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Diatermancia

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Reproducción fotográfica de un retrato de Heinrich Gustav Magnus, quien desarrolló


los estudios más relevantes sobre la diatermancia en el siglo XIX.
Se denomina diatermancia a la propiedad del aire atmosférico de ser atravesado por
los rayos solares sin calentarse por ello (de "día", a través, y "termancia",
calentamiento). No hay que confundir este término con el de diatermia, que es el
tratamiento médico de diversas afecciones con el empleo de radiaciones de calor
(infrarrojas) por medios eléctricos o electromagnéticos. En idioma inglés, se
emplea el término diathermancy con el mismo significado que aquí se desarrolla y
diathermanous (diatérmano) a aquellos cuerpos que son transparentes a las
radiciones térmicas, es decir, que se dejan atravesar directamente por los rayos
solares (espectro visible) sin calentarse. Los principales estudios sobre la
diatermancia se deben a Heinrich Magnus, químico y físico alemán del siglo XIX.1

Índice
1 Calor claro y calor oscuro
2 Origen del calor atmosférico
3 Calentamiento del aire y presión atmosférica
3.1 Presión atmosférica y vientos
3.1.1 Vientos constantes o planetarios
3.1.2 Depresiones barométricas
4 El calentamiento de la atmósfera de origen terrestre
5 El calentamiento atmosférico de origen oceánico
6 El caso especial de los grandes ríos
6.1 Una explicación diferente sobre el caso de los grandes ríos
6.1.1 Una nota sobre la explicación anterior
7 El balance térmico en los océanos
8 Un ejemplo reciente: meteorología del mes de octubre de 2012 en Venezuela
8.1 El huracán Rafael
8.1.1 Algunos ejemplos periodísticos de los efectos en Venezuela de la tormenta
tropical Rafael
8.2 Huracán Sandy
9 Aplicaciones prácticas del principio de la diatermancia
10 Véase también
11 Referencias
12 Enlaces externos
Calor claro y calor oscuro
Se denomina calor claro al del espectro visible de la luz solar, en el que su
longitud de onda está directamente relacionada con la mayor o menor capacidad de
transportar calor (por eso se llaman colores cálidos a los más próximos al rojo y
fríos al de los colores azules o violetas). En cambio, el calor "oscuro" es el de
los rayos infrarrojos, que son propiamente las radiaciones de calor, y se conoció
con este nombre desde hace tiempo, por estar fuera del espectro visible para el ojo
humano. Esta razón explica el surgimiento de la fotografía infrarroja, que destaca
los objetos de acuerdo a su temperatura y no a su color. En la fotografía
infrarroja, los objetos de mayor temperatura (la vegetación, por ejemplo) aparecen
de color rojo y los más fríos, en color azul. Esta técnica fotográfica constituye
una gran ayuda en el campo de los sensores remotos: por ejemplo, en las grandes
zonas de vegetación de bosques, el color rojo se identifica como árboles sanos y el
amarillo (menor temperatura) como partes de árboles enfermos por algún motivo
determinado.

Para aclarar algo más este concepto, es preciso tener en cuenta que el aire no es
completamente transparente a la radiación solar referida al espectro visible ya
que, como se ha señalado, su calentamiento depende de la mayor o menor longitud de
onda de esa radiación y dentro del espectro visible (los rayos que forman el arco
iris), la diferencia entre el color rojo y el violeta es considerable y el color
rojo calienta el aire más que el azul o violeta. Y para concluir, también hay que
tener en cuenta que no todos los rayos infrarrojos (los no visibles) tienen el
mismo poder calorífico ya que, como se sabe, también los rayos infrarrojos tienen
distintas longitudes de onda, teniendo mayor poder calorífico los de mayor longitud
de onda.

Origen del calor atmosférico

Un ejemplo de la diatermancia atmosférica y de la absorción de la radiación solar


por los ríos ya que el agua no es diatérmina sino que absorbe toda la radiación que
recibe en su superficie siempre y cuando su temperatura sea inferior a la del aire.
Río Congo y afluentes.Imagen de la NASA.
De acuerdo con lo que se ha señalado, el calentamiento de la atmósfera terrestre no
es directo sino indirecto a partir de los rayos infrarrojos de mayor longitud de
onda (calor oscuro como se ha dicho) que son emitidos por la superficie terrestre
caliente.2 El alcance de estos rayos infrarrojos es muy limitado hacia arriba ya
que calientan solo el aire en contacto con dicha superficie. A su vez, esta capa
inferior del aire en contacto con el suelo caliente genera un cambio significativo
de su densidad, por lo que actúa como una especie de espejo, produciendo el
fenómeno conocido como espejismo en un desierto o en una carretera durante el
verano (el pavimento aparece como mojado) o la especie de reverberación luminosa
que puede verse en las superficies muy calientes, como sucede con los techos de los
automóviles expuestos al sol del mediodía: puede verse la deformación de los rayos
luminosos al atravesar el aire más caliente que tiene menor densidad. Así, estos
fenómenos no son sino manifestaciones de la refracción de la luz solar al atravesar
capas de aire de distinta densidad. De manera que el origen del calor atmosférico
tiene dos fuentes principales, el contacto del aire con las superficies de
continentes e islas y el que tiene con los océanos, mares y aguas continentales,
siendo este último el que tiene más importancia por dos razones: la mayor
superficie de los océanos en comparación con los continentes e islas y la masa
mucho mayor de la hidrosfera en comparación con la atmósfera; además de que las
corrientes marinas constituyen el mayor vehículo de transporte de calor y el que
explica en su mayor parte la regulación de los fenómenos atmosféricos a lo largo y
ancho de toda la Tierra.

