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escritos de arquitectura del siglo20 en américa latina Escritos de Arquitectura del siglo XX en América Li eber Rad Ripa Eto jectva Valeria Vras cin lectin Nal ies, ‘satel Ferninder Haldo (© frge Fancsco Urns 2002 (© Taras Eecionas sa, 2002 Maes Laeale 17 28016 Msi San Diogo 4 #1001 Soil Tl.91 359 6038 Fax 51 3594260 Infostanaiscom All igh esoved sa publicacén po puede ser reproduc, en todo nen parte epstrads eno tansm= {uk por un stems de recaperacin de Infor, ade, en niga forma ni por ningun mec, 8 mecnico,ftogsice electlco, mage nico, oprodtecrnic, po fomcopia © cal. ‘quite or, in perio previo po esti de a etl mpreia: A.. Rapamn Po: 161.02.051.9 ISBN: 84-496-00047 odie. Epa 84496-01088 ed. erase BL: Me19¢87.2003 Pred in Spain PREFACI 1 Ante todo: jde qué hablamos cuando hablamos de América Latina? 2s que hay alguna entidad real que corresponda a esas palabras? Z ‘Comencé a pensar que lo que llamaba de ese modo podia ser una invencién estimulado por un ensayo de Roger Bastide. En ese ensayo Latinoamérica se identificaba con la figura de un “otro” necesatio. Refiriéndose a los intelectuales brasileios, Bastide decta “On veut glorfierindien ou le Noir, mais on les glorifie comme ‘Vendredi, comme Vendredi qui peut apporter quelque chose, Robinson. En effet, Vendredi a apporté ce qu’on pourrait appeler “anti polution”; autrement dit, il a permis a Robinson de mieux comprendre la nature, de mieux partciper é la vie des arbres, de l'eau, etc. Ila éte ainsi utile Robinson, Mais il este tout de méme celui qui travaille manuellement au profit de Robinson. Robinson pense et Vendredi agit. Robinson es le maitre, Vendredi lesclave.” Mis adelante descubri una aproximacién similar en uno de los muchos trabajos de Octavio Paz, referido a las relaciones entre Estados Unidos YSU pais. Creo que su razonamiento es aplicable a las visiones noratlé ticas de América Latina, Paz escribe: En general los norteamericanos no han buscado a México en México; han buscado sus obsesiones, sus entusiasmos, sus fobias, sus ‘esperanzas, sus intereses ~y eso es lo que han encontrado. En suma, la historia de nuestras relaciones es la de un mutuo y pertinaz engafio, generalmente aunque no siempre- involuntario” En realidad, ese “mutuo y pertinaz engafio” na es més que el mecanismo frecuente por el que nos completa la mirada del otro. Por eso, no es de extrafiar que habitualmente las representaciones compactas de la cultura latinoamericana sean producto de concretas demandas culturales de ccentros externos: son estas demandas las que, destacando y velando, cconstruyen esa compacidad. Ange! Rama lo ha observado en relacién con el llamado boom de la narrativa latinoamericana, De Espaha ~pero también de los Estados Unidos y algunos pafses europeos— destacar “su alan de globalizar Hispanoameérica recogiendo materiales de dist tas procedencias, los que a veces carecian de circulacién interna en el mismo contineate, proporcionandoles asi una difusién que més que para Espafia funcionaba para Hispanoameérica que recibia reumidas, des- de el exterioy, las que eran producciones separadas e incomunicadas.” De manera que es poco probable que en estos ensayos compongan tuna descripcién de la “Arquitectura modema latinoamericana’. No s6lo porque hace tiempo que, como lo hizo evidente Lucien Fevre y nos lo recordara Halperin Donghi, hemos aprendido a preferir estos ttulos escritos en plural, sino porque no deja de producirme cierta incomodidad la misma sospechosa artficiosidad del patronimico. En Ifnea con razonamientos como los de Bastide, Paz o Rama, no he dejado de preguntarme acerca la existencia misma de América Latina, ;Qué ‘evocamos hoy con ese nombre? No ciertamente a los territorios americanos con tradiciones latinas. Nadie lo usa para aludir a San Francisco 0 a Montreal. Tampoco se