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HERNAN M. PALERMO BAlinauial Mikia«s Palermo, Hernan M. La produccién de la masculinidad en el trabajo petrolero / Hernan M, Palermo. - 1a ed. - Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Biblos, 2017. 146 pp.; 28 x 16 cm. ISBN 978-987-691-575-5 1, Industria Petrolera. 2. Estudios de Género. I, Titulo. CDD 331.561 Disefto de tapa: Luciano Tirabassi U, Armado: Sofia Vizza © Hernan M. Palermo, 2017 © Editorial Biblos, 2017 Pasaje José M, Giuffra 818, C1064ADD Buenos Aires info@editorialbiblos.com | www.editorialbiblos.com.ar Hecho el depésito que previene la ley 11.723, Impreso en la Argentina No we permite la reproduccién parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmision 6 la transformacién de este libro, en cualquier forma o por evalquier medio, sea electrinico 0 Mhoednico, mediante fotocopias, digitalizacién u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor, Su infraccién esta penada por las leyes 11.723 y 25.446, _ Bata primera edicién se terminé tle imprimir en Imprenta Dorrego, ida Dorrego 1102, Buenos Aires, A Martina Eva Quiero agradecer a todos los que, de una forma u otra, han participado de elaboracién de este libro que representa un importante paso en la conso- (incion de una linea de inyestigacién vineulada a los estudios del trabajo y masculinidades, Muy especialmente quiero agradecer a Cynthia Rivero, | companera de vida, por las lecturas eternas y los pedidos de correeciones siempre, Particularmente Deborah Rifkin y Carlos Leén han sido dos terlocutores constantes, meticulosos ¢ imprescindibles para el desarrollo Ja realizacidn de este texto, Igualmente quiero agradecer a Elena Mingo y \varo del Aguila por los intercambios sobre temas de género y masculinidad, mbién quiero expresar una enorme gratitud a Paulina Sieiliani, con quien ve el gran placer de compartir parte del trabajo de campo y construir juntos registro visual que hoy forma parte del presente libro, Al Chiru Lopez, jen me acercé contactos claves, referencias, su experiencia y sobre todo ‘amistad y su inquebrantable militancia, A los compafieros y compafieras tagénicas, quienes fueron una referencia ineludible: Natalia Barrionuevo, briel Carrizo, Daniel Marques y especialmente a Edda Crespo, quien me uadi6, desde que supo de esta investigacién, a profundizar en el tema Jas masculinidades y a la que agradezco el prélogo que precede al texto. mis compafieros y companeras del Ceil-Conicet, con quienes debatimos los los dias hace muehisimos afios: Claudia Figari, Nuria Giniger, Julia wil, Diego Alvarez Newman, Matias Frisco, Sara Cufre, Karina Ciolli, ‘A los trabajadores petroleros y sus familias, que amablemente compar- yon una parte de sus vidas conmigo. ‘A pesar de que este texto se elabor6 con aportes de otros y ofras que fueron preseindibles y sin euya colaboracién no hubiera sido posible 1a eonere- in de esta investigacién, todo lo expresado aqui queda baja mi exclusiva sabilidad. oe BB. bajo y masculinidad heroica ypitulo 2 ructuras de significacion de la masculinidad. inidades infantilizadas. In izacion y violencia en el trabajo... 6 finale: ffa.. Prélogo Edda Lia Crespo ‘Me complace infinitamente presentar La produccion de maseulinidad en el trabajo petrolero de Hernan Palermo, texto que auguro ha de convertirse en una referencia obligada dentro de la historia social y de género de los trabajadores patagénicos. La obra se inscribe dentro del campo de los stu- ilies on men and mascutinities e inaugura —para quienes nos interesamos por las industrias extractivas— la linea de los estudios profeministas de las masculinidades siguiendo los pasos seferos de Raewyn Connell, Las lecturas de Silvia Federici nutren al antropélogo de las categorias que le permiten yevisar sus propias interpretaciones en torno a la hegemonia empresaria. Ahora bien, si de calibanes y brujas se trata, encontrarlos en el ambito de Jn produccién hidrocarburifera exige un ejercicio sistematico de reflexion que se sostiene como fruto de un trabajo de campo intensivo y dela empatia con los “petreleros” entrevistados, La condicién de varén del investigador jarantiza un éxito por cierto envidiable para sus colegas femeninas. Como senala Hernan en la introduccién, la tesis central que da unici dad al texto no deja de lado las formas de construccién de las relaciones ile género que subsisten en el capitalismo desde el mismo momenta de la ‘acumulacién originaria. Por ello, otorga centralidad en esta construccién ‘al espacio del trabajo y principalmente al rol que cumple la organizacién ‘papitalista en el proceso de cooperacién. Tal como ha planteado Silvia Fede- ici (2014; 176-177), a partir de la acumulacién originaria se ha permitido sobre todas las cosas “desviar el antagonism de clase hacia un antagonismo entre hombres y mujeres |...) que ha separado a los trabajadores entre si © incluso de ellos mismos”. Aqui, no hay que olvidar que los petroleros (y también los “ypefeanos”) se desenvuelyen en un espacio de trabajo exclusive de hombres, donde la homosociabilidad da forma a una particular significa- de la experiencia obrera. En nota al pie, el autor subraya: “E] hombre J rte las relaciones patriarcales se relaciona casi la Lin Crespo Si se me permite, sugiero adoptar una clave de lectura para deconstruir tal afirmacion. En 1991 Kuno Triieb, a la hora de abordar las masculinida- des, concibié la historia de vida como una produceién teatral en la que el entrevistado es el héroe de su obra y también su director de escena, En esta linea de andlisis, Triteb (1991) senalé: “Durante el desarrollo de la entrevista hace que otra gente salga al escenario. Hay papeles prineipales, personas con papeles importantes 0 frecuentes. Hay personajes secundarios a los que vemos sdlo brevemente, desapareciendo répidamente de nuevo tras el teldn. El entrevistador se comporta como una audiencia activa, quien también imparte instruceiones, algunas veces aplaude, pero al hacer preguntas hace ala gente al escenario [por ejemplo en el texta de Hernan, en el capitulo 1,s¢ expresa en la alusién a la baja estatura de Mosconi), pero el director de escena puede expulsarlos a voluntad, Aquellos cuya actuacién satisface tanto al entrevistador como a él permanecen en el escenario durante un ‘tiempo mayor. Si se realiza un inventario de «actores» y eactrices» de las entrevistas, sorprende el numero de los varones”. Asi Triich, siguiendo a las feministas, sugirié cuatro posibles hipdtesis para interpretar estos escenarios: 1. La ropresentacién sesgada de los géneros es un reflejo de la realidad. 2, Un“matrimonio feliz” de cincuenta afios no produce relatos para ser con- tados. Nuestra memoria registra principalmente conflictos y situaciones de aprendizaje. 3. La entrevista de historia de vida es semipublica, los entrevistados no hablan de aquello que consideran privado 4, Los recuerdos de la gente tienden “hacia arriba mas que hacia abajo”. Para Triieb, las implicaciones de género son abvias: las mujeres no tienen ningun espacio asignado en las historias de vida de los hombres a causa de su posicién subordinada, y también para mantenerlas en dicha posieién. Para un hombre, ponerse en el contexto de una mujer significa una orientacién “hacia abajo”, que en la mayoria de los casos no ayuda a aumentar su prestigio. Siguiendo con el autor, “los entrevistados masculinos tienden a organizar sus historias de vida alrededor de otros hombres, evitando euidadosamente alas mujeres, Los mundes dominados por hombres creados en las entrevis- tas de historia oral son tanto ficciones como una estrategia de supremacia masculina. La eliminacién de las mujeres de la comunieacién maseulina refieja la negacién de un poder femenino existente. Al mismo tiempo sirve como instrumento para mantener la insistente impotencia de las mujeres. Asu vez, el hecho de hablar acerca de hombres comporta acrecentar su importancia y posicién como tales, Pero esta «fraternidad» o «amaraderta» entre hombres obviando las diferencias sociales exige un tributo; la par 16. pers im i Prélago tipacién en la hegemonia masculina implica también aceptar y sojuzgarse bajo la jerarquia maseulina”. » ‘Triieb subraya que esto es vélido asimismo para analizar el discurso ntifico, Aquellas cuestiones consideradas digas -o indignas~ de estu- iio (con la notable excepcién de los estudies feministas) suelen deseribir y henchir de importancia el mundo de los hombres. La orientacién “hacia riba” y“maseulina” al establecer citas y referencias no es probablemente nos pronunciada entre los académicos (particularmente masculinos), sta obra que estoy prologando es la excepcién a esa regla. Durante los afios transcurridos entre 2012 y nuestros dias, con complicidad cuasiadulterina, acompanado el desarrollo del trabajo de campo, la lectura de avances previos en publicaciones cientificas y auspiciado el debut de Herndn como oxpositor en las Jornadas de Historia de las Mujeres e Iberomericanas de (enero realizadas en 2016. La invitacion a prologar estas paginas otorga protagonismo a quien suseribe, confirma que no hay ealiban sin bruja. Rada Tilly, 31 de octubre de 2016 Bibliografia ELL, R.W, (1996), Masculinities, Berkeley, University of California Press. ERICK, Silvia (2014), Calibdn y la bruja. Mujeres, cuerpoy aeumulacién originaria, Madrid, Traficantes de Suenos, ERMO, Hernan M. (2012), Cadenas de ore negro en el esplendor y ocaso de YPF, Buenos Aires, Antropofagia. 