Calentamiento del aire y presión atmosférica


La atmósfera no es, a pesar de lo que aquí se ha señalado, una mezcla de gases
perfectamente diatérmana, es decir, gases que no se calientan al ser atravesados
por los rayos solares. Lo que sucede es que el calentamiento del aire está
relacionado con la mayor o menor presión atmosférica del mismo: cuanto mayor
presión atmosférica del aire, mayor capacidad de absorber energía tendrá, es decir,
que tendrá mayor capacidad de calentarse. Siendo el aire una mezcla compresible de
gases, por lo que el propio peso de la atmósfera comprime el aire hacia la
superficie terrestre, la mayor presión atmosférica se produce al nivel del mar, sin
tener en cuenta las variaciones geográficas de dicho nivel. Así, la capa de aire
que puede almacenar mayor cantidad de calor es la que se encuentra en contacto con
la superficie terrestre. El resultado de ello es que el calor incidente sobre la
atmósfera, pasa a través de ella sin calentar el aire de manera significativa
aunque incrementándose ligera y gradualmente a medida que se van alcanzando las
capas inferiores del aire, que son las que pueden absorber y retener mayor cantidad
de energía térmica.

Presión atmosférica y vientos


La dirección de los vientos depende, en sentido general, de la presión atmosférica.
Es una ley muy conocida que el viento se dirige de los lugares de mayor presión
(anticiclones) a los de menor presión (ciclones o depresiones barométricas). Lo que
ya no resulta tan evidente y, por lo tanto es muchas veces motivo de error, es que
hay dos tipos de anticiclones y de ciclones: los de origen dinámico (motivados como
consecuencia del movimiento de rotación terrestre) y los de origen térmico. En el
primer caso, los vientos resultantes tienen un recorrido muy largo (miles de km) y
constante (por eso se llaman vientos constantes o planetarios), mientras que en el
segundo caso, el recorrido es mucho menor (cientos de km o mucho menos) y
coinciden, el anticiclón (alta presión) y la depresión (baja presión) casi en el
mismo lugar, colocándose, como es obvio por una simple ley de física, el anticiclón
arriba y la depresión abajo porque primero se produce la baja presión, con lo que
asciende el aire caliente a gran altura y al enfriarse puede formar una nube,
incluso llegando a un nivel donde el aire que rodea dicha nube es mucho más pesado,
con lo cual baja por los bordes para ocupar a nivel del suelo o de la superficie
marina, la especie de vacío creada por el ascenso del aire caliente. Al proceso de
movimiento vertical de ascenso del aire por calentamiento en la superficie
terrestre se llama convección y a las lluvias consiguientes, lluvias de convección,
mientras que al movimiento de descenso del aire después de haberse enfriado y que
constituye una compensación de la convección se llama subsidencia atmosférica. Lo
mismo sucede cuando se calienta una olla con agua: sube por el centro (donde se
concentra el calor de la hornilla o del fuego) y baja por los lados (donde se
enfría la propia olla al contacto con el aire a temperatura más baja). Esta alta
presión en altura (anticiclón) siempre acompaña todas las depresiones barométricas
en la superficie. Esta especie de simbiosis entre los anticiclones y los ciclones o
depresiones barométricas explican la mayor o menor duración de las tormentas
ciclónicas, tornados, huracanes y otros procesos meteorológicos. El ejemplo de los
tornados es muy interesante en este sentido ya que es donde se puede comprobar esa
especie de lucha entre la subsidencia del aire frío y seco y la convección del aire
cálido y húmedo: el primero forma una espiral descendente en sentido horario, con
un radio de giro muy pequeño al llegar al suelo y que da origen casi inmediatamente
(cuestión de segundos) a la formación de una espiral ascendente en sentido
antihorario que aumenta su radio de giro formando una nube embudo que se enfría
rápidamente al ascender y que ocasiona lluvias intensas y en algunos casos, fuertes
tormentas eléctricas y granizadas. La mayoría de los tornados dejan constancia en
el suelo, de los destrozos producidos por la convección repentina y violenta, así
como interrupciones muy notables y también repentinas que se presentan al pasar
sobre superficies acuáticas de un lago, del cauce de un río o simplemente, del
suelo empapado por una lluvia anterior. Estos factores de humedad provocan la
subsidencia del aire y el debilitamiento de la convección, con lo que la huella
destructiva del tornado desaparece. En los últimos años, se han hecho miles de
estudios del origen de los tornados y otras tormentas, de su evolución, de su ruta
de destrucción y de las anomalías visibles en dicha ruta. No todos esos estudios
tienen el mismo valor explicativo, pero es muy bueno ver una imagen satelital que
muestre las rutas de los tornados y un vídeo o película de cámara rápida que
muestre lo que aquí se ha explicado:

Imagen satelital de los tornados producidos en el área de Tuscaloosa (Oklahoma). En


la imagen pueden verse las huellas de destrucción producidas por las rutas de tres
tornados producidos casi al mismo tiempo.3
Vientos constantes o planetarios
Estos vientos tienen unas causas de origen dinámico que dependen del movimiento de
rotación terrestre y, en menor grado, del movimiento de traslación. Los principales
son los alisios, desde las zonas subtropicales hasta el cinturón ecuatorial de
bajas presiones, es decir, del noreste al suroeste y los vientos del oeste, desde
las zonas subtropicales hacia el llamado frente polar, ubicado aproximadamente en
las zonas atravesadas por los círculos polares y desplazándose aproximadamente del
suroeste al noreste.

