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Cocodrilo con flor rosa ATTN SUTIN CEM ill (os CRO sci a BS ERP CR TR Mt OM CNet tla) E bo Cee Role lor RCo Cotton Meo tole CHEB Crest mn Alli se muda Margo, una artista COTM Wel essed (oa pintura. Cuando Teresa decide asistir al taller y co- mienza a pintar, descubre un secreto doloroso ot guardaba en su interior desde la infancia. Un secreto que cambiara para siempre los vinculos familiares. 61087533 ee Yacr Cee aa ) fo) gaat) www.edicionesnorma.com/argentina ESTES Bittle Sanit y vive en Wheelwright, un Pequeno pueblo del Sur santafesino, Recibié, entre muchos otros, el Premio Norma-Fundalectura Aol S love mI eta) SOUS Tl MAB Tease tt El Barco de Vapor, en dos oportunidades: W200 loves em iC y, en 2018, por Berea eV En la coleccid6n Zona Libre ha publicado ba Te cacao eta lela) (reconocido por la lista White Ravens [at PT) Bae aca ~~ , Sandra ae Baris con flor rosa / Sandra Siemens; dirigido por Laura Leibiker; editado por Laura Linzuain, - 1." ed .- Ciudad Autonoma de Buenos Aires, 2019. Grupo Editorial Norma, 136 p,; 21x 14cm. - (Zona libre) ISBN 978-987-545-746-1 1, Narrativa Juvenil. I. Leibiker, Laura, dir. II. Linzuain, Laura, ed. 111. Titulo, CDD 863.9283 © Sandra Siemens, 2019 © Editorial Norma, 2019 ‘Av. Leandro N. Alem 720, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Reservados todos los derechos. Prohibida la Teproduccién total o parcial de esta obra sin permiso de la editorial. Marcas y signos distintivos que contienen la denominacién N/NormalCarvajal® bajo licencia de Grupo Carvajal (Colombia). Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Este libro se lo dedico a mi querida amiga Coca, como se lo habia prometido. ‘Asi ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo e intitiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Se oculta fuera de sus dominios y de su alcance, en un objeto material (en la sensaci6n que ese objeto nos daria) que no sospechamos. ¥ del azar depende que nos encontrernos con ese objeto antes de que nos llegue la rnuerte, 0 que no lo encontremos nunca. Marcel Proust, En busca del tiempo perdido. is Los lestrigones y los ciclopes Seat ‘ y el feroz Poseidén no podran encontrarte Seige gu ers siti no los llevas ya dentro de tu alma, 5 —__ Situalma no los conjura i. eee ante ti. ae viaje sea largo, Jabén de gardenias Me lavoO las manos con jabon de gardenias. Siempre crei que las gardenias eran jazmines. Mama tiene cuatro plantas de jazmines del cabo que dan unas flores grandes y blancas, pero que en realidad son gar- denias, no jazmines. No es que entienda algo de plantas. Me enteré de todo esto la primera vez que fuia comprar jabén de jaz- mines y me dieron uno de gardenias. No lo venden en cualquier lado. Lo compro en la ciudad, en una farmacia que hace preparaciones ho- meopaticas. La mujer que me los vende es la duefia y también la que los fabrica. Desde la primera vez que fui, siempre se toma el tiempo para explicarme los efectos que produce cada hierba 0 cada flor y trata de convencerme para que pruebe al, : gan jabén nuevo, pero yo sigo eligiendo el mismo, Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens Ella me cont6 que los jazmineg eran 6 América y que las gardeniag venian de habia mas de trescientas especies de Jazmine ciento cincuenta de gardenias, y que la garg el simbolo de la sutileza y de la Bracia ferne " caus6 gracia la gracia. Lo de la gracia femenj Se me vino a la cabeza una mujer Sostenida por y, nube como las estampas de la Virgen que tenia e cuaderno de comunién. Me imaginé una mujer li super liviana. Una flor en un vasito con agua puede perfumar una h bitacién durante dos dias. Eso es cierto. Mis ga cuantos, pero mas de dos seguro. Las flores de los nes, en cambio, duran un dia nada mas. Es cierto. Con los pétalos de la gardenia se hace té y acei 2D fumes yelaroma es analgésicoy relajante. Leupsgey ets manteca, como el que usa mama para los moldes de las tortas. Siempre me guardo los papeles porque quedan perfumados. Hay gente que guarda flores se- cas entre las hojas de los libros. Yo guardo papeles de jabones. Como me lavo las manos todo el tiempo, me duran poco. Es un gasto que mama no termina de entender, pero igual me lo permite. Un lujo que me doy porque mis manos son muy importantes para mi. Lo mas im- portante de todo mi cuerpo. No me habia dado cuenta de eso hasta que Margo me lo hizo notar. — Me escuchaste? —pregunta mama. —Qué. Acabo de entrar de la calle. Vengo de nadar. En el pueblo hay una sola pileta de natacién. En casa tene- mos pileta, pero lo que digo es una pileta grande, olim- pica, en la que se pueda nadar. La del club. También hay un solo club. El horario para los que van a nadar libre es de doce a catorce. De esa manera no nos chocamos con los chicos que se tiran desde los bordes, ni con las se- floras que entran para remojarse. A las doce ponen los andariveles y cada uno se sumerge en su mundo. A las catorce el mundo se termina. Dejo la bici en el patio, cuelgo la malla mojada en el oe seeer después entro a casa. Voy a lavar- : on ‘scucho el murmullo de la voz de mama mientras camino hacia elbafio. _ Cocadrilo con flor rose | Sandia Siemens —... que el sdbado 20 de febrero le hacemos la fiesta sorpresa al tio Amadeo... —aja. —... el barrio... —Qué? —jQue va a estar todo el barrio! « Con el indice de la mano derecha froto entre los dedos de la mano izquierda. enjabonados de las dos manos como si fi Los descruzo y los vuelvo a cruzar. Asi Después deslizo las palmas hacia abajo y me enjuago. aR — ... ya pedimos permiso. Vamos como antes. Y va a haber orquesta, no: éPor qué Antonio se habra Casi me choca. Sonri6, lo vi reia y le salian burbujas pidiendo disculpas andarivel o si lo hi Pescado perdido Por Suerte no hay nadie en la cocina. Papa duer- me la siesta y mama acaba de salir. Las vecinas se juntan en la casa de Beatriz para hacer unos centros de mesa con flores de papel. Idea de Beatriz. Estan revoluciona- das con la organizacion del festejo. Beatriz es la vecina de enfrente. Una mujer gorda que vive sola desde que enviudé. Sus dos hijos son bastante grandes que nosotras. Se casaron y se fueron. Uno Alemania y otro en Italia. No vienen casi nunca. riz tampoco va porque no le gusta viajar en avion. que por eso Beatriz tiene tanto tiempo para demas. Es la presidenta de la comision sabe vida y obra del pueblo entero. 