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11 - MCEVOY - Guerra, Civilización e Identidad Nacional. Una Aproximación Al Coleccionismo de Benjamín Vicuña Mackenna, 1879-1884
11 - MCEVOY - Guerra, Civilización e Identidad Nacional. Una Aproximación Al Coleccionismo de Benjamín Vicuña Mackenna, 1879-1884
Abstract. – This article seeks to reconstruct the process by which a group of assorted Peru-
vian documents was transported to Chile during the years in which Lima was occupied
(1881–1883). Most of these documents ended up in the impressive private collection of
the renowned politician, historian, and publicist Benjamín Vicuña Mackenna. This article
also discusses to what extent the transportation of cultural artifacts from one capital city to
another one – and from a national repository to private hands – is connected to the civiliz-
ing discourse of the Chilean bourgeois intelligentsia, of which Vicuña Mackenna was
probably the leading representative. The war allowed Vicuña Mackenna to fulfill the
dream of every nineteenth-century collector: to increase its exclusive collection with one-
of-a-kind items. The conflict with Peru also created the conditions for the Chilean bour-
geoisie to strengthen its civilizing discourse by appropriating those cultural artifacts that
contradicted the allegedly barbarous nature of their enemies. The international conflict
that frames my analysis, thus, is no longer seen as a mere military event and becomes one
of revealing ethnographic connotations: the degradation of the enemy and the mutilation
of its historical memory were directly connected with the consolidation of a Chilean
national identity that, by affirming its superiority, justified its “civilizing mission”.
1
Walter Benjamin, “Tesis de filosofía de la historia”: Ensayos escogidos (Buenos
Aires 1967), p. 46.
2
Ramón Pacheco, “La hidra”: El Veintiuno de Mayo (Iquique), 8 de diciembre de
1880.
3
Carmen Mc Evoy, “Bella Lima ya tiemblas llorosa del triunfante chileno en
poder: una aproximación a los elementos de género en el discurso nacionalista chileno”:
Narda Henríquez (comp.), El hechizo de las imágenes: estatus social, género y etnicidad
en la Historia Peruana (Lima 2000), pp. 469–490.
4
Esteban Muñoz Donoso, “Las represalias”: El Estandarte Católico (Santiago de
Chile), 18 de agosto de 1881.
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9
Cabe señalar que para la década de 1860 ya se había instalado en el imaginario
chileno la idea del indígena como resabio de una barbarie que la civilización blanca
debía extirpar. Este asunto, en relación con la prensa contemporánea, ha sido analizado
por Luis Carlos Parentini y Patricio Herrera en “Araucanía maldita: su imagen a través
de la prensa, 1820–1860”: Boletín de Historia y Geografía 16 (2002), pp. 103–127.
10
Para un acercamiento a Vicuña Mackenna y su obra es preciso consultar:
Homenaje a Vicuña Mackenna, tomo 2 (Santiago de Chile 1932); Guillermo Feliú Cruz,
Las obras de Vicuña Mackenna: estudio bibliográfico precedido de un panorama de la
labor literaria del escritor (Santiago de Chile 1932); idem, Benjamín Vicuña Mackenna,
el historiador. Ensayo (Santiago de Chile 1958); Augusto Iglesias, Benjamín Vicuña
Mackenna: aprendiz de revolucionario (Santiago de Chile 1946); Eugenio Orrego,
Vicuña Mackenna: vida y trabajos (Santiago de Chile 1951); Cristián Gazmuri, Tres
hombres, tres obras. Vicuña Mackenna, Barros Arana, Edwards Vives (Santiago de
Chile 2004), entre otras obras.
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torio exclusivo. Asimismo, afirmo que el conflicto con Perú creó tam-
bién las condiciones para que la burguesía chilena fortaleciera su
discurso civilizador apropiándose de aquellos bienes culturales que
precisamente ponían en duda la supuesta naturaleza bárbara de sus
enemigos. De este modo, la conflagración internacional que sirve de
marco a mi análisis deja de ser un evento meramente militar para con-
vertirse en un hecho de reveladoras connotaciones etnográficas. Ello,
porque la degradación del pueblo enemigo y la mutilación de su
memoria histórica tuvieron directamente que ver con la consolidación
de una identidad nacional que al afirmar su superioridad justificaba su
misión civilizadora. En síntesis, mediante la discusión de ciertos ras-
gos específicos del nacionalismo chileno articulado por su intelectua-
lidad burguesa, estas páginas pretenden analizar la sustracción del
patrimonio cultural peruano al interior de una discusión teórica que va
más allá de las coordenadas políticas, económicas o militares.
