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Modelos eréticos: dime como te amaron sete ||yte diré c6mo haces el amor «Los adultos nunca comprenden nada por si solos y es muy aburrido para los nifios tener que explicarles las cosas una y otra vez.» ANTOINE DE SAINT-EXuPERY, El Principito «Asi, como una [lama olvidada, la infancia siem- pre puede volver a brotar dentro de nosotros.» GASTON BACHELARD Hay muchas instituciones que proclaman que velan por nuestros intereses. La religion, el Gobierno, la medicina, la educaci6n, los medios de comunicacién y la cultura popular trabajan sin descanso Para definir y regular los paradmetros de nuestro bienestar sexual. incentivos y prohibiciones que envuelven a la voluptuosidad “Cuerpo constituyen la lecha materna de la sociedad. Gran par- ® de lo que aprendemos sobre el sexo procede de la calle, las la television y la escuela. Pero antes de que alguno de Stes medios llegue a nosotros, nuestra familia es la primera en “sefiamos. Somos miembros de una sociedad, pero también Somos hijos de nuestros padres (el término incluye a abuelos, ‘SY madrastras, tutores, padres adoptivos y cualesquiera 156. Inteligencia erdtica otros a los que se confie nuestro bienestar mas temprano), Nin- guna historia tiene un efecto tan duradero sobre nuestros amores adultos como la que escribimos con aquellos que nos criaron, La arqueologia del deseo La psicologia de nuestro deseo a menudo yace enterrada bajo los detalles de nuestra nifiez; y al excavar los comienzos de la historia de nuestras vidas descubrimos su arqueologia. Podemos rastrear el momento en el que aprendimos a amar y de qué mane- ra lo hicimos. :Aprendimos 0 no a experimentar el placer, a con- fiar 0 no en los demas, a recibir 0 a que nos nieguen las cosas?; gnuestros padres estaban al tanto de nuestras necesidades o nos- otros debiamos observar las de ellos?; ¢les pedimos Pproteccién o huimos de ellos para protegernos a nosotros mismos?; gnos recha- zaron?; énos humillaron?; gnos abandonaron?; ¢nos abrazaron?; os acunaron?; nos tranquilizaron?; gnos ensefiaron a no espe- rar demasiado, a ocultar nuestro disgusto, a mirar a las perso- nas a los ojos? En nuestra familia, presentimos cuando es correc- to triunfar y cudndo nuestro entusiasmo podria herir a los demés. Aprendemos cémo sentirnos a gusto con nuestro cuerpo, con nuestro sexo y con nuestra sexualidad. Y aprendemos muchisi- mas lecciones sobre quiénes ser y sobre como ser: a abrirnos 0 a cerrarnos, a cantar o a susurrar, a llorar o a contener las lagri- mas, a atrevernos © a sentir temor. Todas estas experiencias determinan nuestras opiniones sobre nosotros mismos y las expectativas que tenemos hacia los demis. Son parte de la dote que cada hombre y cada mujer aportan al amor adulto. Parte de esta tarjeta de puntuacién afectiva es evr dente y manifiesta, pero la mayor parte de ella tiene un cardctet tdcito, esta oculta incluso para nosotros mismos. Nuestras preferencias sexuales surgen de las emociones, Hs VII. Modelos exéticos 157 de cercania :Qué te exci 5 . cer, (Qué te excita y qué te Tepele?, equé te atrae? ta indiferente?, zpor qué?; ; geres capaz de tolerar e| Cuando el padre de su vida, se dedicé a cuid, alguien volviera a herir| urgencias, hoy en dia tres hijos fueran a Ja y pla- > €QUE te resul- Steven abandoné a su madre, ella tehizo ‘at a sus hijos Y juré que no Permitiria que la de esa manera. Enfermera en una sala de Hene una casa Propia y ha logrado que sus universidad. Steven Siente una Profunda admi- su madre y durante Bran parte de su vida ha ttrse en lo que é| llama «ese hijo de puta», Tras seis afios de matrimonio con Rita, se encuentra a si mismo evitando sus acercamientos y eludiendo sus acusaciones sobre su Pasi- vidad sexual. Detras de sus excusas, Steven se siente desconcertado por su falta de interés... Y Por sus fallidas erecciones, Cuanto mas ama Y Tespeta a su esposa, mas dificil le resulta follar con ella. Para Steven, la seguridad emocional requiere un control constante de cualquier tendencia al egoismo o la agresi- vidad. Esta creencia, que nacié del amor por su madre, se ha convertido en parte de su sexualidad. Cuanto mas ama a Rita y Cuanto mas depende de ella, mayor es su necesidad de ser caute- loso y més se inhibe sexualmente. No sabe cémo experimentar la amplia gama de la sensualidad en el contexto de la atencién afectiva. Su inconsciente es leal a su pasado. A Dylan, un gerente de ventas al por menor, de veintitantos afios, la seguridad emocional se le antoja imposible, con o sin exci- tacion sexual de por medio. Su madre, que fallecié cuando él tenia doce afios, era el eje emocional de la familia. Cuando sus ojos se lenaron de lagrimas en el funeral de su madre, su padre le dijo: “Espero que no te me desmorones». Para poder estar cerca de Su padre, tuvo que suprimir toda su vida afectiva. «En nuestra 158. Inteligencia erdtica casa —explica—, todos los sentimientos constituian un signo de debilidad.» En cuanto Dylan siente algo por alguien, se odia a si