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1. Género y cambio social. El caso de las mujeres y la construccién de viviendas en una comunidad rural de la Huasteca Akiyo Yamamoto* Sinopsis asta hace pocos aiios, construir una casa habitacién en las comunidades H== de la Huasteca era una responsabilidad exclusiva de los hom- bres jefes de familia. A raiz de la emigracién hacia las ciudades en busca de trabajo —que se intensified sobre todo desde los tiltimos afios de los noventa—, Jas mujeres, tanto solteras como casadas, participan cada vez més en esta actividad, ya'sea porque mandan recursos para comprar los materiales o porque con sus te- esas se paga a los trabajadores. La construccién de la casa habitacién no sélo es ‘un acto para elaborar un espacio donde habitar, sino también es una de las activida- des que crean una relaci6n significativa entre algunos de los miembros de la familia. En as siguientes lineas se analizaran ciertos cambios producidos a consecuencia de este proceso que ha afectado a mujeres y hombres en diversos drdenes de la vida de las familias en una comunidad indigena de la regién.1 Introduccién En las tiltimas décadas, sobre todo después de que a mediados de los noventa el + Estado se enfilé de forma acelerada hacia el neoliberalismo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en las comunidades nahuas de la Huasteca la mayor parte de la gente ya no puede vivir sélo del cultivo del maiz. En la actualidad es cada vez més la gente que se dedica a las labores fuera del ambito de la agricul- rura, lo que incluye, entre otras, emigrar en busca de trabajo a las ciudades, tanto del pais como del extranjero. A diferencia de lo que pasaba hasta hace poco, hoy en Universidad de Keio Gijuku, Tokio, c-ele: akiyo@ flamenco plala.orjp. 1 La mayoria de los datos fueron recopilados durante dos estancias de trabajo de campo realizadas dde abril de 2001 a febrero de 2002, y de octubre de 1996 a enero de 1997, en el municipio de Hucjutla. Bxcepto cuando se indique, ls cifras provienen de a investigacién de 2001-2002. Todos os nombres son pseuddnimos y se han cambiado algunos datos circunstanciales para conservar st anonimato. 41 42 dfa emigran por igual hombres y mujeres, ya que éstas tienen pocas oportunidades de ganar dinero en sus lugares de origen, mientras que en los centros urbanos pueden obtener ingresos casi a la par que los hombres. Cuando se dirigen a las ciudades en busca de trabajo, la mayorfa argumenta que lo hace debido a la escasez de empleo en la comunidad aunque, por otro lado, no son pocos los que sefialan que es por la necesidad de ahorrar dinero para la construccién de la vivienda. Hasta la fecha, en las comunidades rurales de la Huas- teca se ha considerado que la construccidn de la casa es una tarea de los hombres como jefes de familia. Sin embargo, por causa del cambio de la estructura econd- mica reciente, las mujeres, tanto esposas como hifjas solteras, contribuyen también econémicamente a la edificacidn de la vivienda familiar, en ocasiones, incluso més que los hombres mismos. 4 La “casa” ha sido una categoria constante dentro de los estudios antropoldgicos, sobre todo después de los aftos ochenta. A medida que se han transformado los estudios sobre el parentesco desde el enfoque de funcidn y estructura hacia el de proceso y sentido, el concepto de casa ha vuelto a llamar la atencién desde diversas, perspectivas. Por ejemplo, entre los pueblos pescadores de Malasia, Carsten (2004) considera que la casa vivienda es el lugar donde se construyen los vinculos familia- res.a través de la convivencia, el compartir los alimentos y otros contactos intimos. Al mismo tiempo, las précticas relacionadas con el hogar, como vivir y convivir bajo el mismo techo, hacen posible y facilitan renovar y transformar las diferentes relaciones entre los distintos miembros de la familia (Carsten y Hugh-Jones, 1995; Carsten, 1997, 2004; Gillespie, 2000). En Japén, “ie” —traduccidn literal de “casa”— significa, ademés de Ia casa- vivienda, un grupo de parentesco especifico que también puede ser una unidad de produccién familiar, que mantiene un apellido, observa el culto a los antepasados y conserva la propiedad de diversos bienes rafces como la tierra y la casa-habitacién, ¥ que se perpettta por generaciones bésicamente por medio de la herencia primo- génita. La continuacién y la prosperidad del ie forman parte de las primeras inquie- tudes entre las familias de la alta sociedad en Japén. Segtin la regién en que se ubicaba, se caracterizaba por su amplia variedad y flexibilidad. A finales del siglo x1x, esta unidad familiar tradicional fue oficialmente institu- cionalizada como la unidad basica de la administracién social por el gobierno res- taurado de Meiji. En elie, el jefe de la familia era la autoridad nica y su primer hijo vardn tenia el derecho de heredar todas las propiedades a cambio de seguir con las obligaciones de mantener a sus dependientes y ejercer el culto a los antepasados. En aquel entonces se deca: “las mujeres jams tendrén una casa propia en ninguno de los tres mundos”, ya que mientras era soltera, ella obedecfa a sus padres mientras, habitaba con ellos; al casarse debfa servir a su marido en la casa de ¢l, y al morir su esposo tenia que servir a su hijo, porque ella vivia en Ja casa de éste. Después de la Segunda Guerra Mundial, este sistema del ie fue abolido al re- formarse el cédigo civil, y fue garantizada la igualdad entre los sexos y entre los hermanos. Actualmente, los derechos y las obligaciones de los miembros de la fa- milia, incluyendo la herencia de los bienes, ya no reflejan las reglas antiguas del i. En este sentido, la estructura de la familia japonesa ha experimentado bastantes modificaciones. Sin embargo, hoy en dfa, aun después de més de medio siglo de la reforma, esa idea tradicionalista del ie sigue arraigada ¢ influye con diferentes ma- tices en la vida cotidiana japonesa. En consecuencia, por ejemplo, en las regiones rurales donde se conserva mas firmemente la idea tradicional del ie, se observa que hay pocas mujeres japonesas que quieren casarse con los hombres del mismo lugar porque ellas detestan los tratos discriminatorios hacia las mujeres. Hoy dfa, en Japén apenas hay un par de socidlogos y antropslogos que han prestado atencidn sobre el tema de la casa-vivienda como uno de los problemas referentes al género ya la familia. Los problemas de las viviendas, su construccién ysu