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not Fusi, Tuan Pablo. La pala lyana CL nacionalinme se Ub sigh XX. Medud : Taurus 2003 Faagmede aul cap 4“ moemuite nadenaliota " (p. 13-29) EL MOMENTO NACIONALISTA «Et nacionalismo —eseribia en 1804 Maurice Barrés, el imtelec tual francés— es la ley de los pueblos modernose!. Tal afirmacién no habria sido posible un siglo antes: en 1794, en efecto, ni siquicra ‘existia la palabra nacionalismo. «Nacionalista», en inglés, empez6 a usarse hacia 1850, ¢l término «nacionalismo», en francés, s6lo se ge- neralizé en la tiltima década del sigho xxx. Pero las palabras de Barrés ndudablemente sentido en 1894. Precisamente, el avance a largo del sigho xix de los procesos de construccién de los principa- les Estados nacionales europeos modernos; la pro; zacién en todos ellos de la polftica; la mayor vertebracién geografica yeconémica de regiones, comarcas y ciudades en cada nacién, gra- ias a ferrocarriles, carreteras y telégrafos; la extensiGn de los apa- ratos y servicios del estado (como el ejército y el servicio militar), e sistemas de educacién unitarios y comunes y de los medios de comunicacién de masas, todo ello hizo que fueran cristalizando gra- dualmente en los distintos paises europeos voluntades y sentimien- tos colectivos verdaderamente nacionales, esto ¢s, sentimientos y conciencia de orgullo y nacionalidad, teorias de lo nacional, cultu- ales nacionales, ¥ concepciones emocionales de la propia identidad nacional. Elnacionalismo, en suma, se fue convirtiendo de forma lenta pero evidente en el principal sentimiento de cohesin de los paises ysociedades europeasy en el principi tico. Ello conllev6, paralelamente, cambios importantes icaci6n politica del nacionalismo. En la primera 0 XIX, el nacionalismo habfa estado, en efecto, asocia- res que inspi- los nacionalismos mas o menos articulados de los Estados ya nstituidos —y de algunos que se con fan entonces, como Alemania ¢ Italia—, y los valores que impulsaron, en los tiltimos afios del siglo x1X, los imperialismos coloniales de los paises euro- eos; de otra parte, el nacionalismo habia ido haciendo de clemen- tos de diferenciacién cultural —Ia lengua, la etnia, la religion— el fundamento de la identidad nacional. En su estudio del na mo desde 1780, que se publics en 1990 con el titulo Nations and Nationalism since 1780. Programme, myth, reality, e} historiador britd- nico Hobsbawm apreciaba tres grandes diferencias entre el nacio- nalismo de finales del siglo xxx y principios del xx, y el nacionalis liberaldemocratico decimonénico: 1) el abandono del ismo como nacionali- dad tendrfa ahora (fines del xiX/principios del xx) derecho al togobierno o a formar un estado independiente; yamencionada mds arriba, de las ideas de eticidad y lengua como centrales a la definicion de la nacionalidad; y 8) un radical giro del nacionalismo hacia el autoritarismo, al extremo que «naciona- lismo» a fines del siglo xix —que fue, hay que reiterar, cuando se generaliz6 el uso del término— equivalia en realidad a nacionalis mo de la derecha®, La generalizacién del hecho nacionalista result6, en cualquier caso, evidente y sus consecuencias, decisivas. Hechos como la inde- Pendencia de Grecia (1829), Hungria (1867, dentro dela monar- quia dual austrohiingara), de Rumania, Serbia y Bulgaria (1878). como las unificaciones de Italia (1870) y Alemania (1871), transfor. maron el mapa de Europa. Desde finales del siglo xrx, el nacionalis- mo de estado 0 nacional fue asumiendo, como ya se ha mencionado ¥ enseguida se vera, formas agresivas ¢ intolerantes, identificdn- dose con ideas de grandeza nacional, expans rioridad racial, y con albaneses, checos, polacos, eslovacos, ucranianos, arme- georgianos, finlandeses, estonios, letonios, lituanes, judios), y landeses, catalanes, vascos, gallegos y flamencos en la Europa occidental, hasta desembocar, entre las titimas décadas del sigio XIX yel final de la I Guerra Mundial, eu la primera gran etapa de movi- lizacion étnico-secesionista de la histori mente, muchos de aquellos nacionalismos no ino pe- qquetios