Depresiones barométricas
Las áreas de baja presión (ciclones o depresiones barométricas) pueden generar
vientos de gran velocidad con un fuerte componente vertical que compensa los flujos
de energía (calor) debidos a las diferencias de temperatura y, por lo tanto, de
presión atmosférica que hay en la superficie de nuestro planeta.

El calentamiento de la atmósfera de origen terrestre


Es el calor reflejado por la superficie terrestre el que posteriormente calienta a
la franja inferior de la atmósfera. Este calentamiento indirecto se manifiesta a
través de los espejismos en días calurosos en los desiertos y en las carreteras y
en la reverberación que se produce en los techos de los automóviles: no son los
rayos solares los que calientan el aire, sino los rayos infrarrojos que se reflejan
en la superficie y que, debido a su mayor longitud de onda, pierden rápidamente su
capacidad de intercambio de calor con dicha capa inferior del aire. Con el agua de
los océanos sucede un fenómeno físico diferente al de la atmósfera. Los rayos
infrarrojos calientan directamente la capa superior del agua y disminuyen sus
efectos rápidamente al aumentar la profundidad. Por eso, en las aguas inmóviles de
alguna playa, lago o piscina, la temperatura de las aguas que tenemos en los pies
es mucho más baja que la de las aguas superficiales. Esta característica de las
aguas (no ser diatérmanas) es la que explica el color azul de las aguas profundas,
ya que la absorción de la mayor parte del espectro de la luz blanca (luz solar)
solo está limitada a una profundidad relativamente escasa.

El calentamiento atmosférico de origen oceánico

Imagen que registra el vapor de agua existente para el 11-DIC-2013-10 AM en el mar


Caribe y en el océano Pacífico Septentrional. Un claro ejemplo de calentamiento de
la atmósfera por la evaporación de las aguas oceánicas.
La capacidad de transporte de calor por parte de un fluido depende, evidentemente,
de la masa de dicho fluido: cuanto mayor sea esa masa, mayor será su capacidad para
absorber y transportar calor. Como la masa del agua oceánica es muy superior a la
de la atmósfera es lógico suponer que los océanos son los responsables del mayor
flujo de calor entre la zona intertropical y las templadas o polares. Lo que sucede
es que resulta difícil diferenciar cuantitativamente cuál es el calor absorbido
directamente por la atmósfera a través de la insolación (casi insignificante por lo
demás y que depende del polvo y moléculas de agua en forma de vapor o en
suspensión) y a través del calor reflejado por los continentes, para así compararlo
con el que absorbe la atmósfera del propio océano.

La mejor muestra de la capacidad del océano en suministrar calor a la atmósfera a


través del ciclo hidrológico, en forma de la evaporación del agua y posterior
condensación para formar las nubes y por último, la precipitación que devuelve a la
superficie terrestre el calor absorbido previamente nos la ejemplifica un video
animado realizado por la NASA de la lluviosidad originada por la temporada de
huracanes de 2012.4

No debemos subestimar el papel de las corrientes oceánicas en el flujo de calor


desde las latitudes ecuatoriales hacia las templadas y polares, como algunas veces
se ha hecho. Este es un error evidente, y que muestra la dificultad en la
comprensión integral del tema aquí tratado por parte del ciudadano promedio e
incluso de investigadores y científicos en los temas atmosféricos y oceanográficos.
Un ejemplo bastante claro lo podemos ver en las imágenes de satélite de ciertas
zonas intertropicales: cuando las corrientes oceánicas procedentes del este pasan
entre dos islas y encuentran aguas mucho más calientes se suelen formar unos
rosarios o alineaciones de nubes por el contraste de temperatura, de la misma
manera que se forman las estelas de los aviones de reacción.

Por otra parte, la circulación de los vientos constantes coincide a grandes rasgos
con la de las corrientes oceánicas, lo que podría enmascarar la influencia mutua
entre la parte líquida y la gaseosa en la superficie terrestre. Esta influencia
mutua tiene dos manifestaciones importantes: por una parte, las corrientes marinas
cálidas son las responsables de la enorme cantidad de calor que se traslada hacia
las costas occidentales de Europa y de América del Norte en las latitudes templadas
y polares. Dichos vientos constantes (vientos del oeste) absorben ese calor (en
forma de nubes) de las aguas superficiales de la corriente del Gulf Stream en el
Atlántico y de Kuro-Shivo en el Pacífico. Y en sentido inverso, la coincidencia de
los vientos alisios del noreste y sudeste con las corrientes ecuatoriales de los
hemisferios norte y sur, respectivamente, acelera, por un lado, la surgencia de
aguas profundas frías (corrientes frías) en las costas occidentales de los
continentes (corriente de las Canarias y de California en el hemisferio norte y de
Benguela y del Perú en el hemisferio sur), ya que al proceder los vientos de África
y América del Sur se crean unas pequeñas olas de traslación muy superficiales hacia
el oeste y esa traslación origina, parcialmente, la succión que explica dicha
surgencia. Sin embargo, hay que anotar que esta surgencia de aguas frías en las
costas occidentales de los continentes se debe, no solo a la dirección de los
vientos alisios en la zona intertropical, sino a la dirección de las aguas
oceánicas en la zona abisal (de oeste a este, al igual que la Tierra en su
movimiento de rotación) cuando el plano inclinado del talud continental y las
franjas inmediatas a las costas de África y América del Sur, obligan a las aguas
profundas a surgir junto a la costa. Dicho en otras palabras: las aguas del fondo
oceánico acompañan a la parte sólida de la litósfera en el movimiento de rotación,
prácticamente sin ningún desplazamiento por inercia debido a la enorme presión que
soportan. Pero al llegar esas aguas a las costas de África occidental, aquí sí por
inercia, tienden a seguir el movimiento que tenían en el fondo pero se ven
obligadas a ascender por la disminución de la profundidad. Este es el principal
motivo por el que esas aguas de origen profundo sean muy frías. Es necesario hacer
esta aclaratoria porque en el análisis de las corrientes frías de la zona
intertropical se ha citado como el origen de dichas aguas, en muchas obras sobre el
tema, a corrientes procedentes de las zonas polares, lo cual es un error. La
corriente de Humboldt o del Perú, por ejemplo, no podría tener un origen antártico,
por cuanto entre las costas del Perú y las de la Antártida existen corrientes
oeste-este, pero de aguas templadas o cálidas. Con mucha mayor razón se podría
citar el caso de las corrientes frías en el hemisferio norte (corrientes del
Labrador, Oya Shivo, California y, sobre todo, corriente de las Canarias). En el
caso de esta última corriente (Canarias), por ejemplo, sería imposible que la
frialdad de sus aguas procediera de las latitudes polares del hemisferio norte ya
que, entre la latitud de las Canarias y la de la zona polar ártica se atraviesa la
enorme Corriente del Golfo, que es de aguas cálidas, y mucho menos podrían proceder
de la zona antártica, ya que existe de por medio la enorme corriente ecuatorial de
este a oeste que también es de aguas cálidas.

