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DICCIONARIO EXEGÉTICO

o> I
DEL N U E V O T E S T A M E N T O (X-co)

H o r s t B alz - G erhard S ch n eid er


B ib lio te c a
Xaói;, OD, ó la o s pueblo d e Estúdios
Xóyoç, ou, ó lo g o s palabra
Bíblicos
pexávoict, aç, f| m e ta n o ia conversión
pxiorripiov, ox), xó m ystêrio n mistério
V
3 nekro s muerto
VEJtQÓ ç,
vópoç, ou, ô n o m o s ley
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^evíÇca x e n izõ hospedar
|ú).ov, ou, xó x y lo n madera
O
oíxoç, ou, ó o iko s casa
ôvopa, axoç, xó o n o m a nombre
Jl
Jtíaxi.5, Ecoç, p is tis fe
jivEüpa, axoç, ó p n e u m a espíritu

pfípa, axoç, xó rh em a palabra


QÚopai rh y o m a i salvar
O
oágl, oapxóç, fj sa r x carne
ooqpía, aç, f| so p h ia sabiduría
T
xéxvov, ou, xó tekn o n nino
xújtoç, ou, ó typos ejemplo
V
ulóç, oü ó h u io s hijo
úítaxori, fjç, T) h yp a ko ê obediência
(P
Oagioaioç, ou, ó P h a risa io s fariseo
qjíüç, qpcoxóç, xó p h õ s luz

X .
XÓQiç, Lxoç, x) ch a ris gracia
X qloxóç, oü, (ó) C hrito s Cristo

■il)áXX,(up s a llo cantar


rliuxil, fiç, p sy c h ê vida
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q)ôr|, fjç, f| õ d ê cântico
cb(ps>.éco õp h eleõ aprovechar

xsBN a ^ í-a o i-iia D -?

EDICIONES
SIGUEME n°91 9 788430 1 132 00
DICCIONARIO EXEGETICO
DEL NUEVO TESTAMENTO
II
BIBLIOTECA DE ESTÚDIOS BÍBLICOS
91

Otras obras publicadas


por Ediciones Sígueme:

— L. Coenen (ed.), Diccionario teológico dei N T (BEB 26-29)


— L. Pacomio (ed.), Diccionario teológico interdisciplinar (Vel 66-69)
— A. di Berardino, Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana (Vel 97-98)
— R. Bultmann, Teologia dei N T (BEB 32)
— H. Kõster, Introducción al N T (BEB 59)
— Vocabulário griego dei N T (BEB minor 5)
HORST BALZ
GERHARD SCHNEIDER
(Eds.)

DICCIONARIO EXEGETICO
DEL NUEVO TESTAMENTO

II

Traducido por
CONSTANTINO RUIZ-GARRIDO

SEGUNDA EDICION

EDICIONES SIGUEME
SÂLAMANCA
2002
Esta edición ha sido patrocinada
con la ayuda de INTER NATIONES, Bonn

Cubierta disenada por Christian Hugo Martin

Título original: E xe g etisc h es W õ rterbuch z u m N e u e n T esta m en t I y III

© W. Kohlhammer GmbH, Stuttgart ^1992


© Ediciones Sígueme, S.A., 1998
C/ Garcia Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca/Espana
www.sigueme.es
ISBN: 84-301-1283-9 (obra completa)
ISBN: 84-301-1320-7 (volumen H)
Depósito Legal: S. 625-2002
Impreso en Espana / UE
Imprime: Gráficas Varona
PoKgono El Montalvo, Salamanca 2002
PROLOGO

El Diccionario Exegético dei Nuevo Testamento (DENT), cuyo segundo volumen tiene ante
sus ojos, se sitúa en la tradición dei Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament que justa­
mente ahora, 46 anos después de la aparición dei primer volumen, ha finalizado su publicación.
EI Diccionario exegético dei Nuevo Testamento se siente deudor dei Theologisches Worterbuch
zum Neuen Testament y no puede discutirle que para más de una generación de investigadores
ha constituído una documentación excepcional —y durante largo tiempo la única— para el tra-
bajo exegético. Este nuevo Diccionario exegético es la respuesta pertinente a la gran cantidad de
câmbios y nuevos enfoques en la discusión científica especializada así como en el âmbito docen­
te y práctico sobre el Nuevo Testamento. Ha de quedar listo en poco tiempo para estar a disposi-
ción dei usuário como una ayuda cerrada en sí misma y homogéneamente concebida para la
interpretación dei texto.
El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento tuvo, desde el principio, un planteamiento
interconfesional. Sus numerosos colaboradores son exegetas católicos y protestantes dei área de
la lengua alemana, de otros países europeos y también dei otro lado dei océano. Estamos, por
consiguiente, ante un diccionario que constituye una muestra de colaboración universal a la com-
prensión dei Nuevo Testamento.
El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento colma Ias exigências de un diccionario sobre
los escritos neotestamentarios, porque presenta todos los vocablos dei texto griego, incluídos los
nombres propios, alfabéticamente ordenados. En cada vocablo se ofrecen los datos precisos para
su traducción y exégesis. El mayor interés se centra en la comprensión de cada palabra en su con­
texto. Las palabras cuya raiz y significado coinciden se tratan casi siempre juntas. La especifici-
dad y el objetivo dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento está precisamente en su limita-
ción al vocabulário dei Nuevo Testamento, pero también en su completo tratamiento y en el
subrayado de los contextos exegéticos y teológicos, así como de los fundamentos históricos pre­
cisos. Se presta igualmente atención a las nuevas orientaciones linguísticas, pero no subyace nin-
gún sistema concreto de teoria lingüística.
En cuanto es posible, los artículos parten siempre de los estratos más antiguos de la tradición,
de donde se toma el vocablo correspondiente como portador de sentido. También se abordan los
sentidos posteriores sin que la idea de una evolución o de una corfiguración gradual quiera dise-
nar esquemáticamente la exposición. La confrontación con el abundante material extraneotesta-
mentario se va haciendo en el lugar oportuno (y no en un apartado «de historia de las religio-
nes»). Los editores respondeu de los pequenqs artículos que no están firmados nominalmente.
El Diccionario exegético dei Nuevo Testamento debe prestar un servido a los hombres de
ciência, a los párrocos y a los estudiantes. Se parte siempre de la lengua griega. Pero este traba-
jo debe ser también accesible a quienes no dominan ni el hebreo ni el griego. Por ello todas las
palabras hebreas se transliteran y los términos griegos se ponen a la vez en su forma original y
en su transliteración. Un índice de palabras en castellano ayudará a que las encuentren quienes
no están habituados a partir de palabras griegas.
vin Prólogo

Como editores tenemos que dar Ias gradas, primero a todos los colegas que han intervenido
en esta obra común y que han colaborado en ella. No pocas veces la elaboración dei artículo dei
Diccionario les obligó a posponer otros trabajos. Tenemos que dar también Ias gradas a una lar­
ga lista de anônimos colaboradores en muchos trabajos relacionados con el diccionario. Final­
mente estamos también muy agradecidos a los trabajadores de la imprenta, que hicieron un tra-
bajo concienzudo, así como a la editorial.
Nuestros mejores deseos acompanan al Diccionario exegético en su camino hacia aquellos
que «sobre el terreno» participan en la interpretación y anuncio dei mensaje bíblico.

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION

La primera edición dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento apareciô en entregas
parciales entre agosto de 1978 y octubre de 1983. Los tres volúmenes se completaron en los anos
1980, 1981 y 1983. Con el tiempo el diccionario se ha acreditado en la praxis de la Iglesia y en
la exégesis científica. Para muchos investigadores constituye un instrumento de trabajo impres-
cindible. Entretanto, se están preparando traducciones al inglês (en Estados Unidos), japonês,
italiano y castellano.
Nos alegramos de poder ofrecer ahora la segunda edición dei Diccionario exegético dei Nue­
vo Testamento. Hay que agradecer a la editorial W. Kohlhammer que haya hecho posible la
segunda edición mejorada y renovada dei Diccionario exegético dei Nuevo Testamento con el
esmero a que nos tiene acostumbrados.

H orst Balz
G erhard S chneider
PLAN DEL DENT

1. La base dei texto dei DENT es la tercera edición The Greek New Testament (New York-
London-Stuttgart 1975) o la vigesimosexta edición de NesÜe-Aland, Novum Testamentum Grae-
ce (editada por K. Aland-M. Black y otros, Stuttgart 1979). Con el texto de ambas coincide la
Vollstãndige Konkordanz zum griechischen Neuen Testament, editada por K. Aland y otros (2
vols., Berlin 1975ss). Pero a los autores dei DENT se les dio la übertad de apartarse de la base de
este «texto normal». El DENT es, conscientemente, un «diccionario de términos», es decir, esta­
dia los términos y vocablos que aparecen en el Nuevo Testamento, y no pretende ser una «enci­
clopédia de temas».

2. Además de los términos dei NT referidos arriba, este Diccionario también recoge Ias
variantes textuales más importantes. De este modo el diccionario puede ser utilizado con cualquier
otra edición dei Nuevo Testamento griego.

3. Todas Ias entradas dei diccionario se pondrán en negrita. Los sustantivos irán acompana-
dos de la desinencia de genitivo y dei artículo; los adjetivos y pronombres aparecerán con Ias desi-
nencias de gênero. A la palabra griega y a su transcripción (en cursiva) sigue la traducción caste-
llana; en algunos casos aparecerá una selección de los significados documentados. Si la palabra
clave se trata en otro vocablo, se indica con el signo

4. Los nombres propios bíblicos siguen la grafia de Ias modernas ediciones de la Biblia, aun-
que en ellos no hay completa uniformidad {La Biblia, de la «Casa de la Biblia», Madrid T995;
Biblia dei Peregrino, Estella 1996) y dei Diccionario enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993,
así como dei Atlas bíblico Oxford, Estella 1988.

5. En la selección bibliográfica al comienzo de cada artículo reside el centro de gravedad


para nuevos trabajos. Los autores están ordenados alfabéticamente. Dentro dei artículo. Ias refe­
rencias bibliográficas se hacen de forma abreviada. También al final de los artículos cortos, sin fir­
mar, hay indicaciones bibliográficas abreviadas. El índice detallado de Ias abreviaturas está en Ias
páginas XV-XXTV.

6. De los artículos firmados nominalmente son responsables sus autores. Lo mismo vale para
Ias selecciones bibliográficas. Los editores se han limitado a una pura elaboración formal de estos
artículos y a corregir errores evidentes. Los mismos autores han corregido sus correspondientes
galeradas.

7. De los artículos (breves) que no llevan firma responden los editores. Puesto que el DENT
no se reduce a ima enciclopédia de temas (con la problemática de un principio selectivo correcto),
se incluyen los vocablos que raramente aparecen o que son hapaxlegomenon.
X Plan dei DENT

8. La estmcturación dei artículo se efectúa conforme a im triple sistema: 1. b) 3). En los


artículos extensos se ofrece al principio un sumario. A veces, los párrafos se destacan poniendo en
cursiva algunas palabras clave.

9. La transliteración de los signos griegos y hebreos se hace de acuerdo con la tabla de la


p.XXXV.

10. Se utilizan los siguientes signos: en el encabezamiento, tras la última palabra de la tra-
ducción hay un asterisco (*) cuando el artículo (o el párrafo) trata o al menos indica todas Ias apa-
riciones en el Nuevo Testamento (temendo en cuenta Ias ediciones a que nos hemos referido en el
n. 1). Con el signo ->• se indica el lugar dei DENT en que se trata el respectivo vocablo o donde
hay información sobre el tema mencionado.

11. Al final de la obra se ofrece un índice de palabras en castellano así como un índice de
los nombres propios que aparecen en el Nuevo Testamento.
AUTORES DEL SEGUNDO VOLUMEN

Annen, Dr. Franz, profesor, Chur (Suiza)


Balz, Dr. Horst, profesor, Bochum
Barth, Dr. Gerhard, profesor, Wuppertal
Bartsch, Dr. Hans-Wemer, profesor, Frankfurt a. M.; murió en 1983.
Bauer, Dr. Johannes B., profesor, Graz (Áustria)
Baumbach, Dr. Günther, docente, Berlín
Beilner, Dr. Wolfgang, profesor, Salzburg (Áustria)
Berger, Dr. Klaus, profesor, Heidelberg
Bergmeier, Dr. Roland, Weingarten
Betz, Dr. Otto, profesor, Tubinga
Beutler, Dr, Johannes, profesor, Frankfurt a. M.
Bõcher, Dr. Otto, profesor, Maguncia
Borse, Dr. Udo, profesor, Bonn
Bouwman, Dr. Gijs, profesor, Tilburg (Holanda)
Bühner, Dr. Jan-Adolf, Tubinga
Dabelstein, Dr. Rolf, Uetersen
Egger, Dr. Willi, profesor, Bressanone (Italia)
Elliger, Dr. Wiirfried, Tubinga
Fendrich, Herbert, Essen; ahora Dr.
Feneberg, Dr. Wolfgang, docente, Múnich
Fiedler, Dr. Peter, profesor, Freiburg i. Br.
Fitzer, Dr. Gottfried, profesor, Viena (Áustria)
Fitzmyer, Dr. Joseph A., profesor, Washington D.C. (USA)
FrankemõUe, Dr. Hubert, profesor, Paderbom
Friedrich, Dr. Johannes H., Nuremberg; ahora en Jerusalén
Giesen, Dr. Dr. Heinz, profesor, Hennef
Goldstein, Dr. Horts, Lihenthal
Haacker, Dr. Klaus, profesor, Wuppertal
Hackenberg, Wolfgang, Witten
Hahn, Dr. Ferdinand, profesor, Múnich
Hartman, Dr. Lars, profesor, Uppsala (Suécia)
Hasler, Dr. Victor, profesor, Berna (Suiza)
Haufe, Dr. Günter, profesor, Greifswald
Hegermann, Dr. Harald, profesor, Múnich
Hofius, Dr. Otfried, profesor, Tubinga
Holtz, Dr. Traugott, profesor, Halle
Hollander, Dr. Harm W, Leiderdorp (Holanda); ahora en Haarlem (Holanda)
Horstmann, Axel, Hamburg
Hübner, Dr. Hans, profesor, Düsseldorf; ahora en Gotinga
Hutter, Uhich, Bonn
KeUermann, Dr. Uhich, profesor, Mülheim
Kertelge, Dr. Karl, profesor, Münster i. W.
xn Autores dei segundo volumen

Kleine, Heribert, Dipl.-Theol., Bochum


Kõhler, Wilhelm, docente, Wuppertal
Rraft, D. Dr. Heinrich, profesor, Kiel
Kramer, D. Helmut, profesor, Bethel; falleció en 1990
Kratz, Dr. Reinhard, Bensheim
Kremer, Dr. Jacob, profesor, Viena (Áustria)
Kretzer, Dr. Armin, Würzburg
Kuhli, Horst, Mag. theol., Kõnigstein i. T.
Kuhn, Dr. Heinz-Wolfgang, profesor, Heidelberg; ahora en Múnich
Lampe, Peter, Berna (Suiza); ahora profesor Dr. en Richmond, Va. (USA)
Langkammer, Dr. Hugolinus,, profesor, Lublin (Polonia)
Larsson, Dr. Edvin, profesor, Oslo (Noruega)
Lattke, Dr. Dr. habil. Michael, Lector, Brisbane (AustraUa)
Légasse, Dr. Simon, profesor, Toulouse (Francia)
Leivestad, Dr. Ragner, profesor, Aas (Noruega)
Lichtenberger, Dr. Hermann, Tubinga; ahora profesor, Münster i. W.
Lüdemann, Dr. Gerd, profesor, Gotinga
Merkel, Dr. Helmut, profesor, Erlangen; ahora en Osnabrück
Merklein, Dr. Hehnut, profesor, Bonn
Michel, D. Otto, profesor, Tubinga
Müller, Dr. Paul-Gerd, profesor, Stuttgart; ahora en Tréveris
Nebe, Dr. Gottfried, Bochum
Nepper-Christensen, Dr. Poul, docente, Aarthus (Dinamarca)
Nützel, Dr. Johannes M., docente, Bamberg; ahora profesor, Münster i. W.
Ollrog, Dr. Wolf-Henning, Darmstadt
Palzkill, Angela, Dipl.-Theol., Bochum
PalzkiU, Elisabeth, Dipl.-Theol., Bochum
Patsch, Dr. Hermann, Múnich
Paulsen, Dr. Henning, profesor, Bielefeld-Bethel; ahora en Hamburg
Pesch, Dr. Dr. Rudolf, profesor, Freiburg i. Br.; ahora en Múnich
Pesch, Dr. Wilhehn, profesor, Maguncia
Pfammatter, Dr. Josef, profesor, Chur (Suiza)
Plümacher, Dr. Eckhard, Berlín
Põhlmann, Dr. Wolfgang, docente, CeUe; ahora profesor, Lüneburg
Popkes, Dr. Wiard, docente, Hamburg
Porsch, Dr. Felix, docente, Stuttgart; ahora profesor. St. Augustin
Pridik, Dr. Karl-Heinz, docente, Wuppertal
Probst, Hermann, Erlangen

Radl, Dr. Walter, docente, Bochum; ahora profesor, Ausburg


Rebell, Dr. Walter, Siegen; ahora profesor
Rissi, Dr. Mathias, profesor, Richmond, Va. (USA); ahora en Stonington, Me. (USA)
Ritt, Dr. Hubert, docente, Wuppertal; ahora profesor, Ratisbona
Rohde, Dr. habil. Joachím, BerKn
Rutenfranz, Morúka, Bochum
Sand, Dr. Alexander, profesor, Bochum
Sanger, Dr. Dieter, Plankstadt; ahora docente, Flensburg
Schelkle, Dr. Dr. Karl Hermann, profesor, Tubinga; falleció en 1988
Schenk, Dr. Wolfgang, docente, Eppstein i. T.; ahora profesor
Schille, Dr. Gottfried, Borsdorf b. Leipzig
Schneider, Dr. Gerhard, profesor, Bochum
Autores dei segundo volumen xm

Schnider, Dr. Franz, profesor, Ratísbona


Schoenbom, Dr. Ulrich, Wetter-Mellnau
Schramm, Dr. Tim, profesor, Hamburg
Schrõger, Dr. Friediich, profesor, Passau
Schunack, Dr. Gerd. profesor, Marburg
Schwank, Dr. Benedikt, profesor, Beuron-Jerusalén
Schwarz, Günther, Diepholz; ahora Dr, Wagenfeld
Schweizer, Dr. Eduard, profesor, Zúrich (Suiza)
Strecker, Dr. Georg, profesor, Gotinga
Thomas, Dr. Johannes, Bremerhaven
Trummer, Dr. Peter, docente, Graz (Áustria)
Võlkel, Martin, Doitmund

Walter, Dr. Nikolaus, docente, Naumburg; ahora profesor, Jena


Weigandt, Dr. Peter, Kassel
Weiser, Dr. Alfons, profesor, Vallendar
Winter, Dr. Martin, Wetter-Oberrosphe
Wolter, Dr. Michael, Maguncia; ahora profesor, Bayreuth
Zeller, Dr. Dieter, profesor, Lucema (Suiza); ahora en Maguncia
Zmijewski, Dr. Josef, profesor, Fulda

Los breves artículos no firmados de los siguientes bloques fiieron redactados por los editores;
columnas: 1-62, 341 (lín. 37)-602, 881-1137, 1374-1542, 1777-1966 (G. Schneider)
columnas: 67-341 (lín. 36), 605-879, 1138-1363, 1544-1774, 1975-2214 (H. Balz)
ABREVIATURAS

1. Libros bíblicos y escritos extracanónicos

a) Antiguo Testamento
Abd Abdías Jon Jonás
Ag Ageo Jos Josué
Am Amós Jue Jueces
Cant Cantar de los cantares Lam Lamentaciones
1 Crón 1 Crônicas Lev Levítico
2 Crón 2 Crônicas Mal Malaquías
Dan Daniel Miq Miqueas
Dt Deuteronomio Nah Nahún
Ecl Eclesiastés Neh Nehemías
Esd Esdras Núm Números
Est Ester Os Oseas
Ex Exodo Prov Provérbios
Ez Ezequiel 1 Re 1 Libro de los reyes
Gén Gênesis 2 Re 2 Libro de los reyes
Hab Habacuc Rut Rut
Is Isaías 1 Sam 1 Libro de Samuel
(Dtis; Tris) Deuteroisaías, Tritoisaías 2 Sam 2 Libro de Samuel
Jer Jeremias Sal Salmos
J1 Joel Sof Sofonías
Job Job Zac Zacanas

Los libros deuterocanónicos (según Ias ediciones católicas de la Biblia) o apócrifos (según Ias edicio-
nes protestantes), que aparecen únicamente en la versión de los Setenta, se citan con Ias siguientes siglas:
AdDan Adiciones [gr.] a Daniel Jdt Judit
AdEst Adiciones [gr.] a Ester 1 Mac 1 Libro de los macabeos
Bar Baruc 2 Mac 2 Libro de los macabeos
Eclo Eclesiástico Sab Sabiduría
EpJer Epístola de Jeremias Tob Tobías
Cuando se toma la cita de la Setenta, aparecerá después de la cita la indicación LXX.

b) Nuevo Testamento
Ap Apocalipsis 3 Jn 3 Carta de Juan
Col Carta a los colosenses Lc Evangelio según san Lucas
1 Cor 1 Carta a los corintios Mc Evangelio según san Marcos
2 Cor 2 Carta a los corintios Mt Evangelio según san Mateo
Ef Carta a los efesios 1 Pe 1 Carta de Pedro
Fim Carta a Filemón 2 Pe 2 Carta de Pedro
Flp Carta a los fílipenses
Rom Carta a los romanos
Gál Carta a los gaiatas
Heb Carta a los hebreos Sant Carta de Santiago
Hech Hechos de los Apóstoles 1 Tes 1 Carta a los tesalonicenses
Jds Carta de Judas 2 Tes 2 Carta a los tesalonicenses
Jn Evangelio según san Juan 1 Tim 1 Carta a Timoteo
1 Jn 1 Carta de Juan 2 Tim 2 Carta a Timoteo
2 Jn 2 Carta de Juan Tit Carta a Tito
Para los testigos de la tradición textual dei Nuevo Testamento se utilizan Ias abreviaturas de Nestle-
Aland (NTG) o de The Greek New Testament (GNT), a excepción de «Koiné» y «Sin».
XVI Abreviaturas

c) Escritos extracanónicos y Padres apostólicos

AntBibl Antigüedades bíblicas dei Pseudo- HechPab Hechos de Pablo


Filón HechPe Hechos de Pedro
ApAbr Apocalipsis de Abrahán HechTom Hechos de Tomás
ApBar (gr) Apocalipsis de Bamc (griego) Hen (et) Apocalipsis de Henoc (etiópico)
ApBar (sir) Apocalipsis de Baruc (sinaco) Hen (gr) Apocalipsis de Henoc (griego)
ApEl Apocalipsis de Elias Hen (heb) Apocalipsis de Henoc (hebreo)
ApEsd (gr) Apocalipsis de Esdras (griego) Hen (esl) Apocalipsis de Henoc (eslavo)
ApEz Apocalipsis de Bzequiel Herm (m, s, v) (Pastor de) Hermas (mandata, simi-
ApMos Apocalipsis de Moisés litudines, visiones)
ApPe Apocalipsis de Pedro Ign Ignacio de Antioquía (Ef[esios],
ApSid Apocalipsis de Sidrac Magn[esios], Fil[adelfos],
ApSof Apocalipsis de Sofonías Pol[icarpo], Rom[anos],
Arist Carta de Aristeas Esm[imiotas], Tral[ianos])
Aristób Aiistóbulo InfTom Relato de la infancia, de Tomás
Ascis Ascensión de Isaías Jub Libro de los Jubileos
AscMos Ascensión de Moisés JyA José y Asenet
Bem Carta de Bemabé KgPe Ketygma Petri
CD Escrito de Damasco (de El Cairo) Laod Carta a los laodicenses
1 Ciem 1 Carta de Clemente 3 Mac 3 Libro de los Macabeos
2 Ciem 2 Carta de Clemente 4 Mac 4 Libro de los Macabeos
Did Didaché Martis Martírio de Isaías
Diogn Carta a Diogneto MartPol Martirio de Policarpo
EpJer Epístola de Jeremias OdSl Odas de Salomóm
EpSant Epístola de Santiago OrMan Oración de Manasés
3 Esd 3 Libro de Esdras ParJer Paralipomena Jeremiae
4 Esd 4 Libro de Esdras Polic Carta de Policarpo
5 Esd 5 Libro de Esdras ProtEv Protoevangelio (de Santiago)
6 Esd 6 Libro de Esdras SalSl Salmos de Salomón
EvEb Evangelio de los ebionitas Sib Sibilinos (oráculos)
EvEg Evangelio de los egipcios TestAbr Testamento de Abrahán
EvFel Evangelio de FeHpe TestJob Testamento de Job
EvHeb Evangelio de los hebreos TestSl Testamento de Salomón
EvNaz Evangelio de los nazarenos TestXn Testamento de los doce patriarcas
EvPe Evangelio de Pedro (As[er], Ben[jamín], Dan, Gad, ls[acar],
EvTom Evangelio de Tomás Jos[é], Jud[á], Lev[í], Neíltalí], Rub[én],
EvVer Evangelium veritatis Sim[eón], Zab[ulón])
HechAndr Hechos de Andrés VidAd Vida de Adán y Eva
HechJn Hechos de Juan VitProph Vitae prophetarum

d) Textos de Qumrán

IQDf 1 Manuscrito dei Deuteronomio IQIs- 1 Manuscrito de Isaías


IQDP 2 Manuscrito dei Deuterononáo IQIs- 2 Manuscrito de Isaías
IQDM (1Q22) Discursos de Moisés IQM Rollo de la guerra
IQapGén Apócrifo dei Gênesis IQMyst (1Q27) Libro de los secretos
IQH RoUo de los himnos (hodayot) KJpHab Comentário de Habacuc
Abreviaturas XVII

IQpMiq Comenttuio de Miqueas 4QpIs'’ Comentário a Is 5


K^Sof (1Q15) Comentário de Sofonías 4QpIs‘ Comentário ais 30, 15-18
IQS Regia de la secta 4QpIs'‘ Comentário a Is 54, 11-12
IQS* (1Q28*) Regia complementaria 4ÇJpNah Comentário de Nahún
IQS'>(1Q28'’) Libro de Ias bendiciones 4QpPs 37 Comentário al salmo 37
4QDt 32 Manuscrito Dt 32 4QPrNab Oración de Nabonid
4QEx" Manuscrito dei Exodo 4QSam’ 1 Manuscrito de Samuel I y n
4QFlor Florilegio 4QSam'’ 2 Manuscrito de Samuel I y II
4QPatr Bendición de los Patriarcas 4QTest Testimonia
4QpOs“ Comentário a Os 4, 15 4QTestLevi Testamentum Levi
4QpOs'- Comentário a Os 2, 8.10.11-13 6QD Escrito de Damasco (Fragmentos)
4QpIs” Comentário ais 10, 28-11,14 llQtgJob Targum de Job

e) Literatura rabínica

Se utilizarán Ias abreviaturas normales.

Ejemplos:

San 1, 4 Misná, Tratado Sanedrín, capítulo


1, § 4 jSan 2, 21b Talmud jerosoümitano (palesti-
TosSan 1, 4 Tosefta, Tratado Sanedrín, capítulo nense). Tratado Sanednn, capítulo
1, §4 2, hoja 21, columna 2.
bSan 31a Tabnud babilónico. Tratado Sane- Midrasim GénR, Mek, SifraLev, Sifre,
drín, hoja 31, columna 1. MidrEcl (por ejemplo)

f) Textos de Nag Hammadi

Fuera de Ias siglas indicadas en el apartado c). Ias citas y uso de abreviaturas serán tomadas de Gno-
sis undNeues Testament, editado por K.-W. Trõger, Gütersloh 1973, 20s.
xvm Abreviaturas

2. Autores y escritos griegos, latinos, judios y cristianos


(Las cifras romanas indican siglos)

Aecio Amideno VI p.C. (ed. A. Olivieri, CMG Ach = Achamenses; Av = Aves; Eccl = Eccle-
VIII/1-2 1935,1950) siazusae; Eq = Equites; Lys = Lysistrata; Nu =
Agustín rV/V p.C. (PL 32-47 1845ss; CSEL 12, Nubes; PI = Plutus; Ra = Ranae; Thes = Thes-
25, 28, 33, 34, 36, 40, 41, 43, 44, 47, 51, 52, mophoriazusae; Vesp = Vespae
57. 58, 60, 63, 74, 77, 80, 84 1887ss) Aristóteles IV a.C. (ed. I. Bekker y otros, 183 Iss;
CivD = De Civitate Dei [La Ciudad de Dios]; ^1960ss)
Cresc = Contra Cresconium; Ep = Epistulae An = De Anima [Acerca dei alma]; AnPost =
[Cartas]; Faust = Contra Faustum Manichaeum; Analytica Posteriora [Analíticos Segundos];
JohEvTract = In lohannis Evangelium Tracta- AnPri = Analytica Priora [Analíticos Prime-
tus; SctVirg = De Sancta Virginitate; Serm = ros]; Cael = De Caelo; Cat = Categoriae [Cate­
Sermones gorias]; EthEud = Ethica Eudemia; EthM =
Alcifronte II p.C. (ed. A. R. Benner-F. H. Fobes, Ethica Magna; EthNic = Ethica Nicomachea;
1949, reimpresión 1962) GenAn = De Generatione Animalium [Investi-
Alejandro de Afrodisia Ü/III p.C. (ed. I. Bruns, gación sobre los animales]; GenCorr = De
Generatione et Corruptione [Acerca de la gene-
Supplementum Aristotelicum II/1-2 1887, ración y la corrupción]; HistAn = Historia Ani­
1892) malium; Metaph = Metaphysica [Metafísica];
An = De Anima; Fat = De Fato Meteor = Meteorologica; MotAn = De Motu
Ambrosio IV p.C. (CSEL 32, 62, 64, 73 1897ss) Animalium; Oec = Oeconomica; PartAn = De
Amiano Marcelino IV p.C. (ed. C. U. Clark-L. Partibus Animalium; Phys = Physica [Física];
Traube-W. Heraeus, II-II ^1963) Poet = Poética; Pol = Politica; Ftobl = Proble-
Anacreonte VI a.C. (ed. D. L. Page, 1962) mata; Rhet = Rhetorica; Spir = De Spiritu
Anaxágoras V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Arrio Dídimo I a/p.C. (ed. H. Diels, Doxographi
Fragmente der VorsokratikerJi ”1964) Graeci, 4958)
Anaximandro VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Artemídoro II p.C. (ed. R. A. Pack, 1963)
Fragmente der Vorsokratikerl ”1964) Onirocr = Onirocriticus
Anaxímenes VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Asclepio hasta el I p.C. (ed. A. D. Nock-A. J. Fes-
Fragmente der Vorsokratikerl ”1964) tugière, Corpus Hermeticum II ^1960)
Andócides V a.C. (ed. G. Dalmeyda, ^1960) Ateneo E p.C. (Ch. B. Gulick, I-VE 1927-1941;
Anecdota Graeca (ed. J. F. Boissonade, I-V 1829- reimpresiones)
1833) Atenágoras E p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten
Antifonte V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­ Apologeten, 1914; P. Ubaldi-M. Pellegrino,
mente der Vorsokratiker II ”1964) 1947)
Apiano II p.C. (ed. P. Viereck-A. G. Roos, I-II Suppl = Supplicatio
1939, 1905; I reimpresión 1962)
BellCiv = Bella Civilia Romana; RomHist = Baquílides V a.C. (ed. B. SneU-H. Maehler, ‘“1970)
Romanae Histoiiae Calímaco EI a.C. (ed. R. PfeUfer, I-E 1949, 1953;
Apolonio Díscolo II p.C. (ed. R. Schneider-G. 14965)
Ulding, Grammatici Graeci II/1-3 1878-1910) Hymn = Hymni; Epigr = Epigrammata
Synt = De Syntaxi Cicerón I a.C. (ed. A. Klotz y otros, 1914ss)
Apolonio de Rodas III a.C. (ed. H. Frankel, 1961) Att = Epistulae ad Atticum; DeOrat = De Ora-
Apuleyo n p.C. (ed. R. Helm-P. Thomas, I-II 1908, tore; Divin = De Divinatione; Fam = Epistulae
1913; 1H955; H ^959) ad Familiares; Fin = De Finibus Bonorum et
Met = Metamorphoses Malorum; Lael = Laelius; Mil = Pro Milone;
Aquiles Tacio n p.C. (ed. E. Vilborg, 1955) NatDeor = De Natura Deorum; Off = De Offi-
Areteo Médico II p.C. (?) (ed. C. Hude, CMG II ciis; Or = Orationes, Orator = Orator ad M.
n958) Brutum; Rep = De Re Publica; SomScip =
Arg = Argumentum Somnium Scipionis; Tusc = liisculanae Dispu-
Arístides II p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten tationes; Verr = In Verrem
Apologeten, 1914) Clemente de Alejandría E/IE p.C. (GCS 4 2 , 4 7 ,
Apol = Apologia [39], ^52 1905SS)
Aristófanes V/IV a.C. (ed. V. Coulon-H. van Dae- EclProph = Eclogae Propheticae; ExcTheod =
le, I-V 1923-1930; reimpresiones) Excerpta ex Theodoto; Paed = Paedagogus;
Abreviaturas XDC

Prot = Protreptícus; QuisDivSalv = Quis Dives Elegiaca; Eum = Eumenides [Las Euménides];
Salvetur; Strom = Stromata Pers = Persae [Los Persas]; Prom = Prome-
Constitutiones Apostolorum III/IV p.C. (ed. F. X. theus Vinctus [Prometeo encadenado]; Supp =
Funk, 1905) Supplices [Las Supücantes]; SeptTheb = Sep-
Comelio Nepote I a.C. (ed. A. M. GuiUemin, 1961) tem contra Thebes [Los Siete contra Tebas]
Alt = T. Pomponius Atticus; Vit = Vitae Esquines IV a.C. (ed. V. Marin-G. de Budé, H952)
Comuto 1 p.C. (ed. C. Lang, 1881) Ep = Epistulae
TheolGraec = Theologia Graeca Estobeo, Juan V p.C. (ed. C. Wachsmuth-O. Hen-
Corp[us] Henn[eticum] hasta el siglo I p.C. (ed. A. se, I-V 1884-1923)
D. Nock-A. J. Festugière, I-IV 1945-1954; I-Il Ecl = Eclogae
H960) Estrabón I a.C. (ed. H. L. Jones, I-VIU 1917-1932;
Crisóstomo I V p . C . (PG 47-64 1862ss) reimpresiones)
Eurípides V a.C. (ed. L. Méridier y otros, I-VII
Demócrito V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­ 1925-1961; IH961; IIH960; V H961)
mente der Vorsokratiker II “1964) Alc = Alcestis; Andr = Andromache [Andró-
Demóstenes IV a.C. (ed. S. H. Butcher-W. Rennie, maca]; Archel = Archelaus [Arquelao]; Ba =
I-in 1903-1931; reimpresiones) Bacchae [Bacantes]; El = Electra; Epigr = Epi-
Or = Orationes; Ep = Epistulae grammata; Hec = Hecuba [Hécuba]; Hei =
Didascalia Siiíaca UI p.C. (ed. F. X. Funk, 1905) Helena; Heracl = Heraclidae [Heráclidas];
Diodoro Sículo I a./p.C. (ed. C. H. Oldfather y HercFur = Hercules Furens [Hércules enfure­
otros, I-Xn 1933-1967; reimpresiones) cido]; Hipp = Hippolytus [Hipólito]; IphAul =
Diógenes Laercio n i p.C. (ed. H. S, Long, 1964) Iphigenia Aulidensis [Ifigênia en Aulide]; Iph
Dión Casio Coceyano II/III p.C. (ed. U. P. Boisse- Taur = Iphigenia Taurica [Ifigênia entre los
vain, I-V 1895-1931; I-IV reimpresión 1955; Tauros]; Med = Medea; Or = Orestes; Phoen =
V reimpresión 1959) Phoenissae [Fenicias]; Suppl = Supplices [Su­
Dión Crisóstomo I/II p.C. (ed. J. W. Cohoon-H. L. plicantes]; Tro = Troiades [Troyanas]
Crosby, I-V 1932-1951; reimpresiones) Eusebio n m v p.C. (GCS 7.9, 1-3.11, 1-2.14.20.
Or = Orationes 23.43, 1-2. H7 1902ss)
Dionisio de Halicamaso I a.C. (ed. C. Jacoby, I-V DemEv = Demonstratio Evangélica; HistEccl
1885-1925; E. Cary, I-VH, 1937-1950; reim­ = Historia Ecclesiastica; Marc = Contra Marce-
presiones) llum; PraepEv = Praeparatio Evangélica; Teoph
AntRom = Antiquitates Romanae; Compos = Teophania; VitConst = Vita Constantini
Verb = De Compositione Verborum
Filodemo el Filósofo I a.C. (ed. C. Jensen, itepl
Eliano n/III p.C. (ed. R. Hercher, I-II 1864-1866; xaxLãv, 1911; A. Olivieri, itegl itaQçqaíaç,
NatAn A. F. Scholfield, I-IH 1858-1859) 1914; C. Wilke, De Ira, 1914)
Ep = Epistulae; NatAn = De Natura Anima- Filón de Alejandría I a./p.C (ed. L. Cohn-P. Wend-
lium; VarHist = Varia Historia land-S. Reiter, I-VI 1896-1915; Vn,l-2: índi­
Elio Arístides B p.C. (ed. B. Keil H958; W. Din- ces, ed. J. Leisengang, 1926; reimpresión 1962-
dorf, I-in 1829; reimpresión 1964) 1963)
Or = Orationes Abr = De Abrahamo; Aet = De Aeternitate
Eneas Táctico IV a.C. (ed. A. Dain-A. M. Bon, Mundi; Agr = De Agricultura; All = Legum
1967) AUegoiiae; Cher = De Chembim; Conf = De
Empédocles V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Confusione Linguarum; Congr = De Congres-
Fragmente der Vorsokratiker I “1964) su Eruditionis Gratia; Decai = De Decalogo;
Epicteto m p.C. (ed. H. Schenkl, H916) Det = Quod Deterius Potiori insidiati soleat;
Diss = Dissertationes; Ench = Enchiridion; Ebr = De Ebrietate; Exsecr = De Exsecrationi-
GnomStob = Gnomologium Epicteteum Sto- bus; Flacc = In Flaccum; Fug = De Fuga et
baei Inventione; Gig = De Gigantibus; Her = Quis
Epicuro IV/ni a.C. (ed. G. Arrighetti, 1960) Rerum Divinarum Heres sit; Imm = Quod
Epifanio W /V p.C. (ed. K. Holl, GCS 25, 31, 37 Deus sit Iimnutabilis; Jos = De Josepho; Leg
1915SS) Gai = Legatio ad Gaium; Migr = De Migratio-
Haer = Hareses ne Abrahami; Mut = De Mutatione Nominum;
Esquilo V a.C. (ed. D. Page, 1972) Op = De Opificio Mundi; Plant = De Planta-
Ag = Agamemnon [Agamenón]; Choeph = tione; Post = De Posteritate Caini; Praem = De
Choephori [Las Coéforas]; Eleg = Fragmenta Praemiis et Poenis; Prov = De Providentia;
XX Abreviaturas

Sacr = De Sacrificiis Abelis et Caini; Sobr = Ireneo n/m p.C. (ed. W. Harvey, 1875; reimpre­
De Sobrietate; Som = De Somniis; SpecLeg = sión 1949)
De Specialibus Legibus; Virt = De Wtutibus; Haer = Adversus Haereses
VitCont = De Vita Contemplativa; VitMos = Isócrates V/TV a.C. (ed. G. Mathieu-E. Brémond,
De Vita Mosis I-IV 1928-1962)
QuaestGenCEx) = Quaestiones in Genesin (Exo- Areop = Areopagiticus
dum) (ed. R. Marcus, Philo Supplement, I-II
1953; reimpresión 1961) JámbUco m/IV p.C. (ed. G. Parthey, 1875; H. Pis-
Filóstrato n /m p.C. (ed. C. L. Kayser, I-ü 1870, telli, 1888; reimpresión 1967; L. Deubner,
1971; reimpresión 1964) 1937; H975)
Heroic = Heroicus; VitAp = Vita Apollonii; Vit CommMathScient = De Communi Mathemati-
Soph = Vita Sophistarum ca Scientia; Myst = De Mysteriis; Protr = Pro-
Fírmico Materno IV p.C. (ed. K. Ziegler, 1953) trepticus; ITieolArithm = Theologia Arithmeti-
ErrProfRel = De Errore Profanarum Reügio- ca; VitPyth = De Vita Pythagorica
num Jenofonte V/TV a.C. (ed. E. C. Marchant, I-V
Focio DC p.C. (ed. R. Hemy, 1959ss) 1900-1920)
Lex = Lexikon Ag = AgesUaus; An = Anabasis [Anábasis]; Ap
= Apologia Socratis [Apologia de Sócrates];
Galeno II p.C. (ed. H. Diels y otros, CMG V/1-2 Cyrop = Cyropaedia [Ciropedia]; Hist = Histo­
1914SS) ria Graeca (HeUenica) [Historia de Grécia];
Gelasio V p.C. (ed. G. Lx>eschcke-M. Heinemann, Mem = Memorabüia Socratis
GCS 18, 1918) Jerónimo IV/V p.C. (PL 22-30 1865ss; I. Hilberg,
HistEccl = Historia Ecclesiastica CSEL 54-56 1910ss)
Gorgias V/VI a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Josefo Flavio I p.C. (ed. B. Niese, 1887-1890;
Fragmente der Vorsokratikeríí ”1964) reimpresión 1955; O. Michel-O. Bauemfeind,
Hei = Helena; Pal = Palamedes De Bello ludaico, I-m 1959-1969)
Ant = Antiquitates ludaicae [Antigüedades de
los Judios]; Ap = Contra Apionem [Contra
Heráclito Y W a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Apión]; BeU = De Bello ludaico [Las Guerras
Fragmente der Vorsokratiker I "1964) de los Judios]; Vita = Vita losephi [Autobio­
Herodiano II/HI p.C. (ed. K. Stavenhagen, 1922) grafia]
Hist = Historiae Justino Mártir H p.C. (ed. E. Goodspeed, Die ãltes-
Herodoto V a.C. (ed. Ph. E. Legrand, I-IX 1932- ten Apologeten, 1914)
1955) Apol = Apologia [Apologia]; Dial = Dialogus
Hesíodo VIIIATI a.C. (ed. P. Mazon, 1951) cum Tryphone ludaeo [Diálogo con Trifón];
Hesiquio V p.C. (ed. K. Latte, 1953ss) Epit = Epitome
Hierocles V p.C. (ed. F. W. A. MuUach, Fragmen­ Juvenal I/H p.C. (ed. W. V. Clausen, 1962)
ta Philosophorum Graecorum 1 1860) Sat = Satirae [Sátiras]
CarmAur = In Aureum Pythagorae Carmen
Commentarius Lactancio m/TV p.C. (ed. S. Brandt-G. Laubmann,
Hipócrates V a.C. (ed. E. Littré, I-DÍ 1839-1861) CSEL 19.27 1890ss: H. Kraft-A. Wlosok, De
Acut = De Ratione Victus in Morbis Acutis; Ira Dei, 1957)
Epid = Epidemiae; Morb = De Morbis Mube- Inst = Divinae Institutiones; Ira = De Ira Dei
rum; Progn = Prognosticum; VetMed = De Vete- Lisias V/IV a.C. (ed. L. Gemet-M. Bizos, ^1955)
te Medicina; Vict = De Ratione Vicms Salubris Livio I a./p.C (ed. R. S. Conway-C. F. Walters-S.
Hipólito n/m p.C. (GCS 1.26. H6 1897ss) K. Johnson-A. H. McDonald, I-IV 1914-1935;
Phil = Philosophmnena; Ref = Refutatio Om- reimpresiones 1960-1964; V 1965)
nium Haeresium Luciano n p.C. (ed. C. Jacobitz, I-IV 1836-1841;
Homerici Hymni [Himnos Homéricos] desde VH K. Mras, 1954)
a.C. (ed. Th. W. AUenn, 1946) Alex = Alexander sive Pseudomantis; Asin =
Homero Vin/VIIa.C. (ed. D. B.Monro-Th. W. Allen, De Asino; Hermot = Hermotimus; Indoct =
I-V1902-1912; I-ü H920; m H917; IV ^919) Adversus Indoctum; JupConf = Juppiter Con-
II = nias [níada]; Od = Odyssea [Odisea] futams; JupTrag = Juppiter Tragoedus; Peregr
Horacio Flaco I a.C. (ed. Klingner, H959) Mort = De Peregrini Morte; Pseudolog = Pseu-
Carm = Carmina [Odas]; Sat = Satirae [Sáti­ dologista; Salt = De Saltatione; VitAuct =
ras] Serm = Sermones [Charlas] Vitarum Auctio
Abreviaturas XXI

Marco Aurélio Antonino II p.C. (ed. W. Theiler, Plinio el Viejo Ip.C. (ed. K. Mayhoff-L. lan, I-V
1951) 1892-1909)
Máximo Tino H p.C. (ed. H. Hobein, 1910) NatHist = Naturalis Historia
Menandro IV/III a.C. (ed. A. Kõrte, I-II 1947, Plotino n p.C. (ed. P. Henry-H. R. Schwyzer, I-IH
1953; nueva edición, ed. A. Thierfelder, ^1957, 1951-1973)
"1959) Enn = Enneaden [Eneadas]
Musonio Rufo I p.C. (ed. O. Hense, 1905) Plutarco I/n p.C. (ed. W. R. Paton y otros, 1925ss)
Alex = De Alexandro; AlexFort = De Alexan-
Orígenes H/m p.C. (PG 11-17 1857ss; GCS 2.3.6. dri Fortuna aut Virtute; Amat = Amatorius;
10.22.29.30.33.38.40.41,1. Hl,2. "49 1899ss) AmatNarr = Amatoriae Narrationes; Anton =
Cels = Contra Celsum; Orat = De Oratione; De Antonio; Apophth = Apophthegmata Regum
Princ = De Principiis et Imperatorum; Athen = De Gloria Athenien-
Orphei Hymni (ed. W. Quant, "1955) sium; Aud = De Audiendo; CatoMaior = De
Orphica (ed. E. Abel, 1885) Catone Maiore; CatoMinor = De Catone Mi­
Orphicorum Fragmenta (ed. O. Kem, 1922) nore; CommNot = De Communibus Notitiis
Ovidio Nasón I a./p.C. (ed. R. Ehwald-F. W. Lenz- adversus Stoicos; Cons = Consolatio ad Apo-
F. W. Levy, I-IÜ 1906-1932) llonium; Def = De Defectu Oraculorum;
Fast = Fasti; Metam = Metamorphoses [Meta- Demetr = De Demetrio; Fort = De Fortuna;
morfosis] GenSocr = De Genio Socratis; Is = De Iside et
Osiride; LatViv = De Latenter Vivendo; Lib
Parménides V W a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Educ = De Liberis Educandis; Plac = De Pla-
Fragmente der Vorsokratiker I ‘4964) citis Philosophorum; Pomp = De Pompeio;
Passio Perpetuae etFelicitatis [Martirio de Ias San­ PraecConiug = Praecepta Coniugalia; Praec
tas Perpetua y Felicidad] (ed. C. van Beek, GerReip = ftaecepta Gerendae Reipublicae;
1936) Pyth = De Pythiae Oraculis; QuaestConv =
Pausanias II p.C. (ed. F. Spiro, 1903) Quaestiones Convivales; QuesfPlat = Quaes-
Píndaro V W a.C. (ed. B. Snell, 1964) tiones Platonicae; SeptSap = Septem Sapien-
Isthm = Isthmia [Istmicas]; Nem = Nemea tium Convivium; Stoic = De Stoicorum Repug-
[Nemeas]; Olymp = Olympia [Olímpicas]; nantiis; SuavVivEpic = Non posse suaviter
Pyth = Pythia [Píticas] vivi secundum Epicurum; Superst = De Supers-
Pistis Sophia n i p.C. (ed. C. Schmidt-W. Till, Kop- titione; Tranq = De Tranquillitate Animi
tisch-gnostische Schriften I, GCS H5 1959; Polibio III/II a.C. (ed. Th. Büttner-Wobst, I-V
reimpresión 1962) "1963-1964)
Platón V m a.C. (ed. J. Bumet, I-V 1900-1907; Porfirio UI p.C. (ed. A. Nauck, "1886)
reimpresiones) Abst = De Abstinentia; Antr = De Antro
Ap = Apologia [Apologia]; Charm = Charmides Nympharum; Christ = Adversus Christianos;
[Cármides]; Clit = CHtopho; Crat = Cratylus Marc = Ad Marcellam; VitPlo = Vita Plotini;
[Crátilo]; Critías; Ciito [Critón]; Ep = Epistu- VitPyth = Vita Pythagorae
lae [Cartas]; Euthyd = Euthydemus [Euti- Posidonio n/I a.C. (ed. F. Jacoby, Die Fragmente
demo]; Euthyphr = Euthyphron [Eutifrón]; der griechischen Historiker II A, reimpresión
Gorg = Gorgias; Hi = Hippias [Hipias], I 1961)
Maior [Mayor], II Minor [Menor]; lon; La = Proclo V p.C. (ed. G. Friedlein, In Primum Eucli-
Laches [Laques]; Leg = Leges; Lys = Lysis dis Librum Commentarius, 1873; W. Kroll, In
[Lisis]; Men = Meno [Menon]; Menex = Platonis Rempublicam Commentarii, I-II1899,
Menexenus [Menéxeno]; Pann = Parmenides 1901; E. Diehl, In Platonis Timaeum Commen­
[Parménides]; Phaed = Phaedo [Fedón]; tarii, I-ni 1903-1906; E. R. Dodds, Insütutio
Phaedr = Phaedrus [Fedro]; Phileb = Philebus Theologica, 1933)
[Filebo]: Pol = Politicus [Político]; Prot = Pro- Eucl = In Euclidem Commentarius; Inst = Ins-
tagoras [Protágoras]; Resp = Respublica [El titutio Theologica; RemPubl = In Platonis Rem
Estado]; Soph = Sophista [Sofista]; Symp = Publicam Commentarius; Tim = In Platonis
Symposion [Banquete]; Theaet = Theaetetus Timaeum Commentarius
[Teeteto]; Tim = Timaeus [Timeo] Pseudo-Clementinas, Hormlías hasta IV p.C. (ed.
PUnio el Joven ¥Í1 p.C. (ed. M. Schuster-R. Hans- B. Rehm-J. Irmscher-F. Paschke, GCS "42
lik, 4958) 1969; W. Frankenberg, TU 48,3 1937)
XXII Abreviaturas

Pseudo-Clementinas, Recogniciones hasta IV p.C. Suidas X p.C. (ed. A. Adler, I-V 1928-1938; reim­
(ed. B. Rehm-F. Paschke, GCS 51 1965; W. presión 1967-1971)
Frankenberg, TU 48,3 1937) Taciano II p.C. (ed. E. Goodspeed, Die altesten
Pseudo-Platón (ed. J. Bumet, I-V 1900-1907; Apologeten, 1914
reimpresiones) OrGraec = Oratio ad Graecos
Alc = Alcibiades, I Maior, II Minor; Amat = Tácito Comelio I/II p.C. (ed. E. Koestermann, I
Amatores; Ax = Axiochus; Def = Definitiones; U965; H/1 U969; W2 ^970)
Demod = Demodocus; Ep = Epistulae; Epin = Aim = Annales [Anales]; Hist = Historiae [His­
Epinomis; Eryx = Eryxias; Hipp = Hipparchus; torias]
Just = De lusto; Min = Minos; Sis = Sisyphus; Teócrito m a.C. (ed. A. S. F. Gow, I-H 1950)
Theag = Theages; Virt = De Virtute IdyU = Idyllia
Teófilo II p.C. (ed. G. Bardy-M. Sender, SC 20
Quintiliano I p.C. (ed. L. Radermacher, I T965; II 1948)
U965) Autol = Ad Autolycum
InstOrat = Institutio Oratória Teofrasto rV/m a.C. (ed. F. Wimmer, 1854-1862;
P. Steinmetz, 1960)
Salustio rv p.C. (ed. Kurfess, reimpresión 1972) Char = Characteres [Caracteres]; Hist = Histo­
Séneca I p.C. (ed. A. Bourgery-R. Waltz, 1923ss ria Plantarum [Historia de las plantas]
[Dialogi]; F. Préchac-H. Noblot, 1945ss [Ep]; Tertuliano (Quintus Septimius Tertullianus Flo-
F. Préchac, 1961 [Ben; Ciem]; P. Oltramare, rens) IWn p.C. (CSEL 20.47.69.70.76 1890ss;
CChr 1-2 1954)
U961 [Nat])
Ben = De Beneficiis; Ciem = De Clementia; Apol = Apologeticum [Apologia]; Bapt = De
Baptismo [Acerca dei bautismo]; Marc = Ad-
Ep = Epistulae Morales; Ira = De Ira; Marc = veisus Marcionem [Contra Marción]; Mart=Ad
Ad Mareiam De Consolatione; Nat = Naturales Martyres [Acerca de los mártires]; PraescrHaer
Quaestiones; Vita = De Vita Beata = De Praescriptione Haereticorum [Acerca de
Sexto Empírico IWII p.C. (ed. H. Mutschmann-J. la prescripeión de los herejes]; Pud = De Pudi-
Mau, I-in 1914ss; IV; índices, ed. K. Janácek, citia [Acerca dei pudor]; Vai = Adversus
H962) Valentinianos [Contra los valentinianos]
Gramm = Adversus Grammaticos; Math = Tibulo I a.C. (ed. F. W. Lenz, 1937)
Adversus Mathematicos; PyrrhHyp = Pyrrho- Tucídides V a.C. (ed. H. S. Jones, I-H; reimpresión
neae Hypotyposes 1974)
Sófocles V a.C. (ed. A. C. Pearson, Í924; reimpre­
siones) Vettio Valente II p.C. (ed. W. Kroll, 1908)
Ai = Aiax [Ayante]; Ant = Antigone [Antígo- VirgUio I a.C. (ed. F. A. Hirtzel, 1900; reimpresio­
na]; El = Electra; OedCol = Oedipus Coloneus nes; R. Ellis, Appendix Vergiliana, 1907; reim­
[Edipo en Colono]; Oediyr = Oedipus lyran- presiones)
nus [Edipo Rey]; Phil = Philoctetes [Filocte- Aen = Aeneis [Eneida]; Ecl = Eclogae [Eglo-
tes]; Trach = Trachinieae [Las Traquinias] gas]; Georg = Georgica [Geórgicas]
Suetonio Tranquilo I/n p.C. (ed. H. Ailloud, I-III Vitae Aesopi (ed. B. E. Perry, 1952)
1930; U954-1955)
Caes = De Vita Caesarum [Vida de los doce Zenón V a.C. (ed. H. Diels-W. Kranz, Die Frag­
Césares] mente der Vorsokratiker 1 “1964)
Abreviaturas xxm

3. Inscripciones, documentos, fragmentos, papiros y antologias griegos y latinos


ÃgU Ãgyptische Urkunden aus den Staatlichen Friedlânder P. Fiiedlânder-H. B. Holfleit, Epi­
Museen zu Berlin. Griechische Urkunden I-IX, grammata; Qreek Inscriptions in Verse, from the
Berlin 1895-1970 Beginnings of the Persian Wars, Berkeley 1948
vAmim J. von Amim, Stoicorum Veterum Frag­ GLP Greek Literary Papiry, ed. D. L. Page, Lon-
menta I-IV, Leipzig 1903-1924; reimpresión, don/Cambridge Mass. 1942
Stuttgart 1964 GVI Griechische Vers-Inschriften, ed. W. Peek,
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CIA Corpus Inscriptionum Atticarum I-in. Ap- 1965
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den, Sonderheft, Berlin 1907
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rum Religionis Mithriacae I-B, ed. M. J. Verma- London 1900
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CIS Corpus Inscriptionum Semiticarum, Paris m , ed. G. ViteUi, Milano 1906.1915: E, ed. D.
1887SS Comparetti, Milano 1908-1911; reimpresión,
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EpigrGraec Epigrammata Graeca ex lapidibus London 1955
conlecta, ed. G. Kaibel, Berlin 1878 PapLeiden Papyri Graeci Musei Antiquarii pu-
FAC Fragments of Attic Comedy I-III B, ed. J. plici Lugdiuii-Batavi, ed. C. Leemans, I-E, Lei­
M. Edmonds, Leiden 1957-1961 den 1843.1885
FGH Die Fragmente der griechischen Historiker PapLeipzig Griechische Urkunden der Papyms-
I-III C2, ed. F. Jacoby, Berlin/Leiden 1923- sammlung zu Leipzig, ed. L. Mitteis, Leipzig
1958; reimpresiones, Leiden 1954ss 1906
XXIV Abreviaturas

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1898; ni, ed. F. G. Kenyon-H. I. Bell, London Library 18 (1934) 111-130
1907; rV-V, ed. H. I. Bell, London 1910.1917 PapTebt The Tebtunis Papyri, ed. B. P. Grenfell-
PapMasp Papyrus grecs d’époque byzantíne, ed. A. S. Hunt y otros, I-UI, London 1902-1938
J. Maspéro, Catalogue général des antiquités PapZenonCol Zenon Papyri, Business Papers of
the 3rd Centuiy B. C. I, ed. W. L. Westermann-
égyptiennes du Musée du Caire I-Ill, Cairo E. S. Hasenoehrl, Columbia Papyri, Greek
1911-1916 Series UI, New York 1934; II, ed. W. L. Wes-
PapMich Papyri in the University of Michigan termann-C. W. Keyes-H. Liebesny, Columbia
Collection I-VIII, Aim Arbor 1931-1951 Pap}TÍ, Greek Series IV, New York 1940
PapOxford Some Oxford Papyri I-II, ed. E. P. Preisendanz K, Preisendanz, Papyri Graecae
Wegener, Leiden 1942.1948 Magicae. Die griechischen Zauberpapyri I-II,
PapOxy The Oxyrhynchus Papyri I-XLI, ed. B. StuttgartH973.1974
P. Grenfell-A. S. Hunt y otros, London 1898- Preisigke F. Preisigke-F. Bilabel-E. Kiessling,
1972 Sanunelbuch griechischer Urkunden aus
PapPetrie The Flinders Petrie Papyri I-II, ed. J. P. Àgypten I-XI, Wiesbaden 1915-1973
SIG Sylloge Inscriptionum Graecarum, ed. W.
Mahaffy, Dublin 1891.1893; IH, ed. J. P. Dittenberger, I-IV, Leipzig N915-1924; reim-
Mahaffy-J. G. Smyly, Dublin 1905 presión, HUdesheim 1960
PapRyl Catalogue of the Greek Papyri in the TGF Tragicorum Graecorum Fragmenta, ed. A.
John Rylands Library at Manchester I-IV, Man- Nauck, Leipzig H989; reimpresión con suple­
chester 1911-1952 mento de B. Snell, Hildesheim 1964
Abreviaturas XXV

4. Siglas de revistas, series, colecciones, léxicos, ediciones de textos

AAB Abhandlungen der Deutschen (hasta 1944: BStF Biblische Studien, Freiburg
PreuBischen) Akademie der Wissenschaften zu BStN Bibhsche Smdien, Neukirchen
Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin 1815ss BThB Biblical Theology Bulletin
AAH Abhandlungen der Heidelberger Akademie BU Biblische Untersuchungen
der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse, Heidel- BWANT Beitrage zur Wissenschaft vom Alten
berg 1913ss und Neuen Testament
AB The Anchor Bible BZ Bibhsche Zeitschiift
ALBO Analecta Lovaniensia Biblica et Orientalia BZNW Beihefte zur Zeitschrift für die neutesta-
ALW Archiv fUr Liturgiewissenschaft menthche Wissenschaft
AnBibl Analecta Bibhca CB Coniectanea Bibhca
ANET Ancient Near Eastem Texts Relating to CBQ Cathohc Biblical Quarterly
the Old Testament, ed. J. B. Pritchard, Prince- CChr Corpus Christianorum
CGPNT Catenae Graecorum Patrum in Novum
ton4955 Testamentum I-Vin, ed. J. A. Cramer, Oxford
Angelos Angelos. Archiv für neutestamentliche 1838-1844
Zeitgeschichte und Kulturkunde I-TV, Leipzig CIR The Classical Review
1925-1932 CMG Corpus Medicorum Graecorum, Berlin-
AOT Altorientalische Texte zum Alten Testa­ Halle 1908SS
ment, ed. H. Gressmann, Berlin H926 CNeot Coniectanea Neotestamentica
APF Archiv für Papyrusforschung und verwand- CNT Commentaire du Nouveau Testament, ed.
te Gebiete P. Botmard y otros
ASNU Acta Seminarii Neotestamentici Upsa- CQR The Church Quarterly Review
liensis CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orien-
ASTI Annual of the Swedish Theological Institute talium
ATD Das Alte Testament Deutsch CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticomm Lati-
AThANT Abhandlungen zur Theologie des norum
Alten und Neuen Testament CSS Cursus Scripturae Sacrae
AThR The Anglican Theological Review DAC Dictionary of the Apostolic Church I-Il, ed.
AuC Antike und Christentum. Kultur- und reli- J. Hastings, Edinburgh 1915.1918
gionsgeschichtliche Studieu DACL Dictionnaire d’archéologie chrétienne et
BBB Bonner Biblische Beitrage de liturgie 1-XV, ed. Cabrol-Leclercq y otros.
Beginnings 1-V The Beginnings of Christianity. Paris 1895-1912
Part I, ed. Foakes-Jackson/Lake, 1-V, London DB Dictionnaire de la Bible 1-V, ed. F. Vigou-
1920-1933 roux. Paris 1928ss
BeO Bibbia e Oriente DBHE L. Alonso Schõkel, Diccionario Bíblico
BEvTh Beitrage zur Evangeüschen Theologie Hebreo-Espanol, Madrid 1994
BFChTh Beitrage zur Forderung christlicher DBS Dictionnaire de la Bible, Supplément, ed.
Theologie Pirot-Robert, Paris 1928ss
DJD Discoveries in the Judaean Desert, Oxford
BGE Beitrage zur Geschichte der neutestament-
1955SS
lichen Exegese DNT Diccionario dei Nuevo Testamento, ed. X.
BHH Bibüsch-historisches Handwõrterbuch I-IE, Léon-Dufour, Madrid 1977
ed. Reicke-Rost, Gõttmgen 1962-1966 DTAT Diccionario teológico dei Antiguo Testa­
BHK Biblia Hebraica, ed. R. Kittel, Stuttgart mento I, ed. Botterweck-Ringgren, Madrid
’1951 (reimpresiones) 1973 (cf. ThWAT)
BHS Biblia Hebraica Stuttgartensia, ed. Elliger- DTB Diccionario de teologia bibhca, ed. J. B.
Rudolph, Stuttgart 1968ss Bauer, Barcelona 1967
Bib Bibhca DTMAT Diccionario teológico manual dei Anti­
BiKi Bibel und Kirche guo Testamento I-II, ed. Jenni-Westermann,
BiLe Bibel und Leben Madrid 1978-1985
BJRL The Bulletin of the John Rylands Library DTNT Diccionario teológico dei Nuevo Testa­
BK Bibhscher Kommentar. Altes Testament mento I-FV, ed. L. Coenen-E. Beyreuther-H.
BNTC Black’s New Testament Commentaries Bietenhard, Salamanca “1991
BRL Biblisches Reallexikon, ed. K. Galling, DThC Dictionnaire de Théologie Catholique 1-
Tübingen “1977 XV Paris 1930-1950
XXVI Abreviaturas

EB Echter-Bibel lEJ Israel Exploration Journal


EHS Eviropâische Hochschulschriften IKZ Internationale Kirchliche Zeitschrift
EJ Encyclopaedia Judaica. Das Judentum in Ge- IKZC Internationale Kathohsche Zeitschrift Com-
schichte und Gegenwait 1-X, Berlin-Charlotten- munio
burg 1928-1934 (incompleta) JAC Jahrbuch für Antíke und Chiistenmm
EJJ Encyclopaedia Judaica I-XVI, Jerusalem JBL Journal of Biblical Literature
1971-1972 JBR The Journal of Bible and Religion
EKK(V) Evangelisch-Katholischer Kommentar JETS Journal of the Evangeücal Theological
zum Neuen Testament (Vorarbeiten) Society
EKL^ Evangelisches Kirchenlexikon, ed. E. Fahl- JHS The Journal of Hellenic Studies
busch y otros, Gõttingen ^1986ss JJS The Journal of Jewish Studies
EnchB Enchiridion Biblicum, Romae H956 JR The Journal of Religion
ERE Encyclopaedia of Religion and Ethics I-Xn, JSHRZ Jüdische Schriften aus hellenistisch-
Edinbuígh-New York 1908-1921 (reimpresiones) rõmischer Zeit I-V, ed. W. G. Kümmel, Güters-
EstB Estúdios Bíblicos loh 1973ss
EstEcl Estúdios Eclesiásticos JSJ Journal for the Study of Judaism
ET The Expository Times JStNT Journal for the Study of the New Testa­
EtB Etudes BibUques ment
EThL Ephemerides Theologicae Lovanienses JThS The Journal of Theological Studies
EvTh Evangelische Theologie KBL' Koehler-Baumgartner, Lexicon in Veteris
EWG J. B. Hofmann, Etymologisches Wõrter- Testamenti Libros, Leiden H958
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presiones) Aramãisches Lexikon zum Alten Testament,
FRLANT Forschungen zur Religion und Litera- Leiden '1974ss
tur des Alten und Neuen Testaments KEK Kritisch-exegetischer Kommentar über das
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GCS Die griechischen christUchen Schrifsteller KIT Kleine Texte für (theologische) Vorlesungen
der ersten drei Jahrhunderte und Übungen
GGA Gôttinger gelehrte Anzeigen KNT Kommentar zum Neuen Testament I-
Glotta Glotta. Zeitschrift für die griechische und XVm, ed. Th. Zahn, Leipzig 1903ss
lateinische Sprache KQT Konkordanz zu den Qumrantexten, ed. K.
GNT The Greek New Testament, ed. K. Aland- G. Kuhn, Gõttingen 1960
M. Black y otros, New York-London (1966) KuD Kerygma und Dogma
'1975 LAW Lexikon der Alten Welt, ed. C. Andresen-
GNTCom B. M. Metzger, A. Textual Commen- H. Erbse y otros, Zürich 1965
tary on the Greek New Testament, London- LeDiv Lectio Divina
New York 1971 LThK Lexikon für Theologie und Kirche I-X,
Gr Gregorianum Freiburg H957-1965
GS Geistliche Schrifüesung LXX Septuaginta I-II, ed. A. Rahlfs, Stuttgart
HAW Handbuch der Altertumswissenschaft, H952
fundado por I. v. MüUer, reed. W. Otto, Mün­ LXX-G Septuaginta. Vetus Testamentum Grae-
chen 1929ss; reedición 1955ss cumAuctoritate Academiae (Societatis) Scien-
HNT Handbuch zum Neuen Testament ciamm (Litterarum) Gottingensis editum, Gõt­
HSNT Die Heiüge Schrift des Neuen Testaments, tingen 1931ss
ed. F. Tillmann (Boim “193153) MGWJ Monatsschrift für Geschichte und Wis-
HThG Handbuch theologischer Gmndbegriffe I- senschaft des Judentums
n, ed. H. Fries, München 1962.1963 Moffatt NTC The Moffatt New Testament Com­
HThK Herders Theologischer Kommentar zum mentary
Neuen Testament MThZ Münchener Theologische Zeitschrift
HThR The Harvard Theological Review NHC The Facsimile Edition of the Nag Hamma-
HThS Harvard Theological Studies di Códices (I-XEI), Leiden 1972-1977
HUCA Hebrew Union College Annual NIC The New International Commentary on the
ICC The International Criticai Commentary New Testament
IDB The Interpreter’s Dictionary of the Bible I- NIDNT The New International Dictionary of
IV, ed. G. A. Buttrick, New York-Nahsville New Testament Theology I-III, ed. C. Brown,
1962. Suppl(ementary Volume) 1976 Exeter 1975-1978
Abreviaturas xxvn

NIGTC The New International Greek Testament SAH Sitzungsberichte der Heidelberger Akade­
Commentary mie der Wissenschaften. Phil.-hist. Klasse,
NLC The New London Commentary on the New Heidelberg 1910ss
Testament (parcialmente = NIC) SAM Sitzungsberichte der Bayerischen Akade­
NovT Novum Testamentum mie der Wissenschaften. Phil.-hist. Abteilung,
NovTS Novum Testamentum. Supplement München 1871ss
NRTh Nouvelle Revue Théologique SBFLA Studii Biblici Franciscani liber annuus
NTA Neutestamenthche Abhandlungen SBi Sources Bibliques
NTD Das Neue Testament Deutsch SBLMS Society of Biblical Literature, Mono-
NTG“ Novum Testamentum Graece, ed. E. Nes- graph Series
tle-K. Aland, Stuttgart “ 1979 (reimpresiones) SBS Stuttgarter Bibelstudien
NTS New Testament Studies SBT Studies in Biblical Theology
NTT Norsk teologisk Tidsskrift SBU Svenskt Bibliskt Uppslagsverk, ed. Eng-
NTTS New Testament Tools and Studies neU-Fridrichsen, Gavle 1948-1952
OBO Orbis Biblicus et OrientaUs SC Sources chrétiennes
OCD The Oxford Classical Dictionary, ed. Ham- SJTh Scottish Journal of Theology
mond-Scullard, Oxford ^1970 SM Sacramentum Mundi I-VI, Barcelona 1972-
ÔTK Ôkumenischer Taschenbuch-Kommentar 1976
ÕVBE Õkumenisches Verzeichnis der biblischen SNT Die Schriften des Neuen Testaments über-
Eigennamen nach den Loccumer Richtlinien, setzt und erklart von Bousset-Heitmüller I-IV,
Stuttg^ 1971 Gõttingen ^1917-1919
OVBE^ Õkumenisches Verzeichnis der bibli­ SNTS Mon Society for New Testament Studies,
schen Eigennamen nach den Loccumer Richt- Monograph Series
hnien, Smttgart ^1981 StANT Studien zum Alten und Neuen Testament
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Oxford “1976 StNTU Studien zur Neuen Testament und seiner
PL Migne, Patrologiae series Latina Umwelt
PO Patrologia Orientalis StPB Studia Post-Bibüca
PS Patrologia Syriaca StTh Studia Theologica
PVTG Pseudepigrapha Veteris Testament! Graece StUNT Studien zur Umwelt des Neuen Testa­
RAC Reallexikon für Antíke und Christentum, ed. ments
Th. Klauser, Stuttgart 1941ss
SvEA Svensk Exegetisk Ârsbok
RB Revue Biblique
SyBU Symbolae Biblicae Upsahenses
RE Realencyclopâdie für protestantische Theo-
logie und Kirche I-XXIV, Leipzig ^1896-1913 TEH Theologische Existenz heute
RevSR Revue des Sciences Religieuses ThBl Theologische Blatter
RGG Die Religion in Geschichte und Gegenwart ThGL Thesaurus Graecae Linguae ab H. Stepha-
I-VI, Tübingen N957-1962 no constructus I-IX, ed. Hase-Dindorf, 1831-
RhMus Rheinisches Museum für Philologie 1865, rermpresión Graz 1954
RHPhR Revue d’histoire et de philosophie reli­ ThGl Theologie und Glaube
gieuses ThHK TheologischerHandkommentar zum Neuen
RivBib Rivista Biblica, Brescia Testament
RNT Regensburger Neues Testament ThLZ Theologische Literaturzeitung
RQ Rõmische Quartalschrift für christliche ThPh Theologie und Philosophie (hasta 1965:
Alterstumskunde und Kirchengeschichte Scholastik)
RQum Revue de Qumran ThPQ Theologisch-praktische Quartalschrift
RSPhTh Revue des Sciences philosophiques et ThQ Theologische Quartalschrift
théologiques ThR Theologische Rundschau
RSR Recherches de Science rehgieuse ThRv Theologische Revue
RThPh Revue de Théologie et de Philosophie ThSt Theological Studies
SAB Sitzungsberichte der Deutschen (hasta ThStKr Theologische Studien und Kritiken
1944: PreuBischen) Akademie der Wissen- ThStUt Theologische Studien, Utrecht
schaften zu Berlin. Phil.-hist. Klasse, Berlin ThStZür Theologische Studien, Zollikon-Zürich
1882ss ThViat Theologia Viatorum
xxvni Abreviaturas

ThWAT Theologisches Wõrterbuch zum Alten editados por la abadia de Beuron, Freiburg
Testament, ed. Botterweck-Rínggren, Stuttgart 1949ss
1970ss (traducido al castellano el primer volu- VT Vetus Testamentum
men, se citará: DTAT: Diccionario teológico VTB Vocabulário de teologia biblica, ed. X.
delAT.Madrid 1973) Léon-Dufour, Barcelona '^1985
ThWNT Theologisches Wõrterbuch zum Neuen WMANT WissenschafÜiche Monographien zum
Testament I-X, fundado por G. Kittel y ed. G. Alten und Neuen Testament
Friedrich, Stuttgart 1933-1979 WuD Wort und Dienst. Jahrbuch der Kirchlichen
ThZ Theologische Zeitschiift Hochschule Bethel
TRE Theologische Realenzyklopâdie, ed. Krau- WUNT WissenschafÜiche Untersuchungen zum
se-Müller y otros, Berlin 1976ss Neuen Testament
TSt Texts and Studies ZAW Zeitschrift für die alttestamentliche Wis-
TThZ Trierer Theologische Zeitschrift senschaft
TU Texte und Untersuchungen zur Geschichte ZBK Zürcher Bibelkommentare
der altchristlichen Literatur ZDPV Zeitschrift des Deutschen Palâstina-Vereins
UNT Untersuchungen zum Neuen Testament ZEE Zeitschrift für Evangehsche Ethik
UUA Uppsala Universitets Ârsskrift ZKG Zeitschrift für Kirchengeschichte
VD Verbum Domini ZKTh Zeitschrift für Katholische Theologie
VF Verkündigung und Forschung ZNW Zeitschrift für neutestamentliche Wissen-
VigChr Vigiliae Christianae schaft
VKGNT I-n K. Aland (ed.), VoUstandige Konkor- ZRGG Zeitschrift für Reügions- und Geistesge-
danz zum griechischen Neuen Testament I-II, schichte
Berlin 1975-1983 (I) ZSTh Zeitschiift für systematische Theologie
VL Vetus Latina. Die Reste der altlateinischen ZThK Zeitschrift für Theologie und Kirche
Bibel. Tras Sabatier, nuevamente reunidos y ZWTh Zeitschrift für wissenschaftliche Theologie
Abreviaturas XXDC

5. Bibliografia usada con frecuencia en forma abreviada

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Grec biblique. Paris 1927 Scrolls of St. Mark’s Monastery I.n/2 (lQIs“;
Abel, Histoire F.-M. Abel, Histoire de la Palesti­ IQpHab; IQS), New Haven 1950.1951
ne depuis la conquête d ’Alexandre jusqu’à Chantraine, Dictionnaire P. Chantraine, Diction-
Vinvasion arabe I-II, Paris 1952 naire étymologique de la langue grecque. His­
Altaner, Patrología B. Altaner, Patrología, toire des mots. Paris 1968ss
Madrid ‘‘1956 Charles I-II The Apocrypha and Pseudoepigrap-
Amdt-Gingrich, Lexicon Amdt-Gingrich, A Greek ha of the Old Testament in English, ed. R. H.
English Lexicon of the New Testament and Charles, Oxford 1913
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n979 griechischen Literatur, sexta edición con la
Bauer, Wõrterbuch W. Bauer, Griechisch-deut- colaboración de O. Stâhün, y ed. W. Schmid,
sches Wõrterbuch zu den Schriften des Neuen München 1/1-5, 1912-1948; IFl, 1920; II/2,
Testaments und der übrigen urchristlichen Lite- 1924
ratur, Berlin ^1958 (reimpresiones) (®1988) Conzelmaim, Theologie H. Conzehnann, Grund-
Benoit, Exégèse P. Benoit, Exégèse et Theologie rifi der Theologie des Neuen Testaments, Mün­
I-m, Paris 1961-1968 chen 1967 (n968)
Beyer, Syntax K. Beyer, Semitische Syntax im Cremer-Kõgel, Biblisch-theologisches Wõrter­
Neuen Testament VI, Gõttíngen 1962 buch des neutestamentlichen Griechisch, Got-
Billerbeck, I-IV (Strack-) Billerbeck, Kommen- h a “1915; Stuttgart "1923
tar zum Neuen Testament aus Talmud und Dalman, Arbeit G. Dahnan, Arbeit und Sitte in
Midrasch 1-IV, München 1922-1928 (reimpre­ Palüstina I-VII, Gütersloh 1928-1942 (reim-
presión, Hildesheim 1964)
siones)
Dalman, Worte G. Dalman, Die Worte Jesu, Leip-
Black, A/7;7rc>flcA M. An Aramaic Approach
zig ^1930 (reimpresión, Darmstadt 1965)
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BlaB-Debnmner Blafi-Debrunner, Grammatik des
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neutestamentlichen Griechisch, preparada por
DeiBmann, Licht A. DeiBmann, Licht vom Osten,
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ques des deux premiers siècles chrétiens, Particles, Oxford (1934) ^1954 (reimpresión
Roma 1955 1970)
Bomkamm, Aufsãtze G, Bomkamm, Gesammel- Dibelius, Botschaft M. Dibelius, Botschaft und
te Aufsãtze I-IV, München 1952-1971 (I: Das Geschichte. Gesammelte Aufsãtze I-II, Tübin­
Ende des Gesetzes. Paulusstudien\ II: Studien gen 1953.1956
zu Antike und Urchristentum; III-IV: Ge- Dibelius, Historia M. Dibelius, Historia de Ias
schichte und Glaube) (La traducción castellana formas evangélicas, Valencia 1984
de algunos artículos {Estúdios sobre el NT, Dupont, Béatitudes I. Dupont, Les Béatitudes I-
Salamanca 1983] se cita in extenso) m . Paris F.n, 1969; m , 1973
Bousset-Gressmann Bousset-Gressmann, Die Re- Eichrodt, Teologia W. Eichrodt, Teologia dei
ligion des Judentums in spãthellenistischen Antiguo Testamento I-II, Madrid 1975
Zeitalter, Tübingen '*1966 (A926) Eissfeldt, Einleitung O. Eissfeldt, Einleitung in
Braun, Qumran H. Braun, Qumran und das Neue das Alte Testament, Tübingen ^1964
Testament I-II, Tübingen 1966 Frisk, Wõrterbuch H. Frisk, Griechisches etymo-
Bultmann, Creer R. Bultmann, Creery compren- logisches Wõrterbuch I-IH, Heidelberg 1960-
der, Barcelona 1976 1972
Bultmann, Geschichte R. Bultmann, Die Ge- ES Bardtke Bibel und Qumran. F S f H. Bardt-
schichte der synoptischen Tradition, Gõttingen ke, Berlin 1968
®1964; además, cuademo suplementario, Gôt- ES Barthélemy Mélanges D. Barthélemy, Fri-
tingen 1971 bourg-Gõttíngen 1981
XXX Abreviaturas

FS Black Neotestamentica et Semitica. FS f. M. FS Haenchen Apophoreta. FS f. E. Haenchen,


Black, Edinburgh 1969 Berlin 1964
FS Black 1979 Text and Interpretation. FS f. M. FS Jeremias 1960 Judentum, Urchristentum,
Black, Cambridge 1979 Kirche. FSf. I. Jeremias, Berlin 1960
FS Bomkamm Kirche. FS f. G. Bomkamm, FS Jeremias 1970 Der RufJesu und die Antwort
Tübingen 1980 der Gemeinde. FS f. J. Jeremias, Gottingen
FS Braun Neues Testament und christliche Exis- 1970
tenz- FS f. H. Braun, Tübingen 1973 FS Kasemann Rechtfertigung. FS f. E. Kãse-
FS Bruce Apostolic History and the Gospel. F Sf mann, Tübingen-Gõttingen 1976
F. F. Bruce, Exeter-Grand Rapids 1970 FS Kilpatrick Studies in New Testament Langua-
FS Bruce 1980 Pauline Studies. Essays presen- ge and Text. FSf. G. D. Kilpatrick, Leiden 1976
ted to F F Bruce, Exeter 1980 FS Klijn Text and Testimony. FSf. A. F. J. Klijn,
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TRANSLITERACIÓN

Griego

a a § th 0 0 X ch
P b 1 i Jt P op ps
Y g (g& gk) X k q/q r/rh tü õ
ô d X 1 o iç s h
E e m X t
K z V n V y(u )
Tl è 1 X ph

Hebreo

9
K □ D m K ã IX ú
3 b 13 n K ã X u
a g 0 s HK ã nx “h (rõ"h)
t
T d 1? ê X e

n h Q P é X a

1 w *]S f K ê e

T z r s s K e X o

n h p q í
Q t "1 r K i
y to s ÍK ô
n = k to s X õ
s 1 n t X
T
o

El «dagesh» Iene sólo se tíene en cuenta en:


S = p
D = f
El «dagesh» fiierte duplica la consonante.

(Transliteración según; Holladay, A Concise Hebrew and Aramaic Lexicon ofthe OT, Leiden
1971).
A X

Xayx®'''*® lagchanõ obtener, ser elegido so». En 2 Pe 2, 17 dícese en sentido figurado


por sorteo; echar suertes* de Ias falsas doctrinas: son «bruma empujada
Dícese de la obtención dei ministério apos­ por la tormenta».
tólico, Hech 1,17; de la fe, 2 Pe 1, 1. Zacarias
«fue escogido por sorteo para el ministério
X a n á m lakaõ reventar*
dei incienso (êXax£ xox) ■&'U[uãoaL)», Lc 1, 9. En Hech 1, 18 dícese de Judas; èX,áxT]aev
XaYXávco tiene el sentido de echar suertes /
fiéooç, «reventó por el medio».
sortear en Jn 19, 24 (X,áxcDpev jiEpl aÒToii
TÍvoç Êoxai). ThWNT IV, 1-3; Spicq, Notes I,
451-453. À.axTÍ^ca laktizõ dar coces, cocear*
Dícese de Ias bestias de tiro que tiran coces
con con sus patas traseras. En Hech 26, 14 (y
Aá^aQOÇ, ov Lazaros Lázaro* 9, 5 Textus Receptus) en sentido metafórico:
Nombre de persona. Corresponde a l ‘zr,
JtQÒç xéyXQU À.axxíÇco, «dar coces contra el
abreviación rabínica de ’e l‘ãzãr. En el Evan-
aguijón (dei arriero)». ThWNT FV, 3; Spicq,
gelio de Juan (11, 1.2.5.11.14.43; 12, 1.2.9.
Notes I, 458s. ^ xévxpov.
10.17) es el nombre dei hermano de Maria y
Marta (11, 2.5); los hermanos vivian en Beta-
nia (11, 1). Lázaro era amigo de Jesús (11, 5. Xa^iéta laleõ hablar, decir
11), quien le resucitó de entre los muertos 1. Aparición en el NT. - 2. Contenidos semânticos.
(11, 17-44; 12, 17). - En el Evangelio de Lu­ - 3. Expresiones idiomáticas.
cas, el mendigo de la parábola (16, 19-31) lle-
va este nombre (16.20.23.24.25). J. Kremer, B ibl: A . Debrunner y otros, Xéyo) m k ., en ThWNT
IV, 69-139, sobre todo 75s, llOs; H. Jaschke,
Lazarus. Die Geschichte einer Auferstehung.
«A.a7£tv» bei Lk: BZ 15 (1971) 109-114; H. W. Kuhn,
Text, Wirkungsgeschichte und Botschaft von Ãltere Sammlungen im Mk-Ev. (StUNT 8), Gôttingen
Joh 11, 1-46, Stuttgart 1985; B. Lindars, Re- 1971, 133s; H. Raisãnen, Die Parabeltheorie im Mk-
buking the Spirit: A New Analysis o f the La­ Ev. (Schriften der Finnischen Exegetischen Gessell-
schaft 26), Helsinki 1978, 48-64 (bibl.); más biblio­
zarus Story o f John 11: NTS 38 (1922) 89-
grafia en yk& oaa, kéyfa, Xòyoç: cf. además
104; A. Marchadour, Lazare. Histoire d ’un ThWNT X, 1157s.
récit. Récits d ’une histoire (LeDiv 132), Paris
1988. 1. En el NT el verbo XaX,É(o aparece muy
frecuentemente (entre los verbos ocupa el un-
X á d Q a lathra (adv.) en secreto* décimo lugar en frecuencia); aparece 269 ve-
Mt 1, 9, con àjto^iim; 2, 7, con HaÀéco; Jn ces (principalmente en el Evangelio de Juan y
11, 28, con qjoavéfco; Hech 16, 37, con èx^áX- en Hechos: 59 veces en cada uno de ellos). De
Xta. Spicq, Notes I, 454-457. los 52 testimonios que hay en Pablo, 34 se en-
cuentran en la Carta primera a los Corintios.
Otras apariciones frecuentes: 16 veces en He-
À-aíÀ-ailt, aTCOç, ^ lailaps viento huraca- breos, 12 en Apocalipsis.
nado*
Mc 4, 37 par. Lc 8, 23; >,aíXaxJ) ávép.on 2. El significado original de XaXÉcn es bal-
(asi también TestNef), «un viento tempestuo­ bucear (un verbo onomatopéyico) y se refiere
Xakétí) - Xa|,ia

a los sonidos que emiten los ninos pequenos, car, proclamar (Kuhn, 133: una expresión de
cuando se sienten desvalidos. El verbo se la proclamación cristiana primitiva; Râisânen,
aplica luego a los adultos y significa charlar 54: terminologia propia de los evangelios), en
y parlotear, a veces incluso en oposición cons­ Mc 2, 2; 4, 38; 8, 32 (por tanto, entre los
ciente a la manera razonable de hablar (-> Evangelios Sinópticos, la expresión aparece
Xéym). Vemos, sin embargo, que ya en el grie- únicamente en Marcos, pero cf. Lc 24, 44);
go clásico XakÉo) significa lo mismo que Xé- Hech 11, 19; 14, 25; 16, 6; Flp 1, 14 (cf. Jn
yu): hablar, decir (cf. Debrunner, 75s; Frisk, 12, 48; Heb 2, 2); con genitivo atributivo adi­
Wõrterbuch II, 76). En el NT, XaXétí) aparece cional: oon, Hech 4, 29; toC Deoií, Hech 4,
únicamente con el significado de hablar, de­ 31; 13, 46; Heb 13, 7; xov xuQÍon, Hech 8,
cir, siendo característico de una serie de pasa- 25; 16, 32. El objeto de XaXém es también a
jes el matiz de ser capaz de hablar, por ejem- menudo Qfjpa(Ta), pero sin llegarse a un em-
plo, èXáXTiaev ó xcncpóç, «el xaaáofue capaz pleo idiomático fijo, como lo demuestran Ias
de volver a hablar» (Mt 9, 33 par. Lc 11, 14; diferencias en cuanto al contenido de la frase,
cf. Mc 7, 37; Mt 12, 22; 15, 31); èXáXei òq- compárese, por ejemplo, Hech 5, 20 con 6,
ílrôç, «era capaz de nuevo de hablar correcta­ 11.13.
mente» (Mc 7, 35). Tan sólo Marcos (4, 33s) y Mateo (13, 3.
Lo mismo que Xéym, el verbo XaXém puede 10.13.33s) contienen la expresión (èv) Jtapa-
ser también transitivo: por ejemplo, ttiv àXí)- PoXatç X,a)\.eLV, «hablar en parábolas» o xto-
fleiav... ÀEX,áX,Tixa, «he dicho la verdad» (Jn QLÇjraQaPoX,fjç XaXzly, «hablar sin parábola
8, 40; cf. la expresión sinônima tt]v à)\.r|- / hablar llanamente»; a propósito de la tensión
■&8iav Xéym en Jn 8, 45). La persona a la que entre Mc 4, 34 y 4, 33, cf. Râisânen 48-64; R.
se habla aparece casi siempre en dativo (así Pesch, Das Markusevangelium I (HThK),
sucede siempre en Mateo), se expresa tam­ 264-276; J. Gnilka, El Evangelio según San
bién a menudo con jtQÓç Tiva (ffecuente en el Marcos I, 220ss.
Ev de Lc y en Hech); encontramos a veces, lo Sobre la expresión yXmooaic, (o y^róooíp)
mismo que en nuestra lengua, la expresión: XaXziy, «hablar en lenguas», Hech 19, 6; 1
hablar con alguien (acerca de algo), pEtá Cor 12, 30; 13, 1; 14, 2.4.5.6; 14, 13.18.23.
Tivoç (Jn 4, 27; 14, 30). Xakém se distingue 27; 14, 39 -> yXmaaa 6.
de X.ÉYCO en que raras veces significa decir
H. Hübner
que... o decir (seguido por palabras en discur­
so directo, por ejemplo, èÀáXriOEV pEz’ èpoí)
Xéymy, me dijo: Ap 17, 1; 21, 9; cf. también
Mt 28, 18; Jn 8, 12; Hech 8, 26 [-*■ Xéym 2]; X a ^ iá , ã ç , lalia palabra, lenguaje, ma­
èA,áX,T]aEV... Xéymy es muy frecuente en la nera de hablar*
LXX, especialmente en el Pentateuco y en los Jn 4, 42: «Ya no creemos por lo que tú has
libros históricos). Uso dei participio, por dicho, pues nosotros mismos le hemos oí-
ejemplo, f|... X.aX.o-upévT] ôiôaxr|, «la ense- do...»; 8, 43: «^Por qué no entendéis mi ma­
nanza que presentas», Hech 17, 19; ó ôl’ ày- nera de hablarl»-, Mt 26, 73 (par. Mc 14, 70
yéXmy ^aX,T)'0ELÇ Xóyoç, «la palabra procla­ Koiné A y otros): «Tu manera de hablar (= tu
mada por el ángel», Heb 2, 2. dialecto) te delata».

3. Una expresión idiomática en el discurso


joánico de despedida es t a n t a X.£X.áX.'qxa X a^.a lama ^por qué?
úpiv, «estas cosas os he dicho» (Jn 14, 25; 15, Mc 15, 34 B 0 D par. Mt 27, 46 D* tienen,
11; 16, 1.4.6.25.33). Con bastante frecuencia en vez de Xepa (dei arameo l^mã’), la expre­
aparece como expresión idiomática XaXém sión Àapa, que corresponde al hebreo lãmmã.
tò v X.ÓYOV (-> Xóyoç) en el sentido de predi­ ekcoL.
X.a|j,páva)

X a n P á v ío lambano tomar, coger; alcan- en parte inespecífico, dei verbo emergen dos as­
zar; tomar, recibir pectos importantes: el factor de movimiento y de
tensión resalta más intensamente en el sentido de
1. Aparición en el NT - 2. Fundamentos en el grie- «tomar, quitar»; el aspecto menos activo se ex-
go profano y raíces en el AT - 3. Âmbito de empleo en presa en Ias acepciones de «recibir, tomar». En
el NT - 4. Compuestos. ambos casos existen puntos de partida para el uso
que se hace de este verbo en el NT.
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; G. Delling, Xa^pá-
vcü, en ThWNT IV, 5-7; H. H. Schmidt, Iqh «tomar», 3. a) En los Evangelios Sinópticos, el sen­
en DTMAT I. 1196-1200.
tido activo de tomar, asir aparece de manera
característica en la terminologia para referirse
1. Xafipávco se halla atestiguado 260 ve- a la acción de dar de comer y de comer (Mc 6,
ces en el NT, con gran preponderância en Ma- 41; 8, 1 par.; cf. también 7, 27; completado en
teo (54 veces), seguido por Lucas/Hechos (51 Mateo por 16, 7.9s), y adquiere una impronta
veces) y el Evangelio de Juan (46). Es sor- eucarística por la celebración comunitária de
prendente la relativa frecuencia dei verbo en la Iglesia primitiva (Mc 14, 22s par; a propó­
los dos escritos tardios dei NT como son He- sito, 1 Cor 11, 23s; Lc 24, 30.43 y Jn 21, 13).
breos (17 veces) y Apocalipsis (23 veces). Sin Además, hay que mencionar aqui el estilo na­
embargo, en ninguno de los casos menciona­ rrativo de la parábola de los vinadores (Mt 12,
dos puede considerarse lap p áv tn como ver- 3.8 par Mt: en sentido violento) y el litigio
dadero término preferido. El sustantino acerca de la resurrección (Mc 12, 19s.21s.
ilnç, «la acción de recibir o tomar», aparece par. Lc; con referencia a una mujer, como per-
únicamente en Flp 4, 15. sona y como posesión).
2. a) El verbo Xa[j,j3áv(o se halla atestiguado
b) El significado receptivo de aceptar, reci­
en la literatura griega desde Hesíodo y Homero, y
también en Ias inscripciones (Bauer) y en los pa­ bir es más ffecuente en el NT y más impor­
piros, Describe primeramente el campo léxico: tante teológicamente. Aparece en lugares cen-
«echar mano, tomar, coger», tanto en sentido trales dei kerygma dei NT, y puede usarse, por
amistoso como en sentido violento; se aplica, ejemplo, para describir la interrelación entre
además, a los estados de alma o a Ias situaciones pedir y recibir: Mc 11, 24 (par. Mt); Lc 11, 10
de enfermedad (por ejemplo, «estar poseído» por (par. Mt 7, 10, probablemente de 0 ; Jn 16,24
la ira, por la fiebre; Herodoto, Hipócrates) y se
aplica también a la acción de captar con la mente y Sant 1, 7; 4, 3, y aqui, por tanto, caracteriza
y comprender (Píndaro, Platón). En este último a la parénesis de la petición, una parénesis que
caso aparece ya la acepción de «recibir, experi­ está asociada con la invitación a creer (Mc 11,
mentar», y también los significados de «adquirir, 24). El origen y la dirección dei recibir pue-
alcanzar», atestiguados frecuentemente en poesia den reforzarse y precisarse más mediante una
(Homero) y en prosa (Jenofonte) y referidos tan­ preposición; èx (Gál 3, 2; Jn 1, 16: 16, 14s;
to a lo que se posee materialmente como a lo que
se posee en el âmbito humano (la mujer). En es­ Heb 5,1), àjtó (Mc 12, 2), n a g á (Hech 17, 9;
tos testimonios se trasparenta, además, un amplio 20, 24; Jn 5, 34.41, y passim en el Ev de Jn),
campo de tensión, que indica tanto el sentido ac­ ôiá (Rom 1, 5; 5, 11). Esta conexión y refuer-
tivo de À,a(tpáv(o como su sentido receptivo (en­ zo mediante una preposición se hallan tam­
tendido más bien pasivamente), y que es funda­ bién atestiguados en los papiros (testimonios
mental para comprender Ias reflexiones conte- en Mayser, Grammatik II/2, 609). El carácter
nidas en los textos bíblicos.
de algo como don de grada resalta cuando el
donante es o bien Dios (2 Jn 4; 2 Pe 1, 17) o
b) En la LXX XapPávo) traduce casi siempre
el hebreo Iqh (conjugación qal dei verbo); tam­ bien Jesucristo (Rom 1, 5; 5, 11).
bién ôéxopai, como traducción de Iqh, pertenece El don mismo puede tener formas muy di­
al campo léxico de «aceptar, recibir». De este es­ ferentes: sobre todo «se recibe» el irveõpa
pectro tan disperso de significados y dei empleo. (Rom 8, 15; 1 Cor 2, 12; Hech 1, 8; 8, 15.17.
X,a[xf?ávo)

19, en conexión con la oración o con la impo- der un intento»), Sant 5, 10 (njtóÔEiYP-a A,ap.-
sición de Ias manos; Jn 7, 39; 20, 22); y tam- pávoj, «tomar como ejemplo»).
bién la gracia (Rom 1, 5); 5, 17), la reconci-
liación (5, 11), la justicia (5, 17), el perdón de c) Como complemento de y a diferencia de
los pecados (Hech 10, 43; 26, 18), la herencia estos significados generales de ÀapPávco
prometida (Heb 9, 15), el conocimiento de la mencionados en 3.a y 3.b, conviene senalar
verdad (Heb 10, 26), y en general todos los algunos énfasis debidos a la redacción:
dones que hacen posible la existência cristia- Marcos 14, 65 es un ejemplo notable: pa-
na y la caracterizan: «^Qué tienes que no ha- jtíap,aatv... EÀaPov, que puede traducirse
yas recibidol» (1 Cor 4, 7); «La idea de la aqui, seguramente, por: «Ellos (los criados) le
gracia encuentra una expresión radical... en recibieron (a Jesus) a golpes» (R. Pesch, Das
contra de la cristología corintia de la exalta- Markusevangelium II [HThK], 442).
ción, en la que queda relegado el instante de Mateo ofrece también notables ejemplos:
la recepción» (H. Conzelmann, Der erste Brief 10, 8, la recepción gratuita (dei evangelio)
an die Korinther [KEK], 106). En este con­ apremia a seguir trasmitiéndolo; 10, 38, acep­
texto, Xappávoj tiene una orientación escato- tar la cruz como parte dei discipulado; 10,41,
lógica: conseguir, alcanzar. Se encuentra en la obligación de recibir con amor a los profe­
los enunciados acerca dei seguimiento y de la tas y a los justos, con la correspondiente pro-
recompensa en Mc 10, 30 (par.), reforzados mesa de recompensa (cf. aqui también 20, 7.9-
aún más en Mateo (19, 29) mediante el uso 11, la parábola de los trabajadores en la vina).
dei futuro y dei pasivo divino (cf. también 1 Como especial frase mateica puede conside-
Cor 3, 8.14). rarse la de onjtPoiJÀtov Àap,pávEtv («adoptar
El uso más bien receptivo, descrito hasta una resolución»): 12, 14; 22, 15; 27, 1.7; 28,
ahora, puede ampüarse además por medio de 12, referida siempre a los dirigentes judios. La
determinadas expresiones fijas, que aparecen forma de participio )\,apd)v, usada a menudo
sin especiales énfasis redaccionales, por como un pleonasmo (13, 31 par. Lc 13, 19; Mt
ejemplo, Xap,pávcü ôúvapiv, «recibir poder» 17, 27; especialmente Mt 25 y passim), puede
(Hech 1, 8; Heb 11, 11; Ap 4, 11), «alcanzar ser un semitismo (BlaB-Debrunner § 419, 1.
el poder» (Ap 4, 11), Xap,pávcu è^ouatav, 2), pero se encuentra también en el griego pro­
«recibir autoridad» (Hech 26, 10; Ap 2, 28; fano (Homero, Sófocles) y se traduce sencilla-
17, 12); pero también X.ap,pávEiv XQÍp,a, «re­ mente por «con». Àap.pávto es un tecnicismo
cibir castigo», refiriéndose a los escribas (Mc dei lenguaje de los tributos y de Ias finanzas
10, 40 par. Lc 20, 47), a los cristianos que re- en Mt 17, 24s.27 (cf. también 27, 9 y 28, 15
sisten al poder legítimo dei Estado (Rom 13, en un contexto parecido) y debe traducirse por
2) y a los maestros falsos y sin conciencia cobrar, imponer tributos.
(Sant 3, 1). Ejemplos parecidos, tomados al- En la tradición lucana encontramos como
gunos de ellos de Ias epístolas, muestran el peculiaridad la acentuación afectiva dei ver­
espectro de significados, orientado en un sen­ bo, conocida ya por el griego profano: puede
tido más intensamente pasivo, de X.ap,pávoo apoderarse de Ias personas la confusión y el
{recibir, aceptar) mediante combinaciones temor (5, 26; 7, 16), y una enfermedad demo­
como X,a(tpávco àcpoçp,fiv (Rom 7, 8.11: im­ níaca puede mantener cautiva a una persona
pulso), ÀapPávcú njtóp,VT]OLV (2 Tim 1, 5: re- (9, 39); o la gente puede recobrar el ânimo
cuerdo), [xiaO^ajtoôooíav (Heb 2, 2; retribu- (Hech 28, 15). En Lc 19, 12.15 se habla de
ción), àQ)(T|v (Heb 2, 3: comienzo), A.f|'0T]V (2 que un soberano toma posesión de algo; en 5,
Pe 1,9: olvido). 5 se trata de coger algo como ejercicio de una
Además, encontramos de manera parecida actividad profesional (la de pescar). En 20, 21
el significado activo de XatiPávco, como en se reflejan expresiones dei AT: JiQÓotojtov
Heb 11, 29.36 (jtEiQav X,ap,pávoj, «empren- X.apPávci) (cf. Eclo 4, 22; Mal 1,8): «aceptar
X.a[i,pávcü - XanKÓç 10

el rostro de alguien, tener consideraciones central: el significado de aceptar, recibir


con alguien, ser partidista en favor de alguien» «predomina, especialmente en los enunciados
(cf. Gál 2, 6). En Hechos, además de la recep- de importância teológica. Por todo ello se ve
ción dei Espíritu (->• b), se habla de recibir un claro hasta qué punto el NT... entiende Ias re­
ministério o servieio: 1, 20.25; 20, 24, y en laciones entre el hombre y Dios como Ias que
sentido parecido se habla de recibir un encar­ existen entre quien recibe y entre quien da
go (17, 15) o una autoridad (26, 10). Temáti­ graciosamente» (Delling, 6).
camente podría encajar aqui lo que se dice en
Heb 5, 1 y 7, 5 (la aceptación dei sumo sacer­ 4. Con A,a(ipávüJ se forman los siguientes
dócio, recibido como don de gracia). compuestos que aparecen en el Nuevo Testamen­
Podríamos anadir también testimonios pau- to (entre paréntesis se indican Ias veces que apa­
linos ya mencionados: 1 Cor 10, 13 como rece el correspondiente verbo): ôvaA.a|iPávcú
(13), âitiX,agPávco (19), xaTaXap,pávco (15),
descripción de la existência, llena de tensio- fiETa)ka[j,páva) (7), JiaQaXapPávco (50), Jtpo-
nes, dei cristiano (la tentación viene sobre el XapPávoj (3), jtQooXapPávcü (12), auXÁ,a[xpá-
individuo); 14, 5 en un contexto eclesiológico vcü (16) y íi3toXap,pávco (5); encontramos ade­
(oLxoôojxfiv XaPp: la comunidad es edifica- más los verbos doblemente compuestos aup,3ia-
da); Flp 2, 7 como enunciado cristológico (to­ QaXap,pávo) (4), outiJt£QiXa(xpávü) (1) y ouv-
mar forma de siervo) y 3, 12 como enunciado avTLX,appávopai (2).
escatológico {conseguir la meta final). A. Kretzer
La expresión p,aQTugíav Itattpávcu {«acep-
tar un testimonio» - o no aceptarlo) es un ele­
mento importante en la teologia joánica, tan­ A á^E X Lamech Lamec*
to con respecto a la soberania dei Cristo joá- Nombre indeclinable dei padre de Noé en
nico (5, 34) como a la decisión que debe la genealogia de Lc 3, 36 (cf. Gén 5, 28s; 1
adoptar el hombre (3, 11; 3, 22s; 1 Jn 5, 9). Crón 1, 3).
Esta decisión es el resultado de aceptar a
Cristo mismo (1, 12; 13, 20) y aceptar sus pa-
labras (17, 8) o rechazarlas (5, 43; 12, 48). En lamma ^por qué?
el relato de la Pasión, Juan utiliza el verbo Forma alternativa de ^ Lapa.
A.ap,pávto para caracterizar Ias maquinacio-
nes de los que fueron responsables de que Je-
sús fuera condenado a muerte (18, 31; 19, Loi^niáç, á ô o ç , lampas antorcha, lám-
1.6.23). Pero también se usa este verbo para para*
referirse a la acogida con amor de que fue ob­ 1. Aparición en el NT - 2. Significado general - 3.
jeto la madre de Jesús (19, 27) y a la preocu- Mt 25, ^«antorchas» o «lámparas»? - 4. Apocalipsis.
pación por el cadáver de Jesús (19, 40).
En el Apocalipsis hay que mencionar como B ib l: G. Fohrer, Fackel, en BHH I, 462s; J. Gagé,
F a ckel (K erze), en RAC VII, 154-217; H. Ch. Hahn,
teologicamente importantes Ias combinacio- en DTNT II, 462-465; I. Jeremias, AAMÜAAES M t
nes de X,ap,pávco con xó:QaYp.a: aceptar el 25, 1 .3 f.7 f ZNW 56 (1965) 196-201; A. Mau, en Pau-
sello, es decir, la marca (dei culto idolátrico) y ly-Wissowa VI/2, 1945-1953; Ch. Mugler, D ictionnai-
ser juzgado (14, 9.11; 19, 20), o rehusarlo con re historique de la term inologie optique des G recs, Pa­
ris 1964, Í.V.; A. Oepke, Xápjtco xxL, en ThWNT IV,
consecuencia para la salvación (20, 4), y reci­
17-28; E. Schweizer, D a s Ev. nach M atthãus (NTD),
bir como sediento el agua de la vida (22, 17). Gõttingen 1973, 303-306; F. Zorell, D e la m padibus
Para terminar afirmaremos: los variados decem virginum : VD 10 (1930) 176-182.
testimonios de Àap,pávco en el NT son prueba
clara de la gran amplitud de significados de 1. El sustantivo Lapitáç aparece 9 veces
este verbo, pero éstos se concentran, no obs­ en el NT, y 5 de ellas se encuentran en la pa­
tante, en determinados puntos de importância rábola de Ias vírgenes (Mt 25, 1.3.4.7.8, en
11 Xa(XJtáç 12

todos los casos en plural). La forma plural torchas cuya parte superior está envuelta en
^afiJiáÔEç se encuentra además en Jn 18, 3; trapos empapados en aceite de oliva (de ma-
Hech 20, 8; Ap 4, 5. Unicamente en Ap 8, 10 nera parecida piensa ya Trench, Synonyma,
aparece el sustantivo en singular. 98): cuando se da la voz para que se inicie rá­
pidamente el desfile, las muchachas de la pa­
2. El sustantivo liapjtáç, desde su apari- rábola preparan sus antorchas (v. 7: £xóofxr|-
ción en Esquilo, Ag 8, que es probablemente aav), lo cual, según Jeremias (200), significa;
la aparición más antigua, designa la antorcha «vuelven a echar aceite en los trapos empapa­
(normalmente de madera resinosa de pino o dos ya en aceite, para que flameen con luz
de ramas untadas de brea, cf. Mau). Las X,ap- centelleante, y las encienden». Si se interpre­
jráôeç se usaban en actividades nocturnas, ta asi el texto, entonces el temor de las mu­
principalmente al aire libre (Jn 18, 3; cf. Jue chachas necias (v. 8; a i X,ap,jtáôeç fiptôv
7, 16.20). En la época helenística se observa apévvuvxai) debe entenderse en el sentido de
una ampliación dei significado de este térmi­ que sus antorchas vayan a apagarse «pronto /
no. En diversas ocasiones (Jdt 10, 22; Dan 5, fácilmente / con rapidez» (cf. Schweizer, 304).
5 Teod.; PapOxy X I I 1449,19) a las lámparas Sin embargo, tanto lo de volver a empapar de
se las llama también ?i.ap,jráÔEÇ (Bauer, Wõr- aceite los trapos (cf. Jeremias, Parábolas, 213:
terbuch, s.v.; Michaelis, 17. Jeremias [197] las muchachas «esperan con antorchas llame-
interpreta estos pasajes en el sentido de «can­ antes») como también el trascurso de la ac-
delabros», es decir, soportes con varias lám­ ción en la parábola son difíciles de imaginar,
paras de aceite). En el NT, Hech 20, 8 queda si supone el empleo de tales antorchas (cf.
en esta misma línea («había muchas Xapná- Schweizer, 304s).
ÔEÇ en la sala de arriba, donde estábamos reu­ El texto (en el contexto actual) piensa en
nidos»), Aqui el término puede significar lámparas (que corren peligro de apagarse,
«candelabros», pero el contexto hace pensar porque el esposo tarda en llegar mucho más
más bien en lámparas: a pesar de la luz que de lo esperado; v. 8). Sin embargo, hay que
daban las numerosas lámparas, el joven Euti- tener en cuenta que una historia «construida»
co se quedó dormido (v. 9); cf. H. Conzel- no puede concretarse absolutamente en todos
mann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT), sus detalles. Además, es posible llegar a una
125. En Mt 25, 1-8 el plural de Àapnáç de­ especie de solución de compromiso entre las
signa lámparas (Oepke, 17, 39s; Bauer, Wõr- lámparas y las antorchas (Rashi, sobre Kelim
terbuch, í . v.) o (una clase especial de antor- 2, 8 [en Billerbeck I, 969], habla de lámparas
chas (Jeremias, 197s); 3. con trozos de tela empapados en aceite, que
constan de recipientes de cobre sujetos a lar­
3. En Mt 25, 1-12, en la parábola de las gos paios); cf. Schweizer, 304. En todo caso,
diez vírgenes (cf. recientemente I. Maisch: hay que distinguir las ?»,ap,n:áÔEç; de los faro-
BiLe 11 [1970] 247-259; K. P. Donfried: JBL les 0 Ias lintemas (-> cpavóç, como vemos por
93 [1974] 415-428), las X,a[X3táôeç (vv. 1.3.4. Jn 18, 3 (Xapjtúôeç junto a cpavoí también
7.8) se traducen tradicionalmente por lámpa­ en PapLondon 1159, 59).
ras (de aceite), sobre todo teniéndose en
cuenta la mención que se hace dei aceite co­ 4. En el Apocalipsis, Xapjcáç se usa pri-
mo combustible. Sin embargo, Zorell sugirió meramente en la descripción dei trono de
que se hace referencia a las faces nuptiales Dios. De ese trono salen relâmpagos, voces y
(las antorchas nupciales; cf. Gagé, 160s). Je­ truenos; ante él «arden siete antorchas de fue-
remias (197s) interpreta aqui las XapjráÔEÇ go (X,ap,n:áôeç Jtuçóç), que significan los sie­
(teniendo en cuenta, entre otras cosas, las cos- te espíritus de Dios» (4, 5). La expresión tie-
tumbres de las fiestas de boda en Palestina ne «colorido propio dei AT» (Oepke, 26; cf.
hacia fines dei siglo XIX) en el sentido de an­ especialmente Ez 1, 13). Es original dei Apo-
13 Xa|uráç - A aoôíxeia 14

calipsis el número de Ias antorchas, que son X á|in;a) lampo brillar, alumbrar, resplande­
siete (cf. el candelabro de siete brazos dei cer*
templo) y su interpretación que aplica esta En Mt 5,15 dícese de la lámpara; en Lc 17,
imagen a los «espíritus de Dios» (cf., no obs­ 24, dei relâmpago; en Hech 12, 7, de la luz.
tante, Sal 103, 4 LXX: Jtveúpara de Dios en Así como la lámpara ha de lucir (Mt 5, 15),
paralelismo con JtbQ qpÃÉYOv); para la exége- así también los discípulos de Jesus deben res­
sis cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Johan- plandecer como luz ante los hombres (X,ap-
nes (HNT), 97, quien cree que Ias antorchas TjjáxQ) xò qpcõç upcõv, 5, 16). El rostro dei Je­
«se entienden como manifestaciones dei Espí- sus trasfigurado «brillaba / resplandecia co­
ritu Santo». En segundo lugar, en 8, 10, una mo el sol» (Mt 17, 2). 2 Cor 4, 6a habla de
«gran estrella» (llamada ”A'il;iv'&oç, «ajenjo», que la luz, por orden de Dios, resplandeció en
V. 11), que cae dei cielo cuando el tercer ángel la manana de la creación (èx oxóxouç q)c5ç
toca la trompeta, se caracteriza como xaió(i£- XáfirjtEL); en 4, 6b se habla de Dios «que ha
voç (bç Xapjiáç. La estrella, evidentemente al resplandecido en nuestros corazones», o qui-
caer, se inflama y esparce chispas como una zás mejor en sentido transitivo: «que ha he-
antorcha que cae (o que arrastra una cola); al cho que se haga la luz—» (así Bultmann, Der
precipitarse sobre la tierra, hace que el agua zweite Brief an die Korinther [KEK], 101 y
de la tercera parte de todos los rios y de todas llOs). ThWNT rV, 17-28.
Ias fuentes no pueda ya beberse (v. 11).
G. Schneider
X .avdáv (0 lanthanõ estar oculto*
Mc 7, 24: «él no podia permanecer oculto».
Lc 8, 47: la mujer vio «que no habia pasado
3 lampros radiante, resplande-
inadvertida {= que no podia pasar inadverti­
ciente*
da)». Hech 26, 26: Xav^áveiv... aòxóv xi
En el NT, el adjetivo se refiere al lucero de
xoúxcov oú íteíb-opai oú'&év, «no puedo con-
la manana (Ap 22, 16), al agua {cristalina)
vencerme de que le haya pasado inadvertida
(Ap 22, 1) y especialmente a vestiduras {ra­
alguna de estas (cosas)». Heb 13, 2: eXa-
diantes / resplandecientes (Lc 23, 11; Hech
•&OV... ^evLoavxeç àyYÉ^ouç, «hospedaron a
10, 30; Sant 2, 2.3; Ap 15, 6; 19, 8). La forma
ángeles, sin saberlo». Lo que permanece
sustantivada xà X,apjtQá, Ias cosas esplêndi­
oculto puede enunciarse también en una ora-
das (así también en Filón, Flacc 165; LegGai
ción de ôxi: 2 Pe 3, 5 («se les escapa que...»);
327), aparece en Ap 18, 14. ThWNT IV, 17-
3, 8 {«no perrnanezca oculta para vosotros es­
28; Spicq, Notes 1, 460-465.
ta verdad, que...»). Spicq, Notes 1, 466s.

XapiTtQÓtijç, l l to ç , 1^ lamprotês resplan- À-alEUTÓÇ, 3 laxeutos excavado en la ro­


dor* ca*
Hech 26, 13; «más brillante que el resplan- Dícese dei sepulcro de Jesús, en Lc 23, 53;
dor dei sol». Spicq, Notes 1, 460-465. ftvfipa )i,a^EUtóv, «un sepulcro excavado en
la roca».

lamprõs (adv.) suntuosamente,


espléndidamente* A a o ò íx E ia , a ç Laodikeia Laodicea*
En Lc 16, 19 dícese dei rico que «todos los Nombre de una ciudad frigia a orillas dei
dias disfrutaba espléndidamente (suqjQaivó- rio Lico, en la que habitaban numerosos ju­
pevoç... Xafxjtprôç)». Spicq, Notes I, 460- dios (Josefo, Ant XIV, 241-243; Schürer III,
465. 17 y 110). De la existência de una comunidad
15 Aaoôíxeia - ^.aóç 16

cristiana en Laodicea hay testimonios en la Hummel, D ie A u s e in a n d e rs e tzu n g zw isc h e n K irche


Carta a los Colosenses (2,1; 4,13.15.16) y en u n d Judentum im M t, München ^1966, 143-161; J. Jer-
vell, L u ke an d the P eople o f God. A N ew L o o k a t Lu-
el Apocalipsis (1,11; 3, 14). Según Col 4,16, ke-A cts, Minneapolis 1972, 41-74; E. Kasemann, D as
Pablo escribió una carta a la comunidad de w a n d e m d e G ottesvolk. E ine U ntersuchung zu m Hebr,
Laodicea (cf. la Carta apócrifa a Laodicen- Gõttingen^l961, T l-y i', J. Kodell, L u k e ’s Use o/Laos,
«P eople», especially in the Jerusalem N arrative: CBQ
ses). Pauly-Wissowa XH, 722-724; LThK VI,
31 (1969) 327-343; T. C. de Kruijf, D a s Volk G ottes im
793s; Haag, Diccionario, 1079s; Pauly, Lexi- NT, en 1. Pfammater-F. Furger (eds.), T h e o lo g isch e
kon III, 483s; IDE Suppl. Vo. 526s. B erich te III. Jud en tu m un d K irche: Volk G ottes, Ein-
siedeln 1974, 119-133; G. Lohfink, D ie Sam m lung Is ­
raels. E ine U ntersuchung zu r lukanischen E kklesiolo-
A a o ô ix e v ç , éroç, ó Laodikeus laodicen- gie, München 1975, 33-61; U. Luz, D as G eschichts-
verstãndnis des P aulus, München 1968, 269-279; C.
se* M. Martini, V e s c lu s io n e delia com unità d e lp o p o lo di
AaoôlXEÚç designa al que moraba en la D io e il n u o v o Is r a e le se c o n d o A tti 3, 23: Bib 50
ciudad de A aoôíxeia. Col 4, 16: «Haced (1969) 1-14; P. S. Minear, B ild e r d e r G em einde. E ine
que esta carta [a saber, la Carta a los Colosen­ S tudie ü b er da s Selb stverstã n d n is d e r G em einde an-
hand vo n 96 B ildbegrijfen des N T , Kassel 1964, 66-
ses] se lea también en la comunidad de los 106; C. Müller, G ottes G erechtigkeit un d G ottes Volk.
laodicenses». Ap 3, 14 Textus Receptus lee E in e U ntersuchung zu R õm 9-11, Góttingen 1964, 90-
(en lugar de la «comunidad en Laodicea») ex- 113; F. MuBner, «Volk G ottes» im N T , en Id., P raesen-
xX,riaía Aaoôixémv. Marción pone a la Car­ tia S a lu tis, Düsseldorf 1967, 244-252; F. B. Norris,
G o d ’s O w n P eople, Baltimore 1962; A. Oepke, D a s
ta a los Efesios la superscriptio: «A los Lao­ neu e G o ttesvo lk in Schrifttum , Schauspiel, b ild en d er
dicenses». K u n st u n d W eltgestaltung, Gütersloh 1950, 57-84,
198-230 (sobre Pablo, Heb, Ap); J. 0 ’Rourke, The
C hurch as P eo p le o f G o d in the N T: Divinitas 13
X aóç, OÍJ, ó laos pueblo, multitud, pueblo (1969) 655-668; R. Poelman, P euple de D ieu: Lumen
de Dios Vitae 20 (1965) 455-480; S. Pancaro, «P eople o fG o d »
in S t J o h n ’s Gospel?: NTS 16 (1969-1970) 114-129;
1. Aparíción en el NT - 2. Significados (campos lé­ G. Rau, D as Volk in d e r Ik P assionsgeschichte. E ine
xicos, contexto, antecedentes) - 3. Uso teológico dei K o n je k tu r zu L k 23, 13: ZNW 56 (1965) 41-51; H.
término - a) Pablo - b) Tradiciones sinópticas más an- Schlier, E clesiología d e i nuevo testam ento, en M yste-
tiguas - c) Lucas/Hechos - d) Mateo - e) Otros escri­ rium sa lu tis IV/1, Madrid 1973, 107-229; R. Schna-
tos - 4. Problemas teológicos. ckenburg, D ie K irch e im NT, Freiburg i. Br. ^1966,
133-140; Id., L a Ig lesia com o p u e b lo de D ios: Conci-
B ibl.: M. Barth, D a s Volk G ottes. Juden un d Chris- lium 1 (1965) 105-113; H. Strathmann-R. Meyer,
ten in d e r B o tsch a ft d es P aulus, en M. Barth y otros, Xaóç, en ThWNT IV, 29-57; W. Trilling, D a s w ahre
P a u lu s - A p o s ta t o d e r A p o stei? , Regensburg 1977,45- Israel. Studien z u r Theol. des M t, München ^1964; H.
134; H. Bietenhard, Pueblo, en DTNT m , 437-451; L. F. Wei6, «V olk G ottes» u n d «L eib C hristi». Ü berle-
Cerfaux, La théologie de 1’E glise suivant sainí Paul, gungen z u r p ln E kklesiologie: ThLZ 102 (1977) 411-
Paris ‘'1965, 31-57; N. A. Dahl, The P eo p le o fG o d : 420; D. Zeller; J u d en un d H eiden in d e r M ission des
Ecumenical Review 9 (1956-1957) 154-161; Id., D as P aulus. Studien zum Rõm, Stuttgart ^1976, sobre todo
Volk G ottes. E in e U ntersuchung zum K irchenbew ufit- 116-122; para más bibliografia, cf. TliWNT X, 1155s.
sein des U rchristentum s, Darmstadt ^1963; J. Dupont,
AAOS "EH "E0NQN (A c 15, 14), en Id., E lu d es su r
les A ctes des A pôtres, Paris 1967, 361-365; G. Eich-
1. Apareceu considerables diferencias en
holz. D e r B e g r ijf <>Volk» im N T , en Id., Tradition und cuanto al uso dei concepto Xaóç en los diver­
Interpretation, München 1965, 78-84; H. Frankeraõ- sos teólogos dei NT, Estas diferencias afectan
lle, J a h w e b u n d u n d K irc h e C h risti, Münster i. W. no sólo al uso dei concepto en general sino
1974, 193-220 (sobre Mt); J. Gnilka, D ie V erstockung también al contenido específico dei mismo. -
Israels. Isa ia s 6, 9 -1 0 in d e r Theol. d e r Synopt., Mün­
chen 1961; H. Goldstein, P a u lin isc h e G em ein d e im De los 142 testimonios que hay en el NT, de
E rste n P etru sb rief, Stuttgart 1975; E. GrãBer, D e r los cuales tan sólo 9 se hallan en plural, ve­
G laube im Hebr, Marburg 1965, 216-218; H. F. Ha­ mos que 12 se encuentran en el Corpus Pauli-
milton, The P eo p le o f G o d (2 vols.), Oxford 1912; G.
Harder, K o n tin u itã t u n d D isk o n tin u itã t d e s V olkes num, pero únicamente en Romanos (8 veces),
Gottes, en H. Gollwitzer-E. Sterling (eds.), D a s ges- 1 Corintios (2), 2 Corintios (1), Tito (1); el
p a lte n e G ottesvolk, Stuttgart-Berlin 1966, 267-282; R. término aparece 3 veces en Marcos, 14 en
17 Xaóç 18

Mateo, 84 en los escritos lucanos (36 en el Ev con que introduce los términos, indudable-
de Lc, 48 en Hech), 3 en Juan, 13 en Hebreos, mente sin connotaciones teológicas, de
3 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 1 en Judas, 9 en el ôfjp,oç (el pueblo como conjunto de los habi­
Apocalipsis. Según esto, Xaóc, es uno de los tantes de una poblaciôn; en el NT aparece so­
vocablos preferidos por Lucas. Sorprende la lo 4 veces en Hechos), 3TX.fj'&oç (multitud): Lc
falta de Xaó<^ en Q, como la fuente común de 1,10; 2,13; 5 ,6; 6,17; 19, 37; 23,1.27 y pas-
la tradición de Ias sentencias que se encuen- sim, y òyXoç (muchedumbre de personas, la
tran en Mateo y Lucas; esto se confirma por gran masa de gente, en contraste con la clase
los resultados negativos que se observan en el alta): 4, 42; 5, 15; 6, 19; 9, 11; 11, 29; 12,
Evangelio de Tomás (EvTom). - Sobre la im­ 1.54; 13, 17; 14, 25; 19, 39; 23, 4.48. Hasta
portância teológica dei concepto o dei teolo- ahora no se ha demostrado de manera conclu-
gúmeno bíblico dei pueblo de Dios, la esta- yente la existência de una motivo para el cam­
dística dei uso de la palabra no nos dice nada. bio terminológico (cf. õxX.oç en 13, 17; 22,
El concepto es ambiguo; es un polisemo, cu- 6). i,Será que Xaóç, en virtud de su historia
yo contenido no se fija sino por el uso actual anterior en la LXX, se encuentra ya tan mar­
dei lenguaje. cado, que en general deba entenderse como
«concepto importante para la historia de la
2. La concreción semântica se rige princi­ salvación» (Lohfink, 35), o quizás en lugares
palmente por tres factores: el contexto, los menos importantes teológicamente existe un
campos léxicos en el correspondiente escrito, «significado vulgar», que para Lucas es inclu­
los antecedentes de Xaóç en los escritos ju­ so «muy usual» (Strathmann, 50; cf. Bieten-
dios. La influencia de estos últimos aparece hard, 442s)? El contexto y la concepción lu-
muy claramente por Ias numerosas citas de la caca ( ^ 3.c) serán decisivos para dar una res-
LXX. puesta.
El espectro de significados de Xaóç en el El significado general, en el caso de Lucas,
NT se extiende desde a) pueblo, poblaciôn, es obvio cuando ^aóç amplia, entre otros, a
gente, multitud, gentio -sin ningún matiz na­ õx^oç (7, 29; 8, 47; 9, 13; Hech 5, 37 y pas-
cional- pasando por b) Xaóç, como término sim), cuando Lucas con su estilo arcaizante
técnico para designar a Israel como pueblo de (inspirado en la LXX) sustituye un 6%koç
Dios -siguiendo muy de cerca la manera de marquino, sin que la realidad objetiva lo exija
hablar de la LXX, en ambos casos con Êfrvq (Lc 19, 48; 20, 6.19.45), y cuando habla ple-
(gentiles) como término opuesto- hasta llegar rofóricamente de «todo el Xaóç», en el senti­
a c) Xaóç como designación de la(s) comuni- do de «todos, cada uno» (3, 21; 7, 29; 18, 43;
dad(es) cristiana(s) -quedando suprimida en- Hech 21, 36). En este sentido debe entenderse
tonces la oposición a e ^ o g - . también la expresión «la (gran/total) multitud
toó3 Xaov» (Lc 1,10; 6,17; Hech 21, 36). Sin
a) El significado dei término sin cualifica- embargo, en los pasajes en que Xaóç se con­
ción teológica aparece, en singular, en dos pa- sidera en contraposición a los círculos diri­
sajes de Marcos (11, 32; 14, 2) y en tres pasa- gentes y que rechazaban a Jesús (Lc 22, 2; 23,
jes de Mateo (4, 23; 26, 5 par. Mc; 27, 64). En 5; Hech 6, 12; 10, 41; 13, 15) o cuando Xaóç
Lucas el empleo es discutido, porque es difu­ se integra en el frente de rechazo (Lc 23, 15),
sa la transición dei término general al término entonces lo decisivo no es sólo el lenguaje de
cualificado teologicamente. En general, Lu­ la LXX (-+ 2.b), sino también la concepción
cas intensifica numéricamente —en compara- lucana, que se basa en la LXX (Xaóç = el Is­
ción con Marcos- el elemento de Ias multitu- rael creyente como pueblo de Dios, la Iglesia
des, cuando introduce Xaòç en la tradición; de los gentiles como Xaóç).
Lc 7,1.29: 8,47; 9„ 13; 18,43; 20,1.9.26; 21, El plural X,aoí es paralelo a (pueblos)
38; 23, 27.35, pero con la misma intensidad en Rom 15, 11; Ap 7, 9; 10, 11; 11, 9; 21, 3;
19 Xaóç 20

Lc 2, 30s; Hech 4, 25.27; de manera semejan- Rom 11, 1; 1 Cor 10, 7; 2 Pe 2, 1; Jds 5), por­
te el singular X.aóç es paralelo a e^voç (Jn 11, que la tendencia dei enunciado queda igual­
50; 18, 14; Ap 5, 9; 13, 7; 14, 6; 17, 15): lo mente asegurada de esta manera.
que se quiere dar a entender es que son todos,
la totalidad numérica, toda la humanidad. El c) Las comunidades cristianas se entendían
contexto y los términos usados en él determi- a sí mismas como Xaòç, to ü '0'eoü en conti-
nan el significado de Xaóç en todos esos pa- nuidad con el uso de Xaóç como predicado de
sajes que no tienen ninguna asociación fijada honor de Israel, pero al mismo tiempo niegan
con la historia de la salvación. Este mismo este título a aquella parte de Israel que recha-
sentido podría hallarse también presente en la za a Jesus. Esto quiere decir que la continui-
mayoría de Ias 22 veces en que aparece el tér­ dad se halla basada cristológicamente: Dios
mino en Hech 1-6, aunque kaóç se limita en (!) escoge para sí un X,aóç de entre los êOvT]
estos casos a multitudes judias que asisten, (Hech 15, 14 recogiendo una idea de Zac 2,
por ejemplo, como oyentes (cf. también 10, 2; 15 y Am 9, 11; cf., a propósito, de Kruijf,
12, 4; 21, 30.36, etc.). El uso lucano dei tér­ 127s). De importância decisiva para esta elec-
mino no es consecuente. A menudo podría ser ción es la actitud de cada persona ante Jesús:
decisivo el afán de inaitar el estilo de la LXX. «Todo el que no escuche a este profeta, será
Quizás los pasajes con el término kaóç deter­ erradicado dei Xaóç» (Hech 3, 23 como cita
minado teológicamente han influido sobre los de Lev 23, 29). - Como demuestran las citas,
pasajes que no eran significativos semántica- Hech 15,14 «no es una afirmación muy revo­
mente. lucionaria para la sensibilidad judia» (Strath-
mann, 53; de manera parecida Müller, 52 y
b) La creencia en que Israel es el pueblo 94s a propósito de Pablo), sino que ya en el
escogido por Dios (Xaòç Toü ■&eo0) no se in- Deuteronomio y plenamente en todos los pro­
terrumpe en el NT. Esto se haUa en consonân­ fetas se rompe la idea nacional y religiosa dei
cia con la manera de hablar de la LXX, donde Xaóç y se incluye también a los gentiles (so­
A.aóç aparece unas 2000 veces, prineipalmen- bre los escritos dei AT cf. Frankemõlle, 198).
te como tecnicismo religioso. En el NT, este También en el AT Israel como Xaóç se halla-
significado de la historia anterior queda ase- ba siempre en crisis. Una disolución dei Xaóç
gurado especialmente mediante citas dei AT = la totalidad de Israel se encuentra igualmen­
(Mt 2, 6; 4, 16; 13, 15; 15, 8; Hech 3, 23; 28, te en la «idea dei resto», en tiempo de Jesús,
26, etc.; jen Pablo Ias citas sehallan presentes sobre todo en la conciencia elitista de la elec-
incluso cada vez que aparece el término! -*• ción que existia en Qumrán (cf., a propósito,
3.a), mediante adiciones explicativas (Hech 4, Gnilka, 155-185).
10; 13, 17.24: el Xaóç de Israel; Hech 12, 11: El NT no siguió la dirección emprendida en
el Xaóç de los judios; Mt 2, 4; 21, 23; 26, Qumrán. Tanto en el NT como en la literatura
3.47; 27, 1; Lc 19, 47; Hech 4, 8: principales judia, se ve evidentemente que Xaóç era en
sacerdotes y escribas [ancianos dei X.aóç]), todo el âmbito judio un concepto dinâmico
por el término contextualmente opuesto de (que, por tanto, no se origino con el NT) que
«gentiles» (Lc 2, 32; Hech 10, 2; 26, 17.23; estaba abierto al cambio, y que se oponía a to­
28, 27s; Rom 15, 10) o por los términos para da seguridad con respecto a la salvación. So­
designar a «Israel» que son teológicamente bre todo el Evangelio de Mateo y la Carta a
significativos por el contexto, como el tem­ los Hebreos desarrollan este aspecto.
plo, la ley, el Dios de Israel, Ias costumbres de
los padres, etc. (Lc 1, 68.77; 7, 16; 24, 19; 3. a) Es curioso que en Pablo el término
Hech 21, 28; 28, 17). Xaóq puede aparecer Xaóç se encuentre tan sólo en citas bíblicas;
también aislado, sin tales expUcaciones con- cuando es él mismo el que habla, evita —a di­
textuales directas (Lc 2, 10; Hech 13, 15; ferencia de Lucas (-^ 3.c)- el término (Cer-
21 Xaóç 22

faux, 12; WeiB, 415, 418). Además, sólo en nente teocéntrico: «Yo seré su Dios y ellos se-
Rom 9-11 (9, 25.26; 10, 21 y 11, 1.2) él pre- rán mi pueblo» (2 Cor 6, 16). Así como esta
senta citas en el contexto de la temática dei promesa fue válida y sigue siendo válida para
pueblo de Dios; en los demás pasajes (Rom Israel, así también lo es -según Pablo- para la
15, 10-11; 1 Cor 10, 7; 14, 21; 2 Cor 6, 16; Tit Iglesia de los gentiles. Sin embargo, es válida,
2, 14) Ias citas se ofrecen por su tradicional pero tan sólo en virtud también de la corres-
importância teológica, asignándoseles única­ pondiente conducta. También en Tit 2, 14 la
mente una función subordinada, basada tipo- referencia a la creación de un «Xaóç puro»
lógicamente, dentro de un contexto parenéti- (según Dt 14, 2) por medio de la muerte de
co. En Rom 9, 3-5, en la enumeración de los Jesus, está asociada con una oración final.
títulos honoríficos que correspondeu a Israel,
no aparece Xaóç. Las razones: «No todos los b) En la tradición sinóptica más antigua,
que descienden de Israel, son Israel» (9, 6b), Xaóç aparece en Mc 7, 6 como cita de Is 29,
porque Israel, como Xaóç, «es desobediente y 13, pero no es aplicada por Marcos a todo Is­
obstinado» (10, 21). El verdadero Xaóç, se- rael, sino únicamente a los fariseos y escribas
gún 9, 25, está llamado de entre los judios hipócritas. En Marcos, Xaóç no recoge el teo-
(’Iouôatcov) y de entre los gentiles (è^vóãv); logúmeno veterotestamentario dei pueblo de
el que no-es-mi-pueblo (Os 2, 25) se convier- Dios. En Q no se halla atestiguado el término
te en el Kaóç de Yahvé en virtud de la fe en el Xaóç.
evangelio. Sin embargo; «Dios no ha dese-
chado a su Xaóç» (11, 2); las promesas siguen c) Lucas introdujo consciente e intenciona­
siendo válidas para el verdadero À,aóç. Aun- damente el término Xaóç en su doble obra (es
que el Israel concreto (9, 27; 11, 7), con ex- curioso que este término falte en el relato dei
cepción de un «resto», se ha endurecido, sin viaje en el Evangelio y en los fragmentos de
embargo todo Israel será salvo (11, 25ss). Hechos que están escritos en primera persona
Incluso en Rom 9-11 Pablo no se sirve dei dei plural). El pueblo, designado por Xaóç,
concepto de Xaóq para esbozar una teologia aparece en relación extraordinariamente posi­
dei pueblo de Dios. Sino que de los conjuntos tiva con Jesús (Ev de Lc) y con los apóstoles
emergen los conceptos como promesa, fideli- (Hech 1-6). Y aparece en fuerte tensión con
dad de Dios, ley, evangelio, justicia; dei con­ los círculos dirigentes (incluidos los fariseos
cepto dialéctico de Israel emergen puntos de en el relato de la Pasión y en Hechos). Un pro­
partida que emplean la terminologia y la teo­ fundo abismo separa dei Xaóç a esos círculos
logia universalista tradicional dei Xaóç como dirigentes (-»■ 2.a; cf. Lc 7, 29s; 19, 47s; 20, 1.
base para enfocar el problema de Israel y la 6.19.26.45-47; 22, 2; 23, 35; 24, 19s). La acti-
Iglesia. Lo mismo que 'ôeóç (Dios, Yahvé), tud positiva (en contra de Strathmann, 50) de
vemos que Xaóç es en Pablo un término todo Israel (cf. el frecuente Jtãç plerofórico
«ideal» que está tomado -sin discontinuidad- junto a Xaóç en 2, 10.31; 7, 29; 8, 47; 9, 13;
de la tradición judia. 18, 43; 20, 45; 21, 38; 24, 19; cf. 1, 10; 3, 21;
La forma teológico-terrena de existência de 19, 48; 20, 6; Hech 3, 9.11; 4, 10; 5, 34; cf. 2,
este Xaóç, la describe Pablo, tanto en lo que 47) como pueblo de Dios da un giro crítico en
respecta a Israel como a la Iglesia, con abun- Lc 23, 13 con el triple clamor dei Xaóç que
dancia de otros conceptos; sobre la eclesiolo- reclamaba la crucifixión de Jesús (en contra
gía cf. £JtxÀ,TiOLa (iglesia, comunidad), ocopa de la conjetura de Rau; «dirigentes dei pue­
(cuerpo de Cristo), v aòç deon (templo de blo»); en Hechos el movimiento de congi'ega-
Dios), etc. Tan sólo la totalidad dei campo lé­ ción dei Xaóç termina totalmente con la muer­
xico referente a la historia de la salvación y a te de Esteban (Hech 6, 8ss). También aqui (6,
la cristología libera y deja aparecer la eclesio- 12) el Xaóç se deja integrar en el frente de re-
logía paulina, en la cual Xaóç es el compo­ chazo y, por tanto, en el discurso de Esteban,
23 X,aóç 24

es acusado corporativamente y repudiado por terminado étnicamente: Lc 1, 16s: Juan el


su parte de culpa en la muerte de Jesús. Bautista «convertirá a muchos de los hijos de
A partir de entonces, según Lucas, sólo hay Israel,... y preparará para el Senor (de Israel)
algunos creyentes de Israel; la totalidad de los un kaóç bien dispuesto»; 2, 30-32; Jesús es la
’Ionôaíoi (así se afirma frecuentemente, aun- «salvación que tú has dispuesto en presencia
que no de manera consecuente: Hech 9, 23; de todos los pueblos (jtávTcov tcõv kawv),
10, 22; 12, 3.11; 21,11.20, etc.) están endure­ una luz para la revelación a los gentiles (è'&-
cidos (28, 26s). Esta base histórico-teológica vcõv) y para la gloria de tu kaóç Israel» (so­
en la composición de Hechos (cf., a propósi­ bre la comprensión lucana dei cristianismo
to, Gnilka, 143-146; Lohfiirk, 47-62) abre el gentilico cf. el paralelo en Hech 13, 47).
camino para el verdadero pueblo de Dios, la En la concepción histórico-teológica de Lu­
comunidad cristiana, integrada por judios (ca­ cas, Jesús se dirige, si, al kaóç en su totali­
da vez en menor número) y por gentiles (cada dad, tal como habia sido caracterizado por la
vez en mayor número). LXX en su dimensión histórico-salvifica, pero
Esta construcción literaria, entre otras co­ ese kaóç no se identifica de hecho con Israel.
sas, garantiza al mismo tiempo la unidad de la La ampliación universalista -como sucedia ya
doble obra lucana. Con razón, en Hech 3, 11, en el AT (->- 2.c)- viene dada desde un princi­
presuponiéndose lo dicho en Lc 23,13, puede pio por el concepto de Kaóç. En Lucas se ob­
cargarse sobre todo el kaóç la culpa por la serva una continuidad sin problemas entre la
muerte de Jesús y puede llamársele al arre- comunidad o la Iglesia cristiana (Exxkqoía) y
pentimiento. Pero sigue siendo Laóç, incluso el kaóç. Sin embargo, hay que senalar que
después dei clamor reclamando la crucifixión -e n completo contraste con Pablo (->■ 3.a)- la
de Jesús, en Lc 23, 27.35; 24, 19 (la cosa es èxxktioía se halla estructurada de la manera
totalmente diferente en Mateo y en Juan, -> teocéntrica tradicional únicamente en el dis­
3.d). El esquema lucano se encuentra ya fun­ curso de Mileto, en Hech 20, 28. En todos los
damentado en su historia de la infancia; cf. la demás pasajes, el término sigue estando re-
profecia de Simeón en Lc 2, 34: «Este (Jesús) daccionalmente sin especificar (= la asamblea
está para la caida y el levantamiento de mu- dei pueblo, tecnicismo para designar a Ias co­
chos en Israel». Aunque esta afirmación pue­ munidades cristianas). La densidad teológica
de referirse todavia a la sima, acentuada en dei kaóç no llega hasta la èxxkT)oía de Lu­
forma estereotipada, entre el kaóç y sus diri­ cas. De ordinário, ésta puede considerarse co­
gentes, sin embargo hay también otros textos mo la manifestación exterior y «profana» y
que sitúan esta sima en medio mismo dei como la asamblea dei kaóç. La acentuación
«pueblo», al que en estos pasajes no se deno­ extraordinariamente intensa de la eclesiología
mina nunca Kaóç (cf. principalmente la pen- en Lucas no se halla relacionada con el térmi­
copa programática de Nazaret en Lc 4, 16-30 no èxxkqaía sino con la realidad dei kaóç.
asi como los pasajes 6, 22s; 7, 9.31s; 8, 10; 9, Si se pertenece o no a ese kaóç, eso lo de­
41; 10, 13-15; 11,29-32.49-51:12, 54-56; 13, cide la fe en la predicación de Jesús y de los
26-29.34s; 20, 16; cf. también 3, 8s). apóstoles (Hech 3, 23). En consonância con
De ahi se sigue; en Lucas el kaóç, desde un ello está el que para Lucas no haya más que
principio, no sólo se halla en oposición a sus un Kaóç: integrado por judios y gentiles que
dirigentes (que rechazan a Jesús), sino tam­ creen en Cristo (Hech 3, 22s; 15, 13-18; 18,
bién a la porción incrédula y endurecida de 10; en contra de la tesis de Jervell, según la
Israel; esto es lo que constituye la redacción cual tan sólo la Iglesia judeocristiana seria
lucana. (Tan sólo una investigación dei campo kaóç, y los gentiles participarian únicamente
léxico es capaz de asentar esta concepción.) de Ias promesas hechas a ella).
Está en consonância con ello el que se amplie La congregación dei Kaóç es, como en el
desde un principio el concepto de Kaóç, de­ AT, obra enteramente de Dios (Lc 1 ,68; 2,28-
25 Xaòc 26

32: 15, 14; cf. también 1, 72; Hech 5, 35-39; El verdadero Àaóç de los discípulos de Je­
13, 40s; 15, 14-18). No aparece en perspecti­ sús, integrado por todos los pueblos (28, 19),
va una soteriología sino en Hech 20, 28 («la es inaugurado mediante la entrega de Jesús
Iglesia [ex>t.X.T^0 Ía] de Dios, que El adquirió «para el perdón de los pecados» (1, 21; 26, 28
para sí por medio de la sangre de su propio redaccional; suprimido en el relato de Juan el
[Hijo]»). La cristología lucana es rigurosa- Bautista tomado de Mc 1, 4), ya que Jesús es
mente teocéntrica. El Jesus terreno tiene una Enmanuel (= Dios con nosotros). El Xaóç de
función consistente en la proclamación de la Jesús es, como tal, el Xaóç de Dios. El con­
aetividad de Dios en medio dei kaòç (también texto redaccional en Mt 1-2, los conceptos pa­
en lo que respecta a la congregación de los ralelos èxtíÀTiaía |xou (mi Iglesia) en 16, 18 y
doce apóstoles: lleva al pueblo a la crisis, pe- PaoiXeía oou (tu reino) en 13, 41; 16, 28; 20,
ro su congregación no comienza sino en Hech 21, así como el campo léxico de Ias designa-
1-6 entre los judios, y en Hech 7-28 entre los ciones eclesiológicas (discípulos, hijos, her-
gentiles. De esta manera, «el pueblo de entre manos, etc.) refuerzan esta misma idea.
los gentiles» (Xaòç èOvítbv) que Dios esco- Para mantener la propia identidad de la
gió para sí según Hech 15,14, se vislumbra ya Iglesia como Xaóç (con una acentuación su­
fundamentalmente en Ias amenazas de Lucas mamente intensa de la inseguridad de su pro­
a Israel (3, 8s; 10, 13-15: 11, 31s.50; 13, 26- pia salvación), Mateo es, entre todos los teó­
28; 20, 16), en Ias promesas para los «otros» logos dei NT, el que más radicalmente niega a
(3, 8; 13, 29; 20, 16) y en la aceptación de los Israel esta designación de pueblo. Este es el
gentiles (7, 1-10; 14, 15-24). También en este fundamento de su proyecto de teologia de la
punto, la historia de la salvación conducida historia, marcado «deuteronomísticamente»,
por Dios no sólo aparece en toda la obra de que aparece en su Evangelio.
Lucas como una historia marcada por la con-
tinuidad, sino que además se halla en comple­ e) Los demás escritos dei NT (1 Pedro, He-
ta continuidad con la anterior historia judia de breos, Apocalipsis) testifican expresamente
la salvación. Esta continuidad queda garanti- (sin polemizar contra Israel como Xaóç) su
zada, no menos, por el concepto de Àaóç. propia comprensión de ser verdadero X,aóç,
en continuidad con el AT. Cf. principalmente
d) Mateo, como indican Ias citas dei AT en la acumulación de predicados honoríficos que
2, 6; 4, 16; 13, 15 y 15, 8, enlaza con la ma­ se aplican en 1 Pe 2, 9s (según Is 43, 20; Ex
nera de hablar de la LXX, de tal manera que 19, 6; Mal 3, 17) a una Iglesia de la diáspora
Xaóç, debe entenderse dialécticamente: existe entre los gentiles (1, 1; 2, 12). No aparece en
el Xaóç empedernido (13, 15), pero también el horizonte -en contra de lo que sucede con
el Xaóç de Yahvé (2, 6) y de Jesús (1, 21), el Pablo- el X,aóg integrado por judios y genti­
Àaóç de la «Galilea de los gentiles» (4, 15s). les; tan sólo aparece la comprensión que tie-
A diferencia de Lucas, vemos que Mateo aso- nen de sí mismos los cristianos gentiles.
cia el À.aóç en el primer sentido con sus re­ No ofrece tampoco problemas el término
presentantes (2, 4; 21, 23; 26, 3.47; 27, 1), Jtaóç, que aparece en 13 pasajes de Hebreos.
hasta incluir la automaldición cultuai y didác- El término una de dos: o bien se refiere pre­
tica de 27, 25, que se basa en el dodecálogo dominantemente al Xaóç, judio, pero pensán-
siquemita de Dt 27, 15-16: «Todo el Xaóç ex- dose tipológicamente en la comunidad (como
clamó: jCaiga su sangre sobre nosotros y so­ sucede cuando se habla dei sumo sacerdote,
bre nuestros hijos!». Desde entonces no exis­ dei culto, dei tabemáculo), o bien se refiere
te ya Israel como ^aóç, sino que existen uni­ directamente a la comunidad (2, 17: Jesús ex­
camente -como en todo el Evangelio de Juan, pia los pecados dei Xaóç; 13, 12: por medio
pero no como en Lucas- «los judios hasta el de su muerte, él santifica al Xaóç; 8, 8.10: Je­
dia de hoy» (28, 15). sús es el Mediador de un nuevo pacto [Jer 31,
27 X.aóç 28

33] con la casa de Israel [!], y con ello esta •&eoü. En el NT, Xaóç (desarrollando el tema
casa será el Xaóç de Yahvé). La idea dei pue- de la LXX) es un término teocéntrico, garan-
blo de Dios, tal como fue concebida en el AT tiza la continuidad de la historia de Dios con
y en el cristianismo primitivo (no hay oposi- Israel y con los pueblos. Así como no hay más
ción entre judios y gentiles) aparece como la que un solo ■&EÓç, así también no hay más que
clave para la comprensión de la carta (Oepke, un solo Xaóç '&eoT3.
57-74; GrâBer, 216). Así como el culto dei AT Por eso, ni TopafiX en el AT ni la èxxX.T)-
era provisional, así también lo eran el pacto y o ía en el NT pueden representar exactamente
el Xaóç; tan sólo la comunidad de Jesus es el lo mismo que Xaóç, por cuanto expresan la
verdadero Xaóç, y este pueblo está obligado correspondiente existência histórica dei «pue­
al ethos cristiano. También para este Xaóç es blo» judio y dei «pueblo» cristiano. Lo mis­
inminente el juicio (10, 30). Sigue siendo el mo que en la LXX, ’IoQaf|X se entiende dia-
pueblo de Dios en peregrinación (3, 7-4, 13). lécticamente en el NT (cf. la expresión pauli-
El Apocalipsis acentua también (en el con­ na Topari^i, x ax à oápxa). Lo decisivo en el
texto de la lucha contra «la sinagoga de Sata­ NT es la fe en Jesucristo. Tan sólo en la afir-
nás»: 2, 9; 3, 9) que el Xaóç es antes y des- mación de esta fe, Israel es Xaóç Ueou. Y es­
pués de Cristo una entidad uniforme, como to se aplica también a la «Iglesia integrada
demuestra la aplicación de pasajes veterotes- por todos los pueblos». Esta comprensión dia-
tamentarios dei Xaóç en 18, 4 (Jer 51, 45) y léctica de Xaóç en lo que respecta a «Israel» y
21, 3 (Zac 2, 14; Ez 37, 27). Ese pueblo abar­ a la «Iglesia» es genuinamente judia. El NT
ca marcadamente a Ias naciones y al mundo no ha hecho más que recibirla.
(5, 9; 7, 9; 10, 11; 11, 9; 13, 7; 14, 6s; 17, 15; La relación entre Israel como Xaóç '&eoõ y
el plural en 21, 3 es consecuente; cf. también la Iglesia como À.aòç Ueon, allá donde se es-
el capítulo 7: Israel y los pueblos). Por lo de- tudia como tema, es interpretada de manera
más, Xaóç no es un concepto teologicamente sumamente diferente. El más radical de todos
significativo. No llega a ser eclesiológicamen- es Mateo, quien representa una teoria de la
te relevante sino por medio de la eclesiología sustitución o dei desplazamiento: todo Israel
que acentua en conjunto la continuidad con el se halla endurecido (27, 25); ha perdido el lu­
AT (cf. especialmente 7, 1-17; 21, 12-14). gar preeminente que Dios le había concedido
(21, 43 en la composición de los capítulos 21-
4. Los enunciados dei NT acerca dei Xaóç 25). Las promesas y la fidelidad de Yahvé
distan mucho de ser uniformes, y no compar- (Frankemõlle, 108-143 y 257-307) se aplican
ten un foco teológico común en todos los es­ ahora a la Iglesia integrada por todos los pue­
critos dei NT. Cuando se usa el término, éste blos (entre los cuales hay que contar también
refleja la comprensión que el autor y su comu­ a los judios, pero Mateo no lo dice). Esta te-
nidad tienen de sí mismos como Xaóç '9'EOü, sis, que hoy dia nos parece radical, sólo pue-
lo cual implica al mismo tiempo una determi­ de entenderse por la situación de Mateo y por
nada comprensión de Israel como Xaòç ■freoü. la manera marcadamente judia de pensar dei
En el NT no se habla de un «nuevo Xaóç». Evangelio de Mateo, lo cual tenía sus antece­
Tan sólo en Heb 8, 8-13, siguiéndose a Jer 31, dentes en el judaísmo.
31-34, los conceptos de À,aóç y de «nuevo Segán Lucas, el único Xaóç se constituye
pacto» (xaivf] ôta-&f|XTi) se asocian contex- por el hecho de que al Israel creyente se ana-
tualmente con Israel, pero se trata de una idea dan gentiles creyentes. En esto se demuestra
que no se sigue desarrollando teologicamente la continuidad de la historia de la salvación,
ni aqui ni en ninguna otra parte de la carta, de dirigida por Dios mismo.
tal manera que también aqui -como en los de- Según Pablo, «Israel» sigue siendo Xaóç
más pasajes dei NT que hablan de ôiaí)T|XTi- ô^EOü; Israel no ha sido desechado por Dios
no se expresa la idea en un «nuevo» kaòç (Rom 11, Is; 9, 4s). Por el endurecimiento de
29 ^aóç - XaxQevtí) 30

una parte de Israel, «llegó la salvación a los F estgabe flir H. F leckenstein, Würzburg 1971, 35-51;
gentiles, para causarles celos» (Rom 11, 11). O. Casei, D ie i,oyixf| XaTpeía d e r antiken M ystik in
christl.-liturgischer Um deutung: JLW 4 (1924) 37-47;
Cuando los gentiles crean en su totalidad, J. P. FloB, Jahw e dienen - G õttern dienen (BBB 45),
«entonces todo Israel será salvo» (11, 26). Kõln-Bonn 1975; F. Hahn, D e r urchristl. G ottesdienst
También para Pablo no hay más que un solo (SBS 41), Stuttgart 1970, 35s, 52-54; K. HeB, en
X,aòç DsoO. DTNTIV, 216-218; E. Kâsemann, E l culto en la vida
cotidiana dei mundo, en E. Kãsemaim, E nsayos exegé-
En lo que respecta a la idea dei ^aóç en el ticos, Salamanca 1978, 21-28; H.-J. Kraus, G o tte s­
NT (tanto para Mateo como para los demás d ien st im alten u n d neuen Bund: EvTh 25 (1965) 171-
escritores dei NT), el cristianismo sigue es­ 206, sobre todo 176-179; S. Lyonnet, «D eus cui servio
tando vinculado permanentemente al judaís­ in sp irítu m eo» (R om 1, 9)\ VD 41 (1963) 52-59; J. M.
Nielen, G ebet u n d G ottesdienst im NT, Freiburg i. Br.
mo, y éste lo sigue estando a la Iglesia en el ^1963, 113-115, 121s; H. Strathmann, XaxQEÚto m k .,
único Xaòç ■&Eon. Ambos se hallan bajo la re­ en ThWNT IV, 58-66; H. Wenschkewitz, D ie Spiritua-
serva escatológica. lisierung d e r K ultusbegriffe Tempel, P rieste r und Op-
f e r im NT, en Angelos IV, Leipzig 1932, 70-230, sobre
H. Frankemõlle todo 189ss, 195ss; C. Westermann, ‘ébced, en DTMAT
II, 239-262; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
1156S.
VYYOg, ó larygx garganta*
Rom 3, 13 en cita dei Sal 5, 10 (LXX);
1. En el NT, XaxQEiJCú aparece veintiuna
«Sepulcro abierto es su garganta». ThWNT
veces; XaxQEÍa, cinco veces; el verbo es es­
IV, 57s. pecialmente frecuente en Lucas (ocho veces
en total en Lc/Hech) y en Hebreos (seis ve­
A a f f a í a , a ç Lasaia Lasea* ces); dos veces en Romanos y otras tantas en
Nombre de una ciudad situada en la costa el Apocalipsis; además en Flp 3, 3; 2 Tim 1,
meridional de Creta. Hech 27, 8 refiere que 3; el sustantivo aparece dos veces en Roma­
cerca de Buenos Puertos se encuentra la ciu­ nos y otras tantas en Hebreos; además en Jn
dad de Lasea. E. Haenchen, Die Apostelge- 16, 2.
schichte^ (KEK) 669 nota 4.
2. El verbo XaxgEÚco, que aparece sólo raras
veces en la literatura griega, se encuentra en la
XaTO^éo) latomeõ excavar en la roca* LXX casi exclusivamente en el sentido religioso
En Mt 15, 46 par. Mt 27, 60 dícese dei se­ y cultuai dei servicio que Israel presta a Dios y es
pulcro (pvTipeiov) de Jesús. Marcos: ô f|v traducción dei verbo hebreo ‘ãbad (distinguién-
dose así claramente de su sinônimo griego ôou-
7,E>iaxoiJ,T||iÉvov èn jtÉxgaç. Mateo; ô èXa-
Xeúco, que tiene un sentido más amplio; cf. tam­
TÓfxqaEV EV xfj jtéxQg. bién la diferencia entre ambos verbos en Hech 7,
7; otra cosa sucede en 20, 19), por ejemplo, en Ex
4, 23; Dt 10, 12. El sustantivo XaxQEÍa sirve pa­
XaTQEÍa, a ç , latreia servicio divino, ra traducir el tecnicismo cultuai hebreo ‘“bõdâ,
culto por ejemplo, en Jos 22, 27; 1 Mac 2, 19. El verbo
XaxQEÚoo. tiene únicamente en Dt 28, 48, y el sustantivo
únicamente en 3 Mac 4, 14 el sentido de «realizar
servicios / trabajos asalariados», en consonância
XaTQEÍtlO latreuõ servir (a Dios), adorar* con el significado general griego (por ejemplo, en
A,axQEÍa, aç, f| latreia servicio divino, cul­ Jenofonte, Cyrop n i, 1, 36 se habla dei servicio
to* prestado por los esclavos; sin embargo, en rela-
ción con los dioses, cf. por ejemplo Eurípides,
1. Aparición en el NT - 2. Uso de los términos en la lon 152; Platón, Phaedr 244e). Por tanto, Xa-
LXX y contenidos semânticos en el NT - 3. Hebreos - XQEÚot) / X,axQ8Ía, en el uso bíblico, se concentran
4. Pablo. en su sentido cultuai, mientras que el término ôe-
B ib l: J. Blank, Z u m B e g r iff des O pfers nach B õ m QajtEÚEiv, que predomina en griego para referir-
12, 1-2, en F u n ktio n u nd S tru ktu r c h r is tl Gem einde. se al âmbito cultuai y religioso, queda relegado
31 XaTQEÚCO 32

notablemente en la Biblia en cuanto a este signi­ determinado lugar (cf. también E. Lohmeyer,
ficado. Der P?n7ipperhrie/[KEK], sub loco\ Wensch-
kewitz, 175ss en general sobre Pablo).
El NT conserva la acentuación de los térmi­ Las referencias al AT indican que especial­
nos derivada de la LXX, aunque el factor cul­ mente Lucas ve que la esencia dei nuevo ser­
tuai aparece sólo en citas y referencias al AT. vicio de Dios está asentada ya en el culto dei
Xarpento se refiere siempre al servicio di­ antiguo pacto. Y, así, XaxQeúco tiene el senti­
vino, incluso en los casos en que el lugar de do de adorar / venerar (cultualmente): Lc 1,
Dios es ocupado por otras entidades, resaltan- 74 (de Abrahán); 2, 37 (en conexión con el
do así más intensamente la perversión o la templo); 4, 8 par. Mt 4, 10 (junto a KQoaxv-
desviación dei verdadero culto divino; Hech véco, cf. Dt 6, 13); Hech 7, 7 (cf, Ex 3, 12);
7,42 (Tfi ortQaxiç Ton oneavoC, cf. Jer 7,18 24, 14 (de Pablo: XaxQEÚcú xrâ jtaxQcócp
LXX; y también 16, 13 LXX); Rom 1, 25 jun­ Oecõ; 26,7 (dei pueblo de las doce tribus)); cf.
to a aép o p ai (tfi Kxíaei JtaQà xòv xxíoav- también Ap 7, 15; 22, 3 dei servicio divino de
xa); Heb 8, 5 (xutoÔEÍYp.axL wal oxiâ... xtõv los mártires que se perpetúa día y noche (cf. 1
èjTongavLcõv, a saber, al «tabemáculo»); cf. Crón 9, 33) ante el trono celestial y en el tem­
13, 10 (xfi oxqvfj). plo celestial de Dios; 2 Tim 1, 3.
Puede faltar un objeto de la acción verbal En el sustantivo XaxgEÍa se ha conservado
en dativo, cuando Xa^:Q^V(o se emplea en sen­ la idea dei culto sacrificial: además de Jn 16,
tido amplio o también en sentido figurado pa­ 2 y Rom 9, 4 cf. también Heb 9, 1 (ôiMairó-
ra referirse a la vida dedicada a Dios o al p ax a XaxQEÍaç, sobre las «disposiciones pa­
constante «servicio divino»; Lc 2, 37 (vq- ra el culto de los sacrifícios»)', 9, 6 (xàç Xa-
oxEÍaiç x a l ÔEf|OEOiv LaxQEnonaa vúxxa XQEÍaç EniXEXoüvxEÇ, sobre la realización de
x a l qpégav, cf. Jdt 11, 17) refiriéndose a los servidos cultuales por los sacerdotes; cf.
Ana; de manera semejante en Hech 26, 7 para Núm 18, 3s; jtá a a ç xàç XEixouQYtotÇ 'tqç
referirse al acto por el que Israel estaba sir- o>iqvqç [v. 4]; -» 3); en sentido figurado en
viendo (= «orando / suplicando») día y noche Rom 12, 1 4).
(cf. Sal 88, 2; 2 Mac 13,10); cf. también Heb
9, 9; 10, 2. En Flp 3, 3 (oí nvEÚpaxi •&eou 3. En la Carta a los Hebreos se realza con
[v.l. dErâ] XaxQEÚovxeç) se trata dei contras­ especial claridad la referencia al culto dei AT
te entre la «verdadera circuncisión» con su (8, 5; 9, 1.6.9; 10, 2; 13, 10). Tanto el verbo
servicio espiritual a Dios, y la confianza en como el sustantivo abarcan (en contra de la
«la carne», en la «mutilación» (cf. también LXX, 2) el culto sacerdotal de los sacrifí­
A.axQEÚa) Ev xw 3tveú|xaxí pou, Rom 1, 9); cios (-+ XeixoDQYÍa [2]). Pero, al mismo tiem-
ôt’ qç XaxQEÚcopev, Heb 12, po, ese servicio se considera como provisio-
28. Ahora bien, Rom 9 ,4 indica que Pablo no nal y como limitado al santuario terreno (9,
puede negar la validez de la XaxQEÍa de Isra­ 1.9s.lls). Queda superado y sustituido por el
el (mencionada entre muchos otros dones sal- verdadero servicio de Dios, que se fundamen­
víficos de Dios; cf. también 11, 29), sino que ta en el ofrecimiento que Cristo hizo de sí
él rechaza únicamente el abuso de la misma mismo de una vez para siempre, y en la co-
en contra de Cristo; cf. también Jn 16, 2; rrespondiente purificación de la comunidad,
XaxQEÍav jtQoaqjéQEiv tõ) O-ecp, refiriéndose obrada por él, y que la libera de los sacrifícios
al hecho de que creían estar prestando un ser­ «muertos» y terrenos, de tal manera que los
vicio a Dios como si le ofrecieran un sacrifí­ creyentes -con una conciencia purificada (cf.
cio). El Espíritu de Dios, que dirige toda la vi­ 2 Tim 1, 3 )- pueden servir ahora al Dios vivo
da de los creyentes, es el único que conduce (XaxQEÚEiv #Erâ Çcõvxi, 9, 14; XaxQEÚcopEV
al verdadero servicio de Dios, que no puede EÚaQÉoxcoç xô) ■&erâ, pexà euXaPeíag « a i
estar ligado a un determinado pueblo ni a un ôÉouç, 12, 28). Ahora bien, en este nuevo
33 A,aTQ£TJCO - ÍLEyitÜV 34

sentido de X.axQEXxn hay continuidad entre el es el que capacita a los creyentes para este
culto divino cristiano y el antiguo culto divi­ culto divino practicado en la vida cotidiana
no de los sacerdotes, pero al mismo tiempo (cf. también TestLev 3, 6; Jn 4, 23s; 1 Pe 2,
hay también discontinuidad, porque el nuevo 2.5).
servicio divino abarca toda la vida de los cre- H. Balz
yentes, se fundamenta en la gratitnd por el
don dei reino inquebrantable y se ajusta a la
exigencia divina que es un fuego eterno y
X á /a v o v , OV, TÓ lachanon hortaliza, le-
consumidor (12, 29), y lo hace con la libertad
gumbre*
de los que son salvos y no necesitan ya me-
Mc 4, 32 par. Mt 13, 32: El grano de mos-
diación sacerdotal alguna para rendir su culto
taza crece y se hace «mayor que Ias demás
a Dios.
(Mateo: que Ias) hortalizas». Lc 11, 42: «Pa-
4. Para Pablo este nuevo servicio de Dios gáis el diezmo... de toda clase de hortalizas
se efectúa mediante su servicio «al evangelio (jiãv X,áxavov)». Rom 14, 2: «El que es dé­
de su Hijo» (Rom 1, 9; èv trô rrveúpatí pou, bil come (solamente) legumbres (ká^ava)».
en conexión con la invocación a Dios como ThWNT IV, 66-68.
testigo [v. 9a], significa el compromiso total
de Pablo con esta misión, un compromiso que
Dios es el único que tiene derecho a examinar A e ^ P a io ç , o v Lebbaios Lebeo
y poner a prueba, cf. también E. Kâsemaim, El noihbre de persona A e^Paioç aparece
An die RõmeP [HNT], sub loco). En cambio, como v.l. en Ias listas de apóstoles de Mc 3,
el pasaje de Flp 3, 3 está determinado por la 18 D it y Mt 10, 3 D k Orígenes'®*, en lugar dei
oposición entre rtveüpa y oáp^, y hace refe­ nombre -+ © aôôaloç. Koiné y otros asimilan
rencia a toda la vida cristiana: el signo de la y leen Mt 10, 3: «Lebeo por sobrenombre Ta-
pertenencia a Dios (jteQixopr|) es la vida y la deo». Dalman, Worte, 40; B. Lindars: NTS
acción en el Espíritu de Dios, no la confianza (1957-1958) 220-222.
carnal en Ias seguridades tradicionales dei
«servicio divino». Ahora bien, Rom 12, 1
muestra que no se puede hablar, ni mucho Xey iw v , WVOÇ, 1^ legiõn legión*
menos, de una «espiritualización» de la termi­
B ibl.: A. R. Neumann, Legio, en Pauly, L exikon III,
nologia tradicional dei servicio divino (cf., a
538-546; H. Preisker, ksYitúv, en ThWNT IV, 68-69;
propósito, Wenschkewitz, 189-195). La )\,oyl- E. Ritterling, L egio, en Pauly-Wissowa XII, 1186-
XT] X,aTQeía que se exige, consiste en el ofre- 1837.
cimiento (itapiOTÓvco es terminologia hele-
nistica de los sacrifícios, cf. Jenofonte, An VI, 1. 7,8YLÚ)V, que en algunos manuscritos dei NT
1, 22; también Josefo, Ant IV, 113, pero en la se escribe también 'KEy^ú)\, es un préstamo léxico
LXX el verbo se usa en el sentido de servir y dei latín ( le g io ) y designa la mayor unidad dei
ejército romano. En el siglo I veinticinco legiones
de ponerse a disposición) de toda la vida (xà constituían el núcleo dei ejército permanente. Los
ocopaxa) de los creyentes que viven en el efectivos de una legión eran de 5600 hombres, di­
mundo, como un sacrificio vivo hecho a Dios. vididos en 10 c o h o r te s de 5 ó 6 c e n tu r ia e cada
El uso de Ias expresiones cultuales ilustra con una. A estos efectivos había que anadir 120 e q u i-
toda nitidez el giro que ha tenido lugar (Kâse- te s y a u x ilia (tropas especiales). Al frente de la
mann, 25) frente a un concepto rituaMsta dei legión estaba el l e g a tu s le g io n is , asistido por 6
tr ib u n i m ilitu m y 60 c e n tu r io n e s . Las distintas le­
culto divino (cf. también Dt 10, 12ss; Jos 22, giones estaban numeradas y llevaban además un
5; Miq 6, 6-8; cf. igualmente Blank, 41ss; nombre. En la Palestina dei siglo I, la L e g io X
Kraus, 177s). La conexión con ^ X,OYixóç F r e te n s is desempenó el papel más importante. Su
pone de relieve que el Espiritu mismo de Dios sello y su insígnia de campana era el jabalí.
35 — Xéyo} 36

2. En el NT, Xeylcüv aparece sólo 4 veces. p h e c y a n d H erm eneutic in E arly C hristianity (WUNT
18), Tübingen 1978, 182-187; G. Gerlemann, dãbãr,
En Mc 5, 9.15 par. Lc 8, 30 se halla como en DTMAT I, 614-627; Goppelt, Theologie I, 150; H.
nombre de demonios. Este nombre se funda­ Hübner, D a s G esetz in d e r synopt. Tr., Witten 1973,
menta explícitamente en el gran número de 230-236; Jeremias, Teologia, 50s, 291-296; E. Kâse-
demonios que se alojan en el poseso (cf. los mann, E l p ro b le m a d e i J esú s histórico, en E. Káse-
mann, E n sayos exegéticos, Salamanca 1978, 159-189,
200 cerdos en Mc 5, 13). Además, el nombre sobre todo 178s; W. G. Kümmel, Jesus an d d e r jü d .
ilustra claramente el ingente poder organiza­ T raditionsgedanke, en Kümmel I, 15-35, sobre todo
do dei mnndo de los demonios. Es obvio, asi- 31-35; E. Lohse, «Ich a b e r sa g e euch», en Id., D ie
mismo, que en este nombre se expresa tam- E in h e it des NT, Gõttingen ^1976, 73-87; W. Roth-
fuchs, D ie E rjU llungszitate d e s M t-Ev. (BWANT 8),
bién el odio y el temor a Ias fuerzas romanas Stuttgart 1969; H. H. Schmid, 'mr, en DTMAT I, 321-
de ocupación. 327; S. Wagner, 'amar, en DTAT I, 348-367; más bi­
En Mt 26,53 aparece el término Àeyiróv pa­ bliografia en -►YOOtPÓ' ^óyoç, vó(toç, jcâ.t)oóm: cf.
ra designar a los poderes angélicos («más de además ThWNT X, 1157-1160.
doce legiones de ángeles»). La idea de los án-
geles como fuerzas militares y de su lucha es- 1. Si lo consideramos conjuntamente con
catológica contra los poderes dei mal se halla -> eLjiov (aoristo segundo), que aqui no se tie­
atestiguada en la literatura judia contemporâ­ ne en cuenta por separado, el verbo Xéytt» es,
nea (cf. especialmente IQM). También en es­ después de sipí, el que aparece con mayor
te caso el término XeyKÓv expresa el gran nú­ frecuencia en el NT.
mero y el poder organizado de los espíritus
que se hallan al servido de Dios. 2. Entre los significados fundamentales de
En el NT el término X.Eyiróv se usa única­ (Debrunner, 71-73; Frisk, Wõrterbuch
mente para designar a los poderes espiritua- n, 94), que son recoger, reunir (que en la pro­
les, y jamás para designar a una unidad mili­ sa ática y en el NT aparecen sólo en el verbo
tar dei ejército romano. En todos los pasajes con prefijo onÀXÉYCO), luego contar, enume­
acentúa directamente el poder de esos espíri­ rar, narrar, y sólo en época post-homérica
tus (buenos o maios), e indirectaménte el po­ hablar, decir, vemos que en el NT predomina
der de Jesús, que tiene autoridad para darles el significado de decir.
ordenes. ÀEYCO se emplea como verbo transitivo, por
ejemplo, àkri^&Eiav XéYCO, «digo la verdad»
F. Annen (Rom 9, 1). Algunas veces kéyco aparece con
la construcción completiva de acusativo con
infinitivo, por ejemplo, rív a fXE XÉyovaiv ol
À,éYM lego decir, llamar ãv^Qcojtoi EÍvai;, «^Quién dice la gente que
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos; soy yo?» (Mc 8, 27). En el NT, el verbo XÉyto
uso sintáctico e idiomático - 3. Idiomas de relevância se halla seguido en la mayoría de los casos
teológica. por el discurso en estilo directo, o por la re-
B ib i: W. Bacher, D ie exegetische Term inologie der
producción exacta dei discurso en estilo di­
jü d . Traditíons-L it. I, Leipzig 1899 (Darmstadt 1965), recto, introducida por la conjunción 5xi, lo
5-7; J. Bergmann-H. Lutzmann-H. W. Schmidt, dbr, en mismo que hacen los narradores populares
ThWAT II, 89-133; H. Braun, S p ã tjü d .-h ã re tisc h e r con anterioridad o al margen dei NT, los cua-
u n d frü h ch ristl. R adika lism u s II (BHTh 24), Tübingen
^1969, 9; R. Bultmann, D e r S til d e r p ln P red ig t und les jamás usan el discurso en estilo indirecto.
d ie kyn isch -sto isch e D ia trib e (FRLANT 13), Gõttin- Así, pues, el ôxi recitativo viene a ser como
gen 1910, 10-19, 64-68; Bultmann, G eschichte, 142- en nuestra lengua el uso de los dos puntos, se­
144, 157s; D. Daube, The N T a n d R a bbinic Judaism , guido de una cita literal (BlaB-Debrunner §
London 1956, 50-62; A. Debrunner-G. Kittel y otros,
Xéyco xtX., en ThWNT IV, 69-140; E. E. Ellis, PauTs 470, 1; sobre el paso dei discurso en estilo in­
Use o f the OT. London 1957, 48s, 107-113, 155-185; directo al discurso en estilo directo, cf. ibid.
Id., AéyEi XÚQloç Q uotations in the NT, en Id., Pro- 470, 2). La persona a quien se dice algo se ha-
37 lÂycü 38

11a generalmente en dativo, y también en la Aparece con frecuencia el participio X^yò-


construcción jtgóç tiv a. Otras frases preposi- pEVOç, algunas veces con el significado de el
cionales son: tI jrepL xivoç X,éyeiv, «decir al­ así llamado, por ejemplo, XEyóftEvoi í Ieoí (1
go sobre (de) alguien»; xtvl jieqí uvoç Xi- Cor 8, 5), y otras veces con el significado de
yei-v, seguido de discurso en estilo directo, por nombre, llamado, etc., por ejemplo, âv-
«decir a alguien con respecto a alguien...», '&Qcoji;ov... M aW aio v Xeyópevov, «un hom-
eíç tiv a XéyEiv, «hablar contra alguien»; bre llamado Mateo» (Mt 9, 9). Este participio
úitEQ Tivog XÉyELV, «hablar en favor de al­ puede indicar también que se trata de una tra­
guien». ducción, por ejemplo, xójtov Xeyó|revov
Cerca dei significado de decir se halla el de FoXyoM, õ EOtiv R gavíon TÓJtoç XEyópE-
pensar, entender (un significado idiomático voç, «un lugar llamado Gólgota, que significa
frecuente en Platón: Jtcaç X,8yeLç;, «^Cómo Lugar de la Calavera» (Mt 27, 33).
entiendes esto?»), por ejemplo, toüto ôè Xé-
yto, «así lo entiendo yo» (Gál 3, 17). Especí­
3. Llama la atención y es, al mismo tiem-
ficamente, el verbo Xéyco, partiendo de la idea
po, significativo que la primera persona dei
de decir, puede adquirir los significados de
presente de Xéyco aparezca en los Evangelios
preguntar, responder, ordenar y afirmar. Con
sinópticos casi exclusivamente (126 veces
el significado de llamar, el verbo requiere
[con Mt 25, 12.40.45] sobre 128 veces) y en
siempre doble acusativo, por ejemplo, Aauiô
el Evangelio de Juan en lábios unicamente de
XÉyei an tò v xógiov, «David le llama Senor»
(Mc 12, 37). Jesús. La conciencia que Jesús tiene de su mi-
En la LXX es un hebraísmo el participio sión, indicada ya de esta manera, se expresa
XÉymv después de un verbo finito de decir o principalmente en la fórmula, seguramente
de significado parecido, como traducción lite­ autêntica, de encarecimiento y de autoridad:
ral dei hebreo lê’mõr. Esta construcción, que «Amén, yo os / te digo», con su «amén» (cf.
se convirtió así en idiomática de la LXX, es también ->■ ápfiv) antepuesto y no responso-
también característica de los evangelios y dei rial, y en la frase «Pero yo os digo», que es
libro de Hechos (por lo demás, aparece muy constitutiva de Ias antítesis dei Sermón de la
reiras veces en el NT; se encuentra, por ejem­ Montana (Mt 5, 22.28.32.34.39.44, y que es
plo, en Heb 2, 6; Jds 14; Ap 21, 9; jamás apa­ considerada como autêntica en la primera, la
rece en Pablo). La referencia de BlaB-De- segunda y la cuarta antítesis [por ejemplo,
brunner a Herodoto, por ejemplo, êq)T) XÉycov Kümmel, Kâsemann, Lohse] o en la primera,
en III, 156; V, 36, no pretende negar que la la segunda, la cuarta y la quinta antítesis
correspondiente expresión idiomática dei NT [Hübner], y que según Jeremias, Teologia,
sea un hebraísmo. La expresión sinóptica o 292ss, es autentica en Ias seis antítesis; a pro­
joánica àjtexgíílTi Xéycov o de tenor parecido, pósito de «pero yo os digo» como expresión
aparece raras veces. En lugar de ella se en­ de la autoconciencia mesiánica, cf. en sentido
cuentra casi siempre la expresión sinóptica crítico la opinión de Lohse, 81 con la nota 29;
àjioKQtflELç EÍJtEV y la expresión joánica sobre la relación de esta expresión con la ex­
ÒJiEXQÍflq n m eÍjiev, que BlaB-Debrunner § presión rabínica wa'“ni ’õmêr, cf. Daube, 55,
420, 2 explican, seguramente con razón, co­ 62; Lohse, 78-84; Hübner, 231-233 y 235 no­
mo derivadas de la expresión veterotestamen- ta, 206). Jesús no usa precisamente la fórmu­
taria wayya‘an wayyõ'mer. En todo caso, la para trasmitir un mensaje profético: kõh
EygatjJEv Xéymv en Lc 1, 63 corresponde a ’ãmar YHWH, «Así habla Yahvé». La frase
yiktõb lè'mõr (cf. 2 Re 11, 15: x a l êygatjiev (f|xoúaaTE ÕTi) èggé^T) (tolç àgxaíotç),
èv T(õ Pi|3Xí(p Xéycov y expresiones de tenor «oísteis que se dijo (a los antiguos)», a la que
parecido; así piensan también Bauer, Wõrter- siempre se opone la de «pero yo os digo», co­
buch, s.v. 8.b y BlaB-Debrunner § 420, 3). rresponde únicamente de manera formal a la
39 Xéya} 40

expresión rabínica senne'‘mar (Bacher I, 6: paulina (cf., a propósito, Kümmel, Einleitung,


«la forma más frecuente de citar pasajes bíbli­ 249s; Ph. Vielhauer, Historia de la literatura
cos»), porque Jesús aqui no cita precisamente cristiana primitiva, Salamanca 1991, 169),
pasajes bíblicos para probar sus propias afir- mientras que en Rom 14, 11 Xéyei xúqloç es
maciones (Levy I, 100: «senne'‘mar, porque parte integrante original de la cita introducida
se dice en la Escritura, es decir, por este pasa- por YÉyQajtxai yá ç. En Hebreos, todos los
je bíblico se demuestra tal o cual afirmación pasajes de Xéyei xúgioç son parte de la co-
doctrinal»; ^ vópoç). rrespondiente cita dei AT (8, 8.9.10; 10, 16).
También en Pablo el uso de la primera per- Es típica también de Pablo la pregunta xí
sona dei presente de X.éYO) es expresión de la onv èQoü|i.ev;, « ly qué diremos a propósito
conciencia que él tiene de su misión, más de esto?», derivada dei estilo de la diatriba
exactamente, de la conciencia que él tiene de (Bultmann, Stil, 64-68). Pero esta pregunta
su vocación apostólica. Es típica de él la ma- aparece sólo en Romanos (7 veces, por ejem­
nera de introducir citas de la Escritura, no me­ plo, 6, 1; 7, 1; cf. también Rom 9, 19; 11, 19:
diante la forma usual xaflròç YéYQauxai, ÈQEiç [pot] ouv, «pero seguramente me repli­
usada también por él, o mediante otra fórmu­ carás»; cf. también 1 Cor 15, 35). Sin embar­
la de tenor parecido (->• YQCtq)f| 3), sino con go, tal derivación no implica que el interlocu­
Ias palabras: «la Escritura dice» (por ejemplo, tor que interviene oponiéndose sea necesaiia-
Rom 4, 3; 9, 17; 10, 11; cf. también Jn 7, 42; mente una ficción (en contra de Bultmann,
19, 37; 1 Tim 5,18; Sant 2, 23), «la ley dice» Stil, 67).
(Rom 7, 7), «David (Isaías) dice» (por ejem­ La teologia de Mateo se refleja claramente
plo, Rom 4, 6; 10, 16), y también «la Escritu­ en sus citas de reflexión o de cumplimiento
ra dice en (complétese: su relato sobre) Elias» (Rothfuchs), introducidas casi siempre por
(Rom 11, 2). En todos los casos se trata de la Lva (o ÕJtmç) jtÀqQoaílfi xò gq^èv (vttò xu-
autoridad divina de la Escritura, en lo cual se glou) ôià xon jtgoqjqxon Xéyovxoç, «para
especifica -con respecto a la Escritura (como que se cumpliera lo que había sido dicho (por
se había hecho antes ya en el judaísmo)- la el Senor) por medio dei profeta», u otras ex-
idea fundamental dei AT de que Dios habla y presiones por el estilo, 1, 22; 2, 15; 4, 14; 8,
el hombre escucha. Así, en Rom 9, 17 la Es­ 17; 12, 17; 13, 35; 21, 4; dos veces: xóxe
critura dice al Faraón lo que Dios le dice, ÈjxX.qgdr&q xò gqfl-Èv ô ià TEgEpíou xon
mientras que inmediatamente antes, en el v. Jtgoqpqxou (X.éyovxoç), 2, 17; 27, 9 (-»• jxXq-
15, por usarse la primera persona dei singular, góm). Mateo, desde luego, al poner de relieve
lo más obvio es anadir al verbo Xéyei el suje- Ias palabras autoritativas de Dios pronuncia­
to ó #EÓç. Con razón afirman Blafi-Debrun- das por medio de los profetas dei AT, piensa
ner § 130, 3: «En la fórmula de citación 'kéyei supremamente en que tales palabras se cum-
etc., el sujeto es ó '&eóç, ■q Y0®T''Í> u otra ex­ plieron en Cristo.
presión por el estilo». En Gál 3, 16, èppé^q- Hay que destacar especialmente en Hechos;
oav es pasivo divino; «Dios pronuncio a Abra- qxouoa qpcüvqv XÉYOXioav (poi), «oí una voz
hán Ias promesas». En este sentido, Pablo in- que (me) decía», 9, 4; 11, 7; 22, 7; 26, 14 (cf.
serta en Rom 12, 19s, en la cita de Dt 32, 35 también Ap 12, 10 y passim); xáÔE "kéyzí xo
introducida por YÉYOaJttai yàg: XéyEi xú- JtVEüpa xò âyi-ov, «así dice el Espíritu San­
Qiog (cf. también 1 Cor 14, 21). to», 21,11; cf. 20, 33 (por lo demás, en el NT
Por lo que respecta a XéyEi xúgtoç: En la JtVEÜpa aparece raras veces como sujeto de
cita mixta de 2 Cor 6, 16ss, introducida por el XÉYco: 1 Tim 4, 1; Heb 3, 7; sobre el Apoca-
sorprendente x a^tbç eíjtev ó ^eóg, vemos lipsis, cf. infra).
que la inserción XéyEi xúqloç se produce en En Ias misivas dei Apocalipsis, el Cristo
la sección 6, 14-7, 1, que dificilmente será exaltado habla a siete comunidades de Asia
41 Xéyt» - A^iTOUQYÍa 42

Menor, en Ias que él utiliza siempre al princi­ X E iT o rg y ía , a ç , ■n leitourgia servicio,


pio, refiriéndola a sí mismo, la fórmula dei prestación de un servicio, servicio o culto
AT para trasmitrr mensajes proféticos: xàôe divino*
Xéyei xiiQioç (casi siempre traducción de kõh X,EiToi)QYÉm leitourgeõ servir, desempenar
’ãmar YHWH), pero sustituyendo en cada ca­ un ministério, prestar un servicio*
so xÚQioç por otro título, 2, 1.8.12.18; 3, 1.7. Xeixonpyixóç, 3 leitourgikos lo que está al
14. Las misivas terminan siempre con el mis­ servicio, concemiente al servicio, servi-
mo toque de atención (E. Lohse, Die Offenba- cial*
rung des Johannes [NTD], 23): «El que tiene Xeitouqyóç, oíj, ó leitourgos servidor, en-
oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a cargado dei servicio*
las iglesias (lí tò Jtvenpa léyEi)», 2,7.11.17; 1. Aparición en el NT - 2. El uso de los términos en
3, 6.13.22, y con él se introduce un mensaje griego y en la LXX - 3. Lucas y Hebreos - 4. Pablo -
específico adicional. «Por medio dei Espíritu 5. Hech 13, 2.
habla el Senor exaltado» (Lohse, Die Ojfen-
B ibl.: R. M. Cooper, L eitourgos C hristou lesou. To-
barung des Johannes, 23). w ard a Theology o fC h ristia n P rayer: AThR 47 (1965)
263-275; A.-M. Denis, L a fo n c tio n apostolique et la U-
H. Hübner turgie nouvelle e n esprit: RSPhTh 42 (1958) 401-436,
617-656; P. Femández Rodríguez, E l térm ino liturgia.
Su etim ologia y su uso: Ciência Tomista 97 (1970) 43-
a t o ç , TÓ leimma resto* 163; G. Friedrich, G eist u n d A m t. WuD 3 (1952) 81-
Rom 11,5: X8t[X|ra x ax ’ èxXoyTiv xápixoç, 85, sobre todo 71s; F. Hahn, D e r urchristl. G ottes-
«un resto (obrado) por la elección de la gra- d ie n s t (SBS 41), Stuttgart 1970, 35s; K. HeB, en
DTNTIV, 218-219; H.-J. Kraus, G ottesdienst im alten
cia». ThWNT IV, 198-221; X, 1161 (bibl.). u n d im neuen Bund: EvTh 25 (1965) 171-206, sobre
todo 179; E. J. LengeUng, Liturgie, en HThG II, 75-
97, sobre todo 75s, 78s; N. Lewis, L eitourgia a n d R e-
Xeio ç , 3 leios plano, llano* lated Terms: GRBS 3 (1960) 175-184; 6 (1965) 229s;
Lc 3, 5: x a l a l xpaxelar eiç óôoòç Leíaç, J. M. Nielen, G ebet u n d G ottesdienst im NT, Freiburg
i. Br. ^1963, 114s, 121s; E. Peterson, L a Keixovqyíu
«los caminos ásperos (se harán) llanos» (cita des p ro p h ètes e t d es d idascales à Antioche'. RSR 36
[?] de Is 40, 4 V.I.). ThWNT IV, 198. (1949) 577-579; A. Romeo, II term in e AEITOYP-
r iA nella grecità biblica, en M iscella n ea L iturgica H.
F S f ü r L. C. M ohlberg, Roma 1949, 467-519; K. H.
Xe Í tio) leipõ dejar atrás; en voz media-pa- Schelkle, D e r A p o ste i a is P rieste r. ThQ 136 (1956)
257-283; H. Schlier, D ie «Liturgie» d es apostolischen
siva, ser dejado atrás, dejar que desear, E vangeliu m s (R õm 15, 14-21), en Schlier III, 169-183;
carecer de; en sentido intransitivo activo, Spicq, N o te s I, 475-481; H. Strathmann-R. Meyer,
faltar* XELToneYÉu) KzX., en ThWNT IV, 221-238; K. WeiB,
P a u lu s - P rieste r d e r christl. K ultgem einde: ThLZ 79
En el NT el sentido transitivo fundamental
(1954) 355-364; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
aparece únicamente en voz media-pasiva, y 1162.
concretamente tan sólo en Santiago: 1, 4:
X8ÍJio[iai èv [tT)ÔEVÍ, «no quedar atrás en na­ 1. En el NT XEixouQYÍa aparece 6 veces,
da»; 1, 5; oocpíaç, «dejar que desear en sabi- À,ELtooQYéco 3, Xeixouqyóç 5, ÀEtxonQYtxóç
duría»; 2, 15: xfjç XQoqjfjç, «carecer de ali­ se encuentra únicamente en Heb 1,14. El gru­
mento». En sentido intransitivo X,8Ún:a) se ha- po de palabras aparece frecuentemente en He­
11a en Lc 18, 22 («te. falta [ooi Lsíjtei] aün breos (6 testimonios), pero en los evangelios
una cosa»), xà Xeíitovxa es enTit 1,5 lo que se encuentra únicamente en Lc 1, 23, y falta
queda/ lo que falta. Spicq, Notes I, 472-474. en las cartas déutero-paulinas, en las cartas
católicas y en el Apocalipsis.
XEltODQYETO leitourgeõ prestar un servicio 2. El grupo de palabras se emplea en griego
ÀeiTouQYÍa- casi siempre en sentido profano para referirse a
43 XeltouqyÍoi 44

los servicios prestados al pueblo como entidad prestado por hombres, se halla ahora en vivo
política (en consonância con la etimologia de los contraste con la acción de Dios en Cristo, que
términos, que se derivan dei jónico XqÍTOç [«con- es eficaz de una vez para siempre.
cemiente al pueblo»] y Èpyov [«obra, servicio»]).
El uso de términos no cultuales, en la Carta
Además dei empleo predominante de estos térmi­
nos en lo relativo a Ias cuestiones jurídicas de los a los Hebreos, aparece únicamente en Ias afir-
impuestos y de Ias obligaciones generales de maciones introductorias sobre la subordina-
prestar servicio, los encontramos frecuentemente ción de los ángeles al Hijo, en 1, 7 (cita Sal
durante la época helenística -sobre todo en Ias 103, 4 LXX: como servidores [A.EixonQYOÍ]
inscripciones- para referirse a Ias cuestiones dei celestiales que son) y, en consonância con
culto (los ejemplos pueden verse en Strathmann,
224s).
ello, en 1, 14 («como espíritus que se hallan
En la LXX, el grupo de palabras se emplea en al servicio [^EixouQYixà jtVEÚfiata]»).
un sentido marcadamente cultuai. A diferencia de
-> XaxQ EVtí) (2), se emplean como tecnicismos 4. Pablo enlaza con el sentido cultuai dei
para referirse al ministério de los sacerdotes y degrupo de palabras, cuando en Rom 15, 16
los levitas en el templo, casi siempre como tra- considera su propio servicio al evangelio bajo
ducción de los vocablos hebreos s ê r ê t o ‘“b õ d â ,
la imagen dei ministério sacerdotal (lEQOug-
en la medida en que estos términos se emplean en
sentido sacerdotal y cultuai (por ejemplo, Ex 28, Ytõv) y, por tanto, se entiende a si mismo co­
35; Núm 8, 22; en época más tardia se los en- mo ÀEixouQYÒç X qloxoü I tioou elç xà êflvT]
cuentra referidos también a la oración, Sab 18, (cf. también la terminologia sacrificial que si-
21; aisladamente los bailamos incluso para refe­ gue; níQOOCpogà... EUJtgóoÔEXxoç, qYtaop.é-
rirse al culto pagano, Ex 44, 12; 2 Crón 15, 16). vq). Nos daremos cuenta por el contexto de
Quizás se escuche en estos términos el sentido que el interés de Pablo no se dirige bacia una
original de un servicio reglamentado y público en
favor de todo el pueblo (Strathmann, 228s). nueva dimensión cultuai dei evangelio, ni
mucho menos bacia una función sacra dei
3. En el NT el grupo de palabras se refiere apóstol como sacerdote. Sino que la imagen
en tres pasajes al ministério sacerdotal en el de la jtgooqiogá dei fin de los tiempos, una
templo; Lc 1,23: a l f|pÉQai Tfjç X,£ifoi)QYÍ-otÇ> ofrenda que consiste en el mundo gentílico, se
para referirse a la terminación dei servicio sa­ refiere al verdadero cumplimiento escatológi-
cerdotal de Zacarias; Heb 9, 21: Jtá v ta xà co -en la misión mundial de Pablo- de unas
aJíEÚT] xfjç X,ELxon0Ytaç, para referirse a los esperanzas que hasta entonces se habían vin­
objetos de culto que había depositados en el culado con el culto (Schlier; Cooper; sobre la
«tabemáculo»; Heb 10, 11: x a # ’ fi|iéQav A,el- discusión cf. E. Kâsemann, An die RõmeP
xouQYCõv (junto a jtQoatpéQCOv ■Oxjataç), para [HNT], sub loco). Se rompe con una com-
referirse al ministério cotidiano dei templo. prensión ritual dei culto divino. Al mismo
En Heb 8, 2.6 esta terminologia se trasfiere tiempo, Pablo conoce la autoridad, dada por
luego al verdadero ministério sacerdotal en el gracia, que se vincula con la tarea que se le ha
«santuario celestial y en el verdadero tabemá­ encomendado, y que le capacita para el verda­
culo» (xcõv óiY'-®'v Xelxouqyòç x a t xfjç oxt)- dero «ministério sacerdotal».
vfjç xfjç àXirdivfjç, V. 2), el cual, con arreglo De manera parecida debe entenderse en
al nuevo y «mejor pacto», representa también sentido figurado la formulación ejti xfj 'duaía
un «culto divino más excelente (ôiatpoQCüxé- x a i X.ELXOugYÍa xfjç JtLOXEtoç n(J,cúv (Flp 2,
g a À.EixouQYÍa)» (v. 6). Mediante el uso de la 17; cf. Rom 12, 1). Pablo quiere acepttir go-
terminologia sacerdotal y cultuai, el autor de zosamente el martírio que le aguarda, como
la Carta a los Hebreos es capaz de exponer el una «libación» (ajtévôopai) que «se derrama
acontecimiento salvífico en Cristo, interpre- sobre» su «ministério sacrificial en favor de
tándolo principalmente como la superación la fe» (genitivo objetivo) de los filipenses.
dei inútil culto divino que se había practicado (Teniendo en cuenta el v. 16 y Rom 15, 16, es
hasta entonces. El antiguo servicio ineficaz. menos probable la idea, igualmente posible
45 A.eiTOUOYÍtt - A.eitouqyóç 46

desde el punto de vista gramatical, dei «mi­ tiempos» o incluso el tributo para el manteni-
nistério sacrificial» de 1a comunidad [tfiç miento dei templo judio.
jtíaTecaç seria entonces genitivo epexegéti- En Rom 13,6 Pablo designa a los funcioná­
co], al que Pablo se anade como una libación; rios romanos encargados de recaudar impues-
cf. especialmente E. Lohmeyer, Der Brief an tos como ItELTOUQYOt-- ^Eoõ (de manera pa­
die Philipper^ [KEK], sub loco). recida los Uama •&eoü... òiáxovoi en el v. 4),
El grupo de palabras aparece igualmente en es decir, los considera como representantes o
sentido figurado en el contexto amplio de Fi- instrumentos encargados por Dios para el ser­
lipenses, en el que se hace referencia a la con- vicio. Con arreglo al lenguaje administrativo
tribución financiera y al apoyo que se presta y jurídico dei contexto, no se trata de una fun-
al apóstol para socorrerle en su necesidad. Es­ ción sacra realizada por personas encargadas
ta ayuda puede llamarse también un «sacrifí­ de un ministério (cf. A. Strobel: ZNW 47
cio agradable» a Dios (4, 18) y una àeitouq- [1956] 86s), sino que el genitivo ■&eoü no ha­
yta (2, 30). A Epafrodito, que es quien ha en­ ce más que califícar el trabajo de esas perso­
tregado la contribución, se le describe como nas como una contribución a la función que el
àjtóotoX oç de la comunidad y como )iei- Império y sus administradores tienen de im-
TOUQYÒç tfjç M'0'u (2, 25). Puesto que poner orden y autoridad, y que es una función
Pablo realza el carácter de la ayuda como don que Dios ha permitido y ha querido.
y como obligación de la comunidad hacia su
fundador (4, lOss), y puesto que además, en 5. En Hech 13, 2 el verbo liEitoueYÉ® se
4, 18s, sitúa ese don a una luz escatológica, usa én una forma singularísima en el NT (y
no habrá que pensar tanto en el trasfondo también por lo que respecta a la LXX), ya que
griego general de la «prestación de un servi- se emplea en un sentido especialmente cultuai
cio», sino más bien en el cumplimiento dei para referirse a la oración en común, que rea-
verdadero «culto» cristiano y en el ofreci- lizan en medio de ayunos los cinco profetas y
miento de «sacrifícios» agradables a Dios por maestros de la comunidad antioquena, men­
parte de la comunidad. Tal es el «fruto» que el cionados en el v. 1 (cf. también 13, 3; 14, 23;
apóstol tiene derecho a exigir a sus comuni­ Lc 2, 37). Lucas, con la expresión l^.enouQ-
dades en nombre de Dios (4, 17). yoúvTmv ôÈ avxmy xcõ xuQÍtp, recoge con un
De manera parecida habrá que entender lenguaje marcadamente solemne la termino­
también el uso de X.eitouqyéco en Rom 15, 27 logia sacerdotal de la LXX (cf. 2 Crón 13, 10;
y la expresión ôiattovía xfjç XeiTOUQyíaç en Ez 40, 46; Dan 7, 10 0 ) y la refiere -prepa­
2 Cor 9, 12, en lo que respecta a la colecta de rando así la terminologia posterior de los pri-
Ias comunidades griegas en favor de la comu­ meros tiempos de la Iglesia (cf. Did 15, Is;
nidad de Jerusalén, porque esta colecta, según Strathmann, 235s; Lengenling, 76)- a la acti-
Rom 15, 25s.28, como signo dei servicio mu­ vidad «cultuai» de diversos ministros de la
tuo y de la común participación en los dones comunidad, que en su «ministério -verdade-
de Dios, es igualmente un «fruto» de Ias co­ ramente- sacerdotal» son considerados dig­
munidades griegas (según 2 Cor 9, 11-15 es nos de recibir la instrucción dei Espíritu.
también una senal de la obediência de fe y de H. Balz
la gracia de Dios, que suscitará la gratitud y el
anhelo de comunión); cf. D. Georgi, Die Ge-
3 leitourgikos lo que está
schichte der Kollekle des Paulus fü r Jerusa­
al servicio, concemiente al servicio
lém, Hamburg 1965, 86; sobre la discusión cf.
X,£ixouQYÍa.
Kasemtmn, An die Rõmmer, sub loco (bibl).
Queda muy lejos cualquier idea de correspon­
dência entre lo que aqui se dice y el «ministé­ XeiTOVQYÓÇí o v , ó leitourgos servidor
rio sacrificial de Ias naciones al fin de los ->• ÀEixouQYÍa.
47 Xejxa —A e'u í( ç) 48

^ e f ia lema i,por qué? Í.E31TÓV, OV, TÓ lepton leptón, moneda de


-> eA.a)i. escaso valor*
B ib l: H. Chantraine, en Pauly, L exikon III, 582; A.
Kindler, C oins o f th e L a n d o f Israel, Jerusalem 1974.
>,évTlOV, o u , TÓ lention toalla*
Préstamo léxico (dei latín linteum). Jn 13, 1. El adjetivo Xejitóç significa «delgado, fino,
4: Jesus «tomó una toalla y se la cinó». Des- delicado». Se usa en combinaciones como «tejido
pués dei lavatorio de los pies, la utilizo para fino», «polvo fino», «metal delgado». Guando se
secar con ella (xcp X,EVTÍtp) los pies de los dis­ usa XeiiTÓv para referirse a monedas, puede em-
cípulos (v. 5). plearse en combinación con vópiapa, xÉQpa,
XaX.>cóç, aQyÚQiov, ÔQáxpq (moneda, dinero
suelto, cobre, plata, dracma). Significa sencilla-
^EJtíÇ, lô o ç , 1^ lepis escama* mente «calderilla», o bien diferencia monedas
más ligeras de otras monedas más pesadas que
Hech 9, 18: «Al instante cayeron de sus llevan el mismo nombre. Como sustantivo, pare­
ojos [de los ojos de Pablo] algo así como es­ ce que XeJttóv se usó también fuera dei NT para
camas, y recupero la vista». ThWNT IV, designar una determinada clase de moneda.
239s; Spicq, Notes I, 482s.
2. Tan sólo en Mc 12, 42 se explica con
respecto a los dos leptá echados por la viuda
XÉTtQa, a ç , lepra lepra*
en el cofre de Ias ofrendas: «es decir, un cua-
En la perícopa de la curación dei leproso
drante». En Lc 21, 2 falta la indicación dei
(-^ XejiQÓç), en Mc 1, 42 par. Mt 8, 3 / Lc 5,
valor, y lo mismo sucede en el tercer lugar dei
12.13. Segúu Marcos / Lucas la lepra le dejó;
NT en que se menciona el leptón. Como se
según Mateo «la lepra (dei hombre) fue lim-
conoce el valor de un cuadrante romano (= la
piada». Billerbeck IV, 745-763; ThWNT IV,
«cuarta parte», a saber, de un as), podremos
240; X, 1162 (bibl.); Haag, Diccionario,
afirmar: los dos Xeirtá que se mencionan en
1088s; R. Pesch, Jesu ureigene Taten?, Frei-
Mc 12, 42 tenían, cada uno, un valor de 1/128
burg i. Br. 1970; W. Braners, Die Reinigung
de denario (1 denario = 16 ases). En Ias ac-
der zehn Aussãtzigen und die Heilung des Sa-
tuales obras numismáticas aparecen esas pe-
mariters Lk 17, 11-19, Stuttgart 1977; C. R.
quenísimas monedas de cobre como «half-pe-
Kazmierski, Evangelist and Leper: A Socio-
rutah» (= media prutá; en hebreo en plural,
Cultural Study o f Mark 1, 40-45: NTS 38
medias pmtot). El diâmetro de esas monedas
(1992) 37-50.
era de unos 11 mm, y su peso de unos 0, 9 g,
y se acunaron en tiempo de Juan Hircano II y
XetiçÓç, 3 lepros leproso* de Herodes I (63-4 a.C.).
El adjetivo (lo mismo que el sustantivo ->• B. Schwank
XéJipa) aparece únicamente en los Evange-
lios Sinópticos: en una historia de curación en
Mc 1, 40 par. Mt 8, 2, en la mención de «Si-
A ev Í( ç) Leui(s) Leví*
món el leproso», en Mc 14, 3 par. Mt 26, 6, en
el encargo que da Jesus («ilimpiad a los le­ 1. El hijo de Jacob - 2. En la genealogia de Jesús -
prosos]») en Mt 10, 8, y en aquellas palabras 3. El publicano.
que informan de que «los leprosos son lim- B ib l: Hennecke-Schneemelcher II, 33s; G. Kuhn,
piados» en Mt 11, 5 par. Lc 7, 22. Lc 4,27 ha- D ie G eschlechtsregister J esu b ei L k un d M t, nach ih-
ce referencia a «los muchos leprosos que ha- rer H e rk u n ft untersu ch t: ZNW 22 (1923) 207-210,
bía en Israel en tiempo de Eliseo»; en 17, 12 223-228; R. Pesch, L evi-M atthãus (M c 2. I 4 / M t 9. 9;
10, 3 j, ein B eitra g zu r L dsu n g eines alten Problem s:
introduce la historia de los «diez leprosos». ZNW 59 (1968) 40-56; H. Strathmann, Aeu(e)í Kxh.,
Para la bibliografia XÉKQa. en ThWNT IV, 241-245.
49 A£UÍ(ç) - JlEDXÓÇ 50

1. En el NT, de Ias 8 veces que aparece el culto divino. La parábola dei Samaritano
nombre de A euÍ o Aeuíç (txascripción dei he- menciona en Lc 10, 32 a un levita (después de
breo lêwv, A euí es indeclinable, A eijíç decli- mencionar a un «sacerdote» en el v. 31). Jn 1,
nable), tres de ellas se refieren al tercer hijo 19 habla de «sacerdotes y levitas» que fueron
de Jacob, nacido de Lía. Ap 7, 7 menciona la enviados de Jerusalén para preguntar a Juan el
tribu de Leví, en la enumeración que hace de Bautista. Hech 4, 36 dice que Bemabé era un
Ias doce tribus de Israel. Los otros dos lugares levita oriundo de Chipre. ThWNT IV, 245-
son Heb 7, 5.9, donde se presenta a Leví co­ 247; X, 1163 (bibl.).
mo antepasado y representante dei sacerdócio
veterotestamentario o israelítico. Esto enlaza
con la intención de la especulación judia so­ A e ih TIXÓÇ, 3 Leuitikos levítico*
bre Leví, tal como aparece, por ejemplo, en el Heb 7, 11: por medio de «el sacerdócio le­
Libro de los Jubileos o en los Testamentos de vítico (f| AsuiTixí] lEQcooúvT])» no hay per-
los Doce Patriarcas. fección (teXeícoaiç).

2. Lucas, en su versión de la genealogia de X.evKaívíO leukainõ blanquear, emblan-


Jesús, menciona dos veces el nombre de Leví, quecer*
como bisabuelo de José (3, 24) y como otro En sentido propio dícese de los vestidos
antepasado de Jesús (3,29). Posiblemente, Ias blanqueados por el batanero, Mc 9, 3. En sen­
series de nombres desde Jesús hasta Matat tido figurado, en Ap 7, 14, dícese de los már­
(w . 29-31) y desde Jesús hasta Matatías (vv. tires: «Ellos blanquearon sus vestidos en (por
23-26) fueron originalmente idênticas, y el re- medio de) la sangre dei Cordero». ThWNT
dactor de Mateo se equivoco al ordenar sus IV, 248 y 256.
fuentes y convirtió a Jesús y a los demás nom­
bres de la serie de los vv. 29-31, de persona-
jes posteriores al destierro en personajes ante­ Xe v x Óç:, 3 leukos blanco, resplandeciente*
riores al destierro. Más aún, los nombres de B ibl.: H. Baltensweiler, D ie Verklãrung Jesu (ATh-
los patriarcas de Ias doce tribus no aparecen ANT 33), Zürich 1959, 62-69; F. H. Daniel, The
como nombres de personas sino en los tiem- T ra n sfig u ra tio n (M a rk 9, 2 -1 3 a n d P a ra lle ls), tesis
pos posteriores al destierro, en la época hele- Vanderbilt University, Nashville, Tenn., 1976 (Xerox
University Microfilms, Ann Arbor, Midi., 1977), 47-
nistica. 51; W. Gerber, D ie M etam orphose Jesu, M a rk 9, 2f.
par.-. ThZ 23 (1967) 385-395; R. Gradwohl, D ie F ar-
3. En Mc 2, 14; Lc 5, 27.29 se menciona a ben im Ar(BZAW 83), Berlin 1963, 34-50; E. Haulot-
un publicano (o recaudador de impuestos) 11a- te, Sym bolique du vêtem ent selon la B ible (Théologie
65). Paris 1966, 201-203, 207-216, 324-331; H. W.
mado Leví («hijo de Alfeo», 2, 14) (cf. tam- Hertzberg, en BHHI, 463s; J. Jervell, Im a g o D ei. G en
bién EvPe 60; Ev. Mariae 18, 6; 19, 1; Didas- 1, 26f. im Spãtjudentum , in d e r G nosis un d in den p ln
calia V, 14), que es llamado por Jesús para ser B riefen (FRLANT 76), Gottingen 1960, 44-46, 268-
uno de sus discípulos. En el pasaje paralelo 271; J. Maier, Das G e fã h rd u n g sm o tiv b e i d e r H im -
m elsreise in de jü d . A p o ka lyp tik und «G nosis»: Kaiios
Mt 9, 9, el nombre de Leví se modifico en el 5 (1963) 18-40, sobre todo 30-33; Id., Vom K u ltu s zu r
de «Mateo». G nosis. S tudien z u r Vor- u n d F rühgeschichte d e r «jü-
dischen G nosis» (Kairos. Religionswiss. St. 1), Salz-
H. W. Hollander burg 1964, sobre todo 96, 125-128; W. Michaelis,
Xenaóç, en ThWNT IV, 247-256; J. M. Nützel, D ie
Verklãrungsgeschichte im M arkusevangelium (FzB 6),
A e u iti|Ç , o o , ó Leuitês levita* Wüzburg 1973, sobre todo 96-102; R. Pesch, D a s
Designación de un hombre de la tribu de M a rk u se va n g e liu m II (HThk), Freiburg i. Br. 1977,
Leví (-»■ Aeuí), especialmente de aquel que, 72-74; H. Riesenfeld, J é s u s tra n sfig u re . V a r r iè r e -
p la n du récit évangélique de la transfiguration d e N o-
no perteneciendo al linaje de Aarón, desem- tre-Seign eur (ASNU 16), Copenhague 1947, sobre to­
penaba funciones de categoria inferior en el do 115-129; A. Schlatter, D e r E va n g e list M t, Stnttgart
51 X.EDxóg 52

1929, 527; Schürerll, 319s; para más bibliografia, cf. logía de presente y conoce la glorificación de los
ThWNT X, 1163. justos en la hora de la muerte- de vestiduras de
blancura celestial (cf. ApBar [sir] 51, 5; Hen [et]
1. El término Xenxóç aparece muy fre- 38, 4; 50, 1; 104, 2, cf. ya Dan 12, 3). Por tanto,
cuentemente en el Apocalipsis (15 veces), entrar en esa gloria celestial y estar vestido de la
donde es senal de celestial pureza, gloria y vestidura resplandecientemente blanca de la pu­
victoria. Corresponde a este uso el sentido de reza celestial le corresponde originalmente al su­
Xenxóç como puro/luminoso (en el sentido de mo sacerdote como figura terrenal-celestial (cf.
Lev 16, 17 en la interpretación que hace Filón,
celestial-escatológico) en la historia de la Her 84; Som II, 189, 231; cf. ya Zac 3, 3ss: el su­
Trasfiguración en Mc 9, 3 par. Mt 17, 2 / Lc 9, mo sacerdote Josué ante el ángel dei Senor, su
29 y en los relatos de Ias manifestaciones de nueva vestidura celestial-cultual). Hacerse con­
ángeles en Mc 16, 5 par. Mt 28, 3; cf. Jn 20, forme a esta pureza celestial es luego la experien-
12 y Hech 1, 10. cia dei místico arrebatado durante algún tiempo
Tan sólo Mt 5, 36 y Jn 4, 35 se apartan de al cielo (la tradición de Henoc; cf., entre otros,
Hen [esl] 22, 8-10) y es signo de la trasfiguración
esta manera de hablar: tenir de blanco los ca-
celestial de los justos (cf. ApBar [sir] 51, 5.12;
bellos o ennegrecerlos significa en sentido fi­ Hen [et] 62, 15s; ApAbr 13, 15).
gurado, en Mateo, el intento humano -impo-
sible- de modificar la edad de la propia vida, El NT presupone tales asociaciones. En Mc
y senala que el hombre se halla dentro dei or- 9, 3 par., Jesus aparece ante los discípulos re­
den de la creación y no puede ligarse capri­ vestido de gloria celestial, en la que él ha de
chosamente por medio de un juramento. En Jn entrar luego, siguiendo el camino dei Hijo dei
4, 35 Àenxóç se usa para referirse a Ias espi­ hombre: la experiencia visionária es una anti-
gas que tienen ya un color amarillento claro, cipación de la trasfiguraeión intramortal y de
que indica que están maduras ya para la siega la exaltación celestial; la combinación de ex­
(sobre la escala de colores dei ItEuxóç, cf. periencia visionária y de arrobamiento intra­
Michaelis, 248; Gradwohl, 48-50). mortal como entrada definitiva en la gloria
celestial corresponde esquemáticamente al
2. X,enxóç, radiantemente blanco, como color camino seguido por Moisés y por Elias.
de gloria celestial, deriva su viveza intuitiva y su De la apocalíptica cultuai de Ezequiel y de
significado de la apocalíptica cultuai judia; blan­ Daniel proceden también Ias descripciones
co es el color de la pureza y, por tanto, es funda-
que se hacen dei que es Semejante a Hijo de
mentahnente el único color adecuado para la ves-
tidura de los sacerdotes. El sumo sacerdote, como hombre, en Ap 1, 12ss (v. 14 bis); el cabello
soberano teocrático en la época de después dei blanco de la figura sentada en el trono, en Da­
destierro, con vestiduras esplêndidas (cf. Ex 28, niel, se relaciona aqui con el que es Semejan­
4-43: 39, 1-31), se revestia de una túnica de blan­ te a Hijo de hombre; según Ap 20, 11, el tro­
co lienzo en el Gran Dia de la Reconciliación pa­ no de Dios es de deslumbrante blancura. En
ra hacer su entrada en el lugar santísimo, con el 14, 14 el Semejante a Hijo de hombre llega
ornato que correspondia a un lugar terrenal-celes-
tial (cf. Lev 16, 4; Yom 3, 6s; 7, 4; Josefo, Bell V, sobre una nuble blanca (cf. Ez 30, 3; Dan 7,
236). 13); como tóyoç toü '&eoõ (19, 13), está él
A partir de estos fundamentos se desarrolla la sentado (19, 11) sobre un caballo blanco.
apocalíptica cultuai judia (véanse los detalles Aqui es blanco el color dei glorioso vencedor
fundamentales en Maier) con su imagen de lo que (cf. 6, 2): apoyado por ángeles puros sobre
es el mundo celestial. Se describe el trono celes­ corceles blancos y en blancas vestiduras, el
tial de Dios y el santuario celestial como un lugar Xóyoç, según Ap 19, 14[bis]s, destruye en la
de perfecta pureza y santidad (cf. Dan 7, 9); los tierra a los impuros enemigos, mediante la
ángeles que están en presencia dei trono de Dios
(cf. Ez 9, 2s.ll; 10, 2; Dan 10, 5; 12, 6s) y los pureza celestial obrada por el Cordero. Su
justos que participan en la adoración celestial es­ victoria significa un clímax escatológico, más
tán vestidos o estarán vestidos en la resurrección aún, la inversión de Ias circunstancias terre­
-la apocalíptica cultuai tiene una marcada escato- nas de impureza agresiva y de pureza cultuai-
53 XeuxÓç - Xiav 54

mente limitada. Los justos, que no mancilla- XljVÓÇ, oC, 1^ lênos lagar*
ron sus vestiduras, es decir, que Ias conserva- Mt 21,33 (a diferencia de Mc 12,1): «y ca­
ron blancas (esto es, que se mantuvieron pu­ vo en ella (es decir, en la vina) un lagar». El
ros) reciben la promesa de que han de reves- Apocalípsis usa el término ^ tjvóç en sentido
tirse de la vestidura eelestial-bZanca de la metafórico: en 14, 19.20 (bis) se habla dei
consumada pureza y de que, así, podrán ca- «lagar de la ira de Dios», en el que se pisaba
minar con Cristo (3, 4.5; cf. v. 18). Segun 4, la uva fuera de la ciudad y dei que manaba
4, los veinticuatro ancianos (jtQEopúxeQoi, sangre. 19, 15: Cristo «pisa el lagar dei vino
(.«enviados / mártires»? Cf. H. Kraft, Die Of- de la ira... de Dios». ThWNT IV, 259-262.
fenbarung des Johannes [HNT], 96s; O. H.
Steek, Israel und das gewaltsame Geschick
der Propheten, reimpresión 1967, 214s, 229
nota 5) están provistos también de vestiduras XtÍQOÇ, o u , Ó lêros disparate, tontería*
blancas de pureza celestial: participan de la Lc 24, 11: El relato de Ias mujeres les pare­
fu^Tia purificadora de la sangre dei Cordero; cia a los apóstoles un disparate (ó aei Xfjpoç)
c f .6 , 11; 7, 9,13s. y no Ias creían. Spicq, Notes I, 484s.
La piedra blanca en la cual, según 2,17, es-
lá grabado el nombre de los justos, se deriva
-como la misma imagen lo indica- dei «bille-
le» de piedra que autoriza a una persona para Xt]aTrjç, oC, ó lestes bandido, salteador
de caminos*
entrar en una comunidad de culto (cf. Kraft,
Mc 11, 17 par. Mt 21, 13 / Lc 19, 46; «Ha-
Die Offenbarung des Johannes, 66s); como
sefial de la trasfiguración y de la exaltación béis hecho (de mi casa) una cueva de bandi­
celestial, el vencedor (= el mártir que se ha dos» (en la que a uno le roban y asaltan; cf.
Jer 7, 11 LXX). Mc 14, 48 par. Mt 26, 55 / Lc
jBantenido firme) recibe un nombre nuevo.
22, 52: «Habéis salido... como contra un ban­
J.-A. Bühner dido». En Mc 15, 27 par. Mt 27, 38; Mt 27, 44
se habla de dos bandidos que fueron crucifi­
JiéfilV, OVTOÇ, Ó leõn león* cados junto a Jesús. En la parábola dei sama-
Con excepción de Heb 11,33 («cerraron Ias ritano compasivo se dice que un hombre «ca-
yó en manos de salteadores de caminos», Lc
£uices de leones»), en el NT Xécov aparece só-
k) en sentido metafórico (dícese dei diablo: 10, 30, 36. En Jn 10,1.8, X.Tiatfiç se halla jun­
to a xkénx-qç (ladrón), y ambos términos es­
«como león rugiente», 1 Pe 5, 8; otras compa-
tán en oposición a jtotpf|v (pastor). Jn 18, 40
laciones: Ap 4, 7; 9, 8.17; 10, 3; 13, 2) o en
acentua que Barrabás era un bandido. En 2
sentido figurado (2 Tim 4, 17; Ap 5, 5).
ThWNT IV, 256-259; X, 1163 (bibl.) Cor 11, 26 Pablo menciona «peligros de sal­
teadores». ThWNT IV, 262-261 \ X, 1163
(bibl.); Spicq, Notes I, 486-492.
lêthê olvido*
2 Pe 1, 9 en la expresión; X.fi'ôi(v kap,(3ávro
Tivóç, «olvidar algo».
X íav Han (adv.) mucho, bastante, demasia­
do*
E toç, 1^ lêmpsis acción de reci- En el NT A,íav se halla en combinación con
bir* verbos: Mt 2, 16; 27, 14; Mc 6, 51; Lc 23, 8;
Flp 4, 15: etç Xóyov ôóoetoç x a i X.T)p- 2 Tim 4, 15; 2 Jn 4; 3 Jn 3, y con adjetivos;
T|?ea)ç, «en cuestión de dar y recibir», es de­ Mt 4.8; 8, 28; Mc 1, 35; 9, 3; 16, 2; además 2
cir, -e n sentido figurado- en un recíproco Cor 11, 5 y 12, 11 dei Textus Receptus (imÈQ
«ajuste de cuentas». Xíav). BlaB-Debrunner § 474 nota 3.
55 XíPotoç - Müoç 56

X,íPavoç, OD, ó libanos incienso* J^,í'ô’lV0 Ç, 3 lithinos hecho de piedra*


En Mt 2, 11 como regalo de los Magos; en Dícese de imágenes de los ídolos en Ap 9,
Ap 18, 13 junto a otros artículos de valor. 20, de tinajas de piedra para el agua en Jn 2,
ThWNT IV, 268s; W. W. Müller: Glotta 52 6, de Ias tablas de la ley en 2 Cor 3, 3 (Ex 31,
(1974) 53-59. 18; Bem 4, 7). ThWNT IV, 273, 3-9.

^iPavtOTÓÇ, OÜ, Ó libanõtos incienso, in- Xi'd'oPoXéo) lithoboleõ arrojar piedras,


censario* apedrear, lapidar*
XLpavcoTÓç puede significar, lo mismo que El verbo significa, de manera no específica,
-> X.ípavoç, incienso. Así sucede, por ejem- arrojar piedras en Mt 21, 35 (par. Mc 12, 4
plo, en MartPol 15, 2. En el NT -e l término Textus Receptus); Hech 14, 5. En el sentido
aparece únicamente en Ap 8, 3.5- ÀtPavcoTÓç de lapidar (es decir, de dar muerte apedrean-
designa el incensario en el que se quema el do), el verbo X.iOoPoÀéco se halla en Mt 23,
incienso. Bibliografia ->■ Xípavoç. 37 par. Lc 13, 34, así como -refiriéndose a
Esteban- en Hech 7, 58.59. Aparece, asimis-
A i P eqt Í voç , o u , Ó Libertinos liberto* mo, en Jn 8, 5 Textus Receptus (en vez de
Préstamo léxico dei latín {libertinus, «liber­ X,t&át,cn). De la muerte a pedradas de un ani­
to», esclavo libertado o descendiente de es- mal: Heb 12, 20 (cf. Ex 19, 13). ThWNT IV,
clavo libertado), en Hech 6, 9 en plural: Li­ 27Is).
bertos junto a eirenenses y alejandrinos. Los
tres grapos, eomo judios de lengua griega, te- Xí'^oç, o u , ó lithos piedra*
nían en Jemsalén una sinagoga: cf. W. Schra-
ge, en ThWNT VII, 835s. ThWNT IV, 269s; 1. Significado fundamental - 2. Sentido figurado.
Pauly, Lexikon III, 624s. B ibl.:O. Bõcher, Z u r B edeutung d e r E delsteine in
O ffb 21,en K irche un d B ibel. F S fü r E. Schick, Pader-
bom 1979, 19-32; J. Jeremias, Xíúoç, en ThWNT IV,
A ip ú l), n ç Libyê Libia* 272-283; H.-G. Link-E. Tiedtke, en DTNT III, 365-
Nombre de la región norteafricana situada 367; W. W. Reader, The Twelve Jew els o f R evelation
entre Egipto y Cirene. Hech 2, 10: «Habitan­ 21, 19-20: JBL 100 (1981) 433-457; más bibliografia
en ->■irétQa, Yfuvía y úe(rÉX.tov.
tes... de Egipto y de los territórios de Libia
que limitan eon Cirene (es deeir, de los terri­
1. Los evangelistas prefieren X.íO-oç en su
tórios de Libia Occidental)». Pauly, Lexikon
significado fundamental sin ningún sentido
III, 628-632.
particular.
a) En piedras no labradas, que están a la
lithazõ apedrear, lapidar* vista y que, por tanto, pueden usarse como
La lapidación o apedreamiento era en Isra­ objeto de demostración -se tiene en cuenta
el y en el judaísmo la pena de muerte con que quizás la geomorfología de Palestina (desier-
se castigaban determinados delitos (San 6, tos de piedras; serranias)- se piensa segura­
1-7, 10). Era el eastigo por el adultério (Jn 8, mente en Mt 3, 9 par. Lc 3, 8; Mt 4, 3 par. Lc
5) y sobre todo por la blasfêmia contra Dios 4, 3; Mt 4, 6 par. Lc 4, 11. Jn 8, 7.59; 10, 31
(Jn 10, 31.32.33; 11, 8). El verbo (ss) menciona la costumbre de aplicar la pena
aparece también en Hech 5, 26; 14, 19; 2 Cor de lapidación (cf. Dt 17, 7). En Mc 5, 5 la pie­
11, 25. Este castigo es mencionado junto a dra es instmmento de autodestrucción. En Lc
otras clases de pena capital en Heb 11, 37. R. 22, 41 se menciona el «tiro de piedra» como
Hirzel, Die Strafe der Steinigung (1909), re- manera de indicar una distancia. El caracter
impresión Darmstadt 1967; Billerbeck II, no comestible de la piedra sugiere su contras­
685s; ThWNT IV, 271s. te con el «pan», en Mt 7, 9 par. Lc 11, 11; Mt
57 Â,í-ftoç 58

4, 3 par. Lc 4, 3 (entendida aqui la piedra co­ «gran piedra» pone de relieve la seguridad
mo objeto para demostrar la usurpación de un con que estaba cerrado el sepulcro y el mila­
poder divino). La naturaleza «inanimada» de gro (no «narrado») de la apertura dei mismo,
la piedra es la base para la contraposición en­ es decir, pone de relieve supremamente la li-
tre la Deidad (viva) y la imagen (artificial y beración de Jesús, que queda libre dei sepul­
tallada) de un ídolo, en Hech 17, 29 (j discur­ cro y de la muerte (cf. R. Kratz, Rettungswun-
so dei Areópago!). Mt 3, 9 par. Lc 3, 8 (si- der. Motiv-, traditions- undformkritische Auf-
guiendo a Is 51, Is) contienen ya implicacio- arbeitung einer biblischen Gattung, Frankfurt
nes teológicas; estas palabras rechazan cual- a. M. 1979, 500-541).
quier interpretación dogmática de Ias prerro­ e) Ap 4, 3; 17, 4; 18, 12.16; 21, 11.19 ha-
gativas judias sobre la salvación, que se basen blan de \ a piedra preciosa o piedra de jaspe (a
en simple genealogia. Dios, de la matéria menudo en combinación con oro, plata, perlas
muerta, puede suscitar para sí «hijos vivos» y otras piedras preciosas) en la descripción
(refiriéndose seguramente a los gentiles; cf. que hacen de la gloria de Dios, de la Jerusalén
Mc 7, 24-30 par. Mt 15, 21-28; Mt 8, 10-12), celestial, de la mujer, y de los lujos de la ciu-
si los «hijos de Abrahán» no hacen penitencia dad de «Babilônia».
(sobre la comprensión judia temprana de Is f) Las «piedras que claraan», en Lc 19,40,
51, Is cf. Jeremias, 274). recuerdan motivos de teofanía dei AT; la natu­
b) La piedra de molino como piedra talla­ raleza expresa su júbilo por la manifestación
da se menciona en Lc 17, 2; Ap 18, 21, segu­ de Yahvé. Si los discípulos callaran a la vista
ramente por su pesantez. En el Apocalipsis Ia de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén,
piedra sirve como símbolo de la destrucción las piedras inanimadas entonarían su clamor
(también en Lc 17, 2) de Babilonia-Roma; de de júbilo —eso es lo que se quiere decir con
igual manera, el «mar» podría simbolizar en una marcada hipérbole-.
ambos lugares (de manera menos clara en Lu­ g) La referencia a los grandiosos sitiares
cas) el lugar de la condenación. Lc 20, 18 dei templo (herodiano) se utiliza en Mc 13, Is
acentua también el poder destructor de la pie­ par. Mt 24, 2 / Lc 21, 5s como ocasión para
dra (Mt 21,44 se debe seguramente a influen­ profetizar la destrucción de Jerusalén. La pro­
cias dei lugar paralelo), aunque por el parale­ fecia de caracter apocalíptico, que es segura­
lismo con el versículo anterior hay en el fon­ mente un vaticinium ex eventu y que contem­
do de todo ello una interpretación personifi­ pla ya retrospectivamente la destrucción dei
cada. templo en el ano 70, introduce el discurso es-
c) 2 Cor 3, 7 alude a Ias leyes mosaicas es­ catológico. Del sillar se habla también en Mc
culpidas en piedra. Aqui el ministério de la 12, 10 par. Mt 21, 42 / Lc 20, 17; Hech 4, 11;
ley escrita es superado por el nuevo ministé­ 1 Pe 2, 7; claro que aqui encontramos ya la
rio dei Espíritu de Cristo. transición al sentido simbólico y figurado dei
d) En la mayoría de los casos una gran pie­ término.
dra que se hace rodar sirve para cerrar la en­
trada a un sepulcro situado en el interior de 2. La interpretación mesiánica de «la pie­
una cueva o excavado en la roca (Mc 15, 46; dra» se encuentra atestiguada ya en el judaís­
16, 3.4; Mt 27, 60; 28,2; Lc 24,2; Jn 20, 1: el mo antiguo en relación con pasajes dei AT co­
sepulcro de Jesus; Jn 11, 38-41; el sepulcro de mo Sal 118, 22; Is 8, 14 (28, 16); Dan 2,
Lázaro). En Ias historias de los Sinópticos so­ 34s.44s y otros. En el NT estos pasajes se
bre el sepulcro, la palabra clave ^líO^oç tiene aplican a Jesús, a quien se considera como la
función semântica; se usa, por ejemplo, en co- piedra angular, la piedra clave, la piedra fun­
nexión con el gênero «milagro de apertura de damental.
puertas y milagro de Uberación» (cf. también a) La cita dei Sal 118, 22, que la comuni-
Chariton, De Chaerea et Callirhoe III, 3); la dad primitiva -dificilm ente Jesús m ism o-
59 XÍ^&OÇ - X.Í[i,VTl 60

anade en Mc 12,10 como prueba de Escritura À,ld'ÓaTQ6)TOÇ, 2 lithostrõtos pavimentado


a la parábola de los vinadores malvados, des- con losas de piedra/mármol*
cribe el destino de rechazo experimentado por raPP a'& á Gabbatha Gábata*
el último mensajero de Dios, y muestra ade- Según Jn 19, 13, Pilato ocupó su sitiai (->•
más el giro salvífico que tuvo lugar en la re- Pfifia) en el lugar «que se llama XiíIóaxQCO-
surrección dei Hijo de Dios, que se convirtió Toç y en hebreo Gábata». Aqui ài^ óotqotoç
en la piedra clave (Mc 12, 5s). El rechazo de (xójtoç) o TÒ Xiô-óoxpcoTov (adjetivo sustan-
que fue objeto Jesus sella precisamente el tivado) es el «nombre» (que, por eso, se escri-
destino de los asesinos de profetas en Jerusa- be a veces con mayúscula inicial) dei corres-
lén, de los viejos arquitectos, e inicia la edifi- pondiente lugar (por ejemplo: el «enlosado de
cación de la nueva comunidad de salvación mármol»). Se trata de una plataforma situada
(en el discurso de Pedro en Hech 4, 11, se ante el pretorio dei gobemador (cf. 18, 28),
concreta la asignación de funciones: «éste..., que estaba pavimentada con losas de piedra.
vosotros...»; cf. también 1 Pe 2,7). La designación aramea Gábata no ha sido in­
b) En 1 Cor 3, 12 Ias piedras preciosas y terpretada hasta ahora con seguridad (Biller-
otros «materiales» son imágenes de Ias diver­ beck II, 572; R. Schnackenburg, El Evangelio
sas obras que cada uno, según su capacidad, según San Juan III, 326 nota 96). Spicq, No­
«sigue edificando» sobre el «fundamento» (o tes 1,496s. Sobre la localización en el interior
«piedra fundamental») que es Cristo (->^ ■&e- de Jerusalén -> jtQaixcÓQiov 2.
p,éX,iov). La imagen de la comunidad como
«templo de Dios» corresponde a lo que se di-
ce en Ef 2, 20-22 (cf. también Mt 16, 18). likm aõ aplastar, destrozar por
completo*
c) En 1 Pe 2, 4-8 es donde más desarrolla-
Mt 21, 44 par. Lc 20, 18: La piedra hará
da está la comparación de la comunidad con
pedazos a aquel sobre quien caiga. El pasaje
la Casa de Dios; se han agrupado Ias distintas
de Mateo no es seguro desde el punto de vis­
ideas asociadas con el sentido figurado (tras-
ta de la crítica textual; cf. GNTCom 58. Cf.
fondo veterotestamentario: Is 8, 14s; 28, 16;
ThWNT IV, 283-285; Spicq, Notes I, 498s.
Sal 118, 22). Cristo es la piedra viva, dese-
chada por los hombres, pero escogida y pre­
ciosa delante de Dios. En esta «piedra angu­ Xif*T|v, év o ç, ó limên puerto*
lar» se dividen los espíritos: para los creyen- En Hech 27, 12a.b se habla de dos puertos
tes, esa piedra es el fundamento; para los in­ distintos. El término aparece además en 27, 8
crédulos se convierte en «piedra de tropiezo», en el topónimo K aW i kipéveç.
en roca ( ^ JtéxQa) en la que se dan traspiés.
d) Como indica ya 1 Pe 2, 8, la compren-
OttOÇ, TÓ limma resto
sión (mesiánico-cristológica) de la «piedra»
es ambivalente. También en Rom 9, 32s la fe Forma alternativa de ->■ X,et[xp,a.
es el critério decisivo; el ser miembro de la
comunidad de salvación no se basa en el pro- Ji-ífivn], i]Ç, limnS lago, estanque, panta-
pio origen, en ser judio o en ser gentil. No son no*
Ias obras Ias que justifican, sino la fe. Para el Dícese dei lago de Genesaret: Lc 5, 1.2; 8,
Israel incrédulo. Cristo se convirtió en «pie­ 22.23.33 (siempre a diferencia de Marcos).
dra de tropiezo y roca de escândalo» (v. 33: En el Apocahpsis X,Í(xvt] designa el estanque
cita mixta de Is 8,14 y 28, 16). A este contex­ de fuego y azufre (19, 20; 20, 10; 21, 8), en el
to pertenece también el tema de Lc 20, 18 (cf. que los enemigos de Dios encuentran su final.
Dan 2, 34s). G. TheiBen, «Meer» und «See» in den Evan-
R. Kratz gelien (StNTU 10) 1985, 5-25 (recogido en
61 Xíjivii - Xo^í^ofiai 62

parte en Id., Colorido local y contexto históri­ À,OY£Ía, a ç , logeia colecta*


co en los evangelios, Salamanca 1997, 129- En 1 Cor 16, 1 se habla de la colecta en fa­
140, 260-283). vor de «los santos». 16, 2; «organícense co-
lectas». ThWNT IV, 285s; D. Georgi, Die
Geschichte der Kollekte des Paulus fü r Jeru­
Àiptóç, oC, Ó ('^) limos hambre, escasez*
salém, Hamburg 1965, esp. 40s.
Con el significado de hambre enLc 15,17;
Rom 8, 35; 2 Cor 11, 27. De gran escasez ha-
blan Lc 4, 25 (4 Re 6, 25); 15,14; Hech 7,11; X o y íÇ o ^ a i logizomai calcular, tener en
11, 28; Ap 6, 8; 18, 8. Los Xifxoí se cuentan cuenta, estimar, apreciar; considerar, su-
entre Ias tribulaciones dei fin de los tiempos; poner
Mc 13, 8 par. Mt 24, 7 / Lc 21, 11. En los pa-
1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término fuera dei
sajes de Lc 15, 14 y Hech 11, 28 Xtp,óç tiene NT - 3. Pablo y Ias Deuteropaulinas.
gênero femenino.
B ibl.: -V Xoytapóç.

Jlívov, OU, TÓ linon lino, vestido de lino* 1. De los 40 pasajes en que aparece el ver­
En Mt 12, 20 Xívov designa la mecha de bo, la mitad aproximadamente son citas direc­
una lámpara (cf. Is 42, 3); en Ap 15, 6, los tas de la LXX o fórmulas que en su tenor lite­
vestidos de lino de los siete ángeles. ral se ajustan a citas. Esto se aplica especial­
mente a los pasajes de Ias Cartas Paulinas, de
los que se diferencia claramente Mc 15, 28
A ív o ç , ot) Linos Lino* v.l. par. Lc 22, 37 (cita de Is 53, 12), por cuan-
En 2 Tim 4, 21 nombre de un cristiano que, to únicamente aqui el verbo mãnâ (nifal: «ser
por lo demás, nos es desconocido. En la tradi- contado entre») constituye la base en el texto
ción posterior (Ireneo, Haer III, 3, 3), Lino hebreo. En la LXX, 2 Crón 5, 6 es el otro úni­
Ilega a ser el primer obispo de Roma y se di- co lugar en que Xoyí^opai se emplea para tra-
ce de él que recibió su ministério de los ducir el verbo hebreo mãnâ. Fuera de estos
«apóstoles». pasajes, XoYÍ^opat, con excepción de Ias
Cartas Paulinas, aparece tan sólo en Jn 11, 50;
hjúoç, 3 lios plano, llano Hech 19, 27; Heb 11, 9 con los significados
Forma alternativa de Xeloç. de considerar / ser de la opinión de; en 1 Pe
5,12, con el sentido de dar por supuesto, y en
Sant 2, 23, para referirse a la «obra de fe» de
JluiaQÓç, 3 liparos esplêndido, lujoso* Abrahán, en cita de Gén 15, 6, una cita que es
Ap 18, 14 (adjetivo sustantivado en plural): determinante también para Pablo en Rom 4,
TÒ XuraQÓ, Ias cosas lujosas y esplêndidas. 3ss.

2. En lo que respecta a Ias Cartas Paulinas,


X ítg a , a ç , 1^ litra libra* hay que tener en cuenta no sólo el uso dei verbo
Designación de la libra romana (que pesaba en la LXX sino también en el griego profano. En
327 g). En el NT, el término aparece única- él Xoyí^opai significa la acción objetiva de «cal­
cular / valorar» el valor y el débito en Ias transac-
mente en Jn 12, 3 (ungüento de nardo) y 19,
ciones comerciales. Por otro lado, en la filosofia
39 (áloe). clásica, se emplea este verbo para expresar la
«afirmación» objetiva de realidades por parte de
los filósofos, por ejemplo, en Platón, Phaed 65c;
X ipóç, ó lips suroeste* cf. H. W. Heidland, en ThWNT IV, 287. En con­
Hech 27,12: El puerto estaba orientado ha- textos políticos, el verbo puede adquirir también
cia el suroeste (PXéjtcu %axà Xífia). significado político.
63 XoYÍÇofiai 64

En la LXX X,07Í^ojiai, implica mayor subjeti- no imputa el pecado») en Rom 4, 8 interpreta


vidad y se emplea para referirse a la opinión per- el enunciado abandonando el lenguaje comer­
sonal, por ejemplo, en Gén 31, 15; 1 Re 1, 13. El cial y refiriéndose a Ias relaciones entre Dios
hebreo }}ãsab, que con escasas excepciones (2 Re y el hombre, en Ias cuales la fe no sustituye a
19, 44; Dt 3, 13; Is 53, 12 [-^ 1]; 44, 19) consti-
Ias obras, sino que designa la apertura dei co-
tuye el fundamento, tiene siempre significado
subjetivo; por un lado, como juicio de valor (43 razón que se abre a la acción de Dios.
veces, por ejemplo «considerar como»: 1 Re 1,
13; Is 53,4; en este significado Ia LXX puede tra- La idea tiene un controvertido paralelo en 4
ducirlo también por 13, 24; 19, Esd 8, 32a: «Pues precisamente porque no tene-
15), «acreditar algo como» (Gén 15, 6; 2 Re 19, mos obras de justicia, tú serás llamado el Cle­
20), en voz pasiva, «ser acreditado como» (Lev mente, si accedes a concedemos clemencia. Pues
25, 31; Jos 13, 3); por otro lado, con los signifi­ los justos que tienen muchas obras depositadas
cados de «pensar, reflexionar» (Is 10, 7; Zac 8, junto a ti, recibirán la recompensa por sus propias
17), «tener malas intenciones» (Sal 140, 3) y obras». Sin embargo, en contra de esta idea se po­
«pretender / planear algo» (1 Re 18, 25; Sal 140, lemiza ya en CD 1, 19, donde se atribuye a los
5). El significado «calcular, considerar como», apóstatas la idea: «Declararon justo al impio, pe-
tomado dei lenguaje comercial, ha quedado bas­ ro consideraron impio al justo» (cf. E. Kâsemann,
tante relegado (Gén 31, 15; Lev 25, 31). La LXX An die Rõmer [HNT], 103).
precisa a menudo el sentido dei verbo recurriendo
a compuestos con ouv- en Lev 25, 27, con èx- en En este contexto debe entenderse koyíÇo-
4 Re 12, 16 y con Jtpoa- en Lev 27, 18. p,ai no sólo en Rom 4, sino también en 2, 26:
En el âmbito religioso el verbo designa no sólo«La incircuncisión se computa como circun-
el decreto de Dios (Jer 18, 8.11; 27, 45 LXX) si­ cisión». Y en 9, 8: «Los hijos de la promesa
no también su juicio (Gén 15, 6; Sal 105, 31 son considerados como descendientes (de
LXX; en sentido negativo en 31, 2 LXX). El sen­ Abrahán)». Está también en eonsonancia con
tido de «acreditar, tener en cuenta», que resuena
ya aqui, aparece en el âmbito cultuai en Lev 7, esto lo que se dice en 2 Cor 5, 19: «El no les
18; 17, 4 (cf., a propósito, G. von Rad, La impu-toma en cuenta Ias trasgresiones»; 2 Tim 4,
16: «(el haber dejado solo a Pablo en su jui­
tación de lafe como justicia, en Id., Esttplios so­
bre el AT, Salamanca ^1982, 123-127). cio) no les sea tenido en cuenta». En 1 Cor
En los escritos rabínicos, para expresar la idea
13, 5 se dice en sentido figurado, refiriéndose
de «acreditar algo como», no sólo se usa el verbo al amor: «él no tiene en cuenta el mal».
Ifãsab sino también otros verbos. Con ello se in­
tensifica la idea definida por Gén 15, 6 y por el Corresponde al uso de este verbo en Rom 8,
controvertido pasaje de Lev 17, 4, en el sentido 36 (cita dei Sal 43, 23 LXX): «Somos consi­
de que la injusticia cometida se imputa como mé­ derados como ovejas para el matadero») lo
que se dice en 1 Cor 4, 1: «Que se nos consi­
rito al autor, después de la conversión de éste (cf.
Billerbeck Eli, 121-123). dere como a servidores de Cristo», y en senti­
do negativo en 2 Cor 10, 2: «... nos conside-
3. Pablo emplea X.oyíCo (10íi siguiendo de ran como si anduviéramos según la carne».
cerca a la LXX (->• 1). En el Midrás de Abra- Aqui, para aclarar, se ha anadido d)ç, mientras
hán en Rom 4, cita tres veces el pasaje de 15, que en 2 Cor 12, 6; Hech 19, 27 se ha emplea-
6 (vv. 3.9.22; iguaünente en Gál 3, 6). Desde do eIç con el mismo sentido.
luego, en Rom 4, 4 el sentido derivado dei El verbo, con arreglo al uso griego, pero
lenguaje comercial desempena un papel, por con el matiz subjetivo que es propio de la
cuanto se habla de XoYÍÇea'b'ai x a r à ôqpEÍÀT]- LXX, aparece en fórmulas en Ias que baila­
[ta, a diferencia de x a tò xáQiv. ôtpeíÀTipa es mos una oración completiva de infinitivo con
(como en Dt 24, 10 LXX) la suma de dinero sujeto en acusativo, en Rom 3, 28: «Pues nos-
que se debe al «trabajadoD>. Así que Xoyí^o- otros opinamos (= creemos) que el hombre es
p,ai se entiende aqui en el sentido de contabi­ justificado»; de manera correspondiente en
lizar. Sin embargo, la cita dei Sal 31, 2 LXX Rom 6, 11; 14, 14; Flp 3, 13. Este mismo sig­
(«Bienaventurado el varón a quien el Senor nificado tiene el verbo seguido de õti en Rom
65 XoYÍÇonai - XÓYiov 66

8, 18; Heb 11, 19, donde equivale al sentido 8 y passim en oraciones que se derivan de raí-
de moxeúco: «(Abrahán) creyó que Dios es ces judias; cf. también TestLev 3, 6).
también poderoso para resucitar de entre los En el NT X.OYUtóç aparece sólo dos veces:
muertos». Xovinf] XaxQeia (Rom 12, 1) es traducido
Mientras que el sentido de opinar/pensar casi de manera distinta por cada uno de los
está determinado por la creencia en estos pa- exegetas; desde «espiritual» (A. Nygren) e
sajes, esto puede afirmarse también dei uso «intelectual» (Th. Zahn) hasta «objetivo» (K.
absoluto dei verbo con el significado de pen­ Barth) y «racional» (P. Althaus) se han agota-
sar algo, pero sólo en 2 Cor 3, 5. Ahora bien, do todas Ias posibilidades. Michel (369s) ve a
en 2 Cor 10, 7.11; Flp 4, 8 se destaca con ma- Pablo influido por el uso griego de este térmi­
yor relieve el pensamiento racional. Este pen- no a través de Ias doctrinas herméticas (cf.
samiento desempena un papel por sí solo, sin CorpHerm I, 31: [dei Dios santo] ô é |a i Xoyi-
referencia a la creencia, en Rom 2, 3: «Hazte xòç ■hiiaíaç á yvà ç à n ò ti/uxfíç koiI x ag -
cargo, oh hombre que juzgas..., de que...». ôíaç) y la mística helenística, y traduce; «el
Así, pues, la valoración que Pablo hace de sí culto divino con arreglo a la palabra». Sin
mismo en 2 Cor 11, 5 habrá que entendería en embargo, a diferencia dei mencionado origen,
el mismo sentido que cuando se usa el verbo el vocablo no tiene el sentido de ver el culto
en sentido neutral en 1 Cor 13, 11. divino en el cântico y la oración, en vez de
El significado de «tener intención de hacer verlo en los sacrifícios, sino que la vida coti­
algo» (con arreglo al Sal 139, 5 LXX) apare­ diana, determinada por la fe en la palabra, es
ce únicamente en 2 Cor 10, 2a. para Pablo el culto divino correcto. Por eso, el
H.-W. Bartsch vocablo no significa una espiritualización.
La firase xò Xoyinòv àòoXov yáXa (1 Pe 2,
2) está tomada de la piedad de los mistérios,
Jboyixóç, 3 logikos racional, espiritual* una piedad que se haUaba muy difundida en la
gnosis (cf. OdSl 8, 16: «... mi leche santa [se
B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , s.v.; O. Casei, D ie la di yo] a beber [a ellos]»). El origen de esa
IkoyiXT] ú v aía d e r a n tiken M y stik in ch ristl.-litu rg i-
jcAer Umdeutung-. JLW 4 (1924) YI-Al-, E. Kâsemann, leche puede denominarse luego «Ias doce
£f cu lto en la vid a cotidiana d e i m undo, en E. Kãse- fuentes racionales» (C. Schmidt-W. Till [eds.],
ntann, E n sa yo s exegéticos, Salamanca 1978, 21-28; G. Unbekanntes altgnostisches Werk [GCS 45],
Kiltel, X.OYIXÓÇ, en ThWNT TV, 145-147 (con biblio­ Berlin ^1962, 5, 16s), que están llenas de vida
grafia un tanto antigua); H. Lietzmann, A n die R o m er
<HNT), Tübingen "'1933, 108s; D. G. McCartney,
eterna. Sin embargo, el carácter sacramentcd
iOY«tóç in 1 P e te r 2, 2: ZNW 82 (1991) 128-132; O. dei concepto, que en la gnosis viene dado cul-
Michel, D e r B r i e f a n d ie R o m e r (KEK), Gõttingen tualmente por el mistério, está determinado
*1977, 369-371; R. Reitzenstein, D ie hellen istisch en en el NT por el evangelio, el logos, y no se
H ysterien relig io n en , Leipzig-Berlin ^1927, 328-333;
H. Sclúier, YáXa, en ThWNT I, 644s; Id., Vom W esen experimenta cultualmente en el mistério, sino
der a p o sto lisch en E rm a h n u ng nach R õ m 12, 1-2, en en el hecho de oír la Palabra. Esto se acentua
Sdilier I, 74-89; Ph. Seidensticker, L eb endiges O pfer mediante la adición de áòoXoç, «no adultera­
(NTA 20, 1/3), Münster i. W. 1954, sobre todo 17-43, do» (Jiapax legomenon). Por tanto, el concep­
256-261; H. Wenschkewitz, D ie Spiritualisierung d e r
K hdtusbegriffe Tempel, P riester u n d O pfer im N T (An-
to gnóstico podría haberse recogido ya sen-
gelos rV), Leipzig 1932; más bibliografia en - r h a - cillamente para rechazar los mistérios gnós-
Tçeóto. ticos.
H.-W. Bartsch
El concepto preferido de los filósofos clási-
cos (Epicteto, Diss II, 9,2: el hombre es Ç^ov
Xoyixóv) no aparece en la LXX, pero sí en Fi- X óyio v, o v , t ó logion palabra, sentencia*
lón y en la sinagoga postbíblica (cf. Constitu- En el NT y en la literatura cristiana primiti­
ciones Apostóhcas VII, 34, 6; 35, 10; VIII, 9, va el término se encuentra únicamente en plu-
67 XÓYiov - XoYio|xóç 68

ral. En Hech 7 ,3 8 , refiriéndose a la ley de X oyiO íióç, ofi, ó logismos pensamiento,


Dios, se dice de Moisés ôç èô é^ato Xóyia consideración, buen sentido*
ÇüõvTa, «que [en el Sinai] recibió palabras de
vida (cf. Dt 32, 47)». De manera parecida se Bibl.: K. Berger, Abraham in den pln Hauptbriefen:
MThZ 17 (1966) 47-89, sobre todo 63-66; Billerbeck
afirma en Rom 3, 2 que la primera de Ias ven- m, 121-123; Bultmann, Teologia, 265-274; Id., Glos-
tajas de Israel fue el haber recibido Ias pala­ sen im Rom: ThLZ 72 (1947) 197-202; F. Hahn, Gene-
bras de la promesa divina; 83tiateij'&qaav t à sis 15, 6 im NT, en Probleme bibl. Theologie. FS G.
Àóyia Toõ #eoõ. En Heb 5, 12, la frase xà von Rad, München 1971, 90-107; H.-W. Heidland, Die
Anrechnung des Glaubens zur Gerechtigkeit (BWANT
oxoixeíot xfjç cipxííç "koyítíiv xoõ ■fteon rV, 18), Stuttgart 1936; Id., XoYÍ^oixaL, en ThWNT IV,
se refiere a <dos primeros principios de Ias pa­ 287-295; E. Kâsemann, Der Glaube Abrahams in Rom
labras de Dios», es decir, a los conocimientos 4, en Id., Pln Perspektiven, TUbingen 1969, 140-177;
cristianos elementales (cf. 6, 1) de la «ense- K. Kertelge, Rechtfertigung bei Paulus, Münster 1. W.
1967, sobre todo 185-195; D. Lührmann, Pistis im Ju-
nanza» divina (cf. también 1 Ciem 62, 3). dentum: ZNW 64 (1973) 19-38; G. von Rad, La impu-
Mientras que estos pasajes se refieren a la pa- tación de la fe como justicia, en Id., Estúdios sobre el
labra de Dios que promete, revela y establece Antiguo Testamento, Salamanca ^1982, 123-127; para
la comunidad, vemos que 1 Pe 4, 11 (eí tiç más bibliografia, cf. ThWNT X, 1164.
X,aÀEt, (bç tó y ia ■&eot3) se refiere a Ias pala­
bras de los carismáticos cristianos pronuncia­ De Ias numerosas posibilidades que hay de
das en el culto divino: «... entonces ique hable traducir este término en el griego clásico, uni­
palabras de Dios!», es decir, palabras dadas camente pensamiento, consideración, refle-
por Dios mediante el Espíritu (cf., a propósi­ xión vienen al caso en los dos pasajes dei NT
to, el uso extra-bíblico de 'kóyiov en el senti­ en que aparece el término. De los 121 testi-
do de «oráculo / sentencia profética», Hero- monios que hay en la LXX, tan sólo 26 tienen
doto VII, 60, 3; Filón, Gig 49). una base hebrea en el sustantivo de tema
En el lenguaje de la Iglesia primitiva, Xó- )}ãsab. Esto es senal dei origen helenístico dei
YLOv adquiere otro significado más, que abar­ concepto, un origen que se confirma por el es-
ca en la expresión (xà) Xóyia xoü Kngíou no caso uso que Pablo hace dei mismo.
sólo Ias «sentencias dei Senor», sino -en gra­ En Rom 2, 15 Pablo interpreta la obveLôti-
do cada vez mayor- toda la tradición dei Se­ aiç antes mencionada, entendiéndola en el
nor, es decir, el evangelio (cf. PoEc 7, 1; Pa- sentido de «pensamientos que acusan o de-
pías en Eusebio, HistEccl III, 39, 1.15s. Cf. fienden», atestiguando una vez más la obra
ThWNT IV, 140-145. dei vójtoç escrito en los corazones de los gen-
tiles. A partir de ahí hay que determinar en
H. Balz
qué modo habrá que entender el conflicto de
los pensamientos. No se piensa en una dispu­
ta de los gentiles entre ellos mismos (en con­
X ó yioç, 3 logios elocuente, docto* tra de Heidland, en ThWNT IV, 289), porque
Según Hech 18, 24, Apoio era Óívt)q X,ó- el contexto exige que los participios se en-
yioç. En Luciano, ApoL; Filón, Mut 220, el tiendan como interpretación de la conciencia
adjetivo significa fácil palabra, elocuente. moral. Hay que tener en cuenta que este con­
Pero en Aristóteles, Pol II, 8, 1267b; Arist 6; flicto no tiene su fundamento en la ley misma,
Filón y Josefo passim, el adjetivo se entiende sino en Ias obras de la ley. Por eso, el pasaje
más bien en el sentido de docto / erudito. Del no ofrece ninguna base para suponer una re-
texto de Hech 18, 25 (Çéüov xô) jtveépaxi velación natural. Bultmann {Glossen, 200) ha
èA.áX.EL) no debe deducirse precipitadamente excluido convincentemente el v. 16, que viene
la elocuencia de Apoio; cf. ThWNT IV, 140; a continuación inmediata, por considerarlo
Liddell-Scott í .v.; Spicq, Notes I, 500-502; —>• una glosa. La razón en que se basa es que Pa­
’AjtoX?i,mç (bibl.). blo está describiendo un proceso actual.
69 X.oYLanóç - X.ÓYOÇ 70

En 2 Cor 10, 4 el término se usa con un jui- nes den Evangelisten, Frankfurt a. M.-Bem 1976; 1.
cio negativo para referirse a los pensamientos Jeremias, Zum Logos-Problem: ZNW 59 (1968) 82-
85; Kãsemann, Versuche II, 155-180; W. Kelber, Die
que son un obstáculo en el camino de la fe. Se Logoslehre von Heraklit bis Origenes, Stuttgart 1958;
habla metafóricamente de esos pensamientos G. Kittel, U y w %x\. (D), en ThWNT IV, 100-140; H.
como de un baluarte que se opone. Demoler Kuhn-R. Schnackenburg, Lagos (l-II), en LThK VI,
esos pensamientos se interpreta como coger 1119-1125; E. Lohse, Wort und Sakrament in der pln
Theologie, en Zu Karl Barths Lehre von der Taufe,
prisionero el vóq[xa, para ponerlo bajo la Gütersloh 1971,44-59; B. L. Mack, Logos und Sophia,
obediência de Cristo. Sin embargo, Pablo no Gõttingen 1973; K. Müller, Anstofi und Gericht, Mün-
condena el pensamiento racional como tal, se- chen 1969; F. Porseh, Pneuma und Wort, Frankfurt a.
gún vemos por el uso que él hace dei verbo M. 1974; I. de la Potterie, La vérité dans s. Jean (2
vols.), Roma 1977; H. Ritt, Gebet zum Vater, Wüzburg
A,OYÍ.Copat (3). 1979; K. H. Schelkle, Das Wort Gottes in der Kirche:
H.-W. Bartsch ThQ 133 (1953) 278-293; Schlier I, 274-287; H.
Schlier, Wort Gottes, Wüzburg 1958; R. Schnacken­
burg, Logos-Hymnus und joh Prolog: BZ 1 (1957) 69-
XoYO ^.a/éoj logomacheõ meterse en dis- 109; Id., El Evangelio según San Juan I, Barcelona
cusiones vanas* 1980, 241-308; G. Ch. Stead, Logos, en TRE XXI,
432-444; G. Strecker, Das Evangelium Jesu Christi,
2 Tim 2, 14: p,f) X,OYop,axElv como adver­ en FS Conzelmann, 503-548; P. Stuhlmacher, Das pln
tência contra la palabrería ingeniosa que va en Evangelium, Gõttingen 1968; J. Swetnam, Jesus as
contra de la verdad (cf. vv. 15.16; 1 Tim 6,4). Aóyoç in Hebr 4, 12-13: Bib 62 (1981) 214-224; H.
Weder, Der Mythos vom Logos (Joh 1), en H. H.
Schmid (ed.), Mythos und Rationalitãt, Gütersloh
X o y o ftax ítt» « ç , logomachia discusión 1988, 44-75; D. Zeller, Jesu Wort und Jesus ais Wort,
vana, controvérsia de palabras* en Freude am Gottesdienst. F S fiirJ. G. Pldger, Stutt­
gart 1983, 145-154; H. Zimmermann, Christushymnus
1 Tim 6, 4: voacõv itegl ÇT)Tr|aELç xaL Xo- und joh Prolog, en FS Schnackenburg, 249-265.
Yop.axí.otç, «estar enfermo de disputas y con­
trovérsias de palabras»-, cf. Tit 3, 9 G (en vez 1. La distribución de los 330 pasajes en
de YevEaXoYÍai). que aparece el término XÓYOÇ en el NT se ba­
ila bastante equilibrada entre los diversos es­
X.ÓYOÇ, OU, ó logos palabra, discurso, critos; el término aparece 129 veces en los
cuenta, predicación, logos* evangelios (33 veces en Mateo, 24 en Marcos,
1. Aparición en el NT - 2. Sobre el significado léxi­
32 en Lucas, 40 en Juan); se encuentra con
co - 3. La predicación de Jesús - 4. Pablo - 5. La tra- una frecuencia superior a la normal en He-
dición joánica - 6. El Logos joánico - 7. Pasajes espe- ebos (65 veces) y en Ias Cartas Paulinas que
ciales (Apocalipsis, Hebreos, Hechos, Pastorales, sig­ indudablemente son autênticas (48 veces); los
nificados técnicos). demás testimonios se distribuyen entre Colo-
Bibl.: N. S. F. Alldrit, The Logos Outside St John, senses (7), Efesios (4), 2 Tesalonicenses (5),
en StEv VII (1982), 1-4; P. Bergen, Der Logos war Hebreos (12), Pastorales (20), Apocalipsis
das wahre Licht, en A. Fuchs (ed.), Theologie aus dem
Norden, Linz 1976, 99-117; G. Bomkamm, Gottes- (18), Santiago (5), 1 y 3 Juan (7), 1 y 2 Pedro
wort und Menschenwort im NT. Kirche in der Zeit 12 (10); tan sólo en Filemón, 2 Juan y Judas no
(1957) 301-305; Bultmann, Creer I, 233-254; Bult- aparece Xóyoç. El concepto absoluto dei Lo­
mann. Teologia, 364-372, 477-487; A. Debrunner, gos -aplicado a la manifestación bistórica de
XeYtt) axX., en ThWNT IV, 71-76; G. DelUng, «...ais er
uns die Schrift aufschlofi», en FS Friedrich, 75-84;
Jesús, el Dador eterno y divino de vida en la
Id., «Nahe ist dir das Wort». Wort - Geist - Glaube bei tierra- en el prólogo de Juan (Jn 1, 1.14) y en
Paulus: ThLZ 99 (1974) 401-412; E. Fuchs, Logos, en el preâmbulo de la Carta primera de Juan (1,
RGGIV, 434-440; Haenchen 1,114-143; P. Hofrichter, 1) resalta claramente sobre todos los demás
Im Anfang war der «Johannesprolog». Das urchristli-
che Logosbekenntnis - die Basis ntl. und gnosticher
pasajes en los que aparece el término.
Theologie, Regensburg 1986; B. Jendorff, Der Logos-
begrijf. Seine philos. Grundlegung bei Heraklit von 2. La gran variedad de significados léxicos de
Ephesos und seine theol. Indienstnahme durch Johan- Xóyoç -palabra, discurso, lenguaje, relato, enun-
71 'kóyoç 72

ciado, sentencia, cuestión, rumor, cuenta, predi- parece a un hombre prudente que edificó su
cación, ensenanza, llamamiento, sentido- se ex­ casa sobre roca. La comunidad cristiana pri­
plica principalmente a) por razones filológicas y mitiva mantuvo firmemente la inquebrantable
b) por causas teológicas:
validez de la autoridad de Ias ensenanzas de
a) La raiz Xey- constituye una amplia unidad Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis
de sentido: reunir, coleccionar, seleccionar, ana- palabras no pasarán» (Mc 13, 31 par. Mt 24,
dir, enumerar, narrar, hablar... La influencia ejer- 35; Lc 21, 33).
cida por el concepto dei Xóyoç en Heráclito de
Efeso (550-480 a.C.) sobre la interpretaeión filo­ a) El comienzo dei reino salvífico de Dios
sófica (la ley que verdaderamente permanece dei no sólo está vinculado con la predicación de
cosmos, dei pensamiento y de Ias costumbres)
hasta llegar a Hegel y a Nietzsche, tiene tan sólo Jesús como palabra hablada, sino también -y
escasa importância para la exégesis dei NT. Aqui en igual grado- con su persona y con su obra;
habrá que aplicar aquel principio: el sentido de la«^Qué clase de palabra es ésta (tíç ó Àóyoç
palabra hay que encontrarlo en cada caso por el oÒToç)? Con autoridad y poder manda él a los
contexto bíblico. espíritus inmundos» (Lc 4,36; cf. Mc 1,27: en
relación con la ôiSa^f)); Mt 8, 16: «Y él ex-
b) El trasfondo teológico está constituido por
la traducción dei hebreo dãbãr («palabra, relato, pulsaba a los espíritus con su palabra y cura-
orden»; también «cuestión, asunto») por X ó y o ç ba a todos los enfermos»; Mt 8, 8 par. Lc 7, 7:
(casi siempre en los libros históricos dei AT) y «jDi una sola palabra (eutè Àóycp) y mi cria­
por Qfjpa (en su mayor parte en los escritos pro­ do sanará!». El lenguaje misionero dei cristia­
féticos). La «teologia de la palabra de Dios», que nismo primitivo expresó constantemente la
tiene su punto de partida en el relato de la crea- unidad entre la palabra y la acción en la acti­
ción y en el acontecer de la revelación profética,
conduce luego hacia la literatura sapiencial. vidad salvífica de Jesús (cf. Lc 24,19; Hech 4,
Está bien claro: la gama de posibles significa­ 29-31: 8, 25; 11, 19; 13, 46; 14, 25; 16, 6.32).
dos de À.óyoç se extiende en el NT desde el uso Con la afirmación de que «él (Jesús) les ha-
coloquial dei término (por ejemplo, en 2 Pe 2, 3: blaba la palabra», la redacción marquina
«con palabras enganosas»; Ef 5, 6:-«con pala- (Mc 2, 2; 4, 33) conecta tradiciones de mila-
bras vanas») hasta el término cristológico de pro- gros (hechos) y tradiciones de parábolas (pa­
fundísimo sentido en el prólogo dei Evangelio de
labra) y, como logion aislado, en lenguaje sin
Juan. Hay que contar incluso con la existência de
frases casi intraducibles, por ejemplo, Col 2, 23: velos, la predicción de la Pasión (8, 32). Tam­
Xóyov êxeiv oocpíaç (traducción aproximada: bién los conjuntos mateicos de sentencias en-
«considerada como sabiduria»). lazan, mediante observaciones redaccionales
que sirven de marco (por ejemplo, «cuando
3. En la predicación de Jesús el centro te­ Jesús hubo terminado de decir estas palabras
mático lo constituye el mensaje acerca dei [sentencias]»; Mt 7, 28; 19, 1; 26, 1), con tra­
«reino de Dios»: 'H PotoiXeía toõ diciones de hechos ordenadas sistemática­
deob (Mc 1, 14s; Lc 10, 9 par. Mt 10, 7). No mente. Hasta qué punto el programa teológico
basta oír (-+ ànoiioo) esa palabra acerca dei de Lucas concede la primacía al hecho de oír
futuro salvífico definitivo dei hombre y dei la palabra y a los principios de acción que de
mundo; la respuesta humana al llamamiento ello se derivan, lo vemos claramente por Ias
salvador de Dios es la fe, la cual motiva de observaciones redaccionales; Lc 5, 1 (intro-
manera enteramente nueva la actividad dei ducción a la vocación de los discípulos); 8,21
hombre. En la mirada retrospectiva que en la («Mi madre y mis hermanos son los que escu-
fuente de logia {Q) se dirige a Ias ensenanzas chan la palabra de Dios y la ponen en prácti­
impartidas a los discípulos, en la parábola fi­ ca»); 10, 39 (w . 38-42: escuchar la palabra de
nal dei Sermón de la Montana, se acentua: Jesús); 11, 28 (macarismo). También en Ias
«Todo el que oye estas palabras mias y Ias historias de milagros, el motivo de la divulga-
pone en práctica (Mt 7, 24 par. Lc 6, 47) se ción se expresa con el término Xóyoç (5, 15:
73 Xóyoç 74

ó Kóyoç JiEQt aÍTOfi, «su fama»; de manera d) La sentencia sobre la negación de Jesús,
diferente en Mc 1, 45; Lc 7,17; cf. Mt 28,15 que es original en la versión de Q (Lc 12, 8s),
material peculiar). adquiere como duplicado de Lc 9, 26 una re-
dacción marquina que acentúa en la situación
b) La reacción de los oyentes ante Ias pala- postpascual la función escatológica de Jesús
bras de Jesús se describe de maneras muy di­ como Juez y (sin la positiva «exigencia de
versas; el hombre rico se disgusta al oír la pa- confesión» que aparece en la tradición de Q)
labra (Mc 10, 22: ènl xm Xóycp) de Jesús, dice asi: «Cualquiera que se avergüence de mi
porque la riqueza constituye el mayor obstá­ y de mis palabras..., de él se avergonzará
culo para el seguimiento de Jesús àx o - también el Hijo dei hombre...» (Mc 8, 38). Se
Xov&éco); los discípulos se sienten consterna­ piensa asi en todo el mensaje de Jesús, que en
dos (Mc 10, 24), los fariseos se escandalizan la misión de Palestina exigió un compromiso
(Mt 15, 12) o quieren «atraparle en alguna pleno en la confesión de la fe.
palabra» (Mc 12, 13; Lc 20, 20). Por otro la­
do, el asombro ante Ias ensenanzas de Jesús 4. Para Pablo la creadora «palabra de
se debía a que «su palabra brotaba con auto- Dios» (ó A,óyoç xoü fl'EOÜ), que originalmen­
ridad (divina)» (Lc 4, 32, a diferencia de Mc te estuvo dirigida a Israel, «no ha fallado»
I, 22). En el litígio sobre lo de ser hijo de Da- (Rom 9, 6): tal cosa no seria posible en abso­
vid, Jesús sigue siendo el vencedor no violen­ luto, porque Dios mismo es la fuente de esa
to, porque «nadie era capaz de responderle palabra (1 Cor 14, 36; 2 Cor 4, 2), dei evan-
una palabra» (Mt 22, 46); esta frase es espe-
gelio ( ^ enaYYÉXtov), que debe diferenciarse
cialmente interesante porque el término X.Ó-
claramente de la «palabra humana» (Xóyoç
yoç puede significar también pregunta (Mc
àvfl^Q(ún;cov; 1 Tes 2, 13; 1, 5; 2, 5). Pablo di­
II, 29 par. Mt 21, 24; Lc 20, 3).
ce refiriéndose a su propia predicación «No
somos como muchos, que comercian con la
c) La parábola dei terreno desigual (la pa­
palabra de Dios. Nosotros la proclamamos
rábola dei sembrador) (Mc 4, 1-9; Mt 13, 1-9;
con sinceridad y en Cristo, de parte de Dios y
Lc 8, 4-8) recibió ya en la colección pre-mar-
quina de parábolas una interpretación alegóri­ en presencia de Dios (... àKk' cbç èx §£013
ca posterior (anadida a la manera de la litera­ xaxévavti ■fteob èv X qlotcõ A,aX.oüpev)», 2
tura apocalíptica); Mc 4,13-20; Mt 13,18-23; Cor 2, 17.
Lc 8, 11-15. Aqui -cosa singularísima en lá­
bios de Jesús- la palabra es la proclamación a) En la repetida renuncia al propio interés
misionera. La suerte que ha de correr el evan- (cf. 2 Cor 1, 12) y a Ias «palabras de adula-
gelio se describe aqui con intención parenéti- ción» (1 Tes 2, 5), Pablo expresa la unidad
ca. Y, asi, se habla de su ffacaso y de su êxito que existe entre la credibilidad dei proclama-
misionero, al caer en terrenos cualitatívamen- dor y el contenido de la predicación que pro­
te distintos (que son los que escuchan la pala­ cede de Dios. Rechaza asi la acusación de fal­
bra). De esta manera la parábola trata de in­ sificar la palabra de Dios (2 Cor 4, 2). Niega
fundir alientos (ante el fracaso) y de hacer un también que él trate de apoyar la palabra de
llamamiento a la fe. En la terminologia misio­ Dios «con una palabra de sabiduria» (1 Cor 1,
nera dei cristianismo primitivo, ó ItÓYOç se 17) o «en elocuencia o sabiduria» (1 Cor 2,
convirtió en el término técnico para designar 1): «Mi palabra y mi proclamación (ó Xóyoç
la proclamación misionera (por ejemplo, 1 pou x a l xò xf|çuYpá pou) no consistían en
Tes 1, 6: recibir con gozo la palabra, a pesar palabras persuasivas de sabiduria, sino en de-
de Ias muchas tribulaciones; Col 4, 3: abrir mostración dei Espiritu y de poder, para que
una puerta a la palabra; Sant 1, 21: la palabra vuestra fe no descanse en la sabiduria de los
es plantada, etc.). hombres, sino en el poder de Dios» (1 Cor 2,
75 ÀÓ70Ç 76

4-5; cf. 1 Tes 1, 5). Mereceu especial atención 5. Sin entrar en la cuestión de la autoria de
1 Cor 2, 13 (jconfrontación polêmica!) y 2 los escritos que trasmiten la tradición joáni-
Cor 11, 6 (Pablo se justifica «por no ser hábil ca, podemos afirmar con seguridad lo si-
en discursos»), guiente acerca dei concepto de Xòyoç.

b) En vivo contraste con la «sabiduría de a) La predicación de Jesus se atribuye con-


este mundo» se halla la «palabra de la cruz» secuentemente al Padre, en consonância con
(1 Cor 1, 18; ó Kóyoç toú otanQOij), que es la perspectiva estrictamente teocéntrica de
el contenido central dei kerygma paulino (Gál Juan; en el uso sinonimico de gfipaxa (Jn 3,
3, 1). De esta predicación de la cruz, procla­ 34; 14, 10; 17, 8) y Xóyoç (5, 38; 8, 55; 14,
mada públicamente, debe estar plasmada la 24; 17, 6.14; 1 Jn 2, 5.14; cf. 1 Jn 1, 10), la
comunidad (Gál 4, 19). El X qiotòç eoxau- proclamación de la «palabra» se pone en rela-
Qcopévoç (1 Cor 1, 23; Gál 5,11; el participio ción con el Padre y con su autoridad. Esta
de perfecto de la voz pasiva indica la actuali- «palabra» es el poder de Dios que actúa en los
dad presente de la salvación) es el critério de creyentes y les dispensa vida. La proclama­
la proclamación paulina; la decisión de Dios ción misionera (Jn 17, 20) crea una vincula-
en favor dei mundo y la separación de los ción de los discípulos (los creyentes) con el
hombres para salvación o para perdición tu- Padre a través de Jesús (cf. la situación en 1
vieron lugar en el acontecimiento de la cruz. Jn 1, 1-4: comunión con Dios por medio de
Esta acción cósmica de reconciliación (como Jesucristo, el mediador real de la salvación).
acto histórico) llega a ser suceso presente en En estilo sonoro y armonioso, la típica expre-
la «palabra de reconciliación» (2 Cor 5, 19; ó sión joánica «guardar mi palabra» (ttiqeTv
X.ÓYOÇ tfjç xataÀXaYfjç); el ministério apos­ TÒv Lóyov [tou, Jn 8, 51s; 14, 23; 15, 20) sir-
tólico consiste en la trasmisión de la «palabra ve para expresar la comunión de vida y amor
de la verdad» (2 Cor 6, 7; èv ^ÓYCp àX,Ti- con Dios el Padre.
■&eíaç). La exigencia fundamental que se hace
a la comunidad en este mundo es que perma- b) La palabra de Jesús exige una clara de­
nezca aferrada a la «palabra de la vida» (Flp cisión de los oyentes: esta decisión consiste
2, 16; Lóyov Çrofíç èjréxovxeç), que es como en una de dos: o en la aceptación de esta pa­
se designa al evangelio. labra, es decir, en la fe, o en el rechazo de la
misma, es decir, en el juicio (Jn 5, 24; 12, 48;
c) El concepto de Xóyoç eleva Ias citas dei cf. 4, 41.50). «Dura es esta declación (oxXt|-
AT a la categoria de «palabra de promesa» QÓç èorriv ó Àóyoç ontoç), iquién podrá es-
(Rom 9, 9; ó Xóyoc, EJtaYYELíaç): la fidelidad cucharla?» (6, 60), tal es la reacción. Y la im-
de Dios al pacto (3, 4), la palabra de elección presión discordante que la declaración revela-
dirigida a Isaac (9, 9), el llamamiento de Dios dora de Jesús provoca, aparece expresada cla-
dirigido al «resto» de Israel (9, 28), el cum- rísimamente en 10, 19: «Volvió a originarse
plimiento de la ley en la sola palabra dei discórdia entre los judios a causa de estas pa-
amor (13, 9; Gál 5, 14: èv èvl Xóyw), la vic- labras (ôià xonç Xóyouç xoúxouç)» (cf. 7,
toria suprema sobre los destructores poderes 43), de tal manera que un eco teológico se ex-
de la muerte y dei pecado (1 Cor 15, 54). Pe- presa en forma antitética al final de la prime-
ro la cita puede apelar también a la autoridad ra parte dei Evangelio de Juan (12, 47s: se
de una «palabra dei Senor» (1 Tes 4, 15; èv emplea el término pf|p,axa). El llamamiento
XÓYtü xuQÍooj; cf. 1 Cor 7, 10) o puede ser la esencial (especialmente para los oyentes ju-
precisión ulterior de un contenido dei evange­ deocristianos dei Evangelio de Juan) a «per­
lio (1 Cor 15, 2: tív i Lóy<P EÍiTiYYS^toápilv manecer en su palabra» (8, 31; cf. 5, 38; tam­
úftlv, introducción a la fórmula tradicional de bién 15, 7 con gfipaxa) tiene como fin el ver-
fe expuesta en los w . 3-5). dadero discipulado (cf. 8, 43.47; 9, 27); la pa-
77 XÓYoç 78

labra de Dios es portadora y comunicadora de 12-28; Prov 3, 19; 8, 22-36; Sab 7, 12.25-30;
la verdad (ó Xóyoç ò oòç àXr|^eiá ècmv). 8, 4; 9, Is: ó jioiT|aaç xà jrávxa èv Xóym
oon; Hen [esl] 33, 4; Eclo 1, 1-10.15-20; 24,
c) Vale la pena mencionar también diver­ 3-12), sino también -y de manera especial—la
sos matices dei concepto de Xóyoç, que no tensión que existe entre la aceptación y el in-
podemos detenemos aqui a estudiar detallada- comprensible rechazo por parte de los hom­
mente: por ejemplo, el de provérbio (Jn 4, bres (cf., especialmente por lo que al rechazo
37), palabras de la Escritura (12, 38, cita de Is se refiere, Eclo 24, 3-12: Hen [et] 42, Iss).
53, 1; sobre 15, 21 no hay testimonios), opi- La afinidad intelectual y literaria dei prólo­
nión (21, 23). go dei Evangelio de Juan con el proemio de 1
Jn 1, 1-4 no sólo reside en Ias numerosas co-
6. El prólogo dei Evangelio de Juan (Jn 1, nexiones textuales (por ejemplo, en los enun­
1-18), estructurado ritmicamente, es un himno ciados sobre la óipxf| y la ^0)f|) sino también,
(dei cristianismo primitivo) que identifica a y ante todo, en la posición central dei concep­
Cristo mismo -en el uso absoluto de la pala- to dei Logos como Xóyoç xfjç tmtjS (v- 2),
bra- con el Xóyoç personal. Los numerosos y que en la hora histórica desvela su esencia pa­
diferentes intentos de reconstrucción de este ra los ojos de la fe (à>CT]xóapEV, écoQáxa-
«himno al Logos» convergen, no obstante, en pEV, âdeaoápe^&a, èoliTiXáqjTiaav).
los enunciados -que pueden leerse en el texto
mismo- sobre el camino redentor de Cristo: 7. Entre los numerosos pasajes especiales
en su preexistencia eterna (v. la) y en su vin- en los que aparece Xóyoç, mencionaremos los
culación personal con Dios (vv. lb.2), el Lo­ siguientes:
gos tiene una completa actívidad causai en la
creación (v. 3) y una función salvifica (que co­ a) En Ap 19, 13 («y su nombre es; la Pala-
munica «luz» y «vida») para el mundo (v. 4). bra de Dios) se recoge la imagen de Sab 18,
Esta venida histórica dei Logos al mundo 15. El Cristo que regresa victorioso es identi­
de los hombres, en su encamación, se con- ficado con Jesús de Nazaret (cf. 1, 2.3.9; 6, 9;
vierte ya en tema a partir dei v. 5, y se acen- 20, 4).
túa por medio de una consciente labor redac-
cional (los vv. 6-8.15 son indudablemente re- b) La Carta a los Hebreos, que se entiende
daccionales: inserciones acerca de Juan el a sí misma como «palabra de exhortación»
Bautista) en el himno original (véanse Ias di­ (13, 22: Xóyoç xfjç JtapaxXr|OBüoç), exhorta
vergências que aparecen ya en los solos ensa- a la aceptación de la «palabra de Dios» (13,
yos de reconstrucción de Schnackenburg y de 7), que quedó asegurada «en la palabra dei
Zimmermann): el Logos en su gloria divina juramento» (7, 28) como garantizada palabra
(v. 14h) asume la plena reahdad de la palpabi- divina de la promesa en la institución de Jesús
lidad histórica y de la transitoriedad humana como sumo sacerdote; cf. 6, 1 (la «palabra
(v. 14a: Kal ó Xóyoç o á g l èyévexo expresa inicial acerca de Cristo»).
el acontecimiento de la plena encamación en
lo que tiene de fragilidad terrena y perecede- c) En la terminologia misionera cristiana
ra). Estos enunciados, que se concentran en la de Hechos, «la palabra de Dios» -usada en
encamación, permiten reconocer un origen sentido absoluto (4, 31; 6, 2.7; 8, 14; 11, 1;
cristiano dei «himno», que procede verosí- 13, 5.7.44.46; 16, 32; 17, 13; 18, 11)- es una
milmente de un ambiente judeo-helenístico; circunlocución para describir la proclamación
en favor de ello habla el trasfondo teológico apostólica dei mensaje de Jesucristo; cf. tam­
de la especulación sapiencial: no sólo hay que bién «la palabra dei Senor»: 8, 25; 13,
mencionar aqui la función creadora y la signi- 44.48.49; 15, 35.36; 16, 32; 19, 10.20. Predi­
ficación salvifica de la sabiduria (cf. Job 28, car «la palabra de esta salvación» (13, 26) es
79 Xóyoç - XoiJtóç 80

lo que cualifica a los mensajeros para «el mi­ ponde a Ias affentas con bendiciones (Xoiôo-
nistério de la palabra» (6, 4; cf. Lc 1, 2). 0oúp,£voi EÚXoYOÜpEV, 1 Cor 4, 12; cf. tam­
bién Mt 5, 44; Lc 6, 27s; Rom 12, 14.20; 1 Pe
d) La fórmula característica de Ias Pasto- 3, 9; Diogn 5, 15; Sal 108, 28 LXX). ThWNT
rales: «fiel es la palabra'» (1 Tim 1, 15; 3, 1; rV, 295-297; Spicq, Notes I, 503-505.
4 ,9 ; 2 Tim 2,11; Tit 3, 8) hace referencia a la
tradición de fe en el aeontecimiento de Cristo:
una tradición que es kerigmática, litúrgica e ÀiOiôoQÍa, a ç , lí loidoria insulto, ultraje*
institucional. 1 Pe 3, 9 (bis), recogiendo el mandamiento
de amar a los enemigos (Lc 6, 27s): jxfi àmo-
e) Hay numerosos significados técnicos de ôiôóvTEç... XoiôoQÍav àvxl Xoiôogíaç, t o ú -
XÓ70Ç, tomados -p o r ejemplo- dei lenguaje vavxíov ôÈ EÚXoYoüVTEç (cf. Polic 2, 2; Fi-
comercial de «ajustar cuentas» (Flp 4, 15.16), lón, Agr 110; Prov 24, 29; ->• Xoiôogéco). En
que sólo se entienden dentro de sus relativos 1 Tim 5, 14, XoiôoQÍaç significa una
contextos. Pueden proceder de la manera se- de dos: o «por consideración con el insulto
mítica de expresarse (Mt 5, 32) o simplemen- [por parte de los enemigos]», o bien (depen-
te dei griego profano (Hech 10, 19; 18, 14). diendo de à(poQ[if|) «por el oprobio / por Ias
Hay que mencionar especialmente la expre- habladurías». ThWNT IV, 295-297; Spicq,
sión «dar cuenta de» (1 Pe 3, 15; 4, 5; Rom Notes I, 503-505.
14, 12 y passim).
H. Ritt X o íô o ç o ç , o v , ó loidoros blasfemador,
afrentador*
En el NT aparece dos veces en catálogos de
logchê lanza* vicios, 1 Cor 5, 11; 6, 10, en ambos casos en
Según Jn 19, 34, «uno de los soldados le el contexto de [tÉ'duooç y â g j t a | o eiôo)X.o-
traspasó el costado [de Jesús] con una lanza» XáxQT^ç; cf. también TestBen 5, 4 (antônimo;
(^ÓYXíl - Tnv rtXeupàv êvu^ev); cf. Mt 27, ó õoioç).
49 v.l. (XaPtóv Xóyxtiv Êvn^ev).
X o i^ ó ç , 3 loimos inficionado por la peste,
Xo i 5 oq É(0 loidoreõ insultar, ultrajar* pernicioso*
El NT, al emplear el grupo de palabras re­ En Hech 24, 5 dícese en sentido figurado
presentado por XoiôoQÉco, lo hace más inten­ de Pablo, quien, según Ias palabras de acusa-
samente en el sentido griego general de «ul­ ción de Tértulo, es un hombre pernicioso y
trajar, insultar», que en el sentido de «dispu­ que todo lo contagia con la peste (cf. 1 Re 25,
tar, litigar» conocido por la LXX (especial­ 25; 30, 22; jtãç àvf|g Xoipòç ttal jtovr|góç).
mente como traducción dei hebreo rib): según
Jn 9, 28, los fariseos insultaban -por motivo Xoi^.ÓÇ, oC, Ó loimos peste; en plural, epi­
de Jesús- al ciego que había sido curado; se­ demias, enfermedades*
gún Hech 23, 4, Pablo injuria (sin saberlo, v. En la expresión x ax à xójtouç Xipol x a l
5) al sumo sacerdote, lo cual raya en la blas­ Xoi[ioí, para caracterizar los horrores dei fin
fêmia. En consonância con la historia de la de los tiempos, Lc 21, 11 par. Mt 24, 7 v.l. (cf.
Pasión, 1 Pe 2, 23 considera a Jesús como el juego de palabras en Hesíodo, Op. 243).
modelo para los cristianos que son injuriados
(cf. Mc 14, 65 par.; 15, 17ss par.; 15, 29ss
par.), ôç XoiôoQoúfxevoç oúx àvTEXoiôógei XoiTióç, 3 loipos restante, que queda
(cf. Josefo, Ant II, 60; Bell VI, 307, y también 1. Aparición en el NT - 2. Uso plural - 3. Uso ad­
Jn 18, 23); de la misma manera, Pablo res­ verbial.
81 Xoutóç —Aouxôtç 82

BibU: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; Black, Approach, ta expresión aparece en el NT. En Mc 14, 41
176; BlaB-Debrunner § 160, 3; A. Cavallin, (tò) Xoi- par. Mt 26, 45 («j segais durmiendo!») y Heb
iióv. Eine bedeutungsgeschichtliche Untersuchung-,
Eranos 39 (1941) 121-144; H. Conzelmann, Der erste 10,13 (Cristo espera de ahí en adelante...), el
B rief an die Korinther (KEK), Gõttingen 1969, 155; acusativo adverbial tiene con seguridad el
W. Günther-H. Krienke, Resto, en DTNTIV, 84-88; H. sentido clásico, puramente temporal (lo mis-
G. Meecham, The Meaning o fix ò ) Xoutóv m the NT\ mo sucede con xoti Xoutoõ, en el futuro, en
ET 48 (1936-1937) 331s; Thrall, Particles, 25-30.
Gál 6, 17). En varias ocasiones la fórmula se
1. Las 55 veces que aparece X.oiatóç (in­ usa para expresar el último miembro de una
serie (Carvallin, 132), para introducir una nue-
cluído Mc 16, 13) se distribuyen por todo el
NT, sín que el término tenga especial relieve va proposición que refiera el final: finalmente
(Hech 27, 20), por lo demás (1 Cor 1, 16), por
en ningún escrito. No hay testimonios de él en
el Evangelio de Juan ni en las Cartas de Juan. último, por lo demás (2 Cor 13, 11; Flp 3, 1;
Predomina el uso en plural con el sentido de 4, 8; 1 Tes 4, 1; 2 Tes 3, 1, siempre en asocia-
los restantes, los otros (40 veces); el acusati- ción con el vocativo àôsXcpoí [[ton]). El sig­
vo adverbial (t ò ) à o ijió v aparece 13 veces, y nificado de finalmente lo tiene también con
probabilidad la expresión adverbial to õ X,oi-
el genitivo adverbial to õ XoiJtoõ aparece 2
JtotJ en Ef 6, 10 (cf. J. Gnilka, Der Epheser-
veces.
brief [m hK ], 304 nota 1).
2. En el NT dificilmente se hallará un uso En 1 Cor 4, 2 se usa môe Xoutóv para reco-
teológico específico de la forma plural, por ger una imagen anterior («administradores»,
ejemplo, en el sentido de la idea profética dei 4, 1) y para desarrollarla a fin de sacar una
resto, que tanto se encuentra en el AT, una conclusión {«pues bien, se requiere de los ad­
idea que Pablo recoge en Rom 9-11 (X,8tpp,a, ministradores...»). TÒ XoLJtóv tiene también
ÚJtóÀeippa). De todos modos, en el Apoca- probablemente el sentido lógico de: pues
lipsis se escuchan ecos de esa idea: 2, 34; 3, 2 bien, por tanto, por ello, en 1 Cor 7, 29 y en 2
(«fortalece el resto» [ tà A,oin:á]; H. Kraft, Tim 4, 8; sin embargo, no puede excluirse por
Die Offenbarung des Johannes [HNT], 76, se completo el significado temporal de para el
refiere a JtQÓPata, siguiendo el paralelo dei futuro (así piensa Bauer).
AT en Ez 34, 4s); 11, 13; 12, 17. H. Fendrich
A veces oL A,oin:oí tiene el sentido opuesto
y designa a los que están fuera dei reino de
Dios. En la parábola de las bodas reales, en
Mt 22, 1-14, son los que mataron (v. 6) a los A o v x ô tç, ã Loukas Lucas*
criados que habían venido a traer las invita- Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, í .u ; H. J. Cadbury, en
ciones; en la parábola de las diez vírgenes en Beginnings II, 209-264; J. Ernst, Das Evangelium
Mt 25, 1-13, las vírgenes necias son aquellas nach Lukas (RNT), Regensburg 1977, 30-32; R. Glo-
ver, «Luke the Antiochene» and Acts: NTS 11 (1964-
a las que no se permite entrar (v. 11). )i.oiJtóç 1965) 97-106; Haag, Diccionario, 1118s; E. Haen-
tiene también un tono crítico de fondo en Lc chen, Das «Wir» in der Apg und das Itinerar, en Ha-
8,10; Rom 11,7 (los endurecidos), Mc 16,13 enchen I, 227-264; Kümmel, Einleitung, 116-119; W.
(los incrédulos), Hech 5, 13 (los no cristia- Marxsen, en RGG IV, 473; R. Pesch, Die Zuschrei-
bung der Ew. an apostolische Verfasser. ZKTh 97
nos), Gál 2,13 (los hipócritas) y Ap 9,20 (los
(1975) 56-71; E. Plümacher, Apostelgeschichte, en
impenitentes). En 1 Tes 4, 13; 5, 6 y Ef 2, 3, TRE m , 483-528; J. Regul, Die antimarcionitischen
ol Xoutoí es prácticamente una expresión si­ Evangelienprologe, Freiburg i. Br. 1969, 197-265; J.
nônima (Black) de t ò e Ov i ) ( ^ eOvo ç 3 . c). Schmid, en LThK VI, 1203s; G. Schneider, Das Evan­
gelium nach Lukas I (ÕTK), Gütersloh-Würzburg
1977, 32s; M. A. Siotis, Luke the Evangelist as St.
3. El acusativo adverbial (xò) Xoutóv tiene PauVs Collaborator, en FS Cullmann 1972, 105-111;
diversos significados, y no es posible clasifi- A. Strobel, Lukas der Antiochener. ZNW 49 (1958)
car siempre de manera clara las veces que es­ 131-134; 'Wikenhauser-Schmid, 378-414.
83 A ouxãç - X o v io 84

A ouxãç es un nombre pagano atestiguado de bano de ptuificación (cf. ThWNT IV, 298-
en Ias inscripciones. Es la forma abreviada de 304). En Ef 5, 26 dicese que Cristo ha santifi­
Aom ioçILucius. En el postscriptum de tres cado y purificado a la Iglesia «por medio dei
cartas dei NT se menciona a Lncas; «Os salu- bano dei agua en la palabra» (tõ) Xouxqíõ
da Lucas, el médico, el amado» (Col 4, 14). TOÜ tíô ato ç èv QTi[iaTi), a fin de preparársela
«Sólo Lucas sigue todavia conmigo» (2 Tim para si gloriosa y sin mancha (v. 27). El bau­
4, 11). «Os saludan... Demas y Lucas, mis co­ tismo (asociado con la palabra) se entiende
laboradores» (Fim 24). Hay que distinguirlo como bano de purificación de la esposa, que
dei —>• Aoúxioç a quien se menciona en Hech es conducida al encuentro de su esposo (cf.
13, 1; Rom 16, 21. Desde el siglo II, Lucas, también 2 Cor 11, 1; H. Schlier, La Carta a
acompanante de Pablo y médico, es conside­ los Efesios, Salamanca 1991, sub loco). Según
rado como el autor dei Evangelio de Lucas y Tit 3, 5, el bautismo, como Xoutqòv JtaXiy-
de Hechos (cf. la superinscriptio dei Evange­ YEVEOÍaç xa l àvaxaivcooEwç jrvEÚpatoç
lio de Lucas; el Canon de Muratori; Ireneo, áYtou, concedido graciosamente por Dios,
Haer III, 1, 1). Pero los critérios internos dei obra la salvación, porque el nuevo nacimiento
Evangelio de Lucas y de Hechos hablan en y la nueva vida brotan dei perdón de los peca­
contra de ello. La tradición de la Iglesia anti- dos (no de la propia justicia). ThWNT IV,
gua puede explicarse por el empeno en atri­ 297-309; D. L. Norbie: EvQ 34 (1962) 36-38;
buir los escritos a «apóstoles», deduciéndose DTNTI, 166-168; Spicq, Notes I, 506-510; ->
la imagen que se tenía de Lucas de la combi- XoÚQ) 2.
nación de los datos dei Corpus Paulinum con
los relatos en primera persona de plural que
apareceu en Hechos. Lo único que puede de- XovO) louõ lavar, banar*
cirse con seguridad es que el autor dei Evan­
1. Aparición y significado en el NT -2. Referencias
gelio de Lucas y de Hechos era un cristiano al bautismo - 3. Jn 13, 10.
gentil familiarizado con la LXX, y que tal vez
se llamaba Lucas. Bibl.: M. E. Boismard, Le lavement des pieds (Joh
13. 1-17): RB 71 (1964) 5-24; G. Bomkamm, Das Be-
A. Weiser kenntnis im Hebr., en Bornkamm, Aufsatze II, 188-
203; J. D. G. Dunn, The Washing ofthe Disciples’Feet
in John 13, 1-20: ZNW 61 (1970) 247-252; H. Klos,
Die Sakramente im Joh-Ev. (SBS 46), Stuttgart 1970;
A o v x io ç , o v Loukios Lucio*
J. Michl, Der Sinn der Fufiwaschung: Bib 40 (1959)
Hech 13, 1; Aoúxtoç ó Rugi^vaioç, nom­ 697-708; G. Richter, Die Fufiwaschung im Joh. Ge-
bre de un profeta y maestro de Antioquía, a schichte ihrer Deutung (BU 1), Regensburg 1967; Id.,
quien se menciona juntamente con Bemabé, Die Fufiwaschung Joh 13; 1-20, en J. Hainz (ed.), Stu-
Simeón, Manaén y Saulo; cf. E. Haenchen, dien zum Joh (BU 13), Regensburg 1977, 42-57; J. A.
T. Robinson, The Significance o fth e Footwashing, en
Die Apostelgeschichte erklãrf (KEK), sub lo­ FS Cullmann 1962, 144-157; H. Thyen, Joh 13 und
co. Rom 16, 21; nombre de un judeocristiano die «kirchliche Redaktion» des vierten Ev., en FS
de Corinto, quien, junto con otros av■Yye^\l^lÇ Kuhn, 343-356.
de Pablo, envia saludos a la comunidad roma­
na (desde Orígenes, identificado a menudo 1. En el NT el verbo aparece 5 veces (y,
con Lucas, ^ Aouxãç). además, Ap 1, 5 v.l.). Designa principalmente
una purificación total, y lo mismo sucede en
el NT, con excepción de Hech 16, 33. Xouco
À,OVtQOV, oO, t ó loutron bano, lavamien- no sólo significa lavar en el sentido literal
to* (dei lavado usual que se hacia a los muertos,
En el NT, el término se usa siempre con re­ Hech 9, 37; dei lavado y limpieza de Ias heri-
ferencia al bautismo, pero escuchándose el das, Hech 16, 33; dei banadero de un animal
uso griego y judio dei vocablo en el sentido [en el sentido de un refrán], 2 Pe 2, 22) sino
85 Xoúcú - A u x a o v ía 86

que significa también purificar en sentido sión incesante para ver en el lavatorio de los
metafórico (Jn 13, 10: el lavatorio mismo de pies una alusión al significado dei bautismo.
los pies es descrito correctamente con el ver­ No puede excluirse tal interpretación. Sin em­
bo víjam [13, 5]; Heb 10, 22). bargo, como este episodio se encuentra prin-
cipalmente al comienzo de la Pasión de Jesús
2. Heb 10, 22 se halla en relación íntima (cf. especialmente 13, 1), y teniendo en cuen-
con el bautismo. Se exhorta al lector a retener ta el realce que se da al lavatorio de los pies
firmemente y a no poner en peligro (6, 4-6: como una acción que Jesús ha de realizar (13,
10, 26ss) el acceso al perdón de los pecados, 8), la interpretación cristológico-soteriológica
que ha sido concedido de una vez para siem- deberá preferirse a la interpretación sacra­
pre por medio de la muerte sacrificial de Je­ mental. La acción simbóHca dei lavatorio de
sus (10, 2 y passim) y que se ha adquirido de los pies, cuyo sentido los discípulos no en-
manera igualmente irrepetible por medio dei tienden sino «más tarde», es decir, bajo la ac­
bautismo y de la confesión de fe bautismal ción dei Espíritu (13, 7), senala la necesidad
(10, 22s). - 2 Pe 2, 22 tiene una idea parecida, de la muerte de Jesús en la cruz y no necesita,
expresada de manera marcadamente negativa, por tanto, ninguna complementación ulterior
pero sin referencia al bautismo: los herejes (13, 10).
gnósticos (2, 1) se parecen al animal «que,
M. Vólkel
después de banarse en el agua, vuelve a re-
volcarse en el cieno».
A iJÔ ôa, a ç Lydda Lida (Lod)*
3. Xoúco aparece de manera singular en los Nombre de una ciudad situada a unos 13
escritos joánicos. Pero, además, Jn 13, 10 se km al sudeste de Jaffa (Yafó), en la ruta que
ve cargado con nuevas dificultades. Desde el sube a Jerusalén (en hebreo lôd-, hoy día es el
punto de vista de la crítica textual, se discute aeropuerto de Lod). Según Hech 9, 32.35.38,
si Ias palabras el pf) xoèç jtó ô aç (póvov) Pedró visitó a la comunidad cristiana de aquel
pertenecen al texto original (como sostienen lugar y curó al paralítico Eneas; cf. además 1
la mayoría de Ias ediciones modernas dei tex­ Mac 11, 34; Josefo, Bell II, 244; Plinio, Nat
to) o constituyen una adición posterior (como Hist V, 14, 70. BHH II, 1101; Haag, Diccio-
opinan la mayoría de los exegetas). Los ma­ nario, 1106.
nuscritos no nos offecen información conclu-
yente. Sin embargo, una adición, habida cuen-
ta de que se produce efectivamente el lavato­ A v ô í a , a ç Lydia Lidia*
rio de los pies por parte de Jesús, es más fácil Nombre de una comerciante en púrpuras,
de explicar que una supresión posterior, de tal natural de Tiatira en Asia Menor. Como «te­
manera que 13,10 debiera leerse así: «El que merosa de Dios», se había adherido a la co­
se ha banado (ó X,eX.oupévoç) no necesita la- munidad judia de Filipos. Según Hech 16,
varse, sino que está enteramente limpio» 14(15), esta mujer y su familia fueron bautiza-
(Richter, Fufiwaschung [1977], 45). Aparte de dos por Pablo, siendo los primeros converti­
eso, la versión actual de la perícopa contiene dos en Europa. Hospedo a Pablo en su casa (v.
dos interpretaciones divergentes; 13, 12-17 40). BHH n , 1115; E. Haenchen, Die Apostel-
interpreta el lavatorio de los pies, realizado geschichte^ (KEK), aprojrósito de 16, 14.
por Jesús, como un modelo para la conducta
de los discípulos, que deben realizar actos de
servicio, mientras que 13, 10 formula la idea A v x a o v í a , a ç Lykaonia Licaonia*
definitiva de la primera interpretación conte- Región montanosa situada al sur de la parte
nida en el diálogo de Jesús con Pedro (13, 6- central de Asia Menor. Desde el ano 25 a.C.
10). La expresión Xe^oupevoç ha dado oca- quedó incorporada a la provincia de Galada.
87 A uxaovía - XújtTj 88

Según Hech 14, 6, Pablo y Bemabé huyeron ten imágenes dei reino mesiánico de paz, co­
de Iconio (ciudad frigia, cf. Jenofonte, An I, mo Ias que aparecen en Is II, 6; 65, 25. En
2, 19, y que fue la capital de Licaonia durante sentido figurado se llama lobos a los falsos
la época romana) a Lista y Derbe, ciudades de maestros: eloEXeúaovtai... Xúxoi |3aQEtç,
Licaonia (cf. también 13, 51ss; 16, Iss). Lu­ Hech 20, 29; a los falsos profetas que son co­
cas, seguramente, creyó que Iconio no perte- mo «lobos rapaces (êcrw&EV... Xúxoi ctpjta-
necía a Licaonia (cf. Plinio, NatHist V, 245). yeç), vestidos con piei de oveja», Mt 7, 15
Pauly-Wissowa XIII, 2253-2265; BHH II, (cf. también Ez 22, 27s; Sof 3, 3s; Did 11,
1115s; H. Conzelmann, Die Apostelgeschich- 6.12; sobre el manto de piei dei profeta, cf. 2
te erklãrf- (HNT), 86s; LAW 1791; Pauly, Le- Re 1, 8; Zac 13, 4); cf. O. Bocher: ThZ 24
xikon II, 1360; III, 807s. (1968) 405-426. ThWNTIV, 309-313; Spicq,
Notes I, 511s.
A v x a o v i a r í Lykaonisti (adv.) en Ia len-
gua de Licaonia, en licaonio* X v ^ a í v o ^ a i lymainomai destruir, hacer
Según Hech 14, II (ss), el gentio de Listra estragos en*
aclamaba a Pablo y Bemabé, ensalzándolos En voz media en Hech 8, 3: XaõXoç ôè
en lengua licaonia como a Hermes y Zeus, co­ èXupaLvETO (en imperfecto) Tf)v èxxXrjaíav,
sa que los apóstoles al principio no podían en­ «Saulo trataba de hacer estragos en la Igle-
tender. Lucas alude seguramente al dialecto sia».
frigio; sobre los idiomas populares que se
conservaban en Galacia junto a la lengua grie-
ga, cf. F. Müller: Hermes 74 (1939) 66-91; E. XvjtÉbl lypeõ afligir, ofender, disgustar
Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), ->■ X u itT ).

sub loco.

XvjtTi, HÇ, ^ lypê dolor, sufrimiento, aflic-


A v x í a , a ç Lykia Licia* ción*
Nombre de una península situada al suroes- Xnjiéco lypeõ causar dolor, ofender; en voz
te de Asia Menor, entre Caria y Panfilia, con pasiva, sentir dolor, estar afligido*
la ciudad portuaria de Mira, a la que llegó Pa­ 1. Aparición en el NT y expresiones afines - 2. Sig­
blo desde Sidón, cuando era trasladado a Ro­ nificados: uso de los términos en el AT y en la lengua
ma: Hech 27, 5; cf. también 21, 1 (Pátara en griega - 3. Uso general en el NT - 4. Jn 16 - 5. 2 Co-
Licia). BHH II, 1118. rintios.
B ib l : R. Bultmann, XÚJtq xtX., en ThWNT IV, 314-
325; Id., D e r zw e ite B r i e f a n d ie K o rin th e r (KEK),
o v , ó lykos lobo* Gõttingen 1976,49-53, 58-60; Ch. Dietzfelbinger, Die
En el NT se habla siempre dei lobo como e sc h a to lo g isc h e F reu d e d e r G em ein d e in d e r A n g st
predador salvaje, por contraste con Ias inde- d e r Welt: EvTh 40 (1980) 420-436; G. Gerstenberger-
fensas ovejas: según Mt 10, 16 par. Lc 10, 3, W. Schrage, L eid en (Bibl. Konfrontationen [1004]),
Stuttgart 1977; H. Haarbeck-H.-G. Link, en DTNT H,
Jesus envia a los discípulos «como ovejas èv 415-416; J. H. H. Indemans, D a s L k-E v. X X II, 45:
pÉocp XúwcDV», es decir, los envia a situacio- Symbolae Osloenses 32 (1956) 81-83; C. S. Lewis, E l
nes en que han de ser perseguidos; se habla p ro b lem a d e i sufrim iento, San José (Costa Rica) 1966;
también metafóricamente en Jn 10, 12 (bis), E. OBwald, Trauer, en BHH Dl, 2021-2023; J. Schar-
bert, D e r S c h m erz im A T (BBB 8), Bonn 1955; Id.,
que se refiere a Ias amenazas a que está ex- U i d . en HThG H, 37-44; Spicq, N o tes I, 553-519; pa­
puesta la vida dei rebano (la comunidad), el ia más bibliografia, cf. TTiWNT X, 1164.
cual encuentra únicamente en Cristo protec-
ción y salvación, porque él es su verdadero 1. En el NT el sustantivo aparece 16 veces,
Pastor. Es muy significativo que en el NT fal- nueve de ellas en Pablo (5 veces en 2 Corin-
89 X.1J5tT) 90

tios, 2 en Filipenses, 1 en Romanos), 4 veces envia ningún sufrimiento (Prov 10, 22; Miq 6, 3;
en Juan, y el resto en Lc 22,45; Heb 12, 11; 1 otra cosa sucede con los maios. Is 19, 10), a no
Pe 2, 19. Falta en Marcos/Mateo y (lo mismo ser como medio para educarle y disciplinarle (Is
que el verbo) en el Apocalipsis. De Ias 26 ve­ 32, 11; 57, 17; Tob 13, 16). Por eso, el piadoso
puede esperar que Dios ponga fin al dolor y al su­
ces que aparece el verbo (21 en voz pasiva; 5 frimiento (Is 40, 29; Tob 3, 6; 7, 17; Sab 8, 9 ha-
en voz activa, todas ellas en 2 Corintios y en bla de la sabiduría como consoladora en el sufri­
Ef 4, 30), 6 se encuentran en Mateo, 2 en miento; como esperanza para el futuro y para el
Marcos, otras 2 en Juan; además 14 veces en fin, se dice en Is 35, 10; 51, 11; 4 Esd 7, 13; Test-
Pablo (12 en 2 Corintios, y también en Rom Jud 25, 4: ot èv XÚJtT] TEXeuTT|aavT£ç àvaorrr|-
14, 15; 1 Tes 4, 13), el resto en Ef 4, 30; 1 Pe aovrai èv xaçã, cf. también Sal 125, 5 LXX).
Aunque la vida no existe sin Xúirq, sin embargo
1, 6. Estos datos deben compararse con el uso ésta se halla en contradicción con los fines que
de ->■ xXaíco (40 veces, especialmente en Lu­ Dios tiene para su creación.
cas, Juan y el Apocalipsis), de -> Jtev&éoa (10 De manera parecida, los poetas y pensadores
veces, tres de ellas en el Apocalipsis), de griegos saben que el gozo y el sufrimiento de la
jtévOoç (5 veces, cuatro de ellas en el Apoca­ vida se hallan a menudo íntimamente relaciona­
lipsis) y especialmente de xaípco (74 ve­ dos, y que un exceso de gozo conduce casi siem-
pre al sufrimiento (Sófocles, OedCol 1211ss; Pla-
ces, especialmente en Lucas, Juan y en Pablo) tón, Phaed 60b.c). Por eso, el estoicismo aconse-
y de ^ XCtQÓ (59 veces, especialmente en ja que se busque el verdadero bien y el verdadero
Mateo, Lucas, Juan y Pablo). Son también gozo y que se evite la XuitT) como jtáO^oç nocivo
términos afines Tagaxr] y, como an­ (junto a qiópoç, èitf&npía y qôovfi; Epicteto,
tônimos, EÍiqpQaívco, àyaXXiáco. Diss I, 9, 7; m , 11, 2).

2. XÓJtT) y Xnitécú designan tanto en senti­ 3. En los evangelios se habla en sentido


do físico como espiritual el dolor, la tristeza, amplio dei sufiimiento de los indivíduos. Así
la pena, la fatiga. El verbo puede tener tam­ sucede ante una mala acción de Herodes, que
bién los significados de irritar, encolerizar. él no es capaz de evitar (Mt 14, 9 [material pe­
En consonância con esto, el sustantivo y el ver­ culiar]: XtJJtiT&EÍç, lleno de tristeza), ante una
bo tienen gran amplitud de significados en la mala acción que había sucedido (Mt 18, 31
LXX (en total, 20 equivalentes hebreos). En el [material peculiar]: èXujtfiíhiaav aq)óÔQa),
horizonte se hallan el dolor y el pesar como expe- ante un llamamiento de Jesús al discipulado
liencia fundamental de la vida humana. Y así apa- (que el «joven rico» no se siente capaz de es-
recen especialmente en la literatura sapiencial. El cuchar, Mc 10, 22 par. Mt 19, 22: ãjtfjXOEV
dolor y el sufrimiento no pueden eliminarse de Xuitoúpevoç), después dei anuncio que Jesús
esta vida, y se mezclan incluso con el gozo (Prov
14, 13 texto hebreo, a diferencia de la LXX; Tob hace de la traición y de la Pasión (dícese de
2, 5s; Eclo 12, 9; 26, 28; cf. también Ecl 3, 4; 7, los discípulos, Mc 14, 19: fíg^avro XuJteia-
2s). Sin embargo, hay que luchar contra ellos Oai, par. Mt 26, 22: XujtoúpEVoi oqpóôga [a
(Prov 15, 13; 25, 20; Eclo 3, 12; 4, 2; 14, 1; 30, diferencia de Mc 9, 32 / Lc 9,45: f|Yvóouv xò
21.23); en la mayoría de los casos, son conse- gfjfia... x a l èqpopoüvxo... (èjt)EgcoTfíaai];
cuencia de malas acciones (Prov 10, 1.10; Eclo cf. además Jn 21, 17; èXttjtrjOt] ó IlEXgoç).
18, 15; Ez 16, 43) y especialmente son efecto de
la hostilidad contra los piadosos (Sal 54, 3 LXX; Según Lc 22, 45, Jesús, en el Monte de los
Is 15, 2; ler 15, 18; Lam 1, 22). Aunque la refle- Olivos, encuentra a los discípulos dormidos
xión teológica fundamental considera el sufri­ (sobrecogidos por el dolor. eúgev xotpcopé-
miento como infligido por Dios sobre los hom- vouç auTotJÇ àjtò xfjç XÚJtqç). Jesús mismo,
bres de este mundo (Gén 3, 16s: èv XÚJtaiç díce- en vista de su muerte inminente, se siente po-
se de los dolores de parto de la mujer y dei traba- seído por un intenso dolor (Mt 26, 37: fjg^a-
jo fatigoso dei hombre; cf. también 5, 29; alivio
xo XujxEio^&ai x a i àôijpovEÍv, «comenzó a
de Ias Xõjtai presentes desde Adán, por obra de
Noé, cultivador dei vino; cf. iguahnente Prov 31, sentir tristeza y angustia», cf. jtEgtXujtoç en
6), sin embargo el piadoso sabe que Dios no le el v. 38 [cf. Sal 41, 6 LXX; Heb 5, 7]).
91 XlJÍIT) 92

También Pablo habla en términos generales bita en los creyentes y en el conjunto de la co-
dei sufrimiento y de la tristeza. Según Rom 9, munidad, y a quien «se infieren «graves gol­
2, su corazón se siente invadido de «gran pe­ pes» (cf. Is 63, 10; Herm [m] 3, 4; 10, 2, 2.4s)
sar e infinito dolor» (Xnjtr| |xeYáX.T]... x a l por una inadecuada manera de hablar y de
àôiáA,£iJtxoç ôôíivT) xfj xapôíçt (xon) por obrar. Se piensa concretamente en los estados
«Israel», pueblo al que él, después de todo, de ânimo y en Ias actitudes que se enumeran
pertenece. En Rom 14, 15 se dice: el... ó en el V. 31 («amargura, ira, enojo, gritos, inju­
àôeXcpòç... J^nitelxat, «si tu hermano (por tu rias»), que están en contradicción con el Espí­
comida) se siente ofendido / profundamente ritu recibido graciosamente en el bautismo, y
dolído (vv. 13.15b); Flp 2, 27: iva |xfi Àújxnv que, por tanto, destruyen el sello de los cre­
EJTLXÚJtriv axcõ, «para que yo no tuviera tris­ yentes para futura redención.
teza sobre tristeza»-, 2 Cor 9, 7: pf] èx ÀTJjrqç
f] èÇ àváyxT^ç, «no de mala gana o por coac- 4. Según Jn 16, 6.20-22, la marcha de Je­
ción (a saber, a la hora de reunir la colecta; lo sus al Padre produce «durante breve tiempo»
contrario es la libre y alegre decisión dei co­ tristeza y dolor entre los discípulos (v. 6: q
razón [íXapóç, cf. Prov 22, 8a LXX]); el do­ XÚJtq jtEJtXfiQCoxEV 'òp.râv xqv xaQÔlav; v.
lor por la muerte, a la que consideran como 20: ■dQqvT|oex£ í)|X£iç... úpEiç Xojtqfl-riOEXE;
un poder invencible, caracteriza a quienes no V. 22: npEÍç onv vnv pèv Xúnqv êxExe [v.l.
tienen esperanza en la resurrección de los e^£X£]), mientras que el xóopoç «se alegra­
muertos (1 Tes 4, 13: tva |j,f| XnJt'fjo'&e xa- rá» (xaQTjOexai, v. 20a) (por su supuesta vic-
D-òç x al ol XoiJtoí). toria). Puesto que los discípulos no tienen ya
La Carta primera de Pedro considera los pa- su patria en el mundo (cf. 15, 18s), el dolor
decimientos de los creyentes, durante este por la separación les afectará con especial du­
tiempo (de persecuciones), como una tribula- reza, porque de momento tendrán que sopor­
ción que hay que soportar y que pronto pasa- tar ellos solos el conflicto con el mundo (cf.
rá, y que se halla íntimamente relacionada con 13, 33; 17, 11). Este anuncio de Jesus no se
Ias tentaciones que el pueblo de Dios ha de su- refiere sólo a la situación de la despedida, si­
frir al fin de los tiempos (1,6: òKíyow ápxi ei no que revela una estructura fundamental de
ôéov [eoxiv] Xwtii&évxEç) y es verdadera se- la fe: así como una mujer que está dando a
nal de la elección de los creyentes en un mun­ luz, no llega a la alegria sino a través dei te­
do de perdición, porque la gracia de Dios ac- mor, y luego, inundada ya de felicidad por el
túa para que uno pueda «soportar tribulacio- nacimiento, olvida sus anteriores temores (16,
nes / golpes», a causa de Dios y sin culpa pro- 21; cf. Is 66, 7ss; 4 Esd 4, 42s; IQH 3, 7ss),
pia (2, 19: el... ÚJtoqpÉQei xtç XÚJtaç jtáaxmv así a los creyentes -e n el mundo- no se les
âôíxcoç). Aunque la idea de la disciplina y de ahorrará el tener que experimentar, en medio
la educación por Dios deserapena ya aqm' al- dei abandono y dei sufrimiento, la cercania
gún papel (->• 2), sin embargo esta idea -for­ dei Senor, a fin de encontrar luego en El la
mulada en términos muy generales- aparece verdadera alegria (v. 22), que no tiene nada
claramente en Heb 12, 11: así como la disci­ que ver con este mundo (cf. 16, 33). Se pien­
plina, en el momento de su aplicación, no re­ sa así en el tiempo dei Espíritu y de la certeza
sulta nunca agradable, sino que implica sufri­ de fe, un tiempo que comienza con la Pascua
miento (Jiãoa ôè Jtaiôeía... ov ôoxei xagãç (vv. 23s) y en el cual toda la atormentadora
eívai àKkà XÚJtriç), así también el camino incertidumbre llega a su fin para los creyentes
presente de Dios con su pueblo pasa a través (cf. Dietzfelbinger, 423-426).
dei sufrimiento (cf. v. 7; también Sant 1, 2).
Ef 4, 30 (pf| Xujietxe xò nveêpa xò aY'‘OV 5. En Ias confrontaciones de la Carta se­
xoü â^EOÜ, «\no ofendais al Espíritu Santo de gunda a los Corintios, el dolor y la tribulación
Dios!») se refiere al Espíritu de Dios que ha­ desempenan un gran papel. El contexto en 2,
93 Xljjtt] - XtÍolç 94

1-7 (W nri, vv. 1.3.7; vv. 2[bis].4. dolor hace que el creyente se separe dei cos­
5 [bis]) está marcado por el contraste entre el mos (cf. 4, 8s; 6, 7ss; 11, 23ss) y con ello le
«gozo» (xaQá, 1, 24; 2, 3; x«íeto, 2, 3; eõ- acerca a la cruz de Cristo y a la comunión con
(jPQaíva), 2, 2) y la «tristeza» (cf. además: su resurrección (cf. Flp 2, 27; Gál 6, 14; ->• 4).
jtoÀ,?LT) xal mjvoxi], ôià toàXõiv ò a - H. Balz
hqócüv, 2, 4; jiagaxaXéco, 2, 7). Así como el
apóstol está vinculado a su comunidad en el
gozo (1, 4; cf. 2, 3), así también lo está en el A u a a v í a ç , o u Lysanias Lisanias*
sufrimiento. Aunque él (en su visita anterior) Según Lc 3, 1, en el ano décimoquinto dei
tuvo que ser duro con la comunidad, de la que reinado dei emperador Tiberio (28 p.C.), Li­
espera alegria, sin embargo les ha hecho ver sanias era tetrarca de Abilene. Según Josefo,
ahora claramente, mediante una «carta inter­ Ant XVin, 237 (cf. 275), su tetrarquía (junta­
media» —escrita «con muchas lágrimas» (2, mente con Galilea) fue entregada en el ano 37
3s)- y no precisamente mediante una nueva p.C. a Herodes Agripa I por el emperador Ca-
visita, que él no desea más tristeza. Su apa­ lígula (cf. también CIG 4521 y 4523). Bauer,
rente severidad fue expresión de su amor (2, Wôrterbuch, j.v.; BHH II, 1116; Haag, Dic-
4). Aquel que en la comunidad le causó pesar cionario, 1109; Pauly, Lexikon III, 831.
(2, 5; cf. 7, 12), se lo causó en realidad a toda
la comunidad. Pero, como miembro que es de
la comunidad, también él, después de «ser re- A u a í a ç , o u Lysias Lisias*
prendido» por la mayoría (2, 6), merece ahora En Hèch 23, 26; 24, 22; 24, 7 Textus Re-
el perdón y el consuelo como senal dei amor ceptus encontramos el nombre de KLaú-
que impregna a la comunidad (2, 7s). En esto ÔLOÇ A uaíaç, quiliarca de la guamición ro­
se demuestra que la comunidad ha salido airo- mana de Jerusalén, quien, como tribuno mili­
sa de la prueba y es obediente (2, 9). Por tan­ tar, según 21, 31ss; 22, 24ss; 23, 10, detuvo a
to, la finalidad misma de la actitud crítica de Pablo (para protegerle) y ordenó (según 23,
unos ante otros no puede ser más que la ale­ 12ss, especialmente los vv. 23ss) que se le
gria. trasladara -con un oficio de acompafíamien-
Aunque la severidad y la tristeza pasajera to- a Cesarea para que compareciese ante el
(a causa de la mencionada carta) fueron dolo­ gobernador Félix. Según 22, 28, él había
rosas tanto para el apóstol como para la co­ comprado por dinero la ciudadanía romana.
munidad (7, 8s), no constituyeron un fin en sí A uaíaç es su sobrenombre (griego). BHH II,
mismas, sino un primer paso necesario para la 116s; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
alegria (7, 9), porque la tristeza condujo al (KEK), a propósito de 21, 31.
«arrepentimiento» y se produjo «conforme a
la voluntad de Dios» (èXujrr|flqTE eIç pEtá-
v o ia v èX.t)jifidsxe yàQ x a x à h-eov, v. 9). Por X ú o iç, E(0Ç, 1^ lysis disolución, separa-
tanto, «el dolor que se ajusta a la voluntad de ción, divorcio*
Dios» (q x ax à 'heòv Jiújtq, v. 10a) produce 1 Cor 7,27; pq CtítEi ^úoiv (a saber, «si es­
«arrepentimiento para salvación» (cf. Test- tás unido a una mujer»). Según el contexto,
Gad 5, 7; “> 2), mientras que «la tristeza dei hay que pensar en una de dos: o (fúndamen-
mundo» (f| toõ xóopou X,ÚJtq) produce la talmente) en la prohibición dei divorcio, lo
muerte (v. 10b), porque se origina a causa dei cual seria una repetición innecesaria de lo que
cosmos y liga con el cosmos a los afectados. se dice en 7, lOs, o bien (concretamente) en la
Por eso, habrá que decir dei creyente (y sólo recomendación dirigida a los varones para que
de él): ó ç X,ujtoúp8Voi àei ôè xatQovtEç (6, no rompan un compromiso existente de matri­
10), humanamente (sí) entristecido, pero - a mônio. ThWNT V, 835; H. Conzelmann, Der
pesar de todo- lleno de alegria, porque ese erste Briefan die Korinther (KEK), sub loco.
95 A.UOIT8XÍO) — XlJTQOV 96

XvaiTE^éco lysiteleõ ser útil* 1973) 38-64; W. Schmithals, D a s E va n g eliu m nach


M a rku s (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1979, 469-471;
Lc 17, 2 en sentido impersonal: XnoiTEX.Et Spicq, N otes Suppl., 429-435; P. Stuhlmacher, E xis-
antcp, «le es más útil / es mejor para él, si..., tenzstellvertretung f ü r die Vielen: M k 10, 4 5 (M t 20,
que»; sobre la traducción en forma comparati­ 28), en Id., V ersôhnung, G e se tz u n d G erech tig keit.
va cf. BlaB-Debrunner § 245, 2.b con la nota A u fsâ tze z u r bibl. Theologie, Gõttingen 1981, 27-42;
H. Thyen, Stu d ien z u r S ü n d en vergebung im N T und
4. sein en atl. u n d jü d . V oraussetzungen (FRLANT 96),
Gõttingen 1970; más bibliografia en ->■ âjtoXÚTQCoaiç;
cf. además ThWNT X, 1165s.
AvOTQtt, tov Lystra Listra*
Nombre de una ciudad de la región de Li- 1. En el NT, À,xn:QOV aparece únicamente
caonia, situada al suroeste de Iconio; sobre la en Mc 10, 45 par. Mt 20, 28. Claro que este
declinación -a, -cuv, -oiç, -av cf. BlaB-De­ pasaje, que es importante para Marcos (y Ma-
brunner § 57, 2. Pablo visita Listra (acompa- teo) y para la tradición cristiana acerca de la
nado por Bemabé) durante su «primer» viaje muerte de Jesus, sigue creando todavia algu-
misionero (Hech 14, 6.8.21; lapidación de Pa­ nos problemas a los investigadores. La sen­
blo, 14, 19; cf. 2 Tim 3, 11) y (sin Bemabé) tencia de lytron de Mc 10, 45 tiene una «va­
durante su «segundo» viaje misionero (Hech riante helenizada» en 1 Tim 2, 6 con el térmi­
16, 1.2). Allí se unió a él Timoteo, residente no clave sinônimo àvTÍXuTQOV (-> 4). Por
en Listra. Pauly-Wissowa XTV/l, 71s; W. M. otro lado, en correspondência con este pasaje
Ramsay, Cities o f St. Paul, London 1908, se halla Tit 2,14 (iva X,uxQ(OTf|OETai f|p.ãç...).
407-419; LThK VI, 1254; Bauer, Wôrterbuch, Aparte de los derivados X.uTQÓop.ai en Lc 24,
s.v. (bibl.); BHHII, 1117s; Pauly, Lexikon III, 41 y 1 Pe 1, 18, hay que tener en cuenta tam-
846. bién XÚTQCOOiç (Lc 1, 68; Heb 9, 12) y Xu-
TQ(0TT|ç en Hech 7, 35, así como -v àjidkv-
TQCooiç. Es semejante por la realidad signifi­
^/■ÚTQOV, o v , TÓ lyíron rescate, precio dei
cada el término âvTáXXaYlia en Mc 8, 37
rescate*
par. Mt 16, 26.
1. Aparición en el NT - 2. Significado fundamental
- 3. La sentencia de ly tw n en Mc 10, 45 par. - 4. àv- 2. XÚTQOV es un sustantivo derivado de
t í A.u t q o v - 5. Lurpoonai, Xúxçtooiç - 6. X.UTQ(OTfiç. Xúo) y designa (por su terimnación en -tqov ) el
«medio» para rescatar: el rescate o precio dei res­
B ib l.: C. K. Barrett, M k 10, 4 5 : A R a n so m f o r cate. Del «rescate» (frecuentemente en plural) se
M any, en Id., N T E ss a y s , London 1972,20-26; M. Ca- habla en textos griegos de la antigüedad, incluida
rrez, R a ch a t n. NT, en DBS K , 1055-1064; P. Fiedler, la LXX, en Füón y en Josefo, refiriéndose princi­
Jesu s u n d d ie S ü n d er (BET 3), Frankfurt a. M. 1976; J.
Gnilka, E l E va n g elio según S a n M arcos n, Salamanca
palmente al precio que hay que pagar por la liber-
^1997, 114-124; W. Grimm, W eil ich D ich Hebe. D ie tad de prisioneros de guerra, de esclavos y de per-
Verkündigung Jesu m u i D euterojesaja, Bem-Frankfurt sonas endeudadas. La cuantía dei precio que hay
a, M. 1976; B. Janowski, A u slõ su n g d es verw irkten que pagar y la forma de hacerlo están sujetas a
L ebens. Z u r G eschichte u n d S tru k tu r d e r bibl. L ose- ciertos convencionalismos, pero se ajustan en
geldvorstellung: ZThK 79 (1982) 25-59: J. Jeremias, buena parte al «derecho dei amo». Textos dei AT
R esca te p o r m u ch o s (M c 10, 4 5 ), en Id., A bba. E l m en- y textos rabínicos (Ex 21, 30; 30, 12; Núm 35,
saje cen tra l d e i N u evo Testam ento, Salamanca ^1993, 31; bBQ 40a; 41b; bMakk 2b) nos bacen ver la
138-151; K. Kertelge, D e r d ien e n d e M e n sch e n so h n conexión que existe entre «precio dei rescate» y
(M k 10, 4 5), en F S Võgtle, 225-239; E. Lohse, M ãrty- «expiación». Un rescate se impone como expia-
rer u n d G o tteskn ech t (FRLANT 64), Gõttingen ^1963; ción por una vida que ha caído en deudas. Esta re-
W. J. Moulder, The O T B a ckground a n d the Interpre- lación con la idea veterotestamentaria y judia de
tation o f M a r k X . 45: NTS 24 (1977-1978) 120-127;
la expiación es fundamental también para el uso
H. Patsch, A b en d m a h l u n d h isto risc h er J esu s, Stutt-
gart 1972; O. Procksch-F. Büchsel, X.ú<o xrk., en que se hace en el NT de Xúxçov o àvríXuTçov.
ThWNT IV, 329-359, sobre todo 330-337, 341-354; J.
Roloff, A n fa n g e d e r so terio lo gischen D eutung des To- 3. La sentencia de lytron de Mc 10, 45, re-
d es Jesu (M k X. 4 5 u n d L k X X II. 27): NTS 19 (1972- cogida casi sin cambio alguno por Mt 20, 28,
97 XÚTQOV 98

encuentra su explicación, por un lado, en la no pueda partir inmediatamente de Is 53


tradición cristiana primitiva acerca de la (Büchsel, 344), sin embargo Ias innegables
muerte expiatória y viçaria de Jesús (Lohse, resonancias dei texto dei AT proporcionan re­
111-192) y, por otro lado, en la redacción mar- ferencias para su interpretación. La muerte de
quina o ya pre-marquina dei texto. Con una Jesús tiene significado para otros, más exacta-
resonancia clara de Is 53, 10-12, la entrega mente: àv ri JtoX,A.ôjv, «para muchos», en lo
que Jesús hace de su vida se interpreta como cual se expresa al mismo tiempo no sólo la in-
entrega viçaria «en favor de muchos». Claro tención universal sino también la intervención
que XvxQOV no aparece en Is 53 LXX. Lo que de Jesús en lugar de (-► à v rí 2.d) los que son
parece más obvio es entender X.útqov como propiamente los culpables. Esto último se
«traducción libre» dei término hebreo 'ãsãm» acentúa espeçialmente por medio de A,ijtqov.
(Is 53, 10; así piensa Jeremias, 149). Sin em­ Existe, por tanto, la concepción de que los
bargo, bastaria ver en la sentencia de lytron «muchos», es decir, los hombres que se en-
una alusión al texto dei AT, una alusión que cuentran cautivos dei pecado, necesitan una
tiende a expresar sobre todo el efecto salvífico iniciativa llegada dei exterior para poder ser
universal de la muerte de Jesús. liberados dei estado en que se encuentran.
Para la derivación de la sentencia de lytron Con ello aparece Jesús en una inconfundible
a partir de una forma semítica original, no nos función de quien está en relación con todos
ofrece base suficiente ni el colorido linguísti­ los demás. Su «solidaridad» con los pecado­
co ni la idea característica de la expiación en res (cf. Mc 2, 14-17) actúa, por tanto, como
el judaísmo primitivo. El uso dei concepto de verdadera redención de los «muchos» dei
expiación en formulaciones semej antes (claro cautiverio en que se encuentran. Jesús se hace
que sin la referencia universal) en la literatura «solidário» al intervenir en lugar de los «mu­
judia helenística (2 Mac 7, 37s; 4 Mac 6, 27- chos». A diferencia de Is 53, vemos que Mc
29; 17, 21s: âvxítjjuxov) sugiere más bien 10, 45 acentúa la iniciativa de Jesús, la entre­
que Mc 10, 45 se originó en círculos judeo- ga que él hace de sí mismo. Sin enbargo, en
cristianos de lengua griega. La estrecha rela- su acentuación de la voluntad salvífica de
ción entre la sentencia de lytron (en Mc 10, Dios, el pasaje corresponde en su temática a
45) y Mc 14, 24 sugiere que la tradición acer­ Is 53.
ca de la Cena dei Seííor tiene el mismo tras-
fondo. En virtud de esta conexión, habrá que La entrega que Jesús hace de sí mismo tiene lo­
preguntarse también de qué manera Jesús gicamente como destinatário a Dios, y como be­
neficiários a los muchos. Claro que aqui también
comprendió su propia muerte como expiación se observa el limite de la imagen dei rescate. En
viçaria (Patsch, Roloff). efecto, según la concepción bíblica general, Dios
Desde el punto de vista de la historia de Ias mismo es quien hace posible y obra la expiación
tradiciones, la sentencia de lytron debe consi- por los pecados de los hombres. Por eso, la idea
derarse probablemente como una ampliación de la expiación viçaria en la muerte de Jesús se
de lo que se dice que el Hijo dei hombre ha halla asociada en su tema con la idea de la misión
dei Hijo por Dios: Rom 8, 2-4. La muerte de Je­
venido a servir (v. 45a), con ayuda de un
sús actúa liberadoramente, porque es la expresión
«fragmento de tradición autônomo» (Gnilka, más profunda de su obediência como Hijo de
115). La convergência de los dos motivos de Dios, de su identificación con Dios y con su vo­
la existência de Jesús como de quien ha veni­ luntad salvífica.
do a «servir» y de quien entrega su vida como Aqui vemos también la tensión entre el Padre
expiación, podría haber conducido a la forma amante y el Dios que es Juez, entre el perdón de
actual dei v. 45 como final de la instrucción los pecados por Jesús y la «condición» de su muer­
te expresada en Mc 10, 45. El Redentor es tam­
de Jesús a sus discípulos acerca dei servicio. bién el Juez, y Jesús demuestra en su historia la
Aunque la interpretación de la sentencia de insuprimible dialéctica entre la acción de Dios co­
lytron, desde el punto de vista metodológico. mo Juez y su incondicional voluntad de perdonar.
99 \vXQOV 100

Grimm (231-237) desearía que se tu viera en {conseguir la libertad mediante el pago de un


cuenta más intensamente la conexión de Mc 10, rescate) y en voz pasiva (ser redimido me­
45 con el «rescate en el juicio final». Al responder diante el pago de un rescate). Se encuentra
a la cuestión acerca de la posibUidad de la salva-
ción de Israel en el juicio final, la literatura rabí-
sólo en unos cuantos lugares de los escritos
nica remite a la idea dei rescate en Is 4 3 ,4s (!). Se tardios dei NT. Evidentemente, no sólo en Tit
ofrece un rescate por la salvación de Israel: «Los 2, 14 (->■ 4) sino también en 1 Pe 1, 18s la
pueblos gentiles, en el juicio final, son arrojados imagen dei pago de un rescate presupone la
al infiemo en lugar de Israel...» (246). Se recurre, interpretación dei cristianismo primitivo acer­
además, al Sal 49, 8, con el cual se prueba que pa­ ca de la muerte de Jesús. El último pasaje ci­
ra los pecadores y los gentiles no existe un resca­
tado menciona también el precio por el cual
te con el que ellos puedan redimir su vida echada
a perder: TgS2d 49, 8; SifreDt 329 (sobre 32, 39); «fuisteis rescatados de vuestra vana manera
MekEx 21, 30; cf. Hen (et) 98, 10. Con esta con- de vivir heredada de vuestros padres»: «por la
cepción tuvo que enfrentarse el lo g io n de Jesús en preciosa sangre de Cristo como de un cordero
Mc 10, 45. La trasformación de la idea dei resca­ sin defecto y sin mancha». En el trasfondo se
te debió de efectuarse directamente bajo la in­ reconoce a Is 52, 3. La muerte sacrificial de
fluencia de Is 43, 22-25 (Dios llega a hacerse el
Jesús se entiende, pues, no sólo como una
‘e b e d [el servidor] de los hombres), y sólo indi-
rectamente bajo la influencia de Is 53. Claro que forma «muy valiosa» de rescate, sino también
Mc 10, 45 no ofrece suficiente apoyo para esta in- como expresión de aquel servicio vicario de
terpretación. El lo g io n de Jesús dificilmente se Jesucristo, que sustenta históricamente la
derivo de la conffontación inmediata con los rabi­ «gratuidad» de la redención obrada por Dios
nos, sino que más bien nació de la reflexión de Je­ (Is 52, 3).
sús y de la comunidad post-pascual acerca de la Lc 24, 21 emplea el infinitivo XuTQOÜoflai
misión de Jesús en la historia de la salvación. Así
que no sólo los contenidos teológicos de Is 53, si­ en asociación con la esperanza sumamente
no también la figura dei Siervo sufriente de Dios general de la «redención» de Israel, que debía
debieron de influir sobre este texto. ser llevada a cabo por el Mesías. La idea dei
pago de un rescate no desempena aqui ningún
4. àvTÍXuTgov rescate*, como compuesto papel.
de XÚTQOV, acentua con el prefijo òtvxi- el as­ Así como Lc 24, 21 expresa en forma ver­
pecto de la representación viçaria. 1 Tim 2, 6, bal la esperada redención que tendría lugar en
con este sustantivo y con otras resonancias la era mesiánica, así también Lc 1, 68 y 2, 38
claras de Mc 10, 45b, repite en forma intensa­ la expresan por medio dei sustantivo Xútgro-
mente helenizada el logion de Jesús que apa­ aiç redención*. Vemos que es Dios quien
rece en este pasaje. «El hombre Cristo Jesús» -con clara resonancia dei Sal 110, 9 LXX- ha
demostro ser el «Mediador entre Dios y los preparado ahora para su pueblo la redención
hombres», al «entregarse a sí mismo como escatológica esperada. El contexto inmediato
rescate por todos». Esta entrega que Jesús ha- de 1, 68 (especialmente el v. 71) hace que la
ce de sí mismo, se entiende como el rescate redención se entienda en un sentido muy ori­
por el cual él quiso «redimimos de toda ini- ginário, a la luz de Ias expectaciones judias,
quidad y purificar para sí un pueblo para po- como un acontecimiento político en la histo­
sesión suya» (Tit 2, 14). La idea dei rescate ria de la salvación. El hecho de que tal expec-
no se desarrolla aqui ulteriormente, sino que tación debía corregirse en cuanto a su cumpli-
se defí^ne mediante el concepto genérico, esta- miento en la historia dei Mesías Jesús, lo ha-
blecido ya anteriormente, acerca dei efecto cen ver claramente 2, 38 y 24,21, así como la
universal de la muerte redentora de Jesús. totalidad de la doble obra lucana.
Heb 9, 12 habla de una «redención eterna»,
5. En el NT el verbo XvTgóojuai* (de a fin de calificar la obra de Jesucristo, en lo
XuTQÓco, «dejar en libertad por el pago de un que respecta a sus efectos, como im aconteci­
rescate») aparece únicamente en voz media miento de salvación singular y único y que
101 Xtjtqov - X,X)XVOç 102

supera todo lo provisional. Implica la «reden- 2. En la imagen sinóptica de la lámpara se


ción (ctJtoXúxQüDonç) de Ias trasgresiones co­ trata de la alternativa de poner la lámpara so­
metidas bajo el primer pacto (v. 15). bre el candelabro (tídrjpL èm XT)V X.uxvíav,
Mc 4,21 par. Mt 5,15 / Lc 11,33 ó tí§Tipi èrà
6. Xi)tQCOtif|Ç Redentor* es el sustantivo X,uxyíaç, Lc 8, 16) o bien bajo el celemín (-►
que hace de sujeto agente de Xtjtqóco. El tér­ (ióôioç, asíMarcos/Mateo). Tan sólo en el pri-
mino aparece raras veces; en los Sal 18, 15 y mero de estos dos casos, la lámpara cumplirá
77, 35 LXX designa la realidad de que Dios con su finabdad, que es la de difundir luz.
es el Redentor de su pueblo. Hech 7, 35, en Heb 9, 2 menciona el candelabro de siete
vista de la misión que le corresponde a Moi­ brazos (Ex 25, 31-38; Josefo, Ant XIV, 72) en
sés con respecto a Israel, le Uama ãpxtu''' el santuaiio dei tabemáculo terreno. Se habla
XuTQ(OTT|ç. Evidentemente, esta designación sorprendentemente de la mesa de los panes de
senala tipológicamente bacia el Moisés dei fin la presencia (a diferencia de Ex 25, 23-38; 37,
de los tiempos y bacia su obra. 10-24), tal vez siguiendo una tradición hele-
K. Kertelge nística (cf. O. Michel, Der Brief an die He-
b ra e / [KEK], 299).
3. En el Apocalipsis, Xuxvía se pone en re-
XvTQÓO^ai lytroomai liberar, redimir, res- lación con Ias siete comunidades de Asia Me­
catar nor (1,12.13.20a.b; 2,1.5). En el trasfondo de
-> X.ÚTQOV 5. los «siete candelabros de oro» (1,12.20; 2, 1)
no se baila la idea dei candelabro con siete
lámparas (cf. Zac 4, 2); porque en medio de
À,VTQ(aaiç, £0)Ç, 'n lytrõsis redención los candelabros se baila el que es «semejante
->^ X.ÚTQOV 5. abijodebom bre» (1 ,1 3 ;2 ,1). SegúnMichae­
lis (328), aqui influye seguramente la imagen
de Mt 5, 14 ó de Flp 2, 15. En todo caso, hay
XvTQCDTirjç, OÜ, Ó lytrõtês redentor
aqui una analogia conceptual. El hecho de
XÚTQOV 6.
que los dos testigos se designen en 11,4 como
«los dos oHvos y los dos candelabros» tiene
X u /v ía , a ç , 11 lychnia candelabro, cande- su explicación en Zac 4, 2 s.ll (cf. D. Haugg,
lero* Die zwei Zeugen [NTA 17/1], Münster i. W.
1936). Pertenece también al contexto de estas
1. Aparición y significado - 2. Sinópücos y Heb 9, concepciones el hecho de que en Ap 21, 23 se
2 - 3 . Apocalipsis.
designe al «Cordero» como Xv%voç de la
Bibl.: H. Ch. Hahn, enDTNTü, 465; W. Michaelis, Jemsalén celestial.
Xúxvoç, Xnxvía, en ThWNT IV, 325-329; para más bi­
bliografia en ->■Jiúxvoç. G. Schneider

1. El sustantivo Xuxvía aparece en 12 pa-


XÍJXVOÇ, ot), ó lychnos lámpara, candele-
sajes, principalmente en el Apocalipsis (7 ve­
ro*
ces; -y 3). Las restantes veces se limitan a la
imagen sinóptica de la lámpara (-> Xúxvoç 1. Aparición - 2. Significados - 3. X vfyo ç, en las pa-
3.a), que ha de ponerse sobre el candelabro labras de Jesús - a) Como la imagen de la lámpara - b)
El ojo como Xúxvoç - c) Otras referencias - 4. Xúxvoç
(Mc 4, 21 par. Lc 8, 16; Mt 5, 15 par. Lc 11, fuera de los Evangelios (en el Apocalipsis)
33), y al pasaje de Heb 9, 2. La Xuxvía es un
B ibl: D. C. Allison, Jr., The Eye is the Lamp ofthe
candelabro o soporte dei que cuelgan o sobre
Body (Matthew 6, 22-23 = Luke 11, 34-36)\ NTS 33
el que se colocan lámparas (->■ Xúxvoç 2) (1987) 61-83; P. E. Bonnard, Poterie palestinienne, en
(Bauer, Wõrterbuch, j.v.). DBS vm , 136-240, sobre todo 231-237; Dalman, A r-
103 Xvxvoç 104

b e it VII, en el índice alfabético í . v. L a m p e (Lam - ojo como lámpara/candelero dei cuerpo; en


p e n stã n d e r )’ I. Dupont, L a lam pe su r le lam padaire Ap 21, 33 se babla dei «Cordero» como el
d a n s V évangile d e sa in t L u c (VIII, 16; XI, 33), en A u
Service de la p a ro le d e D ieu. F S f ü r A .-M . C harue,
Xúxvoç de la nueva Jerusalén). En sentido li­
Gembloux 1969, 43-59; C. Ediund, D a s A u g e d e r E in - teral el vocablo se encuentra también en imá-
fa lt. E in e U ntersuchung zu M t 6, 22-23 und I k 11, 34- genes, como en Lc 12, 35 («vuestras lámparas
35, Copenhague-Lund 1952; K. Galling, D ie Beleuch- deben estar encendidas»), en Jn 5, 35 (Juan el
tungsgerãte im israelitisch-jüd. K ulturgebiet: ZDPV 46
(1923) 1-50; W. H. GroB, Lam pen, en Pauly, L exikon B autista como ó Xúxvoç ó xaió(xevoç x a l
III, 469-471; F. Hahn, D ie Worte vom L ic h t L k 11, 33- q)aívcov) y en 2 Pe 1, 19 (la palabra profética
36, en F S S ch m id 1973, 107-138; Haag, D iccionario, [cf. Sal 118, 105 LXX] es como una lámpara
1077s; H. Ch. Hahn, enDTNT H, 465; J. Jeremias, D ie que brilla [q)aív(i)v] en el lugar oscuro).
L am p e unter dem Scheffel: ZNW 39 (1940) 237-240;
Jeremias, P a rá b o la s, 149s; W. Michaelis, L v y y o ç , Las expresiones que aparecen más frecuen-
ThWNT rv, 325-329; Ch. Mugler, D iction- temente son las de encender la lámpara (Lc 8,
naire historique de la term inologie optique des Grecs, 16; 11, 33; 15, 8) o la de la lámpara que arde
Paris 1964, j.v.; M. Philonenko, L a p a ra b o le s u r la (Mt 5,15; Lc 12, 35; Jn 5, 35) o la de la luz de
lam pe (Luc 11, 33-36) e t les horoscopes qoum râniens:
ZNW 79 (1988) 145-151; G. Schneider, D as B ildw ort la lámpara (qprôç Xúxvon, Ap 18, 23; 22, 5; cf.
vo n d e r Lampe'. ZNW 61 (1970) 183-209; R. H. Smith, Lc 11, 36, qxflTL^co) o de su resplandor (q>aí-
The H o u seh o ld L a m p s o f P alestine in N T Times: BA 29 vco, Jn 5, 35; 2 Pe 1,19). La expresión que ba­
(1966) 2-27; H. Weippert, Lam pe, en BRL 198-201. bla de la «venida» de la lámpara (Mc 4, 21)
no es seguramente un semitismo (Scbneider
1. En el NT, el sustantivo Xúxvoç aparece 188 y 197s; en contra. Jeremias, Lampe, 238).
en 14 pasajes, especialmente en el Evangelio
de Lucas (6 veces) y en los demás evangelios 3. a) La imagen en que Jesus babla de la
(Mateo 2 veces. Marcos 1 vez, Juan 1 vez). lámpara se nos ba trasmitido en dos formas
Los EvangeHos Sinópticos ofrecen Ias diver­ básicas: Mt 5, 15 par. Lc 11, 33 (Q) y Mc 4,
sas formas de la imagen de la lámpara (Mc 4, 21 par. Lc 8, 16. Las dos variantes de la tradi-
21 par. Lc 8, 16; Mt 5, 15 par. Lc 11, 33; en ción dificilmente pueden reducirse a una sola
los cuatro pasajes se habla igualmente dei forma original. Los autores de los evangelios
candelabro [->^ ?;,uxvía]); y en los Sinópticos ban plasmado de nuevo, en cada caso, la ima­
bailamos también la sentencia que babla dei gen expuesta por Jesús. La comparación con
ojo como dei ?iúxvoç toC ocópaxoç (Mt 6, 22 la lámpara, en Marcos, se refiere principal­
par. Lc 11, 34). Fuera de los evangelios, Xtjx- mente al mensaje de Jesús; en Lucas, se refie­
voç aparece únicamente en el ApocaUpsis (18, re al Evangelio (8, 16) y a Jesús mismo (11,
23; 21, 23; 22, 5) y en 2 Pe 1, 19. 33 siguiendo a Q); en Mateo -aunque aqui te-
nemos quizás la versión (relativamente) más
2. Con el vocablo X'úx'VOÇ se designaba antigua- la imagen está referida (especial­
(desde Homero, también en la LXX y en tex­ mente por su posición en el contexto, cf. 5,
tos no literários) la lámpara becba de barro o 14) a la comunidad de los discípulos de Jesús.
de metal, con una mecba y con aceite como Mt 5, 15 se mueve en el marco de las condi­
combustible. Puede estar colgada de un so- ciones de una vivienda sencilla de Palestina:
porte o colocada sobre un candelabro (-> Xnx- la casa tiene una sola babitación (v. 15b). Lc
vía) (Filón, SpecLeg I, 296: x aíeaftai Xiix- 11, 33, con la oración de iva, tiene a la vista
vouç èitl Tfjç... Xuxvíaç; cf. Josefo, Bell VII, una casa (urbana) con vestíbulo y relaciona la
429; Ant III, 182 y 199). En el NT, Xúxvoç se imagen con el carácter propagandístico de la
usa algunas veces en sentido literal (en la causa de Jesús (8, 16, esta oración final falta
imagen de la lámpara en los Sinópticos, tam­ en p^^ B); cf. G. Schneider, Das Evangelium
bién en Lc 11, 36; 15, 8; Ap 18,23; 22, 5); en nach Lukas (ÕTK) 186s, 271-273. - La va­
otros casos el término se emplea en sentido fi­ riante de la imagen en EvTom 33 depende dei
gurado (en Mt 6, 22 par. Lc 11, 34 dícese dei Evangelio de Lucas.
105 Xvxvoç —Xíioj 106

b) La frase que habla dei ojo como «la Apocalipsis. En la destrucción de «Babilônia»
lámpara dei cuerpo» (Lc 11, 34-36 par. Mt 6, (Ap 18, 1-24), al final no brillará ya en la ciu-
22s) es la segunda sentencia de Jesfe acerca dad «la luz de la lámpara» (v. 23), porque en
dei Xú^voç, que procede de la fuente Q. La la nueva Jerusalén no habrá necesidad de «luz
sentencia, en esa fuente, abarcaba en lo esen- de lámpara» ni de resplandor dei sol, porque
cial Lc 11, 34.35.36a (F. Hahn, 116). El lo- no existirá ya la noche (22, 5). El resplandor
gion sapiencial (v. 34) experimenta en el v. 35 de la luz de Dios ilumina a la nueva Jerusalén,
una trasformación parenética, mientra que el y su lámpara es «el Cordero» (21, 23).
V. 36 intensifica la idea fundamental. Al ha-
G. Schneider
blarse dei ojo como «la lámpara dei cuerpo»
(v. 34), se trata de «la recepción de luz y de la
difusión de luz para todo el cuerpo humano», Xvw lyo desatar, soltar, disolver, destruir,
mientras que, al hablarse de la luz de la lám­ suprimir*
para (v. 33, -> 3), se trátaba de «la realidad de
B ibl.: Bauer, W õríerbuch, s.v.; G. Bomkanim, E l p o ­
la salvación que afecta al hombre» (F. Hahn,
d e r de a ta r y desa ta r en la Iglesia de M ateo, en Id., E s ­
130). La relación dei v. 33 con el versículo fi­ tú d io s sobre e l N u e vo Testam ento, Salamanca 1983,
nal 36b (que enlaza con el v. 33: «como cuan- 279-293; F. BUchsel, Xúco, en ThWNT IV, 337s; J. D.
do la lámpara te ilumina con su resplandor») M. Derret, B inding a n d L o osing (M att 16, 19; 18, 18;
Jo h n 20, 23): JBL 102 (1983) 112-117; R. H. Hiers,
puede entenderse de tal manera -si tenemos
«B inding» a n d «Loosing»; T he M atth ea n A u th o riza -
en cuenta el motivo dei fulgor dei relâmpago tions: IBL 104 (1985) 233-250; K. Kertelge, Siinden-
en Lc 17, 24 (par. M t)- que «el hombre enfo­ vergebung a n Stelle Gottes, en D ien st d e r Versõhnung
cado por la luz y captado por ella en toda su (TThSt 31), Trier 1974, 27-44; O. Michel, B inden und
existência, queda desvelado, confirmado y re- Losen, en RACII, 374-380; H. Thyen, Studien zu r Siin-
denvergebung im N T un d seinen atl. u n d jü d . Voraus-
conocido por el rayo de luz que ha de fulgurar setzungen (FRLANT 96), Gõttingen 1970, 218-259; A.
en el juicio final» (F. Hahn, 131). Vôgtle, «B inden u n d Losen», en LThK II, 480-482.
c) Lc 12, 35 recuerda, sí, temáticamente la
1. En el NT, kúco aparece 42 veces, predo­
parábola de Ias diez vírgenes (Mt 25, 1-12),
porque Jesus exhorta a mantener Ias lámparas minando en los Evangelios, Hechos y Apoca­
encendidas. Pero será difícil que exista de- lipsis. Entre los compuestos àva-, àno-, èx-,
pendencia entre ambos textos. En todo caso, èju-, xaxa-y JtaQaXúo), vemos que en el NT
el V. 35 es secundário en relación con la si- se usan con relativa frecuencia àjtoXúco y
guiente parábola de los siervos vigilantes (12, JtaxaXúco (67 y 17 veces respectivamente).
36-38), y tal vez se debe incluso a la redac-
a) En el significado fundamental de desa­
ción lucana. En la parábola de la dracma per­
dida (15, 8-10), la mujer enciende una lámpa­ tar (opuesto a ôéco, «atar») Xúco lleva un
objeto de cosa. Hablan de desatar alguna ata-
ra para buscar la dracma (v. 8).
Según Jn 5, 35 Jesús dice acerca dei Bau- dura Mc 1, 7; Lc 3, 16; Jn 1, 27 (Ias correas
tista: «El era la lámpara que ardia y alumbra- dei calzado); Ap 5, 2 (romper los sellos de un
ba», de cuyo resplandor la gente se gozaba. El hbro); Mc 7, 35 (la atadura de la lengua),
enunciado se refiere al «testimonio» dado por
Juan (v. 33). El evangelista evita designar a b) Hablan de soltar a un prisionero o algo
Juan como cpcoç, «luz», porque reserva para por el estilo Hech 22, 30; Ap 9, 14.15; 20, 3;
Jesús esta palabra simbólica (1, 7s), cf. Mi- Jn 11, 44. De desatar a un animal Mc 11, 2.4.
chaelis, 328; R. Schnackenburg, El Evangelio par. Mt 21, 2; Lc 19, 30.31.33a.b; Lc 13, 15,
según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco. donde a continuación inmediata se habla, en
sentido figurado, de liberar a una mujer enfer­
4. Aparte de 2 Pe 1, 19 (-> 2), kúxvoç fue- ma «de esta ligadura» con que Satanás la man-
ra de los evangelios no aparece sino en el tenía atada. Según Ap 20, 7, Satanás -después
107 Xvto 108

dei milênio- será soltado de su prisión. Hech autoritativa de la Iglesia. Suponemos que en
7, 33 y 13, 25 hablan de quitarse las sandalias el fondo de todo se halla la manera de expre-
de los pies (genitivo). En 1 Cor 7, 27 el per- sarse judeo-rabínica (Billerbeck I, 738-742;
fecto ‘k ékvoai tiene el significado de estar li­ IV, 304-321). 'ãsar y hitir se emplean en he-
bre (de vínculo conyugal con una mujer), sin breo, lo mismo que en arameo ’“sar y Frã’,
que con ello se afirme que anteriormente se para referirse a la fulminación y la supresión
hubiera estado ligado por tal vínculo. -en sentido disciplinario- dei anatema de la
Es singularísimo en el NT el uso que se ha- sinagoga, pero se emplean también en sentido
ce de este verbo en Ap 1, 5; «A El, que nos magisterial para referirse a una interpretación
ama y nos ha redimido de nuestros pecados vinculante de la ley en el sentido de «prohibir
por medio de su sangre...» (si es que, en vez y permitir». Cf. CD 13, 10: «Y él (el supervi­
de Xúaavxi, no hay que leer aqui Àoúoavu sor) desatará todas las cadenas que los atan»;
con algunos testimonios de la tradición tex­ Josefo, Bell I, 111: Los fariseos alcanzaron la
tual). Tan sólo aqui se observa en >>,13(0 una «posibilidad... de desatar y atar (X.ÚEiv xe wai
afinidad de significado con -> Wxgov/X.u- ÔEOpElV)».
XQÓop.at.
2. Es teológicamente significativo el uso
c) Con el significado de disolver (algo) (en que se hace dei término en los sentidos ex-
sus partes integrantes) se halla X,úco en el lo- puestos en ->■ l.c y l.d.
gion dei templo en Jn 2, 19 (en Mc 14, 58, Mt 5, 19 y Jn 5, 18; 7, 23; 10, 35 reflejan la
x,axaXúoj en futuro), y también en Ef 2, 14 validez de la ley dei AT, que era tema discutido
(«él derribó el tabique intermédio de separa- en el cristianismo primitivo. Según Mt 5,17.19
ción»); Hech 27, 41 (la popa de la nave); 13, no puede hablarse de una disolución de la ley
43 (una reunión); 2 Pe 3, 10.11.12 (los ele­ por Jesús. Se trata, más bien, de dar cumpli-
mentos cósmicos en el fuego dei juicio apoca­ miento pleno a lo prescrito en la ley. Jesús, al
líptico). 1 Jn 3, 8 habla de la destrucción de descubrir y dar sentido pleno, bajo la «letra de
las obras dei diablo. En Hech 2, 24 ^úco tiene la ley», a la voluntad de Dios, que es el verda-
el significado de poner fin a los dolores de dero contenido de la ley, hace que su propia ac­
parto de la muerte, o de soltar los «lazos de la ción sea para la comunidad cristiana primitiva
muerte» (2 Sam 22, 6; Sal 17, 5; 114, 3 TM), la norma para el cumplimiento de la ley.
los cuales lazos, por las traducciones de la Según Mt 16, 19, la autoridad para atar y
LXX, se identificaron con los «dolores de desatar se confiere a Pedro, y, según 18, 18, a
parto de la muerte» (cf. E. Haenchen, Die toda la comunidad de los discípulos. Esta au­
Apostelgeschichte^ [KEK], 182s). 1 Jn 4, 3 toridad es expresión de la permanente vincu-
v.l. habla de «deshacer» a Jesus, en vez de ha- lación de la èxrtXxioía post-pascual con el Se-
blar de negarse a reconocer y confesar a Je- nor, en cuya autoridad se basa el apóstol o la
sús. Así, pues: «Todo el que deje de conside­ comunidad de los discípulos. «Atar» y «desa­
rar a Jesus (todo el que descarte al hombre tar» van adquiriendo cada vez más, en la era
Jesus como objeto de la confesión cristiana de post-apostólica, un significado de derecho
fe), no es de Dios». eclesiástico. En la tradición judeocristiana an­
El verbo A,úoo aparece en sentido Jurídico- tes de Mateo y en tiempo de Mateo, se dan ya
teológico en Mt 5, 19; Jn 5, 18; 7, 23; 10, 35 los preâmbulos para una comprensión dei atar
con referencia a la supresión de la ley o dei y desatar en el sentido de una autoridad de
precepto sabático y de la Escritura. magistério y disciplina.
Mt 16, 19 se entiende más a menudo como
d) En Mt 16, 19 (bis) y 18, 18 (bis) apare­ una referencia a la «autoridad doctrinal»,
ce la expresión «atar y desatar» como manera mientras que 18, 18 se ve más bien como una
de referirse en sentido figurado a la acción referencia a la «autoridad disciplinar» (Bom-
109 Xvw - A cót 110

kamm, 282). En todo caso, se trata suprema­ tamente con ->• EÚvíkt), madre de Timoteo, a
mente de la aplicación obligatoria de Ias nor­ causa de su fe ejemplar. BHH II, 1103; C.
mas establecidas por Jesús para el cumpli- Spicq: RB 84 (1977) 362-364.
miento de su propia misión salvífica. La tradi-
ción neotestamentaria (cf. especialraente Jn
20, 23 y Mt 18, 15-18.21-35) acentua de ma-
nera especial con el motivo dei desatar el en­ A<»t Lõt Lot*
cargo dirigido por Jesús a la Iglesia para que, Nombre dei hijo de Harán y nieto de Abra-
en seguimiento suyo y de acuerdo con él, per- hán (en hebreo lôt, Gén 19, Iss). Lc 17, 28.29
alude a la salida de Lot de Sodoma. La mujer
done los pecados a los hombres.
de Lot (Gén 19, 26) se menciona en Lc 17, 32
K. Kertelge (en ambos casos como material peculiar de
Lucas). En 2 Pe 2, 7 se considera al «justo
A o ííç, í ô o ç Lõis Loida* Lob> como tipo de quien sufre por Ias injusti-
Nombre de la abuela de Timoteo (oriunda cias de su ambiente y es salvado por Dios.
de Listra). En 2 Tim 1, 5 se la menciona, jun­ BHH n , 1105s; Haag, Diccionario, 1118.
111 112

M n

M á a d Maath Mahat* La forma más frecuente es M ag ia (M agiáp)


Nombre en la genealogia de Jesiís, Lc 3, f] MaYÔaXrivTj: Mc 15, 40.47 par. Mt 27,
26; cf. 1 Crón 6, 20; 2 Crón 29,12 (como hi- 56.61 l Jn 19, 25; Mc 16, 1 par. Mt 28, 1; Jn
jo de Amasay); 31, 13. Sin embargo, según 20, 1.18 (par. Mc 16, 9). Lc 8, 2 tiene M ag ia
Lucas es hijo de Matatías (1 Crón 9, 31). xaÀoupévTi McYÔaltTivri; 24, 10 tiene
MaYÔaÀT]vf| M agia.
G. Schneider
M ayaôáv Magadan Magadán*
En Mt 15, 39 se menciona esta localidad
(por lo demás, desconocida) situada junto al Magedõn Maguedón
lago de Genesaret, adonde llegó Jesús en bar­ Ap 16, 16 v.l. en lugar de ->■'Ag[taYeôo)v.
ca después de dar de comer a Ias 4000 perso-
nas. La Koiné lee -> MáYÔa)^,a. En el parale­
lo de Mc 8, 10 el lugar se Uama -> \a k \ia - ^.aYEÍtx, ctç, lí mageia m agia, artes de
\o v& á (v.l. M áyôaX a, M ayeôá, MeXEya- magia*
ôá, etc.). BHH II, 1121; Haag, Diccionario, Según Hech 8, 11, Simón Mago fascinó du­
1141S. rante mucho tiempo con sus artes mágicas a
la población de Samaría (raíç paYeiaiç è |-
Eoxa>cévai auxoüç); 2i|iO)v 10. ThWNT
M áY Ô aX a Magdala Mágdala IV, 362s.
En Mt 15, 39 v.l. en lugar de -v MaYçiôáv.
Mágdala se baila situada en la ribera norocci-
dental dei lago de Genesaret. BHH II, 1121; ^aY ^vcu mageuõ hechizar, practicar Ias ar­
MaYÔaX,T]vií. tes mágicas*
En Hech 8, 9 dicese de Simón Mago: p.a-
YEÚcov jtal èÇioxávcov xò eôvoç xfjç 2ap,a-
MaYÔaÀ,t|VT|, fjç, ■q M agdalènê (la mu- geiaç; ->■ 2i[itov 10. ThWNT IV, 362s.
jer) oriunda de Mágdala*
MaYÔaXíivT) es sustantivo femenino, deri­
liaYÍtXy « ç , ■q magia magia, artes de ma­
vado de MaY6aXr|vóç. En el NT, el nombre
gia
aparece en los cuatro evangeüos para referir-
Forma alternativa de ->• paYEia.
se a «Maria Magdalena» o «Maria de Mágda­
la» ( ^ M ag ia 3). El sobrenombre «Magdale­
na» (o «de Mágdala») se refiere probable- ^.áyoç, ov, ó magos mago, adivino, he-
mente al lugar de Mágdala, situado junto a la chicero*
orilla Occidental dei lago de Genesaret (cf., a En el NT el término aparece 6 veces. Según
propósito, Kopp, Stãtten, 246-252: LThK VI, la historia de la infancia (Mt 2, 1.7.16 [bis]),
1269; V. Corbo: SBFLA 24 [1974] 5-37; 28 vienen «magos/sabios dei Oriente (pÓYOi
[1978] 232-242; Haag, Diccionario, 1142; Óotò àvaxoXôiv)» (v. 1) a Jerusalén para ado­
IDB Suppl 561; S. Loffreda: Bibbia e Oriente rar al nino recién nacido (v. 2).
18 [1976] 133-135: F. Manns-S. Loffreda-V. El término pÓYOi se deriva dei nombre de
Corbo, en Studia Hierosolymitana in onore una tribu médica que, en la religión persa, de-
dei B. Bagatti I, Jerusalem 1976, 307-378). sempenaba funciones sacerdotales (Herodoto
113 fiáyoç - [ia-&rprtíç 114

1 ,101) y se ocupaba dei estúdio de la astrono­ que probablemente tenia sus principales luga­
mia o la astrologia. Por eso, en la antigüedad, res de pasto en el território situado al este dei
los astrólogos, intérpretes de suenos y adivi- golfo de Aqaba. H. St. J. Philby, The Land of
nos venidos principalmente de Oriente se Ua- Midian, London 1957; BHH n , 1214; Haag,
maban magos (cf. Herodoto Vn, 37; Porfirio, Diccionario, 1139.
Abst IV, 16; también Is 47, 13; Dan 2, 2; Jo-
sefo, Ant XX, 142), realzándose de esta ma-
nera sus conocimientos secretos y su capaci- ^a'dlf)TCVCi) mathêteuõ hacer discípulo; en
dad para practicar la magia. Hay textos judios voz pasiva, llegar a ser discípulo
que reconocen el saber de los magos (Filón, ->- pa'&T]Triç.
SpecLeg III, 100), mientras que entre los ra­
binos predomina el critério de que los magos
^ a ^ T r j ç , OV, ó mathêtês alumno, discí­
son embaucadores y charlatanes (bSab 75a;
pulo
cf. Dt 18, 9ss; 2 Re 9, 22).
pa'0"tiTEÚ(o mathêteuõ hacer discípulo; en
Mateo entiende a los páyoi como personas
voz pasiva, llegar a ser discípulo*
doctas y expertas en astronomia (procedentes
seguramente de Babilônia), que, siendo genti- 1. Aparición en el NT - 2. Aspectos lingüísticos - 3.
les, reconocen los signos dei nacimiento de Los discípulos de Juan - 4. Los discípulos de Jesús - a)
Amplitud dei grupo - b) Vocación - c) La esencia dei
Cristo y, por tanto, aprenden también a enten­ discipulado - d) La falta de visión de los discípulos -
der la Escritura (2, 5s). e) Discípulos en los Hechos.
El acento negativo dei término se centra en
B ibl.: E. Best, The R o le o f t h e D isciples in M ark:
Hech 13, 6.8, donde al ajjenôojtQorpfiTqç ju­
NTS 23 (1976-1977) 377-401; Id., F ollow ing Jesus.
dio Baijesús (v. 6) o Elimas (v. 8), en Pafos de D isc ip le sh ip in the G o sp el o f M a rk (Journal for the
Chipre, se le designa igualmente como pá- Study of the NT, Suppl. Series 4), Sheffield 1981; Id.,
yoç. Pablo, gracias al Espiritu Santo, logra D iscip les a n d D iscipleship. Studies in the G ospel A c-
cording to M ark, Edinburgh 1986; H. D. Betz, N ach-
vencer el peligroso poder de esa persona (vv.
fo lg e u n d N achahm ung Jesu C hristi im N T (BHTh 37),
9-11); ->■ BaQiTiaoõ, ’EA,úpaç; cf. además 8, Tübingen 1967; O. Bõcher, Jünger, en EIQL^ II, 905-
9.11). Bauer, Wôrterbuch, í . v. (bibl.); ThWNT 907; Conzelmann, T heologie, 49s, 109s, 166s; J. D.
rV, 360-363; X, 1166 (bibl.); BHH BI, 2204s; M. Derrett, TEEAN TAP 'AAEEÉ (M k 1 16). J e s u s ’s
F ish erm e n a n d the P a ra b le o f the N et: NovT 22
W. Grundmann, Matthãus (ThHK), a propósi­
(1980) 108-137; J. K. Elliott, M a th êtês w ith a P osses-
to de 2, Iss; Haag, Diccionario, 1145s; P. siv e in the NT: ThZ 35 (1979) 300-304; B. Gerhards-
Gâchter. ZKTh 90 (1968) 257-259; M. Hen- son, D ie B o ten G ottes u n d d ie A p o stei Christi: SvEA
gel-H. Merkel, en FS Schmid 1973, 139-169; 27 (1962) 89-131; F. Habn, D a s V erstãndnis d e r M is-
sio n im N T (WMANT 13), Neukirchen-Vluyn 1963,
Pauly, Lexikon V, 1460-1472; cf. más biblio­
32-36, 95-119; M. Hengel, S e g u im ie n to y carism a,
grafia en ->■ àoTriQ. Santander 1981; J. D. Kingsbury, The F igure o fP e te r
in M a tth e w ’s G ospel a s a T heological Problem : JBL
H. Balz
98 (1979) 67-83; J. A. Kirk, A po stlesh ip since R engs-
torf: NTS 21 (1974-1975) 249-264; H.-J. Klauck, D ie
erzãhlerische R o lle d e r Jü n g er im M arkusevangelium :
M a y w Y Magog Magog NovT 24 (1982) 1-26; G. Klein, D ie z w õ lf A p o ste i
rcóy. (FRLANT 77), Gõttingen 1961, 65-113, 202-216; H.
Merklein, D e r Jüng erkreis Jesu, en K. Müller (ed.),
D ie A ktio n Jesu un d d ie R e-aktion d e r Kirche, Würz-
burg 1972, 65-100; D. Müller, en DTNTIV, 175-181;
M a ô i á ^ Madiam Madián* M. Pesce, D iscepolato gesuano e discepolato rabbini-
Hech 7, 29: yfj M aô iáp como nombre dei co, en ANRWII, 25, 1 (1982), 351-389; H. Raisãnen,
«pais de Madián» (en hebreo midyãn, Gén 25, D ie P a ra b elth eo rie im M k-E v., Helsinki 1973, 20ss;
2; Ex 2, 15), en el que Moisés, según Ex 2, K. H. Rengstorf, pavOávo) n x k ., en ThWNT IV, 392-
465; B. Rigaux, D ie «Z w õ lf» in G e sc h ich te un d
15, habitó como «forastero» (jtáçoLXOç). Los K erygm a, en K. Kertelge (ed.), D a s kirchliche A m t im
madianitas eran una liga de tribus nômadas. NT, Darmstadt 1977, 279-304; J. Roloff, A p o sto la t -
115 pialhiTriç 116

Verkündigung - Kirche, Gütersloh 1965, 138-235; G. fo, Ant X V m , 116-119). Mt 11, 2 indica que
Schmahl, D ie Z w õ l f im M k-E v., Trier 1974; W. Juan disponía de personas a Ias que él podia
Schmithals, D a s kirchU che A p o stela m í (FRLANT 81),
Gõttíngen 1961, 56-77; R. Schnackenburg, E lE v a n g e - enviar, y según Mt 14, 12 par. había un gmpo
lio según San Ju a n III, Barcelona 1980, 224ss, 433ss; de discípulos que se preocuparon de enterrar a
A. Schulz, N a c h fo lg e n u n d N a ch a h m en (StANT 6), su maestro (cf., por lo demás, Hengel, 38s).
München 1962, 117-133; F. F. Segovia (ed.), D isci- Los que pertenecían al grapo joánico, se habí-
p lesh ip in the NT, Philadelphia 1985; G. TheiBen, L e-
g itim a ció n y sustento, en Id., E stúdios de sociologia an hecho bautizar para el arrepentimiento, y
d ei cristianism o p rim itivo , Salamanca 1985, 151-187; se habían sometido a exigências éticas (de se-
Id., S eguim iento y d esarraigo social en la so cied a d ju - 11o ascético), por ejemplo, a ayunos y purifi-
deo-palestina d e i siglo I d.C., en ibid., 42-78.
caciones (Mc 2, 18 par.; Jn 3, 25). El Bautista
les había ensenado a orar (Lc 11, 1). El Evan-
1. En el NT, el sustantivo [Aa^&iiTTiç apare­ gelio de Juan acentúa que el Bautista -incluso
ce 261 veces, pero lo hace exclusivamente en según su propia opinión- no era el Mesías (Jn
los evangelios y en Hechos (Mateo 72 testi- 1, 6-8.20; 3, 28) y que testificaba que Jesús
monios, Marcos 46, Lucas 37, Juan 78, He­ era el Mesías esperado (Jn 1, 8.19-36; 3, 22-
chos 28). El verbo p-aUrixeija) aparece 4 ve­ 36). Pero el énfasis con que el Evangelio de
ces (Mt 13, 52; 27, 57; 28, 19; Hech 14, 21). Juan realza esto, delata que el Bautista era
considerado como mesías por algunos, y hay
2. El contraste entre [xa'&T]TT|ç y ôiôáoxa- razón para suponer que el paso dei seguimien­
X.OÇ, tal como aparece en la expresión prover­ to dei Bautista al seguimiento de Jesús no
bial de Mt 10, 24s, así como la afinidad entre siempre fue tan armónico como lo describe Jn
(x a^x tíç y el verbo (tavO-ávco muestran que 1, 35-39. Lo indica también el hecho de que,
pa#T)Tiíç se concibe como la designación de según Hech 18, 25; 19, 1-6, aun anos más tar­
alguien que se halla en relación de discípulo de hubiera todavia en Efeso discípulos dei
con otra persona y es instruido por ella. Se- Bautista que no habían oído hablar siquiera
mejante relación era conocida en los tiempos dei Espíritu Santo.
dei NT, porque los escribas hacían de maes­
tros y tenían discípulos {talmidtm), a quienes 4. a) Las personas que seguían a Jesús pue-
instruían en la Escritura y en Ias tradiciones den clasificarse en dos grapos principales, co­
de los padres. También Jesús fue llamado rabí mo se desprende de Mc 3, 7-12: por un lado,
o rabuni (Mt 26, 25.49 par. y passim) y ôi- un gmpo que se hallaba nitidamente deslinda-
òáanaXoç, (Mt 8,19; 12, 38 y passim), y tam­ do, y, por otro lado, una gran multitud. Esta
bién él ensenaba (Mt 4, 23; 26, 55 par. y pas­ división queda también confirmada por los
sim). Pero Jesús actuaba con una autoridad pasajes en los que se dice que Jesús se retira-
desconocida hasta entonces (Mt 7, 28s; Mc 1, ba de las masas y se quedaba a solas con sus
22.27; Lc 4, 32; Jn 7, 46), y por eso el hecho discípulos (por ejemplo, Mt 13, 36; 14, 22
de ser [ia^briXTiç suyo significaba tma relación par. Mc). Al gmpo amplio de adeptos y oyen­
que no podia deducirse dei término mismo tes se le aplica raras veces la denominación
fia^ x x |ç (cf. Rengstorf 392ss). de de [xafhixfiç. Sin embargo, esto sucede en
Lc 6, 13.17, donde se hace distinción entre
3. Antes de que Jesús comenzara su activi- tres grapos, a saber, una gran masa de perso­
dad pública y reuniera discípulos, existia ya nas, una gran multitud de discípulos y, final-
un grupo de discípulos en tomo de Juan el mente, el círculo de los Doce, escogidos de
B autista. La afluência de estos discípulos no entre ese gmpo de discípulos (v. 13; cf. Mc 4,
fue quizás tan grande como indica Mc 1, 5, 10). También en Lc 19, 37.39; Jn 6, 60.66; 7,
pero el movimiento en tomo a Juan fue oca- 3; 8, 31 y 19, 38 aparece [xaíhixf|ç como de­
sión evidente para que Herodes Antipas se nominación de personas que pertenecían al
sintiera intranquilo (Mt 14, 3ss par.; cf. Jose- grupo amplio de adeptos.
117 (la^TTÍÇ 118

Sin embargo, en la inmensa mayoría de los Jn 1, 35ss, donde junto a Pedro yAndrés no se
casos, el término [ia^&TiTiíç se reserva para el nombra, a pesar de todo, al discípulo que en
grupo íntimo en tomo a Jesús. El grupo era, al companía de Andrés fue el primero en llegar-
parecer, bastante reducido. Cabia en una sola se a Jesús. Tampoco está claro si «el discípu­
barca (por ejemplo, Mt 14, 22 par.; Jn 6,17) y lo a quien Jesús amaba» (Jn 13, 23; 19, 26;
podia reunirse en una sola casa (por ejemplo, 20, 2; 21, 7.20) es Juan o si pertenecía inclu­
Mc 7,17; 9, 28). En todo caso, de la tradición so al grupo de los Doce (cf. R. E. Brown, El
se desprende con claridad que el grapo íntimo Evangelio según Juan 1, Madrid 1979, lOOss;
en tomo a Jesús estaba formado por «los Do­ Schnackenburg, 435ss). El Evangelio de Juan
ce» (cf. Rigaux, 299s; Klein, 202ss; Schmit- menciona una sola vez (Jn 6, 67) a ese gmpo,
hals, 56ss; Roloff, 138ss). Por ejemplo, cuan- y este evangelio no contiene lista de apósto-
do se nos dice en Mc 6, 35 que los discípulos les; por tanto, no concedió importância espe­
de Jesús se acercaron a él, sabemos por Lc 9, cial al número de doce.
12 que se trataba de los Doce, cosa que tam-
b) Aunque hay ejemplos de que hubo per-
bién dice Mc 6, 7. Los pa-&T]xaí a quienes Je­
sonas que se acercaron a Jesús y le pidieron
sús, según Mí 26, 17-19, encargo que prepa-
pemüso para seguirle y, por tanto, para llegar
raran la cena pascual, eran los Doce, con
a ser sus pafiTjxaí (Mt 8, 19; Mc 5, 18), sin
quienes él luego celebro esa cena (Mt 26,
embargo suponemos que en la mayoría de los
20ss par.). En Mc 3, 13-19 se indican (pres-
casos Jesús tomaba la iniciativa y llamaba a
cindiendo de pequenas divergências) los
personas para que le siguieran (Mt 4, 18-22;
nombres de esos Doce, a quienes Jesús -e n un
Mt 9, 9 par; cf. también Jn 6, 70; 15, 16), al
momento anterior de su actividad pública-
igual que Dios en el AT había escogido y 11a-
había escogido como su especiales colabora­
mado profetas.
dores. Dificilmente se podrá dudar de que el
número doce tiene significación simbólica (-> c) Una larga serie de enunciados revela co­
ôcóôexa; cf. también Jeremias, Teologia, 271). mo se entendia lo de ser discípulo. En la in­
Pero esto no justifica para negar la existência mensa mayoría de esos enunciados la palabra
prepascual de este grupo o para suponer que se dirige al grupo íntimo de discípulos, pero
se ha datado con anteiioridad la formación dei esto no excluye que los mencionados enun­
mismo, ya que incluso el traidor pertenece a ciados tengan también aplicación para los que
ese grupo sumamente íntimo (cf. Mt 26, 14 eran discípulos en sentido más amplio (Best,
par.; 26, 47 par.; Jn 6, 71). La denominación The Role o f the Disciples in Mark, 400s). La
de «los Doce» desapareció muy pronto (Ger- relación especial que existia entre Jesús y sus
hardsson, 125ss). Pablo no la emplea, a no ser discípulos se atestigua, entre otras cosas, por
en 1 Cor 15, 6 (cf. además Kirk, 249ss; Klein, el hecho de que a ellos -por contraste con Ias
65 ss; Merklein, 98). masas—se les revelaron los mistérios dei rei­
No debe excluirse que, antes de la elección no (Mt 13, Is par.; cf. Mt 16, 15-17 par.; Mt
dei grupo de los Doce, hubiera existido en 16, 21 par.; 17, 22-23 par.; 20, 17-19 par.).
torno a Jesús otro grupo más reducido aún. Según Mt 12, 49, a los discípulos Jesús los
Esta podría ser la explicación de que algunos consideraba como si fueran su madre y sus
discípulos -principalmente Pedro (Kingsbury, hermanos (cf. Mc 3, 34 par.). Y Jesús les en-
67ss), Santiago y Juan- parecieran haber esta­ senó a orar (Mt 6, 9; cf. Lc 11, 2). Un discí­
do especialmente cerca de su Senor (Mc 5, 37 pulo tenía que romper con la clase de existên­
par.; Mt 17, 1 par.; 14, 27 par.; Mc 1, 29; Mt cia que había llevado hasta entonces, por
20, 20 par. Mc; Mc 13, 3; cf. además Schmahl ejemplo, tenía que abandonar sus ocupaciones
128ss). Por lo demás, Mt 4, 18-22 par. refiere (Mt 4, 18-22 par.; 9, 9 par.), romper los lazos
que los mencionados discípulos fueron los familiares (Lc 14, 26 par.; Lc 9, 61s) y dejar
primeros en ser llamados (Derrett, 108ss); cf. al cuidado de otros un deber tan elemental co-
119 [Xa'&TlTTlÇ 120

mo el de enterrar a su padre (Mt 8, 21s; cf. ban grandes obras en el nombre de Jesús (Lc
también Hengel, 6ss). En cierto sentido, Ias 10, 17; cf. Hecb 3, 6.12-16), pero principal­
condiciones de los discípulos eran compara- mente proclamaban que el reino de Dios esta­
bles a Ias de los esclavos. Por ejemplo, cuan- ba cerca (Mt 10, 7s), y -lo mismo que Jesús-
do Jesús, en su camino bacia Jerusalén, tuvo curaban a los enfermos y a los que estaban
que pasar por Samaría, los discípulos tuvieron poseídos por los demonios (Mt 4, 23 par.). No
que buscarle alojamiento (Lc 9, 51s). Ellos bay ninguna razón para poner en duda que Je­
tuvieron que preparar también su entrada so- sús llevara a cabo esta misión. Suponemos
lemne en Jerusalén (Mt 21, 2 par.) y bacer los que se ba conservado la estructura fundamen-
preparativos para la cena pascual que Jesús t£Ú dei mandato de misión en Lc 10, 2-12 (cf.
queria celebrar con ellos (Mt 26, 17s par.). Halrn, 32ss). Tanto Marcos (6, 30) como Lu­
Ser [taOriTriç y, por tanto, seguir a Jesús sig- cas (9, 10; 10, 17) -pero no Mateo- refieren
nificaba una radical negación de sí mismo. El que los discípulos regresaron adonde estaba
[ia^&TiTriç tiene que «cargar sobre sí su cruz» Jesús. Esta misión estuvo limitada a Israel
(Mt 16, 24-25 par.; cf. Mt 10, 38 par.), y esto (Mt 10, 5s) y fue caracterizada por los discí­
implica la comunión de destino con Jesús, pulos como un tiempo en que no carecieron
que consiste en la persecución, el sufrimiento de nada (Lc 22, 35; cf. TbeiBen, Legitima-
y últimamente la muerte (Mt 10,24-25: Jn 15, ción, 151ss).
20; Mt 10, 17-22 par.; Mt 20, 20ss par.; Mt La situación era completamente distinta
24, 9 par.; Jn 16, 2). cuando los discípulos fueron enviados por Je­
Este intenso radicalismo en cuanto a Ias sús, después de su muerte y resurrección (Mt
condiciones de vida de los discípulos se dife­ 28, 18-20 par.; cf. Jn 20, 21-23). Abora ellos
rencia en una serie de puntos de lo que era la debían convertir en discípulos a todas Ias per-
práctica usual de aquellos tiempos (Rengs- sonas, proclamando en todas partes el evan-
torff, 447s). Abora bien, bay promesas para los gelio, predicando el arrepentimiento para el
que soportan los sufrimientos ligados al se- perdón de los pecados y bautizando.
guimiento de Jesús (Mt 19, 27-30 par.; 10, 22; En su ministério, los discípulos son basta
24, 13 par.; cf. también Scbulz, 117ss; Tbei- tal punto representantes de su Senor, que pue-
Ben, Seguimiento, 41ss). Pero, por otra parte, de afirmarse sin más que quien recibe a un
el negar a su Maestro significa perder la pro- paOi^xriç, recibe a Aquel que lo envió (Mt 10,
pia salvación (Mc 8, 38 par.; Mt 10, 33 par.). 40 par.; cf. Jn 13, 20). Por eso, un discípulo
Según Mc 3, 13-14 Jesús escogió a los Do­ de Jesús no podrá considerarse nunca como
ce para que estuvieran con él, y también -en alguien que ha aprendido ya «todo lo que te­
contraste con la relación que caracterizaba en nía que aprender» y que puede dejar de ser
general a los discípulos- para enviarlos en discípulo para establecer su propia escuela.
misión (6,7-13 par., cf. también Conzelmann,
318ss). Lc 10, Iss refiere que Jesús, además d) Un rasgo característico de los discípulos
de los mencionados discípulos, envió a otros de Jesús es su falta de comprensión, por ejem­
setenta (setenta y dos), a los cuales —desde plo, ante lo que Jesús decía y bacia (Mc 6, 52
luego- no se les aplica la denominación de par.; Mt 16, 4-12 par.; Mt 15, 15-20 par.; Mc
p,a'ÔT]xf|ç. Lucas quiso indicar tal vez que el 4, 13), y sobre todo en relación con los anún­
mensaje no sólo estaba destinado para el pue- cios de la Pasión y con la cuestión de quién
blo de los judios, sino que tenía significación era en realidad su Maestro (Mt 16, 21-23 par.;
universal (cf. Gén 10, Iss). Así como el Ma­ Mc 9, 31-32 par.; Lc 18, 34; Mc 4, 40-41
estro recibía poder de lo alto, como acentúa par.). Esta tradición -juntamente con los pre-
especiabnente Lc 4, 14ss (cf. Hecb 10, 37), ceptos de guardar silencio, frecuentemente
así también los discípulos recibieron como mencionados- puede estar determinada por
poder la e%ovaía (Mc 3, 14s par.). Realiza- una concepción (marquina) secundaria (cf., a
121 ^ la^triç - M aM aioç 122

propósito de la cuestión dei secreto mesiáni- m ãisch, Leipzig ^1905 (Darmstadt 1960), 178 con la
co, Rãisânen, 20s; Best, The Role o f the Dis- nota 5; W. Grundmann, D a s M t-Ev. (ThHK), Berlin
^1972, 269s; Id.. D a s M k-Ev. (ThHK), Berlin ’1977,
ciples in Mark, 377ss); desde luego, hay que 104-107; Haag, D iccio n a rio , 1193 (bibl.); E. Haen-
contar con que los discípulos no fueran capa- chen, D e r Weg Jesu, Berlin 1966, 135-138; H. Ljung-
ces de entender lo radicalmente nuevo que ve- mann, en BHH II, 1171; P. Nepper-Christensen, D a s
nía con Jesús, por ejemplo, que el reino de M atthãusevangelium - e in ju d enchristl. Evangelium ?,
Aarhus 1958; R. Pesch, L evi-M atthaus (M c 2, 14 / M t
Dios pertenece a los ninos (Mt 19, 13-15 par.) 9, 9; 10. 3): ZNW 59 (1968) 40-56; G. Schille, D ie
y que en este reino se invierten los critérios urchristl. K ollegialm ission (AThANT 48), 131-144.
habituales. Pero forma parte de la imagen
neotestamentaria dei pa^&rjTriç el que incluso 1. Mateo se menciona en Ias cuatro listas
esas personas a quienes faltaba comprensión de apóstoles (Mt 10, 3 [solamente aqui se le
hacia Jesús y que, por este motivo (entre otras identifica como; ó xeXcóvqç]; Mc 3, 18; Lc 6,
cosas), trabajaron en contra de Jesús (Mt 19, 15; Hech 1, 13) en el séptimo (Marcos y Lu­
13-15 par.) y finalmente abandonaron a su cas) o en el octavo lugar (Mateo y Hechos).
Maestro (Mt 26, 57-75 par.), fueran confirma­ Se le menciona también en Mt 9, 9, donde se
das por el Resucitado en su condición de dis­ dice que Jesús, una vez que pasaba junto a la
cípulos, después de la resurrección de Jesús. oficina de recaudación de impuestos, le llamó
diciendo; «jSígueme!», y Mateo se levanto y
e) En los Hechos se denomina [taf)T|TaL a le siguió. Sin embargo, en los relatos parale­
todos los que pertenecían a la comunidad, ya los (Mc 2, 14; Lc 5, 27), al correspondiente
fuera en Jerusalén (6, 1.2.7; 9, 26) o en Da­ recaudador no se le llama Mateo (el nombre
masco (9, 10.19) o en Antioquía -donde, por se deriva probablermente dei rabínico mattay,
lo demás, se empezó a aplicar el nombre de «don de Dios», cf. Billerbeck, Dalman), sino
«cristianos» a los discípulos (11, 26.29; 13, Leví. La explicación pudiera ser que Mateo,
52)- o en Efeso (19, 2; 20, 1.30). Así que, a como otros (hay nada menos que siete sobre-
partir de entonces, el nombre de discípulo no nombres en Ias mencionadas listas de apósto­
supone ya haber conocido directamente a Je­ les -tal vez para evitar confusiones-) hubiese
sús, sino que expresa una relación de fideU- recibido un sobrenombre, en cuyo caso Mateo
dad hacia él (cf. Jn 9, 28; Mt 22, 16 sobre los habría tenido, en contra de la costumbre, dos
discípulos de Moisés o de los fariseos [cf., por nombres hebreos/arameos, aunque uno sólo
lo demás, Betz, 27ss]; también Hech 9, 25, de ellos tuviera terminación griega. Mateo ha­
donde se habla de los discípulos de Pablo). bría podido recibir el sobrenombre de Jesús
P. Nepper-Christensen mismo, y el nuevo nombre habría desplazado
al antiguo (B. WeiB, Das Evangelium des Aíat-
thãus^° [KEK], Is), como había sucedido ya
^ a d rjT Q ia , a ç , mathêtria discípula* con Pedro. Pesch (16) sostiene la opinión de
En Hech 9, 36 se menciona como [ta^dfi- que sólo la redacción mateica identifico al pu-
TQia a Tabita de Jafa (ftadfiTQta ôvópaTi blicano Leví con Mateo.
T aptdá); cf. -*■ (taíhiTfiç 4.e. Al mismo tiempo, Mateo es mencionado
también con el nombre de Mattay en bSan
M a d d á # Maththath Matat 43a, donde se le nombra en primer lugar entre
Variante dei nombre Ma'&’ô'áx en Lc 3, cinco discípulos de Jesús. Esto indica que en
algunos círculos se quiso poner a Mateo en un
24.29 Sin.
lugar destacado, y E. Klostermann {Das Mat-
thãusevangelium^ [HNT] 81) tiene quizás ra-
M a d d a í o ç , OV Maththaios Mateo* zón al afirmar que Mateo «fue puesto en sus-
B ibl.: Bauer, W õterbuch, í . v.; Billerbeck I, 536; G. titución de aquel hombre que ya no interesa-
Dalman, G ra m m a tik d es jü d isch -p a lã stin isch en A ra - ba» (a saber, Leví). Así seria, si estuviera en
123 MaUD-atoç - MadUíaç 124

lo cierto la hipótesis de Grandmann de que el M a'^ ^ á'V Maththan Matán


recaudador de impuestos Mateo era persona Variante dei nombre ->• Mar'&áv en Mt 1,
«importante para la tradición en la que se ba- 15 (bis) en el códice B.
saba el evangelio» (270). En todo caso, única­
mente el Evangelio de Mateo menciona al
«publicano» (o recaudador de impuestos) Ma­ M a d d á t Maththat Matat*
teo en la lista de los discípulos (Mt 10, 3). Fi­ Nombre de dos personas en la genealogia
nalmente, la circunstancia de que no se men­ de Jesús. Lc 3, 24: hijo de un tal Leví y padre
cione a Leví en Ias listas de los apóstoles pue- de Eli o abuelo de José; Lc 3, 29; hijo de un
de reflejar también el hecho de que se hubie- tal Leví y padre de Jorín.
ra efectuado ya el cambio de nombre (E.
Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus
[NTD] 146). M a d 'f tía ç , o v Maththias Matías*
B ib l: W. Foerster, en RGG IV, 810s; H. R. Fuller,
2. Prescindiendo de Mt 9, 9, el NT no nos re- The C hoice o fM a tth ia s, en StEv VI (1973), 140-146;
fiere nada acerca de Mateo. Según Clemente de P. Gaechter, D ie Wahl des M a tth ia s (A pg 1, 15-26):
Alejandría, Mateo era asceta y no comia carne ZKTh 71 (1949) 318-346; E. GrãBer, A cta-F orschung
(Paed II, 16, 1). Según Apolonio, él -lo mismo se it 1960 (in): ThR 42 (1977) 1-68, 6-9; Haag, D ic-
que otros apóstoles- permaneció durante doce c io n a rio , 1198; Ch. Masson, L a re c o n stitu tio n du
collège d es D ouze d ’a près A ctes 1, 15-26: RThPh ser.
anos en Jerusalén, siguiendo Ias instrucciones de
3, 5 (1955) 193-201; Ph.-H. Menoud, L es additions au
Jesús (Eusebio, HistEccl V, 18, 12). Después se groupe des douze apôtres d 'a p rè s le livre d es A ctes:
dedicó a Ia labor entre los no hebreos (HistEccl RHPhR 37 (1957) 71-80; F. MuBner, en LThK VII,
III, 24, 6). Clemente de Alejandría refiere, temen­ 179s; E. Nellessen, Z eu g n is fU r Jesus u n d das Wort,
do a Heracleón como fuente (Strom IV, 71, 3), Kõln 1967, 128-178; K. H. Rengstorf, D ie Z uw ahl des
que Mateo murió de muerte natural. Sin embargo, M atthias (A pg 1, 15ss): StTh 15 (1961) 35-67; J. Re-
tanto en Occidente como en Oriente se celebra la nié, V é le c tio n de M a th ia s (A ct., I, 15-26): RB 55
conmemoración de su martírio el 21 de septiem- (1948) 43-53; A. Weiser, D ie N a ch w a h l des M a ttia s
bre o el 16 de noviembre. (A pg 1, 15-26), en K. Müller-H. Merklein (eds.), Z u r
Papías refiere que Mateo recopiló Ias palabras G esch ich te des U rchristentum s (QD 87 = F S f ü r R.
(tò Xóyia) en hebreo ('E(3gaíôi ôiaXéxro)) y que Schnackenburg), Freiburg i. Br. 1979, 97-110.
cada uno Ias tradujo como podia (Eusebio, Hist
Eccl III, 39, 16; cf. también III, 24, 6; V, 8, 2; 10, Matías es forma abreviada dei nombre ju­
3; VI, 25, 4; sobre Ias tradiciones acerca de Ma­ dio Matatías. En el NT el nombre aparece uni­
teo en los escritos de San Jerónimo, cf. Nepper- camente en Hech 1, 23.26, donde se habla de
Cbristensen 37ss).
Claro que Mateo dificilmente será el autor dei la elección de un apóstol que sustituyera a Ju­
Evangelio de Mateo. Las numerosas tradiciones das. El candidato que prospero en esta elec­
dobles, la combinación de palabras de Jesús en ción, preparada por un discurso de Pedro y
largos discursos, las agrupaciones de relatos de por la oración de los presentes y decidida por
milagros y, finalmente, el becbo de que el Evan­ sorteo, fue Matías. El nombre nos permite sa­
gelio de Mateo sea un escrito original griego y no ber que era judio. A esto se anade el contacto
una traducción, lo cual lo demuestran, entre otras
cosas, los juegos de palabras y el empleo dei ge­ con el Jesús terreno, que se presupone tam­
nitivo absoluto, aunque en el escrito aparezcan se- bién en Hech 1, 21s. En el NT no se refiere
mitismos, son un serio obstáculo para suponer que nada más de él. - Eusebio, HistEccl I, 12; II, 1
uno de los apóstoles baya sido el autor dei Evan­ le cuenta entre los 70 discípulos de Jesús. El
gelio de Mateo. Finalmente, la teologia «eclesiás­ «Evangelio según Matías» y las «Tradiciones
tica» dei Evangelio de Mateo atestigua igualmen­ de Matías», así como las Actas de Andrés y
te que el autor/redactor no pertenece a la primera
Matías (Hennecke-Schneemelcher I. 224-228;
generación de cristianos (cf., a propósito, la men-
ción de ExxA.T]Otía en Mt 16, 18 y 18, 17 y los II, 403) ofrecen más informaciones, pero que
enunciados que se formulan en 16, 19 y 18, 19). no son históricamente fiables.
P. Nepper-Cbristensen A. Weiser
125 Ma-ôouoa>.á - naxágioç 126

M a d o v a a X á Mathousala Matusalén* ^.aK a^i^O ) makarizõ proclamar feUz, ala-


Nombre en la genealogia de Jesús en Lc 3, bar como bienaventurado*
37 (en hebreo, m"tüsselafy, Gén 5, 21ss), hijo En Lc 1,48 dice de sí Maria (àn;ò toü vüv
de Henoc y padre de Lamec o abuelo de Noé. paxaQLOÜoiv p,s Jiãooa a l Yeveaí); Sant 5,
BHHII, 1208; Haag, Diccionario, 1204. 11: paxaQÍÇo|tEV xoüç ÜJtopEÍvavxaç («... a
los que resisten firmemente», cf. Dan 12, 12);
-> paxágioç.