mismo, esperando asi controlar su insoportable vulnerabilidad, éSu soluci6n? Dos veces a la semana va a clubs en busca de hom. bres que nunca conocera y —lo que es mas importante— que nun. ca lo conoceran a él. En el sexo anénimo no hay sentimientos y Dylan se protege para no repetir las humillaciones de su infan. cia. Al mismo tiempo, experimenta la deliciosa emocién de ser deseado, de ser escogido por muchos de una forma inmediata, Una de las facetas de los modelos eroticos que resalta la irra- cionalidad de nuestro deseo es que lo que nos excita surge muy a menudo de nuestras heridas y frustraciones de la infancia, EI terapeuta sexual Jack Morin explica que la imaginacién erotica €s ingeniosa revirtiendo, transformando y reparando los traumas del pasado. En otras palabras, las mismas experiencias que nos causaron la mayor parte del sufrimiento en la infancia a veces se convierten, mas tarde, en las mayores fuentes de placer y excita- cién. Veamos el caso de Melinda. Su padre es un mujeriego. Aun- que siente empatia con la desesperacion de su madre, no quiere sentirse como ella: destrozada, desdichada y carente de todo. En lugar de ello, Melinda se ha convertido en una seductora, esto es, exactamente lo contrario de una esposa abandonada. Se pro- pone vencer a los hombres con sus propias armas. En la mente de Melinda, el deseo se aviva cuando su objeto no esta disponi- ble; y, una vez que seduce a un hombre, instantdneamente lo encuentra menos atractivo. Para reafirmar su propio poder, debe tener en el punto de mira al préximo hombre... y al proximo... y al préximo. Si no existe obstaculo alguno que vencer, ella no tiene manera de calibrar su valia. Casi nada es tan excitante como conquistar a un hombre poderoso, distante, pero la suprema excl- tacién consiste en deshacerse de él —una prueba evidente de que ella se ha vengado de su pasado—. Al abandonar friamente a estos VII. Mode Loy Sr6ticos 159 hombres, Melinda busca confirm ella es fuerte ¢ independiente, ¢. la que toma las decisiones, tom, ar que, a diferencia de su Madre, tiene la Ultima S la que Palabra, ‘ando o de: tes seguin se le antoja. Sin embar; despiadada, la vulnerabilidad de su yj : a Logi. ca, tan sola y sin amor como su madre, El principal agente del €rotismo procedentes de los Padres, que fianza. Algo cuyo objetivo es Proteger a los nifios S€ transforma a menudo en la fuente de muchos de los temores de nuestra vida sexual como adultos, Lena crecié con una lista de lo que una mujer respetable pue- de y no puede sofiar, hacer y disfrutar. Hija mayor de una fami- lia conservadora y devotam lente religiosa, Lena aprendié que las mujeres decentes se cefiian a las estrictas normas estandares del comportamiento femenino, nunca eran agresivas 0 avasalladoras y siempre colocaban las necesidades de los demas delante de las Propias. Como su madre (tantas mujeres, a lo largo de los siglos, antes que ella), Lena basa Su autoestima y aceptacién en el hecho de dar y no en el de recibir, Haciéndose indispensable, esperaba Contrarrestar log Caprichos del amor. Sin embargo, es precisamente la amabilidad de Lena lo que hace perder el interés a su marido. Sus temilgos al hacer el amor y su falta de seguridad en si mis- ma en el aspecto sexual le inhiben, Durante los Ultimos meses, Lena ha comenzado a preguntar- S€ cOmo seria sy matrimonio si ella fuese menos servicial. Est “*Perimentando con la idea de que tal vez a su marido le guste Por quién es y no sélo por lo que ella le da. Juntas hemos cu “smantelando los temores, la culpa y la abnegacién ae consti: "yen el legado de la muchacha amable. A Lena le hubiese gus- ‘ado ser més Valiente no s6lo para saber qué es lo que ella desea, 160. Inteligencia erdtica sino también para ser capaz de pedirlo. Comprar lenceria en Vic. toria’s Secret con su esposo puede parecer algo sin importancia, Pero para Lena fue un paso muy importante, Las tensiones internas Dylan, Melinda y Lena son el resultado de sus conflict tiles. Los detalles de nuestras tendencias y aprensione. se perfeccionan a través de nuestra vida, Sus origenes en las experiencias de la infa Nas como en las no tan buenas, investigacion Psicolégica para qi que bullen en la sexualidad de Steven, ‘OS infan- S €rOticas Pero a menudo tienen cia, tanto en las bue- A veces se necesita UN poco de ue esto tenga sentido, Pero muy Poco de lo que sucede en la imaginaci6n erotica Tesponde a |g mera casualidad. Yo en el contexto de Nosotros Nuestra dependencia fisica y afectiva de los padres supera a la de cualquier otra especie de seres vivos, tanto en magnitud como en duracién. Es tan completa (y nuestra necesidad de sentirnos Seguros es tan profunda) que haremos lo que sea para no per- derlos: reprimiremos nuestros deseos y enterraremos nuestra agresividad; aceptaremos la culpa en caso de abuso, nos some- teremos a su control, nos volveremos autosuficie contrario, bras, ntes 0, de lo renunciaremos a nuestras necesidades. En pocas pala- utilizaremos una amplia gama de tacticas de supervivencia, todas