You are on page 1of 12
Sobre cémo era mi vida cuando pasé lo de Marmol. —Temerosa, volvi a corregit-. Sobre cdmo la vefa yo. Una recreacin, una mentira. Vi que se tranquilizaba~ Nada importante. ila se acordaba perfectamente de mi manera de coger el Lipir.;Bra horrible, dijo. {Como si en vez de tuna mano tuvieses ina gata de pollo! Ah la mala letra, reimos ambas, ‘Come si sao fuss pose sar bens eta de un lipiz orcido. 30 APENAS UNOS MIL{METROS Lo primero que me Hevé al entrar a primera im- presidn, quiero decir, fue la de estar en un lugar extte- madamente ajeno y pesado y oscuro, algo que iba més alld de las pucrtas cerradas y de los techos bajos y dela ‘enorme cantidad de trastos acumulados no silo en el zaguan, sino también en el pasllo por el que la mujer censcguica nos invité 2 pasar, algo que no podria la- arse desorden, porque no lo eta, sino més bien falta de espacio, por un ldo, y necesidad, por o%10, de todos esos trastos, maquinaria, para ser més precisa, bombo- nas de oxigeno y camillas y ot10s aparatos ortopédicos ‘cayo nombre desconozco, ademds de los enseres habi- tuales en tina easa un carro de la compra, una escale- ta plegable, cajas de zapatos, productos de limpicea~, cosas de codo tipo que se amontonaban también por todos lados porque la vivienda, eso ya lo habta podido aisbar desde fuera, era més bien pequefia. La mujer sonreia y su sonrisa sobrepasaba la amabilidad con wa gesto de fatima satsfaccibn que, Dios me perdone, me 31 pareci al principio complacencia, aunque imagino que complacerse de algo as, o estar orgullosa de algo ast ng ¢5 lo habitual ni lo sano ni lo deseable, En todo caso, habia en su cara una ancha sontisa, una franca alegeia de vernos, y la eépida aceptacién de nuestras diseulpas por el etraso sel trfico...., mientras nos guiaba por cf estrecho pasillo hasta la habitacin final, la inica que tenfa la puerta abierta, o mejor dicho entreabierta, por la que se escuchaba el rumor de un respirador 0 una bomba de aie, y se intufa una luz distinea, con una to- nalidad naranja 0 enturbiada, formando un erkingulo en el suelo como para marcar el camino de entrada. Esa lu, supe luego, era para proporcionarlevitami- na Ds y también un buen énimo, pucs al fin y al cabo, ‘nos dijo. por mucho que ella se eforzase en sacarlo de alli a tomar ef sol, era dificil, era realmente duro: tarda- ban dos horas en prepararloy otras dos ala vuelta para acostarlo de nuevo, eso sin contar con que necesitaba al ‘menos dos personas que la ayudasen a transportar toda a maquinaria de la que dependia para vivi, es deci, tres personas para moverloa él, que debia de pesar unos cuarenta kilos como mucho. Todo esto lo explicaba sin alterar su sontisa, la sonrisa abnegada, sacificada, la sonrisa que no cuestiona el destino que se le impone por malo que éste sea, y yo senti un poco de vergiienza desibito, yagaché la cabera, y me di cuenta de que era asi como habia que entrar en aquel santuario —pues era un santuario-: con la cabeza reclinada y el corazén dispuesto a econocer el suftimiento que flocaba alrede- dor y aadmirar la capacidad para afrontarlo. La pedagoga se acercaba ahora al chico, le tomaba 32 la mano yselaacariciaba hablindole con dulzura, como si fuese un crio pequefio, a pesar de que ella misma me habia estado recordando durante el tayecto que su edad ‘mental era exactamente la que le correspond, estos, que era un chico de quince con mentalidad de quince © atin mis, decta, porque su reclusién hace que lea sin parar y que estudie todo lo estudiable y eso ha hecho ‘que desarrolle una gran inteligencia, aiadido a un ca- ricter entusiasta y curioso y, aunque parezca increible, unas arzolladoras ganas de vivir, asi que no lo olvides, hablale como si le hablases a cualquier otro de