El caso especial de los grandes ríos

Desembocadura del Amazonas en el océano Atlántico en la que puede verse la ausencia


de nubes sobre las aguas fluviales, y también sobre las marinas. La isla grande es
la de Marajó. La imagen está dirigida hacia el sur.

Otra imagen satelital más detallada, también del río Amazonas en Santarem (Pará),
en la confluencia con el río Tapajós que es de aguas negras. Imagen dirigida hacia
el norte. Esta zona queda a unos 400 km aguas arriba del delta del Amazonas en la
otra imagen. También puede verse la ausencia de nubes sobre los ríos y sus áreas de
inundación con mayor cantidad de agua en el suelo, lo que explica esa ausencia o
escasez de nubes.
Como puede verse en la imagen satelital de la desembocadura del río Amazonas, se
presenta una notable ausencia de nubes sobre las aguas de dicho río, lo cual parece
contradecir lo que aquí se ha explicado. Sin embargo, no existe tal contradicción,
como se ha señalado en el artículo sobre la cuenca del Orinoco. Se trata de un
comportamiento distinto de las aguas y tierras en cuanto el proceso de absorción y
emisión de calor, mucho más lento en el caso de las aguas que en la superficie
terrestre: los sólidos se calientan más rápidamente pero también se enfrían con
mucha rapidez. Es por esta razón por lo que las aguas regulan la temperatura
atmosférica en mayor proporción que las tierras y por lo que la zona intertropical,
que es la que posee mayor volumen de aguas continentales y atmosféricas, no es la
más calurosa del planeta en lo que se refiere a las temperaturas medias diarias y
máximas absolutas. Lo que sucede en el caso del enorme volumen de las aguas
fluviales en esta zona (ríos Orinoco, Esequibo, Caura, Amazonas, Congo y muchos
otros) es que las imágenes de satélite se toman en horas de la mañana o comienzos
de la tarde debido a que son las horas del día en las que la nubosidad es menor. La
lentitud en la absorción de calor por la insolación, por parte de las aguas
fluviales, en comparación con las tierras es lo que explica la ausencia de nubes en
horas de la mañana. Precisamente, estas imágenes de grandes ríos sin nubes en horas
de la mañana son las que demuestran el fenómeno aquí descrito: el aire es
diatérmano (es decir, se deja atravesar por los rayos solares sin calentarse) pero
el agua no lo es. Lo mismo puede decirse con respecto a las aguas oceánicas, como
puede verse en gran parte de la imagen de satélite. Y si en horas de la mañana, que
son aquellas en las que las aguas de los grandes ríos tienen las temperaturas más
bajas, no se producen nubes sobre dichos ríos es porque todo el calor de la
insolación está siendo absorbido por las aguas y, por lo tanto, no hay irradiación
de calor hacia la atmósfera, sino que se forma un área anticiclónica de aire frío
sobre los grandes ríos, lo cual impide o limita la formación de nubes. Algo muy
distinto sucedería en el caso de tomar imágenes satelitales en horas de la tarde
(sobre todo al final de la tarde), cuando ya las aguas fluviales han absorbido el
calor solar el cual se disipa a través de la evaporación y formación de nubes.

En resumen, al referirnos a los grandes ríos, el mayor calor específico del agua
con respecto al aire produce el efecto que se observa nítidamente en la imagen de
la desembocadura del Amazonas y que se explica con la mayor y más lenta absorción
de calor por parte de las grandes masas de agua en comparación a las tierras.

La extensa planicie de la cuenca del río Zambezi, en Mozambique, antes de las


inundaciones tan severas del año 2000. Puede verse la escasez de nubes sobre la
mayor parte del territorio que abarca la imagen de satélite. Las lagunas de la
parte sur de la zona inundada (parte inferior de las imágenes) sirven de referencia
de que el territorio representado en las dos imágenes viene a ser el mismo.

