You are on page 1of 103
Julio Djenderedjian Gringos en las pampas Inmigrantes y colonos en el campo argentino Director de coleccion: Jorge Gelman Diseio de colecein: Artanaerik Siento ‘ngs tr prs nmigaresy ono eneLampe “op 29t4 (Mas daira ageing ISaNs-930-7-29093 ac agri Tals Enpiig & Camper detigo maduro. Colona San Carls hacia 1882 Zebalos EstanslanS, Desripelonamena de le Repablica Argentina. Too araion de rig, Buenos As. mprentade]acobo Peuses, 2883 p73 ‘esis dech esos pac w pane repoiy nde rengane ssa v8 ‘emetspxinstnue ean de romain erngaa manage seca for ‘Semis cernn ain son propa aqercra peso ear eeto ges Impreza Argentina veda bech el depts que preven laley 3.733, ©2008 Sudamericana A umber 53, Buenos ies Ageing 1580 978-90-07-2909-3 seme sudamercanaibs omar secede 3.20 erpaeseeiné de mini en Fring Hooks Paso SavotssAueaneda Suen Aes enorme deere de 208 Es preciso ser el primer ocupante; después del ran= cho viene el tren, mas tarde la poblacin, a su alrede- dor chacras de agricultores, cerca, drboles, ciudades; se va el recado y entra el piano. Eduardo Casey, entrevista en el Southern Cross, 1885 Empezar una nueva vida cruzando el Atlantico IL; gente con experiencia suele decir que los extremos terminan coincidiendo. En principio, no parece haber sido ese el caso de dos inmigrantes lle- gados a nuestro pais en la segunda mitad del siglo XIX. El primero de ellos, un suizo llamado Guiller- mo Lehmann, desembarcé en Buenos Aires en 1866, con veintiséis afios, buena salud, excelente educa- cién, ganas de trabajar y muy poco dinero.Al morir, en 1886, poseia una fortuna de varios millones de pesos oro, invertida en un amplio abanico de empre- sas productivas y activos financieros ¢ inmobiliarios, que iban desde tierras, colonias agricolas, industrias y propiedad urbana hasta depésitos bancarios. El se- gundo,a quien llamaremos José porque la historia no nos ha conservado su nombre, Ileg6 a Buenos Aires en 1890, en medio de la crisis mas grave que hasta entonces habia soportado el pais, Sabia leer y escri- bir, pero no mucho mis; habfa ya rebasado los trein- ta abriles, y su salud no andaba muy bien. Luego de deambular dos aos por el campo realizando diversos trabajos agricolas, cansado, enfermo y nostilgico de su patria espaftola, debié gestionar la ayuda de una sociedad de socorros mutuos para ser repatriado, dado que no poseia ni los miseros cincuenta pesos oro necesarios para pagar el pasaje en tercera clase. Dos historias bien extremas; y en lo tinico que parecen coincidir es en que los dos llegaron a Bue- nos Aires con bastante poca plata. Las intenciones y el empuje de cada uno de ellos eran también dife- rentes: mientras que en Guillermo Lehmann prima- ba seguramente la ambicién de hacer fortuna, José quizd sélo queria paliar sus necesidades inmediatas y conseguir un trabajo modesto aunque seguro,en el que fuera posible, de a poco, ahorrar y mejorar de posicién. Pero hay otra cosa mas importante en que si se encontraban los dos: en el momento de embar- car, ambos habfan decidido darse a si mismos la po- sibilidad de un comienzo radicalmente nuevo en una tierra Iejana y desconocida, con todas las espe- ranzas y los riesgos que ello implicaba, y que in- cluian desde el suefio dorado de transformarse en millonarios hasta la temida pesadilla de tener que re- 10 tornar a expensas de la caridad pablica. Todo ello era posible, y aceptar esas peripecias formaba parte del juego que los dos optaron por jugar. Es ese impulso el que nos interesa aqui. Pero no tanto por su capacidad para modificar vidas persona les, sino sobre todo por la fuerte impronta con que marcé todo un pais y toda una época. Ese pais que apenas balbuceaba fue transformado totalmente por inmigrantes como ellos. Entre 1850 y 1914 mas de cuatro millones y medio de personas abandonaron Europa y Hlegaron a la Argentina buscando un futu- 10 mejor, no s6lo gracias a las oportunidades de pro greso que entonces offecia nuestro pais,sino también a la mejora en las comunicaciones transatlanticas y a otros diversos factores. Para darnos una idea del im- pacto que eso significé, digamos solamente que en 1850 apenas habia alrededor de un millén de habi- tantes en lo que por entonces era la Argentina. Una parte de esos inmigrantes retorné a sus pai- ses de origen, pero muchos otros se integraron a nuestra sociedad y sus descendientes forman toda- via hoy una proporcién mayoritaria de la poblacién del pais. La economia, la vida social y cultural, ¢ in~ cluso la politica acusaron el impacto de la presen- cia de inmigrantes, cuya impronta habria de ser du- radera Pero sobre todo, algunos de los cambios mis im- portantes que este movimiento causé se registraron, en el campo. Muchos de esos inmigrantes formaron cientos de colonias agricolas, mediante las cuales se comenzaron a cultivar grandes espacios antes desha- bitados, conquistados recientemente a los indigenas © destinados a la ganaderfa. De esa forma, el pafs, que hasta 1877 debfa importar parte de los trigos y ha- rinas que consumiia ante la insuficiencia de la pro- duccién local, pudo autoabastecerse de cereales, e incluso comenzar a exportarlus, transformandose hacia inicios del siglo XX en uno de los grandes, productotes mundiales. La colonizacién agricola constituyé asi un gran factor de cambio social y eco- némico, que modificé sustancialmente provincias enteras. Las consecuencias de ello se hicieron visibles en multitud de aspectos concretos, pero sobre todo en el paisaje rural, que fue transformado por com- pleto. Por ejemplo, en Santa Fe existia menos de una decena de pueblos y ciudades en 1850;pero en 1895 habia més de cuatrocientos, la mayor parte de los cuales eran colonias. Las colonias fueron fundadas principalmente por empresarios particulares, aunque también por el Bs- tado nacional o los provinciales, ¢ incluso por gru Pos comunitarios determinados, como ocurrié con los alemanes del Volga 0 con las colonias judias. En esencia, colonizar significaba subdividir una deter- minada superficie de tierra para venderla a plazos a agricultores, por lo general extranjeros aunque tam- bién argentinos, quienes se comprometian a culti- varla bajo ciertas condiciones durante algunos afios. 2 Estas condiciones podian variar mucho, dependien- do no sélo del contrato que se firmaba sino también de factores tan dispares como, por ejemplo, la leja~ nia de los centros poblados, la capacidad financiera de los colonos, las deudas que éstos tuvieran en con- cepto de pasaje o manutencién, la presencia de vias de comunicacién o el interés que hubiera por fo mentar una répida ocupacién del espacio. Es decir,se trataba de una forma planeada de reorganizar el te~ rritorio y, por tanto, era necesario contar para ello con un céimmulo de elementos cuyas definicién y dis- posicién formaban parte de operaciones muy com- plejas. En un medio en el que todo faltaba, ya que se trataba de 4reas pricticamente desocupadas, crear una colonia significaba introducir de improviso una comunidad de varios cientos o miles de personas, con los elementos fisicos necesarios para una médi- ca satisfaccién de sus necesidades, y encarar diversas actividades intensivas cuyo producto tenfa que ex- portarse, ya que, una vez afianzado el emprendimien- to, se excedia plenamente la capacidad de consumo del mismo. Todo ello implicaba, entre otras cosas, que el organizador debiera contar con un cuerpo de ad- ministradores eficientes, y dispusiera de un impor- tante capital para sostener el emprendimiento hasta que lograra consolidarse, ademas de dinero para hacer frente a las dificultades que pudieran presentarse. Un factor fundamental fue Ja disponibilidad de buenas vias de comunicacién, a fin de poder enviar la pro- duccidn a los mercados externos: por ello, el periodo de mis répida expansién de las colonias coincidié con un ritmo febril de construccién de vias férreas. Esa forma planeada de transformar el espacio y Ja produccién fue la llave del cambio productivo més espectacular que haya tenido lugar en la Argentina. El predominio de la ganaderia, impulsado desde ini- cios del siglo XIX por Ja expansién de las estancias n, habia dejado un poco en las sombras a la agricultura. He- redera de una s6lida tradici6n que venia de la época del dominio hispanico, la vieja agricultura tradicio- nal debié atravesar diversos problemas a partir de la Independencia, de modo que hacia mediados de la y la demanda de cueros para la exportac centuria no habja logrado aumentar al mismo ritmo, que el incremento poblacional. La colonizacién per- mitié modificar esa situacién, favoreciendo el arrai- go de una actividad mucho mis intensiva que la ga- naderfa, y cuyo producto por hectirea era muy superior al de las labores tradicionales. Ademis, la fragmentacidn de la tierra se aceleré, y aparecieron muchos miles de nuevos productores, ya fueran pro~ pictarios 0 arrendatarios, con lo que la estructura so- cial tomé un cardcter més igualitario que antes. Por otra