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THE KING’S MEN

Nora Sakavic

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ÍNDICE

Capítulo 1 …………………………………………………………… pág. 3


Capítulo 2 …………………………………………………………… pág. 24
Capítulo 3 …………………………………………………………… pág. 39
Capítulo 4 …………………………………………………………… pág. 55
Capítulo 5 …………………………………………………………… pág. 68
Capítulo 6 …………………………………………………………… pág. 85
Capítulo 7 …………………………………………………………… pág. 99
Capítulo 8 …………………………………………………………… pág. 114
Capítulo 9 …………………………………………………………… pág. 130
Capítulo 10 ……………………………….…………………………. pág. 145
Capítulo 11 ………………………………….…………………….… pág. 162
Capítulo 12 …………………………………….………………….… pág. 177
Capítulo 13 …………………………………….………………….… pág. 197
Capítulo 14 ………………………………….…………………….… pág. 210
Capítulo 15 …………………………………….……………….…… pág. 230
Capítulo 16 ……………………………………….……………….… pág. 252
Capítulo 17 ………………………………………….…………….… pág. 271
Capítulo 18 …………………………………….………………….… pág. 287
Capítulo 19 …………………………….………………………….… pág. 301
Epílogo …….……………………………..……………………….… pág. 318

THE KING’S MEN

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Capítulo 1

Incluso luego de un semestre en la Universidad del Estado de Palmetto y un par de semanas


practicando en el estadio más grande de Exy de los Estados Unidos, Neil continuaba quedando sin
aliento ante la Foxhole Court.

Se acostó sobre su espalda a la mitad de la cancha y absorbió todo. Contó las líneas de
asientos que alternaban el color naranja y blanco hasta que se volvieron borrosos en un desastre
indistinto cerca de las vigas, luego estudió las pancartas del campeonato de primavera colgando en
orden numérico a lo largo del estadio. Había una por cada uno de los Foxes, incluyendo al difunto
Seth Gordon. No estaban allí antes de que los Foxes se separaran para Navidad y Neil se preguntó
qué pensaría Alisson de ellos cuando los viera.

— ¿Olvidaste como levantarte, Josten?

Neil rodó su cabeza a un lado para ver a su entrenador. Había dejado la puerta abierta detrás
de él y ahora David Wymack se paró en la puerta. Neil no creía que hubieran estado allí durante
tanto tiempo como para que Wymack terminara su papeleo. O Wymack no confiaba en la promesa
de Neil de no practicar hasta que estuviera completamente curado o Neil había perdido la noción del
tiempo de nuevo. Neil esperaba que fuera lo primero pero el nudo en su estómago predecía otra
cosa.

Él había aceptado pasar el receso de Navidad en Edgar Allan, pero los Ravens operaban en
días de dieciséis horas durante sus vacaciones. Lo que debieron ser dos semanas fueron en realidad
tres y el reloj interno de Neil seguía disparado incluso luego de dos días de vuelta en Carolina del
Sur. Sin embargo, las clases empezarían el martes y la temporada de primavera empezaba la semana
siguiente.

Wymack estaba seguro de que tener una rutina normal ayudaría. Neil solo podía esperar que
estuviera en lo cierto.

—Es hora de irnos— dijo Wymack.

Eso era suficiente para lograr que Neil se levantara, aunque su cuerpo golpeado protestó. Él
ignoró el dolor con la comodidad de la familiaridad y resistió el impulso de trabajar en la picazón de
su hombro mientras cruzaba la cancha hacia Wymack.

No se perdió la crítica mirada que Wymack le dio, pero eligió ignorarla.

— ¿Aterrizaron? —preguntó Neil cuando estuvo lo suficientemente cerca.

—Lo sabrías si contestaras tu teléfono.

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Neil sacó su celular del bolsillo y lo abrió. Apretó un par de botones y luego le mostró la
pantalla negra a Wymack.

—Debo haber olvidado cargarlo.

—Debe ser eso— dijo Wymack, sin creerle.

Tenía razón en sospechar; Neil había dejado que su celular se descargara a propósito. Antes
de irse a dormir en Año Nuevo había apagado su celular y lo había dejado desconectado. Todavía
no había leído los mensajes que sus compañeros de equipo le habían enviado durante el receso. No
podía evitarlos por siempre, pero Neil todavía no sabía cómo justificar sus acciones. Las feas
heridas que tenía eran una esperada consecuencia de enfrentarse a Riko. Le llevaría un poco más de
tiempo justificar el tatuaje en su mejilla, pero podía hacerlo. Lo que Neil no podía resolver era lo
que Riko le había hecho a su aspecto.

Luego de nueve años de lentillas coloreadas y de teñir su cabello Neil finalmente tenía su
color natural de vuelta.

Con su cabello castaño rojizo y sus brillantes ojos azules era la imagen viva del sanguinario
padre del cual había pasado la mitad de su vida huyendo. No se había visto en el espejo por dos
días. La negación no cambiaría su apariencia de vuelta, pero vomitaría si volvía a ver su reflejo de
vuelta. Si al menos pudiera teñir su cabello un par de tonos más oscuros al menos podría respirar
con mayor facilidad, pero Riko había sido claro acerca de lo que le haría a los Foxes si Neil
cambiaba su imagen.

—Están en el reclamo de equipaje— le dice Wymack— Tenemos que hablar.

Neil le echo el cerrojo a la puerta de la cancha detrás de él y siguió a Wymack hasta el


vestuario.

Wymack apagó las luces del estadio detrás de él y Neil miró hacia atrás a la vez que la
Foxhole Court era tragada por la oscuridad. La repentina ausencia de luz envió un escalofrío a
través de su columna vertebral. Por un momento estaba de vuelta en Evermore siendo sofocado por
la maldad de los Ravens y el lúgubre color de su cancha. Nunca había sido claustrofóbico pero el
peso de tanto desprecio casi había aplastado cada hueso de su cuerpo.

El tintineo de las llaves lo trajo de vuelta de aquella peligrosa orilla y Neil se dio vuelta,
sobresaltado. Wymack había entrado al vestuario delante de él y estaba abriendo la puerta de su
oficina.

Aunque eran los únicos dos allí, a excepción del guardia de seguridad vigilando por algún
lado, Wymack había trabado cerrado la puerta de la oficina con llave en su corta ausencia.

Neil había estado allí durante el tiempo suficiente como para saber que Wymack no guardaba
nada particularmente valioso en sus estantes. Lo único importante era el bolso de Neil, el cual él
había acomodado contra una esquina de la oficina antes de ir a la cancha. Durante su primer día en
Carolina del Sur Neil había hecho que Wymack protegiera sus cosas, y siete meses después

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Wymack seguía cumpliendo esa promesa. Era casi suficiente para hacer que Neil se olvidara de
Riko.

Wymack se movió a un lado y le hizo un gesto a Neil para que se encargara el mismo. En el
corto período que le tocó a Neil to levantar su bolsa y pasar correa por encima de su hombro,
Wymack se había ido. Neil lo encontró en la sala de estar, sentado en el centro de entretenimiento a
un lado de la TV. Neil se aferró a la correa de su bolsa y fue a pararse frente a él.

—Kevin me llamó ayer por la mañana cuando no pudo contactarse contigo— dijo
Wymack— Quería asegurarse de que estuvieras bien. Aparentemente él siempre supo dónde
estabas.

No tenía sentido mentir, así que Neil dijo:

—Sí.

—Lo forcé a decirle al resto— dijo Wymack, y el corazón de Neil se detuvo. Él abrió su
boca para protestar, pero Wymack levantó su mano y continuó— Necesitaban saber qué se
encontrarían cuando volvieran, por tu bien. Piensa por un momento cómo reaccionarían si volvieran
y vieran esto sin ninguna advertencia. Te desconciertas cuando te llaman “amigo”, probablemente
tendrías un ataque de pánico si se preocuparan por ti.

Neil quería discutir con eso. Lo mejor que logró decir fue un poco convincente:

—Estaba averiguando cómo resolverlo.

—Estabas buscando evasivas— lo acusa Wymack— así que lo hice por ti. Les dije que luces
como si hubieras peleado seis rondas contra un Sasquatch* y que probablemente no querías hablar
sobre ello. Prometieron no molestarte, pero no sé si cumplirán esa promesa cuando te vean de cerca.
Sobre esto, sin embargo, no les dije nada— él gestualizó vagamente hacia su propio rostro.

Neil tocó las vendas en su mejilla que escondían su nuevo tatuaje.

— ¿Esto?

—Todo eso—dice Wymack y asintió cuando Neil movió su mano hacia su cabello— No sé
por qué Riko lo hizo, pero voy a esperar por mis respuestas. Lo que les digas a los demás queda en
ti.

Era casi suficiente para derretir el hielo en su pecho. Neil no sabía que decir así que asintió y
miró el reloj. No tenía que ir a buscar a los otros al aeropuerto porque Matt pagó para dejar su
camioneta en un estacionamiento a largo plazo. Neil debía encontrarse con ellos en la Torre Fox,
pero si recién ahora estaban buscando sus bolsos les llevaría otros veinte minutos llegar al campus.

— ¿Debería ir contigo de árbitro? — pregunta Wymack.

— ¿Al dormitorio? — pregunta Neil.

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Wymack le dio a Neil una mirada apenada.

—Me refiero a Columbia.

Andrew sería liberado hoy. En cuanto los otros dejaran sus cosas en el dormitorio partirían al
hospital Easthaven. Habían pasado siete semanas desde que los Foxes lo habían visto por última vez
y casi tres años desde que Andrew estuvo sobrio. Dos de ellos habían conocido cómo era la
personalidad fría de Andrew cuando él estaba sobrio, los otros solo habían oído rumores
desagradables y especulaciones. Era muy improbable que a Andrew le importara que Neil estuviera
hecho pedazos, pero

Sascuatch: Personaje de Marvel.

Neil había roto su promesa de quedarse al lado de Kevin en la ausencia de Andrew. Neil
dudaba que Andrew tomara eso tan bien.

A pesar de todo, Neil no estaba preocupado.

—Estaremos bien.

—Si no quieres, al menos Abby estará de vuelta en la ciudad mañana para arreglarte. —
Wymack revisó su reloj— Vamos, entonces.

Era un viaje corto hasta el dormitorio de los atletas. El estacionamiento detrás de la Torre
Fox estaba casi desierto pero un parte los autos de los Foxes aún estaban estacionados allí. Se
suponía que los guardias de seguridad hacían rondas de guardia para asegurarse de que los autos no
fueran destrozados durante la ausencia de sus dueños, pero Neil aun así hizo que Wymack frenara al
lado del auto de Andrew. Probó primero las manijas de las puertas y luego revisó las ventanas en
caso de algún tipo de vandalismo. Pateó las ruedas y decidió que se encontraban en buen estado
para el viaje.

Wymack esperó con el motor encendido hasta que Neil terminó.

— ¿Necesito quedarme? — preguntó Wymack.

—Estaré bien— dijo Neil— Haré que Kevin te llame cuando tengamos a Andrew.

—Carga tu teléfono y llámame tú mismo— contestó Wymack— Buena suerte.

Wymack se fue, y Neil se adentró al dormitorio. Los pasillos olían intensamente a


aromatizante de ambiente y artículos de limpieza; alguien había pasado durante el receso para
limpiar todo el lugar. Su habitación se encontraba en el tercer piso, la más alejada de las tres
habitaciones de los Foxes de las escaleras. Entró y cerró la puerta con llave detrás de él, acto
seguido giró lentamente para observar la suite. Al no encontrar nada fuera de lugar, conectó su

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celular y desempacó su bolsa. Lo último que sacó fue un paquete de cigarrillos. Los llevó a la
habitación y encendió uno.

Se encontraba en su segundo cigarrillo cuando la puerta principal se abrió. Neil escuchó el


ruido de una valija siendo apoyada y el click de la puerta encontrándose con su marco. Neil tomó un
último respiro de humo y tiró su cigarrillo por la ventana. Se obligó a calmar la tensión en sus
hombros, mantuvo una expresión neutral, y cerró la ventana. Cuando se dio vuelta Matt se
encontraba en la puerta del dormitorio con sus manos profundamente metidas en el bolsillo de su
abrigo.

La boca de Matt se movió insonoramente por un par de momentos antes de que pudiera soltar
un ahogado:

—Por Dios, Neil.

—No es tan malo como se ve— le contestó Neil.

—No. Solo…no, ¿Okay? — replica Matt. Él se restriega los dedos a través del cabello
alborotando sus puntas con gel y se voltea— espera aquí.

Neil se acercó a la puerta del dormitorio a la vez que Matt dejó la Suite. Casi al mismo
tiempo que la puerta se cerró, se escuchó el pesado sonido de un cuerpo golpeándose contra la
pared. Neil escuchó el tono furioso de Matt mientras se desquitaba con alguien, pero las paredes
eran lo suficientemente gruesas como para ocultar sus palabras.

Neil cambió el peso de un pie al otro y cometió el error de mirar hacia la derecha. La puerta
del baño estaba abierta, dándole un buen vistazo de su reflejo. Los moretones tecnicolor que se
desparramaban a lo largo de su rostro eran horribles, pero los ojos azules mirándolo de vuelta eran
mil veces más aterradores. Neil tragó la sensación de náuseas que lo atravesó y apartó la mirada.

Volvió a buscar su celular y desconectó el cargador. No estaba cerca de terminar de cargarse,


pero esperaba que tuviera suficiente batería para durar hasta llegar a Columbia. Neil lo apagó hasta
que lo necesitara y lo deslizó en su bolsillo. La tentación de meterse en la cama era casi abrasadora.
Se encontraba exhausto y todavía tenía que lidiar con siete compañeros de equipo más luego de que
Matt terminara con él. No había forma de que sobreviviera si las chicas volvieran hoy; por suerte las
tres volarían de vuelta mañana por la mañana. Él tendría la noche para retirarse y recargarse.

Se obligó a ir a la habitación principal a esperar. Matt se volvió a unir de nuevo un minuto


después y cerró la puerta con fuerza detrás de él. Hizo un esfuerzo visible por calmarse, pero
todavía había cierta tensión en su voz cuando habló:

— ¿Ya te gritó el Entrenador?

—Fuerte y durante un rato— contesta Neil— No sirvió para nada. No me arrepiento y lo


haría de nuevo si tuviera que hacerlo. No— Neil lo interrumpió antes de que Matt pudiera discutir—
Los Foxes son todo lo que tengo, Matt. No me digas que estuve equivocado por hacer lo único que
podía hacer.

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Matt lo observó por un minuto que pareció interminable, luego dijo:

—Quiero romper su cara en mil pedazos. Si vuelve a acercarse a ti más de unos metros…

—Debe hacerlo— le contesta Neil— Vamos a jugar contra los Ravens en la final.

Matt sacudió su cabeza y agarró su valija. Neil se corrió a un lado para que Matt pudiera
pasar, pero Matt le dio a Neil una última mirada al pasar por su lado. La sorpresa tomó el lugar de
su rabia. Neil no le devolvió la mirada, pero se dirigió a la puerta. Casi lo había logrado: tenía su
mano en la manija cuando Matt habló:

—El Entrenador dijo que no preguntáramos por tus ojos— dijo Matt— asumí que Riko los
había vuelto negros.

No era realmente una pregunta, así que Neil no la respondió.

—Volveré en un par de horas.

Se fue antes de que Matt pudiera discutir. Kevin, Nicky y Aaron se encontraban esperando a
dos puertas de su dormitorio. Nicky se encontraba sosteniendo dos bolsas de regalo, pero las dejó
caer cuando Neil se acercó. Neil estaba a mitad de camino cuando vio el moretón en la cara de
Kevin. La marca roja a la mitad de su mejilla dejaba en claro que no tardaría en formarse un
segundo moretón. No era la primera vez que Matt golpeaba a Kevin y definitivamente no sería la
última, pero Neil decidió hablar con él luego. Nada de esto era culpa de Kevin.

Con eso, apartó a Matt de su mente y se enfocó en los tres hombres frente a él.

Lógicamente, era más seguro observar a Aaron. La arruga en la esquina de su boca era
curiosidad, no simpatía, y su mirada se detuvo durante más tiempo en el cabello de Neil que en los
moretones de su rostro. Neil le dio un momento para ver si preguntaba algo, pero todo lo que Aaron
hizo fue encogerse de hombros.

Nicky, por otra parte, lucía totalmente destrozado mientras observaba la apariencia
desastrosa de Neil. Lo alcanzó en cuanto Neil estuvo lo suficientemente cerca y enganchó su mano
en la parte trasera de su cuello. Con cuidado atrajo a Neil hacia él y apoyó su barbilla en la cabeza
Neil. Nicky se encontraba tenso como una roca, pero el largo suspiro que dejó salir era tembloroso.

—Oh, Neil— dijo en un tono ahogado— Te ves horrible.

—Se irá— contestó Neil— La mayor parte, al menos. No te preocupes por ello.

Los dedos de Nicky se tensaron un poco.

—No te atrevas a decirme que estás bien. No puedo oírte decir eso hoy, ¿Okay?

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Neil se quedó obedientemente en silencio. Nicky lo sostuvo un minuto más, y finalmente lo
dejó ir. Por último, Neil se volteó hacia Kevin y sintió su estómago revolverse. Kevin lo estaba
observando como si hubiera visto un fantasma. Los otros podrían encontrar el abrupto cambio de
imagen de Neil alarmante, los primos aún menos porque ellos habían visto los ojos azules de Neil
en sus viajes a Columbia, pero Kevin conocía quien Neil era realmente y había conocido a su padre.
Él sabía exactamente lo que esto significaba. Neil sacudió su cabeza en un silencioso pedido para
que se mantuviera callado. No se encontraba totalmente sorprendido de que Kevin lo ignorara, pero
al menos tuvo la decencia de hablar en francés.

—Dime que el Maestro no aprueba esto.

—No lo sé— contestó Neil. Los últimos días a cuidado de Riko eran un doloroso, sin sentido
borrón al cual todavía intentaba encontrarle algún sentido. Apenas podía recordar las manos de Jean
trabajando la tintura de su cabello. Pensó que era una de las últimas cosas que le habían hecho, pero
no podía recordar si Tetsuji, el tío de Riko, se había encontrado presente para aquello.

—Riko dice que los herirá a todos ustedes si lo vuelvo a cambiar. Todo lo que puedo hacer es
bajar la cabeza y esperar lo mejor.

—Baja la cabeza— coincidió Kevin. Él gestualizó incrédulamente hacia su propio rostro—


Riko me llamó en Navidad para decirme que te había tatuado. ¿Cuánto tiempo crees que te dejará
ocultarlo? La prensa estará encima de este asunto, y no pararán de preguntarte por tu tatuaje. Está
intentando que te encuentren.

El miedo era hielo en el estómago de Neil, carcomiéndolo a través de todo su cuerpo hasta su
garganta.

—Lo tomaré como un cumplido. Está intentando quitarme del juego antes de las semifinales.
No gastaría su tiempo a menos que creyera que vamos a ser un problema para su equipo. Eso
significa algo, ¿Verdad?

—Neil.

—Me ocuparé de esto, Kevin. Yo me encargaré de mí. Tú debes hacer lo que haces mejor y
enfocarte en el Exy. Llévanos a donde él no quiere que lleguemos.

La boca de Kevin se apretó en una delgada línea, sin embargo, no discutió. Quizás sabía que
no tenía sentido; quizás sabía que era demasiado tarde. Nicky los observó como si estuviera
asegurándose de que habían terminado, entonces levantó sus regalos de vuelta y le entregó uno a
Neil.

—Regalo de Navidad atrasado— dijo, algo triste— Nadie sabía tu dirección en Millport así
que decidí dártelo en persona. Erik me ayudó a elegirlo— ante la mirada confundida de Neil, Nicky
agregó— Voló a Nueva York por unos días como sorpresa de Navidad. Kevin también tiene algo
para ti allí. No me dejó envolverlo, así que está en una fea bolsa de plástico. Lo siento.

Nicky sacudió la otra bolsa mientras Neil aceptaba la que le ofreció.

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—También tengo el regalo de Andrew. Les compre lo mismo porque son las dos personas
más imposibles a la hora de comprar un regalo.

—Lo siento— dijo Neil— No le compré nada a nadie. No estoy acostumbrado a celebrar la
Navidad.

—Te refieres a que estabas muy ocupado siendo pulverizado para comprar— contestó Aaron.
Nicky lucía ahogado por lo grosero que era su primo, pero Aaron continuó como si no hubiera dicho
nada malo— Kevin dijo que fuiste por Andrew, ¿Es cierto?

Neil le envió a Kevin una mirada de advertencia.

—Sí.

— ¿Por qué? — preguntó Aaron— No estará agradecido.

— Tampoco estará agradecido contigo por matar a Drake— contestó Drake— No importa.
Hicimos lo que teníamos que hacer. No me importa lo que Andrew piense.

Aaron lo estudió en silencio. Estaba buscando por respuestas, pero Neil no sabía cuál era su
pregunta. Todo lo que podía hacer era mirarlo de vuelta hasta que Aaron finalmente sacudió la
cabeza y miró hacia otro lado. Neil quería insistir por una explicación, pero necesitaba guardar su
energía para Andrew.

Se distrajo abriendo el regalo que Nicky le había dado. Envuelto en un pañuelo de papel
naranja había un abrigo negro. Lucía pequeño, pero era pesado en sus manos; serviría para aislarlo
del frío que se había instalado en Carolina del Sur. Neil dejó que Nicky le quitara la bolsa.

—Gracias— dijo.

—Aún no tienes ropa de invierno apropiada— agregó Nicky— Deberíamos llevarte a algún
lado y expandir tu guardarropa de nuevo, pero pensé que podíamos empezar con esto. No puedes
esperar seguir usando sudaderas y no resfriarte. ¿Es tu talle?

Neil la desabrochó y comenzó a ponérsela. Había pasado un brazo antes de que su pecho
entero y su costado le enviaran un dolor inmenso. Se congeló y parpadeó para apartar el dolor
consumiendo toda su visión.

—Lo siento— dijo y se arrepintió al instante. Podía oír el dolor en su voz, lo suficientemente
fuerte como para desfigurar sus palabras. Nicky lucía abrumado por la culpa— Aún no puedo
hacerlo.

—Lo siento— contestó Nicky— No quise…No estaba pensado. Aquí, aquí. Déjame a mí. Yo
lo hago.

Nicky le quitó el abrigo del brazo a Neil y lo dobló.

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—Me lo quedaré hasta que te sientas mejor, ¿Okay?

—Okay.

Neil se dio un momento más para respirar antes de buscar el regalo de Kevin en la bolsa.
Supo lo que era en cuanto sintió su peso. Se había preocupado por aquella carpeta durante
demasiado tiempo para no reconocer cómo se sentía en su mano. A primera vista la carpeta parecía
el santuario de un fan obsesivo hacia Kevin y Riko. Un poco más de investigación por debajo podría
desterrar todo lo que Neil necesitaba para su vida prófugo. Dinero, contactos del mundo criminal, y
el número de su tío se encontraban escondidos entre incontables artículos de Exy.

— ¿No vas a mirar? — preguntó Nicky.

—Sé lo que es— Neil cerró la bolsa y miró a Kevin— Gracias.

—No lo abrí.

Neil no quería lidiar con Matt de nuevo, así que decidió llevar la carpeta con ellos a
Columbia y guardarla luego.

— ¿Estamos listos?

— ¿Seguro que puedes manejar? — preguntó Nicky.

Neil se dirigió a las escaleras en respuesta. Los tres lo siguieron hasta el auto. Kevin tomó su
lugar usual en el asiento del pasajero y Nicky siguió a Aaron hacia el asiento trasero. En cuanto
todos estuvieron acomodados Neil los llevó hacia la calle. Buscó la dirección de Easthaven en la
computadora de Wymack el día anterior. Era un viaje fácil desde allí, casi el mismo camino que
tomaban a Eden’s Twilight cuando iban a tomar en Columbia. La única diferencia real eran los
últimos quince minutos, cuando serpenteaban por la capital y se dirigían al noreste.

Neil no había notado que esperaba que el Hospital Easthaven luciera como una prisión hasta
que estuvieron allí y la falta de una reja con alambre de púas lo desconcertó. La puerta no estaba
vigilada y el estacionamiento se encontraba casi vacío. Neil apagó el motor y salió.

Kevin no se encontraba muy lejos de él, pero Nicky y Aaron eran más lentos al moverse. La
mirada que Nicky le dio a la puerta principal era nerviosa. Él escondió sus nervios con una sonrisa
cuando notó que Neil lo estaba observando.

— ¿Realmente le tienes miedo? — preguntó Neil.

— Nah— contestó Nicky sin convicción.

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Kevin se encontraba cerca de Neil a medida que se adentraban en el lugar y Neil no se perdió
la forma en que Nicky y Aaron se resistían a avanzar. Pensó en que sus nervios de último momento
debían hacerlo sentir un poco más temeroso acerca de lo que les estaba esperando, pero no sintió
nada.

Rodeó el lobby en su camino hacia la mesa de la recepcionista. Pinturas floradas le daban


algo de color al ambiente y un hogar se encontraba construido contra la pared. El lugar intentaba
parecer más hogareño, pero parecía un catálogo de revista. Al menos no olía a antisépticos y
enfermedad.

—Por Dios Santo— dijo la mujer cuando alzó la vista de su computadora y vio el rostro
amoratado de Neil— ¿Estás bien?

—Estamos aquí para recoger a Andrew Minyard— contestó Neil.

—No era eso a lo que me refería— reprochó ella, pero Neil simplemente la observó en
silencio. Al final se movió hacia el portapapeles frente a ella.

—Si firmas aquí, llamaré al Doctor Slosky y le haré saber que están aquí.

Se reunieron en la mesa y tomaron turnos para escribir sus nombres en la hoja superior. Neil
era el único que dudó cuando su bolígrafo tocó el papel. Riko no lo había dejado ser “Neil” en
Evermore. Cada vez que Neil respondía a ello en la cancha, Riko lo golpeaba por hacerlo.

Neil no había tenido mucha opción, ya que los Ravens no sabían de qué otra manera
llamarlo, pero Riko quería hacerle saber qué tantos problemas le había causado a los Moriyamas
con todas sus coartadas.

La recepcionista se encontraba esperando con su mano extendida, así que Neil finalmente
apretó los dientes y agregó su nombre a los otros. Le pasó el portapapeles a la mujer y trató de
aliviar la nueva tensión en sus hombros.

No tuvieron que esperar mucho hasta que un hombre de mediana edad se unió a ellos. Le
sonrió y estrechó su mano con cada uno de ellos. Sus cejas se elevaron en cuanto vio a Neil pero no
preguntó.

—Mi nombre es Alan Slosky. Fui el terapeuta primario de Andrew durante su estadía aquí.
Gracias por venir hoy.

—Primario— repitió Nicky— ¿Cuántos le asignaron?

—Cuatro— contestó Slosky. Ante el aspecto en el rostro de Nicky, explicó— No es inusual


que nuestros pacientes vean a varios doctores. Por ejemplo, un paciente puede verme para terapia
grupal, a un colega mío para una charla individual intensiva y a uno de nuestros especialistas en
rehabilitación para el manejo de la medicación. Elegí yo mismo el equipo de Andrew y les aseguro
que fueron unos de los mejores que tengo.

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—Me aseguro de que hizo una gran diferencia— dijo Aaron.

Slosky no se perdió el sarcasmo en la voz de Aaron, juzgando por la mirada que le dio, sin
embargo, no mordió el anzuelo. Neil se preguntó si era prudencia o una no intencional confesión de
derrota.

— ¿Puedo confiar en que tendrá su apoyo durante los días siguientes? Si tienen alguna
pregunta acerca de cómo proceder siéntanse libres de llamarme. Les daré mi tarjeta.

—Gracias, pero tenemos a Betsy— dijo Nicky y, ante la mirada confusa del doctor Slosky,
agregó— ¿La Doctora Dobson?

—Ah si— Slosky asintió con aprobación. Él miró sobre su hombro un momento— Solo le
falta firmar para poder irse de su habitación.

Se acomodaron en la habitación. Nicky y Aaron en sillas separadas y Kevin compartiendo el


sofá con Neil. Neil observó el hogar sin realmente verlo. Su mente se encontraba a un mundo de
distancia, yendo y viniendo entre Lebanon y Grecia. La habitación se encontraba lo suficientemente
cálida como para adormecerlo. Tenía tres, ¿Dos? Semanas de descanso que reponer. Las noches de
los Ravens eran cortas y el dolor y la violencia habían interrumpido casi todas las noches de Neil.
No había notado lo cerca que había estado de quedarse dormido hasta que el francés de Kevin lo
hizo despertarse de nuevo.

—Sé cómo se siente— le dijo Kevin. Neil lo observa, pero Kevin se encontraba estudiando
sus propias manos— Riko. Si quieres hablar.

Era la cosa más extraña e incómoda que Kevin le había dicho jamás. Kevin era conocido por
su talento, no por ser sensible. La consideración y el tacto eran tan extraños para él como el alemán
que los primos hablaban. El simple hecho de que lo intentara en absoluto era tan inesperado que
Neil lo sintió como un bálsamo en cada parte amoratada de su piel.

—Gracias.

—Sé cómo es él pero no puedo…— Kevin hizo un gesto de impotencia— Riko era cruel
pero me necesitaba para triunfar. Éramos los herederos del Exy; me hirió pero había líneas que no
cruzó hasta el final. Era distinto para Jean. Era peor. Su padre le debía mucho a los Moriyamas. El
Maestro pagó esas deudas a cambio de la presencia de Jean en la cancha. Él era propiedad, nada
más. Eres lo mismo a sus ojos.

—No soy propiedad de nadie— contestó Neil en voz baja.

—Sé cómo te ve— dijo Kevin— Sé que significa que no se contuvo.

—No importa. — Sonaba como una mentira incluso para él mismo, pero Kevin no lo
discutió— Eso ha pasado y ahora estoy devuelta donde pertenezco. Lo único que importa ahora es
lo que sigue.

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—No es tan fácil.

—Te diré qué no es fácil: enterarme gracias a Jean que el Entrenador es tu padre— dijo Neil
y Kevin se encogió violentamente— ¿Alguna vez ibas a decirle?

—Iba a hacerlo cuando me reclutó— contestó Kevin— No pude.

— ¿Estabas protegiéndolo a él o a ti?

—A los dos quizás— contestó Kevin— El Maestro no es como su hermano, tampoco es


como Riko. Su reino es su cancha y ese es el único ambiente que controla. Nunca ha levantado una
mano o la voz hacia el Entrenador porque el Entrenador jamás fue una amenaza para él. No sabía si
una confesión podía cambiar las cosas. No podía arriesgarme. Quizás cuando todo termine.

— ¿Alguna vez podrá termi...? — Neil comenzó, pero el movimiento en la puerta le hizo
olvidar sus palabras.

Andrew se encontraba en la puerta con Slosky detrás de él. Estaba usando la misma polera
negra y jeans con los que había sido ingresado. Una bolsa colgaba de su hombro, pero Neil no
recordaba que él hubiera empacado antes de que Betsy lo llevara fuera de la casa. Neil hubiera
preguntado con qué lo estaban llevando a su casa, excepto que su Mirada finalmente se encontró
con el rostro de Andrew y olvidó todo lo que tenía para decir.

La expresión de Andrew se encontraba en blanco y su mirada lo suficientemente vacía como


para formar un nudo en el estómago de Neil. Andrew se detuvo lo suficiente como para ver quién
había ido a buscarlo y se dio vuelta.

Aaron fue el primero en reaccionar. Había sido ignorado por su hermano; ser visto como si
no fuera más interesante que una piedra era historia vieja para él. Aaron le hizo una seña a Nicky y
siguió a su hermano. Neil y Kevin intercambiaron miradas, llamando a una tregua silenciosa, y se
levantaron.

Slosky les había dicho algo a medida que se iban de la sala, pero Neil no perdió tiempo en
intentar escucharlo. Slosky había servido su propósito al quitarle la medicación a Andrew. Neil no
quería ni necesitaba nada más de él.

Para el momento en el que alcanzaron la puerta Andrew ya se encontraba a mitad de camino.


Aaron no lo siguió, sino que cortó el camino hacia el estacionamiento. Nicky fue con él, pero Neil y
Kevin se detuvieron para observar a Andrew. Había dos cestos de basura ubicados en la esquina del
edificio. Andrew abrió su bolsa sobre uno de ellos y Neil vio ropa caer. Dudaba que Easthaven se
los hubiera dado; probablemente Betsy Dobson y Andrew habían elegido un par de outfits en su
camino a la admisión de Andrew. Andrew encontró a su familia con una mirada rápida y usó su
trayectoria para encontrar su auto. Cuando se dirigió hacia el mismo, Neil y Kevin lo siguieron.

Nicky tenía sus llaves encima, y desbloqueó el auto para que Aaron pudiera subirse en el
asiento trasero. Andrew abrió la puerta del conductor, pero no se metió. Se paró con su espalda
contra el auto, un brazo apoyado en el capó y el otro sobre la parte superior de la puerta, y observó a

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sus ofensores acercarse. Kevin se detuvo enfrente de él para observar a su compañero. Neil se
detuvo al lado de la puerta trasera del auto abierta para poder observar su reunión.

Si Neil no supiera que Andrew había pasado un año y medio protegiendo territorial y
ferozmente a Kevin, hubiera creído que eran dos extraños. Andrew trató a Kevin con una inspección
aburrida, luego chasqueó los dedos para que se fuera. Ni siquiera los moretones eran lo
suficientemente interesantes como para obtener un comentario, al parecer. Kevin asintió y rodeó la
parte delantera del auto hacia el asiento del pasajero. Neil no esperó para ver si la mirada de Andrew
se dirigía hacia él y se metió en el auto.

Andrew se deslizó en el asiento del conductor cuando todos estuvieron acomodados y


sostuvo su mano entre los asientos. Neil dejó su llave en la palma de Andrew. Nicky sujetó la
muñeca de Neil mientras él bajaba su mano y le dio un feroz apretón. Nicky probablemente
pretendía disculparse por el trato frío de su hermano, pero un dolor intenso se deslizó por el
antebrazo de Neil hasta la punta de sus dedos. Se había dejado las muñecas en carne viva peleando
contra las esposas de Riko, y sus vendas no eran lo suficientemente gruesas como para protegerlo
del fuerte agarre de Nicky. Neil se encogió antes de poder evitarlo.

Nicky lo dejó ir como si su piel quemara.

—Perdón. Lo siento mucho. No creí…

La mano de Neil punzaba, sin embargo, él dijo:

—Está bien.

—No lo está— insistió Nicky, y miró a su primo— Quiero decir, Jesús, Andrew, ¿Ni siquiera
vas a preguntar…?

Andrew encendió la radio con la potencia suficiente como para ahogar cualquier otra cosa
que tuvieran para decir. La boca de Nicky se torció, pero Neil sacudió su cabeza y le pidió que lo
dejara pasar. Eso no calmó la mirada enferma en los ojos de Nicky, pero Nicky lo dejó pasar por el
momento.

Kevin intentó alcanzar el volumen de los controles. Andrew golpeó su mano fuera del
camino y lo apuntó con un dedo en señal de advertencia sin quitar los ojos de la calle. Kevin cruzó
ambos brazos en una silenciosa declaración de desagrado que Andrew ignoró. La cabeza de Neil
comenzó a bombear incluso antes de que pudieran llegar a la mitad del camino. Le alegraba ver a la
Torre Fox, se alegró aún más cuando Andrew estacionó y el auto se sumió sumido en un milagroso
silencio.

Neil fue el primero en salir y sujetó la puerta de Andrew antes de que él pudiera cerrarla.
Andrew no se movió, pero había suficiente espacio como para que Neil pudiera agacharse y agarrar
su carpeta. Él se enderezó y se volteó para notar que Andrew se había movido aún más cerca. No
había otro lugar donde Neil pudiera pararse excepto contra Andrew, pero por algún motivo a Neil
no le importaba.

17
Habían estado separados por siete semanas, pero Neil recordaba perfectamente por qué se
había quedado. Recordó este inflexible, incuestionable peso que podía sostenerlo a él y a todos sus
problemas sin siquiera sudar. Por primera vez en meses finalmente podía respirar de nuevo. Era un
alivio tan grande que era casi aterrador; Neil no había tenido la intención de apoyarse tanto en
Andrew.

Luego de un momento, Andrew dio un paso hacia atrás y deslizó su mirada hacia Nicky.

—Tú quédate. El resto se va.

Neil observó a Nicky para ver si estaba bien con el hecho de quedarse a solas con Nicky.
Ante el asentimiento de Nicky, Neil rodeó el auto para unirse a Aaron y Kevin. Kevin observó con
dureza a Andrew por encima del techo del auto como si pudiera ver bajo su máscara de vacío. Neil
tuvo que voltearlo hacia los dormitorios a la fuerza.

Tomaron las escaleras hasta el tercer piso. Aaron llegó a la Suite y abrió la puerta, sin
embargo, Neil sacudió la cabeza ante el gesto de Kevin para que se uniera a ellos. Esperó hasta que
cerraron la puerta detrás de ellos antes de ir hasta el final del pasillo y prender su celular. Cuando el
flash del logo finalmente le dio paso a su pantalla de inicio, llamó a Wymack.

—Estaba pensando a creer que te había matado y dejado para pudrirte a un lado de la calle—
dijo Wymack en forma de saludo.

—Todavía no— contestó Neil— Ya volvimos.

—Si alguien necesita algo, tengo mi celular encima. Intenta mantener el tuyo prendido.

—Sí, Entrenador, — dijo Neil, y apagó su celular en cuanto colgó la llamada.

Le había dado sus llaves a Andrew, así que tuvo que tocar la puerta para entrar a su
habitación. Llevó su carpeta hacia la otra habitación y sacó la caja de seguridad de su armario. La
caja ahora solo tenía una carta, pero la metió en su carpeta y la cerró por las dudas. Volvió al living
room y vio a Matt esperándolo sobre el brazo del sofá. Neil le devolvió la mirada curiosa a Matt.
Esperó por las inevitables preguntas y acusaciones, pero cuando Matt finalmente habló, solo fue
para decir:

— ¿Estás bien?

—Estoy bien— contestó Neil.

—Para tu información, no te creo— aclara Matt.

Neil alzó un hombro en un encogimiento cansado.

—Probablemente no deberías creer nada de lo que digo.

Matt resopló, demasiado tenso y silencioso para ser una risa genuina.

18
—Tengo la sensación de que es la cosa más honesta que me dijiste en todo el año. ¿Pero
Neil? Estaremos aquí cuando quieras hablar sobre ello.

—Lo sé.

Le sorprendió que fuera cierto. Sabía con tan solo mirar a Matt que él aceptaría cualquier
verdad que Neil le dijera ahora mismo, sin importar que tan cruel o increíble fuera. Había estado en
lo correcto al ir a Evermore; estaba haciendo lo correcto en mantenerse firme aquí con los Foxes.
No importaba cuando le asustara su propio reflejo. Si esta era la única forma de mantener a sus
compañeros de equipo a salvo de la crueldad de Riko era un precio fácil de pagar.

—Nunca fui a Nueva York— comenta Neil.

No era lo que necesitaba decir ni lo que Matt quería oír, pero Matt no insistió. Agasajó a Neil
con historias de sus vacaciones, desde la introducción incómoda de los primos con su madre hasta
las bizarras salidas de compra de Nicky. Matt llevó a Neil a la cocina para mostrarle los frijoles que
había traído de una cafetería local. Era tarde para tomar café, pero Matt estaba cansado por el viaje
y Neil todavía estaba de mal humor. Neil buscó los filtros en el gabinete mientras Matt sacó los
suficientes frijoles para ellos dos.

Neil se encontraba llenando una tetera con agua cuando se escucharon unos golpes en la
puerta. Matt se encontraba más cerca, así que él contestó. Neil no podía ver a su invitado desde el
ángulo que se encontraba, pero cuando Matt retrocedió en una invitación silenciosa Nicky se paró
en la puerta. Lucía en buen estado, pero nervioso, y no pudo esconder la expresión de culpa en su
rostro cuando enfrentó a Matt.

—Yo eh, me mantendría discreto por un tiempo so fuera tú— comentó Nicky— Andrew
acaba de descubrir quién le dio esos moretones a Kevin. Intenté defenderte porque Kevin lo merecía
y pagaste la fianza de Aaron, pero no sé qué tanto pueda servir. La lógica y Andrew no se llevan
muy bien.

—Gracias por la advertencia— agradeció Matt. Nicky miró a Neil.

—Me dijo que viniera a buscarte.

— ¿Qué tanto le dijiste? — preguntó Neil.

—Nada sobre ti— Nicky metió ambas manos en sus bolsillos y se encogió de hombros,
incómodo— Quería novedades sobre todo lo demás. El juicio de Aaron, la cara de Kevin y los
Ravens. Le dije que llegamos al campeonato y le hablé sobre la pelea durante el banquete de
Navidad. No le dije que no estuviste con nosotros en Nueva York.

Neil asintió y volvió a su habitación. Primero tomó su paquete de cigarrillos y lo metió en su


bolsillo trasero. Las bandas de Andrew se encontraban bajo su almohada donde Neil las había
escondido en noviembre. Nicky hizo una mueca al verlas.

19
—No creo que sea una buena idea armarlo ahora mismo— sugiere.

—Estaré bien. — lo tranquiliza Neil y se dirige por el pasillo hacia las escaleras.

Andrew lo esperaba al pie de la escalera, los brazos cruzados sobre su pecho y la espalda
apoyada contra la baranda. Bajó la mirada inmediatamente hacia la tela negra en la mano extendida
de Neil y la tomó sin decir una palabra. Neil ya había visto las cicatrices de Andrew, pero ésta vez
él se volteó para ponérselas. Cuando sus mangas volvieron a esconder las bandas, Andrew se dirigió
escaleras arriba, en vez de ir hacia abajo.

La escalera terminaba en una puerta que tenía un cartel: Acceso al Techo, solo Staff de
Mantenimiento. Neil asumió que estaría cerrada, pero Andrew solo necesitaba un par de maniobras
para abrirla. A juzgar por los cortes en la puerta y el marco, Andrew había saboteado la cerradura
hace mucho tiempo. Neil no preguntó, pero lo siguió afuera hacia la fría tarde. El viento se sentía
más fuerte a esta altura y Neil deseó ser capaz de usar su nuevo saco.

Andrew se acercó al borde del techo y observó el campus. Neil se paró a su lado y miró con
cuidado por el borde. Las alturas no lo asustaban, pero la falta de una barra de seguridad era
inquietante cuando era una caída de cuatro pisos. Neil sacó sus cigarrillos, sacó dos, y los encendió.
Andrew colocó el suyo entre sus labios. Neil ahuecó sus manos en el suyo para protegerlo de la
brisa. Andrew se volteó para enfrentarlo.

—Quiero una explicación ahora.

— ¿No podías pedirla dentro donde está calentito? — le pregunta Neil.

—Si te preocupa morir por estar expuesto, es un poco tarde para eso— Andrew alzó una
mano hacia el rostro de Neil, pero se detuvo con sus dedos a un suspiro de la piel de Neil. Andrew
no estaba mirando sus heridas; estaba observando los ojos expuestos de Neil.

— ¿Rompí mi promesa o estabas cumpliendo la tuya?

—Ninguna de las dos— contestó Neil.

—Sé que tuviste el tiempo suficiente en mi ausencia para inventar una mentira perfecta, pero
no lo harás.

—Ninguna de las dos— repitió Neil— Pasé la Navidad en Evermore.

No debería haberle sorprendido que lo primero que Andrew hizo fuera revisar la venda de su
mejilla. Aaron y Nicky la habían ignorado, ni siquiera la habían notado entre el resto de las vendas y
las cintas. Andrew había pasado demasiado tiempo cuidando la espalda de Kevin para no juntar las
piezas. Encontró la punta de la cinta y la arrancó como si quisiera arrancar el rostro de Neil con la
misma. Neil se preparó para la violencia, pero la expresión de Andrew no cambió al ver el nuevo
tatuaje.

—Esto es bajo incluso para ti— dijo Andrew.

20
—No lo estoy usando porque quiero.

—Elegiste ir a Evermore.

—Volví.

—Riko te dejó ir— lo corrige Andrew— Lo estamos haciendo demasiado bien este año y la
disputa es demasiado pública. Nadie creería que te trasmitieras a voluntad a Edgar Allan a mitad de
temporada. — Andrew pegó la venda de vuelta en el rostro de Neil y presionó la cinta con sus dedos
fuertemente. — Se supone que no debías alejarte de Kevin. ¿Lo olvidaste?

—Prometí mantenerlo a salvo— contestó Neil— No dije nada sobre seguirlo a todos lados
como tú lo haces. Mantuve mi trato.

—No así— dijo Andrew— Dijiste que esto no tuvo nada que ver con Kevin. ¿Por qué fuiste?

Neil no sabía si sería capaz de decirlo. Tan solo pensar en ello era demasiado. Sin embargo,
Andrew estaba esperando, así que Neil se tragó sus náuseas.

—Riko dijo que, si no lo hacía, el Doctor Proust iba a…

Andrew cubrió la boca de Neil, ahogando el resto de sus palabras, y Neil supo que falló.

Riko había dicho que el Doctor Proust de Easthaven usaba “reacciones terapéuticas” para
ayudar a sus pacientes. Era una débil línea entre crueldad psicológica y abuso físico real, Proust
estaba dispuesto a cruzar esa línea si Neil desobedecía. Debería haber sabido que no podía confiar
en la palabra de Riko. El odio ablandó un poco del nuevo hielo recorriendo sus venas, pero la
mirada aburrida en el rostro de Andrew era difícil de soportar. Hace un par de semanas Andrew se
encontraba tan drogado que se rio de su propio dolor y trama. Ahora ni siquiera le importaba lo
suficiente como para hacerlo. Neil no sabía que extremo era peor.

Andrew bajó su mano cuando Neil se cayó.

—No cometas el error de creer que necesito tu protección.

—Debía intentarlo. Si hubiera tenido la oportunidad de detenerlo y no hiciera nada, ¿Cómo


podría volver a enfrentarte? ¿Cómo podría vivir conmigo mismo?

—Tu psiquis desmoronándose es tu problema, no el mío— contestó Andrew. — Dije que te


protegería. Haces que sea infinitas veces más difícil para mí hacerlo cuando pareces intentar que te
maten constantemente.

—Cuidaste nuestras espaldas todo este tiempo— le dijo Neil— ¿Quién cuida la tuya? No
digas que tú lo haces, porque ambos sabemos que no te importa una mierda lo que te pase.

21
—Quizás tienes un problema auditivo— deduce Andrew— Demasiadas pelotas contra el
casco, quizás. ¿Puedes leer labios? — Andrew apuntó a su boca al hablar— La próxima vez que
alguien venga a por ti, retírate y deja que me encargue, ¿Lo entiendes?

—Si significa perderte, entonces no— contestó Neil.

—Te odio— dijo Andrew, casualmente. Tomó una larga calada de su cigarrillo y lo tiró por
el borde— Se suponía que eras un efecto secundario de las drogas.

—No soy una alucinación— dijo Neil, desconcertado.

—Eres un sueño de pipa*— contestó Andrew— ve adentro y déjame solo.

—Todavía tienes mis llaves— le recuerda Neil.

Andrew sacó las llaves de Neil de su bolsillo y sacó la llave de su auto del llavero. En vez de
devolvérselas, los lanzó por el borde al igual que hizo con su cigarrillo. Neil se inclinó para ver que
no hubieran caído sobre nadie, pero la vereda de abajo estaba vacía. Sus llaves se golpearon contra
el suelo. Neil se enderezó y observó a Andrew. Él no lo miró, pero dijo:

—Ya no las tengo.

Neil abrió la boca, cambió de parecer a último momento, y se marchó en silencio. Tomó las
escaleras hacia el piso de abajo y empujó las puertas frontales de vidrio. Sus llaves habían caído
más lejos de lo que esperaba, pero la luz del sol reflejando en el metal hizo que fuera fácil
encontrarlas. Neil las levantó y vio el cigarrillo de Andrew a unos pies de distancia. La ceniza se
había roto con el impacto, pero el final todavía emanaba una fina línea de humo.

Andrew lo estaba mirando, todavía inclinado sobre el borde como si tuviera deseos suicidas.
Neil no estaba seguro de por qué lo hizo, pero tomó el cigarrillo de Andrew de la vereda y lo colocó
entre sus labios. Volvió la cabeza para encontrarse con la inquebrantable mirada de Andrew y
colocó dos dedos contra su sien. Se sintió como una victoria, aunque Neil no supo por qué.

Apagó el cigarrillo bajo la suela de su zapatilla y volvió a entrar.

Matt se encontraba en el sofá cuando Neil volvió a su habitación. La taza de café había
terminado de filtrarse y la taza caliente se sintió bien en las manos heladas de Neil. Matt lo observó
mientras se dirigía al sofá, probablemente buscando nuevas heridas. Neil se sentó con todo el
cuidado que pudo e inhaló el aroma de su bebida.

— ¿De qué hablábamos? — preguntó Neil.

Sueño de Pipa / Pipe Dream: Hace referencia a una utopía. Una fantasía imposible de
conseguir.

Sinónimos: sueño imposible - sueño inalcanzable - sueño irrealizable - deseo piadoso

22
Matt suspiró y retomó la conversación donde la habían dejado. Le habló a Neil sobre la nieve
en Central Park y la cuenta regresiva de Año Nuevo que vivieron en Times Square. Neil cerró sus
ojos mientras escuchaba, intentando imaginarlo, imaginando por un momento que él también había
estado allí. No había sido su intención quedarse dormido, pero un tirón cuidadoso en su taza de café
lo hizo despertar de un sobresalto. Matt evitó ser golpeado por poco y sostuvo sus manos en alto
para protegerse de Neil.

—Hey— dice— Solo soy yo.

La taza se encontraba fría en sus manos y la luz en la habitación parecía inadecuada. Neil
miró por la ventana, necesitando ver el cielo, pero las persianas estaban cerradas. Dejó que Matt le
quitara el café y se levantó cuando Matt se retiró. Cruzó la habitación tan rápido como su cuerpo
agarrotado pudo moverse y tiró de las cuerdas para levantar las persianas. El sol había bajado, pero
todavía había algo de luz en el cielo. Era el amanecer o el atardecer, Neil no sabía cuál de los dos.

Neil presionó sus manos contra la ventana.

— ¿Qué día es hoy?

Pareció una eternidad hasta que Matt contestó, y sus palabras salieron con lentitud:

—Es martes.

Atardecer, entonces. Solo había perdido un par de horas.

— ¿Neil? — preguntó Matt— ¿Estás bien?

—Estoy más cansado de lo que creía— dijo Neil— me voy a dormir temprano.

El infeliz ceño fruncido de Matt dio a entender que no le creía en absoluto, pero Matt no
intentó detenerlo. Neil cerró la puerta de la habitación con firmeza y comenzó el doloroso proceso
de cambiarse. Estaba respirando con los dientes apretados para el momento que finalmente se puso
los pantalones. Apretó sus manos para que dejaran de temblar, pero trepar a su cama envió
temblores a su estómago. Era demasiado temprano y estaba demasiado adolorido para dormirse de
nuevo todavía, pero se cubrió con las sábanas hasta la cabeza y se obligó a sí mismo a dejar de
pensar.

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Capítulo 2

Salir de la cama la mañana de miércoles representó un esfuerzo inhumano, algo que Neil solo
pudo lograr porque le importaba tanto sobrevivir como mantener sus mentiras. Necesitaba que sus
compañeros creyeran que estaba bien. Eso significaba continuar el día como si la Navidad no
hubiera existido. Se dio el tiempo suficiente para bloquear sus pensamientos yendo por el trote más
lento del mundo a lo largo de la calle Perimeter. Cada paso envió oleadas de dolor a través de sus
piernas y Neil se encontraba entumecido de pies a cabeza para el momento que volvió a la Torre
Fox.

Matt, que había desaparecido para ir al gimnasio incluso antes de que Neil se levantara, lo estaba
esperando en el living con una mirada incrédula en el rostro.

—Estás loco, ¿Lo sabías? Dime que no saliste.

— ¿A qué hora aterriza Dan? — preguntó Neil.

Por un momento Neil creyó que Matt no iba a seguirle el juego y dejarle cambiar de tema. La boca
de Matt se adelgazó en una línea de desaprobación. En vez de darle un sermón, él dijo:

—Voy a ir a buscarla a las once y los llevaré directamente a la cancha. ¿Irás con Andrew?

—Si— contestó Neil— El Entrenador quiere que Abby me revise antes del reencuentro.

Neil se encerró en el baño para darse una ducha rápida. Secarse luego fue incluso más doloroso que
su trote de la mañana a pesar de sus esfuerzos de ser cuidadoso. Se vistió a la velocidad de un
caracol, haciendo muecas durante todo el proceso, y se dio un minuto para recuperar el aliento al
terminar. Tuvo tiempo para poder un vendaje fresco sobre su tatuaje, pero su corazón todavía
bombeaba con fuerza cuando dejó el calor húmedo del baño.

Matt se encontraba desparramado en el sofá con la televisión prendida cuando Neil salió de su
habitación completamente vestido. No dijo nada cuando Neil se fue, quizás asumiendo que Neil
estaba yendo hacia la habitación de los primos para molestarlos. En vez de hacer eso, Neil dejó los
dormitorios y tomó el camino tortuoso hacia la calle Perimeter. Caminó lentamente por el campus
había la biblioteca.

Solo vio un par de estudiantes en su camino a las escaleras del laboratorio de computadoras. A pesar
de que era un sitio relativamente privado, Neil se dirigió a la computadora ubicada al final de la
sala. Había dejado de actualizarse obsesivamente con las noticias en septiembre, pero hoy no buscó
sobre su pasado. Buscó por cualquier cosa acerca de su estadía en Evermore, no encontró nada, y
continuó para buscar qué otros equipos habían clasificado para el campeonato de primavera. Era una
forma fácil de dejar de pensar y desperdiciar un par de horas.

24
No recordaba haber bajado la cabeza y tampoco recordaba haberse quedado dormido.

Unos dedos se hundieron en la parte trasera de su cabeza y lo hicieron despertar de un sobresalto.


Intentó agarrar un arma, un cuchillo, cualquier cosa que le permitiera ganar tiempo para huir, así
que envió el mouse de la computadora disparado a través de la mesa. Neil lo observó con la mirada
vacía, luego a la pantalla frente a él. Unos dedos se cerraron en un puño sobre su cabello y Neil no
se resistió cuando Andrew forzó su cabeza hacia atrás.

— ¿Es tu línea de aprendizaje horizontal? — le pregunta Andrew— Te dije ayer que dejaras de
complicarme la vida.

—Y yo te dije que no prometía nada.

Andrew lo dejó ir y observó sin piedad cómo Neil se restregaba la cabeza. Neil se enderezó y cerró
las pestañas de la computadora. Había cerrado tres de ellas cuando vio qué hora era. Eran pasadas
las once, lo cual significaba que Matt estaba recibiendo a Dan y a las chicas en Arribos y Neil debía
estar en el estadio con Abby. Neil no sabía qué era peor, que había perdido dos horas o que se había
quedado dormido al descubierto. Contó silenciosamente en francés y en español. No sirvió para
calmar su furia y su frustración.

Andrew se dirigió hacia las escaleras, asumiendo correctamente que Neil lo seguiría. El auto se
encontraba a la vuelta, sus luces prendidas. Los otros tres miembros del grupo se encontraban
apretujados en el asiento trasero. Neil no sabía quién le había dicho a Kevin que abandonara el
asiento del pasajero o por qué, pero no valía la pena preguntar acerca de ello. Se metió y se puso el
cinturón.

—No le dije a nadie que iba a la biblioteca— dijo cuándo Andrew los llevó hacia la calle.

—Solo tienes algunos lugares donde esconderte— le explica Nicky— El Entrenador dijo que no
estabas en el estadio. No contestaste cuando te llamamos.

Neil tanteó sus bolsillos y sacó su celular. Cuando lo abrió, la pantalla se mantuvo oscura. Lo había
cargado ayer, pero no por mucho tiempo. Lo cerró y lo dejó caer en el portavaso entre los asientos.
Andrew se inclinó y abrió el compartimento del asiento del co-piloto. Había un cargador dentro. Por
un momento Neil creyó que Andrew había revisado sus cosas, pero el sticker rojo en el cable no era
familiar. Debía ser de Andrew. Neil sacó el cargador y cerró el compartimiento de vuelta.

Una llave se encontraba atada al adaptador con una banda de goma. Neil había usado el auto de
Andrew lo suficiente en los últimos meses como para reconocer su forma. Neil la observó y luego a
la llave de ignición. O Andrew había confiscado la copia de Nicky o le había conseguido a Neil una
llave propia. Ninguna opción tenía mucho sentido. Solo había usado el auto de Andrew porque él
necesitaba un segundo conductor en su ausencia.

Era un viaje corto hasta la Foxhole Court y Andrew no los siguió adentro. Neil introdujo el código
para que pudieran entrar y los siguió hacia los vestuarios. Wymack y Abby lo estaban esperando en
la sala de estar. Abby se vio terriblemente triste mientras observó el lamentable estado de Neil, pero
no lo sermoneó por lo que había hecho ni le preguntó por qué. Quizás ya había recibido las

25
respuestas que necesitaba de Wymack, o quizás Wymack estaba allí para asegurarse de que ella no
se entrometiera. Neil se encontraba agradecido de todas formas.

—No puedo creer que confiaste en David para que te vendara— dijo Abby— el hombre apenas
puede lavar un plato, mucho menos limpiar heridas.

—Silencio, mujer— contestó Wymack— estaba siendo cuidadoso.

Abby hizo una seña con ambas manos para que Neil la siguiera.

—Ven, vamos a revisarte.

Ella lideró el camino hasta su oficina y cerró la puerta en cuanto él estuvo dentro. Treparse a la
cama no fue tan doloroso como lo era treparse a la cama superior de su dormitorio, y Neil se
acomodó al borde del delgado colchón. Abby agarró unas gasas y antisépticos mientras Neil intentó
quitarse el sweater. Apretó los dientes ante la oleada de calor que le dio una puntada desde los
hombros hasta la espalda y respiró varias veces profundamente a través del dolor.

Abby lo ayudó con las mangas y dejó con cuidado el sweater a un lado. Neil eligió un lugar en la
pared para mirar y se sentó en silencio mientras ella trabajaba. Ella empezó en la parte superior,
gentilmente deslizando sus dedos a través de su cabello en busca de chichones ocultos, y luego
comenzó a trabajar hacia abajo. Wymack había revisado a Neil la mañana anterior, pero Abby quitó
todos los vendajes excepto el que tenía en la mejilla.

—Te dijo sobre mi tatuaje— adivinó Neil.

—Y esto— Abby deslizó sus pulgares por la suave piel bajo sus ojos.

—¿No preguntarás? — contestó Neil.

—He visto tus cicatrices, Neil. No estoy tan sorprendida como debería estarlo de descubrir que no
es lo único que ocultas. Quiero hacerlo, pero ya me dijiste una vez que no me entrometiera.

Ella volvió a trabajar, pero pasó un largo tiempo hasta que terminó. Cuando acabó de tratar su parte
superior todavía debía ocuparse de sus piernas. Los alargados moretones de sus piernas,
consecuencia de raquetas pesadas, la tenían apretando sus labios con furia. Había capas de ellos, los
violetas frescos y los más viejos verdes y amarillos. Las rodillas de Neil no se encontraban en un
mejor estado, consecuencia de caerse demasiadas veces.

—El entrenador no me dejará ir a la cancha hasta que lo permitas— dijo Neil— ¿Cuándo lo harás?

Abby lo miró como si estuviera hablando en un idioma extranjero.

—Podrás ponerte el equipo cuando no luzcas como si hubieras sido pisoteado en el Derby*.

Derby: Carreras de caballos.

26
—Estoy mejor— replicó Neil— Además, jugué en peor estado en Evermore.

—Esto no es Evermore. Sé que esta temporada es importante para ti, pero no arriesgaré tu seguridad
y tu salud. Necesitas tomarlo con calma por un tiempo. Una semana— dijo levantando su voz
cuando Neil empezó a protestar— El próximo martes decidiré si te dejaré jugar o no. Si haces algún
tipo de actividad exigente entre hoy y ese entonces te dejaré en la banca por otra semana. ¿Lo
entiendes? Usa esto para descansar. Y cuando puedas, quítate las vendas. Necesitan airearse.

—Una semana— repitió Neil— eso no es justo.

—No— dijo Abby y acunó su rostro entre sus manos— No es justo. Nada de esto lo es.

El dolor en su voz mató la discusión formándose en la garganta de Neil. Abby volvió a observarlo,
recorriendo sus cicatrices feroces y sus nuevas heridas con una mirada desoladora.

—A veces creo que este trabajo va a matarme— admite Abby— Ver lo que la gente le hizo, lo que
continúan haciéndole, a mis Foxes. Desearía poder protegerlos, pero siempre llego tarde. Todo lo
que puedo hacer es curarlos y esperar lo mejor. Lo siento Neil, debimos estar allí para ti.

—No los hubiera dejado estar— contesta Neil.

Abby lo rodeó con sus brazos y lo atrajo en un abrazo. Intentó ser cuidadosa, sin embargo, dolía
igual. No fue el dolor lo que hizo que Neil permaneciera inmóvil, sino la incertidumbre. Las únicas
personas que lo habían abrazado fueron sus compañeros de equipo, y eso habían sido abrazos
rápidos luego de un buen juego. Su madre lo había atraído hacia ella antes, pero usualmente sucedía
cuando estaban ocultándose de algunos ojos curiosos y ella quería ocultarlo con su cuerpo. Nunca lo
había sostenido como algo que debía ser protegido. Siempre había sido dura. Había sido feroz e
irrompible hasta el final.

Neil recordó la forma en que arañó el aire en busca de un último aliento. Recordó el corte en su
cuerpo donde la sangre había pegado su piel al algodón. Los dedos de Neil temblaron ante la
necesidad de un cigarrillo, ante la necesidad del olor del cigarrillo que era tan horrible como
reconfortante.

Todo lo que quedaba de ella era fuego. Ni siquiera había una pizca de ella en su reflejo: cada parte
de él se asemejaba a su padre.

Ella se había ido. Incluso aunque estuviera aquí, no lo hubiera consolado por esto. No lo hubiera
sostenido como si se encontrara a un respiro de caer en pedazos. Hubiera limpiado sus heridas
porque no podían arriesgarse a atrasarse debido a una infección, pero le hubiera pegado por elegir a
los Foxes por encima de su propia seguridad. Neil casi podía oírla gritándole en el oído. No
sobreviviría lo suficiente como para olvidar el sonido de su voz. Era reconfortante y deprimente a la
vez, y una oleada de duelo amenazó con tragarlo por completo.

—Tengo que irme— dijo Neil— ¿Terminaste?

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Abby lo dejó ir con lentitud y lo ayudó a volver a vestirse. Podría haber atado sus cordones, pero
Abby lo hizo por él. Neil la dejó hacerlo y se enfocó en acomodar su sweater. Abby se movió para
que el pudiera bajarse de la cama y no lo siguió hacia afuera.

En vez de dirigirse por el pasillo hacia la sala de estar, Neil fue hacia la puerta del fondo que llevaba
a la cancha.

No pudo respirar hasta que se encontró dentro del anillo central con sus manos aplastadas contra la
pared, y el primer suspiro real que logró convocar casi lo destrozó por completo. Neil podía sentir
cada muro que había levantado para sobrevivir en Evermore cayéndose a su alrededor. Se aferró con
las puntas de sus dedos, sabiendo que se ahogaría si se soltaba. Su corazón se sentía como una
piedra fundida, pero cada respiración aliviaba un poco el calor.

Neil obligó a sus dedos temblorosos a mantenerse quietos y se dirigió hacia los vestidores.

Wymack y Andrew no estaban allí, pero Matt y las chicas habían llegado en la ausencia de Neil.

Él no quería mirarlos todavía, así que redujo el paso buscando por un enchufe. Encontró un lugar en
el protector contra tensiones ubicado detrás del centro de entretenimientos y conectó allí su celular
para que se cargara.

Cuando la luz en su celular se volvió roja, se dirigió hacia la cancha. Su intento de ser casual solo
funcionó hasta que llegó el momento de sentarse. Nada podría ocultar cuan cuidadosamente tenía
que maniobrar para hacerlo.

Fue allí cuando el temperamento de Dan finalmente se rompió.

—Ese hijo de pu—

Se detuvo tan repentinamente que Neil tuvo que mirarla. Renee había colocado su mano sobre el
hombro de Dan. Renee sonrió cuando Neil la miró y dijo:

—Estábamos debatiendo qué pedir para almorzar. Abby dijo que ella llamará y lo irá a buscar por
nosotros así no tenemos que esperar al delivery. ¿Alguna sugerencia?

—Lo que sea está bien— dijo Neil.

Alisson lo examinó con una mirada escéptica.

— ¿Podes masticar siquiera?

—Si— contestó Neil— ¿Dónde está Andrew?

—Lo vi cuando entramos— replicó Matt— Él y el Entrenador están hablando al final del
estacionamiento. Volviendo a conocerse, supongo. Espero que salga mejor que su último primer
encuentro.

28
—Aún te estoy hablando— dijo Alisson.

Neil recompensó su insistencia con otra evasiva:

— ¿Viste el banner de Seth?

Le llevó un momento absorber sus palabras, entonces Alisson estaba fuera de la silla y se dirigió
hacia la cancha en sus tacones multicolor de seis pulgadas. Por un momento pareció que Dan iba a
seguirla, pero cambió de opinión con una corta sacudida de su cabeza.

— ¿Sándwiches o comida China? — le preguntó a Neil.

—Cualquiera de los dos está bien.

—Estoy con Allison en el asunto de masticar— Nicky hizo un gesto hacia su rostro, indicando los
moretones adornando las mejillas y el mentón de Neil.

—Los fideos y el arroz son más suaves. Mejor comida China.

Matt se levantó y fue a darle aviso a Abby. Estaba volviendo cuando la puerta exterior se cerró de
golpe. Dan, a través de la habitación, se sentó algo más derecha y le regaló a Renee una mirada
significativa. Renee bajó su mano y entrelazó sus dedos en su falda. No era la respuesta ansiosa que
Dan esperaba, a juzgar por su ceño fruncido de decepción, pero Dan no tuvo tiempo para hablar
sobre ello antes de que Andrew entrara a la sala.

Matt cometió el error de detenerse para mirar. Andrew ni siquiera dudó en golpear a Matt con la
suficiente fuerza como para hacerlo caer. Debería ser imposible tirarlo, Matt superaba la altura de
Andrew por más de una cabeza y podía levantar más que cualquiera de ellos en el gimnasio. Sin
embargo, Andrew tuvo la ventaja de la sorpresa y no se detuvo cuando Matt cayó. Golpeó su puño
contra la cara de Matt en cuanto éste tocó el suelo.

Dan se levantó en un parpadeo, sin embargo, Neil llegó hasta Andrew primero. Ni siquiera
recordaba haber decido moverse. Usó su peso y el impulso para empujar a Andrew hacia atrás.
Esperaba que Andrew se mantuviera en su lugar, pero Andrew dejó que lo empujara y le dio una
mirada despreocupada a Neil. Neil colocó sus manos entre ellos en caso de que Andrew intentara
atacarlo de nuevo.

—Suficiente— dijo— Matt no hizo nada malo.

Andrew chasqueó los dedos a modo de rechazo.

—Sabía lo que pasaría si ponía sus manos en Kevin, sin embargo, fue lo suficientemente estúpido
como para hacerlo dos veces. Si lo hace de nuevo no seré tan amistoso.

—No estás amenazándolo en serio— dijo Dan, incrédula— ¿Quién crees que pagó la fianza de
Aaron? Si no fuera por Matt, Aaron seguiría en prisión esperando por su juicio.

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—No importa— dijo Aaron desde su silla.

Ayer Nicky lució culpable cuando tuvo que advertirle a Matt que bajara la cabeza. Esta vez, eligió
el lado de sus primos y se encogió de hombros.

— Matt ayudó a Aaron haciendo eso, no a Andrew. No pueden contar el favor que le hacen a uno de
ellos como uno para los dos solo porque son gemelos. Eso es hacer trampa.

—Es bueno verte a ti también, monstruo— contestó Matt, con algo de amargura. Neil miró a Matt
ponerse de pie de nuevo. Él arrastró su mano sobre la sangre que salía de su nariz, aspiró
profundamente, e hizo una mueca ante el sabor.

—Es bueno saber que todavía estas completamente loco.

—No luzcas sorprendido— contestó Aaron— No eran las drogas las que lo volvían loco.

—Hola, Andrew— dijo Renee.

Andrew no dijo nada, solo dirigió una mirada impasible en su dirección. Una sonrisa complacida
curvó los labios de Renee y ella asintió sutilmente, comprendiendo y aceptando lo que sea que ella
vio en la pesada mirada de Andrew. Aquel intercambio de dos segundos fue su reunión; Andrew
devolvió su atención a Neil en cuanto Renee estuvo atendida.

Abby entró un momento después y titubeó con su cartera colgada a medio camino sobre su hombro.

Miró desde la obvia furia de Dan hasta la tensa expresión de Matt y su nariz sangrante. No tardó en
unir las piezas, y se volteó para enfrentar a Andrew.

—Andrew— dijo ella— Bienvenido de vuelta. No fue lo mismo sin ti.

Andrew la observó en silencio. Abby esperó, luego comprendió que no iba a obtener una respuesta.
Observó incómoda al resto de los Foxes.

—La comida debería estar lista para cuando llegue allí. Volveré en seguida, ¿Okay? Traten de
comportarse mientras no estoy.

—Gracias— contestó Dan.

Abby miró a Andrew por última vez y se fue. La puerta apenas se había cerrado detrás de ella
cuando Wymack entró. Neil se preguntó si había estado fumando o solo perdiendo el tiempo,
dejando que el equipo se adaptara a la abrupta reentrada de Andrew y las heridas de Neil de la
misma forma que los había dejado ante el luto de Allison en septiembre. Wymack torció una ceja a
Matt, luego miró a Neil y Andrew.

— ¿No tuvimos una charla acerca de no matar a tus compañeros de equipo? — preguntó Wymack.
Andrew pretendió que no lo oyó, así que Wymack miró alrededor. Le tomó un segundo notar que
faltaba un Fox.

30
—Alisson estaba aquí hace un momento, ¿A dónde fue?

—Fue a ver las pancartas del campeonato— explicó Neil.

—Va a volver cuando termine de llorar— agregó Nicky.

—No está llorando— contesta Neil. Nicky sonríe.

—Cinco dólares a que sí.

Fue un muy mal intento de aliviar el ambiente. Neil debería haberlo dejado pasar. Quizás hace una
semana lo hubiera hecho. Sus amigos eran apostadores compulsivos: apostarían en cualquier cosa,
desde los puntajes finales hasta la inexistente relación entre Andrew y Renee y quién sería el
primero en golpear durante una discusión. Apostar dinero en el trauma psicológico de una persona
no era nuevo o inesperado, pero Neil no estaba de humor para soportarlo hoy. Su reunión con Abby
había dejado todos sus nervios expuestos y apenas podía mantenerse de pie por su equipo. El agrio
aroma a cigarrillos que emanaba el abrigo de Andrew fue la gota que colmó el vaso.

Neil retuvo la ira en su voz, pero apenas:

—No te atrevas a apostar sobre el dolor de alguien.

—Oh, hey, hey— Nicky levantó ambas manos en defensa propia— No era mi intención herirla,
¿Si? Sin ofender. Solo intentaba calmar las aguas.

—Cálmate tú y ve a ver cómo está— dijo Wymack— Tenemos que hablar sobre muchas cosas hoy
y no puedo empezar hasta que esté aquí de vuelta. Se enojará más si empezamos sin ella que si la
interrumpes. Y sí, te hablo a ti, Hemmick. No quiero que Neil se mueva más de lo necesario.

—Puedo caminar— se defiende Neil.

—Bien por ti— contesta Wymack— No te pregunté.

Nicky se arrastró fuera de la silla y se fue.

Andrew enterró una uña en el hueco de la garganta de Neil hasta que tuvo su atención.

—Siéntate y quédate quieto.

Neil apartó la mano de Andrew y se dirigió al sofá. Andrew reclamó el sitio del medio, así que Neil
se acomodó en el lugar a su lado. Su cuerpo se arrepentía de interferir en aquella pelea, pero Matt le
dio un asentimiento en agradecimiento cuando Neil captó su mirada a través de la habitación. Neil
miró a Andrew, tratando de medir su estado de ánimo, y siguió su indiferente mirada hacia abajo.

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Andrew había traído un cuchillo pequeño y lo estaba volteando una y otra vez entre sus dedos. No
era uno de los que tenía en sus bandas, pero Neil no estaba sorprendido de no reconocerlo. Nunca
había visto el mismo cuchillo dos veces.

—No es tan interesante— dice Andrew.

—No— coincide Neil.

No sabía cómo explicar las complicadas emociones que le producían los elementos afilados. Su
padre se llamaba el Carnicero por una razón. Su arma favorita era una cuchilla de carnicero lo
suficientemente pesada y afilada para cortar miembros en un solo movimiento. Antes de la cuchilla
Nathan solía usar un hacha. Aún la mantenía a su alrededor cuando quería que alguien sufriera. El
hacha ya no tenía tanto filo así que necesitaba algo más de peso y esfuerzo para cortar a través del
hueso. Neil lo vio usarla una vez, el día que conoció a Riko y Kevin en el Estadio de Evermore.

—Es solo…— Neil intentó buscar las palabras, demasiado consciente de que la conversación en la
habitación se había calmado un poco. Los de los años superiores estaban intentando escuchar sin ser
demasiado obvios. Neil se conformó con la explicación más general que pudo encontrar con la
esperanza de que sus compañeros lo confundieran con Riko— Nunca entendí por qué le gustan los
cuchillos.

Unas palabras tan simples no deberían haber tenido la reacción que tuvieron. Andrew se enderezó y
miró hacia arriba, pero no miró a Neil. Miró a Renee, así que Neil también lo hizo. Se había
detenido a la mitad de la oración para mirar a Neil, pero la Renee que lo estaba mirando no era la
optimista de los Foxes.

Su dulce sonrisa se había ido y la mirada vacía de su rostro hizo que Neil recordara a Andrew. Neil
instintivamente se preparó para una pelea o huida. Antes de que su cuerpo pudiera decidir qué hacer
Renee dirigió su mirada inescrutable hacia Andrew.

Ambos se miraron, silenciosos e inmóviles, indiferentes a las incrédulas miradas que sus
compañeros de equipo enviaban entre los dos. Andrew no dijo nada, pero Renee alzó la barbilla.
Andrew tarareó en respuesta y guardó el cuchillo.

—Perderá el gusto por ellos cuando tenga uno contra el cuello— dijo.

Neil miró a Renee de vuelta justo a tiempo para ver a la Otra-Renee desaparecer. Una máscara de
calma apartó la muerte en su rostro y Renee retomó la conversación justo donde la había dejado. No
le hizo caso a lo que acababa de suceder o a la obvia duda en el rostro de Dan, pero amablemente
obligó a sus amigos a retomar la conversación junto a ella.

Alisson y Nicky volvieron juntos. Las mejillas de Alisson estaban secas y sus ojos lucían feroces y
con determinación en el momento que tomó asiento. La sonrisa de Renee era reconfortante y Dan
sonrió con aprobación. Alisson tamborileó sus uñas con impaciencia contra el brazo de su silla y
observó a Wymack con una mirada expectante.

—¿A quién eliminaremos primero?

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—Primera Ronda: Sureste contra Suroeste— Wymack tomó su portapapeles y revisó la parte
superior de la página— Los equipos empatados jugarán los martes este año, así que tenemos los
viernes. El 12 de Enero jugaremos contra la Universidad de Texas. La buena noticia es que Austin
se encuentra justo fuera del rango de las 1000 millas, lo cual significa que la junta nos dejará volar
hacia allí.

—El 19 volveremos a casa para una revancha contra Belmonte. El 21 de enero tenemos que jugar
contra Arkansas. Son dos de tres para avanzar a los partidos a muerte. Belmonte es de cuarta
categoría, pero recuerdan como fueron el otoño pasado. SUA* también es de cuarta categoría. UT*
es de segunda categoría, y ellos fueron los segundos de su región durante los últimos cinco años.

SUA: Arkansas State University. Universidad del Estado de Arkansas.

UT: University of Texas in Austin. Universidad de Texas en Austin.

“Todos estos equipos ya participaron del campeonato de primavera antes y con resultados variados.
Saben lo que están haciendo. Saben lo que se requiere para calificar. Somos una cadena débil, pero
eso no significa que nos vamos a romper. Solo significa que tenemos que trabajar el doble de fuerte
para mantener el ritmo. Si están dispuestos a hacerlo, tenemos una oportunidad de luchar.

Él sacó un conjunto de papeles y se los entregó a Matt. Éste se levantó y los repartió. Wymack había
juntado paquetes de la primera ronda para ellos. La primera página consistía en los horarios de UT
en otoño, junto con sus resultados. Había notas al final que detallaban los últimos siete intentos de
UT por ganar el campeonato. Por tres años habían llegado a la tercera ronda antes de que los
descalificaran. Neil volteó la página y revisó la lista del equipo. Las siguientes cuatro páginas tenían
el mismo patrón para Belmonte y SUA.

—El lunes vamos a revisar su forma de juego en profundidad y a elaborar estrategias— dijo
Wymack— para ese entonces también tendré copias de todos sus juegos de otoño en discos.
Mírenlos en su tiempo libre si tienen curiosidad. Con una excepción, no voy a perder tiempo en las
prácticas para mostrarles más que algunos momentos destacados.

“Hay una semana de descanso entre la primera ronda y el primer conjunto de partidos a muerte—
Continuó Wymack— La mala noticia es que no sabremos contra quien jugamos hasta febrero. La
buena noticia: este año los Tres Grandes se encuentran en el mismo grupo. Tienen que enfrentarse
entre ellos en la tercera ronda. Por primera vez en seis años uno de ellos será descalificado antes de
las semifinales.

—Oh, cielos— dijo Dan, sorprendida— Eso es afortunado.

—Apuesto que Penn será el primero en caer— dijo Nicky.

—No lo hagas— dijo Kevin antes de que alguien más pudiera apostar— No importa quién es
eliminado; no estamos ni siquiera cerca de ser capaces de enfrentar a alguno de ellos. ¿Por cuánto
tiempo estará Neil en la banca?

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—Una semana— contestó Neil con algo de resentimiento— Abby no va a reconsiderarlo hasta el
próximo martes.

—Generoso— agregó Dan— Yo te hubiera dejado en la banca por toda la primera ronda.

—Estoy bien, puedo jugar— contestó Neil.

Kevin se inclinó detrás de Andrew para golpear la parte trasera de la cabeza de Neil. Cada extraña
pizca de la simpatía que le había mostrado ayer había desaparecido; respondió a la fastidiada mirada
de Neil con una expresión feroz y escupió:

—Te advertí ayer acerca de no mentir sobre tu salud. Te necesitamos en la cancha, pero no si vas a
arrastrarnos contigo. En la forma que te encuentras ahora serías una completa pérdida de tiempo.

—No lo sería— replicó Neil— Méteme en la cancha y lo probaré.

—Cállate— dijo Wymack— Cuando tengas menos de cincuenta puntos consideraré dejarte entrar
de vuelta a mi cancha. Si te descubro tan solo mirando en dirección a tu equipo antes de ello te
dejaré en la banca por otra semana por despecho, ¿Lo entiendes?

—Pero…

—Quiero un “Si, Entrenador”.

—Entrenador…

Neil olvidó el resto de su argumento cuando Andrew pellizcó su muñeca. Una ráfaga de fuego se
encendió entre sus dedos y apartó su mano de su lado tan rápido como pudo. Neil le dio a Andrew
una mirada irritada, pero Andrew ni siquiera se la devolvió. Neil rodeó su estómago con su brazo
para apartarlo del alcance de Andrew y le devolvió la atención a Wymack.

—Gracias. Creo. — Dijo Wymack— Andrew, ¿Qué tan atrasado estás? No vi un gimnasio enlistado
con las comodidades de Easthaven.

—No había— contestó Andrew— Improvisé.

— ¿Quiero saberlo? — Preguntó Wymack, y respondió su propia pregunta— No, no quiero, a


menos que haya alguna denuncia pendiente de la cual debería saber.

“Las mañanas de práctica serán en el gimnasio de nuevo. Neil, hasta que vuelvas a la cancha, te
encontrarás conmigo aquí. Te haré trabajar mirando cintas e investigando sobre la línea de defensa
de UT. Mañana por la tarde haremos las sesiones semestrales con Betsy. Sabes la rutina: no puedes
ir con alguien que juega en tu misma posición. Dan armará los pares y te lo dirá en algún momento
durante la práctica de la mañana, ¿No es así?

—Estoy en eso— contestó Dan.

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—La última orden oficial de negocios que debo darles es sobre el control de daños— continuó
Wymack— Tenemos la atención de todos. Una temporada feroz y varias tragedias significan que
somos el tema de conversación de toda la ciudad, y este año la gente quizás alentará a los
renegados. La junta quiere que alentemos esa fiebre con más publicidad. Esperen más cámaras en
los juegos, más entrevistas, y más ruido en general. Si pudiera prohibirles a algunos de ustedes abrir
la boca al público, lo haría, pero esto está fuera de mis manos. Intenten comportarse sin sacrificar su
confiada imagen. ¿Creen poder hacerlo?

—No eres divertido, Entrenador— dijo Nicky.

—Será mucho menos divertido cuando nos hagas ver como idiotas— replicó Wymack— Pero no
estoy tan preocupado por ti como lo estoy por nuestra bolsa de boxeo actual y su boca listilla.
¿Alguien tiene alguna idea para hacer que Neil se vea menos como una esposa golpeada?

—Está bajo control— decretó Allison, y miró a Neil— Vendrás a nuestra habitación antes del
encuentro.

—Iba a comprar mis libros de texto hoy— dijo Neil.

—No estaba preguntando— contestó Allison— Podrás ir cuando termine contigo, a menos que
quieras salir luciendo así.

—Prometemos no preguntar sobre lo sucedido en Navidad— dijo Renee. O ella no vio la mirada
fastidiada que Allison le dio por arruinar su oportunidad de tener un buen chisme o decidió
ignorarla. — Solo llevará un par de minutos. Creo.

Neil no confiaba en que Allison no se entrometiera, pero confiaba en que Renee interferiría por él
en caso de que sucediera.

—Okay.

—Tengo que comprar mis cosas, también— comentó Nicky— Podemos ir cuando terminen
contigo.

Wymack asintió e inspeccionó a su equipo.

— ¿Alguien tiene algo oficial que agregar?

—Vamos a necesitar una repisa allí para poner nuestro trofeo del campeonato en ella— dijo Dan—
¿Podemos organizar eso?

—La junta no realizará la contra hasta que al menos lleguen al segundo partido a muerte—
respondió Wymack— Sin embargo, buen intento.

— ¿Quién necesita el permiso de la junta? — Dijo Allison— Voy a comprarlo, la junta es muy
tacaña. Necesitamos algo obscenamente caro. Matt, mide la parte trasera de tu camioneta. Necesito
saber qué podemos meter allí antes de empezar a buscar la pieza correcta.

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—Ah, ser joven y asquerosamente rico— dijo Nicky— debe ser lindo.

Alisson consideró su manicura con un altanero aburrimiento.

—Lo es— dijo. Nicky rodó los ojos, sin embargo, no contestó.

— ¿Algo más? — preguntó Wymack. El sonido de la puerta principal abriéndose anunció el retorno
de Abby y Wymack sacudió la cabeza. — No importa. La comida está aquí. Fuera de aquí. Voy a
estar revisando el papeleo y organizando horarios si alguien me necesita.

Se acomodó la camisa y desapareció dentro de su oficina. Abby cubrio la mesa de café con
contenedores de comida y pasó unos platos de papel. Cuando terminó se quedó solo el tiempo
suficiente como para ofrecer una silenciosa pero cálida bienvenida de vuelta a los Foxes. Neil pensó
que era extraño que no se quedara para preguntar sobre las vacaciones de los demás, pero la mirada
incómoda que dirigió desde Neil y Andrew a la oficina de Wymack le hizo pensar que quizás ella se
estaba guardando sus sentimientos para ella. Era una amabilidad fuera de lugar. Probablemente a
Andrew no le importaba si sus compañeros habían tenido un mejor receso que él y Neil no
envidiaba la felicidad de ellos.

El almuerzo fue un evento silencioso. Neil desconectó su celular en su camino hacia afuera y
Andrew no lo dejó entrar al auto hasta que lo encendió. El equipo usó dos autos para volver a la
Torre Fox, y Neil siguió a las chicas hasta su habitación. Alisson lo hizo sentarse de costados sobre
el sillón mientras ella iba a buscar su valija.

Ella trajo una bolsa de plástico consigo y se sentó lo más cerca de él que pudo. Neil observó cómo
colocó el maquillaje en el escaso espacio entre los dos.

—Hubiera sido mejor si hubieras venido a la tienda con nosotras— comentó Allison. Sonaba como
una acusación, aunque no le habían dicho a Neil sus intenciones. Neil se preguntó si debía
disculparse. Antes de que pudiera decidirse, Allison continuó— No importa. Compré la repisa
entera. Algo combinará tarde o temprano. Mira hacia adelante y déjame trabajar. No hables hasta
que te haga una pregunta.

Ella levantó dos paquetes pequeños a la vez, uno a cada lado de su rostro, y buscó los tonos que más
cerca se encontraran de coincidir con el de Neil. Era capaz de descartar algunos en seguida. Otros
debían ser colocados a un lado para una segunda inspección. Finalmente se quedó con tres, y se
puso a trabajar cubriendo los moretones adornando su garganta y su rostro. Renee y Dan se
colocaron detrás del sofá para verla trabajar.

Neil no se arriesgó a hacer enojar a Allison para mirarlas, pero casi podía sentir a Dan apretando los
dientes.

— ¿Por qué? —demandó Dan finalmente— ¿Qué esperaba ganar? ¿Por qué lo hizo?

—Dan— dijo Renee en una calma reprimenda— Lo prometimos.

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—Tú lo prometiste— contestó Dan.

Neil las hubiera dejado discutir, pero Dan no estaba desafiando a su decisión.

—Para llegar a Kevin. — dijo y Allison bajó las manos de su cara. Neil miró a Dan. — ¿Lo sabías?
Kevin está con los Foxes hace un año, pero aún tiene una habitación en el Nido de los Ravens. Riko
ni siquiera tiró sus cosas escolares. Interesante, ¿Verdad? Riko amenaza y desprecia a Kevin
siempre que puede, pero no puede dejarlo ir. Está tan obsesionado con Kevin como Kevin lo está
con él.

“Ahora Kevin está empezando a olvidarlo— continuó Neil— Cuando enfrentamos a los Ravens en
octubre a Kevin se preocupó más por nosotros que por tener a Riko detrás de él. Nos eligió por
encima de él ese día, y eso es imperdonable. Riko es el Rey. Él no puede ser despreciado,
minimizado o superado. Así que se llevó a la gente en la que Kevin se apoyaba. Quería que le
temamos e infectar a Kevin con esas dudas.

Dan bufó groseramente.

—Qué imbécil incompetente.

—Gracias— dijo Neil. Dan pareció perdida ante sus palabras, así que Neil agregó— Por no
preguntarme si funcionó.

—Por supuesto que no funcionó— replicó Allison— No le temes a Andrew, ¿Por qué le temerías a
Riko? Solo es otro ruidoso niño mimado con problemas de ira. Ahora mira hacia adelante y déjame
trabajar. No te dije que podías mirar hacia otra parte.

Neil volvió a su posición y se mantuvo congelado hasta que terminó. Ella se inclinó hacia atrás para
darle una mirada escrutadora y luego se levantó para agarrar el espejo de su mesa. El estómago de
Neil se revolvió al verla traerlo hacia él. Neil lo tomó de su mano extendida, pero dejó que el vidrio
descansara sobre sus piernas. Alisson le indicó que echara un vistazo. Neil sacudió la cabeza.

—Si dices que está bien, entonces te creo— dijo.

— ¿No estás asustado de Riko, pero estás asustado de tu propio reflejo? — Allison cruzó ambos
brazos sobre su pecho y lo miró con pena. — Eres un chico arruinado, ¿Te salió naturalmente o te lo
hicieron tus padres?

Dan se metió antes de que Neil pudiera reaccionar.

—Se ve bien. Si alguien se acerca mucho probablemente notará que estás usando maquillaje, pero
no creo que nadie pregunte. Desde aquí ni siquiera puedo notarlo. Tendrás que venir después de las
mañanas de práctica para que te preparemos para tus clases hasta que el desastre se desvanezca,
¿Tienes clases a las nueve este semestre?

—No, llegué justo a tiempo con mucha frecuencia en otoño. — A Allison, Neil le dijo— Gracias.
Ni siquiera se me hubiera ocurrido intentar hacer esto. Parece un truco útil.

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—Lo es. Lo aprendí para mantener a los paparazzi alejados de mí cuando empecé a jugar. No lo he
necesitado desde entonces, pero nunca olvido un buen tip de moda. — Allison levantó un hombro
en un encogimiento— Úsalo a modo de prueba y ve a comprar tus libros de texto. Ahora,
preferiblemente, Dan está esperando para tomar tu habitación.

—No es su habitación en lo que estoy interesada. — dijo Dan.

Neil acomodó el espejo a un lado y se levantó del sofá.

—Me voy.

—Ah y, ¿Neil? — dijo Dan cuando Neil alcanzó la puerta. Neil dejó que su mano se aferrara al
mango de la puerta y la miró. — Si quieres hablar acerca de ello, de lo que sea, o…— ella
gestualizó hacia el costado de su cabeza, quizás refiriéndose al abrupto cambio de imagen de Neil.
— Sabes que estamos aquí para ti, ¿Verdad?

—Lo sé— contestó Neil— Quizás Luego. ¿Me mandarás un mensaje cuando pueda volver?

—Quizás sí. Quizás no.

Neil sacudió la cabeza y se fue. Cerró la puerta detrás de él y se dirigió hacia el pasillo. Estaba
cansado y adolorido y nada emocionado por una semana fuera de la cancha, pero nada de eso
importaba ahora.

—Estamos bien— le dijo al pasillo vacío— Vamos a estar bien.

Los Foxes estarían bien, al menos, y eso era más que suficiente.

38
Capítulo 3

Neil esperaba sentirse abandonado por tener prohibido ir al gimnasio el martes por la
mañana, pero Wymack le dio uno de los partidos más interesantes de UT para mirar. Wymack
miraba un juego distinto en su oficina, y los dos se reunieron luego para discutir el estilo de juego
de los distintos jugadores. Las chicas lo llevaron desde el estadio ya que Allison tenía que volver a
maquillar su rostro. Ésta vez fue más rápido ya que Allison sabía lo que estaba haciendo y ya sabía
qué colores utilizar.

Las clases fueron un borrón; Neil pasó más tiempo preocupándose porque la gente pudiera notar el
maquillaje de Allison que prestándoles atención a sus profesores. Fue un alivio cuando pudo salir de
su clase a la una y cuarenta y cinco y Neil pudo volver a la Torre Fox. Matt no se encontraba allí
cuando Neil entró a la suite. Una mirada a su horario de clases en la puerta de la heladera dejó en
claro que no volvería hasta que fuera casi la hora de irse.

Neil descargó su mochila en la mesa. El estante debajo de su mesa contenía el libro de matemáticas
del semestre pasado y libros de español. Retiró sus apuntes de matemáticas del estante, le quitó el
polvo a la carpeta, y se sentó a repasar. Casi todo era ligeramente familiar, pero cuanto más
avanzaba más comenzaba a recordar. Neil tenía el deprimente presentimiento de que sabía cómo iba
a pasar su in de semana.

A las tres menos cuarto Neil se encontró con Andrew y su grupo para su viaje al estadio. Los Foxes
usualmente viajaban a las prácticas en dos grupos. Hoy fueron en tres autos ya que debían ir y venir
desde el estadio hacia Reddin Hall a lo largo de la mañana de prácticas. Andrew y Kevin serían los
primeros con Betsy Dobson e iban a ir directamente así que Aaron y Nicky se subieron a la parte
trasera de la camioneta de Matt junto con Renee. Neil no creía ser capaz de trepar hasta allí sin herir
algún músculo, pero no tenía que preocuparse. Allison lo metió en su convertible rosa en cuanto
Neil estuvo a su alcance.

Neil se preparó para las preguntas, pero Allison no le habló en todo el camino. Neil le dio las
gracias mientras salía, obtuvo una mirada confusa en respuesta, y esperó en el cordón de la vereda
hasta que el resto llegara.

La práctica de la tarde fue tan mala como esperaba que lo fuera. Tomó el disco que Wymack le
había ofrecido, pero se mantuvo perdido en el pasillo mientras sus compañeros se cambiaban. Los
observó dirigirse al estadio para precalentar y tuvo que resistir el impulso de seguirlos. Sentarse en
el sofá tomó cada pizca de autocontrol que le quedaba, y esperaba que el juego pudiera distraerlo.
Funcionó hasta que los Foxes volvieron al vestidor para quitarse el equipo. Neil dejó de prestarle
atención a lo que sucedía en la pantalla, en vez de eso, miró a través de la pared.

—Concéntrate— dijo Wymack en algún punto detrás de él.

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—Lo estoy— mintió Neil.

—Hicieron un punto imposible y ni siquiera pestañeaste— replicó Wymack.

Neil miró de vuelta a la TV y vio que los puntos habían subido. La multitud se estaba volviendo
loca en el fondo.

—Debería estar en la cancha.

—Lo estarás— contestó Wymack— La próxima semana, cuando estés en mejor estado. No te
matará quedarte fuera por unos días. Podría matarte si te lastimas algo y te hieres de forma
permanente. Yo definitivamente te mataré si haces que nos eliminen solo porque eres impaciente.
Míralo así si es necesario: tus compañeros están jugando a intentar alcanzarlos ahora. Tuviste dos
semanas de práctica en las vacaciones mientras ellos estaban tonteando y sin hacer nada. Estás
adelantado.

—Kevin practicó— dijo Neil— Matt dijo que fue a la cancha del barrio todos los días.

—Es uno de ocho.

—No puedo permitirme tomarme el tiempo libre. Todos son mejores que yo y tienen suplentes.

—Tienen más experiencia y tienen distintas capacidades que las tuyas— contestó Wymack— pero
eres cien veces mejor ahora de lo que era en mayo. No te tires abajo. Ahora enfócate. Voy a
necesitar unas buenas notas cuando te vayas hoy.

Neil volvió a levantar su lápiz con cierta conformidad y Wymack se fue.

Se encontraba a la mitad del segundo juego cuando fue la hora de ir a Reddin. Ésta vez iba tercero y
lo habían emparejado con Aaron. Neil manejó, de alguna manera resistió el impulso de preguntar
cuándo fue la última vez que viajó en el asiento del pasajero. No ganaría nada con antagonizar a
Aaron.

Era demasiado temprano para que los estudiantes fueran al centro médico, así que Neil encontró un
lugar para estacionar cerca de la puerta. Pasaron la recepción principal y fueron hacia el final del
pasillo hasta la oficina del consejero. Antes de que Neil pudiera preguntar quién debía ir primero,
Aaron siguió a hacia la oficina de Betsy fuera de vista. Neil se hundió en una de las mullidas sillas
para esperar.

No quería pensar en la sesión, pero tampoco quería pensar en los Foxes practicando sin él, así que
revisó sus mensajes. La mayoría eran de Nicky: comentarios aleatorios acerca de las cosas que vio
en Nueva York, preguntas sobre Millport, e intermitentes demandas que le exigían a Neil que dejara
de ignorarlo.

Renee le envió saludos dos veces y Allison una vez, en un grupo el día de Navidad.

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Kevin solo le envió un mensaje a Neil una vez, el día que Neil fue a Evermore. Neil se lo había
perdido por un par de minutos; había sido enviado cuando Neil subió al avión. Neil leyó el mensaje
de seis palabras cuatro veces: “Jean te ayudará si lo ayudas”.

Neil solo se había sentido disgustado por Jean durante los primeros días y el mensaje de Kevin no
hubiera servido de nada en ese entonces, pero entonces entendió en retrospectiva. Jean era un
cómplice de la horrible verdad que eran los Moriyamas, ya que él había sido vendido a Tetsuji hacía
años para pagar una deuda a la cabeza de la familia. Jean odiaba su suerte en esta vida, pero ya ni
siquiera pensaba en luchar de vuelta. No era un rebelde; era un sobreviviente. Hacía lo que sea
necesario para sobrevivir el día.

A veces significaba vigilar a Neil. Jean se mantuvo en guardia sin pestañear mientras Riko destrozó
a Neil una y otra vez, pero siempre había estado allí para poner a Neil de pie de vuelta luego. Eran
compañeros en la cancha de los Ravens, lo cual significaba que sus éxitos y fracasos impactaban
directamente en el otro. Jean era un aliado cuestionable, pero era el único Raven que estuvo allí para
Neil. Era egoísmo, no amabilidad, pero había sido suficiente para mantener a Neil con vida.

Neil había sobrevivido y había salido de allí. Kevin había escapado cuando su vida se vino abajo a
su alrededor. Jean seguía allí, intentando mantenerse entero lo mejor que podía. Neil se preguntó
cuánto le costó verlos partir: si los creyó estúpidos por desafiar al Maestro o si una pequeña parte de
él estaba celosa de que hubiera encontrado la forma de escapar. Neil se preguntó si le importaba.
Era más seguro y más astuto no hacerlo. Si Jean no estaba dispuesto a pelear de vuelta, si no tenía
nada por qué pelear, no había nada ni nadie que pudiera hacerlo por él.

Un recuerdo perdido lo distrajo, casi a su alcance. Neil intentó concentrarse en él, pero pensar en
Jean lo había recordar el abuso de Riko. Neil lo apartó y siguió mirando el resto de sus mensajes.
Dan y Matt lo habían saludado varias veces. El único mensaje de Aaron fue el último que le
enviaron a Neil antes del intercambio de saludos de Año Nuevo: “No le hables a Andrew sobre
Katelyn”.

Katelyn y Aaron se habían escabullido durante la mayor parte del semestre de otoño, evitándose
durante los juegos y encontrándose en la librería entre clases. Una vez que Andrew se comprometió
a dejar que Katelyn fuera un personaje recurrente en sus vidas, cenar con Aaron varias veces por
semana y viniendo al dormitorio ocasionalmente. Era extraño que estuvieran volviendo a andar en
secreto y Neil se preguntó vagamente cómo Katelyn había reaccionado a la decisión. Quizás Aaron
le dijo cuánto Andrew la odiaba. Podría no estar feliz, pero al menos estaba viva y a salvo.

El click en la puerta lo distrajo de sus pensamientos. Neil miró la hora y cerró los mensajes. La
reticencia, más que el dolor, hizo que se pusiera lentamente de pie cuando Aaron regresó. Betsy
siguió a Aaron hasta la entrada y saludó a Neil con una cálida sonrisa.

—Hola, Neil.

Él la siguió por el pasillo hasta su oficina y pasó por su lado para entrar primero. La habitación lucía
igual que en agosto, desde los perfectamente acomodados cojines sobre el sofá hasta las figuras de
cristal alineadas sobre sus estantes. Se sentó en el sofá y observó a Betsy cerrar la puerta detrás de
ella. Se tomó un momento para mezclar algo de chocolate caliente y lo miró.

41
—Tengo té caliente, si quieres. Recuerdo que me dijiste que no te gustaba lo dulce.

—Estoy bien.

Betsy se sentó en un sitio opuesto al de él.

—Ha pasado un tiempo, ¿Cómo has estado?

—Los Foxes llegaron al campeonato de primavera. Andrew está de vuelta y sobrio, y sigo siendo el
ofensor titular. — Resumió Neil— No tengo quejas por ahora.

—Felicidades por clasificar, por cierto— dijo Betsy— Admito que no entiendo mucho sobre
deportes, pero tienes jugadores muy talentosos en tu equipo y su retorno el año pasado fue brillante.
Creo que les irá genial. Texas está algo lejos para ir, pero los alentaré desde mi casa cuando jueguen
contra Belmonte. ¿Estás listo?

—No— contestó Neil— Pero lo lograremos. No tenemos opción. El mes pasado dijimos que no
íbamos a perder ni un juego de primavera. No hemos cambiado de opinión, pero ahora creo que
ahora estamos comenzando a comprender a qué nos enfrentamos y lo que requerirá lograrlo. Vamos
a enfrentarnos contra los mejores del país, y somos contrincantes muy recientes.

—Esa es una forma muy madura de verlo— Betsy extendió sus manos un poco mientras intentaba
buscar las palabras correctas— muy practicado. Suena más como una frase pegadiza que le dirías a
un reportero que algo que admitirías frente a mí. Esperaba que pudiéramos progresar más allá de ese
tipo de declaraciones cautelosas. Recuerda que no estoy aquí para juzgar nada de lo que digas.

—Lo recuerdo— contestó Neil, y terminó la conversación allí.

Betsy inclinó la cabeza y continuó con otro tema.

—Mencionaste el retorno de Andrew como algo positivo. Sé que apoyabas mi decisión de internarlo
en noviembre. Probablemente ha pasado muy poco tiempo para que lo notes, pero, ¿Cómo estás
manejando su estado de sobriedad? ¿Alguna preocupación?

—No voy a hablar contigo sobre Andrew.

—Estoy intentando hablar sobre ti— contestó Betsy. — Esta sesión es sobre ti.

—Esto no es una sesión real— replicó Neil— Es un encuentro informal y solo estoy aquí porque el
Entrenador dijo que teníamos que venir una vez por semestre. Ninguno de los dos se beneficia.
Estás perdiendo tiempo que podrías usar en tus pacientes reales y yo me estoy perdiendo el
entrenamiento.

—No considero que esto sea una pérdida de tiempo, pero lo siento si esto está disminuyendo tu
tiempo en la cancha— ella le dio un tiempo para contestar, luego dijo— Feliz Año Nuevo, por
cierto. Olvidé decirlo. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?

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Allí estaba la pregunta que él esperaba y temía. No sabía qué tanto le habían dicho sus compañeros
de equipo, ella comenzaría a cuestionar todo lo que él le había dicho hasta el momento. Neil se
debatió entre las posibles consecuencias y decidió arriesgarse. Solo debía a ver a Betsy una vez por
semestre después de todo: ésta sería la última vez que se sentaría con ella cara a cara. Podía pensar
de él lo que quisiera.

—Estuvieron bien— dijo Neil.

— ¿Nieva en Arizona?

—De vez en cuando. Consideran una pulgada y media de nieve como una tormenta.

—Oh cielos— contestó Betsy. — Recuerdo cuando tuvimos que desempolvar hace unos años. Me
crucé con una mujer joven en camino al campus. Estaba hablando por teléfono; había llamado para
preguntarle a alguien si nevaba allí. Quería preguntarle de dónde era, pero sería invasivo.

No había hecho una pregunta, así que Neil no dijo nada. Betsy tampoco dijo nada, sin embargo,
tomó un sorbo de su chocolatada. Neil resistió el impulso de mirar el reloj. No quería saber que tan
poco tiempo había pasado.

— ¿No me hablarás? — preguntó Betsy finalmente.

— ¿De qué quieres que hable? — contestó Neil.

—Lo que sea— declaró ella. — Es tu tiempo.

— ¿Lo que sea? — repitió Neil. Cuando ella asintió alentadoramente, Neil procedió a hablarle sobre
los partidos de UT que había estado observando. Era totalmente impersonal y definitivamente no lo
que ella esperaba, pero Betsy no lo interrumpió y fue lo suficientemente agraciada como para no
lucir aburrida. Ella bebió su chocolatada y lo escuchó como si fuera la historia más importante que
había oído en todo el día.

Por algún motivo, eso hizo que a Neil le agradara incluso menos, sin embargo, no se detuvo.

Finalmente fue libre de irse. Se fue de allí, buscando antes a Aaron en la sala de espera, y se dirigió
hacia el auto. Estaban a mitad del estadio cuando Aaron habló.

—No le dije.

Eran los únicos en el auto, pero le tomó un momento a Neil darse cuenta de que le estaba hablando a
él. Miró a Aaron, pero Aaron estaba mirando por la ventana del pasajero.

—Yo tampoco— contestó Neil.

—Te preguntó sobre Andrew.

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No era una pregunta, sin embargo, Neil contestó:

—Sí, ¿A ti también?

—Ya no me pregunta nada— contestó Aaron— Sabe que no tiene sentido. Nunca le dije nada.

Neil imaginó sentarse en un silencio sepulcral mientras Betsy hablaba sobre algún tema u otro. Era a
la vez inspirador e inquietante. No sabía si él podría soportar media hora de eso.

—Ojalá hubiera pensado en eso. En vez de eso, le di un resumen de los logros de UT.

—Predecible— dijo Aaron.

Neil se preguntó cómo Andrew mataba el tiempo. Mientras estuvo en su medicación había sido
forzado a tener sesiones semanales con Betsy. Neil no sabía si seguiría haciéndolas. Estaba más
interesado en como la visión de Andrew en Betsy iba a cambar. Andrew parecía extrañamente
tolerante con ella el año pasado, hasta el punto que aceptaba recibir mensajes de ella fuera de sus
sesiones. Sin embargo, sus drogas eufóricas probablemente hacían que cualquiera fuera más fácil de
tolerar.

Neil ocupó el mismo lugar de estacionamiento en el que había encontrado el auto. Volvió a su lugar
en el sofá y Aaron continuó hacia los vestuarios para buscar su equipo de juego. Neil intentó no
envidiar su buena salud y casi lo logró.

El partido de UT era una buena distracción para su injustificada irritación, pero Neil dejó de
prestarle atención al juego cuando Renee y Allison pasaron por su lado unos minutos más tarde.
Neil las observó avanzar por la habitación, lo pensó dos veces, y luego pausó el juego.

— ¿Renee?

Las dos se detuvieron, pero Allison no se quedó por mucho tiempo. Cuando se fue Renee se acercó
y se sentó con Neil, lo suficientemente cerca para ofrecer un reconforte silencioso pero lo
suficientemente lejos para que Neil pudiera tener su espacio.

— ¿Qué dije ayer? — Le preguntó Neil— ¿Por qué reaccionaste así?

No le tomó mucho tiempo recordar.

—Sobre los cuchillos, te refieres. — Cuando Neil asintió, ella volteó sus manos y observó sus
palmas— ¿Recuerdas que te dije que estuve en una pandilla? Había un hombre allí que encontró la
forma de herirme. Le gustaban los cuchillos y mantenía una docena de ellos consigo todo el tiempo.
No podía defenderme por mi misma a través de métodos normales, así que también aprendí a pelear
con cuchillos. Practiqué por un año antes de vencerlo.

—Vencerlo.

Renee contempló la palabra por unos momentos antes de decir:

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—No sobrevivió a la pelea. Mi Jefe me ayudó a plantar el cuerpo para atribuírselo a una pandilla
rival y fui promovida. Conservé mis cuchillos durante mi juicio y mi adopción. Quería recordar de
las cosas oscuras que soy capaz de hacer y de la oscuridad que soy capaz de sobrevivir.

—Hiciste lo que debías hacer— contestó Neil— Si vivía hubiera vuelto por ti.

—Lo sé. — Contestó Renee, suave— Hubo otras chicas antes de que yo llamara su atención; habría
chicas luego de que me fuera. Pero no lo hice por un bien mayor. Lo hice porque me hizo daño
personalmente y no quería tenerle miedo nunca más. Me arrepiento más por lo que me hizo a mí de
lo que me arrepiento por matarle. No sentí horror al verlo morir. Estaba orgullosa de lo que le hice.

“Le dije a Andrew lo que hice. — Continuó Renee— Al día siguiente mientras estaba en clases él
irrumpió en mi habitación y tomó mis cuchillos. Cuando le dije que me los devolviera, dijo que me
estaba mintiendo a mí misma. Si quisiera recordarlo, no los escondería en mi armario como si
fueran un secreto vergonzoso que no podía recordar o dejar ir. No me estaban haciendo ningún bien,
así que él dijo que los tendría hasta que volviera a necesitarlos.

—Lo dejé conservarlos porque confiaba en que no los usaría— dijo Renee— Pensaba que
comprendía lo que eran: no armas, pero un símbolo de lo que habíamos superado. No le pregunté
sus motivos. Sabía que me lo diría si quisiera que lo supiera.

La respuesta más obvia era Drake, pero algo no encajaba. Neil le dio vueltas al asunto en su cabeza,
intentando resolverlo, y pensó en las cicatrices en los brazos de Andrew. ¿A quién había
sobrevivido Andrew? ¿Drake o él mismo?

Neil no iba a compartir su idea con Renee, así que dijo:

— ¿Así que esos cuchillos que lleva a todos lados son tuyos?

—Eran míos— lo corrigió Renee— Tenía razón; ya no los necesito. Si los necesitas, él te los dará a
ti, y yo te enseñaré a usarlos.

Ella ya no sonreía. Neil estudió su calma expresión y supo que lo decía en serio.

Ella pondría su fe en la humanidad y su Cristiandad a un lado para enseñarle como cortarle la


garganta a un hombre si él se lo pidiera. Neil estaba comenzando a comprender por qué a Andrew le
gustaba. Estaba lo suficientemente loca como para ser interesante.

—Gracias— dijo Neil— pero no. No quiero ser como…él.

No le dijo que ya había usado cuchillos antes; uno no puede crecer siendo un Wesninski sin haber
tenido una cuchilla en la mano. Nathan no tenía tiempo o paciencia para enseñarle a su hijo pero
había puesto a dos de sus hombres a hacerlo. Por suerte Neil había abandonado su hogar antes de
progresar de cortar los cuerpos de animales muertos.