micleos de intelectuales sin apoyo popular significativo). EI fa ademas por las mismas fechas, también se En definitiva, tre 1880 y 1914 el nacionalismo cristalizé como principal factor de desestabilizaci6n de a politica europea e inter- 1acional. Por lo menos, en tres sentidos: 1} como ideologia y movi- perios multinacionales; 3) como causa de tensiones y conflictos in- ternacionales: los Balcanes, concretamente, fueron el polvorin de Europa entre 1910 y 1914; el problema de los nacionalismos en esa regi6n fue una de las causas de Ja Guerra Mundial. ‘EL NACIONALISMO AUTORITARIO. Laafirmacién de Barrés antes citada no es casual, Precisamente en Francia, ymesced entre otras razonesa la obra del propio Barrés, fue donde, en losafios citados, el nacionalismo devino, mas que un y Ja organizacién del estado. En primer lugar, la derrota del pais ante Prusia en la guerra de 1870-1871, 1 desastre de Sedn, ademas de la Comuna parisina y de la procla je la TI] Repiiblica provocé va la aparicién de un snaciona- ochentay dos mil adheridos, y que si en princ ci6 limitarse @ promover la educacin patristica dentro del régimen republicano, enseguida pas6 a denunciar la prudencia de la HI Republica en la ctiestion de Alsacia-Lorena —anexionadas por Alemania en 1871— como una politica de debilidad y claudicacién, ya ver por ello en el sistema republicano y parlamentario un obstaculo a los intereses naciona: - Casi al mismo tiempo, en 1888, Edouard Drumont (18441917), escritor y periodista catélico y monarquico, publics tun folleto escandaloso, La Francia judia, un ensayo sobre la historia contempordnea francesa que, enlazando con los argumentos de la Liga, introd is nueva y pronto muy popular: la tesis de lad det capital y la influencia judios en el declinar na- cional ¢ internacional de Francia. Aungue efimero, el episodio del boulangismo, el movimiento populista y plebiscitario agiutinado en torno al general Boulanger (1837-1891) que r mente, una politica de revancha contra Alemania i después en la vida francesa (en las menos premonitorio, pues generé ya amplias expectativas, luego no materializadas, de un posible golpe de estado.contra la Reptibli- a. Sucesos como el esciindale Panamd (1892-1893), que estall6 cuan- do el periddico de Drumont, La Libre Parole, denuncié que la com aiiia del canal de Panamé habia sobornado con sumas cuantiosas @ conocidos parlamentarios y periodistas para conseguir que se apro- bara una ley que autorizase un empréstito a su favor, pusieron ala Republica francesa al borde de una crisis de estado®, En ese contexto, la gran crisis nacional que conmocioné Fran- ciaa finales del siglo xxx con motivo del afiaire Dreyfus —el procesa- miento del capitin judio Alfred Dreyfus, acusado de y condenada Por espionaje a favor de Alemania, yel posterior descubrimiento de que todo lo actuado judicialmente en su contra era falso— hizo del nacionalismo la nueva y gran ideologia de la derecha antitrepubli- cana francesa. Maurice Barrés concretamente (1862-1923), el escri- torlorenés que ademas de prosista exc: habia sido diputado boulangistaen 188% dos aparecian g des contra Dreyfus. En una serie de polémicos articulos y ensayos recogidos en Evcenas y dectrinas del nacionalismo (1902), ¥ en un mievo ciclo novelistico integrado por Las desarraigadas, La lamada al solda- doy Sus figuras, publicado entre 1897,y 1902 y dedicado a la apologia de la patria —que para Barrés no era sino ia obediencia a la vor eter- na de «la tierra ylos muertos», titulo de una resonante conferencia que pronuncié en 1899, fue esbozando un nacionalismo exalta- do, fuertemente impregnado de incitaciones estéticas y sociales, tba la recuperacion de las esencias de la tradici6n € his: ‘a veformna nacional que hi- Giese de Francia una nacién armada, gloriosa y organizada» Fue, no obstante, Charles Maurras (1868-1952), escritor y perio- dista nacido en Martigues, de formaci6n catél scinado por la dimensién mediterrénea de Francia, quien harfa del nacionalismo una doctrina autoritaria, antiparlamentaria y antidemocritica. Mau- tras, que se interes6 por la politica