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_LECCION CUARTA. DEL DERECHO DE ACCESION. L Preliminares. Definicién. Establecidos los precedentes que nos hacen conocer la naturaleza }del derecho de propiedad, natural es que examinemos sus diferentes ratributos, esto es, las facultades 6 derechos que otorga al propietario. ; Entre esos derechos se cuenta el de accesion que, segun lo define el articulo 869 del Cddigo Civil, es el derecho que la propiedad de s bienes da 4 todo lo que ellos producen 6 se les une 6 incorpora Inatural 6 artificialmente. 1 Grave controversia se ha suscitado entre los jurisconsultcs, con- kiderando unos la accesién como uno de los modos de adquirir el lominio; y otros como uno de los derechos inherentes a éste, en vir- fud de que es una consecuencia de la propiedad que ya se tiene en la. cosa. Entre estos ultimos se encuentra Gutierrez Fernandez, quien asien- fa Ja siguiente consecuencia, aceptada por los Cédigos modernos: ,1 Articulo 773, Cédigo civil de 1,884. 68 Lecciones de Derecho Civil. uLuégo, se puede sostener que lo que se Jlama derecho de accesin; es en realidad un efecto del derecho de propiedad; pero efecto parg ticular, que mereciendo una atencién especial, puede muy bien to! mar un nombre propio. Fundandose los autores en.que los productos de los bienes pueden ser efecto de la naturaleza 6 del arte, han distinguido 1a accesidn continua y discreta. Se llama accesién continua 4 la incorporacién de una cosa ajen 4 la nuestra; y se le llama asi, porque resulta de la unidn de dos mds cuerpos diferentes. : Se llama discreta la adquisicién de los frutos que producen nuess tras cosas; y se le llama asf por la separacidn de !os cucrpos. Los jurisconsultos antiguos distinguian también la accesién en na tural, industrial y mixta, atendiendo al origen 6 causa de los frutos; pero los modernos estiman tal distincién como meramente escolas: tica y sin utilidad practica alguna. El Cédigo Civil acepta aquella distincién, como veremos en los at ticulos siguientes. il. Del derecho de accesién respecto del producto de Ios bienes. En virtud del derecho de accesién pertenccen al’ propictario: 1° Los frutos naturales: -2° Los frutos industriales: 3° Los frutos civiles, (art. 870, Céd civ.) ? Se Ilaman frutos los objetos que una cosa produce y reproduce si alteracién de su sustancia, esto es, la produccién y reproduccién pe! riddica de una cosa; y se les distingue de los productos de ésta, por: que aunque todos los frutos son productos, sin embargo, no todos | productos son frutos. 1 Articulo 774, Codigo civil de 1,884, Lecciones de Derecho Civil. . 6g Hablande con propiedad, los frutos son los productos regulares;, * ordinarios y periddicos de a cosa, que se producen y reproducen de- E tiempo en tiempo; y los productos son objetos que la cosa no repro duce periddicamente, sino que forman en realidad una parte inte-+ grante de ella y que se separa por accidente 6 de un modo extraor- dinario, como las piedras extraidas de una cantera, los metales de. - yna mina. Sin embargo, segtin la opinion undnime de los jurisconsultos, los productos caen bajo la denominacion de frutos y estén regidos por jas mismas reglas que estos, cuando se convierten en el objeto de F una percepcion regular y periédica, con motivo del destino que le da. F el propictario’d la cosa, En tal caso por ficcidn de Ja ley y atento el destino que el propic- tario le ha dado 4 su propiedad, se consideran los productos como frutos, en lo concerniente 4 los derechos de goce, establecidos en pro dewn tercero, con posterioridad al destino al cual se consagré aquella. Tal teorfa encuentra firme apoyo en la ley 7, § 14, tit. 3, lib. 24, D: segtin la cual se consideran como frutos las minas. uSed si cretifodine, argentifodine, vel auri, vel cujus alterius ma- teri@ sint vel arena, utigque infructu habebuniur.n Son frutos naturales las producciones expontdneas de Ia tierra. “ las erlas, pieles y demds productos de los animales. (art. $71, Cdd.. civ.) + En otro tiempo se discutid acerca de sf ,los productos de los ani- males domésticos se debian considerar como frutos industriales, su- puesto que el propietario impende trabajos indispensables para ali- ' mentarlos y conservarlos y hacer que produzcan utilidades, (Vinnio; - Inst. de rer, div.,§ 37 nam. 4.) Pero el Cédigo civil clasificé esos productos entre los frutos natu- "rales, aunque otorgando exclusivamente la propiedad de las crias de los animales al duefio de la madre y no al del padre, sin otra excep- cion que el convenio anterior en contrario de ambos propietarios. “ (art, 872, Céd. civ.) ? Esta regla, establecida por el Cédigo, que no es mds que la repro~ 1 Articulo 775, Cédigo civil de 1,884, 2 Articulo 776, Cédigo civil de 1,884, 70 ‘ Lecciones de Derecho Civil. duccién de los principios sancionados por la legislacién Romana y lal de las Partidas, se funda en dos consideraciones igualmente atendi. bles: la certidumbre de la madre que concurre de una manera pe4 arenne a la generacion, y la propiedad de la cria, que no es mds quegl la continuacidn de la que se tenfa cuando aquella aun estaba en el sed no de la madre, (Leyes 5", tit. 1, lib. 6, D., y 25, tit. 28, Part. 3%.) Por esta razén consideraban los romanos la cria como una parte de las visceras de la madre. (Ley 5* citada, D.) Son frutos industriales los que producen las heredades 4 fincas dei : cualquiera especie 4 beneficio de cultivo 6 de trabajo. (art. 873, Céd. civ.) } . Para que los frutos naturales 6 industriales se reputen 6 conside- ' ren como tales, es preciso que estén manifiestos 6 nacidos; pero en cuanto 4 las crias de los animales, bastan que estén en el vientre de § ‘Ja madre para que se les consideren frutos, aun que no hayan nacido. | (Art. 874 y 875, Odd. civ.) 2 1 Al establecer la ptimera regla se separé el Cédigo de nuestra an- § tigua legislacién, fijando de una manera que no permite controversia alguna, desde cudndo deben considerarse existentes los frutos, en el caso en que varias personas alegan derechos sobre ellos, En cuanto 4 los animales sin marca ajena, que se encuentran en: las tierras 6 propiedades de alguno, la ley establece la presuncion de" ser propios de éste. Pero tal presuncidn no es incontrovertible, sino que sdlo se tiene como verdad mientras no se prueba lo contrario. | Es decir: que tal presuncidn es de aquellas que, en el tecnicismo de‘ la ciencia, se aman juris ¢antums(Art. 877, Céd. civ.) 3 : 1 Articulo 777, Cédigo eivil de 1,884, 2 Articulos 778 y 779, Cédigo civil de 1,884, 8 Articulos 736 y 737, Cédigo civil de 1,884. El articulo 777 del Cédigo de 1870, : fué trasladado bajo los nfimeros indicados del capitulo 6° que trata del derecho: accesién al 2°, relativo 4 Ja apropiacién de los animales, en la forma siguientes 4 “Art, 736. Los animales sin marca agena que se encuentren en las tierras 64 propiedades, se presumen propios del duefio de éstas mientras no se pruebe lo con} trario, a no ser que el propietario de las tierras no tenga cria de la raza 4 que 108 7 animales pertenezcan.” . “Art, 737. Los animales sin marca que se encuentren en tierras de propiedad ¥ particular que exploten en comin varios, se presumen del duefio de la cria de Ja | misma especie y de la misma raza en ellas establecidas, mientras nu .