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—Por supuesto— coincidió Renee. Esperó un momento para ver si Neil tenía algo más que decir, y
se levantó. — No debería hacer esperar a Allison, pero si quieres hablar algo más luego sabes dónde
encontrarme.

—Okay— contestó Neil. Renee había llegado a la puerta antes de que Neil tuviera que preguntar. —
¿Cómo está Andrew? Sin las drogas, me refiero.

Renee lo miró y sonrió.

—Ve a verlo. No creo que al Entrenador le importe.

Neil se mantuvo dónde estaba hasta que la puerta se cerró detrás de ella. Miró sus notas y pausó el
juego, luego dejó sus cosas a un lado y se levantó. El sonido de una pelota golpeando contra la
pared le dio la bienvenida a medida que seguía el camino hasta la cancha. Wymack se encontraba
parado cerca del banco del equipo local, mirando a sus jugadores pelar y tomando notas. Estaba de
espaldas a Neil y el ruido filtrándose a través de las ventilaciones de la cancha ayudaba a ocultar el
sonido de las pisadas de Neil. Él se mantuvo a una distancia segura y observó a sus compañeros.

Lucían pequeños reducidos a tres jugadores, pero jugaban con la ferocidad de un equipo aún más
grande. Dan y Kevin estaban emparejados en posición ofensiva contra los tres defensores, y a pesar
de que eran menos mantenían una incansable pelea. Kevin incluso se las había arreglado para
superar a Aaron y Nicky un par de veces para tirar al arco. Andrew desvió todos los tiros, pero
pasaron varios tiros hasta que Neil se dio cuenta de lo que estaba haciendo. En vez de tirar las
pelotas hacia la parte trasera de la cancha como siempre hacía, las estaba enviando de vuelta a
Kevin. Específicamente, a los pies de Kevin.

Kevin tenía que ejecutar un movimiento de pies bastante ágil para evitar tropezarse con las pelotas.
Andrew le hizo lo mismo a Dan cuando ella finalmente pasó a Matt para disparar ella misma. Ella lo
evitó, pero por poco, y Matt tuvo que sujetarla cuando se tambaleó.

Wymack insultó y se volteó para bajar sus cosas. Mientras se volteaba, divisó a Neil, y dudó con su
portapapeles a mitad de camino hacia el banco. Neil esperaba que lo hiciera volver a los vestuarios.
En vez de eso, Wymack chasqueó los dedos hacia Neil y envió su pulgar en dirección a la puerta de
la cancha.

—Dile a tu mascota psicópata que se detenga antes de que deje a alguien lisiado.

—No creo que me escuche— contestó Neil.

—Los dos sabemos que lo hará. Ahora ve.

Wymack golpeó la pared, anunciando una pausa en el partido, mientras Neil se dirigía a la puerta de
la cancha. Neil entró a la cancha y se dirigió hacia el arco. Andrew colgó su raqueta sobre sus
hombros mientras Neil se acercaba. Neil sabía que no le convenía enfrentarse a Andrew con una
audiencia, así que se detuvo lo más cerca de él que pudo y mantuvo su voz baja.

—El Entrenador quiere saber qué tienes contra la línea ofensiva.

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Andrew deslizó su mirada a través de Neil hacia la pared de la cancha.

—Puede preguntarme él mismo.

—O puedes responderme a mí ya que ya estoy aquí— respondió Neil— Solo quedan nueve de
nosotros. Si perdemos a alguien más quedaremos fuera del campeonato de primavera. Lo sabes.

Neil esperó una respuesta, pero por supuesto que no era suficiente para obtener una reacción.
Andrew ya lucía aburrido por la conversación. Neil puso una mano frente al rostro de Andrew,
bloqueando su vista de Wymack, y esperó a que Andrew volviera a mirarlo.

—Quiero que lleguemos a la final. Quiero que seamos los que hagamos perder a los Ravens.
Después de todo lo que Riko nos ha hecho, ¿No quieres eso, también?

—Dices “quiero” con mucha libertad— dijo Andrew— Cuando te dije miles de veces antes que yo
no quiero nada.

—Probablemente porque estás gastando toda tu energía en no querer nada— respondió Neil de
vuelta— Pero si no puedes comprender un concepto tan simple, lo pondré en términos que puedes
entender: este es un juego que no podemos permitirnos perder. Ésta es la forma de llegar a Riko.
Esto es lo único que podemos quitarle que realmente le va a doler. Vamos a quitarle el puesto de las
manos y mostrarle que todo este tiempo fuimos dignos de ser temidos.

— ¿Tus compañeros aún creen que eres el callado? — preguntó Andrew.

—Nuestros compañeros— dijo Neil, con énfasis— quieren esto tanto como yo lo quiero. Deja de
golpearlos en las rodillas antes de que tengan la oportunidad de intentarlo.

—No creo que en darle oportunidades a las personas.

—Yo tampoco lo hacía hasta que vine aquí. — Replicó Neil— Te di una oportunidad cuando decidí
quedarme. Me diste una oportunidad cuando me confiaste a Kevin. ¿Es tan difícil apoyarlos cuando
estuvieron contigo durante todo este tiempo?

— ¿Qué me darás a cambio de mi cooperación? — preguntó Andrew.

— ¿Porque la venganza no es suficiente? — preguntó Neil. — ¿Qué haría falta?

Andrew no tuvo que pensarlo mucho.

—Muéstrame tus cicatrices.

No era lo que Neil esperaba, lo cual era probablemente el motivo por el cual Andrew lo había
pedido. Neil abrió la boca para protestar, pero las palabras murieron en su garganta. Wymack y
Abby ya las habían visto, y los Foxes sabían que estaban allí. Había puesto la mano de Andrew en
su piel arruinada en noviembre para ganar su confianza. Neil le había prometido a Andrew las partes

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faltantes de su verdad si sobrevivían el año. No había pensado que Andrew se conformaría con
verlas.

— ¿Cuándo? — dijo, al final.

—Mañana iremos a Columbia— dijo Andrew— Ahora ve con el entrenador y dile que recuerde su
paga. No le dejaré salirse con la suya una segunda vez.

Neil no entendía, pero asintió y se fue. Los Foxes esperaron hasta que la puerta estuvo cerrada antes
de volver a jugar. La siguiente vez que Kevin envió un tiro hacia el arco, Andrew envió la pelota
hacia el final opuesto de la cancha. Neil tenía el presentimiento de que los Foxes se arrepentirían de
su intervención. Esto era más seguro, pero ahora Dan y Kevin tenían que ir a buscar la pelota cada
vez que Andrew la desviaba.

Neil volvió con Wymack y le entregó el mensaje de Andrew. Esperaba que desviara la amenaza de
Andrew sin darle importancia. No esperaba el bufido divertido y seco de Wymack.

—Sólo prométeme que esto no será un problema.

— ¿Qué cosa? — preguntó Neil.

—No sé si te estás haciendo el estúpido para molestarme o si realmente eres tonto. — contestó
Wymack. Cuando Neil lo miró sin comprender, Wymack frotó sus sienes como si estuviera intentar
aliviar un dolor de cabeza— Te compadecería, pero Andrew tiene razón. No me pagan lo suficiente
para entrometerme en esto. Date cuenta tú mismo, a tu tiempo. Deberías estar estudiando a UT
ahora.

Wymack levantó su portapapeles y comenzó a tomar notas. Neil miró desde él hasta la cancha.

—Adiós— dijo Wymack. Neil se tragó sus preguntas y volvió a los vestuarios.

Los de las clases más altas salieron a cenar el viernes luego del entrenamiento, pero antes volvieron
a los dormitorios para ponerse ropa limpia. Andrew apareció en la habitación de Matt casi al mismo
tiempo que éste se fue, y trajo una bolsa de ropa con él. Neil todavía no entendía por qué los primos
insistían en que usara algo nuevo cada vez que iban a Columbia, pero ya había aceptado que no
tenía ningún sentido cuestionarlo. Llevó la bolsa a su habitación para cambiarse. Cuando se volteó a
cerrar la puerta Andrew estaba justo detrás de él. Andrew no dijo nada, pero gestualizó hacia la
remera de Neil.

Neil dudó, entonces dejó la bolsa en la cama de Matt e intentó quitarse la remera. Cada día era un
poco más fácil, pero le dolió cuando levantó sus brazos demasiado alto y se torció, enviando un
tirón a sus puntos. Había levantado la remera por encima de su cabeza y codos antes de que Andrew
se cansara de verlo luchar y terminara de quitarla él mismo.

Andrew la dejó caer a un lado y no miró a donde había caído. Estaba más interesado en las
cicatrices y moretones que cubrían el frente de Neil.

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Andrew alcanzó las vendas de las muñecas de Neil, y Neil dejó que le quitara la cinta y la gasa. Las
costras lucían peor hoy de lo que lucían cuando aterrizó en Carolina del Sur. Abby tenía razón;
debía dejar sus heridas al aire. Neil levantó su mirada de las feas líneas de sus muñecas al rostro de
Andrew. Neil no estaba seguro de qué estaba buscando: una pizca de la violencia del miércoles o
una de las insensibles y alegres despedidas del semestre pasado. No obtuvo ninguna. Andrew lucía a
miles de años de todo lo que sucedía, desapegado y despreocupado.

En el hombro derecho de Neil había una quemadura, cortesía de haber sido golpeado con una
plancha caliente. Andrew puso su mano en ella, sus dedos alineándose con los bultos elevados que
los agujeros de la plancha habían dejado. Su pulgar derecho encontró la carne arrugada por una
bala. Neil había dormido con su chaleco antibalas puesto por un mes luego de aquella experiencia
tan cercana a la muerte, demasiado asustado para quitárselo. Su madre lo había acosado para que se
lo quitara el tiempo suficiente para poder lavarlo.

—Alguien te disparó— dijo Andrew.

—Te dije que alguien estaba detrás de mí.

—Esto— Andrew enterró sus dedos aún más profundo en la marca de la plancha— no es de una
vida huyendo.

—Mi padre me la dio. Unas personas llegaron haciendo preguntas sobre su trabajo. No dije nada,
pero tampoco me quedé lo suficientemente quieto. Me golpeó en cuanto cerraron la puerta detrás de
ellos. Es por eso que te di “Abram” — explicó Neil— No quiero darte el nombre de mi padre
porque no quiero que nadie me vuelva a llamar así jamás. Lo odiaba.

Andrew se quedó en silencio por un largo tiempo, luego bajó su mano a través de los cortes en el
estómago de Neil.

—Renee dijo que rechazaste sus cuchillos. Un magneto de la muerte como tú no debería caminar
por ahí desarmado.

—No lo estoy. — Contestó Neil— ¿No ibas a cuidar mi espalda este año? — Andrew volvió a
mirarlo, su expresión ilegible. No dijo nada, así que Neil insistió diciendo:

—No eres realmente un sociópata, ¿Verdad?

—Nunca dije que lo fuera.

—Dejas que digan eso sobre ti— dijo Neil— Nunca los corregiste.

Andrew le restó importancia.

—Lo que la gente quiera pensar de mí no es mi problema.

— ¿El entrenador sabe?

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—Por supuesto que lo sabe.

—Entonces, tu medicina— pregunta Neil— ¿Esas pastillas eran realmente anti-psicóticos?

—Haces muchas preguntas. — dijo Neil, y dejó a Neil a solas para que se vistiera.

Cuando terminó, Neil encontró al grupo de Andrew en el pasillo. Nicky le dio una sonrisa dientuda
de aprobación al ver cómo le quedaba su ropa nueva. Aaron apenas lo miró. Kevin revisó el rostro
de Neil por si su maquillaje se había corrido en algún punto, pero no dijo nada. Andrew solo esperó
el tiempo suficiente como para escuchar la puerta trabarse y se dirigió hacia las escaleras. Tenía dos
cigarrillos encendidos antes de que alcanzaran el Segundo piso, y pasó uno por encima de su
hombro hacia Neil. Neil lo sostuvo hasta que llegaron al auto.

Nicky le envió una mirada extrañada mientras abría la puerta trasera.

—No fumas.

—No— coincidió Neil, y apagó el cigarrillo con la suela de su zapato. Guardó la otra mitad del
cigarrillo para después. Se metió en el asiento del pasajero antes de que Nicky pudiera preguntar y
se puso el cinturón. Los otros no tardaron en subir al auto, y Andrew arrancó en cuanto la última
puerta se cerró.

Neil hubiera estado feliz de no volver a Columbia nunca más luego de lo sucedido en noviembre,
pero los otros parecían impasibles. Estacionaron en el estacionamiento de Sweetie’s como si nada
malo hubiera sucedido en aquella ciudad y se acomodaron en la primera mesa disponible. Nicky
habló sobre sus clases, pero Neil no podía concentrarse en sus palabras. Las hizo entrar por un oído
y las dejó salir por el otro mientras comió su helado en silencio.

Eden’s Twilight estaba tan lleno como siempre. Un portero se encontraba sentado en un banco
mientras chequeaba las identificaciones mientras otro se encontraba junto a la puerta. El primero se
puso de pie en cuanto vio el auto de Andrew contra la vereda. Neil se mantuvo atrás mientras Nicky
y Aaron intercambiaban saludos vigorosos y palmadas en la espalda.

Uno de los guardaespaldas le dijo algo a Aaron, su voz baja pero su expresión intensa. Neil supuso
que era una promesa de apoyo en el juicio que se avecinaba, a juzgar por la mirada agradecida en el
rostro de Aaron. ´Neil miró a Andrew, que estaba esperando en el asiento del conductor por un pase
VIP de estacionamiento, pero Andrew estaba mirando el tráfico en vez del espectáculo en la puerta.
Finalmente, Nicky consiguió un pase gracias a uno de los porteros y se lo entregó.

Andrew se fue en el auto mientras los otros se dirigieron hacia adentro. Neil siguió a Kevin a través
de la multitud, empujando a los cuerpos transpirados y haciendo una pequeña mueca ante la música
estruendosa que salía por los parlantes. No había ninguna mesa vacía, así que terminaron contra la
barra del bar. No pasó mucho tiempo hasta que Roland los vio y casi dejó caer su batidor de
cocteles. En cuanto terminó sus pedidos se dirigió en línea recta hacia ellos.

—Maldita sea— dijo— Estaba comenzando a pensar que no volverlos.

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—Como si pudiéramos mantenernos lejos para siempre— dijo Nicky— Es solo que no sería lo
mismo sin Andrew.

— ¿Andrew ya salió? — Preguntó Roland con un alivio evidente— Nos mató cuando oímos las
noticias. Desearía que hubiéramos podido hacer algo, lo que sea. Tú— dijo, mirando a Aaron— eres
un héroe. Te cubrimos, ¿Entiendes? Si intentan decretarte alguno de esos cargos de mierda
marcharemos hasta la corte. Ese tipo merecía lo que le tocó y todos lo sabemos.

—Gracias— dijo Aaron.

Roland les sirvió una ronda de shots. Había visto a Neil una docena de veces antes y sabía que no
bebía, pero puso un shot a medio camino entre él y Neil en caso de que Neil sintiera ganas de
celebrar. Neil lo dejó allí y los observó beber. Roland había iniciado una segunda ronda para el
momento en el que Andrew se unió a ellos. Andrew se deslizó con cuidado entre el estrecho espacio
entre Kevin y Neil.

—Bienvenidos de vuelta a la tierra de la libertad— dijo Roland— Diría “y los sobrios”, pero
sabemos que eso no durará mucho. Salud.

Vaciaron sus shots con facilidad. Roland comenzó a armar su bandeja usual. Estaba por terminar
cuando finalmente se habilitó una mesa. Neil se quedó con Andrew mientras el resto fue a
reclamarla. Andrew bebió el shot de Neil cuando lo vio. Roland pausó entre bebidas para volver a
llenarlo. Ésta vez lo deslizó un poco más cerca de Neil.

—Déjate llevar un poco. Es una ocasión especial— dijo Roland.

—Es el final de siete semanas de trabajo duro— contestó Neil.

Andrew no perdió el tiempo discutiendo. Tomó el segundo shot de Neil y Roland no intentó servirle
un tercero. Cuando Roland terminó de mezclar las bebidas, Neil abrió un camino para que Andrew
pudiera llevar la bandeja. Los otros se abalanzaron sobre ellas, pero Andrew bebió su parte más
lento de lo que Neil lo había visto jamás. Neil asumió que su tolerancia se había ido a la basura
luego de dos meses sin beber. Le había dicho a Neil el año pasado que sabía cuáles eran sus
limitaciones. Eso hizo que Neil se preguntara si alguna vez Aaron y Nicky habían visto a Andrew
borracho. Por algún motivo, lo dudaba.

Se tragaron el polvo de galletas en grupo, Aaron y Nicky desaparecieron. Kevin continuó haciendo
incursiones hacia las bebidas. Andrew observó la multitud y bebió su trago a la velocidad de una
tortuga. Neil no sabía qué decirles, así que decidió mantenerse ocupado. Quitó los vasos llenos de la
bandeja y los cambió por los vacíos para luego dirigirse hacia el bar. Roland lo atendió en cuanto
pudo. Neil dobló ambos brazos sobre la mesada del bar y observó a Roland mezclar la siguiente
ronda.

—Así que Andrew finalmente accedió, ¿Eh? — Dijo Roland— Eso luce bastante mal.

Neil casi alcanzó su rostro, pero Roland estaba mirando sus muñecas. La nueva remera de Neil era
de mangas largas, pero estaba hecha de un material ligero para no estar tan abrigado dentro del lleno

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club. El final se había deslizado por sus antebrazos un poco cuando dobló los brazos. Él bajo las
mangas, sabiendo que era demasiado tarde para ocultar las laceraciones a medio curar. Mientras lo
hacía notó que el retumbar en las palabras de Roland era una risa contenida.

Roland le dio una sonrisa de disculpas cuando Neil frunció el entrecejo hacia él.

—Me preguntaba si estar limpio curaría todas esas reglas de no tocar que tiene. Tiene sentido que
no lo haga, ahora que sabemos sobre…

Roland sacudió la cabeza y visiblemente se obligó a cambiar su enojo.

—No sé si decir “gracias” por aliviar mi curiosidad o “perdón”. Es obvio que la sobriedad ha
empeorado el problema. Solo para que sepas, hacen esposas acolchadas. Deberías buscarlas.

—El problema— repitió Neil, perdido— ¿Qué regla de no tocar?

Roland pareció sorprendido, luego confundido.

— ¿No lo sabes? Pero entonces…

—Las obtuve en una pelea— explicó Neil— ¿Por qué Andrew me haría esto?

—Uh, no lo sabes— dijo Roland de nuevo, ya no era una pregunta, pero un receso en la
conversación. — ¿Sabes qué? Olvida que dije algo. No, en serio. — dijo cuándo Neil abrió la boca
para discutir— Hey, aquí. Tus bebidas están listas. Tengo que chequear al resto de mis clientes.

Desapareció antes de que Neil pudiera decir más que “¿Qué?”. Neil lo observó, pero no había
respuestas en él. Tomó la bandeja con manos inestables y la llevó de vuelta a la mesa.

Quería que Kevin se fuera, pero Andrew no lo dejaría ir lejos sin un guardia.

Por suerte, Kevin no podía hablar una palabra en alemán. Neil se sentó de costado en su silla,
enfrentando a Andrew, y dijo:

— ¿Por qué Roland cree que me estás atando?

Andrew detuvo su vaso a mitad de camino hacia su boca, dudoso. Miró las manos de Neil donde se
encontraban aferradas al borde del asiento entre sus rodillas. Neil no miró si las líneas furiosas se
veían de nuevo. No se soltó por completo, pero golpeó sus dedos a un ritmo irregular. Pareció una
eternidad antes de que arrastrara su mirada hacia arriba de las manos de Neil a su rostro.

—Probablemente cree que eres tan malo siguiendo órdenes como él— explicó Andrew— Roland
sabe que no me gusta que me toquen.

—Eso no responde a mi pregunta.

—Es la respuesta— dijo Andrew— Reformula la pregunta si no te gusta.

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—Quiero jugar otra ronda— contestó Neil— ¿Qué está fuera de la paga del Entrenador?

Andrew volteó su asiento para enfrentar a Neil y dejó caer su codo en la parte trasera de su silla.
Acunó su cara en su mano y consideró a Neil. No parecía en absoluto molesto por el repentino
interrogatorio, pero esa calma no sirvió para aliviar la sensación que roía el estómago de Neil.

—Cuando el entrenador nos inscribió, prometió mantenerse fuera de nuestros problemas personales.
Dijo que la junta le pagaba para ser nuestro entrenador, nada más ni nada menos.

Esa respuesta no era mucho mejor. Neil no sabía si debía seguir presionando, pero si no obtenía la
verdad ahora no lo haría nunca.

—No creía ser un problema personal. Me odias, ¿recuerdas?

—Cada centímetro de ti— dijo Andrew— Eso no significa que no te la chuparía.

El mundo se movió un poco de costado. Neil presionó sus zapatillas con más fuerza contra el suelo
para no caerse.

—Te gusto.

—Te odio— lo corrigió Andrew, pero Neil apenas lo escuchó.

Por un vertiginoso momento, él comprendió. Recordó la mano de Andrew sobre su boca en Exites
cuando se retiró de la conversación. Pensó en Andrew cediendo a sus insistencias y sosteniéndolo
cuando Neil más lo necesitaba. Andrew lo había llamado interesante y peligroso y le había dado las
llaves de su casa y de su auto. Había confiado a Kevin en manos de Neil porque Kevin era
importante para los dos y sabía que Neil no lo iba a decepcionar.

Neil intentó unir cada pieza, pero cuando más lo intentaba, más rápido se desmoronaba. No tenía
sentido. No sabía que debía pensar. Podía ser mentira, pero Neil sabía que no lo era. Andrew era un
montón de cosas desagradables, pero un mentiroso patológico no era una de ellas.

La honestidad encajaba en Andrew porque era un instigador de corazón y sus opiniones


generalmente eran poco populares.

Le tomó a Neil tres intentos encontrar su voz.

—Nunca dijiste nada.

— ¿Por qué lo haría? — Andrew alzó un hombro en un encogimiento— Nada saldrá de ello.

—Nada— repitió Neil.

—Soy autodestructivo, no estúpido— dijo Andrew— Sé lo que me conviene.

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No había nada que Neil pudiera decir excepto “Bien” pero no sonaba bien y no se sentía bien. ¿Qué
se suponía que Neil tenía que hacer con una verdad como esa? Estaría muerto en cuatro meses,
cinco si tenía suerte. Se suponía que no debía ser esto para nadie, incluso menos para Andrew.

Andrew había dicho durante todo el año, lo había dicho a la cara de Neil esa misma semana, que no
quería nada. Neil no debería ser la excepción a esa regla.

Andrew se tragó el shot y bajó el vaso descuidadamente de vuelta en la bandeja. Sacó un paquete de
cigarrillos de su bolsillo trasero y se puso de pie para chequear el contenido.

Neil debió dejarlo ir sin discutir, pero dijo:

—Es tu turno.

Andrew sacudió el paquete hasta que un cigarrillo cayó en su mano y lo colocó entre sus labios.

—No tengo que tomarlo ahora.

Neil observó el lugar por el que se fue incluso luego de que desapareciera entre la multitud. No
había notado que Kevin lo estaba llamando hasta que Kevin finalmente golpeó su hombro para
llamar su atención. Neil saltó como si le hubieran disparado y volvió su atención hacia Kevin. Lo
que sea que Kevin vio en el rostro de Neil, fue suficiente para matar su curiosidad. Kevin cerró la
boca lentamente, quitó su mano, y volvió a beber.

Pasó una hora hasta que Andrew volvió con ellos. No les dijo otra palabra esa noche y Neil estaba
feliz de darle su espacio. Aaron y Nicky eventualmente volvieron, borrachos y exhaustos, y se
fueron juntos. La casa de los primos no estaba lejos, pero no había suficientes camas para todos
ellos. Kevin tomó el sofá, así que Neil se acomodó en un sillón individual con una manta extra.

Pasaron horas hasta que pudo dejar de pensar el tiempo suficiente como para quedarse dormido.

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Capítulo 4

El lunes Kevin retomó las prácticas nocturnas de nuevo, pero se negó a dejar ir a Neil. La
tarde del martes, Abby permitió a regañadientes que Neil volviera a la cancha, siempre y cuando
jugara sin mucha agresión. Neil apenas se quedó el tiempo suficiente para escuchar el “de acuerdo”
y se fue a buscar su equipo. Los Foxes ya se encontraban en la cancha, ya que Abby había llegado
casi dos horas más tarde a la práctica, pero Dan hizo que detuvieran los simulacros en cuanto Neil
abrió la puerta. Ella y Matt lo saludaron al llegar con gritos triunfantes. Nicky chocó palos con él en
su camino al lado de Kevin.

—Si no puedes jugar, no lo hagas— dijo Kevin.

—Lo sé— contestó Neil— Si algo me duele saldré de la cancha. — Kevin le dio una mirada
sospechosa pero no discutió.

Dolió, casi inmediatamente, pero era un alivio volver a trabajar sus músculos adoloridos. Neil
mantuvo un ritmo tranquilo porque Abby y Wymack lo estaban mirando desde los costados. Cuando
finalmente tuvo que detenerse y estirar temió que lo sacaran. No lo hicieron, así que volvió al juego
con aires de victoria. Al terminar Wymack los hizo sentarse en los vestuarios para revisar los
momentos buenos y malos del día.

Cuando terminó miró a Neil y dijo:

—¿Y bien?

—Estoy bien— contestó Neil. Se inclinó un poco más lejos de la mirada mortal de Kevin y dijo—
Si no estuviera adolorido ahora, estaría preocupado, pero no estoy tan adolorido como para que
represente un problema. Puedo saltearme el ejercicio de pared si los golpes empiezan a tirar mucho
de mis puntos.

— ¿Era tan difícil decir eso la primera vez? — preguntó Dan irónicamente.

—Lo dije la primera vez. — replicó Neil— Estoy bien.

—La palabra que estás buscando es desesperado u obsesionado— lo corrigió Nicky, sonriendo.

—Bien— dijo Wymack— Neil, debes ir al gimnasio mañana. Ve despacio por unos días, ¿Si?
Adapta el circuito como lo necesites y dime si algo no funciona. Lastímate aquí, no allí— Wymack
debió notar la mirada sucia que Abby le dio, pero decidió ignorarla— Eso es todo por hoy,
entonces. Agarren sus cosas y lárguense.

Se lavaron y se dirigieron de vuelta a los dormitorios. Dan fue con Matt y Neil a su habitación.

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Neil lo tomó como una indirecta de que se largara, pero Dan leo llamó cuando se volteó para irse.
Cuando ella supo que él entendió se sentó en el sofá y abrazó su rodilla contra su pecho.

—Así que la vida volvió a la normalidad— dijo Dan— Nosotros y ellos, me refiero. Fue divertido el
mes pasado, ¿Verdad? Me gustaban nuestras cenas grupales y salidas.

—Se siente como si hubiéramos vuelto al mismo punto en el que empezamos en Agosto— coincidió
Matt.

—Si supiéramos qué tiene Andrew contra nosotros, podríamos combatirlo— dijo Dan. Ella golpeó
un ritmo agitado contra su rodilla durante un minuto, luego miró a Neil. — ¿Cómo lo convenciste
para que dejara de hacernos tropezar durante la práctica el otro día?

Neil lo redujo a la más básica, simple verdad.

—Le pregunté.

—Le preguntaste. — dijo Matt. Casi sonaba como una acusación— Dijiste lo mismo acerca de
Halloween y los padres de Nicky. En serio, Neil, ¿Cómo sigues convenciéndolo de que haga cosas
que obviamente no quiere hacer? ¿Es soborno o chantaje?

Dan le dio a Matt una mirada indescifrable y dijo:

—Sin presión, Neil. Sin mierda. Andrew está sobrio ahora y sé que eso cambia las cosas, pero,
¿podrías traerlo hacia nosotros?

—No lo sé— admitió Neil— Puedo intentarlo. Pero— continuó, con una mirada entre ellos—
alguien tiene que trabajar en Aaron. Nicky quiere ser su amigo y Kevin sabe que el equipo es más
fuerte estando unido, pero Aaron es casi está casi tan en contra nuestra como Andrew. Eso no tiene
sentido, porque ponerse del lado de Andrew significa ocultar a Katelyn. Si Aaron está dispuesto a
hacer eso sin pelear, no depende solo de Andrew. Depende de los dos.

Dan lucía pensativa.

—Katelyn debe saber algo. Ninguna chica que se respete a si misma soportaría esto a menos que
hubiera una buena razón. Si no hablara, ¿Crees que podrías sacar algo de Aaron, Matt? Dijiste que
está mejor desde Navidad, ¿Verdad?

—Vale la pena intentarlo— dijo Matt. — ¿El Entrenador ya te dio tu horario de tutoría?

—Está en mi escritorio, por algún lado— contestó Dan— en cuanto lo encuentre te mandaré sus
horarios por mensaje.

—Bien. Veré si lo puedo interceptar en algún momento.

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—Déjame intentar hablar con Katelyn primero— dijo Dan. Ella se inclinó para sacar su celular de
su bolsillo y mandó un mensaje— No quiero que Aaron le diga que estamos fisgoneando.

Matt asintió, pero Dan estaba mirando su celular como si pudiera obtener una respuesta del mismo.
No tardó en sonar. Dan y Katelyn se enviaron un par de mensajes y se levantó.

—Bien. Voy a salir un rato. Podría tardar, así que coman sin mí, ¿Me desean suerte?

—Suerte— dijo Neil mientras Matt le dio un beso de despedida.

Neil y Matt terminaron cenando con Renee y Allison en la habitación de las chicas. La película que
eligió Allison fue instantáneamente rechazada, sin embargo, Allison tiró la democracia por la
ventana y la puso de todas maneras. Probablemente fue la peor cosa que Neil vio en su vida, pero al
menos ayudó a matar el tiempo. No tuvo que ver los últimos quince minutos de melodrama y mala
actuación porque Kevin estaba listo para ir a la cancha. Se encontraron con Andrew en el auto.

Andrew se desparramó en el sofá de la sala de estar mientras Kevin fue directamente a cambiarse.
Neil se detuvo, cambió de opinión y comenzó a seguir a Kevin, pero luego cambió de parecer de
nuevo. Se paró detrás del sofá, doblando sus brazos sobre el respaldo y se inclinó hacia adelante
para mirar a Andrew. Andrew tenía un brazo doblado por debajo de su cabeza y el otro sobre sus
ojos para cubrirlos de la luz.

—Un día de estos podrías practicar con nosotros— le dijo Neil. No le sorprendía que Andrew no
contestara, pero se negaba a rendirse tan fácilmente— ¿Por qué comenzaste a jugar si no estás
dispuesto a practicar?

—Era una mejor jaula que la otra alternativa.

Esa fue una de las cosas con las que insistían los reporteros cuando Kevin se convirtió en una figura
permanente junto a Andrew: Kevin había sido criado en Evermore, rodeado por los mejores y
prácticamente había nacido con una raqueta en la mano, mientras que Andrew había aprendido a
jugar al Exy mientras estaba en el reformatorio. Neil tenía un artículo de una página entera sobre
ello en su carpeta. Estaba groseramente titulado “El príncipe y el mendigo”, y su enfoque era cuán
condenada estaba su amistad. El escritor creía que sus actitudes hacia el Exy eran muy
incompatibles y sus antecedentes eran demasiado incompatibles para que ellos pudieran permanecer
juntos mucho tiempo.

Neil asumía que el Oficial Higgins era la razón por la que Andrew terminó en uno de los mejores
reformatorios de California. Se enfocaba en la rehabilitación a través de la disciplina y el
empoderamiento, lo cual significaba que todos los reclusos aprendían equipos grupales. No había el
espacio suficiente para una cancha entera, pero un oficial confirmó en una entrevista que tenía
media cancha en su terreno. Los que mejor se comportaban de los posibles futuros atletas de Exy
iban en viajes grupales ocasionales al centro comunitario y competían contra algunos equipos del
barrio.

Neil no culpaba a Andrew por pensar que la cancha era un mejor lugar para estar que una celda,
pero dudaba que el Exy fuera el único deporte que el lugar ofrecía. Andrew eligió el Exy por una

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razón. Andrew asumía que la naturaleza agresiva del juego era más llamativa para él, pero Andrew
era un arquero. Tenía muy pocas oportunidades para complacerse con violencia sin sentido.

Se lo comentó a Andrew y obtuvo un leve encogimiento de hombros en respuesta.

—El guardia me lo asignó a mí— explicó Andrew— De otra forma no podría jugar.

— ¿Creían que le harías daño a alguien si te dejaban libre en la cancha? — preguntó Neil. Andrew
no contestó; Neil tomó su silencio como una confirmación.

—Creo que es mejor así, contigo en la última línea de defensa. Dejas que nos hagamos cargo
nosotros mismos en la cancha y cuidas nuestras espaldas. Juegas de la misma forma que vives. Es
por eso que eres tan bueno.

Neil levantó la vista cuando la puerta se abrió al final del pasillo. Kevin había vuelto a buscarlo, ya
vestido con su equipo y luciendo enojado por el atraso. Se detuvo de golpe cuando se dio cuenta de
que estaban hablando. Kevin todavía no le había preguntado a Neil qué había pasado el viernes.
Neil no sabía si le había preguntado a Andrew, pero dudaba que Andrew lo explicara. De acuerdo
con Renee, solo ella y Neil sabían que Andrew era gay. Neil no sabía cómo Wymack se había dado
cuenta.

—Ya voy— dijo Neil, pero no se enderezó.

Kevin levantó un dedo advirtiendo que solo tenía un minuto y se fue. Neil escuchó la puerta trasera
cerrarse antes de mirar a Andrew de vuelta.

—Tampoco soy ofensor por elección— dijo— era defensor en las ligas menores. Riko lo recuerda
porque competí con él y Kevin. Me hizo jugar como defensor con sus Ravens en Navidad.

Eso hizo que Andrew finalmente bajara el brazo.

—Ligas menores, dice él. Te recuerdo perfectamente diciéndole a la gente que aprendiste a jugar en
Millport.

—Una verdad parcial— dijo Neil— Sabía jugar al Exy. No sabía jugar como ofensor. No quería
jugar en ataque, pero el Entrenador Hernández no tenía lugar en su línea de defensa. Era ser ofensor
o nada, y tenía demasiadas ganas de jugar como para rechazarlo. Ahora no me puedo ver jugando de
ninguna otra forma.

Andrew no dijo nada por un tiempo y luego:

—Eres más como un mapache que un zorro.

Neil lo observó.

— ¿Qué?

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—Un mapache— dijo Andrew y simuló tener una bola frente a su rostro— El Exy es el objeto
brillante en tu triste y pequeño mundo. Sabes que te están buscando y sabes que los perros se están
acercando, pero no lo dejarás ir para salvarte. Una vez me dijiste que no puedes entender por qué
una persona intentaría morir a propósito, pero aquí estás. Supongo que esa fue otra mentira.

—No estoy tratando de morir. —Dijo Neil— Es así como me mantengo con vida. Cuando estoy
jugando, siento que tengo control sobre algo. Siento que tengo el poder de cambiar las cosas. Me
siento más real allí de lo que me siento en cualquier otra parte. A la cancha no le importa cuál es mi
nombre o de donde soy o dónde estaré mañana. Me deja existir como soy.

—Es una cancha— contestó Andrew—No te “deja” hacer nada.

—Sabes a qué me refiero.

—No lo sé.

—Por qué no tienes nada, ¿Verdad? — dijo Neil en un desafío silencioso. — Nada te apasiona de
esa manera. Nada se mete bajo tu piel.

—Al fin lo entiende— meditó Andrew— Le tomó tan solo un año.

— ¿A qué le temes?

—A las alturas.

—Andrew.

—Si haces que Kevin vuelta a buscarte, te arrepentirás.

Neil se apartó del sofá sin decir otra palabra y fue a cambiarse. Se puso el equipo con más fuerza de
la necesaria, pero seguía zumbando con fastidio cuando se metió en la cancha. Recibir quejas por
llegar tarde no ayudó a su humor. Neil casi le recordó a Kevin que no tenían un horario obligatorio
para sus sesiones extra, pero no tenía sentido hacerlo. Estaban allí porque tenían trabajo que hacer.

Hizo los simulacros tan rápido y tan intensamente como pudo, sabiendo que se arrepentiría por la
mañana. No le importaba. Era más difícil pensar cuando se sentía adolorido. El cansancio terminó
de matar lo último que le quedaba de fastidio y ya no sentía casi nada para el momento que
abandonaron la cancha.

Esa calma paz duró hasta que Neil dejó la ducha y encontró a Kevin sentado en el banco del
vestidor. La dura mirada en su rostro dejaba en claro que no estaba esperando por cortesía.

— ¿Lo solucionaste? — preguntó Kevin.

— ¿Solucionar qué? — preguntó Neil de vuelta.

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—No actúes como un imbécil. Si estás aquí, espero que estés realmente aquí— dijo haciendo
énfasis en la última palabra— El momento en el que tus problemas con Andrew interfieren en
nuestro juego se convierten en nuestro problema, ¿Quieres que ganemos o no?

—No me des lecciones como si no supiera el riesgo que corremos.

—Me dijiste que me enfoque en el equipo— dijo Kevin— Eso es lo que estoy haciendo:
asegurándome de que no arruines su éxito.

—No estoy arruinando nada. Llegué dos minutos tarde porque le pregunté a Andrew que viniera a
practicar con nosotros.

—Tardaste cinco, y no vuelvas a preguntarle. No lo necesitamos allí como un favor para nosotros.
Tiene que venir por voluntad propia o no significará nada— Kevin se levantó y le hizo señas a Neil
para que lo siguiera— Nos vamos.

Buscaron a Andrew en la sala de estar en su camino a la salida y se separaron en el pasillo. Matt ya


estaba dormido, pero había dejado la lámpara de su escritorio prendida para que Neil pudiera
encontrar el camino. Neil se cambió bajo la suave luz. Cuando fue a apagar la lámpara en su camino
a la cama, encontró una nota pegada al enchufe.

“Tenías razón”, decía.

Neil puso la nota en el cajón de su mesa y fue a la cama. No tenía sentido pensar sobre ello cuando
estaría despierto en cinco horas, así que apartó sus pensamientos y se obligó a dormir. Parecía que
apenas había cerrado sus ojos cuando su alarma comenzó a sonar. Neil rodó para apagarla y casi
gimió por cuán adolorido se encontraba. Tendría que volver a calmarse durante la práctica de hoy o
Wymack lo echaría.

Matt recién estuvo lo suficientemente despierto como para hablar luego de ponerse las zapatillas.
Todavía tenía los cordones a medio atar cuando miró a Neil.

—Tenías razón. Hicieron una promesa. Aaron y Andrew, digo. Al menos eso es lo que Aaron le dijo
a Katelyn. Aaron hizo el trato con Andrew en el reformatorio: si Andrew se quedaba con él hasta la
graduación, Aaron se quedaría con él. Nada de amigos, nada de novias, nada. Aaron no podía
socializar siquiera con sus compañeros de equipo.

Neil deslizó sus dedos por su cabello y testeó las vendas de su mejilla.

—Aaron probablemente se refería a la graduación del secundario. Lo renovaron cuando firmaron el


contrato para jugar aquí.

—Ahora Katelyn está en el medio, pero Aaron no peleará por ella— Matt sacudió la cabeza y
terminó de atar sus zapatillas— Katelyn le dijo a Dan lo que Andrew le hizo a sus ex de la escuela.
Si Katelyn no le teme a Andrew, no está a salvo de él. ¿Andrew estará tan loco que apartaría a
alguien tan importante para Aaron?

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—Aaron hizo una promesa— dijo Neil, eligiendo sus palabras con cuidado— Andrew hará que la
cumpla. No es tan loco como suena.

Neil casi había olvidado lo ciegos que eran los de las clases superiores frente a los problemas de los
gemelos. No se había dado cuenta hasta su segundo viaje a Eden’s Twilight, pero ahora la guerra
fría entre ellos era dolorosamente obvia. La importancia de Katelyn para Aaron era lo que la ponía
en peligro. Si Aaron no peleaba por ella, ¿Era porque estaba demasiado asustado como para
enfrentarse a su hermano o realmente creía que iba a ganar más si seguía la corriente? Aún más
importante, ¿Por qué Andrew accedió a extender el trato? ¿Todavía intentaba apartar a Aaron por
ponerse del lado de su madre, o creía que el tiempo suficiente haría la diferencia? Lo segundo
parecía menos probable, pero Neil estaba dispuesto a creerlo. Cuando Drake dejó a Andrew hecho
un conmocionado y adolorido desastre en Columbia, lo único que le importó a Andrew, la única
persona que necesitó ver, fue Aaron. Su propio trauma no tenía importancia; le preocupaba la sangre
desparramada por la piel de Aaron.

Aaron y Andrew se habían hecho esto el uno al otro, y estaban estancados. No estaban dispuestos a
avanzar pero tampoco dispuestos a dejarse ir. Noviembre debió ser un catalizador, pero el arresto de
Aaron y el exilio de Andrew a Easthaven significaron que ambos se recuperaron de aquella
pesadilla lejos del otro. Andrew había vuelto hacía una semana, y Neil estaba seguro de que ellos
todavía no habían hablado sobre esa noche, de la misma forma que nunca hablaban sobre los
motivos detrás de la muerte de Tilda Minyard.

Aaron ignoraría a Neil si lo mencionara y Neil no tenía un secreto lo suficientemente grande como
para convencer a Andrew de intentar hablar con Aaron. Kevin no se metería y Andrew apartaría a
Nicky si lo intentara. Wymack había prometido mantenerse fuera de sus problemas personales,
aunque había pasado esa línea el otro día por la seguridad de su equipo. Renee podría obtener la
atención de Andrew durante el tiempo suficiente para plantar la idea de una reconciliación, pero
Aaron no tenía ningún interés en nada que Renee tuviera para decir.

Eso dejaba muy pocas opciones, y Neil había borrado el número de Betsy Dobson de su teléfono el
mismo día que Andrew la había programado como contacto de emergencia. Aaron dijo que no
hablaba con Betsy, pero había notado lo apegado que Andrew era a ella. Quizás la dejaría mediar en
un ambiente confidencial. Si se negaba, Katelyn podría darle el empuje final que necesitaba. Lograr
que Andrew aceptara sería desafío real. Incluso aunque su sobriedad no hubiera cambiado su
opinión acerca de Betsy, convencerlo de abrirse a Aaron sobre todo este asunto era casi imposible.

Extrañamente se preguntó si Betsy siquiera sabía que los hermanos tenían problemas.

— ¿Neil?

Neil alzó la vista para ver a Matt inclinado contra la puerta. Ni siquiera había notado que Matt había
dejado la habitación, demasiado metido en sus pensamientos. Matt lucía algo perplejo de encontrar
a Neil en el mismo lugar que lo había dejado.

—¿Estás bien? Tenemos que irnos.

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Si Neil llegaba tarde al entrenamiento dos veces seguidas Kevin probablemente lo dejaría en la
banca solo porque sí.

Neil agarró sus llaves del armario.

—Estoy bien. ¿Dan te dio el nuevo horario de tutoría de Aaron? — Cuando Matt asintió, Neil
dijo— Cambié de opinión. Yo lidiaré con él. Tengo una idea.

Matt le envió el mensaje a Neil mientras Neil cerraba la puerta de la suite detrás de ellos. Neil sintió
su celular vibras, pero no leyó el mensaje en su camino al estadio. La pantalla era demasiado
pequeña para que alguien lo leyera sobre su hombro, pero Nicky querría saber a quién le estaba
enviando mensajes. Neil tendría que obtener los números de Betsy y Katelyn luego. Con suerte, Dan
los tendría en su celular.

Pasaron la mañana de entrenamiento haciendo ejercicios de fuerza en el gimnasio. Neil volvió con
el grupo de Andrew, pero se detuvo en la habitación de las chicas para que le recubrieran los
moretones. Lucía mejor luego de una semana fuera del alcance de Riko, pero todavía debía
recuperarse por un par de días más. Sin embargo, incluso luego de haberse curado Neil tendría la
venda en la cara, todavía no le había dicho a los de las clases más altas lo que les estaba ocultando.
Neil lo pensó mientras Allison trabajaba en su rostro.

El grupo de Andrew y el staff sabía, lo cual significaba que no tenía sentido ocultarlo.

—Allison— dijo, advirtiéndole que iba a moverse.

Ella apartó su mano un poco, y Neil alcanzó la cinta de su cara. No sabía dónde era seguro tocar, ya
que su mejilla se sentía fría por el concealer. Allison comprendió lo que quería hacer y apartó su
mano del camino. Ella quitó el borde de la cinta con sus largas uñas y apartó el vendaje en un rápido
movimiento.

Le tomó medio segundo comprender lo que estaba mirando, y estuvo de pie con un estridente:

— ¿Me estás jodiendo?

Dan estaba en la cocina buscando el desayuno y Renee estaba en su habitación, pero el motín de
Allison las trajo corriendo. Dan estaba a la izquierda de Neil, así que ella lo vio primero. Se detuvo,
pero solo por un segundo. Un latido más tarde había cruzado la habitación hacia donde Allison se
había encontrado sentada. Neil no sabía que se podía mover tan rápido.

—Es una broma— dijo, alzando la barbilla de Neil— ¿Neil?

—Me dijo que transfiriera a los Ravens— dijo Neil— Dijo que podía terminar mi año con los Foxes
pero que debía moverme a Edgar Allan este otoño. Me marcaron en preparación, no pude
detenerlos. Quería que lo supieran en caso de que Riko dijera algo sobre ello. Soy un Fox sin
importar lo que diga. No firmé sus papeles.

—Quítatelo— dijo Dan.

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—Es permanente.

—Nada es permanente. Quítatelo. Matt te prestará el dinero.

—Él lo hará o yo lo haré— dijo Allison— No quiero ver eso en mi cancha. La marca de Kevin ya
arruina la atmósfera lo suficiente.

—Kevin sabía sobre esto, ¿Verdad? — dijo Dan, indignada— Sabía lo que Riko te iba a hacer y te
dejó ir de todas formas. La próxima vez que lo vea…

—No harás nada— la interrumpió Neil— Kevin no tenía derecho a detenerme.

—Te dejó ir a Riko en su lugar.

—No— contestó Neil— Kevin no tenía que ver con nada de ello. Sabía que no era sobre él.

Dan no esperaba eso. La confusión aplacó su furia.

—Dijiste que Riko intentaba llegar a Kevin.

—Dije que Riko se enfocó en mi por mi relación con Kevin— contestó Neil— No dije que es por
ello que fui. Solo quería que lo supieran antes de que comenzara la temporada.

Dan lo dejó levantarse, pero lo sujetó del codo antes de que pudiera alejarse. Neil la miró, pero ella
estaba mirando hacia la nada. Pasó un minuto antes de que volviera a hablar.

—Nunca fue tu plan volver a casa para Navidad, ¿Verdad? Todo ese asunto de tu tío volando a
Arizona, inventaste eso para que no te preguntáramos por qué no volabas a Nueva York con Kevin.

No tenía sentido negarlo.

—Lo hice.

—Entiendo que no confíes completamente en nosotros— dijo Dan— No me gusta, pero creo que
estuvimos trabajando juntos todo el año. No te hemos presionado para decirnos más de lo que te
hiciera sentir cómodo y no te preguntamos por qué eres como eres. Así que no nos hagas esto. No te
sientes allí y nos mientas en la cara— finalmente lo miró, frustración tirando de la esquina de su
boca— Somos tus amigos. Merecemos algo mejor.

—Si siempre tuvieran lo que merecen, no serían Foxes— Neil se apartó de su agarre. Ella lo dejó ir
sin pelear, luciendo algo sorprendida por aquella respuesta contundente. Neil intentó apartar la
punzada de culpa, pero no lo logró. — Nunca tuve amigos antes. No sé cómo funciona. Lo intento,
pero voy a necesitar tiempo.

Tiempo era algo que no tenía, pero no valía la pena mencionarlo. Dan aceptó su disculpa y su
promesa con un asentimiento cansado, y lo dejaron irse en paz. Neil se detuvo en su baño para

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poner una nueva venda sobre su tatuaje. Todavía tenía tiempo que matar antes de clases, así que se
sentó en el escritorio con sus libros de texto. Su intención había sido revisar sus apuntes antes de ir a
sus lecciones. En vez de eso, dibujó patas de zorro sobre las páginas hasta que fue la hora de ir.

Neil no le envió un mensaje a Dan hasta la hora del almuerzo, dándole algo de tiempo para
calmarse.

O ella lo había perdonado o se había olvidado del fiasco de la mañana, porque respondió casi
inmediatamente con los números que necesitaba. Neil terminó guardándolos en su celular. Nicky
tenía el hábito de llenar el buzón de mensajes de Neil y él no podía permitirse perder los números de
estas mujeres.

Primero, le envió un mensaje a Katelyn. Debió atraparla en horario de clases, ya que pasó una hora
hasta que le contestó. Le tomó un par de mensajes darse cuenta que sus horarios no iban a coincidir
hoy. Ella le prometió tomarse un tiempo mañana para escucharlo, y eso era suficiente.

Esa tarde Neil finalmente obtuvo la confirmación que estaba buscando; aunque Andrew ya no debía
medicarse, todavía tenía sesiones semanales con Betsy. Neil sabía a qué hora empezaban las
sesiones de Andrew y asumió que Betsy tenía una pequeña cantidad de pacientes antes que él. En
cuanto Neil supo que Andrew estaba en camino a Reddin, se tragó sus nervios y llamó a la oficina
de Betsy.

Ella respondió en el segundo tono con un placentero:

—Doctora Dobson.

—Es Neil— dijo Neil, y continuó antes de que ella pudiera actuar sorprendida y complacida de
escuchar de él. — Necesito un sí o un no. Si podemos convencer a Aaron y Andrew de hacer
sesiones conjuntas con usted, ¿Podría arreglarlos?

Hubo una breve pausa antes de que Betsy dijera:

—Lo intentaré.

—No intente— dijo Neil— No adivine. Es muy importante. ¿Puede o no puede hacerlo?

—Si— él podía oír la sonrisa en su voz; no diversión, pero aprobación. — Si puedes lograr que
vengan, yo me haré cargo de ello. ¿Neil? — Dijo en cuanto Neil comenzó a apartar el celular de su
oído— Me gusta tu lado honesto.

Neil cortó la llamada.

Era demasiado temprano para que la librería estuviera llena, así que Neil no tuvo problemas para
encontrar a Katelyn. Una gran taza de café se encontraba junto a su codo y Neil estaba tentado de
desviarse hacia la cafetería por su propia bebida. Sin embargo, no quería lucir como si se fuera a
quedar por mucho tiempo así que se dirigió por el camino hacia su mesa sin detenerse. Un libro de
texto de bioquímica se encontraba a un lado mientras ella resaltaba las partes importantes de sus

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apuntes. Aaron tenía el mismo libro en su habitación ya que estaba estudiando ciencias biológicas.
Neil supuso que tenían especializaciones similares y clases conjuntas y debió ser cómo se
conocieron fuera de los juegos.

Katelyn levantó la vista mientras se acercaba y cerró su cuaderno.

—Neil, hola. Sé que han pasado solo un par de semanas, pero parece una eternidad, ¿Cómo estuvo
tu Navidad?

—Estuvo bien— comentó Neil— ¿Cómo estuvo la tuya?

—Oh por Dios, asombrosa— Katelyn juntó sus manos con alegría— Mi hermana finalmente
descubrió que tendrá un niño, así que pasé la mayor parte del receso comprándole cosas. Mi mamá
me dijo que me estoy sobrepasando, pero sabe que solo estoy emocionada.

Les había contado el mes pasado que su hermana estaba embarazada, pero Neil no recordaba los
detalles. Se adaptó a su emocionado parloteo, escuchando solo por las palabras claves que
significaban que había terminado de detallar todos sus grandes descubrimientos y descuentos de
invierno. No le llevó mucho tiempo recordar que no estaban allí para ponerse al día, así que ella se
recuperó con una sonrisa que era tan tímida como era alegre.

—Así que, ¿De qué se trata todo esto? — Preguntó Katelyn— ¿Dijiste que querías hablar sobre
Aaron?

—Aaron necesita ayuda— explicó Neil— estoy intentando conseguírsela.

Katelyn se serenó en un instante.

—Está teniendo pesadillas de nuevo, ¿Verdad? Dijo que estaba mejor. Prometió que…— Katelyn
gestualizó, con frustración o impotencia, y presionó sus dedos contra su tembloroso labio inferior.

—Pesadillas— repitió Neil. No esperaba que la conversación tomara ese rumbo, pero creía saber
qué estaba atormentando a Aaron. — Sobre Noviembre, te refieres.

—No quiere que le moleste— dice Katelyn— Dice que Drake merecía algo peor que lo que obtuvo.
Dice que está feliz de haberlo hecho. Pero querer a alguien muerto y realmente ser el que lo mate
son dos cosas muy diferentes. Estoy dispuesta a escucharlo, y quiero hacer todo lo que pueda para
ayudarlo, pero no me escucha cuando le digo que está bien.

—Tiene que hablar con Andrew— dijo Neil.

Katelyn soltó una risa ahogada.

—No lo hará.

Katelyn sabía algo que los de las clases más altas no sabían: que Aaron y Andrew apenas podían
soportar verse en un buen día. Quizás ella debía saberlo ya que la pelea entre ellos era lo que la

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mantenía lejos de Aaron. Neil calculó favorablemente las probabilidades de lograrlo con Aaron a
largo plazo.

—Tiene que hacerlo. — Repitió Neil. — Se necesitan el uno al otro. Es solo que no saben cómo dar
el primer paso. Es allí donde entras tú.

Katelyn examinó su rostro por un minuto y luego dijo:

— ¿Por qué?

— ¿Por qué tú? — pregunta Neil.

—Por qué tú— lo corrige ella— Aaron no es…

Ella era demasiado amable para decirlo, pero Neil no tuvo ninguna dificultad para llenar las
palabras en blanco.

—Aaron y yo nos llevamos bien cuando lo necesitamos y nos evitamos cuando podemos. No voy a
mentirte y decirte que lo hago por él. No me importa si está bien a largo plazo. Me importa el
equipo. No podemos ganar sin ellos. ¿Importa por qué lo hago si todos salen beneficiados al final?

—Me importa a mí— dice Katelyn— Lo amo.

—Entonces ayúdalo. — contesta Neil.

Katelyn presionó sus labios en una fina línea mientras se debatía.

—Te escucho.

— ¿Alguna vez Aaron te habló sobre la doctora Dobson? — Preguntó Neil— Trabaja en Reddin y
tiene el permiso para atender a nuestro equipo. Está dispuesta a realizar sesiones grupales con
Andrew y Aaron.

—Aaron la mencionó antes. Dice que es una pérdida de tiempo.

—Porque no la usa como debe— contestó Neil, ignorando limpiamente lo hipócrita que era su
acusación— Por suerte no importa lo que Aaron piense. Dobson los atendió a los dos. Ha estado
atendiendo a Andrew por un año y medio. Si ella no creyera que pudieran reconciliarse lo hubiera
dicho. Si podemos lograr que ambos vayan a su oficina al mismo tiempo, ella puede hacer que
hablen entre ellos.

—Quieres que lo convenza— concluye Katelyn.

—Tú convence a Aaron. Yo convenceré a Andrew.

— ¿Realmente crees poder?

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—Debo hacerlo— respondió Neil.

—Pero, ¿Cómo? — presionó Katelyn— Estoy preguntando honestamente, porque no sé cómo


convencer a Aaron. No me escuchó la última vez que le dije que intente conseguir ayuda.

—Entonces no hagas esto sobre él— contestó Neil— Hazlo sobre ti. Puedes solucionar esto aquí y
ahora. Deja de ser un daño colateral y oblígalo a pelear por ti.

—No creo que pueda usarnos a nosotros en su contra. No es justo.

— ¿Pero esto lo es? — Neil gestualizó hacia ella. — Mira, no hay forma de que pueda convencer a
Andrew en una noche, así que tienes tiempo para pensarlo. Pero cuando Andrew esté listo, deberás
elegir de qué lado estás. Intenta elegir el lado correcto.

Él se levantó y se fue, y ella no lo llamó.

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Capítulo 5

Las clases del 12 de enero fueron una completa pérdida de tiempo para los Foxes. Las
lecciones de Neil eran lo suficientemente temprano como para que pudiera asistir a ambas, pero no
aprendió absolutamente nada. Neil sostuvo su lapicera, dispuesto, pero no escribió una sola palabra
en su cuaderno. Tendría que pedirle los apuntes a algún compañero luego, pero hoy nada de eso
importaba. Todo lo que importaba era que tenían un viaje de veinte horas a Upstate Regional.

El primer tiempo se iba a desarrollar a las siete y media, pero Wymack los quería en tierra dos horas
antes. No confiaba en el clima del invierno, decía. Neil estaba seguro de que los había maldecido
con su paranoia. Afuera llovía torrencialmente, lo suficientemente frío y fuerte como para sentirse
como hielo, y a Neil le preocupaba que se atrasara su vuelo. Tenían una pequeña almohada, gracias
a su escala de noventa minutos en Atlanta, pero Neil seguía asustado. Si se perdían su primer juego
del campeonato por algo tan estúpido como el clima nunca podría superarlo.

Llovía demasiado como para que una sombrilla sirviera, así que Neil levantó su capucha y trotó de
vuelta a la Torre Fox. Deslizó su mirada al cielo, esperando ver un final en las nubes color carbón,
sin embargo, fue recompensado con lluvia en los ojos. Neil arrastró una mano a lo largo de su cara y
se deslizó entre el hueco en el tráfico de la Calle Perimetral. Un atleta que iba camino abajo por la
colina se resbaló y se cayó con un insulto perplejo. Estaba de vuelta de pie antes de que Neil lo
alcanzara, pero Neil aprendió de eso y disminuyó la velocidad. No había sobrevivido a la crueldad
de Riko para quedar minusválido por ser impaciente.

Había cuatro señales de “Cuidado” en el lobby que eran exageradas, sin embargo, Neil fue con
cuidado por el piso húmedo. Se agarró de la pared para un mejor balance y colocó su billetera sobre
el censor cerca del elevador. Su ID de estudiante era lo suficientemente fuerte como para activar el
candado a través del cuero.

Los botones se encendieron cuando Neil presionó la flecha ascendente y se metió en el primer
elevador que llegó. Había agua en el piso del elevador, así que se mantuvo agarrado con fuerza a la
baranda hasta que llegó al tercer piso.

El pasillo alfombrado estaba manchado con pisadas húmedas. Neil contribuyó al desorden al
dirigirse hacia su habitación

La ropa seca no hizo un buen trabajo para hacerlo sentir más cálido, así que Neil se desparramó en
el sofá con una manta. No recordaba haberse dormido pero el sonido de la puerta lo despertó. Matt
lucía medio pie más bajo de lo usual con su cabello aplastado contra el cráneo. A pesar de su estado
empapado, estaba sonriendo a medida que entraba. Le hizo un gesto a Neil para que le prestara
atención, pero no habló hasta que la puerta estuvo cerrada detrás de él.

—Acabo de ver a Allison— dijo Matt.

—¿Empapada? — Adivinó Neil.

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—Atenuación del año— dijo Matt— Creo que su sombrilla se rompió. Es un furioso desastre. Le
dije que le iba a sacar una foto para el álbum anual y amenazó con cortarme las bolas con sus uñas.
Cinco dólares a que Dan tendrá que obligarla a salir cuando sea la hora de irnos.

—Sabe que la necesitamos.

— ¿Eso significa que estás adentro?

—No apuesto. — Dijo Neil.

— ¿Aún? ¿A nada? — Matt atravesó la habitación para dejar su mochila sobre su escritorio. —
Tenemos, cuantas, dieciséis apuestas corriendo en el momento, ¿Y no quieres participar en ninguna
de ellas? Bueno, catorce en las que puedes participar. Algunos pozos se están volviendo algo
grandes y probablemente te encuentras en la mejor posición para ganar un par de ellos.

— ¿Por qué catorce? — Preguntó Neil — ¿Qué le paso a las otras dos?

—No puedes apostar sobre ti mismo— contestó Matt— Eso es hacer trampa.

Neil giró la cabeza para mirar a Matt.

—No sabía que estaban apostando sobre mí.

—Apostamos sobre todos en algún momento— replicó Matt— ¿Sabías que la mayor parte del
equipo apostó en contra de Dan y yo? No creían que tendría el coraje de invitarla a salir y sabían
que ella nunca me daría una oportunidad. Era una anti hombres cuando la conocí. Quiero culpar a su
tiempo en el strip club, pero creo que se debe mayoritariamente a los chicos con los que tuvo que
trabajar gracias al Entrenador durante su primer año. Incluso Allison me dijo que no lo intentara.

—Lo intentaste de todas formas— dijo Neil.

—Durante un año— contestó Matt— Hice que Renee ganara una pequeña fortuna cuando Dan
finalmente aceptó salir conmigo. Ella es la única que apostó a favor de nosotros. Siempre fue la más
dispuesta en apostar en causas perdidas.

Andrew había llamado a Neil una causa perdida el año pasado, una mano sobre la boca de Neil para
impedir que contestara de vuelta. Recordándolo ahora, con todas las piezas perdidas de ese
argumento en su lugar, Neil supo que no era él a quien Andrew intentaba callar. Neil encontró la
auto-censura fascinante en retrospectiva. Renee le habría dicho a Andrew antes de ello que le había
confesado su sexualidad a Neil, y Andrew no había evitado la verdad cuando Neil le preguntó el
último viernes. ¿Qué creyó Andrew que Neil iba a decir el noviembre pasado?

No importaba; no debería importar. Andrew no quería que nada saliera de su atracción y, de todas
formas, Neil no tenía permitido dejar a la gente acercarse de esa forma. Así se había criado. Así
había sobrevivido. Tenía suerte de encontrarse desentendido ahora que estaba tan cerca del final.

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Había roto cada regla que su madre le había dejado. Lo menos que podía hacer era cumplir una de
ellas.

—Es por eso que apostaste en Andrew y Renee— dijo Neil— porque él no podía, no debía, pensar
sobre esto.

—Bueno, si— contestó Matt— Durante un tiempo Renee era la única fuera de su pequeño grupo a
la que Andrew le hablaba. Renee dijo que tenían mucho en común y que no era nada serio, pero
entonces él la dejó manejar su auto. Esas son cosas de pareja, Neil. No le das eso a cualquiera.

Neil curvó su mano por encima de su cabeza para mostrar que no entendía esa referencia.

—No hablo “autos”.

—Solo digo que luego de que terminó de decorarlo, costaba al menos seis números— insistió Matt.

Neil se levantó en un instante y se volteó para mirar a Matt.

— ¿Costaba cuánto?

Sabía que Andrew había gastado casi todo el seguro de vida de Tilda en él; Nicky una vez bromeó
diciendo que Andrew había elegido el que fuera capaz de consumir la herencia lo más rápido
posible. Neil no había preguntado cuánto dinero habían hecho con su muerte, pero había sabido con
tan solo mirar el auto que había sido un gran desperdicio de recursos. Que tuviera una figura tan
grande hacía que Neil se sintiera enfermo. Su llavero de pronto parecía pesar una tonelada e hizo un
gran esfuerzo para no quitárselas del bolsillo.

—Salen casi tanto como el Porsche de Allison— dijo Matt— y dejó que Renee lo condujera dos
meses después de conocerla. ¿Me culpas por poner dinero en ellos? Hombre, estaba seguro de que
aquello funcionaría.

El uso del pasado en su oración era suficiente para llamar la atención de Neil.

— ¿Cambiaste de opinión?

—Algo así— dijo Matt— pero las reglas son reglas. Una vez que el dinero está en el pozo, no
puedes cambiar de qué lado estás apostando. Sin embargo, puedes apostar en contra en otros pozos,
así que quizás recupere alguna parte de mi dinero. Pero demonios, ya son después de las doce.
Tenemos que movernos. Si quieres algo para el vuelo, te recomiendo que lo busques ahora.

Se había ido antes de que Neil pudiera preguntar qué había hecho que Matt cambiara de opinión
acerca de las oportunidades de Renee. Neil lo dejó ir y agarró su pila de notas sobre la alineación de
UT. La sonrisa de Matt era conocedora, casi apenada, cuando se encontraron para irse y vio lo que
Neil estaba sosteniendo. Neil pretendió que no lo vio y cerró la puerta de la suite detrás de ellos. Las
chicas esperaron a que Matt las alcanzara, pero Neil continuó unos pasos más adelante hacia el
grupo de Andrew.

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El auto de Andrew lucía totalmente como un nuevo monstruo a medida que Neil se acercaba. Se
sentía lo suficientemente bien como para sentarse en la parte trasera con Nicky y Aaron, pero Kevin
se sentó con ellos antes de que Neil pudiera sugerirlo.

En el tiempo que les llevó ir de los dormitorios al auto y del auto al estadio, los Foxes se habían
empapado. Allison no se había molestado en llevar una sombrilla esta vez pero tenía un segundo
piloto sobre su cabeza para protegerla de su renovado peinado y maquillaje. Se encontraba más seca
que cualquiera de ellos pero todavía se encontraba insultándole al clima a medida que se internaba
en la sala de estar. Wymack toleró su bulliciosa llegada con su usual falta de paciencia y los hizo ir
por el pasillo para buscar sus equipos.

Tomaron el bus del equipo hasta el aeropuerto porque era más barato dejar un auto en el garaje que
tres de ellos. Estar de vuelta en Upstate Regional hizo que Neil pensara en su viaje a West Virginia,
así que se enfocó en sus compañeros de equipo para evitar que sus pensamientos lo llevaran hacia
sitios oscuros. Casi lo logró, al menos hasta que Wymack le envió una mirada curiosa. Neil lo miró
y eligió no pensar sobre Riko. En vez de eso, pensó en su vuelta a casa, en Wymack dejando todo
para venir a buscarlo y en Wymack sosteniéndolo cuando estuvo a punto de romperse. La tensión en
el pecho de Neil se alivió un poco y asintió un “Okay” hacia la pregunta silenciosa de Wymack.

Lograron pasar por la seguridad del check-in a tiempo y se dirigieron a la terminar para buscar su
puerta. Se encontraban casi al final, pasando los restaurantes y una docena de negocios. Un café se
encontraba a mitad de camino, y el olor del café y pasteles calientes era casi suficiente para
distraerlos. Wymack los mantuvo juntos con rudo lenguaje y amenazas medio-intencionadas.

Las Vixens habían llegado antes que ellos y se encontraban instaladas en la puerta. Neil miró detrás
de ellas a la señal electrónica en la mesa. Decía “Atlanta – 1:20 PM.”, lo cual significaba que la
línea aérea no esperaba algún retraso a pesar del clima. Neil eligió creerlo solamente porque su
avión ya se encontraba esperándolos afuera.

Los Foxes se desparramaron cuando Wymack les dio el permiso, la mitad de ellos fueron a mirar
por la ventana y el resto fue a dejar sus pertenencias en las primeras sillas vacías que pudieran
encontrar. A Neil le tomó un momento darse cuenta de que Andrew no se había movido. Neil lo
miró, pero Andrew estaba mirando por la ventana. Neil siguió su mirada y miró un avión descender
por la pasarela.

Los otros no estaban lo suficientemente cerca como para escuchar, así que Neil dijo:

—Cuando dijiste que le temías a las alturas, estabas bromeando, ¿Verdad? — le dio a Andrew un
momento para contestar, entonces lo intentó de nuevo. — Andrew, no puedes tenerlo. ¿Qué hacías
en el techo?

Andrew no contestó inmediatamente, pero la inclinación en su cabeza a un lado dejaba en claro que
estaba pensando sobre ello. Neil no sabía si estaba buscando las palabras o solo intentando descifrar
cuales quería darle a Neil como explicación. Finalmente Andrew levantó una mano hacia su
garganta y la tanteó en busca de su pulso. Estiró su dedo en ella cuando lo encontró. Estaba yendo
más rápido de lo que debería. Neil culpó a los alrededores de Andrew.

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—Sintiendo— dijo Andrew finalmente.

— ¿Intentando recordar el miedo, o intentando recordar algo en absoluto? — preguntó Neil, pero
Andrew no contestó. Neil intentó una técnica distinta— Si te hace sentir mejor, cada vez se estrellan
menos aviones cada año y no siempre se debe al clima. A veces los pilotos simplemente no son
confiables. De todas formas, estoy seguro de que es una muerte rápida.

La mano de Andrew se quedó inmóvil.

— ¿Cuál es su nombre? — miró a Neil, quien frunció el ceño, confundido, y dijo— Tu padre.
¿Cómo se llamaba?

Aquello casi le quitó el aliento. Neil no quería contestar, no quería ese nombre en el aire entre ellos,
pero era el turno de Andrew en su juego. Él no tenía derecho a negarse. Intentó reconfortarse un
poco, porque Andrew no lo golpearía tan bajo a menos que la burla de Neil no le hubiera molestado,
pero Neil no podía lograrlo. Miró a los Foxes, se aseguró de que aún se encontraban fuera de su
alcance, y se acercó un paso más cerca de Andrew de todas formas.

—Nathan— dijo, finalmente— Su nombre era Nathan.

—No luces como un Nathan.

—No lo soy— Neil dijo a través de las piedras en su garganta— Soy Nathaniel.

Andrew lo consideró por un momento más, luego se volteó sin otra palabra y volvió a observar las
pistas de aterrizaje. Neil se retiró, necesitando espacio para respirar y eliminar aquel ardor en sus
venas. Nicky lo llamó vivazmente para tener su atención y le indicó a Neil que se uniera a él. En
cuanto Neil estuvo lo suficientemente cerca Nicky colgó un brazo cuidadoso por encima de sus
hombros.

—Evidente favoritismo— dijo Nicky— ¿Sabías que quizás me dijo solo diez palabras desde que lo
recogimos de Easthaven? Estaría celoso si no estuviera en contra de morir joven. Pero de todas
formas, tenemos algo de tiempo antes de despegar, ¿Quieres venir con nosotros por algo de café?

Terminaron llevando a la mitad del equipo y varias Vixens con ellos al café. Nicky dijo que tenían
tiempo, pero ninguno de ellos tuvo en cuenta qué tan lento se iba a mover la fila. Para el momento
en el que todos volvieron a la puerta con sus bebidas, ya era hora de subir al avión.

Neil mantuvo su mirada atenta en Andrew mientras se unían a la fila, esperando a que dudara.
Quizás Andrew notó la atención, porque siguió a sus compañeros de equipo dentro del avión con
una mirada aburrida en el rostro. El acto duró hasta que todos estuvieron en sus asientos y las
azafatas comenzaron a mencionar las medidas de seguridad del avión. Lo único que Andrew llevó
dentro del avión era una lapicera. La volteó una y otra vez en sus manos mientras las azafatas
demostraban como usar las máscaras de oxígeno a bordo. Kevin, sentado entre Andrew y Neil, ni
siquiera pestañeó. Neil suponía que estaba acostumbrado a Andrew estando inquieto. Neil solo sabía
lo que significaban esos movimientos inquietos porque Andrew le había dicho la verdad cuando
Neil le preguntó a qué le temía.

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Neil miró por afuera de la ventana, pero la lluvia era tan intensa contra el vidrio que apenas podía
ver el ala del avión. Las luces eran un desastre borroso. Neil cerró la persiana a medida que las
azafatas realizaban una caminata final hacia la cabina. Despegar nunca le había parecido un proceso
complicado pero Neil imaginó qué tan interminable podía resultar para alguien que no quería estar
volando. Finalmente comenzaron a rodar por la pasarela, y Neil se arriesgó a volver a mirar a
Andrew.

La expresión de Andrew no cambió cuando los neumáticos dejaron el suelo, pero el movimiento de
su lapicera se volvió inmóvil durante todo el ascenso y se puso tenso. Volvió a realizarlo en cuanto
alcanzaron la altitud de crucero. Probablemente había notado que Neil lo estaba mirando, pero
mantuvo su pesada mirada en el asiento que se encontraba frente a él.

Tenían tiempo que matar en Atlanta, así que en cuanto Wymack confirmó que su puerta no había
cambiado los dejó vagar por el aeropuerto durante una hora. El grupo de Andrew pasó la mayor
parte del tiempo yendo de una tienda a la otra. Aaron agarró un libro mientras que Nicky se cargó
en comida chatarra.

Andrew desapareció, pero Neil finalmente lo encontró cerca de una caja de cristal llena de
estatuillas. Era extraño que atrajeran la atención de Andrew, pero Neil no tuvo mucho para pensar
sobre ello. Kevin y Nicky estaban a dos segundos de pelearse porque Kevin se encontraba intentado
poner los snacks de Nicky de vuelta en su lugar.

—No es todo para mí— insistió Nicky, intentado luchar fuera del agarre de Kevin sin tirar nada—
Hay suficiente para el viaje.

—Nadie necesita comer esto antes de un juego— dijo Kevin— Come algo de granola o proteína si
tienes tanta hambre.

—Hola, hay proteína en la mantequilla de maní— contestó Nicky— Déjame ir antes de que le diga
a Andrew que estás prohibiendo el chocolate. Dije que me dejes ir. No eres mi jefe, ¡Ouch! ¿En
serio me golpeaste?

—Estos alejándome y pretendiendo que no los conozco— dijo Aaron.

—Traidor— lo llamó Nicky.

—Kevin, solo déjalo ir— dijo Neil— No vale la pena pelear por ello.

—Cuando nuestra defensa es lenta todos lo perecemos— dijo Kevin.

—No estás hablando en serio— contestó Nicky— ¿Cuántas horas faltan hasta el partido? Eso estará
fuera de nuestro sistema para ese entonces. Puedes verme cagar si no me crees. No pensé que esas
cosas te interesaran pero…Ja— se jactó cuando Kevin se fue pisoteando. Le regaló a Neil una
sonrisa triunfante, sin darse cuenta de que los trabajadores de la tienda los estaban mirando. — Soy
el maestro de la persuasión.

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—O del auto engaño— dijo Neil.

Las cejas de Nicky se alzaron.

—Oh por Dios, ¿Intentaste hacer un chiste? ¿Dolió un poco? No, en serio— dijo cuándo Neil se
volteó como si fuera a dejarlo— ¿Qué te puso de tan buen humor?

Voltearse puso a Andrew en la línea de visión de Neil de nuevo. La luz reflejaba en la figura de
cristal en la mano de Andrew a medida que se la pasaba a una de las cajeras. Neil estaba demasiado
lejos para ver por qué figura se había decidido, pero no necesitaba saberlo. Sus pensamientos se
encontraban en un estante de animales brillantes, todos equidistantes entre sí. La sorpresa luchó
contra el alivio y dio paso a un murmullo de satisfacción. Neil no entendía lo que Andrew veía en
Betsy pero ya no le importaba. Tenía razón en poner su fe en ella. Ella iba a arreglar a los hermanos
y finalmente el equipo estaría completo. Los Ravens no sabrían que hacer con ellos la próxima vez
que se encontraran en la cancha.

—Hey, Neil— dijo Nicky. — ¿Me estás ignorando?

—Solo pensaba en hoy a la noche— mintió Neil— Esperaré aquí mientras vas a la caja.

Nicky se encogió de hombros y se dirigió a la siguiente caja registradora abierta. Andrew buscó a
Kevin en su vuelta al lado de Neil, y Aaron volvió con ellos cuando Nicky lo llamó.

Volvieron a la puerta y se sentaron hasta que fue hora de volver a subir. El cielo sobre Atlanta
estaba nublado pero seco. Subir rápidamente y todas las cabezas contadas significaban que podían
irse unos minutos más temprano. Neil mantuvo una mirada discreta en Andrew hasta que el avión
volvió a nivelarse, luego dirigió su mirada hacia la ventana y pensó en UT.

Neil nunca había lidiado con el reclamo del equipaje antes, él y su madre siempre tiraban cualquier
cosa que no entrara en el equipaje de mano. Era una experiencia reveladora y desagradable. Las
mismas valijas giraron por la cinta transportadora tantas veces que Neil comenzó a creer que el
equipo del grupo se había perdido. Los Foxes lucían aburridos, no preocupados, así que mantuvo
ese pequeño pánico para sí mismo. Fue recompensado un par de minutos después cuando la bolsa de
Allison finalmente bajó del vertedero hacia la cinta. El resto de las bolsas no tardaron en llegar.

—Carguen todo y pónganse en marcha— dijo Wymack mientras él y Abby agarraban sus propias
valijas.

Los Foxes lo siguieron hasta el Transporte Terrestre, donde Wymack había reservado una van de 12
asientos. Sus bolsas ocuparon todo el maletero y casi todo el sitio para apoyar los pies pero se las
arreglaron para cerrar la puerta y eso era todo lo que importaba. Wymack sacó un papel arrugado
con direcciones anotadas a mano, le dio una mirada corta a sus notas, y se puso en camino. Se
detuvieron brevemente en un restaurante italiano para pedir algo de pollo y pasta. Wymack se quejó
acerca de la cuenta, pero su equipo sabía que no debía tomarlo en serio.

El estado estaba lleno de policías y fans cuando llegaron. Los guardias de seguridad ayudaron a
Wymack a encontrar un lugar para estacionar y el equipo fue escoltado hasta los vestuarios. Habían

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llegado temprano, así que Wymack prendió cada televisión que pudo encontrar y fue a ver al
público. La televisión más cercana a Neil estaba mostrando los mejores momentos de los juegos de
Clase I de la noche anterior. Para sorpresa de nadie, la mayor parte de los movimientos que valían la
pena repetir eran de la victoria de los Ravens: quince a ocho puntos. Neil había visto el partido entre
prácticas la noche pasada.

A treinta minutos del partido se dividieron en los vestuarios para cambiarse. Neil no estaba
sorprendido de no encontrar privacidad en los vestuarios de los hombres, pero sus compañeros se
quedaron fuera del baño el tiempo suficiente como para que pudiera ponerse el equipo. No se puso
los guantes y el casco ya que tenían bastante tiempo antes del partido y volvió a reunirse con sus
compañeros en la habitación principal.

—Llévalos para que haga un par de vueltas— le dijo Wymack a Dan— Deja que vean un poco el
lugar.

El estadio de la Universidad de Texas era comparable con el tamaño de la Foxhole Court. Los
Longhorns y los Foxes compartían los mismos colores de equipo, así que las vigas llenas de
decoraciones lucían familiares y reconfortantes. Neil solo debía ignorar el desafiante rugido del
público a medida que notaban a los Foxes en su territorio.

Dan los hizo detenerse luego de una milla, y trotaron de vuelta a los vestuarios para hacer
estiramientos.

Abby los estaba esperando con agua. Wymack estaba cuidando el resto de su equipo. Aaron y Nicky
condujeron el bastidor de palos hacia el anillo interior cuando llegó el momento de tomar su lugar
en el banco.

Las Vixens habían aparecido y de alguna forma habían encontrado una sección reservada para
estudiante del Estado de Palmetto. Dan y su equipo saludó energéticamente al equipo y a sus
intensos fans.

Los Foxes fueron recompensados con festejos entusiasmados.

Unos segundos después los Longhorns los superaron con una oleada infinita. Los Foxes habían
venido con sus jerséis de base naranja sobre blanco y los Longhorns usaban sus uniformes de Casa
de base blanca sobre naranja. Era desorientador verlos trotar; Neil esperaba que nadie se
confundiera en el momento. Incluso la duda más pequeña en la cancha podría costarles un punto.

Cuando los Longhorns estuvieran listos, estarían en la cancha para los simulacros, así que los Foxes
agarraron sus raquetas. Wymack les dio un par de minutos, y golpeó sus manos para llamar su
atención.

— Okay, escuchen. Es hora de ponernos serios. Estos chicos podrán lucir como amigos en nuestros
colores pero solo están aquí por una razón: para eliminarlos de entrada. Son unos aspirantes a
ganadores y quieren saber lo que necesitan para llegar al siguiente nivel. Su trabajo hoy es hacer que
se vean como tontos.

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Abby le dio un codazo, pero Wymack ni siquiera la miró.

—Revisamos su alineación como cien veces. Leyeron las notas de Neil. Les mostré lo que
necesitaban ver. Estos chicos son rápidos y peligrosos pero no son impenetrables. El truco es
mantener un juego centrado. Por el amor de todas las cosas impuras, préstenles atención a los
distribuidores.

—Los veré cojear fuera de la cancha— dijo Dan.

—Hagan lo que tengan que hacer— contestó Wymack— pero no se atrevan a obtener una tarjeta
roja. Eso va para todos ustedes— le dio a Matt una mirada mordaz. La sonrisa de Matt no servía
para reconfortar a nadie, pero Wymack no perdió el tiempo advirtiéndole una segunda vez. — Si
ustedes chicas empiezan a perder terreno, llamen a la defensa para que les den una mano. No me
importa si eso significa poner un defensor con dos ofensores el tiempo suficiente para obtener algo
de tiempo para respirar. Los arqueros van a cerrar nuestra arco con candado, ¿Verdad?

—Haremos lo mejor que podamos— dijo Renee con una sonrisa brillante.

Los gritos del público escalaron a un excitado, febril tono. Neil asumió que las mascotas habían
aparecido para irritar a las gradas. Miró por detrás de Wymack, escuchando a medias su sermón y
siguió los dedos que apuntaban. Una sección VIP apartada se encontraba junto a la caja de la prensa
y entre los bancos de los Foxes y el grupo de las Vixens. Un par de guardaespaldas estaban
inspeccionando el público en busca de amenazas potenciales, pero se movieron fuera del camino
cuando sus clientes estuvieron cómodos. El mundo de Neil se volvió lento como una tortuga ante la
presencia de los tatuajes negros y el pelo oscuro.

Wymack chasqueó los dedos en el rostro de Neil. Neil se encogió con tanta fuerza que se golpeó
contra Kevin. Miró rápidamente hacia Wymack, abrió la boca para disculparse pero no tenía el
aliento para hacerlo, sin embargo Wymack no esperó a que lo hiciera. Se volteó para revisar el
anillo interior. Casi no le tomó nada de tiempo ver a Riko y Jean. Cuando se volteó de vuelta su
expresión era más oscura de lo que Neil jamás la había visto.

Los Foxes también los vieron, y Matt fue el primero en reaccionar con un furioso:

— ¿Qué hacen aquí?

—Voy a preguntar— dijo Andrew, y comenzó a caminar hacia ellos.

Wymack lo obligó a detenerse antes de que pudiera alejarse más de un paso del círculo de los
Foxes.

—No tienes permitido matar a nadie el primer juego de la temporada. Preocúpense menos por él y
más por su línea ofensiva, ¿Me entienden? Concéntrate, Kevin. Tú también, Neil. Neil. — repitió
con más fuerza. — Tus ojos sobre mí.

Neil notó que estaba mirando a Riko de nuevo. Arrastró su mirada de vuelta al rostro de Wymack.

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Wymack lucía enojado, pero Neil lo conocía demasiado bien a esta altura. Ese enojo era producto
de preocupación genuina. En vez de eso, Neil eligió interpretarlo como decepción porque era más
fácil motivarse con eso. Los Foxes lo necesitaban esta noche. No podía permitir que Riko lo
afectara. Neil capturó cada mal recuerdo que intentaba colarse por su oído y lo enterró
profundamente.

—Estoy comenzando a creer que le gusto después de todo— dijo Neil con una forzada calma.

La risa de Nicky sonó falsa y su sonrisa no alcanzó sus ojos, pero al menos lo intentó.

— ¿Quién se podría resistir a un aspecto como el tuyo por mucho tiempo, verdad? Tienes suerte de
que esté reservado, porque demonios, ¿Quizás podríamos convencer a Erik de compartirme?

— ¿Te mataría al menos dejar la mierda extraña fuera de la cancha por una vez? — preguntó Aaron.

—Si tengo que verte comer a Katelyn con los ojos, puedes verme arrastrar a Neil al lado oscuro.

—No la como con la mirada.

—Sí, claro, no la comes. La anhelas a distancia, lo cual es mil veces más nauseabundo.

—Tienen dos segundos para callarse antes de que los mande a dar vueltas— dijo Wymack.

Nicky se calmó con una sonrisa iluminada en dirección a Neil. Neil le regaló una pequeña sonrisa
de vuelta. Las familiares discusiones habían aliviado la indignación de los Foxes, y ahora los de las
clases más altas se encontraban mirando a Neil en vez de Riko. Andrew se acomodó a la izquierda
de Neil, una barrera de un hombre entre Neil y el público. Cuando Wymack volvió a mirar a Neil de
nuevo, Neil asintió un “Okay” silencioso.

— ¿Dónde estaba? — preguntó Wymack.

—Ofensa, creo— contestó Neil, y miró a Kevin. Kevin estaba mirando con el rostro en blanco en
dirección a Riko, pero Neil lo empujó hasta que obtuvo su atención. —Les advierto: si ponen a
Beckstein a marcarme voy a tener que hacer pases laterales toda la noche. Me pasa por un por un
pie, así que si captura mi palo en un pase por arriba hará que haga esfuerzo de más y me romperá
algo.

Kevin comenzó a decir algo, pero Andrew habló antes que él con un calmo:

—Ocho pulgadas. Solo mide 5’11’.

Neil y Kevin se voltearon para mirar a Andrew. El atisbo de una sonrisa en el rostro de Wymack
significaba que había comprendido la importancia de esa corrección y lo que significaba para las
chances de los Foxes esta noche. El resto del equipo lo ignoró sin notarlo. Dan le dijo algo a Allison
sobre cómo podían compensar la desventaja de Neil. Neil sabía que él y Kevin debían incluirse en la
conversación pero no podía seguirlas.

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La altura era considerablemente uno de los detalles más críticos e importantes en la cancha de Exy.
La altura de un jugador decidía el tamaño de su raqueta y determinaba su alcance. Para la mayor
parte de los jugadores, una figura promedio era suficiente; no importaba si eran un poco más altos o
bajos porque solo necesitabas una idea de lo que te estabas enfrentando. Usaban los números
exclusivamente para determinar qué tan complicado sería rodear a sus marcadores.

Neil y Kevin sabían la altura exacta de cada defensor de Longhorn porque no podían jugar sin esa
información. Los jugadores técnicos como Kevin podían usar la altura de un jugador para buscar
puntos débiles. Más importante, podía deducir su propio alcance contra su marcador y encontrar los
mejores sitios para hacer presión. Así es como lograba superar a la defensa con frecuencia.

Jugadores instintivos como Neil sabían dónde se encontraban esos huecos sin calcular ángulos y
superponerse. Si Wymack le diera una lapicera a Neil y le dijera que dibujara el punto ciego del
defensor en un diagrama, no podría hacerlo, pero una vez que se encontrara en el juego Neil podría
encontrarlo en un instante. No era lo suficientemente bueno todavía como para aprovechar esta
ventaja en su máximo potencial, pero Kevin dijo que un talento como ese eventualmente aseguraría
un lugar para Neil en la cancha de los Estados Unidos.

Andrew no tenía ninguna excusa para saber la altura de Beckstein. Para empezar, Beckstein era un
defensor. Si los Foxes hacían bien su trabajo Beckstein no debería si quiera estar cerca de intentar
hacer un gol. Más importante, Wymack solo les había dicho las alturas de los Longhorns una vez:
cuando le leyó por primera vez la alineación de UT a su equipo. Las estadísticas se encontraban
impresas en el único panfleto que Wymack les había mostrado la semana pasada, pero Andrew
había metido ese panfleto en su casillero en cuanto pudo. Neil no lo había visto sacarlo desde ese
entonces.

Andrew había parecido a miles de años luz cuando Wymack mencionó a la alineación de los
Longhorns pero había escuchado cada palabra y la había retenido. Esa retención perfecta era lo que
los había salvado en su partido contra Belmonte el otoño pasado. Wymack había hecho un
comentario sin importancia sobre los tiros penalizables durante un descanso de medio tiempo. No
habían recibido penalizaciones, pero con unos pocos segundos en el reloj y mucha presión en el
ofensor de Belmonte para empatar los puntos, Andrew sabía que tenía que apuntar a lo que era
familiar. Había bloqueado un golpe imposible sin pensarlo dos veces.

Neil miró a Kevin, luego a Wymack, preguntándose por qué nadie le había dicho que Andrew tenía
una memoria fotogénica, preguntándose si alguno siquiera lo sabía. No pudo evitar ponerlo a prueba
de nuevo.

Revisó mentalmente la línea ofensiva de los Longhorns y se decidió por un ofensor de quinto año.

— ¿Qué tan alto es Lakes?

—Búscalo— contestó Andrew.

—Hazme el favor por esta vez— dijo Neil. Andrew comenzó a voltearse, así que Neil deslizó sus
dedos enguantados entre la red de su raqueta y le dio un tirón cauteloso. Intentó de nuevo con un
insistente— ¿Qué tan alta es?

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—5´6´?— adivinó Matt.

—5’8’— contestó Andrew.

—Estuve cerca— Matt se encogió de hombros, indiferente.

Neil dejó ir la raqueta de Andrew para sujetar la suya.

—Vamos a ganar.

— ¿Esperabas que perdiéramos? — preguntó Dan.

—No. — Admitió Neil. Sus labios temblaron, y sabía por el tirón en su boca que llevaba la sonrisa
de su padre. Presionó el costado de su guante contra su cara, casi aplastando sus dientes contra sus
labios. Saboreó la sangre antes de que fuera seguro dejar caer su mano de nuevo. Neil se inclinó
hacia atrás un poco y miró por detrás de Andrew hacia Riko.

—Solo me alegra que esté aquí para verlo. Veamos si podemos sacudirlo.

—Hagámoslo— dijo Wymack. — De todas formas, imaginen que logré decir todas las cosas
importantes que tenía para decir, porque ya es muy tarde para decirlas de todas maneras. La cancha
está abierta. Tienen que hacer sus simulacros usuales, de a uno y de a tres. Digo esto cada vez
porque me haces decirlo todo el tiempo: mantén las bolas de nuestro maldito lado de la cancha,
Andrew.

Los Foxes se pusieron lo que faltaba de su equipo y se dirigieron a la cancha para los simulacros.
Neil se contentó con mantenerlos ligeros, más interesado en juzgar el estado de su cuerpo que en
superar a sus propios arqueros. Haber visto a Riko había hecho que cada uno de los desvanecientes
moretones de Neil bombeara, pero ahora no sentía casi nada. Lo único que importaba era su equipo
y la forma en que se movían a su alrededor.

Tuvieron que dejar la cancha para que se tirara la moneda. Dan ganó la primera ronda y Wymack
tuvo un par de segundos antes de que las alineaciones fueran llamadas para reunir a su equipo.

—Recuerden— dijo él— Se necesitan dos de tres para avanzar y no pueden permitirse perder el
primer juego de la temporada. Ofensores, hagan tres goles cada uno o los anotaré en una maratón.
Defensores, si quedan como idiotas les harán compañía. Distribuidores: ustedes pueden. Renee,
juega como si supieras hacerlo. Andrew, si mantienes la puntuación en tres o menos durante tu
mitad, te compraré todo el alcohol que pueda entrar en tu armario.

El locutor llamó a los dos equipos para que entraran en la cancha. Neil tomó su lugar a la mitad de
la línea de la cancha y le envió una última mirada a Kevin. Por suerte, Beckstein se encontraba en la
cancha jugando contra Kevin. Kevin respondió a su mirada con un asentimiento. Neil estaba casi
rebotando para el momento que sonó la bocina.

79
Durante un tiempo el juego fue un va y viene parejo. Hubo un par de colisiones, un par de casi-
pérdidas, y más de un par de groserías fueron intercambiadas. Wymack tenía razón en advertirles
sobre los distribuidores de los Longhorns. La chica que Texas había puesto era rápida y sucia. Ella y
Dan se empujaban la una con la otra casi sin parar. Incluso cuando la pelota se encontraba al otro
lado de la cancha juntaban sus palos en un constante control. Neil no sabía cómo, pero duró unos
buenos diez minutos.

La siguiente vez que la bola fue hacia los distribuidores, Dan se agachó, enganchó su cuerpo en el
de su marcadora, y volteó a la chica de sus pies. Para agregar insultos a la herida, le ofreció su mano
enguantada a la chica caída para que volviera a pararse. Al segundo siguiente se encontraban
peleando clavándose los dedos y con tonos estridentes. Los árbitros se encontraban a la mitad de la
cancha, probablemente para darle una tarjeta a Dan por su peligrosa jugada, cuando la otra
distribuidora le pegó un puñetazo a Dan en la boca.

Dan alzó los brazos y se negó a devolver el golpe. No tenía sentido y había logrado lo que quería.
Las dos distribuidoras obtuvieron tarjetas amarillas, y los árbitros volvieron a iniciar el juego desde
una posición neutral.

La casi-pelea fue el colmo, y el resto de la primera mitad fue brutal. Neil estaba completamente
adolorido para el momento que la campana sonó para anunciar el medio tiempo pero no le
importaba cuánto le dolía el cuerpo.

Andrew había hecho lo que Wymack le había pedido y solo había dejado pasar dos goles. Los
Foxes, por otra parte, habían metido cuatro. Neil siguió a sus compañeros fuera de la cancha por el
receso, pasó a Wymack quien se encontraba despidiéndose fugazmente de los reporteros, y siguió
hasta los vestuarios hasta que volvió a sentir los pies. Abby lo llevó hacia la otra habitación para un
chequeo rápido y Neil estaba demasiado cansado para apartarla.

Los Longhorns se desquitaron durante la segunda mitad, obtenido dos tarjetas rojas para dos de sus
jugadores y cinco amarillas. Su deshonesta forma de jugar no le gustaba nada a los Foxes, pero ellos
sabían que no debían pelear de vuelta. Una tarjeta amarilla no lograría que los lleven a la banca,
pero dos seguidas los descalificarían por el partido y no tenían a nadie para reponerlos. Se
mantuvieron lo más tranquilos que pudieron, caminando por una fina línea en sus propias
numerosas transgresiones, e hicieron tantos puntos como pudieron durante los penales. Al final
valió la pena, porque el puntaje final fue 7-6 a favor de los Foxes.

Cuando los Foxes caminaron fuera de la cancha, Renee se dirigió hacia Riko. No era el tipo de
persona que empezaría una pelea, así que Neil se detuvo para mirarla. Riko no tomó la mano que
Renee ofreció pero Jean lo hizo.

El saludo duró un poco más de lo usual, pero Neil no sabía cuál de los dos tardó más en soltar al
otro.

Neil pensó en la reacción extraña que Jean tuvo hacia Renee durante el banquete de otoño, la mirada
prolongada y la introducción incómoda. Era el recuerdo que había estado buscando mientras leía sus
mensajes en Reddin. Jean aceptaba la crueldad de Riko y Tetsuji porque no tenía a nadie más fuera

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de los Ravens. Sin nadie más por quién vivir y sin una razón para pelear, él bajaba la cabeza y se
enfocaba en sobrevivir. Renee fue la primera cosa brillante que llamó su atención.

—Está interesado en ella— dijo Neil, sin ser necesariamente una pregunta.

Kevin también los estaba mirando.

—No importa. No funcionará.

Renee le dijo a Neil el otoño pasado que los Ravens no tenían permitido salir con nadie. Tetsuji no
quería que se distrajeran del juego. Renee sabía eso, pero estaba allí de todas formas. Neil podría
estar pensando demasiado sus intenciones, pero estaba dispuesto a explotar cada ángulo que pudiera
encontrar.

—Quizás no— dijo Neil— pero podría darnos una ventaja. ¿Todavía sabes su número? Dáselo a
ella y ve que puede hacer entre ahora y la final.

Dan y Kevin habían decidido de antemano ocuparse de los reporteros luego del juego. Neil estaba
feliz de dejarlos con eso y siguió a sus jubilosos amigos hacia los vestuarios, sin embargo no llegó
demasiado lejos. Se encontraba a ocho pasos del banco cuando un reportero le gritó.

— ¿Neil, es cierto que estás marcado para la Corte?

Lo más sensato hubiera sido seguir caminando y pretender que no lo había oído por encima del
sonido de la multitud furiosa, sin embargo Neil se detuvo. Miró hacia adelante, calculando todas las
formas en las que podría responder a eso. Finalmente se volteó de vuelta. La presencia de Riko
significaba quedarse cerca de Kevin, pero los ojos de Andrew se encontraban sobre Neil luego de
una pregunta atrevida como aquella.

Neil inclinó la cabeza en una pregunta silenciosa, y Andrew le hizo un gesto dejándole en claro que
hiciera lo que quisiera.

Neil desabrochó las tiras de su casco y se dirigió al trío de reporteros. Andrew tomó el casco de Neil
al pasar, y Renee lo tomó de Andrew a medida que se dirigía a los vestuarios. Neil acomodó sus
guantes bajo su brazo y se detuvo junto a Kevin.

—Lo siento — dijo. — ¿Dijiste algo?

—Hay un rumor que asegura que fuiste invitado a la Corte perfecta. — la reportera estiró el
micrófono hacia él, sus ojos fijos en la banda aplastada con cinta y sudor contra la mejilla de Neil.
— ¿Te importaría hacer algún comentario sobre eso?

La primera vez que alguien había preguntado acerca de los tatuajes de Kevin y Riko, Riko no se
había ido por las ramas. Él era el mejor jugador ofensivo en el juego, dijo, y quería que todos lo
supieran. La historia cambió un poco cuando Jean hizo su primera aparición pública con una A en
su cara. Al parecer Riko estaba eligiendo a mano el futuro equipo Nacional de los Estados Unidos.

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Lo había llamado “La Corte perfecta”, y aunque no era oficial e increíblemente arrogante, su talento
y crianza le dio algo de credibilidad a la idea.

—Oh— dijo Neil. — Te refieres a esto.

Se quitó las vendas del rostro y dejó que los reporteros le dieran una buena mirada a su tatuaje. Uno
de los reporteros le chasqueó los dedos al camarógrafo para que pudiera obtener un acercamiento y
Neil obedientemente inclinó su cabeza para que tuvieran un mejor ángulo. Estaba sonriendo de
nuevo y ésta vez no intentó ocultarlo.

Los reporteros eran demasiado estúpidos, o demasiado impacientes por una historia, para ver la
amenaza en esa expresión. Kevin no era tan ciego y siseó en voz baja en un francés tenso.

—No lo presiones.

La necesidad de ahorcar la vida fuera del cuerpo de Kevin era tan feroz como pasajera. Neil no
perdió el tiempo mirando a Kevin pero les contestó a los reporteros.

—Es muy impresionante en realidad, ¿Verdad? Creo que es la primera vez que Riko se equivoca.
Siempre pareció demasiado cabeza dura como para admitir que ha cometido un error.

— ¿Crees que cometió un error marcándote? — preguntó la reportera.

— ¿No crees que merezcas el número? — preguntó otro a la vez.

Neil fingió sorprenderse ante su malentendido.

—No creo que él nos merezca a nosotros— dijo, y gestualizó entre él y Kevin— pero eso no es ni
aquí ni allá.

— ¿A qué te refieres?

—Mira, voy a ser sincero— dijo Neil. — Sé que Riko es bueno. Todos lo saben. El nombre de su
tío lo llevó bastante lejos en la vida y los Ravens tienen un record impresionante. Pero Riko como
persona es difícil de respetar. Hasta diciembre, pensaba que era un maníaco egocéntrico que estaba
tan desesperado por su propia gloria que se negaba en ver potencial en alguien más. Él, por
supuesto, asumió que yo era un ignorante de quién sabe dónde que no tenía derecho a opinar.

“Ésta Navidad intentamos encontrarnos a medio camino— Dijo Neil. — Riko me invitó a practicar
con los Ravens durante las vacaciones para que pudiera ver la diferencia entre nuestros dos equipos.
Salí de allí con esto. — Neil gestualizó hacia el tatuaje en su mejilla. — Admitió que estaba
equivocado acerca de mí, y yo prometí estar a la altura de sus expectativas. Nunca seremos amigos
y definitivamente nunca nos gustaremos, pero trabajaremos el uno con el otro mientras tengamos
que hacerlo.

—Hay un rumor que dice que quizás te transfieras a Edgar Allan.

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—Fue mencionado mientras estuve allí— dijo Neil— pero los dos sabemos que nunca va a pasar.
Nunca llegaré a donde necesito llegar si juego con los Ravens. Además, apenas pude soportarlos por
dos semanas. No puedo imaginarme jugando con ellos por cuatro años. Son seres humanos
horribles.

“¿Pero saben qué? — Continuó Neil antes de que los reporteros pudieran responder— Eso es
mezquino. Dije que sería honesto, pero eso fue algo transparente. Lo cambiaré a esto: le prometimos
a los Ravens una revancha esta primavera, así que los alentaré hasta la final. Si Riko no creyera que
pudiéramos encontrarnos allí, no me hubiera marcado ni hubiera volado por la mitad del país para
vernos jugar anoche. Sabe que tenemos una oportunidad. Es solo que no se ha dado cuenta todavía
de que vamos a ganar la próxima vez que nos veamos. Mantengan un ojo en nosotros, ¿Si? Va a ser
un año emocionante. Buenas noches. — dijo cuando comenzaron a hacerle preguntas. Se volteó y se
dirigió hacia los vestuarios como si no los escuchara llamarlo para que volviera.

La risa encantada de Dan le avisó que lo estaba siguiendo, pero no miró si Andrew y Kevin estaban
con ella. La puerta de los vestuarios se cerró con fuerza detrás de ellos, apagando casi todo el sonido
del público, y Neil captó el final de la agria queja de Kevin. El temperamento de Neil flanqueó de
nuevo y esta vez no lo contuvo. Se volteó y empujó a Kevin contra la puerta tan fuerte como pudo.
Kevin le llevaba un pie de altura y podría vencer a Neil fácilmente en una pelea, pero estaba
demasiado sorprendido como para defenderse. Dan miraba boquiabierta a Neil. Andrew, quien
había atacado a Matt por pegarle a Kevin, hizo un paso a un lado. Ninguno de los dos iba a
intervenir, así que Neil se volteó hacia Kevin.

—Suficiente. — Dijo Neil, en un rápido y furioso francés. — Nunca intentes silenciarme de nuevo.
No voy a dejar que él determine como voy a terminar esto.

—Vas a hacer que se desquite con todos nosotros— disparó Kevin de vuelta— No piensas.

—Tú tampoco estás pensando. No puedes seguir teniéndole miedo.

—No es una palanca que puedo subir o bajar. Tú entre todas las personas sabes esto. — Kevin
finalmente empujó a Neil hacia atrás, pero no intentó rodearlo. — No creciste con él. No puedes
juzgarme.

—No lo estoy haciendo. Te estoy diciendo que es hora de que te mantengas firme. ¿Cuál es el punto
de todo esto si seguirás siendo su mascota al final del día? Si realmente creyeras en nosotros, si
realmente creyeras en ti mismo, lo empujarías de vuelta.

—No lo entiendes.

—No lo hago. — dijo Neil, enojado. — Tienes una forma de salir. Tienes un futuro. ¿Por qué no lo
tomas? ¿Por qué estás tan asustado de aprovecharlo?

Y así su enojo comenzó a romperse, cayendo a pedazos bajo el peso de un luto prematuro y
demasiada necesidad. La forma en que la expresión de Kevin se desvaneció de irritación a atención
decía que había escuchado el borde ronco en las palabras de Neil. Neil luchó para mantener su furia
y falló.

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—Cuando descubrí a los Moriyamas por primera vez, me quedé porque pensé que tenías una
oportunidad. Uno de nosotros tenía que lograrlo y quería que seas tú. Pero todavía crees en ese
número en tu cara. ¿Qué es tan importante acerca de ser el segundo mejor?

Kevin miró a Andrew, no es como si Andrew pudiera seguir su discusión. Resultó que no era un
pedido de ayuda, porque Kevin dijo:

—Cuando intentamos inscribir a Andrew con los Ravens, él dijo lo mismo. Dijo que no le
interesaba porque hice una carrera para ser el segundo. No quiero esto, pero no soy como tú. — La
mirada que Kevin le dio a Neil era frustrada, pero el enojo en ella estaba más dirigida hacia él
mismo que a alguien más. — Siempre fui de Riko. Sé mejor que nadie lo que sucede cuando
desafías a un Moriyama.

—Lo sabes— coincidió Neil. — Pero ya te quitaron todo, ¿Qué más puedes perder?

Kevin no contestó. Neil le dio un minuto, luego se volteó. Wymack estaba esperando al final del
pasillo con sus brazos cruzados y apagó un cigarrillo que colgaba de sus labios. Alzó una ceja hacia
Neil a medida que Neil se dirigía en su dirección.

—No sé si lo recuerdas, pero ganamos— dijo Wymack. — ¿Hay algún motivo en particular por el
cual estás intentando arruinar el buen ambiente?

—Solo una diferencia de opiniones— dijo Neil, lo más tranquilo que pudo. Dudó a medio camino
de los vestuarios y miró a Wymack de vuelta. — Ah, y perdón por adelantado por la prensa. En mi
defensa, ellos empezaron.

—Por Jesús— dijo Wymack. — ¿Qué hiciste ésta vez?

—Llamó a Riko un imbécil de Clase I— contestó Dan— No en tantas palabras, pero creo que
recibió el mensaje.

Wymack enterró un pulgar en su sien.

—Debí pedir un seguro de riesgo cuando acepté este trabajo. Fuera, fuera, fuera. No voy a lidiar con
tu problema de actitud hasta que beba un par de tragos. Eso va para el resto de ustedes también.
Fuera de mi vista y límpiense. Si no están en la camioneta con su equipo en veinte minutos los
dejaré aquí. Y hey— dijo antes de que pudieran dispersarse— buen trabajo esta noche.

Dijo que tan solo tenían veinte minutos, pero Neil gastó diez de ellos en la ducha. Encendió la
ducha demasiado caliente y no le importó que quemara en su piel. Escribió su nombre en los
azulejos de la pared con las puntas de sus dedos una y otra vez hasta que su mano se entumeció.

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Capítulo 6

Los Ravens manejaron los insultos de Neil con una ruda gracia. Su único comentario oficial
sobre el asunto fue que no podía importarles menos lo que un novato de boca sucia tenía para decir
sobre ellos. Neil estaba un poco sorprendido de que se detuvieran allí y no se burlaran de su
miserable show en diciembre. Luego se dio cuenta de que no podían exponerlo cuando había vuelto
a Carolina del Sur con el número de Riko en su cara. Hubiera menospreciado la estimación que
Riko tenía de su valor. Neil se fue a la cama sintiéndose bastante presumido.

Los fans fueron menos tolerantes, y sus represalias empezaron antes del amanecer del sábado. Unos
golpes en la puerta hicieron que Neil se despertara de golpe. Miró al reloj primero, luego la oscura
ventana segundo, y restregó una mano sobre sus ojos cansados. Dejaron de golpear, pero el celular
de Matt comenzó a sonar unos segundos después. Matt rodó y buscó a ciegas su celular. Los golpes
comenzaron de nuevo, así que Neil colgó sus piernas por el costado de la cama y bajó por la
escalera.

Las voces en el pasillo eran lo suficientemente ruidosas como para escucharse al otro lado de la
puerta, no identificables pero enojadas. Neil no las reconoció, pero a medida que abría la puerta
definitivamente escuchó la palabra “policías”. Neil abrió la boca para preguntar qué estaba pasando,
pero Dan pasó por su lado en cuanto pudo entrar por la puerta. Neil la observó ir en línea recta hacia
la habitación, luego se inclinó en el pasillo. La mayor parte de las puertas estaban abiertas, pero solo
un par de atletas se habían quedado el tiempo suficiente como para despotricar los unos con los
otros. El resto se dirigieron hacia las escaleras como si sus vidas dependieran de ello.

Neil cerró la puerta y fue tras Dan. Ella había sacudido a Matt para que despertara y estaba hablando
cuando Neil entró.

—… destrozaron los autos.

Matt rodó fuera de la cama y estuvo de pie en un parpadeo. Neil se subió a la escalera el tiempo
suficiente como para agarrar sus llaves que se encontraban debajo de la almohada. Matt se detuvo el
tiempo suficiente para ponerse una chaqueta por encima de sus pantalones de pijama y ponerse las
zapatillas. Golpeó los bolsillos de su chaqueta hasta que las llaves tintinearon en respuesta. Para el
momento en el que Neil encontró sus zapatillas, Matt ya se había ido con Dan siguiéndolo de cerca.
Neil cerró la puerta con llave y corrió detrás de ellos, alcanzándolos en las escaleras. Matt salió
primero y golpeó la puerta trasera para abrirla.

Neil no sabía qué era peor: la vista o el olor. Una capa de carne podrida, huevos rotos, y rocas
cubrían el estacionamiento y se habían pegado a los autos de los atletas. Algunos autos tenían un par
de abolladuras y rasguños; otros tenían roturas y agujeros en sus ventanas y parabrisas. Los atletas
furiosos pululaban por el estacionamiento, la mitad de ellos en sus teléfonos, los otros revisando el
estado de sus vehículos. Alguien ya había vuelto adentro el tiempo suficiente como para conseguir
un balde, y ella se encontraba firmemente raspando carne fuera de su capó. Los autos de los equipos

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y la seguridad del campus también estaban en la escena, con docenas de oficiales tomando
declaraciones y fotografías.

Cualquier pensamiento de que aquello no era su culpa murió cuando Neil divisó la camioneta de
Matt. Alguien se había tomado un tiempo especial para destrozarla. Cada ventana de la cabina había
sido destrozada y quitada, dejando solo brillantes puntas de vidrio en los costados de la ventana. Las
llantas habían sido desinfladas hace tiempo con cortes salvajes. Había nuevas abolladuras en los
marcos hechas con cualquiera de las armas que los alborotadores habían usado en las ventanas.

El auto de Allison era la misma triste forma dos sitios más abajo del de Matt. Ella se detuvo junto al
auto con sus brazos doblados fuertemente sobre su pecho y su rostro en una máscara de piedra. Ella
alzó la vista a medida que se acercaba, siguió la mirada en blanco de Matt a su camioneta, y le dio
una mirada dura a Neil.

