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La seleccién de los trabajos incluidos en este volumen y la estructuracton. formal de la obra {ue realizada por el Lic. Juan Carlos De Brasi. Coleceisn “PROPUESTAS" (Cod. 2 Coedicién: Galema-Busqueda de Ayu © —Buisqueda de Ayllu Casilla de Correo 41 ‘3260 - Concepeién del Uruguay Entre Rios - Argentina “Todos los derechos reservados Impreso en la Argentina Hecho el depésilo que marca la ley 1°.723 .S.B.N, 950-560-089-5 LO GRUPAL Historias - Devenires Directores Eduardo Paviovsky Juan Carlos De Brasi my & GALERNA - BUSQUEDA DE AYLLU Buenos Aires 2000 Bibliografia A. M, Del Cucto, A. M. Fernindez, Lo grupal 3. “Grupos de forma- ibn en Psicodrama Psicoanalitico”, Ed. Busqueda. eee E. Pavlovsky. Lo grupal 6. “Psicocrama analitico, su historia Busqueda. : E, Paviovsky. Contrarransferencia melecular, contatansferencia molar E, Pavlovsky. Lo grupal 4. “La creatividad en los grupos terapéuti- cos”, Ed, Bisqueda, G. Deleuze. Didlogos. Ed, Pretextos. Seeeaceeee E. Pavlovsky, H. Kesselman, “La multiplicacin dramética”. Ed. Bis- queda, 7 : D.W. Winnicott. “Realidad y juego”. Ed. Granica. a J.C. De Brasi. Lo grupal 5. “Desartollos sobre el grupo-formacién’ Ed. Bisqueda, 1987. Ed. 22 Desarrolios ( sobre el Grupo-Formacién ! Juan Carlos De Brasi “Como ese sutil pellejo del que las cigarras se despojan en verao”. Lucrecio La denominacién empleada aqui es aparentemente homénima — sélo eso— a la del “grupo de formacién’, tal como ha sido fijada por las distintas variantes del “grupismo”: Sin embargo las nociones de grupo » formacién se encuentran absolutamente desligadas de las que guian la “Dindmica grupal” desde sus comienzos (Bethel, 1947) y sus versiones nacionales, sea la funcién-grupo de la corriente americana (F-Group), la francoamericana de “Grupo de diagnéstico”, o la adapta- ion francesa de “Grupo de base”. Las consideraciones de este texto proceden de fuentes y universos diferentes. Su dimensi6n apenas indicativa responde al sostenido y efi. caz desencuentra’del Mt, y et psicoanslisis, el suigisniento novedoso de un pensamiento transdisciplinar y las fisuras, cada ver mas acen. tuadas, de las concepciones unificadoras *, ' Bn estas reflexiones dispares convergen ¥privada con la préctica de grupo-formacin, la que todavia en 1983 llamsba, por Segui el usb conocido “de formacién”. A través del mundo (el cual atrae toda oi atencién desde un aticulo escrito en 1972), que desplicga el término formactan, [podria repensarse una tradicién de Jo grupal por-veni * Asiemismo, no cabe contemplar las elaboraciones actuales en algunos de los cami nos asin duds ities y enriquecedorese: de la didictica grupal. Eos estén impreg. ‘ados histéricamente por las nociones de “metodalogia”, “mmotivacién”,cte.e im, ‘adidos por los majo tecnicos, la “ansparencia" de los procedimientosy una idascalia ficilmente comunicable. ~ is de veinte afios de labor institucional 213 EI sentido de estos trazos es el de esbozar un conjunto de proble- mas acerca de los grupos-formacién. Uno y otro concepto han sido, en su momento, ocultados o puestos, de relieve con idéntico affin o exageraio énfasis. La historia del maridaje de ambos términos no deja de ser atrayente, Se unen con extremo cuidado, disputan sus procedimientcs. (la formacién “en espejo”), pe- lean sus modalidades ("“directiva” ¢-#n0 directiva”), discuten sus valo- res finalistas (“mejorar al ser humaio” 0 “adaptarlo a lo existente”), ponen en euestién sus practicas (a favor de la “libertad”, sujeto de la accién 0 de la “sujecién”, objeto de la misma). De pronto se anudan de manera impensada, con placer confusional. Grupo es rodo y “totalidad”, sea grande o pequefio, sélidamente cons- truido o lébilmente agrupado. Se lo puede apresar por la regresién libidinal y ta idealizacién de un sujeto, idea o resto mitico, Se lo puede ver marchar con uniforme 0 caminar sigilosamente con sotana, La ves- timenta simbélica poco importa, pues las invariantes que lo confor- ‘man han sido apresadas en su esencia. Pero también formacién es todo, Puede ser econdmica, activa 0 reactiva, definida o inespecifica. Como tal atraviesa los comportamien- tos y actitudes, la adquisicién de habilidades, destrezas o Ta produc- cién de conocimientos. Claro que varios aspectos han sido elididos y eludidos por el matri- monio. Asi el “grupo de formacién” semeja una totalidad vacia, a la que se accede inmediatamente y que, por esa misma razén, no necesi justificar ni articular sus determinaciones intemas. Surge como