también a raiz del affaire Dreyfus (antes habia participado en ef movimiento literario provenzal aso- Gado al poeta Mistral), se incorporé en enero de 1899 a Accién Fran- cesa, un movimiento de intelectuales nacionalistas anti dreyfusards:y, al af siguiente, publieé su libro Encuesta sobre la monareuéa, 1a ex- posicién mds sistematizada y coherente de lo que el propio Maurras definirfa como «nacionalismo integral». La definicién era apropia- da: el nacionalismo de Maurras suponfa una revisi6n total de todos Jos argumentos previos del nacionalismo francés y sentaba los fun- damentos de lo que era uma alternativa tedricay| programa global efecto, identi- y (Barrés, en cam- bio, era republicano y reivindicaba la radicidn jacobinay napoled- nica); negaba por ello la asociacion de Francia con su tradicién republicana y con la revolucién francesa y sus simbolos 1a Marse- lesa, el 14 de julio, la bandera tricolor y frente a los conceptos re y brey det ciudadano, afirmaba tos lores eternos de Fran. ydescentralizada» tal y como la definié en la damento de un estado fuerte que, primero, menios de divisién antinacionales —el parlamento, los partidos politicos—; que eliminase, en segundo lugar, los que Maurras lla- maba los cuatro cstados federados que subvertian Francia —jue dios, protestantes, masones y extranjeros o météques—;que, en ter- cer lugar, integrase al servicio de la naciGn al capital yal trabajo, y que, finalmente, devolviese a Francia su orgullo nacional recu- perando Alsacia y Lorena y liberandola del pi alemana. M por tanto, elaboré tn sistema extraordinariamente co- herente (lejos del mero apasionamiento patridtico de un Dérou- ede o de un Barrés) que hacia de la naci6n «la cima de la jerarquia de las ideas politicas», como escribi6 en un articulo de 1901 en Ae- tion Francaise, la revista del movimiento; se apoyaba en una inter pretaciGn verosimil de la historia de Francia, pais mondrquico y catdlico desde el aiio 496, fecha de la conversién de Clodoveo, has- 12 1792 —el pais de las apariciones de Lourdes y de Juana de Arco, simbolo de la nacionalidad, oportunamente beatificada por Pio X en 1909 un sistema, en suma, que fundfa en una sintesis nueva todos los supuestos del pensamiento reaccionario francés —anti- parlamentarismo, antisemi mo, monarquismo—, y que formulaba un proyecto politico radicalmente hostil a la I Re- Piblica. Maurras y Accién Francesa, a la que se incorporaron otros inte- lectuales y polemistas brillantes como Leon Daudety Jacques Bain- ville, y con Ja que simpatizaron pasajeramente escritores y ensayis- tas notables como Paul Bourget, Georges Sorel, Henri Massis, Pierre Gaxoite, Georges Bernanos y Jacques Maritain, convirticron de esa forma lo que habia sido una derrota politica de la derecha —el ‘affaire Dreyfus—en unasictoria moral del nacionalismo. Accién Fran- cesa tuvo influencia notable por Jo menos hasta la década de 1950, Como demos- jcaron en 1912, dos conwa el régimen republicano y contra los socialistas, como portavoces del internacionalismno y del pacifismo— fue preparan- 1a de opini6n favorable a una guerra de revancha conta ania y propicié el desplazamiento hacia la derecha que se ob- pios del siglo xx —un nacionalismo, como enseguida veremos, fa que ver, por ello, con la tradici6n liberal, democratic y rep 10 his- ‘rico de Mazzini y Garibaldi— nacié, en palabras del historiador Martin Clark, como una reaccién intelectual y literaria tras la de- rrota militar sufrida por el ejército en 1896 en Adua (Abisinia)®, el equivalente italiano del Sedan francés de 1871 0 del 98 espafiot (reaceién reforzada por el irredentismo italiano respecto a Trento, te y Fume, que permanecieron bajo dominio austriaco has- taclfinal de la I Guerra Mundial, y por la frostracion de las expecta- tivas suscitadas por el Risorgimentoy la unificacién). Como organi- zaci6n, ¢l nuevo nacionalismo italiano se articulé en torno ala Asociacién Nacionalista Italiana (ANI), creada en 1910 por Enrico 865-1981); como movimiento intelectual wuvo, ademas, tras dos influencias decisivas: D'Anmunzioy el Futurismo. En efecto, influido