Maiváv Mainan Menán ^ a x á Q io ç ,3 makarios feHz, dichoso, bien­


Variante textual dei nombre M evvá en
aventurado*
Lc 3, 31 Textus Receptus.
1. Aparidón en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. Trasfondo en la historia de Ias religiones - 4. Sinóp-
ticos - a) Sermón de la montana / discurso dei llamo -
b) Las demás tradiciones de Q - c) Otras tradiciones
f i a i v o f i a i mainomai estar loco, estar po- sinópticas - 5. Juan - 6. Pablo - 7. Las Cartas Católi­
seído, desvariar* cas - 8. Apocalipsis.
Los 5 testimonios que hay de este verbo en B ib L : S. Agourides, L a tra d itio n d e s B é a titu d e s
el NT expresan siempre un juicio negativo de chez M attieu e t Luc, en F S Rigaux, 9-27; H. D. Betz,
otros acerca de personas que aparecen dota­ D ie M a ka rism en d e r B ergpredigt (M t 5, 3-12). B eo-
bachtungen z u r literarischen F arm u n d theol. Bedeii-
das de especial autoridad o que refieren expe­ tung: ZThK 75 (1978) 3-19; I. Broer, D ie Seligprei-
riências habidas por el poder de Dios: en Jn sun g en d e r B ergpredigt. Stu d ien zu ihrer Ü berliefe-
10, 20, una acusación judia contra Jesús: Òai- rung u n d In terpretation (BBB 61), Kõnigstein-Bonn
[ióviov Exet x al paívETai. En Hech 26, 24 el 1986; Dupont, B éa titu d es l-III; H. Frankemõle, D ie
M a ka rism en (M t 5, 1-12; L k 6, 20-23). M o tive un d
gobernador Festo censura a Pablo después U m fang d e r red. K om position: BZ 15 (1971) 52-75; R.
que éste pronunciara su discurso de defensa: A. Guelich, The M atthean B éatitudes: «E ntrance-Re-
fiaívT), naüX-E, a lo cual replica Pablo: ou q u irem en ts» o r E sc h a to lo g ic a l B le ssin g s? : JBL 95
HaLvopai,... akXà ctÀir&EÍaç x a i amcpQcoaú- (1976) 415-434; F. Hauck-G. Bertram, paxágtoç xxX.,
en ThWNT IV, 365-373; Ch. Kâhler, B iblische M a ka ­
vqç gruraxa àjto(p&éYYop.ai, v. 25 (cf. Pla- rism en. Studien z u r F arm - un d T raditionsgeschichte
tón Phaed 244a); en 12, 15 dícese de la sir- d e r b ib lisc h e n M a k a rism e n (tesis mecanografiada),
vienta llamada Rode, que en la casa de Maria Jena 1974; K. Koch, Was ist F orm geschichte?, Neu-
(la madre de Juan Marcos) anuncia que el pri- kirchen-Vluyn ’1974, 7-9, 50-55, 74-78; Ch. Michae-
lis, D ie T l-A Iliteration d e r Subjektsw orte d e r ersten 4
sionero Pedro está a la puerta. Mientras que Seligpreisungen in M t V, 3 -6 un d ihre B edeutung f ü r
en estos pasajes hay personas que se resisten den A u fb a u d e r S e lig p re isu n g e n b e i M t. L k u n d Q:
a admitir la inaudita intervención de Dios (cf. NovT 10 (1968) 148-161; G. Strecker, D ie M akaris­
también el juicio de los miembros de la asam- m en d e r Bergpredigt: NTS 17 (1970-1971) 255-275;
N. Walter, D ie B earbeitung d e r Seligpreisungen durch
blea ateniense sobre Solón, Diógenes Laercio M t, en StEv IV (TU 102), Berlin 1968, 246-258; H.
I, 49), vemos que Pablo en 1 Cor 14, 23 criti­ Windisch, D e r Sinn d e r B ergpredigt (UNT 16), Leip-
ca a los corintios que hablan en lenguas, di- zig "1937; W. Zimmerli, D ie Seligpreisungen d e r B erg­
ciéndoles que no tienen en cuenta los efectos p re d ig t und das A T , en F S Daube, 8-26; para más bi­
bliografia, cf. ThWNT X, 1167.
que su conducta produce sobre los de fuera:
oux ÈQOÜOLV ÕTi [xaívEa^E;. La idea dei arre-
1. De los 50 testimonios que hay dei térmi­
batamiento religioso (dionisíaco) (cf. Herodo-
no en el NT, la principal parte (28) se encuen-
to IV, 79: un:ò toü Ueou paívETai) no en-
tran en los Sinópticos (13 en Mateo, de los
cuentra ecos positivos en el NT. ThWNT IV,
cuales nueve se hallan en el Sermón de la
363-365; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Spicq, No­
Montana, 5 en Lucas). Aparte de los evange-
tes II, 529s.
lios, el Apocalipsis es ei único escrito dei NT
H. Balz en que p a x á g io ç aparece con alguna fre-
127 IxaxaQioç 128

cuencia (7 veces). Los demás lugares se dis- parenética, encontramos elementos paracléti-
tribuyen entre Pablo (4 veces), Ias Pastorales eos (-»■ 4). En virtud de su motivación escato-
(3), Ias Cartas Católicas (4), así como Juan y lógica, el macarismo dei NT aparece conse-
Hechos (2 veces en cada uno). cuentemente como una interpelación o una
instrucción de carácter profético-apocalíptico.
2. En el NT el término puede poseer el sig­ En tales contextos, isaludo! o el arcaico bie-
nificado no específico áe feliz o bueno, y pue­ naventurado es una traducción más apropiada
de emplearse en gran variedad de contextos que la de «feliz». La misma significación tie­
gramaticales y con muy diversos significados. ne pawápioç con respecto a partes dei cuerpo
En sentido personal, Pablo se considera/eZiz, humano, cuando se considera que Ias personas
porque tiene la oportunidad de defenderse an­ así designadas han sido espeeialmente bende-
te el rey Agripa (Hech 26, 2); en sentido im- cidas (Mt 13, 16 par. Lc 10, 23; Lc 11, 27).
personal, el término aparece en la máxima
atribuida a Jesús: «Es más dichoso dar que re- 3. El término paxágioç, que aparece desde
cibir» (Hech 20, 35), una máxima que en esta Píndaro en la literatura poética griega, designa el
misma forma o en forma parecida se trasmitía estado (supraterreno) en que se encuentran los
también en el mundo helénico (cf. E. Haen- dioses y también los humanos que gozan de ex­
traordinária felicidad. En tiempo de Aristófanes,
chen, Die Apostelgeschichte"' [KEK], sub lo­ el término, que era parte integrante dei lenguaje
co). Si aqui el comparativo se enuncia por cotidiano, describe -entre otras cosas- a los ricos
medio de la expresión (iiaxágióv èoTiv) |tãÀ- que, por su bienestar, se hallan elevados por enci­
Xov... fí, vemos que el comparativo se encuen- ma de Ias preocupaciones diarias. eòôaípouv pue­
tra formalmente en Pablo dentro de un juicio de aparecer como sinônimo junto a paxáçioç. La
ético de valor. La mujer libre de vínculos con- forma estereotipada de macarismo (por ejemplo,
yugales hará mejor (paxagiooTÉQa... èaxiv) pauáçioç ooTiç) aparece ya en la tradición grie­
ga (Menandro, F r a g m e n ta , 114; Píndaro, Pyth V,
en quedarse sin contraer matrimônio (1 Cor 7, 46 y p a s s im ) . Como término que expresa alaban-
40). p a x á g io ç juntamente con èXjtíç tiene za, se refiere siempre a valores internos y exter­
sentido teológico, cuando designa el objeto de nos, y puede tener un sentido genuinamente reli­
la esperanza cristiana (= la futura epifanía de gioso (ef. Bauer, W õ r te r b u c h , 962). También co­
la gloria de Dios y de Jesucristo). Este uso se mo epíteto para designar a Dios (->■ 2), paxápioç
halla en consonância con el que encontramos es conocido en el mundo helénico (Plutarco, Def
420e; cf. Plutarco, Is 538e y p a s s im ) . El término
en Ias Pastorales, donde paxágioç se emplea
técnico para designar a los difuntos, ol paxágioi
como una designación adjetival de Dios (1 («los bienaventurados»; así Platón, Leg XII,
Tim 1, 11; 6, 15). 947d; también papiros; cf. Deifimann, L ic h t, 144)
En la inmensa mayoría de los pasajes, no se haUa atestiguado aún en el NT; pero se en-
p-axágioç se refiere a personas. Así sucede en cuentra en inscripciones sepulcrales cristianas de
el típico macarismo dei NT, al que se limitará la época post-constantiniana (ThWNT IV, 369,
nuestro estúdio en lo sucesivo, y en el que la 40s).
En la LXX, paxágioç es ante todo un término
palabra p axágtoç está situada a menudo en para traducir el hebreo ’a s r ê , el cual precede tam­
primer lugar y tiene sentido predicativo, aun- bién en la frase y tiene sentido predicativo, Los
que se omita el èoTiv (u otro verbo por el es­ macarismos dei AT expresan una alabanza por
tilo). El macarismo se construye en segunda o una felicidad profana, refiriéndose a bienes terre­
tercera persona y expresa (en algunos casos nos (Gén 30, 13; 3 Re 10, 8; Sal 126, 5 LXX; 4
implicitamente; también mediante una ora- Mac 18, 9). Esos bienes raras veces senalan más
aUá de la situación presente; tan sólo eventual­
ción de relativo o una oración pospuesta) una
mente se hace referencia al acontecimiento me-
«condición» (por ejemplo, Mt 5, 3ss) y se ha­ siánico futuro (así sucede quizás en la interpreta-
lla encuadrado en un esquema que expresa la ción mesianológica de Is 31, 9; cf. también el
acción - el resultado de la acción (Káhler, verbo en Sal 71, 17 LXX y Núm 24, 17). Nume­
232). Junto a esta orientación primariamente rosos textos de la literatura sapiencial dei AT y
129 fiaxagioç 130

dei judaísmo tienen una fímción parenética (por los pobres, a los hambrientos y a los afligidos
ejemplo, Prov 3, 13; Eclo 14, Is; 25, 8; 26,1; cf.(a los que lloran) la llegada dei reino de Dios
Sal 40, 2 LXX). El carácter exhortativo no puede y, con ello, el giro decisivo en su situación ca­
desatendeise tampoco en la alabanza de la piedad
lamitosa. Si estos tres macarismos, por la ali-
y dei temor de Dios (Sal 1,1; 40,2 LXX; Prov 8,
34; 18, 14 y passim). La promesa contenida en el teración de I I y lo conciso de su dicción,
macarismo se halla reforzada paradójicamente constituyen una unidad incluso formalmente,
vemos que -e n contraste con ello- la biena­
por la referencia al sufrimiento de la persona pia-
dosa (Job 5, 17; Dan 12, 12; Tob 13, 16; 4 Mac 7, venturanza de los perseguidos es más explíci­
22 y passim), y no queda suprimida por el marti- ta, dándose detalles concretos sobre la situa­
rio, sino que se cumple precisamente en él (4 ción calamitosa (la persecución por la sinago­
Mac 7, 15; 10, 15 y passim). Aisladamente se ex-
presa así la esperanza en una eterna bienaventu- ga judia). Todos estos macarismos están moti­
ranza (4 Mac 17, 18; 18, 19 A). Esa esperanza se vados en un sentido futuro y escatológico
halla expresada claramente en los macarismos de (llevan pospuestas oraciones de ôti); tienen
la literatura apocalíptica judia (por ejemplo, SalSl
primariamente una orientación paraclética.
17, 50; Hen [et] 58, 2: «Bienaventurados sois vo-Esta orientación concuerda, pues, con la des-
sotros, los justos y los escogidos; porque vuestracripción que la fuente Q hace de Jesús, a
suerte será gloriosa»). quien considera como el «amigo de publica-
Por tanto, el macarismo dei NT no puede nos y pecadores» (Mt 11, 19 par.).
derivarse directamente ni dei âmbito vetero- Un segundo grupo de tres macarismos se
testamentario-judío ni dei âmbito greco-hele- nos ha trasmitido con las bienaventuranzas de
nístico. Pero su forma estilística (->■ 2) se ha­ los misericordiosos, los puros y los pacifica­
lla atestiguada tanto en la literatura veterotes- dores (Mt 5, 7.8.9). Este grupo, que supone-
tamentaria-judía como en la greco-helenísti- mos que se contenía ya en la fuente Q*^*, po-
ca. En cuanto a su contenido, está influido por see función parenética. Corresponde objetiva­
elementos sapienciales o éticos y por elemen­ mente el macarismo de los indulgentes (Mt 5,
tos apocalípticos. Su peculiaridad la adquiere 5 = Sal 36,11 LXX), que posiblemente se ha-
por la relación con el acontecimiento de Cris­ llaba también en la fuente para completar
to; esta relación fue preparada en la predica- el número pre-mateico de siete (vv. 3-9). Ma­
ción de Jesús y fue desarrollada luego por los teo intensificó el acento ético de esta tradi-
profetas dei cristianismo primitivo y por los ción mediante la inserción de «en espíritu» (v.
escritores dei NT. 3: Tcõ JTveújiaTL), de tal manera que la biena­
venturanza de los pobres se convirtió en una
4. a) El indiscutido material de Q, en el bienaventuranza de los humildes. Intensificó
Sermón de la Montana de Mateo o en el Dis­ también el aspecto ético mediante lo siguien-
curso dei Llano de Lucas, comprende -ade- te: la adición de «(los que tienen sed) de jus-
más de la bienaventuranza final de los perse­ ticia» (v. 6: ôiiJJCõvTeç tfiv ÔLxaioaúvT|v); la
guidos (Lc 6, 22 par. Mt 5, 11)- tres macaris- formación redaccional dei macarismo de
raos (Lc 6, 20 par. Mt 5, 3; Lc 6, 21a par. Mt aquellos «que son perseguidos por causa de la
5, 6; Lc 6, 21b par. Mt 5, 4). Las divergências justicia» (v. 10; cf. a propósito el v. 3b, así co­
en los textos paralelos deben explicarse en mo el concepto mateico de la justicia en 5,
parte por diferentes modelos de Q (Q“ ‘ o 6.20; 6, 1.33; también 3, 15; 21, 32), y la
Q^); así sucede con la diferencia entre la ter- adaptación a la situación de la comunidad (vv.
cera persona (Mateo; excepción; vv. lls ) y la lls ; redaccional ôuüxto como término técni­
segunda persona (Lucas; cf. Strecker, 256). co para la persecución en 5, 10-12.44; 10,
En los tres primeros miembros de esta serie 23). Según la comprensión mateica, los maca­
de macarismos de Q, Jesús -haciéndose eco rismos -como prelúdio para el Sermón de la
de la piedad veterotestamentaria y judia de Montana- enuncian «las condiciones para la
los pobres (cf. SalSl 5, 2; 10, 6 )- ammcia a admisión en el reino de Dios» (Windisch, 45).
131 [xaxaçioç 132

Lucas, en el Discurso dei Llano, trata su nidad a cumplir pacientemente lo preceptua-


fuente de manera más conservadora. La inter- do. La misma situación la presupone el doble
pelación en segunda persona, así como los macarismo quiástico de Lc 12, 37.38 (Q ?); la
ayes que siguen a continuación sobre los ricos exhortación implícita queda fundamentada
y los que están hartos (Lc 6, 24-26) vienen por la promesa de que el Senor que llega pre­
dados por la tradición. Lucas acepta la com- parará para el siervo vigilante el festín escato­
prensión en sentido material y social; la ac- lógico. - Frente a esto, la expectación escato-
tualiza mediante la inserción de «ahora» (vnv lógica de la cercania y la de la lejanía consti-
dos veces en el v. 25) e intensifica con ello no tuyen el marco teológico de los macarismos
sólo el enunciado paraclético, sino también el de Q. Aqui, de conformidad con el carácter
parenético (cf. Lc 6, 27ss). predominantemente parenético de la colec-
ción de logia, la promesa escatológica de sal­
4. b) El macarismo de Mt 11, 6 (en tercera vación y la exhortación ética se hallan estre-
persona dei singular) se trasmite también en chamente relacionadas con miras a la llegada
concordância literal en Lc 7, 23. Con Mt 11, dei reino de Dios, que se encuentra ya presen­
5s se encontraba ya en Q en un contexto lite­ te en el Kyrios Jesús.
rário más extenso (Mt 11, 2ss par.; Bultmann,
Geschichte, 22 y 115). Inspirándose en textos 4. c) Independientemente de la tradición de
dei AT (Is 35, 5s; 61, 1), se describe el tiempo Q, paxáQioç se halla atestiguado también en
de la salvación, y su expectación y cumpli- los Evangelios Sinópticos en el material pe­
miento se vinculan con el reconocimiento dei culiar y en el material redaccional (cf. ya ->■
sentido escatológico de Jesus, el profeta de 4.a). De trascendencia para la historia de la
los últimos tiempos. Aunque el macarismo se teologia es el macarismo por el que Jesús, en
refiere a la situación dei oír y ver Ias palabras respuesta a la confesión de Pedro en Cesarea
y hechos de Jesús, sin embargo está orientado de Filipo, designa a Pedro como receptor de
al mismo tiempo en sentido futuro y escatoló­ la revelación (Mt 16, 17). Aunque se discute
gico: la salvación futura se concede n aquel si Ias palabras sobre la roca y sobre Ias llaves,
que no se cierra a Ias pretensiones de Jesús. que siguen a continuación, y que tienen igual­
El macarismo de los testigos que ven y mente colorido semítico (vv. 18-19), estuvie-
oyen (Mt 13, 16 par. Lc 10, 23) acentúa -c o ­ ron o no vinculadas originalmente con el ma­
mo interpelación en segunda persona dei plu­ carismo, y si pueden atribuirse o no al Jesús
ral- el carácter escatológico dei tiempo de Je­ histórico (cf. Strecker, Weg, 2 0 Is; Kâhler,
sús como tiempo dei cumplimiento de la ex­ 236-255), sin embargo el macarismo refleja el
pectación profética. Mientras que Lucas (que lugar destacado de Pedro dmante el período
en esto se halla más cerca de la tradición de inicial de la Iglesia cristiana.
Q) acentúa el objeto dei ver y recoge así la Si la «historia de Jesús», narrada aqui por el
anterior palabra de revelación sobre la autori- evangelista, constituye el trasfondo objetivo,
dad de Jesús, vemos que Mateo, en conexión otro tanto habrá que decir de los macarismos
con la ensenanza de Ias parábolas de Jesús, se dei material peculiar de Lucas: en la introduc-
refiere a la comprensión por parte de los dis­ ción lucana, se alaba como bienaventurada a
cípulos (v. 13), cuya autoridad queda así fun­ Maria a causa de su fe, y se le asegura el cum-
damentada para Ias generaciones posteriores plinüento de lo que se le ha prometido (Lc 1,
(G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõt- 45). Al material peculiar de Lucas pertenece
tingen ^1971, 197s). también la alabanza (indirecta) de la Madre
En Mt 24, 46 par. Lc 12, 43, en la parábola de Jesús, que se recoge y corrige parenética-
dei siervo fiel y prudente, encontramos la pro- mente mediante el macarismo (originalmente
mesa que se hace al siervo fiel y prudente, en independiente) que declara bienaventurados a
contraste con quien no es como él. En vista de aquellos «que oyen la palabra de Dios y la
la demora de la parusía, se exhorta a la comu- guardan» (11, 27.29); de igual manera 14, 14,
133 liaxapujç 134

donde la exhortación de Jesús a su anfitrión es el V. 23 a; si está «juzgado» el que come came


llevada positiva y antitéticamente a su fín, y a en contra de su conciencia moral, vemos que
aquel que da sin esperanza de recibir nada a la exclamación considera dichoso a quien, de
cambio, se le promete una recompensa «en la conformidad con la libertad de la fe, actúa sin
resurrección de los justos». Por el contrario, escrúpulos (E. Kâsemann, An die Rõmer^
14, 15 («[Bienaventurado aquel que coma [HNT], 366s).
pan en el reino de Dios!») no es trasmitido co­
mo una sentencia de Jesús, y es (^redaccional- 7. En conformidad con el carácter de la
mente?) la introducción a la parábola dei gran Carta de Santiago como tratado sapiencial y
banquete (para el cual se ofrece aqui la pala- ético, los dos testimonios dei término son pa-
bra clave decisiva). La bienaventuranza que renéticos; 1, 12 recoge la fórmula de la LXX
proclama dichosas a Ias personas que no tie- (p.axápioç àvfiQ, cf. Sal 1,1; 31, 2; Is 56, 2;
nen hijos (23, 29), no debe entenderse en sen­ Prov 8, 34 y passim) y alaba a quien soporta
tido literal sino como una manera de describir pacientemente la tentación (cf. vv. 2-4); a la
lo ineludible que es el juicio futuro. persona probada se le promete «la corona de
la vida» (una expresión casi proverbial para
5. Los dos testimonios que hay en el Evan- referirse a la salvación futura; cf. Ap 2, 10).
gelio de Juan suscitan la cuestión sobre la Suponemos que también en sentido futuro y
existência de una corriente de fondo, de ca- escatológico (en vez de futuro lógico), 1, 25
rácter profético y apocalíptico, en el círculo encarece -frente a la actitud dei simple oír- lo
joánico. Lo cierto es que ambas promesas es- necesaria que es para la salvación la actitud
catológicas de salvación tienen carácter futu­ dei obrar (cf. vv. 21ss).
ro; 13, 17, en conexión con el acto ejemplar Más concretamente, 1 Pe 3, 14 se refiere a
dei Revelador al lavar los pies, pide la com- la situación de la comunidad que tiene que
prensión de los discípulos para que pongan en contar con actos de hostilidad (el optativo de
práctica el amor; a la práctica dei amor se le la forma verbal caracteriza lo indeterminado
ha prometido la salvación escatológica (cf. R. de la situación); no de manera completamente
Bultmann, Das Evangelium des Johannes^° independiente de Mt 5, 10 (trasmitido este
[KEK], 363 nota 5: èáv = «si en el futuro»). texto posiblemente a través de la tradición
La misma promesa la contiene 20, 29, donde oral), la promesa de salvación se vincula tan­
(^en una elaboración Joánica de la alabanza to en el texto de 1 Pedro como en el de Mateo
de los testigos oculares según Lc 10, 23 par. a la condición de que los sufrimientos de per-
Mt 13, 16?), y con la mirada puesta en Ias ge- secución se produzcan ôià SixaioaúvTiv. Y,
neraciones siguientes, se establece un con­ así, está en consonância con la exhortación
traste fundamental entre el creer y el ver. (indirecta) dei contexto el que se anime a ha-
cer el bien y a prescindir dei temor a los hom-
6. Prescindiendo de su uso no teológico en bres (en cita de Is 8, 12; cf.; por lo demás, Du-
1 Cor 7, 40 ( ^ 2), paxápioç en Pablo apare­ pont III, 345ss). Se presupone igualmente la
ce únicamente en Romanos; en 4, 7.8 (bis) se tradición sinóptica (Mt 5, l l s par. Lc 6, 12s),
ofrece la prueba de Escritura en favor de la te- cuando en 1 Pe 4, 14 se considera dichosos a
sis de que Abrahán fue justificado no en vir- quienes «son vituperados por el nombre de
tud de obras, sino de la fe; una prueba tomada Cristo»; si la persecución les afecta por ser
dei Sal 31, 1-2 LXX. Aunque el macarismo cristianos (v. 16), entonces tienen razón para
dei AT se referia a la persona que había expe­ gozarse de estar en comunión con los sufri­
rimentado el perdón y la no imputación dei mientos de Cristo (v. 13); por medio dei don
pecado, Pablo infiere, en contra dei sentido li­ dei Espíritu de Dios, son ya partícipes -en el
teral, la «imputación» de la justicia de Dios momento presente- de la salvación escatoló­
«sin obras». 14, 22 se halla en contraste con gica (v. 14b).
135 (iaxágioç - Maxeôovía 136

8. Las bienaventuranzas dei Apocalipsis turanzal» (es decir, «vuestra felicitación a


aparecen, todas ellas, en tercera persona; in- vosotros mismos» por la presencia dei após-
terpelan indirectamente a la comunidad, como tol).
oyentes que son dei mensaje dei apocalíptico:
1, 3 y 22, 7 constituyen un marco en el que,
por medio dei macarismo que considera bie- M a x e ô o v ía , a ç Makedonia Macedonia*
naventurado a quien «tenga en cuenta las pa- M axeôm v, óvoç, ó Makedõn macedonio*
labras de la profecia de este libro», se confir­ BibL: Bauer, Wõrterbuch, 963; A. Brunot, L ’Evan-
ma la autoiidad dei autor. Se presupone la si- gile passe en Europe: BTS 138 (1972) 6-16; P. E. Da-
vies, The Macedonian Scene o f PauTs Joumeys: BA
tuación de una Iglesia perseguida. A los már­ 26 (1963) 91-106; Ch. Edson, Macedonica: HSCP 51
tires se les promete la participación en la (1940) 125-136; W. Elliger, Paulus in Gríechenland
«piimera resurrección» y con ello la victoria (SBS 92-93), Stuttgart 1978, índice í .v.; F. Geyer-O.
definitiva sobre la muerte (20, 6). A ellos, Hoffmann, en Pauly-Wissowa XIV, 638-771; O.
juntamente con los confesores, que son los Glombitza, Der Schritt nach Europa. Erwãgungen zu
Act 16, 9-15: ZNW 53 (1962) 77-82; Haag, Dicciona-
«muertos que mueren en el Senor», se les pro­ rio, 1137; U. Kahrstedt, Stãdte in Makedonien: Her­
mete el «descanso de sus fatigas» (14, 13; cf. mes 81 (1953) 85-111; D. Kanatsoulis, Historia de
V. 12). Son los «invitados a la cena de las bo­ Macedonia, Thessaloniki 1964 (en griego moderno);
P. Lemerle, Philippes et la Macédoine Orientale à l ’é-
das dei Cordero» (19, 9). En contraste con los poque chrêtienne et byzantine (BEFAR 158), Paris
asesinos e idólatras, ellos «lavan sus ropas» 1945; E. Meyer-I. Seibert-H. Schmoll, en LAW 1815-
(imagen dei martirio: 7, 14) y han de «entrar 1819; G. Neumann-H. Volkmann, en Pauly, Lexikon
por las puertas de la ciudad» (22,14; cf. v. 15; ffl, 910-919; O. Volk, en LThK VI, 1314; A. Wiken-
hauser, Religionsgeschichtliche Parallelen zu Apg 16,
posiblemente recogiéndose y contrastando 9: BZ 23 (1935) 180-186.
con la fórmula de anatema en la liturgia de la
Cena dei Senor; así piensa U. B. Müller, Pro- 1. Macedonia es el nombre de la región de
phetie und Predigt im NT, Gütersloh 1975, Grécia septentrional que está situada entre la re­
204). En estos textos martirológicos resalta en gión montanosa fronteriza de lUria y el río Nes-
primer plano el motivo dei consuelo. Por otro tos: importante país de trânsito para el comercio.
Desde el siglo VII a.C. se formo el Estado Mace­
lado, 16,15 hace un llamamiento a la vigilân­ donio bajo el reinado de monarcas que residieron
cia, basado en la cercania de la inminente ve- primeramente en Edesa y luego en Pela (o Pella).
nida dei Kyrios (cf. 3, 3; 1 Tes 5, Iss; Mt 24, Durante la dinastia de los Argeadas (hasta el ano
43: 2 Pe 3, 10). Vemos, pues, que el consuelo 300 a.C.), Macedonia se fue desarrollando cada
y la exhortación se unen en los macarismos vez más hasta convertirse, en tiempo de Filipo II
dei Apocalipsis. Aunque de este modo están de Macedonia (359-336 a.C.), en la primera po­
tência de Grécia. Desde el ano 293 a.C. reinaron
próximos a la tradición literaria de la apoca­ los Antigónidas, cuyo último rey Perseo fue de­
líptica judia, sin embargo se interpretan cris- rrotado en el ano 168 a.C. en Pidna y fue hecho
tológicamente por su conexión con la expec- prisionero por los romanos. Macedonia fue divi­
tación de la cercania, que es propia dei apoca­ dida en cuatro partes independientes y desde el
líptico cristiano. ano 148 a.C. se convirtió en província romana.
De los anos 15 al 44 p.C. fue administrada por el
G. Strecker legado imperial de Mesia, pero luego volvió a ser
província senatorial. Había colonias romanas, en­
tre otras ciudades, en Dirraquio, Pela y Filipos.
^ a x a Q i a ^ ó ç , o v , ó makarismos bien-
aventuranza* 2. En el NT, Majteôovúx aparece 22 veces
En el NT el término aparece unicamente en como denominación de la provincia romana
Pablo: en Rom 4, 6.9 refiriéndose a la biena- (8 veces en Hechos; 14 en el Corpus Pauli-
venturanza dei Sal 31, Is LXX; cf. 1 Ciem num). MaxEÔcbv, como designación de un
50, 7. Gál 4, 15; Jtoü oúv ó p,axaQiop,òç habitante de esa provincia, aparece 3 veces en
np,(õv;, «^Dónde está, pues, vuestra bienaven- Hechos, y 2 veces en 2 Corintios. - Hech 16,
137 Maxeôovía - [iaxgáv 138

9.10.12 describen cómo a Pablo, durante su mente de los cristianos de Macedonia (2 Cor
segundo viaje misionero, y estando en Tróa- l l ,9 ; F lp 4 , 15).
de, se le aparece en una visión un macedonio A. Weiser
y le pide que venga a ese país. En primera
persona dei plural se habla luego dei viaje in-
mediato a Macedonia y de la llegada a Fili- M a jíe ô ó iv , ó v o ç , o Makedõn macedonio
pos, «una ciudad principal de la provincia ro­ M ajteôovía.
mana de Macedonia, una colonia romana».
Lucas realza la importância de ese paso im­ ow, t ó makellon mercado,
portante para la historia de la misión, hacién- mercado de alimentación*
dolo mediante una descripción especialmente 1 Cor 10, 25: jtãv tò ev paxéXX,q) jicoXoú-
gráfica. [lEVOV èaO^ÍEXE. El término, procedente segu­
En Corinto Pablo aguarda a sus colabora­ ramente dei semítico y atestiguado en inscrip-
dores Silas y Timoteo, que partirán de Mace­ ciones latinas (jnacellum, cf. Pauly-Wissowa
donia para reunirse con él (Hech 18, 5). Des­ XIV/1, 129ss) y que aparece también como
de aqui Pablo escribe su primera carta a la co- préstamo léxico en el lenguaje rabínico (Bil-
munidad de Tesalónica, en la que acentua que lerbeck III, 420), significa originalmente un
esa comunidad es un modelo para todas Ias lugar cercado y luego, como por ejemplo el
comunidades de Macedonia (1 Tes 1,7), afir­ macellum en Pompeya, una sala porticada con
mando que desde ella se difunde el evangelio tiendas en los lados, una capilla para el culto
(1, 8) y el amor fraterno (4, 10) por Macedo­ imperial y un comedor (cf. la planta en H.
nia. Lietzmann-W.-G. Kümmel, An die Korinter I
La labor eficaz de Pablo en Macedonia du­ [HNT], sub loco). Una inscripción latina ba­
rante el tercer viaje misionero se expresa en ilada en Corinto menciona el macellum dei
Hech 20, 1-3: 2 Cor 2, 13; 1 Tim 1. 3; 2 Cor que habla Pablo (cf. H. J. Cadbury: JBL 53
7, 5 nos hace saber que Pablo allí también m- [1934] 134ss). ThWNT IV, 373s; Bauer, Wõr-
vo que soportar «luchas externas y angustias terbuch, s.v. \ H. Conzelmann, Der erste Brief
internas». an die Korinther (KEK), sub loco con la nota
Los planes de viaje de Pablo para dirigirse 13 (bibl.); -> Eiôo)X.ov 4.b.
de nuevo desde Efeso a Macedonia, se men-
cionan en Hech 19, 21; 1 Cor 16, 5; 2 Cor 1,
16. Y en Hech 19, 22 se refiere que él envió f ia x g á v macran lejos, a distancia*
por delante a Macedonia a sus colaboradores paxQ áv fue originalmente un acusativo
Timoteo y Erasto. Hech 19,29 menciona a los que luego se quedo fijado como advérbio
macedonios Gayo y Aristarco entre los com- (elipsis de óôóv, cf. BlaB-Debruimer § 161, 1
paneros de viaje de Pablo, y según 21, 2 el con la nota 1). En el Nuevo testamento apare­
macedonio Aristarco acompana a Pablo en el ce usado 10 veces como advérbio (tan sólo en
viaje a Roma. Lc 7, 6 v.l. como preposición impropia); lo
Pablo refiere en Rom 15, 26 que Macedo­ encontramos 5 veces en la combinación pa-
nia y Acaya tienen preparados donativos para xpàv àjió, en sentido local en Mt 8, 30; Lc 7,
Jerusalén, y en 2 Cor 8, 1 acentúa la buena 6; Jn 21, 8; en Hech 17, 27 dícese de la «cer­
disposición de Macedonia para prestar ayuda, cania de Dios» (cf. Josefo, Ant VIII, 108; Sé-
que debe servir de ejemplo a los corintios. Pa­ neca, Ep 41, 1; 120, 14); en sentido figurado
blo quiere que ellos no queden avergonzados, en Mc 12, 34 (oíi pax g àv eI àjtò tfjç (3aai-
cuando él, en companía de macedonios, se di­ kEÍaç Toü '0'Eoü); en los demás casos aparece
rija adonde ellos (9,4), sino que desea alabar- en sentido local: Lc 15, 20 (paxpàv ÒJtÉXü));
los a ellos más que a los macedonios (9, 2). - Hech 22, 21 (eiç paxgáv, «a los genti-
Pablo mismo aceptó ayuda personal única­ les, lejos»); en forma correspondiente tam-
139 [laxeáv - [iaxQO'0-u|j.ía 140

bién en 2, 39 ('Ú|Alv... x a l itãaiv xoXç eIç e sc h a to lo g isc h en V erzô g eru n g sp ro b lem (NovTS 2),
(iajcgáv); en sentido figurado se dice de los Leiden 1961, 90-92, 129, 254-264; A. Wifstrand, Lu-
kas X Vin.7-. NTS 11 (1964-1965) 72-74; para más bi­
gentiles, que antano estuvieron lejos de la sal- bliografia, cf. ThWNT X, 1168.
vación, Ef 2, 39 (oí itoxe õvxeç naXQáv; lo
opuesto: èYevf|'&T)xe èyYTJç); 2, 17 (cf. Is 57, 1. En el NT el verbo se halla atestiguado
19 LXX). 10 veces, el sustantivo 14 veces y el advérbio
una sola vez. Es curioso que en los evangelios
aparezca únicamente el verbo, y por cierto
Jl«5<QÓ'd'EV makrothen (adv.) desde lejos, a
tres veces (Mt 18, 26.29; Lc 18, 7); que los
distancia*
términos no aparezcan en absoluto en los es­
En el NT, el término aparece 14 veces, casi
critos joánicos, y que el adjetivo paxpó^u-
siempre (12 veces) en combinación con àjró,
(loç, que en la LXX es relativamente frecuen-
porque el sufijo -■0'ev ha perdido su fuerza (cf.
te, no se encuentre en el NT.
BlaB-Debrunner § 104 nota 3); Mt 26, 58; 27,
55; Mc 5, 6; 8, 3; 11, 13; 14, 54; 15, 40; Lc 2. En el griego (profano), paxQO§U[xía
16, 23; 23, 49; Ap 18, 10.15.17; sin ir acom- xxX., a diferencia de otros compuestos de ->•
panado por la preposición aparece únicamen­ •&upéco, se halla atestiguado en época relati­
te en Lc 18, 13; 22, 54; cf. Mt 26, 58 v.L; Mc vamente tardia y no aparece sino raras veces.
8, 3 v.L; 11, 13 v.l. Hay combinaciones con El sustantivo significa paciência, aguante,
à>£oX.O'U'&éa), «seguir a distancia» (Mc 14, 54 perseverancia, y el verbo, tener paciência,
par. Mt 26, 58 / Lc 22, 54), ■0'Ea3Qéo), «mirar perseverar. Se trata siempre de un atributo
desde lejos» (Mc 15, 40 par. Mt 27, 55), dei carácter humano, y no se orienta hacia los
ÓQáa) (Mc 5, 6; 11, 13; Lc 16, 23), fjjítu (Mc semejantes.
8, 3, v.l. ELvai) y l'oxT]pi (Lc 18,13; 23,49, cf.
Sal 37, 12 LXX; Ap 18, 10.15.17). En la LXX, paxQodupía xxA. aparece con re­
lativa frecuencia. El equivalente hebreo que se
halla detrás es, en la mayoría de los casos, ’e r e k
makrothymeõ tener paciên­ 'a p p a y im , «la demora de la (explosión de la) ira».
cia, ser paciente Es sobre todo un atributo de Dios, estrechamente
-> pawQodupía. relacionado con su misericórdia ( e L ê o ç u otros
términos por el estilo). paXQodupía designa es­
pecialmente la p a c iê n c i a de Dios con los hom-
^ a x Q O ‘d 'V ^ ía , a ç , makrothymia pa­ bres y particularmente con los pecadores, sobre
ciência, longanimidad* los que El no derrama su ira, sino que los perdo-
na y los salva -pero unicamente en el caso de que
|xaxQO'fl"upéü) makrothymeõ tener paciên­ ellos se conviertan—. En la literatura sapiencial se
cia, ser paciente* encuentra paxQO^Ovpía % xk. en relación también
p,auQO'ôijp,coç makrothymõs (adv.) pacien­ con seres humanos: Ias personas buenas y sabias
temente* no permiten que su ira estalle en seguida. En es­
tos escritos aparece también el sentido profano de
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - p a c iê n c ia , p e r s e v e r a n c ia .
3. Campo referencial - 4. Lc 18, 7. En el judaísmo primitivo aparece igualmente
B ib l.: U. Falkenroth-W. Mundle, P a ciên cia , en esta gama de significados. Es curioso que pa-
DTNT III, 234-240; J. Horst, (iajtçodnpía xtL., en XQO-&upta v.xk. falte en Filón. Josefo emplea los
ThWNT IV, 371-390-, H. Ljungvik, Z u r E rklãrung ei- términos en sentido exclusivamente profano.
n e r L k -S íe lle (Luk. X V U I jy . NTS 10 (1963-1964)
289-294; F. MuBner, D e r J a k o b u s b rie f (HThK), Frei- 3. En el NT, paxpo^&uiJtía v,xk. no sólo es
burg i. Br. 1964, 199-207; W. Ott, G e b et u n d H e il un atributo de Dios (y de Jesús) sino también
(StANT 12), München 1965, 44-59; H. Riesenfeld, Z u
paxQoO-upEiv (L k 18, 7), en F S S c h m id 1963, 214- una característica dei cristiano. Se sigue en
217; H. Sahlin, Z w ei Lukas-Stellen: SyBU 4 (1945) 9- parte el uso que se hace de estos términos en
20, sobre todo 14-18; A. Strobel, U ntersuchungen zum el AT y en el judaísmo primitivo. La paxQO-
141 IxaxQoôuuía - jiaxQÓç 142

Hufiía de Dios significa también aqui su pa­ poema epigramático sobre el valor dei amor,
ciência. Pero se ha convertido especialmente en 1 Cor 13,4, no falta la idea de la paciência
en la característica de un plazo durante el cual (cf. también 1 Ciem 49, 5).
Dios retiene su ira y quiere dar a los hombres En un sentido más profano [iax0O'9'X)p,ía
la oportunidad de convertirse y de eludir así xxX. se encuentra en Heb 6, 12.15; Sant 5, 7
el eastigo divino y conseguir la salvación. Es­ (bis).8.10. Según Hebreos, los creyentes de-
te motivo procede dei judaísmo primitivo, en- ben aguardar pacientemente Ias promesas fu­
contrándose ya vestígios de él en la LXX (cf. turas de Dios, lo mismo que hizo en su dia
Eclo 5, 4; 4 Esd 7, 74; ApBar [sir] 21, 20; 59, Abrahán. Sant 5, 7ss hace referencia a la pa-
6; cf. Arist 188). En este sentido se encuentra nisía que se acerca, y exhorta a los hermanos
también en Rom 2, 4: la paciência es paralela a aguardar con paciência como el labrador
a la «bondad» (xqt| otÓtt]ç) y a la «indulgên­ (cf. Orígenes, Princ III, 1, 14), a ser siempre
cia» (àvoxií) de Dios (cf. también Sab 15, 1; pacientes y a tener aguante, como persevera-
Clemente de Âlejandría, Strom III, 3). De ma- ron en su dia Job (cf. Ú3XopovTi, v. 11) y los
nera parecida en Rom 9, 22; pero aqui falta el profetas (en cuanto a paxQO^uixía - xaxo-
motivo de la conversión. Según 1 Pe 3, 20, Jta#ía, cf. también Josefo, Bell VI, 37; cf. 2
Dios aguardo pacientemente antes de enviar Tim 4, 2.5).
el dilúvio (cf. Hen [et] 66; Pirqê Abot 5, 2; y El significado profano (paxQC&úp.coç, pa­
cf. Ireneo, Haer I, 10, 3); según 2 Pe 3, 9.15, cientemente) aparece también en Hech 26, 3
el juicio de Dios se hace esperar un poco, por­ (cf. Pseudo-Clementinas, Hom IV, 8, 6).
que Dios es paciente y desea que los hombres
se conviertan, estén sin pecado y de esta ma- 4. Por tanto, Lc 18, 7 (cf. Pseudo-Clemen­
nera sean salvos (cf. IgnEf 11, 1; Hipólito, tinas, Hom XVII, 5, 4) deberá traducirse pro-
Comm. in Dan. IV, 22, Isa). El significado bablemente de la siguiente manera: «i,No ha-
veterotestamentario original de p,axqo^u[iía rá Dios justícia a sus elegidos que claman a El
(asociado, pues, con la misericórdia de Dios; dia y noche, mientras que en los que a ellos
perdón y salvación después dei arrepenti- respecta (en relación con ellos) aguanta (es
miento) se halla presente en 1 Tim 1, 16 (cf. decir, permanece inmóvil)?». Lo mismo que
fiXefilhiv), pero aqui Jesucristo es el sujeto de el juez injusto, Dios, por Ias incesantes súpli­
la paciência. cas de sus elegidos, no permanecerá inmóvil
El hombre como sujeto de |iaxQO #u|iía por más tiempo sino que les hará justícia (y,
xrX,. aparece en la parábola dei siervo despia- por cierto, «en breve», èv xáxet, v. 8; xáxoç
dado: como los deudores no pueden pagar sus se halla aqui en contraste con (xaxgo'6-up.Etv;
deudas, piden paciência a sus acreedores, es cf. también Eclo 5, 11). Para un significado
decir, piden que no se les castigue inmediata- parecido de [iax0O'&u(iía (= «paciência de
mente, sino que se les conceda un plazo más Dios»), cf. Eclo 35, 19; Crisóstomo, Hom. in
para devolver la suma de dinero que adeudan M t28, 1.
(Mt 18, 26.29; TestJob 11, 10).
H. W. Hollander
La p,ax0O'&upía es una cualidad típica dei
cristiano: el dominio de la ira que hierve fá­
cilmente. Y, así, el término se encuentra (a |iia>eQOd"Ú^.(i)Ç makrothymõs (adv.) pa­
menudo junto a xotI otóxtiç, jt0aiJTT]ç y àyá- cientemente
JtT| y a veces Ú3top,ovT|) en los catálogos de paxQO^&upía.
virtudes y en otras series de virtudes cristia-
nas: 2 Cor 6, 6; Gál 5, 22; Ef 4, 2; Col 1, 11;
3, 12; 1 Tes 5, 14; 2 Tim 3,10. Incluso la pro- fiaxQÓÇ, 3 makros distante, lejano, largo*
clamación dei evangelio debe hacerse «con Adjetivo en la expresión eiç xtÓQCCv pa-
longanimidad y paciência» (2 Tim 4, 2). En el XQÓv (Lc 15,13; 19,12); neutro plural en sen-
143 [iaxQÓç - (j,ãX.Xov 144

tido adverbial en la expresión [xaxgà jtqoo- ^ á X u n a malista (adv.) lo más, casi siem-
8DXÓ|t.8VOi, «orando durante mucho tiempo, pre, (muy) especialmente, sobre todo*
haciendo largas oraciones» (Mc 12, 40 par. En el NT el advérbio aparece 12 veces (pe-
Lc 20, 47 / Mt 23, 14 Textus Receptus). ro no en los evangelios): Hech 20, 38; 25, 26;
26, 3; Gál 6, 10; Hp 4, 22; 1 Tim 4, 10; 5,
8.17; 2 Tim 4. 13; Tit 1, 10; Fim 16 (páLio-
^.aXQOXÇÓvioç, 2 makrochronios de lar­ xa..., Jióoü) ôè põÀXov, ->• pãX.A.ov 3.a); 2 Pe
ga vida* 2, 10; cf. BlaB-Debrunner § 60, 3.
Ef 6, 3 (en cita de Ex 10, 12; Dt 5, 16
LXX): «para que tengas larga vida en la tie-
mallon (adv.) más (aún), más
bien, antes bien, tanto más
1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. gãX.kov
( la X a x ía , a ç , malakia blandura, debili- en figuras de argumentación y de estilo.
dad, dolencia* Bibl.: Amdt-Gingrich, s.v.; Bauer, Wõrterbuch, j.v.;
Aparece únicamente en Mateo en la expre­ L. Rydbeck, Fachprosa, vermeintliche Volkssprache
sión Jtõoav vóoov x a l Jtõoav paX axíav, und NT, Uppsala 1967, 80-85; M. Wolter, Rechtferti-
«toda enfermedad y toda dolencia»-. 4, 23; 9, gung und zukünftiges Heil (BZNW 43), Berlin 1978,
177-180 (bibl.).
35; 10, 1; cf. Dt 7, 15; 28, 61; ÃgU 954, 12.
1. pãX,Xov es el comparativo dei advérbio
p á k a (que no aparece en el NT). Se encuen-
^ .a X a x ó ç , 3 malakos blando, delicado, tra 81 veces en el NT. El significado se deter­
suave* mina por su entorno sinsemántico.
De los cuatro testimonios que hay en el NT,
tres se refíeren a personas elegantes «vestidas 2. a) En comparación directa (con f) o ge­
con ropas delicadas»-, èv paX.axotç (Ipa- nitivo de comparación) significa más que-, Mt
TÍoiç: Lucas) f|(xq)ieafiévov, Mt 11, 8a par. Lc 18, 13; Hech 4, 19; 5, 29 («hay que obedecer
7, 25; ol TÒ paX axà q)OQOÜVTEÇ, Mt 11, 8b; a Dios antes que a los hombres»; ambos pasa-
cf. EvTom 78. De esas personas -dice Jesús- jes de Hechos reflejan lo que dice Platón Ap
se diferencia el Bautista, que está vestido co­ 29d; cf. también Apiano, RomHist XXVI,
mo un ascético profeta dei desierto (cf, tam- 101); 27, 11. - La cuestión de si pãX,Xov ad-
bién Mc 1, 6 par. Mt 3, 4; Heb 11, 37; Ap 11, quiere aqui o en Jn 3, 19; 12, 43; Hech 20, 35
3; cf. O. Bocher, Christus Exorcista [BWANT ir^ c); 1 Tim 1, 4; 2 Tim 3, 4; Heb 11, 25 un
96], Stuttgart 1972, 109s; G. Schneider, Das sentido excluyente o tan sólo un sentido com­
Evangelium nach Lukas [ÕTK], sub loco parativo (cf. BlaB-Debrunner § 246, 2a), se
[bibl.]). El catálogo de vicios, en 1 Cor 6, 9, decide no por pãkkov sino por la correspon-
menciona a los paXaxoL / afeminados como diente antítesis dei contenido (compárese, por
ejemplo reprobable de homosexualidad pasi- ejemplo, 4 Mac 15, 3 con 16, 24).
va (cf. Rom 1, 27; Lev 20, 13; Arist 152; Sib b) En sentido absoluto (en comparación in­
III, 184ss, 584ss; cf. Billerbeck III, 70; H. directa): más todavia (que antes, que otros),
Conzelmann, Der erste Briefan die Korinther tanto más (Mc 10, 48 par. Lc 18, 39; Lc 5, 15;
[KEK], sub loco [bibl.]). Jn 5, 18; 19, 8; Hech 5, 14; 9, 22; 2 Cor 7, 7;
Flp 1, 12; 2, 12; 3, 4; Heb 10, 25; 2 Pe 1, 10;
Flp 1, 9 (pãXÂ,ov x a l [aõX>i,ov, cada vez más)-,
Ma^£À,£TjÀ, Maleleél Maleleel* 1 Tes 4, 1.10 en combinación con -+ jteçio-
Nombre dei hijo de Cainán (Gén 5, 12, en a8Ú(0 (4) (cf. también Mc 7, 36; Rom 5,
hebreo: mah“lal’êl) en la genealogia de Jesus, 15.17; 2 Cor 3, 9; 7, 13); también 1 Cor 9, 12
Lc 3, 37. (pregunta retórica).
145 |j.ãJLA.ov - |i.a(j,ü)vãç 146

c) En combinación con un adjetivo marca c) Son afines los enunciados construidos


el grado comparativo dei mismo: xaÀòv |xãX- antitéticamente: la conducta que se aconseja,
\o v (mejor): Mc 9, 42; 1 Cor 9, 15; también es acentuada por pãXkov (más bien, preferi-
Hech 20, 35: p axágióv èoTiv p,ãAÀov ôtôó- blemente, en vez de eso, con imperativo: Mt
v ai T] )tap.pávEiv (cf. Tucídides II, 97, 4; cf. 10, 6.28; 25, 9; Rom 14, 13; Ef 4, 28; 5, 4.11;
Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 1 Tim 6, 2; Heb 12, 13; también 2 Cor 2, 7
569s nota 5; R. W. Funk, A Greek Grammar (refuerzo de xouvavxíov). - Una variante es­
ofth e NT, Chicago 1961, § 245a); 1 Cor 12, tilística la constituye la formación de la antí-
22 (más necesario); Gál 4, 27 (más numero­ tesis con ayuda de una interrogativa (oíi[xl]
so). - Como refuerzo dei comparativo (Ryd- pãkkov) negativa y que espera, por tanto, res-
beck) con el significado de mucho: Flp 1, 23; puesta afirmativa («i,no es más bien?»): 1 Cor
Mc 7, 36; 2 Cor 7, 13; cf. también Mt 6, 26 5, 2; 6, 7; Heb 12, 9.
(->■ ôiaqpéga) [3.a]). d) Es problemático el texto de 1 Cor 7, 21
d) En correspondência con una negación (sobre él, últimamente, P. Trummer, Die
mencionada anteriormente o que sólo se halla Chance der Freiheit: Bib 56 [1975] 344-368):
implícita, significa sino, antes bien (Mt 27, una de dos, o «haced preferiblemente uso de
24; Mc 5, 26 [cf. Job 30, 26 LXX]; 15, 11; 2 ello» (de la posibilidad de la libertad; pãLkov
Cor 5, 8; 12, 9; Fim 9); 3.c. se corresponde entonces con pf| ooi peÀéx©),
o bien «permaneced preferiblemente en ello»
3. a) La expresión jtokkrô (jtóocp) p,ãX,X,ov
(en la esclavitud; |xõkXov reflexiona aqui so­
caracteriza la conclusión a maiori (minori) ad
bre lo de a k \ ’ el x a i ô ú v a o a t èkeú^egoç
minus (maius), como se llama en la retórica
YEvéofiai, -> XQáopat).
antigua. Los rabinos la llaman qal wãhômer
(«ligero y pesado») (BUlerbeck 111, 223ss; C. M. Wolter
G. Wilke, Die neutestamentliche Rhetorik,
Dresden 1843, 315; H. Lausberg, Handbuch MáX/oç, OV Malchos Malco*
der literarischen Rhetorik, München ^1973, § Nombre propio (forma helenizada/latiniza-
396s; Wolter). Se trata de una argumentación
da dei hebreo melek, nombre frecuente de no
a fortiori en dos partes: de una premisa más
judios en inscripciones nabateas y en Josefo)
difícil (más improbable), casi siempre en for­
de un esclavo dei sumo sacerdote, a quien Pe­
ma de una oración condicional real (eI), se de-
dro cortó una oreja con un mandoble de su es­
duce con un grado superior de evidencia -a
pada; Jn 18, 10 (cf., sin mención de nombres,
fortiori- un aserto más fácil y, por tanto, más
Mc 14, 47 par.). Bauer, Wõrterbuch, í . v .
probable: (si...,) tanto más (Mt 6, 30 par.; 7,11
(bibl.); Haag, Diccionario, 1149; R. Schnac-
par.; 10, 25; Lc 12, 24; Fim 16; Heb 9, 14; 12,
kenburg, El Evangelio según San Juan, Bar­
9 [en forma de pregunta], 25); ->■ itoÀúç 3.a.
celona 1980, sub loco.
Esta figura de argumentación tiene relevância
teológica en Pablo, que la utiliza en un marco ti-
pológico y de historia de la salvación (Rom 5, n ç , ^ mamme abuela*
15.17; 2 Cor 3, 7s.9.11), en relación con la activi- En 2 Tim 1, 5 se menciona a Loida, abuela
dad de Dios en la elección (Rom 11, 12.24) y con de Timoteo, y a su madre Eunice, por la fe
la acción salvífica de Dios (Rom 5, 9.10). sincera de ambas; ^ EúvLxq.
b) Mediante el uso de [tãkkov ôé se forma
la figura de la correctio, que sirve para mejo- FiKFitovãç, ã , ó mamõnas bienes, riqueza,
rar (precisar) el propio enunciado (o más fortuna*
bien)-. Rom 8, 34; 1 Cor 14, 1.5; Gál 4, 9 (cf. En el NT el término aparece únicamente en
Lausberg, Handbuch der literarischen Rheto­ palabras de Jesús: Mt 6, 24 par. Lc 16, 13: oíi
rik § 784-786). óúvaoDe De^ ôouketiEiv x a i p,ap,(üvã; Lc
147 |j,a[xcüvãç - (xavdávta 148

16, 9; jJiat».(Mvãç xfjç àôixCaç; 16, 11; ó ãôi- ducción dei arameo mimmãmdnã’ («jmás va­
xoç jj,a[iO)vãç (cf. también 2 Ciem 6, 1); en le que consigáis amigos que no el injusto man­
arameo, mãmôn / mãmônã' (Textus Receptus; món!»; en contra de Colella; ZNW 64 [1973]
^lafxfxcovãç). El origen dei término es incier- 124-126). Billerbeck I, 434s; Bauer, Wõrter-
to. Tal vez exista alguna relación con el he- buch, s.v. (bibl.); ThWNT IV, 390-392; X,
breo ’ãman, «ser fiable». El vocablo falta en 1168 (bibl.); BHH II, 1135; Haag, Dicciona-
el Canon hebreo, pero se encuentra en Eclo rio, 1151s; H. P. Rüger; ZNW 64 (1973) 127-
31, 8; CD 14, 20; IQS 6, 2 (probablemente 131; TRE III, 607; G. Schneider, Das Evan-
deba presuponerse también en Hen [et] 63, gelium nach Lukas (ÔTK), sub loco (bibl.)
10) y es frecuente en la Misná, en el Talmud y H. Balz
en los Targumim (cf. Abot 2, 12; San 1, 1;
bQid 70a). El mãmôn es asociado frecuente-
mente con la adquisición no honrada de bie- M a v a r|V Manaên Manaén*
nes o con el afán de obtener ganancias por Hech 13, 1: Nombre de un profeta y maes­
médios enganosos y fraudulentos, y por este tro (en hebreo, m‘nahem\ cf. también 4 Re 15,
motivo es condenado (mãmôn disqar u otras 14; Josefo, Ant XV, 373ss) de la comunidad
expresiones por el estilo / (ta(xrovãç ãôixoç o antioquena, a quien se describe más concreta­
tfjç àôiHÍaç; cf, también Billerbeck II, 220; mente como oúvTQOípoç («companero de in­
Jastrow, Dictionary II, 794; ThWNT IV, 391; fância») dei tetrarca Herodes, es decir, que se
cf. además Eclo 5, 8; 26, 29-7, 3). habfa criado con el príncipe y que quizás por
ó [lapcüvãç aparece personificado en Q este motivo había conseguido una posición
(Mt 6, 24 / Lc 16, 13) como un poder que se especial en la corte; el título de honor siguió
halla en conflicto con lo que Dios exige al tributándosele aun después de adulto. Sobre
hombre. Al igual que hace la piedad (apoca­ Ias relaciones con Josefo, Ant XV, 373ss cf.
líptica) judia asociada con la pobreza, lesús Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK),
rechaza el afán de buscar la seguridad de la sub loco. No se puede probar que haya cone-
vida en la posesión de bienes y riqüezas, por­ xión con Jn 4, 46ss. BHH II, 1136; Haag, Dic-
que ese afán es en realidad la sumisión bajo cionario, 1154.
un falso amo, una sumisión que pone en peli-
gro la vida. Lucas, probablemente, sintetizó el
logion de Q con Ias otras dos sentencias (que M a v a a o f jç , fj Manasses Manasés*
venían también dadas previamente por la tra- Nombre (en hebreo, m‘nasseh) a) dei hijo
dición) de 16, 9.11, haciendo de ellas la inter- primogênito de José (Gén 41, 51) y patriarca
pretación de la parábola dei administrador in­ de una de Ias doce tribus de Israel (Ap 7, 6),
justo (16, 1-8). Así, la intención dei v. 9 (qui- b) dei hijo dei rey Ezequías ('E^exíaç, cf. 4
zás en asociación directa con la parábola) cs Re 18, 1) y padre de Amón (!A.p,róç, Mt 1, 10,
que uno se aproveche dei «manmón injusto», pero cf. ’A|iü)V en 4 Re 21, 18) en la genealo­
durante la propia vida (mediante la generosa gia de Jesús según Mt 1, 10 (bis); cf. Lc 3,
distribución de Ia propia riqueza), para lograr 23ss D. BHH II, 1136s; Haag, Diccionario,
que Dios sea su «amigo» en el cielo, mientras 1154-1156.
que el V. 11 exige que uno muestre su propia
fiabilidad incluso en el âmbito de Ias «pose-
siones injustas», pero en el contexto actual H avftávM manthano aprender
advierte precisamente a los discípulos que no 1. Aparición en el NT - 2. Contenido semântico - 3.
vayan a fallar en cuanto a la necesaria pru­ Campo referencial en lingüística - 4. Campo referen­
dência escatológica (para distribuir generosa­ cial en temática teológica.
mente los propios bienes). Será difícil consi­ B ib l.: E. Jenni, Im d, en DTMAT I, 1191-1196; E.
derar la expresión èx toü papw vã como tra- Kãsemann, A m t u n d G e m e in d e im N T (1949), en Kã-
149 (xavôávco 150

semann, Versuche I, 109-134; H.-W. Kuhn, Nachfolge y paraclético dei verbo (1 Cor 14, 31). Apesar
nach Ostem, en FS Bomkamm, 105-132; E. Lohse, de todas Ias diferencias, llama la atención un
Katechismus (I. im Urchristentum), en RGG III, 1179;
U. Luz, Erwãgungen zur Entstehung des ^<Frühkatho- enraizamiento más o menos intenso dei verbo
lizismus»: ZNW 65 (1974) 88-111; D. MUller, en en la soteriología. Según Heb 5, 8, hasta el
DTNTIV, 175-181; K. H. Rengstorf, navMvco t ó . , mismo Cristo aprende.
en ThWNT IV, 392-465; A. Seeberg, Der Katechismus b) Heb 5, 8s se refiere a Cristo, poniéndole
der Urchristenheit (1903), Milnchen 1966, sobre todo
211ss; G. TheiBen, Sociologia dei movimiemo de Je­ paracléticamente como ejemplo, y presentán-
sus, Santander 1979, sobre todo 14ss; para más biblio­ dole soteriológicamente como Salvador. Y to­
grafia, cf. ThWNT X, 1168. do ello, sobre la base de la obediência de
Cristo. De esta manera se condensa la tendên­
1. En el NT [lav&ávoj aparece 25 veces, cia paraclética y escatológica de la Carta a los
seis de ellas en los evangelios, una en He- Hebreos. En Pablo se observa únicamente en
chos, siete en Ias Cartas Paulinas, nueve en Gál 3, 2 una referencia a la doctrina de la jus-
Ias Deuteropaulinas (con Colosenses y Efe- tificación. Desde luego, Pablo aqui suscita la
sios), una vez en Hebreos y otra vez en el cuestión en forma irônica y crítica, a fin de
Apocalipsis. La distribución de pavOávco en que los gálatas aprendan (no «se enteren» de)
el NT es distinta, en parte, a la de pa^&Titeúaj lo que es la vida cristiana. En los demás pasa­
y fiaHritriç. jes se expresa de manera más indirecta toda­
via la soteriología característica de Pablo
2. pavO-ávco (atestiguado desde Homero; (Rom 16, 17; Flp 4, 9). En Ap 14, 3 se habla
cf. el indoeuropeo mendh-, «[llegar a] cono- de un éántico de los 144.000 sellados (^el
cer, enterarse», cf. Frisk II, 170s) significa contenido dei cântico se expresa en 19, Iss?):
aprender. Con este significado se compren- un cântico que ellos únicamente aprendeu
den bien los pasajes dei NT, incluso los pro­ (i,«aprenden a cantar»?, y que no oyen o en-
blemáticos (tan sólo en Hech 23, 27: enterar­ tienden o algo por el estilo). Lo de estar sella­
se). dos se documenta por su capacidad para apren­
der y por su cântico. Según 2 Tim 3, 7 hay
3. Especiales relaciones sintácticas; expresión una manera de aprender que no puede llegar
dei origen o fuente por medio de àjtó, èv, jtagá; al conocimiento de la verdad.
expresión dei objeto de la acción verbal por me­ c) En la tradición de los cuatro evangelios
dio de objeto directo (en acusativo), oración de acerca de Jesus, encontramos en Jn 6, 45 es-
ÕTl, construcción de infinitivo, construcción de
participio (1 Tim 5, 13; participio en nominativo, tructuras parecidas (interpretación joánica de
como sucede ya en el griego clásico. con àgyctí Is 54, 13). La conexión entre el oír y el apren­
como predicativo de [.tav&ávü}, la segunda parte der realza lo que es la fe por contraste con la
dei versículo está construída análogamente), inte­ acción de ver. En Mt 9, 13 [tavüáva) paiece
rrogativa indirecta (Mt 9, 13); uso absoluto dei ser redaccional. Como en Os 6, 6, no se pien-
verbo o relación de objeto indirecto u objeto im­ sa aqui en una misericórdia divina, sino en
plicado (en parte, adicionalmente) (por ejemplo,
1 Cor 14, 31; Mt 9, 13; 11, 29). -Ejemplos de vo- una misericórdia humana (cf. 12, 7; 23, 23).
cablos de sentido afín o empleados en estrecha Y, así, Mateo (a pesar de Ias tensiones sote-
conexión: àxoXou&éü) (Mt 9, 13), àKOÚco. riológicas con el contexto) puede dar instruc-
YLvcóoxo) jtrX., ôiôáoxcü / ôiôaxií, oTôa, èjt- ciones a su comunidad en lo que respecta al
gQcuxáa), jtagakappávcL). cumplimiento de la ley (cf. la «justicia me-
jor», 5, 20). Por eso, parece que pav^ávm
4. a) Mientras que el uso profano general (cf. Billerbeck I, 499) remite a una tradición
dei verbo (sobre el mundo antiguo cf. Rengs­ catequética de Mateo. En Mt 11, 29 encontra­
torf) no tiene especial peso (pero cf. Hech 23. mos una de dos: o material peculiar de Mateo
27), vemos que pav&ávo) es importante para o bien (cf. Kuhn, 114 nota 53) una tradición
la vida de los cristianos: se hace un uso ético de Q, y por cierto en el marco de 11, 28-30
151 (ia'V'&ávco - jxavía 152

como totalidad (cf. EvTom 90), que son unas Cor 4, 6; 2 Tim 3, 7). La disciplina dei arcano
palabras de Jesus dirigidas a los agotados y y la idea de la revelación no aparecen con es­
agobiados. La función soteriológica de Jesús pecial relieve (a no ser en Ap 14, 3). Particu­
y la conducta de quien va en pos de él vuel- larmente significativos son el aprender por
ven a convertirse en tema -véanse Ias relacio­ parte de Ias mujeres (Pablo, Pastorales), la
nes (posiblemente trasparentes) con algunas distinción entre judeocristianos y cristianos
bienaventuranzas (Q), con la Pasión y la cruz gentíles (Tit 3, 14; cf. Gál 3, 2).
de Jesús (Mt 10, 38 Q; Mc 8, 34 par.), la re-
surrección de Jesús (cf. también Mc 13, 13 Después que los investigadores ya un tanto an­
tiguos acentuaran la existência de un catecismo
par.), el peso dei camino de la justicia (cf. cristiemo primitivo de carácter homogêneo (See-
Bultmann, Geschichte, 171s y 176)-. Segura­ berg), entró más tarde en el debate la evolución
mente, Jesús mismo se volvió ya hacia los hacia el «catoücismo incipiente» (cf. Kâsemann,
«fatigados y cargados», les comunico (escato- 127ss; Luz). Seguramente, una evolución de la
lógicamente) una conciencia dei sufrimiento constitución y de la doctrina de la Iglesia llegó a
y les dio instrucciones (en parte, como Maes­ ser importante (Bultmann, T e o lo g ia , 513ss). Es
curioso que pavdávo), fuera de los evangelios, se
tro), pero ^lo hizo él ya en Ias dimensiones refiera especialmente a la dimensión catequética,
expresadas en esta sentencia? Mc 13, 28 par. y refleje desarrollos que en el NT estaban tenien­
Mt 24, 32 (^Lucas sin pavOávm con más es- do lugar aqui. Por otro lado, es notable que pav-
casa vertiente catequética?) es quizás redac- flávco falte precisamente en Ias Cartas Católicas,
cional. Ahora bien, en el hablar en parábolas en Ias que se retuvo la tradición acerca de Jesús,
podría haber materiales antiguos de la tradi- y que en Ias Pastorales el verbo no experimente
aún ninguna restricción a un sistema doctrinal.
ción (^procedentes de lábios de Jesús? - en
sentido crítico Bultmann, Geschichte, 129s y e) Hermenéuticamente, pav&ávu) ha ex­
187; en sentido positivo. Jeremias, Parábo­ perimentado una intensificación intelectual, a
las, 127ss). base de diversas fuentes y caminos; por ejem-
plo, la instrucción sobre doctrina (Rom 16,
Aqui, en el uso que se hace de pav&ávto en los
evangelios, predomina la perspectiva post-pas- 17), la parábola (Mc 13, 28), la referencia a la
cual, al menos en parte con una posible base en Escritura (también 1 Cor 4, 6), la profecia en
Ias ensenanzas de Jesús, y presenta también en el la comunidad (1 Cor 14, 31). Ahora bien, el
horizonte la idea dei seguimiento de Jesús (véein- aprender llega también hasta el terreno de la
se los problemas: el llamamiento de Jesús, dirigi­ práctica de la vida (Mt 11, 29; Flp 4, 9.11).
do a individuos ^es -en analogia con los rabinos-
un llamamiento carismático-escatológico?; sobre G. Nebe
los limites de pav&ávco en relación con àxo7.on-
■dém cf. Regnstorf, 408). Así, como muestra Kuhn,
^ a v í a , a ç , ■q mania locura, demencia*
nuevas perspectivas se revelan, teniendo en cuen-
La expresión, seguramente nada inusual,
ta la tesis de Theifien sobre los carismáticos itine­
rantes, acerca dei problema de la discontinuidad eiç pavíav jtEQiXQéJtei (Hech 26, 24, cf. Lu-
y de la continuidad. ciano, Abdic. 30; en paralelo con ella se en-
cuentra dos veces [taívopai, w . 24s) dificil­
d) El campo referencial, en matéria de so­ mente deberá interpretarse en el sentido dei
ciologia de la religión, llega a ser especial­ arrebato profético (cf., a propósito, Liddell-
mente importante en la praxis catequética dei Scott S.V.), sino que debe entenderse en senti­
cristianismo primitivo (en cuanto a la comu- do peyorativo: «volver loco / trastomar» (tér­
nidad de Qumrán cf. IQS 3, 13; 9, 13). Aqui minos opuestos; à)i,TiOeia, omtpeooóvTi, v.
encontramos lo de aprender, en un sentido ca- 25; cf. también Os 8, 7s; Sal 39, 5 LXX; Sib
tequético, en la convefsión al cristianismo, 1 ,17 Is). Al romano (en contraste con el judio
generalmente con referencia a maestros con­ Agripa pi]) le falta todo acceso a la verdad
cretos o en sentido derivado y desvaído (1 dei mensaje paulino; p,aívop.ai.
153 (iáw a - [xagava ü a 154

f lá v v a , TÓ manna maná* o etai) en medio de sus negocios; cf. Job 15,


^lávva (en hebreo mãn, en árabe mann, 30; Josefo, Ant XI, 56. Spicq, Notes II, 53Is.
LXX (láv, Ex 16, 35, en los demás casos
[xávva) aparece cuatro veces en el NT; en Jn
6, 31.49 dícese dei maná de los padres en el I ^ a ç a v a d a marana tha iSenor nuestro,
desierto (cf. Ex 16,4ss; como «pan dei cielo» ven!*
se encuentra en el v. 31b, cf. Sal 77, 24 LXX), BibL: M. Black, The Maranatha Invocation and Ju-
que constituye un antitípo dei «verdadero pan de 14. 15 (1 Enoch 1:9), en FS Moule, 189-196; G.
Bomkamm, Das Anathema in der urchristl. Abend-
dei cielo» (cf. 6, 32s.41.50s.58, también los mahlsliturgie, en Bomkamm, Aufsatze I, 123-132; H.
vv. 35.48; 1 Cor 10,3; Billerbeck II, 481s); en Conzelmann, Der erste B ríef an die Korinther (KEK),
Heb 9, 4 dícese dei maná que se guardaba en Gõttingen 1969, 360s; O. Cullmann, Cristología dei
una uma de oro en el lugar santísimo (cf. Ex Nuevo Testamento, Salamanca 1997, 279-288; Hahn,
Hoheitstitel, 100-109; G. Klein, en RGG IV, 732s; K.
16, 32ss; TosYom 3, 7; pero cf. 1 Re 8, 9); Ap G. Kuhn, iiaçavaftá, en ThWNT IV, 470-475; P. E.
2, 17: TÒ p,ávva tò xeKQuppévov como man­ Langevin, Jésus Seigneur et Teschatologie, Brages-
jar (celestial) escatológico de Dios para los Paris 1967, 168-298; C. F. D. Moule, A Reconsidera-
«vencedores» (cf. ApBar [sir] 29, 8; análogo tion o fth e Context o/maranatha: NTS 6 (1959-1960)
307-310; J. A. T. Robinson, Traces o fa Liturglcal Se-
al «agua de la vida», Ap 7,17; 21,6; 22,1.17; quence in 1 Cor. 16, 20-24: JThS 4 (1953) 38-41; H. P.
que probablemente debe entenderse en cone- Rüger, Zum Problem der Sprache Jesu: ZNW 59
xión con la tradición judia acerca de la salva- (1968) 113-122, 120s; Id„ en TRE IH, 607; B. Sand-
ción y conservación de los objetos dei lugar vik, Das Kommen des Herm beim Abendmahl im NT,
Zürich 1970,13-36; I. Schmid, en LThK VI, 1370; pa­
santísimo escondidos [en la tierra] desde la ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1169.
destrucción de Jerusalén hasta el fin de los
tiempos, cf. 2 Mac 2, 4ss; ApBar [sir] 6, 6ss;
1. La forma transcrita p a g a v a d a o
cf. también Billerbeck III, 793s). p ag àv à d á (así L al lat) aparece en el NT
El maná es una secreción dulce dei tamaris- únicamente en 1 Cor 16, 22 en el contexto de
co dei maná, que es chupada por cochinillas, la conclusión de la carta: «Si alguno no ama
cae al suelo en pequenas bolitas de color bri- al Senor, jsea maldito! (títoj ^ àv a d ep a),
llante, y puede recogerse aun hoy día en la re- marana tha». A continuación sigue el deseo:
gión dei Sinai. ThWNT IV, 466-470; X, 1169 «jLa gracia de Jesus, el Senor, esté con voso-
(bibl.); Bauer, Wõrterbuch, í .v. (bibl.); F. S. tros!» (v. 23). El p a g a v a d a se encuentra
Bodenheimer: BA 10 (1947) 2-6; BHH II, también en Did 10, 6 en la oración eucarísti-
1141-1143; Haag, Diccionario, 1152-1154; P. ca: «i Venga la gracia y pase este mundo. jHo-
Borgen, Breadfrom Heaven (NovTS 10), Lei- saima al Dios [v.l. Hijo] de David! jEl que sea
den 1965. santo, que se acerque a él! iEl que no lo sea,
que haga penitencia! p ag à v à d á (o p ag a -
v ad á). Amén».
^.avT E V O ^ai m anteuom ai adivinar la
suerte, predecir el futuro*
La base de pagava d a es una de dos; o la ex-
En Hech 16, 16 se habla de una esclava pa- presión aramea m ã r a n ( ã ’) ’“t ã ’, «Nuestro Senor
gana (pavteuofxévT]) que está poseída por un ha venido», o bien mãran(ã’) ( ’‘)tã \ «jSenor
demonio (n:v£'0[ta Jtúdcov, v. 16a, i,una ven- nuestro, ven!». Existen testimonios tanto en favor
trílocua?); cf. 1 Re 28, 8; Josefo, Ap I, 306. de m ã r a n como de t n ã r a n ã ’ (Rüger, en TRE). Es
difícil decidir entre ambas posibilidades. El per-
fecto ’“tã’, «él ha venido» se halla tan atestiguado
como el imperativo ’‘t ã ’, «jven!». Puesto que en
^ a Q a í v o ^ a l marainomai (en voz pasiva) el «(Amén.) iVen, Senor Jesúsl», en Ap 22, 20b,
extinguirse, desaparecer, marchitarse* podemos ver la «traducción» de la exclamación
En Sant 1,11 dícese dei rico, que (como Ias aramea, merece la preferencia la traducción impe-
flores dei campo) se marchitará (p ,aQ av ^- raüvista de pagava d a por /Senor nuestro, ven!
155 Hagava d a - naQyaQÍTTiç 156

2. La interpretación de la exclaraación en (El Egipto antiguo y el AT no saben todavia nada


forma de oración dependerá de que se trate de de la perla, y la lengua griega no posee un nom-
una exclamación (^pronunciada en el culto di­ bre especial para designaria: tò págyaQOV o ó
pagyaçLTqç [XÍDoç] son prestamos directos o in­
vino?) pidiendo la venida dei Senor para la
directos de la lengua india antigua, cf. EWG
parusía (así, por ejemplo, Hahn, 109; Lange- 190). Pero luego la perla se impuso rápidamente
vin 206-208; C. K. Barrett, / Corinthians en el mundo helenístico y romano como la quin-
[BNTC], 397s); cf. Ap 22, 20b; 1 Cor 11, 26 taesencia de lo más precioso: principium ergo co-
(como alusión a la exclamación, ->• múqioç 8, lumenque omnium rerum pretii margaritae tenent
cf. Hahn, 103); 1 Tes 1, 10. Sin embargo, pa­ (Plinio, NatHis IX, 106). En ocasiones, la perla
rece que Did 10, 6 quiere decir (como adver­ -principalmente como joya y como adorno de los
vestidos- se convertia en ostentación de lujo de-
tência hecha a los no santos): El Senor ha ve- rrochador. Se contaban historias sobre el incalcu-
nido (o: viene). La interpretación de la excla­ lable valor de algunas perlas (Suetonio, Caes I,
mación como una invitación hecha al Senor 50; Phnio, NatHist IX, 117 y 119ss; Séneca, Ben
para que venga a la cena (cf. Cullmann, 284; VII, 9, 4).
Al Resucitado «se le pedia que se les mostra­
ra en medio de la Iglesia, reunida en tomo a la 2. En el NT Ias perlas se mencionan nueve
mesa, como había aparecido el domingo de veces: tres veces en Mateo, una vez en 1 Ti-
Pascua, para consolaria y ofrecerle la certeza moteo, cinco veces en el Apocalipsis. Tam-
de su próximo regreso». De manera parecida bién el en NT Ias perlas se consideran siempre
Sandvik) es una interpretación menos proba- como objetos de inmenso valor. En Ap 18,
ble, si tenemos en cuenta los textos de 1 Cor 12s aparecen en un catálogo (inspirado en Ez
16, 22 y Ap 22, 20b. La hipótesis de que 27) de mercaderías muy exquisitas. Las per­
p a g a v a '6'a, «según la historia de Ias tradi- las se encuentran entre las ricas joyas de la
ciones, deba entenderse como continuación «ramera» (idólatra) Babilônia (Roma), Ap 17,
de la petición que aparece en Mt 10, 6a», la 4; 18, 16 (véanse las palabras dei AT contra
cual, «por su parte, parece conocer ya la de­ las personas que usan tales omatos en Is 3; Ez
mora de la parusía» (Klein), es una hipótesis 28) , y se encuentran también entre las cosas a
que no cuenta en su apoyo con argumentos que las mujeres cristianas deben renunciar en
suficientes. el culto divino, por ser únicamente un adomo
G. Schneider externo (así 1 Tim 2, 9; probablemente en la
fuente; cf. en general M. Dibelius, Die Pasto-
ralbriefe'^ [HNT], 37). El extraordinário es­
ou, Ó margaritês perla* plendor de la Jerasalén celestial, descrito en
B ib l.: E. Burrows, The P e a r l in the A p o ca lyp se: Ap 21, lo muestran, entre otras cosas, sus do­
JThS 43 (1942) 177-179; J. Dupont, L e s p a ra b o les dit ce puertas, que constan cada una de una enor­
tréso r e ld e la p erle: NTS 14 (1967-1968) 408-418; O.
me perla (y no sólo de nácar: Burrows) (v.
Glombitza, D e r Perlenkaufinarm : NTS 7 (1960-1961)
153-161; F. Hauck, (j,a9Y“ eivT|Ç, en ThWNT IV, 475- 21s).
477; W. Krenkel, en Pauly, L exikon III. 1020s; H. Ka- Ya sea que, en la parábola de la perla (Mt
hane-R. Kahane, P ea rls B efo re Sw ine ? A R einierpre- 13, 45s; cf. EvTom 76), el filo de la parábola
ta tio n o f M t 7, 6: Traditio 13 (1957) 421-424; H.
Rommel, en Pauly-Wissowa XIV, 1682-1702 (bibl.);
consista en la alegna de quien la encuentra
R. Shippers, The M a sh a T ch a ra cter o f the P arable o f (Jeremias, Parábolas, 243s) o bien en el deci­
the P earl, en StEv II (1964), 236-241; para más bi­ dido aprovechamiento de una oportunidad
bliografia, cf. ThWNT X, 1169. única (E. Linnemann, Gleichnisse Jesu, Gõt-
tingen ®1975, 104ss; cf. Dupont, 413ss); lo
1. La perla, muy apreciada desde los tiempos cierto es que la convicción de lo preciosa que
más antiguos en la índia, Mesopotamia y Pérsia,
no llegó a conocerse en los países riberenos dei es la perla ocupa un lugar tan central en la pa­
Mediterrâneo sino gracias a Ias expediciones mi­ rábola (Schippers: un enigma como 2 Sam 12,
litares de Alejandro Magno, cf. Rommel, 1685ss. Iss, referido a un contexto correspondiente a
157 (laQYCiOÍtTiÇ - Magia 158

Mc 10, 17ss) como en la imagen, difícil de in­ queda en casa (v. 20; también v. 30). Ella es la
terpretar, de Mt 7, 6 (basada quizás en un pro­ que dice a Jesús, antes de que lo haga su her­
vérbio parto; cf. Widengren, Iranisch-semiti- mana: «Senor, si hubieras estado aqui, no ha-
sche Kulturbegegnung, Koln 1960, 36s). Did bria muerto mi hermano» (v. 21; Maria hace
9, 5 interpreta la perla como una referencia a el mismo reproche suave en el v. 32); pero
la eucaristia (cf. Kahane); E. Klostermann, confia en que la oración de Jesús será oída (v.
Das Matthãusevangeliurrr (ThHK), 222. 22) y hace una confesión de fe cristológica (v.
E. Plümacher 27). Pone objeciones contra la intención de
quitar la piedra que tapaba el sepulcro (v. 39).
Jn 12, 2 es un paralelo de Lc 10, 40: mientras
M á g d a , a ç Martha Marta* que Marta, en la visita de Jesús, se ocupa de
B ibl.: J. A Bailey, The Traditions C om m on to rhe servirle, Maria le unge los pies (v. 3). Aqui se
G ospels o fL u k e a n d John (NovTS 7), Leiden 1963, 1- interpreta una tradición común lejana o bien
8; BlaB-Debrunner I 53, 4; J. Brutscheck, D ie M aría- el cuarto evangelista utiliza el texto de Lucas
M a rta -E rzã h lu n g . E in e red a ktio n skritisch e U ntersu-
(Bailey, 5s).
c h u n g zu L k 10, 3 8 -4 2 (BBB 64), Frankfurt a. M.-
Bonn 1986; E. Laland, D ie M a rth a -M a ria -P eriko p e G. Schneider
L u ka s 10, 38-42: StTh 13 (1959) 70-85; W. MagaB,
M a ria und M artha: Linguística Biblica 21112% (1973)
2-5; J. Michl, en LThK VII, 111; G. Rinaldi, M arta:
Bibbia e Oriente 5 (1963) 123-126; H. P. Rüger, en M ttQ Ía , a ç / M a ç i á ^ Maria / Mariam
TRE III, 608; G. Schnneider, D a s E va n g eliu m nach Maria*
L u kas (ÔTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 251-253.
1. Formas dei nombre de Maria; aparición en el NT
- 2. Maiía, la madre de Jesús - a) Marcos - b) Mateo -
El nombre femenino de persona M ág’&a es c) Lucas/Hechos - d) Juan - 3. Maria Magdalena - 4.
transcripción dei arameo mãr^tã’, «senora» Maria, la madre de Santiago - 5. Maria, «Ia de Cleo-
(ÃgU IV, 1153 I, 3; 1155, 4; CIJ II, 1219; fás» (Jn 19, 25) - 6. Maria, la hermana de Marta - 7.
Maria, la madre de Juan Marcos (Hech 12, 12) - 8.
1311; otros testimonios en Rüger). En el NT, Una tal Maria, no mencionada en ninguna otra parte
Marta es el nombre de la hermana de Maria (Rom 16, 6).
(-> M ag ia 6) y (según el Evangelio de Juan)
de Lázaro de Betania. Lc 10, 38.40.41 (bis) la B ibl. sobre 1: O. Bardenhewer, D e r N am e M aria,
Freiburg i. Br. 1895; Sch. Ben-Chorin, M u tter M irjam .
caracteriza como ama de casa muy diligente y M aria in jü d . Sicht, München 1971 (Dt. Taschenbuch
activa (eZ/a es la que recibe a Jesús en su ca­ Verlag 1982); Id., L a m adre de Jesús en p erspectiva
sa: V. 39) y la que se encarga de servir a Jesús ju d ia : Concilium 188 (1983) 201-208; M. Gõrg, M ir­
durante su visita (v. 40, asi también en Jn 12, ja m - ein w eiterer Versuch: BZ 23 (1979) 285-289; E.
Kõning, W oher sta m m t d e r N am e «M aria»?: ZNW 17
2). Critica a Maria, que está sentada a los pies (1916) 257-263; F. Zorell, W as b e d e u te t d e r N a m e
de Jesús, escuchando su palabra (vv. 39s). Pe- M aria?: ZKTh 30 (1906) 356-360.
ro Jesús acentúa que lo primordial es escuchar S o bre 2: J. B. Bauer, B ib e lth e o lo g isch e s W ôrter-
«su palabra»; «Marta, Marta, andas inquieta y buch II, Graz ^1967, 970-988; W. Bauer, D as L eben im
Z e ita lter d e r neutestam entlichen A p o kryphen, Tübin-
preocupada por muchas cosas, cuando en rea- gen 1909, 8-21, además s.v. en el indice analítico (a
lidad una sola es necesaria. Maria ha escogido los apócrifos); F.-M. Braun, L a m ère d e sfid è les, Tour-
la mejor parte, y nadie se la quitará» (vv. 41s). nai-Paris ^1954 (sobre Juan); R. E. Brown, E l naci-
En la historia de Lázaro se menciona a m ien to d e i M estas, Madrid 1982; Id., The «M other o f
Jesus» in the F ourth G ospel, en U E v a n g ile de Jean
Marta con la misma frecuencia que a Maria:
(BEThL 44), Gembloux-Louvain 1977, 307-310; R. E.
Jn 11, 1.5.19.20.21.24.30.39. Es verdad que Brown-K. P. Donfried y otros, M a ria en e l N u evo Tes­
Maria, en 11, 1, se halla en primer plano, pe- tam ento, Salamanca ^1994; I. Cantínat, M arie dans la
ro en todos los demás casos es Marta la que se B ible, Paris 1964; W. Delius, G eschichte d er M arien-
verehrung, München-Basel 1963, sobre todo 9-34; A.
menciona en primer lugar (^era quizás la ma-
Feuillet, Jesus e t sa m ère. Paris 1974 (sobre Lc 1-2 y
yor?); 11, 5.19; 12, 2s. Ella es la que sale al Juan); P. M. Gaechter, M aria en e l E vangelio, Bilbao
encuentro de Jesús, mientras que Maria se 1959; J. Galot, M arie dans T E vangile, Paris 1958; A.
159 M agia 160

George, Im m ère de Jesus, en Id., E tudes su r 1’oeuvre Ex 15, 20s y passim), en targúmico maryãm.
de Luc, Paris 1978,429-464 (sobre Lc-Hech); Id., Ma­ Josefo, Ant III, 54 escribe MagLá[[x]p.T) (t]ç).
ne d a n s le NT, Paris 1981; J. A. Grassi, The R ole o f
Jesu s M o th er in J o h n ’s Gospel: CBQ 48 (1986) 67-80;
Si M ag ia es la forma helenizada de ese nom­
P. Grelot, en DSp X, 409-423; Haag, D iccio n a rio , bre (cf. también Moulton-Milligan, s.v.), es
1182-1188; K. Kertelge, M aria, die M u tte rJ e s u in d e r algo que no se puede decidir con seguridad,
H ie lig e n S c h rift: Catholica 40 (1986) 253-269; R. porque en Ias inscripciones se halla atestigua-
Laurentin, S tru k tu r u n d T h eologie d e r Ik K in d h eits-
geschichte, Stuttgart 1967; Id., B u lletin su r la Vierge
do también el nombre mryh (cf. E. Y. Kuts-
M a n e : RSPhTh 69 (1985) 611-643; 70 (1986) 101- cher: Scripta Hierosolymitana lY, Jerusalem
150; L. Legrand, V a n n o n c e à M a rie (L c 1, 26-38). ^1965, 23s nota 118; J. P. Kane: JSSt 23
U ne a p o c a ly p se a u x o rig in es de 1’E va n g ile (LeDiv [1978] 270). En lo que respecta a la madre de
106), Paris 1981; R. Mahoney, D ie M u tte r Jesu im NT,
en G. Dautzenberg y otros (eds.), D ie F ra u im Ur-
Jesús, Mt 13, 55 y Lc 1, 27.30.34.38.39.46.
christentum , Freiburg i. Br. 1983, 92-116; J. McHugh, 56; 2, 5.16.19.34 ofrecen la forma dei nombre
The M o th er o f Jesu s in th e NT, London 1975; J. Mc- en -ap,; en nominativo, tan sólo Lc 2, 19 Sin*
Kenzie, L a m adre d e Jesú s en e l N u evo Testamento: D © pc atestigua la forma más breve M agia.
Concilium 188 (1983) 185-200; J. Michl, en LThK
VII, 25-27; E. Nellessen, D a s K in d un d seine Mutter, Entre Ias demás personas que llevan este mis-
Stuttgart 1969 (sobre Mt 2); W. Pratscher, D a s ntl. mo nombre en el NT, la tradición textual va­
B ild M a ria s a is G ru n d la g e d e r M ariologie: KuD 35 cila casi siempre entre M ag iáp y M agia. El
(1989) 189-211; H. Râisanen, D ie M u tter Jesu im NT, genitivo es siempre M agíaç; Mt 1, 20 y Rom
Helsinki 1969; K. H. Schellde, M aria, m adre d e i R e ­ 16, 6 tienen el acusativo M agíav. Cf. BlaB-
dentor, Barcelona 1965; H. Schürmann, D a s L ukas-
evangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, s.v. en el Debrunner § 53, 4 con la nota 12. - En el NT
índice analítico (585) (a propósito de Lc); O. da Spi- siete mujeres diferentes llevan el nombre de
noteli, M a ria n ella B ibbia, Bologna 1988; G. StâhÚn, Maria (-> 2-8).
M a ria im NT, en RGG IV, 747-749; M. Thurian, M a ­
rie, m ère d u S eigneur, Taizé 1968; J. Zmijewski, D ie
M u tter des M essias, Kevelaer 1989.
2. En el NT se menciona nominalmente a
S obre 3: P. Benoit, M a rie-M adeleine e t les D isci- Maria, la madre de Jesús, un total de 19 veces
p le s au Tom beau selo n Jo h 20, 1-18, en F S Jerem ias (Mt 1, 16.18.20; 2, 11; 13, 55; Mc 6, 3; Lc 1,
1960, 141-152; T. Bemard-J. V. Vesco, M arie d e M ag- 27.30.34.38.39.41.46.56; 2, 5.16.19.34; Hech
dala, Paris-Fribourg (Suiza) 1981; F. Bovon, L e p ri-
vilège P a sca l de M arie-M adeleine: NTS 30 (1984) 50-
1, 14), trece de ellas en la doble obra de Lucas
62; R. L. Bruckberber, M a ria M agdalena, Düsseldorf (de Ias que doce se encuentran en Lc 1-2). A
1954; G. Ghiberti, / racconti p a sq u a li d e i cap. 20 di estos pasajes hay que anadir otros en los que
G iovanni confrontati con le altre tradizioni neotesta- se habla de Maria sin mencionaria nominal­
m entarie, Brescia 1972; P.-M. Guillaume, en DSp X,
559-575; Haag, D iccionario, 1189s; M. Hengel, M aria mente (sobre todo en el Evangelio de Juan,
M a g d a len a u nd d ie F rauen a is T eugen, en F S M ichel, que nunca menciona a Maria por su nombre,
243-256; P. Ketter, D ie M agdalenenfrage, Trier 1929; pero que conoce a otras tres mujeres con este
J. Michl, en LThK VII, 39s; E. Parvez, M a ry M agda- mismo nombre): con frecuencia se habla de la
lene: S in n er o r Saint?: Bible Today 23 (1985) 22-124;
V. Saxer, L e cu lte de M a rie M a d elein e en O ccident des «madre de Jesús» (Jn 2, 1.3) o de «su madre»
o rig in es à la f i n d u M o y e n A g e , Paris 1959; L. Schot- (Mt 2, 13.14.20.21; 12, 46; Mc 3, 31; Lc 2,
troff, M a ria M a g d a len a u n d die F rauen a m G rabe J e ­ 33.48.51; 8, 19; Jn 2, 5.12; 19, 25; cf. Jn 6,
su: EvTh 42 (1982) 3-25. 42; 19, 26, «la madre»), sin mencionar al mis­
S o bre 6: J. Brutscheck, D ie M a ria -M a rta -E rzã h -
mo tiempo su nombre (cf. «tu madre», Mc 3,
lung. E ine redaktionskritische U ntersuchung zu Uc 10,
3 8 -4 2 (BBB 64), Frankfurt a. M.-Bonn 1986; M. L. 32 par. Mt 12, 47 / Lc 8, 20; «la madre de mi
Rigato, M aria di B eta n ia nella redazione giovannea: Senor», Lc 1, 43) (-+ pf|XTig).
Antonianum 56 (1991) 203-223; - r MágOa. Por el contrario, «la mujer vestida dei
sol...», en Ap 12, 1-17, no es una referencia a
1. El nombre de Maria aparece de dos for­ Maria; cf. H. Gollinger, Das «grofie Zeichen»
mas en el NT: M ag ia y Magiáp.. Esta última von Apk 12, 1-17, Würzburg-Stuttgart 1971,
es transcripción (LXX) dei nombre hebreo especialmente 27-48; A. Vôgtle, en FS Kuhn,
miryãm (así se llamó la hermana de Moisés, 396 nota 5.
161 M agia 162

a) Mientras que en la fuente de logia no se la gente, sino una persona: «[Mira, tu madre y
halla atestiguada ninguna mención de Maria, tus hermanos...!». Mt 1, 16 Uama a José «el
vemos que la madre de Jesus aparece en dos marido de Maria, de la cual nació Jesús». El
lugares dei evangelio más antiguo: con men­ V. 18 aclara que José (->^ Icnofiqp 4) era única­
ción de su nombre en Mc 6, 3 (par. Mt 13, 55 mente el padre «legal» de Jesús: «Su madre
/ Jn 6, 42) en la pencopa de Nazaret; sin men­ Maria estaba prometida a José y, antes de vi-
ción de su nombre en Mc 3,31.32 (par. Mt 12, vir juntos, resultó que ella había concebido
46.47 / Lc 8, 19.20) en el apotegma acerca de por la acción dei Espíritu Santo». Un ángel de
los verdaderos parientes de Jesus (cf. Mc 3, Dios se lo explica todo a José y le ordena que
21). En la primera perícopa mencionada los reciba a Maria por esposa: JtaQaA,aPELV M a-
críticos de Jesus preguntan: «^No es éste el gíav XT)v Y'uvaixá oou (v. 20). La razón que
xÉxxtov, el hijo de Maria, el hermano de San­ le da para ello, dice así: «porque lo que se ha
tiago, de José, de Judas y de Simón? ^No es- engendrado en ella es dei Espíritu Santo». La
tán (= viven) sus hermanas aqui entre noso- proposición cristológica acerca de la concep-
tros?» (Mc 6, 3). Con la referencia al origen ción virginal de Jesús procede de una tradi­
de Jesus, pretendeu poner en duda su mesiani- ción (cristiano-helenística) (cf. Lc 1, 35, ^
dad; los críticos se niegan a creer en Jesus. La Jtaçdévoç 3). En el complejo total de la his­
metrónima designación de Jesús como «hijo toria de los magos, en 2, 1-23, se menciona a
de Maria» se explica perfectamente en la hi- Maria en el v. 11: «y vieron al nino (jtaiôíov)
pótesis de que le llamaban así por ser hijo de con Maria, su madre». Se realza claramente
una viuda; cf. J. Blinzler, Die Brüder und «al nino y a su madre» en contraste con José;
Schwestem Jesu, Stuttgart 1967; R. Pesch, los dos se hallan en contraste con él (vv.
Das Markusevangelium I (HThK), 319 (por el 13.14.20.21). Sin embargo, tampoco en Ma­
contrario, E. Stauffer, en FS Black [1969], teo se observa verdadero interés por la perso­
119-128, pretende entender estas palabras en na de Maria.
el sentido de que se estaba difamando a Jesús
como hijo ilegítimo). En Mc 3, 31-35 se men­ c) Mc 3, 31s fue recogido por Lucas (Lc 8,
ciona a la madre y a los hermanos de Jesús en 19s), pero no Mc 6, 3. Según Lc 8, 19, la ma­
la introducción al fragmento de la tradición dre y los hermanos de Jesús no podian acer-
(v. 31). La gente dice a Jesús: «Mira, tu madre carse a él «a causa dei gentio (que se apinaba
y tus hermanos y tus hermanas están afuera y alrededor de Jesús)». Querían «ver» a Jesús
te buscan» (v. 32). Esta presentación escénica (v. 20). En la pencopa de Nazaret, los críticos
sirve de trasfondo a Ias palabras de Jesús que se limitan a preguntar: «^No es éste el hijo de
siguen a continuación y que hablan de quié- José?» (4, 22, mientras que en Mc 6, 2b.3 ba­
nes son sus verdaderos parientes (vv. 33-35). ilamos cuatro preguntas concretas). No cono-
En Marcos no se observa interés especial por cen el verdadero «origen» de Jesús (Lc 1, 26-
Maria. 38; cf. 3, 23, que -desde luego- es bien cono-
cido para el lector (Schürmann 235). A Maria
b) Mateo recogió los dos pasajes de Mar­ se la menciona también por su nombre en Ias
cos (->■ a). En Mt 13, 55, el evangelista refie- secciones 1, 26-38 (cuatro veces). 39-56 (cua­
re la pregunta; «^No es éste el hijo xoõ xÉx- tro veces); 2, 1-20 (tres veces). 25-35 (una
xovoç? ^No se llama su madre Maria, y sus vez), así como -sin mencionar su nombre- en
hermanos...?»: se conoce el oficio dei padre y 2,41-52. Mana era una virgen, comprometida
el nombre de la madre. Sin embargo, jno se para casarse con José (1, 27), cuando el ángel
designa a Jesús como «hijo dei xéxxmv y de le dirigió la palabra llamándola por su nombre
Maria»! Según 12, 46 la madre y los herma­ (v. 30) y le anunció que ella, siendo virgen,
nos buscan a Jesús «para hablar con él». A iba a concebir al Mesías (v. 31; cf. Is 7, 14;
continuación (v. 47) (om B Sin* al) no habla además Lc 2, 5; ->■ nagO-évoç 3). La pregun-
163 Mapía 164

ta que hace Maria pidiendo aclaraciones (1, de Jesús de haber «venido dei cielo». Según
34) sirve para introducir el enunciado cristo- 2, 12, Maria fue a Cafamaún y se quedó allí
lógico acerca de la concepción de Jesus por (durante algún tiempo) en companía de Jesús,
obra dei Espíritu Santo (v. 35: cf. Mt 1,18.20, sus «hermanos» y los «discípulos».
->• b), lo cual fundamenta aqui la dignidad dei
nino como «Hijo de Dios» (cf. ôtò xaí, v. 3. M a g ia (M agiàp.) q ^ Mayôcxkqvfi,
35c). Maria Magdalena (la designación dei lugar
En Lucas vemos que se realza a Maria co­ de origen -M agdala- falta úniceunente en Jn
mo persona (1, 48), y por cierto como madre 20, 11.16) se menciona en los cuatro evange-
dei Mesias (1, 42s) y también por su fe ejem- lios: en la escena de la crucifixión de Jesús en
plar, que se entiende como confianza en la Mc 15, 40 par. Mt 27, 56 / Jn 19, 25 (junto a
promesa de Dios (1, 45). Deben entenderse otras discípulas galileas) y en el sepelio de Je­
también en el sentido de una actitud ejemplar sús en Mc 15, 47 par. Mt 27, 61. Lucas, en
de fe Ias observaciones que se hacen en 2, ambos pasajes, omite los nombres de Ias mu-
19.51b (cf. 8, 15). La profecia de Simeón (2, jeres de Galilea (23, 49.55), porque éstas se
34: «dijo a Maria, su madre [de Jesús]») con­ mencionciron ya en 8, 2: «y también algunas
templa el destino de Maria estrechamente vin­ mujeres que habían sido sanadas de espíritus
culado al de Jesús (cf. también 2, 48-50). maios y de enfermedades: Maria, llamada f|
Hech 1, 4 refiere que Maria, después de la MaY6aX.Evf|, de la que habíem salido siete de­
ascensión de Jesús a los cielos, formaba parte mônios...».
de la comunidad primitiva de Jerusalén y se La observación de que Jesús había liberado
hallaba entre los discípulos, que aguardaban a Maria de una grave posesión, está tomada
-orando- el don dei Espíritu. de Mc 16, 9 (èxP£flXf|XEi én;Tà ôaipóvia).
La tradición cristiana vio, entre otras cosas,
d) Es curioso que en el Evangelio de Juan en esta observación la referencia a una vida
no se mencione por su nombre a Maiía. Esto anterior de vicios llevada por Maria y la iden-
se halla íntimamente relacionado con la ma- tificó con la pecadora de Lc 7, 36-50, así co­
nera joánica de comprender en forma «simbo­ mo (^a causa de Jn 11, 2?) con Maria, la her-
licamente elevada» a la madre de Jesús. Ella mana de Marta (-> M ág§a) (-> 6). Así lo hi-
es, según 2, 1-11, la representante de los que cieron también la liturgia latina y Ias artes
esperan de Jesús la salvación; ella implora, en plásticas. Como Lc 8, 2s menciona a Maria
representación de otros, el don de Jesús. El junto a Juana, mujer de Cusa, y refiere que Ias
don dei vino senala simbolicamente bacia el mujeres galileas habían ayudado con sus bie-
futuro. La escena en que se presenta a la ma­ nes al grupo de los discípulos, Maria era se­
dre de Jesús y al discípulo amado al pie de la guramente una mujer bien acomodada econo­
cruz (19, 25-27) debe ponerse en relación re­ micamente. En Mc 16,1 par. Mt 28,1 / Lc 24,
trospectiva con 2, 1-11. El discípulo amado 10, Maria aparece la primera de Ias tres muje­
de Jesús (como intérprete de la revelación de res (Mateo: dos; Lucas: tres «y Ias otras con
Jesús para los hombres), al acoger a Maria, ellas») que en la manana de Pascua se dirigie-
acoge a los que buscan la salvación. Sobre es­ ron al sepulcro de Jesús. Según Jn 20, 1, Ma­
ta interpretación cf. en concreto Schürmann ria se dirigió, ella sola, al sepulcro; comunicó
II, 13-28; R. Schnackenburg, El Evangelio se­ a Pedro y al discípulo amado que se habían
gún San Juan III, 342-347; J. Wanke: ThPQ llevado al Senor (v. 2). Maria se hallaba en
129 (1981) 105-113. pie ante el sepulcro (20, 11), después que los
La pregunta de los «judios» en Jn 6, 42 dos discípulos lo hubieran inspeccionado (vv.
(«^No es éste Jesús, el hijo de José? jConoce- 3-10). Ella vio a los dos ángeles (vv. 12s) y fi­
mos a su padre y a su madre!»; cf. Mc 6, 3, -»■ nalmente vio a Jesús mismo, a quien confun-
a) pretende reducir al absurdo la pretensión dió con el jardinero (w . 14-16). De él recibió
165 M agia - Magxoç 166

el encargo de anunciar a los discípulos su re- «Maria ha escogido la mejor parte, y nadie se
greso al Padre (vv. 17s). Que el Resucitado se la quitará» (v. 42).
apareció en primer lugar a Maria Magdalena,
lo afimia también (dependiendo de Jn 20) el 7. Según Hech 12, 12, durante la persecu-
final secundário de Marcos (Mc 16, 9s). ción de Herodes Agripa I, muchos miembros
de la comunidad cristiana de Jerusalén esta-
4. Mc 15, 40, entre Ias discípulas galileas ban reunidos para orar «en casa de Maria, la
que se hallaban al pie de la cruz de Jesus, madre de Juan, por sobrenombre Marcos».
menciona, después de Maria Magdalena, a Sobre la tradición acerca de la sala donde Je-
«Maria, la madre de Santiago el Menor y de sús celebro la Cena, que se supone que estaba
Joset (par. Mt 27, 56; y de José). Se la men­ situada en aquel lugar, cf. Kopp, Stãtten, 378-
ciona de nuevo en Mc 15, 47 (par. Mt 27, 61: 387, especialraente 382.
«la otra Maria») en el sepelio de Jesus, y en
Mc 16, 1 par. Mt 28, 1 (<da otra Maria») / Lc 8. En Rom 16, 6, Maria es el nombre de
24, 10 entre Ias mujeres que fueron al sepul­ una cristiana a la que Pablo envia saludos:
cro en el dia de Pascua. No puede descartarse «jSaludad a Maria, que ha trabajado mucho
que sea la misma Maria de la que se habla en por vosotros!»
Jn 19, 25 (Cf. Mc 15, 40) (-»■ 5). G. Schneider

5. Tan sólo Jn 19, 25 (a diferencia de Mc M ã g x o ç , o v Markos Marcos*


15, 40), entre Ias mujeres que se hallaban «al
pie de la cruz de Jesús», menciona, después B ibl.: E. Bamikol, P ersonenproblem e d er A pg: Jo-
h a n n e s M a rko s, S ila s u n d T itus, Kiel 1931; Bauer,
de la madre de Jesús y antes de Maria Magda­ W õrterbuch, r.v., J. Blinzler, en LThK VII, 12s; N.
lena, a «Maria, la (mujer) de Cleofás». Es po- Brox, L a p rim e ra C arta de P edro, Salamanca 1994,
sible que lo que precede inmediatamente, «y 329s (sobre 1 Pe 5, 13); J. C. Fenton, P a u l a n d M ark:
la hermana de su madre», se refiera a esta S tu d ie s in the G ospels. E ssa y s in M e m o ry o f R. H.
Lightfoot, Oxford 1955, 89-112; J. Gnilka, E l E va n g e­
Maria. Seria una parienta más bien que una lio según San M arcos I, Salamanca ^1996, 38s; Haag,
hermana carnal de la madre de Jesús; cf. R. D iccionario, 1171s; B. T. Holmes, L u k e ’s D escription
Schnackenburg, El Evangelio según San Juan o f John M ark: JBL 54 (1935) 63-72; J. F. Kelly, The
III, 340s, quien se declara expresamente en P atristic B iography o f M ark: Bible Today 21 (1983)
39-44; U. H. J. Kortner, M arkus d e r M itarbeiter des
contra de la identificación de la mujer de Cle­ Petrus: ZNW 56 (1991) 203-226; Kümmel E inleitung,
ofás con Maria la madre de Santiago (->• 4). 67-69; J. Kürzinger, D ie A u ssa g e des P apias von H ie-
ra p o lis z u r lite ra risc h e n F arm d e s M a rk u se va n g e -
lium s: BZ 21 (1977) 245-264; W. Marxsen, en RGG
6. Lucas y Juan conocen a Ias hermanas
IV, 722s; K. Niederwimmer, Johannes M arkus und die
Maria y ^ M áp ^a. Según Jn 11, 1.2.19.20. F rage nach dem V erfasser d es zw eiten E vangelium s:
28.31.32.45; 12, 3, Maria es también la her­ ZNW 58 (1967) 172-188; R. Pesch. D ie Z uschreibung
mana de Lázaro (11, 2.19) de Betania. Maria d e r E va n gelien an ap o sto lisch e Verfasser: ZKTh 97
ungió con ungüento a Jesús y le secó los pies (1975) 56-71, sobre todo 61s; Id., D as M arkusevange-
lium I (HThK), Freiburg i. Br. 1976, 3-12; E. Stauffer,
con sus cabellos (11, 2, refiriéndose anticipa- D e r M eth u rg em a n d e s P etru s, en F S S c h m id 1963,
damente a lo que se dice en 12, 3). Según 11, 283-293; Wikenhauser-Schmid, 326-333.
32, ella dijo a Jesús (después de la muerte de
Lázaro): «Senor, si hubieras estado aqui, no 1. Marcos es un nombre propio que apare­
habria muerto mi hermano». Lc 10, 39.42 re- ce frecuentemente y que se halla atestiguado
alza a Maria como ejeraplo, en contraste con también en inscripciones, papiros y escritos
su hermana Marta: ella «se sentó a los pies literários (por ejemplo, en Filón y Josefo). -
dei Senor y escuchaba su palabra» (v. 39), En Hech 12, 12, Marcos es el sobrenombre de
mientras Marta se ocupaba de los quehaceres Juan, cuya Madre M ana poseia una casa en
domésticos. Jesús emite el siguiente juicio: Jerusalén, a la que acudió Pedro después de
167 M õqxoç - naQTOçéw 168

su liberación, y en donde encontro reunidos a ^aQTVQÉta martyreõ dar testimonio, ates-


muchos cristianos. Juan Marcos fue con Pa- tiguar, testificar*
blo y Bemabé a Antioquía (12, 25), participo ÔLap,aQXÚQop,ai diamartyromai conjurar,
en el primer viaje misionero hasta Panfilia, instar encarecidamente, testificar*
pero se separo allí de ellos (15, 37s; cf. 13, fxaQTÚQopai martyromai conjurar, instar
5.13). Por esta razón Pablo, en contra dei de- encarecidamente, testificar*
seo de Bemabé, se negó a llevar consigo a
1. Aparición de (xaQTUçéco en el NT - 2. Conteni-
Juan Marcos durante el segundo viaje niisio- dos semânticos - 3. Campo referencial y uso fuera dei
nero (15, 37s). Después de una disputa, Ber- sector de los escritos joánicos - 4. El «testificar» reli­
nabé y Juan Marcos se separaron de Pablo y gioso en el sector de los escritos joánicos - 5.
se dirigieron a Chipre (15, 39). paQXÚQOixai, ôiapaQTOQopai.
Se envían saludos de parte de Marcos en B ib l.: páçTUç; J. Blank, K risis, Freiburg i. Br.
Fim 24; Col 4, 10 (de parte de Marcos, el pri­ 1964; J. M. Boice, W itness a n d R evelation in the Gos-
mo de Bemabé); 1 Pe 5, 13 (de parte de Mar­ p e l o fJ o h n , Grand Rapids 1970; J. C. Hindley, W itness
cos, «mi hijo»); y según 2 Tim 4, 11, Pablo in the F ourth G ospeli SJTh 18 (1965) 319-337; J. Nol-
land, Im p resse d U n b elievers as W itnesses to C h rist
pide al destinario que traiga consigo a Marcos (Luke 4, 22a): JBL 98 (1979) 219-229; M. C. Tenney,
como ayudante. The M eaning o f «W itness» in John: Bibbotheca Sacra
132 (1975) 229-241.
2. La tradición eclesiástica antigua, con Papías
como primer testigo (en Eusebio, HistEccl III, 1. En el NT encontramos el verbo papxu-
39, 14-15) y de quien dependen todos los demás
QÉco 76 veces. De ellas, 63 veces en voz acti­
testimonios, identifica al Juan Marcos menciona­
do en Hechos con el Marcos de quien se habla en va y 13 en voz pasiva. El verbo aparece con la
Ias cartas, y le atribuye la composición dei segun­ mayor ífecuencia en el Evangelio de Juan (33
do evangelio (= Evangelio de Marcos), mientreis veces) y en Ias Cartas de Juan (10 veces);
hacía de intérprete de Pedro en Roma. La tendên­ también en Hechos (11 veces). Siguen Hebre-
cia marcadamente apologética de la observación os (8 veces), Pablo (5), Apocalipsis (4), Pas-
de Papías menoscaba el valor histórico de su afir- torales (2), una vez en Mateo, otra en Lucas y
mación. Papías pretendia asegurar la autoridad
dei segundo evangelio relacionando indirecta- otra en Colosenses. En la voz pasiva se hallan
mente con Pedro la composición dei mismo, bien a la cabeza Hebreos (6 veces) y Hechos (4).
sea atribuyendo a Marcos, el companero de Pe­
dro, un escrito evangélico anônimo, o bien identi­ 2. Usado en sentido absoluto, [xapxupéco
ficando a un tal Marcos, considerado ya como el significa dar testimonio (1 Jn 5, 6s) o también
autor dei segundo evangelio pero por lo demás afirmar solemnemente (Jn 12, 17; 13, 21).
desconocido, con el Marcos mencionado en el
Con acusativo de cosa significa atestiguar, y
NT, o bien siendo reahnente Juan Marcos de Je-
rasalén el autor dei segundo evangelio, pero iden- el mismo sentido tiene con õxi (Jn 4, 44 y
tificándolo Papías con la persona mencionada en passim). Con dativo de persona y 5xi, el ver­
1 Pe 5,13. Ahora bien, esta última hipótesis tiene bo [xaQXUQéto significa testificar / confirmar
en contra suya la dificultad de que el autor dei alguna cosa a alguien (Jn 3, 28 y passim).
Evangelio de Marcos tenía conocimientos impre­ Claro que el dativo puede ser también dativus
cisos sobre los lugares de Palestina y elaboró incommodi «en contra de alguien» (-»• 3, so­
muy variadas tradiciones que, en parte, suponen
largos procesos de tradición. bre Mt 23,31). Si el verbo se halla con el ver-
dadero dativo de persona (Lc 4, 22), entonces
A. Weiser
significa aplaudir a alguien\ si se halla con
dativo de cosa, entonces significa «dar testi­
^ÚQjltaQOÇ, o v , ó marmaros mármol* monio en favor de algo» (únicamente en el
Ap 18, 12: jtãv oxeüoç èn... p ag p á ço u Evangelio de Juan, 3 Juan, Hech 14, 3). La
como ejemplo de los lujos existentes en «Ba­ voz pasiva significa una de dos: o bien —en
bilônia»; cf. EpJer 71. sentido neutral- que una cosa está «atestigua-
169 liagxuQEü) 170

da», siempre con referencia a la Escritura sentido de «atestiguar algo a alguien» (Rom
(Rom 3, 21; Heb 7, 8.17; 11, 4.5, en los dos 10, 2; Gál 4, 15; cf. Col 4, 13). El conoce
últimos lugares con nominativo e infinitivo), también un «testimonio» de la Escritura sobre
o bien, en sentido de valoración, que alguien el orden escatológico de la salvación: la justi-
«recibe un buen testimonio» (en los demás cia de Dios está «atestiguada por la ley y los
pasajes). profetas» (Rom 3, 21). Pablo se acerca mu-
chísimo al uso lucano dei término en 1 Cor
3. jtaQTUQÉo) üene matiz jurídico en Ma- 15, 15, donde él se designa a sí (y a sus com-
teo: Los escribas atestiguan en contra de ellos paneros en el apostolado) como «testigos fal­
mismos que son los hijos de los que dieron sos de Dios», si es que «nosotros testificamos
muerte a los profetas (Mt 23, 31, a diferencia contra Dios diciendo que él ha resucitado a
de Lucas; ->• páQTUÇ 2). - Lucas prefiere un Cristo», si en verdad los muertos no son resu-
sentido figurado dei término: sobre Lc 4, 22 citados (-f tpEUÔópagxuç).
2. La frecuente voz pasiva dei verbo en He- Según 1 Tim 6, 13, la «buena confesión»
chos significa que alguien «recibe un buen que Jesús «testifico ante Pondo Pilato» (so­
testimonio», «tiene una buena reputación»: bre èjtí cf. Bauer, Worterbuch, 566) sirve de
Hech 6, 3, los siete; 10, 22, Comelio; 16, 2, ejemplo y estímulo para el discípulo dei após-
Timoteo; 22, 12, Ananías. En sentido figurado tol. Cf. la expresión de un tenor parecido en el
se dice también que Dios «habló a David dan­ v. 12 (->• pÓQXUÇ 3). La viuda, «que goza de
do testimonio» (13, 22); que «todos los profe­ prestigio por sus buenas obras», en 5, 10, re-
tas dieron testimonio» en favor de Jesús (10, cuerda el uso que Lucas hace de la voz pasiva
43), y que Dios con senales y milagros «daba dei verbo en el libro de Hechos (cf. supra).
testimonio en favor de la palabra de su gra­ La Carta a los Hebreos habla de diversas
da» (14, 3 con un èjtí incierto, cf. Heb 11,4). maneras acerca de una divina «testificación»
Sobre la realidad expresada cf. en este caso o «confirmación». En la mayoría de los casos
Heb 2, 4 y Jn 5, 36; 10, 25 (.-* 4). Hech 15, 8 se trata de palabras de la Escritura, en Ias que
habla de un testimonio de Dios en favor de el verbo paprugeco puede hallarse construido
los gentiles. en forma personal (como en 7, 8) o en forma
Un empleo más marcadamente forense lo impersonal (como en 7, 17). En 10, 15 el au­
encontramos en los discursos de Pablo en su tor hace referencia a sí mismo en dativo y
propia defensa: Todos los judios conocen la atribuye el testimonio de la Escritura al Espí-
conducta de él y pueden atestiguarla (Hech ritu. En el capítulo 11, el «testimonio» que re-
26, 5); él persiguió el «camino» cristiano, co­ cibieron los antepasados y Ias personas cre-
mo pueden testificarlo, en favor de él, el su­ yentes de Israel (v. 2; cf. v. 39 con participio
mo sacerdote y el consejo supremo (22, 5): concesivo) se describe explícitamente como
aqui hay que completar el acusativo de cosa. un testimonio de Dios (v. 4): también el sacri­
Partiendo de este lugar, es posible ver tam­ fício de Abel, aceptable a Dios (cf. Gén 4, 4),
bién un sentido forense en 23, 11: «Así como fue un «testimonio» de que él era justo (Heb
tú dabas testimonio de mi en Jerusalén (ôi£- 11, 4, nominativo con infinitivo). Henoc «re-
p,aQTÚQ(o), así también darás testimonio en cibió el testimonio (por la Escritura) de que él
Roma» (^habrá que completar de nuevo el había agradado a Dios» (v. 5, la misma cons-
acusativo de cosa?; cf. ôiepaQXÚQCO xà Jtegl trucción).
âpoü, ->■ 5). En realidad se alude aqui a la ta-
rea de Pablo de dar testimonio y a su título de 4. En la mayoría de los 33 testimonios dei
testigo, según Hechos (-» paQXuç 4). verbo pagrugeco que hallamos en el Evange-
Pablo puede emplear el verbo paQXUQÉco lio de Juan, encontramos la construcción
en sentido absoluto sencillamente para enca­ paQXUQécü iregl xivoç (que aparece 19 veces,
recer algo (2 Cor 8, 3), o bien con dativo en el y que fuera de este evangelio no se encuentra
171 [XaQTOJQECO 172

en el NT, a no ser en la Carta primera de Concept, 102; con Hindley y otros) sino más
Juan), por cierto referida casi siempre a Jesús. bien en la palabra de Dios acerca de su Hijo
La confrontación con los «judios» o «judeos», en el Antiguo Pacto (vv. 37b-38) (Beutler
que se oponen al raensaje de Jesús, tiene los 260s), que una vez más debe distinguirse, cla­
rasgos de un proceso judicial, como indican ro está, de la palabra de la Escritura dei Anti­
otras expresiones judiciales (-> Ekéyxa), xqí- guo Testamento (v. 39).
vcü, nQÍoiç, 3tapá}i7,T]Toç, etc.). Esto se sabe En 8, 12-20 los «fariseos» vuelven a for­
ya a lo más tardar desde W. Wrede (1903) y mular contra Jesús la acusación de que él es
desde el comentário al Evangelio de Juan de testigo en favor de si mismo, y que por tanto
W. Heitmüller (^1918) (Beutler, 26). su testimonio no es «fíable» (v. 13, papTU-
Jesús aparece ante la barandilla de la au­ Qta 4). Pero Jesús rechaza esa acusación (de
diência y, en presencia dei tribunal dei «mun­ manera diferente a como lo hace en 5, 31), y
do» y de los «judios», llama a «testigos» que se aplica a si mismo el principio veterotesta-
confirmen su propia afirmación de ser el Re­ mentario y judio de Dt 19, 15 par., según el
velador. Según el prólogo dei Evangelio de cual cualquier cuestión debe asentarse sobre
Juan, el Bautista es el que dio testimonio (Jn la base de la declaración de dos testigos (vv.
1, 7s) y sigue dándolo (1, 15: complemento 14-18; c f páçTuç 3 y Van Vliet sobre la cita
joánico de un fragmento himnico) «acerca de libre que se hace en el v. 17).
la luz», es decir, acerca de que Jesús es el Lo- En lo que quizás sea una sentencia post-jo-
gos encarnado. En la sección 1, 19-34 se de- ánica en Jn 15, 26s, el testimonio divino en
sarrolla el contenido de este testimonio dei favor de Jesús continua en el testimonio dei
Bautista (cf. la inclusión entre [xaQTUQÍa en Paráclito y de los discipulos. Los paralelos
el V. 19 y el verbo en los vv. 32 y 34): su con­ más próximos acerca de Dios como testigo y
tenido no es propiamente el bautismo de Je­ de Ias senales acreditativas se encuentran,
sús, sino su permanente don dei Espiritu y la además de en Hechos (14, 3) y Hebreos (2, 4;
palabra de la voz celestial, que tiene signifi- 11, 4), en textos judeo-helenisticos, principal­
cación permanente (juso dei perfecto en el v. mente en la tradición acerca dei êxodo (cf. Fi-
34!). Después de una breve mención en 3, 26 lón, VitMos n [IH], 263s y 281; All 11, 55; Jo-
(aqui con dativus commodi: «en favor de sefo, Ap II, 53: Beutler, 152s).
quien»), surge de nuevo el Bautista como tes- De sello más intensamente apocalíptico es
tigo en la sección 5, 31-40: aqui como «testi- la idea de Jesús como testigo de cosas celes-
go en favor de la verdad» (5, 33), es decir, de tiales, una idea que encontramos en Jn 3, 11
la realidad divina de la revelación en Cristo (donde quizás sólo hay un plural literário en
(cf. infra, a propósito de 18, 37), Sin embar­ alusión al v. 2) y en 3, 22 (cf. infra, en rela-
go, no es el Bautista, sino el Padre el ãkXoç ción con el Apocalipsis y la referencia a los
pap-tuptõv dei v. 32, con respecto al cual Je­ Jub, los textos de Qumrán y el Hen [esl], pro-
sús rechaza la acusación dei v. 31 de que «él emio: Beutler 328s). Es afin a ellos el testi­
está dando testimonio en favor de si mismo» monio de Jesús (y dei Bautista) en favor de la
(->• paQTDQÍa 4). El da testimonio de Jesús «verdad», Jn 18, 37 (cf. 5, 33). Se piensa con
mediante Ias «obras» (no simplemente por ello en la realidad de la revelación divina (I, .
medio de Ias «senales», sino precisamente por de la Potterie en: Castelli, Le Témoignage,
medio de Ias «obras» de dar vida y de juzgar, 317-329). Que el testimonio de testigos ocu­
vv. 19-23) concedidas a Jesús para la «consu- lares es fiable, se indica en el relato dei solda­
mación» de Ias mismas. Cf. 10, 25. Cuando el do que traspasó con la lanza el costado de Je­
Padre mismo que envia a Jesús, es menciona­ sús (19, 35); el acusativo de cosa debe suplir-
do directamente en 5, 37 como testigo en fa­ se en este relato, que es probablemente post-
vor de Jesús, no se pensará tanto en un testi­ joánico; a un testimonio de esta clase se hace
monio interno dei Espiritu de Dios (Trites, también referencia, con JtEQÍ y genitivo de
173 [i.aQTUeECD 174

cosa, en la identificación dei discípulo amado lo dos veces). El sentido de atestiguar apare­
con el evangelista (21, 24; cf. la misma cons- ce en los tres pasajes en que el verbo se cons-
trucción en 18, 23; con referencia a personas, truye con dativo de persona: Pablo atestigua a
también en 2, 25; 7 ,7 ; 4, 39: Jesús). todo el que se haga circuncidar, que está obli-
gado a guardar toda la ley (Gál 5, 3). Lucas
A este testimonio sobre hechos se hace emplea esta misma construcción en relación
también referencia en la Carta primera de con los ancianos de Efeso en Hech 20, 26. En
Juan, donde se habla de Jesús como dei «Lo- Hech 26, 22 la expresión podría estar colore-
gos de vida» (1, 2). En 1 Jn 4, 14 el testimo­ ada por el v. 16: Pablo, que está llamado a ser
nio implica más claramente una realidad de «testigo», debe dar testimonio dei evangelio
fe: Jesús como «Salvador dei mundo». El tri- ante grandes y pequenos. [taQxÚQopat con
ple testimonio dei Espíritu, la sangre y el agua acusativo e infinitivo significa en Ef 4, 17 y 1
(5, 6-10) se entiende casi siempre en sentido Tes 2, 12 conjurar (etç xó).
antidocético, y se interpreta como una refe­ En el NT ôia^iaprópopaL (en voz media,
rencia al bautismo y a la muerte de Jesús co­ aoristo: ôte[iaQXt)Qá(XTiv) aparece 15 veces,
mo acontecimientos salvíficos, que dan testi­ nueve de ellas en Hechos (en la LXX aparece
monio de la misión de Jesús. Quizás el testi­ 26 veces). El significado corresponde al de
monio de Dios en favor de su Hijo en el v. 9 [xagxÚQopat: conjurar, atestiguar. En contra
deba entenderse también históricamente (cf. de lo que piensa E. Günther (M APTY2, Gü-
supra, a propósito de Jn 5, 37); según el v. 10, tersloh 1941), no debemos suponer un «uso
ese testimonio no se apropia interaamente si­ apocalíptico» especial de este verbo.
no en la fe (cf. el tiempo perfecto dei verbo; Pablo utiliza el verbo en 1 Tes 4, 6 con da­
cf. Beutler, 278-280). La Carta tercera de tivo de persona, para referirse a un contenido
Juan recoge la formulación de Jn 5, 33; 18, de la predicación anterior: el juicio.
37 (cf. supra) pero sólo en su forma verbal, En Heb 2, 6 ôwxp.aQXÚQop.ai aparece para
ya que hace de ella el testimonio de la con- introducir la cita que el autor hace de un pa-
ducta personal dei cristiano (vv. 3 y 6). En el saje de la Escritura, pero sin que pueda ha-
V. 12 se cambian los papeles: jla verdad ha blarse de una «prueba de Escritura» en senti­
dado testimonio en favor de Demetrio! do estricto.
En Ias Pastorales podemos observar la
E\ Apocalipsis (como Jn 3, 11.32; cf. supra) transición a un uso formulístico cristiano: se
conoce el «testimonio» apocalíptico: el viden­ trata de «conjurar en presencia de» (èvcójtiov)
te atestigua «lo que él ha visto», a saber, «la Dios, Jesucristo, los ángeles, en 1 Tim 5, 21
palabra de Dios y el testimonio de Jesús» (1, (con Lva); 2 Tim 2, 14; 4, 1 (asociado aqui
2, (xaQTUQÍa 5). El ángel da testimonio dei adicionalmente con un acusativo de cosa:
contenido dei libro, es decir, lo manifiesta (22, «por su venida...»).
16), tal como es atestiguado finalmente por Lucas conoce el verbo con dativo de perso­
Jesús (v. 20). Tan sólo en estos tres pasajes, na en el sentido de una exhortación muy en­
además de Jn 3, 11.32; 1 Tim 6, 13, encontra­ carecida, en Lc 16, 28. En Hechos (prescin-
mos en el NT el verbo paQxuQéto con acusati- diendo de 2, 40, donde el verbo se halla en
vo de cosa. En una «fórmula de canonización» paralelo con JtaQaKaX.éco y tiene un sentido
(W. Bousset) se «atestigua» que aquellos que afín al que aparece en Lc 16, 28) el verbo se
anadan algo a la Escritura o quiten algo de convierte en término técnico para referirse a
ella, recibirán el castigo divino (Ap 22, 18). la predicación de los apóstoles y de Pablo.
Los contenidos son (cambiándose los destina­
5. En el NT, el verbo afín p,aQTÚQop.ai (en tários): la palabra dei Senor (8, 25), la con-
voz media y únicamente en presente) aparece versión y la fe en Jesucristo el Senor (20, 21),
sólo cinco veces (en la LXX se encuentra só­ el evangelio de la gracia de Dios (20, 24), el
175 lAagXUQEO) - [laQTDQia 176

reino de Dios (28, 23), la verdad de que Jesus mo sacerdote pregunte sencillamente: «iQué
es el Cristo (con acusativo e infinitivo, 18, 5), necesidad tenemos ya de declaración de testi-
«el mensaje acerca de mí» (Jesús, 23, 11, en gosl»). En sentido figurado se dice en Tit 1,
paralelo con p,aQTopt)oai, aqui dícese de Pa- 13 que la palabra de un «profeta» (es decir, de
blo como -V páQTUÇ [4]). En 10, 42 el conte- un poeta) pagano es un testimonio sobre los
nido se halla en una oración de õ u (Jesús co­ cretenses. El epískopos, según 1 Tim 3, 7, tie­
mo Juez) y el verbo se encuentra en paralelo ne que dar «buen testimonio», es decir, debe
con xriQÚ^ai, lo cual confirma la interpreta- poseer «buena reputación» ante los de fuera.
ción dada. Tan sólo en 20, 23 el Espíritu San­ El uso religioso dei término se encuentra en
to es sujeto de la acción de «dar testimonio»: Hech 22, 18: Los habitantes de Jerusalén no
promete a Pablo sus futuros suftimientos. aceptarán el testimonio de Pablo acerca de Je­
J. Beuüer sús (sobre el uso de nepí, en relación con la
persona de Jesús, -*■ paQTVQÉa) 4). - Sobre el
significado y el uso dei término en los pasajes
^aQTUQÍa, a ç , m a r t y r i a declaración de de los escritos joánicos, 4 y 5.
un testigo, testimonio*
1. Frecuencia - 2. Significación dei término - 3. 3. En el NT, ixaQxuQÍa aparece siempre en
Campo léxico - 4. Testimonio de Jesús y testimonio singular, con excepción de un solo pasaje (Mc
sobre Jesús en el Evangelio de Juan y en la Carta pri- 14, 56). Puede preceder ô iá con acusativo co­
mera de Juan - 5. Testimonio de Jesús en el Apooalip- mo preposición que indica la causa: «a causa
sis - 6. pUQTÚQlOV.
dei testimonio» (de Jesús, -»■ 5), Ap 1, 9; 6, 9;
Bibl.: -►páQTUç. 20, 4; y el elç que, después de Jtioreúo), indi­
ca el objeto de la acción verbal, 1 Jn 5, 10:
1. En el NT el término paQXUQÍa aparece «creer en el testimonio».
37 veces, correspondiendo la mayor frecuen­ El sustantivo se une con un genitivo atribu-
cia al grupo de los escritos joánicos en el sen­ tivo o con un adjetivo atributivo. El genitivo
tido más amplio: el Evangelio de Juan ofrece de la persona que da el testimonio lo encon­
14 testimonios, el Apocalipsis 9, la Carta pri- tramos en Mc 14, 59; Hech 22, 18; 3 Jn 12 y
mera de Juan 6, y la Carta tercera de Juan 1. passim. Sobre el uso lingüístico en los escri­
El resto de los testimonios se distribuye entre tos joánicos ->■4 y 5. El único adjetivo atribu­
Marcos con 3 testimonios, Lucas y Hechos tivo que aparece es xaX,Tjv (pagTUQÍav) en 1
con 1 cada uno, y Ias Pastorales con 2. Tim 3 ,7 , 2. El psíÇ© (= peí^ova) en Jn 5,
36 está usado ya en sentido predicativo: «Yo
2. Con Bauer, Wõrterbuch, í . v., podemos tengo un testimonio que es mayor que el que
distinguir entre un uso activo dei término y un procede de Juan». En oraciones de predicado
uso pasivo. El término tiene sentido activo en nominal se hallan los adjetivos predicativos
Jn 1, 7; Ap 11, 7, la «acción de dar testimo­ pEÍÇoov (1 Jn 5, 9a), àÃ^T]§f|ç, àX,T]'9'ivf|, y
nio»: «éste vino para dar testimonio» (Jn 1, íoTi/íaai (Mc 14, 59.56: «coincidente(s)».
7); «y cuando hayan terminado de dar su tes­ Mientras que el adjetivo àXiT&r|ç junto a
timonio» (Ap 11,7). En los demás pasajes el paQTUQÍa en Tit 1, 13; Jn 5, 32; 21, 24; 3 Jn
término significa el testimonio dado, la «de- 12 significa «verdadero«, vemos que en Jn 5,
posición de un testigo» o, en sentido más ge­ 31; 8, 13.14.17 se entiende en un sentido más
neral, el «testimonio» en sentido figurado. Se formal y significa lo mismo que «creíble». -
piensa en la «declaración de un testigo» pre- àXij-fiivri en Jn 19, 35 significa seguramente
sentada ante el tribunal en Mc 14, 55.56.59; lo mismo que àXir&f|ç, «verdadero» (jcf. la
Lc 22, 71 (a diferencia de Mc 14, 63; fragirú- continuación: «y él sabe que dice la ver­
Qcov. Como Lucas no había mencionado antes dad»!). - Sobre Ias combinaciones con verbos
a los dos testigos falsos, hace ahora que el su­ ->-4y 5.
177 [laQTUQta 178

4. Como se indico al hablar de ^ [xaçxn- 10 («el que cree en el Hijo de Dios, tiene el
QÉco (4), el evangelista Juan conoce un doble testimonio en sí mismo»), no habrá que pen­
uso característico de la idea dei testimonio: sar aqui (como hacían algunos autores un tan­
según Jn 3, 11.31s, Jesus es testigo de cosas to antiguos) en un testimonio interno dei Es­
celestiales, «pero vosotros no aceptáis nuestro pírito Santo, sino en la manifestación que
testimonio (v. 11) o «nadie acepta su testimo­ Dios hace de sí mismo en la palabra de la Es­
nio» (v. 32). En el fondo de todo esto podrían critura y en la obra de Jesús (jjn 5, 36-39!) y
estar la manera de hablar y Ias ideas apocalíp­ en la revelación de la vida de Jesús (1 Jn 5,
ticas dei judaísmo (->- p,aQxuQé(u 4). lls ), en cuanto esta p a p tu p ía encuentra en
En Jn 5, 31-40 y 8, 12-20 se trata de testi- el hombre la aceptación de la fe.
gos que, a la manera de una confrontación ju ­
dicial con los «judios», deben legitimar (-> 5. En el Apocalipsis encontramos seis ve-
papTupéu) 4) la pretensión de Jesús de ser el ces la expresión «el testimonio de Jesús» (1,
Revelador divino. En 5, 31, Jesús -que está 2.9; 12, 17; 19, 10 [bis]; 20, 4). En contra de
hablando aqui- concede que su testimonio no algunos autores un tanto antiguos (como H.
es «creíble», cuando ese testimonio se da en von Campenhausen, Die Idee des Martyriums
favor de uno mismo, y por eso remite al Padre in der alten Kirche, Gõttingen 1936), no ha­
como al ÃX,X,oç papTuptãv, cuyo testimonio brá que pensar aqui en un testimonio acerca
seria «verdadero» (v. 32; cf. Beutler, 257). de Jesús, sino en un testimonio que procede
Fundamentalmente Jesús no acepta el testi- de Jesús, y por tanto el genitivo habrá que en-
monio (que le confirma) procedente de hom- tenderlo como genitivo subjetivo, no como
bres (v. 34), aunque él puede apelar en un ar- genitivo objetivo (con Brox, Trites y otros).
gumentum ad hominem al testimonio que el Así lo sugiere también el paralelismo con la
Bautista dio en favor suyo (v. 33, verbal; 1, «palabra de Dios» en 1, 2.9 y 20, 4, y con los
7.19). Jesús tiene «un testimonio que es ma- «mandamientos de Dios» en 12, 17. La pala­
yor que el que procede de Juan» (5, 36), a sa­ bra de Dios y el testimonio de Jesús son aco-
ber, el testimonio de Ias obras que el Padre le gidos por el vidente y son realzados frente al
ha encargado realizar. enemigo acusador. «Los sacrificados... man-
En 8, 12-20 Jesús rechaza desde un princi­ tienen firme el testimonio», 6, 9; también los
pio (v. 14) la acusación de que su testimonio profetas de 19, 10 y los decapitados de 20, 4.
«no es creíble» (v. 13) por ser un testimonio Los dos testigos (proféticos) de 11, 7 «consu-
dado en favor de uno mismo, y entonces en el man» su testimonio, después de haberlo ex-
V. 17 apela a la norma (reformulada) de Dt 19, presado antes con la palabra (X.ÓYOv), y a con-
15 par., según la cual «el testimonio de dos tinuación son muertos (cf. también 12, 11).
personas es creíble» (-^ [táptuç 3). Aqui, con la secuencia dei testimonio de la
En 19, 35 y 21, 24 la p a p tu p ía se extiende palabra y de la muerte, no habrá que pensar
—tal vez ya de manera post-joánica- a hechos aún en un uso martirológico de paQTUQÍa (así
acerca de Jesús, no sólo a su persona: uno de piensan también Lohse, Brox, Trites, ->•
ellos se refiere al costado que fue abierto por pÓQTnç 2 y 5). Sino que a esta manera de ha­
la lanza; el otro, al relato dei discípulo amado. blar no se llega sino con MartPol 1, 1; 2, 1;
1 Jn 5, 6 recoge una vez más el testimonio 18, 2; 19, 1: cf. Bauer, Wòrterbuch, s.v. 3, y
total acerca de Jesús: en 5, 9a.b.c, lo mismo Brox 227. Una preparación de ese uso marti­
que en Jn 5, 34.36, se contrapone el testimo­ rológico podría encontrarse ya en 4 Mac 12,
nio de Dios al testimonio de los hombres, por 16 A (cf. 16,16 ôtapaQTUQÍa).
ser «mayor» el testimonio de Dios. Este testi­
monio podría referirse retrospectivamente a 6. El adjetivo sustantivado afín fiagTÚ-
Jn 5, 37: es un testimonio que ha quedado ya Qiov, testimonio, prueba* (cf. Schwyzer,
terminado (;se usa el perfecto!). Apesar dei v. Grammatikl, 470) aparece 19 veces en el NT.
179 HaQTUQia 180

Los Sinópticos lo emplean, cada uno, tres ve- evangelio dei reino debe proclamarse en todo
ces; Pablo, igualmente tres veces; los Hechos el mundo habitado «como testimonio para to­
y Ias Pastorales lo emplean, en cada caso, dos dos los pueblos gentiles». Según Lucas (21,
veces, y Hebreos, Santiago y Apocalipsis, una 13) el ser llevados a los tribunales se convier-
vez cada uno. te en ocasión «de dar testimonio», no para los
El significado es casi generalmente el de Jueces sino para los acusados mismos.
testimonio, prueba\ de esta manera el vocablo EÍ,ç paQxÚQLOV aparece dos veces en la lite­
puede convertirse en término técnico dei len- ratura epistolar. Según Sant 5, 3, el moho dei
guaje de la proclamación (cf. infra, a propósi­ dinero de los ricos será, en el juicio final, «un
to de Pablo, de Ias Pastorales y de Hechos). testimonio contra ellos» (dativo como en Mc
De una traducción equivocada de la LXX se 6, 11). La fidelidad de Moisés, según Heb 3,
deriva la expresión f| axqvf] xoi3 paQxnpton 5, llega a ser «un testimonio de Ias revelacio-
(Hech 7, 44; Ap 15, 5), que traduce la expre­ nes futuras», es decir, de la revelación que
sión hebrea ’õhel m ô‘êd; los traductores de la vendría en Cristo (v. 6).
LXX derivaron erróneamente mô‘êd de la raiz En el libro de Hechos papxÚQiov se con-
‘d, «testigo», en vez de hacerlo de y ‘d, «en­ vierte en el término técnico de la proclama­
contrar». ción apostólica como testimonio acerca de la
En la tradición sinóptica hallamos exclusi­ resurrección de Jesús, ^ pápxnç 4. «Los
vamente la expresión slç p,aQXÚQiov, «para apóstoles daban testimonio de la resurrección
testimonio». Según Mc 1, 44 par. Mt 8, 4 / Lc de Jesús el Senor» (4, 33). Si en Lucas p.aQ-
5, 14, el leproso que había sido limpiado tiene xúgiov está más intensamente asociado al
que presentarse al sacerdote y ofrecer el sacri­ acontecimiento de la resurrección que descue-
fício prescrito por Moisés (Lev 14, 2ss) «co­ 11a en la historia, vemos que este elemento
mo testimonio para ellos». Se piensa segura­ queda algo más relegado en Pablo. Cuando en
mente en la función dei sacerdote que, en es­ 1 Cor 1, 6 se dice: «el testimonio de Cristo ha
ta ocasión, tiene que dictaminar si ha habido demostrado ser firme entre vosotros», vemos
curación. La frase fue recogida exfensamente que no se acentúa con ello ni el componente
por Mateo y Lucas, hasta llegar incluso a un judicial ni el componente histórico. En conso­
orden poco habitual de Ias palabras. La cosa nância con ello, puede decirse en 2 Tes 1, 10
es diferente en los otros dos pasajes de la tra­ que «disteis crédito a nuestro testimonio».
dición marquina. Mateo suprime (10, 14) lo Tiene que quedar en suspenso la cuestión de
de 8Í.Ç [xapxÚQiov anxoíç de Mc 6, 11, que no hasta qué punto Pablo (o «Pablo») piensa aqui
se entiende dei todo: «sacudid el polvo de la conscientemente en su función como testigo
planta de vuestros pies como testimonio para de la resurrección, según 1 Cor 15, 8. La fun­
(í,contra?) ellos»; Lucas aclara (9, 5): elç ción dei apóstol como testigo de la resurrec­
laapxijpLov 8Jt’ aúxoúç, es decir, claramente ción, que era tan central en Lucas, no ha de­
«en contra de ellos». saparecido aún, al menos terminológicamen-
Según Mc 13, 9, los discípulos serán lleva- te. Una variante textual de 1 Cor 2,1 conside­
dos ante tribunales judios y paganos «como ra [xaQxúpLov xoü •&eoi3 simplemente como
testimonio para ellos»: aqui habrá que pensar ei tema de la proclamaciónm paulina, en un
ya en la confesión de fe en Cristo que los per­ sentido sinônimo al de xò [rnaxTjpiov. Fuera
seguidos pronuncian ante los tribunales. Ma­ de este uso dei término, Pablo habla en 2 Cor
teo aclara esta idea y la amplia: eiç [xapTÓ- 1, 12 -e n una frase a modo de paréntesis-
QLOv anxoLç x a l tolç edveoiv (10, 18), tanto acerca dei «testimonio de nuestra concien-
más que por lo de «gobemadores y reyes» se cia».
entiende evidentemente los encargados paga­ Las Pastorales, lo mismo que Pablo y He­
nos de administrar justicia. En Mt 24, 14 la chos, conocen (laQXÚQiov como término para
fórmula se ha independizado plenamente: El expresar la proclamación. A Timoteo se le ex-
181 (xaQTUQia - [iaQTuç 182

horta: «No te avergüences dei testimonio de 1. El término (xÓQTnç, que en los Evange-
nuestro Senor» (2 Tim 1, 8). En 1 Tim 2, 6, la lios sinópticos se encuentra sólo aisladamente
expresión difícil xò [laQrúçiov Haiçotç (en Mateo dos veces, en Marcos una vez, en
iôíolç se refiere a una de dos: o a la muerte Lucas dos veces), tiene numéricamente su
redentora de Jesús como testimonio de Dios, centro de gravedad en Hechos con 13 testimo-
o bien a la fórmula de fe y de proclamación nios, seguido por Pablo (sin Ias Pastorales)
mencionada anteriormente en el v. 5 (así con 6 testimonios, y el Apocalipsis con 5 tes-
Brox, 35; en contra, Bauer, Wõrterbuch, s.v. timonios. El resto de los 36 testimonios se
l.a: Beutler, 199). distribuye entre Ias Pastorales con 3 testimo­
J. Beutler nios, Hebreos con 2 y la Carta primera de Pe­
dro con uno. Es curioso que falte el término,
aunque no la realidad expresada por él, en el
fia ç T V g io v , o it, t ó martyrion testim o­ Evangelio de Juan y en Ias Cartas de Juan (-»■
nio, prueba pagrugétn, paQTnQÍa).
-> papxoQÍa 6.
2. El significado fundamental de testigo se
mantiene en todos los pasajes dei NT. Frisk
{Wõrterbuch II, 179) lo relaciona con el tér­
martyromai conjurar, instar
mino indio antiguo smárati y con pégLfiva,
encarecidamente, testificar
y ve en el «recuerdo» el elemento constituti­
papTupéto (5).
vo. El concreto (págruç, p ág ru p , también
páQxnpoç) se ha desarrollado a partir dei
abstracto (*pap-xn-, «testimonio»).
ftaQTitç, 0OÇ, o martys testigo*
Del «testigo» ante el tribunal habla un prin­
1. Aparición - 2. Significado - 3. Campo referencial cipio jurídico, citado varias veces en el NT,
- 4. Testigos en favor de Jesús según Hechos - 5. Tes- según el cual «por la declaración de dos o tres
tigos de Jesús y Jesús como testigo según el Apocalip-
sis. testigos será firme la causa» (Dt 19,15, citado
en Mt 18, 16; 2 Cor 13, 1; 1 Tim 5, 19), o que
B ib l.: E. Albrecht, Z eu g n is durch Wort un d Verhal- afirma que «se ejecutará al malhechor por la
ten (Theol. Dissertationen 13), Basel 1977; Th. Bau-
declaración de dos o tres testigos (Dt 17, 6; ci­
meister, D ie A n fã n g e d e r T h eologie des M artyriu m s
ÍMBTh 45), Münster i. W. 1980; J. Beutler, M artyria tado libremente en Heb 10, 28); -+ 3. Testigos
(FThSt 10), Frankfurt a. M. 1972; N. Brox, Z euge und en sentido judicial se mencionan en el proce-
M ã rtyrer (StANT 5), München 1961; Ch. Burchard, so contra Jesús (Mc 14, 63 par. Mt 26, 65:
D e r d re ize h n te Z e u g e (FRLANT 105), Gõttingen
«^Qué necesidad tenemos ya de testigos!» [a
1970; E. Castelli (ed.), L e T ém oignage, Paris 1972; G.
Klein, D ie z w õ lf A p o s te i (FRLANT 77), Gõttingen diferencia de Lc 22, 71: paQxnQiaç]) y en el
1961; N. Lash, "What m ig h t m artyrdom mean?, en Suf- proceso contra Esteban (Hech 6, 13 [->- 3]; 7,
fe r in g a n d M a rty rd o m in NT. F S f ü r G. M . Styler, 58). En sentido amplio, los escribas dei tiem-
Cambridge 1981, 183-198; E. Lohse, D ie O ffenbarung po de Jesús son «testigos» de los asesinatos de
d e s Jo h a n n es (NTD), Gõttingen 1962; Ph.-H. Me-
noud, J esu s e t s e s tém o in s: Eglise et Theologie 23 profetas cometidos por sus antepasados, es
(1960) 7-20 (= Id., Jésu s-C h rist e t l a f o i . Neuchâtel- decir, ellos «confirman» Ias acciones de sus
Paris 1975, 100-110); E. Nellessen, Z eugnis f ü r Jesus antepasados, al erigir monumentos funerários
u n d das Wort (BBB 43), Kõln 1976; G. Schneider, D ie
a los profetas (Lc 11, 48 [a diferencia de Mt
z w õ lf A p o s te i a is « Z eu g en » , en P. W. Scheele-G.
Schneider (ed.), C liristu sze u g n is d e r K irche, Essen 23, 31: papxnpetxe éanxolç], tradición de
1970, 39-65; H. Strathmann, pápxnç m k ., en ThWNT Q). Se entiende también en sentido forense,
IV, 477-520; A. A. Trites, Mágxuç a n d M artyrdom in pero más amplio, lo de los testigos de la ins-
the A p o ca lyp se. A S em a n tic Study: NovT 15 (1973)
trucción bautismal de Timoteo en 2 Tim 2, 2.
72-80; Id., The N T C o n cep t o f W itness (SNTS Mon
31), Cambridge 1977; H. Van Vliet, N o Single Testi- Lucas desarrolla una manera de hablar, se­
mony, Utrecht 1958. gún la cual los apóstoles no sólo son «testi-
183 (iaQTVç 184

gos» de los acontecimientos externos de la vi­ Es difícil de interpretar la referencia que se


da, la muerte y la resurrección de Jesús, sino hace como testigos a los padres en la fe, se­
también de su significado salvífico según la gún Heb 12, 1 (pero cf. 11, 39: [tagxuQiT&év-
Escritura (-> 4). Y, así, él diferencia termino- xeç). La distinción general entre «testigos de
lógicamente entre liÓQxnQeç, testigos, y aíi- hechos» y «testigos de convicciones» (asi
xójtxai, «testigos oculares» (Lc 1, 2: Me- Strathmann) será quizás demasiado simple y
noud, 4s con referencia a la misma distinción tal vez no baga justicia a la relación entre la
en Josefo, Ap I, 55 en contra de I, 4; ambos historia y la salvación en Lucas.
términos en Bell VI, 134). (iágxnç, en con­
traste con afixóJtXTjç, no sólo expresa el ele­ 3. En el campo referencial de [tágxuç sor-
mento de la valoración sino también el dei prende la gran frecuencia de adjetivos nume-
compromiso personal. Sin embeurgo, la opi- rales. Según el principio dei AT que excluye
nión sostenida por Bauer, Wõrterbuch, s.v. y la declaración de un solo testigo en un proce-
numerosos autores un tanto antiguos (cf. so penal, «toda causa [de importância penal]
ibid.) y más recientes (cf. últimamente E. Ha- debe determinarse por la boca (es decir, por la
enchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], y H. declaración) de dos o tres testigos». Y, asi, Dt
Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf 19, 15 se cita en forma abreviada en Mt 18,
[HNT], a propósito de 22, 20), dificilmente 16; 2 Cor 13,1; 1 Tim 5,19. Sobre el ôux cau­
probará de manera suficiente que Lucas y con sai con genitivo, cf. Bauer, Wõrterbuch, 566;
él el NT conocen ya (al menos como sugeren- sobre el èirí con dativo («morirá en virtud dei
cia) al «testigo de sangre», que mediante el testimonio de dos o tres testigos», en Heb 10,
derramamiento de su propia sangre se con- 28 según Dt 17, 6) cf. ibid., 568; sobre el te­
vierte en testigo. Evidentemente, Esteban se ma cf. Van Vliet. Timoteo hizo su confesión
convierte en testigo por su proclamación de la de fe (en el bautismo o en la ordenación) «en
palabra, de la que él se hace responsable presencia de (èvcojuov) muchos testigos» (1
(Hech 22,20), y no en virtud de su muerte (cf. Tim 6, 12); él recibió el mensaje cristiano
Brox, 61-66; Beutler, 188 y 196). «por conducto de (es decir, en presencia) de
La presencia, la interpretación y èl compro­ muchos testigos (ôià rtoXXõiv p.agxúgcov)»
miso personal en favor de lo atestiguado se (2 Tim 2, 2). A propósito dei uso que aqui se
asocian también en 1 Pe 5, 1, donde «Pedro» hace de ôiá cf. Bauer, Wõrterbuch, 358s con
se designa a sí mismo como «testigo de los referencias; cf. Núm 35, 30 LXX. Dos testi­
padecimientos de Cristo». El compromiso en gos se mencionan también en Ap 11, 3 (-> 5);
favor de un mensaje parece ser también parte «uno de ésos», según Hech 1, 22, debe ser
constitutiva dei concepto de testigo en el Apo- constituído testigo «con nosotros» (->■ 4).
calipsis (-> 5). Además de adjetivos atributivos que se re-
Pablo invoca varias veces a Dios como tes­ fieren al número, el NT conoce también adje­
tigo de sus pensamientos, intenciones y ora- tivos que caracterizan la credibilidad dei testi­
ciones (Rom 1, 9; Flp 1, 8; 2 Cor 1, 23; 1 Tes go; se presentan «testigos falsos (es decir, en­
2, 5) o de una acción que ha brotado de una ganosos)» en contra de Esteban (Hech 6, 13);
determinada manera interna de sentir y pensar Jesús es «el testigo fiel / fiable (y verdadero)»
(1 Tes 2, 5). En Israel existia gran temor de (Ap 1, 5; 3, 14; cf. 2,13, Antipas, donde seria
invocar asi a Dios como testigo, a causa dei de esperar el genitivo). El genitivo atributivo
«segundo mandamiento». Pero se va hacíendo (p,ou) aparece en Ap 2,13 y también en 11, 3;
frecuente en la LXX (Beutler 118) y es algo 17, 6 (Tqaoü); aparece igualmente en Rom 1,
que resulta familiar al mundo helenistico (çf. 9 y Flp 1, 8 («Dios es mi testigo de cómo
la definición que da Filón dei juramento como yo...»). El genitivo en Lucas (Ev y Hech) será
[xagxugía -deou iregl jrgáYfiaxoç àpqpiaPT]- siempre genitivo objetivo: Los apóstoles o
xoupÉvou [Sacr 91 y passim\, cf. Beutler, Pablo son testigos de la vida, muerte y resu­
147sy 151s). rrección de Jesús como actos salvlficos, o tes-
185 (lagtuç 186

tigos de El mismo (->• 4). En 1 Pe 5 ,1 , el ge­ vida terrena de Jesús en el testimonio apostó­
nitivo de cosa debe entenderse en este mismo lico. Pero Lucas, seguramente de manera in­
sentido. En Hech 22,15 [xáQtnç se construye tencionada, hace que los Doce en pleno asis-
con el dativo de provecho o dano: <-<~testigo en tan desde un principio a la predicación de Je­
favor de El». sús (cf. Lc 6, 12-19), a fin de asegurar así la
continuidad en la proclamación dei mensaje.
4. Lucas ha desarrollado, especialmente en Pablo, desde luego, no es testigo de la vida
Hechos, un concepto carácterístico dei testi- terrena de Jesús, pero sí lo es de su resurrec­
go, que es de fundamental importância para ción, en virtud de la visión en que recibe la
su teologia de la historia. Hay que partir, co­ vocación o de la aparición de Jesús en el tem­
mo observa con razón Burchard en su excur- plo según Hech 22, 15 con los vv. 17-21 (cf.
sus (130-135), de Lc 24, 48: Los (de momen­ Burchard, 108, l l l s y 135s) y 26,16. El pe en
to todavia) once apóstoles serán «testigos de 26, 16, por ser la lectio difficilior, podría ser
estas cosas», es decir, de los padecimientos y la lectura original.
la resurrección de Jesus, que tuvieron lugar En el testimonio dado por Esteban en Hech
según Ias Escrituras, y dei mensaje de perdón 22, 20 falta el elemento dei encargo por parte
que ha de proclamarse. El encargo dado por el dei Resucitado. Posiblemente, Estehan lleva
Resucitado forma parte constitutiva de la con- el título de testigo en virtud de su visión dei
dición de «testigo». Parece que corresponde Hijo dei hombre antes de su muerte, en Hech
al elemento de la misión que se encuentra en 7, 55s (Nellessen, 249s) o en virtud de su pro­
la tradición paralela de Jn 20, 19-23. A la con- clamación de la palabra, lo mismo que hacían
cesión dei Espíritu, en ella, le corresponde en los apóstoles y Pablo (Brox 61-66; Beutler
Lucas (como en Hech 1, 8) la promesa dei Es­ 188 y 196; ->■ 2). Según otros, Esteban seria
píritu (Burchard, 130s). Parece, pues, que Lu­ testigo por razón dei fin de su vida (Burchard,
cas reserva esencialmente para los Doce el tí­ 130 nota 291; cf. Conzelmann, Apostelge-
tulo de testigo, como aparece en Hech 1, 21 schichte^, 136).
(con Schneider en contra de Nellessen). En
todo ello, el haber estado presente en la vida, 5. Lo mismo que sucede en Lucas, vemos
la muerte y la resurrección de Jesus es tan so­ que en lo que respecta al autor dei Apocalip-
lo condición previa para el ministério de testi­ sis hay que partir de todo el campo léxico
go: aquel que ocupe el lugar de Judas, tendrá paQTi)-. Partiendo de ahí es obvio que en el
primero que ser elegido por el Resucitado y, Apocalipsis no hay que suponer que se haga
en virtud de esta elección, se convertirá en ya un uso martirológico de pÓQTuç (con Brox
«testigo de su resurrección». Por tanto, pÓQ- y Trites en contra de autores más antiguos).
Tuç es más que «testigo ocular» (->■ 2). El Los dos testigos de Jesús (Ap 11, 3) «profeti-
tema dei testimonio apostólico, según los dis­ zan» primeramente y luego, una vez que hem
cursos misioneros de la primera mitad de He­ dado ya su «testimonio», son muertos (11, 7).
chos, es principahnente la resurrección de Je­ Luego Antipas, «testigo fiel» de Jesús (2, 13),
sus, que se entiende seguramente por el re­ es muerto, seguramente por el testimonio da­
lativo neutro ou («de lo cual, en favor de lo do ante el tribunal. Por la conexión con el res­
cual») en Hech 2, 32; 3, 15, y a la que se ha- tante uso que se hace de la familia de pala-
ce referencia también en 10, 41 y en 13, 31. bras, es obvio también suponer que los «testi­
Según 5, 32, el Espíritu -juntamente con los gos de Jesús», en 17, 6, no lo son primaria ni
apóstoles- aparece como testigo de la muerte exclusivamente por derramar su sangre. De
y dei mensaje de la resurreción de Jesús, así igual manera, Jesús, en 1, 5 y 3, 14, es deno­
como dei mensaje dei perdón (cf., a propósi­ minado «el testigo fiel (y veraz)» en virtud de
to, Jn 15, 26s, -> paQTUQécu 4). Tan sólo en su intrépida proclamación ante un foro hostil.
Hech 10, 39 y en 1, 21s se incluye también la jCf. el ó àpTjv y el ãJiTiOivóç precisamente en
187 (xáçTuç - (xáoTil 188

3, 14! Sobre la formulación lingüística, cf. Sal la muerte dei reo. Desde luego, Jn 19, 1 po-
88, 36 LXX; ó (rápTuç èv oiíQavtp jucrtóç, dría entenderse como una primera flagelación
así como los textos de Prov 14, 5.25; Is 8, 2. independiente, quizás en el sentido de una
J. Beutler tortura, para arrancar una confesión de culpa-
bilidad (cf. vv. 4s; cf. también Lc 23, 16;
n:aiÔE'úaaç, de manera distinta en Mc 15, 15
^ a o a o ^ a l . masaomai morder, morderse* par. Mt 27, 26: q)QaYeX.Xó)aaç [...] iva oxau-
Ap 16, 10; è[xa0õ)VTo xàç yXwaaaç av- QCO'ôf); cf. Mc 10, 34 par.; p,aoxi7Óco x a i
tóõv, «ellos (los hombres de la «bestia») se àjroxxeívm / oxauQÓcn).
mordían la lengua»; cf. ApPe 28s (texto akh- Las flagelaciones que, según Mt 10, 17 (èv
mínico; 9.11 texto etiópico). ThWNT IV, 521. xatç onvaYcoY^iÇ axixcõv paaxiYcóaonoiv, a
diferencia de Mc 13, 9; ôaQXjoeo^&e / Lc 21,
12); 23, 34, amenazan a los enviados por Je­
^.aO'd'óç, oi), ó masthos pezón, pecho sús, deben entenderse en el sentido dei casti­
Forma alternativa de -> paaxóç. go judio de los 39 azotes (cf. Dt 25, 2s; 22,
18; Hech 5, 40; 22, 19; 2 Cor 11, 24; detalla-
[L ia a a á o fia i massaomai morder, morder­ damente en Makk 3, Iss.lOss; Josefo, Ant IV,
se 238 y 248). Este castigo era aplicado por el
Forma alternativa (Textus Receptus) de ministro de la sinagoga, entre otras razones,
p ao áo p ai. porque el acusado habia originado lesiones
corporales, habia quebrantado la prohibición
dei incesto o los preceptos relativos a la pure­
^.aotiYOCO mastigoõ azotar, flagelar, dis­ za y a los alimentos (Makk 3, 12; cf. los deta-
ciplinar* lles en Billerbeck III, 527ss). Mc 10, 17 pre-
En el NT el verbo aparece 7 veces: en la supone (como Mc 13, 9, a diferencia de Lc
(tercera) predicción de la Pasión de Jesus se- 21, 12) juicios y condenas en sanedrines loca-
gún Mc 10, 34 par. Mt 20, 19 / Lc 18, 33; apa­ les (cf. San 1, 2.4.6), que existian ya junto al
rece también dos veces en Mateo: 10, 17 en el sanedrín de Jemsalén. ThWNT IV, 521-525;
discurso de misión pronunciado por Jesús; 23, X, 1172 (bibl.); BHHI, 534; Haag, Dicciona-
34 a diferencia de Lc 18, 33; solamente en Jn rio, 713s; RAC IX, 469-490; Spicq, Notes II,
19, 1 en relación con la historia de la Pasión; 539-542.
en Heb 12, 6 en sentido figurado y en general H. Balz
en sentido sapiencial con el significado de
castigar/disciplinar (cita de Prov 3, 12; cf.
^.aoTl^O) mastizõ azotar, flagelar*
también SalSl 10, 2; 13, 6ss; Filón, Congr
Hech 22, 25, refiriéndose al castigo romano
177; Séneca, Prov. 16; 1 Ciem 56, 4).
El castigo de azotes aplicado a Jesús según de la verberatio (-> paoxiYÓo)), al que Pablo
rehúsa someterse basándose en sus derechos
Jn 19, 1; Mc 10, 34 par. corresponde al casti­
go romano de la flagelación (yerberatio), que como ciudadano romano. A este respecto son
de importância decisiva la Lex Porcia y la Lex
se aplicaba como disciplina o tormento (no a
los ciudadanos romanos, cf. Hech 16, 37; 22, lulia', cf. especialmente Beginnings V, 297-
338; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
24ss) y especialmente como castigo adicional
(KEK), sub loco.
en Ias sentencias de pena capital y en otros
castigos infamantes, principalmente en el ca­
so de la crucifixión, a la que casi siempre pre­ ly o ç , n ttiastíx azote, tormento;
cedia (cf. Josefo, Bell n , 306ss; Livio X, 9, en plural, azotes*
4s). Como el número de azotes no estaba li­ El plural aparece en su sentido propio de
mitado, la flagelación producía ya a menudo azotes en Hech 22, 24, refiriéndose al interro-
189 (iáoTil - [laTaiÓTTiç 190

gatorio de Pablo bajo la apücación de tortura 13, 16ss), como en general todo lo que está
(p á a ti^ iv àveTáÇ eo^ai avxóy, -* paoTi- relacionado con los dioses de los paganos y
YÓco; Heb 11, 36 (junto a è(j,3taiY[J.oí). En sen­ con sus imágenes (Os 5, 11; Is 2, 20; Jer 2, 5;
tido figurado dícese de los padecimientos físi­ 2 Crón 11, 15). La persona piadosa puede de­
cos, Mc 3, 10; 5, 29.34; Lc 7, 21 (junto a vó- sesperar ante la futiUdad de sus actos y al ver
ooi y jtveúfxaTa JtovT]Qá); cf. Job 21, 9; Sal como le va en la tierra (Jer 2, 30; Sal 61, 10;
38, 11 LXX; 2 Mac 7, 37. ThWNT IV, 524s. 88, 48 [advérbio]; 93,11; Sab 13, 1; cf. espe­
cialmente el sustantivo [xaxaióxT]ç, que apa­
rece más de 35 veces en el Eclesiastés: 1,
^ a a tÓ Ç , oC, Ó mastos pezón, pecho*
2.14; 7, 1; 9, 9 y passim).
En plural dícese de los pechos matemos, Lc
En consonância con esto, el NT cuenta en­
11, 27; 23, 29; según Ap 1, 13, el «semejante
tre Ias cosas p á x a ta todo culto divino falso,
a hijo de hombre» lleva el cinto de oro (i.de
que no se dirige al Dios vivo y verdadero, si­
un rey?) «en tomo al pecho» (itpòç xolç pao-
no a la adoración de hombres (Hech 14, 15:
Toíç); cf. 1 Mac 10, 89; Dan 10, 5; Ez 9, 2.11
àitò xoúxcov xmv paxaícov EJU0XQécpEiv èm
LXX.
O^eòv Çmvxa. cf. Jer 2, 5; algo parecido ve­
mos en 1 Pe 1, 18 [cf. infra]. Por eso, se con-
fia ta io X o Y Ío t, wç, mataiologia pala- sideran también como vanos los arrogantes
brería vana* pensamientos de los sábios de este mundo
1 Tim 1, 6 en conexión con èxTeéjtEoO-ai (con Sal 93,11 LXX), 1 Cor 3, 20 (ôiaXoYio-
eiç, «volverse a...» (a saber, apartándose de la (iol... páxaioi); lo mismo se dice de Ias espe-
aYáitT]): cf. Polic 2, 1. culaciones gnósticas y nomísticas (cf. 1 Tim
1, 3ss; Tit 1, lOss); son «inútiles y vanas, Tit
liaTaioXÓYOÇ, 2 matailogos hablador va- 3, 9 (àvcuqíEÀEiç x a l paxaioO. Así como los
creyentes fueron rescatados de su anterior
no, charlatán*
conducta vana, que ellos habían vivido «se­
Tit 1, 10, como adjetivo sustantivado y en
gún la tradición de los padres», 1 Pe 1, 18
plural, junto a àvujtótaxxoi y qppevajtátai.
(paxaía àvaoxQotpTi itaxQOJtapáôoxoç), es
decir, de su aYvoia y EittOupLa ( 1 ,14s; cf. L.
jliá ta io ç , 3 mataios vano, inútil, sin va­ Goppelt, Der erste Peín<íftne/[KEK], sub lo­
lor* co), así también es vano el culto divino de
En el NT el adjetivo aparece 6 veces (no en aquel que sólo se ajusta externamente a la pa­
los evangelios). Mientras que en el adjetivo ->■ labra y que es traicionado por su lengua, Sant
xevóç, de sentido afín, resalta más intensa­ 1, 26 (xoúxou páxaioç r| fl-QTiaxeía); y así,
mente el significado de «vacío, huero», ve­ finalmente, será también vana la fe de los co-
mos que páxaioç (como sucede ya en la len- rintios, si no confían en Dios, que es quien re-
gua griega en general), especialmente por su sucita a los muertos, 1 Cor 15, 17 (p ax aía f]
tradición bíblica, tiene también en el NT el jtíoXLÇ ■ójicõv). ThWNT IV, 525-530; X, 1172
sentido de vano/inútil/enganoso y se refiere a (bibl.); H. Balz, Heilsvertrauen und Welter-
la absurda edificación de una realidad aparen­ fahrung (BEvTh 59), München 1971, 39-51;
te frente a la única realidad válida de Dios, o DTNTPV, 315-317.
bien a la resignación ante la lejanía de Dios H. Balz
en la realidad de este mundo (cf. los sinôni­
mos hebreos 'ãwen «pecado», hebel «soplo
de viento, nada», kãzãb «delirio», sãw‘\ «nu- ^ a t a i ó t t |Ç , T|TOÇ, mataiotés vanidad,
lidad, mentira», y otros). En la LXX se consi­ nulidad, transitoriedad*
dera páxaioç la palabra enganosa de los pro­ En Ef 4, 17, el sustantivo se refiere en sen­
fetas no autorizados por Dios (Zac 10, 2; Ez tido crítico a lo vanos que son los objetivos de
191 Haxau)TT]ç - [laxaiQa 192

la vida de los paganos (èv p,aTaiÓTT]Ti toC M a T t a d á Mattatha Matatá*


voòç aiiTCõv), y 2 Pe 2, 18 alude a la arrogan- Nombre (en hebreo, mattatâ, cf. Esd 10,
cia de los falsos maestros «que hablan pala- 33) dei hijo de Natán y nieto de David en la
bras presuntuosas sin sentido» {vnéQoyyia genealogia de Jesús: Lc 3, 31.
yÒQ paxaióxTiTOç qpllEYYÓM.EVoO. Según
Rom 8, 30, la creación fue sometida por Dios
a vanidad / transitoriedad a causa de la culpa M a tT a '0 'ía ç , o u Mattathias Matatias*
dei hombre (xf)... paxaióxTiTi... uiiExáYTi), lo Nombre (en hebreo, mattityâ, cf. 1 Crón 9,
cual hace que Pablo deduzca y espere que ese 31) en la genealogia de Jesús: Lc 3, 25 (hijo
estado de transitoriedad, además de su co- de Amón); 3, 26 (hijo de Semeín).
mienzo (histórico), haya de tener también un
fin (histórico), a saber, en la liberación de la ^ á x a i g a , i]ç, r\ machaira espada*
creación para que alcance la libertad que
1. Aparición en el NT y significado - 2. Uso en sen­
aguarda a los hijos de Dios; cf. también 4 Esd tido propio - 3. Uso figurado y metafórico.
7, 11; ApBar (gr) 15, 32s; ->■ p,átaioç (bibl.).
B ih l.: H.-W. Bartsch, Jesu Schw ertw ort, L k 22, 35-
38: NTS 20 (1973-1974) 190-203; Bauer, W õrterbuch,
^ .a ta ió c o mataioõ hacer vano; en voz pa- S .V .; M. Black, T he V iolent Word: ET 81 (1969-1970)

siva, mostrarse vano* 115-118; J. Friedrich-W. Põhlmann-P. Stuhlmacher,


Z u r historischen S ituation un d In tention von R õ m 13,
En el NT el verbo aparece únicamente en 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166, sobre todo 140-145;
Rom 1, 21 (eu voz pasiva), donde se dice de Liddell-Scott, s.u; W. Michaelis, páxaiça, en ThWNT
los hombres que, en vez de ensalzar a Dios IV, 530-533; P. S. Minear, A N o te on L u k e 22, 36:
como el Creador, «se mostraron vanos en sus NovT 7 (1964-1965), 128-134; A. Schlatter, D ie bei-
den Sch w erter (BFChTh 20, 6), Gütersloh 1916; para
razonamientos» (ètiatauóhiiaav); cf. Jer 2, 5 más bibliografia, cf. ThWNT X, 1172.
LXX; Hech 14, 15; 1 Cor 3, 20; -+ p,áxaioç.
1. En el NT p á x a ig a aparece 29 veces (13
fAáTtjv matên (adv.) en vano, inútilmente* de ellas en la historia dei prendimiento de Je­
Mc 7, 7 par. Mt 15, 9 (cf. Is 29, 13): p.áTT]v sús en Mc 14, 43-52 par.; Jn 18, lOs) y tiene
ôè oépovxaí p,E. siempre el significado general de espada. Na­
da -n i siquiera la definición concreta de pá-
XatQtt como «espada de dos filos» (ôíoxo-
M a t d a í o ç , o u Manhaios Mateo
poç, Heb 4, 12; cf. 11, 34 y O. Hofius: ZNW
Forma alternativa (Textus Receptus) de ->■
62 [1971] 129s)- nos permite deducir a qué
M a^d aio ç.
clase de arma cortante o punzante de Ias que
entonces se usaban, se hace referencia en los
MaT'd^áv Matthan Matán* diversos pasajes. El «filo de la espada» -si-
Nombre (enhebreo, mattãn, cf. 2 Re 11, 18; guiendo la manera de hablar del AT (Gén 34,
2 Crón 11,18; 2 Crón 23,17) en la genealogia 26; Núm 21, 24 y passim)- se dice paxaíprjç
de Jesus: Mt 1, 15 (bis); cf. Lc 3, 23ss D. oxópa (Lc 21, 24; Heb 11, 34); la «vaina de
la espada», h-riHT] (Jn 18, 11), y la «herida de
M a t d á t Matthat Matat la espada», Ji?tTiY'n '^'99 (Ap 13,14).
Forma alternativa (Textus Receptus) de Originalmente páxonpoi (que no se deriva de
Mah-háx. páxopai; Chantraine, Dictionnaire, j.v.) signifi­
ca «cuchillo» (así, por ejemplo, en Homero); co­
mo designación de un arma no encontramos este
M a f f t ía ç , o u Matthias Matías término sino a partir de Herodoto, y entonces sig­
Forma alternativa (Textus Receptus) de ->■ nifica casi siempre la espada (corta) o el punal
M aM íaç. (algunas veces el sable), mientras que gopcpaía
193 [laxaiQa 194

significaba Ia verdadera espada (larga), y líqpoç, nalmente en Ap 6, 4 (aqui en manos dei se­
el estoque (cf. Liddell-Scott, s.v.). Pero, al menos gundo jinete apocalíptico, cf. 19, 21).
desde la época helenística, no se hacía ya una dis-
tinción tan nítida entre los diversos términos, de Ideas apocalípticas (difícümente ideas zelóti-
tal manera que, por ejemplo en la UOC. se pue- cas, pero cf. Black, 116s) se encuentran también
den usar como sinônimos, hasta el punto de que en el fondo de Ias palabras, cargadas de proble­
el hebreo hereb se traduce indistintamente por mas, acerca de la compra de una espada en Lc 22,
(táxaiQa, por QO|xq)aía y, algunas veces, por ^í-35-38: hay que estar bien equipados para Ias tri-
qjoç. También el Apocalipsis (6, 4; 19, 21) y el bulaciones mesiánicas dei íin de los tiempos (v.
Evangelio de Juan utilizan conjuntamente páxat- 36). En la combinación dei v. 36 con el v. 35, la
ga y gopqpaía, sin que se observen diferencias sentencia prevê la hostílidad que han de encontrar
de matiz en cuanto al significado. los misioneros cristianos, y para la que hay que
estar preparados. Pero el v. 36b no contiene una
2. Como armas necesarias para el prendi- comprensión solidaria de los desesperados que
recurren al uso de Ias armas (en este caso: de los
miento de ladrones, los esbirros que van a de- judeocristianos que participan en la rebelión con­
tener a Jesús empunan espadas y paios (Mc tra Roma, Bartsch 201-203). El v. 38 es forma-
14, 43 par. Mt 26, 47; Mc 14, 48 par. Mt 26, ción redaccional (posiblemente con utiüzación de
55 / Lc 22, 52). La espada se cuenta también material pre-lucano: H. Schürmann, Jesu Ab-
entre Ias armas que llevan los guardianes de schiedstede, Münster i. W. 1957, 131 s; cf. lo de
Ias dos espadas, interpretado alegóricamente en
Ias prisiones, Hech 16, 27. Una de esas espa­ la Edad Media como la autoridad secular y la au-
das sirve (a Pedro, Jn 18, lOs), cuando vienen toridad espiritual) y prepara seguramente para Lc
a prender a Jesús, para defenderle (Mc 14, 47 22, 49-51. Y, así, la reacción de Jesús ante el he-
par. Mt 26, 51; cf. Lc 22,49). Sin embargo, en cho de que los discípulos posean espadas (v. 38)
un provérbio insertado como palabra dei Se- debe quedar aqui eclipsada por la respuesta (v.
nor en la historia de la Pasión según Mateo 51) que él da a su pregunta acerca dei uso de la
espada (v. 49; cf. Schneider, Das Evangelium
(^o en una cita dei Tgls 50, 11? [cf. H. Kos- nach Lukas [ÔTK], 456).
mala; NovT 4 (1960) 3-5]) se censura -con
arreglo a lo dicho en Mt 5, 39- ese uso de la 3. Asimismo, Mt 10, 34 debe entenderse
violência : El que empuna la espada, a espada sobre el trasfondo de Ias ideas apocalípticas
perecerá (26, 52 [bis]; en la palabra de la es­ acerca de Ias tribulaciones que acompanarán a
pada en Ap 13, 10b, ^una amenaza contra los la aparición dei Mesías (cf. CD 19, 10-14;
perseguidores? Cf. H. Kraft, Die Ojfenbarung 4QpIs'’ 2, 1; Billerbeck IV, 977-986), pero di­
des Johannes [HNT], 178, y Hen [et] 91, 12). ficilmente como una palabra de amenaza de
En la situación de persecución, la muerte por Jesús (análoga a lo que se dice en IQH 6,
la espada es una realidad omnipresente, que 29ss) contra los impíos que han de ser aniqui­
puede ser el destino de cualquier cristiano lados en los últimos tiempos (O. Betz: NovT
(Ap 13, 10b; cf. Mt 10, 34.38s) y que ya ame- 2 [1958] 129), y ciertamente no como un pro­
nazó o incluso golpeo a algunos testigos de la grama zelótico de Jesús (S. G. F. Brandon, Je­
fe en el AT (Heb 11, 34.37). La espada dei sus and the Zealots, Manchester 1967. páxcu-
ejecutor mató a Santiago (Hech 12, 2) y se g a, en contraste con etgT|VTi, significa aqui en
menciona también en el catálogo de sufri- lenguaje figurado, y al igual que en Ap 6,4, la
mientos en Rom 8, 35 (cf. E. Kâsemann, An violência opresora (no la división que llega
die Rõmer^ [HNT], 240s). En la trasforma- hasta el seno de la familia, en contra de Mi-
ción lucana de la apocalipsis sinóptica (Mc chaelis 532). En la persecución (jMt 10, 38!)
13, 5-37) en un vaticino de la Guerra Judia, la ve la comunidad cómo se cumple la palabra
espada funciona como arma homicida de gue­ de Jesús (Bultmann, Geschichte, 166).
rra (Lc 21, 14), al igual que aparece frecuen- En una manera parecida a como lo hace 2
temente en textos apocalípticos como Hen Cor 10, 4, vemos que Ef 6, 11-17 esboza la
(et) 88, 2; 90, 19; Jub 9, 15; IQH 6, 29 y fi­ imagen de la armadura espiritual de los cris-
195 (laxaiça - |xeYaXEiÓTT]ç 196

tianos (para imágenes semejantes en el judaís­ disputa sobre palabras u otras cosas por el es­
mo antiguo y en el cristianismo primitivo cf. tilo, cosa que se rechaza, especialmente en Ias
Sab 5, 18-21: IQM 6, 2-16: IgnPol 6, 2). La Pastorales (cf. también, a propósito, TestRub
espada (dei Espíritu, Ef 6, 17) aparece junto a 3, 4; TestJud 16, 3; TestBen 6, 4). En 2 Cor 7,
la coraza (de la justicia), el escudo (de la fe) y 5 el término aparece en conexión con qpó(3oç
otras armas comunes de los hoplitas. La espa­ (Ê^oo^&EV p áx a i, eaco-0-ev qjópoi); según 2
da es la única arma que se describe con mayor Tim 2, 23 hay disputas estúpidas (ÇtiTriaEtç),
precisión: es la palabra de Dios (v. 17b). En que únicamente «conducen a altercados» (ÕTi
Heb 4, 12 aparece la misma asociación entre YEVVCÕOLV páxaç); de manera parecida Tit 3,
la palabra y la espada, sólo que usada de ma- 9: páxcii vofiiwaí, «.disputas acerca de la
nera distinta: más cortante (to (XÓ)teqoç) aún ley»; en Sant 4, 1 el término aparece junto a
que una espada, el Xóyoç Toõ -beoü es capaz Jtó?ie[ioi. ThWNT IV, 533s.
de separar y -poniendo al descubierto- juz-
gar. Por lo menos en este último pasaje no só­
lo se usaria la metáfora, tan difundida, de la ^ .á x o ^ a i machomai luchar, disputar, re-
palabra como espada (cf., por ejemplo, Sal nir*
56, 5; Pseudo-Focílides 124; Diógenes Laer- El término aparece 4 veces en el NT, con un
cio V, 82; TgCant 3, 8 [aqui: la Torá como es­ significado parecido al dei sustantivo ->■
pada]), sino que más bien se habría elaborado p,áxT]: Jn 6, 52; Hech 7, 26 (aqui en el sentido
la idea de la espada apocalíptica de juicio o de de llegar a Ias manos, cf. Ex 2, 13); 2 Tim 2,
la palabra de Dios como tal, según se halla 24 (lo opuesto: fjmov Etvai jtqòç Jtávtaç, cf.
igualmente en IQH 6, 29; IQM 19, 11 ó Is V. 23); Sant 4, 2: páxeob^E x a l JtoXEpEitE, cf.
49, 2; Sab 18, 15s; Ap 1,16; 19, 15.21 y Filón V. 1). ThWNT IV, 533s.
Cher 28; Her 130s -helenizada aqui como
doctrina dei Àóyoç xopsúç-.
En Rom 13, 4 p a x a ip a se entiende como fie me me, a mi
signo indicador dei poder de castigar que Dios Acusativo de -* E yco.

ha concedido al Estado. Es discutible si [lá-


Xctipav q)OQáü) significa aqui la consecuencia fiEYCtXavxéw megalaucheõ estar orgullo-
extrema de ese poder, la de aplicar la pena ca­ so, gloriarse (de grandes cosas)
pital (así piensa, por ejemplo, O. Michel, Der Sant 3, 5 Texms Receptus en vez de [íeyÓ-
Brief an die Rõmer^ [KEK], 401s), o si sebe Xa aüxéco.
interpretarse más bien a partir de los docu­
mentos en papiros como el PapTebt 391, 20;
PapMich 577, 7s, en los que se designa como 3 megaleios grandioso, mag­
[iaxaiQoqpÓQOi a los policias que protegen a nífico, excelso*
Ias autoridades en el desempeno de sus fun­ En el NT se usa únicamente el neutro plural
ciones, como son, por ejemplo, la recaudación sustantivado: x à p ,E Y a X ,E L a xoíS O e o õ , «Ias
de impuestos, de tal modo que p áx a ip a deba obras maravillosas de Dios», Hech 2, 11; cf.
interpretarse como una referencia al poder dei Lc 1, 49 v.l. en vez de pcYáXa (cf. Sal 70, 19
Estado en general para desempenar funciones LXX, en sentido absoluto; Dt 11, 2; 3 Mac 7,
penales y policiales (Friedrich y otros, 144). 22 y passím con genitivo). ThWNT IV, 547;
E. Plümacher Spicq, Notes II, 543.

^ á x il) 11Ç, 11 tnache lucha, disputa, disen- ^£Y<xA.£IÓT1]Ç, T|tOÇ, ■q megaleiotês gran­
sión* deza, majestad*
El término aparece 4 veces en el NT, siem- Con genitivo ^ e o ü , Lc 9, 43; xoi3 x u q í o u
pre en plural y con el sentido, no propio, de f|[X(Dv... èxELVou p.EYa?tELÓXT]ç, 2 Pe 1, 16;
197 |iEYaX£ióxT|ç - [.lÉYaç 198

con referencia a la adoración de Artemisa por siempre a Dios: en la doxología de Jds 25


los efesinos, Hech 19, 27 (cf. (X8YáJi,T) Heá, v.aparece junto a ô ó |a , xgáxoç y è^ouaía (cf.
27a). ThWNT IV, 547s; Spicq, Notes II, 543s. 1 Crón 29, 11); como circunlocución para no
pronunciar el nombre de Dios: Heb 1, 3 ( ev
ÔE^LÕ xfjç HEYaXoooúvTiç èv noljqXotç); de
HEyaXoJtQEJtlfjç, 2 megaloprepês majes-
manera semejante en 8, 1. Cf. además Hen
tuoso, sublime*
(et) 14, 16; 1 Ciem 20, 12; 58, 1. ThWNT IV.
2 Pe 1, 17: ■q p,eYa)^on:QEjtr|ç òó^a, «la
549s; X, 1172 (bibl.); DTNT II, 245s; Spicq,
majestuosa gloria» como denominación de
Notes II, 546.
Dios (cf. Sal 144, 5.12 LXX; TestLev 3, 4;
Hen (et) 14, 20; 102, 3; Aseis 11, 32); cf.
(también en cuanto al uso general) Spicq, No­ M .Éyag, f i S y á X l l, f l é y a megas, megalê,
tes n, 544s. ThWNT IV, 548. mega grande, alto, importante
1. Aparición en el NT - 2. Evangelios y Hechos - 3.
HeyttíiVVOí megalynõ agrandar, ensalzar, Cartas - 4. Apocalipsis.
alabar; en voz pasiva, llegar a ser grande,
B ib l: O. Betz, tpcovf| xtX., en ThWNT IX, 272-
crecer* 303; H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklãrf
El verbo aparece 8 veces en el NT: en sen­ (HNT), Tübingen 1972; W. Grimm, Weil ich Dich He­
tido propio en Mt 23, 5: peYaX.iJvoiJOLV t à be, Bem-Frankfurt a. M. 1976, 231ss; W. Grundraann,
xpáatTEÔa, «alargan los flecos (de los vesti­ pÉYaç ivú .., en ThWNT IV, 535-547; E. Lohmeyer,
Die Offenbarung des Johannes (HNT), Tübingen
dos) (para ser vistos; según bMen 41b; Sifre- ^1953; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1172.
Núm 15, 38 etc., se fija sólo una largura míni­
ma); enL c 1, 58 dícese de Dios; èp.EYáXnvev 1. En el NT el adjetivo péyaç aparece en
xò eX,eoç a ü to ü , «conceder abundantemente total unas 194 veces (sin ->• peíÇcov). Se en-
su misericórdia»; en voz pasiva en 2 Cor 10, cuentra principalmente en los libros «históri­
15; [xeYa^ttv&fjvat... e í ç jtEQiooEÍav, «cre­ cos» dei NT (Evangelios y Hechos 66 + 31
cer aún mucho más / alcanzar el punto culmi­ veces; Mateo 20, Marcos 15, Lucas 26); se
nante (concedido a nosotros)» (->^ xavcóv 3). encuentra con menor frecuencia en Ias cartas
Por lo demás, siempre en el sentido figurado y es frecuente en el Apocalipsis (80 veces).
de alabar / ensalzar. tò v xÚQiov, Lc 1, 46; La amplitud de su significado corresponde en
xòv dEÓv, Hech 10, 46; en voz pasiva, ser buena medida a la dei término hebreo gãdôl,
glorificado: xò õvopa xoü xuqlou H t^o o u , usado tanto en sentido propio como en senti­
19, 17; XpLOtóg, Flp 1, 20; en voz activa, do impropio. Predomina este último y se halla
refiriéndose a los apóstoles, Hech 5, 13. muchas veces al servido de la revelación es-
ThWNT IV, 549; X, 1172 (bibl.); DTNT II, catológica.
245s; Spicq, Notes II, 545s.
2. a) En los Evangelios y en Hechos péyaç
se usa para referirse a lo que descuella o re­
flE yáX w ç megalõs (adv.) grandemente,
sulta notablemente, como sucede con Ias ra­
mucho, extraordinariamente*
mas dei arbusto de la mostaza (Mc 4, 32), el
En el NT el advérbio, derivado de pÉYctç,
abismo que separa la región de los muertos
aparece únicamente en Flp 4, 10 (èxáQtlv...
(Lc 16, 26), los edifícios dei templo (Mc 13,
pEYáXcoç, cf. Arist 42 y 312).
2), la sala dei piso superior para la celebra-
ción de la cena (Mc 14, 15 par. Lc 22, 12), la
^.EyaJi-COaiJVi], i]Ç, megalõsynê grande­ piedra que cierra el sepulcro de Jesús (Mc 16,
za, majestad* 4 par. Mt 27, 60), los peces capturados en la
Como en la LXX (Dt 32, 3; Sal 78, 11; Sab pesca milagrosa (Jn 21, 11) y el lienzo que
18, 24), [XEYaX.caaúvq en el NT se refiere bajaba dei delo (Hech 11, 5). Además se de-
199 (X8Y«Ç 200

signa también como grande lo que sobresale Senor» (Hech 2, 20 según Joel 3, 4), los dias
por su número o por su extensión material, de fiesta especial (Jn 7, 37; 19, 31). En senti­
como la piara de cerdos de Gádara (Mc 5, 11), do absoluto se emplea pEyáX.a para referirse
el banquete al que asistían muchos publicanos a los «grandes [actos]» de Dios (Lc 1, 49).
(Lc 5, 29) y el banquete que significa la invi- d) En Mt 22, 36 se expone cuál es el «.gran
tación al reino de Dios (14, 16). Finalmente, mandamiento» (Mc 12, 28, así como en Mt
la notable impresión acústica, el hablar, orar y 22, 38 «el primer mandamiento») dei que de-
gritar «en voz alta» u otras cosas por el estilo penden toda la ley y los profetas (22, 40) y
(Mc 15, 34 par. Mt 27, 46; Lc 1, 42; 17, 15; que contiene, por tanto, el sentido y la quinta-
19, 37; 23, 46; cf. Hech 7, 60, también 7, 57; esencia de la voluntad de Dios. No le corres­
23, 9; 16, 24). ponde el equivalente lingüístico miswâ g‘dô-
Es senal de fuerza sobrehumana el gran gri­ lâ, el mandamiento importante frente a un
to de los demonios cuando se enfrentan con mandamiento más pequeno (cf. Mt 5, 19), si­
Jesus (Mc 5, 7 par. Lc 8, 28) o cuando son ex­ no el «gran principio {Idlal gãdôl) en la To-
pulsados (Mc 1, 26 par. Lc 4, 33; Hech 8, 7), rá», que el rabí Aqiba vio enunciado en Lev
y también el clamor de Jesus al resucitar a Lá­ 19, 18 (jNed 9, 41c).
zaro (Jn 11, 43), el grito que él dio al morir en e) En consonância con el AT, péYCiç desig­
la cruz (Mc 15, 37 par. Mt 27, 50) y el tanido na la fuerza de Ias emociones humanas, por
de la trompeta cuando se produzca la parusía ejemplo, de la alegria (Hech 15, 3), especial­
(M t24, 31). mente por la acción salvífica de Dios (Mt 2,
b) péY0i.ç designa también Ias dimensiones 10; Lc 2, 10; 24, 52; Hech 4, 33), o dei temor
nada habituales y casi siempre amenazadoras ante sucesos epifánicos (Mc 4, 41; 5, 42; Lc
de un suceso natural; dei terremoto de Filipos 2, 9; 8, 37; Hech 2, 43; 5, 5.11), y también la
(Hech 16, 26), de Ias conmociones cósmicas fuerza de la fe (Mt 15, 28), dei testimonio en
que se han de producir al fin de los tiempos favor de Cristo (Hech 4, 33), o dei llanto por
(Lc 21, 11), dei terremoto epifánico en la re- los muertos (8, 2).
surrección de Jesús (Mt 28, 2). Causada por el f) Finalmente, péyaç se refíere a la perso-
poder dei caos es la gran agitación de Ias na sobresaliente en la historia dei mundo o en
aguas durante la tempestad dei lago (Mt 8, la historia de la salvación; y, así, se refiere a
24), y además el fuerte viento (Mc 4, 37; Jn 6, Dios mismo como el «gran (= supremo) Rey
18), mientras que «la gran calma» (= el cese (péyaç en sentido superlativo, Mt 5, 35), en
total dei viento) realza igualmente la victoria cuyo reino, además de personas más pequenas
de Jesús (Mc 4, 39 par. Mt 8, 26); está causa­ (Lc 7, 28), habrá también grandes (= eminen­
da también demoníacamente la alta fiebre de tes) ciudadanos (Mt 5,19; cf. IQS 6, 2; San 4,
la suegra de Pedro (Lc 4, 38). 2). Jesús es considerado como «gran profeta»
c) Asimismo, puede llamaise grande la di- (Lc 7, 16); sin embargo, el orden orientado
mensión asombrosa de actos que producen por él y establecido por los discípulos se halla
salvación o perdición, como los prodígios de en contraste con Ias aspiraciones de los «gran­
los falsos profetas (Mt 24, 24), de Esteban des» y de los príncipes seculares, los cuales
(Hech 6, 8), de los apóstoles (8,13), Ias sena- abusan de su poder (Mc 10,42); el que quiera
les que anuncian el fin (Lc 21, 11), la luz de la ser grande (= sobresalir) en el círculo de los
salvación sobre Galilea (Mt 4, 16 según Is 9, discípulos, debe ser el servidor de todos (10,
1), el derrumbamiento de la casa de la exis­ 43); da ejemplo el Hijo dei hombre, que viene
tência cscatológica (Mt 7, 27 par. Lc 6,49), la a servir (10, 45 según Is 43, 3s.23-26). Inclu­
calamidad de una gran hambre (Lc 4, 25; so Juan el Bautista, a quien puede llamarse
Hech 7, 11; 11, 28) o tribulación (7, 11), la grande (es decir, importante en la historia de
persecución de los cristianos (8, 1), Ias aflic- la salvación; Lc 1, 15.32), anuncia que ha de
ciones escatológicas (Lc 21, 23), el «día dei venir «Uno más fuerte» (Mc 1, 7), y será
201 (ieY«Ç 202

aventajado por el más pequeno en el reino de ser también el de «gran sacerdote» en el AT y


Dios (Lc 7, 28). Por eso, es osado que Simón en Heb 10, 21; referido a Cristo, este título
Mago pretenda ser «un gran personaje» significa que él es el «autor de la etema sal-
(Hech 8, 9) o «lo que se llama el gran poder vación» (Heb 5, 9), a quien se llama también
(de Dios)» (8, 10), es decir, el que por medio el «gran Pastor de Ias ovejas» (13, 20). Por
de palabras egóticas («yo soy...») pretenda ser eso, la confianza tiene «ima gran recompensa
el representante de Dios (cf. Mc 14, 62: ôú- (es decir, una recompensa salvífica; 10, 35).
vapiç / gfbürâ como circunlocución para de­ En 11, 24, p,ÉYaç y^'''óp.evoç significa «cuan-
signar a Dios). Grande aparece como el atri­ do se hizo mayor». La lengua, que es peque­
buto con que los ciudadanos de Efeso acla- na, se gloria de «grandes cosas» (Sant 3, 5);
man a Artemisa (Hech 19,27.28.34.35; cf. Je- en Jds 6 se menciona el «gran día» dei juicio.
nofonte de Efeso, 1 11, 5, cf. a propósito
Conzelmann, 123). Tiene origen en el AT la 4. a) En el Apocalipsis [iéyaç se aplica a
siguiente expresión para designar a la totali- fenômenos impresionantes, percibidos por la
dad: «desde el pequeno hasta el grande» (en visión y la audición, dei acontecer escatológi-
sentido superlativo, «el joven y el viejo»), co en el cielo y en la tierra, fenômenos que
Hech 8, 10; de manera semejante en 26, 22 son de índole divina o demoníaca, como una
(cf. Heb 8,11 según Jer 31, 34); la frase pare­ enorme montana que cae dei cielo (8, 8), una
cida de Hech 26, 29 («en poco tiempo o en estrella (8,10), una piedra de molino (18, 21),
mucho») tiene sentido temporal. un águila (12, 14), el trono (20, 11) y el con­
vite de Dios (19, 17), una espada (6, 4), un
3. En Ias Cartas el sentido figurado predo­ homo (9, 2), un lagar (14, 19), una cadena
mina. Así lo vemos, por un lado, por la «pro­ (20, 1), un muro (21, 12), un monte (21, 10).
funda tristeza» de Pablo ante la actitud de re- En Ias cosas «grandes» de la tierra, como el
chazo protagonizada por Israel (Rom 9, 2), y, no Eufrates (9, 14; 16, 12), la ciudad (^de Je-
por otro lado, en la «puerta grande y eficaz» msalén?, 11, 8), [iéyaç se refiere a menudo a
(1 Cor 16, 9) que significa en iraagen la mi- la concentración de poder político y econômi­
sión entre los gentiles. Forma parte dei estilo co y también antidivino, principalmente en la
de argumentación paulina la pregunta retóri­ «gran Babilônia» (14, 8; 16, 19; 17, 5; 18,
ca: «^Será grande (es decir, demasiado), si...» 2.10.21), la «gran ciudad» (16, 19; 18, 16.18.
(1 Cor 9, 11); con negación en 2 Cor 11, 15. 19) y la «gran ramera» (17, 1; 19, 2), y el
En Ias Deuteropaulinas, prescindiendo de 2 «gran dragón» (12, 3.9) con su poder diabóli­
Tim 2, 20 (casa grande), [iéyaç realza la im­ co. En tales denominaciones estereotipadas se
portância de la realidad de Cristo, revelada escucha quizás irónicamente un grito de acla­
ahora. La expresión: «Grande es el mistério», mación.
que quizás recoja una aclamación cultuai, se b) Frecuentemente se oye que se habla y se
aplica en Ef 5, 32 al matrimônio, cuyo verda- grita «con voz potente» y que resuenan «po­
dero sentido se revela por Ias relaciones entre tentes voces». Esto se refiere principalmente
Cristo y la Iglesia. En 1 Tim 3, 16, la aclama­ a los ángeles, que alaban a Dios y trasmiten
ción se aplica a la religión cristiana, que se sus órdenes (1, 10; 5, 2.12; 7, 2.10; 8, 13; 10,
fundamenta en el plan salvífico de Dios y que 3; 11, 12.15; 12, 10; 14, 7.9.15.18; 19, 17).
ahora se ha hecho realidad en Cristo; por eso, Dios mismo llama con «gran voz» desde el
la piedad es una grande (= creadora de salva- templo celestial (16, 1.17) o desde el trono
ción) ganancia (1 Tim 6, 6). Según Tit 2, 13, (21, 3). En 6, 10 y 19, 1 se hace referencia a
la gloria «dei gran Dios» circundará con su grandes voces emitidas por personas. Grandes
luz el retomo de Cristo. Es inusual la califica- fenômenos de la naturaleza tienen el carácter
ción de «gran sumo sacerdote» (Heb 4, 14), de juicios devastadores, como el terremoto (6,
porque el título de «sumo sacerdote» puede 12; 11, 13; 16, 18 [bis]), el viento (6, 13), el
203 [xÉYaç - [le^&íaTTpi 204

incêndio (16, 19), el granizo (16, 21); cf. la lléyiOTOÇ, 3 megistos muy grande, enor­
«gran plaga» (16, 21) y la «gran tribulación» me*
(2, 22). Son manifestaciones que acompanan Superlativo de ^ pÉYOç; en el NT aparece
al «gran día» dei juicio (6, 17; 16, 14), al únicamente en 2 Pe 1, 4 con sentido de super­
«gran convite» de Dios (19, 17). lativo absoluto: pÉYioxa èjtaYYÉ^potxa,
c) En 15, 3 se cantan Ias obras de Dios co­ «grandísimas promesas» (cf. BlaB-Debrunner
mo «grandes y maravillosas». Una «gran se- § 60, 2).
nal» (12, 1; 15, 1) muestra el comienzo de
una nueva visión, aunque la expresión «gran­
des senales y portentos» se usa también para HEdeçfltlVEtJM methermêneuõ traducir*
referirse al falso profeta (13,13; cf. Dt 13, 2). El verbo aparece 8 veces en el NT, siempre
El poder de Dios (11, 17), la autoridad de un en pasiva y, con excepción de Hech 13, 8
ángel (18, 1) y también el poder que se ha da­ (ped-EQpiivEÚsxaO, en la fórmula; õ èaxiv
do a la bestia dei dragón (13, 2), se denomi- pefl-EQpriVEUÓpevov, «lo que traducido quie-
nan grandes (es decir, de gran extensión); esa re decir» (Mt 1, 23; Mc 5, 41; 15, 22.34; Jn 1,
bestia pronuncia «grandes (= osadas) pala- 41; Hech 4, 36; jno aparece en Lucas ni en
bras y blasfêmias» (13, 5; cf. Dan 7, 8.11, 20). Pablo!) o: ô XÉYCxai pE&EQpTivEuópevov (Jn
d) La significación intensiva de p,ÉY0tç 1, 38); ->• EçptiVEÚo) 2.
aparece en el temor (11, 11), la ira (12,12), el
asombro (17, 6), la expresión «pequenos y f l é ^ , TJÇ, ^ methe embriaguez, borrache-
grandes» u otras por el estilo (11, 18; 13, 16; ra*
19, 5.18; 20, 12). En el NT el término aparece únicamente en
O. Betz el catálogo de vicios: junto a xpautáXí] («de-
senfreno») y pEQipval PioxiJtaí («preocupa-
ciones cotidianas»), Lc 21, 34; en plural junto
flÉyedoç, ovç, tó m egethos grandeza, a ttüópoi («orgias»), etc., Rom 13, 13; Gál 5,
poder* 21 (cf. también Filón, Ebr 15. 154s y passinr,
En el NT se usa únicamente en sentido fi­ Sobr 2). ThWNT IV, 550-554.
gurado, para referirse a Dios: TÒ ÚJteppáX-
X.OV ftÉYeOoç xfíç ôuvápemç anxotj, «la ex­
traordinária grandeza de su poder», Ef 1, 19; ^E 'd 'ía T im i (form a alternativa fiEdioxá-
cf. Filón, Op 23; Ex 15, 16; Sab 13, 5. Cf. vta) methistêmi (methistanõ) trasladar (a
ThWNT IV, 550; Spicq, Notes H, 547. otro lugar), transplantar, deponer, hacer
apostatar*
En el NT el verbo aparece 5 veces; en sen­
<*voç, o megistan persona no- tido local en 1 Cor 13, 2, en una imagen pro­
ble, distinguida* verbial corriente que expresa que se hace po-
En el NT se usa unicamente el plural pa- sible lo que parece imposible (õqt) pEdioxá-
Yioxãveç: dícese de los miembros de la corte vai, cf. Mc 11, 23 par. Mt 21, 21; Mt 17, 20 a
de Herodes Antipas Ounto a xiA.íaQXOi) en diferencia de Lc 17, 6; bSan 24a; Billerbeck I,
Mc 6, 21; en general; o t paaiX eiç xfjç y^ 5 759); trasladar a otro âmbito, Col 1, 13 ( eÍç
x a l ot pEYioxáveç x a l oL xi^íaQXOU Ap 6,15 xf)v PaoiAííav..., cf. también Josefo, Ant IX,
(cf. también Sal 2, 2; Is 24, 21; 34, 12); díce­ 235); apartar / hacer apostatar, Hech 19, 26
se de los mercaderes de «Babilônia» como los (Ixavòv õxkov); deponer (dei trono) / sepa­
peYioxáveç xfjç yfiç, 18, 23 (cf. Is 23, 8; Jer rar (dei poder), refiriéndose a Saúl, 13, 22
25, 18 LXX; 27, 35 LXX; cf. también H. (cf. 1 Sam 15, 23; Dan 2, 21; dificilmente sig­
Kraft, Die Offenbarung des Johannes [HNT], nificará «expulsar» [4 Re 17, 23] o «hacer
sub loco). partir de la vida» [3 Mac 3, 28]). En voz pasi-
205 [I e OÍXITTKí I - (lEÍ^COV 206

va en Lc 16, 4: «ser destituído de su cargo» 15; 1 Cor 11, 21 (ôç [xèv JtEtvã, ôç ôè ps-
(õ ta v jietaoxaOffl èit xfjç oLxovofxíaç; cf. •&ÚEI, que dificilmente se entenderá como re­
también VitAesop I, 9). ferencia al culto de Diónisos [en contra de
ThWNT rV, 553], sino como crítica provoca­
tiva contra el íôiov ÔEtJtvov, v. 21a); 1 Tes 5,
fiE'0'OÔeía, a ç , methodeia ardid, enga­
7 (vuxxòç pE ^co junto a vuxxòç xa'&eúô©
no; en plural, asechanzas*
como imágenes de una existência que no es
El término aparece 2 veces en el NT (en
apropiada para los uloi cproxòç... xal... fipé-
Efesios) y no se halla atestiguado con anterio-
Qaç [v. 5]); en sentido figurado, embriagado,
ridad. El sustantivo, lo mismo que péOoôoç y
Ap 17, 6. ThWNT IV, 550-554.
peOoôeúco, puede entenderse también en el
sentido neutral de «técnica, método» (cf.
Suid, S.V.: xé^vaç t] ôó)\.o-uç), pero en el NT fiEÍYW fU, jiEiyvvJW meignymi, meignyõ
tiene únicamente sentido negativo; Ef 4, 14: mezclar*
«por la astúcia, que conduce a Ias artimanas Aparece 4 veces en el NT, sobre la ortogra­
enganosas dei error ( jiqòç xtiv peO oôeíav fia cf. BlaB-Debrunner § 23 con la nota 3. Mt
xfjç JtXárqç)»; en plural en 6, 11: de Ias «ase­ 27, 34; oivov pExà XO?^.fjç pEptypÉvov, «vino
chanzas dei diablo». ThWNT V, 106-108; mezclado con hiel» (cf. Sal 68, 2 LXX); en Lc
Liddell-Scott, j.v.; Spicq, Notes II, 548. 13, 1 dícese de unos galileos: cbv xò aípa flt-
Xãxoç êpi^EV pexà xmv ■ômatõiv auxtiôv, «cu-
ya sangre Pilato mezcló con los sacrificios de
^E'0'ó@iov, m t, TÓ methorion frontera, re- ellos (es decir, los mandó matar mientras ellos
gión fronteriza ofrecían sus sacrificios)»; Ap 8, 7: pEptypéva
Mc 7, 24 Textus Receptus: elç xà pEdÓQia aípaxL, «mezclados con sangre»; 15, 2: pE-
T úqou, en vez de opta. piYpévT)V JtUQL, «mezclado con fuego» (díce­
se dei «mar de cristal»; se piensa seguramen­
^E^DOXíO methyskõ emborrachar; en voz te con 4, 5s en el resplandor de fuego de los
pasiva, emborracharse* relâmpagos, cf. también Hen [esl] 29,2).
En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre
en voz pasiva: Lc 12, 45 (junto a èff&íeiv y jiEÍÇov meizon (adv.) (aún) más abundan­
Jtívetv); Jn 2, 10: õxav peOnoOcboLV, «cuan- temente, (aún) más*
do están bebidos»-, Ef 5, 18 (oívm); 1 Tes 5, 7 Advérbio formado a base dei comparativo
(junto a vuxxòç pEO-úonoiv); Ap 17, 2 ( ex ^ pEÍÇcDV (cf. BlaB-Debrunner § 102, 1): Mt
xoü OLVou Tfjç jtoQVEÍaç; cf. Jer 28, 7 LXX; 20,31: pEiÇov EXQO^av, «gritaban aún más».
Nah 3, 4). ThWNT IV, 550-554.

fiEi^ÓTEQOÇ, 3 meizoteros más grande,


fié'd'VOOÇ, OXJ, ó methusos bebedor, borra­ mayor*
cho* El comparativo peiÇóxEQOç («neologismo
En el NT aparece unicamente en catálogos popular» junto a ->■ pEÍ^tov: BlaB-Debrunner
de vicios: 1 Cor 5, 11; 6, 10, siempre junto a § 61, 2) aparece únicamente en 3 Jn 4 (peiÇo-
XoíôoQOÇ (cf PapOxy XV, 1828, 3; TestJud xÉpa xapót).
14, 1.8). ThWNT IV, 550-554.

^ e Í^( ov, 2 meizõn más grande, mayor


^E‘d ’'úb) methyõ estar borracho, estar em­
B ibl.: H. Conzelmann, D e r erste B r ie f a n die K o-
briagado* rin th er (KEK), Gõttingen 1969, 270-273; W. Grund-
El v e r b o a p a r e c e 5 v e c e s e n e l NT: Mt 24, mann, jiÉyoç, en ThWNT W, 535-547; S. Légasse, Je ­
49 (ol pe'& úovX E Ç , « l o s borrachos»)-, Hech 2, su s e t V enfant, Paris 1969, 23-36, 72-75, 215-231; W.
207 HeíÇcov - (lÉXav 208

Wink, J o h n th e B a p tis t in th e G o s p e l T ra d itio n , Cam- q u e, e n e l fo n d o , e s m e n o s p e rso n a l (e n e l v. 6


bridge 1968, 24s. s e h a lla e l n e u tro p e i^ ó v e o t iv m ô e, c f. 12,
41: JtXEiov).
1. [lEÍÇcov es el comparativo de ->■ péyaç, b) En Juan, pEÍ^cov corresponde en parte a
«grande». Adopta algunas veces en el NT el la estructura «jerárquica» de la teologia: el
significado (helenístico) dei superlativo rela­ Padre, que «es mayor que todo» (10, 29; v.l.
tivo. El advérbio pel^ov aparece únicamente «todos»), es «mayor que» Jesús (14, 28) y le
en Mt 30, 31. Si prescindimos de tres casos confiere un poder en el que éste da vida a los
(Rom 9, 12 como cita de Gén 25, 23; Mc 4, muertos (5, 20s). En este contexto se sitúa a
32 par. Mt 13, 32; Lc 12, 18), lo encontramos Jesús por encima incluso de Jacob (4, 12) y de
siempre en sentido figurado. Los usos son di­ Abrahán (8, 53). El tiene un «testimonio ma­
versos (Mt 23, 17.19; Jn 13, 16; 15, 20; 19, yor» que Juan, por Ias obras que realiza (5,
ll;H e b 6 , 13.16; 9,11; 11,26; Sant4, 6 ;2 P e 36; 1 Jn 5, 9; cf. Jn 1, 50), a saber, el testimo­
2, 11; 1 Jn 3, 20; 4, 4; 3 Jn 4 [^reiÇóxEQOç]). nio mismo de Dios, un testimonio que es
«mayor» que el de los hombres (1 Jn 5, 9).
2. Merecen especial mención algunas for­ Ahora bien, el que cree en Jesús realizará
mas de uso. a) La segunda parte dei logion de obras que «serán mayores» que Ias de Jesús
Lc 7, 28 par. Mt 11, 11 es una «rectificación» (Jn 14, 12), al extender hasta el interior dei
cristiana; no pretende establecer un contraste mundo su actividad reveladora (cf. 17, 20; 20,
entre Jesus, como quien ha venido más tarde, 21.29).
y el Bautista (a eUo se opone la frase aclara- c) Dentro dei orden ético, Juan define el
toria «en el reino de Dios»), sino que hace ver «mayor amor». Consiste en dar la propia vida
claramente la diferencia esencial de nivel en­ por los amigos, tal como Jesús mismo lo hizo
tre el tiempo antiguo y el tiempo nuevo, du­ (Jn 15, 13). El amor es, por sí mismo, lo más
rante el cual aun el más insignificante entre elevado en la escala de valores. Aunque entre
los cristianos aventaja en dignidad incluso a los carismas superiores la profecia ocupa el
aquel que es «más que profeta» (Lc 7, 26 par. primer lugar (1 Cor 12, 31; 14, 5), sin embar­
Mt 11, 9). El diálogo sobre el «más grande» go el amor —tema dei más grande manda-
(peí^mv) en Mc 9, 33-35 (cf. 10, 43s) ó Lc miento (Mc 12, 31)- sobrepuja a la fe y a la
22, 24-27 corrige la (posible) ambición entre esperanza (1 Cor 13, 13), no quizás porque
los que desempenan cargos de responsabUi- permanezca para siempre, sino más probable­
dad en Ias comunidades, al definir que la ver- mente porque -sin él- Ias otras dos virtudes
dadera grandeza consiste en la modéstia y en permaneceu incompletas (Gál 5, 6; cf. 1 Tes
el servicio. Mt 23, 11 dirige la misma ense- l,3 ;2 T e s 1, 11).
nanza a los maestros. Lc 9, 46-48 expresa d) Finalmente, la tipologia de Hebreos (9,
probablemente un llamamiento para que se 11) acentua la trascendencia dei santuario ce­
acoja al pobre a causa de (v. 48b: yotQ) una lestial, a través dei cual ha pasado Cristo, así
dignidad que hace de él -paradójicamente- como la superioridad dei nuevo culto divino
«el mayor». Mt 18, 1-4 habla de la verdadera sobre el antiguo.
grandeza «en el reino de los cielos», es decir, S. Légasse
de la grandeza en lo que respecta a la salva-
ción y a la conducta moral: tan sólo los hu­
mildes (cf. 5, 3s), descritos bajo el símbolo de jiéX a v , a v o ç , TÓ m e la n tinta*
un nino, serán partícipes de la bienaventuran- En el NT el neutro dei adjetivo ->■ pÉXaç se
za escatológica. La argumentación comple­ emplea tres veces en sentido sustantivado co­
mentaria, en Mt 12, 5-7, para justificar la li- mo término técnico para designar la tinta (ne­
bertad de ensenanza que Jesús reclama con gra), obtenida casi siempre a base de holKn
respecto al sábado, expresa un pensamiento (conocida desde Platón, Phaedr 276c; fre-
209 (iéXav - M eXítt ) 210

cuentemente mencionada en los papiros, cf. de eso») como sujeto, Hech 18, 17; en sentido
Preisigke, Wõrterbuch, s.v.; Moulton-Milli- absoluto, pf) ooi peltéxo), «no te preocupes /
gan, Í.V.; cf. también Jer 36, 18 TM / 34, 18 no te importe», 1 Cor 7, 21.
LXX tan sólo en unos cuantos manuscritos;
préstamo léxico en la literatura rabínica): en
sentido figurado, èjtLoxoXf)... eYY^YQOltliÉVT) MeÀ,£XeifjX Meleleêl Meleleel
ov p,Élavi, 2 Cor 3, 3; 6 tà j^ágrot) x a i pé- Forma alternativa (Lc 3, 37 Sin^ A N y
Xa\oç, con papel (papiro) y tinta», 2 Jn 12; otros) de ->■MaXEXErjX.
ô ià pél.avoç x a l xaXápoo, con tinta y plu­
ma», 2 Jn 13. ThWNT IV, 554-556; Pauly- ^.eXeTácu m eletaõ preocuparse, ser dili­
Wissowa Suppl. VII, 1574-1579; BHH lU, gente, tramar*
1991; Haag, Diccionario, 1943; Pauly, Lexi- Hech 4, 25: pE^exám x e v ó , «.tramar cosas
kon V, 856; H. Hunger y otros, Die Textüber- vanas» (cita dei Sal 2, 1 LXX); 1 Tim 4, 15:
lieferung der antiken Literatur und der Bibel xaüxa peXéxa, «preocúpare mucho de esto»;
(Zürich 1961), München 1975, 27-43. Mc 13, 11 Textus Receptus, en sentido abso­
luto: pr|ÔÈ pEÀEXÕXE.
fiéXaç, aiva, av melas negro*
Dícese dei «cabello negro» por contraste fléXl, ITOÇ, TÓ meli miei*
con el blanco ('OqíÇ A,Et)XTÍ / péX,aLva), segu­ Aparece cuatro veces en el NT: dícese dei
ramente como senal de la juventud y de la an- alimenfo de Juan el Bautista en Mc 1, 6 par.
cianidad, Mt 5, 36; uraoç péA.aç, en Ap 6, 5, Mt 3, 4: âxpíÔEç x a l pÉX,L ãYpiov (cf. EvEb:
como color dei tercero de los cuatro cabaUos seguramente miei de abejas silvestres, la cual
(apocalípticos) (cf. también Zac 6, 2.6; Herm (como la mayoría de Ias clases de langostas)
[v] 4, 3, 2); péXaç cbç oáxjíoç xpíxivoç, dí­ se contaba entre los alimentos puros (cf. ade-
cese dei oscurecimiento dei sol: «negro como más ThWNT IV, 556-559; Billerbeck I, 98-
tela hecha de ciin (vestido de luto), Ap 6, 12 101; como «bebida de ayuno» para los «asce­
(cf. Is 50, 3; también Ez 32, 7). Según Bem 4, tas»: O. Bocher: Christus Exorcista [BWANT
9, al diablo se le llama ó pÉA.aç. Bauer, Wõr­ 96], Stuttgart 1972, 120a; Id.: NTS 18 [1971-
terbuch, s.v. (bibl.); ThWNT rV, 554-556. 1972] 90-92; «dulce como la miei», Ap 10,
9.10 (cf. Ez 3, 3; Sal 118, 103 LXX). BHH II,
MeÀ,eá Melea Meleá* 747; Haag, Diccionario, 1247; ThWNT X,
Nombre (en hebreo, probablemente m‘le ’â) 1173 (bibl.).
en la genealogia de Jesus, hijo de Mená; Lc 3,
31. |ie X ía a io ç , 2 melissios perteneciente a la
abeja
Lc 24,42 Textus Receptus: àjtò peX,iaoíou
^.éÀ.£l ( ^ o i) melei (moi) me importa, me
XT10ÍOU, «de un panai de abejas».
preocupa*
La tercera persona dei singular dei verbo
pÉA,co aparece 10 veces en el NT (constmida M£À.ÍTt|, n ç M elitê Malta*
en sentido impersonal con una sola excepción Nombre de la isla situada al sur de Sicilia
[Hech 18,17]): con genitivo, unicamente en 1 (Estrabón VI, 2, 11), que por sus numerosos
Cor 9, 9 (cf. Dt 25, 4; Arist 144; Filón, Spec puertos constituía una base para el comercio
Leg I, 260; bBM 88b); con itept y genitivo, entre el Oriente y el Occidente a través dei
Mc 12,14 par. Mt 22,16 («no te preocupa na- Mediterrâneo, y solía escogerse como refugio
die»); Jn 10, 13; 12, 6; 1 Pe 5, 7; con oxi, Mc para Ias naves durante el inviemo. Según Hech
4, 38; Lc 10, 40; con oíiôèv toÚTCov («nada 27, 39ss, a consecuencia de un naufragio, Pa-
211 M8A.ÍTT] - (i.éA,X.K) 212

blo fue a parar a M e X,ít t ) (28, 1), que desde el 2. a) En la mayoría de los casos péÀÀco se
ano 218 a.C. se hallaba bajo domínio romano. halla en combinación con un infintivo que le
Los habitantes hablaban sobre todo una len- sigue, pero raras veces con el futuro de infini­
gua púnica (28, 2: páQ|3aQoi). Pablo perma- tivo (que aparece regularmente en el griego
neció tres meses en la isla (28, 11), en cuyo clásico): tan sólo en Hech 11, 28; 24, 15; 27,
costado norte hay una profunda bahía que se 10, y propiamente también en 3, 3 y 20, 7 (cf.
llama la Bahía de Pablo. Th. Zahn, Die Apos- BlaB-Debrunner § 350 nota 1). Con mayor
telgeschichte II (KNT) 441-444; BHH II, frecuencia, pero también escasamente, le si­
1132s (bibl.); Haag, Diccionario, 1151 (bibl.); gue el aoristo de infinitivo (que es también ra­
Pauly, Lexikon BI, 1179 (bibl.); N. Heutger, ro en la lengua clásica): Hech 12, 6; Rom 8,
«Paulus a u f Malta» im Lichte der maltesi- 18; Gál 3, 23; Ap 3, 2.16; 12, 4. En la mayo­
schen Topographie: BZ 28 (1984) 86-88; S. ría de los casos, el verbo va seguido por el
Suhl, Gestrandet! Bemerkungen zum Streit presente de infinitivo, que aparece también a
über die Romfahrt des Paulus: ZThK 88 menudo en la lengua clásica y que se encuen-
(1991) 1-28; H. Warnecke, Die tatsãchliche tra en los papiros de lenguaje poco elevado.
Romfahrt des Aposteis Paulus (SBS 127), Los matices dei significado fundamental
Stuttgart 1987; J. Wehnert, Gestrandet. Zu ei- «tengo intención de» (Kühner, 178) se en-
ner neuen These über den Schiffbruch des cuentran en todas Ias construcciones de péX.-
Aposteis Paulus a u f dem Wege nach Rom Xü) con infinitivo: 1) el significado de estar a
(Apg 27-28): ZThK 87 (1990) 67-99; Id., punto de, disponerse a, y precisamente co-
«...und da erfuhren wir, dafi die Insel Kepha- menzar, así en Lc 7, 2, «se hallaba cerca de la
llenia heifit». Zur neuesten Auslegung von muerte / a punto de morir; Hech 16, 27; Ap
Apg 27-28 und ihrer Methode: ZThK 88 10, 4, «yo iba a comenzar a escribir»; 10, 7,
(1991) 169-180. «cuando esté para tocar la trompeta». 2) A
menudo péÀXm es simplemente una construe-
ción perifrástica para expresar el futuro, espe­
^cA/À.(i) mellõ estar a punto de, disponerse a cialmente por la tendencia dei infinitivo y dei
(como verbo auxiliar para la formación participio de futuro a desaparecer: el infiniti­
dei futuro), tener que, reflexionar, vacilar vo de péXXm únicamente en Hech 28, 6 y 19,
1. Aparición - 2. Construcción y significado - Cam­ 27 (cf. BlaB-Debrunner § 356 nota 4), en
pos referenciales. cambio el participio de péXXoo es frecuente,
así en 2 Tim 4, 1 («Cristo Jesus, que juzgará
B ib l.: Bauer, W õ r te r b u c h , í .v.; BlaB-Debrunner §
66, 338, 350, 356; Kühner, G r a m m a tik I V l , \ 1 1 - \1 9 : /el futuro Juez») o -como sustitución dei par­
A. J. MattUI, Jr., L u k e a n d th e L a s t T h in g s , DUlsboro ticipio de futuro pasivo- en Rom 8, 18 («con
1979, 43-49, 53; Mayser, G r a m m a tik Il/l, 166, 226; la gloria que será [ha de ser] revelada»), y lo
W. Sdmeider, en DTNTIV, 323-325. mismo en Gál 3, 23; 1 Pe 5, 1; cf. 1, 5 (con
ETOLpoç). Un ejemplo típico de la perífrasis
1. En el NT péÀXcü aparece 109 veces. La pre- dei futuro de indicativo lo ofrece Herm (m) 4,
dilección de Lucas por el uso de p.EX.k«) queda
bien patente en Ias 29 veces que lo emplea en tan 4, 3: õ o a XaXm q x a l [xéXXco XaXeTv, «lo que
sólo Hech 16-28 (sobre el Evangeho de Lucas cf. digo o también lo que he de decir». péXXco no
H. Schürmann, Jesu Abschiedsrede. Lk22, 21-38, sugiere un futimo próximo, ni siquiera en He-
Münster i. W. ^1977, 13). El término aparece 53 chos (de manera diferente piensa Mattill). 3)
veces en forma de participio de péXLa». El au­ péXXco designa también la acción que se tiene
mento puede ser I- o bien f|-: en Juan y en el intención de hacer, por ejemplo en Mt 2, 13,
Apocalipsis alteman ambas formas; en cambio,
Lucas -lo mismo que Heb 11, 8- prefieren f|- (Lc «él tiene la intención de buscar al nino»; en
7, 2; 9, 31; 10, I; 19, 4; Hech 12, 6; 16, 27; 27, Hech 20, 3.7 con referencia a los planes de
33; de manera diferente, tan sólo en 21, 27); falta viaje de Pablo. 4) Finalmente, [lÉXXm puede
en otras partes. expresar también la necesidad de un aconteci-
213 [léXXco —[iéXoç 214

miento, fundada en el decreto divino, y enun­ 24, 21; Jn 7, 39; 14, 22). En Ias Cartas dei
ciar así que ese acontecimiento se ha de pro- NT, p,éA.)tiio en 1 Tes 3 ,4 se usa con referencia
ducir necesaríamente, por ejemplo en Mt 17, a los sufrimientos (de los cristianos) y, por lo
12: «él tiene que padecer» (cf. Mt 16, 21 par. demás, se emplea frecuentemente para refe-
Lc 9, 22 con ôeí); Jn 12, 4: «Judas... que rirse al futuro esperado, al juicio, al nuevo
habría de traicionarle» o -entonces hay que eón, a la vida futura y a otros «bienes» espe­
clasificar el pasaje en el apartado 3)- «que te- rados: Rom 4, 24; 5, 14; 8, 13.18; Ef 1, 21;
nía intención de traicionarle». Este último Col 2, 17; 1 Tim 4, 8; 6, 19; 2 Tim 4, 1; Sant
ejemplo nos hace ver claramente que p,éX.X,CD 2, 12 ;2 P e5 , l;H eb 1, 14; 2, 5; 6, 5; 10, 1.27;
no siempre puede fijarse en un único signifi­ 13, 14, y finalmente en el juego de palabras
cado. pévouoav (jióXiv) - péX.^.onoav. En el Apo-
b) Además de combinarse con un infiniti­ calipsis los dos campos referenciales coinci-
vo, péX,Xco aparece también 18 veces en el NT den por su misma naturaleza: en 2, lOa.b; 3,
como participio absoluto. 1) Usado como ad­ 10; 6, 11 se enlaza ya el martirio con el acon­
jetivo, se encuentra siempre en posición atii- tecimiento escatológico; de éste se habla ade­
butiva y significa venidero, futuro (Mt 3, 7 más en 1, 19; 8, 13; 10, 7; 12, 4.5; 17, 8.
par. Lc 3, 7; Mt 12, 32; Hech 24, 25; Rom 5,
W. Radl
14; Ef 1, 21; 1 Tim 4, 8; Heb 2, 5; 6, 5; 10, 1;
13, 14). 2) En sentido sustantivado significa
el futuro (xò pé^X,ov: 1 Tim 6, 19), en una
OUÇ, TÓ meios miembro dei cuer-
ocasión significa especialmente el ano que
po, miembro*
viene (slç xò pé}:,^ov: Lc 13, 9, así Bauer 991
con referencia a PapLondon 1231, 4), o lo fu ­ 1. Aparición en el NTy significado - 2. Mt 5, 29s -
turo, lo venidero (xà pé)^X.ovxa: Col 2, 17; 1 3. Cartas paulinas - 4. Sant 3, Iss.
Tim 1, 16; Heb 11, 20; junto a èveoxmxa, lo
B ib l.: U. Brockhaus, C harism a u n d A m t. D ie p ln
presente: Rom 8, 38; 1 Cor 3, 22). C harism enlehre a u f dem H intergrund d er früh ch ristl.
c) Como verbo independiente [xéX,)\,co no G e m e in d e fu n k tio n e n , Wuppertal 1972, 164-175; E.
aparece en NT sino en Hech 22,16: «^Por qué Fuchs, E x iste n tia le In te r p re ta tio n von R o m 7, 1-12
u n d 21-23, en Fuchs, A u fsã tze III, 364-401; J. Hainz,
vacilas todavíal» E kklesia. Strukturen p ln G em einde-T heologie u n d G e-
m einde-O rdnung (BU 9), Regensburg 1972, 73-88; F.
3. Prescindiendo dei libro de Hechos, la Horst, p,éX.oç, en ThWNT IV, 559-572; E. Kasemann,
mayoría de los pasajes dei NT en que aparece L e ib un d L eib Christi. E in e U ntersuchung zu r p ln Be-
grifflichkeit, Tübingen 1933; E. Schweizer, D ie K irche
[jiéXX,co corresponden a dos temas. Mientras
a h L eib C histi in den p ln H om ologum ena, en Id., N eo-
que en Hechos, con excepción de los enuncia­ testam entica, Zürich 1963, 272-292; Id., D ie Sünde in
dos teológicos de 17, 31; 24, 15.25 y el anun­ den G lied e m , en F S M ichel, 437-439.
cio de la muerte en 20, 38, péX.X,ü) se usa en
contextos de menor importância teológica, 1. |téÀ,oç aparece 34 veces en el NT y se
vemos que los demás escritos en que se baila encuentra con especial frecuencia en Ias Car­
el verbo (xé^Àco giran esencialmente en tomo tas paubnas (en Romanos, 1 Corintios, Efe-
a dos puntos de referencia: la Pasión y lo es- sios, Colosenses y Ef 4, 16 se lee pégoç); por
catológico. Los dos pasajes que apareceu en lo demás, aparece únicamente en Mt 5,29.30;
Marcos son sintomáticos de lo que sucede en Sant 3, 5.6; 4,1. péXoç, originalmente en plu­
los Evangelios en general: 10, 32 alude a la ral, designa los miembros dei cuerpo. El sig­
Pasión de Jesus (cf. Mt 17, 12.22; 20, 22; Lc nificado de «canto» (cf. Horst, 560 nota 3) no
9,31.44; 22, 23; Jn 6, 71; 7, 35b.c; 11, 51; 12, aparece en el NT. El término se usa extensa­
4.33; 18, 32) y 13, 4 hace referencia al acon­ mente en la imagen de la unidad dei cuerpo y
tecimiento escatológico (cf. Mt 3, 7; 11, 14; de la gran variedad de miembros, cada uno
12, 32; 16, 27; 24,6; Lc 3,7; 19, 11; 21, 7.36; con su tarea específica.
215 (xéXoç —MeXxioÉòex 216

2. En la tradición sinóptica péX,oç aparece De manera semejante, en Ef 4, 25; 5, 30 la


unicamente en la adición -procedente de la imagen sirve como base para la parénesis. Y,
fuente de logia- a la segunda antítesis dei así, en Ef 4, 25, con la aislada referencia a los
Sermón de la Montana (Mt 5, 29s), usándose solos miembros, hay una clara indicación de
aqui el término en consciente oposición a que aqui se presupone la precedencia dei
ac5(xa. La antítesis de Mt 5, 28 adquiere, me­ cuerpo sobre la cooperación de los miembros.
diante los vv. 29s, un carácter ético y radical;
se exige que uno se aparte de una situación 4. En Sant 3,1-12 se escucha la imagen dei
que origina peligro. cuerpo y de los miembros (3, 2.5s) juntamen­
te con gran abundancia de otras imágenes y
3. El uso dei término en Pablo acentua es­ alusiones, que no siempre aparecen claramen­
pecialmente una convicción central de su an­ te. En primer plano se halla la advertência (3,
tropologia: la coirespondiente situación dei 10) contra los efectos desoladores, contem­
hombre al servido y bajo el dominio ya sea plados de manera muy pesimista, dei más pe­
dei pecado o ya sea de Dios (como parénesis queno de los miembros, que es la lengua (cf.,
bautismal en Rom 6, 13 [bis]. 19 [bis]; cf. 1 a propósito, Eclo 28, 13-26).
Cor 6, 15 [tres veces]; Col 3, 5), y luego el M. Võlkel
aprisionamiento dei hombre en la escisión
-que clama pidiendo redención- entre dos le-
yes (Rom 7, 5.23 [bis]). No corresponde a es­ M eXjj Í Melchi Melquí*
to la diferencia empírico-moral entre la voli- Nombre (en hebreo, malkí) en la genealogia
ción y la acción dei hombre, sino una escisión de Jesús: Lc 3, 24: el hijo de Janay; 3, 28: hi-
dentro dei hombre mismo, el triunfo mortal jo de Adí.
(7,24) de la ley dei pecado sobre la ley buena
de Dios, que es la ley que mora en el interior M e ^ X ia é ô e x Melchisedek Melquisedec*
dei hombre (7, 22). Dentro de este contexto,
B ibL : Billerbeck IV, 252s, 452-465; J. Bonsirven,
p.é^oç designa acentuadamente a la persona L e Sacerdoce e t le sacrifice de Jésu s C h rist d ’après
(no únicamente a sus hechos), en cuanto la V Epitre a u x H ébreux: NRTh 66 (1939) 641-660, 769-
persona no tiene control de si misma. 786; H. Braun, D e r H e b r a e r b r ie f (HNT), TUbingen
Pablo recoge la imagen de la unidad dei 1984, 135-140, 196-199: 1. Carmignac, L e do cu m en t
de Q um ran su r M elkisédek. RQum 7 (1970) 343-378;
cuerpo y de la diversidad de funciones de los H. Feld, D e r H e b r a e r b r ie f (EdF 228), Darmstadt
miembros en Rom 12,4ss; 1 Cor 12,11-27, en 1985, 35-38, 49-51, 76-82; 1. A. Fitzmyer, F u rth e r
el marco de la cuestión acerca de los dones de L ig h t on M elch ized ek fr o m Q um ran C ave 11: JBL 86
la gracia. Aunque el enunciado dei problema (1967) 25-41; M. Friedlânder, L a Secte de M elchisé-
dec e t Vépitre a u x Hébreux: REJ 5 (1882) 1-26, 188-
se formula dentro de la diversidad de funcio­ 198; 6 (1883) 187-199; W. Hertzberg, D ie M elchise-
nes de los miembros, sin embargo la idea de la deq-Traditionen: JPOS 8 (1928) 169-179; F. L. Hor-
unidad dei cuerpo no se deriva de la claridad ton, The M elch ized ek Tradition, Cambridge 1976; M.
de la imagen; lejos de eso, la identificación de Íonge-A. S. van der Wonde, I I Q M elch ized ek an d
the NT: NTS 12 (1965-1966) 301-326; H. J. de longe,
dei «cuerpo» con el «cuerpo de Cristo», que T raditie en exegese: de h o g ep riester-ch risto lo g ie en
se extiende más allá de la imagen, es una anti- M elch ized ek in H ebreeen: NedThT 37 (1983) 1-19; E.
cipación de Ias ensenanzas acerca de la coope- Kutsch, en RGG IV, 843ss; O. Michel, MEX,xioéôex,
ración entre los miembros (Rom 12, 5; 1 Cor en ThWNT IV, 573-575; J. 1. Petuchowski (y otros),
M elchisedech - U rgestalt d e r Õ kum ene, Freiburg i. Br.
12, 12.27). En consonância con esto, el hablar 1979; Id., The C ontroversial F igure o f M elchizedek:
acerca dei cuerpo de Cristo no se efectúa en el HUCA28 (1957) 127-136; H. Rusche, D ie G esta lt des
contexto de la soteriología, sino en el de la pa­ M elchisedek: MThZ 6 (1955) 230-252; H.-M. Schen-
rénesis (Schweizer, Kirche). Los miembros ke, D ie jü d . M elch ised ek-G esta ll a is Them a d e r Gno-
sis, en K.-W. Trõger (ed.), A T - F rühjudentum - G no-
son miembros de un cuepo, y no constituyen sis. N e u e S tu d ie n zu « G nosis u n d B ibel», Gütersloh
la unidad dei mismo (cf. 1 Cor 12, 18). 1980, 111-136; H. Storck, D ie sog. M elchisedekianer
217 Mel,xiaéôeu - iiév 218

m it U ntersuchung ih rer Q uellen a u f G edankengehait Melquisedec» (Heb 5, 6.10; 6, 20; 7, 11.17; 7,


itnd d o gm engeschichtliche E ntw icklung, Leipzig 1928;
21 v.l.) es la garantia escatológica: sacerdote
H.-F. WeiB, D e r H e b rã e rb rie f{K E K ), Gõttingen 1991,
371-427; A. S. van der Woude, M e lc h ised e c h a is eterno. Por tanto, el sacerdócio judio se ve
h im m lisch e E rlõ serg esta lt in den n eu g efundenen es- trascendido en gran manera, precisamente
c h a to lo g isc h en M id ra sc h im a u s Q u m ra n -H o h le X h porque Jesus, de la tribu de Judá, que no era
OTS 14 (1965) 354-373; G. Wuttke, M elch ised ech , propiamente sacerdotal, crea finalmente para
d e r P riesterkõ n ig von Salem , GieBen 1927; W. Zim-
merli, A b ra h a m u n d M elch isedek, en F S f ü r L. R o st todos un acceso inmediato a Dios. El Melqui-
(BZAW 105), Berlin 1967, 255-264; para más bibUo- sedec-Cristo abarca al mismo tiempo la histo­
grafía, cf. ThWNT X, 1173-1175. ria de los orígenes y la historia dei fin escato-
lógico e implica la consumación de todas Ias
1. Melquisedec (el nombre significa «Mi rey cosas en el plan salvífico de Dios. El es el
[se llama] justicia») es una figura que pertenece a
una tradición antiquísima. El rey-sacerdote, que Mediador de la salvación, más aún, él mismo
probablemente vivió en el norte de Canaán (Hertz- es la salvación, a la que hacía y hace referen­
berg), se convierte según la tradición judia en rey cia Melquisedec como tipo anticipador.
de (Jeru-)Salén y en contemporâneo de Abrahán F. Schrôger
(Gén 14, 18ss). Por medio de su gesto de bende-
cir, Melquisedec se convierte para Israel en una
importante persona dei pasado. El que fuera en
^ eftP Q áY a, IJÇ, ^ membrana pergamino*
otro tiempo «sacerdote dei Dios Altísimo» (Gén
14, 18), pasa a ser el rey-sacerdote que es repre­ 2 Tim 4, 13, en plural, junto a TÒ pipX,ía,
sentante ancestral dei sacerdócio de Jerusalén. «especialmente los pergaminos / rollos de
pergamino (?)». Bauer, Wõrterbuch, í .v.; ->■
2. Precisamente por ser un personaje extra- PiPX.íov 1.
no y misterioso, que como àiiáxmQ y cipá-
TtOQ no puede incluirse en una genealogia hu­
mana (Heb 7, 3), Melquisedec se asienta co­ ^ é ^ q ) 0 ^ a i memphomai reprochar, censu­
mo constante figura de la fe israelita. Y a tra­ rar, hacer objeciones*
vés dei camino, en buena parte oscuro, que Rom 9, 19: t Í oúv ext pép,q)8xai, «^cómo
conduce por el Qumrán apocalíptico (cf. la bi­ puede él hacer todavia reproches (a Dios)?;
bliografia sobre IIQ ) y por los escritos de Fi- Heb 8, 8: pepqjópevoç yà q aôxoòç XéyEi,
lón, Melquisedec halla entrada en los escritos «porque él los critica con Ias siguientes pala-
dei NT. Como modelo de interpretación (F. bras»; Mc 7, 2 Textus Receptus. ThWNT IV,
MuBner, en Petuchowski [1979], 42), el tema 576-578.
de Melquisedec consigue su relevância y su
posición incomparable para la cristología y la ^.£^1jti^OlQOÇ, 2 mempsimoiros quejum-
historia de la salvación en la Carta a los He- broso, descontento de su suerte*
breos (5, 6.10; 6, 20; 7, 1.10.11.15.17). Como Jds 16: yoYTitoxal pepoJJÍpotQOi, «murmu-
rey de paz y de justicia (etimologia dei mid- radores, descontentas de su suerte». ThWNT
rás), el Melquisedec original es sólo un tipo IV, 578.
anticipador.
El tipo con el que se le compara, es Jesu-
cristo, el Mesías e Hijo de Dios. El es el Sa­ ^ é v men ciertamente, por cierto, en verdad
cerdote y el Rey por excelencia, el verdadero
1. Aparición en el NT- 2. pév con partículas corre-
y único Sumo Sacerdote, con el que la paz y la lativas - 3. Constmcciones con pÉv a modo de fórmu­
justicia se hacen realidad (cf. Sal 110, 4). Así las - 4. pÉv sin partículas correlativas.
como Dios estableció ya en el Melquisedec de
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, §
antano el signo dei eterno e inmortal rey-sa­
447; Kühner, G ram m atik II, 264-272; Mayser. G ram -
cerdote - la muerte de Melquisedec no se m a tik II/3, 125-131; Schwyzer, G ram m atik II, 569s;
menciona nunca-, la expresión «el orden de VKGNT n, í.v.
219 (Í8V 220

1. (J.év se usa menos en la Koiné popular [iév - ó ôé es raro (con seguridad únicamente:
que en el griego clásico. En el griego moder­ Rom 2, 7; 1 Cor 7, 7; Gál 4, 23; Ef 4, 11; Hp
no falta por completo. En el NT aparece toda­ 3, 13; Heb 7, 5.23; 12,10); es frecuente el uso
via 180 veces; de ellas 48 en Hechos, 20 en de ôç pév - ôç ôé, y a menudo con variacio-
Mateo, 20 en 1 Corintios, 20 en Hebreos y 18 nes, porque en lugar de ôç [lév encontramos
en Romanos; en los demás escritos aparece también >tal akXoc, / a)\,)\,oç (ôé), j t a i eteqoç
menos de 10 veces. Por tanto, en proporción o àXk’ ô EXEQOç -incluso en los Evangelios-.
con el tamano de los escritos, la partícula [xév
aparece con la mayor frecuencia en Hebreos. En tales circunstancias no está justificado que
En algunos escritos dei NT no se encuentra la Ias ediciones dei NT en general, en cuanto apare­
ce el nominativo plural masculino de esas fórmu­
partícula [xév (2 Tesalonicenses, 1 Timoteo,
las, prefieran el artículo (es decir, oi |iév - oí ôé)
Tito, 2 Pedro, Cartas de Juan, Apocalipsis) o al pronombre relativo (es decir, oí [xév - oí ôé.
se encuentra una sola vez (Ef 4,11; Col 2,23; Los siguientes pasajes quedan afectados; Hech
1 Tes 2, 18; Sant 3, 17). 14, 4; 17, 32; 28, 24; Flp 1, 16, así como Mt 16,
14 y Jn 7, 12 en la constmcción oí pév - ãXXoi
2. La partícula intensificadora p,év, que ôé.
originalmente fue un vocablo prepositivo, pe-
ro que luego se empleó normalmente como b) La fórmula (xèv oúv aparece 32 veces
pospositivo, tiene en el NT y en su mundo la en el NT, veintiséis de ellas en Hechos. Cuan-
función -como también la tiene predominan­ do no va seguida de ôé, la partícula p,év en es­
temente en el griego clásico- de preparar una ta constmcción actúa como un refuerzo (por
antítesis más o menos marcada (casi siempre ejemplo, Rom 11, 13; 1 Cor 6, 4.7 [->• 4]; Heb
con ôé), y contribuye por tanto a unir palabras 7, 11); pero, por lo general (cf. —> 2), incluso
aisladas o frases. La correlación entre páv y en esta fórmula, senala anticipadamente hacia
ôé corresponde en nuestra lengua a la que otro miembro de la frase, por cuanto se halla
existe entre «ciertamente - pero»; sin embar­ en correspondência con un subsiguiente ôé
go, Ias partículas desempenan a menudo un (Hech 1, 6s; Flp 2, 23; Heb 9, 1 y passim) o
papel en la frase por el énfasis que dan por su ^ a t (por ejemplo, Hech 1, 18).
posición o por el realce que experimentan en c) j t g r â x o v pév, primeramente, en primer
la lengua hablada, de tal manera que sobre to­ lugar, se corresponde únicamente en Heb 7,
do pév, con más frecuencia que ôé, puede 2; Sant 3, 17 con un esperado E J tE ix a (ôé),
quedar sin traducción, verbigracia en Mt 10, «luego / en segundo lugar»; cf. la variante
13: èàv pèv... èàv ôé pf|, «si - (pero) si no». XÓXE [i£V... E JiELxa en Jn 11, 6. En los tres pa­
Una antítesis preparada por p,év puede tam­ sajes restantes (Rom 1, 8; 3, 2; 1 Cor 11, 18),
bién reforzarse (a) o debilitarse (b) por medio jtQ ü õ x o v pév se halla solo, con el significado
de otras partículas: a propósito de a) cf. p,év - de sobre todo.
àKká (Mt 9, 12; Hech 4, 16; Rom 14, 20);
fiév - jtX,T|v (Lc 22, 22); pév - pévtoi (Jn 7, 4. Además de los casos ya mencionados
12); a propósito de b) cf. pév - x a í (Hech 1, ( ^ 3), pév se encuentra (aparentemente) en
18s; 27, 21; Rom 7, 12; 10.1; 1 Tes 2, 18). algunos pasajes sin partículas/conjunciones
correlativas. Varias veces, como sucede ya en
3. En los Evangelios predomina, en una el griego clásico, se han empleado otros mé­
proporción aproximada de 3 a 2, el uso libre dios para indicar la antítesis: Hech 3, 13:
de [xév - ôé, mientras que en los restantes es­ EJiEÍvou; 1 Cor 12, 28: EJiEixa; 1 Cor 5, 3 (cf.
critos predominan Ias tres clases siguientes de V. 6); Col 2, 23: on (como en Heb 12, 9, en la
fórmulas: medida en que no haya que suplir un ôé); en 2
a) La más frecuente es, con mucho, la fór­ Cor 9,1-3 y 11,4-6 la correlación de pév y ôé
mula «el uno - el otro»; en ella el uso de ó está separada únicamente por un miembro in-
221 [lEv - nevü) 222

termedio introducido por yoiQ. Una dificultad nuado: ó p o í ü o ç p é v T O i xaí, «(pero) verdade­
la constituye [xév en 2 Cor 12, 12, donde se ramente, de igual manera» (Jds 8, cf. los vv. 5-
halla sin correlación verbed con lo siguiente; 7). Cf. también BlaB-Debrunner § 450 nota 1).
en 1 Cor 6 , 7 [í é v , con Ia omisión de o ív , re-
forzaría de manera muy singular, en sentido
preclásico, un tíôti anterior, con el significado flEVtO menõ permanecer, aguardar
de «ciertamente ya»\ en Hech 28, 22 se ha 1. Aparición en el NT- 2. Contenidos semânticos -
omitido la idea correlativa, porque ha queda­ 3. Las denominadas fórmulas de inmanencia en los es-
do ya casi anticipada al comienzo dei versícu­ critos joánicos.
lo; en 1, 1 y en 3, 21 parece que la idea inicial B ibl.: F. Hauck, pÉvcü, en ThWNT IV, 578-581; J.
no llegâ a completarse, porque la posible idea Heise, B leiben. M enein in den jo h Sckriften (HUTh 8),
antitética está introducida bajo un aspecto Tübingen 1967; B. Lammers, D ie M E N E IN -F o rm etn
d e r Jo h-B riefe. E in e S tu d ie z u r jo h A n sc h a u u n g der
temporal (con âxQi).
G ottesgem einschaft (tesis Gregoriana), Roma 1954; E.
K.-H. Pridik Malatesta, In te r io r ity a n d C oven a n t. A n E xe g e tic a l
Study o f the sívai Iv a n d [í Éveiv èv E xpressions in 1
John (AnBibl 69), Roma 1976; K. Munzer, en DTNT
M e v v á Menna Mená* lU, 348-351; R. Schnackenburg, C artas de San Juan,
Nombre en la genealogia de Jesus. Era hijo
Barcelona 1980, 139-145; G. Strecker, 1-3 Joh (KEK),
Góttingen 1991, 371-427; para más bibliografia, cf.
de Matatá; Lc 3, 31; Textus Receptus M ai- ThWNT X, 1175.
váv.
1. pévco aparece 118 veces, principalmente
en los escritos joánicos (Evangelio de Juan 40
^E vaC v menoun más bien, por el contra­
veces, 1 Juan 24, 2 Juan 3). Otros testimo-
rio, verdaderamente*
nios: en los escritos lucanos el verbo aparece
Partícula con significado intensificador o
20 veces (trece de ellas en Hechos); 1 Corin-
corrector; Lc 11, 28, al comienzo de la frase
tios 8 veces; Hebreos 6 veces; en los demás
(en contra dei uso griego general; cf. BlaB-
escritos dei NT el verbo aparece sólo esporá­
Debrunner § 441, 6 con la nota 6; 450, 4 con
dicamente.
la nota 5); cf. además Rom 9, 20 v.l.; Flp 3, 8
v .l.
2. La signifieación fundamental de p é v c o
como verbo intransitivo es quedar(se), per­
HEvaOvye menounge más bien, claro está, manecer, mantenerse firme-, como verbo tran­
sí por cierto* sitivo, aguardar / esperar (Frisk, Wõrterbuch
La partícula pevoüv intensificada espe­ n , 209). En el NT aparecen también los signi­
cialmente por -ye: Rom 9, 20: «^Quién eres tú ficados (derivados de los anteriores) de habi­
entonces...!»-, 10, 8, «jclaro que s í/p o r cier­ tar (Jn 1, 38s), permanecer vivo (Jn 21, 22s),
to!»-, Flp 3, 8: aXkò. pevoõvye, «sí realmente vivir aún (1 Cor 15, 6), tener consistência (3,
/ sí por cierto» (-> ò/lXò. 2); Lc 11, 28 v.l. 14), permanecer en un estado (7, 8.11.20.24.
40).

fiÉVTOl mentoi realmente, desde luego, a Según R. Bultmann (Die Johannesbriefe [KEK],
pesar de todo* 32 nota 3), (iévü) contiene siempre una negación:
Aparece 8 veces en el NT, siempre con sen­ no (retro-)ceder. Sin embargo, no responde a la
tido adversativo; pero, desde luego, a pesar pregunta «^dónde?», sino a la pregunta «^durante
de todo (Jn 4, 27; 7, 13; 20, 5; 21, 4; 2 Tim 2, cuánto tiempo?»; según el uso griego más anti-
guo, el verbo significaba c o n tin u a r en un lugar fi-
19); ôptoç pévxoi, «pero, a pesar de todo (Jn jado objetivamente durante un tiempo determina­
12, 42); eí p,évTOi, «(pero) si verdaderamen- do objetivamente, y luego más tarde implico el
te/realmente (Sant 2, 8); con sentido algo ate­ hecho de permanecer en una vinculación personal
223 (levo) 224

(con este sentido aparece en el Evangelio de Juan nistério de la justicia «en gloria», 2 Cor 3, 11;
y en la Carta primera de Juan). permanecen la fe, la esperanza y el amor, 1
Claro que Bultmann, cuando aboga por el sig­ Cor 13, 13; «el que hace la voluntad de Dios,
nificado de (lévEiv como respuesta a la pregunta
«^durante cuánto tiempo?», y no como respuesta permanece para siempre», 1 Jn 2, 17. Claro
a la pregunta «í,d6nde?», está llevando Ias eosas que también «la ira de Dios permanece sobre
demasiado lejos, porque tiene en cuenta princi­ aquel» que es desobediente al Hijo de Dios,
palmente el uso metafórico dei verbo pév(o con la Jn 3, 36. Por tanto, pévco no se predica exclu­
preposición èv. Y, así, corresponde al uso platôni­ sivamente en el contexto de la salvación.
co dei verbo (por ejemplo, pév siv èv tolç fjde-
oiv, Ep 358c; pévEiv sv Tfj ôtxaiooúvT], Resp 3. De especial relevância teológica es pé-
360b; cf., a propósito, Heise 3) el uso neotesta- vm en Ias denominadas/ónnMÍfli de inmanen­
mentario (pévEiv èv tf) ôiôaxfí, 2 Jn 2, 9; pévEiv
èv Jtíoftei xai aYártfl, 1 Tim 2, 15; cf. también 2 cia de los escritos joánicos. Jesus exige a los
Tim 3, 14), La traducción moderna corriente de suyos que permanezcan en él, Jn 15, 4-7, lo
«quedarse con...» oscurece el sentido local fun­ mismo que él permanece en ellos, 15, 5 (fór­
damental, que todavia se escucha en el griego. mulas de inmanencia recíproca; cf. también 6,
Esto se aplica con mayor razón todavia a Ias de­ 56 [redacción eclesial]). En la Carta primera
nominadas fórmulas joánicas de inmanencia de Juan Ias fórmulas de inmanencia (2, 6.24.
3): «permanecer en» (èv) Dios o en Cristo (Hei­
se, 172). 27s; 3, 6.24; 4, 12s.l5s.; que en parte son re­
cíprocas) se refieren unas veces a permanecer
Otras construcciones preposicionales con en Dios, y otras veces a permanecer en Cristo,
liÉvto son: pévo) ( l E t á xivoç / avv t iv l / Jta- y están expresadas tanto en indicativo como
Q& Tivi, «permanecer con o junto a alguien». en imperativo (cf. también 3, 9, «su simiente
El hecho de que en los pasajes importantes el [= de Dios] permanece en él»; 3,17, «el amor
sujeto de peveiv sea Dios, tiene sus antece­ de Dios permanece en él»). Se piensa en el
dentes lingüísticos y objetivos en la LXX, hecho de permanecer como en un âmbito o en
donde la expresión [x é v e iv e íç t ò v aícõva se una esfera, lo cual no debe entenderse, ni mu-
refiere característicamente a Dios o al plan de cho menos, en sentido místico. Corresponde
Dios, a la justicia de Dios, a la palabra de en cierto modo a Ias fórmulas recíprocas la al-
Dios, etc. «A diferencia de la mutabilidad y temancia entre èv Xpiarrâ y X qiotÒç èv r|pív
transitoriedad de todo lo terreno y humano, lo en Pablo (Schnackenburg, 140s).
característico de Dios es permanecer» (Hauck,
Heise (172s) senala con razón que, en el Evan­
579, 24-26). Sin embargo, la idea primordial gelio de Juan y en la Carta primera de Juan, se
no es la de una naturaleza suprahistórica de emplea el verbo peveiv en su sentido coloquial
Dios, sino la de que, en la historia, uno puede con el fin de expresar un elemento esencial dei
fiarse de Dios y confiar en él. Y, así, en el NT acontecimiento salvífico. Claro que pévEiv èv,
se cita la mencionada expresión péveiv eiç con su sentido local (->■ 2), no se refiere al espa-
TÒV altõva, tomada dei Sal 111, 9 LXX (2 cio como extensión mensurable y tridimensional.
«El nuevo ser es un nuevo espacio y un nuevo
Cor 9, 9) y de Is 40, 8 (1 Pe 1, 25): la justicia tiempo, por los cuales la existência dei hombre
de Dios o la palabra de Dios «permanece in- queda cualificada de nuevo... Se trata de un cam­
quebrantablemente durante la etemidad», cf. bio de lugar, que es debido al acontecimiento de
también 1 Jn 2, 14. También el Mesías per­ la presencia de Dios en Jesús» (Heise 173).
manece para siempre, Jn 12, 34; cf. Sal 1(^, 4 Con acierto subraya Bultmann (Das Evange-
LXX; cf. igualmente Heb 7, 23s. La predesti- lium des Johannes^^ [KEK], 411 nota 3) los dos
aspectos de péveiv èv: predicado dei hombre, el
nación de Dios, efectuada mediante la elec- «permanecer en» designa la «fidelidad»; predica­
ción, permanece en vigor, Rom 9, 11. do dei Revelador o de Dios, designa la «eterna
Pero también lo que se le ha dado al hom- validez de la acción salvífica de Dios en favor dei
bre en virtud dei acontecimiento salvífico en creyente».
Cristo, permanece. Y, así, permanece el mi­ H. Hübner
225 liEQÍCo) - llÉQlflVa 226

^eQÍ^co merizo dividir, distribuir* ^ .E el^va, t |ç , ^ merimna preocupación,


B ibl.: -> [J.ÉQOÇ.
afán, ansiedad*
pEQipváto merimnaõ preocuparse, afanarse
1. En el NT el verbo [regíCto aparece 14 1. Aparición en el NT - 2. Significación fundamen­
veces (8 veces en los Sinópticos, 5 en Pablo, tal y uso de los términos en el entorno dei NT - 3. Âm­
1 en Hebreos). Tiene la misma raiz que pégoç bitos de aplicación.
y posee el mismo sentido factitivo-instrumen- B ib l : R. Bultman, pEQiváto ta X ., en ThWNT IV,
tal que otros verbos terminados en -íCm. En 1 593-598; H. Riesenfeld, Von Schatzesam m eln und Sor-
Cor 1, 13; 7, 34 el verbo se haUa en voz me­ gen - ein Them a urchristlicher P arãnese, en F S Cull-
dia o en voz pasiva; en Lc 12, 13 se encuentra m ann 1962, 47-58; Schulz, Q, 149, 157, 442-444; D.
Zeller, D ie w eish eitlich en M a h n sp rü ch e bei den Sy-
claramente en voz media; en Mc 3, 24ss par., nopt., Würzburg 1977, 82-94.
en voz pasiva (quizás con sentido medio; «di-
vidirse en facciones»); el sentido de distribuir 1. En Ias palabras de Jesús referidas en los
aparece en Mc 6, 41; el de hacer partícipe, Sinópticos, y en Ias Cartas el sustantivo apa­
dar como participación, en Heb 7, 2. rece 6 veces, y el verbo, 19 veces (Lc 10, 41
om. D it syr®).
2. El uso es análogo al de -> pÉQOç. Y, así,
el verbo se emplea en un contexto eclesiológi-
2. El radical pepipva-, abundantemente
co en Rom 12, 3, juntamente con el motivo atestiguado en griego, significa que algo exis-
dei cuerpo de Cristo: Dios ha distribuido a ca­
tenciahnente importante acapara el corazón.
da uno una medida de fe (cf. los carismas, 12,
En el NT, el verbo aparece con acusativo, ge­
6ss). 1 Cor 7, 17 acentua la conducta que de- nitivo (introducido a veces por jteqí) o inte­
be estar en consonância con lo que el Kyrios rrogativa indirecta; el sustantivo aparece con
ha asignado a cada uno (cf. la regia en el v. genitivo de objeto.
20). En 2 Cor 10, 13 Pablo argumenta a base La LXX utiliza pÉgipva (-áto) para tradu-
dei xavmv de la misión (o «amplitud dei cam­ cir diversos radicales. En el libro dei Ecle­
po de trabajo») que él ha recibido de Dios. siástico, le corresponde principalmente d ’g,
Ahora bien, pepí^co se usa también en sen­ que en la literatura sapiencial dei AT posee
tido negativo. En él se ve claramente que la vários términos de significado afín (Zeller,
salvación cristiana tiene mucho que ver con la 87s). El estoicismo, Filón y Josefo, en vez de
unidad, la consecuencia, la plenitud y la ex- pÉQipva (-áoa), emplean q)Qovxíç, cpQovxíÇco
clusividad (1 Cor 1, 13; 7, 34). En Mc 3, 24-
(en el Nuevo Testamento atestiguado única­
26 par.; Mt 12, 24-26 (Q), el tema es el reino mente en Tit 3, 8).
de Satanás. Jesus, sirviéndose de imágenes
para establecer comparaciones, se defiende 3. a) La parénesis de Jesús y dei cristianis­
contra la acusación de que él expulsa los de­ mo primitivo advierten contra Ias preocupa-
mônios por el poder dei príncipe de los demô­ ciones que -con excepción de la sentencia de
nios. En el contexto de un dualismo escatoló- consolación de Q (Mt 10, 19s par. Lc 12,
gico, se ve claramente que también el princi­ l l s ) - giran siempre en tomo a Ias seguridades
pado de Satanás necesita unidad y plenitud: se materiales de la vida. En la composición de
trata de una alternativa en el pleno sentido de sentencias procedentes de Q en Mt 6, 25-33
la palabra (o en favor o en contra), que se par. Lc 12, 22-31, a la que Mateo anade (co­
aplica a Jesús mismo en lo que respecta al mo material peculiar) el v. 34, se superan di­
«reino de Dios» (cualquiera que sea la res- versos argumentos sapienciales en contra de
puesta que se dé a Ias cuestiones suscitadas Ias preocupaciones (paralelos en Zeller) me­
acerca dei carácter histórico dei pasaje). diante la exhortación a buscar primeramente
G. Nebe el reino de Dios (^tjtéco; es el verbo que apa-
227 (XEQifxva - [xegianoç 228

rece ya en Lc v. 29 en vez de |J,eQijj,váco). fiep i|iiv ao ) m erimnaõ preocuparse, estar


También el cristianismo de lengua griega sabe afanoso, tener preocupaciones
que Ias preocupaciones (nÉQijAvai) dei mun­ -»• [tépinva.
do pueden sofocar la palabra de la proclama-
ción evangélica (interpretación de la parábola
en Mc 4, 19 par. Mt 13, 22 / Lc 8, 14) y por ^£Q Í ç, ÍÔOç, meris parte, porción, dis­
este motivo Lc 10, 38-42 (material peculiar) trito*
critica la afanosa actividad de Marta (p,EQi[x- El término aparece 5 veces en el NT y es
váca junto a l>oQnpá^op,ai, JiEQionáopai). prácticamente sinônimo de (XÉQOç; Lc 10,

Las preocupaciones asociadas con la vida 42: XTiv à Y a # f ) V [XEQÍôa è|£A.é|axo, «ella es-
-según Lucas, con una vida disoluta- (p.8Qi|x- cogió la buena (mejor) parte» (cf. Sal 16, 5s);
v ai PicoTixaí) impiden la vigilância escatoló- Hech 8, 21: oux... (a e q iç ouôè xX,fjQOç, «no
gica en la oración (Lc 21, 34-36, seguramente tienes parte ni suerte» (en el sentido de una
redaccional; cf. G. Schneider, Das Evange- «fórmula de excomunión», cf. Dt 12, 12; 14,
lium nach Lukas II [ÔTK], 431ss). En cam­ 27; ^ pÉQOç 3.e); cf. r\ peQiç xon xkxjQou
bio, la expectación dei retomo de Cristo y la ( ^ xkfjQOç 3) en Col 1, 12 (cf. también IQS
oración dirigida a Dios hacen posible que uno 11, 7); xíç pEQiç moxrô pExà àtríoxou;,
se vea libre de preocupaciones, cosa que Pa- «^qué parte tiene en común el creyente con el
blo pide a los cristianos en Flp 4, 6. Vemos incrédulo?», 2 Cor 6, 15 (expresión hebrai-
que 1 Pe 5, 7 les recomienda (con el Sal 54, zante, cf. Sal 49,18 LXX; Mt 24,51; Jn 13, 8;
23 LXX): «jEchad sobre Dios todo lo que ori­ cf. BlaS-Debrunner § 227 nota 4). En Hech
gine en vosotros ansiedad\ (Bauer, Wôrter- 16, 12 se dice que Filipos es JtQCÓXT] (p^'* Sin
huch, 998; cf. Herm [v] 3, 11, 3; 4, 2, 4). A y otros jtqíüxt ] xfiç, conjetura: jtQ c n x q ç ) pe-
Q Í ô o ç xfiç M a x E Ô o v L a ç jtó A .iç (sobre los
b) En 1 Cor 7, 32-34 Pablo fundamenta sus problemas de crítica textual cf. GNTCom sub
consejos ascéticos (vv. 25ss) con el deseo de loco). Como Filipos no es ni la capital de Ma-
que los corintios vivan sin preocupaciones cedonia ni uno de sus cuatro distritos, parece
(a|x É Q L p ,v o ç, V. 32), «sin tener que atender a obvia la traducción sugerida por la conjetura;
las cosas dei mundo» (v. 33), lo cual significa «Filipos, una ciudad dei primer distrito de
en este caso: sin tener que afanarse por agra­ Macedonia». Seria también posible traducir
dar al cónyuge (sobre las preocupaciones pro- lo de ttpróxTi nóXiç en términos generales por
pias de las personas casadas cf. Sófocles, «una ciudad destacada» (cf. la variante tex­
Trach 147ss; Beckby, Aní/zoZogia III, 220). En tual de p’“ Sin A y otros), o bien dar una in­
cambio, el célibe puede «dedicarse entera- terpretación temporal; la primera ciudad en la
mente a las cosas dei Senor» (vv. 32.34; cf. que había de suceder lo decisivo; cf. también
Niederwimmer, Askese und Mysterium, Gõt- Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); E. Haenchen,
tingen 1975, 111-116). Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.
c) Sin embargo, (tÉQipva (-áoa) se valora H. Balz
positivamente, cuando Pablo (2 Cor 11, 28) o
su colaborador (Flp 2, 20; cf. v. 21 xà èan- ^.CQIG^OÇ, OV, Ó merismos división, dis-
Tcõv por contraste con xà Itio o n Çt)teIv) se tribución, separación*
preocupa por la(s) comunidad(es) o cuando Heb 2, 4: jrvEÚpaxoç áyíou pepiopoí,
los miembros de la comunidad «se preocupan «distribuciones (= dones) dei Espíritu Santo»
en armonía los unos por los otros» (1 Cor 12, (se refiere a los diversos dones obrados por el
25; TÒ anxò ojièq âXXf)Xa)v pEQip.vãv, en Espíritu Santo); 4, 12: pEQiapòç tjjuxfjç x al
otras ocasiones se usa qpQOveív). jiveúpaxoç..., «hasta la división entre el alma
D. Zeller y el espíritu, entre las coyunturas y las médu-
229 ixegionoç - [lEQoç 230

Ias», como imagen dei efecto de la palabra de o de lo que es considerado como parte (1 Cor
Dios, que penetra hasta lo más íntimo dei 12, 27). Puede significar algo gradual: en par­
hombre. El término se usa para referirse a la te (Rom 15, 24) o hasta cierto punto (2 Cor 2,
separación de los herejes, en IgnFil 2, 1; Ign 5). Puede emplearse en sentido numérico: por
Esm 7, 2. turno (1 Cor 14, 27). Puede tener sentido di-
ferenciador: en detalle (Heb 9, 5). Y puede
significar relación o causalidad: con respecto
^eçiaTT|Ç , OV, Ó meristês distribuidor, re- a / a causa de (Col 2, 16).
partidor de una herencia*
Lc 12, 14: XQiTTjç i] pEQiaxfiç, «juez o re- 3. a) péçoç puede usarse en sentido geo-
partidor de una herencia» (cf. Ex 2, 14; Hech gráfico-cosmológico para referirse a partes de
7, 27.35). la tierra, como en Ef 4, 9 donde se hace refe­
rencia a Cristo y a su descensus ad inferos
|néQOÇ, o v ç , TÓ meros parte, porción (iinterpretación discutida!), y en los Evange­
lios y Hechos, donde se refiere a viajes. La vi-
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. Campo referencial objetivo y teológico. sión dei mundo y la geografia permaneceu en
los marcos tradicionales.
Bibl.: J. Herrmann-W. Foerster, xXfjpoç xxX., en b) En sociologia de la religión, el término
ThWNT m, 757-786; W. Mundle, en DTNT II, 269s; designa como partidos, Hech 23, 6 (^«par­
H. H. Schmid, hlq, en DTMAT I, 800-804; J. Schnei-
der, p.égog, en ThWNT IV, 598-602; para más biblio­ tes»?); 23, 9, a los diversos grupos que exis-
grafia, cf. ThWNT X, 1175. tían en el seno dei judaísmo. Los componen­
tes dei sanedrín no se clasifican aqui confor­
1. De Ias 42 veces que el término aparece me a Ias tres partes, ya conocidas, que lo inte-
en el NT, 13 se encuentran en los Evangelios, gran (los principales sacerdotes, los escribas y
7 en Hechos, 14 en Pablo, 2 en Efesios, 1 en los ancianos), sino que se desglosan -según
Colosenses, 1 en Hebreos, y 4 en el Apocalip- Ias correspondientes posturas teológicas- en
sis (sin tenerse en cuenta expresiones como los saduceos (constituídos especialmente por
x à Ô e ^ l à [pÉQ Tl], XÒ XQÍXOV [pÉQ O Ç ]). la aristocracia sacerdotal y la aristocracia lai­
ca) y los fariseos (entre los que se cuenta la
2. pÉQOÇ, en su sentido de «parte, porción», gran mayoría de los escribas).
tiene sus raíces en el indoeuropeo (s)mer-, c) En sentido eclesiológico, pÉQOç se halla
donde significa «recordar, acordarse, preocu- en 1 Cor 12, 27; Ef 4, 16 en el contexto de la
parse de» (cf. Frisk, Wõrterbuch II, 212). Es­ idea dei cuerpo y de sus miembros (v.l. péXoç
te significado se desarrolló en diversos aspec­ podría ser sinônimo de pépoç). Este motivo
tos en el mundo helénico, y también en el NT. es bien conocido en el mundo antiguo (H.
En él [a é q o ç es, ante todo, en sentido cuanti- Lietzmann, An die Korinther I / l f [HNT], 53).
tativo y concreto, parte/porción/trozo de unos Pero la relación que en él se contempla entre
bienes/herencia, pescado, vestidos u otras co­ la parte y el todo es un problema teológico
sas por el estilo (por ejemplo, Lc 15, 12; 24, elemental. Así, pues, la Iglesia como cuerpo
42); después, en sentido derivado, es parte/ de Cristo es una unidad. No obstante, cada in­
porción/lugar (Mt 24, 51; Jn 13, 8), lado (Jn divíduo tiene en ella su propio peso y su pro-
21, 6), miembro (? Ef 4, 16), partido (Hech pia función. En consonância con esto, Pablo
23, 9), sector de negocios (Hech 19, 27), co- en 1 Cor 12, 27 designa a los corintios como
sa/asunto/relaciôn (2 Cor 3, 10; 9, 3). En ex­ cuerpo de Cristo, y, por ser parte (èx p,éQonç)
presiones preposicionales o usado adverbial­ de él, los contempla como miembros de este
mente, el término tiene el sentido cuantitativo cuerpo. En Ef 4, 16 (cf. Col 2, 19) se hallan
de parcial (Rom 15, 15; 1 Cor 11, 18; la ex- más desarrollados y diferenciados los aspec­
presión aparece sustantivada en 1 Cor 13, 10) tos eclesiológico y cristológico: los lectores
231 H8QOÇ - |X801TT|Ç 232

son acõ[j,a X qiotoü (v. 12), y Cristo es al bla dei endurecimiento de Israel, un endureci-
misino tiempo Ia cabeza dei cuerpo (vv. 15s). miento que Pablo contempla - a la luz de la
Se observa aqui un desplazamiento que con­ historia de la salvación- como camino para la
templa más intensamente a la cristología y a salvación de los gentiles: ese endurecimiento
la eclesiología en un contexto cosmológico- se ha producido sólo parcialmente, hasta que
jerárquico (cf. v. 13). la plenitud de los gentiles llegue a la salva­
d) La relación entre la parte y el todo de- ción.
sempena una función antropológica en Lc 11, G. Nebe
36 con Ias imágenes de la luz o dei ojo (Q; cf.
EvTom 33). El difícil v. 36 (quizás una am-
pliación secundaria insertada en la tradición |iiE<n]|iPQÍa, aç, q mesêmbria mediodía,
como intento de explicar el v. 34, o una refe­ sur*
rencia redaccional al v. 33) se refiere una vez Dícese de la hora dei mediodía en Hech 22,
más a Ias partes de tinieblas que hay en el 6 (jteel p,eoT]|xPQÍav, cf. 26, 13; también Dt
cuerpo, y habla seguramente -en el Evangelio 28, 28s); en Hech 8, 26 debe entenderse más
de Lucas- dei autoexamen, de la iluminación bien en el sentido de un punto cardinal: «ba­
plena de la persona y de su permanência en la cia el sur» (xaxà p.80Tip,pQÍav, cf. también
luz. Dan 8, 4.9 LXX; cf. BlaB-Debrunner § 253
e) Un uso -marcadamente soteriológico— nota 7; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
dei término lo encontramos en Mt 24, 51 par. [KEK], sub loco). G. B. Bruzzonc, Mesem-
Lc 12, 46 (Q); Jn 13, 8; Ap 20, 6; 21, 8; 22, bria nella Bibbia: BeO 26 (1984) 115-117.
19. ftépoç, como parte/porciónãugar, está
asociado en cada caso con Ias diversas ideas flEOlTEVtO mesiteuõ garantizar*
escatológicas. Véanse expresiones veterotes- ->• [XEOÍTT]Ç.
tamentarias y judias como ihãyâ heleq b‘/
l‘/ ‘im (LXX liÉQiç, >tX,fjQOç; Hech 8, 21; Col
1, 12; IQS 11, 7s), en el NT Xap,pávco xXfj- ^EaÍTT)Ç, ov, ó mesitês mediador, garante*
Qov èv y otras por el estilo, xoivcovíav Ixo) [iecTiTEnco mesiteuõ garantizar*
ixexá, èv. Desde el punto de vista de la 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos
historia de Ias tradiciones, el concepto está de ireoÍTTiç - 3. (leoiTEÚto.
enraizado en la «porción de tierra» de Israel y
B ibL : O. Becker, en DTNT I, 89-92; J. Behm, D e r
en la espiritualización y escatologización de B e g r iff AIA0HKH im N T , Leipzig 1912, 77-97; R.
esta idea en el Antiguo Testamento y en el ju ­ Bring, D e r M ittler un d d a s Gesetz. E in e Studie zu G al
daísmo. 3, 20: KuD 12 (1966) 292-309; H. Hegermann, D ie
f) En el sector de problemas de la escatolo- V orstellung vom Schõ p fu n g sm ittler im hellenistischen
J u d en tu m und U rchristentum (TU 82), Berlin 1961; H.
gía y la historia, son dignos de tenerse en W. Huppenbauer, en BHH II, 1227s; O. Michel, D er
cuenta los siguientes pasajes paulinos; En 1 B r ie f an die H e b rã e r (KEK), Gõttingen ’1975, sobre
Cor 13, 9 (bis). 10.12 èx yLÍQOVg, parcial, es- todo 292; M. P. Nilsson, The H igh G o d a n d the M e-
tablece un contraste entre el pasado y el pre­ diator. HThR 56 (1963) 101-120; A. Oepke, p.eoÍTr]Ç
xrX., en ThWNT IV, 602-629; K. H; Rengstorf, en
sente, y expresa así un deslinde escatológico. RGG TV, 1064s; K. Th. Schãfer, en LThK VH, 498s; J.
Mientras que 2 Cor 3, 7ss utiliza el argumen­ Scharbert, H eilsm ittler im A T u n d im A lte n O rient (QD
to a minori ad maius para contraponer el mi­ 23/24), Freiburg i. Br. 1964, 82-92, 242-244; F. J.
nistério de la muerte al ministério dei Espíri- Schierse, en HThG II, 169-172; Spicq, N o tes II, 549-
tu, el V. 10 establece una clara diferenciación; 552; A. Stegmann, 'O ôè itEOÍrTiç; évòç o m Êativ G al
3, 20: BZ 22 (1934) 30-42; para más bibliografia, cf.
«En esta relación / en este caso», lo que ha si­ ThWNT X, 1175s.
do glorioso (el ministério de Moisés) no es
glorioso a causa de la incomparable ô ó |a (de 1. En el NT el sustantivo [teoíttjç aparece
la ôiaxovLa cristiana). En Rom 11, 25 se ha­ únicamente 6 veces (Gál 3, 19.20; 1 Tim 2, 5;
233 (lEOlTnç 234

Heb 8, 6; 9, 15; 12, 24), mientras que el ver­ Se habla, pues, de una doble mediación dei
bo, derivado dei sustantívo, es hapax legome- vópoç: en primer lugar, mediante ángeles (cf. lo-
non en el NT y se encuentra únicamente en sefo, Ant XV, 136; Hech 7, 38.53; Heb 2, 2) y, en
segundo lugar, por medio de Moisés. El actúa co­
Heb 6, 17.
mo representante y abogado de los ángeles entre
éstos e Israel. El v. 20 indica por qué se necesita
2. a) El sustantivo [xeoíttiç, en consonân­ a Moisés como peoÍTqç: «Sin embargo, el media­
cia con la variedad de significados que apare- dor no es (mediador) de uno sólo, pero Dios es
cen en Ias traducciones vernáculas, no puede uno». La explicación más probable de esta frase
reducirse a un solo contenido semântico. es: los ángeles no pueden entrar directamente en
relación con Israel, el destinatário dei vópoç,
El término -atestiguado literariamente en el porque ellos son muchos v. 19c). Por
griego profano a partir de Porfirio y que aparece eso, necesitan a alguien que los represente. Esa
con especial frecuencia en los papiros (cf. Bauer, persona es Moisés. Ahora bien, como Dios es uno
Wõrterbuch, í.v.; Behm 78s)- procede dei len- (elç), no necesita ningún mediador. De ahí se si-
guaje jurídico helenístico y significa a) la persona gue que el vópoç no puede venir directamente de
«imparcial» que media en un proceso entre dos Dios (consúltense los comentários sobre este pa-
partes (Polibio XXVIII, 17, 8; sobre la realidad saje). El sentido de la argumentación paulina con­
significada cf. ya Homero, II 23, 574; lenofonte, siste en demostrar la inferioridad dei vópoç. Este
An in , 1, 21), b) la «persona mediadora» (íe- no es superior a la promesa (èjiaYYE7.ía, cf. vv.
quester) que trata de resolver el objeto de la dis­ 16-18), sino que está subordinado a ella, porque
puta entre Ias partes en conflicto (cf. PapLondon Dios mismo se la dio a Abrahán, y por cierto sin
in, 206, n.° 370) y c) el «testigo» y «fiador» en un peoÍTT|ç. Deducir de aqui una valoración ne­
on acto jurídico (Diodoro Sículo IV, 54, 7; Pa­ gativa dei pEOLTTiç (como hacen Huppenbauer,
pLondon II, 251, n.° 370). Mientras que en el 1228; Becker, 163) es muy cuestionable, porque
griego profano predomina el uso técnico, vemos en Gál 3, 19s no se trata primariamente de la fun-
que en el âmbito judio helenístico el término ción de Moisés, sino de determinar la relación
(lEOÍTTiç se usa más bien en sentido figurado y de­ que existe entre la promesa divina y el vófioç.
signa al «intermediário» o «mediador» entre per-
sonas y especialmente entre Dios y el hombre c) En 1 Tim 2, 5, que es un fragmento plas­
(Josefo, Ant VII, 193; Filón, VitMos II, 166 [cf. mado litúrgicamente, el concepto de pEOÍTTiq
Her 205s]; Som I, 142; AsMo 1, 14; 3, 12; cf. se halla (desde el punto de vista de la historia
también Job 9, 33 LXX), o también al «interce- de Ias tradiciones) en la misma línea que en­
sor» (TestDan 6, 2 [cf. TestLev 5, 6]; cf. Füón, contramos en el judaísmo helenístico y que
Som I, 143). Siguiendo al AT (Ex 19, 13ss; 20, vemos especialmente en el TestDan 6, 2
19; Núm 21, 7; Dt 5, 5.27 y passim), el judaísmo
rabínico, que tiene el término técnico sarsür («in­ (ouxóç [a saber, el ángel intercesor] èoxi
termediário, tratante») para expresar la función peaíxT]ç ■0'EOõ x a l âv&Qcájtmv): «Porque hay
de un pEOÍTTiç -tanto en sentido profano como en un solo Dios, y también un solo mediador
sentido teológico (cf. Oepke, 605s)- y el judaís­ entre Dios y los hombres, el hombre Cristo
mo helenístico consideran a Moisés como el Jesús». El es el «abogado e intermediário»
(lEOÍTTiç por excelencia. Dios por medio de él dio (Oepke) de Dios ante los hombres, y vicever-
la Torá a Israel (jMeg 7, 4d, 9; ExR 3 [69b]: DtR sa. La estrecha dependencia de Ias concepcio-
3 [201a] y passim). Lo mismo que en el âmbito
judio helenístico, Moisés en la literatura rabínica nes y de la manera de hablar dei judaísmo he­
tiene significación soteriológica en virtud de su lenístico sugiere que, en 1 Tim 2, 5, hemos de
función. Sobre la concepción de un |xeoÍTqç en entender peoíxT^ç como mediador dei pacto,
Qumrán cf. IQH 6, 13s. aunque falte el correspondiente tecnicismo ->■
ôiadijxT] (pacto / alianza / testamento).
b) Según Gál 3, 19, la ley (vópoç) dada en d) La mitad de los testimonios de peoíxriç
el Sinai al pueblo de Israel, «fue promulgada en el NT se encuentran en la Carta a los He-
mediante ángeles por mano de un mediador». breos y, por cierto, siempre en asociación con
Como indica el contexto, ese peoíxTiç es Moi­ ôiaüiíxT] como genitivo dependiente. Hebre-
sés. os considera la función mediadora de Jesu-
235 |X8aÍTT]ç - Meaojioxafiía 236

cristo como una función de su verdadera acti- sia por medio de Cristo, quien es en sí mismo
vidad sacerdotal (5, 6.10; 6, 20; 7, 17.21.26; la palabra de la promesa escatológica de Dios
8, 1 y passim). El es el «Mediador de un pac­ ( 1, 2).
to mejor» (8, 6) y el «Mediador de un nuevo D. Sânger
pacto» (ÔLaO-pxTiç «aivfjç [xeoÍTriç, 9, 15 ó
ôta#iíxTiç véaç peaítriç, 12, 24). La expre-
sión que bailamos en 7, 22 y que viene a decir f ié o o v ( o v , TÓ) meson situado en medio,
lo mismo -Jesús como «fiador (eyYUOç) de en medio de
un mejor pacto»- sugiere que, en los mencio­ ^ péaoç.
nados pasajes, hay que entender p e o ÍT T jç de
una manera correspondiente y que hay que jieo o v v x T lO V , 0X5, TÓ mesonyktion me-
atribuir aqui al término el sentido jurídico que dianoche*
por naturaleza le corresponde. Mc 13, 35: [XEaovúxTtov, a medianoche
Jesucristo es el fiador (o garante) dei pacto (acusativo de tiempo; cf. Sal 118, 62 LXX);
mejor y de la mejor promesa (conclusión (a mi- Lc 11, 5: peaovuxTÍou (genitivo de tiempo,
nori ad maius), que Dios dio a su pueblo según cf. péoqç vuxxóç, Mt 25, 6; BlaB-Debrunner
Jer 31, 31-34 (cf. Heb 8, 8-12). Ahora bien, si en § 186 nota 6); x ax à xò psoovúxxiov, «a me­
Heb 8, 6 el mejor pacto garantizado por Jesús se dianoche», Hech 16, 25; péxQ'- p.eoovuxxLOU,
fundamenta en la promesa de Jer 31, 31-34, ve­ «hasta Ia medianoche», 20, 7 (a propósito de
mos inversamente en 9, 15 que el nuevo pacto,
la ausência de artículo cf. BlaB-Debrunner §
establecido por la muerte de Jesús, es el prerre-
quisito para la recepción de la promesa (cf. 6, 255, 3).
12.15; 10, 36; 11, 13.33.39) hecha a los Uamados
a la herencia etema en el cielo. Así, pues, 9, 15
recoge de nuevo la sustancia de lo que se dice en Meoon:oT«HÍa, aç, Mesopotamia Me-
8, 6. «Cristo no sólo es sacerdote y víctima, sino sopotamia*
también el Mediador de un nuevo pacto» (Mi- Literalmente, el «país (xtÓQa) situado entre
chel, 316). 12, 24 vuelve a estar en estrecha co-
rios», en hebreo '“ram nah“rayim (Gén 24,
nexión con 12, 18-24, mediante una construcción 10), paddan '“rãm (25, 20); en la LXX se tra-
antitétíca. Los vv. 18-21 recogen imágenes de la
duce siempre por MEOOJtoxapía. Durante la
concertación dei pacto en el Sinai (cf. Ex 19, 12.
época helenística fue el nombre que se aplica-
16-21; Dt 4, lls; 5, 22s; 9,19); en cambio, los vv.
22-24 mencionan los dones escatológicos dei ba al território situado entre el curso medio
nuevo pacto, que tiene a Jesucristo como fiador dei Eufrates y dei Tigris, pero en el NT se
(v. 24). Porque la sangre derramada por medio deaplica a toda la región situada entre los dos
su muerte habla ante Dios (cf. 7, 25) pidiendo rios; Hech 2, 9: oi xaxotxoüVTEç ttiv M eoo-
perdón con voz más potente que la sangre de jto x a p ía v , los habitantes de Mesopotamia,
Abel que clama venganza (11,4; cf. Jub 4, 3; Hen
refiriéndose seguramente a gran parte de los
[et] 22, 5-7). Así que Jesús, como el peoíxTiç, es
judios deportados a «Babilônia»; cf. también
€í fiador y la prenda de la promesa divina defini­
tiva. Josefo, Ant I, 154; GénR 39 sobre 12, 1; Bi-
llerbeck II, 608s, 666s, y especiahnente Hech
3. En Heb 6, 17 el verbo tiene la misma 7, 2, según el cual texto Abrahan, antes de su
significación básica que el sustantivo. «(Dios) estancia en Jarán, experimentó la manifesta-
garantiza con un juramento lo inquebrantable ción de Dios (cf. Gén 12, 7) en Mesopotamia
de su voluntad» (cf. 7, 21 y Sal 110, 4; cf., a (õvTi èv Tfj M EaoJtoxapíg: cf., a propósito,
propósito, H. Koster, en Studien zur Theolo- la Ur de los caldeos mencionada en Gén 11,
gie der alttestamentlichen Überlieferungen. 31 y que se hallaba en el curso bajo dei Eu-
FS fü r G. von Rad, reimpresión 1961, 105ss) frates), es decir, se emplea también Mesopo­
y mediante Ias promesas que Dios hizo a tamia en sentido amplio para referirse a «Ba­
Abrahán (Gén 22, 16s) y que él dio a la Igle- bilônia» (Lucas, en contra dei AT en Gén 12,
237 MEOOJiOTaiJÍa - (iéooç 238

1.7, se refiere a la primera salida de Abrahán brunner § 215, 3), o como advérbio (Flp 2,
de Ur/Mesopotamia, en vez de referirse a la 15: péoov, «en medio de una generación tor­
segunda salida, a la de Jarán, cf. también E. cida y perversa»), Muy semejante es la expre­
Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], sión kn péoou (cf. el hebreo mittôk) en Mt
sub loco), Pauly-Wissowa XV, 1105-1163; 13, 49; Hech 17, 33; 23, 10; 1 Cor 5, 2 (i,lati-
Bauer, Wõrterbuch, í . v. ; BHH II, 1197; Haag, nismo?), cf. BlaB-Debmnner § 5, 4); 2 Tes 2,
Diccionario, 1244 (bibl.); Pauly, Lexikon III, 7. En estos casos la expresión se halla siem-
1237-1241. pre en lugar de la preposición clásica èx y de­
H. Balz signa, reforzando la preposición, el lugar dei
que se destaca o sobre el que realza una cosa
O una persona (de en medio de, en la mayoría
fléaoç, 3 mesos situado en el medio, en de los casos va seguida por un genitivo). En­
medio de, entre contramos además à v à péoov (seguido de
B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch, 1103s; O. Becker, en genitivo) con el significado de entre (Mt 13,
DTNTI, 89-92; BlaB-Debrunner § 204 con la nota 1; 25; Mc 7, 31; Lc 17, 11 v.l.; 2 Cor 6, 5; Ap 7,
215, 3; R. R. Brewer, R evelation 4, 6 a n d Translations 17); en cambio, la expresión naxà péoov tfjç
Thereof: JBL 71 (1952) 227-231; U. Holzmeister, Vox
•rmedium» e t p h ra sis «in m edio» in S. Scriptura: VD
vuxTÓç en Hech 27, 27 (cf. también 16, 25 D
18 (1938) 279-284; Johannessohn, P rãpositionen, í . v. con jc atà ôè tò peoovúxTiov) debe enten-
en el índice analítico; E. Lohmeyer, D iatheke, Leipzig derse como una determinación de tiempo: «en
1913, 85s; Mayser, G ram m atik, s.v. en el índice analí­ medio de la noche».
tico; A. Oepke, (teaÍTTiç m k ., en ThWNT IV, 602-629;
O. SchultheB, en Pauly-Wissowa XV, 1097-1099. b) Principalmente Marcos y Lucas vincu-
lan pÉooç con una intención teológica defini­
1. En el NT péooç aparece 58 veces como da, que va más allá dei simple significado lo­
adjetivo (sustantivado algunas veces), como cal que tiene este término en la mayoría de los
advérbio y como preposición impropia. Se demás casos. En Mc 3, 3 Jesús coloca al lisia-
encuentra con especial frecuencia en la doble do de la mano seca en medio de los fariseos
obra de Lucas, concretamente 24 veces, mien- (v. 6). Cuando Jesús llama al enfermo para
tras que en el Corpus Paulinum aparece uni­ que se sitúe en esta «posición expuesta» (R.
camente 5 veces (1/2 Corintios, Filipenses, 1 Pesch, Das Markusevangelium II [HThK],
Tesalonicenses). Los restantes testimonios se 191, cf. 9, 36; 14, 60), Marcos acentua que Je­
distribuyen entre los demás evangelios, y en­ sús, como era costumbre en un pleito -cf. Jn
tre Colosenses, 2 Tesalnicenses, Hebreos y 7, 53-8, 11; también Hech 4, 7 -, sitúa a la
Apocalipsis. persona desvalida (como verdadero objeto dei
litígio) en medio de los que son los adversá­
2. a) El significado básico, conforme al rios en el proceso. De esta manera, Jesús de-
uso original -cf. Homero, 11 18, 507; Jenofon- muestra fundamentalmente que el manda-
te, An III, 1, 21; Aristóteles, EthNic V, 4, miento dei sábado pierde su obligatoriedad
1132a, 22s- es situado en medio, en medio de, desde el momento en que no se orienta ya ha-
entre (Mt 10, 16; 14, 6; 18, 2; Mc 3, 3; Lc 8, cia la persona.
7; 10, 3; Jn 8, 3.9; Hech 1, 15; 4, 7; Flp 2, 15; Es sorprendente la frecuente aparición de
1 Tes 2, 7; Heb 2,12; Ap 1, 13; 4, 6 y passim). péooç en Lucas. Como sucede también en los
La expresión adverbial èv (tíõ) (ieoío o eiç tò demás escritos dei NT, el término sirve prin­
pÉoov puede aparecer como preposición im­ cipalmente para acentuar aún más lo que ya es
propia para sustituir a Ias preposiciones clási- notable de por sí, especialmente en escenas
cas èv o 8Íç (Mt 10, 16; Mc 3, 3 y passim). creadas por el evangelista mismo; a la edad de
péooç puede realizar también la misma fun- doce anos, Jesús se sienta ya en medio de los
ción como simple adjetivo (Jn 1, 26; péooç maestros, en el templo (Lc 2, 46); Jesús, el
■up,(üv, «en medio de vosotros»; cf. Bla6-De- Maestro, se comporta entre sus discípulos co-
239 néooç - (AeoTÓco 240

mo un sierviente (22, 27). Lucas, al ser el úni­ de aves, 19, 17 (siempre con el perfecto dei
co que acentúa que Pedro sigue a Jesús cuan- verbo Jtéxopai, «volar»).
do le llevan preso, y que llega incluso a sen-
tarse alrededor dei fuego encendido en medio
^EOÓO) mesoõ estar a la mitad, alcanzar la
dei patio de la casa dei sumo sacerdote, ocu­
mitad*
pando un sitio en medio de los criados de la
Jn 7, 14; fíÔT] ôè xfjç EOQXijç pEooúoqç,
guardia (22, 55 [bis]), relativiza (no justifica)
«mediada ya la fiesta».
la negación que va a producirse a continua-
ción. El èv (xÉocp de Hech 1, 15, dentro dei
discurso de Pedro (1, 15-22) creado por Lu­ M s a a í a ç , o v Messias Mesías*
cas, es, como por ejemplo Lc 24, 36 y passim, La forma helenizada dei arameo m^sihã’, en
griego biblizante (èv péotp, en la LXX, es tra- hebreo mãsí°h, aparece únicamente en el
ducción dei hebreo Iftòk, cf. Hatch-Redpath Evangelio de Juan; 1, 41; enpTixapEV xòv
I, 461-467; cf. también IQS 6, 22). Acentúa, M eoaíav, en lábios de Andrés; 4, 25; o íôa
como los demás biblicismos de esta sección oxi MEOoíaç EQxexai (sin artículo; cf., a pro­
(cf., a propósito, E. Haenchen, Die Apostelge- pósito, R. Schnackenburg, El Evangelio se-
schichte^ [KEK], 162s), que la elección de gún San Juan I, sub loco: ^referencia al
Matías para formar parte dei círculo de los Ta’ebl) en lábios de la mujer samaritana; en
Doce se ajustaba a la Escritura. ambos pasajes se acompana la traducción
Es singular en el NT la expresión ôiò [xé- griega XQiotóç (-» Iq o o õ ç 4.a, ->^ X qloxóç).
oov en Lc 17, 11 (Jesús llega «por entre me­ Encontramos además ó XEyópEVOÇ XQtotóç,
dio de Samaría y Galilea»), porque ôió con que debe entenderse indudablemente como
acusativo tiene aqui únicamente significado una explicación; «lo que significa / lo que
espacial; «por entre medio de», pero cf., no quiere decir». Cf. también 9, 11; 11, 16.54;
obstante, 4, 30. Si ô tà péoov en 17, 11 es o 19, 13; 20, 16. Cf. además Glotta 36 (1957-
no original, es una cuestión que no puede re- 1958) 171; ThWNT IX, 561-565.
solverse con seguridad (cf. la v.l. sub loco y
H. Conzelmann, El centro dei tiempo, Madrid
^EOtÓÇ, 3 mestos lleno, colmado*
1974, 104-105).
El adjetivo aparece 9 veces en el NT, siem­
D. Sânger pre asociado con el genitivo; en sentido pro-
pio en Jn 19, 29a («una jarra llena de vina­
gre»); 19, 29b («una esponja empapada de
JIEOÓTOIXOV, OV, t ó mesotoichon pared vinagre»); 21, 11 («red llena de grandes pe-
intermedia, pared de separación* ces»); en sentido figurado, aplicado a per-
Ef 2, 14; xò pEOÓxoixov xoú cpQaYpoíj, sonas; Mt 23, 28 («llenos de hipocresía e iiú-
«la pared de separación / el muro de separa­ quidad»); Rom 1, 29 («llenos de envidia...»;
ción, formado por la barrera» de la ley, que 15, 14 «llenos de bondad»); Sant 3, 17 {«lle­
separaba a judios y gentiles antes de Cristo; na de misericórdia»): en relación con los ojos
es diferente la interpretación que ofrece el en 2 Pe 2,14; {«llenos de [es decir, con dese-
ThWNT rV, 629. os de] una adúltera»); dícese de la lengua en
Sant 3, 8 {«llena de veneno mortal»).
^ E ffo v ç a v r m a , a t o ç , to m eso u ra n êm a
el medio dei cielo, el cenit* |l.£0tÓ(O mestoõ Uenar*
Literalmente, es el punto más alto alcanza- En el NT el verbo aparece únicamente en
do por el sol en el cielo; de ahí, en sentido ge­ voz pasiva; yX.enxouç (j,e|xeoxo)|xévoi eioív,
neral, significa en lo más alto dei cielo-, díce- «están llenos de vino dulce», Hech 2, 13; ->
se de un águila, Ap 8, 13; de un ángel, 14, 6; Ykeüxoç.
241 (leta 242

^ 8 t á meta con genitivo: con, al lado de; de la comunión con alguien, tal como Mc 3,
con acusativo: después, detrás 14; Jn 13, 33 lo expresa en relación con Jesus
y sus discípulos, y Mt 5, 25; Jn 3, 26, en rela­
1. Aparición - 2 Significado - a) |iExá con genitivo
- b) (íetú con acusativo - 3. Uso teológico. ción con otros; o bien en el sentido figurado
de la ayuda que presta Dios (Mt 1, 23), Cristo
B ib l : Bauer, W õrterbuch, í .u ; BlaB-Debninner § (28, 20), el Espíritu (Jn 14, 16) o la comunión
198, 226s, 402, 459; H. Frankemõlle, Ja h w ebund un d de estos tres (2 Cor 13, 13). - Sobre la mane-
K irche C hrísti, Münster i. W. 1974, 7-158; W. Grund-
mann, oúv - (tetá m it Gen. kt\., en ThWNT VII, 766- ra «hebraizante» de expresarse así (BlaB-De-
798; Johannessohn, P rã p o sitíonen, 202-216; Kühner brunner § 277, 3) en Lc 1, 72; 10, 37; Hech 2,
G ra m m a tik I V l , 505-509; Liddell-Scott, í .u ; Mayser, 28; 14,27; 15,4, cf. Bauer, s.v. A II c y* Sobre
G ram m atik II/2, 440-445; H. D. PreuB, «...ich w ill m it la descripción de dos actitudes contrapuestas
d irse in !» : ZAW 80 (1968) 139-173; Schwyzer, G ram ­
m a tik II, 481-487; W. C. van Unnik, D om inas vobis- en Mt 12, 30 par. Lc 11, 23, cf. ibid. ô.
cum : the b a ckg ro u n d o f a liturgical fo rm u la , en N T En segundo lugar, p e tá designa una activi-
E ssays. S tu dies in M em o ry o fT . W. M anson, Manches- dad o experiencia común, por ejemplo, en una
ter 1959, 270-305; D. Vetter, J a h w es M it-S ein - ein comida (Lc 7, 36); en tercer lugar, designa la
A u sd ru c k d es S egens, Stuttgart 1971.
acción conjunta de dos partidos, sea hostil
1. El NT emplea (i8Tá 473 veces, nunca con (Ap 2, 16) o bien pacífica (Rom 12, 18). Fi­
dativo. Con acusativo [lEtá se halla unas 100 ve­ nalmente, se refiere a cualquier otra asocia-
ces, y sólo es relativamente frecuente en Hechos ción de personas (Mt 2,11) o grupos (22,16),
(29 veces sobre 66) y en Hebreos (9 veces sobre de cosas (27, 34) y realidades espirituales (Ef
23). petá con genitivo aparece en el NT con mu- 6, 23).
cba mayor frecuencia que la preposición (amplia- 3) pexá puede designar también Ias cir­
mente sinônima) oúv; esta última falta entera-
mente, entre otros escritos, en Ias Pastorales, en cunstancias concomitantes en Ias que algo su­
Hebreos, en 1 Pedro, en Ias Cartas de Juan y en el cede. Entre ellas se cuentan especialmente los
Apocalipsis, y aparece sólo alguna vez que otra condiciones espirituales y físicas y Ias mani-
en Mateo, Marcos y Juan, y sólo predomina en festaciones de Ias mismas, por ejemplo, el go­
Hechos (50 veces en contra de 36). zo (Flp 2, 29), el temor y temblor (2 Cor 7,
15) o (clamor y) lágrimas (Heb 5, 7; 12, 17),
2. a) En pExá con genitivo, el significado pero también otras manifestaciones concomi­
básico «con» varia de diversas maneras (cf. tantes como Ias persecuciones (Mc 10, 30), el
Bauer, í .v. A). rnmulto (Hech 24, 18) o el tanido de la trom­
1) En sentido local significa en medio de, peta (Mt 24, 31), e incluso pertrechos como
entre, con: Mc 1, 13, «entre Ias fieras». lintemas y armas (Jn 18, 3).
2) En la mayoría de los casos pexá expre- b) En el NT pexá con acusativo tiene, a lo
sa una forma de relación (generalmente per- sumo, sentido local en Heb 9, 3 (cf. BlaB-De-
sonal). En primer lugar, designa a la persona brunner § 226). En todos los demás pasajes,
en cuya comunión o companía sucede algo. pExá tiene sentido temporal y designa una de
Esto se refiere al ir o venir con alguien o al dos; o el momento después dei cual algo su­
ptermanecer junto a él: Mt 20, 20: «ella vino cede, o bien el tiempo que trascurre desde un
con sus hijos adonde El estaba»; en Ap 6, 8 y determinado momento hasta que algo sucede,
14, 13 casi tautológicamente con av,okov- pexá aparece frecuentísimamente (33 veces)
^éto: seguir como companero a alguien. Ade- en el primero de estos dos sentidos tempora-
más, se refiere al hecho de traer o llevar con­ les, en la frase psxà xaüxa (xoüxo), después,
sigo, o algo parecido, a alguien o algo: Mt 12, pero que se limita a Lucas/Hechos, Juan, He­
45: entonces va y toma consigo como compa- breos y Apocalipsis. Con bastante frecuencia
neros»; Hech 1, 26: «y le contaron entre los se asocia también con pexá el infinitivo sus-
apóstoles». Finahnente, describe el estar con tantivado (siempre en aoristo); Mc 1,14, «des­
alguien y a su lado, sea en el sentido propio pués de que Juan había sido encarcelado». El
243 tAexa - [iexaiQCü 244

segundo sentido temporal aparece en la frase: 5, 24; 1 Jn 3, 14 pasar (en ambos casos: èx
«después de tres dias» (Mt 27, 63; Mc 8, 31; XOÓ3 fraváron eíç xf|v Çcofiv). ThWNT I, 521.
10, 34; Lc 2, 46).

3. La idea de estar «con Cristo» la formula JlE ta P á X X o fia i metaballomai volverse,


Pablo (cf. Col 2, 13.20; 3, 3.4) con oúv (a cambiar de parecer*
diferencia de Lc 23, 43; Jn 15, 27; 17, 24); Hech 28, 6: paxaPa)ió[XEVoi eXeyov,
por el contrario, el hecho de que Cristo y Dios «cambiaron (de repente) de parecer y dije-
estén con los hombres, lo formula él -como ron».
los demás autores dei N T - con pExá. El de-
seo de la ayuda y asistencia divina forma par­ flETáyw metagõ dirigir en otra dirección;
te habitualmente de Ias fórmulas finales de en voz pasiva, cambiar el rumbo*
bendición en todo el Corpus paulino y en He- En Sant 3, 3 dicese dei freno (como de un
breos (cf. 1 Jn 1, 3; 2 Jn 3); el uso paulino de pequeno instrumento en el hocico de los caba-
pexá se corresponde con Ias fórmulas dei AT llos), que dirige a todo el animal; en 3, 4 di­
que expresan la presencia de Yahvé con su cese dei ümón (que es muy pequeno en com-
pueblo (cf. 3 Re 8, 57; Sal 22, 4 LXX). paración con toda la nave); en ambos casos,
El Evangelio de Mateo se halla marcado como imagen de lo mucho que puede hacer la
tanto al principio (1, 23; cf. Is 7, 14 ó 8, 8.10 lengua.
LXX) como al fin (28, 20), es decir, en toda
su extensión, por una promesa de Dios o de
Cristo expresada con [xetó (cf. Is 41, 10; Zac ^ £ T a ô íô (0 ^ l metadidõmi compartir, co­
8, 23). Según Lucas/Hechos, la asistencia es­ municar, entregar*
pecial de Dios (cf. Gén 28,15; Ex 3,12; Jer 1, En el NT el verbo aparece 5 veces: entregar
8.17.19) la experimentan Jesús (Hech 10, 38), en Lc 3, 11 (a saber, una de Ias dos prendas de
Juan (Lc 1, 66), Maria (1, 28), Pablo (y Ber- ropa interior); Ef 4, 28 (a saber, algo de los
nabé) (Hech 18, 10; 14, 27; 15, 4) y otros (7, bienes que se han ganado); comunicar, Rom
9; 11.21). El Evangelio de Juan acentua que 1, 11; 1 Tes 2, 8; en sentido absoluto: ó pexa-
Dios está con Jesús, y que Jesús está con sus ôiôoúç, «el que comparte (con otros)», Rom
discipulos (3, 2; 8, 29; 13, 33; 14, 9.16; 16, 12, 8.
4.32; 17, 12). Ap 21, 3 describe -jy lo hace
tres veces con ^ exó!—la futura comunión de flEtá^EO lÇ , ECOÇ, 1^ metathesis trasforma-
vida de Dios con los hombres. ción, cambio, traslado, arrobamiento*
W. Radl Heb 7, 12: vópon pExáflEaiç, «cambio de
la ley»; 12, 27: xrôv oaX.EUopévcov jXExáfre-
aiç Cüç KEttOiTjpÉvcüv, «la trasformación de
^.E T aP aívú) m etabainõ ir a otro lugar, Ias cosas que pueden ser sacudidas, como Ias
marcharse, pasar de... a, trasladarse* cosas creadas» (cf. v. 26, cita de Ag 2, 6
En el NT el verbo aparece 12 veces, casi LXX); en Heb 11, 5 dicese dei arrobamiento
siempre en sentido propio marchar de un lu­ de Henoc (cf. Gén 5, 25; Eclo 44, 16; Sab 4,
gar (a otro): Mt 8, 34 (àjtó); 11, 1; 12, 9; 15, 10, en todos los casos con p,Exaxífrr][xi [en he-
29; Hech 18, 7 (èxEifrev); en Mt 17, 20 dice- breo, lãqah]}. ThWNT VIII, 162s.
se en sentido metafórico de una montana
(p e tá p a ÊvfrE èxEi [«\trasládate de aqui has­
ta allá!»], x a l ^xexapf|aExaL); Lc 10, 7 (è^... fAETaÍQO) metairõ irse, marcharse*
EÍç: «jno andéis de casa en casa!»); Jn 7, 3 Mt 13, 53: pExfjQEV IxEifrcv; 19, 1: àitò
(èvxe'0'&Ev); 13, 1 (èx t o ú xóojxon xonron xf)5 TaXiAaíaç, en ambos casos dicese de Je­
31QÒÇ xòv itaxÉQa); en sentido figurado en Jn sús.
245 H£xaxaA.Éo[iai - imanoeqpóco 246

f i e t a x a ^ É o j i a i m e ta k a le o m a i hacer 11a- cf. también TestNef 3, 4. ThWNT I, 259s;


mar o mandar llamar / hacer venir* Spicq, N o te s II, 553s; à k X á a a ü ).
En el NT el verbo aparece sólo en voz me­
dia y únicamente en Hechos: 7, 14: laxcóP; ^ £ T a ^ é X o ^ a l m e ta m e lo m a i sentir arre-
10, 32: Eífioova; 20, 17: toxiç JtQEoPvTé- pentimiento, arrepentirse*
Qonç; 24, 25: oé (refiriéndose a Pablo).
En el NT, pExapÉXopai aparece 6 veces
como deponente pasivo y expresa -en compa-
jl E ta x i V E tO m e ta k in e õ m over dei lugar, ración con pExavoéü)- un cambio, no tanto
alejar* en la conciencia cuanto en los propios senti-
En pasiva en Col 1, 23: TeO-ep.eX.icopévoi... mientos acerca de una cosa o de una acción
âÔQaíoi... |xf) (iexaxivoiJUEVOi, «firmemente (cf. ThWNT IV, 630); Mt 21, 29: í Soxeqov ôè
establecidos... sin d e ja r qu e o s apa rten » ; se­ p.axapEJcqO-EÍç, «pero después sin tió arrepen -
ria también posible considerar el verbo en voz tim ien to / sin tió p e s a r » (cf. también el v. 30
media: «sin a p a rta ra s» . ThWNT III, 719. v.l.); algo parecido se dice en 27, 3 de Judas;
21, 32: pEXEpEXfi^EXE noxEQOV, « a rre p en tir­
se / se n tir rem ordim ien tos después (de la an­
^ e t a ^ a ^ P á v o ) m e ta la m b a n õ recibir par- terior incredulidad); en 2 Cor 7, 8a.b, el pre­
ticipación, ser hecho partícipe, obtener* sente junto al imperfecto: «no m e p esa ...', aun-
El verbo aparece 7 veces en el NT; con acu- que (antes) m e p e sa b a » ; Heb 7, 21: «El Senor
sativo únicamente en Hech 24, 25: xaiQÒv ha jurado y no se a rre p e n tirá » (cita dei Sal
[iETaX,aPcóv, « si en cu en tro una ocasión opor­ 109, 4 LXX). ThWNT IV, 630-633; DTNT I,
tuna / a su debido tiempo»; en los demás ca­ 333s.
sos, con genitivo: [tExaX,a[iPávco xpocpfjç,
« to m a r alimento», Hech 2, 46; 27, 33.34; xcõv
xaQJtíõv pEXaÀ,ap,pávEiv, « re cib ir su p a rtic i- (leTa^OQCpÓQ) m e ta m o r p h o õ trasform ar,
p a c ió n en los frutos», 2 Tim 2, 6; s e r h ech o
trasfigurar*
p a r tíc ip e , Heb 6, 7 (eú^i.oYÍaç); 12, 10 (xfjç 1. Aparición - 2. Significados de Ia palabra - 3. En-
áyiÓTTixoç). ThWNT IV, 11. cuadramiento teológico.
B ib l: J. Behm, pETapoQqtóto, en ThWNT IV, 762-
767; R. Hermann, Ü ber d en Sin n d es MoQcpoõaúai
^ E x á X tm i|H Ç , E fo ç, m e ta lê m p s is parti- XpioTÒv èv np.iv in Gal. 4, 19'. ThLZ 80 (1955) 713-
cipación, aceptación, recepción* 726; E. Larsson, C hristus ais Vorbild, Uppsala 1962,
En 1 Tim 4, 3 dícese de los manjares que 179-182; J. M. Nützel, D ie V erklãrungsgeschichte im
M a rkusevangelium , Würzburg 1973 (en Ias pp. 317-
Dios (en contra de los preceptos tradicionales 324, más bibUogralia); K. Prümm, D ia ko n ia P neum a-
sobre Ias comidas) ha creado «para que se tos I. Theol. A u sleg u n g d es 2Kor, Roma 1967, 179-
acep ten / para que se disfru ten con gratitud» 182.
( e Í ç p,ExáX'q|xx|)iv pExà Enxccgioxíaç). ThWNT
IV, II. 1. En el NT el verbo liExaftOQqjócü se em-
plea en cuatro pasajes: Mc 9, 2 par. Mt 17, 2;
Rom 12, 2; 2 Cor 3, 18. En todos los pasajes
j i E t a ^ X á a a t o m e ta lla s õ cambiar, trocar* el verbo se halla en voz pasiva: p,Exa(XOQ-
Rom 1, 25: p e x r |^ X a |a v xt]v à )c r|^ E ia v ... qióopat.
£V xm tjjÊtJÔEL, « e llo s (los paganos) ca m -
biaron la verdad de Dios por la mentira» (cf. 2. El significado básico de [xexa[ioQqpó(o
fíÀ ,X a|av, V. 2 3 ); 1, 26: pEXT]XX,a|av x q v cpu- es: cambiar la piO0qif|.
OLMTiv XQfjoiv E iç..., «ca m b ia ro n la función a) Una trasfiguración visible extemamente
natural por la que es contra la naturaleza» se describe en Mc 9, 2 par. Mt 17, 2. No se
(ELç/èv corresponde al hebreo b ”, cf. la LXX); piensa en una trasformación de la esencia de
247 HETanoQcpoo) - HEtavoia 248

Jesús; la verdadera esencia de Jesús se hace so —producido también graciosamente por


visible en la Trasfiguración a tres discípulos D ios- en el conocimiento de los discípulos
escogidos. El uso de la voz pasiva indica que acerca de Jesús (y, mediante la narración, en
se trata de una acción de Dios. el conocimiento que adquiere el lector),
b) Como lo opuesto a una acomodación (-^ b) la trasformación progresiva que se pro­
oncxTipaTÍ^tü) a este mundo (-+ aimv 4.c), duce en el cristiano por medio dei conoci­
Rom 12, 2 exige un cambio mediante la reno- miento (hecho posible por la fe) de la gloria
vación de la mente. La finalidad dei cambio dei Senor exaltado. El Conocido marca su im-
es que el cristiano se comprometa consciente­ pronta sobre el que conoce. El conocimiento
mente (->- ôoxipáÇoo) a cumplir la voluntad hace que los cristianos se vayan haciendo se-
de Dios, a hacer lo bueno, lo noble y lo per- mejantes a la imagen de Jesucristo, y los con­
fecto. La voz pasiva indica que Pablo no pien- duce así a la entrega -libre y convencida- a la
sa en algo que la persona logre por sí misma, voluntad de Dios.
sino en la fuerza divina de persuasión que J. M. Nützel
trasforma la mente humana. Claro que el im­
perativo p,ExapoQqpO'0a'&e exige la prontitud
y la cooperación por parte dei hombre. Como fiEXavoéo) metanoeõ volverse, cambiar de
Pablo dirige su exigencia a cristianos, no pue- actitud, hacer penitencia
de referirse a una reorientación singular en la ->■ (iExávoia.
vida (por ejemplo, con motivo de la acepta-
ción de la fe y de su sello en el bautismo); Pa­
fAETavoia, a ç , iq metanoia cambio de vi­
blo piensa evidentemente en otro cambio per­
da, conversión, penitencia*
manente y progresivo dei ser interno de la
pexavoÉO) metanoeõ volverse, cambiar de
persona. En este pasaje se ve claramente que
actitud, hacer penitencia*
la trasformación interior tiene que hacer sen­
tir también sus efectos al exterior. 1. Aparición en el NT - 2. Significación de Ias pala­
bras (fiiera dei NT) - 3. Juan el Bautista - 4. Jesús - 5.
c) La fuerza trasformadora dei xÚQioç o Fuente de logia (Q) - 6. Marcos - 7. Mateo - 8. Lu-
dei JtV8Üp,a se halla expresada claramente en cas/Hechos - 9. Literatura epistolar - 10. Apocalipsis.
2 Cor 3, 18. La finalidad de su acción es la
trasformación en la imagen (->• e Ixóiv 7 . c) de B ib t : P. Aubin, L e p ro b lèm e de la «conversion»,
Paris 1963; J. Becker, Bajie IV {NT), en TRE VB, 446-
la gloria dei Cristo exaltado. La «contempla- 451; J. Behm, M eta n o ia - E in G ru n d b eg riff d e r ntl.
ción sin velos» de la gloria (->■ ô ó^a 4) dei V erkündigung: DTh 7 (1940) 75-86; J. Behm-E.
Senor «en el espejo» (->• xaxojtTQÍÇopai), Würthwein, petavoéco •nrX., en ThWNT IV, 972-
que es Dios mismo (cf. H. Lietzmann, An die 1004; H. Braun, « U m kehr» in sp ã tjü d .-h ü r e tis c h e r
u n d frü h ch ristl. Sichr. ZThK 50 (1953) 243-258; C. E.
Korinther / /// [HNT], sub loco), conduce a Carlston, E schatology an d R ep en ta n ce in the E pistle
que uno se baga semejante a lo contemplado. to the H ebrew s: JBL 79 (1959) 296-302; E. K. Die-
La adición de Ias palabras «de gloria en glo­ trich, D ie U m kehr (B ekehrung u n d Bufie) im A T und
im Judentum , Stuttgart 1936; A. H. Dirksen, The N T
ria» indica que se trata de un proceso progre­
C oncept o f M etanoia, tesis, Washington 1932; J. Du-
sivo. Y, así, la idea puede ser que se da un cre- ponL R ep e n tir e t conversion d ’a p rès les A ctes de A pô-
cimiento de la ô ó ^a en los cristianos (ApBar tres: ScEc 12 (1960) 137-173; H. Emonds-B. Posch-
[sir]) o bien que se produce un constante fluir mann, Buj^e, en RAC II, 802-814; H.-J. Fabry, D ie
W urzel SU B in d e r Q um ran-Lit., Kõln-Bonn 1975; Id.,
de la ôó^a dei Senor sobre los cristianos, que
U m kehr u n d M eta n o ia a is m onastisches Id e a l in d er
precisamente se van trasformando así en la «M õnchsgem einde» von Qum ran: EuA53 (1977) 163-
imagen de su Senor. 180; A. Feuillet, M e ta n o ia , en SM FV, 578-589; I.
Fichtner-K. H. Rengstorf-G. Friedtich, B ekehrung, en
3. Así que p.eTap,OQq)ó(0 describe: RGG I, 976-980; P. Fiedler, J e s u s u n d d ie S ü n d er,
Frankfurt a. M.-Bem 1976; G. Fohrer, U m keh r un d
a) una revelación de la gloria dei Jesús te­ E rlô su n g beim P o p h eten H o sea , en S tu d ien z u r atl.
rreno, obrada por Dios, y con ello, un progre- P rophetie, Berlin 1967, 222-241; H. A. Frei, M etanoia
249 HETOvoia 250

IKZ 64 (1974) 118-139,


im « H irten » d e s H erm a s: m entaria: RivBib 23 (1975) 3-45; W. Trilling, M e ta ­
189-202; 65 (1975) 120-128, 176-204; B. R. Gaventa, noia a is G rundforderung der ntl. L ebenslehre, en E in-
F rom D a rkn ess to Light. A sp e c t o f conversion in the übung d e s G laubens. F S K, Tillm ann, Würzburg 1965,
NT, Philadelphia 1986; J. Giblet-A. M. Denis, P én i- 178-190; F. WeiB, D e r H e b rã e rb rie f (YS.YT), Gõttingen
tence, en DBS VII, 628-687; J. Goetzmann, |iÊrávoia, 1991, 347-351; J. Wendling, V a p p e l d e J é s u s à la
eu DTNTI, 334-337; I. Goldhahn-Müller, D ie G renze c o n versio n : Hokhma 27 (1984) 5-38; U. Wllckens,
d e r G em einde. S tu d ien zu m P roblem d e r Z w eiten Bufie D ie M issionsreden d e r A p g , Neukirchen-Vluyn ^1974,
im N T u n te r B e r ü c k sic h tig u n g d e r E n tw ic k lu n g im 178-186; H. W. WoUf, D a s T hem a «U m kehr» in d e r
2.Jh . b is T ertu llia n (GTA 39), Gõttingen 1989; H. a tl. P ro p h etie: ZThK 48 (1951) 129-148; Id.. D as
GroB, U m kehr im A T , en Z e ich e n des G laubens. F S B. K eryg m a des d eu tero n o m istisch en G eschichtsw erks:
Fischer, Zürich-Freiburg i. Br. 1972, 19-28; J. Guillet, ZAW 73 (1961) 171-186.
M eta n o ia , en DSp X, 1093-1099; E. Haag, U m kehr
u n d V ersõhnung im Z eu g n is d e r P ropheten, en D ien st
d e r V ersõhnung (TThSt 31), Trier 1974, 9-25; P. Hau- 1. ( jE T Ó v o ia y (iE x a v o É c o aparecen princi­
debert, L a métanoia, des Septante à S a in t Luc, en L a palmente en los Evangelios sinópticos (Mar­
vie de la Parole. F S fü r P . Grelot, Paris 1987, 355-366; cos 1 y 2 veces respectivamente; Mateo 2 y 5
M. Hoffer, M eta n o ia (B ekehrung un d Bufie) im N T , te- veces), especialmente en Lucas (5 y 9 veces;
sis, Tübingen 1974; P Hoffmann, Umkehr, en HThG
n, 719-724; W. L. Holladay, The R o o t sübh in the OT, además, en Hechos 6 y 5 veces). En la litera­
Leiden 1958; H. Karpp, D ie B usse, Zürich 1969; R. tura epistolar, los términos aparecen raras ve­
Koch, D ie relig iõ ssittlich e U m kehr (M etanoia) nach ces (Pablo 3 y 1 veces respectivamente [+ 1
den d rei ã ltesten E w . u n d d e r A pg: Anima 14 (1959)
vez àfAEtavÓTiToç]; en los demás escritos en­
296-307; M. Limbeck, J esu V erkündigung u n d d e r R u f
z u r Umkehr, en D a s Ev. a u f dem W eg zu m M enschen. contramos unicamente f r e T Ó v o ta : Pastorales
F S H . K a h lefe ld , Frankfurt a. M. 1973, 35-42; D. 1 vez; Hebreos 3 veces; 2 Pedro 1 vez), y en
Lührmann, H e n o ch u n d d ie M eta n o ia : ZNW 66 Juan el término no aparece en absoluto. El
(1975) 103-116; H. Merklein, D ie G o ttesh errsc h a ft verbo p ,E T a v o é (o se encuentra frecuentemente
a is H a n dlungsprinzip, Würzburg 1978; Id., D ie Um-
keh rp red ig t b ei Jo h a n n es dem T aufer un d J esu s von en el ApocaHpsis (11 veces).
N azaret: BZ 25 (1981) 29-46; O. Michel, D ie U m kehr
nach d er Verkündigung Jesu: EvTh 5 (1938) 403-413; 2. En griego la nota semântica decisiva de
R. Michiels, L a concep tio n lucanienne de la con ver­ (XExávoia o de pExavoéoi es el cambio de ac-
sion: EThL 41 (1965) 42-78; C. G. Monteflore, R abbi-
n ic L itera tu re a n d G o sp el Teachings, London 1930, titud (tanto para el bien como para el mal). En
390-422; Moore, Ju d a ism I, 507-534; E. Neuhausler, el caso de un cambio moral, los términos se
A n sp ru ch un d A n tw o rt Gottes, Düsseldorf 1962, 125- refieren a un caso concreto, no a un amplio
140; A. Nissen, G o tt u n d d e r N ãchste im antiken Ju- cambio de actitud que afecte a toda la exis­
dentum , Tübingen 1974, 130-149; A. D. Nock, B ek eh ­
ru n g , en RAC II, 105-118; W. Pesch, D e r R u f zu r tência (cf. ThWNT rv, 972-976). De impor­
E ntscheidung, Freiburg i. Br. 1964; J. J. Petuchowski, tância decisiva para la comprensión neotesta-
T he C oncept o f «Teshuvah»: Judaism 17 (1968) 175- mentaria de los términos es el concepto de
185; B. Poschmann, P a en iten tia secunda, Bonn 1940; süb en el AT («volverse» en el sentido de
Th. M. Raitt, The P rophetic Sum m ons to R epentance:
ZAW 83 (1971) 30-49; H. Sahlin, D ie F rü c h te d e r apartarse de Ias cosas presentes y retomar al
Umkehr: StTh 1 (1947) 54-68; E. P. Sanders, P a u l an d punto de partida; cf. Holladay 53). Desde lue-
P a lestin ia n Ju d a ism , London 1977 ( í . v. atonement); go, la LXX traduce casi generalmente süb por
G. Sauer, D ie U m kehrforderung in d e r Verkündigung èjtL-(ájto-)axpéq3co(-opai), y utiliza [xexa-
Jesa ja s, en W ort — G eb o t - G laube. F S W, E ichrodt,
Zürich 1970, 277-295; Schelkle, T eologia III, 111- vóü) como equivalente dei verbo niham
124; Schnackenburg I, 35-60; Schnackenburg, M ensa- («sentir pesar de algo»).
j e I, 46-55; R. Schackenburg, M e ta n o ia , en LThK
VIII, 356-359; J. Schniewind, Die F reude d e r B ufie, Tan sólo en la literatura sapiencial (cf. Eclo 44,
Gõttingen ^1960; H. G. Schõnfeld, M e ta n o ia , tesis,
Heidelberg 1970; R. Schütz, Joh a n n es d e r Taufer, Zü- 16; Sab 11, 23; 12, 10.19) aparecen por vez pri-
rich-Stuttgart 1967, 32-57; R. Schulte, L a conversion mera ejemplos en los que pExavoéco es equiva­
(m etanoia), inicio y fo r m a de vida cristiana, en MySal lente de süb (Eclo 48, 15) o sinônimo de èrao-
V, 109-125; E. Sjõberg, G o tt u n d die Sünder, Stutt- TQéq)(i) (cf. Eclo 17, 24s.29). Este uso queda con­
gart-Berlin 1938; J. A. Soggin, sü b , en DTMAT II, firmado por los escritos judios helenísticos y por
1110-1118; Spicq, N o tes Suppl, 452-458; A. Tosato, Ias posteriores traducciones griegas dei AT (espe-
P e r una revisione d eg li stu d i su lla m etanoia neotesta- ciaknente la de Sínunaco; ThWNT IV, 985-991).
251 (lexavoia 252

Süb adquiere un significado religioso espe­ inmediata proximidad (Mt 3, 10 par.) dei jui-
cial en la profecia. Su finalidad es el «retomo cio de la ira, que para Juan parece ser lo úni­
a la relación original con Yahvé» (Wolff, Um- co seguro (Mt 3, 7b par.) y que disipa todas
kehr, 134), en el que no hay que excluir la las ilusiones enganosas de Israel que quiere
idea de un «comienzo completamente nuevo» aferrarse a las promesas de salvación que se
(Fohrer, 225 nota 7). Especialmente en Amós, le habían hecho hasta entonces (Mt 3, 9 par.).
Oseas e Isaías, el retorno está orientado en La conclusión de Juan es la siguiente: «[Por
sentido estrictamente personal (conversión a tanto, dad fruto digno de arrepentimientol»
Yahvé) y constituye un acto que afecta a la to- (Mt 3, 8 par.).
talidad de la existência. En Jeremias y luego
especialmente en Ezequiel hay un desplaza- En todo ello dificilmente dependerá de la situa-
ción precaria de las fuentes el hecho de que el
miento y aparece en primer plano la idea de
«fruto dei arrepentimiento» no se concrete en el
apartarse de los pecados (individuales). cumplimiento más riguroso de los preceptos de la
En el judaísmo antiguo la conversión se en- Torá (Lc 3, 10-14 es secundário: P. Hofftnann,
tiende principalmente como un retorno a la Studien zur Theologie der Logienquelle, Münster
ley y se valora quizás como requisito prévio i. W. 1972; contra Sahlin), porque también la pre-
para la salvación. Sin embargo, ni esto ni la tensión de que la Torá es medio de salvación cae-
orientación más intensamente individualista, rá análogamente bajo el veredicto de Mt 3, 9. Co­
rrespondería más bien al carácter de principio el
y en parte también casuística, de la idea de la identificar el fruto de arrepentimiento con el bau-
conversión, autorizan para hacerla sospecho- tismo de agua de Juan, que se contrapone al bau-
sa de legalismo (M. Limbeck, Die Ordnung tismo de fuego (= juicio) de Aquel «que viene»
des Heils, Düsseldorf 1971; Fiedler); más (Mt 3, 11 par.; a propósito: Hoffmarm, Studien
bien hay que tener en cuenta la orientación zur Theologie der Logienquelle, 18-25, 28-31: cf.
parenética. Por lo demás, el judaísmo antiguo Becker, Johannes der Taufer und Jesus von Na-
zareth, 34-37).
sabe -a l menos en principio- que tanto la ley
como la conversión a Dios son dones de la Según esto, la conversión significa un reco-
grada (Sab 11, 23; 12, 10.19; OrMan 8; Las nocimiento radical de Dios, quien con razón
Dieciocho Bendiciones 5). - La idea de la se halla encolerizado con Israel, o una confe-
conversión adquiere especial importância en sión radical de hallarse perdidos en el pecado,
la secta de Qumrán, la cual se designa a sí una perdición que es tan completa, que apare­
misma como <dos convertidos de Israel» (cf., ce como inútil el recurso a los médios de sal­
a propósito, Fabry). vación de que se había dispuesto hasta enton­
ces. La conversión se concreta en el «bautis-
3. Juan el Bautista. De los ocho pasajes de mo de arrepentimiento» (Mc 1, 4 par. Lc 3,
los Sinópticos en los que aparece el término 3), el cual, al renunciar precisamente a toda
qexávoia, cinco se refíeren a Juan (aparece, seguridad relativa a la salvación, deja abierta
además, una vez p,exavoécü en Mt 3, 2), de una última oportunidad de salvación. Pero
cuya predicación es constitutivo el concepto aun los encubiertos enunciados de salvación
dei arrepentimiento. Podría estar reflejado (Mc 3, 10b. 12c par.) no se traducen en positi­
material autêntico en Mt 3, 7-12 (Q) (J. Bec- vas promesas de salvación.
ker, Johannes der Taufer und Jesus von Nazü-
reth, Neukirchen-Vluyn 1972, 109 nota 21; 4. Jesús. Si prescindimos de los pasajes
Merklein, Die Gottesherrschaft ais Hand- que probablemente se deben a la redacción lu-
lungsprinzip, 142s). cana (Lc 5, 32; 15,7.10; ^16, 30?; ^17, 3?; 24,
La conversión es ante todo un apartarse de 27; cf. además: Mc 6. 12; Mt 11, 20; ^ 6.7),
los pecados (Mc 1, 4s). El carácter que por queda asombrosamente muy poco material
principio tiene la conversión, y que constituye que nos hable de una predicación de Jesús ex-
una exigencia para todo Israel, se deriva de la hortando al arrepentimiento. Es dudoso que el
253 (leravoia 254

anuncio de la basileia y la exigencia de arre- con Jesús (Hoffmann, Studien, 28-33). Por
pentimiento en Mc 1, 15 sean autênticos (cf., tcmto, el arrepentimiento no es sólo apartarse
a modo de contraste, Q: Lc 10, 9 par.). A lo de lo anterior (como lo era en la predicación
sumo podrían atribuirse a Jesús Lc 10, 13; 11, dei Bautista) sino también reconocer el men-
32 par. y especialmente Lc 12, 3.5 (pero cf., saje y la misión de Jesús (A. Polag, Die
no obstante, Limbeck, 36s). En todo caso, el Christologie der Logienquelle, Neukirchen-
concepto de [texavoia no es típico de Jesús, Vluyn 1977, 74 y 90), quien, como el Hijo dei
como lo fue dei Bautista (cf. Trilling, 188). hombre que viene, sanciona la proclamación
Si partimos de los pasajes mencionados en de Q (de la basileia renovada). Y Q, puesto
último lugar, entonces se deduce lo siguiente; que con este mensaje encuentra evidentemen­
Jesús, lo mismo que Juan, exige arrepenti- te rechazo en Israel, refuerza la predicación
miento, y lo exige de todos sin excepción; el dei juicio. En este contexto se integran Ias
que no se convierta, está atrayendo sobre sí el sentencias de Lc 10, 13 par. Mt 11, 21 y Lc
juicio (Lc 13, 3.5), un juicio que Jesús no pro­ 11, 32 par. Mt 12, 41 (cf. a propósito; D.
clama ya apodícticamente, sino de manera Lührmann, Die Redaktion dei Logienquelle,
condicionada (Merklein, Die Gottesherr- Neukirchen-Vluyn 1969, 37-40, 63s).
schaft ais Handlungsprinzip, 146-149). El
»repentimiento exige positivamente que uno 6. Mc 1, 15 exige el arrepentimiento como
se confie a Ias palabras y a Ias acciones de Je­ respuesta al anuncio dei reino de Dios, y re-
sús (Lc 10, 13; 11, 32 par.). Por tanto, el arre- fleja así objetivamente la peculiaridad estrac-
pentimiento hay que contemplarlo en el con­ tural de la idea dei arrepentimiento en la pre­
texto de la proclamación de la basileia. Si en dicación de Jesús. Es nueva la vinculación
Juan el arrepentimiento no era ya un retomo a con la fe en el evangelio. El arrepentimiento
lo anterior (a no ser un retomo a Yahvé, quien adquiere así el sentido de conversión (cf. Mc
quiere ser tomado en serio -e n cuanto a su fu­ 6, 12, redaccional) como inicio dei acto de
tura actividad de juzgar- por la persona que volverse hacia la fe cristiana. En consonância
se arrepiente), vemos que el arrepentimiento con esto. Marcos elimina de la predicación de
en Jesús significa: vivir de la salvación apor­ arrepentimiento dei «Precursor» Juan la idea
tada por el reino de Dios, una salvación anun­ dei juicio: el «bautismo de arrepentimiento
ciada ya y que se encuentra ahora presente, y para el perdón de los pecados», en Mc 1,4, se
que suprime todo el pasado de culpabilidad. entiende así primariamente como preparación
Con ello la idea de que Dios concede el arre­ y purificación para el subsiguiente mensaje de
pentimiento (->• 2), no sólo es llevada hasta el Jesús acerca de la salvación.
extremo, sino que además es superada en la
medida en que el arrepentimiento es ahora 7. Según Mt 3, 11 (redaccional), el bautis­
consecuencia de haberse recibido antes el per- mo de agua de Juan se orienta expresamente
dón (Merklein, Die Gottesherrschaft ais hacia el arrepentimiento; sin embargo, no tie-
Handlungsprinzip, 204s). También por este ne el poder de perdonar pecados (a diferencia
motivo el concepto tradicional dei arrepenti- de Mc 1, 4), un poder que Mateo atribuye a la
miento, que antes tuvo un contenido semânti­ muerte de Jesús (26,28). Por lo demás, Mateo
co en buena parte distinto, habría desempena- hace que la figura dei Precursor se acerque
<k> en Jesús un papel tan escaso. aún más a la de Jesús; ambos hacen su apari-
ción en público con el mismo llamamiento (3,
5. luãfuente de «logia» (Q) recoge la pre- 2; 4, 17). Las divergências con respecto a Mc
(ücación dei Bautista acerca dei juicio y dei 1, 15 hacen sospechar que a Mateo le interesa
arrepentimiento (Lc 3, 8 par. Mt 3, 8); pero más intensamente la actividad responsable
adquiere un acento distinto en la medida en (motivada escatológicamente) dei hombre (G.
que «Aquel que ha de venir» es identificado Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttin-
255 (iExavoia 256

gen ^1971, 226-228). En este sentido habría sús llame al arrepentimiento a publicanos y
que entender también la exigencia de dar fru­ pecadores (Pesch 49: «personas caídas moral­
to digno de arrepentimiento (Mt 3, 8) -dirigi­ mente») (Lc 5, 32 a diferencia de Marcos; 15,
da ahora a los fariseos y los saduceos-. La 7 a diferencia de Q [cf. Merklein, Die Gottes-
falta de arrepentimiento se manifiesta en la herrschaft ais Handlungsprinzip, 186-188]);
exigencia farisaica (!) que quiere ver senales, éstos, desde luego, no son más que ejemplos
Mt 12, 38-42 (v. 41), y en el rechazo de los de la pecarainosidad universal (Lc 13, 3.5).
milagros de Jesus como actos mesiánicos (Mt Por eso, en oposición al axioma rabínico «Si
11, 20 [redaccional].21; cf. 11, 2.19). así a los pecadores, cuánto más a los juestos»
(cf. Sjõberg, 66s y passim), Lucas aprecia
8. Es característica de la comprensión lu- mucho más al pecador que se arrepiente que
cana dei arrepentimiento la vinculación dei al justo que no tiene necesidad de penitencia
mismo con el perdón de los pecados (Hech 2, (Lc 15, 7; cf. V. 10).
38; 3, 19; 5, 31; 8, 22; 26, 18.20; cf. Lc 3, 3; Conviene tener en cuenta la integración de
24, 47) o con el bautismo y la recepción (dei la comprensión ética de Lucas dentro de su
Espíritu) de la salvación (Hech 2, 38; 11, 18). perspectiva histórico-salvífica; es preciso
apartarse de la vida pecadora a fin de lograr el
La relación se define así: el arrepentimiento es perdón de los pecados y la salvación que ha
condición para el perdón, y éste es -a su vez- re­ llegado con Jesús (Lc 4, 16-21; 5, 23; 7 ,47s).
quisito prévio para recibir la salvación (Hech 2, Hay que relacionar también con ello el «bau­
38; 3, 19; cf. 8, 22). Esto, así como la eventual
tismo de arrepentimiento [proclamado por
complementación dei verbo con el uso de -*•
ejtiaTQéqpü) (Hech 3, 19; 26, 20; cf. Lc 17, 4), Juan] para el perdón de los pecados» (Lc 3,
muestra que Lucas concibe de manera más dife­ 3), un bautismo al que Juan dificilmente atri­
renciada el arrepentimiento (H. Conzelmann, El buirá poder independiente para borrar los
centro dei tiempo, Madrid 1974, 146-148, 317- pecados (cf. Hech 13, 24; 19, 4; H. Schür-
319); seguramente no sin dejarse influir por el mann, Das Lukasevangelium 1 [HThK],
uso linguístico griego, él entiende el arrepenti­ 159s). Quien - a la vista de la salvación que se
miento como el cambio de actitud que conduce a
la conversión, un cambio que, desde luego, ha de ha manifestado en Jesús- no se arrepienta, in-
ir seguido por los hechos (Hech 26, 20; cf. Lc 3, currirá en el juicio (Lc 10, 13; 11, 32).
7). Sin embargo, Lucas sigue siendo fiel a la he- Claro que de la pasión y la resurrección dei
rencia bíblica tradicional, por cuanto considera el Mesías se deriva, para el tiempo de la Iglesia,
arrepentimiento como un acto que se realiza una una nueva posibilidad de cirrepentimiento pa­
sola vez (la única excepción es el empleo antro­ ra el perdón de los pecados, una nueva posibi-
pológico en Lc 17, 3s). Considerada en conjunto,
la idea lucana acerca dei arrepentimiento tiene in­ üdad que ahora -comenzando por Jerusalén-
tensos matices éticos (Michiels, 76), pero no se hay que proclamar a todos los pueblos (Lc 24,
ha perdido dei todo la orientación escatológica 47; cf. Hech 5, 31). En consonância con ello,
(Hech 3, 19; 17, 30s). la predicación apostóhca dei arrepentimiento
se dirige primeramente a Israel (Hech 2, 38;
Por el estrechamiento dei concepto, Lucas 3, 19) y luego —avivada por la idea de que
no puede recoger el llamamiento de Jesús al Dios mismo da a los gentiles la oportunidad
arrepentimiento, en Mc 1, 15 (de manera se- para el arrepentimiento (así es como debe in-
mejante en 6, 12), como una exigencia global terpretarse la formulación tradicional de Hech
dirigida al hombre. El colorido ético aparece 11, 18 [cf. 5, 31] según la comprensión luca­
en el plural redaccional «frutos de arrepenti­ n a)- la predicación se dirige también a los
miento» (Lc 3 ,8 a diferencia de Q), los cuales gentiles (cf. Hech 17, 30; 20, 21; 26, 20). El
se concretan luego en la predicación dei Bau- aspecto histórico-salvífico aparece con espe­
tista sobre los deberes dei estado de cada uno cial claridad en Hechos (cf., a propósito,
(Lc 3, 10-14), así como en el hecho de que Je­ Wilckens): El arrepentimiento es negativa-
257 (xeravoia 258

mente un apartarse de la ignorância (ÒLYVoia) dades de Dios (para perdonar). Más bien, bro­
que se ha tenido hasta entonces, y que se rea­ ta de la experiencia pastoral dei autor o se ha­
liza en virtud de la acción confmnadora de lla al servido de la parénesis (cf. 6, 9-12).
Dios obrada en Jesiís (Hech 3, 17.19; 17, Heb 12, 17 se encuentra clarísimamente en un
23.30); y positivamente es un volverse hacia contexto parenético, donde se hace frente a la
Dios, algo que se concreta en la fe en Jesús el postura de tomar a la ligera la gracia de Dios
Senor (Hech 20, 21; 26, 18.20; cf. 19, 4). (v. 15) y se advierte seriamente contra la posi-
Una conexión singularísima dei aspecto éti­ bilidad de un irreversible jdemasiado tarde!:
co y dei aspecto histórico-salvífico se ve en Esaú no halló posibilidad (rónoç) de arrepen­
Lc 16, 30s, con tal que podamos ver en todo timiento (es decir, de hacer que volviera atrás
ello una alusión a la resurrección de Jesús. el pasado), aunque lo intentó con lágrimas.
d) En 2 Pe 3, 9, como en Rom 2, 4, apare­
9. a) Pablo: Siguiendo la tradición judia ce el motivo de la paciência dei Senor, que
(cf. Sab 11, 23), Rom 2, 4 ensena que la bon- quiere conducir a la pEtóvoia. Se piensa asi
dad y la paciência de Dios quieren conducir al primeramente en la conversión de los burlo-
arrependimiento. Inversamente, el corazón no nes (3, 3s), y luego también -en sentido gene­
dispuesto a arrepentirse (àfietavÓTiTOç xap- ral—en llevar a la práctica la requerida con-
ôía) atrae sobre sí la ira de Dios (2, 5). En 2 ducta de piedad (3, lls.l4 s).
Cor 7, 9.10; 12, 21 se halla el sentido atenua­
do de penitencia o cambio de actitud. La rara 10. En el Apocalipsis pExavoéa) forma
aparición dei concepto de «arrepentimiento» parte dei inventario fijo de los conceptos que
en Pablo se explica por el hecho de que la re- aparecen en Ias misivas a Ias siete comunida­
alidad significada se encuentra expresada ya des, por cuanto se hace ver a dichas comuni­
en el concepto de ->■ jilotiç. dades la amenaza de incurrir en juicio (2, 5
b) En 2 Tim 2, 25 [iExávoia significa el re­ [bis].16.21.22; 3, 3.19). La llamada al arre­
tomo (de los falsos maestros) a la recta doc- pentimiento parece ser parte de una estereoti­
trina y práctica. Para la comprensión de la ex- pada paráclesis que exhorta a la penitencia (U.
presión judia tradicional «Dios concede el B. Müller, Prophetie und Predigt im NT, Gü-
arrepentimiento» (cf. Sab 12, 10.19; Sib IV, tersloh 1975, 57-92). El concepto no significa
168s) 8, a propósito de Hech 5, 31; 11, 18 aqui la conversión -como, por lo demás, sig­
(cf. Polic 11, 4). nifica predominantemente en el NT-, sino el
c) En Heb 6, 1 el «apartarse de Ias obras retomo de los cristianos a su manera original
muertas» (= Ias obras que conducen a la de obrar (2, 4s; cf. 3, 15s; sobre la conexión
muerte; cf. Did 5) constituye jimtamente con con Eçya, cf. también 2, 22s; 3, 2s; 9, 20; 16,
la fe en Dios (cf. Lührmann, Henoch) el fun­ 11), una manera que corresponde a Ias ense-
damento de la existência cristiana. Heb 6, 6 nanzas recibidas y que debe conservarse (3, 3;
considera imposible que una persona que se cf. 2, 10.25; 3, 8.10s). Se censura concreta­
ha convertido y que luego ha apostatado pue- mente la tolerância de algunas comunidades
da «renovarse otra vez para arrepentimiento» con los nicolaítas (2, 14-16.20) y sus adeptos,
(6, 1; cf. Herm [s] 9, 26, 6; [m] 4, 3, 1). Sin a quienes se concede todavia - a pesar de to­
embargo, esta declaración que tuvo graves do-una posibilidad de arrepentimiento (2, 21-
consecuencias para la historia de la penitencia 23). Resalta sobre todo la referencia eclesio-
(Montanismo, Novacianismo; cf. Poschmann) lógica, que no cuenta ya con la posibilidad de
y que toma radicalmente en serio el carácter que fuera de Ias iglesias haya arrepentimiento
escatológicamente definitivo de la salvación y (9, 20.21; 16, 9.11). El arrepentimiento debe
el carácter de don gracioso que tiene el arre­ entenderse como la última y única posibili­
pentimiento, dificilmente podrá entenderse dad, que debe realizarse en seguida (cf. 2,
como un decreto dogmático sobre Ias posibili- 5.16; 3, 3b), antes dei fin inminente. En con-
259 [XETÓvoia - (xeTaoxTiixaxíÇü) 260

sonancia con esto, la amenaza de juicio en Ias |u.£Taox‘nfi0tTÍÇa) metaschematizõ trasfor-


misivas es sólo una amenaza condicional (2, mar*
5b. 16.22; 3, 3) y desemboca siempre en una
Bibl.: J. Kürzinger, 2u[ipópq)OUÇ xfjg elxóvoç xoü
promesa de salvación (cf. Ias denominadas ■uloC aúxoê (Rõm 8, 29): BZ 2 (1958) 294-299, sobre
sentencias sobre «el que supera»). todo 298; J. Schneider, pExaaxTipaxí^M, ThWNT VII,
H. Merklein 957-959.

1. En el NT pExaoxqpaxíÇto aparece 5 ve­


f lE ta lt) metaxy (adv.) en medio de, en el ces, y lo hace exclusivamente en Ias Cartas
intervalo, entre, a continuación* Paulinas. El significado fundamental de pe-
En el NT el término aparece 9 veces. Como xaoxqpaxíÇco es cambiar la forma (-+ axíj-
advérbio (en sentido temporal) aparece única­ pa). Flp 3, 21 habla de la trasformación de
mente en Jn 4, 31 (èv xcp p e ta lú , entretanto nuestro pobre y humilde cuerpo por Jesucris-
/mientras tanto); Hech 13, 42 ( e iç t ò p E x a ^ u to, con motivo de su futura manifestación, de
oáppaxov, «al siguiente sábado»; cf. tam- la parasía. En ella, la modificación de la for­
bién Bem 13, 5). En todas Ias demás ocasio­ ma (oxqpa) exterior corresponderá a la tras­
nes se usa como preposición impropia; Mt 18, formación interior, que el Senor ha de realizar
15 (irexa^ò oon x al an to n póvou, «entre tú en los cristianos, a fin de hacerlos partícipes
y él solos / a solas»); Hech 15, 9 (pexa^n de la gloria de su cuerpo (-> oúppopqpoç). En
f |p õ )V XE >tal aüxtõv, «entre nosotros y 2 Cor 11, 13.14.15 pexaoxTlM-aTÍta) tiene el
ellos»); Rom 2, 15 (pexa^i) à?i,Àr|Xtüv, «entre sentido negativo de hacerse pasar por al-
sí / mutuamente»); en los demás casos, en guien / pretender hipocritamente ser alguien /
sentido espacial: Mt 23, 35; Lc 11, 51; 16, 26; disfrazarse de alguien, introduciéndose en-
Hech 12, 6. tonces con e Í ç o con tbç el papel que teatral­
mente se pretende representar. Pablo designa
|l£T0t7lC^.7tO^.ai metapempomai m andar a sus adversários de Corinto como «apóstoles
llamar, hacer venir* enganosos», como «trabajadores fraudulen­
En el NT el verbo aparece 9 veces, única­ tos», que sin razón pretenden ser apóstoles de
mente en voz media y en voz pasiva, y todas Cristo. Los llama «cómplices de Satanás»,
Ias veces en Hechos; 10, 5, hacer venir; cf. que se hacen pasar por «servidores de la justi-
10, 22.29a (en voz pasiva psxaJtepcpO-EÍç, cia», lo mismo que Satanás se disfraza como
cuando fu i llamado); 10, 29b ( x ív l "kóyta «ángel de luz». En 1 Cor 4, 6 es difícil aclarar
pEXEJtéptliaadÉ pe;, «i,por qué causa me hi- el significado de pExaaxqpaxíCco. El sentido
cisteis venir!»); 11, 13; 20, 1; 24, 24.26; 25, 3 que algunos autores suponen de «decir algo
(ÔJtcüç pExaJtéptjJTixaL aõxòv eÍç T e ç o n o a - mediante una figura de dicción», no parece
X,f]p, «para que le hiciera venir a Jemsalén»). obvio, porque no hay ninguna figura de dic­
ción en el contexto que precede. ^Querrá ex-
presar Pablo que él «ha expuesto de manera
^eTaOFTQétpO) metastrephõ volverse, cam­ nada usual» lo que ha dicho, aplicándoselo
biar, convertirse* como ejemplo a sí mismo y a Apoio?
Hech 2, 20 (ó "qX-ioç pExa0TQacpT|OExai eiç
oxóxoç x a l q OEX,r|vq eiç aíp a, cf, J1 3, 4; en 2. a) La trasformación a semejanza de la
los demás casos dícese de lo que se convierte gloria dei Senor, de la que se habla en Flp 3,
en lo contrario; Sal 77, 44 LXX; Eclo 11, 31; 21, hay que contemplaria en relación con lo
Sant 4, 9 v.l. «la risa en lamento»); en Gál 1, que se dice en 3, 10. La comunión con Cristo
7 el objeto es xò EuayYÉ^tov xoD X qiotoü , trasforma al cristiano, durante esta vida, en la
«convertir en lo contrario (= pervertir) el semejanza dei Senor, que es afligido y pade­
evangelio de Cristo». ThWNT VII, 729. ce. De ahí deduce Pablo la esperanza de que
261 (lexaoxiluaTÍÇo} —(iexeü3QÍÇo[xai 262

esa comunión conducirá también, al fin, a la «y cuando después quiso heredar la bendi-
participación en la resurrección (Rom 6, 5) y ción».
en la gloria de Jesucristo, es decir, trasforma-
rá al cristiano a semejanza dei Senor exaltado
flETEXO) metechõ compartir, participar, re-
(cf. también ->■ p,8Ta[iOQcpóü) 2.b.c; 3.b). cibir, disfrutar (conjuntamente)*
b) La idea de que la apariencia, la «forma»
El verbo aparece 8 veces en el NT, unica­
de los hombres, está plasmada por el senor a
mente en 1 Corintios (5 veces) y en Hebreos
quien alguien se ha adherido, se lee también
(3 veces), casi siempre (con excepción de 1
en 2 Cor 11, 13.14.15. El que es «servidor de
Cor 10, 17: ex) con objeto de la acción verbal
Satanás», se presentará también —según Pa-
en genitivo: 1 Cor 9 , 10: è x ’ eX,jiíôl xoü
b lo - con hipocresía y presunción, lo mismo
[XExéxEiv, «con la esperanza de compartir (el
que Satanás, para hacer que otros se extra-
fruto de arar o trillar)»; 9 , 12 (xfjç úpmv
víen. En cambio, el que pertenece a Cristo,
è^ouaiaç pExéxEiv, «.disfrutar dei derecho de
estará determinado por este Senor suyo, y en-
disponer sobre vosotros»); 10, 17 (èx xoõ
tonces será de veras «servidor de la justicia».
évòç áQXOU pexéxop-EV, «somos partícipes
J. M. Nützel de un solo pan»; 10, 21: (xpaoté^tiç xugíou
pEXÉXEiv, «participar de la mesa dei Senor»);
^ £ T a tí'd '’i ] ^ i metatithêmi Uevar a otro lu­ 10, 30 (xáçLxi [lExéxtu [a saber, xfjç XQOcpfjç],
gar, trasladar, convertir; en voz media, «disfrutar con agradecimiento»); Heb 2, 14
desviarse; en voz pasiva, cambiarse, aban­ (pExéoxev xcbv aôxmv, «él [el Hijo] partici­
donar* po de Ias mismas cosas [de la came y de la
En el NT el verbo aparece 6 veces: en sen­ sangre] / aceptó sobre s í la misma condi-
tido espacial en Hech 7, 16 (en voz pasiva, ción»); 5, 13 (pExéxtov yá^otxxoç, «nutrirse
pE T exÉ §T ]oav Eiç SuxÉp, «.ellos [los cadáve­ de leche»; 7, 13 (qpuX,fjç Exégaç pExéoxTixev,
res de Jacob y de los padres] fueron traslada­ «pertenecer a otra tribu»). ThWNT II, 830s;
dos a Siquén»); en Heb 11, 5a (en pasiva). 5b Spicq, Notes II, 555-559.
(en activa) dícese dei arrobamiento de Henoc
(-^- pexáHEOiç); en sentido figurado en Gál 1,
6 (en voz pasiva o en voz media, 5xi o ü x m ç ^ETEOlQÍ^O^ai meteõrizomai ensoberbe-
x a /E c o ç pExaxLdEoiS^E, «de que tan pronto es- cerse, inquietarse*
téis abandonando / os apartéis»'); Heb 7, 12 En el NT el verbo aparece únicamente en
(en voz pasiva, pE xaxf& spÉ vT iç x fjç le g c o o ú - Lc 12, 29 (en voz pasiva); la LXX entiende el
víiç, «cuando el sacerdócio se cambia / expe­ verbo con sus derivados en el sentido de «le­
rimenta un cambio»); Jds 4 (en voz activa, vantar en alto / ensoberbecerse» (Sal 130,1; 2
XTiv xápitct p E x a x td É v x E ç , «convirtiendo la Mac 7, 34). El significado de «inquietarse»
grada»). ThWNT VIE, 162s. aparece más raras veces (PapOxy XIV, 1679,
16s; Josefo, Ant XVI, 135), pero según el
contexto es el único que encaja en Lc 12, 29:
liETatQÉJlO) metatrepõ tomar; en voz pa­ pq pExeo)gL^EO'0'E, «\no os inquietéisl» (cf. la
siva, ser convertido, tomarse* traducción de la Vetus Latina nolite solliciti
Sant 4, 9: pExaxQaJtf|xco (v.l. pExaoxga-
esse; d: non abalienatis vos; es diferente la
q}f|xco), «que vuestra risa se tome en llanto»; traducción de la Vulgata: nolite in sublime to-
-X pexaaxQÉqpcu.
lli. Cf., además, sobre la traducción propues-
ta: Tucídides VHl, 16, 2; Josefo, Ant VIII,
^ETÉTIEiTa metepeita (adv.) después, ulte- 218; Bell IV, 118; PapMich 484, 5s). Bauer,
riormente* Wõrterbuch, s.v.; ThWNT IV, 633-635; J.
En Heb 12, 17 dícese de Esaú: x a i pExé- Molitor: BZ 10 (1966) 107s; Spicq, Notes II,
jtE ix a '0'É?\,a)v xX T iQ ovopfjoai xt]v EX))toYÍav, 650-662.
263 liETOixeaía - (j,8Teio3ta^é(o 264

^.E T O ix eo ia, a ç , ti metoikesia emigra- además 4 Esd 7,28; 14, 9; también Jn 1 5 ,14s;
ción, deportación, destierro* más bibliografia en Michel). ThWNT II, 830-
En el NT el término aparece únicamente en 832; Spicq, Notes II, 555-559; E. Nardoni,
la genealogia de Jesus, en Mt 1, como ele­ Partàkers in Christ (Hebrews 3.14): NTS 37
mento de estructuración cronológica: (í e - (1991) 456-472.
TOiXEOÍa BaPnX,(ãvoç, «la cautividad de Ba­
bilônia», Mt 1, 11.12.17 (bis) (Abrahán - Da-
vid / David - cautividad de Babilônia / cauti­ ^ETQ£6) m etreõ medir, mensurar, distri­
vidad de Babilônia - Cristo; cf. 4 Re 24, 16; 1 buir*
Crón 5, 22. En el NT el verbo aparece 11 veces, en sen­
tido propio únicamente en el Apocalipsis; me­
dir, mensurar, 11,1 (el templo, etc.); 11,2 (no
|i£TOlXl^(0 metoikizõ trasladar, hacer ir a el atrio); 21, 15.16 (laciudad, etc.); 21, 17 (la
otro lugar, trasplantar* muralla); cf. Ez 40, 3ss; Zac 2, Iss. En senti­
Hech 7, 4: |j,8T(p5tL08v aíiTÒv eíç tt]v yfjv do figurado: Mc 4, 24 (bis) par. Mt 7, 2 (bis) /
xaÍ!tT)V, dícese de Dios que hizo que Abrahán Lc 6, 38: èv (Lucas sin èv) ro péxQtp pEXQEixe
«íe trasladara [desde Jarán] a esta tierra»; 7, (XEXQiy&fiaExai (Lucas àvxipexQTidriaExai)
43: peToixirô ÍJjtãç, «Yo os trasplantaré (más úpív, en un juego de palabras a manera de
allá todavia de Babilônia)» (cf. Am 5, 27 provérbio: distribuirse, darse (cf. Filón, Her
LXX, en este caso: èjiéxeiva Aaiiaoxoú). 229; 1 Ciem 13, 2; Polic 2, 3; Sot 1, 7); 2 Cor
10,12: aúxol èv èauxoXç èauxoúç [lexponv-
HETO/IÍ, f|Ç, i\ metochê asociación, comu- XEÇ, «cuando se miden por si mismos» (así
nión* con la variante textual de p"^®Sin* B H''“* 33 y
2 Cor 6, 14; -cíç yà q pexoxp ôixaiooúvT] otros, cf. GNTCom sub loco; claro que, en es­
Kal àvop,ía...;, «^Qué tienen en común la jus- te caso, el contexto sugiere también que an-
ticia y la iniquidad...?»; cf. 6, 15. ThWNT II, xoí se refiera a Pablo mismo, como vemos
830-832; Spicq, Notes II, 555-559. por la variante textual de los vv. 12s en D* G
it y otros; cf. también R. Bultmann, Der zwei-
te Brief an die Korinther [KEK], sub loco).
f ié to x o ç , 2 metochos partícipe; sustanti- ThWNT IV, 635-638; péxpov.
vado, participante, companero*
En el NT el término aparece 6 veces; ade-
más de encontrarse en Lc 5,7, el vocablo apa­ ^£T@lf|TTjç, OÜ, ó metrêtês medida, metre-
rece únicamente en Hebreos; como adjetivo ta*
(sustantivado) en Heb 3, 1 (x^ oecoç ènou- Medida para líquidos, empleada principal­
Qavíon [íétoxol); 6, 4 (pETÓxouç... 3tveú[ia- mente en Atica (unos 39 litros). En el NT apa­
xoç ávíou); 12, 8 (jtaiÔEÍaç... (íétoxoi); co­ rece únicamente en Jn 2, 6: à v à peTQT]xàç
mo sustantivo en Lc 5, 7; Heb 1, 9 (jta p à ôúo q xqeXç, «en cada una de Ias cuales cabl-
Toòç pETÓxonç oon, «más que a tus compa- an dos o tres medidas». Bauer, Wõrterbuch,
neros», cita dei Sal 44, 8 LXX); 3, 14 ((iéxo- J.V .; BHH II, 1165s; R. Schnackenburg, El
Xoi yÒQ xon Xpioxon Y^YÓvapev, «porque Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980,
hemos llegado a ser companeros de Cristo», a sub loco.
saber, mediante la participación en la voca-
ción celestial, cf. v. 1; 2, lls ; dificilmente:
«participes de Cristo», cf. A. Strobel, Der jtieTgiojta^éct) metriopatheõ moderar Ias
Briefan die Hebraer [NTD], sub loco; O. Mi- propias pasiones, ser comprensivo*
chel. Der Brief an die Hebraer^ [KEK], sub El verbo significa propiamente: «moderar
loco; sobre los «companeros dei Mesias», cf. Ias propias itá^&q» (cf. Diógenes Laercio V,
265 (lETQlOJtadéü) - HÉTQOV 266

31; no aparece en la LXX); en el NT se en- 1. En el NT el grupo de palabras péxQOV /


cuentra únicamente en Heb 5, 2 y se dice dei peTQÉü) se usa primeramente para describir el
sumo sacerdote: petQiojra^&EÍv ôuvápevoç, proceso de medir (Mt 7, 2; 23, 32; Mc 4, 24;
«como alguien que es capaz de sentir compa- Lc 6, 38; Ap 11, Is; 21, 15-17) o para ofirecer
siôn bacia los ignorantes y extraviados», es datos sobre el contenido (Jn 2,6; 3, 34). Otros
decif, que es capaz de ser comprensivo con la ejemplos importantes dei uso de los términos
situación en que se encuentran, «puesto que él se hallan en textos relacionados dentro de la
mismo está sujeto a flaquezas» (cf., con res- tradición acerca de Jesus (Mc 4, 24 par.; Lc 6,
pecto a Cristo, ônvápEVOç aniijmôtivaL, 4, 38 par.), en Pablo (Rom 12, 3; 2 Cor 10,
15). En el contexto de la Carta a los Hebreos 12.15; cf. Ef 4, 7.13.16) y en el Apocalipsis
no se trata de la vía media de los estoicos en­ (11, Is; 21, 15-17).
tre el apasionamiento y la apatia, ni tampoco
de la idea filosófica de que la pErgioitádeia 2. Jesús tomó de la tradición judia el prin­
es propia de la persona que ha hecho progre- cipio de «medida por medida», a fin de poner
sos, y que en cambio la â rtá d e ia es propia de relieve la acción judicial de Dios en el jui-
dei imperfecto (a propósito, cf. especialmente cio final (Mt 7,2): Dios juzga únicamente con
Spicq, Notes II, 563-565; O. Michel, Der arreglo a la medida de la justicia, cuando el
B rief an die H eb rã ef [KEK], sub loco', cf. hombre ha rechazado la medida dei amor (18,
Plutarco, Cons 3, 22; Filón, Virt 195; All III, 23-35; 25, 14-30). Además dice Jesús que el
129ss; Abr 257), sino que quiere ponerse de amor de. Dios es la única medida recta (Mt 7,
relieve los verdaderos sentimientos humanos 2; Lc 6, 38) para la acción dei hombre; Jesús
de Cristo, que es el sumo sacerdote instituído rechaza así todo cálculo humano. Pero Mar­
por Dios para el fin de los tiempos. ThWNT cos ha situado 4, 24 -como palabra apocalíp­
V, 938. E. GrâBer, Der Brief an die Hebrüer I tica de juicio- en im nuevo contexto: el de Ias
(EKK), Neukirchen-Vluyn 1990, 275s. sentencias acerca de la misión, y acentúa así
la responsabilidad de sus oyentes y la serie-
dad de la obligación de proclamar. En cambio
^ETQÍt(}Ç metriõs (adv.) moderadamente, Lucas, al acentuar el motivo de la recompen­
poco* sa, exhorta a prestar una ayuda eficaz e ilimi­
Hech 20, 12: JtaQSJtXfidTiaav ou petQÍooç, tada: Dios dará abundantes dones a cada uno,
«quedaron consolados no poco / considera- porque él ama con magnanimidad.
blemente».
3. Pablo designa el campo de misión que
se le ha confiado como la medida dada a él
[lléTQOV, OV, TÓ metron medida* por Dios (2 Cor 10, 13-15); de esta manera
1. Aparición en el NT - 2. La tradición acerca de Je­ pone a raya a sus adversários que se glorían
sus - 3. Textos paulinos - 4. Ap 21, 15.17. «sin medida» (10, 12; cf. v. 16). La idea de
Bihl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; K. Berger, Zu den
que Dios, en la labor en pro de la salvación,
sogenannten Sãtzen heiligen Rechts: NTS 17 (1970- ha asignado a cada uno su propia medida, es
1971) 10-40, sobre todo 19; B. Couroyer, De la mesu- decir, le ha concedido su don especial de gra-
re dont vous mesurez il vous sera mesuré: RB 77 cia, se expresa en la fórmula postpaulina de
(1970) 366-370; K. DeiBner, péreov xxL, en ThWNT
Ef 4, 7.16, y por cierto de manera congruente
rv, 635-638; E. Neuhãusler, M it welchem Mafistab
mifit Gott die Menschen? Deutung zweier Jesussprü- con la tradición paulina (cf. Rom 12, 3; 1 Cor
che: BiLe 11 (1970) 104-113; R. Pesch, Das Markus- 12); la Iglesia tiene una medida ideal perfec-
evangelium I (HthK), Freiburg i. Br. 1976, 251-254; ta, que debe alcanzarse. Los bautizados deben
H. P. Rüger, «Mit welchem Mafi ihr mefit, wird euch «llegar a la unidad de la fe, al conocimiento
gemessen werden»: ZNW 60 (1969) 174-182; R. B. Y.
Scott, Weights and Measures o f the Bible-, BA 22 dei Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la me­
(1959) 22-40. dida total de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13).
267 [lETQOV - [«í 268

4. Las dos veces que se halla testimoniado lante de vocales), siempre como preposición
el téranno: Ap 11, 1 (pEXQÉco) y 21,15.17, se (14 veces), como conjunción en la construc-
hallan relacionadas entre sí: en 11, 1 el profe­ ción pÉxpiç ou en Mc 13, 30; Gál 4, 19; sólo
ta recibe el encargo de «medir» el templo; en [téxQL en Ef 4, 13.
21, 15-17 se lleva a cabo esa medición; signi­ Tiene sentido espacial en Rom 15, 19; tem­
fica aqui algo así como «conservación». El poral en Mt 11, 23; 28, 15; Lc 16, 16; Hech
pasaje de referencia para esta exposición es 10, 30; 20, 7; Rom 5, 14; 1 Tim 6, 14; Heb 3,
Ez 40, 3 y 40, 5-41, 4. Las cifras de las medi- 14; 9, 10 y los empleos de la partícula como
ciones en el Apocalipsis son, por un lado, ci­ conjunción (cf. supra); como expresión de
fras redondas y armónicas, y , por otro lado, una medida o grado (de su frimiento) hasta:
son exageradas y gigantescas; en ellas se re- Flp 2, 8.30 (liéxot daváTOu); 2 Tim 2, 9 (qé-
flejan las medidas paradisíacas y escatológi- XQi ôeopôiv); Heb 12, 4 (p.éxQiç aíp ato ç ).
cas de la nueva Jerusalén, que es la morada de Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, i.v.
Dios entre los hombres. en el índice analítico.
W. Pesch
jiiri m ê no (partícula negativa, partícula in­
^ÉTOIJIOV, OV, TÓ metõpon frente* terrogativa, conjunción)
En el NT el término aparece 8 veces, unica­ 1. Significado fundamental - 2. En la oración prin­
mente en el Apocalipsis, donde se trata siem- cipal - 3. En la oración subordinada - 4. Con participio
pre de un signo que se lleva en (èití) la frente: y con infinitivo - 5. oú [i,f|.
dícese dei sello de Dios en 7, 3; 9, 4 o dei
Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, s.v.
nombre de Dios en 14, 1; 22, 4; dei distintivo en el índice analítico; J. Carmignac, «Fais que nous
de la «bestia», en 13, 16; 14, 9; 20, 4; dícese n'entrions pas dans la tentation»: RB 72 (1965) 218-
dei nombre de Babilônia que la ramera lleva 226; Moulton, Grammar m, 281-287; IV, 33, 69, 92 y
en su frente en 17, 5. La imagen de marcar passim: J. W. Roberts, The Independent Subjunctive:
Restoration Quarterly 6 (1962) 98-101 (a propósito de
con el sello podría estar tomada dei signo de oii pij); Thrall, Particles, passim (el ôè |if| y otras);
propiedad que los esclavos llevaban en su ZerwicL El griego dei NT, n.° 440-442, 444, 468-471.
frente (cf. ol ôoüXoi to ú dEOÜ en 7, 3), y de
la marca protectora de que se habla en Ez 9, 1. |rr| se halla como negación en las frases que
4.6 (cf. además Ex 28, 36; también Is 44, 5). no expresan la realidad sino la simple imagina-
ción dei hablante: en esas frases el hablante no
La marca de la bestia indica la relación opues-
hace más que desear, reclamar, considerar, temer,
ta de propiedad (difícUmente se pensaria en etc. la realización de lo imaginado. También las
los tefillín [filacterias o estuches que se lleva­ oraciones condicionales son proposiciones subje­
ban durante la oración]; en contra de ThWNT tivas que no afirman la realidad de sus conteni-
IV, 639), y lo mismo sucede con el nombre de dos. - En la Koiné la escala de los posibles usos
la ramera (si este último no es un ejemplo de de pfj se ba ampliado hasta tal punto, que el pf|
tocado distintivo). ThWNT IV, 638-640; E. (sobre todo en los participios y los infinitivos)
sustituye y desplaza muchas veces al oú. Como
Dinkler, Signum Crucis, Tübingen 1967,1-25, regia general podemos afirmar que oú sirve de
26-54 y passim. E. Lohse, Die Offenbarung negación en el modo indicativo, mientras que pf|
des Johannes (NTD), sobre 7, 3; H. Kraft, Die lo hace en los demás modos verbales, así como en
Offenbarung des Johannes (HNT), sobre 7, 3; las formas nominales dei infinitivo y dei partici­
13, 16; 17, 5; ocpeaYÍ^to, ccpçavíç. pio. - [if]... pqôeíç son pleonásticos («no... na-
die»).

H c x ç i, m e c h r i , m e c h r i s hasta, 2. En la oración principal;


hasta el grado de, hasta que* a) Con el optativo sin áv, como en griego
Aparece 17 veces en el NT (péxoiç línica- clásico, pf] expresa un deseo concebido como
mente en Mc 13, 30; Gál 4, 19; Heb 12, 4, de- posible (2 Tim 4, 16). La expresión pf] yévoi-
269 HTl 270

TO, que es más refinada, aparece en Lc 20, 16 d) pq hace de negación en oraciones fina-
y se encuentra trece veces en Pablo. les introducidas por iv a y ÒJtcoç (Mt 7, 1;
b) [ATI con el imperativo de presente (Lc 6, Hech 20,16). Pero pq puede convertirse, a su
30; Jn 20, 17; Gál 5, 13 [a saber, exete]) y a vez, en conjunción: para que no (Hech 27, 42
veces también con el imperativo de aoristo y passim).
(Mt 24, 17 y passim). Se halla en una frase e) pq como conjunción {que\ p f | ou, que
elíptica en Jn 18, 40. no) introduce oraciones completivas que de-
c) p.T| con el subjuntivo 1) p"»! aparece en penden de verbos de temer. De ordinário, el
Ias prohibiciones: la segunda y la tercera per- modo es el subjuntivo, cuando la preocupa-
sona dei subjuntivo de aoristo equivalen a un ción se refiere a cosas futuras (Hech 23, 10; 2
imperativo de aoristo de sentido negativo (Mt Cor 8, 20). Aparece el indicativo, cuando la
24, 23; 1 Cor 16, 11). 2) pi) sirve de negación preocupación se dirige hacia algo que puede
al exhortativo: «;no...!» (Gál 6, 9; Rom 3, 8 haber sucedido ya (Gál 4, 11). A propósito de
[debiendo completarse posiblemente: Jtoir|- Gál 2, 2; 1 Tes 3, 5 y otros p q jc o x E 5.b). -
ocopEv]). 3) En preguntas deliberativas el pr| Originalmente en qpoPoüpai pq, la oración
niega al verbo (Mc 12, 14: «i,debemos dar o de pq era era una oración volitiva asindética,
no debemos dar?»). por ejemplo: «Tengo miedo. jOjalá no mue-
d) pi) con el indicativo en oraciones inde- ra!». Al enlazar las dos partes, el pq palideció
pendientes formula una pregunta en forma de hasta convertirse en un simple que: «tengo
sugerencia: lacasol (->• p f |T t ) . La respuesta miedo jde que él...».
esperada es «no» (1 Cor 9, 8; Mt 9, 15). Si se f) Después de los verba curandi transiti­
anade un oò que niega al verbo (pr|... ov, ino vos, «tener cuidado, procurar», el pq {que no)
es verdad queT), entonces se espera respuesta introduce oraciones completivas. Van en futu­
afirmativa (Rom 1 0 ,18s; 1 Cor 9, 4s; 11, 22). ro (Col 2, 8) o en subjuntivo (Heb 12, 25; Gál
5, 15). Sin embargo, la mayoría de esas ora­
3. En la oración subordinada; ciones de pq deben interpretarse más bien co­
a) En Ias oraciones condicionales la nega­ mo oraciones independientes formuladas co­
ción es casi siempre píj. Tan sólo en Ias con­ mo prohibiciones (->■ 2.c), que aparecen asin-
dicionales indefinidas (denominadas equivo­ déticamente junto a los imperativos ópãXE /
cadamente «reales») la negación clásica pf] (1 P^éjtexe; «mirad, no debéis», etc. (en Mt 18,
Tim 6, 3) es sustituida por oti. - e i (âv) pf|, 10; 1 Tes 5, 15; Ap 19, 10 y 22, 9 sobreen-
después de una negación, significa a no ser / tiéndase Jtoiqoqç). - El indicativo se orienta
excepto (Mc 6, 5; 10, 18; 4 , 22; Mt 5, 13); a hacia lo que ha sucedido ya: «mira, no sea
veces se encuentra EÍ pq en lugar de òXkà: si­ que» (Lc 11, 35).
no (Mt 12, 4; Gál 2, 16). El helenístico e j ít ò ç
e I pf| significa excepto si /a n o ser que (1 Cor 4. a) En el participio, la negación en la
14, 5); eI ô è pq (y s), de lo contrario (Lc 5, Koiné es pq en la mayoría de los casos, inclu­
26). so cuando la lengua clásica exige oi) (Rom 4,
b) Las oraciones relativas condicionales 17; 1 Cor 1, 28; Heb 12, 27).
con indicativo llevan raras veces en el NT la b) En el infinitivo, la negación suele ser
negación clásica pq (2 Pe 1,9; 1 Jn 4, 3; cf. casi siempre pq, incluso (en contra de las nor­
Tit 1, 11). Por el contrario, pq aparece en el mas clásicas) después de verbos de opinar y
subjuntivo con âv (eventual e iterativo); ôç afirmar (Mc 12,18). Después de verbos nega­
õv / õoTiç âv, etc. = EÓv tiç (Mt 19, 9; Lc 9, tivos («impedir, negar», etc.), el pq no se tra-
5; Hech 3, 23). duce (Lc 22, 34; Hech 20, 27). El infinitivo
c) En la oración causai con indicativo, pq sustantivado en genitivo xoõ pq tiene a me-
(en contra de las regias clásicas) aparece en nudo sentido final {para que no, Heb 11, 5) o
Jn 3, 18; ô t l pq JtE JtíaxE U X E V . consecutivo {de tal manera que no, Rom 7, 3;
271 | l f | - [ITJÔEÍÇ 272

Hech 10, 47). X(p hace Ias veces de una go con pt] Jtéçav (10, 10a), y continuado fi­
oración causai (2 Cor 2, 13). nalmente otras tres veces con pqôé; de mane-
ra parecida en Lc 14, 12; cf. además 1 Cor 5,
5. oi) (xri (que se deriva seguramente de on 8; 1 Jn 2, 15.
qpóPoç êoTiv [iT)) con aoristo o futuro de sub- Después de ôç âv con verbo propio, pqôé
juntivo es una negación intensa y enfática de significa: y no (Mt 10, 14; Mc 6, 11); después
lo futuro, una negación que aparece casi de tva pf| (Mt 24, 20; Jn 4, 15); después de
siempre en palabras de Jesus y en citas de la ôjrcoç pf| (Lc 16, 26); pqôé repetido varias
LXX. Se traduce en sentido futuro: «cierta- veces después de pf|, cada vez con su propio
mente, no» + futuro (Lc 22, 67s; Jn 10, 5; verbo (Rom 14, 21; 1 Cor 10, 7-10; Col 2,
Hech 13, 41). - Construcciones pleonásticas 21); ptiôé con infinitivo después de pq con
como onô’ on (atí y o uxett on p,f| son extra- infinitivo (Hech 4, 18; 21, 21; 2 Tes 2, 2; 1
nas a la lengua clásica; Mt 24, 21, y cierta- Tim 1, 4); de manera correspondiente con
mente no\ Mc 14, 25, ciertamente no más-, Lc participio (Mt 22, 29; Rom 9, 11; 2 Cor 4, 2;
10, 19, ciertamente nada. - En preguntas que Flp 2, 3; 1 Pe 5, 2s); pTjôé al comienzo de una
sugieren respuesta afirmativa, ou pí) significa oración que expresa una conclusión y viene
in o es verdad que? / lacaso no? (Lc 18, 7; después de una oración condicional con el oú,
Ap 15, 4; Jn 18, 11). 2 Tes 3, 10 («que tampoco coma»).
P. Lampe El significado de ni siquiera / ni aun, des­
pués de m ote pqxéxi, aparece en Mc 2, 2;
después de mote pf], en 3,20; después de pq,
JltlYE mege no en 1 Cor 5, 8.
Variante textual que aparece únicamente en
Sin que preceda una negación, la cual se
la expresión ei ôè (Textus Receptus y
halla implícita -no obstante- en el sentido dei
otros), en vez de eI ôè pr| ys, «en caso con­
enunciado, en Mc 8, 26: «Le envió (directa-
trario»: Mt 6, 1; 9, 17; Lc 5, 36.37; 10, 6; 13,
mente) a su casa y dijo: /ni siquiera entres en
9; 14, 32; 2 Cor 11, 16.
la aldea!»; cf. también BlaB-Debrunner §
445, 2 con la nota 2.3.
^ T |ô a ^ có ç médamõs (adv.) de ningún mo­
do, no*
En el NT pTiôaptõç (piy&apcõç únicamente M .T|ôeiç, ^1 |5 É V mêdeis, mêde-
fuera dei NT, en 1 Ciem 33,1; 45,7, cf. BlaB- mia, mêden ninguno; nadie; de ningún
Debrunner § 33, 2 con nota 2) aparece tan so­ modo
lo en Hech 10,14; 11, 8, en ambos casos en la En el NT el término aparece 80 veces, es-
negativa de Pedro a comer un manjar impuro: peciahnente en Hechos (21 veces); además -►
pTiôapOóç, xilpiE. pq-fl-EÍç en Hech 27, 33.
No es frecuente como adjetivo: Hech 10,
28; 13, 28; 19, 40; Heb 10, 2; después de una
^t^ô é mede ni, y no, ni siquiera negación, significa «no... ningún», 1 Cor 1, 7
En el NT la partícula aparece 56 veces (es­ 2 Tes 2, 3; 1 Pe 3, 6.
pecialmente en Mateo (11 veces). Marcos (6), Casi siempre sustantivado: Mt 8, 4; 17, 9
Lucas (7) y 1 Corintios (6). Falta, por ejem- I x 10,4; Rom 12,17; 2 Cor 6, 3; Ef 5, 6; Sant
plo, en Gálatas, 1 Tesalonicenses, Santiago y 1, 13; después de iva, Mt 16, 20; Mc 8, 30
ApocaUpsis. con infinitivo, Lc 8,56; Hech 23, 32; con par­
pr|ôé, ni, y no, continua una negación ante­ ticipio, 9, 7; después de una negación, Hech
rior, por ejemplo (permaneciendo igual el ver­ 4, 17; es frecuente el neutro, que significa na­
bo): pT| jtTiícrqo^&e (Mt 10, 9), recogido dos da, Mc 6, 8; Hech 8,24; 1 Cor 10, 25.27; des­
veces en el mismo versículo con pqôÉ, y lue- pués de una negación, ninguna cosa, especial-
273 (ITIÔEÍÇ - HTfV 274

mente en Pablo: |j,T]ôevl ftrjôév, nada a nadie, tivo); cf. en sentido exhortativo en Rom 14,
Rom 13, 8; nTiôejtíav ev jítiôeví... kqooko- 13; con optativo en Mc 11,14 (p,TixÉTi eíç tò v
Jtiív, «no siendo en nada tropiezo alguno», 2 aicõva... pqôeíç, «nadie ya etemamente».
Cor 6, 3; cf. Flp 1, 28. En oraciones subordinadas: con doble ne-
Como acusativo interno; en modo alguno, gación, Mc 2, 2; Hech 4 , 17; 2 5 , 2 4 ; después
en nada-, Mc 5, 26: priôèv (btpeXiyfteiaa, «sin de tva, 2 Cor 5 , 15; Ef 4 , 14; después de &a-
que a ella le hubiera aprovechado en nada»; xe, Mc 1, 4 5 ; 2 , 2; cf. e I ç tò p T ix éti con infi­
Lc 4, 35: [XTjòèv pXátjjav, «sin hacerle ningún nitivo, 1 Pe 4 , 2 ; pT itiéri con participio, Hech
dano»; cf. Hech 4, 21; 10, 20; de manera pa­ 13, 3 4 ; Rom 15, 2 3 ; 1 Tes 3, 1.5; con infitivo,
recida: ev p,T]ÔEVL, «en nada», 2 Cor 6, 3 (cf. Rom 6, 6; Ef 4, 17 (cf. supra Mc 2, 2 ; Hech 4,
supra); 7, 9; Sant 1, 4; [XTiôèv oiv, «no siendo 17; 2 5 , 2 4).
nada», Gál 6, 3.
^fÍKOÇ, o u ç , TÓ mêkos longitud*
p.i|ÒÉn:oTe mêdepote (adv.) nunca, jamás* En Ef 3, 18 en la mención de Ias (cuatro)
2 Tim 3, 7: [triôÉjtoTE ôojváqeva, «que dimensiones (no visualizables) de la salva-
nunca están en condiciones» (opuesto a: Jtáv- ción de Dios: xò mXáxoç x a l jtfjxoç x a t
tote); cf. MartPol 2, 3. ütljoç x a t pá'0'oç (-> páDog 3); en Ap 21, 16
(bis) dícese de la longitud, la anchura y la al­
tura (cada una de 12.000 estádios, junos 2400
HtJÔÉJtO) mêdepõ todavia no* km!) de la ciudad celestial; cf. E. Lohse, Die
Heb 11,7: pqôÉJtco pXeJiópeva, «aconteci- Ojfenbarung des Johannes (NTD), sub loco.
mientos que todavia no se veían».
fiT|KÚ'VOp.ai mèkynomai alargarse, crecer
Mtjôoç, OU, Ó Medos medo* a lo largo*
En Hech 2, 9 se menciona a los medos jun­ En el NT el verbo aparece sólo en voz me­
to a los partos y los elamitas, como pueblos dia, en Mc 4,27, y dícese de la semilla de ce-
dei Oriente, entre los que vivían -en parte- reales que brota y crece mucho.
buen número de judios (cf. Billerbeck II, 606-
608; cf. 2 Re 17, 6; 18,11), a pesar de que, en
f jç , mêlõtê piei de oveja*
tiempos dei cristianismo primitivo, los medos
Heb 11, 37, en un pasaje en que se habla de
y los elamitas pertenecian desde hacia ya mu-
los justos y piadosos de Israel, concretamente
cho tiempo al pasado. BHH II, 1180; Haag,
de los profetas, entre los cuales, por ejemplo,
Diccionario, 1210; E. Haenchen, Die Apostel-
Elias, según 3 Re 19, 13.19; 4 Re 2, 8.13s, es-
geschichte^ (KEK), sub loco.
taba vestido con piei de oveja: JtEQifj)i,'0'ov èv
[iTiXcaxaiç, «iban vestidos con pieles de ove-
ftT |^eíç, jii|dÉV mêtheis, mê- Ja» (en paralelo con «pieles de cabra»), es de-
themia, mêthen ninguno, nada* cir, con vestidura de profeta (cf. Zac 13, 4;
En el NT aparece unicamente en Hech 27, también Mc 1, 6 par.; Josefo, Vit 2) como se­
33: peOÈv jtQoa7,apóp,evoi, «sin haber comi­ rial de crítica contra el lujo de la civilización,
do nada»; cf. BlaB-Debrunner § 33, 2. y pasando conscientemente privaciones.
ThWNT IV, 640s; X, 1176 (bibl.); A. Strobel,
Der Briefan die Hebrâer (NTD), sub loco.
^T|>CÉTl mêketi ya no, nunca más*
Aparece 22 veces en el NT; en oraciones
independientes, en Lc 8, 49; Jn 5, 14; 8, 11; flT|V mên (partícula intensiva) si, de veras*
Ef 4, 28; 1 Tim 5, 23 (en todos los casos, con Heb 6, 14 en la fórmula de juramento ei
imperativo); Mt 21,19; Mc 9, 25 (con subjun- [if|V , de veras; ->• Et p,f|v.
275 (iliV - (iflJCOTE 276

ftT|V, v ó ç , ó tnên mes, novilunio* pagana. ThWNT IV, 641-645; X, 1176 (bibl.);
En el NT aparece 18 veces; en los Evange- BHH II, 1232-1235: Haag, Diccionario,
lios únicamente en Lucas (cinco veces, cuatro 1219-1221; D. Lührmann, Der B rief an die
de ellas en la historia de la infancia); por lo Galater (ZBK), a propósito de 4, 8ss.
demás, cinco veces en Hechos y seis veces en H. Balz
el Apocalipsis; también en Gál 4, 10; Sant 5,
17. Este detalle es muy significativo para co-
nocer el estilo expositivo de Lucas, en com- f*Tjrú(0 mênyõ informar, revelar*
paración con el resto de la tradición evangéli­ En sentido jurídico, denunciar, Jn 11, 57;
ca. Las indicaciones cronológicas en meses, Hech 23, 20 (en voz pasiva); según Lc 20, 37,
en Lc 1, 24.26.36.56, permiten enlazar los Moisés revelô / anuncio (è[if|vuoev) ya la re-
primeros tiempos de la historia de Juan con surrección de los muertos en el pasaje de la
los de la historia de Jesús; 4, 25 (a diferencia zarza ardiente, cf. Ex 3, 6.15. En 1 Cor 10, 28,
de 1 Re 18, 1; «en el tercer ano»), «tres anos ó (iTivúoaç, «el hombre que dio a conocer J
y seis meses como tiempo de sequía y de gran revelo» que la carne había sido ofrecida en sa-
hambre (seguramente, la duración de una des- crificio a los ídolos, es seguramente una per-
gracia apocalíptica, cf. Dan 7, 25; 12, 7; cf. sona no cristiana; cf. H. Conzelmann, Der
infra)', también Sant 5, 17. Además, Hech 7, erste Brief an die Korinther (KEK), sub loco.
20 (cf. Ex 2, 2) y especialmente en los relatos
paulinos en Hechos; 18,11 (un ano y seis me­
ses en Corinto); 19, 8 (tres meses en la sina­ fAi]7lOTe mepote (partícula negativa, partí­
goga de Efeso; cf. v. 10); 20, 3 (tres meses en cula interrogativa, conjunción)
Greda); 28, 11 (tres meses en Malta).
B ibl; BlaB-Debrunner, í.v. en el índice analítico; cf.
Los plazos de meses se mencionan también además § 392 nota 3; 456 nota 2; Moulton, Grammar
en el Apocalipsis: 9, 5.10 (durante cinco me­ in, 98s; IV, 13, 151 ypassim; Radermacher, Gramma-
ses, los incrédulos son atormentados por las tik, 171s, 178, 195, 203s y passim.
«langostas» [^como el tiempo de lã devasta-
ción de la cosecha por langostas, cf. J1 1, 1. p-ijiiOTe con indicativo en una oración
4ss?]); 9, 15; eíç tfiv... p,fjva, «(preparados) interrogativa independiente significa; iqui-
para... el mes...»', 11, 2 (la destrucción de Je- zásl (Jn 7, 26; (xf| 2.d).
rusalén por los gentiles dura 42 meses, cf. el
plazo de 3'h anos en D m 7, 25; 12, 7 ó «2300 2. p,f|3toT E con indicativo en una oración
tardes y mananas», 8, 14; cf. además Ap 11, causai es helenístico (Heb 9, 17; cf. Jn 3, 18
3; 12, 6.14); 13, 5 (cf. a propósito de 11, 2); p.f| 3-c).
en 22, 2, se habla de los árboles de la vida,
que durante doce meses dan su fruto «cada 3. p,T]jioTE sigue a un iv a final (sólo en Lc
mes (x a tà pfjva)» (cf. Ez 47, 12). En Gál 4, 14, 29), o como conjunción independiente in-
10 («guardáis los dias de fiesta, los meses / troduce oraciones finales (especialmente en
novilunios, las estaciones festivas y los anos / Mateo; siete de los ocho testimonios). Se usa
los dias de ano nuevo») se trata (de manera con el subjuntivo (Mt 4, 6) y -en contra dei
parecida en Col 2, 16, veoprjvía) de la cele- gusto clásico- con el futuro (Mt 7, 6).
bración dei dia de luna nueva (cf. Núm 10,
10; 28. 11; Ez 46, 3; Sal 80, 4 LXX Hen [et] 4. [if|j[OTE sigue a verba curandi: «tened
75, 3; IQS 10, Iss; cf. además ThWNT IV, cuidado / mirad no sea que», Lc 21, 34; Heb
642s) a propósito de la observância de un ca­ 3,12; cf. 4,1. Sobre la constmcción ->■ [tf| 3.f.
lendário de fiestas judias, lo cual para los gá-
latas significaba al mismo tiempo la senal de 5. a) qpopéopat p,f|JtoTE se encuentra sólo
una recaída en el legalismo y en la idolatria raras veces en el NT (Hech 23, 24 v.l.; 2 Cor
277 [ÍT1JIOT8 — (if)Te 278

11,3 V.I.; Heb 4,1). - En Mt 25, 9 hay que so- fltjjtta ç mêpõs no sea que, que quizás, si
breentender o v x antes de [iT|ji:oTe: «(nos te­ quizás
memos) que no habrá suficiente» = «no habrá En el NT aparece únicamente como varian­
suficiente»; jAf|3toxe oi) [if|: «(nos tememos) te textual en anteriores ediciones dei texto:
que ciertamente no» = «decididamente no» Hech 27, 29; Rom 11, 21; 1 Cor 8, 9; 9, 27; 2
( ^ [tií 5). Cor 2, 7; 9,4; 11, 3; 12, 20 (bis); Gál 2, 2; 4,
b) En la Koiné se omite en la mayoría de 11; 1 Tes 3, 5; [xf|, ^ jtcõç.
los casos el verbo de temor; la oración de
|if |J to T E se conecta independientemente con
algún verbo para expresar temor, preocupa-
ción, rechazo frente a lo que se sospecha: ^TjQOÇ, o ií, ó meros muslo, cadera*
Según Ap 19,16, el jinete escatológico, con
«(por temor) de que» (Hech 3, 39; Ix 14, 8,
que puede traducirse también como una ora­ el nombre «ó Xóyoç to h 'Oeoü» (v. 13), lleva
también escrito en su manto y en su muslo
ción final).
c) El elemento prohibitivo de temor y re­ (^en su cadera?) un nombre de senorío (cf. Dt
10,17; Dan 2,47; 2 Mac 13, 4; cf. Ap 17,14).
chazo puede desaparecer en la Koiné, de tal
modo que p,T|JtO TS no introduzca ya sino pre- Como explicación pueden aducirse los nom-
guntas y suposiciones. El objeto de la sospe­ bres que se hallaban grabados en los muslos
cha no es ya algo que se teme, sino una cosa de estatuas antiguas (Cicerón, Verr IV, 43);
que incluso se espera: Lc 3, 15, «reflexiona- seria concebible también una relación con Is
11, 5 (sobre ambas hipótesis cf. H. Kraft, Die
ban si él seria quizás el Cristo»; 2 Tim 2, 25,
«reprenderlos (reflexionando y preguntándo- Offenbarung des Johannes [HNT], sub loco).
se temerosamente) si Dios irá a conceder qui­
zás el arrepentimiento». Así habrá que enten­
der tal vez Mc 4, 12, en lugar de interpretarlo ^.rjTE mete y no, (no) - ni, ni - ni*
en sentido final: «con la temerosa pregunta y Aparece 38 veces en el NT, con un signifi­
la reflexión) sobre si ellos quizás van a arre- cado que en ocasiones se acerca mucho al de
pentirse, se les comunica todo, (a saber) que ->• ffqôé (cf. BlaB-Debrunner § 445 nota 2);
ellos...» (->■ Lva 3). Los dos últimos ejemplos [if|t£ se hãlla siempre en conexión con una
se hallan tan floj amente ligados a lo que pre­ negación o bien se repite (varias veces): des-
cede (-> b), que pueden traducirse también pués de pf|, «no... y no», Lc 7, 33b; doble
como oraciones independientes: «Quizás [xf|X£ después de |if|, «no...y no / ni... ni»,
ellos vayan a...». Hech 23, 8; 1 Tim 1, 7; Ap 7, 1.3; de manera
correspondiente, un triple pf|T£, Sant 5, 12;
P. Lampe
también 2 Tes 2, 2 (después de (rq/ixqôé);
cuádruple pfite, Mt 5, 34-36; quintuple p.f|xe
M.iíjTIOV mêpou para que (no) en alguna después de [xqôév, Lc 9, 3). En estas cons-
parte / de algún modo trucciones en cadena, se estructura siempre en
Variante textual en Hech 27, 29 en vez de vários aspectos un enunciado negativo ante­
pf| JtOU. rior (|rr|), cf. especialmente Mt 5, 34-36: Sant
5, 12, donde el [xf| (ÕÀ,03Ç) que sirve de intro-
ducción, contiene ya la prohibición global, de
|AiÍ7l(0 mêpõ (adv.) todavia no* la cual se ofrecen a continuación inmediata
Rom 9, 11: (ifjJtcD yÒQ yEvvr\'&évT,(úv, díce- algunos ejemplos («no... [especialmente] tam-
se de Esaú y Jacob, que «aún no habían naci- poco... tampoco», es decir, en el sentido de
do» (cf., a propósito, Gén 25, 22ss); Heb 9, 8: [xqôé; cf. también Ap 9, 21; Billerbeck 1,328).
tiriito) n:£cpav£Qã)a'9'at, «que aún no ha sido qfiTE... tifiXE, ni... ni, Mt 11, 18; Hech 23, 12.
revelado». 21; 27, 20; Heb 7, 3.
279 (XTlTTle 280

T0ÓÇ, ^ mStér madre escucha y pone en práctica la palabra de Dios


(Lc 8, 19-21). Por eso, Jesús corrige a la mu-
Bibl.: E. Beyreuther, en DTNT III, 129-131; R. E.
Brown, El nacimiento dei Mesías, Madrid 1982; W.
jer de entre la multitud, que ensalza la mater-
Michaelis, niíxtie, en ThWNT IV, 645-647; E. Nelles- nidad física de Maria. Jesús considera biena-
sen, Das Kind und seine Mutter (SBS 39), Stuttgart venturados a los que escuchan la palabra de
1969, 94-97; I. de la Potterie, Das Wort eSiehe, deine Dios y la guardan (11, 27s). Por este motivo,
Mutter» und die Annahme der Mutter durch den Jün-
ger (Joh 19, 27b), en FS Schnackenburg, 191-219; H.
también Isabel, después de ensalzar la mater-
Schürmann, Jesu letzte Weisung Jo 19, 25-27a, en nidad física de Maria, la alaba como biena-
Schürmann n, 13-28. venturada, porque ha creído (1, 45). Isabel, al
saludar en Maiía a la madre de su Senor (1,
1. En el NT el ténnino aparece 83 veces, 43), reconoce la mesianidad de Jesús (cf. 20,
71 de ellas en los Evangelios, 4 en Hechos, 7 41-44; Hech 2, 34). La pregunta recriminato-
en Ias Cartas y 1 en el Apocalipsis. Aparece ria hecha por su madre (2, 48b), da al Jesús de
también en sentido figurado. doce anos la ocasión para referirse al vínculo
que le une con el Padre, con el cual él «debe
2. En sentido propio se mencionan madres estar», así como también tiene que proclamar
de diversas personas; Ia madre de los hijos de el mensaje dei reino de Dios (4, 43) y es ne-
Zebedeo (Mt 20, 20), la madre de Santiago y cesario que padezca mucho (9, 22; 17, 25; cf.
José (27, 56), la madre de Juan Marcos (Hech 24, 7.26.44). Sobre estas cosas incomprensi-
12, 12), etc. bles reflexiona la madre de Jesús en su cora-
A Ia madre se le debe especial respeto y zón (2, 51c; cf. 2, 33s). De manera parecida,
honra, como lo manda encarecidamente el Maria, después de Pascua, es receptiva y está
precepto de honrar a los padres (Ex 20, 12; abierta, lo mismo que los discípulos, para re-
21, 17; Dt 5, 16) en Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 / cibir el Espíritu (Hech 1, 14).
Lc 18, 20 (cf. Mc 10, 19; Ef 6, 5). Y, así, 1 La anteposición dei «nino» en la expresión
Tim 5, 2 exige al dirigente de la comunidad «el nino y su madre» (Mt 2, 11.13.14.20.21)
que se honre a Ias mujeres ancianas «como a pone de relieve, evidentemente, que la digni-
madres». Pablo honra a la madre de Rufo co­ dad de la madre se debe por entero al nino. En
mo a su propia madre (Rom 16,13). Del man- el fondo, el evangelista enlaza así con el capí­
damiento de amar a los padres no puede uno tulo primero dei Evangelio de Mateo, en el
eximirse haciendo una ofi^enda al templo (Mt que se habla primordialmente dei origen dei
15, 5s par. Mc 7, lls ). Sin embargo, el víncu­ nino.
lo conyugal está por delante de los lazos que En Ias bodas de Caná (Jn 2, 1-11) Jesús se
unen con los progenitores (Mt 19, 5 par. Mc distancia de su madre, porque es el Padre
10, 7s; cf. Ef 5, 31; Gén 2, 24). Por amor de quien determina cuál es su «hora» (2, 4; cf.
Jesús (Mt 19, 29) y de su evangelio (Mc 10, 13, 1 y passim). Por su conducta. Mana de-
29s) o por amor dei reino de Dios (Lc 18, 29) muestra ser más bien la representante de los
hay que dejar a los padres (cf. Mt 10, 37 par. que esperan de Jesús la salvación, la cual se
14, 26). concede ya desde ahora como en un símbolo
en el regalo dei vino (Schürmann), de tal ma­
3. La madre de Jesús desempena un papel nera que gracias a este signo los discípulos
especial en Ias historias de la infancia, de los Uegan a la fe en Jesús (2, 11). Un significado
Evangelios según Mateo y según Lucas. Lu­ parecido le corresponde seguramente a la ma­
cas entiende la matemidad de Maria no sólo dre de Jesús en la escena que se desarrolla al
en sentido físico, sino que Maria se cuenta pie de la cruz (19, 25-27), cuando Maria y el
más bien entre los verdaderos parientes de Je­ discípulo amado, como el testigo de la tradi-
sús (Lc 1, 38), porque ella cumple la voluntad ción acerca de Jesús, son confiados por Jesús
de Dios (cf. Mc 3, 31-35 par. Mt 12,46-50) o el uno al otro. El que se deje acoger por ese
281 liflTTlQ - HiaiVO) 282

discípulo y se confie a su testimonio, encon­ partículas; el pf|Ti, a menos que, Lc 9, 13; 1


trará el camino de la fe (cf. 19, 35; 20, 29.31). Cor 7, 5; 2 Cor 13, 5; pqTi ye, por no hablar
Es improbable que la madre de Jesús sea / tanto más, 1 Cor 6, 3 (cf. Blafi-Debrunner §
identificada con el judeocristianismo, y el dis­ 427, 3): pf|Ti ã g a (sacando una conclusión)
cípulo amado, con el cristianismo gentílico lacaso, entoncesl, 2 Cor 1, 17 (cf. BlaB-De­
(en contra de R. Bultmann, Das Evangelium brunner § 440, 2).
des Johannes [KBK], 369s). Cf. otras inter-
pretaciones en R. Schnackenburg, El Evange-
lio según San Juan III, 344-347. ^iflTiyc mêtige por no hablar
Variante textual en 1 Cor 6, 3 en lugar de
4. Cuando Gál 4, 26 dice que la Jerusalén pf|Ti ye.
de arriba es «nuestra madre», se refiere al âm­
bito dei Resucitado, de quien procede para los mêtis ninguno, nadie
creyentes la salvación escatológica. Cuando Ap 13, 17 Textus Receptus en lugar de pt)
en Ap 17, 5 se dice que la gran ramera Babi­ TIÇ.
lônia (Roma) es «la madre de Ias rameras y de
todas Ias abominaciones de la tierra», se la es­
tá senalando como la fuente de toda perdi- (ilÍTQa, a ç , ^ mêtra matriz, seno mater­
ción. En Ap 12 la mujer (ywfi) simboliza al no*
pueblo de Dios. Como tal, ella es madre dei Lc 2, 23: ôiavoÍYOo pfjXQav, «abrir la ma­
Mesías (v. 5) y de los cristianos (v. 17). triz», ‘dícese dei primer parto (cf. Ex 13,
2.12); Rom 4, 19: «lo muerto de la matriz de
5. La expresión bíblica èx xoiX.íaç priTQÓç Sara» (c f Gén 17, 17).
(LXX Jue 16,17; Sal 70, 6; Is 49,1 y passim)
se encuentra en Mt 19, 12; Lc 1, 15; Hech 3,
^ETQoXÓtaç, o u , ó mêtrolõas matricida*
2; 14, 8; Gál 1, 15. Significa «desde el co-
Sobre la morfología de esta palabra cf.
mienzo mismo».
Bauer, Worterbuch, í . v .; BlaB-Debrunner § 26
H. Giesen nota 4; 35 nota 2; en 1 Tim 1, 9 en un catálo­
go de vicios junto a JtaTgoXráaç (refiriéndo-
se quizás a la negligencia en cumplir la obli-
mèti ^acaso?, quizás
gación de cuidar de los propios padres, cf. J.
En el NT piÍTi aparece 18 veces como par­
Jeremias, Die Pastoralbriefe [NTD], sub lo­
tícula interrogativa, casi siempre en preguntas co).
que exigen respuesta negativa, eventualmente
también en preguntas cuya respuesta es in-
cierta (cf. BlaB-Debrunner § 427, 2 con la no­ ^ la ív c o miainõ manchar, contam inar (en
ta 2.3); en preguntas que esperan respuesta sentido ritual)*
negativa, pqTi puede traducirse por: iverdad En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre
que no?, Mt 7, 16; Mt 26, 22.25 (en el v. 25 en sentido figurado; dícese dei temor a con-
contrasta el sentido en que Judas formula la traer la impureza cultuai (entrando en el pre-
pregunta con el sentido que Jesús da a su res­ torio romano antes de la Pascua), Jn 18, 28
puesta); Mc 4, 21; 14, 19 (bis) (cf., a propósi­ Cíva pf] piavOcõaiv); en sentido figurado, se
to, Mt 26,22.25); Lc 6,39 (en cambio, la con- refiere a la conducta en Tit 1 , 15a (oí pepiap-
tinuación exige con oúxt respuesta afirmati­ pévoi, «los impuros», junto a los âm o to t;
va); Jn 8, 22; 18, 35; Hech 10, 47; 2 Cor 12, término opuesto; oí xad^agoí); 1, 15b: pe-
18; Sant 3, 11; en preguntas en suspenso; tal ptavTat... ó voõç x a l f| ouveíôqoiç, «hasta
vez, quizás, Mt 12, 23 («^Será él quizás el Hi- su mente y su conciencia están corrompidas»,
jo de David?»); Jn 4, 29. Asociada con otras cf. además el v. 16; Heb 12, 15, en una adver-
283 [xiaivoj - [iiKQoç 284

tencia para que no quede manchada toda la de tiempo» en Jn 13, 33; 14, 19; êxi pixgòv
comunidad (pr)... p ia v & c õ o L V o i jro^J^.oL) a õaov õoov, «todavia m poco, jqué poco, qué
causa de los que se apartan de la gracia y ac- poco!» / «todavia un brevisimo tiempo» en
túan así en la comunidad como una raiz vene­ Heb 10, 37 (cita de Is 26, 20 LXX; cf. 1 Ciem
nosa (cf. Dt 29, 17); Jds 8, refiriéndose al li- 50, 4; cf. Bla6-Debrunner § 304 nota 4); en
bertinaje sexual: o á p x a piaívonoiv. ThWNT sentido irônico, piXQÓv ti, un poquitín, en 2
IV, 647-649; X, 1177 (bibl.) Cor 11, 1.16; pixQÓç (4).

ptiaCjUia, aTOÇ, t ó miasma mancha, con- filXQÓÇ, 3 mikros pequeno, exiguo, breve
taminación*
2 Pe 2, 20: xà p iáap a x a xoõ xóopon, «Ias 1. En contrastes - 2. «Estos pequenos» - 3. Lc 12.
32 - 4. Del tiempo.
contaminaciones que tienen su origen en el
mundo / Ias contaminaciones causadas por el B ibl.: H.-J. Degenhardt, Lukas, E va n g elist d e r A r-
mundo» (cf. p íao p a junto a aioxíivq en Jdt men, Stuttgart 1965, 85-88; S. Légasse, Jésus e t l ’en-
fa n t. Paris 1969, 51-119; O. Michel, «D iese K leinen»
13, 16). ThWNT IV, 649.
- ein e J ü n g erb eze ich n u n g Jesu: ThStKr 108 (1937-
1938) 401-415; Id., [xixQÓç X . , en ThWNT IV, 650-
k x

661; W. Pesch, Z u r F o rm geschichte u n d E xegese von


^ l a o ^ o ç , o u , o miasmos cormpción, im­ L k 12, 32: Bib 41 (1960) 26-31; W. Trilling, H ausord-
pureza* nung G ottes. E ine A u sleg u n g von M t 18, Düsseldorf
2 Pe 2, 10: ôjtío® o a Q x ò ç èv è ju flu p íg 1960, 30-42; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
p i a o p o ü jtO Q e n ó p e v o i, « lo s q u e v a n d e trá s
1177.
de cormpción»',
d e la c a m e , lle n o s d e d e s e o
cf. Herm [s] 5, 7, 2. ThWNT IV, 649s. 1. En la medida en que piXQÓç posee tras-
cendencia teológica en el NT, aparece prime-
ramente en una serie de contrastes: la peque­
« t o ç , TO migma mezcla* nez y la grandeza se hallan frente a frente en
Jn 19, 39: p íypa opÚQvriç x a l àXóqç, el reino de Dios o en la Iglesia (Mt 11,11 par.
«una mezcla de mirra y áloe»; cf. R. Schnac- Lc 7,28; Lc 9,48; en ambos pasajes ó piXQÓ-
kenburg, El Evangelio según San Juan III, xegoç tiene sentido superlativo, ->• (xeí^tov
sub loco: no se trata de óleo para ungir, sino 2.a). El grano de mostaza, que es «la más pe­
de sustancias aromáticas. quena de todas Ias semillas», ilustra el co-
mienzo poco llamativo de la predicación de
Jesus, en contraste con el triunfo mundial dei
liíyVUfU, fUYVÚW mignymi, mignyõ mez-
futuro reino (Mc 4, 31s par. Mt 13, 31s). De la
clar
«pequena (cantidad de) levadura» (pixpà Çú-
Forma alternativa de -*■ peíyvupi, peiy-
pq) se habla en un provérbio; Pablo lo aduce
vúco.
para caracterizar lo grandes danos que los ad­
versários judaizantes pueden causar (Gál 5, 9;
^ i x g o v mikron (acusativo adverbial) un es dificil precisar una relación exacta con el
poco, un poquito, durante un instante* contexto) o Ias graves consecuencias que un
En el NT p ix Q Ó v aparece en 16 lugares, solo delito grave acarrea para la comunidad (1
con sentido de acusativo adverbial: un poco, Cor 5, 6).
dicese de una pequena distancia en Mt 26, 39;
Mc 14, 35, de un breve lapso de tiempo en Jn 2. En los Evangelios sinópticos, la expre-
16, 16 (bis).17(bis).18 (xò p i x ç ó v «la [expre- sión «estos pequenos» designa a los cristianos
sión] ‘un breve tiempo’»).\9 (bis); p e tà pi- (Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2; Mt 10, 42;
XQÓV, «después de breve tiempo» en Mt 26, 18, 10; ^ èXáxioxoç 2.a). Algunas veces se
73; Mc 14, 70; EXi p tX Q Ó v , «todavia un poco los considera como una totalidad y se los dis-
285 (ilXQÓÇ- Míàt^toç 286

tingue de los no cristianos; a estos últimos les El neutro (xò) p,ixQÓv, (el) poquitín, se em-
falta el arrepentimiento, y por ello poseen me­ plea en Jn 14, 19 en sentido adverbial (êxi
nor amor al prójimo, en comparación con los piXQÓv, cf. LXX Is 10, 25; 29,17; Jer 28, 33;
primeros. Sin embargo, esta diferencia fo­ Os 1, 4); aqui posee una connotación escato­
menta una actitud de buena voluntad bacia el lógica: el retomo pascual de Jesús y la situa-
cristianismo, semejante a la de los exorcistas ción que con ese retomo comienza para los
extranos que, en sus prácticas, utilizan el discípulos. Por el contrario, en Jn 13, 33, la
nombre de Jesús (Mc 9, 38-40). Por eso, se misma expresión anuncia la marcha de Jesús
les asegura recompensa escatológica (9, 41). con ocasión de su muerte, mientras que en 16,
Lo mismo se dice de Ias atenciones que se tie- 16.17.19 un doble p,ixQÓv -m ás allá de la bre­
nen con los mensajeros pobres dei evangelio ve ausência que la muerte de Jesús significa-
(así hay que entender, seguramente, Mt 10, senala hacia la nueva presencia cuya duración
42). En otro pasaje se habla de «estos peque­ ilimitada quedará garantizada por el Paráclito
nos» en relatos sobre la vida «interna» de la (14, 16; 16, 7-15).
comunidad, para caracterizar a los cristianos
S. Légasse
que son, sí, creyentes, pero que corren peügro
en su fe y que son propensos a la confusión
(cf. 1 Cor 8; Rom 14, 1-15, 1, «los débiles»). IU.IXQOTEQOÇ, 3 mikroteros más pequeno*
Estas personas. que son los protegidos de El comparativo de piXQÓç aparece 5 veces
Dios por medio de «sus ángeles», tienen dere- en el NT (únicamente en los Evangelios si-
cho (por tanto) al respeto y solicitud por parte nópticos) y en todos los pasajes puede tradu-
de la comunidad, en lo que respecta a su sal- cirse en sentido comparativo o (mejor) en
vación (Mt 18, 6.10-14). sentido superlativo: el más pequeno J más in­
El origen de esta denominación se baila en significante (cf. BlaB-Debmnner § 60; 61 no­
una manera de hablar característica de Jesús, ta 1); Mt 11, 11 par. Lc 7, 28; Mc 4, 31 par.
que al hablar de «estos pequenos» no se refe­ Mt 13, 32; -)• [XLXQÓç 1.
ria a los ninos, sino a los «marginados» de su
pueblo, a esas personas que eran menospre-
ciadas y despreciadas por los grupos religio­ MÍÀ1|T0Ç, od Milêtos Mileto*
sos dirigentes. Durante la época romana, floreciente ciu-
dad situada en la costa Occidental de Asia Me­
3. El aliento escatológico que Jesús da al nor, en la bahía de Latmos, al sur frente a la
«.pequeno rebano» de sus discípulos, sirve de desembocadura dei rio Meandro. Contaba con
final en Lc 12, 32 a una sección (12, 22-31) una comunidad judia. Según Hech 20,15, Pa-
que contrasta con la anterior (12, 13-21): blo llega a Mileto en su último viaje de Gré­
mientras que a los ricos se los exhorta a la vi­ cia a Jerasalén, procedente de Samos. Según
gilância frente a Ias seducciones dei afán de 20, 17, Pablo hace que los ancianos de Efeso
lucro, y se los anima a que den limosnas, Je­ se Ileguen hasta Mileto (a fin de no perder
sús dice a los pobres (a la comunidad) que no personalmente mucho tiempo, dando un ro­
deben inquietarse, porque Dios cuida de ellos. deo para dirigirse a Efeso. v. 16). Y se despi-
de de ellos con unas palabras (vv. 18ss). Se­
4. p,iXQÓç, aplicado al tiempo, aparece en gún 2 Tim 4, 20, Trófimo tuvo que quedarse
Âp 6, 11; 20, 3 en puntos muy senalados de enfermo en Mileto, cosa que no es compatible
los acontecimientos dei fin, y también en Jn con otros detalles que se dan en la Carta se­
7, 33; 12, 35, donde la expresión «todavia un gunda a Timoteo y en Hechos. Bauer, Wôrter-
breve tiempo» indica el instante inminente en buch, Í.V.; BHH U, 1216 (mapa); Haag, Dic-
que el Cristo celestial ha de partir de este mun­ cionario, 1256; Pauly, Lexikon III, 1295-
do (cf. 16, 28). 1298; IDB Suppl. 597s.
287 (xíA-iov - ju[iéo|j.ai 288

^ íX io v , o v , milion nailla*
xó que se encuentran atestiguadas en el NT, ocho
Mt 5, 41: fj.íÀi.ov EV,... ôiJO (material pecu­ pertenecen al Corpus Paulinum (1 Tes 1, 6; 2,
liar). Medida romana de longitud, que signifi- 14; 1 Cor 4, 16; 11, 1; Flp 3, 17; 2 Tes 3, 7.9;
caba propiamente mil {millè) pasos {mille es Ef 5, 21). El verbo aparece además en Heb 13,
también un préstamo léxico en la literatura ra- 7 y 3 Jn 11; el sustantivo, en Heb 6, 12.
bínica). La milla equivalia a unos 1500 m, y
se dividia en 7, 5 estádios. 2. El verbo significa imitar, emular, seguir
a alguien, con acusativo de persona o de cosa;
es decir, expresa la acción de imitar a un mo­
^ l ^ É o ^ a l mimeomai imitar* delo. El sustantivo expresa al imitador de un
[XtitT^Triç, oõ, ó mimêtês imitador* modelo. En el NT el término se usa siempre
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - con eipí o yÍTop.ai y con genitivo. En los es­
3. Campo referencial - 4. Empleo en el NT. critos dei NT, el grupo de palabras se emplea
B ibL : A.-M. Artola, V A p ô tre -o u v r ie r se dorm e en siempre -claramente- en sentido positivo, co­
m odele, 2 Thess 3, 7~12: ASeingn 64 (1969) 71-76; P. sa que no sucede siempre en los escritos grie-
van den Berghe, «Oui, cherchez à im itier D ieu !» E p 4, gos de la época clásica.
30-5, 2: ASeign 50 (1974) 37-41; H. D. Betz, N achfol-
ge u n d N a ch a h m u n g Jesu C hristi im N T (BHTh 37),
Tübingen 1967; W. P. de Boer, The Im itation o f P aul,3. En el NT, los términos que pertenecen al
Amsterdam 1962; M, Buber, N achahm ung G ottes, en grupo de palabras pueden tener como mode­
Id., W erke II, München 1964, 1053-1065; E. Eidem, los objetos de diversa índole; entre los pasajes
Im ita tio P a u li, en T eo lo g iska S tu d ie r tillã g n a d e E.
no paulinos en que se hallan atestiguados los
Stave, Uppsala 1922, 67-85; B, Gerhardsson, M em ory
términos, vemos que hay que imitar «lo bue-
a n d M a n u scrip t (ASNU 22), Lund ^1964, 288-323; N.
Hyldahl, J esu s o g j0 d e m e infolge 1 Thess 2, 14-16:
no» (3 Jn 11), «la fe de los dirigentes» (Heb
SvEA 37/38 (1972-1973) 238-254; I. Jervell, L uke and
13, 7), «aquellos que por la fe y la paciência
th e P eo p le o f G od, Minneapolis (Minn.) 1972; H.
heredan Ias promesas (Heb 6, 12). En Pablo
Kosmala, N a ch fo lg e u n d N achahm ung Gottes: ASTI 2
(1963) 38-85; 3 (1964) 65-110; E. Larsson, C hristusdomina la imitatio Pauli. El apóstol se pre-
a is V orbild, Uppsala 1962; W. Michaelis, pi|xéopaisenta ante sus propias comunidades (no ante
jtxX., en ThWNT IV, 661-678; L. Nieder, D ie M otiveotras) como ejemplo ad imitandum. Además,
d e r relig iõ s-sittlich en P a rã n ese in den p a u lin isc h e n
G em einden (MThS 1/12), Mnnchen 1956, en el índice se consideran -directa o indirectamente- co­
analítico s.v. «Nachahmung»; B. A Pearsson, 1 Thess mo modelos Dios, Cristo, comunidades o gru­
2 :13-16: A D eu tero -P a u lin e Interpolation: HThR 64
pos de una comunidad. Por lo demás, en los
(1971) 79-94; H. M. Schenke, D e te r m in a tio n u n d
enunciados paulinos se observa la tendencia a
E th ik im ersten Johann esb rief. ZThK 60 (1963) 203-
construir la imitatio como un sistema «jerár-
215; R. Schippers, The p r e -s y n o p tic tra d itio n in 1
T h ess 1113-16: NovT 8 (1966) 223-234; W. Schrage, quico» (Dios - Cristo - Pablo - la comunidad
D ie konkreten E in zelg eb o te in d e r p a u linischen P a rã ­
- otras comunidades), sin que se trate de un
n ese, Gütersloh 1961, en el índice analítico s.v. pi-
patrón fijo. La imitación puede referirse a una
pEia^ftai; A. Schulz, N a c h fo lg e n u n d N a c h a h m e n
(StANT 6), München 1962; D. M. Stanley, «B ecom e cualidad característica o a una manera de
obrar de la correspondiente persona (por
im ita to rs o f me»: Bib 40 (1959) 859-877; Id., Im ita ­
tio n in P auT s L etters. Its S ig n ifica n ce f o r H is R ela -
ejemplo, 2 Tes 3, 7.9), pero puede tener tam­
tionship to J esu s a n d to H is O w n C hristian F ounda-
bién por objeto la actitud total de la vida dei
tions, en F rom J esu s to P aul. E S f i r F. W. B eare, Wa-
modelo (1 Cor 4, 16s; cf. Flp 3, 17). A la imi­
terloo 1984, 127-142; E. J. Tinsley, The Im itation o f
tación de Dios, de Cristo, dei apóstol y de
G od in Christ, London 1960; B. Trémel, L a voie de la
p erfectio n ehrétienne. P k 3 ,1 7 -4 , 1: ASeign 15 (1973)
otros modelos pertenece como factor impor­
37-42; H. C. Waetjen, Is the «Im itation o f C hrist» B i-
tante la obediência a estas autoridades. Sin
blicaU : Dialog 2 (1963) 118-125; para más bibliogra­
fia, Cf. ThWNT X, 1177s. embargo, esto no significa que en los pasajes
paulinos en que se usa p,Lp,éop,at, este verbo
1. El grupo de palabras se halla escasamen- pueda traducirse senciUamente por «ser obe­
te representado en el NT. De Ias once veces diente» (en contra de Michaelis).
289 Umeofiai 290

4. Hay exhoitaciones a imitar al apóstol en imitatio Christi. Es ejemplar su actitud ante la


2 Tes 3, 6-9. Esta imitatio es muy específica. libertad cristiana (10, 23ss): esa libertad no
A los destinatários se los exhorta a imitar el debe convertirse en escândalo para los herma-
trabajo de Pablo para ganarse el propio sus­ nos (v. 29). Sino que debe servir para la gloria
tento. El renuncio a que la comunidad le ayu- de Dios (v. 31), lo cual en Pablo se manifies-
dase, a fin de poder dar un ejemplo (xújtoç) a ta en que él no busca el propio provecho, sino
los tesalonicenses (v. 9). Esta actitud ejemplar el de muchos (v. 33; cf. v. 24). Esta actitud es
fue completada mediante ensenanza oral (v. digna de imitación, entre otras cosas porque
6). La exhortación a la imitatio sirve para es un reflejo de la vida de Cristo; cf. especial­
combatir la tendencia a la confusión escatoló- mente Rom 15, 3.7; cf. 2 Cor 8, 9; Flp 2, 5ss.
gica (v. 6), que se manifestaba entre otras co­ En 1 Cor 4,16 se hace un llamamiento a los
sas en el menosprecio dei trabajo cotidiano (v. corintios para que se conviertan en imitadores
11). dei apóstol. El onv enlaza estrechamente la
De una imitatio Pauli se trata ante todo en exhortación con la sección precedente (4 ,14s;
1 Tes 1, 6. Lo ejemplar dei apóstol no es su cf. w . 8-13), donde Pablo se ha designado a sí
acción poderosa (v. 5), sino principalmente su mismo como «padre» de los destinatários.
postura durante el sufiimiento. Así resalta in- Como réxva dei apóstol, ellos deben imitar la
directamente en el v. 6 y se confirma directa- conducta hunnlde de él. La imitatio aqui no se
mente en 2, 2 (cf. Hech 16, 20ss; 17, 5ss). La refiere sólo a la humildad dei apóstol, sino
aceptación de la palabra de Dios por los tesa­ también -como implica la exposición que se
lonicenses los ha conducido a una comunión hace en 4, 8-13- a toda su vida (que, desde
de padecimientos con el apóstol. Los ha lleva- luego, está marcada por la humildad). Los
do también a unirse con los sufrimientos de «caminos» dei apóstol (v. 17) son prescripcio-
Cristo. Por tanto, han llegado a ser también nes para la vida cristiana, prescripciones que
imitatores Christi. Su gozosa aceptación dei él dio en sus ensenanzas (cf. 7, 17; 14, 33) y
mensaje de Cristo y de los sufrimientos que que están vinculadas orgánicamente con su
lleva inherentes, se ha acreditado también de conducta ejemplar (ôiò toüto a n tó vincula
manera ejemplar. La postura de ellos los con- el V . 17 con el v. 16). Por tanto, la imitatio
vierte también en ejemplo para otras comuni­ Pauli, en 1 Cor 4, 16, está concebida en tér­
dades. minos generales; probablemente, se entiende
En 1 Tes 2, 14-16 resalta asimismo en pri- al mismo tiempo como una imitatio Christi.
mer plano la actitud durante el sufrimiento. La exposición que se hace en 4, 9-13 senala
Los tesalonicenses han llegado a ser piprixaí como ejemplo, más allá de Pablo, al Senor
de Ias comunidades de Judea: han sido perse­ mismo (cf. 11, 1; 1 Tes 1, 6).
guidos por sus compatriotas, como los cristia- En Ef 5, 1 hay xm llamamiento a la imitatio
nos de Judea lo fueron por los judios. Aqui no Dei (en esta forma, es cosa singular en el
hay una simple comparación (en contra de NT). Este versículo (5, 1) se halla estrecha­
Michaelis). Los destinatários, por el conoci- mente relacionado con 4, 32, pero sirve tam­
miento que tenían de la actitud adoptada por bién de transición para la sección siguiente (5,
los cristianos de Palestina (Jervell, 19-39), 2-7). El sentido de esta imitación se deduce
pudieron emularlos en su lucha. Y con ello se en primer lugar de 4, 32. El perdón de Dios en
han vinculado también con los padecimientos Cristo es el ejemplo que hay que imitar. Los
de Jesús, de los profetas y dei apóstol (vv. efesios, como (xipqTal xon h-Eoii, deben ser
15s), una comunión de sufrimientos que in- bondadosos y misericordiosos unos con otros
cluye en sí cierta imitatio por parte de los te­ y deben perdonarse mutuamente (cf. Col 3,
salonicenses. 13s). Esta imitatio por parte de los xénva
En 1 Cor 11,1 Pablo exhorta a que le imi- aYaJiTiTá de Dios resulta tanto más natural,
ten a él, lo cual constituye indirectamente una por cuanto ellos han experimentado el perdón
291 miieofiat - ju[i,vt]axo[j.ai 292

de Dios (Ef 4, 32). Por tanto, la acción de (ASNU 22), Uppsala ^1964; H. Haag,
a n d M an u scrip t
Dios no sólo es el modelo sino también el mo­ en H. Haag y otros (eds.), B ib e lle xik o n , Einsiedeln
^1968, 454-459; O. Haggenmüller, E rin n e m u n d Ver-
tivo (xa'&cóç es comparativo y causai). En 5, gessen G ottes und d e r M enschen: BiLe 3 (1962) 1-15,
2 se sigue explicando la imitación de Dios. La 75-89, 193-201; J. Jeremias, M c 14. 9: ZNW 44
actitud perdonadora de los efesios, que se (1952-1953) 103-107; O. Michel, ptp.'VT|Uttopai xtX,.,
contempla como un reflejo dei perdón divino, en ThWNT IV, 678-687; G. Schmidt, MNH20HTI,
en F S f ü r H. M e ise r, München 1951, 259-264; O.
se identifica con el hecho de andar en amor. Schilling, «C edenken» un d «G edãchtnis» in d e r Spra-
El modelo de ese vivir en la ãyájtT] es la en­ che d e r B ibel: LebZeug 3 (1965) 30-37; W. Theiler,
trega que Cristo hizo de sí mismo. Por tanto, E rinnerung, en RAC VI, 43-54; para más bilbliogra-
la imitatio Dei consiste en caminar en amor, fla, -> àváp,VT)aiç; cf. además ThWNT X, 1178s.
teniendo como modelo a Cristo.
Los pasajes no paulinos en que aparecen 1. En el NT pt[ivfioxo(xai aparece 23 ve-
los términos, no contribuyen gran cosa a la ces, seis de ellas en Lucas, dos en Hechos,
comprensión dei grupo de palabras. El autor cuatro en Hebreos; en Pablo aparece única­
de la Carta a los Hebreos espera que los des­ mente en 1 Cor 11, 2. El verbo se usa unica­
tinatários sean imitadores de quienes beredan mente en voz pasiva (con significado de ver­
Ias promesas mediante la fe y la paciência bo reflexivo; los compuestos se usan también
(Heb 6, 12). La fe es determinada y purifica­ en voz activa). Por lo demás. Ias formas dei
da por medio de la paciência (O. Michel, Der verbo simple y Ias de los verbos compuestos
Briefan die Hebrãer^^ [KEK] sub loco). Los se usan sin diferencia alguna. Se emplean co­
«hebreos» deben imitar esa fe constante de mo sinônimos pvqpovEÚco y construcciones
los padres (Abrahán, v. 13; cf. capítulo 11). con pveía, pvfipij, pvTjpóouvov y àvápvT)-
También en 13, 7 se trata de una imitatio de la oiç.
fe. La Jtíotiç de los dirigentes es ejemplar,
una fe que aqui -seguramente- no se entiende 2. Mientras que el acordarse de Dios de-
tanto como el contenido de la fe, sino más sempena un gran papel en el AT, vemos que
bien como la actitud de fe (quizás en lá dispo- en el NT se habla raras veces de ello. Y cuan-
sición para el martirio). do se hace, casi siempre en expresiones pro-
La exhortación general dirigida a Gayo, en pias dei griego bíblico: pvT]a'0'fjvai èXéouç
3 Jn 11, para que imite lo bueno, no lo maio, (Lc 1, 54) procede seguramente dei Sal 97, 3
se refiere probablemente a la manera de obrar LXX (è p v r|0 ^ Toü kXéovc, auxoõ xw Ta-
de Demetrio (v. 12) o a la de Diotrefes (v. 9). xa»P). La conexión sintática aqui es floja. El
Por tanto, la imitación consiste también aqui sentido podría ser: El se acuerda de la miseri­
en la imitatio de una persona. córdia que mostro antes a su pueblo», o (me-
E. Larsson jor): «El tiene intención de ejercitar la miseri­
córdia, tal como prometió a los padres» (cf.
Ex 32, 13; Dt 9, 27). En el fondo, Lc 1, 72
^l^T|Tr|Ç, o v , o mimetes imitador viene a decir lo mismo: «mostrar misericórdia
-> pipéopai. a nuestros padres y recordar su santo pacto».
El hecho de que Dios se acuerde de su pacto
con los padres significa que él va a cumplir
mimnêskomai acordarse, sus promesas. El reverso de ello es que Dios
recordar*
se acuerda de Ias malas acciones de los genti-
1. Aparición y uso en el NT - 2. Dios como sujeto - les, cf. Ap 16, 19: BaPuXtbv q peyóXq èp-
3. Seres humanos como sujeto. vf|(r&Ti èvrómov xoü '&eoü.
B ib l.: R. H. Bartels, en DTNT IV, 49-53; N. A.
Una expresión semitizante parecida la en­
Dahl, A nam nesis: StTh 1 (1947) 69-94; G. Henton Da- contramos en Hech 10, 31: «Tu oración ha si­
vies, en IDB III, 344-346; B. Gerhardsson, M em o ry do oída y tus limosnas han sido recordadas
293 Hmv^ojtonai 294

delante de Dios» (èji,VTÍo'0T)oav èvcbmov xov dei Espiritu Santo de hacer que se «recuerde»,
■fteoC). La expresión presupone que los ánge- cf. Jn 14,26; 16,12-15). El motivo se pone de
les llevan Ias oraciones a la presencia de Dios relieve especialmente en el Evangelio de
y recuerdan a Dios Ias acciones de los hom- Juan. Hech 11,16 ofrece un ejemplo concreto:
bres (Ap 8, 3-5). El texto de Hech 10, 4 (pvT)- Cuando el Espiritu cayó sobre Comelio, Pe­
[ióauvov) corresponde aún más intensamente dro recordo lo que el Senor había dicho: «Juan
al griego de la LXX. Los demás pasajes son bautizó con agua, pero vosotros seréis bauti-
citas. Heb 2, 6 cita al Sal 8, 5 LXX: acordar- zados con el Espiritu Santo» (cf. 10, 44-48).
se de una persona significa mostrarle gracia.
Heb 8, 12; 10, 17 proceden de Jer 31, 34. El Toda la tradición evangélica puede contem-
perdón de los pecados se expresa diciendo plarse desde esta perspectiva: la tradición es para
la Iglesia el recuerdo fundamental de una revela-
que Dios no se acuerda ya de los pecados. Re- ción histórica. También Ias cartas (lo mismo que
sumiendo podremos afirmar: En el hecho de el libro de Hechos) se hallan al servicio dei re­
que «Dios se acuerde», se expresa su justicia cuerdo. Fueron escritas «para mantener viva en
y su fidelídad al pacto. vosotros, por medio dei recuerdo, la mente pura,
Tan sólo una vez aparece Jesús como suje- afin de que os acordarais de Ias palabras que ha-
to, y entonces lo hace como el Mesías dotado bían sido dichas de antemano por los santos pro­
fetas y dei mandamiento de nuestro Senor y Sal­
de la autoridad divina. «jJesús, acuérdate de vador trasmitido por vuestros apóstoles» (2 Pe 3,
mí, cuando llegues a tu reino!» Así ora el la- 1-2). También Ias palabras de los apóstoles se
drón arrepentido (Lc 23, 42). La fórmula convierten en objeto de recuerdo, en parte porque
p,vf|odTiTi es corriente en Ias oraciones judias se entienden como predicciones que pueden ilu­
(Jue 16, 28; Job 7, 7; Sal 88, 51 LXX). minar el presente y el futuro (cf., por ejemplo, Jds
17), pero piincipalmente porque su exhortación
3. Lo indiscriminadamente que se usan el moral y edificante posee validez permanente (2
verbo simple y los compuestos, lo vemos por Pe 1, 12s). Estas formulaciones se hallan repre­
sentadas especialmente en los escritos tardios,
Mc 14, 22 par. Lc 22, 61 / Mt 26, 75: «Pedro pero en principio se encuentran ya en Pablo,
se acordo (Mateo spvrio^&T], Marcos àv-, Lu­ quien recuerda (ávap.ipvpaxüi) a los corintios
cas uji-) de lo que Jesús había dicho». Este [como modelo] sus propios «caminos en Cristo»
hecho de recordar Ias palabras de Jesús trajo (1 Cor 4, 16s) que abarcan no sólo sus ensenan-
la salvación (cf. también Lc 24, 6.8). Pero zas sino también su modo ejemplar de vida.
puede haber también un recuerdo hostil, co­
mo vemos por Mt 27, 63: «Nos acordamos de Así podemos entender también lo que se di-
que ese seductor dijo...». Ahora bien, general­ ce en 1 Cor 11, 2: «...de que vosotros os acor-
mente el «acordarse» significa reflexión y co- dáis de mí en todas Ias cosas y guardáis con
nocimiento más profundo, cf. Lc 16, 25. Algo firmeza Ias ensenanzas, tal como yo os Ias
distinta es la orientación de Mt 5, 23; aqui la di». Propiamente lo de Jtávxa p,ou [iép,vT]a'&e
idea no gira en torno a una reflexión sistemá­ es ambiguo. A menudo [U(xvfioxop,at, cuando
tica, sino que se trata más bien de un «acor­ tiene por objeto a una persona, tiene un senti­
darse -casualmente- de algo». do diferente: el de «conservar un recuerdo
Puesto que la Iglesia está ligada a la historia amistoso / no olvidar a alguien» (2 Tim 1, j-:
y a la tradición, el recordar es fundamental. «lleno de anhelo de verte, tanto más que re­
Los hechos y la suerte de Jesús no pueden en- cuerdo tus lágrimas»; cf. 2 Cor 7, 15), o bien
tenderse sino recordando Ias palabras proféti­ el de «acordarse de alguien solícitamente /
cas de la Escritura (Jn 2,17; 12,16). El recor­ con oración y ayuda» (Heb 13, 3: «Acordaos
dar Ias palabras de Jesús tiene importância de­ de los que están encarcelados...». En 3 Jn 10,
cisiva para la fe y la vida (Jn 2, 22). La Escri­ el compuesto újtopipvfiajtaj tiene sentido de
tura, la historia y Ias palabras de Jesús se reproche.
interpretan recíprocamente (sobre la actividad R. Leivestad
295 [iiaecü 296

fiiGEb) miseo odiar, despreciar, menospre- enetnigos dei püeblo de Dios (Lc 1,71; apa­
ciar* rece ya en Is 66, 5).
c) La exigencia de Jesús de que hay que
1. Aparición y coíitenidos semántícos - 2. La tradi- aborrecer a los patientes y de qUe hay que
clón de Jesús en los Sinópticos - 3. El Evangelio de
Juan y la Carta primera de Juán - 4. Los demás escri­ aborrecerse a sí misffio a causa de él (Lc 14,
tos dei NT. 26), o de que no hay que amar a los parientês
más quê a él (Mt 10, 37), viehert a dedr en re-
B ib l: Hi Braun, Spü tjü d isch-hãretischer u n d fr ü h - alidad lo mismo: ante Ia declsión de seguir a
c h ristlic h er R a d ika lism u s II, Tiibingen ^1969, 57^59
con la nota 1; I. Brière, Odio, en VTB 538-541; A. Jesús hay qüe dejatlo todo a un lado (cf, ade-
Dihle, D ie Gold&ne R egei, OOttingeíi 1962, 114-116; más Lc 9, 59s). Ahora bien, el que odie a Je­
O, Michel, jxiaéo), en ThVÍTSlT IV, 687-690; I. Proco- sús y rechace sü rélno (Lc 1 9 ,14), tiêhê sõbre
pé, Hafi, en RAC XIII, 677-714; H. Sêebafi, jliãécB, en sí la amenaza de la pefdlciôfl (19, 27).
DTNT II, 75-78; E. F. Sutcliffe, H a tred M Qum ran:
RQuih 2 (1959-1960) 345-356; L. K. StacliDwiak, en:
3. ã) El que odiü a Cristo, la luz, haclendo
J. B. Bauer (ed.), B ib e lth e o lo g is c h e s W õrtefbU ch,
Graz ^1967, I 664-669; para nlás bibliografia, cf. el mal (Jn 3, 20), porqUe ama más Ias tínie-
ThWNTX, 1179. blas que la lUz, incurrirâ en el juicio (v, 19).
Los incrédulos «hermanos de Jesús» (7, 5) no
1. En el NT el verbo [iioéco aparece 40 ve- tienen qUe temer, Según 7, 7a, el odio pOr par­
ces, trece de ellas en los Sinópticos, doce en el te dei mundo (hostil a Dios). Sin embargo, el
Evangelio de Juan y cinco en la Carta primera mundo ódia a Jesús, porque él le atestigua que
de Juan. Los demás pasajes se distribüyen en­ sus obras (Ias obras dei mundo) son malvadas
tre la literatura epistolar y el Apocalipsis. (v. 7b-d). La misma suerte corren los discí­
Como su equivalente hebreo en el AT áãnã\ pulos de Jesús (15, 18-25 [pioero; w . 18 bis.
abarca toda la gama de significados desde 19.23bis.24.25]; cf. 17, 14; 1 Jn 3, 13). Como
amar menos / detestar hasta odiar. el odio se fundamenta en la incredulidad, no
tiene ninguna razón de ser (Jn 15, 25, cita dei
2. a) Mt 5 ,43s par. Lc 6,27 exigen el amor Sal 35, 19; 69, 4). En Jn 12, 25 encontramos
al prójimo, pero un amor sin reservas y que una variación de una sentencia sinóptica de
abarque incluso al enemigo, un amor que -se- Jesús (Mc 8, 35; Mt 10, 39). Jesús hace ver a
gún Mt 5 ,4 5 - tiene su fundamento en el amor los discípulos la paradoja de que la vida pue-
inmenso dei Padre celestial. El precepto, re- de significar la muerte, y de que la muerte
chazado por Jesús, de odiar al enemigo (5, puede significar la vida. Quien aborrece su
43), no se encuentra en el AT. Se piensa en propia vida y se decide así en favor de Cristo,
una de dos: o en una máxima popular de con- produce fruto (v. 24).
ducta, difundida universalmente (así, por b) 1 Jn 2, 9-11 contrapone al amor frater­
ejemplo, Billerbeck I, 353), o bien en el pre­ no, que es el único mandamiento (w . 7s), el
cepto de la secta de Qumrán de aborrecer a odio fraterno. Quien aborrece a\ hermano, se
los hijos de Ias tinieblas (IQS 1, 9s y passim-, encuentra hasta ahora en Ias tinieblas (vv.
cf., por ejemplo, Dihle). En la imagen que ha- 9.11), es decir, carece de orientación. Los
bla dei servir a dos senores, ptaéco se inter­ cristianos no deben asombrarse de que el
preta como «estimar en menos / menospre- mundo los aborrezca (3, 13); porque a ellos
ciar», y àyajtáto como «ser fiel». La conclu- les pasa como a Abel, cuyas obras justas pro-
sión final dice así; el servicio de Dios y el ser­ vocaron a Caín a cometer el asesinato (v. 12).
vido de Manmón se excluyen mutuamente. Esta comparación hace que el amor fraterno
b) Ser odiado a causa de Jesús (Mc 13, 13 aparezca como ocasión para el odio. El amor
par. Mt 24, 9s [10, 22] / Lc 21, 17; Lc 6, 22) fraterno es al mismo tiempo la prueba de que
significa ser partícipe de la suerte corrida por los cristianos «han pasado de la muerte a la
Jesús. Odiar es la actitud fundamental de los vida» (v. 14). Por el contrario, el que no ama.
297 |iioé(B —(uct9 óç 298

permanece en la muerte (v. 14d), El gue odia habita en la Babilônia (Roma), ya caída (cf. Is
es un ssesino, porque ipsta la vida verdadera, 21,9; Jer51, 8; Ap 14, 8).
que vieoe por rpedio dei amor fratemo (v. 15). H. Giesen
El que afirma acerca de sí que ama a Dios, pe-
ro aborrece a su hermano, se desenmascara
como mentiroso (4. 20); porque demuestra ^ I0 '& a 7 io ò o a ía , a ç , misthapodosia sa-
que él no ha aceptado el amor de Dios, que se lario, recompensa, retribución*
anticipa a nuegtro amor (v. 19). No es posible Este término se halla atestiguado única­
amar a Dios haciendo caso omiso dei herma- mente en la literatura cristiana. En el NT apa­
no (vv. 20d,21). rece tan sólo en Hebreos: 2, 2: êvôixoç pia-
■dartoôooía, «justa recompensa» (en el senti­
4. a) Cuando en Rom 7, 15 se dice que el do dei castigo por Ias trasgresiones y Ias des­
hombre irredento haee lo que aborrece, y con­ obediências); 10,35; p.eYáX,T] ptofiajtoôooía,
firma de esta manera que la ley es buena (v. «grande recompensa»-, 11, 26: àTcépÀ,ejt8v
16), se está afirmando la absoluta necesidad yÒQ Eiç xfiv piofi-ajtoôooíav, «porque tenía
de redención que tiene esa persona. Con la ci­ la mirada puesta en la retribución (la humilla-
ta de Mal 1, 2s vemos que Rom 9, 13 funda­ ción por Dios)».
menta la libre e inmerecida elección por parte
de Dios. Si tan sólo una parte dei Israel físico fU0‘d'(X7loôÓTl)Ç, o v , ó misthapodotês el
pertenece al nuevo Israel (9, 6), ello tiene su que recompensa o retribuye*
prototipo en Ia elección de Jacob y el rechazo Heb 11,6; toíç èx^TiToij0 tv anxòv p,iO'&a-
de Esaú. Ef 5, 29 acentua de esta manera la jtoôóxqç «El (= Dios) recompensa a
profunda comunión entre el hombre y la mu- quienes le buscan» (cf. Sab 10, 17); ->• pto-
jer en el matrimônio; «En efecto, nadie abo- fiaitoôooía.
rreció jaraás a su propia carne, sino que la
alimenta y cuida, como Cristo a la Iglesia».
Según Tit 3, 3, la existência anterior al cristia­ IlíadlO Ç , o v , ó misthios jom alero, traba-
nismo se halla caracterizada, entre otras co­ jador asalariado*
sas, por el hecho de que los hombres se abo- Propiamente es un adjetivo, pero en el NT
rrecían unos a otros. Sobre este trasfondo des- se emplea únicamente como sustantivo; Lc 15,
cribe 3, 4-7 la grandeza de la acción redentora 17.19.21 v.l. Los jomaleros gozaban de ma-
de Cristo. En Heb 1, 9 se dice que Jesús, el yor libertad que los esclavos, pero en cambio
Hijo de Dios, amó la justícia y aborreció la tenían menores seguridades. BHHII, 1103.
maldad (cita dei Sal 44, 8 LXX). El aoristo de
los verbos hace referencia al acontecimiento
de la cruz, Jds 23 advierte a los creyentes que f i u r d ó o ^ a i misthoomai contratar*
no tengan comunión con los falsos maestros, En el NT únicamente en voz media: Mt 20,
y los exhorta a que «aborrezcan incluso la ro- 1: pia'ôü)aaa#ai EQYÓxaç eíç, «para contra­
pa contaminada con la carne». tar trabajadores para (la vina)»; 20, 7; onôeiç
b) El Cristo exaltado alaba en Ap 2, 6 a la qpãç èpio^cbaaxo.
comunidad de Efeso por aborrecer «Ias obrtis
de los nicolaítas», así como él mismo Ias abo­ lA io^óç, oí), ò misthos recompensa
rrece. Según 17, 16 los poderes contrários a
1. Aparición en el NT - 2. En Ias palabras de Jesús
Dios, actuando por encargo de Dios, destru- - 3. En Pablo.
yen a la gran ramera -Rom a-, a la que abo-
rrecen, y ejecutan en ella el juicio escatológi- B ib l: G. Bomkamm, D e r L ohngedanke im N T , en
Bomkamm, A u fsã tze II, 69-92; G. Didier, D ésintéres-
co. 18, 2 habla dei ave aborrecida que, junta­ sem en t du chrétien. L a rétribution dans la m orale de
mente con demonios y espíritas inmundos. S. P aul, Paris 1955; J. Dupont, L e logion des douze
299 [xia-O-óç 300

trônes (M t 19, 28; L k 22, 28-30): Bib 45 (1964) 355- debe entenderse en el sentido de un «bien ad­
392; J. I. H. McDonald, T he C oncept o fR e w a r d in the
quirido por medio dei pecado» (cf. Lc 16, 9 y
Teaching o f Jesus: ET 89 (1977-1978) 269-273; W.
Hech 1, 18), es decir, significa los benefícios
Pesch, D e r L ohng ed a n ke in d e r Lehre Jesu, München
materiales obtenidos por los falsos maestros
1955; Id., D e r S o n d e rlo h n f ü r d ie V erkü n d ig er des
E vangelium s, en F S S ch m id 1963, 199-206; Id., R etri-
(cf. 2 Pe 2, 3; Tit 1, 11).
bución, en DTB 922-930; H. Preisker-E. Würthwein, En sentido figurado, Jn 4, 36 emplea el tér­
(uaôóç otX., en ThWNT IV, 699-736; B. Reicke, The
mino recompensa para designar el êxito de la
N T C onception o fR e w a rd , en F S Goguel, 195-206; K.
labor misionera. Un sentido figurado análogo
H. Rengstorf, D ie F ra g e d es gerechten L ohnes in d er
Verkündigung Jesu , en F S f ü r K. A m o ld , Düsseldorf
lo encontramos también en Pablo (1 Cor 9,
1955, 141-155; H. Graf Reventlow, «Sein B lu t kom m e 18, 3). Según Heb 10, 35s, los bienes pro­
ü b er sein H aupt»: VT 10 (1960) 311-327; Schnacken-
metidos se entregan graciosamente como «re­
burg, M en sa je I, 93-97, 208-209; Spicq, N o tes Suppl,
compensa»; con ello la imagen de la esperan-
473-486; E. Will, N o te s s u r pic&óç, en L e m o n d e
grec. F S C. P réaux, Braxelles 1975,426-438; M. Win- za de una recompensa individual se aplica a la
ter, L ohn (I), en TRE XXI, 447-453; para más biblio­ actitud fundamental de la fe cristiana: la re­
grafia, cf. ThWNT X, 1179.
compensa se convierte en el bien de la salva-
1. En el NT el sustantivo (xioO^óç aparece ción cristiana. La comunión con Dios, conce­
en 29 pasajes (apareciendo 10 veces en Ma- dida graciosamente, es la recompensa de la fe,
teo, 5 en Pablo, 4 en Lucas/Hechos). Junto a la cual «significa «un anhelo apasionado, una
este término encontramos [xta^ajtoôoaía ardiente orientación bacia el mundo de la ra­
(«salario», 3 veces en Hebreos), [uoO^ajtoôó- diante promesa de Dios y bacia su cumpli-
XT]ç («el que retribuye», Heb 11, 6 ), [iLa'0'ioç miento» (Preisker, 706).
(«jomalero», Lc 1 5 ,1 7 .1 9 ), pwr&óoftaL («con­
tratar», Mt 2 0 ,1 .7 ) , [tLoOmita (Hech 2 8 ,3 0 ) y 2. Las sentencias que hablan de piall-óç en
[iiaO^coTÓç (Mc 1, 20; Jn 10, 12.13), y encon­ la tradición de Jesús, se hallan integradas en
tramos además àvTLpLoOía (Rom 1, 2 7 ; 2 Cor las ensenanzas de Jesús acerca de la retribu-
6, 13). De este total de 43 veces que se hallan ción; se ajustan a las fórmulas que encontra­
atestiguados los vocablos dei grupo de pala- mos en el AT y en el judaísmo, pio^óç apare­
bras, dieciséis (que se encuentran fuera de Ias ce en Mc 9, 41 par. Mt 10, 42; Mt 5, 12 par.
Cartas paulinas) no tienen significación teoló­ Lc 6, 23; Mt 5, 46; 6, 1, .2.5.16; 10, 41a.b.42;
gica inmediata. De Ias veces restantes, doce 20, 8; Lc 6, 35; 10, 7. Jesús unifica la recom­
se encuentran en Ias palabras de Jesus en los pensa dentro dei tiempo y la recompensa es-
Sinópticos, y siete en Pablo. catológica: así sucede en cuanto a las biena-
En el NT, p.ia'6'óç significa recompensa en venturanzas y a los ayes (Lc 6, 20-26 par.), a
sentido propio y designa ante todo el pago las promesas de recompensa para los discípu­
que se hace a los jom aleros y trabaj adores los (Mc 10, 29s, etc.), a la seguridad de paz
asalariados (Mt 20, 8; cf. Lc 15, 15-21; Jn 10, interior (Mt 11, 28-30) y a las palabras de jui-
12s); este término, según el uso de la LXX, cio (por ejemplo, en Mt 23, 37-39). Jesús re-
sirve también para designar la paga de los sol­ conoce algunas veces una «recompensa» en el
dados (Ez 29,18), la porción que corresponde acontecer terreno (Mc 2, 5; Lc 13, 1-5; 19,
a los levitas (Núm 18, 31) y a los sacerdotes 31-44), aunque esa recompensa sobrepasa to­
(Miq 3, 11) y la paga de los trabajadores (Ex da posibilidad de comprensión (Lc 17, 20s) y
2, 9; Dt 15, 18). Se aceptaba el principio de es algo que procede enteramente dei amor de
que cada trabajador (Mc 1, 20) merece su re­ Dios (Mt 20, 1-15).
compensa (Lc 10, 7; 1 Tim 5, 18). El NT co- La recompensa de Dios sobrepasa todas las
noce también juicios severos contra los explo­ concepciones terrenas de lugar y calidad, no
radores que retienen el salario de los trabaja­ conoce espacios celestiales y trasciende todo
dores (Sant 5, 4s). Jds 11 (cf. 2 Pe 2, 13.15) tiempo terreno (Mc 13, 31; Lc 12, 20s; Mt 25,
habla de la «recompensa de la injusticia», que 13). Por eso, la tradición de Jesús no conoce
301 |iio#óç - (iicrfrooTÓç 302

el cálculo mezquino de la recompensa, el an­ cial para el predicador»), son únicos entre los
dar sumando Ias obras (y los fallos), la equi­ pasajes paulinos dei pi0-&óç. Todo ello nos
valência entre la recompensa y la obra reali­ obliga a la conclusión de que Pablo emplea,
zada. Además, Jesus -según los textos sinóp- sí, la imagen dei [xlo# óç con contenidos va-
ticos—entiende la recompensa como «don de riables, pero que no conoce una «doctrina te­
gracia» que el Padre concede gratuitamente ológica específica sobre la recompensa». Ex-
por amor (Mt 20, 1-15; Lc 15, 11-32). Propia- presamente no se dice nada sobre la posesión
mente la recompensa es «el reino de los cie- de algún derecho adquirido ante Dios. El con-
los» (Mt 5, 3.10; 25, 34), es decir, Dios mis- tenido de la imagen, en Pablo, se halla defini­
mo es la recompensa de los hombres, los cua- do más precisamente por la doctrina de que
les, a pesar de sus esfuerzos, siguen siendo las comunidades fieles son la recompensa es­
inútiles (Lc 17, 7-10) pecadores (Lc 18, 10- pecial dei predicador. La recompensa será
14). Hacer de tal recompensa el motivo de la distinta, según sea la actividad de cada indiví­
acción, es eminentemente teológico. duo; y será una recompensa tanto más glorio­
sa, cuanto más completa y perfectamente res-
3. El grupo de palabras no tiene en Pablo pondan esas comunidades a la predicación (1
ningún sentido teológico determinado. Las Cor 3, 14; 1 Tes 2, 19; Flp 4, 1). Pero como
expresiones están condicionadas por las imá- tal respuesta es un don de la gracia divina, to­
genes que aparecen en el contexto, acerca dei do lo que «corresponda» a los predicadores o
trabajo y de la reciprocidad. La oposición dei expositores de la palabra de Dios seguirá
apóstol a las ensenanzas contemporâneas so­ siendo un don inmerecido de la gracia.
bre la recompensa por los méritos es una opo­ W. Pesch
sición tan intensa, que él rechaza expresamen-
te toda idea de que la justificación sea una re­
compensa, tal y como el judaísmo la entendia a t o ç , t ó misthõma alquiler;
(Rom 4, 4). Por eso, evita la expresión pto- cosa alguilada, vivienda alquilada*
•ftcç y otros términos parecidos en la exposi- Según Hech 28, 30, Pablo se queda «duran­
ción positiva de su doctrina acerca de la justi­ te dos anos completos en su propia casa al­
ficación (cf. Rom 6, 23). El término ptofióç quilada» (èv lôío) pia^cDfxaTi). Desde luego,
falta también en todas las claras ensenanzas esta traducción de la expresión -no atestigua-
acerca dei juicio universal de Dios sobre las da en otras partes- la sugieren 28, 16 (xa^O’
obras humanas (por ejemplo, en 2 Cor 5, 10). êauTÓv) y 28, 23 (TjA.O-ov Jtpòç aÚTÒv e Lç
Este término no se usa nunca, a diferencia de rqv levíav). En principio, se podría traducir
lo que sucede en las ensenanzas de Jesús, pa­ también «a su propia costa» (así Beginnings
ra designar la vida eterna. La doctrina dei jui­ IV, 348; H. J. Cadbury: JBL 45 [1926] 319-
cio según las obras forma parte obviamente 322; E. Hansack: BZ 19 [1975] 249-253), pe­
de la predicación dei apóstol, pero desempena ro entonces serían difíciles de entender el ver­
en ella un papel sumamente subordinado. bo EppévcD y la expresión àiteôéxexo n:áv-
No sólo falta p ia^ó ç como término para xaç xoúç 8LOjroQ8UO[xévouç Jtçòç aíixóv,
dei V. 30. Spicq, Notes II, 566s; D. L. Mea-
designar el don gratuito de la vida eterna, sino
que falta incluso el concepto dei «tesoro en el land, The Close ofActs and its Hellenistic Vo-
cabulary: NTS 36 (1990) 583-587, sobre todo
cielo». Todo el complejo de ideas aparece
únicamente cuando la polêmica contra las 583-453.
opiniones de sus adversários (principalmente
judios) las sugiere o cuando el contexto ofre- jAUrdfOTÓç, o v , ó misthõtos jom alero, tra-
ce una imagen o una palabra clave pertinente. bajador asalariado*
Los testimonios dei término en 1 Cor 3, 8.14s, Propiamente es un adjetivo, pero en el NT
con su significado («recompensa eterna espe­ se emplea siempre como adjetivo sustantiva-
303 liiadojTÓç - nvEÍa 304

do; Mc 1, 20 (jomaleros en la barca de Zebe- Mac 14, 24): Lc 19,13.16 (bis).18 (bis).20.24
deo); en Jn 10, 12.13 dícese en sentido peyo- (bis).25. Una mina equivede a 1/60 de talento
rativo dei pastor asalariado / mercenário, que o a 100 dracmas, viniendo a valer 1 dracma lo
no siente ningún interés por Ias ovejas; cf. Bi- mismo que 1 denario (en Mt 20, 2 como jor­
llerbeck II, 537s. nal diário de un trabajador). Bauer, Wõrter-
buch, Í.V.; BHH II, 1159-1169, sobre todo
MltVÀlívil, ijç Mitylênê Mitilene* 1169; 1249-1256; Haag, Diccionario, 2099s.
Capital de la isla de Lesbos, a la que -se-
gún Hech 20, 14- Pablo llega por mar, proce­ MváaocdV, covoç Mnasõn Nasón*
dente de Asos. BHHII, 1228. Nombre griego, bastante corriente, de un
cristiano de Chipre que, según Hech 21, 16,
M ljfatjX Michaêl Miguel* alojo a Pablo en Jerusalén (códice D: en una
Nombre teóforo (hebr.; mikã’êl, «í,Quién es aldea situada en el camino entre Cesarea y Je­
como Dios?») de un arcángel a quien, según rusalén), y a quien se designa como ÓQXctíoç
la tradición judia, se considera como «prínci­ [xaOtiTriç; tal vez uno de los «helenistas» de
pe supremo» o «gran príncipe» de los ángeles los primeros tiempos de la comunidad de Jeru­
y como protector de Israel (cf. Dan 10, 13.21; salén. Bauer, Wôrterbuch, s.v.; E. Haenchen,
12, 1), se cuenta entre los ángeles que están Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.
junto al trono de Dios (cf. Hen [et] 20, Iss) y
acaudilla la lucha de los ejércitos celestiales
HVEÍa, ag, ■q mneia recuerdo*
contra Satanás (IQM 9, 15s; 17, 5ss). Según
Ap 12, 7(s), Miguel x a i oi ãyysXoi aíito õ Bibl: |u;rvfiaxo|J,ai.
vencen a Satanás y a sus ángeles (cf., a pro­ El término aparece únicamente en el Cor-
pósito, AscIs 7, 9ss; Hen [esl] 7, 1; Lc 10,
pus Paulinum (7 testimonios, además en Ef 1,
18). Jds 9 (ó ôè Mixcfn). ó àçxàyyeXoç) 16; 2 Tim 1, 3), casi siempre al comienzo de
menciona (siguiendo seguramente un texto,
la carta, con la expresión p v E Ía v j t o t 8 0 [ i a i ,
no conservado, de la AscIs) una lucha entre
Rom 1, 9; Ef 1,16; 1 Tes 1, 2; Fim 4 (cf. ftvf|-
Miguel y el diablo por la sepultura dei cuerpo
(iq v J t o i é o i i a i en 2 Pe 1, 15). El contexto ha-
de Moisés (cf. también Zac 3, 2), lucha en la
ce ver claramente el sentido: se trata de acor-
cual Miguel se abstuvo de proferir maldición
darse favorablemente de alguien en la oración
alguna contra el diablo, y dejó el juicio en
( è ji i Tcôv jtQ OOEuxcõv). La expresión tiene el
manos de solo Dios (en contra de lo que ha-
sentido técnico de «orar por alguien», y está
cen los falsos maestros a quienes se ataca y de
formada seguramente con arreglo al modelo
quienes se dice: ô ó |a ç ôè pXaaqpTip-oüaiv, v.
ô é q o i v j r o i é o p a i (Flp 1,4). El mismo sentido
8). Billerbeck EI, 786s, 813; Bousset-GreB-
tiene pvEÍav Exm, 2 Tim 1, 3; pero con ella se
mann, 327s; H. Windisch-H. Preisker, Der
acentúa más intensamente la continuidad de
B rief des Judas^ (HNT), sub loco', Bauer,
la acción («incesantemente - dia y noche»).
Wôrterbuch, s.v.; RAC V, 243-251; BHH II,
Parece que la misma expresión tiene un senti­
1212; Haag, Diccionario, 1248; W. Schrage,
do más amplio en 1 Tes 3, 6; ê x e tE p .v e ía v
Der B rin d e s Judas (NTD 10), sub loco.
■q(tmv à Y a f l í iv jtá v x o T E significa que la co­
H. Balz munidad piensa constantemente con gozo y
gratitud en el apóstol y sus colaboradores, y
Jivã, ãg, mna mina* no sólo en la oración.
Unidad de cuenta y moneda griega, recibi- Hp 1, 3; EÍixaQiOTô) tm '0'Eõ) poti ê jt i J tó -
da dei Oriente (que correspondia por su peso, OT] xfj [ivEÍct íip,c&v se traduce ordinariamente
según Dt 22,19 y Ez 45,12, a unos 570 g; co­ por «doy graeias a mi Dios, siempre que me
mo moneda se menciona, por ejemplo, en 1 acuerdo de vosotros». Esto, lingüísticamente.
305 HVEia - [ivT](ieiov 306

es posible; pero, exegéticamente, es dudoso: 1974, 108-131; I. Broer, D ie U rg em ein d e u n d da s


1) è n í con genitivo es una constracción más G rab Jesu (StANT 31), München 1972,138-200; H. v.
Campenhausen, D e r A b la u f d e r O sterereignisse u n d
comente (cf. Rom 1, 10; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; d a s leere Grab, Heidelberg ^1966; W. L. Craig, The
Fim 4); 2) la idea de este versículo se expresa H is to r ic ity o f th e E m p ty Tom b o f Jesu s: NTS 31
claramente con otras palabras en el v. 4 (1985) 39-67; H. GraB, O stergeschehen u n d O sterbe-
(«siempre, en cada oración, oro por todos vo- richte, Gõttíngen ^1964, 138-186; J. Jeremias, G olgo-
tha, Lepzig 1926; O. Michel, pipvyioxopai m k . , en
sotros con gozo»); 3) el v. 5 muestra que èjtL ThWNT rV, 678-687, sobre todo 684s; F. Neirynck,
con dativo se emplea para indicar la razón de Jo h n a n d the Synoptics: T he E m pty Tom b Stories: NTS
dar gracias (èrtl Tfj xoivovía ■ópcüv; cf. 1 Cor 30 (1984) 161-187; R. Pesch, D a s M arkusevangelium
1, 4; 2 Cor 9, 5; 1 Tes 3, 9). Esto hace que el II (HThK), Freiburg i. Br., en el índice analítico s.v.
p.vfjpa, pvqpetov.
sentido de la acción de gracias sea el siguien-
te: «Doy gracias a mi Dios por todas Ias sena- 1. En el NT los 39 testimonios dei término
les de que o s a co rd a is (de mí)», un acordarse se encuentran, todos ellos (con excepción de
que, en este caso, Lncluye la ayuda material Hech 13, 29), en los Evangelios; fuera de la
concreta (4, 10). historia de la Pasión cf. principalmente Mt
En Rom 12, 13, la variante textual [tveíaiç, en 23, 29; Lc 11, 44.47 (48 v.l.); Jn 11, 17.31.38.
vez de xpEtaiç, atestiguada en D G it, no modifi­ Además de p v rijiE to v , Marcos y Lucas escri-
ca necesariamente el sentido de la frase, porque ben también pvfjpa (cf., a propósito, Pesch),
pveía puede significar igualmente «cuidado / so- y Mateo, lo mismo que Josefo, ráqioç; sin
licitud», Sin embargo, se ha propuesto también embargo, hay que tener siempre en cuenta que
aqui el significado de «conmemoración» (de los
la tradición textual es muy fluctuante, por in­
mártires; cf. igualmente O. Michel, Der Briefan
die Rõmer^ [KEK], sub loco). fluencia de los lugares paralelos. En el NT
p,VTip,Eiov puede traducirse siempre por se p u l­
R. Leivestad cro-, a lo sumo en Mt 23,29; Lc 11,47 podría
escucharse también el significado original de
sepulcro, tumba*
|A v f j ^ a , a t o Ç j T Ó m n êm a m on um en to se p u lc ra l.
El término aparece 8 veces en el NT; díce-
se dei sepulcro de Jesus en Lc 23, 53 ( e^ tihev 2. Lc 11,44 (cf. Mt 23, 37) alude al proble­
an tò v èv [tvrjpati X.a|EnTÕ, «le puso en un ma farisaico de la impureza contraída por el
sepu lcro excavado en la roca»); 24, 1 (cf. Mc contacto con sepulcros no reconocibles, mien-
15, 46; 16, 2 v.l.); dícese de la tu m ba de Da- tras que Lc 11, 47 habría sido interpretado
vid en Hech 2, 29; dícese de la tu m ba de los acertadamente por Mt 23, 39: se trata de la
patriarcas en Siquén: Hech 7, 16 (con TÍOTjfit práctica, no indiscutida entre los mismos ju ­
Êv); de los testigos en Ap 11, 9, cuyos cuerpos dios, de honrar con mausoleos a veces monu-
no son depositados (tí-^ripi e iç ) en una tu m ­ mentales los sepulcros de reyes y profetas,
ba, sino que permaneceu insepultos en Jeru- una práctica sobre la que ironiza el texto de
salén durante tres dias y medio; se p u lc ro s, Lucas con la paradoja «matar - edificar monu­
cu evas se p u lc ra le s (en plural) como morada y mentos» (Lc 11, 48), y que para Mateo es se-
vivienda de un poseso, en Mc 5, 3.5; Lc 8, 27. nal de que se ha colmado la medida dei homi­
ThWNT IV, 683s; p,vT]p,EÍov. cídio (Mt 23, 32). En Jn 11, la triple mención
dei sepulcro de Lázaro no sólo sirve para asen-
tar firmemente su muerte (v. 39), sino que,
flV ílu e ío v , Olf, tó m n ê m e io n sepulcro por encima de la situación concreta, senala ya
tumba hacia el camino propio de Jesús (11, 4.8.41s).
1. Aparición en el NT y significado - 2. Uso gene­
ral - 3. Del sepulcro de Jesús. 3. Según Mc 15,42-47, Jesús fúe sepultado
B ib l.: J. Blinzler, D ie G rablegung Jesu in histori- ya -e l día de la preparación dei sábado- en
sc h e r S ich t, en E. Dhanis (ed.), R esu rre xit, Roma una câmara funeraria excavada en la roca (so-
307 ^■VTUXEIO^V - (XVTIUOVEVQ) 308

bre un lecho en forma de banqueta o en el in­ f i v i m , o v e v o ) m n em o n eu o recordar*


terior de un nicho), una vez que José de Ari-
Bibl: [ugvf|cr>to|i,ai.
matea hubo logrado que se les entregara el ca­
dáver de Jesus. El sepulcro se bloqueaba con 1. En el NT el verbo aparece 21 veces. En
una enorme piedra en forma de rueda de moli- la mayoría de los casos tiene el sencillo sen­
no, pero podia entrarse en él (Mc 16,4). Estos tido de a c o r d a r s e / re c o rd a r, hallándose lo
detalles, más bien generales, sobre el sepulcro recordado en genitivo (ordinariamente) o en
de Jesus, la falta completa de datos sobre la acusativo (sin diferencia de significado).
localización dei sepulcro (con excepción de la Cuando el objeto es una persona, entonces el
descripción tardia y vaga de Jn 19, 42), a pe­ verbo puede adquirir el sentido de a co rd a rse
sar de que se afirma que Ias mujeres conocian so líc ila m e n te de alguien. Es peculiar única­
el lugar (Mc 15, 47; un conocimiento, claro mente el uso que se hace dei verbo en Heb 11,
está, que a causa de Mc 16, 1-8 es ya literaria- 15.52 2.C).
mente irrenunciable), así como una serie de
difíciles rasgos concretos de la tradición acer­ 2. a) El verbo, en si, no tiene connotacio-
ca dei sepelio de Jesus, apenas permitirán de- nes religiosas. Tan sólo una vez es Dios el su-
ducir sólidas conclusiones históricas sobre un jeto, Ap 18, 5: èp.vTpxóvEUOEV ó í I e ò ç xà
verdadero conocimiento dei sepulcro de Je- àôixiíixaxa autfjç, es decir, Dios no se mos­
sús. Estos problemas pesaron también seria­ trará ya indulgente, sino que ejecutará sobre
mente desde un principio sobre la tradición «Babilônia» el castigo justo. Los objetos dei
acerca de la localización dei santo sepulcro en verbo pueden ser cosas, experiencias, pala-
la actual Iglesia dei Santo Sepulcro. bras, acciones o personas, pero nunca Dios o
Pero, por otra parte, está claro que el sepe­ sus atributos y beneficios (la cosa es diferente
lio de Jesus, tal como se describe en Mc 15, en la LXX: 1 Crón 16, 12; Sal 6, 6; 62, 7).
42ss, debe entenderse como un entierro suma­ Cristo es solamente una vez objeto de la ac-
mente digno (no influido, sin embargo, por Is ción verbal, en 2 Tim 2, 8: pvqpóvEUE ’I t]-
53, 9). Así lo demuestra la acentuación dei ooõv X qloxòv ÈYTiYeep.Évov èx vexqcõv èx
atrevimiento de José de Arimatea (Mc 15,43) ojtéçpaxoç A auíô, x a x à xò EÍ)aYYÉA,LÓv
al pedir que se le entregara el cadáver de un p,on. Dificilmente se citará aqui una fórmula
ejecutado para darle sepultura honrosa, así de fe; en tal caso, los miembros de la frase ha-
como la calificación que se hace más tarde dei brían tenido que hallarse en orden inverso. El
sepulcro al decirse que era un sepulcro que sentido «Recuerda que Jesús resucitó», queda
todavia no había sido utilizado (Lc 23, 53) y excluido por el segundo miembro de la frase.
que estaba destinado para José mismo (Mt 27, El sentido de la exhortación será que hay que
60; cf. Jn 19, 41). Así que es bien patente la m a n ten er v iv a la m em ó ria dei Jesucristo pro­
tendencia a corregir (como quien dice en un clamado, a fin de cosechar así energia y con-
primer acto) «mediante un honroso entierro la suelo en medio de Ias persecuciones.
suerte injusta corrida por Jesús» (Pesch) —un b) Es una excepción el que la acción de
paso esencial más allá dei simple ètáqíTi dei acordarse tenga sentido profano y general, co­
kerygm a más antiguo (1 Cor 15, 4)—. mo en Jn 16, 21. De ordinário se trata de un
recuerdo que, en sí, es muy significativo para
M. Võlkel
la fe y el conocimiento, como ocurre princi­
palmente cuando uno se acuerda de Ias pala-
recuerdo, memória*
FiV T |FU |, t i ç , ^ m n em e bras (y de Ias acciones) de Jesús. Hech 20, 35,
2 Pe 1, 15: p,vf|p.T)v itoiEÍodai, «mantener donde se cita un lo g io n —por lo demás, desco-
el recu erdo / conservar en la m em ó ria » (con nocido- atestigua que en Ias comunidades era
genitivo; cf. PapFayúm 19, 10; cf. también corriente aprender de memória palabras de Je­
MartPol 18, 2. ThWNT IV, 683. sús, a fin de utilizarias como norma (cf. 1 Cor
309 [ivT)HOveTj(o - [iOYiX.áÀ.oç 310

7, 10). En el discurso de despedida, en el c) Un aplicación peculiar dei término lo


Evangelio de Juan, se recalca varias veces la encontramos en Heb 11, 15.22. En el primer
necesidad de acordarse de Ias palabras (15, pasaje, el verbo pvqpovEÚa) habrá que tradu-
20; 16,4; cf. 14, 26; 15,26). En estos casos la cirlo por pensar, en el segundo pasaje, por
idea gira especialmente en tom o a que los hablar de algo, porque aqui se excluye todo
acontecimientos futuros (la suerte corrida por recuerdo, ya que José habla de un aconteci-
Jesús, Ias tribulaciones de la Iglesia) no po- miento futuro.
drán entenderse debidamente sino por medio R. Leivestad
de Ias palabras de Jesús. Un efecto parecido
tiene el recuerdo de Ias palabras de los após-
flVI|flÓ(rüVOV, Ol), TÓ mnêmosynon me­
toles (2 Tes 2, 5). Según Mc 8, 18; Mt 16, 9, mória, recuerdo*
el recuerdo dei milagro dei pan tendría que Mc 14, 9 par. Mt 26, 13: eíç p,vT]póauvov
haber conducido a los discípulos a una com- aÚTfjç (genitivo objetivo), «en memória de
prensión más profunda. Se recoinienda varias ella / para recuerdo de ella»; en Hech 10, 4
veces acordarse de Ias experiencias persona- (dícese de Ias oraciones y Ias limosnas: ávé-
les, dei pasado pagano (Ef 2, 11), dei encuen- Pr|oav etç pvT]p,óai)vov êpjtQOO^&ev xoü
tro con el evangelio (Ap 3, 3), de la dicha de dEOÍj), pvqpóouvov podría referirse, como
los primeros tiempos (2, 5), a fin de renovar- en Lev 2, 2.9.16, al sacrifício memorial (la
se y fortalecerse en la fe. parte de la oblación que se quemaba para
Un efecto parecido podría tenerlo el recuer­ Dios en el altar), de lo que se hablaría en sen­
do de Ias personas de la historia sagrada (por tido figurado; en favor de esto habla el moti­
ejemplo, la mujer de Lot, en Lc 17, 32; cf. los vo dei «ascender»; cf. también Ex 2, 23 LXX
ejemplos en Heb 11). De la misma manera, y el enunciado paralelo en Hech 10, 31 (èfi-
una fuente permanente de energia es el re­ vfiodriaav èvcumov to õ Oeoü), que sugiere
cuerdo dei esfuerzo y de la vida irreprochable también para 10, 4 el sentido, más bien, de
de los apóstoles (Hech 20, 31; 1 Tes 2, 9) o de memorial/ recuerdo. Bauer, Wõrterbuch, s.v.\
Ias obras de fe, amor y esperanza en la comu- E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK),
nidad (1 Tes 1, 3). pvTip,ovEÚa) puede desig­ sub loco.
nar a veces el hecho de acordarse con solici-
tud y amor, tal como se expresa en la interce-
sión y en la ayuda. Se exhorta a los colosen- ^VT|OTevo|itai mnSsteuomai estar prome­
ses a pensar en el Pablo cautivo (Col 4, 18). tida, desposarse*
En la reunión celebrada por los apóstoles se En el NT el verbo se usa ünicamente en voz
decidió que el apóstol de los gentiles debía pasiva, y refiriéndose siempre a Maria como
acordarse de los pobres que había en Jerusa- la joven prometida en matrimônio a José: Mt
lén, es decir, que él debía recolectar dinero en 1,18: pvTioxE-u&ELOTiç... M apíaç xô) Tmofiqp;
sus comunidades para ayudarles (Gál 2, 10). Lc 1, 27: JiaQ'dévoç IpvnaxEupévT] àvÔQÍ;
De manera análoga podría entenderse la ex- 2, 5 oòv M apiàfr xfj èpvqoxeupévT) aúxcp;
hortación que se lee en Heb 13, 7: «Acordaos cf. Mt 1, 16 v.l. Con el desposorio o com-
de aquellos que os guiaron, que os hablaron la promiso matrimonial el matrimônio quedaba
palabra de Dios»; pero en la frase que viene a fundamentado juridicamente. C. M. Henze:
continuación inmediata se ve claro que se ThPQ 101 (1953) 308-313; M ag ia 2.b.
piensa más que nada en los predicadores ya
fallecidos, que deben estar siempre presentes 2 mogilalos mudo, persona
como modelos de fe ante los ojos de la comu- que habla con dificultad, persona que
nidad. Sólo el contexto podrá decidir si apenas habla*
pvTKtoveúoo significa un recuerdo agradecido Mc 7, 32: xmqpòç x a l p,OYiMX.oç, «sordo-
0 un recuerdo inspirador. mudo» o «sordo y que no habla sino con difi-
311 H,oYiX.áX.oç - fioi^eija) 312

cultad»-, los vv. 33-35 hablan en favor dei pri- ftOlXEVtO moicheuõ cometer adultério*
mer significado, que es el más amplio; ôq- (toixaXíç, íôoç, (ri) moichalis adúltero/a;
#rôç acentua el milagro de que un mudo, in- sustantivado: (mujer) adúltera*
mediatamente después de la curación, pueda [to ix á o |ta i moichaomai ser seducido/a al
hableur «correctamente/normalmente». Bauer, adultério, ser adúltero/a, cometer adulté­
Worterbuch, í .v. (bibl.). rio*
ftoixeía, aç, r| moicheia adultério*
[toixóç, oi), ó moichos adúltero*
fioyiç mogis (adv.) apenas, con dificultad* 1. Aparición en el NT - 2. Sobre el uso de noiyEÚto
Lc 9, 39; [tÓYtç àjtoxojQei (v.l. ->■ [tóXiç); / poixáo|J.ai - 3. El adultério en el mundo dei NT - 4.
cf. también Heçb 14, 8 D; Rom 5, 7 v,l. (en Utili?ación dei campo léxico en el NT - a) Cita e in-
ambos casos, en lugar de póXiç). ThWNT IV, terpretación dei Decálogo - b) En catálogos de vicios
y anúncios de jnicio - c) En el contexto de la prohibi-
743s. ción dei divorcio - d) Uso en sentido figurado.
B ibl.: H. Baltensweiler, D ie E hebruchsklauseln bei
M t: T h Z 15 (1959) 340-356: Bauer, W o rterb u ch ,
fióôioç, íov, ó modius almud* 1040s; K. Berger, D ie G e se tzesa u sleg u n g J e s u I
Es un préstamo léxico dei latín {modius), (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 307-326,
propiamente una medida de capacidad para 508-575; J. Blinzler, D ie S tr a fe fü r E hebruch in B ibel
und H alacha: NTS 4 (1957-1958) 32-47; G. Delling,
áridos (aproximadamente 8, 7 1), pero en el D as L ogion M k 10, 11 (u n d seine A bw andlungen) im
NT aparece únicamente en la expresión: ÚJtò NT: NovT 1 (1956) 263-274; Id., E hebruch, en RAC
TÒv póôiov y dícese de la lámpara a la que IV, 666-677; K. Haacket, D e r R e c h ts sa tz J e s u zu m
nadie «pone bajo el almud» (porque la luz, T hem a E hebruch: BZ 21 ( \9 1 1 ) 113-116; F. Hauck,
[xoixéuío JtTi,., en ThWNT IV, 737-743 (bibl.); E. Lõ-
con ello, se apagaria pronto y además no seria vestam, D ie fu n ktio n a le B edeutung d e r synopt. Jesus-
vista por nadie)); Mc 4, 21 par. Mt 5, 15 / Lc w orte iiber E h esch e id u n g u n d W ied erh eira t, en A.
11, 33 (NTG^®); se piensa, por tanto, en la va- Fuchs (ed.), T heologie au s d em N orden, Linz 1977,
sija que sirve para medir; cf. también Jue 7, 19-28; B. Schaller, D ie Sprü ch e iiber E hesch eid u n g
u n d W iederheirat in d e r synopt. Ü berlieferung, en F S
16; Josefo, Ant V, 223; §ab 3, 6; 16, 7; Bauer, Jerem ias 1970, 226-246; R. Schnackenburg, E l E van-
Worterbuch, í .v.; Xú^voç 3.a. gelio según San Ju a n II, Barcelona 1980, 225-236; G.
Schneider, J esu W ort iiber d ie E h esch eid u n g in d e r
Ü berlieferung d es NT: TThZ 80 (1970) 65-87 (bibl.);
G. Strecker, D ie A n tith esen d e r B ergpredigt: ZNW 69
fio i moi a ml, me (1978) 36-72, sobre todo 51-56; para más bibliografia,
Dativo de èyá (forma enclitica). cf. ThWNT X, 1180.