ambiente, se han considerado como temas propios de los arquitectos, mientras que las relaciones humanas dentro de la familia las han tratado los socislogos y los psicdlogos. Sin embargo, como dice una socidloga japonesa, la casa es como una “caja” en la que se coloca a la familia (Ueno, 2002). La construccién, la posesisn y la forma de la vivienda estén ligadas estrechamente a las relaciones de género de la familia, cuyos miembros comparten la vida bajo el mismo techo. Asi, cuando cam- bia la relaci6n de género y la forma de la familia, también puede mudar el modo de construccién de Ia vivienda. Ahora bien, si las mujeres deciden la construccién de la vivienda, ya sea por iniciativa propia o porque no tienen otra opeidn, no sdlo cambia el plano de la vi- vienda, sino que el hecho en sf acarrea diversos ajustes en las relaciones de género dentro de la familia. Por consiguiente, aunque este texto se enfoca sobre el asunto de la contribucién econdmica de las mujeres para la construccién de la vivienda, el objetivo principal es analizar los cambios més evidentes en las relaciones de género Y parentesco aparejadas a la participacién socioeconémica de las mujeres en los ltimos afios. Estudios de géneto y organizacién social en México y América Latina En México y en América Latina el estudio de género ha sido uno de los temas mas acudidos en la antropologfa, sobre todo a partir de los afios setenta del siglo xx. 44 Varios de estos estudios, tanto en el medio rural como en el urbano, se han relacio- nado con el cambio social suscitado por la participacién femenina en el mercado aboral. En varios de estos estudios, sobre todo los expuestos hasta los aftos ochenta, se llegé a la conclusidn de que el hecho de que las mujeres empezaran a emplearse en trabajos remunerados no cambiaba su situacién de subordinacién o, incluso, que en algunas ocasiones empeoraba, ya que no podian ganar lo suficiente para “liberarse”, porque segufan teniendo que cumplir con las mismas obligaciones domésticas como madres, esposas o hijas (Deere y Le6n, 1982; Young, 1982; Beneriay Roldén, 1987; Gonzélez Montes, 1991; Arias, 1994). Sin embargo, después de los afios noventa aparecieron varias criticas sobre el dualismo del hombre y la mujer, as{ como hacia el esencialismo que determinaba las ideas feministas de “igualdad” o “desarrollo” establecidas desde el punto, de vista occidental (Mohanty, 1991; Marchand, 1995). Al mismo tiempo, se han re- considerado las ideas estereotipadas de masculinidad y femineidad que se expresan como “machismo” y “marianismo”. Por ejemplo, una investigacién enfocada en Ja masculinidad de la clase trabajadora en la ciudad de México puso en claro que la idea de ser hombre no es como se imaginaba comtinmente, sino que lo més valioso para los hombres era ser padre (Gutmann, 2000). Por otro lado, la identidad femenina que siempre se habia vinculado con la maternidad y el hogar también se modificé, En América Latina las mujeres orga- nizadas llamaron la atencién internacional, sobre todo aquéllas que tenfan familia- res desaparecidos, por sus movilizaciones durante las dictaduras militares en los afios setenta y ochenta. Al analizar estos acontecimientos se puede proponer que la base de lo que condujo hacia el movimiento politico fue la identificacién tradicional de las mujeres como madres que protegen a la familia. A pesar de todo, a través de las actividades que experimentaron, las mujeres superaron las ideas tradicionales y transformaron las correspondientes de lo que se suponfa implicaba el ser mujer (Chant, 2003: 11-13; Safa, 1995). Es decir, aunque en principio la identidad tra- dicional de ser madre podtfa ser un motivo decisivo, las mujeres ampliaron su esfera politica al experimentar actividades fuera de las que se consideraban como caracte- risticas de su papel tradicional. Género y cambio social en México rural Entre los estudios que tratan la relacin de género junto con la migracién o los cambios en las actividades econdmicas en el medio rural de México, varios se enfoca- ron en el dinamismo de la transformacién de la identidad de las mujeres sin que se trataran sdlo como un altibajo de su posicién social. Por ejemplo, el estudio de Villarreal, quien investigé un proyecto de mujeres apicultoras en una comunidad rural en Jalisco, demostré que las mujeres se comportaban como campesinas, segtin los patrones tradicionales, al mismo tiempo que transformaban algunas de esas imagenes y le daban un nuevo sentido como organizadorns (Villarreal, 1996). Al mismo tiempo, otras investigaciones mostraron los cambios en las relaciones de género y entre los miembros de la familia, mismas que habian sido consideradas de tipo patriarcal en la mayor parte de México. Se sabia que antes los enlaces matri- moniales eran atreglados por los padres, mientras que ahora la decisin la toman Jos mismos novios (Gonzalez Montes, 1996). También se puede afirmar que hoy dia hay mas divorcios y separaciones, al igual que més parejas que no viven con los padres del esposo, incluso en las regiones en donde por tradicién la residencia pa- trilocal era la norma (Gonzlez Montes, 1994, 1994b; Mummert 1994). Al res- pecto, si bien es cierto que se puede observar una tendencia similar en la conmunidad hhuasteca de Ja que trata este capitulo, es importante exponer Jo que ocurre dentro de ella sin separar el anzlisis de la organizacién de la comunidad campesina y sus modificaciones en los afios recientes, ya que ésta tiene gran significado entre la gente de la comunidad. Organizaci6n social en México rural En México son pocos los estudios antropolégicos que toman el parentesco en el medio rural como su tema principal de investigacién (Nutini, 1976). Cuando se aborda la estructura social, los més caracter(sticos han sido los trabajos que tratan de la organizacién comunal basada en la copropiedad de la tierra. Los asentamien- tos rurales que tienen rasgos de “comunidad corporativa y cerrada” (Wolf, 1957), como los que se observan con frecuencia en la Huasteca, son organizaciones socia- les basadas en la propiedad colectiva de la tierra, En tales estudios, el parentesco ‘ocupa un papel secundario porque lo que més llama la atencién es la organizacién politico-religiosa o “sistema de cargos”, sus funciones, la manera de ascender o de ser participe y lo que representa, tanto para la vida religiosa como civil de la colec- tividad? En algunas comunidades rurales hay grupos de casas que comparten un