6 en la giierra, como decia él. Aunque no son mis abuelos tocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens siempre les dijimos asi: nonos. Eso Hoe pasa en los pue- blos, los vecinos son como de la familia. Cuando era chica me gustaba entrar al dormitorio de lanona Albertina para mirar una muneca de porcelana con un vestido lleno de puntillas que ella sentaba sobre su cama tendida. La pollera del vestido se desplegaba como un abanico gigante sobre el cubrecama de raso color durazno. La nona Albertina no me dejaba tocarla, tenia permiso solo para mirar. Cuando podia escapar a su vigilancia, le daba una rapida caricia a la cara de porcelana, helada, dura. Mama me dejé tarta de zapallitos. Enciendo el horno y meto la fuente redonda en la rejilla del medio. Un to- que nada mas porque no esta tan fria. si re Suena el teléfono. Es Antonio. Si... - le estan organizando una fiesta sorpre pies arg 6! ad 2icneb agi ide y abky ecu _—Deverdad.Estoy bien, ol eins: _ Antes: de colgar me acuerd Me perdi, me contesta, Vuelvo a la cocina, saco la tartera del horno, la pongo en la mesa sobre el posafuentes de corcho y me siento a comer. Estoy a punto de cortar la tarta con el tenedor cuan- do aparecen los cocodrilos. Seguramente los trajo el co- lor de los zapallitos. Tan color cocodrilo los Zapallitos. Cierro los ojos. Me quedo en pausa, con el tenedor en el aire y respiro hondo tres veces. La maestra de yoga me dijo que tengo que respirar hondo. En las clases de yoga respiramos hondo tres veces y después la maestra dice namasté. Y nosotros le contestamos namasté. Y por unos segundos quedamos todos suspendidos en el aire. O eso me parece a mi. Por unos segundos todo esta en equilibrio y somos perfec- tos. Es una sensacién maravillosa. No la comenté con nadie porque a lo mejor es algo que no les pasa a los demas. Y si me dijeran que es algo que solo me pasaa mi me la estropearian, porque no sé por qué, pero me parece que los necesito a todos para sentirme perfec- ta durante esos segundos. Suspendida sobre una nube, llena de gracia femenina, ja. Igual, aunque no dije nada, cuando miro a los demas a los ojos creo que les pasa lo mismo que a mi. No hablo mucho. No me gusta hablar mucho ynome gustan las personas que hablan mucho. Por eso creo que tampoco le conté a la maestra de yoga que cuando 19 Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens ella nos pide que respiremos tres veces, yo pien una aspiradora. Siento que tengo pelusas en el del pecho, igual que los gatos cuando se atra; una bola de pelos. Y la aspiradora, en tres p pia y limpia. Limpia todo hasta que el aire c transparente. Los cocodrilos desaparecen cuando pirar, pero ya no me quedan ganas de co poner la porcién de tarta en la fuente ylag heladera. Es un suefio recurrente. Yo lo llamo Cuando se lo conté a Margo, me dijo q Que a ella le funciona eso de escribir se vayan. Yo lo escribi pero no me po ite Mes of {liversee Flores de papel Abroia puerta del zaguan y llamo: —jEn la cocina! —me grita Beatriz. —Qué suerte que viniste, nena —me dice la Angelita. La reunion de hoy es para resolver el tema de los centros de mesa. —No, vengo a pedirle plata a mama —digo—. Tengo taller en lo de Margo. —Qué rara es esa mujer, sno? —dice Beatriz. Mama hace un gesto con los ojos. —A vos, :cual te gusta mas? —me pregunta la Choli. La larga mesa de la cocina, ademas del mate y una fuente con bujfiuelos con miel, esta completamente cu- bierta de botellas, latas, frascos, papeles, cintas. —No la confundan —dice mama. —Miré —dice Beatriz, alineando los modelos en la mesada—. La Angelita propuso este. 21 Cocodrilo con flor rosa | Sandro Siemens Y me sefala un frasco de mermelada Cubier hilo sisal y un mono de cinta de seda en Jg bode to Con —Lleva flores adentro... —aclara la Angelita, —See, claro, ese dia vamos a estar como Para anda, juntando flores —dice Beatriz. Allado del frasco de mermelada, acomoda una espe. cie de ikebana de claveles hechos con papel crepé, No sé qué decir. A Beatriz no le gusta mi demora. —Usted, Adolfo, qué opina. El Adolfo es el marido de la Marta, la peluquera que vive al lado de Beatriz; esta parado cerca de la helade- ra, esperando que las mujeres decidan qué van a hacer con los lechones, que es la parte de la organizaci6n de la fiesta que le toca a él. El Adolfo sabe mas por viejo que por sabio. Su mujer no llevé ninguna propuesta. No es lo suyo. Elige los claveles de papel crepé de Beatriz. Ese; —Listo —dice Beatriz—, que no se hable mas. bor 90! obmasitife .x mt ae. gauquag sttiegaA sl .—sbs Margo Margo Arroyo es pintora. Tiene una casa-estudio antigua, linda. Era de sus pa- dres. La remodelé ella misma. Tiré todas las paredes in- teriores y dej6 nada mas que las del bafio y las de su dormitorio. El resto de la casa es un enorme ambiente que funciona como cocina, comedor, living, taller, y que se abre al patio con un ventanal de hierro con vidrios repartidos. Margo es la persona mas interesante que conozco. No sé qué hace en el pueblo. Para mi es un alien. A veces tengo miedo de que en el almacén vean que se le corrié el maquillaje y que su verdadera piel es azul. Los padres de Margo ya murieron, eran del pueblo. Y Margo también nacié aca. Después se fue a estudiar a Buenos Aires y no sé mucho mas de su vida. A mi no me gusta preguntar y a ella no le gusta contar. Solo sé 23 Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens que no tiene hijos, que durante un tiempo t1 terapista floral y que hace dos anos, cincuenta, se divorcié y decidié volver a para dedicarse a pintar. Para mi, Margo es una pintora increible. ella hace es increible. En el patio tiene un castafio de mas de ci a la sombra del castafio duerme Flecha, Margo encontré moribundo y terminé ¢ Flecha le gusta dormir debajo del castafo. | verano. Se ve que el arbol le da mas confi Personas. 1 Yo empecé a ir al taller de Margo Ses, mas o menos, para las vacacion na estaba en Rosario preparando y papa se ibana Traslasierra. Les dije que Ppreferia que ia empezar un curso —éPintura? —dijo —Deja, Estela —dijo papa. Mal no le va a hacer. El curso habia empezado en marzo. —Taller me corrigiéd Margo. En un taller es mas lo que vas a descubrir vos que lo que pueda ensefiarte yo. Por eso no tiene importancia cu4ndo empieces Fui un miércoles a las tres de la tarde. De tres a seis. Habia cuatro alumnas mas. Todas de sesenta y pico para arriba. Yo las conocia. La Memé, la mas vieja de las cuatro, era la abuela de Luz, una amiga de Diana. Maria, que vive a la vuelta de casa. Amanda, la sefiorita Amanda, mi maestra de primer grado, que ahora esta- ba completamente sorda. Y la cuarta era la mujer del odontélogo. Como un modo de darme la bienvenida, Margo quiso hacer algo diferente a lo que venia haciendo con sus alumnas. Habia cortado una foto en cinco partes como si fuera un puzzle y nos dio una parte a cada una para que la pintaramos. Un juego, dijo. El juego se Ilamaba “El cadaver exquisito”. Margo nos dijo que los surrealis- tas hacian algo parecido a ese juego, pero con palabras. Uno escribia algo, doblaba el papel para tapar parte de lo que estaba escrito y se lo pasaba al siguiente juga- dor, que solamente podia leer la Ultima palabra. Al fi- nal lefan lo que habian escrito entre todos. Y el juego se lamaba asi por lo que habian escrito los surrealistas la EUera vez que lo jugaron: El cadaver exquisito beberd el vino nuevo. as 25 Cocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens Mis cuatro companeras estaban Completarmenys desorientadas con el pedazo de foto que les habla tocg. ; do. No sé si se sentian muy surrealistas, Solo la Meme mostré un poco de entusiasmo: ; —Qué divertido —dijo. La foto parecia el retrato de un