— ¿Qué demonios? — dijo Matt en un tono estrangulado. Alcanzó su auto pero se detuvo, no
queriendo realmente tocar el desastre— ¿Cómo es que nadie los escuchó?

—Guardaron las ventanas para el final— contestó Allison. Ella alzó la barbilla para indicar los
hombres parados en la fila delante de ellos. — Paris llamó a la policía cuando escuchó vidrios rotos,
pero no pudo bajar lo suficientemente rápido como para ver alguna cara. Solo un montón de autos
saliendo de aquí con rapidez, dijo. Al menos cuatro, quizás cinco.

—Oh, Jesús— Matt hizo otro intento abortado de alcanzar su camioneta, luego se conformó con
restregar sus manos por su cabello. Dan se presionó contra su espalda y lo rodeó con sus brazos. Él
se sujetó con fuerza a sus muñecas— ¿Realmente tenemos que hacer esto de nuevo?

—Lo siento —dijo Neil.

Allison arrugó su labio hacia él con desdén.

—Cállate. No lo estás. No lo estás —ella insistió cuando Neil abrió la boca para discutir. Sonaba
menos como una acusación y más como una orden, así que Neil se cayó a regañadientes— ¿Ya
olvidaste quien tiene que pintarte de vuelta cada mañana? Si hubieras dejado que te pasaran por
arriba ayer después de todo esto— ella alzó sus dedos hacia su propio rostro— Te odiaría.

—Les dijiste la verdad— agregó Dan— No es tu culpa si no les gusta.

—No quiero que esta pelea se vuelva en contra de ustedes— dijo Neil.

—Muy tarde para eso ahora. Pero da igual— contestó Allison. Se estaba mostrando orgullosa, pero
Neil todavía podía ver el enojo en cada línea tensa de ella a medida que observaba su auto de
nuevo— ¿Quieren romper mi juguete? ¿Y qué? Me compraré otro. Quizás me compre dos. Que se
caguen si creen que esto me hará daño.

—Hey— dijo Matt, en voz baja pero urgente.

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Neil siguió el nada sutil movimiento de su barbilla de vuelta hacia la puerta. Aparentemente era el
trabajo de Renee decirle las noticias a Andrew, porque Renee ahora estaba llevando a Andrew hacia
el caos. El auto de Andrew se encontraba más atrás en el estacionamiento y unas filas más arriba,
pero Andrew siguió a Renee hasta los de las clases más altas primero, Andrew se detuvo al lado de
Neil para inspeccionar los daños. Neil en retorno estudió su rostro, pero no había nada para ver.
Andrew lucía tan poco impresionado por esto como lo hacía por todo lo demás.

Renee deslizó su brazo entre el de Allison y le dio a su mano un corto apretón.

—Lo siento.

— ¿Alguien llamó al entrenador? — preguntó Neil.

—Él nos llamó— contestó Dan— Los policías están dando aviso a todos los entrenadores y
diciéndoles que vengan para ayudar a controlarnos. Deberían estar aquí en cualquier momento.

Andrew hizo un ruido y se volteó. Allison le hizo una seña a Renee en un permiso silencioso para
que la abandonara por Andrew, pero Renee miró por encima de su hombro hacia Neil. Neil asintió y
siguió a Andrew. Él solo había estado allí afuera por un par de minutos, pero la multitud en el
estacionamiento había triplicado su tamaño en ese tiempo. A pesar del agrio apoyo de Allison, Neil
no podía a ver a nadie más a la cara. Estos atletas no habían hecho nada para ganar la furia de los
Ravens. Eran un daño colateral, sufriendo porque Neil no podía cerrar la boca.

Nunca le había molestado antes. Preocuparse por los Foxes era inesperado pero fácil explicar debido
a su larga exposición. Sentirse culpable por las desgracias de estos desconocidos era nuevo e
incómodo. Cada voz estridente era un cuchillo en los nervios de Neil y lo odiaba. Por suerte, o no,
llegaron al auto de Andrew y entonces Neil pudo dejar de pensar en todo lo demás por un minuto.
Neil alzó la vista del asfalto cuando Andrew se detuvo, y su boca se abrió en una silenciosa
incredulidad.

Los fans de los Ravens no se habían detenido con los neumáticos y ventanas de Andrew, y no se
habían conformado con golpes simples. Lucía como si hubieran tomado una maza para destrozar el
costado por completo, golpeando profundos cráteres a lo largo del vehículo. Spray rojo se extendía a
lo largo de lo que quedaba del capó destrozado con la palabra “Traidor”. Los asientos delanteros
estaban destrozados, al igual que los traseros, tan lejos como la gente pudo alcanzar entre las
inexistentes ventanas. Alguien había abierto bolsas de composta en el asiento trasero; todo desde
sobras a café de filtro y huesos de pollo se encontraban apilados en un pie de profundidad de los
asientos. En la parte superior de la montaña apestosa había un zorro muerto.

Un lamento angustiado sacudió a Neil de su shock. Él disparó una mirada rápida hacia su izquierda
y vio que Nicky había llegado con Aaron y Kevin detrás de él. Nicky lucía devastado a medida que
miraba el estado destrozado del auto; Aaron lucía como si lo hubieran golpeado. Kevin tenía una
mano sobre su nariz y su boca para bloquear el olor pero sus ojos verdes se encontraban muy
abiertos. Le tomó tan solo un momento notar la atención de Neil, y la mirada que le dio a Neil
gritaba “Te lo dije”. Neil apretó los dientes y apartó la mirada.

Neil avanzó hacia el auto y presionó sus manos inestables en el destrozado capó.

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—No, no, no— dijo con pena— ¿Qué te hicieron bebé? ¿Qué hici…Eso es un animal muerto? Oh,
Jesús, Aaron, hay un animal muerto en nuestro auto. Me voy a enfermar.

Aaron se acercó un poco más y se inclinó para mirar hacia adentro. Insultó al ver lo que le esperaba
y se retiró rápidamente. Escondió su nariz en el hueco de su codo a medida que le daba al auto otra
mirada, fulminó a Neil. Neil sabía lo que le esperaba antes de que Aaron bajara el brazo para hablar.

—Tenías que abrir la boca, ¿Verdad?

—Lo siento— se disculpó Neil— Pensé que vendrían por mí. No creí que ustedes quedarían
atrapados en el medio.

—Claro— dijo Aaron sarcásticamente— ¿Seth solo fue un caso aislado, entonces?

Neil se encogió con tanta fuerza que dio un paso hacia atrás. Abrió su boca para discutir, pero no
podía defenderse contra una acusación como esa.

Resultó que no debía hacerlo. No había notado que los de las clases más altas se habían acercado
para ver, pero Allison había pasado a Neil en un instante y golpeó a Aaron lo suficientemente fuerte
como para casi tirarlo. Ella lo hubiera golpeado de nuevo, pero Andrew se movió como un rayo. Él
capturó su muñeca para levantar su brazo por detrás de su espalda y le dio un violento giro para
tirarla sobre sus rodillas. A medida que ella caía su otra mano subió y la sujetó por la parte trasera
del cuello. La hizo bajar la cabeza cuando aterrizó y la mantuvo allí para que no pudiera volver a
pararse.

Allison intentó decir algo pero solo logró soltar un suspiro ahogado bajo su fuerte agarre.

Renee fue casi igual de rápida; quizás había comenzado a moverse cuando se dio cuenta de que
Allison estaba yendo hacia Aaron. No perdió el tiempo tacleando a Andrew pero se lanzó al lado de
la figura caída de Allison. Ella enredó sus brazos en Allison ya sea apoyándola para reconfortarla o
una feroz advertencia de que se quedara quieta, y miró hacia arriba hacia el rostro en blanco de
Andrew. Alguien detrás de ellos estaba llamando.

—Whoa, whoa— dijo a medida que notaba la pelea corta pero bulliciosa. Neil estaba más consiente
en la silenciosa pero insistente Renee:

—Andrew, solo es Allison, ¿Okay? Solo es Allison.

—No es “solo” alguien cuando pone una mano en lo que es mío— dijo Andrew— Déjala ir.

—Sabes que no lo haré— contestó Renee— me dijiste que los protegiera.

—Fallaste. — Dijo Andrew— Debiste ser más rápida.

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—Demonios, Andrew— dijo Matt, con una ferocidad que era más miedo que enojo. Matt lucía
como si lo estuviera matando mantenerse en su lugar. Neil estaba agradecido por ese autocontrol; no
sabía que podría llegar a hacer Andrew si Matt lo desafiaba ahora mismo.

Dan se mantuvo con el rostro pálido y congelada junto a Matt, sus ojos muy abiertos en Allison.
Nicky estaba demasiado asustado como para ir tras Andrew, así que se dejó caer con cuidado en sus
rodillas y deslizó una mano por el asfalto. Él enredó sus dedos en los de Allison y le dio a su mano
un fuerte apretón. Neil miró a Kevin, quien se había quedado duro como una piedra, y luego a
Aaron. La expresión de Aaron estaba dividida, una mezcla de indignación hacia Allison y miedo por
lo que su hermano pudiera hacer. Neil no sabía por qué lado se había decidido pero no podía
depender en él para intervenir.

—Andrew— dijo Renee— Devuélvemela.

Estaban atrayendo demasiado la atención. En algún momento alguien iba a meterse donde los Foxes
no lo harían, y Andrew reaccionaría a esa amenaza de la peor forma posible.

Neil tenía quizás diez segundos para hacer esto bien y no tenía idea sobre dónde empezar. Andrew
no estaba preocupado por herir a Allison, así que Neil no podía inclinarse hacia ese lado. La última
vez que Andrew había lucido a un suspiro de matar a alguien Neil había usado a Kevin como una
distracción.

Eso no funcionaría esta vez, pero quizás…Neil dudó, entonces decidió dejar de debatir.

—Es suficiente— dijo en alemán. Se encontraba lo suficientemente cerca como para agarrar a
Andrew, pero Andrew le había advertido que no le gustaba que lo tocaran. En vez de eso, estiró su
mano por encima de la cabeza de Renee y esperó a que Andrew lo mirara. Satisfecho con su
atención, Neil dijo de nuevo.

—Es suficiente, Andrew.

—No depende de ti decidirlo.

—Si le haces daños, nos descalificarás a todos— dijo Neil— La ERC no nos dejará jugar con ocho
personas

—Tu perseverancia es tan nauseabunda como siempre.

—Lo prometiste— insistió Neil, doblando la verdad hasta casi romperla— Dijiste que dejarías de
golpearlos en las rodillas. Dijiste que cooperarías hasta que destruyéramos a los Ravens en las
finales, ¿Me estabas mintiendo?

—No prometí eso— contestó Andrew.

—Prometiste que cuidarías mi espalda este año— dijo Neil— y te dije hacia donde me dirigía. Es
todo lo mismo a estas alturas te guste o no. ¿Así que cuidarás mi espalda o no? Andrew— insistió
Neil cuando Andrew no respondió lo suficientemente rápido— Mírame.

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La boca de Andrew dio un tirón violento, una mueca que reprimió a la fuerza, y finalmente miró
hacia arriba. La oscuridad en su mirada casi le quitó el aliento a Neil. Junto al shock hubo un rayo
de triunfo. Andrew había vuelto de Easthaven hace dos semanas y esta era la primera señal de que
había algo real detrás de aquella máscara en blanco. Neil hubiera preferido ver al Andrew real bajo
circunstancias más seguras, pero saber que podía ser alcanzado era un alivio desesperado.

—Vete a la mierda— dijo Andrew.

La furia en su voz tuvo cada cabello en los brazos de Neil erizándose. Neil mantuvo la mirada de
Andrew, retándolo silenciosamente a desquitar ese enojo en él en vez de Allison.

— ¿La tienes o no la tienes? — preguntó Neil de nuevo.

—También le hice una promesa a él— dijo Andrew— No la romperé para cumplir la tuya.

Neil no entendió, pero Aaron finalmente decidió elegir un lado.

—Andrew, eso…— vaciló, y Neil deseaba poder atreverse a dejar de mirar a Andrew para poder
ver la expresión de Aaron. Cada pizca de enojo se había desvanecido de la voz de Aaron: sonaba
casi perdido. Andrew no lo miró, pero la inclinación en su cabeza hacia Aaron indicaba que lo
estaba escuchando— No, Andrew. No. Está bien. Estoy bien. Ni siquiera me dolió.

Neil guardó eso para preguntar sobre ello luego. Estaba asustado de ya saber cuál era la respuesta.
Esperaba estar equivocado, porque si descubría que Aaron realmente era tan estúpido le ahorcaría la
vida fuera del cuerpo.

Andrew miró a Neil durante otro momento interminable, luego relajó su agarre mortal de Allison y
la dejó colapsar, jadeando, en el asfalto. Con la amenaza inmediata fuera del alcance Neil esperó
venganza por parte de Dan y Matt. Él levantó una mano hacia ellos para advertirles por las dudas.
No podría detenerlos si realmente intentaran sobrepasarlo, pero por suerte ellos obedecieron su
orden silenciosa y se quedaron quietos.

A sus pies Renee se encontraba enterrando consuelos silenciosos en el cabello de Allison. La


respuesta de Allison fue demasiado ronca como para que alguien pudiera entenderla pero dejó que
Renee la ayudara a levantarse. Renee se volteó y la llevó hacia Dan y Matt. Ellos fueron rápidos
para tomarla en brazos, sosteniéndola entre ellos. Renee se mantuvo algo atrás, una inmóvil pero
física barrera entre los de las clases más altas y Andrew. Neil se arriesgó a mirar a Aaron. Aaron
estaba mirando a Andrew como si nunca antes lo hubiera visto.

Cuando Dan estuvo segura de que Allison estaba bien, le disparó una mirada a Andrew que debería
haberle arrancado la piel de los huevos.

—Eres un imbécil, ¡Podrías haberla herido de veras!

—No tienes derecho a lucir sorprendida— contestó Andrew. La furia se había ido de su mirada; su
expresión había vuelto a su mirada muerta y sus hombros se encontraban relajados. Sonaba aburrido

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de nuevo, como si nada de esto hubiera pasado o importado. — Es la segunda vez en varias semanas
que uno de ustedes ha olvidado su lugar. Deberían haber aprendido la lección la primera vez. No
tienen derecho a ofenderse cuando impongo mi mano.

—Eso no es…

Una voz resonante cortó a Dan.

— ¿Qué mierda está pasando aquí?

El corazón de Neil casi creó un agujero a través de su caja torácica. Había estado tan concentrado en
Andrew que no había escuchado a Wymack acercarse.

—Esto no es…

Se atrevió a mirar por encima de su hombro pero tuvo que apartar la vista rápidamente del enojo en
el rostro de Wymack. El Entrenador observó a su equipo y esperó a que se recuperaran. Dan fue la
primera en encontrar su voz de vuelta.

—Nada— dijo ella, encendida y obviamente mintiendo— Solo rememorando cada momento en el
que defendimos nuestra decisión de reclutar a los monstruos.

—Hey— dijo Nicky, demasiado incómodo para sonar ofendido. Se encogió ante la mirada que Dan
le dio pero insistió diciendo— Andrew podrá haber sobreactuado, pero tiene un punto. Ella lo
empezó.

—Ni siquiera intentes justificarlo— dijo Matt— No devuelves un puñetazo con un cuello roto.

—De dónde vienes, quizás no— contestó Andrew.

—¿El mundo real? — dijo Matt, con un intenso sarcasmo.

—Para. — Dijo Andrew, con una calma que Neil no creyó ni por un segundo. Andrew golpeó su
dedo índice dos veces contra sus labios, advirtiéndole a Matt que se quedara callado, y lo apuntó—
Un niño privilegiado como tú nunca ha visto el mundo real. No hables de él como si lo
comprendieras.

—Suficiente— dijo Wymack, y chasqueó sus dedos en dirección a los de las clases más altas. —
¿Dónde han estacionado? — Dan gestualizó por encima de su hombro, demasiado enojada como
para contestar en voz alta. Wymack apuntó. — Vayan con sus autos. Estaré allí en dos segundos.
Vayan, dije. — Él esperó a que se deslizaran entre los autos para volver a su hilera, luego se giró
con una mirada de piedra en dirección al grupo de Andrew. Su mirada aterrizó sobre Neil al final.

—Nadie respondió a mi pregunta, ¿Qué mierda está pasando?

No tenía sentido mentir cuando los de las clases más altas le iban a decir todo a Wymack, así que
Neil lo resumió lo más sucintamente que pudo:

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—Allison golpeó a Aaron, así que Andrew golpeó de vuelta.

Wymack cerró los ojos y pinchó el puente de su nariz. Evidentemente estaba intentando no enojarse
con ellos, intentando evitar crear una situación incómoda, pero pareció pasar un año hasta que bajó
su mano.

—Andrew, vamos a hablar sobre esto. No, yo voy a hablar sobre esto y tú vas a escuchar. Hoy, pero
no ahora. Luego de que todo este desastre esté solucionado, ¿Lo entiendes? — Wymack le dio a
Andrew otro minuto para reconocer sus palabras, luego dijo— No te escuché.

—Tú hablas, yo escucho. — dijo Andrew, e incluso Neil no estaba seguro de si estaba de acuerdo o
si simplemente estaba resumiendo la demanda de Wymack.

—Voy a ver cómo están— dijo Wymack— Volveré pronto. Cuando vuelva, vamos a enfocarnos en
el verdadero problema y el verdadero enemigo. ¿Está claro?

—Como el cristal— dijo Nicky débilmente.

—Sí, Entrenador— contestó Neil.

Wymack se fue a paso fuerte, y el grupo de Andrew esperó en silencio a que volviera. Neil miró
entre Andrew y Aaron. Andrew, como Nicky, había vuelto su atención de nuevo hacia el auto
destrozado. Aaron todavía estaba mirando a Andrew como si las respuestas del universo se
encontraran a su alcance. Kevin se había mantenido fuera del camino durante toda la pelea, pero
ahora finalmente había avanzado y se colocó al lado de Andrew.

Wymack se fue por un tiempo, pero eventualmente volvió a ellos. No era una forma de decir cuando
dijo que estaban poniendo la pelea de los Foxes en pausa. No dijo otra palabra sobre la violencia de
Andrew o la seguridad de Allison. En vez de eso le dio al auto de Andrew una larga mirada y
sacudió un cigarrillo del paquete a su mano. Andrew estiró una mano expectante en cuanto estuvo
encendido. Wymack se lo dio sin dudar y encendió otro para sí mismo.

—Bueno— dijo Wymack— al menos mejorarse tu póliza de seguro el año pasado.

—De todas formas no nos sirve para nada— Nicky hundió sus manos en sus bolsillos y pateó el
parachoques del auto— Este desastre no se puede arreglar. Incluso arrancaron y reemplazaron todo
el interior. No podría volver a usarlo sin tener escalofríos. ¿Vio el zorro muerto, Entrenador?
Pusieron un animal muerto en nuestro auto. Ugh.

—Polis— dijo Aaron.

Neil estuvo perdido durante el segundo que le tomó notar a los policías. Se encontraban a dos autos
del de Andrew ahora. Neil no se puso tenso al verlos, pero era algo parecido. Arrastró la mirada
lejos de ellos intentando no ser muy obvio, pero la vista no era mucho mejor en otra dirección.

—También hay cámaras— dijo.

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En algún punto la policía había acordonado el estacionamiento y hacían hecho un punto de
encuentro para los entrenadores a medida que llegaban. Dos camionetas de la prensa se habían
detenido fuera de la línea y los reporteros estaban sacándole fotos a la sombría escena.

Los policías llegaron a ellos un par de minutos más tarde. Uno realizó una vuelta lenta, anotando el
número de la placa y probablemente describiendo el extenso daño. En su segunda vuelta tuvo una
cámara fuera, y apartó a los Foxes fuera del camino con una mano impaciente para poder tener
buenas tomas. El otro policía los miró con una mirada cansada, una lapicera sobre un anotador, y
dijo:

— ¿De quién es el auto?

—Nuestro— dijo Nicky, levantando una mano— Bueno, está a nombre de Andrew, pero yo
también estoy en la póliza de seguro. Verá, somos primos. Nicky Hemmick y Andrew Minyard,
habitación 31. Si necesita los registros o algo, puedo decirle donde encontrarlos, pero en realidad
preferiría no meterme para buscarlos yo mismo. Mire dentro del auto y entenderá por qué. No, en
serio, mire dentro.

El policía se observó el interior del auto pero no dijo nada sobre su lamentable estado. Neil supuso
que había dejado de importarle hace seis atletas. Todo lo que dijo fue:

— ¿Vieron o escucharon algo inusual anoche o esta mañana?

—Una noche de viernes en un campus universitario— dijo Nicky con un encogimiento de hombros
a modo de disculpa— Uno aprende a apagar los sonidos para lograr dormir algo. Además, nuestra
habitación se encuentra enfrentando la parte delantera del edificio.

— ¿Qué hay sobre ti? — le preguntó el policía a Aaron.

—No— contestó Aaron.

Por último, el policía miró a Andrew. Andrew lo miró de vuelta en un silencio indiferente y le dio
una larga calada a su cigarrillo. Nicky solo le dio un par de segundos antes de responder por él.

—Él lo supo al mismo tiempo que yo. Renee pasó por nuestra habitación y nos despertó cuando
escuchó las noticias. Uh, Renee es nuestra compañera de equipo. — ante la mirada que el policía le
dio por hablar en su lugar, Nicky se encogió de hombros. — Sí, lo siento. Andrew no habla con
policías. Una historia larga y completamente irrelevante. ¿Qué más necesita saber?

El policía solo tenía un par de preguntas más, algunas de las cuales estaban dirigidas hacia Andrew
a pesar de la advertencia de Nicky, el resto fueron divididas entre Nicky y Aaron. Andrew dejó de
prestar atención a la entrevista mucho antes y dejó que su mirada se dispersara. Nicky llenó los
huecos tan rápido como pudo y eventualmente los policías se fueron.

Un par de agentes de seguros aparecieron de oficinas locales para tener una mirada de primera mano
del desastre y conversar con los atletas que eran sus clientes. La mujer que representaba la agencia

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de Andrew debió traer un machete con ella, porque saludó a los primos por nombre y expresó su
simpatía por tener que pasar por esto una segunda vez. Mientras hablaba tomó un par de notas y
fotos por su cuenta, cambiones de remolque aparecieron en la escena y comenzaron el lento proceso
de llevar cada auto a un taller de reparaciones.

—Pagaremos la cuenta de los autos de renta y las vans la semana que viene— dijo Wymack cuando
ella se fue a ver a su próximo cliente. — Conseguiré los dos que necesitamos en algún momento del
día de hoy. Podría llevarles un tiempo — gestualizó indicando la enorme tarea que le esperaba a los
empleados del local. — Así que avísenme en cuanto reciban un ETA*. Puedo extender la fecha de
vencimiento de los autos si lo necesitan.

—Sí, entrenador— dijo Neil.

ETA: Estimated time of arrival. Tiempo estimado de llegada.

— ¿Pueden esperar aquí un momento? — Preguntó Wymack, y ante sus asentimientos fue a buscar
al resto del equipo.

No había nada más que hacer que esperar. Le tomó una hora a los policías atender a todos y a los
camiones de remolque tardaron más. Wymack volvió cuando los policías dejaron de hablar con
Allison y Matt. Los de las clases más altas no estaban mucho más detrás de él, para la sorpresa de
Neil. Allison estableció un punto al encontrar su mirada con la de Andrew, una declaración
silenciosa de desafío y falta de miedo.

—Andrew y yo vamos a ir a buscar algo de comida para todos. — dijo Wymack. — ¿Alguna
preferencia?

Neil dudaba que alguien tuviera hambre después de respirar el hediondo olor del estacionamiento
durante toda la mañana, pero nadie iba a rechazar comida gratis. Votaron sin mucho entusiasmo y
Andrew siguió a Wymack a medida que se alejaban. Los Foxes se quedaron mirándolos en un
silencio incómodo. Finalmente Neil se arriesgó a mirar a Allison. Él abrió su boca, intentando decir
lo que debía haber dicho hace meses, pero luego de tanto tiempo todavía no tenía las palabras
correctas.

—Gracias— dijo Allison rígidamente.

Era tan desmerecido que Neil solo pudo decir:

—Lo siento.

Era increíblemente inadecuado para lo que le había costado a ella, para lo que le había costado a
todos su decisión de quedarse, pero era todo lo que tenía. La mirada que Allison le dio dejaba en
claro que ella sabía por qué se estaba disculpando. Ella apretó los labios, como si no estuviera
segura de qué responderle. Antes de que pudiera decidirse Dan habló:

—Sabíamos cuando los inscribimos que nos darían problemas— dijo, mirando de Aaron a Nicky.
— Los aceptamos a pesar de los rumores y las protestas porque creíamos en ustedes. Los

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defendimos y nos plantamos a su lado y les perdonamos un montón de mierda que nadie hubiera
comprendido. Intentamos ser sus compañeros de equipo e intentamos ser sus amigos y tratamos de
incluirlos una y otra y otra vez.

“Pero hay una línea donde todo se corta. Si la vuelven a cruzar se terminó. Ustedes tienen
prohibido, tienen prohibido— repitió con un feroz énfasis— herir a otra persona de este equipo de
nuevo. ¿Lo entienden?

La alegría característica de Nicky se había desvanecido. Lucía casi derrotado mientras miraba entre
Dan y Allison.

—Lo entiendo, y tienes razón, lo siento. Pero no puedo prometer nada. Andrew es…Andrew. No
podemos predecirlo o controlarlo.

—Él puede— dijo Matt, alzando su barbilla hacia Neil— ¿Por qué ustedes no?

— ¿Menos instintos de supervivencia? — supuso Nicky, pero su intento de humor no sirvió de


mucho.

—Más— lo corrió Neil, sabiendo que Nicky no lo entendería.

Matt se volteó hacia Neil, su expresión intensa.

—Incluso Renee no pudo llegar a él. ¿Qué le dijiste para que se detuviera? Si no estás allí la
próxima vez, alguien más tiene que saber cómo sacarlo de la violencia.

Neil no podía explicarlo sin meterse en asuntos que no le incumbían.

—No permitan que haya una próxima vez.

—Neil, hablo en serio. — dijo Matt. Neil sacudió la cabeza.

—Yo también.

—Allison— dijo Kevin. — ¿Te hizo daño?

Allison conocía a Kevin demasiado bien como para ser que no estaba preocupado por su bienestar.
Ella le envió una mirada impaciente y no contestó. Kevin interpretó el silencio como quiso y le
envió una mirada juzgadora a Neil. Luego de un momento se estiró y cubrió el tatuaje de Neil con
su pulgar. El resultado lo hizo fruncir el ceño, no en decepción pero en confusión, y Kevin volvió a
bajar su mano de nuevo. Neil esperó, pero Kevin no dijo nada.

—Vamos a entrar— dijo Dan, y los Foxes abatidos se dirigieron perezosamente hacia adentro.

Aaron, Kevin y Nicky desaparecieron dentro de su habitación. Neil puso una mano en la puerta
antes de que Nicky pudiera cerrarla detrás de ellos. Las mujeres siguieron a Matt a su habitación
más lejos, pero les tomó un momento darse cuenta de que habían perdido a Neil. Neil levantó un

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dedo en una promesa de que estaría allí en un momento y se adentró en la habitación detrás de
Nicky. Nicky cerró la puerta y la trabó en cuanto Neil estuvo a salvo dentro.

Aaron se dejó caer en uno de los pufs y no se molestó en mirar hacia arriba cuando Neil se detuvo
frente a él. Neil hundió sus manos en sus bolsillos para no usarlas contra Aaron y se puso en
cuclillas. Aaron arrugó su labio a Neil, sin ánimo a disculparse y desafiante. Neil apretó sus manos
en dos puños. Intentó contar hasta diez en su cabeza pero solo llegó a diez.

—Dime que no eres tan estúpido— dijo Neil.

—Ésta no es tu habitación— dijo Aaron— Vete.

— ¿Qué te prometió? — Demandó Neil, ignorándolo— Él no dijo que te mantendría a salvo. Si lo


hubiera hecho no hubiera dejado a Kevin quedarse el año pasado. ¿De qué prometió protegerte? —
le dio a Aaron un minuto para cooperar antes de adivinar— Él se mudó a tu casa y descubrió que tu
madre te pegaba. Él dijo que si no podías defenderte contra una mujer él tendría que hacerlo,
¿Verdad? Todo lo que debías hacer era quedarte con él hasta la graduación.

—No importa.

—Obviamente importa— se enfureció Neil. Aaron se encogió de hombros pero no intentó negarlo
esta vez. — Siempre supiste por qué mató a tu madre. ¿Por qué hiciste que te lo deletreara?

—No— contestó Aaron inmediatamente— Eso no tuvo nada que ver conmigo. Hizo esa promesa la
segunda noche que estuvo en casa con nosotros, pero esperó cinco meses para matar a mamá. No
viste los moretones que dejó en él cuando creyó que era yo esa noche.

—A Andrew no le importaba que ella lo hiriera. Le importaba que te hiciera daño a ti. Le tomó
tiempo, lleva tiempo planear ese tipo de accidentes.

—Eso no lo sabes.

—Lo sé. También lo sabrías tú si hubieras prestado atención a cómo te trató en Columbia. — dijo
Neil. — Supiste antes que yo por qué se puso en contra de Allison hoy. El único que puede detener
esto eres tú. Averigua lo que tienes que hacer, lo que tienes que perdonar, para lograr que te deje ir.

Él golpeó la puerta detrás de él en su vuelta a su habitación pero se detuvo congelado en el pasillo.


Sabía que no debía volver con los de las clases más altas con un humor como este. Éste no era el
tiempo o lugar para ello, no con el equipo tan frágil, pero el temperamento de Neil nunca había sido
oportuno. No sabía con quién estaba más enojado: con Aaron, por ser tan imposiblemente ciego, o
con él mismo, por no atar los cabos antes. No ayudaba que todavía estuviera enojado con Nicky y
Kevin por ser tan inútiles.

No podía calmarse, así que hizo lo único que podía hacer: tomó las escaleras hacia la planta baja y
salió a correr. No estaba apuntando a la cancha pero inevitablemente terminó allí.

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Dejó sus llaves en la banca del equipo de casa cuando pasó y corrió a lo largo de todo el estadio. A
mitad del camino finalmente abandonó sus pensamientos. Dejó de sentir, dejó de ser Neil, dejó de
sentir nada más que un cuerpo en pleno movimiento. Luego caminó un poco por el anillo central.
Cada tembloroso aliento era demasiado caliente en sus tensos pulmones, pero Neil finalmente
volvía a sentirse normal.

Agarró sus llaves en su camino hacia la salida y cerró detrás de él. Caminó lentamente de vuelta a la
Torre Fox y tomó las escaleras hasta el tercer piso. Matt estaba en el sofá de su habitación, Dan de
un lado y Renee del otro. Allison clamó uno de los escritorios. Todos miraron hacia la puerta
cuando entró y por la mirada en sus rostros Neil tuvo el presentimiento de que había interrumpido
una conversación importante. Levantó una mano en su camino al baño, una disculpa silenciosa por
el mal tiempo y prometió que iba a mantenerse fuera de ella mientras se bañaba.

—La comida está en la heladera. — Dijo Matt. — El Entrenador la dejó cuando no estabas.

Neil se había olvidado de ella.

—Gracias.

Abrió su armario para buscar su ropa pero dudó al ver su caja fuerte. Se arrodilló para deslizar sus
dedos sobre la cerradura, sus pensamientos moviéndose a kilómetros por hora. Se preguntó qué
tanto podría cubrir la póliza de seguro en cuanto a las reparaciones de los autos de sus compañeros.
Incluso si no pudiera pagarlo todo, Allison y Matt tenían suficiente dinero para pagar el resto. Los
primos no tenían ese dinero, y su auto era casi tan caro como el de Allison. Nicky ya había predicho
que no obtendrían buenas noticias sobre él.

El golpe de un zapato en la delgada alfombra lo distrajo. Se inclinó hacia atrás para mirar.

Allison estaba parada en la puerta, su expresión guardada y sus brazos doblados por encima de su
pecho. Neil todavía no sabía qué decirle, pero debía intentarlo.

—Lo siento. No lo merecía.

Allison estuvo en silencio por una eternidad, luego dijo:

—Ya lo dijiste. Si tuviéramos lo que merecemos, no seríamos Foxes.

Sus palabras sonaban monstruosas al ser aplicadas para la muerte de Seth.

Neil hizo una mueca, pero Allison se encogió de hombros y miró hacia otra parte.

—Quizás es mejor así. Si se lo hubiera hecho él mismo, tendría que vivir sabiendo que no pude
llegar a él. Al menos de esta forma tengo a alguien que culpar.

— ¿Andrew te dijo sobre Riko?

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—Lo sé desde que sucedió— dijo Allison. — El monstruo fue a la casa de Abby antes del funeral
para preguntarme sobre la medicina de Seth. Me dijo su teoría para asegurarse de que volviera a la
cancha.

Neil pensó en Allison volviendo al juego demasiado temprano luego de la muerte de Seth y la forma
en que Andrew se detuvo a su lado en su camino al arco. En aquel entonces pensó que era
sospechoso que Andrew le ofreciera algo apoyo. Quizás Andrew le había recordado que estuviera
enojada.

Allison dejó de hablar con Neil por semanas luego de la sobredosis de Seth. Neil creyó que no le
hablaba debido al luto. Él le había dado la bienvenida al trato frío, sin estar muy seguro de cómo
enfrentarla con su consciencia culpable. Si ella siempre supo la teoría de Andrew, entonces, ella
siempre había sabido que parte de la culpa era de Neil. Quizás ese era el motivo por el cual Andrew
se involucró: ya había aceptado proteger a Neil en ese entonces, así que tenía que asegurarse de que
Allison no sería un problema para ellos.

En algún punto en el camino ella lo había preguntado y Neil ni siquiera lo había notado.

—Debí decir algo antes. Eso solo que…— Neil gestualizó, impotente y perdido y sintiéndose
horrible. — No sé cómo hablar con la gente sobre las cosas importantes.

—Lo notamos. — Allison se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa cuando ambos
sabían que lo era. — Eres un tipo extraño. Uno de estos días me dirás por qué.

Ella volvió a la otra habitación dejando a Neil solo con sus pensamientos y secretos.

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Capítulo 7

Neil estaba saliendo de la habitación luego de ducharse cuando su celular vibró. Palpó sus
bolsillos, los descubrió vacíos, y buscó su celular debajo de su almohada. Tenía dos mensajes, uno
de Nicky de hace una hora y otro más reciente de Katelyn. El de Katelyn un urgente “¿Qué pasó?”
que Neil no se tomó el tiempo de responder.

El de Nicky era un aviso de que Andrew había vuelto. Parecía redundante, ya que Wymack les
había traído comida y por supuesto había dejado a Andrew también. Conociendo a Nicky, era un
pedido de que se involucrara para asegurarse de que todo estuviera bien. Neil metió su teléfono en
su bolsillo trasero y dejó su habitación sin decirle una palabra a nadie. Nicky respondió a sus golpes
en unos segundos y no tuvo que preguntar por qué Neil estaba allí.

—Tomó una botella y se fue de nuevo— dijo Nicky— No sé a dónde fue.

Andrew no podía irse muy lejos con una botella abierta de licor en la mano y sin el auto.

— ¿Con el Entrenador?

—No lo creo. — Dijo Nicky. — Aaron también se fue, en cuanto lo hiciste.

A Neil no le importaba lo que Aaron hiciera. Asintió y se fue, y Nicky no lo llamó. Neil tomó las
escaleras hacia el techo y manipuló la cerradura de la misma forma que había visto a Andrew
hacerlo. Solo le tomó un par de intentos hasta que logró abrirla, y salió a la ventosa terraza.

Andrew estaba sentado en el final del techo esta vez. La botella de vodka junto a su rodilla lucía
vacía desde allí, pero Neil vio la luz del sol reflejar un poco en el líquido a medida que se acercaba a
Andrew. Neil calmó el instintivo golpetear de su corazón a medida que se acercaba al borde y se
acomodó en un sitio justo fuera del alcance de Andrew. Miró las ruinas del estacionamiento.
Todavía había una docena de autos, pero el equipo todavía estaba limpiando el asfalto. La policía se
había ido, dejando que la seguridad del campus supervisaran, y la prensa se había ido.

Andrew movió su paquete de cigarrillos en dirección a Neil.

—Dame una buena razón para no tirarte por el borde.

Neil sacó un cigarrillo y lo encendió.

—Te arrastraría conmigo. Es una caída larga.

—Te odio— dijo Andrew, pero era difícil creerle cuando sonaba tan aburrido por el concepto.
Andrew tomó un trago de la botella y limpió su boca con su pulgar. La mirada que le dio a Neil era

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despreocupada y desinteresada. — El noventa por ciento del tiempo tan solo verte me da ganas de
cometer un asesinato. Pienso en arrancar la piel de tu cuerpo y colgarla como advertencia hacia
cualquier otro tonto que pueda pensar que puede meterse en mi camino.

— ¿Qué hay con los otros diez? — preguntó Neil.

Andrew lo ignoró.

—Te advertí que no me pusieras una correa.

—No lo hice. — Contestó Neil. — Tú te pusiste la correa cuando me dijiste que me quedara sin
importar qué. No te enojes conmigo solo porque fui lo suficientemente listo como para agarrar el
otro extremo.

—Si tiras de él de nuevo te mataré.

—Quizás lo hagas cuando termine el año. — Dijo Neil. — Por ahora no hay nada que puedas hacer
sobre ello, así que no pierdas el tiempo amenazándome.

—No creo que fuera el dinero. — Dijo Andrew, y le dio a Neil una mirada interrogante—El motivo
por el cual te persiguieron durante tanto tiempo. Supongo que en algún momento decidieron que era
más importante herirte que recuperar lo que sea que perdieron.

—Eso dices, pero todavía no me golpeaste.

Andrew aplastó su cigarrillo entre ellos.

—El tiempo se acerca con rapidez.

Neil estudió su rostro, buscando por una pizca del enojo abismal que había visto más temprano y no
encontró nada. A pesar de las nada amigables palabras de Andrew, su expresión y su tono eran
calmos. Decía esas cosas como si no significaran nada para él. Neil no sabía si era una máscara o la
verdad. ¿Andrew le estaba escondiendo esa furia a Neil o a sí mismo? Quizás el monstruo estaba
enterrado donde ninguna de los dos podía encontrarlo hasta que Neil cruzó otra línea imperdonable.

—Bien— dijo Neil, al final. Tirar de la cola de un dragón dormido sonaba como la forma de sufrir
una muerte dolorosa, pero Neil estaría muerto antes de que la protección de Andrew se
desvaneciera. — Quiero verte perder el control.

Andrew se quedó inmóvil con su mano a medio camino del Vodka.

—El año pasado querías vivir. Ahora pareces empeñado en que te maten. Si quisiera jugar otra
ronda contigo ahora, preguntaría qué hizo que cambiaras de opinión. Tal y como están las cosas
ahora mismo, creo que tuve suficiente de tu estupidez como para que me dure una semana. Ahora
vuelve adentro para molestar a los otros.

Neil fingió confusión a medida que se levantaba.

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— ¿Te estoy molestando?

—Más de lo que te puedes imaginar.

—Interesante. — Dijo Neil. — La semana pasada dijiste que nada se mete bajo tu piel.

Andrew no se molestó en responder, pero Neil lo contó como una victoria. Tiró su cigarrillo al
viento y volvió adentro solo. Tomó las escaleras al tercer piso pero no dio más que unos pasos antes
de que la puerta del elevador de abriera. Mirar hacia atrás era instintivo. Neil tuvo un segundo para
reconocer a Aaron y otro para registrar la furia en su rostro. Entonces Aaron se chocó contra él
como un tren de carga y lo aplastó contra la pared.

Neil recibió un golpe en la mejilla y un golpe más fuerte en la boca antes de luchar contra Aaron
para quitárselo de encima. Neil dejó un buen golpe en el estómago de Aaron cuando él intentó saltar
de vuelta sobre Neil, y entonces unas manos pesadas los separaron. Neil miró rápidamente a su
alrededor ante la intervención. La pelea había atraído a una rápida multitud de las habitaciones más
cercanas. Conocía sus rostros por pasar por su lado varias veces en el pasillo y en la escalera; sabía
sus nombres y equipos a pesar de sus mayores esfuerzos por no aprender nada sobre ellos.

Aaron hizo un violento intento de liberarse, y luego se conformó con enviarle a Neil una mirada de
ceño fruncido a través del casillo. Neil testeó sus propias restricciones, las encontró igual de fuertes,
y saboreó el interior de su boca con su lengua. Se había mordido la mejilla cuando Aaron lo golpeó
y la primera vez que tragó no fue suficiente para quitarse el sabor de la sangre.

—Cálmense. — le dijo Ricky, con sus manos en dirección a los dos. — Tenemos suficientes
problemas con los que lidiar ahora sin su mierda.

—Estamos bien. — Dijo Neil.

Aaron prefería no involucrar a otras personas en sus asuntos, así que Neil esperaba que se calmara
hasta que se fueran. Sobrestimó lo enojado que Aaron estaba. En vez de esperar por privacidad
Aaron le gritó en un furioso alemán.

— ¡Vete a la mierda! ¿Qué mierda le dijiste?

Los sonidos ásperos tomaron a los atletas con la guardia baja, dándole a Neil el tiempo suficiente
como para responder. Él solo podía estar hablando de una persona. Neil se arrepintió de no
responder el texto de Katelyn pero se encogió de hombros arrogantemente hacia Aaron.

— ¿Por qué? ¿Ella finalmente se decidió? ¿Qué pasó? ¿Apareciste en su puerta para quejarte sobre
el auto y obtuviste un ultimátum como respuesta?

— ¡Deberías saberlo!

—Hey. — Dijo Ricky. — Dijimos que se calmen.

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Neil lo ignoró.

—Le dije que se plantara. Nunca volví y le pregunté si había encontrado las agallas. Si sirve de
algo, lo hice antes de que pudiera descubrir que tan específica era la promesa de Andrew. Podría
haber sido un poco más considerado si hubiera sabido qué tan estúpido eres.

— ¡No tenías derecho a meterla en esto!

Las puertas de los dormitorios no eran a prueba de sonido, y el fuerte alemán finalmente captó la
atención de los Foxes. Nicky fue el primero en salir al pasillo, pero los de las clases más altas no
tardaron mucho más. Los jugadores de fútbol dieron un paso a un lado, pero Dan y Matt se
quedaron atrás para mirar. Neil esperaba un sermón, pero Dan los miró y no dijo nada. Neil no sabía
si estaba demasiado sorprendida de que hicieran un show como para intervenir o si todavía estaba
enojada con Aaron por el rol que había tenido en la experiencia cercana a la muerte de Allison.

Nicky se acercó lo más que pudo a Aaron y le dio a Neil una mirada perpleja.

— ¿Quiero saber? — preguntó en alemán.

Aaron hizo otro intento de liberarse. Ésta vez Amal lo dejó ir, aunque mantuvo sus manos cerca en
caso de que Aaron fuera hacia Neil de nuevo. En vez de eso, Aaron tomó medio paso hacia atrás,
como si no pudiera soportar estar tan cerca de Neil.

—Katelyn se niega a hablarme o verme hasta que Andrew y yo vayamos a terapia.

La mandíbula de Nicky se cayó, pero lucía más admirado que otra cosa.

—Demonios, Neil.

Aaron le dio una mirada lívida.

—No te atrevas a tomar su lado.

— ¿Por qué no? — preguntó Nicky. — No es como si alguna vez me dejaras tomar el tuyo.

Aaron aparto a Nicky y volvió a su habitación. Nicky le hizo una mueca a Neil y lo siguió. Kevin
estaba parado en la puerta, pero se metió en el pasillo para dejarlos pasar. No entendió nada de lo
que dijeron, pero el tirón en su boca indicaba que no estaba nada complacido. Neil lo miró de
vuelta, intentando transmitir qué tan poco le importaba el mal humor de Kevin.

Dan le hizo un gesto a los atletas que estaban sujetando a Neil.

—Gracias. Mantendremos un ojo en ellos.

Neil fue soltado bajo su custodia y la pequeña multitud se dispersó lentamente. Dan gestualizó hacia
Neil para que caminara, y él se dirigió hacia su habitación con Dan y Matt justo detrás de él. Renee
y Allison todavía estaban adentro, y observaron a Neil volver con cierto interés.

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Neil no tenía hambre, pero comer le daba algo para hacer. También hacía que fuera más fácil
acorralarlo. Dan apoyó su cadera contra la mesada y lo observó husmear la heladera. Estaba
intentando durar más tiempo que él, pensó Neil, pero él no iba a ser el primero en hablar. Neil sacó
su comida para llevar del contenedor y lo colocó en el microondas, giró la perilla, y le devolvió la
mirada pesada. Dan contuvo su tratamiento silencioso hasta que el contador sonó.

— ¿Vamos a hablar sobre esto?

—Quizás quieran evitar a Aaron por un par de días.

—Ese ya era el plan— dijo Dan. — ¿Qué demonios está pasando?

—Estoy haciendo lo que me pidieron— dijo Neil. — Arreglándolos.

—No lo parecía.

Neil se encogió de hombros, tocó sus fideos, y volvió a reiniciar el contador.

—Si un hueso no se está curando derecho, no tienes otra opción que romperlo. Estarán bien.

Matt se inclinó contra el marco de la puerta y alzó una ceja hacia Neil.

—Eso no es muy reconfortante. Tu “bien” podría significar cualquier cosa desde “Voy a hacer dedo
a través del estado” hasta “Fui golpeado hasta ser una pulpa sangrienta pero todavía puedo sostener
una raqueta.”

— ¿Apostaron acerca de ellos? — preguntó Neil. Dándose cuenta que Matt no podía seguir sus
pensamientos, agregó— Aaron y Katelyn.

—Todos excepto Andrew apostaron sobre ellos. — dijo Matt. — No sobre si funcionarían o no, sino
cuándo.

Neil consideró eso.

—Entonces estarán bien.

Dan no lucía convencida, pero lo dejó comer en paz y se llevó a Matt con ella. Neil pasó el resto de
la tarde mirando a sus libros de texto en vez de hacer algo realmente. La cena fue delivery porque
Allison no quería ver a nadie en la cafetería, y la cena fue seguida por complicados juegos de cartas
y muchos shots.

Dan, Matt, y Allison jugaron como si la única forma de ganar era ser el primero en ser machacado.

Allison fue la primera en caer, pero Matt y Dan no duraron mucho más. Allison reclamó el sofá, así
que Dan y Matt se tambalearon dentro del dormitorio para compartir la cama de Matt. Neil acomodó
el desastre que habían creado en el living mientras Renee buscaba una manta extra de la habitación

103
de las chicas. Estuvo de vuelta a tiempo para limpiar el resto de la basura. Ambos lavaron los vasos
uno al lado del otro en la cocina y estaban terminando cuando Renee habló.

—Gracias. — Dijo ella, —por alcanzarlo cuando yo no pude.

Neil la miró.

— ¿Te pidió que los protegieras?

Renee asintió.

—Kevin primero le dijo a Andrew la verdad sobre los Moriyamas. Andrew sabía que dejar que
Kevin se quedara podía traer serias consecuencias para el resto de nosotros. Estaba dispuesto a
proteger a los suyos contra la reacción que generara, pero los otros no le importaban lo suficiente
como para pelear por ellos. En vez de eso, me los dio a mí. — ella inclinó su cabeza para señalar a
sus amigos dormidos y levantó un vaso para inspeccionarlo. — Una de las primeras cosas que le
pregunté en junio fue quién se quedaría contigo. Dijo que lo sabría luego de una noche en
Columbia.

Neil tomó la copa de vuelta y la lavó por segunda vez.

—Estoy seguro de que ahora se arrepiente de quedarse conmigo.

—Andrew no cree en el arrepentimiento; dice que el arrepentimiento está ligado a la vergüenza y la


culpa, y ninguna de las dos sirve para nada realmente. Dicho esto, intenté quitarte de sus manos una
vez. — cuando Neil la miró, sorprendido. Renee lo miró con una inocencia que por una vez no era
del todo convincente. — Andrew se negó bajo el pretexto de que no desearía que nadie te tuviera a
excepción de una funeraria.

—Drama Queen*. — murmuró Neil

Drama Queen: Reina del Drama. Dejé la original porque es más graciosa ahre.

Renee se rio silenciosamente e intercambió con él una toalla por el vaso. Neil secó sus manos y se la
volvió a dar. Renee colgó la toalla en el gancho frente a la heladera y salió de la cocina para
observar el living.

— ¿Estarás bien aquí? — preguntó Renee.

Neil inclinó su cabeza a un lado, viendo si escuchaba algún sonido desde la habitación, y solo
escuchó silencio.

—Estoy bien.

Él la observó irse, cerró la puerta detrás de ella, y se dirigió a la cama. La mañana llegó demasiado
rápido, y con ella vinieron más malas noticias. Wymack los llamó temprano para decirles que el
campus estaba desfigurado. Pintura negra cubría los edificios y las aceras con manchas gruesas y el

104
estanque ahora era de un color rojo brillante gracias a la tintura. Un graffiti grosero estaba cubrí las
paredes blancas paredes de la Foxhole Court. Wymack no quería que el equipo se detuviera para
verlo pero tampoco quería que lo oyeran por alguien más. El departamento de instalaciones estaba
fuera intentando restaurar todo lo más rápido posible. Wymack prometió hacer trizas a la seguridad
del campus en cuanto pudiera contactarlos por teléfono.

La segunda ola de vandalismo trajo a la prensa de vuelta, y un reportero finalmente llegó lo


suficientemente cerca de Wymack como para poner un micrófono en su cara. Wymack era
demasiado listo para atacar a los Ravens, así que se conformó con atacar a los fans.

—Creo que es patético. — Dijo. — ¿Qué bien creen estos cobardes que están haciendo al atacarnos
así? Todo lo que están logrando es traer atención y publicidad negativa hacia el equipo que están
intentando defender. Ya es hora de que los Ravens hablen.

El presidente de Edgar Allan, Louis Andritch, respondió luego de una hora y realizó una apelación
obligatoria para los fans de los Ravens pidiéndoles que detuvieran ese “turbulento”
comportamiento. Tetsuji Moriyama dio una declaración más dura luego, condenando a los dos
ataques como insultantes e innecesarios. Sonaba sospechosamente alentador hasta que Moriyama
terminó con:

—No puedes entrenar a un perro doméstico golpeándolo al otro día; no es astuto relacionar las
acciones con los castigos. Deben disciplinarlo en el momento que se portan mal. Dejen que nosotros
nos encarguemos de corregirlos en la cancha.

Dan estuvo furiosa el resto del día, pero las palabras de Moriyama llegaron a los fans. El lunes
avanzo sin nuevos desastres. Neil casi lo lamentaba, porque sin distracciones externas el equipo
estaba libre de enfocarse en sus problemas internos de nuevo. Dan y Matt hablaron con Neil pero
ignoraron al resto del grupo de Andrew. Allison actuó como si nada hubiera pasado pero se
mantuvo fuera del alcance de Andrew. Aaron ni siquiera miró en la dirección de Neil y tampoco
habló con nadie, Nicky incluido. Neil esperaba que se quejara cuándo Neil fue con ellos para ir a la
práctica, pero quizás Aaron estaba intentando mantener a Andrew fuera de la pelea mientras fuera
posible.

Kevin se quejó de la desenfrenada discordia por cuarenta minutos la tarde de prácticas, luego se
rindió con sus compañeros de equipo y rodeó a Neil.

—Si nos haces perder un juego porque no pudiste quedarte callado…— no finalizó su amenaza,
asumiendo que Neil podía llenar los espacios en blanco por su cuenta. Su expresión solo se
oscureció cuando Neil lo apartó.

—No es el tiempo para lidiar con tu actitud. Para de causar problemas innecesarios antes de arruinar
algo más.

Neil consideró todas las posibles respuestas a eso y se conformó con la más simple:

—Vete a la mierda.

105
Kevin lo empujó como si pudiera empujar la sensatez dentro de Neil. Neil lo empujó de vuelta con
toda la fuerza que pudo y envió a Kevin hacia Matt. Por suerte Matt había estado observando la
corta pelea. Se tambaleó bajo el peso repentino de Kevin pero no se cayó, en cambio, sujetó a Kevin
para evitar que fuera de nuevo hacia Neil. Neil apuntó su raqueta hacia Kevin en advertencia y trotó
hacia la mitad de la cancha. Sabía que Kevin intentó seguirlo porque escuchó la feroz advertencia de
Matt diciéndole que parara. Para el momento en el que Neil llegó a la mitad de la cancha, Dan se
había involucrado. Le tomó un par de minutos de amenazas furiosas para calmar a Kevin, pero la
cuestionable paz solo duró porque Kevin y Neil decidieron ignorarse el uno al otro.

En cuanto los dejaron irse para un descanso Neil fue a los vestuarios para buscar algo de beber.

Wymack lo siguió y se paró justo adentro de la puerta trasera. Plantó ambas manos en sus caderas y
miró a Neil a través de la habitación.

—Estoy realmente interesado en saber cómo esto pasó de ser “nosotros contra ellos” a “todos contra
todos” — dijo Wymack. — La opinión popular dice que es tu culpa, ¿Es verdad?

—Tenía buenas intenciones. — dijo Neil.

—No me importa cuáles eran tus intensiones. — dijo Wymack. — Pero no podemos permitirnos
perder el juego del viernes, no luego de lo que nos hicieron y especialmente no luego de lo que dijo
el Entrenador Moriyama. No sé si te diste cuenta, pero no estamos exactamente en forma para ganar
ahora mismo.

—Lo sé. — Dijo Neil. — Lo siento por calcular mal los tiempos, pero no me arrepiento de nada de
lo que dije.

—No quiero tus disculpas. Quiero que eso se solucione lo antes posible. — Dijo Wymack.

—Sí, Entrenador.

Neil se dirigió hacia la puerta para volver al anillo central pero Wymack puso una mano hacia
afuera para detenerlo y dijo:

—Hablando de tiempos, ¿Cómo está tu reloj mental? ¿Tener un horario sirve de algo?

—No tanto como tenerlos a todos aquí lo hace. — Dijo Neil. — No estoy solo el tiempo suficiente
como para perderme.

—Bien. — Dijo Wymack. —Ahora vamos. Veamos si podemos recuperar este desastre.

Neil lo siguió hasta el anillo central. Sus compañeros de equipo se habían dispersado en su corta
ausencia. Matt, Dan y Allison habían clamado unos de los bancos de las Vixens. Kevin se
encontraba solo cerca de la pared de la cancha, Wymack tenía su portapapeles en la mano y se
encontraba revisando las notas del día.

106
Nicky se encontraba holgazaneando en los escalones que llevaban a las gradas, y Neil divisó a
Aaron veinte filas más arriba. Andrew y Renee se encontraban realizando sus vueltas usuales
alrededor del anillo central y no se habían alejado mucho.

Neil no tenía ganas de lidiar con nadie más, así que fue detrás de los arqueros. Renee lo divisó
mientras rodeaban la primera esquina y le hizo un gesto a Andrew para que esperara. Neil tenía una
excusa preparada por si le preguntaban por qué estaba invadiendo su espacio, pero Renee le dio la
bienvenida con una sonrisa brillante y Andrew lo reconoció con una mirada despreocupada.
Partieron a un paso perezoso en cuanto Neil los alcanzó.

Neil se había preguntado de qué hablaban los dos cuando estaban lejos de todos los demás. Lo
último que esperaba era que estuvieran hablando sobre Exy. Renee quería intercambiar qué mitades
del juego jugaban ahora que Andrew no estaba limitado por su abstinencia. Sus oponentes iban a ser
más difíciles de combatir cada semana y Andrew era el arquero más fuerte. Ella quería que él
hiciera el mayor esfuerzo cuando sus compañeros estuvieran cansados durante la segunda mitad.
Andrew aceptó su sugerencia sin discutir, y Renee cambió de tema.

Lo que comenzó como una conversación normal rápidamente divagó fuera de su alcance, y Neil no
tenía idea de cómo habían pasado de hablar de la obra en construcción en el sector más apartado del
campus a hablar sobre qué podría provocar el comienzo de la Tercera Guerra Mundial. Debía haber
una relación entre las dos, pero aunque lo intentara no podía encontrar una. Eventualmente se
rindió, porque tratar de entender el salto entre los temas significaba que no podía escuchar lo que
estaban diciendo. Renee decía que sería debido a la falta de recursos, particularmente sobre la
escasez de agua, mientras que Andrew estaba convencido de que el gobierno se involucraría en un
conflicto equivocado y les traería graves consecuencias. No había mucho tiempo restante en el
descanso para que alguna de las dos teorías venciera a la otra, y como Neil no quería ser el que
decidiera el desempate decidieron dejar el debate a un lado para otro día.

Wymack llamó a su equipo para que se acercaran a la banca del equipo de casa y volvió a comenzar
la práctica con una charla estimulante. Se dirigió a los de las clases más altas primero. Cuando los
llamó a la cancha para un par de competencias Dan se tragó su resentimiento el tiempo suficiente
como poner a Aaron y Nicky a un lado. Ella y Matt tenían un par de ideas que querían que los
defensores intentaran, así que hicieron un improvisado va y viene desde la primera hasta la cuarta
línea. Aaron escuchó porque debía hacerlo, pero no miró a Dan ni dijo nada.

La práctica del martes fue un poco mejor, y solo fue porque el grupo de Dan estaba haciendo el
intento de llevarse bien con todos. Aaron no estaba conmovido por su acto, Nicky se aferró
desesperadamente por cada pizca de calidez que pudo obtener, y Andrew mostraba su usual
desinterés en las afueras. Kevin pasó una hora destrozando a los primos, luego dirigió su energía
enojada en poner a los de las clases más altas en forma. Se ahorró un par de palabras cáusticas para
Neil, y Neil no gastó ninguna palabra en Kevin.

Cuando Wymack los envió a descansar Andrew inmediatamente comenzó a trotar a lo largo de la
pared de la cancha. Renee miró a Neil. Neil no estaba seguro de si era una invitación hasta que se
volteó hacia ella y obtuvo una sonrisa aprobadora. Estaba totalmente consciente de que estaban
atrayendo atención a medida que partían detrás de Andrew, pero Neil no miró de vuelta a nadie.
Había una buena probabilidad de que los otro son quisieran que pasara el tiempo con los arqueros, y

107
no era porque eso significaba que él y Kevin seguían peleados. Los Foxes podrían ser recelosos ante
la amistad de Renee y Andrew, pero había un pozo de tres mil dólares que dependía de su relación
funcionando. Neil los distraía del uno con el otro.

Neil no albergaba tales ilusiones en las probabilidades de Renee. Además, Renee había un buen
trabajo distrayéndose sola. Se desconectó de la conversación varias veces para revisar su celular y
enviar mensajes rápidos. Neil se incluyó un poco en la conversación porque estaban planeando rutas
de evacuación y paradas críticas para conseguir suplementos en caso de una invasión zombi.
Sobrevivir en la huida era el fuerte de Neil y, incluso en un escenario ridículo como ese, era
interesante ver sus prioridades en comparación a las de ellos. Renee recalcaba la importancia de
colectar sobrevivientes, lo cual Andrew descartó inmediatamente.

— ¿No volverías por nadie? — preguntó Renee. Andrew alzó su mano.

—Puedo contarlos con una mano.

—Creo que el Entrenador sería bueno en una pelea. — Dijo Renee a medida que pasaban por los
bancos de nuevo. Wymack los miró, escuchando su nombre, pero solo le tomó un momento darse
cuenta de que no le estaban hablando a él. — También tiene un permiso para portar armas.

—Vendió su arma porque me metía continuamente en su departamento. — dijo Andrew.

— ¿Qué hay de Abby?

— ¿De qué me sirve? — preguntó Andrew. — No puede vendar la mordedura de un zombi y ella no
nos dejaría matar a los infectados. Además, el Entrenador no la dejaría apartarse de su vista. Deja
que él la mantenga a salvo mientras pueda.

Renee coincidió en su punto con un asentimiento, y luego la conversación se dirigió hacia ideas
menos descabelladas. Sin embargo, la anterior se quedó con Neil un rato más, y dejó de escuchar su
próximo debate. Se preguntaba qué haría si una invasión realmente se produjera. Neil estaba
acostumbrado a cortar todos los lazos y salir corriendo.

Para él sería instintivo abandonarlos a todos si los muertos aparecieran. Darse cuenta de ello no era
algo que lo hiciera sentir mejor, pero Neil podía aceptar las crudas verdades sobre él mismo.

—Oh. — Dijo Renee, revisando su nuevo mensaje— Discúlpenme.

Ella se separó de ellos y se dirigió hacia las escaleras, su celular en su oído. Andrew deslizó su
mirada hacia Neil a medida que continuaban sin ella.

—Jean— dijo él. — ¿Puedes explicarlo?

—No sabía que Kevin le había pasado su número. — dijo Neil, mirando por encima de su hombro.
Renee no se había ido muy lejos, solo un par de filas más arriba donde podía realizar su llamada con
un poco de privacidad. Andrew no dijo nada, así que Neil se encogió de hombros. — Él parecía
interesado en ella cuando vimos a los Ravens en el banquete. Espero que ella pueda debilitar su

108
ciega lealtad. — Neil pensó en ello durante un momento y dijo. — ¿Quizás es por eso que Matt dejó
de apostar en ustedes dos?

Andrew no contestó, y ellos finalizaron su vuelta en silencio.

Como la terapia semanal de Andrew había dejado de ser obligatoria y los Foxes habían sido
reducidos a dos autos, Andrew se salteó su sesión del miércoles por la tarde con Dobson. Neil
recordó que todavía no había hablado con Andrew sobre su póliza de seguro e hizo una nota mental
de apartar a Andrew para hablar sobre ello en algún momento. Pensó que podría hacer algo de
tiempo durante el receso, pero la conversación nunca tuvo una pausa cuando pasaban junto a las
bancas y Neil no podía exactamente cortar a Renee a la mitad de una oración. Su oportunidad no
llegó hasta que volvieron a la Torre Fox.

—Andrew— dijo cuando salieron del auto de renta. Nicky se detuvo y le envió una mirada curiosa.
Kevin y Aaron no se detuvieron y siguieron a los de las clases mayores hacia los dormitorios. Neil
sacudió su cabeza hacia Nicky y, cuando esa sutil despedida no funcionó, dijo— Estaremos arriba
en un minuto. Mantén un ojo en ellos.

Nicky hizo una mueca y se volteó.

—Es más fácil decirlo que hacerlo.

Neil observó hasta que el último de los Foxes desapareció dentro, y luego escaneó el
estacionamiento con una mirada lenta. La escuela había hecho un buen trabajo volviendo a ordenar
el lugar; la única señal de que algo malo había pasado era que había menos autos de lo usual. La
presencia de un par de camiones y SV* dejaban en claro que algunos atletas ya habían comenzado a
recibir sus vehículos de vuelta, sin embargo, al menos la mitad de los autos no eran nada familiares.

— ¿Tienes noticias del local? — preguntó Neil, arrastrando su atención de vuelta a Andrew. —
Matt obtuvo una llamada esta mañana diciendo que su auto estaría listo para que fuera a buscarlo
mañana. Allison debería tener el suyo de vuelta el sábado por la mañana. ¿Pueden arreglar el tuyo?

Andrew abrió su celular, presionó un par de botones, y se lo entregó. Neil esperó, desconcertado,
hasta que el correo de voz de Andrew comenzó a sonar a través de los parlantes. Una voz mecánica
anunciaba la fecha del martes, y un mensaje sobrio prosiguió. El daño era incluso más extenso de lo
que parecía; la basura en la parte trasera había ocultado lo que los fans de los Ravens le habían
hecho a las almohadas de los asientos traseros, y ninguno de ellos había mirado dentro del capó
antes de que se llevaran el auto. El local quería que Andrew los llamara de vuelta para hablar acerca
de sus opciones y discutir lo que requeriría restaurar el auto a su antigua gloria.

Andrew se levantó del auto de renta y buscó el paquete de cigarrillos en su bolsillo. Encendió uno y
lo intercambió con Neil por su celular. Neil acunó su mano alrededor del suyo para protegerlo del
viento. Estudió el rostro de Andrew a medida que guardaba su celular y sus cigarrillos, pero Andrew
no dio ninguna señal de estar molesto por las malas noticias.

SV: Sociedades Inversoras.

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—Vas a tener que reemplazarlo. — Adivinó Neil. — Si la póliza de seguros no cubre el reemplazo
del auto, deja que pague la diferencia. Sabes que tengo suficiente como para hacerlo.

Andrew le envió una mirada helada.

—No me interesa tu caridad.

—No es caridad. — Dijo Neil. — Es venganza. No era mi dinero en primer lugar, ¿Recuerdas? Le
dije a mi padre que se lo saqué a los Moriyamas. Si tomas una parte para tu auto, estás haciendo que
Riko reemplace lo que sus fans destruyeron.

—La venganza es una motivación que solo le sirve a los débiles de voluntad. — Dijo Andrew.

—Si creyeras en eso no estarías planeando cómo matar a Proust.

El nombre del doctor todavía sabía cómo ácido, quemando la garganta y la lengua de Neil, pero no
era suficiente como para abollar la calma expresión de Andrew. Él lo miró en silencio por lo que
pareció una eternidad, luego colocó su cigarrillo entre sus labios y le dijo a Neil que se acercara.

Neil estaba seguro de que estaba avanzando hacia un cuchillo por mencionar a Proust de nuevo,
pero obedientemente cerró el corto espacio entre ellos dos. Andrew tomó la parte trasera del cuello
de Neil con un fuerte agarre para evitar que se alejara. Acercó la cabeza de Neil hacia él y sopló
humo en el rostro de Neil.

—No es venganza. — Dijo Andrew. — Le advertí lo que le haría si me tocaba. Este soy yo
manteniendo mi palabra.

Esperó un momento para asegurarse de que Neil lo entendía, y entonces lo dejó ir. La siguiente vez
que alzó su cigarrillo hacia su boca, Neil se lo quitó. Neil lo rompió entre sus dedos y lo dejó caer
en el asfalto entre ellos. Andrew observó las dos mitades rodar y alzó una mirada nada impresionada
hacia Neil.

—Noventa y uno por ciento. — Dijo Andrew.

—Solo toma el dinero— dijo Neil. — Te compraste tu último auto con la muerte de alguien. Puedes
comprar este con la vida de alguien, mi vida. Ese dinero iba a comprar mi próximo nombre cuando
huyera de aquí. Gracias a ti ya no lo necesito.

—Tu vida tiene un precio y ya lo estás pagando. — Le recordó Andrew. — No puedes negociar la
misma cosa dos veces.

—Perdiste el derecho a llamarme difícil. — le dijo Neil. Andrew se encogió de hombros, y agregó.
— Haz un nuevo trato conmigo.

Andrew inclinó su cabeza hacia un lado, considerando eso.

— ¿Qué tomarías por eso?

110
— ¿Qué me darías? — preguntó Neil.

—No hagas preguntas de las cuales ya sabes la respuesta.

Neil frunció el ceño hacia él, perdido, pero Andrew no perdió el tiempo explicando. Sostuvo una
mano entre ellos y la volteó con la palma hacia arriba. Cuando Neil simplemente la miró, Andrew
hizo un gesto hacia la mano de Neil. Confundido, Neil imitó su gesto. Andrew tomó el cigarrillo de
sus dedos, los cuales no ofrecieron resistencia, y lo colocó entre sus labios. Casi se había apagado al
no tener un aliento que le diera vida, pero Andrew trajo la llama de vuelta a la vida con una larga
calada.

—Eso era mío. — Dijo Neil.

—Oh. — Dijo Andrew, despreocupado.

A Neil no le importaba lo suficiente como para tomarlo de vuelta, así que miró a Andrew fumar.
Andrew sostuvo su mirada y no dijo nada. Estaba esperando, Neil supuso, para que él le diera un
intercambio adecuado. Neil no tenía idea de qué se suponía que debía pedir, pero sabía que había
cientos de formas de arruinar este trato.

El sentido común le decía que insistiera por una reconciliación con Aaron, pero si Andrew lo hiciera
respaldado por un trato ninguno de los hermanos lo disfrutaría. Neil debía pedir por algo que hiciera
a los Foxes más fuertes, como el permiso de volver a realizar las reuniones para cenar en grupo y
ver películas que habían hecho en la ausencia de Andrew. Dudó porque sentía que era desperdiciar
una oportunidad. Había sido sorpresivamente fácil convencer a Andrew en Halloween. No
sorpresivo, se dio cuenta Neil, ¿No lo había dicho Kevin el otoño pasado? “Cuando sabes lo que una
persona quiere, es fácil manipularla” había dicho. Neil no había sabido hasta ese año qué, a quien,
Andrew quería.

Neil apartó eso porque era contraproducente. Su mente fue de Halloween a Eden’s Twilight a
Sweetie’s, y Neil finalmente lo decidió.

—Quiero que dejes de consumir polvo de galletas.

—Y él dice que no tiene una veta de justicia. — reflexionó Andrew, más para él mismo que para
Neil.

—Si fuera justo te pediría que también dejes de beber y de fumar. — dijo Neil. — Solo te estoy
pidiendo una cosa. No te afecta de todas formas y es un riesgo innecesario. No necesitas una tercera
adicción.

—No necesito nada. — Le recordó Andrew, dando justo en el clavo.

—Si no lo necesitas, será fácil dejarlo. — Dijo Neil. — ¿Verdad?

111
Andrew pensó sobre ello por un minuto, luego tiró su cigarrillo hacia Neil. Quemó la tela donde
rebotó contra su remera. Neil lo aplastó con su zapatilla cuando tocó el asfalto. La mirada fría que le
dio a Andrew era un desperdicio; la mirada de Andrew ya se había desviado de él en busca de algo
más interesante.

—Voy a tomar tu berrinche como un sí. — Dijo Neil. — Llevaré el dinero a tu habitación esta
noche.

— ¿Lo harás? — Andrew dirigió su mirada de vuelta al rostro de Neil. — Mejor dicho, ¿Puedes
hacerlo? Aaron no quiere que vuelvas a entrar a la habitación, dice Nicky. ¿Algo sobre ti metiéndote
en peleas que no te incumben? — sacudió su mano en un gesto que decía “algo así”. — Esas
abreviaturas de celular sin sentido dejaron el mensaje poco claro. Quizás quisieras decirme en la
cara por qué de pronto estás tan interesado en la vida de mi hermano.

—No lo estoy. — Dijo Neil.

—Sin las mentiras. — Agregó Andrew.

—No lo estoy. — Repitió Neil— No puedo soportarlo, pero no tenemos tiempo. Te dije el octubre
pasado que no podemos llegar a la final si somos un desastre fracturado. Ustedes dos nos están
reteniendo y tenía que empezar con uno de los dos. Ya que todos apuestan por Aaron y Katelyn,
pensé que él pelearía contra ti por ella.

— ¿No sería ese un cambio interesante en la trama? — dijo Andrew. — Verás: también es un gran
desperdicio de energía y esfuerzo. Podrá intentarlo, pero no ganará.

—Debes dejarlo ir.

—Oh. — Dijo Andrew, como si estas fueran novedades para él— ¿Debo hacerlo?

—Lo perderás si no lo haces. — Contestó Neil. — Él seguirá apartando a Katelyn si se lo pides,


pero te resentirá por ello. Contará los días hasta la graduación y cuando llegue no volverás a verlo.
No eres estúpido. Sé que puedes verlo. Déjalo ir ahora si quieres que alguna vez vuelva.

— ¿Quién te preguntó?

—No hizo falta. Estoy dando mi opinión a voluntad.

—No lo hagas. — Le recomendó Andrew. — Los niños deben ser vistos y no escuchados.

—No me despidas por mentirte y luego me ignores cuando te digo la verdad.

—Esto no es la verdad. — dijo Andrew. — La verdad es irrefutable y no está contaminada por


prejuicios. El amanecer, Abram, la muerte: estas son verdades. No puedes juzgar un problema con
sus lentes obsesivos puestos y llamarlo verdad. No estás engañando a ninguno de nosotros.

112
—Si pides la mitad de la verdad, solo obtendrás la mitad de la verdad. — Contestó Neil. — Es tu
culpa si no te gustan las respuestas que te doy, no la mía. Pero mientras estemos hablando de
obsesiones y la vida de Aaron, ¿Qué harás acerca de su juicio? Ella estará allí, ¿Verdad? A Cass, me
refiero. — Dijo Neil, aunque estaba seguro de que Andrew sabía a quién se refería. — Tendrás que
enfrentarla.

—Visto y no escuchado. — le recordó Andrew. Sonaba aburrido, pero Neil conocía una advertencia
cuando la escuchaba. Neil lo dejó pasar y volvió adentro.

113
Capítulo 8

Por una vez Neil despertó antes de que la alarma de Matt sonara. Se quedó acostado por un
momento, luego rodó y apagó su propia alarma. Abrió su celular para ver la fecha. Era viernes 19 de
enero. “Neil Josten” supuestamente cumpliría 20 el 31 de Marzo. Hoy Nathaniel Wesninski cumplía
19. Neil nunca había tenido el hábito de celebrar su cumpleaños, pero cada uno que sobrevivía
merecía un momento de silencio. Frotó su pulgar sobre la fecha de la pequeña pantalla y deseó que
ganaran contra Belmonte.

Neil era consciente de que asistió a sus clases, pero no aprendió nada. Escribió lo que sus profesores
decían pero no absorbió una palabra. Guardó sus apuntes en el fondo de su mochila, comió comidas
sin sabor a solas en el comedor de los atletas, y volvió a la Torre Fox. Pasó una pareja de jugadores
de vóley en la escalera que le desearon suerte entusiasmadamente y se acordó de agradecerles. Al
menos cree les dijo gracias. No sabía. No se podía enfocar en nada cuando estaba pensando en el
juego.

Los Foxes no tenían prácticas por la tarde cuando tenían partidos en casa, así que Neil tenía mucho
tiempo que matar. Intentó estudiar pero no llegó a nada, luego intentó tomar una siesta sin éxito
alguno. Para el momento que se fue al estadio a una hora del partido se estaba volviendo loco.

Los vestuarios olían sutilmente a lavandina y limpiador de ventanas. Neil nunca había entendido el
punto de limpiar los vestuarios antes de un juego, pero un pequeño equipo venía a hacerlo todos los
días. El olor normalmente se había ido para el momento en el que los Foxes llegaban para practicar,
pero Neil asumía que en un día de juego el tráfico del campus los había retrasado. Sin embargo, eso
no explicaba por qué Wymack estaba sentado en la sala de entretenimiento en vez de estar
encerrado en su oficina. Wymack clamaba que era alérgico a los artículos de limpieza. Abby
pensaba que era una excusa poco creativa para el descuidado estado de su departamento, pero
Wymack mantenía su historia testarudamente.

Wymack observó pasar a su equipo, probablemente esperando por una señal de que hubieran hecho
las paces. Cada práctica de la semana habían mejorado un poco más que el día anterior, pero todavía
no se encontraban donde debían estar. Neil y Kevin comenzaron a hablar de nuevo el jueves porque
no podían evitarse durante mucho más tiempo. Aunque los de las clases más altas todavía no podían
personar a Andrew por su violencia lo aceptaron como una necesidad fuera de lugar. Todavía
pensaban que era un sociópata mal elaborado, incapaz de arrepentirse de sus acciones o comprender
su enojo.

Aaron, por otra parte, era una roca inamovible de odio en el medio de los Foxes, una máquina que
los hacía tropezar en cuanto intentaban pararse de nuevo. Neil no sabía por cuánto tiempo podría
tolerar los ánimos inmaduros de Aaron antes de darle otro fuerte golpe. Deseaba que Nicky tuviera
más influencia sobre sus primos, ya que su situación de compañeros de habitación significaba que
Nicky tenía más chances de apoyarse en ellos. Incluso Kevin podría ser un aliado aceptable, pero

114
Kevin solo desafiaba a Andrew cuando se trataba del Exy. No se involucraría en sus problemas
personales.

No había tiempo para preocuparse por ello esta noche; Neil tendría que resolverlo el fin de semana.
Apartó a los hermanos de su mente y siguió a los hombres a los vestuarios. Puso la combinación en
el candado para sacar su equipo y abrió la puerta.

Y entonces…sangre.

Explotó en su casillero, activada gracias a la puerta abriéndose, y Neil retrocedió a medida que caía
sobre todo lo que había adentro. El olor era tan intenso que obstruyó su garganta, ahogándolo. El
shock de Neil solo duró durante un intenso segundo antes de ser reemplazado por el pánico. Voló
hacia su casillero, agarrando su uniforme y su equipo. Era demasiado tarde y lo sabía, pero tenía que
intentarlo. Su jersey se aplastó en sus manos como una esponja hinchada, chorreando sangre entre
sus dedos. La dejó caer y escarbó en busca de su casco. Sus dedos rozaron el plástico duro pero no
pudo agarrarlo antes de que Matt lo sujetara.

—No. — Dijo Neil, pero Matt lo apartó del casillero. — ¡Espera!

Plantó los pies, pero las suelas de sus zapatillas estaban empapadas y lo deslizaron por el suelo. La
sangre había alcanzado el final de su casillero y ahora se estaba desparramando por el suelo
rápidamente creando un charco. Colgando de la parte superior de su casillero había una bolsa de
plástico vacía modificada para que se rompiera cuando la puerta se abriera lo suficiente. Lucía lo
suficientemente grande como para albergar 2 galeones; era más que suficiente como para destruir
cada pieza de equipo que Neil poseía.

—Nicky— dijo Andrew— llama al Entrenador.

Nicky se volteó a toda velocidad. Neil codeó a Matt lo más fuerte que pudo. Matt insultó a medida
que perdía su agarre en Neil. Neil corrió de vuelta a su casillero, patinándose un poco a medida que
se acercaba. Tenía que agarrarse de los casilleros vecinos para evitar caerse. En cuanto tuvo balance
descargó frenéticamente pieza por pieza. Ya no podía diferenciar sus jerséis de Casa y de Visitante.
Incluso el relleno de sus protecciones estaba arruinado. Neil levantó su casco y lo volteó para ver
sangre caer por el costado del plástico.

— ¿Neil? — preguntó Matt.

Neil dejó caer el casco sobre la pila en el suelo al lado de sus pies y golpeó la parte trasera del
casillero. Su puño golpeó el plástico en vez del metal, y Neil arrancó la bolsa de plástico del gancho.
Cuando se volteó para tirarla Andrew sujetó su muñeca. Neil ni siquiera lo había oído cruzar la
habitación hacia él. Neil lo miró y luego a través de él, su corazón latiendo en sus sienes.

—Está arruinado. — Dijo Neil, su voz rasgada con una horrible rabia. — Todo está arruinado.

Wymack irrumpió en la habitación con Nicky justo detrás de él. La visión de tanta sangre lo detuvo
por un instante antes de dirigirse hacia Neil.

115
— ¿Eso es tuyo?

—Entrenador, mi equipo— dijo Neil. — Está…

—No es de él. — Andrew dejó ir a Neil y volvió hasta su propio casillero. — Está bien.

—Peróxido. — Dijo Neil. — ¿Abby tiene un poco en su oficina? — Cuando Wymack simplemente
lo miró Neil se dirigió hacia la puerta para hacerlo él mismo. Wymack puso un brazo en el medio
del camino para detenerlo. — Necesito limpiar mi ropa antes de que la sangre se adhiera o no tendré
nada para usar esta noche.

—Y yo necesito que descarriles esa puta mente de una sola cinta que tienes por dos segundos y te
enfoques en el hecho de que estás cubierto en la sangre de alguien o algo. ¿Estás bien?

—Andrew dijo que estoy bien. — soltó Neil.

—No le estoy preguntando a Andrew. — Dijo Wymack. — Te estoy preguntando a ti.

—Aquí, tengo una toalla extra. — Dijo Matt, y sacó una de su casillero abierto. Se apuró para
dirigirse al baño y hundirla en el lavamanos pero se detuvo cuando estaba volviendo hacia ellos. Su
voz consternada hizo eco a través de las paredes del baño.

— ¿Qué demonios?

Neil sabía que era mejor no mirar, pero lo hizo de todas formas. Wymack y Andrew estaban justo
detrás de él. Neil siguió la mirada de Matt hasta la pared trasera y sintió su estómago tocar fondo.
Escrito con sangre a través de los azulejos había un atrevido mensaje: “Feliz cumpleaños número
19, Jr.”

La cabeza de Neil se llenó de estática y gritos. Los susurros estridentes en el fondo se encontraban
fuera de lugar y a Neil le tomó una eternidad darse cuenta de que ese sonido venía de sus
compañeros de equipo. Entendió sus tonos nerviosos, pero no entendía una palabra de lo que decían.
El miedo arrastró garras heladas sobre su estómago y subió por su garganta. Neil cerró los ojos por
dos segundos y respiró. No podía lidiar con esto ahora. No podía; no lo iba hacer.

Agarró el incipiente sentimiento de pánico y lo enterró profundo, de la misma forma que había
contenido su corazón roto durante el tiempo suficiente como para enterrar el cuerpo de su madre.
Reaccionaría a esto luego, porque si lo hacía ahora con todos los Foxes de testigos iba a perderlo
todo.

El mundo volvió a enfocarse en piezas dentadas, justo a tiempo como para que Neil pudiera
escuchar a Wymack susurrar algo sobre llamar a la policía. Neil sujetó su codo antes de que
Wymack se volteara y lo apretó con tanta fuerza que sintió huesos sonar.

—Entrenador— dijo, con tanta calma como pudo. — Vas a tener que dejarlos fuera de esto ¿Okay?
Solo dejemos que pase el juego. Lo limpiaré luego. Nadie más tiene que saber.

116
—Dame una buena razón para no cancelar el juego y llamar a seguridad para que venga. — Dijo
Wymack.

—No puedo hacerlo todavía— dijo Neil, dándole una mirada. — Le dije que espere hasta mayo.

Le sugirió a Wymack que recordara la promesa que había hecho en Año Nuevo cuando Wymack
preguntó por sus mentiras y cicatrices. No lo había dicho a Wymack que estaba huyendo, pero había
estado lo suficientemente cerca como para que Wymack pudiera unir las piezas. Neil necesitaba que
recordara eso ahora y se diera cuenta de lo obvio: los hombres de Riko no dejarían evidencia, pero
habían huellas de Neil por todo el lugar.

Wymack no dijo nada pero estudió a Neil con una inquietante intensidad. Neil dejó ir a Wymack y
tomó la toalla húmeda de Matt, quien no luchó contra ello. Sus pulmones se sentían como si se
endurecieran a medida que cruzaba la habitación hacia su mensaje de cumpleaños. Respiró
superficialmente para no activar un reflejo de náuseas y borró las letras de la pared. Había un
espacio limpio suficiente en la toalla para que Neil pudiera limpiarse las manos luego. Volvió con
los demás y dejó caer la toalla en el lavamanos para preocuparse por ella luego.

—Neil. — dijo Matt. Neil no necesitaba escucharlo.

—Cámbiate, Matt.

Volvió a la habitación principal y consideró su casillero. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de
que ninguno de sus compañeros de equipo se estaba moviendo. Matt seguía congelado contra los
lavamanos. Wymack y Andrew se encontraban parados en la puerta. Aaron, Kevin y Nicky se
encontraban contra los casilleros. Neil podía sentir todos los ojos de ellos sobre él. Sentía como si la
verdad estuviera escrita en su piel para que todos ellas la vieran. El mensaje solo decía “Junior”
pero esperaba que alguien lo llamara por su nombre.

Neil los miró y se enfocó en el que tenía más probabilidades de ayudarlo a salvarse de esto.

—Kevin. — Dijo, y continuó en francés. — Haz que se muevan. Solo tenemos cuarenta minutos
antes de que empiece el partido.

— ¿Puedes jugar? — preguntó Kevin.

—Estoy enojado, no herido. — Soltó Neil. — No voy a dejar que esto evite que ganemos esta
noche, ¿Y tú?

Kevin lo consideró por un momento, luego volteó una mirada cáustica hacia sus compañeros de
equipo.

—Muévanse. Tenemos un juego que ganar.

—Estás bromeando. — Dijo Matt, apareciendo atrás de Andrew y mirando entre los ofensores.

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— ¿Realmente vas a ignorar el hecho de que esto…— apuntó un dedo en dirección al casillero de
Neil— acaba de pasar? Neil, pareces un doble de riesgo de Carrie, ¿Ni siquiera quieres que la
seguridad de aquí revise la escena mientras sigue fresca?

—No— dijo Neil. — No quiero.

—Estás bromeando. — Dijo Matt de Nuevo. Neil lo miró.

—Riko es un ególatra y un imbécil. Quiere que reaccionemos a esto. Si lo hacemos, él gana. No le


des esa satisfacción. Pretende que esto nunca pasó y concéntrate en los Terrapins.

Le tomó a Wymack solo un momento elegir su lado.

—Nadie se cambiará aquí Tomen sus equipos y salgan. Pueden cambiarse en el vestuario de las
chicas cuando terminen con él. Te daré una oportunidad esta noche. — Dijo cuándo Neil lo miró. —
Si creo que no estás concentrado en el juego, te sacaré tan rápido que lo sentirás como un latigazo y
Dan tomará tu lugar, ¿Lo entiendes?

—Sí, entrenador. — Dijo Neil

Wymack miró el desastre una última vez, luciendo un poco como si se odiara a sí mismo por
ponerse del lado de Neil. Finalmente sacudió la cabeza y agarró la ropa de Neil de la pequeña
montaña en el suelo.

—Le daré esto a Abby para que lo limpie. Alguien tiene que darle otra toalla a Neil.

—Gracias. — Dijo Neil.

—Cállate. — Dijo Wymack, y salió rápidamente.

Un silencio terrible se instaló en el vestuario. Finalmente Andrew cruzó la habitación hacia su


casillero y terminó de sacar su equipo. Esa fue la señal que todos necesitaban, aparentemente,
porque tomaron sus cosas y se fueron. Nicky le dio a Neil una toalla extra a medida que salía. Matt
fue el último en irse, y dudó cuando se dio cuenta de que Neil no se estaba moviendo.

— Me lavaré aquí. — Dijo Neil, y gestualizó hacia su empapada apariencia. — No quiero arrastrar
esto más lejos de lo que sea necesario.

Matt lo aceptó sin discutir y dejó a Neil en paz. Neil miró a su casillero, luego resueltamente miró
hacia otra parte y se fue a lavar. Miró el suelo mientras se bañaba y miró el rojo desvanecerse
lentamente del agua. Incluso cuando el agua corría claramente se sentía como si estuviera muriendo
por dentro. Se lavó tres veces antes de rendirse.

En cuanto cortó el agua, Wymack lo llamó desde otra parte.

118
—Matt volvió a la Torre Fox para traerte unos boxers y medias. Traje el equipo extra pero tienes
que averiguar cuál te entra mejor. Te traeré el uniforme cuando esté limpio. Quédate quieto hasta
entonces.

—Sí, Entrenador— dijo Neil.

Escuchó la puerta cerrarse detrás de Wymack y secó en su puesto. Los Foxes tenían un par de sets
de equipo de repuesto que habían quedado de otros años en los que el equipo era un poco más
grande. Renee había sacado su equipo de allí cuando sustituyó como defensora el otoño pasado.
Casi todo el equipo era ajustable, pero solo hasta cierto punto. Neil hizo una prueba y error para
elegir un set completo de la pila que Wymack le había dejado. Luego no había nada más que hace
que esperar.

Parecía que pasó una eternidad hasta que Matt volvió; una noche de juego hacía que el tráfico
nocturno volviera un corto tramo hasta la Torre Fox más largo de lo que debería.

Neil fue apartado de sus pensamientos oscuros cuando alguien tocó la puerta. Se deslizó fuera del
banco y fue a investigar. El equipo que se había puesto hacía que fuera imposible rodear su cuerpo
con la toalla. En vez de envolverla a su alrededor, la sostuvo arriba justo a su cuello y la dejó colgar
frente a sus hombros y pecho llenos de cicatrices.

— ¿Tocaste?

Matt lo miró extrañamente.

—Abby dijo que todavía tiene tu uniforme.

No era la primera vez que los Foxes se desviaban para acomodarse a los problemas de privacidad de
Neil, pero usualmente tenían tiempo para pensar sobre ello. Matt estaba llegando tarde a su
precalentamiento porque Neil estaba agitado por el truco horrible de Riko. A pesar de ello se había
acordado de no interrumpir.

—Gracias— dijo Neil finalmente, y tomó su ropa. Matt se metió a través de la puerta. Le había
traído un outfit completo para que tuviera algo que usar luego del juego. El pensamiento de Matt
revolviendo sus cosas había que se le pusiera la piel de gallina, pero Neil peleó ese instinto para
calmar sus nervios.

—No hay problema— dijo Matt. — ¿Necesitas algo más?

—Un disparo limpio hacia Riko y ningún testigo— Dijo Neil.

Matt sonrió como si pensara que Neil estaba bromeando y se fue. Neil cerró la puerta detrás de él y
se puso la ropa interior y las medias. Cargó sus zapatillas hacia el baño y las dejó en el lavamanos.
No había mucho que pudiera hacer. La sangre se había metido en la parte de adentro. Neil podía
usarlas esta noche, pero tendría que reemplazarlas lo antes posible. Neil se podía poner los shorts
con las zapatillas puestas, así que se puso las zapatillas y las probó. Pasó por los casilleros, mirando
el reloj para no mirar a la sangre.

119
Finalmente Wymack apareció con su uniforme.

—Hicimos lo que pudimos, pero vamos a tener que conseguirte un set completamente nuevo. Lo
ordenaré esta noche y me lo traerán por correo.

Se lo entregó y Neil notó que se había levantado las mangas para el trabajo. Neil había ensuciado su
camisa con sangre cuando agarró su brazo. Pensó en disculparse, pero no creía que Wymack lo
dejara. En vez de eso estrujó el exceso de agua del dobladillo y mangas de su jersey.

—Está tan seco como pudimos. — Dijo Wymack, mirando el agua en el suelo. — Matt trajo uno de
los secadores de pelo de las chicas, pero Abby no quería que nadie lo use por miedo a empeorar la
mancha.

—Si alguien pregunta, les diré que fue una broma pre-juego— dijo Neil. — Es técnicamente la
verdad.

Neil terminó de vestirse. Wymack le dio una mirada completa, lo declaró apto para el escrutinio del
público con un nada convincente asentimiento, y envió a Neil delante de él y fuera de los vestuarios.
Al estar tan cerca del inicio del juego el equipo ya había terminado de precalentar y estirar. Neil dio
un par de vueltas por su cuenta mientras Wymack le daba a su equipo la charla anterior al juego.
Wymack había terminado para el momento en el que volvió, y se volvió abruptamente el centro de
atención.

— ¿Estás seguro de que estás bien, Neil? — preguntó Dan.

—Estoy seguro de que tenemos un juego que ganar— contestó Neil— Preocúpate más por eso y
menos por mí.

Los árbitros los dejaron entrar a la cancha para simulacros. Neil se enfocó en cada movimiento para
no pensar en nada más. Para cuando la línea de juego tomó su lugar para el partido, Neil estaba tan
perdido en sí mismo y el juego que casi se había olvidado lo que había sucedido en el vestuario. El
fantasma de aquello todavía se aferraba a él, incluso aunque no lo reconociera, pero lo alentaba a ir
más rápido y con más intensidad. Kevin no le dijo que se contuviera, y se golpearon contra sus
marcas con una agresión inusual. Neil tuvo una tarjeta amarilla antes del descanso de medio tiempo.
Esperaba que Wymack lo usara como una excusa para sacarlo, pero Wymack no dijo nada sobre
ello cuando llevó a su equipo de vuelta hacia los vestuarios.

Neil pensó que olía sangre pero sabía que era imposible. Había demasiado espacio entre la
habitación para cambiarse y el hall, y el olor del sudor de sus compañeros y desodorante inundaba el
ambiente.

— ¿Dónde está Abby? — Preguntó Dan, y Neil se dio cuenta de que no la había visto desde que
comenzó el partido.

—Tuvo que ir al campus por un momento. Nada que preocuparse. — Wymack gestualizó hacia la
heladera. — Todo beban y estiren. No tenemos mucho tiempo.

120
Los Foxes jugaron la segunda mitad como si tuvieran todo que perder. Neil usó los tiros de pase y
disparos que Kevin le había enseñado y usó un par de trucos de manejo de pies defensivo que había
aprendido con los Ravens. Cuando Kevin lo llamó lo hizo en francés. No dijo una palabra hacia el
defensor que lo marcaba sin importar lo que el hombre le decía. No tenía tiempo para un tonto sin
sentido y necesitaba cada pizca de su floja energía para terminar el juego.

Sabía que el silencio solo estaba haciendo que su marca se enojara más, a juzgar por la intensidad
que crecía en el tono del otro hombre. Neil lo ignoró a menos que fuera para empujarlo y pasar por
su lado.

Matt era una fuerza dominante en el otro extremo de la cancha. Nicky era el eslabón más débil de la
línea de defensa, pero Andrew lo balanceaba con una implacable eficiencia. Cuando Aaron entró, él
y Andrew jugaron juntos como si nada estuviera mal. Neil no sabía si habían cerrado sus puertas por
la interferencia de Riko o si el juego era suficiente para distraerlo de sus problemas personales. Por
el momento a Neil no le importaba cuál fuera el motivo siempre y cuando cooperaran.

Con ocho minutos en el reloj los Foxes comenzaron a volverse más lentos. Habían ido demasiado
fuerte demasiado temprano. Mientras fueran capaces de mantenerse firmes, estarían bien, porque
tenían dos puntos de ventaja, pero Neil quería otro punto para revitalizar al equipo. Sin embargo, él
y Kevin se encontraban contra tres defensores nuevos y la línea de defensa los frenaba en cada
intento. Neil sabía que Kevin estaba tan frustrado como él, porque Kevin estaba comenzando a
atravesar la línea de golpes inaceptables. Kevin le dio una advertencia cuando perdieron el control
de la pelota de nuevo. Kevin contestó algo rudo de vuelta.

Dos minutos más tarde, los Foxes obtuvieron la agitación que necesitaban. Un ofensor Terrapin
rodeó a Matt y se dirigió al arco. Matt no podía alcanzarlo, pero se las arregló para inclinarse
cuando el ofensor fue a disparar. El ofensor tropezó, la raqueta temblando en un intento de aferrarse
a la pelota, y llegó un paso demasiado cerca del arco. Andrew estuvo fuera de su zona en un
momento, y tacleó al ofensor lo suficientemente fuerte como para voltearlo. El ofensor se quedó en
donde estaba por unos cinco segundos, demasiado aturdido para volver a levantarse. El juego no
esperó por él. Matt fue tras la bola con un grito de guerra y la lanzó a través de la cancha hacia
Allison. La próxima vez que Neil disparó al arco lo logró, y los Foxes celebraron.

Los Foxes ganaron, ocho a cinco, y la multitud casi voló el techo fuera de su sitio. Éstos llevaron su
celebración al arco porque Andrew no iría hacia ellos. Nicky y Renee lo metían en el festejo la
temporada pasada porque estaba demasiado enfermo para pelear contra ello. Ahora Nicky intentó
meterlo y Andrew apuntó su raqueta hacia él en advertencia. Nicky sabía lo que le convenía y se
colgó de Aaron en vez de él. Andrew se mantuvo como un espectador desinteresado en las afueras
mientras los Foxes saltaban y gritaban a unos metros de él. De alguna forma Kevin los rodeó para
decirle algo a Andrew. Kevin no podía oírlo por encima del ruido de sus compañeros de equipo,
pero el gesto de rechazo de Andrew dijo que no le importaba la aprobación de Kevin.

Estrecharon sus manos con los Terrapins lo más rápido que pudieron y salieron de la cancha.
Wymack y Abby los estaban esperando, Wymack con una sonrisa dientuda y Abby siendo toda
sonrisas.

121
La alegría de Wymack solo le dio a la emoción de Dan otro empujón, y ella corrió a la multitud para
irritarlos. Nicky y Matt corrieron detrás de ella. Wymack los dejó ir, sabiendo que los reporteros los
tomarían como el blanco más fácil, y guio a sus Foxes a los vestuarios. Neil había llegado hasta el
final del pasillo antes de recordar el desastre que le esperaba.

— ¿Tienes algún secador de piso que pueda usar? — preguntó Neil.

—Cállate la boca. — Dijo Wymack. — No lidiarás con eso ahora. Recién ganamos.

—Ocho a cinco. — Dijo Allison, como si Neil ya se hubiera olvidado. La tensión en su voz la
traicionó demostrando que ella todavía estaba enojada por todo el asunto. Neil no se encogió ante
las siguientes palabras que salieron de su boca, pero casi lo hace— Supongo que lo puedes
considerar un regalo de cumpleaños de parte del equipo.

—Allison. — Dijo Renee.

—No. — Allison apuntó un dedo hacia Renee para callarla pero mantuvo su mirada en Neil. —
Llegué al límite de mierda que puedo tolerar esta semana, por no decir este año. Necesito saber qué
tan malo se va a volver este concurso de joderse entre Neil y Riko.

—Vamos a hablar sobre esto. — Dijo Wymack. — Pero no hasta que estén todos. Vayan a
limpiarse. Tomarán turnos de nuevo. Las chicas primero. — Las observó irse y esperó hasta que la
puerta del vestuario se cerró detrás de ellas. — Voy a instalar una nueva regla grupal que decrete
que todos deben estar felices luego de ganar. Ustedes, aguafiestas, van a sacar toda la vida de mí
antes de que me llegue la hora.

Wymack los miró, pero Kevin estaba mirando a Neil y los mellizos estaban atrás ignorándose
mutuamente. Wymack alzó sus manos en derrota y se fue. La habitación se sumió en un tenso
silencio hasta que Dan apareció con Nicky y Matt justo detrás de ella. Los tres todavía lucían
entusiasmados por haber ganado y por las entrevistas, pero estar alrededor de sus emocionales
compañeros de equipo mató su entusiasmo. Dan dudó solo un momento antes de continuar hacia el
vestuario sin decir una palabra. Nicky se acercó y golpeó su hombro contra el de Neil.

—Así que acabamos con dos de tres. La semana que viene va a ser el toque final. — Nicky le dio a
Kevin una mirada significativa como si estuviera demandando que se una a la conversación. —
Luego tendremos el primer partido a muerte, ¿Hay alguna chance de que juguemos contra alguien
interesante?

—Cero— dijo Kevin. — Todos los equipos interesantes están en otro grupo.

—Todos excepto nosotros, te refieres. — Nicky le dio un momento para coincidir, luego exhaló
exageradamente cuando no lo hizo. — Eres muy parcial. No te olvides en qué equipo te encuentras.
Si terminamos enfrentándonos hacia USC, más te vale alentar por nosotros.

—Lo consideraré. — dijo Kevin.

122
Los Ravens y los Trojans eran feroces rivales, pero Kevin era un impenitente fan de USC. Neil no
estaba sorprendido, ya que USC tenía uno de los mejores equipos de la nación. Eran famosos por su
trabajo en equipo y habían encabezado el movimiento para mantener a los Foxes en el juego el
otoño pasado. Valían la atención y apreciación de Kevin.

—Imbécil. — Dijo Nicky. — Le diré al Entrenador que te gusta el Entrenador Rhemann más que él.

—Dile. — Dijo Kevin. — Si el entrenador vale su puesto sabrá que los Trojans son mejores que los
Foxes. Siempre lo fueron y siempre lo serán.

—Parcial. — Murmuró Kevin de nuevo.

Dan vino a buscarlo cuando las mujeres terminaron, y los hombres tomaron el vestuario. Neil se
quedó parado bajo la ducha y observó bajo sus uñas en busca de sangre. No encontró nada pero por
un minuto hubiera jurado que olió carne quemándose.

Neil fue el último en cambiarse, como siempre, y encontró a sus compañeros de equipo esperándolo
en la sala de estar. Wymack estaba parado en frente del centro de entretenimiento con sus brazos
cruzados sobre el pecho. Abby estaba deambulando en la puerta. Neil estaba tentado de continuar
por su lado y saltearse la conversación por completo. Dudaba que alguien lo dejara salirse con la
suya, así que se sentó al lado de Andrew en el sofá.

Wymack esperó a que se quedara completamente quieto antes de empezar.

—Primero: el elefante masacrado en la habitación. Mejor, las aves masacradas. Llamé a la facultad
por un favor y le concedí acceso a Abby para que pudiera usar los microscopios del laboratorio de
ciencias. Necesitábamos asegurarnos de que no fuera sangre humana.

—Eso es morboso. — Dijo Nicky.

—Pero necesario considerando con quién lidiamos. — Wymack sacudió la cabeza. — Lo último
que necesitamos es ponerlos a todos en riesgo. Se supone que la cancha debe ser un lugar seguro
para todos ustedes, pero fallé en protegerlos. Estoy pensando en instalar cámaras aquí en las áreas
públicas, pero no lo haré a menos que todos estén de acuerdo. Si encontramos algo, los únicos que
verán las cintas serán las personas que se encuentran en la habitación ahora mismo. Quiero gente
metida en nuestros asuntos tan poco como ustedes.

—Lo cual me lleva a un segundo punto: Neil nos pidió que dejáramos a las autoridades fuera de este
asunto. — Dijo Wymack, mirando a cada uno de sus Foxes a la cara. — Lo respeto lo suficiente
como para permitirlo, pero no es solo mi decisión, ¿Ustedes estarán bien con eso?

— ¿Realmente dejarás que Riko se salga con la suya? — preguntó Dan.

—No lo hubiera hecho si pensara que podría ser descubierto— contestó Neil.

—Quizás no podríamos descubrirlo a él, pero si a sus hombres— dijo Matt. — Nadie es perfecto.
Todos dejan un rastro.

123
Entonces, Aaron habló, y su atrevida acusación hizo que la sangre de Neil se helara:

—Tú sabes mucho sobre eso, ¿Verdad Junior?

Neil le dio una rápida mirada a la expresión oscura de Aaron y se preparó para lo peor. Cuando
vino, sin embargo, fue peor de lo que esperaba.

—Ellos nunca encontrarán pruebas sobre el envolvimiento de Riko en todo esto— dijo Aaron—
pero podrían encontrarte a ti, ¿Verdad? De eso se trata todo esto, ¿No es cierto? — Aaron gestualizó
hacia su propio rostro, indicando el cambio abrupto en la apariencia de Neil. — Tu aspecto, tus
idiomas, tus mentiras…estás huyendo de alguien o de algo.

La mordaz demanda fue un puñetazo, quitando el aliento de los pulmones de Neil y aplastando su
estómago contra su columna. El silencio que prosiguió fue infinito. Neil estaba seguro de que sus
compañeros de equipo podían oír sus latidos; su corazón estaba latiendo con tanta fuerza que lo
sentía en cada centímetro de su piel. Sus miradas eran lo suficientemente filosas como para pelar
cada disfraz que usó alguna vez.

Encontrar su voz de vuelta fue un acto desesperado. Mantenerla calma tomó cada pizca de energía
que le quedaba.

—Sabes, esperaba golpes bajos y puñaladas por la espalda por parte de los Ravens. Pensaba que los
Foxes eran mejores que eso. No— dijo Neil cuando Aaron abrió la boca de nuevo— no te atrevas a
meter tus problemas con Katelyn en esto. Sé que estás enojado conmigo por meter a Katelyn, pero
tienes que superarlo.

—La metiste en mis asuntos, yo los meteré en los tuyos. No es tan divertido cuando te lo hacen a ti,
¿Verdad? — preguntó Aaron.

—Eres tan estúpido— dijo Neil— Me invité a tu pelea porque quería ayudarlos. Estás haciendo esto
porque crees que me hará daño. Hay una diferencia crítica en ambas. Lo bueno es que el hecho de
que seas un imbécil de corazón significa que tenía razón acerca de tus probabilidades. — Neil
inclinó su cabeza hacia un lado y observó a Aaron— Entiendes ahora que tu cobardía es lo que los
mantiene a Andrew y a ti separados, ¿Verdad?

—No soy un cobarde.

—Eres un idiota sin agallas. — Dijo Neil. — Dejas que el mundo te pase por arriba y no te molestas
en pelear de vuelta. Dejas que otras personas dicten cómo puedes vivir tu vida y quién puede estar
contigo. Recuérdame por qué soportaste el abuso de tu madre durante tanto tiempo, ¿Realmente la
amabas a pesar de su locura, o simplemente estabas demasiado asustado como para alejarte?

—Neil— dijo Dan, en shock— Eso no es…

—Vete a la mierda. — Dijo Aaron— Todavía estoy esperando a que respondas a mi pregunta.

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—Y yo todavía estoy esperando que me des las gracias. — dijo Neil. Deslizó su mirada hacia
Andrew. — De los dos, el uno al otro. Ahora están a mano, ¿Verdad? ¿Por qué no pueden hacer
borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo? ¿Por qué tienen que arrastrarlo por otros tres años
cuando pueden arreglarlo ahora?

—No sabes nada— dijo Aaron, en voz baja y ácida.

—No quieres que tenga razón— adivinó Neil— porque si estoy en lo correcto entonces es tú culpa
que tu madre este muerta.

Andrew finalmente se unió a la discusión.

—No. Siempre va a ser culpa de ella.

—No se suicidó, Andrew. — dijo Aaron, salvaje por la pérdida.

Andrew le dio una mirada indiferente.

—Le dije lo que sucedería si levantaba su mano de nuevo. No tenía derecho a lucir sorprendida.

—Oh, Jesús. — Dijo Matt— ¿Acabas de…?

Wymack pinchó el puente de su nariz y exhaló sonoramente.

— ¿Podrías al menos dejarnos salir de la habitación antes de confesar?

Aaron miró desde Wymack hasta los de las clases más altas, luego se volteó hacia Andrew. Neil
casi esperaba que le diera una orden a Wymack de quedarse callado. Sin embargo, Aaron cambió al
alemán y dijo:

—No es por eso que lo hiciste. No me mientas.

—Ella no era ni nada ni nadie para mí. — Dijo Andrew. — ¿Por qué otro motivo la mataría?

A Aaron le tomó un minuto volver a encontrar su voz. Todavía sonaba enojado, pero había algo más
en su:

—Ni siquiera me mirabas. Ni siquiera me decías algo a menos que te hablara primero. No soy
psíquico, ¿Cómo iba a saber?

—Porque te hice una promesa— dijo Andrew. — No lo olvidé solo porque elegiste no creerme.
Hice lo que dije que iba a hacer, y vete a la mierda por esperar algo más.

Allí estaba de nuevo: una pista de aquel infinito odio en el corazón de Andrew. Aaron abrió la boca,
la cerró de nuevo, y bajó la vista. Andrew observó la cabeza baja de su hermano por un minuto que
pareció interminable. Aaron había renunciado a la pelea, pero cada segundo que pasaba parecía
poner más tensión en el cuerpo de Andrew. Neil observó a Andrew curvar sus dedos contra sus

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muslos, no para hacer un puño si no haciendo como si estuviera aplastando la vida de alguien, y
sabía que el temperamento de Andrew estaba a punto de romperse.

Neil puso una mano entre ellos, tratando de bloquear la vista de Andrew hacia Aaron, y Andrew le
dio una mirada perversa. Un latido más tarde la expresión de Andrew murió. Neil se arrepintió de
intervenir inmediatamente. Nadie podía dejar ir tanta rabia con tanta facilidad; Andrew simplemente
la había enterrado donde podía herirlo. Era demasiado tarde para retirarlo, así que Neil bajó su mano
sobre sus piernas en derrota.

— ¿Eso es todo, Entrenador? — preguntó Neil.

—No. — Dijo Allison— Por más que esta pequeña discusión fuera informativa, no responde a la
pregunta original, ¿Qué sabe Riko sobre ti?

Mentir a estas alturas no funcionaría, considerando las atrevidas acusaciones de Aaron. Neil optó
por la honestidad en su forma más simple y menos informativa:

—Sabe quién soy.

Les tomó un momento darse cuenta de que eso era todo, y Matt alentó a Neil a continuar con un:

— ¿Uh?

—La familia de Neil tiene una reputación— dijo Kevin, apareciendo inesperadamente para defender
a Neil. Neil lo miró, pidiéndole que se callara al mismo tiempo que intentaba mantener la expresión
más neutral posible. Kevin no le devolvió la mirada, pero todo lo que dijo fue— Riko está
intentando usarlo en contra de Neil.

— ¿Va a ser un problema? — preguntó Dan.

—No— dijo Dan.

Allison arqueo una ceja hacia él y gestualizó sobre su hombro, probablemente en dirección a los
vestuarios.

— ¿Estás seguro sobre eso?

—Sí. —Dijo Neil, pero nadie lucía convencido. Neil sopesó sus palabras cuidadosamente, buscando
por el balance correcto entre las verdades y las mentiras que lograrían quitárselos de encima. —
Riko sabe quién soy porque nuestras familias operan en círculos similares, pero él es solo un
Moriyama de nombre. No tiene los recursos para hacer más que amenazarme.

—Demonios, Neil— dijo Matt— Tus padres deben ser algo más si incluso Riko debe seguir las
reglas, Aaron tenía razón, ¿Verdad? ¿Así se supone que luces?

—Si— dijo Neil.

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— ¿Por qué mentir sobre tu edad? — preguntó Matt. — No lo entiendo.

—No quería que nadie me rastreara hasta mi familia— dijo Neil. — Cuanto más difícil es para la
gente atacar cabos, mejor. Tener dieciocho en Millport significaba que mis profesores y mi
entrenador no necesitaban consultar a mis padres para nada. Decirles la verdad hubiera significado
explicarles por qué mentí en primer lugar, y no estoy acostumbrado a confiar en la gente. No quiero
que me juzguen por los crímenes de mis padres.