terri- torio, llamados “barrio”, “calpulli” o “caltocayot!”, que conforman una unidad de z Pero aun en ese émbito, en el de los cargos, se habia omitido la participacién de las mujeres que, por fortuna, uno de los capftulos en este libro trata de manera amplia (véase Iciek, capitulo 4), 45, trabajo colectivo y tienen a su cargo la celebracién del santo patrono (Melhare, 1996; Nutini, 1996; Sandstrom, 2000). Los barrios o calpullis pueden ser consi- derados como una organizacién que liga al grupo doméstico con la comunidad, pero también pueden tener como base la copropiedad de la tierra. En estas organizaciones colectivas, los derechos y las obligaciones para con la comunidad no se distribuyen por igual entre hombres y mujeres, sino que cada género y estado civil tiene tareas especificas, hechas explicitas por la tradicién. Cabe mencionar que, de acuerdo a estas variables, existe una gran diferencia en el acceso alatierra comunal; pero por otro lado, la importancia de la tierra en la vida campe- sina ha cambiado por la transformacién econémica de estos tiltimos afios de neoli- beralismo y por la enmienda de la ley agraria, aunque la tenencia de la tierra contintia con gran importancia en la identidad campesina, como se amplia enseguida. Hasta hace poco, en varias comunidades indigenas y no indigenas, slo de manera excepcional se les concedfa a las mujeres el derecho de usufructuar una parcela. Se puede afirmar que la propiedad y el acceso a la tierra era una prerroga- tiva exclusiva de los hombres, aunque no de todos, sino de los mayores de edad 0 casados que habjan heredado los derechos agrarios del jefe de familia, y que cumplia con las obligaciones que se les asignaban dentro de la comunidad. Dados los cam- bios recientes, esta exclusividad ha cambiado de manera diversa en cada comunidad, aunque se pueden observar tendencias comunes, Es decir, para analizar la transfor- macién de la relacién de género, tenemos que considerar la diferencia de posiciones entre hombres y mujeres, tanto en la organizacién comunal como en la relacién de parentesco, porque las identidades, como ser madre o padre, o ser hija o hijo, por ejemplo, pueden regir la mayor parte de la condueta de las personas. Estas relacio- nes y la identidad genérica se crean a través de las précticas cotidianas y se transfor- man de acuerdo a los cambios sociales ocurridos. En adelante, el texto se centraré en Jo que pasa en la comunidad nahua de Santa Cruz. La comunidad de Santa Cruz La comunidad de Santa Cruz, municipio de Huejutla, Hidalgo, tiene una extensién de 1 050 ha y unos 2 000 habitantes, quienes hablan la lengua nahua; excepto al- gunos de edad avanzada, la mayorfa habla también espafiol. Hay una clinica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), una escuela preescolar, una primaria, una secundaria técnica y un telebachillerato.3 En las primeras se imparte ensefianza bilingiie. El porcentaje de poblacién escolar en la ensefianza obligatoria se ha ele- El telebachillerato de la comunidad de Santa Gruz se transforms en 2007 en Colegio de Bachilleres del estado de Hidalgo (Cobaeh) vado hasta cerca de 100% en los tiltimos afios. Al mismo tiempo, hay cada vez més jdvenes que contintian sus estudios después de la educacién basica. Hasta 1995, solo una cuarta parte de los graduados de la secundaria técnica de la comunidad seguia estudiando; a partir de septiembre de 2001, cuando empezaron a pagar la beca de Progresa* a los alumnos de educacién media superior, casi la mitad de los graduados ingresé a las instituciones de nivel medio superior. La mayorfa de las viviendas cuenta con servicio de luz eléetrica y agua; 70% esta conectado al dre- naje comunal. Hasta la década de 1930, la comunidad estaba bajo el control de los hacendados. La gente que vivia dentro de la hacienda tenfa que cumplir con la obligacién de trabajar gratis, tres 0 cuatro dfas a la semana para los duefios de las tierras, segiin las, tareas que se presentaban en la gran propiedad, a cambio de poder tener una milpa para cultivar los alimentos de autoconsumo. En ka actualidad, todo el territorio de la comunidad se ha convertido en ejido y esta parcelado entre los jefes de familia con derecho a tierra. La extensién promedio de las parcelas ejidales es de menos de una hectérea, aunque existen grandes diferencias entre cada ejidatario, En Santa Cruz, el cultivo de maiz para el autoconsumo habia sido la principal actividad pro- ductiva hasta a mediados de 1990. Sin embargo, ahora la agricultura ya no es productiva y cultivan menos milpa que antes, ademds de que han transformado las parcelas en potreros que ocupan hasta la mitad del terreno cultivable de toda la comunidad. A pesar de todo, todavia més de 70% de los hombres mayores de 15 afios que permanecen en la comunidad, de alguna u otra forma, se dedican a las Jabores en el ramo de la agricultura, combinando esos ingresos con otros prove- nientes de actividades diferentes, los cuales tienen cada vez mayor peso en sus vidas. En general, la residencia del matrimonio es patrilocal y los hijos varones here- dan los terrenos del padre. Los hombres “casados” —categorfa que incluye a las parejas en unién libre—, como miembros de la comunidad, tienen diversas obliga ciones con la misma, como Ia aportacin de cooperaciones, Estas consisten en un monto establecido con anterioridad para realizar las fiestas religiosas y para cubrir + El Programa de Educacién, Salud y Alimentacién (Progresa) empez6 en 1997 en las zonas rurales de extrema pobreza y alta marginacién, Entre los tres componentes principales de este programa, 1 que tiene mas impacto ccondmico en los hogares rurales es el de la educacién, ya que otorga becas a os alumnos que cursan del tercero de primaria al tercero de secundaria. A partir del segun- do semestre de 2001 comenz6 a pagarse también a los de preparatoria. Después de 2002, el pro- grama cambié de denominacién a Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, y se amplis hasta las zonas urbanas, aunque el contenido no ha sido modificado en lo esencial. 5 En 2001, cuando realcé la investigacién, el agua de llave de la comunidad proventa del rio cercano y zo era potable, En fa actualidad, la comunidad tiene una red de agua porable proveniente de un manan- tial, que fe construida con el apoyo de una organizacién no gubernamental de los Estados Unidos. 