suele recordar el origen noreuropeo, 1no latino, de varias ex-colonias al sur de los Estados Unidos. No es este cl sitio para desplegar el prolongado debate sobre las muchas variables ‘que la opcién por el adjetivo deja de lado —Sudamérica, Hispanoamérica, Iberoamérica, Indoamérica, Afroamérica~ pero es bueno reconocer que estamos frente a una designacién cultural de significado histéricamente variable, gNo serfa mas apropiado utilizar en nuestros dias una designaci6n con otro signo cultural y social? sPor qué no hablar de Iniraamérica y Supraamérica? yO acaso no sufren las mismnas carencias los infrzamericanos de Lima que fos de Nueva Orleans? 0 no disfrutan| de los mismos modistos, los mismos aviones y las mismas fragancias les supraamericanas de Recife que las de Winnipeg? Bien lejos de estos matices, lo que en realidad ocurte en nuestro tiempo {es que de manera rotunda América se sustantiva en el norte, y que es para diferenciar al sustantivo que el resto del continente debe ser adjetivado. Segiin el tratado de Versalles,firmado el 3 de setiembre de1783, la Repdiblica Federal de los Estados Unidos limitaba al este con el Océano Atlantico, con el Canada Briténico al norte y con Francia a este del rio Missisippi (Luisiana), yal sur con el Imperio Espafio! (Floridan, América era todavia el nombre italiano de un continente en su mayor parte bajo dominio espafol, francés © portugués, donde las zonas angléfonas ocupaban una pequefia porcién de teritorio. Como quien hoy dlijera "Medio Oriente Semitico”, hablar de “América Latina” a comienzos del siglo XIX todavia constituia una redundancia. La expansién del norte y el estancamiento del sur determinaron una inwversin de asimetria en las décadas que siguieron. Podemos conjeturar que un siglo mas tarde pensar América ya no evocarfa a las potencias europeas mediterrdneas, pero todavia el sustantivo no designaba Univocamente a la Replica Federal reconocida en 1783. En este libro hablaremos de América Latina puesto que todos la nombran, y para no distraer de los argumentos que quisiera exponer. Pero debere- ‘mos tener presente que, a diferencia de Brasil, una entidad fisica, politica y jurfdica, 0 de América del Sur, una entidad geogrdfica, América Latina es una convencién cultural, una entidad cuya existencia tiene lugat, no menos que el Olimpo, El Dorado, 0 las indias, en nuesiro imaginatio, 2 En Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges atribuye a Leén Bloy varias versiones de un versiculo de San Pablo. La cuarta reza como sigue: “Per speculum in aenigmate, dice San Pablo. Vemos todas las cosas al revés, Cuando creemos dar, recibimos, etc. Entonces (me dice una {querida alma angustiada) nosottos estamos en el cielo y Dios sufte en latierra.” Una antigua superstici6n nos hizo creer que la duplicacién era posible también en la realidad. Asf, una hipotética casa blanca de planta ‘cuadrada atravesada por una rampa y apoyada sobre redondos pilots, de hormigén, con ventanas continuas alo largo de sus cuatro lados y un lecho azulejado de sinuoso peril en su batio principal, construida en Iquitos, seta, segtin esa corteza, igual 2 la Villa Savoye de Le Corbusier. No afirmo la inversién exacta postulada por Bloy y recordada por Borges. Magnificada, daria lugar a la extraordinaria hazafa de Pierre Menard, ‘ese otto personaje suyo quien, como es bien sabidlo, realiz6 el imposible milagro creativo de escribir una exacta version del Quijote (cuyo autor habria sido, a su vez, come lo explica el propio Cervantes, Cidi Amete Benegelf, Los enigmas del espejo son los enigmas de la creacién en el mundo sglobalizado de la modernidad. Nadie puede saber, dice el Bloy que Borges recuerda, si el culpable de los horrores y las miserias del zarismo ¢s el propio Zar o el sirviente encargado de lustrar sus botas. O como lo propone el mismo Borges en el texto menos