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ees ecm Ponce Seren nn i. El problema mente-cuerpo: fundamento tedrico de la psicobiologia ee Dr. José Luis Diaz EL PROBLEMA DEL PROBLEMA MENTE-CUERPO sun ria que me areata, acoso “protien mea-cicrpc” ota ere yo sg a i, ‘cuestién de la filosofia que ha tenido mayor re- ‘es an tigre que me destroza, pereusidn en las teorfas cientifieas de la pico per yey al tg Togta y la neurobiologia alo largo del siglo XX. su fang qe me consume, Ya ia inversa: algunos conceplos y hechos ra ota fen generidos en la investigacién conductual 0 © Febral han afectado considerablemente las pro- I Posiciones filosicas, Esto es asi porque se ha yo, degrcndaent, soy Borge. considerado, para algunos de manera errénea, aalaaareemnebouneain que el problema se refiere especificamente al Jorge Luis Borges: Cerebro y asus funciones. El munde, decgeeiadamente, os Hace unos 25 afios ocurrié una convergencia intensa entre dos disciplinas distantes: la inteligencia artificial y la filosofia de la mente. A la zona de traslape entre ellas se le denoming “ciencia cognitiva” y empezé a avanzar sobre piso firme con la idea de anali- zar los sistemas que transforman la informacién y que incluyen, sin duda, cerebros, ‘mentes © computadoras. La fertilidad de la interdisciplina se hizo sentir originalmente en Ia psicologia convirtiéndose, de hecho, en un paradigma alternativo al imperante ‘eonductismo, Recientemente la ciencia cognitiva ha proliferado todavia mas con el sur- ‘gimiento de nuevas interdisciplinas, como la neurociencia cognitiva, que se aboca al festudio de los fundamentos neurofisioldgicos de procesos mentales especificos y que ‘cuenta con tna publicacién periddiea (el Journal of Cognit ) a partir de 1987, o 1a etologia cognitiva que infiere la capacidad mental de los animales mediante 4% Ayesimacones de as neraiosie «le conden (Copia 1 el estudio de 1a comunicacién social en grupos. Se dice, ademis, que el “matrimonio” entre la psicologia cognitiva y la psicofisiologia es inminente y sus términos han sido establecidos. Tales desarrotlos han empezado a Hlenar el hueco te6rico y experimental que se habia establecido entre un profuso cimulo de informacisn factual generado por las neurociencias, y de anilisis filos6ficos o teéricos en el fea de la filosofia de la mente. Como ejemplo de la visién actual citaré cl caso del filésofo Hintikka, quien estipata la estrecha relacién entre la fenomenologia de la percepeién visual —en la que se puede especificar un sistema que ubica el donde se encuentra un objeto y otro que lo identifi- ca— y los datos de la ncuropsicologia con los que es posible trazar los sistemas cerebra- les involucrados en cada uno de los dos sistemas. Estos datos Henarian los requisitos Para afirmar la existencia de las “leyes psicofisicas” largamente anhelada y debatida por los epistemologos. Uno de los temas que ha congregado a los diversos especialistas de las ciencias cognitivas ¢s el llamado “problema mente-cuerpa” y que constituye una de las mayores dificultades metafisicas de la filosofia desde Ia época clisica, En efecto, las diversas solu- ciones al problema que han establecido los fil6sofos como los diversos tipos de monismos, ¥ dualismos, se han vuelto paradigmas tesricos de diversos cientificos y el debate se ha ‘evitalizado, Exist, incluso, una publicacién cuatrimestral dedicada a los diversos aspec- tos contemporineos del problema, el Journal of Mind and Behavior. Ahora bien, aunque el problema dista de estar resuelto, actualmente se cuenta con un importante acervo de pro- posiciones formales que enriquecen la discusiGn y proporcionan diversos paradigmas te6- ticos con los que es posible establecer explicaciones tentativas de los fenGmenos que con- forman la materia del debate: la relacién entre la actividad cerebral, los procesos mentales, la conciencia y la expresién motora que constituye la conducta. A pesar de los avances de orden te6rico y experimental, persisten en e1 nicleo de Jos conceptos una serie de problemas de dificil solucidn y que requieren de una teorizacién, filoséfica rigurosa. Es asf que el problema mente-cuerpo es un manojo de dificultades Particulares. Enumero a