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Literatura Andrés el Capellan Libro del amor cortés Introduccién, traduccidn y notas de Pedro Rodriguez Santidrian | ] Ellibro debolsillo ; Literatura Alianza Editorial Deno debit Aina Isai: Manas eee ind meal mide hroncasde puta dele corte del amor, ©Gianni Dagli Ort{/CORBIS ame stent i eatmnpniss ye#ea comankcaren pllicamente,entodoen parte una le hierar -cno clentifica, os transformacién, inter fe ica pute © dela introduccién, traduccidn ynotes: Pedro Senainanog nn nYanes Po Rodgus © Alianza Editoriel’S. A., Madsie, 2006 Calle Juan Ignacio Lues de'Tene, 15; 28027 Madrid telefono 91 593 88 88 \Woncalianzacditoriales Depésitolegal:M. 49.339-2005 Impresoen:ErCa, 8, Parque Industrial «Las Monjas> 28850 forrejénde Arco (Madrid) Printedin Spain i j i i ' 7 Introduccién Me permito adclantar al lector de este libro unas notas que hagan su lectura mis facil y placentera. De Amore -titulo que hemos optado por traducir como Libro del amor cortés- aparece en plena Edad Media y mds concretamente en el tilti- ‘mo tercio del siglo xn, época que, aunque lejos de nosotros y muy desenfocada por muchos, tiene una influencia importan- te en la historia de la cultura, En efecto, el siglo xu es conside- rado hoy pot los historiadores como un «preerenacimiento», Escribe Ftienne Gilson: ‘No es menos cicrto que esta época tan fecunda, tan diversay que tan diligentemente prepara el gran siglo de la Escolistica, posee tambien su originalidad; el siglo x11 es un periodo de prepara- cién, pero no sdlo es eso; si se muestra menos potente y menos sistemético que el siglo xi, en cambio tiene por si mismo una clegancia, una gracia y tna desenvoltura en la aceptacién de la vida, cuya tradicién no se mantuvo en la época siguiente, més pedante y formalista'. Esta elegancia aparece en el prerrenacimiento con Pedro ‘Abelardo y una serie de fildsoios, hmanistas y tedlogos cuya lista integra es dificil citar: Igual renacimiento se produce en la poesia, yen general en laliteratura, sobre todo enos cantares de 7 ‘esta, en las narraciones que dan lugar a la novela amorosa, heroica, que tiene su expresién mas fuerte en el lamado ciclo ortirico, Nada digamos dela arquitectura, escultura, pintura, etc. En esta épaca tiene lugar el paso del estilo romanico al {élico, con la construccién de las grands catedrales. :¥ como ho recordar a trovadores y juglares recorriendo los caminos y cortes de Europa? 3¥ cémo pasar por alto el transito de las es- cuelas episcopales a las primeras universidades, sobre todo la de Paris, Chartres y otras muchas que influirin de manera definitiva en el pensamiento y evolucién dele cultura medic- val y moderna? Nos llevaria muy lejos hablar de la teologia y de la mistica en el ambito religioso y de algo tan tipico y exclusiva de este siglo como la fir'amor nacida en las courts of ove surgidas en las cortes reales, sobre todo en la corte de Leonor de Aquita nia, que vivié entre Francia e Inglaterra y extendis su inflaen- cia por todo Occidente. Es aguf, en este ambiente, donde en contramos el libro De Amore, del que varnos a hablar a conti- nuacién, 1. Bllibro y su autor Poco © nada sabemos de su autor, Andrés el Capellin, Como datos més seguros tomamos su titulo de capellin del rey de Francia, Asi nos lo dice él mismo en el libro primero dle a obra y ast aparcce también en numerosas cartas entre los anos 1182-1186. Ottos datos posteriores afirmen que viajé mucho y que tendrfa unos sesenta anos cuando eseri- bi6 el bro. Datos ciertamente poco fiables. Por ejemplo, su titulo, capellin, designaba « un sacerdote encargado del ser Vicio religioso de una capilla real o seforial, pero también, durante la Edad Media, tenta otros sentidos: secret: tario o canciller de una corte real, En conclusidn, no se pue- de afirmar con seguridad que fuera saccrdote, Por otro lado, gernoovccton ° elpersonajea quien el autor dedica la obra y que recibe el ti tulo de «amigo» despierta nuevas incégnitas, y éstas no que- dan aqui: Ia fecha de composici6n, partiendo dela lectuéa del ‘texto, varia segtia las distintas interpretaciones, Ciertamente se habfa compuesto en el riltimo tercio dol siglo xm, pero en fechas distintas, entre 1174-11985 1185-1187; 1184-1186, res- pectivamente?, 2. De Amore Comenzando pore titulo mismo surge enseguida la pregun- ta De qué amor nos vaa hablar el Capelling Toda la literati ra desde Platén hasta nuestros dias esta Mena de tratados de amor. Bl tema es inagotable y se sigue buscando todavia la rafry los secretos del mismo. f Fltitulo De Amore, sin adjetivo algano que lo califique, ha hecho vera algunos que se trata de un manual o guia dela re- lacidn amorosa entre un hombrey una mujer y cOmo seha de llevar ésta.a su realizacién, Hay quien ve en él unaadaptacién ala época de la obra de Ovidio Ars Amand, libro que, por cierto, se cita a lo largo de sus piginas, Otros, sin embargo, ven en la obra un método del amor celebrado y cantado por trovadores y juglares en las cortes de principes y reyes de ceatroeuropa, principalmente en Francia ¢ Inglaterra. 2s el amor conocido como armor cortés o amour courtois 0 firfanor, sQué tipo de amor es éste? ;Cémo y dénde nacié y se cultivé? EI nacimiento y desarrollo del amor cortés tuvo Tugar, como hemos dicho, en el siglo x1, Una nueva generacién de trovadores, poetas, juglares y cantores pasa sus dfas can- tando a un nuevo amor. Hacen de la mujer la dama y setio- ra de sus deseos. ¥ precisamente es esta dama afable, va- liente y cortés, Leonor de Aquitania (1122-1204), la que se convierte en «la protectora de los trovadores, la figura em- blematica de la fin'amor»*, la que en su edad madura, «esta soberana de caballera blanca», Chrétien de Troyes describe como mujer, Doy las gracias a cuantos me han ayudado con el consejo y Ja orientaci6n inteligente y eficaz para hacer Hegar al lector actual lo mejor posible el conocimiento y la leccidn de est i- bro, Los defectos son mios. Philippe Delorme, op cit, p. 151. 10, Mid 153, 16, Ubi, p 135, 19, thi, p. 156-157 20. Véasc la bibliograiarelatva e sta introduecién, . 2. Notas lenne Gilson, La flosofia on la Edad Meilic, 2 ed, 3+ teim- resin, Gredos, Macid, 1982, p. 316, 2. Andrés el Capellin, De Amore (Tratado sobre el araor), Edicion biting por inésCreixell Vidal Cuadras, Sirmio, Barcelona, 1950, it 3, Ibid, pp. By. 4. Philippe Deloume, Histoire des Reines de France: Alignor D’Aquitaine, Eponse de Louis VU, mre de Richard Coeur de Lion, Pygmalion, Pa. 1, 2001, p.142_Ent este panto y ottos seguimyos el pensamiento del. autor deste obra j 5. Ibid, p12. 6, Ibid. 145. 