11
Diario Oficial de la República de Chile (Santiago de Chile), 22 de agosto de
1881. Las listas siguieron apareciendo en las ediciones de 23, 24 y 25 de agosto e
incluso posteriormente.
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Estas fueron las categorías empleadas para clasificar “tan crecido número de
obras”: a) Historia, Literatura y Estadística; b) Ciencias Físicas, Matemáticas, Historia
Natural y Medicina; c) Jurisprudencia; d) Teología y Ciencias Sagradas.
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ción hecha por Barros debía servir “para aumentar” las tres bibliotecas
más importantes de Santiago: la Biblioteca Nacional, la de la Universi-
dad de Chile y la del Instituto Nacional. Los textos sagrados y de natu-
raleza teológica, asimismo, “podrían ser aprovechados” por la biblio-
teca del Seminario Católico de la capital chilena.
La metódica tarea llevada adelante por Barros, Cueto, Domeyko,
Larraín Gandarillas y otros personajes asistentes al acto, por lo demás
inédito, de revisar y distribuir el capital cultural acumulado a lo largo
de varios siglos por los peruanos, no era sino la última etapa de una
cadena más extensa, pues cabe recordar que la catalogación de libros y
material científico que culminó en la rotonda de la Universidad de
Chile se había iniciado meses atrás en Lima cuando Federico Stuven
– ingeniero militar y coronel de milicias – recibió la orden de desarmar
y encajonar no sólo los pertrechos de guerra confiscados al enemigo,
sino también un gran número de máquinas y otros objetos que a juicio
de Cornelio Saavedra podían ser de “gran valor para los laboratorios
de física y química” chilenos.13 A propósito de la participación de
Saavedra en esta operación, una reveladora carta que le fue enviada
por Francisco Vidal Gormaz, encargado de la Biblioteca Hidrográfica
de Santiago, deja en evidencia esa suerte de frenesí de expropiación
que embargó a la comunidad intelectual chilena tras la ocupación de
Lima. En su misiva al jefe político-militar, el bibliotecario anunciaba
que su oficina vería con “sumo interés” el incremento de su colección
referente a ferrocarriles, geografía general, estadística, legislación
caminera, telégrafos, vías fluviales, industrias y cuanto estuviera rela-
cionado con el territorio enemigo. El mayor objetivo del funcionario
santiaguino era enriquecer “la sección peruana de la biblioteca geográ-
fica”, atendiendo a que Chile debía estar preparado frente a futuros
problemas con los vecinos del norte.14 No satisfecho con su ambiciosa
solicitud, Vidal se permitió incluso advertir a Saavedra sobre “la exis-
13
Archivo Nacional de Chile, Fondo Varios (en adelante AN, FV), Correspondencia
de Cornelio Saavedra a Aníbal Pinto, Lima, 22 de febrero de 1881, vol. 412, fs. 178–180.
14
Cabe recordar que durante los años de la conflagración bélica, la oficina hidrográ-
fica de la que Vidal Gormaz formó parte dio a luz los siguientes trabajos: Geografía
náutica de Bolivia; Noticias del desierto y sus recursos; Noticias del departamento del
Litoral de Tarapacá; Geografía náutica y derrotero de la costa del Perú; Noticias de los
departamentos de Moquegua, Tacna y Arequipa con una carta; y Departamento de Lima
con una carta. Al respecto véase Francisco Machuca, Las cuatro campañas de la Guerra
del Pacífico: relación crítica militar, 4 vols. (Valparaíso 1926–1930), vol. 1, p. 185.
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UN “ROBO HONROSO”
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El proceso de catalogación del Archivo Vicuña Mackenna fue iniciado tras la
muerte de su dueño por Mauricio Cristi, quien abarcó los volúmenes 1 a 336 y realizó
este trabajo entre el 20 de febrero y el 15 de octubre de 1886. Para este punto ver Catá-
logo de la biblioteca y manuscritos de don Benjamín Vicuña Mackenna (Santiago de
Chile 1886). 52 tomos del archivo catalogado por Cristi corresponden a documentos que
Vicuña Mackenna hizo copiar a cinco escribientes en el Archivo de Indias. Un catálogo
posterior, de Paz González Vial, realizado en 1974, abarca desde el tomo 337 al 390. Esta
sección del archivo comprende los manuscritos originales de artículos y libros del autor,
como también variada correspondencia con diversas personalidades, tanto chilenas como
hispanoamericanas. Para esta catalogación ver Paz González Vial, Catálogo del archivo
de don Benjamín Vicuña Mackenna: II parte (Santiago de Chile 1974). En 1976 Regina
Claro Tocornal realizó la catalogación de los volúmenes 404–411: Catálogo crítico del
archivo privado de don Benjamín Vicuña Mackenna (Santiago de Chile 1976).
