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15 «En alguna manera...», Dificultades psicolégicas para «sentir y conocer» las diversas mociones Carlos Domincuez Morano, SJ Facultad de Teologia, Granada Conferencia / Keynote Presentation Resumen. El estudio pretende acercarse al texto ignaciano de los Ejer- icios para captar la dificultad que puede sobrevenir a la hora de sentir y conocer las mociones. A la sospecha que Ignacio manifiesta sobre el carécter ilusorio que pueden tener esos movimientos espirituales hay que afiadir las que desde el psicoandlisis se imponen desde el concep- to de inconsciente. Las mociones siempre tienen lugar dentro de unas paticulares dinémicas personales y se verin, por ello, condicionadas de un modo u otro por las determinaciones psiquicas del ejercitante. Se Presta especial atencién a las eventuales influenci Tamada «consolacién sin causa precedente» y se ilus studio con lo que fue la experienc ver en el Diario espiritual. nconscientes de la. el conjunto det ima de Ignacio, tal como se deja Abstract, This study of the Ignatian Exercises attempts t0 grasp the difficulty which may arise in feeling and recognizing movements, We must add the difficulties which arise wyehoanal “oncept of the unconscious to the suspicion already man Tgnatius about the deceptive character which may be contained in 304 SSeccIGN 2. MoctOn: CONCHIPTO ¥ EXPERIENCIS those spiritual movements. These movements absays take place y ihn particular and personal dynamics, and due to this, are conditions Jn one way or another—by the psychic determinants Of the rereaig, Special attention is given to the inevitable unconscious infuence the so-called “consolation without preceding cause,” and the sj, dawhole is illasrated with Ignatius’ last experience ax presented inj, Spiritual Diary. Todos conocemos Ia dificultad que entrafia en ocasiones obtene, tuna seguridad y una claridad suficientes con la que adoptar de. cisiones que comprometen nuestra vida, Desde ahi, fécilment, emerge la tentacién de procurar ser sustituidos por otros en que nes delegar la responsabilidad de evaluar 0 decidir. O de ser sus tuido -ahora con una garantia total- por Dios. Esa es la tentacin que nos acecha en la hora del discernimiento: la de interpretarlo ilusoriamente como un método indefectible con el que sorear incestidumbres y asegurarse asi el acierto en el camino a tomsr sin riesgo alguno, ‘A nadie se le escapan las dificultades que conlleva un pro- ceso de discernimiento y los riesgos que se corren en esa via de averiguacién sobre el sentido y la direccién de nuestras bisa? das. La posibilidad de convertir a Dios en un mero reflejo dels propias aspiraciones y de no escuchar de él sino aquello que && seems consciente o inconscientemente es un peligro nada os defiable que corremos en tal modo de indagacién, De este peliz® ‘nos advirtieron todos los grandes maestros de la spiritual! iNo Hlegé san Ignacio a afirmar que de las personas que hace? oracién el noventa por ciento son ilusas? El P. Camara, qt fiere el hecho, afiade ademés no recordar si dijo el novents 0‘! noventa y nueve por ciento!, Hasta ese punto legs la sospect ese indudable maestro de oracicn, Pero a esta cautela que Ia espiritualidad siempre ha ™" nido se ha venido a afiadir la sospecha que desde el psico™l* recae sobre la vida de oracién en general y sobre el discerit™ to en particular. La introduccién del concepto de incons [ eal Fontes Narrativi 1, (MHSI 66), THSL, Roma 1949, 644-645. 