rudamente reaccionario ‘que encabeza su obra: “"Nuestras nadas poco differen; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tel lector de estos ejercicios y yo su redactor.” Prefiero pensar que en la época en que los estimulos para la creacién provienen de las colecciones y de los medios masivos de comunicacién, la existencia de ambitos o constelaciones hegemdnicas sobre esos medios no puede o no deberia ocultar la condicién coleciva ~afirmada por otra parte por muchos de los mismmos protagonistas- de los hechos artisticos. El individuo creador es una invencién demasiado reciente como para ‘aceptarla como verdad revelada. En este sentido, llama la atencién la persistencia a lo largo de este siglo del paradigma noratléntico-céntrico en la concepcién de la historia de la arquitectura en la modernidad 0, mas bien, como producto de lo que podriamos acordar en llamar fase metropolitana de la modemidad. Si bien la historiograffa ha reconocido a la pluralidad como una ccaracteristica constitutiva de esta época, y aunque se han registrado vances en el intento de comprensién de los mitiples fendmenos que festin en la base de las transfotmaciones dela arquitectura producidas €en los tiltimos cien afios, creo que no se ha avanzado lo suficiente en la superaci6n de las interpretaciones ariiculadas en torno a los discursos ¢*laborados en fos pafses econémica y politicamente dominantes durante ‘este periodo. Como he dicho, no imagino una ficcién a la inversa, ‘originada en el resto del mundo. Tampoco postulo una aparentemente democratica pero imposible, y culturalmente incl, historia total en la que se prescinda de la valoracién, y en la que tengan su sitio los cobijos mas insignificantes o los constructores menos advertidos de cualquier regién del planeta. ‘Con los textos que integran este libro quisiera simplemente llamar la ~atencidn sobre algunas personas, hechos y productos relativos a América Latina, Unas personas, hechos y productos en los que he advertido 12 preracio, aspectos cuyo anélisis considero que podria aportar a una mejor ‘comprensién del estado de la arquitectura en la modernidad. Parafrasear las tribulaciones especulares borgeanas me parece un medio apropiado para descrbir el problema que la condicién modema nos obliga a enfrentar. Como en la escena de film famoso, es imposible distinguir 2 Rita Hayworth de sus reflojos, Y aunque sospecharamos el lugar real de Ia protagonista, no deber‘amos olvidar que también ésa es una sombra sobre un lienzo blanco y ella, hoy, un cadaver El programa que estamos insinuandlo es insensato, ambicioso y desme- surado: reconstruit la historia de la arquitectura de la modernidad, Una historia que, redactada en los centros intelectuales mas activos de Europa y los Estados Unidos, ha estado condenada, por eso mismo, a reducirse a una mirada que, como en los dibujos, no puede sino imaginar ‘el mundo a partir de unos primeros planos de la propia realidad desproporcionadamente agigantados. La historia que entre todos deberiamos reconstruit no se basaria esta vez sélo en el cambio de posiciones relativas de los protagonista, sino en la Apertura a nuevos problemas y, sobre todo, a las miradas nuevas que incorporen las miltiples contribuciones que, por la misma condicién de a modernidad, se produjeron a lo largo del citimo siglo en los mas diversos lugares del planeta. Sin disminuir su importancia, de algiin modo se trata de reconocer, con Williams, ia historicidad y los limites de las construcciones culturales derivadas de la forma social de la metsépolis como nticleo central de la modernidad. Como él bien lo puntualizé: es necesario explorar, en toda su complejidad de detalle, las muchas variaciones de esa fase decisiva de la practica y de la teorfa modernas. Pero también es hara de explorarla con algo de su propia sensacién de ajeneidad y distancia, mds que con las