continuacién los que en mi concepto son algunos de los proble- mas especificos que han surgido (0 resurgido) de la discusidn contempordnea del dilema ‘mente-cuerpo, y con los que ha de contender con verosimilitud y coherencia cualquier hipétesis robusta . EL PROBLEMA DE LA REDUCCION Uno de los grandes logros de la ciencia es el fruto de su labor analitica: la posibilidad de explicar cosas y hechos por la naturaleza y comportamiento de sus componentes. Atal explicacién se le conoce como “reduccién”. Un problema central en la discusion sobre liamente se refiere ala posibilidad de reducir ls teorias psicol6gicas alas neurofisiol6gicas. En un extremo, los tesricos materalistas climinativos aducen que la psicologia sera, ala larga, explicada de manera completa y adecuada por las neurociencias. Sin embargo, ‘otros pensadores materialistas —como los funcionalistas— mantienen que la psicolo- ‘a, en tanto disciplina que analiza las unciones de la mente, tiene una metodologia y un ‘cuerpo ledrico independientes. En este sentido se argumenta que las funciones cerebra- les que se manifiestan como contenidos mentales pueden surgir de diversos sistemas ‘neuronales, de modo que no es posible su reduccicn, (© atrial 8 Manual Moderne conan nto ev a. la prebilogia Hay, en esencia, dos soluciones posibles a este aspecto del problema: o la mente se puede reducir a la funcién cerebral, © se puede correlacionar con ella. Se considera que cen el primer caso se favorece la deglucién de la psicologfa por las neurociencias y, en el segundo, la manutencién del estatus de cada una y una interaccién creciente, Esto no necesariamente es asf. Por ejemplo, existe una reduccién ontol6gica completa y cohe- rente de la quimica a la fisica, de tal manera que sabemos que todo fenémeno quimico se ‘n6menos emergentes del nivel propiamente molecular, como la capacidad interactiva centre moléculas y su transformacién, se entienden por leyes fisicas del nivel atémico. No obstante, esta reduccidn ontoldgica no sustituye a la quimica por la fisica. Ambas disci- plinas mantienen una clara independencia metodol6gica. De una manera similar, el tema de la reduccién de la psicologia a la neurociencia pretende tratar la posibilidad de expli- caci6n coherente y completa de la mente en términos de las neuronas, de manera similar al caso de Ia quimica y Ia fisiea. Es necesario decidir si el caso de la mente y el cerebro es equivalente al de las ‘moléculas y los stomos, porque sucede que existen otras opciones, como sucede en la geologfa, cuyas leyes no sc explican en términos de los constituyentes quimicos o fisicos de la Tierra, sino en funciGn de explicaciones més amplias que ineluyen no sélo al com- portamiento de ciertas placas tect6nicas en estudio, sino del sistema de la corteza y la profundidad terrestres considerados como un todo, Se podria considerar el tema de laconciencia o de la psicologia como andlogo al de la geologia en el sentido de que tiene mayor importancia su relacién con leyes del suprasistema —en ese caso, leyes antropol6gicas, conductuales o sociales—, que su relacién con la fisiologia de las neuronas. Es posible que el debate entre reduccionistas y holistas sea innecesatio, ya que algo hay de verdad en ambos lados de la trinchera. Ahora bien, aunque es dificil negar la validez de este razonamiento, permanece el problema del tipo preciso de relacién entre mente 0 conciencia y cerebro 0 cuerpo. EL PROBLEMA DE LA REPRESENTACION ‘Una de las propuestas iniciales de la ciencia cognitiva es la idea de que existen represen- taciones en los sistemas procesadores de informacién, constituidas por la manera como el sistema mapea la informacién de su exterior y en ocasiones de su interior. ;Cudl es la naturaleza de tales mapas? La pregunta se formula en referencia asi las representaciones ‘mentales constituyen un fen6meno de caracteristicas fisicas, l6gicas, analégicas 0 proposicionales y, en el caso de la mente humana, de cudl es la relacién precisa entre éstas y los fenémenos neurofisiol6gicos, por una parte, y la conciencia, por la otra. La ‘mayoria de los fil6sofos, a diferencia de os neurocientiticos, argumentan que el lengua- je proposicional que conlleva significado