15, «1 ALGONA MANE ..», DINCULTADES coca HENS. 308 tiza sin duda la problemética de ta ; eas de Ia veracided de nuestro pensamientos y de nvestra la vida de fe, tan medida stoma ee mfstsos deseos € inquletudes mas intimas, siadanl Porque pexlemos dirigir ns bloaea eee a imaginario nos 7 I lesiderativo don- ile, en un proceso de discernimiento, pretendemos barruntar su yoluntad sobre nosotros. La cuestién es harto: problematica, como podlemos suponer, y es en ella donde hay que situar el mayor jeio para cualquier tipo de discernimiento: rastrear el deseo de Dios a través de la dificil lectura de nuestro deseo, como espacio fundamental donde creemos poder encontrar escrita su palabra specifica sobre nosotros, Es fécil comprender que ese deseo de Dios puede quedar muy confundido con el propio anhelo y que podemos ficilmente asimilar la supuesta voz de Dios con nues- tras propias voces y algarabias. 1. La determinacién del inconsciente en el «sentir y conocer» Segtin la propuesta ignaciana, las mociones deben ser «sentidas» y «conocidas», Y aquf encontramos una primera dificultad, dado que tanto el sentir como el conocer se han visto problematizados, desde el descubrimiento de lo que el inconsciente supone en Ia determi- nacién de nuestra vida mental. Un elemento, por tanto, que iniro- duce un factor de sospecha con el que no contaba san Ignacio. El inconsciente, en efecto, como orden excluido del poder del cono~ cimiento, nos habita y determina sin que podamos llegar a.conoest cundo ni de qué modo, Son muchos los movimientos seme ave tienen lugar en nosotros y que permanecerin ocultos a BeOS cia. El «sentir» incluso puede quedar exclude de eee Pudiendo quedar, parad6jicamente, como wn SN Astocurre, por ejemplo, en el caso de los sentimiet tes de culpabilidad. sey 0 Las inaista y las interacciones de ih ee cu 7 inconseiente podrdn ser y, de hecho, S00 seme Peon singulares, Se iran construyendoencadaunoaP 306 SecciOn 2. MOCO: © acontecer biogrifico, sus especificas Seats biol6icas y sus diferentes inlujos soci oculturales. ae ae cada sujet humano posee un modo particular y tinico a aa ¥ conocer», Como atima José Antonio Marina, la capacidad de sentir no es a por igual, Existen sujetos con una particular tendencig tr eontir, Son esentimentales> 0, incluso «sensibleros>. Otros por el contrario contariin con unas particulares dificultades para Tegar a sentir. Hay que suponer, en efecto, que cabe una mayor 6 menor sensibilidad para Ia escucha de la propia interioridad, capacidad de «insight», de abrirse a la propia realidad afectiva, ‘Todo dependeri del sistema de defensa del sujeto, mas © menos abjerto para acoger los movimientos internos. Es evidente que la emotividad y el «sentin» de una persona de tendencias histéricas seré muy diferente de las de una de perfil ob- sesivo. La primera vivird fécilmente en una exaltacién emocional que le haré pensar en «mociones» frecuentes e intensas, con un pa- sar rpidamente de grandes consolaciones a grandes desolaciones. El obsesivo, por su parte, tendra una experiencia religiosa marcada Por un dinamismo de control y de ley, con asaltos de culpas y es- cripulos, y con una tendencia a racionalizar e intelectualizar su vivencia de fe. La personalidad depresiva presentard siempre una inclinaci6n a la tristeza y la desolaci6n, asi como las de tendencias manfacas vivirdn fécilmente en la euforia, mostrandose de modo Tacién es un signo de la aceién de Dios en el alma y la desolacion Io contrario, Otras intervenciones en este libro han entrado y en trardn de leno en el andlisis de estas mociones esp! ituales y su sentido dentro de Ia tarea de la adiscrecion de espitus», Paso, por ello a centrarme tan solo en lo que estas ‘mociones puedan oftecer como dificultad para su «sentir y conoce®- Ya hemos indicado mds arriba que Ia dificultad puede venir por la mayor menor capacidad en esie asentit y COn0- cer, dependiendo de las diversas dindmicn’ ¥ estructuras de personalidad. Pero el problema también puede proceder Por el solapamiento que se