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3GO Y SEXUALIDAD A PERSPECTIVA Cl {NICA Hemos visto en capitulos anterior poramiento sexual es Una exp hemos visto también, en el capitulo dedicado fant, que la experiencia del placer sexual pasa de ser autoctd egucéntica, como cortesponde al momento evolutivo de nifios y fas, a ser una realidad compartida a partir de la adolescen seo erdtico ditige los comportamientos a su sati ase de distintoo igual sexo, dependiendo de su propio deseo erdtico impulsa a la relacién intersu = hespes iencia erdtica estd mediatizada por la capacidad para es 4 la relacién, misma, Dicho de otro modo, el comportamicnto ete mediatizado por los estilos de apeyo, que explican Jos ri be estar en las relaciones de proximidad y de int idad, capitulo 13 hemos mantenido que, aun siendo sisternas in depend loha ientes, el sexual y el de apego interacttian entre sf, y cuando icen, ‘ Yh gan’ 98€ Potencian y magnifican la experiencia, 0 s¢ interfieren Petjudican seriamente, as sexuales vistc n esta segunda posi y se interfieren, la experiencia erdtica pueden Niel ciclo psicofisiolégico de la respuesta ina fase de deseo, de excitacién y de fisico de respuesta sexual 0 deseo erético. En este res respecto al objeto de deseo en el que ¥ las alteaciones relacionadas con la re- arian las agresiones sexuales. Apego y alteraciones en la respuesta sexual Helen Singer Kaplan (1979) propuso el modelo trifisico de res puesta sexual. Lo més interesante de este modelo es la consideracion te que cada fase constituye una entidad neurofisiolégica disti aque puede ser alterada independientemente. Ello contribuy6 a comprender mejor las disfunciones, organizandolas en trastornos del deseo, de la excitacién y del orgasmo. Kaplan afirmé que la disfuncién sexual, el sintoma —sea éste la ausencia de ereccibn o de lubricacién vaginal, de orgasmo o sus al- teraciones temporales, o las variaciones en el deseo sexual (Por exceso 0 pot defecto)— es el concomitante fisiolégico de la ansie- dad. Sin embargo, ésta es la cuestién: ;cudl es su fuente? ¢Cudl su origen? La aurora ic6 que existen causas remotas y proximas en las disfunciones sexuales. Las causas préximas son aquellas que se rela~ cionan directamente con Ja disfuncién, por ejemplo, cuando la an- siedad es debida a situaciones ambientales, como suele ocurtir en personas inexpertas, o como fruto de falta de informacién o falsas reencias. Son psicolégicamente poco densas y su valoracién mues- a pronéstico favorable en relacién con el tratamiento. Este tipo le dificultades responde bien a un formato de terapia breve. APECO Y SEXUALIDAD DISDE.LA PERSPICTIA cu incy 295 Se entiende por causa remota aquella e: siedad que provoca la dificultad se insta amen Iejano 0 profundo, 1 n la que ef otigen de la la en un lugar biogrd oe -as causas inmediatas suelen ser bas, ante especficas: sin embargo, el contenido de las causas romney quesuelen estar en la base de ls causasinmediatas ng loves Kaplan, cuyo eclecticismo incluye formacién Psicodindmica, cia como posibles causas remotas el miedo al fracaso o el miedo s la intimidad que serfan expresiones de situaciones edipicas no reeuel, ts, Haciendo una lectura amplia y heterodoxa, x entender, por si- tuacion edipica la situacién triangular entre el padre, la made ye hij o hija, en la que éste o ésta debe encontrar y ajustar vu posi- cin, paralograr la autonomia e independencia de su propio Yo. lo cual le permitird en la adultez manejar con seguridad el intercambio crbico La inmadurez que se deduce dela incapacidad para acepea, laposicién adecuada en el tridngulo que surge ante la apaticion de un tercero en la relacién diddica infantil puede generar tensiones en las relaciones de intimidad en la vida adulta, pudiendo repercutir tal situacién, directa o indirectamente, en el ciclo fisiolégico de la res- usta sexual, o en la capacidad de regular el deseo erdtico, tal y ‘mo veremos posteriormente. En realidad, esta dificultad pro- ‘ene, segiin este enfoque, de la incapacidad del sujeto de vivir su opie Yo, desde su posicién en el triéngulo, Las dificultades surgen dela cha permanente por ocupar el lugar del otro, del intente de suplantar al padre o a la madre. Pe Posulados de la teoria del apego proporcionan un soporte m deen 2 B& Sélido, desde mi punto de vista, para poder compren- y