tus alumnos, hacer lo contrario seria hiriente para él, y yo hhabta asentido mirando al frente, sin solta cl volante, imaginando algo bien distinco de lo que tenia ahora ante mi. Ella me hizo un gesto de impaciencia, Vamos, salle, zn0? Hola ~musité Los ojas del chico no manifestaron ningtin cambio. Miraban, o mds bien apuncaban, hacia el techo, vacfos por completo de expresion, pero aun asi continu ha- blindole, cémo ce encuentras, dije, y me presenté, le cexpliqué que era su profesora de biologta y que habia ido hasta alli para examinarlo, y sontiendo afadi que fo se preocupara, que las preguntas que le haefa eran muy sencillas, que seguro que se las sabia coas a la primera. La pedagoga se apresuré aaclarar que cran las, ‘mismas, exactamente las mismas preguntas, que debe- Fian responder los otros alumnos, as{ que no tenia por qué sentirse menos que el resto, ya sabes, no eres menos ue el resto, sete va evaluar como a todos, y tendris. tt boletin de notas igual que todos 33 El chico no moxié los ojos. La madre se levant6, ain con la sonrisa estampada on la ear, y nos preguncé si podia quedarse. Habfan estado preparando juntos el cemario y queria estar presente en el momento del sobresaliente, pues no tenia duda alguna de que su hijo sacaria un rotundo sobre- saliente en la prueba, La pedagoga sugitié que se lo preguatara a él mismo, a ver qué pensaba él. Es su opinién la que debe contae, afadi6. Claro, musité la madre, y miré al hijo sin repetir a pregunta, lo mind fijamente, yeh chico, pude verlo, elev las pupilas unos milimetros, apenas unos milimettos, y eso, al parc- cer, significaba «sie. La madre sontié y volvié a tomar Ves? ~me aleccioné la pedagoga-. El escucha todas nuestras conversaciones, cosa que a veces la gen- te olvida Lucgo sacé su tabla con la letras del alfabeto, o:- ddenadas segsin Ia frecuencia de aparicidn en espatiol, de las mas habitualesa las menos habituales, orden que facilitaba la rapider del proceso, me dijo, aunque ese orden no era sin embargo el resultante de los tltimos «studios lingdisticos, que sitian en primer lugar la eal tener en cuenta artculos, preposiciones y conjunciones como cl omanipresente ques, explied, y yo pensé que «estaba confundida, pero daba igual, [a iklea la entendia, yy la idea exa que el chico prescindiera de todas las par- ticulas para aligerar la comunicacién y se centrara en las palabras esenciales, las més significativas, precisé ella, de modo que su tabla estaba encabezada por la a, ala que seguia la ¢ y huego la ese, lao, la err, la ene y 34 la sin tener en cuenta que a veces fa secuencia que se iba formando ya demandaba claramente una vocal, y cnronces ella tha directamente a las vocals, por ejem- plo sil chico sefala lap y luego la fest claro que toca tana vocal, zentiendes? Asenti y entonces ella me dijo que harfamos una prueba = Quieres decitle algo a tu profesora, cielo? Yo pensé que no habia necesidad de lamaslo ast, scielo», puesto que s se trataba de un alumno igual al resto de losalumnos, como tanto insistia en recordarme, mis le valla saber que ningiin profesor se dirge ast a sus alumnos, ninguno al menos que yo conozee, y no desce nego a alunos de quince afios. Me daba cuen- ta de que una mezcla de miedo, culpabilidad y rencor se agitaba en mé al observar a la pedagoga marcando bas letras can un puntero, con tanta rapider coma des- trera, deteniéndose silo cuando el chico levantaba las Pupilas, para formar un mensaje que empezd por bla ‘ortografia hay que respetarla, dijo- y terminé al cabo de unos minutos de la siguiente forma: HOLA PROFE- SORA RES MUY GUAPA. La pedagoga, dejando la tabla sobre la cama, solté una risa jovial y comprensiva ~Tiene mucho sentido del humor. Sontei y lo miré de nuevo, aunque debo reconocer ‘que