dirigidas a conservar nuestro vinculo primario. Las cosas se complican cuando se tiene en cuenta que una de nuestras principales necesidades, desde el punto de vista del des- arrollo, es la autonomia. Desde el momento en que somos capa- ces de gatear, navegamos por las traicioneras aguas de la poe cién en un intento de equilibrar nuestro impulso basico : conexién y la necesidad de experimentar las cosas por 1 mismos. Necesitamos que nuestros padres nos cuiden, pero VII. Modelos eréticos 161 bién necesitamos que den el espacio suficien cer nuestra libertad. Queremos que que nos dejen solos. a A lo largo de nuestras vidas forcejeamos con esta interacci6n entre la dependencia y la independencia, La manera en que con- ciliemos estas necesidades al ser adultos dependera mucho de como hayan reaccionado nuestros padres ante la persistente dualidad de nuestro pequefio Yo. Es importante destacar que el comporta- miento de nuestros padres, lo que realmente hacen, representa s6lo una parte de la ecuacion. Otra parte la constituye nuestra interpretacion de sus acciones. Cada niiio Posee una personal capa- cidad de resistencia a la loteria de la vida. Lo que a uno puede hacerle sentir bien, a otro puede resultarle abrumador. Algunos deseamos que nuestros padres hubiesen estado mas implicados, mientras que otros se avergiienzan al recordar lo escrutadores y entrometidos que eran sus padres. Cada familia tiene sus respues- tas preferidas ante las expresiones de dependencia y autonomia (cuando se las recompensa y cudndo se las Coarta). En el toma y daca con nuestros padres determinamos cudnta libertad podemos experimentar de manera segura, y hasta dénde necesitamos supe- ditar nuestras necesidades para relacionarnos con los demas. Al final, creamos un sistema de creencias, temores y expectativas (algu- Nos, conscientes; otros muchos, inconscientes) sobre cémo funcio- Nan estas relaciones. Lo envolvemos en un cuidado paquete y se lo entregamos a nuestro ser amado. Es un intercambio justo. No es casual que toda esta historia emocional se exprese en el aspecto fisico del sexo. Y fundamental que tenem Roland Barthes, te para estable- nos sostengan Y queremos El cuerpo es la herramienta mas pura (0s para comunicarnos. Como escribié «lo que el lenguaje oculta es dicho a través de Mi cuerpo. Mi Cuerpo es un nifio rebelde; mi lenguaje es un adul- ‘0 muy civilizado», E Cuerpo es nuestro idioma materno; ha sido Nuestro mediador con el mundo desde mucho antes de que arti- éramos las Primeras palabras. Desde el momento en que exis- 162. Inteligencia erética timos, el amor fluye sensualmente (y me atreveri bién erdticamente) desde el adulto hasta el nifi Las sensaciones corporales dominan el des. de nuestro entorno y las primeras interaccion nos crian. El cuerpo es un banco de recuer Sensuales de la piel. ¢Cuantas veces he escuc ta a hombres y mujeres que imploran el un mente, abrazame» a a decir que tam. 10. ‘cubrimiento nici] ls Con aquellos que ‘dos de los Placeres hado en mi Consul- 10 al otro: «Simple. ? El poder balsamico de un abrazo a los cua. Tenta aiios no es menor que a los cinco. El cuer] un centro de almacenamiento para la angustia y las frustracio- nes que hemos soportado y para el dolor por el que hemos Pasa- do. De manera inteligente, nuestros cuerpos recuerdan lo que nuestras mentes han preferido olvidar, tanto lo bueno como lo malo. Tal vez ésta sea la razon por la cual nuestros miedos mas Profundos y nuestros anhelos mas persistentes eme: intimo: la inmensidad de nuestras necesidades, el temor al aban- dono, el terror a ser engullidos, el deseo de omnipotencia. La intimidad erética es un acto de generosidad y de egocen- trismo, de dar y recibir, Necesitamos ser capaces de entrar en el Cuerpo o en el espacio erético de otro sin el temor a ser absor- bidos y perder nuestro propio Yo. Al mismo tiempo, necesita- mos penetrar en nuestro interior, rendirnos a la autoabsorcién mientras estamos en presencia del otro y creer que él atin estaré alli cuando tegresemos, que no se sentir4 rechazado por nuestra ausencia momentanea. Necesitamos ser capaces de conectarnos sin temer a la destruccién y necesitamos ser capaces de experimen- tar nuestra otredad sin miedo al abandono. Po también es rgen en el sexo El egofsmo de los placeres {ntimos Siempre me ha interesado la gente que puede lograr un equili- 3 A : : brio entre si mismo y los demas en el ambito afectivo, pero que FP RE EE PO Et 4 sin embargo, no consigue hacer | amenaza de fusionarse en el act te pérdida de uno mismo es ta se defienden de ella cerrandose sexualmente 0 llevay a otto sitio. La psicoanalista Jessica Benjamin escri del nifio por la autonomia se da en el Ambito de placeres». No es diferente en el caso del adulto, ‘© mismo en el © fisico del sexe N intensa para Ambito fisico, La Oy la Consiguien- €stas personas que indo sy deseo bid: «La lucha | Cuerpo y sus —Stella y yo formamos un ex. celente matrimonio, siempre ha constituido un problema, James se siente sexualmente inhibi Pero el sexo