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II. LA IGLESIA, INSTITUCION DOMINANTE DEL FEUDALISMO {AT000 Io que hemos visto en torn al feudalismo, falta todavia un elemen to fundamental, quizés el més importante. Efectivamente, el esqueme eg las tres ordenes define una clara jerarquia, a cuva cabeza estan los que or : antes que a misma arstocracia, Sin embargo, es necesario Sarl atencen ims en reli social que se establce ere los elise, uc en los clérigos en cuanto casta separada, Ya sea que se exprese en la forma - sie ts es uno de los aspectos mas notables de estas transformactones ar evtlador de las tensiones de su siglo, Para esto hay que recurrir las a discipulos redactaron de confor’ amidad con Tas Jee sect dc aterguariacanidad de re inedlos Es diferentes Vidas que sus ¢ Sedel genero hagiografico, con 2 Jranciseo y de fortalecer su culto. Por fneat tanto ua “verdad” bogréfica como una expresion del lores ideales de una época. San Francisco nace en 1181 0 1182, en ew .s del centro de Italia donde e] comercio florece pre- Asis, una de las ciudades Bi J hij de un seo mereader eos nezocosrendia qe cont coumgin embargo, el joven Francisco emprende la bisqueda de ideales fades, signo de que el desarrollo de las actividades urbanas no sig- m “burguesia” dotada de valores riorizadas las jerarquias de lcrescas ¥ se prepara para vision subvenatural lo di- anise nifia necesariamente Ia formacién de wna ropios bien asegurados. Sin saberlo, tiene inte Xi tempo y al principio suena con proezas cabal pavti a la guerra en el sur de Talia, Mas una Pinde de tal cosa, Lego, mientras reza en Ia iglesia de San Damiano ante in imagen de Cristo en la crus, éste le habla y Jo invita a recopstruir st iglesia, Como buen laico, a quien las realidades materiales atin impiden Sevarve hasta las verdades espirituales, Francisco cree que tiene que fprender Ia allbanilerta para reparar et edifcio que amenaza con detrutn- barse. Pero es evidentemente para una misién ms alta que Cristo Jo la ma. Francisco, cuya condicta provoca un conflicta con sus padres, poco = foco toma conciencia de esta isin,» senuncia a a erencia pate fediante un acto decisivo de conversién, se desviste para restituirle a st ae ee eg emer ya colon des, ajo a pote Eign del obispo (véase la foto 11.9). En vez del bienestar material que st LAIGLESIA, INSIITUCION DOMINANTE DEL FEUDALISMO 2a jniento habria de procurarle, abraza la exigencia de una pobreza radi- ‘Gy mensaje, que por entonces comienza a predicar mediante Ta pala ya, sobre todo mediante el ejemplo, impresiona por su senciller: vivir vr cl Evangelio como tinica regla; hacer penitencia, Francisco lo pone en Fania a través de una devoctén que asocia la inmediatez con cierta ale anifestacién de una comunion con Dias que, sin embargo, no seria faible alcanar sino mediante el severo camino de la penitencia. Semejan- eryasgos con frectiencia hacen quie se compare a Francisco y sus compa ems, a quienes recomienda siempre tener “el rostro risuefto, con julares, Ficlo mucho tiempo condenado por la Iglesia. Esos rasgos también se en~ Sreniran en el famnoso Céntico del hermano Sol, donde Francisco hace ftozio de la naturaleza y del placer que al hombre le procur:t, Agu se en- SGeotra va de las tensiones consttutivas del personaje: la conjuncién de la gunitencia y del jubilo, o mas precisamente la eleccién de una penitencia extrema que no conduzca a la huida del mundo, sino al amor de éste. Los: fabitantes de Asts, quienes ven pasar a Francisco hirsuto y harapiento, se prezuntan sino hay en él cierta locura, y es esta lo que su apoda, Pavercilo, Expresa un tanto. Pero su ejemplo viviente de pobreza y penitencia le vale también un creciente renombre, que atrae junto a él un mimero cada ve ria, me mayor de disespulos, Pronto Francisco se encuentra ala cabeza de una pequ que la institucién eclesial habria podido juzgar como ps lable, como lo indica la primera reaceién de Inocencio HI. Sin embs sucede fo contrario y, en 1209, aunque no sin reservas, el papa se deja con- tencer, aprucba el estiln de vida propuesto por Francisco vie otorza el dere- cho a predicar Pero el deseo de enmarcar esta experiencia y de darle formas compatibles con las estructuras del poder vigente en la Iglesia, leva a Ho- norio Tila exigir la redaccién de una regla formal: la de 1221 es rechazada {Regula non bullata) antes de que las nuevas modificaciones, que atentan {todavia mas la radicalidad del prayecto inicial, permitan finalmente su aprohacin en 1223 (Regula bullata), A medida que la comunidad rece, Francisco se aleja de las necesidades que impone la direccién espiritval y material de una orden. Pronto renuncia a ser su jefe y elige vivir como er ritaito, en el monte de Ia Verna, Acenttia