> vruebe Jo» contrario, Si dos 6 més fueren duefios de cria de la misma especie y raza, mien | Leeciones de Derecho Civil. w : Los jurisconsultos modernos estiman la distincién de los frutos : naturales ¢ industriales sin interés ni aplicacién alguna en la actua- Jidad, 4 diferencia del derecho Romano en el cual tenfa suma impor- tancia, respecto del poseedor de mala fé, 4 quien concedia la propie- dad de los frutos industriales y le negaba la de los naturales. Son frutos civiles, los alquileres de los bienes muebles, las rentas de los inmuebles, los réditos de los capitales, y todos aquellos que no siendo producidos por la misma cosa directamente vienen de ella por contrato, por ultima voluntad 4 por la leys(Art, 876, Céd. civ.)? A diferencia de la distincién de los frutos en naturales ¢ indus- triales, que no presta ninguna utilidad, y que sdlo se ha conservado por tradicién y como doctrina, es de suma importancia la de los fru- tos en naturales y civiles. Los frutos naturales é industriales, no a@quieren una existencia propia y distinta de la cosa que los produce, sino por la percepcidn; esto es, desde el momento en que se les separa de aquella cosa. {arts. 975 y 976, Céd. civ.) ? Por tanto, solo se adquieren en ese momento y por efecto de la sseparacién los frutos naturales ¢ industriales que la cosa produce. Los frutos civiles, que realmente no se perciben sino por el pago, se adquieren diariamente de manera que se dividen en tantos dias cuantos tiene el afio. En consecuencia, si el derecho 4 los frutos civiles pasa de una 4 otra persona, cada una debe percibir una parte proporcional de ellos tras no haya prueba de que los animales pertenecen 4 alguno de ellos, se reputarén de propiedad comin.” Esta traslacién se hizo & pretexto de que, existiendo un capitulo especial que tra- ta de la apropiacién de los animales era conveniente consignar en él el precepto aludido, supuesto que trata también de la adquisici6n de los animales. No creemos conveniente tal raz6n, ni mucho menos juzgamos digna de alabanza la traslaci6n, porque con ella se ha introducido una lamentable confusién, mezclan- do las reglas relativas 4 dos materias distintas. Para convencerse de que es asi, basta tener presente que las reglas relativas 41a apropiacién de los animales rigen Ia adquisicién de la propiedad por ocupaci6n; y ‘que los preceptos 4 ellas trasladados se refieren 4 la que se obtiene en virtud del de- techo de accesi6n. En otros términos: aquellas reglas se refieren 4 la caza y la pesca, y éstas al de- recho de propiedad que tiene sobre Jas crfas el ‘propietario de los animales: esto es, sobre los frutos de los animales que Ie pertenecen, cuyos derechos son absoluta- smente distintos, estén regidos por reglas diversas y ha debido existir entre ellos la conveniente separacién. 1 Articulo 780, Cédigo civil de 1,884, 2 Articulo 877, Codigo civil de 1,884, 72 Leccjones de Derecho Civil. 4 la duracién de ese derecho. Asf, por ejemplo; si se vende una finc arrendada cuando apenas ha trascurrido la mitad del afio, el preci del arrendamiento se debe dividir por mitad entre el comprador yel vendedor. (art. 978, Céd. civ.) } Establecidas las reglas que dominan en la accesién discreta, esi decir, respecto de la percepcidn de los frutos, vamos 4 examinar las’ que se refieren 4 Ja continua. Ii. Derecho de accesién respecto de los bienes inmuebles. La accesién de los bienes inmuebles, también conocida bajo el’ mombre de continua, se verifica por efecto de la naturaleza, 6 por in- dustria del hombre. Esta divisién esta fundada en las prescripciones de la ley, segun 3 Ja cual, la accesién puede verificarse por las cuatro causas siguien- tes: 1° El aluvidn: 2* La avulsién: 3° El nacimiento de una isla: 4° La mutacién de cauce: La accesién por industria del hombre puede verificarse por los tres modos siguientes: : 1° Por edificacién: 2° Por plantacién: 3° Por siembra: : Vamos, pues, 4 estudiar las reglas relativas 4 cada una de las es- | pecies indicadas de la accesién. 1 Articulo 878, Cédigo civil de 1,884, Lecciones de Derecho Civil. 73 Iv. Del aluvién. Se llama aluvién el acrecentamiento que paulatina é insensible- mente reciben por efecto de la corriente de las aguas las heredades confinantes con las riberas de los rios. (art. 893, Céd. civ.) ? La adquisicién por efecto del aluvidn se funda en la consideracién de los peligros 4 que se hallan expuestos los terrenos contiguos 4 los rios, por las segregaciones que la corriente produce en ellos insensi- blemente, y por las inundaciones que pueden esterilizar esos terrenos. De manera, que el aluvidn es una justa compensacidn que reciben los propietarios. Ademas, como el aluvidn es el acrecentamiento paulatino é insen- sible que se forma con las segregaciones imperceptibles que las aguas hacen en, otras heredades, no se puede saber 4 quién pertenecen, y no es posible permitir su vindicacidn 4 los duefios de aquellas here- dades, por la imposibilidad que hay para identificarlas. De la difinicié6n que hemos dado del aluvién y de las causas que lo motivan y autorizan, se infiere, que sdlo tienen derecho & adquirir * “el acrecentamiento que produce, los duefios de las heredades confi- nantes con el rio, y que no tienen més limite que éste; y por tanto, iE que el aluvidn no aprovecha 4 los propietarios cuyas heredades es- , tan separadas del rio por un camino publico, pues en tal caso tienen - un limite fijo, é invariable, que es la via publica y no el rfo, y no so- portan las pérdidas que éste puede causar. Es decir: que no existen “las causas que motivan y autorizan la adquisicién del acrecentamien- to, y debe formar parte del dominio piblico y aumentar la via. Las aglomeraciones 6 acrecentamicntos que se forman insensible- mente debajo de las aguas y que se descubren por la retirada de éstas, no cambian de naturaleza por esta circunstancia, y por lo mismo, 'forman un verdadero aluvién; que pertenece por derecho de accesién 1 Articulo 796, Cédigo civil de 1,884. 10 74 Lecciones de Derecho Civil. 