esencia pacifista del campesino costeño para que éste
de cierta manera logre distinguirse del opresor. Una hipérbole romántica, sin duda, pero aunque no sea del todo cierta
ante nuestros ojos, como lo prueban también los grupos paramilitares de la zona, en este caso funciona como técnica
metodológica válida. La realidad es imputada atendiendo una causa sociopolítica. Los actos cooperativos de la
comunidad son los códigos intrínsecos que el sociólogo utiliza para generar esa comunalidad políticamente útil que
es al final el objetivo de este proyecto. Después de todo, no hay mentira en cada leyenda que lo comunica, puesto que
emana de los propios cuenteros.
209
Pebre de hicotea o la eucaristía costeña
Hacia el último capítulo de este tercer tomo se habla de otra invasión extranjera en el San
Jorge que coincide con la llegada de Mr. Cannon a Loba: “Llegaron aquí otra vez los españoles,
místicas que entraron por otro lado” (183A). Cerca a la década de los veintes, arriban a los
poblados del río San Jorge, sacerdotes católicos ortodoxos y tradicionalistas que pretenden
la generación de 1898 en la península ibérica” (184A). Los nuevos misioneros profesan ideas
(184A) por medio de la sumisión y la prohibición de sus costumbres paganas. Sin embargo, así
como resisten la embestida del norteamericano Mr. Cannon en Loba, los riberanos del San Jorge
no permiten que los sacerdotes católicos impongan sus restricciones y siguen celebrando sus
fiestas pecaminosas al son de la cumbia y alabando a sus santos indígenas desde el corazón de
sus hogares.
una actitud más conciliadora. El campesino dejao transforma las relaciones entre el pueblo y la
iglesia, puesto que nunca alcanza a acatar los comandos ‒y mandamientos‒ de los aquellos
obtusos misioneros. Al paso de algunas décadas, por ahí de los años cincuentas y sesentas, los
nuevos curas españoles que pisan el territorio costeño ofrecen una mentalidad más flexible y se
esfuerzan por “reinterpretar prácticas sociales que los colegas de la generación anterior habían
condenado” (196A). Los nuevos sacerdotes ‒rebeldes, en palabras de Fals Borda‒ consienten
varias de las tradiciones riberanas. Una de las más relevantes para mí, la costumbre del Jueves
210
Santo de compartir un pebre de hicotea como símbolo eucarístico de amor colectivo. El habitante
riberano percibe de mayor trascendencia la conmemoración del ícono natural que los define
como solidarios, que las misas de los obispos u otro tipo de celebración episcopal. El
comportamiento reacio ‒más no violento‒ del campesino costeño motiva la expulsión de todos
aquellos sacerdotes que no admitían esta nueva religión popular de los curas rebeldes. Interesante
también es que a la vez que esto sucede, en el canal B se enuncian las ideas de la teología de la
liberación con respecto al nuevo rol de los sacerdotes católicos (195B). Por medio de la
costeña adquiere una significancia más profunda cuando un acontecimiento histórico como la
El tomo concluye con una escena producto de la imaginación compartida entre sociólogo
y campesinos costeños. Los padres expulsados de la primera oleada de misioneros españoles ven
desde su avión a los emblemas de la cultura anfibia que han resistido cada una de las invasiones
extranjeras:
los altoparlantes del avión que lleva a los padres expulsados, cuando éste
211
medio de graznidos de chavarríes, cacareos de guacharacas, silbidos de
se agitan como impulsados por fuerzas telúricas que llegan desde abajo, en un
terremoto de tierra azul, verde, blanca y mona borbollando con el agua de los ríos
y de los caños. Hay mucho ruido, mucho grito, muchas voces: “¡Qué Dios los
lleve con bien!, vociferan el Gran Guley y Aloba [su sucesor] desde sus túmulos
En esta despedida del tomo convergen algunos de los íconos que se han ido trazando durante
todo el recorrido por las laderas del San Jorge siguiendo como pauta el código ambiental
riberano. Tanto naturaleza como riberanos se suman a esta despedida, donde sin importar a qué
tiempo histórico pertenezcan, vuelven a la vida para ver partir a quienes intentaron domeñar su
resistencia y acabar con su cultura popular. La despedida sirve a Fals Borda como metáfora de la
resistencia de los hombre-hicoteas que protagonizan el tercer tomo. A final de cuentas, son los
riberanos quienes siguen en el territorio expulsando a todos aquellos individuos que intentaron
comportamiento solidario del riberano, las hicoteas se utilizan como símbolo de resistencia
campesina. Tal es la relevancia de estos animales para el campesino, que el pebre de hicotea se
distingue como un acto religioso de comunión. El riberano no actúa sobre la naturaleza sino que
la integra a sus costumbres, actitudes y creencias. Incluso ‒y sólo por mencionar de refilón‒ la
212
hicotea permea también el lenguaje del riberano. En una carta escrita por Benjamín Puche
Villadiego titulada “La hicotea y el cultivo de maíz en Córdoba”, se muestra cómo la integración
Las hicoteas desovaban en Febrero y Marzo, y las crías nacían en Abril y Mayo,
fecha para la cual se iniciaban las primeras siembras. Con el correr de los años,
iniciar las siembras sin exponerse a pérdida o fracasos. Hoy cuando nos
El riberano no sólo es capaz de comunicarse con la naturaleza sino también a través de ella.