hombre. fe Ami me toes, el rectangulo que tenia las manos. Me acomodé con ey caballete que me dio Margo y pinché con una chinche el pedazo de foto, arriba a la derecha. —No te preocupes por nada —me indicé Deja que fluya. ee Margo— Me quedé todo el tiempo mirando las manos q habian tocado. Dejé que fluyera. No hice cosa hasta que me largué a llorar. —No sé por qué lloro —dije. Margo no me respondié. Mis compafieras me miraron con dia, me parece. Como si mi lista que la de ellas. Cuando terminé la cl: nada acerca de mi llanto. h tido cémoda. —No. Tejet El tio Amadeo cumple ochenta anos- fly la tia Ins estan en el asilo. El tio Amadeo dos, colesterol del bueno y del malo, prostata normal para su edad. La pre: sordera del oido derecho. La operacion de cataratas de hace unos afios le per- miti6 volver a tejer. Y al piano no lo abandoné nunca, esta perfectamente bien. Triglicér1- uremia, glucemia, sién. Todo. Solo la ni siquiera cuando no veia. Cuando no veia, tocaba de memoria. Siempre fue flaco, dice mama. En realidad el tio Amadeo no es de verdad mi tio sino el tio de mama, el hermano de mi abuelo Ismael. Yo creo que la espalda se le fue doblando de tan flaco que es. Y cuando toca el piano, la espalda curva se le cierra sobre el teclad: como el caparazén de una tortuga. : 27 Cocodrilo con flor roso | Sandra Siemens La cabeza le funciona igual que un reloj. Lo dj dos. Hasta puede recordar cosas que le Pasaron cuana, tenia cinco anos. No sabe que en el barrio le estan Preparando fiesta sorpresa. Fue idea de Beatriz. A mama pri le dio odio que no se le hubiera ocurrido a ella, pero enseguida se engancho. Fue una maniobra inteligente y Agil, como cuando yo pierdo el paso en los desfiles de la escuela pero, tras, tras, recupero tan rapidamente que nadie se da cuenta. Asi, mama acort6 distancia y e] barrio entero habla de la fiesta de Estela y Beatriz. Mi abuelo Ismael y mi abuela Teresa murieron hace mucho, cuando mama era joven. Su Unica familia es e] tio Amadeo, por eso mama dice que es un padre para ella. Todos los dias en el almuerzo aprovecha para po- nernos al dia, a papa y a mi, y a Diana cuando esta, con. las novedades del asilo. —jLas cuidadoras no pueden teojos! Amadeo se sienta en uno de los hierro, a la sombra del drbol de que a ellas les da mucha ternuri las manos. Y que cada tanto deja Jas manos en el pantalon. Que chaleco para la tia Iris, pero q Manteles rojos eb intendente dio el permiso, si o no? —Podemos cerrar la calle, pero no el sabado —dice la Choli—. El sébado son los carnavales. Y un baile. — sya el club organiza —Digo que, para mi, tambié: n tienen que cortar la ca- lle, entonces... —iéHay que adelantar la fiesta?! —Que sea el jueves —dice Beatriz—. —Nos prestan los tablones y los cab: —iPerfecto! :Y los manteles? —Forramos los tablo. ta—. Vana quedar joya, éY lo del club? alletes. nes con hule Tojo —dice la Mar- ee a Cocodrilo con flor rosa | Sandro Siemens Teresa, que aplastaba la mejilla contra la a y apretaba los ojos para que le viniera el suefio,y a para que sus pensamientos fueran ob esforzab tes, tan obedientes como sus ojos apretados, no adivinar nada. Pero no estaban quietos esos ojos de Teresa. taban, tic-tac, bajo los parpados, pensando en € de carnaval y en las serpentinas y en el papel p en los pomos de espuma. Aunque poco a poco, rindiendo al azul. Teresa siempre se dormia pe: en el agua. En el mar. No, no, no. Diana le sacudia el hombro. Vamos. éAdénde? Afuera. Pero su madre habia dicho que hasta las 1 dian. Diana, con una solera de flores amari das, canesti bordado con nido de ab se ataban sobre los hombros. Descalza. _ Teresa, con una solera igual, de incuestionable, Diana se hizo cargo. Revisé cuantos glo- bitos de agua les quedaban, cudntos baldes tenian, y traz6 un plan. Teresa la seguia a todas partes. Era tres afios menor que Diana. Ya habia empezado la escuela, y sab{a leer y escribir su nombre y el nombre de sus padres y elde Diana. Y también sabia escribir el nombre de los dias y de los meses y el nombre de las cosas. De muchas. Pero sabia que los adultos escribian mas que eso. No sabia qué. {Qué? sTodo? Escribirian todo. Habia gente que sa- bia escribir la historia. La propia y la ajena. La Historia. Tampoco sabia qué era la Historia, pero tenia un senti- miento muy claro, aunque no podia explicarlo en ese momento. Lo iba a pensar mucho mas tarde. Cuando fuera adulta. O casi. Iba a saber que Diana habia nacido en el momento equivocado. Diana habia nacido para ser emperatriz o generala de algun ejército conquista- dor. Guerrera. Diana, guerrera. Después de varias batallas decidieron volver a la frescura de la siesta. Caminaban por la vereda de la panaderia, y detras del tapial se asomaba la higuera de dofia Ana. Teresa quiso un higo. Diana se trepé y le alcanzé dos, grandes y maduros. Teresa partid por la mitad la piel blandita de uno y hundié la boca en las astillas rojas. Se encontraron con Antonio apenas doblaron la esquina. Teresa ni se dio cuenta, de tan hundida que ia Cocodrito con {lor rose | Sandro Siemens estaba en la mitad de su higo. Ellas miré ostens, globo de agua en la mano. La miré a Diana. Que si era verdad que ya tenia tetas como ee regunté, sin dejar de provocar con e] dist ANd. un Muje res, le p! Diana mintio. Que silo dejaba mirar le regalaba el globo. Diana tard6 en contestar. Teresa tenia los ojos enormes que intentaban No m rar, mientras estrujaba, sin darse cuenta, el higo Fi 7 quedaba. . Dale, dijo Diana. Dame el globo. Else lo dio. Se desat6 un bretel. 1, No. Mejor mostrame vos primero, le dijo, Mirando las rayas del pantal6n corto. Después te muestro yo. Teresa tenia la boca abierta y los ojos inmensos, des- pavoridos. Dale. £1 no se movié de su lugar. Simplemente estiré el elastico de su pantalén corto para que Diana pudiera espiar. Diana dio un paso hacia él, se incliné un poco y, con todo el envién del brazo, le estrellé el globito de agua adentro del pantalén y salié corriendo. Antonio se quedé inmévil mientras el agua le cho- rreaba entre las piernas. : Pintar algae s19it', 2 ribié Marcel Proust: e con nuestro pasado. Es trabajo perdido el que- intitiles todos los afanes de nuestra inteligen- a fuera de sus dominios y de su alcance, en un | (en la sensacién que ese objeto nos daria) que del azar depende que nos encontremos ane nos Tequa leone ane no lo n ridiculas, que si no 9 oy segura de que no lo a hacer a propésitg Si ni Pero ahora que sé me da risa, elegido un marcador ros, Verde. Verde cocodrilo, Iguaj tado a Margo el suefio de Ios Mariposa Diana habia exigido un traje de mariposa. Teresa no sabia qué elegir. Su madre decidié que con una po- llera larga, una blusa, un pafiuelo y muchos collares y pulseras, se vestiria de gitana. No habia tiempo para coser dos disfraces. Su madre tenia una maquina Singer a pedal. Teresa la vefa girar la rueda para que se moviera la aguja sobre la tafeta amarilla. ———- Acababa de entrar. Cocedtile con fler rosa | Sondra Siemens desliz6 una palma hacia arriba y hacia abajo y se Pree ae en- Juago. Termin6 de secarse las manos y las olié, Est: 7 conforme. v/staba Cuando salié del bafio, se senté en el piso de] com *. < & dor a mirar cémo su madre cosia el disfraz para Diana. 