ido ante Stella y su falta de ucha tensién, La excitacion tendimiento: émantendré la ereccién?, éStella llegara al Orgasmo? El sexo se hacia la linea de meta: éeyacularé muy pronto?, convierte en una carrera Esta clase de ansiedades siempre tienen un efecto dominé, y las inhibiciones de James también han reprimido a Stella. Ella sien- te su ausencia, lamenta su falta de atencion y durante afios se ha quejado amargamente de ello, —Hablame de tu madre le pido a James. —éMi madre? No pierdes el tiempo, everdad? Hace oa afios fui a ver a una terapeuta y ella también me pidié que habla- 2 i no se ta sobre mi madre. Pero eso no cambié nada. Mi esposa Patece en nada a mi madre. . los ori- —Con la debida delicadeza, yo siempre me remonto a Benes, 'T, tu madre; © Prometo que no te diré que te casaste con 164 Inteligencia erética pero el primer sitio donde aprendemos acerca del amor y las rela. ciones es en la familia. Ningtin otro entorno (amigos, ligues, pro- fesores, enamorados) tiene este tipo de resonancia emocional, Ag, que... hablame de tu madre. / Lo que se revela en nuestra conversaciOn es que James esta. ba muy acostumbrado a los cambios de humor de su madre y que ella, por lo general, estaba sola y triste. No le gustaban ¢| ruido ni el desorden y se alteraba cuando su hermana y él arma- ban mucho escandalo. Era una buena madre, pero se encontra- ba profundamente herida. —Siempre me result6 muy dificil sobrellevar sus necesidades tan especificas. Necesitaba setenta y dos cosas alineadas para estar bien. La madre de James dependia de él para tener apoyo, compa- fifa y para conversar. (Ella se referia a su padre, simplemente, como «el que trae el sueldo».) —Cuando creci y quise salir con mis amigos, yo sabia que ella se sentia decepcionada. Solia decir «diviértete» de un modo que hacia que me resultara muy dificil hacerlo. James crecié debatiéndose entre el deseo de no disgustar a su madre y la necesidad de tener una vida propia. —Obtener una beca para Stanford, en la otra punta del pais, fue lo mejor que pudo haberme sucedido. Ella no podia negat- me esa oportunidad. Me fui, pero Ilevé conmigo un gran senti- miento de culpabilidad. La primera vez que James posé sus ojos sobre Stella, ella cons- tituy6 una auténtica vision: —Todo en ella era elegante, brillante y colorido. Era una mujer que no temia sobresalir. Era todo luz. Stella era la antitesis de la madre de James y por primera a él podia amar a una mujer y no sentir el peso de la responsabi- lidad y la culpa. De hecho, Stella a menudo rechazaba sus in! er tos por ser demasiado servicial y le explicaba que S° Je hac ieee \ ‘ ai Hp VIL. Modelos eréticos 165 sentirse asfixiada. EI se rie al recordar lo temeroso que se sentia cuando queria hacer algo sin ella: tenia miedo a desilusionarla. Su manera de preguntar «gte importa?» la enfadaba. Finalmen- te, ella le aclaro con brusquedad: «Mira, no soy tu madre. No tienes que pedirme permiso». Stella le habia ensefiado a James, en gran parte a través del ejemplo, que puedes sentirte cercano a alguien —con intimidad, afecto y seguridad— sin sentirte sacrifi- cado en el proceso. Al afirmar su independencia, Stella le ha ido transmitiendo, una y otra vez, que no es fragil y que su bienes- tar no depende exclusivamente de él. El precio del amor no tie- ne que ser la anulaci6n personal. En muchos aspectos, James y Stella tienen un matrimonio envi- diable. Ambos disfrutan de la mutua compaiiia. El adn la hace reir a carcajadas y ella es la critica ms severa pero mas fiable de sus trabajos de disefio grafico y, como él dice, «de todo lo demés, también». Stella, que tiene muy claro cuél es su lugar, dice: —Nunca me he sentido hastiada, ni siquiera cuando no pue- do verlo ni en pintura. El dia que me sienta harta, se habré ter- minado todo. En los treinta y un afios que llevan juntos, han criado a cua- tros hijos, han restaurado dos casas, han sufrido la pérdida de los padres de ambos, han sobrevivido al cancer de mama de Ste- lla y han festejado el nacimiento de su primer nieto. Este es el lado bueno de su historia. Sin embargo, en medio de este bucélico paisaje se encuentra el campo de minas del sexo, donde tienen lugar sus peores dis- cusiones, Ella lo desea, él no; ella quiere hablar al respecto; él no. Ella se enfada; él adopta una actitud defensiva. Chocan y después aguardan a que pase la tormenta. Esta situacién es cré- nica € incesante; y tiltimamente ha empeorado. Durante afios, a Stella le ha disgustado ser la guardiana de Su vida sexual. 