una “ntuicion plena”, y de ese modo pretende desarrollarse todo el campo en el cual transcurren las experiencias ya clésicas de estas formas “grupalistas”, es decir de los grupos volcados sobre si mismos, admi- rados de su propio ombligo, y de setlos del resto del mundo. Asi, por ejemplo, mediante el “staff abierto” los paticipantes podian —y pue- den— realizar su propio diagnéstico del funcionamiento que los en- vuelve. Un paso histético més ¢ importante y estaremos ante la ilusién autogestiva. ‘No es el propésito del escrito bucear en tales ligazones. Este traba- jo pretende, concientemente, ser une sipnosis incompleta ¢ insuficien- te, donde algunos aspectos han sido pensados y otros dejados de lado ne (por ejemplo el andlisis acabado de la formacién, su sobre determina- cién institucional, el juego erupo-insttucién, las ideologias inscrptas en lo grupal, etc.) >. Ellos han sido y serin objeto de otros escritos * La idea de una panordmica, a la manera de un efecto cinematogri+ fico, apunta a mostrar los innumerables senderos que “‘culebrean" ha, cia un cambio buscado y unificado desde las diferencias, es decir, des- de miiliples viajes de descubrimiento e invencién. La nocién de ins vencién no es algo casual o relacionado extemamente con la forma- cién, si no std unida intrinsecamente ¢ ella. En esta orientacién resul- {2 imposible-mencionar siquiera uno de los vocablos sin especificar el otro. La idea de formacién, por ejemplo, tanto conceptual como hists- ricamente, queda indefinida, usada como un simple adjetivo, si no se Ja conecta con la productividad de formas, la generacion de multiplici- sia bias lead ¢ imaginarias, invenciones simbélicas y fantasticas, niveles de materialidad no previstos ni est in s caeeeaee 'Previstos ni estipulados cn ninguno de los Hacia una idea de grupo Cuando hablamos de grupo, y especificamente del que demanda formacién, pareceria que todos sabemos de qué se trata. Pero esto, tan Sencillo, a medida que vamos delimitando en qué consiste un grupo de petsonas, sus reglas de juego, comunicaziones, engarces informativos ‘wamas identlicatorias,soldamientas transferenciales, etc, adquiere una complejidad inusitada. Es més: el término grupo abarca conjuntos tan * Es preciso tener en cuenta durante la lecture del escrito que las nociones de “apren- sia" o“aptendizajefomacién’, son parciamentehombloga ec hale nae marca el aprendizae en esta forma grupal,y noel establecio por certo econ, ‘mos, sean por imitacin;*reforzamieno", idetifieacién”, ‘caboneoe dee iso” o mediate won “oniaiacin gene, Por ejemplo, “Formacién de ideologas en el aprendizaje Ediciones Bixqucds; “Gropo e insituion”(inedte) ce Oat” 2? eee 1a complejdad que revise dicho croquis va sendo desplegad en diversostexe tos. Es de una estrilidad proverbial eongetacen defniciones 6 clastfcanees ya politica, o lo contrario, tam- poco forma un grupo. La congregaci¢} de individuos, los vinculos que se establecen entre ellos, el sentimiento personal hacia su lider (el pre- sidente), los convierte en una masa restringida, es decir, una multitud que concurre a un lugar para expresar una adhesion o rechazo patri6ti co. Pero los grupos no pueden localizarse por los rasgos de tna masa social-histérica definida, por la “mas fiacién” que los atravesaria, etc. Tanto el niimero de sujetos que la componen como los méviles que los, reinen son distintos a los de un grupo; ademés tos lazos y relaciones con su lider son cualitativa y cuantiativamente diferentes Esta aclaracién seria ociosa si el asunto de la masa no se hubiera pegado “indescimiblemente” al de los grupos. ‘Antes de Freud, trazando una linea de demarcsci6n arbitraria, se la percibia bajo una serie de procesos (regresién, minimo nivel intelec- tual, violencia indiscriminada, etc.) que caracterizarian a un conglo- merado en el acto de invadir el espacio piblico para imponer sus exi- gencias reivindicativas o revolucionarias. Asi la masa surge amalga- ‘mando los distintos grupos que la componen, y “uniformando” al indi- vidyo, el que segin sus “peculiares” conformaciones psiquicas, estaria en franca oposicién (mayor raciocinio, menor idealizacién, etc.) con los fenémenos “indeseables” que impulsan a la muchedumbre. Con Freud se generan avances insospechados en la problemética de 218 Jas masas y los grupos “artificiales” o “naturales”. Pero muchos eq vocos permanecen sin revisién ni mocificacién alguna. Mecanismos dde unas se endosan a otros y semejan tener el mismo poder constituti- vo y explicativo. Lecturas y traducciones