en frases y que implica intencionalidad, como es el que expresa deseos 0 creencias, no es traducible al lenguaje fisicalista de la ciencia, tuna dificultad que aceptan incluso fil6sofos materialistas de la talla de Quine. En cual- quier forma, se acepta que deben existir mapas o representaciones en los sistemas ‘cognitivos cuya naturaleza es necesario elucidar. La especificacién de la naturaleza del término “informaciGn’” parece fundamental ‘en este problema. Aunque existen multiples acepciones de la idea de la informacién, ‘desde las estrictamente matematicas de la Teoria de a informacién de Shannon, hasta las ‘mas imprecisas que la identifican con lox mensajes de la comunicacién, es evidente 4 Ayrsimacons de las sereio vedete {Capiale EL probleme mete-cuere:fudamenie tice del pseabisogie 7 dose hace tiempo que las propiedades ontol6gicas de las formas (como un rostro ges1o) y los signos (como una letra © una nota musical) que conllevan informac ‘contrastan con la sustancia que la sustenta. En efecto, Ias formas se disipan, surgen y desaparecen o permanecen a través de los cambios de Ia sustancia fisica, se transfo ‘man y se transficren. Este cardcter de las formas y los signos hace que se les identi que con los programas —el software— en computacion o las mentes en la psicologia cognitiva, a diferencia de los cerebros © computadoras fisicas —que constituirfan el hardvware—. Se establece, entonces, un cierto dualismo de propiedades entre el sopor- te fisico y la informaci6n. La representacién serfa entonces un elemento de flujo de informacién por medio del cual un sistema cognitive reconstruye la informacién mis- ‘ma. Sin embargo, las relaciones entre la representacién, la semantica, la coneiencia y el cerebro son intrincadas. EL PROBLEMA DEL MODELAJE La naturaleza de las representaciones cognitivas tiene una manifestacién conereta y ac~ ‘wal en la posibilidad o no de simularlas in maquina. De hecho, la computadora pose 'un mapeo de informacién que se puede considerar una representacién en sf misma o un ‘modelo de la representacin que tenga lugar en el cerebro bioldgico, La inteligencia artificial constituye, desde hace unos lustros, una aproximacién téenica y metodoldgica concreta en este sentido, aunque persiste el debate sobre si es posible simular el pensa- ‘miento en la computadora o, viceversa, si el cerebro puede ser comprendido como una computadora huimeda (es decir, que su informacién se maneja mediante neurotrans- isores, receptores, iondforos y otras moléculas en vez.de microcircuitos) o bien de sila ‘mente pueda ser modelada por un algoritmo. Los tedricos de la inteligencia artificial tienden a responder afirmativamente a estas preguntas y también sus véstagos, los funcionalistas, aunque con especificaciones de excepcidn entre las que se cuenta, de acuerdo con Alan Wolfe, la comprensi6n de significados y la conciencia. En contraste, varios fil6sofos de la mente (como Searle) y mateméticos (como Penrose) responden argumentadamente que no. El debate se ha vuelto a encender alrededor del libro The Emperor’s new mind de Penrose. En el corazén de este asunto late la pregunta esencial sobre si las mentes, y en particular las conciencias, estin sujetas 0 no a las lees fisicas, Se considera que el argumento del Cuarto Chino de John Searle, ha sido decisivo para objetar la posibilidad de que las computadoras posean procesos mentales © con= Ciencia, como es entendida por los seres humanos. El argumento propone que se ubique luno en el interior de una computadora de tal manera que sea capaz, de acuerdo con ciertas instrucciones, de realizar operaciones con signos chinos de lenguaje sin enten- erlos y afirma, en consecuencia, que las computadoras poseen sintaxis pero no eemén- tica, es decir, que pueden ordenar signos de manera significativa para sus programadores pero que no saben lo que estdn haciendo. Dado que la conciencia esti permeada por la semintica, Searle concluye que la computadora no disfruta de procesos conscientes, Debo hacer notar que, en este caso, Ia computadora satisface la prueba de Turing, segiin Ja cual un observador no podri diferenciar la expresién de la maquina de la de una Persona, de modo que esta