48 diversos gastos comunitarios. Ademés, deben de participar en las fiaenas 0 trabajos comunitarios. Cuando son requeridos, tienen que asumir los cargos de la organiza- cién comunal. Aunque vivan fuera de la comunidad deben de cumplir con las dos primeras obligaciones para no perder el derecho de vivir en la comunidad: coope- raciones y faenas. Los hombres solteros y las mujeres no tienen estas obligaciones yviven en la comunidad como parte de la familia de los hombres que si las cumplen. Antes de los afios ochenta, en Santa Cruz no se permitia que los hombres nacidos fuera vivieran all{ de forma permanente, aunque estuvieran casados con alguna de las hijas de los comuneros. Sin embargo, esta disposicién ha cambiado nego del procedimiento de registro del terreno ejidal de 2003, con lo cual basicamente se anulé dicha limitacién. La divisién sexual del trabajo en esta comunidad es més clara y estricta que en las ciudades. En la primera, los principales trabajos remunerados, como son los jornaleros, obreros de la construccién y conductores de las camionetas de transpor- te colectivo, se consideran propios de los hombres. Excepto un par de conductoras, las mujeres no se dedican a tales labores. Las mujeres son responsables de los tra- bajos domésticos y tienen pocas oportunidades de obtener un ingreso igual al de Jos hombres, con excepcién de algunas profesionistas que trabajan como profesoras o enfermeras. Aunque las mujeres realizan diversas actividades remuneradas como panaderas, costureras, bordadoras, taqueras, lavadoras, ayudantes de cocina en casa ajena, etcétera, oficios que ejercen cuando se los permite el trabajo doméstico, por lo regular no reciben siquiera la mitad de los ingresos que obtienen los hombres. Por causa de lo anterior, la inmigracidn a las grandes ciudades se ha multipli- cado desde los afios ochenta. Ahora, entre los veinteafieros de la comunidad, 70% de las mujeres y més de 90% de los hombres tienen Ia experiencia de trabajar 0 haber trabajado en las ciudades. De los migrantes santacrucefios, 60% van a Gua- dalajara y 20% a Monterrey.6 En esas ciudades, mas de 90% de las mujeres que migran trabajan como empleadas domésticas residentes, y dos de cada tres hombres se dedican a labores de construccién. Los demas hombres son empleados domés- ticos, veladores, jardineros, empleados de fabrica y soldados, entre otras ocupacio- nes. En las ciudades, por lo regular, y sobre todo entre los jévenes, hombres y mujeres ganan casi lo mismo, o bien los primeros un poco mis, pero las mujeres tienen la ventaja de que no necesitan pagar por su comida y alojamiento, Ademés, dado que no acostumbran consumir bebidas alcohélicas pueden ahorrar més que los hombres. 5 “Véase Durin (2008), para profundizar en las actividades, vida coridiana, formas de esparcimiento y los nuevos patrones de condiuctay red de relaciones que se establecen entre los inmigrantes de Ia Huasteca en la zona conurbada de Monterrey. vivienda y la familia te mi trabajo de campo en Santa Cruz, cuando se comentaba acerca de la \da acabada, varias personas, hombres y mujeres, expresaban su fuerte afecto ia su casa que —recalcaban en todos los casos— les habia costado afios de tra- “bajo y sufrimiento. Para las personas de la comunidad, construir una casa propia es, todo en estos tiltimos afios, un suceso muy especial en el transcurso de sus ‘vidas. Como tantas otras cuestiones vitales, la tarea es una obra colectiva de la fa- nila, aunque como se dijo al principio, su construccién era, hasta hace poco, un srabajo exclusivo de los hombres. En Santa Cruz se considera que los miembros de una familia, sobre todo los que comparten casa, techo y fogén, deben colaborar y ayudarse entre ellos para cubrir todas las necesidades. Los mayores tienen que cuidar a los menores y los jévenes deben ayudar a sus padres. Silos hijos obtienen un ingreso, en principio no deen gastarlo como quieren sino que deben entregarlo a sus progenitores. Aunque Jos hijos solteros trabajen en ciudades lejanas, estén obligados a apoyar a sus papas cen lo que puedan, porque los hijos solteros no son independientes, sino que todavia pertenecen a la misma casa. Cuando Ia hija se casa, en general se traslada del hogar de sus padres al de sus suegros. Aunque de solteras suelen ayudar a sus ascendientes con remesas, una vez que forman pareja, las hijas casadas empiezan a trabajar para la familia de su esposo. Por otro lado, los hombres con esposa e hijos, mientras conviven con sus padres tienen que trabajar para el jefe de familia hasta que construyan su propia casa. En la mayoria de Jos hogares de la comunidad es la esposa o la madre, como jefa de familia, quien controla los gastos cotidianos de la unidad, aunque se presen- ta bastante variacién en cuanto al modo especifico en que cada hogar los realiza. Cuando conviven dos o mas generaciones, por lo regular es la esposa de la pareja principal de la familia extensa quien controla el ingreso de la unidad; su marido y sus hijos deben de entregarle todas sus ganancias aunque también, por lo general, guardan una parte para sus gastos personales y necesarios para su trabajo. Es de sefialar que aun cuando la nuera trabaja para sus suegros, tanto en los quehaceres domésticos como en el negocio familiar, silo tienen, ningtin dinero estard a su disposicién, salvo que ella tenga su propio ingreso aparte. Lo anterior implica, desde luego, que sus relaciones con los dems miembros no siempre sean arménicas. Es comin que la nuera que convive con los familiares de su esposo sienta incomo- didad por la falta de libertad y el aislamiento, lo que, en algunas ocasiones, puede convertirse en un conflicto matrimonial. Cuando el joven matrimonio ya tiene su casa propia y empieza a preparar aparte sus alimentos, el hecho marca su independencia y la separaciGn de su economia familiar de la de los padres. Ahora el marido le entrega lo que gana a su esposa. La adquisicién de una vivienda propia es, muchas veces, un acontecimiento més relevante para las mujeres que para los hombres. Aunque es un suefio de los hombres, ese anhelo es atin mayor para las mujeres, quienes se ven obligadas a convivir dia- riamente con los suegros mientras no la tienen. Por lo mismo, algunas parejas j6- venes prefieren ir a trabajar a las ciudades, no sélo por la falta de empleo en la comunidad 0 para ahorrar los fondos para construir su propia casa, sino también para alejarse de la familia del esposo. Hoy dfa, en Santa Cruz existen dos tipos de viviendas: la tradicional de madera, otate y lodo, y la moderna de