IMMANUEL KANT
(1724-1804)
Es el filésofo europeo quizé mas importante de lz era mo-
dema. Kant nacié, pasé toda su vida y murié en la ciudad de
Kénigsberg, en la Prusia oriental. Después de estudiar en la Uni-
versidad de Kénigsberg desde 1740 a 1746, fue durante algin
tiempo tutor privado. En 1755 volvié a la idad, obtuvo su
titulo universitario, y comenzé a ensefiar, 10 fue nombrado
catedritico y continué ensefiando, hasta su jubilacién en 1796,
una variedad de materias. Impartia clases, entre otras disciplinas,
sobre matematica, fisica, antropologia, pedagogia y geografia
fisica, ¢ igualmente sobre los campos centrales de la filosofia.
Aungue no se casé nunca, ni salié jamés de Prusia oriental, y
evé una vida meticulosamente organizada, su existencia no fue
en absoluto la de un recluso. Por el contrario, tenia fama por su
brillo como conferenciante y conversador, mantenfa un amplio
circulo de amigos, y se sintié vivamente interesado por los pro-
Dlemas intelectuales y politicos de su tiempo.
Los TRES PERIODOS EVOLUTIVOS DEL PENSAMIENTO KANTIANO
La carrera filosética de Kant esté convencionalmente dividi-
da en tres periodos. El primero, 0 «periodo precritico, discurre
desde 1747, el afio de su primera publicacién, Gedanken von
der wahren der lebendigen Krafte (Ideas para una
verdadera estimacién de las fuerzas vivas], hasta fi
que publicé su disertacién inaugural, De mundi se
intelligibilis forma et prin«
de los mundos sensible e intel
do tienen por comin denominador, pese a significativos cambios
de puntos de vista, un permanente interés de Kant por las cues-
tiones fundacionales en ciencia y por la de un método
adecuado en metafisica. Bl periodo medio ( llamado
la adécada silenciosa» porque Kant no publicé en ella virtual-
10s
le. Los escritos de este perio-
st)152 KANT
mente nada, estuvo dedicado al estudio y a la reflexién que even
tualmente conduciria a la Critica de la razén pura, en 1781. El
tercero, 0 «periodo comienza con la publicacién de la
primera edicién de la Critica en 1781, ala que siguieton los Pro-
Tegémenos a toda metaftsica futura que pueda presentarse como
ciencia (1783), la Fundamentacién de la metafisica de las cos-
los Primeros principios metafisicos de la cien-
leza (1786), una segunda edicién de la Critica
de la razén pura (1787), la Critica de la razon préctica (1788),
én dentro de los limites de
de ciencia, de moral,
de teoria politica y I historia. Aparte de
esto, public6, compilindolas, sus lecciones sobre antropologia,
logica y pedagogfa. En sus iltimos afios se dedicé a revisar a
fondo algunas de sus posturas bésicas respecto a Ia metafisica
ya los fundamentos de la ciencia. La obra de estos afios quedé
inacabada cuando murié, pero posteriormente ha sido compilada
y publicada bajo el titulo de Opus Postumum.
LA CRITICA DE LA RAZON PURA
La preocupacién central de la mayor obra maestra de Kant,
la Critica de la razén pura, es \a posibilidad de la metafisica,
entendida como conocimiento filoséfico que trasciende las fron-
teras de la experiencia. Kant sostiene que tal conocimiento es
sintético y a priori. O lo gue, dicho en otras palabras, viene a
ser Jo mismo: que la metafisica se propone suministrar verd
necesarias que, en cuanto tales, no pueden estar basadas en evi-
dencia empirica (por eso son a prior’), pero que pretenden, sin
embargo, extraer de sus referentes més de lo que podria derivar-
iante el andlisis de los conceptos que los integran (por eso
a8). Las proposiciones «Dios existe» y «Todo suceso
esta
iiltima clase de proposiciones puede ser establecida merced al
|
i
[HL IDEALISMO TRASCENDENTALY LA ABOLICION DE LA METAFISICA 153
simple recurso de atenerse a los significados aceptados y a con-
sideraciones logicas, y de ahi que las proposiciones analiticas
no le resultasen a Kant problematicas. En consecuencia, Ia tarea
explicar la posibi-
al estimar Kant que
las proposiciones matematicas son también de esta naturaleza, el
dar cuenta de la posibilidad de las mismas se torné igualmente
en parte integral de su proyecto.