prueba no seria suficiente, como se habia propuesto, para adseribir mente o conciencia a la méquina. El argumento es muy ingenioso pero asume ‘un hecho en el que no todos estarfan de acuerdo: una estrecha unién entre semntica y ‘conciencia, En contra de esta confluencia se pueden invocar casos —como los pacientes affsicos y Jos animales superiores— de sujetos que estén dotados de conciencia pero no de lenguaje. Con esto persiste el problema del modelaje de Ia mente. ‘Cualquier monista materialista se debe ver obligado a aceptar que una maquina tan ‘compleja como el cerebro, equipada incluso de capacidad plastica, debe estar dotada de subjetividad. Sin embargo, se debe agregar que la presencia de mente, de significado 0 de conciencia, no se restringe a una intrincada maquinaria y una programacién adecua- da, sino a una situacién ambiental que les da significado, en la que la conducta y la ccuitura desempefian un papel decisivo. EL PROBLEMA DEL SWJETO La relacién entre “observador” y “objeto” constituye uno de los aspectos del problema ‘mente-cuerpo en el que inciden diversas nociones psicofisicas. Clisicamente ocurre una separacién tajante entre el mundo de los fenémenos fisicos (“Ia realidad conereta" 0 el ‘mundo objetivo”) y de los fenémenos psicol6gicos (lo “abstracto”, la “fantasia”, lo “sub- Jetivo”) pero el hecho de que estos mundos entren en algun tipo de relacién a través de la percepcisn, la representaciGn 0 el conocimiento, evoca la necesidad de teorizar sobre la naturaleza de tal relacién. Esta discusién ha sido uno de los temas filos6ficos que han intrigado a los fisicos desde la revolucién cudntica y relativista del decenio de 1920-29, pero en Ia actualidad la discusi6n interesa también 4 los neurocientificos y a los fil6sofos de la mente. Por ejemplo, para Snyder existe una relacién indivisible entre el observador ¥ el objeto, constituida por una situacién especifica, pero la esencia de tal situaciGn, es “decir, de la observacién, persiste como un problema particular. ‘Como parte sustancial de este asunto se encuentra la pregunta ontolégica funda- ‘mental sobre la esencia de una persona, sobre el “yo” o el “ser”. Su tratamiento constitu- ‘ye una especie de “tcorfa del sujeto” en la cual se debe clegir si el “yo” es una esencia permanente —sustancial © no— una construccién psicol6gica o neurofisiol6gica, una ilusién o una nocién de psicologfa popular. Existe una corriente de pensadores actuales {que afirma, en concordancia con el budismo clasico, que el “yo” no es una entidad ssustancial de las personas, sino una metéfora o una construccién lingiistica. EL PROBLEMA DE LA CAUSALIDAD La relacién causal entre 1a conciencia, la actividad cerebral y la conducta, es otro tema de dificil abordaje y lejana solucién. Hasta principios del siglo XX pareeia fil afir- ‘mar que la mente o la Voluntad eran insustanciales, aunque por acto misterioso causa- ban cambios fisicos en el cerebro, responsables de la conducta. Hoy dia parece més ‘adecuado afirmar lo contrario, es decir, que los procesos funcionales de ciertos grupos neuronales causan 0 producen procesos mentales o conciencia, Si ese es el caso, resul- ta factible adoptar un “epifenomenalismo”, segin el cual, la conciencia es un producto ccolateral y final de ciertas actividades cerebrales sin propiedades causales, o bien pue- de optarse por la idea que Ia conciencia es producto de la actividad fisica pero que si tiene propiedades causales. Asf, para algunos neurocientificos, como Sperry, la con- cciencia surge de la actividad cerebral, pero entre sus propiedades globales considera {que tiene efectos causales sobre 1a propia actividad cerebral. Para otros neurocientificos y los proponentes de la identidad y del doble aspecto, los estados cerebrales no pueden, 8M Ayosimacions de as seraiociae «Ia eodects (Coptaa ‘causar los fenémenos mentales sino que son los fenémenos mentales mismos que, a su vez, causan la conducta, Asi, en referencia a la causalidad mental, existen tres posibilidades: 1) lo mental ‘causa lo fisico, 2) lo fisico produce lo mental, © 3) no hay efectos causales entre ambos, por ser en esencia lo mismo o productos de una tercer realidad. Es posible que un ele- ‘mento