me costaba, y mucho, mirarlo coma si no pasara nada, como si aquello fuese de lo mas normal, ese ‘cuerpo aplastado, leformado, el crineo casi plano, los brazos sin miisculo, las piernas escudlidas bajo la siba- na, pesar de que la pedagoga me habia dicho que aquel ‘chico estaba feliz con su vida y que su existencia nfa una leccién para todos, una leccién «morals, nosotros, el resto, que siempre nos quejamos por ni- miedades y que nos impedimos la felicidad a nosotros mismos, mientras dl ls, él se conformaba con lo que tenia, no sélo se conformaba, «conformarse» no es la palabra, sino que lo aceptaba como un regalo e incluso pensaba, segtin la pedagoga, que habia sido muy afor- tunado por nacer asi, porque eso le habia permitido ser quien eta, y él se encontraba orgulloso de ser quien era, ¥ no afioraba nunca haber sido otra persona. Me costaba creeslo, como me costaba admitir que aguel cuerpo exangiie, ablandado, envejecido, alberga- ra.un ser humano que tenfa sentido del humor y que ime habia dicho Hole profsona eres muy guapa, yse me cruz6 por la cabeza, veloz, la absurda ida de que todo era, o pudiera ser, una invencién de la pedagoga, que nos estaba engafiando haciéndonos creer que aquel cuerpo sin alma sentia, razonaba y se comunicaba, siendo todo una pura invencién de ella, la pufietera tabla y las frases que de ella salfan como si acaso fuese tuna tabla de la ouija, pero enseguida me avergoncé de aquel pensamiento, sobre todo de la expresién wcuer- po sin alma», que habia pensado asf, literalmente, cuerpo sin alma, una crueldad sin duda, una muestra enorme de mi insensibilidad y mi ignorancia y de esa incapacidad para empatizar que algunas veces, en otros contextos, otras penonas me habfan echado en cara, asi que hice el esfuerzo de creérmelo todo y me dispu- se a amar a aquel ser todo lo més que pudiera amarlo, dindole todo lo mis que pudiera darle, y saqué mi cuademo y anuncié que iba a hacerle el examen, La pedagoga repitié: 36 Las mismas preguntas que al resto. Y la madre asin saisfecha. Yo susceibi la afirma- «ign con un pequetioasentimiento, las mismas, sh, pero tambien era cierto, y de eso obviamente no iba a decie ‘nada, que eran las mismas porque habla modificado el cxamen habitual, cambiando las preguntas de desarro- Ilo pos preguntas conas que se contestaban con wha @ dos palabras alo sumo, ¢ incluso formulando algunas con formato de test, ran sélo tres opciones de respucs- +a, lo cual, comprendi ante el asunto del alzamiento de pupilas, me iba a facilitar mucho las cosas. También Tlevaba el dibujo de un ofdo humano cayas partes él tenfa que identifica, para lo cual colocamos la Limina fijada a una pantalla luminosa que habla sobre su ca- beza y que él, supuestamente, pods ver ardamos muchisimo, en especial con el asunto del dibujo, que inclufa demasiadas palabras largase incla- s0 denominaciones dobles como strompa de Eusta- quio», sconductos semicirculares», «ghdndula cerumi- rosa» 0 «conducto endolinfiticor, unas buenas dos hhoras porque el chico se las sabia todas y se empetiaba cn delecrearas por completo, no fe bastabst con COND ni siquicra con CONDUCT, sino que tenfa que Hegat hasta el final, lo cual lo hacia pesado y excremadamen- te tenso para mi, sentia que faltaba aire en aquella ha- bitacién, demasiado calor, la madre all sentada con los bravos ceuzados, sonriente, orgullosa de su hijo, la pedagoga con su bastoncito para marcar con ripidos toques las letras sobre la tabla, y yo pensando que aquel ‘método no dejaba de ser claramente anacronico, que seguro que coa el levsimo movimiento de pupilas ~et 37 nico movimiento al que podia aspirar el chico~ bas- taria para que algin lector informatico incerprerara un ‘cédigo binario de comunicacién, 0 algo similar, pues