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Mamá

 
Estaba oscuro...
Solo el rayo de la luz de tus ojos.
Me enseñaste a respirar
y tus entrañas acariciaban mi frágil cuerpo.
Soñaba con colores
y te imaginaba hermosa,
fueron nueve meses en un mundo rosa.
Crecí de a poco con tu calor
me alimentaba con tus caricias
y frases de amor.
El momento llegaba
iba a conocerte,
estaba muy protegida
con miedo de perderte...
Se hizo la luz
una mañana de febrero,
mamá ahí estabas tú
tan maravillosa y tan dulce
como te había imaginado.
Aprendí con el correr del tiempo
y en mis andanzas peligrosas
de cada uno de tus consejos
valorados en cada acto
de mis diecinueve años,
y soñando cada vez
que me encuentro lejos,
con tus palabras
que envuelven mis vivencias
y acobardan los miedos
de mi juventud.

Colaboración de Luciana Carelli


Argentina

Esa mujer
 
Esa mujer
que noche a noche me arrulló en sus brazos,
que es dulzura, belleza y amor,
que es poesía, paz y canción,
que es gracia y me tomó en sus manos.
Esa mujer
es la luz en la más negra noche,
es un ángel que cayó del cielo,
es mi alma, mi amor y mi anhelo,
es la paz que mis penas conoce.
Esa mujer
es la más linda estrella del firmamento,
es la Luna con su sonrisa de plata,
es el consuelo que mis penas mata,
es de amor un eterno juramento.
Esa mujer
que con sus lágrimas me hiere el alma
y con su amor día tras día me embelesa
es el beso que borra mi tristeza
y mis miedos y temores calma.
A esa mujer
le dedico mis cantos y eternos alardes,
le regalo una rosa sin razón
que entre pétalos lleva mi corazón,
le llamo con amor mi querida madre.
Éste es un pequeño poema dedicado a mi madre, a la que adoro. Para mi
madre Leticia Guadalupe Garibay López.
Colaboración de Carlos Monsalvo
México

Mi madre querida
 Hoy día pienso en ti, mi madre querida, es el día que cumples un año más y
agradezco al señor creador, quien hizo a una mujer como tu, cariñosa, amorosa,
emprendedora, luchadora, porque así te envío a la tierra Dios, mi madre querida.

Tus ojos violeta madre, reflejan el azul marino del más hermoso lago, tú cabello
claro y con reflejos, como los destellos que irradia la hermosa luna, tu piel blanca
mamá, como copos de nieve, de los picos más inmensos del mundo.

Tu sonrisa madre, jamás vista por nadie, tu nariz perfilada, tu boca pintada en tu
inocente rostro madre, que ningún hijo podrá olvidar, porque, solo como tú, no
habrá ninguna otra madre.

Sabes quiero decirte gracias mamá, por haber existido, por haberme guiado,
cuidado y protegido, madre eres mi hada madrina, de esos cuentos mágicos, que
me contabas, cuando era un niño, te doy las gracias por tu dulzura, abrazos,
bendiciones, que cada noche me dabas, cuando los dos juntos rezábamos a Dios
antes de acostarme y yo me ponía a soñar mamá.

En el día de hoy madre, más que nunca, me acuerdo de ti, porque cumples un año
de tu partida a la dimensión desconocida, donde se pierde la línea del horizonte,
madre querida, le agradezco a la vida por haberte tenido, fuiste, eres y siempre
serás mi ejemplo, tu nombre será imborrable en mi mente y en mi corazón.

Madre donde quiera que estés bendíceme, cuídame, que acá en la tierra tienes un
hijo, quien te amara por siempre, mi querida y hermosa mamá, quien se llevó parte
de mi y yo me quede acá en la tierra, con el hermoso recuerdo y con un ángel
como tú mamá.

Madre un año más en que te fuiste, que volaste como una extraordinaria paloma
blanca, hacia la dirección donde se esconden las nubes; mamá te llevaré siempre
en mis recuerdos, y en el día tras día, donde me toque luchar, por lo que anhelo
en esta vida.

Madre querida se que no te haz ido por completo, ya que, siempre veo tu luz,
siento tu voz y tu presencia, que estará mas allá de una fotografía, mamá donde
quiera que te encuentres vigila mis sueños por favor, hoy día más que nunca,
miraré las estrellas y la que brille en mi rostro, se que en ese brillo estarás tú, mi
querida madre, dándome como siempre tu santa bendición.
 
Colaboración de Pablo Enrique Gutiérrez Yépez
Venezuela

A una madre
 
Tú me miras, ya lo sabes
tú me miras, ya lo sé
me miras y la conexión está hecha
me miras y me siento bien.
Tú me anclas a la seguridad con tú mirada
sólo siento el hueco de tú marcha forzada.
La paz de tú mirada escaneando mi estado
tú ausencia me incomoda, pienso y me entristece.
No quiero dejar de recordarte, no puedo olvidarte.
Me gustaría en mis pensamientos tenerte presente
y que mis ojos no se entumeciesen.
Toda una vida dedicada a un esfuerzo sin recompensa,
tus hijos son tu vida, tus hijos tu alegría.
Gracias por tu esfuerzo,
gracias por convertirme en lo que soy.
Nunca podré devolverte el esfuerzo
...esfuerzo sin medida, esfuerzo sin interés.
Te querré siempre... allá donde estés.
 
Colaboración de Carlos
España

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