parte, todo eso significé una ampliacién enor- me de posibilidades para los agricultores de Buropa, que no tenfan alli reales oportunidades de progreso. Si bien algunos de esos inmigrantes acumularon incluso grandes fortunas, y otros las perdieron o no 4 lograron superar su situacién de pobreza, lo impor- tante es que la inmensa mayoria mejor6 de condi- cidn social y econémica mediante el trabajo y el ahorro, asegurindose el acceso a muchos mis bienes materiales y culturales de los que hubieran podido poser en Europa, y sobre todo labrando un futuro mejor para sus hijos, que lograron recibir una mejor educaci6n que sus padres. Por lo demas, esas vidas dedicadas al trabajo mar- caron fuertemente toda una época, afianzando con su ejemplo el valor del mismo como factor para el mejoramiento personal. En una de sus cartas, luego de detallar las dificiles tareas efectuadas para su ins- talacién en Esperanza, el colono Barthélemy Rudaz cargaba las tintas contra los infaltables haraganes, afirmando: “Esa gente crefa que no tendria necesi- dad de encorvarse para trabajar las tierras, y que los cerdos asados andaban por el campo con el tenedor y el cuchillo en el lomo, listos para ser comidos [...] Es cierto y bien seguro que con la mitad menos de trabajo se recoge la mitad, y a los que nos quieren creer, les pedimos que al menos no vengan a lamen- tarse [...] Los perezosos haran mucho mejor si pasan su miserable vida en el pais del cual provienen [...]”. El perfodo de mayor desarrollo de la coloniza- cién fue la segunda mitad del siglo XIX. Para inicios del siguiente, ya lo esencial estaba realizado: se habia consolidado el cultivo en gran escala, cuyos pro- ductos competian internacionalmente con los de las grandes naciones productoras: Estados Unidos, Ca- mos mis destacables de ambos fenémenos para po- : nada, Australia, Rusia. Pero ademis, se habia crea~ der comprender mejor un proceso realmente clave do un denso tejido demogrifico y social en areas de la historia argentina, antes atrasadas y despobladas, transformandolas completamente y otorgando la posibilidad de la~ brar un futuro mejor a varios millones de perso- nas. En este libro estudiaremos los momentos fun- damentales de ese proceso, tratando de rescatar algunos de los aspectos que mejor lo definieron, analizando desde los comienzos del fenémeno in- migratorio en el albor del siglo XIX hasta inicios : del siguiente, y estudiando las condiciones que po- sibilitaron su constante crecimiento a lo largo de esa centuria. A la vez, recorreremos los distintos proyectos de colonizacién puestos en marcha durante todo ese periodo, teniendo presentes las ideas y los objetivos ) que estuvieron detris, asi como las distintas realida- des a que dieron lugar, que en muchos casos no se parecieron demasiado a aquellas ideas y objetivos. Veremos cémo la accién de los inmigrantes fue transformando la produccién rural, qué causas hubo para los fracasos y los éxitos, qué dificultades se pre- sentaron, y cémo tanto colonos como empresarios colonizadores fueron construyendo estrategias mis adecuadas para hacerles frente. Comenzaremos con algunas definiciones y precisiones acerca de qué sig- nificaba migrar en esos tiempos, qué se entendia por colonizar, y cuales son los aspectos que considera- 16 7 Algunos puntos de partida U.. de los fenémenos mis destacados del si- glo XIX es el de las migraciones. Aproximadamen- te a partir de la década de 1820, cuando comienzan las grandes migraciones internacionales, y hasta el inicio en 1914 de la Primera Guerra Mundial, can biaron de hogar y de pais varias decenas de millones de personas, de las cuales la proporcién de europeos que se dirigieron hacia América fue muy importan- te. Por primera vez en la historia —y probablemen te también por dltima— fue posible el traslado ma~ sivo,a escala mundial, de personas desde 4reas donde habfa demasiada poblacién para los recursos agrico- Jas existentes, hacia areas donde la tierra era abun- 19 dante y la vida mejor. También fue la primera vez en que millones de personas pudieron trasladarse a dis- tintos lugares del mundo para trabajar en ellos y Ine~ go regresar a su pais de origen con ahorros y con ex- periencias, repitiendo quizas el ciclo luego. Las restricciones al trifico eran mfnimas, e incluso mu- chas naciones favorecian la salida o Ia llegada de mi- grantes. Es un hecho que las migraciones definitivas cons- tituyeron las més abundantes.Y si bien las ciudades ceuropeas fueron el origen