You are on page 1of 5
Seleccién y Prélogo RICARDO PIGLIA EDITORIAL TIEMPO CONTEMPORANEO - B.T.C. tara: Ropotro Bivacut © 1968 EDITORIAL TIEMPO CONTEMPORANEO ¢ E.T.C. 6 8.R.L. Viamonte 1458 © 10° 66 ecto et perder pe Lev IMPRESO EN ARGENTINA « PRINTED IN ARGENTINA a ny ‘Como nos ha ensefiado la lingiiistica el YO es, de todos los {© signos del lenguaje, el mds dificil de manejar: es et dltimo %© que adquiere el nifio y el primero que pierde el afdsico. A me- 2 dio camino entre los dos et esoritor ha adquirido la costumbre de ( hablar de si mismo como si se tratara de otro. Pese a todo, en ciertos libros intenta olvidar esa mdscara: en ellos una subjetividad concreta muestra la cara, es asumida. Exorcismo, narcisismo, en una autobiografia el YO es todo el espectéculo. Nada aleanza a interrumpir esa zona sagrada de ia subjetividad: alguien se cuenta su propia vida, objeto y sujeto de la narracién, tinico narrador y tinico protagonista, el YO pa- rece ser también el tiico testigo. Sin embargo, por el solo hecho de escribir, el autor prueba que no se habla solamente a si mismo: si lo hiciera —sefiala R. Barthes le bastaria una especie de nomenclatura esponténea de sus sentimientos, puesto que el lenguaje es inmediatamente su propio nombre. Obligado a traducir su vida en lenguaje, @ ele- gir las palabras, ya no se trata de Ia experiencia vivida, sino de la ‘comunicacién de esa experiencia, y la Igica que estructura los hechos no es la de la sinceridad, sino la del lenguaje. ‘Aceptada esa ambigiiedad es posible intentar la tarea de des- cifrar un texto autobiografico: se trata, en definitiva, de rescatar las significaciones que una subjetividad ha dejado caer, ha ilu- minado en el acto de contarse: espejo y mdscara ese hombre ha- bla de si al hablar del mundo y a la vex nos muestra el ‘mundo al hablar de si mismo. Es preciso acorralar esas presencias tan esquioas en todos los rincones: saber que ciertos escamoteos, cier- 03 énfuss,clertas traictones ddl Ionguaje son tan relevantes como Ia “confesién” més explicita. 5 Como ningtin otro texto, la autobio,rafia necesita del lector para completar el circulo de su expresividad: cerada en si mis- ‘ma esa subjetividad se ciega, es el lector quien rompe el mond- Togo, quien le otorga sentidos que no estaban visibles. Basta revisar algunas de las pdginas incluidas en este libro (la forma en que Borges 0 Macedonio Ferndndex tematizan el pro- Blema; el intento de Mansilla de instaurar un didlogo natural con su lector, etc.) para comprender que detrds del tono y el ritmo de una voz, detrds de una referencia circunstancial al di- nero 0a la literatura, detrds de la narracién de un acontecimiento politico es posible entrever no sdlo el espesor, el clima, las ilu- siones de una época sino también el nivel de cenciencta (de si mismo y del mundo) que tiene el que habla: el modo en que la tealidad ha sido vivida, interiorizada y recordads por los hom- bres concretos, en una circunstancia concreta, Lejos de querer agotar una especie literarie que tiene en Argentina una tradicién tan fértil, este volumen intenta plantear 1a posibilidad de una lectura significativa: de alli que se incluyan textos que si bien no han sido escritos intencionalmente como autobiografia conserven esa apertura, esa respiracién cargada de gestos y sobreentendidos, esa complicidad que termina por acor- tar Tas distancias, por comprometer la sangre fria le lay kleas en la cilida densidad de lo vivido. En ese sentido pueden ser ledos como capitulos de una autobiografia en marcha, CONFIDENCIAS DE D, JUAN MANUEL DE ROSAS Joan Manuel de Rosas Aqut estoy en el puesto de que me he creido més distante; yo nunca crei que legase a este caso, ni Jo deseaba porque no soy para ello; pero asf lo han querido y ban acercado una época que yo temfa hace mucho tiempo, porque yo he tenido siempre mi Sistema particular y voy a manifestar francamente como lo ho seguido desde que empecé a figurar; conozco y respeto mucho los talentos de muchos de los sefiores que han gobernado el pats, yy especialmente de los sefiores Rivadavia, Agiiero y otros de su tiempo, pero a mi parecer todos cometfan un gran error: se con- @ucian muy bien con Ia clase ilustrada, pero despreciaban a los hombres de las clases bajas, los de la campatia, que son la gente de aceién, Yo noté esto desde el principio y me parecié que en Joe lances de la revolucién, lox mismos partidos habian de dar Jugar a que esa clase se sobrepusiese y causase los mayores ma- les porque es sabida la disposicién que hay siempre, en el que no tiene nada, contra los ricos y superiores, Me parecié, pues, muy importante conseguir una influencia grande sobre esa gente para contenerla, o para dirigirla, y me propuse adquirir esa in- fluencia a toda costa; para esto me fue preciso trabajar con mux cha constancia, con muchos sacrificios, hacerme gaucho como ellos y hacer cuanto ellos hacian, protegerlos, hacerme su apode- ado, cuidar de sus intereses, en fin, no ahorrar trabajo ni medios para adquitir mis su concepto. Esta conducta me trajo los celos y las persecuciones de los gobiemos, en lo que no sabfan lo que se hacian, porque mis principios han sido siempre obediencia a las avtoridades y a las leyes... Ya dije que los sefiores de aqul, ‘onfidencias de D. Juan Manuel de Rosas: Juan Manuel de Rosas [Roberto J. Payré . Anclao en Paris Bloracio Quiroga \utobiografia facedonio Fernindez Revolucién del 30 Hip6lito Yrigoyen Declaraciones del 5 de Oc Juan Domingo Peron Borges y yo: Jorge Luis Borges .... Malandanzas de un Autodidacta: Victoria Ocampo Respuesta a un cuestionario: Julio Cortizar Principio: Exesto Che Guevara ‘Termes Griricot LUMEN cas Mena 527 mm 21-4043

You might also like