1. Los derivados dei radical ftoix- apare­


ceu en el NT un total de 35 veces (de ellas
^O l/aÀ ,lç, ÍÔOÇ, (^ ) moichalis adúltero/a;
tres veces en v.L: Mt 19, 9; Gál 5, 19; Sant 4,
sustantivado: (mujer) adúltera
4). Las formas verbales son Ias que apareceu
->• poixetjm.
con mayor frecuencia; p.OLxeúcu (15 veces) y
[toixáo[tai (4 veces). poixaXiç aparece 7 ve­
ces; poixóç y [ioixeía, 3 veces cada uno. Ca-
^ O lx á o |iIa l moichaomai ser seducido/a al si dos terceras partes de todos los testimonios
adultério, cometer adultério (18) se encuentran en los Sinópticos, 6 en Pa-
^ poLxeúo). blo, 3 en Santiago, 2 en el Evangelio de Juan,
y 1 en cada uno de los escritos siguientes; He-
breos, 2 Pedro y Apocalipsis.
p.oi}(EÍa, aç, moicheia adultério Siempre que en el NT se encuentra el cam­
-> [toixetico. po léxico, que originalmente perteneció con
313 [ioixewcü 314

probabilidad a la esfera vulgar (Chantraine, do sino por Ias leyes de Augusto, aunque en Gré­
Dictionaire 111, 709), éste aparece eu formas cia el marido enganado podia contentarse con que
procedentes dei lenguaje jónico-ático, mien- se impusiera al adúltero una sanción pecuniária
(así en la Carta de la Ciudad de Gortina, pero cf.
tras que poixaA.LÇ es el único término que no Prov 5, 9s; 6, 32-35). Ahora bien, lo mismo que
aparece atestiguado sino en textos helenísti- en el judaísmo antiguo (Sot 5, Ib), en Atenas y en
cos (Bauer s.v.). Tan sólo Mateo y Marcos Roma el marido -en cualquier caso- tenía que se-
emplean con p,otxáo[tai una forma dórica (cf. pararse de la esposa sorprendida en adultério. Las
Jenofonte, Hist 1, 6, 15). Todos los derivados penas que según el derecho romano solían apli-
de p,oix- que aparecen en el NT, se encuentran carse por el delito de adultério, durante la época
también en la LXX (como equivalentes de imperial, eran el destierro y la pérdida dei patri­
mônio.
nã’a fy sus derivados); la mayoría de ellos se En el mundo antiguo, sólo a la mujer se le exi­
encuentran, además, en Filón, Josefo y en gia una fidelidad conyugal absoluta. Las relacio­
otros textos judios helenísticos (por ejemplo, nes sexuales dei marido con esclavas y rameras
TestXIl). no vulneraban juridicamente su matrimônio sino
en casos rarfsimos (Plutarco, Alc. 8, 4), y la espo­
2. Cuando en el griego clásico los verbos sa tenía que tolerarias (Plutarco, PraecConiug
(xoixeúco / (xoixáopai aparecen usados en voz 16); tan sólo algunos filósofos -Platón, Aristóte­
activa -en sentido absoluto o con objeto en acu- les y especialmente los estoicos (Musonio, Epic-
sativo-, tienen por único sujeto al varón; el obje­ teto)- así como la novela helenística considera-
to es primordiabnente tan sólo la raujer casada. ban tales relaciones como ilícitas o, al menos,
En voz pasiva y en voz media significan «ser se- deshonrosas. Principalmente la novela celebraba
ducido, dejarse seducir al adultério» y -irefirién- tan programáticamente la fidelidad ilimitada de
dose a la mujer!- «cometer adultério». El uso de ambos cónyuges, que esa novela pudo convertir-
este grupo verbal con su aplicación específica a se más tarde en el modelo literário para los Actas
uno o a otro sexo llegó luego a desaparecer, de tal cristianas de los Apóstoles (E. Plümacher, en
manera que en el empleo de Ias formas pasivas y Pauly-Wissowa, Suppl. XV, 63).
medias en la LXX y en el NT, incluso en Ias citas
que el NT hace de Ex 20, 13 LXX / Dt 5, 17, se 4. a) La continuada validez de la prohibi­
hace referencia siempre a ambos sexos como su- ción veterotestamentaria dei adultério se con­
jetos dei verbo (cf. Mt 5, 32; 19, 9; Schwyzer, sidera obvia en el NT; seis veces se cita Ex
Grammatik II, 235; cf. Bauer, 1041). 20,13 / Dt 5,17 (Mt 5, 27; Mc 10, 19 [par. Mt
19, 18; Lc 18, 20]; Rom 13, 9; Sant 2, 11),
3. Segün la tradición jurídica dei Oriente anti-
mencionándose siempre este precepto dei De-
guo, el adultério se cuenta entre los delitos espe­
cialmente graves. Si se comete con una mujer is­ cálogo juntamente con otros preceptos dei
raelita y vulnera un matrimônio ajeno (sólo en es­ mismo (excepto en Mt 5, 27). En todas partes
te caso se considera como adultério), entonces se considera la prohibición dei adultério como
merece la pena de muerte, porque perturba al parte absolutamente integrante de los precep­
mismo tiempo el pacto con Yahvé (Lev 20,10; Dt tos éticos: así lo vemos en el apotegma sinóp-
22, 22), un critério que todavia se mantiene en tico sobre la pregunta dei rico acerca de cuá-
Jub (30, 8; 39, 6) y, por principio, también entre
les son las condiciones para conseguir la vida
los rabinos (SifraLev 20, 10; San 11, 1; Jn 8, 5),
aunque atenuado en este caso por una serie de eterna (Mc 10, 17-22 par.); así lo vemos tam­
cautelas (Billerbeck I, 295s). Sin embargo, en la bién en la tradición catequética judeocristíana
época romana apenas se aplicaba ya la pena de recogida por Pablo en Rom 13, 9s (E. Kâse-
muerte (cf. bSan 41a) sino que se sustituía por el mann, An die Romer^ [HNT], 348s; sobre los
repudio de la mujer adúltera (con pérdida de la antecedentes rabínicos cf. Billerbeck I, 357ss),
indemnización por divorcio y bajo prohibición de que habla dei mandamiento dei amor, en Lev
contraer matrimônio con el adúltero: Sot 4, 3e; 5,
Ib; cf. Jer 3, 8). 19, 18, como el denominador común de todos
El Oriente antiguo y el mundo grecorromano los preceptos particulares; así lo vemos en la
conocen, ambos, el derecho de matar concedido diatriba de Sant 2, 1-13, donde los vv. lOs
al marido enganado, y que en Roma no fue aboli­ recalcan la convicción -formulada igualmen-
315 (loixeiJCü 316

te con arreglo a correspondientes ideas rabíni- cf. Eliano, NatAn 15!), a pesar dei v. 11b, se en-
cas (cf. M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ tendió ya erroneamente, desde muy pronto, como
[KEK], 179s)- acerca de la indivisibilidad de una hberalización de la actitud rígida dei NT
frente a los adúlteros (cf. Agustín, D e A d u lt. C o -
la ley (moral), que obliga al cumplimiento de
n iu g . II, 6 [CSEL 41, 387], no tiene como finali-
todos los mandamientos. dad -ni mucho menos- tratar dei problema dei
Aparece, además, una referencia al sexto adultério. El antiguo fragmento de la tradición, de
mandamiento (aunque no es citado explícita­ corte más bien sinóptico (un apotegma biográfi­
mente) en Rom 2,17-24, donde Pablo echa en co; Schnackenburg 233), insertado secundaria­
Ccira burdas trasgresiones de la ley a los judi­ mente entre Jn 7, 52 y 8, 12 y también en otros
os orgullosos de la ley (vv. 21s; la agrupación lugares dei NT (U. Becker, J e s u s u n d d ie E h e b r e -
c h e r in , Berlin 1963; K. Aland, S tu d ie n z u r Ü b e r-
dei adultério, el hurto y el robo en el templo
lie fe r u n g d e s N T u n d s e in e s T e x te s, Berlin 1987,
aparecen también en Filón, Conf 163, cf. CD 39-46), y que es antiguo, a pesar de hallarse ates-
4, 12ss). Lc 18, 11 ofrece una imagen de con­ tiguado tardíamente (el testimonio más temprano
traste: el fariseo que se gloria de su propia es el de Eusebio, HistEccl III, 39, 17) tiene más
rectitud, insiste precisamente en que él se abs- bien la finalidad, a semejanza de Mc 12, 13-17
tiene de robar y de cometer adultério. Final­ par., de ser un hábil gesto con el que Jesus recha-
mente, en Rom 7, 1-6 el poder de la ley, que za una pregunta capciosa y provocativa, que pre­
tendia obligarle a adoptar una decisión en favor
no termina sino con la muerte, se ilustra me­ de la Toiá y en contra de la misericórdia con el
diante el lazo que existe entre una mujer y su pecador.
marido, un lazo que, dada la rigurosa prohibi-
ción veterotestamentaria dei adultério, exclu- b) El adultério se incluye también en Ias
ye como adúlteras cualesquiera otras relacio­ listas de los vicios graves. Juntamente con Ias
nes (vv. 2s). virtudes primarias, la parénesis dei NT reco-
La prohibición dei adultério en Mt 5, 27s gió tales vicios en listas, a imitación dei juda­
está afirmada radicalmente como «exigencia ísmo helenístico, que había estado influido a
de una perfecta actitud ética que unifique el su vez por la filosofia estoica popular (cf. H.
acto exterior y la orientación interna de la vo- Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther
luntad» (Strecker, 51s), Una vez más esta [KEK], 121-123 [bibliografia]). Las (toixEtai
prohibición adopta conceptos dei judaísmo aparecen en la lista de Mc 7, 21 par. Mt 15,19
antiguo que -en algunos aspectos- se encon- (cf. Gál 5, 19 v.L), y la lista claramente tradi­
traban ya plasmados en el AT (cf. LevR 23 cional (cf. Gál 5, 19-21) que Pablo ofrece en
[122b]; Hall 1; Billerbeck I, 298-301). Estos 1 Cor 6, 9s pone a los adúlteros (poixoí.) en­
conceptos son dificilmente de origen helenís- tre los que no han de ser partícipes dei reino
tico (en contra de H. Hommel: ZNW 57 de Dios. Este anuncio de juicio es también
[1966] 4ss). Se encuentran relacionados estre-
tradicional; está presente, por ejemplo, en la
chamente con la prohibición dei deseo (èju-
lista de Gál 5,19-21, y aparece igualmente en
■&up,fioai), expresada en Ex 20, 17 / Dt 5, 21,
las exhortaciones de Heb 13, 1-21, donde el v.
de tal manera que el acto de adultério se co­
4 habla dei juicio de Dios sobre jtÓQVoi y
mete ya cuando existe la decisión de quebran-
poixoí (H. Schlier, La Carta a los gaiatas,
tar el mandamiento, una decisión que se ma­
Salamanca 1975, 295).
nifesta en la mirada de deseo (o en la mirada
provocativa; Haacker). En la polêmica contra c) Tanto Marcos (10, l l s par. Mt 19, 9) co­
los herejes en la Carta segunda de Pedro, se mo la fuente Q (Mt 5, 31s par. Lc 16, 18)
atribuye tal deseo a los herejes: ellos tienen ofrecen la tradición de una sentencia dei Se-
ôqjda^í.pol peoxol poixakíôoç, «tienen ojos nor, que al principio se trasmitió seguramente
llenos de adultério» (2, 14). en forma aislada, y que rechaza el divorcio y
Aunque la perícopa de la yuvf) èjtl poiXEÍa el nuevo matrimônio de las personas divorcia­
xaTEiA,qpgévq (jsobre la terminologia de 8, 3s das calificándolos de poiXEXieiv o poixãoDai.
317 fiOlXEUtO 318

El problema acerca de la forma de la sentencia mismo tiempo que el matrimônio era d e iu re indi-
—^una sentencia jurídica (Bultmann, G e s c h ic h te , soluble», a fin de seguir ajustándose, al menos
139s; Schneider, 73-75), «una declaración fun­ formalmente, a la prohibición absoluta de Jesús
damental formulada concretamente» (Delling: en lo referente al divorcio (Mc 10, 2-9; 1 Cor 7,
NovT 263) o una parénesis en forma de sentencia lOs) (Schaller, 243s).
judicial (Berger; NTS 17 [1970/1971] 28-30)?-
es tan discutido como la cuestión acerca de cuál Seguramente en Mc 10, 12 hay una adapta-
es su forma más antigua (Schneider 70-72; Ber­ ción posterior de la tradición a Ias exigências
ger, G e s e tz e s a u s le g u n g , 569s: Mt 5, 32; J. Gnil- contemporâneas, cuando se tiene en cuenta la
ka, El Evangelio según San Marcos II, 87: Lc 16,
18; Delling: NovT 265 y Schaller, 237; Mc 10, posibilidad de divorcio y de nuevo matrimô­
11). Desde luego, un aramaísmo conservado por nio que existia también para la mujer en vir­
Marcos, la construcción de potxóopai con èjtí en tud de Ias leyes grecorromanas (cf. Delling,
lugar de con Tivá (conservando el mismo signifi­ en RAC IV, 709-713), y en consecuencia se
cado de «cometer adultério con alguien»), habla condena igualmente como adultério el hecho
aqui en favor de Mc 10, 11 como la forma más de que la mujer se divorcie y vuelva a casar-
antigua (SchaUer, 237-245). se. Asimismo, son secundarias Ias denomina­
Se ha considerado como elemento constitu­ das cláusulas de fomicación -(,que reflejan
tivo dei logion el desacuerdo y la oposición a Ias ideas dei rabí Shammay (cf. Billerbeck I,
la práctica judia dei divorcio, que concedia al 313-315)?- en Mt 5, 32 (jiag e x tò ç Xóyov
marido la posibihdad de divorciarse (->■ àno- JtOQVEÍag) y en 19, 9, que permitirían al ma­
X.TJCÚ; àjTOOTá0Lov). Mt 5, 32 se halla muy rido divorciarse de su mujer en caso de que
cerca de algunas normas judias que, aunque ella cometa adultério (^o si se descubre que
no estaban absolutamente comprometidas con ella tiene un parentesco de sangre en grado
la monogamia, se oponían sin embargo a que prohibido [Baltensweiler] o que se dedica en
el marido rompiera su propio matrimônio (cf. toda regia a la prostitución [A. Sand: MThZ
Billerbeck I, 297; Blinzler, 43 nota 1); el nue- 20 (1969) 128]?). Cf. Lõvestam; Strecker,
vo matrimônio contraído por la mujer repu­ 54s; ^ JtOQVEia 3. Cf. también J. B. Bauer,
diada hace que su nuevo cónyuge cometa en FS Zimmermann, 23-21 (bibl.).
adultério contra el primer matrimônio, que se
d) El sentido figurado de poiXEtito xxk. en
considera que sigue existiendo todavia; razón
el NT se orienta enteramente según los mode­
por la cual, según Mt 5, 32, el anterior marido
los dei AT, el cual interpreta el pacto concerta­
tiene también la culpa de que se cometa tal
do entre Yahvé e Israel como un matrimônio,
adultério (JtotEi an tq v p o ix e n ^ v a i; cf. De­
y la apostasia de Israel para dedicarse a cultos
lling; NovT 266s; Schneider 75). Por el con­
ajenos, como un adultério (Os 2, 21s; 4, 12s;
trario, Mc 10,11 y Lc 1 6 ,18a, de manera más
Jer 3, 8s; 13, 26s; Ez 16; 23; Hauck 738s). En
radical y, por tanto, más original que la ver-
consonância con ello, a Israel, que rechaza a
sión re-judaizante de Mateo, inculpan al va-
Jesús y a sus misioneros, se le llama yeyzà
rón que, después de divorciarse, se ha vuelto
poixakíç (Mc 8, 38; R. Pesch, Das Markuse-
a casar, de que se cometa adultério contra su
vangelium II [HThK], 64); también en Mateo
(primer) matrimônio.
(12, 39 = 16, 4) se llama así a Israel, cuando
Puesto que el divorcio y el nuevo matrimônio éste, representado por los fariseos y los escri-
aparecen en relación sumamente íntima (si no en bas (saduceos), exige una senal de confirma-
relación final) en los pasajes de Marcos y Lucas ción pero se niega a creer en la senal de Jonás
que acaban de citarse, podría pensarse si el lo g io n (que es la resurrección de Jesús) (12, 38-42;
-^originado quizás en Siria como catequesis de la
comunidad?- no se orienta tal vez, no hacia la 16, 1-4; R. Walker, Die Heilsgeschichte im
prohibición dei divorcio, sino a la de un segundo ersten Evangelium, Gõttingen 1967, 35-38).
matrimônio, en virtud de lo cual «se admitia de La apostasia de la fe correcta para caer en
facto el acto dei divorcio, pero manteniéndose al la falsa doctrina es denominada igualmente
319 |XOIXE'UCO- |J.OH(pf| 320

adultério: Ap 2, 22. Claro que la expresión cerse sacrificios de ninos, especialmente en el


que se formula en este pasaje (p,oixeí)ovT8ç Valle de Hinnón, al sur de Jerusalén (cf. 2 Re
pex’ aüxfjç) podría no haber surgido simple- 16, 3; 23,10; Jer 32, 35; prohibiciones en Lev
mente dei deseo de inspirarse en metáforas 18, 21; 20, 2ss).
dei AT, sino que también podría estar sugerida En Hech 7, 43 se cita Am 5, 26 LXX: àve-
por la circunstancia de que, en el grupo heré­ Xápexe xf]v axqvqv xoü MóXox, «llevásteis
tico atacado por el autor dei Apocalipsis, una el tabemáculo de Moloc», lo cual supone que
profetisa libertina y que al parecer propagaba Israel adoraba ya a Moloc durante el tiempo
la JtOQVEÍa (y el consumo de came sacrifica­ de su peregrinación por el desierto. (En cam­
da a los ídolos) desempenaba un papel impor­ bio el texto hebreo de Am 5, 26 dice; sikküt
tante (cf. H. Kraft, Die Offenbarung des Jo- malkfkem, a «Sicut, vuestro rey».) Bauer, Wõr-
hannes [HNT], 69s; sobre la asociación de la terbuch, s.v. (bibl.); BHHII, 1232; Haag, Dic-
herejía con el adultério cf. además 2 Pe 2,14). cionario, 1289-1291 (bibl.).
La rigorista «ética de conventículo» de la
Carta de Santiago (M. Dibelius, Der Brief des
Jakobus^ [KEK], 71) inculca la idea de reti- ^oXÚvta molynõ manchar, ensuciar, conta­
rarse dei mundo; el comprometerse en los minar*
asuntos dei mundo significa mantener ene- En Ap 3, 4 la suciedad de los vestidos (ct
mistad bacia Dios (e/O-Qa xoü O-e o u ). Para el oüx âpóÀuvav xà ipáxia aüxcõv) es imagen
autor de la carta es obvio caracterizar como de una vida impura e impenitente; en 14, 4
adúlteros a los partidários de la qjiltía xoü poX.úvo) se usa en sentido figurado para refe-
>tóop,ou (4, 4). rirse a toda la comunidad (de los 144.000), oi
psxà ycvatitMv oüx èp.oX.üv&qoav, «los que
E. Plümacher no se han contaminado con mujeres», es de-
cir, como imagen de la fidelidad de la comu­
nidad, que no se ha entregado a la fomicación
( i o i / o ç , o v , o moichos adúltero
(dei culto idolátrico, cf. Os 2, 14ss; Jer 2, 2ss;
-» [XOtXEVÍÜ. también 2 Cor 11, 2); en 1 Cor 8, 7 se dice,
también en sentido figurado, refiriéndose a la
molis (adv.) apenas, con dificultad, conciencia de los débiles, que se mancha (f|
o u v e Lôt]o iç aüxcbv à o fiE v fiç ouoa jxoXüvE-
no fácilmente*
En el NT el advérbio aparece 6 veces, cua- xai) al comer came sacrificada a los ídolos.
tro de ellas en el libro de Hechos con el signi­ ThWNT IV, 744s.
ficado: (sólo) con dificultad, 14, 18; 27,
7.8.16; apenas / no fácilmente, Rom 5, 7; pio X v a^ó ç, oC, ó molysmos mancha, con-
apenas / dificilmente, 1 Pe 4, 18; cf. Lc 9, 39 taminación*
v.l. nóytç). ThWNT IV, 743s. En 2 Cor 7, 1 se dice en sentido figurado:
àjtò Jiavxòç |j,oX,uap,oü aapxòç x a l jtv eú -
p.axoç, al final de una parénesis tipicamente
M óX ox Moloch Moloc* judia (sobre 6, 14-7, 1 cf. R. Bultmann, Der
Moloc es, en la LXX, el nombre de un dios zweite Brief an die Korinther [KEK], sub lo­
adorado ya desde el siglo III a.C. entre los se- co, y la bibüografía mencionada en la p. 264s
mitas dei nordeste y dei este (en hebreo me- de la citada obra).
lek, vocalizado por los masoretas mõlek, imi­
tando seguramente la vocalización de bõset,
que significa «vergüenza». Su culto, por in­ momphè acusación, queja*
fluencia asiria, adquirió en Israel bastante in­ Col 3, 13: JtQÓç xiva... |xopqpf|v, «queja
fluencia. Y a esta divinidad debieron de ofre- contra alguien». ThWNT IV, 577.
321 [lOVTl - |10V0YEVT)Ç 322

f*OVT|, fjç, ^ monê morada, alojamiento, YÉvoç). Este significado se encuentra en Pla-
estancia* tón, Tim 92c (dícese dei cielo; eÍ ç oÚQavòç
En Jn 14, 2 se habla de (Aoval Jto?tXaí, de oôe povoYEvf|ç); Sab 7, 22 (dei espíritu de sa-
Ias moradas celestiales en la casa dei Padre, biduría); Comuto, TheolGraec 27 [49, 13] (de
en Ias que Jesús va a preparar para los discí­ este solo y único mundo: eLç x a l [xovoyEvqç
pulos una «residência» permanente (cf., a ó RÓopoç; de manera parecida en Plutarco,
propósito, Hen [et] 39, 4s; 41, 2; 71, 16; Fi- Moralia, 423a); 1 Ciem 25, 2 (dei ave Fênix).
lón, Som I, 256; cf. también Billerbeck II,
560; R. Schnackenburg, El Evangelio según Aunque yévoç está relacionado con yiÍyIteo-
San Juan III, sub loco [bibl.]; R. H. Gundry; •úai, sin embargo el radical yeveo- perdió su nota
sexual original y significo pronto sencillamente
ZNW 58 [1967] 68-72: G. Fischer, Die himm-
«Uegar a ser», sin connotación de «generación» o
lischen Wohnungen, Bem 1975). En Jn 14, 23 «nacimiento». Ahora bien, povoYEvfjç se empleó
lo de povT]v JTOiéopai,, «prepararse una mo­ frecuentemente para designar a un «hijo único»,
rada / fijar su estancia / habitar» se refiere a varón o mujer, que hubieran tenido los padres,
la permanente inhabitación de Cristo y dei Pa­ por ejemplo, en Hesíodo, Opera et dies, 376 (po-
dre en aquellos que aman a Jesús y guardan su voYEvfjç natç), Theogonia, 426 (de Hecate:
palabra (compárese el morar de Dios entre su povoYEvf]ç deá); Herodoto VII, 221; Filón,
Bybl. en Eusebio, PraepEv I, 10, 33 (tòv èauToú
pueblo en Ex 25, 8; Ez 37, 26s; Zac 2, 14; povoYEvf] uíóv); Plutarco, Lycurg. 31,4; Diodo-
también en Ap 21, 3). ThWNT IV, 583-585; ro Sículo IV, 73, 2. Este mismo uso se encuentra
jtévo) 3. también en la LXX (Jue 11, 34; Tob 3, 15; 6,
10.14; 8, 17; posiblemente también en Sal 21, 21
y 34, 17 LXX), En estos casos povoyevTiç puede
H .ovoyEVtjç, 2 monogenês único (en su tener el matiz de «el único hijo nacido». En algu-
clase), hijo único* nos casos la LXX traduce con povoyevfiç el he-
breo yãhid, «único» (emparentado con ’ehãd,
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. en Lucas - 4. Heb 11, 17 (Isaac) - 5. Jesucristo co­ «uno», que no posee ninguna connotación de
mo liovoyevriç. «generación» o «nacimiento»). Algunas veces
povoYEVT|ç tiene incluso el matiz de «solo, soli­
B ibl.: K.-H. Bartels, póvoç, en DTNTIV, 311-313, tário» (Bar 4, 16; Sal 24, 16; posiblemente tam­
sobre todo 312s; R Büchsel, |j,ovoYevr|ç, en ThWNT bién Sal 21, 21; 34, 17 LXX).
rv, 745-750; H.-J. Fabry, jãlia d, en ThWAT BI, 595-
603; F. C. Grant, « O nly B egotten» - A F ootnote to the
N ew R evision: AThR 36 (1954) 284-287; F. Hahn, B e-
3. povoYEvf|ç signigfica único en todos los
obachtungen zu Jo h 1:18, 34, en F S K ilpatrick, 239- pasajes de Lucas. Aqui se emplea el adjetivo
245; D. Moody, G o d S O nly Son: JBL 72 (1953) 213- para referirse al único hijo que la viuda de
219; Id„ en IDB HI, 604; F. M. Warden, G o d ’s O nly Naín había tenido (7, 12 material peculiar). El
Son: RExp 50 (1953) 216-223; R Winter, MovoyEVTjç
itaçà naxQÓç: ZRGG 5 (1953) 335-365. evangelista insertó (lOVOYEvrjç en el relato de
la curación de la hija de Jairo (8, 42; cf. Mc 5,
1. En el NT el adjetivo [XOVOYevfiç aparece 23: TÒ ■flüYáTQióv pou) y en la perícopa dei
9 veces, tres de ellas en Lucas (en 7, 12 y 9, muchacho epiléptico (9, 38; cf. Mc 9, 17: tòv
38 dícese de un hijo varón, y en 8, 42, de una ulóv pou). povoY£vf|ç, en estos casos, re-
hija), cuatro veces en el Evangelio de Juan fuerza la importância dei milagro.
para caracterizar Ias relaciones de Jesús con
Dios (1, 14.18; 3, 16.18), una vez en la Carta 4. Que único es el sentido real de povoyE-
primera de Juan (4, 9, en el mismo sentido vf|ç lo vemos en Heb 11, 17, donde este adje­
que en el Evangelio de Juan) y en Heb 11,17 tivo se refiere a Isaac, a quien Abrahán estaba
(donde se dice de Isaac). dispuesto a sacrificar (tòv povoYEvfj itQooé-
q)EQEv), a pesar de que Dios le había prometi­
2. [tovoYEvr|ç significa único, uno solo de do abundantísima descendencia. povoYevf|5
su clase, singularísimo (se deriva de [tóvoç y significa aqui único (hijo) de su clase, es de-
323 [iO V O Y E V liç - (lOVOÇ 324

cir, el único hijo de la promesa (Gén 21, 12). «único nacido» adquirió otro matiz ulteiior: el de
Pues Abrahan había engendrado ya de Agar a «único engendrado» —un matiz que el texto grie-
Ismael (Gén 16, 3s; 17, 22-25) y tenía de go original del Evangelio de Juan admite dificil­
mente-.
Queturá otros seis hijos (Gén 25, Is). p,ovo-
Y£vr|Ç refleja aqui el sentido del hebreo yãhid
El «Logos», según Jn 1, 14.18, es el «Úni­
en Gén 22, 2.12.16, que la LXX prefiere tra-
co» del Padre, y lo es precisamente en su ca-
ducix por àYan:r|xóç (Aquila emplea povoYE-
lidad de ser el único Revelador del Padre.
vqç en Gén 22, 2, y Símmaco ofrece el adjeti­
vo povoyevriç en Gén 22, 12). De manera pa­ J. A. Fitzmyer
recida, Josefo, Ant I, 222 emplea povoYEvrjç
en el sentido de único-, expresa la idea de «na- ^ÓVOV monon (adv.) únicamente, solamen-
cido» mediante un participio especial ('ujteq- te
^yásta povoYevfj òvxa x,al èm ytiqwç ouôrâ -»• póvoç 5.
x axà ôcoQEàv aúxcp xoü Deou y£'vóp.EVov).

5. «El/su Hijo único» es lo que se quiere (tOVÓO|iai monoomai estar solo, quedarse
dccir clarísimamente en Jn 3, 16.18; 1 Jn 4, 9. solo*
La expresión designa la singularísima perso- En 1 Tim 5, 5 s e e n c u e n t r a e l p a r t i c i p i o d e
nalidad de Jesüs, su singularísima relación p e r f e c t o d e la v o z p a s i v a : «la q u e e s en v e r -
con el Padre y su singularísima misión. d a d v i u d a y se ha quedado sola» (■q ô è õ v x c o ç
X qpa xcà p E p o v m p é v q ) .
El uso joánico de povoyevriç fue cuestionado
a causa de Jn 1, 14 (ôóÇav d)ç povoYEVoüç jta-
QÒ. naxQÓç) y 1, 18. En este último pasaje, la me- ^ ó v o ç , 3 monos solo, único, solitário*
jor variante textual (p®*^^ Sin*' B C* L y otros) 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
dice: (ó) povoyevíiç deóç (cf. © Koiné Vg: po- 3. Uso del adjetivo - 4. xaxà póvaç - 5. póvov como
voy6vt)ç nlóç). Aunque después de la palabra advérbio.
clave povoYevT|Ç se ponga una coma ([ó] povo-
YEvqç, dEÓg), la falta de utóç hace que uno se B ib l : K.-H. Bartels, póvoç, en DTNTIV, 311s; Be-
pregunte cuál es el sentido de povoYevr|ç. Bauer yer, Syntax, 126-129; E. R F. Bishop, Som e N T Occu-
{Wõrterbuch, 1043) propone los significados de rren c es o f Monos w ith Theos; Muslim World 51
«único engendrado» o «engendrado por el Úni­ (1961) 123-127; G. Delling, Móvoç 0eóç: ThLZ 77
co» (cf. 1, 13: z% Ueou YEVvãoO-at). (1952) 469-476; J. Dupont, Móvo) ooiptõ 0gtõ (Rom.,
X V I. 27): EThL 22 (1946) 362-375; P.-E. Langevin,
Sin embargo, esto no puede ser correcto, por­ B ibliographie b iblique, Quebec 1970. 1978, I, 122s\
que È3t UeoB YEVvSodat en 1, 13 se refíere tam- n, 1236s; N. Lohfink-J. Bergmann, 'aehãd, en DTAT
bién a los c r e y e n te s cristianos (ol... Èyevvtj^&t]- I, 207-215; Moulton-MiUigan, i.v.; E. Norden, A g n o s-
oav, según todos los manuscritos griegos; en tos Theos, Darmsfadt ''1956, 245-256.
contra de la «Biblia de Jerusalén» y otras traduc-
ciones). La v.l. del manuscrito a de la Vetus Lati­ 1. En el NT póvoç aparece 47 veces como
na traduce povoYEvf|ç por unicus; pero San Jeró- adjetivo pronominal, y el neutro póvov se
nimo (Vg) modifico este término sustituyéndolo
por u n ig e n itu s en los pasajes de Jn 1, 14.18; 1 Jn emplea 66 veces como advérbio. El adjetivo
4, 9; Heb 11, 17, conservando no obstante la tra- se encuentra en todos los escritos del NT con
ducción de u n ic u s en los tres pasajes de Lucas (7, excepción de Hechos, 2 Corintios, Efesios, 2
12; 8,42; 9, 38; ->■3). La modificación pretendia, Tesalonicenses, Tito, Filemón, Santiago, 1/2
evidentemente, que estos textos quedaran libres Pedro y 3 Juan, y el advervio aparece en todos
de una interpretación «arriana». Sin embargo, los escritos con excepción de Colosenses, Ti­
hay que tener en cuenta que el segundo Símbolo,
to, Filemón, 2 Pedro, 2/3 Juan, Judas y Apo-
que ofrece Epifanio, Ancoratus, 119, 4 (GCS 25,
148), emplea dos vocablos para expresar «único caüpsis. Al total de los 113 testimonios de
engendrado»; YSWT]'&évxa èx 'ôeoõ Jtaxpòç po- póvoç hay que anadir Jn 8, 9 y Hech 15, 34
voYEvfj. De esta manera, el posible significado que apareceu en el Textus Receptus. En cua-
325 [xovoç 326

tro pasajes (Hech 11,19; Rom 3,29; 1 Jn 2,2; XaxQEÚEiç, en la respuesta que Jesús da a Sa­
5, 6), la variante textual preferida ofrece el tanás, significa; «a El so lo adorarás» (Mt 4,
advérbio; sin embargo, algunos manuseritos 10 par. Lc 4, 8 [póvcp se ha anadido a Dt 6,
atestiguan formas dei adjetivo. 13]). De manera parecida en Mt 18, 15 (a so ­
las, es decir, en privado); Mc 9, 2 (so lo s, es
2. [lóvoç significa so lo , único, s o litá r io ; decir, aparte de los demás discípulos); Lc 24,
en el NT expresa la unicidad, el aislamiento o 12 (« só lo /ú n ica m en te los lienzos», pero no a
la exclusividad de personas, cosas o acciones. Jesús); Jn 6,15.22; 1 Cor 14, 36; Gál 3, 2 (sin
póvoç puede designar al mismo tiempo: ais- embargo, Bauer, W õrterbuch, í .v. 2b incluye
lamiento espacial o retraimiento, soledad, sin- este pasaje entre los de uso adverbial); 6, 4;
gularidad única. Tanto el adjetivo como el ad­ Col 4, 11; Heb 9, 7; Ap 15, 4 (dirigiéndose a
vérbio contienen estos matices; pero a veces Dios, el «único Santo»); Hech 15, 34 Textus
el significado dei advérbio puede distinguirse Receptus).
dei uso predicativo dei adjetivo. Así, por Este uso predicativo se encuentra también
ejemplo, oò póvoç JtaQoixEiç T eponoa- en combinación con verbos. Así sucede con
X,fip,...; significa: «^Eres tú el único forastero ELvai: póvoç ■qv IxEi, «él estaba so lo allí»
en Jerasalén, que...?» (Lc 24, 18), mientras (Mt 14, 23, dícese de la oración de Jesús en el
que oò povov JtaQoixEtç TBQonoaÀfip; sig­ monte, mientras los discípulos cruzaban el la­
nificaria: «^Te encuentras ú n icam en te como
go). póvoç otix elpí, «no soy yo so lo » (Jn 8,
forastero en Jerusalén?» (cf. Liddell-Scott 16), porque Jesús está unido con Aquel que le
[*1890], 977). Cf. 1 Cor 9, 6; 14, 36; Hech 26, envió'(cf. 10, 30). De manera parecida Jn 16,
14 según el manuscrito 614. 23b; 2 Tim 4,11. Con otros verbos: póvqv |X£
3. a) El adjetivo se usa a trib u tiv a m e n te xax£X,Ewt£V ôtaxovEiv, «ella me ha dejado a
con un sustantivo o un pronombre para expre- mí so la la tarea de servir» (Lc 10, 40: Maria
sar la unicidad, por ejemplo: xòv póvov ô e o - no ha ayudado en nada a su hermana Marta).
jtÓ T q v x a l xÚQLOv fip râ v T tio o ü v X q io x ò v o m àtpfjxév p,E [xóvov, «no me ha dejado s o ­
àQvoúixevoi, «negando a nuestro único Due- lo» (Jn 8, 29, es decir, no me ha abandonado,
no y Senor Jesucristo» (Jds 4). El autor pone porque Jesús habla siempre lo que el Padre le
en guardia a sus lectores contra personas que ha ensenado). De manera parecida Lc 9, 36
se encuentran entre ellos y que pretenden ne­ (so lo , es decir, sin Moisés ni Elias); 24,18 (->•
gar el senorío único de Cristo (cf. K. H. 2); Jn 12, 24 (sola: la semilla no produce fru­
Rengstorf, en ThWNT II (47s). La frase ó pó- to) 16, 32a (so lo , es decir, abandonado); Rom
voç EXíov àO avaoíav, «(Dios,) e l único que 11, 3 (1 Re 19, 10); ICor 9, 6; 1 Tes 3, 1 (so ­
posee inmortalidad» (1 Tim 6, 16), se halla los, es decir, sin acompahantes); Jn 8, 9 Tex­
dentro dei siguiente contexto; Timoteo debe tus Receptus.
luchar la buena lucha de la fe, hasta que apa- 2) Un uso pleonástico de póvoç se encuen­
rezca el Senor, quien se manifiesta por medio tra en negaciones con e I pq, con lo cual se re-
dei único Poderoso (v. 15: póvoç ôuvaoxf]ç), fuerza el carácter único o el aislamiento. Y,
Dios, que es el único que posee inmortalidad. así, se dice de David: ô onx eÇòv qv anxtü
qpayEiv... et pq xolç Legenouv póvoiç, «a él
b) 1) Sin embargo, póvoç se emplea más no le estaba permitido comerlo... sino a los
fi"ecuentemente como p re d ic a tiv o a fin de ex- s o lo s [= únicamente a los] sacerdotes» (Mt
presar la unicidad, la exclusividad o el aisla­ 12, 4; cf. Lc 6,4). Así lo vemos también en la
miento. Así, por ejemplo, Mc 6, 47; x a i an- frase; onôéva e Lôov ei pq xòv Tqooõv pó-
xòç póvoç EJtl Ytjç, significa «y él (estaba) vov, «no vieron a nadie, sino a so lo Jesús»
s o lo en tierra», es decrr, sin nadie que le (Mc 9, 8; cf. Mt 17, 8). En forma correspon-
acompanara, porque los discípulos estaban diente en Mt 24, 36; Flp 4, 15. Acerca de Lc
cruzando el lago en barca. O: anxõ) póvo) 5, 21 c.
327 [4,OVOÇ 328

3) El JÍ.ÓVOÇ predicatívo se asocia tambiénel evangelista interpreta lo de «la vida eter­


con una negación precedente y con un coixes- na», poniendo en lábios de Jesús Ias palabras:
pondiente àKkà (>caí), «no sólo... sino (tam­ iv a YivráoKOOOLV aè xòv póvov àÀq^tvòv
bién, incluso)». Esta construcción niega el ca- Oeóv, «para que te conozcan a ti, el único
rácter único o el aislamiento y acentua ima al­ Dios verdadero». Aqui se contrasta implicita­
ternativa: oÚK èrt’ ãQxqj p,óv(p... akX" èjti mente a Yahvé con otras supuestas deidades.
jtavTL Qf|fiaTL, «no de pan solo... sino de toda De manera parecida en 1 Tim 1, 17 (en una
palabra» (Mt 4, 4 par. Lx 4, 4 [Dt 8, 3]). De doxología que alaba «al único Dios»); Jds 25
manera parecida Rom 16, 4; Flp 2, 27 (Bauer, («al único Dios, nuestro Salvador»; igual­
Wõrterbuch, s.v. 2c cree que póvov es aqui mente una doxología); Rom 16, 27 (se alaba
advérbio); 2 Jn 1. «al solo sabio Dios», porque ha obrado la
«obediência de la fe» conforme al evangelio
c) Un claro uso teológico de póvoç apare­ de Pablo. Asi, pues, Dios es el único a quien
ce cuando el adjetivo se aplica a Dios, lo cual corresponde el atributo de ooq)óç). Cf. 1 Tim
sucede con mucha frecuencia en Ias doxologí- 6, 15 (con ôuváoxqç, «poderoso», en lugar
as o en los enunciados a manera de confesio- de ■&EÓÇ).
nes de fe. En el NT este uso se remonta a los
enunciados monoteísticos de la literatura dei 4. En dos pasajes encontramos la expre-
AT y de los escritos judios intertestamentarios sión elíptica xaxà póvaç, que se emplea co­
(por ejemplo, Dt 6, 13; Is 44, 24 LXX; 2 Mac mo un advérbio y que significa a solas: xal
7, 37; Sib Fragm. 1.16s [GCS 8,228]; Josefo, ÕXE èyévExo xaxà póvaç, « y cuando él esta-
Ant VIII, 335). ba a solas» (Mc 4, 10), es decir, cuando se ha-
1) El adjetivo se usa predicativamente de Uaba apartado de la multitud, pero en compa-
la siguiente manera: ... el pq póvoç ó ■fteoç;, nía de los Doce. èv x(õ eivai aúxòv ixQoaeu-
«t(quién puede perdonar pecados,) sino Dios XÓpevov xaxà póvaç, «mientras él oraba a
solol» (Lc 5, 21); Lucas insertó aqui por pro- solas» (Lc 9, 18). En esta expresión, xaxá ri-
pia iniciativa el adjetivo póvoç (en contraste ge un acusativo plural femenino que está so-
con su fuente, Mc 2, 7, que lee elg). Cuando breentendido (xcopaç ?). En los pasajes dei
el NT suscita asi la idea de que Jesus se halla NT mencionados, la expresión tiene sentido
de alguna manera en el mismo plano que Yah- espacial, como en Jer 15, 17 LXX y Josefo,
vé, sin embargo hace ver claramente que este Ant XVII, 336. Pero no en todas partes tiene
último es «el único Dios verdadero», y pone este significado (cf. Gén 32, 17 y Sal 4, 9
en lábios de Jesús la afirmación de que a solo LXX). La expresión se halla atestiguada tanto
Dios se le debe adoración (Mt 4, 10 par. Lc 4, en el griego clásico como en el griego hele-
8, -> S.b.l). De esta manera se mantiene la nístico y en la LXX.
herencia monotelsta recibida dei AT y dei ju­
daísmo. Cf. además Ap 15, 4. 5. a) El neutro póvov hace Ias veces fre-
2) Ahora bien, póvoç se usa con más fre­ cuentemente de advérbio y designa la misma
cuencia atributivamente, para designar «al unicidad, aislamiento o exclusividad. Se usa
único Dios»: xqv ôó^av xf|v jcaçà xoú pó- para modificar verbos, sustantivos/pronom-
vou ■0'eoú oú Çqx£LXE, «vosotros no buscáis bres, advérbios, expresiones preposicionales,
la gloria (que viene) dei Dios único» (Jn 5, oraciones y negaciones. Con este advérbio se
44), es decir, dei solo y único Dios; Jesús cri­ limita su acción, alcance o condición.
tica a los judios, que buscan la gloria que se 1) Con verbos: a kk à póvov eiJtè X,ÓYCp,
tributan unos a otros. En este pasaje, p“ B W «pero di solamente una palabra» (Mt 8, 8);
omiten Oeoí); si se prefiere esta variante tex­ èàv póvov ãtjjcopai xò Ipáxiov aúxoú, «si
tual, entonces hay que entender xoú póvou tan sólo toco su vestido» (Mt 9, 21; cf. 14,
como un sustantivo: «dei Unico». En Jn 17, 3 36). De manera parecida en Mc 5, 36; Lc 8,
329 [xóvoç- lAovóqj^aA-fiOç 330

50; Hech 8, 16 (el advérbio está mal coloca­ c) El uso correlativo dei advérbio se en-
cuentra también después de una negación: ou
do; debería estar en la frase preposicional; cf.
18, 25); 1 Cor 15, 19 (/.mal colocado?); Gál 1,póvov e X.u e v xò oáppaxov àXkà x a l Jtaxé-
23; 5, 13 (hay que sobreentender el verbo). Qa íôiov e Xey ev xòv •&e Óv , «no sólo era tras-
2) Con sustantivos/pronombres: èàv àa- gresor dei sábado, sino que decía incluso que
náoTiofre t o ü ç àôe^cpoüç ■up.cãv póvov, «si Dios era su propio Padre» (Jn 5, 18); pxj xoúç
sôlo saludáis a vuestros hermanos» (Mt 5, Jtóôaç poü póvov àKká x a i xàç x al
47), es decir, y no saludáis a todas Ias perso-XT|v xe(paXf|v, «no sólo mis pies, sino tam­
nas; ôç èàv jtOTÍOT] eva Ttõv piXQtbv xoÚTtov bién mis manos y la cabeza» (Jn 13, 9). De
JtoTiÍQLOV rjjuxQoü [xóvov eiç õvopa pafri]- manera semejante enM t 21, 21 ;Jn 11,52; 12,
Toü, «el que ofrezca tan sólo un vaso de agua 9; 17, 20; Hech 19, 26.27; 21, 13; 26, 29; 27,
fresca a uno de estos pequenos, porque es un 10; Rom 1, 32; 4, 12.16.23 (en el v. 23 es po­
discípulo» (o tal vez: «un vaso de agua fres­ sible que póvov sea adjetivo: acusativo sin­
ca... tan sólo porque es un discípulo» [en estegular masculino); 9, 24; 13, 5; 2 Cor 7, 7; 8,
caso el advérbio póvov modificaria a la ex- 10.21; 9. 12; Ef 1, 21; Flp 1, 29; 1 Tes 1, 5.8;
presión preposicional]), en Mt 10, 42; sin em­ 2, 8; 1 Tim 5, 13; 2 Tim 2, 20; 4, 8; Heb 12,
bargo, D E* omiten el advérbio. De manera 26 (anadido a Ag 2, 6 LXX); 1 Pe 2, 18; 1 Jn
semejante en Hech 18, 25 (quizás póvov es 2, 2 (no obstante, B lee póvmv); 5, 6 (B lee
aqui la forma neutra dei adjetivo); Rom 3, 29 póvü)). En la mayoría de estos pasajes la cons-
(pero D lee póvoç y B póvtov); Gál 2, 10; 2 trucción es sencillamente «no sólo... sino
Tes 2, 7; Sant 1, 22. también».
3) Con advérbios, expresiones preposicio- Pero en Flp 2, 12 se encuentra una forma
nales u oraciones: póvov èv xuQÍcp, «única­ más plena: pf) d)ç èv xfj jtaQouoíg pou pó-
vov àXká vüv jtoXX.tõ pãXXov è v xfj àjtou-
mente en el Senor» (1 Cor 7, 39), es decir, ella
puede casarse con un cristiano (se refiere al oig pou, «no sólo en mi presencia, sino mu-
caso de una viuda que, después de la muerte cho más ahora en mi ausência». Una forma
elíptica de los correlativos aparece en unos
de su marido, quiera volver a casarse). tcai fiT]
(ióvov âv TÕ) JtaQELvaí fte Jtgòç tipãç, «y no cuantos pasajes paulinos. Después de hablar
sólo cuando yo esté presente entre vosotros» de la grada que se ha obtenido por medio de
(Gál 4, 18). De manera parecida en Gál 6, 12; Cristo, y de la esperanza cristiana en la parti-
Flp 1, 27; Heb 9, 10; Sant 2, 24 («no sola- cipación en la gloria de Dios, Pablo prosigue:
mente por la fe», sin Ias obras). ou póvov ôé, àkXá x a l xauxcbpEfra èv xatç
frX ítjJEaiv, «no sólo (esto), sino que también
b) El advérbio póvov se emplea también nos gloriamos en Ias tribulaciones» (Rom 5, 3
pleonásticamente con eí [tf]: oüôèv euqev èv [D anade de hecho xoüxo después de ôé]); 8,
auxf] El irq cpúX)i.a póvov, «no encontro nada 23; 9,10; 2 Cor 8,19. En todos estos casos, la
en ella (a saber, en la higuera), sino única­ elipsis hace referencia a algo que se ha men­
mente bojas» (Mt 21, 19). iva priôèv aipoo- cionado inmediatamente antes.
O iv Eiç óôòv El (tT) QÓpôov póvov, «que no
J. A. Fitzmyer
llevaran nada para el camino sino únicamente
un bastón» (Mc 6, 8 [aqui es posible entender
póvov como adjetivo: «sino un solo bastón»]; ^ovÓ(p'd'aX^OÇ, 2 monophthalmos con un
tanto Mt 10, 9 como Lc 9, 3 omiten el pleo- solo ojo*
nasmo). ptiôEvi X,aÀoüvxeç xòv Xóyov el pf] Mc 9,47 par. Mt 18, 9, en una serie de sen­
póvov ’Iou5aíoiç, «no predicando la palabra tencias de Jesus en Ias que se exhorta a los
de Dios a nadie, sino sólo a los judios» (Hech oyentes a despojarse de todo lo que pueda ha-
11, 19 [D 614 leen póvoiç en vez dei advér­ cerles caer: povóqpfraXpov (...) e í o e XO-elv ,
bio]). «entrar con un solo ojo».
331 (iOQqJTl 332

fjÇ) 'H morphe forma, manifesta- mita a dos âmbitos. En Mc 16, 12 el Resucita-
ción visible* do se aparece «e.n forma distinta», y por tanto
no puede ser reconocido por la forma física
1. Aparición en el NT - 2. Campo referencial y con- familiar con que se manifestaba. En el fondo
tenidos semânticos - 3. iropqpt] en el final inauténtico
de Marcos - 4. [roQqpri en Flp 2, 6s - 5. Conceptos afi­ de todo se halla la idea de que Ias figuras su-
nes. praterrenas pueden cambiar su poQq)f|. Pero
en Flp 2, 6s no debemos deducir la doble
B ib l: J. Behm, popcpr] jítX.., en ThWNT IV, 750- pOQCpf| de Cristo de la idea de la metamorfo-
767; Cremer-Kõgel, 736-739; P. Grelot, D e u x expres-
sio n s difficiles d e P h il 2, 6-7: Bib 53 (1972) 495-507; sis (en contra de Spicq). La descripción anti-
J. Héring, L e R oya u m e de D ieu et sa venue; Nenchâtel tética dei Preexistente y dei Terreno no puede
^1959, 159-170; O. Hofius, D e r C hristushym nus P hil derivarse de la idea de la capacidad de tras-
2, 6-11 (WUNT 17), Tübingen 1976, 56-74; J. Jervell,
formación que posee un ser divino. Hay que
Im a g o Dei. G en 1, 2 6 s im Spãtjudentum , in d e r G nosis
u n d in den p ln B riefen (FRLANT 76), Gõttingen 1960, tener en cuenta que [tOQqifi ^ eou y p,OQqpTi
197-231; E. Kasemann, A n á lisis crítico de F lp 2, 5-11, ôoúLou son maneras metafóricas de hablar
en E. Kasemann, E nsa yo s exegéticos, Salamanca 1978, (Hofius, 58), que deben interpretarse como
71-121; E. Larsson, C hristus ais Vorbild. E ine Unter- aproximaciones poéticas a la condición de
such u n g zu den p ln Tauf- u n d E ikontexten (ASNU 23),
Uppsala 1962, 230-275; E. Lohmeyer, K yrio s Jesus. Cristo antes de su actividad en la tierra y du­
E ine U ntersuchung z u Phil. 2, 5-11, Darmstadt ^1961, rante ella.
sobre todo 17-20; R. Martin, C arm en Christi. P hilip-
p ia n s 11.5-11 in R ecen t Interpretation a n d in the Set-
3. La aparición dei Resucitado «en forma
ting o fE a r ly C hristian Worship (SNTS Mon 4), Cam-
bridge 1967, j.v. poQçr) en el índice analítico; PGL distinta» (sv eTÉpoi poQcpfj) a dos discípulos
884s; E. Schweizer, E rn ied rigung un d E rhõhung bei en el denominado final inauténtico de Marcos
J esu s u n d sein en N a c h fo lg e m (AThANT 28), Zürich (16, 12) se deriva de Lc 24, 13-35 (R. Pesch,
^1962, 93-102; C. Spicq, N o te su r MOP4&H dans les Das Markusevangelium II [HThK], 545,55 Is);
p a p yru s et q uelques inscriptions: RB 80 (1973) 37-45;
Spicq, N o tes II, 568-573; D. H. Wallace, A N o te on claro que el elemento de la trasformación es
m orphê: ThZ 22 (1966) 19-25; para más bibUografía, nuevo en relación con el relato de Lucas,
cf. ThWNT X, 1181. [xoçcpfi significa aqui la figura, la manifesta­
ción —sobre todo física—por la que se reco-
1. En el NT el sustantivo (xoçq)f| aparece noce a una persona y por la que esa persona
sólo 3 veces (Mc 16, 12; Flp 2, 6.7); es, pues, es diferenciada de otras. Según Ias concepcio-
un término raro, en comparación con la im­ nes griegas y helenísticas, la poQq)ri de la fi­
portância que el concepto tiene, por lo demás, guras que están en el limite de lo humano (dio-
en la lengua griega. Si anadimos todas Ias for­ ses, héroes, moribundos, extáticos) es muta-
mas nominales y verbales derivadas dei radi­ ble (por ejemplo, Sófocles Trach 10: õç p ’ èv
cal poQtp- (peTapoQq)óo|j.ai, ixoQtpótn, pÓQ- TQiolv poQqpalaiv è|f|Tei; Preisendanz, Papy-
qpcooiç, aBpp,OQq)í.Çopai, oóp.p.oQqioç), en- ri 13, 69-71.73 [iva poi cpavf)ç àyaflfí poQ-
tonces la aparición de los términos se limita a qpfiJ.271s.582s; Ací. Petr. etAndr 2;Act. Phil.
los Evangelios sinópticos (3 veces). Ias Cartas 144.148; HcchTom 8: epXsKOV xò eI ôoç au-
paulinas (9 veces) y Ias deuteropaulinas (2 Toü èvr|X,^aYpévov èv éxÉQa poçqpfj, cf. asi-
Tim 3, 5). mismo 34.43.45; -> pExapoQcpóopai).

2. El NT ofrece sólo una breve sección de 4. Las expresiones antitéticas poQqpf) ■0-eo'O
la amplia gama de contenidos semânticos de y poçqjf] ôoúXou, en Flp 2, 6s, son claves y
p,oçtpf| en el giiego clásico y en el helenístico crux para la comprensión dei himno. Contra
(«figura, manifestación perceptible por los la antigua interpretación de Lutero, que refe­
sentidos, especialmente manifestación física, ria ambos enunciados al Xóyoç evaaçxoç,
forma, encanto, belleza, manifestación exter­ hoy día se acepta generalmente que en 2, 6 se
na, apariencia»). El campo referencial se li­ habla dei Hijo -preexistente- de Dios, y que
333 (iOQípfl- (iOQCpOO) 334

en 2, 7 se habla dei Hijo -encarnado- de (ibid.). Por tanto, no es la mutabilidad lo


Dios. Toda interpretación ulterior dei par de constitutivo de la comprensión de poQqpf)
conceptos debe partir dei paralelismo entre 1, '&eo{j en Flp 2, 6-11, sino precisamente la in-
6 y 2 ,1 . El cambio de la poQqpf) b^eon a la confundibilidad entre la poQqpf) '9'EO'ü y la
pogqJT] ôoisXoi! no es ni el simple cambio de poçq)T] ôoúXou.
apariencia externa, quedando sin cambio al-
guno la esencia (en contra de J. Schneider, 5. Frente a todos los intentos por identifi­
õpoioç, en ThWNT V, 197, 21s: «La poQcpií car poQ(jpT| con otros conceptos griegos, hay
terrena es, como quien dice, la envoltura que que acentuar que poQq>Ti conservó, también
rodeaba su existência esencial, que permane­ en el lenguaje helenístico, su propia significa-
cia siempre la misma») ni es un cambio de la ción («figura»), y -si prescindimos dei len­
esencia (Kâsemann, 95; «ésta [la divinidad] guaje gnóstico- no es intercambiable con
abandona la naturaleza [= la esencia] celestial eiittbv (con Wallace, 22s; Spicq; RB 80, 44;
y se reviste de la naturaleza [= la esencia] te­ Id., Notes II, 570; en contra de Héring, 159ss;
rrena»). El contraste entre «apariencia exter­ Martin, 106ss). La equiparación entre poQcpfi
na» y «sustancia» hace caso omiso de lo que y ouoía no se halla atestiguada hasta la exé-
se enuncia en el himno (Schweizer, 95s; Ho- gesis patrística (PGL 884sX
fius, 57), porque éste no se halla caracteriza­ W. Pôhlmann
do por una reflexión sobre la sustancia, ni an-
ticipa la doctrina acerca de Ias dos naturale-
zas. No se trata tampoco de un cambio en el ^OQtpÓtO m orphoõ configurar, formar,
«modo de existência» (M. Dibelius, Thesalo- plasmar*
nicherbriefe. Philipperbrief^ [HNT], 60; Kâ­ 1. Aparición en el NT y significado - 2. gOQtpócú en
semann, 89; J. Gnilka, Der PhiUpperbrief Gál 4, 19 - 3. gÓQqpcDOiç.
[HThK], 114; G. Barth, Der Briefan die Phi-
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, 1045; J. Behm, ixoQqnj
lipper [ZBK], 40). xxk., en ThWNT IV, 750-767, sobre todo 760-762;
Pues poQqsrj se refiere sólo raras veces a la Cremer-Kõgel, 703; R. Hermann, Ü ber den S i m des
forma de la apariencia externa en contraste MoQqpoãcrftai Xpiotòv è v ôiriv in Gal. 4, 19\ ThLZ
con lo esencial (así, por ejemplo, en Ias ins- 80 (1955) 713-726; E. Lesky, D ie Z e u g u n g s- un d
V ererbu ngslehren d e r A n ríke u n d ih r N a c h w irke n
cripeiones sepulcrales, con la antítesis entre (AAWLM.G 1950, 19), Würzburg 1950, 1358-1363;
pogtptí y i[)t)xi]: Preisigke, Sammelbuch V, F. MuBner, D e r G a la terb rief (HThK), Freiburg i. Br.
8071, 10 y 15). La comprensión de la pogq)f| 1876, 312s; PGL 885s; para más bibliografia, cf.
como ser esencial (Kâsemann, 88ss) puede ThWNT X, 1181.
verse, a lo sumo, en el caso dei gnosticismo,
1. En el NT el verbo aparece únicamente
en el que pogcpfi y e Ixcóv son sinônimos (Jer-
en la frase: pÉxgiç ou poQcpoflf] X qiotòç ev
vell, 228). Pero el gnosticismo no tuvo in­
úpTv (Gál 4, 19), «hasta que Cristo adquiera
fluencia alguna sobre Flp 2, 6-11 (en contra
forma en vosotros».
de Jervell, 229), como tampoco la tuvieron
los papiros mágicos griegos. Con poQqpií en Por tanto, el NT no conoce el uso de (togqjóco
Flp 2, 6s se piensa precisamente, no en cual- ni para expresar la acción creadora de IJios (Fi-
quier forma mutable, sino en la forma especí­ lón, Plant 3; Fug 12, 69; Som I, 210; II, 45; Abr
fica, de la que dependeu la identidad y la con- 118; SpecLeg I, 171; Aet 41) ni para expresar la
dición. Por tanto, poQtpfi ôoúJtOU, con Cre- actividad creativa dei artista, que en piedra o en
metal plasma imágenes de dioses (Is 44,13 A; Fi-
mer-Kôgel, 736, habrá que entendería como lón. Decai 7.21.66.72; SpecLeg II, 255; Josefo,
«la forma propia de un esclavo en cuanto es Ant XV, 329; Justino, Apol I, 9, 1).
expresión de su condición», y popqpf) D e o ií ,
de igual manera, como la forma divina, «en 2. En Gál 4, 19 Pablo describe sus relacio­
cuanto es expresión de la condición divina» nes con los gálatas usando la metáfora de la
335 HOQtpOO) - [lOOXOÇ 336

concepción y dei parto. La imagen abreviada En 2 Tim 3, 5 se dice que, en los últimos
habrá que entendería sobre el trasfondo de Ias tiempos, algunas personas tendrán, si, la p.ÓQ-
ideas del mundo antiguo sobre la procreación. q)(OOiç de la piedad, pero renegarán del vigor
Según ellas, el hombre —en la procreación- de la misma. pógtpooaiç debe entenderse aqui,
desempenaba la función activa; la mujer, la con Schlatter (Gottes Gerechtígkeit, 104), co­
pasiva. La mujer pone la matéria prima (riÀrt), mo una referencia a la formación que se reci-
que por medio del varón adquiere su forma be por medio de la fe, sin ver en ello un con­
(Àap,|3ávov xfiv pogtpiív: Aristóteles, GenAn traste entre el ser y la apariencia (según la in­
I, 21, 729b; Lesky, 1395). En este contexto, la terpretación que dan Bauer y otros).
voz pasiva de pogqpócü se emplea para refe- W. Pohlmann
rirse a la formación del embrión en el seno
materno (Behm, 760, 40ss). La metáfora pau-
lina de Gál 4, 19 asocia ambas funciones; el E<oç, 'p morphõsis plasm a-
apóstol es padre y madre de la comunidad. El ción, formación, configuración
la ha engendrado (cf. 1 Cor 4, 15) y ha impre- ^ p,OQ(pÓCO 3.
so en ella por medio de su predicación la for­
ma de Cristo. Mediante su labor apostólica (4,
^ o a /o n :o ié (o moschopoieõ hacer un bece-
19 (bôívcü) él parió a la comunidad. La obra
rro (de metal)*
de Pablo se halla en peligro porque los gálatas
Hech 7, 41; ètiooxojtoÍTioav, ellos hicie-
se han vuelto hacia los falsos maestros, pero
ron el becerro. Se dice citando a Ex 32, 4;
Pablo está dispuesto a realizar una vez más el
(Aarón) E JtoÍT |aev an x à [fabrieó con los ani-
proceso de la procreación y del parto. Por tan­
llos de oro un] póoxov x®veuxóv. El verbo
to, el enunciado paulino no debe entenderse
se encuentra únicamente en textos cristianos;
en el sentido de un mística de Cristo (con
pero cf., no obstante, elôa)X,ojTOLéco (desde
Hermann en contra de Behm, 761, 19s), sino
Platón) en Diodoro Sículo XXXI, 25, 2.
como una densa metáfora. El apóstol está dis­
puesto a comenzar de nuevo la proclamación
del evangelio y la formación de la comuni­ fióoxoç, OD, ó moschos tem ero, toro, be­
dad, a fin de que suija una verdadera comuni­ cerro, novillo*
dad de Cristo. El término aparece 6 veces en el NT; en Lc
15, 23.27.30 se habla de matar el «temero ce-
3. Con plasmación, formación, bado» (ó o ix E u x ò ç p,óoxoç, cf. Jue 6, 25 A;
configuración* podría expresarse, en Rom 2, Jer 21, 26 LXX); en Heb 9, 12 se habla de la
20b, la idea de que el judio fiel a la ley «posee sangre de «machos cabríos y de novillos» ( a i -
en el libro de la ley la encamación del cono- [ta XQáytov x a l [xóoxtov) como del sacrifício
cimiento y de la verdad» (Bauer); es digna tradicional en el gran Dia de la Expiación (a
también de mencionarse la interpretación de diferencia de 9,13, donde se habla de la «san­
Schlatter: El judio, por medio de la ley, reci- gre de los machos cabríos y de los toros y de
bió la «formación» que le comunica conoci- Ias cenizas de una temera», cf. 10, 4; cf., a
miento y verdad {Gottes Gerechtígkeit, Stutt- propósito, Lev 16, 2ss); [ióoxoç tiene aqui
gart ^1959, 103). La frase de Rom 2, 20b se una coimotación peyorativa, como también en
considera frecuentemente como la cita de una 9, 19, donde se menciona la sangre de «bece-
tradición procedente de la Diáspora judia (úl­ rros y machos cabríos» (cf., a propósito, Ex
timamente piensa así U. Wilckens, La Carta a 24, 13ss) como la sangre del sacrifício con el
los Romanos I, Salamanca ^1997, 187). Pero que se selló por primera vez el pacto (cf. A.
esta interpretación es combatida, y con razón, Strobel, Der Briefan die Hebrãer [NTD], sub
porque le faltan puntos de apoyo (O. Kuss, loco)-, según Ap 4, 7, el segundo de los seres
Der Rômerbriefl, Regensburg 1957, 85). vivientes que había alrededor del trono de
337 [lóoxog - (iOdoç 338

Dios era «semejante a un toro» (õnoiov |ióo- que actúa en el apóstol: èv jta v tl x a l âv Jtã-
cf. a propósito Ez 2, 5.10 [reçóacojtov oiv [rep,ÚT][iaL, «en todas y cada una de Ias
HÓoxot)]), en todo lo cual el orden de suce- circunstancias yo soy un iniciado (es decir, he
sión y la imagen de los cuatro seres vivientes aprendido el secreto de vivir en la abundancia
mencionados se diferencian de Ez 1 y tam- y en la escasez, de estar saciado y de pasar
bién dei cuadro dei zodíaco babilónico, en el hambre; infinitivos). Precisamente por esta
cual probablemente se basan. Estos seres se razón el apóstol sabe «contentarse» (v. 11);
conciben, según Ap 4, 8, como seres angéli­ cf. también 3 Mac 2, 30; Sab 8, 4.
cos (con arreglo a Is 6, 1-3); cf. además 1
Ciem 52, 2; Bem 8, 2. ThWNT IV, 767-769;
X, 1181 (bibl.); BHH II, 920s; Haag, Diccio- ^'0'd'OÇ, OD, ó mythos relato de ficción, fá­
nario, I955s; Spicq, Notes II, 574s. bula, cuento*
En el NT el término aparece 5 veces (siem-
pre en plural), en todos los casos con sentido
fio v mou de mí negativo y peyorativo (como sucede con fre-
Genitivo de ->• èyá> (forma encUtica). cuencia en la tradición judia [cf. Filón, Exsecr
162; Josefo, Ant I, 122] y fundamentalmente
|J.ovaiXÓç, 3 mousikos entendido en músi­ en la tradición cristiana primitiva), para refe­
ca; sustantivado: músico* rirse a los relatos y especulaciones inventados
En el NT el adjetivo se emplea únicamente y carentes de verdad, que eran difundidos por
en sentido sustantivado: Ap 18, 22: qptovf)... los falsos maestros (influidos por los judios o
pouoiMCÕv, junto a citaristas, flautistas y trom­ por los gnósticos). Es típico de esta acentua-
petistas; esa voz no se oirá ya en «Babilônia» ción el uso tardio dei término en el NT (apa­
(cf. también Is 24, 8; Jer 25, 10). En el con­ rece únicamente en Ias Pastorales y en 2 Pe­
texto se piensa seguramente en cantores, ya dro; cf. también IgnMagn 8, 1; también como
que el xi'0'aQcpôóç canta acompanándose con crítica contra el mensaje cristiano, en 2 Ciem
el instrumento (cf. Ez 26, 13). 13, 3).
Las Pastorales ofrecen seguramente una
concepción uniforme de los (xõi&ol. Según 1
^ÓX'^'OÇ, OD, ó mochthos esfuerzo, fatiga, Tim 1, 4, [lüú-oi x a l YeveaJtoYÍai ÕJtéQav-
trabajo* toi, «los cuentos y las genealogias intermina-
En el NT en la combinación: xójtoç x a i bles (-»■ YEVEaXoyla)», que desde luego no
[lóx^&oç, «trabajo y fatiga/dificultad»: 2 Cor constituyen la totalidad de las «falsas doctri-
11,27; lT e s 2 , 9 ;2 T es 3,8. nas» (v. 3), conducen no obstante a la comu-
nidad a inútiles especulaciones, en vez de ha-
o i), Ó myelos médula (de los hue- cerla intuir el plan divino de la salvación, que
sos)* sólo puede entenderse por medio de la fe (v.
Heb 4, 12: p,eQ iO [tòç... oiq[j,(üv te x a l p.UE- 4b; cf. [raxaioXoYÍa, vo(xoôiôáoxaX,oi, vv.
X.(õv, «la separación de Ias articulaciones y la 6s); de manera peirecida en 4, 7: pépt]Xoi x al
médula», como imagen dei efecto de la pala- YQaoóÔEiç põOoi, «cuentos impíos y propios
bra de Dios que penetra hasta lo más íntimo. de mujerzuelas viejas»; en 2 Tim 4, 4 oÍ
[iü'&OL son lo contrario de la áX.f|'&eia (v. 4a);
proceden de las falsas doctrinas, que son pla-
^.t)£0) myeõ iniciar; en voz pasiva, ser ini­ centeras al oído y que son difundidas por ma­
ciado* estros escogidos según los propios deseos; y
Es un término técnico dei lenguaje de Ias son lo opuesto a la nYiaívouoa ÒLÔaoxaX,ía
religiones mistéricas y se usa por extensión, (v. 3); Tit 1, 14 ve la misma oposición entre el
en Flp 4, 12, para referirse al poder de Cristo p,ü'&oç y la àXií'&eLa y habla directamente de
339 [iTJÜoç - MÚQa 340

“lo tjô aix o l (iõ5'&oi x a i èvxoXai àv&Qcójtcov piedra superior de un molino de mano, que
(cf. también 3, 9). Según 2 Pe 1, 16, el men- tiene un agujero en el centro); la imagen se
saje «apostólico» acerca dei poder y de la pa- hallaba seguramente muy difundida y se utili-
nisía (tanto entonces como en el futuro) de zaba como un provérbio, cf. bQid 29b). Bi-
Cristo no se basa en «cuentos ingeniosamente llerbeck I, 775-778; BHH B, 1246s.
inventados» (ob yÒQ oeaocpLap,évoiç
E|axoIon'0'f|aavTeç), sino en el testimonio
dado por los que fueron testigos oculares de ^ vX ivoç, 3 mylinos de molino*
la gloria de Cristo (cf. Mc 9, 2ss par.). Ap 18, 21: Xí^Ooç (bç (ítjXlvoç jxéYaç, «una
En general, los mencionados podrí- piedra grande como piedra de molino» (v.l.
an ser especulaciones cosmogónicas, genealó­ «)ç púXoç).
gicas y angelológicas de una gnosis judia he-
lenística, parecida a la «herejía colosense»
otl, ó mylos molino, piedra de mo-
(cf. Col 2, 8ss), y que se experimentaba como üno*
un peligro cada vez mayor para Ias comunida­
Se habla de la piedra de molino en Mc 9,42
des, sobre todo durante la era postapostóHca.
par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2 Textus Receptus: p,n-
Senalan también bacia la gnosis Ias informa- A.OÇ ôvixóç, «piedra de molino movida por
ciones que encontramos en Ireneo, Haer I, 1;
un asno»; se refiere a Ias grandes piedras de
Tertuliano, PraescrHaer 7.33, y otros, mien-
molino (que tienen que ser movidas por un as­
tras que otros padres de la Iglesia (Teodoro de
no), a diferencia dei molino de mano. Pero
Mopsuestia, Teodoreto, Agustín, cf. ThWNT ôvLXÓç, como en textos judios, podria enten-
IV, 790) piensan más bien en la Agadá judia derse también de la parte inferior dei molino
(cf. Ambrosiaster sobre 1 Tim 1, 4: fabulae, (Billerbeck I, 775, 777), o, como en textos
quas narrare consueti sunt ludaei de genera-
griegos, de la piedra superior (Bauer, Wôrter-
tione suarum originum). ThWNT IV, 769-
buch, 1130); en todo caso, se piensa en una
803; X, 1181 (bibl.); M. Dibelius-H. Conzel-
piedra de molino especialmente pesada (con
mann, Pastoralbriefe'^, sobre 1 Tim 1,4 (bibl.);
un agujero en el centro). Mt 24, 41: àX.ir&éo)
Spicq, Notes II, 576-581.
èv TCü pnÀü), «moler con el molino» (como
H. Balz trabajo propio de mujeres; cf. también Biller­
beck II, 966s; Ap 18, 22: qpoovT) [xúkon, el
mykaomai rugir* «ruido (sordo y chirriante) que produce la
En Ap 10, 3 dicese de la gran voz dada por piedra de molino» al girar, algo que forma
un ángel: morcEQ Xécnv p,nxãTai, «ruge como parte de la vida cotidiana (cf. Jer 25, 10); 18,
un león» (cf. Os 11,10; Am 3, 8). 21 v.l. BHH II, 1246s; Haag, Diccionario,
1288s; BlaB-Debrunner § 50, 2).

myktêrízõ burlarse de, mofar-


se de* JUjXm v , rôvoç, Ó mylõn (la casa dei) moli­
En el NT el verbo aparece únicamente en no
Gál 6, 7 y en voz pasiva: fl-eòç on [vuxTqgí- Mt 24, 41 Textus Receptus, en lugar de -»•
Çexai, «Dios no deja que se burlen de él» (la pnkoç.
significación literal es: «arrugar la nariz»).
ThWNT rv, 803s; Spicq, Notes n, 582s.
M vQ tt, cov Myra Mira*
Nombre (neutro plural) de una ciudad si­
|iivÀ,ixóç, 3 mylikos de molino* tuada en Ia costa meridional de Licia, junto al
Lc 17, 2; Mc 9, 42 Textus Receptus: Xldoç rio Miro, puerto importante para el comercio
[xnÀixóç, «piedra de molino» (se piensa en la de cereales; actualmente se llama Dembre.
341 Míiga - [luonÍQiov 342

Según Hech 27, 5 Pablo en su viaje a Roma rirse a Ias unciones de Jesús: Mc 14, 3.4.5 par.
llegó a Mira, donde se haUó una nave alejan- Mt 26, 7.12; Lc 7, 37.38.46; Jn 11, 2; 12,
drina para continuar el viaje (v. 6; se trataba 3a.b.5. Unicamente Lc 23, 56 refiere que, el
seguramente de un carguero de cereales). mismo día de Viemes Santo, Ias discípulas
BHH II, 1263; Haag, Diccionario, 1260s; galileas prepararon, además de àgrópaxa
Pauly, Lexikon III, I518s. (par. Mc 16, 1), también pxiga para ungir el
cadáver de Jesús. En Ap 18, 13 pÚQOV apare­
ce junto a otras mercaderías. ThWNT IV, 807-
p iv ç iá ç , á ò o ç , n myrias miríada, (núme­ 809.
ro de) diez mil, número muy grande*
El término aparece 8 veces en el NT: en
sentido propio en Hech 19, 19 tiu- M v p g a Myrra Mira
Qiáôeç jtévre, «50.000 monedas de plata»); Grafia incorrecta de ->• M úga.
en el sentido de miríadas / decenas de miles /
miles (una cantidad muy grande pero indefini­
da), Lc 12, 1; Hech 21, 20; Heb 12, 22 (pu- M v a í a , a ç Mysia Misia*
QiáÔEç ÒYYÉii.mv); de manera semejante en Nombre de una región situada en el noroes­
Jds 14 (èv áYÍaiç pngiáoLV, cf. Hen [et] 1, te de Asia Menor. Hech 16,7.8 refiere que Pa­
9) ; Ap 5, 11 (puQiáôeç pngiáôcúv, innume- blo, en su «segundo viaje misionero», pasó
rables decenas de mil / miríadas de miríadas, por la región de Misia o la cruzo, cuando iba
junto a xL^iáôeç cf. Hen [et] 14, caraino de Tróade. W. P. Bowers: JThS 30
22; genitivo partitivo como semitismo de tra- (1979) 507-511.
ducción [cf. Gén 24, 60, pero también Dan 7,
10] , cf. BlaB-Debrunner § 164, 1); 9,16 como ^v aT i^Q io v , oi), TÓ mystêrion mistério,
el número de los ejércitos de caballería; ôia- secreto*
puQiáÔEÇ pnQiáôoov, «dos miríadas de miría­
das» (Textus Receptus: ôúo pnQiáÔEç). 1. En el griego profano - a) uso cultuai - b) uso me­
tafórico - 2. En el judaísmo - a) la LXX - b) la apoca­
líptica y Qumrán- c) Filón - d) Josefo - 3. Nuevo Tes­
tamento - a) Evangelios - b) Pablo (I Corintios, Rom
flVQÍ^ta myrizõ ungir* 11, 25) - c) Colosenses, Efesios, Rom 16, 25 - d) 1 Ti-
Mc 14, 8: «ella se ha anticipado a ungir mi moteo - e) 2 Tesalonicenses - f) Apocalipsis - g) Ob-
cuerpo para la sepultura» ^ pÚQov. servación final.
B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N o r m d e s C h r is t-
3 myrioi diez mil* lic h e n (NTA NF 5), Münster i. W. 1968, 152s, 174-
199, 215-218 (bibl.); G. Bomkamm, [tuaxTÍQiov, en
Mt 18, 24: ôcp8iX.éxT]ç pngícov xa^ávxoov, ThWNT IV, 809-834 (bibl.); R. E. Brown, T h e S e m itic
«un deudor de diez mil talentos». B a c k g r o u n d a f t h e N T mystêrion: Bib 39 (1958) 426-
448; 40 (1959) 70-87; C. Caragounis, T h e E p h e s ia n
M y s tê r io n (CB 8), Lund 1977; H. Conzelmann, D e r
3 myrios innum erable, inconta- e r s te B r i e f a n d ie K o r in th e r (KEK), Gõttingen 1969,
ble* 72-88, 243; G. Finkenrath, en DTNT IB, 94-98; O.
Gigon, D ie a n tik e K u ltu r u n d d a s C h r is te n tu m , Gü-
1 Cor 4, 15: puQÍOL jraiôaYCüYOÍ; 14, 19: tersloh 1966, 86-103; J. GniUca, M y s te r iu m I. I n d e r
pugLoi ?í.ÓYOi.; seria posible también la traduc- S c h r ift, en LThK VII, 727-729; Id., E l E v a n g e lio s e ­
ción en el sentido de pÚQioi, «diez mU». g ú n S a n M a r c o s I, Salamanca ^1996, 195-200; K. Ha-
acker, E r w ã g u n g e n z u M c TV 1 1 : NovT 14 (1972) 219-
225; Jeremias, P a r á b o la s , 16-22; E. Kasemann, A n d ie
^ÚQOV, Oú, t ó myron óleo para ungir* R õ m e r (HNT), Tübingen ^1974, 299s; H. Kraft, D ie
O ffe n b a r u n g d e s J o h a n n e s (H l^ ) , Tübingen 1974,
El préstamo léxico semítico se encuentra 148s, 215; H: Krâmer, Z u r W o r tb e d e u tu n g « M y s te -
únicamente en Ap 18, 13 y en los evangelios, ria » : WuD 6 (1959) 121-125; P. Lampe, D ie m k D e u -
en los que aparece principalmente para refe- tu n g d e s G le ic h n is s e s v o m S ã m a n n M k 4, 10-12: ZNW
343 |XDOT1ÍQlOV 344

65 (1974) 140-150; A. Lindemaim, D ie A ufhebung d e r so de sexo, no cuentan ya para nada, y en cambio


Z e it(StNT 12), Gütersloh 1975, 74-80, 91-95, 221- la segregación con respecto a los no iniciados es
230; E. Lohse, D ie B riefe an die K o lo sser un d an Phi- tanto más rigurosa. Este carácter esotérico de los
lem on (KEK), Gõttíngen 1968, 118-122, 232-234; D. mistérios condiciona el precepto absoluto de
Lührmann, D as O jfen b a ru n gsverstãndnis bei P a u lu s guardar silencio sobre el contenido dei mistério.
u n d in p ln G em e in d e n (WMANT 16), Neukírchen-
La traducción común por «secreto» (puOTf|Qiov
Vluyn 1965, 98-140 (bibl.); H. Merklein, D a s kirchli-
che A m t nach dem E ph (StANT 33), Miinchen 1973,
= «aquello de lo que se guarda silencio»), que se
202-294, 210-219; W. F. Otto, D e r Sinn der eleusini- orienta precisamente bacia este aspecto, no cubre
schen Mysterien-, Eranos-Jahibuch 7 (1939) 83-112 (= sino parcialmente toda la extensión semântica dei
Id., D ie G esta lt u n d d as Sein, Darmstadt 1955, 313- pUOTTIQlOV.
337); H. Schlier, L a C arta a los E fesios, Salamanca b) El uso metafórico de puoxf|Qiov comienza
1991, 76-85, 194-207, 344ss; E. Vogt, «M ysteria» in en Platón: por un lado, el camino dei conoci-
textibus Qum rãn: Bib 37 (1956) 247-257; H. Weder, miento para la percepción de la verdad dei ser se
D ie G leichnisse Jesu a is M e ta p h e m (FRLANT 120), describe como la andadura que va a través de las
Gõttíngen 1978, 99-116 (bibl.); para más bibliografia, etapas de la iniciación eleusina hasta llegar a la
cf.ThWNTX, 1182-1184. èixoJtxeía (Symp 209e-212a). Por otro lado, la
opinión de un filósofo se designa (con ligera
1. a) El término pncn:f|Qia (que en el griego ironia) como [xucrrriQiov, cuya verdad oculta
clásico se usa casi siempre en plural) es por su (àXrjOeiav àjtoxexgupp,évqv) hay que indagar
forma (-xtigta) un nombre de fiesta griega; su (Theaet 155d-156e); o en general el progreso dei
raiz verbal onomatopéyica pu-, «proferir con los diálogo, que va penetrando más y más profunda­
lábios cerrados un sonido inarticulado = mante- mente en el tema, se compara con la participación
ner la boca cerrada», designa como «inexpresa- en un puoxriQLOV (Gorg 497c; Men 76e). A con-
ble» el contenido de la celebración cultuai, por­ secuencia de estas metáforas, el uso de pxi0xf|-
que no es accesible al pensamiento discursivo. El Qiov se va haciendo cada vez más permisivo y ar­
iniciado (mystes) no participa de manera racional bitrário, hasta Uegarse a un uso puramente profa­
y cognitiva (paüetv) en el acontecimiento sagra­ no dei término. Mientras que, por ejemplo, las
do, sino que es asido y llevado a un nivel más gnómicas Sentencias {Sententiae) de Menandro
profundo de la vivência (jraüetv) (Aristóteles, 784 (üjxvoç xà p.ixoà xoõ Oaváxou (tu0xf|Qia),
Hegí qji^toaoqjiaç Frgm. 15 [Ross]). Se puede en su contenido, hacen todavia referencia clara a
deducir con la máxima prudência que el conteni­ los mistérios eleusinos y a su etapa preliminar en
do de los mistérios es la idea de la unión indiso- Agrai (Pauly, Lexikon III, 1535), vemos que la
luble entre la vida y la muerte: la vida, en el sen­ Comparatio Menandri et Philistionis (ed. Jaekel
tido propio y más elevado, se fundamenta sobre 1964), I, 45, de la época imperial, entiende única­
Ias profundidades de la muerte (así puede verse mente por puoxfjQióv oov px|jiox’ eÍJiTiç xtp qpí-
todavia en el siglo II p.C. en Apuleyo Met XI, 23, Xtp (cf. n , 89) el «secreto» privado, que hay que
7). Por eso, los dioses mistéricos tienen un aspec­ guardar para uno mismo.
to de vida y un aspecto de muerte, ya sea distri-
buidos entre una diosa más antigua, diosa de la 2. a) En la LXX, puoxf|Qiov aparece única­
fecundidad y que oiiginalmente difundia la vida, mente en los escritos de la época helenística.
y una deidad más joven y sufriente (Eleusis, mis­ Mientras que en Sab 14, 15.23 |tt)axf|Qiov es un
térios de Atis), o bien unidos en una deidad (Dió- término técnico para designar los actos de culto
nisos); también Isis, como divinidad poderosa, pagano que deben rechazarse, vemos que por
posee ambos aspectos. El mystes, en la celebra­ p.uoxf|Qia se entiende «secretos» puramente pro­
ción dei culto, al entrar en unión con esas deida- fanos en Jdt 2, 2; Tob 12, 7.11 (en sentido políti­
des, por ejemplo, en Eleusis por medio de la con- co), Eclo 22, 22; 27, 16s.21 (en sentido privado)
templación (èjrojtxeía), adquiere para si perso- y 2 Mac 13, 21 (en sentido militar), que no deben
nalmente la salvación (acoxqçía) con la plena divulgarse. Por el contrario, los p.uaxf|0La, enten­
confianza de que, por la protección de la deidad, didos teologicamente, en Sab 2,22; 6, 22, que de-
estará seguro en su vida actual y después de la signan últimamente la actividad creadora de
muerte. Dios, no son Eisuntos privados, sino que deben ser
Por tanto, a diferencia dei culto estatal, los conocidos y proelamados por la persona piadosa.
mistérios se centran en el individuo; éste se so- En Daniel, puoTTqçLOv es traducción dei prés-
mete por Hbre decisión (en los mistérios de Isis, tamo léxico persa rãz. En 2, 18s.27 designa el
después de ser llamado por la diosa) a los ritos de contenido de la visión que Nabucodonosor tuvo
iniciación. Las diferencias de clase social e inclu­ en suenos, un anuncio encubierto de aconteci-
345 IIVOTTIQIOV 346

mientos futuros determinados por Dios (2, 28- de conocer esos p,uaTf|Qia (in, 27). Además de
30); Dios es el único que puede revelar el signifi­ este conocimiento mediato de Dios por medio de
cado oculto (2, 28.47), y él asigna la tarea de la sus obras, se halla luego el nivel superior de la Vi­
interpretación a una persona inspirada por él (4, 9 sion inmediata de Dios, concebida bajo influen­
Teod.). Por primera vez se entiende aqui [iuorfj- cia platônica, y que es «iniciación en los Grandes
01OV como mistério escatológico. Mistérios» (III, l(K)s), pero que no se puede al-
b) En la apocalíptica se piensa que los profun­ canzar nunca sino como regalo de la gracia. Esa
dos e innumerables «mistérios» de Dios (Hen [et] Vision de Dios tiene su modelo bíblico en la vo-
63, 3) se encuentran existentes en el cielo (106, cación de Moisés en lo alto dei Monte de Dios
19), es decir, constituyen la base oculta y trascen- (in, l(X)s); de esta manera, Moisés se convierte
dente de todo lo que es y de todo lo que sucede, en mistagogo (Cher 49).
especialmente de lo que ha de revelarse al fin de d) Josefo emplea siete veces el término puo-
los tiempos (103, 2s; 38, 3; 83, 7). Â determina­ TT|Qiov, seis de ellas en sentido cultuai; en Bell I,
dos varones de la historia dei AT se les ha mani­ 470, dice metaforicamente que la vida dei intri­
festado esos mistérios por medio de arrobamiento gante Antípatro es ttaxíaç p.u0Tf|9iov, «una rea-
(52, Is), suenos (4 Esd 10, 59) o visiones (Hen lidad indecible, oculta (y, por tanto, ritual) de
[et] 13, 8; 93, 2); necesitan interpretación y deben maldad».
trasmitirse únicamente a los sábios dei pueblo (4
Esd 12, 36ss; 14, 5s.45s).
En los textos de Qumrân encontramos general­ 3. En los 28 pasajes dei NT en los que apa­
mente rãz (casi siempre en plural) y algunas ve- rece ifuaTiÍQiov, éste no se emplea ni en sen­
ces sõd (casi siempre en singular) en el sentido de tido cultuai ni en sentido puramente profano.
«mistério», cf. 1QH4, 27s. Los mistérios maravi- Para entender debidamente el término, hay
llosos de Dios (IQH 4, 27s; KJpHab 7, 8; IQM que tener en cuenta toda la gama de significa­
14, 14, etc.), calificados incesantemente como
mistérios de sabiduría (IQH 9, 23), de inteligên­ dos desarrollada hasta ahora. Del concepto
cia (13, 13), de conocimiento (IQS 4, 6), de ver- griego de puaxfiQiov procede un sentido es-
dad (9, 18), etc., se refieren al orden de la crea- trictamente esotérico de una «vivência» que
ción (3, 15ss, incluídos los mistérios de los as­ es inaccesible a la razón humana, así como el
tros; IQH 1, 11.13), a la preservación de Israel en tema dei «vivir desde el aspecto de la muer-
el seno de la comunidad de Qumrán (mediante el te». De la tradición judia procede un esoteris­
perdón de los pecados, CD 3, 18s); en su purifi-
mo menos rígido y el mistério de Dios, un
cación, IQM 17, 9; en su fidelidad al pacto de
Dios, 14, 9s), así como a los acontecimientos dei mistério trascendente y humanamente inacce­
fin (cf. infra). Tan sólo el mismo Dios conoce la sible, que es puesto historicamente en acción
profundidad de sus mistérios (IQS 11, 18s), que por Dios mismo en sus actos de salvación y
permanecen ocultos a los hombres (11, 6); ahora juicio en el pasado, en el presente y en el fu­
bien, él ha manifestado todos los mistérios de Ias turo, y que se ha hecho patente ya desde aho­
palabras de los profetas al «Maestro de Justicia»
ra al que ha sido llamado y que se hará paten­
(IQpHab 7, 4s), quien tiene que instruir en ellos
a los miembros de la comunidad (IQS 9, 17ss). te a todos al fin de los tiempos. Por su conte­
Así, pues, al piadoso se le ha concedido el cono­ nido, el puatfiQiov se refiere primordialmen­
cimiento acerca de esos mistérios (IQH 7,27; 11, te a la acción salvífica de Dios en Cristo.
10; 12, 13). Ante los de fuera, él debe guardar si­
lencio sobre los mistérios (IQS 4, 6; cf. IQH 5, a) En los Evangelios, |iUoxf|Qiov se en-
25). - Los planes y Ias obras de los poderes con­
trários a Dios (Belial) son denominados también cuentra únicamente en Mc 4, 11 par. en la ex-
«mistérios»: en IQM 14, 9, «mistérios» de hosti- presión «el mistério dei reino de Dios» (->
lidad; en IQH 5, 36, de pecado. P a o ile ía 3.b). El logion emplea el término
c) En 9 de 14 ejemplos, Filón emplea metafó- [tuoxiÍQiov para describir la experiencia dei
ricamente el término p.i)OTr|giov para referirse a comienzo dei reino de Dios en Ias palabras y
los «mistérios» de Dios (deoB pnorfiQia, All III,
en Ias obras de Jesús. Este reino se halla toda­
3; toB xuQÍot) p,i)OTTÍQia, IH, 71), que tienen pri-
mordiamente como contenido la autoria divina via oculto y se revelará en toda su gloria al fm
dei universo, y su eficaz poder y sus virtudes. de los tiempos, pero ya ahora se ha hecho ac-
Dios considera que el alma dei piadoso es digna cesible (en voz pasiva, ôéôoxai) a los discí-
347 [XDOTTIQIOV 348

pulos de Jesús y puede ser experimentado y por él para nuestra glorificación (escatológi-
comprendido por ellos en la fe, mientras que ca), y que ahora se ha revelado por medio de
para los de fuera todo resulta enigmático su Espíritu (2, 7.10). Aqui se indica ya el de­
jiaQaPo>i,fi) y permanece, por tanto, oculto. nominado esqnema de la revelación (->■ c).
Este duro logion se situó entre la parábola y En 1 Cor 14, 2 los puoxT|Qia son los misté­
su interpretación, porque en el logion y en la rios (a saber, de Dios), que se expresan de ma­
parábola se halló expresada la misma distin- nera incomprensible para el hombre en la glo-
ción entre la fe y la incredulidad con respecto solalia extática. En interés de la edificación
a la palabra (de Jesús). Los lugares paralelos de la comunidad, esos mistérios deben tradu-
de Mt 13, 11; Lc 8, 10 (Yvwvai t à [inoxriQia cirse a una lengua comprensible para todos.
en vez de TÒ pnoTTipiov) no se centran tanto En 13, 2 el conocimiento de todos los |rnoxf|-
en el hecho de la llegada (pnoitígiov en sin­ Qia se refiere en el sentido más amplio a los
gular) sino más bien en la esencia dei reino de dones espirituales de la profecia. En 15, 51s
Dios en sentido amplio, cuya proclamación Pablo utiliza el término pnoxr|giov en rela-
entienden los discípulos (la comunidad) (cf. ción con el tema de la vida / la muerte (cf. 15,
el verbo anvíif]p,L, que aparece seis veces en 36) para expresar un enunciado sobre la tras-
Mt 13). formación ( ^ àX.á00{ü 2) de los cristianos
que vivan aún en el momento de la parusía.
b) En 1 Cor 2, 1 Pablo designa la procla­ En Rom 11, 25s, pnoxf|QLOv (cf. también
mación dei Cristo crucificado (1, 23; 2, 2) co­ los adjetivos «inescrutables, insondables» en
mo el [tnoxfiQiov xon deon (la v.l. pagxú- el V. 33) se refiere a la acción salvífica de
Qiov procede seguramente de 1, 6). Este Dios para con Israel: la expectación apocalíp­
acontecimiento salvífico es inaccesible a la tica tradicional de la restauración de Israel se
razón humana, porque a la razón le parece modifica por cuanto el endurecimiento parcial
una locura (1, 23ss); más aún, puesto que el de Israel da margen para la conversión de los
que fue crucificado es también el que resuci- gentiles. Todo Israel será salvo en la parusía,
tó, la idea griega acerca dei «vivir desde el as­ después que hayan sido admitidos los gentiles.
pecto de la muerte» pudo haber influido en la
elección que Pablo hizo dei término p.uoxf|- c) En Colosenses, Efesios y Rom 16, 25s,
Qiov. En 4, 1 Pablo tiene en su mente el con- el esquema -plenamente desarrollado—de la
tenido de esta proclamación de Cristo, cuando salvación (que en otro tiempo estuvo oculto,
se designa a sí mismo como «servidor de pero que ahora se ha revelado) se expone me­
Cristo, es decir (xaí epexegético), como ad­ diante la distinción entre dos períodos de
ministrador (cf. 9, 17s) de los mistérios de tiempo cualificados (->■ aíráv 4-6). En Col 1,
Dios». En 2, 7, la posición de èv [iucrxTiQÍq), 26 xò [tnoxfiQiov se halla bajo el aspecto de
colocado entre ooq)íav y el participio atribu- toda la actividad salvífica de Dios dirigida ha-
tivo xf)v àjtoxEXQUiipiÉvpv, indica claramen­ cia el mundo entero, «oculta desde eones y
te que se trata de un atributivo preposicional generaciones» como el plan de la salvación,
de aoqpíav, y define, por tanto, a la aoqpía co­ pero revelada ahora a los cristianos (xoiç
mo un poder; «la oculta sabiduría de Dios, áyíoiç) y realizada mediante la proclamación
que se deja sentir en un mistério (es decir, la de Cristo entre Ias naciones (los gentiles). Por
sabiduría realizada históricamente)». Tam­ tanto, el pnoxqQiov es el Cristo proclamado
bién aqui se entiende que el p.naxf|QU)v es el entre Ias naciones (èv t)p,Tv = èv xolç è''flvs0 iv
crucificado xúqloç xfjç ôó^Tiç (2, 6). Al mis­ 1, 27), lo cual es la razón y el contenido de la
mo tiempo, ese p,noxf|giov de la sabiduría de acmal esperanza de la gloria que ha de mani-
Dios se describe de manera apocalíptica como festarse en la consumación (3, 4). El mistério
el bien de la salvación, oculto por Dios en el de Cristo en 2, 2 y 4, 3 debe entenderse tam­
cielo desde antes ya de los siglos y preparado bién de esta manera.
349 HDcrrfiQio-v 350

En Efesios, a ^ivottíqiov le falta el elemen­ d) En la Carta primera a Timoteo, el uso


to escatológico: se trata de lo que Dios ha he- un poco solemne y formulário de puoxr|Qiov
cho ya, es decir, de la realidad presente. El es­ debe entenderse en el sentido de «razón (raiz,
quema de la revelación no tiene tanto a la vis­ base) inexpresable y suprema» de una con-
ta la sucesión temporal de dos eones, sino ducta. En 3, 9 la frase «guardar el [luaxfiQiov
más bien la distinción entre dos âmbitos cós­ de la fe» (a saber, xfjç èv Xpioxô) ’I t]ooü) se
micos según la idea dei conocimiento o dei refiere de hecho a la doctrina que ha sido tras-
desconocimiento dei pnaxrjQiov. En 1, 9s, el mitida (cf. la «sana doctrina» en 1, 10), es de­
pnaxfiQiov es la realización de la voluntad cir, se refiere en general a la fe ortodoxa. En
creadora y salvffica de Dios, a escala cósmi­ 3, 16 el pnoxfipiov de la conducta piadosa»
ca, en la reunión (àvaxetpaXaióm 3) dei uni­ (ThWNT VII, 181) es el acontecimiento de
verso en Cristo. Esto se explica en el capítulo Cristo, tal como se describe en el himno que
3. En Ef 3, 3s, el conocimiento -concedido sigue a continuación (que forma parte de la
graciosamente por D ios- dei mistério de Cris­ tradición recibida por el autor), desde una
to (es decir, la penetración con la inteligência perspectiva cósmica que abarca desde la en-
en el mistério de Cristo; èv = hebreo cf. camación hasta la exaltación, y que incluye la
IQH 2, 13; 12, 13), como en Col 1, 26s, sere- proclamación de ese acontecimiento.
fiere al hecho de la incorporación de los gen-
tiles al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Ef e) En 2 Tes 2, 7 la obra presente dei anti-
3, 6). Este puoxfiQLOV ha sido revelado en el cristo («hombre de iniquidad») se designa co­
Espíritu (3, 5) a los apóstoles y profetas (cris- mo puoxf|Qiov xfjç àvopíaç, «mistério de
tianos) (una restricción con respecto a xoTç iniquidad» (-v àv o p ía 5). La expresión tiene
áyíoiç en Col 1, 26), y ha sido confiado para su paralelo lingüístico en Josefo, Bell I, 470
la proclamación (v. 8), siendo dado a conocer (->• 2.c), y su paralelo lingüístico y de fondo
(vv. 9s) por medio de la Iglesia (como entidad en IQM 14, 9; IQH 5, 36 (-+ 2.b). Según la
cósmica) a los poderes y autoridades cósmi­ concepción apocalíptica, al anticristo, que
cos (-)• 3.c; è^ouoía 2.d) como el plan ahora obra todavia en oculto, y que ha recibi-
salvífico de la sabiduría de Dios. En 6, 19 el do de Dios esta posibilidad (2, 11), se le per­
«puoxfiQiov dei evangelio» se refiere tam- mitirá salir de su ocultamiento y actuar en pú­
bién en forma sucinta pero global a la procla­ blico (àrtoxaX,uqi'9f|a8xai 2, 8) y luego será
mación dei mistério de Cristo (como indica aniquilado por Cristo.
también el término jtap p q aía, que se recoge
de 3, 12). En 5, 32 puoxriQiov significa un f) Ap 10, 7 habla de la realización escato-
sentido más profundo, que no está patente sin lógica dei «[iUOxfiQiov de Dios» (el subjunti-
más, de la cita bíblica de Gen 2, 24: el autor vo con ãv en la oración subordinada hace que
explica eclesiológicamente el puoxT|Qiov co­ el aoristo èxEXéoílTi tenga sentido futuro);
mo el mistério de Cristo, refiriéndose a la Dios lo anunció a los profetas (dei cristianis­
unión entre Cristo y la Iglesia. mo primitivo) (cf. Am 3, 7, pero EÚaYYE^íÇco
La doxología final —secundaria—de Rom sustituye a àjtoxa)i,Újrx®). En cuanto al con­
16,25ss (dei siglo II) se halla en la misma tra- tenido (el sellado dei rollo y el juramento dei
dición que Colosenses y Efesios. El esquema ángel en 10, 4-6), se presupone Dan 12, 1-7,
de la revelación está modificado en cuanto a de tal manera que puaxriQiov podría referirse
su contenido: el fiuoxf|Qiov se había silencia­ a la resurrección de los muertos (Kraft 149).
do (intensificación con respecto a ocultado), y En 1, 20 puoxf|Qiov designa el sentido ocul­
su revelación a todas Ias naciones se ha lleva- to. Las siete estrellas y los siete candelabros
do a cabo «por medio de los escritos (a saber, son interpretados inmediatamente como los
de los escritos cristianos primitivos)» (cf. siete ángeles de las comunidades y como las
Lührmann, 123). comunidades. En 17, 5 Babilônia es una clave
351 (XDaxfiQiov - ncoQia 352

para referirse a Roma. El «puaxTjQiov de la ^.Ô9|i,oç, o v , ó mõmos censura, mancha*


mujer y de la bestia» en 17, 7 no consiste tan­ 2 Pe 2, 13 designa a los falsos maestros co­
to en la referencia velada a Roma (17, 9.18), mo ojtíÀoi >tal ptõfxoi («manchas de suciedad
sino que es más bien una referencia al aconte- y senales de infamia»), ThWNT IV, 835.
cimiento escatológico al que se alude en 17,
8, cuando se dice de la bestia (en contraste di­
recto con lo que se afirma de Dios en 1, 4.8): fAMQaívo) mõrainõ poner en evidencia co­
«érase y no es y vendrá de nuevo». mo necedad o tontería; en voz pasiva, ha-
cerse insípido
g) La base dei uso de pnoxfieiov en el NT (icuQÍa.
reside en el significado fundamental dei tér­
mino gtiego inexpresable, es decir, lo que no ^ (O Q Ía , a ç , iq mõria necedad, tontería*
es accesible al pensamiento namral (pero sí es pcoçaLvo) mõrainõ poner en evidencia co­
accesible a la fe). Esto impide que el concep- mo necedad o tontería; en voz pasiva, ha-
to tenga un contorno preciso. El sentido de cerse insípido*
cada enunciado se deduce en cada caso dei pcoQÓç, 3 mõros estúpido, necio (loco, in­
correspondiente contexto. Aqui el papel más sensato)*
importante lo desempena la tradición de Ias
concepciones apocahpticas judias (el mistério 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. Uso en Mateo - 4. Uso en Pablo.
oculto y luego revelado). Pero también hay
que tener en cuenta los elementos griegos B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N orm des C hristli-
que, como tales, vienen dados con el vocablo, chen (I K o r 1, 1-3, 4) (NTANF5), Münsteri. W. 1968;
G. Bertram, [ím q ó ç xt X., en ThlVNT IV, 837-852; W.
y que se conservan incluso al servirse de ellos D. Davies, The Setting o f the S erm on on the M ount,
para traducir conceptos hebreos. Cambridge 1964, 235-239; J. Goetzmann, [UOQÍa, en
DTNT rv, 122-124; M. Hengel, M o rs turpissim a cru-
H. Krâmer cis, en F S K ãsem ann, 125-184; A. Kretzer, D ie H err-
Stutt-
sch a ft d e r H im m el u n d die Sôhne des Reiches,
gart-Würzburg 1971, 113-115, 191-206; I. Maisch,
M u tlX tjv i] Mytilènê Mitilene D a s G le ic h n is vo n den klu g en u n d tõ ric h te n J u n g -
Grafia antigua de MixuÀf|VTi. Bla6-De- fra u en : BiLe 11 (1970) 247-259; U. Wilckens, Weis-
h e it u n d T orheit (1 K o r 1/2) (BHTh 26), Tübingen
brunner § 42, 3. 1959. Además de los comentários cf. también la bi­
bliografia correspondiente a los conceptos paralelos y
antitéticos como ->■àtpQooúvri, -►VTjttioç, ->■ aocpía.
^ v to jlá ^ c o myõpazõ ser corto de vista*
2 Pe 1, 9 en sentido figurado: «El es ciego 1. En contraste con la preferencia por el ra­
(no ve nada) por la cortedad de su vista» dical àqpQ- en la LXX, vemos que en el NT
((xuamá^cov)». predomina el radical ptop-. El verbo aparece
4 veces (dos de ellas en Pablo, y ambas usa­
das en sentido transitivo, según el ejemplo de
C07IOÇ, ó mõlõps herida, llaga* la LXX). El sustantivo aparece 5 veces (uni­
1 Pe 2, 24: «Por sus heridas fuisteis sana­ camente en 1 Cor 1-3). Además se encuentra
dos» (Is 53, 5 LXX). ThWNT IV, 834s. el sustantivo (ACOQoXoYÍa en Ef 5, 4. Y el ad­
jetivo (sustantivado algunas veces) aparece
12 veces, que se distribuyen entre 1 Cor 1-4
mõmaomai burlarse, mofarse, (cuatro veces), Mateo (seis veces) y Ias Pasto-
afrentar* rales (dos veces).
2 Cor 8,20: «para que nadie se burle de no-
sotros». En 6, 3 en sentido pasivo; «para que 2. La concepción de fondo de una deficiên­
el ministério no sea objeto de mofa». cia que (des-)califica a una cosa o a una per-
353 |XQ)QUX 354

sona, se halla marcada con matices religiosos a la exhortación expresada al final de la doble
en el âmbito bíblico. El trasfondo sapiencial, parábola de que hay que ser como el àvfjQ
que recoge también en sí el sentido profano, qpQÓvipoç (y no como el necio; v. 26), es de­
es inivegable en Mateo y en Pablo. En cuanto cir, que hay que escuchar Ias palabras de Je-
a Ef 5 ,4 (rechazo de la «palabrería estúpida»; sús y ponerlas en práctica (7, 24-27). En con­
sobre la agrupación con aiaxeóxT]ç y eúxpa- sonância con esto se halla la intención con
jtEX,ía cf. IQS 10, 21-23), así como en lo re­ que se enuncia el relato parabólico de 25, 1-
ferente a 2 Tim 2, 23 (junto a àjtaíôenxoi) y 13, intensamente alegórico, que se orienta ha-
a Tit 3, 9 (siempre en la advertência de que cia la parusía. La constante disposición, ca­
hay que mantenerse alejado de Ias estúpidas racterizada por Mateo como «vigilância», de
controvérsias, que a nada conducen, con los Ias cinco muchachas prudentes, contrasta con
herejes), está bien clara -por el contexto- la la estupidez de Ias otras (vv. 2.3.8 pcopaí),
interpretación cristiana. que se muestra en el descuido en proveerse
Lo mismo hay que decir dei empleo dei dei «aceite» de Ias buenas obras. A este des­
verbo en la imagen de la sal, que habla de una cuido le amenaza el castigo, que se fulminará
depreciación natural de esta sustancia y que, en el juicio -cuandoquiera que éste se pro-
procedente de Q, se halla en Mt 5, 13 par. Lc duzca-, de verse excluidas dei banquete esca-
14, 34s. Que la sal se tome insípida (o, de ma- tológico de bodas.
nera semejante, en la frase paralela de Mc 9, La misma «crisis» se contempla en otra for­
50; que la sal llegue a «desalarse») es, desde ma en la advertência dirigida contra Ias ex-
luego, una cosa verdaderamente absurda (cf. plosiones verbales de cólera, en Mt 5, 22s, en
bBek 8b). Para explicarlo, algunos recurren o el contexto de la primera «antítesis». La dis-
bien a Ias capas de sal que, una vez cada quin- tinción, muy difundida, que se hace entre el
ce anos, había que eliminar dei homo, porque término (arameo) p a x á («cabeza hueca», se-
ya no servían para nada, o bien -por tratarse gún se entiende por referencia a xevé en Sant
de la sal de m esa- hablan de Ias impurezas de 2, 20) y poopÉ («loco» impío en el sentido en
la sal obtenida en el país, que la hacían inser- que se expresa el Sal 14, 1, etc.) sobrecarga
vible para el consumo humano (Jeremias, Pa­ esos insultos, que evidentemente eran muy
rábolas, 205ss). La diferencia entre Q (pm- populares. La interpretación iria, además, en
çavOrj) y Marcos (âvakov yévqxai) se debe contra de la intención expresada en 5, 22a.
a una variante en la traducción (J. Lightfoot). Más bien, ambos ejemplos explicaiían la ad­
Sin embargo, esta reconstrucción seguirá vertência dada por Jesús contra la cólera -en
siendo tan hipotética como la interpretación forma análoga a como lo hacen paralelos judi­
que considera la oración claramente subordi­ os como IQS 6, 24ss o bBM 58b (cf. también
nada como «una especie de parábola dei rei­ Mt 12, 36)-. Como resultado, se reconoce fá­
no» pronunciada por Jesus, que tiene como cilmente la tensión creada cuando la invectiva
punto principal la imposibilidad de que la sal contra «los» escribas y fariseos, a quienes se
pierda su poder de salar (Bertram, 842s). De considera como pcopol x a i xncpkoí, se atribu-
todos modos, en el contexto actual, es innega- ye a Jesús (23, 17). Esa invectiva brota de la
ble que la imagen se aplica al discipulado y a polêmica dei cristianismo primitivo contra los
sus riesgos, unos riesgos que Lucas concreta dirigentes de Israel, a quienes se niega Ias
en Ias relaciones dei cristiano con los bienes cualidades de ooqpol x a l ouvexoí (cf. 11, 25).
de este mundo (cf. Lc 14, 33).
4. En Pablo el grupo de palabras se aplica
3. En Mateo, la advertência dirigida a los también a una situación de conflicto -en este
discípulos de que no lleguen a ser necios, en caso, entre cristianos-. En 1 Cor 1-4 Pablo
5, 13 -al comienzo, pues, de Ias instmcciones ataca la creación de facciones en Corinto, y
dadas en el Sermón de la Montana-, se anade sitúa el mensaje de la cruz, sobre el trasfondo
355 (xüUQLa - M üJüaTiç 356

de la sabiduría divina, como la medida y la amor de Cristo» (4, 10). De esta manera el
norma para juzgar acerca de la sabiduría y de apóstol llama a la reflexión a Ias partes en li­
la necedad humana. Así, pues, la sabiduría tígio.
humana «normal» ha sido convertida por P. Fiedler
Dios en locura y juzgada de esta manera (este
pensamiento de 1 Cor 1, 20b, recogido en
Rom 1, 22 -cf-, a propósito, especialmente Is r\ mõrologia palabrería
fM O Q O ^ o y ía , a ç ,
44, 25; Jer 10, 14- se desarrolla en Rom 1, necia*
18ss). En vista de la práctica de la crucifixión, El término aparece en Ef 5, 4 junto a aio-
y muy comprensiblemente por Ias ideas de XQÓTiqç y 8nTQaJteÀ.ía. ThWNT IV, 848-850;
aquel entonces (cf. Hengel), el no cristiano ve -»■ pcoQÍa 1.2.
esta locura en la «palabra de la cruz» (1 Cor
1,18), es decir, en el kerygma paulino (vv. 21.
^0)QÓ ç, 3 mõros estúpido, necio (loco, in­
23). Pero como su contenido, el Cristo cruci­
sensato)
ficado, representa el poder y la sabiduría de
->• ptúQ Ía.
Dios, su contradicción por la autodenominada
sabiduría humana es incongruente (v. 25). El
uso sustantivado dei adjetivo (tò pcopóv), en M roüirfjç, EMÇ Mõysês Moisés
la audaz paradoja de la «locura (y la debili-
1. Aparición en el NT - 2. Moisés como legislador -
dad) de Dios», es preferido aqui, no sólo co­ 3. Moisés el profeta - 4. Moisés como tipo - 5. Enun­
mo variación dei sustantivo, sino también con ciados dirigidos contra Moisés - 6. Elementos legen­
la mirada puesta en la correspondência que se dários - 7. Significación teológica.
da en el v. 27, dentro de la «aplicación» de la B ib l.: E. Auerbach, M ose, Amsterdam 1953; A.
paradoja a la estructura de la comunidad de Bentzen, M e ssia s, M o se s red ivivas, M e n sch e n so h n
Corinto. En esta aplicación, Pablo, por consi- (AThANT 17), Zürich 1948; E. Bock, M ose un d sein
Zeitalter, Stuttgart ^1961; M.-E. Boismard, M o ise ou
deración hacia los destinatários, usa el neutro
Jésus. E ssa i d e C hristologie jo h a n n iq u e (BEThL 84),
plural (-cà pojQá, en vez dei masculino; en Louvain 1988; M. Buber, M ose, en Id., Werke II, Mün-
contra de lo que opina Wilckens, 41). chen-Heildelberg 1964, 9-230; H. Cazelles y otros,
La palabra de la cruz en 2, 14, caracteriza­ M o ise ho m m e de V A lliance, Paris 1955 (= M o se in
da como revelación dei Espírita de Dios S ch rift u n d Überlieferung-, Düsseldorf 1963); H. Caze-
lles-A. van den Bom, en Haag, D ic cio n a rio , 1278-
(Baumann, 254), desvela y condena como ne­ 1288; D. Daiches, M ose, M a n in the W ildem ess, Lon-
cedad no sólo la sabiduría dei mundo en ge­ don 1975; E. GiUabert, M o ise e t le phén o m èn e ju d é o -
neral, sino también en particular Ias facciones chrétien, Marsanne 1976; E. GrâBer, M o se und Jesus.
Z u r A usleg u n g von H e b r 3, 1-6: ZNW 75 (1984) 2-23;
que conducen al jactarse humano entre los
Id., D e r H e b r ã e r b r ie f I (EKK), Neukirchen-Vluyn
cristianos de Corinto, como se acentua 3, 19. 1990, 156-172; S. Freud, D er M ann M ose u n d d ie mo-
Esta sentencia fundamenta la exhortación pre­ n o th e istisc h e R e lig io n , en Id., G esa m m e lte W erke
cedente (v. 18) a hacerse a sí mismo necio, XVI, Frankfurt a. M. H 9 6 1 , 101-246; Hahn, H oheits-
títel, 380-404; S. Herrmann, H isto ria de Isra el en la
con arreglo al evangelio, desligándose real­
época d ei A n tig u o Testam ento, Salamanca ^1996, 80-
mente de la sabiduría dei mundo, y haciéndo- 116; Id., Isra els A u fe n th a lt in à g yp len (SBS 40), Stutt-
se de esta manera sabio ante Dios. Finalmen­ gart 1970; Id., M ose: EvTh 28 (1968) 301-328; J. Je­
te, Pablo sugiere también a los corintios que remias, Mcoüofíç, en ThWNT IV, 852-878; K. Koch,
D e r Tod des R eligionsstifters: KuD 8 (1962) 100-123;
renuncien a la formación de facciones. El pro-
W. A. Meeks, The P ro p h e t-K in g . M o se s T ra d itio n s
cedimiento consiste en hacerles ver a ellos, a n d the Jo h a n n in e C hrisío lo g y (NovTS 14), Leiden
que son los «sábios en Cristo» (el eco de 1, 1967; Id., M o ses in the NT, en IDB Suppl. Vol. 605-
26ss, claramente reconocible aunque adapta­ 697; E. Osswald, D a s B ild des M o se in d e r kristischen
do, contiene cierto grado de ironia) que todos atl. W issenschaft s e it J. W elhausen (ThA 18), Berlin
1962; T. Saito, D ie M o sevo rstellu n g en im N T (EHS
los heraldos de la fe a los que «se utiliza» pa­ 23/100), Frankfurt a. M.-Bem 1977; H. SeebaB, en
ra la creación de facciones, son «necios por DTNT UI, 110-113; R. Sraend, D a s M o se b ild von H.
357 M coüafjç 358

E w a ld b is M . N o th , Tübingen 1959; H. Ulonska, D ie por Moisés en Dt 24, 1, y Jesús comenta a


D o xa d e s M ose: EvTh 26 (1966) 378-388; para más propósito de esto: «Moisés os permitió divor-
bibliografia, cf. ThWNT X, 1184s,
ciaros por la dureza de vuestro corazón» (Mc
1. En el NT se menciona a Moisés 80 ve- 10, 3s par. Mt 19, 7). En la cuestión acerca de
ces, a Elias 40 veces, y a David 59 veces. Es­ la resurrección, los saduceos citan la disposi-
to demuestra ya que el cristianismo primitivo ción acerca dei llamado matrimônio por levi-
considero a Moisés como la figura más desta­ rato («Moisés escribió», cf. Dt 25, 5ss) (Mc
cada de la historia precedente, de la historia 12, 19 par. Mt 22, 24 / Lc 20, 28). Jesús repli­
de Dios con el pueblo de Israel, y que se sen­ ca con otras palabras de Moisés: «^No habéis
tia vinculado con esta figura. Es tradición re- leído en el libro de Moisés el pasaje sobre la
cibida dei judaísmo. «Moisés es para el juda­ zarza ardiente, cómo Dios le habló diciéndo-
ísmo tardio la figura más importante de toda le...?» (Mc 12, 26 par. Lc 20, 37, a diferencia
la historia de la salvación trascurrida hasta de Mt 22, 31). La frase que sirve de conclu-
entonces» (Jeremias, 854). Lo mismo se pue- sión: «Dios no es un Dios de muertos, sino de
de decir de la importância que Moisés tenía vivos» (Mc 12, 27 par.), no aparece desde lue-
para Jesús y para los autores de los escritos go en el «Hbro de Moisés». Según Mt 23, 2s,
dei NT. Mientras que en el AT Moisés fue el dice Jesús: «;En la cátedra de Moisés se sien-
receptor inmediato de Ias ensenanzas de Dios, tan los escribas y fariseos; haced y observad
de la Torá, vemos que en el NT Ias leyes se (xriQetxe) todo lo que os digan, pero no imi-
presentan algunas veces como trasmitidas por téis su ejemplo!» La palabra de Moisés y la
medio de ángeles (Gál 3, 19: la ley «promul­ palabra de Dios son consideradas como una
gada mediante ángeles por mano de un me­ misma cosa en Mc 7, 10 («Porque Moisés di-
diador»), pero Moisés es quien habla con jo: jHonra a tu padre y a tu madre!»); Mt 15,
Dios. Según Jn 9, 28s, dicen los judios: «No- 4 («Porque Dios dijo»); de igual manera en
sotros somos discípulos de Moisés. Nosotros Mc 12, 26;cf. M t22, 31.
sabemos que Dios ha hablado a Moisés, pero Según el Evangelio de Juan, Jesús pregun-
en cuanto a ese hombre (Jesús), no sabemos ta a los judios: «^No os dio Moisés la ley? jY
de donde es». Se referían a Ex 33, 11: «El Se- rdnguno de vosotros cumple la ley!» (7, 19);
nor hablaba con Moisés cara a cara, como un cf. 7, 22a: «Por eso Moisés os ha dado la cir-
hombre habla con su amigo». Pablo cita Ex cuncisión», y a continuación inmediata la co-
33, 19 con la fórmula: «Porque El (a saber, rrección dei evangelista en el v. 22b: «No por­
Dios) dice a Moisés» (Rom 9, 15). que sea de Moisés, sino de los padres». En la
historia, insertada con posterioridad, de la
2. A Moisés se le presenta en muchos pasa- mujer sorprendida en adultério, se dice: «En
jes como el legislador, que recibió Ias pala- la ley Moisés nos ordenó...» (8, 5). Se afirma
bras decisivas de Dios y se Ias trasmitió a los lapidariamente en el prólogo: «La ley fue da­
hombres, también en lo que a la ley ceremo- da por medio de Moisés; la gracia y la verdad
nial se refiere. Y, así, Jesús ordena al enfermo fiieron hechas realidad por medio de Jesucris-
de lepra que había sido curado: «; Vete, mués- to» (1, 17).
trate al sacerdote y ofrece por tu purificación Lo mismo que en el prólogo dei Evangelio
lo que mandó Moisés, para que les conste a de Juan, vemos que en Pablo se establece una
ellos!» (Mc 1,44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14). Con antítesis entre Moisés y la fe en Cristo: «Por­
la mayor natureJidad sigue siendo válida la que Moisés escribe que el que practica la jus-
ley ceremonial atribuida a Moisés: «Cuando ticia que es de la ley, vivirá por ella. Pero la
se cumpüeron los dias de su purificación se­ justicia que es de la fe, dice...» (Rom 10, 5s).
gún la ley de Moisés (x ax à xòv vópov xoü Moisés es el legislador. «La muerte reinó des­
Mcoüoécoç)» (Lc 2, 22). En la cuestión dei di­ de Adán hasta Moisés» (Rom 5, 14). El autor
vorcio, se recurre a la permisión concedida de la Carta a los Hebreos, mencionando el
359 Míoüafjç 360

principio «Sin derramamiento de sangre no 4. Se cita expresamente el pasaje de Dt 18,


hay perdón» (9, 22b), hace referencia a Moi­ 15; «Moisés dijo: El Senor Dios vuestro os
sés; «Porque cuando Moisés tenninó de pro­ suscitará de entre vuestros hermanos un pro­
mulgar todos los mandamiento al pueblo, feta como yo; escuchad todo lo que él os di­
conforme a la ley, tomó la sangre de los bece- ga» (Hech 3, 22; igualmente en 7, 37). Según
rros y de los machos cabríos...» (9, 19). Hahn (382s), el discurso de Esteban ( ^ 2)
Este Moisés está vivo y se halla actualmen- ofrece una tipologia de Moisés con su punto
te presente: porque «él tiene en cada ciudad central en Dt 18, 15. Moisés, además, es mo­
quienes lo prediquen, pues todos los sábados delo y tipo: «Si creyerais a Moisés, también
es leído en Ias sinagogas» (Hech 15, 21). En me creeríais a mí» (Jn 5, 46). El hecho de le­
el discurso de Esteban se recapitula toda la vantar en alto a la serpiente en el desierto se
historia de Moisés, desde su nacimiento, con convierte en el tipo de que el Hijo dei hombre
todos sus milagros, hasta la manifestación de fuera levantado en alto (3, 14). Pablo crea una
Dios en la zarza ardiente, y esta historia ter­ metáfora sacramental: «En Moisés todos fue-
mina con la afirmación de que este hombre no ron bautizados en la nube y en el mar (1 Cor
fue reconocido al principio por sus compa­ 10, 2). La fidelidad dei apóstol y sumo sacer­
triotas, a pesar de que Dios le había enviado dote Jesús es comparada con la de «Moisés en
como caudillo y redentor (áQxovxa x a i Xv- toda su casa» (Heb 3, 2s). Sin embargo, luego
TQCOTTiv) (Hech 7, 20-44, donde el nombre de se sitúa a Cristo en posición más alta que la
Moisés se menciona 9 veces). De manera muy de Moisés, porque aquél es el Hijo, mientras
parecida, el autor de la Carta a los Hebreos que Moisés era un servidor (■OEpájtoov, 3, 5).
considera a Moisés como un importante testi- También en la historia de la Trasfiguración,
go de la fe (Heb 11, 23s; 12, 21); también en Moisés y Elias deben considerarse como mo­
10, 28 se habla de la ley de Moisés; y de ma­ delos, con quieres Jesús entra en conversa-
nera parecida en 8, 5). Finalmente, la salva- ción (Mc 9, 4s par. Mt 17, 3s / Lc 9, 30.33).
ción reside también en el legislador: «Ellos
tienen a Moisés y a los profetas; que los oi- 5. Hay ya distanciamientos con respecto a
gan» (Lc 16, 29ss). Moisés en Ias «rectificaciones» que se hacen
en Jn 6, 32s; 7, 22s; Ias hay también cuando
3. El Evangelio de Juan, al comienzo de la Pablo habla desfavorablemente dei «velo»
actividad de Jesús, refiere cómo Felipe le dice que cubría el rostro de Moisés y dei «velo que
a Natanael: «Hemos encontrado a Aquel de hay sobre loss corazones de ellos» (2 Cor 3,
quien Moisés en la ley, y los profetas escribie- 13-15). Entre Ias acusaciones que se lanzan
ron, a Jesús de Nazaret» (Jn 1, 45), El Resuci- contra Esteban se formula claramente la opo-
tado reprende a los discípulos de Emaús por sición a Moisés: «Le hemos oído hablar pala-
la torpeza de su corazón: «Y comenzando por bras blasfemas en contra de Moisés y en con­
Moisés y por todos los profetas, les explico tra de Dios» (Hech 6, 11; cf. v. 14). También
todas Ias cosas referentes a él en todas Ias Es­ a Pablo se le acusa de «inducir a los judios a
crituras» (Lc 24, 27); cf. además 24, 44; «Era que se aparten de Moisés» y de hablar en con­
necesario que se cumplieran todas Ias cosas tra de la circuncisión (21, 21). La actitud fun­
que sobre mí están escritas en la ley de Moi­ damental de Pablo con respecto a la ley, la ex-
sés, en los profetas y en los salmos». Lucas puso él claramente en la Carta a los Romanos,
hace decir a Pablo algo parecido en su discur­ cf. 2, 20; 3, 25; 7. 12; 10, 4. El libro de He-
so ante Agripa (II) (Hech 2 6 ,22s); cf. también chos ofrece un eco de la teologia paulina,
la predicación de Pablo en Roma (28, 23). cuando pone en lábios de Pablo la afirmación
Heb 7, 14 ofrece una prueba que argumenta e de que el perdón de los pecados viene por me­
silentio: Moisés no dijo nada sobre sacerdotes dio de Jesús, «incluso de todo de lo que no
de la tribu de Judá, de la cual Jesús descendia. pudisteis ser justificados por medio de la ley
361 Mtoüafjç 362

de Moisés, de eso es justificado por medio de historia se contempla como historia de Dios.
El (Jesus) todo aquel que cree» (13, 38s). De «Es precisamente el Dios de Israel, que se
la dureza de la conlrontación en tomo a la ley manifesto a los padres y que ahora va a ga-
y a la circuncisión dan testimonio la Carta a rantizar el acontecimiento dei êxodo. Cual-
los Gálatas y Hech 15, 1-12. quiera que sea el nombre de ese Dios, El es el
quien actúa en la historia y en la actualidad»
6. Lo mismo que en Josefo, Ant n , 201-IV, (Herrmann, Israels Aufenthalt, 78). Aunque
331 y en Filón, VitMos, vemos que en el NT en el NT el factor escatológico desempena un
hay también desarrollos lengendarios acerca papel determinante, sin embargo no debemos
de la figura de Moisés. En Jn 5, 45 se dice que olvidar que Jesus y la comunidad primitiva
Moisés es «acusador». En Jds 9 se dice que recogieron la historia senalizada por Moisés.
«el arcángel Miguel disputo con el diablo Con Juan el Bautista, Jesus llegas a ser el
acerca dei cuerpo de Moisés» (H. Windiscb- punto crucial de una historia que está orienta­
H. Preisker, Der Brief des Jakobus^ [HNT], da hacia todos los pueblos (Mt 28, 19) y que
sub loco; ->• MLX0iT|k). Janes y Jambres de- se convierte así en la historia dei pueblo de
sempenan un papel legendário como adversá­ Dios, tal como Pablo lo expresa teologica­
rios de Moisés, en 2 Tim 3, 8 (Billerbeck III, mente en Rom 9-11. El «cântico de Moisés, el
660). Cuando aquellos que han logrado la vic- siervo de Dios», y el «cântico dei Cordero»
toria sobre «la bestia», cantan el «cântico de llegan a ser idênticos: «jGrandes y maravillo-
Moisés, el siervo de Dios» (Ap 15, 3), no se sas son tus obras, oh Senor Dios, Todopode-
trata dei cântico dei que se habla en Ex 15, 1. roso!'iJustos y verdaderos son tus caminos,
oh Rey de Ias naciones! jOh Senor! ^Quién
7. Al reflejarse en el NT con tanta abun- no temerá y glorificará tu nombre? Pues sola-
dancia y variedad la figura de Moisés, se está mente Tú eres santo; porque todas Ias nacio­
presuponiendo al mismo tiempo con esa figu­ nes vendrán y adorarán en tu presencia, pues
ra algo que en el NT no se expresa directa- tus justos juicios han sido revelados» (Ap 15,
mente. Puesto que para Moisés «el Dios de 3s). De esta manera se recoge la historia de
los padres», el Dios de Abrahán, de Isaac y de Moisés, y esta historia adquiere su carácter
Jacob, se identifica con Yahvé, que es quien universal.
actúa en la historia dei pueblo, vemos que la G. Fitzer
363 364

N V

Naaaoóiv Naasson Naasón* PE0/NAZAPA/NAZARHNOS/NAZQPAIO2:


Nombre de persona, indeclinable, en Mt 1, ZNW 72 (1981) 257-263; E. W. Saunders, en BHHII,
1291s; B. Schaller, en Pauly, L e x ik o n IV, 27; W.
4a.b.; Lc 3, 32 (cf. Rut 4, 20 LXX). Schmauch, O rte d e r O ffen b a ru n g u n d d e r O ffenba-
rungsort im N T , Berlin 1956, 20-26; E. Testa, N azaret
g iu deo-cristiana, Jerusalem 1969; P. Winter, «N a za ­
N a y V ttí Naggai Nagay* reth» a n d «Jerusalem » in L uke chs. I a n d II: NTS 3
Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3, (1956-1957) 136-142; consúltense, además, los co­
mentários, en especial sobre Mt 2, 23; Mc 1, 9; Lc 4,
25. 16; cf. también B. M. Metzger, In d ex to P erio d ica l Li-
terature on C hrist a n d the G ospels (NTTS 6), Leiden
1966, 198; más bibliografia en -►NaÇaQTjvóç.
N a Ç a g á Nazara Nazaret
Forma alternativa dei topónimo NaÇa- 1. Con anterioridad al siglo III p.C., el to­
QÉT. Según NTG^^/GNT, la forma N aÇ agá pónimo indeclinable NaÇagéx se halla atesti-
aparece en Mt 4, 13; Lc 4, 16. guado únicamente en el NT, donde, con ex-
cepción de Hech 10, 38, aparece únicamente
N a Ç a ç é # Nazareth Nazaret en los evangelios: Marcos 1 vez (1,9); Mateo
Variante ortográfica dei topónimo ->■ N a- 3 veces (2, 23; 4, 13 [NaÇagá]; 21, 11); Lu­
^agár. NTG^®/GNT tienen la forma termina­ cas 5 veces (1, 26 [om D]; 2, 4.39.51; 4, 16
da en -■&en los lugares: Mt 21, 11; Lc 1, 26; [NaÇagá]); Juan 2 veces (1,45.46). Los pun-
2,4.39.51; Hech 10, 38. tos temáticos en que se centra la aparición dei
término son Ias historias de la infancia en Ma-
teo/Lucas (5 veces) y los relatos dei comienzo
NaÇagét (Na^agá, NaÇagéd) Naza­ de la actividad de Jesús (5 veces).
ret (-a, -eth) Nazaret*
2. La grafia dei topóiúmo carece notablemente
1. Aparición dei término - 2. Grafia y etimologia - de uniformidad y oscila - a veces en un mismo
3. Consideraciones históricas y geográficas - 4. Naza­ manuscrito- entre Ias formas NaÇagÉT (por
ret en el NT. ejemplo, Lc 1, 26 [Sin B] y Na^agÉ'& (Lc 4, 16
B ibl.: Abel, G éographie II, 395; W. F. Albright, The D). Además, bailamos la forma NaÇagá, una va­
N a m es «N azareth» a n d «N azoraean»: JBL 65 (1946) riante aramea (cf. G. Dalman, Grammatik des jü-
397-401; A. Alt, D ie Stã tten des W irkens Jesu in Ga- disch-palãstinischen Aramãisch, Leipzig ^1905,
lilãa, en Id., K leine Sch riften z u r G eschichte d es Vol- 152) que no está plensimente helenizada (en con­
kes Isra el II, München 1953, 436-455; B. Bagatti, en tra de A. Schlatter, Der evangelist Matthãus,
DBS VI, 318-333 (bibl.); Id., en M. Avi-Yonah-E. Stuttgart *1963, 113). Con NTG^* y GNT, NaÇa-
Stem (eds.), E n cyclopedia o f A rchaeological E xcava- gá debe preferirse en dos pasajes a Ias variantes
tions in the H o ly L a n d UI, Oxford 1977, 919-922; D. NaÇagéé/x/ô por ser la lectio difficilior: Mt 4,
Baldi, E n ch irid io n lo co ru m sa n c to ru m , Jerusalem 13 (v.l. -eô Sin* [C] D 0 pm lat / -ex L al); Lc 4,
^1955, 1-42; J. Blinzler, D ie H e im a t Jesu . Z u e in e r 16 (v.l. -eô D).
n eu en H ypothese: BiKi 25 (1970) 14-20; G. Dalman,
Las formas dei topónimo Nazaret trasmitidas
O rte u n d Wege Jesu (BFChTh IFl), Gütersloh ^1924
(= Darmstadt 1967), 61-88 (bibl.); J. Finegan, T h e A r - en el NT griego, Io mismo que su equivalente ára­
cheo lo g y o f th e NT, Princeton (N.J.) 1969, 27-33; H,
be en Nãsira, permiten la reconstmcción de una
Guthe, en RE XIII, 676-679 (bibl.); Id„ P a lã stin a referencia geográfica (en arameo, nãfrã/nãfrat
(Monographien z. Erdkunde 21), Bielefeld-Leipzig [cf. Onomastikon 285]; se discute cuál es la voca-
^1927, 149ss; Kopp, S tã tte n , 86-129; C. Kopp, en lización de la correspondiente forma hebrea:
LThKVII, 851-853; E. Lohse, en RGGIV, 1388; D. C. rTseret [F. Dehtzsch, NT Hebraice, London 1877
Pellett, en IDB III, 524b-526a; H. P. Rüger, NAZA- (= 1906) o nõseret [Dalman, Grammatik, 152]).
365 NaÇagér 366

La forma se basa en la raiz nsr («proteger, guar­ ristas piensan en Is 11, 1; pero W. F. Albright-
dar»), El topónimo se refiere a la situación ex- C. S. Mann, Matthew [AB], 21 y E. Zolli:
puesta dei lugar, que dominaba la Uanura de Yez- ZNW 49 [1958] 136 suponen que la cita está
rael, y que desempenaba quizás una función mili­
tar (^corno fortín fronterizo?). tomada de Jer 31, 6) y que asocia el topónimo
Nazaret (^según una etimologia popular?) con
3. Si tenemos en cuenta el carácter tradicional el sobrenombre ->• NaÇcoQaloç que se aplica-
de los topónimos de Palestina (de Ias 219 aldeas ba a Jesús.
galileas mencionadas por Josefo [Vita 235], tan En Mc 1, 9 Nazaret marca el punto de par­
sólo una parte se conocen por su nombre; cf. C. tida de Jesús (àjtò N a ^ a p é t debe relacionar-
Mõller y G. Schmitt, Siedlungen Palãstinas nach
Flavius Josephus [Beihefte zum Tübinger Atlas se claramente con el verbo) cuando se dirige a
des vorderen Orients B 14], Wiesbaden 1976), el ser bautizado (no se trata tanto, seguramente,
hecho de que los lugares no se hallen atestigua- de una reminiscencia histórica cuanto de un
dos en los escritos no cristianos no tiene particu­ paralelismo consciente entre la llegada de
lar importância. En el siglo III la existência dei Jesús y la «salida» de «toda Judea», v. 5; cf.
lugar se baila atestiguada en la literatura (Julio E. Lohmeyer, Das Evangelium des Markus^
Africano en Eusebio, HistEccl I, 7, 6-12) y en Ias [KEK], 21). El carácter redaccional de la ob-
inscripciones (lEJ 12 [1962] 137ss), y los hallaz-
gos arqueológicos confirman el continuado asen- servación que se hace en Mt 4, 13 (Bultmann,
tamiento en el território desde aproximadamente Geschichte, 69 y 378) en la intersección entre
el ano 900 a.C. Desde luego, el antiguo asenta- el ciclo dei Bautista y el comienzo de la acti-
miento, que se ballaba situado a una altitud un vidad propia de Jesús dificulta la valoración
poco mayor que la de la ciudad actual (343 m so­ históricá de la indicación sobre el traslado de
bre el nivel dei mar), era completamente insigni­ Jesús (fundamentada de nuevo con una cita de
ficante, ya que no poseía ninguna de Ias caracte­
rísticas de una antigua ciudad palestinense (el NT reflexión [4, 14-16]), que se va de Nazaret
designa siempre a Nazaret con el nombre de -* (aqui: N aÇ apá) y fija su residência en Cafar-
JTÓXiç [Mt 2, 23; Lc 1, 26; 2, 4.39]; cf. Alt 441ss). naún (en contra de W. Grundmann, Das Evan­
gelium des Matthüus^ [ThHK], 108). En lugar
4. a) En el NT, Nazaret aparece siempre en de la innominada ciudad natal (->• jraxgLç) de
relación con Jesus y con su familia. Se refie­ Jesús (Mc 6, 1), vemos que en Lc 4, 16 se
re, mediante una aposición (ó òtJtò NaÇaQÉ'&, menciona expresamente «Nazará, donde él se
«el de Nazaret», al lugar de donde era oriun­ había criado», como el lugar donde sus pai­
do Jesús (Mt 21, 11; Jn 1, 45; Hecb 10, 38), sanos le rechazan. La extraneza de Natanael
de acuerdo con la costumbre antigua de preci­ por el lugar de procedência de Jesús (Jn 1, 46)
sar de este modo la identidad de una persona; no refleja posiblemente una mala reputación
también indica el lugar (Mt 2, 23; Lc 2, 29.51; de los habitantes de Nazaret (en contra de Th.
4, 16) o el punto de partida (Mt 4, 13; Mc 1, Zahn, Das Evangelium des Johannesf’'^ [KNT],
9; Lc 2, 4; Jn 1, 46) con ocasión de un trasla­ 140), sino que se basa en la insignificância
do de Jesús o de sus padres. dei lugar.
Mientras que para Lucas la familia de Jesús b) La conexión -relativamente floja- dei
está asentada en Nazaret, y su nacimiento tie­ topónimo Nazaret con la tradición de Jesús y
ne lugar en Belén (->• BT]'&X,ée|j,) durante un la cuestión, todavia por resolver, de la rela­
viaje de sus padres a la ciudad de David, Ma- ción de Jesús con el hecho de que le llamaran
teo presupone que Belén fue el lugar original Na^mpaToç justifican Ias dudas sobre la fide-
de residência, y que José y Maria no se fueron lidad histórica de Ias indicaciones acerca de
de allí sino para huir a Egipto (Mt 2, 14), y Nazaret como lugar de origen de Jesús. Y, así,
asentarse finalmente en Nazaret, a su regreso H. Stegemann (cf., a propósito, Blinzler,
dei destierro (Mt 2, 23). Mt 2, 23 relaciona es­ 14ss) y W. Schmithals {Das Evangelium nach
te traslado de lugar con una cita de reflexión Markus I [ÔTK], 83) mencionan la posibili-
de origen incierto (la mayoría de los comenta­ dad de que Jesús se convirtiera en «Jesús de
367 N aÇagét - NaÇaQTjvóç 368

Nazaret» porque no se entendia ya la designa- NattoQaíoç (13 testimonios) aparecen única­


ción de Na^coQatoç o su forma alternativa mente en los evangelios y en Hechos. Mien­
NataQT]vóç, mientras que la patria histórica tras que Marcos ofrece exclusivamente la for­
de Jesus habría que buscaria más bien en Ca- ma NaÇaQT]vóç (4 veces: 1, 24; 10, 47) [v.l.
famaún. NaÇcogaíoç Sin C Koiné pm], vemos que
H. Kuhli Mateo, Juan y Hechos se ümitan de manera
igualmente consecuente al uso de la forma
NaÇoigaloç (Mateo 2 veces: 2, 23; 26, 71
Na^aQtfvóç, 3 Nazarenos (oriundo) de Juan 3 veces: 18, 5 [v.l. NaÇaQqvóv D lat].7
Nazaret, Nazareno* 19,19; Hech 7 veces: 2, 22; 3, 6; 4, 10; 6, 14;
Na^coQatoç, oo, ó Nazõraios (oriundo de 22, 8; 24, 5 [en plural]; 26, 9). Por el contra­
Nazaret), Nazoreo* rio, Lucas utiliza promiscuamente ambos tér­
1. Aparición en el NT - 2. Na^aQqvóç - 3. minos, siguiendo a sus fuentes en cuanto al
NaÇiogaXoç - a) En diversos pasajes - b) El problema uso de NaÇagqvóç (Lc 4, 34 [= Mc 1, 24];
lingüístico. seguramente también en 24, 19 [v.l. Na^oo-
B ibl.: L. Abramowski, Jesus, der N azirãer. ZThK gaíou Koiné D 0 pm]), mientras que en sus
81 (1984) 441-446; W. F. Albright, The N a m es «N aza- frases redaccionales y también en Hechos
reth» a n d « N a zorean»: JBL 65 (1946) 397-401; G. prefiere la forma NaÇcogaíoç (Lc 18, 37 [v.l.
Allan, H e sh a ll be ca lled - a N azarite?: ET 95 (1983- NaÇagqvóç D L pc]).
1984) 81s; Bauer, W õrterbuch, s.v. (bibl.); W. Caspari,
NaÇwpaíoç. M t 2, 2 3 n a c h a tl. V oraussetzungen:
2.
ZNW 21 (1922) 122-127; G. Delling, N azarener, en En el NT la forma adjetival N a^agr|vóç
(sobre la morfología cf. Moulton, Grammar
BHH n, 1291; A. Díez Macho, Jesú s «H o N azoraios»,
en Q uaere P a u lu m . F S fU r L. T urrado, Salamanca
II, 150) aparece únicamente sustantivada y
1981, 9-26; B. Gãrtner, D ie rãtselhaften Term ini N a-
también únicamente en aposición al nombre
zp rã er u n d Iska rio t (Horae Soederblomianae 4), Upp-
de Jesús, cuya identidad se precisa así, de
sala 1957; J. S. Kennard Jr., N azorean an d Nazareth:
conformidad con la costumbre antigua gene­
JBL 66 (1947) 79-81; M. Lidzbarsld, M andãische Li-
turgien, Berlin 1920, XVI-XDÍ; S. Lyonnet, «Q uoniam
ralizada (cf. H. Rix, en Pauly, Lexikon IV,
N aza ra eu s vocabitur»: Bib 25 (1944) 196-206; Meyer,
658), indicando el lugar de origen: Jesús de
U rsprung II, 408s, 423-425; G. F. Moore, N azarene
Nazaret. El adjetivo/sustantivo, cuya corres­
a n d N a za reth , en B eg in n in g s I, 426-432; B. Reicke,
pondência con el topónimo N a^agéx no era
N azorãer, en BHH II, 1293; J. A. Sanders, NaÇto-
QUioç in M a tth ew 2, 23: JBL 84 (1965) 169-172; H. H.
puesta en duda por quienes manejaban el NT,
Schaeder, NaÇaoqvoç/NaÇcoQaíoç, en ThWNT IV,
parece significar lo mismo que la expresión
879-884 (bibl.); G. Schille, N a zoraer, en EKL H, 538;
adverbial ó ano N a^agéx, que se encuentra
W. Schmauch, O rte d er O ffenbarung und d e r O ffenba-
también varias veces junto al nombre propio
ru n g so rt im N T , Berlin 1956, 20-26; J. Schmid, en
LThK VII, 854s; E. Schweizer, « E r w ird N a zo r ã e r
de Jesús (Mt 21, 11; Hech 10, 38; Jn 1, 45).
heifien». Z u M k 1, 24; M t 2, 23, en Id., N eotestam enti-
Mientras que, de esta manera, Mc 10, 47; 14,
ca, Zürich-Stuttgart 1963, 51-55; S. M. Shires, The
67; 16, 6; Lc 24, 19 ofrecen sencillamente «la
M eaning o f th e Term «Nazarene»: ATliR 29 (1947) 19-
identificación dei portador dei nombre de Je­
27; H. Smith, NaÇcoQaioç: JThS 28 (1926-1927) 60;
W. B. Tatum, M t 2, 2 3 - W ordplay a n d M islea d in g
sús, un nombre muy corriente, indicando su
Translations: Bible Translator 27 (1976) 135-138; D.
lugar de origen» (R. Pesch, Das Markusevan-
B. Taylor, J esu s - o f N azareth?: ET 92 (1980-1981)
gelium n [HThK], 171), nosotros podríamos
336s; H. Thyen, N azorãer, en RGGIV, 1385; H. Zim-
explicar quizás la inclusión de este detalle,
mem, N a zo rã er (N azarener): ZDMG TA (1920) 429-
438; E. Zolli, N aza ren a s vo cabitur. ZNW 49 (1958)
por lo demás supérfluo, en la interpelación
135s; E. Zuckschwerdt, N a zõ raios in M t2 , 23: ThZ 31
dei demonio en Mc 1, 24, como un intento por
(1975) 65-77 (bibl.); cf. además los comentários sobre
parte dei demonio de conseguir alguna pro-
Mt 2, 13; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1185.
tección mágica contra Jesús (W. Schmithals,
1. En los escritos dei NT, NaÇaQTjvóç Das Evangelium nach Markus I [ÔTK], 124),
(con un total de 6 testimonios en el NT) y basándose en la teoria de que una designación
369 NaÇaQiTvóç 370

exacta dei objeto al que uno se dirige, logra Das Matthãusevangelium^ [HNT], 19; A.
mayor control mágico sobre él (O. Bauem- Schlatter, Der Evangelist Matthãus, Stuttgart
feind, Die Worte der Dãmonen im Markus- *1963,49; W. Rothfuchs, Die ErfUllungszitate
evangelium, Stuttgart 1927, 13ss). des Matthâusevangeliums, Stuttgart 1969, 66;
G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõt-
3. a) NaÇtüQaloç y NaÇaQqvóç son evi­ tingen ^1966, 62 y passim).
dentemente para los autores dei NT dos for­ De igual manera, la sinonimia de Na^co-
mas variantes tan sólo morfológicamente dei gaioç y NaÇapqvóç en Lucas se deduce dei
mismo término, con el mismo significado y uso alternativo que se hace de ambas designa-
con un campo referencial congruente. Así, ciones y de la semejanza en el uso de Ias mis-
pues, el uso de N a^toçaloç corresponde mas. Lucas toma de sus fuentes, al parecer sin
exactamente, en el aspecto sintáctico y en el dificultad alguna, la forma N a^aQ qvóç (4,
semântico, al de NaÇaQTjvóç, por cuanto, en 34 par. Mc 1, 24; Lc 24, 19), pero en sus pro-
calidad de sustantivo determinado (excepcio­ pias composiciones preíiere la forma NaÇcn-
nes: Mt 2, 23; Hech 24, 5), construido en apo- Qaioç (18, 37). De los 7 testimonios que apa­
sición, delimita la identidad de Jesús frente a receu en Hechos, son dignos de especial men-
otros portadores dei mismo nombre: Jesús de ción la designación formal que el Cristo exal­
Nazaret (Mt 26, 71; Lc 18, 37; Jn 18, 5.7 y tado hace de sí mismo al presentarse a Pablo
passim). La aposición ó NaÇcüQaíoç junto al (Hech 22, 8), y el uso de este nombre en la
nombre de Jesús, en la versión joánica de la fórmula de juramento «en el nombre de Jesu-
inscripción puesta en la cabecera de la cruz, cristo el Nazoreo» (3, 6), o en el informe so­
se explica quizás por la tendencia dei Evange- bre la curación realizada mediante la invoca-
lio de Juan a dar carácter de documento ofi­ ción de este nombre (4, 10).
cial al titulus de la cruz (cf. A. Dauer, Die El único testimonio de la forma plural se
Passionsgeschichte im Johannes-Evangelium, encuentra en la acusación de Tértulo contra
München 1972, 176s). Pablo de ser «instigador de la secta de los na-
El carácter sinônimo que los dos términos zoreos» (Hech 24, 5). Así, pues, el sobrenom-
tenían para Mateo se confirma también por la bre de Jesús, aplicado a sus seguidores, co­
sustitución de la forma N aÇ aeqvóç en Mc rresponde en cuanto a su función y a su signi­
14, 67 por NaÇcoQatoç en Mt 26, 71, así co­ ficado a la forma alternativa XpiOTiavoi, de­
mo por la explicación expresa que se hace de rivada dei título de Jesús de ser el Cristo
la relación entre el término Na^coçaloç y el (Hech 11, 26).
topónimo Nazaret en la cita de reflexión de
Mt 2, 23: «Y residió en una ciudad llamada b) La cuestión, tan debatida en otro tiempo, de
Nazaret, para que se cumpliera lo que fue di- si NaÇcoQaloç se deriva dei topónimo Nazaret o
cho por medio de los profetas: Será llamado de si tuvo originalmente un significado entera-
nazoreo». El origen de esta «cita» es incierto. mente distinto, se considera en buena parte como
Algunos sugieren que el versículo se refiere a resuelta, una vez que Schaeder (880ss, siguiendo
una determinada sentencia dei AT (Is 11, 1: J. a Moore, 426ss y a otros) demostro que, a pesar
de Ias conocidas dificultades (sobre todo el cam­
Schniewind, Das Evangelium nach Mat- bio de la vocal a por la vocal õ en la segunda sí­
thãus^^ [NTD], 20; H. J. Holtzmann, Die Sy- laba, y la trascripción de la consonante aramea s
noptischen Evangelien^ [HC], 194 y passim-, por t, en lugar de por o), es posible en principio
Jer 31, 6: W. F. Albright-C. S. Mann, Matthew que el término se derive dei topónimo nãfrat.
[AB], 21; Zolli, 136 y passim-, Jue 13,5.7 [16, Sin embargo, hay que hacer notar que estas y
17]: Schweizer, 53ss; Zuckschwerdt, 69ss y otras irregularidades (por ejemplo, la pérdida de
la consonante fmal t, cf. Schweizer, 56; Kennard,
passim). Pero lo más probable es que el versí­ 80), especialmente cuando se acumulan, hacen
culo refleje una combinación no específica de más complicada esta hipótesis (cf. K. Rudolph,
vários pasajes proféticos (E. Klostermann, Die Mandãer I, Gõttingen 1960, 113ss). Subsiste
371 NaÇaQT|vóç - vai 372

además la cuestión de «si con esta posibiüdad ün- 21, 2. Según 21, 2, era oriundo de Caná de
güística queda ya resuelto el problema» (Hahn, Galilea. U. Hozmeister; Bib 21 (1940) 28-39;
Hoheitstitel, 237 nota 4). E. Leidig, Natanael. ein Sohn des Tholomãus:
Por eso, a pesar de la explicación, filológica-
mente muy posible, de NaÇcoQatoç como deriva­ ThZ 36 (1980) 374s; R. Schnackenburg, El
do de Nazaret, no hay que desechar por completo Evangelio según San Juan I, 350-354.
la posibüidad alternativa de que el discutible tér­
mino haya tenido originalmente otro significado
distinto, y que no fuera asociado con Nazaret si­ vai nai sí,ciertamente*
no mediante una etimologia popular. A pesar de La partícula v ai se emplea para expresar
Ias objeciones de Schaeder (88 Is) y de C. Colpe afirmación o asentimiento o para corroborar
(ThLZ 86 [1961] 31ss), hablan en favor de esta algo;
alternativa los datos que nos facilita Epifanio,
Haer XXIX, 6 sobre la secta judia prescristiana 1. En respuesta a la pregunta formulada
de los N acapaloi y la autodenominación de los por otra persona {sí: Mt 9, 28; 13, 51; 17, 25;
mandeos como nãs^rãyã, así como el uso diver­ 21, 16; Jn 11, 27; 21, 15.16; Hech 5, 8; 22,
gente que se hace de este término en dos pasajes 27) o formulada por la persona misma que da
dei NT que pudieran reflejar una fase más primi­ la respuesta {ciertamente, de seguro: Mt 11, 9
tiva de su uso y significado (Mt 2, 23; Hech 24, par. Lc 7, 26; con una pregunta negativa, la
5), aunque los contextos en que bailamos actual-
mente esos textos dificilmente expresarán otra respuesta es desde luego: Rom 3, 29).
cosa que no sea la conexión dei término con el to- 2. v a i expresa también asentimiento a lo
pónimo «Nazaret». que otro dice {ciertamente, desde luego, jqué
Así que, además de la interpretación predomi­
nante de NaÇcoQaioç como gentilicio relaciona­ duda cabe!: Mt 15, 27; aqui habrá que incluir
do con el topónimo nãfrat (Albright, Meyer, seguramente Ap 14, 13; 16, 7; 22, 20 Textus
Moore, Sanders, Schmauch, Schimid, y otros), se Receptus), o cuando se repite, para dar mayor
sugieren Ias siguientes derivaciones; 1) NaÇi- encarecimiento, lo que uno ha dicho {sí, en
galoç (en hebreo, nãzir) (Schweizer 51ss; Zuck- efecto: Mt 11, 26 par. Lc 10, 21; Lc 11, 51;
schwerdt 71ss; Hahn, Hoheistitel, 237 nota 4, y 12, 5; Fbn 20; después de una súplica prece­
otros); 2) un sustantivo arameo derivado de la ra­
iz mr, cuyo plural nãsõrãyã se referiría a un gru­ dente, Flp 4, 3).
po o asociación personal de «vigilantes» o «guar­ 3. En una solemne declaración: Ap 1, 7
dadores» (en el sentido de «observantes» de ritos vai, ap.f|v, sí, con toda certeza»; 22, 20a: «Sí,
[bautismales]) (Lidzbarski; Kennard, 81; Gártner; vengo pronto».
Thyen, y otros).
H. Kuhli 4. En juegos de palabras v a i se emplea
junto a on. Sant 5, 12: «jQue vuestro ‘í f sea
‘sí’, y vuestro no sea no!», es decir, que la ve-
NaÇtoçaíoç, ov, ó Nazoraios Nazoreo racidad de vuestros asertos haga que sea su­
->• NaÇaQtjvóç. pérfluo corroborarlos por medio de un jura­
mento. En Mt 5, 37 se escucha la misma ad­
vertência; «;Que vuestro hablar sea ‘sí, s f o
N a '0 'á n Natham Natán*
no, noi», es decir, que más allá dei simple y
Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3,
claro «sí» o «no» no sea necesario encare-
31. Natán era hijo de David (2 Re 5, 14; aqui
cerlos (por medio de un juramento); cf. P. Mi-
como en Lc 3, 31 Koiné A 0 al lat la forma es
near: NovT 13 (1971) 1-13. (Por el contrario,
Na'&áv).
E. Klostermann, Das Matthãusevangelium*
[HNT], sub loco y otros interpretan estas pa­
N a d a v a ifjX Nathanaêl Natanael* labras en el sentido de Sant 5, 12.) - Pablo
Nombre de persona, indeclinable, de un niega que él sea tan ambiguo en sus decisio-
discípulo de Jesús, que apttrece únicamente nes, «que en mí haya un ‘sC y un ‘no’ al mis-
en el Evangelio de Juan: 1, 45.46.47.48.49 y mo tiempo» (2 Cor 1, 17); sus palabras no
373 v a i —v a o ç 374

significan « ‘s f y ‘no’ (al mismo tiempo)» (v. u n d Z e rstõ ru n g d e s T em pels im M arku seva n g eliu m :
18). En el evangelio no se predica «"sf y ‘no’ NTS 27 (1980-1981) 457-474; J. Maier, Tem pel un d
Tem pelkult, en Maier-Schreiner, 371-390; W. v. Me-
(al mismo tiempo), sino que hay únicamente ding, en DTNT IV, 248-251; F. MuBner, J e s u s un d
el ‘j f (V. 19). Jesucristo es el st a todas Ias «das H aus des Vaters» - J esu s a is «Tempel», en F reu-
promesas de Dios (v. 20); él demostro que ta­ d e am G o ttesd ien st. F S f ü r J. G. P lõger, Stuttgart
les promesas eran dignas de crédito; cf. F. 1983, 267-275; J. Schlosser, L a P arole de Jésus su r la
fin du Temple: NTS 36 (1990) 398-414; Templum ami-
Hahn, en FS Braun, 229-232; Id., Ist das text- citiae. E ssa ys on the Seco n d Temple. F S f ü r E. B am -
kritische Problem von 2Kor 1, 17 lõsbar?, en mel, Sheffield 1991; J. Quellette, en BDB Suppl 872-
FS Greeven, 158-165; R. Bultmann, Der 874; B. Reicke-H. P. Rüger, en BHH IB, 1940-1947;
zweite Briefan die Korinther (KEK), 43-45. W. H. Schmidt-G. Delling, W õ rte rb u c h z u r B ib e l,
Hamburg 1971, 562-566; W. F. Stinespring, en IDB
IV, 534-560; R. de Vaux, en LThK IX, 1350-1358; C.
Westermann, en EKLIII, 1324-1328; para más biblio­
Naifiáv Naiman Naamán* grafia, cf. ThWNT X. 1114-1118, 1185s.
Nombre -indeclinable- dei sirio a quien
Eliseo curó de la lepra (2 Re 5, 1-27). Lc 4, 1. Los 45 testimonios de vaóç que hay en
27 alude a 4 Re 5. La forma griega dei nom­ el NT se distiibuyen entre los libros «históri­
bre N aip áv corresponde a la forma que apa­ cos» (Marcos 3 testimonios, Mateo 9, Lucas
rece en la LXX; sobre otras formas cf. BlaB- 4, Hechos 2, Ev. de Juan 3), las cartas pauli-
Debrunner § 37, 2. nas (1 Corintios 4 testimonios, 2 Corintios 2,
Efesios 1, 2 Tesalonicenses 1) y Apocalipsis
Naív Nain Naín* (16 testimonios). Tan sólo dos pasajes, que se
Nombre -indeclinable- de una aldea de refieren al paganismo, emplean el término en
Galilea en Lc 7, 11; Kopp. Stãtten, 294-299. plural; «(Dios) no habita en templos hechos
El topónimo se deriva seguramente dei he- por la mano dei hombre» (Hech 17, 24, una
breo nã‘im («agradable, grato»), un término observación que se hace en términos muy ge-
dei hebreo talmúdieo. nerales; -> 4.a.b). Demetrio fabricaba templos
de Artemisa de plata (Hech 19, 24). Son fre-
cuentes las referencias al templo de Jerusalén
vaóç, ov, ó naos templo* (20 ejemplos). El Evangelio de Juan y Pablo
1. Aparición y referencia dei término en el NT - 2. utilizan casi siempre el término vaóç en sen­
EI edifício - 3. El templo como posesión de Dios y co­ tido figurado (9 ejemplos), enlcizando a me-
mo santuario - 4. El templo como morada de Dios - 5. nudo con la idea real dei templo (1 Cor 3,
El templo de Jerusalén - 6. Las sentencias de Jesús 17a.b; 2 Cor 6, 16a.b; Ef 2, 21; cf. Jn 2, 19.
acerca dei templo.
21). La mayoría de los testimonios que apare­
B ib l.: Bauer, W â rterb u ch , s.v.; X. Léon-Dufour, ceu en el Apocalipsis se refieren al templo (de
D iccio n a río d e i N u evo Testam ento, Madrid 1977, 466 Dios) en el cielo (11 ejemplos). En Ap 3, 12
(en el índice de palabras griegas citadas); O. Michel, se habla dei templo como imagen de la comu-
vaóç, en ThWNT tV, 884-895; Moulton-Milligan, í . v . ;
Preisigke, W õrterbuch II, 124; ID, 381. nión con Dios. En la nueva Jerusalén no hace
B ib lio g ra fia g e n era l (sobre «templo»): F. Amiot, en falta templo, porque Dios y el Cordero son su
VTB 774-779; M. Bachmann, Jerusalem un d d e r Tem- templo (21, 22a.b.).
p e l (BWANT 109), Stuttgart 1979; M. Ben-Dov, en
IDE Suppl 870-872; G. Cornfeld-G. J. Botterweck,
Díe B ib el u n d ihre W elt II, Bergisch Gladbach 1969, 2. Mientras que ->■ Íeq Óv (1) designa el re­
1411-1421; B. Gartner, The Temple a n d the C om m u- cinto dei templo en su totalidad, vaóç se re-
n ity in Q um ran a n d the NT, Cambridge 1965; K. Ga- fiere al edifício (cf. Michel, 887, 7s). El tem­
lling, en RGG VI, 681-686; L. Gaston, N o S tone on plo es un edifício; tiene cimientos y piedra
Another, Leiden 1970; Haag, D iccionarío, 1909-1911;
A. R. S. Kennedy-N. H. Snaith, en HastingsRev 961- angular (en sentido figurado; cf. J. Gnilka,
968; Kopp, S tã tten , 339-364; A. Kuschke, en BRL Der Epheserbrief [HThK], 132, 159s), Ef 2,
333-341; D. Lührmann, M k 14, 55-64: C h risto lo g ie 20s. Puede construirse y demolerse, Mc 14,
375 vaoç 376

58 par. Mt 26, 61 / Jn 2, 19s, cf. Hech 6, 14; 21. Al fin de los tiempos, según 2 Tes 2, 4, el
Mc 15, 2 9 par. Mt 27, 4 0 . El templo está he- «hombre de iniquidad» se asentará en el tem­
cho por Ias manos, Mc 14, 5 8 ; Hech 17, 24 po y ocupará así el puesto de Dios (en sentido
(en plural). Tiene columnas (en sentido figu­ figurado dícese dei templo de Jerusalén, cf. E.
rado, en singular), Ap 3, 12. Puede medírsele, von Dobschütz, Die Thessalonicherbriefe
11, Is. Es curiosa la manera de designar al [KEK], 276s, en contra de G. Friedrich, Die
templo de Artemisa en Efeso; al santuario de Briefe an die Thessalonicher [NTD S*"*], 264).
la diosa se lo llama Ie q ó v , Hech 19, 2 7 ; pero
Esteban suscita la cólera de los judios, cuando
a los templecillos de plata que son reproduc- dice dei templo de Salomón que «el Altísimo»
ción dei edificio se los llama vaoí, v. 2 4 (cf. no habita en edifícios hechos por la mano dei
G. Schrenk, en ThWNT in , 2 3 2 , Is). hombre, Hech 7, 47s (-»• a; cf. O. Michel, en
ThWNT V, 127, 9-22; 156, 22-28; E. Haen-
3. a) Un templo lleva el nombre de su dei- chen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], 276s).
dad; los templos (en plural) de Artemisa, c) Los cristianos son templo dei Dios (vi­
Hech 19, 24, ó el templo de Dios: es «(el) vo), porque Dios (habita) en ellos, 2 Cor 6,16
templo de Dios», Mt 26, 61; 1 Cor 3, 16.17a. (cita libre de Ez 37, 27 LXX); porque el Espí-
b; 2 Cor 6, 16a; 2 Tes 2, 4; Ap 11, 1.19a; «dei ritu de Dios habita en ellos, 1 Cor 3, 16. Su
Dios vivo», 2 Cor 6, 16b. Es su templo, Ap 7, cuerpo es templo dei Espíritu Santo (dado por
15; 11, 19b; el templo «de mi Dios» (es decir, Dios) que está en ellos, 6, 19. En un enuncia­
dei Dios de Cristo, cf. v. 7; cf. H. Kraft, Die do paralelo, se dice que toda la Iglesia es
Offenbarung des Johannes [HNT], 79, 83), 3, «templo santo en el Senor», y se la describe
12; dei Senor (es decir, de Dios), Lc 1,9. El como la morada de Dios en el Espíritu, Ef 2,
cuerpo de los cristianos es templo dei Espíri- 21s (-> 3.b).
tu Santo, que procede de Dios; por eso, ellos d) Dios habita en el templo (de Dios) en el
no se pertenecen a sí mismos, 1 Cor 6, 19. cielo, Ap 11, 19; 14, 17, o en la tienda dei tes-
b) El templo de Dios es santo; el que lo timonio (en el tabemáculo) en el cielo, 15, 5.
destruye, es destruido por Dios, 1 Cor 3, 17. El manifiesta su presencia por medio dei arca
El edificio de la Iglesia va creciendo para ser dei pacto, 11, 19; por medio dei incienso, 15,
un templo santo en el Senor (es decir, en Cris­ 8; por medio de la gran voz (de Dios o de un
to, cf. Gnilka, Der Epheserbrief, 159), Ef 2, ángel, cf. Kraft, Die Offenbarung des Johan­
21. El oro dei templo es santificado por el nes, 204, 210s), 16, 1.17. Angeles salen dei
templo, Mt 23, 17 (-»■ 5.b). templo y, por encargo de Dios, dan ordenes y
actúan, 14, 15.17; 15, 6. Los redimidos (cf.
4. a) En el templo pagano se coloca una Kraft, Die Offenbarung des Johannes, 130)
imagen dei dios; por eso es considerado como sirven a Dios en el templo en presencia de su
morada de esa deidad (cf. Michel IV, 885, 19- trono, 7.15.
26). En contraste con ello, Dios, que es el Se­ e) En la nueva Jerusalén que desciende dei
nor sobre cielos y tierra, «no habita en tem­ cielo (Ap 21, 10), Dios y el Cordero se hallan
plos hechos por la mano dei hombre», Hech presentes por doquier; ellos mismos son su
17, 24 (-» 1). templo, de tal modo que es supérfluo un edifi­
b) En el templo de Jerusalén no había nin- cio especial dedicado a templo, 21, 22. Se
guna imagen de Dios, cf. 2 Cor 6, 16: «i,Qué presupone aqui la concepción acerca de la
relación tiene el templo de Dios con (Ias imá- presencia de Dios en el templo de la Jerusalén
genes de) los ídolos?»; cf., a propósito, H. terrena (cf. Michel, 894, 2-11).
Windisch, Der zweite Brief an die Korinther
(KEK), 215. Ahora bien, el templo es habita­ 5. a) El templo en general. Herodes I co-
do (por Dios o por el nombre de Dios, cf. A. menzó en los anos 20/19 a.C. la renovación
R. Hulst, en DTMAT H, 1135-1141), Mt 23, dei templo de Jerusalén. Unos diez anos se
377 vaoç 378

necesitaron para la edificación dei templo por «la nueva comunidad salvífica dei Cruci­
mismo. La construcción de todo el complejo ficado» (L. Schenke, Der gekreuzigle Chris-
dei templo duró más tiempo; la inauguración tus, Stuttgart 1974, 100; en contra de R.
oficial no se hizo sino el ano 63 p.C. Los 46 Pesch, Das Markusevangelium II [HThK],
anos de construcción, de los que se habla en 499; -»• 6.a), Me 15, 38 par. Mt 27,51 / Lc 23,
Jn 2, 20, nos proporcionan como fecha los 45; -V xaTajtétaop,a 1.
anos 27/29 p.C. y se ajustan bien a la crono­
logia de Jesus (cf. Lc 3, 1; cf. R. Schnacken- 6. a) Unos testigos falsos imputan a Jesus
burg, El Evangelio según San Juan I, 403). El la afirmación de que él iba a destruir ese
templo estaba rodeado de átrios; los no judios «templo edificado por la mano dei hombre» y
podían penetrar únicamente en el atrio exte­ a construir en tres dias otro templo que no es-
rior (-»• LEQÓv 3.h; tomado, en sentido espiri­ tuviera edificado por la mano dei hombre, Mc
tualizado, dei templo de Herodes; cf. Kraft, 14, 57-59; cf. 15, 29. No sabemos si el autor
Die Ojfenbarung des Johannes, 152), Ap 11, entiende esta acusación como pura invención
2. El traidor Judas arrojo Ias monedas de pla- o como falsa interpretación; sin embargo, lo
ta «en el templo», quizás Ias tiró contra el te- de los «tres dias» sugiere una referencia al
soro dei templo; porque él no tendria acceso acontecimiento de Pascua (G. Delling, en
al templo mismo (cf. E. Klostermann, Das ThWNT VIII, 219; en contra de Pesch, Das
MatthSusevangelium [HNT], 217), Mt 27, 5. Markusevangelium II, 433s). «(No) edificado
b) El edifício dei templo. Delante dei edifí­ por mano de hombres» es seguramente una
cio dei templo se hallaba el altar de los holo- interpretación helenistica. Por lo demás, ha-
caustos, cf. Mt 23, 16-21; Ap 11, 2. «Entre el brá que preguntarse si en el fondo de todo ello
templo y el altar», donde ordinariamente se hay un logion autêntico de Jesús, o si se trata
concedia asilo, tuvo lugar el asesinato de de una influencia polêmica procedente dei ju­
Zlacarias (cf. Klostermann, Das Matthaus- daísmo (cf. Pesch, Das Markusevangelium
evangelium, 189s), Mt 23, 35. Por el «oro dei II), o quizás de unas palabras procedentes de
templo» se entienden quizás los objetos dei círculos judeocristianos helenísticos que pro-
templo, y más probablemente Ias joyas dei clamaban la cruz y la resuirección de Jesús
templo (cf. Klostermann, Das Matthãusevan- como el giro decisivo que marcaba la transi-
gelium, 185; Michel, 887,11-25), 23, 16s. Za­ ción dei templo judio cil nuevo templo espiri­
carias entra en «el templo dei Senor» («el lu­ tual de la comunidad mesiánica (cf. Schenke,
gar santo») para ofrecer el sacrifício dei in- Der gekreuzigte Christus, 34s; -> 5.b).
cienso, Lc 1, 9). Junto al altar dei incienso se b) La versión mateica dei logion fue modi­
le aparece un ángel, v. 11. Los orantes que es- ficada de varias maneras (cf. G. Schneider,
peraban fuera se preguntaban a qué obedece­ Die Passion Jesu nach den drei ãlteren Evan-
ría la tardanza y la imposibilidad de que Za­ gelien, München 1973, 65s): «Yo puedo des­
carias pronunciara la bendición (cf. H. Schiir- truir el templo de Dios y reedificarlo en tres
mann, Das Lukasevangelium I [HThK], 37s), dias», 26, 61; cf. 27, 40. Es una acusación de
w . 21s. El templo tenia dos cortinas: la exte­ arrogancia blasfema contra el templo de Jeru-
rior colgaba entre el atrio exterior y el lugar salén. El autor ve en esta acusación una de
santo; la interior cubria el acceso al lugar san- dos: o una calumnia sin fundamento o una
tísimo. Inmediatamente después (Lucas: an­ pretensión mesiánica de Jesús acompanada
tes) de la muerte de Jesus, se desgarra la cor­ por la amenaza dei juicio escatológico sobre
tina o velo (probablemente la cortina «inte­ el templo (E. Lohmeyer-W. Schmauch, Das
rior», cf. Schrenk, en ThWNT III, 236; C. Evangelium des Matthãus [KEK], 368s).
Schneider, x a ta jté ra o p .a , en ThWNT III, c) La doble obra de Lucas recoge única­
631) en dos partes: signo de que el orden sal- mente la primera parte dei logion, que se tras-
vifico dei templo habia quedado reemplazado forma en una acusación contra Esteban (cf.
379 vaoç - veaviaxoç 380

W. Wiater, Komposition ais Mittel der Inter- mann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT),
pretation im lukanischen Doppelwerk, tesis 151s. Moulton-Milligan, s.v. abogan por el
mecanografiada Bonn 1972, 216; ->■ tÓJtoç), significado de «capitán».
Hech 6, 14.
d) En el cuarto evangelio, Jesús mismo
pronuncia un enigma simbólico acerca dei vaug (acusativo vaüv), naus nave, bu­
templo de su cuerpo, y los judios, por error, lo que*
entienden como referido al templo de Jerusa- En el NT el término aparece unicamente en
lén (cf. H. Leroy, Rãtsel und MiJSverstandnis, Hech 27, 41: «encallaron la nave».
Borni 1968, 137-147; 5.a), Jn 2, 18-22.
U. Borse vauTi^ç, ou, o nautês navegante, marine-
ro*
NaoiJfl Naoum Naún* En el NT el término aparece siempre en
Nombre de persona, indeclinable, en Lc 3, plural: Hech 27, 27.30; Ap 18, 17.
25 (cf. Nah 1, 1 LXX, para el hebreo nahüm).
Na/róç Nachõr Nacor*
váQÔOÇ, OU, nardos aceite de nardo* Nombre de persona (Gén 11, 22-26), inde­
El sustantivo designaba originalmente el clinable, en Lc 3, 34.
nardo como planta (así, por ejemplo, en Hen
[gr] 32, 1; ApPe 3, 10). En el NT vápôoç, en
los dos pasajes en que aparece, significa acei­ veavíaç, ou, ó «eaníai joven, hombre jo-
te de nardo (extraído de Ias raíces dei nardo): ven*
Mc 14, 3 par. Jn 12, 3, p,ÚQOV vápôou, «un- En el NT el término aparece únicamente en
güento de nardo»; ->• momxóç. Pauly, Lexi- Hechos: en 7, 58 dícese de Saulo; en 20, 9, de
kon III, 1572. Eutico; en 23, 17 (23, 18.22 v.l.), dei hijo de
la hermana de Pablo, que debía llevar un re­
cado al xtJtíapxoç; ->■ vaavíaxoç.
Nágxiaooç, ou Narkissos Narciso*
En Rom 16, 11 Pablo saluda xovç èx xmv
NaQxíoaou, «a los de la casa de Narciso», es veavíoxoç, ou, ó neaniskos joven, hom­
decir, a los miembros de la casa de Narciso, bre joven*
en cuanto son cristianos. H. Schlier, Der Rõ- El sustantivo, lo mismo que ^ veavíaç,
merèrfe/(HThK), 445. - En los HechPe se di- designa a un hombre joven hasta la edad de
ce que Narciso es presbítero (48, 7; 49, 15; unos 40 anos. El término se usa en singular
53, 13; 61, 8.27). para referirse al «joven rico» en Mt 19, 20.22
(a diferencia de Marcos), al joven que huye
desnudo en Mc 14, 51, al ángel que está junto
v au aY É w nauageõ naufragar*
al sepulcro en Mc 16, 5, aí joven de Naín en
En 2 Cor 11, 25 en sentido propio: «tres ve-
Lc 7, 14, así como al sobrino de Pablo en
ces naufragué». En sentido figurado en 1 Tim
Hech 23, 18.22. El plural aparece en Hech 2,
1, 19: «naufragaron en lo tocante a la fe (jte-
17 (cita de Joel 3, 1 LXX) y 5, 10 (aqui difi­
qLxt)v jtíoxLv)». ThWNT IV, 895s.
cilmente se referirá a «los criados», en contra
de lo que piensa Bauer, Wôrterbuch, s.v. 2);
vaúxXi]QOÇ, ou, ó nauklêros armador de se halla, asimismo, en 1 Jn 2, 13.14 (como in-
un buque, capitán de un buque* terpelación: vosotros, {oh jóvenesl). E. L.
Hech 27, 11 menciona al vaúx)iT)Qoç des- Schellbãcher, Das Rãtsel des veavíaxoç bei
pués dei xup8Qvf|XT)ç («capitán»); H. Conzel- Markus: ZNW 73 (1982) 127-135.
381 Néa nòXiç - vexgóç 382

Néa JIÓX.IÇ Nea polis Neápolis («Ciudad M y stik des S terbens urui A u fersteh en s m it C hirstus bei
P aulus, en Id., B eitrãge zu r T heologie, Zürich 1970,
Nueva»)* 183-203; R. Scroggs, R om ans VI, 7: NTS 10 (1963-
Hech 16, 11 (también IgnPol 8, 1) emplea 1964) 104-108; R. C. Tannehill, D yng a n d R isin g w ilh
este nombre para referirse al puerto de Filipos C hrist (BZNW 32), Berlin 1967; H.-J. Vogeis, C hristi
A b stieg ins Totenreich und d a s L ã u terungsgericht an
en Macedonia, por el que Pablo llegó al con­
den Toten (FThSt 102), Freiburg i. Br. 1976; U. Wilc-
tinente europeo durante su «segundo viaje mi- kens, L a resurrección, Salamanca 1981, 19-42, 95-
sionero» (actualmente se llama Kavala). Du­ 105; más bibliografia en -> áváoTaaiç; ->• èYEÍQw; cf.
rante la batalla de Filipos en el ano 42 a.C., además ThWNT X, 1100-1103.
Neápolis fue la base naval de Bruto y Casio.
Pauly, Lexikon FV, 29s (bibl.); -> véoç 2.a. 1. En el NT, como es frecuente también en
el mundo antiguo, vexqóç se usa como adje­
tivo (15 veces en singular y 7 en plural) y co­
NeájtoXiç Neápolis Neápolis* mo sustantivo (2 veces en singular y 104 en
Variante ortográfica (Hech 16, 11 C D* E y plural). Usado como adjetivo, el término sig­
otros) de ->• N éa jióàlç. nifica muerto en el sentido de «no viviente
ya». Caracteriza tanto a Ias personas como a
Ias cosas, y se usa no sólo en sentido propio
N c E n á v Neeman Naamán sino también en sentido figurado. El sustanti­
Forma alternativa de Nai(ráv. vo designa al muerto o a los muertos por con­
traste con los vivos, y se refiere a aquellos co­
mo «los que ya no viven». El NT emplea el
vexq Óç, 3 nekros muerto
sustantivo plural casi siempre en asertos rela­
1. Aparición en el NT y significado - 2. v e j c q ó ç en cionados con la resurrección (unas 86 veces).
sentido propio - 3. Jesucristo como Salvador, Juez y Comprende entonces (usado casi siempre sin
Primogênito de entre los muertos - 4. v e x q ó ç en sen­
tido metafórico.
artículo) «a la totalidad de los difuntos, a to­
dos los que se hallan en el mundo inferior»
B ibl.: A. Bertholet y otros, Tod, en RGG VI, 908- (Bauer, Wõrterbuch, 1058) y (usado con pre-
914; J. Blank, K risis. U ntersuchungen z u r jo h C hristo- posición) a la región de los muertos en gene­
logie u n d E sch a to lo g ie, Freiburg i. Br. 1964, 134ss,
ral (-> àváaxaoLç; ->■ èYeÍQOo). El sustantivo
172ss; R. Bultmann, vsxpóç xtX., en ThWNT IV, 896-
899; L. Coenen, en DTNT III, 124-127; A. Feuillet, se usa también en lenguaje metafórico.
M o rt du C h rist e t m o rt du chrétien d 'a p rè s les Epítres
p a u lin ie n n es: RB 66 (1959) 481-513; E. Fiorenza 2. Hech 5, 10 refiere de Safira: Después de
[-Schüssler], D ie ta u sen d ja h ríg e H e rrsc h a ft d e r Au~ decir su mentira, se desplomó y murió; «unos
fe rsta n d en e n (A p k 20, 4-6): BiLe 13 (1972) 107-124;
A. Grillmeier, D er G ottessohn im Totenreich: M it ihm jóvenes la encontraron muerta y... le dieron
im d in ihm , Freiburg i. Br. ^1978, 76-174; E. Güttge- sepultura». De igual manera, levantaron muer­
manns. D e r leidende A p o stei un d sein H e rr (FRLANT to a Eutico, que se había caído desde el tercer
90), Gõttingen 1966, 94ss; P. Hoffmann, D ie Toten in piso (20, 9). Los nativos de Malta esperan que
C hirstu s (NTANF 2), Münster i. W. ^969, 26ss, 66ss,
180ss, 236ss; Id„ Tod, en HThG II, 661-670; J. Jere­ Pablo, después de ser mordido por la serpien-
mias, E ntre v ie m e s sa n to y dom ingo de pascu a , en Id., te, caiga muerto (28, 6). También Jesus estaba
A bba. E l m en sa je cen tra l d e i NT, Salamanca ‘*1993, muerto, antes de que Dios lo resucitara (Ap 1,
189-196; E. Jüngel, Tod (ThTh 5), Stuttgart-Berlin 18). Mt 28, 4, en el relato de epifanía, descri-
■1971; C. Keams, The Interpretation o f R om ans 6, 7,
en Stud io ru m P a u lin o ru m C ongressus In tem a tio n a lis be así la reacción de los guardas dei sepulcro,
C atholicus 1961,1., Roma 1963, 301-307; E. Klaar, 'O al aparecérseles el ángel dei Senor: «y esta-
yàp àjtoOavòv òeôixaícoTai àitò xfjç ágapríaç: ban como muertos». Esta expresión intensifi­
ZNW 59 (1968) 131-134; J. Kremer, D ie O sterevange- ca en grado sumo el temor de esas personas, y
lien - G esch ich ten um G eschichte, Stuttgart 1977; F.
Neugebauer, In C hristus, Gõttingen 1961, 110-112; R. al mismo tiempo describe su reacción en for­
Schnackenburg, Z u r A ussa g e: «Jesus ist von den Toten ma congruente con la epifanía divina (cf. Dan
auferstanden»: BZ 13 (1969) 1-17; E. Schweizer, Die 8,19; 10, 9; ApAbr 10, 2).
383 VEXQOÇ 384

Las concepciones, sumamente variadas, de Dios, «que vivifica a los muertos» (2 Cor 1,
aquella época sobre la región donde moraban 9; cf. Jn 5, 21; Rom 8, 11), le resucitó; él es
los muertos, se pueden reconocer también en «el primogênito entre los muertos» (JiQCOxó-
cuanto a sus detalles iniciales en el NT. Y, asf,Toxoç £K [xcãv] vexQcõv). Más aún: Puesto
en Mc 16, 5 encontramos los «sepulcros» (cf. que a Cristo no sólo se le llama «las primicias
Jn 5, 28), en Rom 10, 7-9 el Sheol âpuo- de los que duermen» (1 Cor 15, 20), sino que
ooç 2), en Lc 16, 22ss un «más allá» suma­ además es el «primero en resucitar de entre
mente diferenciado S ôt)ç; yÉEVva; cf. tos muertos» (Hech 26, 23), su resurrección
Hen [et] 22; cf. Billerbeck IV, lOlóss; Hoff- es la condición de posibilidad de que otros
mann, Toten, 26ss). «Los muertos èv Xpio- también le sigan. El es el prelúdio y la causa
xõ)», que según 1 Tes 4, 16 «serán los prime- de todas las demás resurrecciones, incluso de
ros en resucitar», son los que murieron como la resurrección de los muertos en el último
cristianos. Siguen estando unidos, incluso en dia. En este sentido, la predicación himnica
la muerte, con Aquel que con su muerte y re- de «primogênito de entre los muertos» (Col 1,
surrección determinó la vida de ellos. Por vfa 18; cf. Ap 1, 5) no sólo acentúa la prioridad
de contraste, «los muertos que mueren en el temporal de Jesús, sino también su singulari-
Senor de aqui en adelante», en Ap 14, 13, son sima superioridad cósmica, porque inmediata-
probablemente los mártires. Sobre el bautis- mente antes se alaba a Cristo como el primo­
mo vicario «por los muertos», dei que se ha- gênito de toda la creación.
bla en 1 Cor 15, 29, cf. H. Conzelmann, Der Corresponde a esta posición de poder el
erste Briefan die Korinther (KEK), sub loco, que vivos y muertos, es decir, todos los seres
y ->• PaJtTÍÇco 7. humanos, pertenezcan al âmbito de su reino.
Dios le destinó a ser x q lx t ) ç Çcúvxoav x a l
3. Jesús aparece como quien salva de la vexQôv (Hech 10,42; cf. 17, 31; 2 Tim 4, 1).
muerte en Mc 9, 26, con la curación (que tar­ Sin embargo, en 1 Pe 4, 5, lo mismo que en
da un poco en producirse) dei muchacho epi­ Rom 2, 16; 3, 6; 14, 10, Dios aparece como el
léptico. «Yacía como muerto, de tal manera Juez sobre vivos y muertos, y por cierto sobre
que muchos decían: Ha fallecido». De mane­ todos los muertos.
ra más impresionante todavia, Lc 7, l l s des-
cribe a Jesús como senor de la muerte, cuan- 1 Pe 4, 6 fundamenta expresamente la univer-
do él hace volver a la vida, con una palabra de salidad dei juicio sobre todos los seres humanos
sin excepción, es decir, también sobre los «genti-
poder, al joven que yacia ya en el ataúd. La
les» que afligen a la Iglesia (4, Iss): «Porque con
drástica reanimación de Lázaro, «a quien Je­ este fin fue predicado el evangelio aun a los
sús había resucitado de entre los muertos» (Jn muertos, para que sean juzgados lo mismo que
12, 1.9.17), seria difícil describirla de manera [todos] los hombres...». Puesto que en el juicio,
más impresionante, porque Lázaro llevaba ya según 4, 17s, todos los hombres serán juzgados
cuatro dias muerto y «ya despide mal olor» supremamente según su postura ante el evangelio,
(11, 39). Tales acciones de Jesús constituyen vemos que los muertos —mediante la proclama-
ción dei evangelio- serán puestos al igual que los
el fundamento para el sumario de Mt 11, 5 vivos ante la decisión, y podrán ser juzgados lo
par.: vexpol èYeÍQOVxai. Antes de que Jesús mismo que todos los demás. Por lo demás, queda
pudiera ser alabado definitivamente como el en suspenso el saber cuándo, cómo y dónde se les
Salvador de los muertos, tenia que morir él proclama también a ellos el mensaje de salvación,
mismo -conforme a la voluntad de Dios—; te­ o cómo llega hasta ellos este mensaje. «Concluir
nia que estar realmente muerto (Ap 1, 18; 2, de ahí el viaje de Cristo a los inflemos (conocido
sólo por los escritos posneotestamentarios) es una
8). El hecho de que Cristo no sólo pertenecie- posibilidad obvia» (N. Brox, L a p r i m e r a C a r ta d e
ra a los vivos, sino que incluso durante algún Pedro, Salamanca 1994, 265). Ahora bien, como
tiempo se contara entre los muertos, intensifi­ los muertos de los que se habla en 4,5, no son los
ca la esperanza cristiana en la resurrección. mismos que los espíritus de los que se habla en 3,
385 V8XQOÇ 386

19, y puesto que ambos pasajes no deben inter- gión de los muertos» (Vogeis, 53 y 56), sino
pretarse tampoco en contra el uno dei otro, vemos todas Ias personas que, por su incredulidad,
que en 4, 6 se piensa en todos los muertos, y en 3, no tienen relación con el Logos y con la Çmf|
19 se piensa probablemente en los «hijos de
Dios», de quienes se habla en Gén 6, 2 (cf. Brox, trasmitida por él. Viven pecadoramente en Ias
231 en contra, por ejemplo, de Vogeis, 142s). tinieblas, en el cosmos. Los muertos de Jn 5,
25 son «todas Ias personas que, por la situa-
Ap 20 describe detalladamente el juicio so­ ción de perdición en que se hallan, están ‘en
bre los muertos: Parte de ellos, los mártires, la muerte’» (Blank, 142).
serán resucitados en la llamada «resurrección
primera». Con esto participan ya dei nuevo En Rom 6, 11 Pablo exhorta a los cristianos
tiempo de la salvación, y la «segunda muer- a sacar Ias consecuencias de su bautismo:
te», el lago de fuego, no tiene ya poder algu- «Así también vosotros jconsideraos muertos
no sobre ellos (20, 4-6). Todos los demás para el pecado, pero vivos para Dios en Cris­
muertos no serán resucitados sino en el juicio to Jesús!» Esta liberación dei poder dei peca­
final, para ser juzgados entonces según sus do y de sus pretensiones se realiza mediante
obras. la participación en la suerte de Cristo, en su
muerte y en su vida. Porque él, vicariamente,
4. En el NT, lo mismo que en el mundo an- dio al pecado lo que el pecado podia exigir de
tiguo, VEXQÓç tiene en sentido figurado un es­ los hombres. Cristo, al morir, los sustrajo de­
pectro muy variado de significados. Por ejem­ finitivamente a Ias pretensiones dei pecado,
plo, los estoicos caracterizan como «muertos» según aquella sentencia basada en un princi­
a los seres humanos y a su condición en la vi­ pio jurídico rabínico (6, 7): «El que ha muer­
da, si su vida no se orienta hacia el mundo de to, está [juridicamente] libre del pecado». La
la filosofia (cf., además, Bultmann 896; Coe- vida de todos los hombres conduce a la muer­
nen 124). En el NT los significados deben de- te, «mientras que la vida de Jesucristo emerge
ducirse dei contexto. de la muerte. Y en cuanto Jesucristo hace
Ya en el AT, los que padecen una grave en- partícipes de su propia vida a los que quieren
fermedad son contados entre los «muertos» pertenecerle a él, ellos también emergen de la
(Sal 30, 2-4; 86, 13). Los rabinos llaman tam- muerte, aunque todavia tengan que morir»
bién «muertos» a los impíos, aunque estén vi­ (Jüngel, 108). Esta realidad de haber sido sa­
vos. Porque no tienen participación en los cados del senorío del pecado y de la muerte,
bienes salvíficos y no poseen ninguna rela- hay que acreditaria en el seguimiento cotidia­
ción con Dios. Por el contrario, a los piadosos no de Cristo: «Presentaos vosotros mismos a
se los puede llamar «vivos», incluso en la Dios como vivos de entre los muertos» (6,
muerte (Billerbeck 1, 489; III, 652). A partir 13). Con palabras parecidas el himno bautis-
de aqui hay que interpretar unas palabras de mal de Ef 5, 14 exhorta a alzarse de la muerte
Jesús referidas al seguimiento y dirigidas a un causada por los pecados y a recibir a Cristo,
discípulo: «iSígueme y deja que los muertos que es la luz; «jLevántate de entre los muer­
entierren a sus muertosl» (Mt 8, 22; cf. Lc 9, tosl».
60). Evidentemente, el primer vexQOÚç de­ En Rom 7, 8 Pablo formula una sentencia
signa a los que no siguen a Jesús y no quieren teológica: «Sin la ley el pecado está muerto».
entrar en relación alguna con él. Lc 15, 24 11a- Utiliza la expresión v e x q ó en el sentido de
ma muerto al hijo «perdido», al hijo pródigo, «ineficaz / impotente / sin actividad». Sin la
que no mostraba signos de vida y estaba sepa­ ley el pecado no tiene oportunidad de atacar
rado de la vida dei círculo familiar. «Los al hombre y seducirlo. Mientras el pecado es-
muertos que oyen la voz dei Hijo de Dios», té muerto, el hombre vive. Pero el pecado, en
no son -en Jn 5, 25—«los que están efectiva- cuanto pudo servirse de la ley, revivió (v. 10:
mente muertos» o «los que escuchan en la re- àvÉ^TiOEv), recobro su energia vital (1 Cor
387 VEMQOÇ 388

15, 56: «El poder dei pecado es la ley»). El y determinado por los delitos de ellos y tam-
pecado desperto en el hombre la concupiscen- bién por su incircuncisión. Entonces, como no
cia, le sedujo para que trasgrediera los man- tenían la Torá ni el pacto, es decir, como eran
damientos, para que observara una conducta «gentiles», su vida estaba marcada por vicios
contraria de Dios. De esta manera hizo al que traen la muerte. De esa caída en la muer­
bombre culpable y -a consecuencia de la ma­ te libera y vivifica únicamente el perdón reci-
la conducta de éste—le entrego a la muerte bido en la comunión con Cristo (vv. 13c. 14) y
(cf. Rom 6, 21ss). la supresión de la ctxQoPuoxía por medio de
El discutido enunciado de Rom 8, 10 (xò la JteQLXopf) àxELQOJtoÍTiTOç (2, 11). Ef 2, 1.5
[lèv arâpa vekqòv ôià ápaQxíav) probable- describe de manera parecida la época pre-cris-
mente no debe interpretarse a partir dei v. 11, tiana de la comunidad entera (cf. 2, 3.5) con-
sino en relación con la antítesis entre «cuerpo siderándola muerta. Y, así, relaciona conse-
de pecado» (6, 6) y «cuerpo de muerte» (7, cuentemente lo de hallarse caídos en la muer­
24). En el bautismo fue muerto el cuerpo de te y lo de la perdición, no con la incircunci­
pecado (6, 2ss). Por eso, el cuerpo, en lo que sión, sino únicamente con los delitos y los
respecta al pecado, está muerto, es decir: el pecados, con la concupiscencia y el egoísmo.
pecado no tiene ya ningún derecbo sobre él, y
sobre todo el pecado ha perdido su poder letal En Heb 6, 1; 9, 14, lo de Ias «obras muer-
de traer la muerte, porque Cristo cargó sobre tas» no debe entenderse seguramente como
sí vicariamente la muerte. El Espíritu de Cris­ los esfuerzos dei hombre natural por reconci-
to habita ahora en los bautizados y determina liarse con Dios. Sino que parece que aqui se
su vida (8, 10). piensa en los actos que precedieron a la con-
En Rom 11, 15 Pablo trata de explicar a los versión, actos que se produjeron sin la con-
cristianos gentiles la plenitud de bendiciones fianza en y sin la relación con Dios y con Je-
que la restitución de Israel ha de aportar a sucristo. Esas obras, por su misma naturaleza,
ellos y al mundo entero. Argumentando según encerraban ya en sí la muerte y conducían,
la regia hermenêutica dei qal-wãhômer (que por tanto, a la muerte. Tal vez, con arreglo a
deduce «de menor a mayor», ^ pãXXov 3.a), lo que se dice en 4 Esd 7,119, hay que pensar
Pablo afirma que si el rechazo de Israel con- en «obras de muerte» o en vicios; cf. también
dujo a la reconciliación de Dios con el mun­ Did 5, Iss, donde se habla de «caminos que
do, ^qué otra cosa significará su nueva acep- conducen a la muerte».
tación sino Çcoti k% vexQôiv? Se piensa así en En Sant 2, 17.26 la expresión paralela a la
algo parecido a lo que se dice en el v. 12 (xa- de muerto es àgYh («inútil / infructífero), y
xaÀXayT) xóopon): en un acontecimiento proporciona la clave decisiva para la interpre-
mediado igualmente por Israel y que supera tación. Según 2, 26, la fe sin obras está tan
inconcebiblemente a la salvación actual. E. muerta como lo está el cuerpo sin el «alma»
Kâsemann {An die Rõmer [HNT], sub loco) (-> JiV£Ü|ia) que lo anima y que hace posible
piensa en la à v á a x a o iç vexQcnv; C. E. B. la vida. Una fe que no demuestra ser tal por
Cranfield {Romans II [ICC], sub loco), en la medio de Ias obras dei amor, está muerta (v.
«final resurrection». 17), es decir, es inútil e ineficaz para la salva­
En Col 2, 13, conforme a la manera rabíni- ción; no salva en el juicio final (v. 14). Guan­
ca de hablar, se dirige la palabra a los cristia­ do en Ap 3, 1 se dice de Sardes «que aunque
nos gentiles, para referirse al tiempo que pre- tienes nombre de vivo, estás muerto», enton­
cedió a su bautismo, y se les dice: «vosotros, ces V E X Q Ó ç significa; la comunidad ha su­
que estábais muertos en vuestros delitos y en cumbido a la tentación y se ha apartado de
la incircuncisión de vuestra carne». El carác- Dios. Se ha dejado seducir y se ha mancillado
ter de muerte que tiene es a vida anterior al con el culto idolátrico.
bautismo o sin el bautismo está condicionado R. Dabelstein
389 vexpotu - veo|i.i^via 390

VEXQÓCO nekroõ matar, hacer morir; en voz ka. Der Kolosserbrief [HThK], 179s, piensa
pasiva, morir* en elementos «iranios»). - Por eso, hay que
véxQ oaiç, eo)ç, f| nekrõsis estar muerto* «despojarse» de los vidos (v. 9) y hacerlos
inocuos, «mortificarlos» (v. 5), a fin de liberar
B ib l.: -* vexQÓç. así a los miembros afectados por su ataque y
por sus efectos mortales.
1. El verbo aparece 3 veces en el NT (Rom En 2 Cor 4, 10 Pablo utiliza el sustantivo
4, 19; Col 3, 5; Heb 11, 12); el sustantivo, 2 para interpretar cristológicamente sus propios
veces (Rom 4, 19; 2 Cor 4, 10). Los términos sufrimientos apostólicos: «Llevamos siempre
no aparecen en la LXX, pero se hallan atesti- la muerte de Jesús (véhqcooiv xon ’lT]aoü) en
guados desde la época helenística. Designan nuestro cuerpo, a fin de que la vida de Jesús
en medicina el proceso de morir o el estado de se revele también en nuestro cuerpo». Güttge-
muerte dei cuerpo o de una parte dei cuerpo. manns (lOOss) rechazó con razón Ias interpre-
Los estoicos los utilizan también en sentido taciones que trabajan con categorias «místi­
figurado (cf. Bultmann, 898s; Coenen, 124). cas» (por ejemplo, B. H. Lietzmann-W. G.
Kümmel, An Die Korinther I-lP [HNT], sub
2. En Rom 4, 19 Pablo se sirve dei verbo loco) o que entienden la véxQcooiç como
para expresar la impotência dei viejísimo «proceso» (por ejemplo, C. F. G. Heinrici,
Abrahán para engendrar hijos; con el sustanti­ Der zweite B rief an die Korinther^ [KEK],
vo expresa la imposibilidad de que Sara llega- sub loco). Lejos de eso, Pablo designa con la
se aser madre (cf. Gén 17, 17; 18, lls): «Y él expresión, lo mismo que en Rom 4, 19 (cf.
[a saber, Abrahán] sin debilitarse en la fe con­ Mc 3, 5 V.I.; Herm [s] 9, 16, 2s), un estado, la
templo su propio cuerpo, que ya estaba como «muerte», o más exactamente: el estado de
muerto (vevEXQCopévov), puesto que tenía muerte de Jesús. Pablo debió de pensar en el
como cien anos, y lo muerta que estaba [tam­ estado de Jesús al hallarse crucificado. El ver­
bién] la matriz de Sara (xtiv vÉxQcoaiv xfíç bo jtEQiq)éQü) implica también un estado de
pf|XQaç SÓQQaç)». Sin embargo, en contra muerte. Pablo, en los vv. lOs, senala la epifa-
de todos los cálculos humanos, Dios cumple nía cristológica como el objetivo final de los
Ias promesas que les había hecho. Así lo dice sufrimientos que le infirieron los hombres (cf.
también con parecidas palabras Heb 11, 12 vv. Ss.lla). Puesto que para él el Jesús muer­
(en voz pasiva), refiriéndose a Abrahán. to se identifica con el Kyrios resucitado, Pa­
En Col 3, 5 se exhorta a la comunidad, con blo puede también asociar su muerte y su vi­
la expresión vsxQoóaaxe, a que saque Ias con- da en una unidad paradójica y presentar su
secuencias dei bautismo y combata los vidos propio cuerpo mortal como el lugar y objeto
que han penetrado en ella: «Así que /mortifi- en el cual y por medio dei cual Jesús revela su
cad los miembros que pertenecen a la tierra: a ^cor|. Paradójicamente también, porque el
la fomicación, a la impureza...!». Esta identi- apóstol lleva en su propio cuerpo y revela epi-
ficación entre los miembros y los vidos pro­ fánicamente ese morir de Jesús.
cede de la concepción judia según la cual el
R. Dabelstein
pecado actúa sobre diversas partes dei cuerpo
(cf. Rom 7, 5.23; Sant 4, 1; ApBar [sir] 49, 3).
Los vidos dominan sobre los miembros y los VEXQCúaiç, EOíÇ, m nekrõsis estar muerto
mantienen aferrados a la «tierra», mientras vexQÓco.
que la comunidad o el creyente vive ya «arri­
ba» en su verdadero sí mismo. - Aqui se han
recogido probablemente ideas cosmológicas VEOfitJVÍa, a ç , neomênia luna nueva*
helenísticas (cf. E. Schweizer, La Carta a los La luna nueva, celebrada por los judios y
colosenses, Salamanca 1987, 158ss; J. Gnü- muchas veces también por los gentiles, no se
391 V60[iT]Via - VEOÇ 392

menciona en el NT sino en Col 2,16 (cf. tam- nância con ello, VEÓTT]ç significa habitual­
bién, no obstante. Bem 2, 5; 15, 8 [cf. Is 1, mente la juventud (cf., en cambio, xaivÓTTiç
13]; Diogn 4, 1): La secuencia «fiesta, luna en Rom 6, 4; 7, 6), y v é o ç se usa en muchos
nueva, sábado» corresponde exactamente a la casos en el sentido de joven {-> 2.b). El verbo
LXX (Os 2, 13; Ez 45, 17). En Col 2, 16-19 àvavEÓ oo significa (en voz activa) en sentido
se entabla polêmica contra prescripciones de transitivo renovar (por ejemplo, en Herm [s]
carácter religioso-cultual. ThWNT IV, 641- 9, 14, 3) y en sentido intransitivo «rejuvene-
645; E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, cerse» (Herm [v] 3, 11, 3). En Ef 4, 23 lo de
Salamanca 1987, sub loco\ T. C. G. Thomton, c t v a v E o õ a ô a t tm JtVEÚixaxi dificilmente se
Jewish New Moon Festivais (Gal 4, 3-11 and entenderá como voz media con sentido refle­
Col 2, 16): ZNW 73 (1982) 127-135. xivo («renovarse»), sino que habrá que enten-
derlo más bien en voz pasiva; «ser renovado
en el Espíritu» (o «dejarse renovar...»); cf.
VÉOÇ, 3 neos n u e v o , fre s c o , re c ie n te , jo -
Behm 902s; Bauer, Wôrterbuch, s.v. 1). El
ven*
componente preposicional à v a - no se refiere
àvavE Ó ü) ananeoõ r e n o v a r *
necesariamente a un estado anterior, que seria
V8ÓTT]ç, TjTOÇ, f | n c o í ê j j u v c n t u d *
restaurado ahora.
1. Aparición y significados en el NT - 2. Empleo en
sentido propio - a) refiriéndose a cosas -b) refiriêndo- 2. a) véoç se predica en sentido propio de
se a personas - 3. Empleo teológico y figurado - a) Mc
2, 22 par. - b) 1 Cor 5, 7 - c) Colosenses y Efesios.
cosas y significa en este cotexto nuevo/jfesco:
«vino nuevo», que todavia no ha fermentado
Bibl.: J. Behm, véoç, ãvavEÓo), en ThWNT IV, dei todo, Mc 2, 22a.c par. Mt 9, 17a.c / Lc 5,
899-904; P. Benoit, Vhorizon Paulinien de 1'Epitre 37a.b.38; Lc 5, 39; «m asa/reíca» (q)ÚQa-
aux Ephésiens (1937), en Benoit, Exégèse II, 53-96; R.
Bultmann, Der alie und der neue Mensch in der Theo- pa)», a la que todavia no se ha anadido le-
logie des Paulus, Darmstadt 1964; Haag, Diccionario, vadura, 1 Cor 5, 7. En Heb 12, 24 se habla de
1644-1668; H. Haarbeck, véoç, en DTNT ni, ISls; F. la «nueva (es decir, que acaba de manifestar-
Hahn, Die Bildworte vom neuen Flicken und vom jun- se) declaración de la voluntad (òia'&f|KTi)» de
gen Wein {Mk. 2. 21s parr): EvTh 31 (1971) 357-375;
W. Matthias, Der alie und der neue Mensch in der An- Dios; cf. O. Michel, Der B rief an die He-
ihropologie des Paulus: EvTh 17 (1957) 385-397; R. brãer^ (KEK), 468 nota 3. El topónimo
North, hãdãsch, en ThWAT 11, 759-780; R, Schnac- N éa jtóÀiç, «Ciudad Nueva», que en el NT
kenburg. Der neue Mensch - Milte chrisilichen Well- aparece únicamente en Hech 16, 11, debe re-
verslãndnisses. Kol 3, 9-11, en Id., Schriften zum NT,
München 1971, 392-413; G. Schneider, Die Idee der ferirse en este pasaje al puerto de Filipos en
Neuschõpfung beim Aposlel Paulus und ihr religions- Macedonia (cf. también IgnPol 8, 1).
geschichllicher Hinlergrund: TThZ 68 (1959) 257- b) Referido a personas, el adjetivo signifi­
270; Id., Neuschõpfung oder Wiederkehr?, Düsseldorf ca joven. Predomina el uso dei comparativo
1961, sobre todo 65-90; Trench, Synonyma, 133-139;
VECüTEQOç: Lc 15, 13, «el hijo más joven» (es
C. Westermann, hãdãs nuevo, en DTMAT l, 733-740;
más bibliografia en xaivoç; cf. ThWNT X, 1186. decir, el hijo menor, por contraposición al
jiQ E oP iJT eQ oç, V. 25); cf. 15, 12: ó vE C üxepoç
1. De todo el grupo de palabras, el término a ú x r ô v . El sentido dei comparativo apenas se
que aparece con mayor ífecuencia en el NT es escucha ya en el uso de vecóxeqoç: 1 Tim 5,
el adjetivo (24 veces), mientras que el verbo 11, «Ias viudas jóvenes» (cf. v. 14; vecóxe-
aparece una sola vez. El sustantivo abstracto gai). Jn 21, 18; õxe fiç vEcnxEQOç, «cuando
VEÓTTiç se halla en 5 pasajes. véoç, lo mismo eras joven» (cf. Sal 36, 25 LXX). v é o ç / vecó-
que -+ xaivóç, significa nuevo. Pero, a di­ xEQoç se halla también como adjetivo sustan-
ferencia de xatvóç, no designa tanto la cuali- tivado: a í v é a i . Ias mujeres jóvenes (Tit 2, 4;
dad nueva, sino más bien (bajo el aspecto se dice igualmente Ias V EtnxEQ ai, 1 Tim 5, 2);
temporal) la frescura nuevamente adquirida o (oL) vecbxEQOi, los hombres jóvenes (Hech 5,
que nunca ha llegado a envejecer. En conso­ 6; 1 Tim 5, 1; Tit 2, 6; 1 Pe 5, 5).
393 VEOÇ 394

No se sabe si veóíxzqoi se usa como ténni- primido, por este motivo, por Marción, Ireneo
no técnico en el NT, como sucede algunas ve- D it): Se prefiere el vino viejo (o anejo) al vi­
ces en el entorno helenístico (Schürer m , 91; no nuevo. Ahora bien, con esta «regia sobre el
Behm, 900); en 1 Pe 5, 5 y 1 Tim 5, 1 los vino» el evangelista pretende explicar por qué
vecÓTEÇoi son más bien un «estado» en el se- muchas personas se cierran a lo nuevo dei
no de la comunidad, contrapuesto a los nigeo- cristianismo; encuentran más agradable al pa­
PÚTEQOL o al jip e a p Ú T E p o ç . Vemos que ó ladar lo antiguo (cf. G. Schneider, Das Evan-
VECÓXEQOÇ, junto a ó pE Í^tav, tiene sentido su­ gelium nach Lukas I [OTK], 141).
perlativo en Lc 22, 26; el más joven (cf. Gén b) 1 Cor 5, 7 exhorta; «jLimpiad la levadu-
42, 20). En el fondo de todo se halla la idea de ra vieja para que seáis masa nueva (véov
que, normalmente, el más joven está obligado q)úpapa), así como (en realidad) sois panes
a realizar los servicios más bajos. sin levadura (ã^upot)! Porque también Cris­
vEÓTT]ç se encuentra principalmente en la to, nuestra Pascua, ha sido sacrificado». La
expresión fija èx veótt|toç, desde la juven- masa que se acaba de preparar, y que no tiene
tud» (Homero, II 14, 86; frecuente en la levadura, se convierte aqui en imagen de la
LXX): Mc 10, 20 par. Mt 19, 20 (C D Koiné comunidad, que debe mantenerse limpia dei
W y otros) / Lc 18, 21; Hech 26,4. El sustan- pecado (imperativo èx x adápaxe), a fin de
tivo tiene significado independiente tan sólo ser lo que en su esencia es ya; d^npoi. La
en 1 Tim 4, 12, en la exhortación: «jNadie te
«vieja masa» significa la masa leudada, que
menosprecie a causa de tu juventud (oou xfjç hay que desechar para la celebración de la
VEÓTTITOÇ xaxaqpQovELXoo)!».
fiesta de la Pascua (Ex 11, 15); aqui se con­
3. a) Las sentencias - a modo de provér­ vierte en imagen de lo que hace impuro.
bios- que se encuentran en Mc 2, 21.22, se c) Col 3, 9s se halla dentro de la tradición
hallan estructuradas análogamente y unidas paulina (cf. Rom 6, 4.6) y dice que los cristia-
por medio de xaí. Ambas sentencias se re- nos se han despojado dei «hombre viejo» con
montan a Jesús (Hahn, 369), quien con ellas sus malas acciones (v. 9) y se han revestido
habla de la llegada dei reino de Dios y de su dei «hombre nuevo (xòv véov)». En el fondo
incompatibilidad con lo antiguo; «Y nadie se halla el acontecimiento dei bautismo (cf.
echa vino nuevo en odres viejos; de otra ma- Gál 3, 27). Lo que se efectuó en el hombre
nera el vino romperá el cuero, y se pierde el con ocasión dei bautismo, debe él realizarlo
vino y también los odres; sino que se echa vi­ en la vida (Col 3, 8.12). El «(hombre) nuevo»
no nuevo en odres nuevos (eiç àoxoòç xai- está caracterizado por xòv àvaxaivoúpevov
vovç)» (v. 22). En el contexto dei mensaje de eiç èrtíyvmatv x ax ’ Etxóva to ü xxíaavxoç
Jesús, esto quiere decir: «Lo escatológica- aúxóv (v. 10). En el bautismo se efectúa una
mente nuevo no puede entenderse, en modo nueva creación, y de conformidad con ella
alguno, según las normas y dentro de los limi­ hay que renovar también la conducta.
tes y posibilidades de lo antiguo; el que lo in­ Ef 4, 23 se halla igualmente en un contexto
tente, perderá ambas cosas» (Hahn, 372). La parenético; el v. 22 exhorta a despojarse dei
actitud de Jesús ante lo que ha habido hasta «hombre viejo». La frase de infinitivo âva-
ahora, es la de un distanciamiento soberano. VEoüoO-at ôè r ã JtVEÚpaxt xoõ voòç npcõv
Los evangelios sinópticos (->■ 2.a) hacen que (v. 23), lo mismo que la de «revestirse dei
ambas imágenes sigan inmediatamente a la hombre nuevo» (èvôúoaa^aL xòv xaivòv âv-
cuestión dei ayuno, y las entienden, por tanto, UQtoJtov, V. 24), están regidas por èôiôáx-
como referidas a la nueva manera y a las nue- OxixE en el v. 21. Los infinitivos recuerdan la
vas formas de la piedad. Lc 5, 39 anade un parénesis bautismal. Hay que abandonar «la
provérbio que, a primera vista, contradice a la conducta antigua» (v. 22) y vivir con arreglo
imagen sobre el vino nuevo (el v. 39 fue su­ al «hombre nuevo» en justicia y santidad (v.
395 VEOÇ - VeCOKOQOÇ 396

24); cf. H. Schlier, La Carta a los Efesios, Sa- nubes (1, 7) o de lanube (10,1; 11,12; 14,14
lamanca 1991, 284-292. [bis].15.16). En Lucas, tanto en Hech 1, 9 (la
G. Schneider ascensión) como en Lc 21, 27 (la parusía), v e -
qpéXri se halla en singular, es decir, no consti-
tuye probablemente un motivo apocalíptico.
V E oaooç, oC, ó neossos (la) cria, (el) po- Mc 9, 7a.b par. Mt 17, 5a.b / Lc 9, 34a.b.35,
lluelo (de un ave) en la historia de la trasfiguración de Jesus, en-
Forma alternativa de vooaóç. lazan con la idea de la nube de revelación o
con un motivo de teofanía. El motivo de la
nube, en la peregrinación por el desierto, apa­
veOTIlÇ, lltOÇ, ^ neotês juventud rece sólo en 1 Cor 10, 1.2, en conexión con el
->■ VEOÇ. paso liberador a través del mar. ThWNT IV,
904-912; X, 1186 (bibl.); S. Luzárraga, Las
tradiciones de la nube en la Biblia y en el Ju­
VEÓtpitTOg, 2 neophytos recién plantado,
recién convertido* daísmo primitivo, Roma 1973; L. Sabourin;
BTB 4 (1974) 290-311.
1 Tim 3, 6 en sentido figurado; El epísko-
pos no debe ser un recién convertido, «no sea
que se envanezca y caiga en la condenación NEtp'0'aXí^ Nephthalim Neftalí*
en que cayó el diablo». El sentido de VEÓqpu- Neftalí era uno de los hijos del patriarca Ja-
Toç es seguramente; «el que ha sido recién cob (Gén 30, 7s; hijo de Bilha; 49, 21). En el
plantado en la comunidad cristiana» (Bauer, NT, el nombre se aplica a la tribu de Neftalí
Wõrterbuch, s.v.). Dibelius-Conzelmann, Die (Hech 7, 6) o al território tribal que llevaba
Pastoralbriefe (HNT), sub loco. este nombre y que estaba situado al oeste del
lago de Genesaret (Mt 4, 13.15). LThK VII,
788.
VEDM neuõ hacer senas (con la cabeza)*
Jn 13, 24; Pedro hace senas (con la cabeza)
al discípulo amado (para indicarle algo). v étp o ç, OVÇ, TÓ nephos nube*
Hech 24,10; El gobemador Félix hizo senas a Heb 12, 1, en sentido figurado, para referir-
Pablo para que comenzara a hablar. se a una grande y apinada multitud (cf. Ho­
mero, II 4, 274; Diodoro Sículo III, 29, 2);
«puesto que tenemos tan gran nube de testi-
veqjéXíi, HÇ, 1^ nephelê nube* gos en derredor nuestro». ThWNT IV, 904s.
Lc 12, 54 habla de la nube que viene de po-
niente y trae lluvia; Jds 12 (cf. 2 Pe 2,17 v.l.),
VEtpQÓç, o í), Ó nephros rinón*
de «nubes sin agua» (que no descargan agua).
Ap 2, 23 en la expresión bíblica que habla
El motivo de Ias nubes tiene alcance teológi­
co en todos los demás pasajes dei NT. En 1 de que Dios escudrina (o examina) «los rifio-
nes y los corazones», es decir, conoce lo más
Tes 4, 17 Pablo habla de Ias nubes en Ias que
íntimo del hombre (cf. LXX Sal 7,10; Jer 11,
«nosotros», con los resucitados, seremos arre­
20; 17, 10; 20, 12). ThWNT IV, 912s; RGG
batados para salir al encuentro del Kyrios,
rV, 1474.
cuando se produzca la parusía. Las nubes se
consideran también como vehículos entre el
cielo y la tierra en Mc 13, 26 par. Mt 24, 30 / VEfOXÓQOÇ, OD, ó neõkoros custodio del
Lc 21, 27, así como en Mc 14, 62 par. Mt 26, templo*
64 (con ocasión de la venida del Hijo del En Hech 19, 35 el secretario de la ciudad de
hombre). Aqui hay que contar también los pa­ Efeso comienza su discurso diciendo que Efe-
sajes en los que el Apocalipsis habla de las so «custodia el templo de la gran Artemisa».
397 VEOJJCOQOÇ - VflJIlOÇ 398

Este título de la ciudad se halla atestiguado gelios, el adjetivo -además de encontrarse en


también en CIG 2966 y 2972. Bauer, Wõrter- Mt 11, 25 par. Lc 10, 21—aparece tan sólo en
buch, í.v. Mt 21, 16 (cita dei Sal 8, 3 LXX). Además de
1 Tes 2, 7, Ias cartas paulinas autênticas con-
tienen 9 testimonios dei término, cinco de
VEtrtTEQlJíÓç, 3 neoterikos juvenil, rela­ ellos en el pasaje de 1 Cor 13, 11 (los restan­
cionado con la juventud* tes: Rom 2, 20; 1 Cor 3, 1; Gál 4, 1.3). Otros
2 Tim 2, 22, referido a Ias èia-dnixíai; testimonios son Ef 4, 14; Heb 5, 13. El adjeti­
«jHuye de Ias pasiones juvenüesl». vo designa al nino en su tiema y temprana
edad, al nino pequeno; el término se emplea
VTi nê sí, de verdad* en sentido propio (->^ 2) y en sentido figurado
La partícula de enccirecimiento se constru- (-> 3).
ye con acusativo de cosa o de persona. En el
NT aparece únicamente en 1 Cor 15, 31: «De 2. En sentido propio vf|jtioç designa al ni­
verdad, por el orgullo que siento de voso- no, pero lo liace únicamente para ilustrar una
tros». situación o un comportamiento. En general, el
punto de vista es negativo. En Gál 4, 1.3 Pa-
blo compara a la humanidad antes de Cristo y
vií|'d'0) nêthõ hilar* sin Cristo -por cuanto se hallaba bajo el do­
En Mt 6, 28 par. Lc 12, 27 dícese de los «li- mínio de la ley y de los «poderes»- con un ni­
rios dei campo», que «no hilan» y, sin embar­ no, que se encuentra bajo tutela. En los pasa-
go, están vestidos esplendorosamente. Schulz, jes de 1 Cor 3, 1; Ef 4, 14; Heb 5, 13, vf|moç
Q, 149-157. se usa como imagen dei cristiano que es toda­
via inmaduro en su fe y en su conducta: el ni­
no pequeno se alimenta todavia de leche o es
VHJUá^to nêpiazõ ser como un nino, ser muy susceptible de recibir influencias. La
inocente* imagen de la inmadurez espiritual dei vqmoç
1 Cor 14, 20: «jNo seáis como ninos en en comparación con el adulto (àvf|Q), se la
vuestra manera de pensar (xatç tpQEOÍv), sino aplica 1 Cor 13, 11 al nivel «inferior» de la
sed inocentes en cuanto a la mabcia (xf) >ca- existência actual dei cristiano en comparación
xíg vT|má^ETe)!» ^ vr|Juoç. con su perfección cuando llegue el ésjaton
(vv. 10.12).
VTjJtioç, 3 nepios infantil, inocente, menor Por otro lado, en Mt 21, 15s se atribuye a
los ninos un papel positivo (cf. vqmá^co):
de edad*
los ninos, que aclaman a Jesús como el Mesí-
B ib l.: G. Bertram, vijjtioç xrX,., en ThWNT IV, as y a quienes se aplica lo que dice el Sal 8, 3
913-925; W. Gnindmann, D ie vr|moi m d e r urchristl.
P a rã n ese: NTS 5 (1958-1959) 188-205; J. Dupont,
LXX, encarnan la fe clarividente de los no
h e s «sim ples» (petâyim) dans la B ible e t à Qum rân. A instruídos, frente a la incredulidad de los diri­
p ro p o s des vr|Jtloi de M t I I , 25; L c 10, 21, t n Studi gentes religiosos dei judaísmo.
su lV O riente e la B ib b ia o fferti a P. G. Rinaldi, Gêno­
va 1967, 329-336; Dupont, B é a titu d e s II, 149-151,
3. Empleado en sentido figurado y metafó­
181-197; S. Légasse, Jésu s e t 1’enfant, Paris 1969 (r.v.
rico, el adjetivo no se refiere directamente a
en el índice analítico); para más bibliografia, cf.
ThWNT X, 1186s lo de ser nino, sino que significa ser ignoran­
te. Este matiz tiene sus raíces en la LXX
1. Prescindiendo de 1 Tes 2, 7 y 2 Tim 2, (Prov 1, 32; Sal 18, 8; 114, 6; 118, 130 LXX),
24, donde vf|jtioç compite con ->■ fíjtioç en pero en el NT no tiene un sello tan marcada-
cuanto a la tradición textual, vemos que vq- mente «pietista» como en el AT. Y, así, Pablo
3UOÇ aparece 14 veces en el NT. En los evan- en Rom 2, 20 refiere lo presuntuoso que es un
399 v iíju o ç - VTiateijQ) 400

judaísmo que desearía instruir a quienes no v l^ a tE ia , a ç , nesteia ayuno


conocen la verdadera sabiduría. En su «cla­ vqaTEÚo).
mor de júbilo», en Mt 11, 25s par. Lc 10, 21,
Jesús alaba la revelación que se hace dei mis­
tério de la salvación a quienes en aquel mo­ VtjoTEtJfi) nèsteuõ ayunar*
mento constituyen la «pequena grey» (-» pi- vTjaxEÍa, aç, f| nesteia ayuno*
XQÓç 3) de sus discípulos. Esta grey no tiene
B ib l.: R. Arbesmann, en RAC VII, 447-493; F.
diplomas «acadêmicos», en contraste con los Bammel-F. Schmidt-Clausing, en RGG II, 881-885; J.
que son conocedores de la ley. En los vijinoi Behni, vfiariç k x X., en ThWNT IV, 925-935; F G.
se reconocen los cristianos, cuando están pro­ Cremer, D ie F a sten a n sa g e J e s u (BBB 23), Bonn
1965; J. Gamberoni, en DTB 122-126; H. Mantel-St.
fundamente convencidos de que todo saber G. Hall-J. H. Crehan, F a sten (n-III), en TRE XI, 45-
humano es vano en comparación con la salva­ 59; B. Reicke, D ie F a sten fra g e n a ch Luk. 5, 33-39:
ción que se ofrece en Jesucristo, y en compa­ ThZ 30 (1974) 321-328; W. C. Robinson, en BHH I,
ración con el poder de la EÜôoxía divina, la 465s; F S. Rothenberg-L. Coenen, en DTNT I, 152-
154; K. Th. Schâfer, «..M nd dann w erden sie fa s te n an
cual -con excepción de la fe - no exige a la je n e m Tage» (M k 2, 2 0 un d Par.), en F S W ikenhauser,
persona ninguna condición previa para comu- 124-147; M. Waibel, D ie A u seinandersetzung m it d er
nicarle la autêntica sabiduría (cf. 1 Cor 1, F asten- u n d S a bbatpraxis Jesu in urchristl. G em ein-
17-2, 16: Mt 13, 11-17 par.). den, en Z u r G eschichte des U rchristentum s (QD 87),
Freiburg i. Br. 1979, 63-80; J. F. Wimmer, T he M ea-
S. Légasse ning an d M o tiva tio n o f F a stin g according to the Sy-
n o p tic G ospels (tesis Gregoriana), Roma 1979; para
más bibliografia, cf. ThWNT X, 1187.
N u p E Í Nêrei Nerí
Forma alternativa de ->■ N t^qÍ. 1. a) En el NT el verbo aparece 20 veces, y
por cierto sólo en los evangelios sinópticos
(Mt 4, 2; 6, 16 [bis].17.18; 9, 14 [bis].15; Mc
Nl|QEÍ)g, éo)Ç Nêreus Nereo* 2, 18 [ter].19 [bis].20; Lc 5, 33.34.35; 18, 2) y
En Rom 16, 15 Pablo envia salüdos «a Ne­ en Hechos (13, 2.3). El sustantivo aparece en
reo y a su hermana». 5 pasajes (tres testimonios en la doble obra de
Lucas: Lc 2, 37; Hech 14, 23; 27, 9; dos testi­
monios en Pablo: 2 Cor 6, 5; 11, 27).
N tjQ Í Nèri Nerí* b) En el NT el verbo y el sustantivo signi-
Nombre de persona, indeclinable, en la ge­ fican casi siempre ayunar o el ayuno en senti­
nealogia de Jesús en Lc 3, 27. do específicamente religioso (ritual o ascéti­
co). Lo único que habrá que preguntarse es si
Pablo, con la expresión ev vTjaxEÍaiç en 2
VT|OlOV, OD, TÓ nêsion islote, isla peque­ Cor 6, 5 y 11, 27 (en este último caso con la
na* adición de JtoX,Àáxiç, «frecuentemente»), se
Diminutivo de ^ vr|aoç; dícese en Hech refiere a un ayuno practicado frecuentemente
27, 16 de la isla ^ K aüôa. por él por motivos religiosos y ascéticos, o a
casos en los que padeció hambre por Ias pre­
cárias situaciones en que se encontraba. En
v fja o ç , OD, nêsos isla* favor de esta última hipótesis podna hablar la
En Hech 27, 26 dícese de una isla de la que expresión «en hambre y sed» (11, 27), y tam­
no se menciona su nombre; en 13, 6, de Chi­ bién la circunstancia de que la frase aparezca
pre; en 28, 1, de Malta (también en 28, 7.9. en ambos casos en un catálogo de tribulacio-
11); en Ap 1, 9, de Patmos. Ap 6, 14 y 16, 20 nes, es decir, en una lista de sufrimientos y
predicen que, al fin de los tiempos, habrá islas privaciones, «que sobrevienen al apóstol, y
(y montanas) que sean removidas de su sitio. que él no puede eludir sino que tiene sencilla-
401 vT)a Te TJc> 402

mente que ‘soportar’» (J. Zmijewski, Der Stil en paralelo con la «oraciôn» (Lc 2, 37; 5, 33;
der paulinischen «Narrenrede», Kôln-Bonn Hech 13, 3; 14, 23; cf. también Ias variantes
1978, 263). textuales en Mc 9, 29 par. Mt 17, 21; 1 Cor 7,
c) En todas partes se hace referencia a un 5; Hech 10, 30). Ambas cosas, la oraciôn y el
ayuno/isico (expresiones sinônimas: «no co­ ayuno, son signos de la adoración de Dios (cf.
mer» [Lc 4, 2; cf. en el lugar paraleo Mt 4, 2 X argenonoa en Lc 2, 37, X.eitouqyo^''"'^™'''
vrjoxeijaaç]; «hambre y sed» [2 Cor 11, 27 en Hech 13, 2). La idea de que la eficacia de
junto a «ayuno»]; antônimo: «comer y beber» la oraciôn se refuerza por medio dei ayuno, se
[Lc 5, 33; los paralelos Mc 2, 19; Mt 9, 14 encuentra ya en el AT (Jer 14, lls ; Neh 1, 4 y
ofrecen la expresiôn «no ayunat-»Y). En nin- passim). Para el judio (especialmente para el
gún lugar se puede demostrar claramente que fariseo) el ayuno, juntamente con la oraciôn y
se comprenda el «ayuno» en sentido metafóri­ la limosna, se contaba entre Ias obras de pie-
co y figurado (pero cf. Schâfer, 140s; Gambe- dad más meritórias (cf., sobre la tríada, Mt 6,
roni, 379; en opiniôn de estos especialistas, 2ss.5s.l6ss [obsérvese la palabra clave ôt-
en la sentencia de Jesus de Mc 2, 20, y por la xaiooTJVT) en 6, 1]; también Lc 18, 9-14 [el
imagen dei esposo, es obvio que al verbo le fariseo, en la oraciôn que hace en el templo,
corresponde el sentido figurado de sufrir pri- senala que él ayuna dos veces por semana y
vaciones desconsoladamente). que paga el diezmo]). Por su intenciôn origi­
nal, el ayuno tenía esenciahnente el carácter
2. El NT refleja clararaente la práctica ju ­ de expiaciôn viçaria, y era -para Ias personas
dia y paleocristiana dei ayuno en cuanto a sus piadosas- expresiôn de penitencia y pesar por
formas y motivos. la apostasia dei pueblo que se alejaba dei pac­
to con Dios (cf. la equiparación entre «ayu-
a) En el judaísmo, el ayuno estaba sólo
nar» y «estar de luto» en Mt 9, 15).
preceptuado por la ley en el Día de la Recon-
ciliaciôn (cf. Lev 16, 29ss; 23, 27-32; Núm 3. La actitud de Jesús y de la Iglesia primi­
29, 7); a este ayuno, obligatorio para todos, tiva con respecto al ayuno, la vemos princi­
hace referencia Hech 27, 9 («pues hasta el palmente por Mc 2, 18-22 (par. Mt 9, 14-17 /
ayuno había pasado ya»). Existia, además, el Lc 5, 33-39) y Mt 6, 16-18.
ayuno voluntário practicado por algunas per-
sonas y grupos. También este ayuno se en- a) Parece que el litigio de Mc 2, 18-22 pasó
cuentra atestiguado en el NT (donde, además, por una larga historia de la tradición; así lo sena-
se menciona casi siempre la duración o el mo­ lan Ias numerosas incongruências, duplicaciones
tivo dei mismo): Jesús ay una durante 40 dias y otras cosas por el estilo que hay en el actual
en el desierto (Mt 4, 2 par. Lc 4, 2; a diferen­ texto de Marcos (cf., por ejemplo, la doble men-
ción de los adversários en el v. IS.a.b, donde los
cia de Mc 1, 13); la profetisa Ana ayuna «día discípulos de Juan -mencionados en ambas oca­
y noche» (Lc 2, 37); los fariseos y los discí­ siones en primer lugar- son situados en el primer
pulos de Juan ayunan habitualmente (Mc 2, caso al lado de los «fariseos», y en el segundo ca­
18: f|0av vqaTEÚovTEç; Lc 18, 2: «dos veces so al lado de los «discípulos de los fariseos»; la
por semana»); los cinco profetas y maestros yuxtaposición de Ias diferentes indicaciones de
de la comunidad antioquena ayunan, al enviar tiempo Èv ffl [mientras»] y ooov xQÓvov [duran­
te todo el tiempo que], en el v. 19a.b; la discre­
a Bemabé y a Pablo como misioneros (Hech pância entre Ias expresiones «vendrán dias»
13, 2s); Pablo y Bemabé ayunan al designar [iplural!] y «en aquel día» [jsingular!] en el v. 20,
presbíteros (Hech 14, 23). y la adición de Ias dos sentencias metafóricas
-que, según la crítica de Ias formas y por su mis­
b) La motivación religiosa dei ayuno se mo contenido no encajan en un litigio- acerca dei
expresa de manera especial cuando el término remiendo y dei vino nuevo, vv. 21s). Podemos re­
«ayuno» aparece junto a otros términos reli­ construir quizás de la siguiente manera el proceso
giosos. Casi siempre el «ayuno» se encuentra de trasmisión de la perícopa:
403 VTlOTEtKü 404

El litígio original, que se remonta a Jesús mis- tierra, y la perícopa trata de explicar la (nueva)
mo, en el cual se trataba evidentemente dei ayuno práctica que los cristianos tienen de ayunar -a
de los discípulos de Juan (todavia no dei ayuno de ellos se hace referencia al hablarse de los discí­
los discípulos de los fariseos) o de que los discí­ pulos de Jesús—, en el contexto de la «cristología
pulos de Jesús no ayunaban, contenía probable- de la cruz y de la muerte», dei cristianismo pri­
mente la sola notícia de que hubo personas que se mitivo (Waibel, 79). Se trata así de justificar la
llegaron a Jesús y le formularon una pregunta (v. nueva práctica cristiana de ayunar, en contraste
18b; la observaclón que sirve de marco, en el v. con la dei judaísmo (como representantes dei cual
18a, fue creada probablemente de manera redac- aparecen ahora los discípulos de los fariseos jun­
cional por Marcos), así como -en forma de res- tamente con los discípulos de Juan) que poseía
puesta dada por Jesús- la sentencia metafórica una motívación esencialmente diferente.
(en forma de pregunta retórica) acerca de los in- En la última etapa de la tradición se amplió el
vitados a la boda que no pueden ayunar, mientras enunciado dei v. 20 mediante la adición de «en
se encuentre con ellos el esposo (v. 19a). Los dis­ aquel día». Ahora no se trata ya de una justifica-
cípulos de Juan entendían esenciabnente su ayuno ción general de la práctica dei ayuno en el cris­
como «una preparación para el Mesías y su reino» tianismo primitivo y de su genuina motívación
(P. Gâchter, Matthüusevangelium I, 1963, 296). cristiana, sino de una justificación especial de los
Con la imagen de la boda, que ya en el judaís­ tiempos de ayuno: con «aquel día» podría enten-
mo servia para presentar intuitívamente la idea de derse concretamente el día de la muerte de Jesús
la salvación mesiánico-escatológica (los testimo- (viernes); por tanto, la perícopa defendería el
nios pueden verse en Billerbeck I, 517s), Jesús ayuno practicado en viemes por el cristianismo
hace ver claramente que, por este motivo, seme- primitivo (cf. su testimonio en Did 8, 1), frente a
jante ayuno no pueden practicarlo (ya) sus discí­ la práctica judia y farisaica de ayunar los lunes y
pulos, porque el tiempo de la salvación ha co- los jueves.
menzado ya (en él) y existe, por tanto, una nueva
situación. Como Ias dos sentencias metafóricas, El que la Iglesia primitiva utilizara esta pe­
en los vv. 21s, se ocupan también de la relación rícopa para fundamentar y justificar su prácti­
«viejo-nuevo», podrían haberse anadido ya al lití­ ca dei ayuno, no significa una falsificación
gio en ese nivel más antiguo (ahora bien, según J. dei mensaje original de Jesús. Como se ha vis­
G. Gnilka, El Evangelio según San Marcos, sub
loco, la adición [que rompe el paralelfsmo] «sino to, Jesús -evidentemente- no rechazó de ma­
vino nuevo en odres nuevos» [v. 22] es una adi­ nera general el ayuno (cf. Reicke, 325), sino
ción posterior [efectuada en el segundo nivel], y que únicamente declaro sobrepasado el ayuno
la interpolación «lo nuevo de lo viejo», en el v. que se entendia a sí mismo como una obra de
21, es una interpretación dada por el evangelista, penitencia y arrepentimiento y que servia para
a fin de hacer resaltar así la idea de la «nueva preparar la salvación, tal como lo practicaban
doctrina» [1, 27]). (habitualmente) los discípulos de Juan.
En el segundo nivel de la tradición no sólo se
llegó a la introducción adicional de los discípulos b) Los enunciados acerca dei ayuno en Mt
de los fariseos, en el v. 18b, sino también a la am- 6, 16-18 (que pueden considerarse, al menos
pliación de la pregunta retórica dei v. 19a me­ en esencia, como palabra autêntica dei Senor)
diante el enunciado de los vv. 19b.20: «Durante pueden entenderse también de esta misma
todo el tiempo que el esposo está con ellos, no
pueden ayunar; pero vendrán dias en que el espo­ manera. En este pasaje, Jesús no rechaza el
so les será quitado, y entonces ayunarán». Por ayuno como tal, sino que —lejos de eso- le
medio de este enunciado, que tiene una clara atribuye (lo mismo que a la oración y a la li-
orientación cristológica (cf. la doble referencia al mosna) un alto valor religioso. Pero, eso sí, se
«esposo»), se desplaza el sentido de la perícopa; opone a la manera «hipócrita» de ayunar, en
no se trata ya (como en la tradición más antígua) la cual lo único que interesa es que a uno le
de una fundamentación teológico-escatológica
vean y le alaben por ayunar (cf. v. 16a). Fren­
dei hecho de que los discípulos de Jesús no pue-
dan ya ayunar, porque ha comenzado el tiempo te a ello, Jesús pone de relieve aquel ayuno en
de la salvación; sino que ahora la situación de la que el hombre se vuelve enteramente hacia
Iglesia después de la muerte de Jesús se contrasta Dios (como debe hacerlo todo genuino acto
con el tiempo en que Jesús se hallaba aún en la de piedad [cf. Schnackenburg, Mensaje I,
405 VT|0TED(O - V ixacü 406

248s]). Por eso, el ayuno ha de practicarse «en meón (-♦ Snperóv) en Antioquia, a quien se
lo escondido» (v. 18: èv xcp jcQucpaíü)) y debe menciona inmediatamente después de Ber-
estar marcado por el «gozo festivo» que «está nabé. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
en consonância con el motivo de Ias bodas (KEK), 378 con la nota 4.
que sorprendentemente se pone de relieve en
el diálogo acerca dei ayuno» (Reicke, 325).
J. Zmijewski N ix á v w g , OQOÇ Nikanõr Nicanor*
Nombre de persona, bastante frecuente en
griego (Tucidides, 1, 2 y 4 Macabeos, Carta
v íja T iç, lo ç ( lô o ç ) [ó (i^)] nêstis en ayu- de Aristeas, Josefo; CIJ 1256; frecuente tam­
nas, hambriento* bién en la literatura rabinica). En Hech 6, 5,
El adjetivo aparece en Mc 8, 3 par. Mt 15, nombre de uno de los siete en torno al hele-
32: Jesus no quiere despedir hambrienta a la nista Esteban.
gente (acusativo plural: vqaxeiç), es decir, sin
haberles dado de comer. BlaB-Debrunner §
47, 3; ThWNT IV, 925-935. v iz á f o nikao vencer*
vÍHT], T|ç, f| nikê victoria*
1. Aparición en el NT - 2. Testimonios no joánicos
VHipá^lOÇ, 3 nêphalios sobrio, m odera­ - 3. Evangelio de Juan y Carta primera de Juan - 4.
do* ApocaUpsis
El Textus Receptus ofrece el vocablo en su
forma tardia vqcpáksoç. En el NT, el adjetivo B ib l : O. Bauemfeind, vixáo) xxX,., en ThWNT IV,
941-945; W. Günther, en DTNT D, 461s; F. Hahn, D ie
aparece únicamente en Ias Pastorales: en 1 Sendschreiben d e r Johannesapokalypse, en F S K uhn,
Tim 3, 2 en lo que se exige al obispo; en 3, 11 357-394, sobre todo 382-386; T. Holtz, D ie C hristolo-
en lo qne se exige a Ias mujeres de los diáco- g ie d e r A p k des Johannes (TU 85), Berlin ^1971, sobre
nos (cf. también 3, 8); en Tit 2, 2 en Ias reco- todo 36-39; A. Polag, D ie C hristologie der L ogienquel-
le (WMANT 45), Neukirchen-Vluyn 1977, 42s; para
mendaciones que se dan para los ancianos (cf. más bibliografia, cf. ThWNT X, 1187s.
2, 3 con respecto a Ias mujeres). El uso abso­
luto dei adjetivo se refiere en estos pasajes a 1. Prescindiendo de 17 testimonios de vi-
la moderación en el consumo de vino. ThWNT xácú en el Apocalipsis y 6 en la Carta prime­
IV, 938-940. ra de Juan, el verbo aparece únicamente en Lc
11, 22; Rom 3, 4; 12, 21 (bis) y Jn 16, 33; el
sustantivo se halla tan sólo en 1 Jn 5, 4.
vrjtpfo nêphõ ser sobrio*
En el NT el verbo aparece únicamente en
2. Lc 11,21s ofrece la parábola dei hombre
sentido figurado, y siempre en exhortaciones.
fuerte que es vencido por otro más fuerte, se­
Junto a YQtlYOQÉO) en 1 Tes 5, 6 y 1 Pe 5, 8;
gún la forma que tenía en la tradición de Q. El
junto a ouKpçovÉcü en 1 Pe 4, 7; vf|q)a), en el
empleo de viuáto está condicionado por la
sentido de vivir con sobriedad, se halla tam­
parábola. La cita de la LXX en Rom 3, 4 se
bién en 1 Tes 5, 8; 1 Pe 1,13. Dícese en 2 Tim
refiere a la victoria en un pleito. Pablo recoge
4, 5: ot) ôè vfjq)e èv jtãoiv, «jpero tú mués-
en el contexto el verbo ÔLxaionoilai (v. 5),
trate sobrio (es decir, juicioso) en todas Ias
pero lo importante para él es el enunciado de
cosas!». ThWNT IV, 935-938; E. Lõvestam:
que Dios vence a sus adversários en un pleito
StTh 12 (1958) 80-109.
jurídico. La instrucción sintetizadora que se
formula en Rom 12, 21 tiene carácter estereo­
N íy c Q N iger Niger (Negro)* tipado, cf. TestBen 4, 2s; también Pseudo-Fo-
Nombre de persona (latinismo). Según cílides 80 nos hace sospechar que VLxáct) se
Hech 13, 1, sobrenombre dei cristiano Si- emplea de manera ya fija por el uso (cf. P. W.
407 408

van der Horst, The Sentences o f Pseudo- de la comunidad, pero se refiere a un proceso
Phocylides, Leiden 1978, 168s). La lucha es­ jurídico, como lo demuestra el uso de xaxf|-
piritual, aqui representada (cf. TestGad 5, 4), y(OQ / xaTT)YmQEiv en el v. 10. En 15, 2 (los
se lleva a cabo efectivamente. La situación de glorificados que han triunfado sobre [èx] la
los interpelados y el uso dei neutro tò xaxóv bestia...) nos acercamos mucho al uso absolu­
sugieren un acento escatológico. to dei participio sustantivado ó vlxcüv para
designar al vencedor.
3. Jn 16, 33 sintetiza el resultado dei pro- El uso absoluto se encuentra en Ias senten­
ceso por el cual Jesus demostro ser superior cias sobre los vencedores en Ias cartas dirigi­
al mundo. Jn 16, 11 dice lo mismo refiriéndo- das a Ias iglesias (2, 7.11.17.26; 3, 5.12.21),
se a la victoria sobre el «príncipe de este así como en 21, 7. Por lo demás, el uso abso­
mundo», y en 12, 31s nos hace ver que tal luto de VLxácü no vuelve a aparecer sino en 3,
«victoria» tiene lugar por medio de la «exal- 21; 5, 5, donde se habla de Cristo, y en 6, 2
tación» en la cruz. (bis), donde se habla dei arquero que cabalga
En la Carta primera de Juan vixácú (y víxi]) en un caballo blanco y que representa la vio­
se aplican a los creyentes. 1 Jn 5, 4s tiene un lência irresistible y victoriosa en la guerra. El
sentido muy expresivo y global: Todo el que uso absoluto de vixáü) no surgió por una
es nacido de Dios, vence al cosmos; y esta abreviación dei enunciado más pleno. No es
victoria es la fe dirigida a Jesus y que le con- convincente el intento de interpretar todos los
fiesa como el Hijo de Dios. El hecho de haber pasajes desde el horizonte de la teologia dei
nacido de Dios se manifiesta en la fe, la cual sufrimiento (Hahn). Tampoco se deduce tal
tiene sólo su base en la realidad y es única­ cosa dei uso judeo(-apocalíptico) dei término
mente verdadera, cuando confiesa que Jesús (en Hen [et] 46, 3 se refiere al Hijo dei hom-
es el Hijo de Dios. Con esta fe el creyente bre; en 50, 2, a los justos; en ambos casos en
participa en la realidad de Jesús, y ha venci­ un litígio; en 4 Esd 7, 115.127, a los justos,
do, por tanto, al mundo como poder sobre su primeramente en un litígio, luego en la lucha;
vida. VLxáco en 1 Jn 4, 4 se refieré a la victo­ según IQM 4, 13, al regreso dei combate, en
ria de los que son de Dios, y a la derrota de los estandartes está escrito [entre otras cosas]
los falsos maestros; 2, 13s se dirige al grupo nsh T [«victoria de Dios»]. En Ap 5, 5 se
de los jóvenes, con la afirmación de que ellos piensa en el combate (cf. 17, 14). Dado que
han vencido al maligno. El v. 14 introduce en 3, 21 se establece un paralelo entre la vic­
una variación con respecto al v. 13; el contex­ toria de Cristo y la victoria de los que reciben
to hace ver que el volverse hacia el hermano y la promesa, vemos que ó vixmv no puede re-
el apartarse dei mundo y de sus peligros (v. ferirse primariamente al vencedor en el pleito.
16) son una senal de esta victoria. Claro que 4 Esd 7 , 115.127s y Ap 12, 7-11 de-
muestran la gran afinidad que existe entre la
4. En Ap 11, 7; 13, 7; 17, 14 se piensa en
idea de la lucha y la de un proceso judicial.
vencer en la batalla, o esta idea se halla en el
El uso absoluto de vixáco designa la prueba
fondo de todo, como lo demuestra la apari-
escatológica, por medio de la cual se alcanza
ción de la raiz iio7.e[í - en el contexto. Una
la participación en la salvación y la exalta-
consecuencia directa de la guerra es la victo­
ción. En el fondo de todo se encuentra la ima-
ria -inicialmente sólo la de la bestia en 11,7
gen dei mundo como escenario de la lucha en-
y en 13, 7 - pero, en cambio, en 17, 14 se
tablada entre el anti-dios y Dios: un escenacio
menciona conscientemente sólo la guerra que
en el que Ias personas que actúan en la histo­
hacen los diez reyes, y en relación con ella la
ria pueden sucumbir ante el anti-dios o ven-
victoria dei Cordero. El himno de 12, lOs in­
cerle.
terpreta la caída dei dragón en la lucha con
los ángeles como la victoria de los miembros T. Holtz
409 vixeo) - vixoç 410

viJtéco nikeo vencer N ixón;oX iç, EWÇ Nikopolis Nicópolis*


Forma alternativa de ->■ vixám. BlaB-De- Entre Ias numerosas ciudades de este nom­
brunner § 90. bre, en Tit 3,12 (y en la subscriptio de la Car­
ta primera a Timoteo) se piensa probablemen-
te en Nicópolis en Epiro (Pauly, Lexikon IV,
v íx tj, i]Ç, nike victoria 124s: Nicópolis era, desde los tiempos de Ne-
->■ vtxáo). rón, capital de la nueva provincia de Epiro):
«...procura venir en seguida a mi encuentro en
Nicópolis, pues he decidido pasar alli el in-
Nl>tÓôl]HOÇ, OV Nikodêmos Nicodemo* viemo». Dibelius-Conzelmann, Pastoralbrie-
Nombre de un fariseo y «principal entre los fe (HNT), 114-116.
judios» (Jn 3, 1), que visito de noche a Jesus
para conversar con él (3, 4.9); 7, 50 y 19, 39
remiten a esta conversación nocturna. Según VÍXOÇ, OVÇ, TÓ nikos victoria*
19, 39, Nicodemo trajo «una mezcla de mirra 1. Aparición en el NT - 2. 1 Cor 15, 54.55.57 - 3.
y áloe, como unas cien libras», para dar se­ Mt 12, 20.
pultura a Jesús. Sobre Jn 3 cf. J. Becker, en B ibl.: O. Bauemfeind, vixáo) ktX.., en ThWNT IV,
FS Friedrich, 85-96; G. Gaeta, 77 dialogo con 941-945; G. Bomkamra-G. Barth-H. J. Held, Ü ber-
Nicodemo, Brescia 1974; H. Zimmermann: lie fe ru n g u n d A u sle g u n g im M a tth ã u s-E v a n g eliu m
Catholica 30 (1976) 81-93. (WMANT 1), Neuldrchen-Vluyn M970, 128-143; R.
H. Guridry, T he Use o f th e O T in St. M a tth e w ’s G ospel
(NovTS 18), Leiden 1967, 110-116; R. A. Kraft, EIS
NIKOS = p e rm a n e n tly /s u c c e ssfu lly : 1 C o r 15, 54,
NlHOÀ/aÍTtlç, OD, Ó NikolaitSs nicolaíta* M a tt 12, 20, en Id. (ed.), S e p m a g in ta l L exicography
En plural, denominación de los seguidores (Septuagint and Cognate Studies 1), Missoula 1972,
de un tal Nicolás, de quien nada más se sabe, 153-156; W. Rothfuchs, D ie E r fü llu n g sz ita te des
M atthãus-E vangelium (BWANT V/8), Stuttgart 1969,
y en quien se piensa en Ap 2, 6.15 como fun­ 72-77; K. Stendahl, The Sch o o l o fS t. M atthew (ASNU
dador de la secta. Como el nombre de Nicolás 20), Uppsala 1954,107-115; G. Strecker, D e r Weg d e r
era bastante corriente, creemos que este per- G erechtigkeit (FRLANT 82), Gõttingen ^1971, 67-70.
sonaje no tiene nada que ver con el Nixó-
kaoç que se menciona en Hech 6, 5 (en con­ 1. Los cuatro testimonios de vXxoç se con-
tra de Th. Zahn, Apostelgeschichte [KNT], centran en dos pasajes: Mt 12, 20 y 1 Cor 15,
sobre 6, 5). Posiblemente la autodenomina- 54.55.57. En ambos lugares, el término está
ción de la secta (para demostrar su origen tomado evidentemente de la tradición dei AT,
«apostólico») pretendia relacionarse con el y por cierto en la forma de e Í ç vixoç. El tér­

famoso helenista «Nicolás», sin que hubiera mino no tiene significado independiente en el
sido fundada realmente por él (Brox). N. lenguaje dei NT.
Brox: VigChr 19 (1965) 23-30; M. Goguel:
RHR 115 (1937) 5-36; R. Heiligenthal, Wer 2. La cita que se halla en 1 Cor 15, 54s
waren die «Nikolaiten» ? Ein Beitrag zur The- combina Is 25, 8 con Os 13, 14. El texto de Is
ologiegeschichte des frühen Christentums: 25, 8 corresponde a la versión de Teodoción
ZNW 82 (1991) 133-137. (eiç vixoç aparece también en Aquila); de ahí
podría proceder la sustitución de ôíxt) por
vlxoç en Os 13, 14. Ahora bien, la cita com­
NixóXaoç, ou Nikolaos Nicolás* binada existia ya probablemente en esta for­
Nombre de un prosélito antioqueno que ma, antes de ser tomada por Pablo. La breve
pertenecia al grupo de los siete que trabajaban acción de gracias en 1 Cor 15, 57, que presen-
en tomo al helenista Esteban, Hech 6, 5; ta —aplicándolo—el pensamiento anterior, re-
NLXOÂ,aÍTTiç. coge otra vez el término víxoç. La repetida
411 ■Vixoç - VOECO 412

inclusión de la palabra muestra que ésta se NlVEVÍTtlÇ, OV, Ó Nineuitês ninivita, na­
entendió en el significado de victoria, triunfo tural de Nínive*
total (aunque en Is 25, 8 Teod. Aq., e Lç v íx o ç Gentilicio para designar a los habitantes de
podría significar «definitivamente», como en Nínive (->■ Nivení) en el logion de Q que apa­
la LXX, en consonância con el hebreo lã-ne- rece en Mt 12, 41 par. Lc 11, 32; «Los ninivi-
safi, cf. Kraft; pero cf. también G. B. Caird, tas se alzarán en el juicio contra esta genera-
en ibid., 136). La cita proclama, al final de los ción», y avergonzarán a la generación actual,
enunciados paulinos acerca de la realidad de que es impenitente. También Lc 11, 30 (Jonás
la resurrección, la victoria escatológica sobre llegó a ser un signo Totç Niveuíxaiç) procede
la muerte (cf. 1 Cor 15, 26), y la acción final seguramente de la fuente Q. Schulz, Q, 250-
de gracias proclama la victoria sobre el poder 257.
escatológicamente amenazador de la muerte,
una victoria que es don actual de Dios por
medio de Cristo (cf. Rom 8, 37). vi:JttT|0, fj^ o ç , ó niptêr palangana, lava-
manos*
3. En Mt 12, 20 vTxoç aparece como parte
Según Jn 13, 5, Jesús echa «agua en la pa­
de una cita de Is 42, 1-4, aunque no tiene una
langana y comienza a lavar los pies de los
fuente directa en ninguna forma de trasmisión
discípulos (->- VLJtXOO)».
dei texto dei AT. Evidentemente, en Mt 12,
20c se han comprimido Is 42, 3b y 4a (Stre-
cker). Mateo podría haber tomado ya Ia cita vím tto niptõ lavar; en voz media, lavarse*
en esta forma, como vemos no sólo por 12, Se trata de uno de los términos predilectos
21, sino también por la circunstancia, en lo dei Evangelio de Juan (aparece 13 veces;
que respecta a vixoç, de que Mateo no em- ocho de ellas en el relato sobre el lavatorio de
plea en ninguna otra parte vocablos de la raiz los pies y cinco en la curación dei ciego en Jn
VIX-. La cita de reflexión desarrolla la acción 9; en el resto dei NT el verbo aparece cuatro
salvífica de Jesús sintetizada en el sumario de veces). El verbo se baila en voz activa en el
Mt 12, 15s (par. Mc 3, 7-12). Mt 12, 20c men­ relato en que Jesús lava los pies de sus discí­
ciona el objetivo escatológico bacia el cual se pulos (Jn 13, 5.6.8a.b.l2.14a.b) y también en
dirige la misericordiosa liberación dei siervo. 1 Tim 5, 10 (la acción de lavar los pies como
elç vtxoç significa también aqui «para victo­ gesto de amor al prójimo). La voz media, la­
ria / para validez ilimitada», pensándose entre varse, aparece en Jn 9, 7a.b.lla.b.l5. El sig­
otras cosas en el aspecto de la duración. Ma­ nificado de voz media, yo me lavo, con objeto
teo, con la adición dei v. 21, orienta asimismo de la acción verbal en acusativo, se encuentra
la esperanza de los gentiles bacia este objeti­ en: Mt 6, 17 (la cara); Mc 7, 3 par. Mt 15, 2
vo de imponer escatológicamente el derecbo, (como acción ritual; Ias manos); Jn 13,10 (los
es decir, la justicia. pies). ThWNT IV, 945s; DTNT 1 ,166-168.
T. Holtz

v o é w noeõ conocer, comprender*


N ived Í Nineui Nínive
Forma indeclinable dei nombre, que apare­ 1. Aparición y significado - 2. Los escritos y la in-
dicación de su finalidad - 3. La ética - 4. La falsa doc-
ce en Lc 11,32 Textus Receptus para designar trina - 5. Empleo teológico- pneumatológico.
a la que fue en su tiempo capital dei Império
Asirio; cf. BlaB-Debrunner § 39, 1. Lc 11, 32 B ibl.: J. Behm, voéo) xxA,., en ThWNT IV, 947-959;
enlaza con el relato bíblico de Jonás, según el G. Bomkamm, G la u b e u n d V e m u n ft bei P a u lu s, en
Bomkanun, A u fsã tze IL 119-137; Bultmann, Teologia,
cual los habitantes (paganos) de Nínive se 265-267; Conzelmann, T heologie, 202-204; R. Jewett,
mostraron dispuestos de buena gana a bacer P auTs A n thropological Terms, Leiden 1971, 358-390;
penitencia (Jon 3, 5 LXX). para más bibliografia, cf. Th\WT X, 1188s.
413 VOE(0 - VOT)|Xa 414

1. El verbo, que se refiere a la comprensión igualmente manifiesto, tiene como conse-


objetiva de una realidad, aparece 14 veces y cuencia que el entendimiento humano llegue a
es sinônimo de (âm-jYivcóaxcü y ouvítíiíi (3 ser permanentemente inútil y disfuncional (1,
testimonios en Marcos, 4 en Mateo con un du­ 28, cf. V. 21; pero no como convicciones re-
plicado, 2 en Efesios, y una vez en cada uno probables o reprobadas). La renovación de la
de los escritos siguientes: Ev. de Juan, Roma­ facultad de juzgar se efectúa de tal modo, que
nos, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Hebreos; falta en la reconciliación con Dios (Flp 4, 7) impreg­
la doble obra de Lucas; cf., además, vóqp,a, na y controla la propia mente -incluidos sus
que aparece 6 veces en Pablo, y voõç, que se diversos pensamientos—. Tan sólo después de
encuentra 24 veces en el NT, 14 de ellas en la recepción literaria de Ef 3, 20 y de la tras-
Pablo). Si voõç significa la facultad (el ór- formación de esta intercesión en doxologia, el
gano) para entender objetivamente Ias reali­ componente inclusivo de Pablo se convierte
dades (por tanto, no sólo la acción de pensar, en el componente más intensamente diferen-
sino también la de conocer), vemos que voém ciador de una superación dei entendimiento.
designa la correspondiente actividad, y vóq-
el resultado de la misma. Sin embargo, los 4. En la polêmica post-paulina contra los
limites no están claramente marcados. falsos maestros, en 1 Tim 1, 7, vemos que los
falsos maestros no comprenden lo que dicen,
2. En un uso sorprendente, voécú se refiere y son considerados, por tanto, como personas
a la inteligência dei objetivo global de un es­ «de mente trastomada» (1 Tim 6, 5; cf. 2 Tim
crito. Se dirige la palabra directamente a los 3, 8 ;T itl, 15;Col 2, 18).
destinatários y se les insta a que comprendan
(no sólo a que piensen o reflexionen) la tota- 5. En el enunciado sobre la pistis en Heb
lidad de un escrito (Mc 13, 14 par. Mt 24, 15). 11, 3, con su concepto de fe (= confianza, pie-
En contraste con ello, se habla de cómo los dad) no específicamente cristiano sino ético,
oyentes que aparecen en el relato, no entendí- el conocimiento (como facultad cognitiva de
an, Mc 7, 18 (par. Mt 15, 17); 8, 17 (par. Mt semejante fe) está subordinado a la fe. En un
16, 9.11). De igual manera, el lector de Ef 3, vigoroso enunciado de tal dualismo epistemo-
4 debe seguir con el pensamiento y compren- lógico, Jn 12, 40 (en cita de Is 6, 10, pero con
der la inteligência que el autor tuvo, y que la inserción dei verbo, tomado de Mc 8, 17),
aqui se expone, dei plan salvífico. En 2 Tim 2, que es una reflexión sobre toda la obra dei Je-
7 esta exhortación vuelve a marcar precisa­ sús joánico, afirma que -de conformidad con
mente la parte principal de la carta, 2, 8ss (cf. la voluntad de D ios- tal obra no seria com-
también 2 Tes 2, 2; Lc 24, 25; Ap 13, 18; 17, prendida.
9). Jn 12, 40 pudo senalar también ironica­ W. Schenk
mente, por via de negación, la finalidad de to­
do el libro (->• 5).
v o r i n a , aTOÇ, t o noêma pensam iento,
3. En los pasajes que se refieren a la ética. sentido; decisión*
Ias convicciones no se entienden nunca como En el NT, el sustantivo aparece únicamente
una actitud moral básica. Rom 1, 20: Ias es- en Ias Cartas Paulinas: 2 Corintios (5 veces) y
tructuras de orden de la realidad son eviden­ FiUpenses (4, 7), en todos los casos en plural
tes universalmente (es decir. Ias estructuras de o, al menos, con sentido plural (2 Cor 10, 5).
la realidad se relacionan, como revelación de Con excepción de Flp 4, 7, vemos que vóqpa
la creación, con Ias estructuras dei pensa­ se emplea siempre in sensu maio. Designa el
miento y dei lenguaje), ya que pueden ser resultado de la acción de pensar (voéo)). De
comprendidas racionalmente (participio de la los pensamientos humanos hablan 2 Cor 3,
voz pasiva). Ahora bien, su rechazo universal. 14; 4, 4; 11, 3 y -sin valoración negativa- Flp
415 voTi(j,a - vo(iixoç 416

7, 4. En 2 Cor 2, 11 se hace referencia a los 2. Con excepción de Hech 16, 13, donde
malignos ardides / decisiones de Satanás (cf. un personaje positivo de la narración mani-
Ef 6, 11; 1 Pe 5, 8). La imagen de 10, 5 alx- fiesta una suposición correcta, vemos que
[raXcoxL^ovTeç Jtãv v ó rp a eiç nJtaxof)v xoij vopíÇco designa siempre en Lucas una suposi­
Xgiaxot) debe interpretarse; El luchador ción equivocada, que en algunos ejemplos es
Pablo toma cautivos todos los ardides huma­ criticada en discurso directo por el que está
nos contra Cristo, y los obliga a someterse. enfrente (Hech 8, 20; 17, 19; en Hech 7, 25
ThWNT IV, 958s. por el narrador que se sitúa frente a los he­
chos), y que, por lo demás, se narra como una
suposición equivocada (Lc 2, 44; 3, 23 es una
vó'0'OÇ, 3 nothos bastardo, ilegítimo*
adición redaccional que se propone armonizar
Se usa metaforicamente en Heb 12, 8, don­
la línea genealógica de José con el nacimien-
de se dice que Ias personas que no experimen-
tan en sí mismas la corrección divina, no pue- to virginal de Jesús; Hech 14, 19; 16, 27; 21,
29). Todos los pasajes lucanos en que aparece
den ser (según Prov 3, lls ) verdaderos hijos
el verbo son redaeeionales.
de Dios: «entonces sois hijos ilegítimos (vó-
■Ooi) y no hijos verdaderos». 3. También los tres testimonios dei verbo
que hay en Mateo son redaeeionales, ya que, a
v o firi, n ç , 1^ nome (lugar de) pasto; forra- diferencia de todos los demás ejemplos dei
je* verbo en el NT, vopíÇto en Mateo se constru-
Jn 10, 9: «y entrará y saldrá y hallará pas­ ye con õxi, en vez de ir seguido por un infini­
tos». 2 Tim 2, 17 en sentido figurado: La fal­ tivo con sujeto en acusativo. En Mt 5, 17 y 10,
sa doctrina «corroerá (vo[at)v e^ei) como tu­ 34 hay un imperativo de sentido negativo (co­
mor canceroso». mo vemos que sucede varias veces en los li-
bros segundo y cuarto de Macabeos), el cual
introduce una oración de fiXdov y, de esta ma-
VO^ÍÇo) nomizõ pensar, creer, suponer* nera, disipa un malentendido cristológico.
1. Aparición, significado y empleo - 2. Lucas/He- Ahora bien, como sigue a continuación inme-
chos - 3. Mateo. diata la afirmación positiva de sentido inverso,
1. De los 15 testimonios que hay en el NT, vemos que la típica antítesis mateica podría
9 correspondeu a Lucas (dos al Evangelio de ser un simple recurso retórico para reforzar el
Lucas y siete a Hechos), 3 corresponden a sentido dei enunciado. A base de estos dos pa­
Mateo (sin contacto con Lucas); el verbo apa­ sajes, el lector verá también claramente desde
rece, además, en 1 Cor 7, 26.36 (aqui en el un principio que la opinión que se enuncia en
sentido positivo de tener una convicción fun­ Mt 20, 10 es una suposición equivocada.
dada, cf. vv. 25.37) y en 1 Tim 6, 5 (crítica W. Schenk
contra los falsos maestros, que se imaginan
cosas, cf. Hech 8, 20). Es sinônimo el verbo VO^lXÓÇ, 3 nomikos conform e a la ley,
transitivo ôoxÉo). Los 15 testimonios de la concemiente a la ley; en sentido sustanti-
LXX apareceu únicamente en porciones deu- vado: jurista, doctor de la ley*
terocanónicas. Con excepción de lo que suce­
vop,oôiôáoxaÀ.oç, on, ó nomodidaskalos
de en Mateo, al verbo le sigue ordinariamente doctor de la ley*
un acusativo con infinitivo (o, como ocurre en
B ib l : W. Gutbrod, vopixóç, en ThWNT IV, 1080s;
Lc 3, 23 [en voz pasiva], un nominativo con
K. H. Rengstorf, vopoôiôáaxaXoç, en ThWNT II,
participio; en Hech 8, 20 el verbo va seguido 162: más bibliografia en Y0 “ Wr®x6Úç.
únicamente por un infinitivo, y en 21, 29 el
verbo va seguido sólo por un acusativo con 1. En el NT, (ó) voptxóç aparece 9 veces,
oración de õxt). 6 de ellas en Lucas; como adjetivo aparece
417 vojuxoç -voiioç 418

unicamente en Tit 3, 9. En el griego clásico v ó f u o ^ a , a t o ç , TÓ nomisma moneda*


vo[xiHÓç se encuentra únicamente como adje­ Mt 22, 19a: «jMostradme la moneda dei tri­
tivo, «lo que concieme a la ley / lo que co­ buto (TÒ vópiO|ia TOü xf|voou)! Mc 12, 15,
rresponde a la ley»; en el NT no aparece con en el lugar paralelo, lee ^ ôtivÓqiov, lectura
este sentido sino en Tit 3, 9: [láxaç vofiLxáç, que recoge también Mt 22, 19b.
«disputas acerca de la ley». Más tarde, en
griego, el adjetivo sustantivado ò vopixóç
adquiere el sentido de «jurista / notaria»; en v o ^ o ô iô á o x a X o ç , o n , ó nomodidaska-
este sentido debe entenderse probablemente, los doctor de la ley
en el NT, el pasaje de Tit 3, 13 (M. Dibelius, ^ vopixóç.
Pastoralbriefe‘^ [HNT], 114; Gutbrod 1081).
En todos los demás pasajes dei NT, ó vopi-
xóç significa el judio experto en la ley / doc- VOflO'9'EOÍa, a ç , nomothesia legisla-
tor de la ley. Pero, en Lucas, los testimonios ción, ley*
de vofuxóç o bien son con gran probabilidad En Rom 9, 4 en la enumeración de Ias pre­
redaccionales, 7, 30 (par. Mt 21, 31 ?); 11, rrogativas de los israelitas; õv... a i ôiaílfixai
45s.52; 14, 3, ó bien se basan en una tradición x a l ■q vopo'&eaía x a i q ^.axQEia. Aqui se
que le fue trasmitida únicamente a Lucas, 10, piensa en el resultado de la legislación, es de-
25 (sin embargo, en el paralelo de Mt 22, 35 cir, en la Torá. ThWNT IV, 1082.
leemos: elç e% auTCõv vopixóç [a saber, uno
de los fariseos mencionados en el v. 34], a di­ VOJIOÔETÉCO nomotheteõ legislar*
ferencia de Mc 12, 28, en donde leemos; clç En el NT el término aparece sólo 2 veces.
Tcõv YQOtM-EoitÉtov). No existe una clara dis-
Ias dos en voz pasiva y en la Carta a los He-
tinción entre vopixóç, entendido en este sen­ breos. En Heb 7, 11: «el pueblo había recibi-
tido específico, y ->• yQappateúç. do la ley». En 8, 6: la mejor ôiaOqxq «estaba
2. vopoôiôáoxaX oç, que es un término asentada sobre mejores promesas». ThWNT
desconocido en el griego profano, aparece so­ IV, 1082s.
lo 3 veces en el NT: Lc 5, 17 (redaccional jun­
to a 3>aQiaaíoi); Hech 5, 34 para referirse a
vo^ odÉ T U Ç , OD, ó nomothetês legisla­
Gamalilel I (-» rapaJtif|X; cf., además, H.
dor*
Hübner: KuD 19 [1973] 228s) y 1 Tim 1, 7
Dícese de Dios en Sant 4, 12: «Uno es (el)
«para caracterizar a los falsos maestros de
Legislador y Juez». ThWNT IV, 1082.
orientación legalista, combatidos por el autor,
pero en sentido irônico», porque «no saben si-
quiera lo que es el vópoç» (Rengstorf). vó^OÇ, o v , ó nomos ley
H. Hübner 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
a) En el griego clásico y en el griego helenístico - b)
En la LXX - c) En el NT - 3. Uso sintáctico - 4. a) Je­
VO|ií^(OÇ nomimõs (adv.) según la ley, sus y los Sinópticos / Hechos - b) Pablo y la influen­
conforme a Ias regias* cia paulina - c) Juan.
En el NT se encuentra únicamente la forma
B ibl.: A. J. Bandstra, The L a w a n d the E lem ents o f
adverbial derivada dei adjetivo vóptpoç. En 2 lh e W orld, Kampen 1964; R. Banks, J e s u s a n d the
Tim 2, 5 no significa: «de conformidad con la L a w in the S yn o p tic T radition, Cambridge 1975; G.
ley dei AT», sino según los regias (en el mar­ Barth, D a s G esetzesverstãndnis des E vangelisten M t,
co de la imagen de la competición deportiva). en G. Bomkamm-G. Barh-H. J. Held, Ü berlieferung
un d A u sleg u n g im M t, Neukirehen-Vluyn ’1975, 54-
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419 vofxoç 420

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D evelo p m en t o f h is View o f the Law: NTS 33 (1987) escritos de Lucas 27 (9 + 18), en Juan 15, en
404-419; P. L. Redditt, T h e C o n c ep t o f Nomos in Efesios 1, en 1 Timoteo 2, en Hebreos 14 y en
F ourth M accabees: CBQ 45 (1983) 249-270; A. Sand,
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Sanders, P aul a n d P alestin ia n Judaism , London 1977, bre importantes cuestiones relativas a la ley, el
474-523; Id., P aul, th e L a w a n d the Jew ish P eople, término vóp,oç no aparece en este evangelio.
Philadelphia 1983; J. A. Sanders, Torah a n d P aul, en
F S D a h l, 132-140; Id., Torah a n d C hrist: Interp. 29 2. a) vó|xoç se deriva etimológicamente de
(1975) 372-390; J. Scharbert-J. Schmid-P. Blaser, en vépco, «asignar». Así que vópoç significa origi­
LThK rV, 815-822; P. Schãfer, D ie Torah in m essiani- nalmente lo «asignado». En Hesíodo, Op. 276ss,
sc h e rZ e it: ZNW 65 (1974) 27-42; H. SchMer, L a C ar­ vó|toç es «el orden asignado a un grupo de seres
ta a lo s G á la ta s, Salamanca 1975, 204-218; Id., vivos y que está en vigor entre ellos..., es decir, es
G rundzüge ein er p ln Theologie, Freiburg i. Br. 1978,
11-91. H. Schmid, G esetz u n d G nade im AT: Judaica
un objetivo que está por encima de ellos» (Heini-
25 (1969) 1-29; E. J. Schnabel, L a w a n d W isd o m fro m mann, 62). Por tanto, vópoç, en cuanto orden de
B en S ira to P a u l (WUNT 11/16), Tübingen 1985; N. vida, se entendia como los mores vigentes. La ci-
Schneider, D ie rhetorische E ig e n a rt d e r p ln A ntithese, vilización griega, que se comprendía a sf misma a
Tübingen 1970, 95-100, 125; H.-J. Schoeps, P aulus, partir de la polis, pensaba que esa polis estaba
Darmstadt 1972, 174-230; Id., Jesu s u n d da s jü d . G e­ asegurada en su respectivo vópoç, en la ley de la
setz, en Id., A u s friih ch ristl. Z eit, Tübingen 1950, 212- ciudad-estado, tanto más que se creia que todas
220; W. Schrage, D ie ko n kreten E in zelg eb o te in der Ias leyes recibian su esencia de una ley divina
p ln P a rã n ese, Gütersloh 1961, 109, 228-238; Schulz, (Heráclito Frgm 114: ... lOxuçíÇeod-ai xqt)... vo­
Q, 94-141; H. Schürmann, «D as G esetz des C hristus» ltei» jróXiç... TQBtpovTai yÒQ Jtávrsç ol àv& Q W -
G a l 6, 2, en F S S ch n a cken b u rg , 282-300; G. Schu- JteiOL vópoL ÚJtò évòç toii ■0-eíou). Durante el si-
nack, D a s h erm eneutische P roblem des Todes, Tübin­ glo V a.C., con la formación de la democracia
gen 1967, 101-233; A. F. Segai, Torah an d nomos in griega, el vó|toç se convirtió en la ley escrita de
recent sch o la rly D iscussion: Stud. Rei. 13 (1984) 19-
la polis-, claro que es probable que «aun el vó|toç
27; H. Simonsen, D ie A u ffa ssu n g vom G esetz im M at-
thãusevangelium : StNTU 2 (1977) 44-67; R. Smend-
escrito se considerara en la polis como expresión
U. Luz, G esetz (Kohlhammer Taschenbücher 1015, de la voluntad de la deidad que regia la ciudad»
Bibl. Konfrotatíonen), Stuttgart 1981; G. Strecker, B e- (Kleinknecht, 1018).
fr e iu n g u n d R e c h tfe rtig u n g , en F S K d sem a n n , 479- Entonces el concepto dei vópoç se desarrolla
508; Id., D e r Weg d e r G erechtigkeit, Gõttingen ^1971, caracteristicamente en dos direcciones diferentes.
130-147; P. Stuhlmacher, G e re ch tig ke it G o ttes b ei Los sofistas griegos analizaron los vó|toi y vie-
P a u lu s, Gõttingen ^1966, 91-101; Id., «D as E nde des ron en ellos la expresión de Ias más equivocadas
G esetzes». Ü ber U rsprung u n d A n sa tz d e r p ln T heolo­ opiniones de la mayoria. Por el contrario, el vó-
gie: ZThK 67 (1970) 14-39; Id., D a s G esetz a is Them a [toç fue siendo considerado cada vez más como
bibl. Theologie: ZThK 75 (1978) 251-280; F. Thiel- la ley universal, especialmente por los estoicos.
man, The C oherence o f PauVs View o f the Law : The Mientras que Dustración griega establecia una se-
E vid en ce o f F ir s t C orinthians: NTS 38 (1992) 235-
paración entre la qjúoiç y el vó|toç, vemos que
253; P. I. Tomson, P a u l a n d the Jew ish L aw : H alakha
in the L etters o f the A p o stle to the G entiles (Compen-
los estoicos decfan: qnjOEi E iv a i tòv vó(tov
dia rerum ludaicarum ad Novum Testamentum lH/1), (vAmim, Fragmenta III, 76, n.° 308); ó vójtoç
Assen 1990; Ph. Vielhauer, G esetzesd ien st un d Stoi- jrávTcov èoü paadeüç ■Oeícnv te xai avOgamí-
c h e ia d ie n st im G a l, en F S K d sem a n n , 543-555; H. veov Jigavitárov {ibid. EI, 77 n.° 314).
Weder, G esetz u n d Sünde. G edanken zu einem qualita- También Filón, siguiendo la tradición estoica,
tiven S prung im D en ken d es Paulus: NTS 31 (1985) entendia el v ó p o ç como una ley universal:... 5 ôe
357-376; St. Westerholm, Jesus a n d S crib a l A uth o rity, ó x ó o |to ç ... ( tiã X Q Õ tai jioXixEÍçt x a i vóitq) éví.
423 vojioç 424

Xójoç ôá èoTi qpxiaECOÇjtgoOTaTixóç (Jos II, 46; ^Los traductores alejandrinos dei AT enten-
cf. también ó tfjç (piiaecaç vó|xoç Abr 135). A Fi- dieron la Torá en sentido «legalista» al traducir
lón le interesa principalmente la armonía entre la tôrâ por vópoç? Según Gutbrod, llegó así a ven­
ley dei AT (->■b) y el orden dei mundo (Gutbrod, cer y dominar por completo el matiz de «ley» que
1045; Monsengwo, 193). en tiempos posteriores predomina en la Torá
En el helenismo, al soberano se le consideraba (ThWNT rv, 1040). Con más vigor todavia lo ex-
como la epifanía de Dios y, por tanto, como el presa J. Schmid: La elección dei término vóp,oç
vóp,oç 8^111)^X05 de la ley universal eterna (por atestigua el cambio que se produjo en el concepto
ejemplo, Musonio Rufo p37.2ss). En tiempos dei de la tôrâ\ este concepto se restringe sólo a aque-
NT, el significado de vóp,05 se restringia general­ 11a parte de la revelación que contiene Ias exigên­
mente al de «ley». cias que Dios hace al hombre (LThK IV, 818).
Monsengwo se vuelve enérgicamente contra esta
b) En la cuestión sobre como hay que traducir interpretación: «... nomos significa... no ya ‘Ley’,
vó(i05 en el NT, no debemos recurrir en primera en el sentido legalista y jurídico dei griego clási-
instancia a la comprensión interna dei AT acerca co, sino más bien ‘Instrucción, Ensenanza, Doctri-
de la tôrâ. Sino que habrá que tener en cuenta, na’, según el sentido original de su correspondien-
antes que nada, el desplazamiento semântico que te hebreo tôrâ...» (138, refiriéndose al Deuterono­
hubo al pasar de tôrâ a vópoç (de unos 220 casos mio). Pero el citado especialista se excede al in­
en que aparece el término tôrâ en el AT hebreo, la terpretar, por ejemplo, vop.ofl8Této en Dt 17, 10
LXX lo traduce en unos 200 casos por vópoq; en por «instruir, ensenar», basándose en la traduc-
total vóp,og aparece en la LXX unas 430 veces). ción, (indudablemente) más tardia, de los salmos
Hay que tener en cuenta en todo esto que tôrâ (131ss). Según Monsengwo, vóp.os en la LXX de-
en el AT ofrece un amplio espectro de significa­ biera traducirse por «instrucción/ensenanza», más
dos: 1) la instrucción dada por el sacerdote a per- aún, por «revelación» (203). Pero, si así fuera, los
sonas, casi siempre sobre cuestiones de lo que es traductores de la LXX se habrían alejado por
puro y lo que es impuro, 2) preceptoss particula­ completo dei sentido contemporâneo de vópog.
res de la ley dei pacto dada en el Sinai, sobre to­ Por tanto, vóitog en la LXX habrá que tradu-
do de Índole cultuai en el Código Sacerdotal, 3) cirlo casi siempre por «ley». Sin embargo, queda
la ley dei pacto considerada en su totalidad (aun- aún por averiguar si vópoç, en la LXX, implica, y
que sólo por primera vez en el Deuteronomio). La en qué sentido, un pensamiento «legalista». En
Torá, en el sentido de la totalidad-de la ley, debe todo caso, es sorprendente que la LXX traduzca
entenderse -partiendo de la autocomprensión de casi exclusivamente el plural tôrôt por el singular
Israel- como la exigencia de Dios que libero a su vópoç; en cambio, el plural vófioi se encuentra
pueblo de la esclavitud de Egipto y concerto con sólo muy raras veces, por ejemplo, en 2 Esd 19,
él su pacto (-> ÔLadr|5tq 2); la Torá es, por tanto, 13 para referirse a Ias leyes dei Sinai. Por el con­
la «ley» o la «instrucción» dada al Israel que se trario, el plural en Prov 1, 8 (Sin A; B: Jtaiôeíav)
encuentra ya dentro dei pacto. En modo alguno, es traducción dei singular müsãr para referirse a
la salvación se consigne sólo mediante la obser­ la «instrucción» dada por el padre; en 6, 20, en el
vância de los preceptos de la Torá. Por tanto, des­ mismo sentido, es traducción dei plural /niswóí.
de su origen, la Torá no se entendió en sentido La mayoría de los testimonios dei plural vóp,oi se
«legalista». El hecho de que se tradujera el térmi­ encuentran en textos redactados originalmente en
no hebreo por «ley» (y no por «instrucción») no griego (C. Habicht, en JSHRZI, 193) dei übro se­
implica necesariamente que se entendiese la Torá gundo de Macabeos, pero el singular vópoç se
en sentido «legalista». encuentra en Ias cartas dei libro segundo de Ma­
Se discute si, en el trascurso de los tiempos que cabeos (por ejemplo, 1, 4; 2, 2s) que se derivan de
siguieron al destierro, van apareciendo en Hbros originales hebreos o arameos (Habich 199ss). Es
bíblicos los primeros comienzos de una determi­ sorprendente la traducción dei singular tôratí (Jer
nada comprensión legalista de la Torá (así, pien- 31, 33) por vó|ioç p,on (Jer 38, 33 LXX; por lo
sa, por ejemplo Noth, 103-123, especialmente demás, con excepción de 38, 36, donde oí vóp,OL
114; «‘La ley’ se convirtió en una entidad absolu­ es traducción de haliuqqim, vemos que en Jere­
ta con una vigência que se entendia sin preceden­ mias LXX aparece sólo el singular vó(toç; 8 ve­
tes y que quedaba al margen dei tiempo y de la ces). ^Querrá establecerse aqui una diferencia en­
historia»; cf. p. 119; en cambio, von Rad, Teolo­ tre los vópot dei nuevo pacto y la antigua Torá?
gia n , 523-525 es más prudente en sus afirmacio-
nes; más contundente lo es Kraus, Freude\ Id., c) En el NT, principalmente por influencia
Gesetzesverstandnis', críticamente en contra de de la LXX, vópoç debe traducirse por ley.
Kraus: Hübner: KuD 22, 261-164. Casi siempre se piensa en la ley mosaica y.
425 VOJiOÇ 426

por cierto, considerada en conjunto, a menudo la LXX. Mencionemos tan sólo: x ax à (xòv)
en su carácter de exigencia y, por tanto, como vópov (Mroiioémç / xoü xuqíou), principal­
determinante de juicio (por ejemplo, Rom 2, mente en Lucas (Lc 2, 22, 39; cf. también 2,
12ss). En el NT no se usa vópoç como ins- 24.27; Hech 22, 12; 23, 3; 24, 14) y en He-
trucción dei sacerdote o dei padre, y no se usa breos (7, 5.16; 8, 4; 9, 19.22; 10, 8); aparece
siquiera para referirse a un precepto particularen la LXX, por ejemplo, en Núm 9, 3; Dt 17,
de la Torá (incluso en Rom 7, 7 vópoç signi­ 11; 24, 8: Kaxà jtávxa xòv vópov. La expre­
fica toda la Torá; para referirse a un manda- sión èv (xtõ) vóptp (Moüoémç) (YÉYQOtmai)
miento concreto se habla de -»■ evToX,r|). La aparece en Mateo, Lucas/Hechos, Juan y Pa­
idea, típica principalmente de Qumrán, de la blo (por ejemplo, Mt 12, 5; Lc 2, 23; 10, 26;
conexión interna entre el orden cósmico y la Jn 8, 17; 1 Cor 9, 9); aparece en la LXX, por
ley mosaica (Limbeck, Ordnung, 134-182, es­ ejemplo, en Jos 9, 2; 2 Crón 23, 18 (A^ B). -
pecialmente 181; cf. también Hengel, Juden- Por el contrario, es específicamente paulina la
tum, 422-442) no desempena ningún papel en expresión è^ eqyojv vópou como fórmula po­
elNT. lêmica (únicamente en Gál 2, 16; 3, 2.5.10;
La expresión (ó) vópoç u a i (oí) UQOtpfjxaiRom 3, 20.27s; 9, 32) y, como tal, no tiene ló­
se usa como expresión sinônima de -»• JQO.- gicamente paralelos en la LXX.
cpij; así en Rom 3, 21; Lc 24, 44 (+ >tal tjjaX,- También una serie de verbos que tienen
poiç); Hech 24, 14; 28, 23 (pero en 13, 15 se vó|iov como objeto en acusativo, son comu-
refiere a la lectura, determinada en cada oca- nes a la LXX y al NT; por ejemplo, vópov
sión, de una porción de la Torá y de los profe­ qpukáõaro: 4 Re 17, 13; Sal 118 (LXX), 55.
tas); Jn 1, 45; ahora bien, la expresión èv x ç 57.136; Sab 6, 4 y passinv, Gál 6, 13; Hech 7,
vópcp puede equivaler también sencillamente 53; 21, 24; cf. Rom 2, 26; JtotÉw xòv vópov:
a «en la Escritura»: Rom 3, 19; 1 Cor 14, 21; 1 Crón 22, 12; 2 Crón 14, 4; 2 Esd 19, 34; cf.
Jn 10, 34; 15, 25 (cf. 12, 34). «La ley y los la expresión típica dei Deuteronomio jtoiÉco
profetas», en Lc 16, 16, significa la época jtávxaç xoüç Xóyouç (jtávxa xà çfipaxa)
hasta el Bautista (en Mt 11, 13 se invierte el xoü vópou xoúxou: 29, 29; 31,12; 32, 46; cf.
orden de la fórmula; cf. además ->• 4.a). En también Núm 5, 30; 9, 3; Est 1, 13; Jn 7, 19;
Mateo esta expresión idiomática adquiere en Gál 5, 3; cf. también Rom 2, 14. La expresión
la mayoría de los casos el matiz de «la ley JtkriQÓco xòv vópov u otras por el estilo: Mt
juntamente con su interpretación por los pro­ 5, 17; Gál 5, 14 (cf. 6, 2); Rom 13, 8, no se
fetas»: Mt 5, 17; 7, 12; 22, 40. Tanto «la /ey» encuentra en la LXX, pero sí la expresión afín
como «la ley y los profetas» y la expresión TtXtiQCOÜ-fívai kÓYOv xupíou, 2 Crón 36, 21;
tripartita que se encuentra en Lc 24, 44, para cf. 3 Re 1, 14 ó JtXqQayOfjvai (xò) Qtjpa
referirse a todo el AT, son también expresio- tcugíou, 3 Re 2, 27; 2 Crón 36, 22; cf. 3 Esd
nes que aparecen en el judaísmo (2 Mac 15, 9; 1,54.
cf. TestLev 16, 2). En el NT, vófioç aparece como sujeto el do-
Se discute si Pablo, en algunos pasajes, em- ble de veces (unas 30 veces) que en la LXX.
plea vópoç en el sentido de «principio / orden Mientras que en la LXX esta construcción
de la salvación» o algo por el estilo (-»• 4.b).sintática dificilmente tendrá relevância teoló­
gica (exceptuados los pasajes de Is 2, 3 / Miq
3. En el NT vópoç aparece en casi todas 4, 2; Bar 4, 1), vemos que en el NT, principal­
Ias construcciones sintácticas posibles. Más mente en Pablo, vópoç tiene como sujeto una
de la mitad de todos los testimonios dei tér­ importância decisiva, cuando el predicado tie­
mino se encuentran en frases preposicionales, ne carácter verbal: «La ley produce la cólera
si incluimos los ejemplos en que (xoü) vópou (de Dios)», Rom 4, 15; la ley «se introdujo»,
aparece como genitivo atributivo en frases 5,20; «se ensenorea (xuQieÜEt) sobre el hom-
preposicionales. Aqui es clara la influencia de bre», 7, 1; «la ley dei Espíritu de vida te ha li-
427 VO|XOÇ 428

berado (f|)i£'U'&ÉQa)OEv)», 8, 2. El que la ley 3), y no la Torá, es para Jesús el principio de­
«hable» (-> Xéya 3), una expresión que se en- cisivo de su acción.
cuentra en Rom 3, 19; 7, 7; 1 Cor 14, 34, se Indudablemente, la comprensión que Jesús
halla también en la LXX (4 Mac 2, 5; 2, 6) tiene de Dios se manifiesta en su interpreta-
como paralelo de Rom 7, 7), pero no es en la ción de laTorá (Hübner, Synopt. Tr, 152-154:
LXX una expresión estereotipada. la lucha de Jesús contra la casuística farisaica,
la cual, ciertamente, no era la nota caracterís­
4. a) Si prescindimos de la «sentencia de tica dei judaísmo contemporâneo, pero indu­
los que toman por la fuerza» (Lc 16, 16 par. dablemente se practicaba también entonces).
Mt 11, 12s), que dificilmente se podrá recons­ Como senala Bomkamm, la estrecha cone-
truir en su tenor original, no poseemos de Je­ xión entre la interpretación que da Jesús de la
sus ninguna sentencia autêntica en la que apa- ley y su crítica de la ley se acentúa por su
rezca vópoç. Es bastante probable que en la mensaje acerca de la cercania dei reino de
«sentencia de los que toman por la fuerza» se Dios (Câmbios en la comprensión de la ley,
contemple retrospectivamente la época, ya 350).
terminada, de la ley y de los profetas (W. G. En Marcos vemos que en 7, 15 se deja sin
Kümmel, Verheifiung und Erfüllung, Zürich vigor el capítulo 11 dei Levítico, pero sin que
^1956, 114-117; Kâsemann, Ensayos, 231s). se mencione como tal el tema de la ley (cf.
Pero precisamente por eso se discute su histo- también Mc 10, 2-12: Dt 24, 1 no tiene ya va-
ricidad (Schulz 261-261 \ creen que es autênti­ lidez). Pero los escritos de Mateo y los de Lu­
ca: Kümmel; Kâsemann; Hübner, Synopt. Tr., cas estudian el tema de la ley en forma muy
62 y 227; cree que probablemente es autênti­ diferente.
ca: Merklein, 90); sin embargo. Ias razones en La cuestión acerca de la ley en el pensa-
contra de la autenticidad no serían válidas, si miento teológico de Mateo no ha dejado de
se sostiene que Jesus era consciente de Ias discutirse. Sin embargo, en puntos importan­
consecuencias de su abrogación parcial de la tes se ha Uegado a un acuerdo: 1) Se admite
Torá. que la ley es muy importante para Mateo, por­
Las sentencias que enuncian tal abrogación, que vópoç aparece únicamente en las compo-
no contienen el concepto de vópoç, por ejem- siciones dei redactor (5, 17 [^parcialmente?];
plo, Mc 7, 15 (sentencia autêntica: Hübner, 12, 5; 22, 40) y en versículos refundidos o
Synopt. Tr, 157-175. Sin embargo, R. Pesch, completados radaccionalmente (5, 18; 11, 13;
Das Markusevangelium, I [HThK] 377-384, y 22, 36; 23, 23); 2) Mt 5, 17-20 es «el enun­
Westerholm 82 no entienden la sentencia co­ ciado programático más importante acerca de
mo abrogación explícita de Lev 11; en contra la Ley que se halla en Mateo» (Meier, 164);
de la impugnación que Berger, 461ss hace de 3) Hay, al menos a primera vista, una tensión
la autenticidad, cf. Hübner: NTS 22). Al mis- entre la abrogación de contenidos de la Torá
mo tiempo, cuando Jesús veia expresada la en el Sermón de la Montana (en todo caso en
voluntad de Dios en los preceptos de la Torá, 5, 33ss y 5, 38ss) y el texto de 5, 18.
principalmente en los mandamientos dei De- Con Strecker (Weg, 146s) habrá que consi­
cálogo (Mc 7, 9-13 [autêntico: Künunerl, Je­ derar esas modificaciones y, por tanto, esa
sus, 29; Hübner, Synopt. Tr, 146-155; Pesch, crítica dei tenor literal de la ley dei AT como
Das Markusevangelium I, 368-377]; Mt 5, una realización dei cumplimiento de la ley (y
21ss.27ss), Jesús intensificaba y radicalizaba de los profetas que interpretaron la ley), Mt 5,
tales preceptos. Esta concreta abrogación e 17 (-^^ 2; itXqQÓm). Pero no habría que de-
intensificación de la Torá no puede clasificar- ducir de ahí que Mateo era un cristiano gentil
se como «no esencial» (en contra de Braun II, (en contra de Strecker y Meier). Por lo demás,
5 nota 2; 7ss). Con Merklein (105) hay que Mt 5, 43-48 (el amor a los enemigos, que va
mantener que el reino de Dios (-»■ PaoiXeíxi •más allá dei amor al prójimo, como cumpli-
429 VO(i.OÇ 430

miento de la ley) no está equilibrado con 22, 22s.27.39. La «sentencia de los que toman
34-40 (el amor de Dios y el amor al prójimo por la fuerza», recogida de Q, se halla tan re-
como puntos centrales de la ley). fundida en 16,16, que htista que llegó el Bau-
tista existieron «sólo» «la ley y los profetas»,
El problema es, además, saber hasta qué ins­ pero desde entonces existe «también» la pre-
tante en el tiempo no deberá pasar -según 5 ,18d- dicación dei reino (H. Conzelmann, El centro
ni una iota ni una tilde. Davies, por ejemplo, dei tiempo, Madrid 1974, 44; cf. también
piensa que 5, 18d (ewç âv itávxa yÉvt]tol) se re-
fiere «únicamente hasta el momento en que la 4.a). Está en consonância con ello el hecho de
muerte de Jesús inaugure finalmente el Nuevo que Lucas, en 16, 15, evite conscientemente
Pacto» {Setting, 334: entendidas estas palabras incluir el texto de Mc 7, 1-23 con su invalida-
como palabras autenticas de Jesús). Parece muy ción dei capítulo 11 dei Levítico.
tentadora en principio la solución propuesta por La abrogación de contenidos de la Torá se
Meier: 5, 18d significa «hasta que sucedan todas traslada, más bien, al tiempo de la Iglesia, es
Ias cosas que se han profetizado» (164). Mateo
habría adaptado a su «economia» de la historia de decir, se expone en el bbro de Hechos. Y, así,
la salvación unas palabras originalmente riguro- la anulación de Ias leyes cultuales relativas a
sas sobre Ia validez eterna de la Torá (65). Luego, los alimentos se efectúa en Hech 10-11: Dios
Mt 28, 19 habría sido la norma para los discípu­ declaro puros (èxa^áQiOEV [jaoristo!]) a los
los; lo que Jesús les había mandado en sus pala­ alimentos impuros, 10,15; pero sin que en to­
bras (65 y 164s). Apesar de que estudia detenida- do ello se escuche la palabra vópoç (Hübner,
mente Mt 24, 34, Meier valora muy poco que
aqui, en 24, 34, se piensa en los acontecimientos Synopt. Tr., 189-191). En el sínodo que se
escatológicos dei fin (Hübner, Synopt. Tr., 18s). reunió para tratar sobre la misión entre los
y, así, se excede en la interpretación que da de Mt gentiles, en Hech 15, los cristianos gentiles
18, 16-20; Después de la resurrección de Jesús, quedaron exentos de la obligación de circun-
«el exaltado Hijo dei hombre viene en parusía cidarse «conforme a la costumbre de Moi­
proléptica a proclamar una misión universal» sés», xrô E^Ei tõ) McoúoÉüoç (e^ oç aqui es
(165). Merklein, en 5, 18, entiende vópoç como casi sinônimo de vóp.oç), 15, 1; cf. 15, 5. Pe­
la Torá escatológica o interpretada jesuánicamen-
te (94). Es difícil decir si puede encontrarse una ro siguen estando en vigor Ias decisiones dei
interpretación plenamente convincente de 5, 18, denominado «decreto apostólico», 15, 20s.
que sea capaz de armonizarse con aquella invali- 28s: la prohibición de comer la carne sacrifi­
dación de preceptos de la Torá de la que se habla cada a los ídolos, la sangre y lo estrangulado,
en Ias antítesis. En todo caso, 5, 17, como obra y el mandaraiento de abstenerse de la fomica-
dei redactor, interpreta el v. 18, el cual al menos ción JtogvEÍa). Todo la composición es
en su sustancia demuestra proceder de la tradi-
ción (Q). Banks (204-213) defiende a su vez la claramente lucana: supresión paulatina, aun-
autenticidad de 5, 17. Pero, a lo sumo, lo que él que sólo sea parcial, de la ley, después de
es capaz de demostrar es que 5, 17 contiene posi- Pentecostés. Por más que en el fondo subsiste
blemente elementos de la tradición. la autoridad de la ley (15,21), se concede una
liberación parcial de ella, a fin de suprimir
En Lucas la ley se contempla desde dos cargas insoportables (v. 10). Vemos así que la
puntos de vista; 1) En la ley, lo mismo que en abrogación —al menos—parcial de la Torá, en
los profetas y en los salmos, está escrito lo Hech 15, se debe más a un pragmatismo de
que debía curaplirse: la muerte y la resurrec­ política eclesial que a una reflexión teológica.
ción de Jesús, 2 4 ,44ss; cf. 24,27; cf. también
Hech 24, 14; 28, 23; 2) La vida de Jesús se b) La presentación de Ias afirmaciones de Pa-
halla bajo la ley. Así como ya en Lc 1, 6 los blo acerca de la ley no se puede separar de los as­
pectos biográficos de la vida de Pablo. Así que el
padres dei B autista cumplían irreprochable- tema de «Pablo y la ley» habrá que estudiarlo en
mente todos los mandamientos y preceptos dos planos, el de su biografia, que se reconstruye
dei Senor, así también el comienzo de la vida principahnente a base de sus cartas, y el de Ias
de Jesús se realiza ya n a xà tòv vópov, 2, afirmaciones sobre el vópoç en Ias cartas pauli-
431 VOJIOÇ 432

nas, especialmente en Gálatas y en Romanos. la justificación, ya que la Carta primera a los


Ahora bien, ambos planos -en la exposición- no Tesalonicenses no expone todavia la proble­
podrán separarse el uno dei otro. mática de la ley; cf., a propósito, Hübner:
NTS 26, 454ss).
Pablo, antes de su vocación para ser el En el sínodo que se reunió para tratar sobre
apóstol de los gentiles, era «fariseo en lo que la misión entre los gentiles, Pablo logra impo-
respecta a la ley, ... irreprochable en cuanto a ner la liberación de los gentiles convertidos,
la justicia» (Flp 3, 5s), «celoso en grado ex­ que se verán exentos de la obligación de cir-
tremo de Ias tradiciones de los padres» (Gál 1, cuncidarse y, seguramente también, de la
14), es decir, de ia ley escrita y de Ias inter- obligación de observar Ias prescripciones ju ­
pretaciones orales de los fariseos. Guando, en dias con respecto a los alimentos (Gál 2, Iss).
calidad de tal, perseguia a la Iglesia (Gál 1, Como vemos por la argumentación que se ex­
13; 1 Cor 15, 9; Flp 3, 6), habrá que decir que pone en Gálatas, Pablo entiende esa libera­
la perseguia -o , más exactamente, a Ias co­ ción como libertad que por principio se tiene
munidades cristianas judeo-helenísticas de de la ley (Hübner, Gesetz bei Paulus, 21-25.
Damasco (i,y sus alrededores?)- por la conde- 53-58). Porque él considera la circuncisión
nable libertad (a los ojos de los judios) que como una obligación que se contrae de obser­
esas personas se tomaban con respecto a la var totalmente la Torá (ôXov xòv vóftov
ley. El hecho de que el grupo de Jerusalén jtoifíaaL, Gál 5, 3). Y, puesto que nadie es ca­
reunido en tomo a Esteban (Hech 6) practica- paz de observar toda la ley (Gál 3, 10, cita de
ra de alguna manera la critica de la ley y la li­ Dt 27, 26 LXX), esto conduce necesariamen-
bertad con respecto a la ley (E. Haenchen, Die te a que la persona se separe de Cristo y caiga
Apostelgeschichte^ [KEK], 253ss; G. Schnei- de la grada. La función de la ley, que fue da­
der, Die Apostelgeschichte I [HThK], 406ss, da por ángeles (seguramente por seres demo­
417SS [bibl.]; M. Hengel: NTS 18 [1971- níacos: a Dios se le deja aparte dei acto de dar
1972] 15-38; ZThK 71 [1975] 151-206)-esos la ley) y que estaba limitada en el tiempo, es
helenistas debieron de avanzar más decidi­ la de provocar actos pecaminosos (3, 19s) y,
damente que los Doce por la llnea marcada por tanto, la de situar a todos bajo el poder dei
por Jesús (H. Conzelmann, Die Apostelge- pecado (ún;ò ápaQXÍav, 3, 22). Por este mo­
schichte^ [HNT], 43; en contra Müller, 167)-, tivo, Pablo pone vtiò vójxov (3, 23; 4, 4s) en
es un hecho que resulta evidente por los car­ paralelo con vkò ápaQxíav (3,22), íutò Jtai-
gos lanzados contra Esteban, a quien acu- ò a y w y ó \ (3, 25), xmò èjttxQÓJtouç x a i ol-
saban de hablar contra el templo y contra la xovópouç (4, 2) y úxò x à oxoiXEta xoü
ley (jta tà toü vópon, Hech 6, 13), y por el xóopou (4, 3).
discurso de Esteban en 7, 2-52 (critica dei
templo). «La crítica contra la ley y el templo La objeción de que para la interpretación de los
se halla íntimamente relacionada con el ‘en­ ángeles ( ^ àyyekoç 2) como legisladores demo­
tusiasmo’ de los helenistas» (Hengel: ZThK níacos malévolos no hay paralelo en la historia de
Ias religiones (F. T. Fallon: CBQ 41 [1979] 652),
72, 195). a no ser prescindiendo de los gnósticos (Pageis,
La vocación de Pablo como apóstol de los 107), dice bien poco, porque tampoco hay parale­
gentiles implica, pues, un abandono dei tigo- lo de la ausência de Dios, indiscutiblemente ex-
rismo que él había mantenido hasta entonces puesta en Gál 3, 19s, dei acto de la legislación.
en lo tocante a la Torá, y una afirmación cons­ Por eso, la tríada «ley por medio de ángeles -au­
ciente de la libertad con respecto a la ley sência de Dios- inferioridad de la ley» necesita
practicada por esos helenistas (piensa de ma­ una explicación sacada de la estractura argumen-
tativa de Gálatas. En cuanto a la presencia de án­
nera distinta Strecker, Befreiung, 480s; Por geles en la legislación, en un sentido positivo, cf.
primera vez en la Carta a los Gálatas, Pablo Dt 33, 2 LXX (en contra dei TM); sobre Ias con-
reflexiona sobre el significado de la ley y de cepciones rabínicas, cf. Billerbeck III, 554ss.
433 VOflOÇ 434

La traducción de ó Jiãç vófxoç (Gál 5, 14) miento de la ley, que originalmente fue f| èv-
debe tener en cuenta su diferencia de conteni- ToXf) 'q ELÇ ÇtOTÍv, produzca ahora la muerte
do con respecto a 5Xov xòv vóirov jtoifiaai (7,10), es culpa únicamente dei poder dei pe­
(5, 3); porque esta última frase afirma preci­ cado. Se echa también de menos la argumen­
samente que no es posible cumplir toda la ley, tación a base de la denominada totalidad de la
mientras que en la primera frase (5, 14) la ley ley; en 13, 8-10 es el amor el cumplimiento
se cumple en el solo mandamiento dei amor y, de la ley, que ahora es finalmente la ley mo­
en consecuencia, es algo que se debe cumplir. saica; todos y cada uno de los mandamientos
Por esta razón, ó jtõç vópoç no puede tener se cumplen en el mandamiento dei amor.
un sentido idêntico al de õX,oç ó vópoç. En 5,
14 podría haber una observación de carácter Se discute cómo hay que interpretar la expre-
sión vópoç jtíateooç, en Rom 3, 27. ^Significará
irônico y crítico, tanto más que el Jtãç atribu- -en sentido figurado- «norma» (Bultmann, Teo­
tivo expresa de ordinário lo opuesto a una logia, 315), «orden nuevo» que se contrapone al
pluralidad, pero aqui expresa lo opuesto a un orden de la Torá (E. BCasemann, An die Rõmer*
solo mandamiento: èv svl Xóycp (Hübner: [HN.T], 96), o significará la «Torá» misma, pero
KuD 21; Gesetz bei Paulus, 37-39). Se esta- contemplada desde un determinado punto de vis­
blece así un contraste entre toda la ley de ta (Friedrich 120: la ley que atestigua la justicia
de la fe, Rom 3, 21; de la misma manera se ex­
Moisés y la denominada toda la ley dei cris-
presa Lohse 281)? En favor de la comprensión de
tiano: cf. también 6, 2; vópoç toi3 X pioton. vópoç JtíoxEcaç como Torá habla el hecho de que
La polêmica de Gálatas contra la ley mosai­ la «ley de Ias obras» (3, 27) pudiera significar
ca con su enunciado teológico decisivo de que aquella visión de la Torá en la cual no se excluya
nadie es justificado eqyoov vópou (2, 17), el gloriarse (Hübner, Gesetz bei Paulus, 95s), y,
corresponde al enunciado positivo de la justi- por tanto, vópoç Jtíaxecuç significaria la visión
ficación por la fe y acerca dei amor que posee opuesta a ella. vópov loxávopEV (3, 31) quiere
decir entonces que hay que dejar que la ley sea lo
en la fe su «energia» por ser el fruto dei Espí- que ella pretende ser; como la ley atestigua acer­
ritu (5, 6.22). ca de si misma en la prueba de Escritura dei capí­
tulo 4, eso consiste en ser: ley de Ia fe, no de Ias
Tan sólo cuando se tiene en cuenta que Pa- obras. De manera análoga hay que interpretar lo
blo formula también en Romanos su enuncia­ de ó vópoç xoü jrveúpatoç xqç ttofjç (8, 2).
do teológico fundamental acerca de la justifi- Mientras que lo de xéloç vópou X q lo x ó ç , en
cación, no por Ias obras de la ley, sino única­ Rom 10, 4, pudiera significar para Gálatas «Cris­
mente por la fe (Rom 3, 20-22.28), se llega a to es el final absoluto de la ley», vemos que para
Romanos significa: Cristo es el final dei abuso
ver claramente la importância dei concepto de sárquico [o carnal] de la ley.
vópoç, que ahora se ha modificado. La cons­
tante entre Gálatas y Romanos es la doctrina Hebreos modifica caprichosamente la idea
de la justificación; la variable, el concepto de paulina dei final de la ley. vópoç aparece úni-
la ley. En Romanos se encuentran enunciados Ccunente en los capítulos 7-10 y, por cierto, de
que habrían sido imposibles según el carácter manera casi exclusiva como la ley que regla-
de la argumentación en Gálatas: la ley es san­ menta el sacerdócio dei AT (una excepción es
ta; su mandamiento es santo, justo y bueno (7, 10, 28). Lo que es x ax à (xòv) vópov (7, 5.
12). Es espiritual (jtveupaxLxóç 7, 14) y se 16; 8, 4; 9,19.22; 10, 8) no es ya válido; por­
baila, por tanto, dei lado de Dios. Incluso la que Crista, como el sumo sacerdote eterno, es
circuncisión no se contempla ya únicamente el final de la ley dei sacerdócio dei AT. He­
en su faceta negativa (2, 25ss; 3, Is; 4, lOss). breos habla expresamente acerca de la àfré-
No se habla ya de la ley dada por ángeles, que xqoiç («abolición») dei pasado mandamiento,
provocará actos pecaminosos; ahora es fun- porque era débil e inútil (7, 18; cf. 10, 9). La
ción de la ley que el pecado se baga conscien­ ley es débil, porque los sacrificios ordenados
te (3, 20; 7, 7). El hecho de que el manda­ por ella no obran más que la purificación de
435 VOflOÇ 436

la came, pero en cambio la sangre de Cristo cepto implica no sólo elementos de continui-
purifica de obras muertas nuestra conciencia dad sino también de discontinuidad. Así como
(9, lla a ; 10, 4). El nuevo pacto sucede defini­ Juan habla dei cumplimiento de la Escritura
tivamente al antiguo ôia§r|>íT| 4.c), en él (->• YQCiqpf| 4.d), así también habla dei cumpli­
(según Jer 38, 33 LXX) Dios pone sus leyes miento de la palabra escrita en la ley (15, 25),
en los corazones (8, 10; 10, 16). Ahora bien, en lo cual se hace referencia, desde luego, a la
estas leyes no se identifican ya con la ley cul­ palabra de un salmo (15, 25). Por consiguien-
tuai dei antiguo pacto. Hasta qué punto se te, vópoç puede significar todo el AT; cf. tam­
identifican, por su contenido, con los precep- bién 10, 34; 12, 34. Poco después que el Jesús
tos morales de la ley mosaica, es algo sobre lo joánico exhortara a los judios a estudiar la Es­
que no se reflexiona. El aspecto positivo de la critura, porque ésta da testimonio de él (5,
ley dei AT se muestra en que fue siempre ley 39), Jesús dice que Moisés acusa a los judios
de Dios y poseía, a pesar de todo, una sombra que no creen: porque Moisés escribió sobre él
de los bienes futuros (10, 1). Hebreos, al des- (5, 45s). Ahora bien, Moisés representa a la
cribir a Cristo basándose en Ias ideas cultua- ley en sentido estricto (7, 23). A pesar de esta
les dei sacerdócio dei AT, rompió radicalmen­ función, casi completamente igual, de la Es­
te con Ias categorias cultuales. critura y de la ley, que consiste en dar testi­
También Santiago podría hallarse bajo la monio de Jesús, vemos que Jesús dice a los
influencia histórica de Pablo. Pero, sorpren- judios: «vuestraley» (8, 17; 10, 34; cf. 15, 25:
dentemente, en su polêmica contra un pauli- «la ley de ellos»), como si no fuera la ley de
nismo mal entendido (2, 14ss), no emplea el Jesús ni de los que creen en él. Aqui habrá
concepto de vófxoç. Se réfiere al vófrov té- que tener en cuenta el uso tipicamente joánico
Àetov TÒv Ttiç èA.enflEQÍaç (1, 25; cf. 2, 12), dei malentendido: los judios, como increyen-
que ciertamente no se identifica sin más con tes y, por tanto, como obcecados, no entien-
la ley dei AT (Gutbrod 1074 lo diferencia den su propia ley. Y, así, la ley es finalmente
conscientemente de ella). Sin embargo, como para ellos el medio para dcir muerte a Jesús,
vópoç paotXucóç, se fundamenta en-la Escri­ que es la vida (11, 25; 14, 6). Por eso, la ley
tura (xaxà tf]v YQacpTjv), a saber, en el man- se convierte para ellos en juicio -u n a idea
damiento dei amor de Lev 19, 18 (cf. Gál 5, afín al pensamiento de Pablo- Sin embargo:
14; Rom 13, 8-10), y como tal debe cumplir- «Juan... no está interesado en la Ley como
se (TeXeíte 2, 8) (F. MuBner, Der Jakobus- norma ética que conduce al hombre a confiar
b rie f [HThK], 107: no es ni únicamente la en su propia fuerza y en sus propios méritos»
ley dei AT ni únicamente el «evangelio», sino (Pancaro 528). Jn 1, 17 está concebido como
la voluntad de Dios; «El evangelio es para él paralelismo antitético; La ley fue dada por
‘ley’». Pero es discutible que Santiago haya medio de Moisés; en contraste con ello, la
entendido así el evangelio). Sant 2, 10 nos re- gracia y la verdad han llegado a hacerse reali-
cuerda el tenor literal de Gál 3, 10; 5, 3: dad únicamente por medio de Jesucristo (R.
«Cualquiera que guarda toda la ley (õ)tov tòv Bultmann, Das Evangelium des Johannes'^^
vópov), pero tropieza en un punto, se ha he- [KEK], 53; GraBer, Antijüdische Polemik,
cho culpable de todos», pero sin que Santiago 54ss; Pancaro, 534ss). Pues sólo en la fe en
haya sacado de ahí Ias consecuencias expues- Jesús, que es la verdad (14, 6), se revela esta
tas por Pablo. Santiago espera que se cumpla verdad. «... la ‘verdad’ no hay que encontrar­
toda la ley. También 2, 9 recuerda a Rom 2, ia en la Ley... La función de la Ley... se redu-
23ss (cf. también 4, 11), pero únicamente en ce a dirigir a los hombres para que reconoz-
la terminologia, no en la índole de la argu- can la ‘verdad’ en Jesús: tiene una función pu­
mentación teológica. ramente profética o pedagógica» (Pancaro,
539).
c) Asimismo, Juan emplea vópog en una
forma dialéctica que es peculiar suya. El con­ H. Hübner
437 VOO80) - vouvextoç 438

v o a éco noseõ estar enfermo* piedad, Hech 5, 2.3. En la exhortación dirigi­


1 Tim 6, 4 en sentido figurado y construído da a los esclavos en Tit 2, 10: p,f] voaqjiÇofré-
con JtEQL y.acusativo («estar enfermo de al­ vouç. Spicq, Notes II, 584.
go»): «está enfermo de simples disputas y
contiendas de palabras». ThWNT IV, 1084-
1091;DTNTII, 11-13. VÓTOÇ, OD, 1^ notos viento dei sur(oeste),
sur*
En Hech 27, 14 y 28, 13 se hace referencia
v ó a t ] ^ a , aTOÇ, TÓ nosêma enfermedad
al viento dei suroeste, y también probable-
Jn 5, 4 (v.l.); «ése quedaba sano de cual-
mente en Lc 12, 55 (el viento que trae calor
quier enfermedad que tuviese». ThWNT IV,
abrasador). En Lc 13, 29 se piensa en el pun-
1084-1091.
to cardinal dei sur («dei norte y dei sur»), y lo
mismo sucede en Ap 21, 13 («al sur»). En Mt
v ó a o ç , o v , 'q nosos enfermedad* 12, 42 par. Lc 11, 31 se hace referencia a un
El NT (casi siempre en relatos sumários) país situado al sur (= el reino dei sur).
habla de enfermedadfes), y lo hace únicamen­
te en sentido propio, sobre todo para referir
que Jesus curaba esas enfermedades (-*■ D e - VOD'0'EOÍa, a ç , nouthesia amonesta-
paTCEÚco): Mc 1, 34; Mt 4, 23.24; 8, 17; 9, 35; ción, advertência*
Lc 4, 40; 6, 18; 7, 21. Jesús comunico tam- 1 Cor 10, 11: «Estas cosas se escribieron
bién a sus discípulos tal poder: Mt 10, 1 par. como advertência para nosotros». En Ef 6, 4
Lc 9, 1 (los Doce); Hech 19, 12 (Pablo). Cf. vouO-EOÍa se halla junto a JtaiÔEÍa (como en
ThWNT IV, 1084-1091; X, 1195 (bibl.); Filón Imm 54). En Tit 3, 10 se habla de la
DTNTII, 11-13. amonestación dei hereje. ThWNT IV, 1013-
1016; Spicq, Notes n , 585-588.
VOOfflá, ãç, ^ nossia nido, nidada*
Lc 13, 34 en Ias palabras de Jesús a Jemsa-
lén: «jCuántas veces quise reunir a tus hijos, VOD'0'eTéro noutheteõ amonestar*
como un ave a sus polluelos debajo de sus En el NT, el verbo (prescindiendo de Hech
alas...!». Cf. el paralelo en Mt 23, 37 (con el 20, 31 [discurso de Pablo]) se halla única­
plural de ^ voootov). mente en el Corpus Paulinum: 1 Cor 4, 14
(como un padre amonesta a sus hijos); Rom
v o a a í o v , o d , TÓ nossion (el) polluelo (de 15, 14 (àUf|>i,ouç); 1 Tes 5, 12.14; Col 1, 28
un ave)* (a todapersona); 3, 16 (èauxoúç); 2 Tes 3, 15
Mt 23, 37: «como un ave reúne a sus po­ (óç àÔE?i(póv). Cf. ThWNT IV, 1013-1016;
lluelos (xà v o o o ía auxfjç) debajo de sus Spicq, Notes II, 585-588.
alas»; cf. Lc 13, 34 (-» voooiá).
VODjnivía, aç, ^ noumenia luna nueva
v o o a ó ç , o v , ó nossos (el) polluelo (de un Forma alternativa de ->■ vEO[j,Tivía.
ave)*
Lc 2, 24: ôúo voooohç jtEQioxEQCõv, «dos
pichones»; cf. Lev 12, 8; 14, 22. VODVe/WÇ nounechõs (adv.) sabiamente,
con sensatez*
v o a c p í^ O fia i nosphizomai retener algo En el NT, el advérbio, derivado de vouve-
para sí, cometer fi^aude* Xf|ç, se haUa únicamente en Mc 12, 34: Jesús
Dícese de Ananías, que se quedó con parte vio que el escriba «había respondido sabia­
dei dinero obtenido con la venta de una pro- mente».
439 VOVÇ 440

VoCç, v o ó ç , ó nous mente, entendimiento, en el espíritu dei voõç. Es también insólito el


razón* uso dei término en Col 2, 18, donde se habla
dei voõç de la carne.
1. Apaiición y significado - 2. Campos referencia-
les - 3. En Pablo - 4. Las Deuteropaulinas - 5. Otras
apariciones dei término, 3. Rom 1,28 describe la reprobación de los
hombres, porque han desechado de su con-
BibU: J. Behm, voãç K zk., en ThWNT IV, 956-957;
ciencia a Dios. Por eso, Dios los abandona a
P. Bonnard, U in te llig e n c e c h e z sa in t P aul, en Id.,
A n a m n e sis, Genève-Lausanne 1980, 133-143; G. merced de una mente que es òôÓKipoç («inú­
Bomkanun, G laube u n d V em u n ft bei PaúLus, en Bom- til, inexistente»). Según 7, 23, la ley que hay
kamm, A u fs ã tz e II, 119-137; G. Harder, voijç, en en los miembros lucha contra la ley de la ra­
DTNT IV, 9-15; R. Jewett, P auV s A n th r o p o lo g ic a l zón’, esa ley de la razón está ordenada a Dios,
Terms, Leiden 1971, 358-390; W. G. Kümmel, M an in
the N ew Testament, London 1963, 38-71; G. Menestli- lo mismo que lo está el Êoco ãvd-QCOJtoç (v.
na, voüç: BeO 20 (1978) 134; W. D. Stacey, The P au- 22, EOCü 6), y es opuesta a la «ley que hay
line View o fM a n , London 1956, 198-205; para más bi­ en mis miembros», la cual se identifica con la
bliografia, cf. ThWNT X, 1188. «ley dei pecado» (v. 23). voõç es la instancia
judicial interna, que es capaz de discernir en­
1. Con excepción de Lc 24, 45; Ap 13, 18;
tre el bien y el mal (cf. Rom 1, 20). Rom 7,
17, 9, el término se encuentra principalmente
25b (el versículo no encaja en este lugar; cf.
en Pablo (14 veces) y en los escritos deutero-
los comentários sub loco y la bibliografia so­
paulinos (7 veces). Mientras que voõç desem-
bre ->• àvhgcojtoç) es una especie de síntesis
penó un papel central en el pensamiento grie-
de los vv. 22 y 23; con la razón el hombre sir-
go (en sentido antropológico-dualístico en
ve a la ley de Dios; con la came, a la ley dei
Platón y Aristóteles; en sentido metafísico-
pecado (la oposición que aparece aqui entre
dualístico en el Corpus Hermeticum; cf. Har­
voõç y o á g l no es paulina).
der, 1289), vemos que el uso dei término es
En Rom 11, 34 Pablo cita a Is 40, 13 LXX
notablemente más reducido en la LXX; la len-
(y a Job 41, 3). El voõç RDQÍon debe enten-
gua hebrea no conocía ningún equivalente
derse como el Espíritu de Dios, que se sustrae
adecuado dei término griego voüç. Consi-
a todo conocimiento humano, voõç adquiere
guientemente, el sustantivo no desempena
carácter parenético en Rom 12, 2 y 14, 5; la
tampoco un papel especial en el NT; se halla
trasformación exigida en 12, 2 debe efectuar-
atestiguado tan sólo 24 veces. El significado
se mediante la «renovación de la mente / ma-
no es uniforme, voõç puede designar el hecho
nera de pensar», a fin de poder juzgar cuál es
de entender una cosa, la facultad individual
la voluntad de Dios. Y en 14, 5 Pablo pide que
de juicio, y también las opiniones y convic-
cada uno esté plenamente convencido en su
ciones humanas. A veces voõç se acerca mu-
propio juicio, es decir, esté seguro de si mis­
cho al significado de ->■ oocpía o designa la
mo. La cita de Is 40, 13 LXX se encuentra
recta conducta por contraste con las acciones
también en 1 Cor 2, 16. Ahora bien, Pablo de-
humanas de carácter terreno, es decir, con las
sarrolla aqui su pensamiento: el voõç dei xú-
acciones erradas.
Qioç (de Dios) es interpretado como voõç
2. Tres veces se habla dei voõç dei xÓQioç X qiotoõ (así la mayoría de los manuscritos);
o dei X qiotóç, con lo cual se pretende realzar voõç es entonces el Espíritu de Cristo, que hi-
la superioridad de Dios o de Cristo: Rom 11, zo que los corintios fueran personas pneumá­
34; 1 Cor 2, 16 (bis). En Rom 7, 23.25 el ticas (cf. vv. 14 y 15).
voõç humano se halla en contraposición a la La expresión aúxòç voõç en 1 Cor 1, 10
ley divina, voõç aparece 4 veces en contraste expresa: la unidad tiene que sustituir a las fac-
con el JtV E Õ pa; se puede expresar entonces ciones, esa unidad que se traduce en una mis-
una oposición (1 Cor 14, 14) o una armonía ma manera de sentir, manera de sentir y con-
(14, 15 [bis]). Ef 4, 23 habla de la renovación vicción (yvcópT)) son expresiones sinônimas
441 voOç - vunqjioç 442

(cf. Bultmann, Teologia, 259s) y se interpre- 3, 8 (en vez de ôia^p^ô-eíço) se halla aqui
tan recíprocamente (de manera distinta pien- xaxatp&eÍQm). Tit 1, 15 tiene un significado
san los Padres de la Iglesia; cf. Conzelmann, parecido; pero con la adidón de onvEÍôqaiç
Der erste Brief an die Korinther [KEK], 46 se caracteriza el entendimiento de los incré­
nota 14). dulos como un entendimiento que carece de
En la discusión sobre el hablar en lenguas, conciencia moral.
vonç aparece cuatro veces (1 Cor 14, 14.15
[bis],19). El 'vonç, como instancia crítica, de­ 5. Lc 24, 45 emplea vonç en el sentido de
termina el pensar claro; conforme al v. 14, el entendimiento/comprensión: el Cristo resuci-
jtvEõpa está sometido al control dei entendi- tado abre el entendimiento a los discípulos
miento. El v. 15 situa la oración inteligible en que todavia no comprenden para que entien-
el mismo rango que la oración en el Espíritu; dan de manera recta y plena (cf. G. Schneider,
de lo contrario, el voõç se hace inútil (á>taQ- Das Evangelium nach Lukas II [ÔTK], 502).
Jióç èoTiv); en el v. 19 vonç significa el claro También en Ap 13„18 y 17, 9 vonç designa el
entendimiento, que es capaz de instruir sabia­ aspecto cognitivo dei entender: el que tiene
mente a los miembros de la comunidad. entendimiento, es capaz de calcular el núme­
Flp 4, 7 distingue entre vonç y voripara o ro de la bestia (13, 18), y este entendimiento,
^ naQÒía. En contra de la antropologia dei cuando es empleado rectamente, posee sabi-
AT, se deja aqui sentir la influencia griega y duría (17, 9; la conexión entre vonç y ootpía
helenística; vonç es el entender intelectual- aparece ya en 13, 18).
racional con acento peyorativo.
A. Sand
4. En 2 Tes 2, 2 vonç significa la raciona-
bilidad, la reflexión serena gradas a la cual N v fitp a Nympha Ninfa*
los tesalonicenses no deben caer precipita- Col 4, 15 tiene el acusativo Nnptpav, que
mente en confusiones. Ef 4, 17 recuerda a puede estar formado a base de un sustantivo
Rom 1, 28; el vonç de los gentiles, apostrofa- masculino terminado en -ãç o de un sustanti­
do negativamente, significa el entendimiento, vo femenino terminado en -a. Como en el
el cual -como instrumento dei conocer- se in­ mismo versículo anxfjç (B) está mejor atesti-
clina a la vanidad y hace que los gentiles se guado que anxmv (Sin A C) o que anxon
entenebrezcan en sus reflexiones (biávoia, v. (Koiné D G), se trata seguramente de un nom-
18). vonç, ô iávoia y xaQÔta (v. 18) tienen bre femenino de persona. GNTCom 627; E.
en cierto modo el mismo significado. Por el Lohse, Der Brief an die Kolosser (KEK), sub
contrario, Ef 4, 23 habla dei vonç en forma loco.
positiva; los cristianos deben renovarse en el
espíritu de la mente, es decir, en una mente ví)fiq)l|, l|Ç, q nymphé novia, nuera*
llena dei Espíritu. En Col 2, 18 vonç xfjç Mt 10, 35 par. Lc 12, 53 (bis) habla de la di-
oapxóç designa literalmente el sentir o afán visión entre la nuera y la suegra (Gén 11,31;
de la carne, que es definido negativamente Rut 1, 6). En los demás casos el término sig­
como un comportamiento equivocado, deter­ nifica novia: Jn 3, 29; Ap 18, 23; 21, 2. De la
minado por el mundo. La expresión describe
novia dei Cordero hablan Ap 21, 9; 22, 17.
al hombre cuyo espíritu está determinado uni­ ThWNTIV, 1092-1099; X, 1196 (bibl.).
camente por la existência carnal (cf. Rom 8,
7; qppóvqpa xfjç oagjíóç). En el «catálogo de
vidos» de 1 Tim 6 ,4b-5, vemos que en el v. 5 VVfttpíOÇ, OV, Ó nymphios novio*
se condena a Ias personas cuyo entendimiento vnpqjíoç designa en sentido general al no­
está corrompido, que no piensan ya claramen­ vio en Jn 2, 9 y Ap 18, 23. Los demás testi-
te. El mismo enunciado se encuentra en 2 Tim monios dei vocablo tienen orientación cristo-
443 vunqpioç - vuv 444

lógica. Según Mc 2, 19 (bis) par. Mt 9, 15a / vDv como variante textual más difícil). Algu-
Lc 5, 34, los «hijos de la alcoba dei novio» [= nas veces no es fácil decidir entre võv y vnví;
los invitados a la boda] no pueden ayunar (->• cf. Heb 8, 6; vuv[l], Con excepción de File-
vqaxEiJco) mientras el novio está con ellos. món, 3 Juan y Apocalipsis, võv aparece en to­
Pero cuando el novio les haya sido quitado, dos los escritos dei NT y con especial fre-
ayunarán: Mc 2, 20 par. Mt 9, 15b / Lc 5, 35. cuencia en el Evangelio de Juan (29 veces),
También en Mt 25, 1.5.6.10 vufxqjíoç se refie- en Hechos (25) y en Ias principales cartas
re a Jesús (al Cristo que «se demora» en la pa- paulinas (33 testimonios).
rusía). En Ias palabras dei Bautista en Jn 3,
29, vnpqjíoç aparece tres veces; «El que tiene 2. võv es de ordinário un advérbio, pero se
la novia es el novio, pero el amigo dei novio, usa también como sustantivo y como adjeti­
que está allí y le oye, se alegra en gran mane- vo. En sentido sustantivado võv aparece en
ra con la voz dei novio». ThWNT IV, 1092- combinación con una preposición en ártò xoõ
1099; X, 1196 (bibl.). võv (como en Lc 1, 48), (Rom
8,22), Ecoç Toõ võv (Mc 13,19) y, como acu-
sativo, en r à võv (Hech 4, 29; võv adverbial
VDfiq5(óv, wvoç, ó nymphõn salón de bo­
en 24, 25; cf. BlaB-Debranner § 413, 8). võv
das, alcoba dei novio*
desempena la función de adjetivo atributivo
En Mt 22, 10 v.l. vnpcpráv designa la sala
en ó võv altóv (por ejemplo, en 1 Tim 6, 17)
donde se celebra la boda. La expresión «hijos
y ó võv xaiQÓç (Rom 3, 26); cf. Gál 4, 25; 1
de la alcoba dei novio», en Mc 2, 19 par. Mt
Tim 4, 8; 2 Pe 3, 7.
9 , 15/Lc 5, 34 («ellos no pueden ayunar mien­
tras el novio está con ellos»), es un hebraísmo
3. võv está emparentado con el latín nu(m)
y significa los amigos dei novio que han sido
(en etiamnum y nunc o en nuper) y con el ale-
invitados a la boda o el conjunto de Ias perso-
mán nun (cf. Nu y neu) y designa de ordinário
nas reunidas para festejar la boda. Billerbeck
el presente (Jn 8, 52 y 21, 10 también el tiem-
I, 500-518.
po que precede inmediatamente al presente).
Además de este uso con el significado de aho­
vCv nyn ahora, en este momento ra (o en este mismo momento), võv se emplea
también en sentido no temporal, ya sea para
1. Aparición - 2. formas en que se aplica - 3. Signi­
ficado - 4. Diversas maneras de entender ei «ahora». indicar continuación o bien como expresión
de una oposición lógica.
B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , j.v.; H.-Ch. Halm, en
a) Especialmente en los escritos lucanos y
DTNTIV, 267-272; Kühner, G r a m m a tik W 2 , 116-119;
A. Laurentin, We‘attah - kai nun. F orm ule caractéris- joánicos, võv hace Ias veces de continuación
tiq u e des textes ju rid iq u e s e t Uturgiques (à pro p o s de justificante o concluyente. 1) Con el imperati­
Jea n 17, 5): Bib 45 (1964) 168-197, 413-432; U. Luz, vo; precedida por un genuino imperativo, Mt
Das G e sch ich tsverstã n d n is d es P a u lu s (BEvTh 49), 27, 42 (par. Mc 15, 32).43; en Jn 2, 8 puede
München 1968, 87s, 125, 168s, 297s; E. Neuhausler,
en LThK V, 969s; Id., D e r en scheidende A u g en b lick haber también un võv temporal, pero no en la
im Z eu g n is des N T («Jetzt», «Heute»): BiLe 13 (1972) interjección en Sant 4, 13; 5, 1; aye võv,
1-16; Schwyzer, G ra m m a tik II, 570s; G. Stãhlin, võv ipues bien! De manera semejante en Hech 13,
(ágri), en ThWNT IV, 1099-1117; P. Tachau, «E inst» 11; 20, 22.25 con íôoú; \pues ve!; también en
u n d «Jetzt» im N T (FRLANT 105), GOttingen 1972;
Thrall, P a rticles, 30-34; para más bibliografia ThWNT 7, 34 (= Ex 3, 10 LXX) con ÔEÕQo; «jven en-
X, 1196. tonces!». x a t võv (en hebreo w“ attâ) puede
introducir un imperativo o una locución pare­
1. En el texto dei GNT, la partícula võv cida, así en Jn 17, 5 (cf. Lc 2, 29); Hech 10, 5;
aparece 148 veces. Sobre los testimonios in- 22, 16; 1 Jn 2, 28; 2 Jn 5; de manera semejan­
ciertos de Hech 13, 31 y Rom 11, 31b cf. te x a l xà võv, y entonces, Hech 4, 29; 5, 38;
GNTCom (sobre Rom 11, 31b cf. Luz, 297; 20, 32; 27, 22, y võv oõv, por tanto, 10, 33;
445 VDV—VtJVl 446

15, 10; 16, 36; 23, 15. 2) Con el indicativo: trinal (^incluso 8, 18 y 13, 11?), conoce uni­
vüv hace Ias veces de simple cópula, y enton- camente el vüv escatológico.
ces, Lc 11, 39; de inteijección m l võv, jy b) Las cartas post-paulinas presentan no-
Jn 14, 29; Hech 3, 17 y quizás también en 2 tablemente a la raanera de fórmula el contras­
Tes 2, 6 (cf. Blafi-Debrunner § 442, 8d; 474, te entre «en otro tiempo» y «ahora» (Ef 5, 8;
5c; 475, Ib). Como deducción vi3v se refiere a 1 Pe 2, lOa.b.25; 3, 21; cf. Rom 16, 26). En
un nuevo saber en Jn 8, 52; 16, 30; 17, 7; ellas vüv puede describir también lo opuesto
Hech 12, 1, y x a l võv, a una nueva situación, al futuro, y tiene entonces el sentido de «aho­
23,21. ra todavia», algo de lo que Pablo no habla
b) vüv designa lo opuesto a lo que se ha di- nunca (a no ser en Rom 8, 18), dada su mar­
cho antes, Jn 6,42 («... ^cómo puede entonces cada escatología de presente (Ef 2, 2; 1 Tim 4,
decir...?»), y x a l võ3v, Hech 16, 37; 26, 6. Si 8; 6, 17; 2 Tim 4, 10; Tit 2, 12; Heb 2, 8).
se trata de realidades -incompatibles-, enton­ c) En Lucas, en las bienaventuranzas y en
ces vüv ôé, pero en realidad, en vez de eso, los ayes (Lc 6, 21 [bis].25 [bis]), el vüv indi­
expresa lo contrario de una circunstancia su- ca el mundo presente. En las sentencias acer­
puesta, que en Jn 8, 40; 9, 41; 15, 22.24; 18, ca de la lucha y el testimonio (Lc 22, 36;
36; 1 Cor 5, 11; 7, 14; 12, 18.20; Heb 11, 16; Hech 13, 31; 17, 30), el vüv significa el tiem­
Sant 4, 16 se describe como irreal, y que en 1 po de la Iglesia.
Cor 14, 6 se ha descrito con exxòç ei pr|. d) El Evangelio de Juan habla de que ha
c) Jn 11, 22 no está claro desde el punto de llegado la. «hora» de la obra de la salvación, y
vista de la crítica textual, x a l vüv oiôa signi­ de que esta obra se consuma por medio de Je­
fica; o bien -sin àK ká- la deducción que se sus (4, 23; 5, 25; 12, 27.31a.b; 13, 31.36; 16,
saca de un nuevo saber (y ahora), o bien -con 5.22.29; 17, 13).
òXká—el mantenimiento de lo que ya se sabia W. Radl
antes (pero aun así).

4. El vüv empleado en sehtido temporal V\3Vl nyni ahora, en este momento*


tiene diferentes significados: B ibl.: -►vüv.
a) En las cartas paulinas autênticas están
claros dos puntos importantes. 1) vüv designa 1. En el texto dei GNT vnví aparece 20 ve­
«el tiempo de la salvación que ha comenzado ces, seis de ellas tan sólo en la Carta a los Ro­
por medio de Cristo» (Luz, 88), es decir, la si­ manos. Aparte de Hech 22, 1; 24, 13 y Heb 8,
tuación escatológica que ha comenzado «ya 6; 9, 26, vnví aparece únicamente en el Cor-
ahora», tal como se da en general con la reve- pus Paulinun, y, con excepción de Hechos, se
lación de Cristo (Rom 3, 26; 5, 9.11; 8, 1; 11, encuentra siempre acompanado por ôé. Tan
5.30.31a[b]; 2 Cor 6, 2 [bis]; Gál 4, 29) y pa­ sólo en Hech 22,1 vuvl se usa como adjetivo.
ra cada persona en el bautismo (Rom 6,
19.21; Gál 2, 20; cf. 1, 23). Pablo contrapone 2. VUVL tiene el mismo significado que
a menudo con vüv lo de ahora a lo de antes vüv. El sufijo demonstrativo i (cf. el latín
(cf. Tachau, 12, 81) en Rom 6, 21; 11, 30; Gál nunc de num ce) no hace más que darle mayor
1,23. 2) vüv se refiere a la situación dei após- énfasis. Esto se aplica tanto al vuvl adverbial
tol. El se encuentra cautivo (Flp 1, 20.30; 2, como al vuví conjuntivo. vuvl, cuando va
12; 3, 18; cf. Col 1, 24) y ausente (2 Cor 13, acompanado por ôé, expresa una clara contra-
2) y siente preocupación por sus comunidades posición. Esta se halla determinada algunas
(7, 9; 1 Tes 3, 8; cf. 1 Cor 3, 2; Gál 3, 3; 4, 9). veces de manera simplemente objetiva, pero
La Carta a los Filipenses, de carácter más per- en la mayoría de los casos expresa también
sonal, conoce únicamente este vüv «apostóli­ una contraposición temporal. Sin significa-
co»; la Carta a los Romanos, que es más doc- ción temporal, o casi sin significación tempo-
447 V D V Í- VÚ| 448

ral, vojvl ôÉ expresa, en contraste con una re- 1970; H. Schár, E rlõsungsvorstellungen und ihre p sy -
chologischen A spekte, München 1950; R. Staats, D ie
alidad pensada, la realidad efectiva, por ejem- Sonntagnachtgottesdienste d e r christl. F riihzeit: ZNW
plo, en el sentido de pero entonces (Rom 7, 66 (1975) 242-263; A. Strobel, In d ieser N a c h t (L k 17,
17), pero ahora (1 Cor 13, 13) o -después de 34)-. ZThK 58 (1961) 16-29.
una condicional irreal con et (èjtsí)- pero es
que (1 Cor 12, 18; 15, 20; Heb 8, 6; 9, 26). 1. En el NT el término vú^ aparece 61 ve-
Por el contrario, el vuvl ôé temporal signi­ ces (20 veces en los Sinópticos, 16 en He-
fica frente a la realidad antigua (o futura; chos, 11 en el Corpus Paulinum, 6 en el Ev. de
Rom 15, 25) la retilidad actual. En el contex­ Juan, 8 veces en el Apocalipsis). En la LXX
to escatológico de Rom 3, 21, sirve para des- el término se emplea unas 200 veces y tradu-
cribir la situación actual, creada por el acon- ce casi siempre el vocablo hebreo laylâ.
tecimiento de Cristo, en contraste con la si­
En el NT se siente la influencia dei lenguaje re­
tuación pasada, que se hallaba bajo la ley; cf. ligioso dei AT; según Gén 1, 5, la palabra creado-
7, 6. El nuevo eón se realiza (6, 22; Ef 2, 13; ra de Dios penetra en Ias tinieblas dei caos y Ias
Col 1, 22) y debe dejar sentir sus efectos (Col convierte en «noche», una esfera de Yahvé. Por
3, 8) en el bautizado. En lo que respecta al eso, la noche proclama la gloria de Dios (Sal 19,
ministério dei apóstol, vuví ôé caracteriza un 3; Dan 3, 71), hace que los hombres perciban cuál
cambio en la situación de Pablo (Rom 15, es la voluntad de Dios (Gén 20, 3; 26, 24; 31, 24;
23.25; Fim 9), de sus colaboradores (2 Cor 8, 2 Crón 7, 12; Sal 16, 7; 77, 7; Dan 7, 1; Zac 1, 8),
invita a la oración (Sal 4, 5; 42, 9; 63, 7; 77, 3;
22; Fim 11) y de una comunidad (2 Cor 8, 88, 2; 119, 55; Job 35, 10) y realiza maraviUosa
11). salvación por obra de Dios (Ex 11,4; 13, 21; 14,
W. Radl 21-28; Jue 7, 9-22; Is 17, 14; 37, 36s). Por otro
lado, la noche, en el AT, es el âmbito de acción
dei anti-Yahvé, de los poderes malignos, dei deh-
V Ú |, VVXTÓÇ, 1^ nyx noche* to y dei horror, de la Sheol (Sal 91, 5; Sab 17,
13s: el infiemo; Gén 19, 33: la embriaguez; Jer
1. Aparición en el NT - 2. El significado cronológi­ 49, 9: los ladrones; Jue 19, 25: la violación; Neh
co y el significado simbólico - 3. como lugar de la 6, 10; el asesinato; 1 Sam 28, 8: el ocultismo).
acción salvadora de Dios - 4. Como esfera dei juicio Según Zac 14, 7, en el tiempo escatológico de la
escatológico - 5. Como espacio de la decisión de fe - salvación no habrá ya noche, cf. Hen [esl] 65, 9.
6. Como plenitud divina de tiempo: «día y noche» co­
mo fórmula intensificadora.
2. En el NT, vú§ aparece muy pocas veces
B ibl.: S. Aalen, D ie B reg riffe «Licht» u n d «F inster- en su sentido cronológico neutral; en la mayo-
n is» im AT, im S p ã tju d e n tu m u n d im R a b b in ism u s: ría de los casos, el vocablo desempena ya la
SNVAO II/l (1951) 15-20, 67-69, 104-107, 308-312;
R. Bultmann, Z u r G eschichte d e r L ichtsym bolik im A l- función de símbolo teológico. Según la mane-
tertum , en Id., E xegetica, Tübingen 1967, 323-355; O. ra judia de calcular la hora, la noche se divide
Cullmann, C risto y e l tie m p o , Barcelona 1968; D. en tres vigilias nocturnas; pero, según la ma-
Daube, The N ig h t o fD e a th : HThR 61 (1968) 629-632; nera grecorromana, en cuatro vigilias. Mt 14,
G. Delling, vú|, en ThWNT W, 1117-1120; Id., D as
Z eitverstã n d n is im NT, Gõttingen 1940; H. Òi. Hahn,
25 par. Mc 6, 48 habla de la cuarta vigilia; Lc
vúl, en DTNTIV, 287s; A. Grabner-Haider, P arakle- 12, 38, de la segunda o la tercera vigiüa (qpu-
se u n d E scha to lo g ie h e i P a u lu s, Münster i. W. 1967; F. XaitT), cf. a propósito G. Bertram, en ThWNT
N. Klein, D ie L ich tterm in o lo g ie b e i P h ilo n vo n A le- IX, 237-240). Ahora bien, en el NT la «vigilia
xa n d rien u n d in d en h erm etisch en Sch riften , Leiden
1962; E. Lovestam, S p iritu a l W akefulness in tke N T,
de la noche» se convierte ya en algunos luga­
Lund 1963; M. Meinertz, D ie u N acht» im Joh-E v.: res en referencia parabólica al ésjaton, como
ThQ 133 (1953) 4 0 0 ^7 ; F. MuBner, N acht, en LThK vemos claramente por la parábola dei amo vi­
Vn, 711s; F. Nõtscher, Z u r Term inologie d e r Q um ran- gilante (Mt 24, 43), la dei portero vigilante
texte, Bonn 1956, 76ss; C. Ramnoux, L a n u it e t les en-
fa n ts d e la n u it dans la tra d ition grecque. Paris 1959;
(Mc 13, 33-37) y la alabanza de los criados
E. Th. Reimbold, D ie N a c h t im M ythos, K ultus, Volks- vigilantes (Lc 12, 38) (cf., a propósito, A.
g la u b en u n d in d e r tran sp ersonalen E rfahrung, Kõln Strobel, Untersuchungen zum eschatologi-
449 vú | 450

schen Verzõgerungsproblem, Leiden 1961, hombre y sin que él entienda cómo. De mane­
209). La noche puede dividirse también en en ra parecida, segün Lc 2, 8, Dios comunica su
doce «horas» (cóça) de distinta duración, cf. noticia; los pastores cuidaban de sus rebanos
Hech 23, 23: «iPreparad doscientos soldados durante la noche; entonces se presentó delan-
para la tercera hora de la noche\»\ v. 31: «Los te de eUos el ángel dei Senor, y la gloria dei
soldados llevaron de noche a Pablo hasta An- Senor los envolvió con su luz. El concepto de
típatris». la noche tiene intención escatológica clara en
Parece que hay una simple indicación de el contexto de la vocación de los discípulos,
tiempo en Mt 28, 13: la mentira de los princi- con ocasión de la pesca milagrosa, en Lc 5, 5:
pales sacerdotes y de los ancianos: «Sus dis­ «Maestro, hemos trabajado mucho durante to­
cípulos vinieron de noche y se lo llevaron (el da la noche y no hemos pescado nada»; cf. la
cadáver de Jesús) mientras dormíamos»; Lc aparición dei Resucitado a orillas dei lago, se-
21, 37; «Jesús pasó la noche en el Monte de gún Jn 21, 3: en esa noche no habían pescado
los Olivos, después de haber pasado el día en- nada; al alborear el día, Jesús estaba de pie
senando en el templo de Jerusalén; Hech 17, junto a la oriUa.
10: Los hermanos, cuando todavia era de no­ Para Lucas, la noche -e n el libro de He-
che, enviaron a Pablo y a Silas hacia Berea; chos- es un recurso estihstico típico para des-
23, 31: Llevaron de noche a Pablo hasta Antí- cribir la intervención salvadora de Dios. Hech
patris; 27, 27: «Cuando Uevábamos ya cator- 5, 19; Un ángel de Dios abrió durante la no­
ce noches navegando a la deriva por el Mar che el portón de la prisión e hizo salir a los
Adriático, los marineros se dieron cuenta a apóstoles; 9, 24: Cuando Saulo huye de Da­
eso de la media noche de que la tierra se esta- masco, Ias puertas de la ciudad estaban vigila-
ba acercando a ellos» (frente a Malta); pero das de díay de noche; 9, 25: Los discípulos de
en estas indicaciones de la hora nocturna no Pablo lo descolgaron en una canasta desde lo
está claro si hay relación íntima entre el moti­ alto de la muralla de la ciudad; 12, 6: Duran­
vo de la noche y el de la intervención de Dios, te la noche, antes dei día en que Herodes pen-
segün veremos por los siguientes ejemplos. saba hacerlo comparecer, Pedro dormia entre
dos soldados; 27, 27; A media noche se expe­
3. La noche, segün el lenguaje dei NT, pue­ rimenta la salvación frente a Ias costas de
de convertirse en el momento preferido para Malta. Aqui hay que senalar también el moti­
la acción divina de la salvación escatológica, vo lucano de hacer que Ias visiones de Dios se
de tal manera que la intervención salvadora experimenten durante la noche; Hech 16, 9:
de Dios se experimente precisamente durante Un hombre de Macedonia estaba en pie ante
la noche. En el relato que de que Jesús cami- él, suplicándole que viniera a Macedonia; 18,
nó sobre Ias aguas, un relato que indudable- 9: El Senor, durante la noche, habló a Pablo
mente tiene también una dimensión escatoló- en una visión; 23, 11: A la noche siguiente se
gico-eclesiológica, Jesús llega durante la le apareció el Senor a Pablo; 27, 23: Porque
cuarta vigilia de la noche, caminando sobre en esta noche vino a mí un ángel de Dios (Pa­
Ias aguas dei lago, hasta donde estaban sus blo frente a Ias costas de Malta).
discípulos, Mt 14, 25 par. Mc 6, 48; cf. Jn 6,
15-21; Lc 24, 37. En la parábola de Ias diez 4. La noche como esfera dei juicio escato-
doncellas se escucha en medio de la noche el lógico. Lc 12, 20: «Entonces Dios le dijo:
grito de que llega el esposo, Mt 25, 6. En la jNecio! /Esta misma noche te van a reclamar
parábola de la semilla que crece por sí misma, la vida!»; Lc 17, 34: «Os digo que en aquella
vemos que «día y noche» -en Mc 4, 27—de­ noche estarán dos en una cama; uno será to­
signa igualmente el âmbito dei proceso esca- mado y el otro será dejado» (cuando llegue el
tológico dei crecimiento dei reino de Dios, Hijo dei hombre); Jn 9, 4; «Llega la noche,
que va desarrollándose sin la colaboración dei cuando nadie puede hacer ya nada» (curación
451 452

de un ciego); pero también la marcada men- lleva a su casa a Pablo y a Silas y hace que le
ción de la noche, con ocasión de la traición de bauticen a él y a su familia. 1 Tes 5, 5.7 per-
Judas en Jn 13, 30, habrá que entendería co­ tenece también al grupo de parénesis de deci­
mo escena de juicio, ya que la traición de Ju­ sión; «Todos vosotros sois hijos de la luz e hi-
das se revela como acción dei anti-Yahvé, co­ jos dei día. No pertenecemos a la noche ni a
mo sintoma de la lejanía de Dios, de la hosti- Ias tinieblas... Los que duermen, de noche
lidad contra Dios y de la noche dei mundo. duermen, y los que se emborrachan, de noche
El símbolo de la noche escatológica resulta se emborrachan».
familiar para Pablo: Rom 13, 12, «La noche
casi ha pasado ya, y el día se acerca», palabras 6. La noche como plenitud divina de tiem­
en que se recoge claramente el motivo vetero- po. Mt 4, 2; Jesús ayunó durante 40 dias y 40
testamentario dei «día de Yahvé». La antítesis noches; 12, 40: «Así como Jonás esmvo tres
retórica «noche - día» hace ver intuitivamen­ dias y tres noches en el vientre dei pez, así es­
te el ocaso dei antiguo eón y el alborear dei tará el Hijo dei hombre tres dias y tres noches
nuevo eón escatológico, el nuevo tiempo de la en el interior de la tierra»; cf. 20, 19; 27, 63
salvación que llega con Cristo. También la re- (cf. K. Lehmann, Auferweckt am dritten Tag
miniscencia de la Pasión en 1 Cor 11,23 -«En nach der Schrift, Freiburg i. Br. 1968). A este
la noche en que el Senor Jesus fue entrega­ grupo pertenece también la combinación «día
do»- la entiende Pablo como anuncio de jui­ y noche», que en muchos casos designa el
cio (cf. R. Pesch, Das Abendmahl und Jesu tiempo querido por Dios y expresa intensidad.
Todesverstãndnis, Freiburg i. Br. 1978, 53ss). Y, así, en Lc 2, 37 se dice; La profetisa Ana
1 Tes 5, 2: «Sé exactamente que el día dei Se­ servia a Dios día y noche con ayunos y ora-
nor llega como ladrón en la noche». ciones; 18, 7; Los elegidos, que claman a Dios
En el lenguaje dei Apocalipsis la metáfora día y noche; Mc 5, 5: El poseso de Guérasa
de la noche tiene fundamentalmente rasgos de gritaba día y noche en Ias cuevas sepulcrales;
juicio. Ap 8, 12: Por el tanido de la cuarta 1 Tes 2, 9 par. 2 Tes 3, 8; Trabajando día y no­
trompeta, la noche se hace una tercera parte che para no ser gravoso a ninguno de voso­
más oscura; 12,10: El acusador de los herma- tros; 1 Tes 3, 10: Orar día y noche; 1 Tim 5, 5:
nos, que los acusaba día y noche ante Dios, ha La viuda ora día y noche; 2 Tim 1,3: Doy gra-
sido derribado; 14, 11: Los idólatras no ten- cias a Dios de día y de noche; Hech 9, 24; 20,
drán descanso ni de día ni de noche; 20, 10: 31: Pablo en Mileto: «Recordad que yo, du­
El diablo, la bestia y el falso profeta serán rante tres anos, día y noche, no cesé de amo-
atormentados día y noche; en 21, 25 y en 22, nestar con lágrimas a cada uno de vosotros»;
5 se recoge la idea de Zac 14, 7: En la consu- 26, 7: Israel sirve a Dios día y noche; Ap 4, 8;
mación escatológica no habrá ya noche. Los cuatro seres vivientes clamaban día y no­
che; «jSanto!»; 7, 15: Los mártires prestan
5. La noche como el espacio de la decisión servicio día y noche delante dei trono de Dios;
de fe. Mt 2, 14: José se decide a huir; toma 12, 10: El acusador acusa día y noche delante
consigo al nino y a su madre; 26, 31, en el de Dios; 14, 11; Los idólatras no tendrán des­
Monte de los Olivos: «En esta noche vais a canso día y noche (juicio final); 20, 10: Sata­
apartaros de mí»; 26, 34: «Rn esta noche, an­ nás, la bestia y el falso profeta serán atormen­
tes de que el gallo cante, tú me negarás tres tados día y noche durante toda la etemidad.
veces»; par. Mc 14, 30; según Jn 3 ,2 Nicode- Por tanto, en el NT el concepto «noche» se
mo visita de noche a Jesus, cf. 19, 39; tam­ usa predominantemente como una metáfora
bién 11, 10 insta a la decisión: «Si alguno an­ simbólica, en la que la función de símbolo es­
da en la noche, tropieza, porque la luz no está catológico tiene especial importância en el
en él» (con ocasión de la muerte de Lázaro); contexto de la parénesis.
según Hech 16, 33, el guardián de la prisión P.-G. MüUer
453 VDaOO) - VCÕTOÇ 454

v ú o a to nyssõ golpear, punzar, clavar* de la justicia»; Heb 11, 7 alaba su fe. La ex-
Jn 19, 34; «Uno de los soldados le traspasó presión èv (xaTç) 'np.ÉQaiç Nme recuerda la
el costado con una lanza». El Textus Receptus generación dei dilúvio: Lc 17, 26; 1 Pe 3, 20;
lee en Mt 27, 49, dependiendo de Jn 19, 34; cf. Mt 24, 37 («los dias de Noé»). El «día dei
E vn^ev anto íl tíjv jtÀEngáv. Hijo dei hombre» (la parusía) se compara con
la llegada repentina dei dilúvio en tiempo de
Noé: Lc 17, 26.27 par. Mt 24, 37.38; cf., a
w a r á ^ c o nystazõ dar cabezadas, dormir* propósito, D. Lührmann: ZNW 63 (1972)
Mt 25, 5: «Pero como el esposo tardaba, a 130-132; J. Schlosser: RB 80 (1973) 13-36. J.
todas ellas les entro sueno y se durmieron». 2 P. Lewis, A Study ofthe Interpretation ofN o-
Pe 2, 3, en sentido figurado y con antó^ieia ah and the Flood in Jewish and Christian Li­
como sujeto; «Su perdición no está dormida te rature, Leiden 1968.
(es decir, es inminente)».

vtod^QÓç, 3 nõthros tardo, perezoso*


w / d r i f i e g o v , o v , t ó nychthêmeron día y Heb 6, 12: iv a [ít] vco^pol yévtjoO^c, en la
noche, veinticuatro horas* exhortación a perseverar en la fe. 5, 11: vtn-
2 Cor 11, 25; «He pasado un día y una no­ ■Opol yeyóvaxe xaiç àxoaiç, «os habéis vuel-
che a la deriva en alta mar». BlaB-Debrunner to duros de oído» (literalmente; tardos en
§ 121. cuanto a los oídos). ThWNT IV, 1120; Spicq,
Notes n,-589-591.
N w e Nõe Noé*
El nombre —indeclinable—de persona (Gén VMTOÇ, OU, ó nõtos espalda*
5, 29 y passim) aparece en Lc 3, 36 en la ge­ Rom 11,10 (cita de Sal 68, 24 LXX); «jDo-
nealogia. 2 Pe 2, 5 llama a Noé «proclamador bla sus espaldas para siempre!».
455 456

|e v ía , a ç , xenia hospitalidad, buena mismo tiempo ejemplos de hospitalidad en el


acogida; alojamiento* AT.
Fim 22: «jPrepárame al mismo tiempo bue­
na acogida (^alojamiento?)!» En Hech 28, 23 3. Heb 13, 2 hace referencia a Gén 18: la aco­
gida que Abrahán (18, Is) y Lot (19, 1.18.21)
dícese de los judios romanos que «acudieron prestaron a Dios en la figura de sus mensajeros
a visitar a Pablo en su alojamiento». ThWNT (18, Is). La hospitalidad es una virtud muy apre­
I, 19-23: Spicq, Notes II, 596s; J. Schreiner: ciada en el m undo antiguo. Sus raíces pueden
TThZ 89 (1980) 50-60. describirse de la siguiente manera: de la expe-
liencia de que, cuando se está en tierra extrana,
uno siente temor y angustia y tiene que acogerse
^CVÍÇto xenizo acoger como huésped, hos­ a la hospitalidad que le brinden, nace la siguiente
«secuencia histórico-cultural» (Stâhlin, 3): el ex-
pedar; parecer extrano a* tranjero es primeramente el enemigo al que hay
1. Aparición - 2. Significado concreto - 3. La hos­ que combatir. Pero pronto se observa que hay
pitalidad en la Bíblia - 4. Significado abstracto. otro camino para «arreglárselas» con el extranje-
ro hostil. Y es el de la hospitalidad. Con ello el
BibU: H. Bietenhard, en DTNT H, 160-163; Dal- proscrito se convierte en la persona protegida por
man, Arbeit, 129-148; J. Friedrich, Gott im Bruder? la religión.
(CThM 7), Stuttgart 1977; R. Gyllenberg-B. Reicke, Así, el AT muestra claramente Ias penalidades
en BHH I, 498s; J. Mathews, Hospitality and the N T por Ias que tiene que pasar el extranjero (cf. Gén
Church, tesis Princeton Theol. Seminary 1964; H. 9, 4ss), y al mismo tiempo la obligación que exis­
Rusche, Gastfreundschaft im AT, im Spãtjudentum und
in den Evangelien: ZM 41 (1957) 170-188; Id., Gast­
te de brindarle hospitalidad (Gén 19; Dt 14, 29).
freundschaft und Mission in der Apg und in den Apos- Esta obligación la encontramos en el AT algunas
telbriefen: ZM 41 (1957) 250-268; Id., Gastfreund­ veces más; cf., por ejemplo, Is 58, 7, donde la
schaft in der Verkündigung des N T und ihr Vehaltnis hospitalidad aparece en una serie de «obras de ca-
zur Mission, Münster i. W. 1958; Spicq, Notes II, 592- ridad», cada una de Ias cuales constituye un as­
597; G. StahUn, ^évoç Kxk., en ThWNT V, 1-30; para pecto parcial de la hospitalidad, como es la de
más bibliografia, cf. ThWNT X, 1196s. «saciar a los hambiientos» y la de «dar de beber a
los sedientos», acciones que se mencionan con
1. En el NT el verbo aparece 10 veces, sie- mayor frecuencia que el concepto genérico mis­
mo de brindar hospitalidad. De todos modos, la
te de ellas en Hechos, dos en 1 Pedro y una
hospitalidad figura en casi todos los catálogos de
vez en Hebreos, Lo mismo que ocurre con -> obras de caridad, que conocemos de Israel y de
|évoç, el término se traduce a nuestra lengua los pueblos de su entorno (una exposición deta-
por dos significados enteramente diferentes. lladaen: Friedrich, 164-172).
Predomina numéricamente el significado de
acoger con hospitalidad (siete veces, seis de Por tanto, el alto aprecio de la hospitalidad
ellas sólo en Hechos). en la comunidad cristiana primitiva (cf. tam-
bién Rom 12, 13) debió de tener varias raíces:
2. La frecuencia con que el verbo aparece a) el aprecio general de esta virtud en Israel y
en Hechos (10, 6.18.23.32; 21, 16; 28, 7) in­ en el AT; b) el hecho de que no sólo los mi­
dica ya lo importante que era la hospitalidad sioneros dei cristianismo primitivo sino tam-
para que los misioneros dei cristianismo pri­ bién Jesús tuvieran que recurrir a la hospitali­
mitivo pudieran desarrollar su actividad. Por dad (cf. esta idea en Lc 10, 38; Mc 2, 15; 14,
esta razón, la hospitalidad se menciona como 3 y passim)-, c) la predicación de Jesús en Ias
una virtud en Hebreos (13, 2), senalándose al parábolas y en Ias sentencias (por ejemplo,
457 levíÇo) - Çévoç 458

Mt 22, 1-14; Lc 14, 7-14, especialmente el v. NT predomina el significado de extranjero


12, y de la manera más clara en Mt 25, 31-46, (11 veces); una vez significa anfitrión (Rom
donde en el catálogo de obras de caridad se 16, 23) y dos veces se halla junto a un sinôni­
recoge explícitamente la exhortación a ser mo de «extranjero» y puede significar tanto
hospitalarios con los extranjeros). extranjero como huésped (Ef 2, 19; Heb 11,
13). El significado de «huésped», que se halla
4. Ya en el griego profano, el verbo tiene en el griego profano, no aparece en el NT. -
también otro significado distinto y más abs- El término se encuentra no sólo como adjeti­
tracto: el de parecer extrano a alguien. Esto vo (5 veces) sino también como sustantivo (9
se debe al doble sentido de ->■ |év o ç (1.3) co­ veces).
mo «huésped» y como «extranjero» (cf. Bauer,
i.v.). Los cristianos son extranjeros en este 2. El mundo antiguo experimento primera-
mente hacia los extranjeros un sentimiento de re-
mundo, porque pertenecen a Dios (Ef 2, 19; chazo («bárbaros»), que lentamente se fue miti­
->■ §Évoç 2); por eso, también el mundo sien- gando al desarrollarse el derecho de los forasteros
te extraneza ante la conducta no mundana de y extranjeros. Para Israel los pueblos extranjeros
los cristianos (1 Pe 4, 4), y los persigue; esta son enemigos, lo cual se basa en experiencias his­
persecución es consecuencia lógica de lo ex- tóricas (cf. Dt 20, 14ss y passim), y son también
tranos que son entre sí el mundo y el cristia- gentiles, porque esos pueblos tienen una religión
extrana que con harta facilidad atrae y seduce a
no, una extraneza que equivale a su vez a los israelitas (cf. Jer 5, 19). Sin embargo, desde
«hostilidad». Por eso, al cristiano no debe ex- muy pronto se acoge con hospitalidad a Ias perso-
tranarle tampoco que le persigan (1 Pe 4,12); nas extranjeras y a los viajeros (-<• ^evíÇco 3), he-
cf. ^eviÇovTa, cosas extranas (Hech 17, 20). cho dei cual va desarrollándose poco a poco una
especie de derecho de extranjería.
J. H. Friedrich Lo de «ser extranjero» es también una catego­
ria que se aplica a Ias relaciones entre Dios y el
Çevoôojjéto xenodocheõ mostrar hospita- mundo. Mientras que, según la concepción grie-
ga, el alma es extranjera en este mundo y anhela
lidad* su patria celestial, vemos que -según la visión bí­
En 1 Tim 5, 10 dícese de los obras buenas blica- el hombre y Dios se hallan frente a frente
que hacen recomendables a Ias viudas: «si como extranjeros (cf. Is 28, 21; Sal 39, 13; 1
ella ha acogido con hospitalidad a extranos Crón 29,15), aunque propiamente el hombre y el
(è^evoôóxTlOEv)». ThWNT V, 19-23; X, 1196 mundo pertenecen a Dios como criaturas suyas
que son. Sin embargo. Ias personas piadosas sa-
(bibl.); T. Hirunuma, xenodocheõ: Shinyaku ben que esa meta no se alcanza en la tierra (cf. 1
Kenkyü (Osaka) 149 (1979) 1239s; Spicq, Crón 29, 15; Heb 11. 13).
Notes II, 596; J. Schreiner: TThZ 89 (1980)
50-60. Los diferentes niveles reaparecen también
en el uso que el NT hace de ^évoç. En Mt 25,
^ é v o ç , 3 xenos extrano, inadaptado, raro; la hospitalidad hacia los extranjeros (vv. 35.
sustantivado; extranjero, huésped, anfi- 38.43s) es un punto dei catálogo de obras de
trión* caridad (-+ ^evíÇo) 3) que constituyen los cri­
térios para que el Juez pronuncie su sentencia
1, Aparición - 2. «Extranjero» - 3. «Huésped». en el gran juicio universal. Pero en el NT se
Bibl: I eví^O). observa también el temor a la religión extran­
jera. Los extranjeros son paganos e impuros,
1. En el NT |év o ç aparece 14 veces, cinco y por eso reciben también sepultura en luga­
de ellas en Mateo, dos en Hechos y otras tan­ res impuros (Mt 27, 7; cf. la exposición deta-
tas en Efesios y en Hebreos, una vez en 1 Pe­ llada que hace Stâhlin, 14). Ahora bien, no só­
dro, otra en 3 Juan y otra en Romanos. El tér­ lo en el AT se encuentra un distanciamiento
mino refleja dos significados distintos; en el con respecto a todo lo extranjero en la reli-
459 |é v o ç - liiX ivoç 460

gión; sino que eso es algo que pertenece segu­ mente en el sentido de hospedador. Gayo, evi­
ramente a la esencia de toda religión (cf. Hech dentemente, acogió en su casa no sólo a Pablo
17,18 [también v. 20] eu lo que respecta a los sino también a otros cristianos, de la Iglesia
griegos; posiblemente ^évoç no tenga aqui universal, que se hallaban de viaje: una virtud
matiz de acusación, sino que designe única­ sin la cual no hubiera sido posible la labor mi-
mente algo curioso que despierte el interés de sionera dei cristianismo primitivo (cf. 3 Jn, es­
los atenienses). Ante lo extranjero hay que ser pecialmente el V. 5; Friedrich, 272-276). Por
precavido (Heb 13,9), una advertência que se eso, es menos probable que el v. 23 haya que
dirige propiamente contra la alienación judai­ entenderlo en el sentido de que la comunidad
ca de lo cristiano. Sin embargo, a diferencia celebrara sus reuniones en la casa de Gayo.
dei pueblo de Israel, que había concertado un J. H. Friedrich
pacto con Dios y que creia que Ias relaciones
dei pacto eran únicamente para su propio be­
neficio, con lo cual se erigia un muro de sepa- | é o t t | ç , o v , ó xeííês jarro, cântaro*
ración entre Israel y Ias naciones extranjeras, Medida de capacidad para líquidos, que
dejando a esas naciones a merced dei abando­ equivalia aproximadamente a litro. Sin el
no divino (Ef 2, 12), vemos que ahora no se aspecto de medida, el término aparece en Mc
excluye ya a ninguna persona de la comuni- 7, 4 (7, 8 v.l.) junto a itottiqlov y xaXxiov.
dad cristiana por el hecho de que esa persona
pertenezca a una nación extranjera (2, 19); en ^ijQ aívo) xêrainõ secar; en voz pasiva, se-
la Iglesia no hay más que criaturas nuevas, carse / marchitarse*
que tienen en común derecho pátrio en la casa En el NT el significado activo aparece uni­
de Dios y que son «miembros de la familia de camente en Sant 1, 11. La voz pasiva se refie-
Dios». Porque ahora se ha cumplido la pro- re, en sentido propio, a árboles, Mc 11, 20.21
mesa de que se suprimiría la alienación entre par. Mt 21, 19.20; a plantas (que no tienen ra-
Dios y el hombre (Heb 11, 15s), una supre- íces), Mc 4, 6 par. Mt 13, 6 / Lc 8, 6; 1 Pe 1,
sión que los que creyeron antes de Cristo no 24; Ap 14,15; dícese dei pámpano cortado, en
habian alcanzado (Heb 11, 13). A pesar de to­ Jn 15, 6. Dícese que Ias aguas se secaron, en
do, los cristianos siguen siendo extranjeros Ap 16, 12 (en el rio Eufrates). Del flujo de
frente al mundo (cf. 1 Pe 4, 12; cf., a propósi­ sangre que se secó, en Mc 5, 29; de lo rígido
to, ->• ^evLÇca 4). - Por el contrario, |év o ç de- que se quedaba el cuerpo dei poseso, en Mc 9,
be entenderse en sentido neutral en Hech 17, 18; de la mano seca (o paralizada), en 3, 1.
21: «los extranjeros que alli vivian».
I n e ó ç , 3 xeros seco, desecado*
3. Se ha senalado ya la curiosa tensión que
En sentido propio se dice de la madera, Lc
existe en el tema de esta palabra (-> 1; -»■
23, 31; de la tierra, Heb 11, 29 («la tierra se­
^ evlÇcu 4). Esta tensión aparece también en
ca»). Lo seco (Gén 1, 9) en contraste con fiá-
los mencionados pasajes de Ef 2, 19 y Heb
Laooa, Mt 23, 15. En sentido figurado dícese
11, 13, donde ^évoç se encuentra en cada ca­
principalmente de enfermedades: la mano,
so junto a un sinônimo que significa extranje­
Mc 3, 3 par. Mt 12, 10 / Lc 6, 6.8; en sentido
ro (JtÓQoiHoç y JtaQEJtíÔTip,oç) y, por tanto,
absoluto, ^T]QOÍ, secos (es decir, paralíticos),
debe traducirse más bien por huésped, pero
Jn 5, 3.
entendiéndose aqui siempre en el sentido de
«huésped extranjero» (cf. la agrupación pare­
cida en Gén 23, 4 y passimj. ^tlXlVOÇ, 3 xylinos de madera*
El término con el sentido de «huésped» apa­ Ap 9, 20; t à eíôcolta x à gúÀiva, los ídolos
rece sólo clarísimamente en Rom 16,23, pero de madera. En 2 Tim 2, 20 dícese de los ins­
entendiéndose aqui lo de «huésped» única­ trumentos / Ias vasijas ( oxeúti) de madera.
461 | ij A.ov 462

^iiÀ,ov, ot), TÓ xylon madera* 14 [65] y un paralelo material en GénR 65 a


propósito de 27, 27 [cf. Kuhn: ThWNT V, 37
1. Aparición en el NT - 2. En la naturaleza terrenal
y en el paraíso escatológico - a) Como «madera» - b) nota 7]).
Como «árbol» - 3. En relación con la empleo de vio­ El Apocalipsis habla varias veces -en senti­
lência - a) Como «cruz» - b) Como «paio» - c) Como do escatológico- dei ^ tjXov (xf|ç) Ctofjç (la
«cepo». expresión se halla literalmente en la LXX
B ib l: Bauer, W õrterbuch, í.u; Bousset-Gressmann, Gén 2, 9 y passim; en cuanto a ^nXov xfíç
284 («Lebensbaum»); K. Erdmarm y otros, B aum , en Çoofjç, también en sentido escatológico, en el
RAC n, 1-34; E. O. James, The Tree o fL ife (SHR 11), Paraíso cf.: SalSl 14, 3 [plural]; TestLev 18,
Leiden 1966; A. G. Levin, The Tree o f L ife: G en 2:9
a n d 3 :2 2 -2 4 in Jew ish, G nostic a n d E arly C hristian
11; ApMo 28): «el árbol de la vida» «en el
Texts, tesis Harvard (resumen en HThR 59 [1966] Paraíso de Dios»; 2, 7 («dar de comer dei ár­
449s); G. Q. Reijners, The T erm inology o f the H o ly bol de la vida»: dei «árbol de la vida» escato­
C ross in E arly C hristian L iterature, Nijmegen 1965; lógico, situado igualmente en el «Paraíso»,
St. J. Reno, The S a cred Tree a s an E a rly C hristian Li-
terary Sym bol: a P hen o m en o logical Study (FARG 4),
habla también en sentido literal TestLev 18,
Saarbrücken 1978; J. Schneider-(K. G. Kuhn), |ijXov, 11; cf. ApMo 28); «árboles de la vida, situa­
en ThWNT V, 36-40; J. A. Soggin, ‘ês, en DTMAT II, dos a ambos lados dei rio y que dan fruto do­
453-458; T. C. G. Thomton, Trees, G ibbets, a n d Cros- ce veces al ano» (la constmcción es poco cla­
ses: JThS 23 (1972) 130s; I. Vergote, F olterw erkzeu-
ge, en RAC VIII, 112-141, sobre todo 117; Volz, Es-
ra), 2 2 ,2a, «y Ias hojas de los árboles (sirven)
chatologie, s.v. «Lebensbaum» en el índice analítico; para la curación de los gentiles», 22, 2b (el
M. Wilcox, «U pon th e Tree» - D e u t 21:22-23 in the singular en ambos casos se entiende segura­
NT: JBL 96 (1977) 85-99; para más bibliografia sobre mente en sentido colectivo [de manera distin­
el «árbol de la vida», cf. Soggin, 456s; sobre |úXov en
el sentido de cru z XQep,áwu|U (2); atauQÓç. ta piensa, por ejemplo, Schmidtke, en: Erd-
mann y otros, 23]; cf., sobre el tema, espe­
1. En el NT ^tjX,ov aparece principalmente cialmente Ez 47, 12; «árboles de la vida» si­
en cuatro sentidos, dos de ellos en expresio- tuados junto a Ias aguas, IQH 8, 5s; cf.
nes fijas: se encuentra 5 veces en los Sinópti- también 4 Esd 7, 123); dícese de los piadosos:
cos con ocasión dei prendimiento de Jesus en «Tienen derecho al árbol de la vida», 22, 14
la frase [lETà paxaiQCõv x a l ^úÀcov, 5 veces (cf. Hen [gr] 25, 4); en la advertência que se
para designar la cruz, 4 veces en el Apocalip- hace al final dei libro, se amenaza con el cas­
sis como (xò) %vkov (xfjç) Çtofjç, 3 veces (o 4 tigo de privar de la «participación en el árbol
veces) en el sentido sencillamente de madera. de la vida», 22, 19. En los pasajes menciona­
dos no se reconoce todavia una alusión a la
2. Aparece como término para designar la cmz de Cristo (en contra de la opinión mani­
madera en la naturaleza terrenal y, por tanto, festada recientemente por H. Kraft, Die Of-
también -e n sentido escatológico- en el pa­ fenbarung des Johannes [HNT], 59).
raíso:
a) La madera como material de construc- 3. "^ifkov aparece también en relación con
ción se menciona en 1 Cor 3, 12; §X)Xov xi- el empleo de madera por unos hombres para
[lUÓTaxov, «madera noble muy valiosa» para cometer actos de violência contra otros hom­
la constmcción de utensílios, en Ap 18, 12b; bres. En este sentido significa: cruz, paio y
especialmente madera de cítricos, en Ap 18, cepo de madera para los pies.
12a. A propósito de Lc 23, 31 ->^ b. a) En Gál 3, 13 Pablo cita a Dt 21, 23 para
b) Un árbol en cuanto está «verde» o «se­ referirse a la crucifixión de Jesús (en una ver-
co» (como, por ejemplo, en Ez 17, 24) o sen­ sión dei texto que no concuerda ni con la
cillamente madera, en cuanto está «verde» o LXX ni con el TM); ‘ès / |nX,ov se refiere a
«seca», se menciona en Lc 23, 31 en una sen­ un madero dei que adicionalmente se colgaba
tencia metafórica y proverbial de Jesus (cf. un al reo, después de su ejecución (sobre la rela­
paralelo conceptual en Seder Eliahu Rabba ción dei pasaje con la pena de cmcifixión en
463 ^ v X o v - guQám 464

el judaísmo contemporâneo xQEp,ávvu(xi ejemplo, Filón, Som II, 213 (aludiendo a Gén
2; cf. también, por ejemplo, tãlâ ‘ãl ‘Sf / 40, 19; cf. supra); Artemídoro, Onirocr IV, 33
XQepávvu[M èm §6 )^,0), Gén 40, 19, que en (junto a oxauQÓç y ^úXov como «trozo de
Josefo, Ant II, 73.77 y Filón, Som II, 213 se madera»). En el NT, el uso de |úÀov en todos
interpreta igualmente en el sentido de la pena los pasajes mencionados en a) podría hacer
romana de la crucifixión.). Está también cla­ referencia a Dt 21, 22s.
ro, por la expresión XQep,áaavxeç èiii b) En el relato sobre el prendimiento de Je­
que Dt 21, 22(s) se halla detrás de la mención sús encontramos la expresión «eon espadas y
de la ejecución de Jesus en Hech 5, 30 y 10, paios»'. Mc 14, 43 par. Mt 26, 47; Mc 14, 48
39. Hech 13, 29 emplea §úÀov para referirse par. Mt 26, 55 / Lc 22, 52.
al descendimiento de Jesús de la cruz (segura­ c) Hech 16, 24 designa por ^vXov un cepo
mente aludiendo al pasaje dei AT [cf. Wilcox para mantener apresados los pies de los cauti-
92s]). En el contexto de una referencia a Is vos en la cárcel (cf. Vergote), refiriéndose en
53, 4.12 LXX, en 1 Pe 2, 24 (= Polic 8, 1) el este caso a los pies de Pablo y de Silas en la
madero, en el sentido de la cruz, es el lugar al prisión de Filipos (^úA,ov para ambos pies
que Jesús «llevó nuestros pecados en su cuer- también en Job 33, 11; Plutarco, GenSocr 598
po» (cf. Dt 21, 23aa [Wilcox, 93]). (No se di- B; cf. también especialmente Herodoto IX,
ce «se llevó a sí mismo» o «llevó su cuerpo» 37; Lisias X, 16; OGIS H, 483, 181).
como objeto [según se dice en Heb 7, 27], y H.-W. Kuhn
por tanto no existe verdadera terminologia sa-
crificial [opina así acertadamente L. Goppelt,
Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco; es di­ (^DQéco, xyraõ (xyreõ,
ferente la opinión de Bauer, Wõrterbuch, s.v. xyrõ) cortar (el pelo o la lana)*
ctvaqjÉQO) 2 y J. Kremer en la presente obra En Hech 21, 24 encontramos el futuro de la
->■ àvaqpÉQco 3]; no puede comprobarse que voz media ^UQriaovtai, se raparán (tf|v xe-
haya un eco de la idea dei chivo expiatório de cpaX,f|v). En 1 Cor 11,5 bailamos el participio
Lv 16, 21s.) de perfecto de la voz pasiva (empleado en
También en textos judios y paganos, el uso sentido absoluto); E|nçí]pÉVTi {la rapada); en
absoluto de |úXov puede designar a veces (!) 11, 6, el presente de infinitivo de la voz media
la cruz como instrumento de ejecución; por (en sentido absoluto); ^upãcr&ai.
465 466

Oo

ó, TÓ ho, he, to (artículo) el, la, lo después siempre «la bestia»; cf. Lc 4, 17b (cf.
e l V. 17a); Jn 4, 43 (cf. el v. 40); Hech 9, 17
1. Originalmente pronombre demonstrativo - 2. (cf. el V. 11), etc. - ó jrQoqpf|TT]ç, «el profeta
Empleo individual y general - 3. Efecto sustantivante
- 4. Posición atributiva y posición predicativa - 5. Con (esperado)», Jn 1, 21; q qpéça, «el día (dei
el predicado nominal - 6. Con nombres propios - 7. juicio)», 1 Cor 3, 13; p,oi á|xaQTtoL(p, «de
Ausência dei artículo. mí (eZ) pecador», Lc 18, 13; èv Tfj èjtiOToXf),
B ib L : Bauer, W õ rte r b u c h , í . v. ; BlaB-Debrunner §
«en la carta (conocida por vosotros)», 1 Cor
249-276, 398-404; F. Eakin, The GreekArticle in First 5, 9.
and Second Century Papyrí: AJP 37 (1916) 333-340; b) En sentido general, para designar el gê­
R. W. Funk, The Syntax ofthe GreekArticle, tesis Van- nero o clase, no el individuo: Mt 12, 35, «el
derbilt University, NashviUe-Tennessee 1953; Kühner, hombre bueno» (en general; cf. v. 15, 11); Iv
Grammatik II/l, 575-640; Liddell-Scott, J.v.; Mayser,
Grammatik lEl, 56-62; 2, 1-50; Moulton, Grammar I, xm àvOQcójrq), «en el hombre» {- en todo
80-84; III, 36ss, 140-146, 150-153, 165-184, 197-201; hombre), Jn 2,25 (en cambio, en 4, 50 en sen­
Radermacher, Grammatik, 112-118; I. W. Roberts, tido individual ó ãv&Qconoç, «el hombre», en
Exegetical Helps: The Greek Noun with and without este caso:, el centurión de Cafarnaún). Por
theArticle: Restoration Quarterly 14 (1971) 28-44; H.
M. Teeple, The Greek Article with Personal Names in eso, es frecuente cuando se habla en parábo­
the Synoptic Gospels: NTS 19 (1972-1973) 302-317; las: «Ias zorras y Ias aves», Lc 9, 58; «el tra-
cf. más bibliografia en Roberts, 28 nota 1.2. bajador» (= todo trabajador), 10, 7; «el dueno
de la casa - el ladrón», Mt 24, 43; «el herede-
En lo esencial, el empleo dei artículo en el ro», Gál 4, 1).
NT concuerda con el uso dei mismo en la len- c) En sentido distributivo (una variante dei
gua clásica; pocas veces puede observarse in­ uso en sentido general) se espeeifica a «cada
fluencia dei hebreo. uno»: Tou èviautou, «cada ano, anualmen­
te», Heb 9, 7; xqç fip,éQag, «cada día, diaria­
1. La función dei artículo, que consiste en mente», Lc 17, 4.
caracterizar como algo determinado un con-
cepto sustantivo, se deriva de su significado 3. Por medio dei artículo puede sustanti-
original de demonstrativo, que se reconoce varse cualquier palabra, y también una frase o
todavia en restos formultirios que aparecen en parte de una frase.
el NT: ó fxèv - ó ôé, «el uno - el otro», «éste a) Adjetivos: ó JtovqQÓç, «el maligno» (el
- aquél»-, ò ôé, «y eZ», «pero éste», oi ôé, «y diablo), Mt 13, 19; Jn 17, 15; xò àYa'9'óv
ellos», «pero éstos». ó (oí) [ièv o ív , «y él oox), «tu buena acción». Fim 14 (en sentido
(ellos)», «pues bien, éste {éstos}», sin el ôé co- individual); xò àyaO^óv, «el bien», Gál 6, 10
rrespondiente, aparece línicamente en Hechos. (en sentido general).
b) Advérbios y expresiones preposiciona-
2. El artículo se emplea; les (el uso «elíptico»): r| aÜQiov (sobreen-
a) individualmente, para referirse a una tiéndase qp,éQa), «el día de manana», Sant 4,
persona o cosa determinada, ya mencionada 14; xò èvxóç - xò èxxóç, «lo interior» - «lo
(«anafórico») o conocida universalmente exterior», Mt 23, 26 (cf. Jn 8, 23; Flp 3, 13,
(«definitorio»); «los magos», Mt 2, 7 (intro- etc.); oi èxeT, «la gente que estaba allí», Mt
ducidos sin artículo en el v. 1); «los cinco pa­ 26, 71; àitò xoü vüv, «desde ahora», Lc 1,
nes», Lc 9, 16 (después de hablarse de «cinco 48; xò xip.ã)V, «en cuanto de vosotros de­
panes» en el v. 13); «una bestia», Ap 13, 1, penda», Rom 12, 18 (acusativo adverbial); xò
467 468

x a t à aÓQxa, «en cu an to a la carne», 9, 5. - e) Citas: xò àvépr], lo d e qu e ‘El ascen-


De manera semejante, el artículo seguido de dió’», Ef 4, 9 (cf. Mt 19, 18; Rom 13, 9). En
genitivo; « lo s h ijos (ol) de Zebedeo», Jn 21, interrogativas indirectas, en Lc 1, 62; Hech 4,
2; « lo s que p e r te n e c e n a Cristo», 1 Cor 15, 21, y p a ssim en Lucas.
23; xà K aio aço ç, «Ias c o sa s qu e so n dei Cé­
sar», Lc 20, 25; « lo que co n trib u ye a la paz», 4. En algunos pronombres hay que distin­
Rom 14, 19; « e l co n ten id o (xó) dei provér­ guir entre la posición predicativa y la posi-
bio», 2 Pe 2, 22. ción atributiva (los pronombres posesivos y
c) Participios: ó Pajtxí^cov, « e l Bautista», los demonstrativos llevan generalmente artí­
Mc 6, 14; ó xXéjtxcDV, « e l ladrón», Ef 4, 28; culo).
xà ujtáQxovxa, «Ias posesiones», Lc 12, a) auxóç: « e l Espíritu m ism o» (predicati-
33.44; xà YLVÓ|XEva, « lo s sucesos», 9, 7; vo), Rom 8, 26, pero « e l m ism o Espíritu»
jtQÒç TÒ Jtagóv, «para e l momento», Heb 12, (atributivo), 2 Cor 4, 13.
11. Es frecuente ó X.EYÓp.evoç (xaX,oúp.svoç) b) n ã ç : j t ã o a v xt]v àX ,f)'& Eiav, « to d a la
seguido de un nombre propio: « e l ... llamado verdad», Mc 5 , 3 3 (jx ã ç sin artículo: «cada»),
/ por nombre»; así también en Hech 13, 9; pero ó 3xãç vópxjç (atributivo: se acentúa la
«Saulo, e l c u a l se llamaba también (ó xaí) unidad total), «la ley en su to ta lid a d » , Gál 5,
Pablo». - Algunas veces, en lugar de la ora- 14; «en to ta l doce hombres», Hech 19, 7.
ción de relativo que seria de esperar: Lc 18,9,
«a unos que (jtgóç xivaç toúç) que confiaban 5. En el caso de un predicado nominal de­
en sí mismos» (cf. Hech 4, 12; 11, 21; Mc 15, terminado, el artículo aparece o no, a diferen­
41). cia de lo que sucede en el griego clásico (don­
d) Infinitivos; El infinitivo sustantivado, de el predicado nominal va generahnente sin
como ocurre en toda la Koiné, se halla mucho artículo), según sea el orden en que vayan Ias
más difundido en el NT que en el griego clá- palabras: si el predicado precede al verbo, en-
sico (sobre todo en Lucas, Pablo y Hebreos; tonces no Ueva artículo; si el predicado va de­
es raro en Juan). En todo ello, eLartículo sir- trás dei verbo, entonces Ueva artículo (cf. E.
ve más para caracterizar el caso que para de­ C. Colwell: JBL 52 [1933] 12-21); sin embar­
terminar algo (en la traducción suele hacerse go, hay muchas excepciones. Por tanto, en Jn
caso omiso de él): «la esperanza de recibir su 10, 36: «Yo soy e l Hijo de Dios» (cf. 9, 5) co­
parte» (xoõ pexéxEiv), 1 Cor 9, 10; «la fe de mo en Mt 14, 33; pero luego en 2 7 , 54: O e o õ
ser salvado» (xoõ awOfjvai), Hech 14, 9); uiòç fiv, «él era e l Hijo de Dios [o: el hijo de
«abstenerse de ofrecer sacrifícios» (xoõ [if] un dios]».
■&ÚEIV), V. 18. También puede ser sustantivado
un acusativo con infinitivo (en el caso de que 6. En cuanto al artículo con nombres pro-
el infinitivo tenga distinto sujeto): «el tiempo pios, no se observan regias fijas. En la mayo-
de que ella diera a luz» (xoõ x ex e I v aíixTiv), ría de los casos:
Lc 1, 57 (cf. 2, 6); «la esperanza de salvar- a) Los nombres propios llevan artículo,
nos» (xoõ Oü)t,ÊO'àai r)p,ãç), Hech 27, 20. - cuando la persona (sin artículo) ha sido ya
Es frecuente con preposiciones: e I ç xò oxan- presentada (~> 2.a): «Maria», Lc 2, 19 (cf. el
Qcõoai, « p a ra crucificar(le)», Mt 27, 31; ev V. 5); «Esteban», Hech 6, 9 (cf. el v. 8); «Pila-
xm jtOQEÚEOÕ-ai, «en e l viaje, Hech 9, 3; êcuç to», Mt 27, 13.17.22.24 (cf. el v. 2); «Jesus» y
xoõ èXõ-Eiv auxóv, «hasta que él llegó». - «Cristo» (propiamente un apelativo: « e l Un­
Con bastante frecuencia el infinitivo sustanti­ gido») aparecen casi siempre con artículo en
vado en genitivo tiene sentido final o conse­ los evangelios (->■ Tqooõç 4.a, en la columna
cutivo; « pa ra sembrar, Mt 13, 3 par.; p a r a ser A dei cuadro). - Los nombres propios hebreos
bautizado, 3,13; « de su erte qu e hubierais cre- (que son indeclinables en griego) suelen lle-
ído en él» (xoõ morxEõoai au x ã), 21, 32. var artículo para determinar el caso.
469 ó - 5ôe 470

b) Los nombres de países que originalmen- visibibdad pertenece a la esencia divina); cf.
te fueron adjetivos, llevan artículo: f| ’Iou- Gál 2, 6. En consonância con esto hay que
ô a ía (yf) o xtópa), «Judea»; f| FaXiÀaía, distinguir entre JtVEüpa «espíritu» como «sus­
«Galilea», pero, por ejemplo, se dice también tância» (por ejemplo, en Mc 1, 8 en corres­
habitualmente q Engrójtq, «Europa»; q "Aaía, pondência con üôaTi, «con agua») y tÒ Jtveü-
«Asia». pa, «el Espíritu (Santo) como ser personal (v.
c) Los gentilicios no llevan necesariamente 12; vópoç, «la ley» como principio (Gál 4,
artículo: en Pablo ’Io u6aíoi, «los judios»; 21a: todas Ias formas de ley) y ó vópoç, «la
“E}i,A,qv£ç, «.los griegos»; pero en los evange- ley (judia)» (v. 21b).
lios llevan casi siempre artículo.
W. Elliger
7. El artículo está ausente a menudo:
a) En Ias enumeraciones (los nombre apa­ Ô Y Ô o tjx o v ta ogdoêkonía ochenta*
receu como en una lista, por ejemplo, Rom 8, Lc 16, 7: «jToma tu recibo y escribe:
35.38s; 1 Cor 13, 12; catálogos de vicios) y ochental». En 2, 37 dícese de Ana: Había per­
en Ias defíniciones (Rom 1, 16s), los encabe- manecido viuda ECOÇ (v.l. cuç) èxcôv ôyôoq-
zamientos de cartas. Ias fórmulas de saludo, xovxa XEOoáQCDV «hasta los ochenta y cuatro
etc. (Mt 1, 1; 1 Cor 1, 1.3; Ef 6, 23).
b) En designaciones de clase y de afinidad
o parentesco que equivaleu a nombres propios
(cf. el ejemplo clásico: PaoiXEÚç, «el rey de Õy ÔOOÇ, 3 ogdoos (el) octavo*
los persas»): KatoaQ, «el emperador» (tan En Lc 1, 59 y Hech 7, 8 dícese de la circun-
sólo en Jn 19, 12 con artículo); ■&eóç rtaxqQ, cisión (de Jesús o de Isaac) «al octavo día»
«Dios (eZ) Padre; o a ta v ã ç , «{el) Satanás» (Gén 21, 4). 2 Pe 2, 5: Noé fue el octavo a
(pero casi siempre con artículo, lo mismo que quien Dios conservo la vida, es decir, se la
sucede con deóg, «Dios», y xúpioç, «Senor», conservo a él y a otros siete (cf. Bauer, Wõr-
que llevan artículo cuando se refieren al Dios terbuch, s.v.). Ap 17, 11: La «bestia» es: la
judio o cristiano). Aqui hay que incluir tam­ octava (cabeza; se refiere a Nerón, cf. W.
bién la mención -sin artículo- de fenômenos Bousset, Die Offenbamng^ [KEK], 407s); en
de la naturaleza, como el sol, la luna, la tierra, 21, 20 dícese de la octava piedra, que es beri­
el mar (sobre Lc 21, 25 cf. Platón Crat 397s), lo.
el cielo, la muerte, etc.
c) En conceptos abstractos: (en Pablo) Òyxoç, OV, ó ogkos (el) peso, (la) carga*
ápaQTÍa, «el pecado», aÓQ^, «la carne», Heb 12, 1: Hay que «despojarse de toda
OCOtqQÍa, «la salvación», etc. carga que sea un impedimento». El concepto
d) En indicaciones ordinárias de lugar y paralelo es aqui ctpaQxía. ThWNT V, 41;
tiempo (por su carácter adverbial): à it’ aYQon, Spicq, Notes II, 598-600.
«dei campo»; ív àyoQ ^, «en el mercado»;
Ecoç EOJtÉQaç, «hasta la tarde»; x a x à xat-
QÓv, «a su debido tiempo»; también, por esta ÕÔ£, !)&£, TÓÔE hode este*
razón, en Lc 8, 27 habrá que entender «en ca­ De Ias 10 veces que aparece este pronom-
sa» y no «en una casa». bre demonstrativo en el NT, siete se hallan só­
e) La falta de artículo puede tener también lo en el Apocalipsis, concretamente en la fór­
un matiz calificador: no se piensa en el indiví­ mula de introducción (que aparece también en
duo, sino que se acentúa la esencia de una per- los edictos de los reyes persas y en los discur­
sona o cosa. Así, en Heb 5, 8 xaÍJteQ mv ulóç, sos proféticos dei AT): x ú ô e Zi é y e l ó ... (2,
«a pesar de su condición de Hijo (de Dios)»; 1.8.12.18; 3, 1.7.14). Es similar Hech 21, 11:
Jn 1,18 «nadie ha visto a Dios (Deóv)» (la in- xáÔE ÀéyEi xò jtvEüpa xò àyiov. El pronom-
471 ÕÔE - ÓÔÓÇ 472

bre se usa también para remitir a lo que se ha cando espigas»; cf. R. Pesch, Das Markuse-
mencionado antes: Lc 10, 39: xfjôe qv àòeX- vangelium 1 (HThK), sub loco (180 nota 5).
cpt], «ella tenía una hermana». Sant 4, 13:
«iremos a esa ciudad...».
ÓÔÓÇ, o € , ^ hodos c a m in o , v ia je

ÓôeiJto hodeuõ i r , c a m i n a r , v i a j a r * 1. Vision general - 2. Evangelios sinópticos - 3.