7, Ibid, p. 146, i Bibliografia 1. Bdiciones en Latin Jncipiunt tituli capituleruon tractatus amoris, de amoris reme- dio Andreae Capellani; pape Innocencii quarti, Estrasbur- go, 473. Andreae Capellani regii Prancorwn De Amore libri tres, Dort- smund, 1614. Andreae Capellani regii Francorum De Amore libri tres, Co- penhaguen, 1892. Andreae Capellani regi Francorum De Amore libri tres. Text Mati publicat per Amadeu Pages, Castellon de la Plana, 1929, i | i i ' | i i ‘Traducciones | Andreas Capellanus, On love, Londres, 1982. André le Chapelairs Traité de Pamtout courtois, Paris, 1974, Andrés el Capellér, De Amore (Tratado sobre el arnor). Edi- ci6n bilingiie por Inés Creixell Vidal Cuadras, Sirmio, Barcelona, 1990. 2 venno nome satan 3. Esudios ‘Anas y Arias, R., La poesta de los Goliardos, Gredos, Ma- rid, 1970. Brzzo.a, R. R,, Les origines et la formation de fa litterature courtoise en occident, Champion, Paris, 1967. DeLorme, Ph., Histoire des Reines de France: Aliénor D'Aqui- cine, Epouse de Louis VIL, mre de Richard Coeur de Lion, Pygmalion, Paris, 2001. Duny, G. Women ofthe Twelfth Century: ve atnd the Church, ‘University of Chicago Press, Chicago, 1998. Horxwss, A., Most Wise & Valliant Ladies, Collins & Brown, | Londres, 1997, Larirre-Houssan, J. Troubadours et tours amour, Parts, 1950. Lazar, M., Amour Courtois et ftamor dans la Hitterature du 1x sitcle, Klincksieck, Parts, 1954. Mra, M, Bleanor of Aquitaine: A biography, Penguin, 1992, ‘Owen, D. D.R, Eleanor of Aquitaine: Queen & Legend, Blackwell Publishers, Oxford, 1993. Pranoun, R. 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Me confiesas que eres tun simple rechata en las lides del amor, que herido poco ha por una de sus flechas, no aciertas a controlar las riendas del caballo, no encontrando remedio alguno a tu mal. No podria explicar con palabras lo grave ylo molesto que esto es para mi alma, S¢; la experiencia melo ha ensefiado, que quien esté sometido a la esclavitud de Venus es incapaz de pensar en otra cosa que no sea algo que le amarre mas a sus caclenas. Cree que nada puede hacerle feliz, sino com- 1, No sesabequidn es este Gualterio 2] queel autor dodica la obra, En uno \elos manuscritos aparece como el sobrino del rey de Franca, La mayor tiadelos autores ven en dla un persongjefctcio, como ea costumbre ya desde la antighedad cksica, 6 lune pet AMOR COvrEs place a su amor. Aunque no me parece provechoso insistir en estos asuntos, ni que convenga a una persona sensata centregarse a tales cacerfas del amor -lo veo més claro que Jaz del dfa—caminards mds seguro en él, una vez instrui- do en su doctrina, asi que procuraré ceder a tu solicitud, 4 naan tacws sel Libro primero Introduccién al tratado del amor ‘Heros de ver primero qué es el amer, de dénde le viene el nombre, los efectos del amor, entre qué personas puede ha~ ber amor, cOmo se adquiere, se mantiene, aumenta, dist nuye y se extingue; qué seftales muestran que es un amor ‘compartido y qué ha de hacer un amante ante la infidelidad delotro. 1. sQuées el amor? E. amor es una pasiGn innata que nace della visién de Ia belleza del otro sexo y de su desmedida obsesién por la ‘mista, que lleva a desear, por encima de todo, la posesion, delos abraz0s del otro, y asi realizar de mutuo acuerdo to- dos los preceptos del amor! sFicil ver que el amor os una pasidn, pues antes de que haya llegado a un equilibrio por ambas partes no hay an- gustia mayor, ya que el amante teme siempre que su amor no llegue a alcanzar el fruto deseado y prodigue en vano sus intentos. Teme asimismo las habladurias del vulgo y lo que de alguna maneta pueda dafarle, pues cualquier pe- ueiio contratiempo puede hacer naufragat las cosas que todavia no han Iegado a buen puerto, Si el amante es po- bre teme que su amada menosprecie su pobreza. Si ¢s tos- 0 teme que se desprecie su fealdad y que su mujer se en~ tregue a un amor mis placenterd. ies rico tiene miedo de \ {, Bl autor toma aqat la defiaicién de Ovidio Sobre el amor en sas Anatol 1,515-517 lo argo del texte lector encontrar macs alu. fonesaOvidio,quesenalaemosastmmpa. i i ‘ 2 30 tuuno ox anton conree que la anterior avaricia sea un mayor obstculo. ¥, si deci- mos la verdad, no hay nadie que pueda describir los temo- res de un enamorado. Es pues ese amor una pasién que s6lo es vivida por uno de los amantes y que puede definir- se como amor singular. Cuando al amor se llega por ambas partes surgen no menores recelos, pues cada uno de los amantes tere que | Jo conseguido con tantos esfuerzos se pierda con los inten- tos del otro, Algo, ciertamente, mucho més abrumador que cuando un hombre, frustradas sus esperanzas, sien- te que los esfuerzos no han producido efecto alguno. Bs, por tanto, mas grave carecer de lo que se ha buscado que verse privado de la ganancia esperada, Teme también ofender en algo a su amante. Teme tantas cosas que serfa muy dificil explicarlas. ‘Te explicaré ahora con total claridad por qué la pasién. del amor es innata. Esta pasién ~si se busca la verdad con | agudeza~ no nace de accidn alguna, sino de la sola refie- xin del espiritu a partir de lo que ve. Asf, cuando alguicn ye a una mujer apta para el amor y moldeada a su volun- tad, comienza al instante a desearla en su corazén, y cuan- to més piensa en ella més se inflama su amor, hasta llegar a obsesionarse. asa después a imaginar la hechura de su cuerpo, a dis. tinguir sus miembros, a imaginar todos sus actos y a pene- trar los secretos de su cuerpo hasta desear el yoce pleno de cada una de sus partes. ' Cuando el amor se ha apoderado enteramente de su pensamiento pasa inmediatamente a la accion, sin poder | contener las riendas, ‘Trata entonces de conseguir ayuda y de hallar un intermediario. Empieza, ademés, a pensar cémo podré obtener su favor, a buscar ellugary el tiempo _ ‘oportuno para hablarle, armionuoceN at TRzAWE BEL HoH a sta pasién innata, por consigniente, procede de la vi- sign y de la contemplacién. No basta cualquier reflexién para hacer surgir el amor. Se necesita una rellexién obsesi- ‘ya, pues una reflexidn serena'no suele volver a la mente y, en consecuencia, el amor no puede nacer de ella”. | 2. Ovidio, Ars amatoria, ti, 515-517; ibid., Ovidio, Metamorfosts, VI, © 40-494, . Entre quiénes puede existir el amor musanim _—————— darse mas que entre personas de distinto sexo. El amor en- tredos hombres o entre dos mujeres no puede justificarse, pues dos personas del mismo sexo en modo alguno son aptas para dar y recibir las formas del amor ni para consu- mar sus actos naturales.‘Lo que la naturaleza niega, el, amor se avergiienza abrazarlo, Toda la atencién del amante se dirige a esto y ésta es su. obsesi6n: gozar de los abrazos de la persona a la que ama Quiere, en efecto, poner en prictica todos los precepts, del amor, esto ¢s, los que encontramos en los tratados del, amor. A los ojos del amante, por tanto, nada hay compara-, ble al acto de amor. Y-el verdadero amante elegirfa més’ bien verse privado de todas sus riquezas 0 de todo aquello, que el ingenio humano puede imaginar y sin lo cual nadie puede vivir, a verse privado del amor esperado o que ya he) conquistado, 3Qué puede, pues, poseer o tener el hombre) bajo la luz. del sol y por lo que querria exponerse a tantos peligros como vemos que se someten con frecuencia los amantes? 