—Como si nosotros tuviéramos derecho a juzgar a alguien— dijo Dan, y Neil se encogió de
hombros en una disculpa silenciosa. Ella lucía como si quisiera decir algo más, pero por algún
motivo se guardó la curiosidad y lo dejó pasar. Lo miró primero, luego a Matt y a Renee. Cuando
nadie tuvo nada más para agregar, Dan dijo— Bueno, eso es todo por ahora, Entrenador.

Wymack asintió.

— ¿Todos están bien con las cámaras? ¿Sí? Haré que las pongan el fin de semana. Hablaremos de
sus ubicaciones y el juego el lunes por la tarde. Antes de ese entonces averigüen que tienen que
hacer para resolver sus problemas personales. — Dijo enviando una mirada significativa hacia
Aaron— No se atrevan a traer estas actitudes a mi cancha de nuevo, ¿De acuerdo? — Los Foxes
murmuraron en asentimiento, y Wymack les indicó que se fueran— Pueden irse. Manejen con
cuidado.

Era un caos fuera del estadio. Fans borrachos gritaban y corrían como locos; el resto de la multitud
bailaba y cantaba con festejos de triunfo. Los policías se encontraban afuera intentando controlar el
desorden. Guardias de seguridad mantuvieron un ojo en los Foxes hasta que llegaron a sus autos.

Aaron pasó el auto de renta y se trepó en la parte trasera de la camioneta de Matt. Nicky comenzó a
decir algo, pero Andrew prendió su encendedor a un centímetro del rostro de Nicky en una
silenciosa advertencia.

Nicky se subió en el asiento trasero silenciosamente con Neil y pasó el resto del viaje observando
sus piernas.

El tráfico alrededor del estadio estaba en caravana, así que los autos de los Foxes se separaron a
medida que se acercaron al tráfico. Matt les ganó el camino hasta los dormitorios. Para el momento
en el que los otros lo alcanzaron, Aaron ya se había ido. Neil observó a Andrew guiar a Kevin y
Nicky dentro de su habitación antes de dirigirse a la suya. Matt siguió a Neil, y Neil intentó
sorprenderse de que las chicas estaban justo detrás de él.

El sonido de su celular lo distrajo, y Neil lo sacó de su bolsillo trasero. Había un mensaje en su


buzón de entrada. No reconocía el número o el área. Entendió el mensaje incluso menos: 49. Neil
esperó un momento, pero nada más apareció. Borró el texto y guardó su celular.

—Neil. — Dijo Dan, y esperó hasta que Neil la miró para continuar— Gracias. Por la verdad, me
refiero. Sé que no lo es todo, pero sé que no nos dejaste entrar por elección propia. Estamos listos
para oírte cuando quieras hablar. Lo sabes, ¿Verdad?

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—Lo sé. — Dijo Neil.

Ella apretó su hombro en un silencioso pero feroz apoyo.

—Y gracias por…bueno, lo que sea que estás haciendo con Andrew y Aaron. No estoy segura de
entender lo que sucedió esta noche pero sé que fue importante.

— ¿Importante? — Repitió Matt. — ¿Vamos a hablar acerca del hecho de que Andrew mató a su
mamá? Pensaba que murió en un accidente de auto. Eso es lo que todo el mundo siempre dijo.

—Ella murió en el accidente de auto. — Dijo Neil.

—Dije accidente— contestó Matt, con énfasis. Neil lo observó de vuelta con calma y no dijo nada
más, así que Matt preguntó— ¿Cómo te enteraste?

—Nicky me dijo hace meses. — Dijo Neil.

—Así como así— dijo Matt, dudoso— Siempre supiste lo que es capaz de hacer, pero dijiste que
nunca te dio un verdadero motivo para temerle, ¿En qué están metidos tus padres, si puedes manejar
un asesinato como si no fuera la gran cosa y meterte con Riko todo el tiempo?

Neil sacudió la cabeza y fue salvado por las gentiles palabras de Renee:

—Quizás Neil confía en los motivos de Andrew. Sí, Andrew admitió haberla asesinado, pero
también dijo que lo hizo para defender a su hermano.

—Fue premeditado. — Dijo Dan. — Eso no es defensa. Podría haber llamado a la policía o a
servicios sociales o a los padres de Nicky.

—La gente con antecedentes como nosotros no confía en la policía— dijo Renee— Y
probablemente a Andrew nunca se le ocurrió que fueran una opción viable.

—Y mira lo que sucedió en Noviembre— agregó Neil— Andrew siempre supo que Luther no
protegería a Aaron.

Dan miró entre ellos, sin poder creerlo.

— ¿Lo apoyas?

Renee abrió sus manos y le dio a su amiga una sonrisa reconfortante.

—No podemos entender la situación por completo, Dan. Nunca sabemos el estado de la mente de
Andrew en aquel entonces o qué tan mala era su vida con ella para ellos. Todo lo que podemos
hacer es elegir: creer que estaba protegiendo a Aaron o condenarlo por tomar el camino más
extremo. Yo prefiero ir con la primera, ¿No lo harías tú? Es reconfortante y alentador pensar que no
estaba actuando con maldad.

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—Lo próximo que dirás es que es dulce. — Se burló Allison.

—Por favor no— dijo Dan, con una pequeña mueca. — Mi estómago está lo suficientemente débil
ahora mismo.

Neil esperó para asegurarse de que eso era todo, entonces dijo:

—Me voy a la cama.

Ninguno intentó detenerlo. Neil se encerró en la habitación, se cambió, y se metió en la cama. Sus
pensamientos amenazaban con llevarlo a oscuros lugares, así que Neil silenciosamente contó tan
alto como pudo en cada lenguaje que conocía. No hizo nada para ayudarlo a dormir, pero al menos
pudo mantener a los demonios alejados durante un rato más.

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Capítulo 9

Cuando el sol salió Neil dejó de pretender que dormía y salió de la cama de nuevo. Fue a
correr a lo largo de la calle Perimeter y se dirigió hacia la Foxhole Court cuando llegó al final del
camino. Los guardias de seguridad de siempre se encontraban haciendo sus rondas. Neil confiaba
menos en ellos hoy que ayer, ahora que sabía que fácil era traspasarlos, y los rodeó. Se dejó entrar
con las llaves y prendió las luces mientras se dirigía hacia los vestuarios.

Abrió la puerta, ya rodando las mangas de su remera hacia arriba, y se detuvo a mitad de la
habitación. El desastre se había ido, y el piso estaba impecable. Neil miró por encima de su hombro,
pero el lugar había estado a oscuras cuando llegó. Era el único allí. Cruzó la habitación hacia su
casillero y lo abrió. Su casillero estaba limpio y vacío.

Eran las siete y media, lo cual significaba que Wymack había estado despierto por horas. Neil se
sentó a horcajadas en uno de los bancos y lo llamó. Wymack contestó en el segundo sonido
diciendo.

—No sé qué me sorprende más: que tu teléfono esté realmente prendido o que estés despierto a
estas horas un sábado por la mañana.

—Entrenador, el vestuario está limpio.

—Sí, lo sé. Abby y yo nos encargamos ayer a la noche después de que se fueran.

—Lo siento— dijo Neil. — Iba a limpiar esta mañana.

— ¿No te dije que no te preocuparas por ello? — demandó Wymack.

—Me dijiste que no lidiara con ello ayer— contestó Neil.

—Lo que sea— dijo Wymack— Puedes compensarme luego. En realidad, ¿Qué harás ahora que
arruiné tus planes matutinos? ¿Nada? — Esperó por la afirmativa de Neil y dijo— En vez de eso,
puedes clasificar los archivos conmigo. Los llevaré y compraré un desayuno en el camino, ¿O ya
comiste?

—Todavía no— dijo Neil. — Esperaré aquí.

Wymack colgó. Neil miró su casillero abierto de nuevo, luego migró hacia la sala de estar para
esperar. Caminó a través de las paredes, estudiando las fotografías que Dan había colgado a lo largo
de los años. Neil nunca había visto a Dan agregar alguna, pero la colección había crecido para
incluir un par de fotos de este año. La mayoría eran de los alumnos de las clases más altas, ya que
Dan casi no tenía oportunidades para ver a sus compañeros de equipo más jóvenes fuera de la

130
cancha, pero Neil vio varias de Halloween y un par de fotos perdidas de sus cenas grupales en
Noviembre y Diciembre.

Justo en la esquina había una foto que Neil no reconocía en absoluto: una foto de Neil y Andrew
parados a solas. Estaban vestidos en sus abrigos a juego y mirándose apenas a un suspiro de
distancia. Le tomó un momento a Neil ubicarse; la gente agrupada en el fondo no parecía la
multitud de una noche de partido. Las ventanas finalmente lo hicieron darse cuenta. Dan había
tomado esa foto en el aeropuerto de Upstate Regional en su camino para jugar contra Texas. Neil ni
siquiera se había dado cuenta de que ella los había estado mirando.

Neil había sido capturado en un par de sus fotos grupales, pero ésta era la única en la cual Neil tenía
su aspecto natural. Dan incluso había captado a Neil en su lado derecho, así que el vendaje que
cubría su tatuaje no se veía. Ésta era una foto de Nathaniel Wesninski; este era el momento en el
que Neil le dio a Andrew su nombre. Neil se acercó para arrancar la foto pero se detuvo con su
mano al borde de la foto.

Había venido al Estado de Palmetto para jugar, pero también había venido porque Kevin era la
prueba de que una persona real existía detrás de todas sus mentiras. En Mayo los dos, Nathaniel y
Neil, estarían muertos pero en Junio esta foto seguiría allí. Sería una pequeña parte de la Foxhole
Court durante los años que se avecinaran.

Era reconfortante, o debería serlo. Neil no creía que el confort debería sentirse como un nudo
enfermizo en el estómago.

Por suerte para él Wymack apareció en ese momento. Tenía una bolsa de papel marrón colgando de
una mano y una caja llena de papeles en sus manos. Neil abrió la puerta detrás de él para que
Wymack pudiera bajar sus cosas. Wymack miró alrededor de la sala de estar por un momento, luego
puso la televisión en el suelo y atrajo el centro de entretenimiento hacia los sillones para usarlo de
mesa. Neil lo observó colocar unas carpetas en cuatro pilas. Cuando Wymack dejó la caja vacía a un
lado, Neil abrió la carpeta más cercana para espirar. Era un perfil con una nada familiar foto en él.

—Reclutas potenciales. — Explicó Wymack. — Necesitamos seis como mínimo.

—Seis. — Repitió Neil a medida que se arrodillaba en un sitio opuesto a Wymack. —


¿Duplicaremos nuestro equipo?

—No por elección. — Dijo Wymack. Sacó unos sándwiches y jugo de la bolsa marrón y lo dividió
con Neil. — Fue una de las condiciones para que nos dejaran quedarnos cuando Andrew fue
encerrado. A la ERC no le gusta lo cerca que estuvimos de quedar fuera este año y no quieren seguir
doblando las reglas por nosotros. Prometí que no volvería a pasar. Eso significa llenarnos de
suplentes el año que viene.

Wymack chequeó cada pila, entonces empujó una hacia Neil.

—Todas las chicas serán alumnas de último año, así que necesitaremos tres cuerpos entrenando para
reemplazarlas. En total estamos buscando dos ofensores, dos distribuidores, un defensor y un
arquero. Encuéntrame algo de potencial y lo reduciremos luego.

131
— ¿No debería Kevin hacer esto contigo? — preguntó Neil.

—Tú elige a la primera tanda— dijo Wymack— Él elegirá a la segunda. Yo tendré la decisión final.

Neil miró la pila de archivos frente a él. Al final abrió la primera y comenzó a leer las páginas de
estadísticas: estado físico, puntajes, proporciones, y así sucesivamente. No estaba del todo seguro de
lo que estaba buscando, pero tenía una idea para el momento en el que llegó al tercer ofensor. Éste
era bastante bueno, pero el cuarto era más interesante porque era considerablemente mejor. Había
discos pegados en la parte trasera de cada carpeta, probablemente conteniendo clips de los mejores
momentos de los jugadores.

Dividió los archivos en dos pilas, los más prometedores y los “quizás”, y volvió a revisar las pilas
hasta que terminó. Pensó que la segunda ronda sería más rápida ahora que había visto la
información de todos, pero dudaba de sí mismo en cada una de ellas. Pensó que Wymack
probablemente había terminado con todo para el momento en el que Neil se decidió, pero cuando
Neil lo espió notó que Wymack no había avanzado mucho más que él. La mirada de Wymack ni
siquiera se estaba moviendo. No estaba leyendo las estadísticas; estaba estudiando la foto del
jugador como si pudiera decirle todo lo que necesitaba saber.

Neil volvió a mirar el archivo abierto frente a él e intentó ver lo que Wymack veía. Quizás Wymack
podía leer el dolor en la gente de la misma forma que Neil podía leer el enojo; donde Neil veía la
calma inalterable de una chica quizás Wymack veía una mirada cansada y hombros derrotados. Neil
se preguntó si Wymack había visto algo en la foto de su escuela o si solo había confiado en las
palabras de Hernández diciendo que algo andaba mal. Le gustaría creer que tenía una buena cara de
póker, pero era muy raro que alguien pudiera engañar a Wymack.

— ¿Algún problema? — Preguntó Wymack.

—No. — Mintió Neil, y volvió a su tarea.

Le tomó la mitad de la mañana revistar todos los ofensores potenciales, pero Neil finalmente tenía
una pila lista para que Wymack y Kevin revisaran. Wymack la dejó en el suelo a su lado y puso las
carpetas rechazadas de vuelta en la caja.

— ¿Algo más? — Preguntó Neil.

—Eres libre de irte. — Dijo Wymack— ¿Necesitas que te lleve?

—Estoy bien. — Dijo Neil.

—Uh-huh— dijo Wymack sin mirar hacia arriba. Neil lo dejó pasar y juntó la basura de su
desayuno. Casi había llegado al tacho de basura cuando Wymack habló.

—Por cierto, te haré Vice-capitán el año que viene.

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El corazón de Neil se atoró en su garganta. Se volteó para mirar a Wymack, pero le tomó dos
intentos encontrar su voz.

—Harás, ¿Qué?

—Dan se irá eventualmente— dijo Wymack— Necesita un reemplazo.

—Yo no. — Protestó Neil.

—Deberías pedirle a Matt o Kevin.

—Jugadores talentosos con más experiencia— aceptó Wymack— pero ellos no tienen lo que este
equipo necesita, ¿Sabes por qué hice a Dan capitana? — Wymack miró a Neil y esperó a que Neil
agitara la cabeza. — Supe en el momento que la vi que podría liderar a este equipo. No importaba lo
que sus compañeros pensaran de ella; no importaba lo que la prensa pensara de ella. Ella se negaba
a ser un fracaso así que se negaba a rendirse en su equipo. Eso es lo que necesito para mantener a
los Foxes fuera del suelo.

“Tú eres el único que puede sucederla. — Continuó Wymack— ¿No te diste cuenta? Se están
uniendo a tu alrededor y detrás de ti. Eso es algo especial. Eres algo especial.

—Ni siquiera sabes quién soy.

—Mierda que lo sé— dijo Wymack— Eres Neil Josten, recluta de diecinueve años de Millport,
Arizona. Nacido el 31 de Marzo, un metro sesenta, diestro, tamaño de raqueta número tres. Ofensor
novato de mis Foxes y el jugador ofensor de primer año más avanzado de NCAA Exy de Primera
Clase.

“No. — dijo Wymack, subiendo la voz cuando Neil comenzó a interrumpirlo. — Mírame a los ojos
y dime si te importa quién solías ser, ¿Eh? — Wymack apuntó hacia su rostro con un dedo, luego lo
llevó hacia la mesa. — Me importa quién eres ahora y quien vas a ser de ahora en adelante. No te
estoy diciendo que te olvides de tu pasado, pero te estoy diciendo que puedes superarlo.

—No puedo ser su capitán— dijo Neil. — No lo haré.

—Eso no es una democracia. — Dijo Wymack. — No puedes votar en lo que quieres y no quieres
hacer. Yo hago las reglas y tú lidias con ellas. Y vas a lidiar con ellas. Lo necesitas tanto como
ellos. Dame una buena razón para rechazarlo.

—Yo…— dijo Neil, pero no podía decir “Estoy muriendo”. No podía decirle a Wymack que no
viviría lo suficiente como para tomar esa posición. — Tengo que irme.

Tenía miedo de que Wymack discutiera, sin embargo todo lo que él dijo fue:

—Te veo el lunes.

133
Neil pensó que sería más fácil respirar una vez que estuviera fuera del estadio, pero su pecho seguía
demasiado tenso cuando se dejó caer en la vereda. Miró al estacionamiento vacío, su corazón
latiendo en sus sienes. El pensamiento de volver a la Torre Fox y enfrentarse a sus compañeros de
equipo ahora mismo hacía que le doliera el estómago, pero no tenía otro lado a donde ir. Debería
correr para olvidarlo, quemarse los músculos hasta no poder pensar en nada más, pero los pies de
Neil se mantuvieron plantados en la acera. Quizás sabía que no se detendría si corriera ahora.

Se sentó en el cordón de la vereda para hacer algo de tiempo, pero sus pensamientos continuaron
mezclándose en círculos ansiosos.

Neil se sentía a medio segundo de perder la razón, pero entonces Andrew dijo su nombre y los
pensamientos de Neil se detuvieron. Recién notaba a su mano en su oído y a sus dedos aferrados
fuertemente al celular. No recordaba haberlo sacado de su bolsillo o haber tomado la decisión de
hacer la llamada. Bajó el celular y apretó un botón, creyendo que había imaginado las cosas, pero el
nombre de Andrew estaba en plena llamada y el contador anunciaba que la llamada ya llevaba un
minuto entero.

Neil se volvió a poner el teléfono en la oreja, pero no podía encontrar las palabras para el
sentimiento que lo estaba destrozando. En tres meses el campeonato se terminaría. En cuatro meses
estaría muerto. En cinco meses los Foxes estarían aquí de vuelta para practicar con seis caras
nuevas. Neil podía contar su vida con una mano ahora. Su otra mano era el futuro que nunca
tendría: Vice-capitán, Capitán, La Corte. Neil no tenía derecho a lamentar estas oportunidades
perdidas.

Había obtenido más de lo que merecía este año; era egoísta pedir más.

Debería estar agradecido por lo que obtuvo, y más agradecido de que su muerte significaría algo.
Iba a arrastrar a su padre y a los Moriyamas con él cuando se fuera, y nunca podrían recuperarse de
todas las cosas que diría. Era justicia cuando nunca creyó que podría obtener alguna y venganza por
la muerte de su madre. Pensó que aquello lo solucionaría pero ese dolor intenso estaba de vuelta en
su pecho cuando no tenía ningún derecho a estarlo. Neil se sentía como si se estuviera ahogando.

Al final encontró su voz, pero lo mejor que pudo decir fue:

—Ven a buscarme al estadio.

Andrew no contestó, pero la calma tuvo un nuevo tono. Neil chequeó la pantalla de nuevo y vio el
tiempo parpadeando en setenta y dos segundos. Andrew le había colgado. Neil guardó su celular y
esperó.

Tan solo había un par de minutos de viaje entre la Torre Fox y la Foxhole Court, pero le tomó a
Andrew quince minutos llegar al estacionamiento. Frenó a unos metros de los pies de Neil y no se
molestó en apagar el motor. Kevin estaba en el asiento del pasajero, frunciendo el ceño en un juicio
silencioso hacia Neil a través de la ventana. Andrew salió del auto cuando Neil no se movió y se
detuvo frente a él.

134
Neil alzó la vista hacia él, estudiando la expresión aburrida de Andrew y esperando por preguntas
que no aparecerían. La apatía debería haber empeorado sus nervios a flor de piel pero de alguna
manera lo calmaron. El desinterés de Andrew en su bienestar psicológico era lo que había atraído a
Neil hacia él en un primer lugar: el saber que Andrew nunca se apartaría sin importar el veneno que
lo estuviera carcomiendo vivo.

—No quiero estar aquí hoy. — Dijo Neil.

—Habíamos llegado a la interestatal. — Contestó Andrew.

Era la invitación más vaga que Neil había oído en su vida, pero no le importaba. Andrew había
volteado para venir a buscarlo sin dudarlo. Era más que un motivo para levantarse e ir con él. Neil
se subió detrás del asiento del pasajero y miró por la ventana. Kevin lo miró de vuelta pero no dijo
nada, y Andrew se puso en movimiento de vuelta antes de que su puerta se cerrara del todo.

No le preguntaron qué andaba mal, así que Neil no les preguntó porque estaban tomando la I-85
hacia Atlanta.

Fueron las dos horas más largas de su vida, pero el silencio y la ilusión de escapar de la Universidad
del estado de Palmetto ayudaba a Neil a volver a juntar sus pensamientos. Para el momento en el
que llegaron a Alpharetta se había sumido en un cómodo entumecimiento. El insomnio de ayer
había comenzado a alcanzarlo y se permitió descansar. Despertó cuando el celular de Andrew sonó,
pero Andrew solo estuvo en la llamada el tiempo suficiente para decir:

—No.

Un par de minutos después estacionaron en una concesionaria. Kevin salió en cuanto Andrew
estacionó. Éste apagó el motor y tiró sus calles en el ahora vacío asiento del pasajero.

—Sal o quédate aquí. — Dijo Andrew. — Esas son las únicas opciones que tienes.

Huir no era una opción, quería decir. Andrew sabía por qué Neil lo había llamado.

—Me quedaré.

Andrew salió y cerró la puerta con fuerza detrás de él. Neil lo observó desaparecer en las puertas
frontales en busca de la representante de ventas, luego cerró los ojos y se durmió de nuevo. Cuando
despertó había una bestia color negro metálico estacionada al lado del auto de renta. Neil no sabía
más sobre autos ahora de lo que sabía cuándo comenzó el año, pero cada curva de este gritaba que
valía mucho dinero. Neil asumió que Andrew hizo con esta compra lo que había hecho con la
última: busco cualquier auto que pudiera quemar el dinero rápido. Era una peculiaridad
desconcertante para un hombre que clamaba no tener cariño por sus posesiones materiales.

Andrew abrió la puerta trasera y miró a través del asiento trasero hacia Neil.

— ¿Kevin?

135
Neil se quitó el sueño de los ojos y desabrochó su cinturón.

—Déjalo ir contigo. No tengo nada que decirle.

Andrew cerró la puerta de nuevo, y Neil se movió hacia el asiento del conductor. Andrew salió del
estacionamiento primero y Neil lo siguió hasta la interestatal. Pararon en una estación de gas con un
local de comida rápida adherido. Neil no tenía hambre, pero llenó la taza más grande de café que
tenían. Se sentó en la cabina adyacente para beber y mirar a la nada. Kevin lo miró ocasionalmente
mientras comían pero no dijo nada, probablemente atribuyendo su estado de ánimo extraño al fiasco
del día anterior. Andrew miró hacia afuera de los ventanales en dirección a su auto nuevo.

El camino de vuelta se sintió más corto de lo que había sido el viaje fuera de Georgia, incluso a
pesar de que tuvieron que pasar el Estado de Palmetto para dejar el auto de renta en Greenville. La
representante chequeó el auto en busca de nuevos daños, apagó el motor el tiempo suficiente como
para ver cuánto gas quedaba en el taque e hizo que Andrew firmara un par de fórmulas. Luego no
había nada más que hacer que regresar al campus. Neil creyó que habían estado fuera el tiempo
suficiente como para estar bien, pero ver a la Fox Tower por la ventana lo dejó sintiéndose
exhausto.

Tomaron las escaleras hacia arriba, y Neil no se detuvo en el tercer piso. El suave sonido de unas
pisadas decía que Andrew lo estaba siguiendo, pero la puerta del pasillo se cerró cuando Kevin se
dirigió hacia su habitación. Andrew alcanzó a Neil cuando Neil se detuvo para manipular el
candado que les bloqueaba el acceso a la terraza. Tenía dos cigarrillos afuera y encendió uno antes
de que si quiera estuvieran afuera. Neil lo aceptó y lo llevó hasta el borde del techo. Se sentó lo más
cerca del borde que pudo, esperan que aquella punzada de miedo lo distrajera de sus horribles
pensamientos, y miró hacia el campus en movimiento.

Andrew se sentó junto a él y sostuvo algo entre ellos. Neil miró, pero pasó un momento hasta que
comprendió lo que Andrew le estaba ofreciendo. La concesión le había dado dos llaves para su
nuevo auto, y Andrew le estaba dando la segunda a Neil. Cuando Neil tardó mucho en agarrarla,
Andrew la dejó caer en el concreto entre ellos.

—Un hombre solo puede tener una cantidad de problemas. — Dijo Andrew. — Solo es una llave.

—Eres un niño adoptivo. Sabes que no lo es. — Dijo Neil. No levantó la llave pero presionó dos
dedos contra ella, aprendiendo la forma y sensación de su nuevo regalo. — Siempre tuve el dinero
suficiente como para vivir cómodamente, pero todos los lugares decentes significaban muchas
preguntas. Hay chequeos de antecedentes y chequeos de crédito y referencias, cosas que no puedo
otorgar por mi cuenta sin dejar demasiados rastros. Mantuve la cabeza baja en Millport. Antes de
eso me quedaba decrépitos hoteles semanales o irrumpía en los autos de otras personas o buscaba
lugares que se contentaban con recibir una paga por debajo de la mesa.

“Siempre fue “irse” — dijo Neil. Volteó su mano hacia arriba y trazó una llave en su piel con la
punta de su dedo. Había jugado con la llave de la casa de Andrew tantas veces que conocía cada
hendidura y curva de memoria. — Siempre fue “miente” y “escóndete” y “desaparece”. Nunca
pertenecí a ninguna parte o tuve el derecho de decir que algo era mío.

136
“Pero el Entrenador me dio las llaves de la cancha, y tú me dijiste que me quedara. Me diste una
llave y lo llamaste hogar. — Neil apretó su mano, imaginándose la sensación del metal contra la
palma de su mano, y levantó su mirada hacia Andrew. — No había tenido un hogar desde que mis
padres murieron.

Andrew hundió un dedo en la mejilla de Neil y giró su cabeza hacia otro lado a la fuerza.

—No me mires de esa forma. No soy tu respuesta, y estoy jodidamente seguro de que no eres la
mía.

—No estoy buscando una respuesta. Solo quiero…

Neil gestualizó con impotencia, sin ser capaz de terminar esa súplica. No sabía lo que quería; no
sabía lo que necesitaba. Las últimas veinticuatro horas lo habían golpeado contra el suelo y Neil
todavía no podía encontrar la forma de levantarse. No sabía cómo hacer que esa quemazón se
desvaneciera o como silenciar la voz que susurraba “Injusto” en sus oídos.

—Estoy cansado de no ser nada— dijo Neil.

Neil había visto aquella mirada en el rostro de Andrew una vez, cuando él y Andrew hicieron una
tregua en el living de Wymack el verano pasado. Neil le había dicho medias verdades para comprar
su aceptación, pero no fueron las vagas descripciones de los crímenes de sus padres y sus muertes
las que alcanzaron a Andrew. Eran sus profundos celos hacia Kevin, su soledad y su desesperación.
Después de todo lo que habían pasado estos últimos meses, Neil finalmente comprendió lo que esta
mirada significaba.

La oscuridad en la mirada de Andrew no era censura; era perfecta comprensión.

Andrew había tocado fondo hacía años y se había roto. Neil se encontraba colgado de un hilo que se
estaba deshilando e intentando sujetarse a lo que fuera para mantenerse a flote.

—Eres un Fox. Siempre serás nada. — Andrew sacó su cigarrillo. — Te odio.

—El nueve por ciento del tiempo no lo haces.

—El nueve por ciento del tiempo no quiero matarte. Siempre te odio.

—Cada vez que dices esto te creo un poco menos.

—Nadie te preguntó. — Y con eso, Andrew tomó el rostro de Neil en sus manos y se inclinó.

Sin contar el asalto del Nicky drogado, Neil no había besado a nadie en cuatro años. La última chica
había sido una delgada chica Francés-Canadiense que lo había sostenido con las puntas de sus dedos
y lo había besado como si estuviera asustada de arruinar su labial pegajoso y brillante. Neil ni
siquiera podía recordar su nombre. Solo podía recordar lo insatisfactorio que había sido aquel
encuentro ilícito y lo enojada que su madre había estado cuando los encontró. Ese beso incómodo
no había justificado el castigo que prosiguió.

137
Esto no se sentía para nada como eso.

Andrew lo besó como si fuera una pelea con sus vidas en juego, como si su mundo se detuviera y
empezara con la boca de Neil. El corazón de Neil se detuvo ante la primera presión de sus labios
contra los suyos e intentó alcanzarlo sin pensar. Su mano llegó hasta la mandíbula de Andrew antes
de recordar que a Andrew no le gustaba que lo tocaran. En vez de eso, Neil se sujetó de la manga
del abrigo de Andrew y enredó sus dedos en la pesada lana.

El toque fue un desencadenante. Andrew se inclinó hacia atrás lo suficiente para decir:

—Dime que no.

Los labios de Neil estaban adoloridos; su piel zumbaba. Se sentía sin aliento, como si hubiera
sobrevivido a una maratón. Se sentía fuerte, como si pudiera correr cinco más. El pánico amenazó
con destruir su estómago en pedazos. El sentido común le decía que se negara a esto y se retirara
antes de que los dos hicieran algo que lamentaran. Pero Renee dijo que Andrew no se arrepentía de
nada, y Neil no viviría el tiempo suficiente como para que le importara. No había decidido hacia
donde inclinarse antes de que Andrew apartara la mano de Neil de su abrigo.

—Suéltame. — Dijo Andrew. — No haré esto contigo ahora.

Él prácticamente lanzó el brazo de Neil lejos de él y se inclinó fuera del espacio de Neil. Levantó su
cigarrillo estropeado, decidió con una mirada que era imposible salvarlo, y hundió su mano en su
bolsillo trasero de nuevo. Neil lo observó hasta que estuvo encendido, viendo la nueva tensión en
los hombros de Andrew y la violencia en sus cortos movimientos. Pensó que debía decir algo, pero
no sabía dónde empezar. El beso de Andrew y su abrupta retirada eran igual de desconcertantes.

Andrew solo logró una calada antes de romper su segundo cigarrillo junto al primero. Encendió un
tercero de todas formas, pero Neil se estiró y se lo quitó. Era una buena señal, quizás, que Andrew
no reaccionó al robo. Neil dejó el cigarrillo junto a su propio cigarrillo abandonado y volvió a mirar
a Andrew. Andrew dejó el paquete a un lado y llevó una rodilla hacia su pecho.

Neil debió dejarlo ir, pero necesitaba entender.

— ¿Por qué no?

—Porque eres demasiado estúpido para decirme no. — Dijo Andrew.

— ¿Y quieres que te diga que sí?

—Eso no es “si”. Eso es un ataque de nervios. Sé la diferencia incluso si tú no la sabes.

Andrew hundió su pulgar en su labio inferior como si pudiera borrar el peso de la boca de Neil y
miró el horizonte.

—No seré como ellos. No dejaré que me dejes ser.

138
Neil abrió su boca, la cerró, e intentó de nuevo:

—La próxima vez que alguien diga que eres un desalmado voy a tener que golpearlo.

—Noventa y dos por ciento— dijo Andrew— yendo a noventa y tres.

No era gracioso, nada de esto lo era, pero su respuesta era tan odiosa y tan típica de Andrew que
Neil no pudo evitar sonreír. Se obligó a suprimirla de su rostro antes de que Andrew se diera cuenta
y miró al campus de vuelta.

Por primera vez en el día, quizás por primera vez en aquella intensa semana, podía respirar de nuevo
sin sentir como si su pecho se estuviera tensando demasiado. A medida que su tensión se
desvanecía, el peso del cansancio volvió hacia Neil, pero esta vez con genuino cansancio. No había
dormido la noche anterior y solo había dormido por una hora en el auto. Dormir ahora arruinaría el
resto de su fin de semana, pero a Neil no le importaba. Levantó la llave de Andrew y se levantó.

—Hey— dijo, pero Andrew no lo miró— Gracias.

—Vete antes de que te empuje del techo— dijo Andrew.

—Hazlo. Te llevaría conmigo— le recordó Neil, y dejó a Andrew con sus pensamientos.

Por algún milagro la habitación estaba vacía. A pesar de ello, Neil cerró la puerta de la habitación
antes de ponerse unos pantalones de algodón. Puso su alarma para que sonara a la hora de la cena, y
luego la volvió a atrasar cuando sus pensamientos lo mantuvieron despierto por otra hora. Arrastró
su mano fuera de las sábanas y abrió su mano para ver su nueva posesión. Los dientes de la llave
dejaron sangre en la carne de su pulgar. Neil metió la llave en su llavero junto a la llave del viejo
auto de Andrew y las observó balancearse sin verlas realmente.

Neil había dejado de fantasear luego de que su madre golpeara su interés en la intimidad fuera de él.

Todavía tenía necesidades, pero había lidiado con ellas si mucha más atención que la que le
brindaba al hambre o a la sed. Quizás negarse a querer algo más era un mecanismo de
supervivencia. La paranoia ayudó a aumentar aquel estado mental a lo largo de los años hasta que
mantener a la gente a un brazo de distancia pareció la única cosa lógica que podía hacer.

Hacerse amigo de los Foxes era inadmisible pero inevitable. Besar a uno de ellos era impensable e
iba en contra de todo lo que conocía. Neil no había tenido la intención de cruzar esa línea o invitar a
Andrew a cruzarla. Lo más probable era que no tendría que preocuparse por ello, considerando el
vocal disgusto de Andrew hacia él y sus serios problemas de espacio personal. Andrew no era como
Nicky, quien lo hubiera engatusado y se hubiera quejado y protestado si Andrew le dijera que era
una mala idea. Si Neil lo rechazara, Andrew nunca preguntaría por qué o lo volvería a mencionar.
Sería como si nada hubiera pasado, y Neil podría vivir sus últimos meses de vida en paz.

¿Pero esto era paz o cobardía, y era supervivencia o anulación? Neil podría repetirse una y otra vez
cuál era la decisión más astuta, pero si realmente le importara lo que es más astuto no estaría aquí en

139
un primer lugar. Se hubiera ido cuando descubrió que los Moriyamas eran criminales o cuando Riko
lo llamó por su nombre real o cuando Riko lo atrevió a intercambiar su seguridad por la de Andrew.
Neil había hecho una cosa estúpida tras la otra durante todo el año y había resultado ser el mejor año
de su vida.

Ese no era un motivo suficiente para aceptar esto, pero Neil tampoco estaba dispuesto a rechazarlo.
No tenía mucho tiempo, pero le iba a tomar un poco más que estos momentos fragmentados para
decidirse. Neil sabía que no estaba en un buen estado mental para decidir de una forma u otra.

Metió sus llaves bajo su almohada y rodó hacia un lado como si eso cambiara lo que sucedió. Se
obligó a no pensar sobre ello ahora, pero su boca todavía recordaba el peso de los labios de Andrew
y eso hacía que su piel se erizara.

Se distrajo de la única forma que sabía, contando lo más alto posible en cada lenguaje que sabía. No
recordaba haberse dormido, y no sabía cuánto tiempo pasó hasta que su teléfono zumbó. El nuevo
mensaje en su buzón era de un número no registrado, todo lo que decía era “48”. Neil lo borró y se
hubiera quedado dormido de nuevo si no fuera por el sonido ahogado de la TV en la otra habitación.
Neil buscó por la fuerza que necesitaba para enfrentarse a los de las clases más altas y la encontró
más cerca que esta mañana. Con un suspiro silencioso pateó sus sábanas, apagó su alarma, y bajó de
la cama.

Dan se encontraba contra el costado de Matt en el sofá. Ella levantó el control y apagó la televisión
en cuanto vio a Neil en la puerta.

— ¿Te despertamos? — Preguntó ella, y aunque Neil sacudió la cabeza dijo— Lo siento.

—De todas formas no debería dormir tan tarde en el día. — Dijo Neil.

Fue a la cocina a buscar un vaso de agua. Esperaba que volvieran a lo que sea que interrumpió, pero
cuando volvió la TV del living seguía completamente negra y silenciosa. Había una conversación
silenciosa en las miradas que Matt y Dan se enviaban entre ellos. Neil no sabía cuál de los dos ganó,
pero Matt sacudió la cabeza y miró a través de la habitación hacia Neil.

—Queríamos hacer una fiesta de cumpleaños en tu honor. — Dijo Matt. — No parece correcto que
sea tu cumpleaños y que no hagas nada para celebrarlo. Sin embargo, Renee dijo que era una mala
idea, hasta el punto de que llamó a Andrew en busca de refuerzos. Él se puso de su lado.

Neil recordó la llamada telefónica que lo despertó en su viaje hacia Alpharetta. Andrew solo había
escuchado por un momento antes de decir “No”. Neil apartó silenciosamente cada pensamiento
desconfiado que alguna vez tuvo sobre Renee. Su apariencia serena había hecho que desconfiara de
ella, pero entendía las pequeñas cosas cuando más importaba.

—Gracias, pero tienen razón. — Dijo Neil. — Preferiría pretender que no pasó.

— ¿Y si salteáramos la fiesta y solo compráramos los regalos? — preguntó Dan, y suspiró cuando
Neil sacudió la cabeza. — Bien, pero si lo dejamos pasar haremos algo loco el 31 de Marzo, ¿De
acuerdo?

140
—Define loco— dijo Neil.

Dan sonrió como si él no hubiera hablado.

— ¿Trato?

—Trato— contestó Neil.

—Bien— dijo Dan— Ahora ven.

Neil se unió a ellos en el sofá, y volvieron a prender el show que estaban viendo. Se hubiera
olvidado sobre el texto que lo despertó si no hubiera recibido un mensaje con el número “47” en el
mismo la noche siguiente. Neil miró su celular asombrado cuando se dio cuenta de que le estaban
enviando una cuenta regresiva. Apartó su tarea a un lado mirar el calendario que colgaba de la
heladera de la cocina. Contó los días con sus dedos, volteando páginas hasta que encontró el mes de
Marzo. Por un momento creyó que llegaría al cumpleaños de Neil Josten, pero se detuvo en el
viernes 9 de marzo. Era un día extraño para detenerse. Era el último día antes del receso de
primavera de la Universidad. Había un juego esa noche, pero no era uno de los dos partidos a
muerte del campeonato.

Neil revisó su celular de nuevo, debatiendo sobre si debería responder o no. Al final borró el
mensaje y volvió a conjugar verbos en español.

El resto de los Foxes no supieron hasta el lunes por la mañana que Andrew había reemplazado su
auto destrozado. Nicky dirigió a Neil a través del estacionamiento, quejándose sobre el proyecto que
debería haber finalizado para hoy pero solo había hecho por la mitad. Cuando Andrew se detuvo,
Nicky también lo hizo, pero como Nicky no vio el auto que habían rentado siguió caminando. Se
detuvo cuando Andrew abrió la puerta del conductor. Nicky miró, con una reacción tardía, y casi se
cayó cuando saltó hacia atrás.

— ¡No puede ser!

Su gañido atrajo la atención de los demás, y Matt fue el más predecible en reaccionar después.
Apareció a toda velocidad y pasó a Neil para ver el auto.

— ¿Qué haces con un Maserati?

—Lo manejo. —Dijo Andrew, como si fuera algo obvio, y se metió en el asiento del conductor.

Matt se inclinó sobre el capó con ambas manos pero no lo tocó, como si pensara que sus huellas
dactilares arruinarían el perfecto exterior. El descarado asombro en su rostro hizo que Neil mirara a
Andrew. Andrew encontró su mirada a través del parabrisas pero no la sostuvo por mucho tiempo.
Se inclinó hacia la puerta para cerrarla, pero Matt volteó el auto y puso su mano en el camino. Se
inclinó para mirar el interior, sus ojos abiertos como los de una lechuza y extático. Nicky tenía
menos preocupación sobre poner sus manos encima del auto nuevo y rodeó el auto mirando todo
con la boca abierta.

141
— ¿Pero cuándo…?— preguntó Matt— ¿Y cómo…?

Allison tuvo menos tacto.

— ¿Lo robó?

Dan le dijo que bajara la voz, pero Allison se encogió de hombros ante sus palabras. Matt le hizo
señas a Andrew.

— ¡Enciéndelo! Quiero oírlo.

Andrew giró la llave para encender el motor, y el auto cobró vida con un silencioso rugido. Matt
alzó las manos y se volteó como si estuviera orquestando una sinfonía. Andrew cerró la puerta, así
que Matt volvió con Dan, soltando datos y estadísticas que le pasaron por encima a Neil. Neil
observó a Aaron para ver su reacción. Él lucía dividido, como si quisiera estar sorprendido por el
prestigioso auto pero no pudiera dejar ir su resentimiento el tiempo suficiente para estar
emocionado.

Kevin estaba raramente impresionado por las riquezas debido a su procedencia y había estado con
Andrew cuando compró el auto. No tenía la paciencia para soportar las emociones de sus
compañeros así que los recorrió a todos con una mirada fastidiada.

—No hagan que lleguemos tarde al entrenamiento.

—Lo que sea— dijo Nicky, pero se metió en el asiento trasero. Había tomado la costumbre de viajar
en el asiento del medio para mantener a Aaron y Neil lejos del otro.

No se tomó el trabajo de ponerse el cinturón pero se inclinó entre los asientos delanteros para ver el
tablero. Estaba haciendo ruidos de “uuhhh” y “aaahh” cuando Neil y Aaron se metieron. Andrew lo
toleró por un par de segundos antes de apartarlo del medio con una mano en la cara. Nicky estaba
demasiado emocionado para que le molestara. En vez de quejarse, dijo: Pero en serio, Andrew,
¿Dónde conseguiste esto?

—Georgia— dijo Andrew.

Nicky suspiró pero no volvió a preguntar.

Andrew y Aaron seguían sin hablar, y Aaron y Neil se mantuvieron fuera del alcance del otro
siempre que fuera posible, pero el resto de los Foxes llenaron los espacios en blanco siempre que
era posible. La broma cruel de Riko el viernes pasado trajo un innecesario pero bienintencionado
instinto protector en los de las clases más altas. Incluso Kevin intentó ser más tolerable, quizás
porque había visto cuan conmocionado había estado Neil el sábado.

Neil podría haberles dicho que estaba bien, pero estaban jugando mejor en conjunto ahora que hacía
una semana y no quería perturbar esa calma. Los Foxes tenían un juego más para pasar la primera

142
ronda. Sus victorias habían significado un lugar seguro en los partidos a muerte, pero no estaban
dispuestos a tomarlo con calma esta semana.

Neil intentó meter el Exy en cada espacio de tiempo libre que tuvo. Llevó tácticas de SUA* y
alineaciones de equipo a sus clases para esconder bajo sus libros de texto, y se encontró con Kevin
en el comedor para discutir jugadas. A pesar de su activo esfuerzo por concentrarse en el juego del
viernes, sus pensamientos continuaron

SUA: “Arkansas State University”, la “Universidad del Estado de Arkansas”.

dispersándose sin advertencia alguna. Cada vez que Andrew atravesaba la habitación, la mirada de
Neil lo seguía. Cada vez que Neil sacaba las llaves de su bolsillo y veía la nueva adición de su set,
recordaba el beso de Andrew. Miró a Matt y Nicky para ver si los veía de alguna forma diferente,
pero nada había cambiado. Neil no sabía lo que significaba pero sabía que todavía no era el
momento de averiguarlo.

Debía esperar hasta la próxima semana, cuando los Foxes tuvieran una semana libre antes del
partido a muerte.

La distracción perfecta de sí mismo llegó el miércoles, cuando Kengo Moriyama colapsó en una
reunión de la junta y fue llevó con prisa al hospital en una ambulancia. Wymack siempre mantenía
las noticias encendidas a modo de sonido de fondo cuando estaba trabajando en el estadio, así que le
envió un mensaje a su equipo para darles un aviso en cuanto lo supo. Neil estaba bastante seguro de
que había micrófonos en la cara de Riko incluso antes de que Kengo fuera registrado, y si no odiara
tanto a Riko, estaría disgustado por el desalmado entusiasmo de los reporteros.

Entre clases, encontró pedazos de la entrevista online en las computadoras de la biblioteca. Riko
toleró casi todas sus preguntas intrusivas con gracia y un trato calmo, pero lo feo apareció cuando le
preguntaron si se encontraba en camino hacia el hospital. Los reporteros sabían muy bien que
Kengo y Riko estaban distanciados; es solo que no comprendían la severidad de su separación.
Kevin una vez le contó a los Foxes que Riko nunca había conocido a su padre o su hermano. La
familia Moriyama no tenía tiempo que perder en los hijos segundos, así que Riko fue llevado con
Tetsuji lo antes posible luego de que naciera.

La mirada que Riko le dio a la mujer era capaz de derretir el micrófono que ella estaba sosteniendo.

—Sabes que tenemos un partido mañana. Mi lugar se encuentra con mi equipo. Si los doctores
hacen valer sus títulos lo harán volver a estar saludable de nuevo esté o no esté allí para verlo
suceder.

Neil sacó su celular y le envió un mensaje a Kevin.

“¿Crees que es serio?”

“Espero que no lo sea”, fue la primera respuesta de Kevin, y luego, — Riko todavía cree que puede
ganar la atención de su padre con su fama. Si el señor no se recupera, Riko desahogará su enojo y su
pérdida con todos los que lo rodeen.

143
Neil consideró eso, entonces dijo:

—Qué bueno que ya no estás allí.

—Jean todavía lo está— contestó Kevin, y Neil supo que era mejor no contestar.

El equipo de reemplazo de Neil llegó el martes. El partido del viernes contra Arkansas significaba
un viaje de día entero. Estaban en el bus de los Foxes cuando el sol salió y se detuvieron cada cuatro
horas para realizar paradas de descanso. Neil terminó su tarea y sus estudios con demasiado tiempo
de anticipación y se aburrió de su libro a la mitad del mismo. Conocía la alineación de SUA de
adentro a afuera, no tenía sentido revisarla. Estaba cansado de su aburrimiento, pero no lo
suficientemente cansado como para dormir. Kevin y Nicky se habían dormido rápidamente y
Andrew estaba mirando por la ventana hacia la nada. Aaron los estaba ignorando como siempre.

Neil se rindió en intentar usarlos como medio de entretenimiento y se dirigió hacia el frente del bus,
donde los de las clases más altas se encontraban envueltos en una viva conversación. No le
preguntaron por qué se había ido de su asiento usual pero lo invitaron a su grupo sin dudarlo. No
hizo que el viaje se sintiera más corto, pero era significantemente menos adormecedor.

Cómo hacía Wymack para dormir con tanto ruido, Neil no lo sabía. Fuerza de voluntad, quizás,
porque Wymack se negaba a contratar un conductor y no quería que sus Foxes pasaran la noche en
Arkansas. Él los llevaría de vuelta a Carolina del Sur en cuanto terminara el juego.

Llegaron a la ciudad alrededor de las seis en punto, a dos horas del partido. Cenaron en un buffet
local, donde inhalaron desesperadamente las calorías que necesitaban para sobrevivir al juego, y
tuvieron el tiempo suficiente luego de ello para caminar lentamente alrededor de la cancha de SUA.
Cuando las puertas finalmente se abrieron y la multitud entró, Wymack envió a los Foxes a
prepararse.

SUA no jugaba con la velocidad o la agresión que UT y Belmonte habían llevado a la cancha, pero
eran el equipo más comunicativo al que Neil se había enfrentado. Se encontraban constantemente
gritándose órdenes el uno al otro, llamando por oportunidades de juego, y revisando cada marcador
de sus compañeros. Habían comenzado una pelea, pero no eran detestables al hacerlo. SUA ya había
perdido con UT y Belmonte; ganarle a los Foxes no los salvaría ni a ellos ni a su dignidad.

A mitad de tiempo los resultados de otro partido de la noche fueron transmitidos: UT había
destrozado a Belmonte y pasado a los partidos a muerte. Tener un rival eliminado del juego le dio a
los Foxes el segundo empujón que necesitaban y dominaron la cancha durante la segunda mitad.
Los Foxes ganaron por un margen considerable, se tomaron su tiempo lavándose luego de ello, y se
encontraron de vuelta en el bus a las once. Neil encontró un mensaje esperándolo cuando volvió a
prender su teléfono “46”

Escribió un “Vete” pero lo borró inmediatamente. Lo único que necesitaba era alentar a quien fuera
que lo estaba molestando al reconocer los mensajes. Neil cerró su celular de nuevo y fue a celebrar
con los de las clases más altas.

144
Capítulo 10

Una semana sin partido no disminuyó la dificultad de las prácticas en absoluto, pero
Wymack intentó darles un poco de tiempo para respirar siempre que pudo. No era consideración
sino necesidad: había terminado la primera ronda de selección de sus pilas de aspirantes a Foxes y
necesitaba la ayuda de su equipo para disminuirla incluso más. Las chicas aceptaron la tarea con un
entusiasmo que Neil no esperaba. Él creyó que elegir sus propios reemplazos sería un agrio
recordatorio para ellas de que en un año se graduarían. Sin embargo, si alguna de ellas fue
consciente de que se estaba quedando sin tiempo, no dio señales de ello.

Fue menos sorprendente ver los desdeñosos rechazos que Kevin le había dado a cada carpeta que
Wymack le había entregado. Él demandó que Wymack hiciera un segundo pedido, al cual Wymack
demandó que Kevin fuera un poco más tolerante con los jugadores ofensivos que no habían nacido
para ser campeones. Neil no tenía la experiencia o la intuición como para discutir con Kevin, pero
se aferró silenciosamente a una de las elecciones que había hecho y se negó a dejarla ir.

Kevin intentó desgarrarla de sus manos solo una vez antes de descartar a Neil como si fuera un
ignorante y volver a rondar alrededor de Wymack. Abby se involucró cuando el argumento se
volvió demasiado ruidoso y envió a Wymack y Kevin a ambos extremos opuestos de la habitación.

El martes Kengo fue liberado del hospital. Si no fuera el padre de Riko, podría haber vuelto a casa
sin ninguna pregunta o trompeteo, ya que Kengo Moriyama lucía como cualquier hombre de
negocios adinerado. Como lo era, había varios reporteros esperándolo en la puerta. Kengo respondió
sus preguntas con un silencio sepulcral y dejó que sus asistentes liberaran el camino para él.

Las leyes de HIPAA* evitaban que la gente pudiera descubrir qué lo había metido en el hospital en
un primer lugar, sin embargo parecía haberse recuperado, así que la presa eventualmente se rindió y
lo dejó ir.

HIPAA: Health Insurance Portability and Accountbaility Act o La Ley de Transferencia y


Responsabilidad de Seguro Médico.

El miércoles por la tarde Andrew tuvo su sesión semanal con Betsy Dobson, lo cual significaba que
el grupo tenía que viajar a la cancha con Matt. Kevin y Nicky estaban esperándolos en el pasillo
cuando Neil siguió a Matt fuera de su dormitorio. Aaron no estaba allí. Neil cerró la puerta con llave
detrás de él y miró a Nicky.

Nicky sacudió la cabeza.

—Dijo que iba a viajar con Andrew hoy.

—¿A la cancha? — preguntó Dan.

145
Neil consideró la expresión de ojos muy abiertos de Nicky y supuso:

—A lo de Dobson. Aaron quiere ir con él.

—No me digas —Dijo Matt, perplejo— ¿En serio lo crees?

—Una locura, ¿Verdad? — Preguntó Nicky— Le dije que no sabía que Andrew estaba de acuerdo,
y Aaron dijo que no sabía lo que Andrew estaba planeando. Aaron no ha vuelto todavía, así que o
está muerto en el estacionamiento o logró convencerlo ¿Supongo que se cansó de que Katelyn lo
evitara? Hablando de eso, uno de estos días tendrás que decirme como la convenciste de hacerlo.

—Pregunté. —Contestó Neil.

—Ahí va esa cosa de “pregunté” de nuevo —dijo Matt— ¿Significa algo diferente de dónde vienes?

—La mayor parte del tiempo, sí. —Replicó Neil.

Esa inesperada honestidad le sacó una risa a Matt. Sin Andrew y el antagonismo de Aaron poniendo
barricadas, era más fácil para los Foxes mezclarse. Bajaron las escaleras como un grupo unido.
Nicky chequeó el estacionamiento en busca de señales de la horrible desaparición de Aaron y se
metió dentro de la camioneta de Matt con una salvaje sonrisa cuando no encontró ninguna. A pesar
de esa alegría fue rápido en ofrecer a Neil como vocero cuando Wymack necesitó una explicación
para la ausencia de Aaron. Wymack respondió asignándole a los Foxes vueltas extra. Neil esperaba
que al menos Nicky se quejara sobre ello, pero Nicky estaba tan sorprendido por el cuestionable
progreso de sus primos que se encogió de hombros y aceptó el trabajo extra sin quejarse.

Andrew y Aaron probablemente notaron el intenso escrutinio al que fueron sometidos cuando
llegaron, pero ninguno de ellos reconoció la atención. Los Foxes no eran lo suficientemente suicidas
como para preguntar cómo les fue. Andrew lucía ecuánime, pero la expresión de Aaron era
directamente perversa.

Wymack miró a uno y luego al otro.

—¿Eso va a ser algo recurrente? Necesito saber cómo planear las cosas a su alrededor.

—No —dijo Andrew.

Aaron le dio una mirada irritada.

—Sí.

—Okay. —Dijo Wymack y eso fue todo.

No tuvieron un partido el viernes, pero la ERC* finalmente subió los alineamientos de la siguiente
semana. Seis equipos de los grupos pares se encontraban precediendo al partido de muerte,
comparados con ocho de las grupos impares. Los Foxes tendrían que enfrentar a la Universidad de
Vermont Catamounts en su hogar. UT jugaría contra Nevada y el Estado de Washington jugaría

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contra Binghamton. En el grupo par, los Tres Grandes habían evitado pasarse al evitarse por
milagro. Todos pasaron a la tercera ronda, junto con el equipo que ganó el partido de Oregon contra
Maryland. Habría otra semana de descanso entre el partido a muerte y la tercera ronda.

Un fin de semana libre significaba que debían pasar la noche bebiendo en Columbia, pero la escena
de Aaron del miércoles arrastró la guerra fría de los gemelos a otro nivel.

De acuerdo con Nicky, Aaron estaba en el dormitorio solo el tiempo suficiente como para dormir o
cambiarse de ropa. Nicky asumió que Aaron pasaba el resto de su tiempo libre con Katelyn. Neil
esperaba que estuviera equivocado. Katelyn podría estar dispuesta a hablar con Aaron de nuevo
ahora que él había plantado los pies, pero Andrew tenía una promesa que cumplir y más razones que
nunca de ponerle una correa.

ERC: Comisión Reguladora de Exy.

Si Katelyn fuera lo suficientemente lista, se mantendría con la cabeza gacha por un par de semanas.

No podían ir a Columbia sin Aaron, así que en vez de eso Nicky llevó a Neil a su habitación con
ellos.

Aaron no estaba, pero Nicky y Andrew habían clamado los pufs y estaban jugando en equipo a un
juego de terror. Neil había traído su mochila, pero la música tenebrosa y los ocasionales gritos en
pantalla eran la excusa perfecta para no intentar hacer nada de tarea. Miró a Kevin, quien
desconectó los auriculares de su laptop y se dirigió hacia su habitación y le hizo un gesto por
encima del hombro para que lo siguiera.

Kevin tenía una suscripción a un servicio de streaming de Exy. Buscó el partido más reciente de los
Vermont y volteó la pantalla para que ambos pudieran ver. Neil tomó notas, Kevin absorbió lo que
pudo con tan solo mirar, y compararon puntos de vista luego de que terminara. La Universidad del
Valle de México tenía un equipo poco balanceado: una intimidante defensa protegiendo una
mediocre línea de ofensa. Neil y Kevin tendrían las manos llenas, pero al menos sus fracturados
defensores tendrían un partido más fácil.

Un partido se transformó en dos y se hubiera convertido en tres si Nicky no hubiera venido a


buscarlos. Le tomó solo un momento darse cuenta de lo que estaban haciendo y les dio una mirada
espantada.

—No están hablando en serio. Es viernes por la noche y, ¿Así es como se divierten? ¡Denme un
respiro! Piensen en algo más por un rato, ¿Podrían? Como el helado. Creí que iríamos a Columbia.
Mi cuerpo estuvo listo para un helado durante todo el día. Fui estafado y demando una
compensación.

—Ese no es nuestro problema. — Dijo Kevin.

—Lo estoy volviendo tu problema. — Dijo Nicky. — Neil, vendrás conmigo a la tienda.

—Ve por tu cuenta. — Contestó Kevin.

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—Buena idea— replicó Nicky— sin embargo, tiene una pequeña falla: ya no soy parte de la póliza
de seguros y no tengo una copia de la llave del nuevo auto.

— ¿Tú qué? — preguntó Neil, perplejo.

Nicky se encogió de hombros y no dio explicaciones.

—Vamos, Neil. Los juegos seguirán aquí mañana. Estoy aquí ahora, tengo hambre, y estoy cansado
de que me ignores en mi propia habitación.

Kevin puso otro juego y lo pausó para que pudiera cargarse.

—Andrew puede llevarte.

—Ya no te estoy hablando a ti— dijo Nicky— le estoy hablando a tu mini-tú.

—Yo…—comenzó Neil, pero falló cuando su celular zumbó.

Podía adivinar lo que era, pero quizás no era lo que él creía. Sacó el celular de su bolsillo y lo abrió
para leer la contribución del día a la cuenta regresiva: 35. Neil lo observó en silencio. Si creyera en
las señales, esa sería la señal de que debía quedarse allí con Kevin. Podían ver otro partido antes de
irse a dormir. Un juego más y probablemente tendrían todos los nombres y números memorizados.
Tenían menos de tres meses hasta la final. Los Foxes no se podían permitir ningún paso en falso
entre el ahora y ese entonces.

Neil alzó la vista, listo para rechazar a Nicky, pero Andrew había aparecido junto a Nicky en la
puerta. Neil lo miró y pensó en la apariencia preocupada de Nicky el otoño pasado, la advertencia
de que algún día el Exy no sería suficiente.

Podría ser un sitio seguro de sus pensamientos y una razón para levantarse e inspirarlo a pelear más
duro cada día. Podía significar todo para él, pero no podía serlo todo. No podía llenar las partes
rotas de él de la forma que los Foxes lo hacían. No podía dejar todo por él para ir a buscarlo al
aeropuerto o volver a buscarlo sin hacer preguntas o llamarlo amigo. Neil había construido su vida
alrededor del Exy luego de que su madre muriera porque necesitaba algo por lo cual vivir, pero Neil
ya no estaba solo.

Quizás se arrepentiría de esto el lunes cuando estuviera mil pasos detrás de Kevin en la práctica,
pero tampoco era como si Neil pudiera alcanzarlo de todas maneras. Neil cerró su celular y miró a
Kevin.

— ¿Qué tipo quieres?

Kevin lo miró.

—No te irás— dijo, sin ser una pregunta.

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—Si vemos otro, estaremos despiertos demasiado tarde. Elige un sabor.

Kevin no respondió, quizás porque estaba demasiado decepcionado con Neil para tomar la pregunta
con seriedad. A Neil ya no le importaba lo que Kevin pensara de él. Como le recordó a la otra
semana, la jornada de Kevin no terminaba en Mayo. Él podría pasar cada noche mirando
interminables repeticiones de partidos y tácticas porque tenía todo el tiempo del mundo que
desperdiciar.

Neil guardó su celular en su bolsillo y se puso de pie.

—Envíale un mensaje a Nicky cuando te decidas.

Nicky lucía fuera de sí con alegría por haber ganado el tira y afloja. Neil dejó que esa
autosatisfacción triunfara sobre la actitud de Kevin y condujo a Nicky al auto. Nicky habló sobre
Erik durante la mayor parte del viaje al supermercado. Nicky estaba planeando pasar Mayo en
Alemania. Su corta reunión con Erik en el receso navideño solo había logrado que Nicky lo
extrañara más que nunca, y él estaba contando los días hasta que pudieran volver a verse. Le
preocupaba un poco lo que Andrew y Aaron podrían hacer en su ausencia, pero confiaba en que
Neil los mantendría con vida hasta que los dormitorios volvieran a abrir en Junio.

Kevin todavía no le había enviado un mensaje a Nicky para el momento en el que alcanzaron la
mesada de la heladería, así que Nicky cedió y lo llamó. Neil esperaba, en parte, que Kevin ignorara
la llamada de Neil, pero Kevin no estaba tan enojado con ellos como para rechazar un snack
gratuito. Nicky pagó por las pintas antes de que Neil pudiera ofrecerse a pagar la suya, y volvieron a
los dormitorios con su compra.

Kevin no estaba a la vista pero la puerta de la habitación estaba cerrada de nuevo. Neil asumió que
había vuelto a mirar los partidos a solas. Le preocupó a Neil durante un momento que Kevin no
estuviera dispuesto a esperarlo, pero se negó a arrepentirse de su decisión. Nicky agarró unas
cucharas de la cocina y distribuyó las pintas entre sus hambrientos dueños. Neil estudió su
expresión cuando Nicky volvió de dejar el de Kevin, pero Nicky solo rodó sus ojos en dirección
hacia Neil y volvió a sonreír. Nicky tiró la bolsa de plástico en la basura y revisó su estante de DVD
con sus puños en las caderas.

Luego de un minuto de estudiarlos seriamente, Nicky se quejó:

—No hay nada que ver. Iré a ver la colección de Matt.

Lo dijo con seguridad, pero esperó un momento a ver si Andrew rechazaba la idea. Neil miró de él
hacia Andrew, quien se encontraba rodando su pinta en sus manos para ablandarla. Cuando Andrew
no dijo nada, Nicky se fue. Neil cerró la puerta detrás de él y llevó su helado hacia Andrew. Se
arrodilló en el suelo junto al puf de Andrew y se quedó en silencio. No escuchó el sonido del juego
salir de la habitación, pero los auriculares de Kevin no se encontraban en la mesa. Neil dejó su
helado y su cuchara a un lado y se volteó hacia Andrew con una mirada escrutadora.

149
—Pregunta, — dijo Neil, pero le tomó un par de momentos encontrar las palabras correctas—
Cuando dijiste que no te gusta que te toquen, ¿Es porque no te gusta en absoluto o porque no
confías en nadie lo suficiente como para dejar que te toquen?

Andrew lo miró.

—No importa.

—Si no importara, no preguntaría— dijo Neil.

—No le importa a un hombre que no batea hacia ningún lado— aclaró Andrew.

Neil se encogió de hombros.

—No lo hago porque nunca me lo permitieron. Lo único en lo que podía pensar al crecer era en
sobrevivir.

Quizás era por eso que ésta área gris era aceptable. No importaba si Andrew era un sociópata o un
hombre; la idea de Andrew estaba tan entremezclada con la idea de la seguridad de Neil que esto
también era una forma de preservación.

—Dejar entrar a alguien significaba confiar en que ellos no me apuñalarían por la espalda cuando
gente terrible viniera por mí. Estaba demasiado asustado para arriesgarme, así que era más fácil
estar solo y no pensar en ello. Pero confío en ti.

—No deberías.

—Dice el hombre que se detuvo. — Neil le dio a Andrew un par de momentos para responder antes
de decir. — No lo entiendo, y no sé lo que estoy haciendo, pero no quiero ignorarlo solamente
porque es nuevo, así que, ¿Estás completamente fuera de los límites o hay algunas zonas seguras?

— ¿Qué esperas, coordenadas?

—Quiero saber cuáles son las líneas antes de cruzarlas— dijo Neil— pero estoy dispuesto a dibujar
un mapa sobre ti si me alcanzas un marcador. Esa no es una mala idea.

—Todo acerca de ti es una mala idea. — Dijo Andrew, como si Neil no lo supiera.

—Todavía estoy esperando por una respuesta.

—Y yo estoy esperando un sí que realmente pueda creer. — Contestó Andrew de vuelta.

—Sí.

Neil tomó la pinta de los dedos irresistentes de Andrew, la apiló sobre la suya, y se inclinó. Se
detuvo, tímido de realmente besar a Andrew, no atreviéndose a tocarlo hasta que Andrew le diera
una luz verde. La expresión de Andrew no cambió pero hubo un sutil cambio en la tensión de su

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cuerpo que le indicó a Neil que tenía su atención. Neil alzó una mano pero se detuvo a una distancia
segura del rostro de Andrew. Él capturó su muñeca y la apretó en advertencia.

—Está bien si me odias. — Dijo Neil.

Era la verdad, casi como un entendimiento. Mientras que Andrew solo estuviera atraído físicamente
hacia Neil, éste era un experimento seguro. La muerte de Neil no sería más que una ligera
inconveniencia para él.

—Bien. — Dijo Andrew. — Porque lo hago.

Por un segundo Andrew creyó que Andrew iba a empujarlo lejos y terminar con el asunto. Él lo
empujó, pero siguió a Neil hacia abajo. La corta alfombra era áspera contra los nudillos de Neil
donde Andrew había atrapado su mano por encima de su cabeza. Neil no se podía quejar de ello
cuando Andrew era un inflexible peso encima de él. Intentó alcanzar a Andrew de nuevo pero se
detuvo a mitad de camino. Andrew capturó también aquella mano y la mantuvo fuera del camino.

—Quieto. — Dijo Andrew, y se inclinó para besarlo.

El tiempo no era nada. Los segundos eran días, años, eran respiraciones capturadas entre sus bocas y
las uñas de Neil clavadas contra sus palmas, el rozar de unos dientes contra su labio inferior y el
cálido deslizar de una lengua contra la suya. Podía sentir el corazón de Andrew retumbando contra
sus muñecas, un ritmo staccato que resonaba en las venas de Neil.

Cómo un hombre que veía al mundo con una desconexión tan estudiada como la suya podía besar
así, Neil no lo sabía, pero no iba a quejarse.

Neil se había olvidado de cómo se sentía ser tocado sin intenciones maliciosas. Se había olvidado
cómo se sentía el calor corporal. Todo sobre Andrew era caliente, desde sus manos manteniéndolo
quieto hasta su boca que constantemente desarmaba a Neil. Él finalmente comprendió por qué su
madre pensaba que esto era peligroso. Esto era distracción e indiscreción, negación y anulación. Era
bajar la guardia, dejar entrar a alguien, y tomar confort en algo que no debía tener y no podía
quedarse. Ahora mismo, Neil lo necesitaba demasiado como para que le importara.

No duró, no podía, durar mucho, porque Kevin se encontraba en la otra habitación y Nicky se
encontraba a dos habitaciones de ellos, pero la boca de Neil estaba entumecida y sus pensamientos
zumbaban con incoherencia para el momento en el que un golpe indicó que Nicky había avanzado
contra la puerta bloqueada. Neil peleó contra una oleada de irritación que lo invadió cuando Andrew
se levantó y se alejó de Neil. Él intentó decirle a Nicky que esperara un momento, pero no tenía
aliento para hablar.

Andrew estudió la expresión de Neil por un par de segundos, luego se levantó y se dirigió hacia la
puerta. Neil se levantó con manos inestables y se acercó al escritorio de Kevin con su helado. Sacar
el plástico de seguridad fue la tarea más difícil de todo el año, pero al menos le dio una excusa para
no mirar a Nicky.

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Éste se quejó sobre ser encerrado fuera de su propia habitación a medida que pasaba por la puerta,
para el momento en el que volvió a su puf ya se había olvidado de ella a cambio de las películas que
había tomado prestadas.

—Miren, ésta vez pueden elegir ustedes— dijo Nicky, como si les estuviera haciendo un gran favor.
Les dio una lista de nombres y actores principales. Neil dejó que la lista entrara por uno de sus oídos
y saliera por el otro. Conocía casi todos los nombres de los actores luego de vivir con los Foxes por
un tiempo, pero no reconoció ninguna de las películas. No le importaba ahora mismo de todas
formas, y a Nicky no le tomó mucho tiempo darse cuenta de ello.

—Hola, Tierra llamando a Neil, ¿Al menos me estás escuchando?

Neil miró las marcas en forma de media luna que había dejado en su palma.

—Tú elige.

—Ustedes dos son las personas menos útiles en todo el universo— se quejó Nicky, pero le tomó
solo un segundo decidirse. La tapa se abrió y se cerró cuando sacó el DVD. Neil escuchó el puf
crujir cuando Nicky se sentó en el mismo. Neil no escuchó a Andrew acomodarse de nuevo, pero no
confiaba en sí mismo lo suficiente como para mirar hacia donde él se encontraba. — ¡Vamos Neil!

Neil no pudo inventar una excusa para retrasarse por mucho más tiempo.

—Voy.

Las luces del techo se apagaron, lo cual significaba que Andrew se había quedado junto a la puerta
luego de dejar entrar a Nicky. Pensar que Andrew también necesitó tiempo y espacio para
reagruparse de la misma forma que Neil casi destruyó sus intentos de mantener una expresión
neutral.

El frío helado ayudó a absorber el calor en su piel, así que Neil se aferró a él y se levantó de la
mesa. No había lugar para sentarse entre los pufs y no podía verse como si estuviera evitando a
Andrew, así que se sentó en el suelo a la izquierda de Andrew.

Nicky inició la película en cuanto Andrew se unió a ellos. Neil la miró para no tener que mirar a
Andrew, pero si alguien le preguntara luego de qué se trataba no hubiera sido capaz de responderles.
Estaba seguro de que todavía podía sentir los latidos de Andrew contra su piel cuando se fue a la
cama un par de horas más tarde.

Neil había sobrevivido a más de un par de semanas frenéticas al crecer, pero la semana posterior al
primer partido a muerte de los Foxes era casi suficiente como para ponerlo nervioso incluso a él. El
nivel de estrés de sus compañeros de equipo estaba por el techo y Neil no podía evitar sentirse
afectado por su silencioso pánico. Dan intentaba mantener la calma, pero Neil podía sentir la tensión
en su voz mientras dirigía a su equipo durante las prácticas. Allison le habló con insistencia a la
fracturada línea de defensa siempre que pudo, y Kevin era horrible con todos ellos. Matt era un poco
mejor en mantener una buena actitud, pero cuanto más avanzaba la semana más inquieto y ansioso
se lo veía.

152
Incluso Renee lo sentía, a pesar de que lo escondía bien. Cuando sus amigos estaban a su alrededor
era una roca perfecta contra la cual ellos podían recargarse, tan alentadora y agradable como
siempre. Era una historia distinta cuando iba a dar vueltas con Neil y Andrew. No admitió nada,
pero lucía más cansada cada día. Neil sabía que no debía preguntarle si estaba bien. Ella podría
sentirse obligada a forzar una sonrisa para él también, cuando lo que ella realmente necesitaba era
tiempo para tomar aliento y calmar sus propios nervios.

Le tomó a Neil un par de días darse cuenta de que no eran los Foxes los que absorbían la mayor
parte de su energía. Renee ya no decía casi nada cuando caminaban, demasiado concentrada en lo
que sucedía en su celular. El ocasional infeliz tirón en la esquina de su boca decía que sus
conversaciones con Neil no estaban saliendo muy bien.

Las prácticas de la tarde hicieron que todos se fueran llenos de moretones y adoloridos. Kevin y
Neil probaron todos los trucos que tenían para rodear a sus compañeros, y sus defensores los
empujaron hacia atrás tan fuerte como pudieron. A pesar de los dolores que Neil llevó a casa con él,
lo único que podía pensar durante la cena era en volver a la cancha esa noche.

Cuando Neil llegó a Kevin a la cancha el miércoles por la noche, él dijo:

—Debimos traer a Andrew con nosotros.

—No— contestó Kevin— Te lo dije: debe venir por cuenta propia. No significa nada si accede por
nosotros.

—Sé lo que dijiste— replicó Neil— pero necesitamos practicar más contra un arco que esté
defendido.

—No nos ayudaría en nada— dijo Kevin— Tu objetivo no es el arquero: es el arco en sí. Los
arqueros cambian cada semana. Ninguno tiene las mismas habilidades o estilos de juego, ¿Por qué
obsesionarse con vencer a un hombre cuando no tiene efecto en el resto? Si mejoras tu propio juego
no importará quien esté parado en el arco.

—Solo digo que…

—Si sigues discutiendo conmigo practicarás solo ésta noche.

Neil se volteó para mirar hacia afuera de la ventana y se quedó callado. A pesar de su fastidio, Neil
pensó en las palabras de Kevin durante el resto del viaje. No podía encontrarles sentido, pero se
negaba a pedirle que le explicara. Los arqueros no eran obstáculos invisibles. Eran la última línea de
defensa de los equipos y usualmente los jugadores más ágiles de la cancha. Hacer un punto no era
simplemente meter la bola entre las líneas de marca del arco; era meter la bola de alguna forma que
el arquero no pudiera predecir o rechazar.

Todavía le molestaba a Neil al día siguiente, así que les preguntó a los arqueros de los Foxes sobre
ello durante el receso del martes por la tarde. Renee volteó su celular en sus manos mientras lo
consideraba. Andrew ni siquiera reconoció la pregunta.

153
—Es una idea interesante— contestó Renee— y parece que le está funcionando. Sin embargo
pedirle a alguien que cambie su forma de pensar y abordar la situación es algo arriesgado,
especialmente a estas alturas de la temporada. Sin embargo— agregó luego de un momento—
cambiaste tu raqueta a mitad de temporada.

—Una raqueta es una cosa— dijo Neil— no creo que pueda hacer esto.

—Si no quieres hacerlo, no lo hagas— dijo Renee, como si fuera fácil rechazar a Kevin— Si quieres
intentarlo, te ayudaremos como podamos.

—No— dijo Andrew antes de que Neil pudiera responder— deja de copiarlo.

—Estoy intentando mejorar— contestó Neil— no puedo mejorar por mi cuenta.

Andrew le dio una mirada aburrida y no dijo nada más. Neil le dio un minuto y luego se detuvo
frente a él cuando se dio cuenta de que no estaba planeando elaborar su respuesta o explicarla.
Renee guardó su celular con calma y los miró. Su mirada se detuvo en Neil, pero este no se la
devolvió. Busco la expresión calma de Andrew en busca de respuestas.

— ¿Por qué no debería copiarlo? — preguntó Neil.

—Nunca jugarás como él lo hace— explicó Andrew. Antes de que Neil pudiera tomarlo como un
insulto hacia su propio potencial, él continuó— Él es un tonto cuyo estilo está basado en números y
ángulos. Fórmulas y estadísticas, prueba y error, repetición y locura. Todo lo que le importa es
encontrar el juego perfecto.

— ¿Eso es tan malo?

—No hagas preguntas estúpidas.

—No me hagas hacerlas.

—Un drogadicto como tú no podría ser tan frío— contestó Andrew.

—No soy un drogadicto.

Andrew simplemente lo miró, así que Renee se interpuso con un cuidadoso:

—Creo que se refiere a que Kevin es muy analítico, mientras que tú eres muy pasional. A los dos les
importa ganar, pero no de la misma forma.

Andrew no dijo nada para confirmar o negar esa interpretación, así que Neil se apartó del camino.
Andrew continuó, dando por terminada la conversación. Renee se mantuvo atrás con Neil pero no
dijo nada más. Neil miró a Andrew y consideró su punto de vista. Si Andrew estaba en lo correcto, a
Kevin no le importaban sus arqueros porque él era un jugador técnico. Su enfoque era en

154
perfeccionar golpes imposibles y ángulos complicados. Jugaba contra sí mismo, no contra los
arqueros, así que los arqueros siempre eran un pensamiento poco importante.

Andrew tenía razón. Neil no podía jugar así. Aprender los trucos de Kevin era necesario para crecer
como jugador, pero Neil nunca sería capaz de implementarlos de la misma forma en la cancha. Él
era demasiado consciente de los obstáculos y su emoción surgía en vencer a sus marcadores. Le
gustaba ser el mejor, el más rápido. Le gustaban las jugadas frenéticas, las jugadas arriesgadas, y los
goles que paralizaban el corazón. No tenía que ser lindo o perfecto siempre y cuando ganaran al
final.

Entender eso le quitó el peso de la tensión de la noche anterior. Mientras Neil se relajaba se dio
cuenta de que Renee todavía lo estaba observando. Ella sonrió cuando Neil la miró y movió su
cabeza para indicarle que la siguiera. Siguieron a Andrew y caminaron su última vuelta en un
cómodo silencio.

Cuando los Foxes llegaron a la cancha el 9 de febrero, nadie esperaba la pelea que llevarían. A los
cuarenta y cinco minutos de juego, los Catamounts estaban tres puntos atrasados. En la TV del
vestuario, los Foxes observaron a los entrevistadores deportivos sacudir sus cabezas con asombro.

—Estoy contigo en esta, Marie. No estoy del todo seguro de a quién estamos mirando ahora o qué
hicieron con los Foxes del año pasado, pero me asombraron por completo.

Neil observó la TV a medida que estiraba. Los dos estaban haciendo un reporte en vivo desde
adentro de la Foxhole Court, a unos pocos metros de las bancas vacías de los Foxes. Era difícil
oírlos por encima del ruido de las gradas, especialmente cuando la mascota Rocky Foxy pasó
haciendo piruetas.

—Para ser sincera, nunca creí que terminarían esta temporada— admitió Marie— la cantidad de
problemas que tuvieron este año es increíble y estaba segura de que abandonarían en Noviembre.
Hay que darle un verdadero crédito a la alineación de este año por llegar tan lejos. Ésta es la primera
liga de Foxes que realmente valora el trabajo en equipo.

—Muy de acuerdo— coincidió su compañero. — Este es el tipo de sincronía que esperarías de las
Universidades más avanzadas. Hace un par de semanas nos burlamos cuando el alumno de primer
año Neil Josten dijo que los Foxes estaban buscando una revancha contra los Ravens. Nadie se está
riendo ahora. Si pueden mantener este ritmo y seguir jugando como lo hicieron esta noche, tienen
una oportunidad real de pasar a las semifinales.

—Quedan diez minutos para que termine el medio tiempo— dijo Marie— El puntaje es de seis a
tres. Va tomar un serio trabajo de pies para que los Catamounts se recuperen. Queda menos de una
hora para ver si los Foxes pueden asegurar su primera victoria en un partido a muerte. Vamos a
mirar algunos de los momentos destacados de la primera mitad, y luego…

Dan apagó la TV y se paró frente a la pantalla negra. Matt le dio un minuto, luego tocó su hombro
para tener su atención. Ella respondió a su mirada interrogadora con una sonrisa torcida.

—Es raro escucharlos decir cosas buenas sobre nosotros— dijo ella.

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— Les tomó algo de tiempo— resopló Allison.

—Nos tomó algo de tiempo ganar su consideración— puntualizó Renee, con amabilidad.

Las de último año intercambiaron mirada larga, exhausta y triunfante. La primera alineación de los
Foxes había se había estrellado y perdido a dos partidos de comenzar, y a mitad de temporada
habían sido el hazmerreír del deporte. Las chicas llegaron a la Universidad del Estado de Palmetto
sabiendo que tenían que trabajar para salvar esa mala reputación y sabiendo que Wymack era su
único aliado. El Exy era un deporte mixto, pero las mujeres fueron superadas en número en la
NCAA*.

Incluso menos llegaron a la especialidad de ligas y equipos profesionales. La junta escolar aprobó a
las tres con la aprobación de Wymack, pero sus propios compañeros de equipo hicieron de sus vidas
un infierno. A pesar de cada pérdida y cada obstáculo, lo habían logrado, y ahora finalmente estaban
recibiendo el visto bueno que merecían.

—Bien— dijo Dan, apartándose de la TV.

Su mirada se detuvo por un momento en la nueva adición del vestuario: un estante de caoba que se
encontraba en la esquina cerca de la foto de Andrew y Neil. Había dicho el mes pasado que quería
un estante para su eventual trofeo del campeonato. Neil creyó que había estado hablando en grande
para inspirar al equipo, pero aparentemente no era así. Allison había encontrado el estante perfecto
ayer durante la cena. Cuando Neil y Kevin llegaron a la cancha para practicar la noche anterior
encontraron a los de las clases más altas acomodando el estante.

Dan sonrió, feroz e instantáneamente, y miró alrededor hacia sus compañeros de equipo.

—Estoy de humor para destrozar por completo la noche de los Catamounts, ¿Alguien está conmigo?

—Hagámoslo— dijo Matt con una sonrisa dientuda— ¿Qué tienes para nosotros, Entrenador?

Wymack repasó los puntos más importantes de la primera mitad lo más rápido que pudo y los guio
de vuelta a la cancha cuando la bocina de advertencia sonó. UVM jugó con toda la ferocidad que
pudo, enojados por los resultados de la primera mitad

NCAA: National Collegiate Athletic Association. Asociación Nacional de Atletas Colegiados.

UVM: Universidad del Valle de México.

y alentados por la charla de sus entrenadores durante el medio tiempo. Eran un monstruo
completamente renovado, pero Neil apartó esa punzada de pánico. Perder su temperamento solo
podría servir para destruir las posibilidades de los Foxes. Se enfocó en lo que Kevin y él podían
controlar y confió en que sus compañeros de equipo manejaran su parte de la cancha.

Luego de veinte minutos de la segunda mitad, el puntaje todavía no había cambiado. Neil y Kevin
no podían pasar a los nuevos defensores, y los ofensores de UVM no podían pasar a Andrew. El

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juego no había sido amistoso antes pero a medida que el temperamento comenzaba a fallar y la
paciencia a acabarse, el juego comenzó a volverse un poco más duro. Neil estaba acostumbrado a
algunos golpes al empujar a sus marcas mientras esperaban a que la bola llegara en su dirección,
pero estos empujones agresivos lo tenían deslizándose por el suelo. Neil apretó los dientes y empujó
de vuelta, pero su defensor le llevaba medio pie y cuarenta libras; no podía ir a ningún lado sin usar
un poco de violencia.

Una pelea se avecinaba; todos lo sabían. Solo había que tirar una moneda para adivinar qué jugador
se enojaría primero. Sorprendentemente, o no, fue Andrew.

Luego de tirar otra bola hacia el otro extremo de la cancha, Andrew golpeó su raqueta contra la
pared y llamó a Nicky. Neil solo tuvo medio segundo para ver a Nicky girar hacia el arco; la bola se
encontraba yendo hacia Kevin y era más importante que lo que estaba sucediendo al otro lado de la
cancha. Kevin no podía pasar a su defensor y estaba en un mal ángulo para pasarle la bola a Neil,
así que se la devolvió a Dan. Ella golpeó a su marca con el hombro para apartarla y la lanzó lejos
hacia arriba para darle algo de espacio a sus ofensores. Neil y Kevin corrieron a buscarla, pero el
arquero corrió para buscar la pelota primero. Rebotó contra el techo y bajó a mitad de la cancha
entre los distribuidores y la línea de defensa de los Foxes.

La marca de Nicky comenzó a correr hacia ella, y Nicky lo hizo tropezar con su raqueta.

Una falta tan descarada hizo que todo el juego se frenara, al menos hasta que el ofensor de Nicky
volvió a pararse. Se dirigió hacia Nicky con sus puños en el aire, pero Andrew ya estaba allí.
Interpuso su raqueta entre ellos y la usó para apartar al furioso ofensor lejos de su primo. El ofensor
fue casi lo suficiente estúpido como para golpear a Andrew en vez de él, pero Matt y su marca
intervinieron.

Para ese momento los árbitros entraron a la cancha, y Nicky les sopló un beso cuando le dieron una
tarjeta roja. Salió de la cancha como un campeón triunfante, sus dos puños en el aire y sonriendo de
oreja a oreja. Aaron entró para reemplazarlo, y los equipos se prepararon para el penal. Neil estaba
sonriendo cuanto tomó su lugar. Miró hacia el final de la línea hacia Kevin. Él ya estaba listo para
correr, confiado en la habilidad de Andrew para defender el tiro.

Andrew lo hizo, y como siempre, desvió el tiro hacia donde Neil pudiera atraparlo. Neil corrió a
través de la cancha como si su padre estuviera justo detrás de él, y no había nada que su defensor
pudiera hacer para detenerlo. Una mirada hacia Kevin le dejó en claro que su marcador se
encontraba demasiado cerca para un pase seguro. Neil enganchó la bola y se la pasó a sí mismo,
golpeando el suelo donde sabía que rebotaría contra la pared a unos metros del arco. El arquero
intentó avanzar hacia ella, pero Neil fue lo suficientemente rápido. Agarró la bola, apartó su raqueta
fuera del camino justo a tiempo, y golpeó hacia el arco.

Estaba yendo demasiado rápido y estaba demasiado cerca de la pared como para detenerse, sin
embargo tenía el espacio suficiente como para voltearse. Su omóplato se golpeó primero, luego la
espalda y finalmente el casco, se quejó cuando su respiración se aplastó contra sus pulmones.

A Neil no le importaba el dolor; el arco se había puesto rojo y la bocina era ensordecedora en sus
oídos.

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Se tambaleó lejos de la pared, usando su raqueta como bastón hasta que encontró el balance de
nuevo, y respiró en busca de aire de nuevo hacia su adolorido cuerpo. El arquero soltó un insulto
hacia él, pero Neil lo rechazó con facilidad debido a meses de práctica. Sus compañeros de equipo
lo alcanzaron en su camino a través de la cancha. Neil chocó palos con ellos y aceptó sus
emocionadas felicitaciones, pero todo lo que le importaba era llegar al arco. Neil no tenía mucho
tiempo antes de que los arqueros los castigaran por atrasar el juego, así que trotó el resto del camino
hacia Andrew.

—Nicky no es un peleador— dijo Nicky— le dijiste que lo golpeara.

—Se estaba volviendo aburrido— contestó Andrew. Neil sonrió.

— ¿Así que ahora te estás divirtiendo?

—Esa parte fue un poco interesante— dijo Andrew. — No me queda otra opción que aceptar el
resto.

—Es un comienzo— contestó Neil y se dirigió hacia la mitad de la cancha.

Diez minutos después, Kevin explotó los nervios destrozados de los Catamounts y anotó. Ellos no
volvieron a anotar, aunque lo intentaron con una gran ferocidad nacida de la desesperación.

Andrew detuvo cada golpe hacia el arco y devolvió algunas bolas hacia los cascos de los ofensores
solo para hacerlos enojar incluso más. Las gradas eran un rugido cada vez más fuerte durante el
último minuto del reloj.

A cinco segundos de que el juego terminara Dan soltó su raqueta y corrió hacia los brazos de Matt.
La bocina sonó en una victoria de ocho a tres. Habían dominado el primer partido a muerte y habían
llegado por primera vez en la vida a la tercera ronda. Dan le había quitado el casco a Matt para
cuando los Foxes los alcanzaron y lo besó bajo el rugido de la multitud. Kevin y Aaron chocaron
sus palos e intercambiaron miradas de triunfo.

Neil estaba sutilmente consciente de los sustitutos cruzando la cancha hacia ellos, pero miró por
detrás de los mismos hacia donde Andrew estaba parado en el arco. Ya había puesto su raqueta a un
lado y estaba ocupado quitándose los guantes. Seguramente sabía que esta era una noche histórica
para los Foxes, y Neil sabía que él oía a la multitud volviéndose loca, sin embargo Andrew lucía
desinteresado y sin ninguna prisa.

Lo que sea que lo había inspirado a intervenir antes se había ido. Neil esperaba que este juego
finalmente le provocara algo a Andrew, pero eso no hacía que fuera más fácil ver su receso.

Nicky fue una distracción que apareció justo a tiempo, estrechándose contra Aaron y Neil con tanta
fuerza que los alzó del suelo. Los rodeó con sus brazos por los hombros y les dio un aplastante
abrazo.

— ¿Pueden creerlo? — Preguntó, asombrado— ¡Somos jodidamente geniales a veces!

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Allison chocó su hombro contra el de Neil cuando pasó por su lado en camino hacia Dan y Matt.
Renee enganchó a Kevin por un rápido abrazo antes de encontrarse con Allison y Dan. La última se
estaba riendo, mareada por la imposible victoria. Matt las dejó y rodeó los hombros de Kevin con un
brazo. Neil miró de un rostro alegre hacia otro, saboreando y memorizando ese momento.

Andrew se perdió la fiesta a mitad de cancha, pero apareció a tiempo para seguir a sus compañeros
de equipo hasta la alineación de los Catamounts. Wymack, Abby, y dos cámaras los estaban
esperando cuando salieron de la cancha. Dan le dio a las cámaras una sonrisa dientuda antes de
abrazar a Wymack y Abby. Neil se unió a sus compañeros de equipo para saludar a las gradas pero
fue rápido en abandonar a las chicas para que hablaran con los micrófonos de los reporteros y las
dejó con sus preguntas.

Wymack los estaba esperando en la sala de estar cuando todos terminaron de bañarse y vestirse.
Hizo un rápido recuento de cabezas y asintió cuando encontró a los nueve que buscaba.

— ¿Recuerdan que les dije no hacer planes para esta noche? — Él alzó su pulgar hacia Abby. —
Vamos a su casa. Con “vamos” me refiero a todos. — Le envió una mirada significante al grupo de
Andrew— Consideren esto como un evento grupal. Abby ya aceptó cocinar para nosotros, y yo pasé
casi toda la mañana llenando sus armarios con alcohol.

— ¿Ese fue un voto de confianza o planes para una fiesta de consolación? — preguntó Dan.

—No importa. — Contestó Wymack— Vamos. Me muero de hambre y realmente necesito un


cigarrillo.

Los guardias de seguridad los ayudaron a llegar a sus autos. El tráfico hizo que el viaje a lo de Abby
fuera cinco veces más largo de lo que debería ser, pero los Foxes

La heladera de Abby estaba llena de platillos que ella había preparado más temprano en ese día.
Metió un par de cacerolas en el horno mientras Wymack y Dan servían la bebida. Kevin se quedó en
la cocina cuando Wymack y Dan comenzaron a hablar sobre el juego de la noche. Matt tomó el
mando del sistema de sonido en la otra habitación. Nicky y Allison discutieron todas sus decisiones,
pero no sonaba tan serio como para que Neil interviniera. Aaron había clamado una silla en la
ventana y los estaba observando con una mirada distante. Le dio una mirada sucia a Neil cuando
notó que lo estaba observando, pero Neil lo ignoró y fue a buscar a los arqueros ausentes. No
desperdició tiempo buscando en el pasillo, ya que las únicas habitaciones que había en esa dirección
eran habitaciones, y en vez de eso fue hacia el porche del frente.

Andrew estaba sentado en el capó de su auto y Renee se encontraba parada frente a él. Ella miró
hacia la casa al escuchar la puerta y le indicó a Neil que se uniera a ellos. Cuando Neil estaba a
mitad de camino, Renee se alejó de Andrew y se dirigió hacia la acera. Le dio una sonrisa a Neil
cuando pasó por su lado pero no dijo nada. Neil se preguntó qué había interrumpido y si debía o no
disculparse. No tuvo tiempo para decidirse antes de que Renee se metiera en la casa de nuevo. Neil
tomó el lugar que ella había abandonado y estudió el rostro en blanco de Andrew.

159
—Ganamos— dijo Neil. Esperó, pero por supuesto Andrew no respondió a eso. Neil intentó guardar
su frustración pero no pudo disimular su suspiro del todo— ¿Te mataría dejar entrar algo?

—Casi lo hizo la última vez— contestó Andrew.

Lo dijo como si fuera un hecho, pero Neil se encogió cuando se dio cuenta de su paso en falso.
Intentó alcanzarlo pero detuvo su mano a una cuidadosa distancia del brazo de Andrew. Las mangas
largas y las bandas de Andrew escondían sus cicatrices pero Neil recordaba cómo se sentían bajo
sus dedos.

—Esto es diferente— dijo Neil— el único en tu camino eres tú ahora. Podrías llegar a la Corte*
algún día, pero no podrás llegar allí si no lo intentas. — Neil esperó, pero Andrew lo miró sin decir
una palabra. Neil podría ganar un concurso de miradas con casi cualquier otra persona, pero no tenía
la paciencia para pelear con Andrew esta noche. — Andrew, háblame.

—Suenas como una muñeca de cuerda que habla de un solo tema— contestó Andrew— no tengo
nada para decirte.

—Si hablara de algo más, ¿Me hablarías?

Andrew alzó una ceja hacia él.

— ¿Puedes hablar de algo más?

Eso dolió. Neil abrió la boca para decir algo, pero las palabras le fallaron.

Corte: Se refiere al equipo Nacional de Exy de los Estados Unidos.

Las conversaciones casuales que mantenían a sus compañeros de equipo entretenidos con tanta
facilidad que no significaban nada para ellos dos.

Neil no quería hablar sobre películas y sus clases con Andrew. Quería hablar sobre la victoria sin
precedentes de hoy. Quería hablar sobre sus probabilidades de pasar a la ronda tres hacia otro
partido de muerte. Quería hablar sobre la Mirada en la cara de Riko cuando los Foxes se enfrentaran
a ellos de nuevo en Mayo. Quería saborear su victoria, no hacerlo pasar por algo trivial y aburrido.

La puerta de en frente se abrió, Nicky se aferró a la puerta pero se inclinó hacia afuera para
llamarlos.

—Ya están las bebidas, ¿Vienen o qué?

Andrew apartó a Neil del camino y se deslizó fuera del auto.

—Demasiado tarde.

Neil estaba demasiado malhumorado como para detenerlo. Se quedó junto al auto hasta que Andrew
alcanzó a Nicky, luego finalmente se dirigió hacia la casa. A mitad de camino por el césped su

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celular sonó. Neil estaba lo suficientemente fastidiado como para responder al “28” en su buzón de
mensajes con un “Suficiente”.

Nadie respondió.

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Capítulo 11

Las reglas cambiaron en la tercera ronda. Hasta este momento las chances del equipo
dependían exclusivamente en ganar la mayor cantidad de partidos posibles. Desde aquí hasta la
final, el énfasis cambiaba a los puntajes. Las tres escuelas que habían sobrevivido a los partidos a
muerte de los grupos pares debían enfrentarse entre ellas durante las siguientes tres semanas. Los
dos equipos que hicieran la mayor cantidad de puntos entre todos los juegos pasarían a la segunda
ronda de eliminaciones. Técnicamente un equipo podía perder ambos juegos y avanzar de todas
maneras, pero eso no había pasado en años.

Debido a los equipos de número par, los Foxes debían jugar en Nevada el 23 de Febrero, luego de
eso tendrían una semana libre, y se enfrentarían a Binghamton en un partido fuera de casa el 9 de
Marzo. La semana entre el partido a muerte y el juego de Nevada era de descanso, pero los Foxes no
estaban dispuestos a tomárselo con tanta calma. Estaban tan inspirados como aterrorizados por su
victoria del viernes, y no querían perder ese ritmo. Por suerte para ellos no tenían oportunidades
para detenerse. Wymack mantuvo la expectativa creciendo hasta el martes.

Un equipo de TV fue a la Foxhole Court el martes por la tarde para filmar un segmento de los Foxes
para su show de la NCAA. Neil pensó que Kevin discutiría, ya que las entrevistas y filmar
significaban un detenimiento en sus entrenamientos, pero Kevin que los Foxes necesitaban buena
publicidad con urgencia. Neil casi había olvidado qué tan agradable Kevin podía hacer cuando había
una cámara en su rostro. Neil se guardó las ganas de exponer a Kevin por su actuación y evitó los
micrófonos siempre que pudo.

Neil no pudo escapar del foco por mucho. Wymack y Kevin observaron por encima de la cabeza del
reportero cuando Neil finalmente tuvo que enfrentarse a una entrevista. Neil contestó a la mirada de
advertencia de Kevin con una mirada apacible e intentó mantenerse civil mientras pudo. Fue fácil al
principio, ya que casi todas las preguntas eran acerca del progreso de los Foxes. Era inevitable que
terminaran con una pregunta sobre Riko y los Ravens. Neil intentó ser neutral, pero el entrevistador
había notado que su buen carácter se debía a la discreción.

—La última vez que dije algo que nadie quería oír, mi universidad fue vandalizada— explicó
Neil— estaba intentando prevenir un daño colateral esta vez pero, ¿Sabes qué? Tienes razón. No
puedo permitirme quedarme callado. El silencio significa que apruebo su comportamiento, y eso es
una ilusión peligrosa. No voy a tolerarlos solo porque son talentosos y populares, déjame contestar
esa pregunta de nuevo, ¿Okay?

“Si— reformuló Neil— Estoy cien por ciento seguro de que vamos a enfrentarnos contra los Ravens
en la final esta primavera, y ésta vez estoy seguro de que vamos a ganar. Y cuando los mejores de la
nación pierdan contra un equipo de “ignorantes”, cuando pierdan contra un equipo que su propio

162
entrenador comparó con perros feroces, Edgar Allan va a tener que cambiar las cosas.
Personalmente creo que deberán empezar pidiendo la renuncia del Entrenador Moriyama.

El sonido que Kevin emanó no fue humano. El entrevistador y el camarógrafo miraron por encima
de sus hombros hacia él, sorprendidos. Kevin no se quedó el tiempo suficiente para que ellos le
preguntaran sino que se fue con prisa hacia el pasillo y se alejó hasta que estuvo fuera de vista.
Wymack, a pesar de haberse quejado numerosas veces acerca del problema de actitud de Neil, le
regaló una sonrisa feroz. Neil respondió la curiosa mirada del entrevistador con una mirada en
blanco y esperó a que le indicaran que la entrevista había terminado. En cuanto el cámara estuvo
apagada volvió a la cancha. Para sorpresa de nadie, Kevin lo ignoró el resto del día.

Neil tenía el presentimiento de que esa noche sería fría y silenciosa. Matt llegó a la misma
conclusión y le deseó a Neil buenas noches antes de salir a cenar con Dan. Neil cerró la puerta
detrás de él, miró el reloj, y pasó la siguiente media hora revisando problemas de matemáticas.
Estaba haciendo el último cuando escuchó un único ruido en su puerta. No fue el imperioso golpe
de Kevin o los entusiasmados pum-pum-pum de Nicky, pero los de las clases más altas no iban a
pasar cuando Matt y Dan estaban afuera. Neil apartó su tarea y fue a investigar.

Andrew se encontraba en el pasillo, sus manos metidas en los bolsillos de en frente de su sudadera
negra. Neil abrió la puerta un poco más y se apartó del camino. Andrew miró detrás de él antes de
entrar a la habitación. Neil supuso que estaba buscando si había alguien más, así que explicó:

—Matt salió a cenar con Dan hace un par de horas, ¿Vendrás con nosotros a la cancha?

—Entretente solo esta noche.

Andrew se invitó a la cocina y abrió la heladera.

—Kevin está demasiado borracho como para maldecirte, mucho menos pararse y sostener una
raqueta.

—Él, ¿Qué? — preguntó Neil, pero Andrew no se molestó en repetir. Neil miró hacia el pasillo
como si de alguna forma pudiera ver a Kevin en su estado deplorable— Cobarde.

—No suenes tan sorprendido— dijo Andrew— no es nada nuevo.

—Creí haberlo alcanzado la última vez— admitió Neil. Él cerró la puerta y se reclinó contra el
marco de la puerta de la cocina. — En una escala del uno al diez, ¿Qué tan mal crees que se va a
poner?

— ¿Qué tan malo puede ser? — Devolvió Andrew— Riko todavía no puede matarte, y Moriyama
ya le dijo a los fans de los Ravens que se mantengan fuera del asunto.

—Todavía podrían intentar descalificarnos de alguna forma— dijo Neil— tuvieron su demostración
en Octubre. Ellos no creen que seamos capaces de llegar a la final así que no tienen motivos para
tolerarnos por mucho más tiempo.

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—No tienen ninguna otra opción. Si los Ravens no nos dejan seguir el camino siempre habrá dudas
y especulaciones. Ellos no pueden compartir su trono con suposiciones. Tienen que ser los
vencedores supremos. — Andrew le dio un momento para que entendiera eso antes de decir—
Todavía no me decido.

— ¿Sobre nuestras chances en primavera?

Andrew alzó sus palmas entre ellos.

—El pensamiento de que los acorralaste por accidente es intolerable, lo cual significa que eres más
estúpido de lo que creía. Sin embargo, si lo hiciste intencionalmente, eres más inteligente de lo que
me hiciste creer. Eso significa que no solo estás jugando con los Ravens. Una de estas opciones es
el mal menor.

—No todo es un engaño. — Dijo Neil. Andrew no contestó, pero Neil leyó su calmada expresión
como incredulidad. Neil consideró defenderse y decidió que era un desperdicio de energía. Andrew
no le creería de todas formas. — ¿Cuál es el mal menor?

—Todavía no me decido— repitió Andrew.

—Eso ayuda— murmuró Neil— podrías simplemente preguntar.

— ¿Por qué molestarme? — Preguntó Andrew encogiéndose de hombros sutilmente— Lo


descubriré eventualmente.

Andrew robó una cerveza de la heladera y movió la lengüeta de la lata de atrás para adelante una y
otra vez. Neil lo observó un momento antes de mirar a través de la habitación hacia su escritorio.
Estaba enojado con Kevin por cancelar la práctica, pero sabía que esa noche libre era un descanso
afortunado. Tenía una evaluación de matemáticas la semana que viene y un trabajo que entregar
mañana que todavía no había empezado. Los exámenes de mitad de año no estaban muy lejos y las
notas de Neil estaban colgando de su usual temblorosa línea. Ésta era la noche perfecta para ponerse
al día.

Una lengüeta de metal rebotó contra su mejilla. Neil miró hacia Andrew y de pronto se dio cuenta
de la ausencia de Matt. Había pasado una semana desde que Andrew había empujado a Neil hacia
abajo y lo había besado. No habían estado solos el tiempo suficiente como para hacer algo más
desde ese entonces.

No sabía si Andrew vio ese entendimiento en su rostro o si Andrew solo quería su atención por
completo. Andrew dejó la cerveza a un lado sin tomar un sorbo y cerró la heladera con su pie. Dio
dos pasos para cerrar el espacio entre los dos y se detuvo lo más cerca que pudo sin realmente
inclinarse contra Neil. Sus dedos estaban fríos por la lata donde los había colocado alrededor de la
barbilla de Neil.

— ¿Sí o no? — preguntó Andrew.

—Sí— respondió Neil.

164
Andrew le envió una mirada significativa a los brazos que Neil tenía cruzados sobre su pecho. Le
tomó un momento darse cuenta, y luego los dejó caer metiendo sus manos en los bolsillos de sus
jeans. Andrew esperó a que se quedara quieto antes de besarlo. Neil dejó de pensar en sus clases, en
el Exy, en el inexistente coraje de Kevin y dejó que Andrew lo besara hasta quedarse sin sentido.
Estaba atontado e inestable para el momento en el que Andrew presionó una mano contra el
abdomen de Neil. Cada nervio desde su pecho hacia abajo pareció temblar en respuesta. Neil cerró
sus manos en dos puños como si eso pudiera servir para mantenerlas donde estaban y dejó que
Andrew lo llevara contra la pared.

Su celular zumbó cuando recibió su contador diario, y al estar presionado contra la pared sonó
insoportablemente fuerte. Andrew dejó ir la barbilla de Neil y sacó el celular de su bolsillo trasero.
Se inclinó hacia atrás un poco y sostuvo el celular, ofreciéndoselo. Neil casi esperaba que lo abriera
y se sintió aliviado cuando Andrew no lo hizo. Neil tomó su celular y lo tiró fuera de su alcance sin
molestarse en revisar el mensaje. Sabía qué día era; sabía qué tan poco tiempo le quedaba. No le
importaba verlo, especialmente ahora mismo.

Andrew miró el celular rebotar contra el sofá y deslizarse por la alfombra. Dependía de la suerte que
le preguntara o no. Neil besó su cuello, esperando distraerlo, y fue recompensado con un sobresalto.
Ese fue un motivo suficiente para hacerlo de nuevo. Andrew apartó su cara, pero estaban parados
demasiado cerca para que Neil se perdiera la forma en que se estremeció. Andrew lo besó antes de
que Neil pudiera decir algo al respecto.

Andrew lo empujó con más fuerza contra la pared, trazando un mapa a través de su remera desde
sus hombros hasta su cintura reiteradas veces. Tuvo sus manos en la piel desnuda de Neil hacía unas
semanas cuando vio sus cicatrices, pero esto se sentía completamente diferente. Este era Andrew
aprendiendo cada centímetro y borde de él. Sus manos nunca se habían sentido tan pesadas o tan
calientes. Cada presión y demandante deslizar de sus dedos envió una oleada de calor a través de las
venas de Neil.

Lo hizo sentirse inquieto, lo hizo sentirse ansioso, lo hizo querer inclinarse un poco más profundo
contra los besos de Andrew y volvió demasiado consciente de la mezclilla atrapando sus manos en
su cintura.

Neil no podía recordar la última vez que puso sus manos en alguien. No había sido la chica de
Canadá, quizás la chica de antes. Por primera vez consideró tocar a Andrew se esa forma y aprender
su cuerpo de la misma forma que él estaba memorizando el suyo. Quería encontrar los lugares que
hacían que Andrew cediera.

No lo dijo en voz alta, pero como si lo hubiera estado esperando Andrew siguió los brazos de Neil
hasta sus muñecas y metió sus dedos dentro de los bolsillos de Neil. Se estaba asegurando de que
sus manos todavía estuvieran allí, supuso Neil, así que él hundió sus manos más profundo en
respuesta. Andrew sujetó sus muñecas y las apretó para detenerlo. Luego de un momento de
consideración liberó las manos de Neil y las llevó hacia su cabeza.

Besó a Neil como si quisiera amoratar sus labios y se inclinó hacia atrás para observar a Neil con
una intensa mirada.

165
—Solo aquí.

—Okay— dijo Neil, y hundió sus dedos en el cabello de Andrew en cuanto su agarre se volvió más
ligero. No era mucho pero era estaba desesperadamente aliviado de tener algo a lo cual sujetarse.
Tal vez esa emoción en la parte baja de sus entrañas se debía a que él confiaba lo suficiente como
para acercarse más. Neil lo descubriría más tarde. Todo lo que importaba ahora era lo fácil que era
empujar a Andrew por otro beso.

Andrew dejó ir a sus muñecas lentamente y colocó una mano en el pecho de Neil. Se mantuvieron
parados de esa forma por lo que pareció un año, Andrew probando el control de Neil y él contento
con poder besar sus bocas hasta que estuvieran entumecidas.

La mano de Andrew entre sus piernas fue un peso inesperado, Neil no había notado la fuerza con la
que estaba envolviendo el cabello de Andrew entre sus dedos hasta que él mordió su labio inferior
en advertencia. Neil murmuró algo incoherente y forzosamente aflojó su agarre mortal. Creyó
saborear sangre, pero fue una sensación fugaz que olvidó con rapidez cuando Andrew desabrochó el
botón y bajó su cierre.

Andrew no fue gentil, pero Neil no quería que lo fuera. Ninguno de los dos tenía la constitución
para ser tierno. Fue implacable, casi furioso, la mano de Andrew llevando a Neil tan lejos y tan
rápido como pudo. Neil intentó acercar más a Andrew, pero él mantuvo su mano plantada en el
pecho de Neil para mantener un espacio entre sus cuerpos. Neil apenas pudo pronunciar el nombre
de Andrew antes de que él lo hiciera llegar al punto más alto y continuara. Él ahogó su jadeo
frenético con un último duro beso y finalmente lo dejó ir.

Se pararon con una mejilla contra la otra durante un minuto, una hora, un día. El corazón de Neil
latía en sus sienes y sus nervios sobrecargados no podían parar de temblar. Su habilidad de pensar
coherentemente volvió en piezas perezosas y fracturadas y lo primero que Neil notó fue la fuerza
con la cual los dedos de Andrew se estaban hundiendo en su pecho. Neil intentó mirar hacia abajo,
pero Andrew le dio una corta sacudida en respuesta.

— ¿Qué hay con…?—Comenzó a decir.

Andrew lo detuvo con un bajo:

—No.

—No puedes volver a donde están Kevin y Nicky así.

—Dije que hagas silencio.

—Dijiste “No” — contestó Neil.

Neil acomodó sus dedos en el cabello de Andrew, arreglando su agarre para poder atraer a Andrew
por otro corto beso. Él solo lo toleró por un momento antes de inclinarse hacia atrás. Limpió su
mano en la remera de Neil antes de tirar de las muñecas de Neil. Él lo dejo ir obedientemente y no

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se perdió la forma en que Andrew lo miró bajar las manos. Neil no sabía so podía volver a meterlas
en sus bolsillos sin tocar a Andrew, así que en vez de hacer eso las colocó contra su espalda.

Andrew retrocedió fuera del espacio de Neil y dejó caer las manos.

—Ve— dijo Andrew.

— ¿A dónde? — preguntó Neil.

—A donde sea que no pueda verte— contestó Andrew.

Neil no viviría el tiempo suficiente como para comprender todas las capas rotas de la sexualidad de
Andrew, pero al menos sabía que no debía sentirse ofendido por ese rechazo. Esperó a que Andrew
estuviera lo suficientemente lejos como para poder alejarse de la pared sin chocarse contra él. La
habitación estaba organizada de manera que su mesa se encontraba parcialmente fuera de vista de la
puerta, pero Neil fue a su habitación. Hundió el nudillo de su pulgar en su hinchado labio inferior e
hizo una mueca ante el pequeño ardor. Se quitó la remera, la dobló para ocultar el desastre, y la
metió en su cesta de lavado. Se cambió los jeans por pantalones de algodón, buscó una remera vieja
para usar, y se dejó caer contra su cama para esperar.