Evangelio de Juan - 4. Hechos - 5. Hebreos.
Lc 10, 30, dei samaritano: óÔEÚmv fiX^&sv,
«yendo de camino llegó». Bibl.: C. Colpe, Die «Himmelsreise der Seele»
aufierhalb und innerhalb der Gnosis, en U. Bianchi
(ed.), The Origins of Gnosticism, Leiden 1967, 429-
ÓÔ1]Y£C0 hodêgeõ conducir, guiar; introdu- 447; F. C. Fensham, «I am the Way, the Truth and the
Life»: Neotestamentica 2 (1968) 81-88; O. Hofius,
cir* Das «erste» und das «zweite» Zelt. Ein Beitrag zur
Mt 15, 14 par. Lc 6, 39 en la sentencia dei Auslegung von Hebr 9. 1-10: ZNW 61 (1970) 271-
ciego que guia a otro ciego. En Jn 16, 13 dí- 277; Id., Inkamation und Opfertod Jesu nach Hebr 10,
cese dei «Espíritu de la verdad» que «os guia­ 19f, en FS Jeremias 1970, 132-141; Id., Katapausis.
Die Vostellung vom endzeitlichen Ruheort im Hebr
rá a toda verdad». En Hech 8, 31 dícese de la (WUNT 11), Tübingen 1970, 127-131,146-151; W. G.
iniciación a la comprensión (cristológica) de Johnsson, The Pilgrimage Motif in the Book of He-
la Escritura. En Ap 7, 17 dícese dei «Corde- brews: JBL 97 (1978) 239-251; E. Kâsemann, Das
ro» que ha de llevar a los mártires hasta los wandemde Gottesvolk. Fine Untersuchung zum Hebr
manantiales de Ias aguas de la vida. ThWNT (FRLANT 55), Gõttingen ^1959; E. Manicardi, II cam-
mino di Gesu nel Vangelo di Marco (AnBibl 96), Ro­
V, 101-106; DTNTI, 211s. ma 1981; S. V. McCasland, The Way: JBL 77 (1958)
222-230; W. Michaelis, óôóç, en ThWNT V, 42-101;
F. Nõtscher, Gotteswege und Menschenwege in der Bi-
óôt]yóç, oC , ó hodêgos guia* bel und in Qumran (BBB 15), Bonn 1958; I. de la Pot-
Mt 15, 14; 23, 16.24 habla de los guias cie- terie, «Je suis la Voie, la Vérité et la Yie» (Joh 14, 6):
NRTh 88 (1966) 907-942; E. Repo, D er Weg ais
gos (que conducen a otros ciegos) óôq- Selbstbezeichnung des Urchristentums, Helsinki 1964;
Y É cu ). Hech 1, 16 habla de que Judas guiaba W. C. Robinson, Der Hfeg des Herm. Studien zur Ge-
al grupo de los que venían a prender a Jesús schichte und Eschatologie im Lukasevangelium (ThF
(cf. Lc 22, 47). En Rom 2, 19 se habla de que 36), Hamburg 1964; R. Schnackenburg, Das Anliegen
der Abschiedsrede Jesu in Joh 14, en FS Schelkle, 89-
el judio pretende ser guia de ciegos. ThWNT 104; G. Theifien, Radicalismo itinerante. Aspectos li-
V, 101-106; DTNT1, 211s. terario-sociológicos de la tradición de Ias palabras de
Jesús en el cristianismo primitivo, en Fstudios de so­
ciologia dei cristianismo prmitivo, Salamanca 1985,
ÓõoilJIOQéo) hodoiporeõ v ia ja r, c a m in a r* 13-40; G. Wingren, Weg, Wanderung und verwandte
Hech 10, 9: ó ô o iJ tO Q O Ú V T m v è x e ív to v ,
Begriffe: StTh 3 (1949) 111-123; para más bibüogra-
fía, cf. ThWNT X, 1197s.
«cuando a q u é l l o s iban de camino».
1. En el NT óôóç aparece 101 veces, pre­
ó õ o iJlO Q Ía, a ç , q hodoiporia v ia je , c a - dominando claramente en los escritos narrati­
m in a ta * vos, y entre ellos en la doble obra de Lucas,
En Jn 4, 6 dícese que Jesús «estaba cansado en la cual se halla casi una tercera parte de to­
dei viaje» y se sentó a descansar junto al pozo dos los testimonios. El Evangelio de Juan, con
de Jacob. En 2 Cor 11, 26, en el catálogo de excepción de la cita de 1, 23, emplea el térmi­
penalidades: «viajando a menudo». no únicamente en 14, 4.5.6. Dentro dei Cor-
pus Paulinum hallamos testimonios aislados
en Romanos, 1 Corintios y 1 Tesalonicenses.
óâoT loiéfo hodopoieõ hacer camino En el NT el término aparece también única­
En Mc 2, 23 B al dícese de los discípulos de mente en Hebreos, Santiago, 2 Pedro, Judas y
Jesús: «comenzaron a hacer camino, arran­ Apocalipsis. El término muestra una gama su-
473 óôóç 474

mamente variada de significados. En su acep- los discípulos (9, 33 s). Y la precisa más ana-
ción fundamental significa no sólo camino, diendo una indicación dei destino que senala
ruta, sino también la andadura, el viaje, en­ la significación de «en el camino» a la luz de
tendidos como acción. La diferenciación pue- lo que iba a suceder en Jerusalén. Por eso, la
de ser difícil en casos concretos (por ejemplo,indicación èv xf] óõm sobrepasa la simple
f|(téQaç óôóv, sX «camino de un día», Lc 2, función de una observación topográfica y en-
44; oappáxon óôóv, «el trecho de camino cuadra redaccionalmente los diversos elemen­
que es lícito andar en sábado», Hech 1, 12, tos de la redacción. Así hay que entender tam­
etc.). bién la observación final dei viaje de Jesus a
Asimismo, resulta a veces difícil distinguirJerusalén, que nos habla de que a Jesús le se­
nitidamente entre el sentido «propio» y el sen­guia el ciego que había sido curado (10, 52);
tido «figurado». Los usos metafóricos dei tér­ es un paradigma dei camino dei seguimiento
mino son en buena parte patrimônio cultural en general. El contraejemplo negativo nos lo
común. Así sucede principalmente con la ima- ofrece Mc 10, 17. El detalle èxrcoQeuopévou
gen, tan difundida, de los «dos caminos» (cf. 8ÍÇ óôóv, suprimido por Mt 19, 6; Lc 18, 18,
Mt 7, 13s; Michaelis, 42-65). En el NT óôóç seria supérfluo e incluso carente de sentido
se refiere principalmente al camino de la vida,como simple indicación dei marco. Por eso,
a la conducta o manera de vivir (exigidos por en Marcos, el énfasis en la situación de viaje
Dios) (Hech 14, 6; Rom 3, 16s; Sant 1, 8; 5, en que se hallaba Jesús debe entenderse como
20; 2 Pe 2, 15.21 y passim; sin embargo, 2 Pe una referencia objetiva al contenido de los
2, 5 debe referirse más bien al cristianismo fragmentos introducidos por medio de èv xfj
como la verdadera ensenanza. 1 Cor 4, 17 re­ óôõ) ( eI ç óôóv). Tiene afinidad objetiva con
laciona íntimamente la forma de vida, bien ello el pasaje de Lc 9, 57. Está clara la corres­
palpable en la persona dei apóstol, con su pre-pondência que existe entre la indicación dei
dicación. La óôóç x a íl’ ÓJtEQPoLriv, mencio­ marco (jtO0EUO|XÉvo)v èv xfj óôm) y el conte­
nada en 1 Cor 12, 31, no debe referirse a la nido de la sentencia que viene a continuación
consecución de los dones de la gracia, sino y que habla dei seguimiento (9, 57-62). Y lo
que designa la forma más excelente de condu- está igualmente la correspondência entre la
cirse en la vida. El término se usa también en dirección dei camino de Jesús, designada por
expresiones preposicionales; èv Tfj óôm, en el medio de la referencia retrospectiva de 9, 57 a
camino (Mt 15, 32; Mc 8, 3.27; 9, 33s; Hech 9, 51, y dicho seguimiento.
9, 27 y passim), e igualmente x ax à xf|v óôóv Las instrucciones de Jesús sobre Ias provi-
(Hech 26, 13 y passim-, cf., además, Bauer, siones de los mensajeros para el camino pare-
Í.V.; BlaB-Debrunner § 161, 1 sobre Mt 4, 15; cen estar referidas al marco de la misión dei
genitivo de dirección con óôóç, ibid. § 166 cristianismo primitivo como una misión itine­
sobre Mt 10, 5). rante (Mc 6, 8; Mt 10, 10; Lc 9, 3; cf. Lc 22,
35s), y posiblemente remiten también retros­
2. Según los estúdios estadísticos, óôóç pectivamente al radicabsmo dei cristianismo
con su significado fundamental de camino / primitivo en su actividad misionera itinerante.
viaje aparece principalmente en los Evange- La doble imagen, frecuentemente interpre­
lios sinópticos. Una ruta determinada la men- tada, de la puerta estrecha y la puerta ancha y
cionan Lc 10, 31 (Jerusalén - Jerico) y Hech dei camino angosto y el camino amplio (Mt 7,
8, 26 (Jerusalén - Gaza). 13s) no hay que forzarla demasiado. Es deci­
Aparte de eso, óôóç con una indicación de siva para la comprensión de la doble imagen
dirección se encuentra únicamente en Mc 10, la conclusión inherente a la imagen misma y
32. La indicación de la situación èv xf) óôcõ, que se expresa en la contraposición entre
la recoge aqui Marcos tomándola dei anuncio jtoitLoí y òXíyoL. Por tanto, no se ilustra pro-
de la Pasión (Mc 8, 27) y de la discusión de piamente la dificultad dei seguimiento, sino
475 óôóç 476

que la imagen exhorta a la vigilancia en el se- 20s; CD 1, 13; 2, 6 y passim). Falta en ellos la
guimiento, ya que aqui no puede aplicarse el expresividad característica que tiene la expre­
critério dei gran número (cf. 7, 21 y lo de sión en el übro de Hechos; óôóç en el sentido
jTOÀX,oL, que vuelve a mencionarse en 7, 22), general de manera de vivir (en consonância
sino que lo que cuenta es lo de poner en prác- con la interpretación esenia de la ley) no pue­
tica Ias palabras de Jesus (7, 16.20.24.26). de excluirse en absoluto en los pasajes qum-
ránicos; por tanto, no puede demostrarse una
3. Es singular dei NT y, más concretamen­ relación directa ni, mucho menos, una depen-
te, dei Evangelio de Juan la manera en que Je­ dencia. En Hechos óôóç no implica tanto la
sus se designa a sí mismo como el camino (Jn definición dei cristianismo como la verdadera
14, 6), mediante la fórmula de revelación kyw ensenanza que contraste con otras ensenan-
E Í[j,i. Offece dificultades, a este propósito, la zas. Ni siquiera lo implica así el texto de
coordinación entre Ias tres expresiones «ca­ Hech 24, 14. Sino que óôóç se usa precisa­
mino, verdad y vida» (sobre la conexión de mente como parte de la tendencia a evitar Ia
estas tres expresiones en textos gnósticos cf. impresión de que el cristianismo sea una
R. Bultmann, Das Evangelium des Johannes"^ aiQEOiç judia divergente. Esto, también, dife­
[KEK], 468 nota 4). Y Ias ofrece también, rencia la manera de hablar de Hechos de todo
desde el punto de vista de la historia de Ias re- lo que se dice en el contexto de los escritos
ligiones, la cuestión de lo cerca que se halla la esenios. Por eso, habría que tener prudência a
imagen utilizada por Jesüs de concepciones la hora de afirmar que óôóç es la manera con
gnósticas o mandeas. Mientras que la exége- que el cristianismo se designaba a sí mismo.
sis un tanto antigua trató principalmente de Más bien, el concepto debe su origen al hecho
establecer distinción entre el camino y la me­ de que el cristianismo en su totalidad, que se
ta (a la que se llega por medio dei camino), hallaba continuamente en situaciones de polê­
enunciada por medio de Ias dos expresiones mica y litígio, sintió la necesidad de denomi-
siguientes, parece que es preferible explicar la narse a sí mismo conceptualmente.
expresión que aparece en primer lugar, el ca­
mino, por medio de Ias otras dos, «la verdad y 5. En Heb 3, 10 óôóç se encuentra en la
la vida». La idea hay que parafrasearia así; No extensa cita dei Sal 95, 7-11. Dos modifica-
hay más que un acceso al Padre, un acceso ciones esenciales de Ia cita son decisivas para
verdadero y que conduce a la vida. Si tenemos la comprensión de óôóç. En primer lugar, la
en cuenta la identificación entre Jesüs y el Pa­ indicación de tiempo TeaoEQáxovta erq se
dre (14, 9.11), entonces 14, 6 debe entenderse conecta con tò EQya pou. Y, en segundo lu­
en el más riguroso sentido como una senten­ gar, se ha insertado consecuentemente ôió pa­
cia de revelación. La vinculación estricta de la ra indicar la razón. Estos câmbios sólo se pue-
imagen dei camino con la persona acentua la den explicar satisfactoriamente en la hipótesis
naturaleza histórica de la revelación. Esto pre­ de que hay dos períodos diferentes de tiempo,
cisamente distingue de manera suprema la de 40 anos cada uno (Heb 3, 10.17; cf. Ho-
sentencia de Jn 14, 6 de todos los paralelos fius, Katapausis, 128s). Con ello, los caminos
conocidos en la historia de Ias religiones. de Dios mencionados en Heb 3, 10 se identi-
fican con la época de 40 anos de sus obras (de
4. Es igualmente singular dei NT el uso de gracia). Heb 9, 8 y 10, 20 hablan dei «acceso
óôóç, peculiar dei libro de Hechos, para de­ al lugar santísimo», que no se había revelado
signar la ensenanza cristiana en general (19, hasta el tiempo de Cristo (9, 8), pero que aho-
23; 22, 4; 24, 33) o a los cristianos como gru­ ra ha quedado patente por medio de su muer-
po (9, 2; 24, 14). Para explicar esta manera de te» (cf. BlaB-Debrunner § 163), «no de un
hablar, dificilmente se podrá recurrir a los es­ ‘camino de los santos’ hasta el interior dei
critos de los esenios (cf. IQS 9, 17.19; 10, santuario celestial» (con Hofius, Katapausis,
477 óôóç - oLôa 478

149, en contra de Kâsemann, 19). En ambos ’OÇíaç, OV Ozias Ozías (Uzías)*


pasajes no puede excluirse el motivo de la pe- Nombre de persona en Mt 1, 8.9 en la gene­
regrinación. ó ô ó ç , tanto en 9, 8 como en la alogia de Jesús (hijo de Jorán).
oración de relativo de 10, 20 que explica el
sentido de 10, 19, se eneuentra en el sentido
de E i o o ô o ç («acceso»); es poco probable una 5^(0 ozõ exhalar olor, oler*
diferencia de sentido entre ó ô ó ç y e i o o ô o ç En mal sentido en Jn 11, 39: TjÓT) õÇei, dí-
(por lo demás, en relación con el difícil pasa- cese dei cadáver de házaio.
je de 10, 19s, cf. Hofius, Irkarnation, passim).
M. Võlkel Õ^dev hothen (adv.) de donde, por lo cual*
En el NT el advérbio aparece únicamente
ÒÔOÚÇ, ÒÔÓVTOÇ, Ó odous diente* en Mateo (4 veces), en la obra de Lucas (4 ve-
Mt 5, 38; «Ojo por ojo, y diente por dien- ces), en Hebreos (6 veces) y en 1 Jn 2, 18.
te». En la expresión; ó Pquyíiòç tcõv ôôóv- Con significado local en Mt 12, 44 par. Lc 11,
T cov, «el rechinar de dientes», Mt 8, 12; 13, 24; Hech 14, 26; 28, 13; además en el sentido
42.50; 22, 13; 24, 51; 25, 30; Lc 13, 28. Co­ de EXEíO-ev ÕJtou («allá donde»), Mt 25,
rresponde a esta expresión, en Hech 7, 54: 24.26. Al comienzo de la frase, con el signifi­
P qÚXO) xoÒç òôóvxaç (èjti xiva), y en Mc 9, cado de por lo cual, Mt 14, 7; Hech 26, 19;
18: XQÍÇco XOÒÇ òôóvxaç, «rechinar los dien­ Heb 2, 17; 3, 1; 7, 25; 8, 3; 9, 18; 11,19. En 1
tes». Ap 9, 8: «sus dientes eran como los de Jn 2, 18 significa: por este hecho (cf. Josefo,
los leones». Ant II, 36).

Ò ô w á o ^ a i odynaomai (e n v o z p a s iv a ) othonê p a n o , l i e n z o *
Ô 'f l 'ó v t |, T |Ç , l í
s e n tir d o lo r* Hech 10,11; 11, 5, en ambos casos: o x E Ü ó ç
En el NT el término aparece únicamente en TI ( b ç ô'&óvTiv p£YáX.Tiv, «un recipiente como
Lucas/Hechos. Lc 2, 48: «Te hemos estado un gran lienzo».
buscando angustiosamente (oôuvoópEVOL)».
En 16, 24.25 dícese dei tormento dei rico en
el infiemo. Hech 20, 38: ô ô u v r ó p E v o i páÀia- ô^ftóviov, OD, TÓ othonion f a ja d e te la ,
lie n z o *
xa, dei dolor por la despedida de Pablo, sobre
todo por el anuncio que éste hace (v. 25) de En el NT sólo en plural (ôOóvia) y refi-
que ya no le volverán a ver. ThWNT V, 118s. riéndose a los lienzos en que se envolvió el
cadáver de Jesús (Lc 24, 12; Jn 19, 40; 20, 5.
6.7. En contraste con ello, Mc 15, 46 par. Mt
ôôvvt], nç, 1^ odynê dolor, sufrimiento* 27, 59 / Lc 23, 53 suponen que a Jesús se le
Rom 9, 2: àôiáXeiJttoç òôòvti, «continuo envolvió en un lienzo o sábana (en singular,
dolor», junto a XturT] p,EYákT). En 1 Tim 6, 10 O L V ôcóv). J. Blinzler: Philologus 99 (1955)
dícese de los remordimientos de conciencia: 158-166; R. Schnackenburg, El Evangelio se-
Los que son víctimas de la avaricia «se han gún San Juan III, 366s; Spicq, Notes II, 601-
causado a sí mismos muchos dolores». Cf. 605.
ThWNT V, 118s; X, 1198 (bibl.).

o lô a oida s a b e r, e n te n d e r, c o n o c e r
ov, ó odyrmos lamentación*
Mt 2, 18; xX,atr&(iòç x a l ôôuppòç Kokvç, 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. Campo referencial.
«llanto y gran lamentación» (cita de Jer 38,
15 LXX). En 2 Cor 7, 7 el término aparece B ib l : Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrunner, í .v.
junto a èjtiJtóOTioiç y ^fjkoç. ThWNT V, 119. eíôÉvai en el índice analítico; D. W. Burdick, Oíôa
479 olôa 480

and yivcüoxco in the P a u lin e E pistles, en R. N. Longe- LXX). Sobre la frecuencia y la existência de
necker-M. C. Tenney (eds.), N e w D im en sio n s in N T otras formas cf. VKGNT II, í . v.; en lo que
Study, Grand Rapids 1974, 344-356; E. Heitsch, D as
respecta a la LXX cf. Helbing, Grammatik,
W issen d es X en ophanes: RhMus 109 (1966) 193-235,
sobre todo 207-216; Helbing, G ram m atik, 108; Küh- 108; sobre los papiros, cf. Mayser, Gramma­
ner, G ra m m a tik II/2, 35 Is; M, Leumann, G riech. hom. tik V I, 130 y 149.
ELÔcóg, lôoía und..., en Id., K leine Schriften, Zürich-
Stuttgart 1959, 251-258, sobre todo 251s; Liddell- 2. oíôa (originalmente haber visto [con el
Scott, í.v. EÍôto B; Mayser, G ram m atik, V2, 130, 149;
I. de la Potterie, OTôa e t YivcóaKO). L es d eu x m o d es deojo espiritual]; cf. por ejemplo Snell, 26; Lid-
la conn a issa n ce dans le q u atrièm e Evongile'. Bib 40 dell-Scott; ver con el ojo de la mente) designa
(1959) 709-725; Schmidt, S yn o n ym ik I, 282-309, so­ en griego clásico, a diferencia dei verbo -»
bre todo 289-295; Schwyzer, G ram m atik II, 395; H. Yivróoxco, originalmente incoativo (-ox-)
Seesemann, oíôa, en ThWNT V, 120-122; B. Snell,
D e r Weg zum D enken u n d zu r W ahrheit (Hypomnema- («conocer»), y dei resultativo -*■ èníoxapai,
ta 57), Gôttingen 1978, sobre todo 21-43 (= JHS 93 que hace referencia más bien a una facultad
[1973] 172-184); ThGL j.v. elôéo); W. Veitch, Greek práctica de conocer (compárese, de Platón,
Verbs Irreg u la r a n d D efective. T heir F orm s, M eaning
a n d Q uantity, Oxford 1887 (Hildesheim 1967); Zorell,
Phaed 75d con Theaet 209e, citados por de la
L exicon, s.v. Potterie, 710s al estudiar el uso clásico), la
posesión teórica de saber {saber, conocer, cf.
1. El verbo (perfecto no reduplicado de ->■ Schmidt, 285-289; los tres verbos juntos en
elôov [«ver»], con sentido de presente, con Tucídides I, 69,3, citados ibid., 295). Este co-
Ias fases de altemancia vocáüca Foiô-, Feiô- nocimiento que se basa en la intuición (cf.,
y Fiô-; cf. Leumann 251; conocido desde Ho­ por ejemplo, Herodoto IV, 31, 1, citado en
mero II) aparece en el NT 381 veces, espe­ Snell, 58 nota 18), puede adquirir ya en Ho­
cialmente en Juan (84 veces) y en el Corpus mero una forma totalmente abstracta (Heitsch,
Paulinum (103 veces), es menos frecuente en 207-216). Es un conocimiento puramente
los Evangelios sinópticos (Mateo 24 veces. mental sin que lleve inherente la experiencia
Marcos 21, Lucas 25) y en Hechos (19). Falta (Schmidt, 289).
únicamente en la Carta segunda de-Juan. En el NT esta diferencia clásica entre olôa
Como v.l. oLôa sustituye a Yivtáaxoi en Jn y Ytvcóoxoa se conserva en buena parte. En lo
14, 7 (NTG^^ en el texto); 1 Cor 8, 2; Flp 2, que respecta a los Evangelios sinópticos, falta
22, y a eíôov en Mt 9, 4 (NTG^ en el texto); hasta ahora una investigación completa (ob-
Mc 12, 28 (NTG^5 en el texto); Jn 8, 56; Hech servaciones aisladas pueden verse en Seese­
28, 26; Sant 5,11; 1 Pe 1, 8. (Sucede también mann 120-121, quien aboga por la sinonimia
lo inverso: v.l. Yivróaxa) en Lc 6, 8; Jn 21, 4; de ambos verbos). En Juan, o lô a frente a
Hech 20, 22; Rom 15, 29; Ap 2,17 [no apare­ Yivmoxü) designa siempre un saber intuitivo
ce en el aparato crítico dei NTG^®]; v.l. elôov o cierto. I. de la Potterie lo demuestra en lo
en Mt 12, 25; Mc 12, 15; Lc 13,27; Jn 19, 28; que respecta a Jesús (715-717) y los discípu­
1 Cor 2, 2.12; ambos aparecen juntamente en los (722-724). En lo que concieme al Corpus
Lc 9, 47). Paulinum, Burdick llega a la conclusión de
Apartándose dei uso clásico (testimonios que, de Ias 103 veces que aparece olôa, 90 se
aislados en Veitch 218-220; cf. también ThGL ajustan el significado clásico, y tan sólo cinco
y Liddell-Scott) aparecen Ias formas oíôaç, veces el verbo es sinônimo de Y'''vtí)axa)
oíôapev (en vez dei subjuntivo en 1 Jn 5,15; (Rom 8, 26; 13,11; 2 Cor 5, 11; 9 ,2 ;2 T im l,
-s èáv 2), oíôaxe Ctoxe únicamente en Ef 5, 15) y ocho veces tiene el significado clásico
5; Heb 12, 17; Sant 1, 19; sobre el modo ver­ de Ytvtóaxm (Rom 7,7.18; 1 Cor 2, 12; 11, 3;
bal cf. F. MuBner, Der Galaterbrief^ [HThK], Ef 1, 18; 6, 21; Col 2, 1; 1 Tes 5, 12).
sub loco, oíôaoi(v) (lo ao i únicamente en
Hech 26, 4), fjôeixe, fjôeioav, etôf|oouoiv 3. El sujeto de o lô a es casi siempre una
únicamente en Heb 8, 11 (cita de Jer 38, 34 persona (por ejemplo, ó Tqooüç, Jn 6, 64; ó
481 oiôa - olxeTEÍa 482

#EÓç, 2 Cor 11,11; ó itatriQ, Mt 6,32 par. Lc f) Una interrogativa indirecta, introducida
12, 30; ambos [ô •&eòç Jtai itarriQ], 2 Cor 11, 1) por un pronombre interrogativo (casi siem-
31; KTJQLOÇ, 2 Pe 2, 9; ó ôiópoXoç, Ap 12, 2) pre xíç; jxoíoç en Mt 24,42; 24,43 par. Lc 12,
o grupo de personas (por ejemplo, los discí­ 3 9 ; oíoç en 1 Tes 1,5; t|Xího ç en Col 2, 1), 2)
pulos, Jn 21, 4; los gentiles, Gál 4, 8; 1 Tes 4, por un advérbio interrogativo (jió'àev, itóxe,
5; xà ôaipóvia, Mc 1, 34 par. Lc 4, 41; ex- Jtoü, Jicõg: los testimonios en Bauer, s.v. l.f;
cepción: x à JtQóPaxa, Jn 10, 4.5). (bç, Hech 10, 37s; 1 Tes 2, 11; cf. BlaB-De­
El objeto de la acción verbal puede ser brunner § 396 nota 4), 3) por e i (-> e I 2.c), 4)
cualquiera de los siguientes (cf. también por EÍxe - eíxE, 2 Cor 12, 2.3;
VKGNTI, Í.V.); g) Un infinitivo {entender que) (por ejem­
a) Un acusativo de persona (por ejemplo, plo, Mt 7, 11 par. Lc 11, 13). Algunas veces
I tiooüv, 1 Cor 2, 2; xòv §8Óv, 1 Tes 4, 5; xòv acompanado por un advérbio: àxQipôiç, 1 Tes
Tcaxépa, Jn 8,19), 1) con un participio (BlaB- 5, 2 (cf. también Bauer, Worterbuch, s.v.), en
Debrunner § 416 nota 9), 2 Cor 12, 2 (debe grado comparativo (cf. Ps.-Platón, Ax. 369s),
sobreentenderse en Mc 6, 20; es también una Hech 24, 22 (cf. 23, 15), à)cri-&cí)ç (cf. Platón
construcción clásica: Schwyzer, Grammatik Men 71c), Hech 12, 11 (con YivcóoHOj en Jn
11, 395), 2) con infinitivo (BlaB-Debrunner § 7, 26; 17, 8). Los advérbios clásicos corrien-
397 nota 3), Lc 4, 41 (se omite en Mc 1, 34) ó tes eu (cf. LiddeU-Scott, j.v.) y oatptüç (por
3) (prolépticamente) con una oración comple- ejemplo, Sófocles, El 660; cf. también Bauer,
tiva introducida por õxi (cf., por ejemplo, Pla- Worterbuch, s.v.) no acompanan a olôa.
tón, Men 94b), 2 Cor 12, 3 ó con una interro­ El uso absoluto aparece en respuestas, Mt
gativa indirecta (por ejemplo, Mc 1, 24 par. 21, 27 par. Mc 11, 33; Jn 9, 12, en inserciones
Lc 4, 34); con d)ç, Mt 27, 65; Mc 4, 27, o con JtaUoóç,
b) Un acusativo de expresión abstracta o Hech 2, 22; 1 Tes 2, 2.5; 3, 4. El objeto de la
de cosa (por ejemplo, jcávxa, Jn 16, 30; 21, acción verbal hay que sobreentenderlo en Lc
17; Jds 5; cf. Homero, 112,485; Od 12, 189 y, 11, 44; Jn 2, 9b; 2 Pe 1, 12; 1 Jn 2, 20 (v.l.
a propósito, Snell, 27 y 37), 1) explicado por jtávxa en lugar de jtávxeç); Ap 7, 14. Sigue
medio de un acusativo de persona, Hech 10, una oración principal en Sant 1, 19 (cf. Küh-
37s; 1 Cor 2, 2, 2) con infinitivo, 1 Pe 5, 9 ner, Grammatik W 2, 35 Is).
(v.l. oración de õxi) ó 3) con una oración A. Horstmann
completiva introducida por õxi (por ejemplo,
después de ev, Jn 9, 25; cf. Ps.-Demócrito B
304 [= Diels, Fragmente 11, 223, 26]; después olxElOÇ, 2 (3) oikeios perteneciente a la
de xoüxo, Ef 5, 5; 1 Tim 1, 9; 2 Tim 1, 15) o casa; en sentido sustantivado, miembro
con una interrogativa indirecta, Ef 6, 21; de la familia o comunidad doméstica*
c) Ttepí con genitivo de expresión abstracta Junto a LÔioi. dícese de los miembros de la
o de cosa (cf. Platón Critias 107b), Mt 24, 36 familia, 1 Tim 5, 8. En sentido figurado,
par. Mc 13, 32 (seguido por õxt, 1 Cor 8,1.4); oixeíoi xoü àeoõ dícese de los cristianos co­
mo «miembros de la familia de Dios», Ef 2,
d) Una completiva con õxt (más de 130 ve-
19; como «miembros de la familia de la fe»,
ces), formulariamente (cf. F. MuBner, Der
Gál 6, 10. ThWNT V, 136s; D TN T1, 236.
Galaterbrief [HThK], a propósito de 2, 16):
oíôafiev õxt, oxm oiôap-Ev õxt (los testimo-
nios en Bauer, í . v. l.e), Etôtóç ( eíôóxeç ) õxt oiXETEia, a ç , t] oiketeia la servidumbre
(los testimonios en Zorell 4); de la casa*
e) Una oración de relativo (por ejemplo, En Mt 24, 45 se habla dei õoültoç a quien
Mc 5, 33; de manera parecida [un participio el dueno de la casa «puso a cargo de todo el
sustantivado] en Hech 5, 7); personal doméstico». El lugar paralelo de Lc
483 OlK8TEia - o ix ia 484

12, 42 tiene el sustantivo •^EçanEÍa en lugar 0. Michel, oíxoç xxX., en ThWNT V, 133-136; E.
de OLxeTEÍa. Struthers Malbon, Tfj olxíçi aiixoü: M a rk 2. 15 in
Context: NTS 31 (1985) 282-292.

OlX£TT]Ç, OD, ó oikelês criado doméstico, 1. El término se halla atestiguado desde


esclavo* Herodoto, pero falta en los trágicos griegos.
Los conceptos antônimos son, en 1 Pe 2, En ífecuencia y amplitud de significados, es
18, ÔEOJiÓTriç, o en Lc 16,13, xúqioç. El àX- superado por el término -> oiuoç, que es
X.ÓTQLOÇ oixÉTTiç es «un esclavo ajeno», Rom esencialmente sinônimo. En la LXX, oixía y
14, 4. Según Hech 10, 7, Comelio llama «a oLxoç traducen principalmente el término he-
dos de sus esclavos y a un soldado piadoso» breo bayit. En ella, oLxoç se emplea con una
para enviarlos a Jope. C. Spicq: RB 85 (1978) frecuencia unas ocho veces mayor que la de
218-220. oixía. En el NT oLxía aparece 94 veces
(oixoç, 115), concretamente 26 veces en Ma-
teo, 18 en Marcos, 24 en Lucas, 5 en el Ev. de
o ix é b i oikeõ vivir, morar; en sentido tran­
Juan, 12 en Hechos, 2 en 1 Corintios y otras 2
sitivo, habitar en*
en 2 Corintios, 1 vez Filipenses, 1 en 1 Timo-
En sentido intransitivo dícese de la comuni- teo, 2 en 2 Timoteo, 1 vez en 2 Juan.
dad conyugal, 1 Cor 7, 12.13. Del Espíritu de Significa a) casa/hogar, b) comunidad fa-
Dios, que habita en el hombre, Rom 8, 9.11; 1
miliar/familia. En estos significados coincide
Cor 3, 16. Del bien o dei pecado, Rom 7,
con ->• oixoç y se estudiará juntamente con
17.18.20. - En sentido transitivo, en 1 Tim 6,
este término. De los dos significados princi-
16, dícese de Dios, que «habita en luz inacce-
pales se derivan todos los demás.
sible». ThWNT V, 137s.
2. a) Usado en sentido figurado, el término
o i x t m a , a t o ç , TÓ oikêma habitación, es­ oixía, en la sentencia de revelaciôn de Jn 14,
tância* 2 —«en la casa de mi Padre» (que aparece
Como eufemismo para referirse a la prisión, también en Hen [et] 45, 3; Acta Petri et Pauli
en Hech 12, 7 (cf. Tucídides IV, 47, 3; 48, 1; 82)-, recuerda Ias ideas sobre moradas ceies-
Luciano, Tox. 29; Plutarco, Agis 19, 5.8.9). tiales, que eran corrientes por aquel entonces
(cf. Lc 16, 9), y que hallamos en textos judios
y gnôsticos (cf. Schnackenburg, El Evangelio
o l x i f t r i ç i o v , OV, TÓ oikêíêrion residên­ según San Juan UI, sub loco). Esta sentencia
cia, morada* de revelaciôn presenta en perspectiva la glo­
En 2 Cor 5, 2, en sentido figurado, dícese ria dei Padre como la meta suprema.
dei cuerpo de los cristianos glorifícados. En
sentido propio dícese de los ángeles, que b) Usado también en sentido figurado, el
«abandonaron la propia morada», Jds 6. término oixía designa el cuerpo, en 2 Cor 5,
ThWNT V, 157. 1. En él Pablo establece un contraste entre el
cuerpo como perecedera «tienda de la morada
terrenal» y el cuerpo dei glorificado como
o i x i a , a ç , t | oikia casa, comunidad fami­ «morada imperecedera y celestial, no cons­
liar, familia truída por manos humanas». La imagen dei
1. Aparición y significado - 2. Significados que no cuerpo como una casa es una imagen muy di­
se estudian en o i k o ç - a) «La casa de mi Padre» - fundida (cf. Job 4, 19; Filôn, Praem 120; ^
b) La casa como metáfora dei cuerpo - c) «La casa de oTxoç 3.f); pero sólo llegô a desarrollarse con
César». la gnosis, principalmente entre los mandeos
B ib l.: O L K O ç ; consúltese además: G. Fischer, D ie (sobre la imagen dei cuerpo como tienda cf. Is
him m lischen W ohnungen, Bem-Frankfurt a. M. 1975; 38, 12; Sab 9, 15; CorpHerm 13, 12.15).
485 oixía - olxoôonri 486

c) Del significado de olxía como comuni- grados en sentido propio y en sentido figurado - b)
dad familiar se deriva la expresión «los de la Como no m en a ctionis) edificación - c) La edificación
dei cueipo - d) (En sentido antropológico) «el morar
casa de César» (ol êx xfjç K a ío ag o g ol- en una tienda» - e) otxoôopr] xf\ç xS^íaç - 4.
xíaç), Hp 4, 22. Se refiere a los que pertene- oixoôop,éoi - a) Teologicamente relevante: edificar la
cían a la servidumbre de la corte imperial, è j « i A , T ) O Í a - b) Los constructores según Sal 118, 22 -

tanto libertos como esclavos, que procedían c) Matices especiales dei uso profano - d) Uso profa­
no - e) oljtoSogéto = euaYYEWÇop,ai - f) En la con-
de numerosos lugares dei Império Romano frontación con los adversários en Corinto y en Galacia
(cf. también J. Gnilka, Der Philipperbrief^ - g) Edificación dei templo escatológico-mesiánico
[HThK], sub loco). por Jesús - 5. Formas compuestas.
R Weigandt B i b i : J. M. Casciaro, E I v o c a b u lá rio té c n ico de
Q um rân en relación con e l concepto de com unidad:
o i x i a x ó ç , oC , ó oikiakos m iem bro de la Scripta Theologica 1 (1969) 7-54, 243-313; B. Gãrt-
ner, T he Temple a n d the C om m unity in Q um ran an d
com unidad fam iliar* the NT, Cambridge 1965; G. Klinzing, D ie U m deutung
En Mt 10, 25 en contraposición a oixoÔEO- des K u ltu s in d e r Q um rangem einde und im N T , Gôt-
Jtótr|g. 10, 36; «los enemigos dei hombre se- tingen 1971; Gay J. López, Sentido M isio n a l dei «edi­
fic a r » la Ig lesia en S. P ahlo\ Misiones Extranjeras 16
rán los de su misma casa (= sus familiares)».
(1968) 478-490; R. J. McKelvey, The N e w Temple.
T he C hurch in the NT, Oxford 1969; O. Michel,
oixoôeoJlOTÉO) oikodespoteõ gobemar la olxoÔEpÉcu xtL, en ThWNT V, 139-151; F. MuBner,
C hristus, d a s A ll u n d d ie K irche, Trier ^1968; H.
casa* Muszynski, F u n d a m en t, B ild u n d M e ta p h e r in den
En la regia de Ias viudas en 1 Tim 5, 14: H andschriften von Q um ran, Roma 1975; J. Pfammat-
«Quiero que Ias (viudas) más jóvenes se ca- ter, D ie K irche ais B au. E ine exegetisch-theol. Studie
sen, que tengan hijos y que gobiemen su ca­ zu r E kklesiologie d e r P aulusbriefe, Roma 1960; J. J.
Szlaga, C hristus i A p o sto lo w ie ja k o fu n d a m e n t Kos-
sa»-, cf. ->• ÔEOJtÓTTlÇ 5. ciola («Cristo y los apóstoles como fundamento de la
Iglesia»): Roczniki Teologiczno-Kanoniczne 18 (1971)
113-130; Id., «Z budow ani na fu n d a m e n cie A postolów
oiK O Ô Eom ótilç, 013, ó oikodespotês (el) i P roroków ». P roblem y egzegetyczne E f2 , 19-22: Col-
dueno de la casa* lectanea Theologica 46 (1976) 45-64, 65; A. Vanhoye,
En Mc 14, 14 par. Lc 22, 11 dícese dei due­ La C hiesa com e casa spirituale secondo la p rim a let-
no de la casa en la que Jesus queria celebrar la tera d i S. Pietro, en Sinodo D ocum entazione 6, Verona
1975, 89-104; Ph. Vielhauer, O ikodom ê. D a s B ild vom
Pascua. En Mt 24, 43 par. Lc 12, 39 se habla B a u in d e r christl. Lit. vo m N T bis C lem ens A le xa n d ri­
dei oixoôeoJtóxT)ç que no sabe a qué hora los nas, Karlsruhe 1940 [ahora también en Id., O ikodom ê,
ladrones van a entrar a robar en su casa. En München 1979, 1-168]; H. Wenschkewitz, D ie Spiri-
combinación con ávOQCOjroç en Mt 13, 52; tu a lisierun g d e r K u ltu sb eg riffe Tempel, P rieste r un d
O pfer i m N T (Angelos Beih. 4), Leipzig 1932, 70-230.
20, 1; 21, 33. En algunas parábolas y metáfo­
ras, esta expresión se aplica a Dios: Mt 13,
27; 20, 1.11; 21, 33; Lc 14, 21. Jesús se la 1. El sustantivo oixoôo|xf| aparece 3 veces
aplica a sí mismo: Mt 10, 25; Lc 13, 25. Cf. ->• en los Sinópticos (Mt 24, 1 par. Mc 13, 1.2:
ôeojTÓXTiç 5. refiriéndose en todos los casos al edificio dei
templo); en el Corpus Paulinum aparece 15
veces, usado siempre como imagen en sentido
OlKOÔo^éo) oikodomeõ edificar, construir metafórico. - En el NT predomina (con 40
^ OLXOÒOpT].
testimonios) el uso dei verbo (en los Sinópti­
cos aparece 24 veces, en Juan 1, en Hechos 4,
oÍxoôo^T|, fjç, 1^ oikodomê ed ificio , en Pablo 9, en 1 Pedro 2). Los Sinópticos em-
construcción; edificación* plean a menudo el verbo en su sentido origi­
OLXOÔop,éüL) oikodomeõ edificar, construir* nal para referirse a la actividad constructora
1. Aparición en el N T- 2. Contenidos semânticos - dei hombre, pero en parte ya con matices
3. oíxoôopri - a) (Como nom en rei actaé) edifícios sa­ eclesiológicos (Mc 12, 10 par.; 14, 58 par.; Mt
487 oixoôo|ir| 488

16, 18; cf. Jn 2, 19s). - De los cuatro pasajes sos, «colaboradores» de Dios (3, 9), pero ja-
de Hechos, 7, 47.49 se refieren a la edifica- más serán los propietarios (y, mucho menos,
ción dei templo; 9, 31 y 20, 32 tienen afinidad los amos, cf. 2 Cor 1, 24) de la comunidad.
con el lenguaje eclesiológico de Ias Cartas En E f 2, 21, oixoóopri representa igualmente
paulinas. - Las once veces que el verbo apa­ un edificio sacro; las personas que han llega-
rece eu las cartas dei NT (Rom 15, 20; 1 Cor do a la fe, constituyen sus pabellones. rtã a a
8, 1.10; 10, 23; 14, 4a.b.l7; Gál 2, 18; 1 Tes olxoôopf) (a pesar de la falta dei artíeulo) ha-
5, 11; 1 Pe 2, 5.7) se hallan enteramente en un brá de entenderse como «todo el edificio»,
contexto eclesiológico y reciben de él su sen­ que va creciendo hasta convertirse en «templo
tido. santo en el Senor» o en «morada de Dios en el
Espíritu» (vv. 21s).
2. El tema olxoôo[x- designa la actividad Por medio dei participio auvaQpoX,OYOU-
de edificar en el sentido más amplio. En el pÉVTi, la imagen dei edifício se acerca a la dei
NT, los objetos de la acción verbal son cons- cuerpo (ouvappoítOYétt), en el NT, además de
trucciones de toda clase (casas, ciudades, to­ aparecer en este lugar, se encuentra sólo en Ef
rres, monumentos, graneros). El sustantivo y 4, 16; pero en este último pasaje es el euerpo
el verbo, en lenguaje figurado, tienen como de Cristo y en aquel otro es la oixoôopf) lo
objeto la enKkriaía en su totalidad o diversos que «se mantiene bien trabado y unido». Las
miembros de la misma, y en Hech 15, 16 (->■ imágenes dei edificio y dei cuerpo (entrelaza-
5.b) la casa de David. En el uso absoluto (por das la una con la otra en 4, 12.16) ilustran el
ejemplo, en Lc 17, 28; 1 Cor 8, 1; Rom 15, 2; hecho de que la Iglesia siempre es y, al mismo
1 Cor 14, 3), el sentido dei sustantivo y dei tiempo, está haciéndose: «La Iglesia es, cuan-
verbo hay que averiguarlo por el contexto. - do crece» (H. Schlier, La Carta a los efesios,
En los casos en que el verbo tiene relevância Salamanca 1991, 189), en todo lo cual el cre-
teológica, el sujeto de la acción de edificar es cimiento (an^Ei, 2, 21; 4, 16) no es un creci-
Dios (Hech 20, 32), Jesús (Mt 16, 18) o una miento observable extemamente, cuantitati-
persona que actúa con la autoridád de Dios o vo, sino que es «todo el movimiento de la
de Jesús (1 Cor 14, 4; 2 Cor 10, 8; 13, 10), y Iglesia hacia la propia santidad» (Schlier, La
también cualquier creyente (1 Tes 5, 11). En Carta a los efesios, 189).
el NT, el grupo de palabras se usa básicamen­ b) Cuando las Cartas paulinas usan oíxo-
te para referirse a los actos salvíficos de Dios. ôopr| como nomen actionis (la acción o pro-
El lenguaje figurado que habla de edifício y ceso de edificar, la edificación: Rom 14, 19;
edificar caracteriza, además, el ministério sal- 15, 2; 1 Cor 14, 3.5.12.26; 2 Cor 12, 19), en-
vífico de unas personas dirigido a otras perso- tonces lo que se construye no es nunca un edi­
nas, con el fin de encarainarlas a la Iglesia, ficio, sino siempre la èxxXtioía. El significa­
que es el sacramento de la salvación. - Sobre do característico dei uso teologicamente rele­
la interpretación neotestamentaria de los ol- vante de oixoôopr) aparece en todos estos pa­
xoôo^ioüvTÊç dei Sal 118, 22 4.b. sajes. Esto se aplica igualmente a 2 Cor 10, 8
y 13, 10: la autoridad apostólica conferida por
3. a) oixoôo[xf| se usa en Mc 13, 1.2 par. Dios sirve para la edificación, no para la des-
Mt 24, 1 (en los tres casos en plural) para re­ trucción de la comunidad.
ferirse a las edificaciones sacras dei templo c) Es singularísima la combinación de imá­
de Jerusalén. genes en oixoôopTi xoü acópaxoç toü X qlo-
Según 1 Cor 3, 9, los miembros de la eo- xoõ, Ef 4, 12 (y también en eíç oixoòop-Tiv
munidad a la que va dirigida la carta son Éauxoú [es decir, xoõ ocópaxoç], 4,16). Dios
Deoú oixoôopf), «edifício de Dios», y b-eon «ha dado» a la comunidad determinadas per­
YECÓqyiov, «plantación de Dios». Los cons- sonas para que sean constructores (4, 11). Pe­
tructores humanos son, en el mejor de los ca­ ro, supremamente, el dinamismo interno dei
489 oixoôonií 490

cuerpo mismo es el que —en el vigor y por el mediante una combinación con la palabra cla­
vigor de la Cabeza, que es Cristo- produce su ve. Entonces la parénesis del v. 29 volvería a
propio crecimiento. Aqui hay que tener en tener como contenido la «edificación» en el
cuenta la posibilidad sugerida por Schlier {La sentido paulino; la edificación «donde» sea
Carta a los efesios, 274) de que jtãv tò a(õ- precisa o «en la medida en que» sea precisa.
p a (v. 16s) se refiera primeramente al cuerpo
de Cristo, a la Iglesia, y de que en cambio lo 4. El uso teologicamente relevante del ver­
de TT]V aü^TiOLV xoü atüpaxoç (v. 16b) no bo oíxoSopécD y de sus compuestos 5)
signifique ya la Iglesia sino el cuerpo dei concuerda en buena medida con el empleo
mundo. Entonces se enunciaria que el cuerpo eclesiológico mencionado {-> 3.b) del sustan-
de la Iglesia, «al edificarse a sí misma en el tivo {construcción, edificación).
amor», produce al mismo tiempo «el creci­ a) Estadísticamente y por su contenido, el
miento dei cuerpo dei mundo hacia Cristo». centro de gravedad de los pasajes teologica­
d) La única vez que aparece oixoôopr| en mente relevantes de oí>coôo|iéco recae sobre
sentido antropológico (2 Cor 5, 1) combina a el significado de edificar, construir. Los obje­
su manera la imagen dei edificio con la dei tos de la acción verbal -explícita o implicita­
cuerpo humano como una vestidura: el cuerpo mente- son siempre la hcKkxYsm (Mt 16, 18;
es una «morada en una tienda», una morada 1 Cor 14, 4b) ó los distintos miembros de la
que con la muerte se destruye, mientras que misma (Hech 20, 32; 1 Cor 8, 1; 10, 23; 14,
una morada eterna, no construida por manos 4a.l7; 1 Tes 5, 11; cf. 1 Pe 2, 5). Por de pron­
humanas, está preparada en el cielo como to, la elección de la imagen del edificio (Mt
nueva vestidura. «Aunque la mejor manera de 16, 18; Pablo passim) se efectúa de ordinário
explicar 5, Is es recurriendo a Ias ideas man- en virtud de una opción eclesiológica. La co-
deas acerca del cuerpo terreno y dei cuerpo munidad (y la «Iglesia universal»: Ef 2, 21s)
celestial como una casa o edificio y una vesti­ es, sí, templo santo de Dios (1 Cor 3 , 16s), pe-
dura», resulta difícil pensar en una trayectoria ro al mismo tiempo es una construcción en la
de Pablo hacia Ias concepciones mandeas, so­ que se trabaja constantemente, ya que habrá
bre todo porque Ias imágenes del edificio y de que incorporar a ella incesantemente nuevos
la casa «no llegaron a ser términos antropoló­ elementos (Ef 2, 22; 1 Pe 2, 5). Para hacer ex­
gicos en el judaísmo», y porque de Ias ideas plícito lo que se halla implícito en esta ima­
iranias sobre la construcción se tomaron uni­ gen; la iglesia local y la «Iglesia universal»
camente Ias imágenes «que eran utilizables poseen un elemento estático en lo que se re-
para plasmar Ias ideas acerca del templo apo­ fiere al plano de su construcción, y un ele­
calíptico y de Jerusalén como ciudad santa, en mento dinâmico en lo que se refiere a su cre­
la que cada una de Ias personas piadosas tiene cimiento.
su ‘morada’ o su ‘cabana eterna’» (Vielhauer En Hech 20, 32, «Dios y su palabra» son el
108). Por tanto, Pablo se mueve aqui en un sujeto agente de oixoôopfjoai, un verbo que
espado creado por él mismo. De todos mo­ aqui presenta intuitivamente «el progreso en
dos, hay que tener en cuenta la proximidad en la realización personal del evangelio» (J. Du-
que 2 Cor 5, 1 se halla de Mc 14, 58, y no só- pont, Paulus an die Seelsorger, Düsseldorf
lo en cuanto a los términos. 1966, 184). Según Hech 9, 31, Dios realiza la
e) La construcción de genitivo oixoôopf] edificación de la Iglesia; por tanto, de manera
xf)ç 5^çeíaç, en Ef 4, 29, es insólita y muy parecida a como se dice en Mt 16, 18 y Hech
pronto suscitó correcciones que facilitaran el 20, 32, los verdaderos constructores no son
sentido (D* F G it vg'' leen xqç itíoxemç). Con hombres, y se piensa en la Iglesia como Igle-
bastante seguridad no nos hallamos aqui ante sia universal.
un genitivo objetivo, sino ante un genitivo de b) Según el testimonio de los Sinópticos
cualidad; XQetoi podría estar tomado del v. 28 (Mc 12, 10 par. Mt 21, 42 / Lc 20, 17) Jesús
491 o I m o ô o |j ,ií 492

ve eti los OLXoôofjioüvTeç dei Sal 118, 22 a eúayYeÀ.í^opat; «describe aqui la participa-
sus contemporâneos, concretamente a Ias au­ ción de quienes proclaman el evangelio en la
toridades de Jerusalén que le rechazan a él (le edificación de la comunidad de Dios» (O. Mi-
matan), que es el Hijo (posiblemente haya chel. Der Brief an die Rõmer [KEK], sub lo­
aqui un juego de palabras: piedra = ’bn / = co).
hbn), y con eUo dan origen a una nueva co- f) El verbo oíxoôop,éo), sin indicarse el
munidad, que se entiende a sí misma como objeto de la acción verbal, adquiere en 1 Cor
edifício, y entiende a Jesús como «piedra an­ 8, 1.10; 10, 23 su sentido especifico por me­
gular» (cf. R. Pesch, Das Markusevangelium dio de la cuestión de la carne sacrificada a los
II [HThK], sub loco). - En Hech 4, 11 olxo- ídolos, que se estudia en 1 Cor 8-10. En 8, 1
ôópoi (en vez de olxoôopoõvxEç) es hapax el verbo queda determinado por su contrapo-
legomenon en el NT, pero está respaldado por sición a qjuaióco: la gnosis «hincha» (le da a
la tradición de la LJOÍ. El Sal 118, 22 sirve uno Ias apariencias de ser grande y fuerte),
(como en Mc 12, 10 par.) de testimonio bíbli­ pero la agape edifica (hace que uno sea real­
co en favor de la resurrección. - 1 Pe 2, 7s uti­ mente grande y fuerte). En 1 Cor 10, 23, oi-
liza el Sal 118, 22 en combinación con Is 8, xoõopém relativiza el eslogan Jtáv ta eÇso-
14 y da con ello a la palabra dei salmo una Tiv, recordando la necesidad absolutamente
nueva interpretación: El Crucificado (recha- prioritária de edificar a la comunidad: algo
zado) se convierte (por medio de su resurrec­ que es una barrera contra una desenfrenada
ción) para los que no creen (en la palabra) en èlo n o ía. Por tanto, la acción de edificar se
piedra de tropiezo y en roca de escândalo. realiza mediante «la actitud ética en la vida
c) En algunos pasajes el contexto da al uso práctica» (Vielhauer, 96). La desconsiderada
profano de oíxoôop,8CD un matiz teológico, conducta dei «fuerte» (1 Cor 8, 10) es una ac­
como sucede en Hech 7, 47 (la construcción ción pervertida de edificar que se convierte
dei templo de Salomón senala anticipadamen- en todo lo contrario: «El débil se hunde por
te, según el discurso de Esteban, hacia la edi- tus ideas (llevadas a la práctica sin modera-
ficación de la nueva comunidad sálvífica); en ción)» (v. 11). Gál 2, 18 emplea también el
Lc 11, 47.48 (los «ayes» de Jesús se dirigen verbo de manera no específica, y hace así que
contra los que construyen monumentos fune­ resalte más claramente su significado típico:
rários [Mt 23, 39: tumbas] para los profetas oixoôopécü significa aqui la acción de volver
asesinados, porque cometen una falsedad al a declarar válida la ley como camino de sal-
construirlos); en Ias palabras de Jesús sobre vación, a pesar de que había quedado invali­
Ias condiciones para el discipulado (Lc 14, dada para ello.
28.30) y en la parábola final dei Sermón de la g) Mc 14, 58 par. Mt 26, 61 y Mc 15, 29
Montana (Mt 7, 24.26 par. Lc 6, 48a.b.49), la par. Mt 27, 40 trasmiten un logion según el
imagen (edificación de una torre o de una ca­ cual Jesús se habría atribuído la autoridad pa­
sa) y el tema (llegar a ser discípulo de Jesús) ra destruir el templo de Jerusalén y edificar en
no se yuxtaponen -seguramente- sin relación sustitución suya el templo mesiánico. Jn 2,
alguna entre sí (en contra de Vielhauer, 59). 19, seguramente una variante de este logion,
d) Pasajes con un uso no relevante teológi­ parangona el templo mesiánico con el cuerpo
camente de los términos en cuestión son Lc 4, dei Resucitado (y quizás con la èxxÀT)OÍa).
29; 7, 5; 17, 28; Mc 12, 1 par. Mt 21, 33. - En Esta sospecha se corrobora por el hecho de
Lc 12, 16-20, la imagen de la construcción (v. que el clarísimo verbo oLxoôop.éo) se sustitu-
18) presenta intuitivamente Ias posibilidades ye aqui por el ambiguo verbo eYEÍQCO- En el
y los limites de un afán de seguridad al mar- pasaje de Mc 16, 18, que seguramente debe
gen de Dios. estimarse como variante de este logion, coin­
e) En Rom 15,20 el verbo olxoôojiiéco, sin cide «la futura edificación dei templo mesiá­
objeto de la acción verbal, es sinônimo de nico con la futura ekklesía... Con ello se indi-
493 o ijc o ô o f ití - o i) io v o [ x ía 494

ca que la edificación se realiza ensenando y sobre Israel, y después también sobre todas
dirigiendo, mediante el ejercicio de una auto- Ias naciones (15, 17).
ridad conferida por Jesus» (H. Schlier, en
c) ovvoixoão^ém , edificar juntamente*
LThK III, 960).
(en la LXX sólo en 3 Esd 5, 65 [en voz acti­
5. Entre los verbos compuestos, èjtoixo- va]; en el NT sólo en Ef 2, 22 [en voz pasiva])
ôofxéco aparece en el NT 7 (8) veces, àvoixo- designa en Ef 2, 22 (en voz pasiva) no sólo el
ôop.éo) 2 veces, y auvoixoôop,écu 1 vez. proceso de ser incorporado sino también la
comunidad con otros, es decir, con los cre-
a) Ejtoixoôofiéto, edificar sobre, construir yentes en general (J. Gnilka, Der Epheser-
encima*. En la Carta primera a los Corintios, brief [HThK], sub loco\ de manera parecida
los cuatro testimonios de este verbo (3, lOa.b. se expresa Schlier, La Carta a los efesios, sub
12.14) se hallan en el discurso en lenguaje loco)-, con Cristo, con los apóstoles y profetas
metafórico que habla de echar los fundamen­ y con la totalidad de los creyentes (Michel,
tos y seguir edificando sobre ellos, una metá­ 151, 20s.)
fora que determina aqui el sentido. En inme- J. Pfamnatter
diata cercania a este sentido se halla Ef 2,20:
El creyente, entendido como piedra de cons-
trucción, se edifica sobre el fundamento de olxoôÓ^.OÇ, OU, Ó oikodomos construc-
los apóstoles y profetas (dei NT) (1 Cor 3, 11: tor*
sobre Jesucristo como fundamento). En Col 2, Hech 4,11: «Este (a saber, Jesús) es la pie­
7 la fuerza de la metáfora è j t o i x o ô o p o ú p E - dra rechazada por vosotros, los constructo-
voL queda reducida en buena parte por su co- res» (cf. Sal 117, 22: olxoôopoüvTEç). Qui-
nexión con EQQi^cópEvoi y principalmente zás Lucas eligió el sustantivo oixoôópoç a
por el imperativo jtEQijtatELXE (v. 6) (jpero causa de los àQjpyxEc, xoú À,aoú (en el v. 8:
obsérvese la proximidad a 1 Cor 3, 9!). Los los miembros dei Sanedrín) a quienes aqui
lectores deben permanecer enraizados (parti- acusa. ThWNT V, 139.
cipio de perfecto) en el suelo y en la roca que
es Jesucristo, y deben dejarse edificar cons­
tantemente (por él) (participio de presente). OIXOVO^EO) oikonomeõ adm inistrar, ser
En cambio, Jds 20 exhorta a los lectores a edi- adm inistrador
ficarse a si mismos sobre la fe; el fundamen­ OLXovopía (3).
to para la construcción es -cosa singularísima
en el N T - la fe santa». - Cuál es la lectura o íx o V O flía, a ç ,oikonomia adm inistra-
original entre Ias variantes de 1 Pe 2, 5 ( o l x o - ción, actividad de adm inistrar*
ô o p é c o o è j E o ix o ô o p é c o ) es algo que la crítica olxovopéctí oikonomeõ llevar la adm inis-
textual no puede resolver con seguridad; en tración, ser adm inistrador*
ambas variantes, el significado coincide con OLXOvópoç, o n , ó oikonomos adm inistra­
el de Ef 2, 20 y 1 Cor 3, 10. dor, ecónomo*
b) àvoixoôop.éo), (re-)edificar*, aparece 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos y
únicamente en Hech 15, 16a.b. en una cita li­ campo referencial - 3. oixovóp,oç / olxovo|xéü) - a)
Uso en sentido literal - b) Uso en sentido no literal -
bre de Am 9, l l s según la LXX. Lucas, al re- 4. olxovo|iía - a) Uso en sentido literal - b) Uso en
fundir su fuente de la LXX, refuerza aún más sentido no literal.
el significado básico dei prefijo âv- (re-edifi-
car). Según el discurso de Santiago (Hech 15, B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; B. Botte, O iko n o ­
mia, en C orona G ratiarum . F S fü r E . D e k k e r s l, Brüg-
13.21), va a tener lugar ahora la reedificación
ge-Den Haag 1975, 3-9; H. Brattgârd, Im H a u sh a lt
escatológica dei verdadero pueblo de Dios: el G ottes. E ine theologische Studie über G rundgedanke
nombre dei Senor se invocará primeramente u n d P raxis d er Siew ardship, Berlin 1964; H. J. Cad-
495 oiKOvojua 496

bury, E ra stu s o f Corinth: JBL 50 (1931) 42-58; K. Du- por el empleo metafórico para denominar los
chatelez, L a notion d ’économ ie e t ses richesses théo- oficios y funciones eclesiales (1 Cor 4, 1; 9,
logiques: NRTh 102 (1970) 267-292; J. Goetzraann,
en DTNT I, 239s; H.-J. Hom, Kax’ olxovo(j,íav xoC 17; Col 1, 25 y passim) hasta llegar al teolo-
x x j q ío v . S to is c h e V o ra u ssetzu n g en d e r V orstellung gúmeno dei plan salvífico de Dios (Efesios),
vom H eilsp la n Gottes, en Vivaríum. F S f ü r Th. K lau- desarrolla el cuadro de significados que exis-
ser, Mtinster i. W. 1984, 188-193; P. Landvogt, E pi-
tían ya en el griego profano (cf. Liddel-Scott,
grap h isch e U ntersuchungen ü b er den oiôovó|j,oç, te-
sis StraBburg 1908; Liddell-Scott, s.v.; O. Lillje, D as Í.V .), pero permite aún reconocer casi siempre
p a tr is tis c h e W ort olxovo(iía, se in e G ru n d la g e u n d el significado fundamental {actividad gestora
sein e G eschichte b is a u fO rig e n e s , tesis mecanografia- en relación con cosas [que han sido confia­
da, Erlangen 1955; O. Michel, oixoç xxK., en TbWNT das], aunque el acento recaiga más algunas
V, 151-155; D. M. Parrott, The D ish o n est S tew ard (Lu-
k e 16. l- 8 a ) a n d L u ke's S p ecia l P a ra b le C ollection: veces sobre la actividad gestora (por ejemplo,
NTS 37 (1991) 499-515; J. Reumann, T he Use of Ef 1, 10), y otras sobre el aspecto de fideico-
olxovouía a n d R e la te d Term s in G reek S o u rces to miso (por ejemplo, en 1 Cor 4, Is; 9, 17).
a b o u tA .D . 100 a s a B a c k g ro u n d fo r P a tristic A p p lic a ­
tio n s, tesis, University of Pennsylvania 1957; Id.,
«Stew ards o f God». P re-C hristian R elig io u s A p p lica ­ 3. a) Entre Ias atribuciones de un adminis­
tion o f oixovótioç in G r e e t. IBL 77 (1958) 339-349; trador se cuenta la de inspeccionar los asuntos
Id-, OLXovo|xía-rermí in P a u l in C o m parison w ith dei personal, incluída la retribución (en espe-
L ucan H eilsgeschichte: NTS 13 (1966-1957) 147-167;
cie) de los trabajadores (cf. los testimonios en
Id., Oixovojxía a s « E th ic a l A c c o m o d a tio n » in the
F a th ers a n d its P ag a n B ackgrounds, en F. L. Cross Spicq, 607 nota 5). La inserción por Lucas de
(ed.), Stu d ia P a tristica IH (TU 78), Berlin 1961, 370- la designación olxovópoç en lugar de ôoü-
379; J. H. P. Reumann, The Use o f oikonomia a n d R e ­ Xoç en la parábola de Q sobre el siervo fiel
la ted Term s in G reek S o u rces to a b o u t A.D . 100: Ek-
(Lc 12, 42), tiene en cuenta esta circunstan­
klesiastikos Pharos (Addis Abeba) 50 (1978) 482-579;
Spicq, N o tes II, 606-613; W. Tooley, Stew ards o f God. cia, pero está determinada también, probable-
A n E x a m in a tio n o f th e Term s oixovónoç a n d mente, por la idea de que los cristianos que
oixovopía in the NT: SJTh 19 (1966) 74-86; D, Webs­ desempenan en la Iglesia un oficio son oixo-
ter, The P rim a ry S tew a rd sh ip : ET 72 (1960-1961) vópoi de Dios {-r b) (A. Weiser, Die Knechts-
274-276; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1198s.
gleichnisse der synoptischen Evangelien
1. En los Sinópticos, el uso tanto dei verbo [StANT 29], München 1971, 220). Mientras
como dei sustantivo ol>tovo|iía se limitan a la que en Lc 12, 42 olxovófioç es la designa­
parábola dei «mayordomo infiel» (el sustanti­ ción de un esclavo que tiene atribuciones pro-
vo en Lc 16, 2.3.4; el verbo en 16, 2), mien- pias en un âmbito limitado y que, al dar bue-
tras que el nombre de un oficio, olxovófioç, na cuenta de sí en la administración total de
aparece no sólo en Lc 16, 1.3.8 sino también los bienes de su amo, será recompensado por
en 12, 42. El Corpus Paulinum ofrece seis tes- él (12, 44), vemos que 16, Iss presupone que
timonios de oixovo(iía (1 Cor 9,17; Ef 1,10; la persona designada como oíwovópoç (que
3, 2.9; Col 1, 25; 1 Tim 1, 4) y cinco testimo- aqui, evidentemente, no es ningún esclavo)
nios de oixovópoç (Rom 16, 23; 1 Cor 4,1.2; ocupa ya este puesto y hace uso de su autori-
Gál 4, 2; Tit 1, 7). El único escrito dei NT en dad para negociar por cuenta de su senor, tan­
que aparece también oljtovóp.oç es la Carta to en beneficio de éste como en contra de él,
primera de Pedro (4, 10). de tal modo que no sólo desempena intema-
mente la función de administrador, sino tam­
2. El contenido semântico de los tres voca- bién la función externa de ser agente de su se­
blos es característicamente inespecífico y di­ nor para actuar con autoridad suya en los ne­
fuso y tan sólo en algunos casos puede dedu- gócios (15,5-8). Al abusar de esta posición de
cirse dei correspondiente contexto. El espectro confíanza, y ser desemnascarado como «ad­
de significados en el NT, que va desde la de- ministrador infiel» (v. 8), no podrá seguir
signación dei administador o de su actividad ejerciendo ya por más tiempo el oficio de ad­
en sentido propio (Lc 12,42; 16, Iss) pasando ministrador (oixovopÉü) [v. 2]).
497 oixovojiia 498

En Gál 4, 2 Pablo se refiere a los «tutores yApol 36b; Resp 498a; Jenofonte, Oec. 1, 1]),
fideicomisarios» como personas que velan no se recogieron en el NT. Pero, al usarse en
por los intereses dei heredero que es menor de relación con la persona dei oixovó[t.oç, el tér­
edad, y que son administradores de su formna mino expresa no sólo el oficio de administra­
(cf. H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Sala- dor en sí mismo (Lc 16, 3s; cf. PapTebt 24,
manca 1975, 220). Pablo designa a Erasto (cf. 62) sino también la actividad de la persona
Cadbury, 42ss) como oluovópoç que desempena ese oficio, la administración
JtóX,e<oç
(Rom 16, 23). Se trata dei título, conocido por (Lc 16, 2 [nomen aetionis]).
numerosos testimonios (cf. Preisigke, Wõrter- b) Al igual que oixovópoç, como designa-
buch in , S.V.; Spicq, 611), de un cargo muni­ ción de quien desempena el oficio (,->■ 3.b), el
cipal con atribuciones relativamente inespecí- sustantivo olxovopía se convierte, dentro dei
ficas (cf. también TheiBen, Estratificación so­ contexto dei lenguaje cristiano de la edifica-
cial de la comunidad de Corinto, en Id., Estú­ ción, en la metáfora para designar el ministé­
dios de sociologia dei cristianismo primitivo, rio apostólico (1 Cor 9, 17). Col 1, 25 relacio­
Salamanca 1985, 189-234, sobre todo 193ss). na la tarea dei apóstol relativa a la proclama-
b) Los requisitos que debe reunir el olxo-ción de la palabra de Dios con la olxovop,ía
vópoç como administrador de una fortuna Ton deon, con lo cual dificilmente se pensará
ajena senalan la fidelidad y la honradez como en la totalidad dei plan salvífico de Dios (en
cualidades esenciales para el desempeno de contra de E. Lohmeyer, Der Brief an die Ko-
losser^ [KEK], 80), sino que se hace referen­
este cargo (->• a). Por eso, la función propia de
este oficio servia al lenguaje de la edillcacióncia más bien al ministério divino confiado a
cristiana como imagen para expresar la mane- Pablo (Michel 154; E. Lohse, Der Brief an die
ra recta de desempenar el ministério de após- Kolosser [KEK], 117; E. Schweizer, La Carta
tol (1 Cor 4, 2). Y, así, Pablo quiere ser «ser­a los colosenses, Salamanca 1987, 97).
vidor de Cristo y administrador de los misté­ Ef 1, 10 desvela el contenido dei mistério
rios de Dios» (1 Cor 4, 1). Es discutible que de Dios (->■ |tnofxf|Qiov [v. 9]) como «el reunir
esta manera de expresarse se trasmitiera a tra­ todas Ias cosas en Cristo». La «plenitud de los
vés de los cultos mistéricos (como piensa Reu- tiempos» (-+ JtÀ,f|QCopa) marca el «instante
mann, Stewards o f God, 345ss, refiriéndose a dei tiempo..., en el que hay intersección entre
la denominación de otxovó[xoç que se aplica- el decreto promulgado por Dios antes de to­
ba a los oficiantes en el culto de Serapis y de dos los tiempos y la ejecución dei mismo en el
Hermes Trisméguistos). 1 Cor 4, 1 no ofrece seno de la historia, y la ‘economia’ de la ple­
ninguna prueba de semejante uso técnico de nitud de los tiempos hace resaltar con énfasis
la palabra, y la referencia religiosa no reside el aspecto de la realización» (J. Gnilka, Der
en la denominación misma de oíxovófioç, si­ Epheserbrief[íiThK], 79). Este uso dei térmi­
no únicamente en el objeto de tíd administra- no oixovopía está determinado en el lengua­
ción, los jtnoxfiQia ■dson (H. Conzelmann, je de cancillería, donde designa la actividad
Der erste Briefan die Korinther [KEK], 102). de disponer (cf. Presigke, Wôrterbuch II, í .v.)
Tit 1, 7 aplica la imagen dei administrador o un acto de ejecución, de tal manera que tam­
al ministério dei «obispo» (-^- èjtíoxojioç), y bién en Ef 1,10 habrá que entenderlo segura­
1 Pe 4, 10, a todos los cristianos. mente como orden / disposiciôn / ejecución, y
por tanto -por referirse a la ejecución dei de­
4. a) El significado, frecuentísimo en el creto promulgado por Dios antes de todos los
griego clásico, dei término olxovo^iía («el tiempos- se acerca en su significado al tecni­
arte [téxvq] de llevar la administración [en el cismo usual en el siglo II para designar a la
âmbito de la producción y consumo de bie- «historia de la salvación» (cf. IgnEf 18, 2; 20,
nes]») y la traducción de este término a la 1; Goppelt, Theologie II, 387), pero sin llegar
práctica: «la gestión econômica» [Platón, a identificarse con él (U. Luz, Das Ge-
499 o ix o v o fu a —o ix o ç 500

schichtsverstãndnis des Paulus [BEvTh 49], o l x o v ó f io ç , OV, Ó oikonomos administra­


München 1968, 14 nota 11, en contra de Reu- dor doméstico, administrador
mann, Covenant, 284, y otros). -> oixovopía (3).
Como en Col 1, 25, la mayoría de los exe-
getas suponen que oixovopía tiene en Ef 3, 2
el significado de «ministério», «oficio de ad- o l x o ç , OD Ó oikos casa, comunidad fami­
ministración» (Bauer, Wõrterbuch, 1107s; liar, familia, bienes y pertenencias
Michel, 154; M. Dibelius, Der Epheserbrief 1. Aparición y significados - 2. Término intercam-
[HNT], 73, y otros), con lo cual, desde luego, biable con oljtia - 3. Casa, edifício, morada - a) Vi­
no se tiene en cuenta suficientemente que, a sion de conjunto - b) Peculiaridades de Marcos - c)
Peculiaridades de Lucas - d) La casa de Dios - e) La
diferencia de Col 1, 25, el parücipio ôofleíoa casa de Dios como metáfora de la comunidad - f) La
no se refiere a oíxovopía sino a xótQiç, de morada como metáfora dei cuerpo - 4. Comunidad fa­
tal manera que el autor no se interesa tanto miliar, familia - a) Vision de conjunto - b) Fulano de
por el ministério apostólico de Pablo, sino tal y su casa; la casa de fulano de tal - c) Descendên­
cia, ünaje - d) Comunidad doméstica - 5. La casa co­
más bien «por el plan salvífico de Dios... y mo término genérico para designar el edifício y la fa­
por la integración dei ministério apostólico en milia - a) Vision de conjunto - b) La casa dei padre -
el plan salvífico divino» (H. Merklein, Das c) El municipio, la ciudad - 6. Bienes y pertenencias.
kirchliche Amt nach dem Epheserbrief,[^tPAAY B ibl.: K. Aland, D ie Sãuglingstaufe im N T un d in
33], München 1973, 174). Sin embargo, aqui d e r alten K irche (TEH 86), München 1961, 60-67; Id.,
no es completa aún la identificación formal de D ie Stellung d e r K in d er in den frü h e n christl. G em ein-
la OLJtovopia con el plan divino de la salva- den - un d ihre Taufe (TEH 138), München 1967, 30-
33; G. R. Beasley-Murray, D ie christl. Taufe, Kassel
ción (en contra de Lohmeyer, Der Briefan die 1968, 407-421; K.-H. Bieritz-Ch. Kãhler, H aus (III),
Kolosser^, 80), sino que -como en Ef 3, 9 - se en TRE XLV, 478-492; E. Dassmann-G. Schõllgen,
realza únicamente la conexión dei concepto H aus (II. H ausgem einschaft), en RAC XIII, 801-905;
con la disposición y ejecución de este plan G. Delling, Z u r Taufe von «H ciusem » im Urchristen-
tum: NovT 7 (1964-1965) 285-311; P. Fiedler, H austa-
salvífico concebido como mysterium (cf. Gnil- fe l, en RAC JQII, 1063-1073; M. Gielen, Z u r Interpre-
ka. Der Epheserbrief, 163). tation d e r p ln F o rm ei f| xar’ oTxov èxxLTiaía: ZNW
En 1 Tim 1,4 oiHovopía •ôaoij (la variante 77 (1986) 109-125; J. Goetzmann, en DTNT I, 233-
olxoôopf| D* lat Sy'’’”"®Iren‘“ es una simple 242; H. A. Hoffner, bayit, en DTATI, 636-646; E. Jen-
ni, báyit, en DTMATI, 449-457; J. Jeremias, D ie K in-
corrección estilística, que no merece tenerse dertaufe in den ersten v ie r Jhh., Gõttingen 1958, 23-
en cuenta) aparece en contraste con ex^iÍtt]- 28; Id., N ochm als: D ie A n fa n g e d e r K indertaufe (TEH
oiç, de tal manera que es preferible suponer 101), München 1962, 9-27; H.-J. Klauck, D ie H ausge-
que aqui se da la transición dei sentido dei m ein d e a is L eb ensform im U rchristentum : MThZ 32
(1981) 1-15; Id., H a u sg em ein d e un d H a u skirch e im
término a la connotación de «instrucción en la fr ü h e n C h riste n tu m (SBS 103), Stuttgart 1981; D.
salvación», atestiguada en la literatura patrís- Lühnnann, N tl. H a u sta fe ln u n d a n tik e Ô konom ie:
tica (Clemente de Alejandría, Paed I, 8, 64, 3; NTS 27 (1980-1981) 83-97; O. Michel, oíxoç en
70, 1; cf. Bauer, Wõrterbuch, 1108; Michel ThWNT V, 122-133 (bibl.); L. Schenke, Z u r so g «Oi-
k o sfo rm e l» im N T : Kairos 13 (1971) 226-243; E.
155; M. Dibelius-H. Conzelmann, Pastoral- Stauffer, Z u r K indertaufe in d e r Urkirche: DtPfrBl 49
briefe^ [HNT], 15; G. Holtz, Pastoralbriefe^ (1949) 152-154; A. Strobel, D e r B e g r iff des «H auses»
[ThHK], 36, y otros), en vez de afirmar los im griech. u n d rõm. P rivatrecht: ZNW 56 (1965) 91-
significados, que apenas tienen sentido, de 100; P. Stuhlmacher, D e r B r ie f an P hilem o n (EKK),
Zürich-Neukirchen-VIuyn 1975, 70-75; W. Vogler,
«orden de la salvación» (N. Brox, Pastoral- D ie B edeutung d e r urchristlichen H ausgem einden fiir
briefe [RNT], 103, y otros), o bien de «autori- d ie A u sb reitu n g d e s E vangelium s: ThLZ 107 (1982)
dad» o «administración» (A. Schlatter, Die 785-794; P. Weigandt, Z u r sog. «O ikosform el»: NovT
Kirche der Griechen im Urteil des Paulus, 6 (1963) 49-74; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
1198s.
Stuttgart ^1958, 37s; C. Spicq, Epitres Pasto-
rales I"* [EtB], 323s; Notes II, 612 nota 4). 1. El término oLxoç se encuentra atestigua-
H. Kuhli do ya en Ias tablillas micénicas de escritura li-
501 oixoç 502

neal B. Desde Homero son corrientes sobre mente ambos vocablos con el significado de
todo los siguientes significados, todos los familia (de Estéfanas).
cuales se derivan dei significado fundamental En Hech 10, 1-11, 8 Lucas distingue entre
casa: a) casa / edifício de la índole más diver­ dos casas distintas, sirviéndose para ello de
sa / morada, b) comunidad familiar / familia, olxoç y de oLxía: cuando se trata de la casa
es decir, los que viven en la casa, c) bienes / dei curtidor Simón, entonces se usa siempre
pertenencias, es decir, lo que se encuentra en olxla (10, 6.17.32; 11, 11); en cambio, cuan­
la casa, incluida también (en parte) la casa do se trata de la casa dei centurión romano
misma. Hay también otros significados deri­ Comelio, entonces se usa siempre olxoç (10,
vados, algunos de los cuales son peculiares 22.30; 11, 12s).
dei NT. En la doble obra de Lucas, encontramos
oíxoç (aparece 115 veces, incluido Hech también algunas veces en una misma y única
16, 33 v.l.) es más frecuente que oixía, y sección el término olxoç con los significados
se encuentra atestiguado en Mateo 10 veces, alternativos de casa y àe. familia: Lc 19, 5 en
en Marcos 13, en Lucas 33, en Juan 5, en He- contraste con el v. 9 (la casa y la familia de
chos 26, en Romanos 1, en 1 Corintios 4, en Zaqueo); Hech 10, 22.30; 11, 12s en contras­
Filemón 1, en Colosenses 1, en 1 Timoteo 1, te con 10, 2; 11, 14 (la casa y la familia de
en Hebreos 11, en 1 Pedro 2 veces. En la obra Comelio; cf. supra); Hech 16, 15b en contras­
de Lucas y en Ias Pastorales, oixoç se usa con te con el V. 15a (la casa y la familia de Lidia).
más frecuencia que oixía, mientras que oixta En los textos paralelos de los Sinópticos no
predomina en Marcos y principalmente en siempre se recoge el vocablo de la fuente, si­
Mateo. Hebreos tiene únicamente olxoç. En no que algunas veces se cambia olxoç por ol-
Juan la relación entre los dos términos se ba­ x ía y viceversa. Así, por ejemplo, Mc 5, 38
ila enteramente equiUbrada, y en Pablo, casi tiene olxoç mientras que Mt 9, 23; Lc 8, 51
equilibrada. En los demás escritos, ambos tér­ tienen olxla. En Mc 3, 25; Mt 12, 25 encon­
minos aparecen tan pocas veces, que no pode­ tramos olxla, y en cambio en Lc 11, 17 ol­
mos hacer una valoración. xoç; y frente a olxla en Mt 24, 43, hallamos
olxoç en Lc 13, 29.
2. Originalmente, oLxog y oíxía tuvieron
en griego significados diferentes; olxoç tenía 3. a) En la inmensa mayoría de Ias veces ol­
un sentido más amplio y designaba todas Ias xoç y olxla aparecen con el significado bási­
propiedades; OLXÍa designaba únicamente la co de casa, edifício, vivienda (olxoç 46 ve­
vivienda (cf. Jenofonte, Oec. I, 5). En la ma- ces, olxla 71 veces). En los escritos en que
yoría de los pasajes dei NT en que se hallan ambos vocablos aparecen bastantes veces con
atestiguados uno u otro vocablo, ambos son este significado, la distribución de uno y otro
intercambiables entre sí y de hecho fueron in- es diferente; Mateo tiene 21 veces olxla y so­
tercambiados. Por eso, a continuación vamos lo 3 veces olxoç, mientras que en Marcos,
a estudiar también oíxla, en cuanto se trate de Lucas y Hechos hay sólo una ligera preponde­
significados que sean comunes a olxoç. rância de olxla, y en Juan una ligera prepon­
Principalmente Lucas usa varias veces in­ derância de olxoç. Prescindiendo de Mt 11,
distinta y sucesivamente ambos términos, en 18 (palacio real) y de Jn 2, 16 (lonja de mer­
una misma y única sección, con el significado cado), en Ias casas mencionadas se trata siem­
de casa (Lc 15, 6.8; también 1 Cor 11, 22.34), pre de casas privadas, mencionándose algunas
casi siempre para referirse incluso a una mis­ veces sus propietarios (Mt 8, 14; 9, 23; 26, 6;
ma y única casa (Lc 7, 6.10; 7, 36.37.44; 8, Mc 1, 29; 5, 38; 14, 3; Lc 1, 40; 4, 38; 5, 29;
27.39; 8, 41, 51; 10, 5a.b.7a; también Jn 11, 7, 36.37; 9, 61; 14, 1; 22, 54; Hech 9, 11; 10,
20.31; Hech 16, 32.34). De manera análoga, 6.17.32; 17, 5; 18, 7; 21, 8), pero pudiendo
en 1 Cor 1, 16; 16, 15 se emplean indistinta- deducirse otras veces por el contexto (Lc 19,
503 OIXOÇ 504

5; Jn 11, 31; 12, 3; Hech 9, 17; 10, 22.30; 11, reunión de una comunidad cristiana (-»• 4.d).
11.12s; 16, 15.32). Son frecuentes expresio- Mientras que en Hech 12, 12 se dice que en la
nes como en casa, èv (x(p) oíxo) ( t i v ó ç ) , M c olxía de Maria, la madre de Juan, se reunían
2, 1; Jn 11, 20; 1 Cor lU 34; 14. 35; èv (xü) los miembros de la comunidad para orar, Lu­
oixía (xivóç), Mt 8, 6; 9,10; Mc 2, 15; 9, 33; cas emplea en Hech 2, 46; 5, 42 la expresión
Lc 8, 27; elç xt]v olxíav, Mc 10, 10; 6 a casa, x ax ’ oíxov, o en 8, 3; 20, 20 x ax ’(à xonç)
E iç (xòv) ohióv (xivoç), Mt 9, 6s; Mc 2,11; 3, oixonç, en sentido técnico, para informar a
20; 5, 19; 7, 17.30; 8, 3.26; 9, 28; Lc 1, 23.56; los lectores de que los cristianos solían reu-
5, 24s; 7, 10; 8, 39; 15, 6; 18, 14; Jn 7, 53; nirse «en Ias casas», es decir, en determina­
Hech 16, 34; elç xt)v olxíav, Mt 9,28; 13, 36; das casas privadas. Las comidas comunitá­
17, 25. No raras veces el propietario de la ca­ rias, la oración, la predicación y la enseríanza
sa debe deducirse por el contexto. proporcionaban las ocasiones para ello. Por
En 2 Tim 2, 20, casa significa metaforica­ tanto, se los podia encontrar allí, cuando al-
mente la Iglesia. guien queria prenderlos (8, 3).
b) Marcos hace que en diversas ocasiones d) Tanto los Evangelios como el libro de
Jesus o Jesús y sus discípulos busquen una Hechos emplean en algunos pasajes olxoç
casa para apartarse de la multitud, es decir, (incluso sin el genitivo atributivo úeoü) con
para tener un poco de vida privada (7, 17.24; el significado de «casa (de Dios)» / templo
9, 28.33; 10, 10). En todos los pasajes se trata ( ^ vaóç). El término, con este significado, se
de adiciones redaccionales dei evangelista, encuentra únicamente en citas dei AT (Mc 11,
que faltan en los paralelos de Mateo y Lucas. 17a par. [«mi caía»]; 11, 17b par. [«casa de
Esta acción de Jesús, o de Jesús y sus discípu­ oración»]; Jn 2, 16 [«la casa de mi Padre»];
los, de apartarse de la multitud, lo expresa Hech 7, 49) o en alusiones (Mc 2, 26 par.; Lc
también Marcos por medio de frases como 11, 51; Hech 7, 47) o en el contexto de las
x a x à póvaç («a solas», Mc 4, 10) o x a x ’ mismas (Jn 2, 17 [«tu casa»]) (-> 4.d). olxía
lôíav («en privado», Mc 4, 34; 9, 2 [aqui no se halla atestiguada con este significado.
además de póvouç]; 9, 28 [además de elç En cambio, oíxoç aparece ya con este sentido
olxov]; 13, 3). Esta acción de Jesús de reti- en Euripides, Phoen 1372 y Herodoto VIII,
rarse le sirve a Marcos como recurso para ex- 143, y es frecuente en la LXX.
presar su peculiar teoria dei secreto mesiáni- e) En algunas cartas dei NT, no paulinas,
co: tan sólo a los discípulos se les da la posi- olxoç designa a la comunidad como la casa
bilidad de conocer la mesianidad de Jesús. Al de Dios (1 Tim 3, 15; Heb 3, 2.5.6; 10, 21; 1
público, al pueblo, esa condición permanece­ Pe 2, 5; 4, 17). En el fondo de todo hay una
rá oculta. Pero ni siquiera los discípulos, an­ concepción, conocida también por la comuni­
tes de Pascua, llegan a tener el recto conoci- dad de Qumrán (IQS 5, 6; 8, 5.9; 9, 6; CD 3,
miento. 19; cf. también IQH 7, 8s) y que se halla es-
Es sorprendente que Mateo sólo en 11 luga­ trechamente vinculada con la idea de que la
res y Lucas sólo en 9 lugares de los 24 en que comunidad es templo de Dios (1 Cor 3, 16s;
olxoç o olxía aparecen en Marcos con el sen­ 6, 19; 2 Cor 6, 16; cf. también Ef 2, 19-22, y
tido de casa, empleen igualmente los térmi­ también la idea de la «casa de Yahvé», Os 8,
nos OLXOÇ o olxía. En todos los demás luga­ 1; 9. 8.15; Jer 12, 7; Zac 9, 8).
res falta un equivalente por distintas razones f) En Mt 12, 44 par. se dice en sentido fi­
(modificaciones estilísticas, concisión dei es­ gurado que el cuerpo de una persona es o l ­
tilo, reflexiones teológicas). x o ç , morada / habitaciôn de un demonio. Es­

c) El libro de Hechos refiere que los cris- to se halla en consonância con ideas, no insó­
tianos de los primeros tiempos celebraban sus litas, de la antigüedad tardia y dei judaísmo
reuniones en diversas casas privadas, olxoç / (Filón, Det 33; Seneca, Ep XX, 3, 14; bHull
olxía designa en estas ocasiones el lugar de 105b; bGit 52a); olxía 2.b.
505 oixoç 506

4. a) Con el significado d&familia / comu- llan atestiguadas en el mundo profano y en la


nidad doméstica, oLxoç se encuentra ya ates- LXX (Delling, 290-293; Jeremias, Nochmals,
tiguado con seguridad desde Hesíodo y quizás 15-17). En 1 Tim 3, 12, además de mencio-
también desde Homero. Y oLjiía está atesü- narse el oixoç se mencionan también los hijos
guada desde Herodoto. En Ias leyes dei Atica (xéxva). Esto es igualmente corriente (cf.
oiííía se halla definida de la siguiente mane- PapHamburg [ed. P. M. Meyer, Leipzig 1911-
ra; oixía ôè xéXeioç kv. ôotjXcdv x a i èXEV^fré- 1924] 54 II, I3s; PapGenève [ed. Nicole,
Qcuv, «una casa [es decir, un hogar] completa Genève 1896-1909] I, 54, 29; IgnEsm 13, 1;
está integrada por esclavos y personas libres», IgnPol 8, 2; Herm [m] 12, 3, 6; [s] 5, 3, 9; 7,
y luego la describe más concretamente como 6). De la expresión «Fulano de tal y (toda) su
integrada por el senor, la mujer, los tiijos y los casa» no se puede deducir, en ninguno de los
esclavos (Aristóteles, Pol 1253b 4-7; cf. tam­ pasajes mencionados, en qué personas se
bién Ias tablas de deberes domésticos en Ef 5, piensa en cada caso concreto. El contexto, en
22-6, 9; Col 3, 18-4, 1). Esto corresponde al todos los casos, permite deducir únicamente
uso de oixLa y de oixoç en la LXX (Stuhlma- que no se incluyen los bebês ni los ninos pe­
cher, 72s; Weigandt, 52-55) y en el NT. Pero quenos. Esto se aplica también a Ias noticias
el grupo de personas que pertenecen a tal ca­ de que tal o cual «casa de Fulanito de tal» fue
sa (u hogar) puede también ampliarse. Y, así, bautizada (Hech 16, 15a.33 v.L; 1 Cor 1, 16),
pueden pertenecer igualmente a ella parientes fue salva (Hech 11, 14; 16, 31) o se hizo cre-
a cargo y clientes (= protegidos). El marco se yente (Hech 18, 8). Ambas expresiones no
amplia aún más, cuando oixoç designa, por pueden dar respuesta a la cuestión de si la co­
ejemplo, a una «familia extensa» o incluso a munidad cristiana, en tiempos dei NT, bauti-
un pueblo (-»• 4.c). La cunplitud exacta de una zaba o no a bebês y a ninos pequenos.
OLxía entendida en el sentido de comunidad Sin embargo, seria posible que Lucas se sir-
doméstica / familia es algo que sólo puede de- viera de la expresión «Fulanito de tal y (toda)
ducirse dei contexto. su casa» o de otras frases por el estilo, que
El término oixoç penetra posiblemente en con excepción de Jn 4, 53 aparecen unica­
el terreno de la economia, cuando en 1 Tim 3, mente en el libro de Hechos, para referir que
5.12 se pide al obispo y al diácono que sean se habían fundado nuevas comunidades.
capaces de gobernar bien su casa, antes de c) Del significado de familia se deriva el
que puedan cuidar de la Iglesia de Dios (que de descendencia / linaje, es decir, la totalidad
es una casa mucho más extensa [la frase se de los que deben su otigen a un antepasado
completa por el sentido]) (cf. Lührmann 95). común.
oixoç / olxía con este sentido son relativa­ La expresión «casa de David» (oixoç Aa-
mente raros en el NT (aparecen 18 ó 19 veces: níô) aparece únicamente en Lc 1, 27.69; 2, 4
Mc 3, 25 par.; 6, 4 par.; Lc 19, 9; Jn 4, 53; 8, (en este último caso hay una hendíadis, «casa
35; Hech 10, 2; 11, 14; 16, 15a.31.33 v.L; 18, y linaje»). Casa designa aqui a los parientes
8; 1 Cor 1, 16; 16, 15; 1 Tim 3, 4s.l2; 5, 4; 2 consanguineos, que por linea agnaticia des-
Tim 1, 16; 3, 6; 4, 19; Tit 1, 11; Heb 11, 7). cienden del fundador dei linaje (cf. la genea­
Mateo, Marcos y Juan emplean únicamente logia en Lc 3, 23-31). Los tres pasajes tienen
olxía. sentido cristológico, ya que para Lucas el he-
b) En Jn 4, 53 y en los mencionados (-> a) cho de que Jesús sea hijo de David es una de
pasajes dei libro de Hechos aparece la expre- Ias pruebas de su mesianidad. Se orientan
sión «Fulano de tal y (toda) su casa», u otras hacia el nacimiento en Belén y esclarecen la
frases por el estilo. En 1 Cor 1, 16; 16, 15; 2 estrecha relación que Lucas ve entre la con-
Tim 1, 16; 4, 19; Heb 11, 7 encontramos la dición de Jesús como hijo de David y su
expresión «la casa de Fulano de tal» u otras condición como Hijo de Dios (cf. 1, 32-35; 3,
frases por el estilo. Ambas expresiones se ha- 23-38).
507 OIXOÇ - OtXOUliEVT) 508

El término lo bailamos ampliado, de tal ma- oixoç, a Lc 10, 5b; 12, 52. Sin embargo, lo
nera que incluya a todos los descendientes dei más probable es que se trate aqui de un signi­
fundador de un linaje, en la construcción «ca­ ficado que abarque no sólo la casa sino tam­
sa de Israel» ( o Lk o ç ’IOQaf|X,), Mt 10, 6 ; 15, bién a los que habitan en ella, un significado
24 (en ambos casos en singular); Hech 2, 36; que se expresa muy acertadamente por el tér­
7, 42 (aqui, una cita de Am 5, 27 LXX). En mino casa, ya que también en nuestra lengua
todos los pasajes se trata dei pueblo de Israel, la palabra tiene este mismo sentido complejo
dei pueblo de Dios; en la cita de Amós se ha- (como vemos, por ejemplo, cuando se habla
ce referencia al pueblo durante la época, ya de la «casa paterna»). El significado extenso
muy remota, de su peregrinación por el de- de olxía en Mc 6, 10 par.; Mt 1 0 ,12s se acen-
sierto; en los demás pasajes, al pueblo en su túa mediante la expresión «sacudir el polvo
época actual. de los pies», en Mc 6, 11 par.; Mt 10, 14: la
Es sinônima de la expresión «casa de Isra­ imagen expresa el abandono completo dei lu­
el» la expresión «casa de Jacob» (oixoç ’Ia- gar, y su sentido profundo es que no habrá co-
X(üj3), que apeurece únicamente en Lucas (Lc munión alguna con los moradores de esa casa.
1, 33; Hech 7, 46), pero que con este mismo También olxía en Mc 10, 29s puede enten-
significado se encuentra ya en Is 9, 7; 10, 20; derse en sentido extenso que abarca Ias rela­
14, 1, etc, ciones de parentesco y la posesión de bienes.
Apartándose de la manera corriente de ha- b) Lo que se ha dicho en a, se aplica
blar, la expresión «casa de Israel» en Heb 8, también a la expresión «la casa de (mi) pa­
8.10 se refiere únicamente al reino septentrio- dre», Lc 16,27; Hech 7, 20. El contexto de Lc
nal y, en consonância con ello, la expresión 16, 27 nos permite ver claramente que no se
«casa de Judá» (olxoç lo ú ô a ), en 8, 8, se re­ piensa sólo en el edificio. En Hech 7, 20 es
fiere únicamente al reino meridional. La Carta obvia la alusión a Ex 2, 1-3, y en ella se ve
a los Hebreos se ajusta aqui al pie de la letra y igualmente que no se está hablando sólo dei
en cuanto al sentido a la cita de Jer 31, 31-34. edificio.
d) El libro de Hechos refiere Ias reumones c) En Mt 23, 38 par. oixoç significa una
habituales de los primeros cristianos (->^ 3.c). ciudad, una gran comunidad urbana, a saber,
Esto se refleja en la frase «la iglesia (reunida) Jerusalén. También aqui se piensa en los edi­
en la casa de tal y cual» (■q xax’ olxóv xivoç fícios y en los que viven en ellos. oixoç apa­
8xxX.qoía). La encontramos en los saludos rece ya en este sentido en Jer 12, 7; 22, 5 (cf.
iniciales y finales de algunas cartas; Rom 16, también Hen [et] 89 passim; TestLev 10, 4).
5; 1 Cor 16, 19; Fim 2; Col 4, 15). La comu-
nidad doméstica se denomina según el nom- 6. Desde Homero oixoç se halla atestigua-
bre dei propietario o la propietaria en cuya do en el sentido de bienes / pertenencias. En
casa se celebran Ias reuniones. La composi- el NT, este significado aparece únicamente en
ción de tal comunidad doméstica solamente Hech 7, 10, donde está tomado de Gén 45, 8.
puede deducirse dei contexto, en caso de que P. Weigandt
en él se ofirezcan los datos correspondientes.

5. a) En algunos pasajes no es posible deci­ oi3<0'U^évl|, HÇ, oíkoumenê la tierra ha­


dir claramente si oixoç / olxía debe enten- bitada, el orbe, la humanidad*
derse en el sentido de casa o, más bien, en el 1. Aparición en el NT y usos - 2. En la LXX y en el
de famüia. Bauer (Wõrterbuch, j.v. oixía 3) lenguaje griego en general - 3. En Lucas - 4. Los de­
sugiere, a propósito de olxía en Mt 10, 12s, más enunciados dei NT.
una «posición intermedia» entre ambos signi­ B ibl.: W. Bieder, D ie m issionarische B edeutung der
ficados. Esto se aplicará también a Mt 10, 14; «O ikum ene» u n d die ih r drohende «Verkirchlichung»-.
Mc 6, 10; Lc 9, 4; 10, 5a.7, y, a propósito de EvTh 22 (1962) 180-194; E. Fascher, Õ kum enisch und
509 oixovnevT) 510

ka th o lisc h . Z u r G e sc h ich te zw eier, h e u te v ie l g e- na un significado político, íntimamente rela­


b ra u ch ter Begriffe: ThLZ 85 (1960) 7-20; O. Hender, cionado con Ias fórmulas -muy difundidas-
en DTNT IV, 286s; R Gisinger, O ikum ene, en Pauly-
Wissowa XVII/2, 2123-2174: G. Johnston, Oíxm)(i£- del «estilo imperial» (Michel, 159; Paeslack,
VT] a n d xóonoç in fh e NT: NTS 10 (1963-1964) 352- 34; -> 2), que fue arrebatando cada vez más al
360; J. Kaerst, D ie a ntike Id ee d e r O ikum ene in ihrer término el sentido teológico que éste había te-
p o litisc h en u n d kuU urellen B edeutung, Leipzig 1903; nido originahnente en la LXX (-> 2), mientras
R Lasserre, O ikum ene, en LAW 1221; Id., O ikum ene,
en Pauly, L exiko n IV, 254-256; O. Michel, olxonp,É- que -+ xóopoç (2) no llegó a ser sino en la
VT^, en ThWNT V, 159-161; M. Paeslack, D ie ^O iku- antigüedad tardia un concepto teológico dei
m en e» im N T: ThViat 2 (1950) 33-47; A. Vanhoye, judaísmo helenístico y, por tanto, dei cristia­
L’olxonixé'VT] d a n s T é p itr e a u x H ébreux: Bib 45 nismo primitivo.
(1964) 248-253; J. Vogt, O rbis Roífum us. Z u r Termi-
n o lo g ie d es rõm . Im p eria lism u s, Tiibingen 1929; W. En el NT se encuentran atributos que acen-
A. Visser’t Hooft, D e r Sinn d es W ortes «õkum enisch», túan la amphtud y el significado de olxoupé-
Stuttgart 1954. VT): õkoç (Mt 24, 14; Hech 11, 28; Ap 3, 10;
12, 9; 16, 14; cf. también Hech 19, 27); Tcãç
1. oíxoofjiévr) es participio de presente de (Lc 2, 1; cf. también 4, 5; Hech 24, 5); asi-
la voz activa, dei verbo -»• olxétD («habitar»), mismo, E iç x à jtépaxa xfjç oíxoupÉvT]ç
que se usa desde la época clásica, casi siem- (Rom 10,18). Se mencionan los reinos (Lc 4,
pre en sentido sustantivado, y que original- 5; Ap 16, 14) y Ias naciones de la oixoupévq
raente debía completarse con yr)- Aparece 15 (Mt 24, 14; cf. Hech 19, 27 [oíxoupévq junto
veces en el NT. No es, por tanto, muy fre- a õX.Tj fi !Aoía]; 24, 5 [nàvxeç ol Touôaioi]);
cuente. En realidad, es un término preferido olxoupÉvq se encuentra en sentencias de jui-
sólo por Lucas (Evangelio de Lucas 3 veces, cio en Lc 21, 26; Hech 17, 31; cf. también
Hechos 5). Por lo demás, aparece 3 veces en Heb 1, 6; 2, 5 (q otxonpévq q péXkouoa).
el Apocalipsis, 2 en Hebreos, una vez en Ma-
teo (Mt 24, 14) y otra vez en Pablo (Rom 10, 2. La LXX emplea oixoupévq unas 40 veces
18, cita dei Sal 18, 5 LXX). (unas 17 veces en los salmos, mientras que
xóopoç [2] falta todavia en ellos [->-1]; unas 14
Esta distribución se halla en sorprendente veces en Isaías), casi siempre como equivalente
contraste, por ejemplo, con el uso de -> xóo- de ’e r e s («tierra») o tê b ê l («continente», «tierra
poç como expresión general para designar al firme»). En todos los casos se trata de la totalidad
«mundo / este mundo». Allá donde se usa pre- de la tierra, de sus habitantes y de sus «reinos»,
ferentemente xóapoç (en los escritos joáni- que Dios ha creado, gobierna y castiga, y a los
cos 102 veces, en Pablo, 37), el término oi- que finalmente ha de juzgar (cf. especialmente
Sal 9, 9 [de manera semejante, 95, 31; 97, 9; cita­
Koopévq falta por completo (Evangelio de dos en Hech 17, 31]; Sal 18, 5 [citado en Rom 10,
Juan, Cartas de Juan) o casi por completo (Pa­ 18]; Sal 49, 12; 88, 12; Is 10, 14; 37, 16; 62, 4; cf.
blo). En cambio, en Lucas se reduce conside- también VisserT Hooft 10-12).
rablemente el uso de xóopoç (en el Evangelio En el âmbito griego, oixoupévq es original­
de Lucas aparece 3 veces, de Ias cuales tan mente un concepto geográfico (atestiguado desde
sólo 12, 30 [n á v ta xà eOrq xoü xóopou] se Jenófanes 21 A 41a [Diels, F r a g m e n te I, 125, 7];
Herodoto lU, 114; IV, 110), que designa a Ias par­
refiere al «mundo habitado»; en Hechos apa­
tes habitadas y habitables de la Tierra, a diferen­
rece únicamente en 17, 24). oixovpévq falta cia de Ias inhabitadas (territórios desérticos, etc.).
en Ias llamadas «palabras de la misión univer­ Ya en la época clásica y luego especialmente en
sal»; en Mt 28, 19, Jtávxa xà eOvq (pero cf. la época helenístíca, oixoupévq designa el mun­
24,14); en Mc 16, 5, xóopoç ãrtaç / Jtãoa x] do cultural griego, por contraste con los pueblos
xxíaiç; en Lc 24, 47, itáv x a xà ê-ôvq; en bárbaros que vivían al margen dei mismo (cf.
además Gisinger, Larresse, Kaerst, Fascher). En
Hech 1, 8, ECüç èoxáxou xfjç yfjç (cf. además
la época romana (especialmente desde Sila),
Johnston; Paeslack 33-37). Estos datos se ex- oixoupévq, sobre todo por influencia dei cosmo-
plican principalmente por el hecho de que poUtismo estoico y dei imperialismo oriental (cf.
oixoupÉVT] había adquirido en la época roma­ el decreto de Ciro en 3 Esd 2, 2), se fue convir-
511 01X01) (j,evT] 512

tiendo cada vez más en un concepto hiperbólico aqui también el pasaje de Lc 4, 5 (redaccio-
para designar el mundo dei Império Romano, un nal), donde se dice que el diablo £Ôe i | ev
mundo regido y ordenado centralmente, el orbis aíixm n ã o a ç r à ç PaoiXeíaç xfíç olxontiÉ-
terrae (terrarum), cuyo dominio le corresponde a
VT]ç, a diferencia de Mt 4, 8: ... xoü xóoftou.
Roma (cf, Cicerón, Pro Murena 22; Virgílio, Aen
VI, 850; Josefo, Ant XI, 3; cf. además Vogt, Ahora bien, no se puede deducir de ahi, en
12ss). En relación con esto, vemos que, por ejem- modo alguno, que Lucas exprese con estos
plo, Josefo (Bell I, 633) llama al emperador ro­ enunciados su «valoración negativa dei mun­
mano «el rector de la ecumene» (ô tfjç olxoupi- do politico» (en contra de Paeslack, 37ss, la
vqç itQOoxáxTiç Kaloag); a Nerón se le puede cita en la p. 39). Antes al contrario, Lucas evi­
llamar àYaQòç ôaí|j.a)v xfjç olxoupévqç (Pap-
ta precisamente la crítica contra la oixou|j,évTi
Oxy 1021, 5ss; cf OGIS 666, 3ss), más aún, oto-
TT)Q xai sueQYÉxqç Tfjç olxoupévTjç (OGIS 668, romana y, en vez de eso, realza que los con-
5; algo parecido se dice también de Marco Auré­ flictos posibles o reales con Roma no tienen
lio, cf. Preisigke, Sammelbuch, 176, 2; cf. ademássu raiz en el mensaje cristiano en si mismo
OGIS 669, 10; SIG 906 A 3s; Filón, LegGai 16; (cf. también Lc 4, 5; Hech 17, 6; 24, 5). Por
Josefo, Bell IV, 656; cf. también Michel, 159; eso, los enunciados que hay en los escritos de
Visser’t Hooft, 8-10). Lucas acerca de la olxoupÉVTi deben enten-
derse más bien como referencias plerofóricas
3. Lucas aprecia seguramente el término que pretendeu hacer dei mensaje cristiano un
olxoupÉVT], porque es una expresión que le centro recôndito dei mundo romano. Además,
permite realzar Ias dimensiones universales Lucas se halla intensamente influído por el
dei acontecimiento y dei mensaje de Cristo, lenguaje de la LXX, de tal manera que en sus
unas dimensiones que abarcan a la totalidad enunciados relativos a la ouxoupEVí] se escu-
dei Império Romano. No tiene miedo de que cha también casi siempre una referencia a la
en esta expresión haya resonancias de la di­ humanidad entera, creada por Dios y que ha
fundida terminologia imperial. Y, así, en Lc 2, de ser juzgada por él (Lc 21, 16 [material pe­
1 (material peculiar), se refiere al censo impe­ culiar]: xà EJtEQ5(ó|xeva xfj olxoupévT), sobre
rial de todo el Império Romano (lo hace hi­ los horrores de los últimos dias; Hech 17, 31).
perbólicamente y, además, de una manera que No obstante, para Lucas, la expresión olxou-
desde el punto de vista histórico dificilmente pÉVT) podría hallarse también tan marcada por
será exacta: àjtoYQáq)Eadai jtão av Tqv oL- la idea imperial que Roma tenía de si misma,
xoupÉvTiv, -* àjtoYpaqpfi); en Hech 17, 6 que el autor evita esta expresión en la fórmu­
alude a la critica (judia) de que la misión pau- la programática de Hech 1, 8 y, en vez de ella,
lina era un elemento de agitación pública en emplea el lenguaje bíblico de la LXX (êojç
todo el orbe (oi rqv otxoupévqv àvaoxaxró- èoxáxou xfíç Y^iÇ. cf. Is 49, 6 LXX).
oavxeç, a pesar de que Pablo, en su labor
evangelizadora, no habia llegado por aquel 4. Mt 24, 14 amplia la expresión eLç jxáv-
entonces sino hasta Tesalónica); cf. 24, 5 x a xà E'dvT]... ôeI xqQux^&fjvai xò EÚaYYÉ-
(axáoeiç jxãoiv xoiç lo u ô a ío iç xoiç x ax à Xtov, de Mc 13, 10, y lo hace con una fórmu­
xfiv oíxoupévqv); probablemente también en la propia, que es singularísima en el NT: xq-
11, 28 (Xipòv pEYÓÀTjv... èqp’ ô^tiv xf)v oí- QUX'&f|OExai xoüxo xò EÚayyÉlí-iov... èv õX.ti
XOU|j,ÉVT)v, un hambre que históricamente so­ xfj oixoupév^ EÍq papxúpiov Jtõotv xotç e^-
lo se puede probar que azotara a Palestina, cf. VEOiv. La referencia que se hace a continua-
E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], ción al final inminente (vv. 15ss) y al juicio
sub loco); cf. también 19, 27, donde se pre­ final (25, 31ss) pone bien en claro que para
tende que el culto de la Artemisa de Efeso se Mateo, antes dei juicio, todo el orbe tendrá
hallaba difundido por toda la o í x o u [íé v t i que ser confrontado con el evangelio, porque
(quizás se afirma asi con con razón, cf. Haen­ éste ha de ser la norma por la que el Juez pro­
chen sub loco). Posiblemente haya que incluir nuncie su sentencia (cf. 25, 32).
513 OlJtOU(lEV11 - OIXTIOIXOÇ 514

En Rom 10, 18 Pablo relaciona Ias palabras VT]ç õXqç), es decir, principalmente sobre los
dei salmo acerca de la alabanza tributada a pecadores (cf. 6, 10; 8, 13); porque los cre-
Dios por toda su creación (Sal 18, 5 LXX) yentes serán preservados de esa hora. Según
con la realidad escatológica de la proclama- 12, 9, ■q oixoupÉvq oXq ha sido seducida por
ción dei evangelio en todo el mundo (elç TÒ el adversário de Dios, ese adversário que al fi­
jtégaT a tfjç olxou[tévT]ç). No describe así nal será derribado. También 16, 14 se refiere
con exageración desmesurada los êxitos que al orbe de la tierra y a sus reyes como a los
hasta entonces ha tenido la misión cristiana, enemigos escatológicos de Dios (ol PaaiXetç
sino que habla de la completa obra escatoló­ Tfjç oixoupévqç õXqç), que caerán ante él.
gica de la salvación divina, una obra que no Por consiguiente, tan sólo los incrédulos y los
puede pasar inadvertida al Israel que profesa enemigos de Dios son los que constituyen la
su fe en el Dios creador. olxoupévq. Pero con ello no se alude espe­
Heb 1, 6 (lo mismo que todo el contexto) cialmente al Império Romano (en contra de
está determinado por el lenguaje de la LXX y, Paeslack, 39s), sino que se habla en general
con la mirada puesta en la parusía dei Hijo, de los incrédulos que pueblan el orbe de la
recoge el motivo dei juicio sobre el orbe de la tierra (cf. la expresión que aparece con fre-
tierra ( eIç ttiv oíxoupévTjv, cf. Mt 24, 14; cuencia: ol xatoixoüvTgç [èjtl] xqç yflÇ» 3,
Hech 17, 31; ->• 2). El enunciado de 1, 6 está 10; 6, 10; 8, 13; 13, 8.12; 17, 2 y passim), los
relacionado con el enunciado acerca de la cuales representan -finalmente también en la
(primera) venida dei Hijo al mundo (elç t ò v forma dei imperialismo romano que es con­
xóopov, 10, 5; cf. 2, 7-9) y marca, al mismo trario a D ios- la lucha escatológica de este
tiempo, un progreso en «la historia de la sal­ mundo contra la salvación de Dios.
vación». No es ya únicamente el xóopoç (cf.
H. Balz
9, 1; 11, 7; también 11,3) aquello que el Hijo
ha de encontrar cuando venga como Juez, si­
no que es también la oixonpévr], que por la fe olxoVQY^Ç; 2 oikourgos casero, dedicado
de la Iglesia ha vuelto a acercarse al sentido a Ias tareas domésticas*
original de la creación (cf. 1 2 ,18ss.22ss; tam­ olxouQyóç aparece (en vez dei clásico ol-
bién Sal 92, 1 LXX; 23, 1 LXX; 88, 12 LXX; xouQÓç) en Tit 2, 5 en relación con Ias muje-
97, 7 LXX; Is 62, 4 LXX; cf. también Vanho- res.
ye; disiente de esta interpretación Paeslack;
dificilmente habrá que pensar en un hebraís-
mo {hèbV 1‘^‘ôlãm] en lo que respecta a la «en­ o lx o v ç ó ç , 2 oikouros casero, econômico
trada en el mundo futuro» [en contra de Mi- Tit 2, 5 Textus Receptus en lugar de oi-
chel. Der Brief an die Hebraer^ (KEK), sub XOUQYÓÇ.
loco]). A este enunciado corresponde la ex-
presión otxoupévTi f| pékXonoa en Heb 2, 5, olxTEÍQO) oikteirõ tener compasión
donde se recoge de nuevo explícitamente 1, 6 Forma alternativa de ->• olxtÍqco.
(jtEQi qç kaXoõpev). A la luz de la interpreta­
ción dei Sal 110 dada por el autor (1, 3), se
entiende claramente que él concibe «la oi- o lx T iQ ^ ó ç , oC , ó oiktirmos compasión,
xoupévT] venidera» como el senorío de Cristo misericórdia*
con su victoria sobre todos los enemigos de Col 3,12; ankáy%va olxxtQpoü, «entranas
Dios (cf. 2, 7s; 6, 5; 12, 26ss). de misericórdia». En los demás casos en plu-
Por el contrario, el Apocalipsis acentúa ne­ rar (icon arreglo al hebreo ralfmiml): dícese
gativamente la olxonpévT). Según 3, 10 el de la compasión humana en Flp 2, 1; de la mi­
jceipaapóç escatológico vendrá sobre todos sericórdia de Dios, en Rom 12, 1; 2 Cor 1,3;
los habitantes de la tierra (eitl T fjç OLXoupé- sin sujeto en Heb 10, 28 (x«>qIç olxxiQp.õ>v,
515 OlíCtLQUOÇ —OIOÇ 516

«sin misericórdia». ThWNT V, 161-163; X, carne y de vino (Rom 14, 21). Una metáfora
1199s (bibl.); DTNT HI, 102s. usada por Jesús habla de «vino nuevo en
odres viejos» (Mc 2, 22 par. Mt 9, 17 / Lc 5,
37.38); cf., a propósito, F. Hahn: EvTh 31
olxTÍQjlKOV, 2 oiktirmõn compasivo, mi­ (1971) 357-375. Contra el consumo excesivo
sericordioso* de vino advierten Ef 5, 18; 1 Tim 3, 8; Tit 2,
Dícese de Dios (en combinación con itoXó- 3. En cambio, 1 Tim 5, 23 recomienda el con­
ojtXayxvoç): Sant 5, 11; de los hombres y de sumo moderado de vino como medicamento
Dios, Lc 6, 36 bis (a diferencia de Mateo); para el estômago: o lv cn ô X.íycü xqcõ ô i à t ò v
«jSed misericordiosos como vuestro Padre es oTÓpaxov (->■ vTjcpáLioç).
misericordioso]». Cf. ThWNT V, 161-163; X, El Apocalipsis relaciona oLvoç, entendido
1199 (bibl.); DTNT IH, 102s. en sentido figurado, con los castigos que Dios
hace beber como vino a los impíos (Sal 60, 5;
OIXTÍQO) oiktirõ tener compasión* 75, 8s; Is 51, 17.22; Jer 25, 15): 14, 10; 16,
Rom 9, 15 (bis) en la cita de Ex 33, 19 LXX 19; 19, 15 («el vino de la cólera de Dios»), y
(declaración de Dios a Moisés); «Tendré mi­ también con el «vino (de la cólera) de la for-
sericórdia (èXef|ao)) de quien yo quiera tener nicación» de Babilônia; 14, 8; 17, 2; 18, 3 (->•
misericórdia, y tendré compasión ( olxti - •ônpóç 3).
91)00)) de quien yo quiera tener compasión En Ap 6, 6 oívoç {ejfectus pro causa) re­
(oiTÍQü))». ThWNT V, 161-163: X, 1199s; presenta la vina / la vid. J. Dõller: Bib 4
DTNT III, 102s. (1923) 143-167, 267-299; Dalman, Arbeit IV,
291-413; ThWNT V, 163-167; X, 1200 (bibl.);
Ch. Seltmann, Wine in the Ancient World,
O lf ia i oimai opmar, pensar London 1957; W. Dommershausen; TThZ 84
Forma contracta de ->• oíopat (Jn 21, 25). (1975) 253-260; BRL 362s.

OlVOJlOTílÇ, OV, O oinopotês bebedor de olvotpXvyía, aç, ^ oinophlygia embria­


vino, borracho* guez, borrachera*
Mt 11, 19 par. Lc 7, 34 como crítica dirigi­ En 1 Pe 4, 3 el plural designa algunos exce-
da contra el «Hijo dei hombre», Jesús, que sos de la embriaguez (cf. Filón, VitMos II,
«come y bebe», es decir, que no vive ascéti- 185; SpecLeg IV, 91).
camente: «jAhí tenéis un comüón y un bebe­
dor, amigo de publicanos y pecadores!».
o í o i i a i oiomai opinar, pesar*
El objeto dei verbo es una oración comple-
o iv o ç , OV, ó oinos vino* tiva en infinitivo con sujeto en acusativo en
La mayoría de Ias 34 veces que aparece Jn 21, 25, un infinitivo en Flp 1, 17, y una
oivoç en el NT, el sustantivo se emplea en oración completiva introducida por 5 ri en
sentido propio: Jn 2, 3a.b.9.10a.b (cf., a pro­ Sant 1, 7.
pósito, Windisch: ZNW 14 [1913] 248-257);
4, 46. Según Mt 27, 34, a Jesús le dieron en el
Gólgota «vino mezclado con hiel» (a diferen­ oioç, 3 hoios (pronombre relativo) tal co­
cia de Mc 15, 23: èop,U9VL0 |xévov olvov). En mo, así como*
Lc 10, 34 el vino se menciona junto al aceite, Con el correlativo t o io ú t o ç este pronom­
como un medicamento; Ap 18, 13 habla dei bre significa «así como... así también» en 1
vino, dei aceite y de otros productos natura- Cor 15, 48a.b; 2 Cor 10,11. De manera seme-
les. Juan el Bautista no bebe vino (Lc 1,15; 7, jante en Flp 1, 30; tò v aÚTÒv áYtõva... oíov,
33). Los «débiles» practican la abstinência de «la misma lucha... que (visteis en mí)». En
517 oLoç —òXiYOKWTtía 518

otros casos el correlativo se deduce dei con­ òXEd'Q£’ÚO) olethreuõ destruir, aniquilar,
texto: Mt 24, 21; Mc 9, 3; 2 Cor 12, 20a.b; 2 exterminar
Tim 3, 11a; Ap 16, 18. Es un pleonasmo en Forma alternativa de ->■ ôXodQeúco.
Mc 13, 19; ■frXltltiç, oia oti y é y o \s toia-úti].
En una interrogativa indirecta en 1 Tes 1,5;
Lc 9, 55 Textus Receptus. En una exclama- òÀ .É '0'Q ioç, 2 olethrios que causa destruc-
ción en 2 Tim 3, 1Ib. En Rom 9, 6, onx oLov ción
ÕTi es una combinación de onx oíov y onx 2 Tes 1, 9 A 33 pc: ôíxtiv ô?\,é'&0Lov, «cas­
õri, «pero no es que...» (BlaB-Debranner § tigo que causa destrucción», ->• õí^eDqoç.
304; 480, 5). oioaÔT)JtOTo{jv en Jn 5, 4 v.l.
significa; «.de cualquier enfermedad que él tu-
viera (oim ôV) Jiox’ oúv...)». 5Xe'&qoç , o v , Ó olethros destrucción, per-
dición*
1 Tes 5, 3; «súbita destrucción», con moti­
Ôxvéo) okneõ vacilar, tardar*
vo de la llegada repentina de la parusia; 2 Tes
Hech 9, 38; «[No tardes en venir a noso-
1, 9: õLe^poç a u á v L o ç , «perdición eterna»
tros!». Spicq, Notes II, 614.
(es decir, la muerte, cf. TestRub 6, 3). 1 Cor 5,
5: «esa persona debe ser entregada a Satanás
ôxvtlQÓç, 3 oknêros perezoso, holgazán* para la destrucción de su carne» (es decir, pa­
Mt 25, 25 en Ias palabras dirigidas al sier- ra la muerte; cf. H. Conzelmann, Der erste
vo: jtovriQè ôoíjX,e xaL ôxvTipé. Rom 12, 11: Briefan die Korinther [KEK], 117s). 1 Tim 6,
«No seáis perezosos en lo que requiere dili­ 9: PufH^to Tivà e l ç õ X,e -0'QOV, «hundir a al-
gencia». Flp 3, 1: «A mí no me resulta moles­ guien en la perdición». ThWNT V, 169s;
to (Ipoi oux ôxvqgóv) escribiros otra vez lo DTNT m , 335s.
mismo»; cf. Sófocles, OedTyr 834. ThWNT
V, 167s; Spicq, Notes II, 614.
ò X iy o n ;ia T Ía , a ç , oligopistia poca fe*
ôLiYÓJtiaxoç, 2 oUgopistos de poca fe*
òxxarm EQ O Ç , 2 oktaêmeros (adj.) a los
ocho dias* Bibl.: G. Barth, Glaube und Zweifel in den synopt.
Evangelien: ZThK 72 (1975) 269-292; G. Bomkaimn-
Flp 3, 5: jteQiTopfj ôxxaTÍpcQoç, «por lo G. Barth-H. I. Held, Überliefemng und Auslegung im
que respecta a la circuncisión, a los ocho di­ Matthãusevangelium (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn
as» (es decir, circuncidado al octavo día). ’1975, 99-108, 278-284; D. Lührmann, Glaube, en
RAC XI, 48-122, sobre todo 72.

ôíCTcó oktõ ocho* 1. ôXixornoTÍa y ôX,iyójuoxoç apareceu única­


En Lc 2, 21 dícese de los ocho dias que pre- mente en escritos cristianos, por ejemplo, en la
sexta Sentencia de Sexto: òlLYÓmoxoç èv jtíoxEi
cedían a la circuncisión; se habla, además, de
ãjtiOTOç (hacia el ano 200, cf. H. Chadwick, The
ocho dias en 9, 28; Jn 20, 26; Hech 25, 6. De Sentences ofSextus, Cambridge 1959), y luego en
ocho anos, en Hech 9, 33 (è^ èxrâv ôxxd), Leoncio de Neápolis (Vida de San Juan el Limos-
«desde hacía ocho anos»). 1 Pe 3, 20; ôxxrà nero [ed. H. Gelzer, Freiburg i. Br.-Leipzig 1893]
tpnxaí, «ocho personas» entraron en el arca y 7 p 14, 18.21. 15, 5 [sigio VE]), pero tiene un pa­
se salvaron. Cf. òexaoxxró, Lc 13, 4.11 (v. ralelo en la expresión rabínica (ftannê ’"mãná o
16: ôéxa x a l ôxtò) exp); XQtáxovxa [xal] m^hüssrê ’“mãnâ (Billerbeck I, 438s).
ôxxcb êxT], Jn 5, 5.
2. En el NT, el grupo de palabras aparece
únicamente en Mateo (el sustantivo 1 vez, el
ÒÀ,E'ô'gEDTirjç, Ot), Ó olethreutês destructor adjetivo 4 veces) y en Lucas (el adjetivo 1
Forma alternativa de ->• ôXo'&Qenxfiç. vez), y sobre todo en una de Ias sentencias
519 ôXtYOJticrtía - ôXíyoç 520

contra Ias preocupaciones, en Mt 6, 30 par. Lc Ô Xíyoç, 3 oligos poco, pequeno, escaso,


12, 28: «Y si Dios engalana así a la hierba..., breve; un poco*
jcuánto más hará él por vosotros, hombres de
pocafeH . Preocuparse por lo necesario para 1. Aparición en el NT y usos - 2. En plural - 3. En
singular y en uso adverbial - 4. En Hechos.
la vida es falta de fe, poca fe. De la concor­
dância literal que existe entre Mt 6, 30 y Lc Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-Debrunner §
12, 28 podemos deducir que la expresión se 405 nota 1; E. F. F. Bishop, Oligoi en 1 Pet 3:20: CBQ
encontraba ya en la fuente Q y que, por tanto, 13 (1951) 44s; E. Boissard, Note sur 1’interpretation
du texte «Multi sunt vocati, pauci vero electi»: RThom
era corriente entre los judeocristianos de Pa­ 52 (1952) 569-585; N. Brox, La primera Carta de Pe­
lestina. dro, Salamanca 1994, 232-237; E. Haenchen, Die
Mateo recogió el grupo de palabras y les Apostelgeschichte (KEK), Gõttingen ’1977, 659 con la
dio una expresión característica en el marco nota 1; Preisigke, Wõrterbuch II, 167s; H. Seesemann,
ÔXÍYOÇ, en ThWNT V, 172s; F. Thiele, en DTNT II,
de su eclesiologfa. Mateo (en contraste con 248s; G. H. Whitacker, The Words o f Agrippa to St.
Sexto 6) situa ô)i,lyóju0 xoç (8, 26; 14, 31; 16, Paul: JThS 15 (1914) 82s.
8) y òXiYOJtiOTÍa (17, 20) en claro contraste
con âm axoç (17, 17) o aitioxía (13, 58), li­ 1. En el NT ôXíyog aparece 40 veces, 16
mitando a los discípulos el reproche de la de ellas en los Evangelios sinópticos, 10 ve­
«poca fe», y designando en cambio como ces en Hechos, 4 veces en 1 Pedro, otras tan­
ãm oxoç a la masa dei pueblo. La explicación tas en Apocalipsis, 2 veces en 1 Timoteo, y 1
es que a los discípulos, que representan am- vez en Efesios (3, 3), Hebreos (12, 10), San­
pliamente a la comunidad cristiana, se les tiago (4, 14) y Pablo (2 Cor 8, 15). Falta en
concedió la posibilidad de «entender» (-+ Juan (pero cf. [iixpóç [4]). En los Sinópti­
anvíqp.1, cf. Mt 13, lls s .l9 .23.51 y passim), cos predomina el pltiral (11 veces [-> 2]; pero
y en cambio al pueblo no se le concedió tal el singular neutro, usado en sentido absoluto
cosa. Por tanto, la «poca fe» es la forma espe­ y con significado adverbial, aparece 5 veces
cífica en que el discípulo falia como creyente: [-> 3]). El libro de Hechos muestra predilec-
el discípulo que ha conocido y ãceptado el ción por la construcción onx òXíyoç en el
mensaje de salvación y que ha respondido a la sentido de jxoXúç o en otros sentidos pareci­
vocación al discipulado. Así que, cuando se dos (8 veces [->- 4], construcción que no apa­
habla de la poca fe de los discípulos, hay rece en ninguna otra parte dei NT; como líto-
siempre situaciones de tentación en Ias que se tes en 12, 18; 15, 2; 19, 23.24; 27, 20; en
ven metidos los seguidores de Jesus. Su reac- cambio, en 14, 28; 17, 4.12 aparece más bien
ción de temor ante los peligros (8,26; 14, 31), como senal de estilo elevado, cf. también
sus preocupaciones angustiadas por conseguir BlaB-Debrunner § 495, 2 con la nota 9; en­
alimentos (6, 30; 16, 8), su fracaso al intentar contramos, además, dos veces la construcción
curar una enfermedad, son criticados siempre preposicional èv ôXÍYq), 26, 28.29 [->^ 4], que
como actitud de «poca fe». De ahí que òLiyó- sólo se haUa también en Ef 3, 3). En los de-
juoxoç en 14, 31 sea un concepto paralelo de más escritos dei NT, el singular aparece 8 ve­
ôioxá^K) («dudar»). Por tanto, lo que se ca­ ces (->• 3; de ellas, en 1 Tim 4, 8 y Sant 4, 14
racteriza con los términos ôXiYomoxía y ôXi- aparece en construcción preposicional con
YÓmoxoç no es el rechazo fundamental de la jtpóç), y 5 veces se encuentra en plural ( ^ 2).
fe, sino la falta de confianza, la deficiente fir­ El uso de ôX,íyoç en el NT corresponde po­
meza en la fe. co más 0 menos al uso que se hace de él en la
G. Barth LXX (donde aparece 103 veces) y en el grie-
go clásico. En plural ôXíyoç significa poco(s),
y en singular significa poco, pequeno, escaso,
òXiYÓn;ivToç, 2 o lig o p is to s de poca fe O en uso adverbial significa un poco (entendi­
-V ôX,iYomoxía. do en sentido cuantitativo y ttunbién en senti-
521 ôXíyoç 522

do temporal). Opuesto de ôXíyoç es JtoXiJÇ T(p); ôi’ ôXíymv eyQaijja, «he escrito breve­
(Mt 7, 14; 9, 37 par.; 22, 14; 25, 21.23; Lc 7, mente», 1 Pe 5, 12 (cf. una expresión pareci­
47 [bis]; 10, 42 v.L; 12, 48; 13, 28; 2 Cor 8, da en Heb 13, 22; Ârist 128); ex^o x ax à ooü
15), oí)ôep.ía ÔTJvapiç (Mc 6, 5) y Jtávxa (1 ôXtya, «tengo algunas cosas / algo contra ti»
Tim 4, 8). (después de la alabanza anterior), Ap 2,14. En
Lc 12, 48 (ôaQqaexai ôXtyaç, «recibirá po­
2. El plural se usa para designar un número cos azotes») hay que sobreentender JtXrjyáç.
limitado de cosas o personas, a menudo en
contraste con una gran exigencia o expectati­ 3. El singular se encuentra como adjetivo
va. Con un sustantivo; Mt 9, 37 par. Lc 10, 2; en; 1 Tim 5, 23 (oívoç ôXíyoç, «un poco de
«los obreros son [tan sólo] pocos» (en con­ vino»); Ap 12, 12 (ôXíyoç tcaiQÓç, «un breve
traste con la gran cosecha); Mt 15, 34 par. Mc plazo»), Como sustantivo en: 2 Cor 8, 15 (ci­
8, 7: «unos pocos / unos cuantos peces (pe- ta de Ex 16, 18): ó xò JtoXu..., ó xò oXíyov,
quefios) (ôXíya lxâ'úôia)», que incluso con «el que tenía mucho, no tenía demasiado, y el
los siete o cinco panes son bien poca poca en que tenía poco, no padecia escasez».
vista de la multitud de personas hambrientas; En la mayoría de los pasajes, el neutro sin­
Mc 6, 5; «unas pocos enfermos»; Ap 3, 4; gular ôXíyov se usa en sentido adverbial: dí-
«(tan sólo) unos pocos nombres / personas cese de una pequena distancia, Mc 1, 19; Lc
(ô v ó p ata)» de entre toda la comunidad de 5, 3; de un breve tiempo, Mc 6, 31; 1 Pe 1, 6;
Sardes; Heb 12, 10: jcqòç ôXíyaç r|(X8Qaç, 5, 10 (lo opuesto: aimvioç ôó^a); Ap 17, 10;
«por unos pocos dias / por muy poco tiempo», en sentido análogo rtQÒç ôXíyov, Sant 4, 14;
refiriéndose al período relativamente breve en cuantitativamente como expresión propia dei
que los padres terrenos aplican la «disciplina» estilo epistolar o dei estilo oratorio: èv ôXíycp,
(cf. también Sant 4, 14; itQÒg ôXíyov), en con brevedad, brevemente, Ef 3, 3 (cf. 1 Pe 5,
comparación con la disciplina aplicada por 12); en sentido general; Jtpòç ôXíyov (bqpéXi-
Dios, que dura toda la vida. p,oç, «útil para (bien) poco», 1 Tim 4, 8. Se­
ôXíyoç, usado en sentido absoluto, designa gún Lc 7 ,47b, la medida dei amor dei que una
en sentencias de Jesús el número pequeno de persona es capaz, muestra la medida dei per-
los, que en contraste con los muchos, serán dón que ella ha experimentado (m ôè ôÀíyov
partícipes de la salvación: Mt 7, 14; 22, 14; àcpÍExai, ôXíyov à y a n ã [om. D]). Cuando la
jtoXXol... xXTytoí, ôXíyoi ôè («pero sólo po­ «pecadora» (en contraste con Simón) muestra
ços»), es ciertamente una «sentencia de con­ a Jesús un amor sin limites, entonces eUa no
traste» que no debe mitigarse mediante una es ya una pecadora para Jesús; precisamente
traducción comparativa de JtoXXoí / ôXtyoi en por eso Jesús le anuncia que Dios le ha perdo-
el sentido de una simple diferencia numérica nado ya su vida pecadora. De esta palabra de
entre los que son llamados y los que son ele­ Jesús la Iglesia debe aprender a aceptar el
gidos (en contra de Boissard); cf., además, Lc arrepentimiento y conversión de los pecado­
13, 23. En 1 Pe 3, 20 (òXíyoi, t o ú t ’ eoxiv res como sorprendente obra dei amor de Dios
ôxTü) i])uxa.í., ôiEacüOr^oav) la salvación de hacia ellos, y debe aprender también a abrir-
unos pocos a través dei agua -según Gén 7, se, ella misma, a la experiencia dei amor de
7.13 se piensa en Noé, su mujer, sus tres hijos Dios.
y Ias mujeres de sus hijos (cf. 2 Pe 2, 5 )- es
un antitipo de la salvación de la pequena y 4. En el libro de Hechos oútt ôXíyoi (->1)
amenazada Iglesia por medio de Ias aguas dei designa un gran número de entre una gran
bautismo (cf. también Brox 236s; Bishop). multitud (genitivo partitivo): 17, 4 (junto a
Neutro plural; èjti òXíya, «sobre lo poco / JtXfjh^oç jioXúç); 17, 12 (junto a JtoXXoí);
en lo que es poca cosa», en Mt 25, 21.23 (a oxjtt ôXíyoç se halla en sentido temporal en
diferencia de Lc 16, 10; 19, 17: èv èXaxío- 14, 28 («bastante tiempo / no poco tiempo»).
523 ôXíyoç —ò X o X v ^ w 524

Cómo lítotes, oux ôÀíyoç puede también sig­ ÔXodgEUTííç, o ü , ó olothreutês destruc-
nificar no pequeno / considerable: dícese de tor*
una «confusión», 12, 18; 19, 23; de una «di- En 1 Cor 10, 10 dícese dei «ángel extermi-
sensión», 15, 2; de una «tempestad», 27, 20; nador» (Ex 12, 23: ó ôÀE'&Qena)v) o Satanás
cuantitativamente, de una «ganancia conside- (Bauer, Wõrterbuch, s.v.). TbWNT V, 170s;
rable», 19, 24. DTNT m, 336s.
En Hech 26, 29 x al èv òXiym xal èv pEycí-
^(p (dativo instrumental en circunlocución
con èv; cf. BlaB-Debrunner § 195 con la nota olothreuõ destruir, exterm i­
3) significa «por poco o por mucho»; por el nar*
contrario, èv ôX,íyü), en Ias palabras de Agripa Sobre la grafia ô X.e ü q e ijc ü cf. BlaB-Debrun­
n a Pablo, en 26, 28, no debe entenderse pro- ner § 32.1. Heb 11, 28 alude a Ex 12, 23: El
bablemente en sentido instrumental, sino co­ «ángel exterminador» ( ô à o í I q e í k ü v ) no toca­
mo una indicación de tiempo: «En poco tiem- ria a los primogênitos. TbWNT V, 168s.
po / pronto me convencerás de que me baga
cristiano»; pero seria posible entenderías tam­ óJi.oxavTOfia, a to ç , t Ó holokautõma
bién en sentido instrumental: «con poco es- bolocausto*
fuerzo / casi...» (cf., asimismo, Whitacker En el bolocausto se quemaba totalmente al
[quien parafrasea así estas palabras: «En cuan- animal sacrificado (de Vaux, Instituciones dei
to a convencerme de que me baga cristiano, Antiguo Testamento, 529-530, 542-545). oko-
jconsidéralo cosa de poca importância!»; pero xaÚTCofra es un término de la LXX que falta
necesita introducir como conjetura el verbo en el griego profano. En sentido propio apare­
JtetÜEiv]; es distinta la opinión de A. Fridricb- ce en Mc 12, 22 (junto a üuaía); Heb 10, 6.8
sen: CNeot 3 [1939] 13-16; cf. Bauer, í . v . 3.b (junto a JtEQi ó p a Q T Ía ç , «sacrificio por el pe­
[bibl.]; s.v. JtEÍ'õ'(o l.b [bibl.] y 3.a; BlaB-De­ cado», Sal 39, 7 LXX). Mc 12, 33 situa el
brunner § 405 nota 1; Haencben; H. Conzel- amor al prójimo, y Heb 10, 6s, la obediência a
mann, Apostelgeschichte^ [HNT], 140). la voluntad de Dios, por encima de todos los
H. Balz sacrifícios.

ÓXoxXflQÍa, a ç , holokléria totalidad,


ô ^ iy ó ijrv x o ç , 2 oligopsychos desalenta­
do, desanimado* integridad*
Hecb 3, 16; La fe concedió al paralítico tt]v
1 Tes 5, 14: «jAnimad a los desalentados,
ayudad a los débilesi». TbWNT IX, 666s. ó)i,oxÀTiQÍav taÚTTiv («esta salud perfecta»).
TbWNT III, 766; A. Debrunner; Pbilologus
95 (1942) YIA-Ylfy, Spicq, Notes II, 616s.
ò)\,iYa)Qé(0 oUgõreõ tomar a la ligera, me-
nospreciar* ÓXÓ>cXt]QOÇ, 2 holoklêros íntegro, entero*
Heb 12, 5: «jHijo mio, no tomes a la ligera 1 Tes 5, 23: «jQue vuestro espírita sea pre­
la corrección (jtaiÔ E Ía) dei Senor!» (cita de servado íntegro... en la venida de nuestro Se­
Prov 3, 11a LXX). nor Jesucristo!». Sant 1, 4; «para que seáis
perfectos ( téXeioi) e íntegros ( ó)v,ó x >i.ti0 oi)».
TbWNT in , 765s; Spicq, Notes II, 616s.
O ^iyw ç oligõs (adv.) apenas*
2 Pe 2, 18: Los falsos maestros seducen con
palabras altisonantes a «quienes apenas ban òXoXv^co ololyzõ dar alaridos*
escapado (tonç ôkÍYtoç àjtoqjEÚYOvtaç) de Sant 5, 1 en la palabra profética dirigida a
los que viven en el error». los ricos; xkaúoaTE ôkoXú^ovxeç, «jllorad
525 ôA.oXijÇo) - õXoç 526

dando alaridos (ante Ias desgracias que vie- c) Más raras veces se hace referencia a co­
nen sobre vosotros)!». ThWNT V, 174. sas: «toda la masa», 1 Cor 5, 6; «toda la ley»,
Mt 22, 40; Gál 5, 3.

ÒÀ.OÇ, 3 holos entero, total, completo d) En Mateo en la fórmula «todo esto


1. Empleo en el NT - 2. Significado - 3. El todo y (Toõxo õÃov) sucedió para que...», como su­
la parte. mario de acontecimientos en los que se cum-
Bièl.: Bauer, Wõrterbuch, í.v.; Liddell-Scott, j.v.; ple una palabra de Ias Escrituras dei AT, 1, 22;
Moulton, Grammar III, 199; A. Oepke, õXoç, en 26, 56.
ThWNTV, 175.
3. Es importante teologicamente el uso de
1. A diferencia de -> Jtãç, que tiene un sen­ õXoç en la imagen en que se habla de la parte
tido parecido, no hay en òXoç diferencia se­ y dei todo, contemplados bajo diferentes as­
mântica entre el uso dei término con artículo pectos. En relación antitética en Mt 5, 29s: Es
y el uso sin artículo (cf. õ^onç oíxonç, «fa­ mejor perder un ojo o una mano, que no que
mílias enteras», Tit 1, 11 y f) olxía anxofi «el cuerpo entero» sea arrojado a la Gehenna
ÕÀT], «toda su familia», Jn 4, 53). òXoç con (£V xôjv peLcõv - bXov xò ompa). Pablo da a
artículo se usa casi siempre como predicativo; esta relación un acento diferente en 1 Cor 12,
no afecta al significado el hecho de que el ad­ 12-27; el ojo no puede ser nunca «el cuerpo
jetivo preceda o siga al sustantivo (cf. õXt) r| entero» {oXoy xò ocõpa, v. 17), porque enton-
JtóXtç, Mc 1, 33, y t ) JtóX.iç ô ^-T], Hech 21, 30, ces el organismo («muchos miembros - un
«toda la ciudad»). solo cuerpo») se destruiría. - Una relación
análoga hay en Mt 6, 22s y Lc 11, 34-36; el
2, ÕX.T] sirve para indicar la totalidad en Ias ojo sano ilumina «todo el cuerpo», el ojo en­
siguientes frases: fermo lo deja en tinieblas.
Santiago usa la fórmula bXov xò oóãpa en
a) Especialmente en expresiones que enun- el mismo sentido en que lo hace la filosofia
cian magnitudes de tiempo y de espacio: «du­ helenística popular, con intenso matiz ético:
rante toda la noche», Lc 5, 5; «el día entero», El que no tropieza en lo que dice, será capaz
Mt 20, 6; Rom 8, 36; 10,21; «durante todo un también de refrensir «todo el cuerpo» (3, 2s);
ano», Hech 11, 26; de manera semejante en inversamente, la lengua, que en sí misma es
28, 30. - En Lucas õLoç es frecuente en la ex- un «miembro pequeno», es capaz de contami­
presión xafr’ ôÀTjg xfjç..., «en toda...» (Judea, nar «todo el cuerpo» (3, 5s).
Lc 23, 5; Hech 9, 31; cf. 9, 42; Lc 4, 14; 8, Es característico de Juan el uso de bXoç sin
39). fi otxonpévTi õX,t), «todo el mundo [habi­ artículo, como adjetivo predicativo: El que se
tado]», Ap 3, 10; 12, 9; 16, 14. òXoç ó xóo- ha banado está xafragòg õÀoç, «está todo
poç, «todo el mundo», en Rom 1, 8; 1 Jn 2, 2; limpio», es decir, «está limpio totalmente», Jn
5, 19; como término global para designar la 13, 10; lo opuesto se expresa en 9, 34: tú na-
totalidad de los bienes terrenos, Mt 16, 26 par. ciste «enteramente» (bXoç,) en pecados. Jesús
cura «a la persona entera» (ôXov ãvfrQmjtov,
b) Refiriéndose a grupos de personas, cor- en contraste con el tratamiento parcial de la
poraciones y conceptos análogos: «todo el sa- circuncisión), 1 ,2 3 . - La idea de una unidad
nedrín», Mt 26,59; «toda la iglesia», Rom 16, completa se expresa también en 19, 23, cuan-
23; «todo el pueblo», Jn 11, 50. Asimismo, se do se habla de la túnica de Jesús: úqjavxòç
habla de «toda Jerusalén», Hech 21,31; «toda ôl’ o Xo u , «tejida de / en una sola pieza».
la ciudad», Mc 1, 33 y passim, no pensándose Finalmente, en Mc 12, 30 par., conforme a
tanto en la extensión espacial sino, más bien, la manera de hablar de la LXX, se usa õXoç
en la población que vive en esos lugares. para referirse a la entrega total a Dios: Ama-
527 ÔXoÇ- Ó(uXÉO) 528

rás al Senor, tu Dios, «con todo el corazón, tir profundo afecto (hacia alguien)». ThWNT
con toda el alma», etc. (el paralelo más cerca- V, 176; N. Baumert, 'OpeiQÓpsvoç in 1 Thess
no de la fórmula, que se va modificando cons­ 2, 8: Bib 68 (1987) 552-563.
tantemente en el AT, es Dt 6, 5; una serie con
è | õXtiç anafórico).
ó]AiXÉio homileõ conversar, hablar*
W. ElUger ópiXía, aç, f| homilia companía, trato so­
cial*
ÓXote Xi^ç, 2 holotelês perfecto, acabado, 1. Características generales de los testimonios que
completo* aparecen en el NT - 2. Einpleos y significados de
1 Tes 5, 23: «jQue el Dios de paz os santi- óptXÉQ) en Lucas/Hechos - 3. ópiXía en la cita de Me-
f i q u e por completo]». Cf. ÓXÓ x Xt]Q o ç . Cf.
nandro en 1 Cor 15, 33.
ThWNT V, 176. B ib l.: A. Bonhõffer, E p ik te t u n d d a s N T , GieBen
1911; W. Gõrler, MENANAPOY TNQMAI, tesis
Berlin 1963; E. Norden, D ie a n tik e K u n s tp r o s a , Leip-
’O X u ^ .Jtãç, ã Olympus Olimpas* zig-Berlin ^1909; E. Plümacher, L u k a s a is h e lle n is ti-
Forma abreviada de un nombre de persona, s c h e r S c h r ifts te lle r , Gôttingen 1972; W . Popkes, G e-
m e in s c h a ft, en RAC K, 1100-1145; R. Reitzenstein,
más largo, que comienza por 'OXipn;-. En
D ie h e lle n ist. M y ste r ie n r e lig io n e n , Stuttgart ^1927; T.
Rom 16, 15 esa persona recibe un saludo. B. L. Webster, An I n tr o d u c tio n to M e n a n d e r , Man-
chester-New York 1974.
ÒÀ,DVdoç, OU, Ó olynthos higo tardio* 1. Del grupo de palabras en tomo a ôptXog
õXnv&oç designa el higo tardio, todavia in- (Frisk, Wõrterbuch II, 386s), tan sólo el verbo
maduro (verde). En Ap 6, 13 se habla de los ó|t,tXéo) Uega a ustirse en el NT y, por cierto, uni­
acontecimientos que se producen al abrirse el camente en la doble obra de Lucas (2 veces en el
sexto sello: «Las estrellas dei cielo cayeron Evangelio de Lucas y otras 2 en Hechos). El sus-
sobre la tierra, como la higuera deja caer sus tantivo ópiXía en 1 Cor 15, 33, por ser una cita,
resulta un cuerpo extrano (cf. Bonhõffer, 122). En
higos de inviemo cuando es sacudida por un consonância con la escasa y restringida aparición
fuerte viento». ThWNT VII, 75Is y 757. dei término, se halla la limitación dei espectro de
sus significados en el NT (compárese Bauer,
Wõrterbuch, 1119s con Liddell-Scott, 1222, PGL
õX,coç holõs (adv.) de ninguna manera, en 951, Passow n/1, 458s). Además, la impresión,
general* reforzada por sinônimos contextuales, de que se
Mt 5, 34: «Pero yo os digo: no juréis de trata de un verbo de decir (-»• Xéyoj), induce un
ninguna manera». 1 Cor 5, 1; õXmç àxoÚE- poco a engano. Más bien, lo que hay que tener
TOi, «se oye en general»; 6, 7: fjÔT] ouv õXmç, siempre en cuenta es el aspecto de la companía,
«así que es ya en general; 15, 29: «si de nin­ dei trato social (sobre la conexión entre o u v E iv a i
y óptXéü) cf. Schmidt, Synonymik III, 234); la co-
guna manera los muertos resucitan». municación verbal es tan sólo un componente dei
significado. De los usos casi técnicos dei término
o u , Ó ombros chubasco, aguace-
Õjí P q o ç , ^ o r un lado- para expresar las relaciones sexua-
les (cf. especialmente Filón, el cual usa, desde
ro* luego, en sentido paralelo plÇtç y c ru v o u a ía ) y la
Lc 12, 54: «Cuando véis una nube que se unión dei mystes con el dios en las reügiones mis-
levanta en el poniente [que viene dei Medite­ téricas -por el otro lado- (por ejemplo, Corp-
rrâneo], al instante decis: ‘Va a llover’, y así Herm Xn, 19; cf., además, Reitzenstein, 435s í . v .
sucede». y Bonhõffer, 122), falta todo vestígio en el NT.

2. a) En la perícopa de Emaús, pertene-


OjliEiQO^ai homeiromai sentir ansia* ciente al material peculiar de Lucas (Lc 24,
En 1 Tes 2, 8 con xivóç (de alguien); pero el 13-35), los acontecimientos de la Pasión y de
verbo puede tener aqui el significado de «sen­ Ia Pascua constituyen el tema dei ópiXeTv
529 Ó(J,lXÉ(0 - ÔfiVÚO) 530

itQÒç àXX.r|Xo'uç, al que se hace referencia en blico, VitPyth 180), es decir, significa el trato
el V. 14 con toqI m k . (cf. el sumario en los y Ias relaciones sociales en el sentido más am­
vv. 19ss). Si lo que sigue en el v. 14 (como lo plio (cf. Webster, 189: «bad company» [«ma­
que sigue a EÍJtav en el v. 17, modificado por las companías»]; xaxóç). Como vemos por
D en cuanto a Jipòç éautoúç) acentua la co- HechTom 139 (cf. HechJn 46), ópiXía en este
municación, vemos, no obstante, que los sinô­ sentido puede ser casi un sinônimo de -»•
nimos àvTipóXXcD Jipòç àXXf|Xouç en el v. Hoivrovía (cf. Popkes passim).
17 y especialmente ouÇtitÉü) en el v. 15 (cf. M. Lattke
en cuanto a los hechos, Mc 9, 10 ó Lc 22, 23)
sugieren una viva discusión.
b) En el contexto de Hech 24, 26, (opíXci ó ^ i X í a , a ç , 1^ homilia relaciones, trato
aõxm {«conversaba con él») se halla junto a social, companía
ôiaXÉYOjxai (v. 25). La sinonimia de ambas -> ópiXéo) (3).
expresiones se acentúa mediante la v.l. ôieXé-
YEXO en vez de (bpíXEi. La breve escena con o^lXoç, ov, ó homilos gentio, multitud
Ias conversaciones entre Félix y Pablo se Ap 18, 17 Textus Receptus: «la gran multi­
cuenta entre aquellos «pasajes en los que Lu­ tud de los que (navegan) en Ias embarcacio-
cas describe a los representantes dei cristia­ nes».
nismo... como representantes... de la cultura
helenística» (Plümacher, 22).
ó ^ íx ^ ir , tiç , lí homichle neblina, niebla*
c) El fragmento de la fuente dei «nosotros»
2 Pe 2, 17 documenta el plural de este tér­
en Hech 20, 7-12 ofrece la misma yuxtaposi-
mino junto a ó Çóqjoç xoõ oxóxouç.
ción de biaXÉYopai (v. 7) y ôfxiXéco (v. 11)
que caracteriza al estilo literário de Lucas. Si
lo de «partir el pan» es aqui un «término téc­ Õ ^ fta , KTOÇ, TÓ omma ojo*
nico para referirse a la Cena dei Senor» (->■ En sentido propio en Mc 8, 23 dicese de los
ÕQXoç 3), entonces óptXeív puede tener ya ojos dei ciego; en Mt 20, 34 dicese de los ojos
aqui el significado de predicar, que se conso- de los ciegos de Jerico, que Jesús tocó.
lidó en la época patristica, desde el tiempo de
IgnPol 5, 1 (ó[iiXíav TcoieioOai), no sin enla-
zar con el «discurso» filosófico clásico y he- O ^W O ), omnyõ, omnymi jurar,
lenístico (cf. PGL 951; Bonhõffer, 122; Nor- afirm ar con juram ento, jjro m eter, hacer
den II, 541; cf. también los artículos Homile- un juramento*
tik («homilética») y Predigt («predicación») 1. Testimonios en el NT y origen dei término - 2.
en EKL, LThK y RGG). Campo referencial gramatical y grupos de palabras
afines - 3. El juramento en el entorno de la Bíblia - 4.
3. El sustantivo ópiXía no pertenece aún, Puntos principales y enunciados exegéticos.
en el NT, al vocabulário de la proclamación B ib l.: Bauer, W õ r te r b u c h , s.v.; BlaB-Debrunner, s.v.
oral de la Palabra y de la ensenanza escrita. en el índice analítico (453); G. Dautzenberg, I s t d a s
S c h w u r v e r b o t M t 5, 3 3 -3 7 ; J a k 5, 12 e in B e is p ie l f i i r
En la sentencia de Menandro, de una sola li-
BZ 25 (1981) 47-66; Id.,
d ie T o r a k r itik J e s u ? \ E id
nea (sobre Ias «Colecciones de sentencias an- (IV), en TRE IX, 379-382; C. A. Keller, nifal, en sb ‘
tiguas, tomadas de Ias comédias de Menan­ DTMAT II, 1075-1083; Mayser, II/2, G r a m m a tik
dro», cf. Gõrler, 6), citada por Pablo de la co­ 303s; E MuBner, (HThK), Freiburg
D e r J a k o b u s b r ie f
media © A I2 = Frgm. 187 (218) Kõrte-Thier- i. Br. ^1975 (sobre 5, 12); J. Schneider, ôiivúco, en
ThWNT V, 177-185; Id., ÕQWÇ, m k., en ThWNT V,
felder (cf. también Diodoro SIculo XVI, 54 ó 458-467; para más bibliografia, cf. ThWNTX, 1200.
Arist 130), vemos que ópiXíai (plural en con­
gruência con el plural de fj^doç) tiene el signi­ 1. ôp.vúto, variante helenística dei verbo
ficado general de j iq ò ç e x eq o v (Jám- ático clásico õpvupi (cf. BlaB-Debrunner §
531 OfiVDO) 532

92), se halla documentado 26 veces en el NT, menciona frecuentemente en el AT como prome­


pero entre ellas la forma õ[ivnp,i aparece sólo sa formal que se hace directamente a Dios (Núm
en Mc 14,71. El verbo se encuentra preferen- 30, 3; Sal 132, 2), o en la que se pone a Dios por
fiador y testigo de de la verdad (Jos 2, 12s; I Sam
temente en escritos de carácter veterotesta- 20, 42), reforzándose frecuentemente Ias palabras
mentario y judeocristiano más marcado: en con gestos apropiados (por ejemplo, el de alzar la
Mateo aparece 13 veces y en Hebreos 7 ve­ mano; Dt 32, 40). Puesto que el juramento es una
ces. En estos escritos el verbo deriva su pers­ «manifestación de voluntad irrevocable y vincu-
pectiva reflexiva (hacer algo para sí) y su ca­ lante» (Keller, 858), se hace una encarecida ad­
rácter recíproco fundamental (el uno al otro) vertência contra el peijurio (Lev 19, 12) y se con­
de la raiz hebrea sb ‘ («jurar») en la forma ni- dena igualmente el juramento pronunciado a la li-
gera (Eclo 23, 9-11).
fal (traducida unas 100 veces en la LXX por La intensificación de Ias fórmulas de juramen­
ôjxvúco). to (abundante material en los papiros: Preisigke,
Wõrterbuch II, í.v.) revelan que en el entorno bí­
2. El campo referencial gramatical se ca­ blico los juramentos habían perdido parte de su
racteriza principalmente por diversas posibili- efecto. De ahí Ias reservas a la hora de formular
dades de construcción. En el centro se halla la juramentos y Ias prohibiciones de los mismos
(entre los pitagóreos y los estoicos). Coincide en
persona o la cosa por la que alguien jura. Pue- parte con ello la actitud dei judaísmo, como pue-
de estar determinada concretamente por el de verse por Filón (especialmente SpecLeg II, 2-
acusativo (Sant 5, 12), el dativo (Heb 3, 18) o 38), Josefo (especialmente Bell II, 135: los ese-
por medio de una preposición como jt q ó ç ( L c nios) y los escritos rabínicos (Billerbeck I, 328-
1, 73); m x á (Heb 6, 13.16); èv o elç (Mt 5, 330). A esto se anade la circunlocución, basada
34.36, seguramente por influencia dei hebreo en Ex 20, 7, para no pronunciar el nombre divino:
algo que sigue dejándose sentir, con acento críti­
b‘). Una oración principal o subordinada, que
co, en el NT (cf. Mateo y Santiago), y la espontâ­
figure a continuación, indica el contenido o nea promesa -corroborada con juramento- por la
Ias consecuencias dei juramento (Heb 3, 11; que Yahvé se obüga a sí mismo ante los hombres
4, 3; 7, 21; Mc 14, 71 par. Mt 26, 74). (cf. Gén 22, 16 y Sal 110, 4 en Lucas y Hebreos).
Al campo léxico de ò(xvúa) pertenecen, por
corresponder también al mismo verbo radical 4. En Pablo no encontramos, desde luego,
hebreo sb ‘: E^op,oXoYÉop,ai (Is 45, 23; cf. Lc fórmulas explícitas de juramento, pero en rea-
22, 6 en la voz activa), ÓQXíÇoa en el sentido lidad su afirmaciones encarecidas, semejantes
cansativo de «hacer jurar» (Gén 50, 5s; 24, 3), a juramentos, que ponen a Dios por testigo de
así como el sustantivo õgxoç en combinación la verdad, deben considerarse como verdade-
con Óq x í Ço) ( E x 13, 19) y con ôpvúcD (Núm ros juramentos, Y, así, en Gál 1, 20, Pablo di-
30, 3; Lc 1, 73; Hech 2, 30; Sant 5, 12), y ce: «jDios sabe que no miento!»; o en Rom 9,
también los verbos óixoXoyéo) (Mt 14, 7) y 1: «Digo en Cristo la verdad...».
aQvéo[j,at (Mt 26,72). Como contrapunto ne­ La cuestión y la problemática de los jura­
gativo hay que mencionar también èmoQxéü) mentos se estudia de la forma más detallada
(«jurar en falso»), Mt 5, 33. Aqui destacan ya en Mateo. En la cuarta antítesis (Mt 5, 33-37)
puntos esenciales de significado, que desem- el autor recoge con énfasis (así lo vemos por
penan un papel en el mundo circundante de la la forma, solemnemente extensa, de la intro-
Biblia y en el entorno contemporâneo. ducción en el v. 33, cf. 5, 21) la prohibición
veterotestamentaria dei peijurio (Lev 19, 12)
3. El juramento, como fenômeno de la historia y el mandamiento que obliga a cumplir los ju­
de Ias religiones, es una seguridad dada en forma ramentos (Núm 30, 3). Luego el autor con­
solemne de que un enunciado corresponde a la
verdad o de que se va a cumplir una promesa (así trasta con estos mandamientos Ias ensenanzas
aparece ya en Hesíodo, Homero y en los jura­ de Jesús de que no hay que jurar en absoluto,
mentos de dioses y de reyes que aparecen en los ni siquiera usando circunlocueiones para no
papiros). El prestar juramento es cosa que se pronunciar el nombre de Dios (vv. 34s), por-
533 Ô|iVÚü) - Ó[J,OUxttt> 534

que esa sutil casuística es insincera; Jesus El autor hace resaltar de esta manera: «El ju ­
ensena, asimismo, que no se se debe jurar ramento divino es la garantia para la fe, por­
tampoco por la propia vida (v. 36), porque és- que excluye toda duda y da seguridad a la
ta pertenece igualmente a Dios. «En el orden promesa» (Schneider, 184).
de la vida, determinado por el reino de Dios, Apocalipsis 10, 6, con arreglo a Dan 12, 7,
el juramento no tiene ya ningún lugar. El ju­ presenta la figura dei ángel que hace un jura­
ramento tendrá sentido únicamente cuando mento, según el cual el mistério de Dios se
se cuestione la veracidad de los hombres» cumplirá sin dilación y comenzará la hora de
(Schneider, 178). En el v. 37b se afirma; Lo la salvación.
que pasa de ahí, viene dei maligno. Finalmente, cuando en los Evangelios se
Esta antítesis, caracterizada como sentencia hace un juramento como promesa (Herodes:
de Jesús, pero que con probabilidad fue ela­ Mc 6, 23) o como «imprecación contra uno
borada redaccionalmente y plasmada catequé- mismo» (Pedro: Mc 14, 71 par. Mt 26, 74),
ticamente por Mateo, tiene un paralelo más entonces aparece la postura corriente de los
breve en Santiago 5, 12s. En el fondo de todo judios ante esta cuestión. «Ahora bien, dei
se halla una tradición común, que con su exi­ cristiano se espera que sus palabras se vincu-
gência absoluta de que se diga la verdad, se len absolutamente a la verdad. Por eso, será
remonta a los tiempos de Jesús: «En cuanto al suficiente que él diga sencillamente ‘s f o
sentido, concuerdan Ias palabras de Jesús re­ ‘no’» (Schneider, 182).
feridas en Mateo y Ias palabras de Santiago» A. Kretzer
(Schneider, 182). La exigencia de que se diga
absolutamente la verdad en todo lo que uno
hable, hace que todo juramento sea supérfluo Ó ^ O '^ ^ a ô ó v homothymadon (adv.) uná-
nimemente, todos a una*
(Mufiner, 212).
La dura polêmica contra los guias judios, El advérbio es un vocablo preferido dei li­
que están ciegos, en Mateo 23, 16-22 (ô[xvija) bro de Hechos (donde aparece 10 veces). En
el resto dei NT se encuentra únicamente en
aparece aqui 10 veces), va dirigida también
Rom 15,6. En Hechos designa, principalmen­
contra la casuística de los maestros de la ley.
te en los sumários (1, 14; 2, 46; 4, 24; 5, 12)
El templo y el oro dei templo, el altar y los sa­
crifícios forman un todo inseparable y, por pero también en otros lugares (15, 25), la ar-
monía ejemplar de los cristianos y también la
tanto, se hallan dedicados a Dios de igual ma-
de los que escuchan el mensaje cristiano (8,
nera: lo que la mezquindad humana quisiera
6). Otros pasajes se refieren a la muchedum-
separar, se encuentra indisolublemente unido
bre que adopta una postura unánimemente
según la voluntad de Dios.
hostil contra los cristianos (7, 57; 18, 12; 19,
En contraste con esta postura cntica ante el
29; cf. 12, 20). El advérbio aparece también
juramente, el autor de Hebreos adopta un en­
en Rom 15, 6, en la oración de Pablo en favor
foque diferente, que refleja enteramente el dei
de la comunidad cristiana de Roma: «para que
AT y el dei judaísmo. Habla con igual espon-
taneidad (según Sal 95, 11) dei juramento que unânimes, a una voz alabéis a Dios...». Cf.
ThWNT V, 185s; DTNT IV, 302s; Spicq, No­
Yahvé hizo en su ira contra su pueblo infiel
tes n , 618-620.
(Heb 3, 11.18; 4, 3), y habla también de la
promesa que Yahvé hizo bajo juramento a
Abrahán (6, 13.16s). De igual manera argu­ ó ^ o iá ^ O ) homoiazõ ser semejante, pare-
menta Heb 7, 20-22 y, de la promesa jurada cerse
hecha por Yahvé, saca la conclusión (según Mc 14,70 Koiné A al; q Xabiá oou ófioiá-
Sal 110, 4) de que el sacerdócio de Jesús su­ ^ei, «tu manera de hablar se parece (a la de
pera con mucho al sacerdócio levítico, porque los gaUleos)»; cf. Mt 26, 73. Mt 23, 27 B A,:
este último no fue instituido bajo juramento. ó[xoiáÇsT8 (en vez de itapopoiá^exE).
535 ójxoiOJtaÔTiç - 5(ioioç 536

ó^olo:n;a'difjç, 2 hom oiopathês de igual 31.33.44.45.47; 20, 1). El objeto de la compa­


condición* ración es el reino de Dios o el cielo (Lc 13,
En Hech 14, 1 5 y S an t5 , 17 con t iv í . «No- 18.19.21; Mt 13, 31.33.44.45.47; 20, 21), esta
sotros somos hombres de igual condición que generación (Lc 7, 31 par.), el que pone en
vosotros» o «Elias era un hombre de igual práctica o no pone en práctica Ias palabras de
condición que nosotros». ThWNT V, 938s; Jesús (Lc 6, 47-49). Como el verbo ópoiótu,
DTNTIV, 193s. el adjetivo õpoioç, en consonância con el uso
rabínico (concisa construcción de dativo con
P o inicio más desarrollado de dativo) no in­
õ jiioioç, 3 homoios igual, semejante, pare­ dica una equivalência sino la comparación
cido* con el suceso neurado: «Con el reino de Dios
1. Aparición y sentido - 2. Empleo en los Sinópticos sucece como con...».
- 3. Empleo en el Apocalipsis - 4. Otros usos. Fuera de los discursos de Ias parábolas,
õpoLoç aparece en Ias sentencias metafóricas
B ib l.: E. Beyreuther-G. Finkenrath, en DTNT IV,
193-196; Bülerbeck II, 7-9; D. A. Carson, The opoioç dei escriba de recto proceder (Mt 13, 52) y de
W ord-G roup cís Introd u ctio n to som e M atthean P ara- los discípulos (Lc 12, 36). En Mt 22, 39 se
bles: NTS 31 (1985) 277-282; Jeremias, P arábolas, afirma, mediante õpoioç, que el mandamien-
124-127; J. Schneider, õpoiç, en ThWNT V, 186-188; to dei amor al prójimo es de igual valor o de
más bibliografia en ->• jiaQaPoXf|: cf. además ThWNT
X, 1200s. igual rango que el mandamiento dei amor a
Dios.
1. El NT contiene 45 testimonios, de los
que 18 correspondeu a los Sinópticos, 21 al 3. El Apocalipsis emplea predominante­
Apocalipsis, 3 a los escritos joánicos y 1 a mente ôpoLOç en Ias comparaciones e imáge-
Hechos, 1 a Gálatas y 1 a Judas. El objeto de nes que explican los seres y entidades con­
la comparación se halla en dativo. Pero en Ap templados por el vidente. Y lo hace como un
1, 13; 14, 14 el solecismo conduce a la asimi- enunciado independiente (1, 15; 2, 18; 4, 3b.
lación: õpoiov uiòv àv&çtújtou (cf. BlaB- 7; 9 ,7a. 19; 13, 2; 21,11) o bien como unaex-
Debrunner § 182, 6). Los Sinópticos vinculan plicación dependiente de un enunciado ante­
õpoioç a elvat, «ser igual», y lo mismo suce­ rior (4, 3a.6; 9, 7b.l0; 11, 1; 13, 11; 21, 18).
de en Hech 17, 29; Jn 8, 55; 1 Jn 3, 2. Tan só- Varias veces una expresión dei AT sirve de
lo en Mt 22, 39 hay un desplazamiento dei modelo. Dos preguntas acentúan retóricamen­
sentido y õpoioç significa entonces «ser de te lo incomparable que son la bestia que sube
igual valor / de igual rango»', lo mismo suce­ dei mar (13, 4) y la ciudad de Babilônia (18,
de en Ap 13, 4; 18, 18; Jn 9, 9, donde el sen­ 18) como representantes dei maligno. Si-
tido se desplaza a «ser semejante». En los de- guiendo a Dan 7, 13, en Ap 1, 13; 14, 14 se
más casos, el Apocalipsis emplea ôpoioç co­ designa al Jesús exaltado como õpoiov nlòv
mo partícula comparativa con igual sentido àvfrQCÓJtou, y con ello se da la interpretación
que ü)Ç. En Gál 5, 21 õpoioç se usa en plural de que él es el Mesías.
con sentido sustantivado, como último térmi­
no de una serie: y cosas semejantes', en Jds 7 4. En Gál 5, 21 Pablo, con x a l xà õpoia
se usa como adjetivo; de manera semejante. TOÚTOiç interrumpe la enumeración de «Ias
obras de la carne» que excluyen dei reino de
2. Los Sinópticos usan casi siempre Dios. Hech 17, 29 acentua apologéticamente
ôpoioç en los discursos de Ias parábolas, tan­ que la Deidad no es semejante al oro, la plata
to en la pregunta (Lc 7, 31; 13, 18) o en el o la piedra, y ni siquiera a producto alguno
enunciado (Ix 6, 47) que introduce la parábo­ dei arte o dei ingenio humano. En Jn 8, 55 Je­
la como en la primera frase de la narración de sús declara a los judios que él seria «como
la parábola (Lc 6, 48s; 7, 32 par.; Mt 13, ellos», es decir, un mentiroso, si negara que
537 o^toloç - ofAoicona 538

él, en contraste con ellos, posee verdadero co- fiere predominantemente al reino de Dios, y
nocimiento de Dios. En 1 Jn 3, 2 el autor ase- en una ocasión (Mt 11, 16 par.) a la genera-
gura que todavia está por Uegar la consuma- ción presente. Detrás de esta construcción se
ción de los hijos de Dios: tan sólo la revela- halla el lenguaje rabínico. Materialmente ex-
ción escatológica de Cristo conducirá a la se- presa la dificultad para hablar adecuadamente
mejanza con él. En Jn 9, 9 Õ|ío l o ç se usa para de algo. - (2) La voz pasiva es una peculari-
referirse a una simple semejanza física entre dad dei lenguaje de Mateo en Ias parábolas y
personas. En Jds 7 se hace una advertência re- se halla siempre en la primera frase de la na-
firiéndose a que Sodoma y Gomorra cometie- rración parabólica, en parte en futuro (Mt 7,
ron inmoralidad sexual, «de manera semejan- 24.26; 25, 1) y en parte en aoristo (Mt 13, 24;
te» a como lo hicieron los ángeles, y lo mis- 18, 23; 22, 2). El objeto de la comparación es
mo que ellos caerán en el fuego eterno. predominantemente el reino de los cielos; en
G. Haufe dos ocasiones (Mt 7, 24.26), aquel que pone
en práctica o no pone en práctica Ias palabras
de Jesus. Lo mismo que la primera forma, es­
0|Ul0lótf]Ç, T|TOÇ, q homoiotês semejan­ ta no pretende expresar tampoco una equiva­
za, conformidad* lência, sino la comparación con el suceso na­
Heb 4, 15: xafí’ ó [x o L Ó T r]ta , «de la misma rrado; Õ[iOLOÇ 2.
manera»; 7, 15: x a t à ttiv ópoióxTiTa M eà-
X i o é ô e x , «de la misma manera que Melquise- 3. Los restantes usos dei verbo se haUan en
dec». ThWNT V, 189s; DTNT II, 193 y 196. la voz pasiva y expresan una conformidad
contemplada negativa o positivamente. Pablo
(Rom 9, 29) fundamenta la libre elección di­
ó p .o ió o ) homoioõ asemejar, comparar* vina, entre otras cosas, en Is 1, 9 LXX: «... y
1. Aparición y sentido - 2. En Ias parábolas - 3. nos habríamos parecido a Gomorra» (aoristo
Otros usos. de indicativo). Los que contemplan cómo Pa­
blo cura a un paralítico en Listra declaran:
Bibl.; -+ õ|xoioç; cf. además: J. Schneider, ópoióto, «Los dioses se han hecho (participio de aoris­
en ThWNT V, 189s.
to) semejantes a hombres y han descendido
hasta nosotros los hombres (Hech 14, 11). La
1. El NT contiene 15 testimonios dei ver­
cristología de la kénosis, formulada helenísti-
bo, de los que doce corresponden a los Sinóp-
camente, ensena (Heb 2, 17): «Por eso, él te-
ticos, uno a Romanos, uno a Hechos y uno a
nía que hacerse (aoristo de infinitivo) seme-
Hebreos. En 11 ejemplos el verbo se emplea
jante en todo a sus hermanos». Jesus habla en
en la introducción a Ias parábolas o en el co-
contra de la forma en que los gentiles oran
mienzo de Ias mismas, con el sentido de com­
(Mt 6, 8): «No os hagáis (aoristo de subjunti-
parar. En 4 ejemplos, la pasiva dei verbo se
vo) como ellos».
usa para referirse a la adaptación de personas
G. Haufe
en el sentido de Uegar a ser semejantes a al-
guien o a algo.
ó |ü io i{0 ^ a, a t o ç , TÓ homoiõma imagen,
2. El empleo dei verbo en Ias parábolas se semejanza*
efectúa en dos formas. (1) El futuro de la voz óp,oícooiç, etoç, f| hom oiõsis semejanza,
activa se halla en Ias frases interrogativas que correspondência*
sirven de introducción a Ias parábolas, en par­ 1. Aparición - 2. ópoícoaiç ~ 3. ópoícopa en Pablo
te en estilo «egótico» o de primera persona - a) Testimonios determinados por la tradición - b)
dei singular (Mt 11, 16 par. Lc 7, 31; Lc 13, Rom 6, 3 y 5, 14 - 4. Ap 9, 7.
18.20) y en parte en estilo de «nosotros» o de B ib l ; H.-W. Bartsch, D ie th eo logische B edeutung
primera persona dei plural (Mc 4, 30), y se re- des B egriffes OMOIQMA im NT, en: Id., E ntm ytho-
539 o[xoi(ü[ia 540

logisierende A u sleg u n t (ThF 26), Hamburg 1962, 156- La religión pagana pervierte la doxa de Dios
169; G. Bomkamm, Taufe u n d n eues L eben bei P au- convirtiéndola en imagen de la forma (sobre
lus, en Bomkamm, A u fsã tze I, 34-50, sobre todo 41s;
N. Gâumann, Taufe u n d E th ik (BEvTh 47), München “> elxcóv [7.b/c] cf. Rom 8, 29; 2 Cor 3, 18)
1967, 50-52; E. Jenni, en DTMATI, 639s; O. Kuss, Zu de la creación. No es improbable que la for-
R õ m 6, 5a, en Kuss I, 151-161; F. MuBner, D e r ja k o - mulación de la frase, incluida la construcción
b u s b r ie f {YiThK ) Freiburg i. Br. M975, 167s; H. D. èv ó|i.oiü)[xaTi ELXtüvoç, se derive de la tradi-
PreuB, d ‘m ü t, en ThWAT II, 273-277; I. Schneider,
óiioímoLÇ, ó|j,oÍQ)(ia, en ThWNT V, 190-197; P. Siber, ción judia.
M it C hristus leben (AThANT 61), Zürich 1971, 218- Con gran probabilidad ó f i o í t o p a fue reco-
221; U. Vanni, 0(roícü(xa in Paolo: Gr 58 (1977) 321- gido por Pablo, en Flp 2, 7, como parte inte­
345, 431-470; 1. WeiB, D a s U rchristentum , Gottingen grante de un himno a Cristo. El origen de to­
1917, 376-378; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
1200s. do el himno y Ias expresiones paralelas que
hay dentro dei mismo sugieren una compren-
1. Los sustantivos verbales, derivados de sión de ó p o í m p a que corresponde a la de la
ó|4Oió(0, que se hallan atestíguados ya en la LXX, a saber, \m& forma o imagen concreta.
época clásica, aparecen raras veces en el NT. La frase sv ó[XOLcbftaTt àv&gcójtcov identifica
ópoícoaiç únicamente en Sant 3, 9; ópoícopa al «Encarnado» con la forma o apariencia hu­
en Ap 9, 7 y cinco veces en Pablo. mana, pero sigue estando abierta a una dife­
rencia en esta identidad.
2. En Sant 3, 9 -una sentencia que tanto en El empleo de ópoío3p,a en Rom 8, 3 se ha-
su forma como en su contenido está determi­ 11a sustancialmente cerca de Flp 2, 3. No se
nada por el judaísmo—, ópoícooiç se deriva de excluye que exista conexión entre ambos tex­
Gén 1, 26 LXX. En ella se explica claramen­ tos en cuanto a la historia de Ias tradiciones.
te con una viva antítesis lo que es la lengua: En todo caso, á|iaQXÍaç; no es un genitivo de
Con ella alabamos a Dios, con ella maldeci- cualidad sino, más bien, un genitivo posesivo.
mos a los hombres que están creados en co­ El problema de la impecabilidad dei Hijo no
rrespondência con Dios (Ias formas termina­ lo aborda directamente el enunciado. Sin em­
das en -aiç son abstractas, cf. BlaB-Debrunner bargo, ópoí(0[j,a acentua que Aquel a quien
§ 109, 3; no será casual, seguramente, el que Dios envió a la historicidad dei hombre, yec-
Santiago no recoja x a t ’ eluóva de Gén 1,26. ta en el pecado, es el Hijo, a pesar de la iden­
La parénesis judia, en casos parecidos, remite tificación de éste con el mundo.
igualmente a la semejanza dei hombre con b) ópoítupa, en Rom 6, 5, debe entenderse
Dios, MekEx sobre 20, 26; GénR 24, 8, tam- a partir dei uso de este término que hemos ob­
bién Hen (esl) 44, 1. servado hasta ahora. No se aprecia aqui una
etapa anterior en la historia de Ias tradiciones.
3. a) ópoí(üp,a en Rom 1, 23 está influido La conexión de esta sentencia con el proceso
igualmente por Gén 1, 26s. Pero la frase, se­ dei bautismo se acepta hoy dia extensamente.
guramente, está determinada de manera más Y por buenas razones. En el bautismo somos
directa por el Sal 105, 20 LXX y Dt 4, 15ss; unidos con la semejanza de la muerte de Cris­
5, 8. En estos pasajes, ópoícüp,a es la «for­ to. Es la muerte de Cristo con la que se une
ma», la «imagen» (en hebreo, fmünâ, tabnít). aquel que es bautizado, una muerte que tiene
La construcción de genitivo ópoícopa eixó- efectos liberadores con respecto al pecado: no
voç, que tiene una notable correspondência la muerte históricamente única en el Gólgota,
en la literatura rabínica (cf. J. Jervell, Imago sino lo que tuvo lugar en esa muerte. Por tan­
Dei [FRLANT 76], Gottingen 1960, 97s), es- to, estas palabras senalan también, al mismo
tablece un paralelo entre ô ó |a y ópoímiia; tiempo, la identidad y la diferencia.
con ello se evita, a pesar de la fuerte polêmi­ Finalmente, esto mismo se aplica a Rom 5,
ca, una identificación demasiado simplista de 14. La contraposición entre Adán y Cristo, en
la esencia de Dios con Ias imágenes de Dios. Rom 5, 12-21, está relacionada con la demos-
541 ó(j,oíü)(ia - ónoXoYÉoJ 542

tración de la universalidad dei pecado desde te): 1 Pe 3, 1.7; 5, 5. Los demás testimonios
el tiempo de Adán. Pablo demuestxa esto indi- dei vocablo se encuentran en 1 Cor 7, 22; Heb
rectamente, en lo que respecta al tiempo entre 9, 21; además, con ópoícoç en posición final:
Adán y Moisés, el tiempo sin «ley», basándo- Ap 2, 15; 8, 12.
se en los efectos dei pecado. La muerte reinó
también sobre esas generaciones que pecaron,
aunque no lo hicieran con una trasgresión se- EWÇ, 11 homoiõsis semejanza
mejante a la de Adán. Puesto que no tenían ópoícajra (2).
ley, tampoco había para ellos «trasgresión»
(Rom 4, 15). Y, sin embargo, ellos tuvieron
ó^oX oyéo) homologeõ confesar, alabar*
que haber actuado contra Dios, porque sufrie-
ópoXoYLa, aç, f| homologia confesión*
ron también Ias consecuencias dei pecado. En
el fondo de la diferencia hay una identidad, 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos
indicada primariamente por la «semejanza» fuera dei NT - 3. Uso de los términos en el NT - 4. Mt
10, 32s par. Lc 12, 8s ~ 5. La confesión de fe en Cris­
(ópoícopa), aunque esta identidad escape a to - 6. ópoXoYonpévcoç.
una definición precisa.
B ibL : G. Bomkamm, D a s B ekenntnis im H ebrãer-
b r ie f en Bomkamm, A u fsã tze II, 188-203; Id., L ob-
4. ófxoícopa tiene en Ap 9, 7 el significado preis, B ekenntnis und Opfer, en ibid. III, 122-139; Id.,
de apariencia /form a, atestiguado igualmen­ H om ologia, en ibid. III, 140-156; Id., L a s p a la b ra s de
te en la LXX (Dt 4,12; Jos 22, 28; cf. también J esú s sobre el co n fesa r a D ios, en Id., E stúdios sobre
Ez 1, 26; ^ 3.a sobre Rom 1, 23); la aparien­ el NT, Salamanca 1983, 157-169; Frhr. von Campen-
cia de Ias langostas es semejante a la de cor- hausen, D a s B eken n tn is im U rchristentum : ZNW 63
(1972) 210-253 (cf. también 66 [1975] 127-129); J.
celes dispuestos para la batalla. Castelvecchi, L a hom ologia en la carta a los Hebreos:
T. Holtz CiFe 19 (1963) 329-369; H. Conzelmann, Was glaubte
die frU he C hristenheit?, en Id., T heologie ais Schrift-
a u sleg u n g , München 1974, 106-119; O. Cullmann,
D ie ersten chrstl. G laubenbekenntnisse, Zürich ^1949;
Ó^OÍtoç homoiõs (adv.) de manera seme­ R. Deichgrâber, G otteshym nus u n d C hristushym nus in
jante, de la misma manera* d er friih e n Christenheit, Gôttingen 1967, 114s, 117s;
En el NT, el advérbio derivado de -»■ G. Delling, D e r G o ttesd ien st im NT, Gôttingen 1952,
õfxoLOÇ se emplea principalmente en Lucas 77-88; D. Fürst, en DTNT I, 292-295; E. Kãsemann,
D as w a n d e m d e G ottesvolk, Gôttingen 1961, 105-110;
(11 de los 30 testimonios que hay en total). Id., L a fó rm u la neotestam entaria de una p a rén esis de
Los únicos paralelos sinópticos son Mc 15, 31 o rd enación, en Id., E n sa y o s exeg ético s, Salamanca
y Mt 27, 41. Otros testimonios dei vocablo en 1977, 123-131; W. Kramer, C hristos K yrio s G ottes-
sohn, Zürich-Stuttgart 1963, 61-71; W. G. Kümmel,
los Evangelios: Mt 22, 26 a diferencia de Mc;
D as Verhalten Jesus gegen ü b er u n d da s Verhalten des
Mt 26, 35 a diferencia de Mc; Jn 5, 19; 6, 11; M enschensohns, FS Vôgtle, 210-224 (bibl.); H. Lôwe,
21, 13. En el Evangelio de Lucas (el libro de B ekenntnis, A p o stela m t un d K irche im K o lo sse rb rie f
Hechos no ofrece ningún testimonio): Lc 5, en F S B o m k a m m , 299-314; O. Michel. ópoA,OYÉ(D
■KXk., en ThWNT V, 199-220 (bibl.); V. H. Neufeld,
33 a diferencia de Mc; Lc 6, 31 a diferencia
The E a rliest C hristian C onfessions, Leiden 1963; R.
de Mt, y en el material peculiar: Lc 3, 11; 5, Pesch, Ü ber d ie A u to r itã t Jesu. E in e R ü ck fra g e an-
10; 10, 32.37; 13, 3; 16, 25; 17, 28.31; 22, 36 hand des B ekenner- und V erleugnerspruchs L k 12, 8 f
(cf., a propósito, H. Schürmann, Jesu Ab- par., en F S Schürm ann, 25-55 (bibl.); H. Schlier, D ie
A n fã n g e d e s c h risto lo g isc h e n Credo, en B. Welte
schiedsrede, Münster i. W. 1957, 122).
(ed.), Z u r F rühgeschichte d e r C hristologie, Freiburg i.
ópoícoç ôè xat, además de encontrarse en Br.-Basel-Wien 1970, 13-58; A. Seeberg, D e r K ate-
Lc 5, 10; 10, 32, se halla también en 1 Cor 7, chism us d e r U rch ristenheit (Leipzig 1903) (TB 26),
3.4; Sant 2, 25; cf. ópoímç te x a í en Rom 1, München 1966; Spicq, N otes II, 621s; D. G. van Vreu-
27. En Jds 8 hallamos ópoítüç ftévxot xai, mingen. D e betekenis va n ópoX.oyEiv m h e t NT: Theo­
logie en Practijk 21 (1961) 121-132; H. Zimmermann,
«no obstante, de la misma manera». ó[xoía)ç D a s B ekenntnis der H offnung, Koln 1977, sobre todo
une también secuencias (de manera semejan­ 44-52; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1201s.
543 óno>.oYÉ(i) 544

1. De Ias 26 veces que aparece el verbo en francamente / confesar, Hech 24, 14 (cf. Test-
el NT, 11 corresponden al Corpus lohanneum Dan 1, 4); 2) afirmar / reconocer, Hech 23, 8
(4 al Ev. de Juan, 5 a 1 Juan; 1 a 2 Juan, 1 al («Los saduceos afirman que no hay resurrec-
Apocalipsis), 4 a Mateo, 3 a Hechos, 2 a Lu­ ción de muertos ni ángeles y espíritus; en
cas, 2 a Romanos, 2 a Ias Pastorales (1 Timo- cambio, los fariseos afirman [reconocen] am­
teo y Tito) y 2 a Hebreos. - El sustantivo apa­ bas cosas»); 3) declarar categoricamente, Mt
rece 6 veces en el NT (3 veces en Hebreos, 2 7, 23 (cf. Josefo, Ant X, 166), declarar expre-
en 1 Timoteo; 1 en 2 Corintíos). samente, Heb 11, 13 (como Filón, Op 25, que
se refiere a una sentencia dei AT [Hebreos
2. En el griego profano ópoXoYéco tiene una piensa en Gén 23, 4; 47, 9]), afirmar, Tit 1, 6
amplísima gama de significados. Significa espe­ (como Jenofonte, Mem II, 3, 9); 4) prometer,
cialmente: 1) «estar de acuerdo»; 2) «aprobar / Mt 14, 7 (como Jenofonte, An VII, 4, 22; Li-
consentir»; 3) «conceder»; 4) «admitir / recono-
sias 12, 9; Josefo, Ant IV, 76 y 136), asegurar
cer, confesar / profesar» (tanto en sentido forense
como en sentido general); 5) aceptar / afirmar»; mediante una promesa, Hech 7,17 (dícese de
6) «declarar (abiertamente) / mantener»; 7) «dar la promesa hecha por Dios, como Filón, Abr
seguridad / prometer»; 8) «acordar / comprome- 275 [cf. Det 60; Ebr 39]).
terse / concertar un pacto». El sustantivo ópoX.o- En 2 Cor 9, 13 el sustantivo óp-oXoYÍa po-
Ytct, que tiene la misma gama de significados, ex- dría tencr el sentido general de asentimiento,
presa los correspondientes nombres sustantivos. - reconocimiento, conciencia de la propia obli-
La literatura helenística judia utiliza predominan­
temente el verbo y el sustantivo en el sentido gación: al ver la colecta efectuada por los
griego general. Además, aparece ocasionalmente cristianos gentiles, la comunidad de Jerusalén
un uso de los términos (->• 3.d/e) que está deter­ alabará a Dios «por la obediência con la que
minado por el sentido dei verbo hebreo hôdâ, que profesáis el evangelio de Cristo (es decir, por
en el TM y en textos de Qumrán tiene el signifi­ la obediência con que manifestáis que os sen­
cado religioso de «alabar (a Dios)» y «confesar tis obligados por Ias exigências dei evange­
pecados» (cf. ->• è|o|ioX.OYéo) 1). En los escritos lio)» (el genitivo Tfjç óp,o7.0YÍaç úixcõv expli­
rabínicos, hôdâ tiene además los sentidos senala-
dos para ó[toA.OYécü en los apartados 1-5). ca el sentido de ÚJtoxaYn; el atributivo pre­
Un claro antônimo de ó|xo).OYéa) es el verbo ->■ posicional elç xò e-uaYYÉX,iov determina a
àgvéopai. El par de términos opuestos ó|i,oX.o- ó|i.o^oYÍa).
yéo) / àQvéopai puede expresar diversos mati- b) Hay que considerar como un semitismo
ces: «confesar / negar» (Tucídides VI, 60, 3); extrano a la lengua griega la construcción
«admitir / impugnar» (Aristóteles, Rhet 11, 3, 5 ófxoXoYelv èv, confesarse a favor de alguien,
pl380a, 16ss; PapZenon Col II, 83, 13s; Josefo,
Ant VI, 151; TestGad 6, 3s; Eliano, NatAn II, Mt 10, 32 par. Lc 12, 8 (->• 4). Corresponde al
43); «afirmar / negar» (Diógenes Laercio VI, 40; hebreo hôdâ b" (-»■ 2; cf. además MidrSal 100
cf. Filón, Ebr 192). En la literatura rabínica se en- § 1 sobre el v. 1; GénR 53, 16 sobre 21, 12) o
cuentra con frecuencia el par de verbos opuestos al arameo ’ôdi b‘ (jSab 7, 10c; jYeb 1, 2c; Tg
hôdâ b‘ / kãfar b‘, principalmente con el signifi­ Onq Gén 49, 8; Tg Is 26, 13; cf. también la
cado de «confesar la adhesión a una persona o co­ expresión siríaca ’awdt b‘ en la traducción de
sa / renegar de ella» o «reconocer / rechazar a una Hech 23, 8; Ap 3, 5).
persona o una cosa» (por ejemplo, MekEx sobre
15, 11; SifraLev sobre 11, 45; 26, 14; SifreNúm c) Un empleo religioso, específicamente
111 sobre 15, 22s; SifreDt 54 sobre 11, 28; jBer cristiano, lo encontramos en aquellos pasajes
9, 13b; ExR 32, 5 sobre 23, 22; DtR 2,5 sobre 3, dei NT en que el verbo o el sustantivo desig-
24). nan la confesión de fe en Cristo (->■ 5). En el
concepto de «confesar» o de «confesión» se
3. a) En el NT el verbo ópoXoyéco se usa combinan aqui los aspectos de afirmar y reco­
en siete pasajes en el mismo sentido que tiene nocer, que son propios de los términos grie-
en la lengua griega general. Hay que senalar gos, y también los de formular una declara-
los siguientes matices de significado: 1) decir ción pública y vinculante, es decir, una decla-
545 ó[ioA.oYéco 546

ración que obligue y comprometa a quien ha- e) El uso de ópoXoYÉco que aparece en
ce tal confesión. Heb 13, 15 es completamente ajeno al uso de
este verbo en el griego profano. En el texto de
ó[i,oÀ,OYéa), confesar, se construye con acusati- Hebreos, el verbo asociado con el objeto en
vo de persona (1 Jn 2, 23; 4, 3) o de cosa (1 Tim dativo Trâ ôvó[taxi au to õ (= toõ ■&80ü) tie-
6, 12), con doble acusativo (Jn 9, 22; Rom 10, 9; ne el significado de alabar / glorificar, y no
1 Jn 4, 2. [3 v.l.]; 2 Jn 7) con acusativo e infiniti­
vo (Jn 9, 22 V.L; 1 Jn 4, 2 v.l.) y va seguido tam- de «confesar» («confesar el nombre» se diría
bién por una oración de õxi (1 Jn 4, 15); cf. ópoXoyeív tò õvopa; cf. Justino, Apol I, 45,
Bauer, Wõrterbuch, s.v. 4; BlaB-Debnmner § 157 5; Dial 39, 6). En el texto de Hebreos no se
nota 4; 397 nota 5; 416 nota 14. - En algunas fór­ piensa en una confesión hímnica de fe en
mulas dei judaísmo helenístico son evidentes Cristo, sino «en general en los cânticos de
ciertos puntos de contacto con el lenguaje religio­ alabanza que la comunidad ofrece a Dios por
so cristiano; cf., por ejemplo, Filón, Post 175;
medio de su Sumo Sacerdote celestial, que es
Cher 107; Ebr 117; Abr 203 (ópo>i.OYÍav ó|toXo-
YÉ03, «hacer una confesión», como en 1 Tim 6, Jesus» (Deichgrâber, 118; cf. 1 Ciem 61, 3;
12); además, 2 Mac 7, 37, así como Josefo, Bell MartPol 14, 3).
Vn, 418 (K aíoaça ôeojrÓTT)v óiíoXoyeIv, «re-
conocer al emperador como senor» [cf. 419]). Paralelos con el uso poco habitual dei verbo en
Heb 13, 15 los encontramos en 3 Esd 4, 60; 5, 58;
Sal 99, 3 Simm. (cf. también Filón, All I, 82). Co­
d) Como el compuesto ->■ è|opo)i,OYéopai, mo sucede con el uso sinonímico de ò(v{lopoX.o-
que aparece varias veces en el NT, el verbo Y É o p a i con dativo (Lc 2, 38; Sal 78, 13 LXX;
simple se emplea en 1 Jn 1, 9 para designar la Dan 4, 37 LXX; TestJud 1, 3) y de è|opoX,o-
confesión de los pecados (ó(XoX.oYéa) t à ç YÉopai con dativo, este uso está calcado dei he-
apapTÍaç; cf. Eclo 4, 26; Filón, Praem 163; breo hôdâ «alabar» (compárese 3 Esd 5, 58
con Esd 3, 11 TM). La fórmula ópoÂ,OYeiv rõ)
VitProph [ed. T. Schennann] 51, 9 = 79, s; ô v ó p a r i ( t o ü -Ob o í }) tiene también su equivalen­
Prov 28, 13 ATeod). Se piensa no sólo en un te en el hebreo hôdâ l^sêm, Sal 106, 47; 122, 4;
simple reconocimiento interno, sino también 140, 14; 1 Crón 16, 35; 1Q34III, 1, 6 y en el ara-
en la confesión pública de los pecados ante meo 'ôdi (hôdi) lismã', Tg 1 Re 8, 33.35; Tg Sal
Dios. El autor de la Carta primera de Juan 122, 4; 140, 14 ó 'ôdi Vsüm, Tg 1 Crón 16, 35.
comparte con el judaísmo antiguo la convic-
4. La doble sentencia, procedente de Q, so­
ción de que la confesión de los pecados cons- bre el confesar y el negar en Mt 10, 32s par.
tituye la condición previa no sólo para alcan-
Lc 12, 8s, cuya forma original se baila quizás
zar el perdón divino, sino también para obte-
muy cerca de la versión ofrecida por Lucas,
ner la certeza de que Dios responde a la con­ delata claramente su origen semítico.
fesión de los pecados con la seguridad dei
perdón (cf. Filón, Praem; Tanhuma [ed . Bu- La estructura (doble sentencia con paralelismo
ber] Gén, wysb § 11 [182]; Pesiqta [de Rab antitético, forma de correspondência condicio­
Kahana] 24, 8; SifraLev sobre 26, 40; sobre nal), que aparece también en 1 Jn 2, 23; 4, 2s, tie­
ne analogias en sentencias rabínicas: «Todo el
los antecedentes en el AT cf., por ejemplo. Sal que confiesa la idolatria, niega (con ello) toda la
32, 5; Prov 28, 13). Torá; y todo el que niega la idolatria, confiesa
(con ello) toda laTorá» (SiífeDt 54 sobre 11, 28);
En textos dei griego profano, la confesión pú­ «Todo el que confiese los dos mundos (es decir,
blica de una culpa o de un yerro se expresa con el la resuirección de los muertos, será llamado tu si-
verbo ópoXoYÉto (Eurípides Frgm 265; Arriano, miente (de Abrahán); y todo el que no confiese
A n a b a s i s [ed. A. G. Roos] VII, 29, 2; Apiano, los dos mundos, no será llamado tu simiente»
RomHist Vin, 79; Eliano, NatAn XI, 17; igual­ (GénR 53, 16 sobre 21, 12). - Sobre óp,o).OY£ív
mente: Filón, All III, 66; Josefo, Ant VI, 151; Èv ->■3.b. - El paralelo más cercano al par de ver­
TestGad 2, 1; 6, 3). Sin embargo, en estos textos bos opuestos ópoXoYÉo) / àQVÉopai lo ofrece
no se habla de la confesión de pecados en sentido jBer 9, 13b: «Una persona tiene un pariente: si el
específicamente religioso. pariente es rico, entonces esa persona le confiesa
547 ó(io^07éo) 548

(= declara abiertamente su paretesco con él [mô- 5. El verbo Ó(xo)i,oyé© se usa para referirse
deh i>ô]), pero si es pobre, le niega (= no quiere a la confesión de fe en Cristo en Jn 1, 20 (dos
saber nada de él [kôfer bô\)»\ cf. también ExR 32,
5 sobre 23, 22 y, en cuanto al fondo, la escena de veces); 9, 22; 12, 42; Rom 10, 9s; 1 Tim 6,
Pedro en Mc 14, 66ss. 12; 1 Jn 2, 23; 4, 2s.l5; 2 Jn 7, mientras que
el sustantivo ójxoXoYÍa se usa en este mismo
No debe ponerse en duda la autentícidad de sentido en 1 Tim 6, 12s y en Heb 3, 1; 4, 14;
la sentencia de Q, que está dirigida al círculo 10, 23. En todos estos pasajes, los términos se
de los discípulos. Esta sentencia es expresión refieren con ligurosa exclusividad a la perso-
dei singularísimo título que Jesús ostenta de na misma de Jesús. La homología no es una
poseer soberania y autoridad: Jesús, en esta enumeración de enunciados de fe cristológi-
sentencia, se identifica a sí mismo con el Hijo cos que describan la obra salvífica de Jesús,
dei hombre que viene, a quien Dios ha confia­ sino «la designación, tan concisa como clara,
do el juicio dei mundo (cf. Hen [et] 45, 3; 49, dei ser divino y único de Aquel ante quien
4; 61, 8s; 69, 27); y Jesús, con sus promesas y uno se baila, y cuya afirmación hace que cada
sus advertências, hace ver claramente que la cristiano sea cristiano, y lo diferencia de cual-
decisión sobre la salvación eterna o la perdi- quiera que no sea cristiano» (von Campen-
ción eterna está determinada por la actitud hausen, 211). Esta afirmación y reconoci-
que se adopte ante El. La sentencia tiene a la miento de Jesús se expresa en sencillas confe-
vista la hostilidad que Jesús experimenta y siones de títulos. Ias cuales -e n analogia con
por la que -a causa de él- se ven afectados la confesión de fe dei AT: YHWH hü’ hã-
también sus discípulos. Quien, en esta situa- nohlm (Dt 4, 35.39; 1 Re 8, 60; 18, 39; Sal
ción, confiese abiertamente ante el foro de los 110, 3)- combina en una concisa oración de
hombres su pertenencia a Jesús, ese tal será predicado nominal el nombre de Jesús (como
reconocido por Jesús como perteneciente a él, sujeto) con un título de majestad (como predi­
en el juicio final, ante el tribunal celestial. Por cado nominal): «Sehor es Jesús, «Jesús es el
el contrario, el que se distancie de Jesús o se Mesías», «Jesús es el Hijo de Dios». El acen­
desligue de él, escuchará de lábios de Jesús la to recae sobre el correspondiente título de
palabra de rechazo, que le separará para siem- majestad, que expresa la singularísima digni-
pre de él y, con ello, de la salvación (cf. Mt 7, dad y con ello, al mismo tiempo, la esencia de
23; 25, 12). Jesús.
Mateo y Lucas -conservando plenamente la a) Pablo, en Rom 10, designa la exclama-
intención original de la doble sentencia- la ción cultuai xúpioç Trjooõç (v. 9; 1 Cor 12,
aplican a la situación de la comunidad post- 3) como la confesión fundamental que lleva
pascual (cf. el correspondiente contexto). Ma­ aparejada la salvación escatológica (Rom 10,
teo interpreta óiioXoyeiv como la confesión 9s; cf. vv. 12s). En esta confesión se mani-
pública de fe en Jesucristo, una confesión que fiesta la fe que reconoce al Crucificado como
sus mensajeros hacen en el marco de su acti- el Senor resucitado por Dios y exaltado a la
vidad misionera. Lucas piensa en la confesión categoria de Soberano dei universo, que se
abierta con que los cristianos, en Ias situacio- somete a su senorío y que confiesa su adhe-
nes de persecución, declaran abiertamente su sión a él en alabanza y adoración (cf. Flp 2, 9-
fe en Cristo ante los tribunales hostiles. 11). Como la fe misma, la homología es efec-
La promesa dei Apocalipsis 3, 5 recoge la to de la «palabra cercana» (Rom 10, 8a), es
sentencia de Mt 10, 32 par. sobre la confe­ decir, dei evangelio predicado (vv. 8b.l4ss),
sión: Cristo, en el juicio final, se confesará a el cual —ipor ser la palabra de Cristo (v. 17)!—
favor de los que se han mantenido fieles a él. demuestra ser ôóvaqiç O-eon elç acoxqQÍav
Esta confesión significa que esas personas se- (Rom 1, 16). Según 1 Cor 12, 3, la confesión
rán preservadas en el juicio y obtendrán la vi­ xÓQLOç Ttiooõç sólo puede expresarse «en el
da eterna. Espíritu Santo»; en relación con esto hay que
549 ó|ioXoYÉco 550

recordar que los creyentes reciben el Espíritu 11, 27]). Los tres pasajes permiten ver clara­
è | àxofjç itíoxecoç, «por la predicación que mente que el evangelista hace referencia polé-
obra la fe» (Gál 3, 2.5). micamente a Ias circunstancias de su tiempo
b) En Hebreos óixoXoyía significa en sen­ (a fines dei siglo I de nuestra era). Guando en
tido objetivo, en 3, 1; 4, 14; 10, 23, la confe- 9, 22; 12, 42 menciona la decisión de los «ju­
sión de la comunidad que el individuo se dios» de expulsar de la sinagoga a todo el que
apropia en el acto de su confesión personal. confesara a Jesús como el Mesías (cf. 16, 2s),
Como se deduce de 4, 14, la homología reci- esto presupone la separación definitiva a que
bida por tradición dice así: «Jesus es el Hijo se llegó hacia el ano 90 p.C., por la que los ju-
de Dios». Va dirigida (según la interpretación deocristianos quedaron separados de la comu­
dei autor de Hebreos) al Hijo de Dios como el nidad judia, y Ias fuertes controvérsias que
verdadero y eterno Sumo Sacerdote, que me­ hubo entre unos y otros (para más detalles cf.
diante el sacrifício de sí mismo, obtuvo para R. Schnackenburg, El Evangelio según San
el pueblo de Dios el privilegio sumo-sacerdo- Juan II, 3I4s y 514s). La declaración abierta
tal de entrar en el lugar santísimo de los cielos dei Bautista: «Yo no soy el Mesías» (1, 20),
en el día de la consumación de la salvación quiere el evangelista que se la entienda como
(6, 20; 9, lls s ; 10, 19ss). La entrada (sío- una confesión indirecta de la mesianidad de
oôoç), abierta y garantizada por el Hijo (10, Jesús. Podría dirigirse así contra los seguido­
19; 3, 7ss), es el contenido y la meta de la res dei Bautista, que ven en este al portador
«vocación celestial» (3, 1) y es, por tanto, la de la salvación mesiánica y -a diferencia dei
salvación escatológica prometida a la comu­ Bautista mismo (oúx r|Qvf|0axo!)- niegan la
nidad y esperada por ella con firme confianza mesianidad de Jesús (cf. todo el contexto en
(6, 18). Por este motivo, la confesión de fe en 1, 19-34yen 1, 6-8.15; 5,36).
Jesús puede designarse como ópoXoyía Tfjç d) Para el autor de Ias Cartas de Juan, Ias
è)i,JtLÔoç (10, 23). El autor exhorta así a la co­ homologías «Jesús es el Mesías» (1 Jn 2, 22;
munidad, que se baila en peligro de sentir 5, 1) y «Jesús es el Hijo de Dios» (4, 15; 5, 5)
cansancio de su fe, a mantenerse inquebranta- sirven como medio para identificar y deslin-
blemente firme en esta confesión y, con ello, darse de Ias doctrinas de los falsos maestros,
en la esperanza (4, 14; 10, 23; 3, 6; 6, 11). Si que niegan la realidad de la encarnación y,
por ótioX,OYÍa hay que entender la confesión con ello, la verdadera humanidad y muerte en
de fe hecha en el bautismo (como piensa es­ la cruz (5, 6) de Cristo, el Hijo de Dios. En la
pecialmente Bomkamm) o la confesión de fe confrontación con la teologia docetista, el
hecha en el culto divino (así piensa, por ejem- acento se desplaza dei predicado al sujeto de
plo, Zimmermann), es algo que dificilmente Ias fórmulas de confesión; Jesús —jel verdade­
podrá decidirse con seguridad. ro hombre Jesús de Nazaret- es el Mesías, el
c) En Juan se escucha varias veces la ho­ Hijo de Dios. Conservar la confesión trasmiti-
mología «Jesús es el Hijo de Dios» (especial­ da por la tradición significa, como formula el
mente en 1, 34.49; 11,27). Los tres pasajes en autor dando una interpretación, «confesar que
que aparece el verbo ó[io^OY£Ív (1, 20; 9, 22; Jesucristo ha venido en carne» (1 Jn 4, 2s; 2
12, 42), tienen en mente la confesión «Jesús Jn 7; cf. Jn 1, 14). El Espíritu de Dios condu-
es el Mesías (el / qiotóç)» (en 12, 42 el verbo ce a los creyentes a esta recta confesión (1 Jn
usado en sentido absoluto no tiene simple- 2, 20.27; 4, 2.13ss); el espíritu de la mentira
mente el sentido general de «admitir» [en induce a los falsos maestros a su impugnación
contraste con «ocultar»], sino que significa (4, 3.6), con la cual no sólo niegan al Hijo, si­
con precisión -también aqui como en 9, 22— no también a Dios el Padre (2, 22s).
la confesión abierta y pública, en la cual, se­ e) En Ias Pastorales, se habla en 1 Tim 6,
gún Juan, se manifiesta necesariamente la ge­ 12s de la «buena» confesión de fe, es decir, de
nuína fe en la mesianidad de Jesús [cf. 1, 49; la confesión ortodoxa de que Jesús es el Hijo
551 óp,oXo7 Éü) - õvag 552

de Dios. «Timoteo» hizo esta confesión de fe de campana (oxqvojtotóç). R. Silva: EstB 24


en su bautismo (otras interpretaciones; en su (1965) 123-134: R. F. Hock: JBL 97 (1978)
ordenación; ante Ias autoridades paganas) «en 555-564.
presencia de muchos testigos» (v. 12) y, de es­
te modo, recogió precisamente aquella ópo-
Xoyía que Jesus mismo había expresado en su ó ^ o v homou (adv.) juntamente, al mismo
interrogatório ante Pilato (v. 13). tiempo*
Jn 21, 2: fjoav ópon, «estaban juntos» (en
6, El advérbio ónoXoYonfiévioç* se en- el mismo lugar); Hech 2, 1: «todos estaban
cuentra en 1 Tim 3, 16a en una frase que in- juntos en un mismo lugar (èitl tò autó)». Jn
troduce la cita de un himno cristológico en el 20, 4: «los dos iban corriendo juntos»; 4, 36:
V. 16b. Son posibles dos traducciones: a) ma- «para que el que siembra y el que siega se re-
nifiestamente / indiscutiblemente / sin duda gocijen juntos».
alguna (cf. 4 Mac 6, 31; 7, 16; 16, 1; Filón,
Det 18; Imm 71); b) como se reconoce gene­
ralmente / según el juicio de todos (cf. Tucí- ó^.óq)Qa)V, 2 homophrõn de un mismo
dides VI, 90, 3; Jenofonte, An II, 6 ,1 ; Josefo, sentir, que está de acuerdo*
Ant 1 ,180; II, 229; Ateneo VI, 239b; Diogn 5, 1 Pe 3, 8 al comienzo de la parénesis gene­
4). Hay que preferir la última de estas dos tra­ ral: jtávTEç ópóqjQOVEÇ, «i(sed) todos de un
ducciones (cf. Spicq): «Sí, es grandioso -en mismo sentir...\». Spicq, Notes II, 618-620.
este juicio están de acuerdo todos (los cristia-
nos)- el mistério de la verdad de la fe (tal co­
mo se halla atestiguado en la Iglesia)». La in- õ ^ ío ç homõs (adv.) sin embargo, aunque*
terpretación dei advérbio en el sentido de un En Jn 12, 42 reforzado por pévTot. Es pe­
simple «verdaderamente» o «ciertamente» culiar el uso que Pablo hace de este advérbio.
(así Seeberg, 113) no puede fundamentarse En 1 Cor 14, 7 y Gál 3, 15 õqtoç se entiende
lingüísticamente. a menudo en el sentido de aunque. Pero, co­
O. Hofius mo en ambos pasajes se introduce una compa-
ración, habrá que pensar seguramente (con
BlaB-Debrunner § 450, 2) en un eco dei viejo
ó p ,okoY Í«, a ç , homologia confesión
sentido de õptoç: «de igual modo»; entonces
ópoXoYÉo).
es obvio el significado de: igualmente (Bauer,
Wôrterbuch, s.v.). H. Schlier, La Carta a los
ójtoXoYOVfiévwç homologoumenõs (adv.) Gálatas, Salamanca 1975, 167 nota 72; J. Je­
según el juicio de todos, unánimemente, remias: ZNW 52 (1961) 127s; R. Keydell:
con toda certeza ZNW 54 (1963) 145s.
-> óp,oXoYÍa 6.

o v a g , TO (sólo en nominativo y acusativo


ó |iÓ a £ homose (adv.) en el mismo lugar,
singular) onar sueno*
juntamente
En el NT õvap aparece unicamente en Ma-
Hech 20, 18 p’‘* D lat; óftóae õvtcov an-
teo y siempre en el modismo relativamente
xtõv, dícese de Pablo y de los presbíteros de
reciente x ax ’ ô va ç, «en suenos»: en Mt 1,
Efeso.
20, el sueno de José antes dei nacimiento de
Jesús; en 2, 12, Ias instrucciones dadas en
ÓjlÓTE/VOÇ, 2 homotechnos el que ejerci- suenos a los Magos de que no volvieran adon-
ta el mismo oficio manual* de Herodes; en 2, 13.19.22, los encargos da­
Hech 18, 3: Pablo era dei mismo oficio que dos en suenos a José en relación con la huida
Aquila y Priscila (v. 2), es decir, hacía tiendas a Egipto; en 27, 19, la mujer de Pilato «sufrió
553 õvaç - ôvEiSí^co 554

mucho en suefios» a causa de Jesus. Esta re­ veces como traducción dei piei de hãraf,
serva dei NT con respecto al tema dei sueno «afrentar», KBL^ 341; L. Alonso Schôkel,
(cf., no obstante, Hech 16, 9s; 18, 9; 23, 11; DBHE 281). Mientras que el neologismo tar­
27, 23s) se explica por la actitud crítica ante dio èveiôiop,óç (cf. BlaB-Debrunner § 109; el
los suefios. En el NT faltan por completo Ias nomen actionis no se halla atestiguado aún,
interpretaciones de suefios. ThWNT V, 220- por ejemplo, en Filón, y se halla atestiguado
238; X, 1202 (bibl.); A. Wikenhauser: Bib 29 en Josefo únicamente en Ant XIX, 319) apa­
(1948) 100-111 (dobles suefios); E. L. Ehr- rece 5 veces, el término õvetôoç, que es más
lich, Der Traum im AT, Berlin 1953; Id.: ffecuente en griego, es hapax legomenon en
ZNW 47 (1956) 133-145 (Talmud); W. Rich- el NT (-+ 3). Si en la LXX los limites entre
ter: BZ 7 (1963) 202-220 (AT); B. Stember- ambos sustantivos son difusos (unas 50 veces
ger: Kairos 18 (1976) 1-42 (escritos rabíni- ôvsiôiopóç y unas 25 veces õveiôoç son tra­
cos); ThWAT II, 986-998. ducción dei hebreo b^rpâ, «insulto, afrenta»,
KBL^ 342), vemos ya en la tradición texmal
ÔvágiO V, o u , TÓ onarion borriquillo* de TestLev 10, 4 y 15, 2 que ambos sustanti­
vos son intercambiables.
Jn 12, 14: «Jesús, bailando un borriquillo,
se montó en él» (el v. 15 hace referencia a Zac Muchos de los pasajes dei NT están marca­
dos lingüísticamente por la LXX o incluso se
9, 9 LXX, donde se emplea el término Jtm-
koç). ThWNT V, 283-287. haUan tomados literalmente de esta versión.
La gama de significados, en el NT, correspon­
de al uso corriente que se hace de estos térmi­
ÒVClâi^cn oneidizõ reprochar; insultar, in­ nos (cf. Spicq, 623). La sinonimia merece es­
juriar* pecial atención (cf. Schmidt, Synonymik I,
ôveiôiofióç, oü, ó oneidismos reproche, in­ 136-149; in, 536-543), y son muy instructi-
juria, oprobio* vos los matices que aparecen en unos 50
õveiôoç, ouç, xó oneidos oprobio, afrenta* ejemplos que aparecen en Filón.
1. Aparidón, origen y usos en el NT - 2. La esteri-
lidad como oprobio - 3. La cita de los salmos en Rom 2. En Lc 1, 25 õvetôoç se usa para referir-
15, 3 - 4 . òvEiôíÇo) y òveiôiopóç en relación con la se al oprobio de no tener hijos (cf. Gén 30,
Pasión y con Ias persecuciones - 5. El reproche en lá­ 23).
bios de Jesús - 6. Dios da y «no hace reproches».
B i b l : E. GrãBer, D e r h isto risc h e J e s u s im H ebr. 3. Como prueba de Escritura de que Cristo
ZNW 56 (1965) 63-91; H. Kõster, « O u tsid e the no vivió para agradarse a sí mismo (-> ctQÉo-
Cam p»: H ebrew s 13, 9-14: HThR 55 (1962) 299-315; xco), Pablo cita el Sal 68, 10b LXX (Rom 15,
H.-J. Kraus, Teologia de lo s Salm os, Salamanca ^1996, 3). El Sal 69 (68) se considera también en
capítulo 7; E. Kutsch, b rp H, en ThWAT HI, 223-229;
H. Millauer, L eid en ais G nade, Bern-Frankfurt a. M. otras partes (Jn 2, 17; Rom 11, 9s) como
1976; K. H. Schelkle, D ie P a ssio n Jesu, Heidelberg anuncio profético (cf. H.-J. Kraus, Los Sal­
1949; 3. Schneider, õvEiòoç xxX., en ThWNT V, 238- mos II, Salamanca 1995, 103s).
242; Spicq, N o tes H, 623-625; O. H. Steck, Isra el und
da s gew a ltsa m e G eschick d e r Propheten, Neukirchen-
Vluyn 1967; H. Wahrisch-W. Mundle, B lasfêm ia, ca- 4. Junto al mesiánico Sal 69 (68), el Sal 88,
lumnia, en DiTNT I, 184-188. 51 s LXX ha influido en el uso de los «térmi­
nos de proclamación» en teologia de la Pasión
1. El verbo, incluídas Ias tres lecturas va­ y en el dei «lenguaje de mártires» dei cristia­
riantes en Mc 15, 34 (una atenuación de kf- nismo primitivo (cf. Schelkle, 108s; cf. en
xaxaXeÍJtO)), Heb 10, 33 (en lugar de •bea- época más tardia Eusebio, HistEccl V, 1, 60).
TQÍ^co) y 1 Tim 4,10 (una «amplificación» de Jesús, según Mc 15, 32 par. Mt 27, 44 (cf. Lc
àYOJVí^opaL, cf. Schelkle, 109), aparece 12 23, 39 y los respectivos contextos) tuvo que
veces en el NT (en la LXX aparece unas 30 «sufrir en la cruz insultos, burlas y afrentas»
555 ôveiSíÇco - "OvTiaíçpoQoç 556

(R. Pesch, Das Markusevangelium II [HThK], 6. La sentencia aislada sobre Dios en Sant
483; P^taocpTifxéo), è[j,JtaíÇ(o). El maca- 1, 5 debe considerarse como contrapunto a
rismo de Mt 5, 11 par. Lc 6, 22 (cf. Schulz, Q, sentencias sapienciales como Ias de Eclo 20,
452-457) vincula el «sufrimiento dei justo» 14s (y otras por el estilo: cf. F. MuBner, Der
con la persecución de los profetas dei AT Jakobusbrief, sub loco). El autor entabla po­
(Steck, 20-27 y 257-260), en lo cual afrentar lêmica indirectamente contra lo de echar en
es uno de los «verbos que denotan un desti­ cara, hacer reproches, como una «mala cos-
no» (Steck, 258). La bienaventuranza de 1 Pe tumbre humana a la hora de dar alguna cosa»
4, 14 se halla en asombroso paralelo con esta (M. Dibelius, Der Brief des Jakobus [KEK],
categoria de sufrir oprobio y afrenta õvo- sub loco, con más elementos).
pa). En los vv. 12-19 el verse afrentado es M. Lattke
expresión dei sufrimiento (N. Brox, La prime-
ra Carta de Pedro, Salamanca 1994, sub loco',
Millauer § 39 y passim; ->■ Jiáoxco). Para la ÒVElôl0|llÓç, OÜ, ó oneidismos reproche,
Carta a los Hebreos, en la cual ôvaiôiapóç injuria, oprobio
desempeiía el mayor papel, el «oprobio de -> ôvEiôí^m.
Cristo», en 11, 26, constituye el punto de par­
tida exegético (cf. O. Michel, Der Briefan die ÒVEiôoç, o v ç , t ó oneidos afrenta, opro­
Hebraer [KEK], sub loco). Aqui el autor ha- bio
bla paradójicamente, cuando afirma que Moi­ -V ôveiôíÇco (2).
sés actuó, no a causa dei oprobio, sino «a cau­
sa de la recompensa» (cf. O. Kuss, Carta a
’O v iía ifio ç , OD Onêsimos Onésimo*
los Hebreos, Barcelona 1977, sub loco). En
Onésimo significa «el que es útil» y es un
13, 13, con lo de «su oprobio» se piensa en la
nombre propio de esclavos que aparece con
crucifixión, la cual —por lo demás- se consi­
frecuencia. En Fim 10 escribe Pablo; «Te rue-
derada también como ^ alaxnvT] (12, 2).
go por mi hijo Onésimo, a quien engendré en
Hay que mantener la conexión, por un lado,
mis prisiones». Se refiere al esclavo Onésimo,
entre la aflicción (-» '&X,ítJJiç) y los insultos en
que había huido de casa de Filemón y que fue
10, 33, que no se especifican ulterionnente, y,
convertido por Pablo al cristianismo. En el v.
por otro lado, entre la aflicción y el oprobio
11 se hace un juego de palabras con el nom­
que sufrió el Jesus histórico (jcf. GrâUer!). -
bre de Onésimo. Según Col 4, 9, Pablo le en-
Sobre el trasfondo de tal theologia crucis re­
vió de regreso a Colosas, juntamente con Tí-
sulta extrana la finalidad negativa indicada en
quico. P. Stuhlmacher, Der Brief an Philemon
1 Tim 3, 7, aunque es verdad que este texto
(EKK), 21-24 y 38s; P. Lampe, Keine «Skla-
presupone una modificación en la situación
venflucht» des Onesimus: ZNW 76 (1985)
de la Iglesia y refleja una cambio en la mane-
135-137.
ra de entender el ministério.

5. La dureza dei reproche dirigido por Je­ ’Ovi|OÍ<pOQOÇ, OV Onêsiphoros Onesífo-


sus contra Ias ciudades no dispuestas a hacer ro*
penitencia, en Mt 11, 20 (sobre el ay siguien- Nombre de persona en 2 Tim 1, 16; «Con­
te cf. Schulz, Q, 360-366), se ajusta bien a la ceda el Senor misericórdia a la casa de Onesí-
imagen familiar de la autoridad con que ac- foro, porque él me ha reconfortado muchas
tuaba Jesus (cf. Schneider, 240). Es posible la veces y no se ha avergonzado de mis cade-
influencia directa sobre el final largo de Mar­ nas». Según el v. 17, Onesíforo «buscó con
cos, aunque según Mc 16, 14 lo que Jesus re- afán» a Pablo en Roma. En 4, 19 envia salu-
prende en este caso es la incredulidad de sus dos a «la casa de Onesíforo» y a Prisca y
propios discípulos. Aquila.
557 ovixoç - ovojia 558

Im N a m en Jesu. D e r N a m e n sh e g riff im Joh-Ev., Stutt-


ôvixóç, 3 o n ik o s de asno, movido por un
gart-Würzburg 1974; M. Wilcox, T h e S e m itism s o f
asno* A c ts, Oxford 1965; L. Yaure, E lym a s - N ehelam ite -
Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 en combinación con P ethor: JBL 79 (1960) 297-314; J. Ysebaert, G reek
->• púXoç ÒVIV.ÓÇ, «una piedra de molino d e B a p tism a l Term inology, Nijmegen 1962.
Ias que mueve un asn o». Esa piedra de moli­
no es notablemente más pesada que la de un 1. En el NT õvo|ia aparece 230 veces, y lo
molino movido a mano. hace con especial ffecuencia en la obra de Lu­
cas (34 veces en el EvangeUo, 60 en Hechos)
y en el Apocalipsis (38 veces); por lo demás,
ô v í v a ^ , a i o n in a m a i (voz media), gozarse, se encuentra 22 veces en Mateo, 15 en Mar­
ser feliz* cos y 25 en Juan; en Pablo aparece 15 veces.
El aoristo segundo de optativo ôvaíp,T)V se El uso de ôvopa en el NT coincide sólo en
emplea a modo de fórmula: y o m e g o za ria , parte con el uso general que se hace de este
con genitivo de lo que es la causa dei gozo. término en griego. Detrás de él hay un len-
En Fim 20, con ooõ y ev xuqío ): « yo m e g o ­ guaje religioso específico, que en su mayor
za ria de ti en el Senor». parte se halla atestiguado por la LXX. Por lo
demás, frases como la de «les puso por (so-
õvojL ia, aTOÇ, TÓ o n o m a nombre bre-)nombre Boanerges» (Mc 3, 17) son co-
rrientes en griego. El sentido de «fama, repu-
1. Aparición y uso en el NT - 2. Los nombres y los
que llevan los nombres en general - 3. El nombre de tación» (Mc 6, 14; Ap 3, 1) es también co-
Dios - 4. El nombre de Jesus - 5. ôvopa en combina­ rriente en griego, y 5vop.a en el sentido de
ción formularia con è v , ê r r í , e I ç . «persona» (Hech 1, 15; 18, 15?; Ap 3, 4; 11,
B ib l: R. Abba, N a m e, en IDB III, 500-508; K. Balt-
13) aparece también en textos no bíblicos.
zer, N am en g la u b e (II. Im A T ), en RGGIV, 1302-1304; Corresponde igualmente al uso muy difundi­
H. Bietenhard, õvopa xxL., en ThWNT V, 242-283; do el significado de «persona» o quizás de
Id., en DTNT III, 171-176; S. H. Blank, S om e O bser- «concepto» (en contraste con «hechos»), que
vations C oncerning B ib lica l P rayer. HUCA 32 (1961)
75-90; A. J. H. W. Brandt, O nom a en de D oopsform u- se encuentra en Hech 18, 15.
le in h e t N T . ThT 25 (1891) 565-610; R. G. Bratcher,
«The N a m e» in P rep o sitio n a l P hrases in the NT: BiTr 2. En muchas indicaciones de nombres de
14 (1963) 72-80; H. A. Brongers, b ‘sê m JH W H : personas y de lugares (sobre todo en el Evan-
NedThT 11 (1956-1957) 401-416; Id., D ie W endung
b‘sSm jh w h im AT: ZAW 77 (1965) 1-20; H. Frhr. von
gelio de Lucas y en Hechos) no hay nada que
Campenhausen, Taufen a u f den N am en Jesu?: VigChr deba tenerse especialmente en cuenta. Pero, a
25 (1971) 1-16; N. A. Dahl, «A p e o p le fo r H is N am e» menudo, detrás de textos dei NT se halla la
(A cts XV. 14): NTS 4 (1957-1958) 319-327; G. De- creencia muy difundida de que el nombre
lüng, D ie Z u eig n u n g d es H eils in d e r Taufe. E ine Un-
tersu ch u n g zu m ntl. «taufen a u f den N am en», Berlin enuncia algo esencial o típico acerca dei que
1961; J. Dupont, enDBS VI, 514-541; L. Hartman, «In- lo lleva. El nombre de Jesús es interpretado
to the N am e o f Jesus». A S u ggestion co n cerning the así expresamente en Mateo (1, 21.25; cf. Eclo
E a rliest M ea n in g o f the P hrase: NTS 20 (1973-1974)
46, 1). El hecho de que a Jesús se le haya
432-440; W. Heitmüller, «Im N a m en Jesu» (FRLANT
2), Góttíngen 1903; H. B. Huffmon, N am es, religious puesto este nombre por orden divina (así tam­
sig n ifica nce of, en IDB Suppl 619-621; H. Kosmala, bién en Le 1, 31; 2, 21) quiere decir que su
«In M y N am e»: ASTI 5 (1967) 87-109; G. van der portador ha sido elegido especialmente por
Leeuw, F en o m enología de la religiôn, México-Buenos Dios. Lo mismo hay que decir de Juan el Bau-
Aires 1964, especialmente el § 17; G. Lohfink, «M ei-
nen N a m en zu tra g en ...» (A pg 9, 15): BZ 10 (1966) tista: su persona no se define tanto por lazos
108-115; W. Philipp, N am e G ottes, en RGG IV, 1298- de familia, sino por el encargo divino (Lc 1,
1300; L. Poznanski, A p ro p o s de la collation du nom 13.59.61.63). Los nombres de «Pedro» y de
d a n s le m o n d e antique: RHR 194 (1978) 113-127; B.
Reicke, N a m englaube (III. Im N T ), en RGG IV, 1304-
los discípulos que son «hijos dei trueno»
1306; D. Tabachovitz, «Heifien» un d «Sein» im G rie- (Boanerges) dicen algo esencial sobre quienes
chischen: Eranos 58 (1960) 9-11; F. G. UntergaBmair, los llevan (Mc 3, 16s), como también el nom-
559 ovona 560

bre de «Legión» (Mc 5, 9 par. Lc 8, 30), el de La conexión entre el nombre y la persona se


Elimas el mago (Hech 13, 8) y el de diversas contempla también en Mc 6, 14: con el nom­
figuras que apareceu eu el Apocalipsis (6, 8; bre se conoce la reputación de una persona.
8, 11; 9, 11; 17, 5; 19, 12s.l6), incluídos los Esta conexión se da también seguramente en
nombres blasfemos de la bestia, que enuncian Lc 6, 22, pero el sentido preciso no está claro.
que la bestia reclama para sí nombres y digni- Que aqui se trata de una mala reputación, está
dades que correspondeu a solo Dios (14, 11; bastante claro; pero quizás se escuche también
15, 2; 17, 3; 13, 1.17 [àQf&|xòç to ü ôvópa- la idea de la excomunión y de la maldición. El
toç]). En Ap 3, 1 ocurre lo inverso: el nombre texto de Ef 1, 21 podríamos quizás parafrase-
(«la reputación») no expresa nada verdadero arlo de esta manera: «...sobre todo senorío y
acerca de la persona. autoridad y poder y dominio y sobre el nom­
La estrecha relación que existe entre el nom­ bre con que uno pudiera designar a tales po­
bre y la persona/esencia tiene como conse- deres» (es decir, õvopa como designación de
cuencia que aquel que conoce el nombre de al- un ser celestial; el nombre expresa algo acer­
guien pueda ejercer dominio también sobre su ca de su índole y poder, -> ôvopáÇco 2).
persona (Mc 5, 9 par. Lc 8, 30). Cuando Jesús
da a edguien un nuevo nombre, le concede con 3. Expresiones como «el nombre de Dios»
ello graciosamente una nueva identidad (Mc 3, y otras por el estilo aparecen en gran parte en
16s; Ap 2, 17; cf. Jn 10, 3). Por eso, dice mu- citas dei AT y en expresiones influídas por el
cho acerca dei hombre entero el hecho de que AT. También aqui existe una estrecha relación
su nombre esté escrito en el cielo o en el libro entre el nombre y su portador. El que conozca
de la vida: Dios inscribió allí su nombre y con el nombre de Dios, conocerá a Dios, o, mejor
ello dio a esa persona la vida y se la prometió dicho, conocerá de Dios lo que El haya queri­
(Lc 10, 20; Flp 4, 3; Ap 3, 5; 13, 8; 17, 8). do revelar. Esta revelación se efectuó princi­
Cuando el «vencedor» es marcado con el palmente por medio de Jesucristo y es procla­
nombre de Dios, con el de la ciudad de Dios y mada por la predicación apostólica (Rom 9,
con el nuevo nombre de Cristo (Ap 3, 12; 14, 17 [cita de Ex 9, 16]; cf. Heb 2, 12). El que
1; 22, 4), entonces se crea una nueva relación alaba o invoca el nombre de Dios, se vuelve
entre el nombre y quien lo lleva: el que ha si­ hacia Dios, quien primero se volvió hacia los
do salvado pertenece ahora al âmbito personal hombres (Rom 10, 13 [cita de Joel 3, 5]; 15, 9
de Dios y de Cristo, es la propiedad persona! [cita dei Sal 18, 50]; Heb 13,15; Ap 15,4 [cf.
de Dios y de Cristo, es protegido por ellos, y Sal 86, 9]). Blasfemar contra el nombre de
tiene derecho de ciudadanía en la ciudad de Dios significa blasfemar contra Dios (Rom 2,
Dios. Sucede lo inverso con quienes están 24 [cita de Is 52, 5]; 1 Tim 6, 1; Ap 13, 6; 16,
marcados con el nombre de la bestia. Están 9). Se comete ya tal blasfêmia, cuando los
plasmados análogamente con arreglo a la hombres, que pertenecen a Dios, viven de ma­
esencia de la bestia (13, 17; 14,11). El hecho, nera indigna de Ia santidad de Dios (Rom 2,
además, de que Ias doce puertas de la ciudad 24; 1 Tim 6, 1). Las siguientes expresiones
santa lleven escritos los nombres de Ias doce están inspiradas también en el AT: según
tribus de Israel (21, 12; cf. Ez 48, 30ss) signi­ Hech 15,14 (cita de Am 9,12 LXX), Dios ha-
fica probablemente que los miembros disper­ rá de los gentiles un pueblo para su nombre
sos dei pueblo de Dios, procedentes de todas (Kaòv Tfl) ôvópaTi auToü; cf., por ejemplo, 1
Ias direcciones dei mundo, entrarán como ciu- Re 8, 17), es decir, Dios los ha escogido como
dadanos en la ciudad. Este es el nuevo pueblo pueblo de su propiedad; en Hech 15, 17 (cita
de Dios, ya que los doce pilares llevan los de Am 9,11 LXX) se habla de los gentiles so­
nombres de los doce apóstoles (21, 14): ellos bre quienes se ha invocado el nombre de
son los patriarcas, los fundamentos echados Dios, es decir, que han sido consagrados a él.
por Cristo mismo. En Heb 6, 10 se habla dei «amor a su nom-
561 ovofia 562

bre», es decir, dei amor al nombre de Dios, clamado (8, 12) y que actúa en la comunidad;
que significa lo mismo que «el amor a El» (cf. tan sólo por medio de este nombre hay salva-
Sal 5, 12; 69, 37; para la construcción de ción y curación (4, 12; cf. 19, 13; cf., a pro­
èxôeíxvopi con eiç, cf. Gén 50, 15 v.l.). pósito, òvopáCco 2), por medio de él es po-
Q (Mt 6, 9 par. Lc 11, 2) contiene en el Pa- sible el perdón de los pecados (10, 43); contra
drenuestro la petición de que el nombre dei este nombre estuvo luchando Pablo (26, 9),
Padre sea santificado. El sujeto activo de la pero luego, ya como apóstol, «llevó» este
santificación es, en último término, Dios mis­ nombre (9, 15); «en» él Pablo actuaba en pú­
mo. Como òvo[xa equivale aqui —digámoslo blico sin temor (9, 27s), y a causa de él Pablo
así- al Dios vuelto bacia los hombres, y la y Bemabé «arriesgaron su vida» (15, 26; cf.
santidad es la esencia de Dios (cf. Lc 1, 49; también 9, 16; 21, 13), así como otros discí­
cf. también ->• dtyioç 4), se pide, por tanto, pulos tuvieron que sufrir también «a causa dei
que Dios baga que los bombres le reconozcan nombre» (5, 41).
como a Dios y sean moldeados por El. Seme- El aplicar a Jesús construcciones de õvopa
jante oración incluye también la petición de que eran aplicadas a Dios en el AT, es cosa
que Ias personas se abran a Dios y a su reina­ que forma parte también dei estilo de otros
do (cf. Ez 36, 23). autores dei NT. En 1 Cor 1, 2 se mencionan
En Juan se recoge de manera típica la idea personas que «invocan el nombre de Jesucris-
veterotestamentaria de que conocer el nombre to» (cf., por ejemplo, Is 64, 6 y supra Ias citas
de Dios es conocer a Dios mismo; por medio de Hechos), y, según 2 Tes 1, 12, por medio
de la persona y la obra dei Hijo, se revela el de la vida"de los destinatários es glorificado el
Padre a los bombres. Y, así, el Jesus joánico nombre de Jesucristo (cf., por ejemplo. Sal
puede afirmar que él ha revelado el nombre 86, 9.12), es decir, Jesucristo mismo que ha
dei Padre (17, 6.26) y que, por medio de la sido proclamado a ellos, en quien ellos creen
obra de él (es decir, de Jesus), el nombre dei y cuya parusía ellos esperan (vv. lOs). En
Padre es «glorificado» (18, 28). Sant 2, 7 se encuentra también terminologia
dei AT; el buen nombre, que ha sido «pronun­
4. Prescindiendo de Ias construcciones pre- ciado» sobre los cristianos (cf., por ejemplo,
posicionales que han de estudiarse infra (-* Am 9, 12 LXX y Hech 15, 17; ->^ 3), es aqui
5), la expresión «el nombre de Jesus» aparece el nombre de Jesús, de quien ellos han llega-
principalraente en el libro de Hechos y en los do a ser (en el bautismo) el pueblo de su pro-
escritos joánicos. piedad (cf. 2 Tim 2, 19; ->• ôvopáÇco 2). So­
En Hechos el uso de la fraseologia de bre Mt 7, 22 ->• 5. Una expresión que nos re-
õvofxa parece estar al servicio de la intención cuerda la manera de hablsu dei AT se encuen­
dei autor de trasmitir al lector la sensación de tra también en Rom 1, 5; 3 Jn 7; «Por amor a
que se está usando estilo bíblico. La expre­ (xmÉQ con genitivo) su (o el) nombre», Pablo
sión veterotestamentaria «invocar el nombre ha llegado a ser apóstol entre los gentiles o
de Dios» aparece aplicada aqui a Jesús (2, 21 han partido misioneros para que Jesús sea co-
[cita de Joel 3, 5]; 9, 14.21; 22, 16; cf. 19, nocido y encuentre reconocimiento (cf., por
17). Así como en el judaísmo esta expresión ejemplo. Sal 102, 16; Mal 1, H).
significaba la debida relación con Dios, ex- En el Evangelio de Juan y en la Carta pri-
presa aqui lo mismo, pero ahora en cuanto a mera de Juan encontramos una construcción
la relación con Cristo. «El nombre de Jesús» tipicamente joánica; jtia x E Ú c o e iç xò òvopa
es a menudo un concepto que equivale al de (Jn 1, 12; 2, 23; 3, 18; 1 Jn 5, 13). Será equi­
«Jesús»; a causa de la fe en el nombre de Je­ valente a m o x E Ú o j E iç con acusativo de perso­
sús / en Jesús, su õvopa curó al paralítico (3, na, y aparece 31 veces en relación con Jesús.
16; cf. también 4, 30); pero en todo ello se es- Enuncia la entrega activa dei hombre a la re-
cucha que el nombre representa al Senor pro­ velación divina en Cristo. La expresión m o-
563 ovo^ia 564

XETJío X(õ ôvójxaxi (1 Jn 3, 23) es equivalente tacaremos especialmente las relacionadas con
a la de juoteiko con dativo de persona (por el bautismo (cf. además ->■ 4).
ejemplo, en Jn 5, 46; 1 Jn 5, 3). En compara- a) Las expresiones con èv son las más fre-
ción con la frase de eI ç , esta última indica cuentes y poseen gran variedad de significa­
más bien el reconocimiento y aceptación de lo dos y aplicaciones. Este âmbito de connota-
que una persona dice. Esta misma equipara- ciones, bastante poco perfiladas, corresponde
ción entre el nombre y la persona la encontra­ a la LXX. Son relativamente comunes los sig­
mos en Jn 15, 21 (la persecución «a causa dei nificados de «por encargo de», «con referen­
nombre de Jesus) y en 1 Jn 2,12 (el perdón de cia a (la autoridad de)» y «apelando a». Y, así,
los pecados «a causa de su nombre»-, cf. 1 Jn Mc 11, 9 (par. Mt 21, 9; Lc 19, 38) y la fuen-
1, 7). En ambos pasajes la persona de Jesús te Q (Mt 23, 39 par. Lc 13, 35) citan el Sal
está vinculada con su labor como Revelador 118, 26, Según Mc 11, 9, Jesús, en su entrada
de Dios. triunfal en en Jerusalén, es aclamado como el
En algunos otros pasajes, expresiones como Mesías humilde enviado por Dios; en el para­
«el nombre de Jesús» u otras parecidas son in- lelo de Lucas, parece que la adición de «el
tercambiales con la expresión «Jesús». Se ha- Rey» describe a Jesús como Rey por encargo
bla dei odio o de Ias persecuciones «a causa divino. En el pasaje de la fuente Q, se trata de
de su nombre» (ôiá con acusativo, Mc 13, 13 la venida de Jesús con autoridad divina como
par. Mt 10, 22; 24, 9; Lc 21, 17; evexev , Mt representante de Dios en la parusía.
19, 29 y Lc 21, 12, mientras que Marcos, en Marcos y Lucas/Hechos utilizan también la
ambas ocasiones, tiene únicamente èpoê; cf. expresión «en (èv) el nombre», con ocasión
también Ap 2, 3), y de la exhortación «por» de exorcismos y curaciones: con la invoca-
(ôtá con genitivo) el nombre» de Jesús el Se- ción (expresa) de Jesús, cuyo nombre repre­
nor (1 Cor 1, 10; cf. Rom 15, 30), es decir, senta el poder de su persona, que se halla pre­
apoyada por la autoridad y con la autoridad sente por el Espíritu Santo, pueden expulsarse
dei Senor. Los enunciados de Âp 2, 13 y 3, 8 demonios (Mc 9, 38 par. Lc 9, 49; Lc 10, 17;
se dilucidan recíprocamente: se traia de la fi- Hech 16, 18) y curarse enfermos (Hech 3, 6;
delidad en la confesión de fe en el Seííor invi- 4, 7.10; cf. 9, 34). En 2 Tes 3, 6 se formulan
sible, pero real, de los destinatários (cf. 3, exhortaciones «en el nombre» de Jesucristo,
5b). es decir, por encargo suyo, y en sentido aná­
Dos textos dei NT hablan de un nombre dei logo se dice en Sant 5, 10 que los profetas
Cristo exaltado: Flp 2, 9 y Heb 1, 4 (cf. tam­ «hablaron en el nombre dei Senor». Según
bién Ap 3, 12). Según Idp 2, 9, Dios da al Sant 5,14, la unción de los enfermos debe ha-
«Exaltado» «el nombre que está sobre todo cerse «en el nombre dei Senor», es decir se­
nombre», es decir, el nombre dei Kyrios (-> guramente, invocando al Cristo sanador de
xÚQioç 7.8): el nombre representa aqui la enfermos y apelando a él (cf. v. 15b). En 1
esencia divina de Jesús. Heb 1, 4 se refiere a Cor 5, 4, «en el nombre dei Senor» podría es­
una entronización semejante: Cristo ha here- tar conectado con «he dictado ya sentencia»,
dado un nombre más excelente que los ánge- con «entregar a ese tal a Satanás» o con lo de
les, es decir, Dios le ha dado el nombre y, con «reunirse». En el caso de las dos primeras co-
ello, la naturaleza y la posición de «Hijo», nexiones, el significado seria «por encargo
de» / «ostentando la autoridad de»; en la ter-
5. Las construcciones preposicionales con cera, el sentido seria: «por invocación de».
õvopa son, en su mayor parte, ajenas al gus- La LXX atestigua el uso de «en (èv) el
to griego y deben considerarse como semitis- nombre dei Senor» con verbos que significan
mos o biblicismos indirectos o directos. Aqui acciones de culto: el hombre alza sus manos
se estudiarán únicamente las expresiones con (Sal 62, 5), alaba (Sal 104, 3), bendice (Sal
èv (sobre Hech 9, 27s ^ 4), èjií y e Íç , y des­ 128, 6) «en el nombre dei Senor». La fórmula
565 ovop,a 566

senala entonces a quién se invoca; pero el trata de hablar «en el nombre / por encargo»,
contexto da pie también para entender la ex- Lucas/Hechos emplean constantemente la
presión «en el nombre» como referencia al construcción con àní (Lc 24, 27; Hech 4,
fundamento, al presupuesto y a Ias condicio­ 17.18; 5, 28.40). Un significado parecido, pe­
nes dei culto, viéndolos concretamente como ro sin el aspecto de autoridad, lo tiene la ex­
obra y revelación de Dios en favor de su pue- presión de Mc 9, 37 (par. Mt 18, 5 / Lc 9, 48):
blo y como presencia de Dios en medio de él. hay que a acoger a un nino «en (èjtí) el nom­
Parecen tener connotaciones parecidas Ias bre» de Jesus, es decir, por consideración a él.
fórmulas de Hech 2, 38 (v.l.)i 10,48; Ef 5, 20; Un uso «cultuai» (cf., por ejemplo, Dt 21, 5
Flp 2, 10; Col 3, 17 y también la de 1 Cor 6, LXX) podría estar detrás de Hech 2, 38: el
11, aunque en este último caso «el Senor» es bautismo se administra mediante la invoca-
Cristo. ción de Jesus y en orden a él; aqui se escu-
Juan emplea «en (èv) el nombre» en la for­ charían también en el libro de Hechos los
ma que acaba de describirse, pero con los ma- matices de õvopa estudiados anteriormente
tices mencionados anteriormente 3). Así, 4).
Jn 12, 13 cita también el Sal 118, 26, pero «el c) Aparte de la fórmula dei bautismo, elç
Rey que viene por encargo dei Senor», viene TÒ õvofta aparece únicamente en Mateo (so­
como quien —en su exaltación—revela a Dios. bre Heb 6, 10 -> 3; sobre la expresión joánica
En 17, l l s se habla también dei nombre de maxen© e I ç t ò ôvopa cf. ->■ 4). La expre­
Dios en el sentido de la revelación de Dios en sión: «en el nombre de un profeta» o «de un
el Hijo, porque en ella es donde los discípulos justo» o «de un discípulo» (Mt 10, 41s) es tra-
han de ser guardados «en el nombre» dei Pa­ ducción literal de una locución semítica ates-
dre. En 5, 43 y 10, 25, así como en 20, 31, se tiguada en los rabinos, que describe la catego­
da la misma connotación de la revelación de ria o la razón determinante de una acción
Dios, aunque en 20, 31 el nombre puede en- (Heitmüller, 112; Hartman). Por tanto, hay
tenderse también como concepto intercambia- que acoger a un profeta porque es profeta, etc.
ble con el de la persona. El uso «cultuai» lo Mt 18, 20 puede entenderse de la misma ma­
encontramos en enunciados acerca de la ora- nera: dos o tres están reutüdos «en mi nom­
ción «en el nombre» de Jesus (14, 13s; 15, 16; bre», es decir, Jesús es quien determina Ias
16, 24.26). La revelación que Jesus hace de condiciones fundamentales para la reunión
Dios constituye el fundamento, el presupues­ (cf. Abot 4, 11: «Toda reunión que tiene lugar
to y la condición para la oración. Lo mismo en el nombre dei cielo...», es decir, toda reu­
podría decirse de los pasajes según los cuales nión que es de tal naturaleza, que Dios la de­
el Paráclito es enviado «en el nombre» de Je- termina fundamentalmente».
sús (14, 26; 16, 23). d) La fórmula bautismal «bautizar para
1 Pe 4, 14 (oprobios «en el nombre de Cris­ ( e iç ) el nombre» parece ser la más antigua de
to», cf. Mt 5, lls ) podría compararse con Mc Ias fórmulas empleadas (sobre Hech 10, 48
9, 41 (èv òvópaxL õxi). La expresión debe [èv]; 2, 38 [èjtí] a.b).
traducirse por «a causa de / por».
b) En la LXX, è jt l t r ô ô v ó p a t L se usa de Heitmüller pensaba que detrás de la fórmula
manera intercambiable con è v t © ô v ó p a T i y (que no está atestiguada en la LXX) se halla el
con el mismo significado, pero también espe­ lenguaje de Ias trasferencias de dinero en la épo­
cialmente en el sentido de «por encargo de / ca helenística, de tal manera que la fórmula diría
apelando a (la autoridad de)». Este significa­ -en sentido metafórico- que el neófito es trasferi-
do al «haber» de la cuenta dei Senor y, de esta
do lo encontramos en Mc 13, 6 (par. Mt 24, 5 manera, se convierte en propiedad suya. Por el
/ Lc 21, 8); 9, 39. Mateo emplea en el mismo contrario, Brandt, Bietenhard y otros han explica­
sentido el simple dativo (en 7, 22 tres veces; do la fórmula bautismal por el lenguaje rabínico
cf., por ejemplo, Jer 33, 9 LXX). Cuando se antes mencionado. El sentido seria comparable
567 õvo[ia - ôvoiiá^ü) 568

entonces al de la recepción de un sacrifício, y ha- manos (8, 16; 19, 6) el Espíritu Santo (cf.
rfa referencia así a una dedicación al Senor. De- también 4).
lling (97) opina, por su parte, que õvop.a repre­ En Mt 28, 19 encontramos la fórmula triá-
senta el acontecimiento de la salvación obrada
por Cristo; «El bautismo ‘para (en) el nombre...’ dica: «en [para] (elç) el nombre dei Padre y
inseria a una persona en el acontecimiento salví- dei Hijo y dei Espíritu Santo». Si tenemos en
fico, que está vinculado con el nombre (de Je- cuenta el lenguaje «rabínico» (->■ c), atesti-
sús)». guado también en otros pasajes de Mateo, po-
Sin embargo, detrás de la fórmula parece estar dríamos entender también 28, 19 en el sentido
la expresión hebrea y aramea Psêm, que se em- «cultuai» expuesto. El bautismo se refiere
pleaba no raras veces en un contexto cultuai fundamentalmente al Padre, al Hijo y al Espí­
(Hariman; también Mt 18, 20 [-> c] es propia-
mente «cultuai»), La expresión indicaba la cate­ ritu Santo (a la luz de pasajes como 3, 11.16;
goria, la razón, la intención, más aún, la relación 10, 20.40; 11, 27).
fundamental de un rito. Y, así, con la fórmula se L. Hariman
indicaria que el bautismo era un rito que estaba
determinado fundamentalmente por Jesús, por su
persona y por su obra (cf., por ejemplo, TosAZ 3, ò v o ^ á ^ to onomazõ nombrar, Uamar*
13; «Un samaritano circuncida en el nombre dei
monte Garizim», es decir, el rito está determina­ B ibl.: H. Bietenhard, òvopáttfl, en ThWNT V, 282.
do fundamentalmente por el culto samaritano en
el Garizim). Por tanto, la fórmula determinaria 1. En el NT ôvopáÇco aparece 9 veces (2
también el rito dei bautismo, el cual, por ejemplo, en Lucas, 1 en Hechos, 2 en Pablo, 3 en Efe-
no es el bautismo de Juan ni bano alguno de in- sios y 1 en la Caria segunda a Timoteo).
mersión, sino que está determinado fundamental­
mente por Jesús y por el acontecimiento de Jesús.
Es, además, perfectamente concebible que en el 2. El verbo ôvopáÇco tiene en buena parte
bautismo se pronunciara el nombre de Jesús. Es­ Ias inismas connotaciones que el sustantivo ->
to podria hallarse también detrás de lo que se di- õvopa. Así, el hecho de que algunos discípu­
ce en Sant 2, 7 (cf. también -> 4). los recibieran de Jesús un nombre, nos dice
algo acerca de su carácter y de su persona (Lc
Esto se aplica al bautismo de la Iglesia pri­ 6, 13s; Mc 3, 14 v.L): ellos llegan a ser aque-
mitiva en una época anterior a nuestros textos 11o que se les llama. Inversamente, según 1
más antiguos, y se basa necesariamente en su- Cor 5, 11, la vida de «alguien que se llama
posiciones. Habrá que contar con que la fór­ hermano» no corresponde a lo que el nombre
mula se reinterpretó más tarde. Pablo no la àôeA,qpóç debiera expresar. El difícil enuncia­
usa explícitamente, pero demuestra en 1 Cor do de Ef 3, 15 puede contemplarse también
1, 13.15 que la conoce. El contexto podria de­ desde esta perspectiva; todos los linajes ( ^
mostrar una concepción paulina de la fórmu­ jtaxQiá) en el cielo y en la tierra reciben su
la, según la cual el bautismo se relaciona úni­ nombre dei Padre, dei Creador (3,9; cf. 1, 21;
camente con Cristo (v. 13: ixepÉQiOTai [;], y 3, 10; Sal 147, 4), es decir, él es el origen de
lo hace en virtud de la decisiva obra salvífica la identidad de ellos.
de Cristo, que es su muerte en la cruz (cf. El nombre puede ser una representación de
también Rom 6, 3; Gál 3, 27; cf. 1 Cor 10, 2; la persona. Y, así, según Hech 19, 13, algunos
en todos los casos hay un simple elç). tratan de utilizar el nombre de Jesús con in-
En Hech 19, 5 se establece un contraste en­ tenciones exorcísticas; pero, para utilizar de
tre el bautismo en el nombre de Jesús el Senor esta manera el nombre de Jesús, hay que per-
y el bautismo de Juan. La fórmula, como tal, tenecer a Jesús. Mencionar el «nombre dei
parece que aqui no tiene más finalidad que la SenoD> (2 Tim 2,19) puede significar también
de designar el bautismo tipicamente cristiano, que uno se somete a su senorío y que por eso
el cual -en contraste con el bautismo de Juan- le invoca (cf. Is 26, 13). Ef 1, 21 podria en-
confiere juntamente con la imposición de Ias tenderse de manera parecida; pero cf. también
569 Ô V O U áto) - Ô31ÍXJO) 570

-võvojxa 2. A la luz de Rom 1, 5, vemos que ô ^ v ç , 3 oxys agudo, ligero, veloz*


probablemente en 15, 20 no sólo se dice que Dícese de la espada de agudo filo (Ez 5, 1)
la fama de Cristo se va difundiendo (cf. 1 en Ap 1, 16; 2, 12; 19, 15; de la hoz en 14,
Mac 39), sino también que Cristo es conocido 14.17.18 (bis). El significado de veloz (asi
y reconocido (como el Kyrios). también la LXX; Filón; Josefo, Ant V, 26) con
En Ef 5, 3 ôvo|iáÇo) puede entenderse co­ aoristo de infinitivo en Rom 3, 15: «ve/occí
mo la acción de «mencionar» una cosa, en para derramar sangre» (Sal 13, 3 LXX).
contraposición a la «realidad efectiva de la
misma» (en este caso: la fomicación): ésta
«no debe ni siquiera nombrarse». Ô31T|, fjÇ, lí ope abertura, agujero, caver­
na*
L. Hartman Heb 11, 38; ôrcf) rfjç yfjç, como lugar don­
de buscar refugio. En Sant 3, 11 se habla en
sentido absoluto de la abertura de la que ma­
ô v o ç , o v , ó (lí) onos asno (asna)*
na agua.
Aparece junto a Poüç (Is 1, 3) en Lc 13, 15.
3IÍUÀOÇ õvon en Jn 12, 15 es el pollino de as­
na. En Mt 21, 2.5.7 se habla de dos animales, ÕJUO'ft£V opisthen (adv.) por detrás, de­
la borrica (õvoç) y su pollino (3t{õX.oç [an- trás*
tfjç]), seguramente para acomodarse a Zac 9, El uso adverbial con el significado de por
9 LXX. ThWNT V, 283-287; X, 1203 (bibl.). detrás en Mc 5, 27 par. Mt 9, 20 / Lc 8, 44;
con el significado de detrás en Ap 4, 6; 5, 1.
Como preposición impropia con genitivo
ÔVTWÇ ontos de veras, realmente* {«detrás de alguien») õmaO-ev aparece en Mt
ÕVTCOÇ aparece como advérbio propio en 15, 23; Lc 23, 36; Ap 1, 10 v.l. ThWNT V,
Mc 11, 32; Lc 23, 47; 24, 34; Jn 8, 36; 1 Cor 289-292; DTNTIV, 182s.
14, 25; Gál 3, 21. Por el contrario, el advérbio
se usa en sentido atributivo en 1 Tim 5, 3.5.16
(«la viuda verdadera», a diferencia de la que ÒTliaCi) opisõ atrás, detrás (como advér­
todavia tiene parientes, todavia está en edad bio); después de, detrás de (como prepo­
de casarse o ha estado casada varias veces); 6, sición impropia)*
19 («la vida verdadera»)', cf. también 2 Pe 2, 1. Aparición en el NT - 2. Formas de empleo - 3. En
18 Textus Receptus. la terminologia dei seguimiento.
B ib l.: W. Bauder, ÔJtíao), en DTNT IV, 182s; Black,
A pproach, 218; Blafi-Debrunner § 215, 1 con la nota
õ ^ o ç , ObÇ, TÓ oxos vino agrio, vinagre de 2; Rademacher, G ra m m atik, 144s; H. Seesemann,
vino* ÔJiíato, õmaflEV, en ThWNT V, 289-292.
En el NT õ^oç aparece únicamente en los
evangelios, concretamente en la historia de la 1. En el NT ÔJtLao) aparece 35 veces, prin­
Pasión de Jesús: Mc 15, 36 par. Mt 27,48 / Jn cipalmente en los evangelios (6 veces en Ma-
19, 29a.b.30 hablan de una esponja empapada teo, 6 en Marcos, 7 en Lucas y 7 en Juan). Los
en õÇoç (Blinzler: «vinagre diluido en agua, demás lugares en que aparece son: Hech 5,
que era el refresco corriente para obreros 37; 20, 30; Flp 3, 13; 1 Tim 5, 15; 2 Pe 2, 10;
agrícolas y soldados»), que extendieron al Jds 7; Ap 1, 10; 12, 15; 13, 3. Los paralelos
Crucificado. Lc 23, 36 dice simplemente sinópticos son: Mc 1, 7 par. Mt 3, 11 (de
õ |o ç 3TQoaq)éQOVTeç aurip (como una bur­ aquel «más poderoso» que viene ÔJtíaoo
la). Cf. ThWNT V, 288s; X, 1203 (bibl.); J. p,ou); 1,17 par. Mt 4,19 (ÔEÕxe òn:íatt) pou);
Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg “*1969, 8, 33 par. Mt 16, 23 (nitave ÔJtíoco pon, oa-
369s. Tavã, detrás de mí!», es decir, «jquítate
571 ÔJIÍOÜ) - Õ3tX.OV 572

de mi vista!»; cf. Black); 8, 34 par. Mt 16, 24 cambio Mt 4, 22 escribe fixokoó^rioav


/ Lc 9, 23 (ôjtíaeo p,ou); 13, 16 par. Mt 24, 18 aÔTrâ. En Ias palabras sobre cargar con la
/ Lc 17, 31 (EJiiOTQEiiJáTCi) [Mc/Lc: elç rà ] cruz, Mc 8, 34 tiene eí xiç DÉkei ôitíoo) pon
ôjtíoco); Mt 10, 38 par. Lc 14, 27 (ÔJiíaco à x o k o u d e t v , mientras que Mt 16, 24 dice
[íod ). Vemos que Mateo emplea únicamente òjtíoco pou zkQzlv, y Lc 9, 23 dice oitíoto
ÔJtíao) cuando depende de fuentes. En Lucas, pon En la versión de Q de estas
los pasajes dei material peculiar 7, 38; 9, 62; palabras, Mt 10, 38 lee x a i àxoX 'U '0'E i Ô J iío to
19, 14 y 21, 8 (redaccional) no dependen ni pon, y Lc 14, 27 lee x a l EQXEtai ôrtíoco pon.
de Marcos ni de la fuente Q. Los testimonios Según Jn 12, 19, los fariseos exclaman con
que hay en Jn 1, 15.27.30 están influidos pro- desaliento: «jMirad, (todo) el mundo se va en
bablemente por la tradición sinóptica (cf. Mc pos de él (ôn:ío(D anxon à3rf)X.'& Ev)!».
1,7). La terminologia dei seguimiento se refleja
también en Lc 21, 8 (a diferencia de Marcos),
2. En el NT, Ôtcíoco se usa como advérbio y donde Jesús hace advertências contra los fal­
como preposición ímpropia (con genitivo). sos mesías que declaran que ha llegado el
Los empleos como preposición son ajenos a x a i p ó ç , y dice: pf] JtoQen^OfjxE ô j t í o c o av-
los autores profanos, pero son corrientes en la xcóv. Hech 5, 37 refiere que Judas el galileo
LXX (traducción de 'alfrê, «detrás de»). En insurreccionaba a la gente: àjtf|O X E O £V kaòv
el NT el uso como preposición (en sentido lo­ ô jtL o co anxon, es decir, hacia que multitud de
cal) se halla en la mayoría de los pasajes (= personas se rebelaran y fuesen en pos de él.
detrás de, en pos de): Mt 4, 19; 10, 38; 16, En Hech 20, 30 Pablo pone en guardia contra
23.24; Mc 1,17.20; 8, 33.34; Lc 9, 23; 14, 27; los falsos maestros que en la comunidad «ha-
19, 14; 21, 8; Jn 12, 19; Hech 5, 37; 20, 30; 1 blan cosas perversas para arrastrar a los discí­
Tim 5, 15; 2 Pe 2, 10; Jds 7; Ap 1, 10; 12, 15; pulos tras ellos ( à n o o j t ã v . . . òmoco an -
13, 3. En sentido temporal, ôníoco aparece x c õ v )» . 1 Tim 5, 15 se lamenta: «Algunos ya
como preposición impropia {después de) en: se han apartado para seguir a Satanás (òjtLOCD
Mc 1, 7 par. Mt 3, 11 / Jn 1, 15.27.30. xon o a x a v õ ) » . Cf. Ap 13, 3.
Como advérbio, ÔJtioa) responde a la pre-
G. Schneider
gunta «^dónde?» (= detrás): Flp 3, 13; Jn 6,
66; 18, 6; 20, 14; además, Mc 13, 16 par. Lc
17, 31; Lc 9, 62, o responde a la pregunta ÓJlXÍ^O^.0tl hoplizomai (en voz media) ar-
«^hacia dónde?» (hacia atrás, de retomo): Mt marse, pertrecharse*
24, 18; Lc 7, 38. La construcción eiç t à 1 Pe 4, 1 en sentido figurado: «Puesto que
ÔJtíao) se encuentra en: Mc 13, 16; Lc 9, 62; Cristo ha padecido en la carne, armaos tam­
17,31; Jn 6, 66; 18, 6; 20, 14. bién vosotros con el mismo propósito». Cf.
ThWNT V, 294.
3. El ÔJtíao) preposicional (en sentido lo­
cal) aparece en la expresión ojiloco,
que seguramente es más antigua que ÕJtXov, OD, t ó hoplon instrumento, uten-
àxokoo^Oécú (3, 4), y que corresponde a la ex­ silio, arma*
presión hebrea hãlak 'alfrê. En Mc 1, 17 par. En Jn 18, 3 dicese de los pertrechos de los
Mt 4, 19, Jesus hace un llamamiento a Simón esbirros que fueron a prender a Jesús. Por lo
y Andrés: ôeõte oiríoco pou, «iVenid en pos demás, sólo aparece en Pablo y en sentido fi­
de mí!» (cf. 4 Re 6, 19); a continuación inme- gurado: Rom 6, 13a: ÕJtÀa àôtxíag; 6, 13b:
diata Jesús anuncia a los dos hermanos que ôixaioanvqç {instrumentos...). En sentido
hará de eUos «pescadores de hombres». Mc 1, metafórico se habla de la lucha de la vida
20 recoge esa misma expresión en el relato: cristiana: Rom 13, 12 («jPongámonos Ias ar­
àjiíílc&ov ôjtíao) aÚTOõ, mientras que en mas de la luz!»); 2 Cor 6, 7 {«armas de la jus-
573 ÕJtXoV - õnov 574

ticia»); 10, 4 («Ias armas de nuestra lucha El uso como pronombre interrogativo (tan
[oxeateía]»). ThWNT V, 292-294; X, 1203s sólo en interrogativas indirectas; conocido
(bibl.). desde Homero, Od) no está documentado en
el NT (en contra de Moulton III, 116 y Zorell,
í.v. l.b; cf. en general BlaB-Debrunner § 300,
Ó n o lo ç , 3 hopoios (pronombre) de cual- 1; tan sólo hay un ejemplo en los papiros, co­
quier clase, cualquiera que sea* mo puede verse en Mayser II/3,52; en cambio
Como pronombre correlativo apeirece en aparece ->• itoú, por ejemplo, en Jn 14, 4s).
Hech 26, 29; Gál 2, 6. Como pronombre inte­
rrogativo indirecto: 1 Cor 3, 13; 1 Tes 1, 9; 2. ôjrou se usa a) en sentido propio y b) en
Sant 1, 24. sentido figurado.
a) 1) En sentido propio va acompafiado de
ÓJtÓTE hopote cuando, como indicativo y significa donde, principalmente
La partícula temporal se emplea con el ver­ después de un nombre de lugar (Bauer, v.v.
bo en indicativo y se refiere a casos concretos l.a.a) en vez de (preposición con) pronombre
dei pasado; Lc 6, 3 A R © al; Bem 12, 9. relativo (por ejemplo, Mc 6, 10; ÕJtou... eiç...
BlaB-Debrunner § 455, 1. par. Mt 10, 11 / Lc 9, 4 eiç rív...), especial­
mente después de xÓJtoç (cf. Dan 2, 38 Te-
od.): Mt 28, 6 par. Mc 16, 6; Jn 4, 20; 6, 23;
OJtOD hopou donde, adonde 10, 40;_11, 30; 19,18.20.41; Ap 12, 14 (en es­
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, í.v.; BlaB-Debrunner, § te último pasaje y en 12, 6 con èjtei pleonásti-
293, 300, 456; C. Fabricius, Z« den Ju gendschriften co (cf., por ejemplo, Rut 3, 4; de manera se-
des Jo h a nn es C hrysostom os, tesis Lund 1962, 74-79 mejante en Ap 17, 9: ÕJtou... èjt’ aútóõv, cf.
(excursus III: «noã usw. zur Bezeichnung der Rich- Bauer, s.v.). El correlativo èxeí (cf. el scho-
tung in der klassischen Sprache»); Liddell-Scott, i.v.;
Mayser, G r a m m a tik M I\,1 6 \ II/3, 52; Moulton, C ram - lion C a Dionisio de Tracia [Dionysius Thrax,
m a r m , 116; Moulton-Milligan, i.v.; Pape, W õrter- ed. A. Hilgard, Grammatici Graeci 1/3, Leip-
b u ch , i.v.; L. Rydbeck, F ach p ro sa , v e r m ein tlic h e zig 1901] 27, 16s: èmqpÉQEtai... xò ÈRel) si-
Volkssprache u n d N T (SGU 5), Uppsala 1967,119-144
gue a ÕJtou en Mt 6, 21 par. Lc 12, 34; Lc 17,
(VIII A; ’Eáv « sta tt» ãv p o s t rela tiva ), sobre todo
132-137; Zerwick, E l griego d e i N T , 217; Zorell, L exi- 37; Jn 12, 26 (Bauer, s.v.; sigue a ou en Mt
con, s.v. 18, 20; v.l. ÕJtou om NTG^®). Puede sobreen-
tenderse también por el contexto (allí o hacia
1. El advérbio relativo (in)definido de lu­ allí\ 11 y 7 ejemplos respectivamente en
gar (sinônimo de ou, que aparece como v.l. Bauer, s.v.). ÕJtou con imperfecto sirve para
en Jn 6, 62; 10, 40; Hech 20, 6 [de manera indicar una acción repetida en el pasado
distinta piensa Zerwick, 217); correlativo de (siempre que) en Mc 6, 56 (Bauer s.v. l.a.p.;
-> Jtoü, cf. Apolonio Díscolo, Adv. 172, 10; cf. Jenofonte, Ag n , 24).
conocido desde los tiempos de Herodoto) Con aoristo de subjuntivo se encuentra en
aparece 82 veces en el NT (sin Ias repeticio- Mc 14, 14b = Lc 22, 11 (oración de relativo
nes secundarias de Mc 9, 44.46), especial­ con sentido final; cf. Bauer, s.v. l.a.y) y con
mente en Juan (30 veces) y en los Evangelios èáv anadido (repetitivo de presente o de futu­
sinópticos (13 veces en Mateo, 15 en Marcos, ro; ejemplos a partir dei siglo IV a.C. en Ryd­
5 en Lucas -e n Mateo y en Marcos tan sólo en beck 132 nota 3 y 135-137; cf. también
pasajes paralelos, en los demás pasajes ou-; Bauer, s.v. l.a.ô; Mayser II/l, 76; Moulton-
cf. BlaB-Debrunner § 293 nota 4); pero es ra­ Milligan) en Mt 26, 13 par. Mc 14, 9; Mc 9,
ro en el Corpus Paulinum (tan sólo en Rom 18; 1 4 ,14a (v.l. dv om. NTG^®; de manera se-
15, 20; 1 Cor 3, 3; Col 3, 11). Falta en Ias Pas- mejante Lc 22, 10: eíç fív, v.l. oú [dv, èáv]).
torales, en la Carta primera de Pedro, en Ias A ÕJtou le sigue el correlativo exeX(cf. supra)
Cartas de Juan y en Judas). en Mc 6, 10 y en Mt 24, 28 (en este último ca-
575 03I0D - OJttOÇ 576

so el correlativo sigue a ònov èáv con pre­ NovT 15 (1973) 153-160; K. H. Schelkle;
sente de subjuntivo; se omite en Lc 17, 37). ThQ 158 (1978) 285-293; A. T. Lincoln: NTS
En el NT no se halla atestiguado un genitivo 25 (1978-1979) 204-220. En Hech 26, 19 el
partitivo con OTton (cf., por ejemplo. Pape, Pablo lucano habla de la «visión celestial», es
Wõrterbuch, j.v.). decir, de la cristofania ante Ias puertas de Da­
a) 2) ÕKon con indicativo, después de la masco, una visión a la que él no se mostro
referencia a un lugar, con el significado de «desobediente». Las dos veces que el término
adonde (õiroí falta en el NT; cf. en general aparece en el Evangelio de Lucas se refieren a
Fabricius) no aparece en el NT (en sentido fi­ apariciones de ángeles: en Lc 1, 22, al ángel
gurado en Heb 6, 20; pero cf. Bauer, Wõrter­ que se apareció a Zacarias, cuando éste se en-
buch, í.v. oú 2), a no ser con un kneX que contraba en el interior dei templo; en 24, 23, a
complete el sentido (a aquel lugar; 1 ejem- los dos ángeles que se aparecieron a las muje-
plos en Bauer s.v. l.b.a). res junto al sepulcro de Jesús. ThWNT V,
ÕJton con presente de subjuntivo y âv 373; DTNTIV, 328.
{adondequiera que; con aoristo de subjuntivo
aparece, por ejemplo, en Platón Euthyphr
llb.c) se encuentra en Ap 14,4, y con èáv (-> ÒTtXÓç, 3 optos asado, cocido*
a.l; en vez de áv; ambos v.l. en Sant 3, 4; cf. En Lc 24, 42 se habla dei «pez asado» dei
Moulton-Milligan) en Mt 8, 19 par. Lc 9, 57 que los discipulos dieron a comer al Jesús re­
(cf. o í èáv, 1 Cor 16, 6). sucitado. El hecho de que el Resucitado coma
b) En s&vAiáo jigurado, õjron indica 1) cir­ «mte los ojos de ellos» (v. 43) acentua la «na-
cunstancia (temporal) o condición {donde, en turaleza corporal» de la resurrección (cf. las
que; cf. Zorell í . v. 2.a; Liddell-Scott, í . v. n .l) objeciones en los vv. 37s).
en Col 3, 11; Heb 9, 16; 10, 18; con èxEi co­
rrelativo (->^ a.l) en Sant 3, 16, o 2) la razón
(por cuanto, ya que; cf. Bauer, s.v. 2.b; ojton òn;b>Qa, a ç , ■q opõra época de frutos, fru­
[cf. Liddell-Scott, s.v. n.2; Bauer, s.v.] no ta*
se encuentra en el NT) en 1 Cor 3, 3. La in- Ap 18, 14: q ÔJtíÓQa aou Tf)ç âjtifhjpíaç
terpretación que se da de 2 Pe 2, 11 varia xfjç 't]>ux'fjç, «la fruta que tanto ha deseado tu
{donde [es decir, en la situación en que], alma» (se está hablando a Babilônia).
Bauer, s.v. 2.a; mientras que, Moulton-Müli-
gan; ya que, BlaB-Debrunner § 456 nota 8).
ojcfoç hopos cómo, de qué manera; que, a
A. Horstmann fin de que
1. Aparición en el NT - 2. Posibilidades de uso y
gama de significados - 3. Enfasis teológicos.
ÒTITÚVOfiai optanomai aparecerse, dejar-
se ver* B ib l : Bauer, W õ rterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner §
En Hech 1, 3 dícese de Jesus resucitado: ôi’ 369, 392 nota 4 (c); Liddell-Scott, s.v.; Mayser, G ram-
ruxÉQCov TeooEQáxovxa ÔJttavópEvoç aíi- m a tik n/1, 254-257.

TOiç, «apareciêndoseles (a saber, a los após-


toles) durante cuarenta dias». ThWNT V, 344. 1. En el NT ÕTcroç se halla atestiguado 53
veces, principalmente en Mateo (17 veces) y
en Lucas/Hechos (21 veces). Frente a ello, en
0 3 iT a o ia , a ç , 'n optasia aparición, Vi­ la Uteratura epistolar, encontramos 8 testimo-
sion* nios en Pablo (además, 2 Tes 1, 12), 2 en He-
2 Cor 12,1: «Pasaré a Ias visiones y revela- breos y 2 en las Cartas Católicas (Santiago 5,
ciones (àjtoxaX.úilJEiç) dei Senor»; cf., a pro­ 16; 1 Pe 2, 9). A esto hay que anadir Mc 3, 6;
pósito, H. Saake; Bib 53 (1972) 404-410; Id.; Jn 11, 57.
577 ojicoç- ogaiia 578

2. En el griego clásico, ôitraç es una partí­ los Hebreos (2, 9 y 9, 15: la significación sal-
cula muy frecuente y de usos muy variados vífica de la muerte de Jesus) y el pasaje ecle-
(aparece especialmente desde Tucídides y Je- siológicamente importante de 1 Pe 2, 9 (el en­
nofonte, cf. Liddell-Scott, í .v.). En la Koiné cargo de proclamar el evangelio, que el pue-
aparece de vez en cuando en función adver­ blo de Dios recibe en virtud de su vocación)
bial y principalmente en contextos de subjun- tienen un sentido claramente positivo.
tivo, como se ve ya en la LXX, donde se halla A. Kretzer
atestiguada aproximadamente 500 veces. Co­
mo advérbio {cómo, de qué manerá), ÕJttnç
sirve para introducir una interrogativa indi­ õ ç a ^ a , aTOÇ, TÓ horam a lo que se ha
recta (Lc 24, 40), y como conjunción {que, a visto, aparición, visión*
fin de que), acompafiada de subjuntivo, indica
1. Aparición en el NT - 2. Relación con la aparición
la intención, la finalidad o el objetivo (Mt 2, dei Resucitado - 3. Significado en la LXX - 4. Las
8; 5, 16), reforzada a veces por ôtv (Lc 2, 35; «visiones» en el libro de Hechos.
Hech 3, 20) y utilizando p,r| como negación
(Lc 16, 26; 1 Cor 1, 29). Con sentido final, B ib l: H.-W. Bartsch, In h a lt u n d F u n ktio n d es ur-
christl. O sterglaubens: NTS 26 (1979-1980) 180-196;
ÕJttüç puede ser una partícula sinônima de Bauer, W õrterbuch, í .v.; M. Buber, E kstatísche K on-
iv a y alternar con ella, tal y como se ve fre- fessio n en , Jena 1909; K. Dahn, en DTNTIV, 325-331;
cuentemente en los papiros (Mayser), y aso- F. G. Downing, H as C hristianity a R evelation?, Lon-
ciada con âv (y subjuntivo) es característica don 1964; J. S. Hanson, D ream s a n d V isions in the
G ra eco -R o m a n W orld a n d E a rly C h ristianity, en
dei los documentos oficiales y dei estilo pro- ANRW II, 32. 2 (1980) 1395-1427; W. Michaelis,
tocolario de la época de los Ptolomeos; en el ÕQa|j,a, en ThWNT V, 372s; para más bibliografia, cf.
NT aparece únicamente en Pablo (1 Cor 1, ThWNT X, 1204s.
28s; 2 Cor 8, 14) y en Lucas (16, 24.26ss).
ÕJttüç puede recoger también un enunciado 1. En el NT õ p a p a aparece 12 veces, once
anterior de iva y desairollarlo ulteriormente, de ellas en el libro de Hechos y, además, Mt
como sucede en 2 Tes 1, llss). Sorprende, 17, 9 (redaccional por a eÍ ô o v en Mc 9, 9).
además, el uso frecuente de la partícula des- Falta en la tradición antigua dei cristianismo
pués de verbos de pedir (Mt 9, 38; Lc 10, 2) y primitivo y también en los Padres Apostóli­
decidir (Mt 12, 14; 22, 15; cf. Mc 3, 6), en cos. En la LXX ÕQapa aparece 43 veces. Y
vez dei infinitivo (cf. BlaB-Debrunner § 392 entre los 7 pasajes en que éste término se en-
nota 4c). cuentra en Isaías, 6 de ellos tienen la v.l. pf]-
pa. En Daniel el término alterna frecuente-
3. Como énfasis teológicos, los más impor­ mente con ->■ ôpaoiç. En los apocalipsis dei
tantes son Ias citas de reflexión tomadas dei Antiguo y dei Nuevo Testamento se observa
AT que aparecen principalmente en Mateo, y la misma altemancia. En las Homilías Pseu-
en Ias que el carácter de cumplimiento se ex- do-Clementinas aparece un bajo aprecio de
presa mediante un ÕJtmç final {«para que se los ó p á p a ta a los que apela Simón (= Pa­
cumpliera»; «de este modo se cumplió»), con blo), y así lo vemos expresamente en XVII,
el fin de manifestar así la voluntad de Dios, 19, 1 a propósito de la aparición de Jesus.
revelada en la Escritura, en relación con un
determinado acontecimiento; Mt 2, 23; 8, 17; 2. Para referirse a la aparición de Cristo no
13, 15. se usa nunca õ p a p a . La tradición cristiana
Mientras que los verbos de decidir combi- primitiva de 1 Cor 15, 5-7: X qlotòç...
nan siempre ÕJtcoç con una finalidad negativa Kr|qpã vxk. (cf. Lc 24, 34) no se clasifica en­
y manifiestan así la maldad de los dirigentes tre las visiones proféticas. Esto explica la au­
judios (Mc 3, 6; Mt 12, 14; 22, 15), vemos sência dei vocablo en la tradición cristiana
que los enunciados cristológicos de la Carta a primitiva. Sin embargo, en el libro de Hechos,
579 OQa(xa- ogaoiç 580

Lucas establece una relación entre el uso ex­ õ ç a a i ç , eoDÇ, ■q horasis apariencia, acción
clusivo de rncp-Ori ÓQáco 4.5) y ÕQa|xa con de ver, visión, espectáculo*
la cita de Ex 3, 3 en Hech 7, 30s, y combina
además 0)q)'frTi con ÕQajxa en Hech 16, 9; Bibl: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; W. Michaelis, õga-
ÔQafia ô ià xfjç vuxxòç IlaúXcp rôqjDT] (cf. v. oiç, en ThWNT V, 371s; más bibliografia en ->■òça-
pa, ÓQáw; cf. además ThWNT X, 1204s.
10). Abandona así el uso exclusivo de â)qp'&T]
y clasifica de hecho la aparición de Cristo en­
1. En el NT opaoiç aparece 4 veces: signi­
tre Ias visiones de que se habla en el AT.
fica visión / aparición en Hech 2, 17 (en cita
de Joel 3, 1) y en Ap 9, 17; significa aparien­
3. En Gén 15, 1 y 46, 2 èv ógáfiau se refiere
funcionalmente al acontecimiento de que la pala- cia en Ap 4, 3 (bis). En 2 Ciem 1, 6 designa la
bra llegó a Abrahán y a Jacob respectivamente. Y acción de ver como «visión ocular / vista», y
lo mismo sucede en Núm 12, 6 y en Daniel. Sin en 7, 6; 17, 5 se halla en una cita de Is 66, 24.
embargo, la misma expresión puede designar En continuidad con la apocalíptica dei AT,
también en Dt 4, 34; 26, 8; 28, 34.67 los actos po­ ÕQaoLç tiene también un puesto fijo en el
derosos dei Senor: õqapa se encuentra entonces
apocalíptica dei cristianismo primitivo.
junto a PQaxícov x u q í o u , repara y oqpeia.
Las variantes en Isaías (->• 2) muestran, por su
contenido, que las visiones son revelaciones he- 2. En la LXX ÕQaoiç aparece más de 110 ve­
chas en palabras. Esto se aplica también a los tes- ces con significados muy diversos, en ocasiones
timonios que aparecen dei término en Daniel y en como variante de ^ ôgapa (1.3). La gama de
los apocalipsis tardios. Y, así, vemos que las significados se extiende desde la hermosa «apa­
grandes visiones, en Hen (gr), se denominan una riencia» de los árboles en Gén 2, 8, pasando por
por una õçapa, y este mismo nombre se aplica a el sobrenombre dei manantial en 24, 62; 25, 11:
todas ellas (ópápara) cuando se las menciona en TÒ qjQÉag rfjç ÓQáoetnç (sentido incierto, quizás
conjunto en 83, 1. En la época cristiana, en Ap 1, una etilogía cultuai) hasta el significado de «vi­
1; 5 Esd; ApSid; Apocalipsis de Juan; Apocalipsis sión», que no comienza precisamente con Eze-
de Pablo, y otros, se pone como título àjtoxá- quiel y Daniel. En Ez 1,1 el vidente llama al con­
Xu'viJiç. tenido de su libro; e L8o v ógáoEiç fiEOü. Esta de­
signación se encuentra también en Niím 24,4.16;
Ez 8, 3; 40, 2. Pero, por su contenido, se aplica a
4. En sentido funcional aparece èv óqá(ia-
todas las visiones.
rt en Hech 9, 10.12, en la instrucción dada
por el Senor a Ananías para que vaya adonde
Podemos suponer que, partiendo de Ap 9,
Pablo. En 10, 30, la instrucción dada a Come-
17, la apocalíptica dei cristianismo primitivo
lio se introduce con la misma expresión. En
recogió õpaaiç como término técnico. El au­
18, 9 la instrucción dada por el Senor a Pablo
tor de Herm (v) emplea ôgaaiç como título
tiene lugar èv v u x rl ô t’ ÓQáp,aroç. Por el
de tres visiones y utiliza este término otras
contrario, la designación de la visión de Pedro
diez veces más. Apocalipsis más tardios, es­
en 10, 17.19 como ÕQa[ta corresponde al uso
critos bajo el nombre de Daniel, tienen como
que se hace de este término en los apocalipsis
(-> 3). Esto se acentúa en 11, 5 en el relato de titulus (Cod. Parisiensis 947); èoxártj õga-
Oiç roü Aavif|X (K. von Tischendorf, Apo-
Pedro: x a i elôov èv èxoráoet ÕQa|xa.
Aunque este uso está determinado constan­ calypses Apocryphae [Leipzig 1866], Hildes-
temente por la LXX, sin embargo Hech 12, 9 heim 1966, XXX). Asimismo, en el Apocalip­
se aparta de él. En este pasaje se dice acerca sis de Pablo se habla de la rg ín j õgaoiç de
dei ángel liberador: (II éxqoç) èôóxei ôè ôga- un ángel (von Tischendorf 35). Pero, con el
fta pXéjtetv. En ninguna otra parte dei NT se tiempo, esta designación va cediendo ante el
halla atesüguado el uso de ÕQap,a como con- término ÒJtoxáXutjJiç, que acaba por impo-
cepto opuesto al de realidad. nerse (-> õ g a p a 3).

H.-W. Bartsch H.-W. Bartsch

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581 OQttTOÇ — OQaCO 582

óçaT Ó ç, 3 horatos visible así como el futuro õi|iop,at (y õil)T)a'&£ en Lc


-V ÓQáo) 1.6. 13, 28 v.l.) están formados a base dei tema
OJt-, y el aoristo eLôov lo está de la raiz lô-
(cf. oiSa). El verbo puede ser transitivo (te-
ÓQáo) horaõ ver
niendo como objeto un acusativo o una ora-
otÓQaxoç, 2 aoratos invisible*
ción completiva de 6xi) o intransitivo (sin ob­
ópaTÓg, 3 horatos visible
jeto o con una preposición [elç, Jtpóç] o con
1. Aparición y significado fundamental - 2. Campo un acusativo de relación.
referencial - 3. Ver y creer - 4. Ver profético/apocalíp- El significado fundamental dei verbo ópáco
tico (visionário) - 5. Apariciones dei Resucitado - 6.
Ver (o no ver) a Dios. es ver (con los ojos). Las formas activas remi-
ten a la actividad implícita en el acto de ver;
Bibl.: H.-W. Bartsch, Inhalt und Funktion des ur- las formas medias dei futuro, al elemento sub­
christl. Osterglaubens: NTS 26 (1979-1980) 180-196;
jetivo. En sentido figurado, opáta significa
H. F. Fuhs, Sehen und Schauen. Die Wurzel bzh im Al-
ten Orient und im AT (FzB 32), Wiirzburg 1978; H. percibir, conocer, experimentar, visitar, tener
Gese, Die Frage des Weltbildes, en Id., Zur bibl. Theo- en cuenta. Como en la LXX, en la que el ver­
logie (BEvTh 78), München 1977, 202-222; F. Hahn, bo es equivalente de los verbos hebreos r ’h y
Sehen und Glauben im Joh, en FS Cullmann 1972,
125-141; P. Hoffmann, Auferstehung II/l, en TRE IV, de hxh\ cf. Michaelis, 324ss), en el NT opaco
478-513; J. Kremer, Die Osterevangelien - Geschich- es sinônimo Ifecuentemente de ->■ pXéjtco,
ten um Geschichte, Stuttgart 1977; F. Lentzen-Deis, ■0-ecopécü, ^ •fteciopai.
Die Taufe Jesu nach den Synopt. (FTS 4), Frankfurt a.
M. 1970; J. Lindblom, Gesichte und Offenbarungen, En la interpretación hay que tener en cuenta
Lund 1968, 85-89; W. Marxsen, La resurrecciân de Je- que eran ajenas a la mentalidad antigua la con-
sús de Nazaret, Barcelona 1974; W. Michaelis, ÓQáto
xtX.., en ThWNT V, 315-371; F. MuBner, Die joh Seh-
cepción dei ver según el modelo de una percep-
weise und die Frage nach dem historischen Jesus (QD ción fotográfica (exclusión dei marco de la acti­
28), Freiburg i. Br. 1965; A. Pelletier, Les apparitions vidad mental), la limitación positivista de la rea-
du Ressuscité en termes de la Septante: Bib 51 (1970) lidad a lo que puede observarse de hecho y las ca­
76-79; R. Pesch, Zur Entstehung des Glaubens an die tegorias de la psicologia actual (lo subjetivo y lo
Auferstehung Jesu: ThQ 153 (1973) 201-228, 270- objetivo) (cf. Gese, 208ss).
283; H. Schlier, Über die Auferstehung Jesu Christi,
Einsiedeln 1968; D. Vetter, bzh, en DTMAT I, 744- 2. En el NT el sujeto de ópáco es siempre
750; Id., r ’h, en DTMAT II. 871-883; A. Võgtle-R.
Pesch, Wie kam es zum Osterglauben?, Düsseldorf una persona (o Jtveõfia [Mc 9, 20] o ôpóxcov
1975; H. Wenz, Sehen und Glauben bei Joh: ThZ 17 [Ap 12, 13] concebidos como personas). En el
(1961) 17-25; U. Wilckens, Der Ursprung der Über- NT ópáco no se usa nunca con referencia a
lieferung der Erscheinungen des Auferstandenen, encualidades estéticas, y tan sólo aisladamente
W. loest-W. Pannenberg (eds.), Dogma und Denk- se usa en conexión con objetos de la vida co­
strukturen, Gõttingen 1963, 56-95; para más biblio­
grafia, cf. ThWNT X, 1204s. tidiana (por ejemplo, la moneda para pagar el
tributo, Mc 12, 15; la barca, Lc 5, 2; en estas
1. En el NT el verbo ógáo) aparece 449 ve- ocasiones se usa más frecuentemente -»• pXé-
ces (incluídas Ias formas verbales construídas Jtco). En la mayoría de los casos ópáco se re-
a base de otros temas [especialmente elôov, fiere a personas, por ejemplo, Jesús, los discí­
unas 350 veces], pero excluyendo Tôe, lôoú); pulos, los enfermos, los fariseos o la multitud.
los otros verbos que expresan la idea de ver El que ve, es capaz de percibir a personas
son menos ffecuentes. El adjetivo verbal òça- concretas en su individualidad (cf. «ver el
TÓç aparece únicamente en Col 1, 16, y àó- rostro», Hech 20, 25; Col 2, 1) y frecuente­
paxoç aparece 6 veces 6). Del tema óp- mente en su modo individual de ser o de com-
(por su significado durativo, «estar viendo») portarse (por ejemplo, Mt 11, 8; Mc 1, 16).
se hallan atestiguados únicamente el presente, Frecuentísimamente ópáco se refiere a actos
el imperfecto y el perfecto. El aoristo de la extraordinários (->• 3). Los sucesos naturales,
voz pasiva mqjdriv (y el futuro ôqp'9'r|OOfiai) por ejemplo, una nube en Lc 12, 52, suelen
583 oeao> 584

ser objeto de OQáco, cuando tiehen significa­ es consecuencia de la fe [11, 40];; cf. Hahn
do de símbolo para los hombres, pôf ejemplo, Í36s). En Juan, ópáco significa varias veces
una estrella (Mt 2, 2.10), un terremoto (27, una acción de ver que no capta la dimensión
54). Además dei ver de Ias personas, opát» plena de lo contemplado y que, por este moti­
puede referirse también al ver a Seres sobre- vo, no Gonduce a la fe (cf. 6, 36; 12, 40; 15,
naturales (-> 4), a Cristo rêsucitado (-+ 5) o 24); junto a esto, opóto significa a menudo
incluso de Dios (->■ 6). una acción asociada con la fe, que consiste en
El uso principalfflente antropocéntrico tiene ver la doxa de Jesus en sus «sefiales» (1 Jn 1*
lugar también, cuando el significado funda­ 3-4: cf. Jn 1, 14). Semejante Capacidad para
mental de ver se ha desvanecido casi por com­ ver creyendo fue prometida a los discípulos,
pleto (como en nuestra lengua) y ÓQám tiene según 1, 39.50s, y fue concedida incluso a To­
sentido figurado. Y, así, ópáeo significa a me- más, según 20, 27ss (cf. Wenz, 19s; Kremer,
nudo conocer (por ejemplo, «la fe de ellos», 192s); hace incluso que en Jesus se vea al Pa­
Mt 9, 2; «que él [Jesus] había sido condena­ dre (14, 7.9; -*• 6). Mediante esta «manera
do», 27, 3; «que ellos no andan conforme a la joánica de ver» (MuBner, 18-24), los discípu­
verdad dei evangelio», Gál 2, 14). En Hech los y el Bautista (1, 34) están cualificados pa­
15, 6 ÔQáco significa examinar / considerar ra dar testimonio en favor de Jestís y de su
(cf. Lc 2, 15). Varias veces ÔQÓU) equivale a obra (3, 11; 19, 35; 1 Jn 1, 2), exactamente
hallar (por ejemplo, Mt 2,11), encontrar (por igual que Jesus puede dar testimonio de Dios
ejemplo, Mt 11, 8s par.; Rom 1, 11; también (Jn 3, 32; cf. 6, 46). A causa dei testimonio
Jn 12, 21) o visitar (1 Cor 16, 7; Heb 13, 23). dado por los discípulos, las generaciones pos­
Por influencia dei AT, ópáü) significa a menu- teriores serán capaces de creer sin ver (20, 29;
do experimentar (por ejemplo, ver la corrup- cf. 1 Pe 1, 8).
ción», Hech 2, 27.31; cf. Heb 11, 5), ver el
reino de Dios» (Jn 3, 3). En imperativo, opaco 4. En muchas ocasiones en que aparece
tiene a menudo sentido intransitivo: «/tened opám en el NT, el verbo ha de interpretarse a
cuidado!» (Mt 16, 6), «jved vosotros!» (27, la luz de los textos proféticos o apocalípticos
24; cf. 27, 4; Hech 18, 15), y seguido por p,T| y dei AT y dei judaísmo (cf. Michaelis, 328ss;
subjuntivo: «jguárdate...!» (por ejemplo, Mc Vetter I, 750; II, 882s; Fiihs [bibl.]); así suce­
1, 44). Aqui hay que incluir también el enun­ de, por ejemplo, con la «visión interpretativa»
ciado elíptico õ p a pr) (jtornaxiç): «\Guárdate (Lentzen-Deis) con ocasión dei bautismo (Mc
(de hacer eso)!» (Ap 19, 10; 22, 9). 1, 10) y con la aparición (mqjOr)) y la visión
durante la Trasfiguración (Mc 9, 4-9); y así
3. En los evangelios, ópáco (juntamente sucede también con el enunciado apocalíptico
con PÀéjTco y otros verbos por el estilo) se de ver al Hijo dei hombre (Mc 13, 26; 14, 62).
refiere a menudo a los actos de Jesus, que Ias Los distintos escritores no siempre emplean
generaciones anteriores no pudieron ver (es de la misma manera este sentido de ópáco.
decir, experimentar; Lc 10, 24 par.). Las dife­ Lucas, por ejemplo, cuando emplea óçáo) o
rentes reacciones (por ejemplo, la constema- siôov, se atiene muy estrictamente al lengua-
ción, Mt 9, 8; la alabanza de Dios, Mc 2, 12 je de la LXX (cf. Hech 7, 2.30.35.44), escribe
par.; Lc 18,43; 19, 37; el rechazo, Mt 21,15) varias veces sobre apariciones de ángeles (Lc
se basan en las distintas maneras de ver, se- 1, 11; 22, 43; Hech 11, 13), a las que alguna
gún se haga por pura curiosidad (Lc 23, 8), vez que otra califica de Ô Jttaoía (Lc 1, 22;
por una incredulidad que exige senales (Mt 24, 23), y con relativa frecuencia (cf. Hech 2,
12, 38; Mc 15, 32; Jn 4,48; 6, 30; 20, 25) o en 17 [Joel 3, 3]) escribe sobre visiones (Hech 7,
relación íntima con la fe, como se indica en el 55; 10, 3.17; 11, 5.6; 16, 9). Narra también, a
Evangelio de Juan (con una actimd que con- este propósito, la aparición de Cristo ante las
duce a la fe [9, 37; 20, 8.29; cf. 11, 45], o que puertas de Damasco (9,17; 2 2 ,14s; 26, 16) y
585 OQaCB 586

en el interior dei templo (22, 18), apariciones 5. Las apariciones dei Resucitado, en los
que él diferencia de Ias apariciones dei Resu- textos más antiguos, se designan exclusiva­
citado antes de su ascensión a los cielos (13, mente con formas dei verbo OQácü. En 1 Cor
31; cf. 1, 3, -♦ 5). Las experiencias visioná­ 15, 5-8 y Lc 24, 34 (cf. Hech 13, 31), rncp^T),
rias, precisadas a veces concretamente «en según el lenguaje de la LXX, debe traducirse
una Vision» (10, 17; 10, 3), «en una visión du­ como aoristo de la voz media en el sentido de
rante la noche» (16, 9), «en éxtasis» (11, 5; él se apareció / se dejô ver. (La interpretación
22, 18), no son en absoluto para Lucas proce- como pasivo teológico «Dios hizo que él fue-
sos puramente internos y mentales (compárese ra visible», falia por el hecho de que Cristo es
Lc 24,22 con 24,6; Hech 26,16 con 2 6 ,13s); el sujeto.) Sólo aisladamente se halla
su descripción tiene afinidad con los relatos en contextos generales, por ejemplo, en Hech
helenístieos de epifanía (Lindblom, 75-77). 7, 26; en la LXX, es término técnico en las
Según el Evangelio de Juan, Abrahán e Isa- teofanías y las angelofanías (Pelletier, 76s;
ías vieron ya el día o la doxa de Cristo (8, 57; Bartsch, 184ss; cf. también Hech 7, 2.30.35),
12, 41), y el Bautista, con ocasión dei bautis- y así sucede también frecuenteraente en el NT
mo, vio quién era Jesús (1, 33-34). A los dis­ (por ejemplo, Lc 1, 22; 22, 43; Mc 9, 4 par.).
cípulos se les promete que habrán de ver la Con arreglo a este uso, no debe negarse a mcp-
gloria dei Hijo dei hombre (1, 51; cf. 1, •0T] todo elemento visual, como si fuera sim-
39.50): siguiendo a Gén 28, 12, las sentencias plemente un término formal para designar una
de la Iglesia primitiva acerca de la visión dei revelación (Michaelis 357-360; en contra,
Hijo dei hombre (Mc 14, 62) son referidas Võgtle[-Pesch], 42ss y Hoffmann, 492s). Esta
aqui a la visión (interpretativa), sustentada expresión no se encuentra aqui como simple
por la fe, de la gloria de Cristo en la vida de fórmula de legitimación (para fundamentar la
Jesús (-+ 3). El lenguaje apocalíptico se refle- autoridad de Cefas y de otros) sin referencia a
ja en el discurso de despedida en forma de es- una aparición (Wilckens, 75; Marxsen, 129ss;
catología de presente: «y xm poco más tarde Busse, lOlss; Pesch, 213ss; en contra espe­
me volveréis a ver» (Jn 16, 16-19; cf. R. Bult- cialmente Võgtle[-Pesch] 44ss); porque mqp-
mann, Das Evangelium des Johannes [KEK], ■ôt) no se usa con este fín ni en los profetas ni
447s). El juego de palabras «pero yo os veré en ninguna otra parte dei NT, y claramente no
(visitará) de nuevo» (16,22) indica que ÓQáca se usa así en 1 Cor 15, 6 («más de 500 her-
significa aqui la nueva comunión de vida con manos») ni en 1 Tim 3, 16 («a los ángeles»);
Cristo (cf. 17, 3). al final de la serie «muerto... sepultado... re­
En el Apocalipsis, elôov se refiere varias sucitado...», mqxOr] no puede entenderse sino
veces (por ejemplo, en 1, 9-20) a experiencias como un enunciado acerca de un aconteci-
visionárias dei vidente que se encuentra en miento y como confirmación de la afirmación
éxtasis (1, 10; 4, 2). La índole de muchas «vi- «resucitado»; oxp^T) presupone aqui una mo­
siones» que no tienen más conexión que sus rada celestial y un «poder de acción» dei Cru­
ideas, y la dependencia literaria en que estas cificado, que hacen posibles las apariciones
visiones se hallan de modelos dei AT o de mo­ (Võgtle[-Pesch], 58). La elección de este térr
delos judios (cf., a propósito, H. Kraft, Die mino técnico puede indicar que el poder ca­
Offenbarung des Johannes [HNT], 38), nos racterístico de Yahvé y de los ángeles para
obliga a suponer que elôov se entiende aqui, aparecerse visiblemente, se atribuyó al Resu­
como en otros apocalipsis, en un sentido más citado (Bartsch, 196 ve incluso en ello el fun­
bien de fórmula. El autor consideraba como damento para la trasferencia dei título de
«inspirado» lo que él había recibido o lo que xÚQioç a Jesús). En todo caso, mqi'0'T] en 1
él mismo había profetizado, y le conferia au- Cor 15, 5-8; Lc 24, 34 afirma que el Crucifi­
toridad mediante el empleo de esta fórmula cado se dio a conocer personalmente a Vcirias
(Lindblom, 237). personas conocidas por su nombre (es decir.
587 ogao) - OQyi\ 588

no fue un simple «vivência» [Marxsen, 141], 6. En Col 1,15; 1 Tim 1,17; Heb 11,27, se
sino un «encuentro» [Schlier, 38]). caracteriza a Dios mismo (según costumbre
En 1 Cor 15, 8 Pablo se incluye a sí mismo dei judaísmo helenístico) llamándole àóga-
entre los testigos pascuales dei Resucitado (a Toç, el Invisible, entre otras, para distanciarse
diferencia de Hech 9, 17; 26, 16 en compara- de la concepción pagana acerca de la presen­
ción con 13, 31). Pablo utiliza la expresión cia visible de los dioses en Ias imágenes dei
ECÓQaxa, he visto, en 1 Cor 9, 1, en forma culto. En Col 1, 16 xà àÓQaxa, Ias cosas in-
análoga a como lo hace Is 6, 1.5 ( e Í ô o v t ò v visibles, se refieren a los poderes enumerados
xiJQiov), para acentuar su propia autoridad en ese pasaje, por contraste con xà ó ç a tá .
singularísima (cf. Võgtle[-Pesch], 65s), y pa­ Ias cosas visibles (el mundo perceptible). En
ra expresar al mismo tiempo que él «vio» per- Rom 1, 20, xà ã ó g a ra a vro v , lo invisible
soncdmente a Cristo que se le había aparecido (de Dios), significa lo que «se percibe» ( ^
(1 Cor 15, 8) o que se le había «revelado» xa'&OQá(o) de Dios por medio de la razón al
(Gál 1 , 12.15s). Esto, por el modo de existên­ contemplar Ias obras de la creación, la Omni-
cia dei Cristo contemplado (cf. 1 Cor 15, 44), potencia y la Majestad de Dios, ocultas a los
no fue un ver como el que se tiene en la vida sentidos humanos y que son negadas a menu-
cotidiana, sino que fue una percepción que do (H. Schlier, Der Rômerbrief [HThK], sub
conduce al conocimiento (cf. Flp 3, 10); se- loco\ cf. U. Wilckens, La Carta a los romanos
gún 2 Cor 4, 6 y 1 Cor 12, 3, esto no era posi- I, Salamanca ^1997, 135-140).
ble sin el -> jtVEÜpa. Como Pablo, en 1 Cor 9, 1 Jn 4, 20 y 1 Tim 6,16 expresan la convic-
1, no cuenta con que los corintios hayan teni- ción, acentuada en el judaísmo helenístico, de
do la misma experiencia, este «ver» hay que que nadie es capaz de ver a Dios. Jn 1, 18; 5,
distinguirlo de todo «llegar a la fe» (Marxsen, 37 y 6, 46 mencionan esto para realzar lo sin-
139 y 141ss). Pablo, en 2 Cor 12, 1, no lo in­ gularísimo de Jesus, que ha visto al Padre: «El
cluye entre Ias vivências extáticas. que me ve a mí, ve al Padre» (écuQaxtüç y ecó-
En Mc 16, 7 par. se anuncia a los discípulos gaxev tienen aqui sentido de presente) (Jn
que en un futuro inmediato van ã «ver» al Re­ 14, 9; cf. 12, 45). A partir de ahí hay que en­
sucitado (õtpea'&e, veréis). Esto no se refiere tender también el pasaje de 3 Jn 11: «El que
a la parusía (como recientemente ha vuelto a hace lo maio, no ha visto a Dios», es decir, no
suponer Bartsch, 191 nota 15). En Ias descrip- ha llegado a conocerlo en Cristo (cf. 1 Jn 3, 6).
ciones intuitivas de Jn 20, 18.20.25.27.29, se Hay que distinguir de esto Ias pocas prome-
expresa también claramente que, para ver al sas de la visión escatológica de Dios: Mt 5, 8
Resucitado, hace falta que él llame (20, 16), como cumplimiento dei anhelo (buscado en el
que se revele a sí mismo (20, 20) y hace falta templo) de contemplar (es decir, de experi­
la fe (20, 17) (cf. Kramer, 171s, 186s y 192s). mentar) el rostro de Dios, en favor de aque-
En los escritos de Lucas, Ias apariciones llos que son «de corazón puro» (es decir, que
que tuvieron lugar antes de la Ascensión, se no tienen la simple pureza cultuai); 1 Jn 3 ,2 y
describen en forma materializadora (falta casi Ap 22, 4 como cumplimiento de la esperanza
por completo el verbo opaco). En consonân­ de ver la revelación de Dios y de contemplar
cia con la representación -que con el tiempo a Dios 0 a su doxa (cf. Is 40, 5; 62, 2s; 66, 18;
se fue haciendo cada vez más materializado­ Sal 84, 8 y passim).
ra - de los evangelios de Pascua se halla la J. Kremer
elección de los vocablos 'ÔEciop.ai, Mc 16,11;
■&eü)Qé(D, Lc 24, 37.39; Jn 20, 14; qpavEQÓO),
òeyií» ííç . n orge ira*
Jn 21,1.14; Mc 16,12.14; Bem 15,9; cpaívo),
Mc 16, 9; Justino, Apol I, 67, 7; Dial 138, 1; 1. Aparición y significado dei término - 2. La ira
dei hombre - 3. La «ira» en Ias palabras y en Ias ac-
èpcpavfí yEvéo^&ai, Hech 10, 40; ÒJiTávopai, cíones de Jesús - 4. La ira de Dios en los teólogos dei
Hech 1, 3. NT.
589 OQ7T] 590

Bibl.: G. Bornkamm, La revelación de la ira de obra salvífica de Dios (cf. 12, 17). Estos
Dios (Rom 1-3], en G. Bomkamm, Estúdios sobre el enunciados teológicos fundamentales se en­
NT, Salaiwanca 1983, 9-36; Bultmann, Teologia, 345s;
H. Conzelmann, Zom Gottes, en RGG VI, 1931s; H.- cuentran también en los jucios éticos emitidos
J. Eckstein, «Denn Gottes Zom wird vom Himmel her en Ias cartas deuteropaulinas. Mientras que
offenbar werden». Exegetische Erwãgungen zu Rom 1, Pablo hablaba aún de la renuncia a la vengan-
18: ZNW 78 (1987) 74-89; A. T. Hanson, The Wrath of za, una renuncia que deja espacio para la ira
the Lamb, London 1957; G. Herold, Zom und Gerech-
tigkeit Gottes bei Paulus. Eine Untersuchung zu Rom de Dios (Rom 12,19), vemos que ahora se ha-
I, 16-18 (EHS 23/14), Bem-Frankfurt a. M. 1973; G. bla de la ira como de un yerro de la conducta
H, C. MacGregor, The Concept o f the Wrath ofG od in humana, y en la mayoría de los casos como de
the NT: NTS 7 (1960-1961) 101-109; H. Ringgren, Ei- un pecado de la lengua (Col 3, 8; Ef 4, 31). El
nige Schilderungen des gõttlichen Zoms, en Tradition
und Situation. ES A. Weiser, Gõttingen 1963, 107-113; hombre debe guardarse especialmente de este
G. Schrenk, Unser Glaube an den Zom Gottes nach pecado; no debe provocar a otros para que lo
dem Rõmerbrief, Basel 1944; G. Stahlin, ôgyr| tixk. cometan (Ef 6, 4; pf) jiaQOQYÍÇexe). Tan sólo
(E), en ThWNT V, 419-448; R Stuhlmacher, Gerech- así el hombre será puro para el culto divino (1
tigkeit Gottes bei Paulus (FRLANT 87), Gõttingen
^1966; R. V. G. Tasker, The Biblical Doctrine o f the Tim 2, 8; cf. Tit 1, 7). Aqui y en escritos más
Wrath ofGod, London 1951; U. Wilckens, La Carta a tardios (por ejemplo, en IgnFil 1, 2; 8, 1) no
los Romanos I, Salamanca ^1997, 161; para más bi­ pueden excluirse influencias estoicas. Sin em­
bliografia, cf. ThWNT X, 1205. bargo, en el NT la advertência contra la ira
dei hombre está integrada en un enunciado re­
1. El término Ôqyií significa originalmente ligioso fundamental; «La ira no contribuye a
«índole impulsiva», pero ya en la época clási- la justicia, que es lo que interesa ante Dios»
ca adquiere una relación con la tragédia (el (Stahlin, 422).
«exceso demoníaco dei querer») y con la doc-
trina acerca de los dioses («la ira justa de la 3. También en los textos sobre Ias palabras
deidad»), En la LXX ôeytí aparece no raras y Ias acciones de Jesús aparece la ÔQYq (Mc
veces como término sinônimo de ->• Oufxóç. 3, 5). Jesús muestra ira hacia Satanás (Mt 4,
Este lenguaje es también típico dei NT, pero 10; 16,23) y hacia los demonios (Mc 1,25; 9,
prefiriéndose el término Ô0yr| para designar 25; Lc 4, 41), y se se siente encolerizado ante
la ira de Dios, seguramente porque este térmi­ Ias personas diabólicas (Jn 8, 44; cf. Mt 23,
no recuerda menos la emoción y el exceso. En 33). Su ira se dirige contra toda forma de in-
el NT, ÒQYq aparece en 36 lugares, de los cua- credulidad (Jn 11, 33) y de incomprensión
les 12 se encuentran en la sola Carta a los Ro­ (11, 38). Su plena ira (que le causa profunda
manos. El Apocalipsis tiene 6 testimonios; tristeza) va dirigida contra los fariseos (Mc 3,
luego siguen la Carta primera a los Tesaloni- 5), porque él no es capciz de vencer la obsti-
censes y la Carta a los Efesios, con 3 testimo­ nación de tales personas. En Ias parábolas de
nios cada una. La irritación encolerizada, que Jesús, esa ira se menciona expresamente algu-
va más allá de la Ôqy'>Í) y que se plasma en en- nas veces (Lc 14, 21; Mt 18, 34). En esos pa-
cono, se denomina itaQOQYiop.óç en Ef 4, 26 sajes, la ira de Jesús se aproxima cada vez
(y solamente en este pasaje), ÔQyíÇopai. más a la ira dei Juez escatológico; El juzga a
Ias ciudades impías (Mt 11, 20-24), a los tra­
2. En el NT, ÔQyn significa primeramente ficantes dei templo (21, 12-13), los arroja al
la ira como afecto humano. En esta acepción valle dei fuego (11,23; cf. 13,42; 25,41 y 22,
el vocablo se halla junto a JtiRQÍa y •&t)[ióç. 7). En el Apocalipsis se proclama que Jesu-
El pasaje clave para conocer la valoración que cristo camina sobre la sangre de sus enemigos
el NT hace de este afecto es Sant 1, 20; en la y pisa el gran lagar dei vino de la ira de Dios
ira el hombre no hace lo que es recto ante (19, 15 ->• ■Oupóç). La ira dei Cordero (6, 16)
Dios (cf. 1, 19). Según Ap 11, 18, la ira de los es la ira que siente el Senor exaltado hacia los
gentiles se parece a la ira dei dragón ante la enemigos de Dios.
591 oQYn 592

4. En el NT, ÔQyri expresa casi siempre el el carácter futuro dei la ira escatológica y la
juicio de Dios (Rom 3, 5s), haciéndolo en expectación de un juicio de Dios «según las
parte según fórmulas tradicionales (en Rom 2, obras» (2, 5ss); pero, por otro lado, él puede
8 juntamente con •ônp.óç) y en imágenes anti- hablar de una revelación presente de la ira,
guas (2, 5: «el día de la ira»). Por medio de que contrasta con la revelación de la ôixaio-
Jesucristo, así dice la proclamación, los cris- crúvT]. Al margen de la fe en el evangelio no
tianos están a salvo dei «juicio de la ira de hay más que ÔQYq (cf. 3 ,9ss.23). La doble re­
Dios» (1 Tes 1, 9s; Rom 5, 9). Juan el Bautis- velación de la ira y de la justicia de Dios (4,
ta predicaba ya la ->■ [XExávoia (3) para ser 15; 13, 4s; 1 Tes 2, 16) no acontece con igual
salvos de la ira (Mt 3, 7 par. Lc 3, 7s). En Ias valor y simultáneamente, sino que «.no se pro­
palabras de Jesús, la ÔQyií aparece en el men- clama la ira y la justicia, sino la justicia como
saje acerca de la destrucción de la ciudad san­ salvación ante la ira, que está dejándose ya
ta (Lc 21, 23). Las numerosas veces con que sentir» (Conzelmann, 1932). Por tanto, la
este término aparece en el Apocalipsis amplí- cuestión decisiva para Pablo no es la de pre­
an aún más esta idea, cumdo hablan de la ira parar y conducir a las personas a la fe («la
venidera de Dios (11, 18; 19, 15), de la copa predicación de la ira al servicio de la predica-
dei «vino de la ira» de Dios (14, 8-10; 16,19), ción de la fe»), sino la cuestión acerca dei
dei gran día de la ira (6, 17) y de un día de la plan salvífico de Dios para el mundo: la fun-
ira dei Cordero (6, 16; para detalles 'On- díunentación teológica (en el sentido literal) y
[xóç). En las imágenes dei fiiego (-»^ jtõQ), de su presupuesto cristológico preceden también
las aguas dei caos (Mt 24, 38s, ->■xaraxlcuo- a cualquier antropologia en la doctrina pauli-
(tóç) y de la copa de veneno ( ^ PaoavíÇro), na acerca de la ira de Dios. Como en su con-
y además en las imágenes de las tazas de la cepción acerca de la justicia de Dios (-* ôi-
ira, dei lagar de la ira y de la «acumulación» xaiooúvT] 4), así también en su concepción
de la ira (Rom 2, 5), se habla de la ira escato- de la ira de Dios la cruz de Jesús y la salva­
lógica de Dios (Rom 2, 5). La teologia joáni- ción efectuada por el Resucitado siguen sien-
ca acentúa adicionalmente la presencia aqui y do la clave para comprenderlo todo. Por eso,
ahora de esa ira escatológica, aunque lo hace en Rom 1,18 hay que sobreentender èv avxip
una sola vez (Jn 3, 36): la misión salvífica de a base de lo que se dice en 1,17. En el mismo
Jesús se convertirá en juicio para quien no evangelio, las mismas personas encuentran la
crea en Jesús; el incrédulo se encuentra ya en ira y la salvación. No es que la ira afecte úni­
la esfera de la muerte. En el Evangelio de camente a los pecadores, y la salvación, a los
Juan, todo ello se encamina a la exhortación justos; sino que todos son pecadores (3, 23), y
dirigida a cada persona para que acepte el tes- a todos ellos se les aplica la eliminación de la
timonio dei Hijo (3, 31-36). ira en la cruz de Jesús (3, 24). Según la Carta
a los Romanos, el evangelio proclama que la
Según Pablo, la ira de Dios se impondrá en ira de Dios es cosa distinta y más importante
el juicio final (Rom 2, 5.8; 3, 5; 5,9; 9 ,22a.b; que la simple predicación de una amenaza
1 Tes 1, 10; 5, 9); también la escuela de Pablo apocalíptica. Al confrontar a los hombres con
retuvo esta idea (Col 3, 6; Ef 5, 6; cf. 2, 3). la ira actual de Dios, los anima diciéndoles:
Ahora bien, en Romanos Pablo habla expresa- vosotros sois salvos (3, 21-26) por el bautis-
mente de la actividad presente de Dios, de la mo y la confesión de fe (Flp 3, 9s). Por eso,
función salvadora y, al mismo tiempo, juzga- según Pablo, la ira de Dios no es un atributo
dora dei evangelio (1, 17s), que sitúa definiti­ divino, sino el juicio de Dios sobre el pecado,
vamente a judios y gentiles, es decir, a la hu- el juicio que el hombre conoce ahora por me­
manidad entera, ante la decisión. En su teolo­ dio de Jesucristo, cuando en el kerygma se en­
gia acerca de la ôqytí de Dios, Pablo adopta cuentra con el Crucificado; el hombre es sal­
una doble posición; por un lado, él mantiene vado ahora de esa ira por medio de la fe (Rom
593 ÒQVn - ÔQ'0’OJIOÔé(B 594

5, 9; cf. 10, 4). Heb 3, 11 y 4, 3 citan el Sal ã ç , ^ orgyia braza*


94, 11 LXX («tal como juré en mi ira; no en- Medida de longitud (aproximadamente 1,
trarán en mi descanso»). 85m). Como término técnico dei lenguaje
W. Pesch náutico, la braza es una medida para determi­
nar la profundidad de Ias aguas (Diodoro Sí-
culo III, 40, 3): Hech 27, 28a.b.
ÒQYÍ^O|U,ai orgizomai encolerizarse*
B ib l: -> ÔQYTi. ÒQEYO^ai oregomai (en voz media) tratar
de alcanzar, tender hacia, anhelar*
En el NT el verbo aparece 8 veces. En Mt
1 Tim 3,1; èjuoxojtfiç ÔQéyopat, «aspirar
18, 34 y 22, 7 (par. Lc 14, 21) ôpYLÇopaL es
al ministério de obispo». Heb 11, 16; xpeíx-
una metáfora para designar la ira de Dios ( ^ Tovoç ÔQÉYopat, «anhelar una patria mejor
ÒQyfi; en los demás pasajes, el término se
(es decir, la patria celestial)». En 1 Tim 6, 10
aplica sólo al hecho de que los hombres mon-
se habla dei vivo deseo de (pLA,aQYUQÍa (tér­
ten en cólera. En dos casos el verbo mino usado impropiamente por: aQYÚQLOv).
p ai procede de citas de salmos dei AT (Ef 4,
ThWNT V, 449; DTNT H, 25s; Spicq, Notes
26; Ap 11, 18). El hecho de que el hermano
n , 626s.
mayor monte en cólera, en Lc 15, 28, revela
su falta de misericórdia y la dureza de su co-
razón y contrasta con la imagen dei amor dei ÒQElvóç, 3 oreinos montanoso*
padre, es decir, en el sentido de Lc 15, el her­ El femenino sustantivado r\ ÔQ8ivf| signifi­
mano encolerizado constituye el polo opuesto ca la región montanosa / la serrania (LXX,
a Jesus y a su amor. Aqui se ve ya claramente Filón, Josefo). Lc 1, 39: Maria marcho eiç
lo que se desarroUa más en el Apocalipsis; la TTiv ÔQEiVT|v. Lc 1, 6 5 : fj ÔQeivq xfjç Tou-
ira de Ias naciones contra Dios está llena de ôaiaç, «la región montanosa de Judea».
presunción y de justicia propia (Ap 11, 18), y
el enunciado de que el dragón persigue enco­
lerizado a la mujer celestial, demuestra como ÒQe^iç, ecDÇ, lí orexis deseo ardiente*
ese montar en cólera quiere atravesarse a los En Rom 1, 27 se habla de los varones que
planes salvíficos de Dios. En Ap 12, 17, lo de (en vez de Ias relaciones naturales con la mu­
ÔQylÇopai se atribuye al diablo como actitud jer) «se encendieron en ardientes deseos (èv
típica suya. Cuando Mt 5, 22 emplea ô q y í Ço - xfj ÔQé^EL afixcãv) los unos de los otros».
p a i para designar la conducta pecadora de un ThWNT V, 449s; DTNT II, 25s; Spicq, Notes
hermano con su hermano, entonces acentúa al 11, 626s.
mismo tiempo que ÔQYt^opai es cosa que
pervierte al hombre. No sólo la acción (por ÒQ’d 'On;oôé(a orthopodeõ andar con pies
ejemplo, el homicídio: Mt 5, 21), sino los derechos, caminar rectamente*
mismos sentimientos y Ias palabras homicidas En Gál 2, 14 dícese de Cefas y de los jude-
sitúan ya al hombre ante el juicio de Dios y lo ocristianos: «no andan con rectitud (ôgdoito-
llevan a la perdición. ôoüoiv) en cuanto a la verdad dei evangelio»
W. Pesch (en Antioquía dejaron de tener comunión de
mesa con los cristianos gentiles). Acerca de la
imagen empleada cf. Prov 4, 26 LXX; Heb
3 orgilos colérico, iracundo* 12, 13 (-> ògb-óç). Sobre la frase preposicio­
Tit 1, 7 en lo que se exige al episkopos: «no nal TiQÒç xf]v aX,f|'&eiav xoü euaYYC^íot)- cf.
obstinado, no iracundo, no dado a la bebida, Bauer, Worterbuch, s.v. Jtçóç III.5.f (cf. Lc
no pendenciero». ThWNT V, 420-422. 12, 47; 2 Cor 5, 10; Ef 3, 4). ThWNT V, 452s;
595 ÒQ#07t0Ôé(fl - ÓQÍ^CO 596

G. D. Kilpatrick, en FS Bultmann 1954, 269- Õ0 'd g o ç , o v , ó orthros madrugada, ama-


274; F. MuBner, Der Galaterbrief (HThK), necer*
sub loco\ Spicq, Notes II, 628s. Lc 24, 1: õqOqou PaOécoç, «al rayar el al-
ba». Jn 8, 2 [v.l.]: ÕQ^&QOU, «muy de mana-
na». Hech 5, 21: ujtò xòv õq^ qov, «al ama-
Òq ^ÓÇ, 3 orthos derecho, recto*
necer».
Hech 14, 10 en Ias palabras dirigidas por
Pablo al paralítico: «jPonte derecho sobre tus
pies!». Sobre el empleo adverbial dei adjetivo ò g d ô íç orthõs (adv.) correctamente, debi-
cf. BlaB-Debrunner § 243,1. Heb 12, 13 (Prov damente, bien*
4, 26 LXX): «jHaced sendas derechas para Mc 7, 35: Xákéw ôp^Ocõç, «hablar correcta­
vuestros pies!». ThWNT V, 450s; X, 1205 mente». Dícese dei sordomudo que fue cura­
(bibl.); DTNTIH, 347s. do, y que antes había sido poyi^áXoç, «ha-
blaba con dificultad» (v. 32).
ÔQdoTOnétrt orthotomeõ cortar en la di-
rección recta, distribuir rectamente* Õ£>ia, tov, XÓ. horia (los) confines, (el) te­
2 Tim 2, 15 en la exbortación a Timoteo, rritório*
que debe mostrarse como un diligente trabaja- En el NT xò õpiov aparece únicamente en
dor, «que distribuye rectamente la palabra de plural en el sentido de território. Sin mencio-
la verdad». Pero, según el sentido original dei narse el nombre dei território; Mc 5, 17 par.
término, ÔQ-doxopéoj puede significar: «ir Mt 8, 34; Mt 2, 16; Hech 13, 50; mencionán-
por el camino recto», «proclamar derecha- dose el nombre dei território; Mc 7, 24.31a:
mente» (la palabra), es decir, sin discusiones xà ÕQia TÚqou (cf. Mt 15, 22); 7, 31b; Ae-
inútiles (Brox). ThWNT VIII, 112s; N. Brox, xaitoXecoç; 10, 1: xfíç T ouôaíaç (par. Mt 19,
Cartas Pastorales, Barcelona 1974, 639s; 1); Mt 4, 13: Za^ouXcnv x ai NEcpb^aXíp.; 15,
Spicq, Notes n , 630. 39: M ayaôáv.

OQ^QÍ^tO orthrizõ estar levantado muy de Óq ÍÇo) horizo determinar, fijar, declarar*
manana* I. Aparición en el NT - 2. Determinación / designa-
El verbo forma parte dei lenguaje de la ción de personas (Cristo) - a) Rom 1, 4 - b) Hechos -
LXX (Ex 24, 4; 4 Re 6, 15 y passim). En Lc 3. Determinación / fijación de objetos.
21, 38 dícese dei pueblo (kaóç) que se levan- Bibl.: L. C. Allen, The OT Background o f
taba de madrugada (mQ^Qi^Ev) para oír a Je- (rteojÓQÍ^Eiv in the NT: NTS 17 (1970-1971) 104-
sús en el templo. 108; M.-E. Boismard, Constitué Fils de Dieu (Rom., I,
4): RB 60 (1953) 5-17; H. Conzelmann, El centro dei
tiempo, Madrid 1974, 217 y 225; M. Dibehus, Aufsãt-
ze zur Apg, Gõttingen ^1953, 30-35 (sobre Hech 17,
Ôq^Oqiv Óç, 3 orthrinos de madrugada* 26); G. Dulon, ÓQÍÇto, en DTNT I, 315-318; J. D. G.
Lc 24, 22: Algunas mujeres dei grupo de Dunn, Jesus - Flesh and Sprint: An Exposition ofRo-
los discípulos de Jesus «estaban ya de madru­ mans L 3-4: JThS 24 (1973) 40-68: V. Gatti, II senso
gada» junto al sepulcro de Jesús (YEVÓftEvat delVespressione O Q i a a ç m e o o X E T a Y l i é v o o ç x a i Q O Ó ç
(Act. 17, 26 b), (tesis Gregoriana), Roma 1977; E. des
ÔQ'&QLVaí). Places, Actes 17, 30-31: Bib 52 (1971) 526-534; H.
Schlier, Zu RSm 1, 3s, en FS Cullmann 1972, 207-218;
K. L. Schmidt, oeíÇo) % x\., en ThWNT V, 453-457;
ÒÇ'dQlOÇ, 3 orthrios de madrugada para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1205s.
El adjetivo aparece en Lc 24, 22 Textus Re-
ceptus, probablemente como forma más fácil 1. El verbo óçí^u) es un término preferido
que la original -> ôq^^qivóç. en la obra de Lucas (aparece 6 veces; Lc 22,
597 ÓQÍÇü) - ÕQXOÇ 598

22 a diferencia de Marcos; Hech 2, 23; 10, épocas dei ano, en épocas de la historia o en
42; 11, 29; 17, 26.31), y en el resto dei NT no algo por el estilo, cf. Dibelius, Gatti, xat-
aparece sino dos veces (Rom 1, 4; Heb 4, 7). góç). En forma correspondiente puede usarse
Prescindiendo de Hech 11, 29, el sujeto dei también la voz pasiva: q ÓQiap.évq (3ouX.fi,
verbo es siempre Dios (así sucede también en «la resolución^yada», Hech 2, 23; o también
-»■ itQOOQÍCco); el verbo se refíere predomi- puede decirse en sentido sustantivado; x ax à
nantemente, sobre todo en la obra de Lucas, al TÒ á)Qi0|j,évov, «según lofijado (por Dios)»,
plan salvífico de Dios; cf. Conzelmann, 217s. el Hijo dei hombre «va por su camino», Lc
22, 22 (Mc 14, 21 dice en cambio: xaOtbç
2. a) Rom 1, 4 dice en una fórmula cristo- YÉYecutxai jteçl aúxoü).
lógica pre-paulina: El que procedia «de la es­ G. Schneider
tirpe de David» «fue determinado» por Dios
«como Hijo de Dios (xoü ÓQiaffévTOÇ uioü
'ftEOil)», y lo fue àvaoTáoecoç vexqcõv ÒQlVÓÇ 3 orinos montaííoso
(«en virtud de la resurrección de entre los Forma alternativa de -> oqeivóç.
muertos»). Como está indicado el punto des­
de el cual data la condición de Hijo de Dios, horkizõ pronunciar un juramento,
el verbo óqÍÇcl) tiene que significar aqui cons­ conjurar
tituir, aunque el verbo en otras partes signifi­ ->• ÕQXOÇ.
que determinar, declarar o decretar. La fór­
mula pre-paulina (en la cual faltaba probable-
mente èv ôuváfX E t, que se lee en el v. 4), de- Ôq xoç , , Ó horkos j u r a m e n t o *
o v

cia asi: «Jesus, que por su origen terreno era ó q x l Ç oj horkizõ p r o n u n c i a r u n j u r a m e n t o ,


descendiente de David, es el Mesias terreno, a c o n ju ra r*
quien Dios ha declarado como el Hijo de Dios 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
en conexión con su resurrección de entre los 3. Campo referencial.
muertos, y ha entronizado así como Rey me-
B ib l: E. Bemeker, E id , en Pauly, L exiko n II, 209-
siánico» (Schlier, 215).
210; Billerbeck I, 321-337; R. Hiersche, N o te addi-
b) Según Hech 17, 31 (final dei discurso tionnelle relative à V étym ologie d’oQXOç e t d ’ò \iy v -
pronunciado por Pablo en el Areópago), Dios vai: REG 71 (1958) 35-41; H. G. Link, Juram ento, en
juzgará al mundo èv àvôpl q» ôpioev, «por DTNT II, 397-401; J. Schneider, õqxoç xtX., en
medio de un Hombre a quien él ha determina­ ThWNT V, 458-467; E. Ziebarth, Eid, en Pauly-Wis-
sowa V, 2075-2083; para más bibliografia, cf. ThWNT
do (para ello)». Según Hech 10, 42, Pedro di­ X, 1206.
ce ante Cornelio que Jesucristo es el «Juez
determinado por Dios». En ambos pasajes dei 1. En el NT los vocablos de la raiz Ó q x -
libro de Hechos podría haber fórmulas cristo- aparecen sólo aisladamente, con excepción de
lógicas más antiguas (-> a), los sustantivos Õ q x o ç (que aparece 1 0 veces)
y ÓQXCopooía (4 veces). Los testimonios de
3. Otros enunciados hablan de Ias disposi- los términos se concentran principalmente en
ciones adoptadas por Dios, es decir, de su Mateo (donde õ q x o ç aparece cuatro veces, y
plan savífico. En estos enunciados, una cosa además è^oQXÍÇco en Mt 26, 63, èmoQxéco
en acusativo es el objeto de la acción verbal en 5, 33, y trece veces el verbo —>■òjxvúto) y
de ÓQÍ^O) (tan sólo en Hech 11, 29 la decisión en la Carta a los Hebreos (donde õ q x o ç apa­
[aqui una decisión humana] se expresa por rece dos veces, ÓQxcopoaía cuatro veces, y
medio de un infinitivo: mpioav... jtépiJjai): además siete veces ôpvúco.
según Heb 4, 7 Dios fijó «un dia»; según
Hech 17, 26 Dios fijó «determinados tiem- 2. ÕQXOÇ designaba originalmente el bas-
pos» (sobre el debate acerca de si se piensa en tón que se tenía en la mano al pronuncitu un
599 OQXOÇ - OQ(iaCO 600

juramento. En el NT õ^ hoç significa jura­ un juramento de Dios, mientras que los sacer­
mento (en Mt 5, 33 quizás en el sentido de dotes dei AT deben su ministério a lo precep-
«voto»), es decir, corroboración de la palabra tuado en la ley.
de una persona mediante la invocación de Los verbos ó q x l Ç © , e v o q x í Ç cu y è|oQxíÇo)
Dios como testigo de la verdad (cf. la «defini- pertenecen a un campo referencial distinto.
ción» que se da en Heb 6,16). En el NT se en- En el NT aparecen siempre en el discurso en
cuentran Ias siguientes expresiones: ôpvúco estilo directo, concretamente en el marco de
oQxov (Lx; 1, 73; Sant 5, 12: hacer un jura­ una fórmula de conjuro: ó q x í Çcú ( o un com-
mento) 0 ÕQxq) (Hech 2, 30); pEaiTeúto õp- puesto dei mismo) seguido por el acusativo de
xcp (Heb 6, 17; garantizar con unjuramento)-, la persona a quien se conjura, o por el acusa­
óp.o^oYÉco p.E'9'’ ÕQXon (Mt 14, 7: prometer tivo (o x ax á y genitivo) de la autoridad a la
bajo juramento)-, àçvéojiat [TE'®’ oqkov (26, que se invoca (en el NT: Dios o Jesus). Se tra­
72: negar bajo juramento)-, àjtoôíômpí t o ò ç ta en todo ello de una fórmula helenística co­
ôgxouç (5, 33: cumplir los juramentos). En el rriente para exorcizar demonios, que se en-
NT no se observa una diferencia de significa­ cuentra frecuentemente en los papiros mági­
do entre õpxoç y ÓQHCupooía. Asimismo, cos. Según Hech 19, 13, esta fórmula la usan
sin diferencia observable de significado, óq- è^oQXLOxaí judios, que invocan el nombre de
xíÇ© y los compuestos èvoQXÍÇco y E^opxí- Jesús. En Mc 5, 7 el poseso invierte Ias cosas
Çco significan hacer jurar o conjurar (Mc 5, y trata de pronunciar la fórmula de conjuro en
7; Hech 19, 13; 1 Tes 5,27; quizás Mt 26, 63). contra de Jesús. En sentido atenuado, como
expresión de una súplica ardiente que implora
3. En el NT, õqxoç se usa casi siempre en «conjurando», el verbo èvopxtÇ© aparece en
el sentido corriente, es decir, para corroborar 1 Tes 5, 27. También en Mt 26, 63, el verbo
Ias palábras que una persona dice a otra per­ È^OQxlÇm no debe entenderse tanto como la
sona. Y, así, la adición de pExà ôpxou en la demanda de que se haga un juramento («hacer
segunda negación de Pedro, en Mt 26,72, sig­ jurar»), sino como la exigencia encarecida y
nifica una intensificación de lo ítfirmado. El solemne de que se dé una respuesta.
juramento eleva de grado la obligatoriedad de F. Annen
una promesa; Herodes no se atreve a quebran-
tar su juramento (Mt 14, 7.9; Mt 6, 26). Yen-
do más allá dei AT, que condena el peijutio ÓQX(d|iO<TÍ0t, a ç , 1^ horkõmosia afirma-
(Mt 5, 33; cf. Lev 19, 12; Núm 30, 3; Dt 23, ción jurada*
Heb 7, 20a.b.21.28 hablan de la «introduc-
22-24: Sal 50, 14; Ecl 5, 3-4), vemos que Mt
5, 34-37 y Sant 5, 12 prohíben el juramento ción de una esperanza mejor», que no se efec-
tuó «sin OQXcopooía (v. 20a); porque Cristo
en general, cualquiera que sea la fórmula que
se emplee. llegó pexà ÓQxmpootaç (cf. Sal 110, 4) a ser
sacerdote (v. 21; cf. v. 28). En cambio, el sa­
Según el NT, no sólo los hombres sino tam-
cerdócio antiguo era ÓQXOopoaíaç (v.
bién Dios emplea el juramento para corrobo­
rar su palabra (con õqxoç en Lc 1, 73; Hech 20b). ThWNT V, 464s; õgxoç.
2, 30; Heb 6, 17; con ÓQXCüpooía en Heb 7,
20.21.28). En todos estos pasajes se hace re­ O Q f l á b ) hormaõ arremeter, lanzarse, preci-
ferencia al AT (el pacto con Abrahán en Lc 1, pitarse*
73; Heb 6, 17; el pacto con David en Hech 2, Dícese de la piara de cerdos que «se preci­
30; Melquisedec, Heb 7, 20.21.28). El jura­ pito por un acantilado al mar» (Mc 5, 13 par.
mento acentua en estos casos la obligatorie­ Mt 8, 32 / Lc 8, 33. En Hech 7, 57 dícese de
dad y la validez eterna de la promesa divina. los miembros dei Sanedrín (cf. 6, 15) que
Según Heb 7, 20.21.28 la superioridad dei sa­ arremetieron a una contra él (Esteban), le
cerdócio de Cristo consiste en que se basa en echaron de la ciudad y le apedrearon. En 19,
601 OQIXaOJ - OQOÇ 602

29 dícese de Ias multitudes arremolinadas en gún W. Eltester (en FS Bultmann 1954, 202-
Efeso: «que se precipitaron a una en el tea­ 227), óçoO^EoLai se refiere a rios y montanas
tro». ThWNT V, 468-472. (212 nota 14) o a los limites que Dios, en la
creación, impuso a Ias aguas primordiales, no
permitiéndoles que los rebasaran (214-219).
ÓQfMÍ, fjÇ, 1^ hormê impulso, ceio, avidez* Sin embargo, aqui se piensa seguramente en
En Hech 14, 5 (èyévETo ÓQfiT] xrôv èOvmv Ias «fronteras entre Ias naciones» (cf. v. 26a:
TE x a l ’Iouôaío>v) dícese dei ataque contra jtãv E^Ovoç); cf., a propósito, M. Pohlenz;
Pablo y Bemabé en Iconio. En Sant 3 ,4 díce­ ZNW 42 (1949) 69-104, esp. 86; H. J. Cad-
se dei piloto cuya ÓQpr| gobierna la nave. bury, The Book o fA cts in History, London
ThWNT V, 468-472. 1955, 36s; Spicq, Notes II, 631.

Õ Q iiljlia , a t o ç , TÓ hormêma ímpetu, vio­ OQOÇ, o v ç , TO oros montana, monte, ce­


lência* rro*
Ap 18, 21: «Así será derribada con violên­
cia (ÓQp,fi[taTi) Babilônia, la gran ciudad». 1. Aparición en el NT - 2. õ q o ç en el contexto de
los acontecimientos de la vida de Jesus - 3. Tradicio-
ThWNT V, 471. nes y contextos apocalíptico-escatológicos - 4. El
Monte Sinai.

ÒgV£OV, OV, TÓ orneon ave* B ibl.: R. L. Cohn, The Sacred M ountain in A n cien t
Ap 18,2: Babilônia como «guarida de todas Israel, tesis Stanford University (Cal.) 1974; T. L. Do-
naldson, Jesu s on the M ountain. A Study in M atthean
Ias aves inmundas y aborrecibles». 19, 17: Un T heology, Sheffield 1985; W. Foerster, õpoç, en
ángel gritaba «a todas Ias aves que volaban ThWNT V, 475-486; H. Haag, B erg, en H. Haag (ed.),
por lo más edto dei cielo» para que vinieran al B ib e lle xik o n , Zürich ^1982, 193; J. Lange, D a s E r-
«gran banquete de Dios»; cf. 19, 21: «y todas scheinen d es A u ferstandenen im Ev. nach M t (FzB 11),
Würzburg 1973, 392-446; X, Léon-Dufour, M ontana,
Ias aves se saciaron de la carne de ellos». en VTB 490-492; W. Schmauch, O rte d e r O ffenba-
rung un d d e r O ffenbarungsort im N T , Gõttingen 1956,
48-80; E. Stommel-(M. Kloeppel), B erge, en RAC H,
ÕQVl§, 1^ o m ix ave madre, gallina 136-138; A. Strobel, D e r B erg d e r O ffenbarung (M t
Lc 13, 34 Sin D W en vez de õpviç. 28, 16; A p g 1, 12), en F S Stãhlin, 133-146.

1. De Ias 63 veces que aparece õpoç en el


Õq v iç , 1'^ oç , Ó (■q) om is ave, gallo (galli­ NT, 44 son en los evangelios: a) en el material
na)* narrativo: 11 veces en Mateo, 9 veces en Mar­
La actividad dei ave o dei ave madre (f| õp- cos, 9 en Lucas y 3 en Juan; b) en el material
viç) se considera como imagen de la solicitud de discursos: 5 veces en Mateo, 2 en Marcos,
protectora (cf. Dt 32, 11; Is 31, 5; Sal 36, 8): 3 en Lucas y 2 en Juan. Los restantes testimo-
Mt 23, 37 par. Lc 13, 34. Schulz, Q, 346-356. nios dei término se distribuyen así: 8 veces en
el Apocalipsis, 4 en Hebreos, 3 en Hechos; el
término aparece además en 1 Cor 13,2; Gál 4,
ó ç o ^ d e a ía , a ç ,horothesia trazado de 24.25; 2 Pe 1, 18. - Se menciona por su nom-
fronteras; frontera fija* bre el Monte de los Olivos (12 veces), el
Hech 17, 26 en el discurso dei Areópago: Monte Sión (2 veces) y el Monte Sinai (4 ve­
Dios ha fijado (ópíÇco) t à ç ópo^&eoíaç xfjç ces). Sin mencionar su nombre, Jn 4, 20.21
xax o ix taç aíx tõ v (a saber, xmv àrOpcn- hace referencia al Monte Garizim, y Heb 8, 5
n:o)v), es decir, «los limites fijos para su mo­ y 12, 20 al Monte Sinai.
rada». Según M. Dibelius (Aufsãtze zur Apos-
telgeschichte, Gõttingen ^1953, 38), se piensa 2. a) En el material narrativo de los evan­
en «territórios fijos para el asentamiento». Se- gelios, õpoç se usa como indicación dei lugar
603 OQOÇ 604

o de la situación. Ahora bien, el infinitivo fi­ 22, 39; x ax à xò ê^doç). Desde el borde de la
nal n:Qoagí)§aa'&aL (Mc 6,46 par. Mt 14, 23; cumbre dei monte en cuya ladera está edifica-
Lc 6, 12; 9, 28) así como la comprobación de da la ciudad de Nazaret (4, 29), quieren arro­
que el monte es a menudo el lugar de aconte- jar a Jesús al precipício. El enunciado implíci­
cimientos especiales, nos muestran que el to en Hech 1, 12 de que Jesús ascendió al cie-
monte es un lugar donde Dios se halla parti- lo desde el Monte de los Olivos, se halla al
cularmente cerca (cf. también la acentuación servicio dei motivo de Jerusalén que tanto
de la altitud dei monte; Mc 9 ,2 par. Mt 17,1), aparece en Lucas.
En Marcos los montes son lugares donde se En Juan 6, 3 ÒQOç designa un lugar solitá­
realizan acontecimientos de revelación que rio, donde Jesús da de comer a los cinco mil.
permanecen ocultos al pueblo; el monte don­ Según 6, 15, Jesús se retira de la multitud pa­
de se elige a los Doce (Mc 3, 13 par. Lc 6, ra dirigirse al monte. En 8,1 (cf. Lc 21, 37) se
12), el monte de la Trasfiguración (Mc 9, 2.9 narra que Jesús (por la noche) se fue al Mon­
par. Mt 17, 1.9 / Lc 9, 28.37; cf. 2 Pe 1, 18), te de los Olivos.
el discurso apocalíptico en el Monte de los
Olivos (Mc 13, 3 par. Mt 21, 1 / Mt 24, 3). El b) Muchas de las veces que õqoç aparece
OQOÇ aparece como lugar de oración en Mc 6, en el material de discursos, este término se
46 par. Mt 14, 23. Las palabras que hablan de haUa en un contexto apoccdíptico-escatológi-
la entrada triunfal de Jesus en Jerusalén par- co (-> 3). La palabra que habla de la «fe que
tiendo dei Monte de los Olivos (Mc 11,1 par. traslada montes», se encuentra en Mc 11, 23
Mt 21, 1 / Lc 19, 29; Lc 19, 37) y de la mar­ par. Mt 21, 21; Mt 17, 20; 1 Cor 13, 2. Según
cha de Jesús al Monte de los Olivos después Mt 5, 14, la altitud dei monte garantiza la
de la Ultima Cena (Mc 14, 26 par. Mt 26, 30 / buena visibilidad de la ciudad. xà õqt] desig­
Lc 22, 39) deben entenderse como simple in- na en Mt 18,12 un lugar peligroso para los re-
dicación de lugar o de situación. En Mc 5,11 banos de ovejas. - Según Jn 4, 20.21, Jesús
par. Lc 8, 32 se menciona òqoç como el lugar quito toda importância especial a los montes
donde pace una piara de cerdos, y en Mc 5. 5 (en este caso, al Garizim) y a Jerusalén como
los montes y las cuevas sepulcrales como lu­ lugares para la oración y el culto.
gares de habiíadón caracterizan al poseso co­
mo persona impura y que vive aislada. 3. Se mencionan las montanas como luga­
En cinco pasajes Mateo toma de Marcos el res de refugio y escondrijos durante las tribu-
concepto de oQoç. Pero, además, el monte es laciones escatológicas; Mc 13, 14 par. Mt 24,
para Mateo el lugar de revelación ante el pue­ 16 / Lc 21, 21; Ap 6, 15.16 (cf. Os 10, 8
blo; en el Sermón de la Montaria (5, 1; 8, 1) LXX); cf. también Heb 11, 38. Según Lc 23,
Jesús da a su pueblo la nueva ley («contraste» 30 (cf. Os 10, 8 LXX), la gente pedirá a los
con la legislación dei Sinai), y en un monte montes que caigan sobre ellos, a fin de esca­
Jesús cura a muchos enfermos (15, 29). Jesús, par así al juicio de la ira divina. En Ap 6, 14
después de haber resistido en el monte a la el hecho de que los montes y las islas sean re­
oferta dei diablo que le proponía darle todos movidos de su lugar demuestra la gravedad
los reinos dei mundo (4, 8), se revela a sí mis- dei terremoto, y en 16, 20 la desaparición de
mo en un monte en Galilea (28, 16) como los montes indica el comienzo dei eschaton.
Aquel a quien se ha conferido todo poder. A propósito de la predicación de penitencia
Seis de las nueve veces que aparece õqoç por el Bautista, lo de «allanar montanas» en
en Lucas, están tomadas de Marcos. Ahora Lc 3, 5 (cf. Is 40,4 LXX), que es lo que ha de
bien, el monte tiene más intensamente en Lu­ preparar el camino dei Mesías, debe entender­
cas el carácter de un lugar de oración (cf. 6, se como la conversión. En Ap 8, 8 la montana
12; 9, 28; 23, 39ss). El Monte de los Olivos es caracteriza la magnitud de la estrella que cae
el lugar donde Jesús pasa la noche (21, 37; cf. al mar. Los siete montes en 17, 9 significan
605 OQOÇ - oç 606

Ias siete colinas de Roma. En 21, 10 (cf. Ez ÒQX^O|iai orcheomai bailar, danzar*
40, 2) el monte se menciona como lugar espe­ Aparece 4 veces en el NT: en Mc 6, 22 par.
cial para contemplar el espectáculo. En 14, 1 Mt 14, 6 dicese de Salomé, que bailó en pre­
Sión es el lugar de seguridad, donde se con­ sencia de Herodes; Mt 11, 17 par. Lc 7, 32:
grega el pueblo de Dios dei NT. En Heb 12, «Os tocamos la flauta, y no bailasteis (oúx
22 2icbv ÕQOÇ es una manera de designar al VTB 233; W. Grundmann,
nuevo pacto. Das Lukasevangelium (ThHK), 167.

4. El Sinai se menciona en Hech 7, 30.38 y


Heb 8,5 por su importância como lugar de re- ÕÇ, íj, Õ hos, hê, ho (pronombre relativo)
velación en el AT. Para Pablo el Sinai es sig­ que, quien, el que, el cual
no de la ley antigua y esclavizadora (Gál 4, 1. Empleo en el NT - 2. Concordância con el ante­
24.25). De igual modo, en Hebreos, se esta- cedente - 3. C onstructio a d sensum - 4. Con preposi-
blece un contraste entre el Sinai (12, 20) y el ciones.
Monte Sión (12, 22), que es signo dei nuevo B ibL : Bauer, W õrterbuch, j.v.; BlaB-Debrunner §
pacto. 293-297, 377-380; Kühner, G r a m m a tik II/l, 587s;
11/2, 406-421, 434-439; Liddell-Scott, s.v.; Mayser,
H. Kleine G ram m atik'Q Jl, 76-78; II/3, 98-108; Moulton, Gram -
m a r I, 91-94; III, 47-50; Radennacher, G ram m atik,
62s; V. Spottomo, T h e R ela tiv e P ro n o u n in the NT:
ÒQVOao) oryssõ cavar, excavar, enterrar* NTS 28 (1982) 560-564.
El verbo aparece 3 veces en el NT: Mt 25,
18: ÔQU^ev Ytjv, «cavó en la tierra», para es­ 1. En cuanto al uso dei pronombre relativo,
conder en un hoyo la suma de dinero que se le el NT es más liberal que el griego clásico.
habia confiado (cf. Billerbeck I, 971s); Mc a) No se hace distinción rigurosa entre el
12, 1 par. Mt 21, 33: ôqu ^ ev újtoA.fiviov / individual õç, que, quien, y el general ->• õo-
À.T]vóv, «cavó un lagar». ttç, «cualquiera que», cf. paaikeX ôç, Mt 18,
23 y PaOL^Ei õaxiç, 22, 2, «a un rey que».
Lucas emplea ôoTiç incluso con nombres pro-
ôçq)avóç, 3 orphanos desamparado, sin pios (Lc 2, 4; Hech 8, 14s); en cambio, Pablo
padres; sustantivado: huérfano* usa los términos correctamente.
Aparece 2 veces en el NT: Jn 14, 18 en sen­ b) Algunas veces, como en el griego clási­
tido figurado, en Ias palabras de despedida de co, el pronombre relativo se encuentra des-
Jesus, que no va a dejar huérfanos / solos a pués de un verbo de conocer, en lugar dei pro­
sus seguidores (para la interpretación cf. Bult- nombre interrogativo (indirecto): «sin saber
mann, Das Evangelium des Johannes [KEK], lo que (õ) decía», Lc 9, 33; cf. Jn 13, 7; 18,
478 nota 1; R. Schnackenburg, El Evangelio 21; ambos pronombres alteman en 1 Tim 1, 7.
según San Juan III, 109s con la nota 223; cf. c) Por influencia semítica, el pronombre
también la relación entre maestro y discípulos personal de tercera persona puede anadirse
en Platón Phaed 116a); Sant 1, 27 exhorta en pleonásticamente al pronombre relativo: «la
un contexto parenético: èm oxéjttEO^at ôq- mujer cuya hija» (nç... aÜTfiç), Mc 7, 25; cf.
cpavoòç x a l xiÍQCtç, «a visitar a los huérfanos 1, 7; Mt 3, 12; Lc 3, 16s.
y a Ias viudas» (como personas especialmente d) El pronombre relativo se usa como de-
necesitadas de protección, cf. Ex 22, 21; Ez mostrativo en los mismos casos en que el ar­
22, 7; 2 Mac 3, 10; IgnEsm 6, 2; Herm [m] 8, tículo se usa con sentido demostrativo ( ^ ó
10; [s] 9, 26, 2; Mc 12, 40 v.L). Bauer, Wõr- 1): con frecuencia ôç [tèv... ôç ôé, «.el uno...
terbuch, r.v.; Billerbeck IV, 536ss y 559ss; el otro»; ôç ôé, «pero él, Mc 15, 23.
ThWNT V, 486-488; BHH III, 2133; VTB e) Algunas veces, Ias oraciones de relativo
517. tienen adicionalmente sentido final o sentido
607 oç - ooaiaç 608

consecutivo (el verbo se halla en futuro o en caso dei pronombre demostrativo omitido
subjuntivo), y entonces el pronombre relativo (atracción): onôèv mv étoQaxav = onôèv
puede o debe traducirse por la conjunción co- toÚTOOV a écÓQaxav, «nada de lo que ellos
rrespondiente: 1) Con sentido ofinal: el men- habían visto»; Lc 9, 36 (cf. 23, 14; Hech 8,
sajero <.<que ha de preparar (jtaçaaxeuáaE i; 24); â ^ ia (bv èjtQÓ^aftEV, «digno de lo que
para que prepare)», Mc 1, 2 par.; 2) Con sen­ hemos hecho», Lc 23, 41; t i Xo Xeív mv, «de-
tido consecutivo: «de tal modo que él (õç) cir algo de lo que», Rom 15, 18; itegl mv,
pueda ensenarle», 1 Cor 2, 16; «digno de que «por aquellos que», Jn 17, 9.
a él (â |io ç (p), Lc 7, 4.
f) Alguna vez que otra una oración de rela­ 3. En algunas ocasiones el pronombre rela­
tivo se hace independiente y se coordina con tivo difiere de su antecedente en cuanto al gê­
la oración principal («coordinación de relati­ nero o el número {constructio ad sensum):
vo»): «;De él (õv) guárdate tú también!», 2 a) Sobre el gênero gramatical se impone el
Tim 4, 15. gênero que corresponde al antecedente por su
sexo o gênero natural: JtatóáQiov õç, «un
2. Con frecuencia el pronombre relativo se muchacho que», Jn 6, 9; eíívti ètp’ onç, «pue-
asimila en cuanto al caso a su antecedente blos gentiles sobre los que», Hech 15, 17; cf.
(pero casi únicamente cuando tendría que es­ 26, 17; Gál 4, 19; Col 2, 19.
tar en acusativo). Esto se llama «atracción» o b) El número (el sentido impone el número
«asimilación» dei relativo: plural): JtXfí§oç itoXn oí, «una gran multitud
a) èv òq(x f) (= f]v) oú Yivcboxei, «a una que», Lc 6, 17s; jtóXiv Jtãoav èv alç, «toda
hora que él no sabe», Mt 24, 50; èjtl rtãoiv ciudad en la que», Hech 15, 36; ÔEnTÉpav
olç (= a) fjxonoav, «por todo lo que habían èjuoToXriv èv aLç, «la segunda carta en la
oído», Lc 2, 20; tcóv ix'0'úa)V cnv (= onç) que», 2 Pe 3, 1. Raras veces aparece el singu­
onvéXapov, «de los peces que habían cogi- lar en vez dei plural: Flp 3, 20; Hech 24, 11.
do», 5, 9; cf. 13, 9; 1 Cor 6, 19); ecoç xfjç c) Es una fórmula fija la expresión õ èoTiv,
TipÉQaç f|ç (= fi), «hasta el día en que», Hech «lo cual quiere decir», al dar una explicación,
1, 22; cf. 2 Cor 1, 4. - No hay atracción en ca­ una traducción, etc.: Heb 7, 2; Mc 3, 17 y
sos como Hech 1, 21: èv XQÓvo) á), en el passim.
tiempo en que, donde lo único que se hace es
no repetir la preposición delante dei pronom­ 4. Mediante la combinación con preposi-
bre relativo (cf. 13, 2.38, etc.). ciones se forman expresiones fijas que tienen
b) Por inclusión dei antecedente en la ora­ valor de conjunciones: àv&’ tí)v, «porque, ya
ción de relativo: JtE çl n;aaü5v mv eI ôov ô u - que», Lc 1, 20 y passim; ctqp’ on, «desde
vá[i£(ov, «por todos los actos de poder que que», 24, 21 y passim; áxQi ( ecoç, ItéxQi) oõ,
ellos habían visto», Lc 19, 37; cf. 1, 4; Rom «hasta que», Hech 7, 18; èv m, èv olç, «mien-
6, 17; 2 Cor 10, 13. tras», Mc 2, 19 y passim; ècp’ d), «por lo cual,
c) A menudo falta el pronombre demostra- puesto que», Rom 5,12; 2 Cor 5,4; Flp 3, 12.
tivo al que se refiere el pronombre relativo W. Elliger
(como sucede también a veces en nuestra len-
gua): «quien (= aquel que: õç) carga sobre sí
su cruz», Mt 10, 38; ô Xéya), «lo que (= aque- Óaáxiç hosakis (adv.) siempre que, cada
11o que) digo», 10, 27; «bienaventurados (son vez que*
aquellos) cuyas (= de los cuales [mv]) Ias iiü- Aparece tres veces en el NT, siempre en la
quidades han sido perdonadas», Rom 4, 7; de combinación óoáxiç èáv: 1 Cor 11, 25.26 en
manera semejante 15, 21; Lc 7, 43; 2 Tim 1, relación con la Cena dei Senor; Ap 11, 6:
12; èv m, «aquello en que», Rom 14, 21. El óaáxiç èàv •OeXtiocooiv, «siempre que quie-
pronombre relativo puede quedar atraído al ran».
609 O01OÇ 610

ÕaiOÇ, 3 hosios santo, piadoso, agradable chas por Dios a David; cf. además B. Lifshitz;
a Dios* ZDPV 78 (1962) 64-88, especialmente 73.
óaiÓTTlç, 11TOÇ, hosiotês santidad, pie-
dad* A diferencia de lo que sucedió en la LXX,
õoioç no llegó a ser término técnico en el NT
1. Aparición y uso en el NT; significado en la LXX y fiie desplazado pronto por kvXzvxòç, y
y uso de los términos en la lengua griega en general -
2. De Dios y de Cristo - 3. De los creyentes. por otyioç como términos para designar a
los creyentes, mientras que õoioç pudo alcan-
B ib l,: Bauer, W õrterbuch, í . u ; J. Ch. Bolkestein, zar cierta importância en los escritos de ca-
"Ooioç en Eõaejlfiç, tesis Utrecht 1936; M. Dibelius- rácter más marcadamente helenístico, con el
H. Conzelmann, D ie P astoralbríefe (HNT), Tübingen
'*1966, 36s; B. Hâring, D a s H e ilig e u n d d a s G ute, sentido griego general de «puro / piadoso /
München 1950; F. Hauck, õaioç ktX., en ThWNT V, vinculado a Ias obligaciones (establecidas por
488-192 (bibl.); H. SeebaB, en DTNTIV, 158s; M. van los dioses)» (cf., a propósito, Platón, Eutyphr
der Valk, Z u m W orte ooioç; Mnemosyne 10 (1941- 6e, 12d, 15b, cf. también Hauck, 489 con la
1942) 113-140; más bibliografia en Syiog; cf. tam-
bién ThWNT X, 1207. nota 10; Gorg 507b: xà òíxaia x a i xà õoia,
Pol 301d; xà JtQÒç xoòç àv&QÓmovç ôíx aia
1. En coraparación con -v ÕYioç (1), ve­ x a i xà JiQÒç xoòç ^ eouç õoia, Polibio,
mos que OOIOÇ, que aparece 8 veces (cinco de XXII, 10, 8; también Josefo, Ant X, 83).
ellas en citas dei AT), es un término relativa­
mente raro en el NT (no aparece en los evan- 2. Referido a Dios, õoioç aparece en los
gelios, y se encuentra tres veces en Hechos, cânticos de alabanza, estrechamente relacio­
dos veces en Ias Pastorales [1 Tim 2, 8; Tit 1, nados con expresiones dei AT, de Ap 15, 4
8] y otras dos en el Apocalipsis [15, 4; 16, 5]); (õxi póvoç õoioç) y de 16, 5 (ôíxaioç eí, ó
aparece además en Heb 7, 26. El sustantivo mv x a i ó ■qv, ó õoioç); cf., a propósito, Dt 32,
òaiÓTr|ç aparece únicamente en Lc 1, 75 y en 4; Sal 144, 17 LXX. Ambos pasajes dei Apo­
Ef 4, 24 (siempre en combinación con ôt- calipsis hablan de la santidad de Dios, en re-
JtaiooóvTi). lación con la redención escatológica o el jui-
cio escatológico; una santidad que es justa
En la LXX õoioç se refiere casi siempre a los con una justicia que no se aüene a normas hu­
«piadosos» y traduce de ordinário el término he- manas, sino que establece -ella m isma- Ias
breo 1}ãsid (en la mayoría de los casos en plural, normas dei derecho permanente.
refiriéndose a la comunidad de los piadosos, que
viven de acuerdo con el pacto con Dios, cf. Sal Hech 13, 34 recoge lo que se dice en Is 55,
29, 5; 36, 28; 49, 5, en sentido absoluto en Sal 11, 3 LXX y con ello refiere a Cristo (futuro; Scb-
2; 17, 26; 85, 2; Ewx)iT]OÍa óoímv, Sal 149, 1), oco) Ias «fieles demostraciones de salvación /
pero no traduce q ã d o s ni s a d d tq \ puede usarse en de grada» (xà õoia Aanlô xà juoxá), apli-
general para designar la confianza y la esperanza cables originalmente a David. El enunciado
de Ias personas piadosas en Dios (Sal 85, 2; 96, debe entenderse en conexión con el v. 35
10; Sab 4, 15 [junto a êtckettxoí] y como expre-
(igualmente en futuro; OÍ) ô tb O E iç xòv õoióv
sión de la pureza y de lo que es agradable a Dios
(Prov 22, 11 [junto a ãpa}p.oi]; 10, 15). Como oon lòeiv õiaq)-boQáv, de tenor idéntido al
grupo nitidamente definido dentro dei pueblo en­ de 2, 27; en ambos casos, una cita dei Sal 15,
contramos a los I f s i d t m - Ass\.bdXa\., desde la épo­ 10 LXX), según lo cual la promesa salvífica
ca de los Macabeos: 1 Mac 2, 42; 7, 13; 2 Mac de Dios, dirigida hacia lo imperecedero, no
14, 6; cf. Filón, O m n . P ro b . L ib . 91, mientras que podia agotarse en David, que estaba ligado a
la denominación falta en Qumrán. õoioç aparece una vida transitória, sino que necesariamente
en Dt 32, 4 y Sal 144, 17 (en ambos casos junto a
ôíxaioç) para referirse a la fidelidad y a la justi- no encontro su cumplimiento sino con la resu-
cia de Dios; el plural xà ôoia se encuentra en Is rrección de Jesus (cf. vv. 36s). El punto prin­
55, 3 ( ^ 2) en el sentido de «disposiciones» divi­ cipal de esta interpretación lucana dei AT re­
nas, para referirse a Ias promesas de salvación he- side en la validez permanente de la promesa
611 oaioç - oaoç 612

de salvación, la cual, según la santidad de 208; Josefo, Ant XIX, 300; 1 Ciem 48, 4); y
Dios que descansa en sí misma, no podrá en Ef 4, 24 (èv ôixaiooúvT) x a l óoióxTjxi
cumplirse sino en la salvación definitiva e im- àlcnf^eíaç) el sustantivo se emplea para refe­
perecedera, y no en realidades históricas pro- rirse a la condición dei hombre nuevo, creado
visionales. a imagen de Dios: «en justicia y verdadera
En Heb 7, 26, ôoioç, que es un predicado santidad», es decir, en conformidad plena con
propio de Dios, se trasfiere a Cristo como al Dios en cuanto a Ias propias acciones y al
Sumo Sacerdote verdadero y celestial: El es propio ser (cf. también Col 3, 10).
õoioç âx a x o ç ápíavxoç y, por ser el único
H. Balz
que estaba libre de todó pecado, fue el prime-
ro que ofreció, por medio de su propia muer-
te, la verdadera expiación, válida de una vez ÓfflÓTilÇ, t|tO Ç , 1^ hosiotês piedad, santi­
para siempre (v. 27; cf., a propósito de êjtpe- dad
jtev en el v. 26, lo que se dice en 2, 10). Por ->■ õoioç.
consiguiente. Cristo es santo por su completa
conformidad con Dios, una conformidad que
se refleja en el hecho de hallarse lejos de toda Óoítoç hosiõs (adv.) piadosamente, santa­
mancha y de toda maldad (cf. O. Michel, Der mente, de manera agradable a Dios*
Briefan die Hebrãer^ [KEK], sub loco). En 1 Tes 2, 10, junto a ôixaíooç y à|a,ÉixjT-
xcoç, dícese de la conducta de Pablo hacia la
3. En Ias Pastorales se aplica õoioç a los comunidad: una conducta agradable a Dios,
creyentes; según 1 Tim 2, 8, los hombres, en vivida con conciencia y de manera irrepro-
la oración, deben levantar a Dios «manos san­ chable (cf. también Tit 1, 8; Heb 7, 26; Hen
tas / piadosas» (refiriéndose a la postura [gr] 104, 12; 1 Ciem 45, 7; 2 Ciem 15, 3; ->
adoptada corrientemente en la oración, que õoioç).
consistia en levantar Ias manos: ènaÍQOVxaç
óoLonç lo cual se explica a continua-
oa^iTi» ÍÍÇ> n osme aroma, olor
ción: «sin ira ni contienda». Así, pues, õoioç, ->■ e iK o ò ía .
como expresión original de la pureza cultuai
(cf, puras ad caelum manus tollere, Séneca,
Nat III, Praef. 14; además, Josefo, Bell V, Õaoç, 3 hosos tanto como, tan extenso co­
380; IQS 9, 15; 1 Ciem 29, 1; cf. Dibelius- mo, tan prolongado como, todo lo que
Conzelmann), se aplica aqui a la conducta de Pronombre correlativo, atestiguado desde
la vida y a toda la actitud de la persona. Difi­ Homero; aparece 110 veces en el NT (y varias
cilmente habrá influencia directa dei lenguaje veces más como v.l.). Es sorprendente su acu-
de los mistérios, aunque a los «mistes» se los mulación en Flp 4, 8 (en este versículo se en-
podia llamar también õoioi (Platón, Resp cuentran seis de Ias siete veces que el término
363c; Aristófanes, Ra 327 y 336; cf. Bauer, aparece en Fílipenses). El pronombre se en-
j.v. l.a). EnT it 1, 8, baioç,piadoso/ agrada- cuentra casi únicamente en nominativo y en
ble a Dios, se halla junto a àvéYJt^ilToç, ocb- acusativo (BlaB-Debmnner § 293, 1); son ex­
(ppcov, ôtxaioç, èyxQaTfiç y otras virtudes en cepciones: Lc 11, 8 (ômoEi axixü) õoov XQTl"
un catálogo de deberes dei jtgsopÚTeçoç o ^ei); Heb 8, 6 (õocp, en la medida que / por
dei èjtioxottoç (cf. también 1 Tim 3, 1-7). cuanto) y Ia expresión xoooúxq)... õom, tanto
El sustantivo óoiÓTT]ç, con el significado más... que, Heb 1, 4; 10, 25. õoov puede de­
de piedad / santidad, aparece en Lc 1, 75 pa­ signar también la extensión en el espacio (Ap
ra referirse en general a Ias personas piadosas 21, 16) y la extensión en el tiempo (èqp’ õoov
que viven en la salvación de Dios (èv óoióxT ]- XQÓvo v , Rom 7, 1; èq)’ õoov, Mt 9, 15; õoov
XI x al ôixaiooúvT), cf. Sab 9, 3; Filón, Abr XQÓvov, Mc 2, 19). Con números y con indi-
613 o a o ç - ooT iç 614

caciones de cantidad, õooç puede significair A cts a n d E lsew here: JBL 42 (1923) 150-157; Rader-
macher, G ram m atik, 75; V. Spottorno, T he R e la tiv e
todo lo que (Jn 6, 11), o en plural, en combi- P ronoun in the NT: NTS 28 (1982) 560-564; Zerwick,
nación con Jtávteç (o ã;itavTeç), todos los E l griego d e i N T n.° 163-166.
que (Lc 4, 40; Jn 10, 8; Hech 3, 24 y passim;
con el mismo significado sin JiávTEç, 9, 39; 1. En el texto dei GNT, el pronombre apa­
10, 45 y passim). En comparaciones, oooç in­ rece 148 veces (cf. VKGNTII, 202s), y se ba­
dica Ias proporciones de Ias cosas compara­ ila distribuído de manera bastante uniforme,
das, cf. Mc 7, 36 (ooov..., jxã)i)LOv Jtepi,aoó- con excepción de Marcos (sólo 5 testimo-
TEQOV, «cuanto más..., tanto más»); Heb 3, 3 nios), Juan (6) y Ias Cartas Católicas (5); pe-
( jc X.e Í oov. . . , 'HaU’ ôoov jtX.sítov, «tanto ma- ro, aparte dei acusativo 5 xt (Hech 9, 6, todo
yor..., cuanto mayor»); 10, 25 (Toaoúxcp pãÀ- lo que\ con èáv, Mc 6, 23; 1 Cor 16, 2; Col 3,
"kay 00(0, «tanto más, cuanto más) y passim. 17; y con âv, Lc 10, 35; Jn 2, 5; 14, 13; 15,
Expresiones especiales son el exclamativo exi 16, cualquier cosa que, todo lo que) y la fór­
pixQÒv ooov ooov, Heb 10, 37 (cita de Is 26, mula fija eoúg õxou (junto a eioç ou, Mt 1, 25
20 LXX), «sólo un poco de tiempo, ‘;qué po­ y passim), mientras o hasta que (Mt 5, 25; Lc
ço, qué poco!' - sólo poquísimo tiempo» (->• 12, 50; 13, 8; 15, 8; 22, 16, 18; Jn 9, 18), el
[XiXQÓv; cf. BlaB-Debrunner § 304 nota 4); de pronombre aparece únicamente en nominati­
manera parecida en Lc 5, 3 D: õaov ooov, vo singular y plural. Mezcladas con el pro­
«poquísimo» (en lugar de òLíyov). nombre relativo sencillo, se emplean de ordi­
nário Ias siguientes formas; en singular, õç,
õajtEQ , 3 hosper el cual precisamente, el fjxiç, õ; ou, f|ç, oú, etc.; en plural, oíxtveç,
cual ciertamente aixiveç, â; cbv, etc. La forma oíxiveç (apare­
Mc 15, 6 Textus Receptus: õ v jte p f|x o ú v x o ce 60 veces en el NT) se baila con especial
(en vez de õ v JtaQT)xoí5vxo). frecuencia en Hechos (18 veces de los 24 pa-
sajes de Hechos con alguna forma de ôcruç).

ÒffTÉOV, Ol) (Ô a T o C v , o C ) , TÓ osteon 2. ooxiç ejerce diversas funciones: a) ôo-


(ostoun) hueso, esqueleto XLÇ puede servir para la generalización, por
En el NT, el término se usa únicamente en ejemplo, en Mt 7, 24, aqui incluso -en forma
plural y sin artículo, con excepción de Jn 19, pleonástica- con rtãç (como en 10, 32; 19,
36, donde aparece la forma contracta ôoxoõv 29), aquel que (con jtõç y èáv, Col 3,17). b)
en una cita de la LXX (Ex 12, 10.46; cf. BlaB- ôoxtç puede tener sentido cualitativo, por
Debrunner § 45 nota 2). En Lc 24, 39, el Re- ejemplo, en Mt 7,15: «Guardaos de los falsos
sucitado insiste en que es él fisicamente, ha- profetas, (en efecto, estos son aquellos) que
ciendo ver que él tiene carne y huesos. Según vienen a vosotros vestidos con pieles de ove-
Mt 23, 27, los fariseos son como sepulcros jas...». Correspondientemente, Rom 16, 3-7
llenos de huesos de muertos (cf. Haenchen I, alterna entre õoxiç y oç. Cf. Bauer y Zerwick.
29-54, esp. 50). Heb 11, 22 hace referencia a c) ooxiç -particularmente en la Koiné- puede
los huesos de José (cf. Gén 50, 24); el térmi­ reemplazar a 5ç; compárese Mt 18, 23 con 22,
no aparece también en Ef 5, 30 v.l. (cita de 2, donde, después de exactamente la misma
Gén 2, 23 LXX). frase de introducción (bfxoLcóO^ri... |3aoiLsi, se
continua una vez con õç y otra vez con ôoxtç;
ô o T iç , fÍTiç, õ Ti hostis, hêtis, ho ti cual- en forma parecida, compárese Rom 4, 16 con
quiera que; (aquel) que; que, quien (pro- Gál 4, 26; cf. además Heb 9, 2.9; 13, 7. - So­
nombre relativo) bre õoxiç como pronombre interrogativo cf.
BlaB-Debrunner § 300.
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrumier, §
293, 300; H. J. Cadbury, T he R ela tiv e P ro n o u n s in W. Radl
615 OOTOUV —OTE 616

ôoT oC v, oC , TÓ ostoun hueso, esqueleto ÕTav hotan entonces, cuando, siempre que
-V ôaxéov. Las 123 veces que aparece el término se
concentran en los evangelios (19 testimonios
en Mateo, 21 en Marcos, 29 en Lucas [en He-
ÔaTgáxiVOÇ, 3 ostakinos de barro, de ar-
chos únicamente en 23, 35; 24, 22], 17 testi­
cilla*
monios en Juan); por lo demás, õxav aparece
En el NT se encuentra únicamente la com-
12 veces en 1 Corintios (nueve de ellas en el
binación o>c£'ú'n ò atg áx iv a , «vasos de barro capítulo 15 y siguiente) y 9 veces en el Apo-
/ frágiles» (cf. Lev 11, 33; también Dan 2, calipsis.
34.42 LXX; Lam 4,2; Artemídoro, Onirocr V, La partícula temporal õxav (sobre el signi­
25): 2 Cor 4, 7, donde se usa en sentido figu­ ficado repetitivo cf. BlaB-Debrunner § 367
rado para referirse al cuerpo débil y «frágil» nota 1) lleva ordinariamente subjuntivo (co­
dei apóstol como «vaso» para el nuevo minis­ mo en la lengua clásica), acercándose en su
tério de gloria (èv ôoxQaxivotç oxeúeoiv, cf. significado a èáv (cf. Kühner IE2, 447s;
además, R. Bultmann, Der zyveite Briefan die BlaB-Debrunner § 382, 2.3; cf. especialmente
Korinther [KEK], sub loco); en 2 Tim 2, 20 se 1 Jn 2, 28, donde la mayoría de los manuscri­
dice en sentido figurado que los falsos maes­ tos leen õxav en vez de èáv): con presente,
tros son oxeÚT] ^úXiva x a l ôoxpáxiva (por casi siempre con sentido repetitivo, siempre
contraste con XQUoã x a i cíQYUQã). que / cada vez que, Mt 6, 2.5.6.16; con senti­
do no repetitivo y seguida de xóxe, «cuando...
entonces», 1 Tes 5, 3; la expresión ecoç xfjç
õa<pQ t]aiç, ECtiç, i\ osphrêsis sentido dei
fipégaç êxeívTjç õxav... irivco, en Mc 14, 25
olfato, nariz*
par. Mt 26, 29, es una circunlocución de la la
En 1 Cor 12, 17, como fiinción corporal o
expresión clásica j i q i v ãv, «hasta el día en
miembro dei cuerpo, junto a ôqj^&aXpóç y
que... / antes que»; se usa ífecuentemente con
àxof), refiriéndose principalmente a la facul-
aoristo, cuando designa una acción que prece­
tad olfativa.
de a la de la oración principal (va seguida a
menudo por xóxe): Mt 5, 11; 9, 15; Mc 4,15.
oo tp ü ç, v o ç , i | osphys cadera, cintura, ri- 16.29.31.32; 8, 38; Lc 6, 22 (bis); Rom 2, 14;
nones (= entranas)* 2 Cor 13, 9 y passim.
El término aparece 8 veces en el NT: según Más raras veces õxav va seguida de indica­
Mc 1, 6 par. Mt 3,4, el Bautista Uevaba «...un tivo (como en la época posclásica, cf. BlaB-
cinto de cuero a la cintura (cf. 4 Re 1, 8, de Debrunner § 382, 4), en futuro o en presente,
Elias). La exhortación a cefiirse los rinones para expresar una expectativa: Mc 11, 25, ca­
equivale a invitar a que se esté preparado pa­ da vez que; Lc 13,28 v.l.; Ap 4, 9 (cf. también
ra la marcha y para la acción, ya que en casa BlaB-Debrunner § 382 nota 8); con aoristo en
se Uevaba el vestido suelto, sin cenidor (cf. Mc 11, 19 (sentido repetitivo): Ap 8, 1 (en el
Dalman, Arbeit H, 151s; V, 232s; Ex 12, 11; sentido de la v.l. õxe, «cuando»); con imper-
Jer 1, 17; Ez 9, 11; Is 11, 5 en sentido mesiá- fecto en Mc 3,11 (sentido repetitivo).
nico): Lc 12, 35; Ef 6, 14 (èv àÀ.qU-EÍg, cf. Is
11, 15); 1 Pe 1, 13 (xàç ôoqjijaç xfjç ôia- Õ te hote cuando, al tiem po que, después
voíaç ú[Xü5v). En sentido figurado, «(fnito) de que
los rinones [= de Ias entranas]», para designar En el NT, õxe aparece 103 veces (y varias
a los descendientes: Hech 2, 30 (cf. Sal 131, veces más como v.l.), doce de ellas en cada
11 LXX); Heb 7, 5.10 (cf. Gén 35, 11; 2 Crón uno de los Evangelios sinópticos, 21 en Juan,
6, 9). ThWNT V, 495s; BHH E, 1074; VTB 10 en Hechos y 13 en el Apocalipsis.
492; E. Levine, The Wrestling-belt Legacy in Como conjunción (con indicativo) õxe de­
the NT: NTS 28 (1980) 150-159. signa el momento en que sucede algo, y va se-
617 OTE - OTOV 618

guida principalmente dei aoristo (BlaB-De- mas de õxi, que, Ias partículas (bç o jtcõç, que
brunner § 382, 1); õ te è j t i a t e n a a f i E V , « e n el tienen no obstante un matiz subjetivo más in­
tiempo en que empezamos a creer», Rom 13, tenso.
11; en Mateo es frecuente como fórmula de
transición, J t a i èyÉVETO õ t e , «y sucedió que, 2. ÕXL, que, indica el contenido o el objeto,
cuando...», 7, 28; 13, 53 y passinv, cf. además después de verbos que significan percepción a
Mt 11, 1; Lc 22, 14; Gál 2, 11 y passinv, con través de la mente o de los sentidos (Mt 2, 22;
imperfecto, mientras, Mc 14,12; 15, 41; Rom 24, 33 y passim), o el acto de creer, opinar,
6, 20; 1 Cor 12, 2; con perfecto, después que, pensar, juzgar, esperar (Mt 5, 17; 6, 7; Jn 11,
1 Cor 1 3 ,11b; con presente, cuando, Mc 11,1 50 y passim) y de decir y anunciar (Lc 22, 70;
(presente histórico, cf. el imperfecto en el có­ Rom 10, 2; 1 Cor 15, 50 y passim). Con fre­
dice D); mientras, Heb 9, 17. cuencia el sujeto de la oración de oxi es tras­
Õt e , después de un sustantivo que indique
ladado a la oración principal y allf se convier-
tiempo, puede sustituir también a un pronom- te en objeto de la acción dei verbo (por ejem-
bre relativo; EQ /erai &Qa (...) õxe, Jn 4, plo, Hech 4, 13c; 1 Cor 16, 15b). - En los es­
21.23; 5, 25; êgxExaL v ú | õ t e , 9, 4; Eoxai critos joánicos, õxi se encuentra también en
y àp xaigòç õxe, 2 Tim 4, 3; cf. además Lc lugar dei infinitivo epexegético (Jn 3,19; 1 Jn
17, 22; Jn 16, 25. Suponemos que, en Lc 13, 4, 9.13 y passim).
35, basándose en õ x e , hay que sobreentender Como partícula interrogativa, ^qué? / ipor
xaiQÓç: êooç TÍ|ei õxe eíirqxe (tan sólo aqui qué?, õxi se encuentra en interrogativas indi­
en subjuntivo, cf. la v.l. ecoç âv), «hasta que rectas y parece que también en interrogativas
llegue el momento en que digáis...» (Bla6-De- directas (Mc 2, 16c; 9, 11; Jn 8, 25 v.l.; Hech
brunner § 382, 2). 9, 6 v.l. y passim). - A veces õxi tiene también
significado consecutivo: de suerte que (Mt 8,
OTl hoti que, porque 27 par.; Heb 2, 6 y passim).
1. Aparición y uso - 2. õxi = que - 3. õxi recitativo
- 4. Uso causai. 3. El õxi recitativo realiza la función de los
dos puntos que introducen una cita en estilo
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; BlaB-Debrunner § directo (Mt 7, 23; Mc 1, 37; Jn 10, 36; 2 Tes
388, 2; 394, 4; 396s; 408, 1; 456, 1; 470, 1; Kühner, 3, 10 y passim). De esta manera se introducen
G ra m m a tik U/2 (s.v. en el índice analítico); Mayser,
G r a m m a tik II/l, 310-316; II/3, 46s, 204; Moulton,
también citas de la Escritura (Mt 21, 16; Mc
G ra m m a r II, 453s, III, 49s, 136s, 318; Radermacher, 12, 19; Lc 2, 23; Jn 10, 34 y passim).
G ram m atik, 78, 179, 184, 192s, 195-197, 208s.
4. õxi introduce oraciones subordinadas
1. La conjunción õxi, que aparece en total causales: porque /y a que (Mc 1, 34; Jn 8, 47;
1297 veces (y que originalmente fue la forma 20, 29; Rom 9, 32 y passim). Pero, a menudo,
neutra de õoxiç), se distribuye de manera re­ la subordinación es tan débil, que se reco-
lativamente uniforme entre los escritos dei mienda la traducción por pues (Mt 7, 13; Lc
NT, aunque el uso de la misma se concentra 9, 12; 13, 31; 2 Cor 4, 6 y passim).
de manera especial en los escritos joánicos
H. Kleine
(Evangelio de Juan y Carta primera de Juan).
El empleo de õxi en el NT corresponde en lo
esencial al uso de esta conjunción en la len- ÕTOU hotou (genitivo) de cualquiera que;
gua clásica. Pero, apartándose dei mismo (ex- después de preposiciones: entonces, cuan­
cepto en Lucas, en Hebreos y en Pablo), õxi do*
se emplea con más frecuencia que Ias cons- En el NT, el genitivo õxou dei pronombre
trucciones de infinitivo o de participio, que õaxiç aparece 5 veces en la expresión prepo­
son usuales en la lengua clásica. Son sinôni­ sicional fija êcúç õxot), hasta el tiempo en
619 OTOD - OD 620

que), con indicativo en Jn 9,18, con subjunti- en vai vai, oú oú en Mt 5, 37; sustantivada;
vo en Lc 12, 50; 13, 8; 15, 8 v.l.; 22, 16.18 xò vai v ai x a l xò oú oú en Sant 5, 12; 2 Cor
v.L; con el significado de mientras / por el 1, 17 (->• v ai 3). Aparece además al final de la
tiempo que (con indicativo) en Mt 5, 25 (cf. frase, con el mismo significado que oú: Mc
BlaB-Debranner § 455 nota 5.6; cf. también 12, 14 par. Mt 22, 17 / Lc 20, 22; Lc 14, 3;
^ ôç 4). Rom 7, 18. Blafi-Debrunner § 432, 1 con la
nota 1; 493 nota 2; oú 1.3.
Ol) hou (adv.) donde, adonde
El advérbio de lugar, formado dei genitivo oí) (oí)>c, oi&x) ou (ouk, ouch) no
de -> õç, aparece 24 veces en el NT, especial­ oú ou no
mente en los escritos lucanos (5 veces en el
1 . Aparición en el NT - 2. Función estilística en la
Ev. de Lucas [tan sólo en pasajes originales
retórica teológica - 3. El «[no!» rotundo.
de Lucas, en los demás sitios 0^:00] y en
22, 10 v.l.; 8 veces. en Hechos y en 20, 6 v.l.; B ib l: Bauer, W õrterbuch, s.v.; Blafi-Debrunner, í . v .
cf. BlaB-Debrunner § 293 nota 4). Por lo de­ en el índice analítico.
más, el advérbio aparece 3 veces en Mateo y
otras tantas en Romanos, y una vez en cada 1. En el NT el vocablo oú aparece 1612
uno de los escritos siguientes: Cartas primera veces. Falta únicamente en la Carta a File-
món. El vocablo oú aparece 17 veces.
y segunda a los Corintios, Colosenses, He-
breos y Apocalipsis; ou no aparece en Marcos En el NT la partícula de negación se en­
ni en los escritos joánicos (con excepción de cuentra como negación objetiva (no) y como
Jn 11,41 V.L). exclamación (/no.'); delante de vocales con
ou, lo mismo que en nuestra lengua, puede espíritu suave adopta la forma oúx; delante
sustituir a un pronombre relativo y viene casi de vocales con espíritu áspero, la forma oúy.
Con acento (oú) la partícula se usa como res­
siempre después de un sustantivo que designa
puesta negativa: /no.', por ejemplo, en Mt 13,
un lugar: donde / en donde, Lc 4, 16.17; 23,
53; Hech 1, 13; 7, 29 y passim; además, èrcá- 29; Jn 1, 21; 7, 12; 21, 5. Sobre todo en citas
vco oú, «el lugar donde», Mt 2, 9; oú... èxEÍ, de la LXX oú traduce la negación hebrea lõ ’,
«donde... allí», Mt 18, 20 (son posibles el sen­ frecuentemente en combinación con un parti-
tido propio y el sentido figurado); en sentido cipio o en forma de futuro de prohibición, «no
figurado en Rom 4, 15: ou ôè oux eoxiv vó- (matar-)ás», Mt 5,21; 19,18; Rom 7,7; 13,9;
poç, «donde no hay ley...», para designar la ajustándose al tenor literal dei Decálogo en
condición bajo la cual tiene aplicación alguna Ex 20, 13.17; Dt 5, 17-21. Se usa con predi-
lección en preguntas retóricas a Ias que se es­
cosa; cf. 5, 20; 2 Cor 3, 17.
En el sentido propio de adonde, 1 Cor 16, pera respuesta afirmativa: Mt 6, 26; 17, 24;
6: ou èàv JtOQEÚcopai, adondequiera que va- 27,13; Mc 6, 3; 7,18; 12, 24; Lc 11, 40; Jn 4,
ya»; eiç... xóitov oú, «a cualquier lugar adon­ 35; 6, 70; 7, 25; Hech 9, 21; Mc 4, 38 con
de», Lc 10, 1; etç t ò õ q o ç o u , Mt 28, 16; eLç ocasión de la tempestad en el lago; «Maestro,
xf]v xrópT]v o ú , Lc 24, 28. l/u> te importa que perezcamos?».
En Ias preguntas en que el verbo lleva ya la
negación oú, esta negación puede contrarres-
o it ou no* tarse por medio de la partícula interrogativa
En el NT, oú (con acento) aparece 17 ve­ fxf|, ^ acaso? (que exigiría propiamente una
ces; en Jn 1, 21 y 21, 5 se encuentra como la respuesta negativa), de forma que lo que en
respuesta negativa /no! (aisladamente, sin realidad se formula es una afirmación positi­
adición alguna); de otra manera, en Mt 13,29; va, cf. Rom 10, 18; p^q oúx qxonoav;,
Jn 7, 12; en juegos de palabras vai x a l oú en «/.Acaso no han oído? jCiertamente que sí!»;
2 Cor 1,18.19; la negación aparece duplicada 1 Cor 9,4: pf) oúx exoE^'v-è|onoíav;, «/Aca-
621 OD - o v a i 622

so no tenemos derecho...? jCiertamente que «O lo que me propuse, i,me lo propuse confor­


sí!»: 1 Cor 11, 22; |rT) oíjiíaç otix me a la carne, para que en mí hubiera ‘sí, sí’ y
«^Acaso no tenéis casas (para comer y be­ ‘no, n o ’ al mismo tiempo? El Hijo de Dios
ber)? jClaro que sí!». - Las figuras retóricas «no fue ‘sí’ y ‘no’; en él no hubo más que
on... ôé (Hech 12, 9.14; Heb 4, 13.15), ov ‘sí’» (v. 19). Pablo da a esta rotundidad un
[róvov, àXkà («aí) y ou... eí |xi) son muy fre- fundamento dogmático en el hecho de que Je-
cuentes, especialmente en Pablo. sucristo encarna el ‘sí’ global de Dios al mun­
do, a la historia y a la humanidad; en la en-
2. La partícula de negación desempena una camación dei Hijo, Dios dijo -por principio-
función retórica importante en la argumenta- ‘sí’ al mundo y a cada una de las personas. De
ción apologética, porque con ella se hace un esta fe dimana también la rotundidad dei ‘no’,
vivo énfasis para deslindar y distinguir bien y la veracidad y la confianza que la autoridad
entre puntos de vista y prácticas, y puede lo- apostólica reclama de la comunidad.
grarse así un gran efecto de contraste; cf., por
P.-G. Müller
ejemplo, Mt 6, 24: No podéis servir a Dios y
a Manmón. En Gál 4, 8s: tòte onx... vüv ôé
(«En aquel tiempo, desde luego, cuando no ova oua jbah!, jeh!’^
conocíais a Dios, servíais a dioses que en rea- En Mc 15, 29, la interjección de asombro
lidad no lo son. Pero ahora...»). O en 2 Cor 4, oi)á introduce las exclamaciones de burla de
8: 'fl'>,Lpópevoi àXX' oii oTEvoxcüQonpEvoi los que pasaban junto a la cruz.
(«Estamos afligidos en todo, pero no agobia-
dos; en apuros, pero no desesperados»). Este
mismo tono apologético de fondo se escucha ovai ouai jay de!; sustantivado: (el) ay’'‘
en Rom 9, 25: tò v ov Xaóv pou («A los que 1. o naí es un semitismo dei NT (cf. el he-
no eran mi pueblo, llamaré ‘pueblo m ío’») breo hôy, ’ôy), pero es también un latinismo
(cf. Os 2, 25; 1 Pe 2, 10); de igual modo en (cf. el latín vae); aparece como interjección
Rom 10, 19: onx e^ voç («Un pueblo que no de dolor, de lamentación y principalmente de
es pueblo», Dt 32, 21). La negatividad de lo amenaza en 41 pasajes dei NT; además de
que de hecho no es, puede trasformarse en la aparecer en 1 Cor 9, 16 (interjección sustanti-
positividad de lo que de hecho es, mediante la vada) y en Jds 11, se encuentra principalmen­
elección por parte dei Dios creador y omnipo- te en el Apocalipsis (en 9 pasajes; 8, 13 [triple
tente (cf. Rom 4, 17: «Dios que da vida a los ay]; 18, 10.16.19 [en los tres casos un triple
muertos y llama a la existência a las cosas que ay]; 12, 12; como interjección sustantivada
no existen»). [indeclinable] en 9, 12 [bis]; 11, 14 [bis] los
«tres ayes») y en los Evangelios sinópticos
3. Repetidas veces el NT acentúa la rotun- (13 veces en Mateo, 2 en Marcos, 15 en Lu­
didad dei «no» (on) como convicción firme y cas), donde hay que destacar especialmente
clara manifestación de fe. Mt 5, 37: «Vuestro las series de ayes pronunciados por Jesús (Mt
‘s f sea ‘sí’, vuestro ‘no’ sea ‘no’; lo que pasa 11, 21; 18, 7 dos ayes, 23, 13.15.16.23.25.27.
de ahí, viene dei maligno». De manera pareci­ 29 siete ayes; Lc 6, 24-26 cuatro ayes; 10, 13
da se expresa Sant 5, 12: «Antes bien, vuestro dos ayes, y 11, 42.43.44.46.47 seis ayes). Ca-
‘sí’ sea ‘sí’ y vuestro ‘no’ sea ‘no’, para no in- si siempre o n a í se construye con dativo (30
currir en juicio». La exigencia de absoluta ve- veces, incluido Lc 17, 1 [oíiaí ôi’ ou = oíiaí
racidad y fidelidad en las afirmaciones hace TOÚT(p ôi’ ou]), con nominativo (en función
que sea supérfluo todo juramento; cf. Hen de vocativo) en Lc 6, 25b (pero cf. también 6,
(esl) 49, 1; Billerbeck I, 337. También Pablo 25a); Ap 18, 10.16.19; con acusativo en Ap 8,
conoce esta ética de la rotundidad y dei carác- 13; 12, 12; seguido por ôrav (sin indicarse la
ter rectilíneo en las afirmaciones: 2 Cor 1, 17: persona) en Lc 6, 26; seguido por ÕTi en Lc 6,
623 oíiaí - 01!ôé 624

24s; 11,42-44.46 (ouaí pospuesto).47.52; Jds también en 11, 14; 12, 12). La exclamación
11; seguido por lá v en 1 Cor 9, 16; cf. tam- sustantivada Tj o n aí es tratada en 9,12; 11,14
biénBlaB-Debrunner § 190 nota 2; 412 nota como femenina (cf. fj ■Ô-X.tipiç y otras expre-
10 . siones por el estilo; BlaB-Debrunner § 58 no­
ta 2), En 18, 10.16.19 se escucha un clamor
2. En el AT, el clamor de jay!, como lamenta- de lamentación, repetido tres veces, que es
ción y especialmente como amenaza, pertenece proferido por quienes contemplan de lejos la
especialmente a la manera de hablar de los profe­ caída de «Babilônia» (cf., a propósito de la
tas (Os 7, 13; Is 1,4; 10, 5; Jer 23, 1; Ez 24, 6; Is duplicación de onaí, Am 5, 16; Miq 7, 4; so­
5, 8-22 seis ayes; junto a macarismos en Is 3, 9-
ll;E cl 10, 16s; Tob 13, 12.14; cf. también ApBar bre Babilônia, Jer 28, 2 LXX; además Ez 26s.
[sir] 10, 6s); en Hen (et) se encuentran series de BHH III, 2147 (bibl.); Haag, Diccionario,
ayes; 94, 6ss; 95, 5ss tres ayes; 96, 4ss cinco 183s (bibl.); P. Klein, Die lukanischen Wehe-
ayes; 97, 7s dos ayes; 98, 9-99, 2 ocho ayes; 99, rufe Lk 6, 24-26: ZNW 71 (1980) 150-159; A.
llss cinco ayes; 100, 7s dos ayes, frente a los D. Lowe: Her. 105 (1967) 34-49; J. C. Mar-
cuales hay un macarismo en 99, 10. got: BiTr 19 (1968) 26s.

Los ayes dei NT se ajustan a la manera de H. Balz


hablar de los profetas. Sobre todo en la tradi-
ción de Jesus, se trata de la amenaza de que­ OVÔafiMÇ oudamõs (adv.) de ningún m o­
dar excluído de la salvación escatológica y de do, absolutamente no*
incurrir en el juicio: Los ayes pronunciados En Mt 2, 6 se designa a Belén como onôa-
por Jesús van dirigidos contra ciudades (Mt pcòç èXaxíoTT]... 8v Toiç f|YE[tóaiv (a diferen­
11, 21 [bis] par. Lc 10, 13 [bis]), contra el cia de Miq 5, 1 LXX; èXiYooncòç... èv xiXiá-
cosmos (Mt 18, 7a), contra determinadas per- OLV lonôa).
sonas (18, 7b par, Lc 17, 1), contra los escri-
bas y fariseos (Mt 23, 13ss; cf. Lc 11, 42ss;
cf., a propósito, Bultmann, Geschichte, 118- OVÔé oude ni, y no, tampoco, ni siquiera
120; W. Grundmann, Das Lukasevangelium En el NT, oíiôé aparece 143 veces, espe-
[ThHK], 244ss). De Marcos proceden el cla­ ciahnente en los evangelios (27 veces en Ma-
mor de lamentación apocalíptica en 13, 17 teo, 10 en Marcos, 21 en Lucas, 17 en Juan),
par. Mt 24, 19 / Lc 21,23 y la exclamación de en los Hechos (12 veces), en el Apocalipsis
jay! por el traidor a Jesús en 14, 21 par. Mt (11 veces), en la Carta primera a los Corintios
26, 24 / Lc 22, 22. A los cuatro macarismos (10 veces) y en Gálatas (9 veces).
(-+ p ax áçio ç 4.a) dei discurso dei llano, Lu­ Como conjunción negativa, oíiôé conecta
cas contrapone cuatro ayes antitéticos de aná­ oraciones negativas o partes de la oración ne­
logo contenido y estructura (6, 24-26: redac- gativas, y se encuentra principahnente des-
cional: Dupont, Béatitudes I, 299ss; Ch. Mi- pués de on: ni, y no (Mt 6, 20.28; Mc 4, 22;
chaelis; NovT 10 [1968] 148-161: P. Klein: Jn 6, 24 y passini): después de onôeíç en Mt
ZNW 17 [1980] 150-159, etc.; de lafuente Q; 9, 17; Ap 5, 3 (onÔEÍç... onôè... onôé, «na-
Bultmann, Geschichte, 117; H. Schürmann, die... ni... ni»; onôè Y«Q, «porque ni», en Jn
Das Lukasevangelium I [HThK], sub loco', G. 5,22; 8,42; con el significado de tampoco, en
Schneider, Das Evangelium nach Lukas Mt 6, 15; 21, 27; 25, 45; Rom 4, 15; 1 Cor 15,
[ÕTK], sub loco, etc.] 13 y passim; en la construcción onôè yàq,
En el Apocalipsis, la tripé exclamación «pues tampoco», en Gál 1, 12.
apocalíptica de jay! (8, 13) anuncia los horro­ Ahora bien, onôè puede servir también pa­
res dei fin de los tiempos, que han de caer so­ ra acentuar un hecho extraordinário: «Ni si­
bre la humanidad incrédula (cf. la floja vincu- quiera Salomón se vistió como uno de ellos»,
lación con la «quinta trompeta», en 9, 12, y Mt 6,29; cf. además Mc 5, 3; 12,10; Lc 7, 9;
625 ovôé - ovôeíç 626

12, 26; 23, 15; 1 Cor 3, 2; 5, 1 y passim; Jn 8, 15; 18, 31; Hech 4, 12; 1 Cor 6, 5; ov-
ovbúç... ovòè... ovòÉ, en Mc 13, 32 par. Mt xÉTi... ouôelç, Mc 9, 8; 12, 34; ouôeiç oujtm,
24, 36 («nadie... ni siquiera... ni tampoco»)', ««adie...todavia», Lc 23, 53; Mc 11,2; ouôé-
ouôè elç, «ni uno«, Mt 27, 14; Hech 4, 32; 310) ouôelç. «todavia ninguno», Jn 19, 41;
Rom 3, 10 (cf. BlaB-Debrunner § 445, 2); Hech 8, 16; ouôè... ouxéxi ouôelç, «nadie
oíiôé puede reforztir también un ov preceden­ (habia podido hasta entonces sujetarle con
te; Lc 18, 13 (oíJM fjO-eXev oíjôé, «no queria una cadena)», Mc 5, 3; ouôevl ouôév, «(y no
ni siquiera»-, Hech 7, 5; cf. también Rom 3, dijeron) nada a nadie», Mc 16, 8.
10. Bauer, Wôrterbuch, s.v. (bibl.). En sentido figurado, el vocablo designa una
realidad insignificante, inaplicable, sin valor,
nula: «El que jura por el templo, (su juramen­
ovòeíç, ovòe^ia, ovôév oudeis, oude- to) es inválido», Mt 23, 16; cf. Jn 8, 54; 1 Cor
mia, ouden nadie, ninguno, nada 7, 19; el x a l ouôév elpi, «Aunque (a vuestros
oíiO^EÍç outheis nadie, ninguno, nada ojos) no soy nada», 2 Cor 12, 11; Hech 21,
1. Aparición en el NT - 2. Función en la argumenta- 24; 25, 11. El acusativo ouôév, «en ningún
ción teológica - 3. Para la descripción de la exclusivi- aspecto, en ninguna relación, en ningún mo­
dad cristológica. do»: oúôèv ôiatpÉQei, «no se diferencia en
Bibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.: BlaB-Debrunner, j.v. nada», Gál 4, 1; oú'&èv ôiéjcQivev, «(y no
en el índice analítico. hizo) ninguna diferencia (entre nosotros y
ellos)», Hech 15, 9; Touôalouç ouôév f|ôl-
1. En el NT, oôÔEÍç aparece 227 veces (19 Kí\aa, «a los judios no les he hecho injusticia
veces en Mateo, 26 en Marcos, 33 en Lucas, en modo alguno», Hech 25, 10; ouôév poi
53 en Juan, 25 en Hechos, 49 en el Corpus ôiaq^epei, «me es indiferente», Gál 2, 6.
Paulinum, 12 en el Apocalipsis), en Ias for­
mas gramaticales siguientes: ouôeíç (98 ve­ 2. Los vocablos ouôelç xrk. despliegan su
ces), oôôepia (3), ouôeftiav (8), ouôév (85), relevância semântica especialmente en la ar-
ouôéva (16), otiôeví (9), onôevóç (8). Ade- gumentación apologética en favor de la res-
más, la variante ortográfica o u -Oe íç aparece 5 tricción excluyente que es propia dei reino de
veces en la forma ouO-év y 2 veces en la for­ Dios, de la fe en Jesucristo y de la Iglesia co­
ma oíiflevóç. Como negación adjetival (on- mo comunidad de Cristo, en la que «nadie en­
ô e I ç JtQoq)f|TT]ç, «ningún profeta», Lc 4, 24) tra que...». El deshnde que excluye de la co­
o como sustantivación negativa «nadie» (Mt munidad es aplicado, especialmente por Pablo
6, 24; 8, 10; 9, 16; Mc 2, 21; 5, 4; 7, 24; Lc 5, y por Juan, al hecho de pertenecer a la comu­
36.39; Jn 1, 18; Rom 14, 7; 1 Cor 2, 11; 3, nidad, de la que no forma parte nadie que no
11), algunas veces con genitivo partitivo (ou- reúna ciertos prerrequisitos confesionales, éti­
ôelç àvÔQCÓJtcov, «ningún hombre», Mc 11, cos y juridicos; «Nadie puede decir: Jesus es
2), algunas veces con k% (Jn 7, 19; 16, 5; ou- el Senor», 1 Cor 12, 3; «Sin la santificación,
ôèv ÈktÒç cbv, «nada más que aquello que», nadie verá al Seflor», Heb 12, 14. Inversa­
Hech 26, 22), designa la exclusividad de unos mente, el vocablo designa el universalismo
hechos o de un grupo de personas. En la ne­ dei reino de Dios y de la salvación en Cristo,
gación condicional, el término aparece en la que no puede quedar restringido por ninguna
combinación ouôelç... ei pr|, «nadie... excep- limitación ni reducción humanas (Gál 4, 1;
to», Mt 11, 27; 17, 8; Mc 10, 18; Lc 10, 22; Hech 15, 9). Al acentuarse la exclusión de to­
18, 19; Jn 14, 6; 17, 12; 1 Cor 1, 14; 8, 4; Ap das Ias instâncias y competências humanas, se
2, 17; 14, 3; 19, 12; en la combinación ou­ hace valer plenamente la autoridad de Dios.
ôelç... èàv pf|, Jn 3, 2; 6, 44.65; en construc- Mediante la acentuación retórica dei «nada,
ción pleonástica: ov... ofiôeLç, «no... nadie», nadie, ninguno», se subraya el carácter radi­
Mt 22, 16; Mc 3, 27; 5, 37; 12, 14; Lc 8, 43; calmente decisivo y la validez general y fun-
627 ovàtíç - OÍl^EÍÇ 628

damental que tienen los enunciados, princi­ sías, nadie sabrá de dónde es», 7, 27; tan sólo
palmente los que se expresan en provérbios y el Hijo es quien sabe: «Vosotros no sabéis na­
sentencias: «Nadie puede servir a dos seno- da», 11, 49; «Nadie ha visto jamás a Dios», 1,
res», Mt 6, 24; Lc 16, 13; «En ninguno de Is­ 18; 1 Jn 4, 12. También Hech 4, 12 acentúa
rael he encontrado una fe tan grande», Mt 8, esta exclusividad de Jesús: «En ningún otro
10; «Nadie es bueno sino solo Dios», Mt 19, está la salvación»; de manera semejante se di-
17 C Koiné W; Mc 10, 18; Lc 18, 19; «Nadie ce en 1 Cor 3, 11: «Nadie puede establecer
echa vino nuevo en odres viejos», Mc 2, 22; otro fundamento», y el carácter único dei Hi­
Lc 5, 37; «Nada de lo que llega de fuera dei jo se fundamenta en el carácter único dei Pa­
hombre a su interior, puede contaminar al dre: No hay más que un solo Dios (1 Cor 8, 4:
hombre, sino que lo que sale dei hombre es lo onôelç b-EÒç eL[xt] eLç). Por tanto, el grupo de
que contamina al hombre», Mc 7, 15; «Nin- vocablos «nadie, ninguno, nada» desempena
gún profeta es bien acogido en su tierra», Lc un papel importante en el repertório dei len-
4, 24; «Ninguno de nosotros vive para sí so­ guaje teológico dei NT que se usa para deli­
lo», Rom 14, 7. Pablo utiliza principalmente mitar, para rechazar y, finalmente también,
esta retórica de la decisión en su controvérsia para definir cristológicamente.
sobre la ley: «Por medio de la ley nadie llega P.-G. Müller
a ser justo ante Dios», Gál 3,11.