clave en la decisi6n de esta alternativa sea la temporalidad, ya que todo proceso ‘causal consume tiempo. Por ejemplo, cabria esperar un retardo entre la causa (p. ¢., Ia actividad de un grupo neuronal) y el efecto (p. ¢), una sensacién de dolor), sila hipétesis de la causalidad fisico-mental es la correcta. EL PROBLEMA DE LA VOLUNTAD En relacin estecha con el anterior, se ubica el timo de los problemas implicitos en la dliscusin mente-cuerpo que, no por lstarl al final, considero sea el menos importante © el ms reciente. Por el contraro, la naturaleza del “libre albedrfo” y de la voluntad en ‘general consttuye uno de los aspectos més antiguos y espinosos de’este debate. Daniel Dennet trata el asunto en un delicioso libro lleno de analogtas y sugerencias; Paul Mechl, Por su pate, ofrece una recapitulacin incisiva sobre el estado actual de este problema, Estos autores, sin renunciar a la evidencia cientifca y, de hecho, alimentindose de ella, son capaces de mantener el libre albedrfo como una opcién sensata que delimita la res- ponsabilidad moral y legal de los seres humanos. Para miltiples analistas, entre los que se ubican personajes tan disimbolos como Freud y Skinner, el determinismo implica una cadena de eventos causalmente enlaza- ddos que elimina la posibilidad de actuar con libertad. En este caso, la conciencia de libertad de accién seria un espejismo, una ilusién de los seres humanos cuya mente y conducta se encuentran fuertemente determinados por su dotacién genética, su fun- cionamiento neural o su historia. Popper y Eecles, por el contrario, sobrevivientes destacados de la escuela cartesiana consideran que la voluntad, una facultad netamente spiritual, pera sobre cierts potenciales siniptcos localizados en el srea de lengua- j- Para algunos de nosotros, la voluntad es un fendmeno real que se puede corrclacionar con la actividad de algtin sector cerebral, como la zona frontal premotora 0 de cual- ier grupo de neuronas comando, que tiene causas y consecuencias, con lo cual se intent reconciliar el determinism y el libre albedo. Este tema se abordaré de nuevo ms adelante. Con todo lo ya mencionado, se puede advertir que la discusién sobre este problema dista de estar cerrada. Hasta aquf el listado de los problemas particulares. En el abordaje contemporsineo 4e estos problemas, la interaccidn entre la psicobiologta, las neurociencias y la filosofia irfacn el tratamicnto de fendmenos especificos con la informacién actual de esta disciplinas en busca de a identificacion de las dificultades y sus posibles soluciones. Sabemos que, aun con la informacién actual, no es posible raificar ni des- cartar en definitiva ninguna de las soluciones tradicionales al problema mente-cuerpo, pero también es cierto que esta informacién presenta para ambas partes nuevas pregun- {as, delimit los problemas y consttuye una oportunidad sin precedentes para elaborat nuevas argumentaciones o incluso modelos coneretos. En el ripido trazado de los problemas particulares del problema mente-cuerpo pre sentado aqui, es notorio que existe un asumto esencial que se rept en todos ellos. Me refiero, desde luego, la naturaleza de la conciencia, El lugar que ocupa la conciencia en (© Senet 8 man Mctee Ycccoer oe msec 8 EL problema mente-cnrpe:fendameste tivicn dela pishniyia 9 Ja ciencia cognitiva y en la neurociencia—y que constituye un tema nodal en esta diseu- ién—se ha dejado de lado, hasta hace muy poco tiempo, por las dificultades seman ‘éenicas y tedricas de su abordaje, aunque hay intentos de levarlo a efecto. Me atreveria, ‘a afirmar que el abordaje interdisciplinario directo, sistematico y profundo de la co Ciencia promete iluminar los espacios aparentemente separados de estos problemas con una luz. unificadora. SOLUCIONES La historia ha atestiguado un desarrollo progresivo de posibles soluciones al problema mente-cuerpo. Varias culturas clisicas establecieron las que serian tres opciones meta sicas excluyentes. Las dos primeras son monistas, pero opuestas: el cosmos consiste silo de una sustancia, sea ésta fisica (como en el materialismo de los griegos presocriticos) © ‘spiritual y mental (como en los vedas y el idealismo platénico). La tercera