cxplicar el origen de la ansiedad cuya causa es remota y que, at bien dice Kaplan, provoca el sintoma —una alteracin en el ciclo Psicofis; iol6gico de la respuesta sexuual— que serfa su conco- siolégico. Esta mayor solidez. proviene no solo ‘del de- lado poy sit? de esta disciplina sino de su soporte empitico ava- cite M imulo de investigaciones, algunas de las cuales henfos En ct! Punto dedicado a los adultos. : rodeo? #acién intersubjetiva, las personas actian segiin sus os internos de relacion, En toda pareja sea ésta estable 0 no, Mitante fj ciones mentales grabadas a ponen los modelos internos, ser enriquecidas y mejoradas de la biografia, 0 bien justa, xo y respuesta sextal, vemos precisamente esta re- ién intersubjetiva que surge de la atraccién entre las bien figura de apego si se ha producido el sentacién de las personas significativas que han intervenido en su historia vincular afectiva. En tanto que objeto de deseo erdtico, el sujero A activa el sistema sexual y pone en marcha todo i nario erético, activando a su vez el ciclo psicofisiolégico de res- puesta sexual: deseo, excitacién y orgasmo. ‘Al mismo tiempo, el sujeto A evoca la relacién vincular y pone ‘en marcha los modelos internos propios de este tipo de relacién. Si utilizamos la metéfora del ordenador los modelos internos son complejos programas que regulan la situacién relacional. El sujeto A dispone de sus modelos internos. El sujeto B representa las figuras significativas. Por tanto, el sujeto B, en tanto que representacidn de la figura de apego, puede activar en el sujeto A, representaciones mentales que generan seguridad y modelos de relacién sensibles, respondientes y empaticos. En ese caso, el sistema de apego poten- cia el sistema sexual y actiia en sinergia con él. Genera ansiedad (ac- tivacidn) positiva, tal y como recogen las sabias palabras del bolero tradicional: «..la ansiedad de tenerte en mis brazos» (J. E. Sara Se produce bienestar con la intimi por intensas sensaciones de placer, el bienestar del otro. Por el contrario, podria activar representaciones mentales que 8° neran inseguridad y desproteccién, desvalimiento y modelos de re- lacién insensibles frfos y distantes. En este caso, el sistema de apce° pOTENCH| a pin de raps de Dew | Baiecin | Onno Frere Grice 27. Apego y respuesta sexual. Puede inerferirseriamente, Esta situacién podria activar fuentes de ausiedad, que consideramos negativa, surgida como resultado de la ‘gilancia ante el miedo percibido, real o imaginado, al abandono 0 ak dd, 1'70S; Pues, cémo la hipervigilancia que, en algunos casos, apa- rece hacia todo signo percbido a desaprobacign™ o duda de sf Tait® Por parte del sujeto A, puede ser una de las posibles Fuentes East que altere el ciclo psicofisioldgico de respuesta sexual. iP? de ansiedad no necesariamente provoca un sintoma "anifeso en cualquiera de las fases de la respuesta sexual, sino que GS Pecan ube de obaci haber sido evocada por sisua- neat sbindona 0 egiaenee ee de Ta historia vincular, parti 1 ue shoes eit que acufaron las correspondientesrepresentaciones menta~ ‘rst inte oe ‘ste modo, en este espacio de vulnerabilidad que 298 APEGO Y SEXUADAD npedir el grado de relajacién necesario para dejarse llevar las eensaciones de placer er6tico, con lo cual la calidad de la ex- decrece considerablemente, siendo valorada por el propio to como extraordinariamente pobre. En este caso, la queja ma- se presenta como insatisfaccién. Una persona atendida por ods mi me dei (..) en realidad no tengo problemas sexuales, lo que me ocurre es que no disfruto de la experiencia. Podrfa firmar ahora mismo no volver a tener relaciones sexuales. Se referfa realmente a que no tenfa sintomas manifiestos, deseaba, se excitaba (tenia erecciones) y Ilegaba al orgasmo, aunque éste fuese vivido como un simple reflejo fisiolégico; sin embargo, la expe- riencia era altamente insatisfactor Dependiendo de la gravedad de la situacién, de la intensidad de la ansiedad, se podria bloquear cualquiera de las fases de la respuesta sexual. En este sentido, como ya hemos comentado y siguiendo a Kaplan, cada una de las fases constituye una entidad neurofisiolé- gica que puede ser alterada indistintamente; por ello, observamos trastornos del desco, de la excitacién y del orgasmo. En este sentido, Marrone (2001) indica que los trastornos