Además de aprender a leer las temporadas de cultivos de maíz en la aparición de las hicoteas,
éstas se tornan signos inequívocos del futuro que le espera a cada cosechero. Los estados de
ánimo, así como el complejo del dejao, dependen de los factores ambientales. La hicotea en la
41
CDRBR/M. Caja 06 Carpeta 06 Folio 2556-2559. Agosto 5, 1984. Sincelejo.
213
comunidad. El conocimiento se construye por medio de la relación que los campesinos
establecen con la naturaleza. De ahí que ésta sea también un archivo vivo para el sociólogo. No
se podría comprender una forma de actuar ‒un cuento o un canto‒ sin rastrear los significados de
todo aquello que rodea al campesino, desde un árbol torcido hasta las pisadas de un caimán en un
del campesino costeño es fundamental para exigir un adecuado manejo político de la región.
La actitud solidaria del riberano se contrasta en los últimos dos tomos con la rigidez
característica del alambre de púas traído a la depresión momposina por los norteamericanos en el
siglo XIX. Si recordamos de la primera sesión de este trabajo, la obrera sindicalista Juana Julia
Guzmán aporta la última personificación animal de la serie: las hormigas arrieras y los osos
chuperos. Dicha personificación equipara al pobre de la región con las hormigas que trabajan día
y noche en la construcción de sus hormigueros y a los hacendados y politiqueros con los osos
chuperos que intentan destruirlos con sus lenguazas largas y pegajosas. Mientras que la
población costeña implementa la naturaleza para el beneficio colectivo y el uso comunal de los
recursos, los osos chuperos cercenan el espacio físico por medio de un artificio metálico para
monopolizarlos.
Comencé a rastrear la aparición de los cercos de alambre de púas en HDC tras haber dado
con una nota manuscrita de Fals Borda en el archivo. La nota recoge algunos datos del ensayo
“Rumbos” de Arístides Ojeda donde se destaca el ethos no bélico del pueblo raso americano en
214
oposición a las cercas consideradas por el autor como el enemigo de la solidaridad.42 Todos los
tomos sin excepción contienen en algún punto la mención de estas cercas para enfatizar la
invasión extranjera o la explotación de los nativos por parte de los hacendados. El recorrido del
sociólogo por las laderas de la Costa Atlántica muestra cómo los campesinos riberanos echan
cuentos a la vez que los terratenientes echan cercas. El alambre de púas constata una forma de
violencia que si bien no afecta directamente a los campesinos, sí establece límites arbitrarios
sobre la tierra que ahora trabaja. En los últimos dos tomos de la serie, el sociólogo emplea la
metáfora del alambre de púas para exponer la descomposición moral de quienes permanecen
dentro de las cercas, contrario a la libertad y el dinamismo de quienes son excluidos por ellas.
Las cercas se tornan una prisión para el terrateniente y su única arma ideológica contra el
campesino.
Como enemigo de la solidaridad, el alambre de púas abunda en el tercer tomo tanto como
los echa cuentos que brotan espontáneamente en la narrativa del canal A. Los echa cuentos
aparecen por ahí vagando por todo el territorio buscando la forma de sobrevivir. Son los
nómadas en este mundo-narrado donde los cercos imponen una rigidez obstructiva. Como bien
sólo para proteger a los animales de amenazas externas, sino también para designar la propiedad
privada y acentuar el estatus social de quien se encuentra del otro lado: “Territorial boundaries
were linked to social exclusion” (596). Los cercos, por tanto, delimitan toda pertenencia. Los
terratenientes coartan la libertad del riberano al adueñarse de los espacios físicos y extender
cercas que corrompen la traslación y signan a su vez la exclusión social. Esa vendría a ser si no
42
CDRBR/M. Caja 35 Carpeta 03 Folio 12639.
215
otra la función primaria de los cercos. No obstante, en esta tercera entrega, el sociólogo explora
En el libro Barbed Wire: An Ecology of Modernity (2004), Reviel Netz sostiene que:
“With a closed line and the prevention of motion from outside the line to its inside, you derive
the idea of property. With the same line, and the prevention of motion from inside to outside, you
derive the idea of prison” (xi). Los alambres de púas se visualizan aquí como una prisión para
quienes se encuentran en posesión de esa tierra cercada. Y quienes ostentan verdadera libertad
son los riberanos que gozan de movimiento fuera de ella. Así, por ejemplo, cuando se habla de la
fundación del caserío de Caimito, son las cercas las que provocan una competencia abrasiva
aquellos primeros inmigrantes blancos y mulatos puso corrales para sus pequeñas
tiempo con los recursos naturales locales, usando los ejidos de los pueblos y las
plazas frente a las iglesias como corral comunal y depósito de boñiga para las
era común a todos, como en efecto lo siguió siendo la mayor parte de las sabanas
216
muchos terratenientes, algunos de los cuales se enfrentaron entre sí por este
El terrateniente aparece aquí como víctima de sí mismo. El riberano tiene la libertad de buscar en
sus relaciones con la naturaleza vías de escape que le permitan subsistir en este mundo
completamente alambrado. Empero, el terrateniente no corre con la misma fortuna porque esa
misma cerca que funda para defender su territorio es la que lo aísla del resto de la humanidad y
la naturaleza. No puede ver más allá de sus propias posesiones y la competencia que tiene que
prisión le otorga una ventaja vital al campesino, ya que éste es capaz de ver todo el panorama,
como si se tratase de una vigilancia panóptica. Al estar del otro lado del alambre de púas, el
riberano puede conectarse más libremente con aquello que la naturaleza puede ofrecer y así
generar otras alternativas de vida. Menciono por caso, la invención de la técnica de embalse que
En este mismo tenor, en algunas escenas imputadas en el canal A, el sociólogo juega con
libres. Cuando llega Mr. Cannon en 1913 a querer apropiarse de las tierras de Loba para extender
su monopolio por medio del alambre de púas, esto provoca desconcierto entre sus habitantes
púas por el camino real de Mauricio a poca distancia de cerro de Doña María. Era
217
nuestras costumbres de compartir la tierra, los playones y el monte. Empezamos
a picar las cercas con machete para que se aburrieran los invasores extranjeros
Ante tal imposición, los lobanos crean cabildos abiertos donde la participación de la gente es
crucial para determinar el futuro del pueblo. A diferencia de los espacios cerrados por estas
cercas y la mentalidad despótica de los norteamericanos, los lobanos llevan a cabo concilios
políticos cuya apertura solicita la cooperación de todos los involucrados. Los terratenientes
habitan escenarios obtusos que someten a los riberanos a la expulsión, exclusión y división.
