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FILOSOFIA Y DERECHO Prueba sin conviccién § Estandares de prueba 5 y debido proceso Jordi Ferrer Be @@ OMarcialPons INTRODUCCION Este libro empez6 a gestarse en «El cul del mén», un restaurante de cocina catalano-marroqui en las afueras de Girona!, en una larga conversacién con Michele Taruffo, con un hermoso sol de primavera, durante una de sus estan- cias anuales en la Universidad de Girona. Alli resolvimos escribir juntos un libro sobre estandares de prueba, después de constatar los importantes proble- mas pendientes que debe enfrentar en ese Ambito la concepci6n racionalista de la prueba. Han pasado casi ocho afios desde aquella conversacién con Taruffo y, apesar de que pude conversar con él sobre las tesis de los dos primeros capi- tulos, la dura noticia de su fallecimiento me golpeé antes de terminar el trabajo. Este libro es sin duda una continuacién de La valoracion racional de la prueba (2007), que a su vez era una continuacién de Prueba y verdad en el de- recho (2002). La valoracién racional de la prueba terminaba ya con un primer andlisis del problema de los est4ndares de prueba y alguna propuesta al res- pecto. Sin embargo, no estuve entonces en condiciones de afrontar el anilisis detallado de ese tema, que qued6 pendiente de mayores reflexiones y de ma- yor estudio. Desde entonces han pasado catorce afios y puedo decir que este es el proyecto de investigacién mAs desafiante al que me he enfrentado, por su gran complejidad y porque abordarlo de forma minimamente seria exige tener en cuenta rafces que ahondan en el derecho procesal, la teorfa del derecho, la teoria de las normas, la epistemologia, la filosoffa politica y moral, etc. En este sentido, tampoco resulta extrafio que un camino poblado de minas tan diversas sea dificil de recorrer y tan poco transitado en nuestra doctrina. Desde la tarde de 2013 en que conversamos Taruffo y yo transcurrieron Cuatro afios en los que desempeiié el cargo de secretario general y vicerector * huip:diwww.elculdelmon.com. ON } JORDI FE: RRER BRL, TR, | Ay Dnnerantnd de Girona ALfinal este Tibro ha sido una org iNdivigy de Ia Universids snjnnto con Tanifo no Vio 1a 102 POF Los costes hie so eee earn imponen 1s cargos académicos Pero, tna sao Fx evalacidin que hicimos de fa situacign Tempo no ha cambiae ndecimiento hacia Michele, de quien he Arend ba dy ay Patra €1 pase dy ectoria investig bio, ha acrecentachy mi age ; tirenn parte de lo que sé sobre prue 4 pesar del abandono tradicional del razonamiento probatorig rin general de la pnicha que ha caracterizado en —_ Cultura juridicat Jos estudios procesales tradicionales como. 7 e fi oe del derecho, decirse que en las dos tiltimas décadas se ha cambiado claramente . Gencia. Hay todavia, sin embargo, una gran laguna en la teoria general de lg prueba, compartida también con las teorfas del garantismo penal y Procesal Toxias elas. de distinto aleance pero evidentemente relacionadas entre sf te. sultan seriamente incompletas si no abordan el problema de COmo determina los umbrales de suficiencia probatoria para cada fase del procedimiento Y para cada tipo de proceso. Y esa falta de teorizaci6n se traslada ala legislacién, donde la ausencia de esténdares de prueba se convierte en el talén de Aqui- les de un disefio procesal que pretenda limitar la arbitrariedad y fomentar al control de las decisiones probatorias. Un sistema sin estandares de Prueba es un sistema sin reglas para justificar las decisiones sobre los hechos, Io que hace initiles muchos derechos procesales in itinere del Procedimiento (como la presuncién de inocencia) y hasta el deber de motivacién. Por ello, en este trabajo presentaré un esbozo teérico sobre la forma en que deben formularse los estandares de prueba y algunos elementos a considerar para decidir sobre su nivel de exigencia. DY de tat len. Podria pensarse que el déficit apenas sefialado es solo caracteristico de Jos paises de cultura juridica latina Y que las cosas son muy distintas en los paises de tradicién anglosajona. Esto es verdad, sin duda, si atendemos ala Produccién bibliogréfica sobre el tema de los est4ndares de prueba y también Si observamos la presencia del mismo en la jurisprudencia, Sin embargo, la doctrina mayoritaria, tanto académica como jurisprudencial, ofrece una lectu- fa netamente subjetivista de los estandares de prueba, en forma de grados de Creencia 0 conviccién de los Juzgadores, radicalmente incompatible con los pilares de la concepci6n racionalista de la prueba. Como espero mostrar en este trabajo, también en los paises anglosajones queda mucho camino por recorrer para disponer de esténdares de Prueba metodolégicamente bien formulados. ok x Noes facil ser justo en los agradecimientos por el apoyo recibido para u" trabajo que ha tenido una elaboracién tan larga como este. Han sido muchas las Personas con las que he debatido Y los foros en los que he presentado al guna versin previa de mis ideas al Tespecto. A todos les agradezco profunda- wrRoDUCCION 7 mento las criticas y los desaffos, porque ellos s jas ideas © @ abandonar las que puedan resultar infructuosas, Mu: mente quiero manifestar mi deuda con Michele Taruffo, a wien @ mencioné gesie el inicio de estas paginas, y con Carmen Vazquez’ Dansel Gonudles Lagiet, Diego dei Vecchi y Edgar Aguilera. Mesas de debate, atlas de semi ‘ rigs, cursos compartidos y también cervezas, vinos y hasta el soft de mi casa han sido testigos de larguisimos larguisimos debates con ellos, disthbuidos durante varios aftos, que han ayudado a madurar mis ideas hasta hacerme sen- tir capaz de escribirlas, : on los que ayudan a fortalecer Edgar Aguilera, Jorge Baquerizo, Diego dei Vecchi, Vitor L. de Paula Ra- mos. Santiago Eyherabide, Jorge Malem, Laura Manrique, José Juan Moreso, Giovanni Priori, José Luis Ramirez Ortiz, Sebastién Rebolledo, Marco Se- gatti, Jonatan Valenzuela y Carmen Vazquez han lefdo todo o parte del bo- rrador de este libro y me han realizado muy utiles sugerencias, objeciones y recomendaciones, que sin duda han mejorado mucho el resultado final Estoy en deuda con todos ellos. Por ultimo, quiero agradecer también a todos los compafieros del grupo de investigacién de filosoffa del derecho de la Univer- sidad de Girona: trabajar en un contexto intelectual y humano como el que se ha generado en este grupo es un verdadero privilegio. Para la realizacién de este trabajo he contado con el apoyo del proyecto de investigaci6n «Seguridad juridica y razonamiento judicial» (DER2017- 82661-P), del Ministerio espafiol de Economia y Competitividad. 