32 1 RIFRODUCKION Al TRAFADU DEL AMOK 3 ‘Vemos, en efecto, como desprecian la muertey las ame- ‘nazas, dilapidan sus riquezas hasta quedar en la inopia. EL amante prudente, sin embargo, no despilfarra las riquezas, ‘como suele hacer el administrador prédigo, sino que des- de el principio pone freno a sus gastos, Pues una persona que padece la pobreza y la necesidad empieza a caminar cabizbajo, a ser victima de muchas cavilaciones que le arrebatan toda su alegrfa, Y cuando se ha ido la slegria, al instante nace la melancolfa, fruto de la adversidad, y la ira se apodera de él. De esta manera, comienza a alterarse y a aparecer como algo horrible ante suamada, Asi, el progre- so del amor empicza a fallar y, en consecuencia, el amor comienza a debilitarse, porque el amor siempre tiende a decrecer 0 a afirmarse més! Por propia experiencia sé que cuando sobreviene la pobreza comienzan a debilitarse los estimulos del amor, «pues la pobreza no tiene con qué ali- mentar el amor», Amigo, no te cuento esto como si con mis palabras quisiera sefialarte la senda de la avaricia. Bs aro que éta no puede viviren la misma.casa que el amor. Quiero mds bien hacerte comprender que se ha de huir por todos los medios de la prodigalidad y que hay que abrazar con ambos brazos la generosidad, Observa tam bign que el amante no consigue nada placentero de la per~ sona amada, si no nace de la propia voluntad de ella 3. Ovidio, Renmei aruris, 1,748, 3, Origen dela palabra amor S. lama «amor» por el verbo amar, que significa «o- ger 0 ser cogido». Pues el que ama es cogido por los lazos del deseo y ansia coger a otro en su anzuelo. Porque as! | como ¢l pescador astuto intenta con su cebo atraer a los pecesy pescarlos con el gancho de un anzuelo, dela mis-_ ‘ma manera, el que ha sido atrapado por el amor se afana por atraer al otro con sus sefiuelos y con todos los rect sos intenta unir dos corazones distintos con un vinculo, ‘no material 0 mantenerlos siempre juntos siya estén unidos i i 4. posta uege ag con e verbo amare Cama’) con hainave(eoger | uno ene anne) 3 4, Los efectos del amor Eiacn primero del amor es éste: el verdadero amar teno puede quedar ofuscado por ningiin tipo de avaricia, Hlamor hace que una persona ruda e inculta resplandezca con toda su belleza. Sabe también dotar alos de baja ton- dicién de nobles costumbres y sucle ademas adornar de humildad a los soberbios. El enamorado sucle mostrarse complaciente con todos de muchas formas, ;Oh!, qué ma- ravilla de amor es aquel que hace brillar a un hombre con tantas virtudes y que ensefia a cualquier persona a desta~ car por sus buenas costumbres, Hay todavia algo més en el amor que se ha de alabar y no con poces palabras. Porque el amor adorna al hombre cone virtud de la castidad, ya que el que resplandece con elrayo de un solo amor dificilmente podria pensar en los abrazos de otra mujer hermosa, Mientras se fija exclusiva~ mente en su amor Ie imagen de cualquier otra mujer es a su juicio ruda y desalifiada, ‘Querido Gualterio, quedeesto bien grabado siempre en tu coraz6n: si el amor guardara un equilibrio que llevara siempre a los marineros a buen puerto, tras la inundacién a5 q 4 deincontables tormentas, me pondria de por vida a suser- | vicio. Pero el peso que acostumbra a llevar en sumano es 5, Qué personas son aptas para el amor desigual, y mi confianza en su justicia es tan poca como la quesuscita un juez sospechoso, De momento, pues, recha- 2o su jucio, ya que a menudo deja sus mariners ene) hbucacén de les olas a Bn otra part ms extensa de este tratad te explicaé rms ampliamente por qué el amor 110 usa pesos iguales. | } | | i V eamos ahora qué personas son aptas para el amor. | Has de saber que todo aquel que es defio de sf mismo | ycapaz de practicar los trabajos de Venus, puede quedar | herido por las flechas del amor a no ser que se lo impidan | ln-edad, la ceguera o la desmesurada ansia de placer, La | edad se lo impide: sabido es que después de los sesenta anos en el hombre y de los cincuenta en ka mujer, aunque el hombre pueda todavia consumar el coito, el goce no puede conducit al amor. El calor natural a partir de esa edad em- pieza a perder su fuerza y la humedad se introduce y crece intensamente, creando en el hombre alteraciones diversas que le molestan con todo tipo de enfermedades. No le que- da, por tanto, mas consuelo que comer y beber. Por su parte, la mujer no suele militar en el ejército del amor antes de los doce afios, ni el varon antes de los cator- «ce, pero digo y afirmo con toda rotundidez quie un hombre no puede ser un auténtico amante si no ha cumplido los dieciocho afios?, pues hasta esa edad se ruboriza por cual- Esta interpretacin del autor es basada en Huge de San Victor, Sum sna Sentertiarum, VU, 15. | . 8 tumko Dat amon cones quier cosa. Algo que no sélo le impide llevar su amor a buen téemino, sino que, una vez consumado, lo apaga. Po- demos hallar tambien otra raz6n més convincente, y es ue antes de esa edad el var6n no tiene constancia alguna y se muestra variable en todas las cosas. En edad tan inma- | dura es imposible penetrar en los secretos del misterio del | amor. Quizé més adelante pueda mostrarte por quéel amor arde antes en la mujer que en el hombre. | La ceguera de nacimiento impide el amor, pues el ciego | no puede ver ¥, por tanto, su espiritu no puede quedar ‘ofuscado por algo que no ve. Tampoco puede naceren élel amor, como quedé suficientemente probado al principio, | Reconozco, sin embargo, que esto sdlo vale a la hora de | irrumpir el amor, pues no niego que el amor que prendié en un hombre antes de ser ciego pueda perdurar después de contraer la ceguera, i La absesi del placer destruye el amor. Rs el caso de aquellos que, invadidos por un deseo tan grande de placer, no pueden quedar prendidos en las redes del amor: Hay, a su.vez, otros que, tras pensar mucho en uta mujer y haber probado el fruto de su amor, tan pronto como ven a otra desean sus abrazos y olvidan, desagradccidas, los favores de su primera amante, Estos hombres, atrapados por su lu- juria, quieren hacer suyas a cuantas mujeres ven. Su amor 6. Cémo se consigue el amory de qué maneras E. el capitulo que ahora comenzamos trataremos de las diversas artes o modos de llegar al amor. Segtin la doc- trina comda son cinco los modos para conseguirlo, a sa- ber: la belleza, la integridad de costiunbyres, la facilidad de