por el nacionalismo revanchista francés, por las obras del historiador Alfredo Oriani (1852-1907) asi como por al- gunas ideas del sindicalismo revolucionario, y radicalizado por la derrota de Adua, Corradini, profesor de Instituto y periodista, autor de dramas y novelas mediocres —Julio Césas, La patria Igjana, La gue- 27a lejana— que exaltaban los mitos del Imperio romano ¢ ideali- zaban la Italia de los condotier’y navegantes de la Edad Media y del Renacimiento, elabors su nacionalismo casi en torno a una sola sn de Italia en Africa, expansi6n que justificaba des- de Italia como nacién proletaria, en un esquema internacional que Corradini definia en funcién de la naciones», que otorgarfa a Italia el derecho a una politica colonial rade ibdesarrollo del Estados alistas italianos. Toda la concepcién del 1 nacionalismo italiano, expuesta en el semanario L'ldea Nazionale, publicado desde 1911 por Gorradini y sus colaboradores (Fed ni, Coppola, Forges-Davanzati y otros) y aireada en Jos varios que la ANT celebré entre 1910 y 1914, era profundamente yantiparlamentaria y acusadamente autoritaria: se resu- mia en-un estado fuerte, la exaltacién del ejército y una politica de prestigio y culto a la tradicién imperial romana. Corradini, que apo- y6 con entusiasmo tanto la guerra de Libia en 1911 como, lego, fa ‘entrada de Italia en la guerra mundial, hablarfa enseguida de so- cialismo nacional, una expresién, por cierto, que ya habia usado ocasionalmente Barrés. Otros destacados nacionalistas, como Al fredo Rocco, plantearian también muy pronto, en el Congreso de Ja ANI de 1914, la necesidad de crear un estado corporativo basado en la integracién en el estado del capital y el trabajo organizados en sindicatos nacionales mixtos y de cooperacién, como alternativa al estado liberal y parlamentario®, Asu ver, la influencia de Gabriele D'Annumzio (1868-1938), el escritor que dot i i ta afios det snot, D’Annunzio publicé una amplisima y muy desigual obra (poe- ‘mas, novelas, dramas como El inocente, El placer, Francesca de Rimini, El fuego...), que era una atropellada y artificiosa exaltaci6n del he- rofsmo y la acci6n, del erotismo y la violencia, del egocentrismo, la perversion moral y la sensualidad —el incesto y la muerte fueron dos de sus temas favoritos—; pero que era también una propuesta politica, tanto por lo mucho que tenia de provocacién y desafio frente al conformismo y la mediocridad de lo que él Uamé la parlamentario implantado desde 1870, El nuevo nacionalismo ita ual que el nacionalismo de Maurras, un nacio- ron, sin embarg satisfacci6n con la Italia liberal —a lo que contribuyé también el malestar de algunos intelectuales independientes como Prezzo- Salvemini o Papini—, que erosion6 sensiblemente su legiti- snidad politica; fueron creando, paralelamente, muchas de las ideas el fascismo harian suyas.a partir de 1919. El peso que la exaltaci6n del estado, y del estado prusiano, y la cinicidad y la cultura (lengua, tradiciones populares, mitos) tuvie- ron en general en la génesis y desarrollo de la nacionalidad alema- na —una nacionalidad formada bajo la fuerte influencia del ro- manticismo—, hizo que la desviacién del nacionalismo alemén en los afios del IT Reich (1871-1914) hacia tesis antoritarias y etn’ fuera casi natural y hasta inevitabl Jengua y en las tradiciones populares ni la glorificacién de Prusia equivalfan necesariamente a nacionalismo biolégico y mil Elmismo Johann Gottfried Herder (17441803), el hombre que ha- bia desarroliado la idea del espiritu del pueblo (Volkgeist) como ex: presién de la nacionalidad, era um ilustrado del xvi que nunca tbo- 6 ni por la unificacién de los pueblos alemanes ni por Ia creacion de un gran estado aleman, Herder entendia la nacionalidad como tun concepto meramente espiritual o cultural y no politico, y aunque nacido en Prusia, aborrecfa el militarismo prusiano y temia el espi- rita guerrero de los pueblos germénicos. De hecho, hasta por lo me- nos la década de 1860, liberalismo y naci no estuvieron aso- Treitschke (1884-1896) —historiadores cuyas obras contribuyeron