posibilidad ‘es que el mundo sea esencialmente dual, con una sustancia material y otra espiritual que puedan (o no) entrar en contacto en el ser humano, Arist6teles, por ejemplo, consideraba ‘que casi todas las facultades sensibles del alma estén indisolublementeligadas al cuerpo, ‘excepto la potencia deliberativa y del pensamiento que es inmortal. Fl dualismo maniqueo,, [Por Su parte, postulaba dos principios, uno bueno asociado con el espiritu y el alma, y tun malo vinculado con el cuerpo y la materia. Los escolésticos, por su parte, establecie= ron un dualismo fundamental en la teologia cristiana que perdura hasta nuestros dias pricticamente como un dogma de la Telesi Estas fueron tres soluciones metafisicas que se debatieron, de manera por dems distinta a su tratamiento actual, hasta los siglos XVUI y XVII, cuando una serie de ex traordinarios fildsofos europeos, varios de ellos destacados matemiticos, especificaron tuna serie de teorias en referencia particular a la mente y al cuerpo. René Descartes (1596: 1650), quizé el més trascendental de todos ellos por la magnitud de sus repercusiones, postul6 un universo mecanistico organizado materialmente que incluye al cuerpo huma no y un mundo espiritual que entran en contacto en el cerebro, en particular en la gin dula pineal. Se trata de un dualismo interaccionista porque tanto el cuerpo puede fluir sobre la mente como a la inversa. ‘Como reaccién inicial contra este dualismo, Baruch Spinoza (1632-1677) conside- 16 que mente y cuerpo eran manifestaciones 0 aspectos de una sola realidad divina, con Jo cual opt6 por un monismo neutral en el sentido metafisico, ya que la realidad dltima seria a la vez capiritual y material. También en oposicién a Descartes, el inventor del cailculo diferencial, Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716), con su idea de las ménadas ‘como constituyentes esenciales del cosmos, inicié la teoria del dualismo paralelista se- ain la cual, lo mental y lo material son realidades distinias pero coexisten en perfecta correlacién. Un contemporsineo inglés de Descartes, Thomas Hobbes (1588-1679), pos {ul ta esencia del materialismo mexlemo con la notable idea de que lo mental no es mas ue el movimiento de ciertas partes del ser pensante. Dentro de la misma corriente se puede ubicar a J. O. de 1a Mettrie (1709-1751), quien arremeti6 contra todo duslismo ¢ idealismo con una idea totalmente mecanicista de la realidad que dio impulso a las tesis del monismo materialista de Hobbes; de la Mettrie dio forma a una idea elegante del qs ‘materialismo al concebir al ser humano vivo como un estado particular de organizacion de la materia, idea, desde luego, que también sostendrian Marx y Lenin. En el extremo opuesto, el obispo anglicano empirista George Berkeley (1685-1753) io cuerpo a la idea de que toda realidad es mental, con una argumentaci6n més psicol6- ‘gica que teoldgica; con su trabajo tom6 forma el idealismo constructivista. Por timo, vale la pena citar la opinién de Emmanuel Kant (1724-1804), no s6lo porque es intrinse- ‘camente interesante, sino porque en general no se le acredita como proponente de una doctrina mente-cuerpo particular. Para Kant, la mente y el cuerpo no son dos cosas dife- rentes, sino dos formas de representar sensaciones; ia primera a través de un sentido interior y Ia segunda via un sentido exterior. No es posible que haya interaccién entre ‘mente y cuerpo porque no son cosas; nada puede interactuar entre ellas. De esta manera, Kant serfa el precursor no sélo de la fenomenologia y del constructivismo, sino de un ‘grupo de pensadores, incluidos Wittgenstein y Derrida, que consideran que el problema ‘mente-cuerpo es un pseudoproblema. Sam Rakover ha Ilevado esta tendencia al extremo ‘cuando afirma que la discusién mente-cuerpo no s6lo es indtil, sino que entorpece el progreso de la psicologia La nueva etapa en la teorizaciGn del problema mente-cuerpo tiene lugar en el siglo XX y se ha conformado por la especificacion de una docena de variantes de las solucio- nes anotadas. En general, se puede afirmar que se mantienen vigentes estas teorias, aun- que ahora revestidas de términos neurobiol6gicos. Sin duda alguna, el desarrollo