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Catharine A. MacKinnon Hacia una teoria feminista del Estado Faoelisd de Fllosofta y Furnantdades tape BIBLIOTECA “ELMA Ede BSTPEROT™ ‘BIBLIOTECA FAC, Fil. ¥ HUMAN, INVERTARIC Nt FECHA — | Femirismos (Consej wees: 1 Chinen: Universidad he Miteasar | Uilvariet de Valea ‘Marta Teese Gallego: Universidad Auninoma de Maric ‘inabet Mantines Bentloch. Univerwia de Valencia ‘Mercecis Hig; Inatticose te Mie de Mace ‘Maly Nash; Usiverided Centeat de Barcele ‘Veiga Stalcke: Uiniversidac Avié mma te Barc “Ania Vatcfnvet; Uciverantad de Ova ‘Giga Quitiones. natin Geta Me be BAe iyesctia y coonticsitinr: Isabel Movaar Dew. Univers iat de Vaio FACULTAD DE FILOSOFIA} BIBLIOTECA Gof Bh, dFeiset or fie? ‘Tenecoin: Bugera Martin winvmnaia DF PFE de sitierta: Caron Péces-Hermilire essai cn lo deen. De oan aH pega eo S34 us dl Cig Pet gee er er corgi Sou presse andes y pivesdnes Ulead qeeresvepeaies vapinicms cx aro gen pars ena era ria Ar = plesiign Suis an coli gee RTE ine peepee NLRO-s7ES5030-% © 1940 Caparine A-MUCKiEA Pebkabed ty nramgement with Harvard Uakvesniy Prose Falicianes Cimedra, S.A, £995 Suan tgnaes Luca de Tere, 7 seid Neg 78-1009 ISBN. B43 1351 Print to Sein saprose on Goalies Rogar, A. Po, fn. Cibo Calla, Fuemianad (Mastic) Para Kent Harvey Prélogo: Escribir un libro durante dicciocho afos llega a parecer- semucho a compartir su autoria con las yors antenores, Los a Sen este caso son a un tiempo une odisea intelec- ‘tual compartida y un debate tebrice continuo, En este libro se analiza de qué modo e| poder social da forma a lo que sabemos y de qué modo lo que sabemos da forma al poder social en cuanto a la desigualdad social enire mujeres v hombres. En el sentido més general explora el signifieado que la jerarqula de los sexos tiene en la tela~ cidn entre conocimiento y politica. En otras palabras, eolo- ca la politica sexual en el ambito de le epistemologia. El debate comienza con las respectivas aftrmaciones del mmarxismo y del feminismo cuando analizan la desigualdad como tal, pasa a reconstruir el feminismo en el campo epis- temolégico a través de In sexualidad como algo bisico para Ja situactén de la mujer y termina estudianda el poder insti- tuciona) de| Estado en el terreno mas particular de la inter- pretaciOn social de la mujer y ef tretamiento que Ie da la ley. El marxismo es cl punto de partida porque es la tradi- 46m tedrica contemporinea que —independientomente de sus limitaciones— confronta ¢l dominio social organizado, lo analiza en términos mis dindmicos que esidticos, identi- fica las fuerzas’sociales que sisteméticamente dan forma a los imperatives sociales y trata de explicar la libertad huma- 9 na dentro de la historia y frente a ésta, Conffonta Ia clase, que es real. Ofrece al mismo tiempo una critica de fa inevi- tabilidad y la coherencia interna de la imjusticia social y una teoria de la necesidad y lus posibilidades del cambio. Mi primera intencion era estudiar las relaciones, las cantradicciones y los conflictos que hay eutre fa teoria mar- xista y la leminista de la coneiencia, puesto que ambas son ia base del acereamiento de cada teoria al orden social y al cambio social, Comparando fa idea de coda una de la rela- cidm entre Ins formas mental y fisica de ejercer el dominio, ‘queria compacar la explicacién feminista del sometimiento de la mujer, entendida como la situacién «conipartida, inne- cesaria ¥ politica» que definid en 1972 Adnenne Rich, com la explicacidn marsista de la explotacidn de fa clase trabaja- dora. Pensé que el movimiento feminista comprendlt lx ‘conciencia de un modo que podria servir para comprender In hegemonia social y enfrentarse a ella. Empecé tratando de distinguit en la desigualdad que su fren las mujeres, las raices econdmicas de las sexwales: jes sexismoo €s capitalismo? ¢Es una bolsa o un caja? De esta forma no era posible resolver la cuestion, parque se referia a.unas realidades.que se fandian en ¢| mundo. El estuebe se ‘convirtié en tna pregunta sobre el factor que debia aisarse: jes sexo oes clase? gEs una particula o una ola? Los ca jtulos 2, 3 y 4 estin escritos a mediados de la década de (os 70 y trafan de estudiar [a resmesta que cada teoria da a las preguntas que plantea 1a otra sobre estos asuntos. Ele gjercicio de critica mutua despejaba el terreno, centniba los problemas y descubria las incapacidades, pero no resolvia el problema mundo/mente qué cada teoria planteabs a In otra. Por asenciales que sean para la teoria emexgente, estos capi- tulos, por esta razon, pueden parecer inconexes y relative: mente primitives. ‘La primera estrategia que uilice suponia que el feminis- mo tenia una teoria del dominio masculine: una relacién de ‘sis puntos clave concretos y de las eyes de su movimiento, xun anilisis de por qué y cémo ocurria y de por qué (tal vez incluso de cima) podia terminar Eu pocas palabras, supuse 10 que cl fominismo tenia una teoria sobre los sexes igual que ¢| marcismo tenia una teoria sobwe las clases. Cuando se hizo evidente que esto no era cierto como yo habia ereido, el proyecta pase de localizar y explicar tal teoria 8 crear otra a traves de la practica feminists, de tratar de relacionar el fe- iminismo y el marxismo en términos de igualdad a tratar de crear una teoria feminista que pudiera mantenierse sols, Sheldon Wolin habia descrito la «teoria épica) como respuesta Bo a las acrisia en las tomeas de Investigacion», sino a las ¢erisis del mundo», en el sentido de que los «pro- ‘blemas del mundo» preceden a los femas de und to ria y los doterminan, Tina teovia épica identifica los princi- ios basics de Ia vida politica que provocan errares ¥ equi- vocaciones en las «disposiciones, decisiones y ereenciass soviales y que no pueden tacharse de episidicas. Las teorias cientificas, afirmaba Wolin, busean explicaciones y tEcni- cas; las teorias épieas, por el contrani, proporcionan «un ponies janes met oe eee que se descompone sistematicamente». Casi todas las teorius buscan cambiar nuestra forma de ver el mundo, «adlo la teoria épica busca cambiar e] mundo» («Political Theory as a Vocation», dme- rican Political Science Review, 63 [1967]: 1079-80), Lacri- fica de Marx del capitalisme y fa critica de Plain de la de- mocracié ateniense son ejemplos de ella. __ Visto desde esta perspectiva, el feminisme offecia una otras ee panies y las escenaries del sexis- y varias explicaciones posibles. Las obras dz Mary ‘Wollstoncesaft, Charlotte Perkins Gilman y Simone de Beauvoir son ejemplos de ello. También ofrecia uma pricti- ca compleja y explosiva en la que percela inmanente una teorls. Pero, exceptuando unos cusntos principios destaca- .. dos —camo los trabajos de Kate Millett y Andrea Dwor- Jnn—, el ferinisme no explicaba e1 poder masculino como un todo ordenado y al mismo tiempo descompuesto, Fl fe- minisme empezaba a parecer una critica Gpica a la busca de tuna teoria, uma teoria Spica que necesitaba ser escrita __Asi pues, el proyecto se convirtid en tuna metainvestiga- cidn de la propia teorla —jes feminismo 0 es marxismo?, in 68 la relatividad o es mecanica ewintica?— que necesiteba la exploractén del método que s¢ presenta en fa segunda parte. Al desmenuzar el enfoque feminista de 1a conciencia aparecia una relacion entre un medio de crear la desiguaidad entre Jos sexos en el mundo y el mundo-a que da lugar: la re- lacidn entre la mujer convertida en objeto, la jerarquia entre el sujeto que conoce y el abjeto conocido. La epistemologia y la politica se presemaban come dos partes de la misma moneda asimétrica que se reforzaban mutuamente. Se hacia posible una teoria del Estado que fuese al mismo tiempo so- cial y discreta, conceptual ¥ aplicads cuando se interpreta que el Estado participa en la politica sexual del dominie masculino aplicando su epistemaologia a través de la ley. Ea tun sentido muy real, el proyecto paso de! marxism ul femi- nismoa través de un imltod pom eaicar el poder paraliza- do cn su forma legal, y el pader estatal se presentaba como el poder masculine, A medida que ayanzaba el trabajo, la publicucién de las primeras versiones de algunas partes del libre ( en la pigina 447) me concedié ef beneficio de los malenten- didos, las distorsiones y las interpretaciones equivocadas dé muchos lectores. Esta experiencia sugiere que es preciso de- cir que este libro no pretende explicario todo. Busea un and- lisis de la diferencia entre los sexos que pueda explicar el lu gar omnipresente y crucial que el sexo ocupa éome dimen- sién socialmente Ommipresente y, en un sentido particular, estrucuural. Trata de comprender la diferencia de sexos como forma de poder y el poder en sus formas sexuadas. Buscar el lugar del sexo en todas (as cosas no es reducir kas cOsAS A SexO. Por ejemplo, no es posible hablar de sexo sim tener en ‘cuenta Ia experiencia de las mujeres negras. En la conside- ‘able medida en que esta experiencia ¢s inseparable de la ex- Periencia del racistno, es imposible hablar de muchos rasgos del sexo sin referirse a la particularidad racial. He tratado de evitar las abstracciones fetichistas de raza y clase (y sexo) UE con tants frecuencia aparecen bajo el epigrafe «diferen- slum y de analizar las experiencias y las fuerzas divisorias is que ccupin la sociedad de forma concreta y particular: por ejemplo, ecrujeres negras» cn vez de ciiferencias ractales ‘Toxas las mujeres poseen particularidades étnicas (y otras particularidades. ae ee marcan su ferninerdad; al mismo tiempo, su femineidad marca sus particulandades y e5 una de elas. Reconacer esto, lejos de socavar el proyecto feminista, lo incluye, lo define y establece en él unas nor- mas. Tampoco reduce la raza a sexo, sino que mis bien su- giere que la comprensidn y e! cambio en fa desigmaldad so- cial son esencisles para la comprensién y el cambio cn la desigualdad sexual, con implicaciones que unen la com preusidn y el cambio en el sexismo con la comprensidn y el cambio en el racismo, Desde esta perspectiva, la prolifera- cidin de «teminismos» (¢un feminismo racista blanco?) ante la diversidad de las mujeres es el dltimo intento del pluralis~ mo liberal por csoapar del rete que plantea a la teoria fa rea- lidad de las mujeres, simplemente porque atin no estan crea- das las formas tedricas que tales realidades exigen. Por otra. parte, este libro no pretende presentar un andlisis siquiers meipieatemente apropiado de ta raza y del sexo, y muclio menos de la raza, ef sexo y la clase. Semejante trabajo se apoyaria en los escritos de autores de color como Jos citados en este volumen, en esfuerzos sorprendenies de fa flceton y Ia critica literania, en los avances del mundo so- cial y-en los desarrollos de la prictica y el andlisis politicos yen las Ultimas contribuciones al terreno legal de mujeres como Kimberle. Crenshaw, Mari Matsutia, Cathy Scarho- rough y Patricia Williams— llevaria por lo menas otros die- coche altos, Este libro tampogo es un tatado de moralidad. No se ‘coupa de lo que esié bien y de lo que esti mal ni de lo que ‘creo qué ext bien o mal pensar o hacer. Se ocupa de lo que es, de} significado de 16 que es y de cémo se impone lo que vcs, Es un argumento teorico con forma critica que apunta en ‘una nueva direceidn; me expone tn ideal (Ia igualdid de los sexos, al