Mientras que los riberanos aparecen aliados unos con otros para defender sus costumbres, fundar
Por otra parte, en la cita anterior se deja ver que la prisión de unos es la libertad política
de los otros. Los lobanos se dedican a picar esas cercas con machete como una forma de
resistencia pacífica. Sin hacer uso de las armas u otras formas de violencia, los lobanos pican los
cercos para hacerse notar y expresar su rebeldía ante un acto de injusticia social. Los cercos de
Mr. Cannon invitan a los lobanos a unirse y organizarse para luchar por el bien común. En
términos metafóricos, el riberano le otorga la libertad al terrateniente al cortar esas cercas, pero
el terrateniente se resiste a escapar. El alambre de púas es su arma ideológica más poderosa, sin
más.
Según señala Reviel Netz: “Barbed wire can be considered a decisive stage in the history
of virtualizing the political management of space. Yet, the symbol of power, which represents
the capacity to enclose space, tends to weaken; it becomes a negative image of a brutal
218
sovereignty, privileging the signs of domination over its efficacy as a tool” (96). Más allá del
manejo político del espacio físico, el sociólogo incorpora los cercos al mundo-narrado para
mostrar la decadencia moral de los terratenientes y hacendados. Los riberanos son en realidad los
custodios que observan el comportamiento de los poderosos y los valores que éstos defienden. El
En muchas partes se trata de hacer justicia, porque son tierras que habían
caso de San Marcos, Sucre, Sincelejo, Sampués, San Benito Abada, Jegua y
Chinú. Sólo la ambición jugó entre las clases dominantes para ir monopolizando
El eje temático de esta cuarta entrega es la defensa de los valores costeños y el activismo político
que deviene de ello. Se hace mayor hincapié aquí en que la única arma ideológica que ostenta el
terrateniente son sus cercos como materialización de su ambición y su egoísmo. Por lo tanto,
picar los alambres de púas se traduce en rebelión no sólo contra la opresión, sino también contra
esos valores denigrantes que el terrateniente profesa. De acuerdo con Duncan y Markoff:
controlling the poor and denying them access to land, it is no surprise that the
219
cowboys developed their own versions of the values of the powerful. They seem to
cattle rustling an act of justice, a reparation which was their due; and rebellion
against political authority was rebellion against oppression (606, énfasis mío).
Si bien aquí no se habla de abigeato como tal, la ruptura de los cercos es la consecuencia de una
violencia persistente contra el campesino. Por lo tanto, esto podría entenderse también como un
acto reparativo del cual el campesino costeño se siente responsable. El primer paso hacia la
La serie no muestra sólo los casos de invasión extranjera, sino también de oriundos
costeños que se han dejado gobernar por los intereses capitalistas y la ambición individualista de
la época. Me refiero específicamente al caso del general Miguel Mariano Torralvo, conservador
típico nacido en Lorica, que invade en 1924 la Ciénaga Grande hasta ese entonces de uso
comunal: “El general Torralvo llegó provisto de un arma tecnológica contundente que los otros
no tenían: el costoso alambre de púas” (155A). Así como las mariapalitos que siempre
acompañan al caudillo, el alambre de púas viene al lado del terrateniente en todo momento. Pero,
de nuevo, los cercos se transforman en una oportunidad de sabotaje político para el campesino:
después en las de los Morenos, mientras ponían a los niños en atalayas para evitar
220
medida que se levantaban las cercas invasoras, tal como en San Martín de Loba lo
Las tomas de tierra de los movimientos campesinos de las décadas posteriores acopian
este mismo sistema: la ruptura del alambre de púas como protesta contra la propiedad privada
impuesta por el otro y el abuso de poder. También como las mariapalitos que se asignan como
adjetivo calificativo para los militares violentos sin convicciones realmente definidas, los
terratenientes se renombran como “extendedores de cercas” (194). De ahí también que, como
mencioné antes, en las historietas de la Fundación del Caribe, Chalarka utilizara este ícono del
hacendados.