4 los propietarios de los terrenos en donde se han adherido 6 acumu-: lado. Pero no gozan del derecho dé aluvidén los duefios de las heredades! confinantes con las lagunas 6 estanques; es decir, que no adquieren. el terreno descubierto por la disminucién natural de las aguas, ni pier-' den el que éstas inunden con las crecidas extraordinarias, (art. 894, Céd, civ.) 2 La razén del principio que acabamos de establecer se expresa por! Goyena en los términos siguientes: "Los lagos y estanques no son aguas corrientes susceptibles de} extenderse por un lado y retirarse por otro." : "Si el volumen del agua llega 4 disminuirse, serd por la sequia 5 por una pérdida extraordinaria de agua, que provenga de una causa | local y accidental: si se aumenta considerablemente, serd efecto de , lluvias extraordinarias: pero luego recobran sus limites naturales, Por esto, ni en el primer caso pierde el duefio del estanque la propiedad de lo que el agua deja descubierto, ni en el segundo adquiere la de: lo cubierto por la misma.u El Cédigo civil no establece regla alguna que sirva de norma para: la divisién de los terrenos de aluvién cuando se forman 4 lo largo de, varias heredades, cuya circunstancia hace necesario recurrir 4 las que . establecié cl derecho Romano en las leyes 7, § 3, 29, 30, 56 y 65 lib. 41, tit. 1, D., 4 las cuales siguié fielmente la ley 27, tit. 28, Part. 3% Segan estas leyes la divisién se debe hacer entre los propietarios de las riberas, de modo que cada uno tenga una parte proporcional | 4 la extensidn de su heredad sobre el rio. De esta regla se infieren las siguientes consecuencias: 1" Que la divisién debe ser proporcional 4 la extensién del frente de las heredades al rio, y no 4 Jas dimensiones que tengan hacia el interior y alejdndose de aquel: 2* Que es necesario que el terreno de aluvidn se ura 4 las here- dades en toda la extensidn del frente de éstas, que comunica con el: rio. : La ejecucién de la regla 4 que aludimos no presenta dificultad al- | guna cuando la corriente del rfo tiene una direccién regular, porque 1 Articulo 797 Cédigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil, 75 > basta prolongar perpendicularmentc 4 ésta las lineas divisorias de las heredades; pero no sucede asf cuando Ja corriente es irregular y forma sinuosidades, pues la prolongacién perpendicular de los I{mi- tes puede hacer que éstas se encuentren antes de Negar al rfo, y que su cruzamiento forme un tridngulo. Este inconveniente y otros demostrados por Ia practica, han dado lugar & controversias entre los jurisconsultos sobre la manera de ha- cer la divisién, y se ha convenido en los medios siguientes. Cuando Ia corriente forma en los terrenos de aluvisn sinuosida- des que no cambian su direccién general, se deben dividir prolongan- do la lfnea divisoria de las heredades, perpendicularmente 4 la ima- ginaria que representaria aquella direccidn. Cuando los terrenos de aluvién cambian completamente la direc- cién de la corriente, formando dngulos entrantes y-salientes, se de- ben dividir éstos prolongando las lineas divisorias de las heredades, perpendicularmente 4 las diversas Iineas que representen el eje de la corriente, siguiendo su direccidn. y. De la avulsion. Se llama avulsién lo que Ja fuerza del rio arranca y lleva 4 otro campo inferior 6 4 la ribera opuesta, siendo de tal consideracién que ‘pueda conocerse y distinguirse. Cuando la fuerza del rio arranca una porcién considerable y reco- nocible de un campo riberefio, y lo lleva hacia 4 otro inferior, 6 4 la ribera opuesta, el propietario de la porcién arrancada conserva su propiedad; es decir, que la avulsidn, 4 diferencia del aluvidn, no le otorga ningwn derecho al propietario del campo al cual se adhiere la porcién arrancada 4 otro por la fuerza del rfo, sobre esa misma porcidn. (art. 895, Céd. civ.) } Sin embargo, la ley, desde la época remota de la legislacién Ro- 1 Articulo 798, Cédigo civil de 1,884, 76 Lecciones de Derecho Civil. propiedad por un tiempo ilimitado, sino que le ha sefialado un plazo a cuyo vencimiento se extingue ese derecho. Asi es, que, segtin aquella legislacidn, el propietario tenia derecho | para reclamar el tesoro arrancado por la fuerza del rio, mientras no se hubiera confundido con aquel al cual se unid, 6 né hubieren echa- | do raices los arboles que llevé la corriente. El Oéddigo civil se separd de este sistema, que habia adoptado un - tiempo incierto como lfmite del derecho del propietario, cuya cir-_ cunstancia lo hacia ocasionado A inconvenientes contiendas, sefia- | lando dos afios para el ejercicio de ese derecho, contados desde la fecha del acaecimiento; y pasado ese plazo pierde el duefio la pro- piedad, 4 menos que el del campo 4 que se unid la porcidn arran- cada, no haya tomado atin posesién de ella, (art. 895, Céd. civ.) ? ; Esto no quiere decir que sea necesario que el propietario del cam- po al cual se unid la porcidn arrancada por la fuerza del rio la po- sea por dos afios para que adquiera su propiedad, porque como dice Demante, refiriéndose 4 un precepto del Cédigo francés, que saneio- na un principio idéntico al que nos referimos, este modo de adquisi- cién tiene un cardcter especial; pues no es una prescripcidn libera-_ toria, porque el solo lapso del tiempo no extingue la accién del an-_ tiguo propietario, si el vecino no ha tomado posesién, ni es una * prescripcién que produzca el efecto de adquirir en virtud de una po- sesién constante por cierto tiempo; sino que basta que el plazo haya espirado, y que antes haya tomado posesién el vecino, Segtin e] mismo autor, el lapso del tiempo basta para hacer pre- sumir el abandono del antiguo propietario, pero es necesaria la toma de posesidn para constituir por la otra parte la voluntad de adquirir, - sin la cual no puede consumarse la enageracién. En cuanto 4 la bre- _ vedad del plazo, se explica, por el poco valor del objeto reclamado y por la dificultad de la prueba, si aquel fuera mds largo; cuya dificul- tad no existe cuando no ha tomado posesién el vecino de la porcién | agregada 4 su campo, pues entonces permanece distinta de éste. En consecuencia, el propictario pierde su derecho de propiedad, si deja pasar dos afios sin hacer reclamacién alguna; pero la conserva « mana, nunea ha querido que el propietario conserve su derecho : ; 4 1 Articulo 798, Cédigo civil de 1,884, Lecciones de Derecho Civil. 77 »-gan después de espirado ese plazo, si el duefio del campo 4 que se unié la porcién arrancada no tomé posesién de ella; y si la tomdé no > es necesario que la conserve durante dos afios, sino que basta cual- ~ quier tiempo antes de Ja espiracidn de este plazo. Si la fuerza del rfo arranca solamente drboles, el propietario de ellos conserva el derecho de reclamarlos y llevarlos & su heredad, ., dentro de dos afios contados desde la fecha del acaecimiento; pero no puede usar los derechos de propietario de ellos en el campo aje- no en que se encuentren. (art. 896, Cod. civ.) 1 CE eee . . VI. Del nacimiento de una isla, Se llama isla una porcién de tierra enteramente rodeada!de agua Segtin el derecho Romano, (ley 30, § 2, lib. 41, tit. 1, D.), la isla puede formarse de tres maneras; cuando el rio se divide en dos bff zos, comprendiendo una heredad entre ellos; cuando se seca una par- te de su lecho al rededor del cual corre; y cuando eleva poco 4 poco sobre su lecho una eminencia con los despojes que arrastra, y la au- menta insensiblemente por aluvidn. La primera especie esta prevista por el art. 901 del Cédigo civil. que declara, que.cuando !a corriente del rio se divide en dos brazos, 6 ramales, dejando aislada una heredad ¢ parte de ella, el duefio no ‘pierde su propiedad sino en la parte ocupada por las aguas, aunque el rio dividido sea navegable. ? Las islas que se forman en los mares adyacentes d las costas del térritorio de la Baja California,:son del dominio publico, y ninguno puede adquirir propiedad en ellas, sino por concesidn del Gobierno. {art. 898, Céd. civ.) * Ya se comprende que esta determinacion de la ley es sdlo aplica~ * ble 4 las islas que se forman en los mares adyacentes 4 las costas-de 1 Articulo 799, Cédigo civil de 1,884, 2 Articulo 804, Cédigo civil de 1884, 3 Articulo 801, Cédigo civil de 1884. 