menos nominalmente, se entiende como un ideal social acordad) ni un camino para el futuro. Algunos de los términos y conceptes clave que se utili- B zan en este volumen parecen requerir una aclaracién mis alla de su tss0. Utilizo el verbo desconsiruir ex. su sentido ‘corriente, puesto que lo empleé antes de que la. escuela de la desconstraccién le dicra el significade que tiene ahora (a pesar de la desconsiruccién, leer este prologo no es igual ‘que leer este libro}, No defiendo la dsubjetividad» sobre la «objetividads ni antepongo las «diferencia a la «igual- dads, sino que critica el método que pravoca estas antino- miag simbidticas. Decir que el feminismo es «postmarxt no significa que el feminismo se elvide de ias clases: signi- fica qué un feminism merecedor de este nombre absorbe y supera la metodologia marxista, dejando en ef cubo de la bas sura liberal teorias que no lo ham hecho. Se ha hablado mucho de una supuesta distincién entre sexo y género. Se cree que el sexo es mas bioldgico y el pé- nero inés social, y la relacién de cada uno con la sexualidad varia. Creo que la sexualidad es fimdamnental para el género y que es fundamentalmente social. La biologia se conwierte en el significado social de ta biologia dentro de un sistema de desigualdades sexuales del mismo modo que la raza se convierte en lo étnica dentro de un sistema de-desigualdades raciales, Ambas son sociales y politicas cn un sistema que no se apoys independiememente en diferencias biolégicas en ningim sentido, Desde esta perspectiva, la distincién sexo/género se parece a la distiacin naturaleza/cultura en cl sentida que criticeba Sherry Ortner en «ls Female to Male as Nature Is to Culture» Feminist Shudies, 8 (otobo 1982}, Yo ulilizo sexo y género de forma relativamente intercam- biable, El término seual se refiere a la sexualidad, no es ka. for- ma adjetivada de sexo en e! sentido de género, La sexuali- dad no se limita a lo que se hace per placer on la carla 0 como acto reproductive astensible, y no se refiere exclusi- ‘vamente al contacto genital, a la excitacion nia las sensacio- ines, ni se termina ett el sexo-deseo, cn la libido mi en el eros La dexualidad se concibe como un fendmeno social mucho mis amplio, nada menos que como Ia dinimica del sexo en- tendida como jerarquia social, y su placer es la experiencia del poder en su forma con género. La valoraciin del poten- cial de este concepio para el andlisis de la jerarquia social debe basarse en esta idea (que se desarrolls en el capitulo 9). Las relaciones entre el amor conés y la guerra nuclear, los estereotipos sexunles y la pobreza de las mujeres, la pormo- grafia sadomasoquista y ¢l linchamiento, la discriminacion sexual y la prohibiciin del matrimonio homosexual y del mestizaje parecen mas remolas. si encerramos la sexualidad, pero no tanto si invade sin freno la jerarquia social. Este libro no es la afirmacién idealista de que I ley puc- de resolver fos problemas del mundo ni de que si les argu mentos legales estuvieran bien hecho Jos tribunales verian el emor de su proceder. Reeenoce el pader de! Estado y el poder de la ley, que confiere conciencia y legitimidad, coma realidades paliticas que las mujeres desaitienden a su riesgo. Reconoce ef foro legal como algo particular, pero no singu- Jarmente poderoso. No presenta una eritica de los «dere- hoes par $2, sio-de su forma y desu contenido como algo miasculino, y por tanto excluyente, limitante y limitido, Una, cosa es que los hombres blancos de clase alta rechacen los derechos por intrinsecaments liberales, individualistas, int- tiles y alienantes: jos poseen de hecho incluso cuando fine gen renunciar a ellos en teoria. Otra cosa es volver a formn- Jar la relacion entre la vida y Ia ley sobre la base de Ja expe~ reneia de los subordinados, los menos favorecidas, los desposeidos, los silenciados: en otras palabras, para crear “una, jurispcudencia del cambio. En esto, como en todos los demas sentidos, el término Aacia del titulo es un término considerado. Para aquellos lectores que tal vez estén imteresadas, esta obra se ha publicado antes en ragmentos y-casi en el orden contrario al que aqui tiene, Al mismo tiempo, buena parte de mis otras trabajos en campos concretos (le la ley presen- tan propuestas pricticas para resolver algunas de las defi- ciencias tedricas que se han seBalado en estas paginas. El anlisis que se ha convertide en el capitulo | —un intento de concebir fa relacion entre marxismo y. feminismo— se escribié en 1971-92, se revisé en 1975 y se publicd en Signs is en 1982. Las ideas del capitinko 12 acerca de |e igualdad en- tre Jos sexos nacicron casi todas en 1973-74, Presenta una critica del «tratamiento igual frente al «tratamiento distin- ton en la ley sobre discriminacion sexual, una resoluciio que-estd relacionada con la teoria del acoso sexual publica- da en Sexual Harassment of Working Women (New Haven: ‘Yale University Press, 1979) y aprobada par los tribunsles EI eserito casi fode en 1981 y publicaco un Siems itica la ley de la violacién de una focma que ha contribuido a.una cierta refisema de fa misma; El capitulo 10) analiza los conceptos actuales y Ja ley del aborto a la luz del sundlisis-de la sexualidad y de 1a intimidad como dominio de Jadesigualdad entre las sexos. El argumento de que e! abor- to legal es un derecho de la igualdad entre los sexas espera alin un desartalio afirmativo. El capitulo 11 critica las leves sobre la poropetba de-tun modo que, junto con el trabajo de Andrea Dworkin, proporciond la base para la teoria que subyace en las ordenanzas de los derechos civiles contra la pornografia concebidas a principios de 1983, Una coleccin anterior, Feminism Unmodified: Discourses on Life and Law (Harvard University Press, 1987), presentuba las ver siones orales de algunos de estos argumenins en 88 pie- ras fases. Como dyo Lindsay Waters, editor de aquel volu- men, bablando de la relacién entre ambos: «(Ya has visio la pelicula. Ahors Iéete el libro.» Este volurmen presenta mi argumento en su unidad, su form y su orden originales. Es de esperar que consiga mos trar la coherencia del enfoque de tas primeras publicaciones. Puede que también contribuya a bacer frente a la tendencia a redueir las consecuencias de una teoria sobre la compre sin polltica a lo que s¢ ha convertido en la a legal. Este libro no aspire a situarse dentro de Ja literatura, tas tendencias ni los discursos académicos. Aspire a crear, cn sus propios términos, una ieoda feminista del Estado. Para ello utiliza los trabajos dtiles. Casi todas lag contribuciones decisivas a la tearia feminista Turron bechas por el movie miemto de la mujer en Ja década de 1970 a través de la pric- tica, y algunas de ellas se publicaron en periéeicas, en oscu- 16 em er it pea RR Pe ir ros boletines y cn unos poces libros. Las grandes contribu- ciones intelectuales fueron hechas pot mujeres que casi nunca pertenecian a una universidad, por mujeres como An- drea Dworkin, Aude Lorde, Kate Millett y Adrienne Rich Orras obras esenciales ayenas al mundo académico son de escritores como Susan Grittin, Rodin Morgan, Gloria Stei- nem y John Stoltenberg, Algunos trabajos académicos han sido cruciales para este proyecto, Sin ins extraordinarias in- vestigaciones de Digna E. HL Russell sobre el abuso sexual xno habria sido posible In teoria de la scxualidad tal como se recoge en el capitulo 9. Otras ferinistas cuyas eruditos tra- bajos han resultado especialmente duiles o estimulantes son Kathleen Barry, Pauline Bart, Phyllis Chesler, Nancy Cott, Mary Daly, Teresa de Lauretis, Marilyn Frye, Carol Gilli- gen, Heidi Hartmann, Alson Jaggar, Gerda Lerner, Kristin Luker, Carole Pateman, Barbara Smith y [Elizabeth Spel- man. La mayoria de estas mujeres han trabajado activamen- tg en ef movimiento de la mujer y en log estudios, y se nota Algunos estudiosos han tautado de responder a algunos de los desafios que se plantean en este libro sin hnber lngrado, segiin yo lo veo, que las criticas resuften obsoletas. Sigue sicndo cierto el hecho de que, incluso cuando se reconocen excepciones como éstas, la reformulacidn académica de las percepciones de] feminismo poeas veces ha afiadide algo de sustaneia, sobre todo en el mundo legal. Por eso recojo las expresiones originales (basadas en el movimiento) de las que utilizo-stempre que es posible. 108 lectores se han preguntado com seri posible hablar i.nos con ottos si la perspectiva participa en 1a situa- ‘cin ¥ ai la situacién esta dividida por el poder. El hecho de que a algunas personas no les guste um argumento 0 una ob- servaciOn, ode que se sientan a 0 ingémodas o que encuentren dificultades no haven gue aquéllos sean equivocados, imposibles ni falsos. Muchos lectores (de la trad:cién Kantian) afirman que sj un discurso no esta gene- ralwado, no es universal y aceptado, es cxchuyente, Pero el Problema radica en que la generalizado, lo universal ¥ lo aceptada nunca ba resuelto jos desacuerdos o las diferen- 7 cias, munca ha dado cohesiGa # lo especifico ni ha generali- zado las particularidades. Antes a! contzarie, ha asimilado todg ello.a un universal falso.que ha impuesto el acuerdo, ha ocultado lo especifico y ha silenciada las purticularidades, La preocupacion por una teoria comprometida es especial mente mareada entre aquellos cuyas particularidades for- maban el universal anterior. A lo que se enfrentan en esta critica no ¢8 a perder un didlogo, sino a empezarlo, un di loga mis igual, mas amplio y mas inclusive. Si se enfrentin a perder la aa de su reivindicacion de la verdad desde sn punto de sists, es decir, su poder. Seguiremos ha- blando de ello, ‘Otros lectores antiguos han tenido un problema similar. Aceplando la ciencia como norma para fa teoria, han suze Fido que los tedricos deben deslignrse de los compromisos, de la comuidad. de la experiencia y de los sentimientos para conocer la verdad sobre la sociedad. Si el conocimien- to es localizada en vez de una aceptaciin critica de esos mismos compromisos, un reconocimento del contexto de la ‘comunidad, lina comprensién escéptica de las raices y las consecuencias de la experiencia y de sus limitaciones, um in- tento de tomar conviencia de las deverminaciones sociales de fas emociones, todos estos factores.quedan al alcance de fa teoria, Tal tearia no niega que los tedrices estén determi- xnados por los mismos factoces que la teoria presenta a todos Jos demas, La tearia se convierte en una tentativa social in- separable de Ja situaciém colectiva, La teoria situada es con- creta y cambiamte, no abstracta y totalizadora, y va pasando del punto de vista de la impotencia a ls comprensiém politi- ca en busca de fa transformacién social, Esta posturs coloca al teérico dentra del mundo y del trabajo, no fuera ni poren- ‘cima de ellos, y a decir verdad es dende siempre ha estado el teérieo. Se dice que quien habla asi, desde dentro, corre ol ries- 20 de no resuiltar inapelable para quienes ain no estin con- vencides. Puede deberse a que imuchas teorias anteriores han adoptada Ia posicion de cominio y tenian que ocultarlo para mantener la ilusién de que hablaban a todo ¢l mundo 18 Cualesquiera que sean sus carencias, no tiene ésia la teoria qué habla desde la subordinacidn. En todo caso, asumo el nesgo del tedrica comprometido