pueda producir entre Jas econsolacionesy y edesolaciones» con puras dindmicas afectv® de alegrfa 0 ti teza, Noa toda alegria hay que concederie el ewatto de conse lacién, nia toda tristeza Su CO ae 7 mntrario de desol p ° la vida también es obligado reconocer que dichas polaridades teas animica, alegria y tristeza, S¢ encuentt e ‘an siempre im 312 — tas mociones deseritas por Tgmcio. No eabe una consi sin la concurrencia de un afecto de la gama de la Alegria, el jun Havel go7o, la felicidad 0 el entusiasmo. Del mismo maga! cin no puede tener lugar en el sujeto sin ef concy desol: 8 | a uunafecto de Ia gama de la tristeza, sea de abatimiento, ing tud, pesimismo, desconsuelo 0 congoja. Pero ~hay que insig no basta sentir Ia presencia de dichos movimientos animion, para concluir que nos encontramos ante una mocién del espirig en forma de consolacién o desolacién. Ademas de «sentir», hay que «conocer», discriminar, identificar, averiguar. Solo entoy. ces, cuando esos afectos de alegria o tristeza sean relatives , Ia dimensién y la «consolacisn», si son mociones espirituales y no un mero trasunto de movimientos afectivos, vendrén necesariamente también a impulsar y dinamizar tun mejor contacto con la realidad vital del sujeto”. El «buen espi ritu» no se desentiende nunea de la realidad. 7 May atinadamente L. M' Garcia DOMINGUEZ, frente alas posiciones ave diereturan avalmnte deprei-deslci, oe 8 a ‘erian préximas einterretacionadas,resalta una ecera posh ign WE lade que to pstquico y spiritual se entremezclan L- M’ Grate rn “«: —— . CCE. tambign su abajo presentado en el preseme YUM scree "Cf, . Gouveraine, Gwiados por el esi 1984, 30, vite emo la desolio re goals vlows ‘ stra, de continuar en arcia Dominguez a Aceste propésito L. Gt aot influye en el mundo afectivo, intelectivo ¥ cont ene a naturales no quita libertad para actuar comtr@e. TOT gan eleamingemprendido. No qua a beta de eel eid de cones hums ae responsabilidad en el abo, fait 18 ETT, r, Gala Don ‘mismo. La paologa afetiva sie 8 NET WE , 36. ur, eDesolacin,depresién ywistezs mbit ‘Seccidn 2, MOCION: CONCEPTO Y EXPt HENCIA a4 Las indicaciones de Ignacio al que da «modo y orden, ; bre edmo aetuar con el sujeto que se halla «desoladdg tering [8] 710 «consolado y con mucho hervor> [Ej 14] sefalan - mente esta funeién objetivadora fundamental que se le asi Porque si el proceso de Ejercicios ha de Hevarse a cabo g la mas intima subjtivdad del ejerctante, en un encuentro tnicg gn el Criador y la crianura, sin interferencia de ninguna otra poe sona [27 15], el gran peligro, la gran dificultad, vendeé dag perderse en esa subjetividad, quedando sumergido en un mar gg afectos que distorsionen la percepcisn y contacto con la realidag Bs a esa realidad, a la que Ignacio denomina la disposicidn 4, su vida (Ej 1] donde todo «sentir y conocer» las mociones dey apuntar, Ignacio a través de sus geniales inteligencias «intra-personals € «inter-personal>!® advirtié esta capacidad de autoengafio y de camuflaje mediante ideas y principios de nuestros deseos incon. fesados. Pero, evidentemente, Ignacio no tenfa nocién de lo que el Psicoandlisis ha puesto de manifiesto sobre Ia estructura incons- Ciente del sujeto. Esa dimensién inconsciente viene, sin duda, a ‘agudlizar de modo considerable el problema del autoengafo y dela 4ificultad para «sentir y conocer las mociones», Los «engafios cubiertos», en efecto, pueden estarlo a una Profundidad que dificilmente se puedan hacer asequibles a lacor- Ciencia, si no es por signos o sintomas muy indirectos, Fuerte defensas, inconscientes también, juegan como fuerzas podetass Para mantenerlos ocultos a la conciencia, evitando asf situaciones dle angustia desestabilizadora del Yo. Una mocién consoladot. de pensamientos tan «buens