42 EI sillon verde El viernes siguiente me recibié Flecha. —(Flecha? —Ya venia con nombre —me a Magar, Asilo llama- ron en el barrio porque es largo y flaco como una flecha. Tenia una pata embichada. Cuando Margo lo encon- tré los gusanos le llegaban hasta el hhueso. Y sobre el cuero tenia unos manchones de pelo gris, el resto en carne viva. Rosa fuerte. ‘nace El pueblo esté lle1 1 pptla son galgo = Cocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens ra castigarlo Jo cuelgan de un Arbol 0 lo gac que pal : yen mucha plata. Dicen. can. Las carreras mue Flecha ahora esta bien. El pelo le creci6 parejo, grig claro con manchas chiquitas grises oscuras. Le brilla Parece otro pero. Se mantiene alejado de las personas, pero tiene sus momentos. Cuando Margo me abrié la puerta, vino a saludarme. —4Puedo pasar al bafio? —Claro. En el bafio de Margo habia un jabon que no me gus- taba mucho, con olor a pino, a desinfectante, pero igual me lavé las manos durante un buen rato antes de vol- ver al taller. Flecha habia salido de la casa y se estaba acomodando de nuevo debajo del castano. Margo puso mtisica. Un cedé de Aretha Franklin. No la conocia y me gusto. Aretha grita cuando canta. Tiene una voz impresio- nante, y cada vez que grita, me pasa algo. Me dan ga- nas de saltar. De gritar con ese grito. Es una sensacion linda, Despaee Margo me preparé un caballete y me dijo a a. lo que quisiera. Que usara los mate- mas me gustaran. Lapiz. arelas. —No sé... ae 2 al ° a i —Es un juego. Hay que soltarse : go y se fue ala cocina a preparar té. “uate La voz de esa mujer tenia una fuerza que atropella- ba. Me dejé llevar. Busqué los pomos de acrflicos. Verde. Puse un poquito en la paleta de madera. Era un verde pastante brillante. Le agregué negro. Y después marrén. Estuve bastante tiempo revolviendo con una espatula esa pasta cremosa hasta que aparecié exactamente el color que estaba buscando. Margo me dejé la taza de té. El color del té era bastan- te parecido al que yo habia conseguido. Tomé unos sor- bos. Algo me tiraba desde el centro del estémago. A lo mejor era un grito de esa mujer. La voz se te clavaba en la mitad del cuerpo. Tac. Se te clavaba como una de esas grampas que usan los escaladores. Tac. Una grampa en el estomago. Y después dale, te tiraba y te tiraba para afuera como si te hubiera atado el alma con una soga. Apoyé el pincel en el medio de la tela blanca y dibujé despacio, con la misma concentracién que tienen los chicos cuando dibujan. Mi pintura se parecia mucho a los dibujos de los chicos. ‘ Dibujé un sill6n. Un sillon rele go, de tres cuerpos. Bichos —Para mi, las mesas tienen que ir chanfleadas porque quedan mas finas. _—Chanfleadas, en la vereda, no entran. _y que vayan dos centros de mesa por cada tablon- —Por qué no las armamos en lacalle,entonces? __ Sea donde sea, hay que pensar el tema de las luces. —Con las luces de la calle se va a llenar la aC bichos. " wary aest Pajaritos Diana esté en Rosario. Vive ahi. Vive como todos los estudiantes, un poco alla, un poco aca. Mejor seria decir que esté en Rosario mientras estudia Abogacia. Esta alla de lunes a viernes y vuelve al pueblo los fines de semana. Ahora esta alla porque prepara una materia para rendir en marzo. Se tomé todo enero de vacaciones y ahora esta otra vez en eS .. i. | Cocodrilo con flor soso | Sondra Siemens vacio. No. Un vacio, no. Un silencio incémodo. Yo también me voy a ir a estudiar a Rosario. Todavig | no sé qué. No estoy decidida. Papa me dice que no me i apure, que me tome el tiempo que necesite. Mama me { dice que con lo que me gusta nadar tendria que esty- diar profesorado de Educaci6n Fisica. No sé. Me gustan otras cosas también. Pero no sé si t me gustan lo suficiente como para estudiar una carre- i ra. Una carrera es para toda la vida. Tengo que decidir algo para toda la vida. Papd me dice que no es asi. La vida es larga, me dice. ot OfBeOR 5 Me gusta pintar, por ejemplo. No sé si pintar es una i carrera. Mama me dice que no, y que esa mujer (asi le ! dice a Margo: esa mujer) no hizo mas_ que confundirme | No sé sies una inquietud. Es un algo. Un silencio, Un ft Se ee Ahora que digo pajaritos me vienen a la cabeza los dias de lluvia. Yo corrfa a buscar las botas de gorna, amarillas las mias, azules las de Diana, y nos paraba- mos en la galeria y cantabamos como dos poseidas. Ahora pienso que cantébamos como si fuera un man- tra y al final, cuando deciamos jab6n, Diana me daba la mano y saltaébamos sobre el charco que se forrnaba entre los jazmines. No sabia que los pajaritos podian sobrevivir tanto tiempo. Me sorprende cémo funcionan las cosas adentro de mi cabeza. Me sorprende y me asusta. Tengo un mago chiquito ahi adentro. Un maguito con infinidad de pa- fuelos negros. El mago tapa las cosas con sus pafiuelos. Tapa. Tapa. Tapa. Todo negro en mi cabeza. Igual que en esas casas de las peliculas, en las que no vive nadie y los muebles estan cubiertos con sébanas blancas, pero negro en mi cabeza. Todo negro. Y de golpe, un dia, el Covodrito con Hor rosa | Sondra Siemens Cuando mama y papa volvieron de las Vacaciones ominé, La Prime. 79 ¥ ex; o ibnog it Y .olithepes ofes, as PP ROBMD, : TgsIg she ar 82 OR Rel oT. 534 vai sup “2 Sides an SUP 0129 noOD BIg AAS Hi poRse Te Soe Mie 52 Suefio Debé ser invierno porque tengo un puldver de cue- Ilo alto. Estoy en mi casa. En el patio de mi casa. En el borde de mi pileta. Estoy parada mirando la capa de musgo sobre el sguverde y les Renee como manchas de pee . No sé cémo, me ——_ Cocodrilo con flor rose | Sondra Siemens Entro a la casa toda mojada. Mama y papé se Ponen a discutir entre ellos. Dicen que es un peligro que esos animales anden sueltos por el patio. Piensan estrategias para sacarlos de ahi. No digo nada, pero no entiendo cémo no se les ocy. rre pegarles un tiro en la cabeza. PU OL US Suplog-ocmeemepeei lS SSE oped lo ntnsens tdonpageteths .siolig inneb-s! geen sb eqeo sl cbastic: aberquye::. 