sin creer de verdad que asi quedan excluidos muchos lectores, Con demasiada frecuen- cis Ia alternativa no ba sido inapelable para nadie. ‘Mi idea de que el método tiene algo que ver con las r= Jeres posiblemente cristaliz6 por primers ver en una. broma ingeniosa de Leo Winstein, del Smith College, que dijo que x‘de verdad” e5 el témino expletivo femenino». También ‘ensefiaba teorfa politica y legislacién constitucional al mis~ mo tiempo, y st tomé en serio lo que yo escribia. Robert ‘A. Dahl, uno de los pocos pluralistas practicantes del mundo y uno de los cliez mejores. hombres, participé en este proyec- jo paciente, comprensivi e inteligentemente durante tnucho tiempo. Paul Beest fue el primero en pensar que merecia un publico dentro del mundillo legal; Shelly Rosaldo fue la pei- meta que decidié que meresia ser publicado. Los profeso- tes, estudiantes, bibliotecarios y personal de las facultades de derecho de Yale, Harvard, Stanford, Minnesots, UCLA, Chicage y Osgoode Hall (York University) han contibuido usu desarrollo. Supecnndo mis objeciones 2 los hibros tebri- cas, Lindsay Waters me convencio pars que publicara éste, Ann Hawthorne ha sido Ta editora de manuscritos mas aten- tg ¥ mis discreta que ha habido jamés. +” La intrépida Karen E. Davis, mi syudante en las inyesti~ gaciones eontra viento y marea, ha sido ingeniosa, delicada y persistente hasta exiremos increibles. Sus aporiaciones, sienypre cruciales, han ide haciéndose mas valiosas can el paso del tiempo. Alison Walsh me ayudé mucho compro- bande citas en un momento dificil. Suzanne Levitt siguié la pista a una inmensidad de huidizas notes apie de pagina con ‘nieigenein, ia y un rproadin buen humor. Anne E. Simmon me ofrecio con vigor sus ideas siempre valiosas. Et trabajo no habeia terminado sin la ayucka ‘be Pot Butler, ‘Twiss Bulter, Phyllis Langer y David Satz. Mis colegas ca~ nadienses —especialmente Mary Eberta, Cheistic Jefferson 19 y Elizabeth Lennon— formaron un grupo intelectualmente gratificante, humanamente sénsible, receptivo y agudo en el que pudimos explorar las implicaciones de estas ideas. Mis padres, a quienes dediqué la primera versién de este trabajo como tesis doctoral, siempre me han respaldado. Kent Harvey y Andrea Dworkin han sido compaiieres ¥ amigos. Han contribuida a este trabaja en todos los armbitos El agradecimiente que les debo na puede expresarse: s6lo puede vivirse, New Haven, Connecticut Mayo de 1989 ccbaitnine selete FROUBRA PARTE Feminismo y marxismo Sin duds era e} momento de que alguien inventura ten angumeho tudvo, a Ge que of autor salicra de la cscuridad. Vincents Woot, Eire ctr ‘Me smaginaba sero al final de 1m cxyo oe ue y me tnavinabe io que veri Acacur Eesrene caine, Facultad ds Ftasctia y Humaniiscoe « pe, ‘HBUOTECA "ELMA K. de ESDnaggye I El problema del marxismo y del feminismo ‘Marxiimno y emniniimo soo unw sobs cost: marKisie, Hain Hlerriaayee y Auy Briones, The tnhappy Marriage af Marxism and Feminism La sexualidad es al ferninismo Jo que ¢l trubajo al mar- xismo: lo mas propio de cada uno, pero también lo mis ro- bado. La teoria marxista afinma que [a sociedad s¢ constra- ye fundamentalmente con las relaciones de fas personis que hacen y fabrican cosas necesarias para vivir con dignidad. F] trahajo es el proceso social de dar forma y transformar el ‘mundo material y ¢l social, de crear personas que sean seres sociales «medida que crean valor, Es esa actividad por la cual la gente se convierte en lo que es. La clase es su estruc- tura, la produccién su consecuencia, el capital una forma quicta yel contro) su tush. icito en la teoria feminist an; Mirch ison tore cién, direccién y nae ncaa ofganizan la sociedad en dos sexos: mujeres y hombres, Esta divisitn se encuentra en Ie totalidad de las relaciones sociales. La sexualidad ex ef proceso social por dl que se crean, crgatizan, expresan y dirigen las relaciones sociales de género, creando los seres sociales a los que itamamos 3 mujeres y hombres, a medida que sus relaciones crean Ia so ciedad. Igual que el trabajo en el marxismo, la sexualidad en el feminismo se ha construido sociaimente, mas también es constractiva, universal como actividad, pero histaricamente especifica, esti formada al mismo tiempo de materia y de mente. Igual que la expropiacidin erganizads del trebajo de algunos en beneficio de otros define una clase, la de los tra- ‘bajadores, a expropiacion organizada de la sexuslidad de unos para el uso de otros define un sexo, fa mujer. La lete- Tosexualidad es su estructura social, el deseo su dindmnica ‘interna, el género y la familia sus formas quictas, los roles sexuales sus cualidades generalizadas cn la persona social, a reproduceién una consecuencia y cl control su lucha. El maraismo y el feminismo ofrecen explieaciones de camo fas disposiciones sociales de disparidad pautada ¥ acumulativa pueden ser internamente racionales y sistemé~ tivas, pero injustas, Ambos son tcorlas del poder, de sus consecuoncias sociales y de su injusta distnbucién. Ambos. ‘son teorias de la desigualdad social. En sociedades desigua- les, el género y con élel deseo sexual y las estructuras de las relaciones, igual que el valor y con él la cedicia y las formas de propiedad, se consideran presociales, parte del mundo natural, primordiales, mAgicos o intrinsecos. Igual que el marxismo expone el valor como ereacidn social, el feminis- mo expone el deseo como alge socialmente relacional, in- ternamente necesario en Grdenes sociales desiguales, pero histéricamente contingente! " Algunas teGricas feriniatas fromcesnt sortesy bam tule ado el #érmino deseo de diversae formas. Vasse Héline Cixous, «The Laugh of the Medusa: Viewpoiam, trad Kerh Cohen y Paula Cotes, ns, dexirnal of Hamen in Culture wand Society 1 (Vera 1976); 857- 3; ls trabajos de Naviere Gauthier, Caco lngaeay y Anmie LoChce ‘on New French Feminism: dn Antiofosy, ed Elaine Maks e Isabelle de Courivron (Aunherst, University of Massschuselts Press, 1980). Eo la reayaria de los casos, el tino no se emiplea conereiarene, como jo aqui, sino abstracts y conceptualniemic, como praede verse con ruts olatidad en Jul Kristeva, Desire im Language (Nueva York, Co- lumbia University Press, 1940), dedicade a la semioticn del lenguaje cy La especificidad de! marxismo y del feminismo no es fortuita. Ser privado del control sobre las relaciones Labara- les en el marxismo o sobre las relaciones sexuales en el fe- sministno es lo que define 1s concepcién de ausencia de pe- der per se en ambas teorias, No pretenden ooexistir una juo- to a [a otra con pluralidad, ni prrantizar que no se pasarin ppor alto dos esferas independientes de |a-vida social, que no se sicallarain los intereses de dos grupas distintos ni que no se oruitiniin Jas sportaciones de dos conjuntas de variables. Existen pani afirmar, respectivamente, que las relaciones en las que muchos trabajan y poces ganan, en las que s{gunos dominan y otros estan subordinados, en las que algunos joden y otros son jadidas y en las que todo el mundo sabe Jo que significan estas palabras’, son el momento esencial de la politica, 2Y si'se oman con la misma seriedad las afirmaciones de cada ‘una de Jas worias, cada una en sus propios térmi- nos? {Pueden dos procesos sociales ser bisicos al mismo tiempo? {Pueden dos grupes estar subordinades de forma contradictoria, o simplemente se cruzan? ,Pueden mecanei- ‘Tambitn debe distingise de Gilles Delowee y Felix, Chisteai, Anil-Ce- dips” Capitalism ane Seluzamienia (Nove York, Viking Press, 1977 fad. esp. 5) ariiedipc. Cpttalism » esgutenfrenia, Barcciona, ida, 19RS]) ¥ de Cay Hocquenghem, Mlomosezuiad Diese (Lance, Allison ib fhusby, 1978). No se ocupat del problema dof denen corse AUl, sing di: su fepresin, in vor que aus deverm. nantes son ken rst ue In llemagls repscston ex csercial para su existescaa. ‘No conozco timgizn verbo en inglés que clida Ie distineiSa ene ‘icky ei aor vilaci coms ee vate, Ades, topo con hay oftes verbs pari is actividad de fs relocid sexual que permta Ua constructién parlela of-oy cabqando», una fse que pods apllarn a asl celquier anda quest consudere aba Compa ‘on el trabajs, Is Sexalidid se limita al dommitemse @ al buodel Es Uagicmenke here ere eas de gue asexual es anh actividad discrete. y a una torrna.o wos dumenside del ser ue se-expas- Ue: a toda la Vick Social. Eats lesion de disorecién contnibuye @ acullar su generalizacién. La faite de un verbo que signals woctuar sexual menten y que incl. ta accidn de la mujeres ina expres iz listicx A Ing realidades def dominio rmasculina, 25 iarse dos teorlas que pretenden explicar la misma cosa, el podcr como tal? Si se enffentan en igualdad de términes, ¢3- tas teorigs, como mfnimo, plantean s la atra cuestiones fun- damentales. ;Es el dominio masculino una creacién del ca~ pitalismo. 0 es cl capitalismo una expresion del dominio masculino? ;Qué significa para el is de clases que un grupo social sea definida y explotado por unos medios que parecen muy independientes de la organizacion de la pro- duccién, aunque la forma sea adecuada? Qué significa ‘para un andlists basado en el sexo que el capitalise pndie~ fa no allerarse materialmente si estuviera plenamente inte- grado en el sexo o incluso controlade por las mujeres? Su- jendo que la estructira y los intereses a los que sirven el socialista y el Estado capitelista difieren en terminos ide clase, js¢ basan por igual en la desigualdad entre kas sc- xos? En la medida en que sus formas y conductas se pare- cen, {podria el género ser su putiio en conuin? ;Existe algu- na telacion entre Ia riqueza de 108 hombres ricos y la pobre- za de las mujeres pobres? ,Existe alguna relacién entre ef poder que ciertas clases tienen sabre otras yc] poder que to- dos los hombres tienen sobre todas las mujeres? | Existe al- ‘guna relacién entre ef hechode que unos cuantos han gober- nado a muchos y el hecho de que esos cuantes hayan sido. hombres? En vez de hacer frente a estas preguntas, marxistas y fe- ministas normalmente las han dejado de lade o, en la fooma mis activa de la misma cosa, han subsumido ¢ La otra parte. Los marxistas han eriticado al feminismo por burgues en la teoria yen nee, queriende decir que el femninismo tra- ‘aja fayor de la clase gobernante. Afirman que analizar ka sociedad a través del sexo es olvidar la primacla de la clase y que disculpa a division de clases entre as mujeres, divi- dicndo asi al proletariado. Las exigencias Gel feminismo, di- cen, podrian satisfacerse plenamente dentro del capitaliamo, y por eso su lucha mina y desvia el esfuerzo que busca wn cambio radical. Los esfiserzos para eliminar las que impiden a la mujer ser persona —los angumentns para acce- der a las oportunidades que oftece la vida independiente- 26 ses anc mn i Rost cern meme mente del sexo— se consideran liberales © individualistas, Sea lo que sea lo que las mujeres tienen en comin, se eree (que esta basado en Ia naturaleza, no en la sociedad. Cuando Jos andlisis interculturales de la situaciéin social de la mujer persorm ne resplar oote ailinis e dice que la situacidn de mujerno-es algo comin ni compattido, ¥ a los analisis que afirman serla se les tacha de totalitarios y antihistéricos. Cuande los analisis interculturales de la situacién social de la mujer si respaldan