Al poco rato escuchó el sonido del fregadero siendo abierto. Neil esperó a que se detuviera,
entonces fue a buscar a Andrew. Él se encontraba con su espalda contra la heladera mientras bebía
su cerveza robada. No miró hacia arriba cuando Neil apareció en el marco de la puerta y si notó la
mirada de pies a cabeza que Neil le dio, no la reconoció. Bebió su cerveza en silencio, viéndose
tranquilo y limpio como si nada hubiera pasado, y Neil observó hasta que aplastó la lata vacía en sus
manos. Andrew dejó la lata a un lado sobre la mesada para que Neil la tirara y se dirigió hacia la
puerta. Neil se movió a un lado para dejarlo pasar y Andrew se fue sin decir una palabra. Neil cerró
la puerta detrás de él y tiró la lata en la pequeña cesta de reciclaje de Matt.

Neil pasó el viernes por la noche en la habitación de Andrew, pero lo único que hizo fue mirar un
partido con Kevin. El resto de la noche se enterró en un puf con un control demasiado grande en sus
manos. Nicky fue un profesor sorprendentemente paciente al instruir a Neil a través de su juego
favorito, pero las grandes cantidades de alcohol que había bebido hicieron que las instrucciones
fueran poco claras. Neil ya estaba listo para dar la noche por terminada a las dos de la mañana, pero
Nicky estaba bien despierto debido a las mezclas azucaradas y otra pinta de helado.

Andrew pasó la mayor parte de la noche fumando en su escritorio y mirando hacia afuera.
Desapareció hacia su habitación a las tres y echó a Kevin para poder dormir. Él puso su laptop de
vuelta en el escritorio, bajó el volumen de la televisión hasta que estuvo casi en mute y se fue a
dormir. Nicky esperó a que la puerta se cerrara para volver a subir un poco el volumen. Se quejó
sonoramente a medida que volvió a acomodarse. A pesar de sus protestas, se fue a dormir luego de
menos de media hora después. Dejó caer su control a un lado y miró a Neil.

—Espera— le tomó dos intentos de tambaleos borrachos poder salir de su puf y pararse. Se
tambaleó por la habitación, se movió haciendo tanto ruido que Neil supo que había despertado a
Andrew y Kevin, y volvió con una manta. La dejó caer en una nada elegante pila sobre la cabeza de
Neil y alzó sus manos en un encogimiento de hombros exagerado.

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— ¡Será mejor que duermas aquí! Probablemente Dan y Matt están haciendo esa cosa sucia que
hace la gente heterosexual. Vamos a comprar el desayuno mañana por la mañana.

Apuntó a Neil, moviendo su dedo un par de veces en un silencioso énfasis, y se fue de nuevo. Neil
esperó hasta que la habitación estuvo en silencio antes de levantarse. Se quedó parado un momento
junto al puf, debatiéndose, luego apagó la luz de la habitación y volvió. Fue fácil estirar la manta,
más fácil acomodarse, y estuvo dormido en minutos.

Una campana lo despertó a la mañana siguiente, pero lo tomó al cerebro cansado de Neil un
momento reconocerlo como el sonido de un celular. Su teléfono vibró en su bolsillo un segundo
después. Neil sacó una mano cansada por encima de sus ojos y ahogó su bostezo contra su puño. Un
ruido estridente en la habitación anunció que el celular de Nicky también había comenzado a sonar.
Eso significaba que la campana era del celular de Kevin, dejado allí la noche anterior, porque
seguramente Andrew había apagado el sonido de su celular al igual que Neil.

Un texto masivo como ese debía ser de Wymack. Neil se quejó un poco en protesta pero buscó el
celular en su bolsillo. El mensaje matutino era corto pero más que suficiente como para despertarlo:
habían hospitalizado a Kengo Moriyama de nuevo.

Neil se sentó y pateó su manta a un lado. Encendió la TV, subió el volumen lo más bajo que pudo, y
comenzó a pasar los canales. Kengo no era tan importante como para llegar a las noticias regulares,
pero seguramente sería mencionado en la sección de noticias deportivas que Wymack miraba cada
mañana. Andrew salió de la habitación al mismo tiempo que Neil encontró el canal correcto. Le dio
una mirada breve a Neil en su camino hacia la cocina. Neil tuvo que subir un poco el volumen
cuando Andrew prendió la máquina para hacer café, sin embargo no tenía mucho sentido esforzarse
por escuchar cuando solo había alcanzado a ver el final del segmento.

Todavía no había nuevas noticias, pero Neil sabía que habría alguna novedad en cuanto alguien
llegara al Castillo Evermore para acosar a Riko en busca de comentarios. Neil se preguntó si alguna
de las personas de Kengo le diría a Tetsuji y Riko o si a la familia principal se le podría ocurrir
informarles. Quizás Riko lo descubrirá cuando alguien le ponga un micrófono en la cara de nuevo.
Eso divirtió a Neil por un momento hasta que sus pensamientos giraron hacia su padre.

Nathan estaba encarcelado, pero era la mano derecha de Kengo. Alguien seguramente le había
informado que Kengo estaba enfermo. Era cuestionable si a Nathan le importaría. Neil no podía
imaginarlo, pero si Nathan poseía al menos una pizca de la lealtad hacia Kengo que su gente tenía
con él, estaría dejando cuerpos en el piso de su celda ahora mismo. Quizás Nathan nunca vería a
Kengo con vida de nuevo; quizás él sería liberado para encontrarse siriviendo a Ichirou en vez de a
él. Neil se preguntó qué impacto podría tener la muerte de Kengo en la familia Moriyama pero ni
siquiera podía empezar a imaginarlo. No tenía idea de lo que la familia principal era capaz de
orquestar. Riko tenía una alarmante cantidad de pases libres y él solo estaba trabajando con las
sobras.

Andrew volvió y cruzó la habitación hacia él. Neil lo observó acercarse y se sintió inquieto por la
culpa. El trato que había hecho con Andrew ahora parecía tan insensible como había sido
desesperado. No había estado convencido de que Andrew pudiera ocuparse de un monstruo como

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Nathan, pero había estado dispuesto a que Andrew lo intentara. No le había importado lo que le
costara a Andrew mientras le comprara tiempo para jugar con los Foxes.

Andrew apagó la TV en su camino hacia él.

—Es demasiado temprano para obsesionarse.

—Esto es importante.

— ¿Para quién? — Preguntó Andrew a medida que se hundía en el segundo puf. — No cambia
nuestra temporada y Riko es demasiado estúpido como para ganar puntos por lástima así que, ¿A
quién le importa?

Neil abrió su boca para discutir y se dio cuenta de que no tenía ninguna buena respuesta. Andrew lo
apuntó como si el silencio de Neil probara su punto, y Neil cerró la boca de vuelta sin decir una
palabra.

Andrew se movió un poco hasta que estuvo más cómodo y cerró los ojos. Neil miró desde él hasta
la pantalla oscura, luego se volteó de costado en su cómoda silla para enfrentar a Andrew. Él abrió
un ojo ante el ruido pero lo cerró cuando Neil se acomodó. Neil se contentó con mirar a Andrew.

Él no estaba mirando, pero quizás sintió el peso de la mirada de Neil, porque luego de un par de
minutos dijo:

— ¿Algún problema?

—No. — Dijo Neil pero incluso él escuchó la mentira en su respuesta— ¿Andrew? El verano
pasado me hiciste una promesa. Quiero que la rompas.

—No— contestó Andrew sin dudarlo.

—Dijiste que te quedarías conmigo si mantenía a Kevin en el sur, pero Kevin ya no me necesita.
Nos eligió por encima de los Ravens porque en conjunto al fin valemos su tiempo. No puedo darte
nada más a cambio de tu protección.

—Pensarás en algo.

—No quiero que lo hagas— contestó Neil— Necesito que me dejes ir.

—Dame una buena razón— dijo Andrew.

—Si me escondo detrás de ti sigo corriendo— replicó Neil— No quiero terminar el año así. Quiero
plantar ambos pies en el suelo. Déjame hacer eso. Esto no significará nada si no lo hago.

Andrew lo miró en silencio. Neil no sabía si estaba sopesando la verdad en las palabras de Neil o
silenciosamente rechazándolo. Quería presionar a Andrew para que le diera una respuesta sólida
pero sabía que le saldría en contra. Andrew tomaba sus promesas y su palabra con demasiada

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seriedad. Convencerlo de no cumplirlas le iba a tomar más de un intento y si Neil presionaba mucho
Andrew iba a saber que algo andaba mal. Neil cerró los ojos y se hundió aún más en el puf.
Esperaba que Andrew lo interpretara como su disposición a esperar por una decisión.

El dormitorio estaba reconfortantemente silencioso. Kevin y Nicky se habían dormido sin leer los
mensajes, así que el único sonido real era el sutil burbujeo de la máquina de café. Sonó cuando
terminó de prepararse. Neil consideró levantarse para buscar una taza pero decidió que podía
esperar otro minuto.

No fue su intención quedarse dormido, pero lo siguiente que hizo fue despertarse sobresaltado ante
el sonido de la alarma de Nicky. El insoportable sonido sonó por una eternidad hasta que Nicky
finalmente estuvo lo suficientemente despierto como para apagarlo. La cama resonó a medida que
Nicky rodaba, y la habitación se quedó en silencio de nuevo.

Neil miró el reloj por encima de la TV, el cual decía que eran las nueve y media. Era
definitivamente la hora en la que tendría que levantarse si quería tener un horario normal el día de
hoy, pero Neil estaba cómodo.

Andrew todavía estaba hecho un ovillo en la otra silla, pero el sonido también lo había despertado.
Encontró la somnolienta mirada de Neil por un momento antes de volver a dormirse. Era un permiso
silencioso para seguir holgazaneando, así que Neil cerró los ojos y se quedó dormido de nuevo.

La semana que condujo al partido de Nevada fue un exhaustivo borrón, pero Neil amó cada
momento de ella. Las mañanas consistían en prácticas con sus compañeros de equipo, sus días eran
desperdiciados en el mal necesario llamado Universidad, y pasaba las tardes en la cancha. Los
Foxes ya no buscaban respuestas por sus caminatas con los arqueros durante el descanso. Luego de
cenar con los de las clases más altas Neil y Kevin volvían al estadio para hacer juegos de práctica.

Era la rutina a la cual estaba acostumbrado, con una crítica adición. Neil volvía al dormitorio con
Kevin y seguía por el pasillo como si estuviera yendo a su propia habitación, pero en cuanto Kevin
cerraba la puerta detrás de él, Neil daba media vuelta hacia la escalera. Andrew lo esperaba en la
terraza, usualmente con un cigarrillo en una mano y una botella contra su rodilla. Las noches
todavía eran lo suficientemente frías como para necesitar chaquetas pero el calor corporal de
Andrew le quitaba todo el frío que podía llegar a tener.

No hablaban por la noche, quizás porque habían hablado durante la práctica o quizás porque era
tarde y solo estaban robando un par de minutos antes del necesitado descanso, pero era por la noche
que Neil tenía la mayor cantidad de preguntas. Lo molestaban cuando Andrew lo sujetaba contra el
frío concreto y deslizaba sus manos calientes por debajo de su camiseta. Sentirse curioso por
Andrew no era algo nuevo, pero la preocupante importancia de esas respuestas si lo era. Besar a
Andrew había cambiado las cosas incluso cuando Neil sabía que no debería hacerlo.

Quería saber dónde estaban todos sus límites y por qué él era la excepción. Quería saber cómo
Andrew estaba bien con esto luego de lo que había vivido y cuánto le había llevado plantearse su
sexualidad luego del abuso de Drake. Los “Por qué” y “cuándo” y “cómo” solo complicaban las
cosas, porque preguntarse por estas evoluciones lo hacía preguntarse por todo lo demás. Podría
haber usado su juego de secretos para justificar su intromisión, pero Neil no quería pelear por cada

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pieza y sector del terreno. Le tomaría mucho tiempo y se estaba quedando sin cosas seguras para
intercambiar. Era mejor mantener la boca cerrada y no pensar en ello.

Su control duró hasta el martes. La madre adoptiva de Renee se había decidido por una casa, y era
todo lo que los de las clases más altas podían hablar durante la cena. Renee quería ir a su hogar y
ayudarla a mudarse ese fin de semana. Matt estaba dispuesto a comprar tickets para Dan y él si
necesitaba ayuda. Neil no entendió su entusiasmo hasta que le recordaron lo sedentarias que habían
sido sus infancias. Dan había vivido en el mismo lugar por quince años y Matt se había quedado con
su padre hasta la escuela secundaria. Allison tenía casas de verano y de invierno y viajaba un
montón con sus padres, pero nunca se había mudado realmente.

Eso se mantuvo con Neil durante las prácticas nocturnas y su posterior ducha: no porque fuera
extraño sino porque era un perfecto atajo para el juego que estaba haciendo con Andrew. En cuanto
Neil dejó a Kevin en su habitación esa noche, tomó las escaleras hacia el techo. Andrew estaba en el
mismo lugar que cada noche, con las piernas cruzadas cerca del borde. Su cigarrillo era un borrón
demasiado brillante contra las sombras que se estiraban cuando Andrew daba una calada. Neil le
robó el cigarrillo a medida que se sentaba a su lado y lo volteó en sus manos.

Andrew sopló humo en su rostro en respuesta, así que Neil lo salpicó con las cenizas del cigarrillo y
se inclinó como si fuera a apagarlo contra el suelo. Andrew pinchó su muñeca y se lo quitó.

—Los de las clases más altas saldrán de la ciudad este fin de semana, — explicó Neil— la madre de
Renee se está mudando y aparentemente es la cosa más interesante que ha pasado aquí en meses. No
puedo imaginar cómo será cuando todos se gradúen y tengan que irse. — Esperó un momento
aunque sabía que no obtendría una respuesta. — Sé que Nicky volverá a Alemania cuando se
gradúe, ¿Pero qué le pasará a su casa? ¿La venderá o se la dará a uno de ustedes?

—Pregúntale— dijo Andrew.

Neil lo ignoró.

— ¿Quieres quedarte en Carolina del Sur?

Andrew encogió un hombro.

—Planear con tanta anticipación es una pérdida de tiempo.

Neil abrazó una de sus rodillas contra su pecho y siguió la mirada de Andrew hacia el campus. Los
árboles alineando la colina entre la Fox Tower y la Calle Perimeter ocultaban casi todas las
lámparas de la calle, pero había postes de 20 pies en las aceras del campus. Era casi medianoche
pero Neil vio al menos a una docena de estudiantes fuera dando vueltas.

—Quizás vaya a Colorado— dijo Neil— Sería un interesante cambio de ambiente, creo. Casi
siempre me quedé en los estados costeros.

—No en California— dijo Andrew, sin ser realmente una pregunta.

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Neil no sabía si solo estaba haciendo su mejor intento por tener una conversación acerca de algo
más que Exy o si estaba genuinamente curioso. A Neil no le importaba. La desconexión de Andrew,
aprendida o forzada, significaba que probablemente todo daba igual en sus principios. El hecho de
que Andrew siquiera respondiera y le pidiera que elaborara se sentía como una victoria.

—Fui a California en mi camino a Arizona pero no me quedé. Me gustaba Seattle, creo, pero— Neil
recordó el áspero crujido de un tubo contra el cuerpo de su madre. — no podría vivir allí de nuevo.
No podría volver hacia atrás a ninguno de esos lugares.

— ¿Cuántos son esos “lugares”?

—Veintidós ciudades. — Dijo Neil, pero no aclaró que se encontraban distribuidas en dieciséis
países. Andrew todavía creía que Neil había estado solo durante todos esos años. Un chico no
podría ir y venir por el mundo sin ayuda. — Mi estadía más larga fue en Millport. La más corta fue
una semana con mi tío.

— ¿Se supone que debo creer que él es real? — Preguntó Andrew. — Le dijiste a Nicky que lo
verías en Navidad. Mentiste.

—El Tío Stuart es real— dijo Neil— es la primera persona a la que fui cuando hui, pero él también
es un mafioso. No me sentía más a salvo con él de lo que me sentía en casa así que me fui de nuevo.
Todavía tengo su número, pero nunca estuve lo suficientemente desesperado como para llamarlo.
No sé lo que su ayuda podría costarme. — Neil miró a Andrew— ¿Te hicieron mudar muy a
menudo?

—Veinte casas antes de Cass— preguntó Andrew— todas estaban en California.

— ¿Alguna de ellas fue buena? — preguntó Neil.

Andrew miró a Neil durante un largo minuto, luego apagó su cigarrillo y alcanzó su botella.

—Ninguna de las que puedo recordar.

Neil no quería saber qué tanto Andrew podía recordar sobre su pasado.

—Así que California y Carolina del Sur, ¿Nunca fuiste a otro sitio excepto cuando viajamos para los
juegos? — Andrew se encogió de hombros en negación. Neil lo pensó un momento y luego dijo—
El receso de primavera se acerca. Podríamos ir a alguna parte.

—Ir a alguna parte— repitió Andrew, como si fuera un concepto desconocido— ¿A dónde y por
qué?

—Cualquier parte— dijo Neil, y se corrigió— Cualquier lado que esté al menos a tres horas del
campus. No tiene sentido ir a ningún sitio que se encuentre más cerca que eso. No se sentirá como
una vacación. La única complicación es averiguar cómo convencer a Kevin de alejarse de la cancha.

—Tengo cuchillos— le recordó Andrew— eso no responde el “Por qué”.

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Neil no podía explicar de dónde había salido su idea, así que dijo:

— ¿Por qué no? Yo tampoco viaje solo por hacerlo. Quiero saber cómo es.

—Tienes un problema— dijo Andrew— y es que solo inviertes tu tiempo y energía en pasatiempos
sin valor.

—Esto— Neil estiró su dedo para indicar a los dos— no es algo sin valor.

—No hay “esto”. Eso no es nada.

—Y yo soy nada. — Sugirió Neil. Andrew gestualizó en confirmación, Neil agregó— Y como
siempre dijiste, no quieres nada*.

Andrew lo miró, su expresión en blanco. Neil hubiera asumido que era un rechazo silencioso por la
acusación de Neil si la mano de Andrew no se hubiera congelado en el medio del aire entre ellos.
Neil tomó la botella de la mano de Andrew la dejó a un lado donde no podrían tirarla.

—Esa es una primera vez— dijo Neil— ¿Obtengo un premio por hacerte callar?

No quieres nada: En el idioma original: You want nothing. Se traduce literalmente a “Quieres nada”
y Neil siempre dijo que él no es “nada”. Por lo que Neil está sugiriendo que Andrew lo quiere a él.
“Quieres a nada”.

Para los que saben inglés les dejo lo que dice en la original:

"This," Neil flicked his finger to indicate the two of them, "isn't worthless."

"There is no 'this'. This is nothing."

"And I am nothing," Neil prompted. When Andrew gestured confirmation, Neil said, "And as
you've always said, you want nothing."

—Una muerte rápida— contestó Andrew— Ya decidí donde voy a esconder tu cuerpo.

— ¿A seis metros bajo tierra? — adivinó Neil.

—Deja de hablar— dijo Andrew, y lo besó.

Neil fue a dormir demasiado tarde esa noche, y la mañana llegó demasiado temprano. Asistió a sus
clases medio dormido y durmió una pequeña siesta antes del juego. Fue algo bueno que lo hiciera,
ya que Nevada fue un brutal oponente y un duro llamado a la realidad. Esta ronda los Foxes debía
competir contra otras dos escuelas que habían sobrevivido a los partidos a muerte. El repentino salto
en sus habilidades y la dificultad volteó a los Foxes de sus pies. Fue infinitamente más difícil debido
a la ausencia de Nicky. Su tarjeta roja contra UVM significó estar en la banca durante todo el juego.

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Por suerte Renee estuvo dispuesta a recuperar su rol como defensora sustituta, y Andrew cuidó el
arco como si cada punto anotado fuera una ofensa personal.

Fue suficiente, pero por poco. Terminó el juego en un empate de seis puntos por parte de cada
equipo, y los campeonatos no permitían tiempo extra. El empate fue resuelto por penales. Nevada
tuvo siete ofensores para intercambiar mientras que Kevin y Neil tuvieron que alternar una y otra
vez. El corazón de Neil era como un trueno en sus oídos a medida que seguía a Kevin hasta el sector
asignado. Inhaló tan profundo como pudo y lo dejó ir lentamente, permitiendo que sus niervos
esperaran hasta después.

—Este no es el juego que debíamos jugar, pero es un resultado aceptable— dijo Kevin al ver la
mirada tensa de Neil. Éste sacudió la cabeza, sin entender— Estamos por terminar con casi el
mismo puntaje y Nevada jugará de nuevo antes que nosotros. Sabremos antes de enfrentar a
Binghamton cuántos puntos tenemos que anotar para avanzar.

—Supongo— dijo Neil, no muy convencido.

Los Tornados dispararon primero y anotaron. Kevin anotó en su primer intento, y el siguiente
ofensor de los Tornados también lo hizo. Neil anotó también y miró a Andrew. Éste golpeó la
siguiente bola hasta el final de la cancha, y Neil pudo respirar de nuevo. Miró a Kevin, quien sonrió
con un victorioso triunfo a medida que se acercaba a la línea.

Su siguiente tiro cayó en la esquina inferior del arco, y los Foxes ganaron por un punto.

La práctica del martes por la noche fue cancelada debido a la alineación de la noche. El grupo par
tuvo su último partido esa noche, con Edgar Allan contra Maryland y El Estado de Pensilvania
contra USC.

Solo dos equipos de cada grupo pasarían a la cuarta ronda, lo que significaba que uno de los Tres
Grandes sería eliminado esa noche. Era la primera vez en seis años que uno de ellos se tendría que ir
a casa sin pasar a semifinales, y Kevin necesitaba verlo. De alguna manera el equipo entero se unió
para verlo, y se quedaron en el estadio luego de que Wymack diera por terminado el día.

Un astuto planificador se aseguró de que los Ravens y los Trojans fueran las Universidades que
jugaran de local. La diferencia horaria significaba que los Foxes podrían mirar los dos juegos uno
detrás del otro. Wymack ordenó pizzas para ellos pero no se quedó para mirar los partidos.
Finalmente se había decidido por seis jugadores para reclutar y estaba ocupado organizando viajes
para encontrarse con ellos. Esperaba contratar a todos para cuando los Foxes volvieran del receso de
primavera. Neil estaba feliz de que su jugador elegido estuviera entre ellos, pero se sentía
silenciosamente culpable por presionar a Wymack para que consiguiera un tercer ofensor.

Dan echó a Wymack de su computadora durante el tiempo suficiente como para usar su impresora.
Ella volvió con cuatro indicadores y un rollo de cinta, y los colgó sobre la TV. Eran los puntos
acumulados por los equipos que jugarían esta noche. Kevin apenas los miró durante el partido de los
Ravens, pero en cuanto el partido de USC y Penn State comenzó, empezó a darles rápidas miradas.
Neil sabía que Kevin era un fan de los Trojans, pero no se había dado cuenta de lo intenso que

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Kevin era sobre el asunto. Kevin miró el juego como si un resultado pobre significara su muerte.
Neil casi deseaba que Penn State ganara para poder ver a Kevin soltar un berrinche.

Para cuando los Trojans y los Lions llegaron a mitad de tiempo, Neil se había olvidado de Kevin.
Había estado tan envuelto en la temporada de los Foxes y de los Ravens que se había olvidado cuán
asombrosos eran los otros miembros de los Tres Grandes. Sus equipos jugaban como si fueran
profesionales. No tenían el impecable record de los Ravens pero solo estaban a medio paso de Edgar
Allan. Kevin les había advertido hace semanas que los Foxes no estaban listos para enfrentarse a
estas escuelas. Por una vez su áspero rechazo se sentía como un amable punto de vista sobre los
hechos.

Él no fue el único que lo vio como algo aleccionador. Dan presionó mute para silenciar los
comerciales, golpeteó el control remoto contra su muslo en un ritmo nervioso, y dijo:

—Tenemos que subir de nivel, chicos.

Kevin frunció el ceño hacia ella.

—Incluso aunque subieran de nivel, les dije hace un año que no tienen chances de vencerlos. No
hay nada que podamos hacer a esta altura del año. Son mejores que nosotros y siempre lo serán.

— ¿Te da ganas de masturbarte cada vez que eres tan aguafiestas? — preguntó Nicky.

—La negación no nos hace ningún bien— dijo Kevin— Tuvimos problemas contra Nevada, ¿Cómo
esperan que pasemos a los Tres Grandes?

—California tiene una alerta por un posible gran terremoto— apuntó Nicky— Eso al menos se haría
cargo de USC.

—Eso es un poco extremo, ¿No te parece? — preguntó Renee.

—Necesitamos algo extremo a estas alturas— contestó Allison.

La expresión de Renee era tan calma como su tono era firme, pero ella no necesitaba verse
decepcionada para que entendieran su mensaje:

—Los Trojans nos apoyaron cuando más los necesitamos, ¿Realmente quieren que sufran para que
nosotros salgamos beneficiados?

—Es solo que no es justo— dijo Nicky, ocultándose de su rango de visión— que lleguemos tan
lejos y hayamos soportado tanto y luego perder a estas alturas, digo.

—Todavía no perdimos— contestó Dan— pero perderemos si se rinden justo afuera del límite.

Kevin comenzó a decir algo que Neil sabía que sería negativo y reprobatorio. Él lo alcanzó por
detrás de Andrew y golpeó a Kevin en la parte de atrás de la cabeza para hacerlo callar. Matt se

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ahogó en una risa e intentó hacerla pasar por un ataque de tos sin mucho éxito. Kevin se quedó
helado por un segundo, perplejo, y le envió a Neil una mirada fulminante.

—Nadie quiere oír eso ahora— dijo Neil.

—Si me golpeas de nuevo…—comenzó Kevin.

Andrew lo interrumpió con un casual:

— ¿Qué harás?

Kevin se cayó pero no lució nada feliz al respecto. Allison le hizo un gesto a Dan. Neil solo lo vio
por su vista periférica, no lo suficientemente bien como para darse cuenta de lo que hizo, pero
cuando las miró Dan le estaba haciendo una mueca a su amiga. Matt rodeó los hombros de Dan con
su brazo y le dio un corto apretón. Podría no haber estado relacionado, pero la sonrisa que Matt no
pudo ocultar muy bien era más de burla que de simpatía.

Neil miró a Renee para ver si ella entendió, pero no pudo obtener ninguna pista de su serena
expresión.

—Sabes…— comenzó Matt, pero Dan subió el volumen de la tele de vuelta antes de que Matt
pudiera terminar. Él le sonrió, divertido en vez de ofendido, y lo dejó pasar.

La mitad de tiempo terminó unos minutos después, y los Trojans y Lions volvieron a enfrentarse
con nuevas alineaciones y habilidades aterradoras. Otro punto de USC alivió la tensión de los
hombros de Kevin, pero no se relajó hasta que USC finalmente ganó. Con una impresionante
cantidad de treinta y siete goles entre sus tres partidos de la tercera ronda, los Trojans siguieron a los
Ravens al segundo set de partidos a muerte.

—Podrías verte menos feliz al respecto— dijo Nicky cuando vio la sonrisa satisfecha de Kevin—
vamos a tener que enfrentarnos a ellos.

—Ellos trabaron para llegar allí. — Dijo Kevin con una mirada helada en dirección a Neil. Dan rodó
los ojos, apagó la TV, y los Foxes finalmente dieron la noche por terminada.

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Capítulo 12

Lamentablemente para los Foxes, la Universidad de Binghamton se encontraba a menos de


8.000 millas de su hogar. Eso era considerado demasiado cerca para desperdiciar dinero en pasajes
de avión, así que tuvieron que levantarse a las cinco y ponerse en camino antes de las seis. Entre el
almuerzo, inevitables paradas para ir al baño, y el tráfico de la hora pico que estaban seguros de que
se encontrarían cuando estuvieran más cerca de la costa, estaba destinado a ser un largo viaje.

Neil no tenía nada de tarea para distraerse, ya que acababan de sobrevivir a una semana de los
exámenes de mitad de año. La semana siguiente sería el receso de primavera, y así que ninguno de
los profesores de Neil lo había enviado a casa con tareas.

A las cuatro horas los de las clases más altas crearon un estridente proyecto para mejorar el bus la
próxima temporada agregándole una TV. Wymack fingió no escucharlos, pero no podía callarlos
por siempre. Finalmente prometió averiguarlo si ganaban la final. Los Foxes conocían a Wymack
demasiado bien como para saber que eso era un “si” sin importar como terminara la temporada. No
ayudó con su aburrimiento, pero era algo bueno que esperar para el año siguiente.

Luego de seis horas, se detuvieron por un almuerzo, y Dan hizo que Kevin hablara sobre los
Binghamton Bearcasts en su camino hacia el estacionamiento. Kevin dudó en la isla, dividido entre
discutir los méritos de los oponentes de esa noche con sus compañeros de equipo o quedarse dentro
del círculo protector de Andrew. Su indecisión efectivamente bloqueó el avance de la fila de los
Foxes, ya que había sido el segundo en subir al bus detrás de Andrew. A éste le tomó solo un
minuto darse cuenta de que había perdido a Kevin. Le dio un gesto de despedida, así que Kevin se
deslizó en el asiento detrás de Dan y Matt. Aaron y Nicky clamaron el asiento detrás de él. Neil
dudaba que estuvieran tan interesados en lo que Kevin tuviera para decir; era más probable que
estuvieran increíblemente aburridos y desesperados por socializar.

Había un sitio en el asiento de Kevin, pleno lugar para que Neil pudiera unirse a ellos. Kevin no iba
a decir nada que él y Neil no hubieran revisado durante sus prácticas nocturnas, pero Neil debería
escuchar de todas formas y absorber todos los consejos que pudiera mientras había tiempo. Además,
a Nicky no le llevaría mucho tiempo desviar la conversación y los Foxes serían una buena
distracción para ese viaje interminable.

Sin embargo, quedarse con ellos significaría dejar a Andrew solo durante la segunda mitad del viaje.
Neil sabía que probablemente no se daría cuenta ni le importaría ser abandonado, pero por algún
motivo el pensamiento le dolía. Neil había pasado la mitad de su vida en las afueras, siendo mirado
por arriba y más allá. Lo había hecho feliz, o eso creía, porque ser ignorado significaba estar a
salvo. No se había dado cuenta de lo solo estaba hasta que conoció a los Foxes.

— ¿Neil? — preguntó Dan cuando notó que Neil no se movía.

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Kevin frunció el ceño hacia él como si no tuviera la menor idea de por qué Neil no estaba ya
sentado a su lado. Por un momento Neil se sintió cautivo, atrapado entre lo que quería y lo que
necesitaba, lo que nunca tendría o sería y lo que tenía pero no se podía quedar. Sus pensamientos le
enviaron un inesperado rayo de pánico a través del pecho y tuvo que apartar la mirada hacia otra
parte.

Cuando comenzó a dirigirse hacia la parte trasera del bus, Kevin intentó llamarlo de vuelta con un
fastidiado:

—Vuelve aquí

Neil no lo miró de vuelta ni disminuyó el paso.

—No.

La almohada del asiento crujió cuando la zapatilla de Kevin tocó el suelo en un pisotón demasiado
fuerte. Neil sabía que Kevin iba a seguirlo, harto de sus distracciones y contestaciones de vuelta,
pero medio segundo después Kevin le dijo a alguien que lo soltara. Neil sabía que ni Aaron ni Nicky
intervendrían. Matt era el defensor más probable, pero a Neil no le importaba lo suficiente como
para mirar hacia atrás y confirmarlo.

Kevin se confirmó con quejarse en francés:

—Recuerda que me diste tu juego. No tienes derecho a alejarte de mí cuando estoy intentando
enseñarte.

—Te di mi juego para que pudiéramos llegar a la final— contestó Neil de vuelta— pero te dijiste
ayer que no esperabas que llegáramos allí. Te rendiste en nosotros, así que estoy devolviéndome mi
juego. Ya no te debo nada.

—Deja de actuar como un niño malcriado. El juego de esta noche decidirá qué tan bien tú y yo
podemos jugar. Debes oír esto más que nadie.

—Ya lo oí antes— replicó Neil— Déjame en paz.

Neil clamó el asiento abandonado de Kevin, el segundo de la parte trasera y justo en frente del de
Andrew.

Dan solo esperó un par de segundos para ver si pasaría algo más antes de decirle a Kevin que
volviera su atención a la conversación abandonada. Le tomó un par de intentos antes de que Kevin
estuviera lo suficientemente calmado como para continuar. Neil esperó a que empezaran a hablar
antes de sacar su celular del bolsillo.

Cada noche desde su verdadero cumpleaños le había llegado un número. Hoy había llegado un
sombrío “0” durante el almuerzo. Neil no sabía qué pensar al respecto o qué esperar que sucediera
después. Era tan anticlimático como alarmante. Quería borrar el mensaje de la misma forma que

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había borrado cada uno antes de ese, pero cuando su celular le mostró la confirmación lo cerró.
Guardó su celular, se volteó en el asiento, y se arrodilló sobre el mismo para mirar a Andrew.

Éste lo ignoró, pero a Neil no le importaba. Estaba conforme con mirar por el momento, sus brazos
doblados por encima del respaldo del asiento y su barbilla presionada sobre su antebrazo. No sabía
que estaba buscando. Andrew lucía de la misma forma que siempre, y Neil conocía su rostro tan
bien como conocía cada centímetro del suyo. Sin embargo, algo lucía diferente. Quizás era la luz del
sol entrando por la ventana, haciendo que el cabello pálido de Andrew luciera más brillante y que
sus ojos color avellana parecieran casi dorados. Fuera lo que fuera, era desorientador. Una pregunta
carente de palabras zumbó bajo la piel de Neil, dejándolo inquieto e infeliz.

—Hey— dijo Neil, porque quizás si Andrew lo mirara se daría cuenta.

Le tomó un momento, pero Andrew finalmente deslizó una calma mirada hacia él. Andrew solo
toleró que se miraran por un minuto antes de decir:

—Para.

—No estoy haciendo nada.

—Te dije que no me miraras así.

Neil no lo entendía, así que lo dejó pasar.

— ¿No es agotador ver todo como una pelea?

—No tan agotador como debe ser huir de todo.

—Quizás— permitió Neil— te dije que estoy trabajando en eso.

—Esfuérzate más.

—No puedo a menos que me dejes ir— dijo Neil, con calma pero con firmeza— Quédate conmigo,
pero no pelees por mí. Déjame que aprenda a pelear por mi cuenta.

—Nunca explicaste ese cambio de mentalidad.

—Quizás me cansé de ver a Kevin inclinarse. O quizás fueron los zombis. — Cuando Andrew
simplemente lo miró, Neil se encogió de hombros y explicó— Hace unas semanas tú y Renee
discutieron sobre planes de contingencia en caso de un apocalipsis zombi. Ella dijo que se enfocaría
en los sobrevivientes. Tú dijiste que volverías por nosotros. Cinco de nosotros— dijo Neil, estirando
sus dedos hacia Andrew— No estabas contando a Abby y al Entrenador. Como confías en que
Renee cuide al resto del equipo, supongo que tu último lugar es para Dobson. — Sabía que Andrew
no respondería a eso así que bajó su mano y dijo— No dije nada en ese entonces porque sabía que
solo cuidaría por mí mismo cuando el mundo se fuera al infierno. Ya no quiero ser esa persona.
Quiero volver por ti.

179
—No lo harías— contestó Andrew— Eres un diferente tipo de suicida, ¿No te diste cuenta de eso en
Diciembre? Eres la carnada. Eres el mártir que nadie pidió ni quiso.

Neil sabía que no era una persona tan buena, pero todo lo que dijo fue:

—Solo hay una forma de averiguarlo, ¿Verdad?

—Te arrepentirás.

—Quizás sí, quizás no.

Andrew miró hacia otro lado.

—No vuelvas a mí llorando cuando alguien te rompa la cara.

—Gracias.

Neil inclinó su cabeza a un lado para descansar su mejilla sobre su brazo y miró por afuera de la
ventana. Estaban cruzando Virginia, representaba un poco más de la mitad del camino hacia su
destino. Las interestatales de la costa Este ofrecían vistas aburridas decoradas con interminables
autos y asfalto poco nivelado. Neil pensó en las rutas costeras que había tomado a través de
California, el océano de un lado, el mundo del otro, y ciudades demasiado pequeñas para tener
semáforos. Neil alzó una mano y revisó sus dedos en busca de sangre. No había, por supuesto, pero
por un momento creyó olerla.

—Pasé por aquí— comentó Neil, porque algo, lo que sea, necesitaba llenar el silencio antes de que
sus pensamientos se le escaparan. Andrew lo miró de nuevo, lo cual Neil tomó como un silencioso
permiso para continuar. Le contó sobre las ciudades por las que había pasado, los callejones, las
paradas turísticas y los turbios buses de la ciudad. La mayor parte de sus recuerdos estaban
manchados con miedo y tensión, pero no tenía que hablar de eso con Andrew. Neil tuvo que cortar
cada mención de su madre.

Era extraño compartir su historia con alguien más. Neil creció mirando por encima de su hombro,
pero siempre había estado buscando a su padre. Raramente había una razón para recordar su vida
diaria del pasado. Sin embargo, sirvió para pasar el tiempo, y Andrew lo dejó divagar. Nunca quitó
sus ojos del rostro de Neil ni lució como si mentalmente estuviera ignorando la conversación.

Eventualmente Neil convenció a Andrew para que se abriera un poco sobre su transición a
Columbia. Lo primero que Andrew hizo luego de que su madre estuviera fuera del camino fue
encargarse de las adicciones de Aaron. Llenó el baño de arriba con comida enlatada y encerró a
Aaron allí hasta que se le fuera la abstinencia. Por suerte tenían una casa, no un apartamento, y no
habían vecinos que se encontraran lo suficientemente cerca como para oír los intentos de Aaron por
escaparse.

Cuando Nicky se mudó para mantener un ojo sobre ellos empezó a trabajar como anfitrión en
Sweetie’s. Descubrió a Eden’s Twilight gracias a los clientes con los que hablaba, luego de salirse
con la suya haciéndose amigo de los guardias y de Roland, consiguió trabajo allí como asistente del

180
barman. Eventualmente Nicky le consiguió a Aaron y Andrew trabajos de medio tiempo en la
cocina lavando platos y preparando comidas básicas.

Cuanto más cómodo el Staff se sentía con los extraños gemelos, más fácil era pedirles bebidas
gratis. No fue hasta que se fueron a la Universidad que tuvieron que obtener sus bebidas en el bar
como el resto de la clientela del club.

El bus desaceleró obteniendo la atención de Neil, y miró por la ventana a medida que Abby tomaba
una rampa de salida hacia una calle bastante multitudinaria. Había un centro para viajeros dos
semáforos más abajo, uno medio lleno de tanques de diésel y grandes camiones, la otra mitad
abarrotada de tráfico regular. Abby los llevó a un estacionamiento en el lado de los camiones y
apagó el motor. Neil estaba confundido por detenerse de nuevo tan pronto, pero un vistazo a su reloj
mostró que había perdido casi tres horas hablando con Andrew. Ahora estaban a sólo dos horas y
media de Binghamton.

—Última parada antes de llegar al campus— anunció Wymack, y mitad delantera del bus se bajó
del vehículo.

Wymack se mantuvo en su asiento hasta que todos excepto Neil y Andrew estuvieron afuera. Los
miró como si quisiera decir algo, luego levantó su mano en un “olvídenlo” y salió del bus. Neil miró
por la ventana hasta que sus compañeros desaparecieron dentro del edificio. Todavía estaba lleno
por el almuerzo, pero sus antiguos hábitos le decían que tomara la ventaja de cada parada.

Sin embargo, antes de levantarse, él dijo:

—Me gustaría saber en qué momento el Entrenador se dio cuenta de esto.

—No hay un “esto” — le recordó Andrew.

Neil no rodó los ojos, pero casi lo hizo.

—Me gustaría saber en qué momento el Entrenador se dio cuenta de que solo quieres matarme
durante el noventa y tres por ciento del tiempo.

—No lo sabía antes de que me fuera— contestó Andrew.

Pero lo supo en cuanto Andrew volvió, al parecer. Neil recordó el astuto truco de Wymack durante
la práctica de Enero, cuando usó a Neil para acorralar a Andrew. Ni siquiera Neil se había dado
cuenta en ese entonces, así que no es como si se le hubiera escapado cuando estuvo con Wymack en
Año Nuevo. Neil pensó incluso más atrás, buscando por la primera pista de la sospecha de Wymack
sobre que algo pudiera estar pasando entre ellos dos, y se enderezó dándose cuenta, perplejo.

—Sí, lo sabía— dijo Neil. El Noviembre pasado Neil había puesto la mano de Andrew en su
destrozada piel y le había pedido que confiara en él. De alguna forma Wymack había visto a través
de la aplastante culpa de Neil y la avara confianza de Andrew. Era un poco más que inquietante. —
Cuando te llevaron me preguntó cuándo había sucedido “eso”. Es solo que en ese momento no supe
a qué se refería, ¿Cómo pudo verlo él cuando Aaron y Nicky todavía no pueden?

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—Al Entrenador no le importan los rumores y los prejuicios— explicó Andrew— él ve lo que es, no
lo que la gente quiere hacerle ver.

De la misma forma que había visto a través de la supuesta disfunción de Andrew, supuso Neil.
Aaron y Nicky, por otra parte, todavía creían que Andrew era casi un sociópata incapaz de tener
relaciones humanas normales. Nicky había apostado en Renee y Andrew porque todos los demás lo
habían hecho, pero incluso él admitía que no quería que funcionara.

— ¿Vas a decirles alguna vez? — preguntó Neil.

—No tendré que hacerlo— dijo Andrew a medida que se deslizó fuera de su asiento. Neil se hubiera
inclinado para detenerlo, queriendo oír el resto, pero Andrew no se estaba yendo. En vez de eso se
sentó en la otra mitad del asiento de Neil. Éste giró su rostro hacia él mientras le explicó:

—Renee dice que los de las clases más altas están apostando por tu sexualidad. Están divididos por
la mitad.

Matt le había dicho que estaban apostando por él, pero Neil no esperaba que estuvieran poniendo
dinero en eso. Se debatió un momento, sin saber bien cómo reaccionar, pero finalmente dijo:

—Es una pérdida de tiempo y dinero. Todos van a perder. Dije durante todo el año que no bateo
hacia ningún lado y lo dije en serio. Besarte no hace mire a ninguno de ellos de forma distinta. El
único que me interesa eres tú.

—No digas cosas estúpidas.

—Detenme— devolvió Neil. Hundió sus manos en el cabello de Andrew y lo atrajo para besarlo.
Era fácil olvidarse del interminable viaje y del juego de esa noche con la mano de Andrew en su
muslo y sus dientes sobre su labio. Andrew se apartó demasiado rápido y se levantó. Neil sabía que
ese no era el tiempo ni el lugar, pero eso no evitó que se sintiera estafado.

Finalmente bajaron del bus y fueron por bebidas. Wymack solo los dejó pasear por un par de
minutos antes de guiarlos por el estacionamiento hasta el autobús. El resto del grupo de Andrew se
mantuvo al frente durante las últimas horas. Neil volvió a robar el asiento de Kevin, pero no se le
ocurrió nada que decir. El silencio era sorprendentemente cómodo, así que apoyó la cabeza contra la
ventana y se tomó una siesta durante las últimas horas.

El campus de la Universidad de Binghamton estaba decorado de verde y blanco para el partido de la


noche, y el estacionamiento del estadio estaba lleno de más personas que automóviles. Si había fans
de los Foxes en la multitud, Neil no pudo verlos. La policía estaba usando chalecos reflectantes,
dirigiendo el tráfico y controlando el consumo de alcohol. Neil estudió las fiestas que pasaban junto
a ellos. Todos parecían estar de muy buen humor. Los Binturones vencieron a los Tornados siete a
seis la semana pasada y estaban listos para otra victoria esta noche.

Nevada tenía catorce puntos en la tercera ronda, y los Foxes actualmente tenían ocho. Para parecer
al siguiente partido a muerte, tenían que obtener al menos siete puntos esta noche. Los Binturones

182
eran un equipo mejor equilibrado que Nevada, pero los Foxes eran cautelosamente optimistas.
Habían tenido un gran juego contra Nevada y una semana para descansar, y Nicky estaba de regreso
en la cancha con ellos esta noche.

Los guardias abrieron la puerta para que Abby pasara, y ella se estacionó junto a los buses de los
Binturones. Wymack hizo bajar a su equipo, contó las cabezas mientras descendían y abrió el
compartimiento de almacenamiento. Sacaron el equipo y dejaron que la policía del campus los
escoltara fuera del estacionamiento y hacia la puerta.

Tenían la mayor parte de una hora para pasar el tiempo antes de que se les permitiera entrar en el
ring para calentar. Neil lo pasó leyendo y releyendo la alineación de los Binturones. Cuando Kevin
lo atrapó, se llevó los papeles y en su lugar le dio un repaso verbal. Todavía podría estar enojado
con Neil, pero el juego era más importante que su pelea.

Neil siguió a sus compañeros de equipo a la cancha para el primer saque. Pensó en USC y en Edgar
Allan y dejó que su sombría determinación le diera velocidad y fuerza.

Se arrojó una y otra vez contra las defensas de los Binturones, presionándose al borde del
agotamiento y acercándose peligrosamente a que le dieran una tarjeta más de una vez.

En el medio tiempo, Wymack lo amenazó con despellejarlo vivo si le daban una tarjeta roja, pero
Dan asintió con la cabeza tan pronto como Wymack se marchó. Ella entendía lo que hacía Neil:
nadie podía permitirse detenerse aún. Estaban dos puntos debajo y se enfrentarían a una nueva
alineación. Siempre y cuando anotaran tres puntos en esta mitad, avanzarían, pero Neil no quería
perder esta noche. Le había prometido a los Foxes que no iban a perder ningún juego esta
primavera. Por una vez, Neil no quería estar mintiendo.

Una campana de advertencia les instó a regresar a la cancha, y la alineación inicial tomó su lugar
junto a la puerta. Aaron y Andrew eran los últimos dos en la fila, pero Aaron se apartó del camino
cuando Neil se acercó. Neil apenas se dio cuenta. Sabía que el último minuto para el segundo
tiempo se parpadeaba en las pantallas arriba porque las gradas estaban alborotadas. Era vagamente
consciente de la cancha a su izquierda y sus tensos compañeros de equipo alineados detrás de él. Lo
único que realmente importaba era Andrew, quien no se veía afectado por todo este caos.

Por primera vez, Neil apreció la apatía de Andrew. En un estadio enloquecido y con demasiado en
juego esa noche, Neil finalmente vio a Andrew como el ojo crucial de la tormenta. Como Andrew se
negó a quedar atrapado en la situación, era la única persona en la cancha con la cabeza tranquila.

—El mes pasado bloqueaste a los Catamounts —dijo Neil—. ¿Puedes hacerlo de nuevo esta noche?

—Los Catamounts eran un equipo miserable —dijo Andrew—. Trajeron esa vergüenza sobre ellos
mismos.

— ¿Puedes o no puedes?

—No veo por qué debería hacerlo.

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Neil oyó el clic de una cerradura que se abría y supo que los árbitros estaban abriendo la puerta.
Andrew no se estaba moviendo aún, pero Neil puso un brazo en su camino para mantenerlo donde
estaba. Presionó su mano enguantada contra la pared y se inclinó lo más cerca posible de Andrew
con todo su voluminoso equipo.

—Te estoy pidiendo que nos ayudes —dijo Neil—. ¿Lo harás?

Andrew lo consideró por un momento.

—No gratis.

—Cualquier cosa —prometió Neil, y dio un paso atrás para tomar su lugar en la línea de nuevo.

Neil no sabía en qué se había metido, pero honestamente no le importaba, porque Andrew hizo
exactamente lo que Neil quería que hiciera. Andrew bloqueó como si su vida dependiera de ello y
lanzó lejos cada tiro. Los ofensores de los Binturones tomaron ese desafío de frente. Ellos fintaron,
desviaron y lanzaron todos los trucos que tenían hacia Andrew. Más de una vez, éste usó su guante
o su cuerpo para bloquear una pelota cuando no podía usar su raqueta a tiempo.

Eso podría haber sido suficiente, excepto que Andrew no se detuvo allí. Por primera vez, comenzó a
hablar con la línea de defensa. Neil solo entendió fragmentos, ya que había demasiado espacio y
movimiento entre ellos, pero lo que captó fue suficiente. Andrew estaba regañando a los defensas
por haber dejado pasar a los ofensores muchas veces y ordenándoles que aceleraran el paso. Neil se
preocupó por un momento de lo que harían con el rudo trabajo en equipo de Andrew a sus espaldas,
pero la siguiente vez que miró bien a Matt, Matt sonreía como fuera lo más divertido que le hubiera
pasado en años..

Tomó toda la segunda mitad para que los Foxes se pusieran al día, y con un minuto restante en el
reloj Kevin anotó para ponerlos a la delantera. Los últimos sesenta segundos del juego fueron una
mancha de violencia y amenazas mientras los Binturones intentaban empatar. La campana final
sonó con la victoria de los Foxes, y los equipos estaban peleando antes de que el sonido se
detuviera. Neil no sabía quién lo comenzó; lanzó una mirada triunfal a Andrew a través de la cancha
y se quedó mirando cuando vio a los ofensores de Binturones peleando con Nicky y Matt. Allison y
su distribuidor se vieron arrastrados a la pelea cuando fueron a intervenir.

Kevin comenzó a acercárseles, pero Neil corrió para agarrarlo. Si Kevin era golpeado, Andrew se
involucraría y la violencia subiría a niveles imperdonables. Arrastró a Kevin alrededor de la pelea
para que Andrew pudiera ver que estaba bien. Los tres entrenadores de Wymack y los Binturones
ayudaron a los árbitros a separar a sus jugadores. Los equipos se saltaron el acostumbrado apretón
de manos al final del juego a favor salir pisoteando de la cancha. Como Wymack no gastó el aliento
gritándoles, Neil supuso que los Foxes no habían dado el primer golpe.

Era el turno de Neil de ayudar a Dan con la prensa posterior al partido. Andrew llamó su atención e
inclinó su cabeza hacia el vestuario. Estaba respetando su decisión de quedarse solo y no lo
esperaría mientras decía su parte. Neil respondió a esa confianza con una pequeña sonrisa, y
Andrew se alejó. Neil lo habría visto irse, pero Dan redirigió su atención hacia donde tenía que estar
en el momento.

184
Les hicieron todas las preguntas habituales: cómo se sentían, qué tan emocionados estaban de
avanzar, qué pensaban de la actuación de los Binturones, y demás. Dan estaba feliz de poder
alardear, lo que equilibró muy bien con las respuestas reservadas de Neil, y sobrevivieron a la
entrevista. Dan colocó un brazo alrededor de los hombros de él mientras se dirigían al vestuario e
inclinó la cabeza hacia un lado para apoyar su casco contra el suyo.

Ella no dijo nada, pero no tenía que hacerlo. Neil prácticamente podía sentir la emoción irradiando
de ella. Habían hecho un regreso increíble esta noche y continuaron su racha perfecta. Un juego se
interponía entre ellos y las semifinales. Todo lo que tenían que hacer era ganar su revancha contra
los Binturones en dos semanas y estarían en la siguiente ronda.

Las duchas estaban corriendo cuando Neil llegó al cuarto de los hombres. Los Binturones, al igual
que los Foxes, tenían ambos baños estaban divididos, por lo que Neil no tuvo que esperar a que
todos terminaran antes de bañarse. Llevó su ropa a uno de los puestos abiertos y dejó que el agua
caliente eliminara el dolor de su exhausto cuerpo. Cuando terminó y se vistió de nuevo, el vestuario
estaba vacío. Neil empacó sus cosas y se la colgó la bolsa hombro.

Estaba a medio camino de la puerta cuando su teléfono zumbó. Su primer pensamiento fue que era
un mensaje de texto, pero su teléfono no paraba de zumbar.

Se detuvo para sacarlo de su bolsillo y lo abrió. La pantalla se iluminó con el número entrante y el
estómago de Neil se revolvió. No reconoció el número de teléfono, pero no tenía que hacerlo. Él
sabía que el código de área 443.

Baltimore estaba llamando.

—No corras.

El sonido de su voz lo sobresaltó. Él no quiso hablar. Sus músculos gritaban con la tensión apenas
contenida; estaba preparado para escapar, pero de alguna manera se mantuvo firme. Neil luchó por
relajarse, pero su sangre latía en sus sienes.

Sabía que no era su padre el que llamaba. No podría serlo; no lo sería. Debía ser Riko o uno de sus
lacayos jugando una broma pesada. Riko sabía ahora que los Foxes habían pasado a la cuarta ronda.
Su intento de inquietar a Neil con esa cuenta regresiva había fallado. Neil sabía que esa era la
explicación lógica, pero aún le tomó hasta el cuarto timbre antes de que pudiera responder.

— ¿Hola?

—Hola, Junior. ¿Te acuerdas de mí?

El corazón de Neil se detuvo de un sobresalto. No era su padre o Riko, pero él reconocería esa voz
en cualquier lugar. Era Lola Malcolm, una de las personas más cercanas a su padre y una de las dos
que había intentado enseñarle a Neil a manejar un cuchillo tantos años atrás. Ella había entrado y
salido de su casa tantas veces que Neil había pensado por un tiempo que ella vivía con ellos. Ella se

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hizo pasar por la asistente personal de Nathan, pero su trabajo consistía en deshacerse de los cuerpos
dejados por su círculo. Ella valía su peso en oro. Ni uno solo había aparecido de nuevo.

Neil apartó el teléfono de su oreja y tomó un largo y lento respiro. No ayudó. Sus pulmones estaban
llenos de fragmentos de hielo, lo enfriaban hasta los huesos y lo cortaban desde adentro hacia
afuera. Pasó una eternidad antes de que Neil encontrara su voz otra vez y no pudo evitar su denso
tono.

—No te di este número, Lola.

—Entonces me recuerdas —dijo—. Verás, eso es malo, porque si me recuerdas, eso significa que
también recuerdas quién eres y dónde está tu lugar.

—Hice mi propio lugar.

—No tienes ese derecho —Ella le dio un momento para responder, pero Neil no tenía nada más que
decir—. ¿Estás escuchando? Es hora de irnos. Si haces esto difícil, te arrepentirás por el resto de tu
corta vida. ¿Lo entiendes?

Neil se sentía enfermo. Lola normalmente destrozaba los cuerpos; no los recordaba. Para eso estaba
el resto de la gente de Nathan. Neil se acordaba de sus rostros mejor de lo que recordaba los
nombres, pero podía adivinar a quién había traído Lola con ella. El socio de trabajo de Lola era su
hermano, Romero, y a donde Romero iba, Jackson no se quedaba atrás. Los tres eran el círculo
cercano de Nathan. Respondían solo a la mano derecha de Nathan, DiMaccio y al propio Nathan.

Neil podría haber intentado escapar de uno de ellos, pero no podría pasar a los tres. Por un
momento, estuvo tan asustado que no pudo respirar, pero poco después del susto hubo una ira
irracional y salvaje. Estuvo a punto de ganarse la confianza de Andrew, a un fin de semana de sus
primeras vacaciones y a un mes de las semifinales. Solo quedaban cuatro partidos en los
campeonatos. Neil estaba tan cerca de todo lo que quería y Lola estaba allí para robarlo.

—Ponme una mano encima y lo lamentarás —dijo Neil.

— Oh, ¿Qué es esto? —Preguntó Lola, entretenida—. ¿El bebé finalmente heredó algo de agallas?
Tu padre estará feliz de escucharlo.

—Mi… —Neil se atragantó—. Él está en Seattle. Nunca me llevarás tan lejos.

—Él está en Baltimore —ella lo corrigió—. Su audiencia de libertad condicional fue en tu


cumpleaños. Tuvieron que notificar a su familia cuando se presentó su caso. Debiste de haber
perdido el memorándum, estando muerto y todo eso, así que te informaré. Tomaron una decisión
final la semana pasada, y los federales determinaron que lo llevaran a Maryland esta mañana.
Esperan que volver a un territorio familiar lo vuelva descuidado —Neil podía escuchar la sonrisa
salvaje en sus palabras—. No te preocupes, chico. Nunca sabrán que pasaste por allí. Me aseguraré
de eso.

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Neil parpadeó y vio ese cero en sus párpados. Ya no tenía tiempo. Por un momento, Neil sintió el
peso de la boca de Andrew contra la de él. Hundió sus dedos en su labio inferior e intentó respirar
alrededor de ellos.

—No creo que realmente pienses que puedas llevarme muy lejos de aquí —dijo Neil—. Mi equipo
sabrá que estoy perdido y no volverán sin mí.

—No tienen otra opción. No podemos matarlos —dijo Lola —pero podemos herirlos. Ya lo verás.

—No —dijo Neil, pero Lola colgó. Neil devolvió la llamada, pero fue directamente al contestador.
Había apagado su teléfono. Neil maldijo y cerró su teléfono con dedos temblorosos. Sacudió sus
manos como fuerza como si pudiera alejar el temblor de ellas, pero esos temblores eran profundos.
Su mente corría a kilómetros por hora, pensando cada estrategia para salir es eso y descartando cada
una de las que terminaban con él huyendo.

Le había prometido a Andrew que se mantendría firme allí, pero no podría hacerlo si eso significaba
que sus compañeros de equipo quedaran atrapados en el fuego cruzado.

La única forma de salvar a su equipo era hacer lo último que la gente de Nathan esperaba de él.
Corrió, mintió y se ocultó toda su vida. Decir la verdad para salvarse a sí mismo, salvar a su equipo,
estaba completamente fuera de lugar. Neil quería hacerlo cuando la temporada hubiera terminado,
pero no podía permitirse esperar más tiempo.

Los Foxes podían quedarse sentados allí hasta que los federales aparecieran para llevarlos a todos
bajo custodia.

Neil salió corriendo del vestuario y avanzó por el pasillo. Un oficial de seguridad estaba parado al
final del pasillo, mirando a los Foxes que estaban celebrando. Neil llegó a mitad de camino antes de
que el hombre se diera cuenta de que alguien más venía. Neil se congeló cuando el oficial lo miró y
lo observó de vuelta con atención. Jackson Plank estaba en el vestuario con su equipo. Un segundo
después Romero Malcolm apareció con un atuendo similar. Retirarse de ellos era instintivo, pero
Neil se agarró a la pared para detenerse antes de llegar lejos.

Romero dejó descansar su mano casualmente sobre el arma enganchada a su cinturón. Neil se
estremeció y negó ferozmente con su cabeza. Romero se alejó de él para enfrentarse a los Foxes.
Neil no tuvo problemas para interpretar esa advertencia y extendió sus manos en una desesperada
súplica para que se retirara. Jackson le dio a Neil una mirada superficial antes de volver su atención
al inconsciente equipo.

—Si todos están listos, deberíamos salir —dijo Jackson.

—Todavía estamos esperando a Neil —contestó Nicky, y Jackson hizo un gesto hacia el pasillo en
dirección al nombrado. Neil tragó contra el nudo en su garganta e intentó cambiar su expresión
hacia algo tranquilo. Continuó avanzando por el pasillo con unos pies que querían llevarlo a
cualquier parte excepto aquí. Nicky se puso en pie de un salto cuando Neil entró en el estudio,
sonriendo de oreja a oreja—. ¡Oye, Neil! Estábamos empezando a creer que te ahogaste allí.

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—Lo siento —murmuró Neil.

Nicky agitó su mano, pensando que Neil se estaba disculpando por hacerlos esperar, y fue a buscar
su bolso. Neil los observó recoger sus cosas, mirando de una cara a la otra e intentando saborear
estos últimos imposibles segundos. Wymack los observaba desde la esquina, con un cigarrillo sin
encender colgando de la esquina de su boca y una sonrisa triunfante aún en sus labios. Abby estaba
empacando su bolso; Probablemente había estado revisando las heridas que su equipo había
obtenido en la pelea.

Los cinco pies entre Neil y su equipo podrían haber sido cinco mil millas. Al mirarlos a todos, Neil
se sintió tan triste como orgulloso. Estaba destruyendo sus posibilidades de sobrevivir a la
temporada, pero las chicas todavía tenían un año más. Estarían amargamente decepcionados por el
casi fracaso, pero eran luchadores. Regresarían devolviendo el golpe el próximo año y no dejarían
que nada los detuviera.

Sintió lástima por dejarlos con todas sus mentiras, lamentando que tendrían que sacarle la verdad a
Kevin después de que se fuera. Todos estaban aquí con él todavía, pero los extrañaba con una
ferocidad que amenazaba con evidenciarlo.

Solo Andrew vio la máscara en el rostro de Neil. Este cruzó la habitación para pararse frente a él,
una demanda silenciosa plasmada en su rostro. Neil quería responderle, pero no sabía cómo. La
respuesta más obvia era el Alemán porque les daría un poco de privacidad, pero Romero y Jackson
no podían entender ese idioma. No sabrían qué estaba diciendo y reaccionarían como si estuviera
soltando cada secreto oscuro que poseía. Neil no podía permitir que eso pasara. No quería dejar a
Andrew sin nada, ¿Pero qué podía decir?

—Gracias— dijo finalmente. No podía decir que le daba las gracias por todo: por las llaves, la
confianza, la honestidad y los besos. Con suerte Andrew lo descubriría eventualmente— Fuiste
increíble.

Esperaba que lo Andrew lo oyera, pero Allison estaba lo suficientemente cerca como para oírlo. Ella
le envió a Matt una mirada significante, Neil lo vio con su vista periférica pero no apartó los ojos de
Andrew para ver la reacción de Matt. No quería mirar hacia otro lado, como si mantener la mirada
de Andrew pudiera de alguna forma salvar este momento. Entonces Wymack les dijo que salieran y
Neil no tuvo otra opción que darle la espalda a sus compañeros de equipo.

Dejaron el estadio en una fila, Romero al frente y Jackson atrás. Neil había estado cerca de la salida,
por lo que estaba justo detrás de Romero. Odiaba estar tan cerca del hombre de su padre, pero le
gustaba pensar que su cuerpo era un escudo entre la crueldad de éste y su desprevenido equipo.
Trató de mantener su mirada en la espalda de Romero, pero siguió buscando a Lola entre la
multitud. Solo la mitad de los fans se habían dirigido a casa para pasar la noche. El resto estaba
teniendo una fiesta posterior al partido sobre el césped del estadio. El olor a alcohol era tan denso
que Neil casi podía saborearlo.

Los fans de los Foxes estaban alineados a un lado de la pasarela, y aplaudieron a la llegada del
equipo. Fueron ahogados rápidamente por viles insultos del otro lado donde estaban los fans de los
Binturones. Los Foxes los ignoraron y siguieron moviéndose. Incluso Nicky fue lo suficientemente

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inteligente como para mantener la boca cerrada, ya que no quería irritar aún más a los amargados
fans, sin embargo, al final no importó.

Estaban a medio camino del estacionamiento cuando una botella salió volando de la nada. La fuerte
maldición de Aaron, un poco más atrás, dejó en claro que había sido golpeado, y Andrew lanzó una
letal mirada a la multitud. Luego arrojaron un zapato y después otra botella de cerveza vacía.

Más policías se abrieron paso hacia el equipo, exigiendo orden y señalando con los dedos. Podrían
haber tenido éxito en restaurarlo, excepto que lo siguiente que arrojaron fue la nevera de alguien.
Dan la esquivó justo a tiempo, y se estrelló contra un borracho fan al otro lado de los Foxes. Hubo
una furiosa protesta por parte de los amigos del hombre que fue rápidamente seguida por la multitud
a sus espaldas.

Romero tomó la muñeca de Neil con un firme agarre. Neil, con su mano libre, sacó su teléfono del
bolsillo del pantalón y lo metió en el bolsillo de su bolsa de lona. Lo logró justo antes de que la
tensión de la multitud alcanzara su punto máximo. Los estudiantes y los fans se atacaron
mutuamente con los Foxes atrapados en el medio.

Varios cuerpos se estrellaron contra Neil lo suficiente fuerte como para tumbarlo, Romero lo
levantó y lo alejó lo más rápido que pudo. Neil dejó caer su raqueta y dejo que su bolsa se deslizara
por su hombro hasta el piso. Andrew y Kevin sabían que nunca dejaría estas cosas de buena gana.
No les diría a dónde se había ido, pero sabrían que no los había dejado por decisión propia.

En algún lugar entre el disturbio y el estacionamiento, Romero perdió su brillante chaleco. Tan
pronto como los zapatos de Neil tocaron el asfalto, Neil comenzó a luchar, pero Jackson estaba justo
detrás de ellos. Jaló del brazo de Neil detrás de él tan bruscamente que casi le dislocó el hombro.
Neil se quedó sin aliento ante el blanco rayo de dolor que le atravesó la espalda.

—No se saldrán con esto —dijo Neil, la voz tensa—. Mis compañeros de equipo sabrán que estoy
desaparecido. No pueden dejar Nueva York sin mí.

—Estarán ocupados por un tiempo —dijo Romero—. Tu entrenador pasará la mitad de la noche
tratando de adivinar a qué centro de emergencias te llevaron. Cuando se dé cuenta de que te has ido,
será demasiado tarde.

Lo empujaron al asiento trasero de una patrulla de ruta. Lola lo estaba esperando en el otro extremo.
Neil la miró aturdido, a una cara que había envejecido con los años pero que siempre sería familiar.
La sonrisa dientuda que curvaba demasiado su boca, amenazando con dividir su rostro en dos, era la
misma que siempre había sido, y Neil instintivamente retrocedió ante ella. No tenía dónde ir con
una puerta cerrada con llave a su espalda y una rejilla protectora entre él y los asientos delanteros.

—Junior ya creció —dijo Lola mientras Romero y Jackson se sentaban en el asiento de adelante.
Había un tráfico congestionado alrededor del campus de Binghamton, pero Jackson encendió las
luces y condujo—. Qué inesperado. ¿Se dice que eres una especie de estrella en ascenso? Es un
mundo extraño en el que vivimos, pero no tendrás que preocuparte por eso por mucho tiempo.

Romero medio se giró en el asiento del pasajero y miró a través de la reja.

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— ¿Les dijiste?

— ¿Te parezco estúpido? —preguntó Neil —. Por supuesto que no.

Lola presionó la uña de su pulgar en el tatuaje en su mejilla.

—Pero al menos uno de ellos sabe, ¿no? No eres el único marcado.

—Kevin me recuerda, pero él es la mascota de los Ravens. Él sabe que es mejor no decir nada.

—Espero que sea verdad —dijo Lola—. Sabes lo que les haremos si mientes.

—He pasado ocho meses con una cámara en la cara. Si se lo hubiera contado a alguien, ya habrías
oído hablar de eso. No hubieras necesitado esto para rastrearme Neil hizo un gesto hacia su rostro.
— ¿Le diste a Riko una compensación?

Romero resopló con desdén.

—Le dimos a su tío la cortesía de avisar que te estábamos llevando.

Ese sencillo rechazo solo hizo que Neil se sintiera peor. Tenía la sospecha de que Riko no había
estado detrás de la sorpresa del cumpleaños sangriento o la cuenta regresiva después de todo. Lola
dijo que la audiencia de libertad condicional de Nathan había sido ese mismo día. Su círculo sabía
que saldría. Ahora Neil se preguntaba si su presencia era lo que hizo que Riko se mantuviera alejado
de los Foxes esta primavera.

¿Tetsuji le había advertido a Riko que no atrajera la atención sobre sí mismo mientras los hombres
de Nathan estaban al acecho? Tetsuji y Riko eran Moriyamas, pero no eran la familia a la que los
Wesninski servían y protegían.

Lola sonrió.

—Estaba bastante enojado, pero ¿qué podía hacer él al respecto? Kengo no le importas una mierda
en este momento.

—Porque está enfermo —dijo Neil, no era una pregunta.

—Enfermo, dice él —se burló Lola, y golpeó con el puño la reja para asegurarse de que su hermano
había escuchado eso— Enfermo está un niño resfriado o con enfermedades de transmisión sexual.
Esto no es estar “enfermo”, es el final del camino. Sus riñones están fallando. Le doy una semana
como máximo antes de que Ichirou sea coronado como el nuevo rey. Le daré tus condolencias y
felicitaciones. No estarás vivo para entregarlas tú mismo. Hablando de eso, es una tradición mía
contarle a un hombre lo que planeo hacer con sus partes —dijo Lola, y procedió a contarle
detalladamente cómo iba a desarmar su cadáver.

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Neil trató de no escucharla, pero no pudo ignorar sus crueles palabras. Puso toda la fuerza que le
quedaba en evitar que su miedo se reflejara en su rostro. No podía mantener las manos quietas, pero
al menos podía esconderlas en sus bolsillos. No quería que ella supiera que estaba logrando
asustarlo. No era como si fingir parecer valiente sería su salvación, pero habían estado esperando
este momento durante nueve años. Lo mínimo que Neil podía hacer era privarlos de la mayor
satisfacción posible.

Solo faltaban un par de millas para llegar a la Interestatal 81, y el automóvil que habían adquirido
para este trabajo les permitió llegar a la carretera interestatal a noventa millas por hora. Jackson
apagó y encendió las luces de la policía si aparecía un auto en el camino. Incluso a tal velocidad,
eran casi tres horas de la Universidad de Binghamton a Baltimore.

Dos millas después de llegar Maryland, se desviaron detrás de un auto abandonado. Jackson se
quedó con la patrulla, pero Romero y Lola llevaron a Neil al Cadillac. Neil fue empujado al asiento
del pasajero. Romero puso su arma en la cara de Neil antes de que pudiera siquiera pensar en
escaparse. Estaba bastante seguro de que iba a ser entregado vivo a Nathan, pero la madre de Neil le
había enseñado en cuántos lugares se podía disparar a un hombre sin matarlo. Neil observó a Lola
esposar sus tobillos al deslizador del asiento y apenas se abstuvo de darle un rodillazo en la cara.

Lola se subió al asiento detrás de él y jaló los brazos de Neil alrededor de su silla. Ella esposó sus
manos juntas y las aprisionó tan fuerte como pudo. Tan pronto como cerró la puerta, Romero volvió
a llevarlos a la carretera. Neil pateó un poco sus piernas, probando su rango de movimiento, pero
fue rápidamente distraído por la presión del metal frío y afilado contra sus dedos.

Neil reflexivamente trató de apretar sus manos en puños. Lola se rio y clavó su pulgar en el punto
de presión de su muñeca. Cuando sus dedos se aflojaron, ella deslizó su cuchilla entre sus dedos y
su palma. El roce del filo contra sus dedos fue un estímulo para que abriera su mano otra vez. Lola
puso la punta el espacio entre sus dedos, lo suficientemente fuerte como para ser una amenaza, pero
no lo suficientemente fuerte como para romper la piel. Pronto se aburrió de jugar con él y cortó una
línea superficial a lo largo de la base de sus dedos.

Neil jaló con fuerza de las esposas, tratando de alejar las manos de su alcance, pero no el metal no
aflojó. Por un momento cegador, le recordó las vacaciones de Navidad en Evermore, y el vacilante
control de Neil se quebró un poco más—. Detente.

—Detenme —respondió Lola, y cortó una punzante línea desde la base de su dedo hasta la gruesa
piel de su pulgar. Ella cubrió su mano con laceraciones ardientes antes de pasar a la siguiente.
Cuando terminó, se inclinó entre los asientos delanteros. Trazó el tatuaje de Neil con la punta de su
cuchillo—. Leímos todo sobre tu enemistad con Riko. ¡Qué acto tan convincente! En otra vida
podrías haber sido actor. Dime, ¿de verdad creías que su presencia te protegería de nosotros?

—No importa.

—Si lo hace. No puedo llevarte ante tu padre con tal mancha en la cara. ¿Rome?

Romero alcanzó el tablero. Algo hizo clic mientras lo presionaba, y Neil escaneó el grupo de
botones por un indicio de lo que había hecho. No era la radio, y ninguna de las luces estaba

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encendida para indicar que había presionado en el calentador. Eso solo dejaba una opción posible,
pero Neil se negó a creerlo. Negarlo no cambió la realidad: muy pronto el encendedor de cigarrillos
del tablero se liberó de su cerradura con un sonido metálico. Romero lo sacó y lo sostuvo en alto.

Neil se apartó de el con un acalorado.

—Estás enfermo.

Lola pasó su brazo alrededor del respaldo de su silla para poder sostener su cuchillo en el lado
derecho de su rostro. La hoja de la cuchilla cortó una delgada línea desde su boca hasta el rabillo del
ojo. Neil se quedó quieto ante esa advertencia y vio como Lola tomaba el encendedor de su
hermano. Le dio un giro de manera experimental y lo inclinó de forma que ella y Neil podían ver las
bobinas al rojo vivo dentro. Lola asintió con aprobación y le dio a Neil con una de sus amplias
sonrisas.

— ¿Qué piensas?

Neil pensó que estaba a dos segundos de perder la calma.

—Pienso que te puedes ir a la mierda.

—No te estremezcas —dijo, y presionó el encendedor en su mejilla.

Ella dijo que no se moviera, pero no había forma de que Neil pudiera obedecer. La agonía estalló en
su rostro, pasando por su mandíbula a su garganta y abriéndose camino a través de su ojo. El olor a
piel carbonizada solo empeoró el cegador dolor y

Neil no pudo mantener su apariencia frente a él. Sintió el ardor en su otra mejilla mientras se
retiraba hacia el cuchillo de Lola que lo esperaba. Lo sintió como un recuerdo lejano, un
insignificante cosquilleo contra el infierno. Lola lo siguió cuando él se alejó, manteniendo el
encendedor en su lugar, pero se apartó después de un segundo para inspeccionar su obra. Neil sabía
que ella apagó el encendedor porque la vio hacerlo, pero todavía sentía su metal y el fuego en su
piel. Cada segundo que pasaba lo empeoraba hasta que el estómago de Neil se revolvió.

—Mejor —dijo Lola, y clavó las uñas en su piel herida solo para hacerlo gritar de nuevo—. ¿No
crees?

Neil no tenía aliento para responder. Cada respiración que tomaba era frenética y superficial,
demasiado corta para llegar a sus pulmones, solo lo suficientemente gruesa y rápida como para
ahogarse. Giró la cabeza fuera de su alcance y recordó su cuchillo demasiado tarde. Cortó una
segunda línea en su mejilla y se inclinó rápidamente hacia adelante. No podía ir muy lejos con las
manos esposadas detrás del asiento, pero tenía que intentarlo. La sangre fluía lenta y constantemente
por su rostro, caliente contra sus labios antes de que caer de su barbilla y boca a sus muslos. La
probó cuando jadeó para respirar.

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El encendedor volvió a hacer clic. Neil lo escuchó como un disparo y se estremeció. —Sé que tu
padre va a preguntar, pero tengo que saberlo ahora —dijo Lola— ¿Estás escuchando, Junior? Oye
—Ella golpeó su espalda con la empuñadura de su cuchillo.

— ¿Dónde está el ave? ¿Eh? Hemos tenido algo de tiempo para investigar desde que descubrimos
dónde estabas, pero no hay rastro de ella en ningún lado. Tetsuji dice que les dijiste que estaba
muerta. Estaba seguro de que decías la verdad. Yo, no soy tan confiada.

—Está muerta —Neil se atragantó.

Lola agarró un puñado de su pelo para jalarlo en posición vertical. Ella había puesto a un lado su
cuchillo para poder sostenerlo con ambas manos, y su mano libre se cerró alrededor de su garganta
con tanta fuerza que apenas podía respirar. Ella lo empujó hacia atrás contra el asiento, fijando su
cabeza en el reposacabezas. Romero sacó el encendedor otra vez, y Neil peleo con desesperación.

—Está muerta —repitió, casi resollando a través del agarre brutal de Lola—. Ella murió hace dos
años después de que él la golpeó en Seattle. ¿Crees que me hubiera dejado ir a Palmetto si todavía
estuviera viva? Me inscribí porque no me quedaba nada.

— ¿Le creemos? —le preguntó Lola a Romero.

—Bien podríamos asegurarnos —dijo Romero.

—Correcto —dijo Lola, y sostuvo a Neil para que Romero pudiera aplastar el encendedor contra su
rostro una vez más. Que Lola lo estuviera estrangulando significaba que lo único que Neil pudo
hacer fue dar un quejido dolorido. Se movió violentamente sin pensar contra sus restricciones. Lola
estaba hablando de nuevo, pero no podía entenderla por el rugido en sus oídos. Su mundo se redujo
al fuego en su cara.

Romero alejó el encendedor, pero lo empujó hasta el fondo para que se volviera a calentar. Lola
aflojó su agarre lo suficiente como para que Neil pudiera respirar, pero no lo soltó por completo.

—Inténtalo de nuevo, Junior —dijo Lola—. Respóndeme y haz que te crea. ¿Dónde está Mary?

—Está muerta —dijo Neil, su voz áspera por el dolor—. Está muerta, está muerta, está muerta.

Lola miró a su hermano.

— ¿Le crees ahora?

Romero levantó su hombro en un encogimiento de hombros evasivo. Lola consideró a Neil otra vez,
luego golpeó su rostro quemado tan fuerte como pudo. Se inclinó más hacia adelante entre los
asientos para obtener el encendedor cuando estaba listo y se regresó a su cojín original con él. Tener
el encendedor detrás de él, fuera de la vista, era peor que el dolor que ya le habían causado y Neil
luchó por liberar sus manos. Hirió sus muñecas con el metal inflexible pero no pudo detenerse.

—No lo hagas —suplicó—. Lola, no lo hagas.

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—Tengo preguntas —dijo Lola, su voz extrañamente amortiguada. Neil supuso que estaba
sosteniendo el mango del encendedor entre sus labios, porque usó ambas manos para enrollar sus
mangas. Bajó las manos por sus desnudos antebrazos, sus uñas arañando ligeramente su piel. Se
retiró un momento después y su voz sonaba normal cuando habló—. Comencemos con tus
compañeros de equipo otra vez. Dime todo lo que les dijiste.

El tiempo se detuvo cuando Lola quemó y cortó un camino por los brazos de Neil. Neil se aferró a
una versión de la verdad que protegería a los Foxes, pero no importaba cuantas veces lo dijera, ella
no se detendría. Eventualmente dejó de responder por completo, temeroso de que soltaría la verdad
por su dolor y pánico, y ahorrando su energía para respirar. Cada mueca y un grito silencioso jalaba
las quemaduras en la cara, y las lágrimas saladas eran ácido en sus arruinadas mejillas.

No quería pensar en esto, no quería sentir esto, así que en su lugar pensó en los Foxes. Se aferró
firmemente al recuerdo de su amistad incondicional y sus sonrisas.

Fingió que el latido del corazón golpeteando con fuerza en sus sienes era un balón de Exy que
rebotaba en las paredes de la cancha. Pensó en Wymack sosteniéndolo en diciembre y en Andrew
empujándolo contra el suelo del dormitorio. Los recuerdos lo debilitaron con dolor y pérdida, pero
también lo fortalecieron.

Había ido a la Foxhole Court con cada pulgada de él siendo una mentira, pero sus amigos habían
convertido en alguien real.

Había llegado el final de su camino antes de lo que quería y no había logrado todo lo que esperaba
este año, pero había hecho más con su vida de lo que nunca había creído que fuera posible. Eso
tenía que ser suficiente. Trazó el contorno de una llave con un dedo tembloroso en su palma
ensangrentada y quemada, cerró los ojos y se despidió de Neil Josten.

Lola finalmente se detuvo y lo dejó flácido en sus restricciones. Ella dijo algo, pero no podía
entenderle a través del zumbido en sus oídos y no le importó, de todos modos. Su instinto natural de
luchar o huir había golpeado una pared de ladrillo lo suficientemente fuerte como para romper todos
los huesos de su cuerpo. Eso dejó solo una opción, por lo que Nathaniel Wesninski dejó pasar
inadvertidamente las últimas millas. Él catalogó cada punto palpitante de su cuerpo y mentalmente
los ordenó por gravedad. Las peores lesiones fueron las de su rostro, pero el lío que Lola hizo de sus
manos era el más inconveniente. Sería difícil defenderse cuando incluso el más ligero movimiento
de sus dedos hacía que sus manos dolieran.

Entraron en el estacionamiento de un sospechoso hotel. Solo la mitad de las lámparas exteriores


funcionaban. Nathaniel apostaba que las cámaras de seguridad estaban igualmente apagadas. Miró
por la ventana y esperó para ver qué vendría después.

Lo que llegó fue una patrulla, y se estacionó en el lugar contiguo. Nathaniel no reconoció al oficial
con cara de bebé que salió por el lado del pasajero o al policía experimentado que pasó alrededor
del capo unos segundos después. El hombre mayor hizo un gesto, y el policía más joven fue a abrir
el baúl. Romero bajó del automóvil y fue a intercambiar algunas silenciosas palabras con ellos.
Asintió con satisfacción y abrió la puerta del pasajero. Desbloqueó las esposas de los tobillos de

194
Nathaniel el tiempo suficiente para desenredarlo de los rieles. Tan pronto como el metal se cerró de
golpe otra vez, Lola desabrochó las esposas de sus muñecas. Romero lo jaló fuera del auto por la
camisa y volvió a esposar sus manos.

Nathaniel le lanzó una fría mirada a los policías, que lo estudiaban con descarado interés y con cero
remordimientos.

— ¿Cuánto te paga la gente de mi padre para romper sus juramentos?

—Más de lo que hace el estado —dijo el oficial mayor—. No lo tomes como algo personal.

—Tengo que hacerlo —dijo Nathaniel, la voz ronca de dolor y odio—. Es mi vida.

Lo único en el baúl era una pequeña caja de herramientas, así que había mucho espacio para él. No
podía meterse a sí mismo en el baúl cuando estaba atado así, pero los policías ayudaron a Romero a
encerrarlo. Lola tomó el arma ofrecida por Romero y se subió tras él. Se acomodó alrededor de su
cuerpo maltratado, lo abrazó y movió el arma como advertencia. Nathaniel respondió a su sonrisa
con una mirada en blanco.

—Estamos bien —dijo Lola, y Romero cerró el baúl. Nathaniel cerró los ojos contra el hoyo negro
que amenazaba con tragarlo entero. Lola sonrió contra su mejilla y mordió sus quemaduras. Ella
colocó una pierna sobre la suya y enganchó el talón de su zapato entre sus tobillos—. Podrías ser mi
tipo si no fueras tan joven, ¿eh? Te pareces a tu padre.

El invitante movimiento de sus caderas contra la suyas hizo que su piel se erizara.

—Y tú te ves como una puta drogada.

—Todavía un peleador —Sonaba agradecida, no insultada, y arañó duras líneas en

sus brazos heridos—. No por mucho más tiempo.

Las puertas se cerraron de golpe cuando los policías volvieron a entrar. El mundo se sacudió debajo
de ellos cuando salieron del estacionamiento. Contó ocho paradas antes de que la policía comenzara
a hablar. No podía entender sus voces a través del grueso almohadón del asiento trasero, pero
momentos después las sirenas se prendieron y los policías aceleraron el paso.

—Ups —murmuró Lola contra su oreja—. Parece que ha habido un incidente en la casa de tu padre.
Tal vez algún vandalismo de personas de bajos recursos que no quieren tenerlo de regreso en su
vecindario, tontos que creen en la teoría de conspiración sobre que mató a su querida esposa e hijo.

—Gente a la que pagaste para crear un disturbio esta noche —adivinó Nathaniel —para que la
policía pudiera detenerse sin ser cuestionados.

—Diez puntos para Junior —dijo Lola.

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La casa de la infancia de Nathaniel era una casa de cinco dormitorios en el vecindario de Windsor
Hills, un par de millas al noroeste del centro de Baltimore. Por lo que sabía la comunidad, Nathan
era un ex comerciante exitoso que había renunciado a las acciones a favor de invertir en negocios en
la ciudad. Sus tasas de interés eran altas, pero nunca rechazó una solicitud. No importaba quién
preguntaba o cuál era la cantidad. Si una empresa no podía pagarle dentro del tiempo requerido,
simplemente la compraba y avanzaba.

Según el último recuento, era dueño de una docena de negocios de diversos oficios y tenía tratos
con una docena más. Esa imagen lo dejaba ir a cualquier parte de la ciudad que necesitaba, pero
también explicaba por qué podía quedarse en casa por semanas. Los federales investigaron las
propiedades de Nathan más de una vez, pero Nathan era demasiado listo para hacer sus verdaderos
negocios con las compañías que poseía con su propio nombre.

Nathaniel sabía que se estaban acercando por el ruido. Las luces policiales siempre atraían a una
multitud interesada. Eso le dijo dos cosas: lo que le sucedió a la casa fue lo suficientemente grande
como para llamar la atención y no eran los primeros oficiales en el lugar. Si los federales estaban
vigilando en Nathan, iban a tener muchos cuerpos para ver esta noche.

El automóvil rebotó un poco cuando avanzó por el camino curvo hacia la casa. Cuanto más subían,
más silenciosos se volvían ya que dejaban atrás a los espectadores a favor de la policía que
trabajaba. La tensión hizo que la entrada se sintiera interminable, pero finalmente el automóvil se
detuvo. Las puertas se cerraron tras los dos policías mientras iban a investigar. Nathaniel esperó a
que Lola hiciera un movimiento, pero aparentemente estaba contenta de quedarse quieta un rato
más.

Por fin, el teléfono de Lola sonó. Pasó la mano encima de Nathaniel para buscar algo. La caja de
herramientas, él adivinó cuando escuchó que el metal hacía clic. Plástico se arrugó y Lola se apoyó
en su codo frente a él.

—Si peleas conmigo, te cortaré las rodillas.

El sarcasmo solo traería la peor respuesta, por lo que Nathaniel apretó los dientes.

—Solo hazlo.

El olor dulce y enfermizo que llenaba el auto le revolvió el estómago, y todo dentro de él le ordenó
luchar. Se mantuvo quieto y dejó que ella le pusiera un paño empapado en la nariz y la boca. El
adormecimiento comenzó en la punta de sus dedos y rápidamente pasó al resto de su cuerpo. Oyó
que se abría la puerta de un coche y pensó que alguien estaba jalando el asiento trasero, pero no
pudo mantener la conciencia el tiempo suficiente para estar seguro.

—Ve —dijo Lola, la voz nasal mientras apretaba su nariz, y todo desapareció.

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Capítulo 13

Sus pensamientos volvieron en fragmentos irregulares. Él era consciente de la fría piedra


bajo sus mejillas y sus manos sin esposas que yacían inertes frente a su cara, pero nada de eso tenía
mucho significad. Lola había alineado su mano detrás con raspones y rojos círculos en sus nudillos.
Otra marca de quemadura había manchado la carne entre el pulgar y el índice. Las quemaduras
comenzaban a supurar, pero la sangre secándose calmaba la mayor parte del lío.

Nathaniel estaba sorprendido por la crueldad de Lola por el momento en que le tomo a su mente
recordar el dolor que estaba sintiendo. Se quejó y cuidadosamente se sentó. Estaba en el sótano, lo
que significa que tuvo que haber pasado por el garaje. Un túnel debajo de la tierra los unía, instalado
con el solo propósito de mover el cuerpo ocasionalmente. Nathaniel y su madre habían escapado por
ahí nueve años atrás. Era apropiado que regresara a casa de la misma manera.

Lola estaba a mitad del cuarto. Había volteado una silla y se sentó a horcajadas. Un brazo estaba a
lo largo del respaldo. El otro colgaba a su lado. Todavía tenía el arma de Romero con ella, y su dedo
descansaba cerca del gatillo. Quien sea que le haya ayudado a llevar a Nathaniel dentro desde el
carro se había ido. Uno de los policías, Nathaniel adivino, que tuvo que reunirse al caos de afuera
para mantener las apariencias.

— ¿Vas a algún lado? — Preguntó Lola.

Nathaniel agito sus manos hacia ella.

—Se infectarán pronto si no las limpió ahora.

—No me preocuparía por eso si fuera tú.

—Tú no eres yo—Dijo Nathaniel, y se puso de pie.

Un fregadero industrial había sido construido en la pared lejana. No tenía espejo. Él estaba
agradecido por no poder ver su cara, pero habría hecho esto más fácil. Lavo sus manos primero,
silbando con dientes apretados. Dolía tanto que quería parar, pero se obligó a tallar con agua
enjabonada sus quemaduras. Cuando tallo sus humedecidas manos en su cara sus dedos estaban
temblando y su estómago sentía nauseas inducidas por el dolor. No tenía nada para secarse después,
ya que su ropa estaba sucia de sudor y manchas de sangre. Mantuvo sus manos estiradas para que se
secaran con el aire.

— ¿Cuánto tiempo nos llevará esto? —preguntó Nathaniel.

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— ¿La espera o el asesinato? —Preguntó Lola—. Lo último puede tardar un tiempo. No es
normalmente su estilo, pero has causado muchos problemas y mucho dinero por lo que
probablemente seas una excepción.

—Pudiste dejarnos ir.

—No digas cosas infantiles.

Nathaniel se sentó para esperar. Fue una hora antes de que la policía terminara de tomar la
declaración de Nathan por su seguridad y fotografiar evidencias del vandalismo. Supo que se habían
ido finalmente cuando una puerta se abrió en las escaleras de arriba. Lola se puso de pie en un
segundo. El corazón de Nathaniel se aceleró, pero con la mirada interesada de Lola en él no pudo
mostrar miedo. Puso una expresión de calma en su cara y observo la muerte bajar por las escaleras.

Dos años tras las rejas no envejecieron a su padre ni un poco. Fuera de unos cuantos kilos perdidos
Nathan Wesninski lucí igual que siempre. La casa era una llamativa demostración de su fortuna,
pero Nathan no se tomó el tiempo de arreglarse. Él pensaba que la ropa elegante no servía de nada
cuando le gustaba ensuciarse en el trabajo. Bajó las escaleras descalzo, vistiendo unos pantalones
grises oscuros y una camisa de botones blanca. Sus mangas estaban dobladas hasta los codos, y
tenía las manos en sus bolsillos mientras llegaba. Unos ojos fríos y azules miraron a Nathaniel, y
éste tuvo que apartar la mirada.

Lola no era más segura de mirar, pero Nathaniel no quería observar al monstruo que acompañaba a
Nathan debajo de las escaleras, tampoco. Patrick DiMaccio era el guardaespaldas de por vida de
Nathan. Se comportaba como si pudiera enfrentarse al mundo con las manos desnudas, una
arrogante actitud respaldada por trecientas libras de músculos alimentados con esteroides. Nunca
había puesto una mano en Nathaniel o

Mary, quizá porque sabía que podría matarlos con un descuidado golpe, pero Nathaniel sabía que
tan peligroso era. Era mortalmente leal a Nathan y Nathan confiaba en él ciegamente. DiMaccio
pudo haber estado a cargo de mantener el círculo fuerte en la ausencia de Nathan.

—De pie —dijo Nathan, el solo sonido de su voz fue suficiente para convertir el estómago de
Nathaniel en gelatina—sabes que no es conveniente sentarte en mi presencia.

Nathaniel se dijo a sí mismo que se quedara quieto, pero ya estaba parándose. Lola rió ante aquella
fácil obediencia y caminó en círculo para poder estar de pie detrás de Nathaniel.

—Hola, Junior —dijo Nathan.

La mandíbula de Nathaniel funcionaba. No se atrevió a hablar, no sabía que diría. Nathan camino a
través del cuarto hacia él. Le tomó todo lo que tenía mantenerse en su lugar. Nathan se detuvo en
frente de él, tan cerca que podía oler su colonia. Nathaniel observo el último botón de su camisa
como si pudiera a salvarlo de todo esto.

La mano de Nathan se posó en su hombro por un momento, pero no fue un gesto tranquilizador.
Nathaniel se preparó para el golpe inevitable, pero sus rodillas se doblaron cuando Nathan le golpeó

198
las quemaduras en la mejilla. Nathan lo atrapó por la garganta cuando cayó. Nathaniel se atragantó
y trató de ponerse de pie otra vez. Él sabía que no le convenía agarrar su padre para mantener el
equilibrio. Sabía lo que haría su padre si lo tocaba.

—Dije hola —repitió Nathan cuando Nathaniel estuvo derecho otra vez.

Los labios de Nathaniel se movieron, pero ningún sonido salió de ellos. Le tomó otros dos intentos
poder decir un silencioso.

—Hola.

—Mírame cuando te estoy hablando.

Fue un grito que parecía que iba a desgarrar su garganta dónde él estaba sujetándolo, pero Nathaniel
se obligó a mantener su vista en alta.

—Mi hijo —Nathan dijo—Mi más grande decepción en la vida. ¿Dónde está la segunda?

—Mamá está muerta —contestó Nathaniel—tú la mataste. ¿No lo recuerdas?

—Lo recordaría —dijo Nathan—Hubiera saboreado el recuerdo mientras contaba los días para
volver a encontrarte.

—La rompiste —dijo Nathaniel—Solo logro llegar a la frontera de California.

Nathan pasó una mirada encapuchada de Nathaniel a Lola.

—Le creo.

Nathan asintió, aceptando su opinión, y ahueco la cara abollada de Nathaniel en sus manos. Lo
aplastó tan fuerte que Nathaniel pensó que los cortes de su cara se abrirían más. Las manos de
Nathaniel volaron instintivamente a su cara, pero las quitó en el último segundo, lejos de su padre.
Nathan le dio una pequeña sonrisa a ese pequeño acercamiento, y sacudió a Nathaniel tan fuerte que
su cuello protestó.

— ¿Quién te dijo que ocultarte en un lugar vistoso era una opción viable? Tenías que saber que te
encontraría eventualmente.

—Debiste de haberme dejado ir —dijo Nathan—Me vendiste. Ya no era tu problema.

—La transacción nunca se finalizó. Tetsuji no estuvo de acuerdo en llevarte porque no estuviste el
tiempo suficiente para convencerlo. Eso significa que todavía me perteneces. —Dijo Nathan—Has
hecho de mí un mentiroso ante personas a las que no se le debe mentir, ¿Sabes lo que voy a hacer
contigo? Aún no estoy completamente seguro, yo mismo —dijo Nathan cuando Nathaniel solo pudo
verlo atontado —He tenido años para pensar cómo acabar con esto, pero ahora que el tiempo ha
llegado estoy indeciso. Podría desollarte vivo. Podría romper cada centímetro de tu cuerpo y curar

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tus heridas. Creo que no importa lo que escoja comenzaré con romper los tendones de tus piernas.
No vas a escapar esta vez, Nathaniel, no te dejaré hacerlo.

—Vete a la mierda— le escupió, su voz llena de horror.

Nathan empujo a Nathaniel fuera de él, sus manos en alto. DiMaccio cruzó el cuarto hacia ellos. En
una mano sostenía la vieja y pesada hacha de Nathan. En la otra el cuchillo del mismo. Nathan
volteó para a ver a DiMaccio considerando las armas con interés.

Nathaniel tomó ventaja de su distracción y trató de huir, pero Lola se lo esperaba. Ella atrapó a
Nathaniel por detrás y lo abrazó con ambas manos. No podía tenerlo por mucho tiempo, pero no
tenía que hacerlo. Lo volvió más lento el suficiente tiempo para que DiMaccio le pasara un arma a
Nathan.

Levantó a Nathaniel del piso tomándolo de la camisa, impidiéndole apartarse de los puños que
llovieron sobre él. Lola lo dejó ir, elegantemente dio un paso hacia atrás, y DiMaccio tiro a
Nathaniel a la pared más cercana. El impacto le quitó el aliento Nathaniel y cayó torpemente al piso.
Se contuvo con sus manos, lo que fue un terrible error, pero no tuvo aliento para gritar. Estaba tan
mareado que se sintió enfermo, pero lo vio moverse por el rabillo del ojo. El metal brilló a escasos
centímetros de su rostro cuando Nathan agito el arma. El terror puso a Nathaniel en pie más rápido
de lo que su cuerpo quería moverse y se retiró de la cuchilla del padre.

Nathan no lo persiguió. Le dio a su cuchilla un movimiento para experimentar, como si se estuviera


familiarizando con su peso, y probó la hoja en su pulgar. Debió de haberlo afilado recientemente,
porque la sangre corrió casi inmediatamente.

Las oportunidades de Nathaniel se estaban agotando. No podía pasar entre DiMaccio y Nathan, lo
que significaba tomar la oportunidad con la pistola y cuchillo de Lola. Giró y corrió hacia ella. La
salvaje sonrisa en su cara le decía que se esperaba ese ataque. Se preparó para la inevitable colisión,
cuchillo afuera y lista para hacer algún daño. Ella blandió el cuchillo a medida que se acercaba.
Nathaniel esquivó la hoja, casi torciéndose el tobillo por la prisa. La pistola de Lola estuvo en su
cara unos segundos después, saber que ella no podía disparar no lo detuvo de agacharse.

Se acercó a él, cuchillo en la mano para atacar, y Nathaniel la golpeó en la garganta. Apenas
escuchó el horrible sonido de dolor. Cada cortada y quemadura de sus manos gritó en protesta.
Apretó su mano más fuerte y dio otro golpe. Lola lo esquivó, pero apenas, y le dejó una cortada
ardiente con su cuchillo. Nathaniel estaba ahora entre ella y la puerta, por lo que tiró la barra hacía
arriba para desbloquearla. Lola tomo su cabello antes de que pudiera abrir la puerta, pero a
Nathaniel no le importaba su cabello. Se adelantó, negándose a soltar la perilla.

—Muévete —dijo Nathan detrás de ellos.

Estaba hablándole a Lola, pero Nathaniel se tiró a un lado también. El cuchillo de Nathan se deslizó
justo por el sitio donde había estado segundos antes. El metal gritó al cortar una línea hacía abajo en
la puerta, y Nathan le regaló una mirada fulminante a su hijo caído. Nathaniel se arrastró de
espaldas, esperando una muerte cruel contra su pecho. Nathan fue hacía él, cansado de jugar al gato
y al ratón. Nathaniel trato de levantarse, pero una bota en sus costillas lo dejó inmóvil. Un puño en

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la cara mató su siguiente movimiento y de pronto Nathan estuvo encima de Nathaniel con su
cuchillo contra su garganta.

DiMaccio se puso detrás de ellos, y le ofreció el hacha. Nathan la colocó a un lado del cuello de
Nathaniel para poder esculpir líneas superficiales en las quemaduras de su hijo con el cuchillo.

—Quizá usemos los dos —comentó casualmente como si estuviera debatiendo el clima del día
siguiente—Quitarte la piel centímetro a centímetro y tallar la carne por debajo. Si lo hacemos bien,
deberías durar toda la noche. Patrick, diles que nos arrojen el soplete. Todavía debe estar en el cajón
junto al horno.

—No —dijo Nathaniel, pero DiMaccio subió las escaleras para llamarlos.

—Lola —dijo Nathan, y ésta estuvo inmediatamente a su lado. Ella ya no sonreía. La mirada que le
dio a Nathaniel estaba llena de furia y cuando tocó con cuidado su cuello lastimado. Nathaniel
quería sentirse satisfecho por haberle hecho daño, pero todo lo que sentía era miedo. Nathan no
volteó a ver a su hijo, pero dijo— ¿Te gustaría tener el placer de herirlo?

—No —dijo Nathaniel otra vez, pero Lola se agachó fuera de su vista. Nathaniel sacudió sus
piernas hacia otro lado para huir de ella. El hacha no estaba tan afilada como para abrir su garganta
sin tanto esfuerzo, así que ignoró la forma en que el peso de ésta lo hizo sentir y forcejeó lo mejor
que pudo. Nathaniel lo toleró hasta que Nathan lo levantó, y puso su cuchillo en el puente de su
nariz.

—Si no te mantienes malditamente quieto te sacaré los ojos.

Nathaniel se congeló, pero estaba temblando tan fuerte que era una maravilla que aún no hubiera
molestado a su padre.

—Por favor —murmuró, incapaz de detenerse—por favor, no lo hagas.

— ¿Puedo hacerlo? —Lola preguntó, emocionada otra vez.

—Cortaremos tus tobillos, después tus rodillas —le dijo Nathan a Nathaniel—. Y si tratas de
escapar gateando te cortare los brazos, ¿Entiendes?

DiMaccio estaba de vuelta. Puso el soplete al lado de Nathan. Nathaniel quería gritar, pero si lo
hacía no sería capaz de parar. Sus ojos ardían, quizá por la sangre, quizá por el pánico contenido por
desesperación. Se aferró a lo que quedaba de su autocontrol las sangrientas yemas de los dedos,
sabiendo que no le haría ningún bien pero que no podía dejarlo ir.

—Por favor —suplicó de nuevo— Sólo déjenme ir. Solo déjenme ir. Yo no soy…

—Lola… —dijo Nathan, pero no alcanzó a terminar.

La puerta de la bodega se abrió por fuera, y una manada de extraños entró disparando. El silenciador
ayudó a amortiguar el sonido de alguna manera, pero en un lugar tan pequeño, Nathaniel sintió cada

201
disparo como una mordida en su piel. Lola estaba más cerca de la puerta, y su cuerpo se sacudió a
medida que las balas dejaban incontables agujeros en ella. Nathan desapareció, transportado hacia
un cuestionablemente seguro sitio con DiMaccio.

Nathaniel trató de quedarse tirado, tratando de no llamar la atención, pero buscó a su padre mientras
más gente aparecía en el cuarto.

Su padre estaba completamente escudado por el largo cuerpo de DiMaccio, mientras llamaba a sus
hombres por ayuda. Sus guardias corrieron por las escaleras de concreto, pero las interminables
balas detuvieron sus pasos. Alguien agarró a Nathaniel y lo llevó lejos de su padre. Nathaniel luchó
instintivamente, pero sus atacantes no respondieron.

Nathaniel fue lanzado contra una esquina, y luego abandonado. Quedarse quieto parecía una buena
idea con tantas balas volando. Nathaniel se puso en cuclillas y formó un escudo con sus brazos y
manos. Pasó una eternidad antes de que la casa se quedara quieta y silenciosa de nuevo. Nathaniel
lentamente bajó los brazos y miró a su alrededor.

Nathan estaba hincado en medio del cuarto con cuatro armas apuntando a su cabeza. Empezaba a
levantarse, pero alguien le dio un golpe con la parte trasera de su rifle. Nathan respondió con un
gruñido sin sentido. Uno de los hombres silbó una señal por el túnel, y pasos hicieron eco en el
corredor.

Un hombre se paró en la puerta, y Nathaniel dejo de respirar. El reconocería esa cara en cualquier
parte. Nueve años le habían cobrado caro a Stuart Hatford, pero Nathaniel aún podía ver en la cara
del hombre a su madre. Stuart respondió el ceño fruncido de Nathan con una mirada fría. Tenía la
pistola a medio camino de él, pero una chica se puso en su camino, señalando con su barbilla a
Nathaniel.

Stuart siguió su mirada, y la sorpresa aplacó su furia.

—Qué demonios, ¿Nataniel? — Él estaba demasiado aturdido para hablar, pero se las arregló para
asentir. Stuart mantuvo el arma apuntando a Nathan, pero seguía viendo a su sobrino— ¿Dónde está
Mary? —Nathaniel no podía encontrar su voz, así que solo sacudió su cabeza. La expresión de
Stuart se rompió, la poca que esperanza que había aparecido se fue tan rápido como llego—. No
mires. Esto terminara en un momento.

— ¿Cómo te atreves? —Dijo Nathan salvajemente— Has desafiado a Moriyama al venir aquí y
matar a mis hombres. Eres hombre muerto. No tienes el poder para…

Stuart no lo dejó terminar. El cuerpo de Nathan se sacudió cuando dos balas agujerearon su pecho.
Nathaniel observó, sus ojos abiertos e incrédulos, mientras sangre salpicaba la garganta de su padre
recorriendo su camisa y manchando sus pantalones. El cuerpo de Nathan cayó de espaldas por el
impacto golpeando el suelo húmedamente.

Nathaniel llevo una temblorosa mano a su boca, luego la sujetó con su otra mano. No era suficiente
para sofocar el impacto.

202
—Te dije que no vieras —dijo Stuart.

Esa sensación desgarradora no era pena, era una necesidad tan feroz que Nathaniel pensó que lo
mataría. Su mundo se estaba destruyendo alrededor y él estaba cayendo.

Nathaniel no podía respirar, mucho menos explicar ese horrible regocijo. No peleó cuando dos de
los hombres de Stuart lo levantaron. Éste cruzó el cuarto para pararse en frente de él. Nathaniel lo
vio pasar por al lado de cadáver de su padre. La mano de Stuart en su barbilla lo forzó a ver su cara.
Su tío le dio un vistazo, revisando sus heridas con una mirada furiosa.

—Él puede venir conmigo —dijo una chica.

—Él es nuestro único boleto para huir —dijo Stuart—. Lo dejaremos aquí, por ahora —continuó
antes de que Nathaniel pudiera reaccionar. Apretó los dedos más fuerte en la cara de Nathaniel y le
dio una pequeña sacudida—. Me escucharás y harás lo que yo te diga. Ellos nos dejaron entrar aquí
sin peros solo porque les prometimos que lo llevaríamos con vida.

Nathaniel al fin pudo encontrar su voz.

— ¿Los Moriyamas?

—No —dijo Stuart, tan fuerte que Nathaniel se inclinó lejos de él—. No digas ese nombre esta
noche. No los puedes meter en esto. Ellos no esperaban que su Carnicero muriera y nosotros solo
tenemos una oportunidad para ganarnos su favor. Te daremos al FBI como distracción. Necesitas
atención médica, y aún no podemos llevarte a donde tenemos que ir. Esta es la única forma de
sobrevivir, ¿Entiendes?

Su padre estaba muerto. Nathaniel aceptaría todo después de eso.

—No les diré.

Stuart asintió.

—Entonces nos vamos.

Ellos lo ayudaron a bajar por el túnel hacía el garaje. Las escaleras eran demasiado empinadas y
estrechas, y la entrada de la puerta era apenas tan grande como para que entrara un hombre. La
gente de Stuart desapareció tan pronto como pudo, pero Stuart se quedó atrás un momento con
Nathaniel. Nathaniel miró la oscuridad, buscando a los federales, los cuales debían estar observando
todo desde una distancia segura. Por ahora la calle estaba calmada y vacía, pero no había manera en
que los vecinos no escucharan esos balazos. En cualquier minuto, quizá en dos, los vecinos
llamarían a la policía y los medios estarían aquí otra vez.

Stuart lo puso de rodillas y coloco sus manos detrás de su cabeza.

— Volveremos por ti cuando podamos. Lo prometo.

203
Entonces él se fue, desapareciendo en la noche con su equipo. Nathaniel se quedó arrodillado y
agacho su cabeza esperando. No tomo mucho tiempo. Los federales salieron de las sombras como
fantasmas, armas fuera y vestidos de la cabeza a los pies con equipo especial. Nathaniel era muy
pequeño para ser su padre, pero la oscuridad cubriéndolo ayudo a la ilusión. Ellos no sospecharon
que algo estaba mal hasta que lo pusieron de pie con manos rudas y voces estridentes. Nathaniel
finalmente alzo su cabeza hacia ellos, y el agente que estaba más cerca de él se detuvo a mitad de la
oración.

—Llegan muy tarde —dijo Nathaniel, incluso cuando alguien había llamado a Servicio Médico de
Emergencias para que se apurara—. Mi padre está muerto.

—Tu padre —El agente dijo estúpidamente. Seis hombros se marcharon rápidamente que casi se
tropiezan, y Nathaniel escucho el eco de sus botas mientras corrían a revisar la casa. No había
notado que había bajado la mirada hacia la abertura hasta que el agente le chasqueó los dedos
enguantados en la cara. Nathaniel encontró con su mirada inquisitiva con una mirada fría, y el
hombre repitió— ¿Tu padre?

—Mi nombre es Nathaniel Wesninski —dijo —y mi padre está muerto.

No era nada divertido, pero un segundo después estaba riéndose. Sonaba histérico, pero no podía
parar. Manos tomaron sus hombros y llevaron su cabeza hacia atrás. Una bronca voz le ordeno que
respirara, pero no pudo. El tomó sus rodillas para equilibrarse. El dolor subía por sus brazos desde
sus manos maltratadas, pero no se podía detener. La adrenalina de lo que acababa de pasar y la
tranquilidad de estar vivo lo estaban destrozando, y Nathaniel finalmente perdió la batalla con su
inestable estómago. Alguien lo agarró cuando se cayó al piso de concreto. Nathaniel escupió en un
intento de quitarse el amargo sabor de la boca.

La mano en su hombro presionó con más fuerza.

—Preferiría no interrumpir en el estado que estas ahora, pero lo haré si tengo que hacerlo, ¿Serás un
problema para nosotros?

Nathaniel batalló para mirar arriba y enfocarse en la cara del hombre.

—He sido un problema por diecinueve años. Estoy muy cansado para ser uno hoy. Sólo sáquenme
de aquí.

Una ambulancia se detuvo en la acera. Llego ahí demasiado rápido, Nathaniel supuso que estaba
esperando en la esquina fuera de la vista. A pesar de su tranquilidad, tenía una escolta de tres
agentes que lo acompañaron a los paramédicos. Tuvieron la camilla en la calle para el momento en
que el llegó, y Nathaniel se acostó en ella sin decir nada. Ellos lo ataron para llevárselo y lo
subieron atrás. Un agente se fue con ellos; Nathaniel asumió que los demás lo seguirían. Ya no le
importaba. Cerró sus ojos y dejó que los paramédicos hicieran su trabajo.

Cuando Nathaniel abrió sus ojos de nuevo, estaba de espaldas en la cama de un hospital y la luz del
sol se deslizaba por una ventana. Tubos de plástico delgados salían debajo de las sabanas y las

204
drogas hacían que su cabeza se sintiera como algodón. Estaba despierto, pero placenteramente
aliviado de dolor.

Tenía dos invitados que no reconoció, pero supo con una mirada que eran federales. Ellos tenían ese
aire de presumida autoridad generalmente cargada cuando piensan que son más poderosos de lo que
realmente son. Uno se sentó en un taburete a su izquierda. El otro reclamó la mejor de las dos sillas
y estaba al pie de su cama revisando papeles. La puerta estaba cerrada para darles privacidad, pero
Nathaniel asumió que había alguien haciendo guardia afuera.