decisivamente a la magnificacién del estado prusiano— desde ¢l Punto de vista politico eran liberal-conservadores, no nacionalistas. Crefan, efectivamente, en Prusia como instrumento de la unifi- caciéa y del prestigio internacional alemanes, pero en una Prusia parlamentaria y con una politica exterior mesurada, realista y no ‘expansionista (ambos, por ejemplo, detestaban a Austria por su ca. tolicismo y la exclufan, por eso, de una posible unidad alemana) El mismo Bismarck fue un monarquico conservador y autoritari no un nacionalista alemén, La unificacion de 1871 y la creacidn del TI Reich fueron obra suya, no del nacionalismo: significativamente, 4a corona imperial ie fue offecida a Guillermo I por los principes alemanes, no por la representacién de los pueblos y estados alema- nes en nombre de la soberanfa nacional. Pero el nacionalismo alemédn habia tenido desde sus origenes —en Fichte, Adam Miller, Hegel, Arndt o Jahn, por ejemplo— pe- Culiaridades singulares. Salvo excepciones, no hizo del principio de la soberania nacional y de los derechos democraticos el funda- ‘mento de la nacionalidad y del estado nacional (como habfan he- cho los jacobinos 0 Mazzini y Garibaldi o los primeros patriotas, stiegos, polacos y btingaros): €l nacionalismo alemdn se definié, ‘en efecto, por la exaltaci6n de Prusia, en tanto que encarnacion de Ja nacién alemana y factor de regeneracién tras la derrota ante Napoledn en 1806; y también por una concepcién émico-cultural dela nacionalidad, que asociaba ésta con el germanismo y la lengua germana, exaltaba la idea de comunidad orgénica de parentesco y ‘emicidad del pueblo alemén, y ponfa el énfasis de la nacionalidad Jengua y en la tradicién germédnicas en tanto que expresi6n del alma, del espiritu (Volkgeist)y del instinto del pueblo alemédn re- velados a través de los grandes mitos nacionales (Odin, Sigftido, los nibelungos, etcétera). La unificacién y la proclamacién del IT Reich en 1871, consegui- das, ademés, tras las grandes victorias militares de Prusia sobre Aus- ‘tia (1866) y Francia (1871), magnificaron el prestigio del estado y del poder Prusianos. Bajo la hegemonia de Prusia, funda: te sentimiento colectivo de orgullo y autosatisfaccién nacionales en la masa de la poblaci6n, sentimiento que el Reich estimuld median- te la sistematica educacién patridtica de la juventud y el abun- dante despliegue y uso publicos de simbolos y emblemas nacio- nales (banderas, himmos) ya proliferacién de monumentos, actos, festividades y conmemoraciones oficiales’. Esa reaccién colectiva se apoyé de alguna forma en el del que por entonces gozaban las teorias de la raza. La difusion que en Alemania tusieron libros y obras que hacfan de la sangre», y de la pureza de sangre, el elemento esencial d rificaban la raza germénica, aria o teut pseudénimo de Paul Boetticher, catedr Rembrandt como educador (1890). del escrit ius Langbehn, o como Las furidamentos del sigio xx (1899), del inglés germanizado y yerno de Wagner, Houston Steward Chamberlain, alcanzaron en [pocos afios numerosas ediciones. Su contenido era inequivoco. La- garde defendia la existencia de un cristianismo nacional alems —que inclufa a huteranos y catélicos— como base de la auténtica egermanidad>, y crefa en la misi6n colonizadora de los alemanes enel este y centro de Europa. Langbehn exaltaba la fuerza de la raza sgerménica —que extendia a Inglaterra y Holanda: de ahi, su endu- siasmo por Rembrandt—, y crefa en un gran estado racial germa- nico. Chamberlain afirmaba la superioridad racial de la raza aria como tinica raza creadora y vefa en la mezcla de razas la razén de la decadencia de los pueblos. ‘acionalismo alemén integraba, asi, ja gloria de Prusia y desu ejército con ideas de superioridad racial y con una especie de Gionalistno mesianico y biolgico que © para Alemania y la raza germénica. idea que, como ¢l ideal de pureza racial, habia alentado ya en los escritos de precursores de! nacionalismo como Arndt y Jahn, y en los de casi todos los escritores citados (Treitschke, Lagarde, Lang: behn, H.S. Chamberlain), tuvo ahora un aparente respaldo