166 Inteligencia erdtica —Yo soy la tinica que piensa en ello, la que lo desea, quien hace que suceda y la que se queja cuando no lo obtiene. Si Jo dejara en manos de James, nuestra vida erética seria nula, En privado, James admite que sdlo toma la iniciativa cuan- do esta lo suficientemente seguro de que ella no le corresponde- ra. De esa manera, él parece cumplir con su parte. Stella odia ser quien «hace todo», pero no se atreve a dejar de hacerlo, por temor a que no suceda nada, a un vacio insoportable. Es mejor suponer la falta de interés de James que confirmarla. Desde que Stella entré en la etapa de la menopausia, su ape- tito sexual ha caido en picado y sus peores temores, de hecho, se han confirmado. La falta de iniciativa sexual de James, antes oculta tras el deseo de Stella, ahora es evidente. Ella se siente desesperada ante la inminente posibilidad de que su vida sexual se desvanezca. —Somos como compaiieros de habitacién. Esta vez realmen- te necesito que él haga un esfuerzo... y no lo hard. Le sefialo a Stella que, aunque parezca que él no desee hacer- lo, lo mas probable es que no sepa como. EI trastorno ocasiona- do por la menopausia hace que Stella cuestione un patron de conducta que ha venido siendo seguido desde el principio de su relacién. Pronto descubriran que esto también les abre a nuevas posibilidades. James rapidamente se centra en las cuestiones relacionadas con la ejecucién misma para justificar su falta de deseo. Prevé el fra- caso sexual y su ansiedad hace que se cumplan sus predicciones. Cada vez que fala, se siente rebajado y degradado, y su temor a la impotencia hace que quiera detenerse incluso antes de comen- zar. La involuntaria ironia que reside en todo esto es que James se obsesiona tanto con hacerlo bien, en permanecer duro para Stella, que la pierde de vista por completo. Entonces, mientras d cree que se est4 concentrando totalmente en ella, ésta siente que él se halla completamente en otro lugar. Este ha sido uno de los aa OO \ en ae VU. Modelos exétican 167 puntos de controversia entre ellos. Le centrarse tan directamente en el acto fi una ejecucién) sin duda alguna Constituye un enfoque tico. Es una vision demasiado cerrada, que James se siente abrumado manera sexual con su esposa: e tirse libre para expresar sus des Cuando le Pregunto a James sin temores, responde: «Sélo cuando me masturbo», tante, ya que me confirma que él no tiene ninguna nica y que, en lo que se refiere a sus genitales, funciona perfecta- mente. En el sexo solitario, James Puede satisfacerse a sf mismo sin la presién de las exigencias de otra Persona. Las mujeres que pueblan sus fantasias son lascivas, sexualmente tentadoras y en modo alguno vulnerables. No teme que su egoismo las hiera y puede disfrutar de su excitacion sin Sentimiento de culpabilidad. El nunca alcanza este tipo de libertad con su e€sposa y darnos cuenta de esto nos Ileva a la causa de su bloqueo erético, James no sabe como disfrutar del sexo en Presencia de la mujer que ama. Sin ser capaz de satisfacerse a si mismo y a Stella al mismo tiempo, acaba sin complacer a ninguno de los dos, Aun- que emocional e intelectualmente pueda conservar un fuerte sen- tido de si mismo ante su esposa (odia sus se niega a vestir trajes italianos y, un afio, la desafié votando al Partido Republicano), este dominio de si mismo se viene abajo en las relaciones sexuales. Teme que si se rinde ante su propio deseo sexual y se olvida de Stella, aunque sea por un momento, ella acabar4 herida de manera imperdonable. Aunque James no lo sepa, su modelo erético esta plagado de marcas que dejé su relacién con su desdichada madre. Cuan- do se trata de tener relaciones sexuales con Stella, regresa ala Situacién que vivié en su nifiez: debia tomar la dificil eleccion de h acer lo que él deseaba o asegurar el vinculo de cercania. La cul- comento a James que con- Sico del sexo (e] S€xo como POCo erg- En mi pinion, parece ante la idea de comportarse de xPresar su deseo, erotizarla, sen- ‘eos mas procaces con ella. si alguna vez experimenta el sexo dificultad orga- Sustos por la misica, 168 Inteligencia erética pa que sentia de nifio por ser egoista se ha transformado en inhi- bicién sexual. Tal vez ésa sea la raz6n por la cual James siente que el deseo de su esposa es una exigencia y no una invitacién, una obligacién y no una forma de seduccién. El erotismo se ha trasladado al campo del deber y esta sobrecargado con Presion, culpa y preocupacién —todos ellos antiafrodisiacos de compro- bada eficacia. Reavivando el deseo James y Stella estan perplejos. Su problema con el sexo se ha ano- tado en la cuenta de la pésima quimica que hay entre ellos, y piensan que es algo tan permanente e irreversible como una pier- na amputada. James lleva afios atrapado en el mismo discurso de desesperanza, que viene a ser algo asi: «Nuestro problema tiene que venir de algun sitio; de alguien ha de ser la culpa; y, si no es mia, gentonces de quién es? Debe de ser de Stella. Culpémosla a ella». Al reinterpretar la falta de deseo de James, la ubico, sin duda, en las repercusiones de su infancia. El comienza a sentir un poco de compasién por si mismo. Al mismo tiempo, lo desafio a que se responsabilice de ello en el presente. Juntos, desenredamos, sepa- réndolos, autoculpabilizacion y responsabilidad, y planificamos un procedimiento a seguir. Esto lo alivia muchisimo. Para Stella, esta nueva postura de imputacién representa un pequefio paso hacia la recuperacion de su sentido de la autoestima. Trabajo con James para