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Capítulo 10
Capítulo 10
Teresa Garín
• 1. La discriminación de precios
• 1.1 La discriminación de precios de primer grado
• 4. Resumen
• Por el contrario, en el caso de bienes que puedan ser fácilmente revendibles entre
los diferentes grupos de demandantes, la discriminación de precios no tendrá éxito.
• La Figura 10.3 ilustra los efectos de la discriminación de precios de segundo grado llevada a
cabo por una empresa con economías de escala, es decir, con costes marginales y medios
decrecientes.
• Si se cobrara un único precio éste sería P* y la cantidad intercambiada Q*. Pero se cobran
tres precios distintos, basados en la cantidad comprada. El primer bloque de ventas se cobra
a un precio unitario de P1, el segundo al precio P2 y el tercero al precio P3.
En este caso se cumplen las tres condiciones antes mencionadas de viabilidad de este tipo de
discriminación de precios.
2. Por otra parte, los dos grupos de clientes pueden identificarse fácilmente sin más que
pedirles en la entrada a la sala el carnet de estudiante o el D.N.I.
3. Por último, es de esperar que las curvas de demanda de ambos tipos de clientes sean
distintas ya que, en promedio, la disposición a pagar de los estudiantes y ancianos es menor
que la del resto del público.
• Que quiere decir que: el monopolista maximizará los beneficios cobrando el precio más alto a
los clientes que tienen la elasticidad-precio de la demanda más baja.
• Es el caso del tráfico telefónico que es muy intenso durante el horario comercial y, sin embargo, cae
drásticamente a partir de las diez de la noche.
• También, los servicios de transporte de viajeros presentan demandas muy distintas según el
período de tiempo considerado. Por ejemplo, el tren de alta velocidad Madrid - Sevilla (AVE)
presenta una elevada demanda durante las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde y,
sin embargo, la demanda durante las horas centrales del día es bastante más baja.
• En los casos que acabamos de mencionar, el empresario puede maximizar beneficios cobrando
precios distintos según que el consumo se efectúe en horas punta (precios más altos) o en horas
valle (precios más bajos).
• Existen varias formas de conseguirlo y, en general, suelen implicar la fijación de más de un precio (abandono de la política de
precio-único).
• Idealmente, a la empresa le gustaría practicar la discriminación perfecta de precios, es decir, cobrar a cada cliente su precio
de reserva. Con esta estrategia de precios el monopolista consigue capturar todo el excedente del consumidor e
incorporarlo a sus beneficios. En la práctica este tipo de discriminación de precios es casi siempre inviable.
• En algunas ocasiones, la empresa maximizará sus beneficios cobrando a un mismo cliente precios distintos dependiendo de
la cantidad o bloque del bien o servicio que consuma.
• Esta estrategia, que recibe el nombre de discriminación de precios de segundo grado, tiene sentido bajo el supuesto de que
la disposición a pagar del consumidor disminuye a medida que consume más unidades del bien. De este modo el
monopolista mejora sus beneficios cobrando un precio más alto por las primeras unidades vendidas a cada cliente y
reduciendo dicho precio para las unidades posteriores.
• También resulta ventajoso para el monopolista abandonar la política de precio-único cuando existen dos o más mercados
separados con curvas de demanda distintas e independientes. En este caso, suponiendo que no existen posibilidades de
arbitraje, el empresario maximizará los beneficios cobrando el precio más alto en el mercado cuya demanda sea más
inelástica.