3. Finalmente, los términos de la negación ovôéjioT E oudepote (adv.) nunca, (nunca)


se utilizan para definir la exclusividad cristo- jamás*
lógica dei Hijo, Jesucristo. «Nadie conoce al El advérbio aparece 16 veces en el NT, casi
Hijo sino el Padre» (Mt 11, 27; Lc 10, 22) siempre acompanado dei aoristo; Mt 7, 23; 9,
acentúa el carácter singularísimo y único de 33; 21, 16.42; Mc 2,12.25; Lc 15, 29 (bis); Jn
la relación de Jesus con Dios, es decir, la con- 7, 46; Hech 10, 14; 11, 8; 14, 8; acompanado
dición de Cristo de ser el Hijo de Dios. De dei presente: 1 Cor 13, 8; Heb 10, 1.11; acom­
manera análoga, el relato de la Trasfiguración panado dei futuro; Mt 26, 33; en preguntas,
hace resaltar el carácter singularísimo y único Mt 21, 16.42; Mc 2, 25 (onôéjtoTE àvéyvoi-
de Jesús: «Ellos alzaron sus ojos y no vieron xe;, «inunca habéis leído?»). ouôéjroxe sirve
a nadie más que a Jesús», Mt 17, 8. Hay dife­ especialmente para caracterizar algo único,
rentes tradiciones en la trasmisión de aquel que hasta entonces no se había conocido: Mt
enunciado de los Sinópticos: «En cuanto al 9, 33; Mc 2, 12; Jn 7, 46; Hech 14, 8; Hech
día y la hora, nadie sabe, ni siquiera los ánge- 10, 14; 11, 8; o para acentuar el carácter ta-
les dei delo, (ni tampoco el Hijo, ) sino sólo jante y definitivo de una afirmación: Mt 7, 23;
el Padre», Mt 24, 36; Mc 13, 32 (cf., a propó­ 1 Cor 13, 8; Heb 10, 1.11.
sito, B. M. F. van lersel. Der «Sohn» in den
synoptischen Jesusworten, Leiden ^1964, 77-
ovôÉ Jlw oudepõ (adv.) todavia no, aún no*
84). Como atenuación de la exclusividad de
El advérbio aparece 4 veces en el NT, tres
Jesús suena aquel enunciado de Lc 7, 28:
de ellas en Juan (además, Lc 23,53 v.L; 1 Cor
«Entre los nacidos de mujer no hay nadie ma-
8, 2 V.I., siempre en sustitución de ->• oujtcú):
yor que Juan».
Jn 7, 39 (refiriéndose a onn:ro); 20, 9; 19, 41:
Principalmente en Juan, la exclusividad dei
ovòénu) oúSeúç, «todavia nadie»', cf. Hech 8,
Hijo se formula mediante el empleo contras­
16.
tante de «nadie»: «Nadie es capaz de hacer
esas senales», 3, 2; «Nadie subió al cielo», 3,
13; «El Hijo no puede hacer nada por su Oli^^EÍÇ, OÍidÉV outheis, outhen nadie, nin­
cuenta», 5, 19; cf. 8, 28; 9, 33. «Nadie puede guno; en neutro: nada
venir a mí», 6, 44.65; «Cuando venga el Me- ^ onôeíç.
629 ov% - oxjga 630

OVX ouk no Rom 5, 1; 3 Jn 8, y passim) y en oraciones vo-


oí). litivas (Mt 3, 8; 10, 31; Mc 13, 35; Lc 3, 8;
Hech 2, 36; Rom 6, 12; Gál 5, 1, y passim', Jn
Únicamente en 8, 38), sino también principal­
ovxéxi ouketi (adv.) ya no, no más mente en preguntas (Mt 13, 28; 21, 25; Lc 22,
En el NT el advérbio aparece 47 veces, 12 70; Jn 9, 10; 18, 8; Hech 19, 3; Rom 2, 21), en
de ellas en el Evangelio de Juan, 7 en Marcos, preguntas retóricas (Mt 12, 12.26; Lc 7, 31;
7 en Romanos, 4 en Gaiatas; es sorprendente Rom 11, 1 y (sobre todo en Pablo) en breves
la ausência de oiixért en Ias Cartas de Juan. preguntas formularias: t i ouv;, ^entonces
onxéxi aparece casi siempre con su signifi­ qué? (Jn 1, 21; Rom 3, 9; 6, 15; 11, 7); xí, oúv
cado temporal propio: Mt 19, 6; Mc 10, 8; Lc egoupev;, «i,qué diremos, entonces!» (Rom
15, 19; Jn 11, 54; Hech 20, 38; Rom 6, 9; 2 4, 1; 7, 7; 8, 31; 9, 14.30); xí ouv èoxiv;,
Cor 1, 23; 5, 16; Ap 10, 6 y passim\ en Juan «^entonces, cómo están Ias cosas?» (Hech 21,
va seguido a veces por el presente con sentido 22; 1 Cor 3, 5: «^qué es, pues, ...?»; 14, 15.
de futuro, 14, 19; 16, 10.16; 17, 11; en com- 26); xí ouv cpíipt, 1 Cor 10, 19. Además, des-
binación con otra negación: «(y) no... nunca pués de ima interrapeión, ouv reanuda el cur­
más o un tenor parecido: Mt 22, 46; Mc 5, 3; so anterior de los pensamientos: así, pues /
ouxÉTL ouôév, «nada más», Mc 7, 12; 15, 5; como se dijo (Lc 3,7; 19, 12; Jn 4, 6; Hech 8,
ouÔEiç oüxétt, Mc 12,34; ouxéxi ou (xf|, «ya 25; 1 Cor 8, 4) o introduce un elemento nue-
no más», Mc 14, 25; Ap 18, 14. vo: entonces (especialmente frecuente en el
En Pablo, ouxéti, además dei sentido tem­ Evangelio de Juan; cf. también BlaB-Debrun­
poral, adquiere a menudo un sentido lógico: ner § 462, 1 con la nota 2.3); sobre los nexos
ya no, Rom 7, 17; 11, 6b; Gál 3, 25, especial­ con otras partículas cf. Bauer, Wõrterbuch,
mente en la apódosis de Ias oraciones condi- í.v. 3 (bibl.); BlaB-Debrunner § 451 con la no­
cionales: entonces ya no / entonces no más, ta 2.3.7. H. Reynen: Glotta 36 (1957) 1-47:
Rom 7, 20; 11, 6a; 14, 15; Gál 3, 18. W. Nauck: ZNW 49 (1958) 134s; D. C. Par­
ker, The Translation o f oúv in the Old Latin
Gospels: NTS 31 (1985) 252-276.
o v íto iív oukoun ( i ) así que (?), ( i ) enton­
ces (?)
En el NT se emplea únicamente como con- OVTtOl oupõ (adv.) todavia no*
junción interrogativa, siendo entonces la pre- El advérbio aparece 26 veces en el NT, on-
gunta una conclusión que se deduce dei con­ ce de ellas en Juan y cinco en Marcos.
texto inmediato: (,;) así que {?) / (^) entonces oújtü), como advérbio temporal, significa
(?), Jn 18, 37 (cf. V. 36); cf. BlaB-Debrunner § en todos los pasajes: todavia no: Mt 16, 9; 24,
451, 1; cf. Bem 5, 2. 6; Mc 4, 40; 8, 17.21; 11, 2; 13, 7; Lc 23, 53;
Jn 2, 4 (cf. 7, 6.30; 8, 20); 3, 24; 6, 17; 7, 8.
39; 8, 57; 11, 30; 20, 17; 1 Cor 3, 2; 8, 2; Heb
OÍ)V oun así que, de modo que, pues, por
2, 8; 12, 4; 1 Jn 3, 2; Ap 17,10.12, (cuatro ve­
consiguiente
ces en preguntas); como introducción a un pa-
De Ias 500 veces aproximadamente que
réntesis, Jn 3, 24 (oÚJico yágy, o u ô e l ç oújtco,
aparece en el NT, unas 200 se hallan en el
«todavia nadie», Mc 11, 2; oúx... oúôeiç
Evangelio de Juan (en cambio, en Ias Cartas
oún;a), «nunca todavia nadie», Lc 23, 53.
de Juan no hay más que un testimonio); Ma-
teo tiene 56 testimonios, Lucas 33, Hechos
63, Marcos únicamente 6. o tig á , ã ç , oura cola*
oúv aparece como nexo consecutivo y co- El término aparece 5 veces en el NT, única­
pulativo no sólo en oraciones enunciativas mente en el Apocalipsis: en plural en 9, 10
(por ejemplo, en Mt 1, 17; 13, 40; Lc 3, 7; (bis) en la descripeión de Ias langostas; en 9,
631 OVQa - ODQOVOÇ 632

19 (bis), en la descripción de los caballos que ta a los efesio s, Salamanca 1991; E. Schweizer, L a
forman parte dei castigo correspondiente a la C arta a los co losenses, Salamanca 1987, sobre todo
52s, 76ss, 159ss; H, Traub-G. von Rad, oÜQavóç xrX..,
quinta o a la sexta trompeta; en singular, en en ThWNT V, 496-543; H. Windisch, D e r zw eite K o-
12, 4, a propósito dei dragón que amenaza a rin th erb rief (K E K ), Gõttingen 1924 (= 1970), 369ss;
la mujer y a su hijo. El poder amenazador de para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1207.
los seres apocalípticos reside siempre en sus
colas, que se comparan con escorpiones (9, 1. No nos asombrará que ouQavóç sea uno
10) y con serpientes (9, 19). de los términos empleados con mayor fre-
cuencia en el NT. Se observa una predilec-
ción por este término en los escritos narrati­
o v q Úv io ç ,
2 ouranios celestial, que perte- vos: en Mateo aparece 82 veces, en Lucas 35,
nece al cielo, que procede dei cielo en Hechos 26, en Marcos 19, en Juan 18, en
oupavóç 5. Apocalipsis 52. Asimismo, hay un empleo
menos llamativo dei término en la literatura
epistolar de carácter discursivo: en Ias cartas
O tiQ av ó d ev ouranothen (adv.) dei (= des­
autênticas de Pablo aparece 11 veces, en Efe­
de el) cielo*
sios y Colosenses 9, en Hebreos 10, en 2 Pe­
Advérbio de lugar que responde a la pre-
dro 6 veces. Entre los 274 testimonios, 91 co-
gunta «i,de donde?»: en Hech 14,17 dícese de
los benefícios que Dios envia desde el cielo rresponden al uso dei término en plural. Posi-
blemente, este uso dei plural, ajeno al griego
en favor de los gentiles (lluvias y estaciones
fructíferas; xaiQÓç 6; ougavóO-ev, con la profano, halló entrada en el NT a través dei
lenguaje de la LXX. Las razones pudieron ser
máxima probabilidad, designa aqui la autori-
la traducción dei hebreo sãmayim, la plerofo-
dad de Dios para disponer de sus dones; cf.
ria dei estilo hímnico y doxológico y las in­
también Lc 4, 25; Ap 11, 6); en 26, 13, en el
fluencias orientales. Será difícil senalar una
relato de la vocación de Pablo; cf. èx toB ou-
regia clara. Como peculiaridad pueden adu-
Qttvoü, 9,3; 22, 6). ThWNT V, 542s; BHH H,
cirse las expresiones preferidas por Mateo:
719s; DTNTI, 265s y 269; -+ ouçavóç (3).
itaxqQ qpmv ó èv xolç oupavoiç (15 veces)
y PaoiLeía xwv ouçavcov (32 veces).
o v g a v ó ç , o v , ó ouranos cielo El término oupavóç reúne componentes fí­
sicos y metafísicos. Con él se designa todo lo
1. Aparición y significado fundamental - 2. Presu-
puestos hermenêuticos - 3. Campos de aplicación - 4. que, en sentido local y en sentido figurado, se
Contextos ejemplares - 5. onçávioç. halla por encima de la tierra y sobre el hom-
bre: «el firmamento, la bóveda celeste, la ex-
B i b l : J. Becker, D a s E v a n g e liw n n a c h Jo h a n n es
pansión, lo divino». De esta diferenciación
(ÕTK), Gütersloh 1978, sobre todo 147ss; H. D. Betz,
D e r A p o ste i P a u lu s u n d d ie sokra tiscke Tradition, Tü- global se siguen diferentes aspectos de signi­
bingen 1972, 84-92; H. Bietenhard, D ie h im m lisch e ficado, que correspondeu a las situaciones vi-
W elt im U rchristentum u n d Spãtjudentum (WUNT 2), tales contemporâneas. Son, además, significa­
Tübingen ^1954; Id„ DTNT I, 265-273; A. Cody, E l tivos para la descripción dei contenido de es­
cielo en el N u evo Testamento-. Concilium 143 (1979)
326-337; B. Ego, Im H im m el w ie a u f Erden. Studien te término los matices que la palabra adquiere
zu m V erhãltnis von h im m lisch er un d ird isch er W elt im en combinación con preposiciones o la ten-
rabb. J u d en tu m (WUNT 11/34), Tübingen 1989; E. sión que se crea cuando ongavóç se emplea
Haenchen, D ie A p o stelg e sch ic h te (KEK), Gõttingen como concepto alternativo.
’1977, sobre todo 154ss; F. Lentzen-Deis, D a s M otiv
d e r « H im m elsd ffiiu n g » in v ersch ie d en e n G a ttu n g en
d e r U m w eltliteratur d es NT: Bib 50 (1969) 301-327; 2. Entre las condiciones para la comprensión
G. Lohfink, D ie H im m elfa h rt Jesu (StANT 26), Mün- de oúgavóç se cuentan los factores socio-cultu-
chen 1971; C. F. Russel, A H isto rica l a n d E xeg etica l redes de la concepción antigua dei mundo, a los
S tu d y o f ongavóç a n d xaQaôEíaoç, tesis Southern que están ligados los escritos dei NT. Lo que está
BaptistTheologial Seminary 1951; H. Schlier, L a C ar­ por encima dei poder dei hombre y se encuentra
633 owQavoç 634

más allá de su control es el cielo, lo celestial, o lo


yectando sobre el cielo factores inmanentes
que se halla en el cielo. Por la diferencia con lo de dominio, como lo dei «trono» (cf. Mt 5,
de «arriba» se definen lo de «abajo» y los que es- 34; Mc 14, 62; Hech 2, 34; Heb 8, 1) o lo de
tán «abajo». Y, así, la Tierra puede convertirse en
lo correspondiente al cielo y en lo opuesto al mis-«sentarse a la derecha» (cf. Ef 1, 20; Col 3,1;
mo. En el acontecer terreno se repite un arquétipo Heb 1, 3.13; 10, 12; Ap 4, 9.10; 5, 1.7 y pas-
prefigurado o el antitipo dei mismo. sim). Lo decisivo para la comprensión de este
A Ias categorias de espacio se afíaden Ias que tema es que, a partir de Dios mismo, se deter­
acentúan una superioridad temporal y garantizan mina lo que merece llamarse cielo.
así el primado dei cielo sobre todo cuanto existe. Algo análogo sucede con la expresión Jta-
En el mito se combinan lo empírico y la especu- xfiQ fipó&v è Ev Toíç oíiQavoiç (Mt 5, 16.45.
lación en el enunciado acerca de la unidad dei
mundo. Además dei pensamiento griego, rico en 48; 6, 1.9; 7, 11.21; 10, 32 y passim). No se
aspectos, y de Ias especulaciones gnósticas, ve­ habla jamás de que la existência de Dios sea
mos que principalmente el AT y la apocatiptica una existência en el espacio. Lejos de eso, lo
(cf. DTMAT II, I2I0ss) dan al término perfiles de EV toTç oupavoTç pone de relieve que
concretos e históricos. El encuentro con culturas Dios no está ligado sino que es independiente
extranjeras, la experiencia dei sufrimiento y de la de todo concepto de lugar. El cielo se con-
persecución legaron una riqueza de lenguaje y de
contenido (viajes visionários y arrobamientos al vierte, pues, en una «relación dinâmica de
cielo; construcciones de una corte real en el cielo;partida» (Traub, 520, 33). Así aparece princi­
Ias funciones soteriológicas dei más allá celestial;palmente en el Sermón de la Montana, que
la remitologización, pero también el escepticis- llama perfecto, justo y bueno a todo lo que
mo). El cielo se convirtió en término que podia viene de Dios. Como el cielo se ha convertido
sustituir al término «Dios» (ya en la periferia dei en una designación sustitutiva de Dios, esos
Canon: Sal 73, 9; Job 20, 27; Dan 4, 23) y que
proporcionaba una correspondendo local para atributos pueden ser trasferidos al cielo. So­
una trascendencia futura. El hombre que refle- bre todo enMateo (3,2; 4, 17; 11,25; 13, Iss;
xionaba sobre el cielo o lo celestial, se entendia a18, Iss y passim) el cielo representa el seno-
sí mismo cono quien se hallaba bajo el desafio de río de Dios. Habrá que tener en cuenta prime-
esa esfera de poder. Mediante el reconocimiento ramente el carácter sustitutivo de esta metáfo­
o la critica, el hombre objetivaba la comprensión ra. Sin embargo, el dinamismo de la expre­
que tenía de sí mismo. Por eso, lo importante no
sión paoiXEÍa xrôv oupavfòv demuestra que
tanto es buscar en el término la concepción espe­
culativa acerca dei mundo, sino más bien los el cielo es más y es algo muy distinto de un
enunciados, expresados en Ias reflexiones teoló­ epíteto embellecedor. Se trata de la paoiX,EÍa
gicas, acerca dei hombre, dei mundo y de Ias re­ Toõ •deou, que se expresa «en la pturábola co­
laciones con Aquel de lo que todo depende. mo parábola» (Mt 20, Iss y passim; E. Jüngel,
Paulus und Jesus, Tübingen '*1972, 135). Una
3. Lo mismo que la concepción antigua dei nueva realidad irrumpe en Ias palabras y en
mundo, el NT combina elementos cosmológi- los hechos de Jesus. Esa realidad formula sus
cos con la idea de Dios. Sin embargo, en el propios principios (Mt 5, 3ss) en contra de un
NT esa simultaneidad queda superada, porque mundo que busca su propia autonomia, es de-
a partir dei kerygma se asientan concepciones cir, que quiere confundirse a sí mismo con
claras. El acontecimiento de Cristo efectúa en Dios y con el cielo (cf. Mt 23, 13). En el día
ese vocablo religioso desplazamientos de dei Hijo dei hombre (Mt 24, 30; 26, 64; Mc
acentos, transferencia y privación de poder. 13,27; 14,62) la metáfora actualmente discu­
a) Dios y el cielo se hallan íntiraamente re­ tida (cf. Mt 19, 12; 20, 23) se verá con toda
lacionados. Puesto que a Dios se le define co­ claridad (cf. Mt 10, 33).
mo ó '9'EÒç TOti ouQavoõ (Mt 11, 25; 23, 22; b) Dios creó el cielo y la tierra por medio
Lc 10,21; Hech 7,49; Col 4,1; Ap 11,13; 16, de su palabra (Hech 4, 24; 14,15; 17, 24; Heb
11), el cielo participa dei poder inherente a 1, 10; 2 Pe 3, 5; Ap 10, 6; 14, 7). Citas y alu-
Dios. Este status absoluto se visualiza pro- siones mantienen la continuidad con el tópico
635 OD0avoç 636

dei AT. ovQavóç se entiende como la parte son visibles maravillosos fenômenos (Hech 2,
superior dei universo, el cual es denominado 2.19; 10, 16; 11, 10) o senales (Mt 16, 1; Lc
casi siempre oúçavòç x a l Yfj u a i '0'áX,aaoa. 11, 16; 12, 56; Hech 26, 13; Ap 15, 1), quere-
Cuando se habla de tò KÓvta (cf. 1 Cor 15, quieren interpretación.
27ss; Flp 3, 21; Col 1, 16; Ef 1,10; 3, 15; Heb El significado empírico local muestra im-
1, 3; Ap 4, 11), se piensa en la totalidad de lo plicaciones teológicas, en cuanto se llega a
creado, incluído el oupavóç. Con esta condi- hablar dei hombre. Porque ser hombre signifi­
ción de criatura que tiene el cielo se vincula el ca vivir en la tierra, úitò tòv ouQavóv (Hech
conocimiento acerca de su transitoriedad (Mc 2, 5; 4, 12; Col 1, 23). «El hombre se halla
13, 31; Heb 1, lls ; 12, 26; 2 Pe 3, 7.10; Ap bajo el cielo; por eso es, por principio, un re­
21, 1). El pensamiento apocalíptico es el que ceptor pasivo. El cielo designa aqui la acción
aborda el tema de la limitación histórica dei de Dios que abarca a todo el mundo y que de­
cielo o el que expresa la subordinación dei termina a todos los hombres» (Traub 531,
mismo (Mt 5, 18s; 5, 34s; Mc 13, 31; Lc 16, 46ss). De ahí se sigue que, lo mismo que el
17; 21, 33). Porque al mismo tiempo que Dios poder conservador y fomentador de Dios
creó el cielo, creó también un «cielo alternati­ (Hech 14, 17; 1 Pe 1, 12), también la ira de
vo» (cf. Ap 21, 1; 2 Pe 3,13), que ya está con­ Dios se despliega desde el cielo (Lc 9, 54; 17,
sumado y que el visionário puede contemplar 29; Rom 1, 18; 2 Tes 1, 7s; Heb 12, 25; Ap 16,
ya desde ahora (Ap 3, 12; 11, 19; 20, 11; 21, 21; 20, 9). El gesto dei publicano (Lc 18, 13)
1. 10) . es harto comprensible. Su punto espacial de
A esta esfera pertenecen también los térmi­ referencia hace que se trasparente al mismo
nos que comparan el cielo con un almacén dei tiempo una estructura religiosa.
que los justos reciben su recompensa (Mt 5, En la tradición se descubren vestígios de
12.20; 6, 20; 8, 11; 19, 21; Mc 10, 21; Lc 10, que el cielo es considerado como el lugar de
20; 12, 21.33; 18, 22; 1 Pe 1, 4; Col 1, 5). Los los ángeles (cf. Mt 22, 30 par.; 28, 2; Mc 13,
justos son, entre otros, los mártires, que tie- 32; Lc 2, 15; 22, 43; Gál 1, 8; Ap 10, 1 y pas-
nen su futuro en el cielo (Ap 7, 15; 11, 12; 13, sim) o como la región en donde los demonios
6; 18, 20; 19, 1), porque de ese futuro se les hacen sus maquinaciones (1 Cor 8, 5s; 15, 24;
privo en la tierra. Recogiendo una tradición Col 1, 16; 2, 10.15; Ef 1, 21; 3, 10; 6, 12;
anterior, Pablo puede afirmar que el cristiano Hech 7, 42; Ap 13, 13). Se lucha contra esos
tiene su patria en los cielos (Flp 3, 20; 2 Cor poderes. En el cielo se desarrolla una guerra,
5, Is), sin que con ello se designe un lugar ge­ que tendrá como resultado la destrucción de­
ográfico específico. La realidad dei cielo cre­ finitiva dei poder de esos seres (cf. Ap 12,
ado sigue siendo una realidad paradójica y 7ss). Con la venida de Jesucristo (cf. Lc 19,
oculta. 38) se hace realidad la paotÀsía tcõv ouQa-
c) En todos los âmbitos literários dei NT, võ)v, manifestada intuitivamente en la caída
el cielo es identificado como un punto empíri­ de Satanás desde el cielo (Lc 10, 18). Allá
co de referencia (cf. Mt 11, 23; Ap 18, 5) que donde domina el pensamiento apocalíptico,
es percibido por medio de la observación (Lc esta guerra se describe como el final escatoló-
17, 24). El orante levanta su mirada bacia el gico y el derrumbamiento de la bóveda celes­
cielo (Mt 14, 19 par.), el que jura invoca co­ te. Irán precedidos por dramáticos aconteci-
mo garante al cielo (Mt 23, 22; Sant 5,12; Ap mientos y senales en el cielo que anunciarán
10, 5). El cielo cambia de color (Mt 16, 2; Lc su llegada (cf. Mc 13, 25 par.; Lc 21, 11.26.
12, 56). El cielo es el firmamento que está 33; Ap 6, 13s; 8, 10; 9, 1; 12, 4).
muy elevado sobre la tierra (Mc 6, 41; 7, 34; d) Detrás de la expresión plerofórica èv
Lc 18,13; Jn 17,1; Heb 11, 12). Sirve de mo­ oíiQavã) / êjtl Yqç (a la que algunas veces se
rada a Ias aves (Mt 6, 26; 8, 20; Mc 4, 32; Lc anade •OáXaooa; cf. Hech 4, 24; 14, 15; Ap
8, 5; 9, 58; 13, 19; Hech 10, 12; 11, 6). En él 10, 6; 14, 7; 21, 1) se halla la necesidad de ha-
637 ovQavoç 638

3, 16s; Lc 3, 21s; cf. Jn 1, 32). Sobre Jesús se


cer extensivas Ias pretnisas de la fe a la unidad
dei mundo (xà Jiávxa). Esta agrupación se abren los cielos y Dios da testimonio de él.
encuentra en fragmentos litúrgicos e hímnicos Estos acontecimientos contradicen al senti-
(1 Cor 8, 5; Col 1, 16.20; Ef 1, 10). El punto miento apocalíptico dei mundo, un sentimien-
de partida de estas expresiones es la experien-to que sufre mucho por estar el cielo cerrado
y porque Dios calla (Lc 4, 25; Sant 5, 18; Ap
cia de que el cielo y la tierra se hallan en con-
flicto. Hay poderes demoníacos presentes en 11, 6). Ahora se concretan antiguas esperan-
el cielo para arrebatar el poder y usurparlo enzas (Marcos hace referencia a Is 63, 19; Ma­
su favor. En Ias crisis que sufren Ias esferas de
teo y Lucas, a Ez 1, 1). Porque en Jesús de
los ordenes terrenos, los hombres experimen- Nazaret la bendición escatológica se pone en
tan la conmoción fundamental dei horizonte movimiento. Jesús, en sí mismo, no sólo es la
trascendente. Esperan la paz y la reconci- puerta que da al cielo (cf. Jn 10, 7.9), sino que
liación mediante un «retomo a la unidad» allá donde está él, el cielo se hace realidad
(Schweizer, 76). Cristo supera la división y la(compárese Jn 1, 51 con Gén 28, 12). La voz
que se escucha desde el cielo (Mc 1, 11 par.;
tribulación (Col 1, 20), deriibando de Ias esfe­
ras celestiales a los poderes que se oponen a cf. 2 Pe 1, 18) define autoritativamente el co­
Dios y sometiéndolos, iniciando de esta ma- mienzo de la era escatológica. Lo que es dei
nera —por decirlo así- una segunda creación. cielo (compárese Mc 11, 30s par.; Jn 12, 28;
El comienzo de su reinado produce un cambio Hech 11, 9; 2 Pe 1, 18 con Mc 9, 7 par.; cf.
de senorío que pone en claro definitivamente ademásAp 10,4.8; 11,12; 14,2.\3 jpassim ),
quién y qué está en el cielo (Flp 2, 9ss; 1 Corse distingue por una exigencia contingente e
8, 6; Ef 3, 15; 1 Pe 3, 22; Ap 5, 3.13). Pero la
incalculable. En el relato dei bautismo, Mar­
soberania de Cristo prevalece también en la cos emplea el verbo o^íÇo), que reaparece de
tierra y exhorta a un servicio reponsable (cf. nuevo en el relato de la Pasión (compárese 1,
Ias parénesis de Colosenses y de Efesios). 10 con 15,38), es decir, la cruz verifica la his­
Es significativo el final dei Evangelio de toria comenzada en el bautismo; Dios se halla
Mateo, que hace un resumen dei mismo (28, junto a ese Hombre de Nazaret. Por esta ra-
18ss). Así como Dios y el hombre entran en zón. Ias visiones y Ias experiencias proceden­
nueva relación en virtud dei acontecimiento tes dei cielo (cf. Hech 7, 55s; 9, 3; 10, 11.16;
salvífico, así lo hacen también el cielo y la 11, 5; 22, 6; Ap 4, 1; 8, 1; 12, 1.3; 15, 5, y
tierra. El cielo ya no se alza -como extrano- passim) son posibles aqui en la tierra.
sobre la tierra. Lejos de eso, al cielo le mueve b) Un segundo âmbito de problemas vincu­
y le preocupa lo que pasa en la tierra (Lc 15, la el cielo con la resurrección, la exaltación y
7.18.21). El cielo llega a ser una realidad aUáel retomo de Jesucristo. Los enunciados con-
donde los hombres responden a la voluntad de vergen en una paradoja. Por un lado, el acon­
Dios (cf. Mt 6, 10; 7, 21; 12, 50; 16, 19; 18, tecimiento de Cristo significa apertura, ruptu­
18s). Esta convergência se concreta en la ra de todas Ias limitaciones; por otro lado, es­
«concepción de una asunción escatológica de ta realidad sigue estando oculta y sigue sus-
la tierra hasta el cielo o de un descenso dei trayéndose.
cielo hasta la tierra» (Traub, 518, 30ss). Sin Según una antigua fórmula kerigmática, el
embargo, seguirá existiendo una prerrogativa, retomo de Cristo desde el cielo se espera en
por cuanto Dios -en su palabra (Mt 5, 18; Mc virtud de la resurrección de Jesús. Al mismo
13, 31)- sigue siendo antes que el todo. tiempo, este cosmos corrompido se disolverá
en el juicio (1 Tes 1, 10; cf. 4, 16). El Resuci-
4. El acontecimiento de Cristo amplio Ias tado tiene todo poder en el cielo y en la tierra.
dimensiones semânticas de ohgavóç. Ha sido exaltado al cielo (Hech 2, 33; 3, 21) y
a) Una posición clave la ocupa el relato está sentado a la diestra de Dios (compárese
acerca dei bautismo de Jesús (Mc 1, 9-11; Mt Rom 8, 34 con 10, 6; cf. además el Sal 110, 1
639 oiíçavoç 640

citado con frecuencia en este contexto). Des­ mo limitación de lo terreno. Lc 24, 5Os dedu-
de esta «iniciativa dei senono divino, locali­ ce dei enunciado ôiEarq ctJt’ auxõiv la afir-
zada en cierto modo» (Traub 523, 9s), Dios mación x a l àveqségexo etç xòv oègavóv. En
llega a la resurrección de todos los muertos. algunos testimonios dei texto (Sin* D it) falta
Es significativa en 1 Cor 15, 20ss la corres­ esta frase. Además de que el texto extenso se
pondência entre èx vexQCõv y èx xcõv onga- halla mejor atestiguado (p^^ A B C), hay que
võ)v. Pablo no está familiarizado todavia con tener en cuenta que la supresión de la parte
el tema de la Ascensión. El concibe al Cristo dei versiculo que habla de la ascensión se ex­
resucitado como la àjtagxií [= Ias primicias] plica más fácilmente que su inserción. De es­
dei âv&QCúrtoç onpávioç, es decir, el Resuci­ ta manera se evita una contradicción con
tado realiza el destino dei hombre fijado por Hech 1, 9 (cf., por el contrario, la tradición en
Dios: él vive èx/á n ’ oíiQavoõ. Qué y quién Hech 1, 2). Podemos leer el relato lucano co­
es el dv§Qomoç oíigavon (15,47), se nos mo si el Resucitado hubiese regresado a la vi­
dice en el contexto por medio de Ias oposicio- da terrena. En el conjunto de la composición,
nes entre el JtQCÜTOç âv&QCOJioç y el ôeúte- la ascensión marca el final de Ias apariciones
Qoç âv&Qüjjtoç, entre el ngcõxoç 'Aôáp. y el dei Resucitado y constituye en forma legen­
Eoxottoç ’A ôáp. No existe duda alguna de dária el puente entre la resurrección de Jesus
que Pablo alude aqui a Gén 2, 7 (LXX) y ar­ y la esperada parusía (cf. Bultmann, Ge-
gumenta en contra de una lógica especulativa. schichte, 310). Aquel que ha ascendido al cie­
La victoria dei Resucitado sobre la muerte in- lo (cf. el lenguaje kerigmático en Mc 16, 19;
troduce el nuevo eón y califica al presente co­ 1 Pe 3, 22 y el Sal 110, 1 interpretado cristo-
mo tiempo escatológico dei fín. El es espera­ lógicamente) pertenece definitivamente al
do desde el cielo como contradicción encar­ âmbito dei poder de Dios, en lo cual no cam­
nada que se opone a los esquemas dei mundo. bia nada la extensión dei tiempo (Hech 2,
En esta esperemza se fundamentan todas Ias 32s).
afirmaciones de que él ha venido ya dei cielo. En el centro de la historia en Hech 1, 9s
Mientras la esperanza está incombatida, lo (Haenchen, 157: «con sobriedad carente de
de que «él resucitó» significa lo mismo que lo sentimentalismo y que casi origina extrane-
de que «él viene desde el cielo» (cf. Mc 14, za») se halla el hecho concreto de la ascen­
62 par., que enlaza con Dan 7, 13 y con el Sal sión a los cielos (cuatro veces se menciona la
110, 1), sin que influya una ontologia ingê­ palabra ougavóg) y un comentário crítico so­
nua. Sin embargo, al ir disminuyendo la ex- bre el comportamiento de los discípulos. Hay
pectación de la parusía, esa ontologia insta que reforzar la confianza en la parusía, la cual
por aparecer en ptimer plano. Además, la vida posiblemente se puso en duda. El autor susti-
cotidiana exige soluciones de avenencia y ra­ myó la expectación inminente por una nueva
cionaliza la esperanza entusiástica. Se desa- forma de esperanza, renunciando a senalar
rrolla una concepción que piensa en âmbitos cualquier fecha y haciendo que Aquel que ha
(cf. Col 4,1; Ef 6, 9 ó la convergência de «so­ de venir quedase representado en los suyos.
bre» y de «a partir de»), que sustituye a la fal­ Por el hecho de que el Resucitado se halle en­
ta de precisión teológica. La resurrección, la tre ellos, la comunidad adquiere nueva digni-
exaltación y la parusia se van distanciando dad y orientación. Se vive con arreglo a esta
entre sí. Consecuencia de este proceso es la presencia real, cuando se hace distinción en­
introducción de la «ascensión». Sin embargo, tre la ascensión a los cielos y la parusía.
el concepto de la exaltación, como tal, no di- d) La ascensión dei alma al cielo, mencio­
mana sólo de la experiencia de la demora de nada en 2 Cor 12, 2ss, es un fenômeno espe­
la parusía. cial y no tiene nada que ver con el complejo
c) Lc 24, 51; Hech 1, lOs; 2, 32ss presupo- que acaba de describirse. No se trata ni de un
nen el tópico dei cielo como firmamento y co­ proceso gnóstico de redención ni de una ma-
641 ougavoç 642

nera extraordinária de conocimiento ni de un p a (1, 23) de Cristo, se extiende desde lo «al­


suceso real. En círculos gnósticos este tópico to», donde Cristo reina, hasta la tierra. El
era, ciertamente, bien conocido (cf. Ias refe­ hombre recibido en esta Iglesia, vive todavia
renciar en Windisch, 371ss). Fero habrá que en el mundo y está implicado en la lucha con
partir de su uso Uterario en el contexto, para los poderes. Sin embargo, en calidad de bauti-
entender cuál es la intención paulina. Como zado, él pertenece al bando dei Vencedor. Y,
ha probado Betz (84ss), Pablo parodia im re­ así, el cristiano experimenta quién es él, al de-
lato de ascensión al cielo. En el diálogo con la círsele dónde está. Con tales tendências afir­
comunidad, el apóstol se escurre en el papel mativas, el autor de Efesios se acerca mucho
de loco (cf, 11, 16ss; 12, 11) para argumentar a una conciencia gnóstica de redención (cf. 2,
retóricamente, de manera convincente, en 5s). Además, la preferencia por categorias es-
contra de los ataques de sus adversários. paciales conduce fácilmente a malentendidos
e) E f 4, 8ss (cf. Rom 10, 6s) habla de una ideológicos. Si la Iglesia «representa algo así
ascensión al cielo (áva|3àç elç utlJoç). A dife­ como el cielo en la tierra» (Schweizer, 52s;
rencia dei conocido esquema de Ias tres plan­ cf. Col 1 , 12ss), entonces se acrecienta la ten-
tas, la carta alude a una concepción según la tación de ejercer el senorío y de pretender la
cual el mundo es una llanura cubierta de esfe­ exclusividad.
ras (es decir, de los ciêlos). Desde la tierra, la f) A la pregunta de «^Quién podrá llegar al
existência se extiende hacia los espacios ce- mundo celestial?», Juan da la siguiente res-
lestiales. No existe un mundo de lãs profundi­ puesta; «Sólo Aquel que ha venido de él» (3,
dades, porque el reino de los demonios y dia- 13; cf. también Ias variantes que completan el
blos se encuentra «arriba», por encima de la sentido dei texto), ó èx xoü oíipavou êgxó-
tierra, en Ias zonas inferiores dei cielo (cf. 2, pevoç adquiere precisamente fuerza de título
2; 3,10; 6,12). Esos poderes desgarran la uni- (cf. 6, 14), porque oÕQavóç identifica a lo
dad dei universo y trastoman Ias relaciones que está èjtávto Jiávxmv (3, 31). Hay una
dei hombre con Dios. Con referencia a Cristo sorprendente concentración de ougavóç en
(2, 14), que elimino los impedimentos escla- los capítulos 3 y 6, donde el término aparece
vizadores y el aislamiento, el autor formula su únicamente en singular. Probablemente se ex-
llamamiento parenético a la unidad (4, Iss). presa aqui una tendencia antignóstica. El po­
Cita el Sal 68, 19 LXX, aunque con modifíca- der que es contrario a Dios no se encuentra en
ciones, de tal manera que la referencia a Cris­ el cielo, sino que es el xóopoç o el ãp^mv
to es clara, como lo es también en el parénte- xoü HÓopou (cf. 12, 31). El cielo y Aquel que
sis de los vv. 9s. La ascensión y el descenso se viene de él se hallan en oposición a todo lo
refieren a la misma persona. El Redentor, en que sucede en el mundo (3, 31). Fero cuando
su descenso, hace irrupción a través de Ias zo­ se dice que sobre la cabeza de Jesus, con oca-
nas dei cielo que efectuaban el aislamiento. Y, sión dei bautismo, se abre el cielo, entonces
al romperías él, éstas se convierten en espa­ se quiere concretar así la antítesis entre Jesus
cios de trânsito. La ascensión al cielo, que si- y el mundo de los hombres. La comunión
gue al descenso, realiza la liberación de los eterna con el Padre no cesa en la encamación.
oprimidos y somete a los opresores. Con la En él y por medio de él (1, 14) se revela el
ascensión se consuma un camino, en el cual el cosmos como lo que reahnente es. El debate
Encarnado y Exaltado reclama para sí el uni­ es sobre si el hombre pertenece al cosmos o al
verso (1, 10.22; 4, 15). Como vencedor triun­ cielo. La áspera argumentación dei capítulo 6
fal (cf. Rom 9, 5), él es la paz de todos los que asigna al mundo celestial la verdad y la vida
estaban cerca o lejos, en el cielo y en la tierra. (6, 3 Iss; cf. 5, 26). El cosmos está yecto en la
La Carta a los Efesios desarrolla su eclesio- muerte. Al participar dei pan que ha descendi­
logía a partir dei acontecimiento cósmico de do dei cielo (6, 38.41s.50s.58), la fe tiene la
Cristo. La Iglesia, como el cuerpo o n:Xf|Qa)- vida. Con Ias palabras acerca dei pan, el autor
643 ovQayoç - oojç 644

realza la encaraación, que era discutida en la nificado. En Lc 2, 13 y Hech 26, 19 pretende


comunidad. acentuar el origen divino. El adjetivo aparece
g) Una variante independiente dei tema de 7 veces en Mateo (5, 48; 6, 14.26.32; 23, 9;
la «ascensión a los cielos» aparece en Hebre- 15, 13; 18, 35). La expresión - a modo de fór­
os, que define un nuevo dato fundamental de mula—ó jiaTqQ ó oúçávioç corresponde a ò
la fe, haciendo coincidir el Viemes Santo y la jtaxfjQ (xot) / típcõv ó èv to iç oÚQavotç. Sin
Ascensión a los cielos (O. Michel, Der Brief embargo, el NT prefiere ->• EJTonpávioç y cir-
an die HebrãeP [KEK], 292s). La afirmación cunlocuciones parecidas. No sabemos si el
de que Cristo está exaltado a la derecha de uso de oúpávioç que se hacía fuera de la Bí­
Dios èv Toíç oíipavoLç (8, 1) se entrecruza blia, fue lo que condujo a esta decisión.
con la certeza de que él pasó a través de los U. Schoenbom
cielos (4, 14). Así que Cristo sobrepasó todos
los cielos (7, 26) hasta Uegar al santuario dei
más allá. A este verdadero delo lo diferencia O Í Q p a v ó ç , o ü Ourbanos Urbano*
el autor, en 9, 23ss, dei cielo creado y, por En Rom 16, 9 se envían saludos a Urbano
tanto, perecedero (cf. 1, 10-12; 12, 26). Es la (y a otros miembros de la comunidad). A Ur­
morada, el templo y el trono de Dios (cf. Ap bano se le llama ->■ouveQYÒç iJM-cõv èv X qio-
4, 1; 11, 19; 14, 17; 15, 5; 16, 17; 19, 11), TCp. Urbano (JJrbanus) es un nombre latino
aunque el autor lo llama únicamente oxT)vfi (derivado de urbs), frecuente entre los escla-
(9, lOss). Allí se encuentra uno clarísimamen- vos y libertos de la corte imperial. BHH III,
te ante el trono de Dios. «Así que, según la 2060.
Carta a los Hebreos, por muy elevado que es-
té Dios por encima de los cielos, El se en­
cuentra ‘en los cielos’» (Traub 528, 26s). So­
OriQÍaç, ov Ourias Unas*
O úpíaç (en hebreo ’üriyã) se menciona en
bre la base de una teologia dei sacrifício,
Mt I, 6 en la genealogia de Jesús. Es el nom­
orientada según el AT, se asocian los concep-
bre dei marido de Betsabé (èx xfjç Ton
tos espaciales con los contenidos teológicos.
OÚQLOu), de la cual David engendró a Salo-
La Carta a los Hebreos no conoce ningún dua­
món (cf. 2 Sam 11, 3ss; 12, 24).
lismo ontológico. Consecuentemente, el ca-
mino histórico de los creyentes se describe
como el camino de la esperanza (3, 7ss). Por­ a u ç , (OTÓç, TÓ ous oreja, oído
que «en el cielo» aguarda la herencia prome­
1. Aparición y uso en el NT - 2. Las denominadas
tida (9, 15), están inscritos los justos (12, 23) «fórmulas de atención» - 3. La negativa a prestar oí-
y se halla preparada la «ciudad permanente» dos-4. Lc 10, 23 / Mt 10, 16.
(13, 14). En la confesión de fe en Jesus, el au­
Bibl.: M. Dihelius, «Wer Ohren hat, zu horen, der
tor y consumador de este camino, se halla el hôre»: ThStKr 83 (1910) 461-471; J. Gnilka, Die Ver-
critério para distinguir entre la manera teoló­ stockung Israels (StANT 3), München 1961; F. Hahn,
gicamente recta de hablar dei ouQavóç y la Die Sendschreiben der Joh-Apk, en FS Kuhn, 357-194;
especulación ideológica. El cielo está allá F. Horst, ouç xxX., en ThWNT V, 543-558; K. Lam-
mers, Horen, Sehen und Glauben im N T (SBS 11),
donde Jesus encuentra seguidores y los con­ Stuttgart 1966; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
grega para recibir la gracia dei Dios justo. Por 1207s; -> àxoúto.
eso, la cristología implica crítica dei lenguaje
religioso y provoca el afán de ejercitarse para 1. En el NT, oúç aparece 36 veces, 18 de
lograr la unidad dei cielo y la tierra. ellas en los Evangelios sinópticos (y 5 veces
en Hechos). Aparece, además, en Romanos, 1
5. El adjetivo oúgavioç celestial / lo que Corintios, Santiago, 1 Pedro y Apocalipsis. Se
pertenece al cielo / lo que procede dei cielo*, diferencian claramente dos grupos de testimo-
comparte Ias mencionadas tendências de sig­ nios dei término; en primer lugar, las denomi-
645 ouç - ouaia 646

nadas «fórmulas de atención»: eí xiç ê^ei dbxa la crítica textual de Mt 25, 29; Mc 7, 16; Lc
àxoÚEiv àxouéTCo o de un tenor parecido 12, 21; 21, 4 nos obliga a reconocer que la
(Mt 11, 15; 13, 9.43; Mc 4, 9.23; Lc 8, 8; 14, fórmula muestra, por lo menos, una tendencia
35; Ap 2, 7.11.17.29; 3, 6.13.22; 13, 9; como a un uso más amplio e inespecífico o a ser
V.I.: Mt 25, 29; Lc 12, 21; 21, 4; Mc 7,16; cf„ anadida a modo de glosa, si es que no debe en
además, una exhortación parecida en Mc 13, absoluto su origen a esta inclinación. Cf., fue-
14; Mt 24, 15); en segundo lugar, el uso fre- ra dei NT, el EvTom 8, 21.63.65.96; el EvTom
cuente de oõç en citas y alusiones al ÂT, es­ no puede menos de corroborar esta sospecha.
pecialmente en los enunciados sobre el endu-
recimiento en Mt 13, 14s; Hech 28, 26s (cf. 3. La discrepância entre la facultad de oír y
la negativa de hecho a oír realmente determi­
Hech 7, 51); Rom 11, 8; cuando se habla de
los oídos de Dios en 1 Pe 3, 12; Sant 5, 4. na el tenor de lo expresado en Mt 13, 14s (de
En el NT, o íç significa siempre el oído na­ manera semejante en Hech 28, 26s, cita de Is
tural, principalmente en cuanto éste propor­ 6, 9s) y en Rom 11,8 (cita mixta de Dt 29, 3
ciona la posibilidad de oír. El término denota y de Is 29, 10). Esta discrepância parece in-
raras veces el proceso mismo de la audición tensificarse como contradicción entre la elec-
(Lc 1, 44; 4, 21; Hech 11, 22). Tan sólo en Lc ción de Israel y su conducta ante el mensaje
9, 44, la expresión eíç t à rata designa cristiano. Lo formula crudamente Rom 11, 8:
la comprensión de lo oído. En general, no se «Oídos para que no oigan» (cf. BlaB-Debrun-
puede hablar de que en el NT el sentido dei ner § 393 nota 6; 400 nota 4) -exactamente lo
oído predomine sobre los demás órganos de contrario de la fórmula tuxa àxoÚEtv-. En
los sentidos. contraste con Mc 4, 12, vemos que Mt 13,
13s, al citar plenamente Ias palabras de Isaías,
2. Es difícil determinar el origen y la natu- adquiere un filo antiisraelita y probablemente
raleza de Ias denominadas «fórmulas de aten­ no debe relacionarse sólo con la parábola con­
ción». Posiblemente procedan «de la tradición creta de Mt 13, 3-8 (cf. Jn 12, 38s).
apocalíptica, que vincula la comunicación de
4. La bienaventuranza de Jesus en favor de
mistérios escatológicos con la debida actitud
los que son testigos con sus ojos (Lc 10,23) y
de escuchar y entender rectamente» (Hahn,
con sus oídos (Mt 13, 16) se trasmite proba­
380). Pero la base para esta tesis es muy an-
blemente en Lucas en su versión original. En
gosta. La fórmula parece hallarse firmemente
la forma actual, Mt 13, 16 proclama bien-
arraigada únicamente en Mc 4, 3-9 par. Mt/Lc
aventurados a los cristianos que escuchan (o;
y en Ias misivas dei Apocalipsis. El funda­
porque escuchan), en contraste con Israel. En
mento para la exhortación a una actitud espe­
cambio, Lc 10, 23 acentua más intensamente
cial de escuchar surgió, en primer lugar, de
el objeto de la acción de ver; la presencia de
los tempranos comienzos de la alegorización
Jesus como cumplimiento de Ias esperanzas
de Ias parábolas (Mc 4, 14-20), y, en segundo
dei AT.
lugar, dei hecho de que esta fórmula formara
parte de la sentencia dei vencedor (cf. Dibe- M. Võlkel
lius, 469s). Ahora bien, en Mc 4, 23; Mt 13,
43 la fórmula es evidentemente una adición ovoía, a g , ousia riqueza, bienes, pose-
redaccional (jBultmann [Geschichte, 352] siones*
menciona incluso que lo sea en Mc 4, 9!). En En Lc 15, 12.13 junto a ->■ píoç (2). El hijo
Mt 11, 15 y Lc 14, 35 no se ve ninguna razón menor pide al padre que le dé la parte de la
para que la fórmula haya sido suprimida por fortuna que le corresponde (tò èmpáXÀov
el otro evangelista correspondiente, de forma p,£QOç xfiç oúoíaç, V. 12), y luego ôleoxóq-
que también aqui habrá que suponer una adi­ moEV XTiv oxioíav auxoü, la despilfarra (v.
ción redaccional. Finalmente, el resultado de 13; compárese además Tob 8, 21 B A con 14,
647 ODOia - OtJTOÇ 648

13 B A; 3 Mac 3, 28). Sobre Ias cuestíones ju­ B ibl.: BlaB-Debrunner § 290, 292; Kühner, G ram -
rídicas de la división de la herencia cf. Biller- m a tik § 467 (II/l, 641-651).

beck II, 212; III, 545-553; L. Schottroff;


ZThK 68 (1971) 27-52, esp. 39ss; W. Pohl- 1. El pronombre demostrativo, documenta­
mann; ZNW 70 (1979) 194-213, esp. 208ss. do 1391 veces, ocupa el duodécimo lugar en­
tre los términos que aparecen con mayor ffe-
cuencia en el NT. Desplazó casi por completo
OVTE oute (adv.) y no a õÔE (que aparece sólo 10 veces, ocho de
El advérbio aparece 87 veces en el NT, 9 de ellas en la fórmula Táôe Xéyei). Se baila con
ellas en Lucas, 14 en Juan, 10 en Hechos, 13 relativa frecuencia en el Evangelio de Juan y
en Romanos y 15 en el Apocalipsis. oíjte , co­ en Ias Cartas de Juan (el 20, 6% de los testi-
mo conjunción copulativa, continua una ne- monios de outoç en el NT se encuentra en un
gación anterior («no... y no / ni... ni»)\ cf. bloque de escritos que comprende el 13, 1%
piíte. A menudo es v.l. junto a ^ ouôé (Mc 5, de todas Ias palabras dei NT) y en Lucas/He-
3; Lc 12,26.27.33; Jn 1, 25 y passim), así co­ chos (el 33,5% de todos los testimonios en un
mo en general en los manuscritos oute apare­ bloque de escritos que comprende el 27, 5%
ce intercambiado a menudo con ouôé (Jn 4, de todas Ias palabras dei NT); en contraste
11; Gál 1, 12; Sant 3, 12; cf. BlaB-Debrunner con esto, sorprende el número de veces relati­
§ 445 nota 1). ouôeíç ... o u te , «nadie... ni» vamente escaso con que este término se halla
(Ap 5, 3s); oú... oute (Mt 12, 32); p,f| (!) ...
documentado en el Apocalipsis (el 3, 5% de
OUTE (Sant 3, 12; 3 Jn 10); ou... ouòé... o ute ,
los testimonios en un 7, 1% de todas Ias pala­
«no... tampoco... ni» (Gál 1,12); es frecuentí- bras dei NT). La posición dei pronombre des-
simo en la serie o u te ... o u te ... ( o ute ), ni... pués dei sustantivo, preferida en el NT, refle-
ni... (ni); doble oute en Mt 6, 20; 12, 32; Mc
ja la influencia semítica (cf. Radermacher,
12, 25; 14, 68 (cf., a propósito, Blafi-Debrun- Grammatik, 28; BlaB-Debrunner § 292, 2).
ner § 445 nota 3); Jn 4, 21; 1 Cor 3, 7 y pas­
sim, triple oute en Hech 24, 12 (el v. 13 con­
2. oÚ Toç designa lo que se halla más cerca
tinuado por medio de ouôé, «ni tampoco»;
de quien habla o escribe. En contraste con
25, 8; 1 Tes 2, 5-6a (continuado por medio de
ello, -> èxElvoç (que aparece con mucha me­
un doble o u te , v. 6b); Ap 9, 20; 9, 21 (des-
nor frecuencia) designa lo que está alejado de
pués de ou ), 21, 4 (continuado por medio de
quien habla o escribe; cf. Sant 4, 15; Lc 18,
ou), principalmente en Ias enumeraciones
14; Jn 5, 38; Lc 20, 34s, así como -lo que es
paulinas: en Rom 8, 38s (diez veces o ute ) dí-
digno de notarse- Jn 1, 7s.
cese de lo que no es capaz de separar al cris-
tiano dei amor de Dios; en 1 Cor 6, 9s (catá­
3 . a) Vamos a destacar tan sólo algunos
logo de vicios con siete veces o u te , continua­
do por un triple ou) dícese de los que no ha- rasgos importantes dei uso de ese término.
brán de tener participación en el reino de Puesto que outoç ha asumido también, en
Dios. En Jn 4, 11; 3 Jn 10 en la extrana cons- conjunto, la función de ôôe (sobre la diferen­
trucción de correlación con un miembro posi­ cia que existió originalmente, cf. Kühner,
6 4 1 ), el término designa la realidad inmedia-
tivo: OUTE... xaí, «por un lado... por otro la­
do» (cf. BlaB-Debrunner § 445, 3 con nota 4; ta. Así, aicDV OÚTOÇ designa el «mundo exis­
cf. también Mt 10, 38; Lc 14, 27). tente ahora» (Mt 12, 3 2 ; Lc 16, 8 ; 1 Cor 1,
2 0 ; 2 , 6 y passim; -»• aícóv 4 ) , el «atQÒç
OUTOÇ es la «era presente» (Me 10, 3 0 par. Lc
OÍJTOÇ, aílT t], TOÍJtO houtos, kautê, touto 18, 3 0 ), la YEveà aÜTT] es la «generación que
este, esta, esto, él, ella, ello vive actualmente» (por ejemplo, Mt 12,
1. Aparición - 2. Significado - 3. Variedades en el4 1 S .4 5 ; 2 4 , 3 4 ; Mc 8 , 3 8 ; Lc 1 7 , 2 5 ; Heb 3,
uso. 10). En el fondo de este empleo riguroso de
649 auToç- outcfl 650

los términos se halla la contraposición apoca­ te último caso, xaúxT]ç remite anticipadamen-
líptica entre el «ahora» y el «antano», en la te a la exposición que va a hacerse a conti-
cual el «ahora» está contemplado negativa­ nuación dei pronombre; este uso es bastante
mente. Así aparece con especial claridad en la frecuente. Lo encontramos también, por
frase citada últimamente. ejemplo, en 1 Tes 4,15, donde xoüxo remite a
b) De manera semejante, totjto remite a lo la palabra dei Senor que se cita en el v. 15b;
que está directamente delante, en Ias palabras cf. Gál 3, 17; 1 Cor 15, 50 y 1 Cor 1, 12.
interpretativas que aparecen en Mc 14, 22.24 T. Holtz
par.; 1 Cor 11, 24s. Ahora bien, la forma dei
enunciado puede estar influida también por la
fórmula de identificación ou tó ç èaxiv o de OVTO), OVTCOÇ houtõ, houtõs (adv.) así, de
otro tenor parecido, que aparece en la inter- esta manera
pretación de Ias parábolas (Mc 4, 15s.l8 [a El advérbio derivado de ouxoç se halla
diferencia dei v. 20]; Mt 13, 38); introduce atestiguado 208 veces en el NT (32 veces en
ecuaciones exegéticas y procede evidente­ Mateo, 10 en Marcos, 21 en Lucas, 14 en
mente de la interpretación de suenos y de vi- Juan, 27 en Hechos, 17 en Romanos, 31 en 1
siones (cf. H.-J. Klauck, Allegorie und Alle- Corintíos, 7 en 2 Corintios y 7 en Santiago; en
gorese in synoptischen Gleichnistexten [NTA los demás escritos es menos frecuente). En el
NF 13], Münster i. W. 1978, 88 [nota 273: NT la forma sin -ç (sobre la ç móvil, cf. BlaB-
testimonios] y 100). Hay que distinguir de Debrunner § 21) no se halla atestíguada con
ello la expresión formulística t o ü t ’ eotlv , seguridãd sino en Hech 23,11; Flp 3, 17; Heb
«esto quiere decir», que puede considerarse 12, 21;Ap 16, 18.
casi como una sola palabra (xouxéati[v]) ôuxcü puede remitir a lo precedente, casi
(BlaB-Debrunner § 12, 1; 132, 2, pero cf. siempre en construcción correlativa (Rom 12,
Rom 1, 12). 4s y passim con xaO^ájtEQ, Lc 11, 30 y pas-
c) Un vestígio dei significado original, que sim con xaOcóç, Hech 8, 32 y passim con
marcaba ligeramente una distancia, se ha con­ d)ç, Mt 12, 40 y passim con ^ cáojtEQ, Heb 9,
servado quizás en el uso despectivo dei pro- 27s con xaO’ õaov, 2 Tim 3, 8 con ôv xqó -
nombre (cf. Kühner, 644), en 1 Cor 6, 11: x al Jtov); en estos casos habrá que traducir: «así
xaüxá xiveç fjxe, «gente así...»\ cf. además como ... así también»-, en sentido absoluto,
Lc 14, 30; 15, 30; 18, 11; Hech 17, 18 (cf. ouxcoç significa (refiriéndose a lo preceden­
BlaB-Debrunner § 290 nota 1). te): a s í/d e tal manera, y también según eso /
d) Es firecuente la combinación con prepo- por tanto, Mt 6, 9.30; Mc 10, 43; Lc 14, 33;
siciones (ôiá, eíç, èx, èv, èjtí, pexá, también Rom 1,15; 11, 5; 1 Cor 7, 26.40; 14, 25 y pas­
xoúxou xÓQiv). x a l xaüxa, en Heb 11, 12, sim-, se usa elípticamente en Lc 22, 26 (úheiç
realza, lo mismo que en la lengua clásiea, una ôÈ oúx oúxcoç, «jpero vosotros no [debéis
circunstancia que confiere especial importân­ ser] así\y, cf. también 1 Cor 7,7 (oúxcoç... oú­
cia a lo que se acaba de decir, y adquiere el xcoç, de esta manera... de aquella manera).
significado de «a pesar de que» (cf. Liddell- oúxcoç puede resumir también ima construc­
Scott, í.v. C VIII, 2a). ción de partícipio (únicamente en Hech 20,
e) EI uso predicativo dei pronombre, que 11; 27, 17, cf. BlaB-Debrunner § 425, 6).
es especialmente frecuente con términos que Como una referencia a lo que sigue, oúxcoç
expresan cantidad, es más difícil a veces de aparece en Lc 24, 24; Jn 21, 1; Hech 1, 11 y
defmir en términos generales. Hech 1, 5: ov passim y tiene entonces el significado: así, de
pexà KoXkàç xaúxaç ■qpégaç, «después de la siguiente manera; así sucede especialmen­
no muchos dias / a partir de aquellos (dias)»-, te en referencias a la Escritura: oúxcoç yé-
24, 21: f] jrepi p.iãç xaúxT|ç q)C0VT|ç, «a no ser Ypajixai, Mt 2, 5; oúxcoç IiÉyei, Rom 10, 6;
por lo que respecta a esa sola palahra». En es­ oúxcoç... xa'&doç yéYQaJixai, 11, 26; cf., ade-
651 OÍÍTOJ - Ô(pElA,ÉTT|Ç 652

más, Hech 7, 6; 13, 34; Mt 6, 9 como referen­ E p istle to the Rom ans, en B asiléia. F S fü r W. Freytag,
cia al texto de la Oración Dominical (onxcoç Stuttgart 1959, 42-48.
OlIV JtQOOETJXSCf&E 'UJiElÇ')-
1. En el NT, ôqpEtXéxriç aparece 7 veces, y
Delante de adjetivos y advérbios, otixtoç
ôcpeíX,Tipa, 2 veces. El uso de los términos se
significa tan (refiriéndose a la medida o al limita a Mateo/Lucas y a Pablo, pero hay que
grado); Gál 3, 3; Heb 12, 21; Ap 16, 18; de­
tener en cuenta que los correspondientes cam­
lante de un verbo, hasta tal punto\ Jn 3, 16; 1
pos semânticos se diferencian notablemente
Jn 4, 11. - En Jn 4, 6 èxa^éÇexo onxcoç sig­ entre sí.
nifica; «él se sento sin más (o sencillamenté).
Hay uso adjetival en Mt 1, 18; 19, 10; Rom 4, 2. a) En Mt 18, 24 ôqpEiléxriç se usa como
18; Ap 9, 17, y uso sustantivado (semejante término dei lenguaje de Ias finanzas: deudor
cosa) en Mt 9, 33; Mc 2, 12; Lc 1, 25; 2, 48. (cf. Platón, Leg V, 736d; TestJob 11, 12). El
objeto directo dei verbo ^ ôcpEÍÀ.co (2), que va
en acusativo, se convierte ahora en genitivo
o v x ouch no dependiente de ôq)EiX.éxT]ç e indica la suma de
-* ov.
dinero que se adeuda (cf. Jiilicher II, 305);
ôq)et^éxT)ç pngícov xaXávxcov; «que [le] de-
ouchi no, de ninguna manera bía 10.000 talentos». ôq3£ÍX,Ti(xa («deudas»)
Forma reforzada de ->• on. Aparece 54 ve- no se encuentra en sentido financiero en el
ces en el NT (que se concentran en Mateo [9 NT, pero sí en la LXX (Dt 24,10; 3 Esd 3,20;
veces], Lucas [18] y 1 Corintios [12]; no se 1 Mac 15, 8 [cf. OGIS I, 149; Polibio XXV, 3,
encuentra en Marcos, Ias Pastorales, Ias Car­ 3] y en el griego profano (Platón, Leg IV,
tas Católicas y el Apocalipsis). 717b; PapHibeh I, 42, 10, y passim).
Como simple negación (Jn 13, 11; Lc 18, b) En Mt 6, 12 (la quinta petición dei Pa-
30 y passim); como respuesta, seguido de drenuestro) òq)EÍXTipa corresponde al término
àXXá, «.no... sino» (Lc 12, 51 y passim\ cf. arameo hôbâ («deuda»), que se deriva de hôb
BlaB-Debrunner § 432, 2); como partícula in­ («deuda de dinero», y que en la literatura ra-
terrogativa en preguntas a Ias que se espera bínica se convirtió en la expresión corriente
respuesta afirmativa: en Mt 5, 46; Rom 3, 29 para designar el endeudamiento o culpabili-
y passim, pero especialmente en la Carta pri- dad ante Dios o ante alguno de nuestros se-
mera a los Corintios (1, 20; 3, 3; 5, 12; 6, 1 y mejantes, y pasó así a significar «pecado» (cf.
passim-, on^L pãX).ov;, «^no... más bien?» en Black, Approach, 140; Dalman; Jastrow, Dic-
5, 2; 6, 7 [bis]), lo cual se deduce dei estilo de tionary, í .v.; Levy). Por ejemplo, los targu-
discusión en que está escrita la carta; jxcüç mim traducen frecuentemente por hôbâ u
onxí;, «í,como entonces no?», Rom 8, 32; cf. otros términos parecidos los términos hebreos
2 Cor 3, 8. para designar el pecado (cf., por ejemplo, Tg
Onquelos sobre Gén 13, 33; 42, 21; Ex 10,
17; otros testimonios pueden verse en Jas­
òtpei^iÉTtlg, OU, Ó opheiletês deudor, pe­ trow; Dalman). Al trasladarse la imagen de la
cador* deuda de dinero a la deuda (o culpa) dei peca­
ôçpELÍtTipa, axoç, xó opheilêma deuda, pe­ do, y la relación entre el deudor y el acreedor
cado* a la situación dei hombre pecador ante Dios,
1. Aparición en el Nuevo Testamento - 2. ôcpeíkppa llegó a ser un término sinônimo de
Mateo/Lucas - 3. Pablo. e intercambiable con a p a p tía , lo cual se
ve por el hecho de que Lucas, en la quinta pe­
B ib l: Dalman, Worte, 334-344; R Hauck, òcpelXT]-
p.a, ô(psiXérT]ç, en ThWNT V, 564s; Levy II, 19-21,
tición dei Padrenuestro (11, 4), sustituya
43s; E, Lohmeyer, D as Vater-unser, Gõttingen ^1947, ôtpEÍXTip,a por áp-aQXÍa. Esta posibilidad de
111-134; P. S. Minear, G ra titude a n d M issio n in the intercambiar los términos se muestra también
653 ô(pEiA,ÉTriç - ô<pEÍXTi(i.a 654

en que el verbo ^ àcjpíq^u puede acompanar do en la antítesis entre la fe y Ias obras (la ley,
tanto a ôqpeíX,ripa como a áp,aQxía (cf. ->■ ^ ÊQyov 5) -una antítesis que determina el
DcpeíXco 2; también Mt 6, 12 / Lc 11, 4). En curso de la argumentación- y se sitúa dei lado
consecuencia, el òq)EiXéTTiç (Mt 6, 12; Did 8, dei EQYov: mientras que el trabajo realizado
2; Lc 13, 4; en arameo htayyãb) es el deudor recibe el salario como contraprestación debi-
[o culpable] (de un pecado) / el pecador, y da, la ÔLxaLOOÚvq, como «salario de la fe»,
por tanto es término sinônimo de ápaQTO)- no puede recibirse sino x ax à xóqlv.
Xóç (compárese Lc 13, 2 con 13, 4; cf. Hen M. Wolter
[gr] 6, 3; Polic 6, 1: ôqpEiÀÉrqç áfxaQTÍaç).

3. Pablo utiliza primeramente ôqpEdéTriç òq^EiXtj, fjç, 1^ opheilê deudas, deuda [o


(con genitivo) en Rom 15, 27 con el significa­ culpa], obligación*
do de deudor (->■ 2.a) en sentido figurado: Ias B ibl.: F. Hauck, ôcpEikr|, en ThWNT V, 564.
comunidades de Macedonia y Acaya han par­
ticipado de los jrvsu[iauxá de la comunidad La deuda aparece primeramente en Mt 18,
de Jerusalén, y están obligadas, por tanto, a la 32 como deuda de dinero (-> ôq)£iX,ÉXT|ç 2.a;
contraprestación de la colecta. En Pablo, ^ ôq)ELX.(io 2; sobre todo en los papiros: ÃgU
ôq)EiA,ÉTT|ç aparece siempre como predicado 1 ,112, 11; IV, 1158; PapOxy II, 286, 18 y pas-
nominal con el verbo £lp,í como copulativo: sim) y en Did 8, 2 aparece como deuda huma­
«estar obligado», y corresponde, por tanto, al na (pecada) ante Dios (-»■ ôq)eiXÉXT]ç 2.b).
significado dei verbo ^ ôq)eíX,co (3.b). En Rom 13,7 a i ôqiEiÀaí son los «trihutos
En Gál 5, 3 Pablo entabla polêmica contra debidos» que han de pagarse al Estado (<pó-
la circuncisión (como en el pasaje paralelo de goç y xÉÀoç, v. 7b; cf. 1 Mac 15, 8; OGIS I,
Rom 2, 25) y niega que la circuncisión tenga 149; Polibio XXV, 3, 3, donde tales tributos
eficacia excepcional para la salvación, como se designan con el nombre de ôq)eí),qp,a (3a-
pretenden sus adversários gálatas: la circunci­ oiX.ixóv) o la conducta que debe observarse
sión lleva consigo la obligación de cumplir con Ias autoridades (cpópoç y xip.fi, v. 7c), y
toda la ley, un cumplimiento que debe descar- que Pablo exhorta a la comunidad de Roma a
tarse como camino de salvación y que condu- que observe y satisfaga {—r ctjroÔLÔmpí 2; ->■
ce a separarse de Cristo y a perder el estado ôqpEL?i,tt) 2; cf. también A. Strobel: ZNW 47
de gracia (Gál 5 ,4 ; cf. también Sant 2, 10 [de [1956] 88 nota 114).
acuerdo con M. Dibelius, Der Brief des Jako- En 1 Cor 7, 3, el coito conyugal se conside­
bus^ [KEK], 179ss]). ra como òcçzúd], un deber que el marido y la
El término aparece también con infinitivo mujer deben cumplir el uno con el otro (de
(cf. Sófocles, Ai 590) en Rom 8, 12, donde, nuevo el verbo ->■ àjtoôíôoopi) para evitar la
dei hecho de que el jtvEüpa habite en noso- itoQVEÍa (cf. el v. 2). Vemos que también
tros (v. 11), se deduce la ogligación de no per­ en el judaísmo el coito conyugal se considera-
mitir que nuestra vida esté determinada por ba como un deber obligatorio (cf. Billerbeck
Ias leyes de la oág^. III, 368ss) y frecuentemente se describía así
En Rom 1, 14 se usa ôqpEiÀéxTiç con dativo mediante Ias correspondientes circunlocucio-
de la persona hacia la cual está uno obligado: nes (cf., por ejemplo, bErub 100: miswâi cf., a
en su tarea apostólica, Pablo se siente obliga­ propósito, Hauck, 564, 23ss.
do hacia todo el mundo gentil, con la obliga­
M. Wolter
ción de proclamarle el evangelio.
ôqjeíXT^pa se encuentra únicamente en Pa­
blo en Rom 4, 4 como concepto antitético al Ô cpcíX t]^.a, aTOÇ, TÓ opheilèma deuda,
de xáQiç (aparece también en Tucídides II, pecado
40, 4). Es un concepto que se halla encuadra- ->■ òcp£iX.éxTiç.
655 ôqJEÍÀco 656

ÔcpeíÀ,co opheilõ ser deudor, tener que, es­ de su esclavo (o por un robo relacionado con
tar obligado* ella), y que Pablo se obliga juridicamente a
compensar (cf. Pap. Strafiburg [ed. F. Preisig]
1. Aparición en el NT - 2. Significado como térmi­
no financiero - 3. La necesidad y la obligación. I, 32, 9s; E. Lohse, Die Briefe an die Kolosser
und an Philemon^, [KEK] 284 notas 1-5; ->•
Bibl.: R. D. Aus, The Liturgical Background o fth e âjtoTLvo), - t ÈXkoyétü).
Neccessity and Propriety o f Giving Thanks According En Ias dos parábolas de Mt 18, 23-35: Lc 7,
to 2 Thes 1. 3: JBL92 (1973) 432-438; A. Fridrichsen,
Exegetisches zu den Paulusbriefen: ThStKr 102
41-43, la remisión de una deuda de dinero sir-
(1930) 291-301; F. Hauck, oçeíXo), en ThWNT V, ve de imagen dei perdón de los pecados (cf.
559-564; más bibliografia en ôq)EiXÉTT|ç. Mt 18, 21s.35; Lc 7, 47; en ambos ejemplos,
el puente entre lo metafórico y lo real es ->■
1. En el NT ôcpEÍXo) aparece 35 veces. Los à(pLTipt,); ssta idea encuentra también su ex-
testimonios dei verbo se distribuyen entre ca- presión en algunas parábolas rabínicas que
si todos los escritos y grupos de escritos (con tienen la misma forma literaria (cf. Tanfi
excepción de Marcos, Colosenses, Ias Pasto- 178a; ExR 31 [Billerbeck I, 798s,
rales, la mayoría de Ias Cartas Católicas y el 800s]; cf. A. Weiser, Die Knechtsgleichnisse
Apocalipsis). Como sucede en el caso de -* der synoptischen Evangelien [StANT 24],
ôtpeiXéTqç, el uso dei verbo en Mateo/Lucas München 1971, 76). - El uso dei verbo ôqpsí-
se diferencia claramente, con escasísimas ex­ Xo3 está influido aqui por el arameo bub
cepciones, dei uso que se observa en los de- (bayyãb) (cf. Levy II, j.v.), lo cual se refleja
más escritos. también en Lc 11, 4; àcpíopEV Jtavxl ôq)EÍ-
XovTL qpLV, «nosotros personamos a todo el
2. Con objeto de la acción verbal en acusa- que se ha hecho deudor nuestro». ôcpEÍXoo xi-
tivo, ôqteíXco se encuentra en algunas parábo­ ví adquiere aqui el significado de ápaQxávco
las dei material peculiar de Mateo y de Lucas, EÍç xiva (cf. IG in , 74, 15: ápapxíav ôqpdé-
con el significado de ser deudor de algo (de xto M tiví TUQávvft); para más detalles ->
dinero: Mt 18, 28.30; Lc 7, 41; de productos ôqpeiXéxTiç [2.b]).
de la naturaleza: Lc 16, 5.7). Con este signifi­
cado el verbo aparece con mucha frecuencia 3. En los demás escritos dei NT, òfpeíXco se
en los papiros, sobre todo para referirse a los construye casi sin excepción con infinitivo.
pagos en Ias transacciones comerciales priva­ a) Como la expresión tener que, ô^peíXcu
das (cf. Moulton-Milligan; Preisigke, Wõrter- describe en primer lugar la necesidad general
buch; Preisigke, Sammelbuch, siempre í.v.; (1 Cor 5, 10; 7, 36; 9, 10; 2 Cor 12, 11.14;
Hauck, 559, 5ss). En consonância con esto, el Heb 2, 17; 5, 12. - En 1 Cor 5, 10; 2 Cor 12,
participio neutro de la voz pasiva t ò ôqpei- II, el imperfecto sin áv expresa, lo mismo
XógEVOv (Mt 18, 30.34) designa la deuda (o que en la lengua clásica, la no existência de
suma adeudada) (->■ ôcpeiX,f|). En relación in- una necesidad; tendría que\ cf. BlaB-Debrun-
mediata con orpEÍXco se hallan los verbos ner § 358 nota 2), con la negación (oõx ôqpeí-
àjtoôíôcopi en lo que se refiere al pago de la Xcü) el no deber (Hech 17, 29; 1 Cor 11, 7).
deuda (Mt 18, 28.30.34; Lc 7, 42; fuera dei Pero ôqpEÍXo) puede expresar también un pre-
NT: Ez 18, 7; Aristóteles EthNic 1165a, 3; Pol cepto jurídico o cultuai (Liddell-Scott, í.v.:
1304b, 29; Presigke, Sammelbuch, 6753, 5s; «as a legal term»). Asi sucede, por ejemplo,
Josefo, Ant IX, 50 y passim), o c tq p íq p t en con respecto al castigo que la ley impone por
lo que se refiere a la remisión de la deuda (Mt un determinado delito (Jn 19, 7: x a r á xòv
18, 27.32; fuera dei NT; Dt 15, 2; 1 Mac 13, vópov ôcpEÍXEi àjio^&avElv, «él tiene pena de
39). muerte» [cf. también Tob 6, 13 B A; Sab 12,
En Fim 18 ôqpELX© se refiere a una pérdida 20; 4 Mac 11, 15; TestJos 14, 6; inversamente
material, que Filemón ha sufrido por la fiiga Filón, SpecLeg Eli, 59; la mujer inocente lle-
657 ôq)EÍA.to- õcpeAx)v 658

va una vida pura x a i Çfiv ô(p8ÍX.ei]) o en rela- sión de conjunto en Schulz, Nachfolge und
ción con determinados preceptos cultuales (1 Nachahmen, 303ss), aunque le confrere carac­
Cor 11, 10; Heb 5, 3) o prohibiciones (1 Cor ter argumentativo. Algo parecido hay que de-
11, 7). La necesidad expresada por medio de cir también de la exhortación que aparece en
ô<peíL(o es fundamentada explícitamente en Rom 15, 27; 3 Jn 8. En Rom 15, 27 vemos
todos los casos (oración de õ ti ; expresión con que ôtjpEÜuo, como en Jn 13, 14; 1 Jn 4, 11,
ôiá; construcción de genitivo). depende de una oración condicional que debe
b) Además, ôtjpeíXo) expresa la obligación entenderse en sentido causai (BlaB-Debmnner
de obrar de una manera determinada: estar § 372, 1); en 3 Jn 8 deriva su importância de
obligado. - Esto se aplica en primer lugar a la oración final que viene a continuación (cf.
Ias acciones de gradas de Ias que se habla en también Lc 17, 10: correspondência con
2 Tes 1, 3; 2, 13, y que, por ir complementa­ ôicttáoao) [2.b]).
das con el verbo ôqpeíA,ct), se distinguen de Ias c) ôcpEÍÀco en Mt 23, 16.18 está elíptico y,
otras acciones de gracias que se expresan al como parte de una fórmula rabínica de voto,
principio de Ias cartas (-> EnxaQiotém [2]) es traducción dei arameo hayyãb (cf. Ned 2,
(cf. P. Schubert, Form and Function o f the 3: él está obligado (a cumplir el juramento).
Pauline Thanksgivings [BZNW 20], Berlin d) En Rom 13, 8 (cf. Fridrichsen) Pablo,
1939, 54; P. T. 0 ’Biien, Introductory Thanks­ recogiendo el término ->■ô(pEiX,r| (v. 7), subra-
givings in the Letters o f Paul [NovTS 49], ya que el amor recíproco es la obligación más
Leiden 1977, 167ss). En el trasfondo de todo sublime y amplia y que sobrepuja a todas Ias
se hallan primeramente los enunciados sobre demás obligaciones -incluso a Ias menciona­
el deber de dar gracias (xÓQiv ôqpEÍÀtü) en el das en el v. 7 - (cf. v. 8b): «.No tengáis obliga­
griego profano (por ejemplo, Sófocles Ant ción alguna con nadie, a excepción (de que
331; Teócrito II, 130; Platón, Pol 257a; Prei- estáis obligados) a amaros unos a otros». Pa­
sigke, Sammelbuch, 6789, 4; PapRyl 77, 39); blo formula así la dialéctica de la libertad ra­
luego pueden aducirse paralelos dei âmbito de dical ante cualquiera y en todos los aspectos y
la tradición judia y cristiana (cf. Aus), que ha- con sujeción radical a la reciprocidad dei
cen referencia a un contexto cultuai y litúrgi- amor mutuo.
co (Filón, SpecLeg 1, 224; Constitutiones
M. Wolter
Apostolorum VII, 39, 2; Pes 10, 5; bTaa 64b;
1 Ciem 38, 4; Bem 5, 3; 7, 1; cf. también
Constitutiones Apostolorum VII, 35, 6.10;
Henn [s] 9, 28, 5; 1 Ciem 40, Is). õq)£Xov ophelon (participio) jojalá!
Mientras que aqui la obligación de dar gra­ õqjeXov aparece 4 veces en el NT (en algu-
cias se deriva de la oración de õii, que perte- nos manuscritos uupELov). Es un participio
nece a la forma (cf. Schubert, Form and que originalmente debía completarse con
Function), vemos que en la denominada «pa- Ecrtiv (cf. BlaB-Debrunner § 67, 2 con la nota
rénesis ejemplar» (cf. A. Schulz, Nachfolgen 4); se encuentra como partícula desiderativa
und Nachahmen [StANT 6], München 1962, en deseos irrealizables (1 Cor 4, 8; Gál 5, 12;
302ss) la obligación ética se fundamenta, Ap 3, 15) y seguramente también en deseos
principalmente en la literatura joánica, por el realizables (2 Cor 11, 1, donde el imperfecto
correspondiente ejemplo dado por la conduc- áveíxEofi^E podría sustituir al optativo, cf.
ta de Cristo o de Dios (Jn 13, 14; 1 Jn 2, 6; 3, BlaB-Debrunner § 384 y 448 nota 1; también
16; 4, 11; también Rom 15, l[-3]; Ef 5, [25.] R. Bultmann, Der zweite Brief an die Korin-
28 [cf., a propósito, G. Bouwman: NovTS 48 ther [KEK], sub loco-, de manera distinta
(1978) 179-190]). ôqJEÍÀco es, a este respecto, piensan Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-De­
elemento de una conexión causai y adquiere brunner § 359, 1 con la nota 2); cf. IgnEsm
casi la función de un imperativo (cf. una vi- 12, 1. DTNTIII, 150s.
659 õcps^oç - ôcp^&aXjióç 660

õcpe^oç, o v ç , TÓ ophelos provecho, bene­ 100 testimonios, aunque este hecho no corres­
ficio* ponde sin más a la importância que tiene el
El término aparece tres veces en el NT, significado dei ojo en comparación, por ejem­
siempre en preguntas: xí (poi) xò õqpeXoç;, plo, con el órgano dei oído. En efecto, la gran
«^de qué (me) aprovechaly>, en 1 Cor 15, 32, mayoría de los testimonios de ôcp'0a?t(xóç se
donde se formula esta pregunta refiriéndose al refieren al ojo como órgano físico o como fa-
martirio de Pablo, que no tendría sentido sin la cultad de percepción sensorial. La percepción,
esperanza en la resurrección de los muertos; en entendida en el sentido de conocer y com-
Sant 2, 14.16 dícese de la fe, que -sin obras- prender, que es propia de la mayoría de los
no sirve para nada (v. 16: ejemplo tomado de verbos de ver en el NT, tiene menos énfasis en
la vida práctica; cf. Eclo 4, 3; 1 Jn 3, 17s; Did el âmbito dei término ôqpdaX,[xóç (pero cf. Mc
4, 8); cf. 2 Ciem 6, 2; Herm (v) 3, 3, 1. 12, 11 par. Mt 21, 42; Lc 24, 31; Hech 26, 18;
Ef 1, 18, y los ejemplos negativos en Lc 19,
42; 24, 16). Las sentencias acerca dei endure-
òtp-daXiiio&ovXia, a ç , 1^ ophthalmodou- cimiento, que tienen su fundamento en Is 6,
lia servicio que se hace delante de los de- 9s, se basan en la distinción entre la facultad
más para quedar bien* natural de ver y la falta de entendimiento (Mt
En Ias tablas de deberes domésticos de Col 13, 14s; Hech 28, 26s; Jn 12, 40), así como
3, 22 / Ef 6, 6 se exhorta a los esclavos cris- Mc 8, 18 ((referida a los discípulos!) y Rom
tianos a servir a sus amos no simplemente pa­ 11, 8 . 10.
ra que los vean (èv ôq)'8'aA.[toôouX,La [v.l.: Entre los órganos de los sentidos, al ojo le
plural] / x ax ’ ôqp'&aXp.oôot)}tíav, en ambos corresponde especial importância, en cuanto
casos junto a cbç àv§Q(UJtáQ£axoi), es decir, puede ser portador de especiales sensaciones
un servicio que se presta sólo para «guardar y puede representar precisamente a toda la
Ias apariencias» (sin verdadera dedicación in­ persona. A esta categoria pertenece lo de ôcp-
terna). ThWNT II, 283. ■&a)t|jiòç jrovqpóç; en Mt 20,15 y Mc 7, 22 la
expresión designa la «envidia», pero la cosa
cambia en Mt 6, 22s par. Lc 11, 34. Así como
ò<p^aX^.óç, oC, ó ophthalmos ojo
el ojo es Àúxvoç xoí3 otnpaxoç, así también
1. Aparición en el NT y visión de conjunto - 2. Las el ojo refleja la apariencia de toda la persona.
curaciones de ciegos obradas por Jesús - 3. Gál 3, 1. ájtXoúç y jtovqgóç no deben interpretarse en
B ib l.; D. G. Allison, Jr., T h e E y e is th e L a m p o f t l i e el sentido de una cualidad moral, sino que
B o d y (M a tth e w 6. 2 2 - 2 3 = L u k e 11. 3 4 -3 6 ): NTS 33 deben traducirse por «puro, sincero» o por
(1987) 61-83; E. Best, D is c ip le s h íp in M a r k : M a r k 8, «maio».
2 2 -1 0 , 52: SJTh 23 (1970) 323-337; H. D. Betz, M a t­
th e w VI. 22/ a n d A n c ie n t G r e e k T h e o rie s o f V isio n , en
La EJudupía xcõv ôqjflaXpcnv, mencionada
F S B la c k 1979, 43-56; G. Bomkanrm, L a c u r a c ió n d e i en 1 Jn 2, 16, y que es una expresión singular
c ie g o d e n a c im ie n to {Jn 9 ), en Id., E s tú d io s so b r e e l en el NT, difíeilmente se entenderá como la
NT, Salamanca 1983, 311-318; H. Conzelmann, « W a s concupiscencia sexual, sino que habrá que en­
v o n A n fa n g w a r» , en F S B u ltm a n n 1954, 194-201; H.
J. Held, M t a is I n te r p r e t d e r W u n d e rg e s c h ic h te n , en
tendería más bien como expresión de la «en­
Bomkamm-Barth-Held, Ü b e r lie fe ru n g u n d A u s le g u n g vidia, codicia». Ahora bien, está clarísimo
im M a tth ã u s e v a n g e liu m , Neukirchen-Vluyn 1965, que el ojo se concibe como el vehículo de la
155-287; K. Kertelge, D ie W u n d e r J e s u im M a tth ã u s e ­ tentación sexual dei hombre en Mt 5,29; 2 Pe
v a n g e liu m , München 1970; W. Michaelis, ó g á w x x h ,
en ThWNT V, 315-381; K. Wengst, D e r 1., 2. u n d 3. 2, 14.
J o h a n n e s b r ie f ( Ò T K ) , Gütersloh 1978, 95s. La serie de sentencias acerca dei escândalo
(Mc 9, 43-47; Mt 18, 8s; cf. Mt 5, 29) dificil­
1. Entre los miembros dei cuerpo o los ór- mente mencionará al ojo, juntamente con la
ganos de los sentidos, el ojo ocupa estadísti- mano y el pie, como expresión dei peligro de
camente un lugar destacado en el NT eon unos tentación procedente de estos miembros dei
661 ô(p§aX|xóç - õqjiç 662

cuerpo. Sino que la serie se orienta, más bien, radigma dei «ver» con los ojos de la fe: un
positivamente y es la exhortación a una obe­ «ver» que conduce a la confesión de fe en Je­
diência radical e integral. sús como el JtÚQioç (18, 41) y como el Hijo
La bienaventuranza de Jesús, que considera de David (18, 38s).
dichosos a los que son testigos con sus ojos y Mateo reelaboró y condensó en la forma
sus oídos, en la versión distinta que tiene en que le es peculiar Ias dos historias de mila-
Lucas (10, 23) y en Mateo (13, 16), no supo- gros, hasta plasmar una escena ideal que
ne una preferencia dei ver o dei oír. En su for­ «presenta intuitivamente la fe a la que se con­
ma actual, la sentencia, en el contexto de Lu­ cede un milagro» (Held 213).
cas, acentua el objeto de la acción de ver, que Finalmente, en Juan 9, 1-7, lo que está en
es la presencia de Jesús en cuanto cumpli- juego, como se ve por la discusión que sigue
miento de la esperanzas dei AT, mientras que al milagro y sobre todo por el litígio (9, 39-
Mateo considera bienaventurados a los que 41), es más y algo muy distinto de la curación
cristianos que (o: porque) «ven» (= entien- de una persona enferma y de la aclaración de
den) y escuchan con fe. Finalmente, la acen- la pregunta preliminar que se plantea en 9, 2.
tuación dei hecho de que el «nosotros» que Lo que en realidad está en juego es saber
habla en el prólogo de la Carta primera de quién seguirá estando «ciego» ante la misión
Juan (1, 1) ha sido testigo con sus ojos y sus de Jesús o quién comenzará a «ver» (9, 41).
oídos, anticipa ya los temas teológicos centra-
les de la carta: la percepción sensible de los 3. Finalmente, merece especial mención el
testigos corresponde a la revelación de Dios texto de Gál 3, 1. No sólo es inusitado —para
en Jesús, porque con esto se subraya y conso­ Pablo y para el N T - el empleo de itgoYQátpo)
lida la confesión de fe de que Jesucristo ha como circunlocución para describir la procla-
venido en carne (èv oaQxl èÀ.qX.ufi-óxa, 1 Jn mación dei evangelio. Sino que también es
4, 2; cf. además 1 Jn 5, 6 y passim). cosa singular la combinación dei verbo con
ccp-d-aX-p-óç. Por eso, es difícil precisar el
2. Hay que estudiar aparte Ias curaciones de sentido de la expresión jtgoyQácpa) nax’ ôq?-
ciegos obradas por Jesús (Mc 8, 22-26; 10,46- #a).(to'úç. Una de dos: o bien significa el ca-
52 par. Mt 20, 29-34 [9, 27-31] / Lc 18, 35-43; rácter de notoriedad (jtQOYQátpm, cf. JtgoTÍ-
Jn 9, 1-41). En Ias curaciones de los ciegos, Ospai en Rom 3, 25) de la predicación pauli-
en general, no se trata sólo de que esas perso- na de la cruz, por contraste con el hechi-
nas recuperen la facultad natural de la visión. zamiento secreto dei que fueron objeto los
Esto aparece ya clarísimamente en Marcos gálatas por parte de los adversários de Pablo,
por el llamativo encuadramiento de Ias dos o bien describe —en el sentido de 1 Cor 1, 23—
curaciones de ciegos en el curso de su evan- la especial intensidad y encarecimiento de la
gelio. Mc 8, 22-26 precede inmediatamente a predicación de Cristo como predicación dei
la confesión de Pedro y a la primera predic- Crucificado. Esta última posibilidad será qui-
ción de la Pasión (8, 27-33). Sobre el trasfon- zás la que raejor corresponda a la combina­
do de 8, 18 nos damos cuenta de que el ciego ción de JtgoYgóqift) con òq)'&aX,póç, así como
es fiel imagen de los discípulos, a quienes hay a la acentuada interpelación y a la posición de
que abrirles los ojos. A partir de 10, 46-52 se ècrtaugtúpévoç al final de la frase.
interrumpe la actividad pública de Jesús antes M. Võlkel
de su marcha a Jerusalén. El ciego curado se
convierte en el tipo dei seguidor de Jesús.
Para Lucas, después de la observación acer­ ôtpiç, etoç, ó ophis serpiente*
ca de la incomprensión de los discípulos con En el NT el término aparece 14 veces, cin­
la que termina la tercera predicción de la Pa­ co de ellas en el Apocalipsis. El NT no atribu-
sión (18, 34), la curación siguiente es un pa­ ye valor especial a Ias serpientes, como se les
663 õq)iç - õ/Xoç 664

atribuía en el mundo antiguo, además de ha- ò x ^ é o ^ a i ochleomai ser atormentado*


cerse de ellas una valoración negativa (cf. En el NT el verbo se usa únicamente en voz
Pauly-Wissowa II/l, 506-521); una excepción pasiva: Hech 5, 16, ôx)i.onp,Evoi 'un:ò jtven-
es, claro está, Jn 3,14, donde, recogiéndose la p,áxcov àxaOágxcov, «.atormentados por es-
noticia de Núm 21, 4-9 de que Moisés levan­ píritus inmundos» (junto a ào^Evelç); cf.
to la serpiente de bronce, se habla de que este también Lc 6, 18; HechTom 12.
hecho fue tipo de la exaltación de Jesús (cf.
R. Schnackenburg, El Evangelio según San
Juan I, 445s). Por lo demás, la serpiente -sin Ò)(À.OJIOléo) ochlopoieõ prom over un tu­
caracter simbólico alguno- es considerada co­ multo*
mo un animal peligroso, que una persona no En Hech 17, 5 dícese de los judios, quienes,
dará nunca a su hijo (Mt 7, 10 par. Lc 11, 11), juntamente con otros, llenos de envidia contra
y que, por su carácter venenoso, sirve de ima- Pablo y Silas, promovieron un tumulto'. b y\o -
gen para representar a los adversários farisai- JtOLiioavTEÇ.
cos de Jesús (Mt 23, 23: en plural, junto a
Yevvf|p,axa è/tôvcov), pero que ya no puede ôxXoç, o v , ó ochlos pueblo, muchedum-
hacer ningún mal a los creyentes (Mc 16, 18; bre, gentio, multitud de gente
Lc 10, 19; cf. también Hech 28, 3ss: ejjiôva), El término aparece 175 veces en el NT, uni­
pero sí a los que tientan al Senor (1 Cor 10, 9; camente en los Evangelios (50 veces en Ma-
cf. Núm 21, 5ss). Ahora bien, de Ias serpien- teo, 38 en Marcos, 41 en Lucas, 20 en Juan),
tes puede aprenderse la prudência (Mt 10, 16: en Hechos (22 veces) y en el Apocalipsis (4
en plural; término opuesto: a l jieQioxeQal). veces).
Sin embargo, se acentúa de manera simbólica La gran difusión dei término en la tradición
y mítica la faceta negativa de Ias serpientes de Jesús demuestra que la actividad de Jesús
(Ap 9, 19) y éstas pueden designar al diablo no tuvo lugar en privado ni se entendió como
como el adversário antiguo y dei fin de los asunto entre unos cuantos, sino que (como
tiempos (-»• ôpáxcDV 3) (12, 9; 20, 2 [òcpiç ó había ocurrido ya con Juan el Bautista: Lc 3,
àex«íoç]; 12, 14.15; 2 Cor 11, 3 [cbç ó õcpiç 7.10) tuvo lugar siempre de cara a la multitud
8^T)3T(XTTioEV Euav]); cf. Bem 12, 5.6.7; Ign- (cf., a propósito, U. Hedinger: ThZ 32 [1976]
Pol 2, 2. ThWNT V, 566-582; X, 1208 (bibl.); 201-206). Según Mt 4, 25, «un gran gentio»
BHH III, 1699-1701; RAC IV, 226-250; J. (õxkoi JTokkoi) sigue a Jesús desde Galilea (a
Emst, Die eschatologischen Gegenspieler in diferencia de Mc 3, 7 [jtokti jrkfjO^oç] / Lc 6,
den Schriften des NT, Regensburg 1967, 241- 17 [õxkoç Jtoknç |xa§T)X(jõv anxoü, x a i
250 y í.v. en el índice analítico; O. Bõcher, jrXfjdoç jtokü xoü kaoü], cf. v. 19 [jtãç ó
Dãmonenfurcht und Dãmonenabwehr, Stutt- ò%Xoç]) y son así testigos dei Sermón de la
gart 1970, 92-95 y í . v . en el índice anaUtico; Montana dirigido a los discípulos (Mt 5, 1:
DTNTII, 50s. lôtbv 8È xonç õx^onç, cf. 7, 28: è^eitkfia-
aovxo oí õxkoi, a diferencia de Lc 6, 20). Se­
gún Mc 6, 34 par. Mt 9, 36, Jesús «se siente
òq)Q'Cç, i)OÇ, 1^ ophrys precipício dei mon­ lleno de compasión (-> ajtkaYX'víCo(tat).
te, cumbre escarpada* cuando ve a la multitud / al gentio (õxkoç,
Según Lc 4, 29, quisieron arrojar a Jesús que en otras partes es también sinônimo de
desde la cumbre escarpada dei monte en el õx^oL, aunque el plural se halla en Marcos
que -en opinión de Lucas- «estaba asentada únicamente en 10, 1 y en Juan únicamente en
su ciudad»: TjYaYov a õ x ò v ecoç ôq)Q 'úoç t o ü 7, 12a) «como ovejas sin pastor» (de manera
ÕQOu ç ... G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gü- semejante en Mt 1 4 ,13s.l9; 15, 32 par. Mc 8,
tersloh ^1924, 83s; G. Schneider, Das Evan- 1). Los dirigentes y maestros dei pueblo y la
gelium nach Lukas (ÕTK), sub loco. multitud misma creen que Jesús es un alboro-
665 ôy\oç, - ôi|>é 666

tador dei pueblo (Jn 7, 12b [jt^^avõ xòv ’O x o Ç ía ç , o v Ochozicts Ococías


õxA,ov]; 7, 20.32.43.49 [ó õx?^.oç oíjtoç, «es­ Nombre en la genealogia de Jesús en Mt 1,
ta plebe-»]). Sin embargo, en la mayoría de los 8 sy""; Lc 3, 23ss D (cf. 4 Re 8, 24; 2 Crón
casos õx^oç es «el trasfondo anônimo sobre 22, 1).
el que se desarrolla la actividad de Jesus»
(ThWNT V, 586), según vemos en Mt 13, 2;
14, 23; 15, 10; Mc 3, 20; 9, 25;L c5, l ; J n l l , ÒXÚQMliia, a t o ç . t ó ochyrõma fortaleza,
42, y passim. Ahora bien, los evangelios co- baluarte*
nocen también la doble cara de la actitud de Según 2 Cor 10, 4, Ias armas espirituales de
Ias multitudes: por un lado, tributan a Jesús Pablo son «poderosas..., para la destrucción
una entrada triunfal en Jerusalén (Mt 21, 1- áe fortalezas (de adversários)» (cf. Prov 21,
11, especialmente los vv. 8.9.11; en cambio, 22; Filón Conf 129s), a saber, los À,OYiopoí
Mc 11, 1-11; Lc 19, 28-38 sin òy\og)\ por etc. de quienes se alzan contra la verdadera
otro lado, se dejan instigar y reclaman a gritos Yvmoiç Ton § eoõ. ThWNT V, 590s.
la crucifixión de Jesús (Mt 27, 15.20.24; Mc
15, 8.11.15; Lc 23, 4). Lc 23, 48 (material pe­
culiar) refiere cómo, a continuación de la
o ljtaQ io v , o it, TO opsarion pescado*
muerte de Jesús, Ias multitudes (õx)i.oi) sintie-
El término aparece 5 veces en el NT: en re-
ron pesar de lo que había sucedido. También
lación con el milagro de dar de comer a 5000
en Mt 14, 5; 21, 26; Mc 12, 12 y passim, el
personas, únicamente en Jn 6, 9.11 (v. 9:
pueblo adopta una actitud contraria a la de sus
jtévTE âQTOuç... x a i ÔTJO ôojjáQta; v. 11:
dirigentes.
óp.oícoç x a l èx xrâv ôipaQÍcov; en cambio, los
En el libro de Hechos se mantiene la oferta,
Sinópticos dicen: ôúo ÍX'&'úeç, Mc 6, 38.41
no privada sino abierta a todos, dei evangelio:
par.); según Jn 21, 9.13, el Resucitado ofrece
1, 15; 6, 7; 8, 6; 11, 24; 13, 45; pero también
como comida a sus discípulos «pan -y (un)
aqui aparece la doble cara dei pueblo, que se
deja seducir; 14, 19; 16, 22; 17, 8; 19, 26 y pescado»; en el v. 10, a los peces capturados
en la red se los llama pescados, ôojHXQia (jun­
passim.
Algunas expresiones particulares: õxX,oç, to a LX'0'úsç en el v. 11). Se piensa en todos los
«un tropel de gente», Mc 14, 43; cf. Mt 26, casos en el pescado como alimento y para
47; Lc 22, 47; ó itLeioxoç õx^oç, «un gran acompanar al pan (ôtjiáQiov es un diminutivo
gentio», Mt 21, 8; õx^oç Lxavóç, «una multi- de TÒ õtjjov, «alimento cocido»). Bauer, Wôr-
terbuch, í . v . (bibl.); ->■ Ix^ijç (3.4).
tud considerable», Mc 10, 46; Lc 7, 12; a í
p-UQtáÔEÇ Toü õxX.on, «la gente a millares»,
Lc 12, 1; ò%Xoç... teXtovmv, «gran número...
de publicanos», Lc 5, 29; cf. además 6, 17 (cf. ôljtÉ opse (adv.) al atardecer, al anochecer,
supra)-, Hech 6, 7; õx^oç òvopÓTCüv... moel después de*
èxaTÒv eixoai, «un grupo de unas 120 perso- -La construcción de genitivo ôojjè o a ^ p á -
nas», 1, 15. En Ap 7, 9; 19, 1.6 òxXoç se usa Tcov (Mt 28, 1) debe traducirse por «después
para referirse a la multitud de los redimidos; dei sábado» (no «al atardecer dei sábado»),
en 17, 15, el plural «muchedumbres» (junto a cf. BlaB-Debrunner § 164, 4; Bauer, Wôrter-
Itaoí, ê^&VT] y Y^êiaoaL). P. Joüon: RSR 27 buch, s.v. 3 (bibl.). Mc 11,19: oxav ôtj)è èyé-
(1937) 618s; ThWNT V, 582-590; X, 1208 VEXO, «a la caída de la tarde»; 13, 35 en una
(bibl.); B. Citron: SJTh 7 (1954) 408-418; exhortación a permanecer despiertos y vigi­
BHH III, 2112; P. Zingg, Das Wachsen der lantes: El dueno de la casa puede llegar «al
Kirche, Fribourg (Suiza)-Gõttingen 1974, 61- anochecer o a media noche o a primeras horas
63: DTNTIII, 445s. de la manana». S. Zeitlin: JQR 43 (1952-
H. Balz 1953) 197s.
667 ô^j)ía - ôxpcüVLOv 668

O lpía, a g , ^ opsia (el) atardecer* 31). En Jn 7, 24 se dice; pq x q l v e t e x a t ’


El término aparece 14 veces en el NT, uni­ õtjjiv, «ino juzguéis por Ias apariencias (exte-
camente en Mateo, Marcos y Juan; Mt 8, 16; riores)b> (cf. también 1 Re 16, 7).
14, 15.23; 16, 2; 20, 8; 26, 20; 27, 57; Mc 1,
32; 4, 35; 6, 47; 14, 17; 15, 42, en la combi-
ò ijt t ó v io v , o v , TÓ opsõnion paga, salario,
nación ôtpíaç (ôè) YSVopévTiç (Jn 6, 16: wç
ÔÈ òijJta EyéveTo; 20, 19: oõcrriç oúv òtpíaç compensación*
Tfj fipÉQÇt èxEÍVT)...): «al atardecer de aquel El término aparece 4 veces en el NT: en Lc
día»); también en Mc 1, 32 junto a ÔTE eôu ó 3, 14 en Ias palabras predicadas por el Bautis-
fíX,ioç. El sustantivo ôijjía fue originalmente ta sobre los «deberes de estado», refiriéndose
un adjetivo que llegó a sustantivarse por la concretamente a la paga (en plural) de los
elipsis dei correspondiente sustantivo (mça); soldados (arpaxEnópEVot, que eran segura­
cf. BlaU-Debrunner § 241, 3 con la nota 4. mente mercenários al servido de Herodes An-
tipas): ôoxE T afi-E t o I ç ô i |) covlolç upõjv (como
tecnicismo militar aparece también en 1 Mac
õ tjti^ o g , 2 opsimos tardio; sustantivado, lo 3, 28; 4, 32); se piensa en la paga (en plural)
que es tardio, fruta tardia, lluvia tardia* recibida periodicamente, que sólo permitia vi-
En Sant 5, 7 el adjetivo sustantivado apare­ vir de forma modesta y que a menudo era cau­
ce en la exhortación a ser pacientes y aguar­ sa de que la soldadesca se propasara; con el
dar, como el labrador que para el fruto de su mismo significado el término aparece en 1
campo aguarda «lo tempranero y lo tardio Cor 9, 7 como imagen dei sustento que la co-
(jiQÓipov x a i oipipov)». Los manuscritos munidad debiera proporcionar (propiamente)
completan xaQjióç (Sin y otros) o úetóç (A P al apóstol (cf. Mt 10, 10), pero que éste no re-
V Koiné). Lo más probable es que se piense cibió de los corintios sino de otras comunida­
en la lluvia temprana (en el otono) y en la llu­ des (en Macedonia), para «desventaja» de
via tardia (en la primavera) (cf. ecoç ^ápT], ellas: ?tapràv ôtlttoviov itgòç xqv ■upôiv ôia-
también 5, 18). BHH III, 1568-1571. xovíav, «tomando salario de ellas para servi-
ros a vosotros», 2 Cor 11, 8 (sobre la manera
õtjtiog, 3 opsios tarde* desvaída en que se entiende el término, cf.
Mc 11, 11: ôijjíaç rjôq oüoqç xfjç ô ç a ç , BlaB-Debrunner § 126, 2 con la nota 8). En
Rom 6, 23, el término -en sentido figurado-
«como era ya tarde / era ya muy entrada la
se refiere al salario / la paga que el pecado
tarde»; v.l. ->■ôtjjÉ Sin C L y otros.
recibe por los servidos prestados, a saber, la
muerte: xà yà ç ôtlióvia xfjç àp,aQxíaç Dá-
Õtplg, £0)g, 1^ opsis cara, rostro; aparien- vaxoç (lo opuesto: xáQtopa xoú dEou ^coq
cia* aiCüVioç). - En sentido figurado, el término se
Con el significado de cara/rostro el término aplica a los creyentes, que son luchadores que
se aplica en Jn 11, 44 a la cara de Lázaro re- reciben de Cristo su paga, IgnPol 6, 2.
sucitado; en Ap 1, 16 se aplica a Cristo, como ThWNT V, 591s; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Ch.
el «Hijo dei hombre», cuyo «rostro era como C. Caragounis: NovT 16 (1974) 35-57; DTNT
el sol cuando brilla en su fuerza» (cf. Jue 5, IV, 34s; Spicq, Notes H, 635-638.
669 670

n n

JiayiÔEVfi) pagideuõ tender una trampa, B ibl.: tOtípco, -►Jtáoxo), además: W. Michaelis,
hacer caer (en una trampa)* JtáÚTipa, en ThWNT V, 929-934; H. Millauer, L eiden
a is G na de. E in e tra d itio n sg e sc h ic h tlic h e U n tersu-
En Mt 22, 15 se habla dei plan de los fari- chung zu r Leidenstheologie des 1 P etr (EHS 23/56),
seos para «hacer caer» a Jesús en una trampa Frankfurt a. M. 1976; P. von der Osten-Sacken, R õ m 8
«con alguna de sus declaraciones» ( ô k c o ç a is B eispiel p a u lin isc h e r Soteriologie (FRLANT 112),
auTÒv jcaYLÔeúwoiv èv X,óycü). Xóyoç signi­ Gõttingen 1973, 260-309; C. H. Proudfoot, Im itation
o r R e a listic P a rtic ip a tio n : Interpretation 17 (1963)
fica aqui una declaración de Jesús, provocada 140-160; P. Siber, M it C hristus leben. E in e Studie zu r
por sus adversários, y al mismo tiempo la p ln A u fe r s te h m g s h o jfn u n g (AThANT 61), Zürich
«trampa» o «lazo» que le han tendido; cf. 1 1971; R. C. Tannehill, D ying an d R ising w ith Christ. A
Re 28, 9; Prov 6, 2 Simm. (LXX: JtaYÍç). Study in P auline T heology (BZNW 32), Berlin 1967;
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1224s.
ThWNT V, 595s.
1. jiá'&Ti[xa, con el sentido básico de aque-
J ta y íç , íô o ç , 1^ pagis trampa, lazo, red (de llo que uno experimenta {-r jtáaxüi), no apa­
caza)* rece en la LXX; en el NT se halla atestiguado
El término aparece 5 veces en el NT, siem- 16 veces.-Significa dos veces Ias pasiones ex­
pre en sentido figurado o como metáfora para perimentadas como una fuerza (-> 2); en los
significar algún peligro o mal repentino e demás casos significa los sufrimientos. Ias tri-
inesperado: en Lc 21, 35 se habla dei día dei bulaciones de los cristianos y de Jesucristo
Hijo dei hombre, que caerá de repente «como 3). (En la interpretación dei término hay
una red» (para cazar pájaros) sobre los que no que tener en cuenta que la traducción por los
se hallen preparados (cf. Is 24, 17s); según «sufrimientos de Cristo», influida por la pos­
Rom 11, 9 (cita dei Sal 68, 23 LXX), el altar terior teologia de la expiación y por la devo-
se convertirá en una trampa para aquellos de ción a la Pasión de Cristo, entendió a menudo
Israel que sigan empedernidos. En 1 Tim 3, 7 el término en el sentido estrecho de amargos
JcaYiç Ton ôiapóÂ.on (juntamente con ôvel- sufrimientos físicos o psíquicos.)
8iap,óç) es una metáfora para designar Ias pe-
ligrosas consecuencias de que un obispo ten- 2. Según Rom 7, 5 «Ias pasiones de los peca­
dos» (los afectos que impulsan a los pecados o
ga mala reputación entre los de fuera; cf. tam- que se experimentan en éstos) determinan la vida
bién CD 4, 17s; de manera semejante se ex- «en la carne»; esas pasiones llegan a ser tan po­
presa 2 Tim 2, 26 ->■ àvavf](jpü) èx to n ôia- derosas «por la ley que hay... en nuestros miem-
póX.01) JiaYÍôoç, «ser sobrio / escapar dei bros», que originan la muerte (cf. 6, 12). Los que
lazo dei diablo»; en 1 Tim 6, 9 junto a jiei- pertenecen a Cristo, «han cmcificado su came»
Qaoftóç y èjtf&nptai. ThWNT V, 593-595; -en la fe y en el bautismo- «juntamente con Ias
pasiones y los deseos» (Gál 5, 24; cf. Rom 6, 6;
BHHIII, 1701-1703. 8, 13; Col 3, 5). Jiáú^npa se halla aqui junto a ->
ÈJtifluitLa, y se diferencia de ella porque designa
J lá y o ç , o u , ó pagos monte, colina más bien la experiencia de la inclinación de la
- r “A q EIOÇ JtÓYOÇ. oáQl, mientras que àmílupía denota sobre todo
la tendencia activa por parte de la persona (cf. H.
SchUer, La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975,
n:á'diím a, a t o ç , t ó pathêma sufrimiento, sub loco).
desgracia, pasión*
1. Aparición, significado fundamental - 2. Pasiones 3. Varias veces t à Jtahtjpaxa (lo mismo
~ 3. Sufrimientos de los cristianos y de Cristo. que designan claramente Ias tribu-
671 jtá-6r)[ia- máOoç 672

laciones a Ias que los cristianos, especialmen­ ticipan» los cristianos (yendo en pos dei Cru­
te los apóstoles, están expuestos en este mun­ cificado, 4, 13, cf. 2, 21; -)• Jtáox® 3; de ma-
do, y que se originan sobre todo por Ias perse- nera distinta, Flp 3, 10). Pedro, según 5, 1, es
cuciones. Así aparece en 2 Cor 1, 6.7; Col 1, «testigo» (-+ [xÓQxnç) de esos padecimientos
24a; 2 Tim 3, 11; 1 Pe 5, 9; Heb 10, 32 (cf. la de Cristo, (bien como «testigo ocular» -^la
definición más precisa en 10, 33ss). En Rom «condición de testigo ocular» como elemento
8, 18 Pablo utiliza el plural de Jtálhip.a para integrante de la pseudoepigrafía?- o bien co­
designar los sufrimientos de los cristianos en mo «testigo experiencial», que al soportar sus
general y, con arreglo a algunas concepciones propias aflicciones da testimonio de los sufri­
apocalípticas judias. Ias considera estrecha- mientos de Cristo; cf. N. Brox, La primera
mente relacionadas con la situación dei mun­ Carta de Pedro, Salamanca 1994, sub loco).
do al fin de los tiempos (cf. los vv. 19ss); esos En Heb 2, 9 Jtá'&T]pa xon d-aváxou se re-
sufrimientos los experimentan los cristianos fiere clarísimamente a los sufrimientos de Je-
en comunión con Cristo; son la condición pre­ sús en su muerte (xon ■daváxon es genitivo
via para la participación en la gloria de Cristo epexegético), que mostraron un aspecto extra­
(V. 17). ordinário de sus padecimientos (por tanto,
xà na-dfipaxa to ü X qiotoú, en 2 Cor 1, 5, jtádTKia no es sinônimo sencillamente de
pudieran ser Ias dificultades experimentadas «muerte» [en contra de Michaelis, 933s]).
por Pablo a causa de Cristo (Michaelis, 930s; Cristo, de esta manera, tenía que ser llevado
L. Goppelt, Der erste Petrusbrief[KEK], 298). «por medio dei sufrimiento a la consuma-
Pero es más probable que se trate de los sufri­ ción» (2, 10; cf. 5, 8s, -> n;áox«) 4). La fór­
mientos propios de Cristo (el rechazo de que mula xà Jta^&Tiiraxa, que designa la muerte
fue objeto y la crucifixión; cf. la estructura de ignominiosa y humillante sufrida por Jesús,
la frase y Flp 3, 10; 2 Cor 4, 10). Pablo, en se ha escogido aqui también, como en Pablo y
virtud de su comunión de vida con Cristo en la Carta primera de Pedro, con la mirada
(concedida por el -> jivEÜpa), puede conside­ puesta en la suerte que corrían los cristianos
rar sus propias tribulaciones en relación su­ (cf. la v.l. de D* en 2, 14; pero especialmente
mamente íntima con los sufrimientos de Cris­ Heb 11, 26; 13, 13: la «afrenta de Cristo»).
to. Como tales, esas tribulaciones sirven para
J. Kremer
el «consuelo» (jtapáxÀqaiç) y la «salvación»
(0ü)tr|QÍa) de los lectores (v. 6; cf. 4, 10-12).
El «conocer» [experimentar] «la comunión jia^di^TÓç, 3 pathêtos expuesto al sufri­
con sus sufrimientos [a saber, los de Cristo]» miento, capaz de sufrir*
es, según Flp 3, 10, juntamente con la expe- En Hech 26, 23 en el discurso que Pablo
riencia cotidiana dei «poder de su resurrec- pronuncia en su propia defensa ante Festo y
ción» (cf. 2 Cor 4, 10; 13, 4), la forma de es­ Agripa: ei JtaO-ijXÒç ó X qioxóç, «que el Cris­
tar unido con Cristo y de alcanzar la resurrec- to tendría que padecer» (así BlaS-Debrunner
ción. Los Jta'fl'f|[taTa son aqui los sufrimien­ § 65, nota 5; cf. también Lc 24, 26.46; Hech
tos propios de Cristo (cf. «su resurrección»), 3, 18; 17, 3; con el término opuesto àjta0r]ç,
en los que el apóstol participa (-> xoivoovía) referido igualmente a Cristo, en IgnEf 7, 2;
por sus tribulaciones diarias (cf. 1 Cor 15, 31; Polic 3, 2; no aparece en la LXX). ThWNT V,
2 Cor 4, lOs) y con Ias que Pablo llega así a 923; Jtáoxm.
«hacerse semejante a El en su muerte» (onit-
[tOQCpí^®).
En la Carta primera de Pedro, t à Jta'&TÍ[ta- J tá d o ç , OVÇ, TÓ pathos pasión; sufrimien-
xa, en contraposición a la gloria futura, desig- to*
nan los [ignominiosos] sufrimientos que Cris­ En el NT el término aparece 3 veces, unica­
to tuvo que padecer (1,11), y en los que «par- mente con el significado de pasión (sexual):
673 jtá ^ o ç — jtaiSaYcoYÓç 674

en Rom 1, 26 J tó -^ áti[iíaç (-> âxinoç 3) dí- xaJioç («maestro») propiamente tal (Platón,
cese de los gentiles que, por su impiedad, se Lys 208c; Diógenes Laercio III, 92; Filón,
hallan entregados a «pasiones degradantes» LegGai 53), porque el JtaLÔaycoYÓç es el en­
(la homosexualidad, cf. vv. 26b.27); en Col 3, cargado de imponer disciplina y de vigilar a
5 Jtá-&oç juntamente con JtoQveía, a x a ^ a g - los muchachos. En los dos pasajes citados dei
oía, ETO'&t)}xía xaxt] y JtXeove|la se consi­ NT se presupone (-*■ 2.3) una valoración ne­
dera como un impulso apegado todavia a esta gativa dei JtaiôaYCOYÓç (jaun reconociendo
tierra (cf. TestJos 7, 8); en 1 Tes 4, 5 jtá^&OÇ su utilidad!; los testimonios pueden verse en
EJtf&nixíaç es la «pasión concupiscente» que Oepke, 87). Se desea vivamente que termine
caracteriza la vida sexual en los matrimônios la tutela por el JiaiôaYtoYÓç (Gál 3, 23-26);
de los gentiles. ThWNT V, 926-929. Pablo establece un contraste entre los Jiaiôa-
YtOYOÍ y si «padre» (1 Cor 4, 14-16).
JtaiôaY O íY Ó ç, oC, ó paidagõgos el en- 2. Gál 3, 24 compara el vópoç (4.b) con
cargado de llevar a los muchachos (a la
un JtaiôaycoYÓç: «De tal manera que la ley
escuela), de imponerles disciplina y de fue nuestro ayo encargado de imponernos
vigilarlos* disciplina hasta que llegara Cristo, a fin de
1. Aparición y significado - 2. Gál 3, 24s - 3 . 1 Cor que fuéramos justificados por la fe». No se
4, 15. piensa que la ley mosaica nos haya educado
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v. (bibliografia un tanto «pedagógicamente» para conducimos a Cris­
antigua); G. Bertram, i t a iÔ E Ú c o m X . (D. 2), en to, sino que nosotros, «antes de que llegara la
ThWNT V, 618-620; D. Gordon, A N ote on i t a i ô a Y t o - fe (->• Jtíoxiç 6)», fuimos mantenidos por la
YÓç in Gal. 3, 24-25: NTS 35 (1989) 150-154; W. H.
GroC, P a id a g o g o s, en Pauly, L exiko n IV, 408; D. J. ley en una especie de custodia (icustodia pro-
Lull, «The L a w w as o u r P edagogue»: A Study in Gal. tectora?) (v. 23; IcpçoupoupeDa auY>cX,eió-
3, 19-25: JBL 105 (1986) 481-498; A. Oepke, D e r p,£VOi). Y, asi, el v. 25 puede afirmar lo si-
B r ie fa n die G a la ter (ThHK), Berlin '1960, 86-88; G. guiente; «Pero desde que llegó la fe, no esta­
Rinaldi, L a leg g e «pedagogo:» (G a l 3, 2 3 -2 6 a ), en
C hiesa p e r il m ondo. M isc. M . P ellegrino I, Bologna mos ya sometidos al ayo encargado de la dis­
1974, 157-166; E. Schuppe, P a id a g o g o s, en Pauly- ciplina (Ú3tò jiaiôaYioYÓY eo[xev)». Mediante
Wissowa XVffl, 2357-2385; Spicq, N o tes B, 639-641; esta comparación (Plutarco parangona tam-
N. H. Young, P aidagõgos: the S o cia l Setting o f a P au- bién alguna vez a la ley y al JtaiôaYcoYÓç:
line M etaphor: NovT 29 (1987) 150-176; Id., The F i­
gure o f th e Paidagogos in A r t a n d Literature: Bibl. Ar- QuaestConv III, Prooem.; Moralia, 645b.c),
chaeologist 53 (1990) 80-86. Pablo no sólo logra caracterizar el aspecto ne­
gativo de la ley, su función esclavizadora; si­
1. El sustantivo jiaiòaYt»Y®5 halla ates- no que, además, nos hace ver claramente la
tiguado desde Eurípides y Herodoto y era un naturaleza temporal de su misión. Por medio
préstamo léxico, bastante corriente, en el len- de la fe, y con la llegada de Cristo, nosotros
guaje rabínico. En el NT aparece únicamente no somos ya «esclavos» (4, 1-7) sino «hijos»
en Pablo; Gál 3, 24.25 y 1 Cor 4, 15. De de Dios (v. 26).
acuerdo con su etimologia, jtaiôaYCoyóç sig­
nifica aquel que lleva a los muchachos (a la 3. En 1 Cor 4,15 se menciona a los Jtaiôa-
escuela) y designa, en el mundo dei NT, a con los JtatéQEç como per-
aquel hombre -casi siempre esclavo de condi- sonas dignas de respeto (cf. Plutarco, Lyc.Yl,
ción (Platón, Lys 208c; Plutarco, Mor. 4a.b)— 1). Pablo, después de acentuar que exhorta a
que estaba encargado de la educación externa los corintios como a sus «amados hijos» (v.
(urbanidad, forma de comportarse a la mesa, 14), pone de relieve la singularísima relación
buenos modales) de los hijos varones (desde que le une con la comunidad de esa ciudád. El
los seis hasta los dieciséis anos de edad). Al es el «padre» de la comunidad de Corinto,
JiaiôaYCOYÓç hay que distinguirlo dei ôiôáo- porque los engendró; «Âunque tuvierais diez
675 jtaiôaYCüYÓç - maiôeía 676

mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; judaísmo (helenístico) (Bertram, 607-617;
porque yo (èytb) os engendré en Jesucristo Hengel), posee en el NT un sentido mucho
por medio dei evangelio (v. 15). La diferencia más reducido y una significación mucho me­
entre la amonestación paterna (v. 14b; votrüe- nor. Así se deduce, por de pronto, dei escaso
Téco) y Ias palabras de un jtai6aY(OY®5 ‘1’^® uso dei término jtaiôeía: además de los cua-
no hace más que avergonzar (v. 14a: èvigé- tro testimonios que existen en Hebreos (12,
Jto)) consiste, entre otras cosas, en que el 5.7.8.11), el sustantivo abstracto aparece uni­
padre exhorta a sus hijos a que le imiten a él camente en Ef 6, 4 y en 2 Tim 3, 16 (pero es
(V . 16). especialmente frecuente en la Carta primera
de Clemente). En esos seis pasajes Jtaiôeía
G. Schneider
se entiende en sentido activo y se refiere ya
sea al acto de educar (únicamente en 2 Tim 3,
TiaiÔáglOV, OV, TÓ paidarion muchacho, 16) o bien al acto de reprender / disciplinar,
mozo* pero jamás se entiende en el sentido (pasivo)
Diminutivo de jtoíç. Puede designar tanto a de recibir una «formación» (así, en contra de
un chico varón o a un mozo (cf. Gén 37, 30; Eclo 1, 27; Josefo, Vita 196 y 359; Ap 1, 73;
Tob 6, 2) como a un «esclavo joven» (cf. 1 Re Herm [v] 3, 9, 10).
25, 5; MartPol 6, 1). Jn 6, 9: eotiv n:ai-
ôáQiov (bôe, «aqui hay un muchacho»', cf. 2. Dentro dei «discurso de exhortación» de
ThWNT V, 637. la Carta a los Hebreos, el pasaje de 11, 4-11
es una parénesis desarrollada a partir de Prov
3, lls . Como en la literatura sapiencial, la
TCaiÔEÍa, aç, paideia educación, re- condición de hijo y la disciplina «se contem-
prensión, disciplina* plan como un proceso educativo ordenado por
1. Aparición y significado - 2. Heb 12,4-11 - 3. La
Dios» (Michel, 426). El autor de Hebreos co-
Carta a los Efesios y la Carta segunda a Timoteo. mienza en 12, 5s con una cita de Prov 3, l l s
LXX, que consiste en la exhortación (con el
B i b l : G. Bertram, jiaiÔEÚco xrX., en ThWNT V, vocativo «jhijo mío!») a no menospreciar la
596-624; P. Blotnenkamp, E rzie h u n g , en RAC VI, jtaiÔEÍa KUQLOU, es decir, la disciplina apli­
502-559; G. Bomkamm, S o h nschaft u n d Leiden. H ebr
12, 5-11, en F S J erem ia s 1960, 188-198 (= Born- cada por Dios, porque Dios aplica la discipli-
kamm, A u fsã tze IV, 214-224); H. Frhr. v. Campenhau- ca (jtaiÔEÚEi) a aquel a quien ama. Por tanto,
sen, G laube und B ild u n g im N T (1949), en Id., Tradi- cuando Dios envia Jtaiôeía a los destinatários
tio n u n d Leb en , Tübingen 1960, 17-47; H. Dõrrie, P ai­
de la Carta a los Hebreos, cuando les aplica la
deia, en Pauly, L exikon IV, 408s; W.-D. Hauschild, E r­
zieh u n g u n d B ild u n g a is theol. P ro b lem d e r fr ü h e n disciplina, los está tratando «como a hijos»
C hristenheil, en F S R a tzin g er I, 615-635; M. Hengel, (v. 7). Si Dios no aplicara la disciplina, esto
J u d e n tu m u n d H e lle n ism u s (WUNT 10), Tübingen seria prueba de que los destinatários eran
^1973, s.v. en el índice analítico (687); W. Jaeger, P a i­ «vástagos ilegítimos y no hijos verdaderos»
deia. L os ideales de la cultura griega, Madrid ‘^1993;
W. Jentsch, E rzie h u n g u n d B ild u n g im NT: Pasto- (v. 8). Finalmente, toda JtaiÔEÍa produce el
ralblãtter 108 (1968) 206-222; O. Michel, D e r B r ie fa n «fruto apacible de la justicia» (v. 11).
die H eb rã er (KEK), Gõttingen ^1966, sobre todo 439s;
D. Michel-N. Oswald, B ild u n g (AT, J u d en tu m ), en
3. En la «tabla de deberes domésticos» de
TRE VI, 582-595; I. Schindler, P a id e ia n a c h dem
Efesios, encontramos en 6, 4 como (única)
Z eugnis d es N T , tesis mecanografiada München 1958;
Trench, S ynonym a, 66-69. exhortación dirigida a los «padres»; «j...no
provoquéis a ira a vuestros hijos, sino educad-
1. El concepto de jraLÔeía, que en el mun­ los (èjtrpéqjETE) en la disciplina e instrucción
do griego tenía su propio sello característico y dei Senor (èv jtaiôeíçt x a i vouU eaía xn-
una gran trascendencia (Jaeger; Bertram, 597- QÍon)!». El genitivo xuQÍou caracteriza a «la
603), y que influyó en el mundo cultural dei disciplina y la instrucción» como actos «cris-
677 iia iô e ía —Jtaiôeúai 678

tianos» (Bauer, Wõrterbuch, í . v. JtaLÔEÍa). El (^posiblemente?) a la disciplina o castigo cor­


autor de la carta asocia la Jtaiôeía con la poral (pena de azotes; —^ 4).
«orientación, la instrucción y la ensenanza»
paternal, más bien que con la «disciplina» (J. 2. Según Hech 7, 22, Moisés «fue educado
Gnilka, Der Epheserbrief [WThK], sub loco). / instruido en toda la sabiduría de los egip-
2 Tim 3, 16 afirma que toda YQCitptl -*■■0'EÓ- cios» (sobre la formación y los conocimientos
JtveucfTOç es útil «para ensenar, convencer, de Moisés cf. Filón, VitMos I, 20-24). En
corregir y educar en la justicia». Los términos Hech 22,3 «Pablo» refiere la trayectoria de su
ôi8ao5taX,ía, èkeYpóç, EjravÓQllcooLg y jtai- vida: «Yo soy judio, nacido en Tarso de Cili-
ôeía se hallan aqui en una serie; parece obvio cia, pero criado en esta ciudad (a saber, Jeru-
traducir rtaiòeía por educación. salén), instruido (jrejiatôeupévoç) a los pies
de Gamaliel en estricta conformidad con la
G. Schneider ley de nuestros padres...» (cf., a propósito, W.
C. van Unnik, Sparsa collecta I, Leiden 1973,
n;aiÔE'i)T'rjç, ov, ó paideutês educador, 259-327). El verbo Jtaiôeúco expresa única­
maestro, persona encargada de la disci­ mente en Lucas el aspecto de la «formación».
plina*
En Rom 2, 20 dícese dei judio que, en vir- 3. Entre JtaiÔEÚco = educar y jtatÔ E Ú co =
tud de su propio conocimiento de la ley, se castigar hay un amplio espectro de significa­
atreve a «ser educador de los ignorantes» dos dei vx)cablo. En el sentido de una correc-
(jtaiôenxfiç ácpQÓvmv, junto a ôtôáoxa^oç ción (espiritual) y de una orientación, el verbo
vqjtLCüv); en Heb 12, 9 se habla de los «pa­ jtaiÔEÚo) aparece en Ias Pastorales (2 Tim 2,
dres terrenos», en quienes «tuvimos personas 25; Tit 2, 12), de manera parecida en 1 Ciem
que nos aplicaban la disciplina» de la mane- 21, 6; 59, 3; Herm [v] 2, 3, 1; 3, 9, 10. - La
ra que ellos creían más conveniente (cf. v. disciplina en forma de castigo aplicado por
10a; ^ òXíyoç, 2); DTNT II, 60s; ThWNT V, Dios se menciona en Heb 12, 6 (-> iraiÔEÍa 2)
62Is. Spicq, Notes II, 639-641. y Ap 3, 19, así como en 1 Ciem 56, 3.4.5; en
formulación pasiva; 1 Cor 11, 32; 2 Cor 6, 9
(también 1 Ciem 56, 16). En un castigo salu-
Jtaiôetxo paideuõ educar, reprender, apli­ dable (^aplicado por Satanás?) piensa 4 Tim
car la disciplina* 1, 20. A la disciplina o corrección aplicada
1. Aparición y significados - 2. «Educar» - 3. «Re­ por los padres se refieren Heb 12, 7.10a (cf.
prender» - 4. «Aplicar la disciplina». Prov 19, 18; 28, 17a; 29, 17; -+ TtaiÔEÍa 2).
B ib l.: G. Bertram, itaiÔEÚw xxX., en ThWNT V,
596-624; D. Fürst, en DTNT n, 58-61; más bibliogra­ 4. El significado de disciplinar = «castigar
fia en -» JtaiÔEÍa; cf. además ThWNT X, 1208s. con azotes» lo propugna Bauer (Wõrterbüch,
í.v. 2by) en relación con Lc 23, 16.22 (entre
1. En el NT el verbo JtatÔEnüo aparece en otras cosas, basándose en 3 Re 12, 11.14; 2
13 lugares, sobre todo en la obra de Lucas (2 Crón 10, 11.14). Si tenemos en cuenta que Lc
veces en el Evangelio de Lucas y 2 veces en 23, 16.22 constituye una «sustitución» de Mc
Hechos) y en el Corpus Paulinum (5 veces); 15, 15 (par. Mt 27, 26 qpQaYEX.Àd)oaç), habrá
se encuentra, además, en Hebreos (5 veces) y que dudar de que Lucas, con la frase jtatÔEÚ-
en Ap 3, 19. El significado de educar / ins­ oaç oòv auTÒv àjroXúoco (Lc 23, 16.22),
truir / formar se halla atestiguado únicamente quiera expresar realmente un intencionada
en Hechos, mientras que en todos los demás «flagelación» de Jesús (cf. jraiôeúü) en el li­
pasajes el verbo debe interpretarse en el senti­ bro de Hechos, -*■2). En todo caso, Lucas evi­
do de aplicar la disciplina. Entre esos pasa­ ta informar sobre una «disciplina» o «casti­
jes, solamente Lc 23, 16.22 debe referirse go» que se hubiera aplicado a Jesús (cf. J.
679 jtaiÔETJCü - itaiôíov 680

Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg '^1969, 3. La comparación con los ninos se propo-
334). ne inducir a una nueva conducta: los oyentes
de Jesús no deben parecerse a los nifíos que,
G. Schneider por desgana, rehúsan aceptar la invitación a
jugar a bodas o a funerales; los oyentes deben
Jtaiôió^ftev paidiothen (adv.) desde la in­ conocer lo favorable de la hora (Mt 11, 16s
fância* par. Lc 7, 32). Según Mc 10, 15, la entrada en
En Mc 9, 21 en la expresión èx jiaiÔLÓfev, el reino de Dios depende de la condición de
«.desde la infancia / desde su infancia» (cf. llegar a ser «como un nino». El punto de com­
Gén 47, 3 A). paración dei logion, sobre el que los investi­
gadores discuten, se deduce de la forma y dei
trasfondo contemporâneo dei logion: Mc 10,
;n;aiòíov, o u , TÓ paidion nino (pequeno) 15 es una provocación paradójica. Jesús reco-
1. Aparición en el NT - 2. Solicitud por los ninos - ge Ias «condiciones para la entrada», de Ias
3. Comparaciones - 4. Textos narrativos. que se hablaba corrientemente en el judaísmo
de la época, y según Ias cuales a determinados
B i b l : Dupont, B é a titu d e s II, 145-218, G. Haufe,
D a s K in d im NT: ThLZ 104 (1979) 625-638; G. Krau-
actos se prometían determinadas recompensas
se (ed.), D a s K in d im E vangelium , Stuttgart 1973; S. (cf. H. Windisch, Die Sprüche vom Eingehen
Légasse, J é s u s e t T e n fa n t. « E n fa n ts» , «P etits» e t in das Reich Gottes: ZNW 27 [1928] 163-
«Sim ples» da n s la tra d itio n synoptique, Paris 1969; A. 192), pero en lugar de mencionar un acto en
Lindemann, D ie K in d er u n d d ie G ottesherrschaft. M k
10, 1 3-16 u n d d ie S tellu n g d e r K in d e r in d e r spãthel-
el que se cumpliera la ley, Jesús menciona al
len istisch en G esellsch a ft u n d im U rchristentum: WuD «nino», es decir, a una persona que no es ca­
17 (1983) 77-104; H. Merklein, D ie G ottesherrschaft paz en absoluto de cumplir la ley. De esta ma-
a is H a n d lu n g sp rin zip , Würzburg 1978, 115-134; A. nera, aun conservando la forma, se rompe la
Oepke, jtaíç xtX., en ThWNT V, 636-653; C. Perrot,
L a lecture d ’ un texte exégétique. E ssai m éthodologi-
conexión entre el acto y la recompensa. La
que à p a r tir de M c 10, 13-16: PoTh 2 (1979) 51-130; frase no da ninguna información directa sobre
G. Ringshausen, D ie K in d er d e r W eisheit. Z u r A usle- lo que hay que hacer, sino que -a l afirmar que
g u n g von M k 10, 1 3 -1 6 par.: ZNW 77 (1986) 34-63; el acto no es lo decisivo- provoca al oyente
D. Zeller, D ie B ild lo g ik d es G leichnisses M t 11, 16s;
L k 7, 31: ZNW 68 (1977) 252-257; más bibliografia en
para que reflexione de nuevo sobre la cone­
-►Ppétpoç, xéavov, xión entre el acto y la recompensa.
El lugar paralelo en Mt 18,4 hace de la pro­
1. En el NT Jtatôíov aparece 52 veces, es­ vocación una ensenanza, interpretando en el
pecialmente en los Evangelios sinópticos: 18 sentido de la humildad lo de «ser como un ni­
veces en Mateo, 12 en Marcos y 13 en Lucas. no» y colocando bajo el signo dei nino todo el
Los restantes testimonios dei término se dis- discurso acerca de la familia de Dios (18, Is).
tribuyen entre el Ev. de Juan (3 testimonios), En Ias variaciones que se introducen en esta
Hebreos (3), 1 Juan (2) y 1 Cor 14, 20. En el tradición, la entrada en el reino de Dios es po-
NT hablan dei nino (jcatôíov) los siguientes sible únicamente mediante el nacer de nuevo
sectores de temas (->• 2-4). (Jn 3, 3.5) o superando la diferencia entre los
sexos (EvTom 22).
2. Jesus reconoce a los ninos el derecho a La mujer sirofenicia, en Mc 7, 28, aprove-
la bendición: los ninos se cuentan entre aque- cha la metáfora empleada y consigue la cura-
llas personas desvalidas a quienes se aplican ción de su hija; la mujer reconoce la primacía
los macaiismos de Jesus (cf. Lc 6, 20-23) y de Israel (de los «ninos») y, sin embargo, in­
entre quienes Jesús se halla presente (Mt 25, siste en que también los «perrillos» tengan su
40.45). Por eso, Jesús les concede la bendi­ parte.
ción (Mc 10,14); los discípulos deben estar al El origen de Ias mencionadas tradiciones
servicio de los ninos (Mc 9, 37). (-* 2 y 3) debe atribuirse al Jesús histórico.
681 jtaiôíov - jtalç 682

Hablan en favor de ello a) la gran variedad de el otro, de la èLeu^&éQa (Sara), cf. Gén 16,
los testimonios que hay en Ias fuentes y en los lss.l5s; 21, Iss.lO; Filón, All HI, 244. Pablo
diversos gêneros (relatos y logia)\ b) la gran da por supuesto, con arreglo a Ias leyes de
diversidad de los logia relativos a este tema; aquella época sobre la esclavitud, que los des-
c) la constemación de Jesus, que se manifies- cendientes de esclavos son también, ellos
ta precisamente en estos logia, por la manera mismos, esclavos; por tanto, jtaiôíojtri signi­
en que se trata a los ninos; d) la proximidad en fica aqui esclava/m ujer no libre-, cf. ThWNT
que todo ello se encuentra dei centro mismo I, 55s; BHH U, 623; F. MuBner, Der Galater-
de la proclamación hecha por Jesus. Faltan su­ &ne/(HThK), 319ss.
ficientes pruebas que den base a la hipótesis
de que el bautismo de los ninos sea el Sitz im
Leben (la «situación vital») de todo esto. Jiaí^O) paizõ divertirse, bailar, danzar*
En 1 Cor 10, 7 en la descripción dei culto
4. En Ias historias de milagros, a los ninos idolátrico en Israel; >cai àvéoxTjaav JtaíÇeiv,
- 2l pesar de los paralelos sinópticos existen­ «y se levantaron para danzar» (cita de Ex 32,
tes- se los menciona únicamente en Mt 14, 6 LXX; cf. H. Conzelmann, Der erste Brief
21; 15, 38; Mc 5, 39-41; 7, 30; 9, 24; J n 4 ,49. an die Korinther^ (KEK), 205s, nota 33;
En los evangelios de la infancia, el término ThWNT V, 625-629; BHH III, 1332-1335.
itaiôíov hace referencia a Jesús: nueve veces
en Mateo y tres en Lucas; en cambio, en Lc 1, J ia iç , n:aiôÓ g, Ó (q ) pais criado (-a), ni­
59.66.76.80 el término se refiere a Juan el no (-a), hijo (-a)
B autista.
1. Apaiíción, significado y campo léxico - 2. itatç
W. Egger ÚEOV como designación cristológica.
B ib l: G. Braumann, jiaíç, en DTNT III, 165-167;
O. Cullmann, C ristología dei N uevo Testam ento, Sala-
n a i ô l o x i ] , t|g , 'H paidiskê sirvienta, mu- manca 1997,107-140; I. D. M. Derrett, L a w in the NT:
chacha, esclava* The Syro-P hoenician W oman a n d the C enturion o fC a -
En el NT, Ias 13 veces que aparece el térmi­ p e m a u m : NovT 15 (1973) 161-186; J. P. Floss, Jahw e
no se limitan a los Evangelios (6 veces), los D ienen - G õ tte m D ien en (BBB 45), Bonn 1975; R. T.
France, H erod a n d the C hildren o f B ethlehem : NovT
Hechos (2 veces) y Gál 4, 22-31 (5 veces). 21 (1979) 98-120; N. Füglister, F undam entos vetero-
JtaiõíajiT] significa siempre una mujer (jo- testam enta rios d e la cristología neotestam entaria, en
ven) que hace el oficio de sirvienta; si se tra­ M ySal m/1, Madrid 1969, 121-243, sobre todo 163-
ta de una muchacha o de una esclava, es algo 194, 227-230; W. Grimm, W eil ich dich Hebe. D ie Ver-
kündigung Jesu und D euterojesaja, Bem-Frankfurt a,
que en cada caso sólo podrá saberse por con- M. ^1981; W. C. Hofheinz, A n A n a ly s is o f t h e Usage
jeturas: en Mt 26, 69; Mc 14, 66.69; Lc 22, a n d Influence o fis a ia h C hapters 4 0 -6 6 in the N T , te-
56; Jn 18, 17 se habla de una criada dei sumo sis Columbia University 1964 (Ann Arbor 1965), 586-
sacerdote; ante Ias preguntas que hace esa 633; M. D. Hooker, J esu s a n d the S erva n t, London
1959; J. Jeremias, Ilatç (#800) en e l N u evo Testam en­
mujer, Pedro niega a Jesús; en Lc 12, 45 se to, en Id., A bba. E l m ensaje central d e i N T , Salaman-
habla de JtaiôíoMai y de n:alôeç, criados y ca ^1993, 113-138; E. Krãnkl, J esu s d e r K n e c k t Got-
criadas» (cf. Lev 25, 44); En Hech 12, 13, tes. D ie heilsgeschichtliche Stellung Jesu in den R eden
una «sirvienta llamada Rode» (jraiôÍOTcq... d e r A p g (BU 8), Regensburg 1972, 125-129; E. Loh-
meyer, G ottesknecht u n d D avidsohn, Gõttingen ^1953;
ô v ó p ati T óôt]) se encuentra en casa de Ma­ R. N. Longenecker, The C hristology o f E a rly Jew ish
ria, la madre de Juan Marcos; en 16, 16 se ha­ C h ristia n ity , London 1970, 104-109; J. E. Ménard,
bla más probablemente de una esclava con un P a is T h eou a s M e ssia n ic Title in the B o o k o fA c ts :
espíritu de adivinación (cf. el v. 19: oi xÚQioi CBQ 19 (1957) 83-92; O. Michel, Jtatç # e o 0 , en
DTNT II, 276-279; J. Morgenstem, Som e Significant
aÚTfjç [D: Tfjç Jtaiôío5tT|ç]). En Gál 4, 22.23. A n te ce d e n ts o f C hristianity (StPB 10), Leiden 1066,
30-31 se habla de los dos hijos de Abrahán, 41-60; L. S. Mudge, T he S e rv a n t C hristology in the
uno de ellos era hijo de la 3taiôíaotr| (Agar), y N T , tesis Princeton University (Ann Arbor 1961); A.
683 jtaiç 684

Oepke, jiaTç en ThWNT V, 636-653; M. Rese, te antiguo y corresponde ideologicamente a la


A tl. M o tive tn d e r C h risto lo gie d es L u ka s (StNT 1), manera en que se hablaba en la corte de un
GUtersloh 1969, 128-131; Id., Ü b erp rü fu n g e in ig e r rey (cf. Michel; Riesener, 268-271; de otra
T h esen vo n Jo a ch im Jerem ia s zu m T h em a d es G ot-
teskn ech tes im Judentum : ZThK 60 (1963) 21-41; I. manera piensa Floss, quien cuenta con que el
Riesener, D e r Stam m ‘abad im A T (BZAW 149), Ber- término, en el AT, se usaba en una perspectiva
lin-New York 1979; U. Wilckens, D ie M issionsreden histórico-salvifica y religiosa). En Lc 1, 54
d e r A p o ste lg e sc h ic h te (WMÂNT 5), Neukirchen-
J t a tç , como «expresión litúrgica» (Lohmeyer,
Vluyn ^1974, 163-170; W. Zimmerly-J. Jeremias, Jiaiç
■Oe o í ) , en ThWNT V , 653-713; para más bibliografia,
6) y titulo honorífico, se refiere -con arreglo
cf. ThWNT X. 1209-1212. a Is 41, 8s—al Israel escatológico, que experi­
menta la acción salvifica de Dios, la exalta-
1. En el NT el término jtaiç aparece 24 ve- ción de los humildes, en la misión de Jesús y,
ces, pero sólo en Lucas (Evangelio y Hechos) de este modo, sitúa esa acción en la figura re­
y en Mateo. jtatç es un concepto genérico que dentora de la existência como Siervo de Dios.
se aplicaba a todos los miembros de la familia En Lc 1, 69 y Hech 4,25 David lleva ese titu­
que estaban subordinados al senor de la casa, lo honorífico, que expresa proximidad y su-
y que podia tener, por tanto, los correspon- bordinaçión a Dios. Desde los tiempos dei
dientes significados; en Mt 2, 16; 17, 18 par.; Deuteroisaías, rasgos individuales y colecti-
Lc 2, 43; Hech 20, 12 Jtatç designa a un chi- vos se combinaron en la expresión j t a t ç ■&eoÜ
co antes de llegar a la adolescência; en Lc 8, (cf. Riesener, 246s); por eso, Jesús, como el
51.54 se piensa en una chica\ en Mt 21,15, el J t a t ç deou, es el sucesor mesiánico de la casa
plural Jtatôeç abarca a los chicos y a Ias chi- de David y el consumador mesiánico de Is­
cas. Es significativo que Mt 8, 6-13 par. Lc 7, rael.
2-10 / Jn 4,46-53 altemen el uso de jiatç con Mateo resume en 12, 18-21, mediante una
el de ôoõ^oç, uLóç y Jtaiôíov. Mientras que traducción independiente de Is 42, 1-4, Ias ca­
Mateo usa generalmente Jtalç, chico / mucha- racterísticas más destacadas de su visión de
cho (dei centurión, cf. sobre el trasfondo De- Cristo; Aquel que plasma la halaká dei sábado
rrett, 174s), Lucas interpreta el .jtaTç como según los perfiles de su autoridad misericor­
ôoüXoç a fin de expresar relaciones no fami­ diosa y que actúa en lo oculto como Salvador,
liares entre el que manda y el que obedece; es el Jtatç 'Ôeoõ, quien trae la justicia escato-
Juan realza ulóç como concepto genérico: lógica de Dios como quien no busca conflic-
hay que tener en cuenta que en Palestina el tos, que proclama el gran mensaje pero no
criado pertenece a la familia y que «hijo de la con voz estridente (como los que gritan en el
casa» no significa necesariamente un hijo bio­ mercado), que no quiere una ruptura definiti­
lógico (cf. Lohmeyer, 3). En Lc 12, 45 Jtal- va, sino que desde su ocultamiento hace pa­
õeç y itaiòíoxai, significan los criados y Ias tente la misericórdia de Dios y, de esta mane­
criadas de la casa; en Lc 15, 26 parece que ra lleva, la esperanza a los que están lejos. La
no se hace distinción entre Jtaíç y ôoüXoç, singularidad mesiánica de la misión profética
aunque aqui también el hecho de pertenecer al de Jesús, que se ajusta a la imagen dei siervo
oLxoç es lo que distingue fundamentalmente sufriente de Dios según la expone el Deute­
al Jtatç dei (tíadioç. En Mt 14, 2 Herodes ex- roisaías, sitúa a Jesús en una cercania estrecha
presa ante sus Jtatôeç («miembros de su cor­ a Dios, en consonância con la seguridad y con
te / consejeros», es decir, «ministros») la opi- el ocultamiento dei Hijo en la unidad con el
nión que tiene de Jesús, cf los ‘abdê hamme- Padre (cf. Mt 11, 25-27).
lek l Jtatôeç xoü PaoiX,é(oç (2 Sam 11, 24; En el discurso misionero dei capítulo terce-
15, 15; cf. Riesener, 150-159). ro de Hechos, el título de jtatç ^eoü en los
vv. 13 y 26 se relaciona con la resurrección y
2. La expresión Jtatç ■Oeot), «siervo de la glorificación de Jesús. El contexto, en este
Dios», procede dei lenguaje cultuai dei orien­ caso, no está tan claramente marcado por el
685 jtaiç - naxaxiavóç 686

Deuteroisaías, ya que la resurrección aqui no sías sufriente, pero también que el motivo dei
significa exaltación después de un período de Deuteroisaías acerca dei justo sufriente, dei Isra­
humillación. Ciertamente, la autoridad cristo- el sufriente, de la constitución de la comunidad
santa de los últimos tiempos que pasa a través de
lógica y la humillación no son correlativas la la humillación, tuvo influencia muy activa en la
una con la otra. Más bien, el rechazo por par­ autocomprensión de los piadosos en Israel (cf.
te de los judios y la confirmación dei jiatç Mudge, 99-147). Por eso, el hacer ver que hubo
■ôeoõ por Dios se contraponen antitéticamen- una influencia de la cristología dei J t a t ç § eo ú co­
te. Jesus es el Siervo de Dios, el profeta esca- mo doctrina dei Mesías sufriente sobre Jesús y
tológico y mesiánico, que fue enviado y desti­ sobre los comienzos de la formación dei kerygma
nado (cf. 3, 22) para obrar milagros, lograr la se asienta sobre una base más amplia de motivos
(así lo expuso especialmente Grimm, en época re-
conversión y traer la bendición; esta tarea ciente) y de resonancias filológicas de los cânti­
profética de Jesus, no vinculada de manera cos dei siervo de Dios (así lo propugna sobre to­
especial con el Siervo sufriente de Dios, de­ do Jeremias, 194s: en arameo talyã’ = l.° «sier­
termina no sólo su misión terrena, sino tam- vo», 2.° «hijo», 3.“ «cordero»; cf., además, la re­
bién la de la comunidad terrena que le repre­ ferencia al concepto de ôoükoç en Mc 10,44; Ias
senta; ambas cosas se hallan andadas -desde fórmulas de ujtÉQ en Mc 14, 24; Jn 6, 51; cf, Mi-
chel, 1152s, quien aporta más referencias).
el punto de vista de la historia de la salva-
ción- en la resurrección.
Teologicamente podemos afirmar que la
En la oración que se lee en Hech 4, 24-30,
doctrina acerca dei Jtatç hace patentes los
la suerte de Jesus en Jerusalén es interpretada
rasgos característicos de la humillación y dei
a partir dei Sal 2, Is: él es el Cristo de Dios,
ocultamiento de Jesús, su mesianidad de mi­
que cayó víctima dei ataque de los enemigos;
sericórdia y su autoridad basada en la unidad
como tal, él es el santo n;alç, que está dei la­
con el Padre oculto.
do de Dios y cuya suerte se halla dirigida por
la predestinación divina. El contexto mira J.-A. Bühner
cristológicamente hacia el bautismo de Jesús.
En todo ello podría haber el recuerdo de una
comprensión dei bautismo determinada por Is Jtaío) paiõ golpear, herir*
42, 1 y que considera ese bautismo de Jesús El término aparece 5 veces en el NT: golpe­
como una unción dei Espíritu para que Jesús ar (en la cara, con el puno o dando una bofe­
sea el Siervo de Dios. tada, cf. Billerbeck I, 1024) como expresión
de ultraje a Jesús durante su interrogatório
^Hay en la cristología dei itaTç 'beoü una anti- por el Sanedrín, Mt 26, 68 (cf. v. 67) par. Lc
gua tradición palestinense, que en otros tiempos 22, 64 (cf. V. 63); herir / dar un tajo (con la
estuvo muy desarrollada y que luego se vio su- espada), Mc 14, 47; Jn 18, 10 (con ocasión
perpuesta por el título cristológico de n í ò ç t o u dei prendimiento de Jesús); picar (dícese dei
■dson, que se encuentra en Ias comunidades hele- escorpión), Ap 9, 5. - En sentido figurado se
nísticas (así piensa Bousset, y esta tesis ha sido
mantenida recientemente, entre otros, por Cull- habla de los «golpes de Dios» en Job 4, 19; 5,
mann. Jeremias, Lohmeyer, Füglister y Grimm)? 18; 1 Ciem 39, 5.
bien se trata de una amplificación secundaria,
arcaizante, de una cristología más antigua, que
procede originalmente de la doctrina acerca dei riaxatiavoç, 3 Pakatianos Pacaciana*
Hijo dei hombre (como piensa Hamack y, recien­ En el NT el término aparece únicamente en
temente también, E. Haenchen [Die Apostelge- la subcriptio de la Carta primera a Timoteo de
schichte^ (KEK), a propósito de 3, 13], Hofheinz,
Hooker, Ménard, Mudge y Rese)? Sea lo que fue- los manuscritos de la Koiné, como designa-
re, lo cierto es que de Is 53 y de otros cânticos dei ción tardia de una parte de Frigia con capital
Siervo de Dios no procede una conexión firme­ en Laodicea, desde donde se supone que fue
mente estructurada de la tradición acerca dei Me- enviada la carta.
687 Kokai - nakaiáç 688

T táX ai p alai (adv.) antiguam ente, hace cada una). Fuera de eso, JcaXaióç aparece
tiem po, en tiem pos pasados; ya (hace únicamente en 1 Jn 2, 7a.b («un mandamiento
tiempo)* antiguo»), Del «vestido viejo» hablan Mc 2,
El advérbio aparece 7 veces en el NT: se re- 21a(b) par. Mt 9, 16 / Lc 5, 36a.b, y Mc 2, 22
fiere a un momento en el pasado, en Mt 11,21 par. Mt 9, 17 / Lc 5, 37, de «odres viejos». A
par. Lc 10, 13, en el jay! sobre Ias ciudades de propósito de la doble sentencia metafórica
Galilea: hace ya mucho tiempo\ con el sentido acerca dei remiendo de pano nuevo y dei vino
de en otro tiempo, en Heb 1, 1; a l JtáXai nuevo, y acerca de Lc 5, 39a.b («vino viejo»),
óipaQTÍai,, «los pecados de antano», 2 Pe 1, cf. véoç 3.a. En Mt 13, 52 (material pecu­
9; oi n:áli.ai jT Q O Y eY Q apftévoL eíç t o t jt o x ò liar) se caracteriza al buen escriba como
x p íp a, dícese de los falsos maestros, «que quien «saca de su tesoro cosas nuevas y vie-
desde hace ya mucho tiempo estaban marca­ jas». Los pasajes paulinos hablan dei «hom­
dos para esta condenación (que se describe en bre viejo» (Rom 6, 6; así como Col 3, 9 y Ef
los enunciados siguientes)», Jds 4; ya, Mc 15, 4, 22), de la «masa vieja», es decir, de la le-
44 (el jtáX,ai àjtéh-avev), En 2 Cor 12, 19 se vadura (1 Cor 5, 7.8, ^ véoç 3.b) así como
hace referencia a un período de tiempo que dei «antiguo pacto» (2 Cor 3,14); cf. también
dura ya bastante: JtáXai ôoMelxe, «hace mu­ JtaÀaióxTiç YQÓpfiaxoç en Rom 7, 6.
cho tiempo que pensáis». ThWNT V, 713s;
DTNTI, 136-138. 2. En contraste con véoç, «fresco, recien-
te», jtaÀaióç tiene principalmente el signifi­
cado de viejo (= lo que existe hace ya mucho
JtotX aióç, 3 palaios antiguo, anticuado tiempo): Mc 2, 21a par. En Mt 9, 16 se habla
1. Aparición en el NT - 2. «Antiguo» por contrapo- dei «vestido viejo» por contraste con el re­
sición a véoç y xaivóç - 3. El «hombre viejo». miendo «no lavado (nuevo)»; en Mc 2, 22 par.
Mt 9, 17 / Lc 5, 37, de «vino nuevo en odres
B ibl.: -y yta ivó ç ~y véoç; además; O. Betz, N eues
u n d A lte s im G eschichtshandeln Gottes. B em erkungen
viejos» (cf., por el contrario, Mc 2, 22 par.:
zu M t 13, S l s , en F S S chelkle, 69-84; H. Haarbeck, en ào x o i xaivoí); en Lc 5, 39a.b, dei «vino vie­
DTNT I, 136-138; J. Kremer, «A ltes u n d N eues», Z u jo - nuevo»; en 1 Cor 5, 7.8, de la «vieja ma­
dem L o g io n ü b e r d en christl. «Schriftgelehrten» (M t sa» (levadura) por contraste con véov
13, 5 2), en D ie Z u ku n ft d e r G laubensunterw eisung. F S
cpÚQapa. A diferencia de Rom 6, 6 (cf. infra),
f. A. Heuser, Freiburg i. Br. 1971, 84-101; E. Larsson,
C hristus ais Vorbild, Uppsala 1962, 61-69, 197-210; Col 3, 9 habla dei «hombre viejo» por con­
O. Linton, «G am m alt» och «nytt»'. SvEA5 (1940) 43- traste con el véoç (v. 10).
55; B. Rey, L ' h o m m e n o u v e a u d ’a p rè s s. Paul'. Los siguientes pasajes üenen xaivóç, «nue­
RSPhTh 48 (1964) 603-629; 49 (1965) 161-195; H. vo, lo que nunca ha existido», como concepto
Seesemann, jtaXaLÓç, en ThWNT V, 714-717; D. Ze-
ller, Z u e in e r jü d . V orlage vo n M t 13, 52: BZ 20 antitético y entienden principalmente Jta-
(1976) 223-226. Xaióç como anticuado, obsoleto: Lc 5, 36a.b:
«vestido nuevo - viejo»-, cf. Mc 2, 21b; «lo
1. En el NT Jtá?i.aioç aparece en 19 pasajes, nuevo de lo viejo». El buen escriba saca, se-
siempre en oposición a véoç o a ^ xaivóç gún Mt 13, 52, x a iv à x a i jtaX,aiá (-> d-q-
(->■ 2). Designa lo antiguo en el sentido de lo oauQÓç 3, d). Rom 6, 6: «nuestro hombre
que lo que existe hace ya mucho tiempo (por viejo fue crucificado juntamente (con Cristo)»
contraste con véoç) o también (en parte con el (cf. V. 4: xaivótqç C®fiç); esta idea se recoge
sentido secundário) de anticuado (por con­ en Ef 4, 22: «el hombre viejo» (pero cf. en el
traste con xaivóç); cf. Bauer, Wôrterbuch, V. 24: «el hombre nuevo», ó xaivòç ãv&pco-
s.v. Los testimoiüos dei adjetivo se concen- noç; cf. no obstante, Col 3, 10; —> ■3). En 2
tran en los Sinópticos (11 veces), en Ias Car­ Cor 3, 14 «el antiguo testamento» (ôiaíhíxq)
tas paulinas (4 veces) y en la tradición influi- se contrasta con el nuevo (v. 6, ->■ ôia'9f|xq
da por éstas (Colosenses y Efesios, 1 vez en 4.b) y representa aquello de lo que hay libros
689 3taX ,aióç - jtáXT) 690

o documentos que pueden «leerse». En Rom bre nuevo». Este hombre nuevo está «creado
7, 6 se establece una antítesis entre xaivóxTiç según Dios (cf. Gén 1, 26s) en verdadera jus-
nvenjxatoç y jTaX.aiótqç Y6Ó(X[raxoç. En 1 ticia y santidad».
Jn 2, 7a.b se habla dei «antiguo mandamien- G. Schneider
to», a diferencia dei nuevo (->• èvToXf| 6).
Claro que no siempre se observa rigurosa-
mente la diferencia entre véoç y xaivóç, y JiaX a ió ttfÇ , 11TOÇ, palaiotês vejez, es­
por tanto los contenidos semânticos de jta- tado arcaico*
Xaióç son también a veces un poco fluidos; Rom 7, 6; ôonXeúeiv... on (èv) n;aX,ató-
cf„ por ejemplo, Col 3, 9s (jta>LaLÓç - véoç, XT)Xi yQ<ÍM-M-“ '’-0Ç> «servir... no en el estado
junto a àv a x aiv ó o p ai); Ef 4, 22-24 (jta- arcaico bajo la letra (de la ley)» (lo opuesto:
X,aióç - xaivóç, junto a àvaveóopaL); Mt 13, sv xaivóxTixi JtvEÚpaxoç, -* jraX.aióç 2).
52 (jtaXaiá sin valoración negativa). ThWNT V, 717; DTNTI, 136-138.

3. El enunciado que habla de la crucifixión


TiaXaióct) palaioõ hacer viejo, declarar vie­
de «nuestro hombre viejo» juntamente con
jo (obsoleto); en voz pasiva, envejecer*
Cristo, se encuentra en Rom 6, 6 en conexión
En el NT el verbo aparece 4 veces (fuera de
con otros enunciados de carácter indicativo
la LXX y dei NT se halla atestiguado única­
acerca dei bautismo: «nosotros hemos muerto
mente en voz pasiva): Lc 12, 33, en voz pasi­
al pecado» (v. 2), «hemos sido bautizados en
va, envejecer (es decir, perder su utilidad, un
su muerte (de Jesucristo)» (v . 3), y «hemos si­
sentido que es frecuente en la LXX, cf.
do sepultados juntamente con él... en su
ThWNT V, 714): «bolsas de dinero que no se
muerte» (v . 4). En este contexto es donde hay
deterioran» (Pa^Xávxia pf) JtaXaioúpEva,
que interpretar la expresión «nuestro hombre
lo opuesto: 'OxiaaijQÒç àvÉxÀEiJtxoç âv xoíç
viejo». Evidentemente, Pablo recuerda la doc-
onpavoíç). Heb 1, 11 (en voz pasiva): «/la-
trina tradicional acerca dei bautismo (v. 6;
cerse viejo como un vestido» (jtávxEç d)Ç
TOÕTO Y L V c b o x o v x e ç ); cf. E. Kâsemann, An
Lpáxiov jraXaio)§r|aovxai, cita dei Sal 101,
die Romer (HNT), sub loco, quien sospecha
27 LXX; cf. Dt 8, 4; Eclo 14, 17; Is 51, 6 y
que el término JtaXaiòç ctv&Qcajtog procede
passim); en Heb 8, 13 (bis) dícese de Dios
de la tipologia Adán-Cristo.
que, con la proclamación dei nuevo pacto,
Con la expresión «con sus actos», Col 3, 9
«declaro anticuado el primero» (en voz acti­
caracteriza al «hombre viejo» como el hom­
va: JtejtalaícoxEV xf)v jtQü)XT|v, v. 13 a), y xò
bre que actúa con maldad, y dei que uno «se
jtaÀaioúpEvov x a l YtlQÓaxov eyyíJç àcpa-
ha despojado» (en el bautismo); al mismo
viopoü («lo que se hace anticuado y enveje-
tiempo, uno se ha «revestido» dei «hombre
ce está próximo a desaparecer»). ThWNT V,
nuevo» (como quien se pone un vestido) (v.
717; DTNT I, 136-138.
10). Por eso, hay que «despojarse» ahora de
todos los vicios (v. 8) y «revestirse» de Ias
virtudes que se mencionan en el v. 12. Des- 7láÀ,t], T|Ç, ^ palê lucha*
pués de los indicativos vienen los correspon- En Ef 6, 12 dícese, en sentido figurado, de
dientes imperativos. la lucha escatológica de los creyentes contra
Ef 4, 22 se halla también en un contexto pa- «los ataques dei diablo» (v. 11), un combate
renético; El «hombre viejo» es «el que se co­ «que no es contra la carne y la sangre» (itáXir)
rrompe según los deseos enganosos» (qpO-Ei- jtgòç a tp a x a l o ág x a) y que, por tanto, hay
QÓpevoç x ax à xàç èm-Oupíaç xfjç ãjtáxi^ç). que entablarlo protegidos «con la armadura
Hay que «despojarse» de él y «revestirse» dei de Dios» (vv. 11.13) (cf. también Rom 13,12;
Haivòç âv&pcoJtoç (v. 24). Aqui se ha forma­ 1 Tes 5, 8; en el âmbito cultural griego, este
do expresamente el concepto antitético «hom­ término se aplica a menudo a la lucha espiri-
691 jtáXT] - JtaA.iYYEveaía 692

tual dei asceta y a realidades por el estilo, cf. 3.7; èx O eoõ YE'vvT)6'fjvai, «ser nacido de
Filón, Abr 243). ThWNT V, 717s (bibl.). Dios» -por contraste con el nacimiento nam-
ral-, Jn 1, 13; 1 Jn 5, 1 y passim\ cf. también
àjioxuÉ©, Sant 1, 18). Al campo semântico
Jta^iYY^vewía, aç, paliggenesia nuevo
dei concepto pertenecen igualmente expresio-
nacimiento, regeneración, renovación*
nes como «hombre nuevo», «nueva crea-
1. Semântica - 2. El lenguaje dei NT - 3. Mt 19, 28 ción», «restauración» (àjtoxaxáoxaoiç, Hech
- 4. Tit 3 , 5 - 5 . Sobre la hermenêutica. 3, 21; cf. también 1, 6) y otras, que son espe-
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.\ E Büchsel, yívofrai ranzas que ya se expresan en Ias profecias dei
xtX.., en ThWNT I, 680-688; F. W. Bumett, iraXiyYE- AT acerca de la salvación y que se refieren
V E 0 Í a m M att. 19, 28. A V ãndow on M atthean Com- tanto al individuo (jcf. especialmente Job 14,
m unity?: JStNT 17 (1983) 60-72; Id,, P hilo on Im m or-
ta lity: A T h em a tic S tu d y o f P h il o ’s C o n c ep t o f
14 LXX!) como a la totalidad dei mundo (Is
jtaX.iYYeVEata; CBQ 46 (1984) 447-470; A. Charbel, 65, 17).
O C onceito de «P alingenesia» ou R egeneração em M t
19, 28: RGB 7 (1963) 13-17; R Christou, T he Id ea o f 3. Mt 19, 28 promete a los discípulos, co­
R egeneration in th e N T , tesis doctoral, Boston 1950; J. mo recompensa por la renuncia y el segui-
Dey, ÜAAirrENESIA (NTA 17/5), Münster i. W.
1937; M. Dibelius-H. Conzelmann, D ie P astoralbriefe miento, la participación en el juicio que el Hi-
(HNT), Tübingen '*1966, lllss; Frisk, W õrterbuch II, jo dei hombre ha de llevar a cabo èv xfj jta-
468; W. C. Grese, C orpus H erm eticum X I I I an d E arly X.LYYE'''ECtí'Ç^> <<sn la regeneración», por la cual
C hristian Literature, Leiden 1979; I. Guhrt, en DTN'T
Mc 10, 30 y Lc 18, 30 entienden el «eón ve-
III, 152-155; Prümm, H a n d b u c h , 332s; R. Reitzen-
stein, P o im a n d res, London 1904; T. Riise-Hanssen, nidero». El contexto en Mateo conecta ita-
G je n f0 d e lsesb eg rep e t i d e t N T : TTK 5 (1958) 186- XtYYEVEOÍa principalmente con la persona dei
198; R. Schnacketiburg, D a s H eilsgeschehen bei d e r Hijo dei hombre y con su definitiva revela-
Taufe na ch dem A p o stei P a u lus (MThS 1/1), München
ción y acción de juzgar, y entrana esperanzas
1950, 8-14; K.-W. Trõger, D ie herm etische G nosis, en
Id. (ed.), G n o sis u n d N T , Güttingen s.f., 97-119; P. para el futuro, unas esperanzas que van más
Trummer, D ie P a u lu s tr a d itio n d e r P a sto ra lb riefe allá de Ias meras dimensiones individuales,
(BET 8), Frankfurt a. M. 1978, 185-189: personales, o puramente espirituales.

1. Este sustantivo, compuesto de jtáÀ.tv, 4. Tit 3, 5, recogiendo y trasformando la


«de nuevo, bacia atrás» (Frisk) y de yéveoiç, tradición paulina, habla de nuestra salvación
«llegar a ser, originarse», significa Ias más di­ «no por obras..., sino conforme a su miseri­
versas clases de nuevo nacimiento o regenera­ córdia... mediante el bano de la regeneración
ción o renovación: por ejemplo, el restableci- y de la renovación por el Espíritu Santo». De
miento de la salud, el comienzo de una nueva esta manera. Ias Pastorales rechazan como
vida tanto de una persona como de todo un fundamento de la redención incluso Ias obras
pueblo, la esperada restauración dei mundo, «que hubiéramos hecho en justicia» (v. 5), y
la reencamación de Ias almas, etc. etc. (Lid- reconocen que el único fundamento es la ac­
dell-Scott, 1291). ción de Dios, comunicada como un signo
«por medio dei (ôtá) bano de la regenera­
2. En contraste con el uso de JtaX,iYYEve- ción», pero que por su esencia es una renova­
o ía en el entorno dei NT, vemos que el NT, ción (àvaxaívtoaiç) obrada por el Espíritu de
con sólo dos testimonios dei término (Mt 19, Dios. La intención parenética de la sección
28 y Tit 3, 5), es bastante reservado en cuanto rechaza cualquier especulación mística ex­
al empleo dei vocablo. Sin embargo, a la ima- tática o cualquier interpretación puramente
gen correspondiente se alude con frecuencia personal de nakiYYEVEoía (cf. «nosotros»,
en el NT (cf. -»■ àvayeyyám , 1 Pe 1, 3.23; «nos», en los w . 3-7); nos exhorta a ser so-
YevvT)'&f)vai ->• ãvur&EV, «ser engendrado de brios y a demostrar activamente la existência
lo alto» o «ser engendrado de nuevo», Jn 3, redimida que nos fue concedida graciosamen-
693 jiaX.LYYEV8 0 Ía - na|icpt)Xía 694

te con la manifestación de la «bondad de / otra vez, cuando se trata de circunstancias o


Dios, nuestro Salvador, y de su amor a los acciones que se repiten; Mt 4, 8; 19, 24; 21,
hombres» (v. 4). 36; Mc 2, 13; 8, 1; Lc 23, 20; Jn 1, 35; na kw
èx ÔEUTÉQon, Mt 26, 42; Hech 10, 15; cf. Jn
5. La cuestión, discutida desde Reitzenstein, 4, 54; Eiç xò jtáXiv, 2 Cor 13, 2, es un aticis-
de si el concepto neotestamentario de la regenera- mo en lugar de un simple jiáXtv.
ción o nuevo nacimiento depende de Ias religio- TiàXiv se usa frecuentemente en series con
nes mistéricas (sobre todo, CorpHerm XIII, 1:
«Nadie puede ser salvo antes de su nuevo naci­ el significado de además / aparte de eso / de
miento») requiere prudência metodológica: En nuevo: Mt 5, 33; 13, 45.47; Jn 9, 27; 12, 39;
primer lugar, la cronologia de los escritos gnósti- Rom 15, 10.11.12; Ap 10, 11; la intención de
cos y de los escritos dei NT y cualquier depen- Mc 15, 13 y Jn 18, 40 es probablemente la de
dencia entre ellos sólo puede determinarse de ma- situar un hecho en una serie (otra vez), aun-
nera aproximada; y, en segundo lugar, en los ca­ que sin hablar expresamente de un griterío an­
sos de posible correspondência o derivación con-
ceptual, los respectivos contextos de los enun­ terior dei pueblo.
ciados siguen siendo decisivos para el significado Para designar un contraste: por otro lado/a
real de los enunciados. Lo que el NT quiere dar a su vez / por el contrario: Mt 4, 7; Lc 6, 43; 1
entender realmente con el término jtaXtyYEVE- Cor 12, 21; 2 Cor 10, 7; 1 Jn 2, 8.
aía, se sustrae a toda posible experiencia históri­
ca o natural. La metáfora JiaXiyyeveoía significa
ya en sí misma que se rebasan Ias fronteras dei Jia?í,lVYEVEOÍa palingenesia nuevo naci­
conocimiento: testifica la fe en una renovada ac- miento
ción creadora de Dios y la «esperanza de la vida Forma alternativa de -> jraX,iYYEveaLa.
eterna» (Tit 3, 7), que sobrepasa todo lo que ha
existido hasta entonces, pero que no pasa de lar­
go por ello. Jta|in;X t]#£Í pam plsthei (adv.) a una, to­
P. Trummer dos juntos*
Según Lc 23, 18, los principales sacerdotes,
los ancianos y el pueblo (cf. v. 13) gritaron a
palin (adv.) hacia atrás, además, de una (àvéxQayov ôè Jtap.JtX.TiOEl X,éyovx£ç)
nuevo, por otro lado que Pilato soltara a Barrabás; cf. Bla6-De-
El advérbio aparece 141 veces en el NT, y brunner § 122 con la nota 1.
es especialmente frecuente en el Evangelio de
Juan (45 veces, incluido 8, 2.8), Marcos (28 :Jlá^:n:oÀ.vç, 3 pampolys muy grande
veces) Mateo (17), Hebreos (10) y Gálatas (9). Jxáp.jtoXuç õyXoç, en Mc 8, 1 A K Koiné y
Con verbos de movimiento o de acción tie-
otros en lugar de JtáA.iv jtoXnç õyXoç.
ne a menudo el significado de hacia atrás, de
retomo: ànoaxÉXkío JtáX.iv, enviar acá, Mc
11, 3; EQXOpai 3tá?i,iv, regresar, Mt 26, 43; Jn Ila^tpvXía, aç Pamphylia Panfilia*
4, 46; âyco jráXtv, volver, Jn 11, 7; jiáXiv Región costera situada a lo largo de la cos­
À.a(j.|3áv(0, recuperar, Jn 10, 17; puede usarse ta meridional de Asia Menor, al oeste de Li­
también en sentido pleonástico, Hech 18, 21; d a, al sur de Pisidia y al este de Cilicia; uni­
Gál 1, 17; pero, con claro énfasis en el retor­ da durante algún tiempo con Licia, Cilicia o
no, se dice èjiioxeéqjü) JtáÂ.iv, Gál 4, 9 (cf. Galada; entre los anos 25 a.C. y 43 p.C., pro­
BlaB-Debrunner § 484). víncia independiente (cf. Dión Casio LIII,
En la mayoría de los casos está indicada la 26). Según 1 Mac 15, 23, en Panfilia vivían
traducción de nuevo, cuando se hace referen­ comunidades judias; cf. Hech 2, 10. Pablo es-
cia retrospectiva a un estado anterior o a algo tuvo varias veces en Panfilia durante su «pri­
por el estilo: Mc 11, 27; Rom 8, 15; 11, 23; 1 mer viaje misionero», visitando la capital Per-
Cor 7, 5; Gál 2, 18; Flp 2, 28. - Una vez más ge (Hech 13, 13; cf. 15, 38) y más tarde Perge
695 naiA tp u X ía —jia v o jtX ía 696

y Atalía, que eran importantes ciudades por­ (ALGHL 4), Leiden 1970, 64-70; A. Strobel,
tuárias (14, 24[s]); cf., además, 27, 5. Pauly- Der Brief an die Hebrãer (NTD), sub loco;
Wissowa XVIII, 354-407; D. Magie, Roman Spicq, Notes II, 642-646.
Rule in Asia Minor, Princeton (NJ) 1950,
260ss, I132ss; BHH HI, 1381; Haag, Diccio-
iTiavolXEÍ panoikei (adv.) con toda la casa,
nario, 1428; Pauly, Lexikon IV, 441-444.
con toda la familia*
En Hech 16, 34 dícese dei carcelero de Fili-
JtavÔ05(£l0V, OD, TÓ pandocheion posa­ pos; fiYaXXiáoato JtavoiXEÍ, «se regocijó
da, mesón, caravansar* con toda su familia» (por haber abrazado la
En textos áticos y helenísticos se encuentra fe; cf. V. 33; a u tò ç x a l ol aiiToü); cf. Mart-
casi siempre la forma -m ás antigua- itavôo- Pol 20, 2. BlaB-Debruimer § 23 con la nota 3;
X8ÍOV (cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v.; BlaB-De- 122 con la nota 1.
brumier § 33, 1); como préstamo léxico, el
término aparece también en textos judios (cf.
Jiavon:Xía, aç, ■qpanoplia armadura com­
BiUerbeck II, 183): Lc 10, 34 en la parábola pleta*
dei buen samaritano, que llevó a un mesón al
El término aparece 3 veces en el NT. itavo-
hombre que había sido asaltado por forajidos
itXía designa la armadura completa de un sol­
(tíyciyev auTÒv eiç jtavôoxEÍov); cf. ThWNT
dado de infantería con armadura pesada (es­
V, 18 con la nota 135; BHH II, 693s; J. R.
cudo, espada, lanza, yelmo, coraza y espini-
Royse: NovT 23 (1981) 193s.
lleras, etc., cf. ThWNT V, 295). El sentido fi­
gurado dei motivo de la lucha y de la armadu­
J ia v ô o /E Í iç , Éwç, ó pandocheus posade- ra es típico de los textos bíblicos y de los
ro, mesonero* textos influidos por la BibUa; cf., con referen­
Según Lc 10, 35, el buen samaritano encar- cia a Dios, Is 42, 13; 59, 17; Sal 35, Iss; Sab
gó al mesonero que cuidase dei hombre que 5, 17ss.
había sido asaltado por forajidos; al marchar- En el NT el sentido propio de JtavojcXía
se, pagó anticipadamente al mesonero dos de- aparece únicamente en la imagen dei fuerte
narios, comprometiéndose a pagar a su vuelta que es vencido en duelo por otro más fuerte,
todos los demás gastos. Lc 11, 22 (redaccional): xt)v jtavoxXíav aú-
xoõ aÍQEt (a diferencia de Mt 12, 29 / Mc 3,
27; cf. también 2 Re 2, 21).
JlCtVTjyUQlÇ, EWÇj panêgyris asamblea En sentido metafórico se habla de ponerse o
festiva* de echar mano de la jtavojrXía •heou en Ef 6,
Heb 12, 22(s) en la descripción de los do- 11.13 (cf. también 1 Tes 5, 8; Rom 13,12; 16,
nes salvíficos dei nuevo pacto; JtavfjYtJQLç 20; 1 Cor 16, 13; 2 Cor 6, 7; 10, 4s; Flp 1,
x a t èxxXT]aía JtQcoxoxóxüov, «la asamblea 27.30; 1 Pe 4, 1), desarrollándose detallada-
festiva y comunidad de los primogênitos, fra­ mente en Ef 6, 14-17 la alegoria de Ias armas.
se en la que Jtavf|Y’uçi.ç acentúa más intensa­ El modelo es la armadura dei legionario ro­
mente el carácter cultuai (cf. Josefo, Bell V, mano. Pero, en este caso, se considera que
230; Filón, VitMos II, 159; Am 5,21; también Dios mismo (genitivo xoú ■&8oõ) es quien
Isócrates, Paneg. 43 y 46), y âxxXTioía, el ca­ realmente proporciona Ias armas espirituales
rácter constitucional de la asamblea; en el para la lucha escatológica contra los ataques
culto divino, la comunidad tenía conciencia dei diablo (6, 11) y contra los poderes malig­
de hallarse unida con la Jerusalén celestial y nos de este mundo y los que hay en los âm­
con el coro de ángeles. O. Michel, Der Brief bitos celestiales (por debajo de Dios, 6, 12).
an die H ebraef (KEK), sub loco; R. William- Ef 6, 10-20 muestra en conexión con 1, 20-23
son, Philo and the Epistle to the Hebrews que el senorío de Cristo sobre el mundo ha
697 jiavoitXía - navxe^Tiç 698

quedado ya asegurado en principio. Pero en la Jtavoi3gY®Ç) 2 panourgos astuto sagaz*


era presente, en la que el maligno sigue estan­ En 2 Cor 12, 16 Pablo dice de sí mismo que
do activo, «hay que recuperar el cosmos para es astuto (ilo dice irónicamente o recoge acu-
el senorío dei Creador» empleando para ello saciones lanzadas por sus adversários?; cf., a
todos los dones dei Espíritu (H. Conzelmann, propósito, R. Bultmann, Der zweite Brief an
Der Briefan die Epheser (NTD 8), sub loco; die Korinther [KEK], sub loco): •UJtáQXtuv
cf. además IQM 1, 1.10; 3, Iss; 4, 1; 5, 1; 6, J ta v o ííQ Y O ç , «siendo astuto, os sorprendí con
Iss; 10, Iss; 14, Iss y passim). Por consi- engano»; el v. 17 hace pensar en la acusación
guiente, en el fondo no se halla la idea griega de que él pretendiera enriquecerse con el
de la «lucha» dei asceta contra sí mismo, sino asunto de la colecta; cf., además, Herm (v) 3,
la esperanza apocalíptica dei poderoso triunfo 3, 1. ThWNT V, 719-723.
dei senorío de Dios, que -según el capítulo
sexto de Efesios- se manifiesta ya en la lucha
de fe que los bautizados mantienen en la tie- J i a v t a / f j pantachê (adv.) por todas par­
rra. tes*
Bauer, Worterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, Hech 21,28: jtávxaç Jtavxaxfj ôiôáaxoav,
295-302; X, 1203s (bibl.); BHH 111, 2124- de Pablo, «que anda ensenando a todos por
2127; F. MuBner, en FS Schmid 1963, 185- todas partes una doctrina» que va dirigida
198; A. E. Travis; SWJT NS 6 (1963) 71-80; contra el pueblo de Dios, contra la ley y con­
P. F. Beatrice: StPatr 19 (1972) 359-422; K. tra el templo; BlaB-Debrunner § 26 nota 4;
M. Fischer, Tendenz undAbsicht des Epheser- 103, 2.
briefs (FRLANT 111), Gõttingen 1973, 165-
172; A. Lindemann, Die Aufhebung der Zeit J t a v t a x o õ pantachou (adv.) por todas
(StNT 12), Gütersloh 1975, 63-66. partes, en todos los lugares, a todas par­
H. Balz tes*
En el NT el advérbio aparece 7 veces: con
el significado de por todas partes en Mc 16,
JtavoUQYlOt, a ç , panourgia astúcia, ar- 20 (èxfiQu^av JtavxaxoO); Lc 9, 6 (EuaYYe-
timana, engano* Li^ópevoi x a l 'ôeQajieúovxEç itavxaxoü);
En el NT el término aparece 5 veces, siem- Hech 28, 22; con frecuencia acompaííado de
pre (en contra de la LXX) con acentuación ne­ nãç; 17, 30 (návxaç navxaxoü p.Exavo£ív);
gativa: Lc 20, 23, astúcia (xatav o rjo aç ôè 24, 3 (jtávxT) XE x a l navxaxon... pExà Jtá-
auTcõv TT]v JtavouQYÍav); en 1 Cor 3, 19 (ci­ oTjç EÒxaeioxíaç, paranomasia retórica, cf.
ta de Job 5,13, cf, 5 , 12s LXX) dícese de Dios BlaB-Debrunner § 488, la: «en todo tiempo /
que atrapa a los sábios en su propia astúcia de todas formas y por todas partes / en todos
(ó ÔQaooó[t8voç to ò ç ooqpoòç ev xfj itav- los lugares...»); 1 Cor 4, 17 (navxaxon èv
onpytÇí otuTCõv); en 2 Cor 4, 2 dícese de Pablo JtáoT] èxxÀ,T]aíg). Con el significado de a to­
que «no anda en astúcia» (p,fi jieçijtaxoüvxEÇ das partes, Mc 1, 28 (jtavxaxon eÍ.ç õXt]V
èv jtavouQYÍg...); en 2 Cor 11, 3 dícese de la xf]V JtEQÍXOtQOV).
astúcia de la serpiente, que sedujo a Eva (èv
xfj jtavouQYÍg anxoõ, cf. Gén 3, 1 A. S. Te-
od.: 3tavoõQYoç[-óxeQOç], a diferencia de la JtavTE)tT|Ç, 2 pantelês completo, perfecto,
LXX: qpQOvqtMxaxoç); Ef 4,14: èv Jtavouç- total*
YÍg Jipòç xf]v p.eO-oÔEÍav xfjç jiXávTjç, «por En el NT el adjetivo aparece 2 veces, en
la astúcia que conduce a la seducción dei ambos casos en la expresión elç xò JtavxELéç,
error. ThWNT V, 719-723; H. D. Betz, Der completamente / totalmente, que sustituye al
Apostei Paulus und die sokratische Tradition advérbio KavxzX&ç; así en Heb 7, 25 (ocb-
(BHTh 45), Tübingen 1972, 104-106. t,evv E iç xò JiavxeLÈç ôóvaxai), «él es pode-
699 jiavteXriç - jiavTOMgátcüQ 700

roso para salvar totalmente»-, habida cuenta lo Seis pasajes dei Apocalipsis (Ap 15, 3; 16,
que se dice en los vv. 24 y 25b, pudiera ser 7.14; 19, 6.15; 21, 22) parecen estar inspira­
que se realzara también el aspecto temporal dos por el AT {(,Am 4, 13?); los tres primeros
(«para sierapre»), pero ambos aspectos se ha- pasajes (1, 8; 4, 8; 11, 17; cf. también 16, 5.7)
llan íntimamente relacionados en la teologia tienen afinidad tanto por su forma como por
de la Carta a los Hebreos (cf. O. Michel, Der su contenido. Ap 4, 8 y Am 4, 13 parece que
Brief an die H ebrãef [KEK], sub loco). En traducen por jtavxoxpáxtop el predicado di­
Lc 13, 11 (jATi ôuvapévri àvattútljai eiç tò vino fb a õ t. Podemos pensar, por tanto, que
jtavxeÀéç), la expresión adverbial puede refe- este atributo divino fue también decisivo para
rirse al infinitivo («ella no podia enderezarse los demás pasajes de JtavxoxpáxoQ que apa-
en absoluto») o al participio («ella no era en recen en el Apocalipsis. La mayoría de los in­
absoluto capaz de enderezarse»; esto último vestigadores entienden f b ã ’ôt como un plural
es lo que entiende la Vulgata). Bauer, Wõrter- abstracto intensivo (a la manera, por ejemplo,
buch, í.v. de ‘êsôt, «verdadera prudência»; dê‘ôt, «saber
profundo», etc.).

n ia v ttl pantê (adv.) de todas Ias maneras, Esta explicación dei epíteto en el sentido de
en todo tiempo* «Yahvé dei poder» o «Yahvé todopoderoso» co­
Hech 24, 3; jtávxT] xe x a l Jtavxaxoü, «en rresponde a la traducción que se da predominan-
todo tiempo y en todos los lugares»; -+ tente en la LXX: x Ú Q io ç J ta v x o x Q á x a íQ . Ade-
jtavxaxoú. más, yhwh fb ã ’ôt es una designación dei Dios-
Rey que se sienta en el trono de los querubines
(por ejemplo, 1 Sam 4, 4; 2 Sam 6, 2) y que está
dotado de poder soberano. La LXX traduce tam­
JtávtO^dev pantothen (adv.) de todas par­ bién ( ‘el) Sadday por ita v x o x Q á x c o Q . Parece que
tes, por todos lados, por doquier* la idea de soberania se escucha también en sad­
En el NT el advérbio aparece 3 veces: Mc day. En todo caso, la LXX introduce un concepto
1, 45, de todas partes-, Lx 19, 43, por todos griego que apareció hacia el siglo III a.C. y que
lados; Heb 9, 4, toda alrededor / por todas pudiera derivarse de un modelo (estoico) más an-
partes. tiguo, JtaYxgaxf|ç, con el sentido predominante
de «todopoderoso» ( n ã v X Q Ó xoç extuv / j t a v x ò ç
x g a x c õ v , es decir, de x g a x é c o con genitivo).

JtavTOXQatcoQ, oqoç , o pantokratõr To-


dopoderoso. Soberano universal* 2. En Ap 1, 8; 4, 8; 11,17, la expresión que
se repite tres veces (de manera irregular) «el
1. Aparición en el NT y trasfondo en la historia de que es - el que era - el que ha de venir», sue-
Ias religiones - 2. Campo referencial - 3. itavTOXQá-
TCOQen el Apocalipsis. na a fórmula. Puesto que en 11, 17 se trata de
un himno celestial de alabanza por la realiza-
B ibl.: P. Biard, L a p u issa n ce de Dieu, Paris 1960; dón dei reino de Dios, falta el tercer miem-
Th. Blatter, M a c h t u n d H e rr sc h a ft G ottes, Fribourg bro. La «venida» de Dios se contempla como
1962; A. de Halleux, « D ieu le P ère to u t-puissant»:
RTL 8 (1977) 401-422; D. L. Holland, navToxgáTtoQ algo que ha tenido ya lugar (cf. 16, 5). Detrás
in N T a n d Creed: StEv VI (1973) 256-266; H. Hom- de esta formula trimembre se hallan Ex 3, 14
mel, P a n tokra to r. ThViat 5 (1953-1954) 322-378; Id„ y Is 41, 4. Parece que la epíclesis divina está
S c h õ p fe r u n d E rh a lter, Berlin 1956, sobre todo 81-
formada por la combinación de los textos
137; W. Michaelis, jtavTougáxwQ, en ThWNT III,
913s; A. S. van der Woude, sã b ã 'E jército , en DTMAT mencionados, y se halla situada en orden cro­
II, 628-639. nológico en Ap 4, 8. Según esto, Dios es el
principio, el medio y el fin, lo cual se enuncia
1. En el NT, itavxoítpáxcop aparece 10 ve­ también en 1, 8 con el símbolo abreviado A-
ces; en 2 Cor 6, 18 al final de una serie de ci­ Q (->- ”AX,rpa). Esto se interpreta luego expre-
tas dei AT, y nueve veces en el Apocalipsis. samente en 21, 6 por medio de la expresión
701 jravTOXQaxtüQ - jtavxoTE 702

JtQcõxoç xaL eoxaxoç, y en 22, 13, por medio ción dei «ángel de Ias aguas»). Falta ó eq xó -
de f) ÓQXÒ "fò TÉÀoç. La fórmula princi- [lEVOÇ, porque Dios aparece como Juez. - Ap
pio-medio-fín es conocida también en el es- 16,14 no contiene ninguna aclamación. El tex­
toicismo. En Rom 11, 36; 1 Cor 8, 6; Col 1, to habla dei combate escatológico, en el cual el
16; Heb 2, 10, la expresión aparece como una tiavxoxQáxcúQ revelará su omnipotencia.
fórmula triádica de irõv (è i auxoü - 6i’ au- Ap 19, 6 enlaza con una voz que sale dei
xoü [èv auxcõ] - eiç auxóv), que huele tam­ cielo y que exhorta a los «siervos» de Dios a
bién a estoicismo (cf. Marco Aurélio Antoni- cantar un cântico de alabanza a Dios. Este
no, Ad se ipsum IV, 23). Sin embargo, parece himno, el último dei Apocalipsis, lo entona un
que no hay razón para suponer que haya habi- coro inmenso, integrado por todos los creyen-
do influencia directa dei estoicismo sobre el tes. Después de un aleluya introductorio (cf.
Apocalipsis, porque en ella el trasfondo vete- 11, 7), se da gracias a Dios, el Todopoderoso,
rotestamentario es de sobra evidente. Por tan­ porque El ha instaurado definitivamente su
to, dificilmente podrá asignarse al itavxo- reinado. - En Ap 19, 15 se acentúa el poder
XQÓxooQ dei Apocalipsis el motivo dei «sus- absoluto de Dios para reinar, a pesar de que
tentador», que aparece principalmente en el 19, 6 y 19, 15 se hallan encuadrados en un
miembro intermédio (con èv); cf. -> 3. conjunto de ideas cristológicas, que se indica-
ron ya en 1, 8.
3. Ap 1, 8 es una afirmación formulada por Ap 21, 22 ve realizada ya la visión dei tem­
Dios. Es un enunciado unido asindéticamente plo, de Ez 48, en Dios, el Todopoderoso, y en
con la frase precedente, que quiere demostrar el Cordero. Sintetizando podremos afirmar
que el fin dei mundo (v. 7) se halla en Ias ma­ que los pasajes de JtavxoxQáxoQ en el Apo­
nos de Dios. - Ap 4, 8 es una confesión hecha calipsis se proponen sobre todo mostrar intui-
por los «cuatro seres vivientes» (según el mo­ tivamente la omnipotencia y la soberania uni­
delo de Ez 1, 6), que están dotados de conoci- versal de Dios.
miento acerca de Ias cosas terrenas (cf. la
H. Langkammer
imagen de los muchos «ojos»). Entonan el tri-
sagio (cf. Is 6, 3), en el cual se alaba la santi-
dad, la omnipotencia y la etemidad de Dios. - JlávTOTE pantote (adv.) siempre, en todo
En Ap 11, 17 comienza una adoración celes­ momento
tial de los 24 ancianos (representantes de to­ El advérbio aparece 41 veces en el NT, casi
dos los justos dei AT): la omnipotencia de siempre en sustitución de ->• àeí, que es raro
Dios se ha dejado sentir plenamente, y se ha en el NT (cf. BlaB-Debranner § 105); el ad­
hecho realidad su reino definitivo (cf. la idea vérbio aparece 6 veces en los Sinópticos, 7 en
dei trono en f b ã ’ôt). el Evangelio de Juan, 19 en Pablo, 8 en los
Según 15, 3, los «vencedores», a quienes el escritos deuteropaulinos, y en Heb 7, 27; falta
anticristo no pudo vencer, cantan el cântico de en los Hechos, Ias Cartas Católicas y en el
Moisés (cf. Ex 15, 1-8) y dei Cordero. Con Apocalipsis: en Mc 14, 7 (bis) par. Mt 26, 11
ello se indica que el himno se entona ya en co- (bis) / Jn 12, 8 (bis); Rom 1, 10 aparece junto
munión con Cristo. Como en el cântico de a (bg àôiaÀEÍJtxcoç (v. 9); cf. 1 Tes 5, 16; jun­
Moisés, se alaba la majestad de Dios, su omni­ to a èv navxl xóitq) en 2 Cor 2, 14; parono-
potencia y su justicia, el cumplimiento de to­ masia Jtãoav... èv Jtavxl jtávxoxe n:ãoav...
das Ias promesas divinas y el reinado eterno EÍç Jtãv en 2 Cor 9, 8; cf. además Ef 5,20; Flp
(cf. el motivo dei soberano en fbã'ôt). - En 1, 4.20; 1 Tes 1, 2; junto a eiç xò aTavx8X,éç en
Ap 16, 7 el altar dei sacrifício expresa el pre­ Heb 7, 25; es especialmente frecuente en
dicado jiavxoxpáxcoQ (^el altar como imagen combinación con EÚxaQtoxéco (sobre todo al
de los mártires?). El motivo de «el que es» y comienzo de Ias cartas): 1 Cor 1, 4; Ef 5, 20;
de «el que era» aparece ya en el v. 5 (aclama- Col 1, 3; 1 Tes 1, 2; 2 Tes 1, 3; 2, 13; Fim 4.
703 jta v T c u ç - naga 704

JtávTOíÇ pantõs (adv.) enteramente, de to­ brunner § 236, nota 1). Por ser su uso -en ge­
das Ias maneras, con seguridad, en abso­ neral- menos frecuente, n a g á no aparece en
luto* todos los escritos dei NT (Morgenthaler, Sta-
En el NT el advérbio aparece 8 veces; con tistik, 160). Los compuestos de ita ç ú son tí­
seguridad / ciertamente en Lc 4, 23; Hech 21, picos de Marcos, Lucas y Pablo (Morgentha­
22; 28, 4; de todas Ias maneras, enteramente ler, Statistik, 17). Jtapá designa originalmen­
en 1 Cor 9, 10; en absoluto / en todo caso en te la cercania, sobre todo en sentido espacial,
1 Cor 9, 22; con la negación: ou JtávTcnç, pero también en Ias relaciones externas (Küh­
«rotundamente no / de ninguna manera» en ner, 509). Según el caso gramatical, se tratará
Rom 3, 9; Jtávtwç oüx en 1 Cor 16, 12; ou dei alejamiento de la cercania (genitivo), de la
jtávTOjç, «no en absoluto / rotundamente no», permanência en la cercania (dativo) y dei mo-
1 Cor 5, 10 (cf. BlaB-Debrunner § 433, 2 con vimiento hacia la cercania (acusativo).
la nota 3). G. M. Lee; ZNW 64 (1973) 152;
Id.: NovT 19 (1977) 240. 2. Con genitivo; a) En sentido local: de,
desde, dei lado de (con verbos de llegar, ir,
enviar, expulsar, salir, ser, etc.; se usa también
J ia Q á para con genitivo: de, de parte de; atributivamente; para designar el punto de
con dativo; con, junto a, según la opinión partida y el origen): Mc 14, 43, llegar de par­
de; con acusativo: en, junto a, a lo largo te de-, Jn 15, 26a, enviar desde-, Mc 16, 9, ex­
de, en comparación con, contra pulsar de; Jn 15, 26b (èxJtoQEÚExat), Jn 16,
1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - a) Senti­ 27 (è|fiA,'&ov), Lc 6, 19 (è|fiQ)(,exo), salir de;
do local - b) Sentido figurado - 3. Con dativo - a) Sen­ Jn 6, 46: ô mv jragà xoü •frEoü, «que es (o
tido local - b) Sentido figurado - 4. Con acusativo - a)
Sentido local - b) Sentido figurado - c) En expresio- viene) de Dios»; Jn 7, 29: n a ç á auxoü Eipi,
nes fijas. «de él soy (o procedo) yo»; Lc 8, 49: tlç jta-
pà xoü àçxiavvayw yov, «alguien de (la ca­
B ib l : Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner §
236s; Johannessohn, P rã p o sitionen, 226-235; Kühner, sa) / dei (personal) dei presidente de la sina­
G ra m m a tik II/l, 509-515; Mayser, G ram m atik, II/2, goga».
482-492; Radermacher, G ram m atik, 137-146; P. F. Re- b) En sentido figurado; El empleo en senti­
gard, C ontribution à l ’E lude d es P répositions dans la do figurado, que procede dei significado lo­
langue du N T , Paris 1919, 513-526; E. H. Riesenfeld,
Jtaçá, en ThWNT V, llA -T iT r, Schwyzer, G ram m atik cal, no siempre puede deslindarse claramente
II, 491-498. dei sentido local. Muchas veces no se puede
establecer separación entre el punto de parti­
1. En el NT, la preposición jta p á se en- da espacial y el autor. Con más frecuencia que
cuentra atestiguada 194 veces y se halla, por en el griego clásico, jta p á se emplea en lugar
tanto, en tan sólo el duodécimo lugar de fre- de ujró para designar el complemento agente
cuencia entre todas Ias preposiciones dei NT. en la voz pasiva.
Como prefijo verbal, jta p á se encuentra sólo 1) Autor; por, por medio de-. Mc 12, 11
en el noveno lugar de frecuencia, en el NT. El par., jta p à xuQÍou èyévExo, «esto sucedió
uso de jta p á se halla distribuído de manera por medio dei Senor / fue realizado por el Se-
bastante uniforme entre los tres casos. Esto se nor»; Lc 1, 45, «lo que le fue dicho por el Se­
debe a que jtaQÓ, a diferencia de EJtí y xaxá, nor» (BlaB-Debrunner § 237, nota 1); Jn 1, 6,
se construye frecuentemente en Juan con ge­ «enviado por Dios (Bauer 1,2); Jn 1, 14, «dei
nitivo y con dativo. En el NT, lo mismo que Unigénito dei Padre» o «dei Hijo único dei
en general en la Koiné, se halla mezclado el Padre» (jta g á como circunlocución dei geni­
uso de Jtagá con genitivo y con dativo (Ra- tivo; cf. Mayser, 487) o, si x a g à jtaxQÓç se
demacher, 141s). jta p á con acusativo se usa refiere a ôóÇav; «una gloria que (procede)
de manera indistinta para responder a Ias pte- dei Padre»; Lc 10, 7, x à Jiap à aúxcBv, «lo
guntas «^dónde?» y «^adónde?» (BlaB-De­ que (sea ofrecido) por ellos».
705 jtaga 706

2) Origen y punto de partida: de\ a) Des- 19. «necedad ante Dios»; Gál 3, 11, «nadie es
pués de verbos de pedir y requerir; Mc 8, 11, justo ante Dios».
«requiriendo de él»; Jn 4, 9, «^cómo tú pue- 2) Âmbito: Lc 1, 30, «has encontrado gra-
des pedirme?; Sant 1, 5, «jque se la pida a cia delante de Dios»; 1 Pe 2, 20, xoüxo
Dios»; Mt 20, 20 v.l. (en el texto àjtó; sobre jta p à ■Oecõ, «esto es gracia con (delante de)
el uso de àjtó en lugar de Jtagá, cf. Bla6-De- Dios»; Lc 2, 52, «en aprecio ante Dios y los
brunner § 210), «pidiéndo/e algo». - |3) des- hombres»; 1 Pe 2, 4, n a g à ènXETíXÓv,
pués de verbos de tomar, recibir y comprar; «escogido en presencia de / por Dios» (con­
Mc 12, 2, «para recibir de los vinadores»; Mt tacto entre el sentido de ita p á con genitivo y
18, 9, «les será concedido por mi Padre»; con dativo); Mt 19, 26 par. «para los hombres
Hech 7,16, «que él había comprado de los hi- eso es imposible, pero para Dios todo es po-
jos»; Flp 4, 18, «después de haber recibido yo sible» (jtaQá con dativo no sólo designa aqui
de Epafrodito vuestros dones». - y) Después el âmbito, sino que al mismo tiempo tiene el
de verbos de oír, enterarse y preguntar; Jn 1, significado dei simple dativo; cf. Riesenfeld,
40, «que habían oído de Juan (la palabra)»; Jn 729, 44-730, 2); Rom 2, 11, «porque no hay
8, 38b, «lo que babéis oído de (vuestro) pa­ acepción de personas para con Dios»; Sant 1,
dre»; 2 Tim 3, 14, «sabiendo de quiénes Ias 17, «en el cual no hay variación»; Mt 8, 10,
has aprendido»; Mt 2, 4, ejTuvO-ávexo Jtap’ «no he haUado una fe tan grande en ninguno».
aíJTcüv, «se informaba de ellos».
3) Como circunlocución que sustituye al 4. Con acusativo: a) En sentido local; con,
genitivo o al pronombre posesivo: Mc 5, 26, al lado de, junto a, al margen de, hacia, pa-
xà jta p ’ aüxfjç Jtávxa, «toda su fortuna»; sando por el lado de, a lo largo de (en res­
Flp 4, 18, xà ita g ’ fipoiv, «vuestros dones»; puesta a Ias preguntas «^dónde?» y «^adón-
Rom 11, 27, aüxTi auxoíç q jta p ’ èpoü ôia- de?»): Mt 15, 30; Lc 7, 38; Lc 8, 35.41; Hech
Oxixq, «éste es mi pacto con ellos». 4, 35 y passim, m apà xouç Jtóôaç Xivóç, «a
los pies de alguien» (poner, sentarse, estar de
3. Con dativo: a) En sentido local: con, al pie, caer, etc.); Mt 4, 18, (caminar) «a la ori-
lado de, junto a (en respuesta a Ias preguntas lla dei lago»; Mt 13, 1, (sentarse) «a la orilla
«idónde?» y «^adónde?»): Jn 19, 25, «esta- dei (lago); Mc 4, 1, (ensenar) «junto al (a la
ban junto a la cruz»; Lc 9, 47, «lo puso a su orilla dei) lago; Hech 10, 6, «un casa junto al
lado»; 1 Cor 16, 2, Jiap’ èauxcõ, «consigo (en mar»; Mt 15,29, (ir) «por la orilla dei mar de
su casa)»; Lc 11, 37, «para que comiera con él Galilea»; Hech 16, 13, (ir) «a la orilla dei
(en su casa)»; Lc 19, 7, «se ha alojado con (en rio»; Mt 20, 30 par., (sentados) «a (la vera)
casa de) un pecador»; Jn 14, 23, «haremos en dei camino»; Mt 13, 4, (caer) «en el camino»
él morada»; Ap 2, 13, «que fue muerto entre o; «junto al camino / a lo largo dei camino»;
vosotros»; Mt 28, 15, «entre los judios»; Jn 8, Mc 4, 15, (encontrarse) «en el camino»; Heb
38, «de lo que he visto junto al Padre (âmbi­ 11, 12, «a la orilla dei mar».
to, íntima pertenencia)»; 1 Cor 7, 24, ita p à b) En sentido figurado; 1) Con sentido
■&E(p, «con / delante de Dios» (en comunión comparativo: en comparación con, (más) que,
con Dios / en la presencia de Dios: el signifi­ (a diferencia) de, en lugar de, en sustitución
cado local da paso al sentido figurado; Bauer de: Lc 13,2, áp.aQxoo).ol ita g à irávxaç xoòç
II, 2 e). raÀiA.aíouç, «pecadores en comparación con
b) En sentido figurado: 1) juicio, opinión: /m á s que todos los demás galileos»; Rom 14,
2 Pe 2, 11 v.l., jra ç à xuQÍtp, «ante Dios (co­ 5, XQÍvet qpiQav ita g ’ qpéQav, «estima más
mo Juez)» (en el texto: JtaQa JtUQÍou, de par­ un día que otro»; Rom 12, 3, pq 'ÓJtegqpQO-
te de Dios»; sobre el texto, cf. GNTCom sub veTv jta g ’ ô ô e I qpQoveív, «no tener opinión
loco); Rom 2, 13, ôtxaiot ita g à 'ftecõ, «justos más elevada de la que se debe tener» (juego
ante Dios (según el juicio de Dios)»; 1 Cor 3, de palabras); Lc 3, 13, jtXéov jta g à xò ôia-
707 nagá - n a g á p a a iç 708

Teray^évov, «mds de lo que está ordenado / J ta Q a P a ív o ) parabainõ trasgredir, des-


prescrito»; Heb 3, 3, ria g à Mooüafjv, «en viarse
comparación con Moisés»; 1 Cor 3, 11, Ospé- ^ jtagápaoLç.
X.IOV àXXov n a g à xò XEÍ(xevov, «(nadie pue-
de poner) un fundamento distinto dei que ya
estápuesto»; Gál 1, 8, Jtag’ ô TiaQaPáXXo) paraballõ arrojar, comparar;
Oa úplv, «diferente dei evangelio que os he- en sentido intransitivo, acercarse, cruzar
mos predicado»; v. 9, Jtag’ ô JtaQE>.ápEXE, al otro lado*
«diferente dei que habéis recibido». En el NT el verbo aparece únicamente en
Uno de los dos elementos de la compara­ sentido intransitivo, como tecnicismo dei len-
ción puede omitirse por completo (Riesen- guaje de la navegación: Hech 20, 15, jtage-
feld, 731, 12-16 y 26-37): Rom 1, 25, zkà- PáXo(XEV elç Sáp,ov, «cruzamos el mar rum-
xpenoav xf) jítíoei Jtag à xòv jcxtaavxa, bo a Samos»; significa «comparar» en Mc 4,
«adoraron a la criatura en vez de adorar al 30 A D 0 Koiné y otros.
Creador»; Lc 18, 14, xaxÉpri o íx o ç ÔEÔi-
xaicop,évoç 8Íç xòv oLxov anxon Jiag’ exet- parabasis trasgre-
J i a ç á p a o i ç , e to ç ,
vov, «éste descendió a su casa justificado en sión, violación de la ley*
vez dei otro / y el otro no» (Riesenfeld, 731 JtagaP atvo) parabainõ trasgredir, desviar-
nota 65, siguiendo a Jeremias [Parábolas,
se*
174s] senala aqui el uso excluyente dei ara-
jtagapáxT iç, ou, ó parabatês trasgresor,
meo min)-, Heb 1, 9 (Sal 44, 8 LXX), jta g à violador de la ley*
xoijç p.Exóxonç oon, «y a tus companeros no
/ como a ninguno de tus compeineros» o «más 1. Aparición y campo referencial - 2. Pablo - Hech
1. 25.
que a tus iguales».
2) En sentido adversativo; El significado B ib l.: E. Brandenburger, A d a m u n d C h ristu s
(pasando) de largo por constituye el funda­ (WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962, 180-205, R.
mento para el sentido adversativo dfe en contra Bultmann, Z u r A u sleg u n g von G al 2, 15-18, en Id.,
E xegelica, TUbingen 1967, 394-399; W. Günther, en
de, por contraste con (lo opuesto a jcaxá con DTNT III, 322-324; U. Luz, D a s G eschichtsverstãnd-
acusativo, con arreglo a): Rom 1, 26, jxagà n is des P aulus (BEvTh 49), München 1968, 186ss; W.
(púoiv, «contra la naturaleza»; Rom 16, 17, Mundle, Z u r A usleg u n g von G al 2, 17, 18: ZNW 23
iia g à XT)V ôiôaxqv, «en contradicción con / (1924) 152s; J. Schneider, itagaP aívo) m k ., en
ThWNTV, 733-741.
en contra de la doctrina»; 2 Cor 8, 3, Jtagà
ôúvapiv, «más allá de su capacidad» (punto
1. En el NT, el verbo JtagaPaívo) aparece
de contacto con el sentido comparativo); Hech
sólo 3 veces (Mt 15, 2s; Hech 1, 25); Jtagá-
18,13, Jtagà xòv vópov, «contra la ley».
Paoiç y JtagaPáxTiç (prescindiendo de la v.l.
3) En sentido causai: a causa de\ 1 Cor 12,
15s, ob Jtagà xoüxo oíix (lítotes), «no por en Lc 6,4 D) aparecen unicamente en Ias car­
tas (7 y 5 veces respectivamente), correspon-
eso no / pero aun a causa de esto».
diendo siete de esos testimonios sólo a Pablo
4) En sentido de substracción: menos: 2
(^ 2 ).
Cor 11, 24, xeaoEgáxovxa Jtag à píav,
En el NT el grupo de palabras, con excep­
«cuarenta menos uno / treinta y nueve».
ción de Hech 1, 25, y con arreglo al uso hele-
c) Expresiones fijas: Lc 5, 7 v.l. (adición
nístico (especialmente helenístico judio; cf., a
en D) como Herm (s) 9, 19, 3, Jtagà xi, «con
propósito, Schneider), se usa para designar la
excepción de algo / casi / aproximadamente»;
trasgresión contra la ley dictada o sancionada
en vez de eso, Herm (s) 8, 1, 14, jta g à [ii-
por Dios: Jta g á p a o iç / jtagapáxT|ç (xoõ)
xgóv, «con excepción de poco / casi».
vópou (es decir, de la Torá): Lc 6, 4 D; Rom
W. Kõhler 2,23.25.27; Sant 2, 11.
709 3tagápaaiç 710

En Mt 15, 2s Jesús replica a la acusación de òtxQoPnaxía y trasferido a la oposición entre


los escribas y fariseos de que sus discípulos judio y gentil; Como «trasgresor de la ley»,
«quebranlan la tradición de los antíguos», y el judio pierde su privilegio fundado en la cir­
afirma que precisamente esa tradición (en cuncisión, porque ese privilegio está ligado al
concreto, la práctica dei corbán [vv. 5s; —>■ cumplimiento de la ley. Inversamente, el gen­
xoq Põv]) «quebranta el raandamiento de til que cumple la ley adquiere la eondición de
Dios (el cuarto mandamiento dei Decálogo, v. incircunciso y en el juicio final pronunciará la
4)». La sustitución efectuada por Mateo, y sentencia sobre el judio (v. 27). De este modo
que está determinada por motivos estilísticos Rom 2, 1 queda invertido escatológicamente;
y retóricos, de dos verbos diferentes que apa- lo mismo sucede (cf. Mt 12, 41 par.) con la
recen en la fuente de Marcos (Mc 7, 5.8s), por idea judia de que Israel o los justos habrán de
un JtagaPaívo) paralelo y recogido anafóri- juzgar a los impíos en el juicio final (cf., por
camente en la pregunta con que Jesús replica, ejemplo, Dan 7, 27 LXX; Hen [et] 95, 3; Sab
confiere a esta pregunta una gran expresivi- 4, 16; ApAbr 29 y passim\ cf. Billerbeck I,
dad y un énfasis muy marcado. - Este sentido 650; n i, 124). Tanto aqui como allí la obser­
aparece también claramente en Rom 5, 14; 1 vância y la trasgresión de la ley serán decisi­
Tim 2, 14 (dei pecado de Adán o de Eva, en­ vas para la distribución de los papeles en el
tendido como trasgresión de la prohibición di­ juicio final.
vina [cf. 4 Esd 3, 7; ApBar (sir) 4, 16; 9, 7; b) El grupo de palabras aparece en otras
Josefo, Ant I, 46; ApMo 8.14 y pasiim]); Heb partes en reflexiones intercaladas a modo de
2, 2 (paralelo de itapaxofi en relación con el digresiones, cuya intención se dirige bacia la
pépaioç Xóyoç, de Dios, anunciado por ánge- abrogación de la ley como camino de salva-
les); 9, 15; Sant 2, 9 (cf. v. 8: cita de Lev 19, ción: Según Rom 4, 13-15, la ley no puede ser
18 como vópoç PaoiXixóç). la portadora de la promesa hecha a Abrahán,
porque de hecho la ley sólo produce la ira di­
2. En Pablo, Jta g á p a o iç y JiagapáxTiç; vina al ser violada. Eso no habría sucedido sin
aparecen únicamente en Gálatas y en Roma­ la existência de la ley (v. 15b). (Para el ele­
nos, y siempre en el contexto dei debate acer­ mento intermédio que falta en el v. 15 -«la
ca de la ley (->■ vópoç 4.b). trasgresión de la ley produce ira»- hay que
a) Rom 2, 23.25.27 son textos polêmicos. remitir a ApMo 14.) Por medio de este pensa-
Pablo hace que el tema (tratado a partir de 1, miento, Pablo traslada el concepto de la ley al
18) de la universalidad dei pecado contra la contexto, frecuentemente atestiguado, dei pe­
ley (jiag áp ao iç Toü vópon) se convierta en cado y de la ira (cf., por ejemplo, 2 Mac 5, 17;
un tema específico desde 2,12 en adelante. Al Rom 1, 18).
proceder de esta manera, Pablo destruye la Aqui enlaza Pablo con Rom 5, 13s: a él le
pretensión singularísima dei judio de ser su­ interesa probar que, incluso sin la ley o antes
perior al gentil, una pretensión basada en la de su promulgación, el pecado ya existia. Con
posesión de la ley y de la circuncisión; en el v. ayuda dei concepto de la ley, efectúa una dis-
23, como sumario de los vv. 21s, Pablo acusa tinción histórico-salvífica entre JtaQápctotç y
al judio de contradicción entre su xanxãa'0'aL áp a g x ía : según esta distinción, el pecado
èv vófxcü y su JtaQápaotç to n vóp,on; él, que existia ya independientemente de la ley en el
se jacta de Dios (2, 17) y de la ley, «deshoma tiempo que medió entre la Jta g á p a a iç de
a Dios mediante la violaciôn de la ley» (cf. Adán (cf., a propósito, 1) y la promulga­
TestNef 8, 4.6; MekEx 15, 2; bYom 86a [cf. ción de la ley, de tal manera que «la muerte
Billerbeck I, 414s]; sobre el conjunto, ibid. reinaba también sobre los que no habían pe­
412ss). En Rom 2, 25-27 la acusación de que cado con una trasgresión semejante a la de
el judio es un jtaQ apáxqç xon vópon es re­ Adán» (v. 14), aunque en ese caso la trasgre­
lacionada con el dualismo entre n;8gi,xopf| y sión no tenía la forma empírica de la itag á-
711 jragáPaaiç - 3ta0aPoA,T| 712

Paoiç, que recibió sólo mediante la ley y que que le había sido asignado por Dios (cf. H.
hizo, como tal, que Ias personas fueran tam- Kõster: ThWNT VIII, 205s); así que su pues­
bién justiciables (-►íXkoyztíii). Esta reflexión to debe ser ocupado ahora de nuevo.
sirve de preâmbulo para el pensamiento ex-
presado luego en el v. 20 (cf. Brandetiburger, La LXX emplea jtagapaívo) cofl àjtó o pa­
251; en contra de Luz, 202 nota 254); Puesto ra traducir la expresión hebrea sür Mn en Ex 32,
8; Dt 9, 12.16 (cf. 1 Ciem 53, 2; Ct> 1, 13.15 y
que, por medio de la ley, el pecado de los passim) en el sentido de «desviarse» dei camino
hombres adquiere la misma forma que el pe­ senalado por Dios o de desviarse luego directa-
cado de Adán, resulta que el peeado de Adán fflertte òtjtò TÔ3V èvToXfõv [tob deoü] (Dt 17, 20;
y la ruina que de él se sigue se multiplican 28, 14).
(cf. el V. 16), por decirlo así, de tal manera W. Wolter
que Pablo puede afirmar que la ley ha acre-
centado Ias trasgresiones y que es lo que ha
hecho que el pecado se difunda de veras. 7 C a Q a p á tt|ç , OV, Ó parabatês trasgresor,
Según Oál 3, 19(-22), la ley se anadió «pa­ violador de la ley
ra dar lugar a Ias trasgresiones» (como se di- ^ rtagápacíiç.
ce en vivo contraste con la opinión judia, se­
gún la cual la Torá, como «valia contra el pe­
cado», pretende evitarlo precisamente, cf. pot i t a Q a p i d ^ o ^ tt i parabiazomai presíonar,
ejemplo LevR 1 [106a], cf. Billerbeck III, insistir, obligãr*
588) y, por tanto, está igualmente «encerrada Lc 24, 29: «Le insistieron diciendo»; Hech
bajo el pecado» (v. 22). 16, 15; «nos rogaba encarecidamente»-, cf.
Según Gál 2, 18 (cf., a propósito, G. Klein, además MartPol 4.
Rekonstruktion und Interpretation, München
1969, 195ss), el restablecimiento (olxoôo-
péto) de la ley ya abolida (cf. v. 19) como ca- T iaQ apoX eÚ O ^ai parabolem m ai aventu­
rar, arriesgar*
mino de salvación demuestra (ouviotávcu)
que todo el que aspira a semejante justicia En Flp 2, 30 (con dativo, como siempre) dí-
cese de Epafrodito, quien, según los vv. 26s,
êgywv vópou (éste es el sentido de la prime-
ra persona de singular) es trasgresor (de la estuvo al borde de la muerte a causa de una
ley), porque èQYtov vópou oti ôixaicflOfi- enfermedad y, según el v. 30a, no tuvo miedo
a la muerte por amor a la obra de Cristo: jra-
OETai jtã a a aág% (v. 16). Por eso, como pue­
paPokeuaápevoç xf] tjjnxfj, mrriesgando su
de afirmarse marcadamente, no es Cristo (v.
vida»; cf. además Polibio II, 26, 3 (toXç
17), sino la ley la que hace de «ministro dei
pecado». õÀotç); Diodoro Sículo III, 36, 4 (xaíç i|)u-
Con ayuda de la correlación entre JtagáP a- XaíÇ)-
oiç y vóqoç, Pablo vincula la ley, que ha sido
la condición previa para la existência de Jta- T ia ç a P o ^ i], f j ç , ^ parabole tipo, parábo­
Qapáoetç, con el pecado, que adquiere por la
medio de la ley su forma concreta como Jta-
gápaoiç. 1. Aparición en el NT y significado - 2. Diferencia-
ción en la perspectiva de la historia de Ias formas - 3.
Matéria y estructura - 4. Mensaje y finalidad de Ias pa­
3. En Hech 1, 25, JtagaPaívfO no se rela­ rábolas - 5. Sobre la interpretación.
ciona con la ley ; en virtud de la construcción
con -> c tJtó (2.a.l) y de la referencia mediata B ibl.: A. M. Ambrozic, M a r k ’s C oncept o f t h e P a-
rable: CBQ 29 (1967) 220-227; J. D. Crossan, P ara-
a TÓttoç, adquiere más bien un componente
ble a s R elig io u s a n d P oetic E xperience\ JR 53 (1973)
local. Según este texto. Judas se alejô a sí 330-358; R Dschulnigg, R abbinische G leichnisse und
mismo dei ministério apostólico como lugar d a s NT. D ie G leich n isse d e r P e s K im Vergleich m it
713 JtaQapoÀ,f| 714

d en G le ic h n isse n J esu u n d d e m N T , Bem 1988; D. uno de los discursos en parábolas, y el plural


Flussey, D ie ra bbinischen G leichnisse un d d e r G leich- (31 veces) se refiere a la imagen general de
n iserzã h ler Jesu s I. D a s Wesen d e r G leichnisse (Judai­
ca et Christiana 4), Bera 1981; B. Gerhardsson, The Jesús como quien habla en parábolas. No to­
N a rra tive M esh a lim in the Synoptic G ospels. A Com- dos los discursos en cuestión se caracterizan
p a riso n w ith the N a rra tive M esh a lim in the OT: NTS expresamente como JtagaPoXaí.
34 (1988) 339-363; W. Hamisch, L a s p a rá b o la s de Je-
sús, Salamanca 1989; F. Hauck, itapapoJo], en
ThWNT V, 741-759; A. Jülicher, D ie G leichnisreden 2. Concretamente en los Sinópticos Jtaga-
Jesu, F/n, Tübingen 1910; E. Jüngel, P aulus un d J e ­ PoX,T| designa el provérbio (Lc 4, 23; 6, 39),
sus, Tübingen ^1964, 87-139; W. S. Kissinger, The P a- la máxima (Mc 7, 17; Mt 15, 15), la sentencia
rables o f Jesus, London 1979; M. S. Kjârgaard, M e- metafórica (Mc 3, 23; Lc 5, 36), la sentencia
ta p h o r a n d Parable. A System atic A n a ly sis o f the Spe-
cific Structure a n d C ognitive F unction o f the Synoptic enigmática (Mc 4,11; Mt 13,10; Lc 8, 10), la
Sim iles a n d P arables qua M etaphors, I^iden 1986; E. regia general (Lc 14, 7), la parábola (que
Linnemann, G leichnisse Jesu, Gottingen ’1978; J. C. describe un proceso típico: Mc 4, 13.30; 13,
Little, P a rable R esearch in the Twentieth C entury. ET 28; Mt 13, 18.31.33.36; 24, 32; Lc 8, 4.9.11;
87 (1975-1976) 356-360; 88 (1976-1977) 40-43, 71-
75; P. Patten, The F arm a n d F unction o f P arable in Se- 12, 41; 13, 6; 15, 3; 21, 29), el relato parabó­
lec t A po ca lyp tic L iterature a n d th eir Significance f o r lico que describe un interesante caso particu­
P ara b les in th e G ospel o fM arlc. NTS 29 (1983) 246- lar (Mc 12, 12; Mt 13, 24; 21, 33; Lc 18, 1;
258; C. H. Peisker, en DTNT III, 286-291; N. Perrin, 19, 11; 20, 9.19), la narración ejemplar que
The P arables o f Jesu s a s P arables, as M etaphors, and
a sA e sth e tic Objects: JR 47 (1967) 340-346; H. Râisâ-
pretende ofrecer un caso modélico (Lc 12, 16;
nen, D ie P a ra b e lth e o rie im M k, Helsinki 1973; E. 18, 9). A veces los limites entre unas formas y
Rau, R ed en in Vollmacht. H intergrund, F arm und A n- otras no están nitidamente marcados. La ga­
liegen d e r G leichnisse Jesu (FRLANT 149), Gõttin-
ma que abarca el uso de jtaQaPoX,fi corres­
gen 1990; J. W. Sider, The M eaning o/Parabole in the
U sage o fth e S yn o p tic Evangelists'. Bib 62 (1981) 453- ponde a la gama dei mãsãl en el AT y en el ju­
470; Id., P ro p o rtio n a l A n a lo g y in the G o sp el P a ra ­ daísmo (excluido Qumrán).
bles: NTS 31 (1985) 1-23; C. Thoma-S. Lauer, D ie
G leichnisse d e r R a b b in en I. P esiq tã de R a v K ahanã
3. La matéria de las JtaQaPo).at sinópticas
(PesK), Bern 1986; E. Trocmé, W hy P a ra b les? A
procede dei entorno con que estaban familia­
Study o fM a r k IV: BJRL 59 (1977) 458-471; D. O. Via,
D ie G leichnisse Jesu, München 1970; H. Weder, D ierizados los oyentes de Jesús; está tomada en
G leichnisse Jesu ais M e ta p h e m (FRLANT 120), Gõt-
parte de la vida de la naturaleza (Mc 4,26-32;
tingen ^1980; C. Westermami, Vergleiche und G leich­13, 28s; Lc 12, 54-56 y passim) y en, parte, de
n isse im A lte n u n d N e u en Testam ent (CThM A/14),
Stuttgart 1984; para más bibliografia, cf. ThWNT X, las variadas circunstancias sociales. El tema
1212-1215. elegido y la forma de presentación están de­
terminados por la intención de Jesús al hacer
1. El NT contiene 50 testimoiüos dei sus- sus afrrmaciones. Como los rabinos, a Jesús le
tantivo, de los cuales 2 corresponden a He- gusta emplear metáforas de la vida ordinaria
breos, 13 a Marcos, 17 a Mateo y 18 a Lucas. (el rey, el criado, la vina, etc.), mediante las
En Hebreos, JtagaPoÀií es un tecnicismo pa­ cuales las correspondientes parábolas adquie-
ra designar la exégesis tipológica: el tabemá- ren fácilmente rasgos alegóricos. La estructu-
culo antiguo es tipo dei tiempo actual (9, 9), y ra de las parábolas es sencilla y está cargada
la devolución de Isaac con vida es tipo de la de sentido: una sola línea de acción con tres
resurrección de los muertos (11, 19). En los personas o tres grupos de personas a lo máxi­
Sinópticos, JtaQa|3oA,f| designa una forma ca­ mo, escenas claramente definidas, coordina-
racterística en que Jesús hablaba. La traduc- ción entre los rasgos particulares y el punto
ción corriente por parábola no debe oscurecer principal de la parábola, claro equilíbrio. Rea­
el hecho de que, en los casos concretos, hay lidades indiscutibles (metáforas, parábolas) o
que establecer diferencias desde la perspecti­ sucesos no habituales (relatos parabólicos,
va de la historia de las formas (-> 2). El sin­ narraciones ejemplares) despiertan la aten-
gular (que aparece 31 veces) se refiere a cada ción dei oyente.
715 jragaPoXri - jtagaYYs^^co 716

4. El mensaje original de Ias parábolas de Desde Jülicher, la investigación crítica de


Jesús es complejo temáticamente y difícil de las parábolas viene distinguiendo entre la par­
expresar en conceptos precisos. Se refiere a la te de imagen y la parte de realidad y busca el
llegada dei reino de Dios (Mc 4, 26-32; 13, tertium comparationis, el tercer punto en el
28s; Mt 13, 33), a la gran invitación (Lc 14, que hay intersección de los otros dos elemen­
16-24), a la separación escatológica (Lc 13, tos. Aunque con ello la parábola y el relato
6-9; 17, 26-29; Mt 13, 24-30.47-50), a la de- parabólico se entienden como discurso impro-
bida conducta preceptuada (Mc 13, 33-37; Mt pio, vemos que la reciente teoria dei lenguaje
7, 24-27; 18, 23-35; 21, 28-32; 24, 45-51; Lc (Ricoeur y otros) afirma que el verdadero dis­
14, 23-32; 16, 1-8), a la reacción de Dios an­ curso metafórico es discurso propio, a saber,
te la impenitencia dei pecador (Mt 18, 12-24; un discurso que se hace necesario por la reali-
20, 1-16; Lc 15, 11-32; 18, 9-14). En parte no dad misma de la cosa. Según eso, las parábo­
puede reconocerse ya el sentido original (por las no deben traducirse, sino parafcasearse; la
ejemplo, en Mc 4, 3-8). verdad se halla únicamente «en la parábola
Las parábolas de Jesús se distinguen temá­ como parábola» (cf. Jüngel, 135).
ticamente de las de los rabinos, que se orien- G. Haufe
tan principalmente a la interpretación de la
ley. La finalidad que Jesús persigue al hablar
en parábolas se reconoce por sus elementos JiaQCtpOV^ElJOnai parabouleuomai aven­
en indicativo y en imperativo (alientos y exi­ turar, arriesgar
gências): pretenden trasformar al oyente. Al Flp 2, 30 C tp Koiné sy bo*” en vez de
mismo tiempo, esa manera de hablar es más nagaPo^EÍiopai.
que un recurso pedagógico para ayudar a la
comprensión, porque es obvio que el mensaje
Jia Q a y y E ^ ítt, a ç , paraggelia instruc-
de Jesús requeria objetivamente las parábolas, ción, mandamiento, anuncio
y éstas se hallaban comentadas prácticamente ->■ TcaQayyékXa.
por la vida de Jesús.

5. La comunidad pospascual sabe que las Jiag ay y é X X to p a m g g ellõ instruir, m an­


JtaQaPoXat de Jesús revelan únicamente su dar, ordenar*
sentido a quienes las escuchan con tenso inte- TcaQaY7£X.ta, aç, f| paraggelia instrucción,
rés (Mc 4, 9.33); el Sitz im Leben (o «situa- mandamiento*
ción vital») de las parábolas en la comunidad 1. Aparición - 2, Construcción - 3. Significado - 4.
crea nuevos destinatários y nuevas interpreta- Campos referenciales.
ciones. Algunas parábolas se narran como ale­
Bibl: W. Mundle-H. H. EBer, en DTNT III, 37-39;
gorias (Mc 12, 1-12; Mt 22, 1-14; 25, 1-13); O. Schmitz, magayyéXXco m k ., en ThWNT V, 759-
otras se interpretan alegóricamente (Mc 4, 13- 162-, Spicq, Notes U, 647-649.
20; Mt 13, 36-43). La Iglesia apostólica recla­
ma el derecho de ser la única a quien le ha si­ 1. El verbo TzaQayyélXoi se halla atestigua-
do confiada la clave para entender las parábo­ do más de 20 veces en la LXX y 31 veces en
las o el pnaTiÍQiov dei reino de Dios, mien- el NT. Once de ellas se encuentran en Hechos
tras que «los de fuera» sólo escuchan enigmas (cf. Lucas: los 4 testimonios marcan una dife­
oscuros con el único resultado de un perma­ rencia con respecto a Marcos), cuatro veces
nente endurecimiento (Mc 4, 34.10-12; con en 2 Tesalonicenses y cinco veces en 1 Timo-
sentido atenuado en Lc 8, 10 par. Mt 13, 11). teo. El sustantivo no aparece nunca en la
Mateo sabe que hay «cosas ocultas desde el LXX; en el NT, además de aparecer en 1 Tes
principio», que, según la promesa profética, 4, 2, se encuentra en los siguientes pasajes:
se revelan en las parábolas de Jesús (13, 35). Hech 5, 28; 16, 24; 1 Tim 1, 5.18.
717 jiagaYYÉAAa) - iragávco 718

2. Como designación de un «mandato cuya 12. Finalmente, «Pablo» encarga a «Timoteo»


ejecución se considera obvia» (BlaB-Debmn- en 1 Tim 1, 18; 6, 13 que vele por la recta
ner § 329, 1), el verbo -con idea de pretérito- doctrina (1, 3.5) y por la buena conducta, es­
se halla siempre en aoristo, con excepción dei pecialmente de Ias viudas (5, 7) y de los ricos
imperfecto repetitivo de 2 Tes 3, 10. Prescin- (6,17). Estos pasajes offecen instrucciones de
diendo de 1 Cor 11, 17, el verbo va seguido validez y aplicación universal (cf. N. Brox,
siempre por presente o aoristo de infinitivo Cartas Pastorales, Barcelona 1974, a propó­
(cf. Bauer, Wõrterbuch, 1216), una oración de sito de 1, 5; otro es el parecer de Schmitz,
Lva (en Mc 6, 8; 2 Tes 3, 12), o un discurso en 76 Is nota 33), mientras que en el caso de Je­
estilo directo (3, 10, provérbio después de sús se trata de ordenes e instrucciones relacio­
5xi; Mt 10, 5, después de Xéywv), también co­ nadas con Ias diversas situaciones y personas.
mo continuación de un discurso en estilo indi­
W. Radl
recto en Mc 6, 8s; Lc 5, 14; Hech 1,4; 23, 22.

3. El verbo y el sustantivo significan una JtaçaY ÍV O fiai paraginomai llegar, venir;


orden que se da con autoridad a una persona presentarse, aparecer, prestar asistencia a
(o grupo de personas), en el sentido de dar alguien*
instrucciones, dar ordenes, mandar (con p,r|; En el NT el verbo aparece 37 veces, 8 de
prohibir), o de instrucción, disposición, man­ ellas en el Evangelio de Lucas y 20 en los
dato. En 1 Tes 3,12 el sustantivo con ÔLÔco[j,t, Hechos; en Pablo aparece únicamente en 1
una circunlocución helenísticá, tiene el mis- Cor 16, 3 (en sentido absoluto: õxav ôè Jta-
mo sentido que el verbo (cf. 1 Tim 1, 18). El QaYÉVü)[rat, «cuando esté entre vosotros / a
sustantivo y el verbo juntos refuerzan el mi llegada»)-, en Ias Pastorales el verbo apare­
enunciado que se formula en Hech 5, 28: «Os ce únicamente en 2 Tim 4, 16 (oúôeíç poi
hemos prohibido rigurosísimamente». JtaQeyévETO, «nadie estuvo a mi lado / nadie
me apoyó»)-, Heb 9, 11 (Xpiaxòç ôè jraçaye-
4. En los Evangelios Jesus es el único que vópevoç àQXiEQEÚç, «cuando Cristo hizo su
da ordenes o instrucciones: al espíritu inmun- apariciôn como sumo sacerdote»); cf. tam­
do en Lc 8, 29, a los Doce en Mc 8, 6 (R. bién el significado de hacer acto de presencia
Pesch, Das Markusevangelium [HThK], sub em Mt 3, 1; Lc 12, 51; el verbo falta en Ias
loco: «Jesús establece Ias regias para la mi- Cartas Católicas y en el Apocalipsis. - En to­
sión») y Mt 10, 5; a la multitud en Mt 15, 35 dos los demás pasajes el verbo JiaQayívopai
par. Mc 8, 6; y ordena silencio en Lc 5, 14; 8, significa venir / llegar, con eiç e indicación
56; 9, 21. de lugar (en acusativo): Mt 2, 1; Jn 8, 2; Hech
En Hechos el Resucitado da ordenes en 1, 9, 26; 13, 14; 15, 4; con èjtí: Lc 22, 52; con
4; 10,42; Dios mismo, en 17, 30. Pablo da or­ Jipóç; Lc 7, 4.20; 8, 19; 11, 6; Hech 20, 18;
denes al espíritu de adivinación «en el nom- con EJti... JtQÓç; Mt 3, 13; en sentido absolu­
bre de Jesucristo», en 16, 18. Pablo y los do­ to: Mc 14, 43; Lc 14, 21; 19, 16; Jn 3, 23;
ce Apóstoles se ven afectados por los man­ Hech 5, 21.22.25; 9, 39; 10, 33; 11, 23; 14,
datos y prohibiciones de Ias autoridades ju­ 27; 17, 10; 18, 27; 21, 18; 23, 16.35; 24,
dias y romanas en 4, 18; 5, 28.40; 16, 23.24; 17.24; 25, 7; 28, 21.
23, 22.30.
Hech 15, 5 y Ias Cartas paulinas mencionan
instrucciones para la comunidad. El Pablo au­ Jia Q a yto paragõ pasar (cerca de), pasar,
têntico apela en ellas al «Senor (Jesús)», 1 Cor irse; en voz pasiva: desaparecer, desvane-
7, 10; 11, 17 con el v. 23; 1 Tes 4, 2 (ôiá y èv cerse*
en el v. 1); 4, 11. Basándose a su vez en la au­ En el NT el verbo aparece 10 veces: casi
toridad de Pablo, da ordenes 2 Tes 3, 4.6.10. siempre con el sentido intransitivo de pasar
719 n aQ áyoi ~ JtagáÔEiaoç 720

cerca de / junto a, Mt 20, 30; Mc 2, 14; 15, actual cf. especialmente Hen (et) 60, 7s; 61,
21; Jn 9, 1; con iia g á en Mc 1, 16 {«mientras 12; 70, 4; ApAbr 21, 6s; como lugar donde
él pasaba junto al mar de Gaülea»); en senti­ moran Henoc y Elias, que fueron arrobajos en
do figurado en 1 Cor 7, 31 (jtagáYEi jà g tò vida: Hen (et) 60, 8; 89, 52; TestÂbr 11,3; cf.
oxfjfta, «porque pasa la figura de este mun­ también Lc 16, 9; se piensa casi siempre que
do»; cf. pertransire en 4 Esd 4, 26); con el el paraíso se halla en el cielo, 4 Esd 4, 7s; Vi-
significado de irse ( exeíO-ev) en Mt 9, 9.27; dAd 25, 3; ApBar (gr) 4, 8; ApMo 37, 5; so­
en sentido pasivo: f| o x o ría ítagáYExai, «Ias bre Ias concepciones dei NT, cf. además Lc
tinieblas están desapareciendo» en 1 Jn 2, 8; 16, 22ss; Jn 14, 2ss; 2 Cor 5, Iss; Flp 1, 23; 1
ó x ó o |jioç naçáYexai, «el mundo ha de desa­ Tes 4, 17; Ap 20-22.
parecer», 2, 17. ThWNT I, 129s. Según Lc 23, 43, Jesús crucificado, al mal-
hechor que estaba crucificado a su lado y que
había rogado a Jesús que le aceptara en el jui-
T taQ aÔ ElY ^atí^tO paradeigmatizõ expo-
cio final (v. 42; õxav eÀ-Opç eiç xqv paoi-
ner al ridículo o a la burla, sacar a ver-
ÀEÍav aou [p” Sin B C* y otros]), él le pro­
güenza*
mete ya «hoy» la comunión con él en el pa­
Heb 6, 6; àvaoxauQOüvxaç... x a l Jtaga-
raíso (af|p,EQOv pEx’ èpoü EOT) èv xcõ jiag a-
ÔELYH-ctxíÇovxaç, dícese de los apóstatas, a
ÔEÍacp). Con ello se perdona definitivamente
quienes no se puede mover a nuevo arrepenti-
la culpa y se hace patente ya la salvación final
miento, porque «(de nuevo) crucifican para sí
en el ocultamiento de un espacio que está más
mismos al Hijo de Dios y lo exponen a igno­
allá de la muerte (cf. también Hech 7, 59;
mínia»; cf. también Mt 1, 19 v.l. El significa­
Rom 8, 38s; 2 Cor 5, Iss; Flp 1, 23).
do de infligir un castigo público, que desem-
En Ap 2, 7 se habla dei JiagáÔEioog xoü
pena un papel frecuente en la LXX (cf. Núm
Deoü: el paraíso original con el árbol de la vi­
25, 4; ler 13, 22), está ausente en Heb 6, 6;
da (Gén 2, 9; 3, 3ss) retomará al fin de los
sobre la idea de exponer a pública ignominia
tiempos (probablemente el paraíso se concibe
cf. Ez 28, 17; 3 Mac 3, 11; 7, 14. ThWNT fi,
aqui en relación íntima con la nueva Jerusa-
32; Spicq, Notes II, 650.
lén, cf. 21, 2; 22, Iss).
En 2 Cor 12, 4 Pablo habla de que fue arro­
magáÔEiooç, ov, ó paradeisos paraíso* bado al paraíso (T|QjráYr| e iç x ò v i t a g á ô e i -
Mientras que en el NT se alude varias veces oov, cf. etoç XQÍxou o u g a v o u , v. 2), cosa que
al relato dei AT sobre el paraíso en Gén 2s él clasifica entre Ias o n x a o í a i x a i à n o x a X ú -
(especialmente en Rom 3, 23; 5, 12; 8, 20; tl^Eiç x u Q Ío u ; se piensa seguramente en un es­
también en 2 Cor 11,3), JtaQáôeiooç aparece tado de arrobamiento, pero que clartunente no
únicamente tres veces como expresión de un se relaciona con el esperado estado de salva­
lugar presente (pero oculto) y supraterreno, ción después de la pamsía, sino que se efec-
donde moran los redimidos en el tiempo inter­ tuó en Pablo como en alguien extrano a él
médio entre la muerte y la resurrección de los mismo; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an
muertos: Lc 23, 43; 2 Cor 12, 4; Ap 2, 7. die Korinther (KEK), sub loco. - Bauer, Wõr-
JtaQáÔEiooç es un préstamo léxico dei Ira- terbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 763-771; X,
nio antiguo y designa en general un «jardín» 1215 (bibl.); BHH III, 1386s; Haag, Diccio-
o «parque»; en la LXX se refiere especial­ nario, 1439-1444; P. Hoffmann, Die Toten in
mente al «jardín de Dios» (Gén 2, 8ss; 13,10; Christus (NTA NF 2), Münster i. W. ^1969,
Ez 31, 8). De ahí jragáôeiooç pasó a desig­ s.v. en el índice analítico; DTNTIII, 293s; G.
nar el paraíso original mismo, que ahora está Schneider, Das Evangelium nach Lukas II
oculto pero que se manifestará de nuevo en el (ÕTK), sobre 23, 43 (bibl.).
futuro; Is 51, 3; TestLev 18, lOs; Hen (et) 25,
4s; 4 Esd 7, 36; 8, 52; sobre el ocultamiento H. Balz
721 3taQ a ô éx o (ia i - jiaQaÔLÔo)[xi 722

sc h e n so h n in d e r sy n o p t. Ü b e rlieferu n g , Gütersloh
J i a g a ô é j j o ^ a i paradechom ai recibir,
^1963; K. Wengst, C hristologische F orm eln un d Lie-
aceptar, acoger* der des U rchristentum s, Gütersloh 1972; para más bi­
El verbo aparece 6 veces en el NT: tò v Xó- bliografia, Cf. ThWNT X, 1047s.
yov Jtagaôéxopai (junto a àxoúm): Mc 4,
20; E"^ Jtagaôéxopai, «costumbres que no- 1. En el NT Jtagaôíôcüpi aparece 119 ve­
sotros, como romanos, no debemos aceptar», ces, con la máxima ffecuencia en los Evange-
Hech 16, 21; pagxvQÍav Jiagaôéxopai, 22, lios y en Hechos (31 veces en Mateo, 20 en
18; xaxTiYOQÍ^''' Jtagaôéxopai, «admitir una. Marcos, 17 en Lucas, 15 en Juan, 13 en He-
acusación», 1 Tim 5, 19; con una persona co­ chos; en total 96 veces). Se encuentra también
mo objeto de la acción verbal: en voz activa, 19 veces en el Corpus Paulinum (de ellas 6 en
aceptar / amar, Heb 12, 6 (cita de Prov 3, 12, Romanos, 7 en 1 Corintios) y 4 veces en Ias
según el hebreo rãsâ); en voz pasiva, ser reci- Cartas Católicas.
bido, Hech 15, 4.
2. jtagaòí5copi, como forma intensificada
de «dan>, designa el proceso por el cual algo
7C aQ aôíò(i)^l paradidõmi entregar* o alguien es trasferido a disposición de otra
1. Aparición en el NT ~ 2. Âmbito semântico - 3.
persona; existe la misma relación que entre
Historia de Ias tradiciones - 4. Uso dei verbo en los es­ «dar» y «entregar». Mientras que el hebreo
critos dei NT. dei AT conoce tan sólo el verbo ntn, vemos
que el verbo más tardio msr (en hebreo y en
B ib l.: M. Black, The «Son o fM a n » P assion Sayings
arameo) es sinônimo de jrapaôíôropi; tam­
in the G ospel Tradition: ZNW 60 (1969) 1-8; F. Büch-
sel, itaQaôtôo)|xi, en ThWNT II, 171-174; Goppelt, bién el latín tradere corresponde plenamente
T heologie, 272-276; M.-L. Gubler, D ie fr ü h e s te n D eu- a JtaQaôíôcopi (W. Bacher; ZAW 29 [1909]
tungen d es Todes Jesu, Fribourg 1977; Hahn, H oheits- 219). En griego, el verbo (jiaQa)tí'0qpL tiene
tite l, 46-66; P. Hoffmann, M k 8, 31 , en F S S c h m id
a menudo el mismo significado. Aparte de
1973, 170-204; I. Jeremias, A bba. E l m ensaje central
d e i N T , Salamanca “1993, 113-138 y 138-151; Jere­ eso, el verbo simple y el verbo compuesto al-
mias, Teologia, 342-344; K. Kertelge (ed.), D e r Tod teman con frecuencia y son prácticamente in-
Jesu. D eu tu n g en im N T , Freiburg i. Br. 1976; H. Kess- tercambiables en muchos casos.
ler, D ie theol. B edeu tu n g d es Todes Jesu, Düsseldorf La gran amplitud de significados que posee
1970; W. Kramer, C hristos K yrios G ottessohn, Zürich
1963; E. Lindars, N T A p o lo g etic, Philadelphia 1961; el verbo itagaSíôcopi se clasifica muy acerta-
E. Lohse, M a rty re r u n d G o tteskn ech t, Gõttingen damente según el grado de disposición que
^1963. K. Lüthi, D a s P roblem des Judas I s k a r io t- n e u implique el verbo y, sobre todo, según el peU-
u n tersu ch t: EvTh 16 (1956) 98-114; H.-J. van der
gro que la acción verbal suponga para la exis­
Minde, S ch rift u n d Tr. b ei P aulus, München 1976; H.
Patsch, A b en d m a h l u n d h isto risc h er Jesus, Stuttgart tência de aquel o aquello que sea objeto de la
1972; N. Perrin, The Use o f (jtaQa)ôiôóvai in Con- entrega:
nectio n w ith the P a ssio n o f Jesus in the N T , en F S J e ­ a) Confiarse a la benevolencia / encomen-
rem ias 1970, 204-212; Id., en H. D. Betz (ed.), C hrís-
darse al favor / entregar para fiel conserva-
to lo g y a n d a M o d e m P ilg rim a g e , Claremont 1971,
23s, 71-73; W. Popkes, C hristus traditus, Zürich 1967; ción\ como tecnicismo, trasmitir, casi man­
J. Roloff, A n fã n g e d e r soterio logischen D eutung des dar, b) poner en manos de un âmbito de po­
Todes Jesu-, NTS 19 (1972-1973) 38-64, K. Romaniuk, der / dar plena potestad / dejar a merced; c)
L ’a m o u r du P ère e t d u F ils d a n s la so té rio lo g ie de
entregar para condena / castigo o algo por el
S a in t P a u l, Roma 1961; L. Schenke, S tu d ie n zu r
P a ssio n sg e sc h ich te d es M a rku s, Würzburg 1971; E. estilo (el acto es una amenaza para la persona
Schweizer, D er M ensch en so h n in d e r synopt. Ü berlie- afectada, pero se ajusta a un curso prescrito);
fe ru n g , en Id., N eo testa m en tica, Zürich 1963, 56-84; nuevamente un tecnicismo; d) entregar / po­
G. Strecker, D ie L eid en s- u n d A uferstehungsvoraussa- ner en manos de. Aqui hay que mencionar los
gen im M k-E v.: ZThK 64 (1967) 16-39; P. Stuhlma-
cher, E xisten zstellvertretu n g f ü r d ie Vielen: M k 10, 45 enunciados, en general sumamente concisos y
(M t 20, 2 8), en Id., Versõhnung, G esetz und G erech- estereotipados, sobre la acción de Judas (úni­
tigkeit, Gõttingen 1981, 27-42; H. E. Tõdt, D e r M e n ­ camente en los Evangelios). El significado
723 jiaQaôíôcoiu 724

fundamental es el de entregar, aunque apare- ción (la fórmula de entrega) y no se limitaba a


cen ya modificaciones redaccionales. jiag a- significar la muerte, sino que abarcaba toda la
ÔLÔ(0[j,i, no significa «delatar algo (especial­ venida dei Hijo de Dios. La fórmula más anti-
mente secretos)», sino a lo sumo, en sentido gua se baila en Rom 8, 32; Jn 3, 16; tardía-
derivado, «entregar, abandonar y, con ello, mente Rom 4, 25 (así piensan Kramer y van
traicionar (ja una persona!)» (Popkes, 217ss); der Minde).
e) arriesgar la existência o incluso entregar c) Origen independiente de los enunciados
la existência (especialmente como entrega de profanos (proceso. Judas) y de los enunciados
sí mismo). Un sentido parecido tiene xídripi teológicos (la acción de Dios / de Jesus); Ias
tf)v rpuxfiv (Jn 10, 15); f) entregar a la muer- coincidências se produjeron sólo más tarde.
te, a la perdición. La reducción de todos los enunciados teológi­
Claro que parte considerable de los pasajes cos a una sola raiz no se puede probar estric-
dei NT, sobre todo los que se relacionan con tamente; lo más probable es que una sentencia
la Pasión de Jesus, no se pueden clasificar sin como la de Mc 9, 31a fuera el punto de parti­
más, porque su formulación es imprecisa: la da. Vinieron luego una explicatio soteriológi-
entrega dei Bautista, en Mc 1,14 par., y la dei ca (Rom 4, 25) y una trasformación en la fór­
Hijo dei hombre, en Mc 9, 31 etc. (^pasivo di­ mula de la entrega de sí mismo (Mc 10, 45,
vino? ^Judas? potros?; de manera parecida en etc.), en parte recuniendo a Is 53 (así piensa
1 Cor 11, 23b; Rom 4, 25; cf. Jn 3, 16. Diver­ Popkes y, en parte, también Hahn).
sos enunciados se combinan también entre sí. d) Inicialmente, JtaQaôíôcopi se empleó
Además, la interpretación puede ser diferente de manera puramente descriptiva en el relato
en los diversos niveles de la tradición. sobre el proceso de Jesus (Mc 15, 1 etc., tam­
bién la acción de Judas). En la temprana apo-
3. La poreión más importante de enuncia­ logética de la Pasión se empleó luego jiap a-
dos dei NT en que aparece el verbo itaQaôí- ôíôcopi como pasivo divino (Mc 9, 31; 14,
ôcüfti se encuentra en relación con la Pasión 21.41, etc.). De este uso apologético se derivo
de Jesus. ^Podrá reconstruirse una historia de luego el uso soteriológico, especialmente en
la tradición? Para ello se han seguido los si- el âmbito helenístico y por influencia de Is 53
guientes caminos (prescindiendo dei esbozo, (Rom 4,25; Mc 10, 45 y otros) (así piensa Pe-
demasiado especulativo, de K. Barth, Kirchli- rrin).
che Dogmatik II/2, Zürich 1959, 533-563): e) Los enunciados paulinos y sinópticos
a) Los impulsos esenciales proceden de Is nacieron independientemente. El empleó de
53. La formulación más temprana es posible- jtapaôíôoofxi en la teologia de la Pasión de
mente Mc 9, 31a {mashal, pasivo divino; cf. los Sinópticos, aparece por vez primera en
Rom 4, 25), procedente quizás de Jesus. Son Marcos (no es pre-marquino). La crítica de la
antiquísimos también los enunciados reflexi­ redacción muestra: Mc 8, 31 contiene mate­
vos de Mc 10,45 etc. También en círculos he- rial antiguo, pero no así 9, 31; el empleó de
lenísticos se sintió la influencia de Is 53 (dife­ Jiaçaôlôcopi proviene dei relato dei proceso
rentes formas de texto; entre otras, Rom 8, (especialmente de la acción de Judas); Marcos
32). El Sitz im Leben (o «situación vital») era fue el primero en formular conscientemente
la prueba de Escritura (así piensa especial­ enunciados ambiguos (en el mismo sentido
mente Jeremias, Abha, 127ss). que el secreto mesiánico) como 9, 31; detrás
b) Los enunciados de los Sinópticos acerca de la acción de los incrédulos. Marcos ve la
de la Pasión y la tradición pre-paulina surgie- acción de Dios. La teologización podría estar
ron con independencia mutua. En el estádio influida por el lenguaje paulino (así piensan
pre-pauUno (y pre-joánico), Jiapaôíômfti se Hofímann y Schenke; cf. ya Strecker).
hallaba afincado en el tercer tipo (junto a la f) En el relato pre-marquino de la Pasión
adopción y a la misión) de fórmulas de filia- había ya una concatenación de diversos actos
725 3taQaôíôo)|iL 726

de entrega: la entrega efectuada por Judas, hubo un ulterior desarrollo soteriológico (por
por el Sanedrín, por Pilato, por los verdugos. influencia de Is 53) y posiblemente también
Sin embargo, antes de todos esos actos de en­ un desarrollo en la dirección dei juicio de
trega por parte de los horabres, se halla la en­ Dios sufrido vicariamente (en el AT jtaQaôí-
trega efectuada por Dios (Mc 9, 31, quizás es­ ôcofu se halla con sorprendente frecuencia en
ta sentencia «contribuyó incluso a suscitar los conexión con el juicio de Dios). Otros enun­
relatos de la entrega») (así piensa Goppelt). ciados de JtaQaÔLÔcopi, originalmente inde-
En vista de que la situación dei problema pendientes (sobre todo la terminologia dei
no ha terminado de aclararse en los debates, proceso), se anadieron a la tradición, resultan­
no será posible por el momento reconstruir de do de ello una influencia recíproca en vários
manera convincente la historia de Ias tradicio- niveles. No debe subestimarse la contribución
nes. Y, así, queda todavia por aclarar hasta dei redactor final (especialmente Marcos). El
qué punto habrá que contar con material pre- proceso de la tradición necesita ulteriores
paulino, pre-marquino y posiblemente tam- aclaraciones; conviene mostrar cierto escepti-
bién con material pre-lucano y pre-joánico cismo ante deducciones que dan por sentada
(especialmente en lo que respecta a Mc 9, 31; la existência de una sola fuente.
Rom 4, 25). Sigue discutiéndose todavia el
encuadramiento de Ias sentencias dei Hijo dei 4. a) En Marcos tan sólo dos pasajes (4,
hombre y de Is 53 (formas de texto, influen­ 29: permitir, 7, 13: trasmitir) no tienen nada
cias) en la historia de Ias tradiciones. Asimis- que ver con la Pasión; tres pasajes hablan de
mo. Ias cuestiones acerca de la forma {mas- la persecución de la comunidad (13, 9.11.12:
hal, «fórmula de ‘entregado’») y dei Sitz im llevar ante los tribunales: hostilidad antinatu-
Leben o «situación vital» (Cena dei Senor, ral); un pasaje prefigura el destino de Jesús
prueba de Escritura) de sentencias acunadas (1, 14: Juan el Bautista).
no han quedado aclaradas todavia suficiente­ Los demás pasajes de Marcos se refieren a
mente. Lo mismo habrá que decir de la rela- la Pasión de Jesús. Marcos entrelaza sucesi-
ción entre Ias diversas interpretaciones de la vamente en estos pasajes tres trayectorias: la
muerte de Jesús (Roloff y otros). entrega dei Hijo dei hombre, indicada al prin­
Los puntos fijos de la historia de Ias tradi­ cipio enigmáticamente (9, 31; 10, 33; 14,
ciones que han quedado relativamente mejor 21.41, cf. 8, 31), la entrega (o traición) por
asegurados, son probablemente los enuncia­ Judas (3,19; 14, lOs.18.21.42) y la entrega de
dos frecuentes y estereotipados acerca de la Jesús por Ias autoridades judias a los gentiles
acción de Judas así como el dato que se ofre- (10, 33; 15, 1.10) y la entrega de Jesús por es­
ce en 1 Cor 11, 23b. Según esto, los pasajes tos últimos a la muerte (15, 15). Se trata de
más antiguos de JiaQaôíôtüfxi están asociados elementos esenciales de la teologia marquina
—históricamente y en la perspectiva de la his­ de la Pasión, en la cual el secreto mesiánico
toria de Ias tradiciones- con la noche de la úl­ se va revelando gradualmente. Aunque detrás
tima Cena. La entrega (o traición) efectuada de 9, 31 etc. se hallaba una tradición que ha-
por Judas seria entonces el dato original sub- blaba apocalípticamente de la entrega escato-
yacente al uso de Jiapaôíôtopi. Otra línea, lógica dei Hijo dei hombre en manos de los
también muy antigua, se halla en Ias palabras hombres o algo parecido. Marcos mismo vio
de la Cena dei Senor; la entrega que Jesús ha- en ella, en el plano histórico, el rechazo por
ce de si mismo, por lo menos según el sentido Judas y por Ias autoridades judias, pero con-
dei pasaje (también Mc 10, 45; cf. Jn 13 y 15, servó al mismo tiempo la dimensión teológica
Gálatas, Efesios, Pastorales). Y también la re­ (voluntad de Dios, conformidad con Ias Escri­
ferencia a esa «noche santa» (cf. la Pascua). turas).
Los estádios que fue siguiendo el desarrollo b) Mateo sigue en buena parte Ias formula-
de la tradición son inciertos. Suponemos que ciones marquinas acerca de la Pasión de Jesús
727 3taQa6íô(o[u 728

(también en lo que respecta al Bautista, en 4, ello no hay que subestimar tampoco el poder
12): entrega dei Hijo dei hombre (17, 22; 20, dei diablo (Lc 4 ,6 ; cf. 22, 3; Hech 26, 18). Fi­
18s; 26, 2.24.45), entrega (o traición) por Ju­ nalmente, el Ubro de Hechos describe los su-
das (10, 4; 26, 15s.21ss.46ss; 27, 3s), entrega frimientos de la comunidad con arreglo a los
a Pilato o por Pilato (27, 2.18.26). En el pro- sufrimientos de su Senor; prisión, entrega en
ceso, Mateo enlaza estrechamente los dos pri- manos de los gentiles y entrega a la muerte (8,
meros actos y hace resaltar en general la cul­ 3; 12, 4; 21, 11; 22, 4; 27, 1; 28, 17; cf. tam­
pa de Judas (frecuencia de la mención; conte- bién Lc 21, 12.16).
nido y posición de 27, 3-10). Judas es el pro- d) Juan emplea predominantemente el ver­
totipo de quienes rechazan a Jesús y se dan bo jrapaôíôoopi para referirse a la acción de
cuenta demasiado tarde de lo que han hecho. Judas (de nueve a diez veces) y también para
Este tono de advertência se ajusta a otro referirse a la entrega que los judios hicieron
grupo de textos. En ellos se amonesta a la co- de Jesús en manos de Pilato (18, 30.35, posi-
munidad, senalándole los dones que se le han blemente 19, 11) o a la inversa (18, 36; 19,
concedido (25,14.20.22), y haciéndole ver Ias 16). JtaQaôíôcofxi senala la entrega en manos
tentaciones en Ias que uno no debe caer (10, de un âmbito distinto de poder. Aquellos que
17-21; 24, 9s). A los impenitentes les amena- debían ser «los suyos», rechazan a Jesús. Su
za la entrega a la condenación (5, 25; 18, 34). acción es satânica (6, 71s, etc.; 19,11). Final­
Por lo demás, Mateo realza la autoridad plena mente, la entrega no tiene êxito; Pilato vuelve
de Jesús (11, 27, cf. 28, 18). a poner a Jesús en manos de los judios (19,
c) En Lucas/Hechos 3iaQaôíôoLi[xi posee 16); lo que queda es el rechazo. Pero el ma­
una amplia gama de significados. Junto a ligno juego no puede danar en nada la sobera­
enunciados en matéria de teologia de la Pa- nia de Jesús (él lo sabe todo de antemano, 6,
sión encontramos; la tradición de los testigos 64 etc.; su reino es de otra índole, 18, 36; na­
oculares (Lc 1, 2), conceder autoridad (10, da sucede sin la permisión de Dios, 19, 11).
22; sentido atenuado en 4, 6: «yo poseo»), en­ Fuera de estos pasajes queda únicamente
tregar al magistrado (12, 58), ordenar (Hech 19, 30 (Jesús entrega el espíritu). La fórmula
6, 14; 16, 4), abandono por parte de Dios (7, nada habitai (R. Schnackenburg, El Evangelio
42), encomendar a la grada (14, 26; 15, 40), según San Juan III, 350s) acentúa la sumisión
comprometerse en favor de (15, 26). La am­ activa al Padre. - Sobre 3, 16: el enunciado
plia gama de significados corresponde a la va- pertenece al marco de la teologia joánica dei
riación linguística de la fuente marquina (Lc «dar» (“> ôíôto|u 8); es dudoso que Juan hu-
6,16: Judas) y al abundante uso de sinônimos biera reelaborado aqui una antigua fórmula
(Hech 2, 23). jtaQaôíôoop.i no es tan impor­ que expresara la entrega.
tante para Lucas como para Marcos y para e) El uso dei término en el Corpus Pauli-
Mateo. A Lucas le gusta sustituir el verbo Jta- num no es uniforme. Dios abandona al peca­
Qaôíò(op,i por explicaciones racionales (así dor a merced de su destino (Rom 1, 24.26.28;
en Lc 3, 20: «encarcelar») y por glosas (cf. a es más un abandono que un castigo); ser en­
propósito de 18, 31s; 21, 16). Apesar de todo, tregado a una forma de ensenanza (Rom 6,
jtaQaôíômpí aparece también con frecuencia 17, cf. la práctica judia de entregar un discí­
en el relato lucano de la Pasión: entrega dei pulo a la ensenanza de un rabí: cf. E. Kãse-
Hijo dei hombre (9, 44; 18, 32; 22, 22; 24, 7), maim, An die Rõmer [HNT], 171); entregar
entrega (o traición) por Judas (22, 4.6.21s. un pecador a Satanás para que sea castigado
48), por Pilato (23, 25) y por Ias autoridades (1 Cor 5,5; 1 Tim 1, 20, faltan paralelos exac­
judias (20, 20; 24, 20; Hech 3,13). Se cumple tos: Popkes, 138-140); entregar doctrinas y
el plan de Dios (Lc 24, 7, cf. 17, 25); pero formas de conducta (p a ra s u f ie l o b servâ n cia )
Lucas ve que la responsabilidad recae en los (1 Cor 11, 2.23a; 15, 3); entregar el cuerpo
judios (Hech 3, 13, cf. 2, 36; 7, 51s). En todo para ser quemado (13, 3, ^martírio en la ho-
729 jta Q a ô íô o )(u - jta g á ô o o L ç 730

guera o senal de esclavos marcada a fuego?); J t a ç á ò o l o ç , 2 paradoxos increíble, extra-


experimentar el seguimiento de Jesús en la no, inaudito*
cruz (2 Cor 4, 11); entregarse a una vida di- Lc 5, 26: eíôopev J i a g á ô o ^ a of|p,EQ O v,
soluta (Ef 4, 19). «Hoy hemos visto cosas increíbles» (propia-
JtaQaôíôcopi aparece también en 1 Cor 15, mente, «en contradicción con lo que cabia
24 en sentido cristológico (acción de devolver pensar y esperar»; cf. Mc 2, 12: outcoç oú 8é-
o trasferir el senorío), primeramente como in- jtoxe eíôapev); cf. también Sab 5, 2; 16, 17;
terpretación de la entrega que Jesús hizo de su 19, 5; 3 Mac 6, 33. ThWNT II, 258.
vida («por amor de»: Gál 2, 20; Ef 5, 2.25;
probablemente en sentido tradicional, cf. Gál
1, 4 y los pasajes 1 Tim 2, 6; Tit 2, 14, que es- J t a g á ô o a i ç , ecuç, paradosis tradición,
tán relacionados con Mc 10, 45). reglamentación*
En segundo lugar. Cristo es objeto de la ac­ 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Marcos
ción de JtaQaôíômpi. Es pre-paulino el pasa- y Mateo - 4. Cotpus Paulinum.
je de 1 Cor 11, 23b, entendido posiblemente
B ibl.: H. R. Balz, M ethodische P roblem e d er neu-
por Pablo como entrega hecha por Dios, tal testam entlichen C hristologie, Neukirchen-Vluyn 1967,
como se formula directamente en Rom 8, 32. 176-203; K. Berger, D ie G e se tzesa u sleg u n g J esu I,
Luego hay con seguridad un pasivo divino en Neukirchen-Vluyn 1972, í . v. en el índice analítico; F.
Rom 4, 25 (i,un texto pre-paulino? Cf. U. Büchsel, Jiapáôoaiç, en ThWNT n, 174s; L. Cerfaux,
D ie Tradition bei P aulus: Catholica 9 (1953) 94-104;
Wilckens, La Carta a los romanos I, Sala-
O. Cullmann, L a Tradition. P roblem e exégetique, his-
manca ^1997, 341s). JtaQaôiôcopt se refiere a to riq u e e t théo lo g iq u e, Neuchâtel 1953; E. Dinkler,
la muerte en la cruz, no en sentido general a la Tadition (V. Im urchristentum ), en RGG VI, 970-974;
misión (en contra de Kramer). Se acentua el L. Goppelt, Tradition nach Paulus: KuD 4 (1958) 213-
233; W. G. Kümmel, J e s u s u n d d e r jü d is c h e Tradi-
sentido salvífico; la muerte aconteció a causa tionsgedanke, en Kümmel I, 15-35; F. MuBner, Tradi­
de nuestros pecados o en favor nuestro, y es tion (n. In d e r Schrift), en LThK X, 291-293; J. Ro-
prenda dei amor divino (Rom 8, 32-39; Gál 2; loff, A p o s to la t - V erkündigung - K irch e, GUtersloh
Ef5). 1965, 84-90; K. Wegenast, D a s Verstãndnis d e r Tradi­
tion bei P a u lu s und in d en D euteropaulinen, Neukir­
f) En Ias Cartas Católicas JtaQaôíô(op,i
chen-Vluyn 1962 (crítica: W. G. Kümmel: ThLZ 89
aparece en primer lugar en el contexto dei jui- [1964] 753-755; W. Gerber: ThZ 25 [1969] 81-90); pa­
cio divino. El Cristo ultrajado «lo» dejó (falta ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1047s.
el objeto de la acción verbal) al «justo Juez»
(1 Pe 2, 23; cf. Rom 12,19). 2 Pe 2 ,4 acentua 1. En el NT el término aparece sólo 13 ve-
a modo de amonestación que el juicio divino ces, ocho de ellas en Mc 7, 3-13 par.; los de-
es cosa segura; ejemplos de ello son los ánge- más testimonios aparecen únicamente en el
les caídos (Gén 6, cf. Hen [et] 10s.18s.21s). Corpus Paulinum.
En segundo lugar, Jds 3 y 2 Pe 2, 21 acen-
túan -frente a los falsos maestros- la «fe en­ 2. a) En el NT, Jtapáôooiç significa cons­
tregada de una vez para siempre», el «manda- tantemente reglamentación tradicional (Cer­
miento dado» a los cristianos. Sujeto de la ac­ faux: «tradición de regias»); es una ensenanza
ción de dar son seguramente los apóstoles (2 que se va trasmitiendo y que se recibe de ge-
Pe 3, 2; cf. Polic 7, 2). La doctrina y la con- neración en generación, en forma autoritativa,
ducta se hallan íntimamente relacionadas (cf. con la obligación de observaria. Por eso, el
«el camino de la justicia» en 2 Pe 2, 21; «el sentido de Jtapáôooiç se halla cercano al de
camino recto» en 2, 15). No hay que abando­ estatuto, mandamiento, ley (compárese Gál 1,
nar el fundamento (Jds 20; cf. 1 Tim 1, 19 14 con Flp 3, 6; es un término análogo a
etc.; también ya Rom 16, 17). IvTokri y kóyoç en Mc 7, 8s par.; v.l. vópoç
en Mt 15, 1). La reglamentación «se ensena,
W. Popkes se trasmite, se recibe, se observa, se compren-
731 jraQáôooiç - jragatTiXóa) 732

de»; «se camina» según ella o se la «infrin­ reglamentaciones en 1 Cor 11, 2. En conexión
ge». La estructura semântica no queda afecta- con 11, 3-16 (la cuestión de cubrirse la cabe-
da por el campo de aplicación (jtagáóooiç za), jtaçábooLç significa Ias regias de vida y
judia en Mc 7 par. y Gál 2; cristiana en 1 Cor; conducta cristianas. Claro que si 11, 3-16 es
2 Tes; herética en Col 2) ni por la valoración una interpolación (L. Cope: JBL 97 [1978]
positiva o negativa que se haga de la misma. 435s), entonces el v. 2 se refiere ya a Ias ins-
Se rechaza la jtaQÓôoaiç cuando es de índo­ trucciones relativas a la Cena dei Senor (cf. el
le humana y se opone a la voluntad de Dios. V. 23).
b) En griego, itapáSooiç significa «tradi- 2 Tes 2, 15; 3, 6 exhortan a la observância
ción» en sentido amplio. En el NT la concen- de Ias disposiciones, tal como fueron ensena-
tración dei término en el sentido de reglamen- das por Pablo (modelo en 3, 7ss, también en I
tación corresponde a la práctica judia según Cor 11, 1). Se piensa en tradiciones doctrina-
la cual la tradición y la ley se hallan íntima­ les y éticas (2, 17: obra y palabra). Los enun­
mente relacionadas entre sí (la tradición como ciados no son senal, en absoluto, de una for-
halaká; los testimonios pueden verse en Küm- mación tardia de tradiciones; cf. ya 1 Tes 4, 2
mel; Billerbeck I, 691-694: Wegenast, 30-33; (cf. W. Schrage, Die konkreten Einzelgebo-
F. Mufiner, Der Galaterbrief [HThK], 80). te..., Gütersloh 1961, 19, 59, 79 y 135s).
c) La literatura secundaria opera casi siem- Según Gál 1, 14, la vida anterior de Pablo
pre con un concepto genérico de «tradición, trascurrió según Ias costumbres judias riguro-
que sólo coincide en parte con el sentido lite­ sas (Touôaiopóç) y con mucho ceio por Ias
ral de JtaQáôooLÇ (cf., a propósito, Balz y «disposiciones de los padres». La formula-
Dinkler). ción acentúa la más extensa observância posi-
ble de la ley, y dificilmente se referirá a Ias
3. ^Por qué los discípulos de Jesús no si- diferencias existentes entre fariseos y sadu-
guen la itaQÓôoaiç de los ancianos, es decir, ceos acerca de la tradición oral.
de los que son conocedores de la Escritura Según Col 2, 8, la falsa doctrina no es x a x à
(Mc 7 par. Mt 15)? La respuesta-polémica di- X q i o t ó v , sino xa x à t t iv jtaQÓôoaiv tüõv
ce así: La tradición de los fariseos bloquea el àvfl-QCÓjtcüv y x ax à xà axoiXEta xoõ xóo-
mandamiento y la palabra de Dios. Mc 7 des- pou. Formulaprescripciones (cf. 2, 14.20-22)
califica la Jiapóôooiç a causa de su origen con un trasfondo judio y una relación con lo
(procede de hombres, v. 8), y acentua por tres que se dice en Mc 7 que quedan bien patentes:
veces la incompatibilidad de la misma con la la pureza; son «de hombres» (v. 22; cita de Is
verdadera voluntad de Dios (vv. 8, 9 y 13). 29, 13; cf. Tit 1, 14; cf. Berger, 471; E.
Los profetas y la Torá se hallan en contradic- Schweizer, Carta a los Colosenses, Salaman-
ción con la jcagáôooiç, que queda entonces ca 1987, 144s).
desenmascarada como distorsión ilegítima
W. Popkes
tardia; con ello se cumple la profecia acerca
de la apostasia de Israel en los últimos tiem-
pos (Berger, 15s y 489s). Mt 15 plantea inme- 7C0t@a^T|ÀO(0 parazêloõ excitar, provocar
diatamente, con toda claridad, la pregunta que celos / envidia*
sirve de réplica (v. 3): Lo importante es ob­ El verbo aparece 4 veces en el NT, única­
servar el mandamiento de Dios; Ias regias dic- mente en Pablo: dícese de Dios que quiere
tadas por los fariseos no son más que caminos quiere provocar a celos a su pueblo (êyò) Ita-
de evasión para eludir el complimiento dei QaÇTjÀcóom npãç), Rom 10, 19 (cita de Dt
mandamiento divino. 32, 21); de manera parecida en 11, 11 (6lg TÒ
JtaçatilX íõaai a-uxoúç); en relación con la
4. La forraulación absoluta y los problemas ò iax o v ía de Pablo: el jimç JiaQa^TiX,tí)oa)
contextuales dificultan la interpretación de Ias pou xf)V o á ç x a , «...a mis compatriotas», 11,
733 jiaQaÇiiÀ,óü) - naQaôfjxr) 734

14; f] 3taQaÇTi7.o'0[J.EV t ò v x i j q i o v ;, « ^ o pro­ preposición rcagá, «dei lado de, desde», en el


vocaremos a celos al Senor?» (a saber, parti­ sentido de un punto de partida (local) dei mo-
cipando en los banquetes sacrificiales ofreci- vimiento.
dos a los ídolos, que ponen a los creyentes en
comunión con los demonios), 1 Cor 10, 22 2. El verbo, que aparece 19 veces en el NT,
(cf. también Is 65, lls); -*■ ÇfjXoç 6. designa la acción de ofrecer comida en prue-
ba de hospitalidad (Lc 10, 8; 11, 6; Hech 16,
34; 1 Cor 10, 27), cosa que Jesús mismo prac-
7 ia0 a'ô 'aX áaaiO Ç , 2 parathalassios situa­
tica haciendo que se distribuya abundante co­
do junto al mar o lago*
mida (Mc 6,41; 8, 6 [bis].7; Lc 9,16). El ver­
En Mt 4, 13 dícese de Cafamaún, que está
bo se halla también en conexión con la «ex-
situada junto al lago (es decir, en el valle, a
posición» de parábolas (Mt 13, 24.31), la ex-
diferencia de Nazaret, mencionada anterior­
posición y la expücación de la proclamación
mente); eIç KaqjoQvaoòp Tf)v jtagaflaÀ aa-
evangélica (Hech 17, 3), la trasmisión perso-
aíav (sobre la forma femenina cf. BlaB-De-
nal de la proclamación evangélica (1 Tim 1,
brunner § 59, 1; cf. Lc 4, 31 D: Tf]v Jtap a^ a-
18; 2 Tim 2, 2) o significa el acto de enco­
}\,áaoiov).
mendar al Senor Ias personas encargadas de la
misión apostólica (Hech 14, 23; 20, 32) o
n a g a d E to g é o j paratheõreõ desatender, también la suprema entrega dei espíritu (Lc
descuidar* 23,46) y de la vida (1 Pe 4,19) a Dios. Lc 12,
Dícese de Ias viudas de los helenistas ( ^ 48 emplea el verbo en el sentido de encargar
'EX,XTiviaTf|ç), que eran desatendidas (itage- una tarea o exigir una responsabilidad jurídi­
OecDQOüvTO... a l yfjQai aurcáv) en la distri- ca; «A aquel aquien se ha confiado mucho,
bución diaria de alimentos; Hech 6, 1). tanto más se le exigirá».

3. Las Pastorales emplean en tres pasajes


J ia p a 'â 'rjx ti, mç, ■q parathêkê depósito el sustantivo, que originalmente se referia a
confiado a alguien* las leyes relativas a los depósitos y los bienes
u;aQaTÍ'0'rip.i paratithèmi proponer, presen- (en ático -> JtaQaxaxa'dTiXTi), y describen
tar; colocar al lado de; entregar, confiar, con ello el evangelio como la tradición apos­
exponer* tólica, es decir, paulina, que el destinatário, el
1. Significado de los términos - 2. El verbo en el ministro post-paulino (Timoteo), debe «con­
NT - 3. El sustantivo en Ias Pastorales. servar» (1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14). Esta tarea
se describe más concretamente en 1 Tim 6,
B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , 1222, 1235; N. Brox, 20, diciéndose que hay que evitar «las vanas
C artas P astorales, Barcelona 1974, 622ss; M. Dibe-
lius-H. Conzelraann, D ie P a sto ra lb riefe (HNT), Tü- palabrerías no santas y las objeciones de la
bingen ''1966, 69s; Frisk, W õrterbuch II, 897s; G. Loh- falsamente llamada ciência». Según 2 Tim 1,
fink, D ie N o rm a tivitã t d e r A m tsvo rstellu n g en in den 14, esta tarea se efectúa «mediante el Espíritu
P a sto ra lb riefe: ThQ 157 (1977) 93-106, sobre todo Santo que habita en nosotros» y se Ueva a ca­
95ss; P. Trummer, D ie P a u lu stradition d e r P a sto ra l­
b riefe (BET 8), Frankfurt a. M. 1978, 219-222; K. We-
bo supremamente por la sola confianza en
genast, D as Verstãndnis d er Tradition b ei P aulus und Dios, «que es poderoso para guardar mi tradi­
in d en D e u te ro p a u lin en (WMANT 8), Neukirchen- ción hasta aquel día» (v. 12). La frecuente
Vluyn 1962, 132-158. afirmación de que el concepto de tradición en
las Pastorales es un concepto estático no hace
1. El verbo y el sustantivo están compues- justicia al correspondiente contexto ni a su in-
tos de Jtag á + -cíbript; el significado funda­ tención teológica total (Tnmuner, 220ss).
mental dei verbo, «poner, depositar, asentar»
y otros (Frisk, 897), queda matizado por la P. Trummer
735 iraçaivem - jtaQaLxeo[i,ai 736

JtaQaivéco paraineõ exhortar, advertir, la condición previa para el uso de n a p a x a -


aconsejar* X.éco; la combinación de la extrema necesidad
y dei cambio inminente en Ias circunstancias,
B ibl.: M. Dibelius-H. Greeven, D e r B r ie f des Jako-
bus (KEK), Gõttingen ^1964, 16-18; E, Haenchen, A c t
x a l xà vOv indica la consecuencia de la deci-
2 7 , en F S B u ltm a n n 1964, 235-254; G. Stahlin, sión divina, y no el resultado de la culpa: «Pe-
jtaootuuHéoixai, en ThWNT V, 815, 18-20; más bi­ ro ahora os exhorto a que, a pesar de todo,
bliografia en ^ itaQaxalvéo). tengáis buen ânimo». Pablo, el profético hom-
bre de Dios, mediante una palabra de repren-
1. En el NT, Jtagaivéoo aparece únicamen­ sión y de promesa asienta su sutoridad y
te en Hech 27, 9.22. Es más general que el muestra una competência que faltaba a los
concepto de Jtapaíveotç, de la retórica anti- responsables.
gua, que significaba «discurso de exhortación
J. Thomas
práctica» (en contraste con JtgoTQEJtxixóç o
otaQáxitqoiç, que significaba «discurso enca-
minado a influir radicalmente»), y más gene­ JtaQ aiT É O ^ai paraiteomai pedir para sí,
ral también que el tecnicismo exegético mo­ disculparse; rechazar, mantenerse alejado
derno «exhortaciones de contenido general­ de, rehusar*
mente moral, dirigidas a un destinatário» (Di- El verbo aparece 12 veces en el NT: 4 veces
belius). En el NT el verbo jtaçaivécü signifi­ en los Evangelios y otras tantas en Ias Pasto-
ca dar un consejo encarecido, propiamente rales; en Hech 25,11; Heb 12, 19.25 (bis). No
sin peso de autoridad, por razones puramente aparece en el Corpus Paulinum.
objetivas (con el acusativo "01405 en lugar dei En Mc 15, 6 pedir se (la liberación de un
dativo clásivo [«persuadir»] y sin el tomo preso con motivo de la fiesta); este significa­
amistoso dei jta g a - [cf. Stahlin]). naçaiveco do fundamental se ha modificado en Lc 14,
se halla entre el autoritativo -r TtaQayyéXkm 18a en el sentido de disculparse (por no acep-
(11 veces en Hechos) y el cordial Tiagaxa- tar una invitación), es decir, de declinar una
Xéoi (22 veces en Hechos). invitación (cf. 1 Re 20, 6.28); en voz pasiva:
E^e pE 3tapi]TT)pévov, «acepta mis excusas»,
2. Puesto que la descripción dei imperfecto Lc 14, 18b. 19.
TcaQ'r|vei en Hech 27, 9 como «estilo literá­ En el sentido más amplio de rechazar /
rio» (cf. BlaB-Debrunner § 328, 2 con la nota mantenerse alejado de, «el prefijo jtag- indi­
3) no tiene base suficiente, la sorprendente ca el tono de rechazo, de no querer saber nada
elección que el autor hace dei término (apare­ de algo» (ThWNT I, 115), algunas veces en el
ce 2 veces en el capítulo 27) habrá que inter­ sentido de una repulsa. Según Heb 12, 19, Is­
pretaria partiendo de la intencionada dupli- rael, al pie dei Sinai, no quiso (por medio de
cación de 3 ta Q e x á X 8 i/jia p a x a X ,(õ ... p,Exa- ruegos) / protestó de que Dios le siguiera ha-
Xa|3eiv XQOtpfig (vv. 33s): en el v. 34 Pablo blando en medio dei trueno (cf. Ex 19, 16ss;
alienta más bien consolando —y consigne aho- ptj es un pleonasmo, cf. BlaB-Debrunner §
ra su propósito (v. 22; itagaivõ) úitaq eú"®!)- 429, 2); según Hech 25, 11, Pablo no preten­
peív; V. 36: e"u^ [ aoi ôè Yevóp.evoi)-. Según de sustraerse a la muerte (implorando cle­
el V. 9, Pablo se mezcla anteriormente, sin re­ mência), si realmente ha merecido morir (oú
sultado alguno, en Ias deliberaciones de los n;aQaLto"Dpai xò àjto§av£iv; cf. Josefo, Vita
responsables, y solamente les hace una ad­ 141). El sentido de rechazar aparece también,
vertência. Después de X,É"ya)v (v. 10) no sigue sobre todo en Ias Pastorales (en ellas siempre
el contenido de la advertência (cf. vv. 33s), si­ en el imperativo JtaQaixoü): 1 Tim 4, 7; 5,
no la razón en que se basa (cf. Lc 7, 4). 11; 2 Tim 2, 23; Tit 3, 10. En Heb 12, 25a.b
Cuando Pablo se dirige luego a todo el gru­ en una advertência contra la apostasia: El
po de personas (Hech 27, 22), sigue faltando Dios que se revela definitivamente desde el
737 jiagaiTéojiai - jtagaKaXéo) 738

cielo (ó XaXã>v) no debe ser rec/iazado (como nese: ZNW 72 (1981) 88-99; W. Joest, G esetz u n d
F reiheit, Gõttingen ^1961; E. Kãsemann, El culto en la
Ias personas dei antíguo pacto trataron de re- vida cotidiana d e i m undo, en Id., E nsayos exegéticos,
chazar al Dios que se les revelaba en el Sinai, Salamanca 1978, 21-28; E. Kamlah, D ie F arm d e r ka-
cf. V. 19). ThWNT I, 194s; DTNT m , 212 y ta lo g isc h e n P a rã n e se im N T (WUNT 7), Tübingen
215. 1964; E. Lohse, P a rã n e se u n d K eryg m a im 1 P etr.
ZNW 45 (1954) 68-89; U. B. Müller, P rophetie un d
P re d ig t im N T (StNT 10), Gõttingen 1975, 118-130,
162-233; E. Reinmuth, G eist u n d G esetz. Studien zu
JiaQ ffX C td éÇ o ^ai parakathezom ai sen- Voraussetzungen u n d In h a lt d e r p ln P arãnese, Berlin
tarse al lado* 1985; J. T. Sanders, T he T ra n sitio n fr o m O p ening
E p isto la ry Thanksgiving to B o d y in the P auline Cor-
Lc 10, 39, participio de aoristo de la voz
pus: JBL 81 (1962) 348-362; H, Schlier, D ie E igenart
pasiva; jtaQaxa'9'EO’&eíoa, con sentido refle­ d e r c h ristl. M a h n u n g n a ch d e m A p o s te i P a u lu s, en
xivo, dícese de Maria «que se había sentado a Schlier D, 340-359; E. Schlink, G esetz und P araklese,
los pies dei Senor» (v.l. JcaQaMaôíoaoa). e n A n tw o rt. F S fiir K . Barth, Zürich 1956, 323-335; O.
Schmitz-G. Stahlin, jtaQaxaXém m k ., en ThWNT V,
771-798; W. Schrage, D ie konkreten E in zelgebote in
d e r p ln P a rã n ese, Gütersloh 1961, 71-115; E. G.
JiaçaK a^ftíÇ oí parakathizõ sentarse al la­ Selwyn, T he F ir st E p istle o f St. P eter, London ^1955,
do 365-466; F. Selter-G. Braumann, en DTNT II, 57-61;
Lc 10, 39 v.l. en vez de itapaxa^^eÇo- H. D. Wendland, E th ik des N T (NTD Ergãlizungsband
4), Gõttingen 1970, 84ss; P. Wendland, D ie urchristl.
[tai. L it.-F o rm en (HNT), Tübingen 1912, 276-281, 286s,
290-292; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1215.

parakaleõ pedir, exhortar, 1. Ya desde el punto de vista estadístico,


consolar jtapaxaXéo) / JiaQáxXqaiç se cuentan entre
jiaQájíXTioiç, Ecoç, fj paraklêsis exhorta- los conceptos más importantes dei NT para
ción, advertência, aliento, consuelo, peti- expresar la idea de hablar e influir. El verbo
ción, paráclesis* (que aparece 109 veces) se emplea en los Si­
1. Aparición - 2. Significados - a) Desarrollo - b) nópticos (25 veces) predominantemente en el
Delimitación - 3. Sinópticos - 4. Aspectos según la sentido de pedir con la acepción de solicitar
historia de Ias formas - 5. Pablo - a) Observaciones algo; en Pablo el verbo se usa (unas 44 veces)
generales - b) 1 Tesalonicenses - c) 2 Corintios - d) El
lugar teológico de la paráclesis en Pablo - 6. Las de- y en las demás cartas (unas 18 veces) con el
más cartas - 7. El libro de Hechos. sentido -enteramente predominante- de pedir
con la acepción de animar invitando, exhortar
B ibl.: C. Andresen, Z u m F o rm u la r früh ch ristl. Ge- y consolar. El verbo falta en el Evangelio y
m ein d eb riefe: ZNW 56 (1965) 233-259; R. Asting,
D ie Verkündigung d es W ortes im U rchristentum , Stutt-
en las Cartas de Juan, en el Apocalipsis, en
gart 1958,171ss, 716-729; K. 'Be.vgei, A p o ste lb rie f und Santiago, en 2 Pedro y en Gálatas (!). El sus-
a p ostolische R ede. Z u m F o rm u la r frü h ch ristl. Briefe: tantivo (29 veces) aparece únicamente en Lu­
ZNW 65 (1974) 190-231; C. J. Bjerkelund, P arakalo cas (2 veces), Hechos (4), Pablo (19), 1 Timo-
(BTN 1), Oslo 1967 (bibl.); N. Brox, P aulus u n d seine
V erkündigung, München 1966, 55; R. Bultmann, D as
teo (1) y Hebreos (4); tan sólo una vez con el
P ro b lem d e r E th ik b ei Paulus: ZNW 23 (1924) 123- sentido de petición (ruego / persuasiôn, 2 Cor
140; Id., D e r S til d e r p ln P re d ig t un d d ie kyn isch - 8, 17). La acumulación dei verbo y dei sus-
stoische D ia trib e (FRLANT 13), Gõttingen 1910, 96- tantivo en Hechos, 2 Corintios, 1 Tesaloni­
107; A. Cavallin, (rò) XoiJióv: Eranos 39 (1941) 121- censes, Filemón y Hebreos conduce a pensar,
144; C. H. Dodd, G ospel a n d Law , 1951, 121-144; G.
Friedrich, en RGG V, 1137-1144, sobre todo 1142; A. partiendo de estos escritos, que el significado
Grabner-Haider, P a ra klese u n d E schatologie b e i P a u ­ dei tema acentua la idea de «consuelo» y
lus (NTA NF 4), Münster i. W. 1968; Goppelt, Theolo- «aliento», y esto nos llevará a interpretar así
gie, 466s, 495-503, 556-564; K. Grayston, A Problem
o f Translation. The M eaning o f parakaleõ, paraklêsis
la ulterior aparición de este tema en pasajes
in the NT: Scripture BuU. 11 (1980) 27-31; F. Hahn, destacados (Rom 12, 1; 1 Cor 1, 10; Ef 4, 1;
D ie christolo g isch e B eg rü n d ung urchristlicher P arã- Jds 3; Flp 2, 1).
739 jraQaxaXéo) 740

Tan sólo en 10 pasajes aparece el verbo ita- (o se halla introducida únicamente por una inter-
QaxaÀéü) en voz pasiva; en todos los demás pelación directa), entonces tiene el tono de un
mandato concreto (por ejemplo, sobre el ministé­
casos encontramos siempre la voz activa. Asi- rio de amonestar, 1 Tes 5, 14; 1 Pe 5, Is; o como
mismo, el nomen actionis aparece tan sólo apoyo para el apóstol, Rom 15, 30; con el tono de
siete veces con sentido pasivo. La preferencia la instrucción por medio dei aoristo en 1 Tim 1,3;
de Pablo por Ias construcciones con sustanti- 2 Tim 4, 2; a diferencia de Tit 2, 15; 4.g). El
vo se muestra también en el elevado porcenta- uso absoluto de jtaQaxaXéco puede mostrar tam­
je de veces que él emplea jtaQáxXT]OLç en sus bién la evolución dei término hacia el tecnicismo
escritos. de «aplicación dei mensaje de salvación (de la
tradición doctrinal) al individuo a quien se dirige
la palabra (al caso actual)» en el sentido de una
2. a) Aun con un significado enteramente applicatio.
profano, jtapaxaLétt) / rcaçáxXTioiç «se po- 3) El uso judio, más antiguo, que utiliza los
nen de la manera más natural al servido dei términos en el sentido de «consuelo al fin de los
testimonio que se da en el NT dei aconteci- tiempos» (-►3) se conserva, sí, pero queda com­
miento salvífico» (Schmitz, 797, 18), pero, a pletamente relegado detrás dei sentido de ayuda
prestada por medio de la salvación actual -en la
pesar de su frecuente peso teológico, su signi­ palabra (2 Cor 7, 7) o en la acción (Hech 20,
ficado sigue siendo ligero y con múltiples po- 12)-. - Como en el concepto bíblico de consolar
sibilidades de modulación, y en ninguna parte se escucha siempre un elemento que indica que se
se halla fijado con un sentido especial (a dife­ está dando una bendición (no un vago consuelo:
rencia de ôiôaxp, zvayyéXío^, xfiQ'U7 pa). Mt 2, 18), la combinación de consolar y exhortar
En consecuencia, es también muy variada la pertenece obviamente a los hendiciones de despe­
dida (Hech 16, 40; 20, 1; a diferencia de 15, 32;
sintaxis (cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . itap ax a -
2 Tes 2, 16: itaQáxX.qaiç; cf. Rom 15, 5).
Xéco 1-4). El término expresa sobre todo un
4) Los significados confluyen fácilmente unos
interés personal, frecuentemente acentuado, en otros: pedir y exhortar (Hech 16, 15; 2 Tes 3,
con el que uno se vuelve bacia alguien. 12); palabras de exhortación y de fortalecimiento
(Col 2, 2); consolar y exhortar (2 Cor 2, 7-8). En
1) El sencillo clamar / pedir se halla «casi el NT, esto se halla especialmente relacionado
siempre, de algún modo, en relación con la pro- con la índole peculiar dei evangelio: como Jtaqá-
clamación de la salvación» (Schmitz, 791, 12s; xXqoiç suscita una crisis, en la que desarrolla
por ejemplo en Heb 13, 19). Expresa la respuesta también su poder, haciéndolo como una exigencia
al manifíesto poder dei salvador Jesus (Hech 8, para que se haga frente a la crisis y como un
31; a diferencia de Mc 5, 10.12.17), una respues­ aliento en medio de ella.
ta que puede ser intercesión en favor de un terce- 5) En la voz pasiva de jtaQaxaXéco, los pasa­
ro (Mc 7. 32; 8, 22; Lc 7, 4 par.; cf. Fim 10), o jes que significan consolar (cinco veces en 2 Cor
que puede expresar una invitación (acusativo de 1 y 7; además, Lc 16, 25; Hech 20, 12 y, con una
persona; ->■7). - Guando el que habla quiere algo, fuente veterotestamentaria, Mt 2, 18; 5, 4) o for­
no para sí o para un tercero), sino para la persona talecer (1 Tes 3, 7) tienen una ligera preponde­
misma a quien se dirige, entonces aparece el sig­ rância sobre los que significan invitar (Hech 28,
nificado de alentar (Hech 27, 33s; ^ napaivécu; 14) y exhortar (1 Cor 14, 31; ser exhortado, 2
en sentido negativo, advertir/desaconsejar, Hech Cor 13, 11). - También jtagáxXqcnç tiene con
19, 31; 21, 12); este sentido se desarrolla fácil­ menor frecuencia sentido pasivo (genitivo objeti­
mente en todos los matices de la palabra de alien- vo en 2 Cor 1, 5-7; 7, 13; además, Lc 6, 24 [sen­
to que exhorta y anima cordialmente (2) o que tido figurado]; Fim 7).
persuade y consuela (3). 6) Detrás de jra0áxA,qoiç en sentido activo se
2) En la gran mayoría de los casos se expresa hallan como actuantes: el Mesías que viene (Lc 2,
una referencia o se hace una indicación dei conte- 25), Dios (Rom 15, 5; 2 Cor 1, 3), el Espíritu de
nido de la exhortación mediante un verbo parale­ Dios (Hech 9, 31), Ias Escrituras (Rom 15, 4; Heb
lo (-> 2.b) o mediante una constmcción de infini­ 6, 18; 12, 5), el misionero (1 Tes 2, 3), el caris­
tivo (más raras veces mediante una oración final, mático (Rom 12, 8; 1 Cor 14, 3; 1 Tim 4, 13;
la cual es más frecuente en el caso de la petición). Hech 4, 36), la comunidad (Flp 2, 1), una carta
Si la exhortación sigue sin conexión gramatical (Hech 13, 15).
741 jraQaxaX.6(o 742

7) La doble función activo-pasiva de naçá- Cor 14, 3; 2 Cor 13, 11; Flp 2, 1; 1 Tes 4, 13; 2
xA.T)aLÇen 2 Cor 1,4; 7,7 (relacionada con itaçe- Tim 4, 2; cf. 1 Tes 5, 14) se puede definir bien el
xX,ií'0T) y con àxayyèXkmv) hace evidente tam- contenido específico de jtapaxakéo) / Jtapá-
bién la capacidad de Pablo para crear conceptos xXtiaiç: el consuelo y aliento se sirve de la infor-
en esta esfera. mación (Col 4, 8 par. junto a y i v c ó o x o v t e ç ) o d e
8) Los tiempos verbales se escogen también la manifestación de una firme convicción (1 Pe 5,
cuidadosamente (^- 3), El imperfecto (y el parti- 12 junto a èiapagxuQcõv). Se realiza en Ia comu­
cipio de presente) designan la consecuencia in- nidad de acuerdo con la tradición doctrinal (Rom
cierta (Hech 21, 12) o el discurso continuado 6, 17; 1 Cor 4, 13ss; Tit 1, 9). En la proclamación
(Hech 2, 40; persuadir, dirigido hacia Pablo, 19, de la salvación, itaQattakéü) designa la transi-
31; después de terminada la carta, eyQaípa sta- ción dei kerygma (informativo ôiepapxÚQaTo
çaxaXwv, 1 Pe 5, 12: «Os he escrito y ahora to­ [iaoristo!] en Hech 2, 40) a la aplicación (itage-
davia exhorto y testifico...»). - El aoristo designa HáA.EL [jimperfecto!], cuya ejecución Lucas resu­
el resultado seguro (Hech 16, 15; a diferencia de me con lo de «;Sed salvos!» (cf. también el enfá­
1 Cor 16, 12: súplica decidida y, no obstante, re- tico paQTUQEiv junto a naçanaXéw en 1 Tes 2,
chazada) o algo novedoso (Hech 16, 39, junto al 12). Así, pues, 3iaQa>caA,éaj documenta el doble
imperfecto), algo memorable (2 Cor 7, 6s junto al carácter dei término como indicativo y como im­
participio de presente, así como junto al perfecto perativo (Schmitz, 777, 45).
en el v. 13) o el final de unas palabras de consue- naçanákéa) / itaQáxX,T]aiç hacen, junto a Jta-
lo (Hech 16, 40; cf. 2, 40 SispaQTÚQaTo junto a QayyéXktü y otros, que un mandato sea más per-
TtaQExáXEi, -> 2.b). sonal y apremiante (2 Tes 3, 12; 2 Cor 10,1.6; en
9) Son también cosa específica dei NT los atri­ cambio, pedir en vez de dar un mandato en Fim
butos de JtaQaxaWca introducidos por Pablo en 8s; IgnRojn 4, 1.3); junto a vondEXÉw hace que
forma de aposiciones al sujeto (Fim 9; Ef 4, 1; 1 la severidad de la labor pastoral sea más paternal
Pe 5, 1) o a Ias personas a quienes se dirige la pa- (1 Cor 4, 14.16); junto a ôéopai hace que la peti-
labra (con tbç, 1 Pe 2, 11) o por medio de frases ción sea más encarecida (2 Cor 8, 4).
preposicionales (-> 5.d.2). jtaganakéü) / rcaQÓKXTjoiç aparece junto a
10) La historia dei término se halla intensa­ iXiyXtü para dar un carácter de mayor seriedad a
mente influida por la retórica griega (P. Wend- Ias palabras (Tit 1, 9; 2, 15; cf. 2 Tim 4, 2); junto
land) y por la forma de la carta griega (Bjerke- a EQQjTáco para dar un carácter más cooperativo,
lund). El actual tecnicismo paráclesis recoge orientado más hacia el cumplimiento voluntário
muy vagamente el concepto dei gênero retórico (1 Tes 4, 1; 5,12; Flp 4, 2s); junto a jtapapuO^éo-
antiguo («pronunciar un discurso que gane el pai / jtaçapn'&ía(-iov) para dar un carácter más
asentimiento a una determinada idea fundamen­ amistoso (1 Tes 2, 12; Flp 2, Is). El efecto pre­
tal»). La evolución dei concepto griego coincide tendido se intensifica con crtr|Qͧai (junto a jia-
en el judaísmo y en el NT con una línea proce­ gaKakéco xàç xapôíxxç, 2 Tes 2, 17; cf. Hech 14,
dente de la LXX. La LXX muestra interés por 22; 1 Tes 3, 2), olxoôopeíxE / oiKOÔopT) (1 Tes
formar un lenguaje religioso en el que determina­ 5, 11 / 1 Cor 14, 3, edificación por medio de laex-
dos conceptos giiegos representen constantemen­ hortación y el consuelo) y xaQá (2 Cor 7, 4; Fim
te determinados conceptos de Ias Sagradas Escri­ 7). En 1 Cor 14, 31 JtaQaxa^tõvxat, después de
turas. Los traductores vincularon naçay.aXéw jtQocpTixeÚEiv y iva p.avdávcooiv, es casi idênti­
(en vez de jiaQapudÉopai) con el verbo hebreo co a olxoôopetoôau
nhm («consolar») y con sus equivalentes (Is 40,
1-11 LXX). La conversación consoladora y el 3. Marcos (más débilmente que Mateo y
acontecimiento consolador se convirtieron en pa­ Lucas) emplea JtaQaxaXéco, pedir (humilde­
labras divinas de consuelo. mente) con franqueza y encarecimiento, co­
En el NT, lo de «consolar a la luz de los últi­mo fórmula para comenzar historias de cura-
mos tiempos» se convierte específicamente en la ción. A su lado se encuentra instar (5, 17), de-
proclamación de Cristo a la luz de los últimos sear (v. 18; sobre los vv. 10 y 12 2.a.l). -
tiempos, lo cual tiene dos formas: la proclama­
ción misionera propagandística y la paráclesis de El pedir con certeza de ser escuchado (Mt 26,
la comunidad. 53) se diferencia ligeramente, por medio dei
aoristo, dei pedir sin certeza de ser escuchado
2. b) Por la comparación con conceptos para­ (imperfecto: Lc 8,41; ->■2.a.8). - Mateo y Lu­
lelos (que con frecuencia se hallan en grupos, 1 cas recogen también el tono dei consuelo al
743 TtaQaKokéu) 744

fin de los tiempos {->• 2.a.3), que se encuentra concreta. Exposiciones más fundamentales de la
en la proclamación de Ias acciones de Dios: paráclesis se hacen casi siempre como observa-
ciones previas o intermedias (1 Tes 3, 17-19; 1 Pe
«Salvación para los que están tristes, porque 1, 13-21; Rp 1, 27-30; 2, 12-18; Ef 4, 17-24; en
ellos serán consolados [mediante la interven- todos los casos sin jtaoaxaA.éa)).
ción de Dios en favor suyo]» (Mt 5, 4, o bien e) La paráclesis no se asienta en normas jurídi­
mediante la superación de Ias aflicciones de cas (compárese Hech 15, 28 con el v. 32; pero cf.,
este mundo, Lc 16, 25). - Lucas se encuentra no obstante, ^ j) y suaviza así la demanda de
ya en la tradición de la paráclesis de Pablo obediência convirtiéndola en petición (de manera
5): «Juan exhortaba muchas otras cosas (ita- distinta Santiago; Gál 5-6). Su lenguaje echa un
velo, en buena parte, sobre la frontera entre la tra­
çaxaLétt) usado en la predicación dei arre- dición y la palabra actual (a diferencia de rabi­
pentimiento) y de esta manera continuaba la nos) o entre la norma y el consejo (a diferencia de
proclamación dei evangelio para el pueblo 1 Cor 7, sin JtaQaxaiéo)). La autoridad se ejerce
(jtaQctxaLôív EnTiYYeLí^eTco)», 3, 18. En la patemalmente (1 Cor 4, 13-17; Schlier, 342).
invitación dei padre en 15, 28 podría escu- f) El carácter práctico de la paráclesis no deja
charse ya un eco de la proclamación propa- mucho espacio, en la mayoría de las cartas, para
gandística (los destinatários se hallan indica­ una parte «dogmática» independiente (cf., por
ejemplo, 1 Cor 1, 10; 1 Pe 2, 11). Lo didáctico se
dos en el v. 2). integra más frecuentemente en la acción de gra­
4. a) Las cartas dei NT son «palabra de con- das (por ejemplo, Ef 1-3; Col 1, 3ss) o en la pa­
suelo y aliento», Xóyoç JtaQa>tX,f|08Cüç (Heb 13, ráclesis (por ejemplo, Ef 4, 7-16; Flp 2, 5ss). Son
22). Con esta breve fórmula se puede resuimr la excepciones Romanos y Hebreos.
intención (ayuda acmal), la estructura (alteman- g) El consuelo espiritual seguirá surtiendo sus
cia de ensenanza y exhortación) y el contenido efectos (Ef 6, 22 / Col 4, 8; 1 Cor 16, 15; 1 Pe 5,
(aliento y advertência) de las cartas dei NT. Cf. 1; Heb 3, 13; 10, 25; cf. Rom 15, 14, etc.). Una
Hech 15, 31; 1 Pe 5,12; Jds 3 (Schmitz, 793,22). cadena paraclética de interés y consuelo se ex-
b) Las cartas completan la paráclesis practica- tiende desde Dios (en Cristo; 2 Cor 5, 20), pasan-
da en las comunidades (1 Cor 1, 6; 1 Tes 5, 11b; do por los proclamadores, hasta los hombres ( ^
Col 2, Is). Se trata de un consuelo y aliento mu­ b) y produce incesantemente de nuevo la acepta-
tuo: aup,jtaQaj(Xq’df)vai (Rom 1, 11). Por esta ción y la propagación de la exhortación (Flp 2, 1).
razón, autores que no son familiares a sus lecto- h) La cadena dei interés de amor actúa retroac-
res solicitan reconocimiento mutuo (Heb 13, 22; tivamente como experiencia de un consuelo y es­
Jds 3; Rom 15, 14). No hay otra condición fíjada tímulo que fortalecen: itaQexX.f|’0v]pev (1 Tes 3,
para la forma de la jtagáxXqaiç cristiana sino la 7; 2 Cor 7, 4-7.13) y como alabanza de Dios (2
de ajustarse a esta reciprocidad. jtaQaxa^éco Cor 1. 11, cf. V. 3: eíiLoytitóç). La paráclesis, en
abre el camino a todas las formas posibles, desde este aspecto, se halla andada también en el culto
la palabra espontânea e incidental hasta el discur­ divino; cf. jtaQaxaXéo) como concepto guia en
so institucionalizado. Y lo hace por consideración las bendiciones (2 Tes 2, 16s; Rom 15, 5; 2 Cor
a la agape. 13, 11).
c) La paráclesis se expresa más claramente en i) En la carta griega oficial, las «frases de
el seno de la comunidad que en el carácter uni­ p(arakalõ)» («Os exhorto a que») ofrecen una
lateral de la predicación misionera (pero cf. —^ «expresión digna y educada de exhortación, de la
S.d.l). jtaQaxaXÉü) cuenta (casi) siempre con que queda lejos todo elemento de orden imperati­
una respuesta de fe o de asentimiento. va (a saber, en las cartas reales) o de actitud de
d) La paráclesis habla personalmente, persua- subordinación (a saber, en los que hacen la pro-
sivamente, en forma directa (en contraste con la puesta)», y presentan un objetivo concreto (Bjer-
filosofia popular y con la sabiduría aforística). kelund, 110). Según esto, «pedir» puede ser ex­
Tiene carácter imperativo a causa de 1) las pala- presión de autoridad apostólica. - Claro que la di-
bras de Dios en el AT (seguidas por una «oración visión de los pasajes entre este uso profano (ori­
causai» en indicativo; sobre el imperfecto en las ginal) y un uso religioso desconoce 1) la estrecha
tablas de deberes domésticos, cf. Goppelt, 499), conexión entre la paráclesis oral y la epistolar, 2)
2) el carácter de atención y amor de la misión de la función rectora de JiaQaxaLém (-+ 5.b), 3) la
Jesus, 3) la XÓqlç, que ha de conducir al x Ó Q io p a difícil definición de las «típicas» oraciones de
personal. La paráclesis es predominantemente naçmiákéio (cf. la sinoninúa de Xéyco, paQTÚ-
745 naQaKoKéw 746

etc.), y 4) el «énfasis» de Ias


Q O jx a i, Ê Q O JT ácú , consuelo que esto supone para el que hizo la
frases preposicionales conectadas directamente proclamación (3, 7).
con Ias oraciones de JtaQa)taA,8ü) en Rom 12, 1 La vocación a la fe no tiene por objeto con-
(E. Kásemann, An die Rômer [HNT], sub loco)-, ducir a un mundo de ideas religiosas y dog­
15, 30 {-* 5.d.2). máticas, sino a la «vida cotidiana en el mun­
j) La paráclesis y la tradición doctrinal se ha-
llan en estrecha relación mutua. itapaxaLéto va do» (Kásemann, 24s). Aqui se encuentran el
seguido a menudo por partes de la carta con un viejo eón y el nuevo eón. Lo de «además, os
elevado porcentaje de tradición parenética. La pedimos y exhortamos» -co n su X,otJtóv a
predicación comunitária y la carta adoptaban a modo de fórmula (4, 1; cf. Cavallin)- no in-
menudo la forma de una aplicación de la tradi­ troduce un apêndice ético a la carta, sino que
ción a los oyentes contemporâneos, tal como lo habla de la renovación actual de la vocación
sugerían Ias comunidades jóvenes (1 Tes 4, Iss) o
que sufrían persecución (paráclesis de persecu- con el objetivo de lograr un incremento en
ción en Heb 10, 32ss; 12, Iss, ajustándose a la ella. A esto Pablo lo llama 1) una petición fra­
tradición de Sant 1, 2-12 par.; sobre la relación ternal (v. 1), 2) una devoción a Cristo mismo,
entre Ias normas doctrinales y la acción dei Espí- èv xuQÍtp, 3) un recordatorio de la tradición
ritu, cf. H. D. Wendland). - Las Pastorales y Ju­ recibida, 4) la seguridad de verse preservados
das desarrollan la línea de Pablo: su instrucción en el juicio (v. 6; 5, 9). - La santificación (v.
de conservar, actualizar y aplicar el mensaje -co­
mo la voluntad moral de Dios- a sí mismo y a los 7) es el fruto, no la condición para el consue­
oyentes (1 Cor 4, 13-17; Rom 16, 17s). lo y para esta seguridad. - La paráclesis inte­
gra lo actual -que se menciona abiertamente y
5. a) El alto grado de modulación y la rele­ sin veláda alusión (principalmente en 4, 10b-
vância teológica de los términos jtaQa>taX.éco 12.13-18)—en lo tradicional y lo hace en cin­
/ n;aQáxX,'noiç en el NT, se hallan atestigua- co ocasiones separadas (5 veces se usa Jtaga-
dos principalmente en Pablo (y en el libro de xaXéo) con variados matices en 4, Iss); con
Hechos). Tan sólo una vez Pablo expresa con ello tiene siempre como meta el consuelo y
jtaQaxaÀéo) la invocación dei Kyrios (2 Cor aliento mutuo en la comunidad, concretamen­
12, 8), pero hace a menudo que la exhortación te para el esclarecimiento de la doctrina (4,
tenga la forma de petición (compárese Fim 8 15-18) y para su aplicación moral (5, 1-11),
con el V. 10). Sobre la exhortación acentuada así como para que se observe el debido orden
por la realidad de las cosas cf. - r 2.a.2. En la en la comunidad: un marco en el que la pará­
mayoría de los casos, el tono persuasivo de clesis se convierte en el tema propiamente tal
jtaQaxaÀÉCú hace que se escuche, de manera (5, 12-25). La serie de concisas instrucciones
imposible de desoír, un eco dei mensaje de la a los dirigentes (vv. 14-15a) desemboca, sin
salvación. cesuras, en instrucciones para la vida de la co­
b) La Carta primera a los Tesalonicenses munidad, que se hallan (como es corriente) al
muestra que la proclamación es una renova- final de la paráclesis (Hp 4, 2-9; Col 4, 2-6:
ción actual y práctica de la vocación. En la Heb 13, 1-21: Ef 6, 18-20; cf. Rom 15, 30-33:
parte dedicada a la acción de gracias y a la 16, 17-20). - La paráclesis desemboca en la
rendición de cuentas, en los capítulos 1-3, Pa­ bendición (vv. 23s), en la cual se atestigua
blo describe la proclamación inicial y sus que el interés y la preocupación es por la cau­
efectos. «Nuestra predicación» (iq JtaQáxÀT]- sa misma de Dios.
oiç •qpwv, 2, 3) significa no sólo las palabras c) La Carta segunda a los Corintios hace
sino también la actitud de quien les hizo la ver que naQaytákém / jtaQáxX,Tiaiç es la fe­
proclamación: su libertad madurada en medio cunda asistencia de Dios en las situaciones en
de la persecución y su plena entrega a los que el hombre se halla en crisis (1, 3-4). Los
oyentes y al servicio (vv. 1-12). El fruto de to­ médios de esta paráclesis divina son 1) pala­
do ello es una fe pura y fuerte ante los sufri- bras: como mensaje de salvación (5, 20), co­
mientos (vv. 13s) y -retroactivam ente- el mo estímulo fraternal (1,4), de perdón (2, 7),
747 jraQaxaÀÉo) 748

de advertência (6, 2), de mutuo aliento (13, 6. En la tradición procedente de Pablo, jta-
11); como referencia al ejemplo de Jesus (10, QaxaXéo) / jiaQáxXijaiç aparece con menor
1), como buena nueva (7, 4-7.13), como tarea variedad y sin Ias estrechas relaciones con
eclesial (8, 6.17; cf. 9, 5). - Médios de la pa-
ráclesis son 2) experiencias: de la conversión Efesios 4-6 contiene la parénesis más con­
de Dios hacia nosotros para consolar (1, 3), gruentemente plena y completa dei NT. Des-
especialmente al humilde (7, 6a), dei efecto pués de la sección de acción de gracias en los
consolador de la fe (1,4) y de la bendición dei capítulos 1-3, la sección parenética está intro-
sufrimiento (1, 6s). - JtaQa>taX,éa) es el puen- ducida programáticamente por la oración de
te que se tiende desde el llamamiento a la fe n;aQaxaXécü (-> 4.i) con la actualización dei
hasta la gloria futura y que salva la distancia acontecimiento de la vocación (4, 1; cf. 1 Cor
y soporta la tensión entre la tentación y la fe 7, 20-24). La carta termina con la recomenda-
(4, 13-17). ción de la paráclesis de Tíquico, lo mismo
que Col 4, 8).
d) 1) El mensaje misionero y la paráclesis de
la comunidad mantienen su semejanza en el he- Por el contrario, en la Carta primera a Ti-
cho de que el oyente experimenta (continuamen­ moteo, la instrucción (1, 3, en aoristo) a Ti-
te) la ciisis de los tiempos como una experiencia moteo para que amoneste precede al propio
personal. Por eso, Pablo puede exclamar a los que interés exhortativo de «Pablo» (2, 1, rtaç a-
ya se han reconciliado con Dios: «Os rogamos xaXcü oúv). Según Ias Pastorales, la acción
(ahora, por este medio), como auxiliadores de de jrapaxaXéco se realiza 1) amistosamente
Cristo: ireconciliaos [imperativo] con Dios!» (2
8V [xaxQo{)-up,ía (2 Tim 4, 2), va dirigida a
Cor 5, 20). La interpelación en forma de impera­
tivo no se basa en el hecho de que el hombre esté personas mayores (1 Tim 5, 1) y a jóvenes
amenazado por el pecado, sino que se funda pri­ (Tit 2, 6), 2) como palabra que produce arre-
mordialmente en el ser personal dei hombre, en pentimiento (sleylov) y recapacitación (èm-
su elección para ser el interlocutor de Dios, en su TÍpqoov; 2 Tim 4, 2), 3) siempre de confor-
dependencia dei llamamiento divino. midad con la doctrina (1 Tim 4, 13; 6, 2) y 4)
2) Cristo mismo bendice, confirmando en los
corazones la jtaQáôoaiç; y, así, Dios infunde en armonía con la conducta dei ministro que
aliento para el futuro: Jtagá5tA.T]Oiv aícovíav (2 ha sido llamado a dar consuelo y aliento (4,
Tes 2, 15s). Por eso, breves frases teológicas, es­ 13-16).
pecialmente frases preposicionales con ôiá (xn- La Carta primera de Pedro se ajusta plena­
QÍon), èv (xuQÍm) y otras (cf. vj\âq en 2 Tes 2, 1) mente a la línea paulina: 1) introduciendo por
caracterizan la jtapáxXqoig (-►4.i). Todo el peso medio de jrapaxaXéco el objetivo principal
dei conocimiento de la salvación lo utiliza Pablo
para dar pleno contenido a este concepto abierto de la pastoral (2, 11, continuando hasta 4,19),
(-> 5.b sobre 1 Tes 4, 1; una visión de conjunto de 2) con su exhortación a exhortar (5, Iss) y 3)
Ias expresiones con ôiá puede verse en Bjerke- con la equiparación entre la paráclesis episto-
lund, 163-173). lar y la paráclesis normal en la comunidad (5,
3) La ley y la paráclesis se hallan en tensión, 12).
no porque el obrar haya llegado a ser secundário Hebreos es la predicación más antigua que
(y la tentación de la fe lo primário), sino porque
en la economia salvífica de Dios su misericórdia se conoce, que conecta en estricta sucesión
redentora se ha convertido, ella misma, en la nor­ Ias secciones de la alocución en imperativo
ma de la acción. Y, así, la exhortación a un amor (con jtaQaxaXÉco y equivalentes) con Ias sec­
servicial es la aplicación concreta dei evangelio ciones de la aplicación doctrinal en indicati­
(Rom 15, 1-6; Friedrich). vo. El autor llama a su carta Xóyoç Jiapa-
4) La profecia es un camino fiable, pero no el
camino decisivo para la jtagáxXqoiç (1 Cor 14, xÀiíaeooç (13, 22), porque, a pesar de toda su
3.[24s].31). El carisma de la ttaQáxXrioiç no es preocupación actual, él se centra en su con-
concluyente en sí mismo. «El que da consuelo y fianza en el poder de la palabra pronunciada
aliento, entréguese a sí mismo de corazón a él (es por encargo divino y en la disposición de la
decir, a la palabra y a la persona)» (Rom 12, 8). comunidad para escuchar (!; cf. 6, 9). En
749 jtaQaxaA.É(u - jtagáxXTiToç 750

efecto, magaxaXéco es una tarea cotidiana (3, suelo y aliento obrados por el Espírita Santo»
13) y resume en su concepto todos los minis­ (9, 31). - Por tres veces JtaQaxaÀéto designa
térios pastorales (10, 23-25). El «fuerte im­ un discurso de despedida en el que se bendice
pulso» de quienes «han huido para refugiarse y alienta (14, 22 con una Ifnea que vincula la
y echar mano de la esperanza puesta delante fe y la tribulación [cf. 2 Corintios]; 16, 40;
de ellos», se halla integrado en el consuelo de 20, 1); por dos veces designa la actividad li­
los irreversibles actos salvíficos de Dios y en bre (15, 32) o la actividad intensa de predicar
la exigencia que éstos plantean (6, 18). Y esta (20, 2; G. Stâhlin, Die Apostelgeschichte
exhortación habla para ayudar, «como se ha- [NTD] sub loco: «El le hablaba abundante­
bla con hijos» (12, 5). El autor afirma aqui la mente la palabra (jtaQaxaX.éaaç a n to ò ç X,ó-
unidad de la palabra bíblica y dei testimonio ycn jroX>t(p)».
actual como jtaQáxX,qoiç. J. Thomas
«Judas» afirma que su intención es la de
jtagaxaXELV (Jds 3), comienza con una cap-
tatio benevolentiae fundamentada espiritual­ TCCLQaUítkVTtXíO parakalyptõ ocultar*
mente (áváyxqv êo^ov, 4.b) y -después En Lc 9, 45 dícese de la (segunda) predic-
de hacer un «recuerdo» (la sección doctrinal ción de la Pasión hecha por Jesus (v. 44), que
quedó oculta / velada para sus discípulos (fjv
principal en los vv. 5-19)- menciona tradicio­
nalmente, aunque en forma muy condensada, rcaçaxexaXuppévov àrt’ a-uxmv).
los imperativos de su exhortación (vv. 20-23).
m a g a x a T a ^ T jx T i, ijç , parakatathèkê
7. El libro de Hechos ofrece todo el espec­ depósito confiado a alguien
tro de significados: desde pedir (25, 2; solici- En 1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14 el Textus Re-
tud presentada para congraciarse en 24, 4; ceptas ofrece en ambos casos la forma propia-
convocar en 28, 20 después dei v. 17), disua- mente ática jtaQaxaTaOfixr) en lugar de ^
dir encarecidamente (19, 31; 21, 12), hasta el jtagaOfixTi (3).
llamamiento misionero a la salvación (2, 40),
a la consolación (20, 12) y al fortalecimiento
ante Ias tribulaciones dei fin de los tiempos J t a g á x c i ^ a i parakeimai estar presente,
(14, 22, cf. infra). - Traduciéndola por invitar estar al alcance*
captamos bien el tono y la orientación de la Rom 7, 18.21 en la descripción dei hombre
petición en los pasajes 8, 31; 9, 38; 13,42; 28, antes de la fe, en quien (el bien) está, sí, pre­
14; además -con acento de obligación- 16, sente / está a disposición (xò yòtQ OéXeiv Jta-
9s.l5. naQanaXÉd) no designa nunca el ke- QÓXELxaí [tot, V. 18), pero para quien, en el
rygma misionero en sí, sino su aplicación ex- âmbito de la acción, lo único que está al al­
hortadora e invitante (2, 40, 2.b). La acep- cance es lo maio (õxi èp,ol xò xaxòv n a g á -
tación de la palabra (v. 41) incluye ambas co­ xEixai, V. 21). ThWNT IH, 656.
sas; el indicativo de ôiEfiaQXÓgaTO (fides
quae creditar) y el imperativo de n;aQ£xáX.8L JT aQ áxX i|aiç, £Ci)Ç, paraklêsis exhorta­
(fides qua creditar). ción, advertência, petición, aliento, con­
En los demás ejemplos Lucas sigue el uso suelo
específico de JiaQaxaX,éo) como consuelo y ^ jtagaxaXÉcú.
aliento espiritual dentro de la comunidad (13,
15); un uso que se derivaba de la tradición de
la sinagoga. - Los profetas Judas y Silas re- Jta0áxÀ ,l]tOÇ, OV, Ó paraklêtos defensor,
fuerzan el mandamiento y el estímulo conteni- abogado, intercesor, auxiliador*
dos en la carta venida de Jerusalén (15, 31s). 1. Contenido semântico - 2. Carta primera de Juan -
Más aún, la Iglesia «se acrecienta por el con­ 3. Evangelio de Juan - 4. Origen dei título «Paráclito».
751 jtagáxXTiToç 752

B ibl.: J. Behm, rtaQáx^Tjxoç, en ThWNT V, 798- ferencias: Behm, 799-804; Porsch, 227s; de la
812; O. Betz, D e r P a ra k le t (AGSU 2), Leiden-Kõln Potterie, 330ss). En la LXX no aparece el tér­
1953; J. Blank, K risis, Freiburg i. Br. 1964, 316-339; mino KaQáxXT|xoç (en Job 16, 2 rrfnalfamtm
G. Bomkamm, E l P a rá clito en e l E vangelio de Juan,
en Id., E stú d io s sobre e l N u evo Testam ento, Salaman- se traduce por jraeaxXf|xoQ£ç; en cambio
ca 1983, 199-223; R. E. Brown, The P araclete in the Aquila y Teodoción tienen 3rapáxXr|Toç).
F ourth G o sp ek NTS 13 (1966-1967) 113-132; Id., The
« P araclete» in the L ig h t o f M o d e m R esearch, en StEv 2. En el NT JiapáxXTitoç aparece única­
rv, 158-165; R. Bultmann, D a s E vangelium d e s Jo- mente en los escritos joánicos (Evangelio de
h a n n es (KEK), Gõttingen '“1968, 437-440; D. A. Car-
Juan y Carta primera de Juan). En 1 Jn 2,1 se
son, The F un ctio n o f the P a raclete in John 16: 7-11:
JBL 98 (1979) 547-566; A. Casurella, The Johannine designa a Jesucristo como jrapáxXTiTOç, por­
P a ra clete in the Church F athers. A Study in the H is- que él, después de su exaltación, intercede an­
tory o f E xegesis, Tübingen 1983; Ch. Dietzfelbinger, te el Padre por los pecadores. Aqui el término
P a ra klet u n d theol. A n sp ru ch im Johannesevangelium :
no se usa como un título; el concepto corres­
ZThK 82 (1985) 389-408; J. T. ForesteU, Jesu s an d the
P a ra clete in the G ospel o f John, en Word a n d Spirit. ponde a la idea judia de un intercesor ante
F S f u r D . M . Stanley, WiUowdale 1975, 151-197; E. Dios (cf. Betz, 36-116).
Franck, R evela tio n Taught. The P araklete in the G os­
p e l o f J o h n (CB, NT Series 14), Uppsala 1985; G. 3. De esta idea se diferencia el uso que se
Johnston, The Spirit-P a ra clete in the G ospel o f John hace dei término en el Evangelio de Juan,
(SNTS Mon 12), Cambridge 1970; A. M. Kothgasser, porque en él el Paráclito no intercede ante
D ie L eh r-, E rin n eru n g s-, B e z e u g u n g s -u n d E in fü h -
ru ngsfunktion des jo h G eist-P arakleten gegen ü b er der
Dios (en el cielo) por los creyentes (pecado­
C hristusojfenbarung: Salesianum 33 (1971) 557-598: res), sino que el término es claramente el títu­
34 (1972) 3-51; M. Miguéns, E l P aráclito (Jn 14-16) lo que se aplica al «Espíritu de la verdad» o al
(SBFA 2), Jerusalén 1963; U. B. Müller, D ie Parakle- «Espíritu Santo» (14, 26). Como tal aparece
te n v o rs te llu n g im Joh: ZThK 71 (1974) 31-77; F.
MuBner, D ie jo h a n n eisc h en P arakletsprüche u n d die exclusivamente (4 veces) en Ias denominadas
aposto lisch e Tradition: BZ 5 (1961) 56-70; F. Porsch, sentencias dei Paráclito en el discurso de des­
P n eu m a u n d W ort (FTS 16), Frankfurt a. M. 1974 pedida (14, 16s; 14, 26; 15, 26; 16, 7-11; im­
(bibl.); I. de la Potterie, L a v érité d a n s Sa in t Jean I plicitamente: 16, 13-15).
(AnBibl 73), Roma 1977,330-466; R. Schnackenbnrg,
E l E v a n g e lio seg ú n S a n J u a n III, Barcelona 1980, Ea Jn 14, 16 el «Espíritu de la verdad» es
154-176; Id., D ie jo h G em einde u n d ihre G eisterfah- presentado inmediatamente como «otro Pará­
rung, en F S S chürm ann, 277-306; J. Veenhof, D e P a- clito» (ãXXoç JtaQÓxXqTOç), con la promesa
ra kleet, Kampen ^1977; U. Wilckens, D e r P a ra k le t de que él estará «con», «junto a» y «en» los
u n d d ie K irche, en F S B o m k a m m , 185-203; más bi­
bliografia en -> jraQaxakéto, Jtveõpa; cf. además discípulos, con lo cual se describe ante todo
ThWNT X, 1215-1217. su función como auxiliador. El contexto
muestra que el Paráclito es «dado» para reem-
1. JtaQáxX,T)TOÇ, según su forma gramati­ plazar la ausência física de Jesús con una nue-
cal, es un adjetivo verbal pasivo derivado de va presencia «en el Espíritu» y evitar así que
JtaQaxaXéo). Significa primeramente «llama- los discípulos se queden huérfanos. El es, co­
do (por alguien para algo)» (Bauer, Wõrter- mo quien dice, el representante de Jesús entre
buch, 1223s). Cuando se emplea en sentido los suyos (cf. 14, 18ss). En cambio, entre el
sustantivado, jraQáxÂ,T]TOÇ significa «el que Paráclito y el mundo no hay relaciones (14,
es llamado en apoyo, el que es llamado en 17). La denominación de «otro Paráclito»
ayuda» (cf. Bauer, Wõrlerbuch, s.v. iraQÓ- presupone que Jesús fue ya para los discípu­
xXtitoç), es decir, el abogado. Por eso, los los un Paráclito, aunque este título no se apli­
Padres latinos traducen a menudo itaçáxXT)- ca nunca al Jesús terreno. Sin embargo, el
Toç por advocatus (Agustín, Tertuliano, Ci- evangelista establece conscientemente un pa­
priano). Fuera dei NT, se encuentra «la clara ralelo entre la actividad de Jesús y la dei
idea, procedente de la vida jurídica, de un jtaQáxXqxoç (cf. Porsch, 239s y 242s).
abogado, auxiliador o intercesor ante el tri­ En Jn 14, 26 (y en 16, 13ss) se atribuyen al
bunal correspondiente» (Behm, 801. Otras re­ rcaQáxXT)xoç Ias funciones de ser revelador
753 jtagáMA,T|xoç - jtaeajtoiia) 754

de ensenanzas y de recordarias (ôiôáaueiv, Espíritu demuestra ser el abogado de Jesús y


■ÚJtofUfAvfiaxeiv), unas funciones que hacen de los creyentes.
que progrese la actívidad reveladora de Jesús.
Ambos conceptos constituyen una unidad. El 4. El origen dei título ó JtaçáxXqroç, que se
3taçáxX.T]T05 ensena haciendo que se recuer- introduce sin más expUcación en el Evangelio de
Juan, sigue siendo todavia discutido. No satisfa-
de. Se piensa en una representación actualiza- cen los intentos por derivarlo de figuras gnósticas
dora dei mensaje de Jesús («lo que yo os di- de auxiliadores (Bultmann), de Ias ideas judias
je»; cf. 2, 22; 12, 16; 16, 4). sobre intercesores (Behm, Betz) o de la expecta-
El Paráclito no trae ensenanzas nuevas, si­ ción dei Hijo dei hombre (Bomkamm). No es su­
no que continua la obra reveladora de Jesús, ficiente tampoco para dar una explicación el re­
como lo acentúa principalmente la última sen­ curso al conjunto de ideas de la paráclesis (-> jta-
QaxaXéto). Lo mejor seria quizás explicar el títu­
tencia {16, 13-15). Según el v. 12, hubo «mu- lo por la «situación de proceso» en el Evangelio
chas cosas» que Jesús no pudo decir todavia a de Juan. En la confrontación con el «mundo», los
los discípulos, porque ellos -antes dei envio creyentes experimentan la acción dei Espíritu co­
dei Espíritu- no podían «soportarlas aún». La mo la de un jtaeáxJcqToç, es decir, la de un abo­
tarea dei Espíritu-Paráclito consistirá en gado y auxiliador (más detalles en Porsch, 306-
«conducirlos» (óôtiyeIv) «a toda la verdad», 324 y en Schnackenburg, El Evangelio según San
a Ias profundas dimensiones y aspectos, toda­ Juan m , 171-176).
via desconocidos, de la verdad. Esta verdad es F. Porsch
la revelación de Jesús, supremamente es él
mismo (cf. 1, 18; 14, 6; 17, 18). El introducir
en «toda la verdad» abarca también la procla- JiaQ axoirj, tjç , parakoè desobediencia,
mación de lo «venidero» ( t à èQXÓ(i8va). No no querer escuchar, desoír*
se piensa con ello en revelaciones dei futuro En el NT el término aparece 3 veces: en
al estilo apocalíptico, sino en la interpretación Rom 5, 19 dícese de Adán, por cuya Jtaga-
de los «signos dei tiempo» como lo que llega xof| «los muchos» fueron hechos pecadores
e incumbe siempre a la comunidad. El jtaq á- (lo opuesto: ujtaxofi). Según 2 Cor 10, 6, Pa-
x?tT)TOÇ, al proclamar a Jesús como el Exalta­ blo declara estar dispuesto a castigar toda de­
do y mostrarle como el origen de la obra de sobediencia (lo opuesto: ■ôitaxofi). En Heb 2,
salvación, le está glorificando (16, 14s). 2 se habla de la desobediencia (junto a jraQÓ-
La función característica dei jTaQÓxltqTOç PaOLç) hacia la ley dei Sinai promulgada por
como abogado se expresa clarísimamente en medio de ángeles (cf. Gál 3, 19s). ThWNT I,
Jn 15, 26 y 16, 7-11. Ambas sentencias se ha- 224; BHH m , 2048; Spicq, Notes H, 656s.
llan en un contexto determinado por el odio y
la hostilidad dei mundo (15, 18-16, 4a). En 3iaQaxoXoV'd'é(0 parakoloutheõ acompa-
esta situación el JtaQáxX,TiToç dará testimo- ííar, investigar (un asunto)
nio en favor de Jesús (en los creyentes) y de àxoX.ouO-écD 5.
este modo capacitará a los discípulos para que
den su testimonio (15, 27). La sentencia, des­
de el punto de vista de la historia de Ias tradi- jiaQ ax o v o } parakouõ oír (por casualidad
ciones, podna estar relacionada con Mc 13, 9- / de pasada); no escuchar a, desoír*
13 par. - Según Jn 16, 8, el jtapáx)o]Toç (v. Mc 5, 36 (ó ôè I tiooõç Jtaçaxoúoaç xòv
7), en la confrontación de los creyentes con el Xóyov Xakov\i&vov) puede significar que Je­
mundo, asumirá la función de convencer, de sús hizo caso omiso / no quiso prestar aten-
descubrir (-►èA.éYX®), probando que Jesús ha ción o bien oyó de pasada / escuchó por ca­
sido glorificado, mientras que el mundo y su sualidad Ias palabras (sobre la muerte de la
«príncipe» han sido juzgados por su incredu- hija dei presidente de la sinagoga); la cone-
lidad pecadora (w . 8-12). De este modo, el xión con los vv. 35 y 36 hace que la segunda
755 TcaQaxoíico - itaQaXauPávcü 756

traducción sea más probable. En el sentido de aparece una sola vez en Hebreos), pero no ca-
ser desobediente / no prestar atención a (èàv recen de importância desde el punto de vista
ôè [...] jtaeaxoíiaTi), Mt 18, 17 (bis); cf. ade- teológico (por ejemplo, en el Evangelio de
más 2 Ciem 3, 4; 15, 5. ThWNT I, 224; T. Hi- Juan el verbo aparece 3 veces). - Sobre la gra­
runuma, parakouO «To overhear, to refiise to mática hay que senalar que el aoristo de parti-
hear»: Shinyaku Kenkyü (Osaka) 147 (1978) cipio JtaQaÀapüiv puede usarse pleonástica-
1223S. mente (Hech 15, 39; 21, 32) o para reforzar el
sentido (Lc 9, 10). Mientras que en los papi­
ros y en Ias inscripciones jiaQa7.a(xPávü) se
Jiag ax v JtT O ) parakyptõ inclinarse (pata
construye a menudo con Jtapá, en 1 Cor 11,
mirar), mirar a*
23 se encuentra con àjió para designar el ori-
En el NT el verbo aparece 5 veces. El signi­
gen. Es sorprendente también Mc 7, 4, donde
ficado original de inclinarse aparece en la
jiaQaÀapPávo) va seguido por un infinitivo
construcción x a l rtaQaxnrlJaç pX,éjtei, Lc 24,
con sentido final (BlalB-Debrunner § 391).
12 (dícese de Pedro); Jn 20, 5 (dícese dei
«otro discípulo»); cf. jtaQéxnapev eiç tò
2. Para la comprensión dei uso de napaXaq-
[rvT]jj,ETov, 20, 11 (dícese de Maria Magdale- pávtü en el NT, principalmente como concepto
na); en sentido figurado, mirar a (la ley per- relacionado con la tradición, es muy instructivo
fecta de Ia libertad), Sant 1, 25 (cf. la imagen echar una ojeada al entorno dei NT. En la LXX
en los vv. 23s); contemplar (el acontecimien- (donde aparece unas 50 veces) el verbo compues-
to salvífico de la proclamación dei evange- to JtaQaXapPávco se usa a menudo para reforztir
lio), 1 Pe 1, 12. ThWNT V, 812-814; F. Nei- el sentido dei verbo simple (por ejemplo, en Gén
22, 3), y, cuando va acompanado por una persona
rynck: EThL 53 (1977) 113-152.
(Gén 31, 23) o por una cosa (Núm 23, 20) como
objeto de la acción verbal, puede tener los signi­
J ta ç a X a ^ P a v tO paralambanõ tomar con­ ficados de «tomar consigo» (en sentido amistoso:
Gén 47, 2; en un contexto de guerra: 1 Mac 4, 1);
sigo, recibir; traer hacia sí mismo; acep- «quitar» (Sab 16, 4); «obtener, conseguir» (por
tar* ejemplo, el dominio; Dan 6, 1.29); el reino esca-
1. Testimonios en el NT y aspectos gramaticales - 2. tológico: Dan 7, 18).
En el entorno dei NT, principalmente en relación con También en la literatura griega Jta0aX,a(rPá-
la tradición - 3. Principales puntos y perspectivas en la vcu se usa teniendo como objeto de la acción ver­
exégesis. bal a una persona («recibir, aceptar a alguien»,
Herodoto, Platón) o a una cosa («aceptar el go-
B ib l : Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, j.v. biemo, hacerse cargo de negocios», Aristófanes,
en el índice analítico (454); H. Conzelmann, D e r erste Plutarco). jta 9aX.ap.pávcü puede usarse como
B r ie fa n die K o rin th er (KEK), Gottingen ^1981 (sobre tecnicismo para designar el proceso de la tradi­
11, 23; 15, 1-3); G. Delling, Xappávco xrX., en ción, sobre todo cuando va asociado con Jtaçaôi-
ThWNT IV, 5-16; B. Gerhardsson, M em o ry a n d M a-
n u scrip t (ASNU 22), Uppsala 1961 (sobre todo 262-
Sóvai. Frente a un concepto de la tradición en
323, para 3.c.); E. Lohse, D ie B riefe an die K olosser sentido general (Herodoto, Isócrates) se halla el
u n d a n P h ilem o n (KEK), Gottingen 1968 (a propósito
carácter especial que el concepto adquiere en el
de Col 2, 6; 4, 17); F. MuBner, D e r G a la terb rief Tra- cultivo de Ias tradiciones de una escuela, por
ditio n sverstã n d n is b ei P a u lu s un d in den D euteropau- ejemplo, cuando se usa para definir Ias relaciones
linen (WMANT 8), Gottingen 1962; para más biblio­ entre el maestro y los discípulos (Platón, Theaet
grafia, cf. ThWNT X, 1154. 198b) o para precisar la propiedad intelectual y la
influencia de Ias ideas (Platón, La 197d), una in­
1. En el NT jraQa7,apPávco se halla atesti- fluencia que se debe entre otras cosas a la sobre-
guado 50 veces, preponderando numérica­ saliente personalidad dei filósofo (Platón, Resp
mente los escritos narrativos de Mateo (con YH, 520). «Por eso, el Jia0aX.a(iPávcuv ve en el
maestro a la autoridad por excelencia» (Delling,
16 testimonios) y de Lucas/Hechos (con 13), 12). Esta autoridad presupone una relación de
mientras que los testimonios son escasos en confianza y exige un determinado comportamien-
los escritos tardios (por ejemplo, el verbo to en la vida (cf. Pablo). La comprensión de jta-
757 3iagaXa|xpávco 758

gaXauPávcü en los cultos mistéricos y en la también una orientación/oreníe: Mt 18, 16


Gnosis imprime no menos su sello en la persona- (llevar consigo testigos); 27, 27 (los soldados
lidad dei indivíduo y le da profundidad religiosa, llevan a Jesús al pretorio; cf. Jn 19, 16), y
asociada a menudo con rasgos esotéricos (Con- puede recibir un significado escatológico: Mt
zelmann, 230). 24, 40.41 par. Lc 17, 34.35.36 (aqui, desde
En cuanto al âmbito judio, el acento de iraga-
A,an|3áv(0 recae sobre el contenido de la doctrina, luego, con consecuencias de separación; lle­
sobre la Torá y su interpretación. A esas ensenan- var consigo - ser dejado); cf. también Heb 12,
zas les corresponde una autoridad ilimitada, co­ 28 (recibir el Reino, a tenor de Dan 7,18). En
mo garantiza entre otras cosas la cadena de tradi- este campo semântico se encuadran casi sin
ción ininterrumpida que se remonta a Moisés o a distinción alguna los testimonios que se ha-
Dios mismo (Abot 1, 1). El piei qibbel («tomar, llan en el libro de Hechos, por ejemplo, 15, 39
recibir») y el nifal mãsar («ser trasmitido») se
emplean casi a manera de fórmula, cuando se ha- (Bemabé lleva consigo a Marcos); 16, 33
bla de trasmitir el contenido de la tradición (De- (acoger); 21, 24 (llevar consigo para hacer un
lling, 13s). voto); cf. además 21, 26.32; 23, 18 (cf., a pro­
pósito, Ch. Burchard; ZNW 69 [1978] 156s).
3. Los principales puntos y perspectivas de b) El carácter constitutivo de la comuni-
la exégesis se pueden definir de la siguiente dad, inherente a JtaQaX,ap,pávco, adquiere
manera; JtaQaJtapPávco como concepto cons­ una acentuación especial en el contexto cris­
titutivo de la coraunidad (especialmente en tológico, especialmente en Jn 1,11 (los suyos
los Evangelios), en un contexto cristológico no aceptaron al Logos) y en 14, 3 («yo os lle-
(Juan; Colosenses) e, incluyendo ambas pers­ varé conmigo»); esta perspectiva se ahonda
pectivas, como tecnicismo para designar el ahora existencialmente en Col 2, 6; j Vosotros
proceso de la tradición. habéis aceptado a Jesucristo como el Senor!
a) El carácter constitutivo de la comuni- jPor tanto, vivid también en él! «De este mo­
dad, inherente a JtaQaÀap|3áv(ü, puede refe- do se asocian muy íntimamente la cristología
rirse primeramente al âmbito familiar: José y la ética» (Lohse, 142 nota 6). Esta actitud
toma consigo a Maria como esposa (Mt 1, 20. debe caracterizar también el ministério (ôia-
24), acepta al nino y a la madre (2, 13s), les >tovía) de Aiquipo, recibido por encargo dei
da protección y seguridad (2, 20s). Mateo em- Senor (4, 17).
plea aqui un esquema fijo; encargo - revela- c) Pablo usa también JiaQaÀap,(3áv(0 co­
ción - ejecución, y en él vemos que Jtaga- mo tecnicismo para designar la parádosis
XapPávco se halla siempre asociado con tyeg- apostólica. El contexto revela que aqui se in-
■fteíç como signo de que todo se ha realizado. cluyen tanto el elemento constitutivo de co-
Como concepto constitutivo de la comuni- munidad como los aspectos cristológicos.
dad, en sentido más amplio, itaQa^kappávco Aunque en un grupo de testimonios el conte­
se aplica a Ias relaciones entre los discípulos y nido, propiamente tal, de la tradición queda
Jesús (Mc 4, 36) e incluye tanto a la esfera de sin especificar (1 Tes 2,13; aceptar la palabra
glorificación (Mc 5, 40; 9, 2 par.: Jesús toma de Dios que ha sido proclamada; Gál 1, 9: el
consigo a tres discipulos) como al aconteci- evangelio), y aunque el acento recae más so­
miento de la cruz (Mc 10, 32 par. Mt 17,1 / Lc bre el valor que lo aprendido tiene para la vi­
9, 28: Jesús lleva aparte a los discípulos y les da (1 Tes 4,1; cf. Flp 4, 9; 2 Tes 3, 6), sin em­
habla de su propia Pasión; cf. Mc 14, 33 par. bargo se mencionan explícitamente elementos
Mt 26, 37: escena dei Monte de los Olivos). esenciales de la parádosis en 1 Cor 11, 23 y
El sentido solidário de JiaQaX,apPávco 15, 1-3. En efecto, se trata de temas de no po­
puede abarcar incluso el âmbito demoníaco, ça importância como son la celebración de la
como vemos en Mt 4, 5.8 (el diablo lleva con­ eucaristia, la formulación - a modo de confe-
sigo a Jesús) y 12, 45 par. Lc 11, 26 (el espí- sión de fe - dei acontecimiento de Cristo ex-
ritu inmundo y sus secuaces). Puede adquirir presado en su muerte y su resurrección, y el
759 jtaeaXajipáviu - jraQa7ijo(j,aL 760

«evangelio original» (cf. 15, Is). Estos mate- n a ç á X lo ç , 2 paraüos región situada junto
riales de la fe (orales y/o escritos) se hallan al mar, región costera*
firmemente andados en la tradición de la co- Según Lc 6, 17, entre la muchedumbre que
munidad primitiva (por ejemplo, en la cele- escuchaba a Jesús habia gente de toda Judea y
bración de la Cena dei Senor: Mc 14, 22.25; de Jerusalén y «de la región costera de Tiro y
sobre todo Lc 22, 19s), pero además demues- Sidón» (cf. Mc 3, 8: rcepl T ú q o v x a l Siôcõ-
tran ser universalmente vinculantes por la va).
confirmación que de ellos hizo el Senor mis-
mo (1 Cor 11, 23).
El recurso a la parádosis bien marcada (15, n a g a X X a y n j fjÇj 11 parallagê variación,
Iss) y la apelación a la revelación personal cambio*
(Gál 1, 12) no tienen por qué excluirse entre Propiamente se trata de un tecnicismo as­
sf, como se ve precisamente en Gál 1,12. Jun­ tronômico. En Sant 1, 17 se dice -e n sentido
to al factor polémico-apolegético, que desem- figurado- de Dios, «el Padre de Ias ‘luces’ (cf.
pena un papel, por ejemplo, en Gal 1, 12 (cf. Sal 135, 7 LXX), en quien no hay variación
1, lOs), podrá quizás explicarse así la aparen­ ni oscurecimiento ocasionado por la rotación»
te tensión entre la revelación y la tradición: (jta p ’ (p ov% Evi JtaQaXXayn q TQortfjç
«Pablo, en virtud de la ‘revelación de Jesu- àjtoaKÍaap.a). Por tanto, en contraste con Ias
cristo’ experimentada por él, reconoce que el variaciones que experimentan los astros, que
kerygma cristiano existe justificadamente, de estan sometidos a un orden, Dios es inmuta-
tal manera que él mismo puede ‘aceptarlo’ y ble (en su bondad: v. 17a).
‘trasmitirlo’ como parádosis. De este modo se
mantiene en pie lo indeducible de la ‘revela-
;n;aQ a^O Y Í^o^ai paralogizomai enganar,
ción de Jesucristo’ y, no obstante, queda lugar
descarriar*
para la comunicación de esa revelación y de
Col 2, 4: JtaQaXoYÍÇccr&ai èv m^avoXo-
esa parádosis» (MuSner, 66 nota 116; allí se
yíg, «enganar / seducir con capciosos razo-
cita más bibliografia).
namientos»; Sant 1, 22: TcaQaXoyíÇeo^ai
Una concepción de la tradición en sentido
èauxóv, «enganarse a sf mismo» (oyendo la
puramente judio la encontramos en Mc 7, 4,
palabra, pero no poniéndola en práctica); cf.
donde se habla especialmente de los precep-
también 2 Ciem 17, 6.
tos relativos a la purificación. - Con ello jia-
QaX,ap(3áv(t) demuestra ser un concepto que,
en sus diversos matices y acentos, está basado T ia ç a X v o ^ a i paralyomai estar débil, sin
de manera esencial en la cristologia (comu- fuerzas; (participio de perfecto) sustanti-
nión, unión con Jesucristo) y garantiza, por vado: paralítico*
tanto, la obligatoriedad y la vitalidad de la El término aparece 5 veces en el NT (siem-
tradición cristiana primitiva, entre otras co­ pre en voz pasiva): cuatro veces en los escri­
sas, por su realización en la fe de Ias comuni­ tos de Lucas y una vez en Heb 12, 2. El verbo
dades cristianas. se encuentra únicamente en participio de per­
A. Kretzer fecto, jtaQaX8Xup,évoç, y tiene sentido sus-
tantivado en Lc 5, 24 y Hech 8, 7; en los es­
critos de Lucas designa siempre a paralíticos
TiaçaX É Y O ^ai paralegomai costear* que son curados por Jesús (Lc 5, 18.24) o por
Aparece como tecnicismo dei lenguaje de los apóstoles (Felipe, Hech 8,7; Pedro, 9, 33).
la navegación en Hech 27, 8: [lóÀiç t e rtapa- En Heb 12, 12, en la exhortación a robustecer
Xeyópevoi an-criv (= Tqv KçT|Tqv, cf. v. 7), de nuevo Ias rodillas débiles / que flaquean
«costeándola con dificultad (a saber, la isla (xà JtaQaX.e7,upéva yóvaxa) (cf. Is 35, 3; ^
de Creta)»; 27, 13: xf)V KQqTqv. yóvn 2.a). ->■ rtaçaXtm xóç.
761 jtaQaÀ.UTixóç 762

TiaQaÀVTlXÓÇ, 3 paralytikos paralítico, paciente xaxóòç hftav, pero intensifica la gra-


tullido* vedad dei padecimiento al hablar de una en-
fermedad mortal (también Jn 4, 47). La forma
1. Aparición y significado en el NT - 2. La curación
dei paralítico en Mc 2 par. - 3. La curación dei joven de Ias historias de milagros dei NT se ajusta a
criado dei oficial en Mt 8 par. los esquemas corrientes en el mundo helenís-
tico. Esto no decide nada sobre la historicidad
B ib l.: P. J. Achtemeier, Toward the Isolation o fP r e -
de los relatos.
M a rkan M iracle Catenae'. JBL 89 (1970) 265-291, R-
W. Funk (ed.), E a rly C hristian M ira cle Sto ries (Se­
meia 11), Missoula 1978; H. J. Held, M a tth ã u s ais In- 2. Las intensas diferencias en cuanto al vo­
terp ret d e r W u ndergeschichten, en G. Bomkamm-G. cabulário y los detalles narrativos en Mc 2, 1-
Barth-H. J. Held, Ü b erlieferu n g u n d A u sle g u n g in
M a tth ã u seva n g eliu m (WMANT 1), Neukirchen-Vluyn
12 par. Mt 9,1-8 / Lc 5,17-26 hacen difícil de
’1975, 155-287, sobre todo 165ss, 182ss; K. Kertelge, admitir la idea tradicional de que Mateo y Lu­
München
D ie W u n d er J e s u im M a rk u se va n g e liu m , cas hubieran utilizado a Marcos (cf. Reicke).
1970, sobre todo 75-82, 85-89,185ss; J. D. Kingsbury,
O bservations on the M ira cle C hapters o f M t 8-9: CBQ Marcos tomó la perícopa de la tradición de la
40 (1978) 559-573; X. Léon-Dufour (ed.), L o s m ila- comunidad y no introdujo en ella casi ningún
gro s d e Jesús, Madrid 1979, sobre todo 227-247; H.
van der Loos, The M ira cles o f Jesus, Leiden 1965, so­ cambio. El diálogo de los vv. 5b-10a se encontra-
bre todo 435-463, 530-550; I. Maisch, D ie H eilu n g ba ya asociados, en la época pre-marquina, con la
des G elãhm ten, Stuttgart 1971; R. Pesch, Jesu ureige- historia dei milagro. El v. 11 (todos alaban a
ne Taten?, Freiburg i. Br. 1970, 135ss; B. Reicke, The Dios; no se mencionan ya los enemigos de Jesús)
S yn o p tic R ep o rts on the H ealing o f the P aralytic, M t demuestra que el relato tuvo originalmente vida
9, 1-8 a n d P a ra llels, en S tu dies in N T L anguage. F S propia. Sin embargo, el diálogo (insertado poste­
f ü r J. K. E llio tt, Leiden 1976, 319-329; E. Schweizer, riormente, como demuestran el v. 12 y la mptura
D ie H eilu n g des K oniglichen: Joh 4, 46-54: EvTh 11 dei estUo en el v. 10b) no circulo nunca sin la his­
(1951-1952) 64-71; E. F. Siegmann, St. Jo h n 's Use o f toria dei milagro, porque el v. 10 se halla insepa-
th e S yn o p tic M a teria l: CBQ 30 (1968) 182-198; G. rablemente unido con la curación. - La historia
TheiBen, U rchristliche W undergeschichten, Gütersloh dei milagro hace hincapié en la fe de los cuatro
1974, 114ss, 165s. hombres, que vence todos los obstáculos. El diá­
logo presupone una conexión entre la enfermedad
1. En el NT naQaXnxuióç aparece 10 ve- y el pecado (admitida ya en el AT y en el judaís­
ces. El término se usa como adjetivo y como mo, cf. bNed 41a: «El enfermo no se levEinta de
sustantivo: en el sumario de Mt 4, 23-25 (que su enfermedad hasta que no se le han perdonado
describe la actividad de Jesús como procla- todos sus pecados [es decir, hasta que Dios no le
ha perdonado todos sus pecados]»; cf. Billerbeck
mación y sanación) aparece junto a otras dis-
1, 495s), pero el diálogo no presupone una doctri-
capacidades físicas (v. 24), en Mc 2, Iss (cin­ na sobre la correspondência (la gravedad de la
co veces) par. Mt 9, 2ss (tres veces) (curación enfermedad corresponde a la magnitud dei peca­
dei «paralítico») y en Mt 8, 6 (curación dei jo­ do). Jesús libera al itapaXuTiJtóç de lo que le se­
ven criado de un oficial pagano). Los escritos para de Dios, y luego de su discapacidad física, la
lucanos (así como Heb 12, 12) usa, en vez de cual -lo mismo que toda enfermedad- es expre-
JtagaÀnTixóç, el participio de perfecto de la sión de lo alteradas que están las relaciones dei
hombre con Dios. Por eso, la pregunta dei v. 9 di­
voz pasiva de Jiapaiv.ÍHX); Jtapali.EX.fip.Évoç ficilmente será una «pregunta no hecha en serio»
(los Evangelios y la Carta a los Hebreos usan (en contra de lo que afirma Dibelius, Historia,
también jtükòz,, pero, con excepción de Lc 63), sino que senala la inexpresable dificultad dei
14, 13; Hech 3, 2; 14, 8; Jn 5, 3, lo hacen uni­ perdón, cuya realidad se refleja en la menor difi­
camente en sumários sinópticos y en sentido cultad de la curación, v. 11.
figurado. Es imposible un diagnóstico exacto Mateo reduce el relato (como hace con fre-
cuencia) a unos cuantos rasgos esenciales. Con
de los fenômenos de parálisis en Ias historias eUo las palabras de Jesús, en 9, 6, ocupan un lu­
de curaciones dei NT. Mt 8, 6 habla de una gar destacado. Con el final de voces a coro, Ma­
parálisis asociada con intensos dolores. El lu­ teo asocia una idea que va más allá de lo que se
gar paralelo Lc 7, 2 dice sencillamente que el dice en el relato de Marcos: también la comuni-
763 jtaQaXvTixóç - jtagaiADÜía 764

dad tiene autoridad para perdonar pecados, 9, 8 ferirse a los sacerdotes levíticos, a quienes (a
(cf. 16, 19; 18, 18). diferencia de Jesús) la muerte les impedia
Lucas modifica la exposición, introduciendo ya permanecer (en el ministério); en Sant 1, 25
inmediatamente a los adversários en 3, 17. Al
mismo tiempo, Lucas inserta en el relato un ele­ se habla -en sentido absoluto- de perseverar
mento importante para él: la interpretación caris­ en la ley perfecta de la libertad. Cf. IgnEf 2,
mática dei poder sanador de Jesús (cf. 4, 14; 6, 1; Herm (v) 2, 3, 2; (m) 5, 2, 3. ThWNT IV,
19; 8,46). Como en Mateo, la tradición de Ias pa- 581s; D T N T in, 351.
labras en Lucas se aproxima bastante al texto de
Marcos.
n:aQ a^'V 'd'éo^ai paramytheomai conven­
3. En Mt 8, 5-13 par. Lc 7, 1-10 (Jn 4, 46- cer, animar, consolar*
53) el tenor de Ias palabras y el curso dei re­ El verbo aparece 4 veces en el NT. Jtapa-
lato (a diferencia de la tradición de Ias pala­ (lor&éopai adquiere su sentido de Jtagá («a,
bras: Mt 8, 8b-10.13 par. Lc 7, 6b-9) son tan hacia») y p.U'0'éopai («hablar»); hablar amis­
distintos, que resulta difícil pensar que ambas tosamente a alguien. Tiene un significado
versiones sinópticas hayan tenido una única afín al de ->■ jraQaxaXéco. «Es característico
fuente (Q). de ambos verbos el doble aspecto de amones-
Mateo inicia el relato con la súplica dei oficial tar y consolar» (ThWNT V, 819).
que quiere que Jesús cure a su criado paralítico En Jn 11, 19.31 dícese de unos judios que
(naiç = ôoüLoç). 8, 6 debe leerse como una pre- tratan de consolar a Maria y a Marta de la
gunta; «^Tendré yo que ir... (a la casa impura de pérdida de su hermano (jtaQ aptrdéopai an-
un pagano)?». Pero el gentil no acepta el rechazo, xáç / anxf|v); en otros casos, el verbo se usa
V . 9 (cf. Mt 15, 26s). Jesús no se niega ante seme-
también para expresar el consuelo / la condo­
jante fe de un gentil. Y con ello comienxa el tiem­
po de salvación para los «muchos» (vv. lls [Q: lência en casos de luto, cf. Tucídides II, 44, 1;
cf. Lc 13, 28-30]; cf. Is 2, 2s; Miq 4, 1. Plutarco, Cons 104c; detrás de Jn 11, 19ss se
Lucas realza más la humildad dei gentil, y hace halla la acción de consolar a los que están de
por eso que hablen en representación dei oficial luto: una de Ias más importantes obras de ca-
unos ancianos judios y más tarde ünos amigos, de ridad preceptuadas en la tradición judia, cf.
tal forma que no se llega a un encuentro personal ThWNT V, 788s y 820; Billerbeck IV, 582ss;
entre el oficial y Jesús. La razón de ello no es el Spicq, Notes II, 659 con la nota 2.3. El verbo
obstáculo que supone la impureza dei gentil, sino
más bien la grandiosa majestad de Jesús. se emplea en 1 Tes 2, 12, donde Pablo da
cuenta de su actividad en la comunidad, a la
M. Rissi que él «ha exhortado, alentado e implorado»
(jxaQaxa7,onvx8ç npãç x a l JtaQapxc&onpe-
maçáXvTOÇ, 2 paralytos (adj.) paralítico; voi x a i paQxngópEvoi), como un padre hace
(sustantivado) paralítico, tuUido. con sus hijos; en 5, 14 el verbo se usa en una
Mc 2, 9 D sustantivado; ó JtaQáX.OTOç, en parénesis: «\alentad/ consolad a los pusilâni­
lugar de -> jrapaX.uxix.óç. mes!» (jtaQapir&EioOE xonç òkiyoTlrúxonç,
junto a vonflExeTxE xonç ótxáxxonç). Bauer,
Wõrterbuch, s.v. (bibl.); ThWNT V, 815-822;
JKXga^EVb) paramenõ permanecer, conti­
X, 1217 (bibl.); H. Schlier: GuL 36 (1963)
nuar, perseverar*
327-340; DTNTI, 322s; Spicq, Notes E, 658-
El verbo aparece 4 veces en el NT; en 1 Cor
663.
16, 6 dícese de Pablo que quiere permanecer
(durante algún tiempo) junto a los corintios
(v.l. xaxapévo)); en Flp 1, 25; pEvcõ x a i tia- JiaQa|A‘U‘d 'ía , a ç , ^ paramythia consuelo,
çapevÍD rtãoiv uplv, «yo me quedaré y se- aUento*
guiré estando con todos vosotros». En Heb 7, En 1 Cor 14, 3 dícese dei que habla proféti­
23 el verbo se usa en sentido absoluto para re- camente en la asamblea de la comunidad y
765 itaçafiudía - JtaQartX,r|oioç 766

que se dirige a Ias personas para «decirles pa- (vv. 18s) que en el desierto se rebelaron / se
labras de «edificación, exhortación y consue- insubordinaron (contra Dios) (xlveç... jtapE-
lo / aliento» (XaXel oixoòoqTiv x a l ita p á - jtíxgavav;); cf. v. 15; Ex 17, Iss; Dt 31, 27;
HÀTiaiv x al jiaQatxufl^íav). H. Greeven: ZNW Sal 105, 7 y passim en la LXX. ThWNT VI,
44 (1952-1953) 1-43, especialmente 11 y 37; 125-127; P. Walters, The Text o f the Septua-
ThWNT V, 815-822; DTNT I, 322s; Spicq, gint, London-New York 1973, 150-154.
Notes II, 658-663.
J ta g a J U X Q a ff^ ó ç , OÜ, ó parapikrasmos
JiaQafivdlOV, ou, tó paramythion con- enfurecim iento, rebelión, insubordina-
suelo, estímulo* ción*
Flp 2, 1 en un llamamiento a la unidad y al El sustantivo no se halla atestiguado sino a
amor mutuo: al mutuo estímulo de amor / nu­ partir de la LXX. En Heb 3, 8.15: pq oxkq-
trido por el amor» (itapapiifliov àyájtqç, gúvqxe xàç x ag ô íaç upoav tbç èv xrô jtag a-
junto a la frase: JtaQáxX.qoiç èv Xpurtrâ, mxQaoptõ (cita dei Sal 94, 8 LXX; cf. ade-
xoLvcüvta JtvEÚqaxoç, ojtXáyxva x a l oix- más Ex 15, 23ss; 17, Iss; Núm 20, 2ss) díce­
xiQpoí). se de la insubordinación dei pueblo dei êxodo
en contra de Dios. ThWNT VI, 125-127.

Jiagávoia, aç, paranóia locura, de­


mência J ia g a J lÍJ lT W parapiptõ delinquir, caer,
2 Pe 2, 16 v.l. en lugar de ^ jtagatpgovLa. apostatar*
En Heb 6, 6 el verbo se usa en sentido ab­
soluto y figurado para referirse a quienes ya
Jiaçavofiéo) paranomeõ actuar contra la creían pero que han vuelto a apostatar / caer
ley* (xal nagajtéoovxaç); cf. 3, 12; 10, 26; Sab
Según Hech 23, 3, el sumo sacerdote, ac- 6, 9; 12, 2; 1 Ciem 51, 1; en la Carta a los He-
tuando contra la ley, ordena golpear a Pablo breos se piensa en un acto fundamental y
(jtagavoqrâv x e Xe ú e l ç pe rÓ J tT E o f l^ a i) ; lo consciente por el que uno se aparta de la co-
opuesto es la frase: xgívcov pe x a t à xòv vó- munidad, cf. 6, 6b-8. ThWNT VI, 170-173;
pov, V. 23a. ThWNT IV, 1083s. DTNT III, 324s; Spicq, Notes II, 692-694;
jtagájtxcopa 3.
J i a g a v o f i i a , a ç , i ] paranom ia acción
mala, acción contraria a la ley, delito* Jtapam X éoj parapleõ pasar de largo (na­
En 2 Pe 2, 16 dícese de Balaán, quien (se­ vegando)*
gún el contexto) «fue recriminado por su bu­ El verbo aparece en Hech 20, 16 como tec­
rra a causa de su mala acción» (eXey^ iç... 3ta- nicismo dei lenguaje de la navegación: jtag a-
gavoplaç); cf. Núm 22, 22ss, donde se refie- jtXehaai xf)v "Eqpsaov, «dejar de lado a Efe-
re, desde luego, que el ángel dei Senor sale al so» en el curso de la navegación.
encuentro de Balaán, de lo cual el vidente no
se da cuenta al principio; cf. Jds 11. ThWNT
IV, 1083. n a ^ a n X iíja io ç , 3 paraplêsios aproxima­
do, casi el mismo, semejante*
En el NT el adjetivo aparece únicamente en
Jiag a n ;i> tg a ív a ) parapikrainõ enfurecer- gênero neutro y con sentido adverbial. Según
se, rebelarse, insubordinarse* Flp 2, 27, Epafrodito tuvo una enfermedad
El verbo no se halla atestiguado sino a par­ «que le puso al borde de la muerte»; estuvo
tir de la LXX. Heb 3, 16 lo emplea en sentido «enfermo de muerte» (jiaQ03tX.fiaiov flavá-
absoluto para referirse a los desobedientes xtp). Spicq, Notes II, 664s.
767 Jta0ajt?itiaícoç - Jta0ájiTO)|ia 768

JiaQ aJlX t|aí(o ç paraplêsiõs (adv.) aproxi­ En este aspecto, el término coincide con parte
madamente, de manera igual / semejante, dei espectro de significados de àpaQTÍa y
asimismo* especialmente con ãpáQTqpa. La LXX se
En Heb 2, 14 dícese de Jesús, que participó sirve en parte de ellos para traducir los mis-
-de igual manera que los hombres—de la car­ mos términos hebreos que traduce por Jta-
ne y de la sangre (x al aü tò ç JiagaJtXTioícoç eáitTcoiia (y JtapajtmTCO), pero entre tales
[lexéoxev xó&v aüxcõv); cf. 4, 15. A pesar de términos no se encuentran los términos he­
lo imprecisa que es la expresión, no se piensa breos bãtã ’ y battã ’t, traducidos en la inmen-
en una mera «semejanza»; cf. O. Michel, Der sa mayoría de los casos por ápapxáva) /
Briefan die H ebrãef (KEK), suh loco; Spicq, âp.aQTÍa, etc.
Notes II, 665: «sin ninguna diferencia».
2. En el lenguaje paulino, itaQ ájtxcofta,
como acto pecaminoso concreto, se distingue
JiaQam O QEVOfiai paraporeuomai pasar claramente de áftaQXÍa, que se entiende co­
por, atravesar* mo poder y desgracia funesta. En Pablo, el
En el NT el verbo apeirece 5 veces: en sen­ plural aparece casi exclusivamente en citas y
tido absoluto, pasar por en Mc 11, 20; ol Jta- expresiones tradicionales, y lo mismo sucede
Q«n:oQ8UÓp,evoi, «los que pasaban», 15, 29 con textos no paulinos en contextos parecidos
par. Mt 27, 39; con ôiá, cruzar, atravesar. (cf. Rom 4, 25: Cristo JtapEÔó^T] ó tà x à Jta-
ô ià Tcõv ojtoçípcov, «por los sembrados», 0 aJtxcóp,axa [Is 53, 12 LXX: xàç áp a p x ía ç ]
Mc 2, 23; JtaQajtoQeúopai ô ià xfjç F a k - rípcõv; 2 Cor 5, 19: [tq XoYi^óp.Evoç x à Jta-
Xaíaç, «cruzar Galilea», 9, 30. p a 5ixob|taxa [Sal 31, 2 LXX: á p a e x ía v ; cf.
también Aristófanes, Vesp 745]). Algo análo­
go hay que decir dei lenguaje de los escritos
JCaQájlTOlfia, a t o ç , TÓ paraptõma deli­ deuteropaulinos (compárese Ef 1, 7: âqjEOiç
to, trasgresión, pecado, caída* xcóv jrapajtxajpáxcov con la expresión, fre-
cuente en los Sinópticos, àcpEOtç xcúv ap ap -
1. Aparición y significados - 2. napánTcopa y
áuotpTÍa - 3. «Caer» dei estado de salvación. xitDV [cf. también Mt 6, 14s par. Mc 11, 25];
Col 2 , 13c: xaptoápevoç riplv Jtóvxa x à ita-
B ib l.: E. Brandenburger, A d a m u n d C h ristu s pajtxcbpaxa [Josefo, Ant VI, 114: áp ap x f|-
(WMANT 7), Neukirchen-Vluyn 1962; E. Jüngel, D as paxa]). En Ef 2,1.5; Col 2 , 13a aparecen for-
G esetz zw. A d a m u n d C hristus, en Id., U nterw egs zu r
Sache (BEvTh 61), München 1972, 145-172; U. Luz,
mulaciones idênticas (enunciados sobre la
D a s G esch ich tsverstã n d n is d e s P a u lu s (BEvTh 49), conversión; cf. P. Hoffmann, en TRE IV,
München 1968, 202s; W. Michaelis, jtaçajtbtxa), 484), en Ias que la muerte (de la que los bau-
jtapájtxcona, en ThWNT VI, 170-173. tizados fueron resucitados con Cristo median­
te el acto dei bautismo) se considera como
1. En el NT jiapájtxcopa aparece 19 veces causada, entre otras cosas, por los JtapajTxco-
(sin contar la v.l. de Mc 11, 26). De los once p ax a de esas personas.
testimonios que hay en Pablo, seis se concen- En Gál 6, 1 parece que Jtapáitxcopa se usa
tran en Rom 5, 15-20. con un significado diferente y, por cierto, más
El sustantivo verbal JiaQájttoapa, que en el débil que el de àpapxía, a saber, en el senti­
griego profano se halla atestiguado por prime- do de un mal paso que no excluye de la co-
ra vez en la época helenística (Polibio IX, 10, munidad. Son comparables los textos de SalSl
6; PapTebt I, 5, 9) y, como nomen rei actae, 3, 7; 13, 5.10, donde jtapájtxcnpa designa
está formado con la terminación -\ia, designa exclusivamente los yerros de la persona justa,
el pecado en cuanto (acto particular de) tras­ temerosa de Dios y piadosa, a quien se pone
gresión (casi siempre en plural, cuando se tra­ luego en claro contraste con el ápapxcoXóç,
ta de trasgresiones cometidas contra Dios). sobre el que va a recaer muy pronto la conde-
769 j t a Q á iix t o lia - jta Q a a x e ijá C ü ) 770

nación etema (cf. también Sal 18, 13 LXX: En la LXX (Ezequiel), este significado es pro-
jtaQájrtcjo|A,a como traducción de S^giâ [«tras- pio de ambas expresiones; asi lo vemos cuando el
gresión no intencionada»; cf. R. Knierim, en pecado de Israel se describe como el apartarse de
DTMATII, 1092ss]). Dios (con àitooTQÉtpco o como traducción dei he-
breo mã‘al [«ser infiel»; en sentido sustantivado:
«infidelidad / apostasia»], cf. Ez 3, 20; 14,11.13;
3. Aqui hay que mencionar también la re­ 15, 8; 18, 24.26; 20, 27).
ferencia que se hace a la trasgresión de Adán
(Rom 5, 15 [bis].17.18.20; cf. vv. 12s). A p e­ M. Wolter
sar dei paralelismo que existe con Jtapápa-
OLÇen el v. 14, JtapáJtxropa se diferencia cla­ 3tagaQ Q é(0 pararreõ fluir al lado, arras-
ramente de jtaQápaoiç, aqui y en otros pasa- trar fuera; en voz pasiva; extraviarse*
jes, en que le falta la referencia a la ley (en En sentido figurado en Heb 2, 1: pf|jroxe
contra de U. Wilckens, La Carta a los Roma­ jtaQaQnóópev (aoristo segundo de la voz pa­
nos I, Salamanca ^1997, 392 nota 1070; II, siva): «para que no nos extraviemos (como se
Salamanca 1992, 295 nota 1079; Jüngel, 167, pierde el agua que es arrastrada al desierto)».
etc.). Al referirse al pecado de Adán como
jtapájtxcopa, se pone de relieve más bien los
efectos y el resultado de napaittcopa (como T ia ç á o ii^ O Ç , 2 parasêm os conspicuo,
en Sab 10, 1; cf. a propósito, Brandenburger, distinguido*
llls s ), como «caída» de Adán, es decir, co­ Según Hech 28, 11, Pablo y sus compane-
mo la pérdida de la gloria dei paraiso, por la ros viajaban en una nave alejandrina, «que se
cual cayó sobre los hombres la desdicha de la distinguía por tener a los Dióscuros (como
muerte (5, 15.17) y de la condenación (5, mascarón de proa)» (èv JiXoíq)... JiaQaOT|pq)
16.18; cf. tEunbién 4 Esd 7, 118). Después de AioOHOTJQOiç, probablemente dativo instru­
la promulgación de la ley (v. 20), los hombres mental, quizás también dativo asociativo:
pecaron de la misma manera que Adán (-> «con los Dióscuros como insígnia de la na­
jxaQápaoLÇ [2.b]), de tal modo que la trasgre­ ve»-, cf. tò JtaQáaqpov, «la insignia de la na­
sión de este último «se multiplico» -por de- ve», cf. Bauer, Wõrterbuch, í.v.; Bla6-De-
cirlo asi- (cf. el v. 16; ->■jtkeová^CL)). En con­ brunner § 198, 7 con la nota 11). E. Haen-
traste con este concepto se sitúan los concep- chen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), 640s
tos antitéticos de jraQájrTC0[xa, que describen con la nota 2; -> AióaxouQoi.
el acontecimiento de la salvación y sus efec­
tos, que sobrepasan con mucho Ias conse-
cuencias de la caida en el pecado; tales con- T taQ a ax etlá^ fO paraskeuazõ preparar,
ceptos son x ág io p a (v. 15a), ôixaím pa (v. disponer; en voz media: prepararse*
18) o también la expresión (Siá) xon X qlo- En el NT el verbo aparece 4 veces. En Hech
xoü (vv. 15b. 17). 10, 10 en sentido absoluto: jtaQaoxEuaÇóv-
Esta connotación se expresa claramente en xcov ôè aúxmv (a saber, ôeXjtvov), «mientras
Rom 11, l l s y Heb 6, 6: aqui jraQájixmpa y preparaban (la comida, cf. v. 10a)». Pablo
JtaQan:íjtxa), asi como -»• èxjcbiTCo, Gál 5, usa el verbo en voz media: 1 Cor 14, 8, Jta-
4; 2 Pe 3, 17; Ap 2, 5; TestJud 21, 4 (cf. tam­ QaoxeuáÇopai etç JtóXepov, «prepararse pa­
bién Filón, Fragmenta II, 648 [ed. Th. Man- ra la guerra»; el perfecto de la voz media apa­
gey, London 1742]) se usan para describir la rece en 2 Cor 9, 2 para referirse a la prepara-
caida dei âmbito de la salvación: en Rom 11, ción de la «colecta» CAxata JtaQeoxEÚao-
lls , la caída de Israel de la elección por haber xai àjtò jtÉQuoi, «Acaya estd [ya] preparada
rechazado el evangelio (cf. v. 9); en Heb 6, 6, desde el ano pasado»); 9, 3 (iva... JtaQEO-
la apostasia de la comunidad cristiana (en xeuaapévoL f|TE, «para que estéis prepara­
contra de Michaelis, 171, 35ss). dos»). DTNT m, 404s.
771 jtOQaoxEDfi - JtagaxriQTiaLç 772

n :aQ aax E V ií, fjç, paraskeuè prepara- n :a 0 at£ÍV fi) parateinõ prolongar, exten-
ción, Día de la Preparación* der*
En el NT el término aparece 6 veces: Según En Hech 20, 7 dícese de Pablo que, en Tró-
Mc 15, 42 (fiv jtaQaoxErjT] o eoxiv jxpooáp- ade (v. 6), a la caída de la tarde, «se extendió
P ato v ) par. Lc 23, 54 (f|pÉQa fjv Jtap aa - hablando hasta la medianoche» (jtaQÉXEivév
otenfjç x a l o á p p a ro v ènéqjooojcev); cf. Jn XE xòv kóyov).
19, 42 (ô ià TT]v jtapaoxEOTiv Trâv ’lon-
ôaíwv), la crucifixión y la sepultura de Jesús
tuvieron lugar en el Día de la Preparación 7CaQaTl]QE(0 paratêreõ observar atenta­
que precedia al sábado (en hebreo: ‘ereb sab- mente, contemplar, vigilar*
bãty, Mt 27, 62 presupone la misma fecha (xfj En el NT el verbo aparece 6 veces: en voz
òè èrcaúpvov... pexà JtaçaoxEufiv), por­ activa, en Mc 3, 2, dícese de los adversários
que lo de apostar una guardia para que vigila- de Jesús que le espiaban / observaban atenta­
ra el sepulcro (vv. 63 ss) fue una decisión que mente (jtapsxTiQouv aúxóv); la voz media se
se tomó después de dar sepultura a Jesús (w. usa con el mismo sentido en Lc 6, 7 (n;aQEXq-
59s), y que, por tanto, se llevó a cabo en el Qonvxo ôè anxóv) y en 14, 1 (rjoav itap a-
Día de la Preparación. Asimismo, en Jn 19, xqgoúpEVOi aúxóv); en sentido absoluto:
31 se senala como fecha de la muerte de Jesús jraQaxqgfioavXEç âJiéoxEikav Ey^ah-Éxonç,
el Día de la Preparación dei sábado ( ejieI «enviaron espias para atraparle en alguna
JtaQaoxeufi f|v, iv a pq petvri Ejxlxon oxan- ocasión / para acecharle, Lc 20, 20 (v.l. àito-
Qoú xà ocúpaxa ev xm oappáxo); a los cru­ XCOpfiaavxEç, cf. también ThWNT VIII, 147
cificados hubo que quebrarles Ias piemas, pa­ nota 3); en el sentido de vigilar, Hech 9, 24
ra que los cadáveres pudieran ser descolgados (jtapexqQonvxo ôè x a l xàç jtúXaç); obser­
de la cruz antes de la noche dei sábado (cf. Dt var, guardar, en Gál 4, 10 (qpéçaç itapaxq-
21, 22s; también Sal 33, 21 LXX). Pero, en QEioh-E x a l pfjvaç x a l xaipoúç x a l èvian-
Juan, ese Día de la Preparación (= viemes) xoúç) dícese de la recaída de los gálatas en la
para el sábado se considera, al fnismo tiempo observância de un calendário (ijudío?) de
(en contraste con los Sinópticos), como Día fiestas y, con ello, de una nueva esclavización
de la Preparación para la fiesta de la Pascua bajo los órdenes y poderes de este mundo (cf.
(14 de Nisán): 19, 14: f)v ôè jtaçaoxEUT) xoú una expresión parecida, acerca de la obser­
jtáo x a (en hebreo: ‘ereb pesah ; cf. también vância cultuai, en Josefo, Ap II, 282; Ant IH,
18, 28), de tal manera que -según el cuarto 91; XIV, 264; xonç xaiQoúç, en Filodemo el
Evangelio- la muerte de Jesús coincidió con Filósofo, I I eqí OLXOvopíaç XVII, lOs; cf.
el sacrificio de los corderos pascuales en el también ThWNT VIII, 147s, donde se supone
templo. En textos cristianos primitivos, se usa que se trata de una angustiada observación de
igualmente el término jtaçaoxEufi para refe- los dias faustos e infaustos [bibl.]; cf. además
rirse al viemes, MartPol 7, 1; Did 8, 1 (como Rom 14, 5; Col 2, 16). A. Strobel: ZNW 49
día de la muerte de Jesús es, al mismo tiempo, (1958) 157-196, especialmente 163ss; ThWNT
día de ayuno). Billerbeck II, 829ss; Bauer, V ni, 146-148; BlalJ-Debmnner § 316 nota 3;
Wõrterbuch, s.v.\ BHH III, 1625s; R. Bult- DTNT l, 392s.
mann, Das Evangelium des Johannes^° (KEK),
504 nota 3; 514 nota 5; 524 nota 5; ThWNT
VII, 1-35; VTB 576s; DTNTIH, 404s. 3 ta Q a T lÍQ i|a iç , eoíç , paratêrSsis ob­
servación*
n i a ^ a a T a t i ç , lò o ç , q parastatis ayuda- Según Lc 17, 20, Jesús rechaza como ina-
dora decuada la pregunta de los fariseos acerca de
En Rom 16, 2 v.l. dícese de Febe (en lugar la fecha de la llegada dei reino de Dios: onx
de JtQOOxáxLç). ÊQXExat T| PaoiAsía xoü 'Ôeoü paxà Jtaga-
773 jiagaxTÍQiioiç - 3taeaxei[iátco 774

TTjQriaecoç, «el reino de Dios no viene de tal rtapauxíxa eLacjppov xfjç •&XÍ\1)ecoç, «porque
manera que su presencia pueda ser observa­ el peso ligero y (sólo) momentâneo de nuestra
da (por signos externos)». El sustantivo jta- tribulación» (con el matiz de «pasajero», cf.
paxriQTiaiç, que no aparece en la LXX, puede JTQÓoxaipa en el v. 18); cf. R. Bultmann, Der
emplearse también en el sentido de «observa- zweite Briefan die Korinther (KEK), sub loco.
ción» científica (Sexto Empírico, Math 1 ,153)
y especialmente de «observación» astronômi­ TiaQatpéQU parapherõ hacer que pase,
ca (Diodoro Sículo I, 9, 6; Clemente de Ale- apartar, quitar*
jandría, Strom I, 135, 2 y passim) y puede te- En el NT el verbo aparece 4 veces: la voz
ner el sentido general de hacer observaciones activa se encuentra únicamente en el sentido
críticas (Orígenes, Orat III, 1) y también el de figurado de quitar / hacer que pase, Mc 14,
observar leyes y normas (Josefo, Ânt VIII, 36 par. Lc 22, 42 (jtaQÉVEYxe xoüxo xò Jto-
96). En Lc 17, 20 no se trataria tanto de la xf|Qiov àjx’ èpoõ); en voz pasiva, ser empu-
idea de calcular anticipadamente una fecha, jado lejos en Jds 12 («nubes sin agua, lleva-
sino más bien de la opinión (de los fariseos) das lejos por vientos tempestuosos»); en sen­
de que la llegada y la presencia dei reino de tido figurado en Heb 13, 9: «jno os dejéis
Dios debían hacerse patentes mediante fenô­ arrastrar/ seducirl (pq JtaQaqpÉQeaDe')»; cf.
menos claramente reconocibles. La respuesta 2 Pe 2, 17. Spicq, Notes II, 666s.
de Jesús es que el reino de Dios puede experi-
mentarse sôlo como una realidad que hace
sentir sus efectos en el presente, pero no pue­ JiaçatpQOVÉtO paraphroneõ estar loco,
de constatarse como una cosa que esté ahí o comportarse de manera absurda*
que llegue inevitablemente (->■ èvxóç 2). Según 2 Cor 11, 23, Pablo -como quien ha
Bauer, Wõrterbuch, í .v.; A. Strobel: ZNW 49 perdido el juicio- afirma su superioridad so­
(1958) 157-196; Id.; ZNW 51 (1960) 133s; bre sus adversários: jtaQacpQovcõv XaXcõ (cf.
ThWNT V in, 148-151 (bibl.); G. Schneider, èv àcpQooúvq XéYot, v. 21).
Das Evangelium nach Lukas II (OTK), a pro­
pósito de 17, 20s (bibl.); DTNT I, 392s. naQaq^çovía, aç, paraphronia locura,
H. Balz insensatez*
En 2 Pe 2, 16 se habla de la insensatez de
Balaán (q xoõ JXQoqjqxou JtapacpQovía) que
7CaQaTÍ'd'tmi paratithêmi proponer, pre- queria maldecir al pueblo de Dios (cf. Núm
sentar; colocar al lado de; en voz media: 22, 22ss).
entregar, confiar; exponer
^ JtapaíhíxT) (2).
:7tagaq)gOOl)Vtl, t|Ç, n paraphrosynê lo­
cura, demencia*
JtttQatvyXCfVtO paratygchanõ hallarse 2 Pe 2, 16 v.l. en lugar de -> Jiapaqppovía.
por casualidad, estar presente a la sazón*
Según Hech 17, 17, Pablo hablaba diaria­
mente en la plaza de Atenas a los que a la sa­ n : a Q a /e i ^ á ^ ( o paracheim azõ invernar,
pasar el inviemo*
zón se hallaban presentes (jtQÒç xotiç Jiapa-
xuyxóvovxaç); cf. Josefo, Ant II, 226. En el NT el verbo aparece 4 veces: en Hech
27, 12 y 28, 11 dícese de naves que pasan el
inviemo atracadas en un puerto. Según 1 Cor
J ia jia v T Íx a parautika (adv.) en el instan­ 16, 6, Pablo, en su viaje, desearía quedarse
te, al momento* tal vez con los corintios o «pasar incluso con
En 2 Cor 4, 17, el advérbio acompanado de ellos el inviemo»', según Tit 3, 12, «Pablo»
artículo se usa en sentido adjetival; xò yà ç decidió pasar el inviemo en Nicópolis.
775 jtaQa5(Ei.!J.aoia - n:aQei(j,i 776

JtOCQOCXClM^CCffia, aç, paracheimasia in- junto a ol xà íegà ÈQY<x^óp,EVOi), es decir, a


vemada* los sacerdotes que en el templo prestaban ser-
En Hech 27, 12 dícese que el puerto vicio junto al altar de los holocaustos y a
KaA,o'i ÀifxévEÇ (v. 8) «no era apropiado para quienes se les hacía partícipes de Ias ofrendas
pasar el invierno» ( à v e Ú ^ E T O Ç ... JtQÒÇ 310- (cf. Núm 18, 8ss; Dt 18, Iss; -> ^ a i a a x f |-
QO^Eipaoiav). Qiov 3). Esta expresión cultuai aparece tam-
bién en Diodoro Sículo IV, 3, 3; SIG 695.27,
pero no se encuentra en la LXX.
TtOCQaXQÚO^ai parachraomai usar inde-
bidamente, abusar
En sentido absoluto, JtaQaxQtúpeYoi en 1 J ia g e íô o v pareidon no haber tenido en
Cor 7, 31 L en lugar de xoTOXQCÓpEVOL cuenta
Aoristo segundo de -> jtaQOQÓa).

7taQaXQfÍM'(>^ parachrêm a (adv.) al mo­


mento, al instante, inmediatamente* TláQ El^i pareimi estar presente, haber ve-
En el NT el advérbio aparece 18 veces; ade- nido / llegado*
más de hallarse en Mt 21, 19.20, se encuentra
1. Aparición en el NT - 2. De personas - a) «estar
sólo en Lucas (Evagelio de Lucas 10 veces, ahí / estar presente» - b) «haber venido / llegado» - 3.
Hechos 6 veces). En 15 pasajes JtoQOXQfjpo De cosas.
(literalmente, jtoqò tò XQt)po, «durante el
Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; A. Oepke, jtapot)-
suceso / en el acto») se encuentra en relatos de
oía, jDÚpEipi, en ThWNT V, 855-869.
milagros (curaciones: Lc 1, 64; 4, 39; 5, 25; 8,
44.47.55; 13, 13; 18, 43; Hech 3, 7; milagros
1. En el NT, el verbo jtáQEipi, dei que se
para castigo: Mt 21, 19s; Hech 5, 10; 12, 23;
deriva n aq o u a ía , aparece en 24 pasajes,
13, 11; milagros de apertura de puertas; Hech
que se distribuyen entre diversos escritos sin
16, 26) con el fin de senalar que el milagro o
nada que llame especialmente la atención. El
la curación se produce al instante. Por lo de-
verbo está ausente, por ejemplo, en Marcos,
más, el advérbio se encuentra en Lc 19, 11:
Romanos, Efesios, Ias Pastorales, Santiago y
sin dilación / inmediatamente; 22, 60: en el
Ias Cartas de Juan. El empleo dei verbo se
mismo instante; Hech 16, 33: al instante. L.
concentra en Hechos (5 veces) y 2 Cor 10-13
Rydbeck, Fachprosa, vermeintliche Voksspra-
(5 veces). En Pablo aparece en total 9 veces.
che undN TiSG U 5), Uppsala 1967, 167-176;
BlaB-Debrunner § 102 nota 2. euOijç (3).
2. De personas: en conjunto, 18 de los pa­
sajes dei NT en que aparece el verbo jtáQEtpi
J ia g ô a iu iç , etoç, pardalis pantera, leo­ se refieren a la presencia de personas; entre
pardo* esos pasajes se encuentran todos los que se
En Ap 13, 2 en la descripción de la bestia hallan en Lucas/Hechos y en Pablo.
apocalíptica, que «se parecia a una pantera» a) En el sentido de estar presente / estar
(ôpoiov jtapôóXEi); cf. Dan 7 ,6. K. Hanhart; allt, 3tápEi|xi aparece en los siguientes pasa­
NTS 27 (1980-1981) 576-583. jes: Jn 11, 28 (ó ôiSáoxaLoç); Hech 10, 33
(x|pEíç); 24, 19 (è3ti oon tcagEivat). En Pablo
aparece casi siempre el participio Jtapcóv: 2
ItOtQCÔQCVai paredreuõ s e r v i r , a t e n d e r Cor 10, 2; 11, 9, con el opuesto àttcóv en 1
(constantemente)* Cor 5, 3a.b; 2 Cor 10, 11 (en plural); 13, 2.10.
En 1 Cor 9, 13 el verbo se usa para designar En Gál 4, 18.20 Pablo se refiere a su propia
a los que desempenaban un servido junto al presencia, usando para ello el infinitivo (èv
altar (oí xrô O-uoiaoTqpítp JtaçeÔQEÚovxEç, xm jtaQEÍvaí ps 3tQÒç ú p ãç o bien fí0'ekov
777 JtaQ£l(lL - JtaQElOEQXOfiai 778

òè itaçeivai jtQÒç ■ôp.ãç ãgxL). En Ap 17, 8 Biblia, y en el NT se halla atestiguado única­


el ángel de la revelación dice: «La bestia (-> mente en Gál 2, 4, donde se dice de «falsos
•&TIQLOV) que viste era y no es, y está para su­ hermanos que se han infiltrado» (jta ç e ío a x -
bir (de nuevo) dei abismo... Y los moradores to i tJJEnôáÔEXtpoi) y que, en contra dei Evan-
de la tierra... se asombrarán al ver a la bestia gelio paulino, exigían a los cristianos gentiles
que era y no es, y que (de nuevo) estará pre­ la circuncisión (cf. jtaQEtoqX.flov, v. 4b;
sente (JtaQÉOTai, en tiempo fumro)». Hech 15, Iss; también 2 Pe 2, 1). Hesiquio,
b) El presente jtáQEip.L tiene a veces senti­ Focio Lex y Suidas interpretan jta Q E Ío a «to ç
do de perfecto, haber Regado: Mt 26, 50 (a en el sentido de à?iÀ,ótQLOÇ. Bauer, Wôrter-
diferencia de Macos; seguramente no debe buch, s.v. (bibl.); F. MuBner, Der Galater-
entenderse como oración interrogativa, sino b rie f (HThK), sub loco (bibl.); ThWNT V,
como una frase elíptica: «Amigo, a lo que has 822-824.
venido, (jhazlo!)», cf., a propósito, F. Reh-
kopf; ZNW 52 (1961) 109-115; W. Eltester, JtaQ E iaôvoi pareisdyõ penetrar solapada­
en FS CuUmann 1962, 70-91. El presente con mente, infiltrarse*
sentido de perfecto se encuentra también en En Jds 4 en una advertência contra los in­
Hech 10, 21; 17, 6; Lc 11, 6 D. - El imperfec- trusos en Ias comunidades, los cuales hace ya
to JtaQfjoav, en Lc 13, 1 y Hech 12, 20, pue- mucho tiempo que han incurrido en la conde-
de traducirse por habían Regado. nación definitiva: JiaQEioéônoav yÓQ tivEç
ãv&Qcojtoi (según el contexto se trata segura­
3. En unos cuantos pasajes jtápEL[U tiene
mente de libertinos). La forma de aoristo de la
como sujeto a cosas: Jn 7, 6: xaiQÓç («Mi
voz activa puede derivarse de la primera per-
tiempo no ha Regado todavia»); Col 1, 6: en-
sona dei singular dei aoristo primero -eônoa
«YYÉXiov (Ton jtaçóvToç eíç np,ãç, «...que
(dei presente -ôúco) o dei aoristo segundo -
ha Regado a vosotros»). Aqui habrá que tener
EÔuv (dei presente -ôúvco). La v.l. -èôúqoav
en cuenta también Ias expresiones de Heb 12,
(B C) es aoristo segundo de la voz pasiva y
11 (jtpòg tò Jtaçóv, «en el momento presen­
tiene el mismo significado intransitivo; cf.
te»); 13, 5 (tò JiaQÓvta, «lo que está presen­
BlaB-Debrunner § 76, 3 con la nota 4; 101,
te, los bienes que tenéis»); 2 Pe 1, 9 (cb pq
19. Fuera dei NT el verbo aparece casi siem-
JtáQEOTiv t a n t a , «en quien no están presen­
pre en voz media.
tes estas cosas [a saber. Ias virtudes, cf. los
vv. 5-7]»); 1, 12 (q JtaQonoa ãX-fideta, «la
verdad presente [en vosotros]». 7iaQ£l(TÉQXOM'<^l' pareiserchom ai entrar
G. Schneider por un lado, deslizarse entre, infiltrarse*
En Gál 2 ,4 , junto a JtaQEÍoaxxoç, díce-
se de los «falsos hermanos que se han intro-
re açe ia áY * » pareisagõ introducir, hacer ducido subrepticiamente / se han infiltrado
entrar solapadamente* (jtaQEUjqkB^ov)», refiriéndose probablemente
En 2 Pe 2, 1 en la advertência contra los fal­ a judeocristianos radicales que se alzaron en
sos maestros, «que introducirán (encubierta- Antioquía (cf. Hech 15, Iss), y seguramente
mente) herejías destructoras» (jtapeioá^on- también en la asamblea de Jerusalén y en Ias
oiv atQEOEtç aitcoXeíaç); cf. Jds 4; Eusebio,
comunidades de Galacia, en contra dei men-
HistEccl IV, 22, 5. ThWNT V, 822-824. saje paulino de la libertad (cf. J. Becker, Der
Briefan die Galater [NTD 8], sub loco).
JiaQEÍflrctJíTOÇ, 2 pareisaktos deslizado Según Rom 5, 20, en la antítesis entre Adán
encubiertamente* y Cristo (vv. 12-18), la ley no tiene función
El adjetivo verbal, derivado de —> ■jtaQEioá- salvífica independiente, sino que, como una
Yto, se encuentra muy raras veces fuera de la entidad que entró en el mundo «después de»
779 jtaQEioégxojJiai - itageixPoJ^rj 780

Adán y «antes de» Cristo, seguia estando dei La denominada cláusula de adultério o fomi-
lado de Adán, dei pecado y de la muerte: vó- cación, jtaQ E x x ò ç kÓYOu jto p v E Ía ç , en Mt 5,
poç ôÈ TcaçEiofjXtlev, «pero la ley se introdu- 32 (en 19, 9 v.l. por |xti èjti JtogvEÍg), «ex­
jo / se anadió». No se acentúa que la ley fue- cepto en caso de fomicación», es de origen
se una «adición injustificada», sino que fue judeocristiano y lleva el sello de la casuística
una «entidad intermedia», temporal y objeti­ rabínica; cf. B. Schaller, en FS Jeremias
vamente necesaria, que tenía la función de 1970,226-238, especialmente lap. 237; sobre
preparar definitivamente el camino dei mun­ Ias actuales controvérsias acerca de esta cues-
do, desde Adán y el pecado, hasta la gracia en tión, cf. H. Baltensweiler, Die Ehe im NT
Cristo; cf. E. Kâseraann, An die Rõmer^ (AthANT 52), Zürich-Stuttgart 1967, 59-72,
(HNT), sub loco (bibl.); E. Jüngel: ZThK 60 87-102; A. Sand: MThZ 20 (1969) 118-129;
(1963) 145-172, especialmente 159s y 169ss: G. Schneider; TThZ 80 (1971) 78-83; E.
«Con ello la ley demuestra ser una reglamen- Schweizer, Das Evangelium nach Matthãus^
tación provisional entre Adán y Cristo, que (NTD), sub loco', G. Strecker: ZNW 69 (1978)
era teologicamente necesaria para la corres­ 52-56; jtoQveía (3). La comprensión de Jia-
pondência entre Adán y Cristo» (17Is); U. QEXXÓç y pií en el sentido de excluir -sobre la
Wilckens, La Carla a los Romanos I, Sala- interpretación en el sentido de incluir cf., en­
manca ^1997, sub loco (bibl.); ThWNT II, tre otros, A. Ott, Die Ehescheidung im Mat-
680. thãusevangelium, Würzburg 1933; K. Berger,
Die Gesetzesauslegung Jesu (WMANT 40),
H. Balz
Neukirchen-Vluyn 1972, 562 nota 1 (bibl.)-
no requiere ya ulterior discusión, ni siquiera
JtaçeiatjpEQCO pareispherõ aportar* entre los exegetas católicos, cf. P. Hoffmann,
En 2 Pe 1, 5 en un contexto parenético: Las palabras de Jesús sobre el divorcio y su
ojtouôfjv jtâo av JiaQeiaEVÉYxavxEÇ, «apor­ interpretación en la tradición neotestamenta-
tando (vosotros) todo el ceio / haciendo todo ria: Concilium 55 (1970) 210-225.
lo posible»; expresión muy difundida en la R. Bergmeier
Koiné, cf. OGIS E, 438, 5ss; SIG II, 656, 14;
667,10; 694, 16; Josefo, AntXX, 204. Spicq,
Notes II, 668. parem ballo levantar, eri­
gir*
En Lc 19,43 como tecnicismo militar; «Tus
JtagexT Ó ç parektos (adv.) aparte, fuera* enemigos levantarán un muro contra ti
1. Como advérbio sustantivado, xà Jtapsx- (jtaQEpPaXoüaLV... ooí)»; v.l. jceQi|3aPa-
xóç (BlaB-Debrunner § 266 nota la) designa koüoiv A B Koiné y otros; èju|3akoúoiv G y
en 2 Cor 11, 28 «lo que queda fuera (es decir, otros; Pakoüaiv D; es frecuente en la LXX
lo no mencionado)». La lítotes X®Q'-Ç como tecnicismo: «acampar», por ejemplo en
jraQExxóç interrumpe la serie de tribulacio- Gén 33, 18; Jue 6, 33; «asediar» (2 Re 12, 28;
nes mencionadas en el v. 27 y acentúa -a mo­ Jer 27,29; cf. además Is 29, 3; Ez 4 ,2; 26, 8).
do de paralipsis (o preterición)- los dos ana-
colutos siguientes como clímax final (cf. en
nuestra lengua: «por no mencionar»), cf. J. 7taQ E IipoX t|, fijç, parem bolê campa-
Zmijewski, Der Stil der paulinischen «Na- mento, cuartel; línea de combate, ejérci-
rrenrede» (BBB 52), Kõln-Bonn 1978, 264- to*
270. En el NT el término aparece 10 veces,
2. Como preposición impropia que rige ge­ siempre como tecnicismo militar: en Hechos
nitivo (BlaB-Debrunner § 216, 2 con la nota siempre en la expresión eI ç xfiv jtaQ ep (3 o k f|v
7): fuera de / excepto, Mt 5, 32; Hech 26, 29. para designar el cuartel romano en la Torre
781 jiapE|j,po?aí - jtaQEJiíÔTiixoç 782

Antonia en Jerasalén: 21, 34.37; 22, 24; 23, lOs; el prefijo irapa- refuerza el sentido dei
10.16.32; por lo demás, jtaçep,poXT| designa verbo èvoxÀéco y acentua el matiz de algo
casi siempre un campamento (fortificado), adicional, cf. Passow II/l, s.v.; otro es el pare­
por ejemplo, en la expresión è^co tfjç JiaQep,- cer de E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
Po^fjç, que se refiere al campamento de los (KEK), sub loco.
israelitas, Ex 29, 14; 33, 7; Lev 4, 12.21 y
passirrr, la misma expresión la encontramos
en Heb 13, 11 (cita de Lev 16, 27) para refe- JiaQ e JIÍô tm o ç, 2 parepidêmos el que re­
rirse a la carne de los animales inmolados en side como extranjero entre otras perso-
el sacrifício expiatório offecido en el Día de nas; sustantivado: (el) extranjero*
la Reconciliación; carne que se quemaba En el NT el adjetivo aparece 3 veces y
«fuera dei campamento»', este acto se pone en siempre en sentido sustantivado, para referu-
relación con la muerte de Jesus fuera de la se a los creyentes, que se ballan meramente de
ciudad (v. 12). Por esta razón, los ministros trânsito en el mundo y no tienen en él su ver-
dei antiguo pacto no tienen derecho alguno a dadera patria: en Heb 11, 13 bailamos la ex­
participar en la salvación comunicada (v. 10) presión ÇÉvoi x a l jtaQEJtíóqpoi... èjtl T fjç
por medio de la muerte en la cruz (^sacra- Yfjç, «forasteros y extranjeras en la tierra»,
mentalmente en la comida de comunión?), (cf. Gén 23, 4; también 1 Crón 29, 15); desig­
mientras que los creyentes «salen dei campa­ na primeramente a Abrabán y a los suyos, que
mento» para dirigirse al Crucificado como ba­ vivían como extranjeros en el país, y funda-
cia aquel que fue expulsado (è^eQ^cópEOa mentalménte expresa su condición de transe-
JtQÒç auTÒv e| cü Tfjç jtapepPoXfjç), 13, 13 úntes que anbelan la verdadera patria celestial
(cf. Lev 24, 14; Núm 15, 35ss), porque ellos (Heb 11, 14-16; cf. también Sal 38, 13 LXX).
tampoco tienen aqui «ciudad permanente», si­ En 1 Pe 1, 1 se dirige la palabra a Ias comuni­
no que buscan la ciudad que está por venir (v. dades, llamándolas èx)i,8XTOL jtaQEJtíôqpoi
14); cf. también 1 Ciem 4, 11; Filón, Gig 54. ôtaojtOQãç, es decir, personas que viven en
La expresión jtaQEpPoXf) tcóv áyícov (Ap 20, el mundo pero separados de él en virtud de la
9) está influída también por el AT y se refiere elección divina, y que al mismo tiempo resi-
al ataque escatológico de Ias naciones contra den como extranjeros formando parte de la
«el campamento de los santos y la ciudad actual «dispersión» (o «diáspora»), En ambos
amada» (cf. Jer 12, 7; Sal 78, 68; Ez 39, 6). - pasajes JtaQEJtíÔT]p,oç se usa en sentido figu­
En Heb 11, 34 el término aparece con el sig­ rado y se refiere al aislamiento en que viven
nificado de línea de combate / ejército: Jta- Ias comunidades, y a su distancia crítica con
QEpPoX.a'i... àX,XoTQÍCDV, «ejércitos de nacio­ respecto al mundo (cf. además 1, 17; Flp 3,
nes extranjeras» (cf. sobre el significado Jue 20; Sant 1, 1; también 4 Esd 8, 39; 14, 13s).
4, 16; 8, 11; y sobre el tema, 7, 7s; 2 Re 19, Según 1 Pe 2, 11, los creyentes, como jtúqoi-
6ss y passim). BHH II, 1041s; D. Lübrmann: >tOL x a l JiaQETCÍÔTiiiot, «forasteros y extranje­
ZNW 69 (1978) 178-186. ros»» (cita de Gén 23, 4; cf. Sal 38, 13 LXX),
H. Balz no deben tener ya nada en común con Ias
EJuUupíai de este mundo; también aqui se
usa el término en sentido figurado, careciendo
JtaçEVOjjXéo) parenochleõ im poner una de importância la distinción entre JtapEJtíÔTi-
carga (adicional), causar (más) dificulta- poç (extranjero que no goza de derecbos de
des* ciudadanía ni de derecbos de bospitalidad [=
Según Hecb 15, 19, Santiago «no quiere residência legal] en el país) y ->■ jrÓQOixoç
imponer una carga (adicional)» (a saber, la («extranjero / forastero» que reside perma-
circuncisión y la observância de la ley) a los nenteraente en el país). TbWNT II, 63s; BHH
gentiles que se convierten a Dios; cf. los w . I, 498s; Jobn H. Elliott, Un hogar para los
783 JiaeEJtíÔT|(XOÇ - 3iaQÉ0XO[i«l' 784

que no tienen patria ni hogar Estúdio crítico sado el ay uno (es decir, el tiempo de ayunar).
social de la Carta primera de Pedro y de su En Mc 14, 35 Jesús ora suplicando que pase
situación y estratégia, Estella 1995; L. R la hora (como tiempo de aflicción); el verbo
Mercado, The Language o f Sojouming in the aqui adquiere ya sentido teológico. Lo mismo
Abraham Midrash in Hebrews 11, 8-19, tesis sucede cuando Pablo, en 2 Cor 5, 17, afirma
Harvard University, Cambridge (Mass.) 1967; que lo antiguo (xà àpxcita, entendida la ex-
DTNTIII, 347s; L. Goppelt, Der erste Petrus- presión no en sentido temporal sino en senti­
fcne/(KEK), 79s; Spicq, m te s H, 669-672. do cuaütativo) ha pasado: «Lo viejo, àpxriíot,
compendia todo lo que queda bajo el viejo
H. Balz
eón» (R. Bultmann, Der zweite Brief an die
Korinther [KEK], 159). De manera parecida,
JiaQÉQXOpiai parerchomai llegarse a, pa- 1 Pe 4, 3 habla dei tiempo pasado, dei tiempo
sar delante (pasar de largo), pasar (trascu- que precedió a la conversión de los cristianos,
rrir), pasar (desaparecer)* un tiempo que estuvo marcado por el desen-
freno. Dícese que el rico pasa como la flor de
BibL: I. Broer, F r e ih e it v o m G e s e tz u n d R a d ik a lis ie -
r u n g d e s G e s e tz e s (SBS 98), Stuttgart 1980 (bibliogra­
la hierba: Sant 1, 10; cf. Is 40, 6 y passim.
fia sobre Mt 5, 18); W. Mundle, 60xop«i, en DTNT Hay también una designación de tiempo en
IV, 318-322; J. Schneider, reapéQxojrai, en ThWNT los enunciados apocalípticos; Esta generación
II, 679s; D. P. Sênior, T h e P a s s io n N a r r a tiv e A c c o r - (Mc 13, 30 par. Mt 24, 34 / Lc 21, 32), al
d in g to M a tth e w (BEThL39), Louvam 1975, 100-119;
paramás bibliografia, cf. ThWNTX, 1086. igual que el delo y la tierra (Mc 13, 31 par.
Mt 24, 35 / Lc 21, 33, dos veces en cada
1. a) En el NT jraQÉQXoiicti aparece 30 ve- ejemplo) pasarán-, en cambio. Ias palabras de
ces, 23 de ellas en los Sinópticos. Si se inclu- Jesús ciertamente no (ou pf|) pasarán (Mc
yen los dos (o tres) testimonios de Hechos en 13, 31 par. Mt 24, 35 / Lc 21, 33, dos veces en
esta rama de la tradición (Hech 24, 7 es una cada ejemplo). La referencia apocalíptica que
adición insertada como «invectiva contra Li- se hace al futuro en 2 Pe 3, 10 tiene también
sias»; H. Conzelmann, Die Apóstelgeschichte primeramente sentido temporal, aunque con
erklãrf' [HNT], 141), entonces hay otros 4 la referencia al «día dei Senor» se abandona
testimonios más en la literatura epistolar dei el aspecto meramente temporal.
NT: 2 Cor 5, 17; Sant 1, 10; 1 Pe 4, 3; 2 Pe 3,
10. El significado primário es local: pasar de­ 2. Tiene relevância teológica el pasaje de
lante, pasar al lado de. Jesús pasa por delan­ Lc 11, 42, cuando se reprocha a los fariseos
te de sus discípulos (Mc 6, 48) o pasa por que pasen de largo, es decir, hagan caso omi-
donde estaba el ciego de Jericó (Lc 18, 37); so de la justicia y dei amor de Dios, tomando
Pablo y Timoteo pasan por Misia (Hech 16, como pretexto una observância escrupulosa
8, en participio); nadie se atreve a pasar por dei diezmo para sustraerse así a lo que Dios
un camino en el que salen al encuentro dos quiere. En Lc 15, 29 el hijo mayor puede con-
endemoniados (Mt 8, 28). El sentido de lle­ fesar al padre que nunca ha pasado de largo
garse a aparece en Lc 12, 37; el participio in­ por ninguno de sus mandamientos, es decir,
terpreta la acción de venir a servir, y no signi­ que nunca los ha desobedecido.
fica «pasar al lado de» (en contra de R. Pesch En Mt 26, 36-42 Jesús ruega por tres veces
[ed.], Synoptisches Arbeitsbuch zum N T III, que pase de él la «tribulación»; por dos veces
Gütersloh 1980, 51). EI imperativo en Lc 17, (vv. 39 y 42) se cita literalmente la petición, y
7 ordena al criado que venga. la tercera vez (v. 44) se hace referencia a Ias
palabras citadas. La primera petición ruega
b) El aspecto temporal se halla presente en expresamente que pase de él (imperativo de
Mt 14, 15: va pasando el tiempo, es decir, se aoristo) la copa; la segunda petición dice así;
va haciendo tarde. Según Hech 27, 9, ha pa- «Si ésta no puede pasar...». La copa que, se-
785 jta Q E Q x o |ia i - JtaQTjYOQia 786

gún Mc 14, 36, se quiere que Dios aparte de Cristo. ThWNT I, 506-509, sobre todo 508; J.
Jesús, es para Mateo la copa que se quiere que M. Creed: JThS 41 (1940) 28-30; S. Lyonnet:
Dios haga pasar de largo por Jesús. Mediante VD 28 (1950) 282-287; Kümmel I, 260-270.
la repetición de Ias palabras en estilo directo,
mediante la formulación negativa y la especi-
parechõ conceder, preparar, ofre-
ficación dei conteiüdo de la frase relativa a la
cer; en voz media: mostrarse a sí mismo,
copa, y no menos mediante la aplicación a la
conceder*
totalidad dei sufrimiento (toüto), la segunda
En el NT el verbo aparece 16 veces, cuatro
petición adquiere mayor intensidad, lo cual se
de ellas en el Evangelio de Lucas, cinco en
expresa también por medio de Ias semejanzas
Hechos; en Pablo el verbo se encuentra única­
verbales con la tercera petición dei Padre-
mente en Gál 6, 17 (Col 4, 1); no aparece en
nuestro.
Ias Cartas Católicas ni en el Apocalipsis.
En Mt 5, 18 (bis; cf. Lc 16, 17) se acentúa
El verbo se halla con la máxima frecuencia
que la vigência de la ley continua «hasta que
en la voz activa (12 veces) con el significado
pasen el cielo y la tierra». El cielo y la tierra
de conceder / mostrar: Jtícrav jtaQÉXtU, «con­
designan el eón presente, en el que la ley tie-
ceder / proporcionar \ma. acreditación, acredi­
ne vigência indisoluble. Por tanto, ocupa el
tar», Hech 17, 31; JtaQéxto 'nouxíav, «mos­
primer plano «la vigência positiva e inque-
trar calma / guardar silencio», 22, 2; JtaQÉxo)
brantable de la ley y no su esencial disolubili-
oú xqv xúxouoav cpiT.avOQtmtíav, «mostrar
dad y su inminente disolución» (Broer, 44).
una hospitalidad excepcional», 28, 2; rcapé-
A. Sand Xm Jtávxa Jtkouoícoç, dícese de Dios, que
«todo nos lo concede abundantemente», 1
Tim 6, 17; ofrecer / presentar: Jtapéxto xqv
T táçeffiç, eo)Ç, paresis remisión, acto
ãÀÀqv (oiayóva), Lc 6, 29; causar / origi­
de dejar sin castigo, perdón*
nar: wójtouç jtaQÉxco, «causar moléstias,
El sustantivo, que no aparece en la LXX, y
originar problemas / dificultades», Mt 26,10;
que en los textos ajenos a la Biblia se emplea
Mc 14, 6; Lc 11, 7; Gál 6, 17; JtaQÉxtO xó-
casi siempre en el sentido de «remisión» de
deudas y dispensación de obligaciones (Fála- jtov, Lc 18, 5; ègyaoíav n:o7,A,T|v Jtagéxco,
«proporcionar grandes ganancias», Hech 16,
ris, Ep. 81, 1; Dionisio de Halicamaso, An-
16; èxÇqxfjOEtç iraQÉxco, «dar lugar a espe-
tRom VII, 37, 2), aparece en Rom 3, 2 en Ia
expresión: JtáQEoiç xcõv... ápapTTijiáTCOv, y culaciones», 1 Tim 1, 4. - La voz media tiene
el significado de proporcionar / conceder:
debe traducirse en este caso por «remisión /
nagéxro o tx ôXíynv èQyaoíav, Hech 19,24;
perdón de los pecados» (Vg: remissio), difí­
de la conducta de los «amos» con los escla-
cilmente en el sentido de «dejar sin castigo /
vos: xò ôíxaiov x a l xfjv loóxTixa Jtagéxco,
pasar por alto» (cf., a propósito, Plutarco,
«conceder lo que es justo y equitativo», Col 4,
Comparatio Dionysii Bruti, 2). En contraste
1; á^ióç èaxiv w JtagÉ^Ti xoüxo, él es digno
con el término más común âqJEOiç (-»^ CHpíqpi
de que le concedas esto», Lc 7, 4; osauxòv
1), JtáQEOiç acentuaria más intensamente el
JtagExópEvoç xúitov, «mostrándote en todo
aspecto universal e histórico-salvífico de la
remisión (cf. el término evS eiÇiç, emplea-
como modelo», Tit 2, 7. Bauer, Wõrterbuch,
S . V . : BlaB-Debranner § 316, 3 con la nota 4.
do dos veces en Rom 3, 25s, cf. además U.
Wilckens, La Carta a los romanos I, Sala-
manca ^1997, sub loco [bibl.]; en un sentido J ta g iiY O g la , a ç , ■q p a r S g o r i a consuelo,
parecido, realzando el aspecto jurídico de la aliento*
remisión, E. Kasemann, An die Rõmer* En Col 4, 11 dícese de los colaboradores de
[HNT], sub loco [bibl.]. Se trata de la remi­ Pablo; èyevq^qoav poi JtagqYoçía, «ellos
sión de todos los pecados cometidos antes de fueron aliento para mí».
787 jtaQ-&evía - jtaQ'ftévoç 788

Jiaç^dEVÍa, a ç , parthenia virginidad* 3. En Lc 1, 27, jtaQ'9'Évoç significa «vir­


En Lc 2, 36 dícese que la profetisa Ana gen» en sentido estricto (ditEiQOç àvÔQÓç,
«había vivido siete anos con un hombre (es como la define Menandro). Se describe a Ma­
decir, había estado casada) desde / después de ria como «una virgen que estaba prometida a
su virginidad (àjtò tfjç irapOsvíaç auxfjç)». un hombre llamado José» (cf. 2, 5). Este es
también el sentido de nagUÉvoç en Mt 1, 23,
donde se aplica a Maria el texto de Is 7, 14
JtttQdévOÇ, OU, (Ó) paríhenos virgen, LXX ( f | TtaQdÉvoç èv Y a o x Q L e | el ) . La LXX
muchacha (casadera); hombre «virgen»* había dado un sentido más estricto al término
1. Aparición en el NT - 2. «Muchacha» - 3. Maria hebreo original 'almâ, de sentido más amplio,
como virgen - 4. 1 Cor 7 - 5. 2 Cor 11, 2 - 6. Ap 14, que significa una muchacha en edad de casar-
4. se, y lo había traducido por JtapOévoç. En es­
B ib l : R. A. Batey, N ew Testam ent N u p tia l Im agery, te sentido más estricto se aplica jtagdévoç a
Leiden 1971; O. Becker, itapfl'Évoç, en DTNT III, Maria. Ahora bien, los enunciados dei NT se
131s; G. Delling, itaQMvoç, en ThWNT V, 824-835; refieren únicamente a la virginidad de Maria
J. M. Ford, The M ea n in g o f 'V irgin’’. NTS 12 (1965- ante partum.
1966) 293-299; W. G. Kümmel, Verlobung un d H eira t
b ei P a u lu s (I. K o r 7, 36 -3 8 ), en F S B ultm ann 1954,
275-295; L. Legrand, S a in t P a u l e t le célib a t, en J. 4. En 1 Cor 7 hay que distinguir entre el
Coppens (ed.), S a c erd o ce e t c é lib a t (BEThL 28), uso de JtagDévoç en los vv. 25-34 y el uso
Gembloux 1971, 315-331; K. Niederwimmer, Z u r que se hace en los vv. 36-38. Los vv. 25, 28 y
A n a lyse d e r a sketischen M otivation in 1 K o r 7: ThLZ
34 hablan en sentido general de Jtagú-évoi:
99 (1974) 241-248; H. M. Orlinsky, Virgin, en IDB
SuppI. Vol. 939s; A. Schulz, 'Almã: BZ 23 (1935) 229- Pablo da un consejo personal, porque no tiene
241; R, H. A. Seboldt, S p iritual M a rria g e in the E arlv mandamiento dei Senor, evidentemente por­
Church: CTM 30 (1959) 103-119,176-186; F. A. Stro- que no conoce Mt 19, 10-12. Cuando Pablo
bel, Z u m V erstã n d n is vo n M t X X V 1-13: NovT 2 utiliza el término itagUévog, se refiere al es­
(1957) 199-227; G. I. Wenham, B^tülâh ‘A G irl o fM a -
rriageable A g e ’: VT 22 (1972) 326-348; para más bi­ tado de virginidad de hombres y mujeres no
bliografia, cf. ThWNT X, 1217-1220- casados. El consejo ascético que él da para
esas personas y para Ias personas casadas, di-
1. En el NT itag^évoç aparece 15 veces; 6 ce asi: jQuédate como estás, en vista de la cri-
veces en 1 Corintios, 4 en Mateo, 2 en Lucas sis presente! En 7, 34 Ias variantes textuales
y 1 vez en Hechos, en 2 Corintios y el Apoca- dificultan la interpretación dei versículo; sin
lipsis. El sustantivo abstracto jiag^&EVia, embargo, la variante textual preferida especi­
«virginidad», aparece únicamente en Lc 2, 36. fica a «la mujer no casada» como Jiagílévoç
y como una persona que no se ve distraída dei
2. A veces el término jtagílévoç designa servicio dei Senor. En estos versículos Jtag-
sencillamente a una muchacha casadera. Y, •Oévoç no tiene nada que ver con Ias personas
así, este sustantivo se encuentra en la parábo­ de quienes se habla en 7, 2-5.
la de Ias diez «vírgenes» (jtag'&Évoi; Mt 25, Ahora bien, en 7, 36-38 Pablo utiliza J t a g -
1.7.11) para referirse a Ias diez muchachas ■ôÉvoç en sentido específico, que no obstante
que aguardan la llegada dei esposo. Estas mu- no aparece claro. Pablo se refiere claramente
chachas todavia no están casadas. Lo impor­ a una virgen, pero la relación de ésta con el
tante en la parábola no es, en sentido estricto, hombre (xlç, õ ç , a ò x o ü ) depende de cómo se
la «virginidad» de tales muchachas. De igual interprete ^ x )J té g a x [io ç (masculino o feme-
manera, según Hech 21, 9, Ias cuatro hijas de nino), y depende además de cómo se entienda
Felipe son jiag-S-évoL JtQoqpTiTEÚouaai, es en concreto Y a p e í x u ) ( o a v ) y
decir, muchachas jóvenes en edad de casarse y a p á t o 2). Hay diversos intentos por interpre­
(quizás: vírgenes); se Ias menciona porque tar aqui Jtagi&évoç en el sentido de una «hija
poseen el don de profecia. virgen», un «pupilo virgen», una «esposa o
789 JiaQÔévoç - 3iaQÍcn:T)|ii, 790

prometida virginal» en un matrimônio espiri­ do en la frontera oriental dei Império Ro­


tual, o incluso como la virgo subintroducta de mano. Su reino fue destruido por los Sasá-
Ias comunidades monásticas de tiempos pos­ nidas en el ano 227 p.C. BHH III, 1394s;
teriores (jeso seria evidentemente un anacro­ Haag, Diccionario, 1451; Abadia de Mared-
nismo!). La interpretación de itapUévoç que sous, Diccionario Enciclopédico de la Biblia,
encaja mejor es la de «virgen prometida en Barcelona 1993, 1180s; sobre la lista de pue-
matrimônio» o bien la de «esposa virginal». blos, cf. H. Conzelmann, Die Apostelge-
schichte erklãrf' (HNT), sub loco; E. Haen-
5. En 2 Cor 11, 2 Pablo usa el término chen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub lo­
JtaQÜévoç en sentido figurado y colectivo pa­ co; G. Schneider, Die Apostelgeschichte I
ra referirse a los corintios, a quienes él pro­ (HThK), sub loco.
clamo el evangelio para Cristo: «Os desposé a
un esposo para presentaros como virgen pura
TtaçÍTiiiu pariemi omitir, descuidar; en voz
(êvl ãvôpl jtaQ'9'évov ctyvriv)», es decir, para
pasiva: debilitarse, cansarse*
presentaros a Cristo, que vendrá en la parusía.
Lc 11, 42: jroLfjaai... pf] tragelvai, «ha-
Ahora Pablo teme celosamente que los corin­
cer... no omitir»; en voz pasiva en Heb 12, 12:
tios pudieran ser seducidos, es decir, que pu-
t à ç JtaQsipévaç àvoQO-cooaTE,
dieran abandonar la dependencia que tienen
«jfortaleced de nuevo Ias manos debilitadasl»
de él en cuanto a la fe.
(cf. Eclo 2, 12; 25, 23; Is 35, 3). El significa­
do de «remitir» (cf. -»■ trágeaiç) falta en el
6. En sentido aún más intensamente meta­
NT (pero cf., por ejemplo, Eclo 23, 2; Josefo,
fórico, en Ap 14, 4 se dice que los 144.000 se­
Ant XV, 48). ThWNT I, 506s y 508.
guidores redimidos dei Cordero son itagilÉ-
voi («virginales») que «no se contaminaron
con mujeres», es decir, que no cayeron en el Jta Q ia T tm i, J ia g ia T a v w paristêmi, pa-
culto idolátrico (en el culto tributado al empe- ristanõ llevar a la presencia; presentarse
rador). Aqui el NT refleja la idea veterotesta- al lado, someter*
mentaria de que practicar el culto idolátrico B ib i: N. Baumert, Tãglich sterben un d auferstehen
es caer en la «prostitución» (2 Re 9, 22; Ez 2, (StANT 34), München 1973, 284-299; H. Frankemõ-
11). En este contexto, JcapO-évoç es el con- lle, D as T aufverstãndnis des P aulus (SBS 47), Stutt-
cepto antitético de ^ nÓQvq (5) (Ap 17, 1,5. gart 1970; O. Kuss, C arta a los rom anos, Barcelona
1976, 83-97 (excursus: el bautismo); K. Munzer,
15s). jtaQÍaTripi, en DTNT I, 318s; B. Reicke-G. Bertram,
J. A. Fitzmyer jtaQÍaxnni, itagiaxávc), en ThWNT V, 835-840.