1. LAS PREMISAS DE PARTIDA A dia de hoy, son lugares comunes de la concepcién racionalista de la prueba? las siguientes asunciones, que yo tomaré en este trabajo como premi- sas de partida: 1, Hay una relaci6n teleol6gica entre prueba y verdad, de modo que la verdad se configura como el objetivo institucional a alcanzar mediante la prue- ba en el proceso judicial’. 2 Puede verse una caracterizacién de esta concepcién en FERRER BELTRAN, 2007: 64-66. Una €stupenda presentacién de la tradici6n racionalista en la cultura angloamericana puede verse en TWi- NING, 1990: 32 y ss., y en ANDERSON, SCHUM y TWINING, 2005: 115 y ss. En castellano, véase también AccaTiNo, 2019: 1 y ss. En términos de ANDERSON, SCHUM y TWINING (2005: 116): «El principio central dela tradicion racionalista es que el objetivo primario del derecho adjetivo (0 procesal) consiste en lograr la “rectitud de la decisi6n” en la adjudicacién, es decir, la aplicaci6n correcta del derecho a los hechos probados como verdaderos. (..] (Con respecto a las cuestiones de hecho disputadas, el principio asume que la realizacién de este objetivo involucra la bsqueda de la “verdad” a través de medios racionales». El fundamento del objetivo de la averiguaci6n de la verdad como garantfa de la correcta aplicacién del ‘derecho sustantivo se encuentra ya en BENTHAM, 1827: 17-19. Al respecto, véase también PostEMA, » MPT EERE ap, thy " 5 Fleonvepto de verdad en juego. que resulta itil para day - Jeokigica, es ef de verdad como eorrespondencia, de lool factico (formulado en el marco de un pre cllenta dy « Modo Ge 080 judg, ON To gy relacisn t ve quem enna es ver m sometido a prucha en e} mundo (evterno al pro . 4 Nunea un conjunto de elementos de juicio, por rico Y fable ae cea, permitird alcanzar cemtezas racic les, no Psicoligieas o shetve Me to de Ia ocurrencia de un hecho, de mod 0 que to fo enunciado faction ere ©. sariamente verdadero 0 falso, pero nuestras Timitac tones epistémicag Nos stig, siempre ante decisiones que deben adoptarse en contextos de incerti umbn ian 4 El razonamiento probatorio es, pues, un razonamiento Recesatiame te probabilistico. Decir que un enunciado aries Probado es afi at cs probablemente verdadero (a un nivel que habré que determinar), dain Ue : adas lag pruehas disponibles aden si, ¥ Solo Si, Se cortesponde ¢ eso)" Si bien estas premisas son ampliamente compartidas en la literatura Pro. batoria, no siempre se extraen de ellas todas las Consecuencias Televantes, En particular, como dije anteriormente, la necesidad de disponer de reglas establezcan el grado de probabilidad que resulta suficiente Para aceptar com probado un enunciado factico (0 una hipétesis, si se Prefiere) en un proce. dimiento judicial ha sido un tema generalmente olvidado en nuestra cultura Juridica. Si el razonamiento probatorio es probabilistico y la certeza racional sobre una hipétesis factica es inalcanzable, entonces deviene imprescindible dotarse de reglas, que denominamos «estdndares de prueba», que determinen el gra- do de probabilidad a partir del cual estamos dispuestos a dar por probada la hipétesis, es decir, que determinen qué grado de apoyo nos parece suficiente para aceptar como verdadera la hip6tesis factica en cuestién (y asf poder usar 1a como tal en nuestro razonamiento). 1986: 343, Para mayor abundamiento y justificacién de esta premisa, véase FERRER BELTRAN, 2002: 55 J SS.) une excelente dscusién en PEREZ BARBERA, 2020a, Al respecto, véanse, por todos, TaRUFFO, 1992: 169-170; Gasc6n, 1999: 59 y ss. Vale la pena sfadir que Tarufto ha mantenido en toda su obra que en el proceso, y quizé en cualquier oto amit de conocimiento, podemos alcanzar solo verdades relativas, contextuales, descartando totalmente la cuistencia de verdades absoluas (véase TaRUFFO, 1992: 172 y ss.). Como se verd mas adelante ave buede haber buenas razones contextuales para tener distintos niveles de exigencia probatona a manag Como verdaders (y dar por probada) una hip6tesis féctica, pero ello no implica que la € com ofa Contextual. En mi entender, si adoptamos, como hago yo mismo, un nocion de veil Came comespondencia, la verdad es siempre absoluta: 0 Pedro ha crurado la calle con el ema e ceeclane oa hecho, o Mara ha matado a Felipe ono lo ha hecho. No hay verdades rela oe pees altel grado de coroboracién y la prueba de que esos hechos han ours la lia pues. epistemoldgica y no ontol6gica lure oe El razonamiento probatorio es inferencal, No importa solo el objetivo de que lo que s¢ ee Inferenilenr to so también que laconclusién se ablenga por buenas razones, 48 eit las denomingdg nseada a partir dela pruebas aportadas al proceso, Al respect, co as denominadaswsituaciones Getier, dase Pando. 208; Sine BIBLIOTECA PERSONAL Enrique del Rio Gonzalez jnTRODUCCION 19 Eltipo de probabilidad Capuz de estructura e! razonamiento probatorio no admite el céilculo matematico, de modo que estamos frente a una probabilidad inductiva; los esténdares de prueba, por tanto, no podrén indicar numérica- mente el grado de suficiencia probabilfstica Necesaria para dar por probada una hipstesis: Solo si disponemos de estandares de prueba que indiquen el grado de su- ficiencia probatoria (i. e., la probabilidad necesaria para dar por probada una hipstesis) podriin ser utilizables otras reglas para la toma de decisién, como las cargas de prueba 0 las presunciones, En efecto, las reglas de carga de la yeba tienen la funcién de determinar quién pierde el proceso si no hay prue- ba suficiente de ninguna de las hipétesis en conflicto, pero para aplicarlas es necesario conocer cudndo hay prueba suficiente. Y lo mismo ocurre con las presunciones (iuris fantum), que imponen la aceptacién de una hipstesis (y su uso en el razonamiento) en ausencia de prueba (suficiente) en contrario; asi, por ejemplo, la presuncién de inocencia como tegla de juicio impone que se resuelva a favor de la inocencia del acusado salvo que haya prueba suficiente de su culpabilidad, derrotandose entonces la presuncidn®. Pero {cuando hay prueba suficiente de la culpabilidad del acusado? De nuevo, la presuncién de inocencia presupone que disponemos de una regla que nos indique el umbral de suficiencia probatoria. 