cémodas y hoy internamente ‘adaptadas formas de su incorporaciGn y naturalizacidn. Eso significa, sobre todo, ver a la metrépoli imperial y capitalista como una forma, histdrica especifica, en diferentes escenarios: Par's, Londres, Berlin, Nueva York. Lo cual implica observarla de vez en cuando desde afuera: desde los desposefdos interiores, donde se mueven fuerzas diferentes, y desde el mundo pobre que siempre fue periférico a los sistemas ‘metropolitanos.” Un buen ejemplo del reducido campo enfocado por Ia historiogratfa tradicional de la arquitectura moderna lo constituye la llamativa ausencia del problema del “primitivismo”. De tan sabida es ya una cuestién de sentido comcin reconacer que el desarrollo de las vanguardias artisicas estéligado a la incorporacién a la mirada occidental de la técnicas y sistemas de expresién de pueblos no occidentales, desde el Extremo Oriente asiatico hasta las culturas africanas. Este fenémeno, estrecha- ‘mente ligado a la expansién imperialista europea y norteamericana durante el siglo XIX, ha sido s6lo tangencialmente registrado como base de las transformaciones en la arquitectura Ese registro se limita a algunas alusiones ata influencia japonesa en algunos casos, como los de Wright o Mackintosh y, més recientemente, a pRiracio 19 las vinculaciones de Le Corbusier y el Oriente Préximo. Lo que ha estado llamativamente ausente es la gigantesca experiencia que fue resultado de la articulacién enire el sistema de ideas de la arquitectura y el urbanismo ‘occidental -centrado en el Atlintico Norte y en las zonas frias y templadas del hemisferio norte—con las realidades culturales, con las nuevas necesidades programsticas y con las condiciones de clima de las. zonas tropicales del globo. Sin embargo, a bien mirar squé sino el ideal tropical de una etema primavera subyace a la pura caja transparente que constituye la piedra sobe la que se basan todas las construcciones modemnistas?, sdndle sino ‘en esas presuntas condiciones de simplicidad virginal podia imaginarse mejor situado el modelo semperiano de unos pocos huesos y una leve piel, ;dénde sino la unién de interior y exterior podfa contar con un ambiente més propicio? Toda la empresa de expansi6n territorial imperiatstarequiti6 la creaci6n de un inédito universo material fabricado masivamente, reducido a los requerimientos mas elementales, liviano y fécilmente transportable (sin rafces!), un universo radicalmente moderno ‘que, @ su vez, se modelaba segtin antiguas respuestas locales. Y, sin ‘embargo, nada de eso ha sido considerado hasta ahora por las lineas ominantes de la historiograffa como factor dinamizador de la mmodernizacién de la disciplina arquitecténica. [No se trata de imaginar una “otredad!” presuntamente salvadora, toda vez ue, como lo ha visto Terry Eagelton, los progresistas metropolitanos Parecen resignados al fin de la historia en sus propios paises. Esa otredad, ‘como se tratata de mostrar en varios de los textos, forma parte del “mutuo yy pertinaz engaiio” referido por Paz. Es més, la insistencia en la diferencia parte, a mi juicio, de un discurso que, siendo consecuencia de la modernizacién noratléntico-centrada, procura al mismo tiempo negar los aspectos liberadores y democraticos de los procesos de homogeneizacién ‘y mundializacién. Es que en el mismno kit del infernal mundo sin matices ni singularidades deberia venic la multipicacién de los nticleos de ‘cteatividad o resistencia. Lo que de hecho ha estado y esté ocurriendo a pesar de quienes no logran advertirlo. La pregnancia del discurso ccentrado sobre la diferencia no sdlo es producto de una vocacién hegeménica sino también de las propiasdificultades para reconocer el alcance de los pracesos de mademizacién por parte de quienes ‘operamos en este lado del planeta. Es necesario tener en cuenta que la modemizacién (productiva, tecnoligica