8, Kuno (1991), “Un mundo de hombres, Realidad y ficeién”, Historia y Fuente Oral, N° 6, Universidad de Barcelona, pp. 165-179, We Introduccién La célebre frase de Simone de Beauvoir —“no se nace mujer”— puede ser reelaborada afirmande que tampoco “se nace hombre”, Tanto varones como mujeres estamos subordinados a una cultura del género que nos obliga a reeonstruirnos para integrarnos plenamente a un sistema de relaciones sociales que codifica la diferencia entre los sexos segtin los significados normalizados acerca de la masculinidad y la feminidad. Tal como senalé Gayle Rubin (1986), toda sociedad tiene modos de tratar el sexo y el género, y el mode de produccién capitalista no es una exeepeién. Por el contrario, la construccién sexo-género en las sociedades acciden- tales es la menos creativa de todas, pues limita y encuadra la diferencia entre los sexos dentro de roles esquematicos y enfrentados. En este mareo de jpensamiento, la masculinidad y la feminidad se entrelazan como categorias ppuestas, binarias y sobre todo jerarquizadas. Es as{ como la maseulinidad se confirma a partir de su exaltacién y de la sumisién de la feminidad. En ste sentido es la misma Rubin quien plantea la necesidad imprescindible _ de estudiar la masculinidad inserta en profundas relaciones de poder en Jas que la mujer ocupa un profuso lugar de subordinacién. ‘La pregunta inmediata es: ,cusdindo aprendemos estas practicas dicotomi- eas y roles esquematicos? Claramente desde la mas temprana infancia, En. Jn familia, luego la escuela, el trabajo, en nuestras propias relaciones, ete. ‘Avesta socializacién estamos todos expuestos y para ella estamos formatea- dos, Bl desafio es pensar céme esa estructura jerarquizada —abstracta- de relaciones se traduce en un orden arraigado en las instituciones por las que transitamos los sujetos, apropiéndonos y reproducienda determinadas préc- ticas y representaciones, Dentro de esos ambitos, opera un mapa cognitivo que indica qué ientos son esperados y ¢émo lograr legitimidad rio yon algciin con los sujetos que intervie- i i pera tios paciss, 0 Hernan M. Palermo de las experiencias vividas, aunque también sufren modificaciones y rein- terpretaciones en el transcurso de la vida cotidiana. La antropéloga Iris Young (2000) plantea la necesidad de cuestionar una nocién universal de género, y desituarla como parte de una construccion diversa y heterogénea, basada no en la libre eleceién de los sujetos, sino en condicionamientos que son producto de posiciones histéricas y experiencias sociales. Une de los interrogantes que guiard este libro es zqué ugar ocupa el trabajo en la vida de los trabajadores varones y en la consolidacién de determinada manufactura de la masculinidad? En este aspecto, el espacio laboral no es solamente la estructura principal de las relaciones de clase, sino también un ambito privilegiado para analizar las relaciones de género en las sociedades modernas. Género y clase o clase y género constituyen, tal como queda expresado en el epigrafe inicial, un tandem imprescindible para entender como se organizan las disputas y las relaciones de poder de la sociedad en general y, en particular, en los Ambitos laborales. Puntualmente, nos interesa analizar la compleja relacidn entre el ejer- cicio del trabajo y la preduccién de masculinidad en trabajadores varones petroleros de la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Sino senace hombre”, ¢qué relaciones de poder al interior de los espacios labora- les condicionan las formas de comportarse como tal? M4s especificamente: siendo las empresas actores centrales en la construccién de hegemonia, dqué papel juegan en la consolidaeién de una cierta masculinidad?, json las condiciones de trabajo posibles poleas de transmisién?, {qué relaciones establecen los trabajadores entre sf y con las jefaturas para reforzar o im- pugnar el modelo de masculinidad dominante? Para Raewyn Connell (1987, 1995), la masculinidad es un ordenamiento social ¢ histérico en el que un hombre se compromete en una posicidn de género, Esta autora fue mas lejos en sus planteos, aseguré que en todas las sociedades hay una concepeién hegeménica de masculinidad que funciona como un modelo de referencia para los demas, Sin embargo aclaré que esto no significa que la sustenten slo los sectores dominantes —de hombres— de cada sociedad. De acuerdo con Connell, proponemos refiexionar sobre las formas de maseulinidad hegemsnice configuradas y dinamizadas por las empresas, La vocacién formadora del capital no es una novedad, mas bien forma parte de su constitucién histérica, exigiendo en la organizacién de la coope- racién para la acumulacidn una fuerza de trabajo acorde 0, mas espectfica- mente, una mercanefa apta para ser consumida, No obstante, esa vocacion formadora en clave histérica requiere un abordaje de las herramientas que el capital ha empleado para modelar dicha fuerza de trabajo. En este contexto, nos interesa ahondar en el caracter pedagégico de la hegemonia empresaria (Palermo, 2012; Giniger, 2012; Figari, 2015). Entendemos las relaciones de 20 Introduccion, bajo como relaciones conflictivas, incorporadas a la construccion y conso- dacién de la hegemonia. La hegemonta empreseria constituye una nocién medular a partir de la cual se indaga la dindmica del ejercicio de poder de las empresas. Estas prdcticas se actualizan, se “aggiornan’ y redefinen, onfatizando la direceién politico-cultural empresarial. Tal proceso es una onstrucein flexible, procesual y contradictoria que asume un papel central n la transmisién de los sentidos dominantes, operando en la construccién (le las subjetividades obreras. En el marco de este planteo, la hegemonia /mpresaria interpela tanto en una dimensién técnico-productiva del proceso le trabajo como en una dimensién cultural-subjetiva. Como parte de este scenario, las empresas y los trabajadores devienen actores que se entraman n la disputa por la configuracién de esa hegemonia, Para abordar estos procesos es imprescindible situarnos dentro de la mpresa —en tanto unidad contextual- y fuera de ella como una totalidad; es decir, el proceso productivo interrelacionado con el ambito doméstico en general. De esta manera, el problema de la hegemonta empresaria nos reenvia, por un lado, a un orden global que trasciende las empresas, con- solidando doctrinas y pricticas corporativas de época y, por otro, hacia las rmas de uso y valorizacién de la fuerza de trabajo. Las empresas, como actores centrales en la construceién de hegemonia, imponen su poder mediante el control estricto de la fuerza de trabajo. Harry Braverman (1974: 87) planted que “el capitalista se esfuerza, a través dela ministracién, por controlar, ¥ el control es en efecto el concepto central © todos los sistemas de administracién”. Retomando esta idea, pero com- plejizdndola, planteamos que el control coereitivo y externo es una eara de la moneda. Su otra cara es la interiorizacién de practicas, saberes y repre- sentaciones a partir de la creacién y consolidaeién de ciertos consensos al interior de los espacios productivos. Asi, el reverso y el anverso de la mis- ma moneda son la afirmacién de una disciplina fabril que otorga sentido 4 las praeticas y representaciones de los colectivos obreros, La nocién de disciplina fabril entrafa procesos de coercién y consense que alimentan la hegemonia empresaria. El sujeto diseiplinado no es el trabajador individual, sino la clase trabajadora, sometida a las condiciones objetivas y subjetivas yor la dependencia ante el capital, surgida, garantizada y perpetuada por las condiciones mismas de la produccién. La discipling fabril modela determinados habitos, actitudes, costumbres y rwpresentaciones para cumplir con el orden y las exigencias de la produccién capitalista. Rs decir, se requiere del trabajador una disciplina que, dentro y fuera de la jornada laboral, conserve