2. EL ESTADO DE LA CUESTION EN LA LEGISLACION PROCESAL Cuando en las legislaciones procesales y en las pricticas jurisprudencia- les encontramos formulaciones del nivel de exigencia probatoria, estas suelen adolecer de dos graves problemas. Por un lado, suelen apelar a elementos psicolégicos o mentales del decisor (como la «intima conviccién», la «certeza subjetiva», la «valoracién en conciencia», etc.), que no permiten el control intersubjetivo y que, por tanto, no son aptas para facilitar la revisién de la co- mecci6n de la decisi6n ni para dar garantias, por ejemplo, del cumplimiento de la presuncién de inocencia en el proceso penal’. Volveré mas adelante sobre este punto. Por otro lado, las formulaciones de pretendidos estandares de prue- ba vigentes en la mayoria de sistemas tienen un nivel de vaguedad incompati- ble con su funcién de sefialar un umbral de suficiencia probatoria (incluso de forma aproximada). Valgan algunos ejemplos del derecho espaiiol al respecto: — El art. 641 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal espaiiola regula el sobreseimiento provisional de la causa, que procederé adoptar en diversas si- 0 lo que Mendonca denomina «estrategia de destruccién» de la presuncién (que debe ser dis- Uinguida de la «estrategia de bloqueo»). Al respecto, véase MENDONCA, 2000: 229; también ULLMANN- MakcaLit, 1983: 149. Las dos estrategias para derrotar la presuncién guardan relacién con lo que PoLLock (1986: 511; 1991: 34) denomin6 rebutting defearters y undercutting defeaters. ” En este sentido, LAUDAN, 2005: 99 y ss. JORDI FERRER BELTR Ay tuaciones, la segunda de las cuales (art. 641.2) se dar literalmente, “leluands resulte del sumario haberse cometido un delito y Ho haya motivos SUficiente, para acusar a determinada © determinadas personas como autores, cémplices 4 encubridores» (la cursiva es mfa). — El art, 503 de la misma ley procesal penal regula las condiciones th “rdenar el ingreso en prisidn provisional del imputado, La « procederé que proceder 503.2) se formula en estos términos: gunda de las condiciones (art, «{q]ue aparezcan en la causa motivos bastantes para creer responsable jj minalmente del delito a la persona contra quien se haya de dictar el auto de prisién» (la cursiva es mfa)*. Temo que el lector podrd, facilmente, replicar los ejemplos tomando en consideracién los cédigos procesales de muchos otros paises. Solo permitase. me ofrecer alguno de ellos: — Elart, 316 del Cédigo Nacional de Procedimientos Penales mexicano, relativo a los requisitos para dictar el autor de vinculacién a proceso, estable. ce que: «E] juez de control, a peticién del agente del Ministerio Pablico, dictaré e| auto de vinculacién del imputado a proceso, siempre que: L] II. De los antecedentes de la investigaci6n expuestos por el Ministerio Pablico, se desprendan datos de prueba que establezcan que se ha cometido un hecho que la ley sefiala como delito y que exista la probabilidad de que el im. putado lo cometié o participé en su comisién. Se entenderd que obran datos que establecen que se ha cometido un hecho que la ley sefiale como delito cuando existan indicios razonables que as{ permitan suponerlo» (las cursivas son mias) Pero ya sabemos que el razonamiento probatorio es probabilfstico, lo que necesitamos saber es cual es el grado de probabilidad requerido para adoptar la decision. * Esta formulacién tiene su andlogo también a nivel intemacional en el Estatuto de Roma, que cre y regul6 el funcionamiento de la Corte Penal Internacional. Asf, su art. 58 establece que: «1. En cualquier momento después de iniciada la investigacidn, la Sala de Cuestiones Preliminares dictaré, a solicitud del fiscal, una orden de detencién contra una persona si, tras examinar la solicitud y las pruebas y otra informaciGn presentadas por el fiscal, estuviere convencida de que: a) Hay motivo razonable para creer ue ha cometido un crimen de la competencia de la Corte» (la cursiva es mfa). Puede verse un andlisis de este pretendido esténdar de prueba, asi como de los que rigen para dictar la confirmacién de cargos (ant 61.7 del Estatuto de Roma) y para dictar condena (art. 66), en De1 Veccut y Cumiz, 2019: 93 y ss En Estados Unidos se ha ulilizado también una formula muy parecida por la Corte Suprema part referirse a las exigencias impuestas por el estndar de la «causa probable» de haber cometido un delit0 (que habilita el arresto o para realizar una pesquisa sobre la persona o sus propiedades). Asf, en Marylan! ¥. Pringle, 1a Corte Suprema dijo que: «No es posible dar una definicién precisa o una cuantificacion e0 Porcentaje del esténdar de la causa probable porque tiene que ver con probabilidades y depende de lt ‘olalidad de las circunstancias del caso. (..] Sin embargo, ya hemos establecido que «lo fundamental Cualquier definicién de causa probable es que haya un morivo razonable para creer en la culpabilidad a en la culpabilidad debe ser particularizada respecto de la persona buscada o detenida” wrwoDUCCION 2 — Elart. 140 del Cédigo procesal Penal chileno, en relacién con los re- quisitos para ordenar la prisién preventiva, establece que: «Una vez formalizada la investigacién, el tribunal, a peticidn del Ministe- rio Pablico o del querellante, podra decretar la prisién preventiva del imputado siempre que el solicitante acreditare que se cumplen los siguientes requisitos: bel +b) Que existen antecedentes que permitieren presumir fundadamente que el imputado ha tenido participacién en el delito como autor, c6mplice 0 encubridory (las cursivas son mfas). Mis alld del erréneo uso del verbo «presumir», que debiera ser sustitui- do por sinferir, el problema aquf es de nuevo el mismo: {cuando podemos considerar suficientemente fundada la inferencia de que el imputado ha parti- cipado en la comisi6n del delito, a los efectos de adoptar la medida cautelar? — El art. 530 del Codice di procedura penale italiano, relativo a la sen- tencia absolutoria, establece que: 2. El juez pronunciaré una sentencia absolutoria si falta, es insuficiente 0 es contradictoria la prueba de que el hecho ha ocurrido, de que el imputado lo haya cometido, de que el hecho constituya delito o de que el delito haya sido cometido por una persona imputable» (la cursiva es mfa). Pero déjenme preguntar de nuevo: jcudndo es insuficiente la prueba? To- dos estos ejemplos, y muchos otros en el mismo sentido, son muestras de una misma mala prdctica: all4 donde el legislador deberia ofrecer criterios de sufi- ciencia probatoria (i. e., estandares de prueba), se limita a indicar que la prueba serd suficiente cuando sea suficiente, bastante, suficientemente fundada, etc.