113 S$ sp esbirbog eaind anh: Orquesta —éY el piano? —£n su casa, por suerte... .. asi que hay que sacarlo a la vereda, nomas. .. escenario. ‘ 4 escenario va a estar en la ‘vereda del Amadeo, entonces. mba © —jQué emoci6én! —Don i tine va a tocar el Y Carnaval Diana era una mariposa. Tenia el cuerpo enfundado en una malla amarilla, cancanes amarillas y alas. Alas de alambre y tul con dibujos bordados en lentejuelas de colores. En la cabe- za, un gorro de tafeta también amarilla, dos antenas de alambre forradas. Su madre le habia sombreado los ojos de verde y los labios ojos. Se Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens Como pudo, Teresa se las enderezé6, Asi y todo, con las alas torcidas, le dieron el al mejor disfraz. Teresa estuvo de acuerdo. Era la mas linda. Premio szoqiiem ¢ayem £ 8 slem sou oo obsbauiee ogpegs Is eucinny E is y esllixears Antonio Anton1o siempre estuvo enamorado de Diana, aunque él diga que no. Y aunque diga que no, da de Antonio. yo siempre estuve enamora- Hablar —Ese cactus, éflorece de noche? —wNo. Florece de dia. —Da una flor blanca? is & —Rosa. De hojas finitas, como de papel aecnnaien qué me estas contando esto a mi, que soy una extrana? Asilo s La t1a tris es mas joven que el tio Amadeo. En agosto cumplié setenta. Mami llevo una torta al asilo. La de cho- colate y merengue que le gusta a la tia Iris. Yo no fui. En agosto yo ya habia empezado el taller con Margo y nO sé si fue algo que pas6 ahi o qué, pero de golpe todo aquello me habia aparecido en la cabeza. Yo veia cosas que no sabia si eran reales o las habia sofiado. No sabia por qué, pero no pude ir. Mama volvi6 triste porque la tia Iris tenia uno de esos dias negros, en los que se pone agresiva y no reconoce a nadie, salvo al tio a ron el “Feliz cumpleafios” se | Sandra Siemens aan ue parece que le tiene mucha paciencia ag jg tha [py q i 8, porque le hace acordar a su mama, aus nse i Cocodrilo con flor rosa alzhéimer. . La tia Iris empez6 con los sintomas cuando tenia te senta, mas 0 menos. A veces no estaba segura de qui. nes eran las personas que estaban con ella, 0 Saliay ng sabia como volver a su casa. Esas cosas, asi, Y de R0lpe, hace unos tres anos la enfermedad se aceleré y ahorg ya no sabe nada de nada. Esté perdida. Totalmente per- dida. Ni siquiera se da cuenta de que esta en un asilo, La tia Iris habla poco. Si. No. La mayoria de las veces se comunica con sefias. Tiene cara de muerta, la tia Iris, Como silos musculos no le funcionaran. Las tinicas ve- ces que se rie y hasta tararea es cuando el tio Amadeo toca en el piano “Cambalache”. Ahi Parece que se le abre una puerta en la cabeza y por un rato vuelve a ser la tia Iris de antes. Yo iba a visitarlos. Hasta que empecé el 4 ver. Es mas, cuando mama y papa se: Sierra y Diana estaba en Rosario, yo Pasar todos los dias por el asilo. s *sto de la agresividad fue algo ni bia visto asi, como dijo Silvia, _ on nate ahora que lo pienso, Julio, ya se habfa puesto un a Ilovizna finita. Horri- frio mortal y cafa un: a siesta. Todos menos asilo dormian li ué y ella me miré y me dijo: Qué mirds con esa cara de boba. as de que no le contestara. Hacia un ple. Todos los del Ja tia Iris. Me acerq' __Y vos quién sos. La senora Elisa me hizo seni —Hoy esta alterada —me dijo al oido. La tia Iris siguié hablando con frases imposibles de entender. De a ratos parecia que estaba rezando. Pero no era un rezo. —... malfatti... —,Cémo, Iris? —le pregunto la s —... de espinaca. —scémo dice, Iris? —jMalfatti de espinaca! —le gritd, enojada porque ndia—. A la nena le gustan los malfatti mbrolladas, efiora Elisa. Elisa no le ente de espinaca. Yo se los hago todas las semanas. Los do- mingos casi siempre. Lasefora Elisa sabia que Iris y Amadeo no tenian hijos. — A quién le gustaban los malfatti, Iris? —A la chiquita, Teresa. Todos losdomingos. Yo estaba sentada debajo de la ventana, inmévil. Y lloraba. Habia empezado a llorar apenas la malfatti. Y cuando dijo a la chi a seiio 66 SS Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens —Teresa es esa chica linda que la viene a Visitar? —Cuando terminan de almorzar, Amadeo yla hhetig miran la tele. Se sientan en el sill6n de] living @ Mira peliculas. Lo odio. —éA quién? ;A Amadeo? —jNo! jAl sill6n! No hay manera de mantener| pio... No ves? —No. —éNo lo ves? jAndé a la mierda! lo lirn- —éDe qué color es? —Je siguid la corriente la sefiorg Elisa. —éNo ves que es verde? éDe bouclé verde? Toc4 —je agarré la mano y la oblig6 a acariciar la silla de plastico en la que estaba sentada—. éNunca viste un sillon de bouclé verde, vos? —No. —Qué tonta que sos. —éY usted qué hace mientras Amad f€0 y Teresa mi- ran la tele? —Aspero, Tengo que pasarle la aspiradora todos los dias. —éQué? La tia Iris se qued6 en silencio, Parecia que ya habia terminado de hablar cuando suspiré y dijo: —Limpio. —éY después? —Duermo la siesta. _ Asi que antes Iris e rio la sefora Elisa—. todo el asilo is oe hora? Es la inica en dormia la siesta, y 2 que nunca duerme. gusta dormir la siesta. oz. Me levanté, saludé a la sefiora me fui. La tia Iris seguia hablando fueran el chorro de la canilla. arado de lloviznar. como se me habia borrado. Malfatti, mal hecho. Eran 5 mal hechos que la tia Iris me preparaba los antes de ir a mirar la tele al living. Como Malfatti. El perverso del mago que un pafiuelo negro. Destapo algo. Abrié un circulo de luz. Malfatti, la palabra magica abrio una puerta en lo mas hondo de mi cabeza. jAbre- ue la puerta que se le abre a la tia te, sésamo! Igual q Iris cuando cantan “Cambalache”. Solo que la tia se rie —No me No me salia la vi Elisa con la mano y como si las palabras fuera no habia p Jos hoqui: domingos, me habia olvidado. vive en mi cabeza sacd cuando se abre esa puerta y yo no podia parar de llorar. casa? - Mend —Yo OP1NO como la Angelita: ensalada rusa con matambre arrollado. —Votemos. Levanten la mano las que oreo, eanaied tes cuatro.. vacieall lechén con ensalada. P —¢La vajilla? sccm = Caballos amarillos Antes de que se fueran al corso, antes de que Anto- nio le aplastara las alas de mariposa a Diana, y antes de que Diana ganara el premio al mejor disfraz, su padre fo- tografié a todas las chicas del barrio. Habia una india, una dama antigua, un arlequin, una mariposa y una gitana. En el centro del grupo estaban ella y Diana. Diana en primer plano, con los brazos en jarra y la mirada en algan punto més alla del fotégrafo. - puene De Teresa se vefa la mitad. La fled de su cuer- Nadar No hay gente en la pileta. Me siento en el borde y meto las piernas en el agua. Antonio se sienta al lado mio. E] agua esta fresca porque ayer llovid y hoy sigue un poco nublado. En el verano nadamos juntos todos los dias. En invierno no, porque no hay pileta climatiza- da en el pueblo. El afio que viene, cuando me vaya a estudiar, voy a nadar en invierno porque en la ciudad si hay piletas cli- matizadas. Aunque no sé si me va a gustar el agua ca- liente. Me gusta meterme en el agua fresca. Ni siquiera me molesta el cloro que le ponen. Antonio dice que le ponen demasiado y protesta. A mi me gusta. Me parece que mientras nado me voy limpiando. —Ayer le escribi a Diana para que cuando venga me traiga otro jabon, porque el que tengo ya se me esta ter- minando. No me gusta quedarme sin jabén. ; ie mens Cocodrilo con flor rosa | Sandra Sie! Antonio se inclina para mojar las antiparras Vane iy —Estas triste, amor. —vViene el jueves, para la fiesta. No me doy cuenta, pero todo el tiempo le estoy ha. blando de Diana. Antonio es mas grande que YO, tiene la edad de Diana. Fue con ella a la escuela. Antonio ya se cans6 de decirme que no le importa Diana. Que me quiere a mi. Que a mi me va a extrafiar cuando me vaya, Que a mi me va a esperar hasta que vuelva. No sé por qué no me sale creerle. En realidad, no es eso, en Treali- dad le creo. Yo no me creo, No es él. Yo no me creo que Antonio me quiera a mi y no a Diana. Diana, que es tan linda y tiene ese caracter. Tan segura de lo que quiere, en