78 Lecciones de Derecho Civil. la Baja California, sujetos, segtin las leyes del derecho internacional, ; al dominio de la nacién; pues fuera de esos limites, las islas nacidas en el mar son de aquellas cosas que se comprenden en derecho bajo la denominacién de nu//ius, y pertenecen al primero que las ocupa. | La regla 4 que nos referimos es igualmente aplicable 4 las islas - que se forman en los rfos navegables, y atin en los flotables, que son aquellos en que se navega por sirga 6 balsas: es decir, que pertene- | cen al dominio publico, y sdélo se puede adquirir su propiedad por concesién del Gobierno. (art. 899, Cédd. civ.) + En esta parte se separa el Cédigo civil del derecho Romano, se- gun el cual las islas que se formaban en un rio publico se considera- ban como una prolongacién de sus riberas, y pertenecian en virtud del derecho de accesién & los duefios de los campos contiguos, en virtudde la regla que dice: Res gue nostra rei accedit, fit nostre,(Ley 65, § 2, lib. 41, tit. 1, D.) " Esta reforma introducida por nuestro derecho, separdndose de los antiguos principios, se funda en el interés general de la navegacién y del comercio, que demanda que el Estado conserve la libre dispo- sicién de las islas que se forman en Ios rios pertenecientes al domi- nio publico. Esta razén es, 4 nuestro juicio, mds Idgica y convincente que la que dan varios autores, aseverando que las islas forman parte del alveo del rio, el cual pertenece al dominio ptblico, y deben seguir la suerte de él, como todo accesorio sigue la del principal; porque el cauce del rio deja de existir absolutamente desde el momento en que se forma la isla. Sin embargo, ambas razones apoyan y justifican la regla estable- cida por el Cédigo civil, y fundan y justifican la distincién que éste ha establecido entre {as islas formadas en los rfos navegables y flo- tables y en los que né !o son, otorgando el dominio de aquellas 4 la nacién y el de éstas 4 los prupietarios de las riberas. En efecto, si los rfos no navegables ni flotables son de propiedad particular, y si las islas son accesorios de los cauces, es evidente que deben seguir la suerte de éstos y pertenecer 4 los propietarios de ellos, . 1 Articulo 802, Cédigo civil de 1,884, Lecciones de Derecho Civil. 79 : Por este motivo, declara el articulo goo del Cédigo civil que las Y jslas que se forman de los rivs no navegables 6 flotables, pertenecen . 4 los propietarios de ambas riberas, proporcionalmente 4 la exten- : sién del frente de cada heredad, 4 lo largo del rio, tirando una linea divisoria por medio del dlveo. } De este precepto se infiere, que si la isla se halla fuera de la linea | divisoria, esto es, mds inclinada hacia una ribera que 4 otra, se debe repartir solamente entre los duefios de los campos contiguos 4 aque- | Ila y en proporcidn 4 la longitud de su frente. Vil. De la mutacién de cauce. La mutacién de cauce tiene lugar cuando varia de curso un rio dejando en seco su antiguo dlveo. Cuando tiene lugar la mutacidn del curso del rio, los duefios de los campos 6 heredades nuevamente cubiertos por las aguas, pierden el espacio que ocupa el rio; y los propietarios riberefios del dlveo - abandonado adquieren la parte que queda 4 su frente hasta la mitad * del diveo 6 cauce del rio. (art. 897, Cdd. civ.) ? : A diferencia de los Cédigos modernos, el nuestro ha seguido el sistema adoptado por las leyes de las Partidas y del Fuero Real, se- _ gin el cual, desde el momento en que las aguas de un rio se abren un nuevo cauce, el antiguo se debe dividir entre los duefios de los terrenos colindantes. (Leyes 31, tit. 28, Part. 3* y 14, num. 4, tit. 4, lib. 3, Fuero Real.) Y¥ como el Cédigo nada establece acerca del caso en que el rio - recobre su antiguo curso, creemos que hay necesidad de ocurrir & los preceptos del Fuero Real, que previendo tal caso, declara, que los . propictarios delos terrenos en donde el rio formé ei nuevo cauce / recobran su propiedad. . 2 : Es preciso no confundir la mutacién del cauce con la 1 Articulo 803, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 800, Cédigo civil de 1,884. INVESTIGACIONES 80 _ Weeciones de Derecho Civil. porque producen efectos Jegales distintos respecto de la propiedad de los fundos invadidos por las aguas. Es cierto que el Cédigo no establece ningdn precepto especial S0- bre la inundacién; pero segin ‘los principios generales que se deriz van de sus disposiciones, compiementadas por las leyes 14, tit. 4% lib. 3, del Fuero Real, y 32, tit. 28, Part. 3,4, la inundacién total 6 parcial, cualquiera que sea su duracién no extingue el derecho. de propiedad. En efecto: éste no podria extinguirse, sino porque la cosa hubiera perecido, 6 porque la hubiere adquirido otra persona; y como el te-; rreno cubierto por las aguas no ha dejado de existir, aunque éstas impidan su uso, ni el propietario tiene dnimo de abandonarlo 6 tras- mitirlo; cs evidente que no pierde su propiedad, la cual recobra, 4 medida que se retiran las aguas. j En una palabra, entre la mutacién de cauce y la inundacidén, exis- te la diferencia que nace de la circunstancia de ser aquella perpetua - y ésta temporal, que solo invade los terrenos contiguos por crecien- ’ tes anormales del rio, que no abandona su cauce para formar otro! nuevo. : Vill. De la accesion por edificacién, plantacién y siembra. wg ae ube gk peg: En los articulos precedentes nos hemos ocupado de la accesién ; continua que Se opera por efecto de la naturaleza:en éste nos vamos : & ocupar de la que se debe al arte y la industria del hombre; esto es, ! de la accesién de los muebles 4 los inmuebles por edificacién, plan-: tacién y siembra. : ° Respecto de éstas, declara el Cédigo civil, que todo lo que se une" 6 incorpora & una cosa, lo edificado, plantado 6 sembrado, y lo repa-' rado y mejorado en terreno 6 finca de ajena propiedad, pertenece al! duefio del: terreno 6 finca, con sujecién 4 las regias que establece. fart. 87 878, Céd. civ.) 1 1 TT Asticuto 781, Cédigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil. 81 _ Este principio no es mas que Ja consecuencia Idgica y precisa del _que sancioné el mismo Cédigo, declarando que la propiedad de los yienes da derecho-d todo lo que ellos producen 6 se les une 6 incor- .pora natural 6 artificialmente, cuyo principio es & su vez consecuen- wcia de aquellos que sirven de base fundamental para la distincién de jos bienes por su naturaleza, en virtud de los cuales, todo lo que se edifica 6 planta en cl suelo forma un todo con él y sigue su natura- .teza inmueble; de donde proviene el apotegma del derecho que di- ce: "Omne quo solo inedificatur, solo ceditu (art. 878, Cdd. civ.) + Estos mismos principios, tan intimamente relacionados entre: si, engendran las dos presunciones siguientes: 1.