sesgadas excluyen todo aque- Ilo de los autores tratados que no armonice con lo que se busca prob: (por ejemplo, en su interpretacién de C. Tarde, desaparecen los apor- ies contemporineos de este autor). Ciertas nociones obsoletas de su tiempo (por ejemplo “alma colec- tiva de las masas”), siguen formando parte de su vocabulari Y asi podriamos seguir puntualizand» verdaderos “lapsus” de Freud que mostrarian la verdad de sus pasiones, pero también el lapsus de la verdad que manifiesta sostener una masa de seguidores. Re-pliegues Después de Freud, amputado y descontextualizado, se habla trivial- mente de los “efectos de grupo”, cuyo niicleo “consiste en agregar obscenidad imaginaria al efecto de discurso”. Todo aparece en el re- gistro de una efectuacién siniestra en cuanto favorece la idealizacion de un supuesto centro, lider o conductor, quienes detentarian un poder ‘omnimodo y obturador de las producciones individuales *. Eso se ge~ nerard por él mero hecho de estar en grupo. Ademés de los problemas que trae aparejado el en... —indica ¢1 nivel de creencia imperante en Jos ‘grupos— nétese el raso empirismo que alimenta la imputacién. ‘Asi, se ha “nombrado al grupo como el lugar de despliegue de la obs- cenidad que el imaginario presenta...". ero seamos un poco estrictos. No dejemos que cualquier vocablo se ponga a danzar locamente por un soplido. Condenar al grupo como “el lugar de despliegue de la obscenidad”, significa anular sus diferen- cias en una sustancia universal llamada grupo. Mediante ella se realiza Aunque como dice Lacan respondiendo a una conclusiéa apresurada de Colette Soler relativa al “més uno" y el lider: “No hay mucha certeza de que (Ia cosa) sea tan simple.” Si a éste agregamos la puntualizacidn del mesurado M. Safoan, vere- mos que Ia simpleza es la de los apenas iniciados en tales lides: “En este aspecto~ aclara Safoan- creo que no existe ninguna organizacién que pueda eliminar l jefa- tura de'una comunidad.” ¥ sabfa muy bien loque estaba enfatizando. 219 i un doble pasaje ilegitimo. El primero responde a la urgencia de una formacién psicoanalitica determinada y, a la vez, movida por una in- tensa participacién, ¥ ello debe ocurrir sin caer en las manipulaciones, excesos € idealizaciones que son la “esencia’” misma de los “agrupa- mientos de personas”. Asi se pasa de los fanitasmas, tejidos durante los procesos grupales, a una fanvasmiagoréa opindtica y prejuiciosa sobre los mismos. = El segundo, alborotado por la obscenidad, adjetiva el asunto de la ética psicoanalitica (no \aponamiento del deseo), reduciéndola a la moral del psicoanalista (reglamentacién de sus aspiraciones segin la corporacién a que pertenezca). En ambos casos se ejercita una errética lectura de “Psicologia de las masas...", extrapolando conceptos de un Ambito experiencial —todavia regido por aproximaciones balbuceaates— y de analisis de otro donde todo se valida mediante una ignorartia non docta, que recusa lo esti- pulado con affn sacral. Lo anterior, como es ovio, hace referencia a la “espinosa invitacién al duelo” del Carte! lacaniano, disparado con un espiritu fundamentalista ajeno a la iniciativa del mismo Lacan, quien sefiala: “Yo estoy en esto para una funcién muy precisa, que seria esta cosa que escribi y de la cual seguramente nadie se ha dads.“ snta porque no es mas que un ‘mauvais dessin (mamarracho)”. O sé! algo bocetado de cierta forma para que los miembros de la Escuele freudiana pudieran “representar” su papal en la plaza publica. El Cartel permitiria explorar una maucia Ue wabajo y realizaciones especificas no tefiidas por los tan comunes —y ello es cierto— empas- tamientos grupales. Aunque su elaboracién —la “esperanza” de Lacan, como diria G. * Pommier— estaria alejada del sesgo =rréneo, desde cualquier punto de vista, que le han dado ciertos acélilos ignorantes de las resonancias que portan sus oraciones cuando afrman: “Se irata de encontrar las vias que permitan rescatat la marca iinica (;Stimer tedivivo?) que ca- racteriza a cada sujeto para que sea posible la creacién.” (;Hablar con tanta frescura en psicoandlisis?) Crece la glosa y con ella la incomprensién del pensamiento inaugu- ral. Para Lacan la marca tinica seria lo inefable. En cambio lo “relati- vamente cognoscible” es el Uno que marca a cada uno segin su dife- 20 rencia (singularidad irrecusable del “rasgo unario”). Distincién, a su vez, enire teologia e intento de formalizacidn, aceptable 0 no, légico- matematica. Por otto lado ninguno de los resultados obtenidos hasta