°. En resumen, no ofrece criterios de decisién, que son imprescindibles, dejando al juzgador en la imposibilidad de justificar que su decisién cumple con unas exigencias que est4n indeterminadas. Sin embargo, no hay forma de dar contenido y hacer efectivas las garan- tias procesales si se desconocen las reglas de juicio o si estas estén indeter- minadas". Urge, por tanto, conocer los requisitos para formular adecuada- * Se puede encontrar el mismo problema también en la jurisprudencia internacional de derechos humanos. Valgan como ejemplo las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Sudrez Rosero v. Ecuador (Sentencia de 12 de noviembre de 1997, parr. 77), Cantoral Benavides « Peri (Sentencia de 18 de agosto de 2000, parr. 120) y Ricardo Canese v. Paraguay (Sentencia de 31 de agosto de 2004, pérr, 153), donde se dice que «[I]a Corte ha seftalado que el art. 8.2 de la Convencién €xige que una persona no pueda ser condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad penal. Si obra contra ella prueba incompleta o insuficiente, no es procedente condenarla, sino absol verla» (la cursiva es afiadida), ” Creo que esta es, dicho sea de paso, la critica mds fundamental que puede hacerse tanto al ga- Tantismo penal como al garantismo procesal, representados respectivamente por autores como Ferrajoli ¥ Alvarado Velloso. Ambas teorfas, de presupuestos muy distintos, comparten el énfasis en las garan- fas durante e1 procedimiento judicial, descuidando, en cambio, la necesidad de establecer reglas de Juicio que operen como garantias de la no arbitrariedad de las decisiones sobre los hechos. if JORDI FERRER BELTRAN, mente un esténdar de prueba y mejorar radicalmente nuestras legislaciones jurisprudencias al respecto. El primer paso es comprender que la formulaci¢y, de un esténdar de prucha exige el cumplimiento de dos tipos distintos de requerimentos: en primer lugar, los que versan sobre su adecuada formula. cién desde el punto de vista epistemoldgico o metodolégico y, en Segundo, lugar, los que apuntan a la fundamentacién del nivel de exigencia probatorig establecido en el estandar, Dedicaré los dos préximos capftulos a su andlisis, por separado 3. LA NECESIDAD DE CONTAR CON ESTANDARES DE PRUEBA Précticamente todos los cédigos Procesales dividen la actividad probatoria en el proceso judicial de uno u otro modo, Por supuesto, esta division en fases puede hacerse con muchos criterios. En un trabajo previo, propuse separar el andlisis de la prueba en el proceso judicial teniendo en cuenta el tipo de actividad que se realiza en torno a ella en cada fase del procedimiento. Desde esta perspectiva, tres son los momentos de la actividad probatoria: 1) el mo- mento de la conformacién del conjunto de elementos de juicio o del acervo probatorio; 2) el momento de la valoracién de la prueba, y 3) el momento de la decision sobre la prueba!! EI momento de la conformacion del acervo probatorio inicia con la pro- Posicién y admisién de la prueba y contintia con la Practica de la prueba. La asuncién del objetivo de la averiguaci6n de la verdad sobre los hechos, como fin institucional de la prueba en el proceso, tiene un corolario claro 7 ur Mease FERRER BELTRAN, 2007: 41 y ss, Me Temito a ese trabajo para mayor abundamiento. Ed wate 4, vale la ena recordar que esos tres momentos o fases no solo se presentan a nivel macs senendoen cuenta odo €! proceso y concluyendo con la sentencin final, sino también respecto de ous fone interme iy OO Por ejemplo las medidas cautelares distin, senti io, €s imprescindible dotar de una Mirada epistemoldgica a los debates sobre t Sy ed nts Probatorios entre las partes y e1 juez, sobre la direccién del proceso (judi management) y el alcance del principio dispositive, las obligaciones de colaboracién procesal de las aren ayanateria de prueba y el discovery, es fo ; ie i . . las formas de practi en juicio oral y 1 imp ‘eniacin integral del principio de contradiccidn, entre oes /* Pusbsen ji oa INTRODUCCION x El momento de la valoracién de la prueba inicia cuando las pruebas ya han sido practicadas y, para decirlo gréficamente, el proceso esta visto Para senten- cia (0 para adoptar la decisién intermedia de que se trate). En él, el juzgador de los hechos (juez 0 jurado) deberd valorar la prueba individual y conjunta- mente. La valoraci6n individual es un paso Previo imprescindible para la valo- racién de conjunto, y consiste en el andlisis de la fiabilidad de cada una de las pruebas, tomada aisladamente y también en relacién con otras, como pueden ser las pruebas sobre la prueba. La valoracién en conjunto, por su parte, pone enrelacién las pruebas con las distintas hipstesis sobre los hechos y permitir4 concluir qué grado de corroboracién * aportan aquellas a cada una de estas. Si nos movemos en un sistema de libre valoracién de la prueba, este momento estar gobernado tinicamente por reglas generales de la racionalidad (reglas epistemoldgicas), sin la interferencia de reglas juridicas que predeterminen el resultado probatorio de ningtin medio de prueba especffico. Ahora bien, la conclusién de la valoracién de la prueba nos permitir4 solo llegar a la conclusién de que una hipétesis sobre los hechos tiene un mayor o menor grado de corroboracién a partir de las pruebas presentadas y practi- cadas; pero nunca la valoracién de la prueba bastard para tomar una decisién sobre los hechos, porque para ello necesitamos disponer de criterios que de- terminen si el grado de corroboracién alcanzado es 0 no suficiente para con- siderar probadas todas o algunas de las hipotesis planteadas. Se puede decir en