Una esposa ataba la mano vendada de Nathaniel a la cama. Éste la sacudió y dijo.

— ¿En serio?

—No podemos arriesgarnos — dijo el hombre que estaba más cerca—Tan pronto como los médicos
lo den de alta, lo trasladaremos a nuestra oficina local. Pero no piense que tiene que esperar un
entorno oficial para hablar con nosotros. Estamos listos para escuchar todo lo que tiene que decir. El
agente especial Browning—, dijo el agente tardíamente, y le hizo un gesto a su compañero—. Este
es un agente especial Towns. Vamos a ser tus guardias.

—Mis guardias —Nathaniel repitió—. No soy de su propiedad.

—Pero tenemos tu custodia.

— ¿Me están arrestando?

—Ahora mismo estamos actuando de buena voluntad asumiendo que podemos contar con tu
completa cooperación. Si necesitamos tener un acercamiento más agresivo, lo haremos. Tenemos
muchos delitos que podemos poner en tu contra, empezando con las identificaciones falsas en tu
billetera y escalando con el paradero de tu madre. Déjanos saber si quieres jugar a hacerte el difícil.

Nathaniel hizo un sonido grosero.

— ¿No pueden al menos usar otras referencias? Odio el béisbol.

—Ahora mismo lo que odias o lo que no es de poca importancia para nosotros —contestó Towns—.
Sólo nos importa la verdad.

—Te daré una verdad a cambio de otra —dijo Nathaniel—mi equipo fue atrapado ayer por un
alboroto. Los Foxes del Estado de Palmetto —elaboró, aunque pensó que los agentes ya se habían
dado cuenta de eso ya que lo habían recogido en la casa de su padre— ¿Están heridos?

—Ochenta y seis personas salieron heridas anoche incluyendo tres de tu equipo —Dijo Browning—
. Fueron tratados y prontamente dados de alta. Tuvieron heridas menores. Tuvieron suerte. Un par
de personas terminaron en Cuidados Intensivos.

—Contactamos al entrenador Wymack justo después de que te trajéramos aquí y le preguntamos si


podría traer a su gente para interrogarla —continuó Town, que revisó su reloj y dijo—. Ellos

205
deberían de estar por terminar. Cuando hayamos terminados con ellos, son libres de regresar a
Carolina de sur.

No dijo “Sin ti”, pero Nathaniel lo escuchó en su tono.

—Es tu turno —dijo Browning— ¿Dónde está tu madre?

Nathaniel les habló sobre encontrarse con su padre en Seattle y sobre el cruel ataque del cuál no
fueron tan rápidos para escapar. Les habló sobre el fuego y la arena y como la enterró en la costa.
Era brutalmente injusto que ella no viviera lo suficiente para ver a Nathan morir, pero Nathaniel
mantuvo esa amarga miseria para sí mismo.

— ¿Todo este tiempo estuviste escondido en Seattle? —Dijo Browning, sintiéndose enojado por no
saberlo.

—No —dijo Nathaniel—, ese fue realmente la última parada antes de llegar a Arizona.

— ¿Dónde estabas antes de Seattle?

—Quiero ver a mi equipo.

— ¿Dónde estabas antes de Seattle? —repitió Browning.

Nathaniel presiono sus labios fuertemente y dirigió su mirada al techo. Browning toleró su silencio
por unos minutos, después comenzó a hablar. Le dijo todo lo que pensaban ofrecerle a Nathaniel si
su cooperación valía la pena: inmunidad por todos sus cargos, un nuevo comienzo en el Programa
de Protección de Testigos, y la oportunidad de tirar abajo la banda de su padre. Cuando Nathaniel
siguió sin moverse a pesar de todas las ofertas, Browning las cambió a amenazas. Lo que tenían de
Nathaniel era suficiente para encerrarlo, y eventualmente desenterrarían aún más cosas que había
hecho para ser condenado.

—Quiero ver a mi equipo —dijo Nathaniel cuando Browning finalmente tomó un respiro.

—Sé razonable —dijo Towns—no hagas las cosas más difíciles de lo necesario.

— ¿Tú piensas que esto es difícil? Mira todo lo que he pasado. Sobrevivir a ti es fácil. —Nathaniel
ladeo a su cabeza y le dio a Towns una mirada fría— Pero ¿Puedes sobrevivir a mí?

— ¿Estas amenazando a un agente federal?

Nathaniel sonrío tanto que sus quemaduras ardieron.

—No me atrevería. Lo que quise decir fue: ¿Puedes sobrevivir a mi familia? Mis padres están
muertos, pero mi tío me recuerda. Más importante, él recuerda que le diste permiso de ir contra mi
padre anoche, ¿Desde cuándo los que traen traje pelean con los gánsteres?

206
—No sé de lo que estás hablando —dijo Browning, con una neutralidad impresionante. Nathaniel
no le creyó ni por un segundo.

—Como sea —dijo Nathaniel—Tomaré una siesta.

Ellos no discutieron, así que el cerró los ojos y se fue a la deriva. Despertó un tiempo después
cuando una enfermera fue a revisar sus heridas. Todos los analgésicos que tenía no sirvieron de
nada cuando ella limpio las quemaduras de sus brazos y manos. Nathaniel apretó los dientes con
tanta fuerza que creyó que los rompería y peleó contra la urgencia de patearla lejos de él. Ella les
dio a sus puntadas un asentimiento aprobatorio y prometió que el médico lo revisaría después, acto
seguido, cerró la puerta y se fue.

Era imposible volver a dormir con sus nervios haciendo ruidos alarmantes en sus oídos. Nathaniel
flexionó los dedos, revisando su nivel de movilidad. Lola lo había quemado para herirlo, no para
mutilarlo. Quizá creía que la piel derretida arruinaría las tonterías y mataría su diversión. La cara de
la enfermera le decía que su cara no había mejorado, pero no quería verse en el espejo. Nathaniel
estaba tan furioso como nauseabundo de tan solo pensarlo.

Antes de que lo último ganara Nathaniel dijo:

—Quiero ver a mi equipo.

—Y yo quiero un café —dijo Browning— ¿Ustedes dos estarán bien aquí?

Towns asintió. Browning reviso su billetera en busca de dinero y se fue. Nathaniel dio a sus esposas
unos cuantos jalones experimentales solo para ver como reaccionaba Towns. Éste no quedó
impresionado con el fallido intento de rebeldía y siguió con los papeles. Se ignoraron el uno al otro
hasta que Browning regreso. El hombre se sentó en silencio hasta que se acabó su café, luego
examinó una de las pilas descartadas de Towns.

Después de una hora de esto, hizo otro intento de comunicarse con Nathaniel.

— ¿Aún no te sientes cooperativo?

—Todavía no veo a mi equipo, así que no —dijo Nathaniel, Browning hizo un gesto arrogante.
Nathaniel tiro de sus atadas manos de nuevo—. Mira: por estas personas decidí quedarme incluso
cuando sabía que no me quedaría por mucho tiempo. Los elegí antes que a mi seguridad. Así que
déjame verlos y te diré todo lo que quieras.

—Tú solo piensas en que quieres verlos —dijo Towns—recuerda que se acaban de enterar que y
quién eres. Si ellos todavía quieren saber algo de ti, me comeré mi sombrero.

Nathaniel abrió la boca, el cerro otra vez, y miró hacia otro lado. Su equipo había aceptado su vaga
confesión. Aarón lo forzó a hacerlo, saber que su familia era espantosa y lidiar con la realidad eran
cosas totalmente diferentes. Quizá Kevin tuvo tiempo para decirle en el viaje a New York la
conexión de los Wesninski y los Moriyamas, en ese caso ellos ahora sabrían en el peligro en el que
los había puesto al firmar contrato con el entrenador Wymack.

207
Él les había prometido que su familia no iba a intervenir con ellos, pero él los había lastimado y les
iba a costar el campeonato. Ellos debían odiarlo, debían temerle, y probablemente no lo perdonarían
nunca, pero Nathaniel no lo quería dejar así. Él tenía que decirlo hoy, antes que los federales lo
empujaran a un sitio tan profundo que ni siquiera la luz lo pudiera alcanzar.

—En efecto —Towns continuo—, probablemente ellos ya están en la carretera al sur. No debió de
durar mucho tomar sus declaraciones, y no necesitamos nada más de ellos por ahora.

—Estas mal —dijo Nathaniel—Ellos no se pueden ir sin Andrew, y Andrew no iría a ningún lado
hablar conmigo primero.

—Tú no sabes eso.

—Si lo sé—. Incluso si solo era para destruir a Nathaniel por esconderle esto, Andrew esperaría
tanto como pudiera. Él no era del tipo de dejar las cosas sin terminar. Nathaniel lo sabía, lo creía,
con cada fibra de su cuerpo. Fue suficiente para calmar la horrible e insensible advertencia de
Towns—. Puedes llevarme con él, o puedes dejarme a podrir en una celda en algún lugar. Esas son
tus únicas opciones.

Finalmente, Browning se levantó y fue al pasillo. Nathaniel escuchó su tono estridente a través de la
madera, pero no entendió sus palabras. Towns observó a su pareja cuando regresó, y éste respondió
realizando garabatos en el portapapeles de Towns. Nathaniel resistió la necesidad de tirarles su
pequeña almohada y decidió que era mejor recostarse en ella.

No le dijeron nada más, así que dejó a sus pensamientos calmarse. Las horas para que lo dejaran ir
se sintieron interminables y miserables. Cuando el médico pasaba a verlo para decirle como curar
sus heridas, Nathaniel lo interrumpía con un:

—No necesito su ayuda.

El médico, que estaba acostumbrado a los pacientes desagradables, firmo la hoja de Nathaniel sin
decir nada más. Él miró a los agentes y dijo.

—Ellos pueden firmar tu salida en el escritorio de abajo. Tendrán las medicinas listas para ti.

Browning asintió, pero esperó a que el médico se fuera para quitar las esposas que mantenían a
Nathaniel atado a su cama. Él y Towns bajaron la cama para que Nathaniel se pudiera deslizar fuera
de ella. Towns le dio una bolsa, y Nathaniel lanzó un conjunto de sudaderas oscuras a la cama.

— ¿Dónde está mi ropa? —pregunto Nathaniel.

—Tomada como evidencia —dijo Towns.

Towns se paró junto a la puerta. Browning se mantuvo cerca, pero casi se quedó a mitad de camino
de Nathaniel. Si éste intentaba algo, lo vería con su visión periférica, pero aún era un poco de
privacidad. La bata de hospital que Nathaniel vestía estaba desamarrada, por lo cual estaba

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extremadamente agradecido. Pensó que no podría manejar nudos y cuerdas hasta que sus manos
estuvieran mejor. Se quitó la bata y se metió en sus nuevas ropas lo más cuidadoso que pudo. Sus
manos estaban ardiendo para el tiempo que terminó. Las colocó cerca de su estómago, sabiendo que
no ayudaría en nada, pero quería tratar apagar ese fuego de alguna manera.

Browning esposó sus manos en frente de a él, luego jaló el gorro de la sudadera para tapar su cara.

—Gracias los vecinos de tu padre, la prensa sabe que alguien fue sacado de la casa de Nathan
anoche. Los canales principales no tienen un nombre aún, pero no lo necesitan. Has pasado mucho
tiempo en TV el año pasado. La gente reconocerá tu cara con solo ver un pedazo de ella.

— ¿Todavía hay suficiente de ella para reconocer? —Nathaniel preguntó.

—Hay un espejo por aquí si quieres ver.

—Me quedaré con tu opinión —dijo Nathaniel.

—Sanará eventualmente —dijo Browning, lo cual no era ni una ni otra cosa.

Lo guiaron al pasillo de abajo. Towns firmó su salida y tomó una bolsa blanca que sacudió.
Analgésicos y antibióticos, asumió Nathaniel. Crema para quemaduras si tenía suerte. Towns se los
dio para que las cargara, y tomaron el elevador. Browning llamó por teléfono antes de que llegaran
al piso de abajo y tener un lugar vacío. Nathaniel no levantó la mirada para ver su había reporteros
buscando una fotografía. Mantuvo su cabeza lo más baja que pudo y rogó que la sudadera fuera
suficiente para proteger su cara.

Un vehículo deportivo estaba estacionado en la acera. La puerta trasera estaba abierta mientras se
acercaban y Nathaniel subió en él. Towns fue hasta el asiento más atrás, así que Browning tomó el
asiento al lado de Nathaniel. Browning cerró la puerta e hizo una corta llamada con su teléfono solo
para decir:

—Estamos en camino. Quítalo de la vista antes de que lleguemos.

La mujer en el asiento de pasajero le dio una mirada curiosa sobre los hombros de los hombres. Él
desvió la mirada, y observó la ventana teñida. Reconoció calles y edificios mientras manejaban. En
una terrible, imposible forma, de alguna manera se sentía como casa. Quería arrancar esta sensación
de él y quemarla. La Foxhole Court era el único hogar que necesitaba; los Foxes eran su familia. No
quería estar atado a nada de esto.

Cuan triste, cuan extraño, cuan estúpido, que él pudo huir de aquí y haber regresado al mismo lugar
al final. No pudo soportar la vista de la ciudad, así que se recostó y cerró los ojos.

No pudo dormir, pero al menos podía imaginar la muerte de su padre una y otra vez. Eso era casi
suficiente para hacerlo sonreír, y eventualmente descongeló el escalofrío que recorría sus venas.

209
Capítulo 14

Nathaniel esperaba que lo llevaran directo a sus oficinas para interrogarlo, pero la camioneta
giró y se adentró en el estacionamiento de un hotel. El lugar estaba plagado de federales. Los
hombres estaban de pie en la acera, fumando e intentando parecer despreocupados, pero la piel de
Nathaniel se erizó al verlos. Las mujeres que tomaban el sol junto a la piscina se veían igualmente
recelosas a pesar de su intento de pasar inadvertidas. La mujer que estaba junto a la máquina
expendedora estaba intranquila, pero Nathaniel estaba inclinado a pensar mal de todos los que
estaban a su alrededor.

Tan pronto como el auto se detuvo, Nathaniel le dirigió una mirada expectante a Browning. Éste
puso un dedo frente a su cara.

—Tienes veinte minutos para hablar con ellos o el tiempo que pase hasta que te saquen de sus vidas,
lo que ocurra primero. Luego vendrás con nosotros y nos dirás todo lo que queremos saber. ¿Está
claro?

—Mi equipo —dijo Nathaniel— ¿Están aquí? No veo el autobús.

—No quiero que la prensa lo vea aquí y lo descubran todo aún, así que hice que tu Entrenador lo
moviera. Dije: ¿Está claro?

—Claro —dijo Nathaniel, y se cubrió nuevamente la cabeza con la capucha—Sal.

—Tu personalidad encantadora me hace reconsiderar todo esto —dijo Browning, pero salió del
auto.

Lo llevaron por las escaleras metálicas desvencijadas al segundo piso. Una mujer descansaba contra
la barandilla del balcón con un teléfono celular en la oreja. Se acomodó el cabello e hizo un gesto.
Browning guio a Nathaniel a la puerta correcta y tocó. La puerta se abrió medio metro, pero
Nathaniel no pudo ver nada más allá del fornido hombre con traje. El hombre que estaba de guardia
frunció el ceño hacia Nathaniel antes de mirar enojado a Browning.

—No me agrada.

—Anotado. Vigílalo un momento, Kurt —dijo Browning. Kurt se hizo a un lado y abrió la puerta.
Browning pasó junto a él, aplaudiendo para llamar la atención de todos. Incluso en el balcón, fue lo
suficientemente fuerte como para que Nathaniel escuchara cada palabra—. Escuchen, gente. Tienen
veinte minutos. Mantengámonos ordenados y que se acerque una persona a la vez.

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Obviamente, Kurt esperaba que los Foxes le aceptaran sin luchar, porque dejó caer su brazo y dejó
pasar a Nathaniel. Debería haber esperado un poco más, ya que los compañeros de equipo de
Nathaniel comenzaron a discutir casi de inmediato.

La voz furiosa de Dan se escuchó con mayor claridad cuando soltó:

—¿Veinte minutos? Debes estar bromeando. Por qué…Oh por Dios— se interrumpió cuando Neil
apareció en la habitación. — El apuro en su voz no era enojo ni disgusto, sino terror potenciado por
el alivio— Oh por Dios, Neil, ¿Estás bien?

Nathaniel abrió la boca, pero las palabras le fallaron. La noche anterior creyó que no volvería a
verlos. Tenerlos de vuelta era un bálsamo en cada dolorosa herida, pero estaba consciente de que
solo estaba allí para decirles adiós. Le mataría salir de allí. Les debía explicaciones y disculpas, pero
no sabía dónde empezar. Todo lo que pudo hacer fue mirar a cada uno de sus rostros. Había una
mirada vacía en el rostro de Kevin y oscuros moretones en su garganta. Nicky era un desastre
desolado cerca de la ventana. Allison y Renee se sentaban en la cama más lejana con dos ojos
negros y un par de docenas de moretones entre las dos. Los puntos en el brazo de Allison fueron
claramente dejados por dedos. Nathaniel esperaba que Allison hubiera golpeado a cualquiera que
fue lo suficientemente estúpido como para sujetarla con tanta fuerza, pero quizás Renee se había
encargado de eso en su lugar. Una de sus manos estaba vendada y tenía una abrazadera en su otra
muñeca. Aaron se encontraba en la mitad inferior de la misma cama, y por una vez lució más
alterado que enojado cuando miró a Nathaniel.

Matt y Dan se encontraban en la cama más cercana. El primero tenía un agarre de nudillos blancos
contra el hombro de Dan como si estuviera impidiéndole enfrentarse a Browning. Matt había
recibido unos golpes severos en el motín y todavía tenía bolsas de hielo sujetas a ambas manos. Su
remera estaba sucia y destrozada, y Nathaniel podía ver unos horribles moretones asomándose entre
los huecos. Abby se encontraba parada entre las camas, su botiquín de primeros auxilios abierto
sobre las mantas cerca de la cintura derecha de Matt, pero dejó caer el antiséptico que estaba
sosteniendo cuando vio a Neil. La boca de Abby se movió, pero Nataniel no oyó nada de lo que
dijo. Browning dijo que los Foxes solo habían sufrido heridas menores y que ninguno de ellos había
terminado en terapia intensiva, pero solo siete de ellos estaban allí. Wymack estaba afuera
moviendo el bus, pero eso dejaba a una persona fuera.

La sangre de Nathaniel se heló, pero no pudo esconder la alarma en su voz cuando empezó a
preguntar:

— ¿Dónde está And…?

Hubo un golpe detrás de Nathaniel, el inconfundible sonido de un cuerpo golpeándose contra la


madera. Se volteó cuando Andrew se metió en la habitación a la fuerza con Wymack justo detrás de
él. Kurt sujetó a Andrew pero perdió el agarre cuando Wymack lo apartó con su hombro para
pasarlo. Neil solo tuvo un momento para ver las esposas manteniendo a Andrew y Wymack juntos,
entonces Browning reaccionó a la violenta entrada yendo por su arma.

Nathaniel sujetó el brazo de Browning con ambas manos y lo bajó con tanta fuerza como pudo. Solo
intentaba detenerlo y desnivelarlo, pero la agonía que lo atravesó desde la punta de sus dedos hasta

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los codos casi lo hizo caer al suelo. Lo dejó ir sin querer y se inclinó hacia adelante como si eso
pudiera quitarle el dolor. Aplastar sus manos contra su estómago no ayudaba, pero Nathaniel
necesitaba protegerlas de alguna forma.

—No— dijo entre sus dientes apretados.

Al menos creyó que lo dijo, no podía oírse a través de la estática rugiendo contra sus oídos. El peso
de una mano en la parte trasera de su cuello le dijo que Andrew había alcanzado a llegar hasta él.
Nathaniel no recordaba haber cerrado los ojos, pero se obligó a abrirlos de nuevo. Intentó
enderezarse, pero Andrew lo sujetó del hombro y lo obligó a arrodillarse. Nathaniel se dejó llevar
sin discutir y acunó sus manos destrozadas sobre sus muslos. Sus manos se sentían tan mal que
esperaba ver sangre deslizándose entre los vendajes, pero la gasa se mantuvo blanca y limpia.

—Déjalo— dijo Wymack.

Sonaba tan enojado que Nathaniel supo que no le estaba hablando a él o a Andrew. Supuso que
Browning o Kurt había comenzado a moverse para apartar a Andrew fuera del camino antes de que
pudiera herir a Nathaniel. O los federales confiaban en su juicio o no podían rodear a Wymack para
llegar a Andrew, pero éste se arrodilló frente a Nathaniel sin sentirse desafiado. Éste volteó sus
manos y miró hacia arriba.

La expresión de Andrew lucía engañosamente tranquila, pero hubo un agarre de hierro cuando alzó
la mandíbula de Nathaniel. Éste lo dejó mirarlo porque le dio tiempo para estudiar los moretones
alineándose en el rostro de Andrew. El peor del conjunto era un oscura, delgada línea que pasaba
por encima de su mejilla hasta la esquina de su ojo derecho. La fuerza del impacto había dejado la
mitad del ojo de Andrew rojo con sangre. Un codo, pensó Nathaniel, que se había acercado
demasiado.

—Podrían haberte dejado ciego— dijo Nathaniel— ¿Todo este tiempo peleando y nunca aprendiste
a esquivar?

Una mirada de piedra fue su única respuesta. Andrew lo dejó ir para poder apartar la capucha de
Nathaniel. Arrastró un dedo sobre las líneas de cinta que mantenían las vendas en su lugar como si
estuviera buscando el mejor lugar para empezar. Arrancó la gasa de la mejilla derecha de Nathaniel
primero, exponiendo las líneas paralelas que Lola había dejado con su cuchillo. Observó los puntos
con una mirada superficial antes de continuar. La cinta en la otra mejilla de Nathaniel dolió como el
infierno al ser arrancada, ya que tiró de la piel alrededor de sus quemaduras, y Andrew quedó
congelado con su mano a unos centímetros de su rostro.

La expresión de Andrew no cambió, pero apareció una nueva tensión en sus hombros que no era un
buen augurio para nadie en la habitación. Andrew había tirado las primeras vendas como si fueran
inservibles, pero dejo éstas con cuidado en el suelo junto a su rodilla sin apartar la mirada del rostro
de Nathaniel. Como éste se encontraba arrodillado de espaldas a la habitación, Wymack era la única
persona que podía ver el desastre que Lola había hecho en su rostro. Él no se atrevía a mirarlo, pero
el feroz.

—Cristo, Neil— le dejó en claro que las quemaduras se veían tan mal como se sentían.

212
Una cama sonó cuando uno de los Foxes se levantó. Wymack levantó su mano libre en una calma
orden de que se quedara quieto y dijo:

—No.

—Uno a la vez— les recordó Browning.

Andrew presionó dos dedos a un lado de la barbilla de Nathaniel y para voltear su cabeza.

Nathaniel dejó que lo guiara y no dijo nada cuando Andrew miró el resto de su rostro. Cuando
Andrew dejó caer su mano y la aferró a la capucha de Nathaniel, éste se arriesgó a mirarlo de vuelta.
Había violencia en sus ojos, pero al menos todavía no lo había apartado. Eso tenía que valer para
algo.

—Lo siento— dijo Nathaniel.

El puño de Andrew se alzó hacia atrás, pero no dio el golpe. Nathaniel sabía que no era porque esa
mano estuviera esposada a Wymack; en realidad el brazo de Andrew tembló por el esfuerzo que le
tomó golpear la cabeza de Nathaniel fuera de su cuello. Éste no dijo anda para cambiar la balanza
hacia ningún lado. Al final Andrew aflojó sus dedos y dejó que su mano colgara de la esposa.

—Si lo dices de nuevo te mataré— contestó.

—Es la última vez que te lo diré— dijo Kurt, apareciendo al lado de Wymack con una oscura
mirada en su rostro— Si no calmas esa actitud y te comportas…

Nathaniel le disparó una mirada de advertencia y lo cortó diciendo:

— ¿Qué harás, imbécil?

—Lo mismo va para ti, Nathaniel— dijo Browning— Ese es tu segundo strike. Con el tercero
esto— apuntó su dedo hacia los Foxes— se terminará. Recuerda que solo estas aquí porque te lo
permitimos.

Andrew se volteó como si fuera a levantarse y Nathaniel supo que iba a hacerlo callar para siempre.
Él sabía que no le convenía tocar a Andrew todavía pero se acercó lo más que pudo y acunó el
rostro de Andrew entre sus manos vendadas. Él podría haberlo empujado fácilmente a un lado, pero
luego de una corta pausa se acomodó de nuevo. Nathaniel le dio una mirada rápida, agradecido por
la obediencia, antes de alzar una mirada fría hacia Browning.

—No le mientas a un mentiroso— dijo Nathaniel. — Los dos sabemos que estoy aquí porque sin mí
no tienes nada. Una pila de cuerpos no puede cerrar un caso o darte dinero. Te dije lo que te
costarían mis respuestas y accediste a pagarlo. Así que quítale las esposas a Andrew, aparta a tu
hombre del camino, y deja de desperdiciar mis veinte minutos con tu postura inútil.

213
El silencio que prosiguió fue frágil. Browning estaba calculando sus opciones, o al menos estaba
pretendiendo que lo hacía. Nathaniel sabía que eso solo podría terminar de una manera. Si el FBI
había dejado que los Hatfords entraran al país sin problema debían estar muy desesperados por una
solución.

Nadie podía probar, todavía, que Nathan había matado a Mary Hatford, pero el odio de los Hatfords
por Nathan no era un secreto y habían reaccionado a su salida comprando tickets a través del
Atlántico. No necesitaron a los más listos del FBI para saber que su visita no sería amigable.

Finalmente Browning hizo un gesto. La expresión de Kurt era una tormenta a medida que bajaba su
mano hacia su muslo. Browning llevó a Kurt con él para que esperaran en la puerta. Irradiaban
enojo y desconfianza y la mirada que Browning le envió era puntiaguda, pero a Nathaniel no le
importó. Satisfecho con que al final estuvieran fuera de su camino, devolvió su total atención a
Andrew de nuevo.

—Al menos el problema de actitud no era una actuación— dijo Andrew.

—Te lo iba a decir— contestó Nathaniel.

—Deja de mentirme.

—No estoy mintiendo. Te lo hubiera dicho anoche, pero estaban en nuestro vestuario.

— ¿Quiénes? — preguntó Browning.

Nathaniel cambió al alemán sin perder el tiempo. Estaba bastante seguro de que se había ganado una
mirada sucia por parte de Browning por ese truco, pero no apartaría la mirada de Andrew para
asegurarse.

—Esos que vinieron a buscarnos no eran guardias de seguridad. Estaban allí por mí, y los hubieran
herido a todos ustedes para sacarme de allí. Creí que manteniendo la boca cerrada podría
mantenerlos a salvo— Nathaniel todavía tenía sus manos en el rostro de Andrew, así que tocó
suavemente el moretón en el ojo de Andrew con su pulgar— No sabía que tenían planeado un
alboroto.

— ¿Qué te dije sobre jugar la carta del Mártir? — preguntó Andrew.

—Dijiste que nadie la quería— contestó Nathaniel— No me dijiste que parara.

—Era implícito.

—Soy estúpido, ¿Recuerdas? Necesito que me deletreen las cosas.

—Cállate.

— ¿Llegué a noventa y cuatro? — preguntó Nathaniel.

214
—Llegaste al cien por ciento— respondió Andrew. — ¿Qué le pasó a tu rostro?

Nathaniel tragó con fuerza para apartar sus náuseas.

—Un encendedor de tablero.

Se encogió ante el sonido que hizo Nicky. El sonido de un colchón moviéndose casi silenció el poco
suave insulto de Aaron. Nathaniel miró hacia atrás sin pensar, necesitando ver quién se estaba
moviendo, y vio que Aaron había salido de la cama para ir a pararse con Nicky. Voltearse significó
que el resto pudo ver su mejilla quemada. Kevin retrocedió con tanta fuerza que se golpeó contra la
pared detrás de él. Golpeó una protectora mano contra su mejilla y Nathaniel supo que estaba
imaginando la reacción de Riko a su atrocidad.

Ésta vez fue Dan quien tuvo que impedir que Matt se levantara, sus nudillos cerrados con fuerza
contra su oscura camiseta y su cabeza inclinada hacia otra parte. Matt comenzó a luchar por
liberarse pero finalmente se conformó con un ronco:

—Jesús, Neil, ¿Qué mierda te hicieron?

Abby se había mantenido lejos por el tiempo suficiente, al parecer. Ella rodeó la cama, sus ojos muy
abiertos y frenéticos, pero solo había llegado a la esquina antes de que Andrew se diera cuenta de
sus intenciones. Sujetó el rostro de Neil para voltearlo hacia él de vuelta y le dio a Abby una mirada
tan perversa que hizo que se detuviera.

—Aléjate de nosotros— dijo Andrew.

—Andrew— lo llamó Abby, silenciosa y cuidadosa— Está herido. Déjame verlo.

—Si haces que lo repita no vivirás para arrepentirte.

Nathaniel nunca lo había oído hablar con ese tono tan sanguinario. Hacía que su cabello se erizara
pero de alguna forma también hizo que se aliviara la lava en su pecha. Él tenía la culpa de que el
autocontrol de Andrew estuviera destrozado, pero también era por su bien. La furia sin fondo de
Andrew nunca heriría a Nathaniel, y eso hacía toda la diferencia del mundo. Nathaniel le dio al
cabello de Andrew un cuidadoso tirón. Éste se resistió a los dos primeros intentos pero finalmente
dejó que Nathaniel devolviera su atención hacia donde debía estar.

—Abby, recién salgo del hospital —dijo Nathaniel sin apartar la mirada de Andrew—, estoy tan
bien como puedo estarlo ahora mismo.

—Neil— intentó Abby.

—Por favor— pidió Neil. No la escuchó dar un paso hacia atrás pero lo supo por la forma en que el
agarre mortal de Andrew en su cabello se relajó. Nathaniel mantuvo una mano enterrada en el
cabello de él pero finalmente bajó su otra mano. En un calmo alemán dijo— ¿Te dijeron quién soy?

215
—No tuvieron que hacerlo. Ahorqué las respuestas fuera de Kevin en nuestro camino hacia aquí. —
Andrew ignoró la forma en que Nathaniel lo miró boquiabierto y dijo— Supongo que no eras un
huérfano después de todo, ¿Dónde está tu padre ahora?

—Mi tío lo ejecutó— contestó Nathaniel, maravillado. Cruzó una precaria línea y presionó dos
dedos sobre el pecho de Andrew a la altura de su corazón. El recuerdo lo hizo estremecerse de una
forma que no pudo reprimir— Pasé toda mi vida deseando que estuviera muerto, pero nunca creí
que realmente lo hiciera. Creía que era invencible. No puedo creer que fue tan fácil.

— ¿Fue fácil? — Preguntó Andrew— Kevin nos dijo para quien trabajaba.

Nathaniel no creía que los agentes pudieran entenderlos, pero los nombres eran difíciles de esconder
sin importar el lenguaje. Agradecía que Andrew fuera lo suficientemente listo como para no decir el
nombre de los Moriyamas en voz alta.

—Mi tío dijo que iba a intentar negociar con ellos para que cesen el fuego. No sé si es lo
suficientemente fuerte como para negociar con ellos, pero me gustaría creer que no se hubiera
arriesgado sin un buen terreno sobre el cual pararse. Prométeme que nadie le ha dicho al FBI sobre
ellos.

—Nadie les dijo una palabra desde que dijeron que no podíamos verte.

El corazón de Nathaniel se salteó un latido. La calidez que invadió su pecho era una fea mezcla de
gratitud y vergüenza. Intentó hablar pero tuvo que aclarar su garganta antes de hacerlo de nuevo.

—Pero, ¿Por qué? No hice nada más que mentirles. Los puse en peligro voluntariamente para poder
jugar un poco más. Salieron heridos anoche por mi culpa, ¿Por qué me protegerían ahora?

—Eres un Fox— dijo Andrew, como si fuera tan simple, y quizás lo era.

Nathaniel bajó la vista e intentó concentrarse, peleando por el control que estaba perdiendo con
rapidez. Apenas reconoció su propia voz cuando dijo:

—Andrew, quieren llevarme lejos de aquí. Quieren meterme en un Programa de Protección para
Testigos para que la gente de mi padre no pueda encontrarme. No quiero…— comenzó, pero no era
justo— Si me dices que me vaya, lo haré.

No le dijo que lo mataría, pero no tuvo que hacerlo. Andrew enredó sus dedos en el collar de la
sudadera de Nathaniel y la apretó lo suficiente como para que pudiera sentirlo. Por un momento
Nathaniel se encontró a meses de distancia de este momento, parado en el oscuro hall de entrada de
la casa de Andrew por primera vez con una cálida llave en su mano. Se sentía como volver a casa, y
fue suficiente como para quitarle el miedo.

—No te irás a ninguna parte —dijo Andrew; las mismas palabras, la misma promesa. Estaba
hablando en inglés de Nuevo y Nathaniel entendió por qué cuando escuchó las siguientes palabras
de Andrew. Él estaba jugando al instigador e invitando a los Foxes a la pelea— Te quedarás con
nosotros. Si intentan llevarte, perderán.

216
—Llevarte— repitió Dan— ¿A dónde?

—¿Estamos hablando de “llevarte para interrogarte” o “llevarte para siempre”? —demandó Matt.

—Las dos— respondió Browning.

—No pueden tenerlo —dijo Nicky— Nos pertenece a nosotros.

—Cuando la gente sepa que todavía está vivo vendrán a buscarlo— contestó Browning. — No es
seguro para él estar aquí, y estoy seguro como el demonio que no es seguro para ustedes. Es mejor
para todos si él desaparece.

Lo entendían mejor que él, ya que Kevin ya les había hablado sobre la alianza entre los Wesninski y
los Moriyama. Habían estado lidiando con la locura de Riko por un año gracias a Kevin, y lucieron
completamente desinteresados por las advertencias de Browning.

— ¿Qué parte de “Vete al infierno” necesitas que te expliquemos? — preguntó Allison.

—Somos todos adultos legales aquí— agregó Matt— Tomamos una decisión. A menos que él
quiera quedarse con ustedes, más les vale traer a Neil de vuelta con nosotros cuando terminen de
interrogarlo.

—“Neil” no es una persona real— dijo Browning, enojado con su ignorancia— Es solo una
coartada que le permitió a Nathaniel evadir a las autoridades. Es hora de que lo dejen ir.

—Entrenador Wymack, hable con su equipo para que sean más sensatos— pidió Browning.

—Neil— dijo Wymack, y Nathaniel alzó su mirada para mirarlo por encima de Andrew.

Nathaniel había visto esa mirada en su rostro solo una vez antes, cuando Wymack intentó volver a
armarlo luego de Navidad. Era la mirada de un hombre que se había vuelto incluso mayor gracias a
las tragedias de sus jugadores; era la mirada de un hombre que les cuidaría las espaldas sin importar
qué le costara.

Nathaniel se sintió destrozado por ser la causa de esa expresión de nuevo, pero infinitamente
reconfortado por el indudable apoyo de Wymack.

—Habla conmigo, ¿Qué es lo que quieres?

Nathaniel tragó con fuerza contra el inesperado bulto en su garganta. Sus palabras salieron tan
rasgadas que todos tuvieron que quedarse en silencio para entenderlo.

—Quiero…Sé que no debería quedarme, pero no puedo…No quiero perder esto. No quiero perder a
ninguno de ustedes. No quiero ser Nathaniel nunca más. Quiero ser Neil por todo el tiempo que
pueda serlo.

217
—Bien— contestó Wymack— Sería un infierno meter “Wesninski” en un jersey.

Browning frotó sus sienes.

—Me gustaría hablar con usted.

— ¿Sobre?

—Sobre su disposición a poner a sus jugadores en un peligro considerable, por ejemplo.

—Rendirme en Neil va en contra de todo lo que somos—contestó Wymack— Estoy dispuesto a


discutir contigo durante el tiempo que sea necesario, pero no si significa usar el tiempo que le fue
asignado a Neil. No es justo para ninguno de ellos.

Andrew sujetó la sudadera de Neil con más firmeza y dijo en alemán:

—Deshazte de ellos antes de que los mate.

—Quieren respuestas— contestó Nathaniel— Nunca fueron capaces de conseguir cargos en contra
de mi padre mientras estuvo vivo. Esperan que sepa lo suficiente como para desmantelar al resto de
su círculo en su ausencia. Voy a darles la verdad, o todo lo que pueda decirles sin exponer que mi
padre actuaba bajo las órdenes de alguien más, ¿Quieres estar allí para oírlo? Es la historia que te
debería haber dado hace meses.

—Tengo que ir— contestó Andrew. — No confío en que te devuelvan.

Andrew lo soltó y se levantó. Nathaniel se puso de pie sin su ayuda y miró por detrás de Andrew
hacia Wymack.

—Lo siento— dijo en inglés— Debí contarte, pero no pude.

—No te preocupes por eso ahora— contestó Wymack— Veinte minutos no es ni por asomo la
cantidad de tiempo que necesitamos para tener esta conversación. Hablaremos sobre ello en el
camino de vuelta al campus, ¿Okay?

—Si— contestó Nathaniel— Lo prometo. Solo debo hablar con ellos primero.

—Entonces ve— dijo Dan. Cuando Nathaniel la miró de vuelta, ella agregó— pero vuelve a
nosotros en cuanto terminen contigo, ¿De acuerdo? Lo resolveremos como un equipo.

—Como una familia. — Nicky intentó sonreír. Fue débil, pero alentador.

Esto debía ser un cruel sueño. Su perdón amenazaba con quemar a Nathaniel desde adentro hacia
afuera, tan sanador como condenador. No merecía su amistad o su confianza. Nunca sería capaz de
pagarles por mantenerse de pie a su lado como lo estaban haciendo. Podría intentarlo durante el
resto de su vida, lo que sea que durara ahora que Stuart estaba dentro y Nathan fuera, y siempre
parecería poco.

218
—Gracias— dijo.

Allison descartó su agradecimiento con una ligereza que no coincidía con su tensa expresión.

—No, gracias a ti. Acabas de cerrar tres asombrosas apuestas y me hiciste ganar quinientos dólares.
— Dijo cuándo Nathaniel la miró— En vez de eso, preferiría saber exactamente por qué y cuándo
ustedes dos se engancharon para no tener que pensar en todo este horror, así que hablemos de eso en
el camino de vuelta.

La mirada de Aaron rebotó de Allison a Nathaniel y a Andrew. Estaba esperando que lo negaran,
pensó Nathaniel, y su expresión se aflojó cuando ninguno de los dos lo hizo. Nicky abrió la boca,
luego la cerró de nuevo sin decir una palabra y miró a Nathaniel. Kevin, sorprendentemente, no
reaccionó en absoluto.

Nathaniel no tenía la energía para confirmar o negar nada en ese momento, así que simplemente
miró a Andrew y preguntó:

—¿Listo?

—Te estoy esperando a ti— le recordó Andrew.

—No lo invité a él— dijo Browning.

—Confía en mí— dijo Wymack— te irá mucho mejor si te llevas a los dos.

Browning les dio una mirada calculadora y cedió con un impaciente:

—Nos vamos.

Wymack se movió del camino para dejarlos pasar, pero cuando Nathaniel estaba por salir por la
puerta dijo:

—Te esperaremos, ¿Okay? Sin importar el tiempo que lleve, Neil.

Nathaniel asintió y salió hacia el balcón. Él y Andrew bajaron las escaleras detrás de Browning y se
subieron en el asiento trasero de la camioneta. Browning se sentó frente a ellos y cerró la puerta.
Nathaniel observó hasta que el hotel desapareció de su rango de visión, entonces miró a Andrew y
preguntó en alemán:

— ¿Realmente puedo volver a ser Neil?

—Le dije a Neil que se quedara— contestó Andrew. — Deja a Nathaniel enterrado en Baltimore
con su padre.

Nathaniel miró por la ventana de nuevo y se preguntó si eso era posible. Sabía que nunca podría
realmente dejar a Nathaniel atrás. Incluso si Stuart podía convencer a los Moriyamas, todos sabrían

219
que el hijo de Nathan estaba vivo y coleando. Nathaniel siempre sería un riesgo para la seguridad de
todos ellos. Pero el pensamiento era emocionante y escalofriante por turnos, y Nathaniel volteó su
mano para considerar su palma. Trazó la llave de Andrew en su piel con un dedo vendado.

—Neil Abram Josten—murmuró Neil, y se sintió como despertarse de un mal sueño.

Neil sabía que hablar con el FBI no iba a ser fácil, pero no esperaba que fuera tan extenuante. Pasó
el resto del sábado y todo el domingo encerrado con ellos en sus oficinas. La única vez que Andrew
y Neil abandonaron su línea de visión fue cuando alguien vino a ver las heridas de Neil, y los dos
nunca se quedaron solos. Los agentes trajeron comida para que no tuvieran que abandonar el
edificio, los escoltaron hacia y desde el baño y colocaron catres para que él y Andrew pudieran
dormir en el lugar bajo vigilancia.

A cambio de su cuestionable hospitalidad, Neil les contó todo. Comenzaron con la llamada
telefónica de Lola y pasaron por el tiroteo, donde Neil puso tantos nombres a las caras como pudo.
Casi tan importante como quién murió era quién había sobrevivido. Ni Romero ni Jackson habían
estado en la casa. Desde allí, pasaron en la infancia de Neil y todas las cosas terribles que eso
conllevaba.

Después de que escudriñaran en su memoria por todo lo relacionado con la gente de su padre y los
robos conocidos, siguieron con el paradero de Neil durante los siete años entre Baltimore y Millport.
Neil los llevó paso a paso a cada alias y residencia, pero se negó a delatar a los contactos de su
madre. Alegó ignorancia en función de su edad en ese momento, y después de hacerle las mismas
preguntas de veinte maneras diferentes, los agentes eventualmente se rindieron. Neil les dijo dónde
la gente de su padre los había alcanzado, los lugares donde el mismo Nathan había aparecido
pisándole los talones, y se detuvo con la muerte de su madre.

Tuvieron que reconocer a los Hartford en un punto, pero fue una conversación cautelosa. El FBI no
podía admitir cualquier trato que hubieran hecho y Neil no podía probar nada. En cambio, se
concentraron en lo que Neil sabía de Stuart desde su juventud. Neil no tenía mucho que ofrecer,
pero lo poco que tenía se convirtió en un punto de inflexión sobre cómo lo veían algunos de los
agentes.

Hasta esa conversación, lo miraban y solo veían al hijo de Nathan. Descubrir que había elegido una
vida huyendo que una vida sedentaria con otra familia criminal le ganó puntos con más de un
federal.

Dos veces durante el día domingo volvieron a mencionar el Programa de Protección de Testigos,
pero Neil los rechazó. Les estaba dando todo lo que necesitaban para construir un caso y estaba
dispuesto a testificar si podían conseguir a cualquiera de las personas de Nathan en el estrado. Hasta
entonces, él quería quedarse como estaba. Si lo metían contra su voluntad, simplemente soltaría su
correa y regresaría al estado de Palmetto.

Andrew dijo que los Foxes nunca dejarían que Neil desapareciera tranquilamente. Crearían un
alboroto y meterían a la prensa en cada rincón hasta que alguien lo delatara. Los agentes los
llamaron egoístas e imprudentes, pero Neil y Andrew se mantuvieron firmes.

220
Neil no sabía que habían ganado la discusión hasta que Browning soltó un par de aplicaciones en la
mesa frente a él. La primera era una solicitud oficial para cambiar de nombre, la segunda y tercera
eran para un pasaporte y una licencia de conducir, y la última era para la tarjeta de seguridad social
reeditada debido a la primera. Una imagen que Neil reconoció vagamente se sostenía a la segunda
hoja con un clip; era una fotografía que Wymack había tomado de él el verano pasado para su
expediente escolar.

En ella todavía tenía cabello y ojos marrones, y su rostro estaba libre del tatuaje de Riko. A pesar de
la imagen, la aplicación ya estaba medio llena e indicaba que su color de ojos natural era azul. Neil
supuso que la imagen se encogería hasta nadie notaría la discrepancia.

Estaba tan distraído por la imagen que le llevó un momento comprender el significado de lo que le
habían entregado. En la parte superior de cada página se encontraba el nombre Neil Josten. Todo lo
que Neil tenía que hacer era firmar las líneas punteadas.

—Considera esto un contrato con nosotros —dijo Browning, sonando tan molesto como siempre.
Esperó a que Neil lo mirara antes de continuar—. Una vez que firmes esto, comenzaremos el
proceso para instalar a “Neil Josten” como un miembro válido y funcional de la sociedad. Eso
significa que ya no tendrás que correr más y que no habrá más identificaciones falsas. Vas a ser Neil
desde ahora hasta tu muerte. No tienes permitido cambiar de opinión. Incluso si pides un café con
leche bajo un seudónimo, vamos a tener un grave problema.

—Bolígrafo —dijo Neil, tendiéndole la mano. Cuando Browning no se movió lo suficientemente


rápido, dijo—: Lo entiendo. Solo dame un bolígrafo para que pueda firmarlo.

Browning lo arrojó sobre la mesa. Andrew lo atrapó antes de que pudiera caer por el borde y se lo
pasó. Neil garabateó su nombre a lo largo de cada línea punteada y le devolvió la pila. Browning se
los pasó a otra persona y observó la mesa llena de archivos.

—Hemos terminado aquí —dijo Browning—. Si pensamos en otra cosa, te lo haremos saber.

—Estoy seguro de que lo harán—. Neil se puso de pie y estiró los calambres del día.

La sala de conferencias que habían ocupado no tenía ventanas, pero el reloj de la pared decía que
eran las nueve y media. Habían estado allí por casi trece horas. El día se había sentido cada vez más
largo a medida que avanzaba, el hecho de saber cuántas horas había perdido lo llevó de estar
cansado a totalmente exhausto. Restregó cuidadosamente el dorso de sus manos contra sus ojos y
ahogó un bostezo.

—Stetson te dará un aventón —dijo Browning cuando Neil bajó las manos a sus costados.

Stetson era un hombre sin sentido del humor que habían visto ocasionalmente durante el día. A Neil
no le importaba ni la mitad que Browning porque Stetson no les había dicho una sola palabra. El
final del interrogatorio no era razón suficiente para romper ese silencio, al parecer. Los reconoció
con una mirada y los llevó a su automóvil. Neil se sentó en el asiento trasero con Andrew y jugueteó
con las vendas en su rostro. Andrew palmeó la parte trasera de su cabeza cuando se dio cuenta de lo
que estaba haciendo e ignoró el ceño fruncido del otro.

221
Stetson los acompañó a la habitación del hotel, pero los Foxes se habían dispersado en su ausencia.
Tener que pasar la noche significaba que tuvieron que adquirir suficientes camas para todos. Esa
habitación con sus dos camas tamaño queen ahora solo albergaba a Abby y Wymack. Wymack miró
a Neil y luego a Andrew, finalmente centró su atención en Stetson.

— ¿Me llevas al autobús? —preguntó. Esperó a que asintiera, e hizo un gesto para que Andrew y
Neil se sintieran como en casa—. Vuelvo enseguida. Averigüen si nos quedamos o nos vamos.

Él cerró la puerta detrás de sí. Neil escuchó a través de la madera el leve sonido de unos pasos en las
escaleras, luego cerró la puerta con llave y puso la cadena. Abby se sentó en el medio de una de las
camas, y tendió ambas manos hacia Neil cuando se apartó de la puerta.

—Déjame echarte un vistazo.

Neil no podía arrastrarse a través de la cama hacia ella o empujarse con sus manos, así que se quitó
los zapatos y se subió a la cama. Dio un par de inestables pasos hacia ella sobre sus rodillas y se
sentó antes de caerse. El colchón se movió cuando Andrew se colocó detrás de él. Neil dejó su bolsa
de medicina donde Abby podría tomar los antibióticos si era necesario, pero ella tenía el botiquín de
primeros auxilios, inusualmente bien provisto, de los Foxes en su mesita de noche. Se inclinó para
recogerlo, lo dejó a un lado y tomó las vendas de su rostro.

Ella trabajó en silencio. No necesitaba hablar cuando su expresión decía lo suficiente. Cuando
terminó, comenzó a desenvolver las vendas del brazo derecho de Neil. Andrew se movió un poco
más cerca, ya que todavía no había visto los brazos descubiertos de Neil, pero Neil mantuvo sus
ojos en Abby. La pena y la indignación lucharon por dominar el rostro de Abby, pero se mordió la
lengua hasta que llegó a la mano de Neil.

Ella tragó saliva.

—Oh, Dios mío, Neil.

Neil finalmente se arriesgó a mirar su brazo. Su piel estaba cortada con líneas paralelas que estaban
negras por las costras sanguinolentas, pero no lo suficientemente profundas como para necesitar
puntos de sutura. Lola había llenado los espacios entre ellas con quemaduras superficiales, círculos
perfectos que iban desde su codo hasta una pulgada de su muñeca. Se había herido las muñecas por
las esposas de una manera que no se podía coser; la piel estaba tallada en una línea poco profunda a
lo largo de las cicatrices que Riko le había dado hace unos meses. Moretones oscuros formaban una
gruesa banda alrededor de su muñeca y se alargaban hasta su pulgar. Sus nudillos estaban tan
quemados que Neil tuvo que flexionar los dedos para asegurarse de que funcionaran.

Durante medio segundo estuvo de regreso en el auto con el cuchillo de Lola en su piel y sin ningún
sitio a donde ir, excepto a seis pies bajo tierra. Neil no supo qué sonido hizo, pero los dedos de
Andrew eran un peso repentino e implacable en la parte posterior de su cuello. Andrew lo empujó
hacia adelante y lo sostuvo hacia abajo. Neil trató de respirar, pero su pecho estaba tan apretado
como una goma elástica lista para romperse.

222
—Se acabó —dijo Abby mientras pasaba los dedos suavemente por su cabello—. Se acabó. Vas a
estar bien. Te tenemos.

Neil intentó respirar, inhalar y exhalar, pero era demasiado superficial para llegar a sus pulmones,
demasiado rápido como para hacerle algún bien. Flexionó los dedos otra vez, luego los apretó,
sabiendo que estaba abriendo las costras, sabiendo que estaba tirando de la carne quemada que
intentaba con todas sus fuerzas sanar, pero necesitaba saber que aún tenía el control. Necesitaba
saber que su padre y Riko habían perdido, que podía alejarse de esto y regresar a la cancha como
Neil Josten. Por un momento esa determinación fue suficiente para darle un poco de claridad, y Neil
estaba desesperadamente agradecido de no tener aliento para reírse. Sabía lo asustado que sonaría.

—Basta —dijo Andrew, como si realmente fuera así de simple.

No lo era, pero la enredada mezcla de enojo y exasperación de Neil fue suficiente para hacer que se
pusiera a hipar en medio de su jadeo. Eso interrumpió el ritmo frenético lo suficiente como para que
Neil pudiera respirar profundamente. Él inhalo una segunda vez tan profundo como pudo, luego una
tercera tan lentamente como pudo soportarlo. Su interior aún estaba temblando para su sexta
respiración, pero estaba lejos del acantilado y a salvo en sus manos, y a Neil no le importaba si se
sentía a dos segundos de volverse violentamente enfermo. Se quedó sin fuerzas y dejó que Andrew
lo levantara de nuevo. Mirarlo era más seguro que enfrentar el daño otra vez, por lo que Neil estudió
el perfil de Andrew y dejó que Abby trabajara.

Abby estaba a punto de terminar con su brazo izquierdo cuando Wymack regresó. Andrew tuvo que
levantarse para dejarlo entrar, pero regresó a su sitio. Wymack se paró entre las camas para
examinar el desastre. Su expresión era ilegible, pero sus ojos entrecerrados eran sombríos, y Neil
sabía cómo leer la ira en cada centímetro del cuerpo de un hombre mayor. Neil hizo otro puño, una
promesa silenciosa de que sus manos todavía estaban en buen estado. No hizo nada para aliviar la
tensión de los hombros de Wymack.

— ¿Estamos pasando la noche aquí? —preguntó Wymack.

—Odio Baltimore —dijo Neil— ¿Podemos irnos?

Wymack asintió y miró a Abby.

— ¿Cuánto tiempo necesitas?

—Diez minutos, tal vez —dijo Abby— Terminaremos para cuando todos estén listos y en el
autobús.

—Los reuniré —dijo Wymack— No te molestarán hasta que estemos de vuelta en el campus.

—Les prometí respuestas —dijo Neil.

—El autobús no está estructurado para una conversación como esta. Incluso dos en una fila estarían
demasiado separados para escucharte fácilmente. Los vestuarios tienen una mejor estructura. Toma
una siesta en el camino al estadio y lidia con ellos en un lugar familiar.

223
—La llave de mi habitación está en la mesilla —le dijo Abby a Wymack.

Wymack lo tomó, agarró su papeleo y se fue a buscar a los Foxes. Abby terminó de limpiar y volver
a vendar los brazos de Neil, y Neil y Andrew esperaron mientras ella empaquetaba su bolso. Neil se
tragó algunos analgésicos sin agua antes de darle su medicina para el viaje de regreso. El equipo no
había venido a Baltimore con mucho, solo lo que necesitaban para el partido en Nueva York, pero
Neil comprobó cada cajón para asegurarse de que nada era dejado atrás.

El autobús los estaba esperando abajo, con la puerta abierta y las luces encendidas.

Matt estaba colocando la última bolsa del equipo en el compartimiento de almacenamiento cuando
se acercaron.

—Dejé mi equipo de vestuario en Nueva York —dijo Neil.

—Andrew lo encontró mientras te estaba buscando —dijo Abby—. Tu maleta estaba cuatro puertas
lejos para cuando la policía resolvió la revuelta. Todo está un poco peor por el desgaste, pero al
menos todo está justificado.

Matt cerró las puertas de golpe, tiró de las manijas para asegurarse de que las cerraduras estuvieran
bien, y le dio a Neil una mirada.

—Oye —dijo—. El Entrenador nos hizo prometer que te dejaríamos en paz, pero, ¿Estás bien?

—No —dijo Neil—, pero creo que lo estaré.

Subió al autobús y encontró a los Foxes sentados uno en cada asiento. Por lo general, dejaban
espacio entre los estudiantes mayores y el grupo de Andrew, pero esa noche Nicky, Aaron y Kevin
se habían instalado directamente detrás de sus compañeros mayores. Neil habría tomado el cojín
detrás de Kevin, excepto que Andrew se dirigió a su asiento habitual en la parte trasera. Neil lo
siguió y se sentó frente a Andrew, dejando un espacio de dos asientos entre él y el resto de los
Foxes.

Sentirse cómodo fue casi imposible gracias a las heridas en su rostro. Tuvo que dormir de espaldas,
pero el asiento no era lo suficientemente largo para que estirarse por completo. Sus pensamientos lo
mantuvieron despierto la mayor parte de la noche, pero se las arregló para dormitar ocasionalmente.
Esos fragmentos de descanso robados hicieron casi más daño que bien, pero algo era mejor que
nada.

Neil sabía que se estaban acercando cuando Wymack aparcó el autobús frente a una estación de
servicio. Se necesitaron tres Foxes para llevar suficientes cafés para todos, y no se molestaron en
pasar los vasos. Un par de minutos más tarde, la Foxhole Court apareció a la vista de la ventana de
Neil. Verlo fue una sacudida de adrenalina muy necesaria. Neil pasó sus nudillos vendados a lo
largo de la fría ventana.

—Neil Josten —murmuró—. Número diez, ofensor titular, Foxhole Court.

224
Incluso si los Moriyamas rechazaban la tregua de Stuart y venían tras él, el proceso había
comenzado. Neil Josten estaba en el sistema para convertirse en una persona real. Él no moriría
como una mentira.

Wymack apagó el motor, y Neil se sentó cuidadosamente. Los Foxes se bajaron del autobús y
repartieron sus cosas. Neil buscó su bolso y lo encontró colgando sobre el hombro de Matt. Trató de
tomar una bandeja de café en su lugar, pero Dan les envió a sus manos envueltas una mirada
penetrante e ignoró su silenciosa oferta.

Entraron y se acomodaron en la sala. Dan, Renee y Allison repartieron las bebidas. Wymack había
llenado una bolsa de plástico con bocadillos, todo desde rosquillas con azúcar glas hasta papas
fritas, y la colocó sobre la mesa para que todos pudieran tomar algo. Nicky tomó una barra de
proteína de la mezcla y se la pasó a Neil. Neil trató de abrir la envoltura de aluminio y siseó a través
de sus dientes apretados por la quemadura en sus nudillos. Andrew le quitó la barra, la abrió
rápidamente y la dejo caer en las manos de Neil.

Kevin se inclinó para mirar más allá de Andrew hacia Neil. Habló en un francés bajo pero urgente y
dijo.

—Tenemos que hablar de esto.

—Vamos a hacerlo —dijo Neil.

—Esto —dijo Kevin, con énfasis, y tocó su tatuaje.

—No ahora —dijo Neil—. Luego.

—Neil.

—Dije que no.

Andrew no podía entenderlos, pero entendió el filo en la voz de Neil. Puso una mano sobre el
hombro de Kevin y lo empujó hacia atrás. Kevin abrió la boca para discutir, pero se contuvo.
Presionó una mano cuidadosamente en su moteada garganta y miró hacia otro lado. Wymack fue el
último en sentarse y, de repente, Neil volvió a ser el centro de atención.

Miró alrededor de la habitación y dijo con incertidumbre.

—No sé por dónde empezar.

— ¿Por el principio? —sugirió Dan.

Estaban menos interesados en su padre que en el propio Neil, y aún no necesitaban ni querían el
nivel de detalles que le había dado al FBI. Kevin había compartido parte de la verdad en el viaje de
Nueva York a Maryland, pero Neil no sabía todo lo que les había contado. Era probable que Neil
estuviera repitiendo uno o dos detalles, pero nadie lo detuvo.

225
Les dijo quiénes eran sus padres oficialmente y admitió que había jugado en la liga pequeña de Exy
durante un par de años bajo un nombre diferente y en una posición diferente. Les contó sobre la
abrupta decisión de su madre de huir, los terribles ocho años en la huida, y el enfrentamiento que
terminó con la muerte de su madre. Les contó cómo terminó en Millport y por qué intentó allí para
el equipo de Exy. Les dijo por qué había arriesgado todo para venir aquí, lo qué había significado
cuando descubrió quiénes eran los Moriyamas y cuántas veces había pensado en huir antes de llegar
a esta situación. Juró que no había sabido hasta el banquete de otoño quién era realmente su padre
para los Moriyamas y que incluso ahora, solo entendía vagamente la intrincada jerarquía entre las
ramas de los Moriyama y el círculo Wesninski.

Él sabía incluso menos cómo se suponía que su tío pertenecía allí. Les contó cómo había tenido la
intención de terminar el año, cómo había esperado al menos pasar el campeonato y tener una
revancha con Riko, pero cómo se había dado cuenta meses atrás que no volvería el año siguiente.
Era la respuesta que probablemente más se merecían, porque esa fatal decisión había coloreado
todas las demás interacciones con ellos y alimentado su determinación de no permitir que se
acercaran demasiado a él.

Lo escucharon todo sin interrumpir y se sentaron en silencio durante un largo tiempo. Las
eventuales preguntas fueron inevitables, y Neil respondió todo lo que le preguntaron. Al principio
parecieron por la honestidad, sin importar la historia que se les había contado, y se sentían animados
por sus respuestas sin vacilación. Renee no dijo nada hasta que la curiosidad de todos se calmó
temporalmente, y luego de alguna manera emitió un urgente sonido que casi parecía amable.

—Dijiste que tu tío está negociando una tregua con Kengo. ¿Qué pasa si no puede?

Neil no perdió el tiempo suavizando su respuesta.

—Se desharán de mí.

—No hablas en serio —dijo Matt, alarmado.

—Soy un cabo suelto —dijo Neil —lo suficientemente peligroso en un buen día e imperdonable
cuando Kengo se está muriendo. Los Moriyamas no pueden permitirse ningún error en su imperio
cuando están a punto de realizar un cambio de poder tan grande.

— ¿Cuándo lo sabrás? —preguntó Dan.

—El tío Stuart dijo que se pondría en contacto conmigo cuando terminara de arreglar las cosas.

—No te preocupes —dijo Nicky, con un intento fallido de alegría—. Andrew te protegerá.

Kevin lo miró horrorizado.

—Estos son los Moriyamas, Nicky. Esto no es Riko y el Maestro, este no es el padre de Neil.
Andrew no puede…

226
—Lo sé —interrumpió Nicky, irritado—Solo cállate.

Se sumieron en un incómodo silencio. Wymack los miró y luego dijo.

—Una cosa más: si la prensa no se han enterado todavía, es inevitable que lo hagan. Browning me
contó los pasos que estaban tomando para ocultar tu nombre, pero si alguien los siguió desde el
hospital hasta el hotel lo descubrirán. No importa que el autobús no estuviera en el lugar; si vieron a
alguno de nosotros cambiando de habitación, nos seguirían hasta ti. Que luzcas de esta manera —
señaló su propia cara —será toda la respuesta que necesitan. El FBI puede pedirles que tomen en
cuenta tu seguridad antes de comenzar a publicar artículos, pero desde que rechazaste su protección
no saben cuánto peso tendrán sus palabras. Resuelve tan pronto como puedas hasta qué punto los
dejarás empujar y hasta dónde quieres que tracemos la línea.

—En general es mejor darles las respuestas que quieren —dijo Allison—. Si satisfaces su
curiosidad, no tendrán que recurrir a métodos más contundentes. Además, la prensa sirve a la
influenciable mente del público. No pueden enfocarse en ti por mucho tiempo. Algo más los
distraerá.

—El público general, tal vez —dijo Dan —pero los fanáticos de Exy lo recordarán mucho después
de que todos hayan seguido adelante. Lo llevarán a los otros equipos y les permitirán decir lo que
quieran de ti. Va a ser nuestro primer año de nuevo, pero peor.

—A menos que encontremos algo que quieren más que una parte de mí —dijo Neil.

— ¿Cómo qué? —Preguntó Matt—. Es una historia difícil de superar.

Neil se inclinó hacia delante y le dio una mirada a Kevin. Él respondió en francés.

—No les importará ni un poco mi padre cuando descubran quién es el tuyo. Siempre serás una
noticia más importante que yo para ellos.

La boca de Kevin se redujo a una línea de desaprobación

—No es el momento.

—Haz que lo sea. Necesito tu ayuda, y deberías habérselo dicho hace años—lo acusó Neil. Cuando
Kevin no respondió, Neil lo interpretó como el renuente acuerdo que quería. Se enderezó y volvió al
inglés— Vamos a dividir su atención entre nosotros. Kevin va a decir quién es su padre.

—Espera, ¿Sabes quién es él? —Nicky le preguntó a Kevin, sorprendido.

—Lo averigüe —dijo Kevin, un filo en sus palabras—Mi madre le escribió al maestro cuando
descubrió que estaba embarazada. Saqué la carta de su casa y la oculté en el estadio hace unos años.

—Y yo la tomé de Evermore —dijo Neil. Se encogió de hombros ante la mirada de sorpresa que
Kevin le lanzó— Jean me mostró dónde estaba. Lo robé para que hicieras algo al respecto.

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—Entonces, ¿Quién es? —preguntó Dan.

—Lo contactaré antes de contarle a alguien más —dijo Kevin— Merece una advertencia.

Renee miró a Neil y dijo.

— ¿Qué necesitas de nosotros, Neil?

No le tomó mucho pensarlo.

—Todo lo que necesitaba, ya me lo dieron. Me dejaron quedarme.

La sonrisa de Renee fue lenta y dulce. Dan se levantó y cruzó la habitación para darle a Neil un
cuidadoso abrazo. Ella no lo abrazó como Abby lo hizo: como si pensara que él podría derrumbarse
sin su apoyo. Había una ferocidad silenciosa en sus dedos mientras lo tomaba de los brazos y él
podía sentir la tensión en su cuerpo donde ella se apoyaba contra él. Esto no era consuelo; era algo
protector y desafiante. Ella lo estaba reclamando como parte de su equipo. De alguna manera, fue
suficiente para aliviar el estrés del último día. Esa paz tan necesaria solo hizo que Neil se diera
cuenta de lo exhausto que todavía estaba, y apenas logró sofocar un bostezo.

Dan lo soltó y retrocedió un paso cuando Neil finalmente se relajó.

—Vamos. Ha sido un día largo y estoy lista para que termine. Vamos a dormir y descubramos en la
mañana qué hacer a partir de ahora. Tal vez podemos desayunar juntos o algo así. ¿De acuerdo?

—Está bien —coincidió Neil, y los Foxes se pusieron de pie.

Abby le entregó su medicina.

—Déjame checarte de nuevo mañana, pero ten cuidado cuando te bañes, ¿Sí? Envuelve tus brazos si
puedes. Si el jabón toca en esas quemaduras, te dolerá.

Neil asintió, miró a Wymack por última vez y siguió a sus compañeros de equipo. Sus autos todavía
estaban en el estacionamiento donde los habían dejado hace un par de días. Andrew abrió la
cerradura de su auto y Nicky abrió la puerta del copiloto para Neil. Éste subió y no se molestó en
luchar con el cinturón. Tan pronto como sus extremidades estuvieron fuera del camino, Nicky cerró
la puerta y entró. Los mayores se amontonaron en la camioneta de Matt y éste se retiró detrás de
Andrew.

Era la mitad de la noche, pero por lo general todavía sucedía algo en el campus. El campus estaba
muerto y le tomó a Neil un momento recordar que eran en las vacaciones de primavera. La
comprensión fue seguida rápidamente por un parpadeo de culpa; los otros habían planeado volar el
domingo por la mañana. Habían perdido sus vuelos por quedarse en Baltimore con él. Le preguntó a
Dan sobre eso cuando volvieron a encontrarse en la Torre Fox, pero ella lo rechazó como si fuera
algo sin importancia.

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Nadie habló de eso, pero de alguna manera todos terminaron en la habitación de Neil y Matt. Éste y
Aaron apartaron el sofá del camino, y las chicas aparecieron un minuto después con mantas. La sala
de estar no estaba destinada para que nueve cuerpos durmieran, pero de alguna manera hicieron que
funcionara. Los Foxes iban y venían mientras agarraban almohadas y se ponían el pijama. Por un
momento, sin embargo, Neil y Matt estuvieron solos. Matt apretó con cuidado el hombro de Neil.

—Las cosas podrían haber ido mucho peor —dijo en voz baja Matt—. Me alegra que no fuera así.
Si quieres algo o necesitas algo, háznoslo saber, ¿De acuerdo?

—Está bien —dijo Neil.

—Lo digo en serio —enfatizó Matt.

—Lo sé —dijo Neil—. Ya no volveré a mentirte, Matt. Lo prometo.

Matt suspiró, pero parecía más cansado que escéptico.

—Ojalá no se hubiera necesitado todo esto para conseguirlo, pero creo que lo entiendo. Muchas
cosas sobre ti tienen sentido ahora, en realidad. Con una notable excepción—agregó Matt secamente
—pero voy a dejar que Allison maneje esa conversación. Ella me matará si le quito el mérito.

—Genial —dijo Neil. Matt sonrió ante su tono poco entusiasta. Neil pensó que tal vez era mejor no
saberlo, pero preguntó— ¿Eso significa que apostaste en contra?

—Aposté por ti y contra él —se explicó Matt, y se encogió de hombros ante la mirada de sorpresa
de Neil—. Soy tu compañero de cuarto. Nunca hablaste sobre chicas, incluso cuando Seth y yo nos
poníamos a hablar sin parar. Lo noté, pero pensé que dirías algo si quisieras que lo supiéramos. Solo
para que lo sepas, a mí no me importa de ninguna manera —aclaró— excepto que hubiera juzgado
seriamente tu gusto hace un par de días.

Neil supuso que la actuación territorial de Andrew en Baltimore tuvo mucho que ver con su cambio
de opinión.

— ¿De verdad ahorcó a Kevin?

—Nos tomó a tres de nosotros quitárselo de encima —dijo Matt.

Neil no sabía qué decir sobre eso. Matt le dio un minuto, luego palmeó su hombro y fue a
cambiarse. Neil pensó en desnudarse, decidió que tomaría demasiado esfuerzo y se sentó sobre sus
mantas para esperar al resto de los Foxes. Terminó en el centro del cuarto, con Andrew a un lado y
Matt al otro lado. Sus pensamientos deberían haberlo mantenido despierto toda la noche, pero con
sus amigos tan cerca Neil no podía preocuparse por nada. Neil estudió la cara de Andrew hasta que
ya no pudo mantener sus ojos abiertos.

Soñó con enfrentar a su padre en una cancha de Exy, y en su sueño, los Foxes ganaron.

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Capítulo 15

Los planes para desayunar el lunes se pospusieron para un almuerzo debido a lo tarde que se
despertaron. Los comedores permanecían cerrados durante las vacaciones de primavera, pero había
un restaurante a diez minutos en la carretera que servía desayunos durante todo el día. Los Foxes se
dispersaron para prepararse, llevándose las mantas y almohadas fuera de la habitación. Kevin fue el
único que se quedó atrás. Neil sabía por qué, pero todavía estaba demasiado cansado para esta
conversación. Luchó por ponerse de pie y siguió a Matt a la cocina con su bolsa de medicina.
Estarían comiendo en una hora, pero aparentemente era demasiado tiempo para esperar por café.
Matt enjuagó la olla en el fregadero y comenzó a llenarla.

Neil levantó una taza del armario y sacó su medicina de la bolsa. Entonces se detuvo, porque lo
único que pudo hacer fue imaginarse cuánto le lastimaría los dedos el desenroscar la tapa de
seguridad para niños. Buscó algo para hacerlo más fácil y vio a Kevin esperando en la puerta.

Kevin miró de Neil a Matt y habló en francés.

—Cuando Riko descubra lo que tu padre te hizo en la cara, tomará represalias.

A estas alturas, Matt se había acostumbrado a que farfullaran en idiomas extranjeros a su alrededor.
No dio señales de que los escuchara o le importara lo que estaban diciendo, pero sacó los granos de
café y filtros del armario. Neil luchó consigo mismo, su corazón latiendo apresuradamente con
nervios injustificados. Estudió el perfil de Matt hasta que éste cortó el molinillo, luego miró hacia
Kevin.

— Sin embargo, ¿Puede hacer algo al respecto? —preguntó Neil en inglés.

Matt se congeló con el filtro hasta la mitad de la cafetera. En la entrada, Kevin se tensó en
incomprensión o desaprobación. Neil sintió los ojos de Matt sobre él, pero no le devolvió la mirada.
Anoche había dicho que había terminado de mentirle a Matt. No podía esperar que Matt le creyera
si hablaba detrás de su espalda hoy. Los estudiantes mayores ya sabían toda la historia ahora, de
todos modos, así que no había ninguna razón para ocultar esta inevitable complicación.

—Ahora Kengo sabe que mi padre está muerto y que estoy vivo. Peor aún, él sabe que el FBI ya ha
hablado conmigo. Tiene que tomar una decisión sobre mí de una forma u otra, ¿Riko se arriesgará a
hacer el primer movimiento?

Kevin le dio una fría mirada a Matt, pero obedientemente cambió la conversación al inglés.

—Tocaron lo que nunca deberían haber tocado. Al borrar tu tatuaje, lo han hecho a un lado como si
fuera insignificante. Riko no lo tolerará. — Kevin levantó su mano izquierda como un excelente

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ejemplo del violento complejo de inferioridad de Riko— Si cree que puede escabullirse de su padre
para atraparte, lo hará.

—Que lo intente —dijo Neil—. Él sabe dónde puede encontrarme.

—Tu falsa bravuconería no ayuda a nadie.

—Tampoco tu cobardía —señaló Neil—. Solo le temía a Riko porque él sabía quién era, ¿Qué
puede tener contra mí ahora que todo el mundo sabe la verdad? —Neil le dio a Kevin un momento
para digerirlo y luego dijo—: Andrew dice que los Ravens tienen que dejar que esta disputa siga su
curso esta primavera, por lo que Riko ni siquiera puede atacar al resto de ustedes. Podrían patear y
hacer un poco de escándalo, pero están a salvo de ellos por ahora.

— ¿Tú le crees? —preguntó Matt.

Neil se encogió de hombros.

—Tetsuji calmó a sus locos fanáticos diciendo que los Ravens se encargarían de nosotros en la
cancha. Él tiene que cumplir, así que sí, le creo a Andrew. Pero oye, dado que las manos de Riko
están atadas —dijo Neil, mirando a Kevin —ahora el momento perfecto para quitártelo de la cara.

Kevin tardó un momento en captarlo y se sacudió como si lo hubieran golpeado.

—No bromees así.

—No estoy bromeando. Allison dijo que me prestaría dinero para quitarme el mío. Tal vez ella haga
lo mismo por ti ahora que ya no necesito su ayuda.

—No hay dudas —dijo Matt— A ella le encanta un buen escándalo.

—Detente —dijo Kevin— Cállate.

—Se supone que ya terminaste de ser el segundo mejor —dijo Neil— Pruébalo.

Kevin le hizo un gesto cortante y se fue. No se molestó en cerrar la puerta detrás de él, y Neil
entendió cuando Andrew entró un segundo después. Éste tenía rollo de cinta y unas bolsas de basura
con él y pasó la cocina para sentarse sobre las mantas de Neil. Éste cerró la puerta de la habitación y
se unió a él en el living. Andrew esperó a que estuviera sentado antes de alzar la parte inferior de la
sudadera de Neil. La levantó un par de centímetros, luego revisó otro sitio, y finalmente metió su
mano por debajo del borde.

—No tengo una remera abajo— le aclaró Neil.

Andrew aceptó eso en silencio y se acomodó para esperar. Neil deslizó su mirada hacia las bolsas y
la cinta, pero Andrew miró a la nada y lo ignoró. Matt terminó de preparar todo en la cocina y pasó
por su lado. Cuando la puerta del baño estuvo cerrada de él y la ducha estuvo encendida, Andrew se
inclinó sobre la sudadera de Neil. Éste intentó no hacer una mueca en su intento de desabotonarla.

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Logró sacársela hasta la altura de los hombros antes de tener que parar para respirar y descansar sus
manos adoloridas. Andrew le dio solo un segundo antes de quitarle las mangas una a la vez.

Éste puso una bolsa de basura por encima de su brazo, arrancó el exceso, y puso cinta en los bordes
destrozados contra los bíceps de Neil. Le dio un tirón a ambas bolsas en busca de algún punto débil
y agregó otra capa de cinta por las dudas. Cuando los brazos de Neil estuvieron bien cubiertos,
Andrew se dirigió hacia su rostro. Levantó uno de los pedazos de plástico que había arrancado, lo
dobló una y otra vez y lo pegó con cinta sobre una de las mejillas de Neil como si fuera una venda
negra y brillante. Éste estaba seguro de que tenía más cinta que plástico en el rostro, pero no iba a
hacer un comentario sobre ello. Andrew se ocupó de su otra mejilla e inspeccionó su trabajo
manual. Neil supuso que estaba satisfecho con el resultado final porque Andrew dejó las tijeras y la
cinta a un lado. Éste quitó la manta que se encontraba debajo de ellos y la colocó sobre los hombros
de Neil como si fuera una capa. Neil intentó unir los bordes sobre su pecho pero no pudo sujetarlos
bien con las bolsas en sus manos. Andrew lo observó intentarlo dos veces, entonces apartó sus
manos y lo hizo por él. Entonces no hubo nada más que hacer más que esperar a que Matt terminara.
Cuando lo hizo, éste fue del baño a la habitación sin detenerse y se vistió en un tiempo record. En
vez de volver al baño para arreglar su cabello en sus usuales puntas llenas de gel, llevó todos sus
elementos al living y los miró. Neil le devolvió la mirada, pero Andrew no reconoció su presencia.

—Voy a ver si Dan necesita ayuda para reprogramar su vuelo— le avisó Matt— Ve cuando estés
listo.

—Okay— contestó Neil.

Andrew se levantó y siguió a Matt hacia la puerta. Neil asumió que se estaba yendo para ducharse
por su cuenta así que se levantó y se dirigió hacia el baño. Dejó que la manta caer cuando escuchó la
puerta cerrarse, pero el siguiente click de la cerradura sonó desde adentro. Neil miró hacia atrás,
curioso, pero Andrew no se encontraba a la vista.

Neil alcanzó la luz del baño. La bolsa alrededor de su mano se pegó contra las húmedas baldosas de
la pared. Neil miró hacia la ducha y se preguntó si podía simplemente saltearla. Las bolsas
protegerían sus heridas y vendajes pero también harían el proceso cien veces más difícil. Sin
embargo, no duchaba desde el viernes por la noche, así que no tenía mucha elección al respecto.

Los pies descalzos de Andrew fueron silenciosos contra la alfombra, pero Neil vio un borrón de
colores contra el empañado espejo y se volteó. Andrew estudió su pecho con una mirada aburrida,
pero los dedos que presionó contra las cicatrices de Neil fueron un pesado y prolongado peso. Neil
esperó para ver si tenía algo que decir, pero Andrew no había hablado con nadie desde que habían
salido del hotel en Baltimore. Neil dudaba que los otros lo notaran, ya que Andrew casi no hablaba
incluso con Kevin o Nicky ahora que estaba sobrio, pero él no estaba acostumbrado al silencioso
trato.

—Hey— dijo Neil, solo para que Andrew lo mirara.

Neil se inclinó para besarlo, necesitando saber si Andrew se apartaría o lo empujaría hacia atrás. En
vez de eso Andrew abrió la boca hacia Neil sin dudarlo y deslizó su mano hacia arriba por el pecho
de Neil hacia su garganta. Besarlo hacía que sus mejillas heridas dolieran pero Neil peleó para

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ignorar ese repentino dolor. Tan solo habían pasado un par de días desde esos besos en el bus pero
ahora se sentían como una eternidad.

Neil recordaba demasiado bien lo cómo se sintió al decir adiós. Recordaba cómo se sintió decir hola
de nuevo. Una pizca del pánico y del estrés del viernes pinchó su pecho, lo suficientemente caliente
como para quemar el aire de sus pulmones. Ya no sabía lo que era esta cosa entre ellos. No sabía lo
que quería o lo que necesitaba que fuera. Solo sabía que debía aferrarse por el tiempo que pudiera.

—Eres un desastre— dijo Andrew contra los labios de Neil.

— ¿Qué hay de nuevo?

Andrew lo hizo retroceder y apartó a Neil. Prendió la ducha y sostuvo su mano bajo el agua para
chequear la temperatura. Neil se paró en el borde de sus pantalones para hacer que se bajaran, pero
Andrew hizo casi todo el trabajo desnudándolo. Era extraño estar desnudo frente a alguien más, sus
cicatrices y sus moretones completamente a la vista, pero la incomodidad en el estómago de Neil se
calmó gracias a la forma desapegada con la que Andrew manejó el asunto. Neil se metió en la
ducha, tensándose en preparación para el dolor, y se alivió cuando las bolsas de sus brazos y su cara
aguantaron. Bajó su cabeza y dejó que el agua se golpeara contra su ella. Eso le dio una excusa para
cerrar los ojos y encontrar su estabilidad mental.

Una mano en su cabello lo apartó de sus pensamientos y abrió los ojos para ver a Andrew parado
frente a él. Éste no se molestó en desvestirse a excepción de sus bandas y sus zapatillas. El agua
aplastaba su camiseta negra contra él, y pequeños ríos de agua corrían hacia abajo a través de sus
sienes y sobre sus mejillas para gotear fuera de su barbilla. Neil intentó alcanzar su rostro, recordó
las bolsas justo a tiempo, y frunció un poco el ceño, fastidiado. Andrew apartó sus manos y cerró la
cortina del baño.

Éste lavó el cabello de Neil con eficiencia, no amablemente, pero para el momento en el que se
movió hacia el cuerpo de Neil hubo más besos que limpieza. En un momento Andrew cometió el
error de voltear el rostro, así que Neil siguió el agua hacia abajo por el costado de su cuello. Los
dedos de Andrew se aferraron con fuerza a los costados de Neil a medida que un escalofrío rompía
la máscara de Andrew. Éste intentó recuperarse con un aplastado:

—Tu fetiche del cuello no es atractivo.

—Te gusta— contestó Neil, sin disculparse— Me gusta que te guste.

Lo mordió para probar su punto y Andrew giró su cabeza hacia él con un silbido agudo. Neil sonrió
donde Andrew no pudo verlo. Quizás Andrew sintió el movimiento de sus labios contra su sensible
piel, porque enredó sus dedos en el cabello de Neil y apartó su cabeza. Andrew puso una mano
sobre el abdomen de Neil y lo empujó, haciéndolo retroceder hasta que estuvo fuera del spray de la
ducha y presionado contra el resbaladizo y frío azulejo.

Andrew mordió la pregunta contra la esquina de la mandíbula de Neil:

—¿Si o no?

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—Siempre es sí contigo.

—Excepto cuando es no. — Contestó Andrew.

Neil puso un dedo envuelto en plástico contra la mandíbula de Andrew, guiando su cabeza hacia
arriba por otro beso.

—Si debes seguir preguntando porque…Lo responderé tantas veces como me preguntes. Pero
siempre será sí.

—No me digas “siempre”.

—No preguntes por la verdad si solo vas a diluirla.

Andrew puso su mano sobre la boca de Neil y la mantuvo allí hasta que tuvo que arrodillarse, lo
cual significó no poder sostenerla allí. Andrew dejó un beso en la cadera de Neil antes de tragarlo
por completo. Neil sujetó el cabello de Andrew, pero sus manos envueltas en plástico hicieron
difícil sujetarse bien. En vez de eso escarbó la pared, pero estaba demasiado resbalosa para ofrecerle
mucho apoyo. Andrew lo aprisionó contra la pared con una mano en su cadera, lo cual ayudó, pero
Neil todavía se sentía como si se estuviera cayendo. Se cayó luego, aunque fue una caída controlada
hacia abajo contra la pared, jadeando en busca de aire y mareado por la necesidad satisfecha.

— ¿Quieres que…?— comenzó, su voz rasgada.

Andrew lo besó para callarlo. Neil hizo una mueca pequeña ante el sabor en la lengua de Andrew
pero estaba feliz de poder quitárselo. Andrew se sostuvo con su antebrazo contra la pared,
manteniendo un par de cómodos centímetros entre sus cuerpos. Neil lo dejó conservar ese espacio
pero cruzó sus adoloridos brazos detrás de la cabeza de Andrew para mantenerlo cerca. Neil no notó
la ausencia de la otra mano de Andrew hasta que su respiración de éste se entrecortó contra sus
labios. Lo confundió por un momento, hasta el punto de que casi fue lo suficientemente estúpido
como para alejarse y mirar hacia abajo.

Habían pasado semanas desde que besar a Andrew se había convertido en algo regular, pero cada
noche terminaba de la misma forma: Andrew haciendo que Neil acabara y enviándolo hacia otra
parte. Ni siquiera se desabotonaba los pantalones cuando Neil se encontraba cerca. Él no sabía si
esta ruptura en la rutina era una avara muestra de confianza o su determinación de no dejar a Neil
fuera de su vista de nuevo. A Neil no le importaba mientras Andrew se quedara. Neil murmuró algo
contra la boca de Andrew que pudo ser aprobación, pudo ser aliento, y obtuvo un débil gruñido en
respuesta.

Andrew no estaba divertido por el apoyo de Neil, pero tampoco estaba lo suficientemente fastidiado
como para apartarlo. Neil se mantuvo aferrado con fuerza hasta que Andrew finalmente se quedó
quieto. A éste le tomó un par de segundos recuperar el aliento, entonces empujó la pared hasta que
Neil bajó sus brazos obedientemente y lo soltó.

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Andrew dejó caer su mano bajo el spray de la ducha antes de levantarse y ayudar a Neil a
levantarse. Neil salió de la ducha, llenando todo de agua, y enredó la toalla alrededor de su cintura.
Andrew se inclinó fuera de la ducha para abrirle la puerta, y la cerró cuando Neil salió. Éste se
quedó quieto el tiempo suficiente como para escuchar el slap de la ropa empapada de Andrew
contra el suelo, luego fue a la habitación para secarse al aire. Solo había comprado una toalla
cuando se mudó al campus el verano pasado, pero Matt tenía unas toallas extras gracias al día de
limpieza y las pijamadas ocasionales de Dan. Neil sacó una toalla limpia del estante del armario de
Matt y la colgó sobre el pomo de la puerta del baño para Andrew.

Todavía estaba mojado cuando Andrew apareció, y se encogió de hombros ante la mirada que éste
le dio. Andrew lo secó, cuidadoso alrededor de sus heridas y demasiado vigoroso en los otros sitios,
luego le quitó las bolsas de la cara y los brazos. Andrew deslizó un dedo considerado a través de los
vendajes del brazo izquierdo de Neil antes de ayudarlo a ponerle la ropa más holgada que poseía.
Hacía el frío suficiente como para usar mangas largas, pero no lo haría por mucho más tiempo. Esas
heridas se cicatrizarían donde todos pudieran verlas. Estar lleno de cicatrices era mejor que estar
muerto, así que Neil supuso que se acostumbraría a las miradas eventualmente.

Neil le prestó ropa a Andrew para que no tuviera que volver a su habitación en una toalla pero no se
quedó para verlo vestirse. En vez de eso se dirigió hacia la cocina para buscar su medicina y llenó
tres tazas con café. Andrew apareció cuando Neil estaba apagando la pava y clamó una de las tazas.
Neil tomó las otras dos y sus pastillas pero dudó junto a la puerta de la suite.

—No tengo mis llaves— dijo. Las había puesto en su bolso de viaje antes ir a Nueva York, pero
Neil no había tocado su equipo desde ese entonces. Él sabía que Matt había cargado su bolso dentro
del estadio en su lugar, pero no se había molestado en desempacar luego de su historia de ayer. Neil
no podía creer que se había olvidado de revisar sus cosas. No sabía si alegárselo a su cansancio o el
trauma de salir con vida. Quizás podría echarle la culpa a Renee y Dan, cuyos gestos al final de esa
dolorosa conversación lo hicieron sentir demasiado a salvo como para preocuparse por algo más.

Andrew se volteó sin hacer comentarios y sacó las llaves de Matt del cajón de su escritorio. Solo
después de que volviera al lado de Neil éste recordó que Matt las había dejado allí anoche luego de
cambiarse. Neil envidió la perfecta memoria de Andrew solo por un momento; Andrew ya le había
dicho que casi todos los recuerdos de su infancia eran desagradables. Neil no tenía muchos buenos
recuerdos, pero al menos se había olvidado de algunas de sus tragedias e injusticias más antiguas.
No podía imaginar lo que debía ser recordar cada golpe e insulto.

Consideró preguntarle a Andrew si poseía algún buen recuerdo en absoluto, pero entonces debería
preguntar qué tipo de cosas consideraba “buenas” alguien tan triste. En vez de eso dijo:

—Nuestro juego ha terminado, ¿Verdad?

—Todavía es mi turno— contestó Andrew.

—Pero, ¿Luego de eso? — Preguntó Neil— Ya no tengo secretos que intercambiar.

—Inventarás algo más.

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— ¿Qué tomarías?

— ¿Qué me darías?

—No hagas preguntas de las cuales ya sabes la respuesta— contesto Neil. Andrew le dio una mirada
aburrida, nada impresionado por tener sus propias palabras echadas en cara. Neil inclinó un hombro
contra la puerta antes de que Andrew pusiera abrirla y dijo:

—Sin embargo, creo que debería tener algunos turnos extra, considerando que tuviste todas mis
respuestas de forma gratuita.

—Las diste voluntariamente— replicó Andrew.

—Las circunstancias me obligaron a hacerlo.

Andrew lo observó de vuelta en silencio. Neil se negaba a aceptarlo o moverse, contento con jugar
al juego de la espera. Le tomó un par de minutos, pero Andrew finalmente levantó un dedo y dijo:

—Una pregunta gratis.

— ¿Una? — Repitió Neil— Cuantas menos me des, más odiarás lo que pregunte.

—De todas formas odio todo sobre ti— replicó Andrew—No me daré cuenta.

Neil se movió para alejarse de la puerta.

—Te haré saber cuándo se me ocurra algo.

Andrew abrió la puerta y la cerró detrás de ellos. Neil levantó su dedo meñique de la taza y dejó que
Andrew colgara su llavero sobre este. Neil fue a la siguiente puerta, pero Andrew continuó por el
pasillo hacia su propia habitación. Neil no tenía mano libre para tocar, por lo que le dio a la puerta
una ligera patada. Le llevó tres intentos que alguien dentro lo oyera o se diera cuenta de que alguien
estaba pidiendo que lo dejaran entrar. Cuando Matt abrió la puerta, Neil sostuvo una de las tazas.

—Olvidaste esto.

—Oh gracias —Matt la tomó y se hizo a un lado para dejarlo entrar.

Dan y Renee ya estaban duchadas y vestidas. El cojín vacío del sofá entre ellos sin duda había sido
el lugar de Matt, pero Dan hizo un gesto para que Neil se sentara. Matt se sentó en el brazo del sofá
a la izquierda de Dan y colocó un brazo sobre su hombro.

Ella entrelazó sus dedos con los suyos y estudió las vendas de Neil. Neil la dejó mirar y esperó a ver
si había surgido alguna nueva pregunta de la noche a la mañana. Sin embargo, todo lo que se le
ocurrió fue:

— ¿Cómo te sientes?

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—No lo sé —dijo Neil. Pensó que debería estar un poco preocupado de no haber tenido noticias de
Stuart, pero no se le ocurrió ninguna preocupación. Los Foxes se habían enfrentado a sus secretos y
solo lo habían sostenido con más fuerza que antes.

¿Cómo podía temer algo con todos ellos a su espalda? ¿De qué podía arrepentirse cuando todavía
sentía los besos de Andrew en su boca?

— En este momento estoy bien, creo.

El sonido amortiguado de un secador de pelo decía que Allison había terminado con su ducha y con
el lento proceso de arreglarse para su día. La esperaron en un cómodo silencio. El café de Neil había
desaparecido hacía tiempo y la taza estaba fría cuando Allison apareció. No importaba que fuera en
las vacaciones de primavera o que salieran a comer huevos; Allison estaba vestida impecable como
de costumbre y dejó un rastro de perfume en su camino desde el baño hasta el estudio. Ella rodeó el
sofá para mirar a Neil, con las manos en las caderas y sus tacones haciendo clic ociosamente contra
el suelo.

— ¿Ya salió? —preguntó.

—No he visto las noticias todavía —dijo Neil.

Miró sobre su hombro como si estuviera considerando encender el televisor, pero Dan se puso de
pie y dijo.

—Me muero de hambre. Vámonos.

Recogieron al grupo de Andrew de la puerta de al lado. Neil no se perdió las miradas que los
alumnos de último año le enviaron cuando vieron lo que Andrew estaba usando, pero estaba más
interesado en las reacciones de los primos. Los hombros de Nicky estaban tensos y había un notable
espacio entre él y Andrew. Neil supuso que Nicky se había salido con la suya y había dicho algo
acerca sobre Andrew se duchándose en la habitación de Neil. Esa falta de filtro que poseía entre su
boca y su cerebro sería la causa de su muerte uno de estos días. Aaron estaba parado aún más atrás
con sus brazos cruzados sobre su pecho y sus ojos en Neil. Neil esperaba ver censura o disgusto en
su expresión, teniendo en cuenta el dolor de cabeza que Aaron le daba a Nicky por su sexualidad,
pero la mirada de Aaron era pesada e ilegible.

Matt ofreció llevar a todos en su camioneta y luego se retractó inmediatamente cuando recordó que
Neil no podía ni trepar a la cama. Neil se sentó en el asiento del pasajero del auto de Andrew,
silenciosamente relegando a Kevin al asiento trasero con Nicky y Aaron, y observó el campus vacío
pasar por su ventana. Nicky estuvo callado la mayor parte del viaje, pero se recuperó antes de llegar
al estacionamiento. Afortunadamente, fue lo suficientemente inteligente como para no hablar de
temas personales y, en cambio, divagó sobre su récord personal de panqueques comidos.

El almuerzo fue un evento bullicioso. Los Foxes estaban reunidos de la única manera en que sabían
cómo hacerlo: siguiendo como si el fin de semana no hubiera sucedido. Estarían allí para Neil si
necesitaba algo de ellos, pero ya no iban a entrometerse y no perderían el tiempo rememorando los

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casi accidentes y los asuntos traumáticos. El único momento incómodo fue cuando la camarera,
tratando de hacer una pequeña charla, le preguntó a Neil sobre sus vendajes.

—Andar en patineta —dijo Matt al mismo tiempo que Dan dijo:

—Cayó en un tanque de pirañas.

Allison hizo un ademán con gesto de un aburrido despido cuando la camarera les lanzó una mirada
desconcertada y dijo, en tono de complicidad.

—Mala ruptura.

—Fin de semana difícil —dedujo la camarera, y siguió su camino.

Dan siguió justo donde lo habían dejado: averiguar cómo reorganizar sus planes de vacaciones de
primavera. La reprogramación de sus vuelos era factible, aunque un poco costosa, pero Dan ya no
estaba interesada en regresar al norte. Ella no dijo que no quería dejar a Neil fuera de su vista, pero
lo aludió tan neciamente que Neil supo a qué se refería. Ella no creía que hubiera algo que valiera la
pena hacer en el campus esta semana, con todo cerrado por el descanso, y buscaba ideas de los
demás.

— ¿Tenías planes de hacer algo? —Matt le preguntó a Neil finalmente— Además de lo obvio,
quiero decir.

Neil no estaba seguro si Matt se refería a Exy o a Andrew. No intentó adivinarlo, pero dijo:

—Iba a hacer un viaje por carretera —A juzgar por la expresión de sus caras, era lo último que
esperaban de él. Neil se encogió de hombros, incómodo y dijo—Mamá y yo siempre viajamos para
sobrevivir. Nunca he ido a ningún lado solo por hacerlo. Quería saber cómo era.

— ¿Nunca te has tomado unas vacaciones? —preguntó Dan, luego hizo una mueca de dolor,
sorprendida, y agregó— Tacha eso. Olvida que lo dije.

— ¿A dónde quieres ir? —preguntó Renee.

—No lo sé —admitió Neil—. No he mirado nada todavía.

Allison puso unas uñas esculpidas contra sus labios pensativamente, y luego le hizo una seña a
Matt.

— ¿Un centro turístico?

—No parece ser su tipo de cosa —dijo Matt —y es demasiado pronto para ir a la playa, ¿Una
cabaña?

Allison parecía dispuesta a discutir, pero lo pensó mejor

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— ¿Blue Ridge?

—No lo he estado allí todavía —contestó Matt —pero he oído que son geniales.

— ¿Neil? —lo llamó Allison.

— ¿Qué? —preguntó Neil, perdido.

— ¿Sí o no? —repitió Allison, como si no pudiera creer que no estuviera entendiendo— Vamos a ir
a las montañas durante la semana.

—Vamos —repitió Kevin. Cuando Matt hizo un movimiento con el dedo para indicar a todos,
Kevin hizo un gesto cortante— No. Independientemente de lo que sucedió este fin de semana,
todavía estamos en el medio de los campeonatos de primavera. Necesitamos…

Kevin dejo de hablar bruscamente y miró hacia abajo. Neil no podía ver lo que estaba mirando, pero
podía adivinarlo. Una de las manos de Andrew estaba fuera de la vista debajo de la mesa y su
cuchillo ya no estaba al lado de su plato. La barbilla de Andrew estaba acunada en su otra mano
mientras miraba a través de la habitación a nada en particular.

Kevin miró fijamente la parte superior de la cabeza de Andrew como si estuviera considerando
delatarlo. Al final solo frunció el ceño y lo dejó pasar. Neil no sabía qué lo había convencido: los
moretones oscuros que todavía le rodeaban la garganta o los gestos desesperados que Nicky estaba
haciendo al otro lado de él.

—Entonces… —dijo Allison deliberadamente.

—Es algo de tarde para reservar, ¿No? —preguntó Dan.

—Es Marzo —dijo Allison, como si lo explicara todo. Sacó su brillante teléfono de su bolso y
apuntó a Neil. Era la última oportunidad para rechazar su oferta, adivinó, porque un segundo
después asintió y apretó un par de botones—. Haré que Sarah nos encuentre algo, ¿Sarah? — Dijo
en su teléfono antes de que Neil pudiera preguntar—Necesito algo en Blue Ridge para nueve
personas. Si es posible con cinco habitaciones o más. Sí, desde esta noche hasta el domingo por la
mañana. Sí, esperaré.

Ella colgó y dejó su teléfono a un lado.

— ¿Sarah? —preguntó Nicky.

—La agente de viajes de mis padres —dijo Allison. Nicky le dio una mirada extraña, y Allison
pareció casi ofendida—. No crees que reservo mi propio viaje, ¿verdad? ¿Quién tiene tiempo para
eso?

—Todos los demás en el mundo real —dijo Dan secamente.

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—Estoy sorprendido de que tu padre te dejara quedártela cuando te desheredó —dijo Nicky. Era un
rudo recordatorio de que Allison había perdido la mayor parte de su herencia al abandonar los
sueños de sus padres para ella. Incluso Nicky sabía lo mal que sonó, a juzgar por su
estremecimiento—. Uh, eso salió mal. Solo quería decir…

—Sé lo que querías decir —dijo Allison, un poco fría—. Él no sabe.

—Lo siento—. Nicky le dio una mirada suplicante a Neil para que lo salvara de su irreflexión.

Neil no tuvo que intervenir, porque Allison siguió la mirada frenética de Nicky hacia Neil.

—Te gustan las montañas, ¿verdad?

—Pasé por ellas una vez —dijo Neil—. No nos quedamos. ¿De veras no hay problema?

—Que si hay problema, dice él —se burló Dan —como si todos nosotros no nos hubiéramos
invitado a sus vacaciones.

— ¿Nos darías un número? —Renee le preguntó a Allison.

Allison lo desechó.

—No te preocupes por eso.

La mesera y los dos camareros se presentaron con sus platos, y la conversación disminuyó
temporalmente cuando todos ayudaron a ordenar los pedidos. A mitad del almuerzo, Allison recibió
una llamada de confirmación para una cabaña de cinco dormitorios en Smokies. Podrían conseguir
sus llaves de la oficina principal en cualquier momento antes de las ocho, y el campus estaba a poco
más de dos horas en auto. Allison miró el reloj en su teléfono mientras transmitía los detalles a sus
compañeros de equipo y asentía con satisfacción. Ni siquiera era la una; tenían mucho tiempo para
empacar y ponerse en camino.

Cuando comenzaron a tratar de fijar la hora de salida, Neil tuvo que decir.

—Tengo que ver a Abby antes de irnos.

—Oh —dijo Dan —entonces no te apresures, tómate tu tiempo. Vamos a empacar mientras ella te
cura.

Tener un plan y un destino significaba que a nadie le interesaba demorarse con la comida. Dejaron a
un lado lo que quedaba de sus desayunos y llamaron a la camarera para que les diera la cuenta. Neil
no sabía en qué momento Dan había conseguido de Wymack la tarjeta de compras del equipo, pero
ella pagó la comida y la propina. El teléfono de Neil todavía estaba con su bolso en el estadio, así
que Nicky llamó a Abby en el camino a través del estacionamiento.

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—Hola —dijo Nicky—. ¿Cuándo quieres ver a Neil? Hemos decidido que saldremos de la ciudad
por la semana. Tan pronto como le des luz verde a Neil podemos irnos. Sí, está bien, nos vemos en
un momento.

Colgó y se subió al asiento trasero. Cuando estaban en el camino se inclinó hacia adelante entre los
asientos delanteros para decir:

— Se encontrará contigo en el estadio para que puedas buscar todas tus cosas. Dice que el
entrenador ya está allí tratando de volver a reservar sus boletos. Con fortuna, firmarán antes de que
las noticias los atemoricen.

— ¿Puedo tomar el auto? —Neil le preguntó a Andrew.

Andrew no respondió, pero condujo hasta el dormitorio en lugar del estadio. Neil salió cuando los
otros lo hicieron y comenzó a caminar alrededor del capó. Cuando se volteó, vio a Kevin subir al
asiento del pasajero. Andrew miró hacia atrás cuando se dio cuenta de que Kevin no estaba con él,
pero no se detuvo y no preguntó.

Tan pronto como Kevin se sentó, Neil volvió a llevarlos a la calle. Los autos de Abby y Wymack
estaban estacionados uno al lado del otro de la banqueta de la Foxhole Court. Neil marcó el código
de seguridad más reciente y se dirigió por el pasillo. Mientras se acercaban al vestuario, miró a
Kevin y le dijo.

—Primero déjame hablar con él. No estará de humor para hablar con nadie cuando hayas terminado
con él.

Kevin mantuvo su mirada en el suelo y no dijo nada.

Abby estaba sentada en la estancia esperándolos. Empezó a levantarse, pero Kevin se acercó a ella y
le dio tiempo a Neil para que se acercara a la oficina de Wymack. La puerta de éste estaba lo
suficientemente abierta como para que Neil pudiera ver su escritorio.

Wymack estaba rodeado por su habitual caos de papeles y tenía su teléfono en la oreja. No se
molestó en quitar los itinerarios de su teclado antes de escribir con una sola mano. Levantó la vista
ante el movimiento en la puerta e hizo un gesto para que Neil entrara.

Neil cerró la puerta detrás de él y tomó una de las sillas frente a Wymack para esperar.

A Wymack solo le llevó un par de minutos arreglar su vuelo. Neil escuchó la palabra Columbus y
supo que Wymack estaba llamando al ofensor que él había elegido. Finalmente, Wymack colgó y
colocó su teléfono en su respectivo soporte. Un par de golpecitos en el teclado bloquearon su
monitor y Wymack se sentó para darle a Neil toda su atención.

Éste le devolvió la mirada, repentinamente perdido. Hablaba con fluidez dos idiomas, casi un
tercero, y podía componer algunas útiles frases de supervivencia en media docena más de idiomas.
Pero con toda la verdad desnuda entre ellos, Neil no tenía las palabras adecuadas para decirlo.

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—Deberías haber tirado mi archivo —dijo Neil por fin—. Deberías haberte alejado cuando te arrojé
tu contrato a la cara. Pero te arriesgaste y me trajiste aquí. Me salvaste la vida. Tres veces —dijo
Neil —me has salvado. No puedo simplemente decir “gracias” por eso.

—No es necesario —dijo Wymack—. Te traje aquí, pero te salvaste por tu cuenta. Eres tú quien
decidió quedarse. Eres tú el que dejó de tener miedo durante el tiempo suficiente como para darte
cuenta de que puedes aferrarte a este sitio y establecerte allí. Has encontrado tu propio camino.

—En todo caso —continuó Wymack cuando Neil trató de protestar —debería agradecerte a ti.
Anoche nos dijiste que pretendías terminar el año muerto o bajo custodia federal. Podrías haber
bloqueado a todos y a todo y preocuparte por ti este año. En cambio, decidiste ayudar a Dan a
arreglar este equipo. Estás salvando a los dos que pensé que no podríamos alcanzar, y eres un
ejemplo viviente para que Kevin siga. Nunca solía observarte —dijo Wymack —pero ha tenido los
ojos puestos en ti desde diciembre, tratando de descubrir cómo te mantienes firme.

—No se le puede enseñar —dijo Neil.

—Eso piensas —dijo Wymack—. Desde mi punto de vista, estás haciendo un progreso real.

Pudo haber sido una ilusión, excepto que Wymack tenía una forma de ver a través de todos ellos.
Neil le creyó porque quería creer que Kevin podría ser alcanzado. Necesitaba ver el día en que
Kevin se quitara ese número de la cara y venciera a Riko en su propio juego. Necesitaba que Kevin
creyera que podría usurpar el trono de Riko y sobrevivir. Hasta que Kevin creyera eso, nunca
creería completamente en la capacidad de los Foxes para llegar a la final.

—Neil —dijo Wymack después de un minuto —está en todas las noticias. Intentamos quedarnos en
nuestras habitaciones y fuera de la vista mientras estabas con el FBI, pero nos esperaban afuera.
Tienen fotos del autobús y todos nosotros cargando las cosas para irnos. No les llevó mucho tiempo
juntar las piezas. Mi teléfono ha estado sonando toda la mañana debido a la prensa, la junta y
Chuck. La junta escolar querrá hablar contigo antes de que regreses a clases.

Neil sabía que esto pasaría, pero por un momento pensó que vomitaría su desayuno.

—Okay.

— ¿Quieres que use la estrategia de “sin comentarios” con la prensa?

—Si puedes, yo…—. Vaciló Neil, pero pensó en el consejo de Allison y en la reacia promesa de
Kevin de ayudarlo a enfrentar la tormenta— hablaré con ellos la próxima semana. Puedes decir eso.

— ¿Martes? —Sugirió Wymack—. El martes o el miércoles y te daría el lunes para lidiar con todas
las reacciones en el campus. Voy a programar un horario y ver qué puedo hacer para distraerlos
mientras tanto. Quizás les haga saber que aceptaste ser vicepresidente el próximo año.

—No estoy calificado para eso —dijo Neil. Hizo un gesto hacia los archivos de los reclutas que
estaban distribuidos en el escritorio de Wymack— Todos ellos tienen más experiencia que yo, y no
van a querer seguir al hijo de un gánster.

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—Andrew tampoco quería seguirte —dijo Wymack—. Mira cómo resultó eso. Lo lograrás de una
forma u otra.

Neil miró sus manos. Había contado su vida y sus pérdidas en sus dedos solo unas semanas atrás.
Ahora estaba en el limbo, descansando únicamente en la capacidad de Stuart de influenciar a los
Moriyamas a su lado. Wymack le estaba pidiendo a Neil que se comprometiera con un futuro que
ninguno de ellos estaba seguro de que realmente tendría. La practicidad dijo esperar hasta que lo
supieran con certeza. Sin embargo, después de un momento, Neil enroscó una mano en un puño y se
centró en el camino que quería.

—Haré lo mejor que pueda —dijo.

—Bien —dijo Wymack—. Ahora vete. Dan me llamó para decirme que van a salir de la ciudad.
Aléjate de todo esto por un tiempo, respira algo de aire fresco y vuelve listo para hacer que lo
imposible ocurra.

—Sí, Entrenador —dijo Neil.

Kevin se levantó cuando Neil regresó a la sala de estar. Neil vio la tensión en los hombros de Kevin
y la dura línea de boca y supo que éste iba a posponer todo hasta que regresaran. Kevin lo miró,
luego pasó junto a él hacia la puerta abierta de Wymack, y abrió la boca con una excusa que Neil no
quería oír.

—No le hagas esto —dijo Neil.

Kevin vaciló, y Neil supo que había ganado. Abby miró entre ellos, sin entender. Él no esperó a que
ella lo descubriera, sino que fue a la siguiente puerta, hacia su oficina. Abby se unió a él un
momento después, todavía confundida. Neil no explicó, pero escuchó el sonido amortiguado de la
puerta de Wymack cerrándose. Solo entonces pudo relajarse y regresar su atención hacia Abby.

Enfrentar sus heridas hoy no fue más fácil. Neil desvió rápidamente su mirada del desastre en sus
brazos cuando Abby desenrolló sus vendas. Ella ahuecó la cara de Neil con una mano antes de
ponerse a trabajar. Luego, le preparó un kit de viaje para que lo llevara a las montañas y le dio un
beso de despedida en la frente. Neil se levantó de la cama y salió al automóvil a esperar.

Veinte minutos más tarde, Kevin apareció, ojeroso y derrotado. Comenzó a abrir la puerta del
pasajero, pero finalmente se decidió por la parte trasera. Neil no le dijo nada, pero giró la llave en el
contacto. Fue un corto viaje de regreso a la Torre Fox, y Kevin no salió cuando Neil se estacionó.
Neil esperó solo un minuto antes de entenderlo y se dirigió hacia el auto. A dos pasos del coche, dio
media vuelta y volvió a abrir la puerta. Kevin tenía su codo en el alféizar de la ventana y su cara en
la mano. Neil replanteó lo que iba a decir.

—Se los diré para que no tengas que hacerlo.

Kevin hizo un gesto con su mano libre en algo que pareció decir “fuera” o “no me importa,” pero no
“no te atrevas”. No habló, Neil no creía que pudiera. Éste cerró la puerta y lo dejó en su miseria.

243
Neil recogió a Nicky y a los gemelos de su habitación y los llevó a todos a la siguiente puerta, a la
habitación de Dan. Una pila de mochilas y maletas de viaje en el medio de la sala de estar decía que
estaban listos para partir. Matt y Allison estaban sentados en el sofá mientras Renee desconectaba
los electrónicos de la sala. Renee fue a buscar a Dan al dormitorio cuando Neil se lo pidió. Ella se
hundió en el espacio abierto entre Matt y Allison y agarró una taza de la mesa de café. Neil esperó
hasta que todos estuvieran acomodados antes de mirar a Dan a través de la habitación.

—El Entrenador es el padre de Kevin.

Dan escupió su café a la mitad de la mesa y se atragantó con lo poco que no salió de su boca. Matt
lo miró boquiabierto durante un interminable segundo antes de darse cuenta de que Dan estaba
tosiendo, y luego le dio un entusiasta golpe en la espalda. Dan intentó decir algo, pero solo emitió
un silbido ininteligible y ronco. Allison y Renee miraron a Neil como si le hubiera crecido una
segunda cabeza, y Aaron miró a Andrew como si éste debería haberles advertido de esto en algún
momento. Si Andrew notó la atención, no la devolvió, solo tenía ojos para Neil.

— ¡De ninguna manera! —Estalló Nicky—. ¡De ninguna manera! ¿Hablas en serio? No puedes
hablar en serio. ¿Cuándo diablos eso pasó?

—Ella le enseñó al entrenador Exy —les recordó Neil.