cambio yo... A veces tengo la sensacién de que me diluyo. Debe ser Por eso que me gusta nadar. Me vuelvo agua en el agua, nada. Yo nunca sé nada. No sé por qué, Pero pienso que nadie me ve. Que nadie puede verme de verdad. Y también es un alivio Porque ¢qué tengo de interesante para ver? —Si te veo, renacuajo —me dice Antonio. —éSabés que hay una flor en eld lesierto que vive una sola noche? —Te conozco mas de lo que vos creés, Ay, me encantaria que fuera cierto lo que dice Anto- nio y almismo tiempo me da Panico que sea verdad. —éCémo sabés que estoy triste? aut —Los ojos. Se te ponen amarillos cuando estas tris iste, Me sube un calor desde el est6mago. Muerdo. Aprie- to los dientes para no llorar. Pienso que a lo mejor pue- de ser una senal de algo. Esta mafiana volvi a mirar las dos fotos que saqué de la caja grande. En julio, cuando me quedé sola, después de la tltima visita a la tia Iris, me puse a buscar fotos. Necesitaba verme a esa edad. Revolvi la caja en la que estan todas las fotos de la fa- milia y me quedé con dos. Una de mi comunién y otra de un carnaval. Del carnaval en el que Diana gané el premio al mejor disfraz. Apenas vi la foto, me acordé de algo que me habia dicho papa. Que tenia caballos en los ojos. Caballos amarillos. ;Por qué Antonio me habla justo ahora de mis ojos amarillos? zEs verdad que pue- de verme? ZY esa mirada? ¢Esa mirada me va a pulve- rizar? gMe va a abrazar? Una sefial de qué. Ay, éde qué? —4Caballos amarillos? —le pregunto. —{Caballos? —Papa me decia que tenia caballos amarillos en los ojos. Antonio se mete al agua y se pone las antiparras. Me aprieta la cintura y me levanta como a un bebé, me lle- va al agua con él. Voy resbalando contra su cuerpo. Me mira con las antiparras puestas como si fueran lentes, lupas. Me mira adentro de los ojos. —Tiene razén tu papa —me dice—. Tenés los ojos llenos de caballos amarillos. Y me abraza. Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens Dale, renacuajo, que se nos va la hora. En Cualquie, momento se llena la pileta de gente. : Yo sé que no. No hay gente porque esta nublado y frig —Okey. : Me acomodo en el ultimo andarivel y Antonio en de al wes Empiezo a nadar. Y a medida que nado . voy sintiendo cada vez mejor. Agua en el agua. > eae en el agua. Y también sé que Antonio esta es, Si que es una sefial. No sé de qué, pero es buena. : Budin de naranjas El Ultimo viernes de agosto Margo me esperaba con un budin de naranjas, receta de su abuela. Flecha no estaba. Margo lo deja salir a la calle. Pasea por el pueblo, se junta con otros perros y, como si tuvie- ra un reloj, vuelve antes de las seis. Hasta ese momento, mi rutina de los viernes en el taller era siempre la misma. Llegar, ir al bafio a lavar- me las manos y después sentarme frente a mi trabajo: una tela blanca con un sillén verde exactamente en el centro. No se me ocurria faltar, Al contrario, contaba los dias para que llegara el viernes. Era lo tinico que me impor- taba. Cuando terminaron las vacaciones intenté reto- mar las clases de yoga, pero no pude. Después de esa Ultima visita a la tia Iris, después de que esa imagen apareciera en mi cabeza, empecé a sentirme rara. No Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens aN podia respirar. Cuando la maestra nog piréramos hondo tres veces, yo no pod: milimetro la bola de pelos que tenia Pedia que ; 18 Move; hi, : nla atascada eg, pulmones o en la traquea, o en algiin lugar, ahi, Do my lejos del medio del pecho. Asi que abandoné, ‘y Se podia decir que mi trabajo en e] taller tary, avanzaba demasiado. Me sentaba frente a la tela miraba. Preparaba unos tonos de verde y daba UNos re. toques, unas pinceladas en el sillon, pero nada més, Margo me hizo otras Propuestas de trabajo, Yo nun- ca quise. Miraba la tela esperando que me aparecierg algo mas. Ella trataba de moverme de ese lugar en el que esta- ba. Era un lugar peligroso. Yo ponia mi banqueta al bor- de del precipicio. Después me di cuenta de que Margo Podia verme ahi en el borde y me estaba vigilando. Después de la clase en la que pinté el sillén, llevé una foto y la pinché en el borde superior de mi tela. Un viernes legué al taller con una fuerza nueva, como un entusiasmo. Preparé mis verdes y le pinté unas a las patas del sill6n. Y de un lado le dibujé una cola, y del otro, el perfil de una cabeza de cocodrilo, con los dos ojos alineados, mirando al frente como en las pinturas de Picasso. Estaba euforica. Pinté rapido y sin respiro. ¥ después me quedé vacia, en silencio, mirando lo que habia pin- tado, durante un tiempo que no pude medir. Antes de terminar la clase cubri las patas, la cabeza y la cola con blanco. Otra vez quedé solo el sillén en el centro de la tela. —éQué buscas? —me pregunt6 Margo. —No sé. —éHablaste con tu mama? —Es que no puedo creer que de golpe se me apare- ciera esa imagen en la cabeza. gYsihaymas?__ —éMas qué? © senengyee & —éSi hay més cosas escondidas en mi cabeza? <¢Si hay mas cosas que ahora no recuerdo: Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens "Margo nunca me habia hablado de ; casi no hablaba, por eso me gustaba sabia escuchar y sabia estar en silencio, tonio. Por eso también me gustaba Ani me habia dado cuenta antes, pero e: habia tirado un hilo que me unia a le que mas cémoda me sentia. — Hurones La caSa de Margo es lo que antes era la forraje- ria de su abuelo. A Margo le gustaba jugar a atender el mostrador y pasaba mucho tiempo en el negocio. Un amigo muy cercano de su abuelo era gerente de la cooperativa agraria, donde estaban los silos de gra- nos. Un sefior grande como su abuelo y siempre bien vestido que le llevaba caramelos de leche cada vez que pasaba por el negocio. Un verano, el amigo de su abuelo le prometi6 que le mostraria un hurén. A la hora de la siesta la pas6 a bus- car por la forrajeria y la llevé hasta los galpones donde se escondia el hurén, entre las bolsas de cereal. Usaba un saco beige con un pafiuelo blanco y arru- gado en el bolsillo de adelante. Adentro del galp6n estaba fresco y oscuro. El ami- go de su abuelo la llevaba de la mano. Y Margo no se Ta | soltaba porque tenia miedo de que e] hurén a ra por sorpresa. La sento arriba de una pila de boleae No le sacé la bombacha. Margo recuerda algo blandg y caliente chocando entre sus piernas. No recuerda qué le dijo el amigo de su abuelo. No recuerda las Palabrag Cocodrilo con flor roso | Sondra Siemens que us6, pero recuerda haberlo tocado Porque 6] le Ie. v6 la mano. ;Qué le habra dicho?: :Dame la Manito, to- came acd que me duele? Si vos me tocds me sana? Quién sabe. Quién puede saber. La memoria es traicionera. Nj siquiera ahora Margo imagina qué palabras Puede usar alguien para eso. Yo tampoco puedo. Pero Margo si re- cuerda las palabras que le dijo después. Esas palabras le quedaron grabadas Para siempre: ids we Shh... No digas nada a nadie. No cuentes nada. Este es nuestro secreto. sds ame Al final, el amigo de su abuelo sac6é el pafiuelo del bolsillo y se limpié antes de cerrarse de nuevo la bra- gueta del pantalén. — 20ismisis2 sdavell. sl