° Que todas las obras y plantaciones ejecutadas en un terreno, son hechas por el propietario. 2° Que tales obras y plantaciones se han hecho 4 expensas de éste, Estas presunciones son perfectamente Idgicas, porque nadic mds que el propictario ha podido tener interés en la ejecucién de las obras, siembras y plantaciones, pues sdlo él tenia derecho 4, hacerlas. Por esta razén han encontrado la conveniente sancién en cl articu- _ do 879 del Cédigo civil, que declara, que todas las obras, siembras y _ plantaciones, asi como Jas mejoras y reparaciones ejecutadas en un terreno se presumen hechag por el propietario y 4 su costa. ? Pero tales presunciones no son absolutas ¢ incontrastables, de ma- nera que siempre y en todos casos se deban tener como otras tautas verdades, sino que se consideran como tales, mientras no se demues- : tra lo contrario; y asi lo declara expresamente el precepto que aca- ~~ ‘bamos de citar. Es decir: que esas presunciones son de aquellas que en el tecnicismo de Ja ciencia se llaman juris tantum. Ya se deja entender que la prueba contraria debe recaer sobre es- tos dos objetos: primero, que las obras y plantaciones se -cjecutaron : por una persona distinta del propictario; y segundo, que esa persona ) erogé los gastos que aquellas demandaron. ; i Seria ineficaz la prueba que tuvicra por objeto demostrar solamen- _ te que otra persona, distinta del{propietario, habia ejecutado las obras, siembras y plantaciones, si 4 la vez no acreditara que habia crogado 3 1 Articulo 781, Cédigo civil de 1,884, 2 Articulo 782,Cédigo civil de 1,884, It 82 Lecciones de Derecho Civil. los gastos que estas causaron; porque podria haber obrado en nom~4 bre y por mandato de aquel. 4 Por una razén que no alcanzamos 4 comprender, y tal vez por la atingencia remota que tienen con el derecho de accesién, el Cédigog civil establece las dos reglas siguientes, que no son propias del obje- 4 to que nos ocupa: . ! 1%. Et propietario del 4rbol 6 arbusto contiguo al predio de otro,¥ tiene derecho de exigir de éste que le permita hacer la recoleccién de los frutos que no se pnedan recoger de su lado; pero es respon- j sable de cualquier perjuicio que con cualquier motivo le. cause: (ar-. ticulo 880, Céd. civ.) + , 2.* Los frutos del arbol 6 del arbusto comiin, y los gastos de su cultivo, seran repartidos por partes iguales entre los propietarios. ( (art. 881, Cdd. civ.) 2 : Es.de lamentarse que se hayan colocado estas reglas entre otras que ninguna conexidn tienen con ellas, y que siempre hardn. un contraste desagradable € inconveniente, por haberse establecido fuera de propdsito. , Un examen detenido y la experiencia nos deben demostrar la per- j fecta armonia que existe entre los principios que hemos establecido, 4 pues todos estén intimamente relacionados entre si, de manera que 4 los unos son consecuencia precisa de los otros, ’ En efecto: al hacer la clasificacién de los bienes, enumeramos entre } 1 Articolo 783, Cédigo civil de 1,884. Modificado en los términos siguientes: “El propietario de Srbol 6 arbusto contizuo al predio de otro, tiene derecho de exigir de éste que le permita hacer la recoleccién de los frutos que no se puedan recdger de su lado, siempre que no se haya wsudo 6 no se use del derecho que conceden los | articulos 1,019 ¥ 1,029, pero el duefio del drbol 6 arbusto es responsable del daiio que 4 canse con motivo de la recoleccién.” ¥ Usta reforma fué introducida, segtin el autor de las notas comparativas del nue- vs Cédigo con el de 1,870, para destruir la aparente antinomia que existia entre ios artioules 880 y 1,125 y 1,126 de este ordenamiento. A nuestro juicio, no ha habido tal antinomia, la reforma ha sido innecesaria 6 : importa, por los términos en que est4 concebida, una condicién que limita en sued ejercicio el derecho del duefio del Arbol; porque podra suceder que 4 pesar de ha- 4 her side cortadas lis ramas do éste, que caiau sobre el predio contiguo, no puedan colectarse los frutos de ese lado, y sin embargo, que aquel no tenga derecho de 4 exigir que se le permita hacer la recoleccién, supuesto que el precepto reformado ‘| sanciona exe derecho, siempre que no se haya usado é se use del que conceden los articu- tos 1,019 ¥ 1,020, esto es, de hacer que se arrunque el drbol 6 que se corten sus ramas. De manera, que por el hecho de haberse cortado las ramas del Arbol que caian sobre el predio contiguo, pierde el duefio de aquel el derecho de exigir que se le { permita hacer la recoleccién por éste, aunque no pueda hacerla por su lado, 2 Ariiculo 784, Codigo civil de 1,884, Lecciones de Derecho Civil. 83 Jos inmuebles por su naturaleza, los edificius, las plantas y los 4rbo- Jes, pues aunque los primeros no son mds que un conjunto de cosas ‘quebles, se modifica su naturaleza por su adherencia al suelo, del i cual se convierten en un accesorio, formando un todo con él, Esto conduce necesariamente 4 la siguiente consecuencia: luego el | edificio construido en un terreno debe pertenecer al duefio de éste, .gupuesto que es un accesorio de él, y que lo accesorio sigue la suer- te de lo principal. ‘De este principio se deriva la regla seguin la cual, el que siembra planta edifica en finca propia, con semillas, plantas 6 materiales aje- nos adquiere la propiedad de unos y otros, (art. 882, Céd. civ.) 1 Esta regla parece 4 primera vista un grave atentado contra el de- recho de propiedad, pero realmente no es asf, y se justifica y explica : por los principios que antes hemos establecido y por consideracio- ; nes de equidad y de interés publico. ' Seguin aquellos principios, por la edificacién se identifican los ma~ | teriales con el suelo, formando un todo con él y perdiendo su indi- -widualidad propia, de manera que ya no existen como materiales» "bajo cuya forma han perecido para crear una especie nueva; y por Ho mismo, no pueden vindicarse por el propietario de ellos, porque © son susceptibles de vindicacién las cosas que ya no existen. La equidad se opone también 4 la vindicacidn, porque el propie- , tario de los materiales no puede tener un interés comparable con el ‘del duefio del suelo, que tendrfa la necesidad de demoler el edificio para restituirlos, con lo cual sufrirfa gravisimo perjuicio. ~ ¥ por ultimo, el interés de la sociedad, del comercio y de la indus- Miria se opone.d que se destrvyan los edificios y debasten las siembras iy plantaciones, cuando puede ser satisfecho el legitimo interés del propictario’ de los materiales, semillas y plantas, mediante al pago sdel valor de ellos. Por tal motivo, el articulo 882 del Cédigo no concede al propie- tario del suelo la propiedad de los edificios, siembras y plantaciones echos con materiales, semillas y plantas ajenas, sino mediante la bligacién que le impone de pagarlos en todo caso y de resarcir los: dafios y perjuicios si ha procedido de mala fe, # - 1 Articulo 786, Cédigo civil de 1,884, ; 2 Articulo 785, Cédigo civil de 1,884. bicidn. B4 Lecciones de Derecho Civil. Pero este derecho que tiene el propietario del suelo, engendra nd ‘cesariamente una obligacidn, la cual consiste en el deber de respetaf tal derecho, impuesto al duefio de las semillas y plantas ¢ de los ma teriales, y en la denegacion de accidn por la ley para pedir que se devuelvan, destruyéndose la obra 6 plantacidn. (art. 883, Céd. civ.)