El mismo territorio de la imagen anterior después de que las inundaciones de marzo


del año 2000 crearan una especie de lago muy extenso pero de escasa profundidad.
Puede verse en la imagen que sobre el territorio inundado casi no existen nubes por
el fenómeno explicado de la toma de la imagen durante horas de la mañana, cuando
las aguas de la zona inundada están absorbiendo la radiación solar y no convierten
todavía ese calor de la radiación en evaporación lo que daría como resultado la
formación de nubes.
Lo mismo que hemos visto con respecto a los ríos amazónicos puede verse también en
el caso de una extensa zona inundada, aunque en gran parte de la misma la
profundidad de las aguas sea bastante escasa. Más aún: como se explica en el
artículo sobre los chubascos, una lluvia producida por convección en una llanura
deja el suelo mojado en una zona ovalada cuyo efecto sobre el tiempo meteorológico
inmediato (uno o dos días) es de tipo anticiclónico y por lo tanto, aunque se
presenten nuevas nubes de convección en el lugar, las posibles lluvias sobre esa
zona ovalada serán muy escasas o nulas. Este es el motivo por el que las lluvias en
la selva amazónica, por citar el área más extensa de clima ecuatorial, se reparten
de manera relativammente homogénea en una región que tiene casi 10 millones de km².
Dicho reparto de la lluviosidad en una región tan extensa siempre intrigó a los
geógrafos: Pablo Vila, por ejemplo, señala en su libro Geografía de Venezuela que
el origen de las lluvias tan frecuentes y abundantes en esta zona está en la
elevada humedad ambiental debida a la lluviosidad y, en especial, a la
transpiración y evaporación procedente de la vegetación, que se traducen en lluvias
frecuentes y el clima de selva predominante.5

Pero la explicación de este fenómeno es algo más compleja e involucra, además de la


diatermancia del aire, al fenómeno conocido con el de la subsidencia del aire, es
decir, al descenso del aire frío y seco. En cambio, las nubes se forman en los
lugares donde hay convección aunque sea casi imperceptible.

Una explicación diferente sobre el caso de los grandes ríos


Recientemente, la NASA, a través de una página en el dominio público, publicó un
artículo sobre el Amazonas en el que se explica la falta de nubes en los grandes
ríos amazónicos de una manera distinta a la que aquí se presenta.

Se trata de la página Earth Observatory en donde se analizan y comentan imágenes


obtenidas por algún satélite meteorológico (como MODIS o AQUA) o por otros tipos de
sensores remotos. En dicha página apareció una imagen similar a la que se incluye
en este artículo de la desembocadura del río Amazonas, tomada el 26 de agosto de
2009.

El artículo se denomina Afternoon Clouds over the Amazon Rainforest (Nubes


vespertinas sobre la selva amazónica) y en él se señala que:
As the air drops, it warms, and the warming air keeps the water vapor from
condensing into clouds. As a result, there are no clouds over the rivers.
A medida que el aire frío desciende, se calienta y el aire caliente evita que el
vapor de agua se condense para formar las nubes. Como resultado de ello, no hay
nubes sobre los ríos.
NASA - Earth Observatory.
(Tomado del artículo Afternoon Clouds over the Amazon Rainforest).6

Una nota sobre la explicación anterior

Niebla matinal en el Gran Cañón.


La cita anterior solo se puede referir al efecto Föhn en las laderas de sotavento,
cuando una masa de aire húmedo que previamente había subido por la ladera de
barlovento de una cordillera y se condensa formando nubes y lluvias denominadas
orográficas, desciende por el otro lado cuando ya ha dejado su humedad, por lo que
se calienta mucho, pero como es un aire seco, produce un efecto secante y, desde
luego, no presenta nubes.

Sin embargo, al presentarse este fenómeno en la selva amazónica, donde no hay


relieves que puedan producir el efecto föhn, se debe interpretar como aquí se ha
explicado previamente, es decir, que los rayos solares calientan primero la parte
terrestre y mucho después, las aguas fluviales y el suelo mojado. Así, el suelo
solo tarda poco tiempo en calentarse al máximo, mientras que el agua tarda unas 10
horas o más en calentarse y va soltando después el calor, en forma de humedad por
la evaporación de sus aguas: si no hay nubes sobre los ríos es porque la radiación
solar está siendo absorbida por el agua y ésta no se evapora. Solo al final de la
tarde o ya avanzada la noche, cuando ya el agua alcanza una cierta temperatura,
comienza a evaporarse lentamente y asciende formando nubes. Más aún, es muy
frecuente ver (en los Llanos venezolanos es algo típico) las brumas o nieblas
matinales sobre los ríos, fenómeno que se debe a la evaporación nocturna del agua
caliente en un aire mucho más frío y, por lo tanto, más seco. El mismo fenómeno
puede verse en Europa en un amanecer de un día invernal desde un avión: las nieblas
matutinas ocupan las depresiones y la superficie de ríos, pantanos y lagos,
mientras que en horas diurnas dichas superficies acuosas están libres de nubes. Y
la imagen de la NASA de la neblina en el Gran Cañón es un ejemplo similar a los que
se han indicado: la aparición de bancos de niebla en las depresiones se debe a la
evaporación nocturna del agua superficial debido a que esa agua conserva más calor
que el aire anticiclónico, más pesado y frío y, por lo tanto, más seco, que forma
una especie de techo (como el techo de un invernadero) que solo se abre cuando el
calor solar evapora el agua que las forman, con lo que ese vapor asciende junto al
calor de condensación resultante.
La comprensión de la idea subyacente de este artículo (diatermancia) resulta
fundamental para entender la estructura y dinámica de la atmósfera, aspectos en
que, a pesar de la excelente información de primera mano que se tiene de la
atmósfera en los tiempos actuales, gracias a los satélites artificiales y, en
general, a los extraordinarios avances tecnológicos de fácil acceso para todos los
interesados en el tema, todavía existen muchos aspectos poco investigados y
numerosos problemas que se necesitan corregir, ampliar y mejorar.