palabra, Ia abundancia de riquezasy la prontitud para res- ponder a las exigencias 0 requerimientos. Nosotros cree~ ‘os, sin embargo, que el amor se consigue solamente por ‘os tres primeros medi, siendo por ello necesario expul- sar de la corte del amor a los dos tiltimos, como a su tiem- po te demostraré mi doctrina La belleza tira del amor sin gran esfuerzo, sobre todo si es como el de un perro impidico. Nosotros los compara-| busca el amor de un amante necio. El necia cree que lo rremos més bien a los asnos, Se mueven tinicamente por | tinico que se ha de buscar en el amante es una cara bonita esa naturaleza que iguala a los hombres con el resto de los | ¥ U9 clerpo elegante. No perderé tiempo en desaprobar seres vivos, no por la verdadera naturaleza, la razén, que | ¢St€ amor, pero tampoco pretendo aprobarlo, porque en- ‘marca Ia diferencia con los demas animales®. De tales seres | "© os incautos y mas céndidos amantes el amor no puede hablaré en otra parte. _ocultarse mucho tiempo y, en consecuencia, al instante | empieza a venirse abajo, Un amor alos cuatro vientos pier- |dela estima del amante y suele vulnerar su teputacién con 6, La comparacin esti tomeda de a cita sin comprobar, Fumores malévolos y a menudo hace que el amante se 39 0 teano aL 2340R coneres arrepienta. Entre esos mismos amantes raras veces se mantiene el amor, ysiporacaso dura, ya no es posible vol- ver asolazarse como al principio, Porque la sospecha naci- da del rumor lleva a su pareja a mostrase con mas pruden- ia, quiténdole toda oportunidad de hablar, al tiempo que. inquieta y pone en guardia a los parientes de la joven, ‘Como consecuencia, nace una enemistad capital, En esta situacién el amor, que ya no puede solazarse, empieza a crecer de forma desmesurada y leva a los amantes a la- ‘mentar sus penas crucles, Porque «luchamos por alcanear lo prohibido y siempre deseamos lo que se nos niegas?, En conseciiencia, una mujer cauta ha de buscar el amo ‘deun hombre a quien se pueda alabar por su integridad de costumbres, no el de aquel que se perfuma como las =| 15 0 que hace de su cuerpo un verdadero culto, No es, en efecto, propio de la belleza del hombre adornarse al estilo de las mujeres ni entregarse al cuidado del cuerpo. Asi fustigé también a tales hombres el maravilloso Ovidio: «aléjense de nosotros los jdvenes compuestos como m= jeres, la belleza del hombre gusta de ser cuidada modera- damente>'. La belleza del varén gusta de sobrios cuidados. Peto, si ves a una mujer maquillada con una abigarrada variedad de colores no la elijas por su belieza, sino te fijas detenida- mente en ella en un momento que no sea dia de fiesta. Piensa que una mujer que sélo se vale de los trucos de su cuerpo carece del adorno de las buenas costumbres. Lo mismo que acabamos de decir del vardn, estamos conven cidos de que en la mujer no se ha de buscar tanto si her- mosura como la honestidad de sus costumbres. Cuida, 7. Ovialio, Armores, 1, 1,17, 8. Ibie, Hernidas V5 75-76, |p wsReDUCCON AL mano PRE asin “a pues, Gualterio, de que no te seduzca el hechizo falso de la mujer Pues Su astucia es tanta que, una yer que hubieres, empezado a disfrutar de sus favores, no te seria fécil de- sandarel camino que te ha llevado a su amor. La probidad de costumbres lleva a ese amor que resplandece por lo mismo. Un amante sensato, lo mismo que una mujer jui- cosa, no rechaza a un amante deforme si por dentro esté adornado de virtudes. Por lo mismo, quicn se muestte hronrado y prudente no se saldré nunca fécilmente del ca- sino del amor, ni llenaré de turbacién a su enamorado, Si tuna persona sensata conquista el amor de otra también sensata, con mucha facilidad podrd ocultar su amor para siempre. ¥ su ciencia enseniaré a su pareja, si yas juiciosa, a serlo mucho més, Y con su moderacién terminard por hhaverla més cauta, si todavia lo es poco. Dela misma manera, quela mujer no busquela belleza, Ia adoracién del cuerpo ni el linaje, porque la belleza no ‘trae si carece de bondad y la integridad moral ¢s lo tinico ‘que hace que el hombre se enriquezca con la verdadeta no- bleza y brille de resplandeciente belleza. Pues, as{ como to- dos los hombres descendemos de un mismo tronco y por naturaleza tenemos un comin origen, no fue a belleza, ni lculto al cuerpo ni tampoco la riqueza, sino solamente la integrided de las costumnbres, la que desde un principio ‘marcé la diferencia de los hombres con la nobleza y pro- dujo la diferencia del lingje*. Son muchos, no obstante, los que se desvfan por otros caminos y se pervierten, aunque leven la simiente desde aquellos primeros nobles. «¥ silo piensas, observards que lo dicho no es falso»'®. Sélo, pues, lehonradez es digna cela corona del amor. Séneca, De Bonefcis, M1, 28. Gita sin identificar 4 2 Lingo aL Avon cont ‘Muy frecuentemente la facilidad de palabra no arrastea el corazén de los amantes a amar, La conversacién del amante suele despertar las flechas del amor y descubre la bondad del que habla. ;Cémo sucede esto? Trataré de ex: plicdrtelo con la mayor brevedad. ‘Te diré en primer lugar que de entre las mujeres, una es plebeya, otra noble y otra de més alta nobleza, ‘También el hombre ¢s plebeyo. Otro es noble y otro mas noble. A la sje plebeya a conoces bastante bien, Se llama mujer no- | bala que descend de unemperador oper y tambien asus respectivas meres, Se lama mujer dele ata nobleza a | Ia que proviene de grandes senores. Diguse lo mismo de los | vvarones, con la salvedad de que estar casado con una mujer dle masala o més beja nobleza, no cambia su condiciinso- | Gal. En efecto, la mujer cuando se casa conmuta la nobleza - por lx del marido, Pero la nobleza del varén nunca puede cambiarse por la unién con la mujer: Por lo demés, en los | ‘varones encontramos una clase social més que en las muje- resy es que hay un hombre nobilisimo, el cirigo”, sihsestltansientaiae! a) Habla plebeyo a plebeya j i i 1 | ‘Acéequese, entonces, el plebeyo ala plebeya yhablele con pa- | labras como éstas: empiece por salucarla segiin Ta costum- bre. ¥ Jo que con cardcter general hemos de decir -téngan- lo presente todos los amantes- es que no se ha de comen- zar a hablar de amor inmediatamente despues del saludo, ‘Tal comienzo s6lo es practicable con las rameras. El hombre, por el contrario, una ver que ha saluddado ala ‘mujer, dejard un cierto tiempo para que ella, si quiere, co- 11, wfebeyor,sindsimo agai de una persona que no pertenece al case noble. «Clérigon, nombre con que se design & un niembro dela gies ¢Laetiopuccon AL TmATADO: DL sso 8 rience ahablat. Y sies la mujer a que primero rompea ha- blar puedes alegrarte no sin motiva y mas si careces de con- yersaciOn. Pues su profusa elocuencia te dar abundante ‘materia para tu discurso, Hay, en efecto, quienes ante las