} Sin embargo, esta prohibicién no subsiste cuando las plantas né han echado raices y pueden sacarse; y cuando las semillas y los ma teriales no estan atin aplicados 4 su objeto, ni confundidos con otros pues entonces pueden vindicarse por el duefio de ellos. (arts. 883 } 884, Céd. civ.) ? La razén es obvia, porque no habiendo echado raices las plantag ‘no estdn incorporadas al suelo, no forman un tcdo con él, no pueg den considerarse como su accesorio y es facil sacarlas sin perjuicid de ellas y del suelo. En una palabra, no existen las causas que mq tivan la prohibicién de la ley, y deben cesar sus efectos. ; Otro tanto debe decirse respecto de las semillas y de los materia les, cuando no estan aun aplicados 4 su objeto, porque entonces ng estan identificados con el suelo, conservan integra su sustancia y 0g perecen para constituir una nueva especie. : j La prohibicidn 4 que aludimos debe su origen al derecho Romani y 4 las ieyes 38, tit. 28, y 16, tit. 2, Partida 3, qué otorgaban al pro pietario de los materiales accién para exigir el duplo del valor dg ellos y la, indemnizacidn de los dafios y perjuicios, si el duefio dé suelo hab{a obrado de mala fe. 4 En la actualidad no tiene lugar la pena del duplo, pues solo esti obligado el propietario del suelo al pago del valor de los materiale¥ y si obré de mala fe, al de éstos y al resarcimiento de los dafios’ perjuicios. Por razén de analogia, creemos, apoyados en Jos motivos que full dan la excepcidn de la regla general que prohibe vindicar los matg riales empleados en un edificio, que, si son separados de él, puede vindicarse; pues entonces cesan las causas que motivan la pro i Las reglas hasta aqui expuestas tienen justas y exactas aplicacidg nes sdlo respecto de las obras, siembras 6 plantaciones hechas p% 1 Articulo 786, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 786 y 787, Cédigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil. 85 el propictario del suelo; pero puede acontecer que sean ejecutadas por una persona distinta del propictario. .En tal caso, es preciso distinguir si el que hizo las obras, siembras: 6 plantaciones obré de buena 6 de mala fe, pues segtin son las cir- cunstancias se aplican reglas distintas. El principio, que domina en estos casos, asi como aquel de que antes nos hemos ocupado, es el mismo. Es decir: que en virtud del -derecho de propiedad y por la misma naturaleza, todo lo que se une incorpora 4 una cosa, lo edificado, plantado y sembrado, y lo re- parado y mejorado en terreno de ajena propiedad, pertenece al due- hijo del terreno ¢ finca. (art. 878, Cuid, civ.) } ' Este principio tiene la misma aplicacidn, cualquiera que haya si- do la conducta del constructor y del propietario: esto es, que hayan’ obrado de buena 6 de mala fe, y aunque los materiales, las semillas -6 plantas sean de terceras personas, pues la ley no distingue respec- to de la adquisicién del propietario del suelo, por mds que otorgue derechos distintos 4 los que edifican, siembran 6 plantan, segan que -obren de buena 6 de mala fe. . ; Antes de explicar las reglas que rigen en uno y en otro caso, con- viene saber que se entiende por mala fe. ; . : Seentiende que hay mala fe de parte del edificador, plantador 6 sembrador, cuando hace la edificacién, plantacién 6 siembra, 6 per- : ite, sin reclamar, que con material suyo las haga otro, en terreno ' que sabe es ajeno, no pidiendo previamente al ducfio su consenti- pmiento por escrito. (art. 889, Céd. civ.) ? Se entiende que hay mala fe de parte del duefio, siempre que 4 st vista, ciencia 6 paciencia, se hicieren el edificio, la siembra 6 la plan- ftacidn. (art. 890, Céd. civ.) § _ Cuando ha habido buena fe de parte del que edifica, siembra 6 plan- ita, tiene el propietario del terreno derecho de hacer suya la obra, siembra 6 plantacisn, mediante el pago de los materiales, semillas 6 plantas, 6 de obligar al que edificé 6 planté, 4 pagarle el precio det * treno, y al que sembr6, solamente su renta. (art. 885, Céd. civ.) * 1 Articulo 781, Cédigo civil de 1,884, i 2 Artioulo 792, Cédigo civil de 1,884. | 3 Articulo 798, Cédigo civil de 1 884, _ 4 Articulo 788, Cédigo civil de 1, a4, 86 Lecciones de Derecho Civil. - Si se permitiera al propietario exigir la destruccién de las obras{ :siembras 6 plantaciones para restituir el terreno 4 su primitivo esta do, se trataria con excesiva severidad al que obré de buena fe, cas-4 tigando su error como si fuera el efecto de un delito, lo cual seria sinjusto; pero si se obligara al propietario 4 pagar una indemnizaciét que excediera del valor de las obras y plantaciones, se le ocasibnariaj una pérdida sin que hubiera culpa de su parte, lo cual también serfa injusto. Por este motivo, ha establecido la ley un justo medio que concilid fas indicaciones de la equitad y la justicia con Jos intereses del pro4 pictatio y del que edifica, planta 6 siembra de bueua fe, denegaridd] 4 aquel el derecho de pedir y obtener la destruccién.de lo edificadof sembrado 6 plantado, otorgdndole 4 éste el derecho de retenerlo; pé ro con ia obligacién de pagar su valor al que edificd, 6 bien, permi4 -tiéndole exigir de éste el precio del terreno, é la renta solamente enig ] caso de siembra. ‘ ] Es decir, que en ningtin caso sufren perjuicio el propictario y ef edificador de buena fe; pues sea que aquel prefiera quedarse con las obras, siembras 6 plantaciones, sea que las abandone 4 éste, obtie men ambos las justas indemnizaciones que impiden que uno se enri quezca con perjuicio de otro. Esta regla tan justa en su esencia, adolece, sin embargo, del vicid de mala redaccién, pues para fijar la cuantla de ta indemnizacié debida al edificador, invoca la regla estabiccida respecto del caso eng que la edificacién se hace por el propietario del terreno con materiay Ics ajenos, que le obliga, en el caso de que obre de buena fe, sdlo a pago de los materiales. La falta de claridad que lamentamos, hace presumir que el pro4 Pietario no tieae obligacién de pagar el itmporte de la construccida, fuera del