aunque no se2 demasiado entendida en estas cosas estoy convencida de que podea haberse diseRado algo més répido. Luego pensé que quizs nadie se habia plantea- do que el método pudiese ser diferente, y cuando digo «diferente» estoy queriendo decir mejor, pues aquella ‘mujer sontiente y feliz en su casa atestada de trastos, aquella mujer pobre, en definitiva, habia conseguido la atencién de las administraciones ~me habia mostra- do algunas fotografias enmarcadas det alealde con el chico, el obispo con el chico, la consejera de educacién con el chico e incluso un Futbolista de cierco renombre también con elchico-, una atencidn que, sin a dimen- sién tan incontestable de su desgracia, no habria podi- do obtener nunca, pero sin dud una arencién insufi- ciente, epidérmica y mucho, mucho més barata de lo ‘que hubiese sido preciso 9.7 -dijeal fin. ~gEstis contento? —le pregunté la pedagoga al chico. Movimiento de pupilas «Sh» Sin soltar fa tabla, con el puntero entre sus dedos tensados, le dio la enhorabuena y le pregumts si questa decirme algo més. PUEDE RECOMENDARME LIBRO ~{De biologia? -dije PARA LEER NORMAL ~:Qué we gusta? TODO, Luego matied: FANTASIA, 38 Pensé que para él cualquier libro, incluso el mas realista, era de Fantasia pero de inmediato me arrepen- tf de mi cinismo y le recomendé los cuentosde Pos. La pedagoga soles una pequefia carcajada diciendo que ya fenfa una tarea mis, que a rodo el que lo vistaba, el chico, voraz de nuevas historias, le peda recomenda- ones de libros, pero despues era ella quien se los renfa aque leer, pues, como me habia explicado al ida, en el coche, la madre no lefa con demasiada soltura, y si bien, habia sido ella la que lo introdujo en el placer de leer dijo eso: vel placer de ler», mediante cuentosinfan- tiles fuandamentalmente, habia llegado un momento en que el nivel de complejidad que demandaba el chico ella no podia dirsclo, xe atascaba, iba muy lenta, no pronunciaba bien los nombres extranjeros, de modo que era ahora la pedagoga quien se encargaba de aque- Ilo, y por ejemplo, enumeré satisfecha, le habia leido novelas de Garcia Marquez, que le haban gustado mucho, y de Isabel Allende, que también le habi gustado mucho, y una de Eduardo Mendoza, con la que, a su: modo, seguro que el chico se habia reido sin, parar, en fin, concluyé, literatura buena, y yo asentia «on los ojos clavados en la larguisima fila de coches del atasco. Lisego mit el elo) abiertamente yo lo habia hecho ances con discrecién= y anuncid que debiamos mar- charnas, a lo que la madre contest6 con un obsequioso por supuesto y una nueva sonrisa aun més ancha que ances~el sobresaliente, supongo, la hacfa ain mds feliz- y yo me volvi por iltima vez.hacia el créneo aplastado, sobre la almohada, el crineo deformado porla postura 39 cesde su nacimiento, la boca inexpresiva, los ojos aho- ra inméviles, sin brillo, como los de un pescado, y rmusité un adids y, aunque era absurdo hacerlo, esperé pasivamente con mi estipida sonrisa compasiva a que el chico se despidiera, orro buen rato porque el chico «era educado y ladespedida fue completa, HASTA OTRO. DIA MUCHAS GRACIAS VENIR PROFESORA. ‘Cuando salimos de easa no pude evitar coger una bocanada de aire, ~Es asfiniante ~dije. La pedagoga me dedicé una larga mirada de repro- che. En cl camino de vuelta, vaeia ya la aucovia a esa hora, tardamos poco y apenashablamos. Era innegable aque las dos estabamos agotacas Asomé la cabera sin llamar porque a puerta estaba abierta y el director no suele ser amigo de formalidades. Con el auricular encajado ence la barbilla ye! hombro, ‘me hizo un gesto para que me sentara, pero negué con una sontisa y esperé de pie, observando los péstetes de ONG, la estanteria con recuerdos de sus hijos —foros, dibujos-, un