ahora sobre el funcionamiento de los “‘carteles” garantiza con cierta fiabilidad la Que pueda ser asimilada en su modatidad relacional, no puntual ni positiva, por todos los formantes (incluido como una formacién. grupal mds, el descentramiento del coordinador). = Que sea precisa y escueta; es decir, que sirva s6lo como un disparador de la “verdadera” informacién que producirn los di tos miembros. ~ Que tenga un cierto aspecto de incompletud, puesto que el a 238 abrochamiento circunstancial de la misma se dard siempre fuera de su lugar originario. = Que esté ligada y contrapuntéada con las diversas series de sen- tido que inaugura cada mievo curso de la tarea. ~ Que se oriente por una problemdtica en la cual adquiera capaci- dad, existencia e insistencia. ‘Segiin entiendo, el trénsito incansable por todos esos senderos posi bilitaré que el coordinador sea un observador audible y un atento escu- cha, De tal manera, se transformard en recurrente y “pertinente” la informacién que brinda y la que va gestando el propio colectivo. Al equivocarse el momento de las devoluciones, su monto informa- tivo, la funcién del “copensor”, de inigonerse un estilo de aprendizaje © terapéutico, etcétera, es casi inevitable que los grupos se alienen en €l “pegoteo de la transferencia” o queden peligrosamente sujetados al ejercicio gimnéstico de las interpretaciones. El abanico de sus consecuencias ® no puede desplegarse como una totalidad a priori. Pero-algunas merecen destacarse con nitidez. Empastes Palabras espesas, miradas grumosas, gestos taponantes y otros gradientes son los riesgos del coordinador. Como captura tejidos de signos, tramado de fuerzas y demés fabricactones inconcientes me- diante sus “expresiones manifiestas”, puede caer en un abuso, ausen- cias y confusiones mantenidas como stcramentos. E] abuso consiste en invadir al grupo con una seguidilla interpretativa que obstaculiza sus ramificaciones y alcances. Esta es la amenaza cons-, tante de la plusinterpretacién, subordinada a la creencia resistencial del “monitor” de que su misidn unilateral es la de interpretar. Las ausencias yuelan como esquitles de la plusinterpretacién men- ciohada. Asi los sefalamientos y correcciones de los impedimentos, 2 Contra muchas de las cuales alerté en el texto Apreciaciones sobre la violencta simbélica,laidentidad y el poder. Lo grupal 3, Ediciones Basqueda, 1986, Buenos Aires y en este volimen, pig. 17, 239 carencias 0 situaciones progresivo-regresivas de lo que opera el grupo se cluden completamente. Por eso, a menudo lo que aparece como Gefensa del mismo a entrar en tarea, 0 a caminar sobre un “hilo con- ductor”, no pertenece tanto al conjunio como a su guia. En esas ci ‘cunstancias es frecuente observar lo contrario, o sea: las resistencias epistémicas y emotivas del “copensor” desplazadas al grupo. Las confissiones las delimito fundamentalmente en dos aspectos. El primero se refiere a las extensas intervenciones de ciertos “analistas” con escasa o ninguna practica grupal, que son, en realidad, construe- ciones propias de comunicaciones entre colegas y que los integrantes no alcanzan a entender ni a elaborat. El segundo apunta a un campo ¢~indiscriminacién y se une de manera circular con la “actuacién” plusinterpretativa, Su fin es poner ‘en escena una obra cuyo protagonista sea la “inteligencia”, un modo privilegiado de la fascinacién significante. En tal escenario las inter- pretaciones no se manejan en los ferritorios que el grupo borronea (claboracién de un concepto, modificacién de un punto de vista, troca de un afecto, etc.), sino que se dirigen al universo de lo interpretable, aquello a tener en perspectiva, pero que no autoriza a lanzar una plastra interpretativa sobre el grupo. Broches Después del breve recarrido eritico, nestra semblanza de lo que seria el acto interpretativo. Podriamos consideratlo como: ef momento particular de las devoluciones significativas que reorientan el sentido del proceso grupal y también lo cualifican. Tal restitucién puede darse en varias dimensiones (contenidos, unidades tematicas, alivio de mon- tos ansidgenos, etcétera) y asimismo en las superficies del grupo mis- ‘mo, en un vinculo interpersonal o en una circunstancia sujetal. Ademés, el acto interpretativo iranscurre en ‘condiciones de implicacién *, complejas ¢ irradiadas que guardan profundas diferen- ccias con las que importan de otros dominios. % Las condiciones aludidas no excluyen las fensiones transferenciales y

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