Hacia el final del cuarto tomo se hace un recuento de los movimientos campesinos de la
década de los setentas y ochentas, donde el autor se refiere a los ganaderos de la siguiente
agalludos extendedores de cercas” (HDCIV: 194). De cierta forma, el poder que asumen
indignos y cruentos. El adjetivo calificativo demerita toda otra acción histórica cometida, como
si sólo valiera la pena ser recordado por ser mariapaliteros y extendedores de cercas. El alambre
de púas que históricamente se conoce como un símbolo de opresión, resulta aquí un símbolo del
aprisionamiento que padecen quienes se dejan domeñar por sus ambiciones desmedidas. Se
podría decir que en HDC se plantean dos tipos de resistencia, la de los campesinos quienes
221
quieren dejar ir el mundo de comodidades a pesar de la frivolidad social y moral a la que ese
Según la personificación natural que se pone en boca de Juana Julia Guzmán, una vez que
los osos chuperos destruyen el hormiguero, dejan a las hormigas locas en su intento por
reconstruirlo. Los cuatro tomos de HDC prueban que los hormigueros ‒como el espacio físico
habitado por los costeños‒ ostentan aún restos de un pasado histórico. El mundo-narrado
establece una estructura geográfica que ha sido definida por la acción colectiva de los cuenteros
tanto como por las decisiones sociopolíticas de las clases empoderadas. Hablar siquiera de una
luego que las hormigas reconstruyen sus hormigueros contando con la próxima presencia de los
osos chuperos que reinician el ciclo destructivo con sus uñas asesinas (HDCIV: 158A). Toda
actividad reconstructiva debe anticipar las posibles nuevas armas ideológicas y tecnológicas que
emplearán los osos chuperos en su revisita. Así, HDC ofrece un mapa hacia una potencial
reconstrucción del territorio regional al haber trazado las mañas y manías de mariapaliteros y
extendedores de cercas a través de los años, cuando no los conquistadores españoles, los glotones
Si bien la IAP no consiste en un manual de instrucciones, sí sirve para concebir uno. HDC
podría verse como un compendio de actitudes sociohistóricas que revela las tareas a ejecutar con
el objetivo de alcanzar ese tan anhelado bien común. Según Fals Borda, la técnica de
222
Se hace recuperación crítica cuando, a partir de la información histórica y de
útiles para enfrentarse, en el pasado, a los enemigos de las clases explotadas. Una
Durante sus años investigando a un lado de la ANUC, se consigue rescatar gracias a la técnica de
Vicente Adamo. Aunque la intención era que los nuevos dirigentes del movimiento agrario
organizasen sus cooperativas económicas con el molde de Adamo, los campesinos no alcanzan a
comprenderlo. Como etapa reflexiva en HDC se realiza un estudio exhaustivo no sólo de las
instituciones que fueron útiles para las luchas de los campesinos en el pasado, sino también del
proceder epistémico de la comunidad. Lo que busca reactivarse aquí para lograr esa
campesinado y en las masas en general, a raíz de sus luchas por la tierra y por los
comunidades. Es como si las indefensas hormigas estén por fin adquiriendo las
223
destrezas y mandíbulas de las tambochas que cuando se movilizan son imparables
e indestructibles. Estas son las mayorías populares que cuentan ahora como
sujetos históricos, porque a las oligarquías actuales se debe imputar mucho del
El trabajo investigativo de 1979 a 1986 permite que los campesinos costeños por medio de sus
echadas de cuentos, cantos y mamadas de gallo tomen conciencia de los problemas que abundan
en la sociedad y de cómo su conocimiento vivencial puede activarse para luchar por una política
más justa para ellos. La recuperación crítica en HDC busca activar la vivencia como arma de
lucha política. El correo lenguaraz, la naturaleza antisolemne y el complejo del dejao fijan la
campesino como el autor y agente de su propio devenir histórico. Queda pendiente para la
historia de la nación colombiana determinar si la labor del sociólogo en comunión con los
cuenteros costeños consigue activar esas vivencias para enfrentar nuevas luchas.
que ambos ‒sociólogo y costeños‒conciben en HDC y que se defiende con tanto ahínco una vez
que Fals Borda llega a la Asamblea Constituyente en 1991. Al concepto de región que se relega a
la esencia cooperativa del riberano en el tercero y los movimientos sociales que esa esencia
genera en el último. La región hacia el final de la serie habría de definirse como el conglomerado
de todos esos sucesos históricos que dieron lugar a la comunidad costeña tal y como es en ese
momento.
224
Tomando como ejemplo la participación del congregador de pueblos en 1774, Antonio de
respecto debido al afán de relacionar los hechos fundacionales con las epopeyas
de los conquistadores españoles. No hay razón para ello, como se entiende que
los españoles ya estaban fundados y no pudieron ser otra cosa que visitados
(HDCIV: 66B).