las condiciones de la produccién de la fuerza de too medular en el que se funda este libro plantea do una determinada disciplina fabril se ex: o tructuran relaciones de género dentro y fuera del espacio de trabajo. En tal sentido, la discipline fabril compone una manufactura de la masculinidad desde los requerimientos de la produceién, modelando asi al colectivo obrera. Nos interesa comprender las formas en que las empresas, “con una conciencia de los fines” y apoyadas en determinados métodos de organizacién del trabajo, buscan configurar y especificar una disciplina fabril que consolide un perfil de masculinidad, Y dado que, tal como argumenta Antonio Gramsei (1999), “la hegemonta nace en la fabrica” y se extiende haeia todas las relaciones sociales mis alld del espacio donde se producen las mercancias, es impres- cindible abordar la disciplina extensiva (Meillassoux, 1999) que incorpora a la familia a partir de distintos roles y practicas. Desde las caracteristicas del proceso de trabajo y las necesidades de Ja administracién empresaria, se configuran prdcticas y representaciones que producen una suerte de divisién sexual de la diseiplina (Leén Salazar y Palermo, 2015) al interior de las familias, Esta eristaliza modos de vivir, de pensar y de sentir por parte de los trabajadores varones y las mujeres (esposas y parejas) configurando y movilizando dinémicas familiares espect- ficas, Dicha division sexual de ta diseiplina no es una simple diferenciacién “téenica” de las actividades, sino que constituye practicas sociales concretas sogtin sexo y edad para padres, madres, hijos ¢ hijas, definiendo el acceso y la administracién de recursos ¢ instituyendo a la propia familia como una estructura de relaciones de poder. La dindmica familiar, al ser experimen- tada por la clase trabajadora como un sistema vivido de significados y de atribuciones de sentidos para “la mujer-el hombre” y para “lo femenino-lo masculino’, se reenvia hacia el ejereicio hegeménico. De esta manera la dindmica familiar y el ejercicio hegemonico se consolidan reciprocamente. La configuracién de las masculinidades a partir de los requerimientos de los procesos laborales es una materia pendiente de andlisis en los estu- dios de las eieneias sociales del trabajo y es por ello nevesario reeurrir alas investigaciones que han abordado la maseulinidad, Aunque también, como veremos, cabe hacerles algunos importantes cuestionamientos, De los estudios del trabajo a los estudios de las masculinidades: algunas citas y referencias Desde Ia sociologia del trabajo se ha investigado sobre la construccién de ciertos perfiles obreros. En esta linea se destacan autoras como Daniéle Linhart (1997), quien identifica la relacién entre la racionalizacién de los procesos de trabajo “posfordistas” con Ja formacién de “nuevos” perfiles de trabajadores. Otro autor ineludible es Jean-Paul de Gaudemar (1991), 22 jon plantea, en su tosis neeren de low ciclos disciplinarios, el interés de politicas empresaring por modelar un determinado colectivo de trabajo. interosante en este autor su propuesta sobre como las politicas empre- rins se modifican—retomando la metafora de Carl von Clausewitz acerca. We In guerra— de acuerdo a las resistencias que oftecen las practicas de los iyabajadores en tanto masas refractarias. Gaudemar puso el énfasis en las patratogias y téenicas -como codificaciones explicitas— puestas en marcha por Ins empresas con el objetivo de reclutan, fijar y disciplinar la fuerza de En su obra encontramos expresados los aportes de Harry Braverman al referirse a la busqueda continua por parte de la administracién aria del control del abrero 0, retomando sus palabras, la consolidacién habituacin del trabajador”. Tal como plantea el socidloge francés, la Hint del desarrollo capitalista es “la historia de la busqueda continua- jyente reiniciada de una disciplina en el proceso de trabajo adecuada a los ‘ghjetivos de la acumulacion” (59), Michael Burawoy (1989), desde una teoria del proceso productive ca- pitalista, aborda el concepto de consentimiento para intentar explicar los Muotivos que levan a los trabajadores a producir por encima de sus capa vidades, favoreciendo la acumulacion capitalista. Menciona que ademas the procesos de coereién hay, fundamentalmente, consentimiento en la sonatitucién de los colectivos obreros, La pregunta que desvela al sociélogo gorteamericano es gpor qué los trabajadores y las trabajadoras colaboran activamente en su propia explotacién realizando su labor por encima de sus condiciones fisieas? Por otra parte, los estudios de antropologia del trabajo han puesto el foco, sleade diversos abordajes conceptuales, en pensar y profundizar el doble ea- moter del trabajo, en tanto produetor de materialidad y como productor de valores, representaciones y percepciones que los sujetos interiorizan sobre su nctividad laboral y que moldean sus practicas sociales y su cosmovision, Yds alld de los espacios mismos de trabajo. En este recorrido se destacan Wistintos autores. Juan Luis Sariego Rodriguez (1988) analiza desde el soncopto de enclave minero la funcién organizativa del universo social de Jos establecimientos industriales, El enclave tiene una estructura que ejereé una presién sobre las légicas sociales, restringiendo toda posibilidad de los “aptores de trascender los marcos establecidos por las empresas. José Sergio Jwite Lopes (2011) propuso el concepto de “fabrica e vila operaria’, que anos nda tarde utilizd Federico Neiburg (1988) al:realizar una investigacion aeeren de los obreros del cemento en la Argentina. Este enfoque ilumina la fonsolidacién de un orden en el que la cotidianidad de los trabajadores y sia familias gira en torno a las necesidades de los emplazamientos indus- {rinles, Las condiciones de fijacién de la mano de obra son una herramienta 23 Hernan M, Palermo vilal para el orden empresarial. En este contexto, la empresa profundiza las relaciones de “patronazgo" a través del mecanismo de “favores”, volviendo horross In relacién de explotacién ala que son sometidos los trabajadores. Por otra parte, el gran proyecto que plantea Gustavo Lins Ribeiro (2006), contrariamente a la “fabrica e vila operaria”, precisa una fuerza de trabajo con caracteristieas de transitoriedad, Esto es asi dado que todo gran pro- to contiene un momento de inicio y atraccién de un importante flujo de trabajo y otro momento de finalizacién y en consecuencia de expulsién de abajadores, Este doble movimiento acarrea una tension interna dada por la modalidad de explotacién de los trabajadores, quienes se encuentran, al mismo tiempo, desplazados de su lugar de residencia y despojados del producto de su trabajo. En el plano ideologico, el gran proyecto se concibe como una obra de redencién nacional, sentido que también codifica la subje- tividad de los trabajadores frente al conflicto capital-trabajo y la necesidad de aumentar los ritmos de produceién. En investigaciones propias hemos abordada la conformacién de los colee- os obreros y sus sentides de pertenencia a partir de las diversas politicas empresarias en pos de modelar la fuerza de trabajo. La nocién de “hegemonia empresaria” (Palermo, 2012) recupera, desde una mirada gramsciana, el dinamismo de la relacién entre la administracién empresaria y los traba- jadores, en tanto que ahonda en las practicas activas de poder en las cuales se conjugan interacciones, apropiaciones y resignificaciones. La propuesta aralitica es subrayar el doble caracter de la hegemonta empresaria, como légica pedagégica que construye y transpone valores y sentidos y, a la vez, como dimensién coactiva que se plasma en presiones directas sobre la fuerza. de trabajo. En este sentido, la experiencia de los trabajadores, en particu- lar para el caso de YPF, se encuentra atravesada por un modelo de gestién empresarial que prefigura las relaciones sociales mas alla del espacio de la fabriea, expresando el cardcter envolvente del ejercicio del poder desplegado por la kegemonia empresaria. Como se observa, desde los estudios del trabajo aqui mencionades se ha analizado de diversas maneras “la yocacién formadora del capital" eon un interés importante en los anclajes territoriales y sobre todo en la relacién intrinseca entre produccién y reproduecién, Ahora bien, pese a constituir im- portantes aportes, hay que decir que poce o nada se ha analizado la manera en que esa “vocacién formadora” impacta en la consolidacién de la maseulinidad o feminidad configurando perfiles obreros atravesados por posicionamientos de género, En consecuencia, existe aqui un area vacante que intentaremos abordar con algunas preguntas y reflexiones partiendo de un andlisis de caso, Por esto nos resulta imprescindible recuperar los estudios previos sobre masculinidad. Los ultimos anos han visto la emergencia de diversos movi- Introduccién inientos feministas que, desde ¢] punto de vista del género, problematizan los presupuestos en que se fundan las jerarquias a partir de la divisién de los sexos. De tal forma el género, come perspectiva dentro de las ciencias socia- Jos, se ha convertido en un campo fértil y especializado con amplio consenso a comunidad académica y mas allé de ésta. Un campo de estudio que, eon sus matices y variantes, emprende distintas problemdtieas.’ Durante jos afios 80 surge en los paises anglosajones una corriente de estudios que sitta la mirada en el hombre como posicién de género. Con la denominacién de men’s studies, emerge una serie de investigaciones que tiene como objeto «de problematizacién al hombre en sus varladas dimensiones. Lo que los men’s studies pondran principalmente en cuestion es la idea de pensar un modelo de ser hombre vineulado a la nocién de hombre patriarcal. Plantean que no existe una masculinidad, sino multiples y variadas masculinidades (Kimmel, 1997). Sitéan la produccién de “virilidad” como parte de procesos culturales: es decir, las maneras de “hacerse hombre” son variadas y hete- ygéneas y se constituyen como fenémenos sociales e histéricos (Gilmore, 1994; Laqueur, 1994), En particular, los estudios sobre masculinidad han tonido una impronta empirista en su andlisis de variadas sociedades en Ins que se expresan diferentes formas de ser hombre.? Los men’s studies han multiplicado en investigaciones orientadas a poner en evidencia ompiricamente las heterogéneas formas que adquiere la maseulinidad en distintes contextos. En esta linea de investigaciones Connell (1987, 1995) es quien ha tenido una mayor pretensién analitiea, al proponer un mareo teorico-metodolégico sobre los estudios de las masculinidades. Estas premisas sobre las diversas formas de ser hombre y la imposibi- lidad de hablar de masculinidad en singular han impulsado importantes aportes en Latinoamérica, Varios estudios afirmaron que no sélo es necesario whordar las masculinidades desde una perspectiva de clase, sino también a partir de una relacién generacional, de etnia y regién, para acceder a una eomprensién particular tanto histérica como social (Bastos, 1998; Fonseca, 4003), Al respecto los aportes han sido significativos: resaltamos el andlisis de Mara Viveros Vigoya (2001) sobre las identidades masculinas en Quibdé -rogion rural y negra de Colombia— y Armenia —regién urbana y mestiza ‘olombia— y el de Norma Fuller (1997) sobre la elase media de Pert. ujeres y varones en las nodtro dela mujer, ) compard formas de construceion de la maseulinidad (1007) anaties ba masculinidad en Gran Bretana, Hernan M. Palermo, ilustrada, intelectual y profesional. Ambas autoras no sélo demuestran que la(s) maseulinidad(es) constituyen una categoria relacional que expresa un proceso histdrico colectivo e individual y que cuenta con un significado maleable y cambiante, sing que, tal como argumenta Viveros Vigoya (2001: 50), “hacer visible la pertenencia genérica de los hombres significa [...] subvertir de cierta forma un orden social en el cual sélo las mujeres [han] estado marcadas por la diferencia”, Claramente hay entre la masculinidad y la feminidad un tandem in- soslayable de abordar. En este sentido, Matthew Gutmann (1999) sefiala que es sustantivo entender la masculinidad en una dimensién relacional, como resultado del vinculo de hombres con mujeres pero también con otros hombres y, en general, con todas las identidades sexuales que se construyen socialmente. Ahora bien, todos los autores coinciden en que se ha estudiado poco al hombre “como hombre” aunque, como vimos, en las ultimas décadas tuvo lugar un nutrido proceso de investigacién, Sin embargo, los estudios de maseulinidad caen en un vacio al pensar la articulacién con las relaciones de poder existentes en el capitalismo. Es decir, se han estudiado las mas- culinidades en obreros —vinculdndolas con la labor manual-o trabajadores asociados a labores intelectuales, pero no se ha develado la relacién entre los procesos de produccién de la fuerza de trabajo y la manufactura de la masculinidad como parte de las relaciones de constitucién hegeménica. No basta con decir que al hablar de masculinidad nos estamos refiriendo a practicas institucionalizadas en estructuras de poder. Lo que nos interesa profundizar, y es parte del interrogante que dejan abierto estos estudios, es la produccién de las “formas de comportarse como hombres”, no en tanto totalidad en si sino como parte de las operaciones ideolégicas propias de nuestras sociedades capitalistas. La propuesta de andlisis es repensar la reproduceién del ejercicio hegeménico en clave de totalidad estructurada, cuya sintesis en la cotidianidad expresa “claroscuros de verdades y enga- fios” (Kosik, 1967), fendmenos en apariencia inconexos pero que codifican procesos de fetichizacién. El encuentro entre el problema de investigacién y el trabajo de campo En este estudio buscamos develar la trama de sentidos y relaciones entre la masculinidad y los procesos de trabajo. Y aqui volvemos a temas y problemas con los cuales comenzamos a investigar, no por pereza o falta de inquietudes a creatividad, sino porque consideramos que develar y comple- Introduccién, jizar la conflictiva relacién capital-trabajo es un tema inagotable para las ncias sociales del trabajo y para la antropologia en particular. De hecho, el dlovenir del trabajo de campo nos empujé a indagar en esta linea de andlisis. Iniciamos la investigacién con trabajadores petroleros a comienzos de 2003. Partimos de una trayectoria inscripta en lo que podemos denominar jn antropologia del trabajo. Abordamos fundamentalmente cuestiones vincu- jndas al control y disciplinamiento de los trabajadores, conflictos laborales, consolidacién de disciplinas fabriles y articulacion de politicas empresarias .stinadas a modelar un trabajador ideal. A lo largo de esos afios, el proceso jo deseubrimiento antropolégico, segiin argumenta Mariza Peirano (2004), fue resultado del didlogo entre teoria acumulada y observacion etnografica. No obstante, por falta de herramientas analiticas fuimos dejando de Indo una recurrencia que el trabajo de campo arrojaba: en las entrevistas y servaciones surgian constantemente practicas y discursos asociados con jerta manufactura de la masculinidad por parte de los trabajaderes del oro negro. Algunas de estas cuestiones fueron deseriptas en anteriores artiou- jos y ponencias, pero nunca analizadas en profundidad. Muchas de estas préeticas y representaciones expresaban una densidad semantica cargada de connotaciones acerea de la masculinidad. En particular, durante 2008 se presenté en Comodoro Rivadavia una denuneia judicial por la violacién tle un grupo de trabajadores a otro trabajador en un pozo de petréleo. Ese ppisodio queds registrade en las notas de campo, pero nunca tuvimos las herramientas tedrieas para arriesgar alguna interpretacion al respecto. Ala construceién de conocimiento se accede a partir de la elaboracién de preguntas, Como expresa Hans-Georg Gadamer (1993: 440), “preguntar quiere decir abrir”. Todo saber comienza con una pregunta, es la puerta de «ntrada a lo que queremos conocer. El problema es que se realizan pregun- las a partir de un marco de conocimiento, No podemos indagar por aquello que declaradamente no conocemos. Por eso, al desconover los estudios de género, nunca hubiéramos podido realizar una pregunta sobre aquello que se reiteraba, Este libro intenta, entonces, indagar y profundizar en aquellas recurrencias dejadas de lado, para estudiar las practicas y representacio- nos que juegan un papel central en la manufaetura de la maseulinidad, en particular en el espacio de trabajo de los petroleros. La investigacién que condensa este libro es un anillisis cualitativo del caso de los petroleros de la ciudad de Comodoro Rivadavia. Desde este enfoque nos interesa plantear la releyancia del trabajo de campo en relacién con la neceptualizacién social que sustentamos como conjunto/totalizacién com- pleja de Ins procesios y relaciones. Una conceptualizacién que supone contar con extrategias metodoldgicas intensivas que permiten vincular los aspectos wociooul procesoa y relaciones vividos y significados por los Herndn M. Palermo sujetos. Fundamentalmente nos interesa analizar las historias ecotidianas, Jas historias al “ras del suelo”, El trabajo de campo se efectué en tres etapas prolongadas: durante 2012, en los lugares de trabajo, particularmente en los cerros de extraccién del