este analisis, se dice que la posicidn de 1a mujer es universal, y se considera que los anviisis que se ba- sanen ello carecen de especificidad cultural. La ortentacién del movimiento de Ia mnujer en las uctitudes, creencias-y emo- ciones como poderosos componentes de Ia realist social se critica por formalmente idealista; Ia composicion de! movi- Thignto de ki mujer, supuestamente de mujeres culias de els se modia, se presenta como explicacién de su opartunismo. Las femiistas acusan al marxismo de estar definido masculinamente en la teoria y en la. prictica, quetiendo de- cirque se mueve dentro de fa cosmovisiin de las hombres y a favor de sus intereses, Las feministas afirman que anslizar la sociedad exciusivamente en términos de clase es olvidar. se de las experiencias sociales peculisres de cada sexo, o5- cureciendo Ja unidad de Jas mujeres. Las exigencias marxis- tas, dicen, podrian satisfacerse (y en parte lo han sido) sin alterar la desigualdad entre mujeres ¥ hombres, Las. fem nistas han visto frecuentemente que jos movimientos de la lase trabajadorz y la iaquierda han infravalorado cl trabajo ¥ Tas inguietucles de la mujer, han despreciado el papel de los sentimientos y de las creencias por haberse contrado en cl cambio institucional y material, han denigrado a la mujer en la practica y en la vida cotidiana, y en general no han lo- grado diferenciarse de ninguna ova ideologia o grupa domi- nado por inftereses masculines cuando se trata de justicia para las mujeres. Marxistas y feministas se acusan mutus- meme de investigar qué es para la otre parte Ia refocma —aunas alteraciones que apacigden y calmen y mejoren aco- igualdad— modandese a las estructiras de la desi ¥ donde es precisa, también para la otra parte, una transformaciin fun- Psi damental. En su forma mits extrema, In percepcién mutua no es sale gue el otro andlisis est equivacado, sina que su ‘victoria seréa una derrota. Ninguna de las alegaciones careee de base. Desde el punto de vista feminista, el sexo, en el andlisis y en 1a reali- dad, divide ciertamente a las clases, hecho que las marxistas ban solide negar u obviar mas que explicar 0 cambiar. Los marxistas, de forma similar, han visto en eiertas partes del movimiento de Ja mujer un grupo de presién especial para fayorecer a las clases privilegiadas: las mujeres cultas y pro- fesionales. Al mismo tiempo, considerar que este grupo tie- ne la misma extension que «el movimiento de la mujers im- ‘pide cuestionar el proceso sovial que confieve uni presencia ‘desproporcionada al segmento con base menos amplia del movimiento, La acepuicién de una definiciin de clase del movimiento de la mujer ha distorsionado la percepcién de su composicién real y ha hecho invisibles las distintas formas a las que muchas mujeres —sobre todo nogras y tre bajadoras— haneente para Iuchar contra los determi- nantes del sexa. Pero los defensores de los intereses de las mujeres no siempre ban tenido conciencia de clase: algunos han explotado argumentas basados en |a clase en beneficio propio, incluso aunque asi 3¢ oscurecieran Jos intereses de las mujeres, de las mujeres trabajadoras. En, 1866, por ejemplo, en una ley de la que muchas ve- ces se ha dicho que inauguré la primera oleada de ferninis- mo, John Stuart Mill pidio ante el parlamento inglés el volo para la mujer con la siguiente justificacion parcial «En cualquier condicion y- dentro de limites cualesquiera, los hombres tienen derecho a votar. No existe la mas minima justifieacidn para que las mujeres ne tengan ese mismo de- techo. No es probable que, en todas las clases, la mayoria de lai mujeres difiora cn su4 opmones politieas de la n yoria de los hombres de su misinia clase», Tal vez Mill qui- ~T Jobn Stuart Mill, The Subjection of Women, ex Exayz on Sex ‘Equality od- Alice $, Rossi (Chicago, University. of Chicage Press, 1970), pigs. 184-185. 28 stera decir que, on la medida en que la clase determina las opiniones, e sexo carece de relevancia. En este sentido, su Argumento se gjusia al propdsito de eliminar el eéncro como restriccién del voto, Mill defendia personalmente el Suffagio universal. Y, de hecho, Jos hombres trabajadores Posieron Yotar antes que las mujeces de cualquist clase ro este argumento también puede justificar ¢! limitar el alcance de Ja concesiin a tas mujeres que «perienecem» a hombres de la misma clase y que ya ejercen ese derecho, en ‘cuyo caso es denigrante para todas jas mujeres y va en de- timeato de las subclases excluidas, tambign de ususy mu- jeres Este tipo de razonarniento no se ha limitado a la cues- tidn del voto ni al sigle xx. La Logica de Mill se inscribe en la estructura teGrica del liberalisme que subyace en bueru. parte de la teoris feminista comtempordnea y justifica bue~ na parte de ia critica marxista. Su idea de qus debia permi- tise a las mujeres participar en la politica era expresion de Su preocupacién por que cl Estado ne dimitara la aurongin’a def indivicuo, su libertad para desarrollar sus talented por ellos mismos ni su capacidad dé eportar algo a ia sociedad por el bien de la humanidad. Como racionalista empirico se tesistia a atribuir a fa biologia lo que podia explicarse como condicionante social. Como vartante de utilitarista, deseu- brio que Is mayoria de lus desigualdades entre sexos eran ingxactas © dudosas, ineficaces y, por tanto, injustes. El que {as mujeres tuvieran libertad, como individuos, para alcan- zar Jos limites de su propio desarrollo ain interferencias ar- itrarias se entendia a ia meta metitocraticu de las mujeres de Mill del bombte que se hace a si mismo, condenando lo que desde entonees ha dado en Hamarse sexismo como in- a imacional con la iniciativa personal y ef daisse=- fair. Es problemnitica is hospitalidad que ta) andlisis puede offeeet @ las preocupaciones marxistas. El argumento de Mill podria ampliarse hasta inc}uir las clases como otro fac- tot athitrario y condicionado sociaimente que provoca un desarrollo ineficaz del talento y una distribuciGn: injusta de 2 los recursos entre los individuos, Pero aunque esta extra polacién poxieia ser materialista en un sentido, no seria un anilisis de clase. El propio Mill ni siquiera cantempla Ia igualacion de los ingresos. La distrbucion desigual de la ri- queza es precisanente lo que prodoce el Jaissez-faire y la iniciativa personal no regulads. El concepto individual de los derechos que esta teoria exige en el terreno juridico (espe- cialmente aunque no solo en Ia esfera econdmics), wn con ccepto que provoca la tensién del liberalismo entre Ja libertad para cada cual y ia igualdad entre todos, i el femi- nismo liberal y justifica Ia critica de que el feminismo es para unas cuantas privilegiadas. La critica marxista de que el feminismo se concentra en los sentimiontos y en las actimdes también esta basada en algo real: Is irmportancia que para ¢l feminismo tiene la per- cepcién de la mujer de su propia situacién. La prictica de concienciar, no sélo ni siquiera bésicamente como acta coa- eto, sino como enfoque mas colectivo a la critica y al cam- hio, ha sido técnica de andlisis, estructura de organizacion, método de prictica y teorlt del cambio social en el movi- miento de la mujer’, En los grupos de concienciacion, co- rrientes en los Estados Unidos eri la década de los 70, el im- pacto del dominio masculino se descubrio concretamente y se analizé.a través de la expresidn colectiva de 1a experien- cia de las mujeres, desde la perspectiva de esa expenencia. “ Las femizistas ya han observade la importancia. de la conciencia- ‘iée sin verla como imétado de ia forma que aqul se cesarrolla, VEase Panels Alien, Free Space. 4 Perspective 0m tne Small Group in H6- iment Liberation (Reso Yor, Times Change Toes. 70% nada Hose, «Consciousness Raisinge, en Mother Bias Nota Person, ad, Mar gurct Anderson (Montreal, Content Pubhshing, 1972); Noney MeWi- iams, «Contemporary Feminisn, Conseiwasness-Itaising, and Chan- ing Views of the Poliicals, en Momen im Foliaes, ed. lace Kaquete diva Yash, Jotas Wiley & Sons, 1974) oan Cassel, Group Cate? Women: Sisterhood and Symbolic in the Foaines| Moveraena (Muea York, David McKay, 1977), y Nancy Hartzock, of Femi- nism. Process and Perspectiven, Quest: 4 Feounist Quarter) 2 (Qto- fio: 1975}, 67-80. 30 Dado que los marxistas Qenden a concebir ls impotencia siempre como algo Concreto € impuesto desde fuera, creen que debe destruirse concretamente y desde fuera pura po- der cambiarla. A través de la toma de concicncia entendida en un sentido mis amplio, se descubrid que la impotencia de ia mujer estaba impuesta desde fuera y profundamente mnternalizada. eee la femineidad Se de la mujer paca las mujeres y fo deseable para la mujet sogim los hombres: de hecho, se convierte en (denied pare as mujeres porque esta impuesta a través de los patrones mas- culinos de fo que es deseable en la mujer. Desde esta anali- tica prictica ha surgido un concepto claramente feminista de la conciencia y de su lugar ea el orden social y en el cambio, No sustituye una sen de ideas aceptadas por otras ideas ni declara el-cambio al estilo del idealismo liberal. ‘No obstante, lo que el marxisme concibe como cambio de conciencia no 6s, dentro del marxisme, una forme de cam- bio social en si mismo. Para el feminismo puede serlo, pero es porque la opresidn de la mujer no ext sole en el ce- rebra, de farna que la conciencia feminista no est tar¢po~ co sdle en el cerebro. Pero para los que carecen de biencs materiales, el dolor, el aislamiento y la cosificacién de la inujer a la que se ha mimado y callado hasta robarle sw ‘esencia como persona es dificil admitir que se trata de una forma de opresidn. En consecuencia, es también dificil ver que cambiarlo sea una forma de liberacién mAs que en un sentido muy reducido. Este modelo es particularmente di- ficil de acepuar para las mujeres que munca Hevarin male- tin y para aquellas a quienes ningun hombre ha puesto ja- mds cn un pedestal, De forma similar, ol murxismio no ha sido meramente mal interpretado. La teoria marxista ha trataido tradicional- menie de abarcar toda la -yariaciéin social en términes de cla se, En este sentido, el sexo es andlogo a la raza y a la nacién como desafio indigesto, pero persistentemenic destacado t Ja exclusividad o incluso a la primacia de Ja clase como ex- plicaciGn social. Los marxistas han ampliado habitualmente Ja idea de clase para incluir a las mujeres, division &sta ¢ im w clusién que, pari el feminismo, es inacecunda para la expe- riencia divergente. diversa y comin de la mujet. Por ¢jem- plo, en 1912 Rost hablaba a un grupo- de muje- res acerca de! tema del sufragio: Casi todas estns mujeres burguesax que se comportan como leonas en la lucha contra las aprerrogativas del hombres sersan diciles corderitos en el campo de la reac ssid conseryadora y cferical si pudiecan votar De hecko, Sin. duda serian mucho mas reeccionarias que fx parte masculina de su clase. Aparte de esas pocas quc tienen un empleo o una profesisn, las burguesas no puticipan en Ia prodoocidin social. No son més que corsumidoras del ex eso de produccién que sus hombres arrnncan al pralela- fiado. Som los parasitos de fos parisitos del cuerpo 40 cial Las simpatias de Rosa Luxemburg estn com las «enaje- res proletarias» que detivan su derecho a votar de set apra- ductivas para la sociedad igual que los bombresy", Su debi- fidad por el géneto ocupaba en su perspectiva ef mismo hi- garen que la debilidad por la clase en la suya, Mill defendia el sufragio de la mujer por razones de génera con tuna légica que excluia a las mnujeces uabsyjadoras; Resa Lu- xemburg defendia e! sufragio Ue ta mujet pot razones de clase, aunque el voto beneficiara a las mujeres independien- temente de la clase. Las mujeres como tales, las mujeres no modificadas por Roan Luxemburg, «Women's Suttragw and Class Staugstoe, oo Selected! Political Writiegs. ell Deck Howard (Nuevn York, Moathly Review Press, 1971), pigs. 219-220. No a# si serd cierto que el volo de fas mujeres os ress conservador gue ef de loa hombres ea al empectra conventional ioquierda-dorecha. La sospeche de que asf sea pula ex- plicar I ambivaleness de is quien en refacida con of sitagio de ln mujer tank como cualquier ides justifieada det panel de une veforma coma fa dol sufragio en una politica del cambio radical. Las comers ores, sin embsarys, mo destacarnit por su bach favor del desecko a} voto de la mujer. * fhid., pig. 720. 