La utilidad de estos conceptos resulta evidente: los tornados, por ejemplo, se


forman cuando existe un proceso de subsidencia en la parte frontal de una tormenta
con nubes de gran desarrollo vertical, como los cumulonimbos. Mientras que el aire
frío y seco desciende desde un nivel superior al de las nubes más elevadas (parte
superior de un cumulonimbo, p. e.), el aire cálido y húmedo de la superficie se
eleva por convección en el mismo lugar, formando lo que podríamos decir la espiral
de ascenso, que se ubica sobre la espiral de descenso de la columna de subsidencia.
Se trata de una acción (el descenso del aire muy frío y pesado) y de una
retroacción inmediata (el ascenso del aire más cálido y húmedo). Pero si en la
trayectoria del tornado se encuentra un zona de subsidencia el tornado se debilita
y desaparece inmediatamente.

El balance térmico en los océanos

Octubre es el mes que presenta mayor diferencia de temperatura, en el hemisferio


Norte, entre los océanos (más calientes) y los continentes que ya comienzan a
enfriarse de cara al invierno. Como consecuencia, la mayor nubosidad corresponde a
los océanos, mientras que esa nubosidad es menor en las tierras emergidas (América
Central y norte de América del Sur). En el caso del Pacífico Oriental, junto a las
costas de América Central puede verse una abundante nubosidad en las dos imágenes,
lo que tiene que ver con la latitud del ecuador térmico. El color más oscuro indica
la mayor sequedad atmosférica (climas secos).

En el mes de junio, la temperatura de los continentes en el hemisferio norte es muy


elevada mientras que la de los océanos es más baja. Como consecuencia, los océanos
se ven más libres de nubes mientras que las tierras se encuentran cubiertas, con
mayor intensidad de las lluvias originadas por convección ya que el calor
desprendido de las tierras hace ascender el aire que se condensa formando esa mayor
nubosidad (puede verse ahora la diferencia de nubosidad en América Central y en el
norte de América del Sur). A su vez, dicha convección puede acentuar el efecto
orográfico de las cordilleras sobre la lluviosidad.
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En el caso de los océanos, el lento calentamiento (y enfriamiento) de las aguas con


respecto a las tierras da origen a que exista un retraso de más de un mes entre la
temperatura mínima y máxima en las tierras (febrero y agosto en el hemisferio
norte) y la de los océanos (marzo y septiembre, también en el hemisferio norte), lo
cual conlleva a fenómenos meteorológicos y climáticos muy importantes. Aunque ha
sido tratado científicamente en muchas obras de Ciencias de la Tierra y de otras
disciplinas, se trata de un conocimiento empírico conocido desde hace mucho tiempo,
como se puede inferir de la lectura de un fragmento en una obra de Pío Baroja:
Sabido es que la climatología oceánica y terrestre no es igual; en tierra, el
máximum de frío y de calor es febrero y agosto; en el mar, es marzo y septiembre.
Octubre, en nuestras costas, es el verdadero principio del otoño; cuando la tierra
empieza a enfriarse, el mar sigue templado (Pío Baroja, 1911)7
Así pues, las distintas épocas de calentamiento y enfriamiento de las tierras y los
océanos dan origen a las consiguientes épocas de estabilidad o inestabilidad
atmosférica en estas dos zonas. En otros términos, cuando el mar está más caliente
con respecto a los continentes, es la época de inestabilidad atmosférica ya que esa
mayor temperatura de las aguas da origen al ascenso de masas de aire cálidas y
húmedas, lo que puede traducirse en lluvias cuantiosas o persistentes en las áreas
vecinas costeras. Se trata de una especie de ley de la Geografía Física: las aguas
de los océanos y mares absorben una enorme cantidad de energía solar, lo que
equivale a decir que actúan como una gigantesca pila eléctrica: se carga con los
rayos solares y se descarga en la atmósfera mediante la irradiación de calor (rayos
infrarrojos, principalmente). Por ello no es casualidad que la época de mayor
producción del fenómeno conocido como la gota fría en el este de España sea,
precisamente, en otoño, en especial, en los meses de septiembre y octubre (ver el
artículo sobre la gran riada de Valencia, por ejemplo). Y también en Venezuela, el
mes de tormentas más intensas es el de octubre, con el fenómeno conocido como el
Cordonazo de San Francisco, que suele presentarse en dicho mes, aunque no siempre
en el día de San Francisco. Curiosamente, este término es de origen español,
adoptado en Venezuela desde la época colonial. Como se puede ver en la imagen de
satélite de la NASA del 10 de octubre de 2012 que se incluye aquí, estaba a punto
de llegar una depresión tropical a territorio venezolano y, desde luego, podría ser
como una especie de cordonazo, dado su enorme tamaño, que podría cubrir casi todo
el país. Afortunadamente para Venezuela, cuando las tormentas llegan a las Pequeñas
Antillas se desvían hacia el Noroeste alejándose del territorio venezolano: solo en
1933 se tiene registro de un huracán en la isla de Margarita, con vientos de unos
120 km/h. (8). Y también se puede ver en las imágenes de satélite que el océano
Atlántico tiene mayor cantidad de superficie cubierta por nubes de gran tamaño, que
los continentes, lo cual es consistente con lo que se dice de la mayor cantidad de
energía absorbida por las aguas marinas con relación a los continentes, que pierden
mucho más rápido dicha energía.

Un ejemplo reciente: meteorología del mes de octubre de 2012 en Venezuela

Imagen de satélite del Mar Caribe y Océano Atlántico del 10 de octubre de 2012, en
la que se pueden ver la mayor cantidad de nubes y tormentas sobre las aguas marinas
y no tanto en los continentes, como corresponde a un mes (octubre) en el que las
aguas marinas siguen estando relativamente calientes en comparación a los
continentes. Puede verse una depresión de tamaño considerable (casi 1000 km de
diámetro) al este de Venezuela, depresión que unos días después se convirtió en el
huracán Rafael.