Para bien o para mal, pueblos y caseríos de la depresión momposina se encuentran ya fundados
en el recorrido que realiza el sociólogo por la Costa Atlántica. Lo que se descubre en el mundo-
narrado de HDC es que éstos no pueden ser vueltos a fundar como si se tratase de espacios en
blanco que recién se descubren. La propia trayectoria de investigación ilustra la ruta que debe
seguir toda propuesta de reordenamiento, así sea incluso la creación de un nuevo departamento
suficiente de que un reordenamiento territorial o político exige no una tabula rasa sino una
Los gobernantes que lleguen a regir a los pueblos de la depresión momposina deben
ajustarse a estos mundos acuosos tal como han sido reimaginados en HDC. El espacio físico va
225
más allá de un simple trozo de tierra. El territorio es un constructo sociocultural en el que
participan cuenteros, mariapaliteros y extendedores de cercas. Luis Murallas tenía razón en aquel
debate acerca del Departamento del Río, una anexión a los departamentos de Antioquia o Sucre
comprometería la cosmovisión del riberano. Las diferencias culturales entre sus habitantes
crearían más divisiones en lugar de proyectar una red solidaria como la que vemos en el tercer
tomo. De ahí que Fals Borda conciba después el término de “bioespacio” que emplea para
reordenamiento territorial de Fals Borda implica una forma diferente de hacer política que
contemple todos y cada uno de los componentes de ese bioespacio: “Esta búsqueda de autonomía
regional y local implica una manera diferente de hacer política ‒no necesariamente nueva porque
puede ser tan vieja como la humanidad‒ que conlleva a un retorno a valores ancestrales y a las
226
dimensiones locales y controlables de lo cotidiano” (HDCIV: 220). Dicha postura no es para el
sociólogo un vano deseo lanzado al aire. Lo cotidiano se torna medular en el activismo que
movimiento social como aquel de la ANUC, le he nombrado activismo porque defiende una causa
que ha nacido del pueblo mismo, una necesidad de reorganizarse para que el manejo político de
la región sea más eficiente, justo y apegado a la cosmovisión de su gente. Quizás a esto hacía
referencia Fals Borda cuando hablaba de un activismo sentipensante, ya que no requiere de las
armas ni enfrentamiento civiles ni altercados violentos para pugnar por las causas de las bases
Cuando Antonio de la Torre Miranda visita uno de esos pueblos repartidos por la
por las armas o la imposición violenta de sus planes políticos, de la Torre las incorpora a una
como agentes de su propio desarrollo social: “Se formaron entonces los fabricantes de hamacas,
esteras, sombreros y alfarería que todavía distinguen a estos bellos pueblos sabaneros” (HDCIV:
comunidad. Los límites físicos y políticos entre sus pueblos no se establecen de manera arbitraria
sino que siguen los patrones naturales de la tierra y el aspecto cultural de la gente que la habita.
El reordenamiento territorial que defiende Fals Borda una vez que sale de la costa se
sustenta en este mismo sistema: “Es necesario concebir el espacio como un ente flexible y
variante, con impulsiones que van y vienen, no sólo por el principio antrópico sino por el de la
construcción social… […] Esta concepción más realista va ligada a expansiones y contracciones
históricas y demográficas relacionadas con las necesidades colectivas” (“El territorio” 46).
227
Gracias a la IAP, el sociólogo es capaz de develar las expansiones y contracciones históricas y
demográficas que atañen a la comunidad costeña. El activismo que le sigue a HDC tiene como
propósito recalcar esta idea del espacio variante y establecer nuevos mecanismos hacia la justa
gobernación de la región.
En 1988, dos años después de la publicación del cuarto tomo de HDC, Fals Borda publica
Colombia donde establece que: “En esta obra [HDC] se propone una teoría de la regionalidad
con provincias de naturaleza socioeconómica” (15). Años más tarde en 1991, el sociólogo se
Las aspiraciones regionales […] serían fundamento para construir con la IAP otra
popular para crítica, vigilancia y control sobre líderes a todo nivel (HDCIV: 220-
221).
Lo anterior comprueba que la IAP no es una metodología que se agota en el resultado sino que
sigue latente en cada fracción del proceso. De acuerdo con Mónica Hurtado, “los antecedentes
228
inmediatos tanto del Frente Nacional como de la Asamblea Nacional Constituyente son
similares, en el sentido de que Colombia atravesaba por verdaderas crisis, no sólo por los altos
índices de violencia política, sino también por la incapacidad institucional para resolver
conflictos” (98). Si bien es cierto que Colombia no resuelve aún la cuestión del reordenamiento
territorial ‒lo cual ha provocado incluso nuevos conflictos‒, el sociólogo supo afrontar este
debate con una actitud renovada germen de su trabajo en la Costa Atlántica. La tesis central que
fiscal que no se detenga en el municipio y mucho menos en un departamento, sino que pase a
unidades territoriales más amplias, esto es, a provincias y regiones (Fals Borda “Provincias y
Asociaciones” 57). De este debate se concreta el Título XI sobre “Organización del Territorio” de
No son pocos los autores que han referido la difícil tarea que implica un reordenamiento
territorial en una nación como Colombia, sin embargo Fals Borda ha dado un paso fundamental:
“La nueva Constitución de 1991 avaló estas reformas descentralistas y les dio más cuerpo a
través de diferentes medidas que fortalecieron el proceso: declaró el municipio como la unidad
territorial vivificada en HDC, pero al menos las sugerencias aquí expuestas siguen dando de qué
Según explica Fabio E. Velásquez C., lo que falla es que “falta en la dirigencia social y
política de los municipios y regiones mayor visión de futuro, mayor capacidad para construir
proyectos de ciudad y de región que permitan enfrentar con éxito las exigencias de la economía
229
global” (50). Quizás sea hora de volver a esos cuatro tomos e invertir una mirada más en esa
reconstrucción del espacio físico y social. La visión de futuro de los dirigentes regionales debe
ser tan dejada como el dejao, es probable que en esa propuesta de reordenamiento territorial que
brinda HDC se esté pasando algo por alto. Como proyecto de vida inacabado, a más de veinte
años de su publicación, tal vez valdría la pena una reevaluación, un período más de reflexión que
devenga en un activismo sentipensante más útil que consiga alcanzar nuevos objetivos políticos.
Aunque ahora entra al panorama todo un ejército de intereses globalizadores que tendrían que
sumarse a los conceptos de región, cultura anfibia y ethos no violento que tanto ruido hacen entre
las páginas del magnum opus de Orlando Fals Borda y sus cuenteros.