en los vinculos del apego pueden percibirse no sélo en el modo general de relacionarse, sino también en el afecto (ansiedad) que acompafia a la respuesta se- xual”. Un ejemplo de ello es la incapacidad de algunas personas de tener orgasmos en una experiencia sexual compartida, tal vez como resultado del control. Y contencién que ejercen sobre si mismas por miedo a dejarse llevar y a no poderse entregar totalmente a la expe- Anteriormente hemos comentado que Kaplan propone el miedo ‘imidad como una de las variables que podrian explicar est remota de ansiedad, Ella interpreta este efecto, asi como ¢l fuente » Esta aportacién de Marrone corr bbamos el modelo del quantum de obora lo expuesto en el capitulo 7, en el que cit Schnarch, clave psicoanalitica. El miedo al éxito apareceria evencer» al padre. pun que impulssa las eras humanas al vinculo con la madre. A parirde ello, podemos también reinterpreta algunas consideraciones te Kaplan acerca de las causas remotas de la ansiedad. El miedo a la intimidad y el miedo al éxito pueden ser considerados como deriva- dos del miedo a la pérdida o al abandono en términos de apego. Analizaremos a continuacién la intimidad® como un espacio de vulnerabilidad y su relacién con las alteraciones en la respuesta se- sud. En efecto, el émbito de la intimidad, desde la perspectiva del apego, puede ser considerado como un espacio de alta vulnerabili- dad, Recordemos, tal y como se ha descrito en el capitulo 7, que la rcacién primigenia entte el nifio y su figura de apego genera la base de seguridad que permite al bebe configurar su Yo de una manera sélida, permitiéndole explorar el mundo confiadamente, optimi- zando de este modo sus posibilidades de desarrollo. En esta relacién primigenia y en las relaciones posteriores con las personas significa- tvas, se configura la solidez del Yo. Recordemos también que el ‘modelo interno comprende el modelo de sf mismo, en términos de ‘utoestima, y el modelo de los demas, en términos de confianza ha- cia los otros. Recordemos nuevamente que en el dmbito de la vin- Gulacién afectiva se aprenden modelos de relacién en el espacio dela wed y la capacidad de experimentar sensaciones corporales”. sugil como se ha descrito en el capitulo 6, la inseguridad en él fiBe de-un Yo frigil expresado en términos de baja autoestima, Esta cldad hace a las personas vulnerables en este espacio debido a la egtiva de pérdida o abandono. El gréfico 27 expresa cSmo en inden de pareja, el otro acttia como objeto de deseo erstico ac- ‘lo, tal y como se describe en la segunda parte del libro. Sin * Bey ves Sag tle 7 ext dedicado al estudio de la insimidad en general y Ia intima er Sepia mar con el capil 13, dedicado al apego y sexuaidad en la infancia. YY SEXUALIDAD embargo, su satisfaccidn requiere acceder al espacio de laintimidad, Es entonces cuando el sistema de apego puede interfer seriamente La vulnerabi hecho de que el tipo de comunicacién cambia absolutamente, ‘monos en una persona campechana con hal para lo que comiinmente entendemos por ligar. Alguien podria re. parar en su situacidn y preguntarse, ;cémo es posible que esta per- sona, con lo simpatica y querida que es, no logre establecer relaciones ‘mas profundas con nadie? Vemos que maneja muy bien las estrate- gias de comunicacién en el Ambito social, Sin embargo, éstas no son vlidas en el espacio de la intimidad. La interpretacién puede ser la siguiente: probablemente, se trata de una petsona insegura, en tér- ‘minos de apego. Su inseguridad ha sido compensada con sus habili- dades sociales que le proporcionan una relacién muy positiva con su encorno, sintiéndose quetida y apreciada, Sin embargo, nos consciente de que estas estrategias no le valen en la intimidad, cuyo lenguaje es bien distinto, las palabras, las bromas, los chistes, no nen valor de comunicacién, pues de lo que se trata es de revelat lo imo, lo secreto de uno mismo. De lo que se trata es de permitit {que otra persona entre y comparta este espacio, Probablemente la tura que de modo inconsciente haga la persona en cuestién ante los requerimientos de la intimidad sea la siguiente: «Si permito que alguien entre en el espacio de mi intimidad, se va a dar cuenta en que en realidad no valgo la pena y seguro que me abandona». Se establece asf el dilema: mes S resonancias que la debidas a las representacioi acién de intimidad me produce nes mentales generadas en fs, ya vividas en momentos clave del desarro “ Confontar cone apeulo 6, deicado alos estos de apego. 