1. En los escritos dei NT el compuesto de —>■


n á ç 'd o ç , o tt, ó Parthos (gentilicio) par­ íoTTipL se halla atestiguado 41 veces. Mues-
to* tran cierta predilección por este verbo el libro
En Hech 2, 9, en la lista de los judios de la de Hechos (13 testimonios) y la Carta a los
Diáspora que, en la fiesta de Pentecostés, se Romanos (8). En los escritos tardios el verbo
hallaban presentes y residían en Jerusalén (v. aparece sólo 5 veces (2 en Colosenses, 1 en
5). Se menciona en primer lugar a los n á p - Efesios, 2 en la Carta segunda a Timoteo).
■&01 en la lista de un total de 14 nombres (que JtaptOTTipi, usado en la voz activa y en senti­
originalmente fueron 12). Los partos son pro- do transitivo, significa preparar, poner a dis-
bablemente el pueblo que vive más alejado en posición, y en sentido intransitivo, ponerse al
el oriente. Inmediatamente después de ellos lado, acercarse a alguien. En la voz media el
se menciona a los Mfjôoi x a l ’E^ap,TTai. Los verbo tiene el sentido de presentarse, someter,
partos, desde el siglo II a.C., dominaban Me- forzar. La amplia diversificación de significa­
sopotamia y el Irán, y eran un enemigo temi­ dos en el griego profano continua también en
791 jtaQiaxTi[xi 792

el NT, de tal manera que en cada caso hay que a Jerusalén para ser presentado al Senor con­
tener en cuenta el contexto. La forma de pre­ forme a lo preceptuado en la ley mosaica;
sente jtaQicrtávco, que predomina en los es­ aunque no existia ninguna base legal que obli-
critos dei NT, no se desarrolló sino en época gara a presentar al primogênito en el templo,
tardia; en la LXX y en el griego no bíblico el «verdadero énfasis» recae en el verbo Jtaç-
aparece bacia el siglo II a.C. (cf. Bauer, Wó'r- ioTTip,i (G. Schneider, Das Evangelium nach
terbuch, s.v.). Lukas I [ÕTK], 71).
b) Son teologicamente importantes los tex­
2. Los autores dei NT emplean primera- tos en los que JtaQtoxTipL tiene el sentido de
mente el verbo en el sentido formado ya ante­ hacer, crear, presentar. La humanidad separa­
riormente en el griego profano. El Padre pue- da de Dios se convierte, es decir, «ei hecha»
de poner a disposición dei Hijo más de 12 le- por la muerte de Cristo una comunidad santa
giones de ángeles; Mt 26,53; de manera pare­ (Col 1, 22); todo el que es perfecto en Cristo,
cida Hech 23, 24: los soldados deben prepa­ es creado para él (1, 28). Así como Jesus se
rar cabalgaduras. Según Hech 24, 13, los presentó ante los apóstoles como el que vive
judios no pueden aportar praebas contra Pa- (Hech 1, 3; ->■ 2), así también Dios resucitará
blo. El significado de presentarse aparece en con Jesús a los creyentes y los presentará (an­
Hech 1, 3 y 9, 41: aquel que había estado te su acatamiento): 2 Cor 4, 14. Según 2 Cor
muerto se presenta ahora como el que vive. El 11, 2 Pablo presentará a la comunidad como
sentido intransitivo de llegarse (a alguien) se virgen pura ante Cristo (como quien hace en­
encuentra en 4, 26 (con intenciones hostiles, trega de una novia real: Sal 44 LXX). Cristo
cf. Sal 2, 2 LXX); en 9, 39 (Ias vindas que 11o- creó la comunidad en gloria: Ef 5, 27. Timo-
ran), y en 27, 23 (un ángel de Dios). El verbo teo debe esforzarse por presentarse ante Dios
(frecuentemente sustantivado) significa estar como una persona probada: 2 Tim 2, 15. Por
al lado, estar presente, en Mc 15, 35.39; 14, el contrario, la comida no es capaz de hacer
47.69.70; Lc 19, 24; Hech 1, 10; 4, 10; 23, que los creyentes sean recomendables ante
2.4; Jn 18, 22; 19, 26. Dícese qüe la cosecha Dios (1 Cor 8, 8): «Ninguna obra, ni siquiera
está presente, es decir, que su tiempo ha lle- la libertad practicada como una obra, es capaz
gado: Mc 4, 29. El significado de presentar, de hacemos aceptables ante Dios» (H. Con-
entregar, lo hallamos en Hech 23, 33; 27, 24. zelmann. Der erste B rief an die KorintheP
En Rom 16, 2 y 2 Tim 4, 17 JtaQÍoxTpi tiene [KEK], 183).
el sentido de asistir, ayudar. c) n:aeíoxTifii aparece cinco veces en el ca­
pítulo sexto de Romanos (vv. 13 [bis]. 16.19
3. a) Todos los cristianos comparecerán [bis]). La consecuencia que dei bautismo se
{«serán puestos») ante el tribunal de Dios se­ deduce para la conducta, dice así: Los miem-
gún Rom 14, 10 (v.l.: ante el tribunal de Cris­ bros (xà |XÉ)cri) que antes se habían puesto a
to), porque Dios es el Soberano y Rey ante disposición de la impureza, tienen que ser
quien todo el mundo tiene que doblar sus ro- puestos ahora (vv. 19 y 21) al servicio de la
dillas (v. 11). El ángel Gabriel se'identifica a justicia. Al tiempo presente, en el v. 13 a, «que
si mismo como quien está (en pie) en la pre­ designa una permanência en el antiguo esta­
sencia de Dios (Lc 1, 19; dificilmente como do», le corresponde el aoristo de imperativo
quien sirve a Dios, en contra de lo que piensa en el v. 13b (cf. BlaB-Debrunner § 337) que
Reicke, 838); aqui vemos reflejada la idea ju ­ exige una decisión (Kuss 95). Pablo exhorta
dia de que nadie está sentado en presencia de «a los oyentes a la realización de la salvación
Dios: «Todas Ias criaturas tienen que estar en recibida, a que se pongan al ‘servicio de la
pie en la presencia de Dios» (Munzer, 318). justicia’ (6, 13.16.18.19)» (Frankemõlle, 95).
El uso transitivo (y ya un sentido teológico) Depende de eada persona el que se ponga a sí
lo encontramos en Lc 2, 22: el nino es llevado misma a disposición dei poder maligno o dei
793 jiaQ io T T iiii - j i a g o i x o ç 794

poder bueno (v. 16); ahora bien, el bautísmo A partir de aqui hay que entender el texto
significa una cesura tan importante en la vida de Heb 11, 9, según el cual Abrahán «residió
de una persona, que ella tiene que poner aho­ como extranjero en la tierra de la promesa
ra sus miembros, es decir, tiene que ponerse a que era entonces para él tierra extrana (Jta-
sí misma, al servido de la justicia (v. 19). El Qcóxpoev elç ãX.XoTQÍav)», pero
sentido de JtaQ ÍO T T]|xi incluye la libertad de la habito sólo en tiendas, porque aguardaba aún
voluntad y de la decisión, de tal manera que el la ciudad sólidamente cimentada (la Jerusalén
imperativo exige que la existência corporal, celestial) (vv, 9b-10; cf. Gén 23,4; 26,3; Heb
en el sentido más amplio, se presente ante 11, 13 [-)■ itaçeitíÔTipog]). En Lc 24, 18 Cle-
Dios como sacrificio agradable (12, 1). Por ofás pregunta; aí) [lóvoç itapouxelç I eqou-
tanto, el verbo senala un cambio en la exis­ oaX,r|p(;). Y su pregunta: o significa sencilla-
tência humana mediante un cambio en la rela- mente, sin otro matiz, «habitar en Jerusalén»
ción dei servicio. (cf. Tucídides I, 71, 2), o bien significa hallar-
A. Sand se en la ciudad como extranjero {«^eres tú el
único extranjero en Jerusalén [es decir, el úni­
co peregrino que acude a la fiesta] que no es­
ü a Q ^ E V ã ç , ã Parmenas Parmenas* tá enterado...?»). ThWNT V, 840-852; X,
Nombre (forma abreviada de flapiiEVÍÔTiç, 1220 (bibl.); DTNT II, 163s.
IlaQpévoov u otro nombre parecido) de un H. Balz
miembro dei grupo de los «siete»: Hech 6, 5.
Parmenas, como los demás miembros dei gru­
po (con excepción de Nicolás), era judeocris- niaQ O ixía, a ç , paroikia país extranjero,
tiano. Blafi-Debrunner § 125, 1 con la nota 3. residência en el extranjero, condición de
extranjero*
En Hech 13, 17 se dice que Israel creció
TtáQOÔOÇ, OX), 1^ parodos paso, trânsito* «durante su estancia en la tierra extrana de
Según 1 Cor 16, 7, Pablo quiere ver a los Egipto» (èv Tf) Jtapoixtg èv yi! AÍ yíijitou);
corintios «no sólo de paso (èv Jtagóôcp)», si­ cf. Ex 6, 1.6; Dt 5, 15; en sentido figurado dí-
no quizás pasar incluso el inviemo entre ellos cese dei «tiempo en que se vive como extran­
(V. 6 ) . jero (ó tfjç Jtagoixíaç XQÓvoç)», es decir, de
la vida que está ligada todavia a este mundo,
1 Pe 1, 17; cf. 2 Ciem 5, 1; Filón, Conf 80.
n ;a ç o ix e o ) paroikeõ vivir al lado, vivir ThWNT V, 840-852; X, 1220 (bibl.); DTNT
como extranjero, adoptar residência co­ II, 163s; ->■ Jiagem ôppoç, ^ JtaQoixéco.
mo extranjero*
El verbo es un teenicismo en la LXX para
designar a los extranjeros residentes, es decir, JláQ O ixoç, 2 paroikos extranjero; sustan-
a los extranjeros que vivían en Israel sin tener tivado: extranjero, (extranjero) residente*
derecho de ciudadanía (2 Re 4, 3), pero se El término aparece 4 veces en el NT, dos de
aplicaba también a los israelitas que vivían en ellas en sentido propio (LXX: traducción dei
el extranjero (Gén 12, 10; 19, 9; Ex 6, 4; el hebreo gèf) en el discurso de Esteban en Hech
término hebreo correspondiente es gür). A di­ 7 (en 7, 6, como adjetivo que califica al
ferencia dei -> 3taQe3TLÔíip.oç, que sólo se ha- ajtégpa de Abrahán como «residente en tie­
11a de paso en un lugar dei extranjero (es tran­ rra extrana», jtágoixov èv yÕ àXÀOTQÍg (cf.
seunte), el —> ■ jtágoLXoç reside permanen­ Gén 15, 13); en 7, 29, en sentido sustantiva-
temente entre los ciudadanos de pleno dere­ do, dícese de Moisés que, después de su hui-
cho y goza de ciertos derechos (ThWNT V, da de Egipto, fue rtágoixoç en Madián (cf.
842ss). Ex 2, 15.22).
795 jiáçoLXoç - n;ago[xoiáÇa) 796

En Ef 2, 19 el téraiino se aplica a cristianos abiertas y comprensibles por los oyentes


gentiles bautizados, que ahora no son ya ^é- (jtaçgTioía... ànayy^Xií) nplv, 16, 25; vnv
voi x a l j t á Q o i K o i , sino o n p j t o À I x a L tcõv èv JxaQQXioía hxXElv, 16, 29). Es comparable
áYÍCúv x a i o l x e i o i toõ d e o õ («conciudada- la frase sinóptica de hablar èv naQapoX.aíç,
nos de los santos y miembros de la familia de Mc 4, 11 par. y passim (jtapaPoXfj no apare­
Dios»), Mientras que aqui la imagen dei ex- ce en el Evangelio de Juan), pero en este
tranjero o dei forastero residente (->■ j t a Q o i - evangelio no se trata dei endurecimiento de
xÉ co) se aplica sorprendentemente a la condi- los oyentes por hablárseles en el lenguaje ve­
ción, ya superada, que tuvieron los cristianos lado de Ias parábolas, sino de poner de mani-
gentiles, que antes no pertenecían al pueblo fiesto la incapacidad para escuchar y com-
de Dios, y con ello se concibe a la Iglesia, con prender que tienen todos aquellos que no han
la imagen de la comunidad de ciudadanos o participado todavia en el cambio decisivo
de miembros de una misma familia, como una aportado por la «hora» escatológica (cf. Jn
entidad unida que está reconciliada con Dios 10, 24s; 11, 11-14). Para los discípulos esta
y que se halla completa en sí misma, vemos hora de apertura comenzó con la fe (16, 29-
que la afirmación que se hace en 1 Pe 2, 11 de 33), al principio todavia en medio de la incer-
que los cristianos son j r á p o i x o i x a i JtapEJrí- tidumbre y dei riesgo de la existência pre-
ÔTipoi en el mundo se atiene a la tradición, pascual, pero luego, con la llegada dei Pará-
muy difundida también en otras partes dei clito, con la certidumbre de la presencia dei
NT, de que los creyentes viven en la condi- Exaltado (16, 13ss). Bauer, Wõrterbuch, í.v.
ción escatológica de ser extranjeros (->• itage- (bibl.); ThWNT V, 852-855; X, 1220 (bibl.);
JTLÔTipoç, JC aQ O ix écü ). Bauer, Wõrterbuch, R. Bultmann, Das Evangeliutn des Johannes^°
s.v. (bibl.); ThWNT V, 840-852; X, 1220 (KEK), sobre 16, 25; R. Schnackenburg, El
(bibl.); BHH I, 498s; DTNTII, 163s. Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980,
H. Balz sobre 16, 25. -> JxagpTiaía.
H. Balz
Ttaçoi^ia, aç, paroim ia provérbio,
sentencia metafórica, palabras enigmáti­ JtttQ O ivoç, 2 paroinos ebrio, disoluto por
cas* la embriaguez; sustantivado; borracho*
En el NT el sustantivo aparece 4 veces: en 1 Tim 3, 3; Tit 1, 7 en el catálogo de debe-
el sentido de provérbio (que puede citarse) se res dei dirigente de la comunidad (èjtúaxo-
halla únicamente en 2 Pe 2, 22: xò xfjç àÀq- Jtoç): pf] JiágoLvov, «no dado a la bebida»
■Ooüç jcagoipíaç («lo que dice el provérbio (en ambos casos, junto a pq jtkqxxf|v).
verdadero»; a continuación se citan Prov 26,
11 y otro provérbio muy difundido. Citas pa­
JlttQOÍXOfiai paroichomai irse, pasar (de­
recidas, aunque sin hablarse de Jingoipia, se
saparecer)*
cncuentran en Lc 4, 23 (-> JtaQaPoXf) 2); Jn
Hech 14, 16: èv xaTç jcaQWxtlPÉvaiç yc-
4, 37; 1 Cor 15, 33; Tit 1, 12 y passim.
veaiç, «en Ias generaciones pasadas / en los
En el Evangelio de Juan jxaQoipÁa aparece
tiempos pasados» (cf. 15, 21).
en Jn 10, 6 (xagoipíav )vé.yo3, referido a Ias
palabras acerca dei «buen pastor»); en 16, 25
(bis) (èv jtagoipíaiç XaXéto); en 16, 29 (Jta- TCaQO^Olá^b) paromoiazõ ser (casi) igual,
QOipíav ÀéYU)) dícese de Ias palabras oscuras parecerse*
de Jesús, que de momento están todavia vela­ Mt 23, 27 en los ayes pronunciados por Je­
das (en imágenes, en hebreo mãsãl, cf. tam­ sús contra los fariseos: «Os pareceis a sepul­
bién especialmente Eclo 47, 17), a Ias que cros blanqueados» (jxaQopoiáÇexE, a dife­
seguirá alguna vez la «hora» de Ias palabras rencia de Lc 11, 44: èoxè d)ç...).
797 jiagojAoioç - jtagovaia 798

JtaQÓ^OlOÇ, 2 (3) paromoios (casi / bas­ cará a ira con un pueblo sin entendimiento»
tante) igual, parecido* (cita de Dt 32, 21), como prueba de Escritura
Mc 7, 13: Jtal jtaQÓjioia xoiaijTa jtoX,X.à (junto a otras) que demuestra que Dios acepta
JtotelTE, «y hacéis muchas cosas (más) como a los E^hvq; una aceptación que se hace reali-
ésa»; cf. 7, 8 v.l. dad en la misión entre los gentiles y que había
sido anunciada ya por «Moisés» (v. 19a). Ef
6, 4: «)No provoqueis a ira a vuestros hijos!»
Jla g o ^ v v to paroxynõ incitar; en voz pasi- ([tf] napoQYÍ^EXE); cf. Col 3, 21 v.l.
va: incitarse (hasta montar en cólera), ex-
citarse*
En el NT el verbo aparece únicamente en JiaQOQyiOflOÇ, ou, o parorgismos enojo,
voz pasiva; en Hech 17, 16 dícese de Pablo: ira, provocación a la ira*
JtaQcn^úvEto TÒ Jtveüfia èv aúxõ), «su espí- Según Ef 4, 26, «vuestro enojo no dure más
ritu se excitaba/se indignaba en su interior»; allá de la puesta dei sol (èjil [x(p] jtaQopy^o-
dícese de la àyájtTi en 1 Cor 13, 5: ou jtapo- pm úpmv)»; este sentido pasivo aparece tam­
^úvexai, «no se irrita» (a saber, «hasta el bién en Jer 21, 5 LXX (jtapoQYiopòç péyaç
punto de montar en cólera», un significado juntamente con ■ftupóç y oQyr\).
que se ve con frecuencia en la LXX: Núm 14,
11; Dt 1, 34; Os 8, 5; Zac 10, 3). ThWNT V, JtttQOtQDVCO patotrynõ incitar, instigar*
855s. Según Hech 13, 50, los judios instigaron a
mujeres temerosas de Dios y a otras personas
JtaQ O ^tíO ^óç, oC, Ó paroxysmos estimu- prominentes en Antioquía (de Pisidia) en con­
lación, irritación, fuerte conflicto* tra de Pablo y de Bemabé (jtapróxQuvav).
En Hech 15, 39 se usa sensu maio: kyévEzo
ôè JtapoÇuopóç, «se llegó a un gran conflic­ JiaQOvaia, aç, tj parousia presencia, ve-
to (entre Pablo y Bemabé; cf., sobre el signi­ nida, llegada*
ficado, Dt 29, 27). Sin embargo, en Heb 10,
24, la frase jtapo^uopòg àyájrTiç nai naXmv 1. El término ícaponoía - a) Aparición - b) Signifi­
cado - c) Origen dei tecnicismo - 2. La parusía de
ÊQycov, exige que el término se entienda en el Cristo - a) La idea - b) La expectación - c) El conte-
buen sentido: «estimulación al amor y a Ias nido.
buenas obras», un sentido que, por lo demás,
B ibl.: J. Baumgarten, P aulus und die A pokalyptik,
se halla atestiguado en el verbo Jtapo^úvfü Neukirchen-Vluyn 1975; Bousset-GreBmann, 202,
(en la LXX aparece únicamente en Prov 6, 3; 301; G. Braumann, en DTNTIII, 299-303; Deifimann,
pero el término se encuentra también, por L ic h t, 314-320; A. Feuillet, P a ro u sie , en DBS VI,
ejemplo, en Jenofonte, Mem 3, 13); cf. Vg: in 1331-1419; T. F. Glasson, T heophany a n d P arousia:
NTS 34 (1988) 259-270; E. Grãfier, D a s P roblem d e r
provocationem caritatis. ThWNT V, 855s. P arusieverzõgerung in den synopt. E va ngelien und in
d e rA p g , Berlin ^1977; H. Greeven, K irche u n d P aru-
sie Christi: KuD 10 (1964) 113-135; W. Hamisch, E s-
itaQOQ ao) paroraõ no tener en cuenta, pa- c h a to lo g isc h e E x is te m , Gôttingen 1973; E. Kâse-
sar por alto mann, E in e A p o lo g ie d e r urchristl. E sch a to lo g ie, en
Hech 17, 30 D Vg JtaQOQáco (jcapiòcDv) en Kasemann, Versuche I, 135-157; F. Laub, E schatolo-
gische V erkündigung und L ebensgestaltung nach P a u ­
lugar de úitEpopám (cf. Sab 11, 23). lus, Regensburg 1973; D. M. Maxwell, The Sig n ifi-
cance o f the P arousia in the T heology o f P aul, Drew
University, Madison, N. J„ 1968; A. L. Moore, The
JtapO Q yíÇ w parorgizõ encolerizar, provo­ P arousia in the N T , Leiden 1966; A. Oepke, itapou-
car ira* ota KxX., en ThWNT V, 856-869; A, C. Perriman,
P a u l an d the P arousia: 1 Cor. 15, 5 0 -5 7 a n d 2 Cor. 5
En Rom 10, 19, con Dios como sujeto: èjt’ 1-5: NTS 35 (1989) 512-521; R. Pesch, N aherw artun-
ÊhvEi àouvÉxcü naQOQji& upãç, «Os provo­ gen , DUsseldorf 1968; W. Radl, A n k u n ft des H errn.
799 T ta Q o v a ia 800

Z u r B ed eu tu n g u n d F un ktio n d e r P arusieaussagen bei Mac 8, 12; 15, 21). En cambio, la literatura hele-
P aulus, Bem-Frankfurt a. M. 1981; J. A. T. Robinson, nística emplea n a Q o v a i a como tecnicismo no
Jesu s a n d H is Corning, London ^1962; G. Schneider, sólo en contextos sacros sino también en contex­
P aru sieg leich n isse im Lk, Stuttgart 1975; P. Siber, M it tos ofíciales. Designa, por un lado, la epifanía de
C hristus leben, Zürich 1971; Spicq, N otes II, 673-675;
Dios o de un dios (Diodoro Sículo IV, 3, 3; Elio
A. Strobel, U n te rsu c h u n g en m m e sc h a to lo g isc h en Anstides, Or H, 30 y 31; SIG HI, 1169, 34; Jose-
V erzõgerungsproblem , Leiden 1961; Volz, E schatolo-
g ie, 135-229; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
fo, Ant III, 5, 2; 8, 5; IX, 4, 3; XVIII, 8, 6) y, por
1220- 1222. otro lado, la visita oficial de un emperador o de
algún alto dignatario a una ciudad de Ias provín­
cias (PapPetrie II, 39e; PapTebt 48, 14; 116, 57;
1. a) En el NT JTaQOBaía aparece 24 veces. 121, 95; 182; 253; SIG 495, 85s; 741, 21.30;
Fuera dei capítulo 24 de Mateo, el término se 1169, 34; CIG 4896, 8s; Polibio XVIH, 31, 4). A
encuentra únicamente en Ias cartas, a saber, la pregunta de si los cristianos tomaron su térmi­
once veces en Ias cartas paulinas autênticas, no técnico dei lenguaje sacro o dei lenguaje ofi­
tres veces en 2 Tes 2 y seis veces en Ias Car­ cial, no puede responderse con total claridad.
Cristo es aguardado como el Salvador y como el
tas Católicas. En Ias ceirtas paulinas autênti­
Senor. Ahora bien, puesto que al emperador no
cas, con excepción de 2 Cor 10, 10, jtaQOU- sólo se le puede acoger como a soberano sino
ata forma parte siempre de rina frase preposi­ también como a quien trae la salvación al pueblo,
cional. En Mt 24, 27.37.39 (cf. el v. 3) el tér­ entonces el uso oficial de n a ç o v c í a , con sus ele­
mino es parte de una fórmula estereotipada. mentos sacros, se aproxima mucho al uso dei tér-
b) El significado fundamental dei término nüno en el cristianismo.
se deriva dei verbo -> itáQei|xi, «estar presen­
te». Por tanto, JtaQOUOÍa significa original­ 2. Sobre la parusía de Cristo, no existe en
mente p r e s e n c i a . Pero, así como el verbo irá- el NT una concepción ni una expectación ho­
QEipi puede adquirir el sentido de «venir, lle- mogênea.
gar, acercarse», por ejemplo, en Jue 19, 3 a) Si prescindimos de los acontecimientos
LXX, así también Jtap o u aía designa con que la acompanan, como son la resurrección
muchísima frecuencia la « l l e g a d a como ini­ de los muertos o el juicio universal, la parusía
cio de la presencia» (Bauer, W t ír te r b u c h , s.v . sólo se describe detalladamente en Mc 13, 24-
2). Este es también el sentido que rtagonoía 27 par. Mt 24, 29-31 / Lc 21, 25-27; 1 Tes 4,
tiene habitualmente en el NT; tan sólo en 1 16s; 2 Tes 1, 7-10; 2, 8 y Ap 14, 14-16; 19,
Cor 16, 17; 2 Cor 10, 10 y Flp 2, 12 (^1, 26?) 11-16. Los motivos tratados en estos textos se
el término designa la p r e s e n c i a o la a c t u a c i ó n derivan de Ias expectaciones dei AT y dei ju­
dei apóstol o de sus colaboradores. daísmo acerca de la salvación, que aguardan
En cuanto al significado de l l e g a d a , hay como salvador a una personalidad terrena que
que distinguir a su vez entre el concepto ge­ será el rey mesiánico (cf. Núm 24, 7.17 LXX
neral y el uso específico dei término. Tan só­ juntamente con Testfud 24, 1; CD 7, 19-21:
lo en 2 Cor 7, 6.7 (iFlp 1, 26?) se habla de IQM 11, 6; 4QTest 9-13; además 2 Sam 7,
una llegada corriente. Al uso específico de 12s.l6; Jer 23, 5; Miq 5, 1; TestLev 18, 2;
n a ç o v a í a se aproximan 2 Tes 2, 9 y 2 Pe 3,
SalSl 17, 21; 18, 5) o que aguardan a Yahvé
12, donde el anticristo o el día de Dios es su- mismo (cf. Miq 1, 3; Is 59, 20; 63, 19; 64, 1;
jeto de la acción de llegar, En los 16 pasajes 66, 15) o a una figura trascendente de reden­
restantes, JtaQOUOÍa es un tecnicismo para tor con rasgos humanos (cf. Sib III, 49s, 286s,
designar la venida de Cristo al fin de los tiem- 652-654; 4 Esd 7, 28; 12, 31; ApBar [sir] 29,
pos. 3; 53, 8-11), y cuya llegada, principalmente
en la apocalíptica, se describe con polícromos
c) El uso de JtaQOUOÍa como término técnico colores. Es decisiva principalmente la figura
no puede derivarse de la LXX; en ella aparece dei Hijo dei hombre en su venida (cf. Dan 7,
únicamente en 3 Mac 3, 17 (el término aparece, 13 LXX, Hen [et] 46, 1; 53, 6; 4 Esd 13,
por lo demás, tan sólo en Neh 2, 6; Jdt 10, 18; 2 3s.32). Su llegada desde el cielo (cf. Hech 3,
801 jtttQouoia - 3iaQ0T)aia 802

20s; Flp 3, 20; 1 Tes 1, 10; 2 Tes 1, 7) es el 10, 6; 22, 20) tratan de avivaria, y finalmente
núcleo mismo de la concepción neotestamen- la Carta segunda de Pedro (3, 1-13) trata de
taria de la pamsía. defendería expreseimente.
b) Si Jesús mismo aguarda ya la pronta lle- c) Es difícil identificar los rasgos absoluta­
gada dei reino de Dios (Mc 1, 15; 13, 28s; Lc mente esenciales de Ias variadas maneras de
6, 20-23; 11, 20), la comunidad primitiva, en hablar, con marcado carácter apocalíptico,
virtud de la experiencia pascual y de la pose- acerca de la parusía. En todo caso, el cristiano
sión dei Espíritu, aguarda especialmente su espera y aguarda el encuentro con Cristo,
próxima parusía. Esta expectación próxima, quien se revela a sí mismo como el Senor (cf.
que abarca también en su perspectiva al Exal­ Pablo, -> b).
tado, la reflejan fórmulas (1 Cor 16,22; Flp 4,
W. Radl
5) y textos tradicionales (1 Tes 4, 16.17a).
Pablo comparte el horizonte de la esperan-
za apocalíptica y recoge Ias correspondientes 7CaQO\|)íç, ÍÔOÇ, ^ paropsis fuente (pe­
fórmulas dei lenguaje comunitário (1 Cor 15, quena), plato*
23; 1 Tes 2, 19; 3, 13; 4,15; 5, 23 con jraçou- Propiamente se trata de un «manjar adicio­
oía; cf. 1 Cor 1, 7: «revelación»; 1, 8; 3, 13; nal» o de una «fuente pequena» para un man­
5, 5; 2 Cor 1, 14; Hp 1, 6.10; 2, 16; 1 Tes 5, jar adicional; Mt 23, 25: xò elroílev... xfjç
2.4: «día» dei Seiior o de Cristo; 1 Cor 4, 5; jtapooljíôoç, «el exterior de la copa y dei pla­
11, 26; 16, 22; Flp 4, 5: su «llegar» o su to», en una imagen que expresa gráficamente
«acercarse»; 1 Cor 1, 7; 1 Tes 1, 3.10: su «ex­ la hipocresía fomentada por los preceptos de
pectación»); ahora bien, Pablo acentua la es- pureza, los cuales, con una limpieza exterior,
catología de presente (2 Cor 5, 14-6, 2) y ve pretenden desviar la atención de la impureza
lo decisivo en la nueva vida, que es ahora re- total que hay en el interior; 23, 26 v.l. Biller-
alidad «en» Cristo (5, 16) y que en el futuro beck 1,934-936.
será una realidad «con» Cristo (1 Tes 4,
14.17; 5, 10; Flp 1, 23; cf. 2 Cor 5, 8).
Los Sinópticos dan testimonio dei problema JiaQQT|aia, aç, ^ parrêsia apertura, no-
que supone la demora de la parusía (Mc 13 toriedad, franqueza, (gozosa) confianza*
par.; Mt 25, 1-13; Lc 12, 35-46; Hech 1, 6-8). Jtap Q q aiá^o p ai parrêsiazomai hablar con
Lo que -según Pablo- es una realidad futura franqueza o libertad, cobrar ânimo*
«con Cristo», eso -según £ /2 , 5s y Col 1, 5; 1. Aparición en el NT - 2. Enunciados griegos y ju­
2, 12s; 3, 1-4- es ya realidad presente, pero dios - 3. Empleo en el NT - a) Uso general - b) La es­
no acá abajo, sino allá arriba en el cielo. El fera pública (Evangelio de Juan; Col 2, 15) - c) Aper­
tura (Ev. de Juan; Mc 8, 32) - d) Proclamación franca
Evangelio de Juan (3,19; 5, 19-30) piensa ra­ y valiente (Hechos) - e) Autoridad y franqueza apostó­
dicalmente en presente. Por el contrario, la licas (Pablo y Deuteropaulinas) - f) Certidumbre, con­
expectación de la parusía se retiene (al menos fianza (Deuteropaulinas, Hebreos, 1 Juan).
verbalmente) en Ias Pastorales (èjticpáveia
B ibL: G. J. M. Bartelink, Q uelques observations sur
en lugar de Jtapouaía: 1 Tim 6, 14; 2 Tim 4, jtapQqaía dans la littérature paléo-chrétienne: Grae-
1.8; Tit 2, 13), en Ias Cartas Católicas (jiaç- citas et Latinitas Christianorum, Supl. 3 (1970) 7-57;
ouoLa: Sant 5, 7.8; 2 Pe 1, 16; 3, 4.12; 1 Jn 2, Bauer, W õrterb u ch , J.v.; W. Beilner, UAPPH2IA.
E in n eu testam entliches W ortfeld m it aktu ellen Im pli-
28) y en la Carta a los Hebreos (10, 37s con
kationen, Salzburg 1979 (publicado por el autor), es­
referencia a Hab 2, 3s. LXX; 9, 28); la Carta pecialmente pp. 5-49 (bibl.): A.-M. Denis, V a p ô tr e
segunda a los Tesalonicenses tiene precisa­ P aul, p ro p h è te « m essianique» des gentils: EThL 33
mente que calmar esa expectación (jtaqou- (1957) 245-318, sobre todo 251-259; L. J. Engels, Fi-
ducia, en RAC VII, 839-877; H. Ch. Hahn, en DTNT
oía: 2, 1.8), mientras que, por el contrario, la
I, 295ss; H. Holstein, L a P arrêsia dans le NT: BVC 53
Carta primera de Pedro (1, 5-7.13.20; 4, (1963) 45-54; H. Jaeger, IlaQQTiola e tfid u c ia , en K.
7.17; 5, 10) y el Apocalipsis (1, 1.3; 3, lOs; Aland-F. L. Cross, Stu d ia P atristica I (TU 63), Berlin
803 jtaQQTiaia 804

1957, 211-239; P. Joüon, D iv ers sen s de jtaQQTÍaia piensa y posee una moral sólida y que vive con
dans le NT: RSR 30 (1940) 239-242; A. J. Malherbe, total «apertura» ante sus conciudadanos, amigos
«G entle a s a N urse». The C ynic B a c k g r o m d to I Thess y enemigos, a quienes alaba pero también critica
IT. NovT 12 (1970) 203-217; St. B. Marrow, Parrhesia (cf. Aristóteles, EthNic 1124b, 1165a; Diógenes
a n d the NT: CBQ 44 (1982) 431-446; O. Michel, D er Laercio VI, 69; también Filón, SpecLeg 1, 321,
B r ie f a n die H eb rã er (KEK), Gõttingen ’1975, sobre 323; Her 14; cf. además Peterson, 280-289; Mal­
3, 6; E. Peterson, Z u r B ed eu tungsgeschichte von Jiag- herbe, 204ss; Denis, 251ss).
QT|aía, en Z u r Theorie d es C hristentum s I. F S f ü r R. En textos judios jtaQQTjaía (12 veces en la
Seeberg, Leipzig 1929, 283-297; G. Scarpat, naQÇTi-
aía. S to ria d e i term ine e d elle sue traduzioni in latino, LXX; el verbo jtaQQTiaiáÇopai 5 veces) adquie-
Brescia 1964; H. Schlier, jtoQQTiaía, JtaQQT|aiáÇo- re un significado nuevo y singular (cf. especial­
(rat, en ThWNT V, 869-884; R. Schnackenburg, en mente van Unnik): Así como Dios saca de la ser-
LThK VII, llOs; Spicq, N o te s Suppl 525-533; W. vidumbre a los liberados, que salen «con libertad
Stahlin, P a ro u sia u n d P arrh esia, en W ahrheit un d Ver- y con la cabeza alta» (qYOiYt^''' 'úpõíç pExà jtaç-
k ü n d ig u n g . F S f . M . S ch m a u s, München-Paderborn gqoríaç, Lev 26,13; cf también Jaeger, 223s), así
1967, 229-235; G. Strecker, 1-3 Jo h (KEK), Gõttingen también la persona justa y aceptada por Dios tie-
1989, 144-146, 197s; W. C. van Unnik, The C hris- ne «libertad, confianza y gozosa seguridad» (cf.
tian's F reed o m o f Speech in the NT: BJRL 44 (1961- Job 22, 26: JiaçQ T ioiaoU iíoT ] Êvavxi x u q ío u
1962) 466-488; Id., The S em itic B a ckground o f naQ - àvapXéi|)aç eiç xòv otiçavov EXaQtõç; en senti­
QT]0ta in the N T (1962), en Id., Sparsa C ollecta II, Le- do escatológico en Sab 5, 1), pero no así el impío
dien 1980, 290-306; W. S. Vorster, The M e a n in g o f (Job 27,10; Prov 13, 5; TestRub 4, 2s). Dios mis-
JtaQQT)oía in th e E p istle to the H ebrew s: Neotesta-
mentica 5 (1971) 51-59; para más bibliografia, cf. mo se manifiesta abiertamente en la palabra y en
ThWNT X, 1222. el juicio (Sal 93, 1 LXX; 11, 16 LXX; en lo que
respecta a la sabiduría cf. Prov 1, 20; cf. Schlier,
874s) y hace justicia al despreciado, de tal modo
En el NT JtaQQTioía aparece 31 veces, pero que éste puede invocarle con confianza, y al mis-
en los Sinópticos el término se halla atesti- mo tiempo Dios relfena al malvado. Por tanto, la
guado únicamente en Mc 8, 32; es más fre- JtaQQqata dei piadoso tiene su origen en la naç-
cuente en el Ev. de Juan (9 veces), Carta pri- 0T]0Ía de Dios (Filón, Her 27; -*• 3.d-f), y se
mera de Juan (4); Hechos (5), Hebreos (4); en muestra como la verdadera audacia y valentia dei
sabio y de los amigos de Dios (como Moisés y
Pablo aparece únicamente en 2 Cor 3, 12; 7,
Abrahán, Her 14, 21 y passim). Por tanto, es al
4; Flp 1, 20; Fim 8; el sustantivo se encuentra mismo tiempo una confianza escatológica, una
también en Ef 3,12; 6,19; Col 2,15; 1 Tim 3, certeza dei futuro gozo que se va a tener junto a
13. El verbo (que se halla atestiguado 9 ve­ Dios (cf Hen [et] 61, Iss; 62, 15s; 69, 26; 4 Esd
ces) aparece principalmente en Hechos (7 ve­ 7, 98ss).
ces) y se encuentra también en 1 Tes 2, 2; Ef
6 , 20 . 3. a) En aproximadamente la mitad (unos
22 en total) de los pasajes dei NT, tanto el
2. TtapQqaía designa propiamente la libertad verbo como el sustantivo se refieren a la pu-
para decirlo todo (cf. nãv, çfjcriç) y, por tanto, la blicidad o notoriedad de Ias palabras y de la
franqueza y apertura en lo que uno dice. En el acción (-> b.c). En los demás enunciados pre­
âmbito de la lengua giiega, el grupo de palabras domina el elemento de la franqueza y de la
se encuentra principalmente en los autores políti­ confianza en Dios (-> d-f). En 16 casos apare­
cos. waQQqaía es principalmente la <dibertad (de
palabra)» de la que gozan los ciudadanos libres ce una estrecha vinculación dei sustantivo con
(Demóstenes, Or 111, 3s), pero que sólo existe XaXÉü), y en 6 casos, con XÉytü. Otros térmi­
entre personas iguales y que, al ser usurpada por nos asociados importantes son Xóyoç, èXjtíç,
esclavos (cf. Hech 4, 29) y metecos, se experi­ EÍiaYYéXtov, rtíoxiç, óp.oX.oYÍot (Hebreos).
menta enseguida como peligrosa «osadía» (cf. Sujetos de la JtaQpTjoía son Jesús (7 veces),
Isócrates, Or. 7, 20; Platón, Resp VIII, 557b). En­ el Pablo dei libro de Hechos (8 veces), otros
tre los cínicos, el ideal originalmente aristocráti­
co de la rtaQQT)0La se convirtió -probablemente predicadores y apóstoles (5 veces) y los cris-
por el rechazo dei abuso político- en un coneepto tianos en general (10 veces); cf. además Beil-
moral; la JtaQQqoía jimtamente con la EXeude- ner, 36-41. Por tanto, JtaQpqoía pertenece al
Q Í a es el bien más excelso de la persona que âmbito de términos relacionados con la pro-
805 itaçoriota 806

clamación evangélica y con Ias relaciones con cf. 7, 4). Se trata de la autorrevelación de Je-
Dios. sús ante el mundo, no de una actuación con
Traducciones verdaderamente claras y defi­ carácter demostrativo (7, 4), sino con pala­
nitivas a nuestra lengua sólo podrán darse en bras abiertas y, por tanto, públicas, pero que
unos cuantos casos (cf. Vg y Vetus Latina: fl- no obstante permanecen (y permanecerán)
ducia, confidentia, audere, palam, constantia, ocultas para el cosmos, porque éste no se ha
etc.; cf. Engels, 853, 856s y 859; Jaeger, 222; abierto realmente a la palabra, en el tiempo de
observaciones fundamentales en Scarpat. En la revelación. Asi que la apertura con que Je-
la Peshitta se trascribe sencillamente el térmi­ sús habla juzga al cosmos.
no jtaQQT]aía, y éste aparece como préstamo Una idea parecida se encuentra en Col 2, 15
léxico en arameo y en siríaco). En el cristia­ (únicamente aqui); se refiere a la acción salvi-
nismo primitivo, rcaperioía no llegó a con- fica de Dios (vv. 13ss), que en la exaltación
densarse como fórmula en el lenguaje de la de Cristo de la cruz (v. 14) manifesto su vic-
proclamación evangélica, aunque la peculiari- toria definitiva sobre los poderes (los despojó
dad de la terminologia bíblica de la JtaQQT)- de sus armas, los expuso a pública vergüenza,
o ía tuvo innegables repercusiones en la lite­ hizo un desfile triunfal) con toda notoriedad
ratura de los primeros tiempos de la Iglesia (èSeiYpátiaEv èv jtappqoíg). Por tanto, la
(especialmente desde fines dei siglo II: Barte- publicidad a que aqui se hace referencia se
link, llss; cf. también Engels, 860ss; Jaeger, dio con el acontecimiento de la cruz, pero
228ss; Peterson, 293ss; Schlier, 883s; cf. es­ también -a l mismo tiempo- con la realidad de
pecialmente Diogn 11, 2; 1 Ciem 34, Iss; la salvación escatológica de la comunidad, in-
MartPol 10, 1; HechTom 46.81.103; HechJn mersa por el bautismo en la muerte y en la
22.30; Eusebio, HistEccl V, 1, 18; 2, 4). exaltación de Cristo (cf. 2, 20; 3, Iss).

b) Según Jn 7 ,4 los hermanos de Jesus tra- c) El factor de hablar abiertamente y sin


tan de inducirle (con un adagio general) a que velos desempena un papel especialmente en
baga demostración pública ante el mundo de conexión con enunciados centrales de la cris-
su poder de obrar milagros: èv jtaQQr|0 tçt tología. Según Juan, la abierta confesión que
eivai, «bailar reconocimienlo público» (lo Jesús hace de sí mismo no es una posibilidad
opuesto: èv XQUJtTÕ)); con ello desconocen para el mundo, sino una posibilidad escatoló­
precisamente el verdadero significado de Je­ gica; tan sólo los creyentes son capaces (en el
sus como testigo en contra dei cosmos (v. 7), tiempo dei Espíritu) de oír verdaderamente;
no saben nada acerca de la hora escatológica oúxéxL èv rtapoipíaiç XoXijoco ■ôfttv, òXkà
(v. 8) y delatan su incredulidad (v. 5). Aqui jtapQTiaíg (franca o abiertamente) tleqí xon
JtaQQT)OÍa se refiere concretamente a la noto- jtaxQÒç ànayYeXã) upív, 16, 25; cf. v. 29. La
riedad entre los judios de Jerusalén, y lo mis- razón de ello no consiste en lo incomprensible
mo sucede en otros pasajes: 7, 13 (JtaQQTioíg y enigmático dei mensaje mismo, sino en los
XaXéco, «hablar públicamente», es decir, sin oyentes, compárese 11, 14 con 11, 11-13.15.
temor a los judios); en 7, 26 se dice de Jesus El incrédulo ha oído materialmente la confe­
esto mismo con idêntica expresión; jtaQQT)- sión de Jesús, pero piensa, no obstante, que
oíg TCCQiJtatéco «(no) aparecer (ya) en públi­ no podrá arreglárselas sin legitimación y sin
co», 11, 54. La afirmación èycb JtaQQTjoíg seguridades, compárese 10, 24 ( eítcè qixiv
X.EXá)iq)ta xiõ xóop,tB (18, 20) se refiere tam­ jtagpEOÍg, «jdinos abiertamente]») con 10,
bién, según el contexto, a Ias palabras de Je­ 15ss. Aquel (Jesús) que actáa en público ( ^
sus pronunciadas en público (v. 20b: en la si­ b) y confiesa públicamente su misión no se
nagoga, en el templo, en presencia de todos revela precisamente en esta apertura, a no ser
los judios), pero tiene su verdadero término como crisis para el mundo y para su incredu­
opuesto en la expresión èv XQUJtTtõ (v. 20c; lidad (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio se-
807 jraQQTjaia 808

gún San Juan II, Barcelona 1980, a propósito de Pablo en Damasco se fundamenta en el Se-
de 7, 4s). nor mismo (èitaQQTiaiáoaxo àv xtp ôvópaxi
Un malentendido parecido acompana la xoü I t j o o í S ); de manera parecida se habla en
predicción que Jesús hace de su Pasión en Mc 9, 29 (cf. 13, 46) de Pablo y de Bemabé (jrap-
8, 32. Aunque el pueblo, según 4, 33, sólo po­ QTiaiaaápEvoi); en 14, 3 (jtapQTioiaÇópEVOi
dia oír el Xóyoç èv jtaQaPoÂ,aiç, sin embar­ èjri xô xuQÍü), «proclamaban al Senor, llenos
go sus discípulos lo escuchan abiertamente / de confianza en él»); 19, 18 (Pablo en la sina­
sin velos (jtapQTioía ròv Xóyov èX,áXei, 8, goga); 26, 26 (Pablo ante Agripa); 18, 26
32), pero, a pesar de todo, este logos sigue (Apoio en la sinagoga).
siendo incomprensible para ellos (8, 32b-33),
porque la Pasión de Cristo constituye sólo e) Los testimonios paulinos y deuteropau-
después de Pascua el núcleo dei mensaje de linos muestran una comprensión propia y sin­
salvación (cf. ríp^aTO ôiôáoxeiv, v. 31); un gular. Pablo usa siempre jtaQQT)oía con jtãç
factor que determina la diferencia entre el o jtoXúç: según Flp 1, 20, él espera no ser
tiempo dei ver y el de creer. avergonzado en ningún aspecto, sino que aho-
ra, como siempre. Cristo sea gloiificado en su
d) En el libro de Hechos, la apertura dei soma (el cuerpo de un preso) èv nàor\ jrap-
mensaje misionero en el sentido de la intrepi­ QTioía. Después de à jto x ap a ô o x ía y èXníç
dez, la franqueza y la confianza gozosa frente (v. 20a), será difícil una interpretación subje­
a los críticos y los adversários -principalmen­ tiva de JtaQQTjoía (en el sentido de «confian­
te judios- desempena un papel. Según 2, 29, za»). Lejos de eso, se trata de la glorificación
Pedro se toma la libertad de referir la espe- de Cristo en él (en Pablo). La esperanza de
ranza de vivir que tenía el «patriarca» David Pablo es que, por medio de su propio cuerpo,
(Sal 16, 8ss), a la resurrección de Cristo, co­ ya sea en su actividad misionera o bien su-
mo descendiente de David (v. 30; cf. Sal 132, friendo la muerte por Cristo, la glorificación
11) (è|ò v eíiieiv p,exà naQQTiaiaç, «con [to­ de Cristo se fomente, una glorificación abier-
da] sinceridad / franqueza»); ef. 4, 13 acerca ta en todos los aspectos, no limitada por nada
de franqueza con que Pedro predica a Cris­ y que, por tanto, se realiza con toda notorie­
to (vv. 8-12), una franqueza que se entiende dad (cf. especialmente E. Lohmeyer, Der
casi en el sentido de «autoridad», pero que no Brief an die PhilippeP [KEK], sub loco; cf.
se basa en la erudición ni en el prestigio for­ también 4 Mac 10, 5: la jraQQTiaía de un
mal (v. 13b). El Espíritu dei Exaltado mismo mártir).
es el que confiere autoridad a sus ôoüXoi (cf., De manera semejante en 2 Cor 3,12, donde
a propósito, Filón, Her 5ss) para que hagan especialmente la autoridad o apertura apos­
una proclamación franca e intrépida dei evan- tólica se basa en la Jt83toí'difioiç (v. 4), es de-
gelio, 4, 29 (pETÒ JtaQQTiaíaç ttáar\ç, XaXelv cir, en la confianza en el servicio prestado al
xòv Xóyov oou), cf. 4, 31. En 28, 31 se dice nuevo pacto de gloria (jtoXXfj jraQQqota
de Pablo: xriQÚaocov... x a l ôiôáaxcov... pe- XpôitE^a). En contraste con el rostro de Moi­
xà jtáoTiç n:aQQT]OLaç àxtoXúxmç, «con toda sés, cubierto por un velo (3, 13ss), Pablo pre-
franqueza y sin impedimentos. Tampoco aqui senta a Cristo «sin velos» (3, 18; 4, 3; cf. es­
se trata tanto de la pública «notoriedad», sino pecialmente, a este propósito, van Unnik,
de la autoridad e intrepidez que el Exaltado 292ss) y tiene la libertad de renunciar a todos
concede a sus mensajeros. los médios de confirmarse y darse seguridad a
El verbo se usa de manera muy semejante sí mismo (cf. los reproches en 4, Iss). Tampo­
-en la mayoría de los casos refíriéndose a Pa­ co aqui se trata de la apertura 0 confianza de
blo- como tecnicismo para expresar la procla­ Pablo mismo, sino dei ilimitado reflejo de la
mación franca y valiente dei mensaje evangé­ gloria de Cristo en la existência de su procla-
lico. Según 9, 27, la intrépida proclamación mador (4, 5). Pablo se adentra en la jiapQT]-
809 jiaQQT]oia 810

oía escatológica dei nuevo ministério (Denis, [xoç («alto rango» ante Dios), Jtaggrioía se
254). refiere probablemente no sólo a la relación de
Tiene colorido personal el pasaje de 2 Cor confianza en Dios (en la oración) sino tam­
7 , 4 : 3T0À?iT| [ioi JtaQQT)oía jiqòç ■ó|xãç, jro?i-
bién a la franqueza con respecto a Ias demás
X,T| poL x a n /rja iç 'urcèp •ópôbv. Pablo tiene personas.
JtaQ0T)OÍa en el sentido de que hace uso con En la Carta a los Hebreos itag g q aía de­
franqueza y confianza de la autoridad apostó­ signa un don escatológico de la salvación di­
lica (cf. 6, 11) ante una comunidad de la que vina, «la verdadera característica de la exis­
él puede sentirse orgulloso, y a la que él, por tência cristiana» (Stâhlin, 233; cf. además
tanto, puede infundir también consuelo y go­ Voster). Juntamente con el xaúxtlF® tfjç èX.-
zo (JtapáxÀTjoiç, /a g á , v. 4b). En esta pers­ jtíôoç («excelencia [posiblemente: gozo] de
pectiva hay que entender también Fim 8s, la esperanza»), la Jtaggqaía, como certeza
donde Jto)tXfi jiag g íia ía... èjtLTáooEiv se de la fe concedida graciosamente por Cristo,
contrapone a 6 ià rqv àyáKv\\ [x.ãKko\ n a- caracteriza a la comunidad (3, 6). Hay que
gaxaXóô (v. 9). aferrarse decididamente a ella (x a ta o /cô -
En 1 Tes 2, 2 la expresión èjtaggqoiaoá- ftev), lo mismo que a la ópoXoYÍa (3, 1; tam-
ps'0'a êv Tcp §E(p f|píüv XaXfjoai debe tradu- l3ién 4, 14; 10, 23) y a la n jtó atao iç inicial
cirse: «Conseguimos la valentia de ânimo, (3, 14). En Heb 4, 16 se trata de la franqueza
por medio de nuestro Dios, para anunciaros el / certeza dei libre acceso a Dios por medio de
evangelio». Se trata de la Jtaggqaía escato­ Cristo, que es el verdadero sumo sacerdote
lógica de los mensajeros de Dios (compárese (jta g g q a ia dentro de una imagen cultuai
2, 1-8 con 2 Cor 3, 12ss; 4, Iss; también Sab aplicada a la vida de la comunidad en presen­
5, 11; cf. Denis, 256ss; Malherbe, 204ss sena- cia de Dios: jtQ008QxrópE'6-a oúv pexà Jtag-
la el trasfondo de la filosofia cínica). Cf. ade- QTioíaç Tcõ figovu) tfíç xÓQi-toÇ)- En 10, 19
más Ef 6, 19: franqueza, intrepidez', 6, 20: (igualmente una imagen cultuai: itag g q o ía
conseguir valentia de ânimo-, también aqui el £iç xqv ELooôov xmv kv xm aíp ax i
evangelio aporta consigo su propia JtaggT)- ’It)o o õ ) debe entenderse ya sea como el dere-
oía, de tal manera que el mensajero no tiene cho (cf. también Eclo 25, 25 B: è^onoía) de
más que pedir a Dios la capacidad para res­ acceso al santuario por la sangre de Jesus, o
ponder con apertura y de manera pública a ese bien como la correspondiente confianza / se-
poder dei evangelio. guridad. Aqui también, como a continuación
en 10, 35, en donde la advertência pq amopá-
i) Aunque en los pasajes estudiados en ->■ XqxE corresponde a la exhortación xaxaoxrô-
d.e resulta difícil distinguir en el fondo entre pev de 3, 6, la certeza de la fe y la exhorta­
la jtaggTjaía para con los hombres y para con ción a dar buena prueba de ella se hallan inse-
Dios o Cristo, vemos no obstante que una se­ parablemente unidas. Por tanto, Jtaggqoía
rie de enunciados acentua la referencia direc­ describe esta libertad y la inmediatez dei pro-
ta de la jtagpTioía a Dios. En Ef 3, 12 itag- pio acceso a Dios como senal de la salvación
gqoía se halla junto a n:QOoaYCOY'n JtEJtoi- escatológica; perdería significaria la propia
■Ofioei («acceso, lleno de confianza, a Dios» perdición definitiva.
por medio de la fe en Cristo) y, por tanto, sig­ En la Carta primera de Juan jra g g q a ia
nifica más que nada.franqueza / confianza go- aparece dos veces en contextos escatológicos.
zosa (en Dios). En 1 Tim 3, 13 se alienta al En relación con la parusía, se refiere en 2, 28
«buen» diácono a adquirir JtaQQTioía a la confianza en la salvación (iva... axtõltEv
èv jTÍOTei... y también (3á'ftpoç xaXóç (cf. vv. ítaggqoíav x a l pf) aioxw&cõpev); cf. Sab
8- 12), que muy probablemente significa: 5, 1; 4 Esd 7, 98ss (->■ 2); de manera parecida
«abundante confianza / plena confianza salví- en 4, 17 (iva Jtaggqoíav Êxtopev èv xfj qpé-
fica en la fe en Jesucristo»; después de páfi- qq. xfjç xgíoECOç); esta confianza o franqueza
811 jtaQQT]Oia - Jtaç 812

tiene su razón de ser en la avártii de Dios, zen trik in d e n ,p ln H auptbriefen, Münster i. W. 1965;
K. Wengst, C hristologische F o rm eln u n d L ie d e r des
porque el amor echa fuera en los creyentes el U rchristentum s, Gütersloh ^1973; para más bibliogra­
temor (vv. 16-18). En 3, 21 (reaQQTioía... fia, cf. ThWNT X, 1222s.
jTQÒç TÒv •&eóv) y en 5, 14 (jtaçQTioía...
Jtpòç aíiTÓv) se habla de la seguridad y con- 1. En el NT J tã ç aparece 1244 veces, a Ias
fianza de los orantes en que van a ser oídos que hay que anadir Ias 34 veces que aparece
(-> 2), la cual en 3, 21 se fundamenta en la Ü Jtaç. J tã ç se usa como adjetivo y como sus-
«buena conciencia dei justo» (cf. Prov 13, 5; tantivo. En el primer caso, tiene con el artícu­
20, 9; Filón, SpecLeg I, 203s; TestRub 4, 2s; lo posición predicativa o atributiva. En la po-
cf. también Peterson, 293), y en 5, 14 queda sición predicativa, el artículo, pospuesto a
restringida a Ias peticiones que «son confor­ J tã ç , tiene a menudo sentido demostrativo, lo
mes a la voluntad de Dios». La certeza de la cual origina un significado implicativo, por
salvación escatológica y la certeza de ser es- ejemplo, en Mc 5 , 33: J t ã o a b à Ã ri^ E ta . En
cuchado se fundamentan en el amoroso inte- Mt 18, 31 J tã ç aparece con un participio sus-
rés de Dios bacia los creyentes, un interés que tantivado; J t á v t a xà y Ê v ó p e v a ; en Mt 5, 15,
se experimenta como don dei Espíritu (3, 21- con una expresión preposicional sustantivada:
24; 4, 17-19). n:ávT8Ç o i èv rfí o lx íçt. Un artículo genérico
H. Balz da a J tã ç sentido distributivo, por ejemplo en
1 Cor 10, 25: J tã v xò jtco X o ú p ev o v , y tam-
bien bay que senalar el sentido ilativo, por
jta ç Q T ] ( n á ^ o ^ a i parrêsiazom ai hablar ejemplo en 2 Cor 1, 4; è itl Jiáo i^ xfj
con franqueza o libertad, cobrar ânimo f|pcõv. Este significado se observa a menudo
->■ n;açQTiaía. en J tã ç sin artículo, pero sólo en relación con
sustantivos abstractos, por ejemplo en Mt 28,
n:ãç, n;ãffa, Jlãv pas, pasa, pan todo, ca­ 18: J t ã o a è ^ o u o í a . El sentido distributivo es
da, todo entero; en plural, todos. frecuentísimamente genérico (por ejemplo,
ãn a g , a o a , a v hapas todo entero; en plu­ Lc 3, 6) o indefinido (por ejemplo, Tit 1, 16).
ral, todos. Jtãç se usa sustantivadamente tanto con ar­
tículo como sin él. Cuando el artículo se usa
1. Aparición en el NT - 2. Significado general - 3.
con matiz demostrativo, entonces Jtõç tiene
Asociaciones cosnaológico-soteriológicas - 4. Orienta-
ción cosmológico-eclesiológica - 5. Jesús y su título sentido implicativo (por ejemplo, en Mc 14,
de autoridad plena. 64: oí JtávTEç, «todos ellos»; Rom 11, 32; 1
B ibl.: P. Benoit, Leib, H a u p t u n d P lerom a in den
Cor 9, 22); cuando se usa genéricamente, en­
G efangenschaftsbriefen, en M., E xegese un d Theolo- tonces Jtõç tiene a menudo sentido formulísti-
gie, Eiüsseldorf 1965, 246-280; J. G. Gibbs, C reation co: en lugar de «todas Ias cosas / el todo (por
a n d R ed em p tio n , Leiden 1971; W. Grundmann, M atth excelencia)» (por ejemplo, Rom 11, 36; 1 Cor
XI. 27 u n d d ie jo h « D er V ater - d e r Sohn»-Stellen:
8, 6; Col 1, 16s; Heb 1, 3). oi J t á v x e ç tiene
NTS 12 (1965-1966) 42-49; H. Hegermann, D ie Vor-
stellung vom S ch ô p fu n g sm ittler im hellenistischen Ju- sentido sumador como aposición explicativa a
d entum u n d U rchristentum (TU 82), BerUn 1961; H. un sustantivo (por ejemplo, Hecb 19, 7: fiaav
S. Hwang, D ie Verwendung des W ortes jtãç in den p ln ôè oi Jtávxeç âvôpeç cbosl ôróôexa, «ellos
B riefe n , tesis Erlangen 1985; H. Langkaminer, D ie
eran en total unos doce hombres»).
E in w o h n u n g d e r « a b so lu ten S ein sfu lle» in C hristus.
B erm erku n g en zu K o l 1, 19: BZ 12 (1986) 258-263; Sin artículo, Jtãç tiene significado distribu­
Id., L iterarisch e u n d theol. E inzelstücke in 1 K o r VIII. tivo, indefinido o genérico en el singular en el
6: NTS 17 (1970-1971) 193-197; F. MuBner, C hristus, sentido de todo aquel, cada, todos (por ejem­
d a s A ll u n d die K irche. S tu d ien zu r T heologie des Eph, plo, Lc 14, 33: Jtãç ■òpcõv, «cualquiera de
Trier ^1968, sobre todo 29-39; B. Schweizer, L a C arta
a los colo sen ses, Salamanca 1987, 55-77 (a propósito vosotros»), en el plural en el sentido de todos
de Col 1, 15-20); W. Thüsing, P er C hristum in D eum . (por ejemplo, en Mt 10, 22: Jtávxeç, «todos
S tudien zu m Verhãltnis von C hristozentrik un d Theo- los bombres»).
813 jia ç 814

Las expresiones adverbiales tienen conside- ôi’ anrotS - elç aúxóv jtávxa. Tiene afinidad
rable variedad. Como genitivo partitivo J tá v - con la fórmula estoica de Marco Aurélio An-
tcov ctin superlativos (por ejemplo, Mt 22,27; tonino IV, 23. El carácter panteista de esta úl­
■üoTegov jtávTCiov, «finabnente»), como acu- tima fórmula queda eliminado en Rom 11, 36
sativo de relación (por ejemplo, Hech 20, 35: por la convicción de la fe veterotestamentaria
n á v t a [újtéôei^a], «en todos los aspectos»), en la trascendencia y en la personalidad de
con las más diversas preposiciones (por ejem­ Dios, idea que se expresa también por la for­
plo, 2 Cor 2, 9; elç jt á v x a , «en todos los res- ma misma de la frase. La preposición âv es
pectos»). El advérbio rcávTcnç debe interpre- reemplazada por ôiá. Dios es la causa, el me­
tarse según el contexto (por ejemplo, 1 Cor 5, diador y la meta suprema de todas las cosas.
10: JtávTCOÇ oí JtÓ Q V O i, «los fornicarios en Esta idea sobre una fórmula pre-paulina de
general»), carácter cosmológico en 1 Cor 8, 6 se confir­
ã jta ç es una forma alternativa reforzada ma aún más por el colorido puramente cósmi­
por ã- (que indica totalidad). En el NT se usa co de la primera estrofa dei himno a Cristo en
predominantemente, cuando hay que acentuar Col 1, 15-18a, donde xà Jtávxa ôi’ anxoü y
algo especial. Se encuentra de ordinário des- también eíç anxóv se aplican a Cristo, que es
pués de consonante. Lucas muestra particular la eittcóv de Dios. Heb 1, 2 tiene también ca­
preferencia por esta forma, por ejemplo, en rácter cósmico; en este texto se conserva la
Lc 3, 21; 4, 6; 8, 37; Hech 2, 44; 4, 32. forma de expresión veterotestamentaria orien­
2. El uso de Jtãç en el NT denota primera- tada bacia la creación. Dios creó el universo
mente un sentido completamente normal o por medio dei Hijo. En vez de xà jtávxa apa­
también un estilo narrativo que relata en for­ rece aiôjVEç con el verbo jtoiéü). Finalmente,
ma exagerada cierto suceso. Habrá que men­ habrá que interpretar también cosmológica-
cionar aqui principalmente los tópicos que in- mente Jn 1, 3.10. Para decirlo en pocas pala­
dican colectivos como «toda Jerusalén», Mt bras; cuando el NT usa un ôiá asociado con
2, 3; «toda Judea», 3, 5; «todos los que su- Jtávxa, entonces se alaba únicamente a Cris­
frían», 4, 24. Sin embargo, en ciertos pasajes to como el mediador de la creación, lo cual
podrá pensarse en una intención redaccional sucede también probablemente en 1 Cor 8, 6.
dei autor, por ejemplo, es probable que Mc 1, Aqui se le presenta como elç xÚQioç.
5 («toda Judea fue bacia él y toda la gente de En 1 Cor 8, 6 Pablo efectuó una conexión for­
Jerusalén») quiere ver cumplidas las corres- mal entre la protología y la soteriologfa. La oca-
pondientes palabras de Isaías. sión directa para ello la ofrecía la situación de la
comunidad, a la que se recuerda a manera de fór­
3. Con frecuencia J t ã ç tiene un sentido mula que eUa está separada dei entorno pagano y
cosmológico-soteriológico muy determinado. que proclama a un solo Dios, el Padre, la única
Como ejemplo podemos aducir 1 Cor 8, 6 . El causa dei universo y la meta final de los cristia-
paralelismo dei texto atestigua una estereoti- nos, y a un solo Senor, el mediador de la primera
creación y de la existência salvífica en que vive
pación a modo de fórmula. Esta existia ya an­ la comuiúdad. Esto atenua la distinción rigurosa
tes de Pablo, o fue redactada por él para su entre la protología y la soteriologfa. No es el uni­
predicación misionera o fue plasmada ad hoc verso lo que se halla en el centro de los enuncia­
por él, recogiéndose un enunciado cosmológi- dos. No se trata de dar una explicación dei mun­
co más antiguo, al que el apóstol le dio orien- do, sino de afirmar que todos los seres dependen
tación soteriológica. En favor de esta última de Dios (Rom 9, 5) y fueron creados por medio
posibilidad habla especialmente la frecuente dei «Senor», y que este Jesucristo ha realizado ya
su obra redentora y los redimidos están vueltos
aparición de formulaciones puramente cos- hacia su Creador, cosa que 2 Cor 5, 17 ilustra
mológicas en el NT. también intuitivamente refiriendo xà Jtávxa a las
Pablo usa una fórmula de Jtõç (modelada cosas nuevas (xaivá), a la nueva creación que
según Is 40, 13) en Rom 11, 36: aÚTOÕ - emerge de la obra divina de reconciliación.
815 3xaç 816

Un empeno semejante por enlazar la proto- Así como Cristo, en cuanto imagen de
logía con la soteriología puede observarse en Dios, plasmó la primera creación, así también
Col 1, 15-20. Se supone generalmente que en él (lleno de ese poder creador absoluto) pudo
este pasaje se incorpora nn himno a Cristo, realizar por medio de su muerte y de su resu-
compuesto ya con anterioridad. Sin embargo, rrección la nueva creación como reconcilia-
parece que sólo la primera estrofa (vv. 15- ción universal por su sangre. El v. 18a ofrece
18a) es pre-paulina, en el caso de que se pien- a la eclesiología post-paulina un modelo para
se que Pablo es el autor de Colosenses. En esa expresar la dimensión cósmica de la Iglesia.
primera estrofa, diversas formas de jrãç apa-
recen cinco veces. «En él», «por medio de 4. Esta idea se recoge principalmente en Ef
él», «para él», «antes de todas Ias cosas», «to­ 1, 22s. Dios es el sujeto de la frase: «Y todas
das Ias cosas» son predicados cosmológicos Ias cosas Ias puso él a sus pies y le dio por ca-
dei «Primogênito de toda la creación». Deter- beza sobre todas Ias cosas a la Iglesia; ella es
minan la primera estrofa y la caracterizan co­ su cuerpo, la plenitud de aquel que llena el to­
mo himno dedicado a la creación. En la se­ do en todo». El primer Jiávxa es referido en
gunda estrofa (vv. 18b-20) Jtãç aparece en el el contexto dei AT (Sal 8, 7 LXX) a la pree-
V. 18b: «a fin de que él sea el Primero en to­ minencia dei ser humano en la creación. Aqui
das Ias cosas», en el v. 19; «porque ello agra­ se describe la exaltación universal de Cristo.
do a toda la plenitud» (literalmente), en el v. Según 1 Cor 15, 27, el definitivo senorío uni­
20; «por medio de él reconciliarlo todo con versal de Cristo está aún por llegar; pero, se­
él». En el v. 18b, èv Jtãoiv tiene un sentido gún Ef 1, 22s, ha comenzado ya. La perspec­
histórico-salvífico universal, como también tiva cósmica se ha condensado, por medio de
en el v. 20. la idea principal, en la perspectiva eclesioló-
gica. Puesto que Cristo es la cabeza sobre to­
El V. 19 se interpreta de diversas maneras. El das Ias cosas (v. 22a.b), él es dado también
significado de jrâç depende de lo que se identifi­ como cabeza a la Iglesia. La Iglesia, como el
que como sujeto de la oración. Jtãv tò Ji:Â,f|Qü)pa cuerpo de Cristo, es su pléroma (v. 23). De es­
como sujeto ofrece muchas dificultades. Por eso, ta manera, enunciados cosmológicos se con-
muchos intérpretes completan la frase introdu- vierten en enunciados eclesiológicos. A esta
ciendo Heóç como sujeto. Pero esto hace que se Iglesia fluye el amor de Cristo, que sobrepuja
tropiece igualmente con dificultades. En efecto,
«Dios» apareció últimamente en el v. 12 como el conocimiento humano (3, 18s).
objeto de la oración. Pero, si se tiene en cuenta
que la segunda estrofa está plasmada soteriológi- 5. Jtãç aparece también en enunciados
camente y se halla asociada, en cuanto a su con- acerca de la plena autoridad de Cristo en Q y
tenido, con 1, 13s, entonces podríamos quizás en el Evangelio de Juan. A la fuente Q perte-
traducir: «Porque (a Dios le) agradó hacer que nece sobre todo el «clamor mesiánico de júbi­
habitara todo el pléroma». El acento recaería
entonces en lo de «en él» (cf. 1, 16a). Se recoge lo» en Mt 11, 27 par. Le 10, 22; «Todo me ha
el pronombre aÚTÓç, que en el v. 18b es objeto de sido entregado por mi Padre...». Parece que el
la oración, se lo trasforma en anxtp, se lo situa cuarto Evangelio no se ha desviado totalmen­
delante de eõóóxqaev, y en el v. 20 este pronom­ te de Ias formulaciones de Jtõv dei prólogo
bre tiene continuidad por dos veces, pero modifi­ (Jn 1, 3.10). El acento cosmológico sigue de-
cado en ôi’ auTOÜ. Un segundo acento recae en sempenando un papel. Jn 3, 31 habla de Cris­
Jtãv. Este remite al anterior ev jtãaiv en el v.
to, que viene de lo alto y «está por encima de
18c, para tener luego continuidad en r à jiávra
en el v. 20a. De ahí se deduce claramente que Pa­ todos», en contraste con el hombre de la tie-
blo (o el autor de la carta) quiere conservar tam­ rra. Lo «alto» y la «tierra» son en Juan con-
bién en la segunda estrofa el cósmico Prae de ceptos cosmológicos y dualísticos, aunque
Cristo de la primera estrofa y lo vincula con la se­ aqui lo que interesa es negar al hombre de es­
gunda estrofa. te mundo el derecho a presentarse en público
817 jtaç - Jtaoxct 818

como revelador. Esta autoridad la tiene única­ Jtao x ct, TO pascha la fiesta de la Pascua,
mente Cristo. la celebración de la Pascua, la cena de
Jn 6, 37 tiene afinidad con Mt 11, 27: «To­ Pascua, el cordero pascual*
do lo que el Padre me ha dado...». Parece que
1. Aparición y significado - 2. Los Evangelios - 3.
en ambos textos se habla primeramente en La Carta a los Hebreos y Pablo.
sentido cosmológico y luego se precisa el sen­
tido refiriéndose a los hombres. Esto es com- B ibl.: BillerbeckIV, 41-76; A. Dauer, D ie P assions-
g eschichte im Joh-Ev. (StANT 27), München 1972; R.
prensible, tratándose dei pensamiento joáni- le Déaut, L a N u it P ascale (AnBibl 22), Roma 1963; R.
co: los hombres pertenecen al mundo y están Feneberg, C hristl. P a ssa feier un d A b en d m a h l (StANT
necesitados de redención. El mundo, que no 27) , München 1971; N. Füglister, D ie H eilsbedeutung
reconoció al Logos, es decir, el mundo de los des P ascha (StANT 8), München 1963; H. Haag, Vom
alten zu m neuen P ascha (SBS 49), Stuttgart 1971; J.
hombres, fue creado por medio dei Logos (1, Halbe, P a ssa-M assot im deuteronom istischen F estka-
3.10). En 13, 3 el evangelista habla acerca de lender: ZAW 87 (1975) 147-168; W. Huber, P assa und
Cristo; «Aunque él sabia que el Padre había O s te m (BZNW 35), Berlin 1969; I. Jeremias, L a ú lti­
puesto todas Ias cosas en sus manos...», un m a C ena. P a la b r a s de Jesú s, Madrid 1980; Id.,
jtáoya, enThWNT V, 895-903; H. Paisch, A b en d m a h l
testimonio de que Jesús era consciente de su un d historischer Jesus, Stuttgart 1972; B. Schaller, en
posición como Hijo y Mesías en el plan salví- DTNT II, 193ss; R. Schnackenburg, E l E vangelio se-
fico universal de Dios. A este testimonio le si- gú n Sa n Ju a n III, Barcelona 1980; B. N. Wambacq,
gue en 16, 30 una declaración de fe por parte P esa b - M assdf. Bib 62 (1981) 499-518; M. Wise,
P assionsw oche u n d E piphaniew oche im Joh-E v. : KuD
de los discípulos: «Ahora sabemos que tu lo 12 (1966) 48-62; para más bibliografia, cf. en ThWNT
sabes todo...». Los enunciados joánicos acer­ X, 1223.
ca de la plena autoridad de Cristo culminan en
17, 2: «Tú le has dado poder sobre toda carne, 1. El sustantivo indeclinable, derivado dei
para que él dé vida eterna a todos los que le arameo pashã’ (en vez dei hebreo pesafj),
has dado». El EncEomado ejerce poder sobre aparece 29 veces en el NT y, con pocas ex­
toda carne. Se revela la gloria definitiva que cepciones (Hech 12, 4; 1 Cor 5, 7; Heb 11,
Cristo tenía ya como Logos preexistente, por 28) , sólo en los Evangelios. Se refiere a la pri-
medio dei cual todas Ias cosas fueron creadas. mera de Ias grandes fiestas de peregrinación
Juan proclama de diversas maneras la posi­ (Ex 23, 15), con ocasión de la cual todo Israel
ción de poder de Cristo, pero siempre lo hace se congregaba anualmente en Jerusalén (Lc 2,
mostrando que Cristo mantiene su Prae cós­ 41). Desde el tiempo de la reforma de Josías
mico. Esto marca, como es lógico, una orien- (2 Re 23, 21.23), un animal macho de un ano,
tación intensamente soteriológica. sin defecto alguno, ordinariamente un cordero
Después de la resurrección, el Evangelio de o un cabrito (Ex 12, 5), era sacrificado ritual­
Juan no ofrece ya formulaciones enfáticas de mente en el templo en la tarde dei 14 de Nisán
Jtãv. No obstante, Tomás confiesa: «jSenor (marzo/abril) y comido luego, después de la
mío y Dios mío!» (20, 28). Esta confesión de puesta dei sol, es decir, el 15 de Nisán, en una
fe en Cristo es singular en el NT. Quiere comida familiar en grupo, celebrada en Ias ca­
enunciar lo que el Evangelio de Juan ha veni- sas particulares. Por su conexión con la Fies­
do preparando en toda su extensión. Nos re­ ta de Ias Mazzot (o de los Panes Azimos;
cordará también la formulación de 1 Cor 8, 6: âÇupoç, 15-21 de Nisán), una conexión exis­
«Un solo Dios y un solo Senor». - El título de tente ya desde los tiempos dei AT (Ex 12;
poder que Jesús hace valer en Mt 28, 18 es se- Núm 9; Dt 16; cf. Jub 49, 22), la fiesta de la
mejante el título joánico. En el Evangelio de Pascua se consideraba como el comienzo de
Mateo este título sirve de prelúdio para la mi- la semana festiva (cf. Mc 14, 12; Lc 22, 7); tò
sión universal. Jtáoxa puede designar también los siete dias
de la fiesta (Lc 22, 1; Hech 12, 4). Mc 14,
H. Langkammer menciona por separado ambas fiestas. Una
819 Jta0xa 820

expresión estereotipada es «la fiesta de la también una reliquia pre-marquina sobre la


Pascua», iq êoQtfi xoíi Jtáoxa (Lc 2, 41; Jn Pascua.) Si, como es probable, la última cena
13,1; cf. 2, 23; 6,4), o simplemente éoçxr) de Jesús fue una cena pascual, entonces el
(2), la «fiesta», como se dice en forma abre­ motivo de la Pascua se explica por la tradi-
viada algunas veces (Jn 4, 45 y passim), aun- ción misma.
que refiriéndose siempre a la semana festiva. Mateo (a diferencia de Marcos) evita hablar
Jtáoxct, en sentido absoluto, significa la cele- dei sacrifício dei cordero pascual (26, 17) y,
bración nocturna de la Pascua (Mt 26, 18; por lo demás, se limita a referir el motivo
Heb 11, 28), con una cena que hay que prepa­ mismo de la Pascua; en 26, 2 este motivo está
rar (Mc 14, 16; Mt 26, 19; Lc 22, 8.13). El seguido inmediatamente por la referencia a la
uso de Jtáoxa para referirse al cordero pas- crucifixión dei Hijo dei hombre, y en 26, 18
cual es específicamente bíblico, y por cierto está ampliado con la alusión a la proximidad
en conexión con el verbo «sacrificar» (Mc 14, dei kairós. El interés teológico de Mateo no
12a; Lc 22, 7; 1 Cor 5, 7; conforme a la ex­ recae en la Pascua misma, sino en el grupo
presión m hat hapesalj., Ex 12, 21 y passim) y obediente de discípulos, a todos los cuales Je­
con el verbo «comer» (Mc 14, 12b. 14; Mt 26, sús envia (vv. 18s).
17; Lc 22, 11.15; Jn 18, 28; conforme a la ex­ Lucas sigue fundamentalmente el marco
presión ^ãkal hapesah, 2 Crón 30, 18 y pas­ trazado por Marcos, pero suprime la datación
sim). (22, 1.7), hace que la orden proceda inmedia­
tamente de Jesús y pone de relieve que los
En el Séder, el ritual de la Cena Pascual se ha- dos enviados son Pedro y Juan (v. 8), los cua­
11a descrito en la Misná (tratado Pesahim)-, en sus
rasgos fundamentales es de suponer que sea al les ejecutan el encargo (vv. 11.13). Tampoco
mismo que se observaba en tiempos dei NT. Teo­ Lucas tiene interés especial en el motivo de la
logicamente la cena tenía doble orientación; esta- Pascua. Su relato de la institución de la euca­
ba orientada hacia un acontecimiento pasado, pe- ristia en 22, 15-20 es material peculiar, con
ro al mismo tiempo se hallaba impregnada de ex­ una orientación no etiológica (leyenda cultuai
pectativas escatológicas. Su punto de partida era de una celebración de la Pascua en el cristia­
la redención lograda dei cautiverio en Egipto; el
nismo primitivo) sino supremamente histori-
padre de familia estaba obligado a narrar la histo­
ria dei êxodo según se refiere en Dt 26, 5-11, y a zante y catequética. Tan sólo aqui, entre los
interpretar los diversos elementos de la cena (cor­ relatos dei NT acerca de la institución de la
dero, mazzot, hierbas amargas) partiendo de ese eucaristia, se habla claramente dei cordero
acontecimiento (cf. Pes 10, 4s). Esta acción de pascual (v. 15). Desde el punto de vista fíloló-
Dios en la historia pasada tenía significado para gico no es posible decidir si Lucas o su fuen-
el presente (10, 5), pero representaba al mismo te concibieron el deseo de Jesús como irreali-
tiempo un modelo para la redención futura (Mek-
Ex 12, 42). La expectación de que el Mesías ha- zable 0 como un deseo cumplido.
bría de llegar en la noche de Pascua (TgEx 12, En Juan hay que distinguir entre distintos
42) es probablemente pre-cristiana. niveles de tradición. Junto a datos cronológi­
cos generales (2, 13.23; 6,4 ; cf. 4,45) y otros
2. La datación redaccional que hace Mar­ que corresponden a la tradición sinóptica (11,
cos (14, 1) de la decisión de dar muerte a Je­ 55a: decisión de dar muerte a Jesús; 13,1; tra­
sus, adoptada dos dias antes de la Pascua y Ias dición de la Cena), hay también una cronolo­
Mazzot, está caracterizada por intenciones gia muy específica de la Pascua: la unción en
historizantes. Marcos no tiene ningún interés Betania se realiza seis dias antes de la fiesta
teológico en la Pascua; la leyenda sobre la de la Pascua (12, 1), es decir, el 10 de Nisán,
búsqueda de la sala (14, 12-16) con la cuádru- dia en el que se escogían los corderos pascua-
ple mención de la Pascua es pre-marquina, es les (Ex 12, 3). El interrogatório y la entrega
decir, fue recogida simplemente por Marcos. de Jesús se sitúan en el día de la prepaxación
(La mención dei hallel de Pascua en 14, 26 es de la Pascua, es decir, en el 14 de Nisán (19,
821 naaxa - Jtaoxco 822

14). Esto explica el temor ritual de los judios X(0: Glotta 49 (1971) 231-244; P. Hoffmann, M k 8, 31.
en sus relaciones con Pilato (18, 28) y la am- Z u r H erku nft u n d m k R ezeption einer alten Ü berliefe-
m n g , en F S Schm id 1973, 170-204; D. Dormeyer, D e r
nistía que se concedia por Pascua (18, 39). La
Sinn des L eid en s Jesu. H isto risch -kritisch e u n d text-
datación de la muerte de Jesiis (a diferencia pra g m a tisch e A n a lysen z u r M arkuspassion (SBS 96),
de los Sinópticos) en el 14 de Nisán (19, Stuttgart 1979; K. Th. Kleinknecht, D e r leidende Ge-
31.42) se deriva de una cronologia pre-joáni- re ch tfen ig te. D ie atl.-jüd. Tradition vom «leidenden
G erechten» u n d ihre R ezep tio n b e i P a u lu s (WUNT
ca. Esta cronologia no se interpreto sólo como
n/13), Tübingen ^1988; E. Larsson, C hristus ais Vor-
tipologia (Jesús el Cordero pascual) en el ni- bild. E ine U ntersuchung za den p ln Tauf-und Eikon-
vel más tardio de la tradición, en 19, 36, cuan- texten (ASNU 23), Lund 1962; D. Meyer, IIoA.Àà
do en él se alude a Ex 12, 46 o a Núm 9, 12 jiatleiv: ZNW 55 (1964) 132; J. R. Michaelis, E scha-
to logy in / P e te r III. 17: NTS 13 (1966-1967) 394-
(ja diferencia dei TM y de la LXX!), es decir,
401; W. Michaelis, Jiáoxco, en ThWNT V, 903-925;
cuando se alude al cordero pascual dei que no W. Rebell, D as L eidensverstãndnis bei P a u lu s un d Ig-
se debe quebrar ningún hueso. (Pero es tam- n a tiu s vo n A n tio c h ie n : NTS 32 (1986) 457-465; L.
bién posible la referencia al justo sufriente. Ruppert, J esu s a is d e r leidende G erechte? D e r Weg
Jesu im L ichte eines alt- u n d zw ischentestam entlichen
Sal 34, 21.) Esto quiere decir que la cronolo­
M otivs (SBS 59), Stuttgart 1972, 44-71, G. Strecker,
gia de Ia Pascua es más antigua que la tipolo­ D ie L eid en s- u n d A ufersteh u n g svo ra u ssa g en im M k:
gia de la Pascua. ZThK 64 (1967) 16-39; A. Strobel, M a ch t L eiden von
der S ü nde fr e i? Z u r P roblem atik von 1 P e tr 4 , Is: ThZ
3. El autor de la Carta a los Hebreos refle- 19 (1963) 412-425; M. Wolter, D e r A p o stei u n d seine
G e m ein d en a is T eilh a b er a m L e id e n s g e s c h ic k Jesu
xiona sobre la historia dei sacrifício pascual, C h risti: B e o b a c h tu n g e n z u r p ln L e id en sth e o lo g ie :
cuando hace que se remonte a la fe de Moisés NTS 36 (1990) 535-557; Id., U i d e n (HI), en TRE XX,
(11, 28). 677-688; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1224s.
Pablo, en la parénesis (1 Cor 5, 7), utiliza la
imagen tradicional de Cristo como Cordero 1. El verbo activo jtáoxco, con el sentido
pascual, en lo cual se sirve dei esquema indi- fundamentalmente pasivo de experimentar,
cativo-imperativo: la tipologia dei Cordero vivenciar, sufrir, aparece 42 veces en el NT
pascual (que sólo aqui es inequívoca) funda­ (especialmente en los Sinópticos, en la Carta
menta la exhortación de Pablo a la comunidad primera de Pedro y en Hebreos). De ellas,
de Corinto para que se comprometa a sí mis- aparece unas 7 veces en el sentido general ( ^
ma con arreglo a su condición de «masa nue- 2) y 35 veces (como ->■ itá^Tipa) para desig­
va», «no fermentada» (v. 7a), de lo cual debe nar el sufrimiento de los cristíanos (-> 3) o de
seguirse (v. 8) la supresión de la inmoralidad Cristo (-+ 4). En la LXX jtáoxco aparece 21
(vv. Is). Pablo presupone en todo ello el co- veces; en cambio, en Filón se encuentra 150
nocimiento de Ias usanzas judias de la Pascua veces. A la lengua hebrea le resulta descono-
y el conocimiento de la tipologia de la Pas­ cida la contraposición entre «sufrir / experi­
cua, pero no necesariamente una fiesta cristia- mentar (pasivamente)» y «hacer (activamen-
na de Pascua. te)», expresada por jiáoxm y ôgoco y otros
verbos semej antes. Para denotar la idea de
H. Patsch
«sufrir», la lengua hebrea usa expresiones
más concretas.
J i a 0 /OJ pascho vivenciar, experim entar;
sufrir (la muerte), soportar* 2. El sentido general se encuentra en Gál 3,
1. Aparición, significado básico - 2. Significados 4: «iHabéis experimentado en vano tales co­
generales - 3. El sufrimiento de los cristíanos - 4. El sas (los signos de haber recibido el Espíri-
sufrimiento de Cristo. tu)?». Este sentido se halla también en Lc 13,
2, cuando en este pasaje se piensa concreta­
B ibl.: -►hXíPoj, ^ jtá ^ p a , además: W. J. Bennett,
Jr., «T he Son o f M a n must...»: NovT 17 (1975) 113- mente en una experiencia negativa, como la
129; L. Boreham, The Sem a n tic D evelopm ent o f n á a - que se indica expresamente en Hech 28, 5: «él
823 naaxtíi 824

no experimento (no sufrió) dano alguno». En tienen que soportar evidentemente inconve­
Mt 17, 15, el advérbio x a x ã ç determina el nientes y afrentas. Se acentúan estas palabras
sentido de náoxsiv (v.l. êxEi), concebido en de aliento con la repetida referencia al ejem-
sentido neutro, de tal manera que habrá que plo de Cristo, el cual «siendo justo sufrió por
traducir así; «él lo pasa muy mal». Sin deter- los injustos» y con ello les abrió el camino
minación más específica, náoxcü significa su- hacia Dios (3, 18, 4).
frir en 1 Cor 12, 26 (como antítesis de «expe­ En 1 Pe 4, 1, junto a la referencia a la acti-
rimentar honores»). En Mc 5, 26 y Mt 27, 19 tud con que Cristo aceptó sobre si el sufri­
noKkà Jiáoxeiv significa «aguantar / sopor- miento (->■ 4), se halla la frase siguiente, difí­
tar muchas cosas». cil de entender, y que suena a sentencia gnó-
mica: «Pues quien padece en la carne, ha ter­
3. En 1 Tes 2, 14, que es el testimonio más minado con el pecado» (o «está desligado dei
antiguo, Jtáox® designa el sufrimiento de los pecado»). El sujeto de esta frase dificilmente
cristianos en Ias persecuciones. Según Flp 1, será Cristo (Strobel, 420; en contra N. Brox,
29, es una gracia «sufrir por él (Cristo)», es La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,
decir, estar expuesto a Ias persecuciones por sub loco [bibl.]); itáoxoc) no aparece aqui
amor de Cristo (v. 28), ya que esto es senal de tampoco en sentido figurado, como si se refi-
la futura gloria (cf. Rom 8, 17) y de los espe- riera al bautismo, en forma análoga a como
ciales lazos con el Crucificado (cf. Flp 3, 10, aparece en Rom 6, 3.7 (así piensa Michaelis,
jtá'&q[ia). Para referirse a Ias propias tri- 92 Is); la interpretación más obvia es la si­
bulaciones, Pablo utiliza el verbo Jtáoxm úni­ guiente: Quien sufre en seguimiento de Cris­
camente en 2 Cor 1, 6 (cf. 0up,3táoxop.EV en to, muestra así que ha roto con el pecado.
Rom 8, 17). Aparte de eso, la estrecha asociación entre la
Según Hech 9, 16, Cristo mostrará a Pablo «carne» y el «pecado» durante ese período
(que hasta entonces había perseguido «a los pudo haber influido en la formulación de esta
que invocan su nombre», 19,14) «cuánto ten- sentencia (cf. Rom 7, 18.24; 6, 7; 8, 13; L.
drá que padecer a causa de mi nombre». Es­ Goppelt, Der erste Petrusbrief [BQEK], sub
tos padecrmientos se hallan asociados ineludi- loco).
blemente (ÔEi, cf. 14, 22) con su nueva tarea Concepciones judias fluyen también en la
y provienen de Ias persecuciones (cf. 5, 41; exposición que se hace en 1 Pe 4,12-19, don­
15, 26; 21, 13). Aqui dificilmente se dirá (co­ de el sufrimiento de los cristianos -parecido a
mo en 2 Cor 4) que Pablo tiene que proclamar un castigo (vv. 15.19)- se contempla en cone-
el evangelio precisamente por medio de sus xión con el comienzo dei juicio de Dios, dei
padecimientos (Michaelis, 919; objeciones en que los incrédulos, ciertamente, no podrán es­
E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], capar (cf., a propósito, Goppelt, Der erste Pe­
sub loco), náoxo) designa también en 2 Tim trusbrief, 312ss; ibid., 299-304 sobre el moti­
1, 12; 2 Tes 1, 5 y Ap 2, 10 el sufrimiento de- vo dei gozo por el sufrimiento). Según 5, 10,
bido a Ias persecuciones. lo que los lectores tienen que sufrir (aoristo
En 1 Pe 2, 19.20 3táax<n significa soportar, jtafróvraç con significado de presente) es tan
refiriéndose al trato injusto que reciben los sólo «un poco» (muy breve; cf. 1, 6) en com-
esclavos, y designa además la suerte parecida paración con «la gloria eterna».
que tienen que sufrir todos los cristianos, co­
mo lo muestra la referencia que se hace a con- 4. En la primera predicción que Jesús hace
tinuación inmediata al padecimiento ejemplar de la Pasión, en Mc 8, 31 par. Mt 16, 21 / Lc
de Cristo (2, 21 s). La bienaventuranza de 3, 9, 22 (cf. Lc 17, 25), JtoÀX,à rcáoxeiv signifi­
14 (cf. V. 13 [xaxócü] y Mt 5, 11) y la obser- ca «.soportar muchas cosas»; en cuanto a su
vación que se hace en 3, 17 tratan de fortale­ contenido, esta indicación, que aparece en
cer a los cristianos que, por el hecho de serio. Marcos y en Lucas como un concepto genéri-
825 jiaoxo) 826

CO, se especifica por medio de los verbos «re- ■d-eiv, áv ao tfjv ai (->■ ãvácrxaoiç 5) el factor
chazar» y «ser muerto» (cf. Mc 5, 26; Mt 27, activo en la muerte o la resurrección de Jesús.
19). La expresión está influída probablemente En la Carta primera de Pedro, los enuncia­
por el motivo de Ias aflicciones dei justo en el dos formulados con Jtáoxco acerca de los su­
Sal 34, 20 (cf. el contexto), pero tatnbién por frimientos de Cristo se hallan en relación ínti­
la manera en que se habla de Ias aflicciones ma con Ias palabras acerca de los ignominio-
de los cristianos (cf. 1 Tes 2, 14-16). Es dis- sos sufrimientos de los cristianos. En 2, 21.23
cutible si por ello se entendió originalmente Jtáoxco designa la Pasión de Jesús como su-
el rechazo y la hostilidad contra Jesús a causa firimiento ejemplar: «El sufrió por vosotros,
de su actividad (Hoffmann, 18Is). En el con­ dejándoos ejemplo»; «cuando él padecia, no
texto actual (especialmente en Mateo) se amenazaba» (la variante textual ájtéd^avev
anuncian así los sufrimientos asociados con el podría haberse insertado aqui, como en 3, 18,
proceso (el prendimiento, el proceso, la cruci- tomándola de Ias Cartas paulinas; cf. Brox, La
fixión; cf. Josefo, Ant XIII, 268; KoXkà jtá- primera Carta de Pedro, sub loco). La adi­
•&COV... àjté^&avev, «después de sufrir muchas ción «por vosotros» (2, 21), que evidentemen­
cosas... murió»). En Mc 9, 12, la predicción te existia ya con anterioridad, no es valorada
iv a noXXà se pone en relación expresa especialmente ( ^ í)JtÉQ). En 3, 18 la variante
con la Escritura; como se ve por la adición textual EJta^EV, probablemente genuina, se
«ser tratado con desprecio» (->■ èlorjÔEvéco), refiere (al menos en el contexto actual) a la
además de pensarse en los Sal 34, 20 y 118, aceptación ejemplar dei sufrimiento (cf. v. 17)
22, podría haberse pensado también en el Sal en conexión con la muerte expiatória (cf. 2,
88, 39 LXX (è^onôévoooaç... xòv X qiotÓv 24). El autor no piensa aqui únicamente en la
oon) y en otros enunciados acerca dei justo muerte, como se ve también por 4, la {«sufrió
que sufre (^también en Is 53?; cf. R. Pesch, en su carne»; cf. 3,18: «muerto en la carne»),
Das Markusevangelium II [HThK], sub loco). porque el autor allí se refiere a la actitud que
El lugar paralelo Mt 17, 12 contempla el do­ caracteriza la conducta ejemplar de Jesús (2,
loroso destino dei Hijo dei hombre en rela­ 22s; cf. Flp 2, 6ss; sobre 4, Ib ^ 3).
ción con enunciados acerca de Elias. En vista En la Carta a los Hebreos jtáoxco es el úni­
dei uso que se hace de Jtáoxco en otros luga­ co verbo empleado para designar la muerte de
res, no puede deducirse dei verbo, por sí solo, Jesús. Sin embargo, en 2, 18 Jtáoxco caracte­
una nota teológica especial o «el carácter sin- riza su muerte bajo la perspectiva de una
gularísimo y único de la Pasión de Jesús» prueba. Tal prueba (la paciente perseverancia
(Michaelis, 914s). en medio dei aparente abandono de Dios) la
Sin ulterior precisión, náaxw designa en indica 5, 8 con el juego de palabras ê[xa#EV -
Lc 22, 15; 24, 26.46; Hech 1, 3; 3, 18 y 17, 3 ÊJta§ev, que recoge el adagio general basado
el acontecimiento que precedió a la resurrec- en la experiencia: jtá'&Et - [táUoç; «de lo que
ción o a la glorificación de Cristo. Aunque tal él padeció, aprendió la obediência» (cf. Flp 2,
acontecimiento significa esencialmente la 8). En Heb 9, 26 Jtáoxco designa además la
muerte de Jesús, sin embargo Jtáoxco no es muerte de Jesús como un acto sacrificial (cf.
aqui sencillamente un sinônimo de «morir» JtQooqpéQCo en los vv. 9.14.25.28). En 13, 12
(en contra de Michaelis, 911), sino que carac­ Jtáoxco se halla también en estrecha relación
teriza el final de la vida de Jesús como la con la idea dei saciificio (cf. v. 11): «para san­
suerte ignominiosa dei rechazo. Se discute si tificar al pueblo mediante su propia sangre, él
esta manera de hablar (sobre todo en Lc 22, sufrió [la muerte sacrificial] fuera de la puer-
15) procede de una tradición independiente de ta». El contexto que sigue a continuación in-
Mc 8, 31 (i,o quizás más antigua aún?). La mediata («cargar con su oprobio») muestra
forma activa 3ta'Ô£Ív no pretende acentuar, que Jtáoxco significa aqui la muerte voluntá­
como tampoco lo pretendeu los verbos eíoEA.- ria, aceptada y sufrida con obediência: una
827 jiaax© - JcaTiiQ 828

muerte que, además dei carácter de sacrifício auxfí jtaxá^T] xà èOvq), Ap 19, 15. ThWNT
que sirve para la santífícación (borrar los pe­ V, 939s.
cados), poseía el carácter de oprobio y era
presentada ante los lectores como modelo
alentador. jtaTÉw pateõ pisotear, pisar sobre, aplastar
con el pie*
J. Kremer En el NT el verbo aparece 5 veces, cuatro
de ellas (como sucede frecuentemente en la
LXX, cf. J1 4, 13; Is 63, 2s.l8; Zac 12, 3) en
n á t a ç a , OíV Patara Pátara*
el contexto de la acción de Dios que castigar
Ciudad portuaria situada en la costa dei su­
y juzgar: pisotear, en voz pasiva en Lc 21, 24
doeste de Licia. En ella desembarco Pablo en
(TepouoaÀfip sax a i jtaxoupévT] ujiò èfl-
su último viaje de Corinto a Jerusalén por el
vcõv, cf. Zac 12, 3; Dan 8, 10.13); de manera
itinerário de Cos y Rodas: Hech 21, 1. BHH
parecida en Ap 11, 2 (xfjv JtóA-iv xf]v áyíav
III, 1399; Haag, Diccionario, 1464; Mared-
jraxf|aou0 iv [a saber, xà è-&vri], cf. especial­
sous, Diccionario enciclopédico de la Biblia,
mente Dan 8, lOss; Is 63, 18), posiblemente
Barcelona 1993, 1193.
con el sentido especial de «profanar»; Ap 14,
20 (en voz pasiva); en 19, 15 «pisar el lagar»
n :a T a a c r(o patassõ golpear, pegar, matar a (jtaxéü) xf]v Xt]vóv ) como imagen de la cóle­
golpes* ra dei juicio de Dios (cf. J14, 13; Is 63, Iss;
El verbo aparece 10 veces en el NT, tres de X,T)VÓÇ.
ellas en citas dei AT (Hech 7, 24 [Ex 2, 12]; Tan sólo en Lc 10, 19 se usa el verbo en
Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 [Zac 13, 7]); el tér­ sentido neutro o positivo para referirse a la
mino se halla atestiguado más de 400 veces autoridad que Jesus concede a los discípulos
en la LXX, casi siempre como equivalente dei para «pisar sobre serpientes y escorpiones»
hebreo nãkâ (hifíl). Hech 12, 7: «golpear en (itaxeco èjtávo)), es decir, para estar protegi­
el costado»; Mt 26, 51 par. Lc 22,-50: golpear dos de los ataques satânicos (como senal dei
fuertemente a alguien (con la espada); usado tiempo de la salvación; cf. v. 19b; Sal 90, 13
en sentido absoluto en Lc 22, 49: «dar man- LXX; TestLev 18, 12). Bauer, Wõrterbuch,
Í . V . ; ThWNT V, 940-943.
dobles / herir con la espada» (èv [taxaípT]
jtatáooco); Hech 7, 24; abatir a golpes / ma­
tar a golpes (dícese de Moisés: itax á^aç tòv Jta T tjç , t q Óç, Ó patêr padre
A iyújm ov); Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 (de
Dios: Jtaxá^a) xòv jroipéva, cf. Zac 13, 7; 1. Aparición en el NT - 2. En sentido general - 3.
Sobre la relación de Jesus con el «Padre» - 4. Antiguo
Bem 5, 12). En sentido fígurado dícese de la Testamento y judaísmo - 5. El judaísmo de la Diáspo-
acción de Dios que golpea castigando o juz- ra, especialmente Filón y Josefo - 6. Tradición litúrgi-
gando (cf. por ejemplo Gén 8, 21; Ex 7, 20), ca y doxológica en el judaísmo y en el cristianismo
por medio de un ángel que hiere de muerte a primitivo - 7. La invocación «Padre» y los enunciados
acerca dei «Padre», en Jesús. - 8. Los padres humanos
Herodes (Agripa), Hech 12, 23; por medio de en el NT.
los dos testigos (Moisés y Elias), que «gol-
pean a la tierra con toda suerte de plagas» B ib l: Billerbeck I, 392-396; P. A. H. de Boer, F a-
th e rh o o d a n d M o th e r h o o d in Isr a e lite a n d Ju d ea n
(jtaxáoam xtiv yfjv âv jtáox) xcXriyfj, cf. 2 P iety, Leiden 1974; G. Bomkamm-H. G. Gadamer-W,
Mac 9, 5; Ex 7, 19s), Ap 11, 6; mediante el Lemke-L. Perlitt, D a s V aterbild in M y th o s m d G e-
victorioso Rey y Juez Cristo (ó 'kóyoç, xoü schichte, Stuttgart 1976; Dalman, Worte, 150-159,296-
"dEon, 19, 13), que con la afilada espada que 304; W. Gmndmann, M atth X I.2 7 u n d die jo h a n n ei-
schen « D er Vater - D e r Sohn»-Stellen: NTS 12 (1965-
sale de su boca (cf. 1, 16; Is 11, 4; 49, 2; Sal 1966) 42-49; R. Gyllenberg, G ott d e r Vater i m A T und
2, 9; Sab 18, 15ss; SalSl 17, 24.35; 4 Esd 13, in d e r F red ig t Jesu (StOr 1), Helsinki 1926, 3-140; E.
9; Hen [et] 62, 2) hiere a Ias naciones (tva èv Haenchen, « D e r Vater, d e r m ic h g e sa n d t hat», en
829 narnQ 830

Haenchen I, 68-77; O. Hofius, en DTNTIII, 242-248: protección. Desde los tiempos de Homero, el pa­
E. Hübner, C redo in D eu m palrem'^-. EvTfa 23 (1963) dre biológico, el ascendiente y el antepasado de
646-672; J. Jeremias, C a racterísticas de la ipsissima un Mnaje son llamados rtarfiQ (II 6, 209); pero
vox de Jesús, en: Id., A bba. E l m ensaje cen tra l d e i N T , también el maestro en la educación filosófica y el
Salamanca '*1993, 105-111; J. Jeremias-W. Jannasch, mistagogo en el culto (Apuleyo, Met XI, 25, 7)
Vater Unser, en RGG VI, 1235-1238, G. Kittel, D ie
R elig io n sg e sc h ic h te u n d d a s U rch risten tu m , Darm-
pueden ser llamados «padre». En sentido metafó­
stadt 1932, 92-95; T. W. Manson, The Teaching o f J e ­ rico, jiaxfiQ se apEca al rey, más aún, a Dios mis­
sus, Cambridge ^1935, 89-115; W. Marchei, A bba, P è- mo. Un rey en el norte de Sitia (825 a.C.) se glo­
re! L a p rière d u C h rist e t d es C hrétiens (AnBibl 19), ria de ser para sus vasallos como un padre, como
Roma 1963; G. Mensching-H.-J. Kraus-J. Jeremias, una madre, como un hermano (M. Lidzbarski:
V a te m a m e G o ttes, en RGG VI, 1232-1235; Moore, Ephemmeris für Semitische Epigraphik 3 [1915]
Ju d a ism II, 201-211; K. H. Rengstorf, M ann u n d F rau 237s; cf. ANET 499s). Es importante la invoca-
im U rchristentum , Kõln 1954, 32-46; Id., V aterschaft ción que se hace en la oración, en un texto sa-
im N T , en H. A. Dombois-K K. Schumann (ed.), F a- piencial sumerio: «jDios mío, tú eres mi padre, tú
m ilie n re ch tsrefo rm (GIF 8), Witten 1955, 34-41; F. me engendraste!» (ANET, Suppl. 590). Sirac in­
Rosenzweig, L a estrella de la redención, Salamanca voca al Senor, Padre y Soberano de su vida (Eclo
1997, 246s, 376ss; A. Schlatter, Wie sprach Josephus 23, 1-4; 51, 10 [texto hebreo], a quien también se
von Gott?, en Id., K leinere S chriften zu F lavius J o se ­
puede invocar llamándole àrtárcoQ (ApAbr 17,
p h u s, Darmstadt 1970, 65-142, sobre todo 74-76; G.
Schneider, Gott, d e r Vater Jesu Christi, in d e r Verkün-
9). La comunidad de Qumrán ensalza a Dios;
digung Jesu u n d im urchristl. B ekenntnis, en Id., Jesus-
«Porque tú eres padre para todos los hijos de tu
üb erlieferu n g u n d C h risto lo g ie (NovTS 67), Leiden verdad. En ellos tú te regocijas como la llena de
1992, 3-38; G. Schrenk-G. Quell, Jiatr|Q jtxX., en ternura por su nino, y como una nodriza recoges
ThWNT V, 946-1024; M. Smith, Jesus the M agician, en tu seno todas tus criaturas» (IQH 9, 35s, F.
London 1978, 132; W. Staerk, A ltjü d isch e liturgische Garcia Martinez, Textos de Qumrán, Madrid
G ebete (KIT 58), Berlin ^1930; A. Strotmann, «M ein '*1993, 386). En arameo ’abbã’ sustituye, como
V ater b ist du» (S ir 51, 10). Z u r B edeutung d e r Vater­ invocación dei padre, a la antigua forma hebrea y
s c h a ft G o ttes in ka n o n isch e n u n d n ich tk a n o n isch e n aramea ’ãbí, «padre mío» (bBer 40a par.; bSan
fr ü h jü d is c h e n S c h rifte n (FTS 39), Frankfurt a. M. 70b; cf. bTaa 23b; -* àppá).
1991; G. Vermes, Jesu s the Jew , London 1973, 78ss;
H. W. Wolff, Was sa g t die B ib e l von Vater u n d M utter? 3. El mistério de Jesús remite a una deter­
(Gesprâche 23), Wuppertal ^1966; D. Zeller, G o d as
F a th e r in the P roclam ation a n d in the P ra yer o f Jesus, minada relación entre el Padre y el Hijo, que
en S ta n d in g before God. F S f ü r J. M . Oesterreicher, se basa en un ver y oír, en un recibir y entre­
New York 1981, 117-129; más bibliografia en -* gar (= sacrificar). Esta relación resuena en
àppá, cf. además ThWNT X, 1225.
sentencias rítmicas como Mt 11, 27; 24, 36.
El Padre, que ve en lo oculto o que se halla en
1. En el NT 3xaTT|Q aparece 414 veces, de lo oculto (6, 4.6), exige dei hombre una con-
Ias que casi 250 se refieren a Dios y más de ducta que esté en consonância con ello. El es,
150 a hombres. La mayoría de los testimonios al mismo tiempo, «Senor dei cielo y de la
se encuentran en el Evangelio de Juan (136); tierra», que dispone de la decisión de ocultar
por lo demás, Mateo ofrece 63 testimonios, y descubrir su voluntad (11, 25); cf. además
Marcos 19, Lucas 56; Hechos 35, Pablo 40, 1 ^7.
Juan 14 y Hebreos 9. Jesús mismo habla de
Dios como Padre 3 veces en Marcos, 4 en Q, 4. La conexión entre «Dios» y «Padre» está li­
4 en el material peculiar de Lucas, 31 en Ma­ gada bíblicamente por la elección, el pacto y la
teo (sin incluir el material de Q y el de Mar­ promesa de salvación hecha a Israel (cf. Dt 32, 6;
cf. también E. Jenni, en DTMATI, 54s). Se alude
cos) y 100 veces en el Evangelio de Juan (cf. a un proceso histórico, en el que Dios ha llegado
Hofius, 1245). a ser el Padre por su amor, su solicitud y su peda­
gogia (Jer 31, 9). Las promesas hechas a la des­
2. El concepto y la dignidad dei padre forman cendência de David senalan hacia el beneficio de
parte de la estmctura patriarcal dei mundo anti- adopción (2 Sam 7, 14: «Yo seré para él un padre
guo y se hallan encuadrados en Ias categorias dei y él será para mí un hijo»; Sal 2, 7; «Tú eres mi
hogar, la familia y el dominio. El padre es el pro­ hijo, yo te he engendrado hoy»). Claro que el AT
tector, el que proporciona el alimento y el que da emplea sólo con reservas estos enunciados acerca
831 jcaTiíQ 832

de Dios como Padre. Israel no se apropió nunca en la oración: «jPadre nuestro, Rey nuestro!»
el lenguaje mítico que habla dei Dios que engen­ ( ‘ahabâ rabbâ; liturgia de ano nuevo: 'abinü
dra y da a luz; incluso en la fórmula de adopción malkenü, cf. Staerk 6, 27ss). [Resalta en primer
mesiánica, la frase «hoy te he engendrado» es plano la invocación de Dios como Padre!
protocolaria, ya que se entiende en el sentido dei En sentido más amplio son de importância la
derecho que le corresponde a Dios y expresa un literatura Hekalot y la continuada influencia de
privilegio, una relación de protección y una tarea. Ias teofanías dei AT en la apocaKptica (el trono de
La manera metafórica de hablar de Dios como el Dios y el templo, la manifestación de Dios, la tra-
Padre recibió su impronta especial en el Sal 103, dición acerca de los ángeles y el culto celestial):
13 («Así como un padre se apiada de sus bijos») el ascenso y descenso de ángeles y de seres hu­
y en Prov 3, 12 («A quien Yabvé ama, le repren- manos, la trasformación dei cuerpo, la superiori-
de»): la misericórdia y la pedagogia de Dios reca- dad dei que asciende, que se situa por encima de
en precisamente sobre aquel que se baila en la los ángeles (Hen [et] 14, 5; 71, 1-17; TestLev 3).
desgracia y en la tentación, es decir, forman parte La literatura Hekalot sigue estando vinculada con
dei proceso de legitimación de la adopción como la Torá y con Israel; pertenece, por tanto, al mar­
bijo. La relación bíblica entre Padre e bijo (Dt 14, co de la piedad dei judafsmo. Sus comienzos se
1; «Sois bijos de Yabvé, vuestro Dios») está liga­ remontan a la época de la destrucción dei templo
da siempre a requisitos prévios que se exponen, y (70 p.C.).
de los que bay que dar buena cuenta en la obe­ Habrá que preguntarse si la mejor manera de
diência y la fidelidad. entender a Jesús es partiendo de la doctrina sa-
Amplificando lo que se dice en el Sal 22, 11, piencial o la profecia o bien de los motivos fun-
confiesa el orante de IQH 9, 35s: «Pues mi padre damentales de la literatura Hekalot. En este últi­
no me ba conocido y mi madre me ba abandona­ mo caso, la relación de Jesús como el Hijo con el
do a ti. Porque tú eres padre para todos los bijos Padre es única y singularísima (cf. Jn 20, 17). El
de tu verdad. En ellos tú te regocijas como la lle- nombre de «Padre» no es tan sólo una metáfora,
na de ternura para su nino...» (F. Garcia Martínez, sino que, como reinado y voluntad o decreto, es
Textos de Qumrán, 386). Aunque este conoci- parte de la revelación misma. El Hijo la trajo des­
miento de que Dios es el Padre no escasea, ni mu- de el cielo. En esto se baila la diferencia entre el
cbo menos, en el judaísmo posterior, sin embargo AT y el pensamiento rabinico (->• 3.7).
tiene su origen probablemente en la liturgia (Tob
13, 4; Eclo 51,10 [texto bebreoj; Jub 1, 24s.28; 5. La sinagoga helenística lleva adelante la
19,29). La revelación futura traerá consigo un es- tradición de la LXX, con fuerte acentuación de la
píritu santo, pureza y obediência, una nueva rela­ tradición palestinense. Conviene comparar 1
ción entre Padre e bijo (Jub 1, 25). TestJud (frag­ Crón 29, 16 LXX con Josefo, Ant VII, 380: Da-
mentos mesiánicos) anuncia un nuevo tiempo de vid ensalza a Dios como «Padre y origen de todo,
salvación con nuev derramamiento dei Espíritu. como Creador de Ias cosas humanas y divinas,
Llegará un nuevo sacerdócio (TestLev 18, 6). con Ias que él se adomó a sí mismo, como pro­
Claro que el texto de los TestXII fue refundido tector y guardián dei pueblo hebreo, de su pros-
ulteriormente. peridad y de su reino». Una tradición sacerdotal-
En la época helenística dei judaísmo resalta doxológica sigue muy de cerca la tradición de la
más intensamente la relación personal dei justo LXX, pero utiliza ahora un lenguaje propio, que
con Dios, a quien se dirige como a Padre (por recoge nuevos conceptos griegos. También Filón
ejemplo, Eclo 23, 4 [texto griego], en la invoca- habla dei «Padre de todos los hombres y Creador
ción de Dios: «iSenor, Padre mío!»). En la lucba dei universo» (Op 89; Decai 64; SpecLeg I, 96;
entre el hombre de sentimientos mundanos y el n, 6; Ebr 81). El elemento común aqui es una te­
justo aparece con claridad que este se llama a sí ologia de la Diáspora judia con acento palestinen­
mismo siervo de Dios, bijo de Dios, y se gloria de se; Josefo, como político, pregunta acerca dei ori­
que Dios es su Padre (Sab 2, 16-20). Aqui bay gen dei poder; Filón, como filósofo, pregunta
que contar con que, en el judaísmo de la Diáspo- acerca dei origen dei mundo. En todas estas dis-
ra, siguieron desarrollándose ciertos motivos bí­ quisiciones, puede entenderse de la misma mane­
blicos. Con Ia mayor naturalidad Tobit se gloria: ra la idea dei Padre como Creador y Protector
«jEl es nuestro Dios y Senor; nuestro Padre y (Josefo: invocación de Dios como Jtatf|Q y Sq-
Dios por siempre!» (Tob 13, 4). (luweyóç, JtQoarátqç y ttqôepwv; Filón: Dios
Enteramente de acuerdo con esto, el material es jtaxr|g y jtotqTqç).
rabinico, que se remonta quizás hasta los tiempos Pero el motivo dei Padre puede adquirir tam­
de Jesus, muestra la siguiente invocación de Dios bién en Filón otra forma peculiar: Determinadas
833 itaTqg 834

personas como Moisés son «hijos de Dios» (Vit- mos griego: el mundo de los ángeles (como la
Mos II, 288). Pero Josefo no pasa de afirmar; Los
familia superior) y el mundo humano (como
patriarcas fueron «criaturas de Dios mismo» (Antla familia inferior) se hallan enlazados por
I, 106). Son los «amados por Dios», los cuales
-según también Josefo- observan una conducta Dios como Padre y Senor, como Creador de
un orden que abarca el cielo y la tierra. El Pa­
peculiar en su vida. Pero en Filón se inserta una
dre es el dueno de la casa (Billerbeck III, 594;
interpretación filosófica propia: La creación tiene
cf. también ->• jtaxgiá 2). El, como el Crea­
su origen (jtTiyií y otíxía) en Dios por medio dei
poder formativo (ôúvapig jtoiT)Twf|) y la con­ dor, es también el Redentor.
cordância con él por medio dei Logos (ó O êI oç Un concepto afln es la fórmula abreviada
lóyoç). Llega a ser decisiva la doctrina acerca de
que procede de la tradición palestinense
la creación dei mundo invisible (Op 19s). En el
trasfondo dei pensamiento de Filón hay elemen­ (Núm 16, 22; 27,16): «Padre de todos los es-
píritus», una fórmula que abarca el cielo y la
tos platônicos y estoicos. Sobre todo, Dios domi­
na el mundo como «Creador, Padre y Conserva­ tierra (Heb 12, 9). También aqui se trata de la
dor» dei hombre (cf. Epicteto, Diss I, 9, 7; Him-
obediência al Padre, que es el único que crea
no de Cleantes a Zeus). la vida. El atributo «Padre de Ias luces» (Sant
Surge la pregunta de si tales elementos halla-
1, 17) recuerda Ias formas de pensamiento de
ron también entrada en otros puntos de la tradi-
ción judia de la Diáspora. Es importante que la la sinagoga helenística: en El no hay câmbios
invocación que suele emplearse en doxologías: ni períodos de sombra. El mensaje, más anti-
«Dios de los padres» (3 Esd 4, 60: ôéajtota tóõvguo, de 1 Jn 1, 5, es traducido aqui a una for­
JtaTÉQoav), se halle refiejada abreviadamente enma más reciente (cf. Ias expresiones: «Luz dei
Filón con el vocativo ôéojtota e igualmente, universo» y «Padre de la luz» en ApMo 36,
aunque en forma acentuada, en Josefo. Los enun­ 3). Aqui se manifiesta también la herencia U-
ciados acerca dei Senor o dei Creador tienen cier-
ta preponderância sobre los enunciados que ha- túrgica de la sinagoga.
blan de Dios como Padre. En la halaká de Filón el Con la fnndación de la Iglesia cristiana en­
lugar más destacado lo ocupa el desarrollo de lacontramos una nueva forma litúrgica y didác-
liturgia judia; tan sólo en segunda linea sehalla la
tica (oración, bendición, confesión de fe). Pa-
influencia filosófica. Ahora bien, la invocaciónblo habla de «Dios el Padre», «Dios, nuestro
de Dios como «Padre» en la oración y los enun­ Padre», «Dios, el Padre de nuestro Senor Je-
ciados que hablan de él como «Padre» se impo-
sucristo» (cf. Rom 1, 7; 1 Cor 1, 3; 2 Cor 1, 2;
nen en el judaísmo (3 Mac 6, 3.8; Sab 14, 3; Apó­
crifo de Ezequiel, frag. 3) y reflejan probable-Gál 1, 3 y passim). Esta forma doctrinal es bi-
membre, porque la confesión de fe en Dios
mente una tradición litúrgica abreviada. En el ju­
como Padre se amplia ptua incluir el senorío
daísmo helenistico, los enunciados acerca dei Pa­
dre penetraron en Ias relaciones cósmicas, e de Jesucristo. De la manera usnal en la Diás­
incluso en el âmbito dei cielo y de la tierra, aun­
pora judia (1 Crón 29, 16 LXX), fórmulas de
que este concepto encuentra ya en el AT y en la omnipotencia pueden anadirse doxológica-
tradición palestinense Ias semillas de tal desarro­
llo. La solicitud y ayuda que Israel experimentamente a esta confesión bimembre de Dios y
dei Senor (como sucede en 1 Cor 8, 6). En el
como pueblo, aparece junto a la orientación reci-
bida de los padres y a Ias intenciones que muevenestilo de la Shema (Dt 6, 4 LXX), se acentúa
a la persona piadosa. la unidad de Dios el Padre, y la confesión de
fe en el senorío de Jesucristo aparece enton-
6. Los padres y el Dios de los padres. Ias ces como una ampliación y explicación, no
promesas hechas a los padres y Ias bendicio- como una limitación dei enunciado acerca de
nes a ellos impartidas se hallan detrás dei Dios como Padre. Esto recuerda el pasaje de
mensaje dei NT y lo legitiman. Tiene impor­ Ex 4, 16, donde Moisés debe hablar para Aa-
tância central el pasaje de Ef 3, 14s: «Doblo rón haciendo Ias veces de Dios, o cuando
mis rodillas ante el Padre, de quien todo reci- Moisés asciende a la montaria y dialoga con
be su nombre...». El enunciado es litúrgico y Dios (Ex 24,15-18). Quizás haya que tener en
presupone un cosmos palestinense, no un cos­ cuenta aqui también la conexión joánica entre
835 jtaxfiQ 836

la relación Padre-Hijo y la legitimación dei do, y acerca dei Espiritu dei Padre, que babla
mensajero por parte de Aquel que le envia (Jn en los discipulos (Mt 10, 20). La invocación
17, 1-3). en la oración «Padre en el cielo» y el corres-
En modo alguno la designación de Dios co­ pondiente enunciado acerca de Dios («vuestro
mo Padre aparece en cualquier enunciado en Padre en el cielo») sustentan todo el mensaje
el que se haga una confesión de fe (cf. 1 Tim dei Evangelio de Mateo.
2, 5). La acentuación de la unidad de Dios, y En la invocación al Padre en la oración y en
dei único Mediador entre Dios y los hombres, la instrucción de Jesús sobre la manera de
el hombre Cristo (= Mesías) Jesús, muestra orar, el vocativo «Padre» se convierte en un
rasgos judíos-cristianos, que se atienen a la enunciado fundamental importante, que da
tradición dei AT. Más rica aparece la confe­ cobesión a todo el Evangelio. Se invoca a
sión de fe en un solo Kyrios y en un solo Dios Dios como Padre y se tiene bien presente, al
y Padre, acompanada por fórmulas que expre- mismo tiempo, que él es el Juez que manda
san la omnipotencia (Ef 4, 5-6). También aqui que se lleve una conducta santa (1 Pe 1, 17).
se aplica aquella ley: ampliación y comple- La invocación en la oración comporta en si
mentación, pero no limitación. Es interesante misma todo el mensaje, incluida la amonesta-
la reserva dei Apocalipsis en cuanto a formu­ ción dei apóstol. El movimiento de oración y
lar enunciados que llamen Padre a Dios (2, el movimiento dei Espíritu, en el cristianismo
28; 3, 5.21; 14, 1): aqui falta en la oración la primitivo, trae también consigo un nuevo co-
invocación «Padre»; sin embargo, los vocati- mienzo en la invocación de Dios como Padre
vos que inspiran respeto, como ó ôeojtÓTtiç y en el enunciado acerca de Dios como Padre,
(6,10) y xÚQiE è dEÒç ó JtavtoxpáxtoQ (15, pero babrá que tener en cuenta la analogia con
3), abreviado en m ú q i e (15, 4), muestran la la costumbre judia de orar; ese movimiento
analogia con el judaismo. no babrá que amplificarlo basta convertirlo en
Merece especial atención el conjunto de oposición, como se bace casi siempre.
fórmulas dei Evangelio de Mateo. El comien-
zo de la oración dei Padrenuestro contiene la 7. El arameo 'abbã' (Mc 14, 36; Rom 8,
invocación: «Padre nuestro en el delo» (Mt 15; Gál 4, 6) es un clamor de oración y refle-
6, 9) y, como Ias oraciones sinagogales de ja la invocación de Dios que era común en Ias
aquella época, debió de formularse original­ oraciones de Jesús y de los cristianos de babla
mente en hebreo o arameo. La invocación se aramea (cf., además de los testimonios men­
remonta a la costumbre misma de orar que te- cionados en 1, Tgis 8,14; cf. Hofius, 1241;
nia Jesús y a sus instrucciones sobre la ora­ àppá). Significa poco más o menos: «jTú,
ción (cf. Mc 11, 25; Lc 11, 13). Según el man- Padre amado!». La invocación bebrea no de­
damiento de bautizar (Mt 28, 19; Did 7, 2), se bió de quedar desplazada por ella (por ejem-
invoca sobre el neófito. el nombre dei Padre, plo, el texto dei Sal 22, 2 es recogido en Mc
dei Hijo y dei Espíritu Santo: la invocación 15, 34 según el lenguaje coloquial arameo, y
dei nombre incluye la entrega bajo el dominio en Mt 27,46, según la forma bebrea original).
dei Padre, quien se revela a si mismo en la La invocación de «Padre» {'abbã’) no se
creación, en la plena autoridad de Jesús y en baila en tensión con la invocación «Soberano
el don dei Espiritu Santo. La fórmula es triá- dei mundo» (bTaa 23b), sino que tiene su pa­
dica en el texto dei Evangelio de Mateo, y se ralelo en la exclamación de júbilo de Jesús
entiende como ampliación y como comple- (Mt 11, 25; Lc 10, 21), donde la invocación
mentación, no como limitación (cf. 2 Cor 13, «Padre» es completada y ampbada por la in­
13 como bendición). El mismo Evangelio ha- vocación «Senor» ( ’°donãy). Se trata aqui de
bla en sintesis acerca dei Padre como el Crea- una relación excepcional, más aún, exclusiva
dor y el Elector de Israel, acerca de Jesús co­ entre el Padre y el Hijo, que tiene sus parale­
mo el Crucificado, el Resucitado y el Exalta­ los más próximos en el judaísmo de los jasi-
837 itatfiQ 838

dim de Galilea (Vermes). La derivación dei ción se lleva a cabo mediante la relación entre
mistério de Jesús se hace remontar a una Vi­ el Padre y el Maestro.
sion y a una voz celestial (Mc 1, 11; 9, 7) y Según el Evangelio de Juan, Jesús invoca
tiene un paralelo en la tradición que aparece también al «Padre» (cf. Mt 11, 25; Lc 10, 21;
en bBer 7a (la invocación: «Ananías, hijo Jn 11, 41; 12, 27s; 17, Iss; «Padre justo», 17,
mio», durante una visión). 25). Conforme a la oración de acción de gra­
La identificación que se hace de Jesús me­ das, en 11, 41, Jesús se cuenta entre los oran-
diante la visión y la voz tiene significado fun­ tes que siempre son oídos por el Padre y que,
damental para Jesús. Su oración, su obediên­ por tanto, tienen autoridad dei Padre; en el
cia, su don de obrar milagros, y también su fondo hay aqui una fuente aramea. En los
deslinde de Ias personas y de los partidos se enunciados que Jesús hace sobre el Padre, los
basan en ese acontecimiento originário, que le contextos de 4, 34 y 5, 19 senalan también
convierte en el Elegido y el Amado, en el sier- probablemente hacia una fuente más antigua:
vo de Dios y en el Hijo de Dios. La combina- el Hijo sólo es capaz de obrar con el Padre en
ción dei Espíritu y de la voz es de índole jurí­ plena obediência a él; por eso el Padre le ama
dica (dos testigos); Ias palabras que se le diri- y le da plena autoridad. Una halaká apocalíp­
gen recuerdan el Sal 2, 7 y también Is 42, 1. tica que describe el mundo celestial y el mun­
El Evangelio de Juan convierte ese aconteci­ do terreno en el trato dei Hijo con el Padre,
miento originário en un testimonio dado por impregna actualmente todo el Evangelio de
el Bautista, análogo a la eomprensión dei tes- Juan. El Padre confirma la plena obediência
tigo mesiánico; él es asumido en el proceso dei Hijo y le legitima: la autoridad reclamada
dei ver y dei oír que tiene por objeto a Jesús por el Hijo no es sino la manera misma en que
de Nazaret (1, 32s). el Padre actúa. Mientras que Filón piensa me­
Jesús mismo conoce Ias cosas celestiales y tafísicamente (->■ 5), Juan quiere ser entendido
Ias cosas terrenales, porque él es el único que metaéticamente (3, 35; 5, 20). El cuarto Evan­
ha ascendido y ha descendido (3, 12s). Por gelio es intensamente polémieo y, frente a la
tanto, él tiene legitimidad inmediata y media- pretensión judia de ser simiente de Abrahán,
ta. El acontecimiento terreno fundamental se más aún, de ser hijos de Dios, formula la tesis
convierte en un proceso celestial. Jesús es le­ contraria; «Vosotros tenéis por padre al dia-
gitimado desde el cielo y se halla en relación blo y queréis ejecutar los deseos de vuestro
inmediata con el cielo mismo (1, 51). Nos ba­ padre» (8, 44: los judios hostiles a Jesús han
ilamos así en el âmbito de la apocalíptica de quedado excluídos dei mundo dei Padre, co­
la Hekalot (->• 4). mo la conducta de ellos lo demuestra). Los
Con ello no se priva a Jesús de su plena hu- enunciados acerca de Dios como Padre se ha-
manidad, sino que 61 sigue siendo de manera llan en los escritos joánicos dentro dei marco
ejemplar el maestro de sus discípulos y el pre- de un dualismo metaético, pero, según la
dicador ante el pueblo. Entre su invocación de mente dei AT, trascienden con mucho ese dua­
Dios como Padre y su instrucción acerca de la lismo (1 Jn 1, 5; Jn 8, 12).
paternidad de Dios hay diferencia, pero no
oposición; Jesús recibe y trasmite a sus discí­ 8. El título de «padre» puede aplicarse al
pulos (en Mt 6, 9: «Padre nuestro» como aso- sacerdote (Jue 17, 10; 18, 19), al profeta (2 Re
ciación; en Jn 20, 17; «Padre mío» como di- 6, 21; 13,14) y también al maestro (Mt 23, 8s
ferenciación). Más tarde, Heb 2, lls s descri- prohíbe tanto el tratamiento de «rabí» como el
bió a Jesús como quien dirige la oración litúr- título de «padre»). En Hech 7, 2 los miembros
gica ante sus «hermanos». Pero precisamente dei Sanedrín y en 22, 1 Ias gentes dei pueblo
este contexto amplia la diferencia entre quien son llamados «hermanos y padres». A los an-
dirige la oración, que se haUa como un padre tepasados de Israel se los menciona específl-
ante sus hijos, y la comunidad. La diferencia- camente (como Abrahán, Isaac, Jacob -inclu-
839 TcaxfiQ 840

so el rey David-), cuando los judios y los Ex 21, 17. El trasfondo de esta historia no
cristíanos pueden apelar a ellos (Mt 3, 9; Jn 8, puede ser sino la institución de una nueva cla-
39; Rom 4, Iss; 9, 5). Tanto la tradición judia se de obediência. El amor a Dios debe ser tan
como la tradición cristiana primitiva recurre a intenso, que haga cumplir hasta lo último el
los padres; todos tienen conciencia de su soli- mandamiento de honrar a los padres (Mc 12,
daridad bajo el origen común. El respeto y re­ 28-34 par. Mt 22, 35-40). A su vez, ese amor
verencia al propio maestro se considera tan puede exigir que, en el seguimiento de Jesús,
importante como el respeto y reverencia al se pospongan los lazos que unen con el padre
cielo (Abot 4, 15). y la madre, con los hijos y Ias hijas (Mt 10,
Pablo recuerda a los corintios; «Aunque tu- 37; Lc 14, 26). La crisis en la que Jesús sitúa
viérais innumerables educadores en Cristo, al hombre, puede romper los lazos con los pa­
sin embargo no tenéis muchos padres', pues dres. Con esto Jesús intensifica la seriedad de
en Cristo Jesús yo llegué a ser vuestro padre la inminente decisión.
por medio de la proclamación dei mensaje de Las tablas de deberes domésticos, en Colo-
salvación» (1 Cor 4, 15). El rabi llega a ser senses y Efesios, se hallan estfucturadas en
«padre» de los creyentes como maestro; el tres partes: la mujer y el marido, los hijos y
mistagogo, como iniciador en los mistérios; y los padres, el criado y el amo están llamados,
Pablo, por la proclamación dei Evangelio. En cada uno en su estado, a tomar en serio las ta-
su misión, Pablo busca personas a quienes reas y obligaciones que a cada uno le incum-
pueda engendrar y dar la vida (Gál 4, 19; Fbn ben con respecto a los demás: lo conveniente
10). El misionero puede convertirse en padre. y lo preceptuado se ilumina y ahonda por el
Cuando «Pablo» llama «hijo legítimo» a Ti- bautismo y por el nuevo ser de la persona
moteo y a Tito (1 Tim 1, 2; Tit 1, 4), esto se (Col 3, 18-4, 1; Ef 5, 22-6, 9). El fundamen­
refiere también a la trasmisión de la doctrina to establecido en la creación (hombres y mu-
paulina y al compromiso en la actividad mi- jeres) incluye las relaciones con los padres
sionera. 1 Pe 5, 13 muestra hasta qué punto (Ef 6, 1). El mandamiento de honrar a los pa­
«Pedro» piensa también en la genuina trasmi­ dres (Ex 20, 12 / Ef 6, 2) se completa y se
sión de la doctrina y en el compromiso en la ahonda por las correspondientes obligaciones
labor en Ias comunidades (Marcos «mi hijo»). de los padres de no provocar a sus hijos, sino
El hijo sigue Ias huellas dei padre y le repre­ de educarlos por medio de la disciplina y la
senta ante la comunidad. Frente a la ambi- exhortación. Surge una nueva norma: la nor­
ción, a la discórdia y a la credulidad en la au- ma de lo que es «agradable» al Senor, de lo
toridad humana, la negativa expresada en Mt que es «justo y equitativo» (Col 3, 20; 4, 1).
23, 8-10 sigue siendo una advertência muy Debe entenderse de manera distinta el Ua-
encarecida. El honor tributado al padre debe mamiento que se hace -en tres partes- a los
quedar reservado para solo Dios. Como metá­ hijos, a los padres y a los jóvenes en 1 Jn 2,
fora, ese respeto y reverencia se aplica tam­ 12ss. El llamamiento a los «hijos» se refiere a
bién al apóstol. la totalidad de los lectores (cf. 2, 1.18); se tra­
El rechazo dei abuso dei corbán y el intento ta, por tanto, de estilo didáctico. Mientras que
de desairar a los padres remiten a un contexto los llamamientos a los padres y a los jóvenes
diferente (Mc 7, 9ss par. Mt 15, 3ss). El abu­ se dirigen a distintos grupos de edades. El
so de la tradición farisaica se convierte aqui mensaje dei perdón y dei especial conoci-
-en lábios de Jesús- en el motivo para que Je­ miento dei Padre se aplica a todos los miem-
sús exhorte a mantener el mandamiento de bros de la comunidad. Los «ancianos» -los
Dios y a rechazar en general la tradición de padres-, que se puede decir de dos maneras,
los antiguos. Sigue siendo fundamental el han conocido a Aquel que era desde el princi­
mandamiento de Ex 20, 12, un mandamiento pio. Los jóvenes, como portadores de la pala-
que es reforzado por la amenaza de juicio en bra y dei Espíritu, han vencido al maligno. En
841 jtaxfiQ - jtaxQia 842

este llamamiento no se trata de una tabla de 102 (^se compuso el Apocalipsis después de
deberes domésticos. 1 Jn 2, 12ss no se dirige la muerte de Nerón, durante los anos 68/69
a Ias mujeres. p.C.?).
Si se contempla en perspectiva todo el con­
junto, entonces nuestra mirada retoma sin cé­
TtaTQlá, ã ç , ^ patria familia, linaje, divi-
sar a la parábola dei hijo pródigo (Lc 15, 11-
sión de una nación*
32). El padre misericordioso, que reparte sus
bienes y se dedica a sus hijos, y que acoge Bibl.; Bauei, W ôrterbuch, s.v.; H. Schlier, L a Carta
Salamanca 1991, 219s; G. Schrenk, n a -
a los E fesios,
con gozo al hijo perdido que regresa a casa, XQiá,enThWNTV, 1017-1021.
nos hace comprender toda la riqueza que hay
en la patemidad terrena y celestial. 1. En el NT jtaxQiá aparece tres veces (Lc
O. Michel 2, 4; Hech 3, 25 y Ef 3, 15). El sustantivo se
deriva de Jtaxf|Q y significa un origen común
en el mismo padre o antepasado.
n á t ^ o ç , Ori Patmos Patmos*
Según Ap 1, 9 el vidente Juan recibió su vo- 2. Según el relato sobre el empadrona-
cación y su encargo en el «día dei Senor» (v. miento ordenado por Augusto, en Lc 2, 1-5,
10) en la isla de Patmos, una isla pequena, po­ los habitantes judios de Palestina van a cen-
ço poblada y rocosa, dei gmpo de Ias Espóra- sarse no en su lugar de residência, sino en el
das meridionales, en el Mar Egeo, frente a la lugar de donde era oriundo su clan. José, se­
cosa de Jonia, a unos 70 km al oeste de Mile- gún Lc 2, 4, por ser descendiente de David
to: èYcvópTiv èv xfi vf|Ocp xfl xaÀ,ou|j,évp (cf. 1, 27) se dirige «a la ciudad de donde pro­
náxpcp. Según su propia declaración, Juan cedia su antepasado» (G. Schneider, Das
llegó a Patmos cuando los cristianos estaban Evangelium nach Lukas I [ÕTK], sub loco).
siendo perseguidos en Asia Menor (probable- En el discurso de Pedro, compuesto por Lu­
mente en Efeso hacia el ano 94 p.C., en tiem- cas, encontramos en Hech 3, 25 la expresión
po de Domiciano; cf. 9a), «a causa de la pala- n:ãoaL a i JtaxQial xfjç yílÇ- todas Ias familias
bra de Dios y dei testimonio de Jesus» (v. 9b). de la tierra» como cita de la Escritura, una ci­
Allí Juan -separado de sus comunidades- es- ta que, no obstante, no aparece en la LXX.
cribió Ias siete misivas (vv. lOs) y toda su re- Lucas tomó probablemente su cita de Gén 22,
velación o «apocalipsis» (v. 19). Una tradi- 18; 26, 4, y sustituyó EdvT] (LXX) por na-
ción tardia dice que Juan se hallaba desterra­ XQiaí, porque el tecnicismo que él emplea en
do o preso en Patmos: Clemente de Alejan- Hechos para referirse a los gentiles (e^ vt)),
dría, QuisDivSalv 42; Eusebio, HistEccl III, no podia emplearlo en un discurso dirigido a
18, laa; 23, 6; Tertuliano, PraescrHaer 36; se­ judios.
gún Plinio, NatHist IV, 12,13 Patmos es lugar En el «juego de palabras basado en el grie-
de destierro. Ahora bien, el destierro es tan go» (Schlier, 220), de Ef 3, 14s: Jtpòç xòv jxa-
improbable históricamente como la elección xépa, o í Jiãoa iiaxQiá, «ante el Padre, de
de Patmos como território especial de misión; quien desciende todo pueblo», el término na-
H. Kraft, Die Ojfenbarung des Johannes XQiá debió de inferirse de la LXX. Pero en la
(HNT), a propósito de 1,9, piensa en un tiem- LXX itaxQiá es ambiguo (linaje, clan; tribu,
po específico durante el cual se recibió la re- cf. Schrenk, 1017s). Tampoco en la literatura
velación, muy lejos de la presencia de otras rabínica encuentra el enunciado ningún punto
personas (42). Bauer, Wôrterbuch, í.v. (bibl.); de apoyo. Una traducción demasiado concre­
BHH III, 1400s (bibl.); Haag, Diccionario, ta, como la que efectúa la Vg (jtaxQiá = pa-
1464; Maredsous, Diccionario enciclopédico temitas), no acierta con el verdadero signifi­
de la Bíblia, 1193; Pauly, Lexikon IV, 549; cado. Schrenk (1019) está en lo cierto cuando,
también A. A. Bell: NTS 25 (1978-1979) 93- en este contexto, interpreta Jtaxpiá por «pue-
843 jtatQLá - IlatQoPãç 844

blo», porque Ef 3, 15 se refiere a Israel y a los nombre (a diferencia de Lc 4, 16; eIç N a^a-
«gentiles», que ahora se hallan unidos -todos qó ), seguramente para preparar la «regia pro­
ellos- en una sola Iglesia, verbial» enunciada por Jesús (cf. Pesch, 320)
U, Hutter que habla de la suerte que corren los profetas,
Mc 6, 4 par. Mt 13, 57. Este apotegma biográ­
fico es una sentencia que expresa la experien-
3taTQiágX'n5j ® patriarchês padre de cia general, trasmitida también en el judaísmo
una nación, antepasado, patriarca* y en la literatura helenística (los testimonios
En el NT el término aparece 4 veces; a los en Pesch, 320). R. Bultmann {Geschichte, 30
doce hijos de Jacob se los llama patriarcas, nota 2) remite a un provérbio árabe; «En su
Hech 7, 8 (ô m ô sm JtaTQiágxai, cf. Gén 29, patria el flautista no tiene amigos (o admira­
31ss; 35, 16ss); 7, 9 (oí, JtaTçiágxai, cf. Gén dores de su arte)». En Mt 13, 54-58 se en-
37, 11); se aplica a Abrahán en Heb 7, 4 cuentran inserciones menores, y en Lc 4, 16-
CAPQaàp... ó jtaTQiágxtlç, cf. Gén 14, 20); 30 inserciones mayores, en el original de
como especial título de honor, se aplica a Da- Marcos. Paralelos extracanónicos dei provér­
vid en Hech 2, 29 (jtEQi naxQtÓQXOi^ bio los ofrecen el EvTom 31 y el PapOxy 1, 6
uíô), cuyo sepulcro «está entre nosotros hasta (los textos en Hennecke-Schneemelcher I,
el día de hoy» (cf. Josefo, Ant VII, 392ss). 69). Son amplificaciones secundarias con
arreglo a Lc 4, 23 (G. Schneider, Das Lukas-
evangelium I [ÕTK], sub loco).
TtatQixóç, 3 patrikos procedente o here-
Jn 4, 44 recoge de la tradición oral la sen­
dado dei padre / de los padres, paterno*
tencia sinóptica, no recurriendo probablemen-
Gál 1, 14; a l jtaxgixaí pon itagaôóoeiç,
te a la tradición sinóptica, ya que el enuncia­
«mis tradiciones paternas» (refiriéndose al
do está formulado de manera bastante inde-
hogar paterno de Pablo) o (más bien) «Ias tra­
pendiente. JtaxQÍç, refiriéndose al origen de
diciones de mis antepasados» (cf. Mc 7, 5; Jesús, significa aqui su patria, que en el
Hech 22, 3; 23, 6; Flp 3, 5), entre los que se
Evangelio de Juan es también indudablemen-
incluye como trasmisor de Ias tradiciones al
te Galilea (cf. 1, 45s; 6, 42; 7, 3.41.52). Jesús
propio padre de Pablo. ThWNT V, 1023s. se dirige a Galilea para evitar choques con los
fariseos (cf. 4, 1-4).
TCaTQÍÇ, ÍÔOÇ. 1^ patris patria, ciudad na­ Heb 11, 14 se halla en el sumario de la sec-
tal, la aldea de origen* ción 11, 3-12 (los siete primeros testigos de la
fe). En el v. 14 Jiaxgíç se usa en el sentido de
B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch, í .v.; H. Braun, D a s
him m lisch e V aterland b e i P h ilo u n d im H ebr, en F S
patria. El autor de Hebreos quiere mostrar
Stãhlin, 319-327; E. GrâBer, J esu s in N azareth {M k 6, que la consecución de la «jraxgíç celestial»,
l-6 a ), en Id., Text u n d Situation, Gütersloh 1973, 13- que anhelahan los padres (cf. v. 16), no se lo­
49 (sobre todo 27 y 37 [bibl.]); F. Laub, B ekenntnis gra sino por la acción salvífica de Cristo (cf.
u n d A u sle g u n g , Regensburg 1980, 257ss; R. Pesch,
D a s M a rk u se v a n g e liu m I (HThK), Freiburg i. Br.
Laub, 261).
^1980,316; R. L. Sturch, T he HATRIZ c f Jesus: JThS U. Hutter
28 (1977) 94-96.

1. En el NT JtaxQÍç aparece 8 veces, seis de IlaT Q O p ãç , ã Patrobas Patrobas*


ellas en la sola perícopa de Mc 6, Iss par. Lc Nombre de un cristiano (en Roma; forma
4, 16ss / Mt 13, 54ss; cf. Jn 4, 44; además abreviada de IlaxQÓpioç, cf. BlaB-Debrunner
Heb 11, 14. § 125, 1) quien, según Rom 16, 14, recibe sa-
ludos de Pablo. Patrobas aparece también en
2. En Mc 6, 1 par. Mt 13, 54 jtaxgíç es el otras fuentes como nombre de un liberto, cf.
pueblo o tierra de Jesús, sin mencionarse su BHH III, 1402.
845 jtaxQoXcpaç - IIaDÀ,oç 846

JtatQ O ^ tó a ç, OV, Ó patrolõas parricida* 1977, 54-64; G. Bomkamm, en RGG V, 166-190; Id.,
P ablo de Tarso, Salamanca ^1982; F. F. Bruce, Paul:
En 1 Tim 1, 9 en un catálogo de vicios, jun­ A p o stle o f lhe F ree S p irit, Exeter 1977; Bultmann,
to a ->• p,T]TQoXcóaç (matricida). Teologia, 239-415; Ch. Burchard, D e r dreizehnte Zeu-
ge, Gõttingen 1970; H. J. Cadbury, The B ook o fA c ts in
H istory, London 1955, 69ss; L. Cerfaux, U itin éra ire
TiatQ O TtagáôoTO Ç , 2 patroparadotos sp iritu el de S t P aul, Paris 1966; Ch. Dietzfelbinger,
trasmitido por el padre / por los antepasa- D ie BeruJUng des P a u lu s a is U rsprung sein er Theolo-
gie (WMANT 58), Neukirchen-Vluyn 1985; G. Eich-
dos* holz, D ie T h e o lo g ie d e s P a u lu s im U m rifi, Neukir­
1 Pe 1, 18: (xataía ■ó[icõv àvaoxQocpri chen-Vluyn 1972; W. Elliger, P aulus in G riechenland.
jtaTçon;apáôoToç, «vuestra vana manera de P hilippi, T hessaloniki, A then, K o rin th (SBS 92-93),
vivir heredada de vuestros padres / al estilo Stuttgart 1978; J. A. Fitzmyer, P aul a n d H is Theology,
Englewood Clifts NJ 1989; G. A. Harrer, Saul w ho al-
de vuestros padres (paganos)» (cf. lo opuesto so is c a lle d P a u l: HThR 33 (1940) 19-34; M. Hengel,
en los vv. 14 y 17: Dios como Padre; 4, 3; Ef D e r vorchristU che P a u lu s, en M. Hengel-U. Heckel
4, 17. (eds.), P aulus und das antike Judentum (WUNT 58),
Tübingen 1991, 177-293; H. Hübner, P aulusforschung
se it 1945, en ANRW H, 25, 4 (1987) 2649-2840; N.
J ia tç w o ç , 3 patrõos paterno, que procede Hyldahl, D ie p l n C h ro n o lo g ie (AThD 19), Leiden
dei padre / de los antepasados* 1986; J. Jervell, L uke a n d the P eople o fG o d , Minnea-
polis (Minn.) 1972; Id., P a u lu s in d e r A p g un d in d e r
En el NT el adjetivo aparece 3 veces, todas G eschichte des U rchristentum s: NTS 32 (1986) 378-
ellas en el libro de Hechos: 22, 3: ó rtaxpcõoç 392; R. Jewett, A C h ronology o f P auV s L ife, Phila-
vó|roç, <da ley paterna / la ley dada a los pa­ delphia 1979; Id., P aulus-C hronologie. E in Versuch,
dres» (cf. 3 Mac 1, 23; 4 Mac 16, 16; cf. ade- München 1982; K. Kertelge (ed.), P a u lu s in den ntl.
Spãtschriften, Freiburg i. Br. 1981; O. Kuss, P aulus,
más -V jxaxQixóç en Gál 1, 14); 24, 14: ó Jta- Regensburg 1971 (= Kuss III); A. Lindemann, P aulus
XQ&oç '&EÓÇ, «el Dios de los padres» (cf. 4 im ãltesten C hristentum (BHTh 58), Tübingen 1979;
Mac 12, 17; Josefo, Ant IX, 256); 28, 17: xà K. Lõning, D ie Saulustradition in d e r A p g (NTA 9),
0'&vTi xà JtaxQrâa, «Ias leyes / Ias costumbres Münster i. W. 1973; G. Lohfink, P aulus vo r D am askus
(SBS 4), Stuttgart ^1967; G. Lüdemann, P a u lu s d e r
que procedeu de los padres». La LXX emplea H eld en a p o stel I. Studien zu r C hronologie (FRLANT
jtaxQrôoç en el mismo sentido que ttáxQioç, 1239, Gõttingen 1980; Id., Paulus, d e r H eidenapostel
término que es preferido por Josefo. Quizás II. A n tip a u lin ism u s im friih e n C hristentum (FRLANT
Lucas usa itaxQcnoç (siempre en el contexto 130), Gõttingen 1983; D. P. Moessner, P a u l in A cts:
P rea ch er o f E schatological R epentance to Israel: NTS
de la defensa que Pablo hace de sí mismo) pa­ 34 (1988) 96-104; I. Munck, P a u lu s und die H eilsges-
ra acentuar la estrecha conexión dei mensaje c h ic h te, Copenhague 1954; F. MuBner, P etru s u n d
paulino con los «padres» o antepasados de Is­ P aulus - P ole d e r E inheit, Freiburg i. Br. 1976; W.-H.
rael, mientras que JtáxpLoç habría acentuado Ollrog, P aulus und seine M ita rb eiter (WMAOT 50),
Neukirchen-Vluyn 1979; W. Radl, P a u lu s un d Jesus
más intensamente la conexión con Israel co­ im lu k a n isc h e n D o p p e lw erk, Bern-Frankfurt a. M.
mo nación; cf. ThWNT V, 1016s. 1975; W. Rebell, G ehorsam u n d U nabhangigkeit. E ine
so z ia lp sy c h o lo g isc h e S tu d ie zu P a u lu s, München
1986; K. H. Renstorf-U. Luck (eds.), D a s P a u lu sb ild
IlaiíÀ.oç, ou Paulos Pablo in d e r neueren deutschen F orschung (WdF 24), Darm-
stadt ^1969; B. Rigaux, P aulus un d seine B riefe. D e r
1. Aparición en el NT - 2. Los enunciados paulinos S ta n d d e r F o rschung (1962), München 1964; J. Ro-
- a) Material biográfico - b) Material teológico - 3. loff, D ie P a u lu s d a rste llu n g d e s L ukas: EvTh 39
Pablo en los Hechos - 4. Pablo en Ias Deuteropaulinas (1979) 510-531; E. P. Sanders, P aulus u n d da s p a lã s-
(Colosenses, Efesios, 2 Tesalonicenses) - 5. Pablo en tin isc h e J u d en tu m . E in V ergleich z w e ie r R elig io n s-
Ias Pastorales y en 2 Pedro - 6. Sérgio Pablo. strukturen, Gõttingen 1985; K. H. Schelkle, P aulus.
L eben - B riefe - T heologie, Darmstadt 1981; H.-M.
B ib l.: C. K. Barrett, P a u lu s a is M is s io n a r u n d Schenke, D a s W eiterw irken d es P aulus un d die P flege
Theologe: ZThK 86 (1989) 18-32; J. Becker, Pablo. E l seines E rbes durch die P aulus-Schule: NTS 21 (1974-
a p ó sto l d e los p a g a n o s, Salamanca 1996; Sch. Ben- 1975) 505-518; G. Schille, D a s ã lteste P a u lus-B ild,
Chorin, P aulus D e r V õlkerapostel in jü d . Sicht, Mün- Berlin 1980; H. Schlier, G rundzüge ein er p ln Theolo­
chen 1970; O. Betz, P a u lu s a is P h a risã e r nach dem gie, Freiburg i. Br. 1978; J. Schmid, en LThK VIII,
G esetz, en Treue zu r Thora. F S fU r G. Harder, Berlin 216-220; W. Schmithals, D ie B riefe d es P aulus in ih-
847 IIo t A.o ç 848

rer u rsprünglichen F arm , Züiich 1984; H. J. Schoeps,


veces). - Hech 13, 7 menciona al procónsul
P aulus, Darmstadt ^1972; J. N. Sevenster, en BHH EU,
1402-1409; G. Schneider, D ie A p o ste lg e sc h ic h te II romano Sérgio Pablo 6).
(HThK), Freiburg i. Br. 1982, 41-45 (excursus); U.
2.
Schnelle, W and lu n g en im p ln D e n ke n (SBS 137), a) Nuestras fuentes para conocer la vida
Stuttgart 1989; W. Stegemann, W ar d e r A p o stei P aulus
de Pablo son en primerísimo lugar las cartas
ein rõm. Bürger?: ZNW 78 (1987) 200-229; V. Stolle,
reconocidas como genuinamente paulinas
D e r Z e u g e a is Angeklagter. U niersuchungen zu m Pau-
(Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipen­
lu sb ild d es L u ka s (BWANT 102), Stuttgart 1973; A.
ses, 1 Tesalonicenses, Filemón), aunque éstas
Suhl, P a u lu s u n d sein e B riefe (StNT 11), Gütersloh
1975; G. TheiBen, J u d e n tu m u n d C h riste n tu m bei
ofrecen muy poco material biográfico. Sobre
P aulus. S o zia lg esch ich tlich e Ü berlegungen zu einem
el tiempo que precedió a su conversión, sabe­
b eg innenden S chism a, en M. Hengel-U. Heckel (eds.),
mos que Pablo era judio (de la Diáspora), fa-
P a u lu s u n d das a n tike Ju d en tum (WUNT 58), Tübin-
riseo, de la tribu de Benjamin (Flp 3, 5; cf.
gen 1991, 331-359; W. C. van Unnik, Tarsus o r Jeru ­
sa lém , en Id., S p a rsa c o lle cta I, Leíden 1973, 259-
Rom 11, 1; 2 Cor 11, 22; Gál 2, 15), que de­
320; cf. 321-327; U. Wilckens, L u ka s u n d P aulus un-
fendia con especial fervor las tradiciones he-
ter dem A sp e k t d ialektisch-theol. beeinfluB ter E xeg e­
redadas de los padres (Gál 1, 14) y que, por
se, en Id., R e c h tfe rtig u n g a is F reih eit, Neukirchen-
Vluyn 1974, 171-202. este motivo, perseguia ferozmente (^especial­
mente en Damasco?, cf. Gál 1, 17) a las co­
1. El nombre dei apóstol Pablo (IlatíXoç es munidades cristianas (helenisticas) (Gál 1,
cognomen romano; Hairer) aparece 157 veces 13.23; Flp 3, 6; 1 Cor 15, 9), y se servia con
en el NT. De ellas, 127 menciones dei nombre este fin de los castigos sinagogales dei anate-
se encuentran en Hech 13-28, y 11 en las car­ ma y de la pena de azotes. Gál 1, 14 revela al­
tas post-paulinas (2 en Efesios, 3 en Colosen- go sobre el ambiente religioso dei hogar pa­
ses, 2 en 2 Tesalonicenses, 3 en las Pastorales terno de Pablo (-> naTQixóç). Con ocasión ya
y una en 2 Pedro). Pablo menciona 19 veces de su circuncisión, Pablo recibió (junto a su
su nombre en sus ctutas (1 vez en Romanos, 8 nombre judio sã ’âl ZanXoç) el cognomen
en 1 Corintios, 2 en 2 Corintios, 2 en Gálatas, romano IIai3)v.oç, con el que él se denomina
1 en Filipenses, 2 en 1 Tesalonicenses, 3 en siempre a si mismo.
Filemón); de ellas, lo hace 7 veces al comien- Pablo experimento su vocación por una
zo de sus cartas (IlaõXoç... àjrÓ0ToX,oç, Rom aparición (probablemente en Damasco, cf. Gál
1, 1; 1 Cor 1, 1; 2 Cor 1, 1; Gál 1, 1; cartas 1, 17) de Cristo resucitado (Gál 1, 12.15; 1
post-paulinas: Ef 1, 1; Col 1, 1; 1 Tim 1, 1; 2 Cor 9, 1; 15, 8; Flp 3, 7ss). Esta vocación hi-
Tim 1, 1; Tit 1, 1; sin ân:óaToA,oç: Flp 1, 1; 1 zo de él inmediatamente el apóstol de los gen-
Tes 1, 1; Fim 1; carta post-paulina: 2 Tes 1, tiles (Gál 1, 11-17). Con ello Pablo descarto
1). El enfático èvco nai3X,oç realza ya sea la por completo su anterior comprensión de si
autoridad dei apóstol en la paráclesis (2 Cor mismo (Flp 3, 7-9; Gál 1,15-17). Después de
10, 1; Fim 9), o bien subraya lo peculiar de su una primera actividad en la Arabia nabatea
proclamación evangélica (Gál 5,2; cf. Ef 3,1; (Gál 1, 17), regresó a Damasco (1, 17), de
Col 1, 23) y se encuentra en las instrucciones donde tuvo que salir huyendo (2 Cor 11, 32),
relacionadas con la organización (1 Tes 2, 18) y se dlrigió luego -después de una estancia
o al final de las cartas (1 Cor 16, 21; Fim 19; intermedia de dos semanas para visitar a Pe­
cf. Col 4, 18; 2 Tes 3, 17). Aparte de eso, Pa­ dro en Jerusalén (Gál 1, 18s; «después de tres
blo menciona seis veces su nombre (junto a anos»)- a la región de Siria y Cilicia (Gál 1,
otros nombres) en la confrontación con los 21) con su centro en Antioquía (cf. 2, 11;
grupos corintios (1 Cor 1, 12.13 [bis]; 3,4.5. Hech 11, 26 y la lista de colaboradores en 13,
22). Por el contrario, su nombre judio ->• S aü- 1), donde permaneció probablemente unos 14
Koç se emplea únicamente en el libro de He- anos (Gál 2, 1). Por sus êxitos misioneros y
chos (15 veces), e igualmente su forma he- por la defensa enérgica de su «evangelio para
brea (que se usa sólo en vocativo) SaoiíX (9 la incircuncisión» en el «concilio apostólico»
849 n a í/.o ç 850

de Jerusalén (Gál 2, 7; cf. Hech 15) y con colecta en favor de Jerusalén (Gál 2, 10; 1
ocasión dei denominado «incidente de Antio- Cor 16, 1; 2 Cor 8, Iss; Rom 15, 25ss), que
quía» con Pedro (Gál 2, lls), llegó a ser pron­ seria seguramente una senal de unidad ecu­
to el representante deeisivo de la misión cris- mênica entre Ias comunidades judeocristianas
tiana primitiva (antioquena) entre los gentiles. y Ias comunidades cristianas gentiles. Hacia
La descripción de la labor misionera de Pa- el final de su actividad, proyectó ampliar su
blo, basada únicamente en el Corpus Pauli- labor misionera llegando incluso a Espana
num, es todavia un desideratum entre los es­ (Rom 15, 23) y, por este motivo, escribió
pecialistas (Lüdemarm). (desde Corinto) la Carta a los Romanos a fin
Pablo actuaba como misionero itinerante de ganar a la comunidad romana (no fundada
ànóaxokoç,). Durante sus estancias en por él) para que diese apoyo a su misión. An­
ciudades de Asia Menor y de Grécia, fundó tes quiso llevar personalmente la «colecta» a
comunidades (al principio, sí, muy pequenas, Jerusalén. Con esto terminan Ias noticias pau-
cf. 1 Cor 1, 14.16), que se reunían en Ias ca­ linas acerca de su propia actividad. Pablo de-
sas particulares de algunos cristianos (cf. 1 bió de ser ejecutado en Roma, capital dei or-
Cor 16, 15.19; Rom 16, 5). Mantenía una re- be (1 Ciem 5, 5-7; HechPab 10). Muy pronto
lación muy intensa con sus comunidades; re- se desarrolló la veneración de Pablo y la le-
cibía de ellas consultas y noticias (1 Cor 1, yenda acerca dei mismo, como lo demuestran
11; 7, 1; 16, 17) y también apoyos (Flp 2, los escritos deuteropaulinos y Ias tradiciones
25.30; 4, lOss). El número de los que lograba utilizadas en el libro de Hechos. La cronolo­
ganar como colaboradores iba aumentando gia usual acerca de Pablo está tomada en bue-
rápidamente (cf. los praescripta y los saludos na parte de la exposición que se hace en el li­
finales de sus cartas). Ahora bien, Pablo expe­ bro de Hechos, y se basa principalmente en la
rimento también fuerte resistência, especial­ mención de Galión en Hech 18, 12s.
mente por parte de comunidades judias y de
Ias autoridades (1 Cor 4, 9ss; 15, 32; 16, 9; 2 b) Pablo, con su incansable actividad mi­
Cor 6, 4ss; 11, 23ss). Además, tuvo que pasar sionera, promovió decisivamente la misión
por multitud de peligros y privaciones (1 Cor dei cristianismo primitivo entre los gentiles,
4, lls s; 2 Cor 1, 8s; 4, 7ss). La Carta a los Fi- que ya existia antes de él, y logró la rápida di-
lipenses la escribió estando preso (1, 7.13. fusión dei cristianismo primitivo más allá de
20ss), seguramente en Efeso (cf. 1 Cor 4, 9; Ias fronteras de Palestina y de Asia Menor.
15, 32). Al mismo tiempo, sostuvo en muchas Para él, en el acontecimiento de Cristo se
comunidades una lucha, a veces muy viva, efectuó el giro decisivo dei mundo hacia la
contra misioneros itinerantes que pretendian salvación escatológica (cf. 2 Cor 5, 16ss), una
hacerle la competência (2 Cor 10-13; Flp 3, salvación que no está ligada ya a la conexión
2ss) y contra la distorsión que pretendia ha- entre la ley y la justicia obrada por la ley
cerse de «su» evangelio (Gál 1, 6ss). A Ias co­ (Rom 10,4), sino que se aplica universalmen­
munidades por él fundadas, no podia atender­ te a todos los que se acogen, en la fe en Cris­
ías personalmente sino durante breve tiempo, to (Rom 10,9ss), a la grada de Dios, es decir,
para dejarlas luego que vivieran una vida in- a la liberación dei poder dei pecado y de la
dependiente bajo la atención de sus colabora­ muerte (Rom 5, 12ss) y a la nueva vida vivida
dores. Por medio de sus cartas y de visitas ante Dios en el Espiritu (Gál 5, Iss; Rom 8,
episódicas permanecia siempre en contacto Iss) como prenda dei eschaton (Rom 8, 23).
con ellas, al mismo tiempo que evitaba reali­ La comunidad de los creyentes es el verdade-
zar actividades misioneras en comunidades ro pueblo escatológico de Dios (Gál 6, 16;
fundadas por otros (Rom 15, 20). Rom 4, 16), que con Cristo llegó a la existên­
Durante su principal período de actividad cia saliendo de Israel, para incluir también al-
en Grécia, puso mucho empeno en reunir una gún día a Israel (Rom 11, llss.25ss).
851 naflXoç 852

A pesar de todo, Pablo no presentó en sus 1) y desempena ya en el denominado «primer


cartas una concepción teológica acabada, sino viaje misionero» un papel más importante que
que respondió a consultas e incertidumbres el de Bemabé (cf. 13, 13: oí jregi IIaêA,ov,
concretas y reaccionó también contra ataques. cf. también 15, 36). Antes dei «segundo viaje
Claro que su carta final, la Carta a los Roma­ misionero» Pablo se separa de Bemabé (15,
nos, debe considerarse como el «testamento» 39) y continua independientemente su misión
misionero y teológico de Pablo (Bomkamm, en Ias ciudades de Asia Menor y finalmente
Pablo de Tarso, 135ss). Para más detalles (16, 9ss) de Macedonia y Grécia, con nuevos
consúltese Bultmann, Eichholz, Kuss, Schlier; colaboradores escogidos por él (15, 40; 16,
cf. también áp a Q tía 4.a; ôixaiooúvT] 4; Iss), dirigido por el Espíritu (16, 6-8) y ob­
òixaióoo 3.4; èXjtíç 3; vópoç; 4.b; itíoriç 6; servando fielmente Ias decisiones adoptadas
jüVEüp.a 3, b; o á g l 3; X“ QtÇ- en Jemsalén (16, 4). La descripción de Pablo
como poderoso taumaturgo (13, 9ss; 14, 8ss;
3. Junto a muchas tradiciones particulares 16, 18; 19, llss; 20, 7ss; 28, 3ss.8ss) armoni-
muy valiosas, la imagen de Pablo en el libro za dificilmente con la propia actitud de Pablo,
de Hechos permite reconocer también una que era capaz, sí, de obrar los «signos dei
amplificación y un desplazamiento dei interés apóstol» (2 Cor 12, 12), pero que no conside-
en dirección hacia la saga de Pablo. Es la ima- raba tales actos milagrosos como el elemento
gen de la época pospaulina, una imagen que decisivo en su misión. En contraste con el Pa­
además está influida claramente por los inte- blo de Ias cartas (cf. 1 Cor 2, Iss; 2 Cor 10,
reses teológicos de Lucas (cf. especialmente 10), el Pablo de Hechos es eminente orador,
Burchard, Kertelge [eds.], Radl, Roloff, Wil- que es capaz incluso de predicar a Ias perso-
ckens). El libro de Hechos es el único que re- nas cultas de Atenas (17, 22ss) con la raisma
fiere que Pablo era oriundo de Tarso de Cili- facilidad con que hace callar en Jemsalén a la
cia (9, 11; 21, 39; 22, 3; cf. 9, 30; 11, 25); que multitud enfurecida (21, 40; 22, Is) y que im-
Pablo era, por nacimiento, ciudadano romano pone respeto y admiración a sus adversários
(22, 28); que (después de residir muy poco ante los tribunales (24, lOss). Finalmente, Pa­
tiempo en Tarso; van Unnik) se trasladó a Je- blo tiene êxito frente a sus enemigos y ante
rusalén, donde tenía parientes (23, 16ss), y los poderosos (13, 7ss; 18, 12ss; 19, 35ss; 24,
que fue discípulo dei rabí Gamaliel (I) (22,3); 23; 26, 24ss) y, por fin, puede pasar aún bas­
que aprendió, además, el oficio de fabricar tante tiempo en Roma predicando el evange-
tiendas (18, 3). Se nos refiere, asimismo, que lio a judios y gentiles (28, 23ss).
siendo joven asistió a la lapidación de Este- Pero en el libro de Hechos no sólo hay am-
ban (7, 58); que, cuando se hallaba camino de plificaciones sino también reducciones. Mien-
Damasco para perseguir allí a Ias comunida­ tras que Pablo dice que suftió tres naufrágios
des cristianas (9, Is), se convirtió mediante y padeció varias veces el castigo de azotes
una visión de Cristo (9, 3ss; 22, 6ss; 26, (cinco veces a manos de los judios, tres veces
12ss), y a continuación, al ser bautizado en en otras ocasiones: 2 Cor 11, 24s), el libro de
aquel lugar, recibió el Esprritu Santo (9, 17s). Hechos conoce únicamente un naufragio (27,
Se nos refiere que, después de su huida de 27ss) y un castigo de azotes (16, 22ss).
Damasco (9, 25; cf. 2 Cor 11, 32), fue presen- Con ello Pablo, que para Lucas no es
tado por Bemabé a los apóstoles (9, 26s), y «apóstol» en el mismo sentido en que lo son
que luego regresó a Tarso, pasando por Cesa- los Doce (1, 21s), está caracterizado, no obs­
rea (9, 30). tante, por la idea dei «apóstol» que una gene-
La descripción de la misión paulina nos ración pospaulina poseía. Unicamente su in-
permite reconocer la amplificación efectuada cansable y exitosa proclamación dei evange-
por Lucas. Pablo sobresale desde un principio lio hizo que el camino de la salvación se ex-
entre el grupo de los colaboradores (Hech 13, tendiera desde Jemsalén hasta Roma: ese ca-
853 üatjXoç - Jtaúoj 854

mino que se fundamentaba en la voluntad de bre de Pablo, es decir, se puede ensenar apos­
Dios y en el rechazo de la salvadón por parte tólicamente.
de los judios (cf. 13, 45ss; 14, 2ss; 17, 5ss; De manera semejante, el autor de 2 Pe 3,
18, 5ss; 22, 22ss; 28, 17ss). 15s contempla retrospectivamente los escritos
paulinos desde una apropiada distancia y los
4. En Ias cartas deuteropaulinas de Colo- ve con respeto y veneración. Los situa al mis-
senses y Efesios, el evangelio (para los genti- mo nivel que Ias yQOtqpctí (3, 16), aunque tales
les) y el apóstol se hallan tan inseparablemen- escritos no sean ya directamente comprensi-
te unidos entre sí, que este evangelio puede bles para todos los lectores y hayan sido oca-
expresarse únicamente como el evangelio sión para que surgieran algunas falsas doctri-
«paulino». Al servicio de esta intención se ha­ nas. Como en Ias Pastorales, creemos que en
llan el acentuado eyò) riaü ^ o ç (Col 1, 23; Ef la Carta segunda de Pedro podría presuponer-
3, 1) y la definición fundamental de la fun- se ya la existência de una primera recopila-
ción dei ministério apostólico en Ef 4, 1Is; cf. ción de Ias cartas paulinas. «Pedro» y ó àya-
2 , 20 . jrT)TÒç r|p,cõv àSe^qjòç n a ü ^ o ç representan
Un proceso similar se observa en la utiliza- la totalidad de la antigua tradición apostólica
ción de Colosenses por el autor de Efesios (cf. (cf. los estúdios de G. Lohfink y P. Trummer
1, 1.7.10s.l5s.l9s; 3, 2ss.l7; 4, 16.22ss; 6, en: Kertelge [ed.]).
21s) y en la utilización de la Carta primera a
los Tesalonicenses por el autor de la pseudoe- 6. ->• ÜÉQYioç (nomen gentilicium) Ila ü -
pigráfica Carta segunda a los Tesalonicenses: Xoç {cognomen) se llama el procónsul roma­
la palabra apostólica se baila a disposición de no de Chipre, que según Hech 13, 7 escucha a
la generación pospaulina como tradición (es­ Bemabé y a Saulo y según 13,12 abraza la fe.
crita) recibida (2 Tes 2, 15) y, a diferencia de
H. Balz
1 Cor 16, 21 (pero también de Col 4, 18), la
firma de puno y letra dei autor en los saludos
finales (2 Tes 3, 17) confirma la autenticidad J ta ix a pauõ hacer cesar, tranquilizar; en
«apostólica» de la carta. voz media, cesar*
La recepción y ulterior desarrollo de la teo­
1. Aparición - 2. Empleo en voz activa - 3. Empleo
logia paulina en Colosenses y Efesios se en- en voz media.
tienden muy bien si los asociamos con la idea
de la existência de una escuela paulina (^en B ib l.: Bauer, W drterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner §
180, 6; 414, 2.
Efeso? [así piensa Schenke]; cf., a propósito,
los estúdios de H. Merklein y W. Trilling, en 1. De Ias 15 veces que Jtaúco se encuentra
Kertelge [ed.]). en el NT, 9 corresponden a la obra de Lucas
(3 veces en el Evangelio de Lucas, 6 en He-
5. En Ias Pastorales Pablo es el apóstol por chos). Los demás testimonios se hallan en la
excelencia. Su nombre propio aparece única­ literatura epistolar (1 Cor 13, 8; Col 1, 9 par.
mente en los praescripta, y su apostolado es­ Ef 1, 16; Heb 10, 2; 1 Pe 3, 10; 4, 1).
tá orientado principalmente hacia Ias ideas
sobre el ministério, la doctrina y la conducta 2. En el NT el empleo dei verbo en voz ac­
perfecta (1 Tim 1, 15s; 4, 12; 2 Tim 1, 13; 3, tiva aparece únicamente en 1 Pe 3,10 (lo mis-
10). Y, así, el evangelio demuestra su poder mo que en 1 Ciem 22, 3, nna cita aproximada
no sólo en la peculiaridad histórica de Pablo, dei Sal 33, 14 LXX): «Refrene (Jtauoátü)) su
sino también en su vida personal (2 Tim 1, 8). lengua dei mal...».
En una situación posterior y reorientada ya
teológicamente, se puede ensenar ya con la 3. El empleo dei verbo en voz media apare­
autoridad dei evangelio apostólico en el nom­ ce principalmente en el Evangelio de Lucas /
855 Kavtí) - jtei'&aQ)(6C) 856

Hechos: seguido dei participio de presente en figurado de embotarse / volverse insensible,


Lc 5, 4 (kaX ãv) y Hech 21, 32 (xóitTcov). en cita de Is 6, 10 LXX (en hebreo, sãman
Con negación (ov Jtaóopai) y participio de [hifil]: èjtaxiivÔTi yàg f| xoQÔía roõ ?i,ao13
presente («hacer algo incesantemente») en xoúxou, Mt 13, 15; Hech 28, 27 (con la LXX,
Hech 5, 42 (ôiôáoxcov); 6, 13 (XaXóáv); 13, el embotamiento es aqui obra de Dios; en el
10 (ôiaoTQÉqpcov); 20, 31 (voo^&excõv), y TM, es la finalidad dei mensaje dei profeta);
también en Ef 1, 16 (eúxaQtaxcõv); Col 1, 9 cf. también Jn 12, 40; Rom 11,8. ThWNT V,
(jtQooeoxópEvoL x a l aÍxoóp.evoi); Heb 10,2 1024-1027, especialmente 1026s; X, 1226
(jtQooqpeQÓpevai). En 1 Pe 4, 1 Jtatioixai va (bibl.).
seguido por el genitivo de separación (BlaB-
Debrunner § 180, 6: jtéjtauxai á|taQXÍaç,
n:éôil, n ç , ■q pede grillo (cadena para los
«él ha terminado con el pecado».
pies)*
En sentido absoluto jtaóofiaL aparece en
Mc 5, 4 (bis) par. Lc 8, 29, en la expresión
Lc 8, 24, donde se dice que el viento y Ias
jtéôai x a i áX.úaeiç, «grillos y cadenas».
olas «se calmaron» (cf. Homero, Od 12, 168;
Herodoto VII, 193), y también en 11, 1, refi-
riéndose a que Jesus termino de orar: «cuando Jie ô iv ó ç , 3 pedinos (terreno) llano, en la
él hubo terminado» (sentido absoluto también llanura*
en Arist 293; Sib V, 458); también en Hech Lc 6, 17: E jrl x ó i t o u jtE Ô ív o u , «en un lugar
2 0 , 1 (de un tumulto: 'Õ'Óq u |3oç ) y en 1 Cor llano / en la llanura» (por contraste con la zo­
13, 8 (de la glosolalia: Y^ôjooai). na montaííosa, w . 12.17a).
G. Schneider
pezeuõ viajar por tierra, ir a pie*
En Hech 20, 13 dícese que Pablo queria ir
nácjp o ç, o v Paphos Pafos* de Tróade a Aso haciendo el viaje por tierra,
Ciudad portuaria en la costa sudoccidental porque era el camino más corto, o ir a pie
de Chipre (Nueva Pafos); desde el tiempo de (pÉltXcov axixòç n;£^E'úeiv), mientras que los
Augusto fue la metrópoli de Chipre con el tí­ demás (vv. 5s) querían ir en barco. E. Haen-
tulo honorífico de Augusta. En tiempo de Pa- chen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.
blo (aproximadamente dei 46 al 48 p.C.), sede
de un procónsul romano. Pablo, acompanado
por Bemabé, visito Pafos durante su «primer JIE^fi pezê (adv.) por tierra, a pie*
viaje misionero»; Hech 13, 6 (àxpt Hácpov), En Mc 6, 33 par. Mt 14, 12 dícese que la
desautorizo a un mago judio y ganó para la fe multimd corrió adonde Jesús y los discípulos
al procónsul ^ SÉQyioç IlaüX oç (13, 6ss); yendo por tierra / a pie hasta la orilla opuesta
luego continuo su viaje desde Pafos hasta Per- dei lago de Genesaret (lo contrario: èv [xm]
ge en Panfilia: 13, 13 (ájtò xfjç Ilácpou). 3tX.OÍü)).
Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BHH III, 1382s;
Haag, Diccionario, 1406; Maredsous, Diccio- niE^Óç, 3 pezos el que va por tierra, el que
nario Enciclopédico de la Biblia, 1160; Pau- va a pie
ly, Lexikon IV, 484-487 (bibl.). Mt 14, 13 Sin L Z y otros, en vez de jte-
Cíi-
JiaxtJVOí pachynõ hacer sólido / lerdo / in-
sensible* J tE id a g x é w peitharcheõ obedecer, ser
Propiamente significa «espesar» (de ira- obediente, escuchar a*
Xtjç, «espeso»), pero en el NT el verbo apare­ En el NT el verbo aparece 4 veces; propia­
ce únicamente en voz pasiva y en el sentido mente significa «obedecer a una autoridad / a
857 jtei-ôaçxéw — Jteí'&a) 858

un poder (àgxií)». Se usa en sentido absoluto En la voz activa, el verbo tiene el significa­
para referirse a la conducta obediente de los do de convencer, persuadir (en sentido nega­
creyentes (en Ias relaciones entre unas perso- tivo: inducir, engatusar, cf. Bauer, Wõrter­
nas y otras y en Ias relaciones con Dios, cf. 2 buch, s.v. l.b); significa además: conciliar,
Tim 3, 2; Tit 1, 10; 3, 3); Tit 3, 1 (jT£i'&aQXEtv, apaciguar. En la voz pasiva, el verbo signifi­
junto a 'ÓjtOTáooEO'0'ai); «obedecer a Dios», ca confiar, y luego también obedecer. El per-
Hech 5, 29 (0'eõ) [iãI7.ov rj ávO-QCüJtoLç, cf. 4, fecto segundo jtéjtot&a conserva en su forma
9; JtEÍoopaL ôè pã?i,Àov tõ) flerô i] íipiv, Pla- activa el sentido intransitivo original de con­
tón, Ap 29d); oi jt8L’&agxo'0vxeç auxcp (^ ecõ) fiar firmemente, fiarse de, es decir, de perse-
como forma de designar a los creyentes, 5,32. verar en el estado de confianza. Por el contra­
En Hech 27, 21: «escucharme a mí» (jiei&aQ- rio, el perfecto primero de la voz media y pa­
XTÍoavxáç [xoij.Cf. ThWNT VI, 9s; X, 1226 siva mantiene el sentido de presente de estar
(bibl.); Spicq, Notes II, 676-678. convencido (cf. Becker, 560s). La gama de
significados es grande y los matices de los
enunciados son numerosos. El tener en cuenta
;7iei'd'óç, 3 peithos convincente, persuasi- Ias diversas formas verbales y sobre todo el
vo* contexto es lo que mejor revela el sentido dei
Este adjetivo, que no se encuentra en otra verbo en cada caso.
parte, aparece en 1 Cor 2, 4 ([Sin*] B D 33 y
otros) en la expresión èv JtEt&otç oocpíaç Àó- 2. Mt 27, 20; Hech 12, 20; 14, 19; 19, 26
yotç, «con palabras persuasivas de sabidu- emplean el verbo JtEÍfto) en aoristo con el sen­
ría»; cf. BlaK-Debrunner § 47 nota 12; 112 tido (positivo) de persuadir, en Mt 27, 20 y
nota 1; jxelII oTç , por lo demás, con una for- Hech 14, 19 el verbo se asocia con el sentido
mulación diferente aparece también en los negativo de seducir, como sucede también
manuscritos Sin^ A C ^ y en la Koiné. probablemente en Hech 19, 26. Con este em-
Los minúsculos 1, 42, 440 y otros leen el da- pleo dei verbo se relacionan estrechamente
tivo Jt8i#oí dei sustantivo itEiHcí); cf. tam­ los enunciados de Hech 13, 43; 18, 4; 19, 8:
bién GNTCom sub loco. Bauer, Wõrterbuch, Pablo intenta persuadir en sentido positivo a
S.V.; ThWNT VI, 9; H. Conzelmann, Der ers- los judios; así ocurre especialmente en 28, 23:
te Briefan die Korinther^ (KEK), sub loco. a su llegada a Roma, el apóstol se esfuerza en
convencer a los dirigentes de los judios (v.
17), es decir, en ganarlos para la causa de Je­
:nC£Í'd'(0 peithõ persuadir, convencer; con­ sus. El pasaje de Hech 26, 28, con una trasmi-
fiar en, creer en sión textual incierta (cf. NTG sub loco), pue-
1. Aparición y contenidos semânticos - 2. Conven­ de interpretarse de diversas maneras: el senti­
cer, persuadir - 3. jiEÍüopai, - 4. jtéjtoiôa. do es probablemente que Pablo trata de con­
Bibl.: O. Becker, jtEÍüopai, en DTNT II, 170-175;
vencer a Agripa de que se haga cristiano (cf.
R. Bultmann, HEÍO^o), en ThWNT VI, 1-7; para más bi­ Bultmann, 1 nota 4; ->■òlíyoç 4). En cuanto a
bliografia, cf. ThWNT X, 1226. 2 Cor 5, 11 y Gál 1, 10 (en ambos casos en
presente de indicativo), es difícil determinar
1. En el NT el verbo se halla atestiguado 52 exactamente el sentido dei verbo. En 2 Cor 5,
veces. Es un término favorito en la doble obra 11 el verbo significa probablemente: tratar de
de Lucas (aparece 4 veces en Lucas y 17 ve­ ganar a la gente en el ejercicio dei ministério
ces en Hechos) y en Pablo (19 veces; no hay apostólico; este significado podria hallarse
ningún testimonio en la Carta primera a los también en Gál 1, 10. Finalmente, en futuro
Corintios). No aparece, entre otros, en Mar­ de la voz activa el verbo significa persuadir
cos, en el Evangelio de Juan (hay un solo tes­ en el sentido de calmar: Mt 28, 14; 1 Jn 3, 19
timonio en 1 Jn [3, 19]) y en el Apocalipsis. (sobre Ias dificultades en matéria de crítica
859 jrEÍdco - nELvácü 860

textual y sobre Ias dos posibilidades más im­ habla únicamente en 2 Cor 1, 9 y Flp 1, 6, así
portantes de interpretación cf. R. Schnacken- como el NT en su totalidad habla raras veces
burg. Cartas de San Juan, Barcelona 1980, de la confianza en Dios (en Mt 27,43 es Jesus
228; Schnackenburg traduce: «Tranquilizare­ quien confia en Dios; cf. Sal 21, 9 LXX: qX,-
mos nuestro corazón ante él»). juoev èjrl xúgiov; cf. H. Windisch, Derzwei-
te Brief an die Korinther [KEK], 47). El he­
3. El pasivo jtEÍO^opai aparece 3 veces en cho de que en el NT se hable tan poco de la
aoristo: Hech 5, 39; 17,4; 23, 21 (p,r| con sub- confianza en Dios tiene su razón en que aque-
juntivo = imperativo negativo) y designa el llo de lo que se habla es «de la calamidad dei
resultado (el êxito) de la acción de persuadir. hombre en general y de la salvación escatoló-
uno se deja convencer por otra persona; se si- gica». «Pero, en relación con ella, la confian­
gue y se obedece a esa persona. El mismo sig­ za ha adquirido ya la fisonomía de la fe»
nificado tiene el imperfecto en Hech 27, 11; (Bultmann, 7).
28, 24; el àjuoTeiv de 28, 24 sugiere que A. Sand
JtEÍDop,ai tiene aqui el sentido de creer. Lc
16, 31 emplea el verbo en futuro y expresa
que el hombre, siempre que rehúsa su asenti- JtEldcó, OÍig, 1^ peithõ persuasión, el arte
miento, no se dejará convencer ni siquiera en de la persuasión
el caso de que uno de los muertos resucite. El 1 Cor 2 ,4 v.l. (d: èv jisiOot ooqpíaç àóyou;
presente expresa el hecho de estar convencido g: èv jtEiüot aocpíaç, también en Orígenes y
(Hech 21, 14; 26, 26; Heb 13, 18); en Gál 5, Ambrosio); cuando se prefiere irsuild) a ->•
7; Heb 13, 17; Sant 3, 3, el verbo adquiere el jteifióç, habrá que pensar en una dittografía
significado de obedecer. En Rom 2, 8 el ver­ de la o o en un error de audición. Sobre la
bo tiene ya sentido teológico más intenso: la asociación de jteifid) con 'kóyoç,, cf. Platón,
conducta debida para con Dios es la obediên­ Resp 411 d; Filón, Virt 217; c f además Bauer,
cia (cf. la formulación antitética y -»■ àjtei- Wõrterbuch, í . v . ; H. Conzelmann, Der erste
Oém) con la certeza de lafe: Rom 8, 38 y pas- Brief an die Korinther^ (KEK), sub loco con
sim. Ias notas 21 y 24.

4. Jtéjtoida con eni significa fiarse de,


ÜElÀãTOÇ, OU Peilatos Pilato
después de haber adquirido ya una firme con-
Forma altemativa de ^ IliXãxoç.
vicción: Lc 18, 9; 2 Cor 1, 9; 2, 3; 2 Tes 3, 4.
En la adición posterior a Mc 10, 24 (Koiné;
muchos códices minúsculos), los ricos confí- n;Eiváa) peinaõ tener hambre, sentir ham-
an en su riqueza. El uso de :rrÉJtOL'ha en Flp 1, bre de*
25; 2, 24 hace ver claramente «que con ello se En el NT el verbo aparece 23 veces, con 9
expresa claramente una esperanza en lo futu­ testimonios en Mateo, 5 en Lucas y 5 en Pa­
ro» (Becker, 563). El perfecto segundo en blo; en el Evangelio de Juan (6, 35) el verbo
combinación con èv aparece únicamente en aparece únicamente en sentido figurado.
Flp 3, 3.4; fiarse de la carne caracteriza la Dícese 21 veces dei hecho de tener hambre
errônea confianza de los judios, una confian- en sentido literal: Jesús tuvo hambre (èjteiva-
za que se halla en oposición a la fe en Cristo aev) después de ayunar durante 40 dias en el
(v. 9). Finalmente Jtéjroi,-&a con dativo, en desierto, Mt 4, 2 par. Lc 4, 2; dícese también
Flp 1,14, significa confiar, èv x.uQÍ(p hay que que David y sus companeros tuvieron hambre,
referirlo al verbo (J. Gnilka, Der Philipper- en Mc 2, 25 par. Mt 12, 3 / Lc 6, 3 (cf. 1 Sam
brief [HThK], 54 y 58s): los hermanos sacan 21, Iss); cf. además èjteívaoEV con referencia
su confianza dei hecho de que Pablo se haUe a Jesús, en Mc 11, 12 par. Mt 21, 18; con re­
encarcelado. De la confianza en Dios, Pablo ferencia a los discípulos en dia de sábado, en
861 mi\átí) - jteiQáCo) 862

Mt 12, 1; a propósito de la Cena dei Senor en intento», Heb 11, 29; «adquirir experiencia de
Corinto; quedarse con hambre: ôç pèv jiew ã / conocer afrentas y azotes», 11, 36. ThWNT
ôç ôè pE'0iJ£L, 1 Cor 11. 21, cf. v. 34; en ge­ VI, 23-28.
neral, como expresión de indigencia y necesi-
dad: jteivüüvtaç âvéjtXriaEv òtYaHwv (lo
TIElQCt^it) peirazõ poner a prueba, tentar*
opuesto; jr^vo-uxodvtEç), Lc 1, 53 (cf. 1 Sam
êxjtEiçáÇa) ekpeirazõ desafiar*
2, 5; Sal 106, 9.36ss LXX). Jteivácn, con este
niEipaopÓç, oü, ó peirasmos prueba, tenta-
mismo sentido, aparece junto a ôitltáa) (cf. Jer
ción*
38, 25 LXX; Sal 106, 5 LXX) en el discurso
de Jesús sobre el juicio en Mt 25, 35.37.42.44 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. Uso de
los términos - 4. Elementos de la tradición - 5. Desa­
(lo opuesto en cada caso son expresiones que fiar a Dios - 6. La tentación dei piadoso.
designan saciar y ayudar: èôoóxaté pot cpa-
yetv, vv. 35.42; è'&gétpapEV, v. 37; ou ôtrixo- B ibl.: G. Baumbach, D a s Verstãndnis des B õsen in
den sy n o p t. E va n g elien , Berlin 1963; E. Best, The
vqaapév ooi;, v. 44); cf. Ap 7, 16 (oü jiEivá-
T em ptation a n d the P a ssio n , Cambridge 1965; N.
aouoLV 8TL ouxÊ ôiTpfioouaiv Exi, cita de Is Brox, en HThG II, 778-782; Bultmann, G eschichte,
49, 10 LXX); Rom 12, 20 (èàv jtEtvã ó èx- 270-275, H. Conzelmann, E l centro d ei tiem po, Ma-
■ô-póç 0OU,... èàv ÔLt(;ã, cita de Prov 25, 21); drid 1974,49-51 y 324s; P. H. Davids, The M eaning o f
1 Cor 4, 11 (jtELVcõpev x a i ôiopcôpev x a l àjtsípaaTOç in J a m e s 1. 13: NTS 24 (1977-1978)
386-399; J. Dupont, D ie V ersuchungen J esu in d e r
yupvtXEÚopEv); Flp 4, 12 (xoçxáteollai x a i W üste, Stuttgart 1969; E. Fascher, Jesu s utid d e r Sa-
Jteivãv); en los macarismos y ayes pronuncia­ tan, Hildesheim 1949; Id., Jesus un d d ie Tiere: ThLZ
dos en el discurso dei llano: oi JtEtvcávxeç 90 (1965) 561-570; A. Feuillet, D ie V ersuchungen J e ­
su: IKaZ 8 (1979) 226-237; W. Froerster, ôiápoXoç,
vüv, Lc 6, 21 (lo opuesto: xoQ'tcia'&f|aEa'&£);
en ThWNT II, 70s, 74-80; Id., aaxavãg, en ibid. VII,
JtELváoEXE, 6, 25 (lo opuesto: oL EpjtEJtX,T]a- 151-164; G. Friedrich, B eobachtungen zu r m essiani-
pÉvoi vüv); por el contrario, Mt 5, 6 muestra schen H ohepriestererw artung in den S y n o p t, en Id.,
el empleo dei verbo en sentido figurado: oí A u f da s W ort ko m m t es an, Gõttingen 1978, 56-102; B.
jtEivcõvxEç x a l ôii);c&vxEÇ xfjv ôixatoaúvr|v, Gethardsson, The Testing o f G o d ’s Son, Lund 1966; P.
Hoffmann, D ie V ersuchungsgeschichte in d e r L ogien-
... xoQxaodfioovxat (cf. Am 8, 11; Is 55, la; quelle: BZ 13 (1969) 207-223; C. B. Houk, HEIPAS-
Sal 42, 3; Bar 2, 18); cf. Jn 6, 35 (ó EQXÓpc- MOZ, The L o r d ’s Prayer, a n d the M assah Traditiom
voç... oü pf] jtEiváoT], x a l ó j u o x e Ü ü jv e Lç SJTh 19 (1966) 216-225; B. M. F. van lersel, ‘D e r
S o h n ’ in den s y n o p t Jesusw orten, Leiden 1961, 165-
èpÈ oü pf) ôtt()r|OEi, cf. Eclo 24, 21).
171; Jeremias, T eologia, 88-96; K.-P. Kõppen, D ie
Por tanto, en el NT el tener hambre es senal A usleg u n g d e r V ersuchungsgeschichte u n ter bes. B e-
de calamidad y pobreza e imagen de la depen­ rücksichtigung d e r A lte n K irche, Tübingen 1961; J. H.
dência en que se está de Dios; así como los Kom, IIEIPA2M02. D ie V ersuchung des G laubigen
in d e r g riech . B ib e l, Stuttgart 1937; K. G. Kuhn,
creyentes han aprendido a soportar el hambre
3tElQaa|XÓç-auaQTÍa-aáQ| im N T u n d die d a m it zu-
y Ias calamidades por amor al Senor y a aten­ sa m m e n h ã n g en d e n V orstellungen: ZThK 49 (1952)
der, con sus obras de amor, a los que pasan 200-222; Id., J esu s in G ehtsem ane: EvTh 12 (1952-
hambre (y en ellos al Senor mismo), así tam- 1953) 260-285; H.-G. Leder, Sündenfallerzahlung un d
V ersuchungsgeschichte: ZNW 54 (1963) 188-216; cf.,
bién Dios saciará el «hambre» y, en cambio, a
a propósito, el epflogo de J. Jeremias, ibid. 278s; E.
los «saciados» los despedirá con Ias manos Lohmeyer, D ie V ersuchung Jesu, en Id., U rchristliche
vacías. ThWNT VI, 12-22; X, 1226 (bibl.); M ystik, Darmstadt ^1956, 81-122; U. Luck, W eisheit
DTNT II, 252-255. un d Leiden: ThLZ 92 (1967) 253-258; H. Mahnke, D ie
V ersuchungsgeschichte im R ahm en d e r synopt. E va n ­
H. Balz gelien, Frankfurt a. M. 1978 (bibl.); U. Mauser, C hrist
in the W ilderness, London 1963; W. Nauck, F reude im
Leiden: ZNW 46 (1955) 68-80; F. Neugebauer, Jesu
:7lEiQa, a ç , 'n peira intento, prueba, expe- Versuchung. W egentscheidung am A n fa n g , Tübingen
riencia* 1986; P. Pokomy, The Tem ptation Stories a n d th eir In-
tention: NTS 20 (1973-1974) 115-127; J. A. T. Robin-
En el NT el término se emplea únicamente sou, The Tem ptations, en Id., Twelve N T Studies, Lon­
en la expresión Jieipav Lappávto; «hacer un don 1962, 53-60; R. Schnakenburg, D e r Sinn d e r Ver-
863 igáÇco 864

su ch u n g Jesu b e i den S yn o p t., en Id., Sch riften zum jT E iQ a a p .ó ç , que aparece raras veces en el
N T , München 1971, 101-128; C. Schütz, en J. Feiner-
M. Lõhrer (ed.), M ysteriu m S a lu tis ni/2, Madrid 1971, griego profano, tiene un marco de significa­
72-141; Schulz, Q, 177-190, H. Seesemann, i t E i - dos menos amplio. Predomina el sentido de
g a v x k ., en ThWNT VI, 23-37 (bibl.); H. Thielicke, carga o amenaza debida a hombres o a otros
Z w isch en G o tt u n d Satan, Hamburg ^1955; J. Thomas, poderes (cf. «tribulación, persecución, lazos
A n fe ch tu n g u n d Vorfreude: KuD 14 (1958) 183-206,
W. Wilkens, D ie V ersu ch u n g sg esch ich te L k 4, 1-13 tendidos», etc.). En sentido objetivo, j t E i Q u a -
u n d die K om position d e s E vangelium s: ThZ 30 (1974) (xóç (que aparece sólo cuatro veces y en plu­
262-272; para más bibliografia, ya un tanto antigua, ral) significa el peligro que amenaza a una
cf. Bauer, W drterbuch, í .v.; para bibliografia más re- persona de desviarse dei camino recto. En
ciente, cf. ThWNT X, 1226-1228.
sentido subjetivo, la amenaza se siente más
bien —en parte- como motivo de preocupa-
1. En el NT iteigá^co y èxjteiçáÇoo apare- ción (la ayuda de Dios es necesaria; se pide a
cen respectivamente 38 y 4 veces, y JteiQaa- Dios el salir airoso de la prueba) y -en parte-
[tóç, 21 veces. La distribución es muy diver­ se siente sobre todo como un estímulo (oca-
sa; los términos no aparecen en Romanos, sión para dar buena cuenta de sí).
Efesios, Filemón, Colosenses, 2 Tesalonicen-
ses, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Cartas de Juan;
3. En Marcos, en la fuente Q y en Mateo
apenas aparecen en el Evangelio de Juan; se
encontramos tres campos de aplicación: la
encuentran con la mayor frecuencia en los Si-
tentación de Jesús, Ias preguntas capciosas
nópticos, Hechos, 1 Cor 10; Heb 2-4; Sant 1;
formuladas por los adversários de Jesús
Ap 2-3.
(igualmente en Jn 8, 6) y la petición de los
discípulos en la oración. Una expresión única
2. El significado fundamental dei tema
es ó JTEiQá^oiv en Mt 4, 3, la cual, por lo de-
jtELQa-corresponde ampliamente al de nues-
más, sólo aparece también en 1 Tes 3, 5.
tros verbos tentar, poner a prueba y al dei
Lucas es más independiente. En otras dos
verbo hebreo nsh (G. Gerleman, en DTMAT
ocasiones se habla de la tentación (o de Ias
II, 100-102): probar / someter a üna prueba.
tentaciones) de Jesús (4, 13; 22, 28). Lucas
El proceso supone soportar una carga y sentir
pone de relieve también la tentación de los
riesgo e incertidumbre, más aún, amenaza y
cristianos (8, 13; Hech 20, 19). En contraste
desconfianza. Según sea la intención, el con-
con esto, falta dos veces el verbo mEigá^oo, al
cepto implica el sentido positivo de poner a
hablarse de Ias preguntas capciosas que se di-
prueba para que alguien se acredite, y el sen­
rigen a Jesús, mientras que en un caso (Lc 10,
tido negativo de seducir para que alguien cai-
25) se acentúa probablemente la blasfêmia; de
ga. Como en el NT los objetos de la acción
manera parecida en Hech 5, 9; 15, 10. Ahora
verbal son casi únicamente personas, se escu-
bien, JtELQá^ü) puede significar sencillamente
chan generalmente Ias connotaciones de con-
disponerse para / tratar de (Hech 9, 26; 16,7;
fianza, fidelidad y obediência.
24, 6).
En el NT èxjtEiQÓÇoi significa desafiar,
lanzar un reto, y es una acción que constante­ Jn 6, 6: en sentido pedagógico, poner a
mente va dirigida contra Dios o contra Cristo. prueba.
- La gama de significados de jteiçáÇo) es más Las Cartas paulinas asocian casi siempre
amplia. 1) examinar, poner a prueba, con bue- con el tema itEiQa- un sentido negativo: peca­
nas intenciones; 2) someter a prueba crítica­ do, trasgresión, rebelión (1 Cor 7, 5; 10, 6ss;
mente, con intenciones no serias; 3) amena- Gál 6, 1; 1 Tes 3, 5; 1 Tim 6, 9), carga (1 Cor
zar, imponer una carga, tentar; 4) seducir, des- 10,13), ocasión de escândalo (Gál 4, 14). Tan
carriar; 5) desafiar, poner en duda, mostrar sólo en 2 Cor 13, 5 el tema itEipa- tiene un
desconfianza; 6) disponer o planear algo. Es­ sentido más positivo («examinarse a sí mis-
tos matices, claro está, pueden entreverarse. mo»).
865 jtEigáÇo) 866

Hebreos menciona la rebelión de Israel (3, tación de Jesus aparece aqui en la misma línea
8s) y acentua que la obediência se prueba en que Ias tribulaciones que afectan a todos los
el sufrimiento (2, 18; 4, 15; 11, 17). seres humanos (cf. 5, 7; 11, Iss). Jteiçao[tóç
También Sant 1,2.12; 1 Pe 1, 6; 4, 12 enca- es el peligro que se corre de caer en la deso­
jan en este contexto; cf., como contraste, Sant bediência y en la resignación. Como quien ha
1, 13s: seducir para que se cometa pecado. sufrido, Jesús está cualificado para ofrecer
La tentación de la fe por medio dei sufri­ ayuda; como persona sin pecado, él demues-
miento es también el tema de 2 Pe 2, 9; Ap 2, tra que el JiE iQ ao p ,ó ç «no conduce necesaria-
10; 3, 10; el someter a examen crítico, en Ap mente al pecado» (H. Zimmermann, Das Be-
2, 2. kenntnis der Hoffnung, Kôln 1977, 173).
4. En cuanto a Israel, se observa un interés b) Las tentaciones por adversários terrenos
«marcadamente religioso» por el gmpo de pala-
bras (Seesemann; en su estúdio pueden verse los constituyen una tradición originalmente inde-
detalles). Elementos más importantes para el NT: pendiente, Mc 8, 11 par.; 10, 2 par.; 12, 15
a) La prueba, a menudo dolorosa, a que Dios so- par.; Jn 8, 6. Consisten en preguntas capcio-
mete al piadoso (Abrahán, Job, etc.); el tema se sas, intrigas y perfidias.
asocia^on el dei justo sufriente y el de la peda­
gogia sapiencial (por ejemplo, Sab 3,5; Eclo 2,1; c) Los problemas de crítica de las tradiciones
Jub 19, 8s). b) La caída de Adán (aunque en el ea- y de crítica hteraria planteados por Mc 1 ,12s; Mt
pítulo tercero dei Gênesis falta jrEipáÇco / nsh). 4, 1-11 par., no pueden ya resolverse con total
c) La creciente importância de Satanás y la mar­ claridad (cf. también Jn 6, 15ss: el milagro de los
cada situación de lucha (Kuhn, Jieiçaopóç, espe­ panes). Parece que el punto común de partida fue
cialmente en Qumrán, aunque más según la reali- una escena de indigencia física (el desierto). El
desarrollo siguió luego dos trayectoiias distintas
dad significada que por el vocablo mismo). d) La en cuanto a la forma, la conexión con el AT y la
expectación de una gran tribulación al fin de los comprensión. Cualquier intento de reconstruc-
tiempos. También aqui ireiQaopóç aparece raras ción de la forma original y dei desarrollo de la
veces (Seesemann). EI testimonio más veces misma siguen siendo inciertos, como lo son tam­
mencionado es el de Ap 3, 10; cf. Hen (et) 94, 5, bién los intentos por atribuir el suceso al Jesús te­
mientras que Dan 12, 10 habla de prueba y santi- rreno y, por tanto, por situarlo historicamente. La
ficación. Con más frecuencia se emplea nXmàw vinculación con el bautismo no existió necesaria-
xtX,.; H. Braun, en ThWNT VI, 240ss. e) La idea mente desde el principio (expresan dudas, por
acerca dei «mal impulso» (cf. Billerbeck IV, 466- ejemplo, Lohmeyer, J. Gnilka, [El Evangelio se­
483). f) La provocación de Dios por parte de Is­ gún San Marcos I, Salamanca ^1996, sub loco],
rael: Ex 17; Núm 20; Sal 78; 95; 106. Mahnke; opinan de manera diferente, por ejem­
plo, Gehardsson, R. Pesch [Das Markusevange-
5. El desafio lanzado contra Dios está ca­ lium I (HThK), sub loco]). Dejando a un lado la
cuestión de la existência de un núcleo histórico,
racterizado, en cuanto al tema, por la rebelión hallamos primariamente una historia de Cristo en
de Israel en el desierto, 1 Cor 10, 9; Heb 3, dos formas. Su comprensión estuvo determinada
8s; también Mt 4, 7 par. Se piensa en una pro­ por los cambiantes intereses en la historia de la
vocación de Dios, al «poner en duda su bon- trasmisión. Todos los tradentes senalan que Jesús
dad y su perfecto poder mediante deseos pro- fue tentado, aunque lo consignan de manera bas­
tante global al principio (Mateo y Lucas lo con­
vocadores y codiciosos» (H.-J. Kraus, Los signan una vez más, cada uno); según Mt 4, 7
Salmos n, Salamanca 1995, 194 [a propósito par., está implicada además la tentación de Dios.
de 78, 18]). Semejante provocación dei Espí-
ritn o de Dios se menciona también en Hech d) Mc 1, 12s no es el núcleo de un relato
5, 9; 15, 10: mediante el engano o la incom- más extenso. iteipa^ópEvoç ... no es una adi-
prensión los hombres llegan a cansar a la bon- ción marquina, y el conjunto no puede desig-
dadosa paciência de Dios, narse sino con ciertas condiciones como una
historia de tentación (Mahnke). El trasfondo
6. a) Es incierto si Heb 2, 18; 4, 15 se halla de historia de los motivos apunta (a pesar de
en conexión con el material sinóptico. La ten­ las objeciones de Leder) hacia ideas dei paraí-
867 TcsiQátm 868

so y de Adán (dificilmente hacia la tradición cha tardia. El Jesús obediente es el antitipo de


de Elias; los detalles en Mahnke; Jeremias, Israel en el desierto, y es al mismo tiempo el
Pesch, Das Markusevangelium; Gnilka, El justo ejemplar, quedando acreditado en am­
Evangelio según San Marcos). La tentación bos aspectos como el Hijo de Dios y como
tiene por objeto que Jesus cometa un acto de verdadero hombre. Jesús vence la seducción
desobediencia y quebrante su fidelidad, lo dei diablo que quiere incitarle a la desobe­
cual le descalificaria para el ejercicio de su diencia, e indirectamente supera la prueba a
ministério escatológico. Jesús, al resistir a la que Dios le somete.
tentación, recupera el paraiso. Mc 1 ,12s no es La tipologia de Israel (y de Moisés) supri­
un fragmento incompleto, cuyo final se anadi- me las alternativas «tentación mesiánica o
ría más tarde (3, 27: Best, Pokomf, Schütz; 1, no» y «obra mesiánica o actitud personal».
14s; resurrección). Evidentemente, el motivo Por eso, la perspectiva histórico-salvifica y la
de la Incha victoriosa de Jesús contra Satanás postura personal son inseparables. Se trata de
es esencial para Marcos. algo más que de rechazar una comprensión
mágica de los milagros. Lo fundamental es:
e) La tradición paralela en Mt 4, l-ll;L c 4 , 1- Jesús, eomo israelita ejemplar, es capaz de re­
13 contiene numerosos problemas. La asignación alizar la obra escatológica (cf. Mahnke).
a la fuente Q es probable, a pesar de algunas difi- Las escenas remiten también seguramente a
cultades; Ias divergências son ya, en parte, pre-re-
daccionales. La secuencia de los sucesos, según la triple función como profeta, sacerdote y
los refiere Mateo, es con bastante probabilidad la rey. El fragmento, que por su forma y su con-
más antigua. Se discuten además la homogenei- tenido fue originalmente un diálogo didáctico
dad, la forma (^midrás, agadá, litígio, apologia, cristológico, adquirió también relevância -en
catequesis, entre otras?). Ias referencias al AT diversos niveles de la tradición- para estable-
(^Israel, Adán, Abrahán, Job, etc.?), el trasfondo cer un deslinde frente al zelotismo (un mesias
histórico-religioso (^el judio justo, el ■betoç àvf|Q
helenistico?), el alcance cristológico ((.tentación político) y a una cristología dei •freioç àvf|Q
mesiánica o tentación humana general?), la situa- (comprensión mágica de los milagros). A pe­
ción de los frentes (^zelotismo, magia, milagros sar de la singularidad única de Jesús, su acre-
espectaculares?), los aspectos en cuanto a la his­ ditación en la prueba se convirtió también en
toria de los motivos (^profeta-sacerdote-rey; ex- ejemplo para los cristianos (cf. la asociación
pectación profética, sacerdotal, apocalíptica?), la con el bautismo; la tipologia de Israel en 1
relación con el bautismo (^original?, (.esquema
parenético?), así como la indole y el sentido de la Cor 10).
tentación: iprobatio, deceptio, seductiol (Agus-
tín). Dupont y Mahnke ofrecen visiones de con­ f) Mateo «nos habla acerca de Jesús; Lu­
junto dei estado de Ias investigaciones. cas, acerca dei diablo» (Dupont, 61). Para
Mateo, Jesús es también aqui «el que cumple
El punto de partida más seguro lo offece el toda justicia» (3,15), el que permanece sumi-
entreverado de citas que hallamos en Ias res- so a Dios, el que no interviene en ayuda de si
puestas de Jesús: Dt 8, 3b; 6, 16; 6, 13, dei mismo (jcf. 27, 40!) y el que, al mismo tiem­
sector de la shema. Se refieren, en correcta po, se legitima como recto intérprete de la Es­
sucesión cronológica, a la fase crítica de la critura.
marcha de Israel por el desierto: el maná (Ex Lucas lo orienta todo hacia Jerusalén; en 4,
16), el alboroto en Masá (Ex 17), la ocupa- 13 acentúa además la Pasión. Jesús se enfren­
ción dei pais (Ex 23 y 34). La combinación de ta con la posición de poder dei diablo (4, 6;
citas habla también en favor de la unidad dei cf. 4, 14); se llega a un «primer duelo» (Du­
trozo; por lo menos, Ias escenas segunda y pont, 67). Como quien está lleno dei Espiritu
tercera dificilmente habrian existido separa­ y vence al adversário al ser atacado, Jesús se
das. Las citas tomadas de la LXX senalan una convierte también en el prototipo de los mi-
formulación judia helenistica, pero no una fe­ sioneros (Baumbach). El versículo 4, 13 no se
869 3l£lQai,CÜ 870

refiere probablemente a un «período libre de datos generales (cf. supra) y de la falta de ar­
Satanás» hasta la llegada de la Pasión; porque tículo.
22, 28 es retrospectivo, más bien que antici- Por lo que respecta a la oración de Getse-
pador dei futuro. Pero sigue siendo cierto que maní, habrá que preguntarse: ^Se enfrenta Je­
la Pasión es el tiempo fijado por Dios, en el sus con una tentación apocalíptico-satánica
que Satanás vuelve a acosar masivamente a (por ejemplo, W. Schenk, Der Passions-
Jesus. bericht nach Markus, Berlin 1974, 202s) o
con una prueba (en el sentido sapiencial: por
7. a) «Si te dispones a servir al Senor, pre­ ejemplo, Gnilka, El Evangelio según San
para tu alma para la prueba ( elç jte iQ a o jió v )» Marcos II, 307)? El contexto sugiere una si-
(Eclo 2, 1). La línea de tales exhortaciones tuación de lucha apocahptica (cf. Kuhn, u ;e i -
tiene su continuidad en el NT; el cristiano de- paopóç); frente a la violência y a la tradición
be prepararse para Ias tentaciones (jisipao- hay que permanecer firmes y perseverantes.
[XÓç como carga, especialmente de sufrimien- Según Marcos y Mateo, el JtE iQ aa[tó ç ataca
tos; 1 Pe 1, 6; 4, 12; Sant 1, 2.12; Heb 2, 18; la debilidad de la carne; la oración de iva
4, 15; 11, 17; terminologia más frecuente: tri- muestra cuál es la finalidad de la vigilância y
bulación, persecución, etc.). La experiencia, de la oración; otro es el sentido de Lc 22,
desde luego, no es agradable; pero, como me­ 40.46: el contenido de la oración (Kuhn, Je­
dio empleado por la pedagogia divina, puede sus, 285).
sacarse de ella un sentido positivo; cf. el tópi­ d) La fuente de la tentación se localiza
co de «gozo en el sufrimiento» (Nauck; cf. también en el hombre, especialmente en su
además N. Brox, Lm primem Carta de Pedro, èn:i&up.ía: Sant 1, 14, de manera semejante 1
Salamanca 1994, 89 nota 19) y la instrucción Cor 10, 6ss; 1 Tim 6, 9, cf. Mc 14, 38b. Esta
de los neófitos (asociación con el bautismo), idea se halla asociada, evidentemente, con la
así como Ias sentencias acerca de la perseve- doctrina judia acerca dei «mal impulso», con
rancia (Mt 10, 22, etc.). adicionales motivos helenísticos (cf. más de-
b) El acento puede recaer también sobre el talles en F. MuBner, Der Jakobmbrief\WThYl.],
carácter pernicioso de Ias tentaciones; detrás a propósito de 1, 14).
de ellas se ve a menudo al diablo; Mt 6, 13; e) Se sintió que los diversos aspectos de la
Lc 8, 13; 1 Cor 7, 5; 1 Tes 3, 5. Por eso se pro­ tentación eran todo un conjunto de proble­
mete salvación dei o en medio dei jtEiQao- mas, especialmente para la teodicea. Cuanto
póç: 1 Cor 10, 13; 2 Pe 2, 9; Ap 2, 10; 3, 10. más intensamente se concibió el Jtei0a0|tóç
c) Es difícil la interpretación de Mt 6, 13a como una carga, más aün, como un acoso sa­
par.; Mc 14, 38 par. La petición dei Padre- tânico, tanto más cuestionables se hicieron su
nuestro se interpreta, por un lado, apocalípti­ carácter sapiencial de prueba y el papel que
camente (la preservación en la gran tribula- en ella desempenaba Dios, Esto se ve clarísi-
ción, no de la gran tribulación; por ejemplo, J. mamente en el capítulo primero de Santiago:
Jeremias, en Abba. El mensaje central dei NT, al motivo tradicional dei gozo por los JtE i-
Salamanca '*1993, 233s), pero, por otro lado, Qaopoí (w . 2 y 12) se contrapone la exonera-
se interpreta más bien sapiencialmente (jOja- ción de Dios (v. 13) y la responsabilidad dei
lá que Dios no nos ponga a prueba!; por ejem­ hombre (v. 14). Estos mismos factores se en-
plo, E. Schweizer, Das Evangelium nach cuentran en 1 Cor 10; Pablo incrimina a Ias
Matthãus [NTD], 98). Mateo (amenaza por el malas inclinaciones dei hombre, que a su vez
maligno: 6, 13b) y Lucas (peligro cotidiano inducen a desafiar a Dios (v. 9; cf. Heb 3, 8s).
dei convertido: J. Ernst, Das Evangelium Por el contrario, según 1 Cor 10, 13, el J te i-
nach Lukas [RNT], 365) establecieron ya, se- Qaa|ióç llega desde fuera hasta nosotros, pe­
gún parece, una diferencia. La interpretación ro Dios vigila para que no se sobrepase el K-
apocalíptica es problemática, en vista de los mite de nuestra capacidad para soportar una
871 jtEigá^co - 872

carga; aqui, por tanto, aparece más bien el ca- 7I£À£XÍ^(0 pelekizõ degollar, decapitar*
rácter de prueba que tiene la tentación. La Ap 20, 4: a i t|iuxal tcóv jtejtekexiapévwv,
cuestión acerca de quién es el autor dei «Ias almas de los que habían sido decapita­
3TeiQao|tóç sigue sin estar clara —como suce­ dos» (refiriéndose a la ejecución romana de la
de a menudo en el NT-, probablemente por la pena capital por medio dei hacha o de la espa­
sensación de que se está tocando el problema da; cf. Hech 12, 2; San 7, 1.3; según 9, 1 tam-
dei opus Dei alienum. bién como castigo judio; cf. además Biller-
W. Popkes beck I, 270).

mciQtXO^ai peiraomai tratar de, intentar, J l£ jiJ tta ío ç , 3 pemptaios que dura cinco
dias
esforzarse*
En el NT el verbo aparece únicamente en Hech 20, 6 D: fjküopEV... JtEpjttaTot, «lle-
voz media: Hech 26, 21: èjteiQcnvTO ôiaxet- gamos al cabo de cinco dias (a Tróade)», en
p í o a o H a t , «trataron de matar(me)»; cf. 9, 26
vez de: â x p t 'npEQóãv jié v t e .
Textus Receptus; sobre Heb 4, 15 Textus Re-
ceptus ( j r e j r E L Q a p é v o ç ) cf. Bauer, Wõrter- TíÉpUttOÇ, 3 pemptos quinto*
buch, S .V .; ->■jteiQáÇcu 6.a. En el NT el adjetivo aparece 5 veces, todas
ellas en el Apocalipsis: r| jtépjtxri ocppayíç,
6, 9; ó JtépjtTOÇ ãyyEXoç, 9, 1 (cf. 8, 2.6); ó
ji;£ iQ a a ^ o ç , o u , o peirasmos prueba, ten­ jtépjtxoç (ãyysXoç), 16, 10 (cf. 15, 1.6-8; 16,
tación 1); ó Jtépm oç oaQÕóvu^, 21, 20 (dicese de
->• JtELQÓÇcO.
los pilares sobre los que se asienta la muralla
de la Jerusalén celestial, cf. v. 19; Ez 28, 13;
Ex 28,17-20). JtépjtxT] (oaPPáxcov), el «quin­
Jt£l,a^OVTj, fjç, peismonê persuasión, el
to dia de la semana / jueves», es según Did 8,
hecho de ser persuadido*
1 dia de ayuno para los judios (juntamente
Gál 5, 8: r| n:8iapovf] oux Ix to ü xakoõv-
con el lunes; para los cristianos, los dias de
Toç i)[xãç, «la persuasión (de ->■ JtEÍda)) para
ayuno son el martes y el viernes).
ello (es decir, para apartarse de la verdad, v.
7) no procede de Aquel que os llama»; cf.
IgnRom 3, 3. Como la variante textual en Gál 7l£^7l(0 pempo enviar
5, 7 (àX.iy&eíçt pt] jteí'&ea'&ai pT ]òevl j ie í -
1. Aparición en el NT - 2. Expresión de la comnni-
'0'eo'&e, «jno obedezcáis a nadie de manera cación humana—3. Soteriología de Rom8, 3 - 4. Teo-
que desobedezcáis a la verdad!», F G a b y centrismo en el Evangelio de Juan.
otros) está débilmente atestiguada, habrá que
excluir la traducción de jt8iopovf| por «obe­ B ib l.: H. Bürkle, M issio n s th e o lo g ie , Stuttgart 1979;
Haenchen I, 68-77; J. Kuhl, D ie S e n d u n g J e s u u n d d e r
diência / observância» (de JtEÍHopai); cf. K ir c h e n a c h d e m J o h -E v ., St. Augustin 1967; C. Mer-
además Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-De- cer, áxoaxÉXÀEiv a n d 3té|iJiEiv in J o h n : NTS 36
brunner § 488 nota 3. ThWNT VI, 9. (1990) 619-624; H. Ritt, D a s G e b e t zu m Vater, Würz-
burg 1979, 319-323; E. Schweizer, Z u m re lig io n s g e s-
c h ic h tlic h e n H in te r g r u n d d e r « S e n d u n g s fo r m e l» G a l
ZNW57 (1966)
4. 4 f; R õ m 8, 3 f; J o h 3, 1 6 , I J o h 4, 9:
J tÉ X a y o ç , o u ç , TÓ pelagos alta mar, lo 199-210; J. Seynaeve, le s v e r b e s àJtoaxÉXl,(o e t xÉp-
profundo dei mar, mar* jtco en
d a n s le v o c a b u la ir e th é o lo g iq u e d e s a in t J e a n ,
Mt 18, 6: èv trâ jte7.áYEi tfjç ^aA.áoor|ç, M. de Jonge (ed.), (BEThL 44),
V E v a n g ile d e J e a n ,

en lo profundo dei mar»; Hech 27, 5: xò Louvain 1977, 385-389; M. Waldstein, D ie S e n d u n g


IKZC
J e s u u n d d e r J ü n g e r im J o h a n n e s e v a n g e liu m :
jtéXayoç t ò x a t à Tf)v KiXixíav..., «el mar a 19 (1990) 203-221; S. G. Wilson, T h e G e n tile s a n d th e
lo largo de Ias costas de Cilicia». Cambridge 1973; más
G e n tile M is s io n in L u k e -A c ts ,
873 874

bibliografia en ãjlóoroXoç en los autores: Miranda, dad (el centurión en Lc 7, 6.10; un ciudadano
Rengstorf, Schneider. en 15, 15; Abrahán en 16, 24.27; el dueno de
la vina en 20, 11.12.13).
1. De los 79 testimonios dei verbo que hay b) La comunicación humana se expresa
en el NT, 32 corresponden al Evangelio de también mediante el envio de cosas con va­
Juan (en 24 de ellos se habla de que Jesús fue lor. Las «colectas» (Flp 4, 16; Hech 11, 29)
enviado); otros 21 testimonios aparecen en unen entre si a las comunidades (cf. Ap 11,
Lucas / Hechos. Mientras que en Marcos y en 10), y la palabra de Dios comunicada en el
Mateo el verbo ànoarzkko:) aparece un total «Ubro» (envio de misivas; Ap 1, 11) alienta y
de 42 veces, el verbo jt É(xjico no aparece sino estimula a las comunidades.
5 veces en dichos evangelios. Además, el exorcismo de demonios (Mc 5,
12: Jtéptjjov) y el envio de mensajeros de
2. Uso dei verbo jtépjttt) para expresar Dios (Ap 22, 16; Lc 4, 26) se describe intuiti­
concretamente una comunicación humana; vamente con la imagen de un encargo dado
a) El verbo significa el envio de personas «con autoridad», de manera análoga a los que
para comunicar mensajes casi siempre impor­ por encargo han recibido autoridad en la tierra
tantes; Mateo emplea siempre el participio U Pe 2, 14) o a los que tienen «poderes» por­
Jtéfrijtaç acompanado dei verbo en tiempo fi­ que Dios se los ha dado (2 Tes 2, 11).
nito (2, 8; 11,2; 14,10; 22,7). Pero en los pa­
ralelos sinópticos encontramos formulaciones 3. Rom 8, 3 interpreta soteriológicamente
redaccionales (Lc 7, 19; êneprltev JtQÓç) o el el envio dei Hijo de Dios al mundo de la exis­
empleo sinônimo de àTCoaxéX),co (Mc 6, 27). tência humana creada y mortal, presuponien-
El traslado a un proceso jurídico (Hech 23, do la preexistencia dei Hijo de Dios (cf. Gál
30; 25, 25.27; juicio de Pablo ante el tribunal 4, 4-6: Flp 2, 6-11) y previendo la entrega dei
dei gobemador en Cesarea) o la orden de en­ Hijo a la muerte (cf. Rom 8, 32): hallarse ba-
viar emisarios a Jope, dada a Comelio en una jo el senoiío de Cristo significa encontrarse
angelofanía en Cesarea antes de su bautismo liberado dei poder dei pecado y de la muerte.
(Hech 10, 5.32.33) contienen especiales en­
cargos de misión. 4. En el Evangelio de Juan, la realidad his­
En cuanto a Pablo, el envio de colaborado­ tórica dei envio dei Hijo por el Padre se ex­
res significa un mandato para ejecutar con au- presa en lábios de Jesús mediante la fórmula
toridad y poder determinadas funciones en Ias ó itéptltaç pe (4, 34; 5, 24.30.37; 6, 38.39.44;
comunidades. Así, Timoteo debe fortalecer a 7, 16.28.33; 8, 16.18.26.29; 9, 4; 12, 44.45.
los tesalonicenses en su fe (1 Tes 3, 2.5), a los 49; 13, 20; 14, 24; 15, 21; 16, 5). Estos 22 pa-
corintios debe recordarles Ias ensenanzas pau- sajes y los enunciados, construidos en tercera
linas (1 Cor 4, 17) y debe informar a Pablo persona, acerca dei Padre o de Dios «que le
sobre la comunidad de Filipos (Flp 2, 19.23; envió» (5,23; 7, 18) permiten reconocer el te-
acerca de Epafrodito cf. Flp 2, 25.28). La ta- ocentrismo cristológico de la relación entre el
rea principal de los enviados (por ejemplo, Padre y el Hijo. La iniciativa de la misión
Tíquico; Col 4, 8; Ef 6, 22; Tit 3, 12) es la de procede dei Padre y permanece presente en la
encargarse de la colecta (1 Cor 16, 3; 2 Cor 9, obra dei Hijo. La continuación de la misión
3) y la de recoger noticias. El paralelismo en­ por el Hijo envuelve a los discípulos creyen-
tre «elegir» (èxX,8YO|xai) y enviar (jtépjto)) tes (cf. el logion «sinóptico» en 13, 20), en to­
acentua la responsabilidad de los «varones do lo cual se aplica aquel principio jurídico
prominentes entre los hermanos» en el Conci­ judio según el cual el enviado dispone de la
lio Apostólico (Hech 15, 22.25). Sobre todo misma autoridad que el que le envia. El lo­
en Lucas se atribuye siempre la acción de gion de 20, 21 (en contraste con los pasajes 4,
itépito) a la iniciativa de alguien con autori- 38; 17,18, que expresan el mismo sentido por
875 jiéfjjtco - n:£vdéüj 876

medio dei verbo àjtooTéXAw) debe conside- JieV'0'éoJ pentheõ estar triste, estar de luto,
rarse como primário y nos presenta al Senor lamentarse por*
resucitado trasmitiendo (jen presente!) a la En el NT el verbo aparece 10 veces, tres de
comunidad de los discípulos la autoridad para ellas (como el sustantivo jtévOoç) en el ca­
realizar la obra divina de la salvación. Por pítulo 18 dei Apocalipsis; se encuentra 6 ve­
eso, el envio dei Paráclito puede ser efectuado ces junto a xXaíw (Mc 16, 10; Lc 6, 25;
por el Padre (14, 26; cf. el envio dei Espíritu Sant 4, 9; Ap 18, 11.15.19; cf. también 2 Re
como continuación de la misión dei Hijo en 19, 2; 2 Esd 18, 9). En la LXX el verbo ex-
Gál 4, 6: è^ajteoxeiXev) o por el Hijo mismo presa frecuentemente el dolor que se siente
(Jn 15, 26; 16, 7). Las palabras y los actos dei (ante la muerte o ante un castigo divino) y
Jesus terreno adquieren sólo su plena efícacia que se expresa en lágrimas, lamentos y ritos
en el Espíritu que da testimonio de que Cristo de duelo (lamento fúnebre: Gén 23, 2; lamen­
se halla presente en la vida de la comunidad. to dei pueblo después de la muerte de los ex­
ploradores: Núm 14, 39; lamento dei oprimi­
H. Ritt
do y dei marginado: Sal 34, 14 LXX; lamento
de la tierra: Is 24, 4.7; 33, 9).
Jtév n ç, tlTOÇ, Ó penes pobre, indigente* En el NT Jtevdéco puede referirse al lamen­
En el NT el término aparece únicamente en to de los discípulos por la muerte de Jesus
sentido sustantivado en 2 Cor 9, 9, que habla (Mc 16, 10: JtEvOoüvxeç x a i xkaíovxeç);
de la conducta dei «temeroso de Dios»: eôco- ahora bien, el tiempo de gozo (por la presen­
xev xoíç n:évqaiv, «él dio a los pobres» (cita cia dei esposo) excluye la pena y el dolor, Mt
dei Sal 111, 9 LXX). La LXX usa Jtévqç en 9, 15 (pT] ôúvavxai... jie v O e iv , a diferencia
este salmo y en otros pasajes, con frecuencia, de Mc 2, 19 par. Lc 5, 34: rqoxeÚEiv / rpa-
para traducir el término hebreo ’ebyôn\ junto XEÚoaL). En 1 Cor 5, 2 el verbo se refiere a la
a jcxooxóç aparece para designar a los pia- tristeza/dolor por haberse cometido una grave
dosos en Sal 39, 18 LXX; 85, 1 LXX y pas- trasgresión (un incesto) en la comunidad; esa
sinv, se usa casi siempre en sentido general pena debe ser senal de la autorreflexión y de
para expresar la indigencia social. Bauer, la consiguiente purificación: x a l o-ux'l pãk-
Wõrterbuch. s.v. (bibl.); ThWNT VI, 37-40; Xov èjxev^riaaxe; lo opuesto: x a i upEíç jtE-
DTNT m , 380. qpuoicopévoi èoxé); cf. también 2 Cor 12, 21
(en sentido transitivo: lamentarse por), donde
se dice de la tristeza que Pablo siente por los
J te v d e ç á jã ç , penthera suegra* pecadores inconversos que hay en la comuni­
En el NT el término aparece 6 veces: dícese dad (cf. además 2 Ciem 2, 6); Sant 4, 9 tam­
de la suegra de Simón (Pedro) en Mc 1, 30 bién en el contexto de un llamamiento al arre-
par. Mt 8, 14 / Lc 4, 38; en el logion de Q pentimiento (vv. 1-8.10): xakaiJicoQf|0axE
acerca de las desavenencias en las relaciones x a l jtEV&fioaTE x a l nkavaaxE (cf. Is 32,
entre miembros de una misma familia: ôi^á- llss; Jer 4, 8; Miq 1, 8; también Lc 6, 25; ->■
oat... vúpqpr|v x ax à xfjç jtev^eQõç aúxfjç, xX,aíco 3; ->■ JtévOoç); Ap 18, donde se habla
Mt 10, 35; de manera semejante en Lc 12, 53 de la lamentación (fúnebre) de los mercaderes
(bis) (cf. Miq 7, 6). (w. 11 y 15) y de los navegantes (v. 19) por la
caída de Babilônia (cf. Ez 26s) en senal dei
horror que sentirán las hombres de este mun­
JtEV^degÓç, OV, Ó pentheros suegro* do cuando vean los efectos dei juicio de Dios.
En Jn 18, 33 dícese de Anás, que era suegro En el macarismo de Mt 5, 4 (paxáçioL oí
de Caifás; "Avvaç 2; R. Schnackenburg, El jtEv&oüvTEç, ÔTi auToi jtaQaxX,T]'&fiaov-
Evangelio según San Juan, Barcelona 1980, xai), jxevi&éco es expresión de la tristeza de
sub loco. quienes sufren bajo este mundo y ponen su
877 n;ev6-é«) —jiévte 878

esperanza únicamente en Dios xXaío) 3; Hech 16, 22); estos azotes no se mencionan
cf. Is 49, 13; 61, 2s; 66, 10; Sal 125, 5 LXX); en el libro de Hechos; para más detalles, cf.
en contraste con este macarismo se halla en Billerbeck HI, 527-530.
Lc 6, 25 el jay! apocalíptico contra los que
«ahora ríen» yeXà(ü): oxi 3tev{lr|oeTe x ai
JlE V taxiO /ÍX lO l, 3 pentakischilioi cinco
xXaúoETe (cf. v. 21; Mt 8, 12; Sant 5, 1; Hen
mil*
[et] 94, 8ss; Ap 18, 9ss [cf. supra]). Bauer,
En el NT el numeral aparece 6 veces, refi-
Wõrterbuch, s.v.; ThWNT VI, 40-43: X, 1228
riéndose siempre a la manera milagrosa en
(bibl.); -»• xJtaío) (bibl.).
que se dio de comer a cinco mil personas: Mt
H. Balz 14, 21 (ávôQEç (boel jtEVTaxL0XLkioi x®QÍ-Ç
Yuvaixcõv x a l jtaiôícov); 16, 9; Mc 6, 44
J lé v d o ç , OVÇ, TÓ penthos llanto, aflicción, (jtEVxaxiaxlkLOL ôvôqeç ); 8, 19; Lc 9, 14
duelo* (cboel âvÔQEç jtevxaxioxl^ioi); Jn 6, 10 (ol
En el NT el sustantivo aparece 5 veces, cua- õvÔQEç TÒv àQidpòv (bç jrEvxaxioxíkioi);
tro de ellas en el Apocalipsis. Sant 4, 9 (ó cf. también Hech 4, 4 (xtkiáôeç Jtévxe).
yé^coç ■ôp.cõv eíç jtév&oç [aexaxpajtrixco) en
un llamamiento a la penitencia dirigido a los J lE V t a x ó a io i, 3 pentakosioi quinientos*
soberbios (cf. vv. 6-8), que deben sentir hu- Lc 7, 41: SrjváçLa Jtevxaxóoia, «quinien­
mildad ante Dios (v. 10); ->■ yéXmç-, -> Jtev- tos denarios» (junto al numeral JtEvxf|xov-
■üéu). El Apocalipsis habla dei castigo escato- xa); 1 Cor 15, 6: rncp^T] èjtávco jiEvxaxo-
lógico que se infligirá a «Babilônia» (P «aa- OLOiç àÔEX.qpoIç, «se apareció a más de qui­
via[xòç x a l Jtév&oç, 18, 7a; ílávaxoç: x a l nientos hermanos» (cf. H. GraB, Ostergesche-
Jtév&oç x a l ^.L^óç, 18, 8): a Babilônia que hen und Osterberichte, Gôttingen '*1970, 99-
afirma soberbiamente que no conoce «el due­ 101; H. Conzelmann, Der erste Brief an die
lo / la lamentación» (icévôoç ov pf) lôco, 18, Korinther^ [KEK], sub loco).
7; cf. Is 47, 7-10): en contraste con ello se en-
cuentra la supresión escatológica que Dios ha
de hacer dei sufrimiento de este mundo: ó JlévTE pente cinco*
•&ávaxoç oÍ!x êoxai êxi oi3xe jtévdoç oõxe El numeral aparece 38 veces en el NT, de
XQauyfi oüxe Jtóvoç, «ni lamento ni alarido Ias cuales 12 correspondeu a Mateo, 3 a Mar­
ni dolor», 21, 4 (cf. Is 35, 10; 51, 11; 65, 19). cos, 9 a Lucas, 5 a Juan, 5 a Hechos y 5 al
jxevdéco. Apocalipsis; en Pablo el numeral aparece uni­
camente en 1 Cor 14, 19.
El número cinco es una cifra redonda prefe­
JlEVlXQÓç, 3 penichros pobre, necesitado*
rida para referirse a una pequena cantidad (cf.
Lc 21, 2; Jtevixoá (Mc 12, 42: jrxco-
los cinco dedos de una mano), por ejemplo,
XT)), una «viuda pobre / necesitada», con es­
en el AT en Ex 22, 1; Lev 26, 8; Jue 18, 2; 1
pecial énfasis en su indigencia (cf. Filón, Som
Sam 17, 40; 21, 4 (cinco panes) y passim). En
I, 98; n , 213). ThWNT VI, 40; -> XBQ“ -
el NT aparece también casi siempre como ci­
fra redonda: cinco panes (Mt 14,17.19; 16, 9;
m e v tá m ç pentakis (adv.) cinco veces* Mc 6, 38.41; 8, 19; Lc 9, 13.16; Jn 6, 9.13),
Según 2 Cor 11, 24, Pablo recihió cinco ve­ doncellas (Mt 25, 2 [bis]), talentos (Mt 25,
ces de los judios el castigo (sinagogal) de 15.16 [bis].20 [cuatro veces) o minas (Lc 19,
azotes (con flagelos o varas; cf. Haag, Diccio- 18), meses (Lc 1, 24); también como período
nario, 713s; véanse mencionadas a continua- de tormento (Ap 9, 5.10), dias (Hech 20, 6;
ción inmediata (11, 25) Ias tres veces que Pa­ 24, 1), gorriones (Lc 12, 6), cinco en una casa
blo fue azotado por los romanos; cf. también (3 + 2) (Lc 12, 52), bueyes (14,19), hermanos
879 JlévTE - ItEVTrjXOaTT) 880

(16, 28), ciudades (19, 19), cinco maridos de II. In Israel; III. Im U rchristentum , en RGG II, 910-
una mujer (Jn 4, 18), cinco palabras (con el 919; E. Lohse, nevxT]5toc(Tf|, en ThWNT VI, 44-53; I.
H. Marshall, The Significance o f Pentecost: SJTh 30
entendimiento; lo opuesto; 10.000 palabras (1977) 347-369; P. Matta-El-Meskin, L a P entecôte:
hablando en lenguas; 1 Cor 14, 19). En gran­ Irénikon 50 (1977) 5-45; Maredsous, D iccionario en­
des cifras redondas: xi7,i.áóeç jt é v t e (Hech 4, ciclopédico de la B iblia, Barcelona 1993, 1207s; Ph.
4); frrjQ iáÔ E Ç jtév x e (19, 19. En datos sobre H. Menoud, L a P en tec ô te lu ca n ie n n e e t V histoire:
RHPhR 42 (1962) 141-147; B. Noack, The D a y P en te­
un lugar (Jn 5, 2; Jtévxe o roàç êxonoa) y en c o st in Jubilees, Q um ran, a n d A c ts: ASTI1 (1962) 73-
alusiones históricas (Ap 17,19: ol j i é v t e [pa- 95; I. Potin, L a f ê te ju iv e de la P entecôte. Paris 1971;
oiXeTç]). En combinaciones numéricas: eíxo- para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1228s.
oi JtévxE, veinticinco (Jn 6, 19); èpôop,T|>tov-
xa JTÉVXE, setenta y cinco (Hech 7, 14). G. 1. La denominación de «Fiesta de Ias Sema­
Kittel, Rabbinica, Leipzig 1919, 31-47, esp. nas» en el AT (Jiag sãbü ‘ôt (= èoQxf| êpôop,á-
ôcüv, «Fiesta de Ias Semanas») se traduce por
39ss; E, Hommel: ZNW 23 (1924) 305-310. jtevxT|xoaxr| en Tob 2, 1; 2 Mac 12, 22 y en el
judaísmo helenístico (por ejemplo, Filón, Decai
160; Josefo, Ant III, 252). Originalmente fue una
T te V T O ta iô é x a to ç , 3 peniekaidekatos fiesta de la cosecha, que se celebraba siete sema­
decimoquinto* nas después de comenzada la cosecha (Dt 16, 9s)
Lc 3, 1: èv êxei jrevxExaiÔExáxcp, en el o «después dei sábado» (Lev 23, 15s). En el juda­
ano decimoquinto dei reinado dei emperador ísmo primitivo se calculaban Ias siete semanas o
el quicuagésimo día a partir de la fiesta de la Pas-
Tiberio (27/28 p.C.); cf. G. Schneider, Das
cua. Como después de la destrucción dei templo,
Evangelium nach Lukas I (ÕTK), sub loco. en el ano 70 p.C., no era posible ya presentar en
él Ias ofrendas, pasó a primer plano otra fiesta,
atestiguada ya en Jub 6 y probablemente en IQS
JlEVtfjxoVTa pentêkonta cincuenta* I, 18-2, 23: la de la promulgación de la ley en el
El numeral aparece 5 veces en el NT: xaxà Sinai (testimonios rabínico: Billerbeck II, 601).
Exaxòv x a l x ax à Jtevxr|xovxa: Mc 6,40; cf. Este contenido se dedujo de la referencia a la
à v á jtEvxrjxovxa: Lc 9, 14; Jtevxfixovxa fiesta de la Pascua y de Ias indicaciones de tiem-
(ÔTiváQia) en contraste con quinientos: 7, 41; po que se hacen en Ex 19, 1.
jxevxr|xovxa (páxoi èXaíon) en contraste
2. En los tres pasajes dei NT en los que se
con cien: 16, 6; jt£vxr|xovxa êxt] onitco èxeiç
habla de JtevXT]xoaxf|, se hace referencia a la
se refiere, según Jn 8, 57, a que Jesus no ha
Fiesta judia de Ias Semanas. En 1 Cor 16, 8
llegado aún a la plena edad madura (cf. tam-
Pablo escribe que desea quedarse en Efeso
bién Núm 4, 3; 8, 24s).
hasta la fiesta judia designada como jie v x t )-
xoaxT); en Hech 20, 16 Pablo dice que desea
iJlEVTUJtOOTIfj, fíç, pentêkostê quincua- estar de regreso en Jerusalén, de su tercer via­
gésimo (día), fiesta de Pentecostés* je misionero, antes de itevxexooxri.
Según Hech 2, 1, el descenso dei Espiritu
B ibl.: N. Adler, D a s erste chrístl. P fingstfest, Müns-
ter i. W. 1938; Id., P fin g s tw u n d e r en LThK VIII, Santo, acompanado por fenômenos cósmicos
422s; A. Arens, P fingsten, en ibid. VIII, 421s; Bauer, y por el milagro de Ias lenguas extranjeras,
W õrterbuch, j.v.; J. D. ColUns, D iscovering the M ea- sucedió «al cumplirse el dia de Pentecostés».
nin g o f P entecost: Scripture 20 (1968) 73-79; M. Del- Esta expresión lucana indica que lo que suce­
cor, P en tec ô te. en DBS VII (1966). 858-879; W.
Grundmann, D e r P fin g stb e ric h t d e r A p g in se in em dió fue un cumplimiento histórico-salvifico.
theol. Sinn, en StEv H (1964), 584-594; Haag, D iccio- Se discute si la datación de la escena, descrita
nario, 1505-1508 («El milagro de Pentecostés»); K. con intensos motivos de teofania, procede ori-
Hruby, L a f ê te d e la P en tecô te dans la tradition juive: gintJmente de Lucas mismo (asi lo afirman,
BVC 63 (1965) 46-64; I. Kremer, P fin g sb erich t und
P fin g stg e sc h e h e n , Stuttgeirt 1973; G. Kretschmar,
entre otros, E. Haenchen, Die Apostelge-
H im m e lfa h rt u n d P fin g ste n : ZKG 66 (1954-1955) schichte^ [KEK], 175s; M. Dómer, Das Heil
209-253; E. Kutsch-H. D. Wendland, F este u n d F e ie m Gottes, Kõln/Bonn 1978, 151s) o de una tra-
881 jtevTT]jtoaTf| - jtsgi 882

dición anterior a Lucas (así lo afirman, entre 7C£Qaç, atO Ç , t ó peras limite, final*
otros, Menoud, 144s; Kremer, 94), pudiéndo- El plural aparece en Mt 12, 42 par. Lc 11,
se suponer que hubo conexión con un aconte- 31 en la expresión tcõv uegárcnv tfjç y ^ íç ;
cimiento histórico que tuviera lugar en Jeru- en Rom 10, 18 en la cita dei Sal 18, 5 LXX:
salén, durante la Fiesta judia de Ias Semanas, Eiç xà Jtégaxa xfjç oixoupévqç. Además dei
después de la resurrección de Cristo (así lo sentido espacial aqui atestiguado, Jtégaç sig­
afirman, entre otros, Kretschmar, 248; Kre­ nifica también la terminación, sl final: en Heb
mer, 260s; G. Lohfink: ThQ 160 [1980] 172- 6, 16 dicese dei juramento que pone^n a toda
174; con razón G. Schneider, Die Apostelge- disputa.
schichte I [HThK], 242-248, adopta una pos­
tura más reservada).
A. Weiser né0Y tt|*oÇ » OI* Pergamos Pérgamo*
En el NT la ciudad de Pérgamo se mencio­
na únicamente en Ap 1, 11 y 2, 12; en el pri-
mero de estos textos se la menciona (en tercer
3l£Jloí'dlí|Olç, £Ci>ç, 1^ pepoithêsis confian-
lugar) en la enumeración de Ias siete comuni­
za, seguridad*
dades cristianas de Asia Menor, en el encargo
El sustantivo apareció tardíamente. Se en-
dado a modo de fórmula: «jY escribe al ángel
cuentra varias veces en escritos judios hele-
de la comunidad de Pérgamo!». En ambos pa-
nísticos. En el NT aparece tan sólo en el Cor-
sajes se da posiblemente la forma dei nombre
pus Paulinum y designa la confíanza en otros
xò néQYapov, atestiguada también en otras
y en si mismo: en Ias personas, 2 Cor 1, 15; 8,
partes. La ciudad pertenecía a Misia y era el
22; cf. Flp 3, 4 (âv oaQtíí); en Dios, Ef 3, 12;
centro de números cultos (entre otros, el culto
en sí mismo, 2 Cor 3, 4; 10, 2. ThWNT VI,
tributado a Zeus Soter); Pauly, Lexikon IV,
8s; DTNT n , 170-175.
626-631; IDB Suppl. Vol. 653s. En Pérgamo
se desencadenó ya probablemente en fecha
muy temprana una persecución contra los
7t£QaitÉQ(0 peraiterõ (adv.) m ás aún* cristianos (cf. Ap 2, 13). Ap 2, 14-16 amones-
En el NT el advérbio, formado dei adjetivo ta a los cristianos de Pérgamo a que se aparten
jre p a ÍT E Q O ç , aparece únicamente en Hech 19,
de Ias falsas doctrinas de los nicolaitas. H.
39: «si deseáis (èjuÇTjTetxe) algo más toda- Kraft, Die Offenbarung des Johannes (HNT),
63-67.

JIÉQav peran (adv.) más allá, al otro lado* Pergê Perge*


El advérbio de lugar se usa en sentido sus- Pablo, durante su «primer viaje misionero»,
tantivado y con articulo: xò jrégav, «la otra visito la ciudad de Perge en Panfilia: Hech 13,
orilla»: Mt 8, 18.28; 14, 22; 16, 5; Mc 4, 35; 13.14; 14, 25. W. Ruge, en Pauly-Wissowa
5, 21; 6, 45; 8, 13. - Jtégav se usa, además, XIX/1, 694-704; Pauly, Lexikon IV, 631s.
como preposición impropia (con genitivo) pa­
ra responder a Ias preguntas: ^adónde? (Jn 6,
1.17; cf. 10, 40; 18, 1) y ^dónde? (Mt 19. 1; 3T£QÍ peri con genitivo; sobre, de, a causa
Jn 1, 28; 3, 26; 6, 22.25); cf. BlaB-Debrunner de, referente a, por; con acusativo; alre-
§ 184. JtÉpav con genitivo se emplea también dedor de, cerca de, hacia, referente a
en sentido sustantivado y con articulo: Mc 5,
1. Aparición en el NT - 2. Con genitivo - a) Direc-
1; Lc 8, 22. - Jtépav xoú Togôávou hace Ias ción - b) Razón - c) Referencia - d) Interés - 3. Con
veces de nombre propio indeclinable: Mt 4, acusativo - a) Sentido local - b) Sentido temporal - c)
25; Mc 3, 8; cf. Mt 4, 15; Mc 10, 1. Sentido figurado.
883 TE8QL 884

B ib l.: Bauer, W õ rterb u ch , i.v.; E. Baasland, D ie


2. Con genitivo.
ns.Q Í-F orm el u n d d ie A rg u m e n ta tio n fssítu a tio n ) des
a) Para designar el objeto o la persona ha-
P a ulus: StTh 42 (1988) 69-87; BlaB-Debrunner §
cia la que se dirige una actividad; acerca de,
228s; lohannessohn, P rapositionen, 219-226; Kühner,
sobre, en tomo a; en este sentido keql sigue a
G r a m m a tik II/I, 491-495; Mayser, G ra m m a tik II/2,
verbos que significan decir, ensenar, escribir,
445-456; Radermacher, G ram m atik, 137-146; P. F. Re-
gard, C ontribution à 1'Etude des P répositions dans Ia
oír, saber, opinar, pensar, testificar, preguntar,
langue du N T , Paris 1919, 527-544; E. H. Riesenfeld,
investigar, sortear, preocuparse, etc. Este
iieçí, en ThWNT VI, 53-56; Schwyzer, G ram m atik II,
499-505. campo de significados no siempre se puede
deslindar claramente de otros campos (razón,
referencia, interés): Mt 11,7, «Jesus comenzó
1. En el NT JtEQÍ aparece 333 veces y ocu­ a hablar sobre Juan»; Hech 8, 34, «iDe quién
pa, por tanto, el décimo lugar en cuanto a fre- dice esto el profeta? ^de sí mismo o de algún
cuencia, entre Ias preposiciones que se en- otro?»; Jn 1, 22, «^Qué dices de ti mismo?»;
cuentran en el NT. Como prefijo verbal, jreQÍ- 1 Jn 2, 27, «así como su unción os ensena
{alrededor, más allá, muy) ocupa el duodéci- acerca de todas Ias cosas»; Hech 25, 26, «No
mo lugar de frecuencia, entre los prefijos dei puedo escrihiros nada seguro sobre él»; 1 Jn
NT. jtEQÍ con dativo no aparece ya en el NT ni 2, 26, «Os he escrito estas cosas con respecto
en los papiros (en la LXX j ie q í con dativo a los que están tratando de enganaros»; Hech
aparece sólo cuatro veces). Con esto termina 24, 24, qxouoEV auxoü jtepl Tíjç eíç X qio -
una evolución que había comenzado ya en el TÒv Tqaoüv jilotecoç, «le oyó hahlar acerca
griego clásico. jie q í , se encuentra en casi to­ de la fe en Cristo Jesús»; Mc 13, 32 (Mt 24,
dos los escritos dei NT (exceptuados Gálatas, 36), «En cuanto al día o (y) la hora, nadie sa­
Santiago y 2 Juan) y predomina con mucho el be nada»; 1 Tes 4, 13, ou fl-éÀopev upãç ày-
uso de la preposición con genitivo (Morgen- v o E iv jtE Q i T(õv x o ip o 3 p ,é v ( ü v , «No queremos
thaler, Statistik, 160). jtEQÍ con genitivo es un que ignoréis acerca de los que duermen / de-
rasgo típico de los escritos lucanos y joánicos jaros en la ignorância acerca de los que han
(aunque no dei libro dei Apocalipsis). En ne- muerto»; Hech 26, 26, èitíoxaxai jieqí xoú-
QÍ, como en Ias demás preposiciones, se ob­ xcov ó PaatXeúç, «De ello sabe el rey / en-
serva que va ganando terreno el uso de frases tiende el rey algo»; Mt 22, 42, xí u(fiv ÔOXEI
preposicionales en lugar de los simples casos jieq I xoü Xgioxoü;, «^Qué pensáis acerca
(Radermacher, 125 y 135). jtEQÍ y hjrÉQ se dei Cristo?»; Jn 1, 7s, iva paprugriaTi jtEQi
mezclan en cuanto a su significado, siendo xoü qjtoxóç, «para que diera testimonio de (o;
más frecuente la sustitución de vtc£Q por itEQÍ en favor de [-*■ 2.d]) la luz»; Hech 23, 20,
que lo contrario (BlaB-Debrunner § 229, 1; «con el pretexto de hacer una indagación
231, 1). (jruvh-ávEoüat) más a fondo sobre él»; Jn 19,
24, J,áxciop£v jxeqI auxoü xívoç êoxai,
El significado original de jieqí (posible-
«echemos suertes sobre ella, para ver a quién
mente, a través de y más allá de) no está to­
le toca»; Mt 22, 16, o ú pé^ei o o i j t E g l ouôe-
talmente claro (Frisk, Wõrterbuch II, 5I2s;
vóç, «No te preocupas acerca de nadie / no te
Schwyzer, 499); este significado original se
dejas influir por nadie»; Mt 6, 28, jtEQi èvôú-
deja sentir todavia en la partícula enclítica in­
paxoç xí |j,EQt[j,vãxE;, «^por qué os preocu-
tensiva itEQ, que en el NT aparece sólo en pa- páis dei vestido?».
labras compuestas. A partir de este significa­ b) Para indicar la razón de una actividad; a
do original se desarrolla el significado espa­ causa de, por', en este significado, irepí sigue
cial en torno a / alrededor de, que designa la a verbos de acusar, probar la culpabilidad,
permanência en el círculo de algo o el movi- condenar, castigar, alabar, y a verbos que ex-
miento alrededor algo. El significado espacial presan emociones, etc.: Hech 24, 13, JtEQi cbv
va siendo desplazado cada vez más, desde xaxT)YOQOÜoív pou, «ias cosas de que ahora
muy pronto, por sentidos figurados. me acusan»; Jn 8, 46, xíç èXÉYXet EE JtEQi
885 jte g í 886

ájxaQTÍaç;, «^Quién de vosotros me prueba Ú3TÈQ) Úpmv, «Tengo que sostener una lucha
que he cometido pecado?»; Hech 25, 20, kqÍ- en favor vuestro» (jieqI úptõv también como
veoôai j i e q L t o í i t o v , «ser juzgado por estas v.l. en 1 Cor 1, 13); Mt 26, 28, xò irepi JtoX-
cosas»; Hech 23, 6, «Estoy siendo juzgado Xõ)v EjíXUVVópEVOV (Mc 14, 24 y Lc 22, 20:
(uQÍvopai) a causa de la esperanza y de la re- ÚJtÉQ), «que es derramada en favor de mu-
surrección de los mueitos»; en contraste con chos»; Hech 26,1, «Se te permite hablar en tu
ello: Jn 8, 26, KoXkà êyoo ttepl ú[xõ)v ^aÀsiv favor (3tEQÍ aeauxoü; v.l. íurÉQ)».
>tai xptveiv, «Tengo mucho que decir y juz- En la frase JtEQi àpaQXtaç (Rom 8, 3), «a
gar sobre vosotros» (el sentido, probablemen- causa dei pecado», itepí adquiere el sentido
te, es; «Yo podría decir muchas cosas sobre de «para la eliminación / para la expiación
vosotros y condenaros»); Jn 10, 33, «No te (dei pecado)»; 1 Pe 3, 18, Xpiaxòg â jta ^ Jte-
vamos a apedrear (Xt&áÇopev) por ninguna 01 áp,a0ximv ÊJtaílEv (v.l. âjtÉ-davEv),
obra buena, sino por blasfêmia»; Lc 19, 37, «Cristo padeció por los pecados (para expia­
aivetv TÒv '6eòv jtepi jtaorôv ônvápewv, ción de los pecados) una vez para siempre»;
«alabar a Dios por todas Ias obras podero­ Heb 10, 18, Jtpoocpopà j i e q i à p a Q X Í a ç ,
sas»; Mt 20, 24, «Se indignaron a causa de «offenda por el pecado»; de manera corres-
los dos hermanos»; Lc 2, 18, «se maravillaron pondiente en Heb 10, 6.8; 13, 11, j i e q I
de Ias palabras». áp a p x ía ç (debe sobreentenderse: jtgoaqjo-
c) Para designar la referencia y el respecto: gá) y en 5, 3, Jtegl ápagxicõv, «ofrenda por
en relación con, con respecto a, por lo que el pecado o por los pecados»; 10, 26, oxwÉxi
concierne a (con un significado parecido al de jregí á p a g x i c b v àjroX,E(jt8xaL 6'uaía, «Ya no
Jtepí con acusativo [->■ 3.C.2]): 1 Cor 7, 1, j i e - queda sacrificio alguno por los pecados».
QL (üv EYpátJjaxE, «en cuanto a Ias cosas de
que me escribisteis»; Lc 24, 19, xà j i e q i I t]- 3. Con acusativo:
aov, «Ias cosas referentes a Jesús / lo que su- a) En sentido local; alrededor de, en tomo
cedió con Jesús»; Lc 24, 27, xà JtEpl éanxoí), a, cerca de: Lc 13, 8, ecoç a x á t l ^ o ) J t E g l
«Ias cosas referentes a éH \o que dicen de él»; a u x T |v (es decir, o u x f j v ) , «hasta que yo c a v e
Flp 1, 27; 2, 19, xà toqI úprôv, «vuestra si- alrededor de ella (de la higuera)»; Hech 22,6,
tuación / lo referente a vosotros»; Ef 6, 22, xà j t e g i a o x g á i j J a L q x ü ç J iE g l èpé, «que una luz
itEQi fiprâv, «nuestra situación»; Hech 24,10, fulguró a mi alrededor» (el prefijo verbal re-
xà Jtepl epauxoij, «Ias cosas acerca de mí»; fuerza el sentido de la preposición); Mt 3, 4 y
Lc 22, 37, xò JtEQi èpoti, «lo que a m í con­ Mc 1, 6, «en torno a la cintura»; Mc 9, 42
cierne», posibles interpretaciones; «lo que es­ par., «alrededor de su cuello»; Mc 3, 8, «(la
tá escrito acerca de mí / lo que está determi­ región) alrededor de Tiro y Sidón; Hech 28,
nado para mí / mi vida» (así Riesenfeld, 54, 7, è v x o t ç j x e g l x ò v x ó j t o v è k e í v o v , «en la re­
15); 3 Jn 2, TtEgl irávxcov, «en todo respecto» gión en torno a aquel lugar / en los alrededo-
(BlaB-Debrunner § 229 nota 4 considera posi- res de aquel lugar»; Mc 3, 32.34, «(estar sen­
ble el significado de «por encima de todo»); tado) alrededor de él».
Jn 15, 22, «no tienen excusa con respecto a su Con la preposición jregí con acusativo (de
pecado (por su pecado). persona) se designa especialmente a personas
d) Para designar la cosa o la persona en in- que se mantienen cerca de una persona (acom­
terés de la cual o en benefício de la cual suce­ pahantes, seguidores, gente). Como en el
de algo (lo mismo que vtcÉq con genitivo), griego clásico, la correspondiente persona
especialmente con verbos de pedir y suplicar; puede incluirse también en la acción (si esto
por, a causa de: Lc 4, 38, «Le rogaron por sucede o no, sólo podrá decidirlo el contexto);
ella»; Lc 6, 28, «jOrad por los que os maltra- algunas veces, en el griego helenístico, esta
tan!»; Col 1, 3, nsQi (v.l. urtèg) ■uprôv tcQoa- forma de expresión se refiere únicamente a la
EuyópEVOi, «cuando oramos por vosotros»; correspondiente persona (así sucede quizás en
Col 2, 1 V.L, àyóõva j i e q í (en el texto: Jn 11, 19 V.L, Jtgòç xàg jrEgl M ágflav xal
887 JIEQÍ - JlEQlPáXXU) 888

M apiáfi, «a Marta y a Maria», o: «a Marta y de Jesús en Mc 6, 6b par. Mt 9, 35; Mt 4, 23;


a Maria y a los que estaban con ellas», cf. de los viajes de los escribas y fariseos, Mt 23,
Riesenfeld, 56 nota 25): Mc 4,10 y Lc 22,49, 15; dei ciego que anda a tientas, Hech 13, 11.
ol j i e q I aíiTÓv, «sus acompanantes / discípu­
los»; Hech 13, 13, oí j i e q i naõX ov, «Pablo y
sus companeros». n;EÇiaiçe(iO periaireõ quitar; destruir*
b) En sentido temporal (una determinación En 2 Cor 3, 16 dicese dei velo que es quita­
imprecisa de ti empo): hacia, en tomo a: Mt do. En Hech 27, 40 dicese de Ias anelas (a
20, 3, «hacia la hora tercia»; Mc 6, 48, «hacia ambos costados dei buque), que son quitadas
la cuarta vigilia de la noche»; Hech 22, 6, «ha­ /cortadas. En 28, 13, dei levar anelas ( ^ jxe -
cia el mediodía». En el griego clásico y en el 0i£QXO|tai). En Heb 10, 11 dicese de los sa-
griego helenístico, Jieçí con acusativo designa crificios, que no son capaces destruir / quitar
también otros datos numéricos imprecisos. los pecados (cf. Ex 8, 4.27). La voz pasiva
c) En sentido figurado: 1) El hecho de ocu- aparece en Hech 27, 20: «Toda esperanza de
parse de, de esforzarse por: Hech 19, 25, oL nuestra salvación iba desapareciendo más y
JtEQi xà T o iaõ ta EQyáxai, los operários que más (imperfecto, JtEQiTiQEtxo)». Spicq, Notes
se dedican a tales cosas; Lc 10, 40, neçiea- II, 679s.
Jtõxo jtEQL j i o XXt| v ôiojtovíav, «Ella estaba
muy ocupada con numerosas tareas (para la
preparación de la cena)»; v. 41, ■fioQupáÇTi 7CEQiá:riT0) periaptõ encender*
KEQL noXXú, «Tú estás afanada y te molestas Lc 22, 55 (a diferencia de Mc 14, 54);
por muchas cosas» (propiamente; «Te preo­ «Después de encender una hoguera en mitad
cupas de demasiadas cosas»); Mc 4, 19, a i dei patio» (relato de la negación).
JtEpl xà Xoijtà EJtf&upíai, «los deseos de Ias
demás cosas / los otros deseos».
2) en relación con, con respecto a, por lo TlEQiaoTQáTlTO) periastraptõ iluminar al-
que concieme a (con significado parecido al rededor; en sentido intransitivo; resplan­
de JtEQÍ con genitivo [-v 2.c]): FÍp 2, 23, xà decer alrededor*
JtEQL èpé, «lo que a mí se refiere / mi situa- En el NT el sentido transitivo (negiao-
ción»; 1 Tim 1, 19; 6 , 21; 2 Tim 3, 8, jieql XQÓJtxco X L vá) aparece en Hech 9, 3; 22, 6 D:
xf)v jtiaxiv, «con respecto a la fe» (naufragar, Una luz venida dei cielo ilumino en derredor
extraviarse dei camino, no acreditarse); 2 Tim al perseguidor Saulo. Del mismo suceso se
2, 18, «(extraviarse dei camino) en lo que res- habla en 22, 6, pero con el verbo en sentido
pecta a la verdad»; 1 Tim 6 , 4 , voocõv jteqI intransitivo: «Una luz cegadora, venida dei
^T]xf|aeiç x a i Xoyopaxíaç, «sufriendo la en- cielo, resplandeció a mi alrededor (jtEQi
fermedad de disputas y discusiones de pala- è[té)».
bras»; Tit 2, 7, JtEQi Jtávxa, «en todos los as­
pectos».
7iEçiPáX)bC0 periballõ echar alrededor, po-
W. Kõhler
ner; en voz media, vestirse*
El NT conoce únicamente el sentido propio
n:EQláYra periagõ llevar, conducir en de- de ponerse prendas de ropa. El verbo se usa
rredor; en sentido intransitivo: andar de un en Lc 19, 43 v.l. refiriéndose a la muralla con
lado a otro* que los enemigos han de cercar (neçiPaXon-
En el NT el sentido transitivo de llevar con­ aiv) a Jerusalén. En lo que respecta al sentido
sigo / tener consigo aparece únicamente en 1 de vestirse prendas de ropa, se encuentran Ias
Cor 9, 5: «llevar consigo una hermana (cris- siguientes constracciones: 1. Con xí xivi,
tiana) como esposa». En todos los demás ca­ «vestir algo a alguien» o en voz media « v c í -
sos, el verbo tiene sentido intransitivo: dicese tirse algo»: Mc 14, 51; 16, 5; Mt 6, 31; Hech
889 JtE0lPá?i,A.Ü) - JtEQlíOTÍlfil 890

12, 8: Ap 7, 9.13; 10, 1; 11, 3; 12, 1; 17,4; 18, cf. Herm (v) 4, 3, 1. Hech 19, 19: xà toq Íeq-
16; 19, 8.13. - 2. Con tiv ó xm , «vestir a al- Y« JXQáooco, «practicar la magia».
guien con algo»: Ap 17, 4 v.l. - 3. En voz me­
dia con EV Tivi, «vestirse con algo»: Ap 3, 5;
perierchomai andar de un
4, 4. - 4. Con doble acusativo, «vestir algo a
lado para otro*
alguien»: Jn 19, 2; cf. Lc 23, 11. - 5. Sin men-
En Hech 19, 13 dícese de los exorcistas que
ción dei vestido, con xivá, «vestir a alguien»:
andan de un lado para otro; en Heb 11, 37, de
Mt 25, 36.38.43; o, en voz media, vestirse: Mt
los perseguidos que andan de acá para allá.
6, 29 par. Lc 12, 27; Ap 3, 18.
Con acusativo de lugar en 1 Tim 5, 13; cf.
Hech 13, 6 D. De los pasajeros de una nave:
TtCÇlpXeTIOfiai periblepomai mirar alre- Hech 28, 13 v.l. (jxEQielt^óvxEç, «yendo alre-
dedor, volverse para ver* dedor»; B Sin* leen JtEQiELóvxEç, «levando
En el NT el verbo aparece sólo en Mc 3, 5 [anelas]»; cf. a propósito E. Haenchen, Die
par. Lc 6, 10; Mc 3, 34; 5, 32; 10, 23; 11, 11, Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco. ThWNT
refiriéndose en todos los casos a Jesús; en 9, 8 II, 680.
se dice de los discípnlos, con ocasión de la
Trasfiguración de Jesús. 3l£Qlé/(0 periechõ abarcar; contener*
Lc 5, 9 (cf. Dan 7, 28 LXX): §áp.poç jte-
n:eQipó)>,aiOV, ou, tó peribolaion capa, QiéoxEV aõxóv, el temor le sobrecogió». Hech
manto, velo* 15, 13 D habla de la carta «que contiene lo si-
Heb 1, 12 (cf. Sal 101, 27 LXX): (boei jte- guiente». En 1 Pe 2, 6 se usa el verbo en sen­
QtPóX,aLOV EÀ,íaoü), «enrollarlo como un man­ tido intransitivo: tXEQiéxEi èv YQaqpÊ^ «está
to». 1 Cor 11, 15: «El cabello se le ha dado (a en la Escritura / dice así la Escritura».
la mujer) a manera de velo».
n;eçiÇ(dV'VUfiai perizõnnymai cenir (a al­
JCEQiôéo) perideõ envolver* guien); en voz media, cenirse*
Jn 11, 44: «Su rostro estaba envuelto ( jie - El verbo tiene significado activo en Ap 1,
QiEÔéÔETO) con un sudario». 13 (quizás también en 15, 6). En Lc 12, 35
jtEQiE^coopévai («vuestra cintura debe estar
periergazomai hacer co­ cenida»), que está usado en sentido absoluto,
sas inútiles, aparentar actividad* tiene significado pasivo. Hay significado me­
En el NT el verbo aparece únicamente en 2 dio en el uso absoluto dei término en Lc 12,
Tes 3,11 (no obstante, cf. también JtEQÍeg- 37; 17, 8. Posiblemente, los pasajes de Ap 1,
yoç): «Pues oímos que algunos de vosotros 13 y 15, 6 deban entenderse también en voz
viven ociosamente, porque no trabajan, sino media. En 6, 14 se menciona en acusativo a la
que hacen cosas inútiles». Aqui èQYaÇópEvoi parte dei cuerpo que está cenida (xfiv ôoqiòv
y 3t8Qi£QYciÇ.óp£VOi se contraponen como úpm v). ThWNT V, 302-308; DTNTIII, 406s.
términos opuestos. W. Trilling, Der zweite
Brief an die Thessalonicher (EKK), 150-153 n;eQÍ^£Oiç, Etog, perithesis atavio*
(sobre el tema dei ser reacio al trabajo). 1 Pe 3, 3: Jt£QÍ'6'Eoiç XQuateav, «el atavio
de alhajas de oro».
neçíeQYOÇ, 2 periergos curioso; pertene-
ciente a la magia* TIEQllOtlíffU periistêmi situar alrededor; en
En 1 Tim 5, 13 a propósito de Ias «viudas voz media, volverse, evitar*
más jóvenes»: «no sólo están ociosas, sino Hech 25, 7: Los judios se pusieron a su al­
que además son chismosas e indiscretas...»'. rededor». Jn 11, 42: ó òy}.oç, ó jtEQiEOxróç,
891 neQiiaxT)[j,i - jreg ijiev c o 892

«la multitud que me rodea». Hay sentido de 2 perikratês poderoso, el


voz media en la parénesis de 2 Tim 2, 16; Tit que controla o dom ina*
3,9. Hech 27,16: JteQiXQarqç xfjç axóqptiç, «el
que tiene poder sobre el bote (salvavidas)», es
decir, el que lo controla.
j t e Q i x á d a Q ^ a , a t o ç , t ó perikatharma
desechos, basura*
TtEÇlXQÚpto perikrybõ ocultar*
1 Cor 4, 13; «Hemos llegado a ser, como
Lc 1, 24, de Isabel: «se mantuvo oculta
quien dice, escoria dei mundo (jteQiKafl^áq-
(ixeQiéxQX)(3ev éaxjxriv) durante cinco me­
[xata TOõ xóopon)». ThWNT UI, 434; DTNT
ses».
II, 448s; Spicq, Notes II, 68Is.

JtEQlXDJíXÓO) perikykloõ sitiar, rodear*


3I£Qixa'O'í^C0 perikathizõ sentarse en de- Con acusativo, dícese de una ciudad sitiada
rredor (Jos 6, 13; 4 Re 6, 14): en Lc 19, 43 dícese de
Lc 22, 55 D en lugar de ->■ Jerusalén, según la predicción de Jesus.

7l£ÇlXá|U.Jta) perilam põ rodear de luz (a


}ieQl>eaXv:nT(ii) perikalyptõ cubrir, tapar* alguien)*
En Mc 14, 65 dícese que a Jesús le cubrie- Lc 2, 9: «la gloria dei Senor los rodeó de
ron el rostro. El lugar paralelo de Lc 22, 64 resplandor»', Hech 26, 13; «una luz me rodeó
habla de que cubrían a Jesús mismo (anxóv). de resplandor (a saber, a Pablo)». ThWNT IV,
Según Heb 9, 4 (cf. Ex 28, 20) el arca de la 17 y 25; DTNT II, 463-465.
alianza estaba cubierta / revestida enteramen-
te de oro.
perileipomai (en voz pasi­
va) quedar (vivo)*
1 Tes 4, 15.17, en ambos lugares: «noso-
n:eQ iK ei^.ai perikeimai estar colocado al-
tros, los que quedemos vivos (hasta la parusía
rededor; en voz pasiva, ser rodeado por*
dei Senor)». Spicq, Notes III, 683.
En Mc 9, 42 dícese de la piedra de molino
colgada alrededor dei cuello; cf. Lc 17, 2. En
Heb 12, 1 se habla de una multitud de perso- JlEÇiÀ.EÍxto perileichõ lamer alrededor
nas (váqjoç papxnçmv) que están en derre- Lc 16, 21 v.l. en vez de ê3tiX.eíxo) (dícese de
dor de alguien. En Hech 28, 20, de Ias cade- los perros que lamen Ias llagas).
nas que alguien lleva encima. El verbo rtegí-
xeipai se usa en sentido figurado en Heb 5, 2
{«llevar en s í flaquezas»). ThWNT III, 656. JlEQÍXvTtoç, 2 perilypos muy triste*
Mc 6, 26: JtEQLA.ajjtoç Y e v ó p e v o ç ; Lc 18,
23: jte Q L À u jio ç eyevtííIt); cf. v. 24. Mc 14, 34
par. Mt 26, 38: «Mi alma está profundamente
T teQ ixetpaX aía, a ç , ^ períkephalaia cas­ afligida con tristeza mortal» (cf. Sal 41, 6.12
co, yelmo* LXX). ThWNT IV, 325; J. Beutler; NTS
En el NT el término se usa sólo en sentido (1978/1979) 33-57.
figurado, en la parénesis de Ias virtudes; en 1
Tes 5, 8 se habla de la esperanza en la aroxT]-
QÍa como de un casco', Ef 6, 17: «el 'yelmo de iTlEÇi^évio perimenõ esperar, aguardar*
la salvación ( o m x t iq l o ij ) » . Cf. IgnPol 6, 2: la En el NT el verbo aparece sólo en Hech 1,
Tiíoxiç como un yelmo. ThWNT V, 314s. 4 para referirse al hecho de aguardar en Jem-
893 jt e p ijiE v u )- JisguraxEO) 894

salén el cumplimiento de la promesa. ThWNT B ibl.: Bauer, W õrterbuch. í .v.; G. Bertram-H. See-
IV, 582s. semann, jtarÉoj Kxk., en ThWNT V, 940-946; O. Bõ-
cher. D e r Joh D u alism us im Z usam m enhang des nach-
bibl. Jud en m m s, Gütersloh 1965, 76-106, 149ss; G.
Ebel, en DTNT I, 215-217; R. G. Ward, PauVs Use o f
perix (adv.) alrededor* the R o o t jteçujraTÉoo, tesis Dallas 1953.
Hech 5 , 16: a l jiéq l Ç 3tóX.Eiç, «Ias ciudades
de alrededor», es decir, situadas en los alre- 1. Este verbo aparece 95 veces en el NT,
dedores (de Jerusalén). aimque en su sentido figurado de caminar, vi­
vir -con excepción de Mc 7, 5; Hech 21, 21;
JCEQlOlxéb) perioikeõ vivir en la vecin- Heb 13, 9, que se refieren a ordenanzas ju ­
dad* dias- aparece únicamente en los escritos joá-
Lc 1, 65: oí, JtEQioixoíjvTEç auxoúç, «sus nicos y especialmente en Ias cartas paulinas y
vecinos». deuteropaulinas.

2. Andar (de un lado a otro): en el contex­


TieQÍoiXOÇ, 2 perioikos el que vive en la to de la curación de paralíticos en Mc 2, 9
vecindad* par.; Jn 5, 8.11s; Hech 3, 6.12; 14, 8, y tam-
En el NT el adjetivo aparece únicamente en bién en la caracterización dei tiempo de la
sentido sustantivado: ot JteQÍoixoL, los veci­ salvación (Mt 11, 5 par., motivos tomados de
nos; en Lx 1, 58, junto a oí ouyyeveTç («los Is 35, 6; cf. H.-W. Kuhn, Enderwartung und
parientes»). gegeriwãrtiges Heil, Gôttingen 1966, 196), en
Mateo y en Lucas en una enumeración de los
actos de Jesús (cf. también 15, 31); especial­
TCEQloúorioç, 2 periousios escogido, elegi­ mente para la demostración dei êxito dei mi-
do* lagro (Mc 5,42; 8, 24; Jn 5,9; Hech 3, 8s; 14,
Tit 2, 14: Jesucristo «se entrego a sí mismo 10; cf. G. TheiBen, Urchristliche Wunderge-
por nosotros para redimimos de toda culpa y schichten, Gütersloh 1974, 75s).
crear para sí un pueblo puro, que le pertene- Dícese de los ídolos, que «no pueden an­
ciera como su especial propiedad». Xaòç dar», Ap 9, 20 (cf. Sal 113, 15 LXX). - Del
n:EQio'úaioç debe interpretarse a la luz de Ex diablo, que «anda al acecho (cf. Job 1, 7; 2,
19, 5; 23, 22; Dt 7, 6; 14, 2; 26, 18. ThWNT 2) como león ragiente», 1 Pe 5, 8. - Con fre-
VI, 57s; DTNTIV, 109s. cuencia el verbo se usa para indicar el marco
de la situación; pasar por allí, Jn 1, 36; ir de
'nS» ■'í psriochê contenido (de camino, Mc 16, 12; Lc 24, 17; «andar por en­
un pasaje), sección* cima»; jtEQiJtaxÉco jtaQ à xfjv #áÂ,aooav
En Hech 8, 32 jteQioxT) puede designar ya etc., «andar a lo largo de», Mt 4, 18; JtepLita-
sea el contenido / el texto dei correspondiente xéco £v, «permanecer en, andar por», Mc 11,
pasaje de la Escritura, o bien la sección dei li­ 27; Jn 7, la.b; 10, 23; 11, 54; itEQiJtaxéco èv
bro bíblico: «La sección / el contenido (dei pÉocp etc., Ap 2, 1 (cf. 1, 13). «No andaban
pasaje) de la Escritura (fj JtEQioxri xfjç yqo- ya con él», Jn 6, 66.
cpfjç) que él leyó, decía...». Al estilo de Ias descripciones de teofanías
(cf. Job 9, 8b): jtEQiJtaxéo) èjtl xfjç ftaXão-
aqç, Mc 6, 48s; Mt 14, 26; Jn 6, 19; j t E Q i j i a -
niEQlJtaTéo) peripateõ andar de un lado a xéo) èjxL xfiv ftáXaaaav / xà üôaxa, Mt 14,
otro, andar; caininar, vivir (de manera de­ 25.29.
terminada)* Andar, indicándose la ropa que uno lleva
1. Aparición en elNT - 2. I r (de un lado a otro) - 3. puesta (cf. Ev axoX,i(p jtEgijtaxÉo), Marco Au­
cam inar/vivir. rélio Antonino I, 7, 4; èv xoxxívotç itEQuta-
895 JteQUtaTeCO - JtEQUTtUtTCO 896

TÉíü, Epicteto, Diss EU, 22, 10): èv OToXatç, Hech 21, 21; pf) xcópoiç etc., Rom 13, 13b;
Mc 12, 38 par. xô) anxtp jivEX)paxi etc., 2 Cor 12, 18; nvEÚ-
o t o Xt |) ; èv Xe d x o i ç , Ap 3,
4 (cf. Hen [et] 62, 16; Herm [s] 8, 2, 3; -> paxi, Gál 5, 16 (cf. F. MuBner, Der Galater-
Iterjxóç), en contraste con «andar desnudo», brief [m hK ], 374s).
16, 15. c) por medio de Jtaxá con acusativo para
En una singularísima variación de Is 60, 3, designar la norma; x a x à xfjv JtaQáôooLV,
vemos que según Ap 21, 24 Ias naciones ca- Mc 7, 5 (refiriéndose a la halaká farisea); 2
minarán a la luz de la ciudad de Dios (litera- Tes 3, 6c (refiriéndose a la tradición apostóli­
mente, «a través de su luz»). ca); naxá aágna, Rom 8,4; 2 Cor 10, 2; xa-
La transición dei sentido propio al sentido x à ãv&QcoJtov, 1 Cor 3, 3; xa x à itveõpa,
metafórico (en Pablo cf. 2 Cor 12, 18; jteqi- Rom 8, 4; x ax à àyájxnv, 14, 15; «según sus
JtaxÉw TOíç auTOlç íx v e o iv ) puede verse en mandamientos», 2 Jn 6a.
el Evangelio de Juan; andar de camino de día d) por medio de un advérbio: EuaxTipó-
o de noche, 11, 9s; «andabas por donde que- VíDç, Rom 13, 13a; 1 Tes 4,12; à^ícoç con ge­
rías, 21, 18; en contraste con la terminologia nitivo, 1 Tes 2, 12; Ef 4, 1; Col 1, 10; àxáx-
dualística (cf. IQS 3, 21; 4, 11; Bem 19, 1), xcoç, 2 Tes 3, 6.11.
n;EQijraTéu) èv tf] oxoxíg, 8, 12; 12, 35c. e) por medio de una comparación: Flp 3,
«\Caminad mientras tenéis la luz!», 12, 35b, 17.(18); Ef 4, 17; 5, 8 (J. Gnilka, Der Ephe-
se interpreta mediante JuaxeÚEXE e Iç xò cptõç, serbrief \ynJdK \, 251ss: «caminar como hijos
V . 36 (cf., a propósito de estos pasajes, R. de la luz»); 1 Jn 2, 6.
Bergmeier, Glaube ais Gabe nach Johannes, Lo mismo que ^fjv èv oapxí (Gál 2, 20; Flp
Stuttgart 1980, 231, 235 y 272 nota 598). 1, 22), vemos que èv oapxl jtEQirtaxEiv (2
Cor 10, 3) designa la existência terrena (cf.
3. Caminar, vivir, como una norma especi­ Hen [et] 108, 11; Bem 10, 11); hay una co­
ficada más concretamente por la forma en que rrespondência semejante entre ^fjv èv jríoxEi
se desarrolla la conducta (1 Tes 4, la.b; Ef 5, (Gál 2, 20) y ôià morxemç jteputaxoõpev oõ
15; sobre la referencia a la sabiduría y a la ne- ô ià EÍôouç (2 Cor 5, 7). Según 1 Cor 7, 17,
cedad cf. IQS 4, 24, cf. K. G. Kuhn: NTS 7 «cada uno debe seguir viviendo» en la condi­
[1960/1961] 341), y determinada en concreto; ción en que se encontraba, cuando le llegó el
a) por èv, que designa la condición o la es­ llamamiento de Dios (vv. 20 y 24).
fera en que «se camina»; èv xaivóxqxi ^cüfjç,
Rom 6, 4 (cf. 7, 6); èv JtavonpYÍQi- 2 Cor 4, R. Bergmeier
2; en pecados, Ef 2, 2; Col 3, 7 (->• jroxé); en
buenas obras, Ef 2, 10; èv àvájtTi, 5, 2; cf. 2 neçiniE Íçto peripeirõ traspasar, atravesar*
Jn 6b (es posible también la referencia a èv- 1 Tim 6, 10 en sentido figurado: êauxòv
x o Xtí); en el Senor (el Cristo Jesús de la pro-
JtEçmeÍQEiv ôôúvaig, «proporcionarse a sí
clamación apostólica, cf. E. Schweizer, Carta mismo penetrantes dolores».
a los colosenses, Salamanca 1987, llls ) , Col
2, 6; èv oocpíg, 4, 5; en Ias presciipciones so­
bre los alimentos, Heb 13, 9; en Ias tinieblas, JiEQiniínTta peripiptõ caer bajo algo / ver­
Jn 8,12; 12, 35c 2); 1 Jn 1, 6; 2,11; en la se envuelto en algo*
luz, 1, 7; èv (xfj) àXirdeíg (en el sentido de Lc 10, 30: jTEpuríjtxaj kpoxaíç, «caer en
«creer y actuar cristianamente», cf. R. Berg­ manos de ladrones». Hech 27,41: jtEQUtbixcn
meier; ZNW 57 [1966] 96-100; Id., Glaube elç xÓTCov ôi^&áXaoaov, «encallar en un ba-
ais Gabe nach Johannes, Stuttgart 1980, jío / en un banco de arena». En sentido fi­
200ss), 2 Jn 4; 3 Jn 3s. gurado en Sant 1, 2; jtEQUtíJtxa) 3teiQa0polç
b) por el dativo asociativo (cf. BlaB-De- 3toixíX,OLÇ, «hallarse en diversas pmebas».
branner § 198 con Ias notas 6s); xotç ê'0'Eaiv, ThWNT VI, 173s; Spicq, Notes H, 684-686.
897 jtegutoiE onai — negiaaeTJO) 898

TIEQlJTOlÉO^ai peripoieom ai conservar, mo». En los demás casos el término va segui­


salvar, adquirir para sí* do por un genitivo que precisa cuál es el obje­
Lc 17, 33: rfiv ojíuxiív, «conservar la pro- to que abunda: Rom 5, 17, xfjç x^Qtxoç; 2
pia vida». En Hech 20, 28 dícese de la «Igle- Cor 8, 2, xfjç X^QCtç; Sant 1, 21, xax íaç.
sia de Dios», que El «adquirió para sí me­ ThWNT VI, 62s.
diante la sangre de su propio Hijo». 1 Tim 3,
13: «obtener para sí una elevada posición». TlEQÍoaEVfia, atO Ç , t ó perisseuma abun­
DTNTIV, 109s; Spicq, Notes II, 687-689. dancia, exceso, sobras*
En 2 Cor 8, 14a.b 3tÊQÍaoei)|xa se halla en
7t8Qin;oÍT|aiç, £(OÇ, il peripoiêsis conser- oposición a ->■ úaxfiQEpa, «deficiência». El
vación, adquisición, posesión* pasaje se refiere a la colecta de los corintios
Seguido por genitivo de objeto en 1 Tes 5, 9 en favor de Jerusalén. Mt 12, 34 par. Lc 6, 45:
(oüaxriQiaç); 2 Tes 2, 14 (ôó^qç xoõ xuqíou èx (xfjç) jtEQioaeúpaxoç (xfjç) x a g ô ía ç , «de
qprôv). En Heb 10, 39, Eiç 7iEQiJtoíq0iv tltu- lo que abunda en el corazón...». En Mc 8, 8
Xqç (lo opuesto; elç àitcóXeiav) se refiere a la HEQÍooeupa se hedla en el sentido de sobras,
conservación de la vida (cf. 17, 33, -> jieql- resto: n:eQiooEÚpaxa xX aopátcov (Mt 15, 37
Jtoiéopai). 1 Pe 2, 9: «un pueblo en propie- tiene en cambio: xò jreQiooeõov xcõv KXaa-
dad»\ Ef 1, 14: àji:o?Li3xQü)OLÇ xfjç Jt£QutoiT|- páxcov). ThWNT VI, 63.
OECioç, «la redención, por la cual nos converti-
mos en posesión (de Dios)». DTNT IV, 109s;
JlEQiaffEVlo perisseuõ exceder, existir en
Spicq, Notes II, 687-689.
abundancia, m ostrarse abundante, tener
abundancia; en sentido transitivo, hacer
JlEQlQttívo) perirainõ rociar en derredor que abunde*
Ap 19, 13 Sin'“^ lee JtEQiQEQappévov des-
1. Aparición de la raiz jiEOioa- en el NT - 2. Gama
pués de IpáxLov (en lugar de PePapp.Évov, de de significados y de usos de iteQioaeúco - 3. Evange-
Pájix©). GNTCom sub loco. lios - 4. Pablo - 5. Los demás escritos dei NT,
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, í .v.; N. Baumert, Tãglich
JCegiQTiYWfU perirêgnym i desgarrar en sterben u n d auferstehen. D e r L iteralsinn von 2 K o r 4,
derredor* 12-5, 10 (StANT 34), München 1973, 300-310; Th.
Brandt, en DTNT IH, 368-370; F. Hauck, j t E Q i o O E Ú c o
Hech 16, 22; En Filipos, a Pablo y a Silas xtX., en ThWNT VI, 58-63; B. Noack, A N ote on I I
«les desgarraron dei cuerpo Ias ropas (jtEQi- Cor. IV. 15: StTh 17 (1963) 129-132; M. Theobald,
Qtj^avxEÇ anxõôv xò Ipúxia), antes de azo- D ie überstrõm ende G nade. Studien zu einem paulini-
tarlos con varas. schen M otivfeld. tesis Bonn 1980.

1. En el NT, además de jteQiooEÚco, apare­


JIE Q ia J lá o ^ a i perispaomai estar absorbi-
ceu otros vocablos de la misma raiz, especial­
do, estar muy ocupado*
mente en Ias Cartas paulinas autênticas. Los
En Lc 10, 40 dícese de Marta: niEQiEOJtãxo
vocablos de la raiz JiEQioa- se hallan atesti-
Jtepl jioXX,T)v 6ia>tov(.av, «estaba muy ata-
guados con la siguiente frecuencia (según el
reada sirviendo», es decir, estaba totalmente
orden siguiente: totalidad dei NT / Pablo / los
absorta por el afán de atender a Jesús. ->• JtEQÍ
demás escritos dei NT); JtEQiaoEÚO) (39/24/
3.C .I.
15 veces), itEgioosía (4/3/1), JteQÍooEupa
(5/2/3), JtEpiOOÓÇ (6/2/4), JtEQlOOÓXEQOÇ
JlE Ç io o e ia , a ç , perisseia abundancia, (17/6/11), JtEQiaaoxÉQOiç (12/10/2), Jtegio-
plenitud* OÕ)Ç (4/0/4). •ÓJtEQEXJtEQlOaOÕ (3/2/1), UltEQ-
Tan sólo en 2 Cor 10, 15 aparece itegio- JIEQIOOEÚO) (2/2/0), ÚjlEQJtEQlOOCÕÇ (1/0/1).
aeía en sentido absoluto; «crecer hasta lo su­ De la totalidad de los 93 testimonios, 51 co-
899 ite g ia o E X Jü ) 900

rresponden a Pablo y 42 a los demás escritos En Lucas hay dos testimonios dei verbo en
dei NT. En la LXX el tema Jtegiao-suele tra- el material peculiar. En la advertência que se
ducir casi siempre la raiz hebrea ytr (en nifal hace en 12, 15 contra la codicia, la razón en
significa «quedar sobrante»; en hifil, «dejar que se funda dice así: «Porque aunque uno
sobrante»). posea en abundancia (èv x m jtEQLOcrEiJeiv x i-
ví), su vida no consiste en sus posesiones».
2. El verbo JtEQioOEiJCO se emplea predomi- En 15, 17, K E Q iO O E Ú o v x a i habrá que enten-
nantemente en sentido intransitivo y significa, derlo probablemente como voz pasiva dei j i e -
tratándose de cosas, exceder, sobrar, existir en g i a o o e ú t o transitivo; Son llevados a la abun­
abundancia, y también ser muy abundante. dancia / reciben más que suficiente (con geni­
Tratándose de personas, iteQiaaeiJco significa tivo). Bauer, s.v. Ib cree que aqui se usa en
tener abundancia, ser rico (de algo). - El sen­ voz media el J i E Q i a a e ú c o intransitivo, algo
tido transitivo (menos frecuente) de hacer que que no se puede excluir. Sin Koiné y otros
abunde, referido a cosas, se encuentra única­ leen en 15, 17 (quizás facilitando el sentido):
mente en Mt 13,12; 25, 29; 2 Cor 4,15; 9, 8a; jrE Q ia o e ú o u a iv .
Ef 1, 8; y, referido a personas, se halla en 1
Tes 3, 12 y quizás en Lc 15, 17, si suponemos 4. En Pablo, los sujetos de jtEQioaEÚoo que
que n:EQiaae'úovTai esta en voz pasiva (no en se mencionan expresamente, son: «la verdad
voz media; ^ 3). El significado (intransitivo) de Dios» (Rom 3, 7), «la grada de Dios» (5,
de crecer (en Hech 16, 5; Flp 1, 9), senalado 15), «los italh íp ax a de Cristo» (2 Cor 1, 5a),
por Bauer {s.v. laô), no refleja sino muy im- «nuestra jtaQáxA,TiOLç» (1, 5b), «la ôiaxovía
precisamente el sentido de jteQiaoeiJCO con de la justicia» (3, 9), «la JtEQiooEÍa de su go­
dativo o con la preposición èv. zo y su profunda JtxcoxEÍct» (de Ias iglesias de
Macedonia; 8, 2), «la ôiaxovía de este ser­
3. En los Evangelios itepiaasnco aparece vido» (9, 12), «vuestro amor» (Flp 1, 9),
con el significado de sobrar (en el relato de la «vuestra gloria» (1, 26). En el JtEQiooeiJü)
multiplicación milagrosa de los-panes) para transitivo se mencionan como sujetos «el Se-
referirse a los >iX,áopaTa que sobraron, Mt nor» (1 Tes 3, 12), «la grada» (2 Cor 4, 15) y
14, 20; 15, 37; Lc 9, 17; Jn 6,12.13, mientras también «Dios» (9, 8a).
que Mc 8, 8 lee JtepLaoeijpaTa. Mateo tiene El uso de JiEQioaEÚCL) con e iç es caracterís­
en ambos lugares xò Jt8Qi0O£T5ov, lo que so­ tico de Pablo (Baumert, 300s): Rom 3, 7; 5,
bro-, Lucas, xò jiepiooEúoav anxoXç, «lo que 15; 2 Cor 1, 5a; 4,15; 8,2; 9, 8a.b; 1 Tes 3,12
les había sobrado». En Mc 12, 44 par. Lc 21, (en el NT no aparece además sino en Ef 1, 8).
4, xò JtEQiooEúov (con dativo) es la sobrea- Destaca también la combinación de itegio-
bundancia de bienes materiales que una per- oeúco con p,ãX,Xov: 2 Cor 3, 9; Flp 1, 9; 1 Tes
sona posee (lo opuesto; en Marcos, ■uorépTi- 4, 1.10.
oiç; en Lucas, 'uoxégqpa). Hallamos una concentración dei empleo de
El Evangelio según Mateo (con 5 testimo- JtEQiooeúco, tener gran abundancia, para ca­
nios) muestra cierta predilección por Jtepio- racterizar la riqueza de los cristianos en bie­
O E iim ; en 5, 20 (material peculiar) el sujeto es nes salvíficos presentes (además de los pasa-
la ôixaiooúvT) de los discípulos de Jesús: «Si jes ya mencionados, cf. también Rom 15, 13,
vuestra justicia no es más abundante (negio- «en la esperanza»; 2 Cor 8, 7a, «en todo»; 9,
OEÚOT)... jiX,Eiov) que la de los escribas y fari- 8a. 12) y de la exigencia que de ahí nace de
seos». El logion de 13, 12 se repite en 25, 29 sobresalir y destacarse (1 Cor 14, 12; 15, 58;
(en ambos lugares JtEQiooEÚcn es transitivo: 2 Cor 8, 7b; 9, 8b; 1 Tes 4, 1.10). El verbo
«Porque al que tiene, se le dará, y se le con­ muestra un significado más neutral en 1 Cor
cederá en abundancia» (xal JtEQiaoEtrftrioE- 8, 8 (tener ventaja) y Flp 4, 12a.b.l8 (tener en
xai falta en el lugar paralelo de Mc 4, 25). abundancia-, lo opuesto: 'óox£Qéo[tai, v. 12b).
901 JtEQiaOEUO) - JlEQlOTEQa 902

El verbo JteQioaeija) es apropiado para de­ (8uax'nM'0<^'*J'''^); 2 Cor 2 , 7 (XÚjtt]); M c 12,


signar «no sólo lo específico de una condición 40 par. Mt 23, 14 v.l. / Lc 20, 47 (xQÍpa). El
particular, sino también el dinamismo de un neutro j t e g i a o ó x E ç o v aparece en Lc 12, 48; 1
proceso particular» (Baumert, 300). Pablo ca­ Cor 15,10; jc e q l o o ó t e q ó v tl , «algo más», en
racteriza con el verbo 3tEpio0EÚa) el dinamis­ Lc 12,4; 2 Cor 10, 8; con genitivo de compa-
mo de la existência cristiana, la superabun- ración en Mc 12, 23; cf. también Mt 11, 9 par.
dancia de la salvación comenzada (en compa- Lc 7, 26 {«mayor/más que un profeta»). Co­
ración con la existência precristiana; Rom 5, mo advérbio, jtEQiaoóxEQOv aparece en Mc
15.17.20s), la riqueza de la comunidad en do- 7, 36; Heb 6, 17; 7, 15).
nes, energias y servicios, así como el creci-
miento espiritual de los cristianos (Rom 15,
13; 1 Cor 14, 12; 15, 58). JCEQiaoOTÉQMÇ perissoterõs (adv.) más,
especialmente*
5. Los demás escritos dei NT atestiguan En el NT JtEQtoaoTÉQütç se usa en sentido
jrEQioaeÍKO únicamente en tres pasajes: en comparativo {en grado mucho mayor. 2 Cor
Hech 16, 5 se usa este verbo para referirse al 11, 23 [bis]; 12, 15; Gál 1, 14; Flp 1, 14; Heb
crecimiento de Ias comunidades cristianas 2, 1; 13, 19) y en sentido elativo {especial­
( lx x ) tr |o ia i) ; è rtE ç ío o E u o v tr ô àQU&pcõ mente: 2 Cor 1, 12; 2, 4; 7, 13.15; 1 Tes 2,
f|pÉ Q av. En Col 2, 7, JtEQiooEtJÓVTeç èv en- 17).
XtXQLOTÍa significa que los destinatários de-
ben sobresalir en la acción de gracias (cf. 1 perissos (adv.) con exceso, mu­
Tes 4, 1.10). Ef 1, 8 se halla dentro de la tra- cho; más*
dición paulina (cf. Rom 5, 15; 2 Cor 4, 15) y El advérbio n:eQiooõ)ç se usa en sentido
habla de la diciendo que Dios «ha he- comparativo {üún más) en Mc 10, 26 (con èx-
cho qusfluya abundantemente sobre nosotros jrX.fiooopat); Mc 15, 14 par. Mt 27, 23 (con
(èjtEQlaoEnoÊV en sentido transitivo) en toda xpáÇo)). Tan sólo en Hech 26, 11 el advérbio
sabiduría e inteligência». tiene el sentido de mucho: Pablo «estaba muy
G. Schneider / sobremanera enfurecido» contra los cristia­
nos.

Jt£Q iao ó ç, 3 perissos lo que sobrepasa (el


número habitual o la medida corriente), n^EQiOTEQÚ, ã ç , peristera paloma*
lo que es sobreabundante* 1. Aparición en el NT y uso general - 2. La paloma
Mt 5, 47: «^Qué hacéis de extraordina- en el bautismo de Jesús.
riol»\ en 5, 37 tÒ JtEQiooóv es «lo que va
más allá de eso (a saber, el decir sencillamen- B ibi: H. Braun, Entscheidende Motive in den Be-
richten über die Taufe Jesu von Mk bis Justin: ZThK
te ‘s f o ‘no’)»- 2 Cor 9, 1; itEpiaoóv poí èo- 50 (1953) 39-43; J. De Cock, Het Symbolisme van de
Tiv con infinitivo: «es supérfluo para mí (es- D u if bij het Doopsel van Christus: Bijdragen 21
cribir)». Rom 3, 1: xò jtEQioaóv se refiere a (1960) 363-374, A. Feuillet, Le symbolisme de la co-
Ias ventajas dei judio sobre el gentil. En Mc lombe dans les récits évangéliques du baptême: RSR
46 (1958) 524-544; S. Gero, The Spirit as Dove at the
6, 51, la expresión adverbial èx jtsQiaooü Baptism o f Jesus: NovT 18 (1976) 17-35; E. R. Goo-
significa «en gran manera». ThWNT VI, 61s. denough, Jewish Symbols in the Greco-Roman Period
VIII, New York 1958, 27-46; H. Greeven, jiEQiarepá
xxk., en ThWNT VI, 63-72; L. E. Keck, The Spirit and
niEQiaoÓTEQOÇ, 3 perissoteros mayor, the Dove: NTS 17 (1970-1971) 41-67; O. Keel, Võgel
ais Boten (OBO 14), Fribourg (Suiza)-GSttingen
más* 1977; F. Lentzen-Deis, Die Taufe Jesu nach den Sy-
El comparativo de J t E ç i a o ó ç se une a un noptikem, Frankfurt a. M. 1970, sobre todo 12-14, 20,
sustantivo en 1 Cor 12, 23a.24 (tipf|); 12, 23b 46, 133s, 170-183, 265-270; G. Richter, Zu den Tau-
903 JlEQlOTSÇa 904

ZNW 65
fe r zã h lu n g en M k 1. 9-11 u n d Joh 1. 32-34: mo símbolo figurai que «realiza» 1o que sig­
(1974) 42-56, sobre todo 42-46; H. Schüimann, D as nifica la concesión dei Espíritu en el marco
L u ka seva n g eliu m I (HThK), Freiburg i. Br. 1969; M.
Smith, Jesu s the M a g icia n , London 1978, 96-104; pa­ dei bautismo y de la voz celestial.
ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1229.
El mundo antiguo asociaba generalmente tres
elementos de simbolismo con la paloma (cf. Goo­
1. Las diez veces que aparece el término se denough): como fígura y ave simpatética de la di-
concentran en cuatro perícopas de tos Evan- vinidad (casi siempre femenina; sobre la etimolo­
gelios (Mc 1, 10 par. Mt 3. 16 / Lc 3, 22 / Jn gia de TtEgioxegá cf. la expresión semítica peraj-
1, 32; Mc 11, 15 par. Mt 21,12 / Jn 12, 14.16; Istar, «ave de Istar»), como figura dei alma hu­
Mt 10, 16-, Lc 2, 24). mana y, especialmente en el judaísmo, como sím­
En el relato de la purificación dei templo, bolo de Israel. El hecho de que la paloma haya
sido tradicionalmente en el judaísmo un símbolo
Mc 11, 15 par. menciona las palomas que, en
dei espíritu, no puede convertirse seguramente en
un mercadillo permisivo, se ponían a la venta la base para la exégesis (cf. Billerbeck I, 123ss).
para que la gente pudiera comprarias con des­ La tercera interpretación de la paloma como sím­
tino a las ofrendas. Su venta en el atrio dei bolo de Israel, una interpretación acenmada por
templo facilitaba a tos visitantes la adquisi- Lentzen-Deis y por Feuillet, no encuentra apoyo
ción de animales puros. Lc 2, 24 se refíere al alguno en los textos de los Evangelios, y a lo su­
mo se escucha quizás en el fondo.
sacrifício de dos palomas prescrito para la pu­
rificación de las mujeres que habían dado a
El segundo nivel de este simbolismo (la pa­
luz recientemente, y tiene en cuenta la cláusu­
loma como ave dei alma) viene a decir que Je-
la de Lev 12, 8 que preveía las ofrendas de tos
sús fue unido con su alma celestial, interpre­
pobres. El contexto aqui es halákicamente im­
tación que parece hallarse próxima a la tradi-
preciso y se halla realzado cristológicamente
ción acerca dei Hijo dei hombre (especial­
con una orientación sacerdotal (cf. Schür-
mente en el Evangelio de Juan). El nivel sim­
mann, 121s). En Mt 10, 16 Jesus, recogiendo
bólico mencionado en primer lugar (la
imágenes tradicionales (cf. Billerbeck I, 574s;
paloma como figura de Dios), puede senalar-
Goodenough, 39), compara la misión de tos
nos que el Jtveüpa / rüah mismo es una figu­
discípulos con el comportamiento de pruden­
ra (generalmente femenina en el uso semítico)
tes serpientes e inocentes palomas: tos discí­
en que se manifíesta Dios; la figura de la pa­
pulos son como indefensas ovejas en medio
loma expresa entonces la «realización» visio­
de lobos rapaces, y en sus relaciones con la
nária y apocalíptica de la manifestación de
gente muestran la inocência de las palomas
Dios como nvebpa (asociada en la historia de
como nota característica de su prudência; tie-
las religiones con 1o mágico y con la inicia-
nen conocimiento de 1o que significa la radi­
ción chamánica, cf. Smith); por medio de la
cal transición escatológica.
paloma, el «Hijo amado» está viéndose con la
2. Según tos relatos de tos cuatro Evange- presencia figurai dei Espíritu, y en un sentido
referencial con la p.OQ(pf| propia de Dios.
lios acerca dei bautismo de Jesus (sobre el
material de la Iglesia primitiva cf. Braun), el Esta interpretación puede remitir a 4 Esd 5,
Espíritu descendió sobre Jesus «como una 23ss: los objetos de la creación allí mencionados,
paloma». Como la interpretación adverbial son elegidos porque son símbolos de la elccción
(el Espíritu desciende dei cielo como las palo­ histórica de Israel. Al mismo tiempo, según la
mas cuando descienden volando), que recien­ comprensión sacerdotal de la historia (cf. Jub 2:
temente ha sido propugnada de nuevo por la creación prefigura la elección) se hallan en una
relación simpatética -orientada hacia la crea­
Keck, no es acorde con el gênero de la visión, ción—con Dios, una relación que prosigue en la
en la cual lo celestial adquiere fígura como historia de las naciones mediante la elección de
fenômeno integral y tan sólo en esa fígura se Israel: la paloma aparece, pues, como ave simpa­
hace «real», habrá que entender la paloma co­ tética dei Dios de Israel.
905 jiE Q iaxeça - ítegiTOnr) 906

El Espíritu, en figura de paloma, sustenta nos y en Gálatas, donde Pablo se enfrenta con
como realidad carismático-visionaria, la vin- el judaísmo o con cristianos judaizantes. El
culación entre el Padre y el Hijo, enunciada sustantivo, como el término hebreo rabínico
por la voz celestial. milâ, significa: a) el acto de la circuncisión
J.-A. Bühner (Jn 7, 22.23; Hech 7, 8; Rom 2, 25a.27; 4, 11;
Flp 3, 5; Col 2, 11 [bis]; E f 2, 11); b) la con-
dición de ser circunciso, que es la que carac­
JICçiTélw.VCD peritem nõ cortar alrededor, teriza a los judios (Rom 2, 25b.26.28; 4, 10
circuncidar [bis]; 1 Cor 7, 19; Gál 5, 6.11; 6, 15); se habla
-í- JtEQlTOpf|. de la circuncisión en sentido metafórico en
Rom 2, 29; Col 2, 11; c) es nuevo el signifi­
cado concreto de los circuncisos, es decir, «los
peritithêmi poner alrededor;
judios» (Rom 3, 1.30; 4, 9.12; 15, 8; Gál 2, 7.
conferir, investir*
8.9; Col 3, 11) y «los judeocristianos» (oí èx
Mc 12, 1 par. Mt 21, 23: çiQaY[ióv, «rode­
[Tfjç] JteQixopfiç, Hech 10, 45; 11, 2; Rom 4,
ar (la vina) con una cerca» (Is 5, 2 LXX). Mc
12; Gál 2, 12; Col 4, 11; Tit 1, 10). En Flp 3,
15, 36 par. Mt 27, 48: on ò yyo v xaÀápa),
2 Pablo se burla de los judaizantes, llamándo-
«sujetar una esponja en (tomo a) una cana»;
los xaxaxopf|, «corte, mutilación»; el v. 3 di-
Jn 19, 29: OKÓyyov ■óoocújrtp JteQidévxeç.
ce de los cristianos: «Porque nosotros somos
Mt 27, 28 habla dei manto de color púrpura
la jxEQixopr)».
que echaron por encima a Jesús:
>toxxLVT]v jiEQiéOijxav antíp. Mc 15, 17 ha­ El verbo aparece en 26 pasajes de la LXX para
bla de la corona de espinas que le pusieron. - traducir el hebreo múl, el sustantivo se encuentra
El verbo, en sentido figurado, aparece única­ cuatro veces en la LXX, entre ellas en Ex 4, 26
mente en 1 Cor 12, 23: Ti^if)v nepixíllTifu, para traducir mülã. Son importantes Ex 4, 24 (J),
«mostrar honor». Gén 17 (P) y Ex 12, 44-50 (P); se habla metafori­
camente de la circuncisión (dei corazón) en Dt
10, 16; 30, 6; Jer 4, 4; cf. IQS 5, 5s; IQH 18, 20.
JteQlTO^f), fjç, tj peritom ê circuncisión; En virtud de la prohibición de circuncidarse, dic-
tada por Antíoco IV y por Adriano, la circunci­
los circuncisos (es decir, los judios)* sión adquirió el valor de confesión de fe: los rabi­
JtEQixépvco peritemnõ circuncidar* nos acentuaban el poder expiatório de la sangre
1. Aparición en el NT y contenidos semânticos - 2. de la circuncisión (TgEx 4, 25), cuya práctica te-
Lucas/Hechos y Ev. de Juan - 3. Corpus Paulinum. nía prioridad incluso sobre el sábado (bSab 132a).
B ibl: O. Betz, Beschneidung (II), en TRE V, 716- 2. Lucas presupone que la circuncisión se
722; Billerbeck IV, 23-40; O. Cullmann, Le Baptême
des enfants et la doctrine biblique du baptême,
efectúa en el octavo día de vida de los bebês
Neuchâtel 1948, 48-60; H.-Ch. Hahn, en DTNT I, judios y judeocristianos, como sucedió en los
275-279; W. Komfeld, en J. B. Bauer (ed.), Bibeltheo- casos de Juan el Bantista (Lc 1, 59), de Jesús
logisches Worterbuch I, Graz ^1967, 146-149; O. (2, 21) y de Isaac (Hech 7, 8, cf. Gén 21, 4).
Kuss, La Carta a los Romanos, Barcelona 1976, 52-
56; F. R. Lehmann-K. Galling, en RGGI, 1090s; N. J. Es más importante para él la imposición dei
McEleney, Conversion, Circumcision and the Law: nombre, asociada con este rito (Lc 1, 59s; 2,
NTS 20 (1973-1974) 319-341; R. Meyer, jiEQiTépvco 21). Pablo, por consideración con los judios,
m X ., en ThWNT VI, 72-83; J. Schmid, en LThK II, circuncidó a Timoteo, que era judio a medias
289-291; F. Stunmier, Beschneidung, en RAC D, 159-
169; de Vaux, Instituciones, 83-86; H. Wi6mann-0. (Hech 16, 1-3); por tanto, la acusación lanza-
Betz-F Dexinger, Beschneidung, en TRE V, 714-724 da contra él en Jemsalén, a saber, que él no
(bibl.); para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1229s. queria que los judios de la Diáspora se circun-
cidasen (21, 21, cf. SifrNúm 15, 31 § 112),
1. En el NT el verbo aparece 17 veces, y el era injustificada. La exigencia, formulada por
sustantivo, 36 veces, especialmente en Roma­ antiguos fariseos, de que los cristianos genti-
907 JtEQlTO|Xf| - JTEQlTQSXíü 908

les se circuncidaran (15, 1.5), fue rechazada nas, lo que cuenta no es el signo visible «he-
en el «Concilio Apostólico», como lo de- cho en la carne por manos humanas» (Ef 2,
muestra el decreto (15, 20.29; 21, 25). Este- 11), sino la «circuncisión dei corazón en el
ban emplea la expresión «pacto de la circun- Espíritu» (Rom 2, 28s, cf. IQpHab 11, 13); al
cisión» (7, 8 [= b‘rtt mtlâ, bMen 53b según decir esto, Pablo piensa especialmente en Ez
Gén 17, 13]), que Pablo tiene probablemente 36, 26sy Jer 31, 31-34.
en su mente en Rom 9, 4, cuando habla de los Los acontecimientos escatológicos de Ia
pactos y al referir Ias palabras de la institu- cruz, la resurrección y la nueva creación en el
ción: «el nuevo pacto en mi sangre» (1 Cor Espíritu suprimen la ventaja histórico-salví-
11, 25, cf. Eclo 44, 20; Rom 2, 28). La metá­ fica de la circuncisión (Gál 5, 6; 6, 15). Con­
fora de los que son incircuncisos en el cora- tra los judaizantes, Pablo acentúa que, ya des­
zón o en los oídos (Hech 7, 51) expresa el en- de Abrahán, la circuncisión no fue la condi-
durecimiento de Ias personas (cf. Dt 10, 16; ción previa sino la confirmación, el «sello» de
Jer 6, 10; IQH 18, 20; IQS 5, 5s). la justicia por la fe (Rom 4, 9-11). Por eso,
Según Jn 7, 22-24, Jesus justifico la acción Abrahán se convirtió en heredero de la pro­
de curar en sábado, basándose en la obliga- mesa en Gén 17, 5s.l6 y en padre de los ju ­
ción de circuncidar a una persona incluso en dios y de los gentiles que siguen su ejemplo
día de sábado (v. 22): si un solo miembro dei de fe (Rom 4, 12, cf. 3, 30; Gál 3, 6-9). El
cuerpo puede ser acondicionado en día de sá­ bautismo es la confirmación visible de la jus-
bado en el estado que Dios quiere que tenga, tificación por fe y, por tanto, es llamado «la
jcuánto más habrá que afirmar lo mismo dei circuncisión no hecha por Ias manos» (Col 2,
cuerpo entero dei hombre! (cf. bSab 132a). La 11), y los cristianos gentiles son la circunci­
circuncisión viene de los patriarcas, pero fue sión (espiritual; Flp 3, 3). Pablo no tenía ne-
Moisés quien la prescribió por ley (Jn 7, 22, cesidad de circuncidar a Tito (Gál 2, 3); él no
cf. Hech 15, 1). predicaba ya la circuncisión (Gál 5, 11), y
consideraba la exigencia de que los cristianos
3. Pablo incluye su circuncisión al octavo gentiles se circuncidaran (6, 12) como un vo­
día entre Ias distinciones que Dios le ha con­ to de censura contra el significado salvífico
cedido (Flp 3, 5). La circuncisión es, desde el de la cruz (5, 2; 3, 1-3), como un anacronis­
punto de vista de la historia de la salvación, la mo, y lo mismo consideraba el epispasmos (el
senal de que Ias palabras de Dios, es decir, la hecho de rehacer el prepúcio; ^ èm aitáoqai)
ley y la promesa, fueron confiadas a Israel por parte de los judeocristianos (1 Cor 7, 18).
(Rom 3, Is, cf. Ef 2,11-13). Por eso. Cristo se En Cristo ha quedado suprimida la diferencia
sirvió también de la circuncisión (Rom 15, 8) entre la circuncisión y la incircuncisión (Gál
y encomendó a Pedro el «apostolado de la 5, 6; 6, 15; Col 3, 11).
circuncisión» (Gál 2, 7-9). Lo mismo que pa­ O. Betz
ra los rabinos y para los cristianos farisaicos,
la circuncisión y la ley son también para Pa­
JiEQitçén:»} peritrepõ volver, poner (en
blo la característica dei judaísmo (compárese
una condición)*
Rom 4, 12 con 4, 16); Ia primera obliga al
Según Hech 26, 24 Festo dijo a Pablo: «Tu
hombre a la observância de toda la Torá (Gál
mucho saber te está haciendo perder la cabe-
5, 3; 6, 13; Rom 2, 25; 1 Cor 7, 19; cf. Hech
za (8LÇ pavíav JtEQixQÉJtei)».
15, 5; Eclo 44, 20). Esta observância es la
norma en el juicio final y determina el valor
de la propia circuncisión, que se cuenta como 3ieçiTgé)(W peritrechõ recorrer*
incircuncisión en el caso de que el judio que- Mc 6, 55: JtegiéÔQapov õ7t]v ttiv ycuQav
brante la ley, y viceversa (Rom 2, 25s). Ante èxeívqv: Las gentes «recorrieron toda aque-
Dios, que penetra en el corazón de Ias perso­ 11a comarca».
909 JIEQiqJeQM - JE£TO[Jiai 910

7ieçiq)éço) periphero llevar de acá para Ü E Q aíç, íô o ç Persis Pérsida*


allá* Nombre femenino de persona; en Rom 16,
En sentido propio en Mc 6,55, donde se di- 12 como destinataria de saludos; «iSaludad a
ce que la gente trae de todas partes a los en­ la amada Pérsida, que ha trabajado mucho en
fermos para presentárselos a Jesús. 2 Cor 4, el Senor!».
10: Pablo lleva por todas partes en el cuerpo
la -> véxQroaiç de Jesús, es decir, seguramen­
te: vive en constantes peligros de muerte. El JlÉQVffiív) perysi(n) (adv.) hace un ano*
verbo aparece en sentido figurado y en voz 2 Cor 8, 10; 9, 22, en ambos casos: àrtò
pasiva en Ef 4, 14: «llevados de acá para allá jtéQUOi, «desde hace un afio».
por todo viento de doctrina».

JieQupgovÉO) periphroneõ no tom ar en n ;£ T a o ^ a i petaomai volar


consideración, despreciar* Forma altematira de -> itéto p ai como v.l.
Tit 2, 15: nqÔEÍç; oou JtEQtqpQOveÍTCu, «na- (dei Textus Receptus) en Ap 4, 7; 8, 13; 14, 6;
die te desprecie / te menosprecie». Las pala- 19, 17.
bras de quien ejerce el ministério no pueden
admitirse o no admitirse a capricho por la co-
munidad, sino que son vinculantes para ella; JtETElVOV, OV, t ó peteinon ave*
cf. 1 Tim 4, 12 (con xataqjpovÉü)). N. Brox, El sustantivo se halla casi siempre en plu­
Cartas Pastorales, Barcelona 1974, sub loco; ral, frecuentemente en la expresión «las aves
ThWNT III, 634; Spicq, Notes II, 690s. dei cielo» (esta expresión: Mt 6, 26; 8, 20; 13,
32; Mc 4, 32; Lc 8, 5; 9, 58; 13, 19; Hech 10,
12; 11, 6). El singular no aparece en el NT.
JlEQi/tOQOÇ, 2 perichõros circunvecino*
Diez de los catorce testimonios que hay en el
EI adjetivo se usa predominantemente en
NT se hallan en palabras de Jesús: Mc 4, 4
sentido sustantivado; f | j ie q íx c u q o ç ( y n ) , la
par. Mt 13, 4 / Lc 8, 5 (parábola de los dife­
región circunvecina, los alrededores: Mt 14,
rentes terrenos); Mc 4, 32 par. Mt 13, 32 / Lc
35; Mc 6, 55 Textus Receptus; Lc 4, 14.37; 7,
13, 19 (parábola dei grano de mostaza); Mt 6,
17; Hech 14, 6. Mt 3, 5 y Lc 3, 3 emplean el
26 (a diferencia de Lucas): «jMirad las aves
adjetivo seguido dei genitivo: t o õ ’IoQÔá-
dei cielo!» (cf. Lc 12, 24); Mt 8, 20 par. Lc 9,
vou; de manera parecida en Lc 8, 37: «de los
58; «Las zorras tienen madrigueras y las aves
gerasenos»; Mc 1, 28; «de Galilea» (genitivo
dei cielo nidos...». De la tradición judia y bí­
epexegético: «la región, es decir, Galilea»).
blica procedeu enumeraciones como las de
Mt 3, 5 emplea JtEQÍxtUQOÇ para referirse a Hech 10,12 (11, 6) y Rom 1, 23: xexpájtoòa,
los que habitan en una región particular.
êpjtexá, J t e x E i v á (cf. Sant 3, 7: •OpQÍa [así
aparece también adicionalmente en Hech 11,
TICQÍtjJima, atO Ç , XÓ peripséma desecho, 6], JtEXElvá, EQjtExá, EváÀia).
basura*
1 Cor 4, 13: «Hemos llegado a ser, hasta
ahora, la escoria dei mundo». ThWNT VI, 83- JiÉTO ^ai petomai volar*
92; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; Spicq, Notes II, El verbo Jtéxopai aparece en el Apocalip-
681s. sis, principalmente en participio, para referir-
se al águila en vuelo (4, 7; 8, 13), a la «mu-
niEQn;£Q£VO|iai perpereuomai jactarse* jer» apocalíptica (12,14: iva Jtéxqxai eiç xt^v
En I Cor 13,4 dícese de la ótYáitT]: oú iteç- êpT][xov), a un ángel (14, 6) y a las aves (19,
JteQEÚexai, «no se jacta». ThWNT VI, 92-94. 17: ÕQvea).
911 JTEtQa 912

J tE tg a , a ç , petra roca* 18 (->■ 3). Lc 8, 6.13 menciona redaccional-


1. Aparición en el NT - 2. Usos dei término y con- mente el terreno rocoso como suelo estéril
tenidos semânticos - 3. Mt 16, 18. que carece de la humedad necesaria para el
crecimiento de Ias plantas. Lucas modifica la
Bibl.: H. Conzelmann, Der erste Brief an die Ko- fuente marquina, porque él presupone segura­
rinther, Gottingen 1969, a propósito de 10, 4; O. Cull-
mann, jtéxQa, en ThWNT VI, 94-99; L. Goppelt, Der
mente que la siembra se hace en terreno mon-
erste Petrusbrief Gottingen 1978, a propósito de 2, 8; tanoso (en vez de hacerse en un campo en el
H. Halter, 1 Kor 10, 1-13: Sakramentale Rettung unter que hay algimas placas rocosas), cayendo la
ethischem Vorbehalt, Freiburg i. Br. 1977; E. Kâse- semilla sobre suelos que tienen profundos es­
mann, An die Rõmer, Tübingen ^1974, a propósito 9,
tratos rocosos, y donde, por la escasez de hu-
33; R. Pesch, Das Markusevangelium E. f f , Freiburg
i. Br. 1980; R. Pesch-R. Kratz, So liestman synoptisch mus. Ias semillas brotan, pero no pueden
4-5 (Gleichnisse und Bildreden), Frankfurt a. M. 1980; prosperar por falta de humedad. La interpreta-
R. Pesch, Simon Petrus. Geschichte und geschichtl. ción de la parábola de los terrenos diferentes
Bedeutung des ersten Jüngers Jesu Christi, Stuttgart
1980 (bibl.); M. Riebl, Auferstehung Jesu in der Stun-
no hace hincapié en la «dureza» de los oyen-
de seines Todes? Zur Botschaft von Mt 27, 51b-53, tes, sino en su «falta de raigambre» (así tam-
Stuttgart 1978; para más bibliografia, cf. ThWNT X, bién en Lc 8, 13 par. Mc 4, 17 a pesar de Lc
1230. 8, 6 a diferencia de Mc 4, 5s).
El sepulcro «excavado en la roca» (con una
1. De los 15 testimonios dei término que gran piedra redonda que bloquea la entrada)
hay en el NT, nueve se encuentran en los está bien atestiguado arqueológicamente co­
Evangelios sinópticos (5 en Mateo; 1 en Mar­ mo tumba para personas ricas (Mc 15, 46 par.
cos; 3 en Lucas), 3 en Pablo, 1 en la Carta pri- Mt 27, 60). El resquebrajamiento de Ias ro­
mera de Pedro, y 2 en el ApocaÜpsis. Doce cas, mencionado en Mt 27, 51 juntamente con
pasajes emplean el singular, tres el plural a t el terremoto y la apertura de tumbas, es una
JtSTpai (Mt 27, 51; Ap 6, 15.16). Entre los senal escatológica (cf. TestLev 4 ,1 ) que suce-
testimonios sinópticos, tres procedeu de la dió al morir Jesús (motivo de teofanía), y que
tradición de Q (Mt 7, 24s par. Lc 6, 48), dos sirve para dar una interpretación escatológica
dei relato premarquino de la Pasión (Mc 15, y universal de esa muerte, con la que el «En-
46 par. Mt 27, 60), dos dei material peculiar manuel» abre o hace patente la salvación.
de Mateo (Mt 16, 18; 27, 51) y dos de la re- La «piedra de tropiezo» que ocasiona la caí­
dacción lucana de Marcos (Lc 8, 6.13, a dife­ da (cita de Is 8, 14 en Rom 9, 33 y en 1 Pe 2,
rencia de Mc 4, 5.16 [ t ò JteTQóáÔEÇ o xà Jte- 8), es el obstáculo en el que una persona tro-
TQCÓÔT)]). Entre los testimonios paulinos, uno pieza y cae. Pablo y el autor de la Carta pri-
es una cita dei AT (Rom 9, 33 = Is 28, 16 y 8, mera de Pedro recogen una tradición interpre-
14; igualmente 1 Pe 2, 8). Ap 6, 15s alude a tativa de la Iglesia primitiva, según la cual Je­
pasajes dei AT (Is 2, 10.19.21; Is 4, 29). sús, que es la roca puesta por Dios para ser el
fundamento de la Sión escatológica, dei edifi-
2. KÉTQa significa la roca madura, el terre­ cio de la Iglesia, es al mismo tiempo para el
no rocoso firme, la garganta rocosa y el blo­ Israel incrédulo el tropezadero que obstaculi-
que rocoso. La parábola final dei Sermón de za la fe o que la extravia, porque la increduli-
la Montana o dei Discurso dei Llano mencio­ dad endurecida no reconoce que esa piedra es
na con énfasis la roca como un fundamento la «piedra angular» (Is 28,16). La intensifica-
firme (Mt 7, 24s par. Lc 6, 48), comparándo- ción que hace Pablo de la cita combinada pa­
se al oidor y hacedor de Ias palabras de Jesus ra referiría a la falta de fe de Israel, se amplia
con un hombre que echa los cimientos de su en la Carta primera de Pedro para que incluya
casa asentándolos sobre roca, lo cual garanti- también al mundo de Ias naciones, el cual tro-
za la solidez de la edifícación; de manera pa­ pieza igualmente y cae por su desobediencia a
recida, en la promesa hecha a Pedro en Mt 16, la palabra de Dios que llega hasta él en la pro-
913 nézQ a- IIÉTQoç 914

clamación. Mientras que la Carta primera de dro como tradente de la revelación y gEirante
Pedro se ajusta probablemente a una colec- de la tradición.
ción de testimonios sobre la «piedra-roca», R. Pesch
vemos que Rom 9, 33 inserta Is 8,14 en Is 28,
16 y trasforma el anuncio de salvación en una
profecia de perdición. néTQOÇ, o v P etro s Pedro*
En 1 Cor 10, 4 Pablo interpreta la roca de la Sípmv, oç Simõn Simón
que manaba agua (Ex 17, 6; Núm 20, 7-13) 1. Origen de tos nombres - 2. Empleo de los nom-
recogiendo la tradición judia de la roca que bres - 3. Pedro en los diversos escritos dei NT - 4. Im­
seguia a Israel en su peregrinación por el de- portantes pasajes particulares - 5. La biografia de Pe­
dro.
sierto (AntBibl 10, 7; TosSukk 3, llss) y que
identificaba a la roca con la sabiduría preexis­ Bibl.: S. O. Abogunrin, The Three Variant Accounts
tente (Filón, AU II, 86). Pablo identifica a la of Peter’s Call: A Criticai and Theological Examina-
roca con el Cristo preexistente que, como Jté- tion o f the Text: NTS 31 (1985) 587-602; K. Berger,
Unfehlbare Offenbarung. Petrus in der gnostischen
xga JCV£np,aTixq, dispensaba bebida pneu­ und apokalyptischen Offenbarungsliteratur, en FS
mática (interpretación tipológica de la euca­ Mufiner, 261-326; J. Blank, Tipologia y ministério de
ristia). Pedro en el NT: Concilium 83 (1973) 348-361; Id„
Petrus und Petrus-Amt im NT, en Papsttum ais õku-
En su descripción apocalíptica dei juicio,
menische Frage, München-Mainz 1979, 59-103; R. E.
Ap 6, 15s habla de Ias cuevas rocosas como Brown y otros, Pedro en el NT, Santander 1976; Ch. C.
lugares de refugio y de Ias penas que al caer Caragounis, Peter and the Rock (BZNW 58), Berlin-
sobre una persona son escondedero mortal New York 1989; O. Cullmann, San Pedro, Madrid
1967; Id-, néTQOç/Kqcpãç, en ThWNT VI, 99-112; W.
(iparadoja!) que oculta dei rostro aniquilador Dietrich, Das Petrusbild der lukanischen Schriften,
dei juicio de Dios y de su Mesías. Stuttgart 1972: E. Dinkler, Petrus, en RGG V, 247-
249; A. J. Droge, The Status o f Peter in the Fourth
3. En Mt 16, 18 (-^ Kqrpãç, IléxQoç), den­ Gospel: JBL 109 (1990) 307-311; P. Dschulnigg, Ges-
tro de la tradición de la epifania pascual, re- talt und Funktion des Petrus im Matthãusevangelium:
StNTU 14 (1989) 161-183; J. H. Elliott, Peter, Silva-
cogida por Mateo en la escena en que Pedro nus and Mark in I Peter and Acts: Sociological-Exe-
confiesa a Jesus como el Mesias, y en Ias pa- getical Perspectives on a Petrine Group in Rome, en
labras en que Jesús promete que ha de edificar FS Rengstorf 1980, 250-267; J. Emst, Die Petrustradi-
tion im Markusevangelium - ein dites Problem neu an-
su Iglesia «sobre esta roca» (= la roca noble gegangen, en FS Zimmermann, 35-65; R. Feldmeier,
«Pedro»), se dice que Pedro es el fundamento Die Darstellung des Petrus in den synopt. Evangelien,
rocoso dei edifício dei pueblo escatológico de en P. Stuhlmacher (ed.), Das Evangelium und die
la salvación (integrado por judios y gentiles), Evangelien (WUNT 28), Tübingen 1983, 267-271; P.
y que es el tradente decisivo de la revelación. Gaechter, Petrus und seine Zeit, Innsbruck, 1958; E.
GrãBer, Ntl. Grundlagen des Papsttums, en Papsttum
Probablemente hay una ampliación dei titulo ais õkumenische Frage, München-Mainz 1979, 33-58;
de autoridad dei dirigente de Ias tres «colum- E. Haenchen, Petrus-Probleme: NTS 7 (1960-1961)
nas» (Gál 2, 9) existentes en el edifício dei 187-197; P. J. Hartin, The Role o f Peter in the Fourth
Gospel: Neotestamentica 24 (1990) 49-61; C. Kâhler,
templo escatológico, recurriéndose a tradicio- Zur Farm- und Traditionsgeschichte von Matth. XVI.
nes acerca de Abrahán que conocen al patriar­ 17-19: NTS 23 (1976-1977) 36-58; M. Karrer, Petrus
ca como «columna de Israel» y como «roca», im pln Gemeindekreis: ZNW 80 (1989) 210-231; O.
una ampliación que se integra en el contexto Karrer, Um die Einheit der Christen, Freiburg i. Br.
1953; O. Knoch, Petrus und Paulus in den Schriften
dei conflicto antioqueno (Gál 2, llss) y que
der Apostolischen Vãter, en FS Mufiner, 240-260; J.
se interpreta por medio de un juego de pala- D. Kingsbury, The Figure of Peter in Matthew’s Gos­
bras néxQOç - JtéxQa, concebido probable­ pel as a Theological Problem: JBL 98 (1979) 67-83;
mente en griego (y no ya en arameo), y que se U. Luz, Das Primatwort Mt 16, 17-19 aus wirkungs-
geschichtlicher Sicht: NTS 37 (1991) 415-433; F.
inserta en el contexto de la «investidura dei
MuBner, Petrus und Paulus - Pole der Einheit, Frei­
tradente de la revelación». También la recep- burg i. Br. 1976; R. Pesch, Der reiche Fischfang, Düs-
ción mateica confírma la signifícación de Pe­ seldorf 1969; Id., Lugar y signifícación de Pedro en la
915 néxQOç 916

Iglesia dei NT: Concilium 64 (1971) 19-30; Id., Das propio) se convierte en KTjqpãg. El sobre­
Messiasbekenntnis des Petrus (Mk 8, 27-30). Neuver-
handlung einer alten Frage: BZ 17 (1973) 178-195; nombre, en su forma transliterada y traducida,
18 (1974) 20-31; Id., Die Verleugnung des Petrus. Ei- llegó a ser desde muy pronto un nombre pro­
ne Studie zu Mk 14, 54.66-72 (und Mk 14, 26-31), en pio y fue desplazando cada vez más al nom­
FS Schnackenburg, 43-62; Id., Peter in the Mirror of bre original «Simón», probablemente porque
PauVs Letters, en Paul de Tarse. FS Pp. Paul VI., Ro­
ma 1979, 291-309; Id., Das Markusevangelium I^. 11^ el sobrenombre adquirió especial significa-
Freiburg i. Br. 1980; Id., Simon-Petrus. Geschichte ción como «nombre de un ministério» (cf. co­
und geschichtliche Bedeutung des ersten Jüngers Jesu mo analogia el desarrollo dei título de Mesías
Christi, Stuttgait 1980 (bibl.); B. Rigaux, San Pedro y que se convierte en el nombre propio «Cris­
la exêgesis contemporânea: Concilium 27 (1967) 149-
177; R. Schnackenburg, Petrus im Matthausevange- to»), El nombre original Simón se combino
lium, en FS Dupont, 107-125; G. Schneider, «Stãrke con Pedro formando el nombre compuesto
deine Brüder!» (Lk 22, 32). Die Aufgabe des Petrus «Simón Pedro» (cf. también el nombre com­
nach Lukas, en A. Brandenburg-H. J. Urban (eds.), puesto «Jesús Cristo» [Jesucristo]).
Petrus und Papst, Münster i. W. 1977, 36-42; T. V.
Smith, Petrine Controversies in Early Christianitv
(WUNT 11/15), Tübingen 1985; C. P. Thiede (ed.), 2. El nombre original de Pedro 2tp.ü)V (so­
Das Petrusbild in der neueren Forschung, Wuppertal bre 2np,eú)v -> 1) aparece en todos los Evan-
1987; W. Trilling, Ist die katholische Primatslehre gelios y también en fuentes posteriores no ca­
schriftgemãfi?, en Zum Thema Petrusamt und Papst- nônicas.
tum, Stuttgart 1970, 36-50; Id., Zum Petrusamt im NT:
ThQ 151 (1971) 110-133; B. Villegas, Peter, Philipp a) En Marcos, hasta el relato sobre la eon-
and James of Alphaeus: NTS 33 (1987) 292-294; A. cesión dei sobrenombre de Pedro (3, 16), se
Võgtle, Der Petrus der Verheifiung und der ErfUllung. usa siempre el nombre de «Simón» (1, 16.29.
Zum Petrusbuch von O. Cullmann: MThZ 5 (1954) 1-
30.36; 3, 15). Posteriormente se usa fléxQog
47; Id., Petrus, Apostei, en LThK VIII, 334-340; Id.,
Messiasbekenntnis und Petrusverheifiung, en Id., Das (excepto en una ocasión en que Jesús se diri­
Evangelium und die Evangelien, Düsseldorf 1971, ge a Pedro llamándole «Simón», 14, 37); El
137-170; Id., Zum Problem der Herkunft von Mt 16, sobrenombre néxpoç se ha convertido, por
17-19, en FS Schmid 1973, 137-170; H. Zimmermann, tanto, en el nombre propio Pedro (5, 37; 8,
Die innere Struktur der Kirche und das Petrusamt
nach Mt 18, en A. Brandenburg-H. J. Urban (eds.), Pe­ 29.32.33; 9, 2.5; 10, 28; 11, 21; 13, 3; 14, 29.
trus und Papst, 4-19; más bibliografia en -> Ktiqpãç, 33.37.54.66.67.70.72; 16, 7).
cf. además ThWNT X, 1230-1232. b) Mateo, ya desde el primer momento,
identifica a Simón como «el que es llamado
1. Síiicov es nombre griego que, durante la Pedro» (4, 18; cf. 10, 2). Tan sólo dos veces
época helenística, se convirtió en el equiva­ Jesús se dirige a él llamándole «Simón» (17,
lente dei nombre dei patriarca hebreo Sim'ôn, 25 [con Bar-Yona en 16, 17]). Por lo demás,
transliterado al griego por Siip-ecov en Hech Mateo siempre le presenta como Pedro (8,14;
15, 14; 2 Pe 1, 1. Pedro, lo mismo que su her- 14, 28.29; 15, 15; 16, 18.22.23; 17, 1.4.24;
mano Andrés, recibió de su padre Juan (cf. Mt 18, 21; 19, 27; 26, 33.35.37.40.58.69.73.75).
16,17; Jn 1,41; 21,15-17) un nombre griego, c) El Evangelio de Lucas sigue a su fuente
en la ciudad helenizada de Betsaida (Jn 1, marquina en cuanto al nombre de «Simón» (4,
44). 38; 5, 3.4.5.10) hasta que a Simón se le aplica
néxQoç, en la época anterior al cristianis­ el nombre de Pedro (6, 14), exceptuado el uso
mo, no se halla atestiguado como nombre dei nombre compuesto «Simón Pedro» en 5, 8
propio griego. Aparece como nombre de cosa, (con la tradición acerca de la pesca milagrosa,
desde Homero hasta los tiempos dei NT, con cf. Jn 21, Iss). Posteriormente, exceptuada la
el significado de «piedra». IIÉtqoç se con- vez en que Jesús se dirige a Pedro llamándole
vierte en nombre propio como traducción dei «Simón, Simón» (22, 31) y la confesión de
sobrenombre ky f’ (= «piedra noble»), aplica­ Pascua en que se dice «se apareció a Simón»
do por Jesiís a Simón, y que en griego (con la (24, 34), Lucas usa Uéxpoç (8, 45.51; 9, 20.
terminación en ç, característica de un nombre 28.32.33; 12, 41; 18, 28; 22, 8.34.54.55.58.
917 néXQOÇ 918

60.61; 24, 12). Y lo mismo sucede en todo el la comunidad de los discípulos hacia los pa-
libro de Hechos (1, 13.15; 2, 14.37.38; 3, 1.3. decimientos dei Hijo dei hombre (8, 31.33; 9,
4.6.11.12; 4, 8.13.19; 5, 3.8.9.15.29; 8, 14.20; 5). Pedro asume el protagonismo en la confe-
9, 32.34.38.39.40 [bis].43; 10, 5.9.13.14.17. sión de fe en el Mestas (8, 29) y es testigo
18.19.21.25.26.32.34.44.45.46; 11, 2.4.7; 12, pascual decisivo (9, 2; 16, 7); con su fallo
3.5.6.7.11.14 [bis].16.18; 15,7). «Pedro» apa­ aprendió a «tener en su mente Ias cosas de
rece también como vocativo (10, 13; 11, 7). Dios» (8, 33). Marcos presenta redaccional-
Cuatro veces, en la historia de Comelio, se mente a Pedro como portavoz de los discípu­
menciona a Pedro como a «Simón que es 11a- los dispuestos al seguimiento (10, 28), y le
mado Pedro» (10, 5, 18.32; 11, 13); de lábios asocia redaccionalmente, junto con los tres ín­
de Santiago escuchamos la forma (^hebrai- timos, a Andrés, que en la tradición era segu­
zante?) «Simeón» (15,14). ramente el único que se mencionaba como re­
d) En el Evangelio de Juan «Simón», a ceptor dei discurso escatológico de Jesús (13,
quien muy pronto se le promete el nombre de 3). Marcos, de manera seguramente redaccio-
«Cefas» (1, 42), después de 1, 41 (informe), nal, presenta también a Pedro, junto con los
aparece únicamente en lábios de Jesus (1, 42; hijos de Zebedeo, como el testigo dei mayor
21, 15.16.17, siempre con el patronímico), milagro de Jesús (5, 37). La imagen marquina
mientras que al discípulo se le presenta con de Pedro, con Simón como el primero en ser
igual frecuencia como «Pedro» o (si se pres­ llamado al discipulado (1, 16-18), como el
cinde de 1, 44) con el nombre de «Simón Pe­ Primero de los Doce, y como el que recibió el
dro», en lo cual el nombre simple (1, 44; 13, sobrenombre de Pedro (3, 16), está elaborada
8.37; 18, 11.16.17.18.26.27; 20, 3.4.6; 21, 7. -en general- siguiendo la línea de Ias tradi-
17.20.21) va siempre por detrás de la mención ciones anteriormente existentes. Junto con los
dei nombre compuesto (6, 8.68; 13, 6.9.24.36; Doce, Pedro es para el Evangeho de Marcos
18, 10.15.25; 20, 2; 21, 2.3.7.11.15). lo que Papías de Hierápolis retuvo acertada-
e) Por lo demás, el nombre compuesto apa­ mente, al referirse al menos a la imagen mar­
rece únicamente en Lc 5, 8; Mt 16, 16 (en una quina de Marcos: el garante de la tradición
tradición cercana a Jn 21, 15-17) y en 2 Pe 1, acerca de Jesús, por haber sido desde un prin­
1 («Simeón Pedro»), más tarde también en es­ cipio el testigo presencial de su actividad.
critos no canônicos. Además de la forma co-
rriente Kqqiãç, Pablo utiliza tan sólo dos ve­ b) En Mateo la imagen de Pedro se modifi­
ces néxQoç (Gál 2, 7.8); finalmente, el nom­ ca por omisiones, por el uso de otras tradicio-
bre se emplea también como seudónimo en 1 nes y por la presentación redaccional de Pe­
Pe 1, 1. dro. No se narra ya cómo «Simón y sus com-
paneros» fueron buscando a Jesús desde Ca-
3. a) De los 16 textos de Marcos en los que famaún (Mc 1, 35-37); junto con los tres ínti­
se menciona a Simón o a Pedro, nueve perte- mos, Pedro desaparece dei relato de Jairo (Mc
necen a la historia premarquina de la Pasión, 5, 37); Pedro es sustituido por «discípulos» en
que reelabora y refleja la historia dei discípu­ Mt 21, 19 a diferencia de Mc 11, 21, y (junto
lo dirigente y su papel de líder en la comuni- con los otros tres mencionados) en 24, 3 a di­
dad primitiva. El portavoz de los discípulos ferencia de Mc 13, 3; no se le menciona ya
(8, 27-33) y de los Doce (11, 21), el primero expresamente en 28, 7 a diferencia de Mc 16,
entre los tres íntimos de Jesús (9, 2; 14, 33), y 7. Por el contrario, Pedro es presentado redac­
también su portavoz (9, 5) y protagonista (14, cionalmente como portavoz en 15, 15 a dife­
37), parece haber desempenado un papel tan rencia de Mc 7, 17 y en 18, 21 a diferencia de
firme de líder, que se narra sin miramientos su Lc 17, 4 (Q), así como en 26, 35 a diferencia
fallo (14, 29.33.54.66-72), y en su protesta de Mc 14, 31. Por consiguiente, Ias omisiones
pudo condensarse la imcomprensión inicial de (condicionadas por el contexto) no pretenden
919 néTQ O Ç 920

disminuir la función de Pedro. Mateo, desde c) En Lucas la imagen de Pedro trasmitida


un principio, presenta a Simón como «Pedro» por Marcos, es modificada más intensamente
(4, 18 a diferencia de Mc 1, 16) y como el aún. En vez de Simón y sus companeros (Mc
«Primero» de los Doce (10, 2 a diferencia de 1, 36), son «Ias multitudes» (Lc 4,42) Ias que
Mc 3, 16); que Jesus dio a Simón el sobre- buscan a Jesús; Pedro no es ya el portavoz, y
nombre de Pedro (Mc 3, 16), eso no lo refiere el episodio de la higuera queda suprimido
ya Mateo, porque recoge la tradición pascual (Mc 11, 20); cf. Lc 21, 7 a diferencia de Mc
de la interpretación dei nombre de Pedro (-> 13, 3. En el relato de Getsemaní (22, 39-46)
Jtéxpa) por Jesus (16, 18) y la situa anticipa- los íntimos de Jesús no desempenan ningún
damente. El papel de Pedro en la Pasión de papel; tampoco Pedro; el encargo dei ángel
Jesús, Mateo lo modifica -en general tratando (Mc 16, 7) es sustituido por el recuerdo que
bien a Pedro (con excepción de 26, 72 a dife­ éste hace de Ias profecias sobre los padeci-
rencia de Mc 14, 70; el juramento ya en la se­ mientos y la resurrección (24, 6s). Lucas exo­
gunda negación)- (cf. 26, 33 a diferencia de nera a Pedro y le muestra en una función po­
Mc 14, 29; 26, 40 a diferencia de Mc 14, 37; sitiva (8, 45 a diferencia de Mc 5, 31) y pone
26, 58 a diferencia de Mc 14, 54; 26, 75 a di­ en sus lábios el título de majestad «j Maes­
ferencia de Mc 14, 72; cf. además 17, 4 a di­ tro!» (5, 5; 9, 33 a diferencia de Mc 9, 5). En
ferencia de Mc 9, 5s); Mateo acentua la orien- Lc 12, 39-43 se indica que Pedro es el «admi­
tación de Pedro hacia Jesús, su dependencia nistrador prudente y fiel», porque él (a dife­
dei «Senor». rencia de lo que se dice en Mateo) es quien
La función de Pedro se intensifica por me­ hace la pregunta. Lc 22, 8 (a diferencia de Mc
dio de tres tradiciones que son peculiares de 14,13) hace que «Pedro y Juan», los dos líde­
Mateo: Pedro camina sobre Ias aguas (14, 28- res de la Iglesia primitiva (Hech 1-8; cf. la se­
31), la promesa hecha a Pedro (16,16-19) y el gunda posición que Juan ocupa en Ias listas
relato de la estatera en la boca dei pez (17, de discípulos), se encarguen de preparar la ce­
24-27). Con la recepción de Mt 16, 16-19 (cf. na de Pascua. Pedro (9, 20 a diferencia de Mc
4) está asociada la cuestión de saber cómo 8, 29) confiesa a Jesús como el «Cristo de
Mateo interpreta la función especial de Pedro. Dios», pero no reprende a Jesús ni es repren-
Como tradente de la revelación, Pedro es ga­ dido por Jesús, quien llega incluso a llamarle
rante de la tradición acerca de Jesús y de su «Satanás» (falta Mc 8, 23s).
recta interpretación (cf. su papel de hacer pre- En la forma en que Lucas expone el discur­
guntas a propósito de Ias definiciones doctri- so de Jesús en la Ultima Cena, Pedro (a dife­
nales de carácter halákico hechas por Jesús; rencia de lo que se dice en Mc 14, 27) no re-
15, 15; 18, 21); pero, como tal, Pedro está acciona ante la predicción de la deserción de
completamente ligado a Jesús, que es el Me­ los discípulos, sino ante la promesa de Jesús
diador de la revelación. Siempre que la Igle- (22, 3 Is), y lo hace con la encarecida declara-
sia se asienta sobre la doctrina de Jesús, está ción de estar dispuesto a todo (22, 33 a dife­
edificada -según Mateo- sobre el fundamento rencia de Mc 14, 29); no discute que vaya a
de Pedro, que es el tradente de la revelación, negar a Jesús (falta Mc 14, 31). En el palacio
y a quien se ha concedido el poder de Ias 11a- dei sumo sacerdote, Pedro permanece cerca
ves con la autoridad para atar y desatar, ejer- de Jesús (22, 54s a diferencia de Mc 14, 53s;
cido en el momento presente por el conjunto 22, 61 a diferencia de 14, 72); en la tercera
de la comunidad unânime (18, 19). Puesto negación, él no mtJdice ni jura (22, 60 a dife­
que quiere encarecer la sujeción de la Iglesia rencia de Mc 14, 71; cf. también 22, 62). Al
a Ias ensenanzas de Jesús, Mateo tipifica así comienzo dei Evangelio de Lucas, Jesús entra
aún más la figura de éste, en la cual figura es- ya en casa de Simón (4, 38), antes de que el
boza -por decirlo así—la norma apostólica de discípulo reciba la vocación con ocasión de la
la Iglesia. pesca milagrosa (5, 1-11); Ias palabras sobre
921 nétQoç 922

convertirle en pescador de hombres van diri­ palabra de Dios, el camino por el que habría
gidas únicamente a Pedro (5, 10, a diferencia de seguir la historia de la Iglesia.
de Mc 1, 17). Es una visión anticipada de la
fúnción misionera de la Iglesia primitiva. d) En el Evangelio de Juan se menciona a
«Simón», a quien Jesús «llamaba también Pedro con más frecuencia que en los Sinópti-
Pedro» (6, 14 a diferencia de Mc 3, 16), es en cos (34 veces), pero en menor número de tex­
la exposición hecha por Lucas (incluido tam­ tos (nueve en Jn 1-20; tres en el capítulo 21,
bién el libro de Hechos) el dirigente de los que es el epílogo). Pedro no es el primero en
«Doce, a quienes él llamaba también após- ser llamado, sino que es llevado por Andrés,
toles» (6, 13). Finalmente, la negación de Pe­ su hermano (cf. 1, 44; 6, 8), a presencia de Je­
dro no significa que se desvaneciera su fe (22, sús (1, 41), y es distinguido por Jesús con la
32); antes al contrario, él se encargará de promesa de que se recibirá el nombre de Ce-
fortalecer a los hermanos. Acude a toda prisa fas (1,42). En la crisis siguiente a Ias palabras
al sepulcro (24, 12), y a él «se le apareció el dei pan, Pedro es el portavor de los Doce, los
Senor» (24, 34); la fe pascual está vinculada a cuales permanecen junto a Jesús (6, 68s). Con
su testimonio. La imagen luceuia de Pedro - ocasión dei lavatorio de los pies (13, 6-9), de
experimenta un enriquecimiento esencial por la predicción de la negación (13, 36-38) y en
Ias tradiciones recogidas en 5, 1-11 y 22, 31 el huerto de Getsemaní, donde a Pedro se le
(->4). identifica con el que da el tajo con la espada
En el libro de Hechos, Pedro se halla al (18, 9s), se muestra a Pedro como un discípu­
frente de los Once (1, 13) y reconstruye el lo que no entiende (compárese también 18, 11
grupo de los Doce (1, 15ss). El es el dirigente con Mc 8, 31-33 par.). Aunque Pedro ha de­
de la comunidad primitiva y el iniciador de la mostrado su disposición a dar su vida por Je­
misión entre los judios y los gentiles (Hech 2, sús (13, 37), sin embargo, en el palacio dei
ss; 10-11; 15). Como obrador de milagros (3, sumo sacerdote, niega por tres veces (en la
1-10; 5, 15; 9, 32-34.36-43), Pedro responde versión joánica, en dos escenas) que sea discí­
al encargo misionero dado por Jesús (9, Is); pulo de Jesús (18, 15-18.25.27).
como discípulo perseguido (4, 1-22: 12, 1- El «discípulo amado» parece hallarse más
17), Pedro representa con su franqueza y va­ cerca de Jesús que Pedro (13, 34). Es el discí­
lentia la suerte que el Senor predijo que ha- pulo que se halla al pie de la cruz (19, 25-27),
brían de correr los discípulos (Lc 12, 4ss; 21, el único que no dejó solo a Jesús, el que en el
12ss). En el seno de la comunidad, Pedro ejer- sepulcro vacío llega a la fe, después de haber
ce con autoridad carismática la disciplina co­ corrido más deprisa que Pedro, pero dejando
munitária (Hech 5, 1-11), y como legado que éste entrara primero en el sepulcro (20, 3,
apostólico desenmascara en Samaría al avari- 10). En el capítulo 21 (el epílogo), el discípu­
cioso hechicero Simón Mago (8, 9-25). lo amado identifica a Jesús como el «Senor»
El rasgo esencial de la imagen de Pedro pa­ (21, 7), y Pedro vuelve a depender de él.
rece ser que en él se presenta al decisivo «tes- Puesto que Jn 21, 15-17 narra la institución de
tigo ocular y ministro de la palabra» (Lc 1, 2), Pedro en el ministério pastoral (-> 4) y predi-
quien en la época siguiente, que coraienza ce su muerte (se sugiere la crucifixión: 21,
con la misión paulina, garantiza la fidelidad 18s), apremia la pregunta acerca de quién se­
de la tradición cristiana (Lc 1, 4). Pedro, el rá su sucesor. Pero la pregunta queda sin
discípulo y testigo ocular «desde el principio» respuesta. El círculo joánico, sin menguar la
(Lc 1, 2), a quien se confió la dirección de la autoridad ecumênica de Pedro, parece estar
Iglesia (Lc 22, 31s), se dejó guiar constante­ interesado en corroborar el prestigio dei discí­
mente por el Espíritu, derramado por el Resu- pulo amado como su autoridad decisiva (a pe­
citado, y en la apertura de la misión para los sar de la relación tensa entre este discípulo y
judios y los gentiles asentó el camino para la Pedro).
923 nÉTQOÇ 924

e) Pablo habla con más frecuencia y con sa hecha a Pedro acerca de la edificación de
mayor extensión que todos los demás varoiies la Iglesia, es un relato de epifanía, en el que
de la era apostólica acerca de Cefas/Pedro (->■ se hace valer la autoridad de Pedro (segu­
Kqqpãç). En 1 Pe 1, 1, mediante una referen­ ramente con ocasión dei conflicto antioque-
cia al Pedro romano (5, 13), se reclama auto- no) para la Iglesia integrada por judios y gen-
ridad apostólica para el escrito pseudonímico. tiles, al narrarse la «investidura de Pedro co­
La Carta segunda de Pedro apoya la autoridad mo tradente de la revelación»: él corre a car­
de Pedro recurrriendo a la tradición sinóptica go de la confesión de fe en el Cristo e Hijo de
que afirma que Pedro fue testigo ocular (1, Dios, que le ha sido revelada (16, 16s); él es
16-19). El apóstol y «siervo de Jesucristo» (1, el fundamento de roca dei edifício escatoló­
1) es «testigo consagrado» 1, 16), a quien gico de la Iglesia, y está dotado de la auto­
Cristo concedió una revelación especial acer­ ridad de Ias llaves y dei poder de atar y des­
ca de su muerte inminente (1, 14s; la carta es atar, es decir, tiene autoridad plena para inter­
como un testamento). Pedro aparece como pretar Ias «condiciones de ingreso» en la ba-
guardián de la verdadera fe, quien, ante el sileia («en el cielo»), que tienen vigência ya
acoso de los falsos maestros en la era post- para la ekklesia («en la tierra»), en la cual se
apostólica, posee plena autoridad para inter­ halla congregada la comunidad de la salva-
pretar Ia Escritura (cartas dei «hermano Pa­ ción.
blo», 3, 15s) y la tradición. El material peculiar de Lucas de la historia
de la pesca milagrosa (Lc 5, 1-11), que se ha
4. Sobre la concesión dei sobrenombre fundido redaccionalmente con el relato de la
(Mc 3, 16) y sobre la promesa dei nombre (Jn vocación (Mc 1,16-20) (palpable, en otra ver-
1, 42) -»• Kr]tpãç. sión, detrás de Jn 21, 1-14, donde existe una
A pesar de diversas objeciones, la confesión asociación con un relato de apariciones de
mesiánica de Pedro en Cesarea de Filipos Pascua), está marcado por rasgos de leyenda.
(Mc 8, 27-30) podría tener credibilidad histó­ Por el contrario. Ias últimas palabras de Je­
rica, en vista de que el texto es un relato in­ sús a Simón (Lc 22, 31s) podrían remontarse
formativo con detalles temporales e histórico- a palabras autênticas que se centraban en la
religiosos que pueden ponerse en correlación. función que Pedro debía desempenar en vista
Sin embargo, no habrá que asociar a Pedro de la inminente Pasión de Jesús: la fe perso-
con ningún mesianismo judio de carácter na­ nal de Pedro y su arrepentimiento deben for­
cional y político (tanto más si se tienen en talecer a la comunidad de los discípulos, que
cuenta Ias críticas que Jesús hace contra él serán zarandeados como en un cedazo por la
[Mc 12, 35-37]). Lejos de eso, su confesión oposición pública (jSatanás!) contra la causa
de fe enlazaba seguramente con tradiciones de Dios representada por Jesús.
proféticas acerca dei maestro, profeta y reve­ Es especialmente difícil de apreciar (y, por
lador escatológico. tanto, controvertido) el valor de la trasmisión
El examen realizado desde la perspectiva de Ias tradiciones acerca de Pedro en el libro
de la crítica de Ias tradiciones prueba también de Hechos.
que la tradición de la negación (Mc 14, 54. Entre el material peculiar joánico es espe­
66-12) está narrada desde una base de infor- cialmente importante la escena de la asigna-
mación histórica acerca de la vida de Pedro. ción dei ministério pastoral a Pedro (Jn 21,
El material peculiar de Mateo en el relato 15-17). En ella se describe la función de Pe­
de que Pedro caminó sobre Ias aguas (Mt 14, dro en la Iglesia primitiva como «dirigente de
28-31) es una leyenda de fe que tipifica la fi­ la comunidad» (posiblemente en competência
gura de Pedro. con Ias pretensiones de Santiago, el hermano
La tradición pascual (Mt 16, 16-19, ->■ rté- dei Senor, a quien quizás se alude en el «ri­
xça) incrustada en Mc 8, 27ss, con la prome­ tual» descrito).
925 n é l Q O Ç — 3tT |Ç a 926

5. Los siguientes datos (suficientemente jtiiY n , íjÇ, n pege fuente, manantial*


seguros) nos proporcionarán una breve bio­ En sentido propio en Sant 3, 11; Ap 8, 10;
grafia de Pedro en palabras clave: Era natural 14, 7; 16, 4. En la imagen de lo que son los
de Betsaida (Jn 1, 44), se casó en Cafamaún pecadores, en 2 Pe 2, 17 («manantiales sin
(1 Cor 9, 5; Mc 1, 29), era pescador de oficio agua»). Referido al pozo de Jacob en Jn 4, 6a
(Mc 1, 16-18; Jn 21, 3), probablemente a tra­ (b). El término aparece además en la expre-
vés de su hermano Andrés entro en contacto sión «elflujo de sangre» (Lev 12, 7) en Mc 5,
con el movimiento de penitencia promovido 29. En Ap 21, 6 se habla dei manantial dei
por Juan el Bautista (Jn 1, 35-37.40) y junto agua de la vida; cf. Çcofiç JxriYai úôáxcov, 7,
con Andrés fue el primer discípulo de Jesús 17. En Jn 4, 14 se habla de la « f u e n t e de la
(Mc 1, 16-18; Jn 1, 41s); en la creación dei que brota agua para vida eterna». ThWNT VI,
grupo de los Doce Jesús le distinguió como 112-117; X, 1232s (bibl.); DTNT I, 69-71.
discípulo dirigente aplicándole el sobrenom-
bre de «roca (noble)» (Mc 3, 13-16). Después
de confesar a Jesús como el Mesías (Mc 8, jrrjYVUfiipêgnymi consolidar, fijar; erigir*
27-30) y de faliar a la hora de la Pasión (Mc Heb 8, 2 refiriéndose a la erección dei ta-
14, 54.66-72) se convirtió en el decisivo testi- bemáculo (cf. Ex 33, 7; 38, 26).
go de Pascua (Mc 16, 7; Lc 24, 34; 1 Cor 15,
5) y en el dirigente de la comunidad primiti­
va, y se encargo de la misión entre los judios JtTlôáÀ.lOV, OU, TÓ pêdalion timón*
(Hech 1-12; Gál 2, 8). Después de verse obli- En el NT el término aparece únicamente en
gado a abandonar Jerusalén, se abrió también Sant 3, 4 (en singular) y en Hech 27, 40 (en
a la misión entre los gentiles. Fue mediador plural).
decisivo en los acuerdos de Jerusalén y en la
suavización dei conflicto antioqueno (Gál 2;
Jti]X íxoç, 3 pélikos qué grande*
Hech 15), y más tarde emprendió también
En el NT el pronombre correlativo aparece
viajes misioneros (1 Cor 9, 5). Finalmente su-
únicamente en exclamaciones; Gál 6, 11: jct)-
frió el martirio en Roma. Su autoridad efecti-
XÍKoiç Ypcippaoiv EYpatjja, \con qué letras
va en toda la Iglesia, que se impuso contra
tan grandes os escribo!». Heb 7, 4 en sentido
Santiago y Pablo, se refleja extensamente en
figurado: jrqXíxoç ouxoç, «\qué importante
todos los testimonios dei NT.
(debe de ser) éste (a saber, Melquisedec)!»
R. Pesch

7ir|Xóç, o ü , ó pêlos barro, arciUa*


n;ETÇÚòf)Ç, 2 petrõdês pedregal* El barro como material de alfarería: Rom 9,
Al sustantivarse se convierte en TÒ jietqcõ- 21 (cf. Sab 15, 7). Dícese de la masa blanda
Ó£ç (Mc 4, 5) o en xà JtexQCÓÔT] (Mt 13, 5.20; hecha con tierra en Jn 9, 6: Jesús «escupió en
Mc 4, 16). En todos estos pasajes significa el la tierra, hizo barro con la saliva y se lo untó
suelo pedregoso sobre el que se extiende a lo (al ciego) en los ojos» (cf. vv. 11.14.15). Cf.
sumo una delgada capa de tierra cultivable; ThWNT VI, 118s.
JtÉxpa 2.

:7riÍQa, a ç , pêra alforja, bolsa de viaje*


JlT iy av o v , o u , t ó pêganon ruda (hierba En la prohibición que da Jesús a los discí­
aromática)* pulos de que no lleven consigo bolsa de viaje
Lc 11, 42 menciona el jrfiyavov entre Ias (^talega de mendigo?): Mc 6, 8 par. Lc 9, 3;
plantas sobre Ias que hay que «pagar el diez- Mc 10, 10 par. Lc 10, 4; Lc 22, 35 (pero el te­
mo» (a diferencia de Mt 23, 23). nor es diferente en 22, 36; cf., a propósito, H.
927 jtiÍQ a - j t i ô a v o X o y í a 928

Schürmann, Jesu Abschiedsrede, Münster i. eso, se entiende el codo como «un mínimo de
W. 1957, 138). ThWNT VI, 119-121. tiempo», como un lapso de tiempo; entonces
el logion puede tener sentido escatológico y
puede referirse a la imposibilidad, en vista de
7Ct]QÓ(a péroõ baldar; cegar la catástrofe, de «alargar el plazo de vida,
En algunos pasajes dei NT jttiqóco se halla aunque sólo sea un palmo» (Jeremias).
como v.l. en lugar de jccoqÓcl), como sucede
en Mc 8,17; Jn 12,40; Rom 11,7. ThWNT V, Pero es posible también que irfjxuç se deba a
1027-1030. un error de traducción, que interpreto mal el tér­
mino arameo, por no haber oído o leído bien
garmiPã, «huesecito», y haberlo confundido con
n r jç c o a iç , eioç, 1] pérõsis mutilación; ce- garmid’ã, «codo». Si se corrige este error (y un
guera segundo error, relativo a f|Xixía), entonces es
En sentido figurado en Mc 3, 5 v.l.: jtfiQü)- probable que el tenor original de Ias palabras de
oiç xfíç xaQÔíaç (en lugar de jtcüQtuaiç ttíç Jesús fuera el siguiente: «^Quién de vosotros es
capaz de anadirse (literalmente, de anadir a su es­
xapôíaç). ThWNT V, 1027-1030. queleto) un solo huesecillo?». En caso de que es­
ta conjetura estuviese en lo cierto, entonces Ias
palabras de Jesús se habrían dirigido con fina iro­
JlfjXVÇ, £<oç, ó pêchys codo, breve lapso nia a unos oyentes a quienes él queria hacer cons­
de tiempo (?)* cientes de su insoportable arrogancia.
B ibl.: G. Dahnan, A ra m ãisch-neuhebrãisches H and- G. Schwarz
w õrterbuch m Targum, Talm ud m d M idrasch, Gõttin-
gen 1938 (reimp. Hildesheim 1967), 87; Jeremias, P a­
rábolas, 209; J. Schneider, f|Xoáa, en ThWNT II, 944,
35-37; G. Schwarz, rcQoahetvai è3tltT)v f)Xi,xíav au-
piazõ coger, agarrar, encarcelar*
Toü itfjxuv Eva: ZNW 71 (1980) 244-247. JuáÇcn corresponde en el dialecto dorio y
en la lengua popular a la forma ática
1. En el NT Jtfjxtiç aparece 4 veces; en dos méÇco. En sentido neutral, en Hech 3, 7: «él
de ellas el término se entiende evidentemente le tomó de la mano». En todos los demás ca­
como medida de tiempo: M t 6, 27 par. Lc 12, sos, con sentido hostil {prender, encarcelar):
25, en una de Ias sentencias de Jesus expresa- teniendo como objeto de la acción a Jesús, en
das en sentido figurado («prolongar un breve Jn 7, 30.32.44; 8, 20; 10, 39; 11, 57; además
lapso de tiempo»); dos veces aparece como (teniendo como objeto de la acción a Pedro o
medida de longitud: Jn 21, 8, para indicar la a Pablo) en Hech 12, 4; 2 Cor 11, 32. El ver­
distancia desde la barca a la orilla («unos 200 bo máÇto puede designar también la captura
codos»y, Ap 21, 17, para senalar la altura de de animales (peces: Jn 21, 3.10; xò '0'tiqLov en
Ias murallas de la nueva Jerusalén («144 co­ Ap 19, 20).
das»).
TtlÉÇtO piezõ apretar*
2. El Jtfjxtiç era una medida de longitud,
En Lc 6, 38 el participio de perfecto de la
calculada por la distancia que existe entre el
voz pasiva jrejxieopévov se refiere a la «me­
codo y la punta dei dedo dei medio; según el
dida (géxQOv) apretada / bien colmada».
«sistema de medidas filetérico», aplicado en
Palestina, equivalia a 525 mm (Jeremias). En
Jn 21, 8 y Ap 21, 17 su significado está ase- Jli'0'avoÀOYÍa, a ç , 'n pithanologia el arte
gurado por el contexto; en Ias palabras de Je­ de la persuasión*
sus en Mt 6, 27 par. Lc 12, 25, ese significado En Col 2, 4 jii&avoXoYta se halla en senti­
es «discutido» (Schneider); Para poderio refe­ do negativo; «Esto os lo digo pcira que nadie
rir, como medida de longitud, a la estatura dei os engane con (falsas) persuasiones». Moul-
cuerpo, el codo era «demasiado grande»; por ton-Milligan, í . v.; DTNT II, I70s y 174s.
929 Jlldóç- niAÕTOÇ 930

B ibl.: A. Bajsic, P ilatus, Jesu s un d B arabbas: Bib


JlldÓÇ, 3 pithos convincente, persuasivo
48 (1967) 7-28; E. Banunel, en RGG V, 383s; J. Blinz-
Forma alternativa de ->• jt£1§ óç (en West- ler-J. Michl-E. Lucchesi Palli, en LThK VIII, 504-506;
cott-Hort). J. Blinzler, D e r P rozefi Jesu, Regensburg ‘*1969, 260-
283; Idl, D ie N iederm etzelung von G a lilã e m durch P i­
latus: NovT 2 (1957) 24-49; A. Dauer, D ie P assions-
g eschichte im Jo h , München 1972, 100-164; M. Dibe-
JtiK Ç aívw pikrainõ amargar* lius, H e ro d e s u n d P ila tu s, en Dibelius, B o sc h a ft I,
En sentido propio en Ap 10, 9.10, referido a 278-292; A. Ehrhardt, P o n tiu s P ila tu s in d e r fr iih -
f) xoiXía: El libro pequeno que el vidente de­ christl. M yíhologie: EvTh 9 (1949-1950) 433-447; E.
vora, «amarga su estômago», es decir, le echa Fascher, en Pauly-Wissowa XX/2 (1950), 1322s; A.
Frova, V is c r iz io n e d i P onzio P ilato a Cesarea: RIL.L
a perder el estômago o los órganos de diges- 95 (1951) 419-434; Haag, D iccionario, 1532s; B. Ka-
tiôn. En 8, 11 se dice de Ias aguas, que se con- nael, A n c ie n t J ew ish C oins a n d th e ir H isto ric a l Im -
virtieron en ajenjo o se hicieron amargas. En portance: BA 26 (1963) 38-62; J.-P. Lémonon, P ilate
sentido figurado y en la voz pasiva {amargar- e t le g o u v em e m e n t de la Judée. Textes e t m onum ents.
Paris 1981; B. C. MeGing, P o n tiu s P ila te a n d the
se) en Col 3, 19 (los maridos no deben amar- Sources: CBQ 53 (1991) 416-438; Reicke, Z e itg e -
garse [= ser duros] con sus esposas); cf. Herm sc h ic h te , 129-139; L. Roth, en EJ XIII, 848; G.
(m) 10, 2, 3. ThWNT VI, 122-125. Schneider, Verleugnung, Verspottung u n d Verhõr Jesu
nach L u kas 22, 54-71, München 1969, 211-220; Schü-
rer I, 488-493; A. N. Sherwin-White, The Triai o f J e ­
sus, en D. Nineham (ed.), H isto ricity an d C hronology
JtlX Q Ía, Ctç, pikria amargura* in the NT, London 1965, 97-116; E. M. Smallwood,
Hech 8,23 dice que el mago estaba en XoX.fi The D ate o f the D ism issa l o f P o n tiu s P ilate fro m Ju-
juxgíaç (es decir, xoXf] JtixQÚ, «bilis amar­ daea: JJS 5 (1954) 12-21; R. Staats, P ontius P ilatus
im B e k e n n tn is d e r fr ü h e n K irche: ZThK 84 (1987)
ga»); cf. G. Schneider, Die Apostelgeschichte 493-513; A. Strobel, D ie Stunde d e r Wahrheit. Unter-
I (HThK), sub loco. çí^ a rax çíaç (Heb 12, suchungen zu m Strafverfahren gegen Jesus, Tübingen
15) es una «raiz amarga», es decir, una raiz de 1980, 95-142; H. Wansbrough, S u ffered U nder P o n ­
la que brotan frutos amargos. En sentido figu­ tius P ilatus: Scripture 18 (1966) 84-93; P. Winter, On
the T riai o f J esu s, Berlin 1961; G. Wirsching, en
rado JUXQÍa se halla en el catálogo de vicios Panly, L exiko n IV, 1049s.
de Ef 4, 31, y también en la cita (Sal 9, 28
LXX?) de Rom 3, 14. ThWNT VI, 122-125. 1. Pilato, ciudadano romano dei orden «eques­
tre» {eques), de la família {gens) de los Poncios,
fue gobemador de Judea de los anos 26 a 36 p.C.
JtlXQÓç, 3 pikros amargo* La inscripción bailada en 1961 en Cesarea le 11a-
ma praefectus. Filón, LegGai le caracteriza como
Dicese dei agua no potable (amarga) en «hombre inflexible y despiadadamente duro». Se
Sant 3, 11 (cf. Ex 15, 23). En sentido figurado ajustan muy bien a esta imagen vários conflictos:
en 3, 14: ^fíXov jtlx q Òv êxco, «tener (en el co- en contra de Ias costumbres, hizo que Ias tropas
razôn) celos amargos». ThWNT VI, 122-125. romanas entraran militarmente en Jerasalén con
los estandartes imperiales desplegados (Josefo,
Ant XVni, 55-59; Bell II, 169-174), empleó di-
TUXQtõç pikrõs (adv.) amargamente* nero dei tesoro dei templo para la constmcción de
En combinaciôn con xXaícu (como en Is 22, un acueducto (Josefo, Ant XVIII, 60-62; Bell II,
175-177), colocó en el antiguo palacio de Hero­
4; 33, 7 LXX), «llorar amargamente», al final des escudos votivos con el nombre dei emperador
de la historia de Ias negaciones de Pedro; Mt (Filón, LegGai 38) y ataco a unos samaritanos
26, 75 par. Lc 22, 62 (;a diferencia de Mar­ que se babían reunido en el Monte Garizín (Jose­
cos!). fo, Ant XVIII, 85-89). A causa de este último ac-
to despótico, Pilato fite depuesto y tuvo que acu­
dir a Roma para responder de su conducta, No sa­
riiXãTOÇ, o v Pilatos Pilato bemos cuándo ni de qué manera murió. Vários es­
critos apócrifos se centran en su figura (cf. Hen-
nóvT ioç, orj Pontios Poncio*
necke-Scbneemelcber I, 330-348 y 356-358). -
1. Datos biográficos - 2. En el NT - a) Lc 3, 1; 13, La ejecución de Jesus por Pilato se halla atesti-
1 - b) Pilato en la Pasión de Jesus. guada por Tácito, Ann XV, 44.
931 IIiX,ãTOç- jtífiJiQOfxai 932

2. a) Lc 3, 1 menciona redaccionalmente (R. Schnackenburg, El Evangelio según San


que Poncio Pilato fue gobemador de Judea y, Juan III, Barcelona 1980, 269). A Jesús se le
con su referencia a la historia profana, indica muestra como el verdadero Rey, mientras que
la umversalidad de la salvación ofrecida por Pilato no aparece sino como un juguete impo­
Jesus. En 13, 1 se refiere: Pilato mandó dar tente en manos de los poderes hostiles a Dios
muerte a unos galileos que habían acudido en (18, 28-19, 16a). En Jn 19, 19-22 Pilato testi­
peregrinación a la fiesta, mientras estaban fica una vez más la realeza de Jesús, al redac-
ofreciendo sus sacrifícios. Aunque el suceso tar la inscripción de la cruz (el titulus) y de­
no se halla atestiguado en fuentes extrabíbli- fender lo que en ella se dice, en contra de Ias
cas, se ajusta muy bien al proceder de Pilato. objeciones de los judios. En 19, 31.38 el
b) Todos los demás pasajes en que se men­ evangelista recogió dos tradiciones que se ha-
ciona a Pilato, están relacionados con la Pa- cen la competência: según la primera, los ju­
sión de Jesús. Marcos 15 refiere el interroga­ dios piden a Pilato que se quiebren Ias piemas
tório de Jesús por Pilato (vv. 1-5), la puesta en de los crucificados y que éstos sean descolga-
libertad de Barrabás y la condena de Jesús a dos de la cruz; pero, según la segunda tradi-
ser azotado y crucificado (vv. 6-15), así como ción, José de Arimatea pide a Pilato que se le
la entrega dei cadáver de Jesús a José de Ari- entregue el cuerpo de Jesús.
matea para que éste le dé sepultura. En el marco de la predicación cristiana pri­
Mt 27 recoge los relatos de Marcos, pero mitiva y de los enunciados de fe acerca de la
acentua más intensamente la culpa de los ju­ muerte de Jesús, se menciona a Pilato en
dios por la muerte de Jesús y hace Ias si- Hech 3, 13; 13, 28 y en 7 Tim 6, 13 (en este
guientes adiciones: en el v. 19 la advertência último caso se dice: «Poncio Pilato»).
de la mujer de Pilato, en el v. 24 Pilato se des­
A. Weiser
carga de toda responsabilidad, y en el v. 25 el
pueblo judio carga sobre si su propia respon­
sabilidad. Otra adición más nació de intencio- n:í^7lXrm.l pimplêmi llenar, colmar*
nes apologéticas: el relato sobre la guardia En sentido propio, Jxípu)vTip,i se usa en los
que Pilato mandó estacionar junto al sepulcro siguientes pasajes dei NT: Mt 22, 10; 27, 48;
(vv. 62-66). Lc 5, 7; Hech 19, 29; se dice, además, dei he-
También en Lc 23 se recogen Ias secciones cho de ser lleno dei Espiritu Santo: Lc 1,
de Marcos acerca de Pilato. Lucas refiere ade- 15.41.67; Hech 2, 4; 4, 8.31; 9, 17; 13, 9; se
más que Pilato hizo que Jesús compareciera afirma, asimismo, que alguien está henchido
ante Herodes Antipas, y que éste lo devolvió de algo (especialmente al describirse emocio­
de nuevo al tribunal de Pilato, incidente por el nes): Lc 4, 28 (Oujroú); 5, 6 (cpópou); 6, 11
cual los dos se hicieron amigos (vv. 6-12). La (àvoíaç); Hech 3, 10 ('Oáppouç x a l èxotá-
escena está compuesta probablemente por Lu­ O 8 C0 Ç); 5, 17 y 13, 45 (^r|Xou). Estas dos últi­
cas, basándose en una reminiscencia históri­ mas manera de emplear el verbo son caracte­
ca. En la oración de la comunidad en Hech 4, rísticas de los escritos lucanos.
27 («Herodes y Poncio Pilato»), Lucas se re­ En sentido figurado, jtífj,JtX.T|[xi se refiere: a
fiere de nuevo, redaccionalmente, a esa esce­ profecias que se cumplen (Lc 21, 22; cf. 1, 20
na (otra cosa piensa Dibelius). En cuanto al V .I.), a un período de tiempo que llega a su fin
contenido, Lucas fija sus propios acentos, ha- (Lc 1, 23.57; 2, 6.21.22). ThWNT VI, 127-
ciendo que Pilato testifique por tres veces la 131; D T N T in, 372-378.
inocência de Jesús, y que de este modo Pilato
defienda a Jesús y a los cristianos ante el Es­
tado romano (Lc 23, 4.14s.22). p im p r a m a i hincharse*
En el Evangelio de Juan, el proceso ante La voz pasiva de itífrjTQTjfAi en Hech 28, 6
Pilato es el «epicentro» de toda la exposición significa probablemente inflamarse, hinchar-
933 l u H s i Q a j j i a i - 3UVC0 934

se: «Ellos esperaban que él (a saber, Pablo êoUíro [xQcÓYto] xoiL Jtívco). El verbo com-
después de la mordedura de la serpiente) co- puesto xaxajtívto, «tragar, beber enteramen-
menzara a hincharse o que de repente cayera te», aparece en 7 pasajes.
muerto».
2. «Comer y beber» sirven para saciar el
hambre y la sed físicas. El NT nos advierte
J liv a x íô io v , OV, TÓ pinakidion tablilla* contra una conducta que se centre principal­
Sustantivo derivado de rríva^; en Lc 1, 63, mente en disfhxtar de los bienes terrenos de la
dícese de una tablilla para escribir. comida y la bebida. Mt 6, 25-32 par. Lc 12,
22-32 acentúan que no es necesario preocu-
J tiv a x íç , íâ o ç , 1^ pinakis tablilla para es­ parse por el alimento y el vestido, por la co­
cribir mida y la bebida (Mt 6, 25.31 par. Lc 12, 29).
Lc 1, 63 v.l. en vez de ^ Jtivaxíôiov. Lo único importante es buscar «el reino dei
Padre». De lo contrario, a la gente le sucede­
rá lo que les ocurrió a los contemporâneos de
míva^, axoç, ^ pinax bandeja, plato* Noé y Lot (Mt 24, 37-39 par. Lc 17, 26-30).
jrív a | se halla junto a jtoTtjQiov en Lc 11, «Comían y bebían» y no contaban con que to­
39: «Vosotros limpiáis por fuera la copa y el do iba a terminar de repente. No hicieron ca­
plato». En Mc 6, 25 par. Mt 14, 8.11 se habla so de los signos de los tiempos.
de que la cabeza dei B autista debía traerse o La parábola dei rico necio (Lc 12, 13-21)
se trae èm rtívaxi. Sobre la presentación de advierte que uno no debe centrar todo su inte-
una cabeza en bandeja durante un banquete, rés en los bienes terrenos, sin pensar en que la
cf. Diógenes Laercio EX, 58. fortuna se la lleva la muerte. Al rico que «se
entrega al descanso, a comer y beber y a pa-
sarlo bien» (v. 19), Dios le llamará en aquella
Jtivo) pino beber* misma noche y le hará rendir cuentas. - La
1. Aparición en el NT - 2. Comer y beber - 3. Co- parábola de los siervos vigilantes y de los
munión de mesa - 4. La Cena dei Senor - 5. Beber el descuidados (Mt 24, 45-51 par. Lc 12, 42-46)
agua de la vida (Juan) - 6. Otros contextos. nos hace ver lo equivocada que está la con­
B ib l.: H. Bardtke-B. Reicke, B e c h e r , en BHH I, ducta dei siervo que no cuenta con la demora
208s; J. Betz, D er A b en d m a h lskelch im Judenchristen- de la parusía. Maltrata a sus consiervos y co­
tw n , en A b h a n d lu n g en ü b er T heologie un d Kirche. F S me y bebe en companía de los borrachos.
f ü r K. A d a m , Düsseldorf 1952, 109-137; G. Bfau-
Aunque el cristiano tiene «derecho a comer
mann, Jtívm, en DTNTII, 259-263; F. M. Braun, A vo ir
s o i f e t boire (Jn 4, 10-14; 7, 3 7 -3 9 ), en F S R igaux, y beber» (1 Cor 9, 4; cf. también 11, 22), sin
247-258; L. Goppelt, Jtívo) xxk., en ThWNT VI, 135- embargo está obligado a tener consideración
160; E. J. Kilmartin, The E u charistic C up in the P ri­ con sus semejantes y a «no comer carne ni be­
m itive Liturgy: CBQ 24 (1962) 32-43; H. Schürmann,
ber vino» ni hacer nada que pueda escandali­
D a s a p o sto lisch e In teresse am eucharistischen K elch
(1953), en Schürmann II, 188-196; para más bibliogra­ zar al hermano (Rom 14, 21). - 1 Cor 15, 32,
fia, cf. ThWNT X, 1233. con la exclamación «jcomamos y bebamosl»,
caracteriza la actitud de la persona que busca
1. En el NT el verbo itívco aparece 73 ve- todas sus satisfacciones en esta vida.
ces: 15 veces en Mateo, 8 en Marcos, 17 en Junto a Ias advertências contra una conducta
Lucas, 3 en Hechos, 11 en Juan, 15 en Ias que sitúe en el centro el comer y el beber, se
Cartas paulinas autênticas (Rom 14, 21 y ca- encuentran enunciados sobre la abstinência.
torce veces en 1 Corintios), 3 en el Apocalip- Se dice de Juan el Bautista: «El no comia ni
sis; el verbo aparece además en Heb 6, 7. bebía» (Mt 11, 18; el lugar paralelo de Lc 7,
Treinta y nueve veces va acompanado dei ver­ 33: «no comia pan ni bebía vino»). Ya al pro-
bo ^ èo^&ía) (24 de ellas en la formulación meterse su nacimiento se dice de él: «No bebe-
935 936

rá ni vino ni licor» (Lc 1, 15). Con estos enun­ A los discípulos que perseveraron con Jesús
ciados se caracteriza la manera (^profética?) en Ias pruebas, se les hace la siguiente prome-
de vivir dei Bautista. - A Jesús se le critica sa: «Vosotros comeréis y beberéis en nú mesa
porque sus discípulos comen y beben, mien- en mi reino y os sentaréis en tronos y juzga-
tras que los discípulos de Juan y los fariseos réis a Ias doce tribus de Israel» (Lc 22, 30; cf.
ayunan (Lc 5, 33; cf. Mc 2, 18 par. Mt 9, 14). Mt 19, 28). Los discípulos, en el reino de Je­
Pablo, después de su experiencia de Da­ sús, podrán sentarse a la mesa con él y ejercer
masco, se pasó tres dias sin comer ni beber la soberania junto con él.
(en senal de penitencia y de preparación para
el bautismo) (Hech 9, 9; cf. v. 19a). El libro 4. Los relatos de la institución eucarística
de Hechos describe el comportamiento de los contienen un total de nueve veces el verbo
hombres que planeaban atentar contra la vida jiívco: Mc 14, 23.25 (bis); Mt 26, 27.29 (bis);
de Pablo. Juraron y declararon que no comerí- Lc22, 18; 1 Cor 11, 25.26.
an ni beberían hasta que hubieran dado muer- El verbo jtívco debe interpretarse aqui en el
te a Pablo (Hech 23, 12.21). contexto de los relatos sobre la Ultima Cena;
porque los ritos eucarísticos sobre el pan y so­
3. «Comer y beber» son palabras que sir- bre la copa se hallan íntimamente relaciona­
ven a menudo para expresar la comunión de dos. Después de su acción de tomar el pan,
mesa. Por contraste con Juan el Bautista (-^ Jesús toma en sus manos la copa y recita una
2), se dice de Jesús: «El come y bebe» (Mt 11, oración de acción de gracias. Se pone de re-
19 par. Lc 7, 34). Con Jesús comienza el tiem- lieve que Jesús invita a los presentes a «to­
po de gozo; él, en cierto modo, toca música mar» la copa y a «compartirla entre ellos» (Lc
invitando a la boda. Durante este tiempo los 22, 17b); porque con la copa de comunión no
invitados no pueden ayunar (Lc 5, 33s). El sucede lo que pasa en la celebración corriente
hecho de que Jesús conüera y bebiera con sus de una cena, en la que cada participante bebe
comensales es senal de que ha comenzado el de su propia copa. En consonância con ello
tiempo de la salvación. Mientras que de Juan, Marcos acentúa: «y todos bebieron de ella»
por su actitud ascética, se dice que está pose- (14, 23). Jesús no bebe de la copa. La acción
ído, a Jesús se le descaUfica como comedor y sobre la copa con la invitación a beber se fun­
bebedor (Mt 11, 19 par. Lc 7, 34). Jesús «co­ damenta - lo mismo que la acción sobre el
me y bebe» con publicanos y pecadores (Lc 5, pan - en el anuncio de la muerte (Lc 22, 18;
30; cf. Mc 2, 16 par. Mt 9, 11), es decir, tiene cf. Mc 14, 25 par. Mt 26, 29). En el futuro rei­
comunión de mesa con ellos, se pone de su no de Dios, Jesús «beberá nuevamente» dei
parte y se solidariza con eUos. fruto de la vid (Mc 14, 25 par. Mt 26, 29). En
Jesús da instrucciones a sus mensajeros pa­ esta bebida Jesús ofrece su muerte redentora.
ra que se queden en una casa que les brinde La acción física de beber se sublima aqui co­
hospitalidad, y que en eUa coman y beban lo mo la recepción dei acontecimiento redentor.
que les pongan (Lc 10, 7). Por tanto, la acción de beber, en los relatos de
La parábola de la puerta angosta y de la la institución, es una acción sacramental (cf.
puerta cerrada (Lc 13, 22-30) presupone el Goppelt, 142).
motivo de la cena escatológica (cf. vv. Junto al relato de la institución en 1 Cor 11,
25.28s). Los que Uaman a la puerta y son re- 23-26, Pablo describe en 10, 3-5.18-21 la ac­
chazados pretenden acogerse a que, como ción de comer y beber en la Cena dei Senor.
contemporâneos de Jesús, comieron y bebie- Este comer y beber debe compararse con la
ron con él (v. 26). Esto significa para los lec- recepción dei manjar dei maná en el desierto
tores de Lucas: La participación en la cena y con la recepción dei agua que brotaba de la
eucarística no da por sí misma título alguno roca en tiempos de Moisés (jtívco, v. 4 [bis]).
para entrar en el reino de Dios. La acción de comer y beber en la Cena dei Se-
937 JUVCD —JtUtTÜ) 938

nor es diferenciada conscientemente de la ac- se promete a los discípulos de Jesús que, aun-
ción ordinaria de comer y beber (10, 18.21; que «beban veneno mortal», éste no les hará
11, 27-32). Se advierte contra un comer y be­ dano.
ber, tal como lo hizo el pueblo en el desierto A la cuestión acerca dei ayuno, Lucas le
(10, 7). El comer y el beber -como todas Ias anade una norma general sobre el vino, que
demás acciones- debe hacerse también a glo­ explica por qué muchas personas rechazan lo
ria de Dios (10, 31). nuevo que Jesús trae (Lc 5, 39). Lo viejo es
Juan 6 habla de un comer y beber que pro- más tolerable para muchos, y de este modo se
duce vida etema. El que come la carne de Je­ entiende la actitud negativa de los judios ante
sus y bebe su sangre (6, 53.54) tiene vida Ias pretensiones de Jesús. - La parábola dei
eterna. Su carne es verdadera comida y su siervo indigno (17, 7-10) hace ver con clari-
sangre verdadera bebida (6, 55). El que come dad que el siervo tiene que servir primera-
esta cEUae y bebe esta sangre permanece en mente a su senor. Tan sólo después que éste
Jesús, y Jesús en él (6, 56). rtívco debe enten- haya «comido y bebido», el siervo podrá «co­
defse en el contexto de Ias palabras sobre el mer y beber» (v. 8). Esta parábola va dirigida
pan (6, 48-58), que están abiertas a una inter- contra Ias falsas expectativas de recompensa.
pretación eucarística. Por tanto, el don conce­ En Heb 6,7 se dice que la tierra que «ha be­
dido por Jesiís consiste -según los relatos de bido la lluvia», recibe la bendición de Dios.
la Ultima Cena- en Jesús mismo. A. Palzkill
5. Además dei comer y beber los dones eu-
cafísticos (->■4), Juan habla dei beber el agua JllÓTtJÇ, 11TOÇ, 1^ piotês grasa*
de la vida (4, 7-14: 7, 37). A la mujer, junto al Rom 11, 17: fi gíÇa Tf)ç juóttitoç, literal­
pozo de Jacob, Jesús le promete un agua que mente «la raiz de la grasa», es decir, la raiz
sacia para siempre la sed. El que beba de esa dei olivo noble que suministra aceite; cf. Test-
agua que concede vida etema, ése no volverá Lev 8, 8; Jue 9, 9 LXX.
ya a tener sed (4, 10-14). Todos los que tienen
sed, deben venir a Jesús (7, 37), y dei que crea
J tiJ tç á a x to pipraskõ vender*
en él, brotarán rios de agua viva (7, 38). El
En el NT el verbo lleva acusativo de cosa
beber el agua de la vida debe considerarse co­
en Mt 13, 46; Hech 2, 45, refiriéndose en am­
mo una afirmación paralela a la de comer el
bos casos a la venta de todos los bienes; en el
pan de la vida (6, 35.50s; cf. 4, 32). Jesús
mismo contexto se hallan los pasivos Hech 4,
mismo es el don, que la persona puede recibir
34; 5, 4. Con genitivo de precio en Mc 14, 5;
por medio de la fe.
«por más de trescientos denarios»; Mt 26, 9:
KoWov-, Jn 12, 5: «por trescientos denarios».
6. Jtívto se usa metaforicamente en los
Mt 18, 25 menciona (en la parábola) personas
enunciados acerca dei cáliz de la Pasión y de que son vendidas (como esclavos}\ se dice
la copa de la ira. El que acepta voluntaria­
también metafóricamente, en Rom 7, 14:
mente sobre sí el destino deparado por Dios, «vendido al pecado (como amo de esclavos)».
está dispuesto a «beber el cáliz» (Mt 26, 42;
ThWNT VI, 160s.
Jn 18, 11; cf. Mc 10, 38s par. Mt 20, 22s, ^
Jtorqpiov). El Apocalipsis habla de beber el
vino de la ira de Dios (Ap 14, 10; 18, 3), con nín;TO) piptõ caer, caerse, precipitarse; lle-
el que se han llenado l2is «copas de la ira» (cf. gar a caer (moralmente), hacerse perece-
también 16, 6). dero*
Según Mt 27 , 34, a Jesús, en la cruz, «le 1. Aparición en el NT y significado fundamental -
dieron a beber vino mezclado con hiel»; él lo 2. caer, caer en, caer de, caer sobre - 3. precipitarse,
probó, pero no quiso bebe rio. En Mc 16, 18 derrumbarse, venirse abajo - 4. Postrarse, caer de ro-
939 940

dillas (y adorar) - 5. Perder la vida, ser muerto, morir, ficado de derrumbarse, venirse abajo: Mt 7,
perecer - 6. Llegar a eaer (moralmente), eaducar, ha- 25.27; Lc 11, 17 (casas); 13, 4 (una torre);
cerse perecedero. Heb 11, 30 (murallas); Hech 15, 16; Ap 11,
B ibl.: W. Bauder, en DTNTI, 205-207; W. Michae- 13; 14, 8 (bis); 16, 19; 18, 2 (bis) (partes de
lis, jtútTO), en ThWNT VI, 161-167; Spicq, N o tes II, una ciudad y ciudades enteras, por ejemplo.
692-694. Babilônia). - Unas personas se desploman por
la impresión: Jn 18, 6 (las personas que habí-
1. En el NT jtbtxco aparece 90 veces, con la
an venido a prender a Jesus); Hech 9, 4; 22, 7
máxima frecuencia en el Apocalipsis (23 ve­
(Pablo ante Damasco); Ap 1, 17 (el vidente al
ces). En los Evangelios el verbo se halla ates-
tiguado 47 veces (19 veces en Mateo, 8 en tener una aparición).
Marcos, 17 en Lucas y 3 en Juan). Los restan­
4. El significado de postrarse, eaer de ro-
tes testimonios se encuentran en Hechos (9),
dillas (intencionadamente) aparece en los si­
Romanos (3), 1 Corintios (4) y Hebreos (3).
guientes pasajes: doce veces el verbo se halla
El NT ofrece además los verbos compuestos
en conexión con «adorar» (->• jiQoaxuvéco).
Èxjtíjtxco, xaxajtLJtxm, JtaQajtíjrxoo y JteQt-
En seis ejemplos Dios es adorado: 1 Cor 14,
jtíxx®. - En la LXX, donde aparece más de
25; Ap 4, 10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4, y en
400 veces, jxbtxco es casi exclusivamente el
dos ejemplos son adorados ángeles: Ap 19, 10
equivalente dei verbo hebreo nfl, «eaer». Su
y 22, 8. Los magos se postraron ante el nino y
significado fundamental es también eaer, ve-
le adoraron (Mt 2, 11). El diablo dijo a Jesús:
nirse abajo, derrumbarse.
«si te postras y me adoras» (4, 9). En la pará­
2. En la mayoría de los lugares se trata de bola dei siervo despiadado, se trata de una
un eaer no intencionado. Las estrellas caen proskynesis dei esclavo ante su amo (18, 26).
dei delo: Mc 13, 25 par. Mt 24, 29; Ap 6, 13; Según Hech 10, 25, Comelio se postra a los
8, 10 (bis); 9, 1. Satanás caía «dei delo como pies de Pedro.
un rayo» (Lc 10, 18). Migajas de pan caen de Una acción de postrarse sin adoración la
la mesa de los ricos (Mt 15, 27; Lc 16, 21). encontramos en Ap 5, 8 y en los siguientes
Los granos de semilla caen en la tierra: Mc contextos: Mt 18, 29 (parábola dei siervo des­
4, 4-8 par. Mt 13, 4-8 / Lc 8, 5.7.8.14; Jn 12, piadado); Mc 5, 22 par. Lc 8, 41 (resurrección
24. Los animales y los hombres caen\ Mt 10, de la hija de Jairo). En Lc 5, 12 (cmación de
29 (gorriones); Lc 14, 5 (el buey y el hom- un leproso) la postración va seguida por una
bre). Mt 15, 14: «Si un ciego guia a otro d e- petición, y en Lc 17, 16 (el samaritano agra­
go, ambos caerán en un hoyo». Un lunático decido) por una acción de gracias. Maria de
se precipita con frecuencia en el fuego y con Betania se postra ante Jesús para saludarle.
frecuencia en el agua» (17, 15). Un espíritu Los discípulos cayeron sobre sus rostros con
maligno «cayó en tierra» (Mc 9, 20). Unas motivo de la Trasfiguración de Jesús y sintie-
personas claman a las montanas y a las rocas ron mucho miedo (Mt 17, 6). Jesús, antes de
diciendo: «\Caed sobre nosotros!» (Lc 23, 30; su prendimiento, se postró en tierra para orar
Ap 6, 16). (Mc 14, 35 par. Mt 26, 39).
Por dos veces se usa itúxxü) en el sentido de
recaer. Hech 1, 26 («la suerte cayó sobre Ma- 5. Once veces el verbo JtCjtxm aparece en
tías») y Ap 7, 16 («ni el sol caerá ya sobre relación con la muerte: Lc 20, 18 par. Mt 21,
ellos»). En Hech 13, 11 jtÍJixoo adquiere el 44 (en sentido figurado: la muerte por eaer
sentido de envolver. «Al instante una niebla y sobre la piedra o por la caída de la piedra); Lc
una oscurídad cayeron sobre él». 21,14 (eaer al filo de la espada); Hech 5,5.10
(eaer muerto)', 20, 9 (la muerte por la caída
3. En relación con edificaciones, míjtxm desde el tercer piso); 1 Cor 10, 8 («y en un día
aparece en los siguientes pasajes con el signi­ cayeron veintitrés mil»); Heb 3, 17 (perecer
941 nuiTCD - racrciç 942

en el desierto); Ap 17, 10 («cinco han caí- quizás la variante con el nombre de ntat-
doy>). Con excepción de Hech 20, 9, la muerte ôta. GNTCom sub loco.
se produce como consecuencia de una culpa.