230
Despedida
Cada uno de los tomos de Historia doble de la Costa cuenta con un cierre ‒mas no
conclusión‒ donde Orlando Fals Borda reúne algunos de los puntos debatidos con sus
interlocutores durante sus recorridos por las laderas de la depresión momposina. El segundo
tomo El presidente Nieto es el único a cuyo cierre se le denomina “Despedida” y que a mi modo
de ver resume un cierre digno de la labor del sociólogo en la Costa Atlántica, es por eso que he
José Nieto en Cartagena cubriendo ambas páginas del libro. La fotografía fue captada en 1981 y
muestra las paredes humedecidas y los derruidos balcones con cables telefónicos atravesando sus
esquinas como signos inequívocos de la modernidad. Justo luego aparece el afamado abuelo
tatarabuelo Adolfo Mier Arias. Los miembros del grupo de estudio se dispersan y el sociólogo se
dirige a Cartagena a hojear los papeles de Nieto en el Fondo Anselmo Pineda del Archivo
Nacional.
Caminando por las calles se topa con la casa de Juan José Nieto: “Allí estaba, en efecto.
Pero ya no tenía los clásicos balcones de madera torneada, ni los portones grandes de goznes
antiguos, sino burdas réplicas de concreto perforado. La casa se había dividido entre dos tiendas
de granos en el primer piso y dos apartamentos de gente pobre en el segundo, con un inmenso
bastidor separándolos por la mitad del patio” (HDCII: 187). Un último traslape temporal en este
tomo que evidencia cómo la casa de quien debió ser más conocido por sus coterráneos se
encuentra descuidada y sin una placa que reconozca su relevancia histórica. El exterior de la casa
231
simboliza ese abandono histórico que padece el presidente efímero cartagenero, sin embargo,
Al fondo del patio había vida: varios trabajadores del hierro y soldaduras tenían
allí un taller pequeño con sopletes y cables eléctricos. […] ‘No tiene ni siquiera
una placa afuera para recordar el hecho, como ocurre aquí con otras casas de
socialistas liberales a quienes Nieto sirvió toda la vida, de quienes había derivado
su poder político inicial. Era como si el espíritu del general siguiera habitando
énfasis mío).
La casa de Juan José Nieto representa para mí una perfecta analogía de la labor del sociólogo y
los cuenteros de Historia doble de la Costa. Por muchos años los historiadores, antropólogos y
demás científicos sociales ignoraron el fondo de un patio por rebuscar en el exterior de sus
balcones. Lo humedecido y lo derruido de sus paredes aparecía en los libros como la única
verdad válida. No obstante, este sociólogo barranquillero supo conciliar una metodología de
investigación, gracias a la cual pudo ver más allá de los engañosos exteriores y recorrer los
complejos pasillos de una casa hasta llegar al fondo de sus patios. Esos fondos donde la gente del
pueblo vive su vida y realiza su diaria rutina laboral. Ahí, en esos talleres de soldadura donde
yace el espíritu de toda una comunidad. Habrá quienes no consideren la restauración del espíritu
232
moviliza masas para que éstas luchen por su emancipación social y política. Pero, quizás el
pensar así, sería seguir viendo los balcones destrozados y no ahondar en los fondos de los patios.
Mientras me perdía entre los archivos de la ciudad de Montería por allá en el 2016, el
presidente Nieto ni siquiera era un personaje reconocido por la historiografía oficial colombiana.
Cuando redacté mi primera sesión acerca del correo lenguaraz, notará el lector, ni siquiera lo
menciono como un presidente relevante para la nación colombiana. No es sino hasta agosto del
2018, después de 157 años de olvido, que los periódicos y noticieros anuncian por fin que Juan
José Nieto ingresa a la esfera presidencial como el único afrodescendiente que porta tal título.
Tuve varias oportunidades para corregir mi propia sesión y alertar al lector de esta reciente
No niego que el proyecto de Orlando Fals Borda sea romántico en exceso, incluso por
instantes hasta paternalista, pero me gusta pensar que su labor en la Costa Atlántica le brinda un
nuevo aliento a la narrativa testimonial. El hecho de que Juan José Nieto haya sido reconocido
por el antiguo mandatario colombiano Juan Manuel Santos me motiva a seguir sosteniendo este
punto. En una entrevista, Pilar Calveiro señala que su interés por el testimonio parte del querer
mostrar “las formas de ejercicio del poder sobre los cuerpos, cómo proceden y cómo se resisten,
porque creo que ello da cuenta de las características de ese poder, de sus potencias y de sus
limitaciones” (893). Los cuentos que echan los campesinos costeños y los cantos que entonan
manifiestan de qué manera ese poder afecta sus cuerpos sociales y políticos. Las palabras ‒
contadas y cantadas‒ de la familia Mier-Serpa llevan a Juan José Nieto a instalarse en el púlpito
histórico nacional. La historia de la Costa Atlántica está siendo reescrita por quienes la viven en
carne y hueso. La conmemoración de Juan José Nieto es apenas una ínfima porción de lo que el
esfuerzo colaborativo en Historia doble de la Costa ha logrado. Hoy en día, ese acontecimiento
233
insta hacia otro tipo de cuestionamientos acerca del porqué un presidente afrodescendiente fue
ignorado por tantos años. El cuento de la boca de un poblador de San Martín de Loba provoca
nuevas tribulaciones académicas que no deberían quedarse sólo en los asientos detrás de un
escritorio. Es bien sabido que, un primer paso hacia la promoción de movimientos sociales es el
cuestionamiento del ejercicio del poder, como dice Calveiro, de sus potencias y limitaciones.