1D DESDE LA PERSPECTIVA CLINICA 39) me crean una inquietud que impide mi implicacién en tal si Bl miedo a la intimidad puede generar ciente como para alterar 0 incluso bloquear la respuesta sexual. Tal ansiedad se desarrollarfa en forma de vigilancia respecto a los si que pudiesen ser interpretados como amenazadores en relacién con el vinculo (pérdida 0 abandono). Desde el punto de vista clinico, este grado de hipervigilancia se muestra en forma de un alto grado de autoexigencia. Algunas perso- nas se observan obsesivamente a ellas mismas y la situacién en su con- junto, pensando que cualquier desliz. podria dar al traste con la rela- cién, Masters y Johnson (1970), Kaplan (1979) y otros autores en el Ambito del tratamiento de las dificultades sexuales han denominado aeste efecto el «rol del espectador». Otras personas son incapaces de colocarse en la situacién de recepcién del placer erdtico, sin antes es- tar absolutamente seguros de que la pareja ha recibido su parte. Esta situacién hace que el comportamiento hacia la otra persona sea ex- twaordinariamente ansioso, centréndose en estimular obsesivamente @ la otra persona con el fin de lograr lo antes posible su satisfaccién para, de este modo, poder acceder a su propia satisfaccién. Es evi- dente que este tipo de comportamiento tiene un efecto sistémico que tiende a cronificar el malestar y la insatisfaccién de ambos. Otro modo, sin duda més disfuncional, de paliar ds ee intimidad, es bloquear, desconectat, las emociones propias : culacién cae hacer posible el acceso a la satisfacci6n af so erdtico, aun de modo precario, simbolizado en la sensace descarga que proporciona un orgasmo. En un caso erataco Pett cuya demanda fe la insatsfaccion generalizada con la PCN sexual por parte de ambos, al tiempo que una clara deseo por parte de ella, ésta expresd lo siguiente: ira, veo su mit I cor, se . cui e (..) cuando mantenemos relaciones sexuales no ‘ada perdida en el infinito, me siento como up SO como que se estuviera masturbando con mi cues? 302. APBGO Y SEXUALIDAD puso de manifiesto una historia afectiva ines- table, con periodos de abandono y negligencia por parte de sus wrdadores. La narrativa con Ia que describfa su propia historia fue v fasa,discontinua ¢ incoherence en algunos pasajes. No soy par- idario de rigidas clasificaciones, pero el perfil de este hombre tendia claramente hacia la evitacién. Algunas personas se sienten més cémodas (zms seguras?) con la masturbacién, Cuando una persona comparte sexo con otra, ésta ‘acta como una variable extrafia. Lo es en la medida en que la presencia del otro exige estar atento, pendiente. Uno tiene que ha- rer las cosas bien, interpretar bien los deseos del otro, estar ala al: tura de las circunstancias. Todo ello exige un grado de vigilancia, tuna preocupacién que se incrementa en funcién de Ia inseguri- dad. Las personas inseguras tienden a tener mucho més presente la expectativa de abandono o de pérdida. Por ello, el autoerotismo puede ser considerado como un espacio protegido donde absoluta- ‘mente nadie puede entrar. Serfa ésta otra forma de acceder a la sa- tisfaccidn sexual soslayando el miedo a la intimidad. En uno de mis recientes trabajos encontré una relacién entre la frecuencia de mas- turbacién y la tendencia a la evitacién, de tal modo que las personas que més jo hacfan tendian con claridad a la evitacién, tanto en hombres como en mujeres (Gémez-Zapiain, 2008). La exploracién de Apego, gestiin del deseo sexual y agresiones sexuales CCentremos la atencién en las implicaciones clinicas de la dindmica del deseo sexual, desde la perspectiva de la teorfa del apego. El deseo sexual humano no es un simple automatismo hormonodependiente que responde a estimulos erdticos“'. Se trata mas bien de una pul- La etologia y la sociobiologia indican que cuanto mis bajo sea el Lace ican que cuanto mis bajo sea el lugar que ocupe uns eipece en axa genta, comporaieno sexta depende mis des bor ‘mona sexu enfelc6ncon ors signs extereotpadon colorido del plums, o- imientos de corso, etc). Sin embargo, a medida que se aciende por pprtamientos sexuales,sustentados en sus bases biofisilégicas,tienden a hacerse