y econdmica) ha tenido escasos niicleos locales protagénicos. Como en otras geograffas, en América Latina la casi lotalidad de los casos el proceso de transformacién estructural fue forzado mediante actos de violencia comercial, politica o armada, De manera que sus expresiones no pueden menos que dar cuenta de esa relativa "imperfeccién” en relacién con el funcionamiento de fos modelos en los centros generadores y dominantes de ese proceso. La traduccién de esta condicién a los problemas de la arquitectura se manifiesta en dos cconflictos que, con diferente intensidad, atraviesan a los paises de la regiGn hasta nuestros dias: la debilidad y falta de autonomia de las 14 paeracto estructuras productivas industriales y la falta de integracién del conjunto de la sociedad o, lo que es lo mismo, la manginacién de las grandes mayorfas en relacién con los mas dingmicos nécleos de modernizacin, ‘Asi, en el subcontinente los modernismos han tendico a girar, por un lado y como en todas partes, en torno a temas “circulantes” desprendidos de {a propia realidad pero, aclemés, en torno a cuestiones de pura representacién 0, a lo sumo, de limitadas relaciones entre técnica y atica, las mas de las veces sobre base subjetiva,y casi siempre sin poder hacerse cargo de los problemas de la reproductibilidad. De este modo, la discusién ha oscilado entre dos polos, el de un pragmatismo no dispuesto a poner en cuestin los temas y tecnologias de origen extemno, Co bien sobre el humus subjetivista se ha asentado, especialmente en los afios recientes, la bsqueda de un lenguaje “otro”. Entre ambos, sgeneralmente de manera marginal pero no por es0 menos signficativa, se han desarrollado numerosas contribuciones originales y productivas para Ja comprensién, la critica superadora y la ampliacién de los limites de la modernizacién. 3 Los ensayos que aqui se publican han sido elaborados y escrtos a lo largo de los tiltimos veinte afos. He preferido presentarlos sin producirles modificaciones, aunque indicando las fechas de publicacién, en parte como inditecta solicitud de indulgencia por los aspectos que puedan resultar inactuales, pero también como testimonio de las transforma- Ciones que las ideas han ido experimentando en relacién con los avances en los estudios y con los cambios en la cultura arquitecténica contemporénea. La excepcidn es el capitulo Mestizaje, criollismo... que redacté nuevamente sobre la base de dos trabajos preexistentes. Ambos, ‘como otras partes del libro, fueron parte de estudios que comenzaron en 1984 en Alemania ~especialmente en Instituto Iberoamericano de Berlin gracias a a Fundacién Alexander von Humboldt y al apoyo del Profesor Tilmann Buddensieg Quizas se notard que ninguno de los ensayos esté dedicado al andlisis de {as relaciones de Le Corbusier con la regidn. La ausencia no es producto, de un descuido 0 de una desvalorizacién de la importancia de esas relaciones sino al hecho que he tratado el tema en particular y como principal objeto de andlisis en un libro actualmente en prensa. Es facil comprender que a lo largo de estos veinte afios son ‘numerosfsimas las personas que han contribuido a los estudios y al desarrollo de las ideas aqui expuesias, y varias ls Insttuciones que los hhan apoyado. Entre estas titimas debo sefialar especialmente a la Fundacién Alexander von Humboldt, a la Fundacién Getty, a la Universidad de Buenos Aires, a la Universidad Torcuato Di Tella y a la Graduate School of Design de fa Universidad de Harvard. Obtuve de la primera el impulso inicial, de la segunda la posibilidad de un fructifero intercambio con varios colegas latinoamericanos en numerosos ‘encuentros a lo largo de un afo, de la tercera la posibilidad de desarrotlar Y Giscutir temas con mis colegas del Instituto de Arte Americano e PserAcio 18 Investigaciones Estéticas Mario J. Buschiazzo y de la Catedra de Estudios, Latinoamericanos juan O'Gorman, de la cuarta el clima académico del ‘que tengo el privilegio de participar en los tiltimos afos, y de la quinta la ‘oportunidad de consolidar e intensificar mis ideas en los cursos sobre “Modernidad y Arquitectura en América Latina del Siglo XX" que dicté en 1996 y 1998, en la organizacién del Coloquio Internacional The New inside the New. Latin American Architecture and Urbanism and the crisis ‘of the International Style. 