6. La culpabilidad la expresa también JtlOTevCD pisteuo creer


jtíjtxoo en los siguientes pasajes: Heb 4, 11 - > rtíO TlÇ
(«para que nadie caiga siguiendo el mismo
ejemplo de desobediencia»). Al pueblo de Is­
rael se refieren Rom 11,11 («^Acaso tropeza-
JtiatiHÒç, 3 pistikos fiel, genuino(?)*
El adjetivo aparece en Mc 14, 3 y Jn 12, 3
ron para caerl»), en el mismo contexto en 11,
en la expresión píigou vágôon Jtiotixfjç. El
22 («la severidad para con los que cayeron»)
vaso de alabastro para la unción de Jesús con-
y en 1 Cor 10, 12 («Por tanto, el que cree que
tenía ungüento de nardo (púgov vágôou). El
está firme, tenga cuidado, no sea que caiga»).
adjetivo n:iOTi}tóç se refiere al costoso un­
Y de la oposición entre estar en pie y caer se
güento de nardo y significa probablemente en
habla también en Rom 14, 4: «para su propio
este contexto; auténtico/no falsificado (Spicq,
amo está en pie o cae».
696; «un parfum de nard vrai» o «un nard très
La Carta de Santiago exhorta a decir la ver-
pur»). Pero es posible que juoxixóç se derive
dad; «para que no caigáis bajo juicio» (5,12).
de un sustantivo (Teofilacto; PG 123, 645 B;
El Apocalipsis en una misiva dirigida a Efeso
cf. Jn 12, 3 Vg; pisticus); Bauer, Wõrterbuch,
recuerda a la comunidad su caída y la exhorta
s.v. 3. Spicq, Notes II, 695s.
al arrepentimiento: «jRecuerda, por tanto, de
donde has caído y arrepiéntete y haz Ias obras
que hiciste al principio!» (2, 5). T tía tiç , EOíç, 1^ pistis fe, confianza, fideli-
En Lc 16, 17 se dice que de la ley no cadu­ dad*
cará ni un ápice (-+ 'nepaía)». Por consi- Jtioxeúm pisteuõ creer*
guiente, la Torá seguirá en vigor en todas sus
1. Aparición en el NT y trasfondo lingüístico - 2.
partes. Según 1 Cor 13, 8 el amor tampoco Uso general - 3. Uso específicamente cristiano - 4. Je­
caducará, es decir, no cesará jamás. sús - 5. La fe y los milagros - 6. Pablo - 7. Evangelio
de Juan y Carta primera de Juan - 8. Hebreos - 9. San­
E. Palzkill tiago - 10. Las Pastorales.
B ih l.: ->■ àjtioxéü), ^ ôLiyoJtiaTÍa, además; M.
ülfHÒiot., Ciç Pisidia Pisidia* Barth, The F aith o f th e M essiah: Heythrop Journal 10
Nombre de una región montanosa situada al (1969) 363-370; G. Barth, P istis in hellen istisch er Re-
ligiositãt: ZNW 73 (1982) 110-126; H. Binder. D er
oeste de la cordillera dei Tauro, y que fiie vi­ G laube b e i P aulus, Berlin 1968; G. Bomkamm, Jesús
sitada por Pablo y Bernabé (Hech 14, 24). de N azaret, Salamanca ^1996, 135-144; Id., P ablo de
Hech 13, 14 Textus Receptus lee: 'Avrioxeiot Tarso, Salamanca *1997, 194-199; J. E. Botha, The
M eanings o/pisteuõ in the G reek NT-. Neotestamenti-
tfiç Iliaiô íaç, «Antioquía de Pisidia». Haag, ca 21 (1987) 225-240; E. Brandenburger, P istis un d
Diccionario, 1534; Pauly, Lexikon IV, 868- Soteria. X um V erstehenshorizont von «G laube» im Ur-
870. christen tu m : ZThK 85 (1988) 165-198; H. Braun,
G laube, en RGG II, 1590-1597; R. Bultmann, Jesus,
Tübingen *1951, 135-160; R. Bultmann, Teologia,
I l i a í ô i o ç , 3 Pisidios de Pisidia, pisidio* 372-390 y 487-511; H. Conzelmann, Was glaubte die
fr ü h e C hristenheit?, enid., T heologie a is Schriftausle-
El texto más antiguo de Hech 13, 14 (p'^^'^'^ gung, München 1974, 106-116; C. E. Cranfield, Mé-
Sin A B al) no lee el nombre Ilioiôía, sino T Q O V m ía x E c o ç in R o m ans 12, 3: NTS 8 (1961-1962)

el adjetivo IIioíôioç: "AvTtóxeia n io iô ía , 345-351; A. Delacharlerie, F o i e t m ira c les dans les


é va n g iles sy n o p tiq u e s, tesis Louvain 1960; A. von
«la Antioquía pisidia». Sin embargo, el adje­
Dobbeler, G laube a is Teilhabe. H isto risc h e u n d se-
tivo II loÍôioç no se halla atestiguado en nin- m antische G rundlagen d e r p ln T heologie un d E kkle-
guna otra parte. Por tanto, habrá que preferir siologie des G laubens (WUNT11/22), Tübingen 1987;
943 moTiç 944

H. Dõrrie, Z u H eb r. I I . 1: ZNW46 (1955) 196-202; G. g io sitã t in p ln G em einden: NTS 25 (1978-1979) 422-


Eichholz, J a k o b u s u n d P a u lu s (TEH 39), München 442; H.-F. WeiB, H e b r ã e r b r ie f (KEK), Gõttingen
1953; Id., G lauhe u n d W erh hei P a u lu s u n d Jakobus 1991, 564-571; W. Wiefel, G laubensgehorsam ? Erwã-
(TEH 88), München 1961; G. Friedrich, M u ji tutaxof] gungen zu R õ m 1, 5, en W ort u n d G em einde. F S f ü r E.
jiícrcecoç R õ m I, 5 m it «G laubensgehorsam » übersetzt Schott, Berlin 1967, 137-144; H. Wildberger, «G lau­
werden?: ZNW 72 (1981) 118-123; Goppelt, Theolo- ben» im A T: ZThK 65 (1968) 129-159; Id., ’mn, en
gie II, 454-464; W. Grundmann, V erstãndnis u n d B e- DTMAT I, 275-319; S. K. Williams, A g a in Pistis
w egung d es G laubens im Johannesevangelium : KuD 6 Christou: CBQ 49 (1987) 431-447; Id., The H ea rin g o f
(1960) 131-154; K. Haakker, G laube (II/3), en TRE Faith: 'Axoti jtíOtecüç in Gal. 3: NTS 35 (1989) 82-
XIII, 289-304; F. Hahn, D a s G laubensverstãndnis im 93; E. Wissmann, D a s V erhãltnis vo n jtíoTiç un d
Johannesevangelium , en G laube u n d E schatologie. F S C h ristu sfrõ m m ig ke it b ei P a u lu s, Gõttingen 1926; J.
f ü r W. G. K üm m el, Tübingen 1985, 51-69; Id., Jesu Zmijewski, D e r G laube un d sein e M acht. E ine tradi-
W orte vo m b e rg e ve rse tze n d en G lauben: ZNW 76 tio n sg esch ich tlich e U n tersuchung zu M t 17, 20; 21,
(1985) 149-169; Id., S eh en u n d G lauben im Joh a n n es­ 21; M k 11, 23; L k 17, 6, en F S Z im m erm ann, 81-103;
eva n g eliu m , en F S C u llm a n n 1972, 125-142; D. M. para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1233-1236.
Hay, Pistis as «G ro u n d f o r F aith» in H e lle n ized Ju-
daism a n d P aul. JBL 108 (1989) 461-476; H.-J. Her-
1. En el NT el sustantivo y el verbo apare-
misson-E. Lohse, G lauben (Kohlhammer Taschenbü-
cher 1005, Bibl. Konfrontationen), Stuttgart 1978; M. cen, cada uno, 243 veces; los términos faltan
D. Hooker, Iltatiç XQiotoíí: NTS 35 (1989) 321-342; en Ias Ctirtas segunda y tercera de Juan. Co­
G. Howard, On th e ‘F aith o f C hrist': HThR 60 (1967) mo, por un lado, el Evangelio de Juan emplea
459-465; A. 1. Hultgren, T he Pistis Christon F orm ula- únicamente el verbo, y Colosenses, Filemón,
tio n in P a u l NovT 22 (1980) 248-263; A. Jepsen,
'ãm an, en DTAT I, 309-343; E. Kâsemann, D e r G lau­ 2 Pedro y Apocalipsis emplean únicamente el
be A b ra h a m s in R õ m 4, en Id., P ln P erspektiven, Tü­ sustantivo, y como, por otro lado, es frecuen-
bingen 1969, 140-177; Id., A n die R õ m er (HNT), Tü­ te que el mismo enunciado pueda expresarse
bingen ^1974, lOOss; J. Kõmer, D a s Wesen des G lau­ por medio dei verbo o por medio dei sustanti­
b en s n a ch dem A T: ThLZ 104 (1979) 713-720; W.
Kramer, C hristos K yrio s G ottessohn, Zürich 1963, 41- vo, convendrá estudiar ambos conjuntamente.
60; O. Kuss, D e r G laube nach den p ln H auptbriefen, No sólo la ftecuencia, sino también principal­
en Kuss I, 187-212; M. Lautenschlager, D e r G egen- mente la índole dei uso de los términos de-
sta n d d es G laubens im Jakobusbrief: ZThK 87 (1990)
muestran que se trata de un concepto teológi­
163-184; H. Ljungman, P istis, Lund 1964; E. Lohse,
G laube u n d Werke: ZNW 48 (1957)T-22; Id., E m una co central, que describe la recta relación con
u n d P istis: ZNW 68 (1977) 147-163; D. Lührmann, Dios y, finalmente, la esencia de la reügión
G laube im fr ü h e n C h risten tum , Gütersloh 1976; Id., cristiana en general.
G laube, en RAC XI, 48-122; Id., G laube (II), en EKL’
II, 190-193; O. Merk, G laube un d Tat in den P astoral- Ahora bien, tal significación no la tienen jtio-
briefe: ZNW 66 (1975) 91-102; M. Peisker, D e r G lau-
TEÚEiv / jtíoTiç ni en el mundo helenístico o judio
b e n sb e g riff b ei P hilon, tesis Breslau 1936; W. Rebell,
A lie s ist m õg lich dem , d e r glaubt. G laubensvollm acht
ni tampoco en el AT. Dificilmente se podrá afir­
im frü h e n C hristentum , München 1989; J. Roloff, D as
mar que itiOTEijeLv / itíoriç haya sido en el hele-
KerygrtM u n d d e r ird isch e J e s u s, Gõttingen ^1973, nismo un «eslogan de Ias religiones para hacer
152-207; W. Schenk, D ie G erechtigkeit G ottes u n d der propaganda». Pero, por otro lado, tampoco es
G la u b e C hristi: ThLZ 97 (1972) 161-174; E. Seidl, cierto que el uso religioso de niax- haya resulta­
jtíOTiç in d e r griech. Lit. bis zu r Z e it des P eripatos, te­ do extrano para el griego contemporâneo (ade-
sis Innsbruck 1952; R. Smend, Z u r G esch ich te vo n más de los testimonios aducidos en Bauer, WóV-
h’mjn, en H e b ra isc h e W o rtforschung. F S f ü r W. terbuch, j.v., cf. Platón, Tim 40d.e; Plutarco, Su-
B au m g a rtn er, Leiden 1967, 284-290; Th. Soding, perst 2.4; Pyth 17.25; GenSocr 24; Consolatio ad
G laube b ei M arkus. G laube an da s E vangelium , Ge- uxorem, 11; De sera numinis vindicta, 3; Lucia-
betsg la u b e u n d W underglaube im K o n text d e r m arki- no, Alex 30.38; JupTrag 40; Philopseudes, 10.38;
nischen B asileia th eo lo g ie u nd C hristologie (SBB 12),
Satumalia, 5; De Sacrificlis, 15).
Stuttgart 1987; Spicq, N o tes II, 697-703, J. Swetnam,
The M ea n in g o/itejaoTEüXÓxaq in John 8, 31: Bib 61
La LXX (con excepción de Jer 25, 8) emplea
(1980) 106-109; G. M. Taylor, T he F u nction ofttíoriç de ordinário términos del tema nicrt- para tradu-
XçiOTotj in G alatians: JBL 85 (1966) 58-76; C. Tho- cir únicamente el tema hebreo 'mn, sobre todo en
massen. D e r G laube na ch P aulus, d argestellt an den Ias conjugaciones hifil y nifal. Sin embargo, ’m n
H a u p tb rie fe n d e s A p o ste is, Münster i. W. 1970; L. no tiene el mismo papel central que JUOXeÚEtv /
Walter, F o i e t In c réd u lité selo n S a in t Jean, tesis Paris jtíoTLÇ en el NT, sino que designa la relación del
1975; N. Walter, C h ristusglaube u n d h eidnische R eli- hombre con Dios, pero lo hace sólo juntamente
945 JtlOTlÇ 946

con otros términos como bth, (fsh, qwh, yhl, Ifkh. labras o al mensaje de alguien»; Lc 1, 20; Jn
Si a ’mn (hifil) le corresponde por ello un papel 2, 22; 4, 50; 5, 47b; 12, 38; Rom 10, 16 (cita
más central que el que tenía en los oráculos de de Is 53, 1); «.creer a la Escritura»; Jn 2, 22; 5,
salvación de la guerra santa (Wildberger), es cosa 47a; Hech 24, 14; Jn 10, 38b, to iç EQyoiç (en
discutible (Jepsen). Pero, en todo caso, ’mn con su testimonio); 2 Tes 2, 11.12, creer la menti­
sus significados de «adquirir firmeza», «fiarse
absolutamente de alguien», «dar crédito a un ra o la verdad. - Con oración de oti; «creer
mensaje», influyó intensamente en la compren- que...» (cf. Ex 4, 5; Is 43, 10; 4 Mac 7, 19)
sión de Jtiax- en el judaísmo y en el NT. Lc 1, 45; Jn 4, 21; Hech 27, 25; Heb 11, 6
Tan sólo en algunos escritos judios resaltará Sant 2,19. - Con acusativo de cosa: Jn 11,26
más intensamente el tema moT- para designar la juoreóeiç t o õ x o ;, «^lo c r e e í ? » ; Hech 13, 41
relación con Dios, como sucede principalmente (cita de Hab 1, 5); 1 Cor 13, 7; 1 Jn 4,16; con
en Eclo 2, 6.8.10; 4, 16; 11, 21; Sab 16, 26; 4
Mac 7, 19.21; 15, 24; 16, 22; Filón, Abr 262ss; infinitivo; JuaT8Úo[tev oor&fívaL, Hech 15,
268ss; Her 90ss; VitMos I, 83.90; All II, 89, pero 11; en voz pasiva; èjuoTeúOT] t ò p,aQTÚQiov
el significado de este tema se asocia entonces con q[j,ã)v, «nuestro testimonio encontro fe en vo-
la conversión al judaísmo (Sab 12, 2; Jdt 14, 10; sotros», 2 Tes 1 ,10b. - Con frases preposicio-
Filón, Abr 69s) y con el vópoç (Eclo 32, 24; 33, nales: Lc 24, 25; juoxeóeiv èttl jtã0iv olç
3; 4 Esd 7, 24; ApBar [sir] 54, 5). èXá)tT)0av..., «creer todo lo que eUos han ha-
blado»; Mc 1, 15; èv xrô EuaYYe^to) (cf. Sal
Sin embargo, de qué modo m orebeiv / jtía- 105, 12 LXX), «... en el EvangeUo». - El ver­
TLÇ se convirtieron en el concepto teológico bo se usa en sentido absoluto, y los detalles se
central dei NT para designar la recta relación deducen dei contexto: Mc 13, 21 par. Mt 24,
con Dios y la religión cristiana en general, es 23; Mt 24, 26, «jno (les) creáis\»\ Lc 22, 67;
algo que no se puede explicar con total clari- Jn 3, 12; 10, 25s; 12, 39; 19, 35; 20, 8.25.29;
dad desde ese trasfondo judio por sí solo. Sant 2, 19b; Jds 5; el contexto explica tam-
Aqui hay que contar con que se produjo in- bién lo que se dice en Rom 14, 2; jtioxEÚei
dependientemente un ulterior desarrollo cris- cpaYEtv itávxa, «... cree que puede comer de
tiano. todo».
2. a) niOTTEVOi, creer. 2) Dios como objeto de la fe: Rom 4, 3;
Gál 3, 6; Sant 2, 23: xtí) O^eõ), «Abrahán creyó
1) «Dar crédito a un mensaje y/o a quien
a Dios» (cita de Gén 15, 6); Rom 4, 17: Jtaxé-
trae el mensaje; el uso puramente profano (cf.
vavxi ot) èjiíoxEuoEV ■&eoõ (= Jtaxévavxi
Gén 45, 26; 3 Re 10, 7; Job 4, 19; Prov 14,
■fl-eofi (b èiTÍoxEUoev, cf. Bla6-Debrunner §
15; Jer 12, 6 y passim) es raro: Jn 9, 18; Hech
294, 5); Jn 5, 24; Hech 27, 25; 1 Jn 5 , 10b; cf.,
9, 26; 1 Cor 11, 18; x a l [iéq o ç t i ju o t e -vkü, «y
como contraste, Hech 16, 34; Tit 3, 8: «llegar
en parte lo creo». Destaca por completo en
a creer en Dios».
primer plano la referencia religiosa. Según
sea el contexto, JtioxéiJCú puede adquirir más 3) «Confiar algo a alguien», xiví xi (cf. Je-
el significado de considerar verdadero, obe­ nofonte, Mem IV, 4, 17; 1 Mac 8, 16; 4 Mac
decer o confiar. 4,7 ; Josefo, Bell IV, 492); Lc 16,11; «^Quién
Con dativo de persona (cf. Ex 4, 1.8s; 19, os confiará lo verdadero (el bien verdade­
9): Mc 16, 13: «tampoco a ellos les creye- ro)?»; Jn 2, 24, confiarse a alguien. En voz
ron»-, 16, 14; Mc 11, 31 par. Ml 21, 25 / Lc pasiva, rttoXEÓoixaí xt, «recibir algo como
20, 5, «ipor qué entonces no le creísteis (= cosa confiada / ser confiado algo a una perso­
obedecisteis) a él (a saber, a Juan)?»; de igual na» (cf. Josefo, Bell V, 567; Vita 137): Rom
manera Mt 21, 32; además Jn 5, 46; 8, 45s; 3, 2: «a ellos lesfueron confiadas Ias palabras
10, 38a; Hech 8, 12; 26, 27; 1 Jn 4, 1. - Con de Dios»; el Evangelio: Gál 2, 7; 1 Tes 2, 4; 1
dativo de cosa (cf. Sal 105, 24 LXX; 118, 66 Tim 1, 11; Tit 1, 3; olttovopíav itEttíoxEU-
LXX; Tob 14,4): «Dar fe (o crédito) a Ias pa- |xai, 1 Cor 9, 17.
947 jaoTiç 948

b) n ía tiç. por de pronto el hecho de que tan sólo en el


1) «Lo que suscita confianza, fe»: a) Fide- NT la «fe» llega a ser la designación central y
lidad, fiabilidad (cf. Jenofonte, An I, 6, 3; 1 sintetizadora de la relación dei individuo con
Re 26, 23; Jer 5, 1.3; Eclo 1, 27; 1 Mac 10, Dios, y de que especialmente la fe se encuen-
27): junto a xqÍ0 iç y êlteoç en Mt 23, 23; fi- tra ahora en relación indisoluble con Jesus co­
delidad (a la voluntad de Dios revelada en la mo el Senor -crucificado y exaltado- de la
Escritura); Rom 3, 3: ttjv JtíoTiv xoü lleon comunidad.
xataQYÉü), «anular lafidelidad de Dios (al a) La vinculación de la fe con Jesus se ex-
pacto)» (cf. Sal 32, 4 LXX; Os 2, 22); Tit 2, presa casi siempre en palabras que hablan de
«creer en él»; JU0T8t)Co elç Ttiooüv, Jn 12,
10: jiã a a v J t í a t i v èvôsíxvnaD ai à Y a '6 't í v ,
«mostrar toda buena/idelidad». Junto a otras 11; eiç X qioxòv Tr^oonv, Gál 2, 16; Eiç tòv
virtudes, en Gál 5, 22; 2 Tim 4, 7; «he mante- uLòv (xon Ueon), Jn 3, 36; 1 Jn 5, 10; eiç xòv
nlòv xon a,v'&Qtbn;on, Jn 9, 35; eiç an tó v o
nido lafidelidad» (x T |p é to j t í o x i v , Josefo, Bell
n , 121). b) solemne promesa, juramento (cf. õv, Jn 2, 11; 3, 16.18; 4, 39; 6, 29.40; 7,
Jenofonte, Cyrop VII, 1, 44; Platón, Leg III, 5.31.39.48; 8, 30; 9, 36; 10, 42; 11, 45.48; 12,
701c; 3 Mac 3, 10; Josefo, Ant XII, 382): xt|v 37.42; Hech 10, 43; 14, 23; Rora 10, 14; Flp
1, 29; 1 Pe 1, 8; eIç èjié, Mt 18, 6; Mc 9, 42
jtQ c ó x q v j i í o x i v iq f lé x T jo a v , 1 Tim 5, 12,
«quebrantaron la primera (= anterior) prome­ V .I.; Jn 6, 35; 7, 38; 11, 25s; 12, 44.46; 14,

sa». c) prueba (cf. Platón, Phaed 70b; Epicte- I . 12; 16, 9; 17, 20; 8iç tò õvo|j,a..., Jn 1, 12;
to, Diss I, 28, 3; Josefo, Ant XV, 69): Hech 2, 23; 3, 18; 1 Jn 5, 13; eiç xòv eq)(;Ó[X8vov,
17, 31: jtíoxLV jtapaoxcbv Jtãoiv àvaoTTj- Hech 19,4. - tciatenco èv aíitm , Jn 3, 15 (v.l.
a a ç an tò v èx vexQÕiv (Dios destinó a Jesus EÍ.Ç anxóv); Ef 1, 15; por el contrario, es dis-
como Juez dei universo) «dando a todos una cutible si en Gál 3, 26 èv Xpiotrô Tr|aotj de-
prueba (de su elección) al resucitarlo de entre be referirse a ô ià xfjç xíoxEcoç. - moxEtnx)
los muertos». èjtt..., Mc 27, 42; Hech 9, 42; 11, 17; 16, 31;
2) «Confianza que uno pone en práctica, 22, 19; 1 Tim 1, 16; en Rom 9, 33; 10, 11; 1
fe». a) Con indicación de Dios como objeto Pe 2, 6 como cita de Is 28, 16. - moteúco tm
XUQÍO), Hech 5, 14; 18, 8; xõ) ôvópaxi..., 1 Jn
de la fe: Mc 11, 22: jtíoxiç •&eoü (genitivo ob­
jetivo, cf. Plutarco, Superst 2: àjttaTÍa xon 3, 23. Guando hay uso absoluto, puede dedu-
■deíou), «fe en Dios / confianza en Dios»; Heb cirse también por el contexto que Cristo es el
6, 1: JiíoTiç èm •&8Óv; 1 Tes 1, 8: JtQÒç tòv objeto de la acción de maxEÚEiv: Mc 15, 32;
Oeóv; 1 Pe 1, 21: eíç -&8ÓV. b) Aun sin men­ Jn 1, 7; 4, 41s.53; 5, 44; 6, 36.47.64; 9, 38;
cionar a Dios, el contexto puede mostrar que II, 15.40; 14, 29; 16, 31; 20, 31b; Hech 13,
Dios es el objeto de la Jtíoxiç: Mt 17, 20 par. 39; 18, 8b; 21, 25; Rom 3, 22; 10, 4.10; 1 Cor
Lc 17, 5s; Mt 21, 21; Col 2, 12: Fe en el po­ 1, 21; Gál 3, 22; Ef 1, 19; 1 Tim 3, 16 (en voz
der de Dios; Heb 11, 3-33.39; Sant 1, 6; 5, 15.pasiva). - Ttíoxiç eiç..., Hech 20, 21; 24, 24;
26, 18; Col 2, 5. - ítíatiç JtQÓç..., Fim 5. La
3. Aunque no podemos suponer como pun- construcción de genitivo Jtíoxtç X qloxoü en
to de partida la existência de un concepto uni­ Rom 3, 22.26; Gál 2, 20; Flp 3, 9 debe enten-
forme de la fe, que hubiera estado al comien- derse también como genitivo objetivo {«fe en
zo de la evolución neotestamentaria y que Cristo»), como lo demuestra claramente Gál
luego se hubiese desarrollado de diversas ma- 2, 16; cf. además Hech 3, 16; Ef 3, 12; Sant 2,
neras, sin embargo en la amplia mayoría de 1; Ap 2, 13; 14, 12; cf. el genitivo objetivo
los niveles y de los escritos dei NT puede ob- que aparece análogamente en Mc 11, 22, «fe
servarse la existência de una manera de hablar en Dios»; Flp 1, 27, «fe en el Evangelio», así
que se distingue claramente de la dei mundo como en Col 2, 12 y 2 Tes 2, 13.
dei AT y dei judaísmo y que en este pimto pre­ b) Lo que significa la fe en Cristo, lo ex-
cisamente muestra cierta continuidad y coin­ presan oraciones de ôti, en Ias que se han po­
cidência. Entre estas características se cuenta dido recoger fórmulas ya acunadas. Esa fe
949 JUOTIÇ 950

significa que Dios le resucitó de entre los 8, 12; Hech 4, 4; 8, 13; 11, 21; 13, 12.48; 14,
muertos, Rom 10, 9; que Jesus murió y resu­ 1; 15, 7; 17, 12.34; 18, 8; 19, 2; Rom 13, 11;
citó, 1 Tes 4, 14; cf. Rom 6, 8; que Jesús fue 1 Cor 3, 5; 15, 2.11; Gál 2, 16; Ef 1, 13. Ve­
enviado por Dios, Jn 11, 42; 16, 27.30; 17, mos que lo mismo sucede con el perfecto en
8.21; que Jesús es el Santo de Dios, Jn 6, 69, Hech 14,23; 15,5. Los cristianos son los reia-
el Cristo, el Hijo de Dios, Jn 11, 27; 20, 31; 1 TEÚovxeç: Mc 9, 42 v.L; Hech 2, 44; 1 Cor 14,
Jn 5, 1.5 (cf. también la constracción de infi­ 22; 1 Tes 1, 7; 2, 10.13; 1 Pe 2, 7, o los juo-
nitivo en Hech 8, 37 v.L). Por eso, la fe en Je­ T eóoavxeç en Mc 16, 17; Hech 4, 32; 2 Tes 1,
sús no es la fe en una deidad distinta, sino la 10, o los JTEmoxEnuóxEÇ en Hech 18, 27; 19,
fe en que sólo Dios es quien ha actuado salví- 18 (cf. 21, 40) o también los o ÍxeI oi xfjç
ficamente en Jesús y se ha revelado en él. Por jttaxEroç en Gál 6, 10.
eso, la fe en Jesús, Jn 12, 44; 14, l.lOs; 1 Tes d) Además de esto, Jtíaxiç puede designar
1, 8 es al mismo tiempo fe en Dios o conver- también el hecho de ser creyente, la condición
sión a Dios, Hech 20, 21, porque es fe en el de tener lafe: Lc 22, 32, «... que tu /e no se
Dios que resucitó a Jesús de entre los muer­ extinga»; 1 Cor 2, 5, «para que vuestra/e no
tos, Rom 4, 24; Col 2, 12, y por tanto fe en la se base en sabiduría humana»; así sucede
revelación salvífica de Dios en Cristo, fe en la principalmente cuando se habla de estar en la
Luz, Jn 12, 36. La fe es, por tanto, la acepta- fe o de permanecer en la fe, Hech 14, 22; 1
ción dei mensaje salvífico de la acción de Cor 16,13; 2 Cor 1, 24b; 13, 5; Col 1, 23; pe-
Dios en Cristo; en Mc 1, 15 y Flp 1, 27 esa fe ro también en Hech 14, 27: fiÚQa jtíoxewç,
se asocia con el Evangelio (cf. también Mc «puerta a la-/e (= al estar en lafe)»-, además
16, 15s; Rom 1, 16; 1 Cor 15, Is; Ef 1, 13) y Hech 15, 9; 1 Cor 15, 14.17; 2 Cor 4, 13; Ef
forma parte precisamente de la proclamación 2, 8; Col 2, 7; 1 Tes 3, 2.5ss; 2 Tes 1, 4; 3, 2;
misionera hecha a judios y gentiles, Hech 10, 1 Tim 3, 13; Sant 2, 5; 1 Pe 1, 5.7.9; 5, 9; Ap
43; 13, 39; 16, 31; 20, 21; 24, 24; cf. Rom 1, 13,10, o cuando se habla de la coraza de la/e,
5; Jn 17, 20s; Lc 8, 12s; Hech 14, 27. No se 1 Tes 5, 8, o dei escudo de la/e, Ef 6, 16. El
trata, ni mucho menos, de la mera aceptación infinitivo èv xrâ moxEÚEiv (Rom 15, 13) pue­
de la verdad de unos hechos, sino que el m o- de tener también el mismo sentido.
TEÚEiv ÕTi... (Rom 10, 9) está inseparable- Con frecuencia se piensa no tanto en la
mente unido a la confesión x Ú q i o ç Tqaoüç, existência de la fe, sino más bien en la vitali-
con la cual el creyente se somete a Jesús co­ dad o intensidad de la misma. Así sucede
mo a su Senor. Esta fe abarca una manera de cuando se habla dei crecimiento de la fe (2
entenderse a sí mismo y de comportarse que Cor 10, 15; 2 Tes 1,3), dei fortalecimiento en
determina toda la existência, dei mismo modo la fe (Hech 16, 5), dei abundar (-+ JtEQto-
que la fe está asociada (Mc 1, 15; Hech 11, oeúco) en la fe (2 Cor 8, 7), de la obra de la fe
21; 20, 21) con la conversión y se entiende (1 Tes 1, 3; 2 Tes 1, 11); cf. también 2 Pe 1, 5;
como un acto de obediência (Rom 10, 16; Ap 2, 19, y cuando se dice que hay personas
■ÓJtaxof] JTÍOTEtoç: Rom 1, 5; 16, 26 [genitivo jtXfiQqç JxíoxECoç xa i JtvEÚpaxoç, Hech 6, 5;
explicativo]), según se ve especialmente por 11, 24. Aqui habrá que incluir también los pa-
la comparación de Rom 1, 8 y 1 Tes 1, 8 con sajes de Rom 1,12; 14, 22; Ef 4, 13; Rom 12,
Rom 15, 18 y 16, 19, y de 2 Cor 10, 5 con 10, 3 -> [iéxQov JiíoxEcnç; es discutible si hay que
15, y por la oposición a -> aotEifiéto (1) en Jn incluir también Fim 6 (->■ xotvtúvía xfjç jtío-
3, 36; Hech 14, 2; Rom 11, 30s; 1 Pe 2, 8; 3, XECOç; pero, desde luego, hay que incluir los
1;4, 17. pasajes en los que aparecen asociados la fe y
el amor: Ef 3, 17; 6, 23; Col 1, 4; 2 Tes 1, 3;
c) Sobre todo en aoristo, irioxEiJCO se con- 1 Tim 1, 14; 2, 15; 4, 12, y en los que se ha­
vierte en el término técnico para designar el bla de la tríada/c, amor y esperanza, 1 Cor
hecho de llegar a lafe = hacerse cristiano: Lc 13, 13; 1 Tes 1, 3; 5, 8 (sobre la tríada, cf. H.
951 3 U 0 T IÇ 952

Conzelmann, An die Korinther I [HNT], a y Marcos, al narrar la respuesta dei padre su­
propósito de 13, 13). Lc 18, 8 habrá de enten- plicante: «]Creo, pero ayuda a mi increduli-
derse probablemente en este misrao sentido: dad!» (9, 24), nos bace ver que aquel padre lo
«Cuando el Hijo dei hombre venga, i,hallará babia comprendido acertadamente: Tal fe no
fe (viva) en la tierra?» la «posee» uno; es un movimiento constante
e) En algunos pasajes jtíoTiç puede desig­ de la incredulidad bacia la fe, y con ello el
nar ya la fides q m e creditar, el contenido de único comportamiento adecuado ante la ofer­
la fe, la religión cristiana (en Plutarco, Pytb ta hecha por la bondad de Dios.
18; Amat 13, iríoTiç designa ya la religión re-
cibida de los antepasados: r| náxQioç x a l Tca- 5. En una serie de historias de milagros Je­
Xaià Jiícruç). Se encuentran ya inicios en Pa- sús babla de la fe: Mc 2, 5 par. Mt 9, 2 / Lc 5,
blo (Gál 1, 23): «El predica abora la /e (= la 20; Mc 5, 36 par. Lc 8, 50; Mt 8, 10 par. Lc 7,
religión) que en otro tiempo perseguia». Ade- 9; Mt 9, 29; 15, 28; la expresión ■q Jiíoxiç oou
más, en Hecb 6, 7 se babla de bacerse obe­ oéacoxév oe aparece en Mt 5, 34 par. Mt 9,22
diente al mensaje de la fe o de aceptar obe­ / Lc 8, 48; Mc 10, 52 par. Lc 18, 42; Lc 17, 9
dientemente la/e; Ef 4, 5, «una fe, un bautis- (cf. también 7, 50); cf. además Mc 4, 40 par.
mo...»; además, 1 Tim 1, 19; 2, 7; 3, 9; 4, 1.6;Lc 8, 25. Como la forma y el lenguaje de Ias
6, 21; Tit 1,1; 2 Pe 1, 1; Jds 3, 20. historias de milagros están plasmados por la
comumdad narradora, no es posible verificar
4. La significación central de moTeÚEiv / sencillamente que tales enunciados sean pala-
TtíoTiç en la comunidad post-pascual nos invi- bras dei Jesús terreno.
ta a preguntamos basta qué punto puede ba- Pero, por otra parte, muestran tan excepcio­
llarse una «base» para todo ello en la predica- nal comprensión de Ias relaeiones entre la fe y
ción de Jesús. Es verdad que Jesús no exigió el milagro, que no pueden entenderse tampo-
que se creyera en su propia persona (jua- co sin la influencia de la predicación de Jesús.
teóeiv eiç èp,é en Mt 18, 6 y Mc 9, 42 v.l. es Porque, mientras que en el mundo circundan­
redaccional); pero él, evidentemente, exbortó te (Luciano, Philopseudes 9.13; pero cf. tam­
y alentó a una fe que, en su radicalismo, so- bién Ex 4, 8s; 14, 31; Sal 78, 22; más testi-
brepasaba con mucbo lo que la teologia con­ monios en O. Weinreich, Antike Heilungs-
temporânea sabia decir acerca de la fe. La fra­ wunder, GieBen 1909, 87 y 119) y en una ex­
se de que todo es posible para el que cree, en tensa corriente de la tradición cristiana sobre
Mc 9, 23, y la sentencia, trasmitida de diver­ los milagros (Jn 2, 11.23; 4, 53; 11, 15.42.45;
sas maneras, acerca de «la fe como un grano 20, 31; Hecb 5, 12ss; 9, 42; 13, 12; 19, 17s;
de mostaza» o de la fe «que mueve monta- HechPe 2, 4.12s.23.28.32; HechJn 22.30.42.
nas», Mt 17, 20 par. Lc 17, 6; Mt 21, 21 par. 56s; HechTom 6ss.53) el milagro precede a la
Mc 11, 23; cf. 1 Cor 13, 2 (sobre la bistoria de fe y ésta es la consecuencia dei milagro, ve­
Ias tradiciones cf. G. Bartb: ZTbK 72 [1975] mos que la tradición sinóptica muestra preci­
271-282; Zmijewski, 81-101; Mt 17, 20 po- samente la relación contraria: la fe suplicante
dria contener en el núcleo la versión más an- precede a la curación milagrosa y recibe el
tigua) bacen que el creyente participe de la milagro. Por eso. Ias exigências de senales
omnipotencia de Dios. El contraste entre una (Mt 12, 38ss par.; Mc 8, l l s par.) y los mila­
fe tan pequena como un grano de mostaza, y gros espectaculares (Mt 4, 5ss par.; Mc 15, 32
un efecto que sólo es posible para el poder par.) son rechazados estrictamente, y Jesús no
creador de Dios, bace ver claramente que se- obra ningún milagro allá donde tropieza con
mejante fe no es realización dei hombre, sino incredulidad (Mt 13, 58 par.). Esta compren­
confianza en la ilimitada bondad de Dios. Por sión de la fe y dei milagro, tan opuesta a la
eso, esta fe es definida expresamente en Mc manera de pensar dei mundo circundante y a
11, 24 par. Mt 21, 22 como la fe de la oración. la extensa corriente de la tradición cristiana
953 moTiç 954

posterior acerca de los milagros, se explica 5, 1; 9, 30; 10, 6; 14, 23; Gál 3, 7ss.22.24; 5,
facilísimamente si tiene su razón de ser en la 5) o ô ià Jtíaxeaiç (Rom 3,25.31; Gál 2,16; 3,
actividad misma de Jesus. 14.26; Flp 3, 9; èx j i Lotecoç y ôiò JtíaxECOÇ
Una corriente relativamente reducida de la son expresiones sinônimas en Rom 3, 20; pe-
tradición cristiana primitiva trasmitió esta ro en Rom 5, 22 aparece en lugar de ellas el
comprensión de la fe; Mateo la acentuo espe­ dativo xfj níoxei). Por este motivo, Pablo pue­
cialmente por medio de expresiones como d)ç de hablar de la õixaioaúvT] jtíoTECoç (Rom 4,
èrríorenoaç yevtt&iítcí) ooi, en 8, 13, o x a t à 13), la eual, como ôixaioaúvT] O^eoõ (10, 3) o
TT)v 31ÍOTIV npcóv YEvriüfiTa) opív, en 9, 29 èx ^EOÜ ôixaiooúvT) (Flp 3, 9) se halla en
(cf. también 15, 28); cf. además Hech 3, 16; oposición estricta a la ôixaioaúvq èx vóp,ou
14,9. Por el contrario, la corriente más exten­ (3, 9) o a la L8ía ôixaiooúvti (Rom 10, 3).
sa de la tradición cristiana primitiva acerca de Así como la justicia solamente puede reci­
los milagros vio en el milagro un medio de birse èx Jtíoxemç, así también su revelación
propaganda que debía suscitar o fortalecer la en el evangelio se orienta e Íç jilo tiv , Rom 1,
fe; carismáticos y taumaturgos itinerantes (cf. 17; es decir, este camino de salvación por la
Mc 6,7; 1 Cor 12, 9) debieron de ser sobre to­ fe, abierto por Cristo, es la voluntad genuina
do los portadores de esta comprensión. y original de Dios (Gál 3, 15ss). Pablo lo ve
anunciado en el AT (en el contexto de Rom 1,
6. En Pablo moTeúeiv / juoxía ocupan to­ 17 y Gál 3, 11 el texto de Hab 2, 4 habrá que
talmente el centro de su pensamiento teológi­ traducirlo probablemente: «Aquel que por fe
co. Pablo recoge así el significado cristiano es justo vivirá») y lo ve prefigurado en la fe
general de la aceptación dei mensaje sobre la de Abrahán (Gén 15, 6): la promesa hecha a
acción salvífica de Dios en Cristo (Rom 10, Abrahán y la condición de hijos de Abrahán
9.14; 13, 11; 1 Cor 1,21; 2, 5; 15, 2.11; Gál 2, se conceden a los creyentes (Rom 4; Gál 3,
16 y passim). Por eso, la fe viene siempre de 6ss). En todo ello, la fe de Abrahán no se con­
la palabra (Rom 10, 14), es k ío t iç àxofjç, sidera -cual en el judaísmo- como una virtud
Rom 10, 17, y por este motivo se habla dei (Filón, Her 90ss; cf. 1 Mac 2, 52) o incluso
Qfjfxa Tfjç jcíoxecoç (Rom 10, 8) o de la òtxoT) como un mérito (MekEx 14,15), sino como el
JtíoTEtoç (Gál 3, 2.5). hecho de aferrarse a la promesa de Dios, pres-
Aunque la fe tiene su base en la predicación cindiendo de sí mismo, de Ias propias posibi-
acerca de la acción salvífica de Dios, Pablo Udades y obras. Así como Abrahán, allá don­
piensa a fondo -d e manera más radical- en de no cabia esperar ya nada, se mantuvo afe-
Ias consecuencias de ese acontecimiento. Si rrado firmemente a la promesa de Dios, que
Dios actuó de una vez para siempre en la cruz resucita a los muertos y que llama a la exis­
de Cristo obrando la salvación, entonces la tência a Ias cosas que no existen (Rom 4,
respuesta dei hombre no podrá consistir sino 17ss), así también la fe cristiana es el mante-
en la aceptación obediente, en la confianza en nerse aferrado firmemente a la palabra de
la X«QtÇ de Dios y en la acción de recibir ese Aquel que resucitó a Cristo de entre los muer­
don con una vida y en una vida vivida desde tos y que justifica en Cristo al impío (4, 5.24).
ese don. Por eso, la Jtíattç se halla íntima­ Puesto que la fe vive de la palabra, se halla
mente relacionada con la xdpiç (Rom 4, en oposición al contemplar (2 Cor 5, 7), al
4s.l6) y, por esta misma razón, se opone anti- confíarse a lo visible (4, 18), a lo que puede
téticamente a los Eçya vóp.ou (Rom 3, 28; 9, demostrarse como existente palpablemente, y
32; Gál 2, 16) y al vó(ioç entendido como por tanto no ha llegado nunca a la meta de la
principio de la justificación por obras (Rom 3, consumación salvífica, sino que se encuentra
21s; Gál 3, 12; Flp 3, 9). siempre en camino (Flp 3, 9ss).
El don salvífico de la ôixatooúvTi puede Se ha pensado que de Gál 3, 23.25 podría
recibirse únicamente Ix jxíaxEOjç (Rom 1, 17; deducirse que la Jtíoxiç es «la realidad de un
955 JUOTIÇ 956

acontecer divino, una entidad transubjetiva» embargo, los enunciados dei Evangelio de
(Binder, 53), o un «fenômeno global suprain- Juan están caracterizados por cierta tensión.
dividual» (P. Stuhlmacher, Gerechtigkeit Got- Se recoge evidentemente una tradición según
tes bei Paulus, Gôttingen 1965, 81). Pero esto la cual la acción de jaaxeÚEiv está ligada a
se halla en contradicción con la frecuencia con los milagros de Jesus: los oripEÍa de Jesús
que se habla de la jtío-ct,ç npciõv (Rom 1, 8; 1conducen a la fe o debieran conducir a la fe
Cor 2, 5; 2 Cor 1, 24; Flp 2, 17; 1 Tes 1, 8; 3,(2, 11.23; 4, 53; 7, 31; 11, 15.42.45; 12, 37;
2.5ss.l0; cf. Fim 5) y en contradicción con el 20, 31; según 10, 25.37s; 14, 11 los Epya de
uso indiscriminado dei sustantivo y dei verbo Jesús deben conseguir eso). Esta comprensión
y especialmente con la vinculación funda­ de la fe es sometida, por un lado, a una dura
mental de la fe al hecho de oír la palabra. Lo crítica y, por otro lado, se intenta interpretaria
que sucede más bien es que en Gál 3, 23.25 se positivamente:
personifica a la fe de una manera parecida a Por un lado, la demanda de milagros que
como se personifica a la justicia en Rom 10, fundamenten la fe, se pone de manifiesto co­
6ss. La venida de la fe en Gál 3, 23.25 signi­ mo la actitud dei mundo incrédulo (2, 18; 4,
fica objetivamente el camino salvífico de la fe 48; 6, 26s.30), y a Tomás que duda, se le dice:
que ha llegado a nosotros con Cristo. «^Porque me has visto, has llegado a la fe l
Por ser la respuesta apropiada dei hombre jDichosos los que, sin ver, llegan a l afel»
al mensaje de salvación, la fe determina la (20, 29). Se acentúa repetidas veces que la fe
existência dei cristiano (Rom 14, 22s; 1 Cor está ligada a la palabra de Jesús o al testimo-
13, 13; 2 Cor 4, 13; Gál 2, 20; 5, 5s) y funda­nio acerca de Jesús (1, 7; 4, 39.41s.50; 5, 24.
menta su nueva conducta; porque de la k í o t i ç
47; 8, 30s; 17, 20; cf. 10, 3.16.27; 18, 37).
se dice que ésta se traduce en el amor (Gál 5, Por otro lado, hay un ver con fe o un ver de
6) y que tiene como consecuencia una deter­ la fe, para el cual los milagros de Jesús se
minada conducta (Rom 14, 23; 2 Cor 4, 13). convierten en signos dei don que Jesús real­
Como vida que es por el don de la grada, la mente trae. Y, así, en 6, 40 se asocian entre sí
conducta dei creyente se halla en oposición a el ver y el creer; en 12, 44s se usan en sentido
la confianza en Ias propias obras y al jactarse totalmente paralelo; en 1, 14.50s; 14, 19; 16,
en ellas (Rom 3, 27; 4, 2). Por eso, Pablo pue- 16 se habla sencillamente dei ver, allá donde
de hablar de un vó[ioç níoTeoaç en oposición se trata claramente de un proceso de creer.
al vóftoç tcüv EQYCOV (Rom 3, 27). Puesto que Con ello se expresa el hecho de que un cono-
la fe, como recepción de la xáQtÇ. no es nun­ cer y saber forma parte de la estructura de la
ca una posesión firme y de la que uno dispon- fe, y por eso se asocian también entre sí JCiO-
ga, podrá hablarse también de la debilidad en TEÚCü y Yivróowü) (6, 69; 8, 31s; 10, 38; 17, 8;
la fe (14, 1) y dei crecer en la fe (Flp 1, 25; 21 Jn 4, 16; cf. o i ô a p E V , 16, 30); y, cuando en
Cor 10, 15; cf. 1 Tes 3, 10). Dado que la fe se estos enunciados se cambia el orden, entonces
aferra únicamente a la palabra, en contra de se ve claramente que el conocer no es un ni-
todas Ias apariencias, es, como la fe de Abra- vel más avanzado con respecto al creer, sino
hán (Rom 4 , 19s), una fe sujeta incesantemen- que es un elemento estructural dei creer.
te a tentación, por lo cual se exhorta a perma­ Semejante fe se orienta hacia los enuncia­
necer firmes en la fe (11, 20; 1 Cor 16, 13; 2 dos de que Jesús ha sido enviado por el Padre
Cor 1, 24; cf. Gál 5, 1), pero también a exa­ (5, 24.38; 6, 29; 12, 44; 17, 8.21), ha salido
minar si uno está en la fe (2 Cor 13, 5). dei Padre (16, 27, 30; 17, 8), de que Jesús es­
tá en el Padre y el Padre en él (14, lOs; 17,
7. En la teologia joánica mOTEÚco (aparece 21), de que él es el Cristo, el Hijo de Dios (3,
98 veces en el Ev. de Juan y 9 veces en la Car­ 18; 11, 27; 1 Jn 3, 23; 5, 1.5), que vino al
ta primera de Juan; níoTtç aparece únicamen­ mundo (11, 27; 12, 46). Por tanto, esa fe no
te en 1 Jn 5, 4) tiene importância central. Sin está tan orientada hacia el significado soterio-
957 raaxiç 958

lógico de la muerte y resurrección de Jesús, Es sorprendente que itíoTiç aparezca siem-


sino más bien a que Dios se revelo en Jesús, pre en contextos parenéticos, y nunca en sec-
lo cual significa que él se ha revelado como el ciones cristológicas. Esto está en consonância
poder dei amor (3, 16; 1 Jn 4, 8.10.16). Por con el hecho de que la itíoxiç ejtl 'Ô e Ó v , l a / e
eso, el contenido de la fe puede expresarse en Dios, se mencione, sí, una vez entre Ias
sencillamente diciendo õxi £76) elp-í (Jn 8,24; doctrinas cristianas fundamentales (6, 1), pero
13, 19), y el creer en Jesús puede igualarse al Cristo no aparezca nunca como objeto de la
de creer en Dios (12, 44; 14, 1). En el hecho fe. Cristo es más bien el iniciador y el consu-
de que Dios se haya revelado êv oaQHÍ. (1 Jn mador de la fe (12, 2), y la fe se define sobre
4, 2) en un hombre cuyo origen se conoce, en todo como la perseverancia en el camino
ese hecho radica el escândalo que la preten- abierto por Cristo. Así, la Jtíoxtç en 6, 12 está
sión de Jesús origina para el mundo (Jn 6, asociada con la [iaxQO^utxía y se halla en
42.60; 7, 27.41s); un escândalo que la fe su­ contraste con el sentirse fatigado. En 10, 38s,
pera. la fe está en oposición al «echarse atrás»
Una serie de circunlocuciones, que en parte ('U3TOClxoX,f|), y en 4, 2s, al «quedarse rezaga-
son metafóricas, muestra la vinculación dei do» (■òoxEQÉm, 4, 1); en 12, Is la fe se halla
creyente con Jesús. En lugar de juaxEÚcu po­ en paralelo con Si’ ■uxcojxovfíç rpé^eiv, y en
demos encontrar: llegar a Jesús (5, 40; 6, 10, 22s, con el mantener firme la confesión de
35.37.44s.65; 7, 37), recibirle (1, 12; 5, 43), fe. Por eso, en 13, 7 se exhorta también a los
beber dei agua que él ofrece (4, 13s; cf. 6, 35; creyentes a imitar la fe de los dirigentes de la
7, 37), seguirle (8, 12), amarle (1 4 ,15.21.23s; comunidad, teniendo presente el resultado de
16, 27), Lo que en 11, 25 se dice dei juo- su vida.
XEÚcov Eiç Epé, se aplica en 8, 21 a aquel que
«guarda» la palabra de Jesús (cf. 14, 23; 17, En 11, 1 parece ofrecerse una definición de la
6; 1 Jn 2, 5). Como en Jesús ha llegado la re- fe, pero la traducción de este pasaje es discutida:
Èariv ôè iríoriç êXjtiÇopévtov ú n ó c rc a o iç , jtpay-
velación escatológica de Dios, el creyente
pÚTcov ÊXeyxoç oú p?i.EJtop.év(iov. No es posible
participa ya desde ahora en la salvación esca­ la traducción que Lutero ofrece de újtóaraOLç
tológica (Jn 3, 18.36; 5, 24; 6, 40.47; 11, 25s;
por gewisse Zuversicht, «confianza cierta». La in-
17, 3). Sin embargo, es necesario «permane­ terpretación de Ú J tó a x a o iç , derivada etimológi-
camente y preferida por muchos, en el sentido de
cer» en Jesús (15, 4.7; 1 Jn 2, 6.28; 3, 6), lo
cual no significa otra cosa que permanecer en «hallarse bajo», falia en la segunda mitad de la
su palabra (Jn 8, 31) y, de este modo, perma­ frase, donde se designa a la fe como eXeyxoç
(pmeba, convicción, ipero no en el sentido pasivo
necer en su amor (15, 9) y guardar sus man- de quedar convicto!). Por eso, en la primera mi­
damientos (15, 10; 14, 15.21; 1 Jn 2, 3s; 3, tad de la frase, que es paralela, habrá que traducir
24). Como el conocimiento concedido al cre­ U Jü ó ax aaiç de acuerdo con el uso dei término, tal
yente es el conocimiento dei amor de Dios, la como se desarrolló en la tradición filosófica, en la
fe tiene que conducir necesariamente al amor cual tiene el sentido de «realidad» (cf. Dõrrie;
(Jn 17, 26; 1 Jn 3, 23; 4, 16), un amor que haLührmann, 72ss; H. Kõster, en ThWNT VIII, 571-
588), y de este modo se llega al enunciado para-
de dirigirse principalmente al hermano. dójico: «La fe es la realidad de lo esperado, la
prueba de Ias cosas que uno no puede ver».
8. De los 34 testimonios que hay de m a- Por tanto, Heb 11, 1 no define la fe, sino que
T8ÚC0 / jtíoTiç en la Carta a los Hebreos, dos formula una afirmación acerca dei objeto de la fe:
terceras partes corresponden al capítulo once. Los dones invisibles de la promesa constituyen
Diversas tensiones que hay en el texto sugie- una realidad sólida para la fe. Esto asienta la
base para la fiel perseverancia a la que se anima
ren que es probable que el autor recogiera y en la exhortación, y para la que se aduce como
refundiera aqui una fuente (yudía?). Por tan­ material ilustrativo la lista de testigos que se
to, los demás testimonios deben proporcio­ enumera a continuación. Para esos testigos los
namos el punto de partida. bienes de la promesa fueron una realidad fiable, a
959 mOTLÇ 960

la que ellos se mantuvieron aferrados. El autor ha 10. Las Pastorales quieren permanecer cla­
reelaborado una fuente, como se ve, entre otras ramente dentro de la tradición paulina, pero
cosas, por el hecho de que idíotilç no siempre muestran -frente a Pablo- un notable despla-
tenga el mismo significado en esa lista, sino que
zamiento y un desarrollo ulterior más tardio.
a menudo signifique sencillamente la c o n fia n z a
en la promesa de Dios (11, 7.11.20.21.22.23.24. También en las Pastorales Cristo es primaria­
27.29), la aceptación obediente de la palabra de mente el objeto de la fe (1 Tim 3, 16, en voz
Dios (11, 8.17.28), la^B en la existência de Dios pasiva). Sin embargo, en lugar de juoteúco
(11, 3.6), o que simplemente permanezca sin pre­ etç X qloxóv, las Pastorales usan la expresión
cisar. jtioxEÚw EJtí... (1 Tim 1,16), JTÍOTiç £v X çia-
x ^ (1 Tim 3, 13; 2 Tim 3,15; cf. 1 Tim 1, 14).
9. La Carta de Santiago no tiene un con- Esta fe procede de la proclamación dei evan-
cepto uniforme sobre la fe. En 2, 1 se dice que gelio, de la sana doctrina (1 Tim 1, 5.10; 2
el objeto de la fe es Jesuciisto, el Senor de la Tim 2, 2.15ss; 4, 3), no es simple aceptación
gloria (genitivo objetivo). En 1, 6 y 5, 15 se dei mensaje de salvación, sino al mismo tiem-
entiende por jtíoTiç la fe de la oración (es de- po una confianza que se dirige bacia Dios (2
cir, la oración de fe), la confianza que no ad­ Tim 1, 12; Tit 3, 8) y que conduce a la acoxq-
mite dudas. Cuando en 1, 3 se afirma que la QÍa (2 Tim 3, 15), a la vida eterna (1 Tim 1,
tentación es el medio para poner a prueba la 16).
jiíoTiç, esto presupone que la jtíoTiç tiene En la lucha antignóstica, la jríoxiç no sólo
consecuencias para la conducta e incluye en sí se convierte en \ afides quae creditur, sino
misma una determinada conducta; de manera que surge también como la fe recta por oposi-
parecida se habla en 2, 5, donde se designa a ción a la falsa doctrina (1 Tim 1,19; 4, 1.6; 6,
los pobres como ricos èv jtíaTEt. 21; 2 Tim 2, 18; 3, 8; Tit 1, 13s; cf. Tit 1, 1.4).
La comprensión de la fe en 2, 14-26 es di­ Son significativas algunas expresiones como
ferente. Aqui el autor entabla polêmica contra ÚYWxtVEiv xfi JtíoxEi (Tit 1, 13; 2, 2); Jttaxiç
la tesis de que el hombre es justificado èx x a l àXijilEia (1 Tim 2, 7); Lóyoi xfjç m o-
JtíaTECüç póvov (2, 24). En contra de ello se xecaç x a l xfjç xa7.fjç ôiôaaxa7.íaç (1 Tim 4,
acentua que Ias obras han de anadirse a la fe 6); p.uaxf|giov xfjç jtLOxecoç (3, 9). Se puede
(2,17.20.26) y que la fe se perfecciona tan só- sufrir naufragio en la fe (1, 19), apostatar de
lo por medio de Ias obras (2, 22). Puesto que la fe (1, 4), extraviarse de la fe (6, 10.21),
la contraposición entre la fe y la obra (jtíoxig destruiría (2 Tim 2, 18).
Xcoelç êQYCov, 2, 18.20.26) se halla única­ A pesar de esta orientación bacia la recta
mente en Pablo y en su escuela (Ef 2, 9; 2 Tim doctrina, la fe es -en las Pastorales- una acti-
1, 9; Tit 3, 5), esta polêmica no puede dirigir- tud que determina toda la existência, la genui-
se sino contra un paulinismo mal entendido, na conducta cristiana, que bay que mantener
sin ir realmente contra Pablo. Porque para Pa­ en la lucba (1 Tim 6, 12). Por eso, a la Jtíoaiç
blo la fe es el vivir por la gracia de Dios en se la menciona a menudo en una misma serie
Cristo, y no por Ias propias realizaciones, y con otras virtudes (1, 5.14.19; 2, 15; 4, 12; 6,
esa fe tiene, desde luego, consecuencias para 11; 2 Tim 1, 13; 2, 22; 3, lOs; Tit 2, 2), se ha­
la propia conducta. En cambio, la rtíaxiç a la bla de una «fe sin hipocresfa» (1 Tim 1, 5; 2
que Santiago se refiere, es -según 2 ,1 9 - la fe Tim 1, 5) y de una fe «con conciencia pura»
en la existência de un solo Dios, una fe que se (1 Tim 3, 9). La falta de atención y solicitud a
da también en los demonios. Esa fe, por tanto, los familiares constituye una «negación» de la
es un simple considerar algo como verdadero, fe (5, 8). La eclesialidad que se va consoli­
sin consecuencias para la conducta. Ante se- dando se muestra también en que semejante
mejante fe muerta (2, 17.26) e inútil (2, 20), fe habitaba ya en la madre y en la abuela (2
el autor acentua en 2, 14-26 la necesidad de Tim 1, 5), se nutre de las Sagradas Escrituras
Ias obras. (2 Tim 3, 15) y la expresión èv tcíoxei se usa
961 m O T lÇ - TCUTTOÇ 962

ya a veces a modo de fórmula (1 Tim 1, 2.4; Determinados colaboradores reciben el ca-


Tit 3,15). lificativo de lucrtóç como título de honor; Ti-
moteo, 1 Cor 4, 17; Onésimo, Col 4, 9; Silva-
G. Barth
no, 1 Pe 5, 12; Epafras y Tíquico reciben el
calificativo de Jtiaxòç ôiá«ovoç, Col 1, 7; 4,
m a tó ç, 3 pistos fiel, creyente* 7; Ef 6,21. Cuando Pablo, en 1 Cor 7, 25, pa­
ra fundamentar su autoridad, declara que el
1. Aparición en el NT - 2. Fiel, fiable, creíble - 3.
Creyente, el que tiene fe. Senor le ha concedido la gracia de ser Jtioxóç,
entonces juaxóç no significa sólo fiel/fia b le,
B ibl.: -* àiucnéu), Jtíoxiç, cf. adeuiás; J. M. Bo- sino que se emplea casi como un título: «per-
ver, F id e lis serm o : Bib 19 C1938) 14-19-, G. W. sona de confianza / mandatario»; en este sen­
Knight, The F a ith fu l S a yin g s in the P a sto ra l Letters,
Kampen 1968. tido, jxioxóç aparece a menudo en Ias inscrip-
ciones (los testimonios en Bauer, Wôrterbuch,
1. En el NT kioxóç aparece un total de 67 1318; E. Peterson, E IS 0 E O S , Gõttingen
veces, pero sólo 16 veces con el significado 1926, 32s), así como Jtíariç (correspondiente-
de creyente / el que tiene fe. Por tanto, la ma- mente) aparece como «posición de confian­
yoría de los testimonios se ajustan al signifi­ za» o como «oficio de confianza» (cf. E.
cado predominante en el lenguaje ajeno al Seidl, jTLOXiç in der griechischen Literatur,
cristianismo y que entiende el término en el tesis Innsbruck 1952, 200).
sentido de fiel / fiable. Lo que sorprende es En el Apocalipsis jtía ttç aparece en rela­
que en Juan aparezca únicamente el significa­ ción con el martirio. Y, así, en 2, 10 se exhor-
do de creyente. ta; «'iSéfiel hasta la muerte!», y en 2, 13 se
designa a Antipas como ó -> páQxuç pou ó
2. Fiel, fiable, creíble (= que despierta fe o JU0TÓÇ, y a Cristo en 1, 5 se le llama ó pág-
confianza): xnç ó nuaxóç, y en 3, 14 jtioxòç x a l àk'q'ôi-
a) Referido a personas (cf. Homero, E 15, vóç (cf. 19, 11; Prov 14, 5.25: págxtjç nio-
331; Jenofonte, An I, 5,15; 1 Re 22, 14; Eclo xóç, «testigo fiel»; cf. Jer 49, 5; Filón, Sacr
44, 20; Josefo, Ant VI, 256 y passim). ô Kia- 17). Por tanto, en Ap 17, 14 jtioxoí podría
xòç ôoüKoç Mt 24, 45 par. jxioxòç oixovó- significar también \osfieles.
qoç Lc 12, 42, «e\ fie l/fia b le criado o admi­ De la fidelidad de Cristo se habla no sólo
nistrador»; ôoúX.e àYctüè x a l jcioxé, Mt 25, en Ap 1, 5; 3, 14, sino también en 2 Tes 3, 3;
21.23. El objeto al que se refiere la fiabüidad 2 Tim 2, 13 (“> ã m a x é m 2.a); Heb 2, 17, «su­
y la fidelidad, se introduce con èrtí (Mt 25, mo sacerdote fiel»-, 3, 2: m o tò v õvxa xcp
21.23) o con èv (Lucas); e v èXaxíoxm jua- jtO L T |o a v x i a ú x ó v , «él es fiel a quien le hizo
xóç, «.fiel en lo más pequeno», Lc 19, 17; 16, (o a quien le constituyó)».
10; èv xrâ àÔLXcp ftaqmvã, «en cosas dei in­ De acuerdo con Ias convicciones dei AT y
justo Manmón», Lc 16, 11; èv ttp àA,XoxQÍq), dei judaísmo (Dt 7, 9; 32, 4; Is 49, 7; Sal 144,
«en lo que pertenece a otros / en relación con 13a LXX; cf. Filón, Her 93; Sacr 93; All III,
los bienes de otros», Lc 16,12. En sentido ge­ 204), se habla con énfasis acerca de la fideli­
neral en 1 Cor 4, 2; «de los administradores se dad de Dios. Así Heb 10, 23: «Fiel es quien
exige que se muestren/ie/cí». Pablo, en todo dio la promesa»; de manera parecida se habla
esto, piensa en el ministério dei proclamador. en 11, 11. 1 Pe 4, 19 exhorta a encomendarse
En consonância con ello, se habla de la fideli­ al 3Tiox(õ xxíoxT), «alfiel Creador», y según 1
dad y de la fiabilidad en orden al ministério Jn 1, 9, Dios es «fiel y justo», cuando nos per-
dei apóstol o dei predicador, 1 Tim 1, 12; 2 dona los pecados, si hacemos confesión de
Tim 2, 2; de Ias mujeres de los predicadores, ellos. Es ya una fórmula la expresión jtioxòç ó
1 Tim 3, 11; de Moisés, Heb 3, 5 (cita de Núm ■fteóç (1 Cor 1, 9) («fiel es Dios, por quien...»)
12, 7; cf. Filón, All II, 67). ó 10, 13 («fiel es Dios, quien...»; 1 Tes 5, 24;
963 m o T Ó ç - jiÀaváco 964

«Fiel es Aquel que os llama, y él también lo que se han convertido al cristianismo. Así, en
hará» (cf. una expresión parecida en 2 Tes 3, Hech 16, 1 se dice que Timoteo es hijo de una
3, referida a Cristo). En cambio, en 2 Cor 1, judia que se había hecho creyente (ynvaixòç
18, moTÒç ôè ô '&EÓÇ, por ir seguido de una Tonôaíaç moTfjç); en Col 1, 2 se habla de
oración de õtl, debe entenderse seguramente hermanos creyentes-, en 1 Tim 6, 2, de amos
como una fórmula de juramento; «Así como creyentes', en Tit 1, 6, de hijos creyentes. Fi­
Dios es fiel, nuestra palabra dirigida a voso- nalmente, JUOTOÍ se usa en sentido absoluto
tros no es ‘sí’ y ‘no’ al mismo tiempo». para designar sencUlamente a los creyentes =
b) Referido a cosas, especialmente a pala- a los cristianos; así en 2 Cor 6, 15; Ef 1, 1; 1
bras (Josefo, Ant XIX, 132; Platón, Tim 49b; Tim 4, 10.12; 5, 16. En Hech 10, 45, oi èx
Plutarco, SeptSap 17; Dión Crisóstomo 45, jiEQiTop.iíç 3UOTOÍ son «los cristianos de la
3)\ fiable / fidedigno. Así Ap 21, 5.6: «Estas circuncisión (= los judeocristianos).
palabras soa fidedignas y verdaderas»; Tit 1,
G. Barth
9: la palabra. fidedigna, que es conforme a la
doctrina. Aqui habrá que mencionar sobre to­
do la fórmula m otòç ó Xóyoc,, 1 Tim 3, 1; 2 JtiOTOto pistoõ adquirir confianza, conven-
Tim 2, 11; Tit 3, 8, ampliada algunas veces cerse*
por x a i jtáoTiç àjtoôoxfiç ôtÇioç (1 Tim 1, 2 Tim 3, 14; «jPero tú permanece en lo que
15; 4, 9): «La palabra es fidedigna y merece aprendiste y aceptaste confe (èjaaxd)'&Tiç)!».
toda aceptación». Como la expresión se reite­ ThWNT VI, 178 y 205.
re tan sólo en 1 Tim 1, 15 a lo siguiente, y en
todos los demás pasajes se refiere a lo que
precede, habrá que entendería no tanto como JtXaváro planaõ extraviar,seducir*
una fórmula de citación, sino más bien como àjtojtXavácu apoplanaõ extraviar, seducir*
una fórmula de encarecimiento (sobre la cues-
1. Aparición en el NT - 2. Antecedentes en el AT y
tión cf. Bover, Knight, así como G. Kittel, en en el judaísmo - 3. itXaváto en el Corpus Paulinum y
ThWNT IV, 119 nota 199; M. Dibelius-H. en la Carta a los Hebreos - 4. jtXaváto en los Sinópti-
Conzelmann, Die Pastomlbriefe'^ [HNT], ex- cos - 3. JtXaváco en los escritos joánicos (incluído el
cursus sobre 1 Tim 1, 15). - 3 Jn 5: juotÒv Apocalipsis) - 6. rtXaváui en Ias Cartas Católicas (ex-
cluidas Ias Cartas de San Juan) ~ 7. õ u io n X a v á ío ~ 8.
jtoiEiç ô èàv ÈQYtxoT], «\Haz fielmente lo que jiXávt) -■9. jtX,ávoç - 10. Resumen.
hacesl» (= «hazlo como cosa fiable»; posi-
ción predicativa). Sobre Hech 13, 34: ôcuocn B ibl.: W. Bauer, R ech tglãubigkeit un d K etzerei im
ãltesten C hristentum (BHTh 10), Tübingen 1934; O.
nplv t à õ o ia A aniô xà ju o tá (cita de Is 55,
Bocher, D e r j o h D u a lism u s im Z u sa m m e n h a n g des
3 LXX) cf. õoLoç 2. nach-bibl. Judentum s, Gütersloh 1965, 77-96 y p a s-
sim ; H. Braun, JiXaváo) m X ., en ThWNT VI, 230-
3. creyente / elq u e tiene fe (cf. Sab 3, 9; 254; W. Günther, Seducir, en DTNT IV. 169-172; K.
Eclo 1, 14). Así habla Gál 3, 9 refiriéndose a Koch, b m ’, en ThWAT B, 857-870; O. Michel, Ver-
fU hrung, en BHH III, 2080s; M. S»b0, p th, en DT-
Abrahán, que creyó (cf. 2 Mac 1, 2; Filón, MAT II, 624-627; para más bibliografia, cf. ThWNT
Post 173); en Jn 20, 27 el Resucitado exhorta: X, 1236.
«jNo seas incrédulo sino creyente!»', Hech 16,
15: JtiaxTiv x(p xnQÍM EÍvai, «creer en el Se- 1. En el NT el verbo jtXaváo) aparece en
nor»; 1 Tim 4, 3: xolç Jtioxoíç x a i èTtEyva)- total 39 veces, y su sinônimo, el verbo àrco-
XÓOL Tf)V áÀfi^ELav, «para los que creen y jtXaváco, aparece 2 veces. Los testimonios de
han conocido la verdad»; de manera semejan- JtXaváü) se distribuyen de manera relativa­
te en 1 Pe 1, 21: to uç ... ju o t o Òç e I ç ■&eóv, mente uniforme entre todos los grupos de es­
«para los que creen en Dios». critos neotestamentarios: el verbo aparece 8
En diversas ocasiones se designa como cre- veces en Mateo, 4 en Marcos, 1 en Lucas, 2
yentes a algunas personas, dándose a entender en el Ev. de Juan, 2 en 1 Corintios, 1 en Gála-
965 jtX.aváo) 966

tas, 2 en 2 Timoteo, 1 en Tito, 3 en Hebreos, 2 11), especialmente a la idolatria (Hen [et] 19, 1;
en Santiago, 1 en 1 Pedro, 1 en 2 Pedro, 3 en cf. 8, 1-3). Para los piadosos de Qumrán el peca­
1 Juan y 8 en Apocalipsis. Marcos y 1 Timo- do se basa en el senorío de Belial (IQS 1, 22-24);
por medio dei ángel de Ias tinieblas cae también
teo emplean una vez, cada uno, el verbo àno-
sobre los hijos de la justicia el extravio (tã‘üt)
jiX,aváü). Dos pasajes en que aparece nXa- que conduce al pecado (3, 21-23).
váü) son citas tomadas de la LXX (Heb 3,10 En los TestXII el j t v E ü p a Tfjç JtJtávT jç (Test-
[Sal 94, 10]; 1 Pe 2, 25 [Is 53, 6]). Es notable Sim 3, 1; TestJud 14, 8; 20, 1 y passim) y el
la frecuente aparición de nkaváw en Mateo y j iv e O p a Tfjç àX iy & eíaç (TestJud 20, 5) se oponen
en el Apocalipsis (8 veces en cada uno de es­ entre si (20, 1). Ese espíritu de seducción o, en
plural, los espífitus de seducción ( t t v e ú p a x a x fjç
tos escritos),
jtX á v q ç , TestRub 2, Is; 3, 2.7; TestSim 6, 6 y
passim) son instrumentos de Beliar (->• BeXiág) y
2. La LXX traduce por itltaváco o itLaváopai
de Satanás, por medio de los cuales éste, que es el
diversos verbos hebreos ihãtã’, pãtâ, tã‘ã). Junto príncipe de la seducción (TestSim 2, 7; TestJud
al sentido literal, puramente local, de «extraviar»
(por ejemplo, Dt 27, 18) o de «hacer vacilar» (por 19, 4), trata de apartar a los hombres dei camino
recto. El objeto de la seducción (nXayá<a) son
ejemplo, en Is 19, 13s; 28, 7 y passim), y, en voz siempre los israelitas, es decir, los patriarcas (a
media y pasiva, de «andar errante» (por ejemplo,
Dt 22, 1; Is 13, 14; 53, 6 y passim, refiriéndose a los que se dirigen Ias palabras) y sus descendien­
tes (TestRub 4, 6; 5, 3; TestLev 10, 2; TestJud 14,
Ias ovejas) o de «tambalearse» (por ejemplo, Job
5; Testis 1, 13 y passim); tan sólo el TestNef 3, 3
12, 25; Is 19, 14; 28, 7 y passim, refiriéndose a
los borrachos), aparece el sentido figurado dei habla de los gentiles seducidos para que caigan
en la idolatria, Casi siempre se advierte a los lec-
término en el âmbito religioso con el significado
tores contra la idolatria (TestRub 4, 6; TestLe 16,
de «extraviar» o «seducir». Yahvé mismo es el
1; TestZab 9, 7 y passim) y la fomicación (Test
sujeto de jiXaváco haciendo que el pueblo (Is 63,
Rub 4, 6; 5, 3; TestJud 14, 1.8; 17, 1 y passim). El
17), los gentiles (Job 12, 23), los soberanos (Job
verbo jtXaváopai, en voz media y en voz pasiva,
12, 24) o los profetas enganosos (Ez 14, 9) se ex-
designa la conducta de vida en la seducción (Test
travíen. Pero sobre todo los dioses paganos (Os 8,
Lev 16, 1; TestZab 9, 7 v.l.; TestNef 3, 3). Según
6; Am 2, 4) y sus ídolos (Sab 4, 12.27; 15, 4-6),
los falsos profetas (Dt 13, 6; Jer 23, 13.32; cf. Is el TestLev 10, 2; 16, 1, el jr?\.avãv y el nXa\ão-
Uai son características dei fin de los tiempos.
30, 20s; 41, 29) y los reyes infieles (2 Re 21, 9
par. 2 Crón 33, 9) seducen a Israel para que caiga
en la idolatria. En la voz media y en la voz pasi­ 3. Los tres testimonios de Ias Cartas pauli-
va, jtXaváopai designa el «descarriarse» de Isra­ nas autênticas (1 Cor 6, 9; 15, 33; Gál 6, 7)
el 0 el «haliturse descarriado», su ceder a Ias se- dicen por igual; p.T] jtL a v ã O 'b e , «\No os de-
ducciones que le incitan a la desobediencia, al de­
jéis enganarl» (cf. Lc 21, 8; Sant 1, 16). En 1
lito y a la idolatria (Dt 4, 19; 11, 28; 30, 17; Prov
21, 16; Ez 14, 11; 44, 10-15: Sab 5, 6 y passim)-, Cor 6, 9 se introduce así un catálogo de vi-
en el fondo aparece con frecuencia la imagen de cios, en 1 Cor 15, 33 una cita de Menandro, y
Ias ovejas descarriadas (Sal 118, 176 LXX; Is 53, en Gál 6, 7 una advertência -formulada qui-
6;Ez34, 4.16). zás por medio de un provérbio-; la referencia
Los escritos dei judaísmo postbíblico atribuyen formal a la tradición veterotestamentaria y ju ­
tal seducción al pecado, especiahnente a la idola­ dia (a pesar de Is 41, 10; 44, 8 v.l.; TestGad 3,
tria, a poderes demoníacos; Ias antiguas ideas
monísticas que pudieran considerar a Dios y a sus 1) es menos importante que la referencia a la
mensajeros como los autores de la seducción diatriba histórica (Braun, 254s). Lo de dejarse
(compárese 2 Sam 24, 1 con 1 Crón 21, 1; cf. enganar, que es precisamente lo que se prohí-
además 1 Re 22, 22s; ôaipóviov), son supera­ be, consiste en no reconocer la gravedad de
das por medio dei dualismo, común en el mundo los castigos divinos (Gál 6, 7), y esto se ma-
antiguo. Los demonios, descendientes de los án- nifiesta por Ias malas companías (1 Cor 15,
geles estelares caídos, de los que se habla en Gén
6, 1-4, o identificados con eUos (cf. Hen [et] 6- 33) y por la conducta viciosa (1 Cor 6, 9s).
11; 15, 3-12; Jub 5, 1-10; 10, 5-11: TestRub 5, 5- Una vida al servicio de los vicios, típica de
7 y passim), son considerados como seductores la existência de los paganos, se parece al ca­
que inducen al pecado (Hen [et] 10, 7-16; 64, 2.6- mino sin rumbo que siguen los extraviados
967 jiX « v á o ) 968

(jtXav(ó|xevoi, Tit 3, 3). Las personas malva­ jas descarriadas, que procede de la LXX (->
das y los impostores, que en 2 Tim 3, 13 se 2), significa la desobediencia culpable de Is­
designan como embaucadores embaucados rael -en este caso, la de los miembros infieles
(nXavãvxeç « a l JtXavcbfievoi), son -segúil 1 de la comunidad- y quizás forma parte tam-
Tim 4, 1 - los falsos maestros de los últimos bién dei contexto de la seducción escatológi-
tiempos; en un provérbio originalmente paga- ca (cf. Mt 24, 11.24).
no, jxXaváü) ha adquirido resonancias escato-
lógicas (cf. TestLev 10, 2; 16, 1). 5. El cuarto Evangelio muestra la obce-
De los tres pasajes en que aparece JtXaváo) cación de los «judios» (-»^ TouôaToç 5) que
en la Carta a los Hebreos, 11, 38 emplea el son hostiles a Jesús, y que consiste en que
verbo JtXaváco en el sentido original, pura­ consideran a Jesús como seductor dei pueblo
mente local, de andar vagando (cf. la LXX). (Jn 7, 12) y de los guardianes dei orden (7,
El pasaje de 3, 10 cita el Sal 94, 10 LXX, re- 47); aqui se refleja una polêmica interna judia
firiéndose a la desobediencia de Israel; el pa­ contra los herejes e igualmente el avanzado
saje de 5, 2 celebra la capacidad dei sumo sa­ proceso de disgregación dei judaísmo (cf. Jn
cerdote para mostrar comprensión hacia los 8, 37-59).
ignorantes y los extraviados (jtXavrópEVOi), El dualismo entre el espíritu de la verdad y
es decir, para expiar los pecados de debilidad el espiritu dei error, tal como lo encontramos
y de ignorância. Puesto que, según 4 , 14s, Je- en los TestXII (Tesüud 20,1; -♦ 2), lo conoce
sucristo es el sumo sacerdote de los cristia- igualmente la Carta primera de Juan (4, 6; ->■
nos, los nXavrópevoi de 5, 2 incluyen tam- 8); por eso, los testimonios de JtXaváco en 1,
bién a los cristianos, cuyos pecados pueden 8; 2,26; 3,7 deben interpretarse también dua-
expiarse. lísticamente. En los maestros que ensenan fal-
sedades cristológicas (2, 26; 3, 7) está actuan-
4. Para los Sinópticos, JtXaváro tiene prin­ do el ôiápoXoç; se identifican con los atXá-
cipalmente el sentido de la seducción escato- voL, más aún, con el n:Xávoç (-> 9) y àv tí-
lógica. En Mc 13, 5 par. Mt 24, 4 / Lc 21, 8 XpioToç por excelencia (2 Jn 7). El que sigue
Jesus advierte a sus oyentes contra la seduc­ el camino extraviado de los herejes, se está
ción y el engano que, segün Mc 13, 6 par. Mt enganando a si mismo y se separa de la àXij-
24, 5, procederá de falsos maestros que se ■&Eia (1 Jn 1, 8).
presentarán como mesías; como se dice en Mt El Apocalipsis se refiere al dragón, al dia-
24, 11, muchos tj)euôojrQoq)fiTai seducirán a blo y Satanás llamándole expressis verbis se­
rauchas personas. Según Mt 24,24, se trata de ductor (12, 9; 20, 3.8.10). Nuevamente vemos
'ipenôóxpuJtoi x a l ipeuôojtçotpfjTai que con que éste se sirve de los falsos maestros: Jeza-
sus enganos y seducciones (nXaváro; el lugar bel seduce a los cristianos de Tiatira para que
paralelo de Mc 13, 22 tiene àJtOJtXaváo), -* caigan en la «idolatria» (2, 20). El diablo (12,
7) constituirán incluso una amenaza para los 9.18) concedió poder (capitulo 13) a las dos
elegidos. bestias anti-çristianas; se halla detrás de los
Jesus responde a la pregunta de los saduce- signos seductores de la «segunda bestia» y
os acusando de error a sus adversários (arXa- pseudoprofeta (13, 14; 19, 20), es decir, de­
vãoôe, Mc 12, 24 par. Mt 22, 29; Mc 12, 27) trás de la exitosa propaganda dei culto al em-
por su falta de conocimiento de las Escrituras perador romano. «Babilônia» (= Roma) ha se-
y dei poder de Dios. En la parábola de la ove- ducido a todas las naciones para que caigan
Ja perdida (Mateo: de la oveja extraviada) en la idolatria (18, 23). La falsa doctrina y la
Mateo introduce tres veces el verbo JtXavátu apostasia, obradas por el diablo y por sus se­
(Mt 18, 12 [bis].13), aUá donde el paralelo de ductores, y también la guerra incitada por Sa­
Lucas (Lc 15, 4-6) habla de perder o de per- tanás (20, 8; cf. 16, 14 y Hen [et] 56, 5s) son
derse (—> àjtóXXupi 2); la imagen de las ove- senales dei fín de los tiempos. Terminan con
969 jtXavátü 970

la ruina dei diablo y de los poderes diabólicos El único testimonio sinóptico, Mt 27, 64, se
(19, 20; 20, 10). acerca mucho a Jn 7, 12.47 (->■ 5); los judios
acusan de engano a Jesús y a sus discípulos
6. Santiago 1, 16, lo mismo que Pablo (->■ (sobre JtXávoç cf., entre otros, Mt 27, 63 (->•
3), exhorta; «\No os enganéisbr, se advierte a 9). Con estricto dualismo, 1 Jn 4, 6 contrapo-
los lectores contra la idea de que algo maio ne al espMtu de la verdad el espíritu dei error,
(como la tentación, Sant 1,17) pueda venir de a la confesión recta de fe la herejía cristológi-
Dios (1, 13). Lo que se dice en 5, 19 se com- ca. La Carta de Santiago llama al pecado un
pagina con lo dicho en 1 Jn 1, 8; el camino de extraviarse de la verdad (Sant 5,19; -> 6) y un
la jrXávT] (Sant 5, 20; 8) se opone al de la camino errado (5, 20); de nuevo se hallan
à^níO^eia. El hacer que vuelva un extraviado frente a frente la áXfifrsia y la 3tÀ.ávT]. En los
proporciona salvación escatológica al pecador tres pasajes restantes de Ias Cartas Católicas
y a quien le ha rescatado (5, 20). (2 Pe 2, 18; 3, 17; Jds 11), JtX,ávq designa la
La Carta primera de Pedro, siguiendo a Is falsa doctrina; Jds 11 menciona a Balaán co­
53, 6, habla de Ias ovejas extraviadas (2, 25; mo el autor de la n;Xávq (cf. 2 Pe 2,15; Ap 2,
cf. Mt 18, 12s); la imagen designa aqui el 14) y afirma que la codicia es su base (cf. 1
tiempo que precedió a la conversión de los Tim 6, 10; ^ 7).
gentiles a Cristo como al Pastor y Guardián.
En la Carta segunda de Pedro 2, 15 se dice 9. JtXávoç el que extravia, en sentido sus-
que los falsos maestros han abandonado el ca­ tantivado seductor* es un término que se ha­
mino recto, se han extraviado y han escogido lla atestiguado 5 veces. Pablo, un seductor se-
como modelo a Balaán (sobre Balaán como gún el juicio humano, especialmente según el
falso maestro cf. Jds 11; Ap 2, 14; —> B a- juicio judio, es veraz (2 Cor 6, 8); a la antíte-
Xaáp). sis entre jtM vti y àXfifrELa (-> 8) le corres­
ponde la antítesis entre jiXávoç y àX.rifrriç. La
7. àjtojtXaváco, en voz activa, aparece actitud polêmica de los judios afirma que la
únicamente en Mc 13, 22 como paralelo sinô­ pretensión de Jesús de ser el Mesías es una
nimo de jiX,avá(ü en Mt 24, 24 (-^ 4). La for­ n tó v q (Mt 27, 64; -> 8), y a él mismo le lla­
ma pasiva àjtEJiÀavfifl-qoav se usa en 1 Tim ma jtXávoç (Mt 27, 63). 1 Tim 4, 1 y 2 Jn 7
6, 10; a los codiciosos les amenaza la seduc- (bis) atestiguan el carácter demoníaco de la
ción, que los aparta de la jcíotiq: la nueva falsa doctrina.
norma (Braun, 250).
10. En el uso dei grupo de palabras, el NT
muestra su conexión con los escritos dei AT y dei
8. jtJkávtj error, seducción* aparece 10 ve- judaísmo. Como Israel (LXX), los cristianos pue-
ces en el NT, de ellas 4 veces en el Corpus den compararse también con ovejas extraviadas
Paulinum y 5 veces en Ias Cartas Católicas. El (Mateo, 1 Pedro). jtXaváco es la seducción para
trasfondo dualístico (-> 2) se halla claro en el pecado, especialmente para la idolatria y la fal­
casi todas partes: la idolatria, que Dios casti­ sa doctrina; es obra dei diablo y de sus demonios.
El dualismo heredado dei judaísmo (cf. Hen [et],
ga entregando a merced de los vidos (Rom 1, Qumrán, TestXII) establece una antítesis entre
21-27), es una JtÀávq (1, 27); así como la itXávT] y àXr|ÔELa (Pablo, Santiago), entre el es­
verdad y el amor se hallan íntimamente rela­ píritu de la jtXávTi y el espíritu de la á)\,f|-&Eia (1
cionados (Ef 4, 15), así lo están también el Juan). El espírim dei error produce el engano pro-
error y la astúcia (4, 14). Detrás de la predica- pio, contra el cual tiene que poner en guardia a
ción de Pablo no se halla la JtM vq (1 Tes 2, los cristianos la advertência pf) JtÀavãafre (Pa­
3), la cual, como poder hostil a la verdad, blo, Santiago). La obcecación diabólica puede
hacer incluso que a Jesús (Mateo, Juan) y a sus
conduce a la falsa doctrina (2 Tes 2, lOs) y apóstoles (2 Corintios) se les acuse de ser seduc-
muestra que la Iglesia vive actualmente en los tores. La idolatria y la falsa doctrina caracterizan
últimos tiempos. al fin de los tiempos; no cesarán sino cuando el
971 nXavám - jtXaxúvco 972

diablo y sus cúmplices demoníacos sean destruí­ mero (jtQrôxoç), después Eva» (cf. Gén 2,
dos (Apocalipsis). 7.8.15 LXX; sobre la prioridad dei hombre,
O. Bõcher cf. también 1 Cor 11, 8). ThWNT VI, 254-
262, especialmente 260s.

n :^ á v ti, riç, lí plane (el) errar, error, se-


ducción niXaoTÓç, 3 plastos artificioso, mendaz*
^ jiÀaváto 8. 2 Pe 2, 3; «Y por codicia os explotarán con
palabras enganosas (jtÀaoToIç X,ó y o l ç ) » . L o
dice refiriéndose a los falsos maestros.
Jt^áv i]Ç , t ] t o ç , Ó planes el que anda ThWNT VI, 262s.
errante
Jds 13 v.l. en vez de ->^ JtX,avr)TT)ç.
JtXaTEÍa, a ç , ií platéia camino ancho, ca-
Ue*
3tÀ,aVT|Tllç, OD, ó planêlês el que anda Mt 6, 5: êv ta íç yM^íaiç xcõv jtX ,atet(D V ,
errante, el que anda vagando* «en Ias esquinas de Ias calles»\ 12, 19; «oír su
jtX,aviÍTq5 se usa también como adjetivo, voz en Ias calles». Lc 10, 10 y 14, 21, refi­
como sucede en el único pasaje en que este riéndose a Ias calles de una ciudad; 13, 26, re­
término aparece en el NT, Jds 13; àoxÉQEÇ firiéndose a Ias calles como lugar donde Jesus
jtX.avfjxaL, «estrellas errantes» (cf. v. 11; ensenaba. Hech 5,15; Sacaban los enfermos a
JtXávT]). ThWNT VI, 23 Is, 236 y 251. Ias calles para que la sombra de Pedro los to­
cara. Ap 11, 8 y 21, 21; «la{s) calle(s) de la
ciudad»; cf. 22, 2; aÚTf)ç. La calle de la Jeru-
Jtíi/ávoç, 2 planos el que extravia, en sen­
salén celestial es de oro puro (21, 21); tam­
tido sustantivado; seductor
bién 22, 2 habla de una calle (principal) de la
-> Jtitaváü) 9.
nueva Jerusalén.

J tX á |, JtXaxÓÇ, lí plax tabla*


JtÀ,átoç, o v ç , t Ó platos anchura*
Heb 9, 4 con la expresión JtÀÓKEç tfjç ôia-
Ap 21, 16a.b; xò itLáxoç junto a xò pfjxoç
se refiere a Ias tablas de la ley. A ellas
(longitud) y a xò utjjoç (altura), refiriéndose a
alude también 2 Cor 3, 3; «una carta... escrita
la nueva Jerusalén. En Ef 3,18, además de es­
no en tablas de piedra, sino en tablas en cora-
tas tres dimensiones, se habla de pó^oç (pro-
zones de carne (Iv jtltaÇlv wagôiaiç oaqxí-
fundidad). Ap 20, 9, refiriéndose al último ata­
vatç)».
que de Satanás; «subieron hasta la ancha su­
perfície de la tierra y rodearon el campamen-
JlXáajtia, aTOÇ, t ó plasma cosa formada to de los santos».
o modelada*
Rom 9, 20; «^Dirá acaso el objeto modela­
do al que lo modela...?»; cf. Is 29, 16 LXX. JlXaTÚVW platynõ ensanchar, ampliar*
ThWNT VI, 254-263. Mt 23, 5 habla de los escribas y fariseos
que ensanchan sus qpuÀaxxriQia (tiras con
oraciones). En 2 Cor 6, 11 escribe Pablo;
ttK á o a o ) plassõ formar, modelar, crear* «Nuestra boca se ha abierto hacia vosotros...,
Rom 9, 20; «^Dirá acaso el objeto modela­ nuestro corazón se ha ensanchado amplia-
do al que lo modela (xcp n:A.áaavxi); ‘Por qué mente (n:ejtX.áxuvxai)». En 6, 13 suplica;
mi hiciste (èjtoíqoaç) así’?». 1 Tim 2, 13; «\Abríos también vosotros ampliamente (nXa-
«Adán fue formado / creado (ejt^áadx)) pri- xúvllqxe)!».
973 jiX,axijç - jiXeítov 974

JtÀattJÇ, 3 platys ancho, amplio* va); en vez de JCÀ.éov (que aparece 3 veces) es
Mt 7, 13: «Ancha es la puerta (fj jtúàT)) y más ffecuente jrXeiov (18 veces). El nominativo
espacioso (siiQijxcüQOç) es el camino que singular masculino y femenino y el dativo singu­
lar no aparecen en el NT; exceptuado jtXiov, to­
conduce a la perdición». das Ias demás formas de casos se construyen a
base de la forma plena j i A.e i -.
nXÉY^oi, atoç, XÓ plegma trenzado* En el NT el punto de partida de los conteni-
1 Tim 2, 9 en la exhortación dirigida a Ias dos semânticos es el significado más. De ahí
mujeres: «que se atavíen con ropa decorosa..., se desarrolla un sentido análogo en parte al
no con peinados ostentosos ni con oro ni per- dei grado positivo y que no siempre es fácil
las...». de traducir de manera fluida a nuestra lengua
(por ejemplo, en Hech 2, 40), según que y en
la forma en que 3rX,eícii)v se emplee como adje­
ni^ElOTOg, 3 pleistos la mayoría de, muy tivo, como sustantivo o como advérbio, con
numeroso, mucho* artículo o sin artículo. Y, así, en el sentido de
En el NT el superlativo de ->■ jtoX,úç se usa intensificación numérica (cf. local, temporal,
como adjetivo y como sustantivo. Como adje­ metafórico) significa más, más numeroso (Mt
tivo en Mt 11, 20: «la mayoría de los actos de 21, 36; Jn 4, 1; 7, 31; 15, 2; Hech 4, 22); de-
poder»; 21, 8 (en sentido elativo): «la nume­
sarrollado más intensamente en el sentido
rosa multitud»; Mc 4, 1: õy)^oc, nXEloroç. En
gradual o de intensificación, significa vários
sentido sustantivado: oí n:ÀeTaxoL, «la mayo­
(Hech 13, 31; 24, 17; 27, 20); o en el sentido
ría», Hech 19, 32 D; el neutro xò JtÀeioxoY (a directamente de intensificación gradual y de
lo sumo) se emplea como advérbio en 1 Cor superioridad cualificante, significa mayor,
14, 27.
más abundante, más prolongado y otras cosas
por el estilo (Lc 11, 53; Jn 15, 2; 21, 15; Hech
JtXeítov (jtXéoív), 2 pleiõn (pleõn) más 15, 28; 18,20; 24,4; 2 Tim 2, 16; 3, 9; Heb 3,
3; 11,4; cf. Ias indicacioiies sobre los signifi­
1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término y conte- cados en Bauer, Wõrterbuch, 1366-1368).
nidos semânticos - 3. Campo referencial específica­
mente teológico. Aqui se indica que en el NT el comparativo
puede usarse en lugar dei superlativo (cf. el
Bibl.; ttoA-úç. superlativo como elativo «muy grande», por
ejemplo, en Mc 4, 1; el comparativo en lugar
1. JtÀELCOV es comparativo dei positivo ->■ dei verdadero superlativo) y como el positivo
JToXúç (cf. el superlativo -> JtÀElaxoç) y apa­ (cf., en sentido ligeramente elativo, bastante-,
rece 55 veces en el NT, concretamente 7 ve- cf. BlaB-Debrunner § 60-62 y 244-246). De
ces en Mateo, 1 en Marcos, 9 en Lucas, 5 en ahí que su sentido aparezca frecuentemente
Juan, 19 en Hechos, 3 en 1 Corintios, 3 en 2 como ambiguo, pero este sentido está bien
Corintios, 1 en Filipenses, 2 en 2 Timoteo, 4 claro en combinación con el genitivo como
en Hebreos y 1 en el Apocalipsis; por tanto, segundo término de comparación (Mt 21, 36)
no se halla tan difundido como el adjetivo en y en construcciones con fj (Lc 9, 13), Jtapá
grado positivo. (Lc 3, 13) y JtA,f|v (Hech 15, 28).
El sustantivado (oi) jtXeíoveç o jtXEÍonç
2. rcXeíonv se a tie n e a l a f o r m a d e i t e m a a b r e ­ (no aparece en los Evangelios), como concep-
v ia d o jrX E(i)- y s e a ju s ta a l tip o d e d e c ü n a c ió n
to que expresa un conjunto, ofrece problemas
c o n s o n á n t i c a d e d o s t e r m in a c i o n e s ( g e n i t iv o
h Xe Ío v o ç ) : s e h a l l a n a t e s t ig u a d a s I a s f o r m a s parecidos a los dei positivo (oí) jtoXXoí. Aun-
JtXELOuç ( d e riv a d a s d e i t e m a e n -s (<XoaEÇ, y e n que en Hech 19, 32; 27, 12; 1 Cor 15, 6 se
a n a lo g ia c o n e l l a X o o a ç , e n lu g a r d e t i X e í o v e ç , piensa en la mayoría, en los más, como parte
3rX .E Íovaç) y jtXeíco (< X o o a, e n lu g a r d e n;X,EÍo- bien marcada de una totalidad, sin embargo
975 nXeíwv - jtX,eové>tTTi5 976

esto no ocurre así tan claramente en 2 Cor 2, cristológica dei Hijo dei hombre por encima
6 (donde se habla de algo así como dei «ple­ de Jonás y de Salomón, procedente de la
no»; Bauer, Wõrterbuch, 1367: «los demás, el fuente Q (Mt 12, 41 par.; cf. también Heb 3,
resto», es decir, no se trata de una decisión de 3); el problema dei «igual» y dei más en
la mayoría, sino de un voto unânime de la co- enunciados como Mt 20, 10; Lc 7, 42s; Jn 21,
munidad [que decide excluir a la persona cen­ 15; Heb 11, 4; el progreso en el bien y en el
surada]); 4, 15. A este respecto son notables mal (2 Cor 4, 15; 2 Tim 2, 16; 3, 9); b) el uso
también los textos de 1 Cor 9, 19 y 10, 5 colectivo ( ^ 2 sobre nXEÍtov como concepto
(ipartitivo junto a jtávTEÇ?); 2 Cor 9, 2; Flp que expresa un conjunto).
1, 14 (^partitivo junto a ol Xoijiol JiávxEÇ?); G. Nebe
Heb 7, 23 (junto a Jesús, el único sacerdote).
En todo caso, el plural ji ^leíoveç puede deli­
mitar por lo alto (la mayoría de un número to­ TCXÉxo) plekõ trenzar, tejer*
tal) y por lo bajo (sin el artículo pero con f\ y En Mc 15, 17 par. Mt 27, 29 / Jn 19, 2 se
otras construcciones por el estilo: Mt 21, 36; habla de que tejieron una corona de espinas
Hech 28, 23); o, con arreglo a otro uso gra- para ponérsela a Jesús; Marcos: àxáv&tvov
dual-intensivo y cualificador dei comparati­ oxÉcpavov; Mateo / Juan: oxéqpavov eE, ootav-
#Õ)V.
vo, puede referirse colectivamente a una plu-
ralidad (cf. BlaB-Debrunner § 244, 3: «la ma­
yoría», o también «otros, aún más»), en cuan- JtA,80váÇto pleonazõ abundar mucho / lle-
to se opone a un individuo o a unos pocos in- gar a abundar mucho; en sentido transiti­
dividuos, pero que puede estar también junto vo: hacer que abunde*
a JtávTEç (sobre la distinción entre la manera En sentido intransitivo {existir abundante­
semítica y la manera griega de expresarse, cf. mente, acrecentarse) JtX,eováÇco se halla prin­
Josefo, Bell II, 146; a propósito O. Michel-O. cipalmente en Pablo; Rom 5, 20a.b (jcapájt-
Bauemfeind [eds.J, De Bello ludaico I, Mün- xcopa, ápaQxía); 6, 1 (xÓQiç); 2 Cor 4-, 15
chen ^1962, 437 nota 71). . (XÓQLç); Flp 4, 17 (xaQjtóç); además en 2 Tes
Expresiones y figuras de dicción especia- 1, 3 (àyájtTi); 2 Pe 1, 8. En el sentido de tener
les: paronomasia (2 Cor 4, 15), lítotes 1 Cor más (de lo necesario) en 2 Cor 8, 15: «El que
10, 5), combinación con alXoc,, e x e q o ç (Mt (había recogido) mucho, no tenía demasiado
21, 36; Hech 2, 40), relaciones especiales de (ÈJtÀeóvaoEv)». - Hay sentido transitivo en 1
concordância (Mt 6, 25 par.; Lc 9, 13), com­ Tes 3, 12: «jQue el Senor os haga abundar en
binación (reforzadora) con el positivo (Jn 4, amor!» ThWNT VI, 263-266; DTNTI, 355s.
41), frases preposicionales (Lc 11, 53; Hech
4, 17).
J l^ e o v o tte o ) pleonekteõ aprovecharse,
enganar*
3. En el campo referencial específicamente
Dícese de personas que se aprovechan de
teológico, hay numerosos aspectos que son
otras: 2 Cor 7, 2; 12, 17.18; 1 Tes 4, 6. De Sa­
análogos a los dei grado positivo (cf., por
tanás en 2 Cor 2, 11 (en voz pasiva): «para
ejemplo, el relato histórico). Destaquemos Ias
que no seamos enganados por Satanás». Cf.
ideas más notables que son propias dei grado
ThWNT VI, 266-274; DTNT I, 150s.
comparativo: a) una intensificación específi­
ca; la exigencia de una justicia mejor en Ma-
teo (Mt 5, 20; pero cf. también Mc 12, 43 n;^eovéxT i|ç, o v , ó pleonektSs codicioso,
par.; Jn 15,2; Hech 15,28); la argumentación, avaricioso*
procedente de la fuente Q, acerca de la preo- En la enumeración de personas viciosas en
cupación por el «alma» y el cuerpo (Mt 6, 25 1 Cor 5, 10.11; 6, 10; Ef 5, 5. ThWNT VI,
par.; cf. también 6, 33 par.); la superioridad 266-274; DTNT I, 150s.
977 jiX.6ove^ía — jtXriYT) 978

3lX£OVE|ía, a ç , n pleonexia codicia, ava- Wõrterbuch über die Targumim und eínen grofien
Theil des rabbinischen Schrifttums II, Leipzig ^1866
ricia* (Kõln 1959), 114; Ch. Maurer, ârtiTÍ-âripi, en ThWNT
En catálogos de vícios en Mc 7, 22 (en plu­ VIII, 160, 22s; H. P. Müller, Die Plagen der Apo-
ral); Rom 1, 29; Ef 4, 19; 5, 3; Col 3, 5; cf., a kalypse: ZNW 51 (1960) 268-278.
propósito, A. Võgtle, Die Tugend- undLaster-
kataloge im NT, Münster i. W. 1936, esp. 223- 1. De los 22 testimonios de JiXriYfi que se
225. - Lc 12, 15 advierte contra «toda forma encuentran en el NT, dieciséis corresponden
de avaricia». En 2 Cor 9, 5 jtXEOVE^ía, según al Apocalipsis, dos al Evangelio de Lucas y
el contexto, significa: «un don como (dificil­ otros tantos a Pablo y al libro de Hechos.
mente) se saca a la tacanería». 1 Tes 2, 5 ha- La expresión de participio irXqYÒç âttr&Év-
bla dei «pretexto para la codicia». 2 Pe 2, xeç, Lc 10, 30; Hech 16, 23 («infligir golpes»,
3.14 atribuye codicia a los falsos maestros. «golpear»), se halla atestiguada tanto en grie-
ThWNT VI, 266-274; DTNT I, 150s; K. S. go (Maurer) como en arameo (Levy: 'assêb
Frank, Habsucht (Geiz), en RAC XIII, 226- küfrê, literalmente «hacer que se reciban gol­
247; Spicq, Notes II, 704-706. pes»). En la parábola dei Buen Samaritano
(Lc 10, 30), esa expresión se usa en el contex­
JlÀ,EVQá, ã ç , n pleura costado (dei cuerpo)* to de un atraco perpetrado por ladrones de ca-
En el NT el término se refiere siempre a un minos; en Hech 16, 23, la expresión se men­
costado dei cuerpo humano; en Jn 19, 34, se ciona en el relato sobre la actividad de Pablo
habla dei costado dei Crucificado en el cual en Filipos, a propósito de un linchamiento de
un soldado (después de la muerte de Jesús) Pablo y Silas (sobre Ap 22,18 2).
clavó su lanza (par. Mt 27, 49 v.l.). Jn 20,
20.25.27: el costado (la herida dei costado) 2. En Lc 12, 48, JtXqY''! designa el castigo
que el Resucitado mostro a los discípulos. de azotes que un esclavo recibe cuando hace
Hech 12, 7: el ángel golpeó en el costado a algo que «merece golpes»; Hech 16, 23; 2
Pedro que dormia (jta x á la ç rfiv jtXEUQÓv), Cor 6, 5; 11, 23: el castigo de azotes que Pa­
para despertarle. blo recibió (en un caso, estando Silas con él)
por hallarse al servicio dei Senor; Hech 16,
33: los resultados de la flagelación, es decir.
Ttkètíi pleõ navegar, hacerse a la vela* Ias heridas. Corresponde a esta manera de ha-
Con excepción de Ap 18, 17, todos los tes- blar, lo que se dice en Ap 13, 3.12.14, cuando
timonios dei NT se hallan en la obra de Lucas se habla de que la «bestia» (cf. Dan 7, Iss)
(Lc 8, 23 a diferencia de Marcos, y cuatro ve- anticristiana recibió «herida mortal y herida
ces en el libro de Hechos). Sin indicación de de espada», y que de ella sanó.
la meta dei viaje, jiXéco se halla en Lc 8, 23; Desviándose dei uso esbozado hasta ahora,
Hech 27, 24. La meta de la navegación se in­ jtXqYil debe traducirse por plaga en todos los
dica con ELÇ en Hech 21, 3; 27, 2.6. En Ap 18, demás pasajes (Ap 9, 18.20; 11, 6; 15, 1.6.8;
17 ó EJii TÓJtov jtXscov significa quizás «el 16, 9.21 [bis]; 18, 4.8; 21, 9; 22, 18): un con-
que navega a lo largo de la costa», cf. Bauer, cepto que sólo puede perfilarse nitidamente e
Wõrterbuch, s.v.-, H. Kraft, Die Offenbarung interpretarse como es debido, en relación con
des Johannes (HNT) 236, cree que el texto se Ias «plagas de Egipto», narradas en el libro
halla corrompido y propone leer xtójtqv (ga­ dei Exodo. En favor de esta interpretación ha­
lera) o itQQjQav (proa) en lugar de xójtov; cf. bla el hecho de que tanto en el Apocalipsis
Ez 27, 29 LXX. como en el libro dei Exodo se hable de «diez
plagas» (TM: nega', LXX: JtX.ijY'*!; compáre-
íjÇ» 'H plSgê golpe, herida, plaga* se Ex 7, 14-12, 36 con Ap 9, 18 [tres plagas]
Bibl.: Haag, Diccionario, 713s («Flagelación»), y 15, 1.6.8 [siete plagas]), y que tanto en el li­
1535 («Plagas de Egipto»); J. Levy, Chaldãisches bro dei Exodo como en el Apocalipsis Ias diez
979 JtXrjYTÍ - jiXfjôoç 980

plagas vayan seguidas por el êxodo (compáre- cantidad, y corresponde en su significado ge­
se Ex 12, 31 con Ap 18, 4). neral al término espanol multitud (sinônimos
de carácter general: grupo muy numeroso,
H. Schwarz
gentio, masa de gente) y, por tanto, tiene en
cierto modo un significado extenso y un am­
3 t^ f|d o ç , o v ç , TÓ plêthos multitud, grupo plio campo referencial (como sucede ya en la
muy num eroso, gentio, población, reu- LXX; cf. Delling, 276ss).
nión; (asamblea de la) comunidad* b) Sin articulo, JiT.fiOoç designa un conjun­
to bastante numeroso pero de cantidad inde­
1. Aparición - 2. Uso en el NT - a) Significado fun­
damental - b) JtXijffoç sin y con artículo - c) Entida­ terminada (una multitud) y es sinônimo a ve­
des a Ias que se hace referencia - d) Significados en ces dei adjetivo jro^À.oí (Delling, 279). La
concreto - 3. (xò) jtKfifloç como designación lucana magnitud excepcional de un JiX.fjdoç (indeter­
de la comunidad.
minado) se expresa generalmente por medio
Bibl.: W. Bauder, en DTNT III, 370-372; G. Del- dei adjetivo JtoÀú (Mc 3, 7s; Lc 5, 6; 6, 17;
ling, jtXfjOoç, en ThWNT VI, 274-279; E. Haenchen, 23, 27; Hech 14, 1; 17, 4); tiene precisamente
Die Apostelgeschichte (KEK), Gõttingen ’1977, sobre sentido «hiperbólico» (Zingg, 65) el plural
todo 227 nota 1; G. Schneider, Die Apostelgeschichte
I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, sobre todo 251 nota
jrT.Tjüti àvÔQÔiv XE x a l Ybvaixcõv en Hech 5,
71; 381 nota 23; 424 nota 31; H. Schürmann, Das Lu- 14. Una indicación limitadora de la cantidad
kasevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 320 (con xi) la encontramos en Hech 28, 3; «una
(sobre Lc 6, 17); P. Zingg, Das Wachsen der Kirche brazada de lena» (Delling, 279). Si jtÀfjOoç
(OBO 3), Fribourg (Suiza)-Gõttingen 1974, esp. 65ss;
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1236. lleva artículo, entonces se piensa en un con­
junto en el sentido de la (totalidad de) una
1. De los 31 testimonios seguros que apare­ reunión homogênea (en ciertas ocasiones = oi
ceu en el NT, veinticuatro de ellos correspon- jto)y.7,oí; cf, Delling, 278). En determinadas
den a Lucas/Hechos (8 + 16 respectivamen­ reuniones de personas, Lucas realza de mane-
te). Se trata, por tanto, de un «término prefe­ ra especial su «carácter homogêneo» (Zingg,
rido» por Lucas (Schneider, 381 nota 23). Por 67) o la «uniformidad de su conducta» (De­
lo que respecta al Ev. de Lucas, esto se con­ lling, 278) por medio de Jtãv (Lc 1,10; Hech
firma por la siguiente observación: tan sólo 6, 5; 15, 12) o ótJtav (Lc 8, 37; 19, 37; 23, 1;
en 6,17 la sentencia se deriva de Marcos (Mc Hech 23, 24; cf. ôXov en Hech 14, 7).
3, 7s; pero en este caso el término se usa en c) Casi siempre un genitivo indica a qué se
sentido absoluto); tres veces el término es re- refiere (xò) JtXfjfloç. Pero, aunque falte ese
daccional: en 8, 37 ãjtav xò JiT.fjüoç (con ge­ genitivo (como sucede en Mc 3, 7s; Hech 2,
nitivo) es un adición aclaratoria de Mc 5, 17; 6; 6, 5 [14, 7 v.l.]; 19, 9; 23, 7; cf. Heb 11, 12,
en 19, 37 y 23, 1 la misma expresión sustitu- donde x(õ JiÀ,f|0^EL, usado como adjetivo, tiene
ye complejas enumeraciones de grupos de el sentido de «numeroso»), la referencia se
personas en Marcos (11, 9 ó 15, 1)); los de- puede deducir claramente dei contexto. Pre-
más pasajes: 1, 10; 2, 13; 5, 6; 23, 27 pertene- dominantemente el sustantivo se refiere a per­
cen al material peculiar de Lucas y no tienen sonas (con frecuencia con la constructio ad
paralelos sinópticos (sin embargo, compárese sensum característica de los nombres colecti-
Lc 5, 6 con Jn 21, 6). Con excepción de Hech vos; cf. BlaB-Debrunner § 134, 1; 296, 1); po­
5, 14, en el NT el término aparece siempre en ças veces se refiere a entidades no personales
singular. (a peces: Lc 5, 6; Jn 21, 6); a lena: Hech 28,
3; estrellas: Heb 11, 12; pecados: Sant 5, 20;
2. a) El sustantivo, por su etimologia (de la 1 Pe 4, 8).
raiz plê-), significa propiamente plenitud (cf. d) Guando no se refiere a personas, el tér­
Jtíp.Jt7.TiM,L, 3TX.f|QT]ç; en latin, plenus). En el mino tiene siempre el significado usual de
NT se emplea como indicación (colectiva) de conjunto, gran cantidad. Por el contrario.
981 jiXfi'0'oç 982

cuando se refiere a personas, hay variedad de De igual modo, sólo en Lucas -con arreglo
significados: a la terminologia para referirse a Ias entidades
En sentido general (como designación de religiosas (Bauer, Wõrterbuch, í . v.; Schnei-
un conjunto o gran grupo de personas) el sus- der, 424 nota 31)- se encuentra el sustantivo
tantivo se encuentra, por ejemplo, en Lc 2, como tecnicismo para designar a la (asam-
13: «una multitud de Ias huestes celestiales»; blea) de la comunidad religiosa reunida en
Jn 5, 3; «multitud de enfermos»; Hech 5, 14: pleno. La expresión se usa consecuentemente
«multitud de hombres y mujeres»; 14,1: «una en este sentido, pero con dos excepciones: en
gran multitud de judios y griegos; 17, 4; «una Lc 1, 10 Jtõv TÒ ttXfjifoç significa la comuni­
gran multitud de griegos temerosos de Dios» dad reunida para el culto divino en el atrio dei
(junto a; «y no pocas mujeres de familias dis- templo (por contraposición al sacerdote que
tinguidas» [joux òXíyai es una expresión si­ hacía en el templo la ofrenda dei incienso), y
nônima de JtXfjüoç jtoÀú!]). Aqui hay que in­ en Hech 19, 9 se emplea la expresión xò jtXfi-
cluir también los pasajes en los que (xò) ^ o ç en sentido absoluto para referirse a la
dog significa (el) pueblo o (la) multitud de asamblea comunitária de la sinagoga de Efeso
personas-, con este mismo sentido el sustanti- (de la cual se separan «los discipulos»). Con
vo usado en sentido absoluto aparece única­ esta expresión se piensa unas veces en el gru­
mente en Mc 3, 7s («una gran multitud» = po de los discípulos antes de Pascua (así en
«muchas personas»; cf. el lugar paralelo de Lc 19, 37; òlixav xò JxLijDoç xtõv (xa'&T)xõ)'v;
Mt 4, 25: õxA.oi jro?t)y,OL); en los demás casos, cf. 6, 17, donde la expresión sinônima òxXog
el sustantivo va acompanado siempre de xon jtoXvç |r.a{lT)xâjv auxoü describe el círculo
Xaov-, Lc 1, 10 (junto al sencillo ó Â,aóç, v. más íntimo de los discípulos de Jesus, a dife­
21); 6, 17 («un gran gentio de personas», di­ rencia no sólo de los «Doce» sino también dei
ferenciado aqui de õx^oç jtolrúç pa^Ttxrôv); noXv dei pueblo) o bien (como suce­
23, 27 (téngase en cuenta aqui la diferencia- de siempre en el libro de Hechos) se piensa en
ción que se establece: «una gran multitud de la comunidad cristiana (reunida); así Hech 4,
pueblo y de mujeres»); Hech 21, 36 (aqui con 32 (xò itJcfjOoç xmv juaxeuoávxwv); 6, 2 (xò
acento negativo: «multitud ruidosa», «masa jtXfidoç xrôv pa'0'Tixcõv); 6, 5 y 15, 2 (en am­
de gente»; cf. en Ias inmediaciones la simple bos casos Jtõv xò jtXfi'&oç) se refieren a la co­
expresión ó oxXoç, vv. 27.34s ó ó Xaóç, vv. munidad primitiva de Jerusalén, y 15, 30
30.39S). (OOvaycxYÓvxEÇ xò jrXfjdoç) se refiere a la
Tan sólo en Lucas xò 3XÀ,fj'&oç tiene a veces comunidad de Antioquía.
un sentido más amplio (acentuándose espe­
cialmente, en la mayoría de los casos, el as­ 3. Con el uso lucano dei sustantivo como
pecto de totalidad) y designándose entonces a designación de la comunidad cristiana (junto
la población (entera) de una ciudad o región a ^ £Xx)iT)aLa; compárese, por ejemplo, Hech
(Lc 8, 37: dei território de los gerasenos; Hech 4, 32 con 5, 11; 15, 12 con 15, 22) se asocian
5, 16: de Ias ciudades de los alrededores de Je- varias ideas de relevância teológica:
rusalén; 14, 4: de Iconio; cf. [con exagera- a) La idea de la continuidad (histórico-sal-
ción] 25, 24: «todo el pueblo judio»; además vífica): Cuando en Lc 19, 37 (en la perícopa
2, 6, donde por la «multitud» [jxò jrX.fjdoç en de la entrada triunfal en Jerusalén) el grupo
sentido absoluto!] que se reunió en el dia de de discípulos que acompanaba a Jesús se de­
Pentecostés, hay que entender, según el con­ signa con la misma expresión (jt^^fj^oç xcõv
texto [vv. 5 y 14], a todos los habitantes de Je- (ra'9'T)X(õv) que se emplea para designar en
rusalén juntamente con los judios de la Diás- Hech 6, 2 a la comunidad primitiva de Jerusa­
pora que residian en aquella ciudad); dos ve­ lén, entonces se caracteriza claramente a los
ces (Lc 23, 1; Hech 23, 7) se hace referencia a discípulos como «modelo y prototipo de la
la reunión (en pleno) dei Consejo Supremo. comunidad cristiana primitiva» (Schürmann,
983 it^ fjd o ç - jtXii&iJva) 984

320), También en Lc 6, 17 la «gran multitud cristianos por la actividad misionera de Pablo


de sus discípulos» que (junto a los «Doce») se y de sus companeros. Según 14, 1, éstos pre-
mencionan entre los que seguían a Jesús, apa- dican con tanto êxito en la sinagoga de Ico-
recen al menos «simbolicamente como signo nio, que «gran multitud de judios y griegos
profético... de la comunidad pospascual de los abrazan la fe»; según 17, 4, en Tesalónica lo-
discípulos» (Schürmann, 321), así como la gran ganar para la fe, junto a algunos judios,
«gran muchedumbre de gente» -con anticipa- «a una gran multitud de griegos temerosos de
ción de la situación misionera después de Pas- Dios y a no pocas mujeres de famiüas distin-
cua- «representa ya a Ias masas de personas guidas».
de la Ecumene susceptibles de ser evangeli- c) La idea de la unidad (homogênea y, a la
zadas... y prefigura así potencialmente al pue- vez, estructurada); al grupo de los discípulos
blo de Dios de la Nueva Alianza» (Schür­ de Jesús se los caracteriza ya en Lc 19, 37
mann, 321). Una comprensión parecida se su- (por medio de ã ita v ) como una comunidad
giere para Lc 2, 10; 23, 27, y sobre todo para homogênea. Esto se aplica sobre todo a la co­
5, 6 (la abundante captura de peces como re- munidad cristiana postpascual. Su homoge-
presentación anticipada dei êxito de la misión neidad se hace patente en la forma de su con­
postpascual; cf. v. 10). vivência (Hech 4, 32; «La multitud de los que
b) La idea dei crecimiento: esta idea se in­ habían creído tenía un solo corazón y un alma
dica ya en el Evangelio de Lucas. Mientras sola, ... todo lo poseian en común») y en la
que en 6,17 el õx?^.oç JtoÂ,úç de los discípulos postura uniforme que adoptan en decisiones
se distingue aún dei itX.f\'0'OÇ iroLú dei pueblo importantes (así sucede en la elección de los
(que evidentemente se concibe como mucho Siete; 6, 5; en el Concilio Apostólico: 15, 12.
mayor; Zingg, 65), la expresión dicav xò 22.25). En todo ello, la comunidad -con arre-
JtÀ.fjdoç en 19, 37 podría referirse ya al grupo glo a su modelo prepascual (cf. la distinción
de los discípulos incrementado con «Ias ma­ que se hace entre los «Doce» y el círculo ma­
sas que confesaban su fe en Jesús» (Schür­ yor de los «discípulos» en Lc 6, 17)—aparece
mann, 321 nota 7). A su vez, el libro de He- como una unidad estructurada; en Hech 6, 2
chos (especialmente en los tres sumários que se hace distinción entre la «multitud de los
describen la vida de los primeros cristianos; discípulos» y el grupo de los «Doce» (que
2, 41-47; 4, 32-35: 5, 11-16) nos hace ver có- convoca la asamblea y que dirige a la comu­
mo la comunidad primitiva fue creciendo nidad). En el relato sobre el Concilio Apostó­
continuamente desde el primer día de Pente- lico hallamos la tríada: comunidad (ièxxÂ,Ti-
costés; el día en que a base de la multitud con­ oía!), apóstoles, ancianos (15, 4; cf. 15, 22).
gregada (2, 6) se formó el primer grupo de A los apóstoles y a los ancianos se los realza
cristianos (cf. 2,41 al principio dei primer su­ así especialmente como el grêmio rector den­
mario). De manera precisamente hiperbólica tro de la asamblea plena de la comunidad (15,
se formula en 5, 14 la noticia sobre el creci­ 12; jrãv xò jrLij^&oç).
miento (en el tercer sumario): «Y más y más, J. Zmijewski
multitudes de hombres y mujeres creyentes en
el Senor se anadían constantemente (jtqoo-
exí'9'evTo)» (cf., a propósito, Zingg, 38s). La plêthynõ completar, acrecen-
convocación de la «multitud de discípulos», tar(se), crecer, aumentar*
mencionada en 6,2, que conduce a la elección 1. Aparición y uso en el NT - 2. Expresiones for­
de los Siete por «toda la multitudy> (6, 5), se mularias - 3. jtXtfÔTJVo) en el libro de Hechos.
debe a Ias dificultades surgidas por el intenso
B ib l ; W. Bauder, en DTNTII, 370-372; G. Delling,
crecimiento de la comunidad (6, 1: «porque ei
jzXtiüÚvq), en ThWNT VI, 279-282; G. Schneider, D ie
número de los discípulos iba aumentando» [-> A po stelg esch ich te I (HThK), Freiburg i. Br. 1980, so­
JtXii&iJva)]). Más todavia crece el número de bre todo 422 nota 14, y 457 nota 108; P. Zingg, D as
985 jtJi-iTÍhjva) 986

W achsen d e r K irche (OBO 3), Fribourg (Suiza)-Oõt- 7). La combinación de los dos verbos, los
tingen 1974; para más bibliografia, cf. ThWNT X, cuales (a pesar de su sinonimia) tienen como
1236.
fondo diversas ideas (cf. Zingg, 26), podría
1. En el NT el verbo aparece 12 veces (en la entenderse como intensificación (es decir, po­
LXX hay unos 200 testimoiüos), cinco de ias dría expresar la gran abundancia y lo constan­
cuales se encuentran en el libro de Hechos te dei crecimiento), pero podría tratar también
(Schneider, 457 nota 108: «un término predi- de describir el crecimiento bajo dos aspectos
lecto en Hechos». Se emplea (como sucede ya (dando a entender más bien con an láv to la
en la LXX; cf. Delling, 280) tanto en sentido energia interna que produce el crecimiento
transitivo como intransitivo. Claro que la voz [cf. Delling, 281], y con jtX.iyOúvco más bien
activa dei verbo en sentido transitivo, que sig­ los efectos externos dei crecimiento).
nifica completar, acrecentar, se encuentra En los tres praescripta epistolares, el opta-
únicamente en dos pasajes (en ambos como tivo JtXT]'0nv'&eÍTi («jojalá crezca!» o «jcon-
un enunciado acerca de Dios); en 2 Cor 9, 10, cédase en plenitud!») -seguramente por in­
donde se dice que Dios concederá a los corin- fluencia de la LXX (cf. Dan 4, 37c LXX; 4,1;
tios su «cosecha» y la acrecentará (se piensa 6, 26 Teod.)—se anade a la fórmula de saludo
en la abundancia de bienes materiales que les (1 Pe 1, 2: 'óltiv x a i elprivri JtX.'q'9nv-
permita realizar su obra de amor con la comu- •0-eÍT]; de manera semejante en 2 Pe 2, 1, aun-
nidad de Jerusalén [^o que nace de esa obra que con la adición redaccional de èv èjttyvcó-
de amor?]) y (dos veces) en Heb 6, 14 en la 08LToõ -ftEOi) %xk.\ Jds 2; êA,eoç úpív x a i el-
cita de la promesa hecha por Dios a Abrahán QrivT] x a i àyáitTi jrX.irduvdeíq); el deseo
en Gén 22, 17: «Sí, bendiciendo te bendeciré quiere «que la plenitud de los dones divinos
y te acrecentará acrecentándote (= con abun­ de salvación se dejen sentir activamente en
dancia) (en la LXX dice: a tu simiente)». La Ias comunidades» (Delling, 282).
voz activa dei verbo con sentido intransitivo y
con el significado de crecer, aumentar (en nú­ 3. JtX.iy&úvto (juntamente con aúlávco, lO-
mero) aparece únicamente en Hech 6, 1 (refi- XÚco, JtQooxídTipi y otros) es uno de los ver­
riéndose a la comunidad de los discípulos; cf. bos característicos dei libro de Hechos para
también Hech 19, 20 D. En los ocho pasajes dar noticias sobre el crecimiento. Dos de esas
restantes (Mt 24, 12; Hech 6, 7; 7, 17; 9, 31; noticias enmarcan el relato sobre la elección
12, 24; 1 Pe 1, 2; 2 Pe 1, 2; Jds 2) el verbo de los Siete (6, 2-6). La primera (6, 1), expre-
aparece en voz pasiva = ser acrecentado, ser sada en forma de genitivo absoluto (jt^ir&u-
concedido en abundancia (así especialmente vóvTiov xcõv [iabxixtüv; «como los discípulos
teniendo a Dios como sujeto lógico), pero fueran aumentando en número»), menciona el
también con sentido de voz media (en conso­ trasfondo (temporal y objetivo) de Ias dificul-
nância con el sentido intransitivo): acrecen- tades, que (según el v. 2) hacen que se reúna
tarse, aumentar, crecer (por ejemplo en Mt la comunidad en pleno (-+ Jt)ifi§oç 3; el sus-
24, 12, donde se senala que uno de los signos tantivo, por tanto, se halla aqui junto al verbo,
dei fin de los tiempos es el aumento de la ^ jcomo en Ex 1, 9s; Dt 1, 10; 1 Crón 4, 38
àvopía, provocado por la seducción (v. 11), LXX!). La segunda noticia (6, 7) describe en
que tendrá como consecuencia un «enfria- tres frases estructuradas paralelamente el êxi­
miento» de la àyáJtTi en muchos). to obtenido por el nombramiento de los Siete
(al quedar libres los apóstoles para el «minis­
2. El par de términos «(hacer) crecer y mul- tério de la palabra»; cf. v. 4): «Y la palabra de
tiplicar(se) (aíi^áva) x a i JtX.iy&úvm: Hech 6, Dios crecía (lyu^avEv), y se multipUcaba po­
7; 7, 17; 12, 24; 2 Cor 9, 10) es ya una expre- derosamente (oqpóÔQa) el número de los dis­
sión fija en la LXX (donde aparece 13 veces, cípulos en Jerusalén, y gran multitud (noJtòç
por ejemplo, en Gén 1, 22.28; 47, 27; Ex 1, õxXoç) de sacerdotes se hicieron obedientes a
987 nX.riôiJva) - Ji?ir|0T|ç 988

la fe». En relación con 6, 1, este sumario re­ n;XT|xtt)ç, o v , ó plêktês pendenciero*


presenta innegablemente una intensificación En los «espejos de obispos» de Ias Pastora-
(cf. el refuerzo con otpóôpa [como en Ex 1, 7 les encontramos, entre otras cualidades, la de
y passim, el imperfecto que sirve para acen­ que el èrtíoxoitoç no debe sej pendenciero
tuar lo continuado dei crecimiento, la amplia- (pT) Jt7,f|XTT]v): 1 Trm 3, 3; Tit 1, 7.
ción dei círculo de personas a la «gran multi-
tud de sacerdotes», pero también la clara refe­
rencia a la conexión entre el crecimiento dei tjç , plêmmyra crecida de
logos y el aumento -determinado por ello- Ias aguas, inundación*
del número de discípulos. Lc 6, 48 (a diferencia de Mt 7, 25) en la pa­
Otra intensificación la encontramos en 9, rábola final dei «sermón dei llano» (la casa
31 («la Iglesia en toda Judea, Galilea y Sama- edificada sobre fundamento de roca): JtliTip-
ría... iba creciendo por la 3raQáxX,T]oiç dei pÚQTiç YE'''0 [tévr|Ç, «cuando vino una inunda-
Espíritu Santo»); aqui se habla ya de una ción».
â x x 7 ,T )O Ía (una «iglesia regional» que rebasa
los limites de la comunidad primitiva) con un plên (adv.; preposición impropia con
constante crecimiento (jde nuevo se usa el genitivo) pero, sin embargo; excepto*
imperfecto!) que sigue atribuyéndose a la ac- 1. El advérbio se usa (como conjunción) al
ción dei Espíritu Santo. principio de la oración o de parte de la ora-
La noticia final (12, 24: «Pero la palabra ción (sin embargo, no obstante): en la frase
dei Seiior seguia creciendo y multiplicándo- que introduce sentencias de Jesus: Jt7.f)v Xéytí)
se») marca una suprema intensificación, no "óplv (Mt 11, 22.24; 26, 64) y mX.qv o u aí (Mt
sólo a causa de la formulación (jel logos es 18, 7; Lc 6, 24; 17, 1; 22, 22). - Otros testi-
ahora el único sujetol), sino también a causa monios: Mt 26, 39 par. Lc 22, 42 (ja diferen­
de la posición de la frase: Lucas la situó cons­ cia de Marcos!); Lc 6, 35; 10, 11.14.20; 11,
cientemente entre el relato sobre la persecu- 41; 12, 31; 13, 33; 18, 8; 19, 27; 23, 28. -
ción y muerte de Herodes (12,1-23) y el rela­ Jt)ir|v puede también finalizar la explicación y
to sobre el primer viaje misionero de Pablo (a realzar lo decisivo, por ejemplo, en Pablo: 1
partir de 13, 1). Y lo hizo así peira mostrar cla­ Cor 11, 11; Flp 3,16; 4, 14; cf. Ef 5, 33; Ap 2,
ramente que el crecimiento dei logos y, con 25. - jtX.T]v ÔTi, «excepto que», se halla en
ello, el de la Iglesia proseguía de manera in- Hech 20, 23; Flp 1, 18. - En Lc 22, 21 Kkx\v
contenible (jotra vez se usa el imperfecto!) - a interrumpe el curso dei pensamiento y marca
pesar de la persecución—, en cumplimiento la transición hacia una nueva idea.
dei encargo dado por el Senor (1,8).
Hech 7, 17, con su alusión a Gén 47, 27 ó 2. Como preposición impropia que rige ge­
Ex 1, 7 (en palabras puestas en boca de Este- nitivo (excepto), JtÀtív sigue casi siempre a
ban) se halla exactamente entre Ias cuatro no­ enunciados negativos: Mc 12, 32; Jn 8, 10
ticias acerca dei crecimiento, que acabamos Textus Receptus; Hech 15, 28; 27, 22. Sigue a
de examinar. Si, según Lucas, el «crecimiento un enunciado positivo en Hech 8, 1: Jtávxeç
y multiplicación» dei antiguo pueblo de Dios ôiEajtápT]oav trÀfiv tcúv àjtooTÓÀtuv.
en Egipto, que en esas citas se mencionan, se
refieren al comienzo dei cumplimiento de la
promesa hecha a Abrahán (cf. 7, 5), vemos 2 plêrês lleno*
ahora que el crecimiento dei logos y de la 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
Iglesia significa la nueva y definitiva realiza- 3. jtXÚQuç en los escritos de Lucas.
ción de esa promesa (cf. Zingg, 174). B ihL: G. DelUng, jiX
.t|qt]ç, en ThWNT VI, 283-285;
G. M. Lee, Indeclinable IIAHPH2; NovT 17 (1975)
J. Zmijewski 304; para más bibliografia, cf. -> xXtiqócd.
989 3XXf|QT|Ç- JtXriQOCpOQEÜ) 990

1. En el NT JtWieifiç aparece 16 veces, prin­ (-> ôó^a 3.b) de Dios en el cielo y ve a Jesús
cipalmente en Ias obras de Lucas (2 veces en a la mano derecha de Dios (Haenchen, Die
el Ev. de Lucas y 8 en el libro de Hechos); por Apostelgeschichte, 286: «El Espíritu Santo
lo demás, aparece 2 veces en Mateo, 2 en abre los ojos de Esteban... para que contemple
Marcos, 1 en el Ev. de Juan y 1 en la Carta se­ la realidad celestial que está infinitamente por
gunda de Juan. encima de toda polêmica terrena»). En 11, 24
se dice que Bemabé está «lleno dei Espíritu
2. JtX,T|QT]ç (que en el NT es parcialmente Santo y de fe»; está apareciendo una termi­
indeclinable, como lo es en general en la len- nologia fija dei lenguaje de la edificación»
gua helenística vulgar; cf. BlaB-Debrunner § (Haenchen, Die Apostelgeschichte, 352s). En
137, 1) significa lleno, completo, primera- este sentido hay que entender quizás la carac-
mente en sentido puramente espacial; «doce terización (sobrecargada lingUísticamente) de
canastas Renas» (Mt 14, 20; de manera pare­ Tabita como «Rena de buenas obras y de Ias
cida en Mt 15, 37; Mc 8, 19; «grano lleno en limosnas que hacía», Hech 9, 36 (a propósito,
la espiga» (Mc 4, 28). Aparece también en cf. Haenchen, Die Apostelgeschichte, 327).
sentido figurado: «para que recibáis completa Lucas usa JtÀ,f|QTiç en sentido descalifica-
recompensa» (2 Jn 8). El empleo dei término dor en Hech 13, 10; «Estás Reno de engano y
es teologicamente relevante en Lucas ( ^ 3) y de maldad» (refiriéndose Elimas el mago), y
Jn 1, 14: jT?tr|QTiç xáetTOç stal àXir&eíaç, en 19, 28: «llenos de ira» (se refiere a los efe-
«lleno de gracia y de verdad» àX.TiOeia sinos en el alboroto promovido por Deme-
4.b, -> jrX,r|Q0jp,a 3.c). trio); cf. también Lc 5, 12: «un hombre Reno
de lepra».
3. JtJtfiQTiç tiene en Lucas especial peso te­
ológico. El Jesús pre-pascual es por excelen- H. Hübner
cia el portador dei Espíritu; él está jrXf|ÇT]ç
jTveúfxaxoç 071.00, «lleno dei Espíritu Santo, JlXt)QO(jpoQÉ(a plêrophoreõ llenar (com­
Lc 4, 1 (cf., a propósito, H. Conzelmann, El pletamente); en voz pasiva también: estar
centro dei tiempo, Madrid 1974, 253s; cf. convencido*
también Lc 4, 16ss). El uso de jtÀ,f|QT]ç en He­ JtA,T]QoqpOQLa, aç, q plêrophoria plenitud,
chos muestra que, después de Pentecostés, el convicción*
Espíritu Santo es el verdadero poder para el
1 . Aparición y significado de JtXt]QOcpoQÉa) - 2.
tiempo de la Iglesia. Hech 6,3 describe a «los Aparición y significado de JiXqoocpoQÍa - 3. Lc 1, 1 -
Siete» (-»• Eitrá 2.e) como «llenos dei Espíri­ 4. Rom 14, 5.
tu y de sabiduría», aunque dificilmente en el
B ihh: J. Becker, Q uid itXr|ço<poQelaúai in R om 14,
sentido de «experiencia práctica dei mundo» 5 significef. VD 45 (1967) 11-18; Id., Z u JiXqçoqpo-
(en contra de E. Haenchen, Die Apostelge- eElaUai in R o m 14, 5: Bib 65 (1984) 364; DeiBmann,
schichte^ [KEK], 256; crítica justificada en G. L icht, 67s; G. Delling, JtXriQoqpoQéo), en ThWNT VI,
Schneider, Die Apostelgeschichte I [HThK], 307s; J t X , í ]Q O (p o Q Í a , en ibid., 309; H. SchUnnann, D as
L u ka sevangelium I (HThK), Freiburg i. Br. 1969, 1-
426 nota 45, con referencia a Hech 6, 10). La 19; Spicq, N otes II, 707-709; para más bibliografia, cf.
afirmación de que Esteban es «un varón lleno -> JiXrjQÓco.
de fe y dei Espíritu Santo» (6, 5) se desarrolla
en dos direcciones: 1) él está «lleno de gracia 1. A causa de su doble significado de llenar
y de poder (-> ôúva|i,iç 6)» (6, 8), es decir, es (completamente) (sentido reforzado de -r
obrador de milagros, y 2) él habla «con sabi­ JtX.qQÓco) y de estar firmemente convencido
duría y Espíritu» al enfrentarse con los adver­ (en voz pasiva), y de su carácter cambiante, el
sários de la fe cristiana (6, 10; cf. Schneider, verbo JtÀqQoqJOQéco, dei griego tardio, se re­
Die Apostelgeschichte, 434s). En 7, 55, Este­ siste a veces a una traducción inequívoca.
ban, «lleno dei Espíritu Santo», ve la gloria Aparece 6 veces en el NT: xà jtE J tX ,q p o (p o -
991 irXíiQocpoQéa) 992

0Ti(xéva èv ^[xív :tQáY|iaTa, «los sucesos que qjogíav xfjç èX,jtíôoç (Heb 6, 11), ya sea la de
se han cumplido (= que Dios ha hecho que se «ceio por el pleno desarrollo de la esperanza»
cumplan) entre nosotros» (segiín la traduc- (O. Michel, Der Briefan die Hebraer^ [KEK],
ción propuesta en alemán por Schürmann, 4), sub loco), o bien la de «ceio que conduce a la
LC 1, 1; KXTIQOqpOQII&EÍÇ / 3tA.T]QOq)OQEÍO'&(0, plena confirmación de la esperanza final»
completamente convencido / él debe conven- (Delling, 309, 21s). Se discute el significado
cerse plenamente, Rom 4, 12; 14, 5; irEJtX,Ti- de èv jrXqpocpoQÍg níoxecuç (Heb 10, 22);
pocpoQTipévoL, cumplidos, o, como en Pablo: «en fe completa» (Michel, Der B rief an die
completamente convencidos, Col 4, 12; «cum~ Hebraer, 342; ibid., 346; «lo inquebrantable
ple tu ministério», 2 Tim 4, 5; iva ôi’ èpoC tò de la fe»). Delling (309, 25s) ve acertadamen-
xriQUYpa JtXTjpotpopii&fj, «para que por me­ te que aqui JiÀT]QoqpoQÍa se acerca teológi­
dio de mí llegue a sufin la tarea de proclama- camente al significado de 3iaQpT]aía («con­
ción (que se me ha impuesto)», 2 Tim 4, 17 fianza»).
(en sentido un poco atenuado, traduce así M.
Dibelius, Die Pastoralbriefe [HNT], sub loco: 3. La frase: xà JtejtX.TiQoqpoQTi[rÉva èv
«a fín de que por medio de mí la predicación r||r.ív jtgáYpaxa (Lc 1, 1) contiene un frag­
se proclame a lo largo y a lo ancho»). mento dei programa teológico e histórico que
se expresa en el prólogo dei Evangeho de Lu­
2. Las dificultades de traducción son aún cas. Schürmann podria estar en lo cierto al
mayores con respecto al sustantivo nXqpo- afirmar que itÀTjQOcpoQéü) «se emplea aqui en
cpoQÍa, también dei griego tardio, con su do- doble sentido»; significa primeramente, lo
ble significado de plenitud y firm e convic- mismo que 3i A,t)qóo), la consumación. Para
ción, suprema certeza. El sustantivo aparece Lucas, «los acontecimientos cristológicos de
tan sólo 3 veces en las cartas dei NT. la salvación ‘han llegado a su final’ con la re-
1 Tes 1,5: «El evangelio llegó... no sólo en surrección y la exaltación de Jesus...». Pero
la palabra, sino también en el poder y en el Lucas quiere expresar, no obstante, el «carác-
Espíritu y [èv] nXTjQoqpoQÍçt JtoX,Xf)». El con­ ter de cumplimiento» de esos acontecimientos
traste aqui entre 3t^T]QocpOQÍa y «la palabra» (Schürmann, 5). Con este fin el evangelista se
y la coordinación de JtXTiQoqpoQÍa con el po­ habría servido intencionadamente, para sus
der y el Espíritu podrían sugerir la siguiente ideas teológicas, dei sentido poco nítido dei
traducción; «en gran plenitud de acción divi­ término JtXTjQoqJOQÉto. Al cumplimiento (o
na» (así Delling, 309, 6ss; de manera diferen­ consumación) de los actos salvíficos corres­
te traduce E. von Dobschütz, Die Thessaloni- pondería el cumplimiento de lo que se ha es­
cherbriefe [KEK], sub loco: «confianza inter­ crito sobre ellos (Lc 24, 44, ->• jtXqpóa) 3.a).
na obrada por el Espíritu»; Bauer, Wõrter-
buch, 1330 ofrece como traducción probable: 4. El principio: «Cada uno debe llegar a es­
«riqueza en certidumbre»). tar firmemente convencido según su propio
Col 2 , 2 es un texto inequívoco: e Lç Jtãv juicio» (Rom 14, 5), permitirá adoptcir deci-
jtXoÕToç Tfjç jrXqpoqpopíaç xfjç auvéoecoç, siones diferentes en la espinosa cuestión acer­
«a toda la riqueza de la plenitud dei cono- ca de la pureza cultuai, es decir, en una cues­
cimiento» (M. Dibelius, An die Kolosser^ tión que afecta a la validez de la ley mosaica
[HNT], 24: «a la comprensión plena y rica»; (-> vópoç 4.b). Según esto, en la Carta a los
Delling, 309, 17s: entiende jtXrjQoqpoQÍa co­ Romanos, Pablo podria dar muestras de ma-
mo una expresión tautológica que viene a de- yor «tolerância» que antes, en la Carta a los
cir lo mismo que JtÀoüTOç: sobreabundan- Gálatas, en cuestiones relativas al aspecto
cia). cultuai de la ley. Esto sugiere la idea de una
Dificilmente podrá ofrecerse una traduc­ evolución teológica en Pablo (J. W. Drane,
ción segura de: o j t o u ô t j v J i p ò ç xf)V 3xX,T]QO- Paul: Libertine or Legalist?, London 1975,
993 Jt>Ll]QO(pOQ£Ü) - JtXTlQÓa) 994

132-136; H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus DTNT in, 372-378; E. Schweizer, M t 5, 17-20, in Id.,
[FRLANT 119], Gõttingen ^1980, esp. 44s y N eotestam entica, Zürich 1963, 399-406; G. M. Soares
Prabhu, T he F orm ula Q u o tations in the In fa n cy N a-
81ss). Contra Becker, que interpreta jtkqQO- rrative o f M t (AnBibl 63), Roma 1976; Spicq, N otes
cpoQEtadcü (Rom 14, 5) como voz media en el II, 707-709; G. Strecker, D e r Weg d e r G erechtigkeit
sentido de «complacerse en», se alza con ra- (FRLANT 82), Gõttingen ^971, 49s, 143-147, 178-
zón E. Kâsemann, An die Romer^ [HNT], 358. 181; H. Th. Wrege, D ie Ü berlieferungsgeschichte der
B ergpredigt (WUNT 9), Tübingen 1968, 35-47; más
H. Hübner bibliografia en -»YQacpif|, vópoç; of. además ThWNT
X, 1236s.

iTlXnfQotpOQÍa, a ç , "n plSrophoria pleni- 1. En el NT jtX.pQÓoo aparece 87 veces,


tud, convicción, certeza principalmente en Lucas (de los 25 testimo-
-y JtkriQoqpoQéco 2. nios, 9 corresponden al Evangelio de Lucas y
16 al libro de Hechos). En Mateo el término
:tXl1QÓ0D plêroõ cumplir, llevar a término, se encuentra 16 veces, en el Ev. de Juan 15, y
en Pablo 13. Otros testimonios: 3 veces en
realizar
àvajt^TiQÓü) anaplèroõ cumplir, com ple­ Marcos, 6 en Ias Deuteropaulinas juntamente
con Ias Pastorales, 1 vez en 1 Pedro, 1 vez en
tar, llenar
àvxavajtXriQÓm antanapléroõ com pletar 1 Juan y otra en 2 Juan, 2 en el Apocalipsis.
àvajtkTiQÓa) aparece 1 vez en Mateo y 5 ve­
(vicariamente), cumplir*
ces en Pablo. àvxavajrkriQÓco aparece única­
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - mente en Col 1, 24.
3. Uso teologicamente relevante - a) Evangelios y He-
chos - b) Pablo - c) Cartas deuteropaulinas.
2. El verbo causativo jtX.TiQÓa), dei mismo
B ib l.: R. Banks, Jesu s a n d the L a w in the Synoptic tema que jrXriQqç, significa fundamental­
Tradition (SNTS Mon 28), Cambridge 1975, 2Ò4-213; mente, en sentido puramente espacial, llenar,
G. Barth, D as G esetzesversta n d n is d e s E vangelisten colmar, por ejemplo, cântaros (Eurípides, lon
M a tth ã u s , en G. Bomkamm-G. Barth-H. J. Held,
Ü berü eferun g u n d A u sleg u n g in M atthdusevangelium 1192), y luego también, en sentido figurado,
(WMANT 1), Neukirchen-Vluyn ’1975, 62-66; M. llenar -p o r ejem plo- de gozo (Filón, Abr
Delcor, m V , en DTMAT I, 1223-1227; G. DeUing, 108). Sab 1, 7 : Jtveüpa x u q ío u ttejiXfiQwxe
jtkTjQÓo), en ThWNT VI, 285-296; Id., àvajtXrieóa), Tíiv OLXOup,évT)V, «el Espíritu dei Senor ha
àvTavajtÀTjQÓto, en ibid., 304s; O. EiBfeld, jtkqQcb-
a a i T tã a a v ôiKaiocrúvTiv in M t 3, 15: ZNW 61 (1970) llenado el mundo» (cf. también Elio Arísti-
209-215; J. A. Fitzmyer, The Use o f E xp licit O T Quo- des, Or 45, 21, refiriéndose a Zeus Serapis: xò
ta tio n s in Q um ran L itera tu re a n d in the NT: NTS 7 jtãv jrejtXf|ptoME).
(1960-1961) 297-333; F. Hahn, M t 5. 17 - A nm erkun- En el NT el sentido espacial es relativamen­
g e n zu m E rfü U u n g sg ed a n ken b e i M a tth ã u s, en D ie
M itte d e sN T . F S fü r E . Schweizer, Gõttingen 1983, 42- te poco frecuente (aparece, por ejemplo, en
54; H. Hübner, D a s G esetz in d e r synopt. Tradition, Mt 13,48, donde se habla de una red; en Hech
Witten 1973, 32-35, 196-211, 233-235; Id., D a s G e­ 2, 2, donde se habla de una casa). En el senti­
se tz b e i P aulus (FRLANT 119), Gõttingen ^1980, 37-
do figurado es donde JtXriQÓtt) adquiere su
43, 76-80; R. Hummel, D ie A useinandersetzung zw i-
sch en K irche u n d Ju d en tu m im M a tth ãusevangelium verdadera importância teológica (-> 3); la ley
(BEvTh 53), München ^1966, 66-75; J. Kremer, Was y sus exigências jurídicas deben cumplirse,
an den L eiden C hristi noch m angelt (BBB 12), Bonn ponerse en práctica; la Escritura o su palabra
1956, 156-163; H. Ljungman, D a s G esetz erjullen. M t deben cumplirse. En estos casos el verbo
5, 1 7 f f u n d 3, 15 u n tersucht, Limd 1954; R. S. Mc-
Connell, L a w a n d P ro p h ecy in M a tth e w ’s Gospel, Ba- JtXi^QÓOL) se baila casi siempre en voz pasiva
sel 1969, 6-58, 101-141, 128-132; 1. P. Meier, L a w y, desde luego, lo está siempre que enuncia el
a n d H isto ry in M a tth e w s G ospel (AnBibl 71), Roma final de un tiempo, por ejemplo, en Hech 7,
1976, 65-89, 120-124; G. Miegge, II S e rm o n e su l 30: JtXTjQ0t)'9'évxa)v excov xeaaeQÓxovxa,
monte, Roma 1970, 83-90; W. Rothfuchs, D ie Erflil-
lu n g szita te d e s M a tth ã u s e v a n g e liu m (BWANT 88), «cuando hubieron pasado cuarenta anos»; en
Stuttgart 1969, 27-56, 151-183; R. Schippers, en sentido cualitativo en Mc 1, 5: jtejrXf|pa)xaL
995 jtXiieócü 996

ó xaiQÓç, «el tiempo se h a cumplido-»', cf. mente tales (Mc 15, 28 es secundário desde el
también Jn 7, 8. El enunciado cristológico de punto de vista de la historia dei texto). Mc 14,
Ef 4, 10 se halla de algún modo entre el signi­ 49 hace sólo una referencia general al cumpli­
ficado puramente espacial y el significado miento de las Escrituras en la vida de Jesus
metafórico: iv a jtltTiQcóot] t à n á v x a , «para(de igual modo el paralelo Mt 26, 56 con la
que él (Cristo) lo llen e todo». Precisamente frase redaccionalmente antepuesta: «todo esto
en esta frontera se sitúa también Ef 5, 18: sucedió», cf. 1, 22). En Mc 1, 2 no se halla
jtA.TiQonoÜE êv Jtvenpaxi, « se d llen o s dei Es- precisamente jtXrigóm, aunque por el verbo
píritu», mientras que en Hech 13, 52 («fueron èyévEXo dei v. 4 se halla implícita seguramen­
llen os de gozo y dei Espíritu Santo») no ha- te la idea de cumplimiento.
bría más que sentido metafórico. «Para que Mientras que es típica de Mateo la combi-
vuestro gozo se a completo-» u otras frases por nación de xò griflév (->■ Xéyco 3) con el aoris-
el estilo son características de los escritos jo- to de la voz pasiva de JXÀTiQÓtü, vemos que en
ánicos (por ejemplo, en Jn 15,11; 16, 24; 1 Jn la fórmula )oám'ca de cumplimiento cambia el
1 ,4 ;2 Jn 12). sujeto: 'H YQOttpií (4 veces): Jn 13, 18; 17,
àvajtX,T|pócD es tan sólo un JtXtipóco refor- 12; 19, 24.36; ó Xóyoç TJaatou xon JXQoqpf]-
zado. Así que, por lo que respecta al verbo, no xou, 12, 38; o también: ó Xóyoç ó ev xm vó-
hay diferencia entre jtXt]QÓü) ròv vópov, ftcp anxõúv ysygap,pÉvoç, 15, 25. Dos veces
« cu m p lir la ley», y àvajtX,TiQü)aETe tò v vó- se trata dei cumplimiento de algo que Jesús
ttov to ü X qioxoõ, «cu m p liréis la ley de Cris­ mismo dijo, 18, 9.32. Por consiguiente, la fór­
to» (Gál 6, 2). En 1 Tes 2, 16, «para c o lm a r lamula joánica de cumplimiento no es tan fija
m edida de sus pecados» es la mejor traducción como la de Mateo. El evangelista usa X.óyoç
de: eIç xò àvajtX,TiQcõaai anxtõv xàç ótp,aQ- siempre que la cita se hace de manera más es­
xíaç Jtávxoxe. También àvxavait^riQÓo) en pecífica o exacta (Rothfuchs, 153). Es cons­
Col 1, 24 significa c o m p le ta r o colm ar. tante únicamente la expresión iva JtÀTigc&fj.
Y sobre todo: mientras que Mateo, en las citas
3. a) En M a teo hay que distinguir entre Ias de cumplimiento, aduce únicamente palabras
citas de contextos y Ias citas de reflexión o ci­ de profetas (excepto en Mt 13, 35, donde se
tas de cumplimiento. Estas últimas se introdu- presenta el texto de un salmo como palabras
cen mediante fórmulas de cumplimiento: proféticas), Juan cita siempre pasajes de pro­
«Las fórmulas de cumplimiento se construyen fetas y de salmos (en Jn 15, 25 vópoç no se
en tomo al verbo Jt)iTiQoi3v, que presenta un refiere a la ley en sentido estricto, sino a la
texto dei AT como ‘cumplido’ en un suceso o Escritura).
episodio narrado» (Soares Prabhu, 46). Dicen
casi siempre: iva / ÕJtooç jiJtTjQmflfi xò QTjdèv Las citas de cumplimiento, introducidas por la
(nrcò xnpLon) ôià... xoü JtpocpTixou Xéyov- fórmula de cumplimiento, se distinguen de las
xoç, «para que se cu m pliera lo que había sido otras citas dei AT hechas por Mateo y que tienen
dicho (por el Senor) por medio dei profeta, di- paralelos en los demás Sinópticos, porque en
aquéllas el texto que sirve de base no es el de la
ciendo», Mt 1, 22; 2, 15.23; 4, 14; 8, 17; 12, LXX, sino en buena parte el texto hebreo dei AT,
17; 13, 35; 21, 4; pero dos veces se dice: xóxe aunque es innegable la influencia de la LXX (por
èjiÂ,T)QCüílr] xò QTjflèv ô ia Tepepíou xoõ ejemplo, en Is 7, 14 con napOévoç, citado en Mt
JtQoq)T|xou Xéyovxoç, «entonces se cu m p lió 1, 23). No ha concluido el debate acerca de las ci­
lo que había sido dicho por el profeta Jere­ tas de cumplimiento. Se halla pendiente la cues-
mias, diciendo», 2, 17; 27, 9. Las citas de tión de si el evangelista recurre a una colección
cumplimiento introducidas con fórmulas de de testimonios (entre otros, Strecker, 83). K. Sten-
dahl {T h e S c h o o l o f S t . M a tth e w , Lund -1968) su-
cumplimiento, son esenciales para la inten- pone que esas citas se originaron dentro de la tra-
ción redaccional dei evangelista. Ni Q ni Mar­ dición de una escuela determinada. Soares Prab­
cos conocen citas de cumplimiento propia- hu, basándose en Stendahl, R. H. Gundry y Roth-
997 jrXTjQÓo) 998

fuchs, habla de «traducciones targúmicas libres programática, de Lc 4, 21: jtEjrÀr|QtuTai r|


hechas por Mateo dei texto hebreo original, te- YQoqjfl anTT]: el tiempo de la actividad terre­
niendo en cuenta el contexto en que Ias ha inser-
na de Jesús, como el centro dei tiempo, es el
tado» (104), y quizás haya senalado así el camino
acertado para la solución dei problema. Sin em­ cumplimiento de Is 61, Is; porque la activi­
bargo, de este modo se contempla únicamente el dad terrena de Jesús es actividad por el poder
aspecto formal. Porque, desde el punto de vista dei Espíritu. Según Lc 24, 44, todo lo que es­
teológico, habrá qne preguntarse si «Ias citas de tá en la ley, en los profetas y en los salmos te-
reflexión... son una especie de legitimación de la nía (-V Ô8L 5) que cumplirse, a saber, la Pasión
mesianidad de Jesus» y, por consiguiente, «no es y la Resurrección de Jesús; cf. también Hech
tanto el cumplimiento lo que determina la prome-
sa, sino más bien... la promesa lo que determina 1, 16; 3, 18. Comprender este cumplimiento
el cumplimiento» (H.-M. Schenke-K. M. Fischer, es posible únicamente después de Pascua, Lc
Einleitung in die Schriften des NT II, Gütersloh 24, 44. La interpretación de Lc 22, 16 es dis­
1979, 100), o si Ias citas de reflexión demuestran cutida (cf. Delling, 295, 29ss).
precisamente «como en Mateo la apelación a la
Escritura y, con ello, la Escritura misma adquiere 3. b) En Pablo no aparece nunca la expre-
su verdadera legitimación desde la perspectiva sión idiomática «cumplir la Escritura», pero
dei acontecimiento de Cristo», tanto más que la
unidad de Ias citas de la Escritura aducidas por sí se habla de que se cumple la ley. Según Gál
Mateo se halla constituída únicamente por el 5, 14, toda la ley (ó Jtãç vójioç) se cumple en
acontecimiento de Cristo que ya ha sucedido (H. una sola palabra, a saber, en el mandamiento
Hübner: KuD 27 [1981] 13). dei amor (Lev 19, 18). Con ello toda la ley (5,
14) se halla en oposición a la ley íntegra
JtXriQÓm es también en Mt 3, 15 y 5, 17 una (ôkov TÒV vóp,ov, 5, 3), a la Torá, la cual,
palabra clave redaccional, sin que por ello si­ precisamente en su integridad, es decir, como
tuemos, no obstante, a un mismo nivel el sen­ la suma que abarca todos los mandamientos
tido de esos pasajes y el sentido de jtXriQÓm particulares, no debe observarse, porque eso
en Ias fórmulas de cumplimiento. En 5, 17 conduce, por lo demás, a caer de la gracia (cf.
TÒv vópov x a l Tonç JtQoqpf|xaç... itltTiQmaai 5, 3 en conexión con 3, 10). Por tanto, está
significa primeramente «hacer respetar la ley bien claro que el cumplir «toda» la ley no se
(y los profetas que interpretan la ley) por me­ identifica con el poner en práctica la ley mo­
dio de la ensenanza», pero luego significa saica en su integridad, y en consecuencia «to­
también la modificación de la ley por medio da» la ley no se identifica con la integridad de
de la ensenanza (Strecker, 143-147: Hübner, la ley mosaica (Hübner, Gesetz bei Paulus,
Gesetz in der synoptischen Tradition, 34 y 37ss). La frase ó Ttãç vóp,oç JTEJtkriQtotai (5,
passim). jtX,T)Q(50aL Jtáaav ÒLxaioaúvr)v en 14) se aproxima (en cuanto a su significado) a
3, 15 incluye no sólo JtXTjgóco sino también la frase à v a j t À t i Q c ó o e x E t ò v vópov to n
ÔLMaLOOnvT], un «eoncepto teológico clave» XpioTob, «cumpliréis la ley de Cristo» (6, 2).
en Mateo (-> ôixaioanvT]), que con Strecker La cosa es diferente en Rom 13, 8-10. Aqui
debe interpretarse como la conducta recta: Je­ el cumplimiento de la ley significa clarísima-
sus hace realidad la justicia no sólo por me­ mente el cumplimiento de la ley mosaica.
dio de la ensenanza, sino también por medio Hay que suponer, por tanto, que entre ambas
de la acción (179). Así, la eontemplación eon- cartas se produjo una evolución teológica, si
junta de 3, 15 y 5, 17 nos revela el ensambla- es que existe realmente la mencionada dife­
miento que hace Mateo de la cristología y de rencia entre Gál 5, 14 y Rom 13, 8-10 (Hüb­
la ética. ner, Gesetz bai Paulus, 53ss y 76ss). También
Lucas modifica el programático rtejtX,r|Q(n- Rom 8, 4 («para que el justo requisito [->■
xai ó xaipóç de Mc 1,15 (cf., a propósito, W. ômaLtopa] de la ley se cumpla»), como enun­
Marxsen, El evangelista Marcos, Salamanca ciado teológico, dificilmente se puede compa-
1981) convirtiéndolo en la frase, igualmente ginar con Gálatas. En Rom 15, 19 Pablo usa
999 JtXílQÓCO 1000

la expresión JtEJtX,T]Qcoxévai xò euaYYÉXiov de Cristo es la plenitud de Aquel que lo llena


todo en todo (jt£3iA.TiQa)pévou: participio de
tot 3 X q i o t o ü para indicar que él ha termina­
do su tarea de proclamar el evangelio en el la voz media); cf. teimbién iv a nXTipróoT] xà
Oriente. Jtáv ta, «para que él (Cristo) llene el todo»
1 Tes 2, 16 sugiere también que hubo una (4, 10), donde vuelve a verse claramente «la
evolución teológica en Pablo: el dictamen de yuxtaposición de la perspectiva cósmica y de
que los (!) judios colman la medida de sus pe­ la perspectiva eclesiológica» (J. Gnilka, Der
cados y de que, por tanto, el juicio de la ira deEpheserbrief [HThK], 96) expresada ya en 1,
Dios (-> ÔQYtí) cae plenamente sobre ellos, lo 23.
revisará Pablo en Rom 11, 26 (U. Wilckens, No tiene especial profundidad teológica la
La Carta a los Romanos II, Salamanca 1992, oración de «Pablo» en 2 Tes 1,11, donde pide
312s). Mt 23, 32 se halla cerca de 1 Tes 2, 16. a Dios que consume poderosamente toda bue-
La Carta de Santiago, que entabla polêmica na voluntad (-»■ eòôoxía 2) y la obra de la fe
contra un Pablo mal entendido (^paulinis- (cf. Ap 3, 2).
mo?), no ofrece ya la expresión tipicamente Se discute la interpretación de Col 1, 24.
paulina jrX.T]QÓot) xòv vópov, sino el motivo «Pablo» se goza de los sufrimientos que él
dei cumplimiento de la Escritura, tal como padece en favor de los colosenses, y completa
aparece en los Evangelios (Sant 2, 23). así en la propia carne lo que todavia falta en
Ias tribulaciones de Cristo (àvxavajtÀqQCõ
3. c) Los enunciados de jtI^tjqóco en Ias xà uoxEQfiftaxa xcõv DAítltEcov xoü X qio -
Deuteropaulinas se hallan en cierta continui- xoü). La crux interpretum es el significado de
dad con Ias Cartas Paulinas autênticas. Rom d)tí'il)£tç xoü X q l o x o ü . ^Se piensa en Ias tri­
15, 19 encuentra un eco en Col 1, 25; a «Pa­ bulaciones dei Jesus terreno, incluida su Pa-
blo», como a ministro de la Iglesia, se le con- sión (J. Gnilka, Der Kolosserbrief [HThK]
cedió la gracia de JtA.TiQCÕ0aL xòv Xóyov xoü 97s), o se trata, en una concepción apocalípti­
■&80Õ, «de llevar la palabra de Dios al pleno ca, de Ias aflicciones escatológicas, a Ias que
êxito misionero» (cf. también Col 4, 17; Ar- se considera como dolores de parto dei Me-
quipo debe cumplir su ministério [-> ôiaxo- sías y, por tanto, se trata concretamente de Ias
vía; cf. 1, 25: «Pablo» como ôiáxovoç]). Se tribulaciones de «Pablo» (E. Lohse, Der Brief
halla en la línea teológica de Pablo la in­ an die Kolosser [KEK], 113s; cf. también E.
sistência en que los destinatários sean llenos Schweizer, La Carta a los Colosenses, Sala­
dei conocimiento de la voluntad de Dios (Col manca 1987, 97: «Ias penalidades asumidas
1, 9), dei Espíritu (Ef 5, 18). Pero E f 3, 19 por causa de Cristo, que dan tanta eficacia a la
(«para que seáis llenos de toda la plenitud predicación que entre los colosenses... llevan
jtX,T|pü)pa 3,b] de Dios») va cristológicamen- la fe a su plenitud»)? Si Ias «tribulaciones de
te mucho más allá que Pablo. Aqui habria una Cristo» significaran (también) la Pasión de
notable desarrollo ulterior dei pensamiento de Jesus, entonces el ser completadas por Pablo
Col 2, 9s, que va también más allá dei pensa­ seria una glorificación teológicamente inad-
miento de Pablo: Puesto que en Cristo habita misible dei apóstol por uno de sus discípulos,
toda la plenitud de la Deidad (v. 9), los colo- aun en el caso de que 2 Cor 4, lOs se halle
senses están ya llenos en él (jt£3tX.TiQ(üpévoL, también en el trasfondo de este enunciado. La
V . 10); es decir, ellos son ya lo que el hombre argumentación de Schweizer {La Carta a los
debe ser según la voluntad de Dios. Por con- Colosenses, 95) de que aqui no puede pensar-
siguiente, se ha prescindido de la reserva es- se en la Pasión de Jesús, porque UXíiltiç en el
catológica de Pablo (cf. también Col 3, 1; Ef NT no se emplea nunca en este sentido, no
2, 5s). El tema eclesiológico de Colosenses y tiene en cuenta el hecho de que el uso singu-
Efesios se encuentra intensificado en Ef 1, 23: larísimo que posiblemente se haga de esta ex­
La Iglesia (-+ èxxÀtjoía 4.c) como el cuerpo presión en Colosenses no tiene por qué coin-
1001 jtA.T]QÓca - jiA.f|0(on.a 1002

cidir necesariamente con el uso que se hace Qeiç); de manera parecida en Mc 8, 20. En Mc
de ella en los demás escritos dei NT. 2, 21 par. Mt 9, 16 Jt?tr|Q(opa es lo que «cu-
H. Hübner bre» (literalmente: «llena») de nuevo nn roto
en un vestido, es decir, un remiendo (en senti­
do peyorativo). El uso que se hace de ji?tf|QC0-
7lXr|QC0^a, a t o ç , t Ó p l e w m a plenitud, p a en el NT apenas tiene antecedentes en la
cumplimiento* LXX, porque en ella JiJtrjQCopa se usa casi sin
1. Plenitud en el NT - 2. Contenidos semânticos - 3. excepción en sentido idiomático en la frase q
it\r|QC)(ia como concepto teologicamente relevante - YP (f| f J á X a a o a ) x a t tò JtX,í|Qa)pa a o T f j g ,
a) Pablo - b) Deuteropaulinas - c) Ev. de Juan. «la tierra (el mar) y su plenitud (es decir, y to­
do lo que en ella [en él] hay y vive) o en ex-
B ih L : P. Benoit, Leib, H a u p t u n d P lerom a in den
G efangenschaftsbriefen, en Id., E xegese u n d Theolo- presiones semejantes (cf. Sal 23, 1 LXX, cita­
gie, Düsseldorf 1965, 246-279; R. Bultmann, D a s do en 1 Cor 10, 26).
E va n g eliu m d es Jo h a n n es (KEK), Gõttingen “'1968,
51 nota 7; G. Delling, jiX.TiQcopa, en ThWNT VI, 297- 3. a) En Pablo, JtX.tÍQa)pa tmv èOvwv, «la
304; J. Emst, P lero m a u n d P lerom a C hristi (BU 5),
Regensburg 1970; C. A. Evans, T he M eaning ofn X r]- plenitud de los gentiles», en Rom 11, 25, es
Qtnpa in N a g H am m adv. Bib 65 (1984) 259-265; A. un concepto teológico relacionado con la mi-
Feuillet, P lérôm e, en DBS VIII, 18-40; I. Gnilka, D e r sión de Pablo, y se emplea en el marco de Ias
E p h e s e r b r ie f (HThK), Freiburg i. Br. ’1977, 97-99,
reflexiones que se hacen sobre Israel en Rom
105-109; H. Hegermann, D ie V orstellung vom Schõp-
fu n g sm ittle r im h ellen istisch en Ju d en tu m u n d C hris- 9-11. La plenitud de los gentiles es, en el plan
ten tu m (TU 82), Berlin 1961, 105-109; lonas, G nosis salvífico de Dios, la «condición previa» para
I. 362-375; H. Langkammei, D ie E in w o h n u n g d e r la salvación de todo Israel, 11, (12).26. t ò
« a b so lu ten S e in sfü lle» in C hristus. B em erku n g en zu
jt^riQcopa Toü xpóvou, «laplenitud dei tiem-
K o l 1, 19: BZ 12 (1968) 258-263; A. Lindemann, D ie
A u fh eb u n g d e r Z e it (StNT 12), Gütersloh 1975, 59-63, po» (Gál 4, 4) significa el tiempo salvífico,
201-204; E. Lohse, D ie B riefe an die K o losser u n d an cualificado escatológicamente, dei aconteci-
P h ilem o n (KEK), Gõttingen U977, 98-100; J. J. Meu- miento de Cristo, en la cual frase XQÓvoç ad-
zelaar. D e r L e ib d es M essia s (GTB 35), Assen 1961, quiere casi el sentido de xaiQÓç (3). Cuan-
130-142; G. Münderlein, D ie E rw ã h lu n g durch da s
P lero m a : NTS 8 (1961-1962) 264-276; F. MuBner, do Pablo dice que el amor es jtl^TiQCopa
C h ristu s, d a s A ll u n d d ie K irch e (TThSt 5), Trier vópon (Rom 13, 10), entonces esta afirma-
^1969, 46-64; P. D. Overfield, P lerom a: A S tu d y in ción se halla en la misma línea que la frase
C o n te n ta n d Context: NTS 25 (1978-1979) 384-396; I.
de la Potterie, L e Christ, P lérôm e de V E glise (Eph I,
paulina JtÀ.pQÓa) (3.b) tò v vópov. Según
22-23): Bib 58 (1977) 500-524; más bibliografia en Rom 15, 29, Pablo quiere ir adonde los roma­
jt2,TiQÓQ); cf. aderaás ThWNT X, 1236s. nos £v j t ) .p Q m p a T t enX.OYtotç X q l o t o í í , «con
la plenitud de la bendición de Cristo», es de­
1. En el NT JtXfiQCopa aparece 17 veces: 1 cir, él piensa «llegar a Roma con toda la auto-
vez en Mateo, 3 en Marcos, 1 en el Ev. de ridad que le ha sido conferida y, por tanto,
Juan, 6 en Pablo y otras 6 en Ias Deuteropau­ con la plenitud dei Evangeüo» (E. Kâsemann,
linas (Colosenses y Efesios). An die Rômer^ [HNT], 387). En 1 Cor 10, 26
Pablo corrobora con el Sal 23, 1 LXX 2)
2. jtXriQcopa, lo mismo que jtlcqQÓtt), se su teologúmeno acerca de la pureza funda­
deriva de n;)tTiQqç. Con arreglo a su sentido mental de la carne sacrificada a los ídolos
básieo significa plenitud, cumplimiento. En el eíôtüLov 4.b).
NT este sentido fundamental tiene casi siem-
pre trascendencia teológica (-> 3). El sustanti- b) En Ias Deuteropaulinas, Jt>if|Qtopa es
vo JtX.fiQO)pa puede sustituir al adjetivo JtX,r|- un concepto cristológico central. En Col 1, 19
pqç; ôcóôexa xocpivcov JtXTiQcópaxa, «doce 3tãv TO J tX ,r|Q o ip a es sujeto de euôóxqoev
canastas llenas», Mc 6, 43 (Mt 14, 20 modifi­ (de manera distinta piensa Lindemann, 62 no­
ca la frase diciendo: ôróôexa xotjpívonç jtX,f|- ta 69): Agrado a la divina «plenitud en su to-
1003 j i X r |Q a ) ( x a - j i X t ) c t ío v 1004

talidad» (Lohse, 98. E. Schweizer, La Carta a sino que éste es la plenitud de Ias ema-
p le r o m a ,
los Colosenses, Salamanca 1987, 74, atenua naciones que han procedido de Dios (Hipólito,
el sentido: «toda la plenitud de los poderes de RefVI, 29, Iss).
Habiía que pensar más bien en reconstmir una
la gracia») morar en Cristo y efectuar así la
raiz común para el itXf|Q0)pa deuteropaulino y
reconciliación por medio de él (de manera para el JtXf|Q(opa de los escritos herméticos, por­
distinta Benoit, 273ss; Langkammer, 262: <da que en el CorpHerm VI, 4 se dice que Dios es el
absoluta plenitud dei ser»; cf. también Emst, jtXf|0 Copa xoü àYOtíloü, «la plenitud dei bien»
72-105. 3tã v TÒ jtkrÍQCopa Tfjç '&eóxT]Tog, (en cuanto ésta se opone al jtXf|QQ)pa xfjç xa-
«toda la plenitud de la Deidad» que, según xíaç, es decir, al cosmos iib id .\) . Según XVI, 3,
Col 2, 19, mora en Cristo aa)p,axixc5ç (bien Dios se identifica con el jrXfiQoapa, aunque -des­
de luego- en sentido precisamente panteísta. Po-
«realmente, esencialmente», o bien en el sen­ dremos afirmar seguramente con Lohse (99): «La
tido de la encamación) interpreta por medio comunidad cristiana tomó dei entorno helenístico
dei genitivo el texto de 1, 19. el término T t X T j g c o p a , para hablar de la plenitud
La referencia eclesiológica de JiXr|ça)[ra, de Dios, la cual decidió habitar en el Uno. Pero,
que está ya clara en Colosenses, se desarrolla con ello, el concepto se traslado dei contexto de
aún más en Efesios. La Iglesia como el cuer- la cosmología al de la soteriología».
po de Cristo es xò Jt^r|Q(opa xoü xà jtávxa
èv Tiãoiv jtliTiQOupévou, «la plenitud de c) Aunque el autor dei Evangeho de Juan,
Aquel que lo llena todo en todo (->■ JtX,T)eóco que es en su misma esencia un autor no-gnós-
3.c)», 1, 23. Los destinatários deben ser lle- tico, maneja categorias (pre[?]-)gnósticas, sin
nos elç jxãv xò jtX,r|Qcopa xoü ■Oeoü, «hasta embargo no habrá razón alguna para conside­
toda la plenitud de Dios» (3, 19). Deben lle- rar que el concepto de JtXf|0(O[xa en Jn 1, 16
gar ELÇ péxpov xjXiTtíaç xoü niXT^çrópaxoç («de su plenitud hemos recibido todos, y por
T o ü X q i o x o ü , «hasta la medida (fijada por
cierto gracia sobre gracia») es un concepto
Dios) de la grandeza de la plenitud de Cristo» gnóstico (lo vio acertadamente J. Schnacken-
(4, 13). Por consiguiente, en Efesios se yuxta- burg, El Evangelio según San Juan I, Barce­
ponen completándose la plenitud de Dios y la lona 1980, 290s).
plenitud de Cristo. E f 1, 10 habla dei jrXiÍQO)- H. Hübner
p a xmv xaiQcóv, de la «plenitud dei tiempo»,
y de este modo se hace eco de Gál 4, 4. Por
tanto, en Efesios JtXiÍQCopa posee, al mismo n;XTjaíov plesion (adv.) cerca*
tiempo, dimensión espacial y dimensión tem­ 1. Empleos dei término en el NT - 2. jtXqaíov co­
poral. mo preposición - 3. jtXr|aíov como sustantivo - 4. Mt
5, 43; Lc 10, 29.
En la cuestión acerca dei origen dei concepto B ib i : J. Becker, U ntersuchungen z u r E ntstehungs-
dei jtXf|gu)pa en Ias Deuteropaulinas hay que g eschichte d e r TestXII, Leiden 1970, 377-401; K. Ber-
distinguir entre Ias raíces teológicas de este con­ ger, D ie G esetzesauslegung Jesu I. M a rku s u n d P aral-
cepto, que indudablemente se hallan en Pablo (en lelen (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 100-
cuanto a pasajes que no emplean el motivo dei 115 y s.v. en el índice analítico; E. Biser, Bfer is t m ein
jiXiÍQüjpa; compárese, por ejemplo, 1 Cor 8 , 6 N ãchster?: GuL48 (1975) 406-414; BlaB-Debmnner §
con Col 1, 15-20), y la derivación de este concep­ 184, 266; R. Bultmann, E l m andam iento cristiano dei
to dentro de la historia de Ias religiones. nXriQCO- a m or a l prójim o, en M., C reer I, 199-211; H. Cohen,
p a es, sobre todo, un concepto dominante en la D e r N ã c h ste. B ib e lex eg e se m d L itera tu rg esch ich te,
gnosis valentiniana. Pero, aunque la comprensión en Id., M d . Schriften I, Berhn 1924, 182-195; 1. D. M.
Derrett, T he P arable o f the G ood Sam aritan, en Id.,
que esta gnosis tiene dei 3tXf|0üjpa se encontrara L a w in the NT, London 1970, 208-227; G. Downey,
ya en corrientes paganas pre-gnósticas (que debe- W ho is m y N eighbor? The G reek an d R om an A nsw er:
rían reconstruirse hipoteticamente), esto dificil­ AThR47 (1965) 3-15; G. Eichholz, Jesus C hristus und
mente contribuiría en algo a la comprensión dei d e r N ãchste, Neukirchen-Vluyn 1955; R. Eulenstein,
JtXqQtüpa en Ias Deuteropanlinas, porque en la « U n d w e r is t m ein N ã c h ste r ? » L k 10, 2 5 -3 7 in d e r
gnosis valentiniana Dios mismo no pertenece al S ic h t eines klass. P h ilo lo g en : ThGl 67 (1977) 127-
1005 j iX t jo ío v 1006

145; U. Falkenroth, en DTNT n, 274-276; J. Fichlner, «cerca dei terreno que Jacob dio a su hijo Jo­
D e r B e g r iff d e s «N ãchsten» im A T m it einem A u sb lick sé». Filológicamente es posible la corriente
a u f S p ã tju d en tu m u n d N T: WuD 4 (1955) 23-52; E.
Fuchs, Was heifit: «D u S o llst N ã chsten liehen w ie dich identifícación que se hace hoy día de Sicar
selbst»?, en Fuchs, A u fsã tze II, 1-20; H. Greeven-J. con la actual aldea de Askar, y dei terreno le­
Fichtner, j i ?i.t ) 0 Í o v , en ThWNT VI, 309-316; M. Güde- gado por Jacob con la zona que rodea a lo que
mann, J ü d u n d c h r i s t l N ã c h sten lieb e : MGWJ 37 actualmente se conoce como el «pozo de Ja­
(1893) 153-164; W. Günther, en DTNT II. 271-274; K.
Haacker, S a m a rita n , S a m a ria, en NIDNT III, 449- cob»: la distancia entre ambos lugares (apro­
466; K. Hruby, L ’a m o u r du p rochain dans la p en sée ximadamente 1 km) es comparable con otras
ju ive: NRTh 91 (1969) 493-516; H. Hübner, D a s gan- distancias verificables que se expresan tam-
ze u n d d as eine G esetz’. KuD 21 (1975) 239-256; Id., bién mediante JtÀqoíov (cf. Josefo, Bell IV,
D a s G esetz b e i P a u lu s (FRLANT 119), Gõttingen
M980, sobre todo 37s, 76-80, 114-116; M. Katten, Um 158; aproximadamente 5 km; Vita 234: apro­
da s G ebot d e r N ãchstenliebe: MGWJ 79 (1935) 209- ximadamente 5 millas romanas = 7-8 km). Lo
223; J. Kühlewein, rê“‘ p ró jim o, en DTMAT II, 989- importante es que se presupone que el terreno
995; H.-P. Mathys, L ie b e d e in e n N ã c h sten w ie dich con el pozo (4, 6) es un punto de referencia
selbst. U ntersuchungen zu m alt. G ebot der N ã ch sten ­
liebe (Lev 19, 18) (OBO 71), Gõttingen 1986; O. Mi-
bastante conocido, y con ello se alude a la tra-
chel, D a s G eb o t d e r N ã ch sten lieb e in d e r Verkündi- dición local, que aqui se hace accesible litera-
gu n g Jesu, en N. Koch (ed.), Z u r sozialen E ntschei- riamente por vez primera (cf., a propósito,
dung, Tübingen 1947, 53-101; G. Molin, M t 5, 43 und Gén 33, 19; 48. 22 LXX; Jos 24, 32 LXX).
da s S ch rifttu m von Q um ran, en F S Bardtke, 150-152;
W. Monselewski, D e r b a rm h erzig e Sam ariter. E in e Sobre la descripción de la situación cf. ade-
A u sleg u n gsg esch ich tlich e U ntersuchung zu L k 10, 25- más Josefo, Ant II, 257 (Moisés en Madián).
37, Tübingen 1967; F. MuBner, D e r B e g r ijf des Sobre Lc 10, 35 ->• 4.
« N ã ch sten » in d e r V erkü n d ig u n g Jesu: TThZ 64
(1955) 91-99; A. Nissen, G ott u n d d e r N ãchste im an-
tiken Ju d en tu m (WUNT 15), Tübingen 1974, 161-342; 3. De los 16 testimonios dei uso sustanti­
G. V . Rad, B ru d er u nd N ã ch ster im AT, en Id., G ottes vado dei advérbio, 12 se encuentran en el
W irken in Isra el, Neukirchen-Vluyn 1974, 238-249; contexto dei mandamiento dei amor, los 4 res­
K. H. Ratsohow, A gape, N ã ch stenliebe und B rudertie- tantes se hallan también en contextos ético-
be: ZSTh 21 (1950-1952) 160-182; B. Reicke, D e r
b a rm h erzig e S am ariter, en F S S tã h lin , 103-109; H, jurídicos.
Ringgren, 'ah, en DTAT I, 201-206; H. M. Schenke, a) Frases con el sujeto híaaxoç, y con una
J a k o b s b ru n n e n - J o se p h sg ra b - Sychar: ZDPV 84 forma de ó n:k'qoíov como objeto de la acción
(1968) 159-184; G. Seilin, L k a is G leichniserzühler: verbal se hallan en Rom 15, 2; Ef 4, 25; Heb
d ie B rzã h lu n g vom b a rm h erzig en S a m a rite r (L k 10,
25-37): ZNW 65 (1974) 166-189; 66 (1975) 19-66; J. 8, 11 v.l. (cita de Jer 31, 34 ó 38, 34 LXX
Soucek, D e r B ru d er u n d d e r N ãchste, en H ôren und V.I.). Están calcadas en la combinación hebrea
H andeln. F S f ü r E . Wolf, München 1962, 362-371; L. de ’ís y rêa con la cucd puede expresarse una
P. Trudinger, O nce A g a in Now, «W ho is m y N eig h - relación recíproca (Kühlewein, 991); cf. Jose­
bour»?: EvQ 48 (1976) 160-163; N. H. Young, Once
A g a in Now, « W h o is m y N e ig h b o u r? » A C om m ent: fo, Bell V, 295; Filón, Conf 1; Abr 40; VitMos
EvQ 49 (1977) 178s; para más bibliografia, cf. 1 ,137.
ThWNTX, 1237s. b) Sin generalización y aludiendo simple-
mente a Ias regias de la convivência, ó jikT]-
1. El advérbio jr)tT]aíov se usa en el NT 1) oíov (lo mismo que éteqoç [2]) puede de­
como preposición que rige genitivo y 2) como signar a quien se tiene frente a frente en una
advérbio sustantivado (siempre en singular). determinada interacción; así sucede en Hech
El NT ofrece así una perspectiva limitada de 7, 27; Sant2, 12.
los posibles usos que tenía el término durante c) En Mt 5, 43; 19, 19; 22, 39; Mc 12, 31;
el siglo I p.C. Lc 10, 27; Rom 13, 9; Gál 5, 14 y Sant 2, 8 se
menciona el precepto dei amor al prójimo en
2. El único ejemplo seguro dei uso prepo­ una cita de Lev 19, 18; en Mc 12, 33 y Rom
sicional es Jn 4, 5, donde el evangelista Juan 13, 10 se varia y se interpreta la cita prece­
situa la aldea de Sicar diciendo que se hallaba dente. En Lc 10, 29 se discute el precepto dei
1007 3tXT]alov 1008

amor y se lo corrobora e interpreta por medio AT y dei judaísmo. Argumentos en contra son: a)
de Ia narración que sigue a continuación. en 5, 46s Jesus designa la conducta criticada co­
mo una conducta típica de publicanos y gentiles,
El hecho de que a este mandamiento en Mt 22, pero no de judios piadosos; b) en el AT y en el ju­
40 (aqui junto al mandamiento dei amor a Dios, daísmo (incluido Qumrán; cf. Molin) no hay tes-
de Dt 6, 5); Rom 13, 8-10; Gál 5,14, se le atribu- timonios de una tradición doctrinal en el sentido
ya una importância tal que represente a toda la de lo que se dice en 5, 43b (cf., por el contrario,
Torá, es algo que estaba sugerido exegéticamente Ex 23, 4s; Prov 25, 21; Job 31, 29s); c) ó it>.ti-
por la circunstancia de que ó jtX,Tioíov designa, aíov, en princípios éticos formulados por autores
en muchos textos legislativos y parenéticos dei judios dei siglo I p.C., designa claramente al pró­
AT, a quien se tiene ante sí y con quien hay que jimo en general; cf., entre otros, Filón, Plant 106;
portarse de una manera éticamente apreciable, Praem 100; Som II, 79; Virt 116; VitMos I, 247.
como vemos por de pronto por Ias cuatro veces La cita de 5, 43, criticada en 5, 44ss, podría ser
que se menciona a esa persona que está ante no- una manera popular de hablar, basada en la res-
sotros, en la denominada «Segunda Tabla» dei tricción dei significado de rêa ‘ en el lenguaje po­
Decálogo. Con ello el mandamiento global dei pular (cf. Levy IV, 447s sobre rêa' y rê‘ât; cf.
amor al prójimo no sustituye a los mandamientos también Abot 6, 1).
particulares de contenido social, expresados prin­ b) Esto sugiere también el probable tras-
cipalmente en forma de prohibiciones, sino que fonto de la pregunta formulada en Lc 10, 29,
los completa dándoles una orientación positiva la cual, por lo demás, no debe sobrevalorarse,
que los sintetiza (cf. Mt 19,19). Se discute cuáles
fueron los comienzos históricos y los prespuestos ya que Lucas la introduce como el deseo de
teóricos de esta corriente de pensamiento que en- complicar artificialmente la comprensión dei
tiende de manera distinta la Torá (cf. Berger, Nis- mandamiento y no como el ruego sincero que
sen y otros). Mt 5, 43 y Lc 10, 29.36 son los fo­ desee una aclaración (cf. Eulenstein y otros).
cos de este debate en cuanto se refiere a la defini- Llama la atención y se ha discutido mucho
ción de ó jiXqoíov (-> 4). la incongruência entre Lc 10, 29b y 10, 36: el
sorprendente uso de jt7.qaíov para designar el
4. a) En Mt 5, 43 el concepto de ó rtÀT)- papel activo en una determinada interacción
oíov, por la oposición a èx'0'QÓç y por la sus- se sale dei marco de la tradición lingüística
titución por oí àYajtmvxeç úp,ãç en el v. 46, asociada con Lev 19, 18. La traducción co­
queda restringido al significado de amigo. En rriente de Ytvop,ai jt7.r|aLov xtvóç en 10, 36
el AT, allá donde réa ‘ tiene claramente este por «ser / llegar a ser el prójimo de alguien»
significado (cf. Kühlewein, 991), la LXX pre- es, sí, posible desde el punto de vista lingüís-
fiere, desde luego, otras traducciones (qpíXoç tico, pero es sumamente problemática, si te-
en Miq 7, 5; Prov 14, 20; 1 Crón 27,22; ol qpi- nemos en cuenta el hecho de que en Josefo y
Xoüvxeç en Lam 1, 2; èxaigoç en 2 Re 15, 37; en Filón esta frase no tiene nunca otro sentido
16, 16; 3 Re 4, 5); claro que se trata de textos que el de «acercarse a una cosa o una perso­
que no son jurídicos o parenéticos. Con res- na» o «llegarse a algo o a alguien» (cf. Jose­
pecto a estos últimos habrá que decir más fo, Bell VI, 258, 346; Ant I, 254; II, 279; V,
bien: «Generalmente hay que entender rS“‘ en 225, 245; XTV, 445; sin genitivo: Bell II, 325;
sentido amplio como ‘semejante, prójimo’... Ant IV, 458; Vita 167; Filón, Virt 40; VitMos
Aunque de hecho suelen entrar en considera- I, 228). Según eso, parece que Lc 10, 36 com­
ción sólo los compatriotas, rê“ ‘ no se convirtió bina el sentido fundamental espacial-concreto
en término técnico para designar a los miem- de jtXqoíov con el objetivo ético de la mane­
bros dei pueblo de Dios» (Kühlewein, 992). ra tradicional de hablar acerca dei prójimo: lo
importante es «llegarse» al prójimo a quien
Sin embargo, una exégesis bastante difundida
-en el marco de una comprensión global de Ias hemos visto en situación angustiosa (en vez
«antítesis» dei Sermón de la Montana, que se re­ de «ver y pasar de largo», un «ver - sentirse
monta a F. C. Baur—ve en Mt 5, 43-47 una con- identificado con él - acudir a él - ayudarle»).
fontación de la ética de Jesüs con la tradición dei Mientras que los preceptos y máximas sobre
1009 jtX,T]aíov —jtXotov 1010

la conducta con el prójimo se encaminan de carnal». «La hartura es aqui lo contrario de la


ordinário a la renuncia a la agresión (cf., entre moderación y debe entenderse, por tanto, en
otros pasajes, Rom 13, 10), aqui se eleva a la el sentido de una satisfacción excesiva» (J.
categoria de norma una atención y dedicación Gnilka, Der Xo/oííerfcrie/[HThK] 161).
más intensa hacia quien es nuestro semejante
—algo que, seguramente, no se halla de mane-
ra casual en la respuesta dada a una pregunta 7lX.i|O(T(0 plêssõ golpear*
sobre la vida eterna (10, 25)-. La relación, a En Ap 8, 12 dícese en sentido figurado y en
modo de juego de palabras, entre el v. 29 y el voz pasiva de Ias estrellas que, al ser golpea­
V . 36, parece a primera vista que sólo es posi-
das (EJtXriYTi), pierden una tercera parte de su
ble en griego (también J. Jeremias \JDie Spra- luz. 3tXtiyÍ| («golpe, plaga»).
che des Lukasevangeliums, Gõttingen 1980,
192s] piensa que el v. 36 es redaccional); sin o t) , TÓ ploiarion barca, bar-
embargo, ese juego de palabras es posible quilla*
también en hebreo, por la afinidad terminoló­ Diminutivo de -> JtXoIov, pero que en la
gica entre ré a \ prójimo, y rã‘â, «asociarse mayoria de los casos no se siente ya como un
(con alguien)». diminutivo: en Mc 3, 9 encontramos JtXoiá-
Qiov y, en cambio, en 4, 1 leemos JtXoIov. En
Todo el debate sobre el concepto particularista
Lc 5, 2 v.l. JtXoiáQia (en lugar de jrXoía). Jn
y supuestamente original dei prójimo, un concep­
to que no habría sido ampliado en sentido univer- 6, 22.24; 21, 8. En Jn 6, 23 sigue siendo in-
salista sino por Jesus, se halló desde un principio cierto si hay que leer JtXoia (así, por ejemplo,
bajo el signo desfavorable de la traducción alema- p’^ Sin B) o JiXoiÓQia (así, por ejemplo, A D
na dei término ó jtXriaíov, der Nãchste, «el más Koiné). En todos los pasajes se hace referen­
próximo» (en el sentido de «el más allegado», que cia a barcas que navegaban por el lago de Ge-
por su morfología es un superlativo y que supone, nesaret. -»• jtXoiov 1.3.
por tanto, una diferencia entre una cercania mayor
y una cercania menor (cf. Cohen, 193). En con­
traste con esto, vemos, por ejemplo, en Josefo, n :X ,o ío v , OD, TÓ ploion nave, barca
Ant XV, 348 que oi JtXT)oíov no son precisamen­ 1. En sentido general - 2. En la historia de la voca-
te los conciudadanos (los miembros de Ias tribus ción en Mc 1, 16-20 par. - 3. En los relatos de pescas
de salteadores que moraban en la Traconítide), si­ milagrosas, Lc 5, 1-11 / Jn 21, 1-14 - 4. En Ias histo­
no los habitantes de los territórios circunvecinos rias de salvamentos milagrosos de perecer ahogados -
(cf. XV, 345). En el Sal 37, 12 LXX, los «más 5. En la colección pre-marquina de historias de mila-
allegados de todos» reciben el nombre de oL êy- gros - 6. En el libro de Hechos - 7. Uso en sentido fi­
yiOTa (traducción dei hebreo (frôbay), y en Jose­ gurado y simbólico.
fo, Ant IV, 221, la «ciudad más cercana» recibe el
B ib l : Dalman, A r b e itN l, 351-356, 363-370; E. Hil-
nombre de r| TiXíiaiaiTáTr) jtóXiç. Por tanto, si te-
nemos en cuenta estos pasajes comparados y re- gert, S ch iff, B oot, en BHH lU, 1694-1696; Id., The
S h ip a n d O th e r R e la te d S y m b o ls in the NT, Assen
flexionamos sobre la «eficacia histórica» (Wir- 1962; K. Goldammer, N a v is E cc le sia e : ZNW 40
kungsgeschichte) que tuvo la elección de este tér­ (1941) 76-86; R. Krate, Rettungsw under. M otiv-, tra-
mino, tendremos que preguntamos si será posible ditio n s-, u n d fo r m k r itis c h e A u fa r b e itu n g e in e r bibl.
mantener a la larga la traducción alemana de ó G attung, Frankfurt a. M. 1979; R. Pesch, D e r reiche
JtXtioíov por «der Nãchste)» (el «prójimo» en el F ischfang L k 5. I - I I / J o 21, 1-14. W undergeschichte
sentido de «el que está más próximo»). - B eru fe rzã h lu n g - E rsch ein u n g sb erich t, Darmstadt
1969; Id., D a s M a rkusevangelium 1 (HThK), Freiburg
K. Haacker i. Br. 1976; H. Rahner, A n te n n a C rucis, en Sym bole
d e r K irch e. D ie E k k le sio lo g ie d e r Vãter, Salzburg
1964, 237-564.
JtXTiafiovrj, íjç , n plêsmonê saciedad, sa-
tisfacción* 1. Como sucede ya en el griego clásico, el grie­
Col 2, 23 en la expresión jiqòç jtXtiopovqv go dei NT no suele emplear términos diferentes
tfjç aapxóç, «para la satisfacción dei sentido para distinguir entre Ias pequenas embarcaciones
1011 TiXóioy 1012

dedicadas a la pesca en aguas interiores y Ias de jtLoíov y jtX,oiá0iov no ofrece ocasión pa­
grandes naves que surcan los mares para traspor- ra establecer distinciones desde el punto de
tar pasajeros, practicar el comercio o hacer la
guerra. Mientras que el libro de Hechos presupo- vista de la crítica literaria (cf. ya Mc 3, 9).
ne naves bastante grandes que surcan el Medite­
rrâneo, los Evangelios piensan más bien en pe­ 4. Las instrucciones dadas por el taumatur-
quenas embarcaciones accionadas por remos o go para que se navegue mar adentro pertene-
con la ayuda adicional de velas (para los detalles, cen a los detalles expositivos dei salvamento
cf. Dalman). No se reflexiona específicamente milagroso de perecer ahogados en las aguas.
sobre Ias proporciones ni sobre el aspecto de Ias En Mc 4, 37.38 (más intensamente aún en Mt
naves. Tan sólo en Hech 27 se senalan detalles
técnicos de la navegación. itX,oiov y el diminuti- 8, 24), el peligro en que se ve la embarcación
vo jiX,oiáQiov se encuentran casi exclusivamente por el viento y las olas y la actitud de Jesús de
en relatos de sucesos que tuvieron lugar en medio dormir en la popa recostado sobre un cabezal
de Ias aguas de lagos o mares, y casi siempre en (el lugar que debe ocupar el timonel) se ha-
gêneros típicos de esta clase de historias. En el llan en paralelo con el relato de Jonás: Jesús
NT apenas se halla difundido el sentido simbóli­ actúa para acallar la tempestad -sobrepasando
co de nlvOtov.
en esto el relato de Jonás- y ejerce así la fun-
2. Como el relato de la vocación en Mc 1, ción que es propia de Yahvé. Mateo refundió
16-20 par. Mt 4, 18-22 (Lc 5, 1-11) parte dei la historia dei salvamento, dándole el estilo de
supuesto, de cuya veracidad histórica dificil­ un relato sobre el seguimiento de los discípu­
mente se podrá dudar, de que Simón y segura­ los; se hace ver a la comunidad, como en un
mente también su hermano Andrés y los hijos paradigma, que, a pesar de todos los embates
de Zebedeo (?) ejercían el oficio de pescado­ dei mundo, deben confiar en que su «piloto»
res, Ias barcas desempenan un papel impor­ es el Senor. Aqui aparece una comprensión
tante en la escena: los relatos de vocación simbólica de la nave como «barquilla de la
muestran a la persona que va a ser llamada, en Iglesia», una forma de interpretación que se
medio dei ejercicio de sus faenas. La palabra halla muy elaborada en la exégesis patrística
sobre «pescadores de hombres» es con seguri- (cf. Rahner; Goldammer).
dad una palabra autêntica de Jesús, y el para­ En el relato en que se presenta a Jesús ca-
lelismo con Ias escenas de vocación es crea- minando sobre las aguas, en Mc 6, 45-52 par.
ción literaria. Mateo refuerza el radicalismo Mt 14, 22-33, a los motivos de los milagros
dei seguimiento, haciéndonos ver cómo al pa­ de salvamento se superponen rasgos de epifa-
dre se le deja solo en la barca (4, 22). nía. El punto cristológico culminante se al-
canza en Mt 14, 33: «los que se hallan en la
3. La barca, como se comprenderá, perte- barca» confiesan que Jesús es el Hijo de
nece al repertório dei relato de una pesca mi­ Dios.
lagrosa, que en dos variantes de una forma
básica más antigua encontramos en Lc 5, 1-11 5. La barca sirve a Jesús y a sus discípulos
y Jn 21,1-14, donde vemos que Lucas combi­ como vehículo para cruzar el lago de Galilea,
na la historia dei milagro (vv. 1.4b.5-7.11.8-9) y aparece predominantemente en Marcos en
con material tomado de Mc 2, 13; 3, 9; 4, 1- noticias redaccionales que marcan una transi-
3.35 y con el relato de vocación que se en- ción (Mc 4, 1 par. Mt 13, 2; Mc 4, 36 par. Mt
cuentra en Mc 1, 16-20, mientras que el re- 8, 23 / Lc 8, 22; Mc 5, 2, que se da por sabi­
dactor dei epflogo dei Evangebo de Juan en- do en Mt 8, 28 / Lc 8, 26s; Mc 5, 18 par. Lc 8,
trelaza en su relato la variante de la que dis- 37; Mc 5, 21; 6, 32 par. Mt 14, 13; Mc 6, 45
pone (vv. 2-4a.6.11) y un relato de aparición par. Mt 14, 22; Mc 6, 54, y en cuanto al senti­
(vv. 5.10) y los subordina a sus intenciones do Mt 14, 34). Las noticias sobre travesías en
redaccionales (cf. vv. 1.2.14) (para la recons- barca son evidentemente puntos de enlace de
trucción cf. Pesch, Fischfang). La altemancia una colección pre-marquina de historias de
1013 jiXoTov- jiXoTjaioç 1014

milagros, que unen entre sí redaccionalmente de Cristo al final de su Evangelio. - En 27, 41


vários relatos particulares (junto a los sumá­ vaõç se usa como sinônimo de jtX,oIov; oxá-
rios de 3, 7-12 y 6, 53-56: 4, 35-39.41; 5, 1- (pq significa el bote auxiliar, la lancha de sal­
20; 5, 21-43; 6, 32-44: 6, 45-51), algunos de vamento (sobre Hech 27, cf. Kratz, 320-350).
los cuales están ligados al lago como escena-
rio 4) y se desarrollan a orilla dei lago de 7. En Sant 3 ,4 la lengua y el habla se com-
Genesaret o en sus aguas. El marco geográfi­ paran con el timón y una nave. - En Ap 8, 9 se
co, la presencia de los más importantes gêne­ anuncia la destrucción escatológica de una
ros literários de milagros, la disposición con­ tercera parte dei mar, de los seres vivientes y
cêntrica, el trasfondo dei AT, el estilo cristoló- de Ias embarcaciones que navegan por el mar,
gico uniforme (milagros de superación; Jesús en lo cual el mar y todo lo que hay en él (cf.
en el papel de Yahvê) y Ias perspectivas judfas Sal 104, 25s) se contempla a la manera apo­
o judeocristianas son aspectos de la forma, calíptica y dualística como cosas que se opo-
dei fondo y dei sentido teológico que justifi- nen a Dios. En 18, 19 se describe intuitiva­
can la hipótesis de que existiera semejante co- mente la destrucción de Babilonia-Roma con
lección. La «situación vital» (Sitz im Leben) un colorido que recuerda a Ez 27.
de la colección de historias de milagros po-
dría ser una misión entre los gentiles, que tu- R. Kratz
viera su punto de partida en Galilea y que es-
tuviese sustentada por sectores judeocristia- mXóoç, OV, ó ploos navegación, viaje ma­
nos (cf. especialmente 5, 1-20; Pesch, Das rítimo
Markusevangelium I, 277-281). Forma no contracta (jde la segunda declina-
ción!) de -*■ jtLoüç.
6. En el libro de Hechos se informa sobre
viajes marítimos de Pablo, que él realiza en
naves mercantes: 21, 2, en una nave que se di­ ni^OÜÇ, OÓÇ, Ó plous navegación, viaje
rige a Fenicia y que deja su cargamento en Ti­ marítimo*
ro; 27, 2, Pablo viaja como preso en una nave Sobre la declinación cf. Blafi-Debrunner §
de Adramitio; 27, 6 y 28, 11, en ambos casos 52. El libro de Hechos conoce, además dei ge­
en una nave alejandrina (con cargamento de nitivo Tzkoóç (27, 9), el acusativo jcX.oõv (21,
trigo) -en 28, 11 en una nave que llevaba co­ 7; 27, 10). Los tres pasajes dei libro de He­
mo mascarón de proa a los Hermanos Geme- chos se hallan en relatos narrados en primera
los (los Dióscuros), conocidos como ayudado- persona dei plural.
res en situaciones de apuro en el mar y como
estrellas que guían la navegación- En el capí­ TtÀ.OVaiOÇ, 3 plousios rico*
tulo 27, se relata el naufragio y el salvamento TcXottoícoç plousiõs abundamente, ricamen­
de Pablo y estos se emiquecen con una termi­ te*
nologia náutica especializada y con motivos jtXooTéto plouteõ ser (o llegar a ser) rico*
de milagros de salvamento, en los que Lucas jtÀottTtÇüL) ploutizõ hacer rico, enriquecer*
ha utilizado fuentes evidentemente más am­ jt)iot3TOÇ, Oh, ó / xó ploutos riqueza, abun-
plias (y dificilmente el escueto relato de un dancia*
viaje); la concepción global de la exposición
1. Aparición en el NT - 2. Marcos - 3. Mateo - 4.
dei naufragio y dei salvamento de Pablo (que Lucas - 5. Corpus Paulinum - 6. Cartas Católicas - 7.
quizás tuvo su origen en apuntes biográficos) Apocalipsis.
podría ser obra dei evangelista, que, al final
B ihl.: K. Berger, D ie G esetzesauslegung Jesu, Neu-
de su libro de Hechos, y en forma simbólica,
kirchen-Vluyn 1972, 396-460; K. Bomhâuser, D e r
quizo consignar quizás algo que correspondie- C hrist u n d seine H abe nach dem NT, Gütersloli 1936;
ra a la exposición de la muerte y resurrección H. Frhr. v. Campenhausen, D ie A skese im U rchristen-
1015 jtXoúaioç 1016

tum, Tübingen 1949; R. Cassidy, The Social an ã Poli- veces), en el Corpus Paulinum (5) y en el
tica l S ta n ce in L u k e ’s G o sp el, tesis mecanografiada Apocalipsis (5).
Berkeley 1976; G. Dautzenberg, B ibl. P erspektiven zu
A rb e it u n d E igentum , en H a ndhuch d e r christl. E th ik
2, Freiburg i. Br.-Basel 1978, 343-362; P. Davids, The 2. Marcos. La provocativa afirmación de
P o o r M a n ’s Gospel: Themelios 1 (1976) 37-41; H.-J. Mc 10, 25 (cf. 10,23) debe entenderse, dentro
Degenhardt, Lc, E va n g elist d e r A rm en, Stuttgart 1965; dei contexto actual, como un comentário ge­
M. Dibelius, D a s so zia le M o tiv im NT, en Dibelius,
B o tsch a ft I, 178-203; M. Dibelius-H. Greeven, D e r neralizador de 10, 17-22 (Egger, 116s). No se
J a k o b u s b rie f {K E K ), Gbttingen ^1964, 58-66; H.-M. trata de rechazar por principio al rico, como
Dion, L a notion p a u lin ien n e d e «R ichesse de D ieu» e t se ve por 10, 24b.26s, palabras que hacen ver
ses sources: ScEc 18 (1966) 139-148; J. Dupont, P o u r
que al hombre le resulta de todo punto impo-
vo u s le C h rist s ’e st f a i t p a u v re (2 Co 8, 7.9.13-15):
ASeign 44 (1969) S l-y i-, W. Egger, N achfolge ais VPeg sible alcanzar la salvación. Desde la perspec­
zu m Leben, Klostemeuburg 1979; F. Hauck, D ie Stel- tiva de la historia de Ias tradiciones, Mc 10,
lung d es U rchristentum s zu A rb e it un d Geld, Güters- 24b-27 podría ser un fragmento independien-
loh 1921; F. Hauck-W. Kasch, ítXoCTog xxk., en te de tradición, al que, por su vinculación con
ThWNT VI, 316-330; M. Hengel, P ropiedad y riqueza
en el cristianism o prim itivo , Bilbao 1983; L. T. John­ 10, 29s ó 10, 17-22, se le antepusieron como
son, T he L itera ry F u n ctio n o f P o ssessio n s in L u ke- transición los vv. 23.24a. Y, así, en el v. 25, la
A cts, Missoula 1977; R. Kock, D ie W ertung d es B esit- lectura original «hombre» podría haber sido
zes im Lk: Bib 38 (1975) 151-169; Id., R iqueza, en
sustituida por la lectura «hombre rico» (Wal­
DTB 988-995; W. G. Künunel, D e r B e g r iff des E igen-
tum s im NT, en Künunel I, 271-277; S. Légasse, L ’ap- ter, 209s; cf. Berger, 403s). No obstante, el
p e l d u riche (M arc 10, 17-31 e t par.). Paris 1966; Id., contexto remite al peligro especial en que se
R ichesse, en DBS X, 645-687; E. Lohse, Jesu B u firu f halla el rico, porque a él le resulta difícil la
a n die R eichen, en G lauben un d E schatologie. F S f ü r
disposición para renunciar a los bienes (10,
W. G. K üm m el, Tübingen 1985, 159-163; A. di Marco,
L a «ricchezza» in S. P aolo: Laurentianum 18 (1977) 17-22), una renuncia que la adhesión a Jesús
70-115; E. Neuhâusler, A n sp ruch un d A n tw o r t Gottes, puede exigir en un caso concreto (después de
Düsseldorf 1962, sobre todo 170-185; B. Noack, Jako- Pascua, el seguimiento se convierte en el pa­
b u s w id e r d ie R eich en : StTh 18 (1964) 10-25; E.
radigma de la fe; cf. también los vv. 10, 29s).
Percy, D ie B o tsch a ft Jesu, Lund 1953, sobre todo 19-
115; Schelkle, Teologia III, sobre todo 433-445; W. - Por lo demás, la riqueza crea por su parte
Schndthals, L u ka s - E va n g e list d e r A rm en: ThViat 12 vínculos enganosos, que pueden hacer que
(1973-1974) 153-167; Schnackenburg, M ensaje I, so­ sea estéril la palabra ya aceptada, 4, 19. - La
bre todo 160-169 y 238-241; G. Schneider, D a s Evan- mención incidental de muchos ricos en 12, 41
geliu m nach Lukas (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977,
342-345; Id., D ie A p o stelg esch ich te I (HThK), Frei­ (par. Lc 21, 1) sirve para realzeu a modo de
burg i. Br. 1980, 290-295; F. Selter, en DTNTIV, 110- contraste el ejemplo de la viuda pobre.
113; F. Vattioni, B eatitudini, P overtà, R icchezza, Mai-
land 1966; N. Walter, Z u r A nalyse von M c 10, 17-31:
3. Mateo. Con la mayor naturalidad Mt 27,
ZNW 53 (1962) 206-218; más bibliografia en
jtTtoxóç; cf. además ThWNT X, 1238. 57 (a diferencia de Marcos) presenta como
persona rica a José de Arimatea. A pesar de
1. El grupo de palabras falta en Juan (in­ todo, 13, 22 advierte contra Ias preocupacio-
cluídas Ias Cartas de Juan) y en el libro de nes dei mundo, que hacen que uno sucumba
Hechos. Con la mayor frecuencia aparece el ante el engano de la riqueza. La existência tie-
adjetivo en los Sinópticos (16 veces; 3 en el ne que estar libre de preocupaciones paganas
Corpus Paulinum; 5 en Santiago; 4 en el Apo- (mundanas) y debe estar orientada escatológi-
calipsis), y el sustantivo en el Corpus Pauli­ camente (cf. 6, 25-34), lo que para Mateo sig­
num (16 veces; 3 en los Sinópticos; 1 en San­ nifica actuar con arreglo a la justicia mayor,
tiago; 2 en el Apocalipsis). El advérbio se en- de la que se habla en el Sermón de la Monta-
cuentra únicamente en Colosenses, Ias Pasto- na (cf. 5, 20). En este sentido entiende Mateo
rales y la Carta segunda de Pedro (4 veces en el llamamiento al seguimiento (es decir, al
total). itltOBTÍ^co aparece únicamente en Pa- discipulado) que se hace al joven (Mc 10) co­
blo (3 veces) y jtXouTéoi aparece en Lucas (2 mo llamamiento a la perfección (compárese
1017 JtXoiJOlOÇ 1018

Mt 19, 21 [a diferencia de Marcos] con Mt 5, piensa sobre todo en la beneficencia desinte-


48), iin llamamiento cuyo rechazo ilustra mo- resada (cf. 8,1-3). Por eso, no hay que invitar
délicamente la dificultad dei rico para entrar a los vecinos ricos sino precisamente a los po­
en el reino de los cielos, 19, 23.24. bres, 14, 12.13. Lo generoso que debe ser con
ellos el rico, lo vemos clarísimamente por el
4. Lucas adopta una actitud marcadamente caso de Zaqueo, el rico jefe de recaudadores
crítica ante los ricos. La riqueza, a la que se de impuestos (o publicanos), 19, 2.8. En otros
pone en paralelo con Ias preocupaciones (cf. pasajes se exige incluso la total entrega de los
12, 22-34) y los goces de la vida (8, 14), en- bienes en favor de los pobres (18, 22; 12, 33;
cierra en sí el peligro de sofocar la palabra de cf. 14, 33). Dificilmente estarán detrás de
Dios. El rico granjero de 12, 16 no se da todo ello motivos ascéticos (tampoco instruc-
cuenta de que lo único que importa es ser rico ciones especiales para los que ejerzan un mi­
(otltouxéu)) ante Dios, 12, 21. Lo difícil que le nistério; en contra de Degenhardt), sino expe­
resulta al rico encontrar acceso al reino de riências de la comunidad lucana en situacio-
Dios (18, 24.25), lo muestra el caso dei hom- nes de apuro (cf. Schmithals, 159ss): la con-
bre prominente que no escucha el Uamamien- fesión de fe en Jesús podría tener como con-
to que Jesus le hace, porque era muy rico, 18, secuencia la pérdida de los bienes, de tal
23. Por eso, no es casual que los adversários modo que esa confesión de fe exigia como
de Jesus piensen y actúen principalmente co­ mínimo la disposición para renunciar a los
mo personas ricas (16, 14; 11, 39; 20, 47; cf. bienes, así como -inversamente- la renuncia
Hauck-Kasch, 326). Al lado de la bienaventu- voluntária a los bienes facilitciría la confesión
ranza de los pobres (-> Jtxooxóç), Lucas situa de fe. - Sobre Le 21, 1 par. Mc 12, 41 ->■2.
el jay! (que seguramente aparecia ya en la tra-
dición) pronunciado sobre los ricos, un jay! 5. Corpus Paulinum. a) Para Pablo es sig­
que no se fundamenta en la peligrosidad de la nificativa la referencia teológica dei grupo de
riqueza, sino (de manera mucho más encare­ palabras (sobre el significado original «pleni-
cida todavia) en la inversión escatológica de tud de...», cf. Hauck-Kasch, 317). Sintagmáti-
Ias circunstancias, 6, 24. Dios despacha a los camente se pone de relieve con todo ello la
ricos (jtkouxotivxeç) con Ias manos vacías, 1, misericórdia de Dios (como en la tradición ju­
53. Sin embargo, en Lucas no se trata de una dia, cf. ApBar [sir] 59, 6s; 4 Esd 7, 132-139;
ley fatal, de la que sea imposible escapar, co­ especialmente IQS 4, 3; IQH 4, 32.36s; 6, 9;
mo vemos por 16, 19-31: el rico (16, 19.21. 7, 27.30.35; 9, 8.34; 10, 21; 13, 17; 15, 16;
22) no existe para sí, sino siempre en relación 18, 14). Rom 2, 4 habla de la «riqueza de la
sumamente íntima con el pobre, a quien tiene bondad, paciência y longanimidad» de Dios.
al alcance de su vista (vv. 20s.23), de tal ma­ «En los vasos de misericórdia» muestra Dios
nera que la inversión escatológica (v. 25) pue- «la riqueza de su gloria», 9, 23. Este sintagma
de entenderse al mismo tiempo como la fija- aparece con variaciones y fundamentado cris-
ción en el más allá de la distancia que en vida tológicamente en Flp 4, 19. La idea está con­
se mantuvo con respecto al pobre (vv. 20s. cebida de manera directamente cristológica
26), es decir, presupone la responsabilidad en Rom 10, 12: el Kyrios es rico para todos
que le incumbe al rico. (jtkouxmv elç Jtávxaç) los que le invocan
Por eso, a pesar de todas Ias críticas, Lucas (tanto si son judios como griegos). En Rom
no rechaza por principio la riqueza. Pero lo 11, 12 la dimensión soteriológica desempena
que sí se exige es la relación correcta -la rela­ un papel, ya que Pablo entiende que el fraca-
ción preocupada por el futuro celestial (cf. 12, so de Israel, por el cual la salvación llegó a
21; 18, 22)- con el «Manmón injusto», según los gentiles, es riqueza para el mundo o para
Lucas (16, 9-13) comenta en la parábola dei Ias naciones, y, por otro lado, Pablo ensalza
administrador dei hombre rico (16, 1). Lucas en 11, 33 (cf. v. 32) el mysterium de la salva-
1019 JIX.OTJOLOÇ 1020

ción de todo Israel (11, 26) como «profundi- to (Ef 1, 9s) da la dimensión de la «riqueza de
dad de la riqueza, de la sabiduría y dei cono- su gracia [= de la gracia de Dios]» (1, 7); de
cimiento de Dios». manera semejante, la acción salvífica de Dios,
Bajo el aspecto soteriológico se comprende «que es rico en misericórdia» (2, 4), tiene Ia
también la vinculación con xáQiÇ- En 1 Cor 1, finalidad, según 2, 7, de mostrar a los eones
5 se explica el don de la gracia como un «ser futuros la superabundante riqueza de su gra­
enriquecido» (jtX.ouTLaOfívai) en Cristo. Una cia. - La tarea dei cristiano es un conocimien-
variación de esta idea se aplica luego a la co- to (cada vez más profundo) dei mistério; es
lecta (entendida por Pablo como resultado de «Ia riqueza de la plenitud de la inteligência»,
la gracia de Dios; cf. 2 Cor 8, 1; 9, 8): 2 Cor Col 2, 2. Según Ef 1, 18, el conocimiento tie­
8, 2; 9, 11 (riqueza de la acción desinteresada ne por objeto la «riqueza de la gloria de su
de dar, o bien el ser enriquecidos [JcXouTiÇó- herencia en medio de los santos». Estos pasa-
[tevoi] para la acción desinteresada de dar). jes ofrecen también el contexto para entender
Claro que la riqueza de la condición de cris- Ias exhortaciones en Col 3, 16 (advérbio) y Ef
tiano se halla bajo la reserva escatológica (cf. 3, 16 (sustantivo).
la expresión irônica: «\vosotros sois ya ricos c) En Ias Pastorales, a aquellos que quieren
[èjtÀouxTiaatE]!», 1 Cor 4, 8); está integrada llegar a ser ricos (ol |3ou),ópevoi 3tX,ouxetv)
en la dialéctica dei mensaje de la cruz (cf. 1 1 Tim 6, 9 les hace una seria advertência con­
Cor 1, 18-25: Flp 2, 6-11): La gracia de Cris­ tra los peligros que eso lleva inherentes. Lo
to consiste en «que él, aunque era rico, se hi- decisivo para los ricos, según 6 , 17s, es que fi-
zo pobre por amor vuestro, a fin de que voso- jen su esperanza no en la inseguridad de la ri­
tros llegarais a ser ricos (jtX,ouTf|aT]Ts) por queza, sino en Dios, que hace que todo pros­
medio de su pobreza», 2 Cor 8, 9. La existên­ pere abundantemente (jt)tou0LCOç; cf. también
cia apostólica se halla también bajo esa dia­ Tit 3, 6), y que sean ricos (jtXouxeív) en bue-
léctica, 6, 10 (JtX,ouTÍÇo)). nas obras compartiendo generosamente.
b) La sintagmática teológica o cristológi- d) Según Heb 11, 26, Moisés llegó a ser el
co-soteriológica se encuentra- reforzada en testigo de la fe compartiendo los maios tratos
Colosenses y Efesios. Llama la atención, en que sufría su pueblo, porque él consideraba
cuanto a la forma, el que se emplee casi siem- que el oprobio de Cristo (cf. O. Michel, Der
pre el sustantivo neutro xò itXoüxoç (que uni­ Brief an die Hebrãer [KEK], sub loco) era
camente es masculino en Ef 1,18) y el que és- mayor riqueza que los tesoros de los egípcios.
te se halle asociado con frecuencia con el ge­
nitivo de ôó^a (Col 1, 27; Ef 1, 18; 3, 16) y 6. En Ias Cartas Católicas el grupo de pala-
de XÓQiç (únicamente en Efesios: 1,7; 2,7). - bras se encuentra en 2 Pe 1, 11 (advérbio) y
Sobre la «plenitud de la gracia» cf. IQS 4, 4s; en Santiago: Sant 1, 10 exhorta al rico (a sa­
IQH 11, 28; 12,14; Frgm. 2, 5 ó IQH 11, 29s ber, al hermano; cf. v. 9) a gloriarse paradóji-
(cf. K. G. Kuhn: NTS 7 [1960/1961] 334-346, mamente en su humülación (en la muerte; cf.
esp. 336s). Lc 12,16-21; Sal 49; 73; Eclo 1 1 ,18s; Abot4,
En cuanto al contenido, es notable la proxi- 4). Porque el rico -1,11 (ahora en sentido ge­
midad al mistério escatológico de Cristo; Col nérico)- pasa y desaparece como la hierba (cf.
1, 27 describe la revelación como la manifes- Is 40, 6s). Mientras que en 2, 5 se dice que los
tación de la «riqueza de la gloria de este mis­ pobres son ricos en la fe (->^ Jixmxóç), vemos
tério entre los gentiles». Según Ef 3, 8, Pablo que 2, 6 caracteriza negativamente a los ricos
tiene la tarea de «prediccir a los gentiles la in- recurriendo a tópicos proféticos (cf. Am 4, 1;
sondable riqueza de Cristo». La amplitud cós­ 8, 4; y passim) y también movido por la expe-
mica de este acontecimiento (cf. Ef 3, 9s) es riencia concreta de la comunidad: los ricos
una variación de la idea abordada ya anterior­ oprimen a los cristianos y los arrastran ante
mente: La reunión de todas Ias cosas en Cris­ los tribunales. Sant 5, 1 exige a los ricos que
1021 jtlioTJoioç - jrvevjia 1022

se lamenten a gritos de la desgracia que se les Ê3iX,nvav xàç oxoXàç aí)xõ)v (en la sangre
viene encima (cf. Lc 6, 24; Hen [et] 96, 5s). dei Cordero); 22, 14 en un macarismo: [taxá-
La riqueza (Sant 5, 2) acumulada fraudulenta­ Qioi oi jtLúvovxEç xàç oxokàç anxcõv.
mente (5, 4-6) y sin sentido y que, por tanto,
enmohece (cf. Mt 6, 19), se convertirá en tes-
timonio contra ellos en el juicio (Sant 5, 3). n;V£Í5^a, a t o ç , t ó pneuma soplo, aliento,
viento, espíritu
7. El Apocalipsis habla (a) de la riqueza 1. Significado fundamental y aparición en el NT -
material y (b) de la riqueza espiritual. 2. Usos generales - 3. Tecnicismo para designar al Es­
a) En Ap 6, 15, los ricos y los poderosos se píritu de Dios - a) Preliterario - b) Pablo - c) Lu-
mencionan como clases sociales. Los que lle- cas/Hechos - d) Juan - e) Mateo 28, 19.
garon a ser ricos en Babilônia (jtLouxéa), 18, B ibl.: R. Albertz-C. Westermann, rü"^, en DTMAT
3.15.19), se lamentan en 18, 17 por la desola- II, 914-947; C. K. Barrett, T he H o ly S p irit a n d the
ción de la riqueza de la gran ciudad. G o sp el T radition, London 1975; F. Baumgârtel,
b) La comunidad de Esmima es rica, a pe­ jtvei3|j,a xxk. (B), en ThWNT VI, 357-366; G. R.
Beasley-Murray, J esu s a n d the Spirit, en F S R igaux,
sar de la tribulación y de la pobreza en que vi­ 463-478; H. S. Benjamin, P neum a in John a n d P a u l’.
ve (2, 9), mientras que a la comunidad de La- BThB 6 (1976) 27-48; K. Berger, G eist, H e ilig e r
odicea, que en 3,17 afirma «Soy rica y me he Geist, G eistesgaben (III. N T ), en TRE XII, 178-196;
enriquecido» (jtEJtX,oúxT]>ía; cf. Os 12, 9; Zac W. Bieder, P neum atische A sp ekte im Hebr, en F S C ulT
m ann 1972, 251-259; P. Bonnard, V E s p r it et V E glise
11,5), aunque en verdad es desventurada, mi- selo n le NT, en Id., A nam nesis, Genf-Lausanne 1980,
serable, pobre, ciega y desnuda, se la aconse- 51-60; F.'Bovon, L u c le théologien, Neuchâtel 1978,
ja en 3, 18 que primero se vuelva a Dios «pa­ 211-254; E. Brandenburger, F leisch u n d Geist, Neu-
kirchen-Vluyn 1968; R. Bultmann, D a s E va n g eliu m
ra pedir su ayuda» (H. Kraft, Die Ojfenba- des Joh a n n es (KEK), Gõttingen “ 1968, 98-100; Bult­
rung des Johannes [HNT], sub loco), a fin de mann, Teologia, 84s, 206-217, 260-265; H. Cazelles y
llegar a ser rica. En la doxología de 5, 12 se otros, S a in t E sprit, en DBS XI, 126-398 (NT: 172-
aclama al Cordero como digno de la riqueza 398); M. A. Chevallier, L ’E sp rit et le M essie dans le
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(en el sentido de la plenitud divina). p a ro le s d 'h o m m es, Neuchâtel 1966, 65-135; Id., S o u f­
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te, ricamente
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Jt)»OVTéíi> pluteõ ser (o llegm a ser) rico «The L ord is the Spirit»-. JThS 21 (1970) 309-320; Id.,
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míi/OUTÍÇo) ploutizõ hacer rico, enriquecer 81-92; I. Dupont, A scen sio n du C hrist e t d o n de V E s­
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1023 jtvECiia 1024

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R ô m 8, 26/: ThZ 20 (1964) 252-265; Id., D ie G egen- igual que iJnJXTi]), como matéria y como
w a rt d e s G eistes na ch dem Z eugnis des NT, en Id. y proceso a la vez. En el griego profano, jrveií-
otros, U ntersch eid u n g d e r G eister (Kirche zwisehen
Planen und Hoffen 7), Kassel 1972, 9-34; R. Penna, p a se emplea además, desde muy pronto, en
L o «Spirito d i G esu» in A tti 16: RivBib 20 (1972) 241- el sentido de la inspiración de carácter mánti-
261; F. Porsch, P n eu m a u n d Word. E in e xeg etisch er co-entusiástico, y más tarde (en el estoicismo)
B eitra g z u r P n eu m a to lo g ie des Johannesevangelium s, como expresión de una sustancia energética
Frankfurt a. M. 1974; Id., A n w a lt d e r G laubenden. cósmico-universal y divina (pero intramunda-
D a s W irken des G eistes nach dem Z eu g n is des J o h a n ­
nesevangelium s, Stuttgart 1978; J. D. Quinn, The H o ly na) (Kleinknecht, 333-357; Saake, Pneuma,
S p irit in th e P a sto ra l E pistles, en D. Durken (ed.), Sin, 387-395, bibl.).
Sa lva tio n a n d th e Spirit, Miimesota 1979, 345-368; H. En el NT 3tv6üp,a está caracterizado esen-
Rãisânen, D a s « G esetz d e s G la u b en s» (R ôm 3, 27 ) cialmente por el equivalente hebreo rüah y
u n d d a s « G e se tz d e s G e istes» (R õm 8, 2): NTS 26
(1979-1980) 101-117; W. RebeU, E rfü llu n g u n d E r- por su empleo en el judaísmo. El significado
w artung. E rfa h ru n g en m it dem G e ist im U rchristen- fundamental de ruaia es, sí, viento y aliento.
1025 jrvetiiia 1026

pero concebidos ambos no como algo que do una barrera para la comprensión, ya que en
exista sustancialmente, sino tan sólo como la alemán con el término G e is t se asocian a menudo
fuerza que se encuentra en el aliento y en la los significados de G e is t = ser inmaterial (espíri­
tu, fantasma), o de Geist = intelecto, razón, men­
ráfaga de viento, y cuyo origen y destino si-
te (voõç). Además, por influencia de la doctrina
gue siendo enigmático (Albertz-Westermann, de la Iglesia, no es raro que Jtv E ú p a se entienda
917). En el AT rúah designa a menudo expre- precipitadamente como «persona». Para evitar es­
samente al «espíritu» de Dios, que actúa co­ te último malentendido, muchos escritos exegéti-
mo energia vital y además confiere al hombre cos se apartan de la norma de escribir con mayús-
dotes especiales o inspira a Ias personas culas iniciales los conceptos ya estereotipados
{ H e ilig e r G e is t, «Espíritu Santo»).
(Schunck, 14s). Tan sólo en los tiempos que
siguieron al destierro se va implantando el
2. a) jxvEüpa tiene el sentido general de
concepto de «espíritu santo». Por influencia
viento (impetuoso) / soplo en Jn 3, 8a; Heb 1,
dei mundo circimdante, rüalj. o jtvEÕp,a llega
7 (cf. Sal 103, 4 LXX) y 2 Tes 2, 8 (cf. Is 11,
a ser a menudo un término para designar a se­
4b). Este sentido muestra, no obstante, proxi-
res supraterrenales buenos o maios; además,
midad al empleo dei término para designar a
en sectores helenísticos, OTEÕita se concibe
Dios o a los ángeles..
muchas veces a la manera de una sustancia, y
se mezcla con concepciones de la filosofia b) El aliento vital se designa varias veces
griega y especulaciones sobre la «sabiduría» como JtVEüita dei hombre (Mt 27, 50; Sant 2,
(Bieder-Sjôberg, en ThWNT VI, 363-387; 26; Ap 11,11; 13,15). Por su estrecha y dinâ­
Chevallier, VEsprif, Saake, Pneuma, 395s). mica relación con Dios (cf. Jacob, 629), n v E Õ -
En el NT, sobre todo por la impresión de la p a puede significar también una manera de
experiencia dei Espíritu en el cristianismo pri­ existência o energia vital que sobrevive a la
mitivo, JtVEÜp.a adquiere a menudo un matiz muerte (cf. 1 Pe 3,18; 4, 6; 1 Tim 3,16; tam­
muy peculiar, incluso en usos de carácter ge­ bién Rom 1, 4 [-*■ 3.a]; 1 Cor 5, 5?). Tan sólo
neral y en la «relectura» de enunciados dei AT. en casos aislados ésta se concibe casi a la ma­
En el NT Jtveüpa aparece en total 379 ve­ nera de un alma (-> tjmxr|) (->■ c).
ces; de ellas sólo 3 veces en el sentido origi­ En 1 Tes 5, 23 Pablo utiliza la manera de
nal dei término {viento [impetuoso] / soplo). hablar de la antigua tricotomía, «espíritu, al­
Con frecuencia designa el jtveüpa dei hom­ ma, cuerpo», no para describir tres partes se­
bre (unas 47 veces), así como espíritus malig­ paradas que constituyan al ser humano, sino
nos (unas 38 veces) o espíritus de difuntos y para designar a éste en su totalidad. En el pa-
también ángeles (unas 9 veces, ->■2). Con mu- saje citado, lo mismo que en Heb 4,12 («alma
chísima frecuencia JtvEõpa significa clara­ y espíritu»', cf. 2 Cor 7,1), Jtveüpa designa al
mente el JtVEÜpa de Dios (unas 275 veces), hombre, que es también espíritu (y que no só­
ya se emplee en sentido absoluto (unas 149 lo tiene espíritu). Lo mismo se aplica a los pa-
veces) o bien se concrete más como Jiveõp.a sajes en que se usa la expresión «con vuestro
aytov (92 veces) o JtvEõpa áYiooúvT]ç (una (tu) espíritu» (Gál 6, 18; Flp 4, 23; Fim 25; 2
vez) o jtVEÜpa ■&eoõ (18 veces), jtveõpa xoti Tim 4, 22) en sentido paralelo al de «con vo-
JtaxQÓç (una vez), JtVEÕtia toü uioü au to ü sotros» (Bultmann, Teologia, 260s).
(una vez) o bien jtvEüpa Xeioxoõ (3 veces) JtVEÜpa se usa varias veces en el NT como
o Ttiooõ (una vez). Precisamente por este em- término para designar la capacidad dei hom­
pleo peculiar, el contenido semântico de bre para determinadas manifestaciones de la
JtVEüpa es diferente en los diversos escritos vida humana que sobrepasan lo que puede
dei NT ( ^ 3). palparse extemamente (el sentimiento, la sen-
Al determinar el sentido de JtVEÜpa hay que sación, el conocimiento), y entonces tiene el
tener en cuenta que la traducción alemana co- significado de: lo interior, el corazón (por
rriente por G e is t Ê<espíritu») constituye a menu­ ejemplo, en Mc 2, 8; 8, 12; Mt 5, 3; Lc 1,
1027 jtveDfia 1028

47.80; Jn 11, 33; 2 Cor 2,13). En relación es- Hech 8, 29.39, cf. 8, 2 6 - en el Espíritu de
trecha con ello deben entenderse también ex- Dios]).
presiones tales como «espíritu de mansedum- Se piensa de esta manera en una idea muy
bre» (1 Cor 4, 21; Gál 6, 1; cf. 1 Pe 3, 4). Sin
difundida en aquel entonces, según la cual se­
embargo, el «espíritu de fe» (2 Cor 4, 13) va res concebidos a la manera de personas (ani-
más allá de esto y significa la participación en
místicos) habitan en los hombres, los dominan
el Espíritu de Dios. Lo mismo se aplica a la y originan en ellos enfermedades. Jesús y los
expresión «el espíritu está dispuesto» (Mc 14, discípulos fueron capaces singularísimamente
de expulsar a esos seres (-> èxpáLXm; funda­
38 par. Mt 26, 41), si se tiene en cuenta la afi-
nidad de esta expresión con lo que se dice en mentalmente otras personas eran capaces tam­
el Sal 51, 14 (Kuhn, 274-281), y seguramente bién de hacerlo, cf. Mt 12, 27); ellos disponen
habrá que decir otro tanto de Rom 1, 9; 8, 16 de un poder (el Jtvsnpa de Dios) que es más
(«en mi espíritu» [->^ 3.b]). Por eso, en Col 2,
fuerte que el de esos espíritus. Tan sólo en Ef
5, a la presencia «en el euerpo» puede contra- 2, 2 itvEbpa (ya eslé en aposición a ÚQXovxa
ponerse una presencia «en el espíritu», que en o, mejor todavia, en aposición a àépoç) signi­
1 Cor 5, 3.4 parece significar, desde luego, fica el poder dei maligno o el maligno, que
una presencia «en el Espíritu Santo». Tan só- actúa como «pneuma contrario a Cristo».
lo en 1 Cor 2, 11 jtveüpa designa la razón Unicamente en Lc 24, 37.39 Jiveõpa desig­
(cf. 2, 16: vonv, y Ef 4, 23; sobre la estrechana expresamente un espíritu (fantasma) que
relación entre el KVEÜpa antropológico y el no es de carne y hueso, supuestamente el «al­
voõç, cf. Saake, Pneuma, 397). ma» de un difunto (cf. Lc 8, 55; 23, 46; Hech
Mientras que en algunos de los pasajes adu- 7, 59. - En Hech 12, 15 ãyyELoç auTOõ no
cidos hay una clara referencia al Espíritu de significa probablemente lo mismo). En Heb
Dios (por ejemplo, también en Lc 10, 21), tal 12, 23 Ias «almas» de los justos son denomi­
referencia puede sólo sospecharse en otros lu­ nadas OTEÚpaxa (cf. Ap 6, 9 [-> xltnxfi]; en 1
gares. Según esto, el uso antropológico tradi­Pe 3,19 podría pensarse en Ias «almas» de los
cional estaba abierto para ser llenado de nue-pecadores, pero también únicamente en los
vo contenido, desde la perspectiva de la pro- espíritus malignos).
mesa dei Espíritu en el AT y de la recepción El nombre divino «Padre de los espíritus»
dei Espíritu en el NT. (Heb 12, 9; cf. Núm 16, 22; 27, 16) se refiere
probablemente a todos los espíritus, los de los
c) Con mucha frecuencia, especialmente ángeles y los de los justos; en Heb 1, 14 los
en los EvangeEos, el libro de Hechos y el «espíritus servidores» son ángeles. Una ter­
Apocalipsis, rtVEüfxa se determina más con­ minologia afín existe en Ap 1, 4; 3, 1; 4, 5; 5,
cretamente como aiVEÕpa «impuro» (por 6, donde los «siete espíritus» designan a los
ejemplo, Mc 1, 23.26.27; 3, 11), «maligno» ángeles que se hallan ante el trono de Dios
(por ejemplo, Lc 7, 21), «mudo» (por ejem­ (cf. los siete arcángeles en Tob 12, 15), pero
plo, Mc 9, 17), «mudo y sordo» (Mc 9, 25) o representan al mismo tiempo al Espíritu de
como el jtvEt3[j,a «de una enfermedad» (Lc Dios (-^ 3.e).
13, 11) y «espíritus de demonios» (Ap 16,
13.14). En Lc 8 ,2 se hallan yuxtapuestos «es­ 3. a) Los más antiguos enunciados cristia-
píritus malignos y enfermedades» y «siete de­ nos sobre el revEÕpa de Dios, que se han tras-
monios» (cf. Lc 11, 26; 4, 33; Hech 16, 16). mitido en los escritos dei NT o que se presu-
En casos aislados, jtveõpa se usa también en ponen como conocidos, expresan que la espe-
sentido absoluto con este significado (Mt 8. ranza veterotestamentaria y judia de un
16; Lc 10, 20; aqui habrá que incluir también jtvEüpa inspirador y vivificante para el fin de
seguramente Hech 23, 8.9 [en este caso, junto los tiempos (Chevallier, L ’Esprit; Kremer,
a «ángel», dificilmente se pensará -como en Pfingstbericht, 63-86, bibl.) ha tenido ahora
1029 itvEDna 1030

su cumplimiento. La recepción dei nveí3(i,a es catológica dei Espíritu (por ejemplo, 1 Tes 1,
reconocible por fenômenos externos (cf. Gál 5; Gál 3, 2-5; 1 Cor 12, 7ss; Rom 15, 19);
3, 2; Hech 8, 18), especialmente por curacio- afirma que él ha tenido también tales expe­
nes milagrosas (1 Cor 12, 9.28.30), oración riências dei 3tveü[ia (1 Cor 14,18, cf. 7,40; 2
extática (glosolalia) y habla profética (cf. 1 Cor 12, 12; cf. Saake, Pneumatologia, 214ss)
Cor 12; 14; Hech 10; 19; probablemente tam- y exhorta a no «apagar» el Espíritu (1 Tes 5,
bién en la fuente de Hech 2, 4). El JtVEnixa es 19; cf. van Unnik) que se manifiesta de esta
el que inspiró a los escritores dei AT (cf. Mc manera (cf. 1 Cor 12, 7). Claro está que no to­
12, 36) y el que actúa en los profetas de la do efecto atribuido al JtVEÜ[xa procede de él,
Iglesia primitiva (más tarde sus manifestacio- y es preciso el «discemimiento de espíritus»
nes [extáticas] serán denominadas frecuente- (1 Cor 12, 10 en relación con 12, 1-3; sin em­
mente con el simple nombre de n:vsu[xa [por bargo, piensa de manera distinta Dautzen-
ejemplo, 1 Jn 4, 1; 2 Tes 2, 2]; èv jrveúpaTi berg, Prophetie, ->• ôiaxQÍvm). Frente a una
se convierte en el término técnico para desig­ sobreestimación de los efectos extáticos dei
nar el éxtasis profético; por ejemplo, en Ap 1, Espíritu (-> Jtvenp,aTiHÓç), Pablo acentua el
9). El jtVEÜfta alienta para dar testimonio dei valor de los dones dei Espíritu que llaman
evangelio, especialmente en medio de Ias tri- menos la atención, y senala su origen en un
bulaciones (Mt 10, 20; Lc 12, 12; Mc 13, 11 mismo y único Dios y su diversidad y orienta-
par.; cf. Kremer, Jesu Verheiflung, 262ss). En ción hacia la comunidad (1 Cor 12).
el deslinde que se hace dei bautismo cristiano Según 1 Cor 12, 13, todos los miembros de
con respecto al bautismo de Juan, Ttveüp-a la comunidad han sido «bautizados» y están
significa el poder de borrar pecados (Mc 1, 8 «embebidos» en (con) un Espíritu» y forman,
par.; se discute si «espíritu y fuego», en la por tanto, «un solo cuerpo» ( ^ ocõpa 6.7).
predicación dei Bautista [Mt 3, 11; Lc 3, 16] Así que el Jtv£tip,a ha sido concedido como
se refiere originalmente tan sólo a la «tempes- don permanente a los bautizados (cf. Rom 5,
tad y fuego» dei juicio; cf. Dunn, Spirit and 5 y 1 Cor 6, 19: «porque vuestro cuerpo es
Fire-Baptism). templo dei Espíritu Santo, que habita en vos-
Según Ias tradiciones más antiguas, la ac- otros»; de manera parecida en 1 Cor 3, 16).
tuación de Jesús desde el bautismo (Mc 1, 9- Sin embargo, el Espíritu no es posesión suya,
11 par.; Hech 10, 37) estuvo ya marcada por de la que ellos puedan disponer, sino que es
el Espíritu Santo (por ejemplo, la expulsión su Senor. Los usos antropológicos corrientes
de demonios, Mt 12, 28; cf. Mc 3, 28s par.), y de Jtveüp,a (-^ 2.b) adquieren con ello un
al Espíritu se le atribuye igualmente la con- contenido nuevo (cf. Rom 1, 9; 8,13; 9,1; 12,
cepción de Jesús (Mt 1, 18.20; Lc 1, 35). Su 11; 1 Cor 7, 34; 2 Cor 6, 6), sin que se deslin­
existência como Resucitado es una existência de en concreto la relación entre Ias capacida­
pneumática (cf. Rom 1,4; 1 Pe 3,18; 1 Tim 3, des naturales y el jtvenpa. Tan sólo la oración
16). dei Jtvenpa la distingue Pablo claramente de
Es difícil determinar hasta qué punto estos la dei entendimiento (1 Cor 14, 15; sin em­
enunciados acerca dei Jtveüp.a, orientados bargo, la intercesión dei Espíritu «con gemi­
esencialmente por Ias promesas dei AT, se en- dos inexpresables» [Rom 8, 26] debe diferen-
tendieron a veces helenísticamente. En todo ciarse de la oración glosolálica y dei clamor
caso, los diversos escritos dei NT los desarro- iAbba! [Gál 4, 6; Rom 8, 15]; cf. Niederwim-
llan ulteriormente de diversas maneras, como mer, Gebet). La «participación en el Espíritu»
vemos especialmente en Pablo, Lucas/Hechos (2 Cor 13, 13) acentúa la exigencia de unidad
y Juan (->■ b.c.d). (Flp 1, 27; 2, 1; 2 Cor 12, 18). Lo poco que
Pablo concibe el don dei n:veúp.a (a pesar dei
3. b) Pablo comparte la concepción de que lenguaje que suena a helenístico) a la manera
son perceptibles los signos de la recepción es- de una sustancia (sino que, lejos de ello, per-
1031 jtVEC(xa 1032

manece fiel al significado de rúahí), lo indican futura gloria; Por eso, la posesión dei Espíritu
Ias metáforas que él emplea; por ejemplo, el es la razón de la esperanza (cf. Rom 5, 5; 8,
Espíritu «habita» (1 Cor 3, 16; Rom 8, 11), lOs); por medio dei jtvEi3p,a el bautizado tie-
«clama» (Gál 4, 6; Rom 8, 5), «intercede» ne participación en la «vida», ya desde ahora
(Rom 8, 26), y se es con el Senor «un solo es- (Rom 8, 10); la cosecha como vida eterna, si
píritu» (1 Cor 6, 17). «siembra para el Espíritu» (Gál 6, 8; es decir,
El jtvEüpa es lo característico dei Nuevo si vive orientado hacia su posesión dei Espíri­
Pacto (2 Cor 3,6; cf. Rom 2, 29; 7, 6; cf. Kre- tu); porque por medio dei jtveõfia Dios resu-
mer, Buchstabe, 223-229, bibl.). Por eso, el citará a los muertos como resucitó a Cristo
ministério dei apóstol es una ôiaxovía toü (Rom 8, 11), y lo hará por medio de Cristo, a
irvETjpaxoç (2 Cor 3, 8), que comunica (por quien, como nuevo Adán, por su participación
decirlo así) el Espíritu como nueva Torá (3, adquirida mediante la resurrección en el Espí­
3); porque el JtVEÜpa libera dei endureci- ritu Creador, se le puede llamar «espíritu vi-
miento dei corazón y de la fijación en la letra vificante» (1 Cor 15, 45, ->■ ÇmoJtoiéco).
(3, 14-17), a fin de poder conocer la meta o La recepción dei jtVEilpa prometido es un
fin (~y réXoç) de la Torá (3, 13-18) y «lo que fruto de la muerte de Cristo (Gál 3, 14). Por
es de Dios» (1 Cor 2, 10-14). Por eso, en el eso, al «Espíritu de Dios» o «Espíritu Santo»
n;vE'üpa es posible confesar a Cristo como el se le llama también «Espíritu de Cristo»
xÚQioç (1 Cor 12, 3; cf. 2 Cor 4, 6) e invocar (Rom 8, 9; cf. 2 Cor 3, 17), el cual, como «Es­
a Dios como Padre (Gál 4, 6; Rom 8, 14). píritu dei Hijo» (Gál 4, 6), fue enviado por el
Además, el bautizado queda sustraido por Padre. Por eso, en paralelo con expresiones
medio dei jtvEüpa al âmbito de poder dei pe­ como «Cristo en vosotros» (Rom 8, 10) y «en
cado, y es «santificado en el Espíritu» (Rom Cristo» (Rom 8, 1), puede decirse; El Espíritu
15, 16; cf. Gál 5, 5; 1 Cor 6, 11; Rom 14, 17) «habita» en vosotros o vosotros estáis «en el
y trasformado por él (2 Cor 3, 18). Recibe Espíritu» (Rom 8, 9; cf. 1 Cor 3, 16). Aunque
participación en el «amor de Dios» (Rom 5, no son idênticos, ni mucho menos, el n:v8'0[xa
5; cf. 15, 30). Por tanto, ya no es «siervo», si­ y Cristo se hallan relacionados de manera su­
no «hijo y heredero» (Rom 8, 15s; de manera mamente íntima; 2 Cor 3, 17 (pero el Kyrios
distinta Gál 4, 6s; pero cf. Duprez). Como «la es el Espíritu) indica al menos una identidad
ley dei Espíritu de vida», el irveiiixa libera de dinâmica entre ambos (cf. 1 Cor 15, 45), que
la esclavización a la Torá, que por la existên­ es al mismo tiempo una unidad con Dios (xn-
cia carnal dei hombre conduce de hecho al pe­ QLOÇ puede referirse aqui a Dios y a Cristo;
cado y a la muerte, y no a la vida, conforme a Dunn, 2 Corinthians', Greenwood [bibl.]). Se-
su destino interno (Rom 8, 2; cf. 7, 14; 2 Cor gún Rom 5, 5, el amor de Dios se ha derrama­
3, 6; cf. Râisânen [bibl.]). El que camina «se- do en los corazones por medio dei JtVEÜpa. La
gún el Espíritu», cumple la «exigencia jurídi­ íntima relación entre Dios, Cristo y el mvenpa
ca de la ley» (Rom 8, 4; es decir, el amor, cf. se expresa sobre todo en Gál 4, 4-6; 1 Cor 12,
Gál 5, 14; Rom 13, 8-10). La libertad conce­ 4-6, y en la fórmula triádica de 2 Cor 13, 13.
dida graciosamente por el jtvsüpa exige que En Ias cartas que dependen de Pablo o que se
uno siga al Espíritu (Gál 5, 16.25), que se de- hallan próximas a él, el uso de nveüpa es relati­
je uno guiar por él como la «Torá» que es (cf. vamente raro en el sentido característico de Pablo
2 Cor 3, 3), y que no se ceda a los deseos de (así en Ef 4, 3s). Es sorprendente en ésta y en
la carne (-> oápÇ; Gál 5, 16s; 6, 8; Rom 8, otras cartas dei NT el significado inspiratorio dei
13). «El fruto dei Espíritu» es característica jtveüpa (por ejemplo, Col 1,18; 1 Tim 4, 1; 1 Pe
de la vida espiritual (Gál 5, 22). 1, lls [;el jivEÜpa de Cristo!]: Heb 3, 7; 2 Pe 1,
21).
La posesión dei Jtveüixa es al mismo tiem-
po «prenda» (2 Cor 1, 22; 5, 5, -+ àpQapórv) 3. c) Para Lucas/Hechos el JtVEnpa es,
y «primicias» (Rom 8, 23, -> aitaQ^f)) de la desde luego, el Espíritu que actúa ya aislada-
1033 jivEU(ia 1034

mente en el Antiguo Pacto y en la vida de Je­ se habla de él a menudo en forma personifica­


sus; pero el Espíritu, como el don escatológi- da, por ejemplo, él es testigo (Hech 5, 32), de­
co (Hech 2, 17s) «prometido por el Padre» cide (15, 28), habla (8, 29; 10, 19; 13, 2), en­
(Hech 1, 4; cf. 2, 38s) y como el «poder de lo via en misión (13, 4), no permite (16, 7),
alto» (Lc 24, 49; Hech 1, 5.8) prometido por constituye como supervisores (20, 28) y ense-
Jesus para el futuro inmediato, fue concedido na (Lc 12, 12), y uno puede mentir al jtveüpa
a los discípulos en Pentecostés (Hech 2) y o tentarle (Hech 5, 3.9; cf. también Lc 12, 10
también más tarde (cf., por ejemplo, 4,31). El sobre la blasfêmia contra el Espíritu [la predi-
jtveójpa se concede a todos los que aceptan el cación de la Iglesia primitiva]). No se dice
mensaje de los discípulos, y esto se efectúa que los bautizados hayan sido unidos por el
ordinariamente por medio dei bautismo (2, Espíritu en una comunión de vida interna (co­
38; de manera distinta en 10, 45-48 y 8, 15- mo en 1 Cor 12, 13, ->■3.b).
17; 19, 2-7). Su recepción, principalmente en En el lenguaje de la experiencia de la Igle-
los momentos cruciales de importância deci­ sia, Lucas describe también la acción dei
siva para la misión, acontecia bajo senales ex­ jtvEüpa en la vida de Jesús. Mientras que el
ternas (2, 1-4: 4, 31; 8 , 17s; 9 , 17s; 10,44-11, Bautista estuvo «lleno» dei Espíritu Santo ya
15 [cf. 15, 8]; 19, 6). Lo más sorprendente es desde el seno materno (Lc 1, 15), Jesús debe
el «hablar en lenguas», la alabanza entusiásti­ su existência al descenso dei Espíritu Santo
ca y la proclamación profética (Hech 2, 4.11 «como poder dei Altísimo» (1, 35s); sobre él
[-»■ 3.a]; 4, 31; 6, 10; 10, 45s; 19, 6; cf. Lc 1, descansa el Espíritu (3, 21; cf. 4, 18; Hech 10,
41s; 1, 67; 10, 21; es diferente la concepción 38, «ungido»); Jesús es «conducido» por él
de la glosolalia en 1 Cor 12; 14; cf. Dupont, (4, 4; cf. 4, 14; 9, 39); «él se regocijó en el
Etudes, 490-496; cf. también, no obstante, ->■ Espíritu Santo» (10, 20) y «eligió por medio
yX ãoaa 6). Está en consonância con ello el dei Espíritu Santo a los apóstoles» (Hech 1, 2;
hecho de que el Espíritu, según Lucas/He- otra posibilidad de traducción; «encargo por
chos, provoque casi exclusivamente un efecto medio dei...»).
inspiratorio / profético. La fe, el perdón de los Según Hech 2, 33, el 3tveü[ra es el don dei
pecados, la oración, la capacitación para el Senor exaltado, que él concede desde el Padre
amor y especialmente el obrar milagros no se (Dupont, Ascension, 226s). Por medio dei
atribuyen expresamente al JtvEupa (Schwei- jtVEÕpa Jesús continúa su obra, que es al mis-
zer, jtvEÕ[xa, 405s; de manera distinta piensa mo tiempo la obra de Dios (cf. Stahlin, 245-
Bovon, 228 basándose en la relación entre 251). Como Lucas se halla interesado única­
JtvEÕp.a y ôúvapiç); algunas formulaciones mente en la función dei JtvEõpa en la Iglesia
indican que para Lucas no eran desconocidos y en la vida de Jesús, vemos que de Ias desig-
esos efectos: por ejemplo, «lleno de fe y dei naciones (por ejemplo, «poder», «don») y de
Espíritu Santo» (Hech 6, 5; cf. 11, 23); «con- los datos sobre la recepción dei Espíritu o so­
suelo dei Espíritu» (9, 31); «gozo y Espíritu bre los efectos dei mismo no pueden deducir-
Santo» (13, 52); según Lc 11, 13, el jtveü|j,a se conclusiones sobre la esencia dei Espíritu
es por excelencia el don de la oración escu- (por ejemplo, la de ser simplemente una sus­
chada (cf. Schweizer, Jtvenpa, 407). tância supraterrenal o la de ser incluso una
Falta cualquier enunciado que indique que persona) ni tampoco se puede llegarse a una
la participación en el jtvEÕfta dei Resucitado detenninación concreta de cuál es su unidad
es ya desde ahora la prenda de la vida eterna. con Dios y con Cristo. Esto es tanto menos po-
El jiVEÚpa, en lugar de eso, es el equipamien- sible, por cuanto Lucas/Hechos emplea a me­
to de la Iglesia para que desempene su tarea nudo formulaciones tradicionales (por ejem­
hasta el fin (cf. G. Schneider, Die Apostelge- plo, en Hech 8, 39, cuando se dice que Felipe
schichte I [HThk], 259). El Espíritu determina fue arrebatado por el Espíritu), sin reflexionar
la vida de la naciente Iglesia, de tal modo que sobre el pleno significado de Ias mismas.
1035 jtvevfia 1036

3. d) Según Juan, el Jtve'0|j,a es también palabras que os he hablado son Espíritu y vi­
esencialmente don dei Senor exaltado; «Pues da» (Jn 6, 63c; cf. 1, 17 y los enunciados me­
no había aún Espíritu, porque él no había sido tafóricos antes aducidos). La comunicación
todavia glorificado» (Jn 7, 39c). Con ello no de la verdad es al mismo tiempo la comunica­
se niega la existência pre-pascual dei jtv£õ[ia ción de la vida (14, 6; 17, 3), concedida gra­
(cf. 1, 33), sino que se senala la singularísima ciosamente por Jesús, que es -él mismo- la
recepción dei Espíritu por parte de los que verdad y la vida conjuntamente (14, 6; cf. 1
creían en Cristo (7, 39b; con esto no se exclu- Juan, òÀfiflEia). La estrecha asociación en­
ye siquiera cualquier concesión pre-pascual tre el Revelador de la verdad y el Dispensador
dei Espíritu; Porsch, 65). La sangre y el agua dei jtveüp,a constituye también el fondo de
que brotan dei costado herido de Cristo inter- las palabras sobre la adoración dei Padre «en
pretan metafóricamente esta recepción como Espíritu y en verdad» (Jn 4, 23s; una relectu-
consecuencia de la glorificación (19, 34 [cf. ra de los enunciados de la Iglesia primitiva
7, 38s]; la observación anadida en 19, 35 so­ acerca de la oración inducida por el Espíritu).
bre el testimonio que se da de este hecho in- Condicionada por la comprensión joánica de
cluye probablemente el envio dei Espíritu a la la «verdad», la expresión tradicional «Espíri­
Iglesia; cf. 1 Jn 5, 7). Según 20, 22, los discí­ tu de la verdad» (como término opuesto al de
pulos reciben ya el Espíritu en la noche dei «espíritu dei error», atestiguado en IQS 3, 20.
día de Pascua (sobre la relación con Hech 2 23s; 4, 21; cf. TestJud 20, 1.3.5; cf. Sab 1, 5;
cf. Kremer, Pfmgstbericht, 224-228). 1 Jn 4, 6) enuncia en el Evangelio de Juan la
Según la exposición, de intensos rasgos estrecha relación entre la «verdad» y el Espí­
simbólicos, de Jn 20, 22s («él sopla sobre ritu. Como -> jraQáxXqTOç, el Espíritu tiene
ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo», la función, concebida como función personal
cf. Gén 2, 7), el jtvenpa tiene poder vivifica- (cf. Saake, Pneuma, 398), de estar suprema­
dor. Así lo presupone igualmente el logion mente al servido de que se llegue a la unión y
que viene a continuación (8,23; cf. Mt 16, 18; se permanezca en la unión con la verdad vi-
18,18) sobre la autoridad para perdonar peca­ vificadora (Jn 14, 16s.26; 15, 26; 16, 6-11.
dos (salvación de la muerte, cf. 8, 21.24) y lo 13-15; sobre la asociación, aqui existente, en­
atestiguan Ias exposiciones sobre el nacer de tre diversas concepciones cf. especialmente
nuevo «dei agua y dei Espíritu» (Jn 3, 5-8) y Porsch, 305-378). La concentración de j t v e ü -
la formulación tradicional; «el Espíritu es el p a y de verdad en Cristo se halla condiciona­
que vivifica» (6, 63a). El que «ha nacido dei da también por la conffontación con los ad­
Jtvenpa», ya no está a merced de la c á p l (a versários (agnósticos?), que evidentemente
la muerte), sino dei Espíritu mismo (3, 6) y se recurrían a a las experiencias proféticas dei
halla capacitado, por tanto, para participar en Espíritu (cf. 1 Jn 4, 1-6).
la vida de Dios (3, 5). A ello remiten además No sin razón se dice en Jn 1, 33 que el Es­
Ias imágenes «agua» (7, 38; cf. Ez 36, 25), píritu «permanece» en Jesús; allí se encuentra
«agua y sangre» (19, 34), y seguramente tam­ «sin medida» (3, 34; puede traducirse tam­
bién el «agua viva» (4 ,10.14c) como el «don» bién; «él [Jesús] da sin medida el Espíritu»);
[ôtüQEÓ], con el que se quiere dar a entender, esto muestra al Bautista «que éste es el Hijo
eomo con el «vino» (2, 1-13) servido en la de Dios» (1, 34). En consonância con ello es­
«hora» apropiada («ahora»), la revelación en tá la falta de información sobre que Jesús fue-
Cristo. ra lleno dei Espíritu y guiado por él. Por ser el
Con el efecto vivificador se haUa asociado Hijo, él es uno -d e manera sumamente ínti­
de manera sumamente íntima un efecto inspi­ m a- con el jrvEÕpa, sin que por ello se supri­
rador (aunque, eso sí, en impronta joánica); ma toda distinción; el Padre envia al Espíritu
porque para Juan se hallan en relación íntima en el nombre dei Hijo (14, 26); el Hijo le en­
la «vida» (^(uf|) y la palabra o la verdad; «Las via desde el Padre (15, 26); dei jtVEõpa mis-
1037 3ivEi)M.a - JtvEUixaxiHOç 1038

mo puede decirse, lo misrao que dei Hijo, que ne siempre el sentido de espiritual, pertene­
él «viene» (16, 13). ciente al espíritu ( ^ Jtv£np,a 3; la traducción
por «perteneciente al espíritu» se presta fácil­
3. e) En la fórmula bautismal de la Iglesia mente a malentendidos [como si se tratara de
primitiva, en Mt 28, 19, se enumera al algo que se refiere al espíritu en el sentido de
TiveDita junto al Padre y al Hijo, y se presu- la mente, la razón, a diferencia de lo «físico»
pone que también el Espíritu puede ser invo­ (o «somático») y de lo «religioso»]; esta tra­
cado como portador que es de un nombre (so­ ducción no se hizo corriente sino en el siglo
bre la afinidad con Ias ideas dei JiV E Ü p.a co­ XIX).
mo «ángeles» [cf. Ap 1, 4 y passim] y «testi-
gos» cf. Kretschmar, Le développement, 12s). 2. En 1 Cor 12, 1 (itEpl xcõv Jtveupaxi-
La Iglesia antigua vio con razón en este pasa- xcúv, cf. 14, 1), Pablo recoge una designación
je el punto de apoyo para la doctrina de la Tri- ya corriente para referirse a los fenômenos
nidad y. partiendo de ahí, en una relectura, in­ extáticos experimentados en la comunidad,
terpreto también trinitariamente otros textos que se consideraban como efectos o don dei
dei NT, especialmente Ias fórmulas triádicas Espíritu (->■ jtvex)p,a) y como -» XHQiOfxa al
(1 Cor 12, 4-6: 2 Cor 13, 13) y Ias sentencias que se debe aspirar. Quien disponía de ese
dei Paráclito (—>• d, cf. Saake, Pneuma, 398), don, era considerado como dotado por el Es­
así como muchos otros textos (por ejemplo, píritu (jtVEOJixaxLXÓç en el sentido de extáti­
Gál 4, 6; Rom 8, 15s) o incluso los completó co, 1 Cor 14, 37). En una manera de hablar
trinitariamente (1 Jn 5, 7-8 v.l.). derivada de ello, se mencionan en Col 3, 16 y
J. Rremer Ef 5, 19 los «himnos espirituales», por los
que se entiende no sólo los himnos extáticos,
JlVED^aTlXÓÇ, 3 pneum atikos espiritual, sino también en general los salmos inducidos
y comunicados por el Espíritu (cf. Col 1, 9 so­
perteneciente al espíritu*
bre sabiduría e inteligência espiritual.
JtVEtJfxaxiHcõç pneum atikos (adv.) espiri­
tualmente, según el espíritu* La capacitación, atribuida al Espíritu, para
un conocimiento especial determina la contra-
B ib l : nveijpia, cf. además: U. Brockhaus, Cha- posición entre personas espirituales (1 Cor 2,
rism a u n d A m t, Wuppertal 1972; H. Conzelmann, xú-
Qiopa, en ThWNT IX, 393-397; R. Jewett, P auV s
13-15) y personas puramente terrenas (-> ijnj-
A nth ro p o lo g ica l Terms, Leiden 1970; E. Kâsemann, 1 )(ixóç); porque estas últimas son incapaces de
K o r 2, 6-16, en Kâsemann, Versuche I, 267-276; R. entender Ias cosas espirituales (2, 13; cf. v.
Morisette, V a n tith è s e en tre le « p sych iq u e» e t le 12: «lo que el Espíritu de Dios nos ha dado
« pneum atique» en l C orinthiens XV, 44 à 46'. RevSR
46 (1972) 97-143; U. Wilckens, I K o r l , 1-16, en F S
graciosamente»). En efecto, tales cosas sólo
D inkler, 501-537; M. Winter, P n eu m a tike r u n d P sy- pueden juzgarse espiritualmente (con ayuda
ch iker in K orinth, Marburg 1975. dei Espíritu, al modo espiritual, 2, 14; un ul-
terior desaixollo de esta forma de expresión es
1. El adjetivo, derivado de —> jcvEÕpa, con el uso dei advérbio en el sentido de «con arre-
el significado básico de lo que concierne al glo a la interpretación [profética] obrada por
viento (el aire), lo que es a la manera dei el Espíritu» [Ap 11, 8]). Espirituales son, se­
viento (así aparece generalmente en el griego gún Pablo, todos los cristianos, aunque tam­
profano), aparece 28 veces en el NT (entre bién ellos se comporten a veces como «terre-
ellas, como advérbio, en: 1 Cor 2, 14; Ap 11, nales» (->■ oapxivóç) y como «ninos inmadu-
8), siempre en sentido figurado (lo mismo que ros» (1 Cor 3, 1), y no como personas «per-
entre los Padres Apostólicos; falta en la fectas» (-> xéX ,E ioç) (cf. también Gál 6, 1).
LXX). Unicamente en Ef 6, 12 el plural de­ La mencionada contraposición se halla de­
signa «los seres espirituales de la maldad» ( ^ terminada también por la reflexión acerca de
JiVEÜpa 2.c); por lo demás, JTVEnitatixóç tie- la existência pneumática dei Resucitado, una
1039 jTveDnaxwcóç - jioôiíqtiç 1040

existência que es distinta de la existência «sár- JtveVfAaTi>twç pneumatikõs (adv.) espiri­


quica» o «camal» (cf. Rom 1, 3s; 1 Pe 3, 18; tualmente, según el espíritu
1 Tim 3, 16). De ahí procede también la rein- -> JtV EU paX lK Ó Ç .
terpretación de Gén 2, 7, recogida en 1 Cor
15, 44-46, que contrapone al cuerpo terreno
un o(õp,a Jiveup,ati)tóv, entendido en el sen­ Jiveco pneõ soplar (el viento)*
tido de un «caexço-espíritu» que pertenece al Dícese dei viento en Mt 7, 25.27; Lc 12, 55;
âmbito dei Espíritu de Dios y que fue creado Jn 3, 8; 6, 18; Ap 7, 1. En Hech 27, 40 se em-
por éste (sobre la derivación de esta idea de plea el participio en sentido sustantivado: ■q
ideas gnósticas cf. Winter [bibl.]; en contra, jtvéouoa (a saber, a vça), el viento que so-
muy recientemente, Wilckens). pla. ThWNT VI, 450s.
Análogamente, Pablo puede hablar tam­
bién, en una exégesis tipológica (1 Cor 10, n:vÍYW pnigõ ahogar, estrangular; en voz
3s), de los dones concedidos durante la pere- pasiva, ser ahogado; en sentido intransiti­
grinación por el desierto, y puede referirse a vo: ahogarse*
ellos, a causa de la ordenación de los mismos En sentido propio en Mt 18, 28; ÊJtvLvev
a la participación en el Espíritu dei Resucita- (imperfecto de conato), él trataba de ahogar-
do, diferenciándolos como «alimento espiri­ le. En 13,7 dícese de la mala hierba que aho-
tual» y «bebida espiritual» (quizás ya, como ga Ias semillas. La voz pasiva en el sentido de
en Did 10, 3, una designación de los dones ahogarse, Mc 5, 13. ThWNT VI, 453-456;
eucarísticos [H. Conzelmann, Der erste Brief DTNTIV, 148s.
an die Korinther (KEK), sub loco]) y desig­
nando a Cristo como la «roca espiritual».
Por cuanto el âmbito dei JtVEõpa escatoló- JlviJíTÓç, 3 pniktos ahogado, estrangulado*
gico y vivificante se opone al âmbito de la Hech 15, 20.29: àjtéxopat xoú Jtvixxoõ o
carne (-v aÓQ^), vemos que también el vópoç Jtvixxcõv, «abstenerse de lo estrangulado»-,
dei Antiguo Pacto es espiritual-{con ello no se 21, 25: q)uA,áoaopat Jtvixxóv, en el mismo
piensa en el vópoç xoü JiveTjp,axoç Tf^ç ^ojfjç contexto dei «Decreto Apostólico», jtvtxtóç
mencionado en 8, 2); por eso, Pablo es capaz se refiere a la carne procedente de animales
de comunicar «un don espiritual» (Rom 1,11; que no fueron sacrificados conforme al ritual
que aqui, seguramente, no se entiende en el judio (cf. Lev 17, 13s). El texto «Occidental»
sentido de carisma [así E. Kâsemann, An Die suprime lo de «ahogado» en los tres pasajes
Rômer (HNT), sub loco', en contra Brockhaus, dei libro de Hechos. ThWNT VI, 453-456;
130ss], cf. Rom 15, 27; 1 Cor 9, 11 refirién- DTNT IV, 148s; G. Schneider, Die Apostel-
dose al don dei evangelio). geschichte II (HThK), Exkurs 12.
Según la formulación triádica, influida por
la liturgia, de Ef 1, 3, Dios nos bendice «con JtVOTI, ÍÍÇ, iq pnoê viento, soplo, aliento*
toda bendición espiritual... en Cristo» (cf. Hech 2, 2: n:voTi P iala, «fuerte viento». 17,
Gén 49, 25), es decir, Dios -p o r medio de 25: Dios da a todos (los seres humanos) ^tofiv
Cristo- nos da a nosotros (que pertenecemos x a l n:voqv x a i xà návxa, es decir, «vida y
ya al mundo celestial [cf. Ef 2, 6]) su Espíritu aliento y todas Ias cosas». ThWNT VI, 45Is;
como la plenitud de lo que los hombres espe- DTNT II, 136s.
ran de la bendición de Dios (cf. 1,13). La co-
munidad, como «casa espiritual», está llama-
da o ofrecer los «sacrifícios espirituales» 7IOÔr|Qf|Ç, 2 poderes talar, que llega hasta
(una metáfora para designar la vida cristiana; los pies*
1 Pe 2, 5a.b). Ap 1, 13, en sentido sustantivado: ó jtoÔT|-
J. Kremer Qpç (a saber, xttmv), la vestidura que llega
1041 JCOÔ1ÍQT1Ç- n o i i o ) 1042

hasta los pies, la túnica talar; así también en 2. El verbo itoiéo) se usa casi siempre en
Bem 7, 9. voz activa; en voz pasiva, únicamente en Heb
12, 27 (los cosas creadas), y en voz media se
usa especialmente en perífrasis (por ejemplo,
JloòiviniTriQ, fÍQOÇ, ó podiniptêr palan-
Lc 13, 22; rtopeíav jroLoúpEvoç en vez de
gana para los pies
jtOQEUÓ[XEVOç). En Mc 2, 23 óôòv JcoiÉm
En la variante textual dei p“ sobre Jn 13, 5
puede significar lo mismo que la expresión la­
(en v e z de -+ v ix t t | q ).
tina iter facere, o también «abrir camino».
Hay un latinismo seguro en 15,15: xò ixavòv
pothen (adv.) ^de dónde?, ^de qué jEOLÉco (= satisfacere, «agradar, satisfacer»), y
lugar?, ^cómo?* lo hay también probablemente en Hech 26,
El advérbio se baila en interrogativas direc­ 28: hacerse el cristiano, es decir, representar
tas e indirectas. Con sentido local en: Mt 15, el papel de cristiano (= christianum agere).
33; Mc 8, 4; Lc 13, 25.27; Jn 3, 8; 4, 11; 6, 5; Es un hebraísmo la expresión: Êlteoç Jtoiéto
8, 14a.b; 9, 29.30; 19, 9; Ap 2, 5; 7, 13. Pre- p.£xá Tivoç, en Lc 1, 72; 10, 37 (cf. Gén 24,
guntando por el origen: Mt 13, 27.54.56; 21, 12 LXX); practicar la misericórdia con al-
25; Mc 6, 2; Lc 20, 7; Jn 2, 9; 7, 27a.b.28; guien. El resultado de la acción puede expre-
Sant 4, la.b. Preguntando por la causa: Mt 12, sarlo un infinitivo con sujeto en acusativo
37; Lc 1,43; Jn 1,48. (por ejemplo, Mt 5, 32) o una oración com-
pletiva de tv a (tan sólo en Jn 11, 37; Col 4,
16; Ap 3, 9; 13, 12.15.16) o un doble acusati­
m oiéo) poieõ hacer, efectuar, actuar vo, como sucede de manera especialmente
1. Aparición - 2. Construcción - 3. Sujetos de sorprendente en Jn 16, 2 (àjtoonvaYCÓYonç
itoléo) - a) Dios - b) Jesus - c) Cristianos - d) Perso- jtoiém) y en Ap 12, 15 (rtotapotpÓQqxov
nas no cristianas que actúan moralmente - e) Adversá­ jtoiéco).
rios de Dios - f) Personas que actúan en el âmbito pro­
fano ~ g) Cosas.
3. Mientras que JiQáoom (junto a noiéto,
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; J. Beutler, D as The- por ejemplo, en Jn 3, 20s; 5, 29) se emplea
o rie-P ra xis-P ro b lem in n e u te sta m e n ü ic h e r S ich t, en principalmente para referirse a una acción ne­
L. Bertsch (ed.), Theologie zw ischen Theorie un d Pra-
xis, Frankfurt a. M. 1975, 149-178; BlaB-Debrunner,
gativa, y en el NT no se predica nunca de
i.v. en el índice analítico; H. Braun, ttoiéo) xzX , en Dios o de Cristo (cf. Maurer, 635-637), a no
ThWNT VI, 456-483; Ch. Maurer, jtQáoaco xzX ., en ser que se niegue que haya tenido lugar una
ibid., 632-645; G. Schneider, C hristusbekenntnis und acción, como sucede en Lc 23, 15.41 (cf.
christl. H andeln, en F S Schürm ann, 9-24; F. Thiele, en
DTNT m, 193-195; W. Wilkens, Z eichen un d Werke, Hech 26, 31), vemos que Jtoiéco puede refe­
Zürich 1969; para más bibliografia, cf. ThWNT X, rirse a cualquier clase de acción.
1244.
a) JtoiéüJ designa la actuación creadora, la
1. En el texto dei GNT (NTD^*) itoiéct) apa­ actuación histórica y la actuación escatológi-
rece 568 veces; es relativamente frecuente en ca futura de Dios.
Mateo (86 testimonios) y Ev. de Juan (110), 1) Dios aparece como Creador en el senti­
así como en Santiago (12) y en la Carta pri- do más amplio dei término, especialmente en
mera de Juan (13). No aparece en absoluto en Hechos. El hizo «el cielo y la tierra y el mar y
la Carta segunda de Juan. El sujeto de jtoiÉm todo cuanto en ellos hay», así en 4, 24; 14, 15
en el Ev. de Juan es con especial frecuencia (cf. 7, 50; 17, 24; Heb 1, 2), la cita de Ex 20,
Jesús como el Hijo de Dios; en Ias Cartas 11; Sal 145, 6 LXX, de manera parecida en
paulinas lo son los cristianos y Pablo mismo; Ap 14, 7 (mí^ío en Ap 10, 6, un verbo que en
en Hebreos, Dios y Cristo; en el Apocalipsis, la LXX es mucho menos frecuente que Jtoiéco
los poderes hostiles a Dios. para traducir bãrã’). Más específicamente.
1043 Jtoiecü 1044

Dios i<hizo de un solo hombre a todo el linaje 2) En los Sinópticos se trata casi siempre
humano» (Hech 17, 26); hizo a los humanos de lo que Jesús debe hacer o de si debe hacer
«como varón y mujer» (Mc 10, 6 a diferencia algo (Lc 4, 23; Mc 10, 35.36; 10, 51 par. Mt
de Mt 19, 4, donde probablemente se halla el 20, 32 / Lc 18, 41), de lo que él es capaz de
término original xxt^co en vez de jroiéoo; cf. hacer (Mc 6, 5 par. Mt 13, 58; Mt 9, 28) o de
GNTCom 47); hizo «lo de dentro y lo de fue- lo que le es licito hacer (Mc 11, 28 [bis].29.
ra» (Lc 11, 50). El hizo a los ángeles como 33 par. Mt 21, 23.24.27 / Lc 20, 2.8). Utili­
vientos (Heb 1, 7), y al hombre lo «hizo así» zando el verbo nroLÉco Mc 3, 8; Lc 9, 43; Hech
(Rom 9, 20), como corresponde a «su volun- 1, 1; 10, 39 contienen sumários de «todo lo
tad» (9, 19). que él hizo» (cf. Mc 7, 37 [bis]; sin «todo» en
2) En la historia, según Heb 8, 9 (= Jer 31, Mc 5, 20 par. Lc 8, 39); Mt 21, 15 habla de
32), Dios «concerto el pacto con los padres», «los milagros que él hizo». Pilato pregunta
y según Hech 14, 27; 15, 4.12.17; 19, 11, en qué es lo maio que Jesús ha hecho (Mc 15, 14
el tiempo de la Iglesia, hizo grandes cosas por par. Mt 27, 23 / Lc 23, 22). Maria no entiende
medio de la misión de Pablo. El punto culmi­ lo que ha hecho Jesús con sus padres (Lc 2,
nante de su actuación histórica, que (según la 48). A los discipulos Jesús quiere «hacerlos
perspectiva) es el centro o el final de la histo­ pescadores de hombres» (Mc 1, 17); con ellos
ria, lo representa la muerte y la resurrección crea a los Doce, es decir, constituye el grupo
de Cristo. A él, a la vez, le «hizo peeado» (2 de los Doce (Mc 3, 14.16; sin articulo en el v.
Cor 5, 21) y le constituyó sumo sacerdote 14: èjtoírioev ôráôexa).
(Heb 3, 2). Maria (Lc 1, 49.51) y Zacarias (1, 3) En tres Cartas y en el Apocalipsis jToiéu)
68.72; cf. 1, 25) ven ya en la venida de Cristo se refiere sobre todo a la obra salvifica de Je­
la acción escatológica de Dios. sús. Aunque él mismo no tenía pecado (1 Pe
3) De manera definitivamente poderosa 2, 22), «realizo» «de una vez para siempre»
Dios actuará en el juicio (Mt 18, 35; Lc 18, (Heb 7, 27) «la purificación de los pecados»
7.8; Rom 9, 28 [= Is 10, 23]; 1 Tes 5, 24; Jds (1, 3). El hizo incluso que los hombres fueran
15) y en la nueva creación: «Yo hago nuevas «reyes y sacerdotes» (Ap 1, 6; 5, 10). De los
todas Ias cosas» (Ap 21, 5). judios y de los gentiles «hizo uno solo [= un
solo pueblo]» (Ef 2, 14) y «estableció la paz»
b) jtoiéü) se usa con bastante frecuencia en (2,15); él «hace que el cuerpo crezca» (4,16).
Juan para referirse a la acción de Jesús, pero
se emplea con menos frecuencia en los Sinóp- c) Con arreglo a los gêneros dei NT, se ha­
ticos y raras veces en Ias Cartas y en el Apo- bla de tres manera de la acción de los cristia-
calipsis. nos: en el libro de Hechos, principahnente en
1) El Evangelio de Juan habla casi siempre forma de narración; en Ias Cartas, en alocu-
de los signos que Jesús hace (2, 11.23; 3, 2; 4, ción directa, y en los Evangelios, indirecta-
54; 6,14.30; 7, 31; 11, 47; 12, 18.37; 20, 30 y mente, por cuanto el destinatário de Ias pala-
passim), y de Ias obras que él realiza (7, 3.21: bras dei Senor es en primer plano el grupo de
14, 12: 15, 24; cf. 17, 4). Acentua que Jesús oyentes de Jesús, pero en su dimensión pro­
hace Ias obras dei Padre (5, 36; 10, 25.37.38) funda lo es la comunidad cristiana.
y se limita a hacer su voluntad (4, 34; 5, 19 1) El libro de Hechos, presentado por el
[cuatro veces jroiéco].27.30; 8, 28.29; 9, 33; autor en 1, 1 como el segundo volumen escri­
14, 31). Como reacción ante ello, el evange­ to por él, informa casi siempre acerca de la
lista cita la acusación lanzada contra Jesús de acción de algunas personas, por ejemplo, en
que él se hace a sí mismo igual a Dios, y otras 3, 12 de la curación obrada por Pedro y Juan,
acusaciones por el estilo (5, 18; 8, 53; 10, 33; en 6, 8; 8, 6 de los milagros obrados por Es-
19, 7). Sus acciones apareceu como ejempla- teban y por Felipe, en 9, 39 de los vestidos
res (13, 7.12.15). que confeccionaba Tabita y en 9, 36 de Ias
1045 JtOlECO 1046

buenas obras y de Ias limosnas que ella hacía dad (Jn 3, 21), Ias cosas buenas (xà àyafrá,
((Í)V èjtoLei), pero sobre todo de Ias obras de 5, 29) y lo que él mismo dice (Lc 6, 46; Jn 15,
Pablo (cf. 14, 11). Estas obras no causan gran 14). Se acentua especialmente la acción allá
gozo en todas partes, como vemos que lo cau- donde ésta se contrapone al simple hablar o
saban en 15, 3; aunque Pablo, en primer lugar, escuchar o hacer cosas sin importância (Mt 7,
no estima que su vida «sea digna de una sola 21.22.24.26 par. Lc 6, 46.47.49; 8, 21). La
palabra» (20, 24; cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . pregunta expresa «cQué debemos hacer!» se
Xóyoç), y a pesar de que él ha llevado limos­ formula en estos términos o en términos pare­
nas a Jerusalén (24, 17), tiene que defenderse cidos en Lc 3,10.12; Mt 19, 16 par. Mc 10,17
de la sospecha de haber hecho algo contra la / Lc 18, 18; Jn 6, 28; cf. Hech 2, 37; 9, 6; 22,
ley (28, 17) o de haber suscitado una revuel- 10 (bis); acerca de ella discute Jesus con un
ta (24, 17). doctor de la ley (Lc 10, 25.28.37 [bis]). Lo
2) En el proemio Ias Cartas hablan con fre- que se ha hecho o se ha dejado de hacer a los
cuencia de que el autor recuerda constante­ demás, será la norma por la que ha de juzgar-
mente o hace oraciones (jtoio{jp.aL) (Rom 1, se en el juicio, según Mt 25, 40.45. Como re­
9; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; Fim 4 ó Flp 1, 4), y fiere el Evangelio de Juan, Jesús, en la Cena
luego también de su otra actividad, basada de despedida, lega a sus discípulos la ense-
(ôiá) según 1 Cor 9, 23 en el Evangelio, una nanza de que obren según el ejemplo de su
actividad acentuada especialmente en la apo­ amor (13, 15.17), y la promesa de que el que
logia de la Carta segunda a los Corintios: crea (14, 12 [bis]) y no se separe de él (15, 5)
«iCometíxm pecado...? ... Lo que hago ahora, realizará mayores obras todavia; según Lc 22,
continuaré haciéndolo también en el futuro... 19 (par. 1 Cor 11, 24.26), Jesús se refiere a la
Pasé un día y una noche como náufrago (-> Cena como su legado: «\Haced esto en re-
púfroç)» (11, 7.12.25). Pero, en lo principal, cuerdo de mí!».
el autor se refiere con el verbo jtotÉco a lo que
él manda que hagan sus destinatários, casi d) Los actos morales de personas no cris-
siempre en imperativo, por ejemplo, en 1 Cor tianas son actos de judios o de gentiles.
10, 31 (cf. Col 3, 17.23): «jYa comáis, bebáis 1) La tarea más noble dei judio es la de
o hagáis otra cosa cualquiera, hacedlo todo obrar «según la costumbre de la ley» (Lc 2,
para gloria de Dios!». Los cristianos deben 27). Así, él produce el fruto (o frutos) de pe­
hacer lo bueno (Rom 13, 3; Ef 6, 8; 1 Pe 3, nitencia (Mt 3, 8 par. Lc 3, 8), allana los ca-
11: TÒ àYCi^óv; 2 Cor 13, 7; Gál 6, 9; Sant 4, minos de Dios (Mt 3, 3 par. Mc 1, 3 / Lc 3,4).
17: xò xaXóv), la voluntad de Dios (Ef 6, 6; Y la redención llegaría en seguida, «si los is-
Heb 10, 36; 13, 21; 1 Jn 2, 17), la verdad (1, raehtas observaran tan sólo dos sábados con­
6) y lo que agrada a Dios (3, 22); deben cum- forme a lo prescrito» (bSab 118b; cita según
plir los mandamientos (5, 2), practicar la jus- BiUerbeck I, 600). Por eso, los discípulos de
ticia (2, 29; 3, 7.10) y la misericórdia (Sant 2, Jesús originan un escândalo tanto mayor, «por
13) y hacer realidad la paz (3, 18). Timoteo cuanto hacen lo que no es lícito hacer en día
debe llevar a cabo la obra de un evangelista de sábado»; y Jesús tiene que defenderlos, re-
(2 Tim 4, 5) y «no hacer nada con espíritu de mitiéndose a lo que hiío David (Mt 12, 2.3
partidismo» (1 Tim 5, 21). Los colosenses re- par. Mc 2, 24.25 / Lc 6, 2.3). Jesús cuestiona
ciben la instrucción práctica de que se preo- la praxis judia de observar el sábado y otras
cupen de que la carta sea leída también en tradiciones (Mc 3,4; 7,12.13) y critica con el
otras partes (4, 16). máximo rigor el proceder de los escribas (Mt
3) En los Evangelios Jesus exhorta tam­ 23, 3 [tres veces].5.15 [dos veces].23). Ellos
bién a guardar los mandamientos (Mt 5, 19) y no hacen, como dice Jesús en el Evangelio de
a hacer la voluntad de Dios (12, 50; Mc 3,35; Juan, Ias obras de Abrahán (8, 39.40), sino Ias
Jn 7, 17), la palabra de Dios (Lc 8, 21), la ver­ obras dei diablo (8, 38.41.44). En Pablo se
1047 JtOlECO 1048

discute la problemática de Ias obras de la ley 13, 7; 19, 19), aparte de sus demás acciones
(Rom 10, 5; Gál 3,10.12; 5, 3). Según Pablo, funestas contra ellos (12, 15; 13, 5.12 [bis].
el hombre que dependa de la ley tendrá que 14.15.16; cf. 16, 14).
desesperarse, porque lo que él hace (Rom 7,
15.16.19.20.21) no corresponde a lo que él f) También las acciones profanas dei hom­
quiere. bre tienen a veces referencias teológicas.
2) Los gentiles, aun sin la ley, podrían cum- 1) Por orden de Dios, José se casa con Ma­
plir también lo que la ley exige (2, 14); pero ria (Mt 1, 24). Y siguiendo las instrucciones
actúan tan injustamente como los judios (3, de Jesús, actúan Pedro (en la abundante cap­
12) y hacen lo que no se debe hacer, lo repro- tura de peces, Lc 5, 6; cf. su oferta con moti­
bable (1, 28.32; 2, 3), porque satisfacen los vo de la Trasfiguración, 9, 33 par.), el hombre
deseos de la came y de los sentidos (Ef 2, 3). que tenia la mano seca (6, 10), los discipulos
(antes de la multiplicación de los panes, 9,
e) Finalmente, la actividad hostil contra 15) y los sirvientes en Caná (Jn 2, 5).
Dios, dirigida contra los profetas, contra Je- 2) Jesús se da cuenta, cuando le toca con
sús y contra la Iglesia es también teologica­ fe aquella mujer que padecia de hemorragias
mente relevante. (Mc 5, 32); siente el júbilo de la multitud que
1) La persecución y la hipocresía no son quiere «hacerle rey» y le aclama como a rey
nuevas; porque de esa misma manera se trató (Jn 6, 15; 12, 16); le impresionan los recibi-
ya a los profetas o a los falsos profetas (Lc 6, mientos que le hacen Levi y Lázaro (Lc 5, 29;
23.26). Y con Juan «hicieron lo que quisie- Jn 12, 2); siente lo que significa la unción de
ron» (Mt 17, 12 par. Mc 9, 13), es decir, He- que es objeto en Betania (Mt 26, 12.13 par.
rodes le rechazó, porque Juan le había repren- Mc 14, 8.9), y sobre todo Jesús se siente afec-
dido «por todas sus malas acciones» (Lc 3, tado en la Pasión, cuando los soldados se re-
19), y además le encerro en prisión (3, 20). parten sus vestiduras (Jn 19, 23.24), y de ma­
2) Los adversaiios de Jesús meditan cómo nera muy honda cuando Pilato pregunta:
podrán hacerle algo (6, 11), pero de momento «^Qué voy a hacer con Jesús?» (Mt 27, 22
no saben qué emprender contra él (19, 48; Jn par. Mc 15, 12).
11, 47). Jesús mismo insta a Judas: «Lo que 3) Las parábolas, inspiradas en la vida de
vas a hacer, \hazlo pronto!» (13, 27). Los ju­ los hombres, nos hablan de la situación de Je­
dios adoptan la decisión (Mc 15, 1; sobre los sús y finalmente de la dei mundo de Dios, co­
problemas de critica textual ETOipá^co) de mo ocurre en la parábola sobre los preparati­
crucificarle; pero, según Ias palabras de Jesús vos para la boda dei hijo (Mt 22, 2) o sobre la
en que pide a Dios perdón para ellos, «no sa­ organización dei gran banquete (Lc 11, 16),
ben lo que hacen» (Lc 23, 34; sobre los pro­ en la de la conducta paradigmáticamente bon-
blemas de critica textual, cf. J. Schmid, El dadosa dei dueno de la vina (Mt 20, 5.15), a
Evangelio según San Lucas, Barcelona 1968, quien los obreros critican por este motivo (v.
sub loco). 12 [bis]), o en la parábola en que se nos dice
3) Los judios hacen también lo que es ma­ lo que el otro «amo de la vina» «hará con los
io contra los discípulos de Jesús (12, 4; Jn 15, vinadores» (21, 40 par. Mc 12, 9 / Lc 20, 15).
21; Hech 4, 16; cf. Heb 13, 6), especiabnente Aqui la mirada se dirige hacia Dios; y, en
contra Pablo (Hech 9, 13; 26, 10). Más tarde cambio, se dirige hacia los que en él creen, en
se trama incluso una conjura contra él (23, lo que se dice sobre la acción resuelta dei ad­
12) y se le prepara una emboscada (25, 3). ministrador (Ix 16, 3.4.8) o en las parábolas
Las bestias o el dragón dei Apocalipsis, que que alaban y censuran a los siervos (Mt 24, 46
representan a los poderes hostiles a Dios, ha­ par. Lc 12, 43; 25, 16 v.L; Lc 17, 9 ó 12, 47.
cen literalmente la guerra contra los testigos 48). Qué va a hacer él con su riqueza, es la
de Dios y contra sus santos (Ap 11, 7; 12, 17; preocupación que inquieta al necio, cuyo
1049 JtOLEO) - 3tOl|llíV 1050

ejemplo se presenta como una advertência 7[oii|TT]Ç, oõ, O poiêtês hacedor, el que
(12, 17.18). hace o cumple, poeta*
4) También en palabras puramente profa­ En el sentido de poeta en Hech 17, 28. En
nas puede hablarse de Dios, como lo muestra los deraás casos, dícese de aquel que con su
el ejemplo de hacer los cabellos blancos o ne­ acción ejecuta lo que está prescrito («hace­
gros (Mt 5, 36). Pero con ftecuencia se habla dor»): Rom 2, 13 (vópou); Sant 1, 22.23 (kó-
de quehaceres profanos, sin hacerse tal refe­ yon); 1, 25 (eqyou); 4, 11 (vópou). El con-
rencia, por ejemplo, cuando se habla de la cepto complementario àxçoaxfiç aparece en
conducta normal de los publicanos y de los Rom 2, 13; Sant 1, 22.23.25. ThWNT VI,
gentiles (5, 46.47), de la obediência dei cria­ 456-483.
do (8, 9 par. Lc 7, 8: «Yo le digo...: \Haz es­
to!, y lo hace», de la acción de cometer homi­
cídio (Mc 15, 7), de la concesión de una am- TtoiKÍXoç, 3 poikilos variado, diverso, am­
nistía (15, 8), de encender fuego (Jn 18, 18) o bíguo*
de pasar cierto tiempo en un lugar (Hech 18, Tan sólo en Heb 13,9 con el sentido de am­
23; 20, 3; Sant 4, 13). bíguo, enganoso (ôiôaxal JioiitíXai). En los
demás casos el adjetivo tiene el significado
g) También Ias cosas, especialmente Ias general de variado-. Mc 1, 34 par. Mt 4, 24 /
plantas, a Ias que se menciona casi siempre en Lc 4, 40 (enfermedades); 2 Tim 3, 6 (ejtiOu-
parábolas, «hacen» algo, como el árbol que píat); Tit 3, 3 (èrctOupíai x a l fiôovaí); Heb
produce y tiene en sus ramas determinados 2, 4 (ôuvápeiç); Sant 1, 2 y 1 Pe 1, 6 (jtei-
frutos, buenos o maios, o ningún fruto (Mt 3, Qaopoí). 1 Pe 4, 10 es el único pasaje dei NT
10 par. Lc 3, 9; 7, 17 [bis], 18 v.l. [bis] par. Lc en que aparece el uso dei singular: jioixíXq
6,43 [bis]; 7, 19; Lc 13, 9; Sant 3, 12; Ap 22, xágiç §EOÜ, refiriéndose a la gracia de Dios,
2), la planta que echa ramas (Mc 4, 32), la que se muestra de variadas maneras. ThWNT
siembra que produce grano (Mt 13, 26) y la VI, 483s.
semilla que produce múltiple fruto (Lc 8, 8);
además, la fuente de la que sólo mana deter­
minada clase de agua (Sant 3, 12), y la mina JlOlfiaívO) poimainõ apacentar, cuidar
que produce otras minas (Lc 19, 18). jiotpriv.
W. Radl
n:oiHTjv, Évoç, ó poimên pastor*
àgx^^oípTiv, Evoç, ó archipoimên pastor
a to ç , to poiêma lo creado, lo principal (mayoral), pastor supremo*
hecho, la criatura* Jtoipaívtt) poimainõ apacentar, cuidar*
Según Rom 1, 20, lo que es invisible en
Dios se percibe (es decir, se hace visible) xotç 1. Aparición en el NT y campo de usos - 2. Sentido
literal - 3. Sentido teo-lógico (referido a Dios) - 4.
Jtoir|(xaoi, es decir, en Ias obras (de Dios). Ef Sentido cristológico - 5. Sentido eclesiológico - 6. Re­
2, 10: El resultado de la nueva creación en ferido a los ministérios.
Cristo es que nosotros (los cristianos) somos
B ib l : J. B. Bauer, Pastor, en DTB 775-778; Dal-
obra / criatura de Dios. ThWNT VI, 456-483. man, A rb e it VI, 213-287; H. Goldstein, D as G em ein-
d everstã ndnis des E rsten P etrusbriefs, tesis mecano-
grafiada Münster i. W. 1973, sobre todo 205-211, 240-
7loii]oiç, Ecoç, poiêsis acción* 247; V. Hamp-J. GewieB, en LThK V, 384-386; J. Je­
Sant 1, 25 en la bienaventuranza: p a n á - remias, Jtoipriv kt7., en ThWNT VI, 484-489; W.
Jost, nO IM H N . D a s B ild v o m H irte n in d e r bibl.
Qioç èv Tf] itotijoEi aíito ü êaxat, «será bie- Ü b erlieferung u n d sein e c h risto lo g isc h e B edeutung,
naventurado en lo que hace». DTNT III, 193s Giefien 1939; W. Nauck, P ro b lem e des frü h c h ristli-
y 196s. c h en A m tsv e r stã n d n is se s (1 P tr 5, 2F.y. ZNW 48
1051 jroiixtiv 1052

(1975) 200-220; F. Prast, P resbyter u n d E vangelium in siente por la conversión de un pecador (Lc 15,
nach a p o sto lisch er Zeit. D ie A bschiedsrede des P aulus
3-7), no vemos en ningún lugar dei NT que a
in M íle t (A pg 20, 17-38), Stuttgart 1979, 353-433; H.
Schürmann, D a s Testam ent des P a u lu s fU r die Kirche. Dios se le designe como pastor. Podemos sos-
A p g 20, 18-35, en Schürmann I, 310-340; para más bi­ pechar que la causa se hallaba en que, en un
bliografia, cf. ThWNT X, 1244s. tiempo en que a los ministros de la comuni-
dad se los llamaba ya pastores (-»• 6) y, por
1. JtOLfj,r|v aparece 18 veces, especialmente tanto, se realzaba a Cristo como el «gran Pas­
en los Evangelios. Fuera de los Evangelios, el tor» (-^ 6), se pensó que el atributo de pastor,
término aparece únicamente en Ef 4, 11; Heb aplicado a Dios, podia prestarse a malenten­
13, 20; 1 Pe 2, 25. En cambio el verbo, que didos.
aparece un total de 11 veces, se encuentra úni­
camente 3 veces en los Evangelios: Mt 2, 6; 4. Desde el punto de vista cristológico po­
Lc 17, 7; Jn 21,16. Tan sólo en el Apocalipsis demos distinguir tres aspectos.
el verbo aparece 4 veces. àQX>-ttoíp,tiv se ha-
11a únicamente en 1 Pe 5, 4 (-+ 4.a). a) En el sentido de la antiquisima imagen
Por Ias circunstancias econômicas existentes que, en la accíón de congregar el rebano dis­
en la Palestina bíblica, la ganadería (con rebanos perso y a merced de la destrucción, ve la re-
de ovejas y cabras) era una realidad importante novación dei mundo (cf. Mt 10, 6; 15, 24), Je-
junto a la de la agricultura. Por tanto, el oficio de sús se entiende a si mismo como el Pastor de
pastor de ganado menor -que es la única ganade­ un rebano de ovejas sin pastor (Mc 6, 34; Mt
ría que se contempla en el N T- es un oficio de 9, 36). Mientras que la dispersión significa
mucha responsabilidad. Como en todo el oriente,
al pueblo se le llama «rebano», y al rey, «pastor».
perdición, la reunión dei rebano significa sal-
Los escritos dei AT y dei NT participan también vación. Más tarde, la comunidad entendió
en el uso de esta imagen generalizada. En el NT también al pastor en este sentido (Mt 2,6). Ap
pueden diferenciarse los siguientes planos se­ 7, 17 emplea la imagen de un rebano reunido,
mânticos, los cuales, no obstante, -como aspec­ al que el pastor conduce al abrevadero. En Jn
tos (al menos, en parte) de una misma imagen to­ 10,11-18 la actividad de Jesús como Pastor se
tal- se hallan íntimamente relacionados: el plano
caracteriza de la siguiente manera: por ser el
dei sentido literal (eventualmente en provérbios),
el dei sentido teo-lógico, el dei sentido eclesioló- buen Pastor, Jesús está dispuesto a entregar su
gico y el referido a los ministérios (-+ 2-6). propia vida por el rebano (vv. 11.15.17.18);
como propietario (v. 12), él se siente particu­
2. Los pastores, en la historia de la infancia larmente responsable de Ias ovejas, y -de
según Lucas (2, 8.15.18.20), juntamente con nuevo por ser el buen Pastor (v. 14)- él cono-
la cueva y el establo de la gruta (mencionado ce a sus ovejas (vv. 15.27) y éstas le conocen
también, al menos, implicitamente), forman a él (v. 15) y le siguen (v. 27; cf. vv. 4.5). Pe­
parte de la tradición local más antigua acerca ro la responsabilidad de Jesús como Pastor no
dei nacimiento de Jesus en Belén. Algunos se extiende sólo a la comunidad cristiana, si­
pasajes como 1 Cor 9, 7; Lc 17, 7 y Jds 12 de- no también a los paganos: por ser el único
ben entenderse literalmente, pero quizás tam­ Pastor, él tiene que reunirías también a ellas
bién en sentido ya proverbial. En Jn 10, 2 en el único rebano (v. 16). Según 1 Pe 2, 25,
JtOi[tT|V se halla en primer plano en sentido li­ Cristo —por ser el Pastor y «Obispo» de Ias al­
teral, es decir, como elemento de la imagen mas, es decir, por ser el Pastor y Guardián de
(10, 1-5), pero luego debe entenderse también Ias almas- reúne a los creyentes en tomo su-
claramente en sentido cristológico. yo, los protege en sus peligros y los conduce
al Padre. Por eso, en Heb 13, 20 se dice que
3. Aunque Jesus compara la alegria de un Jesús es el «gran Pastor», el «Pastor supre­
hombre por haber vuelto a encontrar la oveja mo», a quien en 1 Pe 5, 4 se designa con el
que habia perdido, con la alegria que Dios término àQxtJtoípriv.
1053 jroiniiv- jxoi|xvr| 1054

b) En Mc 14, 27s par. Mt 26, 31s, Jesus 3). El no será jamás sino el administrador (4,
anuncia su muerte y su resurrección, utilizan­ 10) de una tarea que le ha sido encomendada
do la imagen dei pastor (cf. Zac 13, 7): Heri- por el «Pastor supremo» (5, 4).
rán al pastor y se dispersarán Ias ovejas. Des-
H. Goldstein
pués de su resurrección, Jesús irá delante de
sus discípulos a Galilea.
c) La reunión dei rebano es también ima­ JtoífiV ti, n g , poimne rebano, grey*
gen de la reunión de los pueblos gentiles para jto tp v L O v , ou, tó poimnionrebano, grey*
el juicio escatológico (Mt 25, 32). El pastor B ib t : J. Jeremias, jtoigVTi k i K., en ThWNT VI,
separará entonces a Ias ovejas (que son blan- 498-501.
cas) de Ias cabras (que son oscuras). Para Ias
ovejas, como los «bendecidos del Padre», co- 1. JtoípvT] aparece en sentido propio en Lc
mienza entonces el reinado de la gracia de 2, 8 y en 1 Cor 9, 7 (bis) {->■rtOLfj,f|v 2).
Dios. Por el contrario, los paganos -com o
«maldecidos» (25, 4 1 )- serán regidos con 2. La imagen del pueblo como de un reba­
«vara de hierro», es decir, serán destruídos no, que era corriente en todo el oriente, y que,
(Ap 2, 27; 12, 5; 19, 15). -> JtQÓPatov 3. desde luego, en Israel tenía connotaciones
claramente religiosas, la encontramos tam­
5. Sobre el plano del sentido eclesiológico bién en el NT. La imagen del rebano constitu-
cf. -»• moLpvT] v.xk. ye el fondo de; Mt 10, 6; 15, 24; cf. Mc 6, 34;
Mt 9, 36,- Lc 15, 3-7. Como el genitivo oixou
6. En un solo lugar del NT se llama expre- TogafiL (Mt 10, 6; 15, 24) habrá de interpre-
samente jtoipÉveç, pastores, a los responsa- tarse como genitivo epexegético (= es decir,
bles de la comunidad: «apóstoles, profetas, la casa de Israel), la sentencia se referirá a to­
evangelistas, pastores y maestros» (Ef 4, 11). do Israel, incluidos los piadosos (cf. Lc 19,
Como los «pastores y maestros» van precedi­ 9s). También en 1 Pe 2, 25 Ias «ovejas desca-
dos por un mismo y único artículo, podrá su- rriadas» nos oífecen la imagen de un rebano
ponerse que unos y otros constituyen un solo que, en este caso, abarca por igual a judios y
grupo. Por tanto, Jtot|tf]v no es aqui el título, gentiles. En Mt 25, 32 la imagen se refiere a
propiamente tal, de un ministério, sino que se la totalidad de los pueblos.
refiere (valiéndose de una imagen) a la tarea
del maestro con su actividad específica de 3. Mientras que Mc 14, 27 maneja única­
cuidar de la comunidad. mente la imagen del rebano, el lugar paralelo
La responsabilidad de los dirigentes de la de Mt 26, 31 utiliza también el sustantivo
comunidad se describe también en otra parte jtoípvq, que designa al grupo pre-pascual de
con el verbo Kotpaívetv (en Jn 21, 16 dícese los discípulos en el sentido del pueblo escato­
de Simón Pedro; en Hech 20, 28, de los «obis- lógico de Dios. (También en Mt 10, 16 par. Lc
pos»; en 1 Pe 5, 2, de los ancianos). Los pasa- 10, 3 se describe a la comunidad de los discí­
jes de Hech 20, 28 y 1 Pe 2, 25 (-> 4.a) nos pulos como el pueblo escatológico de Dios,
hacen ver claramente que la asociación entre sin emplearse el término «rebano», pero utili-
Ias raíces èm oxojt- y Jtoipv- es tradicional. zándose la misma imagen de Ias ovejas.) En
Como en 1 Pe 2, 25 se piensa en Cristo, y en Ias palabras de consuelo de Lc 12, 32, Jesús
Hech 20, 28 se dirige la palabra a los dirigen­ llama al grupo de sus discípulos: «pequeno
tes de la comunidad, habrá que suponer que rebano» (tò pixQÒv jroípviov).
en ambos pasajes se está hablando ante todo
en imagen. No debemos pasar por alto que a 4. En el Evangelio de Juan, en el cual, co­
ningún dirigente de la comunidad se le permi­ mo es sabido, no aparece el vocablo èxxÀq-
te comportarse como dueno y senor (1 Pe 5, aía, vemos que Jtoípvq es un término sinóni-
1055 nOLUVTI - JlÓ)iEM,OÇ 1056

mo para referirse a la comunidad (post-pas- 2. El significado iqué?, ^cuál?


cual). En el contexto de Jn 10, 1-30 es espe­ a) Con sustantivos: èv jtoía è^onoía (Mc
cialmente importante el v. 16: «Yo tengo ade- 11, 28.29.33 par. Mt 21, 23.24.27 / Lc 20,
más otras ovejas que no son de este redil (av- 2.8); J t o í a evroXij (Mc 12, 28 par. Mt 22, 36);
Xq); tengo que traerlas también, y oirán mi jtOLOÇ asociado con un momento en el tiempo
voz, y no habrá entonces más que un solo re- (Mt 24, 42.43; Lc 12, 39; Ap 3, 3); ô ià jrotov
bafio y un solo pastor». El término «redil» êpyov (Jn 10, 32); èv j t o í g ôojvápei q èv
(aúXtí, V. 1), mencionado en la imagen, se re- jtoLcp èvó|xau (Hech 4, 7); èx J t o í a ç è j t a ç -
fiere evidentemente al pueblo judio, mientras XEÍaç (Hech 23, 34).
que el término «rebano» (jtoí[Xvq) designa a b) Sin sustantivo en Mt 19, 18; Lc 5, 19;
la única comunidad o Iglesia, integrada tanto 14, 19.
por judios como por gentiles.
TtoXe^ÉO) polemeõ hacer la guerra, luchar
5. El discurso de despedida de Pablo en
jTÓXepoç.
Mileto, ofrecido por Lucas en el übro de He-
chos, demuestra que jioífiviov y èxxXqoía
son términos de significado idêntico, que se n:óX£fAOÇ, ov, ó polemos guerra, batalla,
refieren a la comunidad post-pascual, integra­ contienda*
da por judios y gentiles (Hech 20, 17-38, jtoXEfxéco polemeõ hacer la guerra, luchar*
jioípviov en los vv. 28 y 29).
1. Aparición en el NT- 2. Jiótepoç en Pablo y en Ia
Carta a los Hebreos. - 3. JtóXspoç en los Sinópticos -
6. En 1 Pe 5, 2-4 se exhorta a los presbíte­ 4. JtóXegoç en el Apocalipsis y en la Carta de Santia­
ros a cumplir la responsabilidad que les in­ go - 5. JtoX,Ep,Éco- 6. Síntesis y visión de conjunto.
cumbe ante Cristo, el «Pastor supremo», de Bibl.: O. Bauernfeind, jtóXEpoç, itoXepÉO), en
pastorear al rcoípviov to ü 'O-eoõ (v. 2). Guan­ ThWNT VI, 501-515; O. Betz, Jesu heiliger Krieg:
do aqui se llama «rebano de Dios» (v. 2; cf. v. NovT 2 (1957) 116-137; H. Windisch, Der messiani-
3) a la comunidad integrada por judios y gen­ sche Krieg und das Urchristentum, Tübingen 1909;
más bibliografia en elprivq; cf. además ThWNT X,
tiles, quiere esto decir que la comunidad ecle- 1245s.
sial no sólo es obra de Dios sino también pro-
piedad suya (2, 9). 1. En el NT el sustantivo JtóXE[toç aparece
H. Goldstein 18 veces, y el verbo jtoXefiéoo, 7 veces. De
los testimonios de JtóXE|xoç, nueve corres-
ponden al Apocalipsis, y de los testimonios de
n : o í ^ v i o v , o v , t ó poimnion rebano, reba­ jtoXEp,ÉO), seis corresponden a dicho libro. El
no de ovejas resto de los testimonios de JtóXEpoç se distri-
JtOÍpVT). buye entre los Sinópticos (seis, cinco de ellos
en Mc 13, 7 par.), la Carta primera a los Co-
rintios (un testimonio), Hebreos (uno) y San­
JlOÍOÇ, 3 poios í,qué?, ^cuál?, ^qué clase tiago (uno); el verbo JtoXep.ém aparece ade­
de? más una vez en Santiago.
El pronombre interrogativo itoioç se en-
cuentra en interrogativas directas e indirectas. 2. Pablo utiliza el ejemplo de la senal dei
1. En el NT el significado ^qué clase de? toque de trompetas y de la preparación para la
aparece únicamente en combinación con sus- batalla (1 Cor 14, 8) para ilustrar gráficamen­
tantivos (BlaB-Debrunner § 298, 2): Lc 6, te la inutilidad de la glosolalia incomprensi-
32.33.34; Jn 12. 22; 18, 32; 21. 19; Hech 7, ble o no interpretada. La Carta a los Hebreos
49; Rom 3, 27; 1 Cor 15, 35; Sant 4, 14; 1 Pe recuerda cómo, en el AT, los testigos de la fe
1, 11; 2 , 20. llegaron a ser héroes en la guerra (11, 34).
1057 nóXe|ioç- jtóXiç 1058

3. Entre los ejemplos que se oftecen en el 11); no es otro que el Exaltado, que amenaza
marco de la parénesis sobre el seguimiento, se a los herejes de Pérgamo con hacerles la gue­
halla también en Lc 14, 31 (material peculiar) rra con la espada de su boca (2, 16).
el ejemplo de aquel rey que quiere enfrentar- Los verbos JioX,efiéQ) y qáxopai (4, 2) se
se en guerra con otro rey. Según la apocalip- sitúan en el mismo contexto que los sustanti-
sis sinóptica, la guerra y los rumores de gue­ vos JióXepoi y p áx a i (Sant 4, 1; ->• 4). Tam­
rra se cuentan entre Ias senales dei fin de los bién aqui se trata seguramente de las circuns­
tiempos, que preceden al xéXoç (Mc 13, 7 tancias escatológicas que preceden a la inmi-
[bis] par. Mt 24, 6 [bis] / Lc 21, 9). nente parusía (5, 7-9).
4. Finalmente, el Apocalipsis de Juan co- 6. En el NT, JtóX.E(toç y jioXEp.é(o aparecen de
noce la guerra como elemento de Ias catástro­ manera enteramente predominante en contextos
fes escatológicas. Las langostas demoníacas escatológicos (Sinópticos, Apocalipsis). Tan sólo
se parecen a los caballos dispuestos para la dos pasajes emplean la imagen de la guerra «nor­
mal» como ejemplo parenético (Pablo y Lucas).
batalla (9, 7.9). Un JtóXepoç entablado en el Es posible que Heb 11, 34 piense ya tipológica-
cielo entre Miguel y el dragón (12, 7) condu- mente en el JtóX epoç que habrá que sufrir al fin
ce a la caída dei dragón y de sus ángeles, que de los tiempos. Según todas las apariencias, Sant
fueron arrojados abajo a la tierra (12, 9). La 4, 1 considera las contiendas entre cristianos co­
bestia que sube dei abismo hace la guerra mo guerras escatológicas (cf., sobre la herejía, Ap
contra los dos testigos (11, 7); el dragón, con­ 2, 16).
En el mundo de ideas dei AT y dei judaísmo so­
tra los hijos de la mujer celestial, es decir, bre la guerra y la victoria mesiánica (Bauern-
contra los cristianos (12, 17), y la «primera feind, 511s; Betz, 116-124), el NT participa no
bestia» anticrística hace la guerra contra los sólo con los pasajes, relativamente escasos, en
«santos», que son igualmente los cristianos que aparecen jtóXepoç y jioXEpém. Sino que a
(13, 7). Los demonios seducen a los poderes ellos habrá que anadir palabras de Jesús como Mt
de la tierra para que entablen la gran guerra 10, 34 par. Lc 12, 51 (cf. Lc 22, 35-38; páxai-
dei fin de los tiempos (cf. Hen [et] 56, 5s); los QO) o la sentencia de «los que toman por la fuer-
za», así como la idea de una organización -como
tres espíritus semejantes a ranas (Ap 16, 13) quien dice- militar de las huestes de ángeles (Mt
reúnen a los reyes de todo el mundo (16, 14), 26, 53) y demonios (cf. Mc 5, 9 par. Lc 8, 30; ->
la bestia congrega a los reyes de la tierra (19, Saipóviov). Pertenece también a este contexto el
19; cf. 17, 12) y Satanás engana a Gog y a «equipo de armas espirituales» que se necesita
Magog juntamente con los pueblos de los para la lucha contra los demonios (Ef 6, 11-17; 1
cuatro extremos de la tierra (20, 8). Tes 5, 8; ->■JtavojtXía).
De manera nada usual, la Carta de Santiago O. Bõcher
designa como jtóXE[tot y p áx a t a las contien-
das que hay en la comunidad (4, 1). Evidente­
mente, el autor quiere calificar así a los con- TlóXiç, £(0Ç, iq p o l i s ciudad, ciudad capital
flictos entre cristianos como senales dei fin de 1. Aparición en el NT- 2. Uso dei términoen la len-
los tiempos (cf. 1 Cor 11, 18s). gua griega en general y en la LXX - 3. Evangelios y
Hechos - 4. Hebreos y Apocalipsis.
5. El uso dei verbo JtoA,ep,Écú corresponde
al dei sustantivo. Miguel y sus ángeles luchan B ib l: Bauer, . .; W. Bousset,
W õ rte r b u c h , í v D ie O f-
contra el dragón y sus ángeles (Ap 12, 7[bis]). fe n b a r u n g J o h a n n is (KEK), Gõttingen (^1906) 1966,
446-455; Emst, J. D ie g rie c h . P o lis - d a s h im m lis c h e
Los seguidores de la bestia creen que nadie es ThGl 67 (1977) 240-
J e r u s a íe m - d ie c h r is tl. S ta d t:
capaz de luchar contra eUa (13, 4); Los reyes 258; H. Kraft, (HNT),
D ie O ffe n b a r u n g d e s J o h a n n e s
(cf. 17, 12; 19, 19) hacen la guerra contra el Tübingen 1974, F. Laub,
2 6 2 -2 7 5 ', B e k e n n tn is u n d
àpvíov mesiánico (17, 14). El Jinete vence­ Regensburg 1980, 257-261 (bibl.); K. L.
A u s le g u n g ,
Schmidt, en Id.,
J e r u s a íe m a is TJrbild u n d A b b ild , NT
dor, que tiene por nombre m otòç >tal ót).Tidi- München 1981, 265-306, sobre
- J u d e n tu m - K ir c h e ,
vóç, juzga y hace la guerra «en justicia» (19, todo 265-290; Id., Basel
D ie P o lis in K ir c h e u n d W elt,
1059 jróXiç 1060

1939, 11-40; Spicq, Notes II, 710-720; H. Strathmann, Naín, Efeso, Filipos y Atenas. El apóstol Pa-
jióXiç vxX., en ThWNTVI, 516-535; G. TheiBen, Un- blo predico casi exclusivamente en Ias gran­
tersuchungen zum Hebr, Gütersloh 1969, sobre todo
103-105; paramás bibliografia, cf. ThWNTX, 1246. des JtóX,eiç dei Império de aquel entonces,
mientras que Jesus y sus discípulos recorrie-
1. En el NT 3tóÀ.iç aparece 161 veces, de ron Ias «ciudades y aldeas» (Mt 9, 35). No se
ellas 8 en Marcos, 26 en Mateo, 39 en Lucas, hacia distinción estricta entre xtopT] y jióX,iç,
8 en Juan y 42 en Hechos. En Ias Cartas pau- como vemos por el uso dei término mixto xcü-
linas autênticas el término aparece sólo tres fxÓTColtiç en Mc 1, 38. En este caso habrá que
veces (Rom 13, 26; 2 Cor 11, 26.32) y en Ias pensar en una «plaza de mercado», una pobla-
Deuteropaulinas se encuentra únicamente en ción que, según el derecho de entonces, tenía
Tit 1, 5; en Hebreos el término aparece cuatro sólo la categoria de TttópT). Para caraeteri-
veces (11, 10.16; 12, 22; 13, 14); por lo de- zar a una ciudad determinada, se anade a ve­
más, el vocablo se halla atestiguado en Sant ces algún dato complementario, por ejemplo,
4, 13; 2 Pe 2, 6; Jds 7; en el Apocalipsis apa­ en Hech 8, 5: tt]v nokiv Tfjç S ap açeíaç, o
rece 27 veces. en Lc 23, 51: JióÀecoç rròv Touôaícov.

2. El término jtóXiç se deriva de una raiz indo- 4. En el NT, lo mismo que en la LXX y en
europea que significa «llenar». Desde Homero, el judaísmo, se habla de Jemsalén como de la
JtóXiç tiene el significado de «ciudad» o de «Es­
tado». Este sentido dei término como expresión «ciudad santa» (Mt 4, 5; 27, 53; Ap 11, 2).
de una identidad ciudadana y estatal se mantuvo Como la destrueción de Jemsalén es cosa
hasta el final de la «ciudad-Estado» propiamente cierta (Mc 13, 2ss; Mt 24, 15s), la esperanza
tal, durante el Império Macedónico. se dirige enteramente hacia la «Jemsalén de
En la LXX jióXiç aparece unas 1600 veces co­ arriba», que según Gál 4, 25s se contrapone a
mo traducción dei hebreo ‘ir, «ciudad». Sin em­ la Jerusalén actual. Pablo quiere mostrar con
bargo, el significado de la ciudad israelita es fun­
ello «que no somos hijos de la sierva, sino de
damentalmente distinto dei que tenía la ciudad
griega. Por ejemplo, en el lenguaje dei AT se de­ la libre» (v. 31), «es decir, que los creyentes
signa con el nombre de «ciudad» a cualquier altu­ están libres de la ley» (Ph. Vielhauer, Oikodo-
ra fortificada. La «ciudad» en el sentido de un pe­ me [Aufsãtze II], München 1979, 210).
rímetro fortificado para la protección de sus habi­ Los pasajes de la Carta a los Hebreos se re-
tantes contra los ataques, es una acepción que fíeren más intensamente a esa «ciudad nue­
aparece tardíamente. En la LXX tiene particular va». Abrahán aguardaba la ciudad firmemen­
importância Jemsalén, la ciudad por excelencia
(Ex 7, 23). Si los habitantes de Jemsalén no co- te asentada (11, 10). Los testigos de la fe que
rresponden a la fmalidad que se les ha asignado vivieron en el antiguo pacto, dirigían sus an-
de ser «la ciudad de Dios», «la ciudad santa», en- helos hacia la «patria celestial» (11, 13-16), a
tonces, por ejemplo, el profeta (Ez 22, 2-4) harâ la ciudad preparada por Dios (11, 16), que
un llamamiento a la penitencia. Pero la expecta- ellos veían sólo desde lejos (11, 13). En 13,
ción se dirige hacia una Jemsalén mejor (Is 1, 26; 14 se habla de la gozosa certeza: «Porque no
Jer 38, 38); una esperanza que surge ya a princí­
tenemos aqui una ciudad permanente, sino
pios dei judaísmo. La «nueva Jemsalén» se aguar­
da dei cielo, de donde ha de venir y donde se con­ que buscamos la que está por venir». El cris-
serva desde el principio (4 Esd 7, 26). tieuio sabe que él ha entrado ya en esa ciudad
por venir (12, 22), pero que el futuro salvífi-
3. En el NT el término no posee ya el an- co, la meta de la Iglesia, sólo se conseguirá
tiguo significado griego de Estado, con sus con la polis celestial.
matices políticos. significa simple y De especial plasticidad son los pasajes dei
llanamente ciudad. JtóX.iç aparece ffecuentísi- Apocalipsis en los que se habla de la «nueva
mamente en los Evangelios y en el libro de Jemsalén», particularmente el capítulo 21: La
Hechos. Por ejemplo, en ellos se designan co­ eomunidad de los últimos tiempos se describe
mo ciudades los lugares de Belén, Nazaret, como fiel trasunto de la ciudad celestial. La
1061 KÒkiç - jtoXÍTeuiia 1062

perfección de la comunidad se expresa con K. Aland, D a s Verhãltnis vo n K irche un d Sta-


B ibl.:
abundantes imágenes. No hay en ella templos at, en Id., N e u te sta m e n tlic h e E n tw ü rfe , München
1979, 25-123, sobre todo 50-59; Bauer, W õrterbuch,
(a diferencia de Ez 40, 2), ni culto ni sacrifí­ S .V .; I. Becker, E rw ãgungen za P h il 3, 20-2I-. ThZ 27
cios. La «nueva Jerasalén» es lo opuesto a la (1971) 15-29; P. Ch. Bõttger, D ie e sc h a to lo g isc h e
pagana Babilônia, desde la cual los hombres, E xiste n z d e r Christen: ZNW 60 (1969) 245-263; R. R.
con su insolência, quisieron subir antano has­ Brewer, T he M eaning o/politeuesthe in P hilippians 1,
27-, JBL 73 (1954) 76-83; J. Gnilka, D e r P hiU pper-
ta el cielo. La imagen de la perfecta ciudad ce­ b r ie f (HThK), Freiburg i. Br. ^1976, 96ss, 206ss; E.
lestial no podrá ya enturbiarse con nada. «La Haenchen, D ie A p o stelg e sch ic h te (KEK), Gõttingen
ciudad de lo alto, la ciudad nueva, la ciudad ’1977, 609; G. Menestrina, n;oXíte'U(ra-. BeO 20
celestial de Dios es la meta, pero también la (1978) 254; H. Schlier, D ie B eurteilung des Staates im
NT, en Schlier I, 1-16; K. L. Schmidt, D ie P o lis in K ir­
razón de todo el acontecer salvífico desde la che u n d Welt, Basel 1939, 15-24; Spicq, N o tes II, 710-
etemidad hasta la etemidad» (Schmidt, 289). 720; H. Strathmann, nókiç ktL, en ThWNT VI, 516-
535, sobre todo 534s; N. Walter, D ie P h ilip p e r u n d
U. Hutter da s L eiden, en F S Schürm ann, 417-434, sobre todo
421-424; para más bibüografía, cf. ThWNT X, 1246.
JloXitágJCHÇ, OD, Ó politarchês prefecto 1. En el NT el verbo aparece dos veces
de la ciudad*
(Hech 23, 1 y Flp 1, 27). El sustantivo es ha-
Hech 17, 6.8 menciona jtoXiTápxKt en Te- pax legomenon en el NT y aparece únicamen­
salónica. Un consejo de «politarcas» consti­
te en Flp 3, 20.
tuía la autoridad suprema en Ias ciudades ma-
cedónicas (en cuanto a Tesalónica cf. CIG II, 2. En Hech 23, 1 aparece Jto^itEÓpai en el
1967; Bulletin de corr. hell. 18 [1894] 420; 21 discurso de Pablo ante el Consejo Supremo
[1897] 161; Moulton-Milligan, s.v.), y un solo (22, 30-23,10); èyü) Jtáop OBVEiôfioEi àya-
pohtarca constituía también a veces la supre­ O-fí jtEJtoXÍTEupaL xcõ Hem... Casi todos los
ma autoridad civil en otras ciudades. E. de traductores han seguido a la Vg, que traduce
Witt Burton; AJT 2 (1898) 598-632. jtejtoX,ÍT8up,ai por conversatus sum. Lutero y
otros traductores se adhieren a esta interpreta-
Ito ^lT E Ía, a ç , iq politeia derecho de ciu- ción y traducen JtoX,ixEÚO|xai por wandeln
dadanía; Estado* («comportarse», «proceder»). Strathmann (p.
Hech 22, 28 habla dei derecho de ciudada- 534) piensa que aqui habría que traducir Jto-
X,iTeúo(xai sin expresar ninguna connotación
nía romana que el había comprado
con dinero. - Se habla de la «ciudadanía de política. Pero esta opinión no es convincente.
Lejos de ello, si tenemos en cuenta la solem-
Israel» en Ef 2, 12; Los cristianos gentiles es-
tuvieron en otro tiempo «excluídos de la ciu­ ne escena ante el Consejo Supremo (22,
dadanía de Israel (fi JtoA,tTELa toü lo g a - 30ss), habrá que pensar que el significado dei
f|X)»; en paralelismo sinonímico se halla; eran
verbo tiene aqui resonancias políticas. Por
«extranos a los pactos de la promesa». Cf. eso, la traducción ofrecida por Schmidt (15)
ThWNT VI, 518s y 534s; DTNTIII, 446-449; parece la más conveniente: «Con toda buena
Spicq, Notes II, 710-715. conciencia me he comportado como ciudada­
no para (ante) Dios».
Flp 1, 27 debe traducirse de modo análogo;
a t o ç , t ó politeuma Comu­ o t^ íc o ç T o n e ú a Y y e ^ t O F x o n X qloxoü jto X i-
nidad estatal. Estado* teúeo «\vivid vuestra vida comunitária de
He,
JtoÀLTEiJOnaL politeuom ai ser ciudadano, una manera digna dei Evangelio de Cristo!».
administrar el Estado, comportarse, pro­ No debe identificarse el sentido dei verbo Jio-
ceder* XixEiíofrat con el dei verbo jtE Q iJ ta x é c t), que
1. Aparición en el NT - 2. El verbo jtoX.iTEÚoiJ.ai - en el judaísmo se emplea en lugar de jtoX,L-
3. El sustantivo noX,ÍT;E%jpa. xeúop,ai en el sentido de «vivir, caminar».
1063 3tol.ÍT8Dp.a - nokvç 1064

Pablo recoge aqui un concepto que era co- T lO ^^áx iç pollakis (adv.) muchas veces,
rriente en la comunidad cristiana gentil de Fi- frecuentemente, a menudo*
lipos, y se acomoda así al lenguaje de la co­ Mc 5, 4; 9, 22 par. Mt 17, 15 (bis); Jn 18, 2;
munidad. Hech 26, 11; Rom 1, 13; 2 Cor 8, 22; Flp 3,
18. En el catálogo de sufrimientos en 2 Cor
3. Para determinar el significado de raoXí- 11, 23.26.27 (bis). También en 2 Tim 1, 16;
TEopa en Flp 3, 20, hay que tener en cuenta Heb 6, 7; 9, 25.26; 10, 11.
piimeramente el contexto. itoÀÍTenpa se ha-
lla en la gran sección de H p 3, 2-4, 1, en la
que Pablo se enfrenta con los falsos maestros JlOÀ^aJtÀ,aoíft»V, 2 pollaplasiõn muchas
de Filipos. Los adversários de Pablo eran se­ veces m ayor (neutro plural, en sentido
guramente misioneros cristianos de origen ju ­ sustantivado: muchas veces más)*
dio. Pablo censura a los adversários, hacién- Lc 18, 30 (par. Mt 19, 29 B L pc): noXXa-
doles ver que el cristiano no ha llegado, ni nkaoíova X.ap.pávü), «recibir muchas veces
mucho menos, a la meta. De especial trascen- más». E. Schwyzer: Museum Helv. 2 (1945)
dencia es el lenguaje solemne, casi litúrgico, 137-147.
de Hp 3, 20s, que se propone expresar lo con-
treuio de lo que se ha dicho en el v. 19 con lo 3toXl3EiL)0JlXaYX'’®Çj 2 polueusplagchnos
de; t à èjtíyEia qpQovonvTeç. A esta idea Pa­ rico en misericórdia
blo replica en el v. 20 diciendo; qptõv yàg Sant 5,11 v.l. (en vez de n,okianXay%\oç),
rtoX.ÍTenpa èv ongavolç. La traducción dei referido a Dios (juntamente con oiXTÍgpmv).
pasaje no está clara. Lutero, por ejemplo, en n:oX.nEijajtX.aYXvoç y el término correspon-
el ano 1533, traduce jtoX.íxenpa por Bürger- diente JtoX.nEnajr^aYXVÍa se hallan en Herm
schaft («ciudadanía»), pero en cambio en la (s) 5, 4, 4 ó 8, 6, 1.
traducción de 1545 lo traduce por Wandel
(«conducta, proceder»). Pablo tomó probable-
mente la expresión dei vocabulário de sus ad­ JtoXuXoYÍci, a ç , 1^ polylogia palabrería,
versários, mostrando así «que, por tanto, el el mucho hablar*
Estado terreno no es el Estado por excelen- En Mt 6 ,7 dícese de la oración de los paga-
cia» (Schlier, 3). Los cristianos no aspiran al nos, que creen que «por su palabrería (èv xfj
noXítenpa terreno, sino a ser miembros de la jtoXuXoYLÇt aÒTC&v) serán oídos»; cf. -> P at-
comunidad celestial. xaLoYÉü). ThWNT VI, 545s.

U. Hutter
polymerõs (adv.) de muchas
maneras*
JC oX lxevo^ai politeuomai ser ciudadano, En Heb 1,1 junto a jtoLnxgóncoç; «De mu­
comportarse, conducirse chas y diversas maneras Dios habló antigua-
->• 3toÀ,ÍTEnpa 1.2. mente a los padres».

itO^VJtOÍXlÀrOÇ, 2 polypoikilos muy v a­


TtoXÍTtfÇ, o u , ó politês ciudadano, conciu- riado
dadano* En Ef 3, 10 refiriéndose a la aoqpía de
Refiriéndose a los habitantes de una ciudad Dios; ->• rtoitálwoç. ThWNT VI, 484.
(Hech 21, 39) o de una región (Lc 15, 15). -
En Heb 8, 11 (cf. Jer 38, 34 LXX), itoMdtiç
se refiere al conciudadano, e igualmente en TIoX.ÚÇ, Ttokv polys mucho
Lc 19,14. ThWNT VI, 525 y 533s; DTNTIH, 1. Aparición en el NT - 2. Uso dei término y conte-
446-449. nidos semânticos - 3. Contextos teológicos y otros
1065 JtoXllÇ 1066

contextos - a) n o M ç en el proceso hermenêutico (en p e l-etc., cf. en la obra citada los significados de
la conclusión a m in o ri a d m a iu s) - b) iComo un tér­ los términos alemanes f ü l l e n , M e n g e , v i e l , cf.
mino cosmológico y eclesiológico? - c) En enunciados también, por ejemplo, el término gótico/?/«). To­
específicamente soteriológicos - d) En el relato histó­ das Ias formas de este tipo de declinación se ha-
rico - e) Lc 1, 1 y otros pasajes parecidos. llan documentadas en el NT. Los compuestos y
derivados que aparecen en el NT se derivan de
B ib l: 1. Bauer, nOAAOI L k 1, 1: NovT 4 (1960) jioXXo- y de moXu-.
263-366; J. A. Bengel, G nom on N o v i Testamenti, (Tü- Conceptos alternativos o vocablos semántica-
bingen 1741) Stuttgart 1915, sobre Mt 20, 28; E. mente afines en el NT; õooç, Jtóooç, ToaoÜToç,
Brandenburger, A d a m u n d C hristus, Neukirchen-
Vluyn 1962, 68ss; K. Bmgmann, D ie A u sd rü cke f ü r íxavóç, jtXfj^â-oç, jiEgioaeía xxX,., cf. también
d en B e g r iff d e r T o ta litã t in den in d o g erm a n isc h en Jtfiç (ãitaç, õXoç). En el NT existen especiales
S p rachen, Leipzig 1893-1894; Id., D ie distrib u tiven relaciones con; ôXíyoç xxX., úaxEQecí) xxX., êXá-
u n d die kollektiven N u m era lia d e r indogerm anischen Xioxoç, eíç, jiXt| çt)ç xxX., ouôeíç.
S p rachen (ASGW.PH 25/5), Leipzig 1907; J. Costel-
loe, P a u ca d e «m ultis»: Homiletic and Pastoral Re- En el NT, el punto de partida de los conte-
view 71 (1970-1971) 417-425; F. Graber, en DTNT nidos semânticos es el significado de m u c h o .
IV, 296-299; Th. Hartmann, rab, en DTMAT H, 900- El sentido se desarrollará de diversas maneras
914; J. Jeremias, itoXXoí, en ThWNT VI, 536-545
(bibl.); H. Lausberg, E lem ente d e r literarischen R he- según que jtoLúç se use como adjetivo, como
torik, München ^1967; D. Marin, «P er m olti» non «per sustantivo o como advérbio.
tutti» (M atth. 26, 27-28), en Studia F lo ren tin a A . R on- Guando es adjetivo se halla junto a un sus­
coni oblata, Firenze 1970, 221-231; B. Reicke-G. Ber-
tram, jcãç xxX., en ThWNT V, 885-895; D. J. G. Ro- tantivo (en singular o en plural, con artículo o
senmüller, S ch o lia in N o vu m Testam entum I, Nümberg sin artículo) con el sentido numérico de m u ­
1972; G. Sauer, kõl, en DTMAT I, 1134-1137; J. F. c h o , n u m e r o s o (Mt 7, 22b; Lc 7, 47), también
Schleusner, N o v u m L exico n G ra eco -L a tin u m in N o ­ en sentido de una medición local (Mt 14, 24),
vum Testam entum II, Leipzig 1801, s.v.; O. Szemerén-
yi, G reek jtoXiiç a n d itoXXóç: ZVSF 88 (1947) 1-31;
en sentido temporal (Lc 8, 29; Hech 24, 10) y
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246. en sentido figurado (Hech 26, 24). En estos
casos, JtoXnç puede significar también en
1. En el NT JtoX,óç aparece 359 veces (jun­ sentido gradual g r a n d e (1 Pe 1, 3), y en senti­
tamente con el comparativo -»■ nXeícov y el do intensivo algo así como v e h e m e n t e (Mt 2,
superlativo nXEtaroç, 418 veces). Con ex- 18), p r o f u n d o (Hech 21, 40), t a r d i o (Mc 6,
cepción de la Carta segunda a los Tesaloni- 35) y otras cosas por el estilo (cf. Ias diferen-
censes y la de Judas, aparece en todos los es­ ciaciones en Bauer, W õ r t e r b u c h , í .v.).
critos (51 veces en Mateo, 59 en Marcos, 51 Guando es sustantivo, itoXnç aparece con o
en Lucas, 36 en Juan, 48 en Hechos, 21 en sin artículo, en masculino y neutro plural (cf.
Romanos, 18 en 1 Corintios, 21 en 2 Corin- Mt 7, 22a; Mc 4, 2; 9, 26; Lc 12, 48). Aqui el
tios, 3 en Gaiatas, 1 en Efesios, 3 en Filipen- significado de m u c h o s es especialmente apro-
ses, 1 en Colosenses, 4 en 1 Tesalonicenses, 5 piado, hasta llegar a la idea de l a m u l t i t u d , la
en 1 Timoteo, 2 en 1 Timoteo, 2 en Tito, 2 en m a y o r í a (sobre el problema de un uso inclusi-

Filemón, 7 en Hebreos, 3 en Santiago, 1 en 1 vo de [oí] JtoXX,oí, t o d o s , cf. 3.c). Las fra­


Pedro, 1 en 2 Pedro, 2 en 1 Juan, 2 en 2 Juan, ses preposicionales (por ejemplo, EJtl JCoXn,
1 en 3 Juan y 14 en Apocalipsis). Hech 28, 6, «largo tiempo») pertenecen a este
apartado o también al dei uso adverbial.
2. Es característico dei tipo de declinación el Los advérbios iroXi) y jtoXXá se han forma­
que el nominativo y acusativo singular masculino do a base dei uso de 3roX.X,úç como sustantivo
y neutro procedan dei tema jroXu- (tipo conso- en caso acusativo. Expresan a su vez una di-
nante o de la tercera declinación), y que el resto versificación dei sentido de m u c h o hasta lle­
se haya formado dei tema jtoXXo-á- (según la de­
clinación en «a» y la declinación en «o») (sobre gar a los matices de c e l o s a m e n t e , v e h e m e n t e -
la etimologia y la morfología dei vocablo, cf. J. m e n t e , a p a s i o n a d a m e n t e (cf. Bauer, í . v. I,
Pokomy, I n d o g e r m a n is c h e s e ty m o lo g is c h e s W ó r- 2bp). Expresiones idiomáticas y figuras de
t e r b u c h I, Bern-MUnchen 1959, 798-800: raiz dicción especiales: paronomasia y otras por el
1067 jtoX,íiç 1068

estilo (Mc 12, 41; Jn 4, 41; 2 Cor 8, 22; 9, ceptual (cf. Lausberg § 41, 185, 192s y 198), y
también cuando hay combinaciones de pensa-
12); lítotes (Lc 15, 13; Jn 2, 12; Hech 1, 5; 27,
14; 1 Cor 1, 26; 4, 15); por medio de un x aí mientos (cf. ibid. § 385). Pero, en tales casos, no
aparece tanto un procedimiento expreso para lle-
plerofórico {syndetic collocation: Szemerén- gar a una conclusión, porque lo de a minori ad
yi, 10) combinación con àKkoç, paQtJç, 8tg- maius no se refiere a fórmulas que existan en los
Qoç (Jn 20, 30; Hech 25, 7; Lc 3, 18, sin x aí textos mismos. En general, parece que el uso
[asyndetic collocation] en Mc 15, 41; Jn 21, «profano» de esta argumentación no nos resulta
25; Lc 8, 3; Hech 15, 35); en combinación aqui tan útil. Sin embargo, en Diodoro Sículo (si-
con comparativos ftãXLov (2 Cor 3, 9; 3.a), glo I a.C.) I, 2 (cf. ThGl VI, 534) aparece clara­
pãXXov xpetooov (Flp 1, 23), JtÀeíonç (Jn4, mente este procedimiento para sacar conclusio-
nes (con e l... jtóocp pãXXov). Por tanto, el uso de
41), ojtonôaiÓTEQOV (2 Cor 8, 22). este procedimiento en el NT no habrá que deri-
varlo únicamente de los escritos judios, pero si
3. Gran parte de los aspectos teológicos y habrá que hacerlo de manera predominante, tanto
de otros aspectos en el uso de Jto}cúç no se más que en el NT hay que tener en cuenta escri­
deriva tanto dei término mismo, sino más tos que se hallan enraizados de manera especial
bien de los conceptos y enunciados asociados en el terreno judio (cf. la tradición sinóptica en
con él. Mateo y Lucas, Pablo y Hebreos).
3. b) A diferencia de xà Jtávxa (cf. tam­
3. a) En primer lugar hay que destacar la bién ó xóapoç òXoç, Mt 16, 26; Lc 9, 25),
conclusión a minori ad maius. Se deriva de
jtokúç no se emplea en sentido universal-cos-
un procedimiento judio para sacar conclusio- mológico. OL JtoX.X.oí no se emplea tampoco
nes, que se haUa documentado en los escritos como concepto marcadamente eclesiológico
rabínicos con el nombre de qal wãliômer (->■ (a lo sumo podría emplearse en Mt 22, 14; Mc
pãXXov 3.a; cf. Strack, Introducción, 49ss). 10,45 etc.; Rom 5, 12ss; 12, 5). Por lo menos,
En el NT corresponden al qal wãtiômer aque- no se emplea en el mismo sentido que en la
llas expresiones a modo de fórmulas, que apare- comunidad de Qumrán (cf. [hã-] rabbim -no
cen principalmente con pãkkov; 3to);X,(Í) pãJ,X.ov, rôb- como la «asamblea plenaria», IQS 6-8),
jróocp [iãkkov, Jtokü |xãÀA,ov, pero que también sobre todo porque en el cristianismo hay mu-
pueden indicarse mediante un simple pãkX.ov chas comunidades diversas de carácler local
(Mt 6, 26) y, conforme a Ias vaiiaciones rabínicas (cf. el comparativo en 2 Cor 2, 6, Jtávxeç en
de la fórmula (cf. Billerbeck III, 225s), mediante
1 Cor 14, 24, pero trascendiendo específica­
Jtóoov (Mt 6, 23), Jtóocp (Mt 12, 12), KoXkãv
(Mt 10, 31 par.) y jtóoft) XEÍpcov (Heb 10, 28s). mente en 2 Cor 2, 17, con el comparativo en 2
En la combinación de jtoXúç con [lãXXov (cf. Cor 4, 15 y otros textos por el estilo) y antíte-
BlaB-Debrunner § 246, 1), jtoXú es acusativo sis de contraste como «muchos - pocos» (Mt
adverbial, y nolXip, dativo de medida (según 22, 14) que desempenan un papel. En la len­
Schwyzer, Grammatik II, 163, es prosecutivo lo­ gua griega el plural se usó también sociológi­
cal; designación de la amplitud de grado en los camente para designar a la «multitud», a la
términos comparativos). El simple nokkrôv es
genitivo de precio (cf. Kühner, Grammatik II/l § «masa», pero en sentido democrático se eligió
418, 7; Schwyzer, Grammatik, 125ss). Claro que también para designar a la «mayoría» (a dife­
no todas estas expresiones implican una conclu­ rencia, por ejemplo, de una clase social aris­
sión a minori ad maius (y, así, no la implican Mc tocrática).
10, 48; Lc 18, 39; Jn4,41).
En general, en la lengua griega, tales combina- 3. c) En algunos pasajes se encuentra un
ciones con jtokúç y ôA,íyoç se encuentran en co- uso marcadamente soteriológico, principal­
nexión con un dativo de medida. Pero ^estarán
mente en enunciados cristológicos (sobre to­
concebidas como categorias marcadamente her­
menêuticas? Es verdad que en la antigua retórica do acerca de la Pasión y muerte de Jesús) que
literaria existe un locus a minori ad maius o vice- expresan como finahdad un ■ujtÈQ jtoX.X.c5v en
versa, sobre todo en el plano dei contenido con- sentido análogo a pro m e/nobis. Precisamen-
1069 JioXijç 1070

te aqui el significado de se convierte (Rom 12,4ss; 1 Cor 10, 17; 1 2 ,12ss), alternar
en problema. con la indicación de «todos» (Rom 5, 12ss; 1
Cor 10, 33). Así que, incluso en los pasajes
Normalmente, aqui y en otros casos, el término dei NT en que hay una yuxtaposición de Jto-
se traduce sencillamente por «muchos». Ahora Xvç y jcãç (cf. Rom 5, 12ss; 12, 4s; 1 Cor 10,
bien, en estos últimos tiempos, sobre todo Jere­
mias propugnó un sentido incluyente/inclusivo, 33; 12, 12ss, y de manera correspondiente en
que él diferencia dei sentido excluyente («mu­ el caso dei comparativo), habrá que pregun-
chos, pero no todos»). Este sentido incluyente lo tarse si JtoXúç no designa más bien conscien­
considera él como una peculiaridad de Ias len- temente como «todos» a un «conjunto» con­
guas semíticas (cf. en hebreo [hã-]rabbtm, y en templado desde una perspectiva especial (cf.,
arameo saggVtn, «la multitud incontable, la gran por ejemplo, la relación mutua de dos magni-
muchedumbre, todos»; cf. ThWNT VI, 536[ss];
también Graber, Hartmann). De esta manera se tudes o conjuntos, un gran número, una dife-
unen un problema filológico y un problema teoló­ renciación), y, por tanto, habrá que preguntar-
gico. se si, desde el punto de vista filológico, no se­
1) En Ias lenguas semíticas no se usa un ad­ rá preferible aceptar de ordinário (mientras no
jetivo para designar a «todos», sino que se traba- hay a razones convincentes en contra) la tra-
ja con sustantivos (cf. en hebreo kol, en arameo ducción de JtoXúç por mucho, muchos, los
kollã’ hasta llegar al acádico kalü[m], kullatu[m]),
muchos.
de tal manera que puede surgir dificultades para
expresar tales conceptos (en hebreo y arameo rab 2) Que el pecado y la perdición (por con-
hasta llegar al acádico rabü[m], «mucho» o «gran­ ducto de Adán) y la salvación (por conducto
de», se usan, por el contrario, como adjetivos). de Cristo) se refieren a «todos» los hombres,
Sobre (hã)rabbim ->■3.b. En Hen (et) 14, 20 exis­ eso lo afirma Pablo expresamente en Rom 5,
te en la trasmisión aramea, griega y etiópica una 12ss (v. 12: Jtávxeç; vv. 15s y 19: 3toX,À.oí).
correspondência entre rab, ruãç y kul. En el NT La escuela paulina muestra en 1 Tim 2, 6 que
salta a la vista la altemancia entre jtávxEç y (ol)
jro?t?toí en Rom 5, 12ss. Sin embargo, no todos la Pasión y la muerte de Jesús à v tl / njtèQ
los pasajes aducidos por Jeremias y otros, son tan jtoÀltmv (Mc 10, 45 par.; 14, 24 par.), en el
convincentes en este sentido. Es verdad que la le- NT, se refieren conscientemente a «todos».
xicografía más antigua (por ejemplo Schleusner)
supuso ya para itoXúç el sentido de itãç, omnis, Aqui se plantea el problema de la doctrina
totus, universus. Sin embargo, esta opinión no se acerca de la reconciliación universal. Tal vez Ias
mantiene de ordinário en los diccionarios moder­ concepciones, un tanto antiguas, acerca de noX-
nos, sino que se llega unicamente hasta el sentido Xoí como «todos» (cf. todavia Rosenmüller, 369
de «gran multitud, masa, muchedumbre». sobre Mt 20, 28: pro universa hominum multitu-
dine, también la referencia a Rom 5, 12.15; por el
En el NT se deduce lo siguiente para 3To X,úç contrario, piensa de manera distinta Bengel a pro­
como concepto de un conjunto: puede descri- pósito de Mt 20, 28) se hallen relacionadas con
bir un conjunto parcial (muchos, no todos, en esta doctrina. Pero, en vista ya dei dualismo esca-
Mt 27, 52; 1 Cor 11, 30); puede referirse a la tológico (cf. la idea dei juicio), que impregna to­
relación entre diferentes conjuntos parciales do el NT, tanto en el plano de la composición li­
terária como en la dimensión de la historia de Ias
(cf. «muchos - pocos», «muchos - uno solo»,
tradiciones, una reconciliación universal podría
en Mt 7, 13s; 1 Cor 12, 12ss); pero puede no tener mucho peso. Por eso, tales enunciados
también poner en relación mutua conjuntos, con jtoXXoL y Jtávxeç habrá que entenderlos más
adicionándolos, sin un punto de referencia su­ bien en el sentido de que la salvación está dis-
perior al de los conjuntos (cf. «mucho - po­ puesta potentialiter para los muchos o para todos,
ço», «uno solo - los muchos / la multitud», en pero que no llega a hacerse eficaz sino mediante
Mt 9, 37; Lc 7, 47; 1 Cor 8, 4s; 2 Cor 2, 17; la aceptación de la oferta.
Los enunciados de Mc 10, 45 par.; 14, 24 cons-
cf. también Mc 6, 5); puede describir un con­ tituyen indudablemente tradiciones antiguas. Pe­
junto superior (Rom 8, 29), indicar la diferen- ro, aunque encontremos algún semitismo, no sub-
ciación y la variedad dentro de un conjunto yace en ellas necesariamente la ipsissima vox le-
1071 jroXijç 1072

su. Pueden expresar también la cristología de la labor de redacción-composición y una labor


comunidad palestinense o la dei (judeo-)cristia- literaria (sumários, frases de introducción y
nismo helenístico (cf. Is 53, 12 TM y LXX). frases que marcan una transición).
Rom 3, 12ss demuestra que 3toX,Ã,oí pudo en-
tenderse también de este modo en el âmbito hele­
Mientras que, en lo que respecta a los discípu­
nístico. En este pasaje, lo determinante es la rela-
los y apóstoles, jtoXúç no destaca particularmen­
ción de jioXXoí o Jtávteç con eíç (Adán o Cris­
to). Ya Aristóteles ve xà n:oX.Xá no sólo en rela- te (pero cf., no obstante, Lc 6, 17; especialmente
el Evangelio de Juan: 2, 23; 6, 60.66), la cosa va­
ción con xò okíyoy, sino también en relación con
TÒ EV (Metaph IX, 6, 1056b-1067a; IV, 6, 1017a). ria cuando en el libro de Hechos se habla de los
Sin embargo, aqui, en el caso de Pablo, y desde el creyentes. Aqui podría haber influído el peso de
Ias circunstancias históricas o de la situación pos­
punto de vista de la historia de Ias tradiciones, ha-
brá influído más bien la concepción de una cor- terior de la Iglesia. Sobre todo en pasajes donde
porate personality o de una especulación sobre se usan juntamente reoXúç y õxXoç (cf. incluso
Jtãç en Mc 1, 32), surge la cuestión acerca de qué
Adán como Urmensch («hombre primordial»)
(cf., a propósito, Brandenburger); los jtoA,X.oí o relación guarda esto con el denominado secreto
jtavxEÇ se hallan contenidos en ese e Lç ( ã v & g c o - mesiánico (cf. Mc 3, 12) y con factores retardan-
tes. Algunas cosas se aclaran aqui por medio de
Jtoç) o se encuentran dentro de su âmbito de po­
der. Tal vez Rom 5, 12ss, mediante la elección de los acontecimientos finales que tienen lugar en
3To71,oí en contraste con jtávxeç, pretenda expre­ Jerusalén: jioXúç es, en parte, una categoria pro-
sar una variedad y diferenciación dentro de un visional (cf. también, por ejemplo, Mc 6, 5). Sin
conjunto (cf. el v. 15 en relación con los vv. 12- embargo, esto sigue ocurriendo también, en parte,
14). Tales centros de gravedad se encuentran, des­ después de Pascua, porque también entonces apa-
de luego, en los enunciados acerca dei cuerpo y recen en primer plano el fracaso y el sufrimiento,
los miembros en Rom 12, 4s; 1 Cor 12, 12ss, en la recaída y la apostasia. Aqui podrá pensarse en
la medida en que en estos pasajes la altemancia estmcturas escatológicas, que en Ias circunstan­
entre noXKoí y j ió v t e ç pueda explicarse induda- cias terrenas no permiten que la salvación se ma-
blemente como intencionada. También la alter- nifieste sino de forma fragmentada y velada. La
nancia de aspectos desempena un papel en el uso dialéctica que surge con todo ello, se manifiesta
de JtoXXoí, jtávTEç y otros términos por el estilo; de manera más intensa aún en Pablo, cuando él,
cf., por ejemplo, la yuxtaposición en Mc 10, 45; 1 en el relato histórico, emplea de manera precisa­
Tim 2, 6; Rom 5, 12ss; Mt 7, 13s; 9, 37; 19, 30; mente dialéctica categorias como «mucho-poco»
22, 14; 1 Cor 9, 19ss; 10, 33. (Cf. también Ias re- (cf., por ejemplo, 1 Cor 1, 26). Esta dialéctica se
flexiones críticas sobre el uso inclusivo, expresa- atenua en Ias Cartas post-paulinas.
das por Costelloe, Marin.) En el NT es notable el uso de itoXúç en rela­
ción con el fenômeno de lo «falso» en la perspec­
3. d) jtoXúg aparece también en relatos his­ tiva dei futuro (Mc 13, 6 par.; Mt 24, lOss; 2 Pe
2, 2) o en pasajes que reflejan la tradición actual
tóricos. Puede usarse en un sentido narrativo de ideas apocalípticas (1 Jn 2, 18; 2 Jn 7; visión
más bien neutro (por ejemplo, en Mt 26, 47; apocalíptica: Ap 5, 11; 8, 11). Si se contemplan
Hech 21, 40) o presentarse como prueba (Mt tales aspectos cuantitativos en el relato histórico,
2, 18; Lc 4, 25.27; Rom 4, 17; 1 Cor 11, 30). entonces es índudable que habrá que tener en
Pero puede también narrarse directamente, cuenta no sólo influencias teológico-escatológi-
planteando con ello problemas especiales. cas. Sino que combinaciones tales como ô)(Xo5,
usado absolutamente o con JioXúç, itãç, xoooü-
Aqui vienen al caso primeramente los Evan- Toç, nXeTOTOg, íxavóç, oi puQiáÔEç (cf. los tér­
gelios y el libro de Hechos. En ellos encontra­ minos hebreos r^bãbâ, ribbô y los términos ara-
mos JtoXúç en la actividad de Juan el Bautis- meos ribahta, ribbôtã’) o bien õ^Xot, usado ab­
ta (cf. Mt 3, 7ss par.), pero de manera más solutamente o con jtáv x E ç, así como otras formas
marcada aún en Ia actividad de Jesus (cf. 4, análogas de expresión senalan hacia una descrip-
25; 8,1.16; 9, 10; 12,15; 19, 2 y passitn) has­ ción hiperbólica y plerofórica. Tal uso refleja
también no menos influencias psicológico-socio-
ta llegar a la resurrección de Jesus (27, 52s) y lógicas (descripción popular), doxológicas o tam­
en la actividad de los apóstoles (Hech 4, 4; 5, bién otras influencias específicas, asociadas con
12; 6, 7; 11, 21; 17, 4 y passim). En tales los motivos (por ejemplo, la idea de la bendición,
enunciados encontramos principalmente una la idea de la misión con horizonte veterotesta-
1073 JtoXúç- JiovriQÍa 1074

mentario y judio en la perspectiva de la historia 7: «la autenticidad de la fe más preciosa que


de Ias tradiciones). el oro (jroX,utipÓT£Qov xquoíou)».

3. e) En el plano literário (de la historia de


Ias formas) resalta jtoX.)toí en Lc 1, 1. En el JtoXvTQÓJKOÇ polytropõs (adv.) de mu-
contexto dei proenúo de Lucas (sobre noW oí chas maneras, diversamente*
como recurso estilístico, cf. Bauer), los mu- En Heb 1, 1 junto a -> jtoXupeQcõç. E. Grâ-
chos -entre los informes de los testigos ocu­ Ber, en EKK V/3 (1971), 73-77.
lares (primera generación) y el mismo Lucas
(-Hechos) (segunda o tercera generación)-
J ló ^ a , a t o ç , TÓ p o m a bebida*
aparecen como pertenecientes a la segunda
Dícese de Ias bebidas corrientes en Heb 9,
generación y al segundo período de la trasmi-
10. En sentido figurado en 1 Cor 12, 13 v.l.,
sión (cf. Kümmel, Einleitung, 97-100). Pode­
seguramente por influencia dei uso dei térmi­
mos referimos aqui a Marcos y a la fuente Q.
no en la Cena dei Senor: sv Jtópa (en vez de:
Pero posiblemente se haga referencia a otros
jrveõpa) ânoT Ío^pev. 1 Cor 10,4: tò jtveu-
ensayos más (que nos resultan ya desconoci-
paxiJtòv jtópa, «la bebida espiritual», de la
dos). De este modo se ve con claridad que no
que bebieron los israelitas en su peregrina-
sólo el objeto de la exposición se halla califi-
ción por el desierto. ThWNT VI, 145-148.
cado por JtoXúç {->■ 3.d; cf. además expresa-
mente Jn 20, 20; 21, 25; en contraste Heb 1,
Is, que está en un plano diferente), sino que m ovtJQ Ía, a ç , ponêria maldad, malicia,
además lo están Ias exposiciones mismas. Es­ villam'a*
to conduce ulteriormente al problema herme-
B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.; G. Harder, itovT|QÍa,
néutico-teológico acerca de la pluralidad de en ThWNT VI, 563-566.
formas en que se encuentra el testimonio dei
NT y acerca dei canon (dentro dei canon). 1. En el NT jiovr|QÍa aparece 7 veces, de
G. Nebe ellas 3 veces en los Sinópticos, 2 en Pablo y
también en Hech 3, 26 y en Ef 6, 12. Los mis-
mos escritos en los que se halla atestiguada
JloXítff3tX,aYXVOÇ, 2 polusplagchnos rico novTjQÍa, emplean también el adjetivo ->• no-
en misericórdia* VTjQÓÇ.
En Sant 5, 11 dícese de Dios, juntamente
con olxTÍQtKOV. ThWNT VII, 548-559; DTNT 2. jTOvqQÍa se halla exclusivamente en
m , 103-106. contextos ético-morales y es un término ca­
racterístico dei gênero de los catálogos de vi-
JloXvTE^HÇ, 2 polytelès muy caro, de gran cios (Rom 1, 29: alejamiento de Dios; Mc 7,
valor* 22 y Lc 11, 39; la maldad que hay en el cora-
Dícese dei perfume en Mc 14, 3, de los ves­ zón dei hombre; cf. 1 Cor 5, 8: JiovtjQÍa co­
tidos en 1 Tim 2, 9. En sentido figurado se di- mo lo opuesto a la sinceridad). Caracteriza,
ce dei verdadero adorno que «es jtoXuTeXéç asimismo, una actitud moral profundamente
ante Dios», 1 Pe 3, 4. Spicq, Notes II, 721s. reprobable, por ejemplo, la actitud de los diri­
gentes judios ante Jesús (Mt 22, 18; la oculta
intención malvada). En Hech 3, 26, lo mismo
T lo X v tl^ o ç , 2 polytim os de gran valor, que en Mc 7, 22, se halla el plural, que indica
muy preciado* diversas clases de iniquidad. El hecho de que
En Mt 13, 46 dícese de una perla, en Jn 12, esa actitud reprobable caracterice también a
3 dei perfume (a diferencia de Mc 14, 3, ^ los «espírims malignos dei âmbito celestial»
jígàuteXtiç). El comparativo se usa en 1 Pe 1, (Ef 6, 12), acentúa su peligrosidad. Aqui «se
1075 JtO V tlQ ia - JtOVT\QOÇ 1076

piensa seguramente en el mundo de los espíri- vo (causar el mal) sino también en sentido in-
tus hostiles a Dios que se encuentran en el ní­ transitivo-pasivo (caracterizado por el mal),
vel intermédio dei cielo» (Harder, 566), y an­ hay consideraciones contextuales y de histo­
te los que el hombre debe estar muy atento ria de Ias formas que revelan para 3tovT)QÓç
(cf. 6, 13). otros puntos de vista importantes, sobre todo
A. Kretzer si tenemos en cuenta el âmbito de la ética per-
sonal (y no tanto el âmbito neutro y objetivo).
Aqui los contextos marcados por la polêmica
JtovijQÓç, 3 poneros penoso, desgraciado; y la parenética (Mc 7, 22s; Mt 12, 34s.39; 16,
maio, inútil; maligno, malvado, vicioso 4; 1 Tes 5,22; Rom 12, 9) son tan reveladores
1. Aparición en el NT - 2. Raíces Imgüisticas y ob- como Ias descripciones escatológicas y apo­
servaciones basadas en el contexto y en la historia de calípticas dei juicio (Mt 13, 41.49; 22,10; 25,
Ias formas (sobre la semântica y la sintáctica) - 3. Re­ 26), sin olvidar Ias imágenes y Ias compara-
ferencias en el griego profano y en el AT - 4. Empleo ciones con contenido ético (Mt 6, 22s; 20, 15:
y significado en el NT.
el ojo; 13, 38: los hijos dei reino / dei malig­
B ibl.: G. Baumbach, D a s Verstãndnis d es B õsen in no) que no excluye la existência de raíces fí­
den synopt. E vangelien, Berlin 1963; Id,, D ie Funktion sicas (7, 17; el árbol). Estas someras indica-
d e s B õ se n in ntl. S ch riften : EvTh 52 (1992) 23-42; ciones harán que aparezca ya con claridad el
Bauer, W õrterbuch, s.v. \ E. Brandenburger, D a s Bõse.
E in e bibl.-theoL Studie (ThStZür 132), Zürich 1986;
colorido ético-moral de u:o v t ] q ó ç , y manifes-
G. Harder, jtovtjQÓç, n:ovT)QÍa, en ThWNT VI, 546- tarán la depravación característica que permi­
566; M. Limbeck, S atán y e l m a l en e l NT, en H. Haag te deducir la culpa y responsabüidad que hay
(ed.), E l D iablo. Su existên cia com o problem a, Barce­ en el hombre, planteando así el problema
lona 1978, 197-322; H. Schlier, M üchte u n d G ew alten
im NT, Freiburg i. Br. 1958; W. H. Schmidt, G ott und
acerca dei origen dei mal (^procede de Dios o
B õses. H in w eise a u f das A T . EvTh 52 (1992) 7-22; R. dei hombre?).
Schnackenburg, D a s G e h eim n is d e s B õsen, en Id.,
M afistab d es G laubens, Freiburg i. Br. 1978, 205-230; 3. Aqui podrán hacemos avanzar más algunas
H. I. Stoebc, r“, ser maio, en DTMAT II, 999-1010; referencias al mundo exterior a la Biblia, al uso
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246. dei griego profano y a Ias ideas dei AT. Jtovqçóç,
atestiguado desde Hesíodo en la literatura griega,
1. En el NT jtovT]QÓç se halla atestiguado aparece en sentido muy general en relación con
78 veces: es un término preferido en Mateo discursos (Esquilo), consejos (Aristófanes), edu-
(26 testimonios), relativamente frecuente en cación y carácter (Esquines), y permite conocer
claramente que el hombre es el origen y punto de
Lucas (13 testimonios en el Evangelio; 8 en partida de tal conducta reprobable. Frente al
Hechos) y en la Carta primera de Juan (donde hombre se encuentra ya en la época helenística el
aparece 6 veces); se encuentra esporádica­ jtovqgòç ôatpoiv o el Jtovqgòv jrvEüp.a, que es
mente en Ias Cartas Deuteropaulinas (por un poder que ejerce sobre el hombre una influen­
ejemplo, 3 veces en Efesios) y muy esca- cia perniciosa y que le seduce al mal (aparece
samente en Pablo (4 veces). Una primera vi- principalmente en inscripciones y papiros dei si-
glo II a.C.), quizás ya por influjo de la LXX. La
sión dei uso y dei significado dei término nos mayoría de los testimonios de Jtovqgóç que hay
la ofrecerán algunas observaciones sobre as­ en la LXX (unos 266) traducen la raiz hebrea r “
pectos Ungüísticos y de historia de Ias formas (maio, inferior, perjudicial, inútil). Se dice clara­
(^ 2 ). mente que los pensamientos (Gén 8, 21), el cora-
zón (Gén 6, 5; Bar 1, 22), el ojo (Eclo 14, 10) dei
2. KOVqQÓç se deriva dei sustantivo jróvoç hombre pueden ser Jtovqpóç. Lo mismo se dice
(esfuerzo, dificultad, aflicción, enfermedad) y de un espíritu (Jue 9, 23; 1 Re 16, 14-16) y de un
de los verbos novéco (trabajar, esforzarse; ángel (Sal 77, 49 LXX) que traiga perdición (jy
que puede ser enviado incluso por Dios!), lo cual
causar dolor, sentir dolor) o jrévopat (esfor­ no excluye la responsabilidad dei hombre: el
zarse, afanarse). Aunque aqui aparece más hombre, por hbre decisión, aunque limitada algu­
bien el uso no sólo en sentido transitivo-acti- nas veces, actúa «malvadamente» ante Dios (Gén
1077 J t O V T lQ O Ç 1078

2, 17; 3, 22) y ante los hombres (1 Re 18, 10; 19, como rechazo total de Jesús, como lo expre-
9). Hay una observación importante a este res- san también sus «obras» (Jn 3, 19; 7, 7). Las
pecto: en el AT, ó itovnQÓç «no se usa para refe- variadas manifestaciones y efectos dei mal
rirse a Satanás» (Harder, 550), sino que el mal
dei mal aparecen luego en diversos represen­
«debe entenderse siempre como lo que es contra­
rio a Dios» (Harder. 551), y el término, en lo que tantes y personas: Herodes (Lc 3, 19), agita­
se refiere al hombre, «se emplea en la mayoría de dores antipaulinos (Hech 17, 5), el incestuoso
los casos en sentido moral» (ibid.). Basándonos de Corinto (1 Cor 5, 13), los peligrosos falsos
en estas observaciones, trataremos de averiguar maestros (2 Jn 11; 3 Jn 10). En contraste con
abora el sentido que se da a itovqpóç en el NT ello, se sospecha de Pablo sin fundamento:
(^ 4 ). Hech 18, 14; 25, 18; 28, 21 (seguramente por
supuestas trasgresiones de la ley).
4. Como, a pesar de cierta preferencia cuan-
A los enunciados polêmicos se anaden los
titativa de jiovtiqÓç (especialmente en Mateo,
enunciados parenéticos con la encarecida ex-
y en parte también en Lucas/Hechos), se en-
hortación a evitar el mal (1 Tes 5, 22; cf. Rom
cuentran sólo condicionada y esporádicamen­
10, 9), a permanecer firmes en vista de la si-
te acentos (importantes teologicamente) de
tuación presente (Ef 5, 16; cf. 6, lls : diablo,
carácter marcadamente redaccional, e incluso
principados y potestades) y de la situación fu-
Ias observaciones diacrónicas en matéria de
mra (6, 13, aludiendo seguramente a la tribu-
historia de Ias tradiciones aportan pocas no-
lación escatológica; cf. también Ap 16, 2): un
vedades para la comprensión, habrá que pre­
âmbito que con frecuencia se describe con va-
ferir aqui la dilucidación (sincrónica) prefe-
riaciones de-JtovtiQÓç como el lugar de casti­
rentemente temática. En primer lugar habrá
go para el irresponsable (Mt 25, 26) y para el
que examinar el plano neutro y objetivo, lue-
siervo despiadado (18, 32), para los hijos dei
go el âmbito ético humano y finalmente la
mal y para los malvados (13, 38.49; segura­
orientación personal y sustantiva de jtovt]-
mente en cuanto trasgresores de la ley: 13,
çóç. En algunos casos no podrán trazarse cla­
41), así como para los invitados indignos (22,
ras líneas divisórias, sino que podrán perma­
10-14). Claro que la decisión sobre ello se
necer imprecisas y fluidas Ias transiciones en­
adopta ya en esta vida, en el corazón dei hom­
tre el uso físico y el uso ético, entre el uso
bre (Mc 7, 22s par. Mt 15, 19; cf. Heb 3, 12),
sustantivado y el uso adjetivado de JtovqQÓç.
en sus maios pensamientos (Mt 9, 4; cf. Sant
a) En un significado más bien neutro y ob­ 2, 4: reflexiones reprobables; 1 Tim 6, 4: sos-
jetivo se halla tcovtiqóç en relación con los pechas malignas); porque de lo que abunda en
frutos de un árbol (Mt 7, 17: inútil, podrido), el corazón (bueno / maio), de eso habla la bo­
con el nombre dei hombre (Lc 6, 22; cf. Mt 5, ca (Mt 12, 34s par. Lc 6, 45). Y de este modo
11; calumnioso, difamador), con Ias palabras se entiende también la afirmación lapidaria y
(Mt 5, 37: enganoso) y con el ojo (Mt 6, 23; pesimista de la fuente de logia: «Vosotros,
20, 15: maligno; cf. Lc 11, 34). que sois maios...» (Mt 7, 11 par. Lc 11, 13). A
esta cadena de enunciados, que habla clara­
b) Esto último, como imagen, penetra ya mente de la decisión y de la responsabilidad
en sentido figurado en el âmbito ético huma­ dei hombre, se contrapone la otra serie de pa-
no, en el que jiovqQÓç descubre un senti- sajes que hablan de un posible origen dei mal
miento existencial necesario y natural, pero que quede fuera dei hombre.
también la culpa dei hombre, como sucede en
la intensificación polêmica que hace referen­ c) En lo que respecta a una entidad «perso­
cia a la generación malvada (Mt 12, 39; 16, nal», podríamos mencionar primeramente la
4), a los escribas (9, 4) y fariseos (12, 34). Su idea contemporânea de la fuente de logia
maldad puede definirse concretamente como acerca de los maios espíritus que seducen a
endurecimiento ante Jesús y ante su actividad. los hombres para que recaigan (Mt 12, 45 par.
1079 JiovHQÓç - nónXioç 1080

Lc 11, 26, quizás como advertência dirigida a realidad dei mal, no existe razón para el pesi-
Israel; cf. Mt 12, 39). Jesus declaro la guerra mismo y la resignación; porque Dios hace que
a esos espíritus (demonios) y los venció ya su sol amanezea sobre maios y buenos (Mt 5,
fundamentalmente, como lo atestigua sobre 45 par. Lc 6, 35), sigue invitando a ambos
todo la tradición lucana; Lc 7, 21; 8, 2; ade- grapos a la sala de bodas (= la Iglesia, Mt 22,
más Hech 19, 12s.l5s (aqui por obra de Pa- 10) y reserva para sí mismo la decisión supre­
blo). ma acerca dei bien y dei mal (13, 30).
Esta personalidad (reforzada sustantiva-
A. Kretzer
mente) aparece con mayor claridad todavia en
Mateo en la interpretación alegórica de la pa­
rábola dei sembrador: A Satanás (Mc 4, 15) se n:ÓVOÇ, OV, Ó trabajo, esfuerzo; fatiga*
le llama aqui ó Ttovqpóç, porque impide que Col 4, 13: Jtóvov exm ÚJtég xivoç. En el
la palabra de Dios surta sus efectos en el sentido de fatiga / dolor, jtóvoç se halla en
hombre (Mt 13, 19) y por medio de su funes­ Ap 16, 10.11; 21, 4. DTNTI, 225s.
ta actividad (interpretación de la palabra de la
mala hierba) agrupa en tomo suyo a los que
se llaman sus «hijos» (13, 38). A tal influen­ ü o v T i x ó ç , 3 Pontikos natural dei Ponto*
cia irresistible y enigmática (13, 25; actúa En Hech 18, 2 dícese de Aquila, IIovTixòv
cuando los hombres duermen; cf. también 1 xm yÉvei, «que era oriundo dei Ponto».
Jn 3, 12; 5, 18s, donde se pone en relación el “AxúXaç (2).
origen dei mal y la condueta correspondiente,
observada -por ejemplo- por Cain: una refe­ n ó v T i o ç , o v Pontios Poncio
rencia al mysterium iniquitatis) el creyente ni7.âxoç.
debe oponer la petición dirigida al Padre:
«jLíbranos dei mal\» (Mt 6 , 13b; cf. Jn 17, 15
en un contexto parecido; 2 Tes 3,2, con la mi­ J tó v T o ç , OD, ó pontos mar
rada puesta claramente en el hombre). Desde Ap 1 8 , 1 7 V .I.: ó èitl xòv nóvxov (en vez
el punto de vista lingüistico, es posible tanto de: xójtov) JtXémv.
el significado masculino (el maligno, en sen­
tido personal) como el significado neutro (el n ó V T O g , OD Pontos Ponto*
mal; la cosa es distinta en 1 Jn 2, 13s, donde nóvxoç, originalmente el nombre dei Mar
hay que preferir el sentido masculino: el ma­ Negro (IIóvxoç Ei5|8ivoç) fue luego (en for­
ligno). La decisión en favor de lo uno o de lo ma abreviada) el nombre dei Império fundado
otro no modifica esencialmente la intención por los Aqueménidas, que se extendía desde
de lo expresado por Mateo, porque aqui de lo el Ponto Euxino hasta el Cáucaso. En él había
que se trata es de la realidad y actividad ac- numerosas colonias griegas (cf. LAW 2411),
tual apremiante y de la realidad y actividad Se halla mencionado en Hech 2, 9 juntamente
escatológica inminente dei mal, al que el con ’Âoía. La Carta primera de Pedro (1, 1)
hombre no está entregado sin defensas, pero va dirigida a los cristianos dei Ponto, Galacia,
al que tampoco puede resistir sin lucha, una Capadocia, Asia y Bitinia; cf. L. Goppelt, Der
lucha en la que él puede y debe acreditarse, erste Petrusbrief (KEK), 27-29: IIóvxoç se
gradas a la fidelidad al Senor, que preserva refiere a la correspondiente provincia romana.
dei mal (2 Tes 3, 3; cf. 2 Tim 4, 18), que ha li­ Pauly, Lexikon IV, 1050s.
berado ya al hombre por medio de su entrega
en favor de él (Gál 1, 4), por medio dei bano
dei bautismo, que purifica de la mala concien- n ó m ^ io g , OD Poplios Public*
cia (la cual separa y mantiene alejado de Hech 28, 7.8 menciona a un varón llamado
Dios; Heb 10, 22). A pesar de esta inmensa Public (nombre propio romano) como jtgm-
1081 nójrXioç - iroQEWOixai 1082

Toç (primer magistrado) de la isla de Malta. un hebraísmo, aunque sólo en Mateo y en Lu­
El título de aiQôjxoç, en lo que se refiere a cas, y en la mayoría de los casos en el mate­
Malta, se halla atestiguado también en otras rial peculiar o a diferencia de Marcos (con
partes (IG XIV, 601; CIL X, 7495; Bauer, excepción de Mt 11, 4 par.; cf. 12, 45 par.; es
Wõrterbuch, s.v. nóreXtoç). incierto en 18, 12), por ejemplo, Mt 9, 13;
«Id, pues, y aprended...». La frase de infiniti­
vo èv (ôÈ) jtoQEÚEO§ai, «en el camino /
JIOQEÍa, a ç , 1^ poreia viaje, camino* de camino» aparece en Lc 10, 38; 17, 11;
Con indicación de la meta dei viaje en Lc Hech 9, 3.
13, 22 (a Jerusalén). En Sant 1, 11 dícese de
los viajes de negocios emprendidos por el ri­ De jtoQEÚopai depende de ordinário una ex-
co. presión preposicional. Esta expresa casi siempre
la meta dei camino, y está construída especial­
mente con elç (Lc 1, 39; Hech 18, 6), también
7IOQevo^.ai poreuomai ir, viajar; caminar con (Etoç) ÊJtí (Hech 17, 14: «hasta el mar»; so­
ôiajtOQ£ÚO|j,ai diaporeuomai pasar o ca- bre (bç v.l. cf. BlaB-Debrunner § 453, nota 7) y
con jiQÓç (Jn 14, 12.28; 16, 28). La finalidad de
minar por, cruzar*
la marcha la indica el simple infinitivo (única­
1. Aparición - 2. Gramática - 3. Significado. mente en Lc 2, 3; 14, 19.31; Jn 14, 2) o una ora-
ción de iva (11, 11). El camino se indica con
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, 372 y 1373s; G. Ebel, en xaxá (Hech 8, 36; 2 Pe 3, 3; Jds 16.18) o con èv
DTNT I, 208-210; F. Hauck-S. Schulz, tloçEiiopai (Lc 9, 57; 1, 6; 1 Pe 4, 3; 2 Pe 2, 10; «ir en paz»,
wtX., en ThWNT VI, 566-579; para la bibliografia so­ Hech 16-, 36 [Lc 7,50; 8,48 tienen eiç en lugar de
bre Lc 9, 51-19, 27, cf. G. Schneider, D as E vangelium èv]), con simple acusativo tan sólo en sentido
nach L u kas (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 226.
propio (Hech 8, 39), con dativo en sentido figura­
do (14, 16; Jds 11). jtopeúoiiai en sentido abso­
1. En el texto dei GNT (NTG^®) jtopeúopai luto aparece, por ejemplo, en Mt 2, 9: se pusieron
aparece 154 veces. Se encuentra 8 veces en el en camino-, 8, 9 par.; Lc 13, 33; 22, 22.
Corpus Paulinum y 9 en Ias Cartas Católicas, ôiaatoçEÚopai puede construirse con ôiá o
29 veces en Mateo y 16 en el Evangelio de con xaxá (Lc 6, 1 ó 13, 22), pero también, con­
Juan. Falta en Marcos -sin embargo, cf. Mc vertido en verbo transitivo por el prefijo ôiá,
puede llevar simple acusativo (Hech 16, 4). Usa­
16, 10.12.15- y en el Apocalipsis. Pero es un do en sentido absoluto, significa en Lc 18, 36 pa­
término preferido por Lucas (51 testimonios) sar (por allt), y en Rom 15, 24, ir de poso (ôia-
y por el übro de Hechos (38), porque el Evan­ rropEnópevoç).
gelio de Lucas no sólo tiene JtoQEÚopai unas
30 veces en su material peculiar, sino que 3. a) El verbo n;oQ8'úopaL, usado en senti­
además presenta 8 veces este verbo (4, 42; 5, do propio, puede referirse a la acción de ca­
24; 8, 14.48; 9, 12; 22, 8.22.39) en vez de minar, entendida en sentido real o en sentido
otros verbos que se usan en Marcos, y lo ofre- metafórico.
ce en cuatro pasajes (4, 42; 19, 36; 21, 8; 22, 1) jtOQEÚopai expresa normalmente movi-
33) en forma que difiere dei texto de Marcos. miento, por ejemplo, en Hech 22, 5; Sant 4,
En consonância con esto, ôiajiOQEÚopai 13. jtogEÚopai significa irse, por ejemplo, en
(con excepción de Rom 15, 24) se encuentra Mt 11, 7; «cuando éstos se hubieron ido (=
únicamente en Lc 6, 1; 13, 22; 18, 36; Hech marchado)»; 25, 41: «-{Upartaos de mí!»; Lc
16, 4). 4, 30; él sefu e (= se marcho)-, Hech 24, 25;
«ahora puedes irte». La idea de ir detrás (Jto-
2. El presente y el futuro de este verbo apa­ QEÚopai ÔJtíaw) aparece en Lc 21, 8 (cf. 3
receu únicamente en formas de voz media, y Re 11, 10). El presente de imperativo, que se
el aoristo aparece tan sólo en formas de voz usa también para expresar acciones que ocu-
pasiva. El participio, en combinación pleo- rren una sola vez (BlaB-Debrunner § 336, 3),
nástica con otro verbo, representa a menudo puede referirse a una misión con un encargo
1083 Jtogevo|j,ai - jioQveia 1084

determinado, dado por Dios (Mt 2, 20; 22, 9), 573), expresa la intensificación (como en 1
por Jesús (10, 6; 21, 2; Jn 20,17; Hech 9, 15; Re 2, 26; 2 Re 3, 1 [bis]; cf. Jue 4, 24; 2 Re 5,
22, 10.21), el Espíritu (10, 20) o un ángel (5, 10); «son oprimidos progresivamente, es de-
20; 8, 26); cf. 9, 11; 28, 26 con aoristo de im­ cir, cada vez más (y ahogados de esta mane­
perativo. A la orden dada con autoridad co­ ra)». Análogamente, en Hech 9, 31 no se
rresponde acto seguido un ttopenopai en in­ piensa en la conducta sino en el crecimiento
dicativo únicamente en 8, 27; en los demás de la Iglesia, que se produce de manera pro-
casos, especialmente el (ôta-)jtoQe'úop.ai de gresiva.
los «viajes misioneros» de Pablo (16, 4.7; 17,
W. Radl
14; 18, 6; 19, 21; 20, 1; 21, 5; Rom 15, 24
[bis]; 1 Cor 16, 4.6; 1 Tim 1, 3). Al igual que
Pablo (Hech 9, 16), Jesús mismo -sobre todo portheõ destruir, aniquilar*
en la exposición lucana- es impulsado por un Gál 1, 13: «Yo trataba de destruir (èjiÓQ-
ôeí divino (Lc 13, 33), que le hace emprender ■donv, imperfecto) a la Iglesia de Dios». Pa­
el camino y predicar (7, 11; 9, 52.56.57; 10, blo intentaba erradicar la fe cristiana, 1, 23
38; 13, 22) y que le conduce a la Pasión. La (imperfecto). Hech 9, 21: «^No es éste el que
última meta es siempre Jerusalén, para Jesús, en Jerusalén destruía (JtOQ'&f|aaç) a los que
a partir de 9, 51 (cf. 9, 53; 17, 11; con àva- invocaban este nombre?». Spicq, Notes II,
Paivü) en 19, 28; en lo que respecta a Pablo; 123s.
Hech 19, 21; 20,22; de manera distinta en 25,
20; cf. Rom 15, 25). Pero el camino de Jesús
-para el camino de Pablo cf. Hech 25,12.20- JtO Q ia^óç, o u , ó porismos medio de ob-
conduce más allá todavia: «Según se ha deter­ tener ganancias*
minado», él se dirige, sí, hacia alU (Lc 22, En 1 Tim 6, 5.6 se habla de Ias personas que
22); pero, como el Resucitado, él se encuentra piensan que «la piedad (enaépEia) es un me­
en camino con los discípulos de Emaús (24, dio para ohtener ganancias» (v. 5). Bien en­
13.28 [bis]), para dirigirse finalmente dei tendida, la enaépeia, cuando se asocia con la
Monte de los Olivos al cielo (Hech 1, 10.11). anxáQxeia (la sobriedad), es «una gran ga-
2) Juan designa con itogEnopai la muerte nancia» (v. 6).
de Jesús, describiéndola metafóricamentc co­
mo un «ir al Padre» (Jn 14, 12.28; 16, 28) y I1Ó0XIOÇ, 01) Porkios Porcio
como un irse (14, 2.3; 16, 7); cf. 1 Pe 3, -> 3>fjoxoç.
19.22; Hech 1, 35; ir en sentido inverso en Lc
16, 30.
JtopvE Ía, a ç , inmoralidad sexual
b) En sentido figurado, JCOQEnopai signi­ JtOQVEÚO) porneuõ practicar la inmoralidad
fica; sexual
1) La vida, como camino por el que se va
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
yendo en la vida hasta la muerte (así en Lc 22, 3. En el debate sobre el divorcio - 4. En Pablo - a)
22.23), o como conducta de una persona en la Con referencia al matrimônio - b) Consideraciones bá­
vida, entendida en sentido positivo en 1, 6, y sicas - 5. En los catálogos de vicios.
en sentido negativo en Hech 14, 16 y en Ias
B ibl.: H. Baltensweiler, D ie E hebruchsklauseln hei
Cartas Católicas (con excepción de Jds 11), M t: ThZ 15 (1959) 340-356; G. Fitzer, « D as W eib
acompanada siempre por el término èitfftn- schw eige in d e r G em einde». Ü ber den un-pln C harak-
p ía (1 Pe 4, 3; 2 Pe 2, 10; Jds 16.18). ter d e r m ulier-taceat-V erse in 1 K o r 14 (TEH 110),
2) El participio de presente de Lc 8, 14, München 1963, 30-35; J. A. Fitzmyer, The M atth ea n
D ivo rce Texts a n d so m e N ew P a le stin ia n E vidence:
construído probablemente según el modelo ThSt 37 (1976) 197-226; F. Hanck-S. Sctiulz, JtÓQVT)
dei hebreo holek (cf. Hauck-Schulz, 570 y k x K., en TTiWNT VI, 579-595; J. Jensen, D oes pomeia
1085 JtOQVEia 1086

m ean F o m ica tio n ? A C ritique o f B. M alina: NovT 20 los fariseos acerca de la licitud dei divorcio,
(1978) 161-184; B. Malina, D o e s pomeia m ean F o m i­ anade x a x à ttã a a v aixíav («por cualquier
cation?: NovT 14 (1972) 10-17; A Ott, D ie E heschei-
d u n g im M a tth ã u sev a n g eliu m , Würzburg 1939; A.
causa»), entonces «utiliza su erudición de es-
Sand, D ie U nzuchtsklausel in M t 5, 31.32 u n d 19, 3-9: criba y vuelve a hacer una excelente correc-
MThZ 20 (1968) 118-129; J. Sickenberger, Z w ei neue ción de forma» (Bultmann, Geschichte, 26);
à u fieru n g en z u r E h e b ru ch skla u se l b e i M t: ZNW 42 alude así a la disputa mantenida entre Ias es-
(1949) 202-209; K. Staab, D ie U nau flõ slich keit d e r
E h e u n d d ie sog. « E h eb ru chsklauseln» bei M t 5, 32
cuelas de Hillel y de Shammay acerca de Ias
u n d 19, 9, en F S fU r E. E ichm ann, Paderbom 1940, razones para el repudio o el abandono de la
435-452; F. Vogt, D a s E h e g e se tz Jesu. E in e exege- esposa. Lo de «a no ser por causa de adul­
tis c h -k a n o n istis c h e U n tersuchung, Freiburg i. Br. tério» limita entonces lo de «por cualquier
1936, 5-153; A. Võgtle, D ie Tugend- un d L asterkata-
loge im N T, Münster i. W. 1936, í.v. en el índice analí­ causa».
tico; K. Weidinger, D ie H austafeln, Leipzig 1928, 23- Se ha discutido mucho sobre la cláusula de
27; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d L asterka ta lo g e im adultério en relación con el divorcio (-> ya-
N T un d ihre T raditionsgeschichte u nter besondere B e- péto 3.a; (roíxenco 4.c; JtaQEXTÓç 2 [bibl.]).
rücksichtigung d e r Q um rantexte, Berlin 1959, 77-117;
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1246s. Habrá que admitir que también en aquella
época el matrimônio se consideraba deshecho
1. En el NT jtOQveía aparece 26 veces, cuando por parte de la mujer se cometia adul­
ocho de ellas en conexión con otros vicios, tério. Porque sólo así se comprenden Ias pala-
tres veces en Hechos en la mención de los bras de que aquel que se divorcia de su mujer
«preceptos cultuales», cinco veces en Pablo -prescindiendo dei caso de adultério- y se ca­
(1 Cor 5-7), siete veces en el Apocalipsis; el sa con otra, comete adultério, a saber, en rela­
verbo JtoQVEÓoi aparece cinco veces en el ción con el matrimônio anterior. En Mateo se
Apocalipsis y tres veces en Pablo. ve por el contexto que JioQVEÍa no se entien-
de en el sentido general de inmoralidad se­
2. noQVEÍa significa «inmoralidad sexual, xual, sino que se trata de Ias relaciones sexua­
... prostitución, y se aplica a toda clase de re­ les de la esposa con un hombre extrano, es de-
laciones sexuales ilícitas» (Bauer, Wõrter- cir, se trata dei adultério. Probablemente, para
buch, Í.V.). En la medida en que se usa para Mateo, el término tenía el matiz adicional de
referirse a la infidelidad sexual de la esposa, lo que es «vergonzoso», como sucede en Dt
el término es sinônimo de adultério, aunque 24, 1 con el término ‘erwâ.
los términos más apropiados para designar el
Según Ias leyes dei AT, el adultério se castíga-
adultério son p,oixeóoj, [loixeía xtK. En ba con la pena de mueite por lapidaciôn; así se
los catálogos de vicios es frecuente que jtoQ- entendia, en todo caso, con respecto a la mujer
VEÍa y [XoixEÍa se encuentren yuxtapuestas. prometida en matrimônio, según Dt 22, 23s. Co­
Como Pablo, en Rom 1, 26s, alude claramen­ mo en Lev 20, 10 y en Dt 22, 22 no se dice nada
te a la homosexualidad como pecado, JtoQ- acerca de la clase de ejecución de la pena capital,
veía puede significar también la inmoralidad la tradición rabínica había determinado que se
aplicara la muerte por estrangulación. La acción
sexual en este aspecto, lo mismo que el verbo de descubrir la cabeza de la mujer, preceptuada
èxjtoQvena) en Jds 7, que se aplica a la grave por Núm 5, 18 en caso de que se tuvieran sospe-
inmoralidad de los habitantes de Sodoma y chas de su infidelidad, se extendió luego al pecho
Gomorra, cf. Gén 19. (Billerbeck II, 519s; III, 433). Según estas regias,
en el caso de la mujer sorprendida en adultério,
3. En la discusión sobre el divorcio, en Mc según Jn 8, 5, debió de tratarse de una mujer pro­
10, 1-12 par. Mt 19, Iss / Lc 16, 18, y frente a metida en matrimônio. Aunque en tiempos de Je­
sus no se aplicaban ya Ias rigurosas prescripcio-
la rigurosa y absoluta prohibición dei divor­ nes de dar muerte a ambos adúlteros, sin embargo
cio en Mc 10, l l s y Lc 16, 18, Mateo inserta Ias consecuencias eran más severas. Tanto al es­
en 19, 9 la excepción p,f] ènl JtOQVEÍg; cf. Mt poso como al adúltero les estaba prohibido seguir
5, 32. Cuando Mateo (19, 3), a la pregunta de teniendo relaciones sexuales con la adúltera. La
1087 itoQveia 1088

prohibición radical que Jesús hace dei divorcio la autora está prevista la pena de muerte, Lev
no tiene en cuenta estas diferenciaciones, sino 20, 11; cf. 18, 29). Según el Derecho Romano
que, recurriendo a «lo que fue desde el princi­ estaba prohibido también el matrimônio con
pio», declara que la unión sexual-conyugal entre
la madrastra. Pablo quiere que por parte de la
un hombre y una mujer es indisoluble, ya que «el
lazo marital que une a un hombre con su mujer es comunidad se proceda con todo rigor contra
Ia experiencia de un acto de Dios que se extiende«el que hace tales cosas»; él mismo le ha
hasta la vida física>^ (E. Lohmeyer, Das Evange- entregado a Satanás para su perdición, a fin
lium nach Matthaus^ [KEK], 128). - Así como el de que su espíritu sea salvo en el dia dei Se-
«Pero yo os digo» dei Sermón de la Montana se nor Jesús. Estas duras palabras se entienden
formula frente a los mandamientos dei AT, así
como «la grave e irrevocable forma de expul-
también la prohibición radical dei divorcio, que
se halla en abierta contradicción con Dt 24, 1-3,sión por toda la comunidad» (Wei6, Der erste
debe entenderse desde la perspectiva dei carácterB riefan die Korinther, 130; cf. la maldición
escatológico de la proclamación de Jesús. en Dt 27, 20). Si está en lo cierto lo que algu-
También según Mt 5, 32, Jesús considera un di­nos exegetas suponen, a saber, que Pablo en 2
vorcio como adultério. Sin embargo, la adición Cor 2, 5-11 y en 7, 12 se refiere al mismo ca­
de -*• rtaQEXTÒç Xóyon noQveíaç («prescindien- so, entonces es evidente que Pablo cambia de
do de Ia razón de adultério») suprime la rigurosi-
dad de la prohibición dei divorcio. Por eso, Loh­actitud y pone de relieve los motivos cristia-
meyer (Das Evangelium nach Matthãus, 130) su- nos dei arrepentimiento y dei perdón.
pone que «la tradición» anadió estas palabras, y Más difícil es para la exégesis y, al mismo
E. Schweizer declara a propósito; «La adición ma-tiempo, más importante la observación que
teana se entiende por la praxis de la comunidad» Pablo hace en 1 Cor 7, 2 a propósito de la
(Das Evangelium nach Matthãus [NTD] 75). JtOQVEÍa. Los corintios habían afirmado en
«Pero incluso esta tradición no declara entonces
que el repudio de la esposa por inmoralidad se­ una carta que «es bueno para el hombre no
xual sea posible o esté justificado, sino que pre­‘tocar’ mujer». Desde Lutero, muchos exege­
tende dejar sencillamente al margen ese caso gra­tas (J. WeiB, H. Lietzmann, H.-D. Wendland
ve» (Lohmeyer, Das Evangelium nach Matthãus, [Der erste Briefan die Korinther (NTD), sub
130). Schweizer pretende entender aqui por in­ loco]) creyeron que estas palabras eran la opi-
moralidad sexual «una infidelidad permanente nión personal de Pablo, y muchos sacaron la
más bien que un caso aislado» (Das Evangelium
conclusión de que la conducta personal de Pa­
nach Matthãus, 75).
blo estaba determinada por consideraciones
4. a) En 1 Cor 5 Pablo habla de un terrible ascéticas. La New English Bible (Oxford-
caso de inmoralidad: un hombre ha tenido re­ Cambridge 1961) anade en nota «You say»
laciones sexuales con la mujer de su padre, es (vosotros decís) antes de Ias palabras «It is
decir, con su madrastra. Los exegetas hablan good» (es bueno), y convierte así la frase en
de «una unión consensual con la mujer que una cita, en la opinión expresada por los co­
había abandonado o se había divorciado dei rintios. Con razón; porque también en 6, 12
padre que aún vivia» (H. Lietzmann, Der ers- Pablo cita la opinión de los corintios, y la ló­
te Briefan die Korinther^ [KEK], 23) o de un gica dei contexto se halla en contra dei inten­
concubinato ilícito, ya sea que el padre hubie- to de considerar esta frase como la opinión de
se muerto o bien que su matrimônio se hubie- Pablo.
ra deshecho por el divorcio (J. Wei6, Der ers- Parece ilógico y no acorde con el claro pen-
te Briefan die Korinther^ [KEK], 125). Pablo, samiento de Pablo el afirmar en una frase: Es
por su parte, no da más detalles. Por eso, bueno no tocar a la mujer, es decir, no tener
jtO QVEta aqui no significa adultério, sino in­ relaciones sexuales con ella, cuando en la fra­
moralidad (vergonzosa). Según Ias leyes dei se siguiente se formula con respecto al matri­
AT, Ia unión sexual con la madrastra estaba mônio el principio de que el hombre y la mu­
prohibida (Lev 18, 8 y Dt 27,20 fulminan so­ jer tienen mutuamente el débito de mantener
bre esta unión una maldición; para el autor y relaciones conyugales (7, 3), y cuando más
1089 JtOQVEia - JIOQVEXJO) 1090

tarde, a los que no pueden practicar la «conti­ «Huid de la idolatria!» (10, 14) son exhorta-
nência», se les aconseja: Es mejor casarse que ciones que se hallan íntimamente relaciona­
abrasarse (7, 9). Y en la cuestión acerca de Ias das, así como en los catálogos de vicios tcoq-
«vírgenes», Pablo dice: «Si te casas, no pecas; VEÍa y eiôcoX,oÀaTQÍa se hallan siempre jun­
y si una joven se casa, no peca» (7, 28). Por tas (lo mismo que sucede en los «mandamien-
tanto, si Pablo cita en la primera frase la opi- tos cultuales» de Hech 15, 20.29). Vemos,
nión de los corintios (cf. Fitzer, 26-35), en- pues, que para Pablo la JtOQVeía no es sólo
tonces se deduce de ahí la postura clara y ló­ una realidad moral que rige la conducta so­
gica en sí misma de Pablo en la cuestión acer­ cial, sino una realidad teológica, una cuestión
ca de Ias relaciones sexuales en el matrimô­ de idolatria y que corresponde, en cierto mo­
nio. Y en este contexto Pablo habla en favor do, en el primer mandamiento. También en Os
dei matrimônio ôià ôè xàç JtoçvEÍaç, «a cau­ 1, 2 se identifica a la idolatria y a la prosti-
sa de la inmoralidad sexual». El plural, que tución.
algunos manuscritos «corrigen» convirtiéndo- b) Lo fundamental sobre la sexualidad lo
lo en singular, significa la «inmoralidad se­ expone Pablo en 1 Cor 6,12-20. En este pasa-
xual frecuente». Se entiende por ello las rela­ je se trata principalmente de las relaciones
ciones sexuales mantenidas con arbitraria fre- con la -> jtÓQVij (4).
cuencia con las hieródulas o prostitutas dei
templo (->^ Jtópvq 4). 5. En los ocho pasajes en que aparecen ca­
El apóstol recomienda la continência sexual tálogos de vicios, se menciona también cons­
durante los tiempos de oración y ayuno; pero tantemente a la JTOQVEÍa. En Mt 15, 19 y Mc
aun en eso no hace más que seguir la costum- 7, 21 se la menciona como emanación de
bre judia, como puede verse por el TestNef 8: «maios pensamientos» junto a asesinatos,
«Así que hay un tiempo para las relaciones adultérios, robos, etc. A propósito de Rom 1,
conyugales y un tiempo para guardar conti­ 29 habrá que reflexionar sobre si la lectura
nência con el fin de orar». En 1 Tes 4, 3 Pablo original era JiovqQÍa o jtoQVEÍa (esta última
equipara la «santificación» con la «abstinên­ lectura la atestiguan, entre otros, D G Koiné);
cia de la inmoralidad sexual», y acentua que abogaría en favor de esta variante textual el
en las relaciones sexuales hay diferencia entre hecho de que inmediatamente antes se haya
la pasión y la honestidad. Las relaciones se­ hablado de la inmoralidad sexual e incluso de
xuales no son simplemente una cuestión de la homosexualidad. En 2 Cor 12, 21 noQVEÍa
pasión. En este mismo sentido van dirigidas se encuentra entre la inmoralidad y el liberti-
también aquellas palabras; «Los que tienen naje, los desenfrenos sexuales. Pablo cuenta
esposa, hagan cuenta que no la tienen», 1 Cor con la posibilidad dei arrepentimiento; cf. 2
7, 29. Esto acentúa la diferencia entre la per- Cor 2, 5-11. Un extenso catálogo de las
sona que vive en el âmbito escatológico de Je- «obras de la carne» lo ofrece Gál 5, 19. En Ef
sucristo y la que vive en las circunstancias na- 5, 3 JtOQVEÍa vuelve a estar en primera posi-
turales y sociales. Pablo se preocupa de esta ción. Col 3, 5 situa el catálogo bajo la exhor-
diferencia, cuando formula sus recomenda- tación: «iMortificad los miembros terrenos!»-
ciones acerca dei matrimônio. En la enumeración que se hace en Ap 9,21, la
Esta diferencia se intensifica por la cuestión jtOQVEÍa aparece junto al asesinato, la hechi-
acerca de Dios. Así como la inmoralidad se­ cería y el robo.
xual frecuente, practicada con la JtÓQvq, la G. Fitzer
sierva de Afrodita, se halla muy cerca de la
idolatria, así también el matrimônio no es
simplemente un remedium fornicationis, sino n:oQVE'ú(0 p o m e u õ practicar la inm orali­
una protección contra el culto idolátrico. dad sexual
«jHuid de la inmoralidad sexual!» (6, 18) y JtOQVEÍa.
1091 JtO Q V Tl 1092

J to ç v t], t|Ç, porne prostituta, ramera, «morales» y justas miran a «Ias que venden su
meretriz* cuerpo por dinero».
1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. jióqvt) 4. En cambio, en Pablo no se trata de des­
en los Evangelios - 4. En Pablo - 5. En el Apocalipsis.
precio sino de condena, tanto en el aspecto
Bibl.: Bauer, Wôrterbuch, s.v.; H. Conzelmann, Ko- social como en el religioso.
rinth und die Mãdchen der Aphrodite, en Id., Theolo-
gie ais Schriftauslegung, München 1974, 152-166; F. 1 Cor 5, 9-11 exige rigurosa separación dei in-
Hauck-S. Schulz, itÓQVti ktX., en ThWNT VI, 579- moral (-> Jtógvoç). En este caso se trata de un
595; H. Merkel, Das Gleichnis von den «ungleichen cristiano que ha tenido relaciones sexuales con la
Sõhnen» M t 21. 28-S2: NTS 20 (1973-1974) 254-261; mujer de su padre. Los corintios no deben tener
más bibliografia en -> jtoQvsía; cf. además ThWNT ningún trato con hermanos de la comunidad que
X, 1246s. merezcan el nombre de inmorales, avaros, idóla­
tras, etc., y ni siquiera deben comer en companía
1. En el NT jtÓQvr) aparece 12 veces, dos de ellos (v. 11, cf. v. 10). Aunque estas expresio-
de eUas con referencia a la «Rajab la prostitu­ nes permanecen en el terreno de la conducta so­
ta» (Heb 11, 31; Sant 2, 25); en el Apocalip­ cial, sin embargo Pablo penetra en el terreno teo­
lógico, cuando -nuevamente en un catálogo de
sis aparece 5 veces, refiriéndose a la «gran ra­ vicios- equipara a los inmorales con los idólatras,
mera», la ciudad mundial «Babilônia»; en Pa­ los adúlteros, los afeminados, los homosexuales,
blo el término se halla únicamente en 1 Cor 6, los ladrones, etc; ninguno de ellos herederá el rei­
15.16, y aparece tres veces en los Sinópticos. no de Dios (6, 9s); de manera semejante en Ef 5,
5; 1 Tim 1, 10: esas personas están condenadas
2. itÓQVT) es un término relacionado etimoló- por la «ley». Con más dureza todavia lo formula
gicamente con el verbo j t é Q V T ) p , i , «comprar», y, Heb 13, 4: «a los inmorales y a los adúlteros los
por tanto, por su sentido básico, significa la mu- condenará Dios».
jer que es «venal», que se vende, es decir, la
«prostituta» (en alemán, Prostituierte). (El térmi­ Pablo, en 1 Cor 6, 12-20, fundamenta con
no alemán Hure, «ramera», designaba original­ una peculiar teoria la exigencia de mantener-
mente a la adúltera, pero actualmente se refiere se alejados de la itÓQvq.
-casi siempre como un término insultante- a la
mujer que entabla relaciones sexuales extramatri- Era evidente que, bajo el lema «Todas Ias cosas
moniales cuando le place y sin restricciones. La son lícitas» (v. 12a), había sectores en la comuni­
palabra alemana Dirne, que equivale a «mere­ dad de Corinto que se declaraban a favor de Ias
triz», designaba antiguamente a una mujer de mo­ relaciones sexuales con la J t Ó Q V T ) . Parece que en
ral corrompida. Hoy día suele aplicarse a Ias Corinto se disponía de unas mü hieródulas en el
«prostitutas que hacen la calle», ofreciendo su templo de Afrodita situado en Acrocorinto (cf., a
cuerpo por dinero.) propósito, Conzelmann). Pablo responde: «Es
verdad que todas Ias cosas me son lícitas, pero no
3. Jesús se lamenta, en unas palabras que permitiré que nada ni nadie me esclavice» (v.
proceden de la redacción de Mateo (cf. Mer­ 12b). Luego compara la digestión humana con Ias
kel, 261), de la hipocresía de los que dicen prácücas sexuales, y afirma para estas últimas lo
que podría llamarse una calificación personal.
«sí» a la voluntad de Dios, pero luego no se Concluye: «El cuerpo no es para la inmoralidad,
atienen a ella en su conducta, M t 21, 28ss. sino para el Senor, y el Senor es para el cuerpo»
Con la arrogancia que sienten por su fe, los (v. 13). El cuerpo es el objeto de la acción resuci-
fariseos desprecian a los publicanos y a Ias tadora dei poder de Dios. Por eso, el cuerpo, co­
prostitutas (vv. 31 y 32) por su «impureza». mo expresión de la personalidad, es uno de los
Cuando vemos en Lc 15, 30 que el «hijo pró­ miembros de Cristo. Ahora bien. Ia unión sexual
digo» ha dilapidado su fortuna «con prostitu­ con la prostituta, en Corinto con la hieródula, sig­
nifica hacerse un solo cuerpo con ella. Se cita
tas», como hace notar con amargura el «her- Gén 2, 24: «El que se une con el Senor, llega a ser
mano justo», entonces este reproche refleja el un solo Espíritu con él» (v. 17). Por tanto, los
desprecio con que Ias personas «decentes». «miembros de Cristo», en la unión sexual con la
1093 JtÓQVq - ItÓQQW&eV 1094

«mujer venal», se convierten en miembros de la naciones han bebido dei vino de la ira de su lasci-
prostituta (vv. 15 y 16). Pablo considera la unión via, y los reyes de la tierra han fomicado con ella,
sexual como una vinculación personal y total. El y los mercaderes de la tierra se han enriquecido
cuerpo, el espíritu y el alma son para él una sola con la magnificência de sus placeres» (18, 3). En
unidad, y precisamente esa totalidad pertenece a 19, 2 se ha consumado el juicio. Se alaba a Dios,
Cristo, por cuanto una persona cree en él. El cuer­ «porque él ha juzgado a la gran ramera, a ella
po dei hombre, más exactamente, dei cristiano, es que había corrompido a la tierra con su inmorali-
templo dei Espíritu Santo, «que está en vosotros» dad».
(v. 19). Las relaciones sexuales con la hieródula
no son sólo un acto natural, sino un acto que afec- La designación de ramera, aplicada a la
ta a todo el ser humano, y con ello a la propia fe gran ciudad, «expresa ante todo el aborreci-
y a Cristo, teniendo en cuenta principalmente lo
cerca que el acto se haUa de la idolatria. Que no miento bacia la idolatria pagana» (E. Lohme-
se trata con todo esto de una satanización funda­ yer, Die Ojfenbarung^ [HNT], 140). Se discu­
mental de la sexualidad ni de las relaciones se­ te si la metrópoli mundial, «la madre de las
xuales, lo demuestran las aftrmaciones positivas rameras y de las abominaciones de la tierra»,
de Pablo sobre el matrimônio (->• jtoQVSía 4.a). deba identificarse con Roma (Bousset, Die
Cuando en Heb 12, 16 se compara al inmoral y Ojfenbarung, 404s y 410ss) o deba entender-
al impío con Esaú, entonces se alude a una tradi-
ción atestiguada también en Filón y en los rabi­ se en general como un poder contrario a Dios
nos, según la cual se considera a Esaú como el (Lohmeyer, Die Ojfenbarung, 140).
prototipo de los vicios, incluso de los vicios se­ G. Fitzer
xuales y hasta de la homosexualidad (cf. Biller-
beck III, 748; O. Michel, Der Brief an die He-
brãef [KEK], sub loco). JtO Q V O Ç , O V , O po m o s p e r s o n a q u e p ra c ti-
c a la in m o r a lid a d s e x u a l*
5. En Ap 17 a 19 se habla de «Babilônia», En la enumeración de personas viciosas en
la «gran ramera» (jtóqvt) [ieYáXr], 17, 1; 19, 1 Cor 5, 10.11; Ef 5, 5; 1 Tim 1, 10; Heb 12,
2; |j,T|TT]Q Trôv jtOQvtõv, 17, 5; jióqvt), 17, 16; 13, 4; Ap 21, 8; 22, 15. - 1 Cor 6, 9 y Heb
15.16), y dei juicio sobre esa ciudad.
13, 4 hacen distinción entre la persona inmo­
El nombre que lleva escrito en la cinta atada a ral y el adúltero (p,oi)(óç). 1 Cor 5, 9 recuerda
su frente se considera un mysterion (17, 5) -los la exigencia de Pablo de no andar en compa-
exegetas recuerdan que las prostitutas romanas nía de los inmorales (ouvavap.LYVuoOat).
solían escribir su nombre en una cinta atada a su ThWNT VI, 579-595; DTNT I, 217s;
frente-. El mysterion apunta a la «interpretación niÓQVT) 4.5.
espiritual» (W. Bousset, Die Offenbarung^ [KEK],
404). La gran y demoníaca figura de la metrópoli
mundial es identificada con Babilônia, la ciudad T tÓ Q Q O ) porrõ ( a d v . ) l e j o s *
dei destierro y de los dioses ajenos. Esto alude al Como advérbio, jtÓQQtn se haUa en Mc 7, 6
sobrecogedor poder primitivo de lo sexual y, con
ello, a su oposición a la ley de Dios en cuanto po- par. Mt 15, 8: «Pero su corazón está lejos de
sibilidad de dominar incluso lo primitivo y físico. nú (ãjtáxEL à it’ èp-oü)». Lc 14, 32; s ti aò to ü
Babilônia es la ciudad de los dioses de las reli- jtÓQQCO õvtoç, «cuando él todavia estaba le­
giones primitivas, la ciudad de la arrogancia, la jos». En 24, 28 el comparativo JioQQcbTEQOV
pansexualidad y la idolatria, a semejanza de una aparece como advérbio: «él hizo eomo que
gran ciudad moderna. En 17, 1 se inicia el juicio iba más lejos».
contra esta ciudad. La mujer «es la gran ciudad,
que reina sobre los reyes de la tierra» (v. 18). Los
diez cuemos y la bestia la aborrecen «y la saquea- J l Ó Q g ío f l '£ V porrõthen ( a d v .) d e s d e l e j o s , a
rán y la desnudarán y comerán trozos de su carne
d is ta n c ia *
y la abrasarán con el rurdor dei fuego» (v. 16).
Después resuena el jay! (18, 10): «iAy, ay de la Heb 11, 13; Ellos vieron las promesas sólo
gran ciudad. Babilônia, la ciudad fuerte, porque desde lejos. Lc 17, 12: oi eatrioav jtóçpco-
en una hora ha venido tu juicio!». Pues «todas las Oev, «ellos se pararon a distancia»-, de mane-
1095 jióçgoodev - jióooç 1096

ra parecida en Bem 9, 1: ot JtÓQQa)'0'EV, «los 1. En el NT el pronombre interrogativo co-


que están a distancia». rrelativo itóooç aparece en interrogativas di­
rectas e indirectas (en este último caso des-
plazando al interrogativo indirecto ÔJtoooç,
7lOQq)'ÚQa, aç, porphyra el molusco de
cf. además Josefo, Ant XVI, 351; XVII, 30;
la púrpura, púrpura*
cf. Moulton, Grammar III, 48) y en oraciones
JtOQq)i)Qa designa la púrpura en cuanto pa­
exclamativas. Se encuentra en el NT 27 ve­
no o vestido tenido de púrpura. En Lc 16,19 el
ces, predominantemente en los Sinópticos (in-
término aparece junto a púooog. En Ap 18, 12
cluida una vez en Hech 21, 20 [22, 28 v.l.]), 4
designa el vestido de púrpura, junto a xò púo-
veces en Pablo (tres de ellas como conclusión
OLVOV, En Mc 15, 17.20 significa el vestido
jióaq) iiãkKov [->■ 2.c]) y 2 veces en Hebreos
de púrpura que los soldados pusieron a Jesús.
(además de aparece en Jn 13, 14 v.l.).

TCOQ<{)VQÓn;o>}\.iç, lòoç, porphyropõlis 2. a) En singular, seguido por el sustantivo,


(mujer) comerciante en telas de púrpura* para designar la magnitud; icuán grande?:
En Hech 16, 14 se dice que la ocupación de Mt 6, 23; Mc 9, 21 (jxóooç xQÓvoç; ^cuánto
Lidia era la de ser jtOQqp-UQÓJtcD?ti.ç. Esto tiempo?, cf. Sófocles, OedTyr 558). - Sin ir
quiere decir, probablemente, que ella comer- acompanado de sustantivo en Lc 16, 5.7 (jtó-
ciaba con lana teftida de púrpura. -»• Anôía. oov ôtpelÀEiç;, «icuánto debes?»); Heb 10,
29 (-> c).
TtOQCpVQOÜÇ, 3 porphyrous de color de En plural, seguido por el sustantivo en plu­
púrpura* ral, para designar el número; icuántos?: Mt
En Jn 19, 2.5 dícese dei tpáxiov n:oQq}u- 15, 34 par. Mc 8, 5; Mc 6, 38 («icuántos pa­
Qonv que pusieron a Jesús; cf. Mc 15, 17.20 nes tenéis?»); Lc 15, 17 {«\cuántos trabajado-
(->■ JtOQtpÚQa). Sustantivado t ò JiopqjnQOÚv res!»); Hech 21, 20 {«\cuántas deceneis de mi-
es el manto de púrpura (Ap 17, 4; 18, 16). les hay entre los judios que han creído!»; cf.
Josefo, Ant VII, 138); cf. también Mt 16, 9.10
par. Mc 8, 19.20. - Sin ir acompanado por un
J to o á x iç posakis (adv. interrogativo o ad­ sustantivo, Jtóoa en Mt 27, 13 (Jtóoa oot)
mirativo) cuántas veces* xaxap.aQXDQOÍjoiv, «jcuántas cosas testifi-
Mt 23, 37 par. Lc 13, 34: «\Cuántas veces can contra ti!»); Mc 15, 4 (jióoa oon xaxp-
he querido reunir a tus hijos...!»; Mt 18, 21; YOQonoLv, jde cuántas cosas te acusanl»; en
«iCuántas veces he de perdonar a mi herma- consonância con lo que se dice en el v. 3: xa-
no?». xqyÓQOUV anxon... jtoÀXá).
b) En oraciones exclamativas; Mc 15,4; Lc
JtÓOlÇ, £(úÇ, 1^ posis acción de beber, be­ 15, 17; Hech 21, 20 (en cada caso -> a); 2 Cor
bida* 7, 11 («\qué gran ceio ha producido eso [el
Jtóaiç designa la acción de beber. En Rom XuirriOfivai x ax à -&eóv] en vosotros!»). Tam­
14, 17 y Col 2, 16 aparece en sentido propio bién Mt 6, 23 (pospuesto): xò oxóxoç nóoov,
junto a Pçcõaiç, «la acción de comer, la comi­ «\qué grande será entonces la oscuridad!»
da». Tan sólo en Jn 6, 55 uóoiç significa lo c) Como dativo de medida para designar la
que se va a beber; «Mi sangre es verdadera be­ medida o la diferencia {«jcuánto!»), jtóoü) va
bida». ThWNT VI, 145-148; DTNT H, 259s. seguido por un comparativo; Heb 10, 29
(jtóocp xeíocov xiptoQÍa, \cuánto más duro
castigo!»); también en Mt 12, 12 o con pãX-
móaoç, 3 posos í,cuán grande?, ^de qué Xov en la conclusión qal wãbômer (en cons-
magnitud?; en plural; ^cuántos? trucción semejante a la de jtoXXõ)): Jtóoo)
Bibl.: Bauer, WSrterbuch, s.v.; Liddell-Scott, s.v. pãXXov («jcutínío más!»; Mt 7, 11; 10, 25;
1097 jtoaoç - jtoxfiQiov 1098

Lc 11, 13; 12, 24.28; Rom 11, 12.24; Hm 16; Rom 7, 9; 11, 30; Gál 1, 13.23 (bis); 2, 6; 1
Heb 9, 14; -> |iáX,À.ov 3.a; JtoXbç 3.a). Tes 2, 5; Fim 11; Ef 2, 2.3.11.13; 5, 8.29; Col
W. Wolter 1, 21; 3, 7; Tit 3, 3; Heb 1, 5.13; 1 Pe 2, 10; 3,
5.20; 2 Pe 1, 10, 21. Refiriéndose al presente:
1 Cor 9, 7. Refiriéndose al futuro: Lc 22, 32.
7tOTa|U.Óç, OV, ó potamos río, comente* - fjôe Jtoxé en Rom 1, 10 y Flp 4, 10: «por
Rios mencionados por su nombre son el fin, una vez».
Jordán (Mc 1,5 par. Mt 3,6) y el Enfrates (Ap
9, 14; 16, 12). Eji la parábola de la casa edifi-
cada sobre roca: Mt 7, 25.27 (oL jtoxapoí = JtÓTE pote (adv.) ^cuándo?
los torrentes) par. Lc 6, 48.49 (ó JtOTapóç = El advérbio de tiempo Jióxe se halla pre­
el río [local]). El singular se halla también en ponderantemente en interrogativas directas,
Hech 16, 13 (un lugar de oración junto al lío); pero también en interrogativas indirectas: Mt
Ap 12, 15.16; 22, 1.2. El plural en Jn 7, 38; 2 24, 3; 25, 37.38.39.44; Mc 13,4.33.35; Lc 12,
Cor 11, 26 (peligros de rios); Ap 8, 10; 16, 4. 36; 17, 20; 21, 7; Jn 6, 25. - e to ç j t ó t e , ^du-
Jn 7, 38 cita al parecer unas palabras de la Es­ rante cuánto tiempo?, ^hasta cuándo? se en-
critura; «de su cuerpo brotarán rios de agua cuentra en Mt 17, 17 (bis); Mc 9, 19 (bis); Lc
viva» (cf., a propósito, R. Schnackenburg, El 9, 41; JnlO , 24;A p6, 10.
Evangelio según San Juan 11, Barcelona 1980,
217ss, quien remite entre otros a Is 12, 3; Ez
Jto xtQ o y poteron si
47, 1-12). Ap 22, 1 ofrece un pasaje paralelo:
n:ÓTEQOV es un interrogativo; BlaB-Debrun-
En la Jerusalén celestial fluye un Jtoxapòç
ner § 64, 6. Se halla en interrogativas disyun-
üôaxoç Çcofíç, «un río de agua de vida» (cf.
tivas: JtÓTEQOv - t|, «si - o si». Jn 7, 17: «si la
Ez 47; pero también Gén 2, 10). ThWNT VI,
ensenanza es de Dios o si hablo de mi mis-
595-607; X, 1247s (bibl.); DTNTI, 69-71.
mo».