Si bien la IAP macondiana que se reflexiona en Historia doble la Costa no pende ‒ni
depende‒ de un movimiento social o popular, como antaño se practica con la ANUC, sí que
remueve los fundamentos de todo potencial activismo. Después de visitar la casa de Juan José
Nieto, el sociólogo junto con los soldadores del taller se dirige al Palacio de la Inquisición para
¿Qué podíamos hacer? Sea como fuere, allí estaba el general con sus ojos zarcos
se puede menos. Así fue: lo sacamos del depósito y lo colocamos otra vez en el
salón principal del palacio, al lado de la imagen serena, de rasgos caucásicos, del
prócer José María del Castillo y Rada. Y allí lo dejamos colgado, los artesanos
Considero esta acción parte de la analogía que deseo expresar con respecto al esfuerzo
colaborativo de este proyecto que en tres sesiones he intentado analizar. El activismo que está en
función aquí además de aquel de la “acción” social y política, es el de “reactivación” del espíritu
234
costeño. Así como el retrato de Nieto, campesinos costeños y sociólogo se encargan de reactivar
el espíritu de la comunidad para volverlo a colocar en los salones principales del palacio.
Según el intelectual local Manuel Zapata Olivella hay una actitud mágico-religiosa en el
Vivencias que a su vez se entrelazan en ese correo lenguaraz de las seis de la tarde en la Villa de
Mompox, en esas canciones que acopian el ritmo de un pájaro mayero, en esas leyendas de
caimanes y brujas que internan la naturaleza del acuoso territorio que los constituye. El
activismo aquí es aquel que pugna por la “reactivación” de esas vivencias para enfrentarse a
riberano que no está en cintas ni papeles sino en el ir y venir entre lo uno y lo otro: los ruidos de
fondo, las risas de unos cuantos, las actitudes ante las creencias en brujas y mohanes, las
en cada vivencia compartida. Después de colgar el retrato de Juan José Nieto en el salón
principal del palacio, Orlando Fals Borda lleva esas noticias de vuelta a don Adolfo Mier, la niña
Benita Vidales, Murallas y Álvaro Mier en San Martín de Loba, al juez Cifuentes en el Barranco,
a Ramón Pupo y a los colegas de la Academia de Historia de Santa Cruz de Mompox, a los
43
CDRBR/M Caja 07 Carpeta 02 Folio 2609. Artículo del Magazín Dominical perteneciente al 6 de agosto de 1972,
titulado “Las fuerzas del miedo. Sociología de la magia” de Manuel Zapata Olivella.
235
descendientes del general Nieto y sus amigos en la población de Baranoa (HDCII:189). Un
nuevo recorrido con más información que alimenta y motiva otros debates en ese ciclo
Ante todo, los encontré perplejos y angustiados por la situación del país y por el
haber estudiado juntos la vida del general Nieto y la de los hermanos Mier,
creemos entender mejor la forma como el caudillismo pudo articular toda la Costa
como región y como estado autónomo, un tema recurrente desde entonces que
aparece todavía como meta para alcanzar mediante divisiones funcionales del
El momento del testimonio no perece como tampoco descansan quienes viven la IAP. El efecto
“serendipity” como se vio en la última sesión de este trabajo es también permanente, lo cual
ofrece una esperanza transformativa constante. La idea del juez Juan David Cifuentes da vida
político para los habitantes costeños. Los cuentos que se van echando en este recorrido moldean
esa incipiente idea hasta llegar a los salones de una Asamblea Nacional Constituyente. Un azar
después del otro, una investigación que se rige por la improvisación y la intuición, ambas
236
imaginación es la médula del proceder epistémico de la comunidad costeña, el corazón de toda
vivencia.
sociólogo se transforma. Su propia episteme se entrelaza con aquella de los campesinos costeños,
generando un nuevo conocimiento, un nuevo sentido común como aquel que defiende
creando solidaridad” (Una epistemología… 87). El hombre-hicotea que se mueve entre esos
camellones zenúes encauzando el impacto de una política desordenada nos aporta una lección.
reordenamiento territorial en 1991, no se presentan las ideas del sociólogo o las ideas de los
campesinos, sino las ideas que nacen de ese nuevo sentido común. Evidentemente, es Orlando
Fals Borda frente a un grupo de asambleístas, pero tal vez dentro de él habita el espíritu de
Adolfo Mier Arias. Como esas muñecas rusas, una dentro de la otra, una misma persona pero en
comunión renovada.