mujeres de tal manera piercen la palabra que olvidan lo que tanbien habian concebido y preparado, siendo incapaces de decir ordenadamente,fatuided que parece bastante repro- bable. No es, pues, conveniente que nadie se tome la inicia. tivaen a conversacién con una mujer sies audaz y esté bien preparado, Pero sila mujer tarda demasiado en comenzar a hablar, deja corser un tiempo moderado y Ténzate seguro alaconversacidn, Comienza con un tema intranscendente ya sex posible divertido, O que sea un clogio de su patria, de su familia o de ella misma, Sabete que la mayor parte de las ‘mujeres ~sean plebeyas o risticas~ se alegran cuando se les alaba en persona y hacen suyas todas las alabanzas, Creen que todos los elogios de un cumplido se tefieren a ellas. Después de estas palabras intranscendentes ya puedes proceder con tino: Cuando Dios te formé, no le quedé nada por hacer. No encuentro nada que falte atu belleza, nada a tu prudencia Tampoco careces de nada, sise excepttia, segrin creo, que a nadie has entregado tu amor. No deja de admirarme, sin embargo, que una mujer tan hermosa como tt, adornada con tanta prudencia haya permenecido tanto tiempo fue- ra de lasfilas del amor. Oh, quign pudiera verte militar en su campamentol ;Dichoso aquel sobre todos los demés a quien coronases con tu amor! Y si yo fuera digno de tan grande honor por mis propios méritos, ningiin enamora- do de este mundo podria compararse conmigo, Dice 1a muyex: Una mentira parece esconderse en tus palabras, pues no estando dotada de una apariencia her- a“ upto vay Amon comes ‘mosa, casi me ensalzas por encima de todas las mujeres. Y careciendo yo del ornato de la sabidurfa, tus palabras ha~ cen de mf una mujer prudente. Sabes que las mujeres de origen plebeyo no pueden aspirar a la sabidurfa suprema, Dice EL HOMsRE: Bs de sabios no proclamar por propia bocasu belleza uhonradez. ¥ esto es una prucba manifies- ta desu honestidad, pues acostumbran a usar sus palabras con tal eautela, que jamés se les puede aplicar con justicia aquel proverbio popular que rera ast: «En boca propia toda alabanza se envilece»'?, »Deja, por tanto, que los demés te alaben, si, como sabio {que eres, quieres evitar la sentencia de este refrén. Son tan tos, en efecto, los que estan dispuestos a llenarte de alaba: za, que nunca se podria decir con justicia que todos quie- ren mentir. Sé muy bien quelos mismos que no te aprecian or tu lingje estén dispuestos a colmarte de alabanzas, Y si sigues creyendo arin que no eres hermosa, precisamente por eso debes considerarme un enamorado verdadero, ya que para mi tu belleza esté por encima de las dems. jHas- ta tal punto el amor hace que una mujer fea aparezca her- ‘mosa ante su amante! »Dijiste también que naciste de una familia humilde, Concesto te mostraste digna de las mejores alabanzas, dela més alta nobleza, pues ni tt: nacimiento ni tu sangre te concedieron la nobleza. Fueron tu particular honestidad y tus buenos modsles los que te dotaron dela mas dignano- | bleza. Una sola naturaleza cre6 al principio a todos los hombres y una misma igualdad habria unido a todos los hombres hasta el presente sila magnanimidad ya rec- titud moral no hubiesen empezado a diferenciarlos con la distincién de la nobleza. 12, Proverbios como ése se inspiran en Saloméin, Prov, 27 2. | | | |p wTRODUCCION AL TRATADO DH, AOR ‘s Dice LA MUMER: Si, como tratas de demostrar con las palabras, soy de tan preclara nobleza, wi, que eres un sim- ple plebeyo, trata de dirigir tu amor hacia una mujer de la pebe, que yo, noble como soy, buscaré el amor entre los. nobles. Porque la nobleza y el pueblo, entre personas de distinto sexo, «no casan bien ni viven en una misma mo- radav. Dice #1. wompre: Tu respuesta pareceria bastante con- vincente si las mujeres gozaran del privilegio de que por sus buenas costumbres pudieran ennoblecer su humilde linaje. Resulta, sin embargo, quelas buenas costumbres no s6lo llevan a la nobleza a las mujeres, sino también a los varones, Por ello, quizés, me niegas sin razdn tu amor, pues mis costumbres pueden hacerme brillar también con Jk virtud de la nobleza. Has de averiguar primero si la prictica de las buenas costumbres me ha descalificado y si halles que mi linaje se ha ennoblecido por encima de su naturaleza, en modo alguno deberés frustrar la esperanza que he puesto en tu amor. A la nobleza de costumbres, en efecto, le va mejor elegir un amante de nobles costumbres. que uno de linaje ilustre pero inculto, Te diré mis. Si en- cuentras a alguien que ostenie estos dos tipos de nobleza, habris de elegir el amor de éste antes que el de quien solo brilla por la nobleza de costumbres, »Laraz6n es que el primero recibid la nobleza de suan- tiguo lingje y de su primer padre asf como la de aquell que, actuando como intermediarios, le dieron la simiente original. Al segundo, en cambio, la nobleza le viene de sf mismo y no de linaje alguno. S6lo la mantiene ¢l por la ex- celente disposicién de su espiritu. Tiene, por tanto, més valor la nobleza de éste que la del atro. Veo, en efecto, que tun rey que habiendo heredado un pequefio reino, después ha sometido aextensas naciones, merece por su virtud mayo- 46 tseno pit. satom cont +e alabanzas y es digno de mayor recompensa que otro, «que apenas consigue mantener intactos los numerosos rei- nos que por derecho de herencia le fueron trasmitidos. Si, pues, aceptas que tengo la nobleza de las costumbres, muéstrate bondadosa conmigo y devuélveme al menos ka esperanza de tu emor tanto tiempo deseado. Y asf podré vivir, porque si me niegas el amor, no me queda esperanza alguna de salud. Dice 19 MUyeR: Aunque, ciertamente, tus muchas vir~ tudes merecen toda alabanza, una doncella aborrece las caricias de los viejos, ‘Dice EL HOMBRE: No debemos condenar a la vejez. To~ dos somos arrastrados hacia ella y a ella nos lleva nuestra naturaleza, sin que nadie pueda resistirse. Por no poder, \ no pude oponerme al orden divino para que en contra de sus planes retrasara mi nacimiento y me trajese mds tarde i ala uz, Asi queno has de acusarme porque se hayan alar~ gado tanto mis dias, ni esto debe ceder en mi perjuicio. Te diré aun més: si eres medianamente inteligente, notards que mi avanzada edad es un motivo mayor para conse ‘guir que me quieras, ya que en mi larga carrera hice muchas cosas dignas de elogio, me entreguéa numerosos servicios y presté cuantos favores pude. ‘lantas y tan diversas cosas buenas hice como nadie hubiera podido hacetlas en tan breve tiempo. Por todo ello me he hecho acreedor a gran- des méritos ya recibir una mayor recompensa. ¥ si, por contrario, hubiera vivido pocos afios, ahora no seria digno de tan grande honor. Pues muy pocas cosas buenas se puc- den hacer en tan corto lapso de tiempo. Es natural, por tanto, que