i por » ocultando de ese modo («sub angelo lucis») co les que encontrarfarefuerzoen lel" 'vo de pareja. Dar satisfaccién al 62 fijacion a las figuras parent: sign de un vinculo afecti vg ct ©: DOMINGUEZ Morano, La psicodi eis 6 , La psicodindmica de tos Eje acianos, op. cit, 72-85, eae Dos de los diferey intelligences: the Gane Mulipte j 118 ‘tes tipos de inteligencia descritas por H. theory in practice, Basic Books, Nueva Yoo aa a eS a * DIICULTADES mceNtcucAS,, 445 parental y al propio puede a Fon nada contestable, En ca pcasién ha tenido lugar, ast miento del «engaiio cubiert por ideales esp! Cneubrirse con un ide; SOS Como este, que en de perfec. més de una COMO en otros muchos, ef desvela (0 puede durar afios, tales a modo de defensa frente ien reforzado 7 alos motivos verdaderos. Tan solo en la observacién y andlisis minuciovo de los efectos (los signos 0 sintomas, podriamos decir) que tal elec. cin («desordenada u oblicua> (£/ 172) trae aparejados, podria mos llevar a cabo un discernimiento de las mociones que juga- ron en los inicios de la misma. La consideracién de las mi \conscientes introdu- ce asf un elemento afiadido de alcance en la dificultad para «sentir y conocer» las mociones. Evidentemente, con dicha introduccién del elemento inconsciente no se pretender ni siquiera sugerir Ia conveniencia de emprender un proceso psicoanalitico paralelo a la tarea de la «discrecién de espiritus>, pero si nos debe conducir a tomar una mayor consciencia de la dificultad que entrafia toda decisi6n y eleccién humana, sobre todo, en aquellas que implican la participacién de componentes afectivos primarios. 4. El «subyecto» para discernir y elegir El propésito fundamental que guia al ejercitante en el proceso de Ejercicios radica en el «buscar y hallar la voluntad divina en la disposicién de su vida» [Ej 1]. Pero se trata de un proceso en el que esa biisqueda del deseo de Dios se Heva a cabo mediante a lectura, la indagacién del propio deseo, del «sentir y conocer las Varias las mociones que en el énima se causar> (Ej 313). Tan cio no se le escapan las dificultades que pueden sobreventt 1 St intento de descifrar los afectos més intimos. De ahi, su ren Sospecha y la modesta expresién con Ia que ae a uss Sefialando que esto se podré Ilevar a cabo fan S manera» (Ej 313). De esa dificultad en Ia indagaci6n 4°! P hoy més que en el tiempo de Ignacio, en ropio deseo sabemos gacién del P saan la medida en Ia que 316 inde | ae a nverveneidn de Tos actores inconscien, romans concen esideraiva. Lat lectura del mundo interior ja ment ye remitido una y otfa Ver exige unas sapacidades de as ave M0 todo sujeto dispone. De ces Ignacio fuera my consciente de que SU propucsta, al menos de modo glo- pal, no poxtia tener como destinas jo a cualquier sujeto ni se podta aplicar del mismo modo en cualquier momento de la vida. Una serie de condiciones se exigen para ‘comprometerse en un proceso “Rr cata de los Ejereicios completos. Entre elias Ignacio se re- fiere a las de edad, letras 0 ingenio’® ... «porque NO se den a quien se oo de poca complisién, cosas que no puedan descansada se levary aprovecharse con ellas» [Ej 18]. No todo sujeto, vin efecto, dispone de una capacidad, ingenio, para llevar a cabo cea indagaci6n y lecturas de Tas mociones que se hace necesario para esentiry conocer», En términos psicoanalitis dirfamos que re hace necesaria una buena capacidad de insight, 0, en otros tér- rninos, capacidad introversiva, 0 de «inteligencia intrapersonal>"” para Ilevar a cabo esa lectura de la interioridad. Ni todo sujeto, por tanto, ni en cualquier momento de la vida, ni con cualquier grado de estabilidad psfquica se puede em- prender el proceso de los Ejercicios. Se nos plantea asf la pro- blemitica del grado de madurez exigible para comprometerse en dicho proceso. tes de fa vid ala que el ejercitante 8 de Reais del P. Victoria", Ignacio habla con precision fs cc ne ieee par ai aban 8 hacer ied Outab om lal ‘tienen que ver con su inteligencia ¥ * cura Os con Ia madurer desu personalidad, sito ae Ejereicios debe, en primer lugar, disponer de la capacidad part “No deja de Hamar la Gomalmente e be Ja atencién que sean semejantes a las que proceso de paces & tr de Freud, sabre ta indicacign 0 no part" nine ech soa pitlsneinsapenanal seer aa autocomprensin. 