par de sestos con potos, un jarroncito ridiculo con una flor de papel. y pensé que habia algo ostentoso alli, no en el sentido de lujoso, sino en el hecho de poner justo aquello a la vista, de mostrarlo con saisfaccién, yrecordé que el director siempre hace ‘mencidn de su buen gusto, no directamente, claro esta, pero s{de manera lateral, preguntando nuestra opinién 40 sobre esto 0 lo otto, a que es bonito el cuenco que me traje de Marruecos, mira qué maravilla la Limina que compré en la Tate, ese tipo de cosas, y en exe momen- to tomé conciencia, por primera vez quiza, de lo mal que en realidad me caia y tuve la intuicién de que uiz4 me habia llamado para abroncarme por algo que yo todavia no podia siquiera sospechar. Cuando cols me mird de frente y us mi nombre auténtico ~el que nadie usa nunca, como él bien sabe-, y luego mencio- riba charlade educacién sexual. La charla, dij. Qué pase con a charla?'Teniamos que pensar cémo adecen- tarfamosel aula para que cl chico cupiese, explicd, pues se precisaba una unidad médica mévil, y ahora que la Consejeria habia aprobado el presupuesto convenia prepararlo todo bien para no quedar mal con ellos. Preparar todo?, dje, yl insists, preparar todo, loque quivalia,afadi6, a poner en marcha cirtainrendencia, tun plan de accidn este término le gustaba especi ‘mente: «plan de accién»—, prevenir alos demds alum- ros, aunque la mayora ya lo conocia -aquel crimestre se habian organizado visitas a su casa por turnos-. ¥ sobre todo prevenir a la encargada de dar la clase, la sexéloga, psicéloga, 0 lo que fuese, dejarlo todo bien cerrado, evita esas nefastas eventualidades finales que siempre nos sobrevenian, y cref percibir una erftica soterrada hacia otro asunco que no supe decerminar, pues me sobrepasaba lo inesperado, Ia sorpresa del ‘momento, tan grande que no pude evitar elevar un ppoco mis de lo que debiera~el tono de mi vor. —gPero de verdad él va a venir a esa charla? ~Claro que si. Por que no? 4 Continus hablando con ef tono ahora alterado, impetuoso. Dijo que la de lengua no habia puesto problema alguno cuando decidieron Hevarlo al teatso y que el de plistica habia solicitado presupuesto para que pudiese vistar la exposiciin de grabados del Museo de Cérdenas. Trague saliva. Es diferente, dije. Aquella charlatendria una orientacién préctica, se centraria en la prevencidn de embarazos ya llevabamos varios en el instituro~ y en las enfermedades de transmisién se- Za yen general se hablar debe reponse ls relaciones intimas, asi que me parecfa un disparate “aie wdigparater. pero enseguida me core ¥ di simplemente, settor»-, un exror por tanto, llevar alli a tun chico que desgraciadamente jams podsia probar el sexo ~dije es0, 0 quizd dije xestar con una chica», y seria muy ineémodo pars todos que él extuviese alli, incluso para el mismo seria desconcertante, por lo que habia que evitar que sucediera, la visita debfa suspen- derse, era un error, repeti, un ercor. El elevé las ces, ime mité con escepticismo, —Tampoco nosotros vamos a escalar nunca el Eve- rest, pero nos encanta veren la tele cSmo lo hacen otros. Es dlistinto ~i Cruzé los brazos y pregunté por qué. Por qué era dininto,¢Podeia precale yo exactménte on que cera distinto? Recaleaba mucho ese wexactamenter, asi que me forzé a ser mis explicta, Le dije que ali iban a explicar, por ejemplo, cémo habia que ponerse un condén, lo escenificaban con un pene de pléstico, mostraban cémo desenrollarlo correctamente, cOmo colocarlo para evitar imprevistos. yo habia vivido esa a cescena ya otras veces, los alumnos solfan reitse bastan- te, dase codizos, entre ruborizados y envalentonados, ‘era un momento curioso, y qué sentido tenfa que quel chico viese quello, €ljamds podria ponerse un condén ni bien ni