de buena parte de los con- tingentes de migrantes, en realidad el aporte mayor provino del campo, en tanto inchiso una proporcién muy alta de quienes migraban desde las ciudades lo habia hecho hacia muy poco tiempo desde alguna al- dea rural Qué significé la apertura de la posibilidad de migrar para esos campesinos europeos del siglo XIX? 2Qué fue lo que impulsé a casi sesenta millo- nes de seres humanos a abandonar sus lugares de na~ cimiento, su terrufio, sus tradiciones, sus amigos, € incluso sus familiares y dirigirse hacia un lugar al otto lado del mundo, del cual probablemente ape- nas habfan ofdo hablar? En América sobraba tierra y faltaba gente, mientras que en Europa ocnrria lo contrario. Por consiguiente, mientras en América era posible ganar altos salarios y legar a instalarse en breve tiempo como productor rural, en Europa los ingresos eran muy bajos y sélo algunos poces privi- 20 legiados posefan tierras y granjas propias. Para los demis, slo se podia sobrevivir malamente; y a ve ces el hambre era una posibilidad muy cercana. La revolucién industrial, al lograr que pudieran produ- cirse grandes cantidades de bienes manufacturados utilizando cada vez menos mano de obra, dejé sin trabajo a mucha gente, que antafio elaboraba artesa- nias en sus casas, en el campo. Ksa gente debié mi- grar a las ciudades, donde se encontraban las fibri- cas, pero en ellas no habia trabajo para todos. Por lo dems, los avances de la agricultura en los Estados Unidos y Canadé fueron provocando que cantidades crecientes de cereales baratos inundaran los merca- dos del Viejo Mundo, compitiendo con la produc- cién local, lo que hizo que también crecientes can tidades de campesinos se encontraran con que su trabajo cada vez rendia menos. De ese modo, la po- sibilidad de migrar comenz6 a plantearse, volvién- dose cada vez més concreta y necesaria Ahora bien,no siempre los mis pobres eran quie- nes mas migraban. Mientras que algunos campesinos con un pasar relativamente aceptable en Europa de- cidfan vender todo y aventurarse en tierras descono- cidas, muy cerca de ellos habia otros que no poseian nada y sin embargo se quedaban all, vivienda en condiciones precarias. Tampoco habia mucha ho- mogeneidad en otros aspectos: mientras en ciertas aldeas incluso la mitad de la poblacién adulta se iba, en otras muy cercanas sélo lo hacfa una mfnima par- a i i ) te.Todo ello sin contar multitud de otros factores: la biisqueda de libertad religiosa antes que progres econémico, la existencia de parientes 0 amigos que enviaran el dinero para el pasaje, o la necesidad de complementar temporalmente ingresos que de todas, formas continuaban siendo magros para sostener a una familia demasiado extensa. Las causas de la emigracion conforman de ese modo un abanico bastante mis amplio que los mo- tivos puramente econémicos, y podian vincularse tanto con factores de expulsién en el pais de origen como de atraccién en el receptor, asi como con la existencia de complejas redes de contacto entre las, personas y de transmisién de Ja informacién, que posibilitaron a campesinos europeos analfabetos el planteamiento de la alternativa de migrar hacia lu- gares del mundo completamente desconocidos para ellos. No se trataba s6lo de una ecuacién de suma y resta, sino de un siempre largo y complejo proceso. Es necesario recalcar cuan importante fe la in- formacién como guia y aun como factor de estimu- Jo para el traslado de migrantes, Esa informacién a menudo abundaba, por la misma accién de gobier- nos y empresas, interesados en fomentar la emigra- cidn, unos para poblar sus tierras virgenes, otros para vender a esos migrantes los medios de trasladarse, u ofrecerles seguridades para su instalaci6n en el lugar de destino, mediando por supuesto un médico cos to.Se prodigaron asi folletos,avisos y libros entre una 2 poblacién avida de mejorar socialmente. Los empre- sarios privados de la colonizacién eran mis insisten- tes que los gobiernos; por lo general, se comenzaba con un aviso que anunciaba la convocatoria a inmi- grantes para poblar una colonia agricola en las pam- pas, que era seguido por articulos que destacaban las virtudes del empresario y describian el lugar en el que se fundarfa la colonia, obviamente en términos muy elogiosos. Seguia la fijacién de fechas y lugares para consultas con el empresario y sus agentes, y lue- go se armaban los contingentes, con fechas también determinadas de salida de ciertos puertos, a fin de que los dltimos