mds den més de los significados atribuidos que de la mens : eh sensorial. Freud (1972) mantuvo en su accule La ubiony sus destinos» comprendido en ET malestar en la cultura, que la pul. sine una realidad lim{crofe entre lo bioldgico y lo psiquico cayo abjtivo es la satisfaccién y cuyos destinos no estin prefjad mos en este momento la validex del modelo hidréulico, propio de las ciencias de su momento. Remitimos a Bowlby, quien realza una clara actualizacién al respecto. En cualquier caso com- partimos la idea de la gran maleabilidad del deseo erdtico en el con- junto del psiquismo humano. Las aportaciones de Helen Singer Kaplan (1979) resultan de enorme interés en este sentido. Ella propuso en su libro Trastornos Kaplan indica que el origen del impulso sexual se sit tema dimérfico de reproduccién que motiva a k actividad sexual cubriendo asi la funcién biol cin de la especie. La evolucién ha ido configurando los mecanis- ‘mos que regulan los comportamientos necesarios para tal objetivo, de manera que el sistema sexual consiste en una red especifica de centtos y circuitos neuronales (Levay, 1993). Esta organizacién es si- mlar a la de otros impulsos, que estén equilibrados por mecanismos de inhibicién y activacién. Anatémicamente, las zonas de control de impulso sexual se localizan en el hipotdlamo y el sistema limbico ‘Ws, asu vez, forman parte del paleoencéfalo o cerebro antiguo. Por ‘anto, como ya indiqué en la segunda parte de este libro, los ele- Brettos basicos del deseo se hallan en la zona del cerebro que rige Seapets més supervivenciales, como los impulsos que regulan el zoe [os ; 7 Gunbre ola sed, 0 los elementos fsiolégicos que activan las em iones, omy a las hembras comien- sen 92% el aprendizae socal adquiere una gran importanci, lat he jende el de- sosase pp s0d epiqpind 59 uorsenas wo anbrod ofp ‘yey “oo1919 JOA ap SOPHSAAU WEHAS LUTE BT O OUTU [> ‘Dap 59 ay “oped uopenats®| uo Rims apand “ef noe anb ony uo ‘sg “worpemIs eS UP 0259p [PP UO!DIGUI F] OpErIMs>1 O05 opuep u38x9 auause oxx2409 un 2p PepIsOx8t>d 3p upd ~tod xy seoqdx9 ueypod ouopuege fe sow! 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El sustrato neurofisiolégico del desco sexual se en esta situacién. Bl principal elemento para la percepcién de seguridad es la asimetria de poder. Un nifio no le puede poner en tun aprieto, no le puede despreciar, a un nifio se le puede engafar 6 engatusar. La diferencia de estarus adulto-nifio genera una sensacién de poder que probablemente no puede sentir en ninguna otra si- tuacién, Quedarfa por ver cual es el mecanismo a través del cual se efectiia la atribucién cognitiva que configura el contenido de la desviacién; en este caso, los nifios. Una posible interpretacién infa en el sentido siguiente: en realidad lo que es intensamente excitante desde el punto de vista erdtico no es el cuerpecito del nifo o nifa, sino el potencial de cuerpo joven adulto que posee. No es real. mente a la nifia a quien se desea sino al potencial de mujer que hay en ella, No pretendo dar una explicacién inica y cerrada del otigen de la paidofilia, ni de otras parafilias, seria una osadfa. La cuestién es compleja y ha sido abordada desde diferentes marcos tedricos. Tan s6lo deseo hacer una aproximacién desde la teorfa del apego. Las al- teraciones en los modelos internos producidos a lo largo de la his- toria socio-afectiva de las personas pueden interferir decisivamente también en el comportamiento sexual. Este planteamiento resulta de interés desde un punto de vista Psicoterapéutico; la perspectiva de Kaplan centra su atencién en el conflicto que subyace a la percepcién de una situacién determinada como «psicolégicamente peligrosa», mientras que otros autores han puesto el énfasis en el eobjeto desviante», La parafilia puede producirse como una desi icién situacio- nal del deseo, de tal manera que ella permite el acceso al placer un po- serra objeto de deseo erético. Sin embargo, el objeto de deseo fo en una situacién que se intuye como peligrosa, por ¢ el deseo en esa situa- esté incl tanto insegura. La defensa se activa € ion Es, por tanto, necesario soslayar el Ambito en el que se acti- van los conflictos relacionados con la relacién intersubjetiva, para poder aleanzar la anhelada satisfaccién sexual. Los destinos del de- sexual pueden ser varios. En el