bloques de concreto, cemento y arena, que en con- junto llaman casas de material. Hasta los afios setenta, casi todas las viviendas eran’ de materiales naturales, con techo de paja. Por la carencia de zacate para cubrirlas, dicen, empezaron a usar dmina de cinc para el tejado. Alrededor de 1980, algunos ricos de la comunidad empezaron a construir las casas de bloques de concreto. A mediados de los noventa, a mayor parte de las viviendas recién hechas y las que estaban en el proceso de construccién ya eran de concreto. Ahora la gente prefiere construir viviendas modernas porque son més resistentes que las tradicionales: las de estilo tradicional deben restaurarse cada 15 0 20 afios; en cambio, segiin la gen- te de la comunidad, las modernas duran més de 100 afios. El tamafio de la vivienda también ha crecido. Antes, la mayorfa tenia un solo cuarto; ahora se construyen con varios cuartos, a veces hasta uno para cada miembro de la familia. El costo de la construccién En las comunidades rurales de la Huasteca no se tiene acceso al crédito bancario. Para construir una vivienda cada quien tiene que hacerlo con sus propios recursos, tanto de mano de obra como de dinero para comprar los materiales. La construccién de las viviendas modernas es mucho mas costosa que la de las hechas con materia- les naturales. Por lo mismo, algunos piden un crédito al prestamista de la comuni- dad, que cobra intereses de entre 10% y 20% mensual. También hay algunos que ahorran durante afios, asf sea una parte de la cantidad necesaria para iniciarla. Varias personas de la comunidad depositan en su solar algunos materiales, como vari- Ilas 0 bloques, que fueron comprados poco a poco. Lo que es un hecho es que la mayoria, cuando cuenta con algo de dinero para ese fin, acude a las tiendas a com- prar ellos mismos los materiales. Asimismo, muchos hombres de la comunidad conocen el oficio de albafileria por haber laborado en las ciudades justo en ese ramo ¥, por lo mismo, es frecuente que algunos trabajen en la construccién de su propia casa, aunque normalmente contratan albafiles de la misma comunidad. De todos modos, para construir una casa se requiere, primero de comprar los materiales, lo {que implica erogar una cantidad considerable de dinero y; luego, pagarle a los tra- bajadores mientras dure la edificacién, Estos gastos pueden ser de los mas grandes durante la vida, aunque depende del tamaito y disefio de la obra. Por el alto costo, en las comunidades rurales es comtin observar viviendas no acabadas, con sélo los cimientos y las paredes, abandonadas por varios aftos por la falta de recursos, Para dar una idea més precisa de lo que implica la construccién de una nueva vivienda, enseguida se presentan algunos ejemplos concretos antes de abordar Io que son los aportes de las mujeres en ese rengldn. a) Lacasa de Lucio (34 afios) es una casa tradicional de madera, otate y lodo, con techo de lamina de cinc, de 6 por 4.5 metros. Costé aproximadamente 3 600 pesos. Lo més caro para Lucio fue la limina. Para terminar el armazén y el techo tardé sdlo dos dias, y otro més para levantar las paredes de otate, para Iuego cubrirlas con una mezcla de lodo y paja cortada. Lucio trabajé con ayuda desu hermano y un peén, a quienes pagé 50 pesos diarios a cada uno. Ni Lucio ni su esposa han ido a trabajar lejos. El laboraba en su propia milpa y en las ajenas como jornalero, y en ocasiones trabajaba en la obra comoalbafiil. Mientras tanto, su sefiora se ocupaba de la casa y del cuidado de los nifios pequefios. Segiin sus propias cifras, los gastos para la construccién de Ia vivienda fueron: Madera (seis trozos para pilares, tres para vigas y otros) $700.00 ‘Una docena de otate ($ 80x3.5) S$ 280.00 Lamina de cine ($ 12019) $2280.00 Mano de obra ($ 50X2xtres dias) $ 300.00 ‘Total $3 560.00 b) Lacasa de Victor (32 afios), es una casa moderna, de concreto, con cuatro dormitorios, una sala y un alero, de 10 por 10 metros. Costé unos 20 000 pesos. Victor es albafil y trabajé con un ayudante, a quien pagé 50 pesos por dia, durante 18 dias. El trabajaba sélo en los alrededores de la comunidad y su esposa tenfa un pues- to de comida que abria los martes cuando se establecfa el tianguis de esta comuni- dad. Victor habfa empezado a comprar los materiales poco a poco desde hacfa tres 52 aiios, y una parte del costo salié de la venta de una porcidn del terreno que tenfa. Segiin los céleulos que €l hizo, el costo de su casa habitacién fue el siguiente: Piedra para el cimiento ($ 1 000 x 4t) $4000.00 Grava ($ 1000 x 4) $4000.00 Cemento (80 bultos de 50 kg x $ 80.00) $6 400.00 Cal (6.25 bultos de 25 kg x $ 80.00) $500.00 Varilla (24) '$ 600.00 Alambre grueso (40 kg) $90.00 Alambre delgado (40 kg) $ 120.00 Bloques de cemento ($ 3 x 1200) $3,600.00 Mano de obra ($ 50 x 18 dias) $900.00 Total $ 20 210.00 La casa de Miguel (47 afios). Se trata de otra casa moderna de concreto con cuatro dormitorios, un bafio, una sala, una cocina con comedor yun alero, de 10 por 13 metros. La sola colocacién de cimientos y paredes le costé 53 500 pesos, ademas de lo que pagé por la mano obra para poner el techo. Igual que en el caso anterior, ya habfa comprado los materiales con antelacién conforme podta ahorrar destinar algunos recursos para el efecto. Seguin las cifras que proporcioné, los gastos para pagar la mano de obra de un albafil y un ayudante durante la edifi- cacién (misma que tardé dos meses), ocuparon una cuarta parte del total. En este caso, mientras Miguel y su esposa, quienes tienen una tienda de aba- rrotes, aportaron una tercera parte del costo con los ingresos que obtuvieron por la venta de ganado y naranja, el resto lo dieron dos de sus hijas que trabajaban como “domésticas en Monterrey. Una de las hijas que habfa aprendido lo elemental sobre la arquitectura en la preparatoria trazé el plano de la casa. Miguel administraba el trabajo de construccién pero dejé el disefio y la contratacién de los obreros a cargo de sus hijas. Las siguientes son las cifras que él proporciond. Piedra para los cimientos ($1 100 x 6 t) $6600.00 Grava ($1 200 x 5 t) $6000.00 Cemento ($80 x 100) $8000.00 Cal ($25 x 110) $2750.00 Varilla (S28 x 200) $5,600.00 Alambre grueso ($5 x 130 kg) $650.00 Alambre delgado ($6.5 * 100 kg) $ 650.00 Bloques de concreto ($5 x 1 850) $9250.00 Mano de obra $14.000.00 ‘Total $ 53 500.00 Como se puede observar, cuando se trabaja sélo en la comunidad, excepto si se vende un terreno o ganado, ¢s dificil