rezagados pudieran ditigirse hacia alli para embarcarse. Todo eso podia exigir una gran inversién de tiempo, y recorridas de vastas regiones una y otra veza fin de hablar personalmente con los interesados. Clément Cabanettes, un pionero de ori- gen francés que entre otras cosas introdujo en la Ar gentina el teléfono, hacia 1884 decidié fundar una colonia en Pigiié, provincia de Buenos Aires. Para ello convocé a sus connacionales a través de avisos en los diarios de Aveyron, lugar donde mucha gen- te lo conocfa. Los avisos permiten seguir las peripe- cias de la convocatoria de los inmigrantes y en par- te entrever las respuestas y dudas de éstos. Uno de esos avisos decfa:"Tengo el honor de prevenir a las familias que me han hecho preguntas relativas a la obtencién de concesiones de terreno en la colonia que he fundado en la Repablica Argentina y a las 2B que deseen obtener informacién, que me pondré a vuestra disposicién para terminar los arreglos y pa~ sar los contratos definitivos en las fechas siguientes: del 110. al 15 de julio, en Saint Céme; del 16 al 20 de julio, en Rodez, Hétel Biney; del 22 al 27 de julio, en Millau, Hétel du Commerce; del 29 de julio al 3 de agosto, en Saint-Affrique, Hétel du Cheval-Vert; del 5 al 10 de agosto, en Villefranche-de-Rouergue, Hétel du Grand-Soleil...". El aviso terminaba infor- mando que el sr. Cabanettes partiria a América el 5 de octubre, y que toda correspondencia deberfa ser dirigida a su domicilio en el pueblo de Ambec. También, las obras de los viajeros por tierras le- jjanas eran lefdas con atencién por personas que nun— ca habjan salido de su pequefia aldea;a menudo esos viajeros inclufan en sus relatos,a fin de captar mayor cantidad de lectores, informaciones titiles para quie- nes desearan migrar a las tierras que habfan recorri- do, El faturo migrante comenzaba entonces por recopilar informacién, y como ésta abundaba, el problema no era conseguitla sino sobre todo lograr extraer de ella lo que més cerca estuviera de la ver- dad. En esto tenfa un papel importantisimo la fuen- te que generaba esos datos: para un potencial mi- grante, lo que decia un gobierno podia merecer mis confianza que lo que afirmaba una empresa; pero la credibilidad de una carta de un pariente cercano 0 de un paisano que habia migrado antes era muchi- simo mis sélida que cualquier otra fuente. 4 Hoy contamos con medios de comunicacién muy modernos, como el correo electrénico 0 el te- léfono. Hace mis de un siglo las cosas eran mucho mis Ientas, pero la comunicaci6n existia. En la épo~ ca de la gran inmigracién, la Argentina lleg6 a ser uno de los pafses del mundo con mayor indice de cartas enviadas y recibidas por habitante. Esas cartas levaban y trafan informacién vital para decidir ct indo, como y adénde migrar. Un funcionario austrfaco encargado de controlar la salida de perso- has se quejaba en 1882 por el fuerte “aumento de la agitacién por migrar”,a causa de “las numerosas car- tas que llegan [...] de parte de los emigrados a Amé- rica en los diltimos afios, as cuales dan a entender que todos se encuentran contents [...]”.Asi funcionaban las redes entre las personas. Gracias a ellas, el campe- sino iba construyendo una imagen del lugar que mas le conviniera, teniendo en cuenta tanto el nivel sala~ rial o la disponibilidad de tierras, como las condicio~ nes climéticas, la presencia de amigos o paisanos, las posibilidades de instalarse con su familia y multitud de otras razones. Por fin, se tomaba la decision de mi- gar, a cual se llevaba a cabo siempre Inego de un es tudio de la mejor época para hacerlo, asegurandose ademés la provisién de las cosas que pudieran nece- sitarse 0 cuya compra conviniera en el pais de salida. Alla vez, el migrante se desprendfa de aquellas cosas que no habrian de servirle, vendiéndolas a fin de re- caudar fondos para su aventura uleramarina. 