El segundo aspecto de la preocupacién de Kant por la me-
tafisica estd relacionado con el problema
concepto de
cimiento de que Ia razén cae inevit
consigo misma cuando se embarca en la tarea de «pensar
talidad», es decir, cuando se aventura mas ja experiencia
nes tales como la de si el universo tiene un
comienzo en el tiempo, un limite en el espacio o una causa pri-
€s, por cl contrario, infinito en estos respectos. La con-
‘radicci6n o antinomia surge porque es posible construir pruebas
validas para demostrar cada una de las dos posturas en conflicto:
por ejemplo, que el universo tiene un comienzo en el tiempo y
ue el universo ha existido durante un perfodo infinito de tiem-
po, y asi sucesivamente con las demés cuestiones. Igualmente
ico a priori.
A los ojos de Kant, estos dos problemas podian ser tratados
Itineamente mediante Io que suele denominarse su «revo-
in copernicana en filosofia», pues él mismo fue quien com-
pparé su innovacién con las «primeras ideas de Copémnicon. La
revolucién kantiana implica invertir el modo usual de enfocar
cl proceso cognitivo de una manera tal que, en lugar de pensar
que nuestro conocimiento se conforma a un Ambito de objetos,
pensemos que son los objetos los que se conforman a nues-
ttos modos de conocer. Estos modos incluyen las «formas de
la sensibilidad», mediante las cuales les son dados los objetos
a Ia mente en la experiencia sensorial, y los conceptos puros 0
categorias, mediante los cuales son pensados los objetos. Pero,154 ANT
dado que éstos, para ser conocidos, han de aparecérsenos como
sujetdndose a dichas formas de la Sensibilidad, se sigue de ahi
que nosotros sélo podemos conocerlos tal y como aparecen, mas
nocimiento humano esta limitado, segiin Kant, a apariencias 0
fenémenos, mientras que las cosas-en-si o notimenos son pensa-
bles pero no realmente cognoscibles. Kant llamé a esta doctrina
idealismo trascendental; y, una vez. aceptado este
A distinguié con cuidado del idealismo de Be
de explicar la px
s objetos de la experiencia posible, puesto que tales objetos
‘enen que conformarse necesariamente a las condiciones bajo
las cuales se tornan en objetos para nosotros.
Pero el proyecto kantiano, tomado en su integridad, da, sin
embargo, por supuesto que la mente humana esta efectivamente
sujeta a tales condiciones, y la demostras
la principal tarea de los apartados de
denominados «Estética Trascendentaly y «An
tal». En el primero de ellos, Kant argumenta que el espacio y el
tiempo no son ni realidades subsistentes por si mismas (como
pensaba Newton), ni tampoco relaciones entre cosas por si mis-
mas subsistentes (como pensaba Leibniz), sino formas subje-
lad humana, por medio de las cuales le es
sta concepeién del espacio es capaz
lidad de la geometria. En la Analitica
Trascendental, trata primeramente Kant de establecer mediante
incluyen los de sustancia y caus
jos con respecto ala experi
a la naturaleza, considerada como la suma total de objetos de la
experiencia posible. Entre ellos destacan el principio de que la
sustancia permanece constante en la naturaleza a través de todos
los cambios, y el de que toda alteracién tiene una causa,
La limitacién del conocimiento introducida por Kant tiene
por inmediata consecuencia la abolicién de virtualmente toda la
metafisica tradicional, que se ocupa precisamente de cuestiones
LA REALIDAD DEA LIBERTAD 155
«trascendentes» tales como la existencia de Dios, la inmorta-
lidad del alma, y el libre albedrio, que no pueden ser resueltas
or recurso alguno a la experiencia posible. Kant expone las im-
de la Critica
plicaciones negativas de este resultado en la
denominada Di
cacién sistemat a ilusién metafisica. Pero la aludic
tacién del conocimiento le permite también resolver el pr.