mal, jamés haba podido siquicra tocarse a s{ mismo, no tenia erecciones -aqus me sonrojé-, me parecia cruel, e0 dije, weruels, como ponetle delante de la boca el earamelo que nunca se podria comer. ~ Cruel? La catcajada fue irbnica, seca, cortante Mis cruel es excluislo ~dijo. Se levanté para po- rene a mi altura. No puede tener sexo, de acuerdo, pero no hay nina sola raz6n para robarle ese conoc- rmiento, Adems, hay eosas que s{ puede hacer: relacio- narse con los dems alurnnos, refrse con ellos, pasar un buen rato, por qué no, =2Relrse con ellos £1 no puede reise! {imo que no? Refise es algo més que emitir carcajadas. Aunque no seas capaz de entendeelo, él s puede reise ‘Me miraba asqueado y a mi se me agolpaban las respuesta, que le daba desordenadamente, con Furia, ccémo podla hablar de tei, si no hay carcajadas e6mo puede dl saber que esti riendo, quizé estd lorando, aquién es nadie para interpretar lo que dl siente, pero él respondia igualmente, decia que el chico se expresa perfectamente, que tras la actividad siempre explica bmo se lo ha pasado, qué Ie ha parecido, si ha estado f gusto 0 no. Lo hizo cas el reatro, donde a funcién ‘empez6 una hora tarde porque desde el palco donde lo situaton no podia ver nada, de modo que tuvieron que 43 levantarla camilla casi noventa grados, con las compli ‘aciones afadidas de los tubos y demas, Elespectéculo, pensé, habia estado en el palco, y no en el escenario, pero el director insistiaen que el chico lo pas6estupen- ddamente, él mismo lo habia dicho al acabar, le gustaba relacionarse con sus compafieros, repetia, y yo pensaba no lo decia que podiamos lamarlos como quisiera, pero scompafierose no, era una verdadera idiotezfingir «que él iba a clase como los demas y que tenia compa- fieros de clase como un chico normal, porque no, por muchos disfraces que-le qusiéramos poner la realidad hho eran sus compaferos, sélo eran chicos corrientes con vidas corrientes que nada renfan que ver con La suya, y aquellas vistas a su casa que se habian organi- ado semanalmente eran para ellos, en el mejor de los casos, una obligacién incémoda, y en el peor, una araccién de cio, ~Aprendle todo lo que tiene que aprender ~insisti-. No le estoy ocultando nada, nadie le esté ocultando ‘nada, Hace afios que conoce el sistema reproductivo. Sabe emo es el cuerpo humano, cada parte del cuerpo, incluidlo el clitoris. Yo misma lo he examinado de ana- tomia, Peto esto cs diferente. Pensar que puede part cipar en todo como sino pasara nada es puro paterna- lismo, Haremos el ridicuo, —Paternalismo? {Ti eresla paternalistal Sabes que 4 mismo ha pedido venir? Que su madre eseé de acuerdo? Por qué ce cres con derecho a decidir lo que ¢ bueno 0 malo para é? ;Quieres ahorrarle dafio a él ‘0 ti misma? Y yo pensaba: esimo podria él pedir ira esa charla 6 de educacién sexual sino se la hubiesen oftecido, y « quién sc le ocurrié ofiecérsela, y cémo ibe él a decir que no, y su madre cémo iba a decir que no, si todo en ella eran sontisas, era agradecimienco, su vida encera entrada en sacar a su hijo de ally que lo vieran y lo guisieran, y toda aquella aventura de la unidad mévil, los enfermeros de laadministracién enviados all espe , iba a decir aunque no lo dije+ ella hizo un movimiento apaciguador con la ‘mano, también impaciente, ranguila, en serio, me he visto en peores. En peores? Tave que reitme para mis adeneros. Luego la escruté cuando él llegaba, inspec cioné su cara para rastrear en ella una reaccién de sorpresa, o de miedo, quiza los pequefios movimientos, dela mandibula, o el tamafio de las pupilas,y lo hice lo mis discretamence que pude, pero aunasl supongo, siendo un poco descarada, y, en efecto, ela no parecid inmutarse lo més minimo ante aquella parafernalia, Ja ambulancia