sobre todo cuando firmaba “Alberto Irigorri” baj
Jos boletines. Don Alberto no reparaba en esos detalles. Fstaba demasiado,
ocupado en liquidar a precios de fibula un galpén de alambre de péia que
venia de Europa porque alld lo usaban para
repetia don Alberto, que por esa época se vi
A fin de afio la seftorita Reforzo se quité a Mauricio de encima con
todos cuatios, (“Ese chico necesita una
muertos. al vez se adelantaba a sus afios y 2 st
bien comprendido.
=No te juntés con él ~decia mi padre,
Yo me juntaba igual,
~gEh, Negro? ~proponia Mauricio mirindome desde la esquina del ojo.
“ZY si tal cosa?~protestaba yo.
“Hay que divertirse, Negro. La vida es cor
Mauricio pegaba una oblea, la oblea decia
Ja pegaba en la maquinita de preservativos, en el baiio del
299Curwtos comereros ~ Ropoxro Warsi
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No quiso entrar a la Ni
Alberto lo mand6 al comercial
I porque era cosa de mujeres. Don
je Azul. Depositaba en él grandes espe
ranzas que nadie compartia. A los tres meses estaba de vuelta, elogiando
el rio y el cafioncito del parque.*“También hay mucho comercio”, dijo a
modo de esclarecimiento, :
Ese afto me vine a Buenos Aires. Le esc
tuve carta de Estela. Te estoy tejiendo un
frfos, Mami, que a ella tampoco le gustan pero este afio no hay
remedio, sos muy chico para ir a una pensién. ZY es cierto que estudias la~
tin? Ah, a Mauricio lo echaron. Yo veia las grandes pestafias de mi hermana
Estela sombreando la carta, Las mujeres siempre lo quisieron a Mauricio.
10 me contest6, En mayo
rer, aqui ya empezaron |
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empezaron a mermarle las botellas de guindado, don Alberto
prefirié no tenerlo mas de lavacopas. Entré de aprendiz tipografo en La
‘Tuna, Por esa época.
INAUGUROSE EL MEODUCTO
PRESIDENTE PERON,
Asisié el gobernador
Lo echaron,
Un erro
jene cualquiera ~