sp ob ob qed... OftBo1s> Yer tery si ofénds yi 37 stasis _ Fscamas de limon La fiesta en la calle va a ser igual a las fiestas de la cuadra que haciamos antes de Navidad, cuando éramos chicas. Todos los vecinos de la cuadra comia- juntos en la calle para despedir el afio. Solo que mos anasta: cada las fiestas de la cuadra siempre eran a lac familia Ilevaba lo que queria para comer. Esta vez se es- lo de acuerdo y van a cocinar dos lechones tan poniend que también es vecina y esta en la panaderia de Ana, invitada. Aunque mama y Be: més, quien menos, todo el barrio participa en la orga- nizacion de la fiesta del tio Amadeo. Estan felices y ata- atriz estan a la cabeza, quien reados como hormigas. Tuvieron que adelantar la fiesta dos dias. Por eso el barrio esta mas acelerado. El intendente no les permi- tié cortar la calle para poner las mesas y todo, porque a Cocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens una cuadra esta la sede del club, que el sdbado Organj. za un baile de carnaval. Va a venir un grupo de cumbia que no sé de donde es. Y también van a cerrar Jag ca. les que desembocan en la cuadra del club, para que la gente no entre sin pagar. Las van a cerrar con lonag de camiones que atan de un arbol a otro. El fin de semana se me hizo eterno porque no pude ir a nadar. Los fines de semana no habilitan los andarj- veles. Por suerte hoy fuimos, con Antonio. Entro a casa después de colgar la malla mojada en e] tendedero del patio. Encandilada por la luz de las dos de la tarde, camino de memoria por la casa en silencio. Papa seguro duerme la siesta y mamé esta en lo de Bea- triz, con los ultimos preparativos. —éQuerés? —me dice papa, sentado en la penumbra de la cocina. Me ofrece una cascara de limén con azuicar. —Me asustaste, pensé que dormias. En un plato hay cuatro mitades de limones de cdsca- ra gruesa. Una de ellas ya pelada. Papa corta una esca- ma amarilla de una de las mitades, la cubre de azucar y se la mete en la boca, como una hostia. —Amén —le digo. Y hago lo mismo con que dejé para mi. —Mami hizo tarta de zapallitos, —Otra vez? ; Papé sigue descamando limones. _ Bei —Con suerte, ya va a pasar la fiesta Las palabras de papa me recorren la espalda como a helada. Por qué lo dice. Yo sé que no le gus- lo sé. Pero gpor qué dice esto de esta fiesta en particular? {Lo dice con un tono diferen- gMama habra hablado con él? éSabe? Me gustaria pero mientras habla sigue pelando li- una vibor: tan las fiestas. Si, eso te? mirarle los ojos, mones. _—-Pensé que dormias. y entonces si, levanta los ojos y me mira. Y ay, tristes. Tiene los ojos si, me parece que tiene los ojos lejos y de saber. Se me viene el mundo abajo. Que diga algo. Que diga algo, Dios mio. O que me abrace. No dice nada, papa. Yo respiro hondo. Hondo. A lo mejor es cansancio. Y no es que sepa. A lo mejor no sabe y esta cansado nada mas. A lo mejor, mama no le dijo nada. Y son ojos de estar cansado. Pero sino le dijo, la odio por no haber- le dicho. Porque yo no puedo. Yo siempre fuila princesa de papa. No, el patito feo. Diana es la princesa. Diana y mama son iguales. Y papa y yo somos patitos feos. Yo no puedo decirle a papa. Yo estoy llena de vergiienza. Yo estoy llena de culpa. Yo soy una ciruela agusanada. Echada a perder. —Dormi un ratito, pero me desperté y no hubo ma- nera —dice papa—. Hace mucho calor. ¢No escuchaste las chicharras esta manana? —Mmm. siXe —Va a llover. dog .eibrretee os eboreh Cocodrilo con flor roso | Sandra Siemens Me levanto y voy al baiio a calmarme, a lavarme manos. "= Papa a veces intuye como los perros, Yo no ten, perro ni gato, pero dicen que los anima) tristeza de los duenos y se rascan entre 89 nj les Siente Sus Piernas ; ‘™Mpre fue asi, | hombre még ente., Digo que cente. Fue do. CO. Sigue con el mbre educado, Mama nos dice que tenemos que estudiar y tener un ti. tuloy que no tenemos que hacer como Papa, que desper- dicié la enorme capacidad que tiene. Desde chicas Nos dice lo mismo a Diana y a mi.y Papa la es cucha y sonrie, Una sonrisa corta, casi un gesto, brevisimo. Yo siempre se acuestan al lado. Acompafian. Papa sie: No es un hombre educado, No, no. Es e| educado del mundo. Y es lector y @s intelig, no tiene un titulo, como mama, que es do cente, ahora esta jubilada. Papa es mecani: taller de mi abuelo, que tampoco era un ho: Vuelvo a la cocina hilera de cascaritas d —iTa-te. y Papa cubre con azi le limon, “ti! —digo mientras cue cascaras y Teparto el mismo name: como la que sobra, Tantos meses es naba que Papa lo los demas no en caruna larga nto raépidamente las TO para cada wi Perando algo. éQué? A agarraba a pirias al tio tendian, pobre viejo... soportar el dolor que yo le provocaba. Porque qué po- dia cambiar él? Meses y ni una palabra. Tenia que ser que no sabia. Mama no le habia contado. Meses adivinando miradas y pausas y silencios. Como podian sentirse ellos, que eran los que tenian que cuidarme. Como seguir con la culpa de no haber visto lo que tenian que ver. Meses pensando en cémo seria mi vida si esa imagen no hu- biera aparecido en mi cabeza. Meses y meses sin saber si queria que papa dijera algo o que se quedara en si- lencio. Ahora con la fiesta me daba la impresién de que todo se aceleraba. Papa se chupa los dedos y acomoda la primera cas- cara. Sigo yo. El que hace ta-te-ti gana las tres cAscaras de limon con aztcar. Ta-te-ti. Amén. Ta-te-ti. Amén. Ta- te-ti. Amén. Me intuye la tristeza como un perro, papa, pero creo que no sabe. Bah, no sé. Estoy casi segura de que no sabe. No, no sabe, no puede saber. Eso me alivia. Si su- piera y no me dijera nada, me destrozaria el corazén, que ya tengo agusanado como una ciruela. Cecedrile con fler rose Sondra Siemens Qué pelo tan fragil, mi chiquita. Era muy fragil, Teresa. El tio Amadeo le juntaba todo el pelo en la punta de ly cabeza, lo comprimia hasta que quedaba un montoncito que le cabia en el puiio y después lo soltaba. Lo espareig y lo volvia a juntar y a esparcir, una vez y otra vez, Teresa se sentia querida. Se iba con el pelo i impreg- nado de olor a jazmines. Durante el resto del dia se cuidaba de sacudir la cabeza para que no se le despren- diera el perfume. Era noviembre. El calor habia empezado tarde aquel afio. Teresa recién se veia las piernas y los brazos, que le brotaban desde las mangas cortas, a blancos, después del invierno. Lis mash Eran las cuatro de la tarde del dia de su peeer co- munién. 