2 | las clistinelones de clase y alejadas de la naturaleza, eran sencillamente inconcebibles para Mil! come para x mayoria de los liberales, y pari Rosa Luxemburg como para la ma- yorla de los mamisias. La teoria feminista pregunta al mar- xismo qué ¢s la clase para las mojeres. Rosa Luxemburg, tambien igual que Mill y dentro de su propio marco de refe- rencia, reconocia subliminalmente que las mujeres deriva ben su posi¢ién de clase de sus alianzas personales con ios hombres, Esto puede ayudar a explicar por qué las mujeres no s¢ unen contra la deminacién del homibre, pero no expli- ca esa dominacién que atraviesa las separuciones entre las clases al misino Gempo que sdquiere ecm formas pest liares de las clases. Lo que cistingue a la mujer burguesa de su sirvienta es que a ésta le pagan (aunque escasamente) y a aquélla la mantienen (aunque contingentementc) Se trata de una diferencia en productividad social o sdlo en sus me- didas, medidas que cn ai mismas pueden ser producto de Ia infravaloracidn de Ia mujer? Las tarens que realizan las mu jetes y su disponibilidad para el sexo y el uso reproductive 800 Sorprendentomente similares, Rosa Li vio en Ja mujer burguesn de su epoca al «parésito del parasiton, no tuvo en cuenta su pasible relacién con la mujer pro- ictaria que es esclava del eselavo. En el caso de las mujeres burguesas, limitar el andlisis de la situacién de la mujer a su relacién con cl capitalismo y limitar este andlisis a su rela- cién can el capitalismo a través de las hombres es ver silo su'aspecta indirecto. No hacerlo en el caso de la mujer pro- letaria es pasar por alte su aspecto indirecto, En ambos ea- sos, definir la situacion de las mujeres Gnicamente en téermi- anos de clase es pasar por alto enteramente su situacion como mujeres a traves. de las relaciones con los hombres, que es cuca situacion relacional definitoria que comparten, incluso aunque dificran, los hombres « trayés de los cuales la ad- guieren, Las observactones feministas de la situacién de Io mujer en los paises socialistas, qumque no son concluyentes para la contribucion de {a teoria marxista a la commprensidn de fa si- tuacién de Ea mujer, han respaldado Ia critica tedrica femi- B esfuerzos parezcan notables. Si los golpes de Estado y el po- der productiva trastocan lag relaciones de trabajo, no hacen fo mismo con las relactones sexuales al mismo sien ni de la misma forma, como predica y promete un andlisis det Sexo a través de las clases! La violencia sexual, por ejem- flo, no ha cambiado. Tampoco la tecnologia ni el socialis- mo, que pretenden modificar e! pape! de la mujer en el pun- to de la produccién, han igualade nunea la situactin de be mujer en relacién con el hombre, ni siquiera entre fa mano de obra. Nada lo ha hecho, La igualdad sexual parece exigir un esfucrzo distinto, un esfueszo con las necesarias dimen- siones econdmicas, potencialmente respaldado: por un régi- men revolucionario y moldeado por nuevas relacienes con Fidel Casto, «The New Role for Wormea in chan Societys, en Linda Jenness, Women ard the Cuban Re-obatton (ueva York, Path- finder Pross, 1970), aunque véage 9 ciseurs0 en la sesida de clausiza del segundo congreso te Ia Fevieracién ce Mujeres Cubens, 29 de 00 Viewbre de 1974, Cuban Review 4 (Dicierisee 1974), 17-23. Siophanie Uniang, A Revolution within a Revatition’ Wirnen ix Caines Bissau (Boston, New England Free Press, sin fecha), Esta ela posicidn pene- sal de Los documentos offeiales de Ia revolucin china, sein fa 220 lacién de Elissheth Croll, ed., Dee Hommen Libera ow China: A ection of Readings, 1049-1973, Modéra China Series, im. 6 (Lan. sdres, Anglo-Chinese Educational Insitute, 1974} MeoTsi “Tung. econocio que ius maljeres estaban claramente-comlaidas pat fos born bres (vase vf tratarmienta de Shusnt Schram, The Poiltteat Thaecghe of ‘Mag Tre-hung (Nacva York, Pragger Pushers, 969), paz. 257), pero as interpresaciones de su pensamtiento a fo largo de Ia revolucion vie- Tun In cuestiones de sexo somo tna desviackin burgussa (véase Cro, pgs. 19, 22, 32), La idea leninista que los documentos postesiores jb evn reflejr 20 express en Is obra.de Clare Zetkon, «Lenin on the Wo ‘man Questions, 1 ida come wpendice ex The Mbrsan Question: Selections from the Writings of Men, Emgets, enum anc Stal (Nasv York, International Publishers, 1951), pag. 89. Engels da e. entender Is transiormaciin sinultines o dnectarnsnie a cousevuenela de a. situt- «in de fa mujer con earrbios en las rlaciones de procucci¢m; F. Engls, The Origin of the Family, Private property and the Stare, e&. Elesat Batke Leacock (Nueva York, Internabonal Publishers, 1972) (eno am ‘eeatva, Origin). Weasel capinale 2. (Trad. es): EP arigem ile fa Remit, ta propiedad privada y el Estado, Madrad, Furdamentos, (967 ] 36 la produccién, pero esfuerzo distinto al fin yal cabo, A la uz de estas experiencias, las luchas de las mujeres, sea ba)o el capitalismo o bajo el socialisme, para las feministas pare- een tener mis en comin entre sf que oon las luchas marxis- tas en cualquier lugar” Los iitenlos dé crear una sintesis entre marxismo y fe- minismo, cl denominado feminismo socialista, no han rece- nocido Ia integridad independiente de cada feoria ni la pro- fundidad del antagonismo que hay enire ambas. Muchos in- tentos de lograr una tzoria unifieads comenzaron como esfuerzns para justificar las luchas de las mujeres en térmi- os marxistas, como si slo esto pudiera hacerlas legitimas. Aunque el feminismo ha reonentado considerablemente sus esfuerzos, que han pasado de justificarse dentro de cual quier otra perspectiva a desurrollar una ctiva propia, Gia ansiedad acecha ec muchos intentos siniehos. Las ‘Yustaposiviones resultantes se presentan tan iblactss como Cave ocamenaar feminist o marxista, normalmente st. La practica furminista-socialistt muchas voces hace las miismas divisiones, que en buena parte consisten en afilin- ciones organizatives mixtas y respaldo mutuo en determina ‘das cuestiones, con mis apoyo de las mujeres a cuestiones. de iquierdas que de Ja izquiecda a las cuestiones de las mu- jeres!?, Las mujeres que simpatizan con el feminismo |la- f 8 Wéase Robin Morgan, ed. Sinterhaod Le Global. The dnermatior ‘nal omens Mowerient y (Garden Cty, N. ¥_ Doubleday/Am- chow, 1984). 4 "Sheila Rowbotham, Alichlen jroms History: Rediscovering Mose n Elitory from the Seveiacoria 1 the Present (Nueva York, Random Hgase, 1973); Mary Jo Bible, «Women and the Socilist Party, 1901-19140, en From Femiuisa to Leberation. ed. sith Hoshino Ait. bach (Loodics, Schenkman. 1971); Robert Skadler, «Waren in the Communist Party, USA, 1930-1940., Socialirr Review 45 (Mayaehunin 1979) 73-1 18 Loe aapamos comemparitveos de crear grupos y estate socialists femunistas se ejernphficin en daclarac‘oncs de postu: Chicago ‘Nomen Liberation Liruon, «Socialist Feminism: A Scrutzy for the. Wotnen's Movement (mnizeografia, Chicago, 1972). The “Principles of Unity” of the Flerkeley-Oskland Women's Unions, So- cialist Revolution 4 (Ene Maren 1974), 69-82, Lavesuler and Red a” man la atencidn de los. grupos de izquierda y obreros hacia Jas cuestiones de las mujeres; las mujeres (narvistas atien- den cuestiones de clase dentro de los #rupes ferministas; los grupos explicitamente feministas-secialistas s¢ reGmen y se dividen, normalmente a la altura del guion, Casi todos los intenitos de lograr una sintesis busean inte- grar o explicar la atraccién de! ferninismo agregando cues- tiones que para el feminisme son bisicas —la familia, la ‘casi, la sexualidadl, Ia reprocuccion, la socializacién, [a vida personal— dentro de un andlisis mansista basicamente sin modificaciones'*, Segin el tipo de marxismo del teético, las Mujeres 4¢ convierten en casta, en estrato, en grupo cultural, en division de la sociedad civil, en contradiccién secundaria © en contradigeiin no antagénica. La liberacion de las muje- Tes $e comvierte en condicion previa, en medida de la eman- cipacién general de la sociedad en parte de Is estructura a en aspecto importante de la lucha de clises, Por perceptivos que {Yalan The Pit Respect afte Lavender nu Red Uno hoe igeles, Panstion Prting Collective, 1975; Rosakind Peichesky, Dis: botviig the Hyphen: A Report om Marxis'-Femunist Groups 1-5», ¢0 Eiscastin, Capitalist Fariarchy, pigs. 373-389; y Red Appic Collect ‘ve. «Women’s Unions and Socialist Feminine, Quest A Femimst Quarterly 4 (Verna 197), 88-96 reflexionan sabre este procesa, "Som varios los enfoques matistis que eonvergen en este puto, ‘Wease Juliet Mhichel!, Women Esiafe (Nveva York, Randon 1971), Sheila Rowbotham, Homer, Resistance, ancl Revaiion tory of Wimen anil Revolutioe in the Moder: Biov?d (Nueva York. 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K1-107. 38 sean ante La eontribycidn del {erninismo © por mas simpatis que sientan por [og intereses de Jas mujeres, estos intentos hacen del feiiaismo, en itm término, un movimiento dentro del marxismo®. Lo mis eocriente es que las mujeres queden reducidas a alguna ofa categoria, como la de amuje- 13 traba)iiorasis, que luego se aplica a todus las mujeres', O bica, en algo que es ya casi reflejo, las miujeres se convier- ten en «la Familia, come si silo esta tocma de def nit y eon- finar # la mujer, que luego se divide por las lineas dc clase, pudiera ser el crisol de In determinacion de tas mujeres”, Un 8 Nancy Hono, Ferns Theory athe Developme af R= volutionery Stiategys, en Bisesstein, Capidaliie Parrueray, pip. 37. Bata tendencia, con variaciones importziing, se descubre en tex tos por Jo deme tan distintns como Chariie Guettz|, Afarcism amd Fe mertine (Teromo: Canadian Woineas Education Press, 1974). 