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Literatura | i { José Olivio Jiménez y Carlos Javier Morales La prosa modernista hispanoamericana Introduccién critica yantologia Ellibro de bolsillo Literatura hispanoamerice Alianza Editorial II. Literatura narrativa (el cuento) Bajo este epigrafe esbozaremos una caracterizacién global de dos géneros narrativos, la novela y el cuento, que en el modernismo hispanoamericano conocen una renovacion radical y un valor fundacional con respecto a la literatura narrativa de todo el siglo xx. Y ya sabemos cémo ésta alen za un desarrollo ininterrumpido y formidable en el nuevo continente de habla hispana, De la novela modernista se nos impone trazar aqut sus rasgos distintivos, pues la extensién propia de tal género no nos permite reproducir completa ninguna obra representa, tiva en una antologfa de este tipo, salvo en los casos en que algunos fragmentos posean un valor auténomo y significa tivo dentro de otros géneros (el ensayo y el poemaen prosa, principalmente). Gracias a la novela modernista, que hasts Jas tres tltimias décadas no habja recibido una atencion es Pecifica por parte de la critica, hoy podemos comprender que la revolucién narrativa generalizada en Hispanoameéri. caen el boom de los afios 50 y 60 de nuestro siglo xx contaba Ya en aquella novela finisecular, con unos precedentes muy valiosos. ¥, a pesar de la heterogeneidad ideologica y forme) que presentaba aquella novelistica, no cabe duda, como ha 231 232 LA PROSA MODERNISTA HISPANOAMERICANA estudiado Klaus Meyer-Minneman, que en ella concurren unos cuantos rasgos comunes y plenamente definitorios’. De una parte, todas estas obras modernistas tratan de construir un mundo que represente la realidad contemporé- nea de los respectivos pafses de los autores, por mas que en muchas ocasiones se recurra a espacios distantes en la geo- grafia o en el tiempo. Todas ellas aparecen centradas en las Vicisitudes psicoldgicas, espirituales y sociales del personaje protagonista (con frecuencia un artista o un héroe dotado de particular sensibilidad), cuya conducta contrasta insatis- factoriamente con su entorno social, de tal manera que esta ‘oposicién frontal funciona, en el nivel ideolégico, como el motor del mensaje trascendente que se proponen estas no- velas®. Asimismo, en ellas se ostenta un propésito de nove- dad literaria 0 artistica, el cual’no slo se constituye como tema de conflicto, sino como ideario estético que cristaliza enlamisma confeccién dela novela. Y, junto a estos caracte- res, Anfbal Gonzélez ha esclarecido oportunamente la mi- sign intelectual que el escritor (bien directamente o a través, de un personaje alter ego) ejerce en beneficio de su comuni- dad?. La conversién del escritor-artista en intelectual ya no necesita materializarse en largos y programaticos discursos, sino que subyace de un modo mas o menos sutil a lo largo del discurso propiamente novelesco. 1. Cfi: Klaus Meyer-Minneman, «La novela moderniste hispanoameri- cana y la literatura europea del “fin de siglo”», en Ivan Schulman (ed.), ‘Nuevos asedios al modernismo, Madxid, Taurus, 1987, pp. 246-261. 2. Laconflictividad del artista o det héroe modernista, en cuanto perso- naje de ficcién novelesca, ha sido muy bien esclarecida por Allen W. Phi- Lips en su estudio «El artey el artista en algunas novelas modernistas», en Temas del modernismo hispdnico y otros estudlios, Madrid, Gredos, 1974, pp. 261-293. 3. Cf. Anfbal Gonvélez, La novela modernista hispanoamericana, Ma~ drid, Gredos, 1987, pp. 288s. YFRRATORA NARRATIVA (BE CUENTO) 233 Lamodernidad de esta novelistica, ademas de evidenciar- se en su lenguaje acendradamente artistico, queda patente en su universalidad temdtica y su finalidad trascendente, que superan con mucho la intencionalidad ideolégica y es- tética de la novela realista-criollista coetanea, Su expresivi- dad sintetizadora, lograda en buena parte por el efecto suge- ridor del simbolo, convive en ocasiones con una estructura fragmentaria y narratolégicamente més libre, como ocurre en el admirable caso de De sobremesa de José Asuncién Sil- va, escrita en 1895. Por lo que