— ¿Y qué? ¿No se dio cuenta de que la dejó embarazada? —preguntó Aaron.

—Ella le dijo que Kevin no era suyo —dijo Neil— Sabía que el entrenador quería tener un equipo
de la NCAA algún día. Pensó que abandonaría sus sueños para ayudarla a criar a Kevin. No quería
eso, pero tampoco quería renunciar a lo que estaba haciendo y mudarse a los Estados Unidos.
Entonces ella mintió. La única persona a que le contó fue el entrenador Moriyama.

Dan finalmente recuperó su voz.

— ¿Por cuánto tiempo ha sabido Kevin?

—Solo un par de años —dijo Neil.

—Un par de años —repitió Dan, su voz peligrosa — ¿Y no le dijo nada?

—Estaba tratando de protegerlo —dijo Neil—. Si el Entrenador se enteraba que Kevin era su hijo,
habría intentado sacarlo de Edgar Allan.

Nicky hizo una mueca

—Nunca dejarían ir a Kevin.

—Debería haber dicho algo cuando se escapó. —insistió Dan— Ha estado aquí un año y medio. No
tenía derecho a ocultarle algo así al Entrenador durante tanto tiempo. Jesús, no lo hizo…—. La voz

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de Dan se quebró un poco, más dolor que indignación, y Neil asumió que ella estaba imaginando la
reacción de Wymack ante la verdad— Eso no está bien. Eso no es justo.

—No —acordó Neil en voz baja —pero al menos el Entrenador lo sabe ahora.

—Maldición —dijo Matt—. ¿Cómo lo tomó?

—No estuve allí para la conversación —dijo Neil —pero no creo que haya salido muy bien.

Dan hizo un ruido horrible y se levantó del sofá. Matt se acercó a ella solo para que alejara su mano
con un golpe. Dan corrió hacia la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Matt pareció
estupefacto por ese violento rechazo, pero Renee tomo el lugar vacío de Dan y deslizó su brazo
alrededor del suyo. A pesar de esa silenciosa muestra de apoyo, Renee estaba mirando a Allison. La
mirada que intercambiaron era cansada.

—Nunca lo va a perdonar por esto —dijo Allison.

—Cuando el Entrenador lo acepte, ella también lo hará —dijo Renee.

Allison no dijo nada; su mirada escéptica decía suficiente. Neil estuvo de acuerdo silenciosamente
con Allison. Había pasado suficiente tiempo con los estudiantes mayores para saber lo mucho que
Dan admiraba a Wymack. Él era la única figura paterna que había tenido y era todo lo que ella
aspiraba a ser en la vida. Dan había perdonado muchas injusticias durante sus años con los Foxes,
pero la mayoría de esos insultos habían sido dirigidos a ella y sus amigos. Perdonar a alguien por
lastimar a Wymack podría ser más de lo que podría manejar.

— ¿La vigilarán? —Neil preguntó.

—Por supuesto —contestó Renee.

Neil fue a la habitación de al lado para empacar. No tardó mucho tiempo, pero no regresó con ellos
cuando terminó. En lugar de eso, se sentó en el sofá y esperó a que sus compañeros se recuperaran.
Matt apareció quince minutos después, pero pasaron otros veinte minutos antes de que Nicky
viniera a buscarlos. Matt colocó la maleta de Neil sobre un hombro y la suya sobre el otro y dejó
que Neil cerrara la habitación con llave. Kevin había entrado en algún momento, y se veía
completamente exhausto donde estaba al lado de Andrew. Obviamente, Dan estaba todavía enojada
como el infierno y se mantenía lejos de todos los demás. Ni siquiera miró a Matt cuando se acercó,
sino que se dirigió hacia la escalera.

Los Foxes bajaron las escaleras en un disperso conjunto y dejaron sus maletas en la parte trasera de
la camioneta de Matt. Andrew fue el único que mantuvo la suya y Matt no intentó tomarla. Éste
tenía una red de cubierta escondida debajo del asiento del pasajero que tardó solo un minuto en
colocar. Con sus bolsas aseguradas, los Foxes se distribuyeron entre la camioneta de Matt y el auto
de Andrew y salieron a la carretera.

Andrew se desvió hacia una tienda ABC en el camino hacia la interestatal. Nicky entró solo, se fue
por quince minutos y regresó con una cantidad obscena de botellas. Sin sus maletas en el maletero,

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había espacio suficiente para llevarlas. Andrew abrió la cremallera y sacó todo el contenido. Estaba
llena de suéteres, parecía una extraña elección para ir a la montaña hasta que Neil se dio cuenta de
que estaban usando los suéteres para resguardar las botellas las botellas. Neil esperaba que Andrew
hubiera empacado ropa más práctica con las cosas de Nicky o Kevin.

Volvieron a la carretera un par de minutos más tarde. Les llevó un poco más de dos horas ir desde el
campus hasta las montañas, pero pareció un viaje corto para los atletas, que estaban acostumbrados
a viajar para los partidos. Neil pensó que alcanzarían la camioneta de Matt en algún momento, pero
los mayores llegaron primero al lugar. Matt le envió un mensaje a Neil con indicaciones desde la
oficina principal hasta su cabaña y una confirmación de que tenía todas sus llaves.

Diez minutos más tarde, Andrew se detuvo en el camino de tierra fuera de su hogar, lejos de su
hogar. La enorme cabaña se veía rústica en el exterior y refinada en el interior, con paredes de
madera lisa y suelos de madera pulida. La sala principal tenía pesadas alfombras esparcidas por
todas partes y huesos decorativos y diversas pinturas en la pared. La cocina estaba equipada con
electrodomésticos nuevos, y un enorme imán en la nevera anunciaba a qué hora se servían las
comidas de buffet en la oficina. La habitación trasera poseía una mesa de futbolín y una de billar.
También había un televisor montado en la pared.

Había una habitación en la planta baja. Las otras cuatro habitaciones estaban arriba, una en cada
esquina. Dos habitaciones ya tenían maletas, lo que significaba que el grupo de Andrew se dividiría
entre los pisos. Nicky inmediatamente votó para que Neil y Andrew tuvieran el dormitorio privado
en la planta baja, y ni Aaron ni Kevin lo rechazaron. Neil casi dijo algo porque el dormitorio de la
planta baja solo tenía una cama King, pero como Andrew no discutió, mantuvo la boca cerrada.

Las cuatro habitaciones del piso superior tenían puertas que daban a un balcón que rodeaba todo el
edificio. Dos puertas traseras de la planta baja daban a un semipiso que rodeaba los dos lados del
edificio, con vistas a la ladera de la montaña y a un conjunto de árboles aparentemente interminable.
Las mecedoras se alineaban en el porche, y pequeñas linternas estaban colocadas en intervalos en la
barandilla. Había una bañera de hidromasaje instalada en la esquina de la cubierta en forma de L, y
fue allí donde encontraron a los estudiantes mayores. Ya se habían puesto trajes de baño y estaban
sentados dentro de la bañera mientras se llenaba.

— ¿No es increíble? —Preguntó Matt—Quiero mudarme aquí.

—Hay tanta… naturaleza —comentó Nicky—Viviría aquí si pudiera quedarme adentro.

Allison puso los ojos en blanco y se inclinó más contra la pared de la bañera.

—Lo único que falta es un daiquiri.

—Es curioso que lo menciones —contestó Nicky, y los cuatro estudiantes de las clases más altas se
voltearon a mirarlos. Nicky fingió sorpresa, luego dolor, y puso una mano en su pecho
dramáticamente— ¿En serio, chicos? Es como si no nos conocieran.

—Tratamos de no hacerlo —dijo Allison.

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Al mismo tiempo, Matt preguntó.

— ¿Qué trajeron?

—Ja —Nicky le hizo una mueca a Allison— ¿Qué no trajimos, quieres decir?

—Nos conseguí la cabaña —dijo Allison—. Tú preparas las bebidas. Hay una batidora en la cocina.

—Dos, en realidad —dijo Renee—. Vi una de repuesto en el gabinete sobre la heladera.

Nicky tomó una votación rápida sobre quién quería qué y reclutó a Aaron y Kevin para ayudarlo a
llevar las bolsas al interior. Neil y Andrew fueron a la cocina a investigar. El freezer tenía una
máquina de hielo incorporada y el cubo estaba lleno, por lo que Andrew lo deslizó sobre el
mostrador y sacó la segunda licuadora. Neil se apartó del camino mientras los otros descargaban su
botín de licor y miraban con vago interés mientras Andrew y Nicky se ponían a trabajar con las
batidoras. Kevin y Aaron se sentaron a la mesa y abrieron una botella de vodka.

— ¿Haces el de Renee? —Preguntó Nicky mientras servía el primer trago—. Está en contra de mi
religión hacer daiquiris vírgenes.

Andrew no respondió, pero Neil sabía que él se encargaría de eso. Nicky reclutó a Kevin para que
llevara las bebidas mientras las terminaban. Kevin y Aaron se contentaron con beber chupitos, pero
Nicky mezcló algo colorido para él mismo una vez que terminó con todos los demás. Siguió a
Aaron y Kevin hasta la plataforma, asumiendo que Neil y Andrew no estarían muy lejos de ellos.

Andrew se quedó para limpiar las batidoras, luego tomó dos vasos de cristal del armario. Llenó los
dos hasta el borde con whisky y le tendió uno a Neil. Neil miró hacia Andrew.

—No bebo —le recordó Neil.

—No bebes porque tienes miedo de perder el control —dijo Andrew—. ¿Qué tienes que esconder
ahora?

Esa fácil acusación dejó a Neil congelado. Miró la bebida de nuevo. Andrew lo movió más cerca, y
Neil tomó el vaso. Andrew levantó el suyo en un pequeño desafío o invitación, y tomaron sus
bebidas al mismo tiempo. El whisky bajó por la garganta de Neil. Éste pensó en todas noches en el
camino y todos los moretones. Pensó en Wymack ayudándolo en su departamento en Diciembre y
dejando que Neil mantuviera sus secretos. Vaciló entre ambos extremos, inseguro de si el calor
acumulándose en su intestino era náuseas o alivio.

Andrew sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero y lo intercambió por el vaso vacío de
Neil. Éste sacudió el paquete, sintió el peso distintivo de un encendedor y salió al exterior. Se
ubicaron a medio camino del porche a la bañera para que los demás no tuvieran que oler el humo
del cigarrillo y lo encendió. Giró el cigarrillo entre sus manos, siendo vagamente consciente de la
divertida conversación de los otros, más consciente del sabor en su boca. Pasó su lengua por sus
dientes, preguntándose qué pensar.

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Al final, el cigarrillo fue suficiente para inclinar la balanza. Andrew olía a humo de cigarrillo y
whisky la noche en que le dio a Neil la llave de su casa y le dijo que se quedara. Neil siempre iba a
cargar su pasado con él, pero no tenía por qué sentirse agobiado por el mismo. Con el paso del
tiempo, podría alisar los afilados bordes del mismo y reemplazar sus traumas con mejores
recuerdos.

Andrew se acercó a él y dejó la botella de whisky a sus pies. Neil deslizó sus cigarrillos sobre la
barandilla de madera hacia él. A cambio, Andrew colocó un vaso lleno a medio camino entre ellos.
Neil observó cómo la luz del sol se reflejaba en la oscilante superficie del mismo y arrojó ceniza a la
tierra que se encontraba a unos cinco metros por debajo. Mantuvo el cigarrillo fuera del camino
cuando recogió el vaso, y bebió el whisky en un solo trago.

Fue tan duro como lo había sido la primera vez, pero esta vez no sabía a muerte.

—Oh, Dios mío —dijo Nicky, demasiado fuerte—. ¿Era eso alcohol? ¿Acabas de darle alcohol a
Neil, y realmente lo bebió? ¿Me perdí el memorándum de que Neil de repente iba a comenzar a
beber con nosotros?

A pesar de la aprobación atónita de Nicky, Andrew no le dio a Neil un tercer trago. Terminaron sus
cigarrillos lejos de los demás, luego se acercaron para que Neil pudiera unirse a la conversación.

La oficina abrió sus puertas para la cena a las ocho, así que caminaron media milla por un camino
de tierra hasta el edificio principal. Había comida más que suficiente para satisfacer al grupo de
hambrientos atletas y los propietarios estaban listos para saludar a cada grupo de huéspedes que
llegaban. Los ojos negros, los moretones y múltiples vendajes de Neil atrajeron más que algunas
miradas curiosas, pero el personal fue lo suficientemente educado como para mantener la boca
cerrada.

Dan detuvo a Kevin a la mitad del camino de regreso la cabaña. Neil escuchó a Matt advertirle que
no golpeara a Kevin donde dejara una marca, pero era una probabilidad de 50 y 50 que dan lo
obedeciera. Matt encendió un fuego en la chimenea principal cuando regresaron a la cabaña, y los
Foxes se acurrucaron en los sofás y mecedoras para ver bailar las llamas. Allison contó historias de
otros centros turísticos que había visitado, con una obligatoria aclaración de que cada lugar
palidecía en comparación con las propiedades de su familia. Ella y Matt comenzaron un debate
sobre cómo deberían celebrar cuando ganaran el primer lugar en el campeonato. Neil no sabía si
todo era en broma o si estaban haciendo planes serios; él habría asumido lo primero si no fuera por
la facilidad con que Allison les había asegurado esta cabaña.

Mientras sus compañeros de equipo discutían entre cruceros, Hawái o Las Vegas, pensó en el dinero
escondido en la caja fuerte en el dormitorio. Neil había terminado de correr y su padre nunca
recuperaría ese dinero. No podía pensar en nada mejor que hacer con eso que en reembolsar la
amistad a sus compañeros de equipo. No dijo nada, no estaba seguro de lo que pensarían de unas
vacaciones compradas con dinero sangriento, pero escuchó atentamente a sus vacaciones soñadas
luego de la victoria. Sus planes se hicieron más elaborados cuanto más bebían hasta que Neil estuvo
seguro de que ninguno de ellos recordaría este debate por la mañana.

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Neil se levantó por otro vaso de agua cuando la conversación comenzó a moverse hacia temas más
normales. Una vez que cerró la llave del fregadero y se dio vuelta, encontró a Aaron esperándolo en
el medio de la cocina. Aaron sacudió su barbilla en una orden silenciosa para que lo siguiera y salió
por la puerta trasera hacia el balcón. Neil dejó su bebida a un lado y lo siguió. Cerró la puerta tan
silenciosamente como pudo y fue a apoyarse contra la barandilla. Aaron no hizo ningún movimiento
para cerrar la brecha entre ellos.

—Nicky es un poco estúpido —dijo Aaron—. Cometió el error de decirle algo a Andrew en lugar
de esperar hasta que pudiera estar a solas contigo. Andrew casi lo descuartiza cuando no captó la
pista lo suficientemente rápido —Miró por encima del hombro hacia la puerta de atrás, tal vez
asegurándose de que la cocina todavía estaba vacía, antes de volverse hacia Neil—. Eso te deja
conmigo, ya que Andrew no consideró apropiado advertirme que me alejara de ti.

— ¿Cuándo fue la última vez que Andrew vio conveniente hablar contigo? —preguntó Neil.

—El miércoles pasado —le recordó Aaron.

No era la respuesta que Neil esperaba. Él había sentado las bases para la terapia de Aaron y Andrew
y habían pasado semanas desde que Aaron se metió por primera vez en una de las sesiones de
Andrew, pero esta era la primera pista de que en realidad estaban haciendo algo real en ese
momento. La terrible actitud de Aaron ese primer miércoles fue la única reacción que habían
recibido de los hermanos. Neil había asumido que los dos aún no habían llegado a ningún lado. El
triunfo era un silencioso y ardiente calor en su estómago que rápidamente se apagó por las
siguientes palabras de Aaron.

—Así que ahora vas a hablar conmigo —dijo Aaron —y voy a darte exactamente una oportunidad
para decirme la verdad. ¿De verdad estás follando a mi hermano? —Esperó un segundo, pero
cuando Neil simplemente le devolvió la mirada en silencio, preguntó— ¿Te aprovechas de los
hombres muertos?

— ¿Qué? —preguntó Neil.

—Solo me preguntaba cómo pasaste de tu pedestal de “no bateo hacia ningún lado” a la cama de
Andrew —contestó Aaron— O nos estabas mintiendo para ocultar el hecho de que eres un
provocador, o viste a Drake violar a Andrew y te diste cuenta de que es una presa fácil.

Neil le dio un puñetazo, un terrible error en retrospectiva, ya que terminó medio encorvado sobre su
dolorida mano. Aaron tomó un par de apáticos pasos fuera del alcance de Neil y tranquilamente
revisó la comisura de su boca con su pulgar. Escupió a un lado y se agachó para ver la cara de Neil.
A pesar de sus crueles palabras, su expresión era tranquila e indagadora. Neil tenía la clara
sensación de que lo había provocado, pero eso no calmó su indignación.

—Jódete —dijo Neil en una voz como grava— Aléjate mientras puedas.

—Nicky piensa que no es nada más que sexo para descargarse —dijo Aaron como si Neil ni
siquiera hubiera hablado— Estoy apostando sobre otra cosa. Lo sabremos muy pronto, ¿verdad?

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—Mantente fuera de esto.

—No lo haré —dijo Aaron—. Querías que luchara por ella, ¿Crees que él luchará por ti?

—No —contestó Neil.

Aaron se encogió de hombros, se puso de pie y entró sin decir una palabra más. Neil esperó hasta
que el fuego en su mano se convirtió en un rugido sin sonido, luego se relajó y revisó sus vendas. La
luz suficiente se filtraba a través de la puerta de vidrio trasera para que él pudiera ver la gasa limpia.
Neil no podía creer que algo pudiera doler tanto y no dejar una marca.

Él respiró lentamente para estrangular su persistente rabia y se dirigió al interior. Su taza estaba
donde la había dejado, y Aaron estaba de vuelta en su silla cuando Neil entró en el living. Aarón no
miró a Neil otra vez esa noche, y Neil estaba feliz de pretender que Aaron no existía.

Kevin y Dan aparecieron no mucho después. Neil no vio ningún moretón fresco en ninguno de
ellos, pero parecía que habían pasado por una crisis emocional. Nicky se levantó sin que se lo
pidieran y recogió algunas botellas de la cocina. Cuando regresó, Kevin había encontrado un asiento
en la orilla y Dan estaba prácticamente sentada en el regazo de Matt. Dan y Kevin estaban más
interesados en ser emborracharse que en contribuir a la conversación, por lo que sus compañeros de
equipo llenaron el silencio lo mejor que pudieron.

Para cuando los Foxes se separaron para irse a acostar, la mayoría de ellos estaban inestables en sus
pies. Por suerte, Renee estaba lo suficientemente sobria como para ayudar a los más temblorosos a
subir las escaleras. Neil casi la siguió antes de recordar que su habitación estaba abajo. Como si
Allison pudiera leer su mente, se inclinó peligrosamente sobre la barandilla y lo señaló.

—Esta cabaña no es a prueba de ruido. No me mantengas despierta. Eso va para ustedes dos
también —dijo, y giró un dedo acusador hacia Dan y Matt. Dan intentó mirarla con inocencia, pero
estaba demasiado borracha para lograrlo. Allison movió su dedo para enfatizar— Nada de sexo
dónde puedo escucharlo. No es justo los que no estamos obteniendo nada.

—Tal vez si le preguntas a Kevin con amabilidad… —comenzó Nicky.

La mirada mordaz de Kevin fue casi tan escandalosa que el indignado ruido de Allison. Neil negó
con la cabeza y se dirigió hacia la habitación. Andrew no estaba muy atrás de él, y juntos
consiguieron que Neil se cambiara para ir la cama. Neil miró a la misma con cierta consternación.
La única persona con la que había compartido una cama era su madre. Ella los apretujaba sobre el
estrecho colchón por lo que siempre sabría dónde estaba él; era la única forma en que podía dormir
por la noche. Sin embargo, la vacilación no ayudaba a ninguno de ellos, por lo que Neil eligió un
lado y corrió las mantas hacia atrás tan cuidadosamente como pudo.

A pesar de sus reservas, había algo dolorosamente familiar en el peso de otro cuerpo en su cama.
Menos familiar era la sensación que sintió hundirse profundamente en el colchón, las manos de
Andrew sobre sus hombros y la lengua en su boca, pero eso era algo a lo que Neil definitivamente
podía acostumbrarse.

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No se permitió preocuparse por las desagradables palabras de Aaron, pero era más difícil dejar ir la
suposición de Nicky sobre que esto no era más que una atracción alimentada por la ira. Nicky tenía
más razón de lo que Neil quería que tuviera, pero Neil no tenía derecho a molestarse por eso. Había
sabido antes de empezar esto lo que Andrew pensaba de él, la apatía de Andrew era precisamente la
razón por la cual Neil había decidido aceptar sus avances.

Pero ya no era tan fácil, y Neil no sabía por qué o cuándo cambió. Sabía incluso menos qué se
suponía que debía hacer al respecto. Tendría que advertir a Andrew en algún punto, pero ahora no
era el momento. Enterró su inquietud y confusión profundamente y pasó sus dedos vendados por el
cabello de Andrew. No le importaba lo mucho que doliera, siempre y cuando pudiera acercar a
Andrew, y dejó que éste lo desarmara hasta que no pudiera pensar en nada más.

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Capítulo 16

Los Foxes pasaron la mayor parte del día siguiente al aire libre, yendo de excursión por los
senderos cercanos e inscribiéndose para cabalgar por la tarde. Subirse al caballo hizo que cada corte
y quemadura en los brazos gritara de dolor, pero él era demasiado terco como para quedarse
sentado. Tuvo tiempo de recuperar el aliento una vez que estuvo en la silla de montar y apretó los
dientes contra el dolor punzante. Cuando terminaron la caminata de dos horas, casi se había
olvidado de sus heridas. Desmontar fue un recordatorio infeliz, y cuando volvieron a la cabina, sacó
sus vendajes y antibióticos de su bolsa. Andrew trajo a Renee cuando vio lo que estaba haciendo.

—Puedo hacerlo —les aseguró Neil cuando Renee se sentó con las piernas cruzadas en la cama
frente a él.

—Sé que puedes —contestó Renee—pero quizás es más fácil si alguien te ayuda.

Podría haber discutido, pero no había forma de ganarle a Renee, por lo que se sometió a su atención.
Ella no se inmutó ante las horribles heridas que descubrió ni desperdició su tiempo con disculpas y
preguntas. Simplemente inclinó la cabeza hacia los distintos sitios y limpió cada corte y quemadura
lo más cuidadosamente posible.

Al terminar ella preguntó:

—¿Vas a dejar a tus heridas sin cubrir?

—Debería —dijo Neil— pero no quiero que se vean.

—Les pediré que no digan nada —contestó Renee, adivinando la preocupación de Neil. Cuando éste
no discutió, ella se bajó de la cama y salió de la habitación. Allison tenía razón sobre el sonido en la
cabaña; Neil escuchó cada palabra que Renee le dijo a los Foxes con dos habitaciones ubicadas
entre ellos.

Neil se habría quedado donde estaba, pero Andrew se cansó de esperarlo. Hizo un gesto a Neil para
que lo siguiera y se fue en busca de Kevin. Neil suspiró y fue tras él. Se preparó para las reacciones
de sus compañeros de equipo cuando entró en la cocina con todas sus heridas al descubierto. Nicky
se estremeció y miró hacia otro lado, mientras que Aaron examinaba el daño con gran interés. Dan
abrió la boca, pero se detuvo justo a tiempo. Matt pasó del shock a la ira en un nanosegundo, y
Allison desvió la mirada lo más rápido que pudo. Renee observó a sus amigos con una sonrisa en
los labios y su mirada tranquila, lista para intervenir si uno de ellos rompía su palabra.

Kevin fue el primero y el único en hacerlo, y su reacción fue predecible.

— ¿Puedes jugar?

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—Sí —contestó Neil, antes de que alguien pudiera golpearlo— Va a doler, y si los Bearcats se
ponen demasiado rudos la próxima semana tendré algunos problemas, pero todavía tengo control —
Hizo un puño a Kevin como prueba y e hizo todo lo posible para evitar una mueca de dolor ante la
sensación de desgarro a lo largo de sus nudillos— Tendré mucho cuidado.

—Absolutamente no —negó Dan— No vas a jugar, ¿Crees que el entrenador te dejará ir a la cancha
cuando te vea así? Voy a sustituirte, Neil. Renee puede ayudar a Allison una vez más, ¿no? —Miró
a Renee lo suficiente como para ver el asentimiento de la chica— Confía en nosotros para mantener
la línea en forma. Tú debes centrarte en curarte para que podamos tenerte en las semifinales.

El primer instinto de Neil era discutir y llamarlo injusto, decir que no había sobrevivido a los abusos
de su padre y Lola solo para sentarse, para protestar que necesitaban toda la ayuda posible. Luego
miró sus brazos y realizó una evaluación realista de sus posibilidades. Fue decepcionante saber que
ella tenía razón, pero de alguna manera lo entendía.

—Confío en ustedes —dijo—. Gracias.

—Oh, wow —dijo Nicky— ¿Quién está humanizando a quién en esa relación?

Andrew tomó casualmente el bloque de madera de cuchillos. Renee lo movió fuera de su alcance sin
pestañear y sonrió ante la mirada que Andrew le dio por interferir. Nicky aprovechó la distracción
de Andrew ocultándose fuera de la vista detrás del cuerpo más alto de Kevin. Neil no se perdió la
mirada que Aaron le envió a Andrew, y un nuevo arrebato de ira lo hizo apretar nuevamente la
mano. El dolor en sus nudillos le advirtió que se relajara, pero luego Aaron dirigió una mirada astuta
hacia Neil que hizo que quisiera golpearlo. El dolor valdría la pena.

—Hablando de eso —comentó Allison— todavía estoy esperando una explicación, Neil, ¿Cuándo
vamos a hablar de esto? —movió sus dedos hacia Andrew y él.

—Aparentemente nunca —contestó Nicky, un poco hosco.

—No seas ridículo —le dijo Allison.

Neil apartó su mirada de Aaron con gran esfuerzo.

—No va a pasar por el momento —dijo, y cuando Allison pareció ofendida, explicó— Pasé todo el
fin de semana diciéndole a la gente todos los secretos que he guardado y tendré que volver a hacerlo
tan pronto como regresemos al campus. He tenido suficiente por esta semana, ¿No lo crees?

Allison abrió la boca como si fuera a discutir, pero no dijo nada. Después de una eternidad, miró a
Dan y a Renee. Dan dio un pequeño tirón en su barbilla; Renee solo sonrió. Allison les hizo una
mueca a ambos antes de volverse hacia Neil.

—Bien. Sé tacaño, por ahora. De todas formas, en algún momento tendremos detalles sobre ti.

Tuvieron tiempo para matar antes de que la oficina abriera para cenar, así que se dirigieron a la
habitación de atrás. Kevin se fue directamente al televisor y cambió de canal hasta que encontró una

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red de deportes. Dan y Allison reclamaron la mesa de Fútbol, por lo que los otros se dividieron en
equipos para el partido. Neil no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero Renee y Nicky lo
guiaron. Falló miserablemente, pero Andrew y Renee podían defenderse contra Matt y los primos.

Neil se vendó los brazos antes de ir a cenar. Dan y Matt desaparecieron después de eso, y Nicky y
Aaron se metieron en el jacuzzi con Renee y Allison. Kevin se instaló junto a la chimenea con un
libro de historia, por lo que Andrew y Neil terminaron en la cocina. Andrew sirvió bebidas y
permitió que Neil se las llevara a sus compañeros de equipo. Andrew tuvo tiempo para él cuando
terminó de hacer el último viaje.

Éste ofreció un brindis silencioso y bebieron juntos. El beso de Andrew fue más caliente que el
whisky y más que suficiente para quitarle el gusto de la lengua. Cuando Dan y Matt regresaron, el
equipo migró al estudio con más bebidas. Pasaron otra noche hablando de cualquier cosa en el
mundo excepto Exy. El aire fresco y el alcohol hicieron que Neil se quedara dormido antes de lo
que pretendía, pero no era el único preparado para una noche temprana. Renee y Aaron se dirigieron
al piso de arriba justo cuando Neil se despertó. Andrew se quedó atrás para vigilar a Kevin,
entonces Neil fue solo al dormitorio y se acomodó en su lado de la cama. Se despertó cuando
Andrew entró, pero se quedó dormido tan pronto como el otro se acomodó en su sitio.

Unas uñas tocando la puerta los despertaron a ambos un tiempo indeterminable más tarde. Neil
tomó un arma y golpeó el brazo de Andrew en su lugar. Andrew lo miró antes de rodar de la cama.
La cabaña estaba prácticamente negra hasta altas horas de la noche, pero era un camino directo
desde el lado de la cama de Andrew a la puerta. Neil no podía ver quién estaba afuera, pero la voz
calmada de Renee era inconfundible.

—Lo siento —se disculpó ella—. Necesito tomar prestado tu coche. Lo traeré de vuelta antes de
irnos.

—Luz —dijo Andrew.

Neil alcanzó ciegamente la lámpara en la mesita de noche. La encontró en el quinto intento y se


protegió los ojos del repentino resplandor. Andrew lo miró con fastidio antes de dirigirse a su bolsa.
Renee estaba completamente vestida en la entrada, parecía completamente despierta y sombría.

— ¿Renee? —Neil preguntó, porque era obvio que Andrew no iba a obligarla a explicar. Las
palabras de Renee fueron un shock para su sistema:

—Kengo está muerto.

Neil la miró inexpresivamente, pero no tardó en descubrir el resto.

— ¿Jean?

—Riko lo lastimó —dijo Renee— Voy a buscarlo.

—No te dejarán entrar a Evermore —dijo Neil.

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La sonrisa de Renee no llegó a sus ojos.

—Sí lo harán.

Andrew presionó las llaves en la palma de su mano. Renee asintió con gratitud y se alejó. Andrew la
siguió, probablemente para cerrar con llave la puerta principal detrás de ella. Neil escuchó que el
motor zumbar afuera, y los faros de la casa los alumbraron ligeramente a través de la ventana del
dormitorio mientras ella salía del camino de grava. Andrew regresó solo y cerró la puerta camino a
la cama. Neil esperó a que estuviera debajo de las sábanas antes de volver a apagar las luces.

Escuchó la respiración suave de Andrew, pero esa noche ya no pudo dormir. No podía dejar de
pensar en Riko, Jean, Tetsuji y Evermore, y en lo que significaba la muerte de Kengo para la tregua
con su tío. Explicar la ausencia de Renee al día siguiente fue el trabajo de Neil. Kevin tomó las
noticias tan bien como Neil pensó que lo haría y se encerró en la habitación del segundo piso para
tener un ataque de pánico. La mañana comenzó con café irlandés para todos. La tarde fue un poco
mejor hasta que se dieron cuenta de que Renee había apagado su teléfono. Los Foxes confiaban en
su juicio, pero sus vacaciones no eran las mismas sin ella.

Renee regresó a media mañana el domingo ya que necesitaban los dos autos para regresar a
Carolina del Sur. Neil estaba en el porche trasero con Andrew, mirando su cigarrillo quemarse hasta
que escuchó neumáticos en la grava. Nicky dormitaba en una de las mecedoras, con una taza de café
olvidada cunada flojamente en su mano. Neil se levantó y fue hacia adentro. Los otros habían
escuchado al automóvil y se dirigieron a la casa.

Para cuando Renee cruzó la puerta, todos la estaban esperando.

—Oh —dijo ella— Buenos días.

— ¿Cómo está él? —Kevin preguntó.

—No está bien —contestó Renee— pero Abby está haciendo lo que puede por él.

—No es en serio, no secuestraste a Jean —dijo Dan.

—No tuve que hacerlo —Renee se quitó su abrigo y lo colocó prolijamente sobre el respaldo de una
silla—. El presidente de Edgar Allan vive en el campus, así que me detuve en su casa y le pedí que
interviniera.

—No lo hiciste de veras—dijo Allison, mirándola.

—Lo puse al teléfono con Stephanie —dijo Renee, es decir, su madre adoptiva— Ella dejó en claro
que tenía dos opciones: podía resolver esto en silencio entre nosotros o haría que todos sus amigos
de la industria corrieran con noticias de las violentas acciones de Evermore. Eligió la que menos
perjudicaría a su Universidad, o al menos lo intentó. El entrenador Moriyama no pudo llevar a Jean
cuando el Sr. Andritch se lo pidió, así que hicimos un viaje inesperado al estadio. ¿Sabían que ni
siquiera el presidente tiene acceso a la cancha? No creo que él supiera que sus códigos no estaban

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actualizados. Tuvo que obtener los nuevos de la seguridad. De cualquier manera, los Ravens no nos
esperaban.

—Eso suena como una subestimación —dijo Matt secamente.

—El maestro hubiera cubierto sus huellas —dijo Kevin— Si supiera que Andritch estaba buscando
a Jean por alguna razón, habría encontrado la forma de ocultarlo de la vista.

—El entrenador Moriyama no estaba allí. Estaba en Nueva York —dijo Renee. Kevin la miró con
cara de incredulidad. Renee negó con la cabeza y dijo:

—Fue invitado al funeral. Riko no.

Kevin se estremeció por completo.

—No.

Riko era el hijo de su padre solo de nombre; había permanecido distanciado de éste y de su hermano
toda su vida. A pesar de eso, Riko siempre creyó que podía ganarse la atención y la aprobación de
su padre a través de sus éxitos en la cancha. La muerte de Kengo fue un golpe desastroso para los
sueños de Riko, y Kevin había advertido que la reacción de Riko sería fea. Que Ichirou hubiera
llamado a su tío y evitado completamente a su hermano era como verter ácido en una herida abierta.
Sin nadie allí para detenerlo a Riko o distraerlo de su furioso dolor, Jean no había tenido
oportunidad.

—El Sr. Andritch me permitió llevar a Jean cuando vio la forma en la que estaba— explicó
Renee— Le dejé mi número y prometí mantenerme en contacto mientras la escuela investigaba.
Abby también ha prometido mantenerlos informados sobre su recuperación. Desafortunadamente, o
no, Jean no está dispuesto a dar nombres ni a presentar cargos. No está contento de estar en Carolina
del Sur. Ya intentó irse dos veces.

— ¿Ir a dónde? — preguntó Nicky— No de vuelta a Evermore, ¿Está loco?

—Es auto preservación —dijo Neil—. Si Riko y Tetsuji piensan que está apuntándolos con sus
dedos detrás de sus espaldas, lo matarán. Incluso esto podría considerarse un desafío ya que no está
donde se supone que debe estar.

— ¿Qué tan malo es? —preguntó Matt—Kevin salió de su contrato escolar cuando se lesionó.

—No tenían otra opción. No podía jugar —dijo Kevin—Si Jean sanara, aún podrían reclamarlo
como suyo y no hay nada que podamos hacer al respecto.

—Pero el presidente está involucrado, ¿Verdad? — preguntó Nicky —. Así que la junta escolar se
va a involucrar pronto, y harán lo que sea necesario para ocultar esto. Matará su preciosa reputación
si esto se lleva a cabo.

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—Si Jean no implica a nadie y mi madre accede a guardar silencio, podrían estar dispuestos a
dejarlo transferirse a otra Universidad —contestó Renee—. Ese es el mejor escenario, de todos
modos.

—Jean no estará de acuerdo —dijo Kevin en voz baja.

—Quizás puedas convencerlo —propuso Renee— Apreciaría la ayuda.

—No estará a salvo con nosotros —negó Kevin— No le daré falsas esperanzas.

—Alguna esperanza es mejor que ninguna —replicó ella— Es el mismo trato que te ofrecimos, y
todavía estás aquí.

—Me quedé por Andrew —dijo Kevin.

—Y yo no aceptaré más refugiados —agregó Andrew.

—Lo sé —contestó Renee—Jean es mi problema, no el tuyo. Yo lidiaré con las posibles fallas y
consecuencias de esto, lo prometo.

— ¿No tiene una familia con la que se pueda quedar? —Preguntó Dan.

—Sus padres lo vendieron a los Moriyamas para pagar una deuda —explicó Kevin— Los Ravens
son todo lo que tiene.

Neil negó con la cabeza.

—Kevin hablará con él cuando regresemos.

—No dije eso —dijo Kevin.

—Pero vas a hacerlo —contestó Neil—Ya te alejaste de él una vez aunque sabías lo que Riko le
haría en tu ausencia. No lo hagas de nuevo. Si no lo proteges ahora, su muerte estará en tus manos.

—Maldición, Neil —dijo Nicky—. ¿No es un poco duro?

Neil lo ignoró.

—Renee ya hizo la parte difícil. Ella lo sacó de allí. Tienes que plantar tus pies sobre la tierra y
mantenerlo aquí. Lo superas en la jerarquía imaginaria de Riko. Te escuchará.

—Sí —dijo Matt— ¿No fueron amigos alguna vez?

Kevin abrió la boca, la cerró de nuevo y miró hacia otro lado.

—Eso fue hace mucho tiempo.

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—Kevin —lo llamó Renee— Por favor.

Éste no dijo nada durante tanto tiempo que Neil pensó que se iba a negar. Finalmente, Kevin dijo:

—Haré lo que pueda, pero no prometo nada.

—Gracias —agradeció Renee, y miró a Neil para incluirlo en eso. Kevin sacudió su mano en señal
de despedida y se dio vuelta

—Voy a empacar.

Neil lo vio subir las escaleras, solo vagamente consciente de Dan y Allison acribillando a Renee con
más preguntas. Cuando Kevin se perdió de vista y sus pasos se detuvieron en la habitación, Neil se
dirigió hacia él. Subió las escaleras lo más silenciosamente que pudo, pero la cabaña no estaba
diseñada para el ser sigilosa, y sabía que Kevin lo había escuchado acercarse. La puerta del
dormitorio estaba abierta de par en par, pero Neil la cerró detrás de él. Kevin estaba sentado en su
cama, con una rodilla pegada a su pecho, mientras miraba opacamente a lo lejos. Neil se sentó con
las piernas cruzadas en el extremo de la cama y esperó.

No tomó mucho tiempo. Kevin apoyó la barbilla en la rodilla y dijo:

— ¿Cómo lo haces? —Kevin chasqueó los dedos como frustrado por su propia pereza y agregó —
Después de todo lo que sucedió este año, después de que Riko, tu padre y el FBI y sabiendo que el
señor Ichirou sabe sobre ti, ¿Por qué no tienes miedo?

—Lo tengo— dijo Neil— Pero tengo más miedo de dejarlo ir que de mantenerlo.

—No entiendo.

—Lo haces, o no habrías confiado en Andrew y el Entrenador en primer lugar. El problema que te
pusiste en sus manos y te rehusaste a comprometerte más allá de eso. Crees que Riko te hará daño
por tu desafío, entonces temes alejarte demasiado de los límites. Sin embargo, este término medio
no te salvará para siempre.

“Kevin —dijo Neil, y esperó a que Kevin finalmente lo mirara— Descubre lo que quieres más que
nada, lo que te mataría perder. Eso es lo que está en juego si dejas que Riko gane. Calcula el costo
de tu miedo. Si es demasiado, necesitas pelear. ¿No preferirías morir intentándolo en vez de no
haciendo nada?

—De cualquier manera, moriría —señaló Kevin.

—Muere libre o muere como un fracaso —dijo Neil—. La elección es tuya, pero elige tu lado antes
de volver a ver a Jean. Si él piensa que le estás engañando, nunca lograrás lo ganarás.

Kevin no dijo nada, entonces Neil se bajó de la cama y lo dejó allí. Los otros estaban hablando del
desayuno a medida que él bajaba la escalera. Renee había pasado por un autoservicio en su camino
hacia allí, pero los otros habían pospuesto su desayuno para poder entregar sus llaves en la oficina

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principal. Todo lo que quedaba por hacer era empacar, así que se separaron en sus habitaciones y
sacaron sus bolsas de sus armarios.

Empacaron los autos y caminaron hacia el edificio de oficinas por última vez. Renee bebió té
mientras los demás se deleitaban con huevos y tocino. Nadie dijo una palabra sobre Jean donde
alguien podría oírlos, aunque era cuestionable que alguien más en la sala de desayuno supiera
quiénes eran y pudieran unir las piezas. Devolvieron sus llaves al salir y se distribuyeron entre los
autos. Andrew salió primero del camino y comenzaron a regresar al campus.

Tomaron un atajo hacia la casa de Abby para que Kevin pudiera ver a Jean.

Abby había dejado la puerta principal abierta, como siempre, así que el equipo entró sin llamar. Dan
gritó un saludo en el camino para que Abby supiera que tenía invitados, y Abby respondió desde el
otro extremo del pasillo.

Encontraron a Abby y Wymack sentados en la mesa de la cocina. Los platos en el mostrador y las
servilletas arrugadas en la mesa dijeron que acababan de terminar de almorzar. Abby despejó el
desastre y llevó a Kevin por el pasillo hasta donde Jean estaba descansando. Neil miró a Wymack,
buscando el trauma persistente de la confesión de Kevin. La máscara tranquila de Wymack era
infalible. Eso no impidió que Dan lo mirara como si pudiera ver a través de él.

— ¿Consenso? —preguntó Wymack cuando se cerró la puerta.

—Él puede esconderse con nosotros hasta que esté mejor. —Dijo Dan—Lo que haga después de eso
depende de él.

Wymack asintió.

—Neil, la junta sabe que volverás hoy.

—Ellos quieren hablar —dijo Neil, en realidad no era una pregunta.

—Me dijeron que los llamara tan pronto como regresaras. —Contestó Wymack— ¿Volviste?

Era tentador tomar esa sutil oferta y esconderse un poco más, pero Neil estaba fuera de tiempo. Las
vacaciones de primavera habían terminado. Las clases comenzarían de nuevo mañana y sus
compañeros de clase habrían escuchado las noticias hace una semana. En uno o dos días, Neil
tendría que enfrentarse a la prensa y confirmar todo lo que ya habían averiguado.

Inexplicablemente, Neil se preguntó cómo reaccionó el entrenador Hernández ante las noticias. Se
preguntó si los periodistas lo habrían llamado buscando información. Sus ex compañeros de equipo
sin duda tenían mucho que decir. Las pequeñas ciudades crecían gracias a los chismes.

—Sí —dijo Neil— Volví.

Wymack salió para hacer la llamada. Abby regresó sola y miró al equipo.

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—Jean no puede manejar a tantos invitados.

—Estábamos dejando a Renee y Kevin —dijo Matt.

Abby volvió a sentarse en su silla y miró a los Foxes.

—Renee dijo que la cabaña era adorable.

Así se sumieron en una conversación en la cual se dedicaron a describirle los aspectos más
destacados de la cabaña. Aaron tenía poco que aportar, pero al menos parecía que estaba prestando
atención a la conversación. Recién habían comenzado a contarle acerca de la cabalgata cuando
Wymack regresó. Se detuvo en la entrada en vez de dirigirse a su silla. Neil captó la indirecta y se
dirigió hacia él. Andrew se quedó atrás como Neil sabía que lo haría; Kevin lo necesitaba más que
Neil hoy.

Charles Whittier, el presidente de Palmetto State University, vivía en una casa de gran tamaño cerca
de las puertas de entrada al campus. Wymack y Neil siguieron la acera de piedra alrededor del
edificio hasta la puerta, y Neil se detuvo mientras Wymack tocaba el timbre. Wymack había
llamado antes, por lo que Whittier respondió casi de inmediato.

—Chuck —dijo Wymack en lugar de decir hola.

—Entrenador —saludó Whittier, pero estaba mirando más allá de Wymack hacia Neil—Adelante.

Pasaron junto a una sala de estar que podía acomodarse a todo el departamento de Wymack y una
sala de conferencias más grande que el dormitorio de Neil. La oficina de Whittier estaba detrás de la
casa cerca de la cocina. Hizo un gesto para que se sentaran y cerró la puerta detrás de ellos. Su
escritorio estaba libre de todo excepto de una computadora y un teléfono, pero una bandeja en un
archivador cercano contenía vasos de té helado. Le pasó dos a Wymack, quien le entregó uno a
Neil, y se llevó el suyo a su silla. Neil se aferró a su bebida como si le diera el coraje que necesitaba
para esto.

Whittier todavía lo miraba como si Neil pudiera explotar en cualquier instante, pero al final él dijo:

—Comencemos.

Tocó el botón del mouse, y un segundo después sonó su teléfono. Una voz automatizada le dio la
bienvenida al sistema de conferencias. Después de que Whittier ingresara su código de acceso en la
voz, dijo:

—Hay veinte llamadas conectadas, incluyéndolo a usted —se escucharon una serie de bips cuando
todos estuvieron conectados.

—Es Whittier —dijo éste—. Tengo al entrenador David Wymack y a…Neil Josten—dijo después
de una breve vacilación y una mirada a Wymack—, aquí conmigo, ¿A quién hemos incluido?

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Bajaron la lista, ofreciendo nombres y títulos. Neil sentía que todo el departamento de
administración había aparecido para esta llamada; las personas que se registraron variaron desde
Asuntos Estudiantiles hasta Relaciones de Alumnos con los once miembros de la Junta de
Fideicomisarios. Una vez que todos fueron presentados y contados, Whittier inició.

Las siguientes horas fueron las más largas de toda su vida. Rápidamente fue obvio que esta no era la
primera llamada que tenían desde que salió la verdad de Neil; estaban retomando esta conversación
desde la última vez que hablaron y se refirieron a los últimos argumentos de Wymack. A Neil se le
dio tiempo para presentar su caso, y Wymack lo avaló incondicionalmente cuando la Junta lo
acribilló con preguntas y demandas.

Cuando terminaron con él, pasaron a pelear entre ellos. Debatieron sobre los riesgos de mantener a
Neil cerca, pero estaban igualmente interesados en la publicidad: los que querrían liberarlo a fin de
año y los que querrían estar con él. Neil quería recordarles que todavía estaba escuchando la
llamada. En cambio, contó hasta diez y bebió su té. Wymack no estaba nada contento con sus
cálculos insensibles, y lo toleró solo por unos minutos más.

—Miren —interrumpió, ignorando el gesto de Whittier para mantenerse al margen— Miren —dijo
de nuevo, más fuerte, cuando los demás siguieron hablando sobre él. Wymack les dio un par de
segundos y luego comenzó a hablar en voz alta de todos modos— Desde el primer día han
cuestionado cada decisión que tomé. Una y otra vez he demostrado que siempre sé lo que es mejor
para este equipo, tanto para los jugadores como para los intereses de la escuela, ¿No es así?

“Esta debería ser una llamada más fácil que la de despedir a Andrew —prosiguió Wymack sin
esperar su acuerdo— Con Andrew les pedí que tuvieran fe y paciencia porque sabía que tomaría
tiempo antes de que vieran que era rentable. Esta vez los resultados ya están dados. Han cosechado
los beneficios de la presencia de Neil desde agosto.

“Él es un miembro crítico de mi equipo —dijo Wymack, apuñalando con su dedo contra el
escritorio para enfatizarlo— Pueden preguntar a cualquier persona en mi alineación y todos estarán
de acuerdo: no estaríamos donde estamos hoy si él no estuviera aquí con nosotros. Y donde estamos
hoy es en la cúspide de los finales. Estamos a cuatro juegos, ¡Cuatro! De ser campeones de la
NCAA. Estamos a punto de ser el primer equipo en la nación en superar a los Ravens de Edgar
Allan. Tenemos una alineación que se graduará a profesionales y a la Corte. Estamos remodelando
la forma en que todos piensan sobre el programa de Exy del Estado de Palmetto. Quitarle el equipo
a Neil no los salvará y estoy seguro de que no es una decisión sabia. Va a volverse tan
contraproducente que nunca más querrán ver a un periodista.

Estuvieron callados por un minuto, luego comenzaron a discutir entre ellos de nuevo. Finalmente lo
votaron y se decidieron a favor de Neil.

—Gracias —dijo Wymack, en un tono que claramente decía que estaba más molesto por su
terquedad que agradecido por su apoyo—. Ahora que eso ya está resuelto, tengo que decir algo más,
siempre y cuando tenga a todos conmigo. Deberían escuchar esto antes de que lo veas en las
noticias.

— ¿Ahora qué? —uno de los Fideicomisarios preguntó.

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—Recientemente me llamó la atención que tengo un hijo —dijo Wymack. Mantuvo su tono y su
expresión neutrales, pero parecía tenso en su silla—. Estoy programando una prueba de paternidad
ahora que estamos de vuelta en el campus solo porque quiero los documentos archivados.

—Felicitaciones —dijo alguien, más por obligación que otra cosa.

Wymack abrió la boca, la cerró y volvió a intentarlo.

—Es Kevin Day.

El silencio que siguió fue profundo. Finalmente alguien logró decir:

—Es, ¿Quién?

—Me lo dijo la semana pasada. Estaba… inspirado —dijo Wymack después de una breve búsqueda
de palabras— por la situación de Neil y decidió contarme. Se los digo ahora porque planea hacerlo
público esta semana. Voy a utilizarlo para ayudar a combatir la prensa negativa que rodea a Neil.
Me gustaría dejar constancia de que este descubrimiento no tendrá ningún impacto en mi
entrenamiento.

—Anotado —dijo una mujer, sonando insegura, justo antes de que estallara otra discusión. Ésta fue
más corta, principalmente centrada en cómo la Universidad iba a reaccionar públicamente a las
noticias. Finalmente, todo se resolvió y la conferencia llegó a su fin. Cuando cada persona colgó, la
línea sonó para indicar la gente que iba abandonando la llamada. Whittier esperó hasta que escuchó
a los diecinueve antes de dar por terminada la conferencia.

—Eso fue inesperado —dijo Whittier, con una larga mirada a Wymack. Neil pensó que estaba
buscando una señal de que Wymack había estado pensando en este secreto durante años en lugar de
una semana.

Wymack no tuvo problemas para interpretar esa mirada, pero en lugar de declarar su inocencia,
Wymack simplemente dijo:

—Primero soy su Entrenador.

Whittier negó con la cabeza.

—Hablando de Presidente a Entrenador, eso es exactamente lo que quiero escuchar y espero que
cumplas tu palabra. Hablando de Chuck a David, lo siento. No pudo haber sido un descubrimiento
fácil.

—Gracias —contestó Wymack después de un momento.

Whittier se puso de pie y los acompañó a la puerta. Wymack llevó a Neil al dormitorio. Éste pasó el
tiempo mirando por la ventana y preguntándose si debía decir algo. Al final, decidió confiar en

262
Abby y Dobson para vigilar a Wymack. Se conformó con un “Gracias” hueco cuando Wymack lo
dejó en la acera trasera, y no miró hacia atrás antes de entrar.

El lunes significaba tener clase, aunque Neil hubiera estado feliz de quedarse en cama. Sus heridas
atraían más miradas persistentes de las que podía soportar y un par de compañeros de clase fueron
lo suficientemente audaces como para presionarlo por chismes. No tenía sentido mentir sobre eso,
pero nadie dijo que Neil tuviera que decir la verdad tampoco. Rechazó todas sus preguntas con un
insistente: No quiero hablar de eso, que se volvió más intenso cada vez que alguien ignoraba esa
advertencia. Cuando sonó la campana al final de su última clase, el alivio que sintió Neil casi lo
paralizó. Salió disparado del salón de clases y siguió al grupo de estudiantes alborotados fuera del
edificio y por las escaleras. Había hecho diez pasos fuera del edificio antes de que alguien se
detuviera en su camino. Neil estaba acostumbrado a esquivar cuerpos en el campus, así que lo
esquivó cuidadosamente y siguió caminando. El hombre habló a mitad de su movimiento.

—Pararás.

Neil no creyó que estuviera dirigido a él, pero mirar hacia atrás fue instintivo. Lo lamentó de
inmediato y se sacudió para detenerse. El hombre que había hablado era japonés, más viejo que los
estudiantes ajenos a lo que sucedía y que pasaban junto a ellos, se vestía casualmente para no
sobresalir. Consideró que Neil era la ruina de su existencia e hizo un gesto, que no fue una
invitación sino una orden.

—Nos vamos.

Neil casi se preguntó a dónde iban, pero lo pensó mejor en el último segundo. Siguió al extraño al
estacionamiento de la biblioteca. Un automóvil estaba parado en la acera y Neil se metió en el
asiento trasero cuando alguien adentro le abrió la puerta. Su escolta cerró la puerta detrás de él y se
sentó en el asiento del pasajero. Nadie dijo una palabra en todo el trayecto. Neil miró por la ventana,
haciendo un seguimiento de dónde iban por si necesitaba encontrar el camino de regreso, pero no
tardó en ubicarse. Lo llevaron al sitio de construcción al otro lado del campus. Neil vio autos
estacionados y maquinaria inactiva. Una gran parte del exterior del nuevo dormitorio estaba listo y
ahora probablemente estaban ocupados con la parte de adentro, Neil hubiera preferido algunos
testigos. Solo había otro auto estacionado atrás. El conductor se detuvo junto a él y apagó el motor,
pero nadie se movió. Neil captó la indirecta después de un minuto de silencio se tensó y salió. La
puerta frente a él estaba desbloqueada. Lo abrió, pero vaciló a mitad de camino en el coche cuando
vio quién lo estaba esperando.

A primera vista, Ichirou Moriyama no parecía la gran cosa. Su traje de seda negro mostraba riqueza
excesiva, pero sus características juveniles socavaban esa impresión. Para empezar, solo le llevaba
un par de años a Neil y su genética lo hizo parecer aún más joven. Él lucía simplemente como otro
hombre de negocios esperanzado, tal vez, otro CEO de niños ricos viviendo la vida cuesta arriba.
Neil fue engañado por todo un segundo: el momento en que lo llevó a encontrarse con los ojos de
Ichirou a través del asiento trasero.

Este hombre no era como el padre de Neil, con su temperamento y matones y fea reputación. No era
como Riko, con su crueldad egoísta y sus rabietas infantiles. Este era un hombre que podía
mantener a los dos bajo control con una mirada, un hombre quien había sido criado para gobernar.

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Él era el poder de Moriyamas para vivir, respirar, y con la muerte de su padre se sentó solo e
intocable en su trono. Neil consideró darse la vuelta y alejarse, pero sospechó que era una buena
forma de recibir un disparo en la espalda. No sabía por qué estaba allí, ya que ni siquiera Riko había
visto a su hermano cara a cara, pero sabía que un paso en falso significaría que la esperanzada
tregua de su tío quedaría anulada.

Neil buscó desesperadamente su memoria, intentando recordar algún consejo para poder manejar
este encuentro. Neil no podría enfrentar a Ichirou como Neil Josten; tenía que enfrentarlo como un
Wesninski haría. Eso significaba que cada palabra tenía que ser la verdad y ésta tenía que ser la más
grande mentira que Neil había dicho alguna vez.

Mordió sus dudas y el primer destello de pánico y dijo, muy cuidadosamente.

— ¿Puedo entrar?

Ichirou movió dos dedos en comando silencioso, y Neil se subió al coche. Cerró la puerta detrás de
sí, firme, pero no ruidosamente, y decidió mirar al hombro de Ichirou.

— ¿Sabes quién soy? —Ichirou preguntó.

—Sí —dijo Neil, y titubeó durante medio segundo mientras buscaba un título, “Señor” no tenía el
respeto necesario, pero Kevin se había referido a Kengo más de una vez como señor. Era un término
obsoleto y torpe, pero era todo lo que Neil tenía en ese momento— Eres el señor Moriyama.

—Sí —dijo Ichirou, con una calma moderada en la que Neil no confió ni por un segundo.

— ¿Sabes que mi padre está muerto? Todavía no he escuchado tus condolencias.

—Ofrecerlos parece presuntuoso —contestó Neil—. Es asumir que valoras mi palabra, pero no soy
nadie.

—No eres nadie —coincidió Ichirou—. Es por eso que estoy aquí. Tú entiendes.

No era una pregunta, pero Neil bajó la cabeza y dijo:

—Mi padre está muerto a las manos de mi tío y el FBI está investigando lo que queda de su grupo.
Soy un cabo suelto que debe tratarse de una forma u otra.

—Podría detenerlo —dijo Ichirou, y Neil le creyó. No importaba el FBI tuviera cajas llenas de las
historias y los nombres de Neil. Si Ichirou quería su historia muerta y rumores callados, podría
hacerlo con un par de llamadas telefónicas y suficiente dinero— En cambio, estoy aquí. Me gusta
saber el valor de las cosas antes de tirarlas para saber cómo compensar su pérdida.

—No tengo valor ahora —dijo Neil—, pero si se me da el tiempo y la oportunidad de hacerlo
pagaría a tu familia por los inconvenientes que he causado. La media el jugador profesional Exy
gana tres millones de dólares al año. No necesito esa cantidad de dinero para mí. Déjame donarlo a
su familia en su lugar. Puedo dirigirlo hacia las tenencias y obras de caridad que haya heredado.

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—Un intento poco sutil de comprar tu seguridad.

—Mi señor —dijo Neil— estoy tratando de corregir un error y cumplir un fallo promesa. Se suponía
que debía pertenecer a su tío. Debería haber sido criado para ser un Raven y jugar para la Corte. Mi
potencial de ingresos siempre le ha pertenecido a usted. Regresé al Exy tan pronto como mi madre
murió porque sé mi propósito.

—Y sin embargo, no regresaste con mi tío —dijo Ichirou.

Parecía una prueba donde fallar significaba la muerte. Neil sabía cuál era la respuesta segura, pero
un pensamiento peligroso le quemó la lengua. Su padre había servido a Kengo, pero para mantener
tanto territorio y poder, Kengo había tenido que confiar en él. Nathan había tenido el derecho de
traer amenazas y posibles complicaciones a la atención de Kengo. Neil no tenía esa autoridad, pero
tenía que intentarlo—Sé que no tienes motivos para confiar en mi palabra —dijo Neil, con mucho
cuidado— y sé que no me he ganado tu atención o consideración. Pero soy un Wesninski. Mi
familia es tu familia. Por favor créame cuando le digo que nunca arriesgaría la seguridad de su
imperio. Jugar para Edgar Allan traicionaría todo lo que se supone que mi familia debe representar.

Vaciló como si temiera continuar y cruzar una línea frágil. Ichirou esperó a que tomara una
decisión. Neil deseó poder leer algo, cualquier cosa, en la cara del hombre, pero su expresión era
serena y su tono no había cambiado desde que comenzó esta horrible conversación. Neil no sabía si
él lo estaba engañando y no sabía si eso marcaría la diferencia.

Neil finalmente tomó aire y dijo:

—Tu hermano va a destruir todo lo que posee a menos que alguien lo cuelgue.

Fue suficiente para ganarse una leve sonrisa de Ichirou. Era todo lo que Neil podía hacer para no
estremecerse cuando Ichirou dijo:

—Eso es muy audaz.

—Sí —dijo Neil— pero es la verdad.

Ichirou no dijo nada durante tanto tiempo que Neil se preguntó si se suponía que debía salir del
automóvil y marcharse. Finalmente, Ichirou le hizo un gesto para que continuara.

—Riko pasó toda su vida con el objetivo de ser el mejor jugador de la cancha—explicó Neil—
Cuando siente que su superioridad está siendo amenazada, ataca sin preocuparse por el daño
colateral. Este año pasado solo es una prueba de su creciente inestabilidad. Kevin Day fue la
segunda inversión más grande de su tío, pero Riko lo destruyó por su orgullo herido. Al comienzo
de su segundo año, Kevin valía una fortuna de siete dígitos entre su contrato profesional, su puesto
en el equipo nacional y sus endosos. Podría haber ganado a su familia quince, veinte millones al año
después de la graduación. Ahora Kevin está empezando de cero.

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“Riko mató a uno de mis compañeros de equipo en agosto y lo admitió en un lugar público —
continuó Neil— En noviembre interfirió con el sistema judicial de Oakland y dejó un rastro de
dinero desde California hasta Carolina del Sur, todo por el bien de lastimar a otro compañero de
equipo, y en diciembre compró a un psiquiatra en Easthaven en Columbia para continuar con esa
tortura. Las vacaciones de Navidad me devolvieron mi aspecto natural para que la gente de mi padre
pudiera encontrarme y matarme. Él sentó las bases para la confrontación en Maryland que terminó
con la muerte de mi padre y toda esta investigación federal.

“La semana pasada reaccionó a la muerte de tu padre golpeando a uno de sus compañeros de equipo
a una pulgada de quitarle la vida. Tiene suerte de que sea Jean Moreau, él sabe quién es su familia y
nunca hablará en contra de Riko. Pero Jean está bajo nuestra custodia. Ahora mientras él sana la
Universidad Edgar Allan ha iniciado una investigación silenciosa sobre los Ravens, ellos
averiguarán sobre las novatadas y abusarán de las condonaciones de tu tío y alguien tendrá que
responder por ellas. ¿Qué pasaría si tropezaran con evidencia de las manipulaciones de Riko durante
su búsqueda?

“No estoy diciendo que tu hermano esté fuera de lugar —mintió Neil—, pero no está siendo
cuidadoso. Está escalando en sus acciones porque se siente amenazado, pero hay mucha gente
mirándonos ahora. Lo atraparán lo suficientemente pronto, y tengo miedo de lo que caerá sobre
usted. No me aliaré con tal riesgo, así que no puedo jugar para tu tío en Edgar Allan. Lo siento.

Otro interminable silencio siguió. Pasó un día, una semana o un año antes de que Ichirou dijera:

—Mírame a los ojos y escucha con atención —Neil arrastró su mirada hacia la cara de Ichirou. La
sonrisa de Ichirou había desaparecido hace mucho y sus ojos de carbón parecieron atravesar a
Neil— De dónde vengo, la palabra de un hombre es tan buena como su nombre y su nombre gana
peso con la sangre que derramó por mi familia. No me has probado tú valía y es cierto, no mereces
el aire que respiras. Equilibraría el rojo en mi libro de contabilidad con tu muerte y lo consideraría
un pago justo.

“Sin embargo —continuó Ichirou—, eres el hijo de tu padre, y tu padre era alguien para mí. Él es la
razón por la que vine aquí cuando pude haber enviado a alguien para que te hablara. ¿Sabes lo que
haré? ¿Si creo que estás perdiendo el tiempo? ¿Sabes lo que haré con cualquier persona que hayas
conocido o con quien hayas hablado? Mataré a todos los que alguna vez te apoyaron y haré que
cada muerte dure toda la vida.

No sonaba como una amenaza; sonaba como una promesa.

— ¿Qué puedo hacer para convencerte de que estoy diciendo la verdad? —Neil dijo.

—Nada —dijo Ichirou, y dijo unas palabras en japonés a los dos hombres sentados al frente.

El pasajero del frente sacó un teléfono celular de su bolsillo. Neil no podía entender una palabra del
hombre, pero entendió ese tono enojado muy bien.

Por un momento salvaje, pensó que el hombre estaba organizando muertes desordenadas para todos
los Foxes. Apretó los dientes contra una espina de pánico y miró el cojín vacío entre él e Ichirou. El

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pasajero estuvo yendo y viniendo durante varios minutos, luego colgó y guardó su teléfono. Su tono
fue respetuoso cuando le dijo algo a Ichirou.

Cualquiera que fuera la noticia, la expresión de Ichirou no cambió. Éste golpeó su pulgar contra su
tobillo mientras pensaba. Neil no sabía cuánto tiempo permanecieron sentados allí en silencio, diez
minutos o diez vidas, pero estaba seguro de que moriría antes de que Ichirou finalmente tomara una
decisión.

—Quizás tu vida tenga una etiqueta de precio después de todo —dijo Ichirou— Ochenta por ciento
de sus ganancias para la totalidad de su carrera serán suficientes. Espero diezmos similares por parte
de Day y Moreau, es razonable considerando que mi familia financió su capacitación. Alguien se
pondrá en contacto contigo para hacer los arreglos después de la graduación, si no cumples con esto
el acuerdo se perderá y serás ejecutado, ¿Entiendes?

La incredulidad derribó el aire de sus pulmones; el alivio fue tan intenso que Neil pensó por un
momento que estaría violentamente enfermo. De alguna manera mantuvo su tono incluso cuando
dijo:

—Entiendo. Hablaré con Kevin y Jean inmediatamente. No te fallaremos.

Ichirou le lanzó una mirada de encapuchado.

—Entonces por ahora vete.

Fue tan abrupto que Neil casi olvidó decir.

—Gracias.

Intentó salir del automóvil sin dar la impresión de que se estaba volviendo loco y no estaba del todo
seguro de haberlo logrado. Cerró la puerta detrás de él y ambos conductores apagaron los motores.
Neil permaneció inmóvil mientras los autos se alejaban y observó aturdido cómo se perdían de
vista. Saber que se habían ido no hizo nada para que se sintiera más seguro y Neil cayó de rodillas
sobre el asfalto. Clavó sus dedos en la tela densa sobre sus rodillas y luchó por controlar su
acelerado corazón. Cuando pudo pararse sin caer, siguió el camino de la calle Perimeter por el
campus hasta el edificio donde Kevin tenía su clase de historia. El reloj del teléfono de Neil decía
que quedaban quince minutos del período, por lo que Neil se apoyó contra la pared exterior de la
puerta y esperó. Kevin fue uno de los últimos en salir y se calló cuando vio a Neil.

—Te llevaré a casa de Abby —dijo Neil en francés—. Tenemos que hablar con Jean.

—No en este momento— dijo Kevin.

—Ahora sí —Neil extendió un brazo cuando Kevin parecía listo para alejarse—. Ichirou acaba de
venir a vernos.

Kevin se atragantó en negación. Su segundo intento fue una ronca incredibilidad.

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—No bromees sobre tales cosas —Neil miró a Kevin en silencio hasta que éste se estremeció y
retrocedió medio paso— No. Él ni siquiera conocerá a Riko. Él no vendría aquí.

—Vamos —dijo Neil.

Le envió un mensaje a Andrew en su camino a la Fox Tower, por lo que éste los estaba esperando
contra el baúl de su auto. Tenía un pequeño paquete en una mano y un cigarrillo en la otra. Éste se
apartó cuando se acercaron, y abrió el auto mientras se puso de pie. Fue un corto trayecto desde el
dormitorio al lugar de Abby. Neil llamó a pesar de que su puerta estaba desbloqueada, y Abby
respondió unos segundos más tarde. Ella frunció el ceño al verlos en la puerta de su casa, pero se
hizo a un lado para dejarlos entrar.

— ¿No tienes clase ahora?

—No —dijo Neil—. ¿Dónde está Jean?

—Estaba dormido la última vez que lo visité.

—Es importante —contestó Neil— Lo despertaré.

Abby estudió la sombría expresión de Kevin un momento antes de hacerse a un lado. Neil llevó a
Kevin y Andrew por el pasillo, dejando a Abby mirándolos, y golpeó la puerta de la habitación con
un golpe superficial. Jean se sobresaltó al oír el ruido y comenzó a sentarse. Mudarse fue un error, a
juzgar por el sonido que hizo mientras se hundía en el colchón. Neil aprovechó su distracción y
examinó la obra de Riko en su camino hacia la cama. La cara de Jean parecía un hematoma
hinchado. Ambos ojos estaban ennegrecidos gracias a su nariz rota y los puntos habían remendado
su barbilla y mejilla. Le habían arrancado trozos de cabello de su cráneo, dejando manchas de
calvicie y costras en todo su cuerpo.

Neil se obligó a retroceder inesperadamente y se sentó en el borde del colchón.

—Hola, Jean —lo saludó Neil.

—Vete —dijo Jean, su voz en carne viva con odio— No tengo nada que decirte.

—Pero escucharás —dijo Neil— porque acabo de decirle a Ichirou dónde estás.

Fue suficiente para obtener toda la atención de Jean. Kevin se sentó al otro lado de Jean, con la cara
pálida de nuevo al oír el nombre de Ichirou. Neil miró hacia atrás para asegurarse de que Andrew
estaba escuchando, y luego les contó sobre la visita del hombre: por qué había venido, cómo había
decidido perdonarles la vida y lo que les costaría retribuirle. Kevin y Jean escucharon todo sin decir
una palabra.

—No es un perdón y no es realmente libertad, pero es protección —Neil miró de una cara
conmocionada a la otra— Ahora trabajaremos para la familia principal. El Rey perdió a todos sus
hombres y no hay nada que él pueda hacer sin cruzarse con su hermano. Estamos a salvo, para
siempre.

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Jean emitió un sonido terrible y enterró su rostro en sus manos. Kevin abrió la boca, la cerró de
nuevo y lanzó una mirada atormentada hacia Jean. Neil esperó, pero ninguno de los hombres parecía
capaz de reaccionar más allá de eso. Finalmente se deslizó fuera de la cama y los dejó en su
cuestionable comodidad mutua. Andrew lo siguió fuera de la habitación, pero Neil agarró su manga
mientras cerraba la puerta detrás de ellos.

Andrew obedientemente se volvió hacia él.

— ¿Qué se siente quedarse sin nada? —Andrew preguntó.

—Vale cada centavo — contestó Neil— Déjalo tener todo lo que quiera. No necesito el dinero.
Todo lo que necesito es lo que él me dio: una promesa de que tengo futuro. Tengo permiso, no,
órdenes para vivir mi vida como quiero. Voy a graduarme en el Estado de Palmetto en cuatro años
más y voy jugar al Exy hasta que me obliguen a retirarme. Tal vez incluso moriré de viejo.

—Cada día suenas más como ellos —dijo Andrew.

Neil supuso que se refería a sus compañeros de equipo más optimistas.

—Vas a tener que inventar algo para aferrarte. Estoy seguro, Kevin ya no necesita tu protección,
Nicky volverá con Erik y Aaron tendrá a Katelyn, ¿Qué vas a hacer con tu vida si no estás jugando
al perro pastor para nosotros?

—Aaron no tiene a Katelyn.

—La negación no te conviene. Hablamos sobre esto.

—Tú hablaste —dijo Andrew— No escuché.

—Elígenos —dijo Neil. Fue suficiente para callar a Andrew, tal vez solo por un segundo, pero Neil
tomaría cualquier oportunidad que pudiera— Kevin va a retomar su puesto en la cancha antes de
graduarse. Cree que puedo llegar a la Corte con la práctica y el tiempo suficientes. Ven con
nosotros. Juguemos todos juntos en las Olimpiadas algún día. Seríamos imparables.

—Esa es tu obsesión, no la mía.

—Pídelo prestado hasta que tengas algo propio —Neil se aferró más a la manga de Andrew cuando
éste comenzó a liberarse—. ¿No sería divertido tener un lugar donde vivir, tener un equipo, una
ciudad diferente cada semana y cigarrillos y bebidas en el medio? No quiero que esto termine.

Andrew se soltó.

—Todo termina.

Empujó un paquete contra el pecho de Neil y se dirigió al pasillo. Andrew ya había cortado la cinta
desde los extremos, por lo que Neil abrió la solapa sin demasiados problemas o dolor. Sacudió la

269
caja sobre la palma de la mano, pero nada se cayó. Tuvo que sacar el contenido con los dedos y
consideró la tela arrugada con cierta consternación. No entendió hasta que cambió su agarre y dejó
que los extremos se desenredaran. Sostenía un juego de bandas idénticas a los de Andrew. Eran lo
suficientemente largas como para ocultar las vendas y las nuevas cicatrices en los antebrazos de
Neil.

Éste levantó la mirada para ver a Abby. Ella miró hacia la puerta cerrada del dormitorio y vio el
regalo que Neil sostenía.

— ¿Todo está bien?

Neil lo pensó, pero no por mucho tiempo.

—Nunca ha estado mejor.

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Capítulo 17

Los Foxes reaccionaron a las noticias de Neil con un júbilo casi unánime. Incluso Aaron se
alegró lo suficiente como para ofrecer felicitaciones. Sin embargo, Kevin no pudo recuperarse tan
rápido de tener su mundo patas arriba, y estuvo distraído toda la tarde.

Falló tiros que normalmente hubiera hecho con los ojos cerrados y pasó sus descansos sentado solo
en las gradas. Wymack no le dijo nada sobre su pobre actuación y calló a Dan cuando ella intentó
decirle algo.

Dan logró que todos estuvieran en el centro de la ciudad para una cena de celebración. No podían
hablar sobre el trato de Ichirou en público, pero podían bromear de todo lo que les viniera a la
mente. El equipo se percató de las nuevas bandas de Neil, pero después de un par de burlas
bondadosas, cumplieron su palabra de mantenerse al margen de la no-relación de ellos dos.

Neil pasó la mayor parte de la comida mirando a Kevin y Andrew. El primero no le dirigió la
palabra a nadie, pero miró su plato mientras jugaba con su comida. Andrew se encontraba inclinado
hacia adelante en su asiento entre los dos ofensores, con los dedos entrelazados y apoyados contra
su rostro para ocultar su boca. Observaba a todos con una mirada entrecerrada y no tenía nada que
agregar. Cuando alguien cometió el error de tratar de incluirlo, él lo miró fijamente hasta que siguió
hablando. Neil vio la mirada cansada que Matt y Dan intercambiaron, la decepción evidente en sus
seños y labios fruncidos.

Habían logrado un progreso real en las montañas, o al menos eso creían, pero Andrew se había
cerrado de nuevo sin previo aviso. Neil quería decir que Andrew estaba conservando toda su energía
para silenciosa crisis nerviosa de Kevin, pero no estaba seguro de cómo decirlo sin llamar a la ira de
Andrew.

Finalmente regresaron al dormitorio. Neil siguió a Nicky hasta la habitación de los primos. Kevin se
dirigió al baño, pero dejó la puerta abierta detrás de él. Neil miró desde su agarre de nudillos
blancos en el borde del fregadero hasta el reflejo de Kevin. No sabía qué había puesto esa mirada
intensa en su cara a menos que Kevin estuviera mirando el número en su mejilla. Éste había sido el
segundo mejor y de segunda categoría toda su vida. Ahora tenía la libertad de alcanzar el rango que
siempre se había merecido y siempre había tenido demasiado miedo de querer. Neil no culpó a
Kevin por su miedo, pero necesitaba verlo superarlo.

Cuando dio señales de que no se movería de ahí en un buen tiempo, Neil se dio por vencido.
Andrew estaba sentado en su escritorio, por lo que Neil se sentó a su lado. Nicky y Aaron de
adueñaron de las sillas de puf y cargaron un juego en el televisor. Jugaron tres niveles antes de que
Kevin reapareciera.

Kevin miró a Neil y a Andrew y dijo:

271
—Llévame a la cancha.

Era obvio que no le importaba cuál de ellos lo hiciera, pero Neil miró a Andrew. Éste tenía la
ventana abierta para poder soplar el humo del cigarrillo a través de ella. Solo lo llevaba la mitad del
mismo, pero no dudó en apagarlo en el alféizar de la ventana. Dejó la colilla a un lado para más
tarde y se deslizó fuera del escritorio. Cuando estaba a la mitad de la habitación, Neil se levantó y se
invitó a sí mismo. Kevin no pareció darse cuenta y Andrew reconoció su presencia con una breve
mirada. Nicky los saludó con una alegre despedida y volvió a asesinar monstruos.

Dejaron a Kevin en el vestuario y continuaron hasta la cancha. Neil estaba de pie cerca de la pared
para estudiar el suelo pulido y las huellas de Fox relucientes. Andrew se sentó en el banco y no dijo
nada. Kevin no los hizo esperar mucho, pero apareció con un balde de pelotas en una mano y su
raqueta en la otra. Neil lo vio cruzar la pista vacía hacia la primera y cuarta línea. Kevin dejó la
cubeta, se ajustó los guantes y comenzó a disparar al objetivo vacío.

Andrew toleró el espectáculo solo hasta que el balde estuvo vacío y luego se levantó con
aburrimiento,

—Realmente es patético.

— ¿No lo somos todos? —Preguntó Neil sin apartar los ojos de Kevin.

Kevin inspeccionó el desastre a su alrededor y sacudió su raqueta de un lado a otro. Usó la culata de
la misma para acercar algunas bolas perdidas, luego se pasó la raqueta de la mano derecha a la
izquierda. Neil lo vio sacudir su mano derecha antes de comenzar una segunda ronda. En vez de
eso, Kevin alcanzó la bola más cercana con su mano derecha.

Neil golpeó con manos la pared de la cancha en señal de advertencia. Las vibraciones enviaron una
oleada de calor que se enroscó en cada corte en proceso de cicatrización y que quemó sus brazos.
Logró decir un adolorido:

—Andrew.

Kevin ignoró el golpe y deslizó la pelota en la red de su raqueta. Le dio a su raqueta un giro
experimental, luego disparó al arco. Neil pensó que estaba apuntando al mismo lugar que había
estado golpeando durante los últimos cinco minutos, pero el balón cayó a medio pie de distancia.
Kevin sacudió su raqueta con evidente irritación y recogió otra pelota. Hizo otro tiro, pero todavía
aterrizó lejos del objetivo. Sistemáticamente tiró el resto de las bolas al alcance de su mano. Hizo su
marca en el quinto intento, luego las siguientes cuatro bolas aterrizaron exactamente en el mismo
lugar.

Neil miró por encima de su hombro. Andrew se había vuelto para mirar al llamado de su nombre, y
la expresión de su rostro era indescifrable. La contracción en la esquina de su boca podría haber
sido de desprecio, pero Neil no estaba convencido. Finalmente, Andrew giró bruscamente sobre sus
talones y se fue. Neil miró hacia la cancha mientras Kevin tiraba las pelotas. Apretó los dientes, se
preparó para el dolor y golpeó la pared de nuevo.

272
Kevin apuntó a Neil en una orden clara de que lo dejara. Neil ignoró la forma en que su mano latía
fría y caliente por turnos y agitó su mano izquierda hacia Kevin. Éste hizo un gesto desdeñoso y
volvió a su asunto. Neil resistió el impulso de ir a la cancha y asfixiarlo por su imprudencia, pero
estaba cerca. En lugar de eso, observó la forma en que comenzó ganar velocidad con lentitud,
pasando de goles ocasionales a tiros seguidos. Kevin corría hacia las bolas cuando rebotaban e
intentaba dispararlas lo más rápido posible. Dibujó dos cruces en el arco, primero las direcciones
cardinales seguidas por las cuatro esquinas, y golpeó el centro del arco con cada bola después de
eso.

Neil sintió frío al mirarlo, pero no sabía si era miedo de que Kevin se lastimara de nuevo o de
asombro. Siempre había sabido que Kevin era el mejor, pero casi había olvidado como Kevin solía
ser en su mejor momento.

Un destello naranja en su visión periférica fue suficiente para distraerlo de Kevin, y Neil miró a
Andrew mientras él colocaba su casco en el banco. Andrew probablemente notó la atención, pero se
concentró en apretarse los guantes. Él no iba a ofrecer una explicación, así que Neil preguntó:

— ¿Vas a jugar con él?

—Alguien tiene que vigilar a ese idiota —dijo Andrew.

Tiró de la última correa en su lugar, se ató el casco y se dirigió hacia la puerta. No se molestó en
lanzar una advertencia antes de abrir la puerta de la cancha, pero Kevin estaba de cara a la puerta y
se detuvo al verlo entrar. Dirigió una rápida mirada hacia Neil. Su protector facial y la distancia
entre ellos hacían imposible ver su expresión, pero Neil podía adivinar que había algo acusador en
ella. Sacudió la cabeza y se encogió de hombros exageradamente, tratando de transmitir su
inocencia. Andrew cerró la puerta detrás de él y se dirigió hacia el arco.

Kevin condujo las bolas hacia la primera y cuarta línea. Andrew hizo un gesto de expansión ante lo
que sea que Kevin le dijo y colocó su raqueta descuidadamente contra su hombro. Se negó a
moverse incluso cuando Kevin indicó que estaba listo. Kevin se quedó parado con su raqueta por
unos segundos más, luego se dio por vencido e hizo un tiro. Andrew ni siquiera se movió, y la
pelota pasó justo por al lado de su casco. El arco se iluminó en rojo. Kevin hizo otro tiro, y otro,
luego se impacientó y apuntó al propio Andrew.

Eso agrietó su casco y éste finalmente se colocó en una posición dispuesta. La siguiente vez que
Kevin disparó al arco, Andrew le devolvió el tiro directamente. Kevin lo atrapó, pero tuvo que irse
hacia atrás para hacerlo. Tan pronto como tuvo su apoyo de nuevo apuntó al arco. Andrew dirigió el
tiro hacia las rodillas de Kevin, éste esquivó justo a tiempo. Estuvieron yendo y viniendo por un
tiempo antes de que Kevin marcara nuevamente. Kevin anotó dos veces más en rápida sucesión,
pero Andrew desvió el tercer tiro con un giro imposible de su raqueta. Desde allí se empezó a
incrementar la velocidad.

Esto ya no era una práctica; era una pelea. Andrew estaba tratando de frenar a Kevin en el pase, y
Kevin estaba desafiando a Andrew para que mantuviese el ritmo de alguna manera. Exy había sido
un punto crudo entre ellos desde que se habían conocido.

273
Era la parte crítica de su amistad que Andrew se negó a reconocer y Kevin no pudo arreglar, un
sueño en el que Andrew no creería y al cual Kevin no podía renunciar.

Neil apenas podía respirar mientras los veía luchar. Neil podía ver cómo comenzaban a salir a la luz
sus temperamentos por pequeñas detalles, una sacudida de la raqueta de Kevin aquí y allá y la
creciente crueldad de las desviaciones de Andrew.

Era inevitable que Kevin ganara. Incluso zurdo, Kevin ponía demasiado de sí mismo en sus
prácticas como para perder ante Andrew. Éste tenía todo el talento para ser un campeón, pero nada
de delicadeza; no podía vencer a Kevin simplemente con fuerza bruta. Cuando Kevin metió cinco
tiros seguidos, dejó caer su raqueta y caminó hacia el arco. Andrew se puso la raqueta en el hombro
y lo vio acercarse.

Neil esperaba que Kevin comenzara a gritar. En cambio, Kevin atrapó la parrilla del casco de
Andrew y lo golpeó contra la pared del arco. Neil se estremeció y echó a andar hacia la puerta,
sabiendo que llegaría demasiado tarde para evitar que Andrew destruyera a Kevin, pero tenía que
intentarlo. A mitad de camino se detuvo, porque Andrew no se había movido. Su puño estaba a su
lado en un golpe reprimido y ni siquiera se había quitado a Kevin de encima. Simplemente se quedó
allí y escuchó lo que sea que Kevin le estaba gruñendo rostro. Al final, Kevin lo soltó y se alejó.
Andrew lo empujó por la espalda con la culata con fuerza. Kevin tropezó y se acercó a la línea de
gol nuevamente.

Unos segundos más tarde estaban de vuelta como si nada hubiera pasado, y continuaron hasta que
Kevin finalmente tuvo que sentarse. Neil recogió pelotas de la cancha mientras ellos se duchaban y
sabiamente no le dijo nada a ninguno de ellos. El viaje de vuelta a Fox Tower fue silencioso y
Kevin se fue directamente a la cama. Andrew recogió la colilla de su cigarrillo de la ventana, lo
encendió y miró el oscuro campus. Neil lo observó unos minutos antes de regresar a su propia
habitación.

Kevin era su ser habitual al día siguiente, dominante y cáustico como siempre. También volvió a su
mano derecha y no dijo nada sobre la práctica de la noche anterior. Neil pensó que tal vez había
forzado su mano al presionar tanto a Andrew, pero había volvió a su mano izquierda tan pronto
como estuvo solo en la cancha esa noche. Andrew lo siguió sin dudarlo y los dos lucharon como si
ya hubieran olvidado los resultados de ayer. Neil quedó relegado a un segundo plano, pero no le
importó demasiado. Vio su futuro en cada tiro disparado y desviado, cada punto robado y frustrado,
y apenas pudo respirar a través de su emoción.

El miércoles por la tarde llegó la prensa para hacer entrevistas y filmaciones. Neil recordó el
consejo de Allison de ser honesto e intentó responder todo lo que pudo soportar. Evitó algunas de
las preguntas más terribles al recordarles que aún había una investigación en curso sobre los
negocios de su padre. No esperaba que retrocedieran, pero captaron la indirecta después de un par
de intentos y pasaron a otras cosas. Como era de esperar, preguntaron sobre el alcance de sus
heridas. Neil confirmó que estaría fuera del juego del viernes, pero que estaría de vuelta en la
cancha para las semifinales. Su inquebrantable confianza en la habilidad de los Foxes para proceder
le valió una sonrisa por aquí y un asentimiento por allá y estableció que, Nathaniel o Neil o quien
sea, el bocón novato de los Foxes era la misma persona que siempre había sido.

274
Cuando terminaron con él, siguieron con el resto de los Foxes e incluso arrinconaron a Abby y a
Wymack. Finalmente se fueron y dejaron que los Foxes se enfocaran en practicar.

El jueves, Neil encontró a Andrew fuera de la puerta de su clase. Andrew se fue sin decir una
palabra, sabiendo que Neil lo seguiría. Neil estaba contento de acompañarlo hasta que se dio cuenta
de que iban a ir a la biblioteca. Nicky le había dicho el otoño pasado que Andrew evitaba la
biblioteca a toda costa. Neil solo había visto a Andrew allí una vez, en enero del año pasado cuando
lo fue a buscar para practicar. Él podría haber preguntado qué estaban haciendo ahí, pero Andrew
habló primero. Habían subido solo cuatro pasos por las escaleras hacia el segundo piso cuando giró
para mirar a Neil.

—Toma estos o los usaré yo —dijo, tendiéndole las manos.

Neil miró sus palmas vacías, desconcertado, luego buscó bajo los dobladillos de las mangas largas
de Andrew y cogió los bordes de las bandas de Andrew. Sabía que había envoltorios en sus bandas
y que las había manipulado antes, pero el peso de las mismas todavía lo tomaba por sorpresa. Metió
las bandas y sus armas ocultas en su mochila. Andrew observó hasta que Neil cerró la cremallera y
se la colgó de su hombro otra vez antes de darse vuelta.

Solo había una razón por la cual Andrew entregaría sus cuchillos aquí, pero Neil no podía creerlo.
No tuvo mucho tiempo para preguntarse. La pared derecha estaba llena de computadoras, y junto a
las computadoras había mesas de gran tamaño para estudiar. A mitad de camino hacia la parte
posterior Katelyn estaba sentada con tres estudiantes desconocidos. El chico a su derecha
gesticulaba expansivamente en su libro de texto mientras hablaba. Katelyn se pasó bolígrafo por el
cabello mientras escuchaba.

Andrew estaba a solo dos mesas de distancia cuando ella lo notó, y saltó tan fuerte que dejó caer su
bolígrafo. Andrew la miró con frialdad y continuó. Neil hizo una pausa para asegurarse de que ella
entendiera esa llamada.

Sus compañeros de clase le dirigieron miradas extrañas, sorprendidos por su reacción violenta.
Katelyn giró en su silla para ver a Andrew irse, luego envió una mirada nerviosa hacia Neil. Éste
solo negó con la cabeza y le hizo un gesto para que lo siguiera. Katelyn se puso de pie.

—Vuelvo enseguida.

Andrew debió haber revisado el diseño de la biblioteca antes de venir, porque atravesó las filas de
viejos volúmenes de referencia hasta una sección tan oscura que no había estudiantes a la vista. Neil
notó el aislamiento de inmediato y se alegró de que Andrew le hubiera entregado los cuchillos.
Andrew giró al final de la fila, examinó la esquina vacía a solo un par de pasos y esperó a que Neil y
Katelyn lo alcanzaran.

Katelyn cometió el error de detenerse demasiado cerca de él. Apenas tuvo tiempo de gritar antes de
que Andrew la tomara por el hombro y la arrojara contra la pared. Neil hizo una mueca ante el
sonido que hizo cuando se estrelló contra ella. Ella tropezó, pero no se cayó y se volvió para mirarlo
con los ojos muy abiertos.

275
—Por favor —dijo ella—. Por favor, yo…

—Cállate —la silenció Andrew. Extendió su brazo como una barricada, y la palma de su mano
contra la pared cerca de su cabeza la hizo encogerse— No hables. La simple vista de ti ya me es
intolerable. El sonido de tu voz inclina la balanza a tu favor.

Neil dio un paso cuidadoso hacia ellos, tratando de transmitir apoyo silencioso y respaldo, pero
Katelyn le tenía demasiado miedo a Andrew para mirarlo. Andrew se inclinó hacia delante para
ponerse frente a su rostro y clavó un dedo en su sien.

—Eres un tumor —dijo— Debería haberte cortado y echado cuando aún eras benigno. Ahora es
demasiado tarde, así que aquí estamos. No te atrevas a hablar —agregó, voz salvaje, cuando ella
abrió la boca. Katelyn apretó los labios y finalmente lanzó una aterrorizada mirada a Neil. Andrew
agarró su barbilla y la obligó a devolver su atención a él— No me ignores. Tu vida depende de lo
bien que puedas escuchar, ¿Puedes escuchar?

Ella asintió frenéticamente, pero Andrew no la soltó.

—Las condiciones para tu supervivencia son simples: nunca confundas esto con la aceptación y
nunca, nunca, me hables. Eres parte de la vida de él, pero nunca serás parte de la mía. Si olvidas eso
te lo recordaré, y no sobrevivirás a la lección. ¿Entiendes?

Andrew esperó a que ella asintiera otra vez antes de soltarla. Él consideró su mano un momento,
luego se secó los dedos en los pantalones como si pudiera borrar la sensación de su piel. Dirigió una
larga mirada a Katelyn, luego se apartó de la pared y salió de su espacio.

—Espero que ustedes dos sean miserables juntos.

Con eso, se dio vuelta y se alejó. Neil se giró para seguirlo, pero Katelyn dejó escapar un sollozo
silencioso detrás de él. Él vaciló y volvió a mirarla. Se tapó la boca con ambas manos para sofocar
el ruido, pero Neil pudo ver que le temblaban los hombros. Neil no era bueno para consolar a la
gente y, para empezar, no le tenía demasiada simpatía a Katelyn, pero se sintió obligado a hacer un
esfuerzo viendo que esta confrontación era su culpa, en parte.

—Has ganado —le dijo Neil. Ella solo lo miró con sus ojos brillantes por las lágrimas— Aaron no
está en clase ahora, por si quieres llamarlo —Se volvió y la dejó allí con su conmoción y miedo.
Andrew no había disminuido la velocidad para ver si Neil lo estaba siguiendo.

Éste trotó detrás de él y alcanzó las escaleras. Andrew salió por la puerta de la entrada a una tarde
soleada. Neil lo dejó llegar a la barandilla que daba al estanque del campus antes de agarrar su codo.
Andrew se soltó, pero dejó de moverse.

Neil estaba parado donde podía ver la cara de Andrew.

— ¿Qué hizo que cambiaras de opinión?

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Andrew lo ignoró. Neil apoyó la espalda contra la barandilla y miró más allá de él hacia la
biblioteca. Le dio la vuelta lo que recién había pasado en su cabeza e imaginó cómo reaccionaría
Aaron cuando Katelyn lo llamara llorando. Tenía el potencial de hacer que la práctica se sintiera
incómoda, pero Neil dudaba de que Aaron pudiera aguantar su irritación por mucho tiempo. Aaron
sabía de primera mano cuán insensibles eran los métodos de Andrew y él finalmente había obtenido
lo que quería. Si los fines justificaban los medios para él, confortaría a Katelyn apropiadamente,
pero nunca se quejaría de esas amenazas con su hermano.

—Eso me recuerda, ¿Ahora es un mal momento para aprovechar mi bonificación? — Neil interpretó
el silencio de Andrew como quiso y dijo— ¿Quién dijo “por favor” que te hizo odiar tanto la
palabra?

Andrew lo miró en silencio por un minuto.

—Yo lo hice.

Neil no sabía qué respuesta esperaba, pero no era eso. Lo sintió como un pop en su pecho, agudo y
sorprendente. Abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero ¿Qué podría decir a algo así?

Andrew toleró su mirada en blanco por solo un par de segundos antes de declarar todo como
intrascendente y de poco interés.

—Dijo que se detendría si yo lo decía.

—Y le creíste —adivinó Neil.

—Tenía siete años —dijo Andrew— Le creí.

—Siete —repitió Neil estúpidamente.

Andrew no se mudó con los Spears hasta que cumplió los doce. Antes de que Drake convirtiera su
vida en un infierno, él ya había vivido en otras doce casas diferentes, y Andrew le había dicho a
Neil la semana anterior que ninguno de ellas había sido buena. Neil no preguntó qué tan malo
habían sido; había supuesto que Drake era el peor de todos.

Neil lamentó haber preguntado, pero ya era demasiado tarde para recuperarlo.

—Tú… —dijo Neil, pero las palabras le fallaron. Buscó la mentira en la mirada tranquila de
Andrew, pero no la encontró. Éste casi había matado a cuatro hombres por agredir a Nicky y le
habría roto el cuello a Allison por golpear a Aaron, pero cuando se trataba de crímenes contra su
propia persona, a Andrew no le podía importar menos. Sostenía su vida con menos consideración
que cualquier otra cosa. Neil odiaba eso con una ferocidad que era nauseabunda.

—Después de todo lo que te hicieron, ¿Cómo puedes soportarme? —Preguntó Neil. No estaba
dispuesto a poner los detalles en palabras con tanta gente alrededor. Dudaba que alguien les
estuviera prestando atención, pero no iba a arriesgarse. Hizo un gesto entre ellos, sabiendo que
Andrew lo entendería— ¿Cómo es que esto está bien?

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—No hay un “esto” —contestó Andrew.

—Eso no es lo que estoy preguntando. Tú sabes que no es así. Andrew, espera —insistió, porque
Andrew se estaba alejando como si ya no pudiera oírlo. Neil lo alcanzó, sin querer dejarlo ir sin una
respuesta real.

—No —dijo Andrew, y la mano de Neil se congeló a un aliento de su brazo. Andrew también se
quedó quieto, y se mantuvieron por un minuto en terrible silencio.

Finalmente, Andrew lo miró, pero por un momento Neil no supo a quién estaba mirando. En el
espacio de un instante, la expresión de Andrew había vuelto tan oscura y distante que Neil casi
retrocedió. Entonces Andrew regresó, tan calmado e indiferente como siempre, y agarró la muñeca
de Neil para empujar su mano a su lado. Hundió los dedos en ella antes de soltarlo, no lo
suficientemente fuerte como para lastimarlo, y dijo:

—Es por eso.

Neil se detuvo cuando Andrew le dijo que lo hiciera. No era mucho, pero era más que suficiente.
Neil logró asentir, demasiado entumecido para hablar, y vio a Andrew alejarse de él.

Kevin jugó en la cancha con la mano derecha el viernes por la noche. Neil comenzó a decir algo al
respecto, pero la mirada sofocada que Kevin le envió mató sus preguntas. Dan confundió la
expresión de Neil por una de preocupación y se detuvo en la entrada de la cancha para
tranquilizarlo.

—Podemos hacerlo — le prometió.

—Lo sé —dijo Neil, y la sonrisa que Dan le regaló fue de oreja a oreja.

Dan se dirigió a la media cancha como la segunda delantera de los Foxes, y el resto de los ellos se
alinearon detrás de ella a medida que llamaban sus nombres. Renee y Nicky se quedaron al margen
con Neil como suplentes de la noche. Renee entraría y saldría para los defensores, ya que los
Bearcats tendrían defensa en el suelo, y Andrew se mantendría en el arco durante todo el juego.

Los Bearcats de Binghamton caminaron hacia la cancha con una arrogancia palpable. Neil no culpó
su exceso de confianza, considerando el lamentable estado de los Foxes esta noche, pero tampoco
tenía que perdonarlo. El estadio rugió emocionado a medida los últimos diez segundos contaron
hacia abajo. Los Bearcats tomaron el primer saque y el juego se volvió violento en el primer minuto.
Neil tardó diez minutos en darse cuenta de que los Bearcats estaban tratando de eliminar a otro
jugador. Los Foxes eran una tripulación esquelética tal como estaban. Si les quitaban otro jugador
no tendrían oportunidad.

Los insultos de Wymack a su lado dejaron en claro que entendía por qué las tarjetas amarillas
estaban apareciendo por todas partes. Abby descargó su botiquín de primeros auxilios y esperó la
primera herida. Nicky emitía ruidos irritantes y gritaba insultos coloridos a los Bearcats a través de
las paredes. Renee intentó callarlo cuando se puso demasiado intenso pero no dijo nada más. Neil

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intentó alimentarse de la calma de Renee, pero pudo sentir su sangre comenzar a hervir mientras
veía a Allison tomar otra caída. Detrás de esa creciente indignación estaba el frío de la
inevitabilidad. Los Foxes solo podían tolerar este tipo de juego durante cierto tiempo. Habían sido
empujados a un lado y pisoteados la mayoría de sus vidas; la cancha era el último lugar donde no
tolerarían este tipo de insultos. Seth habría lanzado un golpe hace ocho minutos.

Los demás explotarían en poco tiempo.

Excepto por los minutos que corrieron, dos Bearcats fueron expulsados con tarjetas rojas, y los
Foxes se mantuvieron tranquilos. Permitieron que los tiros acertaran y las raquetas cayeran y
cedieron terreno cuando se les presionaba. Matt ni siquiera luchó cuando su marca lo golpeó. Dejó
caer los brazos a los costados y dejó que los golpes aterrizaran hasta que los árbitros los separaron.
Dan anotó en el tiro sucio y abrazó a Matt en su camino de regreso a la mitad de la cancha. Neil
observó el breve intercambio y finalmente se relajó. Los Foxes habían elegido la victoria sobre el
orgullo esta noche.

Fue un sacrificio necesario, pero les costó un peso emocional y físico a todos. Pasaron la mayor
parte del medio tiempo malhumorados, demasiado enojados con sus oponentes para apreciar lo bien
que lo estaban haciendo. Wymack suavizó su recapitulación de medio tiempo, sin querer despertar
los delicados temperamentos de nadie con su habitual actitud brusca. Si alguien lo escuchó, no
dieron ninguna señal de eso. Wymack miró a su alrededor cuando terminó y preguntó:

— ¿Alguien más tiene algo que decir?

Dan golpeó la culata de su raqueta contra el suelo.

—Estamos a mitad de camino. Limpiemos el piso con estos imbéciles y luego nos
emborracharemos. Díganme que alguien tiene alcohol en el dormitorio. ABC estará cerrado para
cuando termine el juego y solo me queda medio jarro de cerveza.

Nicky hizo una mueca ante la mirada expectante que Dan le envió.

—No es suficiente para compensar esto. Ya hablamos tomamos la mayor parte el lunes.

—Algo es mejor que nada, supongo —comentó Matt, un poco abatido.

—Katelyn tiene algo —dijo Aaron sin levantar la vista desde donde estaba apretando su red— Entre
ella y las Vixens podríamos obtener un botín decente.

La sorpresa borró la decepción de las caras de sus compañeros de equipo; los Foxes miraron
rápidamente a Aaron y Andrew a la espera de una reacción por parte del segundo. Éste se
encontraba como de costumbre parado solo en el otro extremo de la habitación. No dijo nada, y su
expresión aburrida no hizo más que contraerse ante el sonido del nombre de Katelyn.

Aaron finalmente levantó la mirada, pero miró a Dan, no a Andrew.

— ¿A menos que no quieras eso?

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Dan lanzó una mirada cautelosa a Andrew.

—Oh, sí. Por supuesto. Si tienen algo que compartir, cuantos más seamos, mejor. ¿Verdad?

Lo último fue dirigido a Andrew, una pregunta cuidadosa que esperaba una reacción violenta.
Andrew miró al espacio y continuó ignorándolos a todos. Aaron asintió con la cabeza como si esto
no fuera en absoluto un extraño giro en los acontecimientos y dejó a un lado su raqueta.

— Conseguiré una buena cantidad de gente cuando volvamos. Podemos tomar prestada la sala de
estudio del sótano de nuevo.

—Eh —dijo Matt.

—No —dijo Neil, interrumpiéndolo antes de que pudiera preguntar lo obvio.

Nicky era más difícil de callar, y le dio a Aaron un pequeño empujón. Aaron lo sacudió con un giro
rápido y aburrido de sus dedos. Nicky lanzó una mirada con los ojos muy abiertos a Andrew que
éste no le devolvió. Afortunadamente, se escuchó un pitido de advertencia antes de que la boca de
Nicky lo metiera en problemas.

Wymack hizo que sus Foxes se pusieran de pie.

— Arriba y afuera. Tenemos un equipo que enviar a casa llorando. Pueden cotillear luego en su
propio tiempo.

La segunda mitad fue tan dura como la primera, pero el medio tiempo había restaurado el espíritu de
los Foxes. Enviar a Aaron y Nicky juntos para comenzar la mitad fue la mejor decisión que
Wymack tomó durante toda la noche. Aaron jugó con una energía y un enfoque que Neil nunca
había visto de él, y la emoción de Nicky les dio una ventaja muy necesaria. Andrew se mantuvo
firme detrás de ellos y observó sus puntos ciegos.

Su trabajo en equipo impecable permitió que la ofensiva se mantuviera a sí misma para un duro
empujón en el último cuarto. Cuando Matt y Renee entraron en la cancha a veinticinco minutos del
final, Dan y Kevin atacaron con todo.

La campana final anunció una victoria de siete a cinco a favor de los Foxes. Neil y los suplentes
estuvieron en la cancha tan pronto como los árbitros abrieron la puerta. Los Foxes ahorraron solo un
par de segundos para celebrar; habían tenido suficiente de los Bearcats para que les durara por dos
vidas y preferirían disfrutar de su éxito con bebidas en sus manos. Pasaron por los apretones de
manos lo más rápido que pudieron.

Aaron fue uno de los primeros fuera de la cancha. Empujó su raqueta hacia Nicky y dejó caer su
casco y guantes en su camino hacia las porristas. Katelyn arrojó sus pompones a un lado al
acercarse y saltó a sus brazos para besarlo. Las Vixens rebotaron a su alrededor, animando y
saludando a la multitud.

280
—Mierda —dijo Nicky, mirando desde ellos al semblante sin expresión de Andrew—Mierda,
¿Estoy soñando?

Fue Kevin quien se encargó de la prensa, pero le envió a Neil una mirada significativa en su camino
hacia ellos. Neil no tenía nada que agregar ya que había estado fuera del juego toda la noche, pero
se acercó por si Kevin necesitaba redirigir cualquier cosa en su dirección. Kevin le dio su mejor
sonrisa lista para la prensa a la cámara antes de indicarle a Andrew que se acercara. Éste ocupó su
lugar junto a Neil, pero no miró a los periodistas. La entrevista comenzó predeciblemente con
comentarios sobre el juego y los puntos imposibles que Kevin había marcado.

Neil prestó atención a medias hasta que le preguntaron a Kevin sobre las semifinales. Los Bearcats
regresarían a casa como el equipo de menor puntaje en esta ronda eliminatoria. En dos semanas, los
Foxes se enfrentarían a dos de los Tres Grandes.

—Tengo muchas ganas de jugar contra USC de nuevo —dijo Kevin— No he hablado con Jeremy ni
con el entrenador Rhemann desde que me transferí, pero su equipo siempre es increíble. Su
temporada fue casi perfecta este año. Hay mucho que podemos aprender de ellos.

—Sigues siendo su mayor fan —bromeó el entrevistador— También te enfrentas a Edgar Allan
nuevamente en la revancha más grande del año. ¿Pensamientos sobre eso?

—No quiero hablar más de los Ravens —dijo Kevin—. Desde que mi madre murió, han sido
Ravens esto y Ravens aquello. Ya no soy un Raven. Yo nunca volveré a serlo para ser honesto,
nunca debería haber sido uno en primer lugar. Debería haber ido al Entrenador Wymack el día que
descubrí que era mi padre y pedirle comenzar mi primer año en Palmetto State.

—El día… —Ella se quedó sin palabras, y luego dijo— ¿Dijiste que el Entrenador Wymack es tu
padre?

—Sí, lo hice. Me enteré cuando estaba en la escuela secundaria —dijo Kevin —pero no se lo conté
porque pensé que quería quedarme en Edgar Allan. En aquel entonces, pensé que la única manera
de ser un campeón era ser un Raven. Compré sus mentiras que me decían que sería el mejor jugador
de la cancha. No debería haberlo creído; Llevo puesto este número el tiempo suficiente para saber
que no era lo que ellos querían para mí.

“Todo el mundo sabe que los Ravens tratan de ser los mejores. Mejor par, mejor alineación, mejor
equipo. Lo perforan en ti día tras día, te hacen creerlo, te hacen olvidar que al final lo mejor
significa ser el primero. Permiten que lo olvides hasta que otras personas lo creen, ya sea que los
fanáticos se desvían demasiado o que el ERC los llame en sus esquemas. Entonces ya no quieren
jugar ese juego y saltan directamente a la ronda de eliminación. ¿Sabías que nunca he ido a esquiar?
Sin embargo, me gustaría intentarlo algún día.

Era demasiado de una vez para que ella captara el significado de ese último comentario, pero solo
tomaría un par de momentos. Neil entendió de inmediato, y la adrenalina que inundó sus venas lo
hizo tambalearse un poco. Le lanzó a Andrew una mirada rápida. Éste no la devolvió, pero
definitivamente estaba prestando atención.

281
La mirada que había puesto en la parte posterior de la cabeza de Kevin era intensa. Él no esperó a
que ella lo entendiera.

—Dile a los Ravens que estén listos para nosotros, ¿Lo harías? Ya estamos listos para enfrentarnos
a ellos.

Kevin se dio vuelta y se alejó. El entrevistador lo miró por un momento interminable, luego se giró
hacia la cámara y comenzó a divagar acerca de todo lo que Kevin acababa de decir. Neil y Andrew
no se quedaron para el resumen o especulaciones perplejas, pero siguieron a Kevin de cerca.

Kevin no se detuvo ni miró en su camino hacia el vestuario, y pasó justo por donde sus compañeros
de equipo estaban celebrando en el vestíbulo. Dejó caer el casco y los guantes en su camino a través
del vestuario y se agarró al borde del fregadero. Se tambaleó un poco como si sus piernas se
quisieran rendir debajo de él y sus manos temblaban con tanta violencia que Neil pudo verlo desde
la puerta. En lugar de caer, se inclinó hacia adelante y presionó su frente al espejo.

—Todos vamos a morir —dijo Kevin al fin.

—No, no lo haremos —contestó Neil.

Kevin pensó en eso por un minuto, luego se enderezó. Después de mirar su reflejo por una
eternidad, levantó la mano y cubrió su tatuaje en el espejo. El resultado envió un extraño temblor a
lo largo de los hombros de Kevin. Neil no sabía si era aprobación o miedo. Lo único que importaba
era que Kevin asintió y se volvió hacia ellos. Primero miró a Neil, luego a Andrew.

—Tenemos mucho trabajo por hacer.

—Mañana —dijo Andrew, e ignoró la forma en que Neil lo miró.

Kevin aceptó esa promesa con un asentimiento, y él y Andrew se dirigieron a las duchas. Neil
estaba limpio, así que regresó al vestíbulo para encontrarse con el resto de sus compañeros de
equipo. Ellos se calmaron un poco con su llegada.

Dan señaló con un gesto a Neil hacia el vestuario.

— ¿Qué pasó?

Neil lo contó con los dedos.

—Kevin les dijo que el entrenador es su padre, dijo que nunca volvería con Edgar Allan, y llamó a
los Ravens idiotas de dos caras. Oh —dijo, levantando la vista de su mano— y dijo que su herida no
fue un accidente. No con esas palabras, pero no les tomará mucho tiempo descubrir qué quería
decir.

Dan se quedó boquiabierto.

— ¿Él qué?

282
—Genial —dijo Wymack— Se está convirtiendo en otro tú. Eso es justo lo que necesitaba.

—Al menos legalmente puede contratar un seguro de vida para uno de ellos —comentó Nicky.

—Fuera —dijo Wymack— Todos afuera. Báñense antes de que su hedor me mate.

Neil esperó con Wymack y Abby en el salón mientras los Foxes se duchaban y se vestían. Wymack
encendió la televisión y vio el resumen del post-juego con los recortes de la entrevista de Kevin. Un
comentarista deportivo lo llamó uvas agrias y sensacionalismo; otro se refería a la facilidad con que
Edgar Allan le permitió a Kevin irse y cuánto tiempo permanecieron fuera de la vista tanto Kevin
como Riko después del supuesto accidente. El tercero era más neutral, pero sacó a relucir el
programa de Kathy Ferdinand en agosto. Kevin se había vuelto cauteloso y callado tan pronto como
apareció Riko, y tal vez finalmente tuvieron una explicación para el antagonismo inesperado de Neil
y la defensa acérrima de Kevin.

Wymack apagó la televisión cuando sus Foxes empezaron a entrar. Cuando todos estuvieron
sentados, les echó una breve mirada.

—Voy a hacer esto rápido. Tienen una fiesta merecida a la que llegar. Revisaremos los detalles
esenciales y feos el lunes por la mañana como de costumbre. Este no fue el juego más limpio que
han jugado, pero fue por mucho el más maduro. Hicieron lo que tenían que hacer y salieron en la
cima.

—También: bienvenidos a las semifinales. Quedan ustedes, USC y Edgar Allan. Están frente a
frente con lo que queda de los Tres Grandes. No, no hagan esa cara —dijo Wymack, porque Dan
palideció un poco ante ese recordatorio— No tengan miedo. Hagan un alboroto. Estén orgullosos.
Nadie pensó que pudieran llegar tan lejos, nadie excepto las personas sentadas en esta habitación. Se
han ganado esto. Se has ganado esto —insistió, con otra mirada alrededor— Ahora váyanse y
destrúyanse.

—Con cuidado —dijo Abby— Fuera del camino, fuera de vista, fuera de problemas, ¿De acuerdo?

—Sí, mamá —bromeó Nicky.

—No saldremos del dormitorio —prometió Dan.

El tráfico hizo que el viaje de regreso a Fox Tower fuera interminable. El silencio sepulcral en el
auto de Andrew no ayudó. Aaron parecía contento en su sitio contra la ventana y Nicky
prácticamente vibraba de emoción, pero nadie hablaba.