12; SEPA tenia propa gna de senna emis sts cmaconcsylinalmente pois 100 Y fecurir a ellas com cconshuct® Suir llts como medio de inter cine etary orientat la propia conduct H.Gasoam, ‘aids, Buenos Aires 1983. era mites (SMHS 57), 1HSI, Roma 1919, 785-794 "Director 15. EN ALGUNA MANERA,..», Din +o. Diecut Icon aHeAS, 37 dererminar Se trata di ; ata de que ha Ge autonomia personal suficiente ps ie Aleanzado un grado Permit su vida no en funcién de lo que teme ode tog barat libremente, por un fin que es el de su persona New pa capaz. de determinarse por sf mismo debido aun eseneg eS ae, escaso grado de Enel mismo sentido, indica también Ignaci a , lacio en el Directorio del P. Victoria, que no seria conveniente embareat en un proceso de Ejercicios a un sujeto «tan affecionado a alguna cosa, que sea dificil traerlo a que se ponga en ygual balanca delante de Dios». Un grado minimo de «indiferencia> se hace necesario para entrar en disposicién de eleceién, La misma no seré posible sil ejercitante esté fijado intensa e inconscientemente a algo. Si una vocacién esté determinada por motivaciones inconscientes no sera posible discernir si la acoge o la rechaza por una mocién divina, Solo Ia disponibilidad que es fruto de una madurez psicolégica permite al alma acceder al nivel en el que puede auténticamente poner sus proyectos en cuestién. A los que no se encuentren en esa disposicién, nos dice Ignacio, habré que «poner toda diligencia para que se deshagan de tal imperfeccién, porque es una polilla, que apolilla aquella preciosa ropa de la verdadera vocacién, y no deja conocer de ninguna manera la verdad, y el que se conociese estar muy pertinaz en esto, antes que entrasse en los exercicios, no se aufa de incitar 2 ellos ni admitir hasta que por frecuentes confessiones, come dicho es, estuuese mis maduro»2! En un sentido parecido, Adolfo Chércotesafirma que él pone dos condiciones para admitir a una persona al proces = Beri cios. La primera es «que tenga ta minima concienia > bre y tenga capacidad, por tanto, de decidir». La segunda Fee en et sentido ot pond abso de L BERNITT TET emer a). 3 YR Ne to. Reflexiones para una antropotogia ignacian’s Comilias, Bilbao-Santander- Madrid 2019. * MHSJ, vol. 57, op: cit., 786. 2 MHSI, vol. 57, op. cits 791 pro ¥ EXPERIENCIA us pce 2, MOOSE 3 apacida norma de acceso a tread, 8 capi puede hacer el proceso de Djercicigyn Pri la del acceso larealidad, nos reg Un so anne indispensable ara comprometeg at grado de made Pe deintva, el grado de madre de yy ext ce Pormeapacidad de acceso a raided exten g yjeto se mide sara asi como de adaplarse & as diversas ci inter sma, Ura persona aquejada de Fuerte tenden. instancias de ra ias, hstéricas, obsesivas 0 de O10 tipo, ficilmente onerde ese grado de a a una ccque tenet ss jetva deo ps noes! Sri receso a la realidad de la que habla rds A : Perolfo Chércoles. Sin legar a un nivel de neuroticismo severo, i ijeto que se encuentre en una tendrfamos que pensar que un SU ; tuacién psiguica de gran inestabilidad emocional no podra estar en tisposiidn de objetivar las mociones que emergen en él. ¥, por supuesto, habria que guardarse muy bien de Ia tentacién de pensar jlusoriamente que podria ser el mismo