establecer un sentido mas relajado de la alteridad sexual, asegurandome de aclarar que alteridad no supone indiferencia. En lugar de concentrarse constantemente en Stella, le pido que haga algo inconcebible: que encuentre apoy? en si mismo. Teniendo en cuenta esto, le aconsejo varias cosas: —En primer lugar, abandona el dormitorio. Tiene demas! das connotaciones negativas. Maldice la cama; la palabra cite VII. Modelos eréticos 169 caso» esta escrita sobre ella: opera como un depésito de margi- nacion sensorial. Busca otras superficies dentro de Ja casa. Des- pues, me gustaria que te masturbases al lado de Stella, para expe- rimentar la posibilidad de satisfacerte delante de ella. Advierte la tension y Ja culpabilidad: debes ser consciente de estas sensacio- nes en lugar de intentar evitarlas, Elegi la masturbacién por varios motivos, En primer lugar, es el nico campo dentro de la sexualidad en el que James puede expresarse con libertad. En segundo lugar, esto lo invita a ser total- mente egoista y lo aleja de la responsabilidad de complacer a su esposa. En tercer lugar, esto le demostraré —espero— que com- placerse a si mismo no tiene por qué herir a Stella. Ser observa- do alimentara su capacidad de satisfacer su individualidad eréti- ca sin sentimiento de culpabilidad. Por ultimo, se quitara de la cabeza esa ansiedad por la ejecuci6n. El acto de masturbarse fren- te a Stella, como tnica espectadora, representa en si mismo una magnifica ejecucion. Por primera vez, él podrd considerar la Pposi- bilidad de que tal vez ella realmente disfrute percibiendo su pla- cer. Permitir que ella le vea deambular libremente por su propio territorio erético constituye un intimo regalo. Cada una de estas capas ayuda a crear una realidad que es totalmente distinta a la que é1 sintié con su madre. Después de todo, no nos masturbamos frente a nuestros padres, pero si pode- mos hacerlo con nuestra pareja. Por supuesto que cuando sugeri esto también tuve en cuenta la dificil situacién de Stella. Cuando él la toca con indecision, espe- rando que le dé luz verde, ella se siente llena de rencor. Como pue- de deducirse, el cuidadoso respeto de James no la excita. Su defe- tencia la agobia; su obstinado enfoque la aflige. Al principio de la conversacién, James me coment6 que Stella tenia mal genio. —Aunque eso puede ser cierto —le dije—, si hubieras hecho clamor con ella mas a menudo, tendrias una esposa con un carac- ‘er muy distinto, porque la frustracion que pueden sentir las per- 170. Inteligencia erética sonas cuando nadie toca, acaricia, abraza y disfruta de su cuer- po las saca de quicio. Lo que logras entonces es que la excitg- cién sexual se transforme en enfado. Le digo a Stella lo que le digo a tanta gente que tiene un cén- yuge que la ama, pero un amante que deja mucho que desear: —Ti sabes que él te ama; nunca lo has dudado y es por eso por lo que te has quedado a su lado durante todos estos afios, Lo que te duele tanto es que nunca te has sentido deseada por él. Sientes que te corresponde enteramente a ti hacer que suceda; y, de hecho, asi es. Has sacrificado la complicidad sensual por la estabilidad emocional. No es un trato justo. Como un glaciar que de pronto se derrite ante mis ojos, las lagrimas corren por las mejillas de Stella; y eso dice mucho sobre el vehemente deseo y el rechazo con los que lleva conviviendo tanto tiempo. Es prdcticamente imposible no tomar tan reiterado repudio como algo personal, no verlo como una prueba de que uno no es deseado y no comenzar a dudar de si mismo. —Amor y deseo no son lo mismo —le digo a James—. Aco- gedor no es lo mismo que sexy. Tu esposa sabe que la amas, pero quiere que la desees. Quiere conocer tu hambre, saborear los delicados gustos de tus caprichos y ver que coinciden con los suyos. Tu falta de capacidad para dejarte llevar, para rendirte ante tus propias intenciones hedonjsticas es exasperante para ella. Tu pasividad es irritante y tu consideracién es lo opuesto a su fantasia de éxtasis desenfrenado. Tu lujuria deberia representar un abierto apoyo para su propio fervor. Es dificil dejarse ir con alguien que no lo hace. El experimento de la masturbaci6n sdlo resulté un éxito en\par- te: funcioné a medias, como suele suceder con estas cosas, pero no hubo ninguna transformacién drdstica. La conciencia de su propia identidad sacé lo mejor de él. Siempre habia considerado VIL. Modelos erdticos 171 la masturbacion como un placer privado y no deseaba compar- tirlo. Pero lo que sucedi6 unos dias después constituye un momen- to verdaderamente decisivo. James y Stella tuvieron una pelea. Ella estaba enfadada, convencida de que las cosas no iban a cambiar, El primer impulso de James fue abrazarla, pero temia que no fuera eso lo que ella deseaba. Ella parecia estar muy enojada con él. Sin embargo, James dejé atras sus dudas y la abrazé. Aunque al principio no se mostré receptiva, él mantuvo el abrazo. En el pasado, James siempre se habia retraido, centrando su atencion Yinicamente en los signos que indicaban que