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Problems io the Marxist Thory af the Family (folocopia, Departarnenio de Econara, ‘Yale University jtio de 1978) 39 enfoque comin para tratar Ia situacion de la mujer como si Fionn de In fools os taces des carcmesenciar Je he mujeres ocasién para reconciliar a Marx y a Freud, Esta ta ‘fea sucle ser mis freudiana que marxista, y deja al ferminis- ‘mo en el punto de partida’®. ‘También el significado marnista de la reproduccién, la iteracién de las relaciones productivas, se deforma en un anilisis de la reproduccién bielégica, como si las diferen- cine fisicas entre mujeres y hombres explicaran Ia subordi- nacidn de aquélias, y como si esta anslogia social de lo bio- logico hiciera material la definicisn de as mujeres, basada por tanto en una division del «trabajos al fin y al cabo, por tanta real, por tanto “ialmente desigual. A veces fa re- produccidn se refiere a la reproduccion bioldgica, a veces la reproduccién de la vida cotidiana, como en el trabajo de la casa, a veces a ambas"®. Las teorias sobre fa situacién de la imujer que se basan en lv familia analizan la reproduccion bioldgica como parte de la familia, mientras que las que se hasan en el trabajo la consideran trabajo, La sexualidad, si se menciona, se analizn, como la «vida cotidiana®, en tér- Juliet Mitchell, Prychoamelsis ond Ferciniont: French Reich, Laing, and Women (Nueva Vote, Punthzoc. Books, 1974: El Zaretsky, Male Supremacy and the Unconsciaes, Soctalist Revoution 4 (Ene 19.1993}, 7-56, Nancy Chodorow, The Repetition af sMahering Pi ‘und the Sociology of Gander (Beckeley- Univessity of are 1278 i ae at Ne a mer Hiarcelona, Gedies, 1984)), Vase wibién Herbert Marcuse, «Socialist Feminism: The Hard Core of the Dream, Ealeanirfc- A Jouruat af Bi cational Change, noviembre de 1974, raise 7-44, ' Algunos ejemplos vor: Nincy Hurtsacs, Me (Bkston, Nombeastern Usivessity Press, 1983); Politica! 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Stages of Fes, et Biser Cappitalist Patriarchy, pga. 107-132;-Charlotte Bunch y Nancy Myron, ods, Coss crn Femarnion (Baltimare, Diana Press, |974), 41 jin, muchas veces como si &sta ya hubiera ecurride y silo quedara celebrarla, Por bien que se haga, «la cuestién de a mujer» se reduce siempre 2 alguna oita cuestidm, en vyerde ver en ella fa cuestiOn que pide un arsilisis en sus pro- pins térmimos. 2 Critica ferninista de Marx y Engels ‘Muchas veces idealzamos lo que antes dese pce foams Weroen Bans, The Gittof Good Land ‘Para Mart, las mujeres estaban definidas por la natura- lez, no por la sociedad Para él, e! sexo estaba dentro de ese ssustrata material» que no estaba sometide a) andlisis so- cial, haciendo que sus referencias explicitas a Las mujeres 0 al sexo fueran en buena parte perifericas o parenteticas'. (Con las cuestiones de sexo, a diferencia de las cuestiones €¢ clase, Marx no veia que la linea entre lo social aly fe prsocial 8 una Linea que dibuja la soviedad. Marx ridiculi se tratara e| valoc y la clase Se ol econ ceca ae eee Criticé mofdazmente las tworias que trataban la clase como si surgiera espontaneamente y funcionari de forma mecani= ‘asta pero armoniose, dé confomtidad con las leyes: natura Sahoo ro ce de tas temas. de Marx sole a vida sonia son, no 00.0 42 uplicacidn a ln experiencia de las rye js. ules pamela Herat de la mar Se ae dee que Mack “Engels dijeron explicaamente sobre las cinjeres, 9 skuacién ¥ su.e00- ddigan, Este loro tsta de otra de Marx en su coajuni, en wer de divi “se cic y eTmeva>, 8 bien cniciendo que sn cla, cxr ba de sedesircllé y modificé als largo del tecapo. —— 3 les, Sefialaba tales teorias como justificaciones de un state uo injusto. Sin embargo, ésta es precisameate su forma de tnutar el género. Inckuso cuarco las mujeres peoduiecn rique- za a través de un trabajo remunerado, Marx habla de elias como micmbros del sexo débil. Su obra comparte can la \eoria tiberal Le idea de que el higar natural de las mujeres es vel que la sociedad les ha asigmado. Engels, por el contraria, consideraba la situacién de la miujer ‘un fendmeno social que necesitsba una explicacion que él no logré dar, Hasindose en las escasas sugerencias de Marx, Engels intenté explicar la subordinacién de Ja mujer dentro de ina teoria del desarrollo historice de a familia-en el vontexto de las relaciones de clase, Bajo | apariencia Ge dinamistno dialéctica de Engels ‘hay tun materialisino estiti- coy positivista que cosifica a la mujer socialmente hasta tal Punto que su situacién bien podria considerarse determina- a naturalmente. Marx y Engels dan por sentados tagaos cruciales de las relaciones entre las sexos: Mark ponyue la ‘Mujer es naturaleza y la naturaleza viene dada, y Engels Porque fa mujer es 1a familia ¥ porque no critica apenas el trabajo y el rol sexual de la mujer dentro de la misma teorias de Marx de la division de] trabajo y de las re- laciones sociales de ta produccién dentro del capitalismo son el niicleo de su teoria sobre Ia vida social, del mismo, modo que tho To son sus ideas acerea de la mujer. En este context, Marx ofrecia el anilisis de que las diferencias «on el acto sexual» eran la division original del trabajo, «(Con fel quent de las necesidades, de la productividad y de th po- blacidn) se desarralla Ia division det trabajo, qué-cn onigen 4o eft sino la divisién del trabajo en el acto sexual, después esa division del trabajo que se desazralla espontinea 0 na turalmente» en virtud de una predispasicién moral (ex deci, la fuerza fisica), las necesidades, los accidentes, ete»? La 44 diferencia reproductiva de fimeién entre mujeres y hombres Constiuye aparentemente una divisiGn del trabajo. No esta claro si esta division coriginaly es un ejemplo hasien o car- dinal a pastir dei cual se reproducen, desarrollan 0 modelant otras divisiones. Marx no explica la idea de que la diferen- sia de funcién entre los sexos en ta reproduceién es mas wonginal» que otras diferencias de funcidin que no tienen que ver con las lincas de separacién entre los sexos ni ta idea dle que li reproduecién es una forma de trabajo, ni la ade cuacién © necesidad de la extensién @ duplicacién de esta division en toda la sociedad. Pero recordemos que la divi- sion de los sexas no es sti tema central, sino metamente e1 “origenn de su suténtica tema: [a division de (as clases. Pero una sigue preguntindase par qué otras diferencins de fisneidn no constitiven ni son razén fundamental de una divisién del abajo y el sexo si. Cuando trata la divisiém del trabajo dentro del capitalismo, Marx considera la cuestion ‘de que un individuo consiga una tarea o pase a ser miembro de una clase como un aecidente en su origen que Hega a ser ustoricamente fijo: una «eparticién accidemal se repite, lla ventajas propias y graduinimente se osifica y con- vierte en ima division sistematica del trabajon?. No ocurre: asl con cl género. A qué sexo s0 asigna cada tarea es prime: To una cuestidn de biologia y sigue signdolo a través de los ‘cambics econémicos, Hablando del trabajo de ka mujer en et hogar, Marx afirma: «La distribucién del trabajo en ia fami- by la reguiacidnrdel tiempo laboral de sus distintos mie. bres depende tamto de las diferencias de euiad y sexo coro de las condiciones naturales... Dentro de las familias... sur- g€ haturalmente una divisién del trabajo debida a las diffe Fencias de sexo y edad, una division que consccuentemente da satisfeecién de! instinea sent ep vest prada tno con Is fatisfaccidm de cualquier oro istic naturale, Lise Voge! eThe Et, Inky Family, Radical America 7 (lulio-Octubes 1975), 45 2 Kari Marx, Cypdal 3 vola Qharva York, on Publis hes, 1947), 1:337 (em Jo saceaivo, Capra). (Trad esp "El cxpatal 3 ta ios, Maced, Sigio acc | 45 tiene una base puramente fisica.» A las mujeres se les asig- ban las tareas del hogar por naturaleza. Marx Juego abando- a cl sexo para hablar de las relaciones entre las tribus, para las cuales «la division fisiolégica del trabajo [sexo y edad] €8 el punto de partidan', Puesto que el papel de Ja mujer est definide por natu- ‘aleza, es insiructiva el punto de vista de Marx de Las rela- ciones de la naturaleza con el trabajo, El sistema de la natu- raleza es «espontaneo». La sociedad produce a través de la actividad humana del trabajo: «la riqueza material que 90 © producto espontaneo de Ia naturalezs debe invariablemente su existencia a una actividad productiva especial, ejercida con un objetivo definida, una activided que adecua los ma- teriales concretos dados por la naturuleza a las mecesidndes humanas»’. Adecuar los materiales d¢ la naturalez con la intenciOn de modificarlos para que satisfagsm las necesida- des humanas ¢$ una actividad creativa, intencionada y adap- tiva. La naturaleza produce por si misma, ¥ el trabajo trans- forma el mundo. Las formas de fa naturaleza cambian naturalmente 0 no Gambian en absoluto. La organizacién det trabajo es social y Por Linto esté sujeta a Ia intervencida humana, «Si quitamos cl trabajo itil que Jes hemos dedicade, queda siempre un sustrato material que proporeiona La naturaleza sin la ayuda del hombre. Este solo puede trabajar como lo hace la natu- raleza, es decir, cambiando la forma de la materia, Mas aun: en este trabajo de cambiar la forma, ef hombre recibe cons faniewente la ayuda de las fuerzas naturales. Vemos, pues, que el abajo no es la inica fuente de riqueza material, de valores de uso producidas por ef trabajo. En palabras de Wi- Iliam Petty, el trabajo es el padre y ja tierra es In madre®. La madre/muijer es, ¢s la naturalezs, el padre/hombre trahaja, ¢s social. E} proceso creative, activo y transformador del trabajo se identifica con lo masculino, mientras que la fo- Capital 1382, 352, § Capival, 182; Vase también, 1177-178. * © Capital 143 46 a menino se identifica con la materia sobre la que debe traba- jarse y transformarse. Ni la reproduceidn humans 1 el tra bajo del hogar tienen lz intencionilided y el contro! para adecuar y modifiear los materiales dados naturalmente que caracterizass el proceso de] trabajo en et pensamienta sact- lista. De hecho, el trabajo en una fiibrica dentre del eapita~ lismo posce pocas de estas caracteristicas, pero por esa ra- 700 se considera alienante en vez de espontaneo y natural En la medida en que la relacién del hombre eon Ia natu- rileza viene dada por la naturaleza, las relaciones entre los sexos estarin iguekente definidas por la naturaleza. Fin a medida en que la relacidn del hombre con la naturaleza tie- ne para Marx un aspecta sacial, su relacién con La mujer tenciri un aspecto social. Tal vez esto signifique la afirma- ‘cidn de Marx de que «ka produccidin de vida, tanto del pro- ppio trabajo como de nueva vida en ls procreacion, se presen- {a ahore como uns celacién doble: por una parte es natural y por otra es social». Desde el punto de vista fenunista, la mujer no Gene «naturalmentey una relacion mas especial con la natursleza que los hombres; su relacién com la natus raleza, al igual gue ka de jos hombres, es un producto social. La relaciin del hombre con la naturaleza probablemente sea igualmente profunda y determinante de su see, pero tio esta socialtnente limitedo a tal relaciin. La supwesta mayor fier- 74 de los hombres no los confina a ser bestias de carga. [Los hombres tambien se reproducen y las mujeres también tre- hhajan. Si aplicamos el enfoque de Marx de las clases al pro- blema del sexo, podriamas tratar de comprender la conexién entre un hecho fisico —digamos la fuerza fisica masculina © la maternidad femenina— y las relaciones sociales que dan a este hecho un significado restrictivo y vivide. Podria- mes tratar de identificar el interés material de quienes se be- nefician de tal disposicién, ea vez de abandonar ta