proceso de Ejercicios el que paciera convertse en un camino para la tesolucién de esa inesa bilidad. Tendré primero que solventarla en un grado suficiente, ya sea por medio de «frecuentes confessiones» que decfa Ignacio en el caso de una falta de indiferencia®, 0 por el recurso a una ayuda psicolégica que afadiriamos nosotros en la situacién de una ines- tabilidad emocional. Solo después el sujeto podré comprometerse en el proceso espiritual de los Ejercicios. No olvidemos a todo este respecto un dato tan elocuente como el de que Ignacio esperast Cuatro afios para admitir a Pedro Fabro en Ejercicios. Era ansios0, escrupuloso, dubitativo, inestable, «Un dfa queria ser médico, otto eae oto ser mone.» Fue nexesari espe rn poral pa quel poco ie Een ce a ccumplir sus hikean beak Proceso de Ejercicios hiciera posible Pero todos saber indamentales, Plejo, que sobre é} ented CL. concepto de «madurez» es CO” caben miiltiples interpretaciones y que © Ch. «Una 278 808 Adolf Chércoleso, en C. DontncueZ Moms” clt., 791, peer (MBSI 48), IHSt, Roma 1914, 495 fs MSI, vol, Shop Mommenta ite 15. «EN ALGUNA MANERA...» DIFICULTADES psi tCOLGRICAS, 319 ‘esta también a muchos desenfoques por valoraciones de cor Feotéaico. La «madite7>, por otra parte, habria que consierarla no una especie de «utopta efiewzn; es decis, una utopia que fpoviliza el progreso personal, pero que nunca se va a ver ena. mente realizda’. De cara a entrever un proceso de Ejercicios habré entonces que entender que dicha madurez personal no equivale a una im- posible y total ausencia de conflicts internos (no podemos ol- vidar que Ignacio comenz6 a discernir en Loyola y Manresa en ynedio de todas sus perturbaciones psiquicas), pero sia que dicha Conflctividad se vea suficientemente circunscrita, de modo que ro bloquee de modo sustancial la capacidad de decidir y de obje- tivar el mundo interno, de «sentir y conocer las varias mociones que en el énima se causar> (Ej 319). 5, Un caso particular: la «consolacién sin causa precedente» Hemos hecho continuas referencias al factor inconsciente como determinante de la vida mental y como condicionante de la ex- periencia espiritual. En nuestro caso conereto de las «mociones>, hemos advertido sobre el papel que dicho factor inconsciente puede desempefiar tanto a favor como en contra a la hora de sen tirlas y conocerlas. Pero ahora se nos plantea cul pudiera ser la partcipacién del inconsciente en ese particular modo de consola- cin que es la «sin causa precedente». Este se presenta como una mocidn que «solo es de Dios». ;Supone tal afirmaci6n, por tanto, que lo inconsciente queda excluido, que no participa en modo alguno en su causaci6n? Evidentemente, el problema que se nos plantea hoy sobre dicho tipo de consolacidn, a partir de 1os conocimientos que te- hemos de los determinantes inconscientes de nuestro sentir Y 60° "acer, es el de que dicha experiencia aparezca «sin caush PECT” dente» y que sea «solo de Dios»; es decir, sin la intervencion de eel Rist ee Sobre toda esta problemaica me detuve en un capital "2s del deseo, Desc de Brouwer, Bilbao 2001, 89-108 le Los reg a SSuocw0x 2, MOCION: CONCHITO Y EXTERIENCIA factores que vinieran a determinar de algtin modo to que en ey caece. Como se puede suponer, dicho problema no ha eseapay 4 Ia prictica totalidad de los comentaristas modernos del text de Ignacio. En unas ocasiones para ponerse frontalmente a que icha consolacién «sin causa precedente» la pudiéramos pensar como resultado de una accién oculta del inconsciente y, en otras cocasiones, para repensar cull seria el significado Ultimo que po. driamos asignar a dicha expresién «sin causa precedente», En una posicién que no elimina de plano la participacién de factores inconscientes cabe resefiar algunos