este sentido que las pruebas subdeterminan la decisién probatoria. Por ello, al momento de la valoracién de la prueba le sigue el de la decisién sobre los hechos'5. Esa decisi6n ya no esta (solo) gobernada por la epistemologia, sino (también) por reglas jurfdicas de decisi6n que el juzgador debe aplicar en su razonamiento. Esas reglas son, fundamentalmente, de tres tipos: las que esta- blecen cargas de la prueba, las presunciones y los estandares de prueba. Sin embargo, es muy importante observar aqui que las razones que fundamentan esas reglas no son ya epistemoldégicas. Como bien ha destacado Stein, por lo que hace a los estandares de prueba, la decisién sobre el grado de corrobo- raci6n requerido para cada tipo de casos no es en absoluto epistemolégica'®. ' Aunque parte de este andlisis puede haberse hecho ya en el momento de decidir sobre la admi- Sibilidad de la prueba, ello no obsta para que ahora sea de nuevo necesario a la luz de la informacién Obtenida en la prdctica de la prueba. | ; corm '€ Uso el término «corroboracién» sin compromiso alguno con la nocién popperiana de «corrobo- ration», por su familiaridad en el discurso jurfdico general y jurisprudencial en particular. Asf, podrén entenderse como sindnimas expresiones como «grado de corroboraciGn de una hipstesis», «grado de Confirmacién de una hipStesis», «la medida en que una prueba acredita una hipotesis», etc. Respecto de 10s usos filoséficos del término «corroboraciGn», puede verse An. Mura y Al. Mura, 2018: 282-283, Nota 77, 'S En el mismo sentido, Tuzer, 2020: 94, quien muestra la confusi6n habitual entre criterios de valoraci ‘dares de prueba, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, en especial del TEDH ere Sra repetidamente al més alld de toda duda razonable como un criterio de valoracién de la prueba). '® Véase STEIN, 2005: 121-122. ede ayudar a delinear un estq La epistemologia 10 a de suficiencia probatoria que fy, Pe! fleje correctamen ios dice nada sobre cual es el nivel ee aelante una decisién politica”: en efecto —— me Jos estandares de prueba son reglas, que va repesciare™ que una hipdtesis debe tener, a Partir de las Prush Bray, de confine or probada a los efectos de adoptar una determinads 2, Day poder hee realizan también una segunda funcién de fa vig Aecisign pero al a anal el riesgo del error entre las artes; y eviders imp tancia ie sn politica y no epistemolégica determinar CUANKO Fieg emente 7 una consi tumble que soporte cada una de las partes en UN proce, de ertoy nos ra Enel capitulo II analizaré lo atinente a la distribucién de] ies ele e] momento, basta insistir en que si no disponemos de estén are prueba predeterminados para cada tipo de casos resulta imposible deter a justificadamente que una hip6tesis sobre los hechos ha sido prob; que desconocemos cuando las pruebas aportan corrobo: ada, pues i : to TACiON suficiente ara justificar esa conclusién. Ndar de a qu le a 1S eu’ te adecuads Esta Mlecig Onan te, on + COMO he eno determing lay, BayOn ha argumentado que un sistema Juridico (0 un secto que fuera indiferente a la distribucién del riesgo del error entre |; proceso, «no necesitarfa en absoluto una regla 0 criterio de deci adicional al propio proceso de valoracién Tacional para determinar qué debe considerarse probado (es decir, no habria razén alguna para que no se limitara # tener directa e inmediatamente por probada la “‘tinica hipétesis no refutada” © la que “hubiese alcanzado un mayor grado de confirmacién”)» 18, Asi, pare- ceria que, en términos de Bay6n, solo necesitariamos disponer de estdndares de prueba si queremos disefiar un sistema mAs que minimamente sensible a la distribucién del Tiesgo del error”®, tratando as{ a la preponderancia de la r del Mismo) ‘AS partes en up isiOn externo 1 gue 00 es especfico del derecho, También la farmacologfa, 1a historia, la epidemiologit ‘Ms asronomia necestan de estindares de Prueba claramente definidos, Y tampoco Ia epistemoler dessa Sh® CaTPOS para definir el nivel ae Crigencia del estdndar. Se trata también en esos cas (1 ¢. de la comunidad Cientffica) que toman en cuenta los bienes cn ue to Yale PUES: Que el esténdar de prueba farmacol6gico sea mucho més elevado que el de aie “as, Sino por el coste del error sobre los bienes en jure ise | derecho esque tenemos mecanismuse institucionales para adoptar las 8 de prueba. 2008: 22-23. Las Cursivas son del autor. on del ries8° considera que un sistema €s mfnimamente sensible a la distribuci . ta asigo "Ti8e (porque entiende wcidn para hacerlo) I art ala hip6tesis con un grado de contin ‘as hipotesis rivates jorainente) qué parte esté llamada a soportar el riesgo de ) on del wut mismo grado de confirmaci > (il 25. Las cursivas 800 06 Te a argumenton He te de COnfirmaciOn» (ibid. f esténdare wostra 4 ay6n tienen una segunda parte, ditigida pict nis Tribe “Objetivos» para los casos en que prefiramos un si S exigente bucién de} st ‘ ue la pre ‘at g pretiert Un Hesgo del error, i, ¢,, los casos en que S€ P que 5 necesat -Ponderan; eto seria Uy sit 10 Y para | sna as l& Prueba. Asf, su argumento comple Syne S00 aplica en el pre-trial alos efectos due ion de debido prone POMC My mayoriarienente Ce Consett at er ARPOME a acusacign oo 8S9 We la densa tengo rams favor pruebas favor alos ope Femi una decisin informada sobre 18 204 Fespecto pueden y Puede decirse de la juri de Jos distintos ot ™a que «el result matt 7000: Peteconsky, 20117 Binns, 200872405, quien sm acuerdan con los ojos Vendadoy. t2uado descubrimiento de pruebas [discovery] es 9¥ LAFU NDAMENTACION DEL NIVEL DE EXIGENCIA, PROBATORIA, Los estandares de prueba distribu ) 13. dave Ins partes Yen el riesgo del error m jmponga: se cumplen por el mero hecho de su existenci Jan los requisitos metodolégicos para su formulacié: se afiade una tercera funci6n de los estandares de pruel gel concreto umbral de suficiencia probatoria establec prueba: la distribucién del riesgo de error entre las Pi ritaria, especialmente la anglosajona, ha focalizado s funci6n de los estndares de prueba", Esta es, sin e1 yocaciones que quisiera destacar en este trabajo: poner el acento tnicamente en la funci6n que tienen los esténdares de prueba de distribuir del Tiesgo del error (0 de distribuir los errores, dicen algunos