erudo, Alli hicimos diversas entrevistas, pero la observacién participante fue una metodologia muy rica ya que pudimos relevar y sistematizar in situ praeticas y relaciones laborales que de otra manera no se hubieran podido registrar. La condicién de varén del investigador que accede al campo habilité Ia entrada a ese espacio masculino y a su universo de sentidos. Una larga relacién con varios trabajadores petroleros nos permitié un acceso irrestricto & estos espacios, lo que hubiera sido imposible de otro modo. Ademés hemos podido realizar un interesantisimo registro fotogréifico que es parte del andlisis de este libro. Durante 2013 llevamos adelante la segunda etapa del trabajo de campo, focalizada en el espacio de la reproduecién de los trabajadores, especificamente en sus hogares. Alli pudimos entrevistar a varones con sus esposas/parejas e hijos y observar la interaccién entre log miembros de las familias, Cabe aclarar que muy pocas veces logramos entrevistar a las parejas de los petroleros solas: nuestra condicién de hombre, si bien fue una entrada privilegiada al trabajo, cerré otras puertas. Cuando quisimos coneretar las entrevistas a las mujeres chocamos con una barrera infranqueable: la negativa de los trabajadores petroleros, Nuestros pedidos colisionaron con las formas de construceidn de la masculinidad y la competencia entre los varones que ella supone. La tercera etapa tuvo lugar en 2015, cuando realizamos un trabajo de campo escueto con el objetivo de confrontar algunos hallazgas producidos durante los anos anteriores. En lineas generales, el trabajo de campo permi- tié articular entrevistas en profundidad, tanto individuales como grupales, realizadas a trabajadores de distintas jerarquias, Ahora bien, el trabajo de campo es una estrategia vital para producir eonovimientos sobre determinada realidad sociocultural, Convengamos que no es ella en s{ misma sino sus cruces con la teor{a lo que potencia esa forma de abordaje. Y en todo caso, es el “descubrimiento” de la teoria de género lo que permitié realizar las primeras preguntas atinadas sobre aquella realidad que se imponta en el campo. La tesis central que da unicidad al texto no deja de lado las formas de construccién de las relaciones de género que subsisten en cl capitalismo desde el mismo momento de la acumulacién originaria. Por eso damos centralidad en esta construccién al espacio del trabajo y principalmente al rol que cumple la organizacién eapitalista en el proceso de cooperacién. Tal como ha planteado Silvia Federici (2014; 176-177), a partir de la acumulacién originaria se ha permitido sobre todas las cosas “desviar el antagonismo de clase hacia un antagonismo entre hombres y mujeres (...] que ha separado a Introduccién )s trabajadores entre sie incluso de ellos mismos”, Retomando los aportes ndamentales de la autora, la obra avanza para comprender y dilucidar | rol que cumplen las empresas en el fortalecimiento de eiertas practicas y esentaciones acerca de la masculinidad partiendo de los requerimientos 1 organizacién del proceso de trabajo, de La estructura del libro El primer capitulo, “Trabajo y masculinidad herofea”, analiza las formas ‘ivas que desplegé la empresa estatal YPF en la construccién de una férrea ivisin sexual del trabajo. De esta manera, los varones fueron destinados las actividades de exploracién y explotacién de petrdleo desde la ideologia le que ello suponia estar contribuyendo al “engrande cimiento” de la Nacién. 5 mujeres, por su parte, fueron confinadas al dmbito doméstico en su rol esposas 0 madres, o bien como dadoras de servicios sexuales para aquellos yarones petroleros que estaban fundande la Nacién. A partir de esta divi- n sexual del trabajo se cristalizaron sentidos acerca de la masculinidad y feminidad que consolidaron practicas, saberes, representaciones y modos ivir entre quienes habitaron en Comodoro Rivadavia durante el periodo | instalacién y crecimiento de Yacimientos Petroliferos Fiscales, YPF fue un wctor decisivo en la construceidn y legitimacién de sentidos de la masculinidad y la feminidad. Para ello desarrollé una serie de politicas de intervencién ntro y fuera de los mbites laborales, configurando la llamada “familia ypefeana” con el objetivo de producir y reproducir tna particular fuerza de trabajo. A los hombres se los exhort6 a desplegar un plus de sacrificio que icendiera el mero esfuerzo en el ejercicio laboral, dinamizando sentidos ospecificos acerca de la masculinidad a la que denominamos masculinidad heroica. Esta nocién estaba asociada a una discipline fubril con una fuerte {weendencia militar, articulada en una estructura vertical y jerarquiea que Vinculaba el trabajo petrolero con el desarrollo de la Nacién. En la misma Iinea, se consolido una particular nocién acerea de la muerte en el ejercieio del trabaje que poteneis la conformacién de dicha masculinidad heroica: una muestra més del sacrificio y la entrega que realizaban estos “verdaderos Yarones patriotas”. Asi lo podemas leer en el monolito bautizado “A los que eayeron forjando la industria petrolera” inaugurado en 1948 en el kilémetro 3 to la ciudad de Comodoro Rivadavia. oi il segundo capitulo, “Estructuras de significacién de la masculinidad aborda las formas de construccién de la masculinidad forjada en el ambito slo trabajo a partir de los requerimientos de ladiseiplina abril, En el espacio Jaboral se eatructuran préetions sociales, modos de vivir, pensar y sentir =— Hernén M, Palermo las relaciones de género. Decodificar el significado de estas experiencias en. clave de génere permite comprender las vivencias de clase de los trabajado- res petroleros insertos en un proceso social e histérico dinamizado por tal industria, Por lo tanto analizamos las practicas cotidianas y sus significados ala luz de las exigencias del proceso productivo. En particular, los interro- gantes que trazan el desarrollo de este capitulo se enfocan en las pricticas simbélicas y de significacién de las experiencias de los hombres a partir de la consolidacién de posiciones de género, Esto requiere desentrafiar signifi- cados, metaforas, estereatipos, expresiones del lenguaje y practicas insertas en una relacién de cooperacién dirigida y coordinada por la administracién empresaria. Aqui queda claramente explicitado que la masculinidad remite a un proceso social e histérico a través del cual los hombres se comprome- ten en una posicién de género, entramada profundamente al devenir de Ja experiencia de clase. Hl desarrollo comienza con las experiencias de los trabajadores de YPF y su derrotero luego de la privatizacién en los afios 90, para luego analizar la configuracién de un nuevo colective de trabajadores autodenominado petroleros, surgidos al calor de los procesos de privatiza- cidn de la empresa YPF y la extensién de las estrategias de tercerizacién del sector hidrecarburtfero, En el tercer capitulo, “Pader, alienacién y masculinidad: la consolidacién de la hegemonia empresaria y sus fisuras”, observamos las practicas y representaciones de los trabajadores petroleros vinculadas a la manufac- tura de la maseulinidad, No en tanto punado de anécdotas de valentfa o hazanas o como parte de la socializacién de un estado del patriarcado que exeede todo tiempo y espacio, sino inscriptas en el capitalismo y orientadas a la valorizacién del capital. En otras palabras, anclamos el andlisis en los requerimientos de la produccién, exigidos y valorados a través de diversas herramientas de evaluacién destinadas a la construccién de una determina- da masculinidad. Al mismo tiempo, recuperando los aportes del marxismo dialéetico y afirmando que en todo orden conservador existen elementos de cambio que permiten la disputa y la transformacidn, cobran sentido diversas estrategias de resistencia sustentadas sobre el ethos de la maseulinidad. En el cuarto capitulo, “Maseulinidades infantilizadas”, eolocamas en el centro de la escena los procesos en los que el control laboral y la disciplina fabrit se extienden desde los lugares de trabajo hacia el dmbito de la vida familiar, Nos proponemos aqui indagar en la relacién entre las pautas de comportamiento y subordinacién, impuestas par las administraciones empre- sarias en direccidn al dmbito doméstico bajo la forma de una division sexual de la disciplina, En el contexte de largas auseneias de los trabajadores, son las mujeres quienes se eneargan de la logistica que atane a las responsabi+ idades domésticas. También son quienes ordenan y disciplinan en cierta 40, Introduceién: forma— a los varones petroleros en torno a las necesidades del descanso y reposici6n de energia para la jornada de trabajo. La sujecién de las mujeres