teérico :mas robusto ha sido dentro del monismo materialista, un compromiso ontoldgico que se hha supuesto es intrinseco a Ia ciencia del siglo XX. Es asi que han surgido diversas tworias de la identidad, funcionalismos y emergentismos. Una formulacién especifica del monismo materialista es, desde el punto de vista de los filésofos llamados fisicalistas, la teorfa de Ia identidad, esto es, la idea de que un contenido mental —por ejemplo, un dolor— es literalmente idéntico a un estado cerebral determinado. Tal teoria Ja solucién empirica del problema mente-cuerpo esti en manos de la neurociencia y ‘consistirfa en la especificacién de los circuitos neuronales que se activan durante cada acto mental especifico. EI monismo se ha complicado considerablemente al tratar de formular de una ma- nera mas slida tal identidad o funcionalidad y ha aparecido, inicialmente impulsada por la teorfa de la evolucién, la idea de que la mente “emerge” de la actividad cerebral. En este terreno, el asunto empieza a lindar con el dualismo y las diferencias son sutiles. Para el filésofo Bunge, la emergencia de la mente implica que ésta sea una propiedad de la ‘materia, en tanto que para el neurobislogo y premio Nobel Roger Sperry, o que emerge de la funci6n cerebral es diferente y “mas que” los cambios materiales que ocurren en el cerebro. ‘Ahora bien, subyacente a toda proposiciGn emergentista se encuentra la teoria de los sistemas gencrales de Bertalanffy, con su atractiva nocién de que las propiedades de los sistemas emergen de las interacciones de sus componentes y no se presentan en ellos, Aunque esto resuelve la antigua y algo divertida controversia sobre si las neuronas, las ‘mitocondrias, las protefnas 0 sus dtomos son conscientes, por otra parte, abre nucvas ‘cuestiones. Es asi que no se distinguen apropiadamente los sentidos del término “emer- gencia”, usado desde el siglo XIX por los primeros psic6logos comparativo, Lloyd Morgan y Romanes, en un sentido evolutivo, y por los te6ricos de la comunicacién como informacién que trasciende el sistema que la produce o por el propiamente sistémico. ‘Sin duda, los emergentistas quieren hacer surgir a la conciencia de la actividad de ciertos sectores neuronales. Pero, ;qué es lo que surge?, ,una entidad fisica mensurable (© Ce Ere! Modem Foccopa ot moan en ol ‘de mayor nivel de complejidad?, gum fendmeno netamente seméntico?, guna entidad Psiguica no materal?, (se tata, quizd, de una emergencia trivial como el caso de un Zapato que “emerge” del ensamble de piezas de cuero, 0 acaso mas similar al agua, cuyas propiedades fenomenoldgicas surgen de la interacci6n de moléculas de H,O? A veces parece que se trata de un problema de terminologia. Desde este timo punto de vista no queda claro si los términos de “vida” “mente” 0 “cultura” son simplemente Conceptos stiles que designan un conjunto mal definido de elementos, sus fujos de informacién y sus formas de acoplamiento, o bien se refieren a procesos emergentes cconcretos que es posible mediry analizar. Para algunos, el emergentismo agrega poco al epifenomenalismo del siglo XIX, una doctrina funcionalista sostenida, entre otf0s, por ‘ulian Huxley, segin la cual el cerebro produce mente en un sentido de producto fisil6= ico. Varios tedricos consideran que cierta dosis de epifenomenalismo es inevitable en cualquier doctrina emergentsta ‘A partir de las dificultades del emergentismo una nueva nociGn inicialmente asocia- da con éste ha ido ganando adeptos entre los te6ricos del problema mente-cuerpo: el cconcepto de “superveniencia”, una idea mis suave que la de emergencia, segtn la cual la mente sobreviene a la actividad cerebral y que constituye también una version no reductiva de un fisicalismo que los fil6sofos, en general, quieren preservar, Tanto el ‘emergentismo como la superveniencia tienen Ia supuesta ventaja de constitu una espe- cic de dualismo de propiedades sin renunciar a un monismo fisico o material, una de las tanas ides fetles del notable fldsofo analitico Donald Davidson. La superveniencia tiene la ventaja adicional ser realista respecto a la mente y de afirmar una dependencia sin reduccién, Lo mental no es una mera sombra del fenémeno