autores), oscurece el papel fun- damental que tienen como criterio de justificacién de las decisiones judiciales y como garantfa hacia las partes; en otros términos, deja de lado que disponer de estindares de prueba correctamente establecidos es parte sustancial del debido proceso. ‘ia, siempre que se cum- n. A ellas, sin embargo, ba, que es consecuencia ido por cada estandar de artes. La doctrina mayo- u atenci6n en esta tiltima mbargo, una de las equi- Ahora bien, a los efectos de decidir en qué punto situar el umbral de sufi- ciencia probatoria, es imprescindible comprender adecuadamente la relaci6n entre esa decisién y la distribucién del riesgo del error entre las partes. El punto de partida, como ya mencioné en la introduccién, es que el objetivo institucional de la prueba en el proceso judicial (al igual que en el proceso administrativo) es la averiguacién de la verdad, pero las limitaciones episté- micas que aquejan a todo razonamiento sobre los hechos impiden atribuir mas que una cierta probabilidad (inductiva) de que las hip6tesis facticas en litigio sean verdaderas. No pudiendo, pues, fundarse certezas racionales sobre los hechos, siempre y en todo caso cabe la posibilidad del error en la decisién, Que solo se puede evitar no decidiendo. Aunque no es el tinico tipo de error Televante en el razonamiento probatorio, el que aqui nos interesa es el error Material '*. Estaremos ante un error consistente en un falso positive cuando se declara probada una hipétesis falsa y ante el error de un falso negativo cuande Se declare no probada una hipétesis verdadera. Puede suceder perfectamente ue esas sean las conclusiones correctas a la luz de las pruebas disponibles, loque Muestra que el error material no tiene por qué estar causado por un error —_. de prutsi™# & ciemplo, por todos, lo que dice L acuerdo Precisamente, disponer de una regla ve pou SUS respectivos costes». Ticamenn’bién, como se verd mas adelante, me independientes de los errores materiales. andar swan (2016: 103); «La raz6n de ser de un estan« te aan que distribuya los distintos resultados de puede haber errores inferencials, que on V6gica empf- ne Rp ‘ 1 sidn, Todo lo que nece My nor en su deci sitan origuiac amas 4 a prueba es la avertguac 16n de as Ia pr Ne la verdag ng . 6 Jo que se declare probado o 4 \ f NO probade ne ene mundo: NO ¢4, ™y Mei inferencial del juzga ex que, si cf objetivo de nor cada ve7 que ante une! almente ocurrido con Jo me antre los estindares de prueba y los errores no es una pieza fundamental de ta sal Me hy algunos malentendidos, Politica prc . e ‘| La relacion e ntendida y, en cambio, bene shacer Por ello, empezare por de’ > mas exigente sea el estindar de prueba, m rar quien sostenga la tesis de que on Tlesyy IN estan le mero de errores sobre los hecho nar ASS se Xe a) Cuante error No es extraiio encontt prueba exigente disminuye el nin presa, por ejemplo, Gascon: Cuanto més exigente sea el esténdar para probar un hech seré la decisidn que declara probado ese hecho, pues un SP te + M&S rac, a. por sus siglas en inglés] muy exigente minimiza la pos lestandar im mnaximiza la posibilidad de acierto”. Posibilidad de em” Pero esta es una conclusion apresurada, basada en la ob: solo tipo de errores, los falsos positivos o condenas falsas, dee ignorando que junto a ellos también son probatoriamente . econ negativos 0 absoluciones falsas. Usaré en estas proximas ‘eine 105 fl presentar graficamente el impacto de situar el umbral de sie UN modo de en un punto u otro, que puede servirnos ya para mostrar BENCIa probatoria moslo (gréfico 1). ir este punto'®, Veg. El eje vertical indica el nimero de personas acusa ve ind das di hen Hieie Ai ° penal). El eje horizontal indica ia paca gue hayan an e el hecho, dadas las pruebas aportadas al expediente". : curva de la iguler representa a los acusados que no han cometido el hace voided hake ‘ne la curva de la derecha a los acusados que si taney Oy Oranges a leros culpables). Las lineas verticales (indicadas con el umbral probatorio establecido por posibles estandares de cn de uy Ocienda g ” Gasc6n ABELLA Tuc, 2019p: 297. Me odes En el mismo sentido, VeRats, ViaL y Lect 2015: 108 Fermua, que discutf en el capftulo anteri también, esta sea la idea que subyace a la consierain reznable solo hay sposciones y so ior, de que por debajo del esténdar del mis allt de toda (200: $ 5) abuse aque de specs, pero en ningncato se puede habla de prueba. REYES pre que una de sus funciones ee tradicional» (received view) de los estindat> pars REVS ets aes la de minimizar el riesgo de err de las estore scl? n de todos los estindares de prueba o de algunos de ells eles ‘apoyo bibliogrtico wil lizado n cualquiera dels interpreacones, come rizar eta concepei tradicional no ayuda a esclarvet ** Tomo elt verd, i ipo de grafic , se trata de una tesis err61 utilizado icos de 7 s errdnea lizado por ciros autores, come chon oar 0 88 Este modo de presentain tumbign EKAY, 1996: 101; Laban, 2006; 109-110; ALLEN: 20142089 ace 2021: 191 y ss, VeSe que, a dierenc horizontal de ls figuras piscsiniched 1a representaci6n que realizan otros autores, 3su™ que ela Ho la estimacin subjetva de la prey inductiva de las hipdtesis, dadas las pruebas 0 ue realicen los jueces o os jurados BIBLIOTECA PERSONAL Enrique del Rio Gonzalez LA FUNDAMENTAC TON DEL NIVEL DE EXIGENC JA PROBATORIA, M7 prueba 20, Bs de esperar que el acervo probatorio en los casos en que estén acu- gados los verdaderos culpables otorgue, en general, una mayor probabilidad a Ja hipstesis de su culpabilidad, que en los casos de verdaderos inocentes. Sin embargo, ello no es necesariamente asf, lo que se representa en el grafico | en las dos curvas que se entrecruzan. El segmento de culpables que queda a Ja izquierda de la Iinea que sefiala el estandar de prueba serdn casos de fal- sos negativos (0 absoluciones falsas), mientras el segmento de culpables que queda a la derecha de la Ifnea que sefiala el esténdar de prueba serén casos de falsos positivos (0 condenas falsas). Pues bien, como puede verse en el ejem- plo del grafico 1, aumentar la exigencia probatoria requerida por el est4ndar de prueba, fijando el umbral en el 0,7 en lugar del 0,5 solo disminuirfa el nimero de falsas condenas, pero