entrando en el patio de rectco, los enfer- rmeros alrededor la salida de la camilla, la visién del cuetpo acercindose bajo el sol, con esa tonalidad blan- quecina que hacia pensar mas en goma que en carne humana, el traqueteo de los hierros, los tubos, la madre alrededor, los profesores alrededor, los alumnos ya asomados por las ventanas de las aulas. Y luego, en la clase, los gos, las rsitas, codazos y empujones, pero a qué eran debidos, pensé, al fin y al cabo en estas char- las siempre hay risitas, odo podia ser equivaco, todo, cera equivoco, menosel chico en un lateral del aula como tuna realidad inequivoca, reclinado hacia adelante pero aun asi sin poder ver del todo, sin poder solar mis- mo alguna risa, cerrado y enigmitico. La sexbloga- psicéloga-o-lo-que-fuera preguntaba a los demés, los hacia participar, les pedia que hablaran, organizaba el tuo de preguntas, mientras la pedagoga se sentaba a su lado, preparada con la cabla y el puntero por si aca 48 s0 le preguntaban al chico si conocia los anticonee vos masculinos o los femeninos, si sabta dénde se dis- pensa la pildora del dia después y cémo y sus riesgos, side verdad crefa que la primera vez no puede produ- cirse un embarazo, preparada por si acaso, pero la sexéloga-psicdlogi-o-lo-que-fuera, habilmente, acabé con el clima participativo y dejé de preguntar,y ya todo, fue charla pura, en un tono dingmico, eso si, juvenil y cercano, como es habitual en estas cosas. Mientras tanto, la madre esperaba fuera, sentada en un banco, det pasillo, tomrindose el café que le offecieron en la sala de profesores, y los de la ambulancia migaban a las chicas de bachillerao jugar al baloncesto en la cancha nueva, fan relucience Yodo en el aire lo estaba presagiando, y no supimos ver. Primero fre la chica, una de las repetidoras, more ra, con su chicle, los pendientes largo, el pelo largo, Jas ufas largas, una chiea ordinaria y preciosa a la vez, la que empezé a reise, sacudiendo los hombros ya sin disimulo, los ojos achinados por la risa, justo en el ‘momento en que la sexsloga-psiedloga-o-lo-que-fuera sc habia acercado hasta el borde de la camilla para que dl chico pudiese ver bien la burda representacién del pene y cl condén —clla decfa «profikiticos-, y cbmo ro reitse, pensé yo, después de todo fue una Fisa ner- viosa, cas catértica, algo probablemente inevitable que alguien tenia que hacer porque estabamos todos muy tensos, todos menos quiza la pedagoga, que seguia con su tabla preparada, y si al menos se hubiesecallado, si al menos, pienso yo, hubiésemos seguido todos repre- 49 sentando la comedia como si nada, fingiendo que no habiamos ofdo la risa, pero no, tuvo que levantarse, tuyo que acerearse ala chick -una leona, como yo ya tenfa més que sabido~ y encararse con cll y pregul tarle qué pasaba, de qué se reia, qué era aquello tan gracioso, gritindole directamente ala leona, a fo que ella respondié enseguida ~no iba 2 callarse, munca se «allaba~ diciendo lo que cados estibamos pensando, que para qué ensefiarle aquello al chico si jams iba a poder hacerlo. —Nanca se sabe lo que vamos a hacer en lavida. A lo mejor ati luego te atopella un autobds y te mata y tampoco puedes hacerlo, 1a chica se dio una palmada en el must Poh vale ~ijo- ;Yo ya lo he hecho un montén de-veces! Que me quiten lo follao! ‘Ahora, si, fue larsotada, el alboroto extendigndose, tuna marca de voces, de risas, de reprochesy slbidos, y yo también me levanté le pedi a la chica que se calla ‘mientras la sexsloga-psicdloga-o-lo-que ba boquiabierta con el condn en la mano, codavia sin enfundar en el pene de plistico, y la pedagoga alvaba la vor, deberia darte vergienma, y la otra, qué quieres, rmaestra, el nota me da pena, zcémo pena?, te vamos a ‘expulsar por lo que has dicho, y