Traigo a colación los espejos reestructurados que analizo en la primera sesión de este
trabajo para referir lo que creo que sucede con el sociólogo en este proceso. Según sus vastos
estudios en relación con la IAP, ésta es una metodología de las bases. Al principio, esta
aseveración me parecía tan romántica como los cuatro tomos de Historia doble de la Costa, pero
ahora la comprendo desde otra perspectiva. Visto el activismo como “reactivación”, esta
metodología si corresponde a las bases porque son éstas quienes problematizan el conocimiento
237
del intelectual. No concuerdo con aquella anticuada noción de los estudios testimoniales de
exigir objetividad, puesto que el “intelectual” también debería ser capaz de transformarse en el
proceso. Los recorridos del sociólogo por la Costa Atlántica y el ir y venir entre el archivo y el
texto, me permiten reconocer las tensiones entre el proceder epistémico de ambos. El sociólogo
contrapuntea su conocimiento con aquel del campesino costeño, no sólo en su contenido sino
también en su devenir, es decir, no sólo lo que conocen sino cómo lo conocen. La síntesis
cultural es sólo posible en tanto que todos los involucrados cuestionen lo que saben y cómo
Incluso, es remarcable, la inserción de las notas de campo del sociólogo con respecto a su
Historia doble de la Costa. El sociólogo integra ‒no sin antes problematizar‒ el conocimiento
campesino ‒leyendas, creencias, rituales musicales‒ en cada una de sus acciones previas para
generar ese nuevo sentido común del que hablo. A eso precisamente hace referencia Linda
Tuhiwai Smith al proponer una descolonización metodológica. Que el “intelectual” sea capaz de
compartir conversaciones con sus colegas en el campo para ofrecer una perspectiva de la realidad
En una de sus reflexiones en torno a la IAP, Fals Borda señala que “la demostración de la
los procesos continúan con su propio dinamismo. Esto se basa precisamente en el papel que
tienen los dirigentes de las propias comunidades, no en el de los agentes externos” (“Balances y
perspectivas” 71). Sin embargo, si atendemos la transformación mutua que tiene lugar durante la
238
práctica de la IAP, prefiero pensar que el agente externo no alcanza nunca a salir de estos
seguido con este dinamismo de lucha política y acción social es una cuestión que queda
pendiente aquí. Una cuestión que sin duda merece una nueva investigación. Lo que tengo claro
es que la labor de Fals Borda y los cuenteros de la Costa Atlántica nos deja un ejemplo de la
problemática que enfrentamos como incipientes investigadores. Un modelo que ‒sin imitarlo‒
nos lleva a plantear nuevas interrogantes en la creación de relaciones horizontales con diversas
comunidades.
La consigna hacia el final de la “Despedida” del segundo tomo resume los objetivos de
papayeras; si condicionamos a todo un caudillo militar como Juan José Nieto para
que no cortara amarras con la cultura raizal y siguiera siendo fiel al genio cordial
descomposición capitalista, ¡qué más no podremos hacer por el país para que
Nieto rindió su vida, y se inflame el espíritu para luchar, como él en sus mejores
épocas, por la justicia para el pueblo trabajador y contra las tiranías existentes!
(193).
239
El pronombre nosotros aquí no creo que se deba sólo a que el sociólogo nació en Barranquilla,
sino a que ahora forma parte de esa comunidad costeña o de ese nuevo sentido común. La
reactivación del espíritu costeño tiene lugar cuando se toma como válido y certero cada uno de
los cuentos echados por los campesinos. Cuando la improvisación musical se coloca por encima
de los discos vendidos por el comerciante capitalista. Cuando se reconocen los factores
ambientales en cada una de las actitudes y emociones de la comunidad. Aunque no está de más
recordar que esto sólo es evidente cuando el lector ve más allá de lo textual, más allá de las
palabras, en los signos escondidos entre los archivos y las vivencias cotidianas.
La razón por la que elegí darle el título de “Despedida” a este cierre de mi trabajo es más
o menos la misma que expresa el sociólogo en cada uno de los tomos. La IAP e Historia doble de
la Costa siguen siendo proyectos inacabados o procesos de vida y de trabajo que no llevan punto
final sino punto-y-comas. No tengo verdades absolutas, ni las quiero. Ante el advenimiento de la
definitivamente se vuelven quebradizos. Uno de los desafíos más graves para mí en este trabajo
ha sido el responder a la pregunta de qué sucede con la apertura que ofrece el internet. Si
visualizara el testimonio como en principio hicieron los estudios testimoniales tendría que decir
que el campesino costeño ya no requiere de ningún sociólogo para expresar sus quejas y
necesidades ante el público, ya que ahora cuenta con las redes sociales para hacerlo. Sin
embargo, no creo que ese sea el caso aquí. Orlando Fals Borda no es un portavoz, no es el héroe
conocimiento en aras de pugnar por el bien común. Nos brinda una opción para entender
epistemologías alternativas, para entrelazarlas con las nuestras y lograr mediante el esfuerzo
común establecer relaciones humanas más justas y dignas para todos. Que el campesino costeño
240
sea capaz de exponer sus preocupaciones en las redes sociales es un primer paso hacia la
conciliación entre diversas formas de conocimiento. El testimonio nunca debió tratarse de “dar
voz” o de “dar a conocer una vida”, o más bien, no debió detenerse ahí. Lo verdaderamente
entrelazar conocimientos alternativos para lograr por fin quitar el prefijo de sub al “subalterno”.
ser tratado ante los acuerdos de paz para Colombia. Las discusiones acerca del manejo político
de municipios, provincias y asociaciones rurales siguen pendientes en los debates acerca del
futuro de la nación entre guerrilleros, mandatarios y afectados por tantos conflictos. A dicho
debate valdría la pena agregar el valor sustancial de las instituciones locales de las diversas
población costeña. Empero, como nos deja ver el proyecto del sociólogo barranquillero, cada
comunidad erige sus propias instituciones basadas en sus motivaciones y percepciones internas.
Cierro este “Despedida” con una gran ironía, según un artículo publicado por El País el 2
de octubre del 2016, los habitantes de la costa colombiana no pudieron votar en el Plebiscito de
los Acuerdos de Paz para Colombia porque el huracán Matthew había azotado la zona el día de
la elección.44 Un factor ambiental que sin duda afectó el rumbo de la paz para todo un país.
44
https://elpais.com/internacional/2016/10/02/colombia/1475430883_326588.html
241
Quizás, si el político prestara mayor atención a las creencias de las comunidades eligiera mejor
sus días electivos, sus mecanismos de elección y sus intereses no dependieran únicamente de
políticas sin vivenciarse los cuentos que se echan, la música que se canta y las relaciones que
profesa el riberano con sus plantas y animales. Es decir, toda política que pretenda ser efectiva y
242
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