aumentarfa en mayor medida el de las falsas absoluciones, de forma que el ntimero total de errores seria también mayor. Por supuesto, este puede ser un efecto que estemos dispuestos a asumir como precio por disminuir el ntimero de falsas condenas. Lo tinico que aqui quiero destacar es que aumentar el nivel de exigencia probatoria requerido por el es- tandar de prueba para que pueda considerarse probada una hip6tesis no es un mecanismo adecuado para reducir el ntimero total de errores 0, en los términos de Gasc6n, maximizar la probabilidad de acierto en la decisién. GrAfico 1 inocentes I culpables i ~ 08 a7 Probabilidad de culpabilidad b) El esténdar de la preponderancia de la prueba minimiza el mimero total de errores, Es muy habitual en la literatura sobre estdndares de prueba asumir que, si adoptamos las decisiones sobre la prueba bajo el estindar de la «preponderancia de la prueba» o del «més probable que no», minimiza- Femos el niimero total de errores 0 de errores esperados”', o de costes de las Personas — ade, 9, t4¥e: como hemos visto, ese umbral no puede establecerse mediante el recurso a probabili- Hides mateméticas, les atribuiré aqui valores numéricos solo a efectos expositivos. * En este sentido, enae ene Bat, 1961: 816-817; FINKELSTEIN, 1978: 66-09; Kave, 1980: 3 y 55. id, 1982: 496 y ss.; BROOK, 1982: 86; CLERMONT y SHERWIN, 2002; 252; HameR, 2004: 75 Y S85 SrEIN: 2005: 143-144. JORDI FERRE, hy I » is 4 Je des-utilidades "et Pare ¢ intuitivs consderap gy, ' decisions Fe ee Te echos cansiderando prod on lg imams 1a decision rentonces la decision sera también mfg Probl papstesis mAs PMN ye minimizarin el mimero total de error, miranda que emnen.1 ar de Ia pricha astime Como preriey yet dado gue fa comets tT es fa Inisqueda de Ia verdad (y, por nat Mg que el OE ak errores). Ja preponderancia de la prueba come erin la "i nimizacian de Ie ito (salvo que el derecho establezca otra ; 7 rig aria ya implic J} razonamient vendiente era en qué sentido harfa falta y en que n estandar de prueba en un sistema interesado solo en |g yestric tamente indiferente respecto a su distribucién. Y Jo respuesta parece clara. primer lugar, si entre las distintay ihre Jos hechos solo una ha sido confirmada y todas las demas ha i ae |...J.osiuna de las hipstesis alternativas tiene un grado de fit Bi tadas [..-]- . tadas ye el de las demas [..}. un sistema de esa clase no necesitara “nt Juto una regia o criterio de decisién externo 0 adicional al Propio pron sracisn racional para determinar qué debe considerarse probado (es j.¢ raz6n alguna para que no s¢ limitara a tener directa ¢ inmediatan = no refutaday 0 la que «hubiese aleanzadoye decision est to probatorio. En palabras de Bayén, ')¢njy racionalidad de habia real La pregunta [ consist de! error y Hip val no habria i por probada la «inica hipotesis mayor grado de confirmacién»)*. Pero esta intuicién pasa por alto tres problemas cuya magnitud hace ae cada uno de ellos sea ya suficiente para abandonar el argumento de Bayén de Ja justificacion epistémica de la preponderancia de la prueba en la minimiz. ci6n de errores. En primer lugar, el fundamento de la intuicién antes aludida se basa en un presupuesto propio de la probabilidad matematica”, esto es, el principio de la complementariedad, segtin el cual la probabilidad de una hipétesis, mis a probabilidad de su negaci6n es igual a 1. Asi, salvo que ambas hip6tesis ten- gan una probabilidad idéntica, de 0,5, una de ellas siempre sera preponderante y, en consecuencia, mds probablemente verdadera que falsa. Pero el principio de la complementariedad no es de aplicacién si el razonamiento probatoria no se estructura a través de la probabilidad matemética. En la probabilidad baconiana, en cambio, que una hip6tesis tenga una muy baja probabil Puede deberse a que disponemos de escasa informacién que la avale, pero fometporineamente podemos tener igual o menor informacién que avale Baci6n de la hipotesis, por lo que podrfa tener una probabilidad atin inferiot En > Enese senda et otf, Kaye, 2002: 3 y ss. PosnER, 1999: 1504 y 5s: » Véase BAvGn, 3008 23.95, STAN: 1968: 1072-1073; Stein, 2005: 144 7 , ite cfleulo de cones fs Sprendente que la gran mayorta de autores que proponet 0". asuman también el ellghe ides 2 los diferentes tipos de error para decidir el esta0s¥ OO Ng ° matemético de probabilidades para dar cuenta del razonamien'° | 4 TACION DEL NIVEL DE EX} | aFUNDAMEN VENCTA PROBATORIA 19 ipatesis, entonces, serfa més probable q e racionalmente aceptarla como probad, im en mimeros (cosa que Ia probabilida eel caso que la probabilidad de ‘a’ fuera 9.01 y la de ‘nop rarece claro que estariamos en un caso de ausencia de prucha son, Fiera 0s eect de ‘a como | le i + por lo que ninguna de las dos hipstes ‘ feet, pes ia considerar se probada. Decidir, Pues, directa y Hanamente : favor ve la hipstesis mas probable no parece aqui tazonable y, desde | tel ° absoluto a la minimizacién de errores?”. "eB0, No nos ‘ He pal Meeacion, pero nad batt S&F BAficos, si lo trad r | baconiana no admnite, podrfa la nos leva en En segundo lugar, tampoco resulta claro, como yi el capitulo anterior, cual es el contenido preciso del estdndar de la prepon- derancia de la prueba: {cudles son las hipétesis a comparar para determiner ia confirmacién prevalente de una de ellas?, nos limitamos a comparar la pabilidad de las distintas hipstesis a partir de las Pruebas presentadas 0 exigimos también algtin minimo de peso Pp f “F robatorio. © de comprehensividad de la prueba, en términos de Haack??