las penftencias y las privaciones extremas en 1m esfuerzo por acercarse todavia mas a Dios, hasta el grado e que Francisca, enferma, no parece ser ms que una Haga viva. Es enton- ces, en 1224, cuando la tradicién ubica el milagro de la estigmatizacién, 1a comunidad, srosa ¢ incontro- Fora ins. San Faneisc rosin as “ Tos Benes pater Cacia 1290-1304 fiescos de Gano enla basic de Ast) la sop in pee habia dao, pr des seeder ast Yenunes states he Js sdopsién, aquttraspuesto en el plano espritual. Aungue se da como un juego tent (de icisoo rompe con sus parientes carnales, para mostrar Is Iparenesc eb ‘itual gue une a los miembros de la Ig me Feasts teaser ase (aS ands tn deiecns erate nee minder Parenteseo divino), m meee | E 26 FORMACION Y AUGE DE LA CRISTIANDAD FEUDAL El éxito de las dos Srdenes, las Hamadas mendicantes, porque en sus comienzos no pretenden poseer nada y no vivir mas que de las Timosnas répidamente se extiende en toda la cristiandad. Los frailes predicadores caracterizades por sus traje blanco, cubierto con un manto neg. son ale dedor de 7000 hacia 1250 y disponen de 700 conventos a finales del sig Xi, mientras que los franciscanos (también llamados frailes mienores en, razén de su humildad),vestidos con un basto sayal erudo (i tendo i ban aqueado) y reconocibles, al igual que Francisco, por la simple cuerda antic dla que rodea su cintura, son acaso 2000 hacia 1250 y se encuentran repa tidos en cerca de 1600 establecimientos medio siglo después. Otras denes rmendicantes también aparecen, pero el conclio de Lyon H (1274) limita sa rlimero a cuatro: ademés de los franéiscanos y los dominicos, est Tes carmelitas, aprobados en 1226, y los ermitatios de san Agustin, creados en 1256, Cada orden, bajo la direccion de un general y de responsatles previ iales, posce una cohesiGn mucho més fuerte que las redes mondstiea teviores. Cada una de ellas cuenta con un componente femenino, apart de rama masculina —as, la orden de las clarisas, que funda semta Clara de Asis y est asociada con los franciseanos—, y ademés con una tercera or den, a la que se acogen los laicos que desean vivir devotamente. El ideal de la pobreza, asociado con la hummildad y la penitencia, es la caracteristica primordial de las drenes mendicantes, Pro, como todas las aventuras mo nsticas anteriores, habra de afrontar Ia paradoja del éxito, que acarres la ‘multiplicacin de las donaciones y la acumalacin de bienes. Silas drenes tradicionales exigian que los monjes no poseyeran nada a titulo individual pero aceptaban las donaciones que se hacian a la institucion, las drdenes rmendicantes, preocupadas por dotar de sentido a) ideal de la pobreza, re- chazaban esta opcién. Pero pronto tendriin que forjar la teoria sez fa cual los bienes que reciben son propiedad del papa, conservanco la orden sélo su wtilzacién, cosa que los franciscanos espirituales no dejan de denur ciar como una ficién hipéerita, La aportacion de las érdenes mendicantes consiste sobre tedo en una concepeién original dl papel de elero regular. Aunque aceptan una regla de vida comunitariay aseética, los mendicantes no optan por la huida del mun do. Aun cuando astimen como ideal el ejemplo de los ermitafos cel desier™0 (Alain Boureau), en la préctica aceptan vivir en medio de los eles, part Predicar con la palabra y el ejemplo (en realidad esta vocacion pastoral solamente caracteriza a las ramas masculinas de las ordenes, pues las jeres quedan confinadas a una clausura tradicional, lo cual tal ver favorect LAIGLESIA, INSTITUCION DOMINANTE DEL FEUDALISMO 227 al forecimiento de una intensa devocién mistica, en particular entre las dominieas, que asi compensan su exclusién de las tareas que los frailes ast men). El siglo xn ya habia visto cierto acercamiento entre los regulares y jos seculares; pero los mendicantes dan un paso mas al instalarse en el co- razén de las ciudades (aquellos extranios regulares, urbanos y predicaciores, tan por lo demas lamados frailes, y no monjes). Las érdenes mendicantes aportan de esta manera una contribucién decisiva s la Iglesia de su tiempo, 4 asumir un encuadramiento y una pastoral adaptados a los medios urba ros. Al hacer esto, intervienen en un terreno que normalmente pertenece all dlero secular, y los conflicros entre los mendicantes v los seculares pronto & presentan, por ejemplo, en el seno de la universidad de Paris, y mas ge- yeralmente en las ciudades, donde los obispos ven con malos ojos a esos qedicadores de excelente preparacién, cuyos sermones tienen més éxito qe los de los Seculares y que captan en sus extendidas iglesias las dona ones de los fieles. El vinculo entre las érdlenes mendicantes vel fenémeno urbano es por lo demés tan nitide que se ha podico establecer uma correla- cin