valor de fos materiales, lo que es injusto y contrario 4 log . principios de equidad que sirven de fundamento 4 dicha regla. : Creemos, por lo mismo, que la mente del legislador ha sido conct¥ der al propietario, en el caso de buena fe del edificador, la facultag] de hacer suya la obra, siembra 6 plantacién, mediante el pago de si valor, inclusos el importe dela mano de obra en aquella, y el de lo jornales en éstas. : Cuando el que edifica, planta 6 siembra, en terreno ajeno obra dé Lecciones de Derecho Civil, 87 mala fe, pierde lo edificado, plantado 6 sembrado, sin que tenga de- -recho 4 exigir indemnizacién alguna del duefio del suelo, ni de rete- ner la cosa. (art. 886. Codd. civ.) } ; Esta doctrina, tomada del derecho Romano y de la legislacidn de ' las Partidas, se funda en una presuncién legal, en virtud de la cual se supone que, el que 4 sabiendas edifica en propiedad ajena, tiene intencién de donar. »» Pero tal presuncién cra en el derecho Romano, lo mismo que en’ el antiguo Espafiol, de aquellas que los jurisconsultos Haman juris : tantum, que admiten prueba eu contrario, y por lo mismo, sdlo se te- nia como verdad mientras no se demostrara lo contrario. (Ley 37, tit. 6, lib. 1, D.) Mas severo el Cédigo civil, da 4 esa presuncién, por el respeto y proteccién debidos 4 la propiedad, un cardcter absoluto, de manera que no admite prueba en contrario, Es decir: que probada la mala . fe del que edifica, planta 6 giembra, pierde lo edificado, plantado 6 - sembrado, sin que tenga derecho de reclamar indemnizacién alguna, ni de retener !a cosa, en virtud de la presuncién legal, que no admi- ’ te prueba en contrario. Pero como pudiera ser que el edificio construido de mala fe no le sea util al duefio del terreno, sino antes bien, perjudicial, y por lo mismo, que fuera ineficaz la determinacién de la ley, 4 la cual aca- _ bamos de referirnos, concede también 4 aquel facultad de pedir la’ demolicidn de la obra y la reposicidn de las cosas 4 su estado primi- tivo, 4 costa del edificador. (art. 887, Cdd. civ.) ? Pudiera suceder que la edificacidn se hiciera 4 ciencia y paciencia del propictario y con conocimiento del edificador de que el terreno era ajeno; esto es, habiendo mala fe de una y otra parte. En tal caso se entiende compensada esta circunstancia, y se norman los derechos -.de'uno y otro segiin las reglas que dejamos establecidas para el ca- “so de haberse procedido de buena fe. (art. 888, Céd. civ.) * El dolo del propietario se compensa con el del edificador, y por lo ' mismo, ninguno puede hacerse imputacién alguna. Y esta igualdad “de circunstancias hace que sea de-peor condicidn el que pretenda 1 Arttculo 789, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 790, Codigo civil de 1,884. 3 Articulo 791, Cédigo civil de 1,884. 88 Lecciones de Derecho Civil. enriquecerse 4 expensas y con perjuicio de otro, en virtud del axio¥ ma que dice: "Cum par est delictum duorum, semper oneratur petitor.us Cuando los materiales, plantas 6 semillas pertenecen 4 un tercero,, que no ha procedido de mala fe, el dueiio del terreno es responsable! subsidiariamente del valor de ellos, si concurren las siguientes cir cunstancias: .1? Que el que de mala fe empleé Jos materiales, plantas 6 semillas;, no tenga bienes con que responder de su valor: ’ 2.* Que lo edificado, plantado 6 sembrado aproveche al duejio del terreno. (art. 891, Céd. civ.) } Esta regla se funda en consideraciones de la mds ‘extricta justicia,. pues la culpa de uno, su mala fe, no debe redundar en perjuicio de; otro que es inocente. Ademas, seria inicuo que el propietario se en-; riqueciera 4 expensas del tercero, que ni de una manera indirecta: habia tenido participio en la ejecucién de las obras, siembras 6 plan-! taciones. . Sin embargo, esta regla deja de tener aplicacidn cuando el pro: pietario sufre perjuicio por las obras ejecutadas, y hace uso del de-; recho que la ley le concede para exigir la demolicién de ellas y la: reposicidn de las cosas 4 su estado primitivo. (art. 892, Céd. civ.) ? 1X. ut ar Del derecho de accesién respecto de los bienes muebles.. La accesidn de las cosas muebles puede verificarse: 1° Por adjuncidén 6 conjuncién: 2° Por especificacién: +3° Por comistién, Cada uno de estos modos estan regidos por ‘reglas especiales que determinan los derechos de los duefios de las ccsas unidas, de cuyas| reglas nos vamos 4 ocupar. Se llama conjuncién la unidn de dos cosas muebles pertenecien - 3 3 1 Articulo 794, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 795, Codigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil. 88 Stes A distintos duefios, hecha de tal manera que las dos vienen a for- ; mar una sola. Puede hacerse la adjuncién: 1° Por inclusién, como cuando en el anillo de un individuo se en- --gasta el diamante perteneciente 4 otro: - 2° Por soldadura, como si 4 una estatua propia se une una mano - de otra estatua ajena: - 3° Por tejido, como si se borda 6 teje una tela propia con hilo de . oro que pertenece 4 otra persona: : 4° Por pintura 6 escritura, como si alguno pinta 6 escribe en per- - gamino, tabla 6 lienzo ajeno. . Estas denominaciones no estan adoptadas per el Cddigo, porque » no se ocupa de cada.uno de los actos que constituye la adjuncién. + Sin embargo, estan admitidas por los jurisconsultos, y el mismo Cé- digo dicta reglas perfectamente adecuadas 4 cada una de las espe- cies de adjuncidn 4 que se aplican. EI principio que domina en esta materia es, que lo accesorio sigue Alo principal, y por tanto, debe pertenecer al duefio de la cosa prin- “\cipal lo que se una 4 ella. Cuando dos cosas muebles, dice el articulo go2 del Cédigo civil, _ pertenecientes 4 distintos duefios, se unen de tal manera que vienen -.a formar una sola, sin que intervenga mala fe, el propietario de la - principal adquiere la accesoria, pagando su valor. ! En este precepto se ha reproducido el priricipio que establecieron _ el derecho Romano y la legislacién de las Partidas, el cual tiene un - firme apoyo en la equidad que prohibe enriquecerse con perjuicio de otro. ' ¢Pero cuando se dice que una cosa es principal y que otra es ac- . césoria? En el articulo I de la leccién primera de este tratado, dijimos que se Ulaman principales aquellos bienes cuya existencia no depende de otros; y accesorios aquellos cuya existencia depende esencialmente de la de otros. Estas definiciones, aunque perfectamente gramaticales, solo tienen 1 Articulo 805, Céaigo civil de 1,884. 12 99 Lecciones de Derecho Civil. una aplicacién juridica en la materia que nos ocupa cuando la ley n Jesigna cual de las dos cosas unidas es la principal. Segtin cl derecho Romano, se rcputaba principal aquella que po ir por sf sola, y accesoria aquella cuya existencia dependi. de la otra, & la cual se unfa para su complemento y perfeccién, sii atender al precio de una y otra, de manera que podia ser mas valio dia ex! sa la accesoria que la principal. : Si las cosas unidas pudian existir por sf solas, se tenfa como prin-4 cipal la ‘de mds valor; y cn otros casos se atendia dla magnitud, dee manera que, aunque la cosa adherida fuera mas preciosa, cedfa 4 la: otra, como por ejemplo, el pié 6 la mano unida 4 una estatua; y eran de igual tamano y podian existir independientemente, se aten-} dia al precio. Si este era el mismo, cada uuo de los duefios conse vaba cl dominio de su cosa. (Vinnio; ust. de rer. dic.