juntar de golpe lo suficiente para construir una vivienda moderna. Es decir, siempre ser necesaria la contribucién monetaria de algiin ode algunos de los miembros de la familia que trabajan fuera de la comunidad. La casa y la contribuci6n de las mujeres &Quignes aportan para la construccién? Hasta aqui se ha visto la importancia de contar con una vivienda y los costos aproximados de cada tipo. Enseguida se veré quiénes son los que aportan econémicamente para la construccién de la casa. El siguiente cuadro se elaboré de acuerdo a los reportes dados por las mismas personas; los recursos provinieron de sus ingresos por el trabajo remunerado dentro y fuera de Santa Cruz. En el cuadro se incluyen las casas ya terminadas y las que estan en. construccién. Como se observa con bastante claridad, quienes pueden construir una vivienda sin salir de la comunidad representan s6lo 18% del total (15 de 83 casos). En la gran mayorfa, las casas habitacién de Santa Cruz se han edificado con fondos provenientes de los salarios ganados en las ciudades. En general, los fondos para la construccién de una casa se pueden agrupar en tres grupos, segtin su tipo de procedencia, El caso més frecuente es en el que el matrimonio trabaja de manera conjunta para construir su propia casa (37 casos). Luego sigue el grupo en que sélo el marido contribuye econémicamente yendo a las ciudades para emplearse por salario 0 trabajando en la localidad (25 casos). Y el tercero es el de las hijas que laboran en las ciudades o a veces en la comunidad, y contribuyen para la edificacién de la vivienda de sus padres (14 casos). En compa- racidn con las hijas, hay muy pocos hijos varones, slo dos casos, que ayudan a sus padres. Las casadas que fueron solas a las ciudades a trabajar lo hicieron por no més de un par de meses. Sus esposos no pudieron acompafiarlas debido a obligaciones contraidas, fueran por los cargos comunitarios 0 por la necesidad de cuidar de su propio ganado. Figura 1.1 Casa moderna de conereto con cuatro dormitorios om Casa actual a) La casa tradicional de madera, otate y lodo. a aces bb) La casa modema con cuatro dormitorios y una sala 1om 10 m- aio 13m comedor eo ) Casa moderna de conereto con cuatro dormitorios, un baiio, una sala y una cocina con comedor. La aportacién de la esposa y relacidn con el conyuge Hoy en dia, tanto para los hombres como para las mujeres de Santa Cruz, trabajar en las ciudades representa una etapa generalizada en el transcurso de sus vidas. Ya ‘no ¢s raro ver a las mujeres laborar junto con su marido en la ciudad, por lo menos hasta que tienen hijos. Sin embargo, hay cada vez mds madres solas que emigran para trabajar. En la comunidad, mas de una de cada cuatro madres que tienen hijos menores en edad escolar tienen la experiencia de haber trabajado lejos y de haber dejado a sus hijos en la comunidad. Para las madres solteras, que no son pocas aun en las comunidades indigenas, se considera forzoso que salgan en busca de empleo. En cambio, a las madres casadas que emigran, hay algunos que las critican por ser irresponsables como madres. Entonces, épor que tantas mujeres casadas salen a trabajar?, écdmo lo justifican ellas? Cuando pregunté a las 57 mujeres casadas que trabajan o han trabajado en las ciudades sobre el motivo por el cual habfan salido a trabajar fuera de la comunidad, es decir, la finalidad de su trabajo migratorio, més de la mitad expresaron que lo hicieron para poder construir su casa. Por otro lado, la gran mayorfa de los hombres casados comenté que lo hacfan para cubrir los gastos familiares. Cuapro 1.1 Proveniencia de los fondos para la edificacién de la casa/vivienda, obtenido por salario personal ‘Trabajo en las cindades Tinbajo en la loaded Sélo el esposo casa propia de la familia 16 —_Sélo el esposo Sélo la esposa ‘asa propia deta famitia 9 casa propia de la familia 3 ——_Ambos cényuges Ambos cdnyuges «casa propia de la familia «asa propia de la familia 34 Hija casa de los padres Hijo In casa de los padres 2 Soltera su propia casa Hija lacasadelos padres 12 Soltera __supropia casa 1 ‘Total 68 Total 15 56 Motivos de migraci6n entre las personas casadas En el caso de las mujeres casadas que aportaron con su trabajo remunerado recursos para la construccién de su propia casa, varias de ellas dijeron: “Yo también trabajé para ayudar a mi marido”. Es verdad que varias de ellas podian laborar menos tiempo que su esposo para asf poder atender los quehaceres familiares, pero he ofdo que algunas que habian trabajado casi igual que sus maridos también se expresaban de modo muy parecido. A pesar de todo, las mujeres dicen: “Compré la Ifmina y Ja puerta con el dinero que yo gané”, La mayoria de los esposos también aprecian la contribucién econdmica de su esposa y reconocen que a casa es de los dos. Al mismo tiempo, las mujeres que han trabajado en la ciudad como empleadas domés- ticas, que laboran solas en casa de un patrén, generalmente hablan bien el espaiiol, algunas veces mejor que sus maridos porque los hombres siempre laboran junto con sus compaficros del mismo origen y no se ven forzados a usar el castellano durante sus labores. Estas experiencias de trabajo de las mujeres con las que adquie- ren mayor independencia pueden influir en la relacién con su cényuge. La aportacién de las hijas y su relacion en el hogar Frente a este nuevo panorama surge una pregunta relevante: écémo se interpreta la aportaciGn de las hijas solteras, quienes ahorran sus ingresos y gastan muy poco en. ellas mismas? En Santa Cruz, por la costumbre patrilocal, aunque las hijas solteras, Gadrica 1.1 ‘Mujeres casadas migrantes 0% 7 20% 20% | 10% 2am 42m) 702m) aa) Manteno Grarica 1.2 ‘Hombres casados migrantes 10%) 80%) 702) 54 62%) Manteno ‘amor contribuyen a edificar las casas de sus padres, ellas mismas casi no tienen oportuni- dad de vivir en éstas. Al casarse, la mayoria de las mujeres van a la casa de sus suegros. Cuando fallecen los padres, uno de los hermanos varones la heredaré. A continua- cidn se verdn algunos casos concretos. Dd 2) El caso de las hijas de Miguel, seftalado arriba con el inciso ¢). El sefior tiene tres hijas de 20 a 28 afios que trabajan en Monterrey. Una de ellas ya est casa- da y no puede ayudar a sus padres porque ella busca ahorrar para hacer su propia casa con su marido. Las otras dos hijas mandan dinero para edificar la casa de sus padres. Cuando Miguel se refiere a la obra, la llama “la casa que stn haciendo mis hijas”, aunque