24
En la actualidad me encuentro recopilando este material, que será editado próxi-
mamente en el Perú.
25
Para una aproximación al exilio de O’Higgins en el Perú y su posterior repatria-
ción a Chile, ver Carmen Mc Evoy, “El regreso del héroe: Bernardo O’Higgins y su
contribución en la construcción del imaginario nacional chileno, 1868–1869”: eadem
(ed.), Funerales republicanos en América del Sur: Tradición, ritual y nación, 1832–
1896 (Santiago de Chile 2006), pp. 125–155.
26
Benjamín Vicuña Mackenna, El ostracismo del jeneral D. Bernardo O’Higgins,
escrito sobre documentos inéditos y noticias auténticas (Valparaíso 1860).
120 Carmen Mc Evoy
páramo, alcanzaban solo vida desmedrada, sin flores, sin follaje y sin perfume”. Vicuña
Mackenna, Historia de la Campaña de Tarapacá (nota 6), vol. 1, p. 10
31
La agresividad de Vicuña Mackenna para obtener información de primera mano
fue un hecho que no dejó de provocar comentarios. Una carta anónima enviada a la
sección “Remitidos” de El Nuevo Ferrocarril indicaba que “en vez de esperar las oca-
siones para verificar” de manera “natural y oportuna” los eventos de la guerra, el histo-
riador forzaba las puertas de los testigos sin respetar siquiera “el duelo de los esposos” o
“la salud de los pacientes”. Sus visitas a los hospitales, denunciaba este corresponsal,
habían sido “funestas para los heridos”, con algunos de los cuales conversó hasta “tres y
cuatro horas” sin aparentemente recordar o importarle “el estado de debilidad” en que se
encontraban y menos “la influencia moral” que en muchos de ellos “debían de ejercer
los recuerdos de combate”. Aun cuando el denunciante reconocía “la importancia y la
utilidad de los escritos” de Vicuña Mackenna, también reparaba en la necesidad de cui-
dar la salud de los oficiales y soldados chilenos. Por ello suplicaba al apasionado histo-
riador moderar su “patriótica impaciencia” y esperar “algunos meses” para recopilar las
noticias con las que ilustraría a sus lectores. AN, VM, vol. 253, f. 36v.
32
Vicuña Mackenna, Historia de la Campaña de Tarapacá (nota 6), vol. 1, p. 9.
33
Pedro Muñoz Feliú (comp.), El veintiuno de mayo de 1879: compilación de artí-
culos, biografías y discursos que con tal motivo escribiera D. Benjamín Vicuña
Mackenna, tomados de la prensa de la época, libros y revistas ya agotadas (Santiago de
Chile 1930), p. 152.
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34
Próximamente publicaré una selección de las cartas escritas a Vicuña Mackenna,
en cuya selección y edición me encuentro actualmente trabajando.
35
AN, VM, vol. 292, f. 221v.
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44
“Libro copiador de telegramas peruanos 1879–1880”, AN, VM, vol. 254, fs.
41–76. Para conocer los telegramas remitidos desde el Palacio de Gobierno a las dife-
rentes baterías, incluida la de Ancón, véase AN, VM, vol. 261, fs. 250–329; del mismo
fondo, también revisar vol. 258, fs. 273–315. Toda esta documentación resulta funda-
mental para tomar el pulso a la guerra desde el frente peruano.
45
AN, VM, vol. 256. En el volumen 288 de la misma colección se pueden encontrar
además una relación de los agentes de la Prefectura de Lima en la época de la dictadura,
la circular de la Secretaría de Gobierno a los prefectos del Perú sobre las primeras ope-
raciones de bloqueo a El Callao, bandos del prefecto de Tacna, Pedro del Solar, y una
colección de El Cascabel, periódico publicado en Lima entre 1872 y 1873.