Imagen de satélite del Atlántico Norte y Mar Caribe el 12 de octubre de 2012.


Pueden verse los restos de la tormenta tropical Patty y al Huracán Rafael que poco
después absorbió dichos restos.
El mes de octubre de 2012 en Venezuela ha cumplido, con creces, lo que aquí se ha
venido señalando con respecto al distinto calentamiento de las aguas marinas con
relación a las tierras continentales y a la acumulación de calor en los mares
cuando ya comienza el descenso de la temperatura en los continentes. Los datos de
daños y víctimas por las lluvias e inundaciones en Venezuela durante dicho mes
fueron incalculables, aunque no por razones del cambio climático o del
calentamiento global, como quiere hacerse ver por razones políticas (estas son dos
razones políticamente correctas aunque científicamente incorrectas), sino por
problemas derivados (además de que las lluvias fueron muy intensas durante dicho
mes) de algunas deficiencias en materia de infraestructura. Varias referencias
servirán para dar una idea de lo que aquí se ha explicado:

Los efectos del huracán Rafael se dejaron sentir en Venezuela de manera indirecta
cuando era todavía una tormenta tropical que se encontraba al este de Trinidad. Sin
embargo, esos efectos, unidos a los de otras tormentas, en especial, los del
huracán Sandy cuando todavía no había sido catalogado como tormenta tropical, han
convertido al mes de octubre en el más lluvioso del año 2012 y uno de los más
lluviosos en Venezuela en mucho tiempo (9).

Pero en realidad, las lluvias fuertes comenzaron en partes de Venezuela a partir


del 10 de octubre y se prolongaron hasta el día 24, cuando ya habían comenzado los
efectos del huracán Sandy antes, incluso, de tener la categoría de tormenta
tropical, lo cual parece subestimar lo que puede hacer una amplia área de baja
presión atmosférica en un clima de la zona intertropical, como es el de Venezuela.
En esas dos semanas, centenares de viviendas quedaron destruidas, pueblos enteros
inundados o aislados, carreteras interrumpidas, miles de personas desalojadas o
damnificadas y cuantiosos daños en todo el país, muy superiores a los efectos del
huracán en los lugares donde afectó directamente aunque es justo reconocer que los
efectos en Venezuela se deben más a problemas de infraestructura y de otro tipo,
que son en su mayor parte, ajenos a la meteorología.

El huracán Rafael
Algunos ejemplos periodísticos de los efectos en Venezuela de la tormenta tropical
Rafael
Desalojan a 5000 turistas de la montaña de Sorte por desbordamiento del río
(domingo 14)10
Río desbordado en Guarenas por lluvias (lunes 15)11
Tormenta en 5 municipios del Zulia (lunes 15)12
Emergencia por lluvias (lunes 15)13
Tormenta Rafael 12 de octubre14
Huracán Rafael 15 de octubre de 201215
Huracán Sandy
El 17 de octubre se disipa definitivamente el huracán Rafael pero en Venezuela ya
comienzan a sufrirse los efectos de una nueva depresión barométrica que después
(22-23 de octubre) se convierte en la tormenta tropical Sandy, que llegó a ser el
huracán más poderoso y destructivo de 2012. El periódico Últimas Noticias incluyó
en la portada del día 17 las siguientes noticias: Lluvias empapan 9 estados.
Quebradas desbordadas, derrumbes y viviendas anegadas reportó Protección civil.
Megalaguna que se formó en Altamira bloqueó la autopista Francisco Fajardo. Calles
se volvieron ríos: bomberos rescataron al menos a 9 personas (16).
Sin embargo, las lluvias desastrosas ocasionadas por la depresión barométrica que
después alcanzó la categoría de huracán (Sandy) fueron consideradas como un suceso
inexplicable y en ninguna parte se asoció dicho suceso con las elevadas
temperaturas atmosféricas y el posterior desarrollo de dicho huracán (17). Tal vez
contribuyó a este hecho el que el National Hurricane Center (NHC), con sede en
Miami, demoró unos días en elevar la categoría de la depresión a tormenta tropical,
cuando lo cierto es que los mayores estragos en Venezuela de dicha tormenta se
presentaron entre el 17 y el 23, que fue, precisamente, el día en que se nombra por
primera vez a la tormenta tropical Sandy. Esto no es un error del NHC, ya que los
pronósticos sobre tormentas tropicales y huracanes siempre indican una especie de
precaución que señala lo siguiente: independientemente de la evolución de la
tormenta (o depresión y hasta huracán en muchos casos) pueden presentarse lluvias
intensas, inundaciones, coladas de barro y derrumbes en lugares muy alejados de la
misma, especialmente en las tierras altas. Además, en algunas ocasiones señalan las
posibilidades del impacto de alguna depresión o tormenta tropical en territorio
venezolano. (18)
Aplicaciones prácticas del principio de la diatermancia
El conocimiento práctico de la diatermancia tiene una aplicación interesante en el
campo de la meteorología con fines agrícolas. A los agricultores de todo el mundo
les interesa enormemente minimizar los efectos de los cambios bruscos de la
meteorología a escala local, como tormentas, heladas, granizadas, "gota fría" y
otros problemas similares. Los agricultores de la zona levantina de España, por
ejemplo, siempre han estado muy dispuestos a probar métodos que regulen o limiten
los efectos negativos de la meteorología en áreas relativamente reducidas como es
el caso de las "heladas" nocturnas en áreas naranjeras o el de evitar de alguna
manera el efecto de las granizadas en zonas melocotoneras.