de las antinomias. Dado que la apariencia de contradiccién surge
al considerar el mundo espacio-temporal como si fuera un reino
auténomo de cosas-en-si, una vez rechazada esta suposicién es
{écil ver, primero, que el mundo sensible no es ni
to en respectos relevantes y, segundo, que es posible recone
el determinismo causal operativo en la natural
tad requerida por la moralidad. Aunque todo lo que pertenece al
mbito de la apariencia, incluyendo las acciones humanas, esti
sujeto a la categoria de causalidad y, por tanto, causalmente de-
terminado, sigue siendo al menos concebible que los seres hu-
‘manos, considerados como cosas-en
y esta posibilidad de ser asi concebidos es, segiin Kant, su
te para la moralidad
La nica pe Kant
La teoria moral Kantiana gravita en tomo al imperativo ca-
tegérico:
(Obra de modo que tu mxima pueda valer siempre al mismo
tiempo como principio de ura logislaién universal
Las méximas son reglas o principios generales por los que
se guian en su accién los agentes racionales, y refiejan el fin
que un agente persigue al elegir acciones de un cierto tipo en
unas circunstancias dadas. Las maximas son, pues, principi
o reglas de la forma: Cuando estés en una situacién de tipo
ejercita una accién de tipo A para obtener el fin F. Por ejemy
convertir en maxima mia pagar siempre mis deudas lo
idamente posible para evitar contraer obligaciones inne-
cesarias. El imperativo categdrico somete a prueba las méximas
jendo un experimento mental en el cual uno se pregunte
a si mismo si podria desear sin incurrir en contradiccién que su136 KANT
maxima se convirtiera en ley universal, es decir, en una ley a
Ja que todos los demas agentes se someterian también al elegir
entra en contradiccién consigo misma, sino en comprobar si su
‘universal adopcién es coherente 0 compatible con los fines del
propio agente y, por tanto, algo que éste podria coherentemen-
te desear. Una maxima que supere esta prueba es moralmente
permisible, mientras que la que no la supere est moralmente
prohibida. Considérese la maxima de obtener dinero prestado
prometiendo falsamente que uno lo devolverd. Kant argumenta
que esta maxima entra en confiicto consigo misma cuando se
Ja universaliza, pues da lugar a suponer un estado de cosas en
el que las promesas de devolucién no serian creidas y, por tan-
to, no podria cumplirse el proyecto del agente de beneficiarse
prometiendo falsam as tales como ésta de prometer
falsamente tienen éxito s6lo en la medida en que no sean univer-
cuestién del imperativo categérico ha
in embargo, extremadamente controvertida, y las interpre-
taciones y objeciones en la literatura al respecto Son muy abun-
. Desde tal perspectiva no hay base alguna para atribuir
al juicio ningtin principio que le sea propio. Sin embargo, ahora
y argumenta que con respecto a dicha funcién
un principio a priori especifico: la finalidad 0 propésito de la
naturaleza, La funcién del juicio en su capacidad reflexiva es la
de hallar conceptos y leyes en cuyos términos pueda la natura-
leza ser conocida de manera cientifica. Esto requiere conceptos,
tales como los de géneros naturales, merced a los cuales resulte
LATELEOLOGIA DE KANT 159
posible representar conexiones y distinciones reales en las cosas,
en lugar de meras similitudes y diferencias accidentales. Puesto
que la primera Critica s6lo se limitaba a argumentar que la na-
turaleza se conforma necesariamente a
jen de la naturaleza pudiera ser tan complejo que fuese
imposible de descubrir por Ia mente humana. Pero ahora arguye
Kant que es necesario suponer, como un principio distinto, que
la naturaleza esté ordenada de un modo tal que es inteligible,
Jo cual significa que nos vemos forzados a concebirla como si
era disefiada por una suprema inteligencia que tiene en
cuenta nuestros requerimientos cognitivos. Coneebir la natura-
leza de este modo es considerarla como una entidad que tiene
un propésito. Naturalmente, Kant niega que esta concepcit
autorice a suponer que la naturaleza esté realmente disci
este modo, pero insiste en que la necesidad de pensar en ella en
estos términos es suficiente para dar al principio de la finalidad
una funcién regulativa,
La esrémica Ds KANT
Después de discutir este principio general de la finalidad en
la introduceién de la Critica del juicio, Kant procede a ocuparse
en la primera parte de esta obra de los juicios que se refieren a lo
bello y a lo sublime, juicios ambos que son «estéticos» por estar
‘asados en el sentimiento mds bien que en los conceptos de sus
objetos. Confindndonos a los juicios sobre la belleza, que intere-
san primariamente a Kant, el problema es que pese a estar basa-
dos en el sentimiento, que es esencialmente privado o subjetivo,
3 8 pretenden ser universalmente validos, tal y como
si fucran juicios cognitivos ordinarios. Dicho en otras palabras,
cuando proclamo que un objeto es bello no estoy diciendo tan
s6lo que ese objeto me complace a mi, sino también que tiene
que complacer a cualquier observador que lo contemple de la
‘manera apropiada. La princi
0s juicios sintéticos a priori. No debe sorprender que la solu-
ciéa de Kant al presente problema guarde una cierta similitud160 KANT
en un acto de refiexién estética, con los requisitos generales del
Juicio. Puesto que tales requisitos son vilidos para to
jetos, cabe suponer en todas las personas el gusto por |
segunda parte de la tercera de las Criticas se ocupa de
teleol6gicos, particularmente del papel que éstos
juntamente con sus ideas sobre la cultura y'su relacién
sarrollo moral de Ja especie humana. Mirada, pues, en
su conjunto, la Critica del juicio es una obra.en sumo grado rica
¢ importante, aunque a menudo sorprendente, que exhibe en stu
virtual integridad el vasto campo de intereses de Kant como fi-
6sofo.
‘Haney B. ALUSON