46
En el volumen 260 de la misma colección también se encuentran: “Notas del
coronel del Batallón de Artesanos de Tacna”, fs. 1–75; “Documentos del ejército peru-
ano-boliviano”, fs. 76–125; “Documentos del Batallón Cholque”, fs. 180 y ss.; y “Apun-
tes para la Historia de la Artillería Peruana”, fs. 200 y ss.
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47
El volumen 291, fs. 49–308, guarda los documentos tomados durante la campaña
de Tacna. Ahí sobresalen expedientes de prefecturas, cuadros del Ejército del Sur,
Estado Mayor General, juzgados, etc. El volumen 292 está íntegramente formado por
documentos peruanos. Una pieza notable es el legajo sobre el Ejército del Sur: “Estado
que manifiesta la fuerza efectiva y disponible con expresión de armamento, municiones,
equipo, menaje y material de artillería que tiene el expresado a la fecha” y los telegra-
mas capturados de las oficinas telegráficas peruanas. El “Memorandum de la Secretaría
de Gobierno y Policía” se encuentra en vol. 259, fs. 42–44.
48
Varios comentarios de este tipo aparecen en la introducción a la obra de Cristi,
Catálogo de la biblioteca y manuscritos (nota 23).
49
El mismo Cristi anotó junto a los documentos de los hermanos Reyes lo siguiente:
“Este documento fue encontrado por el capitán Castañeda en un cajón de papeles per-
tenecientes a Enrique Reyes, en una pieza que arrendaba en el Callao”. Ibidem, p. 120.
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56
AN, VM, vol. 259, fs. 2–49, 90–91, 193 y ss. Dentro del mismo volumen cabe
también destacar los siguientes documentos: Guardia Civil, Estado Mensual (compa-
ñías, altas, bajas, armamento, municiones y listas de jefes y oficiales), fs. 213–216;
Pagaduría de Policía, f. 268; Escuadrón de Gendarmes, f. 272; Archivo de la Seguridad
Pública, fs. 355–359.
57
Este punto ha sido analizado en Carmen Mc Evoy, “‘Cálculo de Estado’. Tensio-
nes y rémoras en la expansión del Estado chileno durante la Guerra del Pacífico, 1879–
1881”: Annick Lempérière (ed.), Estado, territorio, partidos. El Estado-Nación en las
Américas a lo largo del siglo XIX (en prensa).
130 Carmen Mc Evoy
58
Un telegrama enviado a Aníbal Pinto desde Arica, con fecha 25 de septiembre de
1880, confirmó el éxito de la misión desempeñada en este punto por la expedición
Lynch, que había destruido “por completo” la hacienda de propiedad de Dionisio Der-
teano. Véase Pascual Ahumada, Guerra del Pacífico. Documentos oficiales, correspon-
dencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a la luz la prensa de
Chile, Perú y Bolivia, 4 vols. (Santiago de Chile 1982), vol. 2, tomos III y IV, p. 507.
Una descripción de la hacienda hecha por Eloy Caviedes, corresponsal de El Mercurio,
permite hacernos una idea del inmenso valor económico y estético de Palo Seco. Según
el corresponsal, la “casa era una verdadera ciudad, o más bien dicho, un castillo feudal;
los edificios eran obras de todo lujo. Sus formas artísticas tenían semejanza con el Pala-
cio de la Exposición de Santiago”. Asimismo, “las maquinarias del establecimiento azu-
carero y de destilación de ron era una maravilla por su buen gusto, por su aseo y su
calidad”. Esa maquinaria, informaba el publicista, había costado 100.000 libras esterli-
nas. El campo, por otra parte, estaba cultivado con la misma esplendidez y grandeza del
resto de las instalaciones. “Hasta perderse la vista, decía, todo estaba sembrado de caña
dulce”. Para esta cita y otros detalles en torno a lo ocurrido en la Hacienda Palo Seco,
véase Mariano Paz Soldán, Narración Histórica de la Guerra de Chile contra Perú y
Bolivia (Buenos Aires 1884), pp. 533–536.
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59
Michael J. Shapiro, Violent Cartographies: Mapping Cultures of War (Minneapo-
lis 1997).
60
La Juventud (San Fernando), 8 de junio de 1879.
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61
La Actualidad (Lima), 7 de abril de 1881.
62
La Actualidad (Lima), 26 de febrero de 1881.
63
La Actualidad (Lima), 10 de mayo de 1881.
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64
Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile, tomo I:
Sociedad y cultura liberal en el siglo XIX: J.V. Lastarria (Santiago de Chile 1997), pp.
138–139.
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