En el primer caso, por ejemplo, los agricultores descubrieron empíricamente que,


inundando los campos de naranjos, el peligro de helada nocturna disminuía
drásticamente. Ello se debía, naturalmente, a que el agua líquida emite calor al
encontrarse por encima de los 0 ºC, mientras que el aire puede encontrarse a varios
grados bajo cero, al mismo tiempo. El resultado es que la absorción de calor por
parte del aire a través de la evaporación y posterior condensación regula la
temperatura evitando o limitando esas heladas nocturnas: no es sino una aplicación
del principio de la diatermancia que se contrapone entre el agua y el suelo sobre
la superficie terrestre. Pero, lo mismo que sucede durante el calentamiento del
aire en contacto del suelo inundado durante la noche, sucede al contrario durante
el día cuando el aire está muy seco y caliente a fines del verano y comienzos del
otoño: si se pueden regar por inundación durante esos días los campos de
melocotones u otros frutales se regulará el proceso de convección, limitándolo
durante el día (por el aumento de la presión atmosférica durante las horas de calor
al estar siendo absorbido ese calor por el agua de riego y el suelo mojado) y lo
incrementará durante la noche de manera suave, lenta y progresiva dando origen a
una convección no violenta donde la producción de granizo sería prácticamente nula.
En cambio, el riego por goteo en las áreas melocotoneras puede haber contribuido al
aumento de las tormentas con granizo. La nitidez en la separación de zonas
anticiclónicas durante el día (áreas inundadas o con el suelo irrigado) y las
nubosas (áreas de convección con el suelo seco) nos hace ver que la idea se podría
aplicar a zonas relativamente reducidas de tamaño. En un artículo acerca de cómo
afectan las heladas a las naranjas se señala que cuando los naranjos se encuentran
próximos a un río (se refieren indirectamente al Júcar) disminuye el riesgo de
heladas nocturnas por el calor difundido por el agua a través de la evaporación
nocturna:
Por suerte, nuestros campos al estar al lado del río no se han visto dañados por el
frío siberiano que ha afectado todo el territorio español en las últimas semanas, y
al que ahora felizmente decimos adiós. El río produce calor y crea un pequeño
ecosistema ayudando a que las temperaturas sean más altas que los lugares más
lejanos. (19)
Los datos meteorológicos de los arrozales en torno a la Albufera de Valencia
podrían arrojar algo de luz sobre este problema y es muy probable que mostraran la
ausencia de granizadas cuando los campos están inundados. La mayoría de estas
imágenes que ahora pueden verse prácticamente en tiempo real, también nos muestran
la relativa ausencia de nubes durante el día (sobre ríos, lagos y áreas de suelo
mojado), lo cual limita la convección brusca y violenta que podría ocasionar esas
granizadas.

Véase también
Brisa
Circulación atmosférica
Cuenca del Orinoco
Dinámica atmosférica
Efecto invernadero
Gota fría
Gran riada de Valencia
Heinrich Magnus
Huracán Rafael
Huracán Sandy
Inercia térmica
Zona intertropical
Huracán Rafael
Huracán Sandy
Meteorología tropical
Subsidencia (meteorología)
Tiempo y clima
Referencias
Cuatro estudios sobre diatermancia por Heinrich Magnus (# 63 - 66) [1]
Strahler, Arthur N. (1960) Physical Geography. New York: John Wiley & Sons, p. 113
NASA: Tornado-tracks Tuscaloosa ([2]
2012 Hurricane Sesion Rainfall (Lluvias de la temporada de huracanes del Atlántico
2012): [3]
Pablo Vila. Geografía de Venezuela, Tomo 1, pág. 231 y ss. (Los climas
amazónicos). Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación Nacional, 1960
Afternoon Clouds over the Amazon Rainforest ([4]
Pío Baroja. Las inquietudes de Shanti Andía (1911).
Gómez Rodríguez, Ángel Félix. El huracán de 1933. Pampatar, Venezuela, Editorial
Madre Perla
El Universal, edición del 2 de nov. de 2012: El mes pasado fue el quinto octubre
más lluvioso de los últimos 62 años [5]
Globovisión [6]
El Universal Río desbordado en Guarenas ([7])
El Universal [8]
Tal Cual digital [9] Archivado el 22 de abril de 2014 en Wayback Machine.
Imagen satelital de la tormenta tropical Rafael Graphical Tropical Weather
Outlook-2012-10-12.png
Imagen satelital tomada tres días después de la anterior [10]
Últimas Noticias 17-10-2012 [11]
El Universal Altas temperaturas en la capital sorprenden a expertos [12]
A CENTRAL CARIBBEAN TROPICAL WAVE EXTENDS FROM 18N71W TO 8N73W MOVING W AT 15 KT.
A LARGE AREA OF MOISTURE IS NOTED ON SSMI TOTAL PRECIPITABLE WATER IMAGERY.
SCATTERED SHOWERS ARE WITHIN 120 NM OF THE WAVE AXIS. SCATTERED MODERATE CONVECTION
IS INLAND OVER VENEZUELA FROM 9N-12N BETWEEN 71W-73W. ([13]
Cómo afectan las heladas a las naranjas [14]
Enlaces externos
Atlantic Graphical Tropical Weather Outlook ([15]) (página actualizada varias veces
al día durante la época de mayor frecuencia de tormentas tropicales y huracanes -
junio a noviembre)
Control de autoridades
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Categorías: Magnitudes meteorológicas, climatológicas y atmosféricasMeteorología
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