respecta al cuento, siguen siendo vilidos los rasgos caracterizadores apuntados para la novela; sélo que en este caso existen, ademas, unos condicionantes especifi- cos que merecen un particular tratamiento. En primer lugar, el cuento es un género que experimenta una desbordante fe- cundidad creativa en la literatura modernista, ademas de una variadisima amplitud tematica. Para explicarlo debe- mos reparar en el importante est{mulo que las publicaciones periddicas (y la misma prensa diaria) supusieron para el de- sarrollo de este género, muchas veces por parte de los mis- mos autores que trabajaban el verso con singular exigencia estética. Por otro lado, la libertad estructural y la sintesis discursiva que el cuento permite (mds atin en aquella época, cuando los géneros literarios comenzaban a romper sus tra- dicionales fronteras divisorias) son faciles de conjugar con losideales artisticos del modernismo. En el aspecto cronolégico, el cuento abarca pricticamente todo el transcurso hist6rico del movimiento modernista: desde la primera pero ya madura- coleccién de Cuentos ‘frdgiles, publicada por Manuel Gutiérrez Najera en 1883, hasta las fechas en que declina la vitalidad estética de este movimiento. Durante los afios 20 seguirén apareciendo al- gunos textos importantes y, sobre todo, contaremos con otras colecciones de autores que, como Horacio Quiroga, se ‘ 234 EA PROSA MODERNISTA HISPANOAMBRIGANA iniciaron en los ideales modernistas pero evolucionaron aceleradamente hacia otras concepciones literarias. En nuestra seleccién esperamos dar cumplida cuenta de este proceso. Pero, abstrayendo las concretas realizaciones de cada au- tor, podemos disefiar con unos caracteres comunes el su- puesto patron literario del cuento modernista, sin pretender construir una preceptiva sobre el género, que nunca existis —ni podia existir— en estos escritores. Por una parte, cabe destacar como rasgo distintivo la escasa sustancia anecdsti- ca del argumento, que suele pivotar alrededor de un suceso muy simple. Como contrapartida, esa notable levedad fabu- listica queda compensada por la omnipresente subjetividad del narrador, que se entromete en el relato para opinar sobre las mas diversas cuestiones 0 para juzgar o analizar a sus personajes a través de exploraciones profundamente liricas (lo cual no deja de ser, por otra parte, un rasgo muy «moder- no» en Ja literatura narrativa y teatral del siglo xx). El cosmopolitismo espacial y temético (se escribfan con frecuencia «cuentos parisienses»), la variedad de lugares y de asuntos, constituye otro rasgo recurrente en este amplio repertorio narrativo. Dentro de esa diversidad temitica debe acentuarse especialmente la reincidencia en el relato de experiencias raras, extrafias o anormales para el comtin de las gentes; de tal manera que muchas veces se trata de asun- tos aparentemente reservados para lectores iniciados (aun- que en realidad todo ello no pase de ser una estrategia mas del autor narrador). Esta incursién en saberes especializa~ dos 0, cuando menos, ajenos ala vida cotidiana, muchas ve- ces se apoya en una previa mitificacién de la realidad re- creada en el cuento. Para tal mitificacién el autor puede enmarcar un suceso contemporéneo en el aura prestigiosa de un mito clisico, de un episodio biblico o de otras tradi- ciones religiosas, entre las que deben incluirse las propias re- 11. LETBRATURA NARRATIVA (EL-CUENTO) 235 ligiones indigenas de América (como sucede, por ejemplo, en el ctiento «Huitzilopoxtli de Dario). Es mas: en ocasio- nes son varias las tradiciones religiosas que se entrecruzan en un mismo relato y nos dan muestra, una vez més, de la cultura sincrética que profesan estos escritores. En el nivel elocutivo encontraremos todos los disposi vos expresivos que hemos observado en otros géneros: des- dela brillante imaginerfa metaférica o simbélica, ola confi- guracién pretenciosamente musical del pérrafo, hasta la intensificacién maxima de las cualidades sensuales, fend- meno que aparece favorecido por el cardcter ficcional y li- bremente inventivo de estos textos. Otro de los aspectos que no puede silenciarse, por muy