*. En realidad, la Tespuesta a estas y otras preguntas posibles nos dard lugar a la formulaci6n de distintos estandares de prueba. Solo una vez precisados y en relaci6n con cada uno de ellos podremos preguntamos sobre su relaci6n con los errores”. @ se pudo observar en En dltimo lugar, pero mas importante, la relacién entre el nivel de exigen- cia del esténdar de prueba y la reduccién de errores es contingente. Cudl sea elestandar de prueba més adecuado para minimizar el ntimero total de errores (falsos positivos y falsos negativos) depende de las curvas que representan el grado de probabilidad alcanzado por las distintas hipétesis sobre los hechos y estas son totalmente contingentes y dependientes de un buen ntimero de factores®. Podra observarse mejor con algunos grdficos. Asi, que las curvas que representan el total de casos en que en un proceso civil la verdad sobre los hechos favorece a los demandantes 0 a los demandados sean como se repre- —_ dein, Re*ordemos que agut la probabilidad ula 0 cero no equivale a falsedad, sino a ausencia tral ‘nformacién al respecto ! as POLES 9) ‘compatibles una debe implicar la negacién de la otra, no tienen por que agotarse * ea ne on te las ‘one explicaciones distintas de los hechos. Tampoco en ese cavo nla gua aque alguna esr a a prbubllidad see ot ot largo plazo. En el mismo senude, eiativamente més probable minimice el ndmero de total de ert oP lase Pakbo, 2013a: 112 2 HAA, 1993; 42 , cn oan 2009: 1093. 9: 24), de forma conn Muesra esto con clandad Anven, 2014 210 y ss, Como vena fay EUs 23) oe 208 cord 10s pres ont leregla que rt MAVOr problema que presenta el uso de gxaico a ee En el mus “a " Deana, Ce CL mero de errores es que las curves Ul 9 provisional). Para ef ambito penal verse en ptus© ¥ KorsocLou, 2020: 11 (de la aaa y I L3-L16; y un mayor desarrollo sobre i a Hi " e1 or ejemplo, Ontore y gs CaUsas en EvHERABIDE, 2021: 197 y Ss TEDINGER, 1983: 1159-1161. que | JORDI FERRER be Ly. 120 enel 3, por ejemplo, depende del tipg de Caso, de familia que na Se © los de reg Dong too i Ss . a S a iS I. / Jo mismo lo tractual, por ejemplo), de la esigua ad entre Jas Pa iis civil extracontra eso a la justicia, de los mecanismos de Acceso a | S, ilidades de ac : ra ello, y de 85 Dryas oe partes Y del poder que tengan pai y de un largo etegterg nel grafico 20 senta ¢} procesos GrAfico 2 casos La verdad ; ~ fevoreceal —/ a i \ La verdad demandado / \\favorece al \ demandante / / oa a Probabilidad de 05 |a hipétesis de) demandante Grafico 3 casos | La verdad favorece al Laverdad demandado \ favorece al | demandante | | oN Probabilidad de la hipétesis del demandante Cuanto més alta es la Curva, mayor es el ntimero de casos en que la Ks sobre los hechos favorece a las pretensiones de una u otra parte en cada pl Gel je horizontal (que indica la probabilidad de la hipOtesis das iP ‘ *Portadas)”!. Es posible, por ejemplo, que sea bajo el ndmero de casos — 2 Que la verdad favorece al de ye e| de! &s materialmente inocente, Por ras 7 mandado debe entenderse como sin6nimo de dir ge e cn mate Sl Bate, que la verdad favorece al emandante & iy para a mmante culpable, Evito en la presentaci6n los términos «inoceme” una ; ansvers Uisisrespecio de ls diston ioretceee Se ee ee BIBLIOTECA PERSONAL Enrique del Rio Gonzalez ry FUNDAMENTACION DEL NIVEL DE EXIGENCIA PROBATORIA, ia verdad favorezca a las pretensiones de log demandantes contra institucio- a finances, Tino porate een mente la verdad sobre los hechos favorezca aestas tiltimas, s 9 ‘St€ Vigente una norma que permita solicitar la ensién de la ejecucién de una deuda bancaria dura a peso judicial sobre cléusulas abusivas en un eben nga un incentivo perverso para presentar demandas judiciales injustificadas También es posible, a la inversa, que un ntimero no desdefiable de los casos en los que, Si conociéramos la verdad sobre los hechos, la hipétesis del de- mandante deberfa considerarse probada, no lo sea Porque el acervo probatorio aportado al proceso sea escaso debido al gran desequilibro de poder, capaci- dad econémica y acceso a las pruebas que puede darse entre un demandante particular y una gran corporacién . Pues bien, es evidente que el punto en que debiera situarse el estandar de prueba en las situaciones representadas en los graficos 2 y 3 para minimizar el néimero total de errores es distinto. En la primera, un est4ndar situado en el punto 0,5 minimiza los errores y los distribuye mds 0 menos por igual entre las . En la segunda, en cambio, el mismo estandar no darfa como resultado la minimizacién de los errores y mucho menos una distribucién igualitaria entre las partes. Minimizar los errores, para seguir sefialando solo a efectos ilustrati- vos el estndar con niimeros, quizé nos Ilevaria a situarlo en el punto 0,3 0 0,45. Decir que tenemos el objetivo de disminuir lo més posible el nimero to- tal de errores no es ms que la otra cara del objetivo de la averiguacién de la verdad a través de la prueba en el proceso. Sin embargo, los estandares de prueba no son el instrumento adecuado para ello™. En efecto, la teorfa general de la prueba y el disefio procesal deben apuntar sus esfuerzos a dos estrategias, para las que disponemos de instrumentos distintos. La primera es la reduccién de los errores, para la que, fundamentalmente, hay que disefiar mecanismos procesales que maximicen la incorporacién del mayor numero ——— ® Enel mismo sentido, STRANDBERG, 2019a: 81. * La relacién eeilnpeas eae los estdndares de prueba y la efectiva distribucién de om ha sido reconocida por buena parte de los defensores del uso de la probabilidad inser para < iaci6n y/o formulacién de los estdndares. Por ello, usando el instrumental de la teoria de la Cisién Tacional, afirman ahora mds bien que el esténdar de la preponderancia de la aire es Costes esperados o los errores esperados (véase Kave, 1999: 3). Sin embargo, mis alld de que cl 00 {fitelve los demas problemas sefialados en este epigrafe, tampoco parece ser una buch Hut un concreto esténdar de prueba: en efecto, en el marco de la teoriade la decisién racionil est 4 la preponderancia de la prueba (40,3) minimiz los erores esperados, pero ello ¢5 asl por vanes Puramente formales que derivan de las propias premisas de partida ésumidas por la teor'a, Sie 20 Parece que ello nos aporte justficacién alguna para su adopci6n como politica process ne ant STRANDBERG 19994: 7. LaUpan, 2006: 173, Los estinda- En el mismo sentido, entre otros, LILLQUIST, 2002: 97 y ssi LAUDAN, se ea la {ES de prueba, como ya he mencionado en diversas ocasiones, pueden contingentemente HPAL tistinucién o aumento del ndmero total de errores, pero ello depende de escenarins mulnirrone {at desde el punto de vista estdico como dindmico. Volveréenseguida sobre los ees * desde el punto de vista dindmico. JORDIFERRER jp PLDp, 4, etn mayor fabilidad al acer. pry - ibucl e ato gla distribuci6n del riesgo de} error eg posible 1 °

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