él también aporté una parte de los gastos. Segxin Miguel, al terminarla, en esa casa vivirdn él, su seiiora y algunos de sus hijos varones que se queden en Ia comunidad. “Las hijas irdn al lado de su marido y alli tendrn su casa”, dice; pero también comenta que si ellas siguen trabajando después de casarse, ellos dos (él y su esposa) podrin cuidar de los nietos mientras duren su estancia laboral fuera de la comunidad. Ademés, dice: “En el caso de que tengan problemas con sus esposos, pueden regresar porque aqui tienen su casa”. Alicia tiene 25 afios y trabaja como empleada doméstica en Monterrey; es la mayor de los ocho hijos de ‘Teodoro, quien trabaja como carpintero en la co- munidad. Tres de los hijos viven en Monterrey junto con Alicia, mientras los 57 3) 4 otros cuatro todavia asisten a las escuelas de Santa Cruz. Teodoro reanudé la construccién de su nueva casa, que se haba quedado en cimientos desde hacfa cinco afios, y la queria hacer més grande de lo que habia planeado, para que quepan los hijos que ya han crecido, “Cuando Alicia vino en las vacaciones de Navidad le pregunté si estaba de acuerdo y me dijo que sf, por eso la reanudé”, dijo Teodoro. Alicia terminé slo la primaria; luego se fue a trabajar a Guadalajara y después a Monterrey; Siempre ha ayudado a sus hermanos con los gastos escolares. De los tres hermanos que estén en Monterrey, dos todavia quieren seguir con sus estudios y el otro, que apenas entré en una Fabrica, gana muy poco como para pensar en algo mas por ahora, Para aportar a la construccién de la casa paterna, Alicia tiene que esforzarse més. ‘Cuando le pregunté a Teodoro quién vivirfa en esa casa, él dijo: “Vivirén los dos hijos que estén aqui, pero también Alicia y mis otras hijas pueden regresar con su marido”, Teodoro considera que cuando concluya todo el procedimien- to del terreno ejidal se permitiré a los yernos vivir en Santa Cruz, aunque no sean originarios de esa comunidad. Guadalupe tiene 19 afios y es la mayor de nueve hermanos. Su madre hace bordados y su padre labora en su propia milpa y como pedn en las ajenas; sale a trabajar a las ciudades de vez en cuando, Guadalupe dejé sus estudios cuando cursaba el segundo afto de secundaria y se fue a Monterrey. Trabajé dos afios como empelada doméstica y a los 17 afios regresé embarazada, separada de su novio. La recibieron en casa de sus padres, aunque la familia vivia “muy apre- tada”, Durante dos afios ella cuidé de su bebé y hacia los quehaceres de la casa. Su madre, quien también habfa trabajado desde muy pequefia en la ciudad de ‘México, se muestra comprensiva con la situaci6n de su hija y la apoya en lo que puede. Allado de la vivienda familiar se encuentran los cimientos de la nueva casa. Al verlos, ella me dijo: “Esta es la casa que estoy haciendo, tengo que volver a ‘Monterrey para seguir con la obra”, Le pregunteé si viviria ella ahi, y contest6 que no lo sabia. Ella hablé de forma bastante modesta, pero dejé transhucir una actitud de orgullo como hija digna que se sacrifica por la familia. Cristina es maestra de primaria y tiene Ia experiencia de haber trabajado por més de 20 afios en las comunidades cercanas. Tiene dos hijos en edad escolar. Es divorciada, La casa en la que viven ella, sus hijos y la familia de su hermano es a que ella mandé construir para sus padres, quienes fallecieron hace unos afios. La posicién de Cristina y sus hijos en Santa Cruz es algo imprecisa, porque el padre de los nifios no es de la comunidad y el que paga las cooperaciones y faenas ¢s su hermano. Sin embargo, Cristina denomina como suya la casa donde vive y los vecinos también Ja mencionan como “la casa de la maestra Cristina” 5) Elcaso de los hijos de Alejandro. Alejandro y Elena tienen ocho hijos, de 16 a 36 altos. Hoy dia viven con ellos cinco personas: una hija de 20 afios, cuya ayuda es muy importante porque Elena esté enferma; un hijo de 16 aiios que cursa el bachillerato en la comunidad, y tres nietos que cursan la primaria, hijos de dos de sus hijas que trabajan en Guadalajara. Alejandro trabaja slo en la milpa y gana muy poco, pues no tienen quien les pueda ayudar, porque los hijos casados se ocupan en ganarse la vida para sf y sus respectivas familias. Al lado de la casa de Alejandro vive su hijo mayor, Julio, con su familia. Desde hace tiempo las mujeres de Jos dos hogares no se llevan bien y han llegado al extremo de refiir 0 jalonearse por cuestiones minimas. La casa en la que vive la familia de Julio fue construida hace unos 10 afios, segrin Elena, con las remesas de sus hijas que todavia eran solteras; Julio contribuyé poco para la edificacién. Ella afiade: “Aunque mandé a los hijos hasta el bachillerato, no nos quieren ayudar porque no los dejan las nueras”. Por otro lado, las hijas casadas que viven en las ciudades lejanas los visitan periddicamente, “y son més carifiosas, aunque de vez en cuando nos piden favores”. Se debe mencionar que hace dos afios las dos hijas mandaron una parte del costo para renovar la vivienda de los padres con ayuda de sus maridos. éPor qué las hijas ayudan a sus padres? He oido decir varias veces a las hijas solteras que trabajan en las ciudades: “quiero ayudar a mis padres”. Algunas aportan dinero para la construccién de la casa y otras ayudan econémicamente a sus hermanos para que sigan con sus estudios, a pesar de que ellas mismas terminaron sélo la primaria o la secundaria, ‘Por qué ellas se sacrifican tanto por sus padres y por sus familiares cercanos? Un sacerdote que vivid muchos afios en la comunidad respondié: “Simplemente es porque ellas son hijas”. Dice que se piensa que las hijas tienen que servir a sus padres mientras estan solteras. Desde luego, ésta es una respuesta que reafirma la fuerte raigambre de la costumbre, pero no responde el fondo de la misma: épor qué ellas ayudan a sus familias como una obligacién mientras permanecen solteras? Enseguida se ofrece una respuesta. Hasta los afios setenta, las hijas ayudaban a sus madres hasta que se casaban, y 1os hijos laboraban en la milpa con sus padres. El trabajo de los hijos y las hijas que convivian era considerad cuasi propiedad de los padres. Antes de que pusieran el 59 60 molino eléctrico y el servicio de agua entubada hasta los domicilios, el trabajo do- méstico era més duro que ahora; asf que tener una hija que pudiera ayudar con algunos de las tareas del hogar era muy significativo, porque mientras ellas se en- cargaban de los trabajos de la casa, las