25 La migracién casi nunca era un asunto indivi- dual: aun cuando quien migrara fuera una persona sola, en su decision habfan influido méltiples ci- cunstancias que involucraban a toda su familia cer- cana o incluso iban mds alld. Por ejemplo, si el mi- grante debia sostener, con sus envios de dinero, toda la economia familiar, era l6gico que se emplearan los ahorros de todos para permitirle arribar a su destiny. Asimismo, aunque quien migrara no lo hiciera con miembros de su familia, generalmente se moviliza~ ba junto a otros de su mismo pueblo o de su misma region de origen, porque ast las cosas resultaban mis ficiles. Alojéndose y cocinando entre varios se aho- rraban costos individuales, habla mejores posibilida- des de encontrar informacién bisica, el viaje era mas entretenido, y siempre alguien se las arreglaba de al- guna forma para hacerse entender en los paises ex- trafios. La migraci6n, aun [a llamada espontinea, no era entonces en modo alguno una decisién a ciegas. La eleccién del lugar de destino se transformaba en una operacién guiada por la experiencia previa de los parientes, la propaganda de los gobiernos y de las empresas de transporte, la lectura de libros y noticias en periddicos. a participacién en las charlas y rumo- res de la aldea, asi como por la circulaci6n de rela- tos de migrantes anteriores, sus remesas de dinero y sus contactos familiares. Todos esos factores y mu- chos otros formaron parte de la construccién de am- 26 plias redes informativas y determinaron en buena medida la composicién de las corrientes migratorias y el éxito de los colonos en sus lugares de destino. 2Qué es, por otra parte, un colono? Desde lo mas profundo de la historia se ha hablado de la existen- cia de “colonias”, fundamentalmente como puntos de insercién de poblaciones de un determinado ori- gen en tierras mas o menos lejanas. En tiempos an. tiguos esa insercién se realizaba muchas veces por decisién gubernativa y por medio de la conquista militar, con el objetivo de obtener provechos econé- micos, determinadas materias primas, puntos de abastecimiento o de trafico, o para impedit los avan- ces de otras potencias. La expansién colonial roma. na en Asia y Aftica, por ejemplo, tuvo en cada uno de sus diversos momentos alguna de esas caracteris- ticas. Un resto lejano de esa expansion colonial lo tenemos en el término “provincia”, que en época romana designaba el territorio conquistado y al frente del cual se ponia a un delegado imperial. La creacién de un vasto imperio americano por parte de la corona espaiiola a partir del siglo XVI puede también decirse que tuvo entre sus motivos el de obtener ciertas riquezas, en esentcia metales pre~ ciosos. Se fue asi construyenda todo un complejo sistema de prestacién de trabajo por parte de los in- digenas, y las producciones de vastas regiones se orientaron a satisfacer las necesidades de los centros mineros, ubicados a menudo en zonas inhéspitas. 7 Ademis, se organizaron flotas de navios para garan- tizar las comunicaciones con el Viejo Mundo, a fin de que el oro y la plata pudieran llegar alli con se~ guridad. Sin embargo, existieron también colonizaciones evadas a cabo por campesinos, en tierras nuevas, es decir, que nunca antes habfan sido ocupadas para ese fin. La gran diferencia con el movimiento masivo del siglo XIX estriba sobre todo en que esas coloniza~ ciones campesinas anteriores se realizaban especial~ mente en tierras cercanas a las del nicleo del que provenian los colonos, constituyendo a menudo una simple expansin de centros ya sobrepoblados, que no podian continuar alimentando a esa cantidad cre- ciente de habitantes sin riesgo de padecer hambru- nas. Asi, no sélo migraban personas, sino también las instituciones, las tradiciones y las costumbres que levaban consigo todo un bagaje cultural homogé- neo. Existieron, desde ya, colonizaciones puntuales evadas a cabo en tierras més lejanas; un ejemplo in- teresante al respecto lo constituye la de los alemanes en la regién rusa del Volga, durante el siglo XVIII. Pero se traté de un area con escasa 0 nula presencia estatal, por lo que la poblacién que se instalé pudo, en su aislamiento relativo, conservar sus propias tra~ diciones originarias Durante el siglo XIX, la colonizaci6n se efectua~ rd en areas en parte ya pobladas y con tradiciones culturales y administrativas propias, asi como gobier- 28 nos constituidos. Por lo demés, en los territorios americanos la colonizacién seri levada a cabo por una poblacién heterogénea, compuesta por inmi- grantes de los mas diversos paises, asi como tam- bién por poblacién nacida localmente. De esta for ma, las tradiciones trafdas por esos inmigrantes se amalgamaron con las existentes y con las de otros grupos, constituyendo asi una nueva realidad cul- tural. La existencia de gobiernos propios comprome- tidos con el avance de la colonizacién fue, por otra parte, otro elemento de diferenciacién entre los pro- cesos del siglo XIX y los de los siglos anteriores. Los gobiernos americanos de la etapa independiente, herederos de las estructuras puestas en marcha por Espafia, Portugal, Inglaterra