1937-1954 (1996) y en la conduccién del Seminario The Odd Couple. Modern Architecture and the relations between Latin America the United Siates. En el marco de estas instituciones, el intercambio de informacién y de ideas ha sido invalorable, y particularmente en los enriquecedores debates y experiencias que he compartido con Fernando Aliata, Anahi Ballent, Adrian Gorelik, Graciela Silvestri, Claudia Shmit, Alejandro Crispiani, Fernando Pérez Oyarztin, Alberto Sato, Carlos Eduardo Diaz Comas, Enrique Xavier de Anda Alanis, Silvia Arango, Luis Carranza y Nathaniel Furster. Por tltimo, y de manera muy especial, quiero agradecer la generosidad y la excepcional calidez con que los colegas y amigos de Sevilla y Madrid ‘me han brindado todo su apoyo haciendo posible la realizacién de este ibe. 16 pruraco NACIONALISMO Y UNIVERSALIDAD EN LA ARQUITECTURA LATINOAMERICANA Creo que, a grandes rasgos, podriamos hacer en Latinoamérica una divisin entre dos tipos de realidades culturales e hist6ricas. Una, la asignada por la presencia de importantes preexitencias culturales, indigenas o ibéricas: tal es el caso del Pers, ciertas éreas de Brasil o del Caribe, Cuba, y, sin duda, de México. La otra, fuertemente determinada por la presencia de corrientes migratorias, especialmente europeas, entre finales del siglo XIX y la segunda postguerra: a este caso responden en general las realidades del Cono Sur latinoamericano, como Argentina, Uruguay, Chile, el sur de Brasil, y,segxin creo, ocurre lo mismo con Venezuela. No estoy en condiciones de afirmar que las consideraciones que haré a continuacién sean validas para los primeros -lo que no deberta excluirse~, pero creo que puede admitirse cierta generalizacién en el segundo caso. Aclaro, entonces, que sin que esto signifique un absoluto, neste limite de la “latinoamericanidad” se movera: la mayor parte de las rellexiones que traiaré de transmit. ‘Al menos a este drea, por ejemplo, me parece que se pueden hacer extensivas las reflexiones que Jorge Luis Borges ha hecho en un trabajo publicado en 1932, titulado Ef escritor argentina y fa tradicion (descarto la parafrasis “El arquitecto del cono sur latinoamericano y la tradici6n”, por complicada, pero no pareceria inapropiada). Como se recordars, la idea central que Borges expone en ese texto es que el problema que se enuncia no existe, que es retrico. Con la lucidez que caracteriza toda su obra, Borges demuestra allf varias cosas y las mas significativas me parecen: que el culto del “color local” es un relativa- mente reciente invento europeo (Shakespeare se hubiera extrafiado mucho si alguien le hubiera exigido no ambientar su Romeo y Julieta en Italia, osu Hamlet en Escandinavia; y lo mismo hubiera hecho Racine si se le hubiera recriminado su escasa galicidad por escribir latines); que de todos modos esa particularidad esa identidad, podriamos decit~ se presenta, busquela uno 0 no. El Corén, recuerda, citando a Gibbon, no hace mencién de ningiin camello, lo cual demuestra su autenticidad como obra de un buen érabe, Mahoma, quien precisamente por serlo jamas se preocups de mostrarse tal; que e! limitar las propias capacidades a temas y mados de construccién de caracter local no es sino una forma de autoclesprecio porque supone privarse simulténea- mente y en forma sumisa del canto del universo; que, por el contrario, de las mismas formas que para un extranjero