3 sae Muchas veces habia sonado conljeaaticiiemietctido blanco, corte princesa, con muchas tablas, , bien amplio. El pelo suelto debajo del tul del on: SS Al tocado si se lo habian hecho nuevo porque las flores se habian puesto marrones. Para compensar lo corto del vestido, Teresa quiso un tul bien largo, hasta debajo dela cola. No pudo llevar el pelo suelto. Su madre no se can- a de lamentarse de que no tuviera el pelo de Diana. sabi lo. No le Mas que pelo parecian plumas de pollo mojad crecia. Se le quebraban las puntas y siempre lo tenia aplastado. Hasta sucio parece, decia a veces su madre. Con un peine, su madre trazé una linea impecable que le dividia la cabeza en dos hemisferios. Agarré las plumas de uno de ellos y las peiné en una trenza que até con una cintita blanca. Hizo lo mismo con el otro hemisferio. Luego levanté las dos escudlidas trenzas que apenas se rozaban alla, en lo alto de su cabeza, y las até. Asi solia peinarla a Diana. Diana y su madre tenian los mismos rasgos finos y las orejas chicas y bien pegadas. Teresa, en cambio, tenia la misma cara redonda que su abuela Teresa y los ojos grandes, las orejas un poco abiertas, como manijas. Encima de las trenzas su madre le acomod6 el to- cado ajustandolo con invisibles, pero el tul caia dema- siado atras, dejando que las orejas sobresalieran a los costados de su cara redonda. Antes de salir para la iglesia, Teresa se encerré en el bafio. Se miré largamente en el espejo sin hacer ni una mueca. No giré la cabeza para ningun lado, No examind E tocodrile con flor rosa | Sandra Siemens ningun detalle en particular. Tenia la cara roja. No oe taba bien sentir esa rabia justo ese dia. Le servirig is confesién que habia hecho o tendria que volver a con. fesarse? {Era pecado la rabia? No se acordaba, Teresa. Tenia la boca apretada. Se dio cuenta de que estaba g punto de largarse a llorar. Estas lista, Teresa, que se hace tarde? Las lagrimas no tuvieron tiempo de salir. Teresa se apuré yselavélacaraconaguafria. El rosario de perlas de la abuela Tae era el que habia sofiado. rod -basid g eff ea Silencio No encontraba el momento para hablar con mamiéa. Ni el lugar. La casa? gl patio? ¢La calle? Nin- gan lugar era apropiado. O tal vez lo inapropiado era lo que tenia para decirle. Pero Margo me amenazaba con hablar ella, si yo no lo hacia. Y no, yo no queria eso, asi que de alguna manera tuve que encontrar el momento y el lugar. Ahora me doy cuenta de que tampoco encontraba palabras. Esa noche papa no comia con nosotras. Tenia un asado con gente del trabajo. Después de cenar le dije a mama que fuéramos un rato al patio, que estaba lindo, que hacia calorcito. La pileta estaba llena de agua verde, podrida. Las ho- jas marrones que habia perdido el roble flotaban y en la oscuridad parecian lomos de ranas. Y era gracioso que tocar con flor rosa | Sondra Siemens Jas hojas perdidas todavia anduvieran dando por el patio, porque el roble ya estaba de nueyo Me senté en el borde de la pileta. El patio e. VUEltag brotado, Staba og. curo, salvo por la luz que daba el cielo, que no era my, cha porque era un cielo sucio y habia poca luna, Seguia soplando el mismo viento caliente que el dia anterior. Esa mafiana papa dijo que iba a llover. Mien. tras esperaba a mama, escuché una chicharra. No po- dfa ser, pero la escuché. En pleno verano las chicharrag te enloquecen en el patio de casa. Cantan a la mafiana temprano y a la tardecita. Te dejan sorda. Pero todavia no estabamos en verano, recién era septiembre. Est4 bien que decian que el calor se habia adelantado, pero era septiembre. Mama venia fumando. No la veia a ella, pero sia la luciérnaga de su cigarrillo encendido. A medida que se acercaba la iba viendo mejor. Se sent6 en el borde, al lado mio. 18 —éEscuchas la chicharra? vob sar stodA —No puede ser una chicharra, no es verano todavia. —Te juro que la escuché. Esperé. — y después me asus- donde papa solo lo que explicarle a la palo agarraba @ pifias y lo mataba. na y ifias. Pero después tenia evo porque entonces taba la esce volvia atras, hasta agarraba ap policia por qué.Y me asustaba de ni todo el mundo se enteraba y me moria de la verguenza. ¥ me dije que nO, que no iba a hablar. gcomo le jba a causar tanto dolor a mis padres? gQué podian cambiar ahora? antes de encontrar las palabras, me largué a llorar. No era lo que queria, pero lloré y mama se acercd, se pego a mi cuerpo y me agarré las manos. —Qué, Teresa, mi amor. No sé cuales fueron las palabras que encontré. A medida que hablaba, mama iba endureciendo la espalda y tomando distancia como si yo fuera un bicho venenoso. —wNo puede ser. En ese momento volvié a cantar la chicharra. Yami me enojé lo que dijo. —Tampoco podia cantar la —No —dijo mama. Lloraba. Estaba derecha como un palo y le caian las lagrimas. Pero no se arrancaba los pelos. —No puede ser —repitid. Yo estaba desolada. Me agarraban de los brazos y me dejaban caer sua- vemente en el medio del océano sin salvavidas. Esa de- solacién. a chicharra y ¢la escuchas? Cocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens —Esa mujer te ha me tido cogag enla —dijo mama, enfurecid Cabez, ne a—. 60 no empez6 todo ee fuiste a ese lugar? ms éCuanto ibaa aguantar antes de hundirmes —la cabeza es... reales, pero NO. Hay que ser Cuidadosos, digo. Los brazos ya se me em ‘1Tor nadar en el medio del océano sin Salvavidas. —AI fin y al cabo, es al: guien que... No sé... digo, el Carifio enorme... Que hay que tener cuidado. Eso, hay que tener cuidado, ‘ pezaban a cansar. Era un Pero antes le dije: —éVos le podés contar a papa, ma? Yo Mama se qued6 en un silencio int —Si, mi amor, si, Bufanda Un inviemo, el tio Amadeo le habia tejido una bufanda a cada una. Roja para Diana, azul para ella. A Te- resa le encant6 su bufanda porque tenia pompones. Las puntas se apretaban como un papel arrugado y se junta- ban en un pompén gordo y suave. La de Diana, en cambio, tenia flecos. El tio Amadeo le dijo que su bufanda era es- pecial porque ella era especial. Y era verdad. Nadie, nin- guna de sus amigas tenia una bufanda con pompones. El tio Amadeo era pianista. Antes vivia en Buenos Ai- res. Alla la habia conocido a la tia Iris y se habian casa- do. Su madre decia que sino se hubiera vuelto al pueblo, el tio Amadeo habria llegado muy lejos. Tal vez estaria tocando en alguna orquesta famosa. De tango. Porque lo que mas le gustaba al tio Amadeo era el tango. Decia su madre que pocos meses antes de que na- ciera Diana, murié6 el abuelo Ismael en un accidente de 101 ian auto. La abuela Teresa ya habia muerto, asf que sy dre se habia quedado sin familia. Por £80 el tio Am. abandon6 todo en Buenos Aires y se volvi6 al Pueblo, g y la tia Iris se mudaron al lado, a la casa de log abuelos, Su madre siempre les decia que la tia Iris Yl tig Amadeo eran como abuelos para ellas dos. Pero niTere. sa ni su hermana les decian abuelos. A la Palabra abue. los la usaban para nombrar a otras Persona: que nunca habian conocido, Cocodrilo con flor rosa | Sondra Siemens S Muertas > shri siudienus ‘Sitar aa Xen sh 19 Ls onlouy gy Lagrimas —Al final el video de la fiesta lo hace el nieto de la Asunci6n. —Ah, mira. —éGratis? —No, qué gratis. —Igual, no es caro... —... encima, nos entrega un cedé a cada uno... —jA cada familia! —Si, claro. A cada familia, quiero decir. —A los centros de mesa también se | var de recuerdo... —jAh! jNo va a con Cocodrilo con flor rosa | Sandra Siemens —Si... es que... | —Todo el barrio lo quiere al Amadeo, j —iNada de lagrimas, que esto eg una fiesta! sitshsivoshivis Lepyit [ A.» erica Sei cS Sar. | ~~ 01829 Onis 119 200 | “O80 Bbhams 3b9> oy S8gaq, ate —-—t—

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