tarea de ba explicacién social en la observacién fisiolégica, como hace Marx con el sexo: > Manx, German Ideology: pig. $0. Marx pensaba que el capitalismo distorsiona ta familia al llevar a 1a mujer a la produccidn social con las condicio- nes capitalistas. Este desarrollo era a un tiemapo perjudicial ¢ historicamente progresive, muy similar al impacto del ca- pitalismo sobre otros aspectos de Tas relaciones sociales. E] impacto destructivo del capitalismo sobre la farnilia se la- menté sobre todo por su repercusién sobre el rencimienta de li: mujer en su papel sexual. La introduceién de Is maqui- naria permitié la participacion de «todos los miembros de 1a familia del trabajador, sin distineiim de edad ni sexon, de forma que ¢! hombre trabajador que antes habia vendido su capacidad de trabajo «ahora venide a su esposa y asus hijo también. Ni siquiera se venden ellos mismos: es el hombre quien lo hace, Para Marx, esta disposicion se tradujo en el cdeterioro fisica... de ls mujer» ¥ usurp wel lugar Bo sblo del juego de los nifios, sino también del trabajo gratuita en el hogar dentro de unos limites mederadas para cl sosteni- miento de la familia". A lo mejor no estaba La cena a tiem- po. Este tedrico, tan sensible a la contribucién del trabajo a fa ereacién de valor y a su iacién en beneficio de otros s6lo podia yer en el trabajo que las mujeres hacen en Ja casa como un trabajo gratuito, cuando el unico sentido en que es gratuito es que no es remuncrado, Cuando la crisis del algodén aleja a la mujer del abajo ‘en las fabricas, Marx encontré un consuele parcial en el he- ‘cho de que «ahora las mujeres tienen suficiemte tiempo libre para dar el pecho a sus bebés.... Tienen tiempo para aprender @ cocinar. Por desuracia, la adquisicidn de este arte se produ- jo en un momento en ef que no tenian nada que cecinar Pero a partir de esto vernos o6mo el capital... ha wsurpadks el traba- Jo necesario en el hogar, Esta ctisis tambign se ubilize para en- sefiar a las mujeres cose», Incluso a las mujeres que hacen ‘el mismo trabijo que los hombres se las considers en funcion de la cocina y la costura a que deberian estar dedicAndose en su casa y a que, si no fuera per los excesos del capitalismo, estarian ‘dedicéindose. Marx atribuye ademés la elevada tasa © Capital 1.395, 197,398 48 de mmeries infantiles saparie de lus eausas locales, principal- mente... al trabajo de las madres fuera del hogar... Sume un alejamiento antinatural entre la zmadke y el nifio.... las madres se vuelven desnaturalizadas hasta un punto lamentable en re- Iacisn con sus hijoss®. El daito que | capitalismo ocasions a los hombres trabajadores no se mide por la distorsién de sus relaciones fanuliares ni por la desnaturalizacién del hombre en relacién con sus hijos, pero el propio empleo de la mujer significa ef olvide- de Jos hijos de las mujeres trabajadoris. Aparentemente, cn la norma con la que Marx compara las distorsiones del capitalise, la esposa se queda en casa, coci- nando, costendio y criando a los nifios, mientras el marido sale trabajar. Cuando los hombres trabajan, se hacen trabajado- ses, los seres humanos de Marx. Cuando las muieres trabajan, siguen sienido-esposas y madres, pera inadecuadas'®, Aunque normalmente abjura de la critica moral por con siderarla una rémora burguesa, Marx da muestras de sensi- bilidad moral hacis el trabajo de Ja mujer. Cuando abomina de la «degradacién moral que causa la explotacibn capitalls- ta de fas mujeres y de log nifiasn, observa: «antes de que se prohibiera en las minas el trabajo de mujeres y nifios de me- de diez afios, los capitalists considcraban el trabajo de mujeres y niflas desm a menudo junto a los hombres, hasta tal punto sancionido por su cédigo moral, y sobre todo por ss libros mayores, que sélo recurrisron a Ia ma- quinaria. después de aprobada la ley!’ No est claro cémo fesulia provechosa la desnudez do se explora a. los ‘hombres, es un problema de explotaciém: cuando se cxplota 2 las mujeres, es un problema de moralidad!™ # Capital, 1395, 398. 4© No cxiste distincién entre esias ideas de Mare y las de los con conternporieos deflrsesores do ls familia I Capa 1399, 398 398, "Marx parece aprofer agp las eves part la proteccitin de bs mu J%, que muchas veces han parecido tities. pero también perjudiciaies & la hora de alejar a las cusferes de unos traba|cs que mecesitaben y que- Fam, al Vempa que Fuerom incapaces de procewer a tka los tratajatic-, rej de unai condiciones davimas, Véese tambvén el capimlo & 4g ‘Marx no creia que comprar y vender a las mujeres para uso sexual fuese natural, come suelen hacer los tedricos li- berales, ni lo rechazaba por inmoral, come los. consecvsdo- res. En Sus primeras obras, Marx criticeba al hombre adine- tado para quien incluso «la propia relacion de la especie, ta relaci6n del hombre com la mujer, etc., se convierte en obj2- te de comereio. La mujer sirve para hacer trueques»!?, No sé pregunta por qué es la mujer la mercancia, mi menciona quien la vende ni quién la compra, Critica «el comunisino crudo ¢ meonscientes por transformar s6lo la posesion pri- vada de la mujer en la posesién colectiva de las mujeres, «en fu que una mujer ve convierte en propiedad camunitaria y convin»'*. Asi, la mujer «pasa del matrimonio a la prostite cion general», Califica la explotacion de la mujer en La pras- u de «simplemente una expresién especifica de ia [prostitucién gencral del tmabajador. E! capitalisia es pareci- do al chnlo. Aunque el andlisis es fragmentario y en buena medida meiaforico, la prostiuckin es explotaciin social, condenada na solo moralmente. Marx no investiga por que is prostitutas son mujeres en su inmensa mayoria, dada los hombres también se casan y también son ely come trabajadores. En su obra posterior con Engels, Mare ‘observaba que los burgueses son hipéeritas cuando lamentan Ja.prostitucion porque «el matrimonio burgués es en realidad un sistema de esposas en comin», We claro qué la abolicién del sistema actual de produccién «debe tract consiga la abo- licidn de la comunidad de Jus mujeres que se deriva. de este sistema, es deer, de la prostitucién publica y privada»'?, No Kart Mare, Oe the Jewinh Question en ani Mare Selected Wri- ‘ings ea. David MeLetlan (Onfort Oxford Uraversity Press, 1977), peas 1000 [Th apa csi jude: Barcelona, Pane Aposin 194) Kari Marx, Economic and Philasphic Mameseripix iy [844 en, thi, pag. 47. Alianza, 1993. © Karl Mare y Friedrich Engels, The Communist Manifista on Se- ected Works, od, V_Aduratsky, vol. VeNueva York, lnéceational Publis- ‘hers, 1936), 224-225, [Trad. esp: Mfamgfiesto ccmumsts,” Madu, Aibambra, 1992.] 30 ep. Manuservtas” Bcomamia y flesofie Maid, Stn mean { i ie Filosofia y Hurvanicaces ~ URS rMSUOTSCA “ELMS & to ESTBABOU" dice é la.prostitucién, que se hu adaptado a todas las estruunss economicas, debe desaparecer necesariamente con la abolicidn del capitalisme, Una. de las ideas mas aceptadas de Mars en relacién con ns mujeres es que las trabajadoras son una responsabilidad par. au clase lamujer es: mis explotable Para Marx, cl trabajo de [a mujer contribuye a socavar la capacidad del hombre trabajador para resistirse a la ‘del capita lismo. «Por la adicion excesiva de las mujeres y de las nifios als filas de los trabajadores, la maquinaria rompe al fin la resistencia-con que las operadores del periodo de fabica- cidn siguieron oponiéndese. al deypotisma del capital.» La mecanizacién y los subsignientes intentos de prolongar la jormada laboral se encuentran con ces batrera natural a un tiempo cesistente y elastica: el hombre. Esta resistencia se ve socavada por wel caracter mis flexible y décil de las mu- Jjores y-de les niftos empleades (en ef mundo laboral}'®. Las Tiujeres son mis explotables que los hombres, no solo mis explotdas, y su cardcter es una causa mis que un resultado: de su situacién materia! Las mujeres son la excepeiin a t0- das las peglas del andlisis social que Manx desarrollé para c| analisis de los seres humanos en la sociedad. Se las define en términos de su biologia, junio con los niles como aduil tos jos que mecesitan una proteccidn especial, no coma aut tmbajadoras aunque trabajen'?, La mujer (1407-403, 7 En unvtexio extraido de us fafoome pasiamentario sobre el om. plea de mujeres en fas miras, Mars esahtecs esmns punion mediante ci- fas de entrevista en Ins que las mibieros afarman ue esc abajo ex eche- sgrodaote pars Las m lesivo para su ca Ge oid a Les ti os, pura su aspecto fepear que la Tops de Ios hornbres scabs contac idea de decencina) ¥ para st propia. mornliind y In de su maccos. El tirico comentario de Mar. es que Ia aparonts préocupociin de iow cr Hnevistadores por estas mujercs es un disks de sits propios intereses econdimicos; Capiiat 1499-300. De hache, lo quc tos mineros dicen reapalda la exelusiém de la mujer de este Tabs, punto deviate Gate in cohererie con el motive de interts material gue Marx les atribuye. Por Lyin cusido s¢ les pregunta si creen gue las mujeres estochari en ‘vee ayudar a ios minerts de categoria supesior que desean prosperar SL trabaja fuera de la casa os por naturaleza un enemigo de clase, No existe la posibilidad de que las mujeres de la cla- se trabajadora estén especialmente explotadas por el capital, ai de que con el apoyo y la organizaciGn adecuados pudic- ‘fan conseguir salarios mds altos, mejores condiciones y he ‘char contra la mecanizacién. Les hombres que trabajan por ‘unos salarios mas bajos son una clase especial dle problema erganizativo. La explotabilidad de las inujeres Ias convierte en una responsabilidad para la clase trabajadora a menes ae se queden en casa lark encontrs un potencial progresive en las mujeres que trabajaban fuera de! hogar, igual que en muchas partes del capitalismo. «Por ternible ¥ repugnante que pueda pare- cer la disalucién bajo el sistema capitalista de les tazos fa- tmiliares, la industria moderna, al asignar came hace un pa- pel importante en el proceso de fa producciém, fuera de la esfera domestica, a las mujeres, a las jévenes y a los nifios de ambos sexos, crea una nueva base econémica para uns forma. mis clevada de familia y de las relaciones entre ios seXog», También consideraba obvia que «el hecho de que el ‘gnipo de trabajo colectivo esté formado poe ineividuos de ambos sexos ¥ de todas las edades deba convertirse, en las condiciones adecuadss, en fuente del desarrollo humano [aunque em su forma capitalista)... ex en realidad una fuente maloliente de corrupcion y esclaviluchs'®. Pero el sexo den- tro del matrimonio era otra cosa: «la samtificacion del instin- to sexual a través de la exclusividad, el control de los ins- yy cere mas humains, la tespmionta os sf; Capita. 