o Francia cuando con- quistaron el territorio a partir del siglo XVI, sostu- vieron una lucha secular con los aborigenes que lo ‘ocupaban, tratando de ralearlos cada vez més hacia el interior, y abriendo de ese modo nuevos espacios para la expansién del dominio de los blancos. Una vez que esa lucha terminaba, esas tiertas debfan ser ocupadas. El avance de los nuevos colonos era en- tonces pacifico, entre otras cosas porque los mismos gobiernos estaban interesados en poblar los territo rios conquistados a fin de ponerlos en produccién y sostener mejor asi su dominio sobre ellos. Esa ex- Pansién era sin embargo progresiva: un esquema bastante repetido indica que comenzaba con disper- 29 s08 y pequefios nécleos de poblacién unidos por las recorridas de comerciantes que cambiaban mercan- cias importadas por productos de caza 0 de los bos- ques. Seguia luego una ocupacién més densa a través de la ganaderfa, que se iba expandiendo en razén de la mayor movilidad de los rebafios, factor nada des- preciable en donde las distancias hasta los puntos de abastecimiento o de venta de la produccion podian ser inmensas. Por fin, el crecimiento de la poblacién y de las comunicaciones iban provocando el afianza~ miento de la produccién agricola, ligada a la forma- cién de poblados mis consistentes, y derivando més tarde en exportaciones de cereales, una vez que la conexién con los mercados externos fuera mas ri- pida y sencilla a través de la extensién de ferrocarri- les y caminos. Este esquema,sin embargo, no siempre fue segui- do taxativamente.A menudo, ya desde sus inicios, los nuevos niicleos poblacionales posefan consistente produccién agricola, destinada sobre todo a su pro~ pio consumo pero que también gencraba exceden- tes exportables. En ello, tenia un papel fundamental la relacién de costos con que contaban los nuevos emprendimientos: dado que el valor de la tierra era alli mucho mis bajo que en las cercanfas de los gran- des mercados urbanos, la agricultura levada a cabo en las fronteras podia a veces competir en ellos en buenas condiciones con la mucho més costosa agri- cultura de las cercanias de las ciudades, donde la tie 30 rma era mis cara. Para que ello pudiera ser posible, habia que contar con medios de comunicacién mis © menos eficientes y rapidos, lo cual podia hacerse, por ejemplo, por via fluvial De cualquier modo, la colonizacién de un terri- tori dado podfa en esas condiciones levar largo tiempo. En este sentido, la formacién de colonias agricolas fue considerada un expediente para acele- rarla, Fundar una colonia agricola comenz6 a ser vis- to, ya desde los nicios del siglo XIX, como una ma- nera de introducir un factor de ruptura cualitativa en Ja economia de un area. Se suponia que instalando gente que cultivara la tierra se daria mas valor a ésta, erradicando actividades que requerian menos mano de obra y que por tanto tendian solo a poblar en for- ma demasiado lenta. Como el cultivo de la tierra sig- nifica mayor proporcién de personas habitando en el mismo sitio que, por ejemplo, con la ganaderia, la colonizacién agricola habria de convertirse de ese modo en un instrumento para modificar conscien— temente la realidad. El pensamiento de la época tuvo en este aspecto un papel clave. En esto coincidian casi todos: tanto los “ilustrados”, es decir los pensadores que hacia fi- nes del siglo XVIII creian que el estudio metddico y la acumulacién de informacién eran las llaves para proceder racionalmente en la vida, desechando asi Jas supersticiones y errores que eran fruto de la ig- norancia, como los “liberales” que los sucedieron y 3h que asignaban mis importancia a la actividad de las faerzas del mercado y al trabajo individual. Ambos pensaban que era imprescindible modificar un medio ambiente poco propicio para el desarrollo mediante la accién conscientemente dirigida y estudiada. Esta mente veremos cémo fue el recorrido que en esos aspectos tuvo lo que hoy es parte importante de nuestro pais, y cudles fueron los proyectos, los avata~ res y los resultados de los mismos a lo largo de casi un siglo de historia. era la Gnica forma capaz de ofrecer soluciones defi- nitivas a los problemas seculares que aquejaban 2 la especie humana: sobre todo, la desigual distribucion, de los recursos, que implicaba la existencia de fami- lias personas muy ricas y otras muy pobres. Un colono, en esas condiciones, constituia un instrumento fandamental para el cambio. El colono ideal era el pionero, el