es “natural” el adoptar un punto de vista central en el caso de la visién sobre Latinoamérica, para nosotros debera resultar no menos natural tomar un punto de vista central respecto de otras cultures. ” Eugenio Garin ha visto con claridad este viejo tema, el hecho de que Europa ms que descubrir ha inventado a América. Y hoy nosotros podriamos decir que la mirada del “centro” ha inventado a “Latinoamé- Fica". Como bien dice el historiador italiano: “Casi en un espejo, ¢s el alma misma de Europa la que se refleja en las imagenes que los europeos se hacen de los otros pueblos y en esas, ‘imagenes se expresa ast la buena y la mala conciencia de los ‘europeos.” ‘© -como él ejemplifica: la cuestién no radica en que Moro copia en 1516 su Utopia de la organizecién inca del Estado y la sociedad que son descubiertas en 1531, sino en el modo en que, a través del ente de la Utopia de Moro, es luego leida la realidad inca, Estas consideraciones son importantes para advertimos acerca del extremo cuidado con que deberfamos manejar tanto ingenuos proyectos de identidad, de “particularidad local”, presuntamente incontaminados, presuntamente expresivos de nuestras propias realidades, presuntamente liberados, cuando en tigor lo que estamos haciendo es reproducir las imagenes que de nosotros antes otros han fabricado. Podiemos considerar algunos ejemplos. Uno es el de la importante influencia -recfproca, sin duda- entre las vanguardias europeas y el descubrimiento de la “brasilianidad”, influencia reconocida en Anita Malfati, pero también por Mario de ‘Andrade, en relaci6n a la figura de Lasar Segall, sin olvidar el extraordinario impacto causado por el “negrismo” de Blaise Cendrars sobre esas vanguardias. El juego de miradas cruzadas es aqui realmente interminable: Anita mira al expresionismo aleman cuando el expresionismo alemén se mira 8 lo genuino del Brasil, en su naturaleza y en su rica composicién Sinica; y haciéndolo la artista se encuentra a si misma. Los integrantes del grupo modernista de Sao Paulo descubren la potencialidad estética de los pueblos y ciudades mineras en el viaje que hacen por primera vez a la region a instancias de Cendrars. Como Colén, quien escucha imposibles tuiseiores entre las palmas del Caribe, la vanguardia mira to que quiere de antenmano ver, los “tigres en las nubes" de su imaginacién. ‘Otro ejemplo, Werner Hegemann ~y lo mismo podrfa decirse de Le Corbusier- viaja al Rio de la Plata en 1931 para aconsejar en politicas urbanas, Cuando regresa a Berlin publica en Wasmuth un trabajo que titula Schinkel en Latinoamérica, donde cruza el espirita clasicista del arquitecto aleman con las casas populares del suburbio de Buenos Aires. Esta especial conformacién arquitecténica y urbana sive a Hegemann para argumentar a favor de su propuesta de Naturliche Entwicklung, de desarrollo natural de la ciudad. La “casa chorizo", antes jamas tomada en serio por arquitecto alguno, obtiene asf su validacion internacional, 20 NACIONALISMO ¥ UNIVERSALIDAD La particular condicién de ta periferia Hecha esta reserva, me interesa avanzar algo més en esta imagen de la galeria de espejos que acabo de sugerir, lo que hace, a mi juicio, nuestra realidad algo més interesante que si se tratara de reflexiones simples. Creo que si se ha advertido, como de hecho ha ocurrido, que el Centro no exite como tal, para nosotros, para una visién desde la periferia, el problema se complica, Emanuel Wallerstein‘, y también Braudel, segin tengo entendido, definen al capitalismo como un sistema de “economia-mundo”. Un sistema cambiante, mévil, y no una construccién definitiva y estable. Esta economia-mundo se caracteriza, segiin Wallerstein, porque continuamente su centro esté en desplazamiento y porque, en consecuencia, lo estan también cambiando de posiciones relativas, las entidades de la periferia y de la semiperiferia