1-48-40, La dni ‘a conetusign que cabe es que Mare anterpecta gue la inquietud de! en- freviatndor burgues es contraria la siya propia, de Forma aus fa aie Ye a.un intents material aun cuendo catre en eoallicta con los inextses Jnateriafer, De hecho, la exciusiin de ls mujer de estos. labajos, eparte ‘de lo humanitaro que pueda relldjar, Favorece los intereses matenaics pare a traves de la ufirmacih de go sexisrio, pia a 485 59,377. Se bape al becho de gueco el cx lamo wel trabajador exeste para eso de la produceiin ‘ate para el mabajadons (pag 37) a 52 ly alin Sonnet eancaana, harden tintos a través de Jas Leyes, Ja belleza moral que convierte Ia idea de! dominio de fa naturaleza en un Jaze emocional es la esencia del matrimonion'®, Pero Marx se daba euenta de que, en ef capitalismno, las relaciones dentto de la familia ano son atacadas, en teorta, porque son la hase prictica so- bre Ia cual Ja burguesia ha erigide su dominio, y porque en sn forma burguesa son Ins condiciones que hacen del bur- gués un burguési”’. A pesar de entrever asi la candicién de {as mujeres, na vio sistematicamente que compartia lo que consideraba natural ni que lo consideraba natural del misma modo que la sociedad burguesa a la que por lo demis errti- aba, Sea io que sea lo que digamios de! tratamiento que Mar da a las mujeres, su primer fallo y su mejor defensa es que Jos problemas de las mujeres sdlo le afectaban de pasada. Tampoce podemos acusar ni excusar a Fnedrich Engels. Su Grigen de la familia, de ta propiedad privada y del Hstadio e8 cl thtento manxista seminal de comprender y explicar bs subordinacién dé la mujer. Fata obra ha sido muy crincada, sobre todo por suis datos, pero su enfoque ha tenido gran in- fluencia. A menudo a través de Lenin, que adopté muchos: de Sus puntos esenciales, el enfoque y In direceion del razo- namiento de Engels, si no de todos sus aspects especificas, se han convertide en marxismo ortedoxo para «la cuestién de Ia mujer. |, Para Engels, las mujeres estin oprimidas como grupo a ‘ = Karl Mar, oChupite de mariage, citado en Juliet Mitchel, evolutions, en From Feradeisen tes Liberace, (Londres, Schenken, 197K}, pag. 107, 0. 9 ‘Marx, The Genwan ifeotogy (Mosou, Progress Pu iors, £976), pig. 194. Vase tambien Marx en Mire: Sefcered ibrtsings eu, Mat ella: sea burguesia ba roto of welo sentimental de Ja familia y hu reducide la relacitin de familia a una mera relacién mometario» (pigina 224). y «yCudlés son fos fundamentos sen bellnlceedtd guesa? ET capital, el Lucro persona! “ ua ecu te - olds, 25 familba existe solo exe la bungoesis. Pero este estado de ‘cosas encuentm su esimplenenio en la ausencia peSetica de la faetulia ene les proletanes y en la prostitucién piiblican (pie. 234) 3 tnmés de la forma especifica de [a familin dentro de la so- ciedad de clases. En ios érdenes anteriores a las clases, igua- Tturios sexualmente, ef trabajo estaba dividida por sexos, Hasta la aparicién de la propiedad privada, y con ella de ln. sociedad de clases, esa divisiin no se hiro jeranquica. Se re- Cure & pruebas antropoligicas para demostrar este agar mento. En el capitalistne, las mujeres se dividen en «la fy- milia burguesi» y «la familia praletaria»s, como reflejos de «vida personal» de las relaciones productivas del capitals- mo. La dependencia econémice de las mujeres es un nexa sseneial entre las relaciones de clase explotadonis y la es- tructura del niicleo familiar Las mujeres no estin social- mente subordinadas por una dependencia biologica, sino por el lugar a gue la sociedad de clases relega su capacidad tepraductiva. Engels aplica este andlisis a las labores del ho- ‘gar yal cuidado de los nifios, trabajo wadicional de la mujer, ya la monogamia y 2 la prostitucion, aspectos de la sexua- Jidad de la mujer, £1 soctalismo terminaria con la optesion de Ja mujer integrindola en la mano de obra, transformando 84 trabajo «privadan y aislade en | hogar en produccion s0- cial «piiblican. Eliminsda la distincién publico’privado deni- vad de fas divistones de clases en el capitalismo, el soci lismo proporciona Ja condicion esencial para la emancips- ién de Ia mujer", Asi, Engels reconoce que las mujeres estin especial ‘Mente oprimidas, que son ctudadanas de segunda en com- Paracton con los homibres, que esta ocurre estructuralmente en la familia, es anterior al arden econamico actual y debe Sembiar. Engels trata de situar el sometimiento de la mujer dentro de uns tolalidad de relaciones sociales necesanas pero modificables, tan necesanas y modificables como la Sociedad de clases. Su obra presenta la promesa de que la st- tuacién de las mujeres se ha incluido en una teoria de trans 6 social que también habra de revolucionar las re- lactones de clase. Sugiere, al menes, que [a igualdad de las Origin. 4 ia ujetes, meluida su presencia en la mano de obra asalaria- da en pic.de igualdad con los hombres, haria mds por el cambio de la sociedad capitalista que limitarse a ayudar 4 las mujeres como grupo dentro de esta sociedad. El trabajo de Engels ha tenido repercusiones manteni- das sobre‘les tedricas cox Las adaptaciones yampliaciones de sus (cmas suelen deberse a quiones reeha- zan ridualinente sus datos al tiempo que 4e peop de sus spercepeioness™ o su wenfoque sociohistoricom™ o afirman haber Ilegado a sus aconclusiones,.. por otro caminon”. Lay puntos de vista de Fagels sueien reflejarse con mayor exac- titud cuando no s¢ le eita’®, Zaretsky, por ejemplo, empieza ‘su andlisis de Ja relacién entre el socialismo y el fernimismo © Oficeen otro debate que ala vge ihsima yestien este punto Janct Severs, Mary Evens y Nanneke Redciit, ads. dmpets Revesitod: Nev Feminist Essays (Loddres, Tevtsioes, 1987), Bl ensayo de Moura Ma- ‘onachie, «Engets, Sena) Division, ancl the Family», pig, 98-1 12, cri- (ica of naturalisma de Engels. © Juliet Mitchell, Homan Exiate (Nueva York, Random House, 1971), Gayle Ruibin, “The Traltie ox Women: Notes on the "Politica! Econaeny of Sex, ou Toward in Anianopology of Homer, ed. Rayna B Retter (Nueva York, Monthiy Review Pras, 1975), gig. 16 3 ranks Magis, «Sex Folities: Class Politics», New Lait Review 80 (Marao-Abn 1071, 69, A 38 Kason Sachs, oFingels Revisited Womew, the Orgmization of Productica, and Private Property, en Haman, Calms and Socaery ed Michelle Z Rosaldo y Louise Lanaphere (Stanford, Stanfond University Pros, 1974), liza este enfoque Lenin, poe ejemplo, dice: «A pesar de todas ls leves Ubsraonas que se as aprobacio, ia mujer sigue sienda una escteva deméstica, pur- ‘que e) nimio trabajo de Ia casi la aplasta, Is ahoga, ta cua y la degza- ada, br eorsddene a [y oocina y a los nos y desrerdicin su trabapo en ta- eas mondtocas tremendameaie improshictivas, insignificuites, ago dons, envilscesioras y abrumadoras. La awtouctemineipsicign ee mujer, e! verdadero communism, ale cemenzara cuando nazce tat W- cia tote (encabezaxla pone! proletanac cue tiene e! pacer) Cotte esta seonomia doandsties mii orl Sie cuando £@ ea eseala Blobal en ura economis socialists a gran excalae, WL Lena, « Wornaa, sand Societyn.en The Homan Question: Seietticns from the Wretines of Marx. Engels, Leain, and Stalin (Niweva York, [nermationsl Publishers, 1951), pig 58 55 diciondo: whablar de poner fin # ia supremacia masculina nos devuelve al principio de la historia, a la creacién de la familin y de la sociedad de clases bajo el capitalismo, de- sarrollado como respuesta a la soviilizacién de la produc- cit de bienes, en la que la mujer esti oprimida porque esta aislada”’. EI socialismo es la solucin. Muchos marxistas ‘contempordneos comparten también una tendencia, en la ‘que no es posible distinguir a Engels ni la teoria liberal, a in- terpretar la division entre trabajo y vida dentro del capitalis- mo en términos de divisiones coineidentes entre el mercado yel hogar, lo piiblico y lo privado, las esteras masculina femenina, Aunque la explicacion de Engels no es universal. mente aceptada por los marxistas. pese o tal vez por el he- cho de que ha sido muy mal interpretado —destino que me- reve su explicacion—, su enfoque general de la situacion de fa mujer tiene una aceplacion suficiente entre marxistas y feministas socialistas como para no ser siquiera menciona- do por su nombre ni aparecer en las notas a pie de pagina®. A veces una sospecha que tampoco hit So lei Engels legitima Jos interescs de In mujer dentro del ana- lisis de clase subordinando los primeros a la version que 2” Eli Zaretsky, «Socialism and Ferninism UI: Socialis Politics and the Eamilyn, Socialist Revalution 4 (Fnero-Marze 14974), 85, 91, 96. & Algonos eyemplos de una interpretacién ejulvocada ¥ corrieste de Engels, sin cit, wn los de Richard Edwards, Michiel Reich y ‘Thomas Weitkopf, The Capitalist System: A Rascal Ancitris of ne Ce Sec (Eagewood Chis NS, Precis Hal 1922), lg 325, La supremcla masculina fue probsblemente la peimera’ forma de ‘opresion ile un grupo de It soededad contra otro; los hombres dontina- 10m a las mujents en casi todas las sociedales procapiralistann. EL toma general de! igualtariemo sextal primutivo deatruids par la apariciia de {i propiedad peivads es ascptado por Evetyn Reed, ¥Evnlucion From Marriarchal Clan to Patarchal Family (Neva Yoek, Putnfincier ‘Press, 1975); Eleanor Lescock, Intreduecidn a Origin. y Hei I. Hart- ‘mano, «Capitalist, Patriarchy, and Job Segregsaion By Sexe, Skene Peumal cf Woman o Cur and Scie | (Primavers 1976) 137 Bs {interesante gue la influencia del enfoque teorieo de Eagels pareeca to- talents independiente de los datos ce Morgan, en los que supuests- ‘Mette se basa, datos que tar sio hastante desecteditados. 56 hace del segundo, Su intent) de explicar la situacién de la mujer no falla tanto por sy sexismo come por la naturaleza de su matenialismo. Mejor dicho: ¢| positivism —mas con- cretamente el objetivisno—de su materialismo exige au se- xismo. No sélo asume, sino que debe asumir e] domino masculine en les mismos puntos en los que ha de ser expli- cado. Su explicacién sélo sirve si se dan las caracteristicas esenciales de [a ascendencia masculina: pase. de ama Spoca i afra s6lo $i se presupanen el control de las tareas, divididas sexos, y las caracteristicas de la sexualidad masculina ¥ femenina bajo ¢l dominio masculino. Su positivisme hace fatal la inexactitud de sus datos. Describe Jo que piensa, le agrega lo que ve, y luego le atribuye coherencia y wn dire mismo necesurio. En su teorla, si algo existe, es necesario que exists, pero ello no explica por gud existe eso y no otra cosa. ,Qué past con semejante teoria si resulta que los be- chos no existen o, como ocurre con la igualdd entre los se- xos, si nunca han existide? Tal vez por esto Engels tiene que créer que las mujeres dominaron en cierta epoca, pese a los datos ¥ las stgerencias en sentido contrario, para que la eventual igualdad entre los sexos sea histéricamente imagi- nable. Depende para sus explieaciones de una teleologia de lo que es: debe explicar lo que es en férminos de lo que es, no cn términos de lo que no es. La igualdad entre los sexos, por desgmcia, no es. : |, Segiin Engels, la situcién de la mujer se produce por las fuerzas sociales que originan cla familia, la propiedad privada y eb Estado, Da por supuesto que responder a la fa de camo se pproduje lia primera subordimacion de la mujer al hombre es lo misno que plantearse ta pregunta de por qué estin oprincidas las mujeres vy como podemos cum. biarko, Jo primero en ol tiempo con fo fundamental y persistent. Para Engels, c! capitalismo presents la forma mds evolucionada tanto de sometimiento de La mujer como de antagonismo econdmico entre las clases. Por lo tanto, este sometimicuto debe entenderse en su forma capitalista para poder cambiarlo. Pero la opresién de la mujer, dice iambién, es anterior al capitalismo: surge con la primera so- 37

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