madres podian concentrarse en otras tareas productivas, Después de los afios ochenta, cuando las mujeres empezaron a trabajar como maestras 0 como domésticas en las ciudades, su contribucién econémica se hizo evidente y algo que resaltaba a simple vista. Desde entonces, los padres que sufren carencia de ingresos (se puede decir que son la mayorfa), estan a la espera de que sus hijos e hijas les ayuden con Jo que obtienen de sus trabajos remunerados. En ese aspecto, en la comunidad los hijos solteros y los que viven junto con sus padres, aun después de casarse, estén obligados a entregar su ingreso a sus padres. ‘Mientras la mayorfa de las hijas respetan esta norma, los hijos varones, aunque lo reconocen a cabalidad y algunos incluso Lo llevan a cabo, tienden a gastar todo o buena parte de lo que ganan. La mayorfa de los varones solteros, cuando regresan anualmente, aunque a veces traen algunos objetos como aparatos eléctricos para la familia, casi no mandan a sus padres remesas de manera regular como s/o hacen las hijas. La mayorfa de los padres ya no esperan que sus hijos varones les ayuden. La raz6n de que los padres sean tan tolerantes con los hijos irresponsables puede ser porque estiman que los varones regresen algiin dia a cuidarlos a pesar de que, en realidad, no siempre puedan contar con ello. Por otro lado, las hijas, al casarse, normalmente se van a vivir al lado de su pareja y se puede esperar que su contribu- cidn s6lo llegue mientras estén solteras. Sin embargo, aunque se considera natural que has hijas ayuden a sus padres con su trabajo, cuando las hijas contribuyen.a la edificacién de la vivienda de los padres, ellos aprecian bastante lo hecho por sus hijas, lo que expresan con frecuencia diciendo: “Mi hija hizo esta casa”, y la hija también dice: “Yo la hice”. Ambos reconocen que las hijas tienen el derecho a vivir en ésta. Como en el caso de Miguel, aunque los padres aportaron una parte del costo resaltan més la contribucién de las hijas. Tener hijas que ayudan a sus padres parece ser una fuente de prestigio para ellos. Los padres se refieren a sus hijas diciendo que pueden regresar al seno del ho- gar, porque ellas tienen allf su casa, incluso después de casarse, Aunque las hijas no vivan con sus padres, ellos estin de acuerdo en apoyar a sus hijas con el cuidado de los nietos. También, como en el caso de Guadalupe, si se ayuda a los padres es més ficil ser aceptada como madre soltera, Lo mismo pasa —es decir, se considera na- tural—, que regrese la hija divorciada a la casa para la que aporté recursos, en lugar de que el hermano herede la propiedad. Conclusién La construccién de la vivienda no sélo significa la edificacién de un espacio para habitar, sino también es un acto que constituye y modifica las relaciones al interior de la familia. La casa puede ser un simbolo del grupo de personas unidas como familia, que comparten los recursos y actividades, asi como la identidad, aunque los derechos de cada miembro son desiguales segiin el género la posicion que ocupa cada uno dentro del grupo de parentesco, La casa se hereda a través del vinculo del parentesco, de acuerdo a la costum- bre de la localidad; al mismo tiempo, esté intimamente ligada con la estructura interna de la comunidad mediante el terreno en que se edifica. Por otto lado, tanto la vivienda como el solar son considerados objetos de compra y venta, y pueden ser obtenidos a través del trabajo propio. La desigualdad segiin el género existe no sdlo en el parentesco sino también en {a organizaci6n de la comunidad. Sin embargo, por el cambio de la ley agraria y la ‘ransformacién de las condiciones socioeconémicas, las normas de la organizacién comunal y las précticas de convivencia entre los miembros de la familia actualmen- te estin en proceso de cambio, Tales transformaciones se hacen claras y evidentes, Por ejemplo, cuando son las mujeres las personas que contribuyen en la edificacion. de las viviendas. El hecho tiene gran relevancia y significado porque puede condu- cira la alteracién de las relaciones de poder entre los miembros de una familia. Lo anterior se hace patente cuando se recuerda que aquél que aporté el costo de la edificacién esta ligado con la conciencia de quiénes son los que tienen derecho a esa casa y a quiiénes les pertenece. Las mujeres contribuyen para la edificacién con su trabajo remunerado, como sposas o hijas, para “ayudar” a su esposo o a sus padres, segtin las normas tradi- cionales. Sin embargo, cuando se construye una vivienda puede cambiar la relacién entre ellos. Las esposas pueden adquirir mds derecho sobre su casa, 0 sea, hacer que su palabra valga més en su seno, mientras que las hijas fortalecen la relacin con sus padres y pueden contar con mas apoyo de ellos aun despues de casarse; incluso, cuando lo necesitan, pueden regresar a su lado. En Santa Cruz, la relacién del matrimonio no es siempre estable, y en la casa de los suegros las mujeres estan en una posicién desventajosa como nueras, Man- tener el azo con los padres significa un respaldo para interactuar con sus esposos, Proporcionéndole més alternativas a la mujer. Asimismo, han aumentado los casos en los que los nifios se quedan con sus abuelos maternos en la comunidad, mientras sus padres trabajan en la ciudad, Io cual no coincide con la regia patrilocal, Estos 61 62 femas merecen mas investigacién, y han sido abordados con mayor amplitud en otros trabajos (Yamamoto, 1997, 2003, 2007). Ta vida en la comunidad se ha modificado porque antes dependia principal- mente de la agriculrura de subsistencia. Ahora, el trabajo remunerado, tanto de los hombres como de las mujeres, es el rubro que proporciona més ingresos econémi- Cos las familias de la comunidad. Si bien alguna parte de la produccién de alimentos basicos se mantiene, las transformaciones han acatreado diversas consecuencias no s6lo en el campo de la economia, sino también en las relaciones familiares, En este cambio socioeconémico las mujeres desempeiian su rol de esposa o de hija, pero no de la misma forma que antes. De manera simuleénea se han transformado sus relaciones con los otros miembros de la familia, lo cual ha modificado su situacién dentro de ésta. De todos modos, estos cambios no siempre pueden ser juzgados como mejoramiento de la posicién de las mujeres, sino que para varias de ellas conllevan la posibilidad de generar nuevas contradicciones y dificultades. 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