autores que admiten stvencién, pero entendiendo lo inconsciente en un sentido muy distinto de lo que seria el inconsciente dinémico en un sent do rigurosamente psicoanalitico. Asf, por ejemplo, se sitia Santi go Arzubialde” citando a Albert Gérres*. Pero no podemos perder de vista que el inconsciente freudiano dista de la comprensién de este tiltimo autor, ya que, en su sentido estrictamente psicoanali- tico, lo inconsciente no se puede entender como algo meramente descriptivo, fenoménico, sino algo dindmico, activo y eficiente. Dicho de otra manera, lo inconsciente, en su sentido estricto, nose refiere solo a lo que esta fuera de la conciencia, sino a lo que est dindmicamente excluido de ella. No se trata, pues, de lo que n0 sa bemos, sino lo que no queremos saber, dado que ese saber se con- vertiria en una fuente de angustia para la concieneia. En una linea semejante a la de Santiago Arzubialde se sittia Harvey D. Egan”. ai % D, Gi, realiz6 un cuidadoso anlisis del término «causa» enel 8 ignaciano, «Algunas reflexiones sobre la consolacién sin causa» (Ty I}, Ma esa 41 (1968), 39-64 y 121-140, 2S. ARZUDIALDE, Ejercicios esprimates de S. Ignacio. Historia a Asis, Mensajero-Sal Tere, Bilbao-Santander 1991, 714.715. % A. Gonkes, Métodos y experiencias del psicoandtisis, Herdet, BS Jona 1963, 45-56, donde leva a cabo un «Anilisis fenoménico de la vivers#™Y {el comportaniento>, % HD. Eons, The Spiritual Brercises and the Ignatian Mystical H° Tzon The Insitute of lest Sours, St Louis 1976, 39.60 aca de fos oftece también unas interesantes puntualizaciones erfticas de Ee EI Dios emergent Sore la sconsolocig we al a "consolacin sin causa», Mensajero Al Tt Bilbao-Santander 2001, 174-178 =e 15, #EN ALGUNA MANERA... tse autor, no descarta la preparacién hum corientes emocionales oeutss, Es mis, dite a a 6 de fatoresinconsclentes, pero en la misma linea que Amueen raciulose eo en ln comprensién de dicho concepe de ae pevtiva meramentefenomenolésica, en ese cava guanin en Manéchal®, i Harvey D. Egan dio pie a un interes do por W. W. Meissner", Egan, en efecto eve representar a lam ‘ana ni la intervencidn de inte debate entabla- nos dice Meissner, s Ia mayorfa de los comentaristas que excluye Jadindmica inconsciente de la experiencia de Dios en la vida es. piritual, Pero como bien responde Meissner, cualquier cosa que involucre al espiritu humano involuera de alguna manera a su in- consciente, No es posible que en un sujeto que se siente atraido al amor de Dios no se encuentren las fuerzas libidinosas inconscien- tes que participan de modo inextricable en toda experiencia de mor humano, también de amor a lo divino™. En definitiva, ex- cluir los factores inconscientes de la experiencia de «consolacién sin causa precedente» supondria afirmar que la gracia funciona independientemente y con exclusién de las funciones psiquicas de la persona, En una Ifnea concordante con Meissner tenemos que apuntar ‘a contribucién de Jordi Font haciéndonos ver que la inmediatez de la «consolacién sin causa precedente» no excluye las mediacio- nes, de modo semejante a como intervienen también, por ejemplo, en una experiencia de enamoramiento fulminante, en la que mu- hos elementos inconscientes emergen con fuerza en un momento dado, al margen de los estimulos que en esos momentos entran en Juego, Se hace necesario —insiste Jordi Font- diferenciar la manera 'ouwer, Pris 1937-1938, 3-66 58 y To the ia 638 i Greater Glory. A Psychological Study of lgnatian Spiritual alle en el volumen de Sobre toda esa evestisn me detengo con detlle ee! YOUN Pr6xima aparicién Mistica y Psicoandlisis. El «Otro» en ‘ee, Trota, Madrid 2019. tus, Ensayo de in Font, J, tans tendréque considera el modo

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