Salir del auto de nuevo fue casi un alivio, y Neil ayudó a sus compañeros de equipo a cargar lo que
quedaba de su alcohol en una de las habitaciones del sótano. Para cuando Matt y Nicky despejaron
las mesas, las Vixens comenzaron a aparecer. Andrew reconoció su llegada tomando el mango de
una botella de vodka y partiendo nuevamente.

283
—Ejem —dijo Nicky a su lado. Neil intentó una mirada neutral que no engañó a Nicky en
absoluto— Te das cuenta de que vamos a estar fuera de la habitación por un par de horas, ¿Verdad?
Piérdete.

—Estoy bien aquí —replicó Neil.

—Adiós —lo echó Dan, apareciendo de la nada en el otro lado de Neil—. Primera regla de citas
universitarias: nunca desperdicies un dormitorio vacío.

Neil quería decirle que no estaban saliendo y Andrew podía tomar o dejarlo en cualquier momento.
Quería quedarse y celebrar el brillante éxito de sus compañeros de equipo. Quería ver la forma en
que Aaron se convertía en una persona completamente diferente con Katelyn a su lado. Pero la
mitad del escuadrón de Vixen ya estaba allí, ocupando la habitación con risas brillantes y un
perfume espeso, y el ruido en el pasillo decía que más estaban en camino. Neil no tenía nada en
contra de las porristas, pero si podía elegir entre jugar a ser el amable con un par de casi
desconocidas durante horas o molestar a Andrew en privado, esta última era la opción obvia.

—Estuvieron asombrosos esta noche —dijo Neil, porque se merecían al menos eso antes de
desaparecer—Todos ustedes.

—Nada de eso —contestó Dan alegremente, pero su sonrisa dijo que apreciaba su cumplido de
todos modos— Hablaremos sobre el juego el lunes, ¿recuerdas? Esta noche es para beber y
volvernos locos. Ahora vete de aquí y obtén algo.

—Hablando de obtener un poco —dijo Nicky en alemán. Él giró sobre Aaron y lo golpeó— ¿Cómo
es que él de repente está de acuerdo con esto? ¿Qué demonios hiciste?

—Le devolví el favor —dijo Aaron con una fría mirada en dirección a Neil—. Neil usó a Katelyn en
mi contra, así que usé a Neil contra Andrew. Dependiendo de cómo lo mires, Neil es una violación
tanto de nuestro trato como Katelyn. Andrew podía romper nuestro trato y dejarme ir o romper las
cosas con Neil.

Neil hablaba el alemán con fluidez, pero las palabras de Aaron eran un desastre que no podía
entender. Aaron le había advertido a Neil que estaba listo para luchar por Katelyn, pero si Neil era
la munición que había usado, Aaron debería haber perdido. Esto tenía que ser un malentendido o
una visión confundida de Aaron sobre las intenciones de su hermano.

Nicky habló primero,

—Espera, ¿Él eligió a Neil por encima de ti? Eso suena un poco serio para una aventura, ¿verdad?
—Nicky miró la cara en blanco de Neil y titubeó— Noticias para ti también, ¿Eh?

Aaron ignoró a Nicky y arrojó una llave a Neil.

—Vas a intercambiar habitaciones conmigo mañana. Ahora puedo traer a Katelyn al dormitorio,
pero no la pondré en la misma habitación que Andrew si puedo evitarlo. Él podrá haber aceptado
retirarse, pero todavía no confío en él lo suficiente como para arriesgarme.

284
—Voy a empacar en la mañana —dijo Neil.

Aaron se volvió hacia Katelyn. Nicky seguía mirando a Neil como si fuera el mayor misterio del
mundo. Neil se escabulló antes de que Nicky dijera algo más y subió las escaleras. La puerta de
Andrew estaba cerrada, pero la llave de Aaron dejó entrar a Neil.

Encontró a Andrew medio enterrado en una silla con la botella de vodka abierta en la mano. La
televisión estaba apagada, pero Andrew estudiaba la pantalla como si pudiera ver algo en su
superficie oscura. No le preguntó a Neil cómo entró. Tal vez él y Aaron ya habían hablado sobre el
próximo cambio.

Neil cerró la puerta detrás de él y cruzó la habitación hasta llegar a su lado. Andrew le permitió
llevarse el vodka sin argumentos ni resistencia. Neil puso el corcho para taparla y la colocó donde
ninguno de los dos pudiera golpearla. Andrew estaba listo cuando Neil se volvió hacia él, y atrapó el
collar de Neil para derribarlo. Neil plantó una mano contra la áspera alfombra para mantenerse
alejado del cuerpo de Andrew. Enterró su otra mano en el puff cerca de la cabeza de Andrew. Éste
arrastró una mano por el brazo de Neil desde su hombro hasta su muñeca.

—La última vez que revisé me odiabas —comentó Neil contra la boca de Andrew.

—Todo sobre ti —contestó Andrew.

Neil se levantó un poco.

—No soy tan estúpido como crees que soy.

—Y no soy tan inteligente como pensé que era —dijo Andrew— Sé que no me conviene hacer esto
de nuevo, ¿Tal vez es el rasgo autodestructivo en mí?

Si no fuera por ese “de nuevo”, Neil hubiera creído que se refería a la terrible conversación del
miércoles. Neil revisó todas las explicaciones posibles tan rápido como pudo, desde los rechazados
avances de Roland sobre los complicados problemas familiares de Andrew, pasando por los Foxes y
Drake. La presión sobre su muñeca finalmente volvió sus pensamientos a donde debían estar. En
una ocasión, Neil le había preguntado a Andrew si lo mataría si querer algo. Debería haber sabido
mejor que decir tal cosa después de ver sus cicatrices. Andrew casi se había suicidado tratando de
aferrarse a Cass Spear, pero aun así la había perdido al final.

—No soy un sueño imposible —dijo Neil— No iré a ninguna parte.

—No te pregunté.

—Pregúntame —insistió Neil —o quédate lo suficiente para descubrirlo por ti mismo.

—Eventualmente me aburriré de ti.

— ¿Estás seguro? —Preguntó Neil— Se rumorea que soy bastante interesante.

285
—No creas todo lo que oyes.

Neil ignoró ese rechazo porque Andrew ya lo estaba derribando de nuevo. Se besaron hasta que Neil
se sintió mareado, hasta que no estuvo seguro de poder sostenerse más, y luego Andrew retiró la
mano de Neil de la silla de puff. La mantuvo lejos de ellos por una eternidad, luego la presionó
lentamente contra su pecho y la soltó. Andrew se tensó debajo de la mano de Neil, pero se relajó
antes de que éste pudiera alejarse.

Neil se dejó engañar. Andrew dejó muy claro la primera vez que besó a Neil, lo importante que era
un sí real. Esta rendición informal no era un consentimiento genuino.

Andrew estaba haciendo esto por lo que había dicho el miércoles, pero Neil no estaba seguro de a
cuál de ellos intentaba convencer. Habían pasado solo tres meses desde el abuso de Proust y cuatro
meses desde el ataque de Drake. Neil no sabía cuándo Andrew estaría bien con esto, pero sabía que
no era hoy. Neil dejó su mano sobre Andrew, pero se negó a moverla desde ese lugar.

—No seré como ellos —dijo Neil— No dejaré que me dejes ser.

—Ciento uno —dijo Andrew —yendo a ciento dos.

—Eres un terrible mentiroso —dijo Neil, y Andrew lo besó en silencio.

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Capítulo 18

El sábado por la mañana, Wymack se detuvo en Fox Tower con una invitada. La puerta de la
habitación de Andrew estaba abierta debido a Neil y Aaron se encontraban intercambiando
habitaciones, por lo que Wymack se conformó con golpear el marco de la puerta. Neil levantó la
vista al primer signo de movimiento en la puerta, pero olvidó lo que iba a decir cuando vio a la
mujer parada al lado de Wymack.

Theodora Muldani era una antigua suplente de los Ravens, quien ahora jugaba en los Houston
Sirens y la Corte de los Estados Unidos. Su grueso cabello negro estaba recogido en intrincadas
trenzas, y el maquillaje en colores pastel se veía sorprendentemente brillante contra su piel oscura.
Su expresión pétrea era la misma que les daba a las cámaras cuando las atrapaba mirándole. Un
vestido corto no hacía nada para esconder sus largas, gruesas piernas y sus brazos cincelados. Lucía
como si pudiera ponerse a la par contra Matt en una pelea. Neil apostaba que ella debía ser el
infierno absoluto en la cancha, un tanque inmóvil poco impresionado por los ofensores lo
suficientemente estúpidos como para oponérsele.

—Kevin —dijo Neil.

Kevin estaba plantado en frente de la TV, con la laptop abierta sobre su regazo, mientras miraba las
repercusiones de los comentarios incendiarios de la noche anterior. Ninguno de ellos esperaba
mucho de ellos. Los Ravens lo negaban todo, por supuesto, pero era solo un cincuenta-cincuenta en
cuanto a lo que realmente creían. El equipo estaba acostumbrado a una jerarquía violenta y a los
duros castigos, pero lastimar voluntariamente a uno de los suyos, lastimar justo a Kevin Day, podía
parecer exagerado incluso para ellos. Nadie en los Ravens había estado ahí cuando Riko le fracturó
la mano a Kevin. Jean había sido el único testigo, y también el único al que la prensa aún no podía
encontrar para interrogar.

—Kevin— lo llamó Neil de nuevo, sin embargo, Thea no esperó más. Ella rodeó a Wymack y cruzó
la habitación hacia Kevin. Kevin estaba demasiado absorto como para preocuparse por quién se le
estaba acercando, así que Thea agarró su laptop y la tiró a un lado. Kevin levantó la vista
sorprendido, su boca abierta en una respuesta enojada que murió en cuanto reconoció a su invitada.
Thea agarró su muñeca izquierda y giró su brazo donde pudiera ver las cicatrices en el dorso de su
mano. Kevin dejó que ella lo moviera, demasiado atónito para defenderse. Thea examinó las líneas
blancas a través de su piel clara y lanzó una mirada entrecerrada a Neil.

—Sal de aquí.

Neil no supo que atrapó la atención de Andrew, si el ruido de su laptop lanzada a la alfombra o la
voz desconocida de la mujer, pero se materializó en el marco de la puerta un segundo después.
Miraba de Thea a Kevin y viceversa sin intervenir. Neil no debería haber estado sorprendido; Renee
solo sabía de la relación de Thea y Kevin porque Andrew sabía de ella. Éñ sabía que Thea no era
una amenaza real para nadie aquí. Thea fue menos tolerante y giró su mirada hacia Andrew.

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— Tú sal de aquí también.

Andrew la miró de vuelta como si ni siquiera le hubiera hablado.

—Thea —Kevin finalmente dijo, y se puso de pie — ¿Qué estás haciendo aquí?

Thea cortó una dura mirada de Kevin a la TV, pero todo lo que dijo fue:

—Se irán ellos o yo lo haré. No te hablaré en compañía mezclada.

—Somos compañía mezclada a pesar de todo —dijo Kevin— Ya no soy un Raven.

Él no dijo “Y tampoco lo eres tú”. Incluso aunque Thea se había graduado de Edgar Allan hace casi
tres años, ella aún llevaba el número de su jersey de los Ravens en un colgante alrededor de su
cuello. Hizo que Neil se preguntara cómo les fue a los Ravens después de haber dejado el Nido. Tal
vez les tomó años para recuperarse. Tal vez nunca lo hicieron. Tal vez se rompieron y llevaban las
piezas de Evermore con ellos por el resto de sus vidas.

La mirada en la cara de Thea mostraba que no estaba nada impresionada por la lógica de Kevin.

—Voy a contar hasta tres. Uno.

—Detente —dijo Kevin— Sólo hablemos.

—Y ahora quieres hablar —dijo Thea, un poco burlona— Dos.

“Complicado” —Thea repitió. Las citas que hizo con sus dedos eran enojadas y burlonas—
“Complicado” es tener que enterarse por una conferencia de prensa que te fracturaste la mano y
dejaste la formación. “Complicado” es tener que enterarme de mala forma como dejaste tu antiguo
número y tener que escuchar de Jean que ya no quieres tener nada que ver con ninguno de nosotros.
No te atrevas a usar “complicado” conmigo. Merezco algo mejor que eso. Tres.

Dio la vuelta para irse, pero Kevin atrapó su muñeca.

—Jean —dijo Kevin, y así de alguna manera respondió todas sus acusaciones. El tic en la boca de
Thea era más de furia que de incomprensión. Kevin sacudió su cabeza e insistió— Si vas a creerme,
necesitas ver primero a Jean.

—Lo que queda de él, de todas formas —dijo Wymack. Ignoró la mirada penetrante que Thea le
mandó y miró a Kevin, pasando de ella— Vine para traerla al dormitorio, pero ella agarró un carro
rentado del aeropuerto. Ve con ella a la casa de Abby para que así yo pueda entender qué demonios
está pasando aquí.

Thea dudó un momento antes de soltarse de Kevin y hacerle un gesto para que la siguiera. Wymack
se hizo a un lado para que ellos pudieran irse y los vio desaparecer por el pasillo. Neil supo que ya
estaban fuera de vista cuando Wymack se volvió hacia la habitación. Éste examinó el desorden que

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Neil y Aaron habían hecho en el lugar, sus cosas en pilas casi organizadas por toda la habitación y
arqueó una ceja a Andrew.

—Llamé a Nicky antes de venir para asegurarme de que estarías aquí —dijo Wymack— Cuando me
dijo lo que Neil y Aaron estaban haciendo creí que solo estaba jodiendo.

No era una pregunta, así que Andrew solo le miró de vuelta en un silencio calmado.

Wymack siguió después de solo un momento.

—Las solicitudes para las habitaciones de los dormitorios deben presentarse en unas pocas semanas.
Con nueve hombres y seis mujeres en la línea es más fácil para nosotros obtener cinco habitaciones
para tres. Había preparado un discurso para hablarte de ello, pero supongo que desperdicie mi
tiempo. ¿Asumo que la siguiente mejor persona de la cual alejarte es Nicky?

—Asumes que él sobrevivirá hasta el verano —contestó Andrew.

—Si lo lastimas me deberás un nuevo defensor —dijo Wymack.

—Tienes uno en la casa de Abby.

Wymack sacudió su cabeza.

—Jean no estará el próximo año. Ya lo sugerí antes, pero él y Kevin saben que no pueden jugar
juntos otra vez. Hay muchas cosas pasando entre ellos, buenas y malas y feas, como para que hagan
las cosas correctamente. Ya sabremos qué hacer con él eventualmente.

Neil lo consideró, luego miró más allá de Wymack hacia la puerta.

— No crees que Kevin le dirá a Thea toda la verdad, ¿O sí?

—Poco probable —dijo Wymack—. Tenemos un montón de ojos sobre nosotros ahora y la mayoría
de ellos no son amigables. No creo que él la vaya a poner en riesgo así.

Wymack esperó un minuto a ver si Neil tenía algo más por decir, después empezó a dar la vuelta
para irse. Solo tomó un paso antes de devolverse.

—Oh, eso me recuerda —Sacó algo de su bolsillo. Quizá sabía que Andrew no haría el esfuerzo de
atraparlo, ya que lo tiró al piso cerca a sus pies. Las llaves sonaron al golpear la alfombra, y Neil
miró incrédulo. No podría estar en lo correcto, a excepción de que el verano pasado Wymack le
había dado a Neil tres llaves también: un set para todas las puertas importantes de Foxhole Court.
Las sospechas de Neil fueron confirmadas cuando Wymack dijo:

— Kevin dijo que te diera esas.

Se fue sin esperar respuesta. Andrew lo consideró un minuto hasta que finalmente las levantó y se
las llevó al bolsillo. Neil sabía que era mejor no hacer comentarios, pero aun así su corazón latía con

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fuerza a medida que volvía a su escritorio. Se imaginó un mundo en donde a Andrew le valía mierda
el juego. Pensó sobre sus cuatro años más con los Foxes y un contrato profesional después de eso.
Se imaginó peleando por un lugar en la Corte de los Estados Unidos y enfrentando a los mejores
que el mundo tenía para ofrecer, con Kevin a su lado y Andrew a su espalda.

Soñar despierto era casi muy distractor, pero eventualmente Neil pudo acomodar todo en su nueva
habitación. Aún faltaban horas para que Kevin regresara, y para ese entonces Neil ya estaba
quedándose dormido sobre un libro de texto en su escritorio. El sonido de la puerta abriéndose lo
despertó, y Neil se incorporó para estudiar la expresión relajada de Kevin. Neil asumió que eso
significaba que había convencido a Thea del papel de Riko en el accidente.

Kevin no entró en la habitación, pero miró desde Neil hasta donde Andrew estaba medio enterrado
en una silla puff.

—Vamos.

Neil miró a Andrew, pero no necesitaba preocuparse. Andrew se levantó sin comentarios ni
argumentos, y juntos siguieron a Kevin hasta el Foxhole Court.

Los estadios de los Trojans y los Foxes eran del mismo tamaño, pero la temática roja y dorado
oscuro de USC hacía que la cancha de Trojans pareciera significantemente más pequeña. De alguna
forma esa ilusión no hacía nada para hacer sentir mejor a los Foxes acerca de estar en el interior. Se
habían asegurado de llegar media hora antes de que se abrieran las puertas, necesitando tiempo para
prepararse mentalmente para el siguiente juego. Por ahora ellos estaban solos. En noventa minutos
jugarían contra el equipo número dos en la nación.

—Sí —dijo Matt, el primero en hablar desde que la seguridad los había dejado entrar— No hay
problema.

Ni siquiera Kevin tenía algo que decir, pero eso quizá sería porque estaba demasiado ocupado
regocijándose en la alegría de estar de vuelta en el territorio de los Trojans. Su expresión contenta
estaba en completo desacuerdo con los nervios y el temor evidente en la cara de sus compañeros de
equipo. Neil quería decirle que se calmara un poco, pero no podía recordar la última vez que había
visto a Kevin de buen ánimo.

Las puertas se abrieron, dejando entrar a la multitud como una ola interminable. Wymack hizo pasar
a sus Foxes de vuelta al vestuario. Uno de los miembros del personal de USC se detuvo poco
después para darles un resumen de las perspectivas de la noche. Las entradas para el juego estaban
completamente agotadas, asistieron seis estaciones de noticias y doce reclutadores de grandes ligas
de verano y profesionales estarían mirando. Ella debía saber que ninguno de esos representantes
estaría mirando a los Foxes, pero de todos modos enumeró sus ciudades y equipos.

—No tenemos la alineación de USC —dijo Wymack — ¿Alguna idea de cuándo la conseguiremos?

—Veré si puedo obtener una copia —prometió— ¿Necesitas algo más?

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—Eso es todo —dijo Wymack, por lo que ella se fue. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de
ella, Wymack miró a Dan— Tú y Kevin, empiecen a pensar en lo que van a decir antes del juego.

Dan se frotó los brazos, luchando por mantenerse calmada y darle a su equipo la confianza
inquebrantable de su capitana.

— ¿No bastaría con un Estamos emocionados de estar aquí, y Vamos a hacer nuestro mejor
esfuerzo?

— ¿Qué tal “Vamos a vencer a esos perdedores”? —Sugirió Nicky.

—Y es por eso que no te está permitido hablar con la prensa —dijo Matt secamente.

Los vestidores fueron construidos para acomodar a equipos mucho más grandes, por lo que fue fácil
para los Foxes extenderse. Donde pudieron encontraron espacio para respirar, necesitando un par de
minutos para prepararse antes del partido de esta noche.

Neil no sabía cuánto eso había ayudado, pero para cuando aparecieron los reporteros, ya se había
acabado el tiempo. Kevin y Dan ofrecieron elogios amables a la USC y prometieron un partido
interesante. Wymack sacó a la prensa lo antes posible y envió a sus Foxes a cambiarse.

Regresaron al campo interior treinta minutos antes del juego. Las gradas estaban repletas hasta las
vigas, y el ruido que hacían los fanáticos era un peso físico aplastando la piel de Neil contra sus
huesos. Si la llegada de los Foxes no fue suficiente para poner a los fanáticos en un frenesí, la visión
del capitán de los Trojans que dirigiéndose hacia el pequeño equipo sí que lo fue.

Jeremy Knox ya estaba vestido excepto por sus guantes y su casco. Había tomado el timón de los
Trojans en su tercer año y lo hizo lo suficientemente bien como para mantener el puesto este año.
Neil pensó que él llegaría a calificarlos como los contendientes más impredecibles e indignos de
poner un pie en su estadio, pero la expresión seria de Jeremy se disolvió en una sonrisa dentuda tan
pronto como vio a Kevin. Éste pasó junto a Allison y Renee para reunirse con él.

Jeremy tuvo que pasar por Wymack para llegar a los Foxes, así que le dio a Wymack un apretón de
manos firme.

—Entrenador Wymack, bienvenido al Sur de California. Estamos emocionados de recibirle esta


noche. Kevin, tú idiota loco —dijo, menos formal, y le dio una palmada alegre en el hombro—
Nunca dejas de sorprender. Creo que tienes algo con los equipos polémicos, pero este me gusta
mucho más que el anterior.

—Son mediocres en el mejor de los casos, pero es más fácil llevarse bien con ellos — contestó
Kevin.

—El viejo Kevin, tan implacable y odioso como siempre —dijo Jeremy, pero su tono era cariñoso—
Algunas cosas nunca cambian, ¿Eh? Otras cosas sí—Su sonrisa se desvaneció y le dirigió a Kevin
una mirada intensa— Hablando de tu último equipo, hiciste un gran revuelo con lo que dijiste hace
dos semanas. Acerca de tu mano, quiero decir, y lo de que tal vez no sea un accidente.

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Dos semanas después, la gente seguía hablando de eso, aunque un poco más tranquila que antes.
Kevin no tenía nada más que decir al respecto, y los Ravens mantuvieron su inocencia e indignación
por las acusaciones. Era un punto muerto que no satisfacía a nadie, pero era todo lo que obtendrían.

Kevin no dijo nada durante un minuto, como si se debatiera qué tanto le confiaría a Jeremy, y luego
solo dijo:

—Tengo un respaldo para ti, ¿Tienes espacio en la alineación del próximo año?

No era la respuesta que Jeremy esperaba. Kevin sacó a Jeremy fuera del alcance de los oídos de los
Foxes antes de explicarle. La sonrisa de Jeremy había desaparecido para cuando Kevin terminó su
discurso. Jeremy hacía gestos expansivos: entre ellos, al campo más allá de Kevin, y a las gradas
por encima de su cabeza. Lo primero que Neil pensó fue que se estaba negando a lo que Kevin le
decía. Entonces Kevin le dio una de sus sonrisas reales, y Jeremy le dio un fuerte apretón en el
hombro.

Jeremy levantó una hoja de papel doblada. En lugar de tomarla, Kevin lo llevó de regreso a los
Foxes. Jeremy se lo pasó a Wymack, quien lo desdobló y revisó la lista impresa.

—Nuestra alineación —explicó Jeremy—. Es tarde para pasártela, lo sé, pero estábamos tratando de
evitar una respuesta negativa en lo posible.

— ¿Respuesta negativa? —Preguntó Dan.

Wymack le pasó la hoja y vio su rostro ponerse blanco. Cuando ella volvió a mirarlo, Wymack negó
con la cabeza y se volvió hacia Jeremy.

—Tu lástima está un poco fuera de lugar. Dile al entrenador Rhemann que no queremos limosna.

—Esto no es lástima —dijo Jeremy—. Estamos haciendo esto por nosotros, no por ustedes. Su éxito
este año nos hace repensar todo sobre cómo jugamos. ¿Somos segundos porque tenemos talento o
porque tenemos veintiocho personas en nuestra alineación? ¿Somos lo suficientemente buenos
como individuos para enfrentarnos a ustedes? Vamos a averiguarlo.

Kevin le arrebató el papel de las manos a Dan y lo miró. Matt se inclinó sobre su hombro para ver y
dijo:

—Estás bromeando. Estas bromeando, ¿No es así? —Preguntó con una mirada incrédula a Jeremy.
Allison tiró fuertemente de su manga, queriendo una explicación, por lo que Matt dijo— Solo hay
nueve nombres.

—Dos arqueros, tres suplentes, dos distribuidores, dos ofensores —dijo Jeremy— Han llegado hasta
aquí con esos números. Es hora de ver cómo nos irá en esa situación. Estoy emocionado —dijo, con
otra sonrisa dentuda— Ninguno de nosotros ha jugado un juego completo antes. Demonios, la
mayoría de nosotros ya ni jugamos a medias. No tenemos que hacerlo porque los números siempre
están a nuestro favor.

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—Y me llamaste loco a mí —dijo Kevin—. Perderás esta noche si juegas así.

—Tal vez —estuvo de acuerdo Jeremy, sin preocuparse—. O tal vez no. Debería ser divertido de
cualquier manera, ¿Verdad? No recuerdo la última vez que estuve así de mentalizado para un juego.
Mira esto —Les mostró sus manos y se rio—. Anímense, Foxes, y nosotros también lo haremos.

Los dejó mirándolo, con la cabeza alta y una sonrisa sincera. Neil finalmente entendió cómo los
Trojans de la USC habían ganado el Premio Day Spirit ocho años consecutivos. Ese trofeo estaba
destinado a los mejores del juego y requería un voto unánime del CEI. Los Trojans nunca recibieron
una tarjeta roja y nunca fueron sorprendidos por las cámaras diciendo algo grosero sobre un
oponente. Neil había asumido que era todo fingido, de la misma manera que la gente asumía que las
normas de reclutamiento de Wymack eran un truco publicitario complicado.

—Retiro lo que dije sobre los terremotos —dijo Nicky débilmente— Tengo un nuevo equipo
favorito.

—Esa fue siempre la diferencia crucial entre USC y Edgar Allan —dijo Kevin, entregándole la lista
a Dan nuevamente—. Es por eso que más Trojans llegan a la Corte que los Ravens. Ambos equipos
están obsesionados con ser los mejores, pero solo los Trojans arriesgarían su posición para mejorar.
Van a jugar esta noche con todo lo que tienen y serán mejores por eso. El próximo año va a ser
interesante.

—Interesante— era una palabra demasiado mansa para la mirada en los ojos de Kevin. La sonrisa
que finalmente se liberó y curvó sus labios era hambrienta. Wymack asintió y miró a su equipo.

—USC acaba de darnos una puerta abierta a la final. No se dejen engañar y no la desperdicien. Aun
así, darán una gran batalla y nos quitarán la primera mitad. Tienen que controlar la diferencia de
puntos para que puedan recuperarse en la segunda, ¿Entendido?

— ¿Realmente vamos a vencer a USC? —Preguntó Dan, mirando a Matt.

— ¿Y superar a Edgar Allan en unas pocas semanas? Demonios, sí lo haremos.

—Puede que esté enferma…

—Vomita más tarde —dijo Wymack— Ahora mismo toma estos mestizos perezosos a dar algunas
vueltas.

Hicieron el calentamiento agradablemente y lentamente, a pesar del ritmo tan conservador de Dan
los corazones de los Foxes latían a mil por hora. Neil miró al campo mientras corría, esperando
como el demonio que esto no fuera un cruel sueño.

Cada vuelta ayudó a calmarlo un poco hasta que Neil pensó que la anticipación lo mataría. Los
Trojans ingresaron al ring interior en la cuarta vuelta de los Foxes; Neil vio el primer destello de
rojo y oro al pasar por sus bancos, pero no vio la alineación completa hasta que volvieron. La

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mascota de los Trojans los pasó corriendo en dirección contraria y los aplausos de las gradas
siguieron.

Se estiraron en el vestuario y se dispusieron a salir al campo. Neil supuso que Dan no había
vomitado porque besó a Matt antes de llevar a su equipo a la cancha para los simulacros. Esta noche
solo jugarían nueve Trojans, pero los veintiocho ingresaron para las cámaras. Eventualmente, los
árbitros expulsaron a todos de la cancha salvo a los capitanes. Neil bebió agua en el banco cuando el
locutor finalmente explicó el desafío de USC. La respuesta de la multitud fue ensordecedora e
indignada: los fanáticos no estaban tan contentos con el truco como los propios Trojans.

— ¿Oyen eso? —Dijo Wymack— Su propia escuela sabe que están muertos. Vamos a alinearnos y
ganar esto.

Fue más fácil decirlo que hacerlo. Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron una lucha feroz ya
que el segundo mejor equipo de la nación y el pequeño equipo sureño se enfrentaron cara a cara. No
importa cuán duro los Foxes lucharan, USC se mantuvo varios pasos por delante de ellos. La
frustración y la impotencia pusieron un calor enfermo en las venas de Neil, empujándolo más fuerte
y más rápido contra la línea de defensa de los Trojans, pero nada de lo que hizo pareció hacer la
diferencia. Eran los niños pequeños jugando en el gran parque infantil y era dolorosamente obvio
que estaban fuera de su alcance.

Allison y Dan retrocedieron una y otra vez, más interesadas en ayudar a cuidar a

Renee y despejar la pelota que adelantarse para los goles. A pesar de sus mejores esfuerzos
colectivos, los Trojans empacaron siete goles contra los cuatro de los Foxes.

La línea de defensa llegó al descanso del medio tiempo tan agotada que apenas podían respirar. Neil
no podía recordar la última vez que Matt se vio tan cansado.

—Joder —dijo Matt débilmente—¿Qué acaba de suceder?

—Lo siento —dijo Renee.

—No, no —dijo Nicky rápidamente— Eso está en nosotros, no ti. Son muy buenos.

—Son geniales —dijo Wymack —pero están condenados. No saben cómo prepararse para un juego
completo. No sé si podías verlo desde allí, pero empezaron a disminuir la velocidad luego de los
treinta minutos. La segunda mitad los va a matar.

—Eso espero —dijo Dan, con una mirada sombría hacia Kevin y Neil—. La brecha de puntos es
más grande de lo que queríamos, ¿Pueden cerrarla?

—Aquí nosotros no somos el problema —dijo Kevin, haciendo un gesto entre Neil y él. Nicky
estaba demasiado cansado como para enojarse ante esa acusación, pero Aaron le lanzó a Kevin una
mirada amarga y Matt frunció el ceño. A Kevin no le importaba a quién ofendiera y mantuvo sus
ojos en Dan— Si realmente nos llevan la pelota, podemos hacer algo con ella.

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Matt miró a Andrew.

—Uno de estos días tendrás que dejar que lo golpee.

Andrew le devolvió la mirada en un silencio no impresionado.

Una campana los convocó nuevamente al patio interior, y los equipos fueron llamados para la
segunda mitad. Neil sabía qué venía, pero todavía fue desagradable ver las mismas caras mirándolo.
Los únicos jugadores nuevos en la cancha fueron los arqueros, Andrew en los Foxes y Laila
Dermott en los Trojans. Detrás de ese rayo de sorpresa había una emoción repentina, porque los
Trojans parecían cansados.

Habían tenido quince minutos para recuperar el aliento, por lo que la segunda mitad comenzó
igualada. No se quedó así por mucho tiempo. Los Foxes funcionaron mejor en su segundo tiempo.
No importaba cuánto habían luchado en la primera mitad, su instinto subconsciente fue reservar su
fuerza para el último empujón. Ahora no había razón para contenerse, y cada minuto sucesivo se
adentraba más en su desesperación y agallas.

A los veinticinco minutos, los Foxes finalmente cerraron la brecha. Laila fue una pesadilla en el
arco, pero Kevin y Neil tuvieron una ventaja que pocos equipos que enfrentaron a los Trojans
tenían: una pesadilla en su propio arco con la que tenían que practicar a diario. Pasaron todo el año
tratando de burlar al mejor arquero del sur. No tenían mucho tiempo para descubrir la táctica de
Laila, pero no la necesitaban. La defensa de Laila comenzó a derrumbarse rápidamente frente a ella
y no podía aguantarlo sola. Kevin y Neil combinaron el trabajo de pies de Foxes y Ravens para
romper a las defensas y metieron un gol tras otro.

USC podría haber tomado el control del juego en un abrir y cerrar de ojos si solo reconsiderara su
estrategia. Si cambiaran a tres de sus agotados jugadores por sus respectivos suplentes, la noche de
los Foxes había terminado. Pero los Trojans ya habían tomado una decisión y no retrocederían. En
lugar de interferir, el resto de la alineación estaba parada hombro con hombro y observaban el lento
colapso de sus compañeros de equipo. Sus cuatro entrenadores estaban detrás de ellos, tomando
notas y hablando entre ellos. Neil podía oír a la multitud perder la cabeza a través de las paredes del
campo, pero los Trojans parecían ajenos a ese coro de traición.

La campana final sonó en una victoria de trece y nueve, a favor de Foxes. Neil se detuvo y se quitó
el casco, necesitando ver el marcador sin su visor en el camino. No importaba cuántas veces
parpadeara, el puntaje permaneció igual.

— ¿Se acabó? —Neil susurró sin aliento—Oh, gracias a Dios.

Neil miró a Álvarez y se sintió abatido al verla sonreír. Ella levantó una mano enguantada en su
dirección incluso cuando sus piernas se tambalearon y se rindieron.

Neil la atrapó de alguna manera y la ayudó a ponerse de pie. Ella se apoyó contra él y forcejeó
infructuosamente con las correas de su casco. Le tomó algunos intentos antes de darse cuenta de que
sus dedos estaban demasiado entumecidos para manejarlo. Ella se dio por vencida y golpeó su casco
contra el de Neil en su lugar.

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— ¿Es así como se siente morir? —Preguntó, y llamó por encima del hombro —Nena, creo que me
estoy muriendo. ¿Todavía tengo piernas? No puedo mirar hacia abajo. No creo que tenga piernas.
No creo que alguna vez vuelva a caminar.

—Uh —dijo Laila, trotando hacia ellos—. Será mejor que lo resuelvas, porque definitivamente eres
demasiado pesada como para llevarte fuera de este campo.

—Cruel.

Álvarez buscó a tientas el hombro de Laila hasta que ésta la rodeó con un brazo y la apartó de Neil.
Álvarez seguía sonriendo, esa mirada demasiado amplia y medio loca que le recordaba a Neil un
poco a Lola y un poco a Nicky. Neil trató de recordar si había sido golpeada en la cabeza en algún
momento esta noche, pero los Foxes habían mantenido la violencia dentro de los límites
justificables. Parecía justo considerando los buenos deportistas que eran los Trojans.

—Eso fue fantástico —dijo Álvarez— Quiero hacerlo otra vez. El próximo año, tal vez, cuando mis
piernas vuelvan a crecer.

—Deja de ser tan bebé —dijo Laila.

—Ignórala —le dijo Álvarez a Neil—. Está agria porque perdió nueve goles en cuarenta y cinco
minutos. No sé por qué, no es como si fuera un nuevo registro personal pero, ¡Oh! Lo es. Ouch, eso
debe doler un poco.

—Perra —dijo Laila sin ningún problema.

—Eso es lo que obtienes por llamarme gorda— contestó Álvarez. Miró hacia Neil y señaló más allá
de él— Vaya, parece que la fiesta comenzó sin ti. ¡Ve! ¡Ve! ¡Ve!

Neil miró por encima del hombro para ver a los Foxes celebrando en la línea media de la cancha.
Empezó a girar hacia ellos, luego miró a Álvarez y Laila.

—Su equipo es aterrador —dijo, inspirado por el entusiasmo de Álvarez para ser honesto— Los
alentaremos la próxima semana.

Álvarez le dio pulgares arriba, así que Neil trotó para encontrarse con su equipo.

Escuchó a Álvarez preguntar cómo alguien todavía podía correr después de “el juego más largo del
mundo” pero supuso que estaba dirigido a Laila y no se detuvo para escuchar la respuesta. Dan vio a
Neil venir y se liberó de los Foxes ir hacia él. Ella hizo estallar casi todas las vértebras en la
columna de Neil de lo fuerte que lo abrazó y no parecía dispuesta dejarlo ir. Un segundo después
ellos fueron inundados por el resto del equipo; los Foxes habían cambiado obedientemente su
estridente fiesta a Neil y Dan.

Tomó un gran esfuerzo calmarse lo suficiente para el apretón de manos posterior al juego. Toda la
alineación de los Trojans entró en la cancha para ello, pero los nueve que habían jugado esta noche

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apenas podían formar una línea. Los Foxes fueron hacia el lugar en el que se encontraban ellos.
Jeremy tenía una sonrisa agotada y nada más que elogios por ellos. El compañero en el crimen de
Álvarez que había pasado la mayor parte de la noche vigilando a Kevin se sentó cuando los vio
venir, pero levantó la mano para ellos. Tan pronto como Neil pasó al último de los Trojans, siguió a
sus compañeros fuera de la cancha. Las gradas estaban vacías por un tercio a estas alturas, aunque
Neil no sabía cuándo los estudiantes habían comenzado a salir.

A Neil no le importó cuántos corazones habían roto esa noche. Habían vencido a USC. Cuando los
Trojans perdieran ante los Ravens serían eliminados de los campeonatos la próxima semana. Los
Foxes irían a la final, y eso era lo único que importaba.

Desde que los Foxes tuvieron la noche del viernes libre y la guerra fría de Andrew y Aaron había
terminado, Andrew era libre de regresar a Columbia por primera vez en meses. Sin embargo, fueron
tarde, ya que Neil y Kevin querían ver el partido USC contra Edgar Allan. Los Trojans se lanzaron
contra los Ravens, pero no fueron lo suficientemente buenos. Perdieron, aunque por el margen más
pequeño que alguna vez habían logrado.

Jeremy se tomó bien la pérdida en su entrevista posterior al juego y no expresó ningún


arrepentimiento por cómo habían resultado las cosas. Dejó de lado cada oportunidad para hablar del
feo estilo de juego de los Ravens, pero se animaba cuando se hablaba sobre lo cerca que habían
estado de una victoria.

—Casi lo tuvimos, ¿Verdad? —Dijo Jeremy—. No creo que nadie esperase que nos acercáramos
tanto. Se siente realmente diferente sin Kevin y Jean en la línea.

—La peor época del año para que alguien resulte lesionado —coincidió el periodista. Tetsuji había
anunciado a principios de la semana que Jean estaba fuera de la cancha con un mal esguince—
Corre el rumor de que Jean no llegará a tiempo para la final.

—Sí, hablé con Jean a principios de esta semana. Definitivamente ha terminado por este año, pero
volverá en otoño. La única diferencia es que no volverá a estar de negro— Jeremy mostró una
sonrisa dentuda y no esperó a que le pidieran explicaciones— Ayer nos envió un fax por el último
papeleo que necesitábamos para que esto fuera oficial, así que me permito decirte que se trasladará a
la USC para su último año.

—Déjame asegurarme de que te escuche correctamente —dijo el periodista— ¿Jean Moreau está
dejando a Edgar Allan por la USC?

—Encargamos su equipo esta mañana —dijo Jeremy—. ¡Aunque tendremos que sacarle un poco de
sol este verano! Está un poco pálido para lucir el rojo y el oro en este momento— Se rio como si
esta noticia no fuera a causar un alboroto con los fanáticos rabiosos de Edgar Allan—
Desafortunadamente su número ya fue tomado, pero Jean dijo que podemos reasignarlo a lo que sea
que esté libre. Le diré que te diga cuál será su nueva identidad.

— ¿Puedes decirnos por qué se está transfiriendo?

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—No puedo entrar en detalles porque no es mi lugar contar sus asuntos personales, pero puedo decir
que estamos emocionados de tenerlo. Creo que tenemos mucho que aprender el uno del otro. El
próximo año va a ser increíble. Creo que vas a ver muchos cambios en todos los ámbitos. Todos
tenemos que echar otro vistazo a lo que llevamos a la cancha.

Nicky tomó el control remoto y apagó el televisor.

—Tengo una teoría de que Renee y Jeremy son hermanos perdidos hace mucho tiempo. ¿Qué crees
que pasaría si alguna vez unieran fuerzas?

—Serían asesinados —dijo Aaron, levantándose de la otra silla de puff—La guerra es rentable;
nadie quiere las tonterías de la paz mundial.

Nicky le hizo una mueca.

—Gracias por la alegre dosis de realidad.

Los cinco bajaron juntos al auto, y Neil se hizo un espacio atrás entre Aaron y Nicky. Andrew los
llevó primero a Sweetie’s para tomar un helado. Nicky y Aaron estaban distraídos hablando sobre
las asignaciones de sus habitaciones del próximo año y no parecieron darse cuenta de que Andrew
pasó por alto la barra de ensaladas y su tazón de galletas. No fue hasta el final de la comida cuando
Aaron estaba pagando que cayeron en cuenta. Aaron recogió cada una de las servilletas sobre la
mesa en busca de migajas de galleta y miró a Andrew con el ceño fruncido por encima de la mesa.

— ¿Cuántas?

Andrew no le había dicho una palabra a ninguno de ellos toda la noche, pero finalmente apartó su
mirada de la pared más alejada y miró a su hermano.

—Cero.

—Cero —repitió Aaron, como si fuera un número desconocido—. ¿Qué quieres decir con cero?

— ¿No recibiremos nada? —Preguntó Nicky, estupefacto.

Andrew lo ignoró, desinteresado en repetirse. Nicky y Aaron intercambiaron una mirada larga,
confusión en una cara e incredulidad en la otra. Andrew no se quedó para que lo descubrieran, sino
que se bajó del banco y se dirigió hacia la puerta. Neil le siguió junto a Kevin justo detrás de él, y
los primos los alcanzaron en el auto. El viaje de Sweetie's a Eden's Twilight fue silencioso, y
Andrew los dejó en la acera, como de costumbre. Kevin recogió una ficha de estacionamiento para
él, mientras que los guardias le dieron a Nicky y Aaron bienvenidas entusiastas. Entraron en busca
de una mesa a medida que Andrew se alejaba.

Todavía no había mesas libres, pero había espacio suficiente para un cuerpo en el bar. Nicky robó el
taburete y saludó cuando captó la mirada de Roland. Éste llegó tan pronto como terminó sus órdenes
actuales.

298
—Mucho tiempo sin verte —saludó Roland, y agregó —De nuevo. Ustedes deben dejar de perder
contacto.

—Ha sido un año loco —dijo Nicky.

—Eso escuché —dijo Roland, y miró más allá de Nicky a Neil— ¿Cómo estás?

—Estoy bien —dijo Neil.

Roland parecía listo para decir algo más, pero después de una mirada entre Nicky y Aaron negó con
la cabeza. Empezó a trabajar mezclando sus bebidas, y Nicky le obsequió historias sobre sus
vacaciones de primavera. El club era demasiado ruidoso como para que Neil escuchara la
aproximación de Andrew, pero de repente, Andrew estaba presionado a su lado en medio de la
multitud. Roland miró de Andrew a Neil y de nuevo, con el ceño fruncido un poco en una
preocupación mal disimulada. Neil se dio cuenta de que estaba buscando una señal de que estaban
bien después de lo que había pasado en enero.

Nicky sabía cuándo estaba siendo ignorado, y no tuvo problemas para interpretar la mirada
penetrante de Roland. Interrumpió su propia historia para exigir.

— ¡No te atrevas a decirme que supiste sobre ellos antes que yo! Oh, Dios mío —dijo ante la
mirada sorprendida y culpable de Roland—. Oh, Dios mío, lo sabías, ¿Cómo diablos? Nos dimos
cuenta sólo hace un par de semanas. ¿Cuánto tiempo hace que sabes que Andrew es gay?

— ¿Son ellos pareja ahora? —Preguntó Roland en lugar de responder. Su sonrisa regresó, amplia y
complacida, y dejó de llenar su bandeja para servirles shots. Siempre optimista, también sirvió uno
para Neil. Nicky pasó las copas y Neil aceptó la suya después de una ligera vacilación. Roland tomó
su propio shot y lo tomó en nada— Voy a beber por eso. Ya era hora, maldición.

—No es algo de lo que estar orgulloso —dijo Aaron.

—Hater —dijo Nicky, y medio giró para asegurarse de que Neil no estaba empeñando su bebida en
Andrew. Tomaron sus tragos como uno y Roland recogió las copas vacías.

Nicky señaló a Roland mientras volvía a mezclar bebidas.

—Por cierto, noté que evitas mis preguntas. No eres astuto, ¿Y qué quieres decir con ya era hora,
maldición?

—Puedes sacar esa historia de Andrew —contestó Roland.

—Obtener respuestas de estos dos es como tratar de hacer sangrar una piedra —dijo Nicky—. Es
imposible y estoy por romperme los dedos por intentarlo. ¿Cómo lo supiste? ¿Tu radar gay es más
avanzado que el mío o…? —Nicky se quedó boquiabierto al escucharlo— Espera. De ninguna
manera. ¡De ninguna manera! ¿Ustedes dos…?

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—No —interrumpió Aaron—. Simplemente no lo digas. No quiero escucharlo. No quiero pensar en
eso. Quiero beber y pretender que no conozco a ninguno de ustedes.

—Pensé que éramos amigos —le dijo Nicky a Roland—. ¿Cómo pudiste ocultarme esto?

—Soy camarero —dijo Roland— No derramo bebidas ni los secretos de otras personas. Con esa
inoportuna excepción —se corrigió a sí mismo con una pequeña mueca ante el impasible Andrew—
Lo siento por esa vez, por cierto. No fue mi intención.

—Roland, ahora estamos peleados —declaró Nicky con un bufido— Quizás puedas recuperar mi
amistad con suficientes bebidas esta noche. Vamos, Aaron, veamos si hay una mesa.

Kevin se fue con ellos, probablemente para alejarse del giro que esta conversación había tomado.
Andrew tomó el taburete para que nadie pudiera interponerse entre él y sus bebidas, y Neil
permaneció tan cerca de su espalda como pudo. Roland dividió el contenido de una coctelera entre
dos vasos altos, sirvió un par de sodas para Neil y terminó. Enjuagó la misma en un fregadero que
llegaba a la altura de su cintura y deslizó su bandeja increíblemente repleta aún más cerca de
Andrew.

—Entonces, respecto a esas esposas acolchadas —dijo Roland, y se rio de la mirada que Andrew le
dio.

Tan pronto como Roland se fue para controlar al resto de sus clientes, Andrew se dispuso a
reorganizar sus bebidas en un nuevo orden indeterminable. Nicky todavía no había regresado
cuando éste terminó, así que Andrew comenzó a tomar la bebida más cercana. De pie allí
mirándolo, Neil pensó que no le importaría esperar a un asiento toda la noche. Su reloj todavía
estaba funcionando, pero sus días numerados seguían un horario diferente ahora. Neil tenía todo el
tiempo del mundo, y eso dejaba un calor en su estómago más fuerte que cualquier whisky.

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Capítulo 19

Como USC perdió dos juegos semifinales seguidos, el ERC canceló el tercer partido de
semifinales. No tenía sentido enfrentar a los Foxes y los Ravens el uno contra el otro cuando ambos
ya habían calificado para la final. En cambio, a las dos escuelas se les dio una semana libre para
descansar, recargarse y defenderse de una prensa hambrienta de historias.

Los Foxes sonaban seguros cada vez que tenían un micrófono o cámara en sus caras, y no siempre
era un acto. Su odio total hacia Riko ayudaba a calmar sus nervios. Los Ravens tenían poco que
decir sobre los Foxes, pero eso fue probablemente porque estaban lidiando con las consecuencias de
la abrupta transferencia de Jean. Éste era el atleta más buscado en las noticias de la NCAA en estos
días, pero se negaba a anunciar su paradero actual o hablar con la prensa. Su silencio no hizo
favores a los Ravens ya que después de la audaz entrevista de Kevin, las especulaciones y los
rumores comenzaron a ponerse un poco salvajes.

El lunes por la tarde, Wymack le dijo a su equipo que el último juego sería en el Castillo Evermore.
La noticia no fue bienvenida con optimismo, pero tampoco fue una sorpresa. Debido a que era el
doble como la cancha de la selección nacional, el estadio de Edgar Allan era la mitad de grande que
el de Palmetto State. Necesitaban todos los asientos que pudieran obtener. Wymack aún no creía
que fuera lo suficientemente grande como para un enfrentamiento como este, pero definitivamente
no había espacio en Carolina del Sur para acomodar a la multitud que venía a ver el campeonato
final.

Al final del anuncio, Wymack pasó una pizarra. Edgar Allan iba a reservar una sección de “amigos
y familiares” justo detrás del banco de Visitantes. Se les dieron dieciocho asientos para dividirse
entre los nueve, y Wymack necesitaba una lista de nombres para poder reservar los asientos lo antes
posible y empezar a trabajar en los arreglos de viaje desde el aeropuerto hasta Edgar Allan.

Dieciocho no parecían muchos, pero los Foxes no podían llenarlos. Nadie en el grupo de Andrew
necesitaba alguno, y Allison pasó la pizarra sin dudarlo. Renee necesitaba uno para su madre
adoptiva y donó el segundo a Matt para que su padre pudiera traer a su amante actual. Dan fue la
última, por lo que supo cuántos asientos libres tomar.

Varias de sus hermanas del escenario habían cambiado de su antiguo club a trabajos más tranquilos,
pero era improbable que las pocas que todavía estaban allí pudieran tener un viernes por la noche
libre.

Esa noche Nicky y Aaron se presentaron a la práctica sin invitación. Neil esperaba que Kevin los
enviara a hacer las maletas con un discurso de “demasiado tarde para arrepentirse” pero los puso a
trabajar de inmediato. El miércoles, los estudiantes de último año también se unieron. Una semana y
media no era tiempo suficiente para convertir a alguien en un experto en ejercicios y juegos de
práctica contra los Ravens, pero Kevin hizo todo lo posible. Su actitud cáustica y el desprecio

301
grosero sobre las habilidades de sus compañeros de equipo no le valieron ningún favor durante el
día, pero en la noche los Foxes se sometían con una determinación silenciosa y sombría. Matt fue el
primero en darse cuenta de que Kevin jugaba zurdo por la noche, ya que fue él quien se colocó
frente a él para bloquearlo. Tener un arma secreta contra los Ravens animó a sus espíritus.

Traer a todos los Foxes hizo que fuera más difícil para Neil acercarse a Andrew a solas después, ya
que era más que obvio que no se dirigían directamente a la cama. Vivir en la misma habitación hizo
que fuera apenas más fácil atrapar a Andrew solo entre clases. Los Foxes tenían prácticas tan largas
que la mayoría de sus clases estaban ocupadas en los mismos bloques de tiempo. Hubiera sido
completamente imposible si no fuera por Nicky. Éste pasaba gran parte de su tiempo libre con el
resto de los Foxes en sus habitaciones, y arrastraba a Kevin con él cada vez que podía.

Obligó a Andrew a elegir entre Neil y su naturaleza controladora. Algunas veces Neil ganaba; otros
días, el rencor de Andrew lo hacía seguirlos en cuanto se daba cuenta de lo que estaba pasando.

La semana siguiente fue significativamente más difícil de superar, en parte porque era la última
semana de clases. El viernes por la noche los Foxes se enfrentarían a los Ravens en las finales de
NCAA Exy; El lunes comenzarían las finales académicas. Tres de los maestros de Neil hicieron que
las clases fueran opcionales, lo que les permitió a sus estudiantes presentarse para revisiones y
practicar exámenes u optar por el autoaprendizaje en otro lugar. Neil intentó ir a su primera clase,
pero se fue a la mitad de la misma.

Su intención era encontrar un asiento vacío en la biblioteca, pero de alguna manera terminó en la
Foxhole Court.

Wymack no pareció sorprendido de verlo, pero hizo que Neil jurara que no fallaría en ninguna clase
antes de prestarle los juegos para que los mirara. A la mañana siguiente, Neil ni siquiera intentó ir a
la clase. Entre partidos, Neil corrió durante vueltas y realizó ejercicios complicados.

Corrió por el estadio despacio para que sus piernas pudieran recuperarse antes de la práctica de la
tarde. Pero luego se obligó a ir más rápido, más rápido, más rápido y sabía que no sería de ayuda.

Los Raven habían sido un rayo en la cancha; rara vez llevaban la pelota por más de unos pocos
pasos porque habían perfeccionado el arte de pases imposibles. Destruyeron a los Foxes con sus
trucos en octubre pasado. Kevin había pasado meses enseñando a Neil cómo jugar así, pero eso no
significaba nada ahora. No importaba si Neil y Kevin podían anotar si su defensa no podía mantener
la línea y controlar esa brecha de puntos.

Cada partido que Neil jugaba parecía llevarlos hacia ese camino y él pensó que se enfermaría.
Aaron y Andrew cancelaron su sesión del miércoles con Dobson para ir a entrenar a tiempo, pero
Kevin se saltó la práctica del jueves por la noche. No tenía ninguna explicación aparte de “Tengo
que encargarme de algo” y dejó a Neil a cargo. Decirles a los demás qué hacer era tan terrible como
Neil esperaba que fuera, pero Neil no tuvo tiempo de dudar. Tendrían un juego en dos días y Neil
era la única persona que conocía todos los ejercicios de los Ravens. Guio a sus compañeros de
equipo a través de ellos, sabiendo que no podían dominarlos en tan poco tiempo, pero
necesitándoles saber a qué se enfrentaban el viernes. Hicieron muchas preguntas, pero no
retrocedieron, y luego Dan murmuró en su oído:

302
—Muy bien hecho, Capitán.

No abandonaron la cancha hasta después de la una, pero cuando llegaron a los dormitorios, los
nervios de Neil anularon su cansancio. Permaneció en su escritorio mientras los otros se cambiaban
para ir a la cama, mirando sus libros de texto sin realmente verlos. Pasó medio ciego por cada uno
de sus cuadernos, y luego empujó todo a un lado. Quería ir a correr, pero también sabía que su
cuerpo necesitaba descansar después de las largas prácticas de hoy. Se conformaría con pasear, pero
no quería que los demás supieran que estaba ansioso. Sentía que la duda podría deshacer todo para
lo que habían estado trabajando.

Nicky regresó a la sala de estar.

—Oye. ¿Estás bien?

—Estoy bien —dijo Neil— Sólo estoy pensando.

Nicky no dijo nada, pero pasó un minuto antes de que se alejara. Neil tenía luz de la sala de estar
encendida, así que Nicky cerró la puerta de la habitación. Neil permaneció quieto hasta que el
dormitorio se convirtió en silencio, luego se sentó en su escritorio y miró hacia la pared. Permaneció
allí tanto tiempo con sus pensamientos retorcidos que no podía creer que el cielo no se iluminara
con el amanecer. Por fin, los pensamientos de Neil se redujeron a un lento avance y se levantó para
dormir. Solo se había alejado unos pocos pasos su escritorio antes de que la puerta de la suite se
abriera y dejara entrar a Kevin.

Éste apestaba tanto al alcohol que Neil podía olerlo a medio camino a través de la habitación, pero
olvidó el hedor en el segundo que vio el vendaje en la cara de Kevin. Era demasiado para esperar e
imposible de creer, pero Neil se congeló en su lugar y se quedó mirando. Kevin cerró la puerta y se
tambaleó hacia atrás. Estuvo a punto de caerse, se sostuvo justo a tiempo y miró a Neil con ojos
turbios. Eso era todo lo que Kevin podía manejar, al parecer, así que Neil fue hacia él. Kevin hizo
un gesto flojo cerca de su costado. Neil levantó una esquina de la cinta y le quitó la gasa.

Se sintió un poco como caer y un poco como volar; El estómago de Neil tocó fondo por un segundo
antes de que la adrenalina inundara sus venas. Kevin había usado un dos desde sus primeros días en
la cruel atención de Moriyamas. Riko y Kevin usaron marcadores durante años, escribiendo sobre
sus números cada vez que amenazaban con desvanecerse. Tan pronto como tuvieron la edad
suficiente, cambiaron a una tinta más permanente. Ahora ese número se había ido, cubierto por la
imagen negro azabache de una pieza de ajedrez. El conocimiento de Neil sobre el ajedrez era
confuso en el mejor de los casos, pero sabía con certeza que no era un rey.

—Lo hiciste —murmuró Neil, demasiado aturdido para decir cualquier otra cosa.

—Deja que Riko sea el Rey —dijo Kevin, con la enunciación exagerada de los mayores
aduladores— El más codiciado, el más protegido. Él sacrificaría a cada pieza que tenga para
proteger su trono. Lo que sea, ¿Yo? —Kevin hizo un gesto de nuevo, con la intención de indicarlo,
pero demasiado borracho para tener su mano más alta que su cintura— Voy a ser la pieza más
mortal en el tablero.

303
—Reina —dijo Andrew en algún lugar detrás de Neil. Neil no lo había escuchado salir de la cama,
pero por supuesto el golpe de la puerta lo habría despertado. Un Andrew sobrio se despertaba tan
fácil como Neil, tal vez más porque estaba acostumbrado a personas poco amistosas que entraban
furtivamente en su habitación.

Neil lo miró, pero Andrew estaba estudiando a Kevin. El primero cruzó la habitación para pararse al
lado de Neil y tomar la barbilla de Kevin en su mano. Giró la cabeza de Kevin para inspeccionar la
nueva tinta.

—Va a estar furioso.

—A la mierda —dijo Kevin, deslizándose un poco más hacia la puerta— A la mierda a todos. Son
una pérdida de tiempo para estar enojado. Deberían tener miedo.

—El infierno no tiene furia —contestó Andrew.

Kevin le hizo un débil gesto a Neil, por lo que éste volvió a colocar el vendaje sobre su piel
hinchada y enrojecida. Neil dejó caer su mano hacia un lado y apretó los dedos en un puño para
ocultar el temblor. Dudaba de que Kevin o Andrew lo notaran; estaban demasiado ocupados
mirándose el uno al otro.

Finalmente, Andrew sonrió, lento y frío.

Era la primera vez que sonreía desde que había salido de sus drogas, y Neil no pudo evitar mirarlo.

—Ahora se está poniendo divertido —dijo Andrew.

—Al fin —contestó Kevin, agotado y exasperado por igual.

Los dos tuvieron que llevar a Kevin a la habitación. Neil no sabía cómo Kevin iba a subir la escalera
de su loft, pero de alguna manera se las arregló. Estuvo dormido casi tan pronto como su cabeza
golpeó la almohada. Neil se sintió completamente recargado al mirar la litera de Kevin. Estaba
inestable de pie, demasiado emocionado como para quedarse quieto. La oscuridad debería haber
ocultado la ruina en la que se había convertido, pero Andrew no fue engañado. Él golpeó el hombro
de Neil en su camino de regreso fuera de la habitación. Neil apartó su mirada de la forma
inconsciente de Kevin y la siguió.

Andrew lo empujó contra la pared con manos pesadas y besos duros.

—Drogadicto.

—He estado esperando eso desde junio —dijo Neil— Has estado esperando más tiempo.

Andrew no se molestó en negarlo. Ya casi había amanecido cuando finalmente se acostaron, pero
Neil pudo recuperar las horas en el viaje en autobús hacia el norte. Se escondió bajo sus mantas y
soñó con Evermore desmoronándose sobre su cabeza.

304
Faltando una hora para el juego, el estacionamiento en el campus de Edgar Allan estaba lleno. Los
terrenos del estadio estaban llenos de fanáticos vestidos de negro. Explosiones de incoherentes
flashes de cámara y fuertes cuerpos vestidos en trajes marcaron la llegada de celebridades de
renombre. En todas partes, Neil veía policías, y toda una sección estaba acordonada para furgonetas
de noticias.

Neil miró a sus compañeros de equipo. Nicky tamborileó con los dedos sobre sus caderas mientras
lo asimilaba todo. Aaron estaba parado hombro con hombro con Katelyn, sus nudillos blancos por
lo apretado que estaba sosteniendo su mano. Andrew no parecía impresionado por el manicomio en
el que habían entrado, pero su mirada tranquila siguió a la multitud en busca de amenazas. Renee
estaba jugueteando con su collar de cruz, su mirada distante mientras rezaba. Dan y Matt estaban
cogidos del brazo detrás de ella, dos fuertes pilares listos para una pelea. El golpeteo rápido del
tacón de Allison contra el asfalto disimulaba su inquietud, pero tenía una mirada despectiva.

Al otro lado de Neil, Kevin era intocable. Éste había mostrado su nuevo tatuaje tan pronto como
subieron al autobús. La celebración del equipo hizo que a Neil le costara dormir, pero no podía
envidiar su emoción. Wymack no había reaccionado con más que una sonrisa rápida y apretada, lo
que significaba que lo había sabido antes que cualquiera de ellos. Neil pensó en los tatuajes de
llamas tribales en los brazos de Wymack y se preguntó si Wymack había reclutado a su propio
artista para el trabajo. Al menos explicaría cómo Kevin había regresado a la residencia la noche
anterior cuando apenas podía caminar.

Neil no sabía cuál fue la última gota que colmó el vaso para Kevin, pero aparentemente el
espectáculo de la noche anterior no había nacido de la grandeza del borracho. Kevin se había
comprometido; No había vuelta atrás. Ahora se enfrentó al Castillo Evermore como si no fuera más
que otra parada sin valor en su camino a la gloria. Neil no sabía si esa determinación era genuina o
pura fuerza de voluntad, del mismo modo que no sabía cuánto de ese desdén era un frente para que
la prensa lo entendiera. Neil tenía la sensación de que el desafío de Kevin era al menos nueve
décimas de verdad, y eso era suficiente para mantener los nervios de Neil a raya.

Dos mujeres recogieron el escuadrón Vixen. Cuatro guardias de seguridad escoltaron a los Foxes
desde el autobús hasta el estadio, mientras otros seis montaban guardia a lo largo de la corta ruta.
Fue un poco excesivo, tal vez, pero la junta de Edgar Allan no quería arriesgarse. Las cámaras
parpadearon cuando los Foxes pasaron, y era solo cuestión de tiempo antes de que alguien se diera
cuenta de que la tinta de Kevin había cambiado. Un grito de incredulidad llamó toda la atención a la
cara de Kevin, y de repente diez guardias parecían completamente insuficientes. Hubo un coro de
abucheos por todos lados mientras la noticia se extendía entre la multitud, pero rompiendo esa
desaprobación viciosa hubo unos pocos gritos dispersos de ¡Reina!

Kevin aguantó toda la situación con una expresión altiva en su rostro. Era la primera vez que Neil
estaba en el vestuario de los Visitantes de Evermore. Kevin les había advertido sobre el viaje, pero
sus palabras no pudieron evitar que Neil sintiera que había entrado en una tumba. Era dos veces más
grande que el vestuario de los Foxes, pero parecía cien veces más pequeño. Las paredes estaban
desprovistas de cualquier decoración y todo era completamente negro desde el piso hasta el techo.
Les pareció costoso de inmediato y los Foxes se dispersaron lo más rápido que pudieron, arrojando
bolsas de color naranja en cada rincón de la habitación para tratar de romper la aplastante ilusión.

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—Edgar Allan extiende su bienvenida a los oponentes de esta noche —dijo uno de los guardias
cuando el equipo dejó de moverse— Los asientos del estadio se han agotado, al igual que las torres.
Los funcionarios estatales y Universitarios están en el Norte, el tribunal en el Sur y el ERC en el
Oeste. Recibimos a doce representantes de las principales ligas y seis de equipos profesionales. No
se acercarán a ninguno de ellos a menos que un miembro de mi personal los invite a hacerlo.

Esperó un momento para asegurarse de que entendieran.

—Pueden usar libremente el anillo interior durante la siguiente media hora, momento en el que los
Ravens lleguen por el lado de la Casa estarán restringidos a su mitad del estadio, ¿Tienen alguna
pregunta?

Nicky levantó su mano.

—Sí, ¿Quién está en la torre Este?

—El Este está reservado para huéspedes de Moriyama y clientes de negocios —contestó Kevin.

El guardia asintió con confirmación, esperó por otras preguntas y se fue.

—Bueno —dijo Dan cuando la puerta se cerró detrás de él —esto es lo que hemos estado
esperando.

—Hagámoslo —dijo Matt.

Dejaron su equipo y entraron al anillo interior. Afuera, parecía que no había nadie en el lado de los
Foxes, pero las tribunas estaban divididas por pequeños grupos de estudiantes y fanáticos en todos
los tonos de naranja. Los Foxes saludaron con la mano a todos los rostros amistosos que podían ver,
ganando aplausos animados y entusiastas choques de puño. Los fanáticos de Raven fueron rápidos
en tomar represalias, poniéndose de pie y rugiendo abucheos desde la parte superior de sus
pulmones.

A la mitad de cada sección había un fan vestido con rayas rojas y negras, y uno tras otro levantaron
una mano en el aire. El más cercano aún estaba demasiado lejos para que Neil pudiera ver
claramente lo que sostenía, pero pensó que parecía el timbre de una bicicleta. No tuvo sentido hasta
cinco segundos después, cuando toda la sección pisó las vigas y saltó como una sola. Cuando
aterrizaron, la siguiente sección saltó, y la ola atronadora rodeó el estadio. Era una cacofonía
ensordecedora y más inquietante de lo que Neil quería que fuera. Los fanáticos de rayas levantaron
sus brazos nuevamente cuando la ola regresó a ellos y señalaron una segunda vuelta.

—Jesucristo —dijo Nicky, apenas audible a pesar de que estaba detrás de Neil—. No creo que
pueda… ¡Erik!

Nicky corrió alrededor de Neil y corrió hacia las gradas. La primera fila estaba vacía, con un
guardia de seguridad de pie en cada extremo, pero un hombre acababa de aparecer para presentar su
boleto.

306
Cómo escuchó Erik Klose a Nicky a través el ruido de las gradas, Neil no lo sabía, pero se apartó
inmediatamente del guardia y se inclinó sobre la barandilla de seguridad para darle un abrazo feroz
a Nicky. Éste se aferró a él como si hubieran pasado años desde la última vez que estuvieron en la
misma habitación, ajenos o completamente indiferentes a las miradas que estaba atrayendo.

El resto de los invitados de los Foxes se presentaron solo un par de segundos más tarde, ya que
Wymack había arreglado una van desde el aeropuerto para ellos. Wymack despidió a su equipo,
sabiendo cuánto necesitaban caras amigas en este momento.

Allison no había traído a nadie, pero siguió a los estudiantes de último año a las gradas. Aaron se
dirigió hacia las Vixens para hablar con Katelyn. Neil se quedó con Andrew y Kevin y simplemente
miró.

Cuatro de las hermanas de Dan vinieron. Llevaban vestidos de verano blancos que habían alterado,
por lo que tres deletrearon FOX. El cuarto lucía una pata de zorro que ya empezaba a perder una
almohadilla de pie. Prácticamente aplastaron a Dan, sofocándola con un abrazo grupal antes de
adularla. Fueron igual de rápidas para abrazar a Allison, y la familiaridad en sus sonrisas fáciles
decía que la habían visto al menos una vez antes.

Stephanie Walker estaba en el próximo asiento, y se aferró a Renee para siempre. Los padres de
Matt tenían los asientos al lado de ella. La trenza de su madre estaba teñida de naranja y ella llevaba
un mono igual de brillante. Matt había hablado de su madre lo suficiente como para que Neil
supiera cuánto la adoraba. De alguna manera, todavía estaba sorprendido de cuán descaradamente
ese amor había sido devuelto. Había un orgullo feroz en la sonrisa de Randy Boyd que le recordó a
Dan, y jugó con las púas en las que se había peinado. El padre de Matt era un poco más reservado,
pero sonrió cuando le dio una palmada en el hombro a Matt en saludo. La mujer que él había traído
como su invitado parecía apenas mayor que Matt, y ni ella ni Matt se reconocieron.

Betsy Dobson fue la última en entrar. Andrew no le había guardado una entrada, así que Neil
asumió que Wymack y Abby la habían invitado. Andrew no pareció en absoluto sorprendido de
verla, pero se acercó a ella tan pronto como ella se instaló. Ella sonrió ante su acercamiento e hizo
un gesto a su alrededor. Neil no podía oírla entre la multitud, pero supuso que estaba haciendo sus
habituales observaciones redundantes. Neil miró hacia otro lado antes de que ella lo atrapara
mirando y volvió su atención a la multitud.

—Ustedes dos podrían al menos decir hola —comentó Wymack, algo ofendido.

—No tiene sentido —dijo Kevin— Solo son una distracción.

—Se llama una red de apoyo. Búscalo.

—Thea está mirando desde el sur esta noche —dijo Kevin, mirando a la sección VIP elevada.
Estaba demasiado lejos y demasiado alto para que Neil pudiera distinguir las caras, pero ya había
una pequeña multitud reunida en las paredes con ventanas. Saber que la Corte estaba allí para verlos
jugar envió un escalofrío por las venas de Neil. Kevin arrastró su mirada hacia la cara de Wymack y
dijo —y mi padre viene a todos mis juegos. Es suficiente.

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Al lado Wymack, la mirada de Abby se suavizó. La mandíbula de Wymack trabajó por un momento
antes de que pudiera decir en un tono uniforme:

—Tu madre estaría orgullosa de ti.

—No solo de mí —contestó Kevin en un extraño episodio de humanidad.

Se estaba volviendo demasiado personal, o tal vez ese agudo pico de incomodidad en el pecho de
Neil era un ataque de soledad y pérdida. Neil los dejó a solas y fue a unirse a sus compañeros de
equipo. El apretón de manos de Erik era firme y su sonrisa amplia. Neil mezcló a las hermanas casi
inmediatamente después de sus presentaciones alegres. La paciente sonrisa de Stephanie fue tan
desconcertante como lo había sido el comportamiento pacífico de Renee cuando la conoció, y Neil
estaba seguro de que Randy le arrancó un par de órganos vitales con lo duro que lo abrazó. El padre
de Matt solo le dijo un simple hola antes de comentarle acerca de un cirujano plástico que conocía,
por si Neil quería que alguien le limpiara un poco la cara.

—Papá —dijo Matt, horrorizado—. ¿Qué mierda dices?

—Neil Josten —lo llamó un guardia de seguridad —un Stuart Hartford está aquí para verte.

Neil siguió al guardia hasta la mitad del ring interior. Una pared separaba el ring interior de las
gradas, y Stuart esperaba al otro lado con los brazos cruzados sobre la parte superior. Descartó al
guardia con un simple gesto de asentimiento y dirigió una mirada pensativa hacia su sobrino perdido
hace mucho.

—Pensé que ya estarías de vuelta en Inglaterra —dijo Neil.

—He estado yendo y viniendo —dijo Stuart—. Hubiera venido por ti antes, pero él nos dijo que no
interfiriéramos hasta que tomara una decisión— Neil no tuvo que preguntar a quién se refería con
“él”. Stuart esperó a que Neil asintiera antes de continuar— La muerte de tu padre dejó un vacío que
no es fácil de llenar. El pequeño jefe está limpiando la casa y reduciendo las pérdidas donde puede,
llevándose gente de California a Carolina del Sur. Policías, doctores, espías, no importa. Si existe la
posibilidad de que sean una carga para su nuevo reinado, están muertos. Cosa interesante, la
remodelación de un imperio. Sangriento, también.

— ¿Había gente en Carolina del Sur? —Preguntó Neil. Tan pronto como lo dijo, su corazón dio un
vuelco—. Espera, ¿Doctores? ¿Médicos o psiquiatras? ¿Tienes nombres?

—Me mantengo al margen de los detalles a menos que pertenezcan a mí —dijo Stuart— ¿Buscas a
alguien en específico?

—Un psiquiatra en Columbia, Proust. Trabajó en Easthaven, se dejó comprar y lo utilizó en el


hermano equivocado. Le dije… al pequeño jefe —dijo Neil después de un pequeño momento de
vacilación.

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—Lo investigaré —dijo Stuart. Lanzó una mirada casual y dijo— Sabes que todavía te están
mirando, ¿verdad? Están esperando que te tropieces, esperando a ver si alguien es lo
suficientemente estúpido como para morder el anzuelo. Tienen un cebo y espía en todos. Sé
inteligente, ¿sí? Tú te metiste en esto, lo que significa que no puedo protegerte si las cosas se van
abajo de nuevo.

—Tendré cuidado —dijo Neil— Gracias.

—Mentón arriba —dijo Stuart, enderezándose— Mira hacia adelante. El pequeño jefe está aquí esta
noche. No lo hagas arrepentirse de invertir en ti.

Neil no fue tan estúpido como para mirar la torre Este. Él solo asintió y vio a Stuart desaparecer
entre la multitud. Volvió corriendo a Wymack y decidió que era mejor no decirle a Kevin quién
estaba presente esta noche. Wymack le dio a su equipo un minuto más para socializar, luego los
llevó a los vestidores. Se cambiaron lo más rápido que pudieron, sus ánimos restaurados por el
entusiasmo de sus invitados, y corrieron sus vueltas alrededor del anillo interior hasta que
aparecieron los Ravens.

Neil pensó que la multitud era ruidosa antes, pero la bienvenida que le dieron a su equipo local hizo
que le zumbaran los oídos. Los Foxes se retiraron al vestuario para estirar y salvar sus tímpanos. Se
tomaron su tiempo para ponerse el resto del equipo y volvieron a encontrarse en la sala principal.
Wymack les dio un minuto para respirar antes de enviarlos al ring interior una vez más. Los árbitros
de esta noche se dividieron entre la Casa y los Visitantes y estaban esperando junto a las puertas de
la cancha para dejar entrar a los equipos. Los Ravens eran una corriente interminable de negro que
entró desde el lado opuesto, y Neil trató de no mirar. Los calentamientos nunca se habían sentido
tan cortos; en un minuto Neil estaba ocupando su lugar y al siguiente estaban siendo llamados para
la presentación antes del partido.

La banda itinerante de Palmetto State, Orange Notes, había encontrado sus lugares en algún
momento, y ellos tocaron la canción del equipo con orgullo descarado tan pronto como el locutor
terminó de leer en el roster de los Fox. El locutor esperó a que la última nota se desvaneciera antes
de pasar a la alineación de los Ravens. La canción del equipo de Edgar Allan sonaba tan maliciosa
como siempre, y la batería continuó en un ritmo pesado mucho después de que el resto de la banda
quedó en silencio. La multitud avanzó a trompicones hasta que todo el estadio pareció ser una misa
conjunta, retorcida y enojada. Neil no sabía si eran las reverberaciones de su locura o su pulso
caótico lo que lo estaba ahogando.

Dan se encontró con Riko en la cancha para lanzar una moneda y ganó el primer saque de los Foxes.
La multitud continuó como si pensaran mantener el ritmo toda la noche. Wymack tuvo unos
minutos antes de comenzar las alineaciones necesarias en la cancha, por lo que acercó a su pequeño
equipo lo suficiente como para poder escucharlo.

—Apesto en este asunto de la charla, pero Abby me amenazó con una muerte espantosa si no hacía
algún tipo de esfuerzo esta noche. Esto es lo que se me ocurrió después de una hora de pensarlo.
Aún no lo he ensayado, así que tendrán que fingir que es algo pulido y alentador, ¿De acuerdo?

Los miró, atrapando y sosteniendo los ojos de cada jugador por un momento.

309
—Quiero que cierren los ojos y piensen por qué están aquí esta noche. No me digan “venganza”
porque ya la han obtenido solo por estar aquí esta noche. Ya no se trata de Riko —dijo Wymack—
Esto no se trata de los Ravens. Esto es sobre ustedes. Esto es todo lo que los llevó a llegar a este
punto, todo lo que les costó, y todos los que se rieron cuando se atrevieron a soñar con algo grande
y brillante. Están aquí esta noche porque se negaron a rendirse y se negaron a ceder. Están aquí
donde todos dijeron que nunca estarían, y nadie puede decir que no se han ganado el derecho de
jugar este juego.

“Todos los ojos están puestos en ustedes. Es hora de mostrarles de qué están hechos. No hay lugar a
dudas, no hay espacio para segundas conjeturas, no hay margen de error. Esta es su noche. Este es
su juego. Este es su momento. Aprovechen todo lo que tienen. Saquen todos sus trucos y den todo
en la línea. Luchen porque no saben cómo morir en silencio. Ganen porque no saben cómo perder.
Este rey gobernó el tiempo suficiente, es hora de derribar su castillo.

Una campana de advertencia sonó por encima. Wymack les palmeó las manos y dijo:

— ¡Vamos!

— ¡Foxes! —Rugieron en respuesta, y la formación inicial se dirigió hacia la puerta. Los Ravens
primero tomaron la cancha y se acomodaron en sus lugares. Riko fue el primero en aparecer, así que
Neil asumió que jugaría este juego como lo hizo en el último: aparecer en la cancha durante el
primer y último cuartos del juego. Kevin fue el primero en llamar a los Foxes, pero Neil estaba muy
cerca de él. Se dirigieron a los puntos de inicio de los ofensores en la línea de medio campo. Neil
mantuvo sus ojos en Riko, sabiendo que éste ya debería haber oído sobre el tatuaje de Kevin. Él
estaba en lo correcto; Neil estaba todavía a seis metros de distancia cuando vio la ira helada en la
cara de Riko.

Riko no habló hasta que Kevin y Neil se quedaron quietos, y luego dejó escapar un montón de
vicioso japonés. Kevin lo ignoró hasta que Riko dijo algo más, luego deslizó una fría mirada hacia
éste y respondió. Neil no sabía lo que decía, pero Riko giró sus manos enguantadas alrededor de su
bastón como si se estuviera imaginando que rompía el cuello de Kevin. Molestar a Riko justo antes
de un partido tan importante era tan estúpido como estimulante. Neil ya no podía escuchar a la
multitud a través de la sangre que corría por sus oídos.

Miró el reloj cuando el último Fox se quedó quieto y observó hasta que pasaron la marca de los diez
segundos. Echó un vistazo más allá del otro ofensor hacia el árbitro y su primera marca, contando
en reversa en su cabeza. A los dos segundos vio al arquero, e imaginó el gol floreciendo de rojo con
un punto de los Foxes. Al segundo uno sonó el timbre, y Dan disparó el primer servicio de la noche.

Habían pasado casi siete meses desde que los Foxes y los Ravens se habían enfrentado por última
vez en la cancha, y a los Ravens no les tomó mucho tiempo a darse cuenta de que se enfrentaban a
un equipo completamente diferente. El otoño pasado, los Foxes jugaron el partido como una pérdida
segura antes de incluso pisar la cancha.

Habían jugado contra los Ravens porque tenían que hacerlo, pero lo miraron más allá de la
esperanza de los campeonatos de primavera. Esta noche, animados por la determinación y medio

310
borrachos por la desesperación, los Foxes tuvieron el comienzo más fuerte que habían tenido en
todo el año.

Los Foxes eran feroces, pero los Ravens estaban enojados. Neil podía sentirlo como veneno en la
cancha, una mala vibra que hacía que cada instinto de supervivencia en su cuerpo siseara. El
hazmerreír de la NCAA no debería haber llegado tan lejos ni haberles costado tanto. Perdieron a
Jean, sufrieron una investigación interna exhaustiva y aguantaron el violento dolor de Riko a raíz de
la muerte de su padre. El ataque de sus fanáticos contra Palmetto State y las veladas acusaciones de
Kevin les habían causado mucha presión. Hubo rumores de que Edgar Allan quería cerrar el Nido y
reintegrar al equipo con el resto del campus por su propia seguridad psicológica. Ahora Kevin había
aparecido en la cancha con una mueca y un nuevo tatuaje, y los Foxes los enfrentaron como si no
dudaran que podían ganarían.

Los Foxes no eran el mismo equipo, pero tampoco lo eran los Ravens. No se habían tomado a los
Foxes en serio el otoño pasado. Ahora tenían que hacerlo, y no reservaron nada de sí mismos.

El juego no comenzó con mucha violencia, pero no tardó en llegar allí. Los cuerpos se estrellaron
contra los muros de la cancha y el piso; los palos se agrietaron juntos y apenas echaron de menos las
miradas entre los cascos. El traqueteo y el deslizamiento de las raquetas deslizándose contra el
suelo, con fuerza fuera de las manos enguantadas, resonaron en los oídos de Neil mientras se
empujaba cada vez más rápido. La defensa y los distribuidores de los Foxes lucharon con uñas y
dientes para proteger su arco y despejar la bola, pero las buenas intenciones y la fuerza no podían
durar mucho. Los defensores simplemente no fueron lo suficientemente rápidos para competir.
Renee dio todo lo que tenía detrás de ellos, pero Riko y Engle hicieron estallar sus bolas en rápida
sucesión. Cada vez que el arco se iluminaba de rojo para los Ravens, Neil se estremecía.

Eran un lío agotado y ansioso cuando fueron despedidos para el descanso de medio tiempo. Nicky
apenas había llegado al vestuario antes de que empezar a agitarse. Abby lo dejó a un lado y
comenzó a darle bebidas. Renee estaba de pie con los labios blancos y tensos en el centro de la
habitación. Habían terminado el primer tiempo con un puntaje de siete y tres, y los Ravens saldrían
con una nueva formación cuando sonara la campana. No había posibilidades un regreso seguro
como lo habían hecho contra los Trojans. El único camino que seguir era cuesta abajo.

Renee abrió la boca, pero no pudo hablar. Neil asumió por la culpa en sus ojos que estaba tratando
de disculparse. Nunca la había visto tan decepcionada, pero nunca habían perdido tanto en un solo
juego. Renee cerró la boca, se aclaró la garganta y volvió a intentarlo. Lo que salió no fue un “Lo
siento” sino un silencioso “¿Estás seguro?”.

Neil no entendió, pero Andrew dijo:

—Sí.

—De acuerdo —contestó Renee— Disculpa.

Salió de la habitación y una puerta se cerró detrás de ella mientras desaparecía en el vestuario de las
mujeres. Dan parecía lista para ir tras ella, pero Wymack negó con la cabeza y le hizo un gesto para
que siguiera estirándose.

311
—Déjala en paz —dijo Wymack, sometido— Ella no quería ser portera esta noche después de cómo
fue el juego de USC. La convencimos —dijo nosotros, pero echó un vistazo a Andrew al escuchar
eso— Andrew dijo que podría controlar el puntaje si le mostraba cómo jugaban.

—Deberías haberla dejado bajar —dijo Aaron—. Habría sido más útil como cuarta suplente en la
defensa. No es una buena brecha.

— ¿De quién es la culpa? —Preguntó Kevin.

Aaron y Matt se erizaron, pero se mantuvieron en silencio. Nicky respiró temblorosamente y dijo:

— ¿Cómo se supone que debemos detenerlos si no llevan la pelota?

—Tienes que llevarlos de regreso —insistió Kevin—. Manténgalos más allá de la cuarta línea de la
cancha para que no puedan hacer esos tiros rápidos. Oblíguenlos a disparar más lejos y Andrew
tendrá una mejor oportunidad de desviarlos.

—Gran plan —dijo Aaron con fuerte sarcasmo —excepto que son casi tan rápidos como tu mini-yo.
No puedo presionarlos si no podemos mantener su ritmo.

—Encuentra una manera —insistió Kevin, y eso fue todo.

El descanso de quince minutos había terminado demasiado pronto. Renee se reunió con ellos
mientras regresaban a la cancha. Dan le dio un abrazo rápido, pero no dijo nada, sabiendo que ni
siquiera el aliento y el confort serían apropiados en este momento. Las cámaras estaban esperando
junto a la puerta de la pista para la salida de los Foxes, así que Neil siguió a Kevin.

Éste permaneció tranquilo y en silencio hasta que un árbitro les abrió la puerta. Antes de pisar,
Kevin golpeó la culata de la raqueta contra el suelo y la pasó hacia su otra mano. Avanzó a zancadas
hasta la mitad de la cancha con la cabeza en alto y usando su mano izquierda, y la multitud
enloqueció.

Neil no era el único que había olvidado cómo era Kevin en su mejor momento. Los Ravens habían
despedido a Kevin cuando se rompió la mano y luego aprendieron su estilo de juego diestro cuando
se dieron cuenta de que volverían a enfrentarlo. Incluso si hubieran sabido que esto venía, no
estarían listos, porque Kevin ya no le temía Riko. Aprovechó las debilidades de sus ex compañeros
de equipo cada vez que pudo y, sin Jean a su alrededor, usó el francés para llamar a Neil a través de
la cancha. Kevin anotó apenas tres minutos en la segunda mitad, y cinco minutos más tarde lo hizo
de nuevo.

Los Ravens se unieron como Kevin y Neil sabía que lo harían, y el juego se convirtió en una pelea
feroz. Una y otra vez golpearon a Matt y Aaron para disparar al arco; una y otra vez Andrew
bloqueó sus disparos. Andrew rara vez llamaba a la defensa, tal vez comprendiendo que estaban a
medio camino de huir, quizás demasiado concentrado en los ofensores de los Ravens como para
distraerse con sus propios defensores. Neil nunca lo había visto jugar así, tan intenso, rápido y
determinado, pero Andrew tenía promesas que mantener y un objetivo que defender.

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Con diecisiete minutos de desventaja, el marcador fue ocho y seis, y los Ravens finalmente
perdieron los estribos. Reacher reaccionó al tercer tiro de Kevin golpeándolo. No se detuvo con un
solo golpe, sino que lo siguió cazando. Los árbitros abrieron las puertas, pero los equipos fueron
más rápidos para interponerse en la lucha.

Los únicos que no se unieron a la refriega fueron los arqueros, que se pararon en las líneas
marcando sus límites y observaron. Se necesitaron los seis árbitros para romper la lucha. Reacher
fue expulsado de la cancha con una tarjeta roja, y Kevin y Matt recibieron amarillas.

Kevin anotó luego de esa sucia jugada, y eso no hizo nada para mejorar el estado de ánimo. En lugar
de perseguir a Kevin nuevamente, los Ravens volvieron su atención hacia los defensores y hacia
Andrew. Matt y Aaron estaban tropezando más de lo normal, ya que sus marcas los hacían caer a
cada momento. La irritación hizo que Matt y Aaron retrocedieran un poco más y Neil supo que no
pasaría mucho tiempo hasta que uno de ellos perdiera los estribos. Por ahora, Allison era la voz de
su furia, gritando amenazas e insultos a cada Raven en la cancha.

La siguiente vez que Jenkins rodeó a Aaron, disparó un balón que rebotó antes de llegar la meta. Era
obvio que Andrew llegaría primero, pero Williams fue detrás de todos modos.

Cuando Andrew despejó el balón, Williams debería haberse desviado del rumbo y haber girado
hacia atrás para reagruparse. En cambio, Williams se estrelló a toda velocidad contra Andrew y lo
aplastó contra la pared. El arco se volvió rojo cuando los sensores incorporados confundieron su
peso como un punto. La multitud afuera se sorprendió con un silencio temporal; agredir a un
arquero era una de las peores ofensas en el juego.

Para cuando recobraron el juicio lo suficiente para rugir, Andrew ya había alejado a Williams de él.
Dio un paso atrás alejándose de la pared y se detuvo. La armadura de los arqueros tenía como
objetivo protegerlos de las pelotas de alta velocidad, no de las raquetas y los cuerpos. Andrew había
perdido el aliento.

Neil cerró el espacio entre ellos como si no fuera nada. No recordaba haber dejado caer su raqueta,
pero de repente tenía ambas manos libres. Los plantó contra los omóplatos de Williams y los
empujó tan fuerte como pudo para hacerlo caer. Jenkins arremetió salvajemente contra su
compañero de equipo, pero no pudo detener su caída, y Williams se golpeó las rodillas con fuerza.
Matt arrastró a Neil antes de que pudiera ir tras él de nuevo.

— ¡Tranquilo! —Dijo Matt, porque los lívidos árbitros ya estaban a medio camino de ellos— No te
pueden dar una tarjeta, ¿Okay? No podemos reemplazarte. Soy el defensor —insistió cuando Neil
abrió la boca— Es mi trabajo defender el arco, ¿De acuerdo?

Neil no recibió una tarjeta por su empujón antideportivo, pero uno de los árbitros le lanzó una
advertencia. Neil miró hacia atrás en un silencio funesto. Matt lo empujó detrás de él antes de que le
dieran una tarjeta por su actitud y se disculpó en su lugar. Neil se volvió para mirar a Andrew. Éste
devolvió la mirada intencionada de Neil con una mirada aburrida, luego miró más allá de Neil al
barullo que rodeaba a Williams. Los Ravens estaban recibiendo otra tarjeta roja, pero no parecía una
victoria. Tetsuji estaba aprovechando la tarjeta para acabar con los otros jugadores.

313
El único Raven que hizo una segunda aparición en la cancha esta noche fue Riko. Los otros dos
candidatos eran nuevos, otro ofensor para equilibrar a Riko que le recordó a Neil el juego de octubre
pasado. Los Ravens intentaron abrir de par en par la defensa de los Foxes, y a estas alturas no
requeriría mucho trabajo. Estaban casi a la mitad del segundo tiempo. A pesar de que los Foxes
estaban entrenados para jugar a largo plazo, se estaban quedando rápidamente sin vapor. Les había
costado demasiado enfrentarse a un equipo como este.

—No son lo suficientemente rápidos —le dijo Andrew.

Debía referirse a su línea de defensa, por lo que Neil dijo:

—Lo sé.

— ¿Estás cansado? —Preguntó Andrew.

No era preocupación, Neil lo sabía, pero eso no lo convertía en una pregunta menos confusa. Esta
noche no había recibido la pelota con la suficiente frecuencia para estar cansado, pero no podía
decir eso con Matt a dos pies de distancia de él.

—Todavía no.

—Entonces tomaré mi oportunidad. Matt —dijo Andrew, y Matt se volvió hacia ellos de inmediato.
Andrew levantó un dedo de su raqueta para señalar a Neil— Sustituiremos a Dan por Neil y Neil
por ti.

Matt lo miró.

— ¿Qué haremos qué?

—Estás cojeando —respondió Andrew. Neil ni siquiera se había dado cuenta, demasiado
concentrado en la pelota y los Ravens. Lanzó una mirada de asombro a los pies de Matt como si de
alguna manera pudiera ver su dolor— No me sirves en este momento. Haz que Abby ponga un
freno a eso. Mientras tanto, Neil puede contenerlos.

Habían dicho toda la noche que la velocidad era la debilidad fatal en su línea de defensa. Neil fue el
jugador más rápido en Clase I Exy, pero cómo Andrew pensaba que ésta era una solución factible,
Neil no lo sabía. Neil quería señalar todas las razones por las cuales esta era una mala idea, pero no
tenía derecho a rechazar a Andrew.

—Empecé a jugar al Exy como un defensor, ¿Recuerdas? —le preguntó a Matt— Los Ravens me
enfrentaron a Riko cuando me quedé con ellos en Diciembre. Sé cómo se mueve.

—Dos semanas de práctica no te preparan para enfrentar al mejor ofensor del juego.

314
—Kevin es el mejor ofensor —le corrigió Neil —y no tengo por qué ser el mejor defensor para
contrarrestar a Riko. Solo tengo que ser más rápido que él. Ambos sabemos que lo soy. Créeme.
Puedo mantenerlo alejado de Andrew mientras descansa.

—El entrenador nunca lo permitirá —dijo Matt.

—Dile que tiene que hacerlo —dijo Andrew, como si fuera así de simple.

Quizás fue la convicción de Andrew lo que convenció a Matt. A Andrew nunca le había importado
ni un centavo el juego y solo lo probaba honestamente en ráfagas dispersas. Que se preocupara lo
suficiente como para discutir ahora era inesperado y sin precedentes. Todavía había dudas y
argumentos en la expresión preocupada de Matt, pero se alejó sin decir una palabra más. Mientras
se dirigía a la puerta, Neil finalmente vio la cojera en su forma de caminar. Matt ya no necesitaba
poner un frente invencible, por lo que dejó de tratar de ocultar lo mucho que le dolía.

Matt se detuvo en la entrada para discutir con Wymack y Abby. Quizás invocar el nombre de
Andrew fue el truco, o tal vez Wymack estaba lo suficientemente desesperado como para intentar
cualquier cosa en este momento. De cualquier forma, Dan salió a la cancha un par de segundos más
tarde. Allison la miró, asumiendo que la estaban intercambiando. Dan le pidió a ella que ocupara su
lugar y tomó el puesto de inicio de un ofensor por un gol de falta.

—Estás loco —le dijo Neil a Andrew en voz baja.

—Eso no es noticia para nadie —contestó Andrew.

Neil negó con la cabeza y se movió a su nuevo lugar al lado de Riko. Éste miró a Dan, a Andrew y
luego a Neil otra vez. Le tomó solo un segundo para armarlo todo, y su sonrisa fue fría.

Tal vez tenía derecho a sentirse satisfecho. No importaba que Neil hubiera comenzado este juego
como un defensor. Había estado alejado de la cancha durante la mitad de su vida y había pasado los
últimos dos años perfeccionando sus habilidades como ofensor. Riko había visto por sí mismo
durante las vacaciones de Navidad cómo era en práctica y el miserable estado en el que Neil se
encontraba como defensor.

Lo que Riko olvidó fue que Neil no había pisado la pista de Raven hasta que Tetsuji lo golpeó y
dejó inconsciente. La salud de Neil había empeorado a partir de allí gracias al constante abuso de
Riko. Esta noche Neil estaba en forma perfecta, y estaba furioso con los Ravens por herir a sus
Foxes.

Andrew golpeó la pelota en la cancha y comenzó la lucha hasta la última campanada. Neil persiguió
a Riko a cada paso del camino, usando su bastón y su cuerpo para arruinar los disparos de Riko y
alejarlo de Andrew. Se peleaban mutuamente por la cancha, agachándose y lanzándose, esquivando
y golpeándose, casi tropezándose entre sí en todo momento. Riko usó cada truco que tuvo para
esquivar a Neil, pero no pudo superarlo por mucho tiempo.

Los minutos se estiraron sin un tiro claro a la meta. Riko gruñó algo odioso a Neil mientras Andrew
sacaba su última oportunidad. Neil se rio de él, sabiendo que solo lo enfurecería aún más. La

315
impaciencia y la furia de Riko eran combustible, lo que le daba velocidad a Neil y le hacía olvidar la
creciente quemadura en sus muslos y pantorrillas. Algo en su hombro saltó y se entumeció un poco
cuando él y Riko cayeron al suelo por enésima vez. Como no le dolió, Neil no se detuvo a
preocuparse por eso. Él estaba parado y tras la pelota antes de que Riko lo estuviera, y se lo pasó a
Allison.

Ella se la dio a Kevin, Kevin a Dan, Dan a Kevin y éste anotó. Así quedaron empatados, ocho y
ocho.

Nadie anotó durante diez minutos más, y no por falta de intentos. Finalmente, Berger rodeó a Aaron
para un tiro rápido al arco. Andrew no fue lo suficientemente rápido, y golpeó su raqueta contra la
pared cuando el arco se volvió rojo. La irritación de Andrew fue tan inspiradora como la de Riko,
pero Neil no podía contener la defensa solo y Aaron había ido tan lejos como pudo. La siguiente vez
que los Ravens cometieron una falta sobre los Foxes y éstos obtuvieron posesión de la pelota de
nuevo, Wymack envió a Nicky y a Matt.

Neil esperaba que lo sacaran, pero Nicky cambió posiciones con una Allison exhausta y Matt se
hizo cargo de Aaron. La sonrisa que Matt le disparó a Neil fue a la vez alentadora y apologética.
Neil le devolvió una sonrisa apretada, y avanzaron como uno solo. Con tres líneas de defensa en la
cancha, la defensa finalmente tuvo la oportunidad de reagruparse, y en los últimos cinco minutos del
juego cerraron la ofensiva de los Ravens. Riko y Berger realizando sus tiros con mayor distancia
porque no tenían otra opción, y Andrew desvió todos sus intentos de anotar. En el otro lado de la
cancha, Kevin anotó en un rebote, haciéndolos empatar en puntaje una vez más.

Era un tiroteo, notó Neil, y la idea de enfrentar al arquero de los Ravens cuando estaba tan agotado
era una perspectiva aterradora. Neil había gastado toda su energía, consumido por la emoción del
partido, y continuaba moviéndose por una sensación de autoconservación sin sentido. Sus piernas y
pulmones estaban ardiendo, y el entumecimiento en su hombro había sido reemplazado por calor.
Le dolían las muñecas y los brazos, y le dolía todo el cuerpo por golpear a Riko y al suelo. Le dolían
los codos a causa de los constantes controles del palo, ya no podía sentir su piel, y había una
posibilidad de que Riko le hubiera roto uno o dos dedos la última vez que pisó su pie.

Neil no sabía que habían llegado al último minuto del juego hasta que el timbre sonó. Su cuerpo
sabía lo que significaba ese sonido y finalmente lo abandonó. Cayó de rodillas y apenas logró
agarrarse con las manos. Su estómago se retorció dentro de él, pero no tenía fuerzas para vomitar.
Los músculos con falta de oxígeno se sentían como si se estuvieran desintegrando, pero le dolía
demasiado respirar. La boca de Neil trabajó en jadeos cortos que no hicieron nada por ayudarlo.

El timbre sonó de nuevo, y el corazón de Neil se detuvo.

El zumbido en sus oídos no era del todo parte de su interior. Sus compañeros de equipo estaban
gritando sin palabras, gritos de guerra de incredulidad y victoria. Los dedos de Neil se estremecían
tanto que fue casi imposible deshacerse las correas de su casco, pero finalmente logró arrojarlo a un
lado. Él parpadeó para quitarse el sudor de los ojos y miró hacia el marcador.

Diez y nueve, favor de los Foxes, Kevin había anotado en los últimos dos segundos del juego.

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Neil deseó poder sonreír, pero necesitó toda su fuerza solo para mirar a Riko. El capitán de los
Ravens y Rey del Exy estaba mirando el marcador como si esperara que cambiara. Los Foxes
corrieron los unos hacia los otros, todavía gritando lo más que podían, pero los Ravens se quedaron
quietos como piedras. Era la primera derrota en la historia de Edgar Allan, y habían caído ante el
oponente más improbable.

Neil inspiró profundamente.

—Te preguntaría cómo se siente, pero supongo que siempre has sabido lo que es ser el segundo,
pedazo de mierda inservible.

Finalmente, Riko apartó su mirada del tablero. Miró a Neil, con la cara inexpresiva y aturdida, y la
repulsión torció su expresión en algo terrible. Subió su raqueta a la altura de su cabeza, pero a Neil
le llevó un momento darse cuenta de que Riko iba a golpearlo. Dan gritó su nombre desde la mitad
de la cancha, pero no había nada que pudiera hacer excepto ver cómo la raqueta de Riko comenzaba
a descender.

Apenas tenía la fuerza para respirar. Esquivar estaba fuera de discusión.

La raqueta de Riko se acercó lo suficiente para que Neil pudiera oír al viento entre las cuerdas de la
misma, y luego una segunda raqueta salió de la nada, grande, brillante y anaranjada. Andrew envió
su raqueta hacia atrás con un giro y atrapó a Riko de su antebrazo. Sus huesos dieron un crujido
nauseabundo cuando se rompieron. La raqueta de Riko cayó sin causar daño a un lado, y él fue el
único que gritó. Tropezó a unos pasos de ellos antes de caer de rodillas y sostener su brazo contra su
estómago.

Andrew colocó su raqueta frente a Neil a modo de escudo y observó al colapsado Riko con una
mirada aburrida.

Neil perdió de vista a Riko cuando los Foxes lo rodearon. Dedos enguantados le palmearon la
cabeza y los hombros, buscando cualquier señal de que había sido herido. Neil desconectó sus
demandas frenéticas, más interesado en escuchar los gritos interminables y agonizantes de Riko.
Entonces Dan tomó su rostro entre sus manos y lo sacudió.

—Neil —dijo, tan desesperada y temerosa que Neil tuvo que mirarla.

—Oye —le dijo Neil, ronco de agotamiento y embriagador triunfo— Ganamos.

Dan lo abrazó y ahogó una risa que sonó ahogada contra su acolchado hombro.

—Sí, Neil, ¡Ganamos!

317
EPÍLOGO

Debería haber habido una ceremonia cuando Edgar Allan pasó el trofeo del campeonato a sus
sucesores. En cambio, la celebración se pospuso hasta el día siguiente. En lugar de eso hubo policías
y personas de emergencias médicas, declaraciones y entrevistas. Neil no sabía por qué había
esperado algo más cuando los Foxes estaban involucrados.

Riko fue llevado en una ambulancia, pero los Ravens y Foxes permanecieron en el estadio hasta las
dos y media de la madrugada. La multitud se fue solo cuando la policía los obligó a irse, y se
mantuvieron en un silencio sepulcral al salir por las puertas de Evermore. Los invitados de los
Foxes y Vixens discutieron por el derecho de quedarse, pero perdieron. Cuando se marcharon
prometieron encontrarse con los Foxes en su hotel.

Éstos se callaron cuando finalmente se les permitió ducharse y cambiarse. Las largas horas desde la
última campana habían desgastado temporalmente su bien merecida excitación. Estaban adoloridos
y agotados hasta el punto de que moverse era una tarea terrible. Neil se apoyó en la pared de la
ducha porque sabía que no debía sentarse. Se durmió sin intención, pero despertó nuevamente
cuando el agua se puso fría. Bostezó al vestirse y fue en busca de sus compañeros de equipo.

Un guardia de seguridad estaba esperando afuera de la puerta del vestuario para interceptarlo.

—Neil Josten, tienen algunas últimas preguntas para ti.

Neil se volvió silenciosamente detrás de él y lo siguió hasta el círculo interior. El estadio estaba
completamente vacío y la policía se había ido hacía mucho tiempo. Neil estaba demasiado cansado
para preguntar qué estaba sucediendo, así que anduvo lentamente detrás del guardia en silencio. A
un tercio del camino hacia abajo había una puerta que usaban los guardias de seguridad para
moverse entre el círculo interior y las gradas. El guardia la abrió e hizo un gesto hacia Neil. La soda
derramada hizo que los zapatos de Neil se pegaran al suelo, y todo el lugar apestaba a comida
grasosa y cerveza.

Pasando el siguiente hueco de la escalera se encontraba la entrada del túnel que permitía a los
fanáticos entrar al estadio desde el círculo exterior. Neil había estado en el círculo exterior de los
Foxes solo una vez, ya que la entrada apartada les permitía eludir los puestos de comida y las
tiendas de regalos. El círculo exterior de los Ravens se parecía mucho al de ellos, a excepción de las
pancartas del campeonato que colgaban de las vigas. Alguna vez una fuente de orgullo, ahora
servirían como un recordatorio visible del fracaso de esta noche.

La palabra “ESTE” se encontraba escrita encima de un ascensor con letras rojas y negras, y Neil se
olvidó de las pancartas. El guardia tuvo que deslizar su placa y colocó un código de seis dígitos para
obtener acceso. Solo había dos botones adentro: Piso y Torre. Neil cerró los ojos para el viaje a la
cima.

318
El guardia se quedó atrás cuando Neil salió, por lo que éste continuó solo. Un pequeño pasillo se
abrió hacia una espaciosa habitación que Neil reconoció. Nueve años atrás había estado allí con
Riko y Kevin mientras su padre partía a un hombre en cien pedazos.

Stuart Hartford y un hombre que Neil no reconoció estaban sentados en las esquinas más alejadas.
Tetsuji y Riko se encontraban en uno de los sofás, Tetsuji con la espalda recta y cara de piedra, Riko
cerrado y vacío. Neil vio el yeso blanco que sobresalía del cabestrillo que los médicos le habían
colocado en el brazo. Neil podría haberlo mirado para siempre, pero Ichirou estaba de pie junto a las
ventanas que daban a la cancha y sabía que no debía ignorarlo. Neil estaba a medio camino entre los
hermanos y centró su mirada en el cuello de Ichirou.

Había tanto silencio que Neil pudo escuchar el reloj de alguien corriendo. Contó un minuto, luego
dos, y nadie dijo una palabra. Finalmente, Ichirou sacó una mano enguantada de su bolsillo e hizo
un gesto. El extraño le trajo una pistola. Neil esperó, silencioso y sin aliento, a que Ichirou pusiera
la pistola sobre él. Podía pedir una segunda oportunidad, pero no tenía sentido intentarlo. Sus
palabras no cambiarían lo que sucedió esta noche, y ni siquiera Neil podría mentir lo suficiente
como para convencer a Ichirou de que lo sentía.

Ichirou comenzó a avanzar, pero no fue hacia Neil. Se paró frente a su tío y habló en un tranquilo
japonés. Tetsuji escuchó todo en silencio, la expresión inalterable. Cuando Ichirou se calló, Tetsuji
se inclinó sobre sus rodillas. No se volvió a sentar, incluso cuando Ichirou volteó su pesada mirada
hacia Riko. Éste finalmente se movió lo suficiente como para mirar hacia arriba, y los hermanos se
enfrentaron por primera vez. Ichirou se agachó frente a él, sin palabras y de forma lenta.

—Ichirou —dijo Riko, tan ahogado por la emoción que Neil casi no podía entenderlo.

Podría haber estado maldiciendo el nombre de Ichirou por esperar tanto tiempo para entrar en su
vida. Podría haber estado pidiendo justicia o venganza. Riko abrió la boca para decir algo más, pero
volvió a cerrarla cuando Ichirou acunó la mejilla de Riko en su mano libre.

No era consuelo, pero Neil no se dio cuenta de eso hasta que fue demasiado tarde. Ichirou puso el
arma en la sien de Riko y apretó el gatillo sin dudarlo. El disparo fue tan inesperado, tan fuerte, que
Neil saltó. El cuerpo de Riko se sacudió bajo la fuerza del impacto. La sangre salpicó en la espalda
de Tetsuji y el sofá de cuero que compartían. Ichirou retiró sus manos y dejó caer a Riko.

Cuando Ichirou se enderezó, el extraño se adelantó. Ichirou le devolvió el arma, y el extraño se


arrodilló para presionarla en la mano sin vida de Riko. Neil lo vio enrollar los dedos de Riko
alrededor del agarre. En un rincón distante de su mente, Neil sabía lo que estaba pasando, pero en
este momento Neil estaba demasiado sorprendido como para sentirlo.

Ichirou se detuvo frente a Neil.

—Les has costado a Ravens su entrenador y su capitán. ¿Estás satisfecho?

Al principio no tenía sentido, porque Tetsuji todavía estaba vivo. Cuando Neil se dio cuenta, dejó de
respirar. Tetsuji Moriyama había caído también, no necesariamente porque Neil lo había hecho, sino
porque Ichirou estuvo aquí de primera mano para ver en qué se habían convertido los Ravens bajo

319
su tutela. Stuart había dicho que Ichirou estaba reduciendo sus pérdidas. La violencia imprudente y
la cordura deshilachada de Ravens los convertían en una responsabilidad evidente. Ichirou no quería
tener nada que ver con la reputación empañada de Edgar Allan.

Neil estaba repentinamente despierto.

—Tu gente está a salvo, al igual que la mía. Sí, estoy satisfecho.

La sonrisa de Ichirou era fría y fugaz.

—Deja que te llamen por el nombre que quieran. Siempre serás un Wesninski de corazón —Ichirou
le hizo un gesto a Neil como si estuviera espantando una mosca insignificante— Fuera.

El guardia de seguridad llevó a Neil de vuelta al vestuario y lo dejó en la puerta. Éste entró solo y
encontró a todos los Foxes esperándolo. Neil miró de una cara cansada a la siguiente,
absorbiéndolas, deleitándose en todo lo que habían logrado esta noche e imaginando cómo
reaccionarían cuando escucharan las noticias mañana.

— ¿Que es tan gracioso? —Nicky preguntó cuándo vio a Neil en la puerta. Éste no se había dado
cuenta de que estaba sonriendo.

— ¿Vivir?

Su buen humor pareció inyectarle un poco de vida a la habitación. Dan se sentó un poco más recta,
y Matt logró sonreír. Kevin presionó sus dedos con fuerza contra su nuevo tatuaje. Aaron y Nicky
intercambiaron miradas triunfantes, y Allison se acercó para apretar la mano de Renee. Wymack
asintió con la cabeza; La sonrisa de Abby era orgullosa.

—Vamos a hacer algo juntos— dijo Wymack— Tenemos que hacer una fiesta. Cualquiera que no
esté en el autobús en dos minutos se quedará aquí toda la noche.

En ningún otro mundo, Wymack dejaría realmente atrás a su equipo, pero los Foxes salieron de allí
como si le creyeran. Neil esperó a un lado mientras los demás salían, sabiendo que Andrew sería el
último en irse. Wymack sabía que no debía quedarse y así que siguió a sus Foxes por el pasillo.
Andrew trajo la bolsa de Neil. Éste la tomó, pero la dejó a un lado. Andrew lo estudió por un
momento, luego se encogió de hombros y puso una mano en la pared cerca de la cabeza de Neil.

—Tus experiencias mortales se están haciendo viejas —dijo Andrew— Pensé que sabías cómo
correr.

Neil fingió estar confundido.

—Pensaba que querías que dejara de correr.

—Consejo de supervivencia: a nadie le gusta una boca inteligente.

—Excepto a ti —le recordó Neil.

320
Un año atrás, Neil había sido un hombre asustado, y se había odiado a sí mismo por firmar el
contrato con los Foxes y contar los días hasta que se mudó con Wymack. Esta noche fue el ofensor
titular del primer equipo clasificado en la NCAA. En dos años sería capitán, y en cuatro se graduaría
de Palmetto State. Neil primero encontraría un equipo profesional y luego pelearía con uñas y
dientes para llegar a la Corte. Neil ya podía imaginar el peso de una medalla olímpica alrededor de
su cuello. Ni siquiera le importaba de qué color era, siempre y cuando fuera suya.

Mejor que ese brillante futuro era lo que ya tenía: un equipo que siempre estaría en casa, una familia
que nunca se daría por vencida con él, y a Andrew, que por una vez no había perdido el tiempo
negando que esto entre ellos podría en realidad significar algo para los dos.

Neil ni siquiera había notado el silencio al principio, demasiado distraído por sus pensamientos
vertiginosos. Una vez que lo hizo, no pudo evitar sonreír y atraer a Andrew.

Esto era todo lo que quería, todo lo que necesitaba, y Neil nunca lo dejaría ir.

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