sintética que necesite ser esta aproximaci6n, es la insistente introduccién de lo fantastico. ¥ aqui no es pertinente recu- rir alas estrictas delimitaciones entre los modos dela fanta- sfa que la teoria literaria ha realizado en los ultimos afios. Por muy revelador que resulte, a nivel tedrico, el deslinde en- tre lo extrafo, lo maravilloso y lo fantastico, expuesto por ‘Tzvetan ‘Todorov en su brillante Introduccion a la literatura fantdstica’, estas tres formas de contravenir las leyes de la naturaleza responden, al menos en ef caso modetnista, a una causa semejante: la necesaria creencia en un misterio que la ciencia nunca podré escrutar del todo. La distincién que, de todos modos, resulta indiscutible es la de la inven- cién maravillosa frente ala propiamente fantdstica. Esta tl- tima, a nuestro parecer, es la reaccién natural ante unamen- talidad racionalista y cientificista (como es la que encuadra almodernismo hispdnico y al resto de la modernidad). Esta reaccién impele al narrador a arrancar de un suceso realista para que luego, inesperadamente, la accién transite por una 4, Bdici6n castellana de Silvia Delpy (Buenos Aires, Ed. Tiempo Con- tempordneo, 1972), pp. 53 y 89. 236 LA PROSA MODERNISTA HISPANOAMERICANA, suprarrealidad que violente las leyes de la naturaléza. Se tra- ta, en fin, del recurso necesario del escritor moderno para mostrar la insuficiencia radical del conocimiento racional y cientffico cuando se intentan explicar las cuestiones uiltimas dela existencia humana, ¥ es esto lo que, a fin de cuentas, se produce en la cuentistica del modernismo hispanoamerica- no. El mismo Dario, en su «Cuento de Pascuas», reconoce que «la fantasfa dispuesta, los cuentos milagrosos, las mate- rializaciones estudiadas por los sabios de los libros arcanos, as posibilidades de la ciencia (...) no son sino las concesio- nes aun enigma cada dfa més hondo, a pesar de todo...»5, Lo maravilloso, en cambio, es una actitud habitual del na- rrador propia de una época de escasa racionalidad y de con- tinuo asidero en la supersticién y en el mito (pensemos en toda literatura mas o menos primitiva, como la medieval eu- ropea con su creciente proliferacion de novelas caballeres- cas). Aquflo maravilloso, en cuanto actitud habitual del na~ trador y en cuanto hdbito del lector, acttia como un Presupuesto consabido que no violenta el curso de la accién, aunque, légicamente, produzca una efecto maravilloso, que es esperado por el lector y que puede incluso formar parte de las convenciones del género. Pero ése no es, por lo comin, el caso del cuento modernista. Por tanto, sin hacer sutiles distingos, cabe atribuir al cuénto modernista una tendencia fantaseadora que no en contramos en la literatura hispanoamericana precedente. Y la fenomenologia fantdstica del cuento modernista suele apoyarse en dos recursos basicos: de una parte, en la ya alu- dida mitificacién 0 contextualizacién legendaria de un suce- so realista y cotidiano (véanse «La sirena», de Justo Sierra, «El velo de Ja reina Mab», de Rubén Dario, o «Salomé», de 5. Rubén Darfo, Cuentos fantdsticos, ed. de José Olivio Jiménez, Madrid, Alianza Editorial, 1976, p. 73. TL. LYERATURA NARRATIVA (RLCUENTO) 237 Froildn Turcios, entre muchos ms). De otra parte, la incur- sién en Jo fantastico puede realizarse a partir de un basa- mento cientifico que, con el prestigio de la ciencia, hace ve~ ros{mil el suceso mas extrafio (y con este recurso se traman la cThanatopia» del mismo Dario, la «Viola acherontia» de Lugones o la «Fantasfa nerviosa» de Horacio Quiroga). En la «Salomé» de Turcios encontraremos que, junto ala mitifica- cin (en este caso procedente de un hecho biblico), acude la explicacién pseudocientifica, ocultista en este caso, de la metempsicosis. Esto no excluye que en algunas narraciones, como el «Cuento dureo» de Manuel Diaz Rodriguez o «Bl tiltimo fau- no» de Clemente Palma, nos podamos encontrar ante una extrafieza maravillosa, que surge directamente de un suceso inftico. Sélo que en estos casos lo maravilloso no cumple la funcion convincentemente idealizadora de las obras primi- tivas, sino que oculta y deja vislumbrar un