ella ya estaba lista: actuaba siguiendo sus indicaciones. Esta vez, él tomo la decision, se apoder6 de sus propios sentimientos y se sintid sorprendente- mente excitado. Le acaricié la espalda y ella comenzo a calmar- se. Supo que él estaba allf y que podia contenerla. Podfa resistir la fuerza de Stella. Una fuerza domino a la otra y esto los llevé a «hacer el amor de una manera increible», como ambos expre- saron por separado. No hubo éxtasis, sino que se deleitaron con tranquila pasién: el simple entendimiento de dos cuerpos recon- ciliados después de una larga ausencia. Se necesitan dos personas para crear un patrén de comporta- miento, pero s6lo una para cambiarlo. En la siguiente sesién, James se describié alegremente a si mismo como «audaz y per- severante», y estaba sorprendido por la manera en que la sensa- cién de, literalmente, estar al mando Io carg6 de energia. Al tomar el control, finalmente pudo perder el control. La prisién sexual que él y Stella habian construido con tanto cuidado esta- ba comenzando a abrirse. Liberarse de esa cronica postura de reac- cién, aunque tan sdlo fuera momentdneamente, lo lend de espe- Tanza, y gracias a ello pudo vislumbrar las posibilidades erdticas que tena por delante. Por primera vez en afios, él descubrié que Podia fantasear con su esposa sobre lo que podian hacer juntos y dénde podian hacerlo. Recuperé una parte de si mismo que bia estado completamente extraviada en la ansiedad. 172. Inteligencia erética Merece la pena aclarar que en este encuentro sexual, y en Jog posteriores, James no tuvo ningtin problema con el hecho de correrse demasiado pronto o, incluso, con la preocupacién de que eso Ilegase a suceder. Cuando uno siente que el sexo es una oblj- gacién, eyacular répidamente es eficaz: hace que uno termine cuan- to antes con aquello que lo incomoda. Cuando los amantes enta- blan una relacion sexual como seres libres, convirtiendo la entrega en un acto de confianza en si mismos, no hay necesidad de ter- minarlo. Precipitar el espléndido final no tiene tanto sentido como saborear la confianza y la intimidad mutua mientras dura. Eyaculacin precoz es un término poco apropiado. No es una cuestién de cronometraje, sino que tiene que ver con la falta de voluntariedad. Seria mejor describirla como «eyaculacién invo- luntaria». Cuando James tomé el control de su deseo, también pudo controlar su eyaculacién. En un interesante giro de la historia, James me dijo que, des- de el comienzo de la terapia, cada vez que él y Stella habfan hecho el amor habia sido tras una discusion. —Eso me molesta un poco —confiesa—. Me gustaria poder hacer el amor sin tener que pasar previamente por eso. —ta ira y la excitacién sexual tienen una relacién complica- da —le explico—. Fisiolégicamente hablando, ambas tienen mucho en comin. En términos psicolégicos, también. En tu caso, creo que estar enfadado te envalentona, te libera de la conformidad y te sientes con mas derecho. El enfado destaca la individualidad y supone un contrapunto para la dependencia: ésa es la razon pot la cual puede avivar tan poderosamente al deseo. Te brinda la distancia que necesitas. Puede llegar a ser un problema si se tor- na en habito, pero no hay duda de que es un poderoso estimulante. A través de los afios, he conocido a varias personas oe James y Stella: parejas cuyas relaciones (que podrian haber sido mas animadas) se tambalean al borde de la austeridad sensual. Juntos investigamos los trasfondos emocionales de su estanc s { ' VII. Modelos eréticos 1/9 miento erdtico. Rastreamos los origenes del bloqueo y también la dindmica de la relacién que los mantiene en su lugar. Para ellos es util comenzar de esta manera y se sienten consolados al darse cuenta de que la comprensién del pasado puede ayudarlos a cambiar el presente. Sobre la importancia de ser despiadado Cominmente creemos que cuanto més cerca nos sintamos de alguien, mas facil sera despojarnos de nuestras inhibiciones. Pero esto es una verdad a medias. La intimidad alimenta el deseo, pero el placer sexual también requiere alteridad. La excitacion erética necesita que seamos capaces de alejarnos del lazo intimo por un momento, que nos descubramos a nosotros mismos y que nos concentremos en nuestras crecientes sensaciones. Nece- sitamos ser egoistas por un instante para poder conectarnos eré- ticamente. Nuestra capacidad de separarnos de aquellos a los que ama- mos, en tanto que confiamos en que permaneceran alli, se forja en la seguridad de nuestros lazos infantiles. Cuando mas confia- Mos, mds nos animamos a aventurarnos. Cuando jugamos con los bebes a «gdénde esta el nifio?», la distancia que éstos pueden Soportar es minima. Lo que potencia el juego es la comprensién de que, hasta cuando no te veo, sigues existiendo. Los nifios mas Brandes juegan al escondite, en la seguridad de que en algan Momento alguien los buscara. Después de la emocién de escon- derse, viene el alivio de ser encontrado. La intimidad erética es fa version adulta del juego del escondite. Como cuando éramos nifios, cuanto més fuerte sea la conexién, mas valientes nos sen- temos para desplegarla. Sabemos que nuestro amado esperard 3 que regresemos y no castigar4 nuestras bisquedas egoistas. De hecho, tal vez hasta las aplauda. 