entre la importancia de las ciudades medievales v el nfimero de con- yentos mendicantes que abrigan Jacques Le Goff). En todas las ciudades de Europa, su implantacién se lleva a cabo segtin la misma légica: puesto gue requieren un terreno amplio, los conventos mendicantes se establecen cenlos limites de la zona construida y en vista de la rivalidad que existe entre ella, lo mas lejos posible unos de otros, siguiendo una geomerria bastante regular que se puede verificar hasta en las cindades coloniales de América Si una ciudad ampara dos convents mendicantes, en la mitad de la linea aq los conecta se encuentran los edificis principales del centro de la ciu- dad; si son tres, el centro urbano ocupa aproximadamente el punto medio Gel triéngulo que forman, La Iglesia, la ciudad y ta wniversidad Seria imprudente, ya lo he dicho, pensar la ciudad medieval sin considerar Ja Iglesia: la catedral gotica es el signo mny visible de Ta presencia de la ins- titucion eclesial; las 6rdenes mendicantes son los agentes de una pastoral destinada esencialmente al medio urbano; la “religion eivica’ ofrece a la la base Ue la oxganizacion social, y un poema alegérico de principios del siglo xw, La via del infieruo y del paraiso, sugicre todavia que es suficiente, pats al canzar la salvaci6n, recitar cotidianamente el ave Maria, Linares v Cont #StACIONES. DE LA DOMUNACION DE La TGLESIA Afirmar que la Iglesia es la inslituciGn dominante de la sociedad feudal no significa que no wopiece con ninguna impugnacion ni que su poder sea il miitado. Al contrario, ademas de las tensiones internas que la aniunan, Is institucidn eclesial enfrenta, en su obra de dominacién, sordas hostilidades y francas rebeliones. Por lo tanto conviene analizar conjuntamente el crc: cio cada vez mais extenso de su dominio y las resistencias con las que cho ca. Entonces es posible ver que todo orden necesita impugnacion: 6rdenes para mejor poner su legitimidad (hasta el grado de forjar no Jas encuentra a su gusto). En este sentido, no es para nada sorprendente que el proceso de refundacion de la institucién eclesial y de acentuacidn de LAIGLESIA, INSTITUCION DOMINANTE DEL FEUDALISMO a cohesion de la sociedad cristiana, en los siglos > y xu, se ve acompanado deun resurgimiento de las disidencias, sobre todo las heréticas, y de una smensificacion de las formas de exclusi6n. “Ordenar y exelu “ein la expresion de Dominique logna-Prat— son las dos caras indisociables de la misma dindmica, Los avances heréticos y la reaccién de la Iglesia La nocién de herejfa (etimolégicamente, “eleccién”) no tiene sentido mas que en relacién con su contrario, la fijacién de una doctrina ortodoxa por tina autoridad eclesiastica. El problema de la herejfa por lo tanto no surgi6 sino en la medida en que la Iglesia se wansformé en una institucién pre- ‘ccupada por definir los dagmas en que se basa su organizacién y su domi: tio sobre la sociedad. De hecho, es durante el siglo que separa a Constantino ‘de Agustin cuando estalla la primera gran crisis doctrinal, la cual tiene como ‘ousecuencia la claboracién de la ortodoxia trinitaria y cristolégica y el re- chazo de una serie de herejfas, siendo la principal el arrianismo. Agustin hand entonces una lista de 88 herejias, que a todos los autores posteriores ‘que abordan la herejia les servira como depésito de argumentos y prisma Geformador. Con raras excepciones, las herejfas medievales tinicamente se conocen a través de los textos de los clérigos que las condenan, de suerte {que es muy dificil separar las amalgamas necesidades de la polémica y la represiGn. El acercamiento a la herejia me- dieval permanece inseparable de la actitud de la Iglesia hacia ésta. ‘En Oceldente, algunos episudios aisladus y de poca amplitud, aunque significativos por su concomitancia, indican la resurgencia de la cuestion berética poco después del afio mil. En 1022, unos 10 clérigos de la catedral {de Orleans son acusadas de negar la eficiencia de los sacramentos y por érde- nes del rey de Francia se les condena a la hoguera, En el castillo de Mon- leforte, en Piamonte, un grupo de hombres y mujeres que optaron por una forma de vida comin, casta y penitente, son interrogados por el arzobispo de Milén, y luego condenados a la hoguera debido a la insistencia de los nobles de la ciudad, En 1025, una comunidad de laicos es obligada a com- parecer ante el sinodo de Arras y aparentemente se ve tratada con clemen- cia por el obispo, y se le eonvence de abandonar sus criticas respecto de las pricticas de la Iglesia. A estos primeros sintomas de impugnacién de la ins- litucion eclesial sigue un tiempo de latencia en materia de herejia. Quiz las exageraciones ligadas a las

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