quien con mds entrega sirve a los demas y hace mis favores merezca mayores recompensas que el que s6lo_ tiene en su haber pocas cosas laudables. Y observamos también quelo mismo ena corte del rey celestial que en la i JO RMRODUCCION AL TRATADO DEL AMOK ” de los principes de la tierra, todos somos juzgados por el jincipio de esta norma: «Mayores premios lleva el que mis servicios presta™, »Digo esto, no como alegindo que he sido honrado con Jagloria de la vejez, sino con el deseo de expulsar de tu co- razon este error: la creencia de que un hombre, que dejé atrés la adolescencia, ha de ser expulsado de las filas del amor cuando apenas se encuentraa algiin adolescente que ‘no sea tornadizo e inconstante en todas sus cosas, No se detecta, en efecto, la vejez por la canicie del cabello. Con frecuencia vemos a muchos jévenes encanecer y observa- mos a otros ya decrépitos sin que tengan siquiera cana al- guna, Se acusa, por tanto, la vejez mas por el espiritu que por el cabello. »Y si, por casualidad, el sujeto fuera jovencisimo, la mujer podria usar contra él este argumento: “No se ve en tila eclad para requerir De Amores a una mujer prudente. Grande me ‘parece tu osadia, pues pides algo de lo que te muestras indig- ‘no, Quien solicita el amor de una mujer tan virtuosa debe, primero, gozar de una probidad ejemplar y haber prestado ‘uichos favores. Me cuesta ver en ti seftal alguna de integri- dad o qué hechos se cuentan de ti. Tampoco he recibido de nadie informe alguno favorable para que tu osadia pida tan precipitadamente cosas tan grandes. Side verdad quisierayo ‘entrar en la milicia del amor, son muchos y célebres por su gran actividad y reconocida virtud los que me honran con su conversacién y entre los cuales podria elegir un amor conveniente. Procura, pues, antes de pedir nada, hacer esas cosas que se juzgan dignas de los favores que exiges”. »Si no juzgara que me has dicho todas esas cosas para mofarte de mi o para ruborizarme de vergiienza, diria que 13, Alusion ala Bpistola alos Colosenses,3, 25, “8 tiono aL AMOR coRras tu prudencia se ha descarriado mucho. Confieso, efectiva- mente, que las acciones pasadas son dignas de grandes. premios. Todos saben, sin embargo, que nada bueno cortés se ejerce en este mundo, si no nace de la fuente del amor. E] amor es fuente y causa de todo bien, Si desapare- ce la causa, desaparece el amor. Ningiin hombre, por tan- to, podria hacer bien alguno sino estuviera dominado por clamor, Por eso me debes conceder el amor que te pido, de forma que parezca que titres la causa que me mueve aha cerel bien y que por ti podré practicar las buenas costum= bres y perseverar en ellas con constante firmeza. Redunda: | 4 més en tu alabanza, lo reconozco, si de forma graciosa me ofreces el amor o la esperanza de tenerlo, ¢ incluso mas que si me lo otorgas como pago de mis acciones pasadas, En este ulti otro por pura generosicad, zNo es, acaso, digno de mayor honra y gloria un maestro que con sus enseanzas hace de tun discipulo totalmente ignorante una persona sabia que _ aque! otro que con su sabiduria hace més sabio a aquel que yalo es?'Te pido, pues, yo, nuevo recta en el amor, ig- norante y torpe en cuestiones de amor, que seas mi maes- tray que me llenes de tu doctrina, Seré para ti un gran ho- nor si con tus ensenanzas haces de mi, rudo ¢ ignorante ‘como soy, un sabio, Conviene que gente ruda e inculta como yo entre en las filas del amor, con cuyo ingenio pueda gua | recerse la inexperta juventud, Dicy LA MUjER: [gnoras casi todo del amos, pues con ‘tus palabras pareces oponerte abiertamiente a las regias del amor, En ellas se nos ensefia que quien hace obras buenas debe gozar de mayor honor y ser estimulado con mayores miéritos. Ahora bien, considerando que tus palabras son ciertas, hemos de concluir que las buenas obras daharin a 10 caso, lo haces para saldar una deuda, en el | {pINTHDUCKION AL TRATADO Dek, MoH an Deneficia a los otros haberse abstenido de obrar bien o de ‘no haber hecho nada bueno, Pero, dices que quieres ser jnstruido por mis conocimientos en esta materia, Rechazo totalmente este trabajo, pues creo que debo clegir un aman- te docto antes que uno a quien tenga que enseiiar con mi ceafuerzo. Busca la manera de ser instruido en Paris, no por ‘und mujer. Parece victima de demasiada ignorancia el hombre rndo e ignorante que busca el amor de una mujer prudente e instruida, ‘DICE EL HOMBRE: Grande es mi asombro ante lo que rmedices, pues tratas de refutar de una manera tan soffsti- «ci mis palabras, No pareces haber entendido lo que te pto- puse antes, que si me ofreces tu amor solo por pura gene- rosidad redundarfa més en tu propia alabanza que si melo ‘das como premio a mis acciones pasadas. Entiéndelo bien, figdrate a dos hombres, uno de los cuales ha hecho mu- chas buenas obras y el otro no ha hecho nada. Ademés se halla ya en edad avanzada sin haberse portado bien cuan- dy pudo hacerlo. ;No rechazaris a este que nada bueno hizo? zY no aceptaras como amante al que realiz buenas acciones? Si, por el contrario, pones el ejemplo del que ada bueno hizo y no pudo hacerlo por ser joven y por no haber tenido oportunidad para hacerlo, sno elegirias, como amante al joven? 2A este joven que no hizo ningiin bien, no porque sea més digno de scr amado que el que hizo muchas buenas cosas, sino porque el mundo puede sacar mayor bien de él? Pues, asf como el Rey del cielo se alegra mds por la conversién de un solo pecadot, por el bien que de ello se deriva, que por la de noventa y nueve justos, ast la mujer se porta mejor, si con su doctrina lleva ala corte del amor a un hombre menos bueno y logra con suvirtud que sea digno de gloria, que sia uno ya’bueno lo sus autores y, por el contrario, parecera a los demés que | hace mejor. Lo que acabo de decir es que se ha de elegir el so sro omy aun com amor de quien no ha hecho obra alguna buena por enim: de aquel que realiz6 muchas obras buenas. Y esto lo has interpretar referido al cuarto grado del amor, no a lost precedentes de que ya te hablé, Te aclararé su sentido, si es que la oscuridad de mis pa labras te desorienta, Desde antiguo existen cuatro grado. distintos de amor. El primero consiste en dar esperanag, al segundo en el regalo del beso, ol tercero en la fruicién los abrazos y elcuarto termina en Ja entrega total dela per sona. »Esto es, pucs, lo que dije: en el caso de dos person: una de las cuales ha realizado muchas buenas obras y otra, ninguna~ es mejor elegir el amor de la que no hi ninguna obra buena, No has de entenderlo, por tanto, en a cuarto grado, es decir en la entrega total de la persona, sino en el primero, esto es, en dar esperanzas. Pero, si de pronto y sin pensarlo la mujer quiere elegir como amanie auno del cuarto grado, le conviene ms elegir