por parte de los hombres se define como un rasgo caracteristico de las rela- ciones de produccién capitalista; lo interesante es problematizar cémo esa sujeeién se tensiona y entra en crisis a partir de los hallazgos de nuestra investigacién, En tal sentido, se expresa una suerte de “empoderamiento’ de los miembros de la familia que no ejecutan trabajo asalariado, puntual- mente la mujer, ya que llevan adelante todo tipo de decisiones cotidianas respecto de la administracién econdmica de la casa o de la disposicién de los gastos y el reparto de los recursos salariales, inalmente, el ultime capitulo analiza las formas de violencia entre varones en el espacio de trabajo. Estas se constituyen no como actos sin sentido sino como parte de una “hoja de ruta”, un repertorio de practicas y representaciones que forman parte de los contornos de las exigencias de la disciplina fabrit. Este capitulo, titulade “Feminizacion y violencia en el trabajo”, explicita el papel de la violencia fomentado por la configuracién de la masculinidad en el trabajo como parte de un orden de género donde se desvaloriza la feminidad y se exalta la masculinidad. En este contexto, los trabajadores jévenes son sometidos a un proceso de feminizacién que los expone a situaciones de violencia cargadas de significados sexuales tanto metaforicos como literales. Este libro cierra una larga experiencia de investigacién, tomando la nocién de masculinidad como parte de una dimensién sustancial del andli- sis. Quizid mas que cerrar estemos abriendo una linea de problematizacién poco explorada que seguramente dejard preguntas pendientes, pero que sin duda aportaré a los estudios del trabajo y en particular a la antropologia del trabajo. Dicho esto, es buen momento para coneluir la intreduccién y adentrarnos en el contenido del libro, a fapitulo 1 abajo y masculinidad heroica® La masculinidad existe sdlo en contraste con ja femineidad. Una cultura que no trata ao las inuderes y hombres como portadores de tipos de cardcter polarizados, por lo menas en principio, no tiene un conceptade masculinidad en el sentido de Ja cultura moderna europea/americana. Raewyn Connell, “La organizacién social de la masculinidad” Desde los comienzos de la industria petrolera (como también en otras “jndustrias extractivas) se consolidé una divisin sexual del trabajo. Forzada a criterios productivistas y culturales que consideraron mas aptos a los wmbres para afrontar los riesgos de la actividad, se fortalecié una divisién de “tareas por sexo”. Esta divisién encontraba un claro correlate en otros “wspacios Iaborales y, en términos mas amplios, en la sociedad en general. FE] perfil de trabajador en la actividad petrolera fue eminentemente sculino. Cabe remarear que, durante el desarrollo de ¥Pr, el trabajo cobro, un sentido que hasta ese entonces no habia adquirido; el hombre estuvo Vinculadoa las actividades “trascendentales” de la explotacién del petréleo, ociadas en forma directa a la idea de engrandecimiento de la Nacién. En pontrapunto, el destino dela mujer estaba circunscripto al papel terrenal de ima de casa”. YPF fue un actor decisivo, como veremos, en la construceién Jogitimacién de sentidos acerca de la maseulinidad y feminidad. Desde principios del siglo Xx en la. Argentina, el modelo de familia esta- ido limité el rol de la mujer a la preservacién de las condiciones fisicas wiquieas de la comunidad (Lobato, 2000). Por ello debia permanecer en ‘ambito del hogar, dado que su ingreso al mercado laboral era percibido ‘mo un factor de disgregaeién de la familia. Para 1914, las actividades orales a las que accedfan las mujeres eran una extensién de las que rea- nar «le eate Capitulo fue publicada con el nombre "Masculinidad heroica: ‘sondensndor de sentides” en las V1 Jornadas de Historia Social de Herndn M. Palermo lizaban dentro de los hogares —costureras, tejedoras, modistas, domésticas, lavanderas, planchadoras— y ecrecia de manera sostenida su llegada a las tareas educativas, La probabilidad de incorporarse a YPF, en este contexto, era escasa, aunque de coneretarse alcanzaban puestos entendidos como “femeninos”: cocineras, oficinistas o maestras.! En este capitulo analizamos las politicas activas que la empresa YPF desplegé en Ja fijacién de ciertas diferencias de género. Este proceso se consolidé mediante una discipling fabril que daba sentido a una particular nocidn de masculinidad, E] contenido de los puestos de trabajo conjugaba un saber técnico especifico con ciertas actitudes y aptitudes fisicas eonsideradas exclusivamente masculinas, Dentro de este paradigma, la destreza, fortaleza, perseverancia y firmeza, dadas las condiciones de la actividad en los cerros, a la intemperie, no eran capacidades que tuvieran o pudieran desarrollar Jas mujeres. De este modo aparece una de las primeras explicaciones para ¢ontratar sdlo trabajadores varones. No obstante, dichas aptitudes fisicas —que constituyen uno de los elementos claves en la construceién de esta masculinidad— requerfan complementarse con otras fundamentaciones de tipo ideoldgico. Asi, mediante la disciplina fabril la empresa apuntaba a que los trabajadores incorporaran nociones acerca de su actividad en términos de aporte al “desarrollo dela industria” y “al engrandecimiento de la Nacién”, En nombre de este montaje épico, las direeciones empresarias exhortaban alos hombres a desplegar un plus de saerificio —ineluso a costa de arriesgar sus propias vidas—que trascendiera el mero ejercicio de su actividad laboral Resulta pertinente, en este punto, recuperar el interrogante que tanto preocups al socidlogo norteamericano Burawoy (1989): zpor qué los traba- jadores llevan adelante su labor por encima de sus posibilidades fisicas? Tneorporando una perspectiva de género podemos reformular la pregunta: por qué los varones trabajan por encima de sus posibilidades fisieas al punto de arriesgar sus vidas? E] caso de los trabajadores “ypefeanos” es paradigmatico, dado que la configuracién de la disciplina fabril amalgamo un ethos de la masculinidad ligada a un proceso de “heroizacién”, el cual permed férreamente el “sentido comin”, Se consolida asi una particular manufactura de la masculinidad ala que deneminamos masculinidad heroica. Bs conocida la relacién in- mediata de PF con instituciones castrenses; la empresa fue inaugurada y forjada bajo los preceptos militares desde su misma constitucién. Ademas, 1. A mediados de los 40 se aerecentas dieron a roles de telefonistas 0 enfor las alternativas laborales de Ins mujeres, que acce- ras. No obstante, el trabajo para ellas era opeional, estaban ‘Trabajo y masculinidad heroica | ambito de trabajo se constituyé como un espacio mayoritariamente de rones en el que se valoraron cddigos de conducta basados en la subor- nacidn, la lealtad y, sobre todo, el uso de la fuerza y la resistencia fisica. ‘ste comportamiento, posible de encontrar en instituciones militares,* dio ntido a una particular forma de entender el trabajo. En contraste, a las mujeres que vivian con los petroleros les estaba re- ada una labor ni tan heroica ni tan memorable: la de la recuperacién. siea y psiquica de los hombres para su vuelta a los yacimientos. Estaba nfocada en el cuidado de los hijos y una correcta administracién del ho- que permitiese asegurar el flujo constante de la fuerza de trabajo. La neveaeién y, en definitiva, los cuerpos de las mujeres estaban al servicio le los intereses de la produccién, Esto se visibilizé en espacios ptblicos y en actos conmemorativos como las elecciones de reinas y princesas, La familia nuelear —como elemento central de organizaci6n social= fue | principal reservorio de los futuros trabajadores de YPF. Los nifios =en su condicién de futuros hombres= fueron capacitados para tareas concebidas como masculinas, Las escuelas, y en particular aquellas escuelas téenicas ligadas a YPr, fueron potentes poleas de transmisién de la disciplina fabril: continuum de los requerimientos en el “suelo de fabrica”.