una vox mis al fondo, del chulito, el novio quizé o uno de los muchos que rondaban a la leona, defendigndola, ledn, pavo real, ‘urogallo él mismo, con su grit de guerra, pero, maestra, sitiene razény sies que ef nora no se puede ni hacer una pa, para queé cofio lo habeis eraido. «Para que covio lo habéis traldo.» Aquellas palabras 50 ante las que nos fingimos sordas returababan con fuer- zaen elaula Luego vino el silencio. Un silencio brevisimo y hhondo, que enseguida dio paso de nuevo ala confusién, ‘como una respiracin alterada, Expulsé ala pareja de la clase. La madte del chico los vio al salir les sonié porque no sabia nada de lo que habla pasado dentro ~quizé aunque lo hubiera sabido, lena de comprensién y gencrosidad, les habia sonrefdo del mismo modo-. La pedagoga y la sexdloga- psicbloga-o-lo-que-fuera se alternaron para mostrar su indignacién, su pequefia dosis de aleccionamicnto afiadido para el grupo, y yo intercalé también alguna frase, esto no puede set, hay que trabajar mds en la igualdad, nadie debe reise de nadie, todos tenemos los smos derechos, mientras los alumnnos se iban apaci- guando, algunos incluso francamente avergonzados por lo sucedido, escandalizados por la mala edueacién de los que ya habfan sido expulsados 0, como poco, dis- pucstos a seguir con la clase para que todo se olvidara Jo mas pronto posible, mirando de reojo al chico, que ‘en su camilla permanecia como si no oyera nada, como si no supiese nada, sin dar la mds minima muestra de nada. ‘Cuando se hizo l silencio, la chatla continu y, en media hora més, habia terminado del todo. En la puerta esperaba ahora el director, charlando con la madre, o més bien hablindole a la madre, que asentfa con expresin ansiosa, de querer comprender y rho hacerlo del todo. Cuando sacaron la camilla todos se arremolinaron en tomo al chico, y con todos me 51 refiero también al sexéloga-psicéloge-o-lo-que-fuera, Ia pedagoga, ottos doso tres profesores quehablan dado sus cases en las aulas contiguas, y yo misma. Recuerdo que un rayo de luz, fitrado por uno de los ventanales del eecho, caia sobre el rostro del chico, direccamente sobre sus ojos. y pensé que quizd le molestarfa para mover las pupilas, pero nadie dijo nada, y yo tampoco. La pedagoga s206 su tabla, lezcaricis el pelo -muy liso, con calvas por detris debido al roce dela cama cogid aire y lehizo la consabida pregunta evaluadora: qué tal todo. Luego vino la enumeracidn de las letra, a €,e, 0, err, ene, elripido movimiento del puntero, ef men- saje que iba tomando forma en nuestras cabezas, el mensaje que nos devolviaa la normalidad de lo anor- mal, MUY BIEN DISERUTADO TODO APRENDIDO MUCHO. ~gAlgo més? a pedagoga se inclinabs hacia el chico con dulzu- 1 sin soltar ni el puntero ni la tabla, También la sexsloga-psicéloga-o-lo-que-fuera le acaricaba ahora | mano, maternal, tinicamente con la punta de sus deddos, un roce evasivo y sin compromiso, Las pupilas volvieron & moverse GRACIAS Bl director me mird de reojo. No hacia fala que sme dijera nada: aquella mirada contenia en s{ misma toda la rotundidad de su vietoria. Tuve la sensacién, contradictoria, de que en mi interior se instalaba la culpa, y no sdlo la culpa, sino tambien la certidumbre deque, aunque hubiese hecho justamentelo contrario, aunque hubiese dicho lo opuesto y ejecutado lo opues- 52+ to ¢ incluso pensado lo opuesto, esa culpa no me iba a abandonar nunca, pues era una culpa colectiva, la Culpa Gon Maytsculas, la culpa de la salud frente ala enfermedad 0, yendo mis lejos, dirfa, la culpa dela vida frente a la muerte, una culpa que lava contenida en apenas unos pocos milimetros, si esto no sonara tan solemne y tan cursiy, al mismo tiempo, si no sonara tan ineludiblemente verdadero. 33,

You might also like