cienti- fico: las teorfas geopoliticas, elaboradas a fines del x0 por Rudolf Kjellen, por el geégrafo briténico Halford Mackinder fer, parecfan justificar la aspiracién de nacio- nes y estados a controlar determinados espacios territoriales para supervivencia de sus pueblos y razas en nombre de ine~ yes geograficas y naturales, Con esas concepciones, sur- en Alemania numerosas sociedades y ligas (como surgieron iaciones para la defensa de la lengua alemana y para promocién del estudio del alemén en el mundo). Bastanies de tuvieron éxito considerable. La Sociedad Colonial Alemana (Deutsche Kolonialgesilschafl), creada en 1882, que reclamaba la adqui- sicién de colonias, tenfa en 1900 cerca de veinticinco mil afiliados; Ja Liga Pangerménica (Alldeutscher Verband), fundada en 1890 Ernst Haase, Heinrich Class y Alfred Hugenberg, unos veintidés mil ; Ja Liga Naval (Hottenverein), constitu po de presién que estuvo detris del for alemdn anterior a 1914, medio millén. In la Liga Pangermanica. te politica de todas aquellas organizaciones, sintetizaban los puntos esenciales del nacionalismo aleman: exigia la creaci6n de un espa- io vital (ebensraum) para Alemania, la construccién de un gran im- perio colonial, et desarrollo de una gran escuadra y la unién de los pueblos germanicos en una gran hermandad racial (tesis defendida también en algunos de esos pueblos: en Austria, por ejemplo, Georg von Schénerer fand6 en 1882, en la ciudad de Linz, el Partido Nacio- nalista, radicalmente pangermanico y violentamente anti-semita) El antisemitismo —que te todo el centro y este de Europa viejas raices hi jovelas anti-semitas de calidad infima, pero tam- nsayos pretendidamente cientfficos (como La cuestién judia cultural, icoyy racial (1889), de Dahring: el folleto Nue '873), del periodista Wilhelm Mart; sobre la penetra- pais, tema recurrente en publ Eberalisma nacional y ta dominactén judia (1874), del escritor ca co Constantin Frantz; La desesperada lucha de los pueblos arias contra os judias (1890), del profesor Hermann Ahhwardt; Los judtos, reyes de 4 ro que vendié millén y medio de cjemplares, o las mismas obras, ya cita- das, de Lagarde, Langbebn y ularfan con pro- ejemplo, terminaria por afirmar en alguno de sus escritos. sideraba a la raza judia como «el enemigo nato de la Humanidad>; incluso la Alemania de Bismarck le parecfa demasiado liberal y demoeratica, poco germédnica y en exceso «judaizada». ticalé en 1879 uno de sus mds resonantes articulos Los judéos son nuestra desgracia, uno de los estoganes preferidos del nacionalismo alemdn antesy después de 1914. Apoyada por algunos periédicos importantes, la propaganda antisemita era, cuando menos, intensisima, Desde finales de la dé- cada de 1870, proliferaron, ademas, federaciones, ligas, asociacio- nes y partidos de esta significacién, Muchos tuvicron vida efimera, pero otros alcanzaron indudable influencia en la opinién. Adolf Stoecker (1839-1909), pastor luterano y capellan de la Corte impe- ses obreras y populares —el partido se obrero—, denunciaba tanto el marxismo ( 1tisemitismo, el Partido Social del Reich y ci Partido Re- Aleman. Poco después, nacié la Asociacién Anti-semita Ale- n 1889, un antiguo oficial del ejército, Max Liebermann, ‘red el Partido Antisemita Germano Social, y en 1890 Boeckel pro- movié el Partido Popular Antisemita. Electoralmente, el éxito de tales partidos fue relativo: el maximo mimero de diputados anti- semitas fue de veintiuno (sobre un total de trescientos ochenta y dos) en 1907. Pero lo importante era que el antisemitism habia logrado representacién politica y parlamentaria —Stoecker, Bo- eckel y Ahivardt, entre otros, fueron diputados—, y que su pro- paganda, impregnada de populismo social y de nacionalismo, se convirtié en compon condicionar en cierta medida inchiso la polit partidos nacionales. ‘Treitschke pudo decir en 1884 que la generacién cuyo lema ha- bia sido el liberalismo estaba cediendo el paso a una nueva genera. in que vibraba con el canto del Deutschland, Deuischland iiber Alles (

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