* Del mismo pda la petrolera estatal desarrollé una serie de instituciones vinculadas \s praeticas del ocio y la reereacién que también jugaron un rol central a consolidacién de la disciplina fabril. Por ejemplo, el deporte promovié lores y sentidos asociados al trabajo, potenciando la identificacién dentro | colective obrero “ypefeano”. Esta estrecha vinculacién entre deporte y trabajo fue profundizada por Daniel Marques (2011), quien exploré en iletalle la exaltacién de una masculinidad trasmitida en las précticas de- portivas: un ideal que glorifica la musculatura del vardn en relacién con 6] esfuerzo y la superacién constantes, atributos valorados en los distintos deportes generados en YPF, tra politica desplegada por YPF, muy conocida y extendida en diver- sos territorios, fueron los distintos “rituales oficiales”, conmemoraciones, monumentos, placas de bronces, monolitos, ete. Asi la empresa consolid6 ito-de lo planteado, Juan Guillermo Figueroa Perea (2005) investiga Ins formas de masculinidad en instituciones militares de Latinoamérica. E] autor analiza e aiton a ser héroes y generar historias arones npr luego contar a sus pares, \westiga el ease del eolegio Dean Funes tle Comedoro Rivadavia, n entre el modelo pedagégico y cierto ethos de la masculinidadd. Bh Hate sentido, dosde 1929 ol Dorin Funes encuentra en los ambitos de los talleres un lugar Hrivileginds de aprendiznje do los practicas Inborales de los futuros trabajadores de ¥P eepncio de: instruccién de la mayculinidad. Hernan M. Palermo sentidos y valores acerca del trabajo y fuera de éste desde un potente pro- ceso de transposicién pedagégico como parte constitutiva de la hegemonia empresaria. En sintesis, la masculinidad heroica se asenté sobre tres pilares fun- damentales, activados y dinamizados a partir de la disciplina fabril: la asimilacién del trabajo petrolero al progreso de la Nacién/Patria, la eon- solidacién en términos simbdlicos de la idea de sacrificio y entrega y, por ultimo, una particular nocién acerca de la muerte en el ejereicio del traba- jo. Estos pilares dieron forma a un modo de ser en el trabajo indisociable de un modo de ser hombre. En las antipodas estaba la exaltacién de una imagen de la feminidad entendida en términos de “fragilidad” y “debilida: condensada en las figuras de las reinas y princesas y sobre todo el ideal, en tanto deber ser, de la maternidad, destinada a la reproduceién de la fuerza de trabajo. Se afianzé asi una estructura concreta y simbdlica que configuré una fuerza Iaboral apta para ser consumida, Por un lado, hombres “fuertes” y “vigorosos” y, por otro, mujeres “suaves”, “dulces” y “delicadas”: dos imagenes invertidas, Formas histéricas de disciplinamiento de la fuerza de trabajo YPF se inaugura a comienzos de la década del 20 a partir del interés de sectores civiles y militares industrialistas y estatistas, Detrds de la idea de un Estado “empresario” se encontraban sectores del ejéreito con una clara perspectiva nacionalista (Rouquié, 1986; Potash, 1982), en su ma- yoria ingenieros militares que propugnaban por la ereacién de industria estratégicas que asegurasen el desarrollo econémico y especialmente la autonomfa en la defensa nacional. La “autonomia en la defensa nacional” y la “independencia econémica” constituirian sentides nodales asociados a formas de intervencién del Estado en la estructura productiva. La reorganiza- cién de la empresa petrolera se da en un contexto de posguerra particular: se divide la Federacién Obrera Regional Argentina (FORA) entre anarquistas (V Congreso) y sindicalistas (Ix Congreso) y por primera vez, a partir de la Ley Sdonz Ponta, es electo un presidente por voto seereto y obligatorio, aunque con varias restricciones, como la exclusidn de las mujeres.! En este escenario, a pesar de que algunos conflictos laborales torminaron a favor de los trabajadores, en particular aquellos que estaban vinculados a la 4.La Ley Séenz Penta, sancionada por el Congreso dela Nacién Argentina el 10de febrero de 1912, establecia el voto secreto y obligatario a través de la confeccién de un padrén electoral, aunque era exclusivo para natives argentinos y naturalizados masculinos y mayores de dieelosho aftos. M6 ‘Trabajo y masculinidad heroica WA del IX Congreso (Faleén y Montserrat, 2000), la persecucién y la repre- in del movimiento obrero no cesaron, Especificamente contra el anarquis- », se llevé adelante un proceso represivo que se intensified e incremento, ‘ulminando con episedios lamentables de violencia y muerte. in la industria del petréleo, tuve lugar un proceso de formacién de la lage obrera. Por un lado, se desplegé una estrategia coercitiva hacia los sectores mds combativos del movimiento obrero y, por el otro, se intent ‘pstablecer la paz social a través de distintas concesiones a los trabajadores. proceso de constitucién de la fuerza de trabajo tenfa un claro objeti- yu; convertir a los trabajadores en soldados, fundiends los intereses de la Nacién a la idea de trabajo, Durante el peronismo y hasta los albores de In privatizacién, el concepto de Nacién pasaria a formar parte inseparable del “sentido comin” constitutive del trabajo en ¥PF.* Todo ataque por parte ie las organizaciones obreras era lefdo como una agresidn directa a los intereses de la Nacién. La fundacidn de YPF y la argentinizacidn de la fuerza de trabajo En los comienzos de YPF, para generar un proceso de “argentinizacién” la fuerza de trabajo, el general Enrique Mosconi ~primer presidente de jy petrolera— entendié las yentajas de consolidar una ideologia basada en «| “nacionalismo petrolero”, Esta construccién, enmareada en un proceso de desarrollo del entramado industrial, estaba dirigida a interpelar a los merosos inmigrantes que se incorporaban a YPF —alemanes, rusos, es- panoles, italianos, polacos, daneses, ete.— que no se sent{an representados por el ideario de Mosconi. También buscaba disuadir los eonflictos gene- § Uno de los tantos hechos de represién y muerte, quiza el de mayor resonaneia, fue el de Ainado la "Patagonia trégiea”, Entre 1920.y 1921, en In provincia de Santa Cruz, alrededor {ip 1.600 huelguistas (anarcosindicalistas) fucron fasilados en el mareo de un eanflicto por icaciones laborales ~despidos de obreros rurales y magras condicianes de vida entre Nucendados y peones, El gobierno radical envis un grupo militar para resolver el canflicto y la ‘4 ep qué ol teniente coronel Varela cumplié la misi¢n fue eliminando a los trabajadores vataban en protesta. {i Esto escenario es comparable al easo de Brasilia, eapital de Brasil, analizado por el antrepélo- istavo Lins Ribeiro (2006), En la construcci6n de la ciudad capital, los aspectos ideoldgicos quo cl autor denomin6 “proyectos de grandes obras”, como el nacionalismo a el carsicter constituyeron sentidos nodales del disciplinamiento de los colectives cbreros. De tal manors, #¢ volyieron difuaye las relaciones de explotacién del trabajo por ¢l capital, a la vea 6 He patenciaron los inlerese om presnrios en los aspectos de Ia esfera de la reproduceién do Low trabajadaren: Js construecién de Brasilin, llevada adelante por Jaompresa un ataque directa a la Nacion. a Herniin M, Palermo rados por la Federacién Obrera Petrolifera (FOP), de cardcter anarquista, durante el periodo 1917-1922, y posteriormente los conflictos encabezados por la Unién General de Obreros Petroleros (UGOP), de filiacién comunista. Para el caso de YPF las criticas actuaban de la misma manera; aquellos trabajadores que anteponian sus intereses laborales al interés mayor dela Nacién eran rdpidamente senalados de manera despectiva como defensores de ideologias “fordneas”, “desintegradores” o “patolégicos”.’ Para Mosconi y los sectores militares y civiles que representaba, garantizar cierta “paz laboral” era un objetivo estratégico. Por ello, a moda de pacto implicito se establecié que la contraparte de empleos bien pagos debia ser retribuida por los trabajadores con la ausencia de conflicto, Este proceso de “argentinizacién” de los trabajadores eoncordaba, en parte, con la idea de Mosconi de erradicar ideologias obreras opuestas al desarrollo de la empresa. Los trabajadores debian retribuir a YPF no sélo con su trabajo, sino también con demostraciones concretas de patriotisme que garantizaran fidelidad y lealtad con la empresa y por ende con la Nacién. Es posible apreciar cierta nocién prusiana en esta perspectiva; lo cierto es que desde la direccién de YPF se intenté conciliar el ideal de un trabajador con el de un soldade, Este proceso tuvo dos caras: por un lado, dio forma a una manera de abordar los conflietos obreros, las huelgas por ejemplo, que pasaron a ser percibidas como una agresién directa a los intereses naciona- les. En este contexto, cualquier reclamo debia estar relegado a un interés superior: 1a Patria. Por otro lado, dado que YPF fue concebida, desarrollada y conducida por militares, la disciplina castrense fue el modo predominan- te de organizacién del trabajo. Esta se impregné en la disciplina laboral, Desde esta légica marcial, exponerse a situaciones de riesgo, sobrevivir a ellas y luego contar esas experiencias entre los compafieros resultaba una forma de legitimacion al interior de los grupos, al mismo tiempo que se interiorizaban los sentidos dominantes impuestos por la empresa, El patriotismo, el honor y la bravura constituyeron