al que tiene, ‘muchas buenas acciones que al que carece de ellas. Y es as precisamente, porque la mujer puede estar segura del pri- mero, pero no del segundo y con més frecuencia se aban- dona lo inseguro por lo seguro. No es convenient, sit embargo, alas mujeres prudentes enriquecer a nadie con ES cepoioqow a. reatan0 vee Ant st bueno tiene en su haber, es elegido como amante de pri- ‘mer grado y, en cambio, en otro articulo es elegido como amante de cuarto grado el que hizo muchas buenas obras, Jarazon parece clara: porque hasta el terer grado la mujer F pede volverse atrés sin que merezca reproche. Pero si, consolidado su amor, ha llegado al cuarto grado, entonces yao puede volver atrds sin una causa muy justificada, ¥ esto no sélo porque el amor ha quedado consolidado, Sond sl suceder en el cuarto grado, sino por lo mucho que significa para una mujer la entrega de su person su persona a disposicidn de otro? »Sobre lo que dijiste anteriormente que, para quitarte de encima una carga, preferias un amante instruido a otto a quien tuvieras que ensefiar con tuesfuerzo, tu opi- nidn me parece bastante reprobable. A cualquiera, en efecto, le ¢s mas dulce el fruto cogido en el propio hucr- to, que cl que se coge de un drbol ajeno. Y se valora mis 'o aclquiride con mucho esfuerz0 que lo que se posee sin gran dificultad, pues “nada grande puede adquitirse sin duro esfuerz0, Dice LA MUseR: Puesto que nada grande puede alcan- arse sin un duro esfuerzo ~ylo que pides es una de las co- tan répida entrega, No esté bien tampoco que, saltando| st mufs grandes- has de luchar con denuedo para conse. los primeros grados, opten por la entrega facil del cuarto} guirlos favores que anhelas, ida, | DICEEL HOMBRE: Mi mayor agradecimiento porla pro- »La costumbre es proceder por el siguiente orden: Pris| mesa que me haces de otorgarme tan generosamente tu mero, la mujer ha de dar esperanzas. Y si advierte que amor, tras mucho esfuerzo de mi parte, Lejos de mi o de amante, una vez aceptada Ia esperanza, mejora sus cos-| cualquier otro gozar del amor de tuna mujer tan virtuosa, tumbres, no ha de temer pasar al segundo grado. Y asi de # no se ha adquirido con muchos y anteriores esfuerzos, forma gradual hasta llegar al cuarto grado, si es que en) No ¢ ciertamente, verosimil que una mujer sensata otor. cuentra dligno esto en todos sus aspects. Si ahora te pres} guntas por qué en el articulo precedente el joven que nada M, Sentenciatomada de Horacio, Sétins 19,59. a Lamo Dev ston cova gue de repente su amor a cualquiera o que deje sin prem cuanto por ella hizo cualquier vardn honesto, Parece de vviarse del recto orden de las cosas que las buenas obras rindan a sus autores los beneficios esperados. b) Plebeyo habla a dama noble Cuando un plebeyo solicite ef amor de una mujer nob! podré hacerlo de este modo. $i encuentra que la muy; aunque noble, es ingenua, puede aplicar lo antes dicho cl didiogo entre un plebeyo y una plebeya. Pero habri fijarse en su linaje noble. Sila mujer noble es sensata y avi sada cuide medir con cautela y moderacién las palabi sobre su belleza fisica. Pues sise lanzara a elogiar de for desmesurada a una mujer prudente y astuta, ésta cree que carece de facilidad de palabra 0 que lo que dice es pt adulacion y que la toma por una nifia tonta. ‘Una ver iniciada la conversacién, descienda a las pal bras del amor del modo siguiente: ~$i pudiera recluir mi coraz6n tras el muro de mi ai olvidaria en dl silencio todo lo que en este instante me obligado a deciros. Pues mi corezén com sus afiladas espe: Jas fuerza a mi voluntad a divagar, desviada de su senda hae bitual, ya pedir mayores cosas de las que soy capaz de nom brax, Pero si mi amor me obliga a proferir algo inconvenie teo poco razonable, ruego que vuestra nobleza lo sobre con paciencia y con suaves palabras me reprenda. Tengo ea conocer abiertamente que el amor no acosturnbraa sefialar los hombses con el sello dela discreci6n, pero a todos sin ex. cepcidn kes acucia alo suyoyesto ea militar en el eect dl ‘amor, sin atender la belleza, nial linaje, nial sexo. | | : sp yartopveK0" AL TLAINDO BEL Ane 3 a'Tampoco establece diferencias por el nacimiento. Tan s6lo se fja en esto: si una persona es apta para manejar las armas del amor, Pues el amor es una imitacién dela misma ‘aturaleza, Por tanto, ni los mismos amantes han de marcar diferencias entre los linajes de hombresde manera distinta a ‘como lo hace el juicio del amor: As( como el amor empuja a todos los hombres de cualquier clase que sean a la exalta- ci6n amorosa, asi los hombres no deben marcar diferencias, de clase mAs que en esto: si cl que pretende ser amado ha sido invadido por el amor. Atrincherado tras este argumen- to imbatible, me es licito acceder al amor de cualquier mu: jenssino soy victima de mis malas costumbres, »Habéis de saber, pues, que debdis prestar atencién a mis palabras. Solo intentaré pediros algo que no podréis ne- garine por raz6n justa. Y si mis palabras molestan a vues- tea persona y le obligan a hacerme callar con duras pala- bras, me harfais un mal intolerable y causa de todos los males, Sabed, por tanto, que la flecha de vuestro-amor hace muchos dfas que me hirié y que por todos los medios he intentaco ocultar esta herida. ¥ no porque me crea un soldado incapaz del amor, sino porque temo la cordura de ‘yuestra belleza. Pues la sola vista de vuestra belleza hace ‘emblar mi espiritu y altera mi mundo hasta el punto de presentarme ante vos totalmente olvidado de lo que antes habfa preparado con todo cuidado. Queria esconder mi amor, pero cuanto més me esforraba por encubrir mi he- rida mds sentia el tormento de mi dolor. La herida, sinem- bargo, ha quedado oculta al mismo tiempo que el dolor, quea pesar de su intensidad no ha podido vencerme. »Pero después de haberme vencido con su insistencia, su gran poder me obliga a pediras grandes cosas ya buscar remedio al dolor que me ahoga. Sin duda sois vos la causa demi dolor y el remedio de este sufrimiento que me mata. Py tame st amon core Mi vida, tanto como mi muerte est en yuestras manos. me concedierais lo que pido, me devolveriais la vida, qu tengo ya perdida, y las muchas alegrias de vivir, Pero, si lo nega, la vida serfa para m{ un tormento, peor que et contrar una muerte subita, Serfa mejor, en efecto, elegi una muerte répida que estar constantemente bajo tormen; tos tan terribles, Tan imposible es, pues, revelaros lo qu en mi interior habia pensado deciras. Pero, silo Dios nnoce las palabras que quiere expresar un mud. DICE LA MUJER: Cusnto me extraiia que ante tan gray perturbacién de los hechos no fallen los elementos sin quy tampoco se venga abajo ¢l mundo. Sino estuviera dispt taa olvidarla afrenta hecha a mi nobleza, mi lengua refi, narfa con contundencia tus