grafico 30 se proponen los si- guientes: En primer lugar, deseable, podria ser en cierto sin. Algunas personas necesitan emocional, desconectarse del otro para p cidn exética. Es comtin que en esta situaci6 ajenas a la propia relacidn. Tal situacién pues «sporidicas en donde el compromiso emocional puede ser menos cxigente. También puede darse en parejas estables cuyo resultado suele ser una profunda insatisfaccién. Recordemos el ejemplo co- mentado anteriormente que se referfa a aquella mujer que decia: «(.) siento su mirada perdida, me siento un troz0 de corcho, siento que se masturba con mi cuerpo». En segundo lugas, encontramos el sexo comercial Este ¢s otro modo de acceder la srsfaccin. del deseo sexual soslayando los aay ictos propios de la relacién. No pretendo decir que todo el que ee sexo, en cualquiera de sus modalidades, tenga necesar® ed un problema relacional. En todo caso, cre que 80 eared que la probabilidad de que ello ocurra sea @ - a del sexo es un tema complejo no reduct las relaciones interpersonales. Vivimos en ¥? Ia alienacién del otto, siendo ésta una situacién ‘modo inofensiva respecto ala agre- borrar a sus parejas de su mundo coder acceder a la satisfac- mn se recurra a fancastas .de darse en relaciones 314 APEGO Y SEXUALIDAD izado por el hiperliberaismo y la globalizacién, ny todo se vende, Todo induce al consumo, io técnicamente feliz, donde hay soluciones mary cn, Sino te gusta tu cuerpo te lo cambis, sit sienes inf fiz adquiere el medicamento apropiado. Si no soportas tu soledad ae gps sexo. Estas eflexionesapunan a un debate necesario eng eral, pero entre [os profesionales de las relaciones humanas en particular Sin embargo, excede los propésitos de est libro, Tin tener lugar, el deseo erdtico puede derivarse a intereses se xuales especiales, lo que técnicamente denominamos por parailis. Existen diversas clasificaciones al respecto, pero aqu/ diferenciare- ‘mos las que pueden considerarse agresivas y las que no lo son. Al- gqunas parafiias no son netamente agresivas como la zoofilia, el vo- yerismo o el fetichismo. Alguien podria considerar que la zoofilia representa una agresidn a un animal, o que alguien podria sentirse agredido al ser observado por un voyeur. Tendrfa razén, pero no nos referimos a este tipo de agresién. Las parafilias que consideramos agresivas son aquellas que producen un asalto brutal a otra persona, bien fisico, bien psicolégico, o ambos. Las parafilias se pueden definir como intereses sexuales espe- ciales, pueden formar parte del repertotio de las actividades erdticas de una persona de manera individual o compartida. A partir de aqui, este tipo de peculiaridades puede llegar a ser un trastorno en la medida en que cumplan dos criterios: 1) El grado de exclusividad. 2) El grado de compulsién. Es decir, se puede considerar un tras- torno en la medida en que tal comportamiento sea el tinico modo de acceder al placer erdtico (exclusividad), y que se viva como irte- frenable ¢ inevitable, fuera de control (compulsividad). Las paraflias & caracterizan por ser impulsos sexuales intensos y recurrent tasfas 0 comportamientos que implican objetos, actividades 0 si- aa Lead sates Estos trastornos producen malestar cl picmen si Bexivo 0 deterioro social, laboral o de otras Areas cries actividad del indviduo, Las parfiisincuyen d Gade. cl se . el voyerismo, y la parafilia no especificads. caractet sociopolitis donde todo se compra Se propone un mund: Lave A315 Estas son las citadas por el DSM-IV, ai fale os di Debemos diferenciar, por tanto, las erdtia, en la medida en que sean actividades compart as deco fun acuerdo, de las parafilias que rebasan ¢ de lo razonable segin los crterios que acabamos de citar y atentan contra la ibertad de otra persona, Centrindonos en el ambito patoldgico de ls pa rafilias, debemos diferenciar aquellas que generan agresién dels que no lo hacen. La paidofilia y algunas formas de sadismmo no consentido son ¢j de las primeras; el fetichismo, el voye- rismo, el masoquismo lo son de las segundas. - que existen otras modali- La cuestién del origen de las parafilias es «posible que un zapato, un cadéver o un mufién puedan tener va- lor erético para alguien? ;Cémo es posible que se pueda sentir pla- cer erético sintiéndose humillado 0 golpeado?

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