valores eentrales de esa diseiplina fabril que fue configurando una determinada masculinidad, La disciplina fabril, sustentandose tanto en la persuasién como en la fuerza, ganando espacio a través de distintas formas de concesiones y re- 7. El Estado argentino, desde comienzos del siglo XX, aplieé un liberalismo ecanémico junto a un conservadurismo politico y social. De tal manera, se consolid6 un aparato represivo fundaclo en un sistema de ideas en el que la violencia, el anarquisme, el socialismo, las huelgas y la prostitueidn se asociaron como parte de fenomenos desintegradores de In sociedad (Ansaldi, 1993), La fatidien Ley de Residencia, los episodios nefastos de la Semana Roja y los fusila- mientos ce Jos peones rurales patagénicos en la Semana Tragien constituyen algunos ejemplos paracligmuiticos de aquel aparate reprosive, q Trabajo y masculinidad heroica miendo aquellas ideologias “foréneas”, organizé a la clase trabajadora rn que proveyera las cualidades y las cantidades requeridas por las cosidades de la acumulacion. Para diseiplinar y racionalizar la produecidn y el trabajo fue necesaria dlestruceién del sindicalismo obrero de base anarquista y comunista, al mpo que se consolidaba un sindicato de empresa: el Sindicato Unico de yoleres (SUPE). Asimismo, fue preciso generar una estrategia de persua- vin (altos salarios, diversos beneficios sociales e inclusién en un universo Jolalizador alrededor del nacionalismo petrolero) que logré que la vida de Jos trabajadores y sus familias girara alrededor de la produccion, pusolidacién del nacionalismo petrolero Para mediados de los anos 40 el “nacionalismo petrolero” se asocié -como. junca hasta ese momento con cierto sentido antiimperialista. E] pero- hiumo, si bien profundiza lineas de continuidad en la politiea argentina, presa un punto de quiebre insoslayable. Quizé una de las perspectivas {ie mejor representa lo que signifiearon log afios que van de 1943 a 1955 sn la idea de “demoeratizacién del bienestar” de Juan Carlos Torre y Elisa Postoriza (2002), Ambos autores destacan un proceso de mejora en las con- ‘liciones de diversas capas sociales como no habia existido en ningun otro iodo anterior, El ascenso social comenzaba a ser vivido por un ntimero er rtante de trabajadores y trabajadoras. Este fenémeno confirma deal- una manera un proceso que venia consolidandose desde algunas déeadas ‘atriis, pero que encuentra en el peronismo una potencialidad hasta entonees {nesperada. Precisamente, lo novedoso eran las formas de interveneidn del tstado. Este proceso se refleja en la distribueién del ingreso: la participacin ‘del componente salarial llega a superar la retribucién obtenida en coneepto jo yanancias, intereses y renta de la tierra por parte de los empresarios. ‘Teniendo en cuenta este escenario, el peronismo jugé un papel crucial en la confeceién de un movimiento ideoldgico que amalgamara la idea de Nacidn con los significados del trabajo en YPF, El indusérialismo supone Ja consideracién particular de la industria como fundante del desarrollo y la independencia econémica, el afianzamiento de la soberania nacional y 4 Jean Bunel (1992) argumenta que los sindicatos de empresas tienen una doble caracteristica {\ie los particulirian en eomparacion con los sincicatos de ramas. Por un lado, fragmentan a la ii, poro por el otro su movilizacién se encuentra condicionada por . Par eatin doble caracteristica se conformé una clase dla vol conjunto de low trabajadore, Herndn M, Palermo la coneiliacién con ciertos aectores de la burguesia y el movimiento obrero a partir del objetivo comtin de desarrollo, En este sentido, la apropiacién del nacionalismo por parte del movimiento obrero se asocié, en gran me- dida, con la apelacién a la redistribucién de la riqueza en tanto parte de la disputa de clase refractaria en politicas de Estado. En este contexto, Mosconi se alza como la figura capaz de sintetizar un sentido nacionalista, antiimperialista y estatista vinculado al desarrollo de YPF, El diario E/ Chubut asi lo reflejaba en 1949: “Cada petrolero debe ser pues, alli donde se encuentre, un ferviente defensor del petroleo nacional, y erigirse en soldado y celoso guardian del ideal mosconiano, porque asi sabré cumplir con lo que la patria espera de él y su coneiencia de argentino lo impone” (citado por Carrizo, 2012), La idea de apropiacién de la “defensa nacional” por parte de los tra- bajadores se vinculé fuertemente con los sentidos acerea del trabajo. No obstante, la contraparte de la pedagogia del consenso fue la militarizacion de varios de los yacimientos de petréleo. El contrel externo y coereitivo del ejéreito ante cualquier posible maniobra de lucha obrera resulté efectivo para su desarticulacién. De hecho, el 31 de marzo de'1944 se ered una zona militarizada que abareé parte de las provincias de Chubut y Santa Cruz, La llamada Gobernacién Militar paso a ser una nueva unidad ad- ministrativa que ineluia treee departamentos patagonicos, entre los que se encontraba Comedoro Rivadavia, Esta gobernacién fue disuelta recién en 1955 cuando se sancionaron las constituciones provinciales de Chubut y Santa Cruz (Marques y Palma Godoy, 1993). Dicho proceso politica no s6lo implico la instalacién de autoridades locales militares, sino también el recorte de derechos por parte de la poblaeién. El peligro para la conti- nuidad de la produccién del crudo habia que buscarlo fronteras adentro: en los trabajadores y sus organizaciones clasistas. La pedagogia de la masculinidad heroica Como una “vidriera oficial” con vocacién formadora, YPF artieuld toda una arquitectura pedagégica orientada a interpelar a los colectivos obreros, De esta manera se otorgé sentido a una particular nocién del trabajo, que generé un vinculo orgdnico entre el proceso de acumulacién y un patrén civilizatorio que interpeld a los trabajadores como participes de un pro- ceso de “heroizacién”, Estos “héroes de la Patria” debian defender con su propia vida el “ideal mosconiano” y eso tenia que demostrarse dfa a dia, en una disciplina fabril donde cada jornada de trabajo se cumpliera con una responsabilidad similar a la de un soldado en combate. Trabajar en = 40 ‘Trabajo y masculinidad heroica ¥ ora trabajar para la Nacién, socializando en el colectiva ae ticular “deber ser”. a Lua diseiplina fabril se propala a partir de distintas correas de trant: jsidn consistentes con las politicas empresarias, En este caso se aflanad nn disciplina fabril a partir de practicas y valoraciones diferenciadas a nero, expresadas en potentes simbolos de referencia, en términos Be ‘ie rner (1980), que dieron sentido al ethos de la masculinidad heroica. Lo figura de Mosconi como condensador de sentidos Su figura se constituyé como el ejemplo a seguir para todos eel Wabajadores que se desempefaran en YPF, consolidando un ideal peas e- mente inalcanzable de masculinidad. Alrededor del general Enrique Pe yoni se ha configurado un proceso de transposicién: de sentidos se a vondensarlo en el pedestal de bronce. Gabriel Carrizo (2012, O15) ane iz pate proceso realizando un verdadero aporte para desentrafar los i politicos” de Mosconi, quien pasé de ser “militar autoritario” a simbolo de mnalismo petrolero”. Carrizo observa cémo, a partir del primer solpe tar de 1930 ejecutado por José F, Uriburu, la gestién de Mosconi a frente de YPF paso literalmente al olvido. Tras una corta, agenia mur oen 1940, Paraddjicamente, fueron fracciones de la juventud socialista quienes vindicarian ~a pesar de su férrea politica antisindical~ destacando shre todo su papel “belicose” frente al capital extranjero. Pronto, la figura ‘lv Mosconi comenzaria a ser rememorada como un “servidor de la pence: An militar “disciplinado”, “un soldado que no descuidé sus deberes”, No obstante, recién hacia 1947 durante el peronismo- representaria una importancia trascendental para la empresa YPF. En el marco del 40° ani- versario del descubrimiento del petréleo se produjo un punto de ruptura ‘al asociar de forma permanente esa “fecha patria” con la figura del primer vsidente de YPF. ! C ae de esta construccién politica de Mosconi, su figura condensaria siributos tales como “diseiplina”, “entrega”, “responsabilidad sin pedir nada a cambio”, “fortaleza”, “dedicaeién”, ete. que terminaron siendo cualidades faai sobrehumanas. Sus esculturas se multiplican en todos los espacios donde se establecié VPF. Generalmente esta representado en un has es decir, la cabeza, los hombros, el nacimiento de los brazos y el bee ho. Sin embargo, en Ia ciudad de la provincia de Salta que Heva su nombre, Mosconi aparece de cuerpo entero, nu

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