palabras. No obstante, mi es piritu tolerard tus locas palabras y te responderd cortés Pacientemente, Seta muy poco fino en boca de una mu, noble proferir contra cualquiera palabras fuertes y grose:_ ras. Quin eres, acaso, ti, para pedirme tan grandes favo- res? Conozco tu cara y tu clasees evidente. Pero ;dénde se, puede encontrar mayor osadia que la de quien alo largo de, toda la semana se entrega ansiosamente a los diversos as. pectos Iuerativos de la compraventa y después, al séptima, dia -el de descanso-, corre a los placeres del amor, sal tando por encima de sus mandatos y alterando el orden, social establecido entre los hombres desde antiguo? No en, vano y sin motivo, se inventé desde los primeros tiempos la distincion social de los hombres. Se hizo para que cadi uno permanezca dentro de los limites establecidos de su propia dlase y encuentre en ellos la felicidad. ¥ también, para que nadie quiera usurpar y hacer suyo lo quela natu-, raleza destiné para la clase superior, renunciando a ello) como algo que le es ajeno. ;Quién, entonces, eres ti, que te atreves a violar decretos tan antiguos y echas por tierra, | {Upersamic0w al TRIAD Dm ANON 2 bajo el pretexto de amar; los preceptos de nuestros antepa- gados, intentando traspasar tan temerariamente los Iimi- tes de tu clase? Pues aunque perdiera el sentido y tus pala- ‘pras me obligaran aasentir a cuanto dices, estoy segura de que tu corazon no seria capaz de aguantar cosas tan gran- des, ,Acaso el milano pudo nunca, a pesar desu fterza, su- peraren algo a la perdiz.o al faisan? Los halcones y los az0- yes acostumbran a cazar esta presa, pero no se inmutan, ora pusilanimidad del milano, Tu fatuidad, por tanto, se he de reprimir con contundencia, pues eres indigno de tuna amante de alto linaje, »Tampoco lo que acebas de decit puede ayalar tu opi- nin. Dijiste, en efecto, que el amor no hace diferencia en- tre clases y que empuja a amara todoslos que pueden em- puftar las armas del amor, Dijiste ademas que los amantes, no han de hacer distincin alguna, sino exigir tan sélo que, quien busca ser amado esté herido por el amor. Pero 10, eos de contradecirte, confieso que el amor empuja a amar sin imponer condiciones, pero no puedo admitir lo que dijiste a continuacién, esto es, que un amante no debe distinguir mas que quien pretende ser amado, arma a su ‘yet, Pues se apoya en una falsedad. Porque de ser asi, n0 podria aducirse aquel dicho que afirma que “el amor tiene ‘ensus manos pesos desiguales, Invalidada la consecuen- cia de esta hipstesis, se concluye lo contrario de lo que ti afirmas, Tendrés que ver, por tanto, que mi opinién se mantiene en toda su firmeza. Y si quieres aducir lo que | muchos con lengua insolente suelen decir: que el amor debe calificarse por todos de juez injusto porque sostiene pesos desiguales, mi respuesta es un rechazo total. Porque, aunque el amor sostenga pesos desiguales, podria califi- 15, Levitico,19, 36: Denteronomio, 25 15. 56 tanmo DEL anion cont carse de juez parcial, Fl amor no se sirve de la desiguald: del peso 2 no ser que se vea obligado por una razén muy justa, Pues aun cuando el amor viera que todos Jos hor bres se ven arrastrados por el natural instinto libidinoso desear a toda persona del sexo contrario, se daria cuent en seguida de que serfa un ejemplo demasiado bocharni so plantar sus tiendas frente la mujer a quien requiere Amores, incitindola a amar inmediatamente. En tal ca cualquier persona desalifiada, ruda, trabajadora del cam, po wotra que pidiera limosna en las calles para alimentar- se, podria llegar a conseguir el amor de unareina, »»Pero, para evitar que tal desajuste o desatino pueda sw ceder, el amor deja al arbitrio de cada persona poder a Pero si esta regla que tt dices la mantuviera el amor sin ex, cepcidn alguna, a saber, que el que ama sea a su vez corres: pondido, irfa contra el curso natural de la otra regla, Cua quier hombre, por ejemplo, busca con més gusto el amor d ‘una mujer de clase mds alta que la suya, y no a una de cate. goria inferior o igual. Por su parte la mujer de quien se soli. cita su amor, sighiendo la susodicha regla, busca también! con gusto un amante de su misma clase o superior, para no verse inmediatamente excluida de la ley general del ong Por todo esto, queda claro que luchas por metas imtitiles y_ sabris después que tus esfuerzos han sido vanos. | DIce BL HOMBRE: La respuesta benigna y amable que! ime dais es una prueba de yuestra honestidad, ya que ha-) bis querido manifesae vuestracondicién, haciendo que, ‘vuestras palabras correspondan a vuestro rango. Nada, en ‘efecto, puede merecer Jos elogios de una persona noble quela delicadeza en sus palabras. ¥ nada més opuestoa un | noble linaje ni més denigrante para la nobleza de sangre (que proferir palabras desabridas y descorteses. Mucho me asombra, sin embargo, oiros decir que mi cara y mi linaje Fiiitonuccion a. remave om. anon 7 ‘93son conocidos, Ello me hace pensar que vuestra pru- ddencia yerra, pues parectis asentir alos errores de quienes 0 aceptan la integridad moral si no va seguida de noble- aay de belleza, aceptando asta belleza del cuerpo y la no- bieva de la sangre sin la integridad moral. »La misma razén ensefia lo arduo y dificil que es confe- alo y cudn absurdo defenderlo, Y asf lo demuestra ese pensar tan respetable que dice que la nobleza surgié de las buenas costumbres, de la honradez, del hombte y del fo- riento dela cortesia, Si, por tanto, sdlo la probidad de cos- fambres fue capaz de realzar a los hombres con las virtues Ge la nobleza, habéis de evitar radicalmente el error men- cionado y que sé la integridad moral os impulse a amar- me Por lo que se refiere ala objecidn que haceis a mi profe- s36n de comerciante, si tuvierais a bien atender a mis pale- bras conoceriais con toda certeza que no puede dafiarme injo ningtin aspecto, Pues cuando con ah{nco me dedico a {os honrosos beneficios del comercio, trato de trabajar con- forme a los de mi clase y con mis actos Llevo a cabo lo que més se adapta a mi condicién, Con ello intento rechazar las ‘muzmuraciones del vulgo que suele decir: “Conviene que todos hagan aquello que pice su linaje y su condicién s0- cial”*, Pero habsis de reparar mi nobleza y mi integridad decostumbres en el hecho de que no me acucia el ansia de acumular fraudulentamente para el futuro los beneficios de queantes hablé, ‘rato mas bien de hacer participes de ellos, ‘los demés, prévida y generosamente, en su tiempo y Iu- gat’. Pensad, adems, que, sino consigo beneficios hones- tos ylictos, una oscura pobreza me impedi llevar a cabo las obras propias dela nobleza, quedando asi mi nobleza de. ls. Gieerdn, De Offi, I, XXL, 113, 1D, Aristieles, Biea a Nizernaco, IVs

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