de este sistema, Se trata de ‘una afirmaci6n importante para nuestro tema, porque nos obliga a pensar que la dependencia directa de algin centro cultural no es més que, a lo sumo, una condicién hegeménica transitoria, en disputa permanente con los intentos de hegemonia provenientes de otras éreas del sistema, ‘A mi modo de ver, las situaciones locales pueden identificarse por las celecciones relativas que se realizan en los sistemas simbélicos disponibles de los centros; elecciones que estén signadas, a su vez, por la necesidad de instalar condiciones de hegemonia cultural en esas situaciones locales. Dicho de otro modo: reconacido el hecho de que el “movimiento moderno” es una invencitn historiogréfica transitoria, vale decir, que ‘nunca existié una identidad de tal tipo. Admitiendo ademas que en los Ccentros se produjo una multiplicidad de expresiones diversas, artistas, arquitecténicas, politico-culturales, de gestién urbana y econémice, etc., {que dieron lugar a nuevas ideas y Conformaciones en la edilicia del siglo XX, debemos preguntamos por lo sucedido en cada uno de nuestros paises a partir de esta constatacidn. ¥, para eso, tenemos dos respuestas, posibles: o bien se produjo un reflejo simple de todas estas ‘manifestaciones, o bien se han prodlucido solo algunos, con ciertas inflexiones,y all podremos encontrar los rasgos de la tan buscada particularidad local, la identidad, la propia personalidad. Preguntarnos el ‘por qué de fas conformaciones hegernénicas en cada caso, nos permitiré ahondar en el conocimiento de esa personalidad. Para explicar estas diferencias es imprescindible tener en cuenta las dis tintas colocaciones relativas, politcas, pero también culturales y econé- ‘micas en cada uno de los casos, los proyectos de hegemonia provenien- tes de fos patses centrales en disputa, las historias personales y locales, y muchas otras consideraciones de un amplio espectro de factores. Es necesario tener en cuenta, como bien lo advierte Angel Rama en su libro Rubén Dario y el modemniso (circunstancia socioecondmica de un arte americano), que el pasaje de las nociones del centro a la periferia les NACIONALISMO Y UNIVEREALIDAD 21 modifica y transforma por el hecho de implantarse en condiciones absolutamente diversas de las originarias, Por ejemplo, las ideas de libertad, igualdad y fraternidad humanas sobre las que se instala el desarrollo de la burguesia hacen crisis al ser trasladadas, como autojustiicacién, alli donde se ejerce la expoliaci saqueo y las mas brutales metodologias de dominio. at En el campo de la arquitectura, basta pensar en la crisis del pensamiento nacionalista surgido en Europa para apoyar la expansion de esa burguesia: si una arquitectura nacional era justficable en el centro, se abrfa inmediatamente la posibilidad de una arquitectura nacional en el pais dominado, con lo que se hacia imposible instalar en él, lisa y llanamente, las imagenes de la cultura dominante. Prestar atencién al cruce de las miradas, tanto las que provienen de los cceniros como las que se emiten desde cada particular condicin de la periferia, me parece, entonces, fundamental para avanzar en el conocimiento de nuestras particularidades. En este sentido la nocién de “arquitectura propia” puede producircierta perplejidad. Resulta obvio que propio es lo que esté aqui, es lo que poseemos, y €s imposible, en nuestro tiempo al menos, fundar una cultura desde la nada, “Apropiada” no sera una arquitectura s6lo en relacién a unas condiciones concretas dadas, sino porque se inscribe ademés en un cierto proyecto global Civilizacién y barbarie Sobre la arquitectura moderna en este contexto quisiera plantear algunas consideraciones, abriendo, como en el caso de lo nacional, ciertos problemas que el terna plantea. En primer lugar, me parece que podemos

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