neurofisiol6gico, sino {ue tiene un estatus propio digno de ser analizado por una ciencia, en particular por la Psicologia. Sin embargo, lo que no explica la superveniencia es de qué manera precisa se relacionan los eventos mentales con los fisicos. Davidson mismo, por ejemplo, negé la posibilidad de una identidad general entre thechos mentales y fsicos, de tal manera que sea posible encontrar en todos los seres tun conjunto especifico de neuronas euya activacién dé lugar, por ejemplo, al dolor. Esto, desde luego, no es una novedad para el neurofisi6logo familiarizado con la ex- traordinaria plastcidad del cerebro, segtn la cual es frecuente que unas Zonas tomen funciones de otras. Davidson opta por otro tipo de teoria de Ia identidad, la identidad “1oken”, inicialmente defendida por Thomas Nagel segin la cual para cada evento ‘mental particular debe exist un evento neurofisioldgico del que depende. Y agut se encuentra otra palabra clave. Cuando el te6rico de la superveniencia o de la emergen- cia dice que el evento mental “depende” del evento neurofisiol6gico, significa que aquil esta determinado por éste? Si esto es asf, volvemos necesariamente al epife- nomenalismo y la mente resulta ser s6lo un resultante funcional. ;0 quiere decir, sen- cillamente, que ambas propiedades covarian? Si este es el caso no hay dependen- cia, sino simple correlacién. Quiz4 también intente decir que la dependencia toma la forma de una superveniencia mereolégica, segtin la cual las propiedades de un todo sobrevienen a las propiedades de las partes, lo cual seria una excelente definicidn del temergentismo de Sperry En tn manuscrito atin no publicado, Jaegwon Kim, uno de los principales propo- nentes del concepto, coneluye de un detallado aniliss de la superveniencia que ésta no cconstituye, por ahora, una solucién al problema mente-cuerpo, sino simplemente su reformulaci6n, Sugiere que la variedad mis promisoria es la superveniencia mereol6gica, segtn la cual “las propicdades mentales son macropropiedades” de personas, ode orga- # lone d os soreiocian «le conduct (Copia) ‘ismnos completos, que estin determinadas por el cardcter y organizacién de sus partes ‘@ subsistemas, y dependen de ella. forma de decir las cosas en el lenguaje de la superveniencia es que las propie- ‘uses mentales "se realizanfisicamente” en los cerebros. Ahora bien, como se ha consi Adoraclo, esta realizacivin no es homogénea entre cerebros, de tal manera que una expe- tiencia de dolor puede tener concebiblemente tantas realizaciones fisicas como cerebros inwividuales 0, incluso, cuantas instancias particulares de dolor ocurran en un mismo individuo, Fste hecho constituye la piedra de toque del funcionalismo. ‘Para cl funcionalista no interesa demasiado la manera como las propiedades menta- Jes son “instadas” 0 “realizadas”fisicamente en el cerebro, ya que es coneebible que no s6lo los cerebros, sino cualquier sistema fisico suficientemente complejo en términos de suis actividades intrinsecas (incluso una maquina inmensa hecha de latas de cerveza, segtin el ejemplo jocoso de John Searle) podré estar dotado de mente. Fl funcionalismo, formulado en 1975 por Hilary Putnam, ha sido un modelo sumamente popular yfértil en i a. Si bien al principio Putnam postulaba simplemente que los estados psicol6gicos proposicionales, como creer, desear 0 considerar, son “estados compu tacionales” del cerebro, la idea se ha extendido para realizar modelos de flujo y caja negra de las funciones mentales y se ha considerado que legitima el trabajo netamente psicol6gico y lingifstico sin necesidad, en lo absoluto, de basarse en la neurociencia. Para argumentar ese punto he ofdo decir, por ejemplo, que a quien le interese la ‘erodindmica deberd analizar las propiedades de los flujos de aire en referencia a las alas, de las aves 0 de los aviones, sin necesidad de un andlisis de los consttuyentesfisicos de 6 tos, aunque a sabiendas de que sin estos iltimos no podria efectuarse el vuelo; de esta forma, hay leyes legitimas de Ia aerodinémica que no se explican por leyes de los cle- ‘ments fisicos. Como es evident tal ejemplo podria usarse para comprender lo que se

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