174 Inteligencia erdtica «Excitacion sexual»), Michael Bader vin- En su libro Arousal ( oncepto de «sexo despiadado», cula la idea del egoismo con el ci al cual define como «el tipo de deseo que permite a una perso- dirse ante el vigor de sus propios ritmos de placer y exci- ni vergiienza de ningin pié en la importancia na ren ay tacién sin sentir culpa, preocupacion La explicacion de Bader hace hinca, tipo». ' idad de aferrarse a uno mismo en de la diferenciacién: la capac' encia del otro. Sin esta capacidad, nos convertimos en alguien presi que no puede alejarse de la mente de Stella el parecido a James, tiempo suficiente como para experimentar su propio fervor. La crudeza de nuestro deseo puede parecer mezquina, bestial y hasta falta de amor. El erotismo puede parecer depredador, un arrebato voraz. Cualquier sentimiento de culpa que podamos experimentar al obtener algo, cualquier sensacion de vergiienza por nuestro desenfreno, nuestra pasion, nuestra indecencia, se intensifican en la primitiva vulnerabilidad del sexo. Aportamos a nuestros encuentros eréticos intimos una serie de mandamientos, acumulados durante toda una vida, que van contra el egoismo en el contexto del amor. Los detalles de estos mandamientos se encuentran en nuestro modelo erético. Ademés del legado fami- liar, también llevamos a cuestas el legado cultural. La socializa- cin sirve para controlarnos, para dominar nuestros impulsos y para domar el animal que llevamos dentro. Asi, como ciudada- nos y cényuges obedientes, nos corregimos y ocultamos nuestros apetitos feroces y disimulamos nuestra efimera necesidad de con- vertir en objeto a la persona a la que amamos. Para muchas personas, la prohibicién de ser despiadado en el contexto de una relacién amorosa es demasiado poderosa como para permitirse el desenfreno erético. La autoabsorcién inheren- te a la excitacién sexual elimina al otro de manera tal que cho- ca con el ideal de intimidad. Estas personas descubren que sdlo pueden ser desaforados y lujuriosos, sintiéndose a salvo, con las personas a quienes no conocen mucho o que no les importan VII. Modelos eréticos 175 demasiado. El sexo por puro Placer, la pornografia y el ciberse- xo tienen en comin la distancia, incluso el anonimato, que evita el peso de la intimidad y hace que la excitacién sexual sea posi- ble. Evidentemente, estas situaciones sin conexién emocional se hallan mas comanmente fuera del hogar, donde la necesidad de diferenciacién es menos intensa. Estar con una pareja que no esté disponible proporciona un limite de proteccién: si no puedes acer- carte demasiado a alguien, no tienes por qué sentir miedo a que- dar atrapado o a la pérdida del Yo. A mi juicio, cultivar cierto sentido de falta de piedad en nues- tras relaciones intimas es una solucién fascinante a los proble- mas del deseo. Aunque a primera vista pueda aparentar distan- ciamiento e incluso falta de afectividad, de hecho hunde sus raices en el amor y en la seguridad de nuestra conexién. Ser capaz de dejarse ir por completo, sin sentimiento de culpa ni inquietudes, constituye una experiencia de confianza poco frecuente, que se basa en saber que nuestra relacién es lo suficientemente enorme como para contenernos. En el encuentro erético alcanzamos una intimidad tnica. Trasciende la cortesia de la conexién emocio- nal y aloja nuestros impulsos rebeldes y nuestro apetito primiti- vo. La energia que genera el roce de los cuerpos emite un calor que no es facil de lograr a través de expresiones amorosas mas Suaves. Paraddjicamente, el ser despiadado es una manera de lograr cierta cercanfa. La intimidad erética nos invita a un esta- do de desenfreno en el que experimentamos una dulce sensa- cién de libertad. Nos tomamos un breve descanso respecto de Rosotros mismos: de los legados de nuestra infancia, las rutinas de nuestra relacién y las restricciones impuestas por nuestras Tespectivas culturas. Amar a otro sin perdernos a nosotros mismos es el dilema Central de la intimidad. Nuestra capacidad de gestionar las dobles necesidades de conexién y autonomja proviene de lo que apren- dimos siendo nifios y a menudo requiere muchisima practica. No 176. Inteligencia erética s6lo afecta a la manera en que amamos, sino también al Modo en que hacemos el amor. La intimidad erética abriga la doble Pro- mesa de perderse y de hallarse a uno mismo. Es una experiencia de fusion y de total autoabsorci6n, de correspondencia mutua y de egoismo. Estar dentro de otra persona y dentro de nosotros al mismo tiempo es una doble posicién rayana en lo mistico, La identidad momentanea que sentimos con la persona que amamos va més alld de nuestra capacidad de reconocer nuestra indisolu- ble alteridad. Para poder ser uno, primero debemos ser dos.

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