violento rechazo al cientificismo racionalista de la sociedad moderna. Lo fantdstico y -en ocasiones— lo maravilloso del cuento mo- dernista responden, pues, aunque de distinto modo, a una misma causa y a unas inquietudes espirituales muy afines: la contemplacién y disfrute dela ansiada armonia del uni- verso, cuyo misterio pretenden negar las rigurosas ciencias aluso, A través dela seleccidn que aqui se ofrece podremos apre- ciar nitidamente la evolucién interna de la cuentistica mo- dernista, Veremos que hasta principios de siglo predomina Ja tendencia idealista y exética (tanto geografica como his- t6ricamente), que aparece insuflada por un poderoso subje~ tivismo Ifrico en el punto de vista y en el lenguaje. El modelo arquetipico del cuento modernista, que segufa el patron consagrado por Darfo en los relatos de Azul... (1888), insis- tia en la concepcién de la narracién como alegoria del arte («Bl velo de la reina Mab» y «El pajaro azul») y como recha- 238 LA PROSA MODERNISTA TUSPANOAMERICANA zo 0 protesta frente al mediocre materialismo («El rey bur- gués» y «La cancién del oro»). Debe puntualizarse aquf que los cuentos fantdsticos de Dario son de fecha posterior y nunca fueron recogidos en libro. En Jos cuentos publicados durante las tres primeras décadas de nuestro siglo xx (prin- cipalmente en los casos de Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga) advertimos desde un principio la mayor objetivi- dad con que el narrador afronta los sucesos y, en proporcién directa, el incremento dela técnica fantastica que hemos de- finido més arriba; fantasia provocada por la apoyatura cien- tifica que trata de cuestionar y/o justificar lo misterioso de tales acontecimientos. Serdn precisamente Lugones y Quiro- ga los més sdlidos puentes de enlace entre el cuento moder- nista y el cuento plenamente moderno del siglo xx, que tanta fantasia ha desencadenado en la literatura hispanoa- mericana. El realismo magico -en el sentido amplio de este concepto~ de un Borges 0 un Cortazar aparece incubado en Jos relatos fantasticos de ambas figuras y aun, ocasional- mente, en algtin relato fantéstico del propio Darfo (como «El caso dela sefiorita Amelia»). Asilo ha manifestado en varias ocasiones el propio Borges con respecto a Lugones. La dife- rencia entre uno y otro empleo de la fantasfa (el modernista yelpropiamente moderno de nuestro siglo) radica en el cre- ciente escepticismo filoséfico que se observa a partir de la tercera década del siglo xx: frente a la btisqueda de la armo- nia césmica, resultado de la creencia modernista en una perfeccién posible de este mundo, el cuento fantastico pos- terior trata de constatar el caos metafisico y existencial en que se siente inmerso, de modo inevitable, el ser humano. La extrafieza de lo fantastico aparecera entonces motivada por la imposibilidad cognoscitiva y la inseguridad més inquie- tante del espiritu. Por lo demds, la lectura de los cuentos de Quiroga que aquf se ofrecen servird, a manera de colofén, para corrobo- 1, EITERATURA NARRATIVA (RLCURNTO) 239 rar la evolucién interna‘del cuento modernista y su transi- ci6n ala pretendida objetividad de la narrativa posterior. En ¢laspecto propiamente estilfstico, observaremos diéfana- mente ese progresivo desnudamiento sensual que se produ- ce entre la inicial «Fantasia nerviosa» y los textos de «El hombre muerto» y «EI hijo» del propio Quiroga. El iltimo de ellos se publica por vez primera en 1928. Y aqui las fechas hablan por simismas. CIM. Bibliografta bdsica sobre la literatura narrativa del modernismo AteGRIA, F, «La novela modernistan, en Breve historia de la novela hispanoamericana, 4.*ed., México, Eds. de Andrea, 1974. Frorss, A., (ed.), Historia y antologia del cuento y la novela en His- panoamérica, Nueva York, Las Américas, 1959. GonzArez, A., La novela modernista hispanoamericana, Madrid, Gredos, 1987. HerNAnpez Mivanes, J., E. yRELA, W. (eds.), Antologta del cuento modernista hispanoamericano, Buenos Aires, Ed. Plus Ultra, 1987. Manint-Patannt, E,, (ed.), Cuentos modernistas hispanoamerica- nos, Madrid, Castalia, 1989. 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