§ 26. El Cédigo civil se ha separado en esta matcria del derecho Ro- “mano y de nuestra antigua legislacidn, declarando que se reputa principal entre dos cosas incorporadas, la de mayor valor, (art. 903, Céd. civ.) } . Pero si no puede hacerse la calificacién conforme 4 esta regia, se} reputa principal el objeto cuyo uso, perfeccidn 6 adorno se haya con~ seguido por la unidn de otro (art. 904, Cdd. civ.) ? 4 Refiriéndose 4 estas reglas, se expresan los redactores del Cédigo civil cn los términos siguientes: "En el titulo de accesidn se procuré la mayor'claridad para fijar | de un modo positivo los distintos derechos que produce 1a incorpo- | racién de las cosas, en sus vqriadas especics. Uno de los puntos de mis trascendencia y de mds dificil resolucién en esta materia, es la calificacién del objeto que debe considerarse como principal; puesto 4 que 4 él debe ceder el que se declare accesorio. Después de maduro examen, la comisién adopté un pensamiento, que ademas de ser jus- to intrinsecamente, es de innegable conveniencia, porque cierra Ia, puerta 4 muy graves cuestiones, derivadas unas de la varia aprecia- cién del mérito de Ja obra, y fundadas otras en la diferencia de gus- + tos, y aun en circunstancias realmente accidentales. Si por principal 1 Artioulo 806, Codigo civil de 1,884. 2 Articulo 897, Cédigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil. 91 P ge tiene la materia mas preciosa, muchas veces no serd facil la deci- / sidn; porque la estimacién, como se ha dicho, no puede sujetarse 4 ‘yegias fijas. Si por principal se tiene la materia que ha sido perfec- cionada 6 adornada por la otra, se corre el peligro de dar la propic- «dad al que tal vez tenga ménos derecho. Y en uno y en otro caso se franquea una puerta anchisima 4 la cavilosidad y se da lugar 4 cues- . tiones interminables.» “Para huir, hasta donde sea posible, de estos inconvenientes, se _ establece: que se tendra por principal la materia de mayor valor. Al- guna vez sucedera que la materia de ménos valor sea mds preciosa ;porsu rareza, por su pulimento-6 por otros motivos; pero siempre | habré para la decisidn judicial un principio fijo y que independiente- mente de las apreciaciones privadas, de afecciéu y aun _caprichosas, ;. servird de norma segura para poner término a pleitos que en esta materia tienen por base intereses pequcitos en apariencia, pero que bajo muchos aspectos afectan 4 la sociedad.” u¥ como puede haber casos, aunque remotos, en que no sea posi- ble hacer la calificacién de la manera establecida, fué preciso optar entre los dos extremos indicados. La comisién se decidié por el se- gundo; por que aunque la materia perfeccionada no sea en verdad _ una obra nueva en su esencia, lo parece en virtud del adorno; el cual ~ por s{ mismo y separado de la otra cosa debe por lo comin tener mas valor. ’ Siguiendo al derecho Romano y 4 nnestra antigua legislacién, de- clara el Cédigo en el articulo 905, queen la pintura, escultura y bor- dado; en los escritos, impresos gravados y litografias, se estima por accesorio la tabla, el metal, la picdra, el lienzo, el papel y el perga- mino; porque respecto de elios, como se dice en la exposicién de motives, es mucho mas seguro el juicio; porque es notoria la dife- rencia que hay entre las materias componentes y la obra nueva; y por que se debe atender al progreso de la ciencia y de las bellas artes, 1 1 Articulo 808, Cédigo civil de 1,884, Reformado en los términos siguientes, 4 fin de enumerar los procedimientos modernos para la reproduccién de las obras de arte: “nla pintura, escultura y bordado; en los escritos, impresos, grabados, litogra- fias, fotograbados, oleografias, cromolitografias, y en las dem4s obras obtenidas Por otros procedimientos anilogos 4 los anteriores. se estima por accesorio la tubla, el metal, 1s, piedra, el lienzo, el papel 6 el pergamino.” 92 Lecciones de Derecho Civil. Pero ccemo el hecho de haberse unido dos cosas no siempre es bas tante para declarar duefio del todo al propietario de la principal, s deben observar ademas del principio que hemos establecido las re. glas siguientes: . ‘ 1* Cuando las cosas unidas pueden separarse sin detrimento, y subsistir independientemente, los duefios respectivos pueden exigir la separacidn, y en consecuencia recobrar su cosa. (art. 906, Cédt civ.) } Antiguamente se distingufa en el caso de adjuncién por solda- dura, si ésta se habfa hecho por /erruminacién, ésto es, uniendo las dos cosas con la misma materia, como el brazo de oro con oro a la es-4 tatua del mismo metal; pues en tal caso no habia lugar 4 la separa-\ cidn, porque no podia hacerse cémodamente 6 sin detrimento. a ’ Por-el contrario, podia hacerse la separacién, si se habia hecho lad unién con otro metal distinto, por ejemplo, plomo. " Este caso previsto por-la legislacién antigua es uno de tantos 4 | que se puede aplicar la regla general que acabamos de establecer. 2° Cuando las cosas no‘pueden separarse, sin que la que se repu- ta accesoria sufra deterioro, el duefio de la principal tiene también derecho de pedir la.separacidn; pero queda obligado 4 indemnizar al duefio de la accesoria, si dste ha procedido de buena fe. (art. 907 | Céd. civ.) ? £ 3° Cuando el duefio de la cosa accesoria es el que hace la incor- ° poracidn, la pierde si ha obrado de mala fé; y queda ademas obliga- do 4 indemnizar al duefio de Ja principal de los perjuicios que se hu- bieren causado por la incorporacion. (art, 908, Cdd. civ.) * 4° Cuando el duefio de la cosa principal es el que hace la incorpo- ' racién obrando de mala fé, el duefio de la accesoria tiene derecho : para exigirle el pago de su valor y la indemnizacién de los dafios y perjuicios que se le hubieren seguido; 6 de que se separe su cosa | aunque para obtener la separacién séa preciso destruir la cosa prin- cipal. (art. 909, Céd. civ.) 4 j 5.» Cuando la incorporaecién se hace por cualquiera de los dos due- 1 Articulo 809, Cédigo civil de 1,884. 2 Articulo 810, Cédigo civil de 1,884. 3 Articulo 811, Cédigo civil de 1,884. 4 Articulo 812, Cédigo civil de 1,884. Lecciones de Derecho Civil. 93 fios 4 vista 6 ciencia y paciencia del otro, sin que éste se oponga, se deben arreglar los derechos de uno y otro segun las reglas que he- . mos establecido para el caso de que hubieren procedido de buena fé; pues el dolo de ambos se compensa, se tiene por no existente y se debe seguir el axioma que considera de peor condicién al que trata

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