individu que se aventuraba a lo desconocido, desafiaba a una naturaleza tenida por salvaje, trataba de descubrir y emplear los méto- dos de cultivo mis avanzados, y con su inteligencia y esfuerzo lograba vivir mejor que en donde ante- riormente lo amenazaba la pobreza, creando mas medios de vida para su familia. Este colono abria te- rritorios, iniciaba avances sobre 4reas que luego otros poblarfan, y construfa pacicntemente los pun tos de apoyo sobre los que se fundaria la prosperi- dad y el desarrollo futuro de las tierras que él habia contribuido a abrir. Pero, como ¢s natural, no todos los colonos eran asi. De modo que desde que co- menzaron a plantearse y a ser Ilevados a cabo los pri meros proyectos de colonizacién, los fracasos y los problemas fueron realidades cotidianas, que s6lo una larga experiencia pudo lograr exorcizar. Seguida~ 32 3 El comienzo: en la €poca de los virreyes wo. aguda frase de un famoso escritor, repe- tida luego hasta la saciedad, dice que los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos. Frase risuetia y simple, que ignora los aportes de los aborigenes y de quie~ nes llegaron a nuestro actual territorio desde lo que hoy son sus paises limitrofes, y cuya presencia pue de rastrearse hasta el fondo de la historia. Pero que destaca muy eficazmente, maxisnizando el contraste, la presencia de la inmigracién europea en la cons truccién misma del pais argentino actual y de su identidad. A diferencia de otras naciones cercanas, donde una sustancial poblacién indigena modelé desde los inicios las formas de la sociedad, la ocupa- cién del espacio y la puesta en produccién del mis- mo, en la actual Argentina existié un momento en el que la escasa poblacién local, fruto del mestizaje entre los colonizadores espafioles y los aborigenes, comenzé a ser primero acompafiada, luego transfor- mada y pronto dejada en minorfa al calor de la lega- da cada vez mas masiva de nuevas oleadas de inmi- grantes europeos Esa inmigracién masiva de la segunda mitad del siglo XIX fue muy distinta de la que habia predomi nado hasta el albor de esa centuria. Quienes arriba- ban al Rfo de Ja Plata durante el dominio hispanico Megaban fondamentalmente desde la peninsula ibéri- ca, y componfan sobre todo un conjunto de escasa significacion numérica,aunque con gran impacto en las capas dirigentes de la sociedad, Funcionarios, co- merciantes, soldados o dependientes de tienda, en su mayoria se trataba de personajes de posicién social destacada, 0 de quienes, pesar de no gozar de rique- za, pretendfan pertenecer a esos estratos superiores de la sociedad, y buscaban en América la forma de la~ brar una fortuna que les permitiera afirmarse en tan- to tales. Se trataba también de una inmigracién que tendia a permanecer en los centros poblados, por el mismo cardcter de sus actividades, fundamentalmen- te de administracién y comercio. De todos modos, parte de esa inmigracién co- menzaba por entonces a tender lazos entre los dos 36 continentes que habrfan de tener larga vigencia. Sal- vo en el caso de los funcionarios o los militares, en- viados para cubrir cargos dentro de la estructura gubernativa, buena parte de los inmigrantes se mo- vilizaba dentro de pautas muy concretas regidas por Jos contactos familiares o de amistad de que dispu- sieran en cada sitio. El joven comerciante que busca ba hacer fortuna emprendfa su viaje a América diri- giéndose a un lugar especifico, donde sabia que contaba con un puesto obtenido por recomenda- cién.Alli,a menudo también poseia un pequefio ca~ pital prestado para comenzar su carrera, y,en caso de dificultades, podfa acudir a la mano salvadora de al- gin pariente. Este era a menudo un familiar que ha- bia migrado hacia algunas décadas, y que habia lo- grado acumular fortuna, Para estos personajes ya afianzados, la Hegada de parientes pobres desde Eu- ropa era muy dtil, porque significaba renovary acre centar el personal de confianza en un medio donde Ja rigueza lograda estaba permanentemente asedia- da por la necesidad de poseer agentes seguros en dis- tintos puntos del territorio, Las comunicaciones cran dificiles y muy lentas; y, como la mayoria de la Bente, sobre todo en el medio rural, manejaba muy Poco dinero en efectivo, para lograr vender las mer- canefas habia que entregarlas al fiado, confiando en que en un futuro més o menos proximo el cliente habria de pagarlas. Pero esto implicaba problemas:en los pueblos rurales, la gente iba y venfa, y no todos

You might also like