J i o t a ^ o t p ó g l j t o ç , 2 potam ophorètos
arrastrado por el río* moTTJçiOV, o v , TO poterion vaso, copa,
Ap 12, 15: iv a afixf)v JtoxapoqpóçTixov cáliz*
jtoifiaTi, «para hacer q u e ^ c ra arrastrada por 1. Aparición y significado - 2. El cáliz dei sufri-
la corriente», es decir, para hacer que perecie- miento y el cáliz de la ira - 3. El cáliz eucarístico.
se ahogada. ThWNT VI, 608. Bibl.: O. Betz, Die pln Abendmahlstradition I Kor
10.11 und die Passahperikope Ex 11-13, en O. Bayer-
G.-U. Wanzeck (eds.), Festgabe fUr F. Lang, Tübingen
JlOtttJtóÇ, 3 potapos de qué clase* 1978 (mecanografiado), 51-71; G. Braumann, Lei-
De personas: Mt 8, 27; Lc 7, 39; 2 Pe 3,11. denskelch und Todestaufe (Mc 10, 38f.): ZNW 56
De cosas: Mc 13, 1 (bis); Lc 1, 29; 1 Jn 3, 1. (1965) 178-183; H. A. Brongers, Der Zornesbecher:
OTS 15 (1969) 177-192; D. Cohn-Sherbok, A Jewish
Spicq, Notes II, 725s. Note on xò jtoxr|giov xfiç enXoYÍaç: NTS 27 (1980-
1981) 704-709; A. Feuillet, La coupe et le baptême de
la passion: RB 74 (1967) 356-391; L. Goppelt, Jtívoa
JlOTaJlwç potapõs (adv.) de qué manera 5txX., en ThWNT VI, 135-160, sobre todo 148-158; V.
El advérbio correspondiente a noòanáç se Howard, Did Jesus speak about his own Death?: CBQ
halla en Hech 20.18 D. 39 (1977) 515-527; R. Le Déaut, Goüter le cálice de
la mort: Bib 43 (1962) 82-86; H. Patsch, Abendmahl
und historischer Jesus, Stuttgart 1972; R. Pesch, Das
JIOTE pote una vez, antiguam ente, en un Abendmahl und Jesu Todesverstãndnis (QD 80), Frei-
tiempo* burg i. Br. 1978; H. Schürmann, Das apostolische In­
teresse am eucharistischen Kelch, en Schürmann II,
La partícula enclítica se halla en sentido 188-196; G. TheiBen, Integración social y acción sa­
temporal. Refiriéndose al pasado en: Jn 9, 13; cramental, en Id., Estúdios de sociologia dei cristia-
1099 J tO triQ L O V 1100

nismo primitivo, Salamanca 1985, 257-283; P. Wolf, par. Mt 26, 39 / Lc 22, 42) o en el rechazo que
Liegt in den Logien von der «Todestaufe» (Mk 10, 38f;
Jesús hace de la actitud de Pedro, dispusto a
Lk 12, 49f) eine Spur des Todesverstãndnisses Jesu
combatir, cuando Uegaron a prender a Jesús
vor?, tesis Freiburg i. Br. 1973; para más bibliografia,
cf. ThWNT X, 1233. (Jn 18, 11).
También el Apocalipsis recoge Ias imáge-
1. En el NT el sustantivo JtotriQiov, que nes dei AT y dei judaísmo acerca de la ira de
corresponde al hebreo kôs, aparece 31 veces, Yahvé en el juicio. En la imagen apocalíptica
en sentido propio únicamente en Mc 7, 4; 9, de la ramera Babilônia, la c o p a de oro (17, 4,
41 par. Mt 10, 42; Mt 23, 25s par. Lc 11, 39; según el modelo de Jer 51, 7) aparece en el
en los demás pasajes el término tiene sentido campo sinsemántico de la inmoralidad, la
metafórico (Evangelios, Apocalipsis) o meto- abominación, la inmundicia y el vino de la
nímico (la tradición de la eucaristia en los Si- ■ embriaguez (17, Is; 18, 3; cf. Jer 25, 15.27).
nópticos y en Pablo). Tan sólo en Ap 17, 4 se Por medio de esta copa se efectúa el juicio se­
menciona el material dei vaso; la forma dei gún Ias obras (18, 6). Esta copa contiene el vi­
mismo (cf. BRL 181, figura 43) no desempe- no dei ardor de la ira de Dios (16, 19) y, por
na ningún papel en ninguna parte. tanto, -sin modelo semântico en la LXX- se
llama «la c o p a de su ira» (14, 10; Is 51,
2. En Marcos (9, 41) la promesa de recom­ 17.22; IQpHab 11, 14s). La «ira dei juicio»
pensa por un « va so de agua» refleja la situa- divino, concedida temporalmente a los pode­
ción de persecución en que se hallaban los res anticristianos (cf. 13, 7), se volverá contra
cristianos. Esta promesa fue anticipada por el que la había poseído hasta entonces y le pa­
Mateo (10, 42) al tiempo en que los discípu­ gará con el doble (18, 6ss).
los salieion en misión. Si en Mateo se alude
polémicamente a la costumbre farisaica de 3. Si podemos suponer, como es probable,
limpiar el exterior de los vasos (cf. Mc 7, 4), que Ias palabras de Jesús en la Ultima Cena
sin fijarse en su contenido injusto (23, 25s), tuvieron como marco una cena pascual, en­
Lucas interpreta ya estas palabras (11, 39) re- tonces la copa de la que se habla en Lc 22, 17
firiéndolas al interior dei hombre (v. 40). es la primera copa (la copa dei qid d u sh ), con
El logion dei cáliz (de la muerte) (Mc 10, la que se inicia el s e d e r con una oración de
38a.39a par. Mt 20, 22s), que procede de una alabanza (Pes 10, 2), y la copa de Ias «pala­
composición pre-marquina, y que Marcos sin- bras interpretativas» es la tercera copa (Pes
tió que pertenecía al tema dei seguimiento de 10, 7), la «copa de la alabanza» (en hebreo,
Jesús en medio de los sufrimientos, se com- k ô s s e i b ‘rãkâ, bBer 51a; JyA 8, 11: Jtoxf|pLOV
prende únicamente sobre el trasfondo de Ias EÚÀOYÍaç) después de la cena principal, sobre
metáforas dei AT y dei judaísmo acerca de la la cual copa Jesús pronuncia la oración de
copa; la copa en manos o de manos de Yahvé alabanza (Mc 14, 23 par. Lc 22, 10a / Mt 26,
es imagen constante dei juicio (por ejemplo. 2 7 /1 Cor 11, 25a; cf. 10, 16); -> enXoYÉco 3.
Sal 75, 9; Jer 25, 15ss; Hab 2, 16); la copa En la interpretación (que se presenta explíci­
puede adquirir también en forma muy general tamente en Lc 22, 20b par. 1 Cor 11, 25b), la
el sentido de «destino» (Sal 11, 6; 16, 5; 4Qp- copa representa siempre metonímicamente el
Nah 4, 6). Esto justifica la interpretación; contenido de la misma, el vino.
«^Podéis aceptar sobre vosotros el d estin o d e En 1 Cor 10, 16 Pablo interpreta la copa de
m u erte que Dios me ha deparado?». Si en es­ bendición de la Ultima Cena como «comu-
ta expresión metafórica hay un elemento au­ nión» con la sangre de Cristo, es decir, como
têntico de tradición, entonces Jesús previó su la participación real en la muerte de Cristo. Si
muerte violenta. El mismo significado de d e s­ la copa de bendición concede participación en
tin o d e m u erte tiene la imagen dei cáliz en la la muerte de Jesús («por nuestros pecados»,
oración de Jesús en Getsemaní (Mc 14, 36 15, 3), entonces la participación en la «copa
1101 JtOTlígtOV - noÚÔT^Ç 1102

dei Senor» excluye la partícipación en la «co­ IIOTÍO^Ol, (rtv Potioloi Putéoli*


pa de los demonios» (10, 21). En el capítulo La ciudad portuaria de Putéoli (actualmente
11 Pablo cita Ias palabras formuladas en la Pozzuoli) se menciona en Hech 28, 13: Pablo
Ultima Cena como autoridad vinculante fren­ desembarco en este puerto y se quedó una
te a los abusos sociales cometidos en la ma- semana con los cristianos dei lugar (v. 14).
nera en que los corintios practicaban la Santa LAW 2483.
Cena. Recogiendo los términos de ia fórmula
de la Ultima Cena, Pablo establece la diferen­
cia entre la cena eucarística -comer el pan y JtÓtOÇ, OV, Ó potos la acción de beber, or­
beber (el contenido de) la copa» (w. 26.27. gia en la que se bebe en exceso*
28)- y la cena (que debía hacerse en casa) con El plural aparece en 1 Pe 4, 3 en un catálo­
la finalidad de saciar el hambre; caracteriza a go de vidos, junto a ttcópoi, «banquetes, juer-
la copa mencionada en el v. 27 (lo mismo que gas, orgias». ThWNT VI, 145-148.
en 10, 21) como la «copa dei Senor» (11, 26)
y la pone en relación con la sangre, es decir,
niov pou (adv.) en alguna parte; aproxima­
con la muerte dei Senor (11, 26). Esta muerte
damente*
viçaria y expiatória se evoca y se proclama en
El advérbio enclítico tiene sentido local en
toda celebración (-> àváp.vT)aiç 2), de tal mo­
Heb 2, 6; 4, 4 (en citas en Ias que no se con­
do que el que no piensa en la comunidad co­
creta de dónde están tomadas). En Hech 27,
mo en un todo (vv. 20-22.33) recibe el sacra­
29: Tenían.miedo «de que en alguna parte
mento «indebidamenle» (v. 27), y esto signifi­
fuéramos a dar contra los escollos». Con el
ca que lo recibe como juicio para sí (v. 29).
significado de aproximadamente (en datos
H. Patsch numéricos), Rom 4, 19: «aunque tenía aproxi­
madamente cien anos».
JlO tíÇ o) potizõ dtir de beber; regar*
Mc 9, 41 par. Mt 10, 42 (ttOTt^co Jtotf|- jtoC pou (adv. interrogativo) ^dónde?,
Qiov); Mc 15, 36 par. Mt 27, 48 (en sentido ^adónde?*
absoluto: èjtóxiÇav aÚTÓv). Mt 25, 35.42: 1. En el sentido de idónde?:
èjioTÍaaxÉ ps (cf. v. 37) y Rom 12, 20 se re- a) En interrogativas directas en Mt 2, 2; 26,
fieren a la acción de dar de beber a los se- 17; Mc 14, 12.14; Lc 8, 25; 17, 17.37; 22, 9.
dientos. Lc 13, 15 habla de dar de beber en 11; Jn 1, 38; 7, 11.35; 8, 10 (v.l.); 8, 19; 9, 12;
sábado a los animales domésticos. 1 Cor 3, 11, 34; 13, 36; 16, 5; Rom 3, 27; 1 Cor 1, 20
6.7.8 recoge la imagen de regar una planta; 3, (ter); 12, 17 (bis).19; 15, 55 (bis); Gál 4, 15; 1
2; «Os di a beber leche, no alimento sólido». Pe 4, 18; 2 Pe 3, 4.
La imagen de dar beber de un solo Espíritu b) En interrogativas indirectas en Mt 2, 4;
(ev jtVEÕpa èjtotíadT)p8v), en 1 Cor 12, 13c, 8, 20; Mc 15, 47; Lc 9, 58; 12, 17; Jn 1, 39;
presupone la idea de que el Espíritu puede 11, 57; 20, 2.13.15; Ap 2, 13.
«derramarse» (cf. Hech 2, 17; J1 3, 1 LXX). 2. En el sentido de ^adónde? (en el NT
Pablo piensa más bien en el bautismo (cf. 1 Únicamente en interrogativas indirectas): jtoü
Cor 12, 13a; cf. G. J. Cuming: NTS 27 [1980- fiJtáYei (-áycü, -áyeiç), Jn 3, 8; 8, 14 (bis);
1981] 283-285) que en la eucaristia (contra 12, 35; 14, 5; 1 Jn 2, 11. Heb 11, 8: jtoõ eq -
Calvino y otros). Ap 14, 8 habla de Babilônia Xetau
«que hizo beber a todas Ias naciones el vino
de la ira de su inmoralidad». ThWNT VI,
159s; DTNTII, 259-262; E. R. Rogers, ’Ejto- evtoç Poudês Pudente*
I I o v Ôyiç,
XLOh-TipEv Again: NTS 29 (1983) 139-142; Nombre romano de persona: Pudens. En
Spicq, Notes, Suppl 566-569. inscripciones latinas falta (con frecuencia) la
1103 novÔT)ç - novç 1104

letra n (cf. BlaB-Debrunner § 41, 2; 54). 2 Para describir la postura de estar de pie: (un
Tim 4, 21 menciona a un cristiano llamado tópico cuando se recibe una revelación, como
así, de quien nada más sabemos. se ve en Ez 2, 1 LXX; 4 Esd 6, 13; ApBar
[sir] 13, 2; JyA 14, 8.11); Hch 26, 16; (como
expresión de vitalidad, según se ve en Ez 37,
Jto v ç, 7IOÔÓÇ, ó pous pie
10; 4 Re 13, 21); Ap 11, 11; cf. también Hech
1. Aparición en el NT - 2. En sentido ptopio - 3. En 14, 10.
sentido figurado parareferirse al «hombre» - 4. Como Según Dt 2, 5 LXX, «no tenía ni siquiera un
símbolo de poder.
pie de ancho, Hech 7, 5.
B ib L : Bauer, W ô rterb u ch , s.v.; R. Hentschke, en
BHHI, 505s; B. Kõtting, Fufi, en RACVm, 722-743; 3. Como en el AT, los pies pueden repre­
B. Kdtting-(D. Halama), Fujiw aschung, en RAC VIII,
143-111-, K. WeiB, itoúç, en ThWNTVI, 624-632; pa­
sentar a Ias personas mismas, en lo que res-
ra más bibliografia, cf. ThWNTX, 1248. pecta a sus actos o a su comportamiento: Lc
1, 79; Hech 5, 9; Rom 3, 15 (cf. Is 59, 7; Prov
1. En el NT el término aparece 93 veces, se- 1, 16); 10, 15 (cf. Is 52, 7); Heb 12, 13 (cf.
senta y ocho de ellas en los Evangelios y en Prov 4, 26). En Mt 4, 6 par. la cita dei Sal 90,
Hechos. 12b LXX se refiere, según el contexto, al pe-
ligro que corre toda la persona.
2. En sentido propio jtoijç significa un de­
terminado miembro dei cuerpo, el pie, y a ve­ 4. El pie como símbolo dei poder o de la
ces incluye también la piema; Mc 9, 45a.b; autoridad de una persona: «poner a los pies»,
Hech 16, 24; «sin fuerza... en Ias piemas, 14, Mt 15, 30; Hech 4, 35.37; 5, 2. - Los discípu­
8; junto a XEqpaXr|, Jn 20,12; 1 Cor 12, 21; los «se sientan a los pies» dei Maestro (cf. Bi­
junto a -> Mt 18, 8a.b; 22, 13 (cf. Hen llerbeck II, 763s), Lc 8, 35; 10, 39; JtaQÒ
[et] 10, 4); Lc 24, 39.40; «saUó con los pies y toúç Jtóôaç rapaX.if)X, jtEjraiÔEupévoç, Hech
Ias manos sujetos con vendas», Jn 11, 44 (cf. 22, 3 (cf. Ch. Burchard; ZNW 61 [1970] 168).
J. Blinzler, Der Prozefi Jesu, Regensburg El gesto de caer a los pies, de postrarse, (-+
^1969, 396s nota 52); Hech 21, 11; 1 Cor 12, jtÍJtTO)) como expresión de la proskynesis (->
15. - Dícese de los animales; Mt 7, 6; Ap 13, jiQooxuvécú): jtEOcòv èjtl t o ò ç jtóôaç, Hech
2 (cf. Dan 7, 5.7). 10, 25; JtQooxuvfioouoLv èvcójtiov tcõv jt o -
«Lavar los pies» (como signo de hospitali- 6cõv oou, Ap 3, 9 (cf. Is 49, 23); epjtgooO^EV
dad o como oficio de esclavos, según se ve en xrôv Jtoôtõv TOü àyYÉkou, Ap 19, 10; 22, 8;
JyA 7, 1; 13, 15; TestAbr 3, 6s.9; 6, 13; cf. «abrazarse a los pies», Mt 28, 9 (cf. 2 Re 4,
también Billerbeck II, 557; vbttüo): Jn 13, 27); se dice especialmente de la acción de
5.6.8-10.12.14; 1 Tim 5, 10; «dar agua para postrarse ante el taumaturgo (G. TheiBen,
los pies», Lc 7, 44a (cf. Gén 24, 32). En tomo Urchristliche Wundergeschichten, Gütersloh
a la situación de una cena se agrupan los si- 1974, 63), Mc 5, 22 par.; JtQOOÉitEOEV jiQÒç
guientes pasajes; Los pies (echados hacia xoòç jróôaç aúxoõ, 7, 25 (expresión formal
atrás) de Jesús que estaba reclinado a la mesa, como en Est 8, 3 LXX); Lc 17, 16; Jn 11, 32.
Lc 7, 38a; «besar los pies (->■xaxaq)iX.é(jL)), Lc - Desplomarse a los pies, por el estremeci-
7, 38c.45; «ungir los pies» (->■àXEtqim), Lc 7, miento que se siente en Ias visiones (cf. Dan
46 (cf. V. 38c); Jn 12, 3a. En relación con -+ 8, 17s; 4 Esd 10, 30; JyA 14, 10), Ap 1, 17.
ÚJióÔTipa, Lc 15, 22; Hech 7, 33 (Ex 3, 5); Los pies de quien se aparece majestuosa-
13, 25; cf. también Ef 6, 15). - Dícese de la mente se mencionan en Ias cristofanías en Ap
acción de sacudirse el polvo de los pies como 1,15; 2,18 (cf. Dan 10, 6) y en la angelofanía
gesto anunciador de juicio (cf. R. Pesch, Das enAp 10, 1.2.
Markusevangelium P [HThK], 329s); Mc 6, En los escritos dei cristianismo primitivo,
11 par.;Lc 10, 11; Hech 13,51. tanto en el NT como fuera de él, se hallan ci-
1105 jtouç - 3tQaYfi.ciTetJO[xai 1106

tas y alusiones al Sal 109, Ib LXX (cf. D. M. JtQãYlxa puede designar en general la cosa /
Hay, Glory at the Right Hand [SBLMS], Mis- el asunto.
soula [Mont.] 1973, 34-51; 122-129; 163ss):
■ÚJtojtóôiov Tcóv Jtoôãv aoij (o auxofi), Lc 2. JipõYpa se refíere a acontecimientos en
20, 43; Hech 2, 35; Heb 1, 13; 10, 13; en vez cuatro pasajes. En Lc 1, 1 n:QáYttaxa signifi­
de esa expresión, ímoxáxco (cf. Sal 8, 7b ca el acontecimiento de Jesiís, sobre el cual
LXX) xrôv Jioôóóv ooe, Mc 12, 36; Mt 22, han informado ya los predecesores literários
44: 'Ujtò xoèç iróôaç, 1 Cor 15, 25. - El Sal dei evangelista. En Hech 5, 4, xò JtQÕYM.a
8, 7b LXX: Jtávxa íi:n:éxalaç bjioxáxcL) tüõv xoüxo es lo que ha sucedido (así Bauer i.v.
Jtoôc&v avxov se cita en Heb 2, 8, y con Ias 1), esa empresa / acción que Ananías se había
palabras bitò xobç jtóôaç aíixob en 1 Cor propuesto. 2 Cor 7, 11: «En todo habéis de­
15, 27; Ef 1,22. mostrado que sois puros con respecto al (co-
A la derrota escatológica de Satanás se hace nocido) asunto (xcp jtQÚYpaxi)». Heb 6, 18
referencia en Rom 16, 20 con Ias palabras; habla de «dos hechos inmutables» (la prome-
anvxQÍtjjEL xòv a a xa vá v v n ò xoiiç jtóôaç sa y el juramento de Dios a Abrahán), que nos
■ò[iã)V (cf. TestLev 18, 12; TestSim 6, 6). demuestran la fidelidad de Dios; se piensa en
La reina dei cielo, en Ap 12, 1, tiene a la lu- «la palabra como acontecimiento, como suce­
na «bajo sus pies», lo mismo que Isis, su mo­ so» (O Michel, Der B rief an die Hebrãer^
delo histórico-religioso, tiene al globo (cf., a [KEK], sub loco).
propósito, M. Malaise, Les conditions de pé-
nétration et de dijfusion des cultes égyptiens 3. En los demás pasajes JtQãYpa no impli­
en Italie [EPRO 22], Leiden 1972, 179s y 180 ca que la acción haya quedado terminada, y
nota 1). tiene diversos significados según el contexto;
La tierra como estrado de los pies de Dios, empresa / negocio que se tiene entre manos,
según Is 66, 1 LXX: Mt 5, 35; Hech 7, 49 (ci­ Rom 16, 2; 1 Tes 4, 6; cosa / asunto, Mt 18,
ta). 19; Heb 10,1; 11, 1 (cf. también, no obstante,
R. Bergmeier 6, 18, 2); Sant 3, 16. Significa litigio / pro-
ceso (como en Jenofonte, Mem D, 9, 1; Jose-
fo, Ap II, 177) en 1 Cor 6, 1 (jtpãYpa êxco
T tç ã Y f* * ? « t o ç , TÓ pragma hecho, suce- JtQÓç Tiva, «tener un litigio con alguien»),
so, asunto, cosa*
G. Schneider
1. Aparición y significados - 2. «Hecho / suceso» -
3. Los demás significados dentro de su contexto.
B i b l : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.: H.-Ch. Hahn, en pragmateia negocio,
JtQ aY H C tT E Ía, a ç ,
DTNTIII, 195-198; Ch. Maurer, jiQãypa, en ThWNT asuntos, actividades*
VI, 638-641; Moulton-Milligan, s.v.; E. Repo, D e r B e - 2 Tim 2,4; a t xoü piou itQaYpaxeíai, «los
e r iff «R hem a» im B ib l.-G riechischen I, Helsinki 1951,
160s, 190s. asuntos de la vida cotidiana». ThWNT VI,
641; Spicq, Notes II, 727-729.
1. El sustantivo JtQãYfta aparece en 11 pa-
sajes dei NT. De ellos, cuatro testimonios se
encuentran en Pablo y tres en Hebreos; los de­ Jl0aYM-®'*'^'^O|liai pragmateuomai nego­
más testimonios se hallan en Mt 18, 19; Lc 1, ciar, hacer negocios*
1; Hech 5, 4; Sant 3, 16. JtQÕYpa designa el Lc 19, 13: jtgaYliaxeúaaoOE êv m êgxo-
resultado de la acción (->■ Jtpáooco), el hecho jtai, como orden dada a los que habían recibi-
/ el suceso, pero también lo que hay que hacer do Ias diez minas; «\Negociad (con esto)
o lo que se está haciendo, la empresa / el ne­ mientras regreso!». ThWNT VI, 642; Spicq,
gocio que se tiene entre manos. Finalmente, Notes II, 727-729.
1107 jtgaYM'®'''''® “ JtgawcjQiov 1108

J tQ a y fia tía , a ç , pragm atia negocio, «al pretorio», y en 18, 28b senala que los ju­
asuntos, actividades dios que habían llevado a Jesús no entraron en
Forma alternativa de -> jtQaYfxaTeía. el pretorio a fin de no contraer impureza antes
de la cena de Pascua. Juan conoce lo dei pre­
torio por la tradición de la Pasión. Jn 18, 33
JtQOtlTÚQlOV, OU, TÓ praitõrion pretorio refiere que Pilato (después de realizar diligen­
1. Aparición y significado - 2. El pretorio de Pilato cias «afuera», vv. 29-32) volvió a entrar «en el
en Jerusalén- 3. Flp 1, 13 y Hech 23, 35. pretorio», donde procedió a interrogar a Jesús.
Jn 19, 9 cuenta que Pilato, después de la esce-
B ib l.: Bauer, P. Benoit,
W õ r te r b u c h , s.v .; P r ã to -
(1952), en Id.,
riu m , L ith o s tr o to n u n d G a b b a th a E xe­ na dei Ecce Homo (vv. 4-8), volvió a entrar en
Düsseldorf 1965, 149-166; Id.,
g e s e u n d T h e o lo g ie , Le el pretorio para interrogar de nuevo a Jesús.
RB 91 (1984)
P r é to ir e d e P ila te à V é p o q u e b y z a n tin e :
161-177; J. Blinzler, Regensburg
D e r P r o z e ji J e s u , b) Probablemente el pretorio de Pilato era el
'*1969, 253-259 (bibl.); R. Eckardt, D a s P r ã to r iu m d e s antiguo palacio de Herodes, situado en la colina
P ila tu s : ZDPV 34 (1911) 39-48; Kopp, 412-S tã tte n ,
Occidental de la ciudad (así piensan, entre otros,
421; Maredsous, D ic c io n a r io e n c ic lo p é d ic o d e la B i-
Schürer, Eckardt, Benoit, Kopp, Blinzler), y no se
b lia , Barcelona 1993, 1245s; B. Pixner, N o c h e in m a l
hallaba -como opinaba especialmente Vincent
ZDPV95
d a s P rã to riu m , V ersu ch e in e r n e u e n L o su n g :
(1979) 56-86; R. Riesner, D a s P r ã to r iu m d e s P ila tu s:
(Blinzler, 257 menciona otros propugnadores de
BiKi 41 (1986) 34-37; SchürerI, 457s; L. H. Vincent, esta locahzación)- en la Torre Antonia (al noro­
V A n t o n i a e t le P ré to ire : RB 42 (1933) 83-113. este dei recinto dei templo). En favor de la iden-
tificación dei pretorio con el palacio de Herodes
1. JtQaLTcÓQiov es un préstamo léxico dei no sólo habla la costumbre romana de ocupar la
correspondiente residência de los antiguos sobe­
latín (praetorium) y designa en el NT la resi­ ranos dei país (-> 3.b). Sino que además la refe­
dência dei gobemador de una provincia roma­ rencia que se hace a que la multitud «subió»
na (así también IG XIV, 2548; ÃgU 288, 14; adonde Pilato (Mc 15, 8: âva|3àç ó õx^oç) enca-
PapOxy 471, 110; SIG 880, 63). Original­ ja mejor con la topografia dei palacio de Herodes.
mente el pretorio fue la tienda en que vivia el Filón, LegGai 306 designa el palacio de Herodes
pretor, luego designo la guardia personal dei como «casa de los gobemadores (cf. otros testi-
monios en Benoit, Prãtorium, 156s). - En el siglo
pretor o el cuartel donde ésta se alojaba, y rv (el Peregrino de Burdeos) se localizo el preto­
también la residência de los funcionários po­ rio de Pilato en la parte Occidental dei Valle de
líticos. En el NT n^QaiTiÓQiov aparece en dos los Tiropeón (cf., a propósito, Kopp, 419; así opi­
contextos: en la historia de la Pasión de Jesús na también recientemente Pixner).
(Mc 15, 16 par. Mt 27, 27; Jn 18, 18s.b.33;
19, 9, 2) y en relación con Ias prisiones de 3. a) Flp 1, 13 expone la razón de que la si-
Pablo (Flp 1, 13; Hech 23, 35, 3). tuación dei encarcelado Pablo haya conduci-
do «al progreso dei evangelio» (v. 12): «Mis
2. a) Después que Pilato hubiera entregado cadenas por Cristo fueron manifiestas en todo
a Jesús para ser crucificado (v. 15b), los sol­ el pretorio y ante todos los demás». Ya sea
dados -según Mc 15, 16- condujeron a Jesús que consideremos Cesarea como el lugar de la
êocü Tfjç aèXfíç, õ èaxiv JüQaitcÒQiov, «al in­ composición de la Carta a los Filipenses (co­
terior dei palacio, es decir, al pretorio». Allí mo hace, por ejemplo, E. Lohmeyer, Der Phi-
escamecieron a Jesús, saludándole entre bur­ lipperbrief [KEK], 3s; cf. Hech 23, 35), o
las como a rey de los judios. Mt 27, 27 omite bien Efeso (así piensa J. Gnilka, Der Philip-
la referencia a la a'ò?cr| y habla solamente dei perbrief [HThK], 24 y 57s), vemos que en
itpaiTcÓQLOV, adonde los soldados llevaron a ambos casos se designaria como Jipaixcíigiov
Jesús. Mc 15, 16b par. Mt 27, 27b refieren la residência oficial dei gobemador (junto con
(^hiperbólicamente?) que en el pretorio se ha- el personal a su servido); en ella la causa de
bía rennido toda la cohorte. - Jn 18, 28a narra Pilato recibió pública notoriedad (seguramen­
que condujeron a Jesús de la casa de Caifás te por haberse incoado allí el proceso). Los
1109 a;eaiTtí)QU3V - jiQQOia 1110

exegetas que consideran Roma como el lugar lo dei libro de Hechos: irgá^Eiç (tcbv ájtoo-
donde se compuso la Carta a los Filipenses, xókcov) (->■ 3).
interpretan frecuentemente JtçaLTcbpiov en el
sentido de la guardia pretoriana o como el pa­ 2. Según Mt 16, 27 (a diferencia de Mar­
lácio dei emperador en Roma (Gnilka critica cos), el Hijo dei hombre, cuando venga en su
esta opinión. Der Philipperbrief, 57s con la parusía, «retribuirá a cada uno según sus
nota 21). obras» (cf. Sal 61, 13 LXX y Prov 24, 12:
b) Hech 23, 35 refiere que Pablo, que había x ax à xà EQYot aúxoõ). Lc 23, 51 (a diferen­
sido arrestado en Jerusalén, fue enviado a Ce- cia de Marcos) refiere que José de Arimatea,
sarea para que compareciese ante el gobema- que era núembro dei consejo, no había asenti-
dor Félix, y que allí, por orden dei gobema- do Tfi PonXfi x a t xfj Jigá^Ei aúxrâv (a la de-
dor, fue custodiado «en el pretorio de Hero- cisión adoptada por los demás miembros dcl
des». Félix iba a someterle a interrogatório, Sanedrín en contra de Jesús, ni a su ejecu-
en cuanto llegaran los acusadores. El itgai- ción). Hech 19, 18 dice que muchos de los
TCÒQiov de Cesarea es el antiguo palacio de que habían abrazado la fe en Efeso «confesa-
Herodes el Grande. Que Félix habitara en el ban y referían sus (malas) acciones».
pretorio (así afirma E. Haenchen, Die Apos- En Rom 8, 13 y Col 3, 9 el plural designa
telgeschichte^ [KEK], sub loco) es cosa que igualmente acciones malas («Ias obras dei
no se dice expresamente, pero que probable- cuerpo» o Ias «obras del hombre viejo»). En
mente se presupone (cf. Schürer 1, 457s; II, Rom 12, 4, con la comparación del cuerpo y
136; ^ 2.b). de los miembros, se afirma que no todos los
G. Schneider miembros tienen la misma junciôn (ox> xfiv
aúxf]v ê^Ei Tcgã^tv).
J ip á x x to g , O0OÇ, Ó praktõr ejecutor judi­ 3. Los testigos más antiguos del título grie-
cial, alguacil* go del libro de Hechos itgá^etç (xcõv àjxoo-
Designación dei oficio de determinados xóXmv) son Ireneo, Clemente de Alejandría,
funcionários, encargados especialmente en Eusebio y Orígenes (Tertuliano y Cipriano
cuestiones financieras. EI n:QáxxcoQ exigia el leen acta). Desde el siglo II el libro de He­
pago de deudas públicas, por ejemplo, de chos lleva este título (que no es original), que
multas (Pauly, Lexikon IV, 1119. En Lc 12, 58 acerca la obra a Ias producciones literárias de
(bis) se menciona al Jtgáxxcnp junto al xql- aquel entonces del gênero Jtgá^eiç, que des-
X T ]ç : el n p á x T c o Q está subordinado al juez y cribían los hechos más destacados de una per-
ejecuta sus instrucciones. Se trata de un eje­ sonalidad importante (Wikenhauser). En la
cutor judicial o alguacil. ThWNT VI, 642; elección del título desempenó quizás un papel
Spicq, Notes II, 730-735. la analogia con los «hechos» de Jesús (Lc 1,1
jtgáYpoiTa, Hech 1, 1 Jtoieiv). Sin embargo,
n ; @ ã | i ç , £ (O Ç , r | praxis a c tiv id a d , a c c ió n , el título de «Hechos de los Apóstoles» no ex-
acto* presa bien la temática y el contenido del libro
de Hechos (Schneider, 74s).
1. Aparición - 2. Significados en el contexto - 3. El
título dei libro de Hechos. G. Schneider
B ibi: H.-Ch. Hahn, en DTNT III, 195-198; Ch.
Maurer, 3toã|iç, en ThWNT VI, 643-645; G. Schnei­ J I Q a a iá , ã ç ,prasia cuadro de jardín,
der, Die Apostelgeschichte I (HThK), Freiburg i. Br.
1980, 73-76; Wikenhauser, Geschichtswert, 94-104. arriate, sección*
En el NT el término aparece únicamente en
1. En el NT el sustantivo aparece en sentido figurado: Mc 6, 40: àvÉJteoav nga-
6 pasajes (-^- 2). A ellos hay que anadir el títu­ o ial jtQaataC (duplicación distributiva); «se
1111 jrgaaia - TZQaaam 1112

sentaron por grupos», es decir, formando gru­ manera parecida en el v. 19: «pues no hago
pos ordenados de a cien y de a cincuenta. R. (jioicõ!) el bien que quiero, sino que el mal
Pesch, Das Markusevangelium I (HThK), sub que no quiero, eso es lo que ejecuto (jtQÓa-
loco. oco)». Objetos de jtQáooetv en 9, 11 son
âyaOóv y qpanXov: aqui se trata de actos im-
putables o meritórios. 13, 4 habla de la ira de
TtQaaaco prassõ hacer, efectuar, llevar a
Dios sobre «aquel que hace lo maio».
cabo; comportarse, encontrarse*
Fuera de la Carta a los Romanos, jtQÓaoco
1. Aparición y significado - 2. Pablo - 3. Lucas / tiene diversos significados: en 1 Tes 4, 11:
Hechos - 4. Evangelio de Juan / Efesios. «preocuparse de vuestros propios (asuntos)»;
B ib l.; G. Eichholz, G la u b e u n d W erk b e i P a u lu s Gál 5, 21: «los que practican tales cosas, no
u n d Ja ko b u s (TEH NF 88), München 1961; H.-Ch. heredarán el reino de Dios»; 1 Cor 5, 2: «el
Hahn, en DTNT Hl, 195-198; Ch. Maurer, reQÓaaa) que ha hecho semejante acción (ÊQyov)»; 9,
xtX., en ThWNT VI, 632-645; Moulton-Milligan, s.v.;
Trench, Synonym a, 230-233. 17: «porque si yo lo hago voluntariamente,
entonces tengo recompensa»; en 2 Cor 5, 10
1. En el NT el verbo Jtçáooco aparece en se habla dei tribunal de Cristo, ante el cual
39 lugares, la mitad de los cuales aproxima­ «cada uno recibe según lo que él ha hecho en
damente corresponden a la obra lucana (Ev. el cuerpo, sea bueno o maio»; 12, 21 habla de
de Lucas 6 testimonios, Hechos 13). Las Car­ arrepentimiento por la práctica de la à jta -
tas paulinas autênticas tienen 17 testimonios. ■ftagoía, JtoQVEÍa y àoáXYeta; Flp 4, 9 en la
A éstos hay que anadir los testimonios aisla- exhortación a practicar lo que los destinatá­
dos de Jn 3, 20; 5, 29; Ef 6, 21. rios aprendieron y vieron en Pablo.
En el NT el uso de TtQáoaoo se acomoda al
uso de este verbo en el griego profano (Mau­ 3. En la obra de Lucas encontramos los si-
rer, 633s) y en la LXX (ibid., 634s), ya que guientes significados transitivos: llevar a ca­
jtQáaoco no tiene nunca como sujeto a Dios. bo / hacer, Hech 5, 35; 26, 20.26; refiriéndo-
El vocablo habla, pues, únicamente de accio- se a actos maios o valorados negativamente,
nes humanas, a diferencia de JtoiÉcü, que se Lc 22, 23; 23, 41a.b; Hech 16, 28; 19, 36; 25,
usa, por ejemplo, para referirse a la actividad 11.25; 26, 9.31, en voz pasiva en Lc 23, 15
creadora de Dios. JtQáoooj, por su contenido (dativo como sujeto agente en la voz pasiva:
semântico, es un verbo abstracto y sin colori­ ovòèv ã |io v ■0'aváxoTj èaxiv jtejtQaYp,évov
do. En el NT el vocablo predomina en los pa- aíixcõ [«por él»]; cf. BlaB-Debrunner § 191,
sajes en que se valora negativamente la ac- 1; practicar / dedicarse a (cf. Moulton-Milli­
ción humana (cf. también ->■ irpã^iç 2). gan), Hech 19, 19 (la magia); exigir (intere-
ses, impuestos), Lc 3, 13; 19, 23.
2. En Pablo oi JtQáooovtEÇ (Rom 1, 32 En sentido intransitivo, n:Qáoaü) aparece
[bis]) se refiere a los paganos que se hallan con el significado de comportarse en Hech 3,
inmersos en múltiples vicios. Rom 2, 2.3 ha­ 17; 17, 7. Sobre Hech 15, 29, sn irgá^EXE, cf.
bla en este mismo sentido de t à xoianxa BlaB-Debrunner § 418, 2; Bauer, Wõrterbuch,
jtQÓaoovxEç. Sin embargo, aquel que (como í.v. Jtgáoaot) 2b («encontrarse bien»).
judio) «juzga» al otro, está haciendo exacta-
mente lo mismo (2, 1). Al judio le dice Pablo 4. Jn 3, 20: «Todo el que hace lo maio abo­
en 2, 25: «Porque, ciertamente, la circunci- rrece la luz...». La misma expresión cpanXa
sión es útil, si tú observas (rtgáaoTiç) la ley; jtgáaao) (junto a Rom 9, 11; 2 Cor 5, 10; cf.
pero si eres trasgresor de la ley, tu circunci- Sant 3, 16: jxãv qpaúXov JtQãYlta) aparece
sión se ha convertido en incircuncisión». En también en Jn 5, 29, y por cierto junto a àya-
7, 15 el hombre habla bajo el poder dei peca­ ■&à itoiÉCD. En sentido intransitivo en Ef 6, 21
do: «porque no ejecuto lo que quiero...»; de (al comenzarse el final de la carta): «A fin de
1113 jtQaaom - jtça-uxriç 1114

que también sepáis mi situación, cómo me va se halle atestiguado únicamente el sustantivo


( tl jtQaaoco), Tíquico os lo hará saber to­ (prescindiendo de 1 Pe 3, 4).
do...».
G. Schneider 2. El significado está determinado a) por el
campo léxico de Ias virtudes, que se halla es-
tructurado por sinônimos parciales (->■ c) y
JtQ ai5:rta'día, a ç , praypathia apacibiü- por antônimos o conceptos opuestos como,
dad, dulzura, mansedumbre* por ejemplo, áspero, duro, violento, iracun-
En 1 Tim 6, 11 aparece en último lugar en do/ira, agresiôn, carácter pendenciero, mal-
una enumeración de seis virtudes (después de dad (cf. Mt 11,28-30; Col 3, 5.8.12; 2 Cor 10,
àYájTT) y ■UJtopovri). En diversas ocasiones se Is; Tit 3, 2, y otros).
halla la forma JtQ aüJiá^eia (IgnTral 8, 1). Son también determinantes para el signifi­
ThWNT V, 939; DTNT E, 314ss. cado b) los antecedentes. Para Mt 21, 25, és-
tos apareceu claramente en la cita de Zac 9, 9
LXX con la esperanza postexílica de un Me-
JtQaÍJÇ, J tg a E Ía , n;Qa'U prays apacible,
sías que no fuera zelota, que renunciase a la
amistoso, benigno
violência y que, en este sentido, fuera manso
-»■ jtpatjxqç.
y apacible; en el macarismo de Mt 5, 5, los
antecedentes aparecen en la alusiôn al salmo
JtQ ttiS tllç, l l t o ç , 1^ praytês am abilidad, (sapiencial) 37,11 LXX, y en Mt 11,29 (en la
modéstia, benignidad, apacibilidad* invitaciôn que se dirige a los que están fatiga­
JTQatJç, JtQaeía, irpaij prays amistoso, be­ dos y agobiados) por el hecho de seguirse un
nigno, apacible* esquema y un vocabulário muy difundidos en
1. Aparición en el NT - 2, Significado - a) Campo la literatura sapiencial (cf. Eclo 6, 24-31; 24,
léxico - b) Antecedentes - c) Contexto. 3-22; 51,23-30). En pasajes ético-parenéticos
de la literatura epistolar, el concepto se halla
B ib l : F. Bõhl, D ie D e m u t f‘nwh,) a is hõ ch ste d e r
en Gál 5, 23; Ef 4, 2; Col 3, 12 y en el con­
Tugenden. B em erku n g en zu M t 5, 3.5: BZ 20 (1976)
217-223; H. Frankemõlle, J a h w e b u n d u n d K irch e texto de 2 Tim 2, 25 en catálogos de virtudes,
Christi, Münster i. W. 1974 (sobre Mt); A. v. Hamack, que son recepciones de catálogos dei judaís­
«Sanftm ut, H u ld u n d D em ut» in d e r alten K irche, en mo antiguo y dei judaísmo helenístico (Wib­
F S f ü r J . Kaftan, Tübingen 1920, 113-129; F. Hauck- bing, 118-123; sobre el estado de Ias investi-
S. Schulz, Jipanç, jtpaíJTTiç, en ThWNT VI, 645-651;
R. Leivestad, « T h e M e e k n e ss a n d G e n tle n ess o f gaciones, cf. Võgtle, Tugendkataloge). Los
C hrist» I I Cor. X .I: NTS 12 (1965-1966) 156-164; T. antecedentes en estos pasajes podrían funda­
Riise-Hansen, B egrep en e «praytes» og «parrhesia» i mentar también el sentido en los demás luga­
d e tn y e testam ente: TTK 15 (1944) 34-44; H. Schlier,
res dei NT en que se halla atestiguada esta
L a C arta a los gálatas, Salamanca 1975, 301-303; C.
Spicq, B én ig n ité, M a n su étu d e, D ouceur, C lém ence: idea, y que son todos aquellos en los que hay
RB 54 (1947) 321-339; A. Võgtle, D ie Tugend- und material parenético. Los escritos tardios (2
L a sterka ta lo g e im N T , Münster i. W. 1936, . . en el
í v Tim 2, 25; Tit 3, 2) denotan la influencia esti­
índice analítico; Id., T u g en d ka ta lo g e, en LThK X, lística de Ias diatribas y de los catálogos ins­
399-401; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d Lasterkataloge
im N T u n d ihre T raditionsgeschichte u n ter besonders
pirados en la filosofia popular (cf. Võgtle, Tu­
B erü cksich tig u n g d e r Q um ran-Texte, Berlin 1959. gend- und Lasterkataloge, 178-188; Wibbing,
83s y 101-104).
1. En el NT el adjetivo aparece 4 veces, y el El significado en c) está determinado por el
sustantivo 11 veces. Además se halla atesti- contexto. En Mateo es característica la cristo-
guado una vez el sinônimo JiQaüita^&ta (1 logía estructurada según la influencia dei AT
Tim 6, 11.). Sorprende que, en los Evange- (Frankenmõlle, 7-83, 98s, 167-170, 183-185):
lios, sea Mateo el único que emplee el adjeti­ Jesús es «Rey pacífico», que cabalga sobre un
vo (tres veces), y que en la literatura epistolar asna y un pollino (21, 5); él es la apacible y
1115 JtgalJTTiç - jtQeaPEÚCD 1116

humilde (->■tajieivóç) Sabiduría para los «fa­ Los autores dei NT no dejan en ninguna peir-
tigados y agobiados», que sienten alivio gra- te que la JTQaiJtr|ç y los demás conceptos éti­
cias al ligero yugo de la sabiduría de Jesús cos se diluyan en la idea griega de la virtud.
(11, 29). Lo de «japrended de mí!» (v. 29) se De ello los protege el contexto teológico y pa-
identifica con el seguimiento y el discipulado renético, que los define como don de Dios a
(cf. 9, 13), cuya peculiaridad se medita en los los cristianos y como tarea que les ha sido en­
macarismos, que son semejantes a salmos (5, comendada. La jtgauxTiç es denuedo para el
3-10; junto a Jtgaetç en el v. 5 se menciona servicio a los hombres -con renuncia a la vio­
también a los pobres, los afligidos, los miseri­ lência, con confianza de fe en Yahvé-.
cordiosos, etc.). La renuncia a la violência y H. Frankenmõlle
la confianza que pone su fe en Yahvé caracte-
rizan a los jtgaEiç (Bõhl).
prepõ c o n v e n i r , s e r a p r o p i a d o *
re g é m o )
Pablo defiende también su propia conducta
Heb 7, 26: Tal sumo sacerdote «nos convê­
en 2 Cor 10, 1 refiriéndose a la «mansedum-
nio». En los demás casos, el verbo aparece en
bre y bondad (-^ èmeív.eia) de Cristo», por
la construcción impersonal jtQÉJtBi (xivi),
medio de lo cual su debilidad -contra todo
«conviene (a alguien)»: Ef 5, 3; 1 Tim 2, 10;
ideal griego de la virtud o dei príncipe (sobre
Tit 2,1; Heb 2, 10, o jtgéjtov êoxív: Mt 3, 15;
la crítica contra Hamack y otros, cf. Leives-
1 Cor 11, 13. M. Pohlenz: NGWG.PH 1933,
tad, 158ss)- se baila bajo la norma de la ética
53-92.
cristológica (de manera parecida en 1 Cor 4,
21: «en el amor y en el espíritu de mansedum-
bre»), En el catálogo de virtudes de Gál 5, 23, J l Q E f f P E Í a , a ç , 1^ presbeia e m b a ja d a
la itQaijTqç (con el amor, la paz, la paciência, ttQEaPEÚffi
la fidelidad, etc.) se caracteriza como «fruto
dei Espíritu» (de manera semejante en 6, 1).
ngeaPevo) presbeuõ s e r e m b a j a d o r *
Esto se baila en consonância con la cristolo-
TtQeoPEta, aç, presbeia e m b a j a d a *
gía paulina dei pneuma.
El concepto greco-helenístico de la virtud, 1. Aparición en el NT - 2. Significado ~ 3. Campo
referencial.
que se escuchaba ya en el fondo de Gâl 5, 23
(en contra de Hauck-Schultz, 650, con Schlier, B i b l : Bauer, W õ rterbuch, s.v.; G. Bornkamm,
302), se refuerza en los catálogos de virtudes HQeaPeúcü, en ThWNT VI, 680-682; E. Kâsemann,
E rw ãgungen zum Stich w o rt V ersõhnungslehre im NT,
de Ias Deuteropaulinas (Ef 4, 2s: «vivid... con
en F S B ultm ann 1964, 47-59.
toda humildad, mansedumbre, paciência, so-
portándoos unos a otros en amor»), en Ias 1. En el NT el verbo y el sustantivo apare­
Pastorales (2 Tim 2, 25; amabilidad bacia to­ ceu un total de 4 veces; JtQEoPEÚco se en-
dos, corregir con jtgaijTqç a los endurecidos; cuentra una vez en Pablo (2 Cor 5, 20) y en Ef
cf. IgnTral 4, 2; Tit 3, 2; no insultar ni renir, 6, 20; JtQEOpEta aparece en el material lucano
«sino ser amables con todas Ias personas y de parábolas (Lc 14, 32; 19, 14).
mostrar JtQanTTjç a todas ellas»), así como en
Ias Cartas tardias (1 Pe 3,4: Ias mujeres, en el 2. JtQeopEÚco tiene antecedentes bastante
matrimônio, deben proceder con espíritu dul- extensos en el griego clásico y posclásico (cf.
ce y sereno; 3, 16: los cristianos deben dar Bauer, Bornkamm). Significa ser legado o
testimonio de su fe con mansedumbre y temor embajador, actuar como enviado, y conserva
de Dios; Sant 1, 21: aceptación de la palabra este sentido en el NT. El sustantivo tiene los
de Dios èv jtQanTiyci sin réplicas airadas, de mismos antecedentes y designa la embajada,
tal manera que la JtQaÚTTiç, según 3, 13, es es decir, un grupo de personas que vienen a
senal de la conducta recta, en contraste con la entregar un determinado mensaje o a realizar
envidia y la desavenencia). una determinada tarea.
1117 jTQeaPEÚa) - jtQeapijTéQiov 1118

3. En 2 Cor 5, 20 ngeopeíico se usa en un in the NT: CBQ 35 (1973) 323-345; L. Coenen, en


pasaje de importância sumamente decisiva DTNT I, 122-129, sobre todo 125 y 127s; A. E. Har-
vey, Elders: JThS 25 (1974) 318-332; J. Jeremias, Je-
dentro de la teologia paulina, a saber, en el rusalén en tiem pos de Jesús, Madrid 1977, 179-198;
contexto dei discurso acerca dei ministério de Id., IIPE2BYTEPION aujlerchristl. bezeugt: ZNW
la reconciliación. Dios ha reconciliado consi­ 48 (1957) 127-132; Leipoldt-Grundmann I, 204-210;
E. Lohse, D ie O rdination im Spãtjudentum u n d im NT,
go al mundo, en lo cual Dios no ha sido el re­ BerUn 1951; W. Michaelis, D as À ltesten a m t d e r christl.
conciliado pasivamente, sino el reconciliador G em einde..., Bem 1953; D. Powell, O rdo P resbyterii:
activo (Conzelmann, Theologie, 231). Pablo JThS 26 (1975) 289-328; C. H. Roberts, Elders'. JThS
habla como embajador de Cristo y, en su con- 26 (1975) 403-405; Schürer IJ, 237-258, 497-516; pa­
ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1248s.
dición de tal, pide en nombre de Cristo que se
acepte el acto divino de reconciliación en 1. En el NT jTQeaPnxÉQiov aparece 3 ve-
Cristo (R. Bultmann, Der zweite Brief an die ces, dos de ellas en la doble obra de Lucas y
Korinther [KEK], 165). una vez en Ias Pastorales.
En Ef 6, 20 JtQEoPeúcü se halla en una peti-
ción de oraciones por el proclamador dei 2. Lc 22, 66 y Hech 22, 5 se refieren al co­
evangelio, un proclamador que se halla ahora légio de ancianos de Jerusalén, es decir, al
en cadenas (de manera parecida, Col 4, 2-4). Sanedrín; Ias palabras de 1 Tim 4, 14 se diri-
En comparación con 2 Cor 5, 20, es notable gen al presidente de una comunidad cristiana,
que «Pablo» aqui no hable ya en nombre dei el cual posee ya una especie de autoridad en
Cristo exaltado, como hacía en el otro lugar, virtud de su ordenación. Un poco más tarde,
sino que dé testimonio dei evangelio, es decir, Ignacio usa el término para referirse a un ór-
njTÈQ o í irpeoPenco no debe traducirse ya gano encargado de asesorar y representar al
«en nombre de quien...», sino «en favor de obispo (IgnEf 2, 2; 20, 2 y passim).
quien yo realizo el servido de embajador» a) Según Lc 22, 26, el presbitério dei pue-
(Bomkamm, 682). En ambos casos el verbo blo se reunió de manana, después dei arresto
expresa el carácter oficial dei mensaje pauli- nocturno de Jesús: un presbitério que, al pare­
no. cer, se hallaba integrado únicamente por los
En la parábola de los que van a hacerse la principales sacerdotes y los escribas (de ma­
guerra, el rey que tenfa menos tropas y que nera diferente Lc 20, 1 y con razón: los prin­
había subestimado al enemigo, envia una em- cipales sacerdotes y los escribas juntamente
bajada antes de que dé comienzo la batalla, y con los ancianos). Jesús comparece ante una
pide condiciones de paz (Lc 14, 32). En la pa­ asamblea plenaria dei Sanedrín, para ser juz-
rábola de Ias cantidades de dinero confiadas, gado. No sabemos con seguridad si Lucas te-
que Lucas (a diferencia de Marcos) enrique- nía idea exacta de Ias circunstancias de aquel
ció con una serie de rasgos tomados de la his­ entonces, porque en Hech 5, 21 una de dos: o
toria contemporânea dei NT (subida de Ar- equipara al Sanedrín con la Gerusía o bien, en
quelao al trono en el ano 4 a.C.), los ciudada- forma análoga a Ias circunstancias romanas,
nos envían una embajada detrás dei preten- equipara al consejo de ancianos con el senado
diente al trono, a fin de impedir que éste sea romano, y distingue de él al colégio de jueces,
coronado rey (Lc 19,14). integrado por los principales sacerdotes y los
J. Rohde escribas (E. Preuschen, Die Apostelgeschichte
[HNT], 31). Según Hech 22, 5, en su discurso
de defensa, Pablo pone como testigos al sumo
JlÇEaPvTEQlov, OD, TÓ presbyterion con- sacerdote y a todo el presbitério» de que él,
sejo de ancianos* antes de su conversión, observó con el mayor
êiaoxoitfi, cf. además Bauer, W õrterbuch,
B ib l.: -»
rigor la interpretación farisaica de la ley.
G. Bomkamm, jiqéoPuç xtX.., en ThWNT VI,
Í.V .; b) En 1 Tim 4, 14 un consejo cristiano de
651-680: M. M. Bourke, R eflections on Church O rder ancianos es sujeto de la acción de imponer Ias
1119 jtQ eoputéQ iov - jtgeopiJTEQoç 1120

manos en un acto de ordenación para conferir 3. El sustantivo rcgeopÓTEpoç tiene una


el don de la gracia (comunicación dei Espíri- larga historia en la cultura griega clásica y en
tu al discípulo de los apóstoles). Por el con­ la cultura helenística, así como en el AT y en
trario, en 2 Tim 1, 6 el sujeto de la acción de los tiempos que le siguieron (cf. G. Born-
imponer Ias manos es el apóstol, y en 1 Tim 5, kamm, en ThWNT VI, 652-661; Bauer, Wõr-
22 lo es el discípulo dei apóstol. Según una terbuch, í . v.).
opinión diferente (Jeremias, IIPE S B Y T E -
PIO N , cf. también G. Holtz, Die Pastoral- a) Los ancianos judios
briefe [ThHK], 11 Is), 1 Tim 4, 14 se refiere a 1) Los llamados ancianos, que eran los
la imposición de Ias manos que confiere la miembros laicos dei Sanedrín, procedían de
condición de anciano. familias ricas, que, teológicamente, seguían la
orientación de la alta nobleza sacerdotal con
J. Rohde
sus ideas saduceas (Hech 23,1-10.14). Según
los Evangelios sinópticos, desempenan un pa­
JIQEapVTEQOÇ, 3 presbyteros más ancia­ pel en el proceso de Jesus. Pero los Sinópticos
no; el anciano* hacen distinciones en este punto: sobre todo
Mateo menciona a los ancianos junto a los
1. Aparición en el NT - 2. Los diferentes significa­ principales sacerdotes, entre los participantes
dos - 3. Campo referencial.
judios en el proceso contra Jesús (21, 23; 26,
B ib l : -* èmojtojtfi, irpEoputépiov, cf. además: B. 3.47; 27, 1.3.12.20; 28, 12). Tan sólo en la
Bonsack, D e r P resbyteros d es dritten B riefs m d d e r primera predicción de la Pasión (16, 21) y en
g e lie b te J ü n g e r d e s E va n g e liu m s n a c h Joh a n n es:
Ias afrentas que sufrió Jesús clavado en la
ZNW 79 (1988) 45-62; M. Katrer, D a s urchristliche
à ltestenam t: NovT 32 (1990) 152-188; G. Strecker, 1- cruz (27, 41), Mateo menciona también a los
3 Jo h (KEK), Gõttingen 1989, 22-26, 314-317. escribas, además de mancionar a aquéllos. En
Marcos y en Lucas los tres grupos dei Sane-
1. Con excepción de Ias Cartas paulinas, en drfn se mencionan no sólo en la primera pre­
todos los grupos de escritos dei NT se hallan dicción de la Pasión (Mc 8, 31; Lc 9, 22), si­
testimonios de este término, que ascienden a no también en relación con la pregunta acerca
un total de 65. De ellos 24 corresponden a los de la autoridad (Mc 11, 27; Lc 20, 1). Pero en
Evangelios sinópticos, 1 al Evangelio de Juan, la sentencia de muerte dictada contra Jesús,
17 a Hechos, 5 a Ias Pastorales, 1 a Hebreos, sólo se mencionan los principales sacerdotes
5 a Ias Cartas Católicas y 12 al Apocalipsis. y los escribas, mientras que los que van a de-
tener a Jesús, han sido enviados por los tres
2. En el NT hemos de distinguir entre tres grupos (Mc 14, 43). En Lc 22, 52 Jesús, al ser
significados principales dei término y vários detenido, habla directamente a los principales
significados secundários o subordinados, por sacerdotes, a los oficiales dei templo y a los
ejemplo: «miembros de la nobleza laica» a di­ ancianos. Según Mateo, los principales sacer­
ferencia de la alta nobleza sacerdotal entre los dotes y los ancianos se reúnen con el sumo
miembros dei Sanedrín, los ancianos en Ias sacerdote Caifás (26, 57; de manera parecida
comunidades de Ias sinagogas judias, los an­ Mc 14, 53; 15, 1). Lc 22, 54 presupone tam­
cianos en Ias comunidades cristianas, entre bién la presencia de los ancianos junto al su­
ellos los miembros dei colégio de dirigentes mo sacerdote.
de la comunidad primitiva, los dirigentes de Los ancianos, como parte dei Sanedrín, de-
Ias comunidades de cristianos gentiles crea- sempenaron también un papel en la persecu-
das por la actividad misionera de Pablo, los ción contra los apóstoles en Jerusalén (Hech
24 ancianos celestiales dei Apocalipsis, y 4,5.8.23). Según 6, 12, unos judios helenistas
también los antepasados y los que, por su na- alborotan al pueblo, a los escribas y a los
cimiento, son más ancianos. ancianos en contra de Esteban. Los cuarenta
1121 :it0Ea|3ijtEQoç 1122

conjurados contra la vida de Pablo piden ayu- 23) y también en la referencia que se hace a él
da a los principales sacerdotes y a los ancia- (16, 4), se menciona asimismo a los ancianos
nos para preparar un atentado contra él (23, después de los apóstoles. Las èvToXal tcõv
14). Ananías viaja con un abogado y algunos JtQEoPuTÉQCov, que según 15, 41 v.l. Pablo y
ancianos para ver al gobemador Félix y acu­ Silas notifican a las comunidades de Siria y
sar ante él a Pablo (24, 1). Los principales Cilicia, es el deereto apostólico (15, 23ss). A
sacerdotes y los ancianos piden al nuevo partir de de Hech 16, 4 no se menciona ya a
gobemador Festo que Pablo sea condenado los apóstoles, y Lucas presenta a los ancianos,
(25, 15). con Santiago (el hermano dei Senor) a la ca-
2) Según Lc 7, 3, el centurión romano de beza, como la nueva dirección de la comuni­
Cafamaún envia a algunos ancianos de la si­ dad primitiva y como una especie de grêmio
nagoga judia para que pidan a Jesús que cure decisorio para la Iglesia universal (21, 18).
a su esclavo. 2) Lucas menciona, además, colégios de
3) En relación con la disputa acerca de la ancianos como dirigentes de las comunidades
pureza y la impureza cultuai, se habla de la cristianas gentiles fundadas por Pablo. Estos
tradición de los JtQEopúxEQOL, que no era ob­ ancianos se asemejan a los ancianos de las co­
servada por los discipulos de Jesús. Aqui se munidades sinagogales judias de las que se
piensa en los escribas fariseos (los teólogos habla en Lc 7, 3. Los ancianos son designados
antiguos) que habían desarrollado casuística- en cada comunidad por los fundadores de la
mente la Torá de Moisés durante los siglos misma, después de oraciones y ayunos (Hech
que precedieron a la era eristiana (Mt 15, 2; 14, 23). En Efeso un consejo de ancianos se
Mc 7, 3.5). halla también al frente de la comunidad (20,
4) Los JtQEapúTEQOi de Heb 11,2 son, en 17), y las tareas de este consejo se comparan
este capitulo, los testigos de fe de la Antigua con las de los pastores (20, 18).
Alianza que caminaron por la senda de la fe 3) En las Pastorales y en las Cartas Católi­
de los antepasados y que pertenecen, por tan­ cas se observa la misma institución. Según Tit
to, a generaciones anteriores. Luego, en 11, 1, 5, el discípulo dei apóstol, por encargo de
3ss, se mencionan ejemplos de esos testigos éste, designó ancianos en las comunidades de
de la fe en tiempos pasados. Creta (el concepto de anciano es intercambia-
ble con el de èjtíoxortoç en Tit 1, 7). Es ca­
b) Se distinguen, además, diversos grupos racterístico de los ancianos que ejercen bien
de ancianos cristianos. la presidência el que se ocupen también de la
1) Lucas designa con el nombre de ancia­ predicación y de la ensenanza (1 Tim 5, 17).
nos a quienes, junto a los apóstoles, presidian Deben estar protegidos contra acusaciones
la comunidad primitiva de Jerusalén. Esta precipitadas (5, 19). En 1 Pe 5, Iss, el autor,
presidência es análoga para él, seguramente, a como anciano que es él también (onp.JlÇEa-
la desempenada por el Sanedrín en el judaís­ pÚTEQOç), exhorta a los demás ancianos y los
mo, o -para que lo entendieran los lectores instruye acerca dei desempeno dei oficio de
cristianos gentiles dei libro de Hechos- a la pastor en la comunidad eristiana (cf. Hech 20,
desempenada por la gerusía de Ias ciudades 28). Sant 5, 14 alude a la existência de un
helenísticas. En Hech 11, 30, este órgano rec- consejo de ancianos, cuyos miembros podían
tor es el que se hace cargo de la colecta efec- ser llamados para prestar servido a los enfer­
tuada en Antioquía para ayuda de la comuni­ mos.
dad de Jemsalén. Según Hech 15, 2.4.6.22, 4) El jtQEa(3ÚTEQOÇ ocupa una posición
los ancianos participan en la asamblea apostó­ singularísima como remitente de las Cartas
lica, aunque la fiinción dirigente sigue estan­ segunda y tercera de Juan (en ambos casos en
do en manos de los apóstoles (el portavoz es el v. 1). Su persona nos resulta desconocida.
Pedro). En el texto dei decreto apostólico (15, Seguramente no es miembro o presidente de
1123 jtQEoPiiTeQOÇ - Ilg ío x a 1124

un consejo local de ancianos, sino que jtQeo- JtQEopntiç): los ancianos deben ser «so-
pTJTEQOç es un título honorífico para los que brios, dignos, razonables...». ThWNT VI,
son portadores y trasmisores de la tradición 682s.
apostólica, de quienes nos habla Papías (en
Eusebio, HistEccl III, 39, 3s; cf. Bomkanun,
en ThWNT VI, 671; H. von Campenhausen, JigeoPüTiç, lôoç, presbytis mujer ma­
Kirchliches Amt und geistliche Vollmacht in yor o anciana*
den ersten drei Jahrhunderten, Tübingen Tit 2, 3: «asimismo. Ias ancianas (cf. v. 2:
^9 63, 132 y 177s). ->■ JiQEopÚTT|ç) deben ser respetuosas en su
conducta, no calumniadoras...».
c) A los 24 ancianos dei Apocalipsis se los
describe como seres celestiales. Llevan vesti-
3tQl]VlíÇ, 2 prênês de cabeza, hacia ade-
duras blancas, lo mismo que los innumerables
lante*
mártires procedentes de todos los pueblos (7,
En Hech 1,18 dícese de la suerte que corrió
9-17). Con excepción de 5, 5; 7, 13 desempe-
Judas: jiqtivtiç yEVÓp.£voç, «cayó de cabe­
nan funciones representativas (4, 4; 7, 11; 14,
za». K. Lake, en Beginnings V, 22-30; G.
3) y de adoración cultuai (4, 10; 5, 6.8.11.14;
11, 16; 19,4). Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK),
sub loco-, J. D. M. Derrett: ZNW 72 (1981)
d) Finalmente, jtQEoPiJTeQoç es una perso- 132s.
na anciana por su edad. A Ias personas ancia-
nas no hay que reprenderlas con dureza, sino TCQÍ^b) prizõ aserrar*
exhortarlas en la debida forma (1 Tim 5, 1.2; En Heb 11, 37 aparece el aoristo primero de
cf. 1 Pe 5, 5). En su sermón pronunciado el Ia v o z pasiva, refiriéndose a la clase de muer-
día de Pentecostés, Pedro citando a II 3, 1 te que recibían los testigos de la fe: «Fueron
LXX dice en un parallelismus membrorum de apedreados, aserrados, muertos a espada...».
tipo sinonímico: «Vuestros jóvenes verán vi- Según la leyenda, Isaías murió de esa manera:
siones y vuestros ancianos sonarán suenos» Martis 5, 1-6; Justino, Dial 120.
(Hech 2, 17b). Probablemente en Jn 8, 9 se
piensa también en «hombres entrados en
anos», no en los ancianos dei Sanedrín, por­ nigív prin (adv.) antes, con anterioridad;
que la adúltera fue llevada ante Jesus por es- como preposición; antes de*
cribas y fariseos (8, 3; cf. R. Schnackenburg, 1. Empleado como conjunción temporal
El Evangelio según San Juan II, Barcelona {antes que, con anterioridad a que): Mc 14,
231). El hermano dei hijo pródigo es denomi­ 30.72 par. Mt 26, 34.75 / Lc 22, 61, «antes de
nado en Lc 15, 25 el hijo mayor, literalmente; que cante el gallo». Âdemás Mt 1, 18; Lc 2,
el hijo «más viejo» (ó niòç JtQEopúxeQog). 26; Jn 4, 49; 8, 58; 14, 29; Hech 2, 20; 7, 2;
25, 16.
J. Rohde
2. Empleado como preposición que rige
genitivo {antes de): en variantes textuales de
JtQEoPliTtlÇ, o u , Ó presbytês hombre vie­
Mt 26, 34; Jn 8, 58. También con acusativo:
jo o anciano* Mc 15, 42 v.l. (jtQiv oáppaxov); Jn 11, 55
En Lc 1, 18 dícese de Zacarias: «Porque yo
v.l. (jtQlv xò Jtáoya).
soy anciano y mi esposa es de edad avanza-
da». En Fim 9 Pablo se aplica lo de jtQEopú-
TTiç a sí mismo, cuando intercede ante File- IlQÍOÍía, IlQÍOXlX>,a, tjç Priska, Priski-
món en favor de Onésimo (v. 10). Tit 2, 2 en lla Prisca, Priscila
la exhortación dirigida a los ancianos (cf. v. 3: ’Axú7.aç.
1125 JtÇ O 1126

n p ó pro c o n g e n itiv o a n te s d e , d e la n te d e * El punto de referencia para el «antes» pue-


de ser también la situación histórico-salvifica
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; Blafi-Debrunner §
213; Kühner, G r a m m a tik II/l, 454-456; Mayser, dei NT en relación con el AT (Gál 3, 23, «an­
G ra m m a tik II/2, 390-392; E. Reicke, itQÓ, en ThWNT tes de venir lafe»; Mt 5, 12; «así persiguieron
VI, 683-688; L. Rydbeck, F a chprosa, verm ein tlich e a los profetas que hubo antes de vosotros»; cf.
Volkssprache u n d NT, Uppsala 1967, 62-77 [a propósi­
Jn 10, 8 v.L), asi como el giro decisivo que
to de Jn 12, 1].
hubo en la vida de Pablo, es decir, su conver-
1. Esta preposición de genitivo aparece 47 sión al cristianismo (Rom 16, 7) y su voca-
veces en el NT. No se encuentra en algunos ción como apóstol (Gál 1, 17), cosa en la que
de los escritos más breves ni tampoco en el otros le habian precedido (siempre Jtpò èfxon.
Apocalipsis; en Marcos aparece únicamente La significación de la hora histórica se expre-
en la cita de Me 1, 2. Casi siempre se emplea sa de manera muy general, cuando el libro de
en sentido temporal 2) y más raras veces Hechos deslinda de los aeontecimientos que
en sentido local o en sentido figurado (->■ 3). tuvieron lugar en tomo a los apóstoles y a Pa­
blo, Ias insurrecciones que se habian produei-
2. JtQÓ significa «antes» en sentido globcil do algún tiempo antes, literalmente «antes de
y se refiere al tiempo y al mundo en general, esos dias» (5, 36; 21, 38).
cuando se habla dei plan divino de salvación, n:QÓ hace referencia al final futuro, no sólo
utilizando para ello expresiones como «antes en Lc 21, 12; «antes de todas estas cosas», y
de la fundación dei mundo», Jn 17, 24; Ef 1, en Heb 11, 5: «antes dei arrebatamiento» (de
4; 1 Pe 1, 20 ó «antes de los tiempos eternos», Henoc), sino también en la comparación de
2 Tim 1, 9; Tit 1, 2; de manera parecida en 1 Mt 24, 38: «así como... antes dei dilúvio», y
Cor 2, 7; Jds 25; Col 1, 17; Jn 17, 5. en la expresión «antes dei tiempo» (jiqò xoü
En el pasaje citado en último lugar (Jn 17, xatQOÜ, 8, 29; 1 Cor 4, 5).
5) se encuentra kqò xoú seguido de infinitivo Finalmente, hay además una serie de refe­
con sujeto en acusativo. El infinitivo en este rencias temporales ordinárias con Jtpó, que
caso se haUa en presente; en los demás casos, están constmidas: con sustantivos, Lc 11, 38:
en aoristo. Se trata de enunciados teologica­ «antes de la cena»; 2 Cor 12, 2: «hace cator-
mente importantes, porque se refieren a la ce anos»; 2 Tim 4, 21; «antes dei inviemo»;
presciencia divina o a la previa disposición con un pronombre, Jn 5, 7: «antes que yo»; y
divina, ya se trate dei conocimiento de Dios con un infinitivo, Hech 23, 15: «antes de que
acerca de lo pedido por el hombre (Mt 6, 8) y él se acerque [^a vosotros?]»; Gál 2, 12.
de la determinación dei nombre de Jesús antes
ya de su concepción (Lc 2, 21), o bien dei co­ 3. La expresión jiqò JtQOOCójtou xivóç tie­
nocimiento prévio que Jesús tiene cuando se ne en el contexto significado temporal, aun-
encuentra con Natanael (Jn 1, 48) y dei cono­ que está formulada espacialmente: «ante el
cimiento con el que Jesús prevê su Pasión y rostro de alguien / ante alguien». Está calcada
va al encuentro de ella (13,19; Lc 22, 15). Es­ de la expresión hebrea lifnê pãnim y aparece
to último lo acentúa el Evangelio de Juan, en Mt 11, 10 par. Mc 1, 2 / Lc 7, 27 (en cita de
cuando en 13, 1 lo enlaza con la indicación Mal 3, 1 ó Ex 23, 20), así como en Lc 1, 76;
temporal que encontramos ya en 11, 55 y 12, 9, 52; 10, 1; Hech 13, 24 (en este último pa­
1; «antes de la fiesta de la Pascua». En 12, 1 saje la expresión está asociada incluso con
se dice propiamente, a tenor de analogias he- eíooôoç: «antes de su llegada»), es decir, de-
lenísticas, «seis dias antes, contados desde la be entenderse casi exclusivamente en sentido
fiesta de Pascua» (Reicke, 685) o más bien temporal. «Delante de la puerta» o «de Ias
«seis dias antes de la fiesta de la Pascua» puertas» se entiende en sentido literal en
(Rydbeck, 72-75); cf. Am 1, 1 LXX; JtQÒ Hech 12, 6 (cf. v. 14), y en sentido figurado
ôúcu èxmv xoü a£L0poú; 4, 7. en Sant 5, 9). Sobre la frase «Zeus, cuyo tem-
1127 3TQO - jtQoaycü 1128

pio se encuentra delante de la ciudad», en en 1 Tim 5,24 (refiriéndose a los pecados ma-
Hech 14, 13 (^se refiere al patrono de la ciu­ nifiestos, que ya desde ahora, incluso en vida
dad, como es posible en D?), cf. Reicke, 684. de los pecadores, van delante de ellos al jui-
En sentido figurado JtQÓ se emplea única­ cio celestial y marcan, por tanto, a los peca­
mente para expresar la precedencia: Jtpò Jtáv- dores como ya condenados), y en Heb 7, 18
Ttov, «ante todo / especialmente», Sant 5, 12; (refiriéndose al mandamiento hecho con ante­
1 Pe 4, 8; cf. Did 10, 4. rioridad y que luego es anulado por Dios).
Como término dei lenguaje jurídico, jtpoáYCO
W. Radl
significa en Hech 12, 6; 17, 5 y 25, 26 «hacer
comparecer ante un órgano judicial». En 2 Jn
JlQ o áy w proago ir delante, dirigir el cami- 9, Jtpoáyo) significa que el hereje que aban­
no, hacer còmparecer* dona la confesión cristológica, sigue adelante
en su actitud (cf. Malherbe). En los demás pa-
B ib l: E. L. Bode, The F irst E a ster M o m in g . The
G ospel A cco u n ts o f t h e W om en’s V isit to the Tomb o f sajes predomina el sentido espacial de condu-
Jesu s (AnBibI 45), Roma 1970, 31-37; H. Frfar. von cir hacia (dícese de la estrella que conduce
Campenhausen, D e r A b la u f d e r O sterereignisse un d hasta el lugar donde se halla el nino, Mt 2, 9,
das leere G rab (SAH 1952-1954), Heidelberg =*1966;
C. F. Evans, R esurrectio n a n d the N T (SBT 12), Lon-
cf. Ex 13, 21), sacar fuera (de la prisión, en
don 1970, 78-81; Id., « I w ill g o before yo u into G ali- Hech 16, 30), ir por delante, preceder (los pe­
lee»: JThS 5 (1954) 3-18; H. GraB, O stergeschehen cadores y los publicanos entrarán antes que
u n d O sterberichte, Gõttingen ^1962, 21, 113-127; Je­ vosotros en la P a o d e ía xoi3 deoi), Mt 21,
remias, Teologia 344; G. Klein, D ie V erleugnung des 31).
P etrus. E in e tra d itio n sg esch ich tlich e U ntersuchung:
ZThK 58 (1961) 285-328, sobre todo 296s; E. Lohme-
yer, G a lilã a u n d Jeru sa lem in den E va n g elien (FR- 2. El significado de preceder / conducir
LANT 52), Gõttingen 1936; A. J. Malherbe, Through predomina en la tradición acerca de Jesús: Mc
the E ye o f t h e N eedle: ‘The D o ctrin e o f C h rist’: Res-
toration Quarterly 6 (1962) 12-18; E. Manicardi, II
10, 32, al principio de la tercera predicción de
cam m ino d i G esü n el Vangelo di M arco, Roma 1981, la Pasión, acentúa que Jesús iba delante de
173-176; W. Marxsen, E l eva ngelista M arcos. E stú ­ sus discípulos camino de Jerusalén hacia sus
dios sobre la h istoria de la redacción dei evangelio, sufrimientos, y que ésta es la razón de que los
70-85, 104-109; R. McKinnis, A n A n a lysis o fM a r k X, discípulos fueran detrás de él, siguiendo a su
32-34: NovT 18 (1976) 81-100, sobre todo 82-86; P.
C. Odenkirchen, «P raecedam vos in G alilaeam » (M t Maestro en el camino de los sufrimientos (so­
26, 32 c f 28. 7.10; M c 14, 28; 16, 7 c f L c 24, 6): VD bre la interpretación de este versículo en la
46 (1968) 193-223; K. L. Schmidt, jtQoáyu, en perspectiva de la historia de la redacción, cf.
ThWNT I, 130s; J. Schreiber, T h e o lo g ie des Ver- McKinnis; Schreiber, 132; W. Grundmann,
trauens. E in e red aktionsgeschichtliche U ntersuchung
d es M a rkusevangelium , Hamburg 1967; R. H. Stein, A Das Evangelium nach Markus [ThHK] 288; J.
S ho rt N ote on M a rk X IV 2 8 a n d X V I 7: NTS 20 (1973- Gnilka, El Evangelio según San Marcos II,
1974) 445-452; B. Steinseifer, D e r O rt d e r E rschei- Salamanca ^1997, 110-112). El motivo dei ca-
nungen des A ufersta n d en en . Z u r F rage a lte r galilais-
ch er O stertradition: ZNW 62 (1971) 232-265; N. Wie-
mino, según el cual Jesús conduce en grupo a
der, The Judean S crolls a n d K araism , London 1962, 1- sus discípulos hacia Jerusalén como al lugar
51, sobre todo 30-48. de su propia consumación, aparece también
probablemente en Mc 11,9 par. Mt 21, 9 (cf.
1. El verbo aparece 20 veces en el NT, de Lc 18, 39): Jesús, después de dejar Galilea,
Ias que 16 corresponden a los Evangelios y marcha a Jerusalén entre un grupo de peregri­
los Hechos, y 4 a Ias Cartas no paulinas. En el nos. Este camino de Jesús hacia el sufrimien-
sentido marcadamente temporal de ir delante, to es, al mismo tiempo, el camino dei Hijo dei
preceder se halla el verbo en 1 Tim 1, 18 (re- hombre hacia la gloria celestial; por eso, este
firiéndose a Ias predicciones proféticas que camino no está sujeto primariamente a Ias le-
con anterioridad se le hicieron a Timoteo, yes terrenas dei espacio y dei tiempo. El Jesús
probablemente con motivo de su vocación); terreno conoce ya su camino hacia la resu-
1129 jtQ o á y c o - jiçopáX X .ü) 1130

rrección; ya puede participar él de Ias miste­ JIQ O aiQ É O ^ai proaireom ai (voz media)
riosas posibilidades de los seres celestiales; elegir para sí, preferir*
cf. Jn 7, 2-13, especialmente el v. 10; Jesús va 2 Cor 9, 7: xa'&cbç jtQof|Qr|TaL tfj xapS ía,
a Jerusalén en la perspectiva de su xaiQÓç co­ «como él se había propuesto en su corazón».
mo exaltación suya en la cruz [cbç] èv XQUJt-
Inversamente, el Resucitado, como ser
celestial y terrenamente invisible para sus dis­ J tQ O a iT ia o ^ a i proaitiaomai acusar ante­
cípulos, va delante de ellos a GaUlea (Mc 14, riormente*
28 par. Mt 26, 32), donde estos le verán en su En Rom 3, 9, seguido de infinitivo con su-
manifestación (Mc 16, 7 par. Mt 28, 7). jeto en acusativo: «Hemos (es decir, he) de­
nunciado anteriormente que...».
Los especialistas vacilan entre dos interpreta-
ciones de Mc 14, 28; 16, 7. Por un lado, una Vi­
sion basada únicamente en la crítica de la redac- m ç o a x o v o ) proakouõ oír anteriorm ente
ción interpreta el viaje de Jesús a Galilea como (acerca de)*
una clave cifrada en favor de la misión entre los
gentiles (Gnilka, E l E v a n g e lio s e g ú n S a n M a r c o s , Col 1, 5; èXjtíôa fiv jtQoijxoiJoaxE, «la es-
282ss; Evans), como una referencia situacional peranza, de la cual habéis oído hablar antes».
por parte de Marcos a la próxima parusía (Marx-
sen, 76ss), o como una referencia general de ca­
racter teológico-existencial (Schreiber, 132). Por n ;9 O a n a g T a v t0 proamartanõ pecar ante­
otro lado, una interpretación «histórica» postula riormente*
tradiciones de visiones (epifanías) galileas de El participio de perfecto en 2 Cor 12, 21 y
conformidad con Mt 28; Jn 21, tan antiguas al 13, 1: JtQOT]paQTT]XÓXEÇ, «los que han peca­
menos como los acontecimientos de Pascua en
Jerusalén (así desde Lohmeyer; cf. von Campen- do anteriormente».
hausen, Stein; nuevo material sobre Galilea =
«país de Damasco» en Wieder) o en competência
mutuamente exclusiva con esos acontecimientos proaulion p o r t a l , z a -
J tQ O a tjX lO V , O l), TÓ
(así especialmente GraB); la interpretación de guán*
Lohmeyer referida a la parusía no ha tenido acep- Mc 14, 68: Pedro s a l ió (v. 66 de l a ->• a u lu f i)
tación. ELÇ t ò JipoaúÀiov (Mt 26, 71: e I ç t ò v JtuXtõ-
va).
Hay que contar con el hecho de que Jesús,
como exorcista carismático, se hallaba -desde
el punto de vista de la historia de Ias religio- TiQOpaívto probainõ ir adelante*
nes- en el âmbito de Ias experiencias pneu­ En sentido propio en Mc 1,19 par. Mt 4, 21
máticas limite, entre cuyos médios de expre- (ngopáç). En sentido figurado en Lc 1, 7.18:
sión se cuentan el misterioso cambio de lugar, èv xatç ripéQaiç; 2, 36: èv r|pÉQatç -KoXkà-
el trato con el mundo celestial y Ias epifanías xig (dícese de una edad avanzada).
dei Maestro glorificado desde el mundo celes­
tial a sus discípulos. Mc 6, 45ss es entonces el
ejemplo de una prueba de los discípulos pre­ n;QopáÀ.>.(0 proballõ em pujar hacia ade­
parada por el Maestro, y 14, 28; 16, 7 son re­ lante; brotar*
ferencias a la victoria sobre la muerte y el dia- Hech 19, 33: 3tQoPaÀ.óvxcov aúxóv, Ale-
blo, lograda ya por el Maestro y comunicable jandro, «a quien ellos (los judios) habían em-
a los discípulos mediante la relación carismá­ pujado hacia adelante». En Lc 21, 30, refi-
tica habida en Galilea entre Maestro y discí­ riéndose a la floración de Ias plantas: «Tan
pulos. pronto como (los árboles) echan brotes» (a
diferencia de Mc 13, 28). Spicq, Notes II,
J.-A. Bühner 743s.
1131 JtQoParixóç - jtQÓPaxov 1132

J lQ o P a tix ó ç , 3 probatikos concemiente a dei pastor (27 veces), 15 de ellas en Ias pala-
Ias ovejas* bras sobre el pastor en Jn 10.
Jn 5, 2: iq JtQo|3auxT| (a saber, la
puerta de Ias ovejas: «En Jerusalén, junto a la 2. Con la imagen de la oveja que ha caído
puerta de Ias ovejas, hay un estanque...»; ->■ en un hoyo y es rescatada en sábado, Jesiís
defiende sus curaciones en sábado (Mt 12,
lls). Se refiere de esta manera a un suceso
cotidiano, bien conocido por sus oyentes.
JlgO ^átlO V , 013, TÓ probation ovejita
Diminutivo de ->■ JtQÓPaxov, «oveja», co­ Las ovejas son el animal más frecuente en Pa­
mo variante textual en Jn 21, 16.17 (B C 565 lestina (cf. Job 1, 3). Por eso, la cria de ganado
pc). ThWNT VI, 688-692. ovino es, junto a la agricultura, la ocupación más
difundida. A esto se debe seguramente que el tér­
mino griego iiQópaxov, que propiamente signifi­
m gópatov, ov, tÓprobaton oveja ca «ganado menor», no aparezca en el NT sino
1. Aparición - 2. Significado propio - 3. ^Título con el significado de oveja.
cristológico? - 4. Sentido figurado.
Los pasajes de Lc 14, 5; 13, 15, donde el
B ibl.: J. Botterweck, H irt u n d H erde im A T un d im
A lte n Orient, en D ie K irche und ihre à m te r u n d Stãn-
animal que hay que salvar es un buey o un as-
de. F e s tg a b e ju r J. Kard. F rings, Koln 1960, 339-352; no, demuestran que Mt 12, 11 no se entiende
R. E. Brown, «O th er S h eep n o t o f th is F old»: The Jo- en sentido figurado. Esto se aplica también a
h a n n in e P ersp ective on C hristian D iversity in the L a ­ Mt 25, 32s (en contra de Preisker-Schulz,
te F irst Century-. JBL 97 (1978) 5-22; J. H. Friedrich,
G o tt im B ru d e r? E in e m e th o d e n k ritisc h e U ntersu-
690s; Jeremias, Parábolas, 109, 250, y otros;
chung vo n R edaktion, Ü b erliefem n g und Traditionen cf. Friedrich, 143ss), donde la certeza de la
i n M t2 5 , 3 1 -4 6 (CThMA/7), Stuttgart 1977, 137-150; separación que va a hacerse al final, se mues-
F. Hahn, D ie H irtenrede in Joh 10, en F S Dinkler, 185- tra por el ejemplo dei quehacer cotidiano dei
200; O. Keel, Tiere a is G efãhrten un d F einde des bibl.
M enschen: Heiliges Land 7 (1979) 51-59; O. Kiefer,
pastor: así como éste, durante el ordeno, man-
D ie H irtenred e (SBS 23), Stuttgart 1967; H. Preisker- tiene separadas a las ovejas de los cameros,
S. Schulz, reQÓPatov, en ThWNT VI, 688-692; I. Sei- así también el Juez mantendrá separados a los
bert, H irt-H erd e-K õ n ig . Z u r H era u sb ild u n g d es Kõ- justos de los injustos (Friedrich, 150). Hay
n ig tu m s in M eso p o ta m ien (SSA 53), Basel 1969; G.
Stein, D a s Tier in d e r B ibel. D e r jü d . M ensch u n d sein
que entender también en sentido literal las
Verhãltnis zu m Tier. Judaica 36 (1980) 14-26, 51-T1\ imágenes de contraste «ovejas / lobos» en Mt
W. Tooley, The S h ep h erd a n d Sheep Im a g e in the Tea- 7, 15 y 10, 16, que contraponen la manera de
ching o f Jesus: NovT 7 (1964-1965) 15-25; R. Tuente, ser pacífica de la oveja a la naturaleza preda-
en DTNTIII, 232s; para más bibliografia, cf. ThWNT
X, 974s, 1244s, 1249. dora dei lobo. Claro está que Mt 10, 16 posee
además rasgos metafóricos, lo mismo que Lc
1. De Ias 39 veces que aparece el término 15, 4.6 par. Mt 18, 12, donde Jtgópaxov se
en el NT, 34 se encuentran en los Evangelios, entiende al principio en sentido literal. Tam-
especialmente en Mateo (11 veces) y Juan poco hay sentido figurado en: Ap 18, 13 y Jn
(19). El término se encuentra también 2 veces 2, 14s. Cuando se habla de ovejas, en la esce-
en Marcos y otras 2 veces en Lucas. En el res­ na de la purificación dei templo en Jn 2, se
to dei NT el término aparece raras veces: se trata con toda seguridad de ovejas destinadas
encuentra una vez en cada uno de los escritos a los sacrifícios. En el NT JtQÓPaxov no apa­
siguientes: Hechos, Romanos, Hebreos, 1 Pe­ rece con este mismo sentido sino en otros dos
dro y Apocalipsis. Predomina el sentido figu­ pasajes: Rom 8, 36 y Hech 8, 32 (que en am­
rado (25 veces), tan sólo 13 veces se usa el bas ocasiones son citas de la LXX: Sal 43, 23;
término en sentido propio, una vez como ima- Is 53, 7s). Lo mismo que en la LXX, el NT
gen de la muerte de Jesus. Con frecuencia suele emplear en otras ocasiones, con este
JtQÓPatov aparece en relación con la imagen mismo sentido, el término à[j,vóç.
1133 j tg ó p a x o v 1134

3. Es verdad que en Hech 8, 32, en la cita como imagen de la amenaza que se cieme
(—>- 2), a Jesús se le designa como la «oveja sobre la comunidad dispersa. La misma ima­
destinada al matadero». En el NT, este signi­ gen se encuentra en Mc 14, 27 par. Mt 26, 31,
ficado aparece únicamente en este lugar, don­ donde se hace patente la conexión de la ima­
de JtQÓPatov se haUa en paralelismo sintéti­ gen de las ovejas con la del pastor, lo mismo
co con àpvóç. En ningún otro pasaje más que que en Mc 6, 34 par. Mt 9, 36, donde hay una
aqui y en Heb 13,20 está indicada la cuestión simple comparación. En los demás pasajes
acerca dei empleo cristológico dei término (la Mateo, al emplear el término jtpópaxov,
cosa es diferente con àpvóç [2]). Ahora piensa más en el pueblo de Israel (10, 6; 15,
bien, en ambos pasajes irpóflaxov no se em- 24).
plea como título, sino que no pasa de ser una La Carta primera de Pedro enlaza con la
imagen. imagen de las ovejas dispersas: en 2, 25 -en
el marco de las citas de Isaías—cita a Is 53, 5,
4. En vários pasajes no es fácil decidir si la imagen de las ovejas descarriadas, que aho­
hay sentido literal o sentido figurado. En el ra se han vuelto a Dios, el Pastor.
AT, «pastor» es título de reyes y se aplica es­ Por el contrario, es cristológica la grandio­
pecialmente a Dios; de ahí que jrpópaxov se sa imagen del buen pastor y de las ovejas en
aplique como imagen al pueblo o a Ias perso- Jn 10, que hace ver claramente la íntima rela-
nas que necesitan ser dirigidas. ción que hay entre las ovejas y su pastor (vv.
l-4.7s.ll-13.15s.26s). Las ovejas son los que
La designación del rey como «pastor» la en­ pertenecen a Jesús, «sus ovejas» (v. 3), que le
contramos también a menudo fuera de la Biblia pertenecen (v. 4) y que, por tanto, no se en-
(cf. Seibert, Iss; Botterweck, 348ss; Friedrich, cuentran ya dispersas, sino congregadas «en
146; -> jtoipfiv). Sobre todo a Dios se le designa
como Pastor, cf. Sal 23, 1; Is 40, 11; Ez 34, 12ss
el redil» y protegidas por el pastor; son «los
y passim. Las «ovejas» son entonces el pueblo (2 suyos». Esta comunidad suya el Resucitado
Sam 24, 17), el pueblo de Dios (Sal 74, 1) o los se la confia a Simón Pedro en el llamamiento
seres humanos que necesitan que otro los guie que le hace (Jn 21, 16s) para que cuide fiel­
(cf. también Epicteto, Diss III, 22, 35). La tarea mente de esa comunidad (en el v. 15, en la
del pastor con su rebano consiste principalmente primera exhortación dirigida a Pedro, se em-
en preocuparse de los animales que le han sido plea el término àpvíov [-» àpvóç 3]). Pero en
confiados, en reunir a los dispersos, protegerlos
de todos los peligros, rechazar los ataques de las ambas ocasiones lo decisivo es la «imagen del
fieras y cuidarse de los más débiles. pastor, no la imagen de las ovejas.
En todos estos textos, que describen la ima­
Por eso, no se puede decidir con entera se- gen del pastor y del rebano, de la dispersión y
guridad si no habrá también resonancias me­ de la reunión, esta imagen «expresa con vigor
tafóricas en Lc 15, 4.6 par. Mt 18, 12 (en con­ la idea de confianza, responsabilidad y cohe-
tra de Tuente, 232s), tal como se reconocieron sión» (N. Brox, La primera Carta de Pedro,
con posterioridad por la armonización con Jn Salamanca 1994, 188), tal como nos resulta
10, aunque la parábola expresaba original­ especialmente familiar por el salmo 23. La
mente (como Lc 15, 8ss) el gozo de Dios por oveja, sin el pastor, está perdida (Mc 6, 34
el pecador arrepentido (en Lucas) o la exhor- par.; Mt 12, lls), necesita protección (Lc 15,
tación que «llama a los jefes de la comunidad 4 ;M t7 ,1 5 ;M tl8 ,12 par.; Jn 20,11-12) y es­
a una fidelidad de pastor frente a los apósta­ tar de nuevo en el rebano (Mc 14, 27 par.; Jn
tas» (en Mateo: Jeremias, Parábolas, 50). 10, 26s). Pero lo peculiar de los textos del NT
También en Mt 10, 16, donde el contraste en­ es la cohesión supraindividual de las ovejas
tre las ovejas y los lobos hace que se emplee reunidas (especialmente Jn 21, 16s; 1 Pe 2,
esta imagen, se piensa ya en la comunidad de 25; Jn 10).
los discípulos, y irpó^axov se usa, por tanto. J. H. Friedrich
1135 jieoPipáÇco- jiQoyivróojicD 1136

JlQ o P lp áÇ to probibazõ im pulsar hacia En Hech 26, 5 se habla dei conocimiento


adelante, instigar* prévio que tienen los hombres; Pablo, en su
Mt 14, 8: «ellafue instigada por su madre» defensa ante Agripa y Festo (25, 23-26, 32),
(diferente de Mc 6, 24). Spicq, Notes II, 745. se refiere brevemente a su propia vida (vv.
4s), porque ellos le conocen desde el princi­
pio (v. 4b) y pueden testificar la veracidad de
JtQOpÀ^éjcOfiai problepomai (voz media) su declaración, puesto que ya desde antes (ob-
prever* sérvese el refuerzo dei verbo por medio de
Heb 11, 40: Dios «ha previsto/ha pensado ávwdev) conocían la vida de Pablo (cf. 22,
algo mejor para nosotros». 3).
1 Pe 1, 20 se refiere a Cristo en un enuncia­
J t ç o y í v o ^ a i proginomai suceder antes* do que se deriva de una tradición más antigua,
Rom 3, 25: «porque Dios, con su paciência, y acentúa que él fue conocido anteriormente
pasó por alto los pecados cometidos anterior­ (por Dios, obsérvese la voz pasiva), antes de
mente». ->■õixaiooúvq 4. la fundación dei mundo (cf. 2 Tim 1, 9s; Tit 1,
2s); este conocimiento prévio no es un saber
que no tome interés alguno, sino un «querer
JlQOyiVftMTXtO proginõskõ conocer antici- creador» (SchelMe, 50 nota 3). También los
padamente, saber de antemano* creyentes saben de antemano que les amenaza
JtQÓyvcoaiç, ecoç, f] prognõsis conocimien- el peligro de ser arrastrados por el engano de
to prévio, presciencia* los impíos y de perder su sólida firmeza: 2 Pe
B ibl.: R. Bultmann, neoyivtóaJto) xtX., en ThWNT 3, 17.
I, 715s; P. Jacobs-H. Krienke, jtQOYWtóaxco, en
DTNT III, 428s; K. H. Schelkle, D ie P e tru sb riefe 2. El sustantivo, que en Jdt 9, 6 designa el
(HThK), Freiburg i. Br. ^1970, 20-25; J. Schmid, Vor-
seh u n g I. S ch rift u n d Umwelt, en LThK X, 885-887; S. conocimiento divino predestinador, expresa
Schulz, G ottes Vorsehung b ei Lukas: ZNW 54 (1963) en Hech 2, 23 el conocimiento prévio, la pres­
104-116; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1024s. ciencia de Dios; se define más concretamente
como el firme decreto de Dios, según el cual
1. En el NT, este verbo compuesto de los israelitas (v. 22) clavaron (en la cruz) y
vcóoRO) expresa primeramente el conocimien- dieron muerte a Jesús de Nazaret (cf. Lc 24,
to prévio que Dios tiene o la presciencia divi­ 268.44-49; Hech 3, 18; 13, 27; 26, 23). La
na, en lo cual se escucha siempre la idea de Ia presciencia de Dios, que se fundamenta en su
elección. Rom 8, 29, en el contexto dei tema propio decreto (->■ pouX.r|), revela a los israe­
«la vida en el Espíritu como posición en la es- litas como los verdaderos culpables de la
peranza» (8, 18-30), acentúa que el cristiano muerte de Jesús, mientras que los ãvopot, los
vive en la conciencia de que para aquellos romanos paganos, «no son más que instru­
que, según el conocimiento prévio (la pres­ mentos» y quedan disculpados (E. Haenchen,
ciencia divina), están llamados a ser hechos Die Apostelgeschichte^ [KEK], 182).E nlain-
conforme a la imagen de su Hijo, todas Ias co­ troducción de la Carta primera de Pedro (1,
sas contribuyen para su bien. «Este ‘conocer’ 1), a los destinatários se los llama escogidos
incluye según Pablo un reconocimiento y según la presciencia de Dios (v. 2). La elec­
apropiación...» (H. Schlier, Der Rõmerbrief ción se fundamenta en el decreto de Dios; de
[HThK], 272). La misma idea aparece en ahí nace la obligación que el escogido tiene
Rom 11, 2; Dios no ha rechazado para siem­ de responder, una respuesta que se realiza
pre a Israel (v. 2a: a su pueblo), porque le co- principalmente en la obediência (v. 2b);
noció de antemano (v. 2b), es decir, Dios re- ÚJtaxof| 6.
conoció desde el principio a Israel y lo acep-
tó como su pueblo. A. Sand
1137 Itg Ó Y V ÍO O lÇ - J tg O Ô Ó T T ]5 1138

:jtQÓY'V(i)aiÇ, £COÇ, prognõsis conoci- ficado de jtQOYQáqxo que aparece frecuente-


miento prévio, presciencia mente: «proclamar públicaraente» (cf. Esqui­
JTQOYIVÍÜOXCÜ (2). nes II, 60s; Plutarco, Cam. 11; 1 Mac 10, 36;
Josefo, Ant X, 254; cf. Liddell-Scott, í.v. II,
1). En este caso, la frase se refiere a la procla-
JtQÓYOVOç, 2 progonos nacido anterior- mación pública dei Cristo cracificado ante los
mente; antepasado, abuelo* gálatas por medio dei mensaje de Pablo: «el
El sustantivo oí jiqóyovol, los antepasa- c u a l^ e presentado ante vuestros ojos con to­
dos, aparece en Ias Pastorales. En 1 Tim 5, 4 da notoriedad / claridad». En favor de esta úl­
se habla de la gratitud contidiana que se debe tima traducción habla el hecho de que Pablo
a los mayores (que todavia viveu): a los pa­ dificilmente estaria interesado en una «repre-
dres y a los abuelos. 2 Tim 1, 3; «desde los sentación gráfica» de los sufrimientos dei
antepasados». Crucificado, sino únicamente en la validez e
indiscutible notoriedad pública de su mensaje
acerca de la cruz, un mensaje dei que los gála­
TtQOYQCtqxo prographõ escribir previa­ tas se dejaban apartar por un incomprensible
mente / antes, tomar nota, inscribir públi­ «hechizo» (-^ paoxaívo)); cf. también espe­
camente* cialmente ThWNT 1,771s; H. Schlier, La Car­
El verbo aparece 4 veces. El significado li­ ta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco.
terário se encuentra en Ef 3, 3 (xafttbç JtQoé-
Yparj^a èv «como os [lo] escribí antes H. Balz
con brevedad»), refiriéndose a enunciados an­
teriores de la misma carta (cf., por ejemplo, 1, JIQÓôt]ÀOÇ, 2 prodêlos muy evidente o
9ss; 2, llss; dificilmente será una alusión dei manifiesto, conocido por todos*
autor pseudoepigráfico de Efesios a Ias Cartas 1 Tim 5,24,25 refiriéndose a pecados mani-
paulinas que él tiene a la vista, cf. M. Dibe- fiestos (v. 24) y a actos buenos manifiestos
lius-H. Greeven, An die Epheser [HNT], sub (entre los hombres) (v. 25), por contraste con
loco; cf., además, en general Herm [v] 4, 3, 6; los que (de momento) están ocultos, pero que
IgnMagn 6, 1; PapPetrie 111, 179; ÀgU 1107, se manifiestcirán igualmente en el juicio de
30); en voz pasiva en Rom 15, 4 (Soa j a ç Dios. Heb 7, 14 : j iq ó ô t ià ,o v (a saber, è o t í v ) ,
JtQOEYQácpTi, «en efecto, lo que se ha escrito «es sabido de todos que / es evidente que».
antes / l o que se ha dicho anteriormente en la
Escritura»; B lat tienen únicamente el simple
eYpácpq) como referencia a la «instrucción» 7CQOÔÍô(0[il prodidõm i dar prim ero, dar
dada por la Escritura (concretamente el Sal con anterioridad*
69,10). En Jds 4 (ol JtáXai jtQOYeYQappévoi Rom 11, 35 (cf. Is 40, 13s; Job 41, 2s): tíç
jtQoéôcoxEV a Ú T^ ;, «^quién le ha dado a él
Eiç TÒ XQÍpa) aparece el significado especial
de tomar nota / inscribir en listas / predeter­ (a Dios) primero, para que (Dios) se lo tenga
minar (cf. Josefo, Ant XI, 283; Luciano, Tim. que pagar?»; en la LXX Is 40, 14 Sin* A C
51; Plutarco, Brut. 27; cf. sobre este punto penetro probablemente como v.l. procedente
Hen [et] 81, 4; 106, 19; ApBar [sir] 24, 1). de Rom 11, 35. - El significado de «traicio-
En Gál 3, 1 oíç x a t ’ ôqjüaX.ponç Ttiooüç nar, entregar» aparece en Mc 14, 10 D (en vez
de JtaQaôíômpí) y también en MartPol 6, Is;
X pioTÒç jrQoeYpácpT] èoTauQOopévoç puede
traducirse de dos maneras. La primera se basa Herm (v) 2, 2, 2.
en el significado de «dibujar / pintar», atesti-
guado para el verbo simple YQátpco: ante cu- jlQOÔÓTifÇ, ov, ó prodotês traidor*
yos ojos Jesucristo^e representado como el En Lc 6, 16 dicese de Toúôaç (6) To-
Crucificado». La segunda se basa en un signi­ xagunfi, «que llegó a ser traidor (ôç I yéveto
1139 JtQOÔÓTTiç - jtQoeiiaYY6^íÇo|xaL 1140

jtQOÔóxTiç)»; Hech 7, 52: otQOÔóxai junto a salvación se prometiera de antemano (jtpoE-


q)OVEiç. En un catálogo de vidos en 2 Tim 3,4. JtTiYY^t^ctto) por medio de sus profetas (->-
zn a y’^zkia 2.4); en voz pasiva en 2 Cor 9, 5:
f] JtQOEJXtiYYe^pÉVTi EuXoYÍa, «el don de ben-
Jtç ó ô ^ o jfio ç , 2 prodromos el que corre
dición anunciado de antemano (por la comu-
delante; en sentido sustantivado: precur­
nidad)» (se refiere a la colecta realizada en
sor*
Corinto). ThWNT II, 582s.
Según Heb 6, 20, Jesus, en favor de la co-
munidad, «entró como precursor» en el lugar
santísimo situado tras el velo (5n;ou jiqóôqo- JlQOÉQXOfJtt*' proerchomai ir delante, ir
[ioç újièQ f|(xã)v EÍ0fí?c&£v 1 t]ooüç); acerca más lejos, llegar antes*
dei enunciado cf. también Jn 14, 2s y el em- En el NT el verbo aparece 9 veces, 5 de
pleo de -> àpxTiYÓç (2) en Heb 2, 10; 12, 2. ellas en los Evangelios sinópticos y 3 en He-
En otros lugares jxpóôpoqoç se usa para refe- chos. JTQ08Qyo[tai [íixqóv, «ir un poco más
rirse a los finitos tempraneros (Núm 13, 21; Is adelante», Mc 14, 35 par. Mt 26, 39; Jtpoég-
28, 4) o, en sentido militar, se aplica a la yopai Qtipqv píav, «seguir adelante por una
avanzadilla o a la patrulla de reconocimiento calle», Hech 12, 10; llegar antes, adelantar,
(Sab 12, 8; Polibio XII, 20, 7). Mc 6, 33 (con acusativo: aòxoúç); adelantar-
se, Hech 20, 5 (en sentido absoluto); 2 Cor 9,
jlQOEÍôov proeidon ver con anterioridad 5 (eíç f)[iãç); ir por delante (èn:i xò jtXotov),
Aoristo segundo de -> KQOOQám. Hech 20, 13. El significado de ir delante, pre­
ceder se encuentra en Lc 1, 17 (JXQOÉQXOP-Wt
èvcómov auxoü, dícese de Juan como el «pre­
JI0OEÍ31OV proeipon predecir cursor» de Dios o de Jesús, cf. Mal 3, 1) y en
Aoristo segundo de -»• itQoXÉYCO. 22, 47 (con acusativo: auxoúç) refiriéndose a
Judas que iba delante dei grupo de gente.
JIQOEÀíTIlÇo) proelpizõ esperar anticipada-
mente
T C Q O E toi^á^u proetoim azõ preparar de
-> èX,Jtíç ( 1.2).
antemano, determinar de antemano*
En el NT el verbo se refiere únicamente a la
Jt0OEV«Q5(O^,C[l proenarchom ai comen- acción de Dios; en Rom 9, 23 dícese de la
zar antes, comenzar más temprano predestinación a la gloria (jtpoExoipá^ca eIç
En 2 Cor 8, 6 dícese de Tito: xa-ôcbç itpoe- ôó^av, lo opuesto: staxTiqxiopéva eiç àjtcó-
vriQ^ato onxtüç x,al ejuxeM oti, «así como él Xsiav, V . 22), que se aplica a los «vasos de su
ha comenzado ya antes (en Corinto [dificil­ misericórdia» ( ^ oxEüoç); en Ef 2, 10 dícese
mente; en Macedonia] con la colecta), así de la predestinación o preparación de los cre-
ahora la lleve a cabo (entre vosotros)»; 8, 10: yentes «para buenas obras» (en paralelo con
oÍTiveç... n;QoevT)Q^ao'de àiiò iiéQUOi, «que 'ítxiodévXEç), «para que anduviéramos en
vosotros comenzasteis hace un ano» (cf. el v. ellas» (oíç JtQOTixoípaoEV ó (Ieóç, tva...). ->
11: vuvi... èjtixeX,éaaxe, cf. ibid. iq jtQo^u- £Xoipát,m 3.
pía... xò EJuxEX,É0ai).
3tQOEDaYY*^^^ÇoM'**l' proeuaggelizom ai
jlçoEníaY Y ^^^oi^tti proepaggellomai (ha- proclamar de antemano el mensaje de
cer) prometer de antemano, (hacer) anun­ salvación*
ciar de antemano* Según Gál 3, 8, la Escritura «proclamo an-
En Rom 1, 2, el verbo (en voz media) se ticipadamente a Abrahán el mensaje de salva­
predica de Dios, que hizo que el mensaje de ción», haciendo que él se convirtiera en ben-
1141 jtQoexjaYYE^lÇoM-®'- ~ JipóHeoiç 1142

dición para los gentiles (cf. Gén 12, 3; 18, 8); jlQ Ó d eaiç, EMÇ, 11 prothesis ofrenda, pre-
cf. además Rom 4 , 13ss; Gál 3 , 15ss; -> ÈKay- sentación; intención, decisión*
yekía 4.a.b; etiaYYÉXiov 5. ThWNT II, En el NT el término aparece 12 veces. De
735. los «panes de la ofrenda», recogiéndose la ex-
presión de 3 Re 21, 7, se habla en Mc 2, 26
par. Mt 12, 4 / Lc 6, 4 con la frase áQXOi xfjç
n;goÉx»> proechõ estar en mejor posición, JtQO^&Éoecoç (literalmente, «panes de la pre-
tener ventaja, sobrepujar; en voz media: sentación»; en hebreo, lehem hapãntm, cf.
m antener delante de sí (como protec- Lev 24, 5-9; -* ãpxoç 4); en Heb 9, 2 se men­
ción), sdegar como pretexto* ciona la «presentación / exposición de los do­
En el NT el verbo aparece únicamente en ce panes» ('q nipó^EOiç xrôv àQxmv) junto al
Rom 3, 9 en la frase (considerada como lectio candelabro (de oro) y a la mesa (de oro) (se-
dijficilior) jtQOEXÓjiE'9'a; ou JtávxcüÇ. El sig­ gún Ex 25, 23ss; 37, lOss; Lev 24, 5ss) en el
nificado de voz media, atestiguado en el grie- inventario que se hace dei «tabemáculo exte­
go no bíblico, de «alegar como pretexto, pre­ rior», situado delante dei velo, es decir, el
textar como defensa» (Hen [et] 99, 3; Tucídi- «lugar santo», una descripción en la que falta,
des I, 140, 4) no corresponde al contexto y
desde luego, el altar dei incienso.
exigiría, además, un acusativo como objeto de
En los demás casos, jxqó^ eoiç significa in­
la acción verbal. Como la traducción en voz
tención, decisión-, JtQÓ'9'eaiç xfjç rtapôíaç,
pasiva («^somos nosotros [los judios] sobre-
«propósito dei corazón», Hech 11, 23; xfjç
pasados?») no tiene tampoco sentido, el verbo
jxQoB-Éoecoç rcexQaxqxévai, «haber logrado
habrá de entenderse en voz media con el sig­
el propósito / la intención», 27, 13; dícese dei
nificado de voz activa (intransitiva): «^Tene-
propósito en el sentido de la actitud y los sen-
mos nosotros alguna ventaja! jEn absoluto!»
timientos de «Pablo» en 2 Tim 3, 10 (junto a
(cf. 3, 1; cf. también la v.l. JtponaxéxopEV
JtEQLOOÓv en D* G latt y otros; Vg. praecelli-
ôiôaaxaX ía, àY(0Y'n> rttoxiç, paxgoUup.ta,
etc.).
mus eos?\ sobre la altemancia entre la voz ac­
tiva y la voz media en el NT cf. BlaG-Debrun- x ax à n;QÓ§Eoiv en Rom 8, 38 se refiere al
ner § 316. Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; ThWNT propósito / decreto de Dios en el sentido de
VI, 692s; U. Wilckens, La Carta a los Roma­ una decisión salvífica de Dios que es anterior
nos I, Salamanca “1997, sobre 3, 9. y está más allá de la historia (cf. en hebreo
‘êsâ en Is 5, 19; 14, 26; 25, 1 [plural]; IQS 2,
22s; 3, 6 y passim\ sin embargo, en la LXX
J lç o ilY é o f ia i proêgeom ai preceder, so- este término no se traduce por 3tQÓ'&EaLÇ, sino
brepasar, adelantarse* por expresiones de la raiz |3ouL-). ( tcqo- apa­
El verbo compuesto aparece en Rom 12, 10 rece 4 veces en Rom 8, 28-30; cf. también 9,
en sentido transitivo: xfj xi[xf] aXkf|kouç 11; 1 Cor 8, 3; cf. H. R. Balz, Heüsvertrauen
rcQOTiYOÚpEvot. La traducción más probable und Welterfahrung [BEvTh 59], München
es la que se asemeja en cuanto al sentido a Flp 1971, 107s con la nota 231 [bibl.]; de manera
2, 3: «En lo que respecta a la honra, cada uno parecida Ef 1, 11 (4 veces Jtgo- en los vv. 9-
considere al otro como superior (a él mis- 12); 3, 11: x ax à jtQÓÜEaiv xc&v aícóvcov, se-
mo)». Si se prefiere el significado propio dei gún su eterno decreto (de salvación)»; 2 Tim
verbo compuesto, entonces podría traducirse 1, 9: x ax à tôíav jigo-deoiv x a l X“ Qiv, «se-
(a tenor de la traducción que ofrecen Ias ver- gún su propio / libre decreto y su grada» (es
siones latina, siríaca y armênia): «En cuanto a decir, no según nuestras obras»); en Rom 9,
mostrar honor, adelantaos unos a otros». 11 se dice: q x ax ’ ExLoyqv jxgófleaLÇ xoü
Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-Debrunner § ■&eoü, «el decreto de Dios que consiste en la
150 con la nota 1. elección». Por tanto, se trata siempre de la li-
1143 jiQÓ^eaiç- JiQoôiJUíüç 1144

bre y primordial decisión salvífica de Dios. lecta se realiza en honor dei Senor y como de-
ThWNT V n i, 165-168; DTNT III, 432s; U. mostración de su propio ceio, y, por tanto, Pa-
Wilckens, La Carta a los Romanos II, Sala- blo sitúa su propia jtgo'&n[xía junto a la de los
manca 1992, sobre 8, 28. corintios. ThWNT VI, 697-700; Spicq, Notes
II, 746-751.
H. Balz

TIQodea^ía, aç, q prothesmia día prede­ 2 prothymos dispuesto, deseo-


terminado, tiempo fijado* so, ansioso*
En el NT el adjetivo sustantivado (se sobre- En Mc 14, 38 par. Mt 26, 41 en Ias palabras
entiende: fipéça) aparece únicamente en Gál dirigidas a Pedro y a los discípulos en Getse-
4, 2 para referirse a que un heredero que toda­ maní: «El espíritu está dispuesto / deseoso
via es menor de edad, queda bajo un tutor (xò pèv jtveõpa Jtpó^npov), pero la carne es
«hasta el tiempo fijado por el padre» (ãxOL débil (ctoflevqç)». Si o á p l caracteriza aqui a
Ttjç irgoUeofiíaç xon Ttaxpóç). jtQoHeapía la debilidad fundamental dei hombre, Jtvenpa
es un tecnicismo dei derecho helenístico so­ designa su buena disposición para con Dios,
bre la tutela, que prevê una fecha fijada por el la cual, no obstante, sin la propia acción («ve­
padre para poner fin a la tutela (cf. H. Schlier, lar») y el apoyo por parte de Dios («orar»), no
La Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub es capaz de nada; cf. W. Schmithals, Das
loco). Sin embargo, Pablo no desarrolla de Evangeliun nach Markus II (ÔTK), 638-640
manera congruente la comparación (cf. 4, 3- (el dualismo antropológico se halla excesiva-
7), que -e n sentido estricto- presupone el fa- mente acentuado en el ThWNT VI, 695s; se
Ilecimiento dei padre (4, 1). Pablo pretende trata de una sentencia didáctica, que no puede
Únicamente mostrar que Dios ha puesto fin a explicarse plenamente ni a base dei Sal 51, 14
la actual esclavización (v. 3) de los herederos ni tampoco por la antítesis entre la carne y el
(de la promesa) bajo el dominio de los espíritu en Qumrán o en Pablo [en los Evan-
axoixeta xoü xóofxon (v. 5). gelios sinópticos aparece únicamente en este
lugar], sino que se aproxima más bien a enun­
ciados como los que se leen en Rom 7, 15.
TCQO-^^ía, aç, 1^ prothymia disposición, 22s; 1 Pe 2, 11; su mención literal en Polic 7,
buena voluntad, ceio* 2 hace pensar en el lenguaje de Ias obras de
En el NT el término aparece 5 veces. Con piedad y edificación; cf. también J. Gnilka, El
excepción de Hech 17, 11, se encuentra úni­ Evangelio según San Marcos II, Salamanca
camente en 2 Cor 8s. Hech 17,11: p,exà JtQO- 1986, 306s. En Rom 1, 15 3TQÓ'&npoç se usa
•bn^íaç, «con ceio» (sobre la expresión, cf. en sentido sustantivado: xò wax’ èp.è JtQÓftn-
Filón, Abr 246; 1 Ciem 33, 1). En relación pov (v.l. -poç [adjetivo]), «así que en cuanto
con la colecta, Pablo acentúa la disposición / a mi (hay) disposición / interés» (sobre xax’
la buena voluntad de los corintios: jtQob-Ofría èpé como circunlocución dei genitivo, cf.
xon ftéXeiv, «.disposición de la voluntad» (a x ax á 4.d; cf. BlaB-Debrunner § 224,1 con la
Ia que debe corresponder la ejecución de la nota 3; cf. además § 263 nota 5). ThWNT VI,
ofrenda según Ias «posibilidades» de ellos, 2 694-697; Spicq, Notes II, 746-751.
Cor 8, 11); según 8, 12 la rtQO'&upí.a incluye
también la acción, en concreto, la preparación
y la reunión dei dinero de la colecta (et yàg f| T c ç o ^ ^ c o ç prothymos (adv.) de buena ga­
jtQO^ojftía JtQÓxeixai); en 9 ,2 Pablo alaba la na, de buena voluntad*
jiQofhjixía de la comunidad, mientras que se­ 1 Pe 5, 2: pT]ôÈ alaxQ O xeQ ôrôç akLà jcqo -
gún 8, 19 (jtQÒç xqv... jtQO'&u[iíctv qp-mv) él '0'úpcoç, «no por afán de sórdidas ganancias,
ve que su propia labor en este asunto de la co- sino de buena gana / con ânimo generoso».
1145 jtgollúlicoç - jigoxaXéü) 1146

Dícese de la tarea verdaderamente pastoral de sa (xaXcáç jtQOÍOTíjpt / jiQ o ío ta p ai to n


los presbíteros (en paralelo con p,T) òyaynaa- lôíou oíxou»; los hijos se mencionan expre-
Trôç áXká éxoDOÍüJç, pero yendo aún más samente en 3, 12 (xéxvcov... jtal tcõv íôícov
allá de esta antítesis dei v. 2a; cf. L. Goppelt, ommv). Esto desempefla un papel importante
Der erste Petrusbrief [KEK], sub loco, quien en el «catálogo de virtudes» de los èjtíoxojroí
también senala que, en el âmbito helenístico, (3, Iss) y de los ôiÓJtovoi (3, 8ss; no hay pa­
puede expresarse por medio de JtQoHúpcoç la ralelos en la LXX, pero sí especialmente en la
cualidad que se exige a los dignatarios, cf. literatura griega; Sófocles, Ant 661s; Plutar-
SIG I, 493, 10; OGIS II, 737, 9; Spicq, Notes co, Lyc. 19; cf. además M. Dibelius-H. Con-
n , 750s). zelmann, Die Pastoralbriefe [HNT], sobre 1
Tim 3 ,4s; N. Brox, Cartas Pastorales, Barce­
lona 1974, sub loco; H. Almquist, Plutarch
JtgÓíflOÇ, 2 prdimos temprano; en sentido und das NT, Uppsala 1946, 125; cf. también
sustantivado: cosas tempranas, fruto tem- Polic 11, 2); de manera parecida (en sentido
pranero, primeras lluvias* absoluto) se habla dei ministério de dirección
En Sant 5, 7 aparece, en sentido sustantiva­ de los i r g E o p Ú T e g o i (xaXcõç J tQ o e o T c õ x E ç )
do, jtpóípov junto a õijiipov. Los manuscri­ en 1 Tim 5, 17; cf. Herm (v) 2, 4, 3.
tos completan la expresión con xagjtóç (Sin Pablo usa iguahnente el verbo en sentido
y otros) o úe-cóç (A P W Koiné), Según 5, 7a absoluto: ó JtQoXotápevoç e v ajtouôfj (Rom
(âKÒéxEXOti TÒV... xaQTCÓv) y la expresión 12, 8), que puede traducirse de dos maneras:
Ecoç Xápp (v. 7b), podría pensarse en Ias pri- «El que tenga un ministério de dirección, de-
meras lluvias (o lluvias de otono; cf. LXX Dt sempénelo con ceio»; o bien (con arreglo al
11, 14; J1 2, 23; Jer 5, 24; también 4 Esd 8, participio paralelo ó pexaôiôoúç / ó èXeóõv):
42). La paciente y confiada actitud de espera «El que practique la asistencia...»; posible-
dei labrador, que aguarda el fruto de la tiena, mente haya también un doble significado en 1
la cual recibe (periodicamente de Dios) «Ias Tes 5, 12: oi xojticüvxEÇ èv úplv x a l jtQoCo-
primeras lluvias y Ias tardias», es imagen de xápEVOi npcõv... x a l v o u ^ e x o ü v x e ç úpãç,
la perseverancia confiada que aguarda hasta «...los que (mediante tareas de dirección) se
la parusía dei Senor. Sobre la forma de los tér­ cuidan de vosotros...»; el orden de sucesión
minos, cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v . ; BlaB-De- de los verbos muestra que todavia no se pien-
brunner § 35 nota 1; -> õrlJipoç. sa en un ministério propiamente tal de «supe­
rintendentes»; ->■ JtQEorpúxEQoç 3.b; ejtío-
xojtoç 2; cf. también Dibelius-Conzelmann,
JtQOÜVÓç, 2 prdinos temprano, matutino Die Pastoralbriefe, excursus sobre 1 Tim 3,7.
Como v.l. en Ap 2, 28 A 046; 22, 16 A en Los significados de aplicarse con diligencia a
vez de -> itQCüivóç. (ngoíoxaoH ai xaXõiv eqy®v) aparece en Tit
3, 8.14. Bauer, Wõrterbuch, í . v.; ThAVNT VI,
700-703; DTNT I, 122s y 125s.
7 tQ O iatt]^ i proístêmi estar al frente, ocu-
parse de, aplicarse a*
El verbo aparece 8 veces en el NT (siempre
en sentido intransitivo), seis de ellas en Ias }lQOXaÀ.£(0 prokaleõ llamar; en voz m e­
Pastorales. En el significado de estar al frente dia; provocar, desafiar*
/ dirigir se escucha siempre el significado de En voz media en Gál 5,26: àX,X,f|X,o'uç j i q o -
preocuparse de / cuidarse de, entre la voz me­ xaÀoú(iEVoi, «provocándoos unos a otros»
dia y la voz activa (intransitiva) (1 Tim 3, 5; (junto a X E v ó ô o ^ o i , c p D o v o n v x E ç ) en sentido
5, 17) no hay ninguna diferencia de significa­ hostil, cf. Luciano, Conv. 20; en sentido neu­
do: «dirigir / ocuparse (bien) de su propia ca­ tro en 2 Mac 8, 11.
1147 TíQOKaxayyéXku) - jiq o x ó jt t c o 1148

jtçoitaTaYYÉXÍtM prokataggellõ procla­ Jds 7: J iQ Ó X E ip a i ô e l Y l t a , «estar a la vista


mar con anterioridad, anunciar anticipa- c o m o e je m p lo » .
damente, prometer*
En Hech 3, 18 dícese que Dios anunció de JIQOXIIQXIOOO) prokêryssõ pregonar públi­
antemano (jiQOjtatfiYYEiXev) por boca de to­ camente / en voz alta, proclamar de ante­
dos los profetas los padecimientos de Cristo; mano*
en 7, 52 se habla de los profetas como jtQo- En Hech 13, 24 dícese de Juan el Bautista,
xaxaYYeíX,avxeç. ->■•KaxayyéXko) 2. quien, «antes de la manifestación de Jesús en
público» (jtgò JtgoacóJton xfíç eIoóôou an-
xoõ), proclamo de antemano (posiblemente
mQOKaTaQTÍÇo) prokatartizõ preparar
también: «pregonó públicamente») el bautis-
con anterioridad / tener a punto*
mo de arrepentimiento; a propósito de la pri-
2 Cor 9, 5; «para que tuvieran a punto
mera traduceión propuesta, cf. Josefo, Ant X,
vuestro don de bendición anunciado con ante­
79; Polic 6, 3.
rioridad» (Iva... JTQOxaxaQxíamoriv xf)v jtqo-
ejtTiYYEXpÉvqv eíiXoYÍctv ■õpcõv)».
JtQOXOJttj, íjç , ■q prokopè progreso, ade-
lanto
JtQÓXEl^ai prokeimai estar delante, estar - > T C Q O X Ó ltX C O

a la vista, ser inminente*


En el NT el verbo aparece 5 veces, tres de JlgoXÓJITW prokoptõ avanzar, progresar*
ellas en Hebreos. 2 Cor 8, 12: sl f| jtpo'&upía TcgoxoJtf|, fjç, f| prokopê progreso, adelan-
JtQÓxeixai, «cuando existe la buena disposi- to*
ción». - Heb 6, 18: f| JtgoxEipévTi èXitíç, «la
1. Aparición en el NT - 2. Sigmficado - 3. En len-
esperanza que se halla ante nosotros»', 12, 1: guaje coloquial - 4. Como ténninos específicos de la
ó JtQOXEÍpevoç f|ptv àycóv, «el certamen que instrucción y ensenanza*
(todavia) está por delante / se halla ante no­
sotros» (cf. 1 Cor 9, 24ss; Flp 1, 30; 2, 16; 2 B ibl.: Spicq, N o tes n, 725-755; G. Stãhlin, Jtpoxo-
3tT| xtX., en ThWNT VI, 703-719; para más bibliogra­
Tim 4, 7; Josefo, Ant XIX, 92; cf. especial­ fia, cf. ThWNT X, 1249.
mente O. Michel, Der Brief an die Hebrãer^
[KEK], sub loco). 1. De los 9 testimonios que hay en el NT (el
En Heb 12, 2 àvxl xfjç jtQoxeipévqç anxrô verbo aparece 6 veces; Gál 1,14; Rom 13, 12;
XOiQãç, teniendo en cuenta el contexto, no 2 Tim 2, 16; 3, 9.13; Lc 2, 52; el sustantivo, 3
puede referirse sino al «gozo» de la exaltación veces; Flp 1, 12.25; 1 Tim 4, 15), cuatro co-
(v. 2c) que Dios hizo ver en perspectiva a rresponden a Ias Pastorales.
Cristo, y, por tanto, en conexión con el v. 1,
significa la úttopovfi de Cristo, quien, «por el 2. El verbo que fue originalmente una metáfo­
gozo» puesto delante de é l/a su vista, Uevó la ra de la navegación con sentido transitivo («avan­
zar a golpes»), pero que en el griego helenístico
cruz y se convirtió de esta manera en el «ini- se usa únicamente en sentido intransitivo y como
ciador y consumador» de la fe y de la perse- término coloquial para referirse a todas Ias clases
verancia que se exige también a la comunidad posibles de progreso y avance (sinônimos: ai)|á-
en medio de la lucha; la traduceión de òvxí veo, X Q a x a ió a ), jrA.T)úúvco, xpoáveu, xpoPaíveo,
por «en lugar de» alteraria el curso dei pensa- xeX,eió(o), falta por completo en la LXX (tan sólo
miento en 12, 1-3 (cf. vv. 5ss) y además arre­ aparece en 3 Mac 5, 18 A, donde parece deberse
a un error de escritura). Adquirió un nuevo signi­
bataria a la expresión -> (jcon artículo!) ficado específico en el lenguaje de la ética filosó­
su significado escatológico (sobre otras pro- fica dei estoicismo (y en Filón) como término fa­
puestas de interpretación cf. especialmente O. vorito para expresar el progreso en la instrucción
Michel, Der Brief an die Hebrãer, sub loco. y ensenanza.
1149 JtQOXÓJTTCO- JtQ oX .a(lPávQ ) 1150

El sustantivo, atestiguado por primera vez en ca se refiere, en cambio, a lo que sucede en la


Polibio, tefleja Ias dos formas en que se emplea historia dei indivíduo.
el verbo en la lengua helenística (aparece tan só-
lo dos veces en la LXX: en 2 Mac 8, 8 como tér­ W. Schenk
mino dei lenguale coloquial: «êxito» [en la gue­
rra]; y en Eclo 51, 17, donde se usa en sentido fi­
losófico y absolutamente como n o m e n r e s u lta n - JIQ O XQ l^O t, OLXOÇ, TO prokrima prejuicio*
tu m para expresar un «progreso general en la ins- 1 Tim 5, 21: xtoeiÇ JtQOXQÍpatoç, «sin pre­
trucción y ensenanza»). juicio (alguno)» (junto a: pqôèv... x ax à
JtQÓOXÀLOlV).
3. Según Flp 1, 12, el encarcelamiento de
Pablo sirvió para la ulterior difusión (para la
creciente aceptación) dei evangelio, Rom 13, JigOKVQÓW prokyroõ ratificar anterior­
12: La noche está muy avanzada (cf. Josefo, mente, confirmar su validez jurídica*
Bell IV, 298). En voz pasiva en Gál 3, 17: ôiaílr|XTi jtqo-
XEXUQCopévT] Újiò t o ü 'fl'eoü, «un testamento
4. Pablo refiere en Gál 1, 14 que él hacía
ratificado previamente [antes de la ley mosai­
constantes (se usa el imperfecto) progresos
ca] por Dios» (lo opuesto es el tecnicismo ju ­
(espiritual y moralmente) en la manera judia
rídico àxuQÓco). ThWNT III, 1099s.
de vivir, y en Flp 1, 25 él espera que pueda
contribuir todavia algo al ulterior desarrollo
(progreso) de la comunidad, a saber, para que JlQ oX afipávb) prolambanõ tomar de ante-
aumente su gozo en la fe. Tipicamente bio­ mano, anticipar, atrapar*
gráfica es la observación que se hace en Lc 2, En sentido temporal en Mc 14, 8: JtQoéX,a-
52 (cf. 1, 80; 2, 40) de que Jesus con ayuda de (3ev puQÍaaL, «ella ha ungido anticipadamen-
la sabiduria hacía progresos (con arreglo a lo te / con anterioridad (mi cuerpo)», es decir,
que se dice en Eclo 51, 17) tanto en lo que se ha adelantado -sin saberlo- a tributar Ias
respecta a la madurez (cf. Stâhlin, 712; de ma­ honras fúnebres a quien aún vivia. Probable-
nera distinta -a pesar de la referencia a Stâh­ mente también en sentido temporal en 1 Cor
lin---- >• 'qXixia 2) como al favor ante Dios y 11, 21; êxacrcoç xò íòiov beurvov XQoXap-
ante los hombres. Según 1 Tim 4, 15, no es el pávEi, «cada uno (al reunirse para la Cena dei
«progreso» de Timoteo, sino su aprovecha- Senor) toma anticipadamente su propia comi­
miento o progreso en la instrucción (en senti­ da», es decir, antes de que todos estén pre­
do absoluto como nomen resultantum, lo mis- sentes, de tal manera que después (al celebrar
mo que en el tratado -con un titulo corres- la Cena dei Senor) haya algunos que (toda­
pondiente—Epicteto, Diss I, 4) lo que debe ser via) «tengan hambre» y otros que (ya) estén
manifiesto a todos. Esto se halla en contraste «ebrios» (cf. 11, 22 y especialmente los vv.
consciente con la autodenominación de los 3 3 s : àX.Àf|Àouç èxôéxEO'ü'£. el uç jtEivã, èv
falsos maestros, recogida ironicamente en la OÍXO) èff&LÉXü), a saber, para que luego en la
Carta segunda a Timoteo (cf. 2 Jn 9); No son «Cena» pueda esperar a los demás y, con su
precisamente «los que más han progresado» / hambre, no tenga que avergonzar a los que
los que se perfeccionan cada vez más» (3, 9), dependen de la comida comunitária en la que
o lo son únicamente en cuanto progresan «en se participa de los dones aportados). Es posi-
la impiedad» (2, 16) o en una perdición cada ble, aunque está débilmente atestiguado, el
vez peor (3, 13, como se dice en Josefo, Ant sentido de comer como traducción dei verbo
IV, 59 sobre la banda de Coraj). No deberia JtQOÀapPávo) (Bauer, Wõrterbuch, s.v.; H.
traducirse este término por «progreso» o por Conzelmann, Der erste Brief an die Korint-
«progresivo» en el sentido actual, que se re­ hef- [KEK], sub loco); con ello Pablo critica­
fiere a algo que sucede en el marco de la his­ ria de manera parecida la comida «privada»
toria universal, porque la expresión helenisti- como un modo de destrair la comunión y de
1151 jtQ O > ia |ip á v a ) - jtQOHEQi(i,váco 1152

incurrir en culpa ante el Kyrios, pero eso seria recogen también algunas afirmaciones hechas
desconocer que los corintios ponían en peli- con anterioridad en la misma carta: 2 Cor 7,
gro el comienzo comunitário y la realización 3: JtQoeÍQqxa y«Q (cf. anteriormente 6, lls ,
comunitária de la cena; cf. especialmente G. posiblemente también 4, 12); Heb 4, 7; x a-
Bomkamm, Eucaristia e Iglesia en San Pa- ■fteoç jtQoeÍQqxai (refiriéndose a 3, 15). En
blo, en Id., Estúdios sobre el NT, Salamanca Gál 1, 9 la frase cí)ç jtQOEiQTjxapEV x a l ÕQxi
1983, 103-144; G. TheiBen, Estúdios de so­ jtáXtv kéyco podría referirse a la maldición
ciologia dei cristianismo primitivo, Salaman­ expresada inmediatamente antes en 1, 8; pero
ca 1985, 257ss, especialmente 274-277 (bibl.). el enfático prefijo xpo- y el acentuado cÍQXi
Ser atrapado (o sorprendido) es probable- jtáÀ,iv hacen pensar más bien en algo que se
mente lo que jtQokapPávco significa (en la dijo anteriormente de palabra, quizás en una
voz pasiva) en Gál 6,1: xal... êv xivi tragait- segunda visita a Galacia (cf. H. Schlier, La
T(úp,aTi, «atrapado incluso ... en alguna falta Carta a los Gálatas, Salamanca 1975, sub
(posiblemente grave)»; seria posible también loco).
la traducción de «sentirse sorprendido por
una falta», pero en contra de ello habla toda la
formulación dei v. la (cf. Schlier, La Carta a prom artyrom ai testi-
los Gálatas, Salamanca 1975, sub loco). moniar de antemano*
ThWNT rV, 15s. En 1 Pe 1, 11 dicese dei Espiritu de Cristo,
que en los profetas testimonió de antemano
los sufrimientos y la glorificación de Cristo
(jtvEÕjta... jrQopaQXUQÓjiEvov). El enuncia­
JlQoXÉyíO prolegõ predecir, decir de ante-
mano, mencionar antes* do es singular en el NT; 3tQop,aexÚQop.ai no
En el NT el verbo aparece 15 veces. Decir aparece nunca en la LXX ni en el griego clá-
anticipadamente: Mt 24, 25 (dicese de Jesús sico; se halla atestiguado por vez primera en
como sujeto, supliéndose por el contexto el el PapLondon IV, 1356, 32 (siglo Vffl p.C.).
objeto de la acción verbal en acusativo); Mc ThWNT IV, 519.
13, 23 (Jesús como sujeto, Jtávxa como obje­
to); Hech 1, 16 (n:kT]Qooflf)vai ttiv n;QOfi£XETáo} prom eletaõ preocuparse
fjv JtpOEiJtev TÒ jtveüfta t ò õ y io v ); Rom 9, con anterioridad, inquietarse de antema­
29 (xadcbç JiQoeígqxev ’Hoaíaç, con cita de no, preparar*
Is 1, 9); en voz pasiva en 2 Pe 3, 2 (xà JtQOEi- Lc 21, 14 (a diferencia de Mc 13, 11: p,f]
QT]p,éva pf|(raxa újtò xcõv aYÍcov JtQOtpt]- JiQO[i£Qi(ivãxe; Mt 10, 19: pq p E Q i p v f |a q x e ) ;
xmv); cf. Jds 17 (... iüjiò xcõv àitooxóXcov). pq XQopeXEXõv à3to?tOYq'0xivai, «no inquie­
Pablo recuerda algunas veces a sus destinatá­ tarse (ya) de antemano por su defensa (ante el
rios afirmaciones anteriores: decir anterior­ tribunal)»; dificilmente se entenderá en el
mente, haber dicho (ya una vez): 2 Cor 13, 2: sentido técnico de la «preparación» de un dis­
jtQoeÍQqxa x a i jtQoA,ÉYCü, «he anunciado curso u otra cosa por el estilo (como en Aris-
anteriormente y anuncio {de nuevo ahora) de tófanes, Eccl; Platón, Soph 218d), el verbo no
antemano / vuelvo a hacerlo ahora»; de mane- aparece en la LXX.
ra parecida en Gál 5, 21; â JtQokÉYto npiv
xa'&(òç jtQOEiJtov (en una advertência expre-
sada ya anteriormente -durante la misión- y TIQO^EQl^vaCi) promerimnaõ preocuparse
repetida ahora en vista de la tunenaza futura con anterioridad*
que se cieme sobre la eomunidad); 1 Tes 3,4: Mc 13, 11: pq itQopeQqivãxE xí kakqoq-
jtpoeXéyofiev úplv (con motivo de la funda- XE, «no os preocupeis de antemano...»: —r jtqo -
ción de la eomunidad); cf. 4, 6; xa^ftenç x al p£X.Exáoo. El verbo no aparece en la LXX ni
JiQoebtaiiev úptv x a l ôiep.apxuQcifiE^&a. Se en el griego clásico.
1153 itQovoéca — jiqooqí^q) 1154

JtQOVoéoi pronoeo preocuparse, cuidarse de 400); porque el prodigar tales cuidados y aten-
-V jtQÓvoia. ciones conduce fundamentalmente a las èjtt-
d u p íat dei egoísmo humano y vuelve a des­
pertar «el pasado de la persona bautizada»
JIQÓVOia, a ç , 1| pronoia previsión, preo- (Schlier, Der Rõmerbrief, 202). Parece que en
cupación* Rom 12, 17 y en 2 Cor 8, 21 Pablo modifica
JtQOVoéco pronoeõ preocuparse, cuidarse la máxima de Prov 3, 4 LXX, según la cual
de* uno debe preocuparse de lo que es bueno y
B ibL : Bauer, W õ n erb u ch , s.v.; J. Behm, JtQOVoéo), honorable ante Dios y ante los hombres, y lo
JiQÓvoia, en ThWNT IV, 1004-1011; P. Jacobs-H. hace en el primer caso por medio de un impe­
Krienke, en DTNTIH, 429s.
rativo general, y en el segundo caso mediante
un enunciado acerca de si mismo, en el cual
1. En el NT JtQÓvoia aparece unicamente
defiende su propia solicitud contra las sospe-
en Hech 24, 2 y en Rom 13, 14. La expresión
chas que pudieran suscitarse en relación con
jtQÓvoiav Jtoioüfxai (cf. Dan 6, 19; Arist 80;
la colecta. En 1 Tim 5, 8 se encarece la solici­
Josefo, Ap 1, 9; Vita 62; Filón, Ebr 87), que
tud por los allegados.
aparece en el último pasaje citado y que no se
encuentra en ningún otro lugar dei NT, es si- W. Radl
nónoma dei verbo Jtpovoéü). Este verbo apa­
rece en voz media en Rom 12, 17, y en voz n:£»ooQáo) prooraõ ver con anterioridad,
activa en 2 Cor 8, 21 y 1 Tim 5, 8 (en ambos prever, tener a la vista*
casos como v.l. de la voz media). El verbo aparece 4 veces en el NT. En Hech
2, 31 dícese de «David» (Sal 16, 8-11), que
2. En la filosofia griega (Jenofonte, Mem I, 4,
6; Platón, Tim 30c; cf. ya Herodoto III, 108, 2), con mirada anticipadora habló de Ia resurrec-
especialmente en el estoicismo (Zenón, Frgm. ción de Cristo (jtpdiômv èXáX,T]aev); de ma-
176; Crisipo 962, 1118; Epicteto, Diss [cf. í . v . en nera parecida en Gál 2, 3: JtQoíôoüoa yga-
el índice analítico]; Marco Aurélio Antonino IX, q>r| (cf. también Filón, Imm 2, 9; Josefo, Bell
1, 10), Jtgóvoia no sólo designa el conocimiento I, 69). El verbo aparece en Hech 21,29 con el
prévio y la solicimd humana, sino también la Pro­ significado de haber visto antes a alguien, es
videncia divina. Con este significado aparece
también el sustantivo en el judaísmo influido por decir, en el pasado; íjoav yàp Jtgoecogaxó-
el helenismo, por ejemplo, en la LXX (Sab 14, 3; TEç Tgóqpipov. En voz media, en Hech 2, 25,
17, 2; 3 Mac 4, 21; 5, 30; 4 Mac 13, 19; 17, 22), dícese de David como sujeto de la oración:
en Filón, que escribe una obra Ilepl Jtpovoíaç jiQoogtbpriv xòv x ú q i o v èvcómóv pou ôià
(cf. Séneca, De Providentia) y en Josefo (Ant I, jtavTÓç (cita dei Sal 15, 8 LXX), «yo veia
225; XI, 169; XIII, 80). La «Providencia», en es­ siempre al Senor delante de mis ojos».
te sentido, puede ser incluso un término para de­ ThWNT V, 381.
signar a Dios (Sab 17, 2; 4 Mac 9, 24; 17, 22).

Por el contrario, en el NT el sustantivo y el TIQOOQÍÇol proorizõ determ inar de ante-


verbo se predican únicamente de hombres. En mano, predestinar*
Hech 24, 2, Tértulo (abogado de los judios) El verbo aparece 6 veces en el NT, refirién-
elogia con retórica tipicamente helenística la dose siempre a la predestinación de aconteci-
solicitud dei funcionário romano Félix. En mientos y de personas por Dios antes de todos
Rom 13, 14 Pablo advierte no sólo contra las los tiempos o antes de su tiempo histórico
equivocadas preocupaciones (así lo interpreta concreto. Y, así, el verbo funciona reforzando
Behm, 1006), sino en general contra la pre- el sentido dei verbo simple ógí^cu. El amo-
ocupación por la «carne», es decir, por la tinamiento de los adversários de Jesús contra
atención a la naturaleza autocrática dei hom- el «Siervo santo» sucedió con arreglo al plan
bre (cf. H. Schlier, Der Rõmerbrief [HThK], de Dios, Hech 4, 28 (õoa ■q / eíq o o u x al f|
1155 WQOOQÍÇo) - JtQÓÇ 1156

|3ox)A,r| [aooj] jrgocÓQiaEv y^veodai); dícese contenido de Rom 4, Is, cf. especialmente U.
de la ooq)ía H e o i ) ..., fiv jtQotogiaev ó '&e ò ç Wilckens, La Carta a los Romanos I, Sala-
jtQÒ Tcáv alfúvoov e I ç òogav rijicõv, 1 Cor 2, manca ^1997, sub loco.
7. La divina predestinación se encamina a la
concreta revelación histórica de lo que hasta n:QOJté|M.7l(0 propempõ acompanar, prove-
ahora había permanecido oculto. Y, por tanto, er de lo necesario (para continuar el via­
Pablo habla de eUa como un enunciado salví- je), enviar*
fico, es decir, como un enunciado que debe El verbo aparece 9 veces en el NT, en Pablo
entenderse doxológicamente. Así sucede con siempre con el significado de proveer de lo
respecto a la predestinación de los elegidos necesario para (continuar) el viaje / enviar:
para que sean hechos conformes a la imagen Rom 15, 24 (èÀJtíÇto... rup’ úpcõv jtgojtEpqp-
dei Hijo de Dios, es decir, dotados de Ias no­ ■&f)vai); 1 Cor 16, 6 (iva upEÍç pe itgojTÉp-
tas escatológicas dei sufrimiento y de la glori- ■ipqTE); 16, 11 (jtgojtÉprpaxE ôè aüxóv [Ti-
ficación, Rom 8, 29 (onç jtq o é y v c ü , xa l Jtgo- moteo] èv eiçf|VT]); 2 Cor 1, 16 (lup’ úprôv
obgioev); 8, 30; onç ôè JiQOtógiOEV, Toiixoug jtgojtEpcpDfjvai e iç xt]V lo u ô a ía v ); de ma-
x a l èxáX.EOEV jtQOYivcóoxm; ->• jtpóO-e- nera parecida también en Tit 3, 13 (o jto u -
OLç; -> OÚppoQqpoç, cf. H. R. Balz, Heilsver- ôaícoç JtgójtEpijjov, iv a pT]ôÈv aôxotç Xe í -
trauen und Welterfahrung [BEvTh 59], Mün- 3tT)); 3 Jn 6 (oüç... JtgoJtépapaç à|íct)ç xoü
chen 1971, 108s. De la predestinación de los D e o u ) ; Hech 15, 3 (jtgojtEpq)'0'ÉvxEç u itò xfjç
creyentes para la salvación se trata también ExxÀTiaíaç). jtgojtépjtco significa acompa­
en Ef 1, 5 (jigooQÍoag fipãç e Lç nloO'Eaíav) nar, escoltar en Hech 20, 38 (elç xò n;X.oiov);
y 1, 11 (jtgoogtoO^ÉVTEç xaxà jtgóílEOiv). 21, 5 (jtgojTEpjtóvxmv f|pãç Jtávxcov... ê^oo
En la LXX falta el verbo compuesto jtgoogí- Xf]Ç JtÓkECOÇ).
^co, y el verbo simple ógí^tn no se emplea
nunca en el sentido de «predestinación / pre-
JtQOJlETiíç, 2 propetês precipitado, irrefle-
determinación» por Dios. ThWNT V, 457;
xivo*
DTNTIII, 431; ógtCcú (bibl.).
Hech 19, 36; piiôèv jtgoitsxèç rcgáooEiv,
«no hacer nada precipitadamente»-, en 2 Tim
JlQOJtao/ftl propaschõ sufrir antes* 3, 4 en un catálogo de vicios; irreflexivos / te­
1 Tes 2, 2: TtgojtaO-óvtEÇ x a l nPgiaOév- merários-, cf. Spicq, Notes II, 756s; «une
TEÇ, «después de haber soportado antes (an­ agresivité incontrôlée ou inconsidérée» (757).
tes de que llegáramos adonde vosotros, 2, 1)
padecimientos y ultrajes (en Filipos)» (cf. irtQOiniOQEVOnai proporeuomai ir delante*
también Hech 16, 20ss). En Lc 1, 76 dícese de Juan el Bautista;
jxgojTogEÚar] yàg èvtójtiov (v.l. jrgò Jtgo-
nçoJiáTtO Q , OQOÇ, ó propatõr antepasa- acüJTOu, como es frecuente en la LXX) xu-
do* gíou, «tú irás delante dei Senor»; Hech 7, 40;
En Rom 4, 1 dícese de Abrahán (tòv n:go- •Ô-Eol oi jtgojrogeúoovxai f|pc5v, «dioses que
J tá to g a T)p,(õv x a x à o á g x a ). Aqui Pablo, vayan delante de nosotros» (cf. Ex 32, 1.23).
como judio, habla primeramente en sentido
general de Abrahán como dei antepasado «fí­ n ç ó ç pros con genitivo: en beneficio de,
sico / histórico» ( x a tà o á g x a no tiene aqui para; con dativo; cerca de, junto a, a; con
propiamente acento negativo) de todos los ju­ acusativo: a, hacia, para, contra, a propó­
dios, para considerarle a continuación inme- sito de
diata como el genuino «padre de todos los
1. Aparición en los ttes casos - 2. Ttçóç con acusa­
creyentes que no están circuncidados» (4,11); tivo como designación - a) de lugar - b) de tiempo - c)
sobre los problemas de crítica textual y de de meta - d) de punto de referencia.
1157 jteoç 1158

B ihl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner § Ef 2, 18; 1 Tes 1, 9), también con verbos de
239s; Kühner, G r a m m a tik U/1, 315-521; Mayser, enviar (Mc 12, 2.4.6) y de conducir (Lc 4,
G r a m m a tik II/2, 492-509; B. Reicke, itgóç, en
ThWNT VI, 720-725. 40). Aqui hay que incluir también Ias palabras
que se dirigen a un destinatário (cf. -»• 1; co­
1. La preposición jtqóç ha conservado tam- mo hebraísmo en la frase casi adverbial oxó-
bién en el NT el uso de los tres casos. Claro p a Jtpòç O T Ó p a en 2 Jn 12 y 3 Jn 14: «hablar
que jiQÓç con genitivo aparece únicamente en de boca a boca/exponer verbalmente» [Bauer,
Hech 27, 34: «...esto contribuye a vuestra sal- j.v. III, l.e]; en sentido reflexivo en Mc 12, 7:
vación». JtQÓç con dativo aparece 7 veces y «ellos se dijeron entre sí»), igualmente en la
tiene siempre sentido local (Jn 18, 16: «Pedro oración de súplica (Hech 8, 24) o en la ora-
estaba a la puerta»; de manera correspondien- ción en general (Rom 10, 1).
te en Jn 20, 11.12 [bis]; Mc 5, 11; Ap 1, 13); 2) JtQÓç puede determinar también en con­
tan sólo en Lc 19, 37 con el sentido de direc- creto el ser o el estar (o permanecer): en Mt
ción o dei lugar al que se ha llegado: «cuando 13, 56 con eívai; en Gál 2, 5 con ôiapéveiv;
él ya se acercaba a la bajada dei monte». La en sentido reflexivo en Lc 18, 11: «oraba pa­
dirección o la orientación hacia algo o hacia ra sí (= para sus adentros)»; con el artículo en
alguien se indica generalmente con :hqóç con Mc 2, 2: xà Jipòç tf]v frúpav, «(el lugar) de-
acusativo. De ello hay casi 700 ejemplos en el lante de la puerta»; con iraponoía en Flp 1,
NT (VKGNT II: 691), distribuídos por todos 26, pero aqui la preposición puede significar
los escritos, a excepción de la Carta de Judas. también el lugar adonde «se llega». rtpóç en
Mc 11,4 («fl una puerta») y en Mc 14, 54 par.
Ahora bien, «Jtpóç con acusativo no aparece Lc 22, 56 {«al / vuelto hacia el fuego») tien-
nunca en Mateo o en Marcos después de verba den hacia los significados expuestos en 1).
dicendi, a no ser cuando se emplea en sentido re­
cíproco, aunque sí aparece en tales contextos en b) TtQÓç en sentido temporal se refiere:
la doble obra de Lucas, en la que se encuentra
149 veces (100 en el Evangeho y 49 en el libro de 1) A la aproximación a un punto en el
Hechos); por lo demás, en el NT no aparece más tiempo (Lc 24, 29: «va hacia el atardecer /
que en el Evangelio de Juan (14 veces) y en He- pronto caerá la noche)».
breos (6 veces)» (J. Jeremias, Die Sprache des 2) Al tiempo mismo (Heb 12, 11: «al pre­
Lukas-Evangeliums, Gõttingen 1980, 33). Es ca­ sente») o a la duración dei tiempo (Heb 12,
racterística dei Evangelio de Lucas la expresión 10: «durante unos pocos dias»; Jn 5, 35; 2
eijiEV (-OV, -av) ôè itQÓç, seguida a veces por el
sujeto dei verbo, por ejemplo en 9, 13.14.50; 20, Cor 7, 8; Gál 2, 5; Fim 15, en todos los casos
41 a diferencia de Marcos; cf. Hech 9, 15 (para Jtpòç ropav: «durante / por una hora»; cf. 1
más detalles consúltese H. Schürmann, Jesu Abs- Tes 2, 17: «[tan sólo] durante breve tiempo»).
chiedsrede, Münster i. W. ^1977, 121; sobre la re-
dacción lucana en los verba dicendi cf. Id., Der c) KQÓç puede designar la meta, es decir, la
Paschamahlbericht, Münster i. W. ^1968, 4s). orientación:
1) El objetivo de la acción, al que se tiende
2. JtQÓç con acusativo. conscientemente, puede expresarse por medio
a) En la mayoría de los casos se refiere a de un sustantivo (Hech 3, 10: «él estaba sen­
un lugar hacia el que algo se mueve o en el tado allí por la limosna», es decir, «para pedir
que algo se encuentra. limosna» [Bauer, Wõrterbuch, s.v. èA.eqpoaú-
1) ftpóç se halla en el caso de movimientos VT] (495)]; Rom 3, 26; 1 Cor 7, 35) o por me­
hacia un lugar geográfico, hacia una cosa o dio de un infinitivo (Mt 23, 5; Hech 3, 19).
hacia una persona (Mt 2, 12: no regresar a 2) Las consecuencias o el resultado de una
Herodes»; Mc 1, 33 después de un participio acción, como sucede en 1 Cor 14, 26: «para
de perfecto en la voz pasiva: «se había reuni­ edificación»; Mt 5, 28: «de tal modo que él
do a la puerta»; después de un sustantivo en (comienza y) la desea» (aoristo) o «comienza
1159 jiQoç- jiQoaaycu 1160

a desearla». Aqui hay que incluir quizás (cf. JtQ O oáppatO V , o u , x ó proabbaton el día
Reicke, 725) la expresión Jtgòç qj^&óvov en anterior al sábado, el viemes*
Sant 4, 5 {«hasta el ceio»), pero es probable En Mc 15, 42 se explica adicionalmente el
que el sentido de esta frase sea puramente ad­ día de la ->■ jraQaaJíEUT) («Día de la Prepara-
verbial («celosamente»; cf. Bauer III, 6). ción»): ô èoTiv jiQoaáppaxov, «lo cual sig­
3) Después de un adjetivo o de un partici- nifica el día anterior al sábado / el viernes»
pio, JTQÓç con un sustantivo designa aquello (cf. Jdt 8, 6; Sal 92, 1 LXX; Josefo, Ant III,
para lo que alguien o algo es apropiado, está 255s; enhebreo, ‘ereb sabbãt, §ab 2, 7; 19, 1;
dispuesto o es útil (Tit 1, 16; 3, 1: «para toda cf. Billerbeck I, 1052s).
obra buena»; en 1 Tim 4, 8 (dos veces) y 2
Tim 3,16 (cuatro veces), dependiendo de àqsé-
Xipoç). Jtg o o aY O g eú w prosagoreuõ dirigir la pa-
labra, nombrar, dar un nombre*
d) La relación designada con jt q ó ç puede Según Heb 5, 1 0 , Cristo recibió de Dios el
ser una relación personal o tan sólo una refe­ nombre de Sumo Sacerdote según el orden de
rencia. Melquisedec. Se piensa en una proclamación
1) La conducta con Ias personas es amisto­ pública, conforme al Sal 1 1 0 , 4 , en lo cual el
sa (1 Tes 5, 14; «pacientes con todos»; sobre autor, ajustándose a Heb 4 , 1 4 , sobrepasa lo
Ias relaciones con Dios cf. Rom 5, 1; 2 Cor 3, que se dice en el Sal 1 0 9 , 4 LXX ( I e q e Ú ç ) y
4) o es hostil (Lc 23, 12; «enemistad de unos habla dei aQXiEQEÚç, preparando así el cami-
contra otros»; Ef 6, 12: «lucha contra [JtQÓç no para la exposición que se hace en Heb 5,
aparece seis veces]). llss.
2) La referencia a alguien o algo es de di­
ferente intensidad. Cuando Jesús, según Mc JTQOOaYto prosagõ traer, traer ante, pre-
12, 12 par., refiere una historia con miras a sentar; en sentido intransitivo: acercarse*
alguien, esto supone que los destinatários de- Lc 9 , 4 1 : JtQoaáyaYE, /trae acá!; Hech 16,
ben sentirse afectados por el relato; cf. 10, 5 2 0 ; jT Q oaaY aY Ó vxE ç aÚ TO Ò ç to Xç o r p a tT ] -
par. Y la parábola nçòç xò ôetv JtQooenxEO- Yotç, «después de presentarlos ante los preto-
Oai quiere hacer ver claramente «la necesidad res»; en voz pasiva en Mt 18, 2 4 v.l. En senti­
de orar» (Lc 18, 1). t à jtpóç designa sencilla- do intransitivo en Hech 2 7 , 2 7 ; Ú j t e v ó o u v ...
mente el punto de vista en el sentido de «por JTQOoáYELV TLvà aíiTOLÇ x fflQ av , «se dieron
lo que se refiere a», como sucede en Rom 15, cuenta de que una tierra se acercaba a ellos»
17; Heb 2, 17; 5, 1: «por lo que respecta a (es decir, de que «se estaban acercando a tie­
Dios»; Lc 14, 32; 19, 42; «lo que concieme a rra»). En sentido figurado dícese de Cristo en
la paz / Ias condiciones para la paz». En ora- 1 Pe 3, 18, quien murió una muerte expiatória
ciones interrogativas abreviadas jt q ó ç se re­ para llevar a los creyentes hasta Dios (iva
fiere a la pcrsona a quien algo pudiera preo­ upãç JTQOoaYáYtl 'bEtõ); cf. también Rom 5,
cupar, como sucede en Mt 27, 4 y Jn 21, 22 Is; Ef 2 , 1 8 ; 3, 1 2 (-> JTQoaaYWYr)); Heb 10,
( t í jt q ò ç r|p,ãç / oe;): «Y eso ^qué nos / te 2 2 . Es probable que en el enunciado no de-
preocupai» («a nosotros í,qué nos importa?» / sempene directamente ningún papel ni la ter­
«a ti ^qué te importa?»). Finalmente, j t q ó ç minologia de los sacrifícios (Ex 2 9 , 1 0 ) ni la
puede designar también una cosa como la terminologia dei juicio (Ex 2 1 , 6 ) según la
norma a la que uno se refiere en una compa- LXX, ni que se hable tampoco de «presentar»
ración, como sucede en Gál 2, 14; «de confor- a una persona para que sea recibida en au­
midad con / con arreglo a la verdad dei evan- diência por el rey (Jenofonte, Cyrop I, 3, 8;
gelio»; Rom 8, 18 {en comparación con); 2 cf. especialmente L. Goppelt, Der erste Pe-
Cor 5, 10. trusbrief {KEK), sobre 3, 1 8 c con la nota 2 1 .
W. Radl ThWNTI, 1 3 1 -1 3 3 .
1161 jtQooaYfoyn - :it0oaavajtXTiQÓa) 1162

JlQOaaywY''!» HS» 'H prosagoge entrada, dei ciego de nacimiento; cf. también el parti-
acceso* cipio JiQOoaixrôv en Mc 10,46 v.l. (en vez de
jtQooaíxqç) par. Lc 18, 35 v.l. (en vez de
B ih L : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.; Liddell-Scott, s.v.
jiQOoaYOJYetov; Mayser, G r a m m a tik V i, 20; II/l, 129; ÈJiatxcõv).
\V 2 , 40; Moulton-Milligan, s.v.: F. MuBner, Christus,
das A ll u n d die K irche, Trier 1995 (^1968), 102-104;
Preisigke, W õrterbuch II, 387; K. L. Schmidt, itgoo- niQOoaiTt|9, ov, o prosaitês mendigo*
aYCOYÓ’ ™ ThWNT I, 133s.
En Mc 10, 46 dícese de Bartímeo, que (a la
1. En el NT jCQOoaYCOYtí aparece unica­ salida de Jerico) estaba sentado en el camino
mente en Rom 5, 22; Ef 2, 18; 3, 12. Aunque como xuq)X,òç Jtgooaíxqç; en Jn 9, 8 se habla
es posible el uso dei término en sentido transi­ dei ciego de nacimiento; ->■Jtgooaixéto. A los
tivo (la «acción de conducir hacia», jiq o o - ciegos que mendigaban, Jesús no los socorria
áycü), es más obvio el sentido intransitivo; ac­ caritativamente, sino que los curaba, y de este
ceso (cf. E. Kasemann, An die Rõmer'' [HNT], modo los hacia capaces de vivir una vida nue-
124). El punto de partida son Ias ideas sobre el va e independiente (cf. también Mt 9, 27ss;
culto: acceso al templo, al lugar santísimo (cf. 20, 29ss; Lc 16, 3; 18, 35; Hech 3, 2ss).
Heb 10, 19-22) y, por tanto, «a Dios», cf. 1 Pe n:QoaaíxT)ç falta en la LXX, pero en ella se
3, 18; «al Padre», Ef 2, 18, o como fase preli­ encuentran los verbos Jigoaatxéo), Job 27,
minar para la participación en la gloria de 14, y EJtaixéü), Sal 108, 10 LXX; Eclo 40, 28;
Dios: «a este estado de gracia (xáQtÇ) en el cf. 40, 30; 37, 11). Haag, Diccionario, 1215s.
que nos bailamos (actualmente)», Rom 5, 2.
Usado en sentido absoluto, JtpoaaYCOY^ sig­
nifica en Ef 3,12; Cristo (v. 11) encarna el ac­ 3lQOOftVttpaív<0 prosanabainõ subir más
ceso que conduce a Dios (cf. vv. 17-19). El arriba, llegar más alto*
acceso se realiza en la confianza y va acom- Según Lc 14, 10, el anfitrión, en la parábo­
panado por la franqueza (cf. J. Gnilka, Der la dei banquete de bodas, dice a quien se ha-
Epheserbrief [HThK], 178). Los tres pasajes bía sentado en el último lugar: cpí?te, Jtgoa-
coinciden en que nosotros (los cristianos), avápriOi àvmxegov, «amigo, \sube más arri­
(tanto judios como gentiles, en un solo Espíri- ba (a un puesto de honor en la mesa)!»
tu, Ef 2, 18), tenemos (= hemos recibido; jen
perfecto!) acceso, que se nos abrió por medio
de (Ef 3, 12: en) Cristo. Rom 5, 2 y Ef 3, 12 TCQOaOLVOLkotà prosanaloõ gastar*
(quizás como un eco de Romanos, cf. Gnilka, Lc 8, 43 en la frase taxQOlç JtQooavaXcb-
Der Epheserbrief) acentúan que el acceso ha aaaa okov xòv piov, «que había gastado en
acontecido «en la fe» o se ha adquirido «por médicos toda su fortuna» (Mc 5, 26). La fra­
medio de la fe» (en Cristo). A pesar de que no se, omitida en los manuscritos p’^ B (D), per-
hay uniformidad en los testimonios dei texto, tenece con cierta probabilidad al texto origi­
la lectura Tfj Jtíaxei en Rom 5, 2 puede consi- nal de Lucas; cf. GNTCom sub loco.
derarse segura (así piensa Kasemann, An die
Rõmer, en contra de H. Schlier, Der Rômer-
fe«'e/[HThK], 142 y otras; cf. GNTCom 511s. niQOaavaJtXl|QÓ(ú prosanaplêroõ com ­
pletar anadiendo, suministrar lo que falta*
U. Borse El verbo aparece únicamente en Pablo en 2
Cor 9, 12; 11, 9, en la frase n:QOoavajtX.Ti-
JtQ O aaitéco prosaiteõ mendigar, pedir li- QÓco xà noxEgrifraxa (9, 12) / xò úoxéQqtia
mosna* (11, 9), eliminar la deficiência (completando
Jn 9, 8: ó xa^dfiirevoç x a i JtçooaiTcõv, lo que falta) / remediar la deficiência» (cf.
«que estaba sentado y pedia limosna»', dícese también Aristóteles, Pol 1256b, 3; Sab 19, 4).
1163 rtQoaavaTÍfl-enai — JtQooôéxofxai 1164

3 l0 O o av atí'0 'E ^.ai prosanatithemai impo- pués de amenazarles otra vez, les dejaron ir (a
ner / presentar además (por uno mismo), Pedro y a Juan)».
confiarse (a alguien), pedir consejo*
En el NT el verbo aparece únicamente en
JtQoaa)j£OJ prosacheõ resonar
voz media: Gál 1, 16; oi) JtQoaavEÍlépTiv
En Hech 27, 27 B* gig s dícese dei bramido
oaQjd x a l a íp a tt, «no presenté (mi asunto) a
de la rompiente, que anuncia la proximidad
la carne y a la sangre / no me dirigí a...»; en
de la costa (en vez de -> JtQooáYco).
sentido transitivo en 2, 6: epol yàg ol ôo-
xoüvteç oúôèv jtQOoavédsvTo, «en efecto,
a mí los de prestigio no me impusieron (por sí niQO<JÔ(XJiaváo> prosdapanaõ gastar de
mismos) nada adicional» o «no me presenta- más, tener gastos adicionales*
ron (por sí mismos) nada adicional (cf. el ver­ Lc 10, 35; 5 r i âv ôaitávfiar^ç, «lo que
bo simple con el sentido de «presentar» en el gastes de más».
V. 2; también en Hech 25, 14; «imponer [por
sí mismo]», Jenofonte, An II, 2, 4; Lisias VII,
19), por contraste con los JtaQSÍoaxToi t[)EU- 7lQOaÔEO^al prosdeomai necesitm (algo)
6áÔ8X,cpoi (v. 4) que seguramente exigieron -*■ õéopai 3.
«imposiciones adicionales» (cf. también el in­
forme expuesto separadamente por Pablo ante
los ôoxoüvTEç, V. 2), y con la mirada puesta :n ;Q o aô éx o (iai prosdechom ai recibir,
en la única exigencia adicional, a saber, el aceptar, esperar, aguardar*
prestar ayuda a los pobres, v. 10; cf. especial­ 1. Aparición en el NT y contenidos semânticos - 2.
mente H. Schlier, La Carta a los Gaiatas, Sa- «recibir» - 3, «aceptar» - 4. «esperar, aguardar».
lamanca 1975, sub loco\ cf. también Jenofon­
B ibl: W. Grundmann, ôé^opaL xtX., en ThWNT II,
te, Mem II, 1, 8. Es difícil decidirse entre am­ 49-59; E. Hoffmann, ã x o x a ç a ô o x ía , en DTNT II,
bas traducciones, cf. también ThWNT I, 355s; 134s; H.-G. Link, ôéxopoL, en DTNT TV, 23-25; más
la interpretación que se ofrece en el citado ar­ bibliografia en ôé/opai.
tículo en el sentido de «comunicar, informar»,
parece una interpretación demasiado débil, te- 1. En el NT el verbo rtQoaôéxopaL aparece
niendo en cuenta el contexto. En efecto, se 14 veces: cinco veces en Lucas, dos en He-
trata de una de dos: o de impugnar imposicio­ chos, dos en Ias Cartas paulinas autênticas
nes adicionales (como, por ejemplo, en Hech (Rom 16, 2; Flp 2, 29), dos en Hebreos; el
15, 28s), o bien de impugnar -al menos- as­ verbo se encuentra además en Mc 15, 43; Tit
pectos teológicos adicionales, es decir, que 2, 13; Jds 21.
sean anadidos por los representantes de Jeru-
salén al evangelio paulino para los gentiles. 2. JtQoaôéxofxat en el sentido de recibir (a
alguien) significa: ofrecer hospitalidad a al­
guien. Los fariseos y los escribas critican a
jtçoaavé/to prosanechõ dirigirse hacia,
Jesús porque se habla con publicanos y peca­
acercarse a
dores, y acusan a Jesús de recibir a los peca­
Hech 27, 27 B“: JipooavÉXEiv... aUTOÍç
dores y de comer con ellos (Lc 15, 2). - Pablo
XCúQav, «que la tierra se les acercaba» (en
pide que los romanos «recihan en el Senor» a
vez de JiQOoáyco).
la hermana Febe (Rom 16, 2) y que los fili-
penses hagan lo mismo con el hermano Epa-
TtQOaOLTteikéo^ai prosapeileomai ame- frodito (Hp 2, 29).
nazar más, expresar más amenazas*
Hech 4, 21 en voz media y en sentido abso­ 3. El significado de aceptar aparece dos
luto; Jigoaan:EiA.TioápEVOL ànéXvoav, «des- veces; una vez en el sentido pasivo de tolerar
1165 jiQ O o õ é x o n a i - JiQ ooeáü) 1166

y otra vez en el sentido activo de asentir. A losceda algo. En el sentido apocalíptico-escato-


destinatários de la Carta a los Hebreos se los lógico (Q) de la expectación, llena de espe­
exhorta a la perseverancia y se les recuerda ranza, de «Aquel que viene» (oò sl o ep^ópe-
que algunos de ellos sufrieron con los encar- voç, ij êxEpov Jipooôoxtõpev;) en Mt 11, 3
celados y aceptaron con gozo que se les arre- par. Lc 7, 19.20; en sentido absoluto en Lc 3,
bataran sus bienes (Heb 10, 34). Se muestran 15 (jtQOOÔoxtõvTOÇ TOü Xaoü); de la espe­
modelos de la fe: algunos de ellos se dejaron ranza cristiana en 2 Pe 3, 12 (jtpooôoxrôvteç
torturar y no aceptaron la liberación, a fin de x a l ortEÚôovTEÇ xfiv jra p o u o ía v , «aguar­
obtener así una mejor resurrección (11, 35). dando y anhelando la parusía»; -)■ ajceúôcn);
3, 13 (xa ivo ü ç oiiQ avoüç x a l y^ív xaivijv...
4. En el NT predomina el significado de jtpooôoxcõpEv); 3, 14 (xaõxa rtçooôoxcõv-
esperar (o aguardar). Tres veces la expecta- X£ç); cf. también Sal 103, 27 LXX; 118, 166
ción es mesiánica: Simeón espera la consola- LXX; 2 Mac 7, 14; 12, 44; 15, 8; 1 Ciem 23,
ción de Israel (Lc 2, 25); Ana habla acerca de 5; IgnPol 3, 2; el factor de la sorpresa lo acen-
Jesús a todos los que esperan la redención de túa ou JtQoaôoxáo) en Mt 24, 50 par. Lc 12,
Jerusalén (2, 38). José de Arimatea, respetado 46, Aguardar durante bastante tiempo a al-
miembro dei Consejo, aguarda el reino de guien (que se demora) en Lc 1, 21 (refirién-
Dios (Mc 15, 43 par. Lc 23, 51). - Jesús ex­ dose a Zacarias); en 8, 40 (refiriéndose a Je­
horta a sus discípulos a permanecer vigilantes sús); cf. además Hech 10, 24 (refiriéndose a
y estar preparados; deben ser «como personas Pedro). Dícese de un mendigo en 3, 5 (jipoo-
que aguardan a su senor» (Lc 12, 36). Más de ôoxtõv... ÃapELV, «con la esperanza de reci-
cuarenta hombres, que se han conjurado con­ bir algo»); estar a la espera en 27, 33 (jtpoo-
tra Pablo, están preparados y aguardan sólo la õoxcõvxEç âoixot, «estais a la expectativa,
palabra dei jefe supremo para matar a Pablo sin tomar alimento» [cf, v. 21], durante 14
(Hech 23, 21). Pablo confiesa ante el gober- dias, en una situación desesperada, expuestos
nador romano que él aguarda la resurrección a los peligros dei mar). Con el componente de
de justos e injustos (24,15). Tit 2, 13 habla de temerse algo o de hallarse en tensión por algo,
la epifanía dei gran Dios y Salvador Jesucris- en Hech 28, 6a.b (jtoÀò JtQoaôoxáro, aguar­
to, que se aguarda con feliz esperanza. Jds 21 dar largo tiempo»), ThWNT VI, 125-127■,
exhorta a perseverar en el amor de Dios y DTNT II, I34s.
aguardar la misericórdia de Jesucristo para la
vida eterna.
JtgOffôoxía, a ç , prosdokia expecta­
A. Palzkill ción*
Lc 21, 26; qpóPoç x a l JtQooôoxía xcõv
EJtepxopÉvcov, «temor y (angustiosa) expec­
JIQ O aôíÔ M ^i prosdidõm i ofrecer, dar tación de Ias cosas que están sucediendo» (cf.
(además) Plutarco, Anton 75, 4; Aristóteles, EthNic
Lc 24, 30 D en lugar de ->• èjtiôíôrofxt. 1115a, 9); Hech 12, 11: Jtáati f| Jtgoaôoxía
xoü Xaoú xóãv Touôaícov, «todo aquello en
lo que el pueblo de los judios espera» (dícese
J lp o o ô o x á ío prosdokaõ aguardar, esperar,
de Ias expectaciones dirigidas hostilmente
hallarse a la espera*
contra Pedro). ThWNT VI, 125-121.
En el NT el verbo aparece 16 veces, dos en
Mateo, seis en Lucas, cinco en Hechos y tres
en la Carta segunda de Pedro. La acción de Jlg o aeáíO proseaõ dejar avanzar*
aguardar puede entenderse en el sentido de En Hech 27, 7 dícese dei viento contrario,
esperar (de manera paciente y prolongada), que no dejaba avanzar a la nave (pq ixpo-
pero también en el sentido de temerse que su­ OEtóvxoç). Sobre la ruta de la nave, cf. E.
1167 jtQooEaoo - jtQoaEQxo(J,ai 1168

Haenchen, Die Apostelgeschichte (KEK), sub 2. a) Las personas se acercan por diversas
loco. razones a Jesús: los discípulos en Mt 5, 1; 8,
25 par. Lc 8, 24; Mt 13, 10.36; Mc 6, 35 par.
Mt 14,15 / Lc 9,12; Mt 15,12.23; 17,19; 18,
oigooeYYÍ^*» proseggizõ acercarse, apro- 1.21; 24, 1.3; 26, 17; los discípulos de Juan en
ximarse
Mt 9, 14; 14, 12; el joven rico en Mt 19, 16;
Mc 2, 4 v.l. en lugar de JtpoacpÉQCD; la madre de los hijos de Zebedeo en Mt 20,
Hech 27, 27 v.l. en lugar de -> jTQOoáYío; 10, 20; la mujer que quiere ungir a Jesús en Mt
25 D.
26, 7; las mujeres después de la resurrección
de Jesús en Mt 28, 9. - Personas que buscan
JlQOaeÔQevco pw sedreuõ sentarse o estar la curación para sí mismos o para otros, se
cerca de acercan a Jesús (cf., a propósito, Held, 214-
1 Cor 9, 13 v.l. en vez de JtaQEÔQEÚco 217); Mt 8, 2 (un leproso); 8, 5 (el criado dei
(objeto de la acción verbal: tcõ ^noiaoTr)- centurión); 9, 20 par. Lc 8, 44 (la mujer enfer­
QÍO)). ma); Mt 9, 28 (dos ciegos); 15, 30 (paralíti­
cos, lisiados, mudos, cuando Jesús da de co­
mer a cuatro mil personas): 17, 14 par. Lc 9,
prosergazom ai ganar, 42 (el muchacho «lunático» o poseso); Mt 21,
producir además* 14 (ciegos y paralíticos, durante la escena dei
Lc 19, 16: «tu mina ha producido diez mi­ templo). Cf. también Hech 28, 9 (en Malta los
nas» (jtQooripyáoaTo), es decir, con ella se enfermos se acercan a Pablo).
han obtenido diez minas (a diferencia de Mt b) En otros casos son los adversários los
25, 20: cinco + cinco minas). que se acercan a Jesús: Mt 8, 19; Mc 12, 28
(escribas); Mc 10, 2 par. Mt 19, 3; Lc 13, 31
7tQ oaéç/0|U .ai proserchom ai venir o ir (fariseos); Mt 22, 23 par. Lc 20, 27 (sadu-
hacia, acercarse, aproximarse* ceos); Mt 15,1 (fariseos y escribas); 16,1 (fa­
riseos y saduceos); 21, 23 (principales sacer­
1. Aparición en el NT y significado fundamental - dotes y ancianos).
2. Acercarse a Jesús - 3. Jesús se acerca - 4. Otros
usos dei verbo en los Evangelios sinópticos y en He-
c) También hay poderes supraterrenales
chos - 5. Uso cultuai (especialmente en Hebreos). que se acercan a Jesús: en la tentación el dia-
blo (Mt 4, 3) y ángeles (4, 11). Después de la
Bibl.: J. R. Edwards, The Use o /IIe o a é g x o |ra t in resurrección de Jesús, un ángel se acerca y
the Gospel of Matthew: JBL 106 (1987) 65-74; H. J.
Held, Matthãus ais Interpret der Wundergeschichten,
hace rodar la piedra que cerraba el sepulcro
en Bomkamm-Barth-Held, Oberlieferung and Ausle- (28, 2).
gung im Matthãus-Evangelium (WMANT 1), Neukir-
chen-Vluyn ''1975, 155-287, especialmente 214-217; 3. Jesús mismo se acerca dos veces a los
W. Mundle, EQXogai, en DTNT IV, 318-322; J. discípulos: después de la Trasfiguración (17,
Schneider, jtQoaÉoxottai, en ThWNT n, 680-682. 7) y con motivo de su último encargo evange-
lizador (28, 18). De igual manera Jesús se
1. En el NT el verbo aparece 86 veces, en- acerca a la enferma (Mc 1, 31) y al joven di-
contrándose con la mayor frecuencia en Ma- funto (Lc 7, 14).
teo (51 veces). Los demás testimonios se ha-
llan en Marcos (5), Lucas (10), Hechos (10), 4. a) JCQOOÉQXOfiai se emplea 7 veces en
Hebreos (7); el verbo aparece además en Jn parábolas: Mt 13, 27; 21, 28.30; 25, 20.22.24;
12, 21; 1 Tim 6, 3; 1 Pe 2,4. En la mayoría de Lc 10, 34. - Los que cobran las dos dracmas
los casos se trata de la acción de acercarse en se acercan a Pedro para hacerle una pregunta
sentido espacial. En sentido cultuai Jtpooég- (Mt 17, 24).
)(op,aL designa en Hebreos y en 1 Pe 2, 4 la b) En la historia de la Pasión, el verbo se
acción de llegarse a la presencia de Dios. halla además en los siguientes pasajes: Mc
1169 jrQOOEQXOnaL - JiQOOEuxonai 1170

14, 45 par. Mt 26, 49 (Judas se acerco a Je­ G ebetsw irklichkeit un d G ebetsm õglichkeit b e i Paulus:
sus); Mt 26, 50 (personas enviadas por el Sa- ThZ 4 (1948) 22-40; K. Berger, G ebet (TV), en TRE
Xn, 47-60; S. H. Blank, Som e O bservations C oncer-
nediín); 26, 60a.b (testígos falsos); 26, 69.73 ning B ib lica l P rayer. HUCA 32 (1961) 75-90; H. Frhr.
(una criada y personas que allí estaban se von Compenhausen, G e b e ts e rh õ r m g in den überlie-
acercaron a Pedro); 27, 58 par. Lc 23, 52 (Jo­ fe r te n Jesusw orten u n d in d e r R eflexio n d es Johannes
sé de Arimatea se llegó a Pilato); Lc 23, 36 (KuD 23 [1977] 157-171), en Id., U rchristliches und
A ltkirchliches. Vortrãge u n d A ufsãtze, Tübingen 1979,
(unos soldados se acercaron a Jesus). 162-181; D. Coggan, T he P ra y e r s o f the NT, New
c) En el libro de Hechos jrQOOÉQXO[xai York-London 1975; G. Delling, D e r G o ttesd ien st im
aparece junto a woXX,áop,ai: 8, 29; 10, 28. NT, Gõttingen 1952, 99-118; A. Dietzel, B eten im
Además de 7, 31 (Moisés ante la zarza ar- G eist: ThZ 13 (1957) 12-32; Id., D ie G rü n d e d e r
E rh ô ru n g sg ew ifih eit nach dem NT, tesis mecanogra-
diente) y 12,13 (la criada llega a la puerta), el fíada Mainz 1955; S. E. Dowd, Prayer, Power, a n d the
verbo se halla en 9,1; 18, 2; 22, 26.27; 23, 14 P roblem o fS u ffe rin g , Atlanta GA 1988; A. Enermalm,
en relatos sobre Pablo. Un langage de p rière j u i f en grec. L e tém oignage des
En Jn 12, 21 se dice que algunos «griegos» deu x p re m ie rs livres d es M acca b ées (CB, NT Series
17), Uppsala 1987; F. V. Filson, P etition a n d Interces-
se acercaron a Felipe y le pidieron; «jSenor, sion: Interp. 8 (1954) 21-34; E. Fuchs, G ebet u n d Ge-
queremos ver a Jesús!». betssituation: EvTh 29 (1969) 133-144; R. Gebauer,
D as G ebet b e i P aulus. F orschungsgeschichtliche un d
5. Hay un uso cultuai de JtQooÉQXOjxai en e xe g etisc h e Stu d ien , GieBen 1989; G. de Gennaro
(ed.), L a p reg h iera nella B ibbia, Napoli 1983; A. Gon-
1 Pe 2, 4 (llegarse a Cristo, la «piedra viva») zález, en DBS VB, 555-606; H. Greeven, G ebet und
y en los siguientes pasajes de la Carta a los E schatologie im N T (NTF BI/2), Gütersloh 1931; A.
Hebreos: 4,16 (llegarse al trono de la gracia); Hamman, L á p riè re I. L e NT, Toumai 1959; Id., L a
7, 25; 11,6 (acercarse a Dios); 10, 1.22 {acer- p rière chrétienne e t la p riè re pciienne, fo r m e s e t diffé-
rences, en ANRW XXBI/2, Berlin 1980, 1190-1247;
carse al santuario); 12, 18.22 {acercarse al G. Harder, P aulus u n d da s G ebet (NTF I-IO), Güters­
Monte Sión). loh 1936; O. G. Harris, P ra y er in L uke-A cts, tesis me-
En 1 Tim 6, 3 se habla de volverse a Ias canografiada, Vanderbilt Univ. 1966; Id., P ra y er in the
«sanas palabras de nuestro Senor Jesucristo». G o sp el o f L u k e : SWJT 10 (1967) 59, 69; J. Heine-
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sión; determinados contenidos de la oración - c) Com- J. Marty, E tude des textes cultueis de p riè re contenus
binaciones de palabras y sinônimos - d) El Evangelio dans le N T . RHPhR 9 (1929) 234-268, 366-376; J. J.
y Ias Cartas de Juan - 3. La oración y la BibHa - a) Micalczyk, T he E xp erien ce o f P ra y e r in L uke-A cts:
Consideraciones fundamentales - b) La fe y la verda- RR 34 (1975) 789-801; O. Michel-Th. Klauser, G ebet
dera oración - 4. Pablo y Ias Cartas post-paulinas - 5. (II. F ü rbitte), en RAC IX, 1-36; J. M. Nielen, G ebet
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B ib t : J. B. Bauer-H. Zimmermann, en DTB 728- d e r lu k a n isc h e n T h e o lo g ie (StANT 12), München
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G eb et (IV. Im N T ), en RGG B, 1218-1221; W. Bieder, n e r Theologie des G ebetes, Mainz 1970; Id., D as Ge-
1171 JtgoaEvxo|Aai 1172

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o n d A p o sto lic Prayer: CBQ 33 (1971) 479-491; J. M. Apocaüpsis. Tanto el verbo como el sustanti­
Robinson, D ie H o d a jo t-F o rm el in G ebet u n d H ym nus
des F rü h ch risten tu m s, en F S H aenchen, 194-235; J. vo faltan en el Evangelio y en Ias Cartas de
M. Ross, Term s f o r F ra yer in the NT, tesis Southem Juan 2.d).
Baptist Theological Seminary 1951; C. Schneider, En el NT JipooeúxopaL aparece con mayor
P a u lu s u n d d a s Gebet: Angelos IV (1932) 11-28; H.
frecuencia que los demás términos que signi-
Schõnweifi, en DTNT UI, 218-222; Schürer II. 443-
445; H. Schultze, G e b et zw isc h e n Z w e ife l u n d Ver- fican orar, suplicar, etc. (cf. -+ enxof-ca 7 ve­
trauen: EvTh 30 (1970) 133-148; E. v. Severus, G ebet ces, euxTl 3, alxéo) 70, eQmxáco 63, n:Qooxt!-
(I), en RAC Vm, 1134-1258; R. L. Simpson, The In- véo) 60, EuXoyéco 42, eúxaçtoxéü) 38, ôéo-
terpretation o f P ra yer in the E arly Church, Philadel-
p a t 22). El verbo simple eüxoiRtt. Oue es es­
phia 1965; M. D. Swartz, M ystica l P ra y er in A n cien t
Ju d a ism . A n A n a ly sis o f M a 'aseh M e rka v a h (Texte pecialmente frecuente en el griego clásico, y
und Studien zum antiken Judentum 28), Tübingen que en la LXX tiene aün una frecuencia lige-
1992; T. C. G. Thornton, « C o n tin u in g ste a d fa s t in ramente inferior a la dei verbo compuesto
P ra yer» . N ew L ig h t o n a N T P hrase: ET 83 (1971-
jtQOOEÚxopai (como sucede también con eú-
1972) 23s; L. Vischer, D a s G ebet in d e r alten Kirche:
EvTh 17 (1957) 531-546; O. Weinreich, G ebet u n d XT| en relapión con jtQOOeuxTÍ), ha quedado
W under I. P rim itiv er G ebetsegoism us, en G enethlia- desplazado en buena medida en el NT por el
kon. F S f ii r W. Schm id, Stuttgart 1929, 169, 199; G. verbo compuesto.
Wenz, A n d a ch t u nd Zuversicht. D ogm atische Überle-
gungen zu m Gebet: ZThK 78 (1981) 465-490; C. Wes- En el griego no bíblico, jtQoOEÚxopcii, (lo mis-
tennann, G eb et (B. I m A T ), en RGGII, 1213-1217; G.
mo que el verbo simple) puede tener los signifi­
R Wiles, PauFs Intercessory P rayers (SNTS Mon 24),
cados de «orar» y «prometer» (cf., por ejemplo,
Cambridge 1974; R. Zom, D ie F ürbitte im Spãtjuden-
Preisigke, Sammelbuch III, 6713, lOs). En la
tum u n d im N T , tesis mecanografiada, Gõttingen 1957;
más bibliografia en -> eõxoIICM'; cí- además ThWNTLXX, es en la mayoría de los casos es el equiva­
X, 1091-1093. lente de la conjugación «hitpael» pãlal (el sustan­
tivo jtpooEuxr|, que aparece raras veces fuera de
1. En el NT jrQooEiJxoftaL aparece 85 ve- la Biblia, traduce casi siempre el término hebreo
ces, con particular frecuencia en los Evange- ffillã) y se refiere únicamente a la oración dirigi­
da a Dios (otra cosa sucede con el verbo simple
lios sinópticos y en el libro de Hechos (con un
->• Euxopai [1], que traduce once términos he-
total de 60 testimonios, de los que 15 corres­ breos).
pondeu a Mateo, 10 a Marcos, 19 a Lucas y
16 a Hechos); el verbo aparece 12 veces en Asimismo, JtQooeúxopai en el NT signifi­
Pablo (8 de ellas en 1 Cor 11, 4s.l3; 14, 13- ca exclusivamente orar, pronunciar oraciones
15) , 7 en Ias Cartas deuteropaulinas y 6 en Ias para pedir algo o pedir por alguien; JtQoaeu-
Cartas Católicas (correspondiendo 4 a Sant 5, XP significa oración, intercesión y, finalmen­
13-18); a estos testimonios hay que anadir Mt te, designa el lugar en que se hace la oración
23, 14 v.l. En 23 pasajes de los Evangelios se en común, el lugar de oración, y fuera dei NT
trata de la oración de los discípulos o de la co- significa también «casa de oración, sinagoga»
munidad, y en cambio en 22 se habla de la ( ^ 6).
oración de Jesús (10 de estos testimonios se
encuentran en Lucas, 6 en Mateo y 5 en Mar­ 2. a) níQOOEÚxopat se emplea en diversas
cos). construcciones: en la mayoría de los casos j
El sustantivo JtpooeoxT| muestra una distri- (casi 50 veces), usado en sentido absoluto,
bución diferente. Aparece un total de 36 veces significa orar, pronunciar oraciones, adorar,
(a Ias que hay que anadir Mt 17,21 v.l.); 7 ve­ cf. Mt 6,5 (bis).6 (bis).7.9; 14,23; 19,13; 26,
ces en los Evangelios sinópticos (dos de ellas 36.39; Mc 1, 35; 6, 46; 11, 25; 14, 32; Lc 1,
son testimonios lucanos de la oración de Je­ 10; 3, 21; 5, 16; 6, 12; 9, 28.29; 11, 1 (bis).2;
sús), 9 veces en Hechos (dos de ellas como 18, 1.10; 22, 41; Hech 1, 24; 6, 6; 9, 11.40;
designación de un lugar de oración: 16, 13. 10, 9.30; 11. 5; 12, 12; 13, 3; 14, 23; 16, 25;
16) , 8 veces en Pablo, 6 en Ias Cartas deute­ 20, 36; 21, 5; 22, 17; 28, 8; 1 Cor 11, 4.5; 14,
1173 jiQoa£uxo[j.ai, 1174

14b; 1 Tes 5, 17; 1 Tim 2, 8; Sant 5, 13.18; Las horas en que se hace la oración se espe­
Jds 20. Que la oración se dirige a Dios, es co­ cifican en Hech 3, 1; 10, 9.30 (cf. además
sa que se da por supuesta siempre que se em- 3.b), los lugares en Mt 6, 5s (las sinagogas,
plea J tQ O O E O x ií; tan sólo en Lc 6 , 12 (jtgoo- las esquinas de las calles, la habitación priva­
s-uxTl 1:00 ■ôeoõ); Hech 12, 5; Rom 15, 30 da); Lc 18,10; Hech 3,1 (el templo); 10,9 (la
(iirgòç TÒv Usov), se menciona explícitamen­ azotea); 16, 13 (a la orilla dei rio); aqui hay
te a Dios como destinatário de la oración (cf. que tener en cuenta especialmente la combi-
también Hech 10, 4.31). En cuanto al verbo, nación de palabras oLxoç jtQoosnxfjç para
el uso dei dativo Deã) ('Ocoiç etc.), que es fre- designar al «templo», Mt 21, 13; Mc 11, 17;
cuente en el griego no bíblico, disminuye Lc 19, 46 (cf. Is 56, 7; 60, 7; 1 Mac 7, 37),
también notablemente; aparece tan sólo en 1 Jesús ora casi siempre solo; xax’ íôíav, Mt
Cor 11,13 (tcõ 'fl-em, condicionado por el con­ 14, 23 (en un monte); cf. 26, 36 (àjtEÀ'9'(óv).
texto, cf. V. 12) y en Mt 6, 6b (xfí) JtatQÍ oon, 39 (jtQO£)i,'&(bv pixQÓv).42 (à3tEX,{l(óv).44
cf. vv. 6c.9). La formulación que aparece en (àcpELç avxovç náKiv àjte^O-tóv); Mc 1, 35
la LXX (Gén 20, 17; 1 Re 1, 10 y passim) (àjtf)X'0ev Eiç EQppov XÓ3TOV); 6, 46 (ait-qX-
j t Q o o 8 Ú x o p . a i ngòç (xòv) ■ 0 ' E Ó v / x ú g i o v ) , fal­ Oev Eiç xò ÕQOç); 14, 32.39; Lc 5, 16 (njto-
ta por completo (tan sólo aparece en la litera­ Xcogmv èv xaiç èpxipoiç); 6,12 (ôgoç); 9,18
tura cristiana en Herm [v] 1, 1,9). (xaxà póvaç); 9, 28 (òqoç); 22, 41 (àjtso-
En algunas ocasiones se especifica más JtáoDx) ... cnoel U'&on |3o >i.t|v ).
concretamente la clase de oración; por medio
dei dativo YX,(naap, xco itvenpaxi, xcõ voí, 1 b) La oración a Dios puede caracterizarse
Cor 14, 14a. 15 (bis); cf. èv nveúpaTi áyícp, por medio de preposiciones como intercesión
Jds 20; èv itavxl xaipip èv irvEnfraxi, Ef 6, en favor de determinadas personas; JtQOO-
18; JtgooEnxíí JtQOoenxopai, orar fervienle- eúxsoOe 3XE01 xmv âjtT|QEaÇóvx(ov fipãç, Lc
mente, Sant 5,17; cf. también 1 Cor 11, 5; por 6, 28 (junto a enX.oyém); cf. jiqooeóxeo^ e
medio de advérbios, e x t e v é o t e q o v ngocen- •ójtÈQ xrôv ôtmxóvxcDV npãç, Mt 5, 44; otras
Xopai, Lc 22, 44; àôiaX.eíjtxa)ç jtQOOSÓxo- combinaciones con itegí, Hech 8, 15 (jtegl
pat, 1 Tes 5, 17; itQOOEÓxopai JtávxoxE, 2 anxtõv); 2 Tes 1,11; Col 1, 3 ( jieçl npmv); 4,
Tes 1, 11; cf. Hech 12, 5; por medio de un 3; 1 Tes 5, 25; 2 Tes 3, 1; Heb 13, 18 (itegl
acusativo neutro, JtQotpáOEi paxpà rtQooEÚ- f|põ)v); con vxÉQ en Col 1, 9 (urtèg npcov);
Xopai, pronunciar largas oraciones para apa­ Rom 15, 30 (jtçooEnxctl njtèg èpon); de la
rentar», Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / Mt 23, 14 intercesión «sobre» un enfermo (jtgooEi)-
v .l. ÇáoUcüoav èjt’ aí)xóv), Sant 5, 14; cf. ade­
Las circunstancias se especifican más con­ más Col 4, 12; 1 Tim 2, 1; Fim 4.22; de la
cretamente; «ponerse de pie y orar», Mc 11, oración de intercesión acompanada por la im-
25; «hincarse de rodiUas y orar», Lc 22, 41; posición de las manos, Mt 19, 13; Hech 13, 3;
Hech 9, 40; 20, 36; 21, 5; cf. Mt 26, 39; Lc 14, 23.
22, 46; «ayunar y orar», Mt 17, 21 v.l.; Hech Los contenidos de la oración pueden estar
13, 3; 14, 23; cf. 1 Pe 4, 7; 1 Cor 7, 5. en acusativo; jtávxa õ o a JtgooEÚxeaÜE, Mc
Se menciona el tenor literal de las oracio­ 11, 24; xò yàg xí JtgooEnIópEOa, Rom 8,
nes, mtroducido por (xal) X,ÉYmv; Mt 26, 39. 26; xoõxo JtgoOEÚxopai, Flp 1, 9; pero pue­
42.(44; EÍJtcov); Lc 22, 41s; cf. además Mc den también expresarse por medio de un infi­
14, 35.39; Lc 18, 11; Hech 1, 24 y especial­ nitivo completivo, Lc 22, 40; Sant 5, 17 (xoõ
mente la introducción de la oración dominical pf| PgÉ|ai, con xoõ redundante, cf. BlalJ-De-
(o Padrenuestro), Mt 6, 9ss; Lc 11, 2ss. Como brunner § 400, 7), o con una oración subordi­
invocación en la oración encontramos jtá x E Q , nada introducida por iva, Mt 24, 20; 26, 41;
Mt 6, 9; 26, 39.42; Lc 22, 41s; ó O-eóç, 18, 11; Mc 13, 18; 14, 38; Flp 1, 9; Col 4, 3; 2 Tes 1,
oi) xÓQiE, Hech 1, 24. 11; 3, 1, o con una oración subordinada intro-
1175 jieooEDXoiiai 1176

ducida por ôitcoç, Hech 8, 15; Sant 5, 16 v.l. de la alabanza (Hech 16, 25), de la petición
(cf. BlaB-Debruimer § 392, nota 4c). (Mc 11, 24 par.; Ef 6,18; Col 1, 9; 1 Tim 2,1;
5, 5) y especialmente de la acción de gradas
c) jtQoaeiJxo|t.aL y JtQoaenxií designan de (Ef 1, 16; Flp 4, 6; Col 1, 3; 4, 2; 1 Tes 1, 2; 1
manera global la oración de Jesus y la oración Tim 2, 1; Fim 4) pueden acentuarse por medio
de los creyentes y de la comunidad; al hacer- de términos adicionales (cf. supra), jtgooEÚ-
lo así, incluyen diversos apectos y formas de Xop,ai y 3tgoOEX)xr| aparecen como los térmi­
la oración (adoración, petición, intercesión, nos fundamentales que el NT emplea para re-
una oración especial concreta, la oración cons­ ferirse a la oración (sobre Juan ->■d); expresan
tante, la oración «litúrgica» o efectuada en el la acción por la que los creyentes se vuelven
culto divino), de tal manera que los significa­ hacia Dios, una vuelta que se manifiesta en
dos específicos deben deducirse por el con­ actos particulares de oración y en súplicas (en
texto. Sant 5, 16s ôéqotç se usa con JtQOOEUxfí
Junto a jCQOOEnxopai encontramos, por jTQoaEÚxop,ai; cf. Mc 13, 18; Fim 22) y tam­
ejemplo, npvéco, Hech 16, 25 (jtQOoenxó- bién en una actitud y práctica eonstante y eo-
(iEvoi nfrvouv tòv Deóv), jtQoqjTjTEÚoj, 1 munitaria de oración.
Cor 11,4s (jtQoosnxó^iEVOç [-op.éVTi] í) jiqo- Por el contrario, vemos, por ejemplo, que ^
cpiyteúcov [-oooa]), erixapiOTÉm, Col 1, 3 alxéco (4) se emplea como «acción (impetuo­
(EtJxaQioToõixev ... jiqooetjxóixevoi); cf. sa) de pedir» en sentido profano y religioso
además Ef 1, 16; Fim 4, altéto, Mc 11, 24 (aunque no se aplica nunca a Ias oraciones de
(jtQOOEÚXEO^E x a i alTEtoi&e) par. Mt 21, 22 Jesús, y en Pablo no se usa tampoco como tér­
(altrjoqxE èv xfí jtQooenxri); cf. Col 1, 9 (cf. mino para designar a la oración); ègmxáw
también ->■ aíxécü 3.4). (3), además de su uso general muy difundido,
jtqooeuxtÍ aparece especialmente junto a se emplea en Juan como término para referir-
los siguientes sustantivos afines; vr|axeía (Mt se a la oración de Jesús (en 1 Jn 5, 16 se usa
17, 21 v.l. par. Mc 9, 29 v.l.; cf. Hech 13, 3; también para referirse a la oración de súplica
14, 23; 1 Pe 4, 7), ôiôaxx) xmv àjtooxóÀcov, de la comunidad); ->• EÚliOYÉto (3) y ->• Euxa-
xoivcovía, xX,áoLç xon ãgxon (Hech 2, 42), Qiaxéo) (2.3) designan con pocas excepciones
ô ia x o v ía xoõ Xóyon (6, 4), èli.erip.ooxivai (-»- enxtxgLOxéco 1) la oración de alabanza y
(10,4.31), ÔETiaiç (Ef 6,18); 1 Tim 5, 5; Sant de acción de gracias; ->■ XQá^co (3) significa
5, 16s), ôÉTioiç pexà Exixtxgioxíaç (Flp 4, 6; el clamar a gritos y (en Pablo) designa el cla­
cf. Col 4, 2; Ef 1, 16), ÔErjOEiç, èvxEnieLç, mor de oración inspirado por el Espíritu; -»•
Enxagioxíai (1 Tim 2, 1). Entre otras combi- ôÉopai (2) puede significar en general «pe­
naciones, hay que mencionar: «perseverar dir» y «orar, interceder», mientras que ôéqaiç
(jtgooxagxEgéco) en la oración» (Hech 1,14; significa la oración habitual y la petición par­
2, 42; 6, 4; Rom 12, 12; Col 4, 2 [junto a yQI)' ticular concreta (cf. también Hermann-Gree-
YOQéoo]), «hacer que Ias oraciones no tengan ven, 805-807).
obstáculo / no sean ineficaces ([xf| èYXÓitxeo-
"hai)» (1 Pe 3,7), «acordarse de alguien en Ias d) En el Evangelio y en Ias Cartas de Juan
oraciones / intercesiones ([xveíav Jtoiéo- faltan los términos jtQOoeúxop,ai, E nxotai y
[tai)», en todos los casos después de £Í)x«- jtQoaEUXi) por razones teológicas que pueden
Qiaxéca (Rom 1, 10; Ef 1, 16; 1 Tes 1, 2; Fim entenderse. Los términos para referirse a la
4), y jtQOOEUxal xmv aYÍrav (Ap 5, 8; 8, 3.4) oración en Juan son principalmente itQoaxu-
En comparación con los sinônimos (-> 1), véo) (11 veces; de la oración de los creyentes
itQoaeiJxop,ai y 3tQoaex)XX| se caracterizan en 4, 22.23.24; 9, 38; en los demás casos, de
principalmente porque se refieren a la oración la oración [cultuai] de judios y samaritanos),
a Dios en sentido global, y nunca a Ias peti- aixÉco (9 veces en boca de creyentes, de ellas
ciones cotidianas. Puesto que los elementos en 6 pasajes como oración de súplica «en el
1177 JtQOaEDXOpiCtl 1178

nombre [èv xô) ôvófiaxi] de Jesús»), Etixa- 8, 54; Sal 29, 2; Is 1, 15-17; Mt 26, 39; Ef 3,
QioTÉo) (3 veces dícese de la oración de ac- 14; también 1 Tim 2, 8). Se pronuncian ora-
ción de gracias de Jesús, dos de ellas de la ac- ciones en situaciones de aflicción (1 Re 19, 4;
ción de gracias sobre el pan) y finalmente Sal 6 ,7ss; 118,25; 142,2ss) y también de go­
èpcoxáo), que es un verbo que queda reserva­ zo (Ex 15, 1; 1 Sam 25, 32ss; Sal 22, 23ss), en
do para la oración de Jesús (en favor de los la vida cotidiana (Gén 24, 12ss; 2 Re 20, 2s;
suyos) (6 veces, cf. especialmente aíxEOtiai Sal 55, 18), así como en el culto y en el lugar
[para referirse a la petición formulada por los sagrado (Gén 12, 8; 13, 4; 1 Sam 1, 3.10ss;
discípulos] juntamente con EQCOxáü) [para re­ Sal 134, 2; Is 56, 7). Formas especiales de
ferirse a la petición formulada por Jesús] en oración son la confesión de pecados (Jos 7,
16, 26); además, Jesús «habla» (7.éy(o) al Pa­ 19; 2 Sam 24, 10; Dan 9, 3ss) y la intercesión
dre en el cielo (11, 41s; 12, 27; 17, 1). Jesús, (por ejemplo, por medio de profetas: Am 7,
que se halla en unión íntima y permanente 2s.5s; Jer 37, 3; la intercesión profética puede
con el «Padre» (10, 30; 14, 9), no necesita —a ser prohibida o rechazada por Dios: Jer 7, 16;
diferencia de lo que vemos en los Evangelios 11, 14; Ez 9, 8ss; 11,13ss; cf. además Gén 18,
sinópticos (-)• 2.a; 5 )- el ejercicio piadoso ha­ 23ss; 20, 7; Jer 15, 1; 29, 7; Neh 1, 4ss). Las
bitual de la oración, tal como se expresa en oraciones expresan la confianza en Dios, que
JtQOOEÚxoixai y JtQOOEUxr]. Más bien, sus escucha las oraciones (Sal 65, 3; cf. 3, 5; 18,
peticiones al Padre comunican también a sus 7; Jer 29, 12-14) y recuerdan a Dios sus actos
discípulos esa unión con Dios (14, 16; 17, de salvación y sus promesas (Ex 32, llss; Dt
9.15.20), los cuales, lejos de la oración cul­ 9, 26ss; Sal 77, Iss).
tuai tradicional, «adoran lo que conocen», a
saber, «adoran al Padre en espíritu y en ver- b) Estos objetivos de la oración hacen que
dad» (4, 22-24: cf. von Campenhausen, 170- queden relegados los fines, tan difundidos, de
177). la oración: intentos de influir en la deidad o
peticiones de bienestar o prosperidad (cf.
3. a) La oración, en la Biblia, es expresión Weinreich; von Severus, 1134ss), fines que
de la cercania de Dios experimentada por Ias también se critican como inadecuados en la
personas piadosas y expresión también de la filosofia griega (cf. Platón, Phaedr 279b.c;
dependencia en que ellas se sienten de Dios, Eutyphr 14b; cf. también Filón, SpecLeg I,
es decir, es culto divino en el sentido propio 24).
de la palabra. Mediante la alabanza, la acción Mientras que en la tradición griega predo­
de gracias, la lamentación y la súplica. Ias mina la oración como súplica dirigida a los
personas piadosas atestiguan que ellas viven dioses, y nada debe emprenderse sin la invo­
de la bondad de Dios como Creador y Salva­ cación de los dioses con sacrificios y oracio­
dor. La invocación que ellas hacen de Dios es nes (Homero, II 6, 308ss; 8, 236ss; Platón,
una respuesta a Ias experiencias que tienen de Tim 27c) y la verdadera oración se dirige ha-
Ias palabras y de Ias acciones de Dios (cf. cia cosas divinas y espirituales (Jenofonte,
Lentzen-Deis, 165-168). Por eso, la oración Mem I, 3, 2; Diodoro Sículo X, 9, 7; cf. ade­
es más que un proceso interior y meditativo. más Herrmann-Greeven, 776-782; Delling,
Brota dei «corazón» dei hombre (cf. Sal 13, 6; 105-107), la oración de la comunidad cristia-
19, 15; 33, 21; 57, 8; Rom 8, 27; Gál 4, 6; 2 na vive de la confianza absoluta en la salva­
Tim 2, 22), se expresa en palabras, invocacio- ción concedida gratuitamente por Dios en
nes, clamores, sentimientos de júbilo, lamen- Cristo. En la oración su fe encuentra una ex­
taciones y súplicas ardientes y, sobre todo en presión hablada ante Dios, y, al mismo tiem-
Ias actitudes orantes de la prostemación y la po, la oración sustenta y consolida su fe. La
proskynesis (—>■ TEQoauuvéco 3), abarca al oración de la comunidad cristiana primitiva
hombre entero (cf. Gén 2 4 ,26ss; 34, 8ss; 1 Re debe su carácter a la oración de Jesús y a su
1179 Ji0oaet>xo|xai 1180

obra salvífica. Así como los creyentes apren- La verdadera oración se expresa sobre todo
dieron de Jesus la exclamación «jAbba!» en la asamblea de la comunidad (cf. 1 Cor 11,
à p p á 3.4), así también aprendieron de él a 4ss; 14, 13ss; Rom 15, 6; Hech 1, 14; 2,
orar en el nombre de Jesucristo y a dirigirse a 42.46s; 12, 5.12; cf. Nielen, 145ss); determi­
Dios refiriéndose a Jesucristo (Jn 14, 13; 15, na la vida entera de los creyentes (Lc 18, 1.7;
16; Rom 1, 8; 7,25; 2 Cor 1, 20; Ef 5,20; Col 1 Tes 5, 17; Ef 6, 18; Col 4, 2; 1 Tim 2, 8; 5,
3, 17). Además, no oran en virtud de sus pro- 5) y dei apóstol (Rom 1, 9s; 1 Tes 1, 2; 3, 9;
pias fuerzas, sino por el poder dei Espíritu de Fim 4) y se manifiesta especialmente en la ac-
Dios, que habita en ellos (Ef 3, 20; cf. Bieder, ción de gracias (->■ 2.c; Rom 1, 8; 6, 17; 7, 25;
Dietzel); el Espíritu de Dios les hace sentirse 1 Cor 1, 4s; 14, 16; 2 Cor 4, 15; Flp 4, 6; Col
seguros de que son hijos de Dios (Rom 8, 15s; I, 3; 4, 2; 1 Tim 2, 1; Ap 11, 17s) y en la in-
Gál 4, 6), responde a sus «gemidos» que sus- tercesión (-> 2.b; en favor de la comunidad;
piran por la redención (Rom 8, 23) y con sus Rom 1, 10; Ef 1, 16; Flp 1, 9; Col 1, 3.9; 4,
propíos «gemidos inexpresables» intercede 12; 1 Tes 1, 2s; 3, 9ss; en favor dei apóstol:
vicariamente por ellos ante Dios (8, 26s; cf, Rom 15, 30; Hp 1, 19; Col 4, 3s; 1 Tes 5, 25;
H. Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung, 2 Tes 3, 1; Fim 22; también Heb 13, 18; en fa­
München 1971, 72ss). vor de una persona: Fim 4; en favor de todos
Según la tradición cristiana primitiva, Jesus los hombres y de las autoridades: 1 Tim 2, Is;
se entregaba a la oración (Mc 1, 35; 14, 32ss; en favor de los enfermos: Sant 5, 14ss; en fa­
Mt 11, 25-27 par.; 14, 23; Lc 3, 21; Heb 5, 7; vor de los enemigos; Mt 5, 44 par.; en favor
->■ 2.a) y ensenaba a orar a sus discípulos (Mc de Israel: Rom 10, 1; cf. 9, 3s). Aunque la
11, 24s par.; 14, 38 par.; Mt 5, 44 par.; 6, 5ss; verdadera oración es posible para todos los
7, 7ss; Lc 11, Iss; 18, Iss; pero cf. Lc 5, 33- creyentes y en todos los lugares (cf. Jn 4,
35), siendo un maestro que distinguía riguro- 20ss), sin embargo se mencionan específica­
samente entre la verdadera oración y lo que mente ciertas condiciones previas (la fe: Mc
externamente tiene apariencias de oración II, 24s; Sant 1, 5-7; 5, 15; la disposición para
(Mt 6, 5.7; Mc 12, 38-40 par.) y que prometia perdonar: Mt 5 ,23s; 6 , 14s; Mc 11, 25; la san-
que la oración de los creyentes es escuchada tidad y el amor: 1 Tim 2, 8; 1 Pe 3, 17; la so-
por Dios (Mt 6, 8.14; 7, 7ss par.; Mc 11, 23ss briedad: 4, 7; cf. también 1 Cor 14, 15).
par.). Las alabanzas y oraciones de la oración Como Jesús, los creyentes oraban a Dios;
dominical (el «Padrenuestro») constituyen pero, aunque la verdadera oración se reahza
verdadera oración (Mt 6, 9-13 par.), especial­ en el nombre de Jesús y a causa de Jesús (cf.
mente la petición que ruega el perdón (6, 14s; supra-, cf. especialmente 2 Cor 1, 20), sin em­
una petición a la que corresponde la propia bargo los clamores de la oración pueden enca-
disposición para perdonar; cf. también Lc 18, minarse también directamente al Exaltado (Jn
13s; Sant 4, 2ss) y la petición (lucana) que pi- 14, 14; 1 Cor 16, 22; Ap 22, 20; 2 Cor 12, 8;
de el Espíritu de Dios (Lc 11, 13). La oración Hech 7, 59s; c f 1 Cor 1, 2; Flp 2, 10; Ap 5,
implica sumisión a la voluntad de Dios (Mc 8.14; cf. también Nielen, 163ss; Delling,
14, 35s par.; Rom 1, lOss; 2 Cor 12, 8s) y, al llOss).
mismo tiempo, es la expresión de la confian- Se mencionan horas de oración en Hech 3,
za en la ayuda de Dios, la cual se extiende 1; 10, 9.30 (la hora sexta y la hora nona); Mc
hasta la vida cotidiana (Mt 6, 32 par.; Mc 13, 1, 35; Lc 6, 12 (la noche; c f también 1 Cor 7,
18 par.; Flp 4, 6; la oración en las comidas: 5; Ef 6, 18; Col 4, 2; 1 Tim 5, 5), posturas y
Hech 27, 35; Rom 14, 6; 1 Cor 10, 30; 1 Tim expresiones corporales durante la oración,
4, 3-5; cf. también Mc 5, 41 par.; 14,22s par.; Hech 7, 60; 20, 36; 21, 5; Ef 3, 14 (proskyne-
Lc 24, 30; proyectos de misión y planes de sis; 2.a; 3.a), 1 Tim 2, 8 (las manos alza-
viaje; Rom 1, lOss; Col 4, 3; el sufrimiento y das), Mc 11, 25 (ponerse de pie), Jn 11, 41
la enfermedad: Sant 5, 13ss). (Jesús levanta los ojos al delo).
1181 jtQoaet)xo[iai 1182

4. a) En Pablo, jtQooeúxofiai y itQoaeuxtí ellas (Rom 15, 30; 1 Tes 5, 25; Fim 22), por­
designan el don, obrado en los creyentes por que la intercesión de ellas no es otra cosa
el Espíritu, de invocar incesantemente a Dios compartir la lucha que se ha impuesto al após-
(Rom 1, 9s; 12, 12; 1 Tes 1, 2; Fim 4) y con tol (onvaYcovíoaa^aí pot, Rom 15, 30; cf.
gozosa confianza en la salvación (Flp 4, 4-6; Ott, 142).
1 Tes 5, 17), alabándole, dándole gracias, su­ Pablo se opone a ciertas tendências ascéti­
plicando e intercediendo. La oración practica- cas que existían entre los corintios y afirma
da principalmente en la comunidad es expre- que la oración y la vida marital no se exclu-
sión de haber recibido los dones divinos, no yen mutuamente, sino que a cada una debe
-por ejemplo- de la dependencia de Dios; li­ concedérsele su tiempo apropiado (1 Cor 7,
bera a los orantes de toda preocupación por su 5). A Ias mujeres entusiásticas Ias advierte de
propia situación, y ellos manifiestan «en to­ que, en la oración dei culto divino, no deben
dos los aspectos» (èv Tcavxí, Flp 4, 6) sus pe- situar la idea que ellas tienen acerca de sus
ticiones ante Dios (cf. Greeven, 140ss). El propias relaciones inmediatas con Dios y el
plural JtQoaei>xotí, que aparece varias veces conocimiento que poseen de la fundamental
(Rom 1, 10; 15, 30; 1 Tes 1, 2; Fim 4.22), ha- igualdad de derechos de todos los seres huma­
ce ver también lo obvia que es la práctica de nos, por encima de la tradicional costumbre
la oración, como lo vemos igualmente por Ias (judia) de llevar velo o de cubrirse la cabeza,
parénesis que exhortan a la oración (Rom 12, porque esta costumbre demuestra precisa­
12; Flp 4, 6; 1 Tes 5, 17.25). mente que uno conoce y quiere reconocer Ias
Los creyentes no tienen por qué angustiarse diferencias puestas por Dios entre mujeres y
pensando cuáles serán Ias palabras correctas hombres (11, 4.5.13; cf. Nielen, 287ss; von
que deban emplear en la oración ante Dios, Severus, 1181s; -v èlo n o ía 4; -> xecpaXf) 3.c).
porque ellos saben muy bien que, en sus pro-
pios gemidos por la redención (Rom 8, 23), b) Las Cartas post-paulinas muestran que
está actuando el Espíritu mismo de Dios e la oración se va convirtiendo cada vez más en
inspira dentro de ellos la verdadera oración, la una manifestación vital amplia y determinan­
oración que corresponde a Dios (8, 26: x a^ ò te (jtãç etc.: Ef 6, 18; Col 1, 3; 4, 12; 2 Tes 1,
Ô£í no se refiere a una eventual «debilidad en 11; 1 Tim 2, 1.8) de las comunidades cristia-
la oración» u otras cosas por el estilo, sino a nas primitivas, en signo de piedad en medio
la persuasión fundamental de que están oran­ de un mundo hostil a la salvación (1 Tim 2,
do como debe orarse, lo cual hace que los cre­ Iss) y de confianza en la cercania auxiliadora
yentes dejen con serena confianza que el Es­ de Dios (cf. Sant 5, 13ss; Jds 20).
píritu actúe en la oración; -> 3.b; cf. también La parénesis de la oración se encamina so­
Greeven, 152ss y 167s; Ott, 140s). Sin embar­ bre todo a las condiciones previas para orar
go, por consideración con «el otro» (1 Cor 14, como es debido: «permanecer vigilantes»,
17), no basta abandonarse únicamente a la Col 4, 2; que los hombres sean comprensivos
oración extática de los glosólalos, en la cual con las mujeres (que son más débiles), 1 Pe 3,
el vonç permanece «infecundo» (14, 14). La 7 (elç TÒ pf) èYxóJtteab-ai rà ç Jtgoaenxàç
oración alcanza su objetivo cuando los dones npcõv). A los hombres y a las mujeres se los
dei Espíritu se orientan bacia Dios y bacia la exhorta en 1 Tim 2, 8ss: ni la ira ni la con-
comunidad, y no se estancan en el arroba- tienda ni una conducta indecorosa se compa-
miento dei entusiasmo (14, 15). De ahí que, ginan con la oración en la comunidad; lejos
para Pablo, la oración sea ante todo interce- de eso, a Dios deben alzarse «en todo lugar...
sión, intercesión que él bace en favor de Ias manos puras» (v. 8; cf. también Sant 5, 16: fe
comunidades (pveíav np.cõv jto io õ p at èjtt y confesión de pecados); asimismo, la oración
Tcõv JtQooenxcõv pon, Rom 1, 9s; cf. 1 Tes 1, presupone en general sensatez y sobriedad (1
2; Fim 4; Flp 1, 9), y que él espera a su vez de Pe 4, 7). La oración constante se acentua en
1183 JtQOOEDXOUai 1184

Ef 6, 18 (èv jtavTi xaiQcp); Col 4, 2 (jtqoo- ro «pagano» de Dios (6, 7s); en cambio, la
xaQT8Qeít£) y en 1 Tim 5, 5 (refiriéndose a oración es la invocación de Dios como Padre
Ias viudas: vuxTÒç x a l i^ixéQaç). amoroso (6, 9-13), tal como se ve en la ora­
- La oración es ante todo intercesión: en fa­ ción dominical; un Padre que conoce ya siem-
vor de «todos los santos y por mí», Ef 6, 18s; pre Ias necesidades de los suyos (6, 8). La
Cf. Col 4, 3; 2 Tes 3, 1; Heb 13, 18; en favor oración en favor de los que persiguen a la co­
de los enfermos (y de los pecadores), Sant 5, munidad (5, 44 [Q]; íiniÈQ xrôv ôuoxóvxcov
14ss, más aún, ’&jièq jiávTcov àvdQcáatmv, 1 úpãç, cf. Rom 12, 14) está determinada, co­
Tim 2, Iss (en el v. 1 la yuxtaposición de ÔEfj- mo se ve por la correspondência antitética en­
aeiç JtQoaenxal àvx8ij|eiç enxagioxíai real- tre 5, 43 y 5,44, por el mandamiento dei amor
za la orientación uniforme de todas Ias expre- a los enemigos y no se desarrolla como una
siones de la oración hacia la salvación de to­ instrucción propiamente tal sobre la verdade-
dos los hombres; cf. von Severas, 1183s); de ra oración.
manera parecida ora el «apóstol» en favor de
la comunidad: Ef 1, 16 (euxaQiaxmv vkèq b) Por el contrario, Lucas emplea con sor-
úpc&v ... 8Jtl xóôv JtQooeuxcôv pou); cf. Col prendente frecuencia JXQooeúxopai y JtQoo-
1, 3.9; 2 Tes 1, 11 y especialmente la imagen 8UX1Í para referirse a la oración de Jesús (3,
de la lucha de fe en favor de la comunidad, en 21; 5, 16; 6, 12; 9, 18.28s; 11, 1; 22, 41ss),
Col 4, 12 (jtávxoxe àYcnvi^ópevoç uitèp aunque omite o traspone algunos enunciados
úpõ)V àv xaiç JtpooEuxaiç). marquinos (Mc 1, 35; 6, 46; 14, 32). Jesús ora
en los momentos decisivos dei Evangelio:
5. a) Según Marcos, Jesus es orante solitá­ después de ser bautizado por Juan, 3, 21; an­
rio (1, 35; 6, 46; 14, 32ss [sobre el v. 38, cf. tes de la vocación de los Doce, 6,12; antes de
Col 4, 2]), que ensena a sus discípulos acerca la confesión de Pedro, 9, 18; antes de la Tras-
de la relación entre la oración y la fe, la certe­ figuración, 9, 28s. Demuestra así de manera
za de ser escuchado o la disposición para per- especial su cercania íntima dei Padre y se
donar (11, 24s), y que a la vez critica dura­ convierte de esta manera en el modelo de los
mente el abuso de la oración como ostenta- discípulos y en su verdadero maestro de ora­
ción pública de piedad (12, 40). No se obser­ ción, que los congrega para que sean una co­
va ningún interés teológico especial; el Jesus munidad orante (a diferencia de la comunidad
marquino exhorta, sí, a la oración (9, 29; cf. dei Bautista: 11, L cf. 5, 33-35). Su lucha de
también 11, 17; 13, 18; 14, 38) y, en momen­ oración en el Monte de los Olivos ensena con
tos de extrema aflicción, confia su suerte el ejemplo a sus discípulos a vecer con la ora­
-orando- en manos dei Padre (triple acción de ción Ias tentaciones (22, 40ss), así como en la
orar: 14, 35.39.41), pero él no es considerado cruz Jesús no muere la muerte dei abandona­
como maestro de oración en sentido propio do (Mc 15, 34 par.), sino la muerte dei orante
(falta la tradición de la oración dominical). entregado a la voluntad de Dios (23, 46, cita
Mateo, al recoger los enunciados marqui- dei Sal 30, 6 LXX; cf. Hech 7, 59s; cf. Ott,
nos, realza los mismos rasgos fundamentales; 97s). Es significativa en Lucas la súplica pi-
la oración de Jesús, 14, 23; 19, 13 (sin parale­ diendo el don dei Espíritu (11, 2 v.l. [cf. Gree-
lo); 26, 36ss (falta Mc 1, 35); la oración es es- ven, 73ss]; 11, 13 a diferencia de Mt 7, 11; cf.
cuchada: 21, 22 (cf. 7, 11; 18, 19s); exhorta- Hech 4, 31; 8, 15) y para ser preservado de la
ción a la oración: 24, 20; 26, 41. En 6, 5ss se tentación (22, 40), así como la intercesión de
compendia la crítica que Jesús hace de la ora­ Jesús en favor de la fe de los discípulos (cf.
ción (falta Mc 12, 40) y se combina con una 22, 32; ôéopai). En consonância con ello, el
instrucción sobre la oración, que quiere que Jesús lucano ensena a sus discípulos en pará­
queden lejos de la oración cristiana todos los bolas (11, 5ss; 18, Iss) y en una narración
elementos de «hipocresía» (6, 5s) y de conju- ejemplar (18, 9ss), a orar con confianza (11,
1185 itQoaeuxo^oti-- JtQoasxco 1186

13), en todo momento e incesantemente (18, ya primordialmente expresión (como en Pa­


1; cf. 21, 36; 4.b) y como pecadores que blo, 4. a) de la fe que se debe a la obra sal-
pueden confiar únicamente en la gracia de vífica de Cristo, sino que (como herencia de
Dios (18, 13s). En la oración ferviente la co- la piedad judia) muestra la praxis pietatis de
munidad se mantiene firme durante el tiempo una Iglesia que sabe que está dirigida y esti­
que media entre Jesus y el juicio dei Hijo dei mulada por Jesús mismo en la oración por la
hombre (18, 8; 21, 36). salvación (cf. Ott, 124ss y 137ss).
El libro de Hechos prosigue Ias ideas direc-
trices asentadas en el Evangelio de Lucas. 6. En Hech 16, 13.16 JtQOOeuxV) (que apa­
Fiel al encargo dado por su Senor, la comuni- rece únicamente en el uso bíblico [pero cf. 3
dad de Jerusalén mantiene firmemente desde Mac 7, 20] y en el dei cristianismo primitivo)
un principio la actitud de orar incesantemente debe entenderse en sentido local como desig­
(fjaav n;QOoxaQTEQO'0vTeç ópofinpaôòv tfj nación dei lugar de oración de los judios en
jtgooeuxfl, 1, 14; 2, 42 [el plural es segura­ Filipos, que Pablo y sus acompanantes sospe-
mente una manera de designar la práctica ha­ chan que se halla fuera de la ciudad, junto a
bitual de la oración]; cf. 2, 46 [xafi’ fipégav un rio [el Gangites; quizás a causa de Ias pu-
TE JtQOOXaQTEQOÍiVTEÇ ÓpO'0a)paÒÒv èv TÔ) rificaciones rituales; cf. ThWNT VI, 602s;
LEQCõ]; 6, 4 [jiQOOEuxTÍ y ôiaxovta to ü X.Ó- VII, 813s), y alK efectivamente lo encuentran.
you como tarea de los Doce]; cf. además 3, 1; Desde el siglo III a.C. y especialmente en los
12, 5.12; 20, 36; 21, 5). La oración acompana primeros tiempos dei Império Romano, ngoo-
importantes decisiones en el desarrollo de la EUXTl era la manera corriente que los judios de
vida de la comunidad: la elección posterior la Diáspora tenían de designar a la «sinago­
dei duodécimo apóstol, 1, 24; la designación ga», como lo prueban Filón (LegGai 20.23.
de los Siete, en medio de la oración y con la 43; Flacc 41 y passim) y numerosas inscrip-
imposición de Ias manos, 6, 6; la oración de ciones (cf. Hengel; Bauer, Wõrterbuch, í . v .
Pedro y de Juan pidiendo el Espíritu para Sa- 2). Como Lucas, en los demás pasajes de He­
maría, 8, 15; la visión de Pedro, 10, 9; la mi- chos, usa siempre el término owaycuYT), co­
sión de Pablo y Bemabé, que son enviados a rriente en Palestina (lo emplea 19 veces, 16
Antioquía, 13, 3 (vTiatEÚaavTEç x a l JtQoo- de ellas para referirse al edificio de la sinago­
EU^ápevoi x a i èjtt&évxEç xàç ga), es posible que en 16, 13.16 él haya toma­
xotç àjtÉÀuoav); cf. además 14, 23; 20, 36. do de una fuente esta acepción dei término
Lo mismo que a Pedro (3, 1; 9, 40; 10, 9; 11, ouvaYcoyri; en todo caso, Lucas piensa segu­
15), a Pablo se le presenta sobre todo como ramente en un lugar de oración al aire libre,
hombre de oración (9, 11; 16, 25; 20, 36; 21, en el que se reunían únicamente mujeres.
5; 22, 17; 28, 8). Por su constante oración se
H. Balz
caracteriza el centurión Comelio, temeroso de
Dios (jtQoaenxod x a i èX,ETip,oax)vai, 10, 4
[cf. Did 15, 4]; cf. además 10, 2.30), de tal nQO aéxúi prosechõ volver la atención ha-
manera que Dios le escucha y le conduce fi­ cia, preocuparse por, tener cuidado de,
nalmente a la fe (10, 4.31; cf. sobre Pablo en ocuparse de*
9, 11). El orar forma parte de Ias liberaciones En el NT el verbo aparece 24 veces, 10 de
milagrosas (12, 5.12; 16, 25) y conduce a una ellas en los Evangelios (6 en Mateo y 4 en
curación (28, 8; cf. Sant 5, 14ss) y a la resu- Lucas), 6 en Hechos, 4 en 1 Timoteo; el verbo
rrección de una persona muerta (9, 40). De no aparece en Pablo, en Marcos y en Juan, y
ahí que en la oración la comunidad tenga con- se halla siempre en voz activa.
ciencia (de manera ejemplar, cf. Greeven, Con frecuencia (siempre en los Evangelios)
117ss) de estar unida con Dios y de hallarse JiQOoéxcu tiene el significado de guardarse de
bajo su dirección. Claro que la oración no es / tener cuidado de, siete veces (todas ellas en
1187 JtQOaéxCÜ - JtQOOTlXtJTOÇ 1188

los Evangelios) con la preposición àitó (cf. :JtQOOlnX,ÓW proséloõ clavar en*
BlaB-Debranner § 149, 1 con la nota 2); àjtò En Col 2, 14 dícese metaforicamente dei
tcõv ojjenôojtQoqpTiTCôv, Mt 7, 15; àjiò trôv «documento de la deuda»
àv&pcüJTcov, 10, 17; àjrò Tfjç ^tifXTiç tcõv que Dios quitó de en medio por la muerte de
OaQiaaírov x a l üaôôoTOaícov, 16, 6.11, cf. Cristo, «clavándolo en la cruz» (n;çooT)Xcb-
16,12; con el pronombre reflexivo: JtQoaéxe- oaç auTÒ TCõ axaugcõ, cf. también Jn 20,25).
TE éatJToTç àjiò tfjç ^iJitTiç, Lc 12, 1; àjtò La base para la metáfora podría ser la inscrip-
TCÕV Y0ctp.paTécüv, 20, 46; sin à jtò con el ción clavada en la cabecera de la cruz, en la
pronombre reflexivo y el mismo significado: cual se declaraba la causa por la que se hacía
guardarse de / tener cuidado de s í mismo morir al crucificado (cf. M. Dibelius-H. Gree-
(jtQOoéxETE eantOLç), 17, 3; igualmente se­ ven, An die KolosseP [HNT] sub loco; cf. Mc
guido por pf|JtoTE, 21, 34; jigoaéxEXE éan- 15, 26). Se entiende por ello la completa can-
to Tç èjti Tolç àv^QòúJtoiç totjtoiç t í [xéXXexe celación dei «documento», es decir, la supre-
Jtgáaaeiv, debe traducirse probablemente sión total de la deuda de los hombres ante
por: \Tened cuidado de lo que vais a hacer Dios (cf. E. Lohse, Der Brief an die Kolosser
con esas personas!», Hech 5, 35; sin pronom­ [KEK], sub loco [bibl.]; sobre la discusión cf.
bre reflexivo y seguido por un infinitivo (con especialmente E. Schweizer, La Carta a los
jtf|): iguardados de ...», Mt 6, 1. Colosenses, Salamanca 1987, sub loco.
En los demás casos predomina el significa­
do de prestar atención, seguir, escuchar a
(con dativo): Hech 8 , 6 ( t o l ç XeYÓ|t£voiç), cf. JlQOdTjXvTOÇ, ov, ó prosêlytos prosélito,
16, 14; 8, 10 (cb JtgooEixov jtávxeç, «todos convertido al judaísmo*
le prestaban atención»)-, 8, 11 (jtgooELXOV ôè 1. Aparición en el NT - 2. Origen y uso judio - 3.
anxcõ, «y le prestaban atención»); Jtgooéxco Diversos pasajes.
ixnlloiç..., «dejarse ZZevarpor fábulas», 1 Tim
B ibl.: B. J. Banvberger, P roselytism in the Talmudic
1, 4; cf. 4, 1 (nvexipaoLV jtMvoiç...); Tit 1, Period, Cincinnati 1939; Bauer, W õrterbuch, s.v.; S.
14 Clonôaixotç p.ó^oiç...); cxin sentido posi­ Bialoblocki, D ie B eziehungen des Judentum s zu Pro-
tivo en Heb 2, 1: n:gocréxto xotç axono^et- selyten u n d P roselytentum , Leipzig 1930; Billerbeckl,
Oiv, «prestar atención a lo oído / a lo que 924-931; II, 715-723; IV, 353-414; Bousset-Gress-
mann, 76-86; W. G. Braude, Jew ish P roselyting in the
Dios nos hizo oír (a saber, el mensaje de Cris­ F irst F ive C enturies o f the C om m on Era, Providence
to, cf. 1, 2ss)»; en 2 Pe 1, 19 dícese de la pro- (Rhode Island) 1940; H. Conzelmann, H eid en - Juden
clamación de la salvación por los profetas - C hristen (BHTh 62), Tübingen 1981, 18-21; P. Dal-
(itgocpriXLXÒç X.óyoç), que los creyentes pose- bert, D ie T heologie d e r hellenistisch-jüd. M issionslite-
ra tu r u n ter A u ssc h lu fi von P h ilo u n d Jos, Hamburg
en irrevocablemente por medio dei testimonio 1954; Id., en BHH III, 1515; F. M. Derwacter, P repa-
de Dios, confirmado por los testigos oculares, ring the Way f o r P aul. The P roselyte M o vem en t in La-
en favor de su Hijo (1, 16-18; cf. Mt 17, 5 ter Judaism , New York 1930; Hamack, M issio n I, 13-
par.): cb xa^cõç itoieixe JtgooÉxovxEÇ, «ha- 23; J. Jeremias, L a prom esa de Jesús p a ra los p a ga-
nos, Madrid 1974; Id., Jerusalén en tiem pos de Jesús,
céis bien en aferraras a ella», 1, 19. Madrid 1977, 331-345: H. G. Kippenberg, en Pauly-
jtgooéxco significa también aplicarse dili­ Wissowa IV, 1187; K. G. Kuhn, jteoar|kuToç, en
gentemente, atender a, 1 Tim 4, 13 (xíj a.vay- ThWNT VI, 727-745 (bibl.); K. G. Kuhn-H. Stege-
vcboEi...); ocuparse de xô) OuGiaoTrigLCp, mann, en Pauly-Wissowa Suppl. IX, 1248-1283
(bibl.); K. Lake, P ro selytes a n d G od-fearers, en B e-
«dei [servicio] dei altar»), Heb 7, 13 (refirién- g in n in g s V, 74-96; E. Lerle, P ro selyten w erb u n g und
dose a que Cristo procedia de la tiibu de Judá, U rchristentum , Berlin 1960; N. Levison, The P rosely­
no de la tribu de Leví, cf. también el v. 14); en te in B ib lica l a n d E arly P o st-B ib lica l Judaism : SJTh
sentido negativo, «no entregarse», 1 Tim 3, 8 10 (1957) 45-56; J. A. Loader, A n E xp lanation o f the
Term prosêlutos: NovT 15 (1973) 210-211; J. NoUand,
(oívcp jtoXXm); atender a, cuidarse de, en U ncircum cisedP roselytes?: JSJ 12 (1981) 173-194; A.
Hech 20, 28 (éauxotç x a l rtavxl xcb Jtoi|x- Paul, en DBS VEOÍ, 1353-1356; M. H. Pope, en IDB
vlcp). in, 921-931; Preisker, Z eitgeschichte, 290-293; Reic-
1189 JtQoar|XDXoç 1190

ke, Z e itg e sc h ich te, s.v. en el índice analítico; H.-J. te el neologismo judeo-heleno (seguramente, lo
Schoeps, P a u lu s, Tübingen 1959, 234-242; SchUrer mismo que Filón, por consideración hacia sus
III, I50-I88; M. Simon, Verus Israel, Paris 1948; Id., lectores griegos, aunque el empleo que hace dei
S u r les déb u ts d u p ro sélytism e ju if, en F S f ü r A . D u- participio de perfecto JtgooeXtiXuíhjia para refe-
p o n t-S o m m er, Paris 1971, 509-520; S. Zeitlin, P ro-
rirse a una convertida (Ant XIV, 110) documenta
selytes a n d P ro selytism during the Seco n d C om m on-
su conocimiento dei término y de la realidad sig­
w ealth a n d E a rly Tannaitic Period, en F S f ü r A Wolf-
so n II, Jerusalem 1965, 871-881; para más bibliogra­
nificada por él. El término se halla atestiguado
fia, cf. ThWNT X, 1249. también en inscripciones procedentes de lerusa-
lén y de Italia (cf. CIJ Index j.v.; Kuhn-Stege-
mann, 1264-1267 y 1272).
1. JtQoOTÍXriTOç aparece 4 veces en el NT En paralelo con el desarrollo en el âmbito hele-
(Mt 23, 15; Hech 2, 11; 6, 5; 13, 43) y, con nístico, el vocablo básico hebreo gêr se convirtió
arreglo al lenguaje avanzado dei judaísmo he- también en Palestina en el tecnicismo para desig­
lenístico, se usa consecuentemente como tec­ nar a los prosélitos (los testimonios en BiUerbeck
nicismo para designar a un gentil que se ha II, 715-723; Kuhn, 734-742; Kuhn-Stegemann,
pasado al judaísmo, a un convertido al judaís­ 1251-1253), un proceso que no dejó de influir en
la interpretación rabínica de los testimonios dei
mo. término en el AT. Sobre la difusión y el significa­
2. Como designación técnica de «los hombres do histórico de la misión judia, sobre el procedi-
y mujeres que -sin haber nacido de padres ju­ miento de admisión en el judaísmo, sobre la si-
dios-, en virtud de un acto jurídico de admisión, tuación jurídica y social dei proséllto y sobre la
llegan a ser miembros de la comunidad judia de valoración controvertida dei proselitismo en la
culto y se adhieren a ella» (Kuhn-Stegemann, discusión rabínica, cf. Kuhn, 737-742; Kuhn-Ste­
1249), este término (que sólo aparece en la litera­ gemann, Í254-1280 [bibl.]).
tura judia y cristiana) surgió en la Diáspora hele-
nistica (los intentos por derivarlo de raices semi- 3. a) Los ayes de Jesus sobre los escribas y
ticas [por ejemplo, Loader, 270ss; qrb\ son tan fariseos, «que recorren mar y tierra para ganar
poco convincentes como la referencia a un su- un solo prosélito» (Mt 23, 15) no condenan la
puesto paralelo en el culto de Isis: advena, Apu-
leyo, Met XI, 25 [R. von Reitzenstein, Die helle- actividad misionera, como tal, de esas perso­
nistischen Mysterienreligionen, Stuttgart ^1927, nas (en contra de H. J. Holtzmann, Die Sy-
193; Bauer, Wõrterbuch, 1418]), que de este mo­ noptiker^ [Hand-Commentar z. NT], 279; E.
do diferenciaba al convertido propiamente tal dei Lohmeyer, Das Evangelium nach Matthãus^
simple simpatizante, dei «temeroso de Dios» (ae- [KEK], 343, y otros), sino que se refiere al re­
Pó|tevoç [xòv ■&eóv]; -> oépofiai). sultado de esos esfuerzos, haciendo notar «lo
El uso técnico preciso se vio anticipado por un
empleo semitécnico que se muestra en el hecho que con ellos se obtiene, cuando los fariseos
de que la LXX, con sorprendente congmencia (en emprenden esa misión como ujtoxgixaí, tal
71 de los 92 casos en que aparece en el TM), em- como Jesús los caracteriza» (Kuhn-Stege­
plee el sustantivo derivado dei tema -eXu- como mann, 1280; de manera parecida: A. Schlatter,
equivalente dei término hebreo gêr, dei derecho Der Evangelist Matthãus, Stuttgart ®1963,
de personas, que en el AT designa al extranjero 675; Jeremias, La promesa de Jesús para los
que se ha asentado en el pais de Israel, al foraste- paganos, 15 nota 61; Lerle, 64, y otros): «un
ro residente (cf., a propósito, R. Martin-Achard,
en DTMATI, 583-588; D. Kellermann, en DTAT hijo dei infiemo, que es dos veces peor» que
I, 1000-1012), pero que casi habitualmente pre- los que le persuadieron para que se convirtie-
fiera la traducción por otros vocablos (^évoç, ra. Esta crítica, seguramente, no se basa tanto
Jtápoixoç, etc.), cuando el contexto hace proble­ en la posibilidad, aprovechada por muchos
mática la comprensión de gêr como término reli­ prosélitos, para anular el matrimônio que ha-
gioso (cf. Kuhn, 732). bían contraído antes de su conversión (en
Filón conoce claramente el término 3tgoaf|Xu-
xoç como tecnicismo (Som II, 273; SpecLeg I, 51 contra de Lerle, 65; P. Bonnard, El Evangelio
y 308), pero prefiere en general otras expresiones según San Mateo ^1983, 505 nota 1), sino que
como EJtTiXuç (Flacc 54; Exsecr 152) o èitqXuxoç se basa más bien en el ceio que esas personas
(Virt 104; SpecLeg I, 52s). Josefo evita totalmen­ tenían como convertidos y que Ias conducía al
1191 3tQO0T|l.UTOÇ - JTQÓaxaigOÇ 1192

desconocimiento legalista y falsa interpreta- 7IQÓ(T'd’E 0lç, £COÇ, prosthesis adición;


ción de la voluntad de Dios. distribución (?)
Las palabras de Jesús presuponen la actitud El códice D tiene en Mc 2, 26; Mt 12,4 y Lc
dei movimiento fariseo, favorable a la labor 6, 4 la frase ág ro t xfjç JtQoo^éoecoç (en vez
misionera, antes de que se produjera el cam­ de ->• 3TqÓ'9'80lç). El significado de «distribu­
bio decisivo de actitud en matéria de prose­ ción» o «exposición» o algo por el estilo, será
litismo, a consecuencia de la catástrofe dei difícil documentário en otros textos; cf. posi-
ano 70. Hay que tener en cuenta, desde luego, blemente Ez 47, 13 LXX; también Lev 24, 9.
que el carácter polêmico y la formulación hi­
perbólica dei enunciado relativizan en buena
parte su valor como fuente para conocer la JtgÓ axaiQ O Ç , 2 proskairos que dura al-
extensión y la intensidad de la propaganda fa- gún tiempo, momentâneo, pasajero*
risea. El término aparece 4 veces en el NT: en la
interpretación alegórica de la parábola de las
b) Con la mención de «judios y pmsélitos» cuatro clases de campo de siembra, vemos
(Hech 2, 11), no se amplia la denominada que a una clase de personas se la califica de
«lista de pueblos» mediante la enumeración jtQÓoxaiQOç, es decir, de persona dei mo­
de grupos adicionales, «sino que esta frase mento / persona inconstante, que no tiene en
abarca a todos los grupos anteriores según su si misma raíces y, por tanto, adopta decisiones
la modalidad de su afiliación religiosa» (E. precipitadas y con igual precipitación las
Haenchen, Die Apostelgeschichte^ [KEK], abandona, porque éstas no se hallrm arraiga­
174), a saber, como judios «de nacimiento» y das en una convicción profunda, Mt 13, 21
como «convertidos», de tal manera que se (cf. vv. 5s) par. Mc 4, 17 (cf. vv. 5s). El adje­
abarca al judaísmo en su totalidad, tanto por tivo se usa también en un sentido crítico pare­
su extensión geográfica como por la índole de cido, cuando en Heb 11, 25 se dice que Moi­
su origen. sés rechazó «disfrutar transitoriamente / du­
La caracterización de Nicolás como «prosé- rante algún tiempo dei pecado (JtQÓOKaiQOV
lito antioqueno» (Hech 6, 5) justifica para sa­ êxetv ápapxíaç àjtóXauoiv)», a saber, de la
car la conclusión de que los demás de la Usta vida aristocrática de un «hijo de la hija de Fa-
de los siete «helenistas», a quienes se mencio­ raón» (v. 24); cf. Ex 2, lls ; JtQÓoxaiQoç xf]ç
na por su nombre, eran judios de nacimiento. èraOnpíaç pôovTi, Josefo, Ant II, 51.
Si tenemos en cuenta que Lucas, en otras En 2 Cor 4, 18 el término se usa en sentido
partes, distingue siempre cuidadosamente en­ escatológico: xà yÒQ pXEjrópeva jtQÓoxai-
tre proséütos y «temerosos de Dios» (->■ OÉ- qa, xà ôè pq pXEJiópeva alm via (cf. OGIS
pop,ai), es obvio suponer que la expresión II, 669, 14). «Las cosas que están a la vista»
singularísima «prosélitos temerosos de Dios», (cf. Sab 13, 7), por contraste con las cosas in-
en Hech 13, 43, surgió por la inserción de una visibles y que permanecen etemamente, están
glosa (jtQOOTiWxcov; cf. E. Haenchen, Die ligadas a un tiempo determinado que se aca­
Apostelgeschichte, 397 nota 5). Claro que, a ba. La máxima dei v. 18 (H. Windisch, Der
pesar dei uso técnico de aepónevoç, que es zweite Brief an die Korinther [KEK], sub lo­
siempre uniforme en el libro de Hechos (13, co, menciona máximas de tenor parecido en
50; 16, 14; 17, 4.17; 18, 7), no se puede ex­ la literatura helenística) recoge el contraste
cluir la posibilidad de que aqui se trate sim- expresado en el v. 17 ([->■] n a p a u x íx a [->]
plemente de un «descuido en la expresión» kXatpQÓv / aícóvLov páqoç) y, por tanto, fun­
(H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte er- damenta adicionalmente la idea de que las
klü rf [HNT], 85). aflicciones actuales de los creyentes (en este
mundo) pierden su importância cuando se las
H. Kuhli compara con la gloria eterna, que se espera y
1193 JtQ oaxaiQ O ç - JtQ ooxagxEQ eü) 1194

que se experimenta ya en la renovación coti­ níQOOXaQTeQéto proskartereo aferrarse a,


diana (v. 16). Por tanto, JtQÓOKaiQOÇ signifi­ perm anecer en, estar dispuesto perm a­
ca aqui: válido durante determinado tiempo / nentemente, perseverar en*
pasajero / temporal. De ahí que Ias ■&XÍ'iJjeiç,
El verbo aparece 10 veces en el NT, espe­
como cosa visible (y transitória), inducen a
cialmente en Hechos (6 veces). Por influencia
prestar atención a lo invisible (y eterno, v.
dei verbo simple -+ xaQxeQÉco («ser fuerte,
18a), es decir, lo visible se convierte en otra
mantenerse firme»), el verbo compuesto tiène
razón más para la esperanza en lo invisible, y
también a menudo el matiz adicional de man­
Ias experiencias actuales de sufrimiento con-
tenerse firme con decisión e intrepidez. Así se
firman la experanza en la doxa etema (cf. 4,
ve con especial claridad en la frase rcgoaxag-
10-12; Rom 5, 3; 8, 18.24s); naiQÓç 3;
atcóvioç 2. ThWNT 111, 464s. XEQÉüJ xfj niQOOEUxtí, Hech 1, 14 (con el ad­
vérbio ó p o d u p a ò ó v ); 6, 4 (xfj jtQooEUxfí
H. Balz x a l xfj ô ia x o v íg ); Rom 12, 12 (junto a xfj
■ôX,í'\J)Ei XOTopÉvovxEç); Col 4, 2; de manera
T lQ o ax a X éo ^ a i proskaleomai llamar, 11a- parecida, JtQOOxaQXEQofivxEç xfj ôiôaxfi
mar a sí, citar, hacer venir* xcõv àjtooxóXcov x a l xfj xoivcovíg, xfj xX á-
En el NT el verbo aparece 29 veces (siem- OEL xoü cÍQXou x a l xaíç JtQOOEUxatç, Hech
pre en voz media), 6 de ellas en Mateo, 9 en 2, 42. En los pasajes citados el verbo Jtgoo-
Marcos, 4 en Lucas, 9 en Hechos; por lo de- xagXEQéco acentúa la permanência o perseve-
más, aparece sólo en Sant 5,14. Con el senti­ rancia firme y con dedicación en un grupo
do propio de llamar, llamar a sí, aparece en homogêneo y orientado hacia fines comunes;
los Evangelios, temendo especialmente a Je- aqui hay que mencionar también el pasaje de
sús como sujeto, que llama a sí a sus (doce) Hech 2, 46: x a ô ’ f|pÉgav JtgooxagxEçoüv-
discípulos (casi siempre: jtgooxaX eaápe- XEÇ ó p o § u p a ô ò v EV XM LEQCÕ, «día tras dia
voç): Mt 10, 1; 15, 32; 20, 25; Mc 6, 7; 8, 1 permaneciendo unânimes en el templo».
10, 42; 12, 43; al pueblo {oy^koq): Mt 15, 10 Dícese de personas concretas en Hech 8, 13
Mc 7,14; 8, 34; cf. 3,13; a un nino: Mt 18,2 (2i[tov... qv JiQOOxaQXEQcõv xm <PiÀ,ÍJtJtü),
Lc 15, 26; cf. 18, 16; a los escribas, Mc 3, 23. «Simón... se mantuvo / permaneció constan­
Tan sólo en cuatro pasajes de los Evangelios temente con FeHpe»); 10, 7: ol JxgooxaQxe-
son otros los que llaman: Mt 18, 32 (el amo QOÜvxEç auxtp, dícese de los soldados que
dei criado); Mc 15, 44 (Pilato: hacer venir)-, estaban asignados a Comelio o que le eran
Lc 7, 18 (Juan el Bautista); 16, 5 (el adminis­ fieles (Spicq, Notes 11, 758: «attachés à son
trador); cf. además Hech 6, 2 (los Doce); 13, Service»; E. Haenchen, Die Apostelgeschich-
7 (Sérgio Pablo: hacer venir)-, 23, 17.18 (Pa- íe’ [KEK], sub loco: «los soldados que tenía
blo); 23, 23 (el quiliarca); Sant 5, 14 (un en­ como ordenanzas»). Mc 3, 9 y Rom 13, 6
fermo: Touç jtQeaPuTÉQOuç). En Hech 5, 40 usan JlQOOxaQXEQÉco en un sentido más ge­
aparece seguramente el tecnicismo citar (ante neral: iv a jrXoiágiov jtQO0xaQXEQfj auxtp,
un tribunal: jiQoaxaX,8aá(i£voi xouç âjtoo- «que una barca esté dispuesta para él» (Mc 3,
xóXouç). 9); Xeixouqyo^ 'Oecxi eíoiv e I ç auxò
En sentido figurado, Hech 2, 39 habla de la xoüxo JtQOOxaQXEQoOvxEç, «en efecto, son
vocación con que Dios hace venir a los que servidores de Dios, cuando se dedican firme­
viven lejos (seguramente: a los gentiles; cf. J1 mente / celosamente a esto (a recaudar im-
3, 5; Is 57, 19); la vocación para una tarea de­ puestos)» (Rom 13,6; cf. también PapLondon
terminada (eq^ov), 13, 2 (vocación que dima- 111, in , 904, 26s); otros testimonios en Spicq,
na dei Espíritu Santo [xò jxveüpa xò ayiov]); Notes II, 758s (con la nota 3); sobre la discu-
seguido dei infinitivo EÜaYYe^toaaO^ai, 16, sión, cf. E. Kâsemaim, An die R õ m e / (HNT),
10. ThWNT 111, 501s; DTNT111, 9 y 11. sub loco. ThWNT m , 620-622.
1195 JTQOoxaQteeTiaiç - TtçooMOfi^a 1196

JIQ oaxaQ TÉQ tloriç, ECOÇ, proskarterê- «el hombre se unirá / estará firmemente uni­
sis perseverancia* do a su mujer» (cita de Gén 2, 24 LXX; en he-
Ef 6, 18: Èv jtáo p JtQoaxaQXEQtíaei,, «con breo dãbaq; Mc 10, 7 Sin B 'P , y otros; Mt
toda perseverancia», dícese de la oración fir­ 19, 5 Sin C K L, y otros. Sobre el empleo dei
me y constante. ThWNT 111, 622; Spicq, No­ verbo compuesto o dei simple para referirse a
tes II, 760s. la unión conyugal o a Ias relaciones sexuales
en general, cf. 3 Re 11, 2; Eclo 19, 2; 3 Esd 4,
20; 1 Cor 6, 16 (pero cf. también el v. 17);
m ç o a x E tp á X a io v , o r , TÓ proskepha- PapLondon V, 1731, 16 (xo^A.ãodai éxÉQtp
laion cojín, cabezal* àvÔQÍ); también Gén 34, 3 (TM: dãbaq-,
Según Mc 4, 38, Jesús dormia en la popa de LXX: jtQooáaxEV xfj tljuxfj)- ThWNT III,
la barca «sobre el cabezal» (èiti, xò jtgooxe- 823; DTNTI, 65s; ^ xoXLáco.
(jpáXaiov xa^&eóôcov); cf. Ez 13, 18.20.

TCQÓOXO^^a, atO Ç, TÓ proskomma tro-


niQoaxXi|QÓO|U.ai prosklêroom ai recaer
piezo, desliz*
(por suerte), ser concedido graciosamente
En el NT el término aparece 6 veces y, con
(por Dios)*
excepción de 1 Pe 2, 8, se halla únicamente
En voz pasiva en Hech 17, 4: JtQoaEXÀT]-
en Pablo. Como nomen actionis se encuentra
Qü)'9"riaav xm riatiX,®, «fueron dados/asigna-
en la frase X.íO^oç Jtgooxóppaxoç, «piedra de
dos a Pablo» (cf. Füón, LegGai 68); ThWNT
tropiezo» (es decir, «piedra en la que uno tro-
III, 764s prefiere la traducción «adherirse a».
pieza» o «en la que uno cae»; genitivo de
cualidad), Rom 9, 32.33 (aqui junto a néxga
JtQÓ0XÀ,t](TlÇ, £(0Ç, 1^ prosklêsis invita- oxavóáX,ot), cita de Is 8, 14; 28, 16); 1 Pe 2,
ción, preferencia 8 (junto a XEqpaLfi Y^víaç; [-> Y®vía 3.a.b;
1 Tim 5, 21 v.l. en vez de -> rcgóaHX,iaiç. Sal 117, 22 LXX] y jiéxpa oxavôáLou). Se­
gún Is 8, 14, Dios mismo se convertirá para
Israel en «piedra de tropiezo» (en hebreo ne-
n;QooxXivo|M.ai prosklinom ai inclinarse gef, tropiezo; de ordinário, el término hebreo
hacia, unirse a, seguir a* que aparece casi siempre es: môqês, «trampa,
En voz pasiva en Hech 5, 36, dícese de Ten­ lazo»), mientras que la LXX, al introducir ne-
das «a quien se unió / a quien siguió un grupo gaciones, convierte la afirmación en enuncia­
de unos 400 hombres (jxQOOExXífiT])». do de salvación. Por el contrario, Pablo in-
vierte el enunciado de salvación de Is 28, 16,
T l ç ó a x X ia iç , ECOÇ,prosklisis inclina- al entender la «piedra angular preciosa» que
ción, favor* en él se menciona (JtíDoç ito)iuxÊ?i.f]ç èxÀEx-
1 Tim 5, 21; pT]ôèv Jioifóv x a x à kqóoxXi - xòç àxQOYcoviaioç) como la «piedra de tro­
Oiv, «no hagas nada por inclinaciôn», es de- piezo» para Israel; el anuncio de salvación se
cir, por parcialidad o favoritismo hacia deter­ cumplió en realidad, pero primeramente en
minadas personas (en paralelo con contra de Israel, que tropezó en Cristo y cayó.
nQOXQÍpaxoç). En 1 Pe 2, 6-8 se combinan los dos pasajes de
Isaías con el Sal 117, 22 LXX: para los cre-
yentes. Cristo es la verdadera piedra angular,
7IQ oaxoX À áo(tai proskollaomai adherir­ mientras que los incrédulos («los edificadores
se, estar inseparablemente unido, unirse que rechazaron la piedra», 1 Pe 2, 7 / Sal 117,
firmemente a* 22 LXX) cayeron al tropezar en ella, según la
En pasiva en Ef 5, 31: àv0'Qa)JXOÇ... jxqoo- voluntad de Dios. La caída de Israel se repite
xoXA.iy&TÍoExai Jtgòç xt)v y u v a L x a a u T o ú , en el fallo dei mundo con respecto a Cristo,
1197 jiQÓaxonixa - JtQoaxi)A.ico 1198

de tal manera que sólo quedan los creyentes proskoptõ tropezar, escanda-
como Ias «piedras vivas» para la edificación lizarse*
de la «casa espiritual» (1 Pe 2, 5) y como «na- En el NT el verbo aparece 8 veces; en Pablo
ción santa» (2, 9). se encuentra únicamente en Rom 9, 32; 14,
En los demás casos, Jtçóoxoppa se refiere 21, siempre Qo mismo que en 1 Pe 2, 8) con
a Ias ocasiones de tropiezo o caída en cuestio- el sustantivo ->■ Jtpóoxoppa. En sentido pro-
nes de fe o de conciencia. Y, así, la libertad de pio significa tropezar, Mt 4, 6 par. Lc 4, 11
los fuertes puede convertirse en tropezadero (pfjjtoxE jiQooxóiljqç jtQÒç X.í-bov xòv itóôa
para los débiles y puede hacerlos caer en un oon, cita dei Sal 90, 12 LXX) como imagen
prejuicio humano injustificado. Por eso, el de una vida protegida; en sentido absoluto,
critério en la comunidad no debe ser el que la golpearse, tropezar, Jn 11, 9.10 ([on] jxqoo-
propia opinión sea correcta o incorrecta, sino xÓJtXEL); con dativo en Mt 7, 27 dícese de los
TÒ pf] xifl^Évai J iQ Ó o x o p p a Trô àÔ£?».q)m i] vientos huracanados que azotan una casa;
oy.ávòaXov, «no proporcionar al hermano golpear, azotar (jtQooéxoxjiav xq oixía èxEÍ-
tropiezo (en su fe) ni causarle escândalo» vq).
(Rom 14, 13); de manera parecida 1 Cor 8, 9: En sentido figurado, en Rom 9, 32, dícese
p f| ncoç ■q è ^ o n o i a npmv jtQ Ó o x o p p a y é v q - que Israel tropezó / cayó en (la piedra de tro­
x a t xoTç a 0'&Evéoiv. La libertad de los fuertes piezo, que es) Cristo (jtQoaéxorijav, cita de
puede inducir erroneamente a los débiles a Is 8, 14); de manera parecida, en 1 Pe 2, 8 dí­
una libertad que esté injustificada en su con­ cese de Israel y de los incrédulos en general,
ciencia; de esta manera, ellos tropiezan y ca- o í jT Q o a x ó rtx o -u o L V xm X ó y o ) àjtEL'&oüvxeç,
en a causa de la y v ib o iç de los fuertes, y la li­ «tropiezan (en el X,í'&oç J t Q o o x ó p p a x o ç , v.
bertad pneumática se convierte en pecado 8a), porque son desobedientes a la palabra»
contra el hermano y contra Cristo (8, 12: (->■ T tQ Ó o x o p p a ) .
á p a p x á v E x e ). En Rom 14, 20 se trata dei he- Escandalizar se, tropezar en Rom 14, 21,
cho dei escandalizjarse: «En realidad, todo es cuando se habla de la consideración que los
limpio, àXkà x a x ò v xm àv& pcójiü) x ô ô i à fuertes deben tener con los débiles. Pablo re-
J tQ o o x ó p p a x o ç è o lH o v x i (para el que come comienda renunciar a todo aquello (como el
dando ocasión de tropiezo)». También aqui el comer carne o el beber vino) que escandaUce
escândalo que los fuertes causan a los débiles al hermano (èv (b ó àôeXqpóç o o n jtpooxÓJi-
consiste en que los fuertes seducen a los débi­ X£i [sustituido por X,njrELxaL en Sin* P; des-
les para que adopten una actitud y una mane­ pués de JtQOOXÓJtxEi, p'**''"' Sin^ B D F Koiné
ra de obrar que es incompatible con su con­ y otros anaden q axavôaX,íÇexaL q àa'&E-
ciencia y con su fe; regresan así a la vieja VEi]). El escândalo vulnera la conciencia, vul-
contradicción entre la fe y la acción y, de esta nerando así supremamente la existência esca-
manera, vuelven al pecado (cf. 14, 21.23). tológica dei hermano y poniendo en peligro
ThWNT VI, 745-759; X, 1250 (bibl.); DTNT su salvación ante Dios (cf. 1 Cor 8, 7ss; 10,
II, 96s; -> oxavôa)v,í£,u), ->■ o x á v ô a X o v . 23ss; ->^ JCQÓoxopira). ThWNT VI, 745-759;
H. Balz DTNT n , 96s; ^ oxavôaXíl^co, -f- o x á v ô a -
Xov.

JlQOaxoJtT|, fjç, proskopê (ocasión de) TIQoaxvXÍCO proskyliõ hacer rodar (ha-
tr o p ie z o * cia)*
2 Cor 6, 3; p.qôe[xíav èv pqÔ E vl ôiôóvxeç Mc 15, 46 par. Mt 27, 60: JtQOOEXÚXLoev
JtQ O O X O Jtq v , « n o d a n d o e n n i n g ú n a s p e c t o ÀíO-ov p,ÉYav EJtl xqv DÚQav / xq Ouga, «hi-
ocasión de tropiezo/caída»', cf. —»■JtQ Ó o x o p .- zo rodar una gran piedra (redonda) a la entra­
p .a . da dei sepulcro» (esto último lo omite Lc 22,
1199 jrOoaxDÀ.Lü) - jtQoaMi)vé(o 1200

53, pero cf. Ias adiciones en algunos manus­ con expresiones parecidas (TÍOTjpi xà yóva-
critos, especialmente en D; jcf. además 24, xa, Mc 15, 19; XQaxéco xoòç Jtóôaç, Mt 28,
2!). 9). Esto hace sospechar que el homenaje ex-
presado por medio de jiQoaocuvém se efectúa
generalmente por medio de una postración.
JlQOffXDVÉM proskyneõ adorar, rendir ho-
c) No es rara tampoco la combinación de
menaje*
JiQoaxuvéo) con el verbo (nQOO-jeQXopat
1. Aparición - 2. Uso - 3. Significado - a) Ma- (Mt 2, 2.8; 8, 2; 9, 18; 15, 25; 20, 20; 28, 9;
teo/Marcos - b) Lucas/Hechos - c) Juan - d) Apoca- Hech 8, 27). Esta forma de expresión posee
lipsis - e) Otros pasajes - 4. Valoración teológica.
matiz cultuai (->■ êp/OM-cd')-
B ib l: J. B. Bauer-H. Zimmermann, en DTB 16-23;
3.
N. Flüglister, en B ib el Lexicon, Einsiedeln “1968, 71; Mientras que en el griego no bíblico, el
H. Greeven, itQoonovéci), en ThWNT VI, 759-767 significado de j iq o o x u v é ü o se extendía desde
(bibl. antigua); J. HasenfuB-F. MuBner, en LThK I,
la adoración hasta la simple muestra de apre­
498-500; F. Heiler, en RGG I, 356s; K.-P. Jõms, D as
cio, en el NT se ha mantenido consecuente-
hym nische E vangelium , Gütersloh 1971, 33s, 83, 97,
mente el contenido religioso dei término.
151; G. Lohfink, D ie H im m elfa h rt Jesu, München
1971, 171-174, 253s; Id., G ab es im G ottesdienst d er
a) Mateo emplea Jtpoaxuvéco en 8, 2; 9,
ntl. G em einden eine A n b etu n g Christi?: BZ 18 (1974)
18; 14, 33; 15, 25; 20, 20 (a diferencia de los
161-179; B. A. Mastin, D a n iel 2, 4 6 a n d the H ellenis-
correspondientes pasajes de Marcos) para
tic World: ZAW 85 (1973) 80-93; C. F. D. Moule, The
describir la conducta de los que se acercan a
O rig in o f C hristology, Cambridge 1971, 175s; R.
Pesch, D er G ottessohn im m t E vangelienprolog: Bib 48
Jesús. Inversamente, Mt 27, 29 no recoge el
(1967) 395-*t20, sobre todo 414s; R. Schnackenburg,
gesto de burla que se narra en Mc 15, 19. El
A n b etu n g in G eist u n d Wahrheit, en Schnackenburg II,
75-96; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250.gesto demoníaco de sumisión en Mc 5, 6 que­
da suprimido en Mateo, al haberse abreviado
1. En el NT el verbo aparece 60 veces, de el relato. En Mt 14, 33 el homenaje se dirige
Ias que 13 se hallan en Mateo, 2 en Marcos, 3 expresamente al Hijo de Dios; en 28, 9.17, al
en Lucas, 11 en Juan, 4 en Hechos, 1 en 1 Co- Resucitado; en 2, 2.8, al Mesías recién naci-
rintios, 2 en Hebreos y 24 en Apocalipsis. Por do. En Mateo JtQoaxnvéco expresa el home­
tanto, en Mateo, Juan y Apocalipsis es donde naje, lleno de confianzei, que rinde aquel que
más frecuentemente se usa el verbo. ve a Dios resplandecer en Jesús. n:Qoaxuvétt)
se entiende, pues, en el sentido de una vene-
2. a) jtQOOJtuvéco sin objeto de la acción ración adoradora. Por eso, en 4, 9s la preten-
verbal se emplea como tecnicismo para desig­ sión dei tentador de que Jesús se postre ante
nar la participación en el culto divino en el él y le rinda homenaje, es rechazada por Jesús
santuario (en Jerasalén o en el monte Garizín; con la afirraación de que a solo Dios le co­
Jn 4, 20a.b; 12, 20; Hech 8, 27; 24, 11; Ap 11, rresponde la proskynesis (4, 10, cita de Dt 6,
1) y, con ello, también como tecnicismo para 13). Por tanto, con el empleo de jtQooxuvéco
designar la peregrinación de los judios a Jeru- Mateo quiere que detrás dei Jesús terreno apa-
salén. La persona a quien se tributa la prosky- rezca la gloria dei Cristo exaltado a la derecha
nesis (o «prostemación») puede indicarse en de Dios y, con ello, la plenitud de la autoridad
dativo, en acusativo, con êiuteoaO^EV (Ap 19, divina (cf. 28, 18). - En 18, 26 el evangelista
10a; 22, 8) o con èvtójuov (Lc 4, 7; Ap 3, 9; ve a Dios mismo que está detrás dei rey mise­
15, 4). No se aprecia diferencia alguna de sig­ ricordioso, de tal manera que aqui también
nificado entre Ias diversas construcciones. quiere expresarse más que el simple gesto de
b) Es frecuente la combinación de Jtpoo- súplica de un súbdito ante su senor.
Muvéü) con jtímo), «postrarse» (Mt 2, 11; 4, b) Lucas (Evangelio / Hechos) reserva el
9; 18, 26; Hech 10, 25; 1 Cor 14, 25; Ap 4, verbo Jtpooxuvéco para predicarlo de Dios y
10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4.10a; 22, 8), o dei Senor exaltado. Se rechaza la pretensión
1201 JtQOOraVEÜ) 1202

de Satanás de que Jesus le rinda homenaje 10; 5, 14; 7, 11; 11, 16; 19, 4) y la adoración
adorándole (Lc 4, 7s, cita de Dt 6, 13). Eu dei dragón, de la «bestia que emerge dei mar»
Hech 7, 43 el destíerro de Israel a Babilônia y de su imagen en la tierra (13, 4 [bis],8.12.
se explica por la la culpa en que cayó Israel al 15; 19, 20; cf. 20, 4), una adoración que se
adorar imágenes de ídolos. Cuando Comelio describe como caricatura de la liturgia celes­
se postra a los pies de Pedro (10, 25), el após- tial (compárese 13, 1-8 con 5, 6-14). El culto
tol rechaza este gesto y afirma que él no es anti-divino conduce a la perdición (14, 9.11;
más que un hombre. Lo que en Lucas no su­ 16, 2; 19,19-21); su rechazo conduce a la vi­
cede nunca en relación con el Jesús terreno, da (20,4). Tan sólo la adoración de Dios hace
se efectúa en Lc 24, 52 ante el Senor exaltado que uno salga airoso en el juicio divino (14,
al cielo: los discípulos le adoran. 7). Cuando al fin todas Ias naciones adoren al
c) Jn 4, 20-24 se ocupa de la cuestión acer­ Dios victorioso (15, 4), entonces el culto ce­
ca de cuál es el lugar legítimo para la adora- lestial se extenderá a la Nueva Creación.
ción de Dios. Jesús declara como superada ya Tan sólo Dios y el Cordero son dignos de
(vv. 2L23a.b) la alternativa «Jerusalén o Ga- adoración (3tQO0XUvé(o). Por eso, los ángeles
rizín», que la mujer samaritana le plantea jun­ rechazan que se les rinda homenaje (19, 10b;
to al pozo de Jacob (v. 20a.b). Es verdad que 22, 8s). Tan sólo los malvados se postran ante
la adoración de los judios tiene preferencia los demonios y ante los ídolos (9, 20).
sobre la de los samaritanos (v. 22a.b), pero es­ Ap 3, 9 ocupa un lugar especial. El Senor
ta diferencia ha quedado superada, porque resucitado asegura a la comunidad de Filadél­
«ahora» «los verdaderos adoradores adoran a fia que él hará que sus adversários vengan y
Dios en el espírita y en la verdad» (v. 23a). se postren ante los pies de ellos, y hará com-
Con esto no se rechaza la adoración en deter­ prender a esos adversários que él conoce a su
minados lugares; no se trata de una «interiori- Iglesia; que él, que es el Senor, respalda a esa
zación» de la adoración. El «espírita» es aqui Iglesia. jiQooxuvéco significa aqui el home­
lo opuesto a la «carne», a la existência impo­ naje que se rinde a unas personas, al ver que
tente y egoísta dei hombre. La adoración «en están respaldadas por Cristo. 3, 11 sugiere
el espírita» es la adoración en la nueva situa- que esta revelación ante los adversários se es­
ción en que se encuentra el hombre, una si- pera que tenga lugar con ocasión de la segun­
tuación liberada y creada de nuevo por Dios. da venida de Cristo.
Esta adoración se efectúa en la «verdad», la e) En 1 Cor 14, 25, itpooxuvéco es expre­
cual llegó a ser por medio de Cristo (Jn 1, 17). sión de la adoración de Dios en el culto cris-
Más aún, él es la «verdad» (14, 6). El Espíri­ tiano. Parece que el acto de postrarse fue un
ta de Dios guia a la «verdad» (16, 3). La ado­ gesto corriente de adoración, al menos en la
ración «en el espírita y en la verdad» (cf. tam- comunidad de Corinto. Heb 1, 6 (cita de Dt
bién 4, 24a.b) es la adoración que se hizo po- 32, 43 LXX) quiere acentuar la posición dei
sible por medio de Jesucristo y que es realiza­ Hijo de Dios por encima de todas Ias criatu­
da en el creyente por el Espírita Santo. La ras. El homenaje de los ángeles le tributa ho­
comunión con Jesús conduce a la recta adora­ nores divinos. En 11, 21 (cita de Gén 47, 31
ción dei Padre, sin que por eso se menospre- LXX) el sentido de JtQooxuvéto no está claro.
cien los lugares de adoración preferidos. - En ^Pensará el autor en un gesto de adoración?
Jn 9, 38, JtQOOXUvéto es expresión de la fe en
Jesús, el Hijo dei hombre, como respuesta a la 4. El uso de jtgo0xuvéa) en el NT se basa
experiencia dei poder divino manifestado en en el uso de este verbo en el AT, con una con-
la curación (cf. 9, 33). centración más intensa dei sentido en direc-
d) En el Apocalipsis el uso de JiQooxuvéo) ción hacia la adoración. Lo nuevo en el NT es
tiene dos centros de gravedad; la adoración de que, junto a Dios, aparece ahora por vez pri-
Dios y dei Cordero en la liturgia celestial (4, mera el Cristo exaltado como destinatário de
1203 neoTOUVECC) - jtQOO|j,Eva) 1204

la proskynesis adoradora (así se ve con espe­ JlQOoXaXéto proslaleõ hablar a/con, diri­
cial claridad, por ejemplo, en Ap 5, 13s; Lc gir la palabra*
24, 52). En todo ello, al Senor exaltado no se Hech 13,43: jiQooÀaXoõvxeç aÚTOiç; ettEi-
le contempla simplemente como de igual ran­ ■bov, «hablaban con ellos y les instaban»; 28,
go que Dios; el Cordero no se sienta en un se­ 20: úpõç lôelv x a l jtgoÀaÀfjaai, «veros y
gundo trono junto a Dios, sino que se halla en hablar con vosotros».
pie entre los ancianos (Ap 5, 6) y recibe de la
mano de Dios el libro con los siete sellos (5,
7). Pero Mateo (y Juan) interpreta la postra- J lQ o a X a ^ .p á v o ^ a i proslambanomai re-
ción de personas ante el Jesús terreno, una cibir, llevar aparte, tomar*
postración firmemente anclada en la tradi- En el NT el verbo aparece 12 veces (siem-
ción, como un homenaje de adoración, basado pre en voz media, como en la LXX [con ex-
en la dignidad de Jesús como el Hijo de Dios. cepción de Sab 17, 10]), cinco de ellas en He-
En el NT, la proskynesis de adoración ante chos y cuatro en Romanos. Llevar consigo a
Cristo no se dirige bacia él de manera aislada; alguien, Hech 18, 26; 28, 2 {acoger en Ias ca­
es adoración dei Dios que se revela en Jesu- sas); Fim 17 (cf. V. 12 Sin^ C*'^ D Koiné y
cristo. otros). En Rom 14, 1.3 y 15, 7 (bis), la comu-
Es difícil asegurar si, en el siglo 1, a este de- nión concedida por Dios a los creyentes (ó
■&EÒÇ / X q io x ò ç [...] jTQOoeXá|3exo) es la ra-
sarrollo con respecto al AT le correspondia
una genuina adoración de Cristo, expresada zón de que haya que acogerse / ofrecerse co-
en el culto cristiano por medio de la prosky­ munión unos a otros (especialmente a los dé-
nesis. Pero hay indieios que senalan que así biles) (jiQooX.apPáveoDe... àoH evoüvxa /
era (cf. Ap 5, 8, donde se ofrecen al Cordero àA.Xf|X,ouç;); cf. también Sal 26, 10 LXX; 64,
«Ias oraciones de los santos»). En el Apoca- 5 LXX; 1 Ciem 49, 6. Otros significados: lle­
lipsis se describe la liturgia celestial emplean- var aparte a alguien, Mc 8, 32 par. Mt 16, 22
do elementos dei culto cristiano (cf. G. De- (se omite en Lucas): jtgoa)ta|3ó[xevoç ó Ilé-
lling; NovT 3 [1959] 107-137;-J. J. 0 ’Rourke; XQOç anxóv (a saber, a Jesús); llevar consigo
CBQ 30 [1968] 399-409; Jóms; P. Prigent: / buscar, Hech 17, 5 (ãvôgaç xivàç jiovt|-
RSR 60 [1972] 165-172; Lohfink: BZ 18 Qoúç); tomar (alimento), 27, 33 (p,Ti'&év); 27,
[1974]); así que la acción de postrarse ante 36 (xQocpfjç, genitivo partitivo). ThWNT JV,
Dios y ante el Cordero podría estar tomada 16; DTNTIV, 28s.
igualmente dei culto divino de la comunidad.
;itgoaÀéYCO proslegõ replicar, responder
J. M. Nützel
Mc 16, 14 W (en el Freer-Logion).

TlQÓaÀ.imijtlÇ, £Ci)Ç, proslêmpsis acep-


JigoaítDVHTiiç, oí) o proskynêtês adora­
tación*
dor, orante*
Rom 11, 15 refiriéndose a la aceptación
Jn 4, 23: oi àXijOivol jxgoaxnvTixal jiqoo-
(posiblemente: nueva aceptación) de Israel por
XOJVf|aouaLV, «los verdaderos adoradores
Dios como meta de la historia de Dios con los
adorarán en el espíritu y en la verdad», en un
hombres (lo opuesto; àJto|3o}ifi anxwv).
contexto que está determinado por el uso dei
Sobre la grafia, cf. BlaB-Debrunner § 101, 46.
verbo nQOOttuvéo) (vv. 20 [bis].21.22 [bis].
23 [bis] .24 [bis]). El sustantivo solamente se
halla atestiguado, además de en este lugar, en JlQOffflEVCO prosm enõ perm anecer con,
escritos posteriores al NT (OGIS I, 262, 21). perseverar en*
ThWNT VI, 767; X, 1250 (bibl.); Schnacken- En el NT el verbo aparece 7 veces. En sen­
burg n , 75-96. tido propio, permanecer con Jesús, Mc 8, 2
1205 jtQoa(ievo) - jteoajtoiEO|xai 1206

par. Mt 5, 32; permanecer alU, 1 Tim 1, 3 (èv n:QÓaJieivoç, prospenos hambriento*


^Eqpéacp); Hech 18, 18 (êti jtQoap,eívaç r|p,8- Hech 10, 10: eYÉvEXo jtçóajteivoç, «él sin-
Qaç ixaváç [a saber, en Corinto]). En sentido tió hambre».
figurado: jtQoa[xévco xô) xugíco (en el sentido
de «permanecer fiel a»), Hech 11, 23; tf] yjà.- nigoajtfjY W fA i prospêgnymi fijar a, cla-
QiTL xon deon, 13, 43; xatç ôeiíaeoiv x a l var a*
xalç JtQOOEtJXcrtÇ, «continuar en súplicas y Hech 2, 23 en sentido absoluto: xohxov...
oraciones», 1 Tim 5, 5. ThWNT IV, 583. jtQoajtf||avxEÇ àv8ÍX.axe, «a éste, ... clavâs-
teis a una cruz y le matasteis».
niQOOOÇ^.í^o^.ai prosormizomai llegar a
puerto, atracar, amarrar (Ia embarcación* JtQOGJtlTtTO) prospiptõ caer a los pies de,
Mc 6, 53: fiX^hov eíç FevvTiaaQèx x a l JtQO- postrarse ante; dar contra*
aa)Qp,LO'&TiQíav, «y atracaron» (voz media En el NT el verbo aparece 8 veces, siete de
con aoristo pasivo). ellas con el significado de postrarse ante-, an­
te Jesus (con dativo); xQoojtírtxtn ax)X(p, Mc
3, 11 (unos espíritus inmundos); 5, 33 par. Lc
JtQoao({)£ÍX(0 prosopheilõ deber, ser ade- 8, 47 (xQé|xot)aa jrQoojTLJtxco) (una mujer
más deudor de* que había quedado curada); Lc 8, 28 (un po-
Flm 19: õxt x a l oeanxóv poi jtQooocpEi- seso); jrQoojtírtxo) xotç yó^aoiv Txiaon, 5, 8
Xelç, «porque tú mismo estás incluso en deu- (Pedro); (con preposición): itQoajújtxcn xpòç
da conmigo». El significado dei prefijo verbal xoèç Jtóôaç anxon, Mc 7, 25 (la mujer siro-
rtQoç- se explica sobre todo por la conexión fenicia); ante Pablo y Silas (con dativo): 8V-
con el V. 18. La deuda por la fuga de Onési- XQopog YEVÓpEvog JtQooércEOEv, Hech 16,
mo, quiere Pablo cargarla a su propia cuenta 29 (el carcelero). A diferencia de -> Jtpooxn-
(el Ô8 XL... òqp8lX,8i, xonxo èpol EkXòya, v. véo), vemos que JtQO03tÍ3tx(n no se emplea
18), por no decir que hay que cargarla propia- nunca en el NT como tecnicismo para signifi­
mente a la cuenta de Filemón (iva irfi XÉYCo car el gesto de la oración y de la veneración,
ooi; v. 19), ya que Filemón sigue estando en sino que designa sorpresa o repentina perple-
deuda con Pablo -aun después que éste haya jidad; precedeu siempre algunas palabras o
aceptado tales cargos-; el v. 19a debe enten- una acción específica, a Ias que sigue el gesto
derse entonces como una especie de parénte- de caer a los pies —en la mayoría de los casos
sis, cf. BlaB-Debrunner § 495, nota 12; cf. a continuación inmediata-, acompanado por
además Liddell-Scott, s.v. \ de manera distinta unas palabras de súplica o de confesión de fe.
piensa Stuhlmacher, Der Brief an Philemon El significado propio de dar contra aparece
(EKK), sub loco. en Mt 7, 25 (con dativo) refiriéndose al emba­
te de los vientos huracanados contra una casa:
JtQOOOxdí^ea prosochthizõ enojarse, dis- jTQOOSJteoav xfj oixía èxeívTi (sobre la con-
gustarse* jetura JtQoaéjxaioav, cf. Bauer, Wõrterbuch,
En Heb 3, 10 dícese que Dios se disgustó s.v. xiQoajtaíco y BlaB-Debrunner § 202 nota
con los israelitas de la generación dei desierto 7). El lugar paralelo de Lc 6, 48s tiene ^
(jtQoao)X'Otoa xfj yeveõ xanxri, cita dei Sal jtQooQfiYvupi, cf. también Mt 7, 27 v.l. [en lu­
94, 10 LXX); en la interpretación que se hace gar de -v jtQOOxójtxco]).
acto seguido de la cita dei salmo (Sal 94, 7-11
LXX), vuelve a encontrarse Jxeooox'&íCci) en n íQ o a J lo ié o ^ a i prospoieomai hacer como
Heb 3, 17 (XLOLV ôè níQOoróx'^^*-®^''...;, «^Con que, dar la impresión de*
quienes se disgustó!»', cf. también Herm (s) 9, En Lc 24, 28 dícese dei Senor resucitado (a
7, 6 (en sentido absoluto). quien no habían reconocido): jtQooeJtoif|oa-
1207 JiQOOJtoiéonai - jiqootlOtkíi, 1208

t o jroQQCüTEQov itoQEiJEa&ai, «él hizo como xaiQÓç 6). Sobre la discusión, cf. H. Conzel-
que iba m á s lejos». Jn 8, 6 K p m ; [tri jiq o o - mann, Die Apostelgeschichte erklãrt (EQ4T),
JtoioiJitEVoç, «haciéndose el desentendido». sobre 17, 26; E. Haenchen, Die Apostelge-
schichte^ (KEK), sub loco con la nota 3;
ThWNT Vm, 38-40.
JtQOarn:oQ£VO^.ai prosporeuom ai venir
hacia, acercarse a*
Según Mc 10, 35, Santiago y Juan se acer- JIQOtrcátlÇ, lô o ç , prostatis protectora,
can a Jesus (con una petición de índole perso- auxiliadora, ayudadora*
nal) (jipoonoQEijovtai atittp). Según Rom 16, 2, Febe, como diaconisa de
la comunidad de Cencreas, ha sido ya «para
J lç o o ç iíjy w f U prosrêgnym i golpear; en muchos (y también para Pablo) una auxilia­
sentido intransitivo: romper contra* dora / ayudadora (JtQ oatátiç jtoA,X(üv)». El
Con dativo en Lc 6, 48.49: JtQOOÉQíilEV ó femenino de Jigootátriç («presidente, jefe»),
Jtotap,óç (tfj OLxía), «el rio golpeo la casa» o que sólo aparece en este lugar en todo el NT,
«rompió contra la casa»; cf. Mt 7, 27 v.l. dificilmente se entenderá en el sentido técni­
jtQOOJtíjttto. Sobre la formación dei término, co de quien realiza una ftinción directiva (cf.,
cf. Blass-Debrunner § 101, nota 72. En voz a propósito, Bauer, Wõrterbuch, í . v.; cf. E.
pasiva, «estrellarse contra / fracasar en». Bem Kâsemann, An die Rõmer‘^ [HNT], sub loco),
3, 6. sino que se refiere seguramente a la ayuda
que Febe prestaba a los extranjeros y personas
sin recursos, de la misma manera que JtQoo-
TCQOatávoa) prostassõ mandar, ordenar, tá tiç designo originalmente a una mujer «que
determinar* se ocupaba de la protección jurídica de los ex­
En el NT el verbo aparece 7 veces. Dícese tranjeros y de los libertos» (O. Michel, Der
dei sacrifício ordenado por Moisés para la pu- Briefan die Rõmer [KEK], sub loco). ThWNT
rificación de la lepra: a (ô/>ca'&cbç) rcQOoéta- VI, 703; BHH Ifí, 1463; G. Lohfink, Weibli-
| ev Mtoüafjç, Mc 1,44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14 che Diakone im NT: Diakonia 11 (1980) 385-
(cf. Lev 14, 2ss); con dativo de persona, orde­ 400, sobre todo 381-391; G. TheiUen, Estrati-
nar, encargar. (bç jiQooéta^Ev an tij ó ãyyE- ficación social en la comunidad de Corinto.
Xoç to õ xvQÍon, Mt 1, 24; en voz pasiva: Estúdio de sociologia dei cristianismo hele-
Jtú v ta l à JtQOOTEtaYiréva ooi UJtò toO m - nista, en Id., Estúdios de sociologia dei cris­
QÍon, Hech 10, 33; cf. jipoaéxa^ev (seguido tianismo primitivo, Salamanca 1985, 209ss.
de infínitivo con sujeto en acusativo), «él (Pe­
dro) ordeno», 10,48. En Hech 17, 26, ngoo-
TeTaYM.évoi xaigoí son los «tiempos fijados J i ç o a T Í ^ |i u prostithêmi anadir, aumen­
(por Dios)», refíriéndose probablemente a Ias tar, reunir, conceder*
estaciones dei ano (cf. 14, 17; Sal 74, 17; 104, En el NT el verbo aparece 18 veces, espe­
19; Sab 7, 18; Filón, SpecLeg n , 56s; el fac- cialmente en Lucas (7 testimonios en el Evan-
tor de la determinación de los períodos de gelio, 6 en Hechos); en Pablo aparece única­
dias y anos se acentua en SalSl 18, 10; Hen mente en Gál 3, 19.
(et) 2, 1; 82, 7ss, pero especialmente en 1 Predomina el significado fundamental de
Ciem 20, 1-12 en el contexto de la alabanza anadir: en voz activa con el objeto de la ac-
por los benefícios de la creación divina [aqui ción verbal en acusativo, Mt 6, 27 par. Lc 15,
hay ocho veces formulaciones con el tema 25 (èiti XT]V ■qXixíav auxoõ nfjxtjv [eva];
ray-], cf. principalmente 20, 2.4.9); seria po- anadir, agregar personas, Hech 2, 47 (xoòç
sible también la interpretación en el sentido acp^op,évouç... èxl xò auxó). En voz pasiva,
de los tiempos históricos (cf. Lc 21, 24; ser anadido (por Dios), Mt 6, 33 par. Lc 12,
1209 3lQOOTÍ#Tl(U - JtQOOCpéom 1210

31 (TaCra [jtávxa]); (ó vójioç) jtQoaeréOx], JlçoatjpáY*'®^ prosphagion comida, pes­


«la ley fite anadida (a la promesa que se había cado*
hecho a Abrahán)», Gál 3, 19; jtaQTiTTjoavTo Jn 21, 5: pr| xi JiQoaqpáyiov exexe;, «^No
|j,fi JtQoaTEOxjvaL aÚTOlç Xóyov, «rogaron tenéis algo de comida / algún pescado (para
que no se les dirigieran más palabras», Heb comer con el pan)?» (cf. v. 6). Segün Hesi-
12, 19 (->• JtaQaiTÉO(iai); refiriéndose a per- quio, jtpootpáyiov (de jx q o o - y tpayEtv) sig­
sonas: ser anadido, Hech 2, 41 (jtQOOeté^&q- nifica lo mismo que õtltov, vocablo que, al
aav... ilj-uxal (boei xpiaxiXíai); 5, 14 (itio- igual que òtpápiov, se referia frecuente-
xEÚovTEç Tü) x-UQÍo)); 11, 24 (õx^oç ixavòç mente al pescado; cf. también PapOxy 498,
TCp xuQÍíp); refiriéndose a difuntos: Aaulô... 33.39: ÕQXov êva x a l JtQootpáYiov.
JTQOaETÉOTl JtQÒÇ TOÜÇ jraTÉQOç aúxoü,
«David/we reunido con (= fue sepultado jun­
to a) sus padres», 13, 36. Eu voz pasiva, eu nçóatpaT O Ç , 2 prosphatos (todavia) re-
sentido absoluto: x a i JtQooxe'&iíaexaL úplv, ciente, nuevo*
«se os anadirá (aún más)», Mc 4, 24 redac- Heb 10, 20: óôòç Jtpóotpaxoç x a l Çôoa,
cional (cf. V. 25) como referencia a la bondad «un camino nuevo y vivo». Dícese dei acceso
de Dios, que no se agota nunca para los cre- nuevo e inmediato a Dios, que se abrió sólo
yentes. Con objeto de la acción verbal en acu- gracias a Cristo, y que «pasa a través dei ve­
sativo y èjtí: jXQOoéOxiXEV x a l xoõxo èjtl Jiã- lo»; cf. también Ecl 1, 9; Sal 80, 10 LXX.
oiv, «a todas Ias (demás) cosas él anadió ThWNT VI, 767s.
(también) esto», Lc 3, 20 (cf. BlaB-Debrunner
§ 461, 2 con la nota 4). JlQOOtpátWÇ, prosphatos (adv.) poco an­
Seguido por un infinitivo, 3tQOOxí#T)pi sig­ tes, recientemente*
nifica «continuar / volver a»: jtQooÉ'0'EXO... Hech 18, 2: ixQooqpáxcoç BX,'qXu'&á)ç, «que
jtéptjjai, Lc 20, 11.12 (a diferencia de Mc 12, había llegado poco antes»; cf. MartPol 4.
4.5: jráX,iv àjtÉaTEiX,ev); jtQooéO-exo 0uX,X,a-
P eI v ..., «él continuo y encarceló también a
Pedro», Hech 12, 3. La construcción es segu­ TIQOOtpéQCO prospherõ traer, ofrecer
ramente un hebraísmo correspondiente al he- 1. Aparición en el NT - 2. Con personas como obje­
breo wayyôsef 1‘ (cf. BlaS-Debrunner § 392, to - 3. Con cosas como objeto - 4. Del ofirecimiento de
sacrifícios.
nota 9; 435 nota 4); cf. también Lc 19, 11:
3 tQ o a'& E lç EÍitEV j r a p a P o X r i v , «él siguiô ha- B ibL : J. Jeremias, A bba. E l m ensaje cen tra l d e lN T ,
blando y dijo una parábola» (después que en Salamanca “'1993, 180-182, 192-194; J. Kühlewein,
los vv. 9s había pronunciado unas palabras de qrb «acercarse», en DTMAT II, 849-858; K. WeiB,
jtQootpÉçco ktX., en ThWNT IX, 67-70; para más bi­
salvación; cf. BlaB-Debrunner § 435, nota 5; bliografia, cf. ThWNT X, 1289.
de manera distinta piensa Bauer, Wõrterbuch,
í.v. Ib). 1. De los 47 testimonios dei verbo que hay
Con el sentido de conceder, conferir Jipoo- en el NT, 20 se hallan en la Carta a los He-
xífhipi se halla en Lc 17, 5 (jtQÓo#eç r|ptv breos; todos los demás, en los Evangelios y
3XÍOXLV). ThWNT V in, 169s. en Hechos: 15 en Mateo (como variante tex­
tual original, también 18, 24), 3 en Marcos (la
repetición en la segunda frase de 10,13 es va­
TCQOatQÉxtO prostrechõ correr hacia* riante textual secundaria: GNTCom 105), 4
En e l NT a p a r e c e ú n i c a m e n t e e l p a r t i c i p i o en Lucas, 3 en Hechos y 2 en el Evangelio de
(e x c e p to e l a o ris to d e in d ic a tiv o o x ço o éÔ Q a- Juan.
|iEV e n Jn 20, 16 v .L ) : Mc 9, 15: J tp o a x Q É -
X ovxE ç; p a r tic ip io d e a o ris to s e g u n d o : jx q o o - 2. El verbo JtQooqjÉQOo, empleado en Mc
Ô Q ap ró v , Mc 10, 17; Hech 8, 30. 2, 4 (a diferencia de Lc 5, 19) para referirse a
1211 jigoaípeço) 1212

la acción de traer los enfennos (o los ninos, 4. El lenguaje sacrificial determinante en


Mc 10, 13 par. Lc 18, 15) a Jesús, se emplea la LXX (que aparece más de 80 veces (sobre
redaccionalmente, con este rtiismo sentido, en todo en Levítico, Números y Ezequiel 43ss,
el lenguaje estereotipado de Mateo, desde sus pero nunca -por ejemplo—en Filón), que ha­
primeros sumários en 4, 24; 8, 16, y luego bla de la presentación de sacrifícios, se reco-
también en 9, 2.32; 12, 22; 14, 35 y 17,16. Lc ge en Hech 7, 42, que reinterpreta la cita de
23, 14 pone en boca de Pilato, con matices de Am 5, 25: No a Dios, sino a los ídolos, ofre-
crítica y desprecio. Ias palabras en que dice ció Israel sacrifícios en el desierto. En Hech
que ellos le han traído a rastras a Jesús. En 21, 26 Pablo paga los gastos de un sacrificio
Mt 18, 24 no se trata tampoco de presentar a de redención, ofrecido por nazireos pobres.
una persona ante el juez, porque haya cometi­ Como primer testigo de la virtud fundamental
do algún delito; sino que el pasaje debe tradu- de la firmeza y la esperanza, Abel ofreció un
cirse según el uso de la voz pasiva con dativo, sacrifieio orientado hacia el nuevo eón (Heb
muy difundido desde Tucídides: «Se encontro 11, 4); a causa de la raisma virtud fundamen­
con uno (se le presentó uno)». Ahí podría es­ tal, la prueba a la que se vio sometido Abra-
tar también el sentido dei pasaje de Mt 19,13, hán con el ofrecimiento de Isaac, tiene valor
que viene luego, y que redaccionalmente se ejemplar (11, 17a: el uso dei perfecto indica
ha trasformado en voz pasiva: Un grupo de lo permanente dei ejemplo; cf. Blalí-Debrun-
ninos le salió al encuentro. En Heb 12, 7 la ner § 342, 2s), ya que Abrahán estaba dis-
voz pasiva sirve para expresar la acción de puesto a ofrecer a su único (hijo) (11, 17b:
Dios: «El os trata como hijos (incluso cuando imperfecto de conato).
os castiga)». En contraste con ello están los antiguos y
repetidos sacrificios de inmolación ofrecidos
3. Según su principio de tratar de manera por los levitas, que se orientaban hacia el vie-
semejante los pasajes que vienen a continua- jo eón, para referirse a los cuales la Carta a
ción unos de otros, Mt 22, 19; 25, 20 habla de los Hebreos usa once veces el verbo (con la
traer o presentar dinero y usa el verbo en el correspondiente indicación dei objeto dei sa­
sentido de hacer entrega (así también en crifício en 5, 1; 8, 3a.b.4; 9, 7.9; 10, 1.8.11 ó
Hech 8, 18). En Mt 2, 11 JtQooqpéeco signifi­ anafóricamente, en sentido absoluto, en 5, 3;
ca la entrega de los dones que acompanan al 10, 2). La referencia al pecado en 5, 1.3; 9, 7
acto de adoración. Puesto que Mateo emplea (uiteQ o 3T8QÍ con genitivo; también con el si­
este mismo sintagma en 5, 23.24 y lo repite a nônimo àvaqjÉQCo en 7, 27) no debe enten-
continuación en 8, 4 (aqui en una ampliación derse en sentido final («para la eliminación,
redaccional de Mc 1, 44 par. Lc 5, 14), y en para la expiación»), sino únicamente causai
ninguno de los dos casos se dirige la palabra a («a causa de la existência» [o final: «para re­
un sacerdote, el verbo no se refiere aqui al velar pecados»]), porque, conforme a la con-
ofrecimiento de un sacrificio, sino «única­ cepción de la Carta a los Hebreos (10, 1-4.11,
mente a la entrega que se hace al sacerdote de cf. 7, 11.18; 9, 8-10), la expiación de los pe­
lo que va a ser sacrificado» (WeLB, 68, en con­ cados no se efectuaba realmente en el viejo
tra de Jeremias, Abba [edición alemana], eón, sino que el sacrifieio lo único que pre­
103s; cf. ya Lev 8, 18.22 y passim). Según el tendia era crear la conciencia dei pecado.
uso de JtQOoqjÉQO), atestiguado desde Hipó- Por eso, en oposición al viejo culto sacrifi­
crates y Platón, para referirse al hecho de cial, y como superación dei mismo, se emplea
ofrecer comida y bebida y administrar medi­ cinco veces el verbo para referirse directa-
cinas (en voz media: «tomárselas»), el pasaje mente al ofrecimiento que Jesús hizo de sí
de Lc 23, 36 (par. Jn 19, 29) habla de que a mismo y que abre el acceso al nuevo eón (9,
Jesús le administraron vinagre en la crucifi- 14.25.28; 10, 12; de ahí que en 5, 7 se piense
xión. también específícamente en la muerte de Je-
1213 jTQoaq)eQ(B- ngoaqjoga 1214

sús, porque toda inmolación sacrificial iba 2. En Rom 15, 16, en una metáfora singu­
acompanada constitutivamente por oraciones; larísima y especial, Pablo se considera a sí
en Eclo 46, 16, toda acción sacrificial se con­ mismo como sacerdote dei Mesías Jesús, y
sidera ya como expresión de la oración. Por describe la acción de llevar a los no judios
eso, este elemento semântico de la súplica de hasta Dios como su ofrenda sacrificial [de él]
esperanza para que acabara el viejo eón y se (en la que los oferentes no son los gentües):
instaurase el nnevo eón aparece en los pasajes una afirmación que, en vista de que aún exis­
siguientes de la Carta, en los capítulos 9-10 y tia el templo judio, significa ya una clara se-
en 7, 27b, y se escucha también en 11, 4.17), paración. En contraste con esto, Lucas en
porque la acción sacrificial dei nuevo eón es Hech 21, 26 describe a Pablo presentando
la que única y exclusivamente produce expia- ofrendas en el templo (acusativo interno, co­
ción (2, 16s; 9, 15). mo en Dan 4, 34), por consejo de Santiago y
El antijudaísmo de la Carta a los Hebreos es de los ancianos, lo cual se acentua y refuerza
eclipsado sólo por la amarga imputación que por el reiterado recuerdo en 24, 17 {nomen
se hace en Jn 16, 2. Con una singularísima e actionis: «los ofrecimientos de sacrifícios».
incorrecta combinación de palabras, se afirma
que los judios pensaban que, expulsando de la 3. En sentido cristológico, la Carta a los
sinagoga a los cristianos y persiguiéndolos Efesios (5, 2), para referirse a la muerte de
luego mortalmente, estaban ofreciendo a Dios Cristo, anade en estilo redundante a la fórmu­
un servicio sacerdotal. la de origen no cultuai de Gál 2, 20 la hendía-
dis que habla de culto expiatório como ofren­
W. Schenk
da y sacrifício (jiQOoqpoQá x a l duota). Heb
10, 5, 8 (en plural) recoge dei Sal 39, 7 LXX
TtQOacpiXlíÇ, 2prosphilés agradable, ama- la misma hendíadis y hace que Jesús diga, al
ble* entrar en el viejo eón, que los holocaustos y
Flp 4, 8: ô o a 3tgo(pi}i,fj, o o a eú(pT]p,a, «to­ sacrifícios {nomen actionis) levíticos no co-
do lo amable, todo lo agradable», como final rrespondían en absoluto al plan salvífico de
de una serie de predicados positivos, a los que Dios. Tan sólo el sacrificio singularísimo que
debe corresponder la conducta de la comuni- Jesús hace de sí mismo (Heb 10, 10.14) co­
dad; cf. Diogn 11, 2. rresponde a ese plan: El entrega su cuerpo co­
mo la parte dei viejo eón asumida en su en-
camación, acabando así con ese viejo eón y
3tQoaq)OQá, ã ç , prosphora ofrenda sa­ abriendo el acceso al nuevo eón. La observa-
crificial, don sacrificial* ción final (de carácter sintetizador y exegéti-
co) que se hace en 10, 18, y que dice que en el
1. Aparición en el NT - 2. Ofrenda sacrificial - 3. futuro no habrá ya ofrenda por el pecado, es
Sentido cristológico.
una afirmación fundamental y se refiere tanto
B ib l: -* Jtgoocpégco, a los sacrificios levíticos (que, según la con-
cepción de la Carta a los Hebreos, servían
1. De los nueve testimonios que hay en el únicamente para avivar la conciencia dei pe­
NT, cinco corresponden al capítulo 10 de He­ cado, y no para expiarlo) como a la exclusión
breos; el término se encuentra además dos ve- de cualquier posibilidad futura de expiación,
ces en Hechos, una en Romanos y otra en porque esa posibilidad de expiación la pro-
Efesios (en la LXX aparece 14 veces, 9 de porcionó únicamente el ofrecimiento que Je­
ellas en el Eclesiástico; aparece siempre con sús hizo de sí mismo, y que abrió el acceso al
el sentido de «don sacrificial» [con excepción nuevo eón.
de 3 Esd 5, 51; Eclo 14,16, donde se encuen­
tra como nomen actionis]). W. Schenk
1215 neoaqpcovéco - 3TQoacojtoX,T)|xa|)ía 1216

JtçootptovétD prosphõneõ llamar, llam ar expresión: Xap^áv® JtQÓo®jtov en Lc 20,


(a alguien) a sí, dirigirse a* 21; Gál 2, 6; Bem 19, 4; Did 4, 3; de manera
El verbo aparece 9 veces en el NT. Llamar parecida en Gén 19, 21; Dt 1, 17; 10, 17; 16,
(a alguien), con dativo: Mt 11, 16 ( to I ç éxé- 19; Eclo 35,13; Mc 12, 14 par. Mt 22,16; Jds
QOiç) par. Lc 7, 32 (ctJiliíXoiç); 23, 20 (an- 16; -> JiQooa)JtoXTipi|)La. ThWNT VI, 780s.
Totç, Textus Receptus, en sentido absoluto);
õ ti Tf) 'E ^paíôi ôiaX,éxTq) jtçooeíptüvei au- 3tQOao>JloXtjflJtt1]Ç, Ol), Ó prosõpolêmp-
xoiç, Hech 22, 2; de manera parecida, sin da­ tês persona que m uestra favoritism os,
tivo, en Hech 21, 40. Llamar a sí, con acusa- que juzga según Ias apariencias*
tivo: Lc 6, 13; 13, 12; Hech 11, 2 D. Hech 10,34; oúx êoxiv npooroJtoXripjtxiiç
ó O^eóç, «Dios no juzga por Ias apariencias»,
JlQOOXOtlQO) proschairõ gozarse es decir, no muestra favoritismos con los ju­
Mc 9, 15 D it: JtQOOxaÍQOVxeç en lugar de dios, prefiriéndolos a los gentiles; cf. Dt 10,
JtQOOXgéxOVXEÇ. 17; Rom 2, 11; ^ JtQOoa)n:oXT)pi)JÍa.

'H proschysis aspersión, iiçoacDTioXTmíjiía, a ç , prosõpolêmp-


el untar con* sia preferencia partidista, parcialidad*
Heb 11, 28: r| JtpóaxrJOtç xoü aípaxoç, «la 1. Aparición en el NT - 2. Campo léxico; combina-
aspersión (de Ias jambas y dei dintel de Ias ciones y tradiciones - 3. Gêneros típicos - 4. Acentua-
puertas) con la sangre (dei cordero pascual)», ciones en el NT.
refiriéndose a lo que pasó en el êxodo en Ex
B ibl.: JtQÓacüJtov.
12, 7.13s.22ss. En la LXX falta este sustanti-
vo; el verbo itQooxéto se refiere únicamente a 1. En el NT JtgoacojtoXripipia aparece 4 ve­
la aspersión dei altar con la sangre dei sacrifí­ ces: Rom 2, 11; Ef 6, 9; Col 3, 25 y Sant 2, 1.
cio, Ex 24, 6; 29, 16 y passim.
2. La frase rtgóocojtov XapPávm (cf. LXX
Sal 81, 2; Eclo 4, 22; 35, 13; Mal 1, 8) y Ias
níQ oaijtavú) prospsauõ tocar*
expresiones derivadas; Jtgooo)JtoXTipr[)ía, ->
En Lc 11, 46 dícese de los doctores de la
n;gocrrojtoXT]pjtxéro, JtgoaroojtoXfipjtXTiç
ley que cargan sobre los hombres cargas pe­
y ->■ àitgoacojtoXfjjtxcoç están formadas se­
sadas: évl xcõv ôaxxúXmv upõiv oú iigoo-
gún el modelo de la expresión hebrea nãsõ’
rljaúexE xotç qpoQXÍoiç, «vosotros ni siquiera
pãnim (en senal de aprecio, levantar el rostro
tocais Ias cargas con uno de vuestros dedos».
de quien se ha postrado para saludar). Las de-
rivaciones mencionadas se hallan únicamente
7CQOO(OJloXt]^.7Cté(0 prosõpolêmteõ juz- en escritos cristianos, con excepción de Test-
gar a una persona por Ias apariencias, Job 4, 8 (àjrgooron:óXTipjrxoç); 43, 13 (jtgo-
mostrar favoritismos* 0O)3toXTi(iijJÍa). Juntamente con las expresio­
Este verbo, atestiguado únicamente en es­ nes Xap.pávo) (PXértm, ■&aup.áCm) Jigóora-
critos cristianos, significa que hay que juzgar Jtov (Mt 22, 16; Mc 12, 14; Lc 20, 21; Gál 2,
sin prejuicios y sin partidismos, es decir, sin 6; Jds 16), constituyen el núcleo de un campo
mostrar preferencias por Ias personas princi- semântico, que se expondrá a continuación
pales y sin menospreciar a Ias personas hu­ según sus combinaciones y sus diversos gêne­
mildes. Se usa en sentido absoluto en Sant 2, ros (-+ 3).
9; el 8è ngoomixoXqpjixeixe, àp açx íav èg- La acción descrita con el grapo de palabras
yá^eadE. Cf. especialmente Lev 19, 15: oú se valora siempre en sentido negativo: se ha-
Xqprljp jtgóoTOjiov jtxmxoú oúôè •&aupá- ce una advertência a las personas contra los
aeiç JtgóOü)3XOV ôuváaxou. Cf. además la favoritismos, y se niega que haya tal cosa en
1217 jtQOO(üJto?i,T]na|)ía 1218

los juicios de Dios (cf. Ias series negativas en Petosiris I [cf. F. W. von Bissing, Altãgypti-
Abot 4, 22; Jub 33, 18). - El origen de la idea sche Lebensweisheit, Zürich 1955, 147s); Ap
es la advertência contra la parcialidad en los Esd [et] p. 182; Sant 2, 1.9; Hist. Imag. [sir]
juicios (Lev 19, 15; Mal 2, 9; Eclo 4, 22.27; p. 205), entre los de haja condición y los en-
Did 4, 3; Bem 19, 4; PoHc 6, 1). Lc 20, 21 la cumbrados (Lev 19, 15; inscripción de la
aplica en sentido figurado a Ias respuestas que tumba de Petosiris III [cf. E. Otto, Die bio-
da el maestro; se habla dei trato favoritista graphischen Inschriften der agyptischen Spãt-
con Ias personas en general en; 1 Ciem 1, 3; zeit, Leiden 1954,181]), entre los judios y los
cf. 1 Tim 5, 21s. gentiles (Rom 2, lOs; Hech 10, 34).
Cuando se habla dei juicio de Dios (hay
transición en 2 Crón 19, 6s: se habla dei juicio 3. Los gêneros típicos son:
a) Enumeraciones de atributos de Dios al esti­
humano a la luz dei juicio divino), se han for­ lo de la ekphrasis o «descripción retórica» (Dt
mado combinaciones fijas de palabras: 10, 17; Eclo 35, 13ss; TestJob 43, 13; Abot 4, 22;
a) Con «verdadero/verdad» (Hen [et] 63, 8; Jub 21, 4; Hech 10, 34; cf. Constitutiones Apos-
Testlob 4, 8-11: 43, 13; 3 Esd 4, 35-39), «jus­ tolorum 7, 35).
to» (Jub 5, 16; 21, 4; TestJob 43, 13; 4, 8-11; b) Descripciones de los juicios históricos de
ApBar [sir] 44, 4; 3 Esd 4, 38s; SalSl 2, 17s; Dios en el curso de la historia (AntBibl 20, 4;
Eclo 35, 15; Jub 5, 13-16; 21, 4; 30, 16; 33. 18;
Did 4, 3), «juzgar/juez» (SalSl 2, 17s; Jub 5, TestJob 4, 8; ApBar [sir] 44, 4ss; 13, 9s; SalSl 2,
16; 33, 18; Bem 4,12; Did 4, 3); «juicio (jus­ 17s).
to)» (Hen [esl] 46, 3; Ap Pauli [lat] 14; Jub c) Descripciones dei juicio escatológico de
21, 4; ApBar [sir] 13, 8), «obrar/obrar» (Hen Dios (Hen [èsl] 46, 3; 1 Pe 1, 17; Bern 4, 12;
[et] 63, 8; Rom 2, lOs; Hech 10, 34; Bem 4, TestJob 4, 8; Pseudo-Ev. de In [árabe] 37, 104;
12), «retribuir según Ias obras» (TestJob 4, 8; ApPe [árabe] ü , 216), en donde se separan luego
dos gmpos (Rom 2, 9-11: Bem 4, 12).
Eclo 35, 13.15; SalSl 2, 16-18; ApEsd [et] p.
d) Descripciones dei juicio individual (Ap
182; Rom 2, lOs; 1 Pe 1, 17; Ap Pauli [lat] 14; Pauli [lat] 14).
Hist. Imag. [sir] p. 205; ApPe [árabe] II, 216); e) Motivación de exhortaciones particulares
«cada/todos» (Jub 5, 16; 1 Pe 1, 17; Bem 4, (Eclo 35, 6-15; Jub 30,16; 33,18; Col 3 ,24s; Ef
12. - Jub 21, 4; TestJob 43, 13), «pecados» 6, 8; Bem 4, 12).
(Hen [et] 63, 8; SalSl 2, 16-18), «recibir por f) Amonestación escatológica o epígrafe de
lo que uno ha hecho» (Col 3 ,24s; Bem 4,12). textos parenéticos o de testamentos (Jub 21, 4;
ApBar [sir] 44, 4ss; 1 Pe 1, 17; AntBibl 20, 4;
b) Asociaciones paralelas que aparecen Pseudo-Ev de Jn [árabe] 37. 104. - Como pala­
con frecuencia; aceptar (regalos de) sobomo bras en primera persona, pronunciadas por el
(Dt 10, 17; 2 Crón 19, 7; Jub 5, 16; 21, 4; 33, condenado: Hen [et] 63, 8).
18; Eclo 35, 14s; Abot 4, 22), aplazamiento
(Hen [et] 63, 8), olvido (Abot 4, 22), sacrifi- 4. Son características dei NT:
cio (Eclo 35, 15; Jub 33, 13.18; Hist. Imag. a) La circunlocución por medio de frases
[sir] p. 205), arrepentimiento e intercesión sinônimas para expresar que no hay parciali­
(Pseudo-Ev. de Jn [árabe] 37, 104), oculta- dad sino retribución adecuada (Col 3, 25 [cf.
miento (Hen [esl] [A] 46, 3), la intervención 3, 24; 4, 1]; Ef 6, 9 [cf. v. 8]).
justa de Dios en favor de Ias viudas y los b) La trasferencia de enunciados que origi­
huérfanos o precisamente la supresión de ta­ nalmente se refieren al juicio divino, a reali­
les privilégios (Eclo 35, 15-17). dades de la misión y de la comunidad (Gál 2,
c) Es típica la supresión de Ias diferencias 6: la norma para la evaluación que hace Pablo
sociales, y concretamente de Ias que existen de Ias autoridades de Jerusalén; Hech 10, 34:
entre los grandes y los pequenos (Jub 5, 15), la razón para la admisión de los gentiles. To­
entre los esclavos y los libres (Col 3, 24s; Ef do esto demuestra que Ias normas supremas
6, 8s; Hist. Imag. [sir] p. 205), entre los po­ de Dios se están aplicando ya en el presente.
bres y los ricos (inscripción dei sepulcro de K. Berger
1219 jiQoatujtov 1220

JtçóaíOJtov, ov, TÓ prosopon superfície, trasfiguración dei rostro de Moisés. Ahora


rostro bien, según Pablo, Moisés no cubrió su rostro
para que Israel no tuviera que contemplar la
1. Aparición en el NT y uso general - 2. Acerca de
la manifestación visible - 3. «Caer sobre su rostro» - gloria, sino para que no se diera cuenta de que
4. Trasfiguración dei rostro - 5. El rostro de Cristo - 6. el resplandor de esa gloria era sólo transitório
Frases preposicionales - 7. «Ver el rostro de alguien». (3, 7.13). Pero así como Israel no podia ver a
Moisés, asi en lo sucesivo no pudo ver recta-
B ib l : E. Lohse, jtQÓatojtov v x k ., en ThWNT VI,
769-781, sobre todo 769; F. Nõtscher-Th. Klauser, A n- mente la Escritura, por el velo que lleva sobre
g esich t Gottes, en RAC I, 437-440; L. von Rompay, el corazón (3, 15). Sin embargo, para los cris-
The R en d erin g o fn Q Ó o w n o v XapPávEiv an d R ela ted tianos ha caído ahora ese velo encubridor, de
E xpressions in th e E a rly O riental Versions o f th e NT: tal modo que ellos pueden ver la gloria y ser
OBL 6-7 (1975-1976) 569-577; O. Wischmeyer, D er
hdchste Weg. D a s 13. Kap. des 1 Kor, Gütersloh 1981,
trasformados por ella.
136s, 170; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250. Esta tradición sobre el rostro trasfigurado se
amplia más allá de la figura de Moisés: la faz
1. En el NT jrQÓooiJtov aparece 76 veces; de los emisarios de Dios se trasfigura cuando
no se encuentra en el Evangelio de Juan ni en ejecutan el encargo divino, lo cual se conside­
Romanos, y se halla con sorprendente fre- ra como una senal de legitimación (Esteban
cuencia en la Carta segunda a los Corintios en Hech 6, 15; Jesus en Mt 17, 2; Lc 9, 29;
(12 testimonios); aparece una vez en Hebreos. Daniel según Hipólito, In Dan. 3, 7, 5; Abra-
En una serie de pasajes se trata sencillamen- hán según Filón, Virt 217; Ananias según Act.
te de la superfície (la «faz») de la tierra (Lc Phil [sir] [ed. W. Wright, London 1871; Ams-
21, 35; Hech 17, 26) o dei rostro de personas terdam 1968], 84; cf. Act. Pauli et Thecl. 3).
(Mt 6, 16s; 26, 67; Mc 14, 65; Sant 1, 23). Esto mismo se aplica a los ángeles (Ap 10, 1).

2. Lo visible y lo dado no carece de pro­ 5. Es distinta la concepción acerca dei ros­


blemas, sino que necesita iuterpretación y va- tro de Cristo en la Carta segunda a los Corin­
loración: hay que interpretar el cielo (Mt 16, tios: Jesús, por ser la imagen de Dios, posee
3; Lc 12, 56). O frente a lo puramente exter­ gloria en si mismo (4, 4.6); esta gloria se co­
no, pero manifiesto, hay que tener en cuenta munica a los hombres en el evangelio o como
la dimensión que, aunque se halla oculta, es conocimiento en el sentido de una ilumina-
más valiosa, más aún, es la única decisiva (2 ción; penetra en los corazones, y lo hace èv
Cor 10, 1.7. El contraste entre lo exterior y lo jtQOOCüjtU) Xpioxon, es decir. Cristo es en to­
interior [= el corazón] se menciona en 1 Tes do ello el centro de la acción, el socio decisi­
2, 17a; 2 Cor 5, 12). vo de Dios y de los hombres. Y, así, Pablo
puede afirmar que él ha perdonado a la comu­
3. En expresiones estereotipadas se habla nidad èv JtQoacójTcp XçioToü (2, 10).
de «caer sobre el rostro» como reacción ante
Ias epifanías (Lc 5, 12; 17, 16; Mt 17, 6; 26, 6. En expresiones preposicionales el rostro
39; 1 Cor 14, 25; la experiencia de la presen­ de alguien es el factor central de una escena
cia de Dios en la comunidad; o al descubrir el que se desarrolla dentro dei horizonte de esa
sepulcro vacío, Lc 24, 5) o en presencia dei persona. En todo ello hay conexión entre el
trono de Dios (Ap 7, 11; 11, 16). Aqui y en lo volverse dei rostro y la dirección en que se
siguiente vemos que el rostro de una persona efectúa la acción: ésta se mueve alejándose
es aquello en lo que se manifíesta y decide la dei centro o se desarrolla «ante él». En todo
relación entre interlocutores. caso, el rostro es decisivo para la orientación
local de la acción. Por eso, la autoridad de
4. Como en Ex 34, 30 y en una amplia tra- aquel desde quien o hacia quien está concebi­
dición judia, se habla en 2 Cor 3 acerca de la da una acción, queda asentada y se formula y
1221 jtQoawJtov 1222

se hace eficaz en sentido espacial. Así se ve quiere su pleno sentido actual), sino que se
con toda sencillez en Hech 5, 41; 7, 45. hace referencia a los muchos que son el ori­
Pero especialmente: gen de la acción de gracias (también en este
a) Del rostro (= de la presencia) de Dios caso se trata nuevamente de la dirección que
procede la perdición: 2 Tes 1, 9; 1 Pe 3, 12; parte desde el centro, que en este caso son
Ap 6, 16; muchos centros).
b) Se huye dei rostro (= de la presencia) de
alguien, porque se espera perdición dei hecho 7. «Ver» el rostro de alguien significa: te-
de que esa persona vuelva su rostro (o dirija ner contacto con él. Por eso, los polos decisi­
su mirada) (Ap 12, 14; 6, 16; cf. también vos en la toma de contacto (el rostro y la ac­
Hech 7, 45). Por eso, el huir dei rostro puede ción de ver) significan aqui metaforicamente
ser la simple reacción ante un poder superior la totalidad dei contacto (así en Hech 20,
(Ap 20, 11). 25.38; visitar: 1 Tes 2, 17; 3, 10; no «cono-
c) Se habla también dei rostro de Dios co­ cer» todavia: Gál 1, 22; Col 2, 1). La expre-
mo metáfora para designar el origen dei efec- sión se refiere también al contacto con Dios,
to dinâmico o de la relación sujeto-objeto bien sea a través dei culto, o bien mediante la
procedente de Dios, cuando la salvación pro­ comunión escatológica con Dios.
cede de su rostro (o de su presencia): Hech 3, a) El sentido cultuai (Is 1,12; Sal 11,7; 16,
20 (que no debe interpretarse en el sentido de 11; 17, 15; 24, 6; 42, 3; 95, 2; JHag 1, 76a, 35;
la preexistencia de la salvación). DtR 7, 2 [204a]; los rabinos modifican a me­
d) La misión de alguien a quien se envia nudo la frase -para evitar el antropomorfis-
con autoridad se efectúa «delante dei rostro» m o- convirtiéndola en «dejar ver su rostro [a
y desde esa presencia divina: (en citas: Mc 1, saber, el propio rostro]») aparece en Heb 9,
2 par.; por lo demás: Lc 9, 52; 10, 1; de ma- 24 (el Sumo Sacerdote Cristo intercede ante
nera parecida hay que interpretar también lo Dios («ante el rostro de Dios»), y probable-
de «caminar ante el rostro» en Lc 1, 76). En mente también en Mt 18, 10 (el contacto que
Hech 13, 24 («ante el rostro de su entrada») los ángeles de los «pequenos» tienen con
^se tratá de un semitismo entendido errónea- Dios, al ver el rostro de Dios, hay que enten-
mente por Lucas? derlo también seguramente en el sentido de
e) La dirección en que mira el rostro indica una labor de intercesión; cf. también 4 Esd 7,
también la dirección en que se mueve la figu­ 98; MidrSal 11,7; Hen [esl] 20, 4; 27, 4.6).
ra central: Lc 9, 51.53 (cf. 2 Sam 17, 11). b) El sentido de la comunión escatológica
f) Lo que sucede Jtaxà JtQÓacojtov («ante con Dios, que, desde luego, es enteramente
el rostro») de alguien, está claro, patente y es cultuai -en el santuario celestial- aparece en;
obviamente visible para esa persona, de tal Jub 1, 28; Sib 5, 426s; Hen (esl) 67, 2; 4 Esd
modo que ésta puede enterarse de ello (Lc 2, 7, 87.91.98; TestZab 9, 8; bMen 43b; bSot
31). Por eso, se observa aqui de ordinário 42a; bBB 10a. En el NT en: 1 Cor 13, 12, don­
cierto carácter de notoriedad pública (Gál 2, de la perfecta relación con Dios («cara a ca­
11; 2 Cor 8, 24), a menudo con una referencia ra») se representa metafóricamente haciendo
directamente forense (Hech 3, 13; 25, 16; 2 que los dos «polos» de la toma de contacto es-
Cor 8, 24 con eíç). tén vueltos el uno hacia el otro (la traducción
g) En 2 Cor 1, 11 èn JtQOOtójtmv se refiere «de persona a persona» dice demasiado). No
al origen de la acción. A pesar dei plural (que podemos diferenciar Ap 22,4 (ver el rostro de
tiene aqui un peso especialmente retórico), no Dios) de 1 Cor 13, 12, sugiriendo que en el
se trata de «personas» (jtQÓorojiov no ad- caso dei Apocalipsis se trata de Dios como ob­
quiere este significado sino a lo largo de la jeto, y en cambio en el texto paulino se trata
historia de los dogmas; sobre todo a comien- simplemente de la modalidad. Esta alternativa
zos dei siglo XIX el concepto de persona ad- es desacertada y está concebida excesivamen-
1223 rtQÓ0 cojtov- itQOTL'0'ejiai 1224

te según una mentalidad moderna; ambos sen­ sentencia acerca dei Hijo dei hombre en Jn 6,
tidos se hallan implicados el uno en el otro. 62, el antes se refiere a la preexistencia de
K. Berger Cristo, la cual se menciona en el contexto de
la exaltación. En 7, 50, el antes se refiere a
Nicodemo, que había visitado ya antes (en
JlQ O táaacD p w ta ssõ predeterminar, fijar una ocasión) a Jesus. En 9, 8 xò Jtgóxegov
de antemano significa antiguamente / en otro tiempo.
Hech 17, 26 D* pc bo: itQOTetaYpévoi
KaiQoí en vez de jiQoaxeTaYpévoi xaigoí 3. En el âmbito dei Corpus Paulinum, el
(->^ jTQooxáooo)). advérbio aparece con artículo en Gál 4,13. Se
trata dei evangelio predicado por Pablo la pri-
mera vez. En 2 Cor 1,15 falta el artículo. Pa­
TCQOTEÍVO) proteinõ extender, estirar*
blo modifico sus planes de viaje: él queria ir
En Hech 22, 25 dícese de Pablo a quien, co­ primero a visitar a los destinatários, pero «lue-
mo a un delincuente, se extendió (= se estiró) go» fue a Macedonia. En el pasaje post-pauli-
«para Ias correas (= los azotes)» (d)ç Jtgo- no de Ef 4, 22, jtqóx8 qo ç aparece como adje­
É T E iv a v a u T Ó v xoíç í p ã o i v [dativo final]);
tivo (-> 1). En él se exhorta a una conversión
tpáç.
radical. A la modificación de «la anterior ma­
nera de vivir» (v. 22) corresponde el hecho de
:níQÓT£QOÇ, 3 proteros anterior* vestirse dei hombre nuevo (v. 24). En 1 Tim
1, 13, üXQÓxegoç se halla en la «confesión»
Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v .; BlaB-Debrunner §
62, 1 que «Pablo» sobre acerca de sí mismo: «aun­
que yo antes blasfemé conra él (a saber, con­
1. En el NT JCQÓxegoç aparece únicamente tra Cristo)».
en sentido temporal. Como adjetivo se en-
cuentra en Ef 4, 22 («la anterior manera de 4. La Carta a los Hebreos emplea unifor­
vivir»). En otros diez pasajes aparece el neu­ memente el advérbio sin artículo: 4, 6; 7, 27;
tro JtQÓxegov como advérbio en el sentido de 10, 32. Sobre todo en 7, 27 se expresa el con­
anteriormente, antiguamente, antes (como traste temporal; Los antiguos sumos sacerdo­
adjetivo tan sólo en Heb 10, 32: «los dias po­ tes ofrecían primero sacrificios por sus pro-
sados»', 1 Pe 1, 14, «los deseos anteriores»); pios pecados, y «luego» por los dei pueblo.
se usa con artículo (Jn 6, 62; 7, 50; 9, 8; Gál
4, 13; 1 Tim 1, 13) y sin artículo (2 Cor 1, 15; 5. En 1 Pe 1, 14 el advérbio se emplea sin
Heb 4, 6; 7, 27; 10, 32; 1 Pe 1, 14). - jtgóxe- artículo. La exhortación quiere que se borre lo
0OÇ falta en los Evangelios sinópticos, en He- anterior, a fin de estimular la necesaria ten­
chos y en el Apocalipsis. La razón puede ser dência actual de los cristianos a la santidad
que el antiguo significado de Jtgóxegoç («el (vv. 15s). Vemos que jtgóxegov conserva
primero de dos») fue asumido por jiqóõxoç. aqui el elemento de tensión temporal.
Así, por ejemplo, jrgwxoç sustituye a Jtgóxe- H. Langkammer
Qoç en Mt 21, 28; Ap 20, 5; 21, 1. Sin embar­
go, jtgóxEQOç como advérbio intensificado
adjetivalmente no ha perdido por completo la 7 lQ O 'tí‘d'E|U.0tl protithemai mostrar / exhibir
referencia a un contraste temporal, aunque és- públicamente, proponerse, determinar de
te haya que deducirlo principalmente por el antemano*
contexto. En el NT el verbo se usa únicamente en voz
media: en Rom 3, 25 (en una formulación re-
2. El cuarto Evangelio usa uniformemente cogida probablemente por Pablo) para referir-
JtQÓXEQOV c o m o a d v érb io con a rtícu lo . En la se a la muerte expiatória de Cristo; ôv jiq o -
1225 itgoTÍ^efiai - jtgoqjTiTe-úoo 1226

é^ETO ó '&EÒÇ IXaoTTÍQiov. Según el contexto 20,4 dícese dei «otro discípulo»; níQÉÔQapev
(cf. 3, 21) se trata de una acción de Dios en xájíiov xoõ néxgou, «corrió más aprisa que
Cristo, y, por tanto, se sugiere la traducdón: Pedro», es decir, «se le adelantó corriendo».
«a quien Dios mostrô / exhibió públicamente
como expiación por su sangre». Habla en fa­ proyparchõ ser o estar ante­
vor de esta traducción la construcción de la riormente*
oración de relativo con doble acusativo y sin En Lc 23,12 dícese de Herodes (Antipas) y
un verbo complementario, como requeriría un Pilato que «antes (dei proceso de Jesús) habí-
enunciado (posible lingüísticamente) acerca an estado enemistados entre sí (jtQol)n:fíQ-
de la predeterminación divina; cf. ThWNT Xov)»; en Hech 8, 9 dícese de Simón (mago):
VIII, 166s; E. Kásemann, An die Rõmer* jtQOÜJtfjQxev... (tavEiJCOV, «había estado ejer-
(HNT), sub loco; D. Zeller; ThPh 43 (1968) ciendo antes la magia».
57s. Está en consonância con ello el uso cul­
tuai que se hace de jrQOTÍ#E[iaL en la LXX
para referirse a la exposición pública de los JtQ Ó tpaaiÇ , EOOÇ, prophasis pretexto,
«panes de la presentación», cf. Ex 29, 23; 40, excusa; disculpa (válida)*
4; cf., a propósito, U. Wilckens, La Carta a En el NT el término aparece seis veces, cin­
los Romanos I, Salamanca ^1997, sub loco co de ellas en la forma de dativo jtgoqpáoei
con la nota 537; cf. también el sustantivo (en 1 Tes 2, 5 con èv), con pretexto de, con
JtQÓOeoiç. apariencia de: Mc 12, 40 par. Lc 20, 47 / Mt
En Rom 1,13 JtpoxíOepai se refiere al pro­ 23, 14 V . I . ; Hech 27, 30 (con (bç, «como si»,
pósito de Pablo (jtoXÀáxiç TtQOEOépqv èk- «bajo pretexto de»); Flp 1, 18 (lo opuesto:
O e iv ); en Ef 1, 9 se refiere a la actividad de àL^qO-eía); 1 Tes 2, 5 (èv jXQOtpáoEi 3tX,EOVE-
Dios en favor de los creyentes, una actividad Çíaç, «con un pretexto determinado por la co-
que Dios determino de antemano en Cristo dicia»). - En Jn 15, 22 JXQÓqpaoiç significa
(f]v jtçoéOeTO èv anitõ) mucho tiempo antes, disculpa / razón para la disculpa. Bauer,
cf. vv. 5 y 11; también Diogn 9, 2. ThWNT Wôrterbuch, í .v.; C. Schâublin: Museum Hel-
VIII, 165-168; DTNTIH, 432s. veticum 28 (1971) 133-144; Spicq, Notes II,
765-767.
JlQOTQÉJIOfiai protrepomai alentar, ani­
mar, incitar* fflçotpÉQO) propherõ producir, hacer salir
En sentido absoluto en Hech 18, 27: jrgo- de*
TQEtljápEVOi... ÊYQorpav, y significa o bien; Lc 6, 45 (bis); JtQotpégei xò ò.ya%ày / xò
«animaron (a saber, a Apoio) y escribie- jtovTjQÓv, de tal modo que aparezca lo que
ron...», o más bien: «escribieron a los discípu­ hay en el corazón.
los (que estaban en Corinto) animándoles a
recibirle (a Apoio)». La primera traducción JIQO<pt|t£Ía, a ç , prophéteia actividad
exigiría un anxóv como objeto de k q o x q é - profética, don de profecia, palabra profé­
Jtoftai; cf. especialmente Spicq, Notes II, tica
762-764, quien senala el carácter «oficioso» jtQoq)T]XEi)a).
con que aparece el término en determinadas
invitaciones. 7t^o(pt]TEV(o prophêteuõ profetizar
3tQOCpT]XEÍa, a ç , T| prophéteia actividad
JIçoTgéxtO protrechõ correr delante, ade- profética, don de profecia, palabra profé­
lantarse corriendo* tica
En Lc 19,4 dícese de Zaqueo: JtQOÔgapràv 1. Aparición en el NT y significado fundamental -
eIç x ò êpjtgocrS^ev, «corrió adelante»; en Jn 2. Contenidos semânticos.
1227 itQoqpTjTEUü) - JtQoqpr|TT]ç 1228

B ibl.: -> jtQoq3T|TT)ç, cf. además: N. Brox, ÜQoqpTi- de Juan en Efeso (19, 6) y a Ias hijas de Fe­
TE Ía im ersten T im otheusbríef. BZ 20 (1976) 229-232. lipe.
Según 1 Tim 1, 18 y 4, 14, la colación de un
1. El verbo aparece 11 veces en Pablo (to­ ministério en la Iglesia va acompanada por
das ellas en la Carta primera a los Corintios), palabras proféticas (Brox, Cartas Pastorales,
9 veces en los Evangelios, 4 en Hechos, 2 en Barcelona 1974, sub loco. - 2 Pe 1, 20s ex-
Apocalipsis; se encuentra, además, en 1 Pe 1, horta a no interpretar caprichosamente Ias
10 y Jds 14. El sustantivo aparece 7 veces en profecias de la Escritura. - En el Apocalipsis
Pablo, 7 en Apocalipsis, 2 en la Carta primera la actividad dei autor es caracterizada como
a Timoteo y otras dos en la Carta segunda de actividad profética (19, 10), y su obra, como
Pedro; en los Evangelios se encuentra única­ un libro de profecia (1, 3; 22, 7.10.18.19).
mente en Mt 13, 14. De estos 28 testimonios
F. Schnider
dei verbo y 19 dei sustantivo, 19 y 16 pasajes
respectivamente se refieren a figuras de pro­
fetas dei NT; los demás, a figuras de profetas n;Qoq)T|TTiç, or, ó p r o p h e t e s profeta
dei AT. Según el significado fundamental, se 1. Aparición en el NT - 2. Los profetas dei AT en el
trata de una actividad profética, aunque en al- NT - 3. Juan el Bautista - 4. Jesucristo - 5. Profetas
gunos pasajes concretos pueden aparecer di­ cristianos primitivos.
versos matices de significado. B ibl.: D. E. Aune, The use o f itgocpritTiç in Jose-
phus: JBL 10 (1982) 419-421; K. Berger, Z« d en sog.
2. El verbo tiene el sentido de profetizar Sãtzen heilig en R echts: NTS 17 (1970-1971) 10-40;
(anunciar anticipadamente algo futuro con sus Id., D ie sog. «Sãtze heiligen R echts» im NT: ThZ 28
(1972) 305-330; Id., D ie A u fersteh u n g des P ropheten
implicaciones para la historia de la salvación) und die E rhõhung d es M enschensohnes (StUNT 13),
y va asociado con los siguientes sujetos; Gõttingen 1976; N. Brox, C artas P astorales, Barcelo­
Isaías en Mc 7, 6 (par, Mt 15, 7), «todos los na 1974, 448s; Id., L a prim era C arta de Pedro, Sala­
profetas y la ley» en Mt 11, 13; los profetas manca 1994, 96ss; Bultmann, G eschichte, 126-132; U.
Busse, D ie W under des P ropheten Jesus. D ie R ezep-
dei AT en 1 Pe 1,10 (Brox, L a primera Carta tion, K om position u n d Interpretation d e r W undertra-
de Pedro, Salamanca 1994, 95s), Henoc en d ition im E va n g eliu m d e s L u k a s (FzB 24), Stuttgart
Jds 14, Zacarias en Lc 1, 67, el sumo sacerdo­ 1977; H. Frhr. von Campenhausen, K irch lich es A m t
u n d geistl. V ollm acht in den ersten drei Jhh., Tübingen
te en Jn 11, 51, Juan en Ap 10, 11.
G963; F. Christ, Jesu s Sophia (AThANT 57), Zürich
En Pablo el sustantivo significa el don (el 1970; E. Cothenet, en DBS Vm, 1222-1337; G. Daut-
carisma en Rom 12, 6) de la profecia (1 Tes 5, zenberg, Urchristl. Prophetie. Ihre E rforschung, ihre
20; 1 Cor 12, 10; 13, 2.8) o la palabra profé­ V oraussetzung im Judentum u n d ihre S tru k tu r im ers­
ten K o rin th erb rief (S S N Â ÍiT 104), Stuttgart 1975; Id.,
tica (1 Cor 14, 6.22). La actividad profética
Zur urchristl. P rophetie: BZ 22 (1978) 125-132; G.
sirve para el consuelo, el fortalecimiento y la Friedrich, i t ç o q p T |T T ] ç nxX. (D.E), en ThWNT VI, 829-
instrucción de la comunidad (1 Cor 14, 3.31). 863; F. Gils, J esu s P rophète d ’a près les E vangiles Sy-
En Mc 14, 65 par. el imperativo JtQoqpr)- n o p tiq u es, Louvain 1957; H. Greeven, P ropheten,
Lehrer, V orsteher bei Paulus: ZNW 44 (1952-1953) 1-
TEOOov desafia a Jesús a que adivine quién le
43; Hahn, H oheitstitel, 351-404; Hamack, M ission I,
ha golpeado. El sentido más profundo es que 332-338; G. F. Hawthome, T he R o le o f C h ristia n
Jesús, que en opinión de sus adversários pre­ P rophels in the G ospel Tradition, en F S Ellis, 119-133;
tende falsamente poseer autoridad profética, M. Hengel, Seguim iento y carism a, Santander 1981;
actúe como profeta (Schneider, lOls; Schni- D. Hill, N ew Testam en Prophecy, London 1979; Kâse-
mann, V ersuche II, 69-104; W. A. Meeks, T he Pro-
der, 157s). - Mt 7, 22 estigmatiza a unos pro­ ph et-K in g , Leiden 1967; U. Mauser, G o ttesb ild un d
fetas que profetizan en el nombre de Jesús, M enschw erdung. E ine V n tersuchung zu r E in h eit des A
pero no observan la ley de Dios. u n d NT, Tübingen 1971; R. Meyer, Jiço(pf|Triç m X ,
Lucas, en el libro de Hechos, atribuye una (C), en ThWNT VI, 813-828; A. Moreno, A p ó sto le s y
pro feta s (1 Co 12, 28), en Im vie de la P arole. F S fU r
actividad profética a la comunidad primitiva P. Grelot, Paris 1987, 381-395; U. B. Müller, P rophe­
de Jerusalén (Hech 2, 17.18), a los discípulos tie un d P re d ig t im NT. F o rm g esch ich tlich e U ntersu-
1229 J t Q O (p T )T T )5 1230

chungen zu r urchristl. P rophetie (StNT 10), Gütersloh Jonás. Se citan, además, sin mencionarlos por
1975; Id., V ision u n d B o tsch a ft. E rw ã g u n g g e n z u r su nombre, los escritos de Oseas, Amós, Mi-
prop h etisch en S tm k tu r d e r Verkündigung Jesu: ZThK
74 (1977) 416-448; F. MuBner, U rsprünge un d E ntfal- queas, Habacuc y Zacarias (cf. Friedrich,
tung d e r n t l S o h neschristologie, en G rundfragen der 83 Is). Pero también se designa como profetas
C h ristologie h eu te (QD 72), Freiburg i. Br. 1975, 77- a Samuel (Hech 3, 24), David (2, 30), Eliseo
113; G. Nebe, P ro p h etisch e Z ü g e im B ild e J esu bei (Lc 4, 27), Balaán (1 Pe 2, 16) y Ana (Lc 2,
L uka s (BWANT 127), Stuttgart 1989; F. Neugebauer,
GeistsprUche u n d Jesuslogien: ZNW 53 (1962) 218- 36: jiQoqpfjtLç). Según Tit 1, 12, el poeta pa-
228; J. Panagopoulos (ed.), P rophetie Vocation in the gano Epiménides es un profeta de los creten-
N T a n d Today (NovTS 45), Leiden 1977; H. Patsch, ses.
D ie P rophetie des A gabus: ThZ 28 (1972) 228-232; C. De ordinário el NT considera a los profetas
Perrot, «U n p ro p h ète com m e l ’un des prophètes» (M c
6, 15), en D e la T ôrah a u M essie. F S f ü r H. Cazelles,
dei AT como hombres a través de los cuales
Paris 1981, 417-423; W. Rothfuchs, D ie E rfüllungszi- habló Dios (cf. ô ià otóftaxoç jtávTcov jtqo-
tate d es M t, Stuttgart 1969; A. Satake, D ie G em einde- tpTixrôv, Hech 3, 18, cf. v. 21). En algunos pa­
o rd n u n g in d e r Jo h a n n esa p o ka lyp se (WMANT 21),
sajes, toda la revelación dei AT se compendia
Neukirchen-Vluyn 1966; P. Schâfer, D ie V orstellung
vom h eiligen G eist in d e r rabb. Lit. (StANT 28), Mün- en la fórmula «la ley y los profetas» (Mt 5,
chen 1972; R. Schnackenburg, D ie E rw a rtu n g des 17; 7, 12; 11, 13; 22, 40; Lc 16, 16; 24, 27.44;
«P ropheten» nach d em N T und den Q um ran-Texten, Rom 3, 21 y passim). Según Heb 1, 1, Dios
en StEv 1, 622-639; G. Schneider, Verleugnung, Ver- habló a los padres èv xotç JtQoq)f|xaiç (en es­
sp o ttu n g u n d V erhõr Jesu na ch L k 22, 54-71 (StANT
22), München 1969, lOls; F. Schnider, J e s u s d e r te pasaje, èv debe entenderse en sentido ins­
P ro p h et (OBO 2), Fribourg (Suiza) 1973; H. Schüi- trumental, como el hebreo b”). Los profetas
mann, D ie S ym b o lh a n d lu n g en Jesu ais esch a to lo g i- son instrumento de Dios, con el cual él se ha
sche E rfüllungszeichen: BlLe 11 (1970) 29-41, 73-78; revelado a los hombres. El origen de la profe­
B. Schweizer, G em einde u nd G em eindeordnung im N T
(AThANT 35), Zürich ^1962; Id., O bservance o f the cia no reside en la voluntad dei hombre, «sino
L a w a n d C h a rism a tic A c tiv ity in M atthew : NTS 16 que unos hombres, impulsados por el Espiritu
(1969-1970) 213-230; O. H. Steck, Isra el u n d das ge- Santo, hablaron por encargo de Dios» (2 Pe 1,
w a ltsa m e G e sc h ick d e r P ro p h e te n (WMANT 23), 21). Sin embargo, también la profecia requie-
Neukirchen-Vluyn 1967; K. Stendhal, The Sch o o l o f
St. M atth ew a n d its Use o f th e OT, Uppsala '1967; G. re la investigación humana. Según 1 Pe 1, 10,
Strecker, D e r Weg d e r G erechtigkeit (FRLANT 82), los profetas mismos -en el Espiritu dei Cristo
Gõttingen ^1971; W. Trilling, D ie T ãufertradition bei preexistente- reflexionaron a través de sus
M f. BZ 3 (1959) 271-289; M. Tumer, The S p irit o f
propias profecias acerca dei acontecimiento
P ro phecy a n d the P o w er o f A uth o rita tive P reaching in
L uke-A cts: A Q uestion o f Origins: NTS 38 (1992) 66- de Cristo. Pero, finalmente, el Hijo mismo de
88; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1250-1254. Dios hizo que fuera aún más segura para no-
sotros la palabra de los profetas (2 Pe 1, 19).
1. En el NT JtQOtjpiÍTTiç aparece 144 veces. En el NT el prefijo Jtqo- de JtQoqpr|XTiç se
El término se encuentra con la mayor frecuen- entiende no sólo en sentido instrumental, sino
cia en Lucas (Ev. de Lucas 29 veces, Hechos también temporal. Los profetas vaticinaron.
30 veces) y en Mateo (37 veces). El Evange- El Evangelio de Dios lo anuncio anticipada-
lio de Juan tiene 14 testimonios dei término, mente Dios mismo por medio de sus profetas
Pablo 10 (Romanos, 1 Corintios, 1 Tesaloni- en los escritos sagrados (jtQO-ejtaYYÉ/tX.O|t,ai,
censes), Apocalipsis 8 y Marcos 6. JtQOcpr|Tr|ç Rom 1, Is; cf. 9, 29; 2 Pe 3, 2; Hech 3, 18; 7,
aparece aisladamente en Efesios, Tito, He- 52; 1 Pe 1, 11). La proclamación de todos los
breos, Santiago, 1/2 Pedro. De los 144 testi­ profetas, desde Samuel en adelante, se orienta
monios, 123 pasajes se refieren a figuras de hacia el acontecimiento de Cristo (Hech 3,
profetas dei AT, y sólo 21 a figuras de profe­ 24). En el primer plano de los vaticinios de
tas dei NT. los profetas se hallan los sufrimientos, la
muerte y la resurrección de Cristo (cf., a pro­
2. De los profetas escritores se mencionan pósito, Friedrich, 834). Por eso, «a partir de la
por su nombre Isaías, Jeremias, Daniel, Joel y ley y de los profetas» se puede tratar de ganar
1231 JtQOq)T)TT]Ç 1232

a los judios para Jesus (Hech 28, 23). Las pa- (compárese Mt 3, 2 con 4, 17, y 3, 10 con 7,
labras de los profetas son una autoridad que 19; cf., a propósito, Trilling), sin embargo -a l
legitima y configura la proclamación evangé­ identificar al Bautista con Elias- lo subordina
lica. igualmente al Mesías Jesús (11, 14; 17, 13).
Mt 1, 22s; 2, 5s.15.17s.23 y otros pasajes Lucas ilustra la imagen dei profeta Juan,
parecidos son las denominadas citas de refle- presentándolo como predicador itinerante (Lc
xión, introducidas tipicamente con la fórmu­ 3, 3), maestro de oración (11, 1) y proclama-
la; «(Todo) esto sucedió para que se cumplie- dor de preceptos morales (3, 10-14). Conside­
ra...» (Stendahl, 39ss; Strecker, 49ss). Mateo rado desde la perspectiva de la historia de la
narra determinados detalles de Ia vida de Je- salvación, el Bautista pertenece al tiempo de
sús y reflexiona luego sobre ellos según una «la ley y los profetas» (16, 16).
apropiada cita dei AT. Como los profetas son Juan niega expresamente que el Bautista
reconocidos como una autoridad absoluta, ve­ sea el Cristo, EUas o el profeta escatológico
mos que por medio de la cita dei AT se con­ (Jn 1, 21.25). El es «la voz de uno que clama
firma a Jesucristo como el Mesías. El NT se en el desierto» (1, 23). El y su bautismo dan
refiere con frecuencia a la persecución y testimonio en favor de Jesús, para que el pue-
muerte violenta de los profetas; se hace casi blo crea en él (1, 7s.15.19.32-34; 3, 26.28s; 5,
siempre para interpretar la oposición contra 33).
Jesús o contra sus discípulos (Mc 12,1-9 par.;
Lc 6, 22 par. Mt 5, 12; Lc 11, 47s par. Mt 23, 4. En la tradición sinóptica se designa va­
30s; Lc 13, 33s; Hech 7, 52; 1 Tes 2, 15s; rias veces a Jesús como profeta, aunque este
Rom 11,3). concepto se emplee con matices, cuando se
aplica a Jesús.
3. Q presenta a Juan el Bautista (->^ Tcoáv- Según Mc 6, 14-16par. y Mc 8, 27-30par.,
VT]ç 2) como profeta de juicio en Israel (Lc 3, el pueblo considera a Jesús como un profeta
7-9 par. Mt 3, 7.10.12). El bautismo de Juan (sobre las expectaciones proféticas en tiempo
anuncia que ha comenzadp una acción de de Jesús cf. Meyer, Schâfer). Como resalta
Dios ordenada al tiempo mesiánico (Lc 3,11 por las demás opiniones de la gente (el Bau­
par. Mt 3,11). En consecuencia, el predicador tista resucitado o Elias), se piensa con ello en
de penitencia y el profeta dei juicio, como una figura profética dei fin de los tiempos (así
precursor escatológico, está subordinado a aparece clarísimamente en Lc 9, 8.19; Mt 16,
Jesús (Lc 7, 24-35 par. Mt 11, 7-19). El Bau­ 14; cf. Hahn, Hoheitstitel, 222s; Schnider,
tista adquiere su grandeza («más que un pro­ 181-187).
feta», Lc 7, 26 par. Mt 11, 9) por la grandeza En M t 21, 11 el «Senor» (21, 3), «Rey» (v.
de Jesús. Y, así, el precursor, en las historias 5) e «Hijo de David» (v. 9) que hace su entra­
lucanas de la infancia, es denominado «profe­ da triunfal en Jerasalén, es designado por el
ta dei Altísimo» (Lc 1, 76). Pero Jesús es 11a- pueblo «como el profeta Jesús de Nazaret en
mado «Hijo dei Altísimo» (Lc 1, 32.35). Galilea». Según Mt 21, 46, los principales sa­
Para Marcos, este profeta, con su vestidura cerdotes y los fariseos tienen miedo de la
de pelo de camello y su cinto de cuero (Mc 1, multitud, «porque lo tenían por profeta».
6), es un precursor de Jesús y está, por tanto, Lc 7,16 entiende la acción de Jesús al resu-
subordinado a él (1, 2-8). Además, su final citar al joven de Naín como la obra de un pro­
violento, propio de un profeta (6, 14-29), es feta, y Lc 7, 39 considera la presciencia mila­
proyección anticipada dei destino de muerte grosa de Jesús como un don profético. Final­
que aguarda a Jesús (9, 11-13: compárese mente, Lc 24, 19 resume toda la actuación de
también 11, 32 con 12, 12). Jesús como la obra de un «profeta, poderoso
Mateo, aunque equipara al Bautista con Je­ en obras y en palabras ante Dios y ante todo
sús en cuanto a la predicación y la actividad el pueblo». Detrás de estos enunciados se ha-
1233 JlQOCpflTTlÇ 1234

11a, según la comprensión lucana, la idea so­ sino que el pueblo entiende erroneamente al
bre el profeta escatológico (cf. Busse). Profeta escatológico y Salvador, y quiere uti­
En Hech 3, 22; 7, 37, en un discurso de Pe­ lizar a Jesús para sus propios fines ( 6 ,14s; cf.
dro o en el discurso de Esteban se presenta a 6, 26).
Jesucristo exaltado como el «profeta semejan- La actividad profética de Jesús desafia al
te a Moisés», prometido en Dt 18, 15.18. Este individuo a que adopte una actitud ante él.
pasaje de Dt 18,15.18 era interpretado por los Origina una división en el pueblo (7,40-43) y
samaritanos (cf. Meeks, 250-254) y en Qum- en Ias autoridades (7, 50-52). Unos rechazan a
rán (IQS 9, 9-11: 4QTest 5, 8) como promesa Jesús como embaucador y falso profeta (7,
dei profeta escatológico (cf. también TestLev 47; 8,48; 9, 16.24); otros le consideran como
8, 15). El libro de Hechos y probablemente el Profeta de Dios (4, 19; 7, 40; 9, 17). Por
también Mc 9,7 par. (axonexe anxon alude a tanto, el conocimiento de que Jesús es un pro­
Dt 18, 15 LXX: anxoO àxoúoeoUe) conside- feta no es suficiente para captar de manera
ran que la promesa de Dt 18,15.18 se ha cum- plena el mistério más íntimo de la persona de
plido en Jesucristo. En el discurso de Esteban, Jesús, pero es una comprensión inicial de Je­
la idea de Jesús como «el profeta semejante a sús. Jesús no es sólo el cumplimiento de la
Moisés» está además al servicio de la tipolo­ expectación dei Profeta escatológico, sino
gia Cristo-Moisés, con la cual se acentúan la que es la revelación de Dios en persona y, co­
misión de Jesús ante Israel y la resistência de mo tal, sobrepasa a todos los profetas que ha
Israel contra Jesús. habido en la historia de la salvación (8, 48-
Juan utiliza la idea dei profeta Jesús como 58).
recurso expositivo consciente y la sitúa al ser­
vicio de su concepción cristológica global. En Junto a la cristología profética directa (titular)
el relato dei encuentro de Jesús con la mujer se encuentra también en el NT una cristología
samaritana (Jn 4, 1-42), el don profético de profética indirecta. Se trata de tradiciones que
pueden incluirse en el âmbito de la tradición pro­
los conocimientos que Jesús posee núlagrosa- fética: entre otras, el bautismo como legitimación
mente (4, 16-19) es expresión de un saber de la vocación, la crítica dei culto, Ias instmccio-
más profundo, dei cual dispone Jesús por ser nes sobre el seguimiento. Ias palabras de amena-
él la revelación que Dios hace de sí mismo (4, za y los ayes. Ias acciones simbólicas, el acto de
26; cf. 7, 28s). Por tanto, el conocimiento de conceder el Espíritu, y el destino de Jesús de te-
Jesús como profeta puede ser una preparación ner una muerte violenta. Pero Ias comparaciones
de la tradición de Jesús con los profetas dei AT
para la autorrevelación de Jesús como el Sal­ demuestran también los «limites» de una cristolo­
vador dei mundo (4, 26.39-42). En la concep­ gía profética dei NT y su «apertura» hacia la cris­
ción joánica de Jn 9,1-41, la curación dei cie- tología de la filiación divina (cf. Hengel, Mauser,
go efectuada por Jesús no es sólo una impo­ MuKner, Schnider).
nente demostración dei profeta Jesús (9, 17),
sino también la expresión de la autorrevela­ 5. Según el testimonio dei NT, en diversas
ción de Jesús como la Luz dei mundo (9, comunidades dei cristianismo prinútivo hubo
5.39; cf. 8, 12). También el ciego de naci- personas a quienes se designo como profetas.
miento, en su confesión de fe en Jesús como En 1 Cor 12, 28s; Ef 4, 11 se los menciona
el Profeta, puede ser llevado por Jesús (9, 39) juntamente con los apóstoles y los maestros;
y conducido por él mediante su autorrevela­ en Lc 11, 49; Ef 2, 20; 3, 5, junto a los após­
ción (9, 35-37) a la adoración creyente de Je­ toles; en Hech 13, 1, junto a los maestros; en
sús (9, 38). En el relato dei milagro en que se Ap 18, 20, junto a los santos y los apóstoles.
da de comer a la multitud, el Evangelio de De ahí se deduce que los profetas menciona­
Juan muestra que el acto poderoso de Jesús al dos en estos pasajes, desempenaban una de-
multiplicar los panes no conduce al pueblo a temúnada posición en sus respectivas comu­
la fe en que Jesús es el pan de vida (6, 35s), nidades. Pero describir más concretaraente la
1235 jt@otpr|i;T)ç - jtg o tp T itiç 1236

posición que ocupaban, resulta difícil por los sus respectivas comunidades (13, 1-3; 11, 27;
escasos datos que proporcionan Ias fuentes. 15, 22.23).
Según E f 2, 20; 3, 5; 4, 11, los apóstoles y
Los especialistas han querido penetrar más en los profetas dei cristianismo primitivo, por ser
la profecia dei cristianismo primitivo, tratando
los proclamadores autoritativos dei mistério
primero de identificar los gêneros dei discurso
profético (prophetísche Redegattungen) en el NT, de la Iglesia universal, integrada por judios y
y luego de determinar su «situación vital» (Sitz gentiles, son el fundamento de la Iglesia pos-
im Leberi) en los círculos proféticos dei NT (cf. tapostólica.
Bultmann; Kasemann; Satake; Müller, Prophe- El Apocalipsis menciona profetas dei cris­
tié). Pero, como no se ha esclarecido todavia el tianismo primitivo en 10, 7 (a ellos solos), en
método para determinar Ias circunstancias histó­ 11, 18; 16, 6; 18, 24 (junto a los santos) y en
ricas concretas de Ias formas dei discurso proféti­
co, y en consecnencia se ha llegado a concepcio- 18, 20 (junto a los apóstoles y los santos). El
nes muy diferentes acerca de la profecia en el autor dei Apocalipsis se llama a sí mismo pro­
cristianismo primitivo (para la crítica, cf. Neuge- feta (22, 9: aúvôonkoç... xmv JtQoqpqTcõv),
bauer; Schweizer, Observance, 226s; Berger, Sãt- pero reclama no obstante para sí una autori-
ze; Cothenet, 1285s; Dautzenberg, Prophetie), es dad especial (22, 18s).
preferible examinar los enunciados acerca de los
profetas dei NT, no a través de la historia de Ias F. Schnider
formas, sino mediante el estúdio dei contexto re-
daccional. n@0(pT]Tl>fóç, 3 prophêtikos profético*
Rom 16, 26: YQCupotl jtQoqDT|tixaí. Proba­
Según 1 Cor 14, 3.31, Pablo espera de los
blemente, la expresión no se refiere a la pro­
profetas la edificación, el aliento y el consue-
fecia dei AT (a diferencia de 1, 2) ni tampoco
lo de la comunidad y la persuasión de los que
a la profecia específicamente dei cristianismo
se hallan fuera (14, 24s). Por eso, el hablar
primitivo, sino en general al carácter proféti­
profético no debe realizarse en éxtasis, sino
co (es decir, obrado por el Espíritu) de los es­
en forma ordenada (14, 29-32), en lenguaje
critos dei cristianismo primitivo (cf. también
comprensible y racional (14, 15s) y según la.
Ef 3, 5), que aqui -con los ojos de una gene-
medida de la fe (Rom 12, 6). Probablemente
ración pospaulina- se contemplan fundamen­
estos profetas estaban ligados a la comunidad
talmente como revelación de Dios (cpavegco-
local (Campenhausen, 65s; Greeven, 9) y no
§évTOç ôè vnv, Rom 16, 26; cf. además E.
eran profetas itinerantes (en contra de Har-
Kasemann, An die Rõmef^ [HNT], sub loco)',
nack).
en 2 Pe 1, 19 ó TtQoqpriuxòç Àóyoç significa
Mt 10, 41; 23, 34 y la advertência contra los
la «profecia escrituraria» (cf. 1, 20s; 2, 1; 3,
falsos profetas (Mt 7, 15.22s a diferencia de
2); cf. también 2 Ciem 11, 2, donde se cita
Lc 13, 26; Mc 13, 22 par.) hacen referencia a
una «palabra profética» (desconocida). ->■
profetas cristianos de la zona de Siria-Palesti-
jtQocpqxeúco.
na.
El libro de Hechos ve en la actuación de los
profetas una senal dei derramamiento escato- TlQOtpfjTlç, lôoç, n prophêtis profetisa*
lógico dei Espíritu. Por principio, todos los En Lc 2, 36 se habla de la profetisa Ana. En
cristianos tienen dones proféticos (2, 17-21: Ap 2, 20, de una mujer de Tiatira, que se de­
19, 6). Los profetas mencionados expresa- signa a sí misma con el nombre de Jezabel
mente y de los que algunas veces se refiere su (cf. 1 Re 16, 31; 21, 5ss.23ss; 2 Re 9, 22) y
nombre (en Antioquía, 13, Is; en Jerusalén, «que dice ser profetisa» (f| kéyouaa éauxTiv
11, 27s; 15, 22.32; Ias cuatro hijas de Felipe, jtQoqpfjxLv), pero que al mismo tiempo origina
21, 9) ilustran la actividad dei Espíritu en el confusión entre los miembros de la comuni­
tiempo de la Iglesia. Algunos de estos profe­ dad y los seduce para que caigan en la aposta­
tas se contaban entre los varones dirigentes de sia (cf. además Hech 21, 9; 1 Cor 11, 5; 14,
1237 JtQOqJTlTlÇ - JtQCOia 1238

34; 1 Tim 2, 12); sobre el nombre y el encua- H q ÓXOQOÇ, ou Prochoros Prócoro*


dramiento de esta «profetisa» cf. Ap 2 , 14s; Nombre de un miembro dei círculo de los
’lE^ápeÀ.. Siete en tomo al helenista Esteban: Hech 6, 5
(significado griego; «el que dirige la danza»).
JtQOtp^dávoj prophthanõ adelantarse*
Con un participio aparece en Mt 17, 25: JtQÚfAva, n ç , prymna popa (de una em-
JtQoéq)'&aaev... Xéycov, «se adelantó a pre- barcación)*
guntarle»; con infinitivo en 2 Ciem 8, 2; cf. En Mc 4, 38 dícese de Jesús que, durante
BlaB-Debrunner § 414, 1 con la nota 7. una tempestad nocturna, «dormia recostado
sobre un cabezal en la popa (de la barca) (âv
TÕ) JtQÚpvp); Hech 27, 29: èx Jtpúpvqç, «por
procheirizomai escoger,
la popa»-, 27, 41: r\ JtpcõQa... f| itQÚpva, «la
destinar, designar de antemano*
proa..., la popa».
En el NT el verbo aparece 3 veces en el li­
bro de Hechos, tan sólo en voz media y en
voz pasiva; sobre el significado, cf. el adjetivo níQtoí p rõ i (adv.) de madmgada, al rayar el
JtçóxeiQoç, «lo que está a la mano». El verbo alba*
se refiere dos veces a la elección de Pablo por En el NT el advérbio aparece 12 veces, uni­
Dios: Hech 22, 14: ó fieòç... Jtpoexei-etcfaTÓ camente en Mateo, Marcos, Juan y Hechos. A
oe (como palabra de Ananías); 26, 16: mq)- primera hora de la manana (ôijjíaç Y£'''opÉ-
b“qv ooi, jipoxeiçíoaofiaí OE i)jrr]pÉTT]v (co­ vqç... JtQOOL), Mt 16,3 (con C D L W 0 f‘ Koi-
mo palabra dei Exaltado). El verbo realza lo né latt y otros); 21, 18; Mc 11, 20; 16, 9. Con-
apremiante de la designación divina. binaciones especiales: â p a JtQCoí, «nada más
El verbo se usa en voz pasiva en 3, 20: ó rayar el alba», Mt 20, 1; jtqcoÍ Êvvuxct A.íav,
JTQOXEXElOlOjXévOÇ l)|J,TV X etO T Ò Ç “I t i o o ü ç , «muy de manana, cuando todavia estaba oscu-
«el Mesías determinado de antemano para vo- ro / cuando aún no había amanecido», Mc 1,
sotros, a saber, Jesús»; sobre la idea de la pre- 35; fj [xeaovúxxLov q àÀ,exxoQoq)ü)VLaç
destinación (y anuncio prévio) en este pasaje, q JtQCOÍ, «o al atardecer o a medianoche o al
cf. vv. 13.17s.21.24-26; también 4, 28; 10, 41. canto dei gallo o de madrugada», con arreglo
Según el contexto, xqiotóç es aqui una desig­ a la división de la noche en cuatro vigilias (o
nación dei Mesías, sugerida también por el períodos de vela) de tres horas cada una, 13,
uso dei dativo de provecho o dano (dativus 35; eúM ç itQCoí, «en seguida por la manana»,
commodi) ú|tTv (cf., a propósito, Jos 3, 12). 15, 1; Xíav npcüí, «muy temprano por la ma­
El verbo falta en Filón y en Josefo, así co­ nana», 16, 2; qv ôè jtQcoí (como advérbio sus-
mo en los escritos no bíblicos dei cristianismo tantivado; cf. BlaB-Debrunner § 434, 1 con la
primitivo. Bibliografia en ThWNT VI, 863- nota 3), Jn 18, 28; Jiptoí oxoxíaç êxi oúoqç,
865; Spicq, Notes II, 768-770; G. Lohfink, «de madrugada cuando aún estaba oscuro»,
Christologie und Geschichtsbild inApg 3, 19- 20,1; àjtò jtpcoí Ecoç é a rté p a ç , «desde la ma­
21: BZ 13 (1969) 223-241, sobre todo 235s. nana hasta la tarde», Hech 28, 23; cf. además
eú^òç E3xl xò jtQcní, «en seguida hacia la ma­
nana», Mc 15, 1 V.I.; xò JtQcoí, Hech 5, 21 D.
Jlgo/eiçOTOVÉO) procheirotoneõ elegir o
escoger de antemano*
Hech 10, 41; (tÓQTUQEÇ Ol ItQOXEXElQOTO- JtQíOia, a ç , lí prõia manana*
vqp,évoi ÚTtò Toõ ■fieoü, «testigos qae.fueron En el NT aparece únicamente en la expre-
escogidos de antemano por Dios», a saber, sión JtQCOÍaç ôè (qôq) yevopévqç, «cuando
para ser testigos de la resurrección de Cristo y era ya de manana l y a por la manana», Mt 27,
de sus apariciones (cf. 1, 22s; Lc 24, 36ss). 1; Jn 21, 4; cf. jtQcoíaç en Mt 21, 18 v.l.
1239 JTQoálfiOÇ- JC Q W TO xX lO Ía 1240

JIQfóü^oç, 2 prõím os temprano; sustanti- veces en la critica de Jesús contra los escribas
vado, lo tempranero y fariseos, a quienes gusta ocupar los puestos
Grafía variante de -> jtpoipoç (lo opuesto: de honor no sólo en los banquetes sino tam-
õolJipoç), no relacionada probablemente bién en Ias sinagogas: Mc 12, 39 par. Mt 23, 6
con JtQÓ (con el significado de: «lo de princi­ / Lc 20, 46: (xàç [Mateo]) 3tQC0Xa'&eÔQÍaç èv
pio dei ano») sino más bien con ->■itçooívóç, xalç ouvaYCOYttXç (en todos los casos junto a
aunque ambas formas se mantengan bien di­ -»• jtQCOXoxXioía); en número singular en Lc
ferenciadas en la LXX; cf. Bauer, Wõrter- 11, 43. Los doctos no se sentaban ordinaria­
buch, í.v. JTQdC[xoç; BlaB-Debrunner § 35, no­ mente en Ias sinagogas junto a los demás asis-
ta 1. tentes (en la parte central dei local), sino en
un lugar elevado, delante dei cofre de la Torá
y de cara al pueblo, a menudo también en
JIQtOlVÓç, 3 prõinos de la manana, matuti­ bancos que estaban situados a lo largo de Ias
no* paredes laterales (cf. Billerbeck I, 915s; W.
En el NT el adjetivo se usa en la construc- Grundmann, Das Evangelium nach Markus
ción ó àoTTjQ ó jrpcoívoç, el lucero matutino» [ThHK], sobre 12, 39). Aqui no se piensa se­
(Venus), Ap 2, 28 (quizás como senal de so­ guramente en la -> xáô-eôpa Morüaémç (Mt
berania [Is 14, 12; Ez 32, 7] o tal vez -como 23, 2) en sentido estricto, sino en lugares bien
en 2 Pe 1, 19 [qjcooqpÓQOç]- como senal dei visibles para todos, a los que se aspira por ra-
día [de la salvación] después de oscura no- zones de prestigio. ThWNT VI, 87 Is.
che); en Ap 22, 16 como designación dei
Cristo escatológico de la raiz de David; cf. Is
9, 1; 11, 1.10; 60, 1; Núm 24, 17; CD 7, 18s; Jig c o T o x ^ ia ía , a ç , prõtoklisia puesto
IgnEf 19, 2. de honor, el primer puesto (a la mesa)*
El término, que no es muy frecuente en
griego, aparece 5 veces en el NT. En Mc 12,
JIQ M Q a , tiç , 11 prora proa* 39 par. Mt 23, 6 / Lc 20, 46 se hace referencia
Hech 27, 30: èx jrprópqç, desde la proa» a los escribas, que, además de apetecer los
(cf. èx JtQÚpvqç, V. 29): 27, 41: fi KQtõQa... f| puestos de honor en Ias sinagogas (->■ rtpcoxo-
JiQÚixva. xa0'EÔQÍa), desean ocupar también los pri-
meros puestos en Ias comidas o banquetes
JIQCOTEVCO prõteuõ ser el primero, ocupar (xT]v jtQtoxoxkioíav [Mateo] / jrgcoxoxki-
el primer lugar* aíaç [Mateo / Lucas] èv xolç ôeímvoiç); los
En Col 1,18 dicese de Cristo, quien, como comensales no se sentaban sino que se recli-
àQ%r] y jrptOTÓTOXOç èx vexprôv, «es en todo naban a la mesa àvax?^,ív(o, ->• xaxaxltíva).
(cf. TÒ Jtávxa, vv. 16s.20) el primero» (tva En Lc 14, 7 (en plural) se hace referencia en
YÉVT]Tai èv Jiãoiv auxòç jTçcoxeúcov). jtQco- general a los comensales invitados; en la pa­
xeúoo recoge el sentido de -> rtpcoxóxoxoç rábola de 14, 8) (en singular) se habla de un
(vv. 15.18) y el de la expresión hqò itávxcov banquete de bodas; el singular está condicio­
y acentúa el prae universal dei Mediador de la nado por la expresión opuesta eajaxoc, xó-
creación y de la salvación. Koç (vv. 9s). En tiempos de Jesús, los puestos
de honor en los convites se asignaban según
el prestigio y la dignidad de Ias personas (ha-
prõtokathedria
3 tQ (O T O xa # £ Ô Q Ía , a ç , cia el 300 p.C., conforme al testimonio de
puesto de honor, el primer puesto (en Ias bBB 120a, se asignaban según la edad de los
sinagogas)* comensales). Los puestos de honor se halla-
JtpooTOXa^&EÔQÍa no se halla atestiguado en ban en la cabecera de la mesa o en el centro
escritos no cristianos; en el NT aparece cuatro de la misma (los detalles pueden verse en Bi-
1241 3tgan:ojc>i,ioía - jtqwtov 1242

llerbeck IV, 618), en general probablemente l l s dice que Elias tiene que «venir primero».
cerca dei anfitrión o de los invitados más dis- La conclusión escatológica está indicada en el
tinguidos. Cf. también Mt 10, 37 par. ThWNT contexto. Cf. Lc 17, 25, donde se habla de la
VI, 871s. Pasión y dei rechazo dei Hijo dei hombre.
Aqui se acentúa más intensamente aún la ne-
cesidad (ôet) de los acontecimientos. Lc 21, 9
TlQCOTOftagTVÇ, VQOÇ, O prõtom artys
habla de los acontecimientos que preceden al
primer testigo, primer m ártir (?)
fin. Son necesarios y se hallan también deter­
En Hech 22, 20 v.l. en vez de pápxnç. So­ minados (S eí) en el plan salvífico de Dios, pe­
bre la cuestión de la interpretación martiroló-
ro no anuncian todavia el fin inmediato. De
gica, cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v. p áp tn ç (con
manera semejante se describe la necesidad de
bibliografia algo antigua); E. Haenchen, Die
la apostasia con la que los hombres se aparta-
Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco\ ->■ páp-
rán de Dios y la necesidad de la aparición dei
TTJÇ 4.5.
adversário. Tan sólo después tendrá lugar la
victoria de Cristo, cuya fecha se desconoce
JtQCÕTOV prõton (adv.) en primer lugar, an­ aún.
tes que nada jtQcõxov aparece también con el sentido de
una precondición en el discurso escatológico
1. Aparición y significados - 2. Sobre la precondi-
ción temporal - 3. Sobre la prioridad temporal. de Mc 13, 10. El Evangelio «tiene que anun-
ciarse primero a todas Ias naciones», antes de
B ib l.: Bauer, W õrterbuch,
. . í v 2; W. Mi-
jiq c õ t o ç que llegue el fin. El motivo temporal se escu-
chaelis, en ThWNT VI, 869-871; D. Zeller,
jiq c õ t o ç ,
cha principalmente en Mateo. Y, así, la pro-
Ju d en u n d H eid en in d e r M ission des Paulus, Stuttgart
1973, 141-145, 149-151 (sobre Rom 1, 16; 2, 9.10). clamación dei Evangelio en el mundo entero
es condición para que se produzca el fin.
1. JtQcõTOV es el neutro de itQCÕTOÇ y se Sin marcar un claro comienzo escatológico,
emplea como advérbio en el sentido de prime- JtQó&xov aparece en el sentido de una condi­
ramente, antes, en sentido temporal principal­ ción previa en Ias exigências éticas de Jesús:
mente, pero también refiriéndose a la secuen- Mt 5, 24 en la sentencia sobre la reconcilia-
cia en Ias enumeraciones (por ejemplo, Rom ción; Mt 7, 5 par. Lc 6, 42 en la sentencia so­
1, 8; 3, 2; 1 Cor 12, 28) y a la prioridad o ran­ bre el juzgar al hermano. itQtõxov aparece
go (por ejemplo, 2 Cor 8, 5; 1 Tim 2, 1) además en palabras sapienciales de Jesús: en
(Bauer). En el NT el advérbio aparece en 60 la sentencia sobre los cálculos que deben ha-
lugares. En la comparación con jtQôitoç, es cerse de antemano (Lc 14, 28) y en Ias pala­
sorprendente que JtQôÍTOV predomine en Juan bras sobre Ias reflexiones estratégicas antes
y en Romanos, y en cambio quede relegado de decidirse a dar una batalla (14, 31). En es­
en Hebreos (donde aparece únicamente en 7, ta serie de palabras de Jesús podemos incluir
2) y falte por completo en el Apocalipsis. El el texto de Mt 6, 33. Falta en él la perspectiva
advérbio aparece con la mayor frecuencia en escatológica, y jiqc&xov (en el sentido de an­
Mateo (8 testimonios). Marcos (7), Lucas tes que nada) se refiere a que hay que buscar
(10), Juan (8), Hechos (5) y Romanos (6). El sobre todo el reino de Dios. Todo lo demás se
advérbio con artículo (tò JTQrâxov, la primera pone en vivo contraste con ello. Por eso,
vez) aparece únicamente en Jn 10, 40; 19, 39 Jtçóõxov en Mt 6, 33 está senalando un veilor
y, con el significado de por el momento, tan exclusivo.
sólo en Jn 12, 16. La condición previa puede demostrarse
también que es negativa y perjudicial, si pro­
2. JTQóõxov en el sentido de una precondi- cede de los hombres y no de Dios. Así se afir­
ción (necesaria) subraya a menudo un cumpli- ma, por ejemplo, de los que primeramente
miento escatológico. Así, por ejemplo, Mc 9, quieren enterrar al padre, y sólo entonces es-
1243 JtgCOTOV - JTQCOTOÇ 1244

tán dispuestos a dejarlo todo para seguir a Je­ dei advérbio -> Jigcõxov, que constituye la
sus (Mt 8, 21 par. Lc 9, 59; Lc 9, 61). forma neutra de jiq c õ x o ç . JtQôixoç se encuen-
tra con frecuencia en los Evangelios (en Ma-
3. jtQCõTov aparece en Rom 1,16 en el sen­ teo 17 veces, en Marcos 10, en Lucas 10, en
tido de una prioridad temporal. En todo caso, Juan 5 + 2), en Hechos (11 veces), en Hebreos
los destinatários dei Evangelio eran primem- (9) y en el Apocalipsis (18).
mente los judios. Los griegos (los gentiles) Jtgcõxoç se considera como superlativo de
son situados, mediante la expresión jtavTl xrô JI0Ó y designa al primero de vários y también,
moxEÚovTi, en igual plano histórico-salvífi- desde luego, al primero de dos; puede tener
co. Por eso declara Pablo: louôaío) te jtQoõ- igualmente el significado de jt q ó x e q o ç ( ^ 2 ,
Tov x a l “EX,X,t)vl. El JtQCõxov tiene un «matiz sobre Hech 1,1).
marginal» (Zeller, 142). Por consiguiente, no
hay que traducir: «luego a los griegos», sino Desde Homero jtgóxEQOç se emplea predorai-
«igualmente a los griegos». Sin embargo, se nantemente en triple sentido. El más frecuente es
el significado temporal; luego viene el significa­
mantiene la prioridad temporal (cf. Hech 3, do de rango o de valor, y finalmente el significa­
26; 13, 46). En Rom 2, 1-11 Pablo acentua do espacial, que es raro. Así, por ejemplo, en la
por dos veces esa prioridad, tanto en la pre- LXX, donde JtQtóxoç aparece unas 240 veces, la
dicción de la tribulación (2, 9) como también tercera parte de los testimonios corresponden a
en la sentencia acerca de la bendición (2, 10). indicaciones de tiempo. En Filón se anade a este
jtQcõxov ocupa una posición singularísima significado temporal el sentido de exclusividad,
en 1 Pe 4, 17: El juicio comienza «primera- cuando habla de Dios como Ttpõixoç dEÓç (por
ejemplo en Migr 181; Abr 115).
mente con nosotros». Se piensa en la comuni-
dad de los creyentes, que han escuchado el 2. En el NT parece que el significado tem­
mensaje divino de la salvación. Parece que poral es el predominante. Claro que puede
aqui no se trata de una indicación específica aparecer con variaciones. Habrá que ver una
de tiempo ni de prioridad alguna. Se acentua afirmación puramente numérica en la fórmula
que tanto los creyentes como los incrédulos «en el primer dia de los panes sin levadura»
están sujetos al juicio. JtQC&xov sugiere aqui (Mc 14, 12 par. Mt 26, 17). Se entiende por
una nota de privilegio. A pesar dei juicio uni­ ello el 14 de Nisán, en el cual a primeras ho­
versal, pintado con colores sombrios, los cre­ ras de la manana se sacaba de la casa la leva­
yentes pueden aún salvarse. Este enunciado dura, aunque el primér dia de la fiesta era pro-
se comprende, si se tiene en cuenta la inten- piamente el 15 de Nisán. Tan sólo en Mc 16,
ción general de la Carta primera de Pedro. 9 JtQCõxoç se refiere al dia de Pascua como
H. Langkammer primer dia de la semana (cf. Mt 28, 1 par. Lc
24, 1: |tía oappáxcov, cf. además Jn 20, 1;
Hech 20, 7; 1 Cor 16, 2). En Hech 1,1 (jtQtõ-
JtQ M toç, 3 protos el primero, el más ante- xoç Xóyoç), Jtgóãxoç tiene el sentido de jtgó-
XE0OÇ (Bauer, s.v. Ib). Ap 2, 4s puede consi-
1. Aparición en el NT y amplitud de significados - derarse como un ejemplo de contraste tempo­
2. Significado temporal (y numérico) - 3. Del rango ral. El «primer amor» y Ias «primeras obras»
entre personas - 4. Sentido espacial - 5. De la exclusi- (en el sentido dei «anterior» amor y de Ias
vidad. «anteriores» obras) se contraponen al estado
B i b l : Bauer, W õ rterb u ch, í . v. 1; W. Michaelis, actual. Se extinguió el ceio «original» en la
xpmxoç, en ThWNT VI, 866ss; Moulton-Milligan, s.v. vida cristiana.
La contraposición temporal puede desarro-
1. En el NT jx q õ ix o ç aparece en 96 pasajes llarse también hasta convertirse en una con­
(incluídas Ias variantes textuales de Jn 5, 4; 8, traposición fundamental, perdiendo entonces
7). Hay que anadir otros 60 testimoníos más importância el elemento temporal. Así, por
1245 XQÜ3TOÇ 1246

ejemplo, en la Carta a los Hebreos, al «primer te en 1 Cor 15, 45: Adán es «el primer hom­
pacto» (8, 7.13; 9, 1.15.18) se le contrapone bre», Cristo es el ô e ú x e q o ç àv&Qmrtoç. Adán
el «nuevo (xaivT))» pacto (8, 8.13; 9, 15; cf. es terreno, Cristo es del cielo. Se mantienen
12, 24: vÉa ôia^fiXT)). Tan sólo en Heb 8, 7 los abruptos contrastes, aunque tiene ya me­
se designa al nuevo pacto como òeutépa (cf. nor significación el factor de tiempo. En el
10, 9). Ahora bien, la Carta a los Hebreos no contexto de la contraposición no puede tratar-
emplea nunca la expresión naXaià ôiaO^fixr). se, como es lógico, de una sucesión temporal,
Y, con suma probabilidad, no lo hace porque lo cual queda bien claro por la ulterior exposi-
jtQcõxoç puede tener también Ias connotacio- ción que hace el apóstol. En Adán queda ase-
nes de jta);,aLÓç, «antiguo, anticuado, de otros gurada la condición de criatura terrena (v. 47),
tiempos, etc.» (cf. Heb 8, 13). La Carta a los pero Cristo se ha convertido en el modelo del
Hebreos fundamenta también el sentido teoló­ hombre celestial (v. 48), como expone Pablo
gico de esta contraposición, por ejemplo, en en la sección acerca del cuerpo resucitado.
8, 7 en sentido general, en 9, 1-10 por razón
de lo imperfectas que eran Ias prescripciones 3. El punto de vista del orden jerárquico
rituales del AT, para contraponerlas finalmen­ aparece principalmente en la contraposición
te en 9, 11 a la acción del único Mediador del entre el JtQCÕxoç y el eaxaxoç. En Mc 10, 44
nuevo pacto (9, 15a). falta, desde luego, la palabra clave eaxaxoç.
JtQcõTOÇ puede contener también la idea de Jesús se dirige a los discípulos con ocasión de
una diferenciación temporal. Por ejemplo, 1 la disputa de éstos sobre quién ocupaba el pri­
Tim 5, 12 habla de una «ruptura de la «prime- mer puesto. Conceptos opuestos a JtQtõxoç
ra fe». La oposición se expresó ya en 5, 8: la son los de ôiáxovoç y ôoü)i.oç (Mc 10, 43s
negación de la fe es peor que la incredulidad par. Mt 20, 26s). El que aspire al rango y a la
(àjuaxta). preeminencia, debe primero prestar servidos,
En general, itQCÕxoç senala un plazo de como hace el Hijo del hombre (Mc 10, 45).
tiempo en el pasado. Pero hay pasajes en los Aqui también el factor «tiempo» pierde signi­
que queda relegado el interés por el pasado, y ficado.
la mirada se dirige bacia el futuro. Así, por En Mc 10, 31 vemos, por ejemplo, que el
ejemplo, con el «primer delo» y la «primera orden jerárquico experimenta una inversión
tierra», en Ap 21, 1, se piensa en todo lo que de valores; «Muchos primeros serán últimos,
existia antes y que es perecedero. Es impor­ y los últimos serán primeros». Se trata de un
tante la perspectiva escatológica en 21, 6. El cambio total de papeles, que en este enuncia­
profeta-vidente está interesado principalmen­ do sobre el juicio significa supremamente una
te en lo «nuevo». En el círculo escatológico inversión de valores (cf. Mt 20, 16; Lc 13,
de referencias se encuentran también enuncia­ 30). Pero, en sentido totalmente opuesto,
dos de juicio formulados por Jesus acerca del jtQWxoç, a pesar de una intencionada tensión,
fin. Mt 12, 45b compara Ias cosas últimas del puede conservar su valor incomparable. Lo
hombre con Ias cosas primeras (xcõv jcqo)- contrapuesto debe considerarse como de ran­
xmv). Las primeras fueron malas. Las últimas go inferior. Así, por ejemplo, en Mc 12, 29-31
serán incomparablemente peores que las ya el primer mandamiento (v. 29) se sitúa junta­
condenadas como malas (cf. Lc 11, 26; Mt 27, mente con el «segundo» (v. 31) a un mismo
64; 2 Pe 2, 20; Ap 2, 19). Las «primeras» co­ nivel y ambos se contraponen como èvxoXf)
sas son puestas en relación con «aquella ge- jtgcóxT] rcávxcov (v. 28, cf, Mt 22, 36: èvxoÀf]
neración» que no aceptó a Cristo. Aqui tam­ p,eYá7,T]) a todos los deraás. Sin contraposi­
bién jtpóõxoç se convierte más en un período ción alguna aparece (ol) JtQõjxoi en Mc 6, 21;
presente que en una referencia al pasado. Lc 19, 47; Hech 13, 50; 25, 2; 28, 17. Se tra­
JtQcõxoç puede referirse también un cambio ta de una designación colectiva y honorífica
fundamental de posición. Así se ve claramen­ con la que se hace referencia a los «varones
1247 JtQCDTOÇ- JIQÍDXOTOXOÇ 1248

más prestigiosos». Sobre Hech 28,7 (jrgcõTOç primogenitura por un plato de comida» (cf.
de la isla de Malta) cf. Wikenhauser, Ge- Gén 25, 33s). Cf. BlaB-Debrunner § 120, nota
schichtswert, 343-346. l;T hW N T V l, 875s.

4. Heb 9, 2.6.8 (la descripción dei tabemá-


culo) es el único texto clásico en que aparece n;ç€i)TÓtoxoç, 2 prõtow kos el primero en
en el fondo el significado espacial de itQto- nacer, el primogênito*
xoç, un significado que, por lo demás, es raro. 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos
Se refiere a una división dei tabemáculo en la fuera dei NT - 3. Cristo como jtgcoxóxoxoç y los cris-
que cada espacio tenía su destino específico. tianos como primogênitos.
Pero se escucha al mismo tiempo el factor dei
B ib L : K. H. Baitels, en DTNT III, 410-412; Ch.
rango. Los sacerdotes tenían acceso al espa­ Burger, S chõpfung un d Versõhnung. Studien zu m Utur-
cio «primero / exterior»; al segundo, única­ g isc h e n G u t im K o lo s s e r b r ie f u n d E p h e s e r b r ie f
mente el sumo sacerdote. f| jtQcótT] a>iT]vf| se (WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1975, 38-53; J.-B.
presenta aqui como el compartimento menos Frey, L a signification du term e kqwxÓxokoç d ’après
une inscription juive: Bib 11 (1930) 373-390; J. Gnil-
importante. ka. D e r K o lo sse rb r ie f (HThK), Freiburg i. Br. 1980,
51-87; A. Hockel, C hristus d e r E rstgeborene, Düssel-
5. En el sentido de cierta exclusividad (lo dorf 1965 [sobre Col 1, 15]; W. Michaelis, iiQtoxóxo-
mismo que en Filón, pero sin ulterior preci- }£oç xxX., en ThWNT VI, 872-883; J. Milgrom, F irst-
b o m , en IDB Suppl, 337s.
sión), níQC&Toç se halla en Ap 1, 17; 2, 8; 22,
13: «el primero y el último». El jxqcõxoç no
aparece ni en comparación ni en tensión con 1. En el NT el adjetivo jxqw tótoxoç apare­
el «último». Ambos predicados se refieren a ce en 8 pasajes. Entre ellos, únicamente Lc 2,
Cristo, a su eterna posición de soberano sobre 7 eraplea JtQCOTÓxojioç como adjetivo (refi-
todos y sobre todo. ó jípcõToç realza la pree­ riéndose a Jesús; «ella dio a luz a su hijo pri­
xistência y, al mismo tiempo, pone de relieve mogênito»), En los demás pasajes rtQcotóxo-
que Cristo es la causa de todo, porque todo Jtoç aparece como sustantivo; referido a Cris­
tiene su comienzo en él; ó êoxaroç acentúa la to en Rom 8,29; Col 1, 15.18; Heb 1, 6; Ap 1,
perfección consumada en Cristo, quien no tie­ 5; además, referido a hombres, en Heb 11, 28
ne fin. Por eso, podríamos hablar de dos pre­ (xà JtQCOxóxoxa, «los primogênitos de los is­
dicados que, cada uno a su manera, expresan raelitas) y en Heb 12, 23 (èjtxÀTjaía jxqcoxo-
la exclusividad. xójtoiv, refiriéndose a los cristianos).
H. Langkammer 2. El testimonio más antiguo de jxqcoxóxohoç,
referido en sentido pasivo a seres humanos, se
considera una inscripción sepulcral judia de Tell
TlQtOtOOTátllÇ, OV, ó prõtostatês diri­ el-Yehudieh (Leontópolis), que data aproximada­
gente, cabecilla* mente dei siglo V a.C.; «En los dolores de parto
Según Hech 24, 5, en la acusación pronun­ de mi primer hijo, el destino me llevó al final de
ciada por Tértulo, Pablo es considerado como mi vida» (Preisigke, Sammelbuch, 6647, 6). Otros
iXQCüToaxáxTiç xfjç xcõv Na^copaícov alpé- escasos testimonios hablan principalmente de
OECOÇ, «cabecilla de la secta de los nazoreos». animales y datan dei siglo IV p.C. jxqcoxóxoxoç
tiene en estos casos un sentido general, afín al dei
Por tanto, Pablo se halla bajo la sospecha de
término jtQWxÓYOVoç, que no se encuentra en la
ser alborotador. Biblia.
En la LXX jxqwxótokoç aparece unas 130 ve-
ces, casi siempre para traducir el hebreo b"kôr (o
J tQ to T o tó x ia , MV, t á prõtotokia (dere-
b‘kõr), «primer nacido» (cf., a propósito, ThWNT
chos de) primogenitura* I, 643-650). En el AT predomina el uso religioso
En Heb 12, 16 dícese de Esaú: ôç... àjtéôs- de «primicia». Tratándose de frutos, la LXX em-
To xà jxQcoxoTÓxia éauxoõ, «que vendió su plea el término rtQQ)xoYév(v)'n(J,a. Dios tiene es-
1249 3tQÜ)T0T0K0Ç 1250

pecial derecho de propiedad sobre todo primogê­ Puesto que Col 1, 15-18a(-20) debe conside-
nito; será santo para el Senor (Ex 22, 28s; 34, 19;
rarse como un Mmno más antiguo a Cristo,
Núm 18, 15ss; Dt 15, 19ss). En estos casos el quizás no podamos recurrir a la expresión
acento recae tanto sobre JtQO- como sobre -xo-
noç. Pero el acento puede desplazarse también a «Hijo amado» dei v. 13b, aunque en otra par­
7ZQO-. Por ejemplo, en Ex 4, 22 la frase níòç te el autor de la carta recoja la relación Hijo -
n;eo3XÓToxóç p.ot) lapafiX expresa la relación Padre. Pero esta relación se halla expresada
singularísima de Israel con respecto a Yahvé. Portambién por el motivo de la imagen. Además,
eso, el AT conoce a Dios como «Padre» única­ habrá que pensar si el himno no contenía en
mente de Israel (por ejemplo, Jer 31, 9). El Sal sus orígenes un título semejante al dei v. 13b.
88, 28 LXX habla de manera parecida acerca dei En todo caso. Cristo -en cuanto Mediador de
Rey (mesiánico). Lo que aparece en primer plano
no es la relación dei Rey como jiqcütóxoxoç con la creación- no se halla en la serie de Ias cria­
turas, sino en una relación singularísima con
los «reyes de la tierra», sino la relación dei Rey
con Dios, de quien es el Elegido y el Amado. Es­ Dios, el «Invisible». Por eso, en JtQcotótoxoç
te desplazamiento dei acento se expresa de mane­ en Col 1, 15 no habría que pasar por alto la
ra aún más viva en SalSl 13, 9; 18, 4; 4 Esd 6, 58,
acentuación dei segundo componente dei tér­
por la sinonimia existente entre primogênito, hijo
mino.
único, elegido y amado.
c) De una manera algo distinta habrá que
3. a) En el NT jtqcotótoxoç aparece por entender jtpcoxÓToxoç en el v. 18a. Aqui se
primera vez en Lc 2, 7. Por el empleo parono- afirma primeramente que Cristo es «el co-
mástico de xíxxco, se habla claramente de un mienzo» de una nueva serie (cf. 1 Cor 15,
nacimiento natural. Al recién nacido se le 11a- 20.23; Hech 3, 15; 5, 31). Como tal, él es el
ma jtpcoT Ó T O xoç. Con ello se acentúa el com­ «primogênito de entre los muertos» (cf. Hech
ponente -xoxoç. Pero parece que también se 26,23). Son v e x q o í todos aquellos que, por el
realza el primer componente. Jesús, como pri­ pecado de Adán, están sujetos a la muerte. Por
mogênito, está consagrado a Dios de manera medio de la resurrección, la muerte quedó
especial (Ex 13, 12; 34, 19; compárese Lc 2, vencida definitivamente. Aunque esto implica
23 con Ex 13, 12 y téngase en cuenta el moti­ también la prioridad temporal, se piensa más
vo de que el Espíritu cubra con su sombra, en bien en la resurrección de Cristo como razón
Lc 1, 35). Si a esto se anade la promesa dei y fundamento para la resurrección general.
ángel (Lc 1, 32s) y el motivo de Belén (2, 1- d) La frase de que Cristo es el «Primogêni­
5), entonces aparece también la referencia de to entre muchos hermanos» (Rom 8, 29) apa­
JtQCOTÓTOJtoç al nino como primogênito de la rece en la descripción que Pablo hace de la lí-
familia de David. Por tanto, jiqcotótoxoç en nea de desarrollo, determinada por Dios, por
2, 7 identifica a Jesús como el primogênito la cual trascurre el camino de la salvación pa­
consagrado a Dios y lo caracteriza como el ra los cristianos, especialmente en el estádio
heredero mesiánico. en que ellos llegan a ser conformes «a la ima­
b) En Col 1, 15 se puede contar también gen de su Hijo». Pablo piensa en la comunión
con una distribución de los acentos. Por el ge­ consumada con Cristo, que tiene sus raíces en
nitivo jiáoqç XTÍoecoç, que depende de Jtgo)- la resurrección de Cristo, la cual se inicia con
xóxoxoç, queda bien claro que el Primogêni­ la resurrección de los muertos en el Ultimo
to se halla en relación con la creación. jEl es Día y termina en el hecho de llegar a ser se-
el Mediador de la creación! Por eso, no se mejantes (cf. 1 Jn 3, 2) a la imagen dei Cristo
puede tratar de una prioridad puramente tem­ exaltado y glorifícado. En esta utodeoía (cf.
poral dei Preexistente, sino de una superiori- Rom 8, 23) Cristo es nQOJXÓtoxoç de sus
dad esencial dei mismo. Este rango singularí- hermanos. A pesar de esta conformidad con la
simo parece contemplarse también en el v. imagen dei Hijo, Cristo -como el «Hijo» de
17a. Con ello se acentuaria el jtQ O -. ^Existe Dios- sigue estando por encima de los demás
también una senalada relación con Dios? hermanos en cuanto a majestad y rango. En
1251 JtgWTOTOXOÇ 1252

efecto, él es para Dios la «imagen» por exce- no, en ellos se escucha también más o menos
lencia, conforme a la cual se plasma la nueva intensamente el motivo de la relación filial
y definitiva forma de existência de los cristia- dei Hijo y, con ello, se mantiene la vincula­
nos. También en Rom 8, 29 se mantiene la re- ción singularísima dei n i g c o x ó x o x o ç con
lación dei JtQcotóxoxoç con Dios, aunque el Dios. Esta vinculación no conduce, desde lue-
componente JtQO- se halle acentuado con mu- go, como en el judaísmo contemporâneo, a
cha intensidad. una completa sinonimia de jt q c o x ó x o x o ç con
e) A la luz de la resurrección, a Cristo se le p o v o y e v f i ç , pero el motivo dei Hijo podría
llama en Ap 1, 5 «el Primogênito de los muer- ser, no obstante, un factor decisivo para que el
tos». La frase que viene a continuación «So­ vocablo jtQ C O X Ó x o x o ç, que procede de la
berano de los reyes de la tierra» enlaza con el LXX, se aplique a Cristo. Por eso, la relación
Sal 88, 28b LXX, y la frase introductoria que que Cristo, como J t g c ü x ó x o x o ç , tiene con
habla dei «Testigo fiel», con el Sal 88, 38 Dios se establece de manera diferente que en
LXX. El Sal 88, 28a LXX contiene también el el AT (LXX): en el AT esa relación se estable­
título de JtQCUtÓTOXOÇ, y por cierto después ce mediante el primer componente dei térmi­
de Ias palabras de David: «Tú eres mi Padre, no (jtQ O -), y en el NT (con excepción de Lc 2,
mi Dios». Puede considerarse seguro que Ap 7) mediante el segundo componente (-xoxoç).
1, 5 piensa en una posición singularísima dei En el AT el J t g o - procedia de Dios, para que
Resucitado. Pero, a semejanza de Rom 8, 29, puediera surgir en absoluto un -xoxoç. Estas
se presenta una especial vinculación dei jcqcü- diferencias fundamentales no debieran pasar
T Ó T o x o ç con «su Padre», la cual tiene una re- inadvertidas.
sonancia en el v. 6. Así que tampoco en este h) En estilo litúrgico, Heb 12, 23 habla de
texto se suprime por completo la acentuación la «comunidad de los primogênitos, que están
dei componente -to x o ç, tanto más que no inscritos en el cielo». ^Quiénes son esos pri­
puede pasarse por alto la dependencia dei tex­ mogênitos? Parece que no se hace referencia
to con respecto al Sal 88. a los ángeles, porque éstos se mencionaron ya
f) Heb 1, 6 es el único texto acerca de Cris­ en 12, 22, y el hecho de inscribir en el libro
to como jiQ C O X Ó xoxoç, al que no se acompana dei cielo es algo que se dice de los hombres
ninguna adición ni interpretación. En primer que están destinados para la vida eterna (Ex
lugar, como una resonancia dei Sal 2, 7, se 32, 32; Dan 12, 1). Tampoco se hace referen­
proclama solemnemente a Cristo como el Hi- cia el pueblo de Dios dei AT o a los testigos
jo. Puesto que el v. 5, al mencionar la genera- de la fe de los que se habla en Heb 11, ya que
ción dei Hijo, se refiere seguramente a la Re­ el autor contrapone el orden salvífico dei NT
surrección (cf. Hech 13, 33), la introducción al dei AT, y considera a aquél como incompa-
dei Primogênito en el mundo no significará la rablemente más valioso. Además, el autor se
encamación, sino la segunda venida de Cris­ dirige a la comunidad dei NT y describe el ac-
to. Sus derechos de Hijo garantizan a Cristo ceso que ella tiene a Dios. Todos los miem-
los derechos de primogenitura, que le fueron bros de la serie mencionada se encuentran ya
prometidos como descendiente de David (2 en el cielo. Los destinatários «se anaden a
Sam 7,14), y, según el v. 6b, el derecho a ser ellos» solamente, lo cual se ve por el uso dei
adorado por los ángeles (cf. Dt 32, 43 LXX; verbo JtQOOÉQXopai (v. 22). De ahí que por
Sal 96, 7 LXX). Aqui se acentua especialmen- jtQCüxóxoxoç no se entienda tampoco la co­
te la singularísima relación filial dei Hijo con munidad a la que va dirigida la Carta a los
Dios. Hebreos. Parece, pues, que se ofrece una vi-
g) Resumiendo podemos afirmar que, in­ sión global de la liturgia escatológica celes­
cluso en los pasajes en los que, al emplearse tial, y que «la comunidad de los primogêni­
el término JtgwxóxoKOç, se observo un espe­ tos» se refiere a todos los que, por la sangre
cial realce dei primer componente dei térmi­ dei Mediador dei Nuevo Pacto, han logrado
1253 jTQQjTOTOxoç - jtxegiiE 1254

ya acceso a Dios. Con esta comunidad, los do acerca de la tentación de Jesus en el tem­
destinatários de la Carta participarán en la plo; ítal £OXT)oev auxòv em xò irtxepúyiov
asamblea festiva celestial. xoü legou, j ix e q ú y io v designa en general un
borde extremo o un remate y, refiriéndose a
H. Langkaminer
edificios, una torrecita, un pináculo u otras
cosas por el estilo (cf. Liddell-Scott, s.v.).
JIQÒTtoç prõtõs por primera vez* Concretamente podría pensarse en una esqui­
Según Hech 11, 26, «a los discípulos se los na saliente de la muralla que rodeaba la plaza
llamó XQiotiavoí por vez primera en Antio- dei templo (por ejemplo, la esquina dei sudes­
quía»; Xpiaxiavóç. te, que se alza a pico dominando el valle dei
Cedrón: G. Dalman, Orte und Wege Jesu, Gü-
tersloh ^1924, 311s), o podría pensarse tam-
JtT aíw ptaiõ tropezar, tener un desliz, co­ bién en el pináculo dei tejado de la «sala re­
meter un error, tener una caída* al», que se haUa al sur de la plaza dei templo
En el NT el verbo aparece 5 veces, siempre (Josefo, Ânt XV, 412 acentua su altura que
en sentido intransitivo y metafóricamente con causa vértigo; o quizás pudiera pensarse en la
el sentido de «errar, pecar». En sentido abso­ superestructura de uno de los portones dei
luto se emplea en Rom 11, 11, refiriéndose al templo, con su forma triangular a manera de
(endurecido) Israel: fXT) ejrxataav iva néao)- alas (J. Jeremias: ZDPV 59 [1936] 195-208;
oiv;, «^acaso tropezaron para caer (definiti­ opinión criticada por Bauer, Wõrterbuch, s.v.\
vamente)?» (cf. àjtopokfi... jtQÓaX,r|p4)iç, v. pero cf. también E. Lohmeyer, Das Evange-
15); jTX aíü) èv êvt, «tropezar en un s o l o man- lium des Matthüus'^ [KEK], 54 con la nota 1),
damiento», Sant 2, 10 (lo opuesto: okov xòv o en una balconada en la parte exterior de la
v ó p o v X T jp etv ); noXkà y à p j t x a i o p e v c iin a v - muralla dei templo (A. Schlatter, Matthãus-
xeç, «porque todos nosotros tropezamos de evangelium, Stuttgart ®1963, a propósito de 4,
muchas maneras», 3, 2a; èv X.ÓYO) ou Jtxaíto, 5; cf. bPes 35b), y eventualmente también,
«tropezar en lo que se dice», 3, 2b. En el sen­ con bTaa 29a (Baraita); Pesiqta Rabbati 36
tido de dar un resbalón / caer en 2 Pe 1, 10 (162a), en el tejado dei edifício dei templo
( o u pf] JtxaLOT)xé ito x E , cf. Vg: non peccabi- (cf. Billerbeck I, 150s; una detallada expo-
tis aliquando)-, la traducción por «caer en el sición y crítica de Ias interpretaciones pre-
infortúnio [en alemán: ins Unglück geraten]» sentadas puede verse en N. Hyldahl; StTh 15
(Bauer, Wõrterbuch, í . v.) debilita excesiva- [1961] 113-127). No es posible determinar
mente el sentido dei enunciado; cf. W. Schra- con exactitud de qué se trata. Según Hegesipo
ge. Der zweite Petrusbrief 10), sub lo­ en Eusebio, HistEccle II, 23, lls , a Santiago
co. ThWNT VI, 883-885. le arrojaron al vacío desde el jrxEgÚYiov xoõ
vaoü (sobre la interpretación de que arrojar
JltÉQVa, n ç , ^ pterna talón, calcanar* al vacío era una forma de lapidación, cf. Hyl­
Jn 13, 18: èjtaÍQOO XTiv JtxéQVT]v eití x i v a , dahl, 121ss). ThWNT m , 235; Haag, Diccio-
«levantar el calcanar contra alguien», a saber, nario, 1533.
para pisotearle; cf. Sal 41, 10 (Sal 40, 10 H. Balz
LXX tiene en cambio: pEyaXúvco jtxeqvlo-
póv).
v y o ç , 1^ pteryx ala*
El sustantivo aparece 5 veces en el NT,
n tE Ç v y io v , o v , to pterygion parte más siempre en plural. Dícese de Ias alas de un
alta, pináculo* ave, especialmente de una gallina, como lugar
En Mt 4, 5 par. Lc 4, 9 se encuentra el di- donde encuentran protección los polluelos,
minutivo de ->• Jtxégul, «ala», en el enuncia­ Mt 23, 37 par. Lc 13, 34 (újxò xàç jrxégu-
1255 i t r é Q u i - jtT ijQ O [j,ai 1256

yaç); según Ap 4, 8, cada uno de los cuatro tual) de Aco, que en el ano 312 fue destruida
seres vivientes tiene seis alas (cf. Is 6, 2); se por Tolomeo II, y reedificada como ciudad
habla dei «ruido de Ias alas» (iq qpcavfi xôv helenística con el nuevo nombre de Tolemai­
jTxeQÚYcov) de Ias «langostas», 9, 9; de Ias da (cf. también Arist 115; 1 Mac 5, 15; 10,
«dos alas» (ôúo JtTépuYEç) de águila gigan­ 51ss). En el ano 65 a.C. Tolemaida llegó a ser
te, 12, 14 (cf. AsMo 10, 8; Dt 32, 11; Is 40, romana. Herodes edificó en ella un Gimnasio
31). (Josefo, Bell I, 422); Cláudio la convirtió en
colonia para veteranos {Colonia Claudia Cae-
saris Ptolemàis: Plinio el Viejo, NatHist V,
Jltm v ó g , 3 ptènos alado; sustantivado, 17, 75). Durante la Guerra de los Judios, se
ave* dice que fueron masacrados en Tolemaida
En 1 Cor 15, 39 se encuentra el neutro plu­ unos dos mil judios (Josefo, Bell II, 477).
ral sustantivado JtXTjvá: aves, volátiles (junto Según Hech 21,7, Pablo, al final de su «ter-
a âv&QcoJtoi, XTf|VTi, iX'ft'úeç, cf. Gén 1, 26. cer viaje misionero», llegó por via marítima a
28; Rom 1, 23). Tolemaida, procedente de Tiro. Allí encontro
hermanos cristianos y se quedó un dia. Pauly-
Wissowa I, 1171-1173; Abel, Géographie II,
n;T oéo^.ai ptoeomai asustarse, espantarse*
235-237; Haag, Diccionario, 37s; BHH I,
En el NT el verbo se emplea únicamente en
55s; III, 1530; LAW 2480s; Pauly, Lexikon
voz pasiva: [xf| rtroipOfixE-, «jno os asus-
IV, 1233s.
téis\», Lc 21,9; jtxoiY&évxeç òè x a l epcpopoi
YEVÓp-EVOL, «pero ellos aterrados y llenos de
miedo», 24, 37; cf. 12, 4 p'*^ 700 (en vez de
níTÚov, OX), tó ptyon bieldo, pala para
qpo|3éo[tat).
aventar*
En Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 en la construc-
£(OÇ, ptoêsis la acción de ción: on xò jt x ú o v èv xfj anxon, refi­
asustar, intimidar; en sentido pasivo, te­ riéndose al bieldo de Aquel que, según el
rror, espanto* anuncio de Juan el Bautista, «ha de venir» pa­
En 1 Pe 3, 6 en la exhortación dirigida a Ias ra limpiar perfectamente su era (y lo hará
mujeres cristianas que viven en matrimônio pronto, porque el bieldo está ya en su mano),
COE maridos no cristianos: pf) qpoPoÉpEvai arrojando al aire -en contra dei viento- Ias es­
pTjÔEpiav 3txÓT]aiv, «no estando amedrenta- pigas secas, a fin de que caigan por separado
das por ningún temor (de los maridos)» (cf., el trigo y la paja (cf., a propósito. Is 30, 24).
por el contrario, èv tpóptp, refiriéndose al te­ Por tanto, la imagen dei Jtxúov se usa para re-
mor de Dios, en 3, 2; cf. también Prov 3, 24s ferirse al castigo de Dios (cf. Jer 15, 7) o dei
LXX). Sena posible igualmente la traducción Juez dei fin de los tiempos. Según representa-
en sentido pasivo: «no temiendo ser atemori­ ciones egipcias, para «aventar» el trigo se
zadas» (jtxÓT]aiv seria entonces un acusativo usaban dos tablas de madera que primero se
de objeto interno, cf. también 3, 14; Mc 4, 41; mantenían juntas y luego se separaban en el
BlaB-Debrunner § 153, 1), lo cual, desde lue- aire, cf. BHH I, 32s (ilustración la); III, 2192.
go, encajaría peor en el contexto; cf. L. Gop-
pelt. Der erste Petrusbrief (KEK), sub loco.
iTtTÚQo^ai ptyromai asustarse, intimidar-
se*
UtoXe^aíç, lôog Ptolemàis Tolemaida* En Flp 1, 28 en voz pasiva; |í t ) JtxnQÓpEVOi
Ciudad portuaria fenicia a la orilla septen- èv [triôeví, «no dejándose intimidar en nada»
trional de la bahía de Aco, en el emplaza- (en paralelo con; p iã tpnxfí ot)va'9'X,oúvxeç,
miento de la ciudad veterotestamentaria (y ac- V. 27).
1257 itxxjajjia- jxxa))(oç 1258

a tO Ç , TÓ ptysma saliva* }ttôí|ia, atoç. TÓ ptõma caída, lo que ha


Según Jn 9, 6, Jesiís utilizo un poco de sali­ caído, cadáver*
va suya para curar a un ciego en día de sába­ El sustantivo aparece 7 veces en el NT,
do; èitXDOEv xap.al wai èitoÍTiOEV uti^ òv èx siempre con el significado de cadáver (que en
toC jtxijapaTOç x a l èjtéxQiaev... em xoòç la LXX se encuentra únicamente en Jue 14,
ôíp'0-aX,po'úç. Tanto la curación como la ac- 8): Mt 14, 12 (v.l. 0õ)|ia Koiné y otros) par.
ción de tocar y de hacer una «masa» eran ac- Mc 6, 29; fjQav xò Jtxrôpa (de Juan); Mt 24,
tos que quebrantaban el precepto dei sábado 28 en una metáfora que habla de la carrona
(Sab 7, 2; 24, 3; jSab 14, 14d; cf. Billerbeck de un animal: ÕJtou èàv p xò jtxmpa (a dife­
II, 530). En el mundo antiguo, la saliva se rencia de Lc 17, 37: xò ompa); dícese dei ca­
menciona generalmente como remedio curati­ dáver de Jesús en Mc 15, 45 (v.l. 0(õp,a A C
vo (especialmente en el caso de ceguera), pe- W Koiné y otros); en Ap 11, 8s (tres veces)
ro no así en el AT: Tácito, Hist IV, 81; Dión dícese dei cadáver de los dos testigos (en los
Casio LXVI, 8; bBB 126b; jSot 1, 16s; Abot vv. 8 y 9 en singular; en el v. 9b en plural).
R. Natán 36; cf. Billerbeck II, 15-17. Su efec- ThWNTVI, 167.
to apotropaico contra los demonios podría de-
sempenar también algún papel; ->• JtxúüJ.
Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BHH III, n:t(õoiÇ, £b)Ç, 1^ ptõsis caída, mina, acción
1826; O. Bõcher, Dãmonenfurcht und Dãmo- de dermmbarse*
nenabwehr (BWANT 90), Stuttgait 1970, 218- En el caso de JtxcõOLç, que en general apa­
220 y en el índice analítico í . v. Speichel. rece más raras veces que ->■jtxrôpa (pero que
en la LXX es más frecuente), predomina el
significado de caída, mina. Así sucede tam­
bién en Mt 7, 27, donde se habla dei dermm-
JlTÚaaO) ptyssõ cerrar, enrollar* bamiento de una casa (a diferencia de Lc 6,
Lc 4, 20; ittúÇaç xò |3iP>i.íov, «después que 49: pfjY[ta); según Lc 2, 34, el Cristo está
él (Jesús) hubo enrollado el libro / el rollo»; puesto eLç Jtxõioiv nai àváoxaoiv KoXk&v
PiPÀíov 2. èv xô) Toparik, «para la caída y el levanta-
miento de muchos...» (cf. Is 8, 14s; 28, 16; ^
àváoxaoiç 2).
JlTÚtó ptyõ echar saliva, escupir*
En el NT el verbo se usa únicamente en re-
lación con curaciones obradas por Jesús. Se- JlT(0X£Í«, a ç , 1^ ptõcheia pobreza
emplea en sentido absoluto en Mc 7, 33; J t x ú - ->■ Jtxtoxóç.
|a ç t j t j j a x o xfjç y ^Ú)O 0 T|ç c c ú t o ü , «él escupió
y tocó (con saliva) su lengua (la dei sordomu- JtTíOjjeóto ptõcheuõ hacerse pobre
do)»; 8, 23; J t x ú o a ç eiç x à õ p p a x a a u x o n , -»• Jtxcúxóç (1 y 4).
«le echó saliva en los ojos»; Jn 9, 6: E jtx u o E V
X O tp a í, «escupió en la tierra». El verbo se ba­
ila siempre junto a otras expresiones que indi- JtTCüXÓç, 3 ptõchos pobre*
can prácticas de curación como «poner los de­ JTXCoxsí^j ciÇ> 'Hptõcheia pobreza*
dos sobre los oídos», «imponer Ias manos», n:Ttox£'ú(ü ptõcheuõ hacerse pobre*
«llevar aparte a un enfermo»; en Mc 8, 23 la 1. Aparición en el NT - 2. Sobre la comprensión
curación se obra por medio de la acción (y de fundamental - 3. Los Evangelios - 4. El Corpus Pauli-
su repetición); en Mc 7, 23 y Jn 9, 6 por me­ num - 5. Santiago - 6. Apocalipsis.
dio de la acción junto con Ias siguientes pala-
B ib l: B. Antonini-A. M. Bellia y otros, E vangeliza-
bras de Jesús o con el encargo que él da. re p a u p e rib u s. A tti d e lia X X IV se ttim a n a B íb lica
J tx ú o p a . (1976), Brescia 1978; J. Botterweck, 'cebyõn, en DTAT
1259 JtTCOXOÇ 1260

I, 28-43; H. Braun, S p a tjü d isc h -h ã re tisch e r u n d veces), correspondiendo 20 testimonios a los


frü h c h r is tlic h e r R a d ika lism u s (BHTh 24), Tübingen Sinópticos; los restantes testimonios se distri-
^969 (sobre todo I, 77-80; ü, 73-80); A. Cronbach,
The S o cia l Id ea s o f the A p o crypha a n d P seu d ep ig m -
buyen entre el Ev. de Juan (4), Pablo (4), San­
pha: HUCA 18 (1944) 119-156; Dupont, B éatitudes; J. tiago (4) y Apocalipsis (2). El sustantivo apa­
Dupont, L es itTcoxoi Tw jtvEijpaTi de M atthieu 5, 3 e t rece únicamente en la Carta segunda a los Co-
les ‘nwj rwch de Q um ran, en F S Schm id 1963, 53-64; rintios (2 veces), donde se encuentra también
H. J. EBer, en DTNT ffl, 381-384; D. Flusser, B lessed
A re the P o o r in Spirit...: lEJ 10 (1960) 1-13; A. Gelin, el único testimonio dei verbo, y en el Apoca­
L es P auvres de Yahvé, Paris ^s.f. (1956) (= trad. cast.: lipsis (1 vez). El grupo de palabras falta por
IMS p o b re s d e Yavé, Barcelona ’1970); A. George, completo en Ias Cartas joánicas, en el libro de
P auvre, en DBS VII, 387-406; D. Georgi, D ie G es- Hechos y en los ctntilegomena paulinos.
ch ich te d e r K o llekte d es P a u lu s f ü r Jeru sa lem (ThF
38), Hamburg 1965; E. Gerstenberger, ’bh, «querer»,
en DTMAT I, 61-68; J. G. Gourbillon, D e r G o tt d er 2. En griego nxtoxòç (a diferencia de -> Jté-
A rm en im A lten u n d N eu en Testam ent (WB), Düssel- vTiç, que indica la escasez de bienes) designa a
dorf 1961; P. Grelot, L a p a u vreté dans VEcriture Sain- quien no posee absolutamente nada y tiene que
te; Christus 8 (1961) 306-330; F, Hauck-E. Bammel, proporcionarse mendigando lo indispensable para
Jixcoxóç xxX., en ThWNT VI, 885-915; K. Holl, D er vivir, es decir, designa al «pobre de solemnidad»,
K irch en b eg ríff d es P a u lu s in seinem Verhãltnis zu dem al «mendigo». Sin embargo, para comprender lo
d e r U rgem einde, en Id., G esam m elte A ufsãtze II, Tü­ que se dice en el NT, hay que tener en cuenta los
bingen 1928, 44-67; Th. Hoyt, The P o o r in Luke-Acts, componentes semânticos que vienen dados por la
tesis Duke Univ. 1975; J. Jocz, G o d ’s 'P o o r’ People: historia dei concepto en el AT y en el judaísmo.
Jud 28 (1972) 7-29; H.-J. Kandler, D ie B edeutung der Hay que destacar los siguientes factores: Según
A r m u t im S c h rifttu m v o n C h irb e t Qumran-, Jud. 13
Ias ideas dei AT y dei oriente antiguo, el pobre se
(1975) 193-209; L. E. Keck, The P o o r am o n g the halla bajo la especial protección de la Deidad. El
Sain ts in the NT: ZNW 56 (1965) 100-129; Id., The P o ­
o r am ong the S a in ts in Jew ish C hristianity a n d Q um ­
pobre (dal, ’ebyôn) es aquel que se ha visto pri­
ran-. ZNW 57 (1966) 54-78; L. E. Keck-J. Maier-D. vado de sus derechos hereditários (jde la tierra!)
Michel, A rm u t (II-IV), en TRE IV, 72-85; G. Kretsch- (cf. la crítica social de los profetas más antiguos).
mar, E in B e itra g z u r F ra g e n a c h d em V rsp ru n g Puesto que la tierra es propiedad de Yahvé y ha
fr ü h c h r is tlic h e r A skese: ZThK 61 (1964) 27-67; E. sido dada por él al pueblo entero, no tiene que
Kutsch, A rm u t (I), en RGGI, 622-624; S. Légasse, L es existir en Israel la pobreza permanente (Código
p au vres en esp rit et les 'volontaires' de Qumran: NTS de la Alianza). El Deuteronomio, según el cual no
8 (1961-1962) 336-345; J. Leipoldt, Jesus und die A r ­ tendría que haber pobres en Israel, contiene ex­
men: NKZ 28 (1917) 784-810; E. Lohse, D as Evange- tensas disposiciones de protección en favor de los
liu m fü r die A rm en: ZNW 72 (1981) 51-64; J. Maier, pobres. Sobre todo en los salmos el concepto dei
D ie Texte vom Toten M e er II, München-Basel 1960, pobre ( ‘ãnt, 'ebyôn), el cual con su clamor pide al
83-87; R. Martin-Achard, 'nb II « se r m ísero», en mismo tiempo la intervención de Dios en favor
DTMAT II, 435-447; F. MuBner, D e r J a k o b u s b r ie f de su causa, se convierte en el concepto con que
(HThK) Freiburg i. Br. ^1975,76-84; K. F. Nickle, The
C ollection, London 1966; W. Sattler, D ie A n aw im im
el orante se identifica a sí mismo; este compo­
Z eita lter Jesu Christi, en F estgabe fU r A . Jülicher, Tü­ nente religioso domina el concepto de los
bingen 1927, 1-15; J. Schmid, A rm u t (I), en LThK I, “‘nãwim, que designa a los «piadosos humildes».
878-881; L. Schottroff-W. Stegemann, Jesú s de N aza- Las calamidades dei destierro hacen que el pue­
ret, esperanza de los pobres, Salamanca 1981; M. Sch- blo aparezca colectivamente como los pobres
wantes, D a s R ech t d e r A rm en (BET 4), Frankfurt a. {‘ãníyim, ‘“nãwim, 'ebyóním), a quienes va dirigi­
M.-Bem 1977; W. Stegemann, D a s E vangelium und da la promesa de Dios de que ha de socorrerles en
die A rm en. Ü ber den U rsprung d e r Theologie d er A r ­ su desgracia (Dtis, Tris). Con esta orientación es-
m en im NT, München 1981; G. TheiBen, E stúdios de catológica, el concepto -en el judaísmo antiguo-
sociologia d ei cristianism o p rim itivo, Salamanca 1985; sirve sobre todo a los grupos de oposición (idea
P. Trummer, Was h eifit « A rm ut um des E va n g eliu m s dei «resto») para que formulen la comprensión
w illen»?, en Id., A u fsã tze z«m NT, Graz 1987, 7-37; F.
que ellos tienen de sí mismos como colectivo es-
Zehrer, A rm u n d R eich in d e r B o tschaft Jesu: BiLi 36
(1962-1963) 148-163; para más bibliografia, -»■ cogido (cf. Qumrán). Es significativa la cercania
jtkoúoioç; cf. además ThWNT X, 1254-1256. objetiva en que el concepto se halla de los con-
ceptos de «justo» y «santo» (cf. los Salmos de
Salomón).
1. De estos tres términos, el que aparece Menos teológica es la comprensión dei pobre
con más frecuencia en el NT es el adjetivo (34 (rãs) en la literatura sapiencial. En la literatura
1261 JITODXOÇ 1262

rabínica los enfoques de una ideologia de los po­ todo Israel en una dependencia total de la ac-
bres siguen siendo también un fenômeno margi­ tividad salvífica de Dios.
nal. No obstante, la beneficencia en favor de los 2) l-,afüente de logia recoge Ias dos senten­
pobres ocupa un lugar importante (cf. Billerbeck
IV/1, 536-558).
cias de Jesús. La cuarta bienaventuranza (ana-
dida redaccionalmente) en Lc 6, 22s par. (jen
segunda persona!) sugiere la tendencia a iden­
3. a) Lc 6, 20 par. Mt 5, 3; Lc 7, 22 par, Mt
11,5; tificar el propio grupo con los «pobres».
3) En Lucas la bienaventuranza de los po­
1) Jesús: En el fondo de Lc 6, 20 hay una bres en 6, 20 se dirige luego directamente (en
palabra de Jesús: «Bienaventurados los po­ segunda persona) a los discipulos o a la co-
bres, porque de ellos es el reino de Dios» (pa­ munidad, a la que se promete consuelo esca-
ra la reconstrucción: Schulz, Q, 76s). Según tológico en la situación de tribulación. Sin
el contexto en Lc 6, 21, se piensa en pobres embargo, no se trata de una simple consola-
de verdad. La bienaventuranza se baila en la ción; sino que la salvación existe ya de mane­
misraa línea que el pensamiento veterotesta- ra histórica y visible con sólo volver la mira­
mentario y judio, según el cual el pobre se ba­ da al tiempo de Jesús, que prometió la buena
ila bajo la especial protección de Dios, pero nueva a los pobres: 7, 22. La alusión a Is 61,
dificilmente tratará de continuar de manera Is puede utibzarse en Lc 14, 18s para caracte­
directa la critica social de los profetas. La rizar todo el ministério de Jesús.
bienaventuranza tiene Ccurácter de proclama- 4) Mateo interpreta a los pobres de la pri-
ción y quiere realzar la futilidad dei orden de mera bienaventuranza como «pobres en el Es-
los valores terrenos, en vista de la salvación piritu»; 5, 3. La expresión (como en IQH 14,
escatológica que ahora comienza. Sobre el 3; IQM 14, 7; cf. IQH 18, 14s) podría estar
trasfondo dei pensamiento contemporâneo es influida por Is 61, 1; 66, 2 (Maier, Texte II,
notable que Jesús no vincula su promesa de 85). Se piensa en aquellos que tienen concien-
salvación a condición alguna (en contra de lo cia de depender enteramente de la misericór­
que sucede casi siempre en los macarismos dia de Dios. Por tanto, Mateo quitó su filo pa-
apocalípticos; cf. Schweizer; NTS 19 [1972- radójico a la bienaventuranza pronunciada
1973] 121-126) ni cualifica religiosamente a por Jesús, pero al mismo tiempo la protegió
los pobres (cf., por ejemplo, los «pobres» co­ contra la interpretación errônea de que la po­
mo «los que observan la ley»; IQpHab 12, breza exterior bastaria por sí sola para garan-
2ss; 4QpSal 37 2, 9ss; cf. TestJud 25, 4). En tizar la salvación. Por lo demás, Mateo, con
este macarismo se pone de relieve de manera su interpretación, expresa exactamente la ac-
ejemplar la total incondicionalidad de la ofer­ titud a la que se refirió ya indirectamente la
ta de salvación, con la cual oferta Dios, en la palabra de Jesús (de la fuente Q) recogida en
proclamación hecha por Jesús, supera el M io 11, 5.
de Israel en cuanto a la observância de la ley,
un fallo que no puede bailar atenuantes en 3. b) Mc 10, 17-22 par.: Lo que Jesús exige
ningún recurso a títulos de salvación basta en- a algunas personas llamadas a seguirle, di-
tonces existentes ( ^ pexávoia 4). ciéndoles que abandonen lo que poseen, se
De abi que Jesús, refméndose a Is 61, Is, desarrolla en la exhortación de Mc 10, 21, en
entienda toda su proclamación como buena la que se exige que se vendan los bienes y se
nueva para los pobres: Lc 7, 22 par. Sin em­ den a los pobres (recogiendo el pensamiento
bargo, con esta «aplicación de la tipologia dei judio tradicional de que de esta manera se
‘pobre’ al colectivo de los elegidos» (Maier, consigue un tesoro en el cielo). Esta exhorta­
en TRE IV, 81), que era corriente desde el ción quiere ilustrar paradigmáticamente (el
destierro, Jesús no quiere establecer una espe- seguimiento se convierte desde de Pascua en
cie de Israel dei «resto», sino que incluye a el paradigma de la fe) cómo la decisión de
1263 JTtíUXOÇ 1264

creer en Jesús debe desligarse radical y defi­ Jesús le hubiera encargado que diese algo a
nitivamente de otros lazos, y de lo que hay los pobres: 13, 29.
que ser capaz en un caso concreto, o quiere
mostrar lo difícil que es para un rico vincular- 3. e) Material peculiar de Lucas: Lc 14,
se de manera tan exclusiva con Jesús. 12-14 (pasaje tomado posiblemente de una
Lc 18, 22 subraya el radicalismo de la exi­ tradición judeocristiana, elaborada redaccio-
gência, acentuando que debes vender «todo lo nalmente por Lucas) se dirige contra unas
que tienes». obras realizadas con la intención de que los
Mt 19, 21 exige únicamente que se vendan demás hagan algo a cambio; por eso precisa­
los bienes ( tà 'UJtáQXO'''i“ > cf. K. Bomhau- mente hay que invitar a «los pobres, los lisia-
ser. Der Christ und seine Habe nach dem NT, dos, los cojos y los ciegos»; v. 13. Es discuti-
Gütersloh 1936, 30-43). Por el contrario, lo ble que en la mente de Lucas se halle todavia
de «si quieres ser perfecto» no pretende res­ presente la crítica implicada en la tradición
tringir el alcance de la exhortación a los que contra una concepción de la comunidad que
quieran vivir «en un nivel superior de moral» niegue el acceso a determinadas personas a
(como piensa Bammel, en ThWNT VI, 903; causa de sus defectos físicos (cf. 2 Re 5, 8;
jcf., en cambio, lo que se dice en Mt 5, 48!). IQSa 2, 2-10). - De todos modos, Lucas con­
serva esta perspectiva, por cuanto en la pará­
3. c) Mc 12, 41-44 par.; La historia de la
bola dei banquete de bodas (14,21) menciona
viuda pobre demuestra que el valor de lo que
de nuevo a «los pobres, los lisiados, los cie­
se da depende de lo que ello signifique para el
gos y los cojos», ahora como una metáfora
que hace el donativo (w . 42.43 par. Lc 21, [2]
(^para referirse a los pecadores y publica-
3).
nos?) en el curso de una historia de la salva-
3. d) Mc 14, 3-9 par.; Mc 14,7 (par. Mt 26, ción que se amplia en sentido universalista.
11; Jn 12, 8) no pretende rebajar la obligación La parábola dei pobre (16, 20.22) Lázaro (=
que se tiene para con los pobres (en contra de Eleazar; «Dios ayuda»; ^referencia a una idea
Bammel, en ThWNT VI, 902), sino quiere religiosa acerca de los pobres?) y dei rico
proteger la unción contra la falsa interpreta- ilustra la comprensión lucana dei fuerte con­
ción de ser un quebrantamiento de la obliga­ traste expresado en 6, 20.24 (más detalles en
ción, reconocida incuestionablemente, de cui­ ->■ TtXoúoioç).
dar de los pobres (Mc 14, 5; Mt 26, 9; Jn 12, Zaqueo que, según 19, 8 (^redaccional?),
5), y trata de mostrar que esa unción es una quiere dar la mitad de su fortuna a los pobres
obra de caridad encaminada a dar sepulmra de (cf. el porcentaje máximo fijado por los rabi­
Jesús, una obra que debe entenderse como un nos, que era dei 20%; BiUerbeck IV/1, 547),
deber de caridad (cf. BiUerbeck IV/l, 578ss; es ejemplo de la recta actitud que debe adop-
cf. Mc 14, 8 par.). La inserción redaccional en tarse ante la riqueza.
Mc 14, 7b, que cuestiona la sinceridad de la
objeción formulada en Mc 14, 5, quiere ade- 4. Aunque en Rom 15, 26 («los pobres de
más salir al paso de una posible opinión de los santos en Jerusalén») es difícil decidir cla-
que el servicio a Cristo y el servicio a los po­ raraente si se trata de un genitivo epexegético
bres sean alternativas contrapuestas (sobre la o de un genitivo partitivo, sin embargo el uso
historia subsiguiente dei pasaje, cf. R. Storch, absoluto de los pobres en Gál 2, 10 permite
en FS Jeremias 1970, 247-258). El Evangelio deducir que se trata de una denominación con
de Juan presenta a Judas como portavoz de la que los miembros de la comunidad primitiva
acusación, que utiliza como simple pretexto de Jerusalén se conocían a sí mismos (Holl,
la preocupación por los pobres: 12, 6. La 59; Georgi, 23; Bammel, en ThWNT VI, 909).
mención de que Judas era el administrador dei Ahora bien, no habrá que ver en eUo un título
dinero, da pie al malentendido ulterior de que honorífico que fundamente la pretensión de
1265 JITOJXOÇ 1266

esta comunidad de ser el pueblo escatológico 5. El «caso» mencionado en Sant 2, 2s, a


de Dios: una pretensión f o r m u l a d a a Is­ saber, que en la asamblea de la comunidad la
rael. Lejos de eso, recordando la propia com- persona acomodada recibe un puesto mejor
prensión que Jesús tenía de su misión (-> 3.a. que el asignado al pobre, dificilmente refleja-
1) , es una confesión con la mirada puesta en rá una práctica concreta, sino que es más bien
Israel y que acepta que, con lo acontecido en un argumento de estilo retórico (cf. Dibelius-
Jesús y en tomo a Jesús, ha comenzado la ac- Greeven, Der Brief des Jakobus^ [KiEK], 161-
ción escatológica de Dios con Israel. 163). Santiago ataca con ello un modelo de
Las colectas con Ias que Pablo responde interacción, basado en la condición social de
(jcelosamente!) a las peticiones de ayuda cada uno, que está penetrando (de nuevo) en
mencionadas en Gál 2, 10, no son senal de la comunidad cristiana, y que no es compati-
una subordinación jurídica de las comunida­ ble con la fe (2,1). Las razones que se aducen
des de la misión. Incluso desde la perspectiva en 2, 5-13, son de diferente peso teológico.
de Jemsalén, tales peticiones de ayuda debie- Sant 2, 5 presenta una variación dei tema de
ron de tener sobre todo motivos teológicos, la bienaventuranza de los pobres (-+ 3.a):
además de tener motivos sociales; las colectas «^No escogió Dios a los que son pobres se-
permitían entender la misión entre los genti- gún el mundo (Jtttüxol xóopcp) para que
les como parte dei acontecimiento escatológi­ sean ricos en la fe y herederos dei reino que él
co que estaba sucediendo en Israel (^en el prometió a los que le aman?». La promesa es­
sentido de la peregrinación de las naciones, catológica de salvación, que aparece en la
de la que se habla en el Tritoisaías?, cf. espe­ bienaventuranza, se desarrolla según sus di­
cialmente Is 60, 5.11; 61, 6 y passim). (A mi mensiones futuras y presentes (ricos en la fe).
parecer, de Hech 24, 16s no se puede deducir La refereneia al amor como característica hu­
que la colecta «haya ido a parar en parte a mana correspondiente al acto divino de la
manos de los dirigentes judios» y que «haya elección, atenúa, sí, la paradoja de la biena­
tenido la finalidad de facilitar la continuada venturanza original, pero es correcta teológi­
tolerância por parte de la comunidad primiti­ camente: la elección de Dios no puede forzar-
va» [en contra de lo que piensa Bammel, en se por medio de la pobreza (exterior). Precisa­
ThWNT VI, 908].) mente la libertad divina se muestra en la elec­
En 2 Cor 8 Pablo solicita la participación ción que Dios hace de los pobres. Por eso, el
generosa en la colecta y se refiere para ello a menospreciar al pobre (2, 6) es cosa que debe
la conducta ejemplar de las comunidades ma- descalificarse teologicamente.
cedónicas, teniendo en cuenta la profunda po­
breza en que se hallaban esas comunidades (v. 6. El Apocalipsis emplea siempre «pobre»
2) . Está determinada por este contexto la antí- y «pobreza» en oposición a 3tX.oúoioç (7).
tesis con la que se desarrolla en el v. 9 la re­ El concepto aparece en sentido literal en 2, 9,
nuncia que Cristo hace de sí: El, que era rico, donde se habla de la pobreza de la comunidad
se hizo pobre (èjiTcóxEi^oev) por vosotros pa­ de Esmima, y en 13, 16, donde, en la enume-
ra que vosotros llegarais a ser ricos por su po­ ración de las clases sociales de la humanidad,
breza. La existência misma dei apóstol está se menciona entre otros a «los ricos y los po­
caracterizada también por una antítesis seme- bres». El concepto se emplea en sentido figu­
jante, ya que él, siendo pobre, hace ricos a rado en 3,17; La comunidad de Laodicea, que
muchos; 2 Cor 6, 10. - La caracterización de piensa que es rica y próspera, se ve caracteri­
los elementos pseudo-divinos en Gál 4, 9 (con zada como «desventurada, miserable, pobre,
un lenguaje tomado quizás de la polêmica de ciega y desnuda» (los tres últimos adjetivos
la misión judia), a los que se tacha de «débi- preparan lo que se va a decir en 3, 18).
les y pobres», acentúa la incapacidad de esos
elementos para proporcionar salvación. H. Merklein
1267 irU Y fX T ) — JtO )H T 61)(U 1268

JtVYfiií. tjç, i\ pygme puno* no en 7, 3s. Billebeck I, 695-704; W. D.


Mc 7, 3 en el enunciado, difícil de expliccir, McHardy: ET 87 (1975-1976) 119; J. M.
acerca de los judios: èàv pf) JtnxPíj virjjcov- Ross: ibid., 374s; T. C. Skeat, A Note on jiny-
xai xàç XEÍQCtÇ o vx èoõíovoiv (v.l. nvxyá, pfj in Mark 7, 5: JThS 41 (1990) 525-527.
«frecuentemente, suficientemente» [neutro H. Balz
plural con sentido adverbial] Sin W vg y
otros, cf. Lc 5, 33; JtUYM-íí se omite en A syr*
cop''“). Se han propuesto, por ejemplo, Ias si- revdtov, to v o ç, ó pythõn adivino, ventrí-
guientes interpretaciones: a) lavarse o secarse locuo, Pitón*
frotando uno de los punos en el hueco de la Según Hech 16, 16 Pablo y Silas encontra-
otra mano, b) lavarse Ias manos hasta la mu- ron en Filipos una «esclava (pagana) que tenía
neca o hasta el codo, o c) lavarse con un pu- espíritu de adivinación» (n:aiôíaxT] exonaa
nado de agua (cf. en latín pugnus / pugillus irvenpa jtúüm va); jtúflcDV es aposición a
como unidad corriente de medida); sobre es­ Jivenpa (p"*^ Koiné y otros leen: jrveüpa Jtú-
tas interpretaciones, cf. Bauer, Wõrterbuch, ■Scovoç para aliviar la dificultad; cf. BlaB-De-
S.V.; ThWNT VI, 915; M. Hengel: ZNW 60 brunner § 242). Jtúürov es el nombre dei dra-
(1969) 182-198; J. Gnilka, El Evangelio se- gón mítico que custodiaba el Oráculo de Del-
gún San Marcos I, Salamanca ^1996, sub loco. fos y que fue muerto por Apoio (Estrabón IX,
La tradición judia exige que se enjuaguen o 3, 12). En la época dei Império Romano, jtú-
se remojen Ias manos. El remojar Ias manos ■Ocov designa a un ventrílocuo (= syyaarQÍpv-
de otra persona con el agua contenida en el ■&OÇ, Plutarco, Def 9). Por el contrario, Suidas,
hueco de la mano (o con dos punados de í.v. habla dei jtveõpa jrúdmvoç. También
agua: St. M. Reynolds: ZNW 62 [1971] 295s) Orígenes describe a Pitón como un demonio.
es cosa que se rechaza en Yad 1, 2; Tos, Yad Por tanto, Lucas quiere hacer ver claramente
2, 7. Según Yad 2, 3; Tos, Yad 2, 4; bSot 4b que, por boca de la esclava (y a grandes gri­
(Baraita) Ias manos se hacen impuras hasta la tos, cf. Hech 16, 17; Mc 5, 7 par. y passim),
muneca y deben purificarse hasta la muneca habla un demonio adivinador; ->■ pavreno-
(una opinión divergente en jBer 8, 12a; bHull pai. Bauer, Wõrterbuch, s.v.\ ThWNT VI,
106a [Baraita]). Como queda descartado el 917-920; Pauly,LejdJton, 1280.
remojar con agua el puno (todos Ias partes de
la mano deben quedar humedecidas por el J tv x v ó ç , 3 pyknos frecuente*
agua), se trata de una de dos: o de remojar Ias El neutro dei adjetivo se usa con sentido ad­
manos con un punado de agua (en caso de que verbial: VTiaTEÚCL) jcnxvá, «ayunar con fre-
Yad 1,2 y los lugares paralelos combatan des­ cuencia», Lc 5, 33; Mc 7, 3 v.l.; el comparati­
de la perspectiva de una época posterior una vo jiDJtvÓTEQov, usado como advérbio, signi­
costumbre difundida en tiempos de Jesús; así fica a menudo, con bastante frecuencia, Hech
piensa Hengel, 195s, quien supone que en 24, 26. Como adjetivo: jtnxval àa'&év8iai,
Marcos hay un latinismo; en contra de Hen­ «enfermedades/recucntes», 1 Tim 5, 23.
gel, piensa Reynolds en un dativo de relación:
with cupped hand, cf. Id.: JBL 85 [1966] 87),
o bien de remojar Ias manos hasta la muneca. nvRTEliW pykteuõ luchar a punetazos, ser
Pero ambas interpretaciones tienen que acep- boxeador, boxear*
tar problemas linguísticos (sobre ello, cf. es­ En 1 Cor 9, 26 se dice en sentido metafóri­
pecialmente Reynolds). La hipótesis de que co: onxooç KvxxEVtí} d)ç onx otépa ôépcüv,
ha habido errores de traducción dei arameo «(por tanto), boxeo como quien no da puneta­
(por ejemplo, ThWNT VI, 915; P. R. Weis: zos al aire». Pero es significativo que para Pa­
NTS 3 [1956-1957] 233-236) no hace justicia blo lo importante no sea el contraste entre una
al carácter explicativo dei paréntesis marqui- lucha seria con un adversário y boxear contra
1269 JtDXTEÍIÜ) - irilÀT] 1270

un oponente imaginário; él no pretende «dar b) Según Hech 9, 24, las puertas de la ciu-
golpes» a otros, sino que lo que quiere es en- ckd de Damasco eran vigiladas día y noche,
tregarse plenamente como apóstol, en contra para que Pablo no pudiera escapar.
de su propio cuerpo (v. 27). ThWNT VI, 916s. c) Hech 16, 13 se refiere probablemente a
la «Puerta de Crénides», en el lado Occidental
de la ciudad de Filipos; una puerta que da a
jrúX t|, iiç , lí puerta, portón* una fértil llanura que abunda en manantiales.
1. Significado y aparición - 2. En sentido propio - Pablo, con sus companeros, pasa por esta
3. Las puertas dei Hades - 4. Empleo metafórico.
puerta en día de sábado para dirigirse a un lu­
B i b l : L. Delekat-B. Reicke, en BHH III, 2009- gar judio de oración, situado a la orilla dei rio.
2011; W. Elliger, P aulus in G riechenland (SBS 92-93), Elliger (47-50; bibl.) sugiere si no habrá que
Stuttgart 1978; St. Gero, The G ates o r the B ars o f H a ­ pensar más bien en otra puerta monumental
d es? A N o te on M t 16, 18: NTS 27 (1980-1981) 411-
414; H. Hommel, D ie Tore d es H ades: ZNW 80 (1989)
coronada por un arco, situada más al oeste,
124s; I. leremias, trúXti, itnXcbv, en ThWNT VI, 920- que probablemente desde la época de Augus­
927; R. Kratz, R ettungsw under. M otiv-, traditions- und to marcaba el limite Occidental dei território
fo rm k ritisch e A u fa rb eitu n g ein er bibl. G attung, Frank­ de la colonia romana. Sin embargo, es impro-
furt a. M. 1979; J. Marcus, T he G ates o f H ades a n d the bable que JiúXri sea el testimonio singular de
K eys o fth e K ingdom (M a tt 16, 18-19): CBQ 50 (1988)
443-445; E. Stauffer, D a s Tor des N ikanor: ZNW 44 semejante arco, y es improbable además que
(1952-1953) 44-66; para más bibliografia, -> Otíqu. se hubiera aplicado en este caso la ley que
obligaba a que los lugares de culto de las reli-
1. iriíÀT], en contraste con Onípa (puerta), giones no oficiales quedaran fuera dei pome-
designa evidentemente una puerta grande o rium. En todo caso, es dudoso que sea posible
un portón (sobre todo en plural), pero puede localizar con más exactitud la puerta y el rio
emplearse también como sinônimo de Oiíga mencionados en la fuente lucana.
(cf. Hech 3, 2.10; Mt 7, 13s a diferencia de Lc d) En Heb 13,12, en la expresión «fuera de
13, 23s) y más raramente como sinônimo de la puerta», niúXTi se usa seguramente como
-> Tcnltcóv (este último término designa más pars pro toto. Las ejecuciones -también la de
bien el complejo que rodea la puerta, el por­ Jesús- tenían lugar fuera de las puertas de la
tal, el portón; cf. sobre todo Hech 12, 13ss). ciudad. La Carta a los Hebreos emplea la ima-
De las puertas de la ciudad se habla en Lc 7, gen en el marco de su teologia dei «sacrifí­
12 (Naín); Hech 9, 24 (Damasco); 16, 13 (Fi- cio» «con el fin de hacer ver intuitivamente
lipos); Heb 13, 12 (Jerusalén). De la puerta que el cristianismo queda completamente des­
dei templo se habla en Hech 3, 10 (cf. 3, 2); ligado dei judaísmo» (Jeremias, 921).
de la puerta de la prisión, en Hech 12, 10. En e) En el marco dei relato de la curación de
sentido figurado se habla de las puertas dei un paralítico, en Hech 3, 1-10, se menciona la
Hades en Mt 16, 18; el término se emplea en «Puerta Hermosa» dei templo. El mendigo
sentido metafórico en Mt 7, 13a.b.l4. paralítico está sentado en un lugar propicio
(cf. Mc 10,46): a la hora de la oración acuden
2. a) Jesus se encuentra con un cortejo fú­ al templo muchos fieles (con el deseo de
nebre delante de la puerta, es decir, en las orar). Es díficil localizar con seguridad la
afueras de la pequena ciudad de Naín (Lc 7, «Puerta Hermosa». Se la identifica de ordiná­
12). La variante helenística de la escenifica- rio con la «Puerta de Nicanor», que separaba
ción de relatos de resurrección de muertos en la parte Occidental el atrio de las mujeres
suele presentar al taumaturgo encontrándose dei atrio de los israelitas (cf. Staufer; para
con el cortejo fúnebre (cf. Filóstrato, VitAp otras sugerencias consúltese G. Schneider,
IV, 45), mientras que en la variante judia casi Die Apostelgeschichte I [HThK], sub loco,
siempre se hace venir al taumaturgo adonde donde puede verse más bibliografia).
está el difunto (cf. 1 Re 17, 17-24; 2 Re 4, 18- f) En el relato de la apertura milagrosa de
37; Hech 9, 36-42). la puerta de la prisión y de la liberación mila-
1271 jtú Xt) - jiw ô á vo fia t 1272

grosa de Pedro (Hech 12, 1-19), desig­ JIvX wv, (õ v o ç , ó p y l õ n puerta, portón,
na una puerta que conduce desde la prisión a pórtico*
la ciudad (el término más apropiado semánti- En el NT el término aparece 18 veces, cin­
camente seria el de •fl-nça). El atributo «(puer­ co de ellas en Hechos, y once en los capitulos
ta) de hieiro» acentúa la solidez de la estruc- 21 y 22 dei Apocalipsis. A diferencia de ^
tura de la puerta y da mayor relieve al hecho JtúX,Ti, el término jtuXíóv designa casi siempre
de la apertura «automática» de la puerta al pa- la estnictura de una puerta o un pórtico o bien
so dei ángel y de Pedro (cf. Kratz, 459-473). un portal o vestíbulo de acceso a un edificio.
El milagro de liberación termina con un en­ En consonância con ello, en el NT el término
cantador episodio de contraste: Pedro, que no se usa en sentido metafórico. Se habla de
precisamente ha llegado a la libertad pasando la p u e rta de casas elegantes: j i q ò ç t ò v
por la puerta de la prisión, vuelve a encontrar- va, Lc 16, 20; se habla seguramente dei p ó r ­
se ante una puerta cerrada (->^ iroXcov). tic o de un templo de Zeus, èjtl Tonç jtnÀm-
vaç, en Hech 14, 13; se habla dei ve stíb u lo /
3. En el mundo antiguo se concebia al cie-
dei p o rta l, f) ■&í)Qa Toõ iraXcovoç, en 12, 13;
lo y al mundo de Ias profundidades como âm­
bitos separados, que estaban cerrados por só­ de manera parecida en 12, 14 (bis); segura­
mente también en 10, 17 (èiti tò v itnX.(õva);
lidas puertas, que impedían el paso a Ias per-
en Mt 26, 71 se trata dei p ó r tic o dei palacio
sonas no autorizadas. Las puertas dei cielo
dei sumo sacerdote (v. 58), al que Pedro llega
pueden abrirse antes de la epifanía de seres
saliendo dei patio interior (è ^ E À ^ c b v eiç t ò v
celestiales, por medio de la oración o de la
jtnX,(üva, «cuando salió [dei patio] al p ó r ti­
magia; las puertas dei mundo de las profun­
co » ). De las doce puertas de la Jerusalén ce­
didades retienen a los que se hallan encerra­
dos en él, y se abren sólo violentamente -por lestial se habla en Ap 21, 12 (bis).15.21 (bis).
ejemplo, ante deidades superiores- o en casos 25; 22, 14; de tres en tres se orientan a cada
excepcionales. Mientras que, principalmente uno de los puntos cardinales, 21, 13 (cuatro
veces; cf. Ez 48, 30ss). ThWNT VI, 920-927,
según textos que entraron tardíamente en el
sobre todo 921.
Canon y según textos apócrifos (1 Pe 3, 19;
Ap 1, 18; Evangelio de Nicodemo 17ss; tam-
bién según la iconografia oriental), el Cristo
resucitado (en el marco de las ideas sobre el Jt'UV'fl'ávOfiai p y n th a n o m a i preguntar,
d esce n su s) rompe las puertas dei mundo de averiguar, enterarse*
las profundidades, vemos que « la s p u e r ta s dei En el NT el verbo aparece 12 veces, siete de
Hades» (p a rs p ro to tó ) no pueden subyugar a ellas en Hechos. jtnv^ávopai seguido de una
la Iglesia, que se asienta sobre el fundamento interrogativa indirecta significa pregun tar, in­
de roca (Mt 16, 18; cf. Kratz, 407-430). q u irir: Mt 2, 4 (Ttnv&ávopai ita g á tivoç
jtoü...); Lc 15, 26 (n:nv0'ávopai t í Sv eíq
4. Mt 7, 13s habla con paralelismo antitéti-
T a n t a ); de manera parecida en 18, 36; Jn 13,
co acerca de la elección ética ante la que se
24 (jinv&ávopai t íç ã v eír]); cf. Hech 21,33;
encuentra la con du cta humana, y se sirve pa­
seguido por una interrogativa directa; p re g u n ­
ra ello de las imágenes de dos puertas o de
ta r en el sentido de «interrogar», Hech 4, 7;
dos caminos: La p u e r ta ancha y el camino
q u e r e r e n te r a r s e , 10, 29; inquirir, 23, 19;
amplio conducen a la perdición (v. 13b); la
jtuv#ávo(iai el, en te ra rse d e si, 10,18; Jtnv-
p u e rta estrecha y el camino angosto, es decir,
•fl-ávopai O T i, « e n te r a r s e d e que», 23, 34.
las condiciones más dificiles, conducen a la
Con objeto de la acción verbal en acusativo:
salvación (vv. 13a. 14); el resultado es de pro-
p r e g u n ta r a c e rc a d e , Jn 4, 52; t l àxpipéo-
porcionalidad inversa.
TEQOV jtnv&ávopai, in d a g a r más a fondo»,
R. Kratz Hech 23, 20.
1273 TfUÇ 1274

JtÍJQ, óç, tó pyr fuego* cos (12 testimonios en Mateo, 6 en Marcos, y


7 en Lucas); el término aparece también con
1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. El fuego
como fenômeno de la vida cotidiana - 4. El fuego en la relativa frecuencia en la Carta a los Hebreos
imagen o en la comparación - 5. El fuego celestial - a) (5 veces). En Ias Cartas Paulinas sólo hay 4
El fuego en el mundo celestial - b) El fuego que Uega testimonios (Rom 12, 20 [cita]; 1 Cor 3, 13
dei mundo celestial a la tiena - 6. El fuego dei infier- [bis]. 15). El término aparece una vez en el
Evangelio de Juan, 4 veces en Hechos, 1 vez
B ib l.: P. A. Amiet y otros, L e fe u d a n s le P roche- en 2 Tesalonicenses; en cambio, vuelve a ha-
O r ie n t A n tiq u e, Leipzig 1973; K. Berger, H e lle n is- cerse más frecuente en Ias Cartas Católicas (3
tisch-heidnische P rodigien u n d die Vorzeichen in d er
testimonios en Santiago, 1 en 1 Pedro, 1 en 2
jü d . u n d chrístl. A poka lyp tik, en ANRW 11/23, 2, Ber-
lin 1980, 1428-1469; J. Bergman-J. Krecher-V. Hamp, Pedro, 2 en Judas). En el NT, jfOp se usa casi
'es, en DTATI, 449-461; H. Bietenhard, en DTNTII, siempre en contextos escatológicos.
216-219; J. Daniélou, F euersãule, en RAC VII, 786-
790; M. Delcourt, P yrrh o s e t P yrrha, Paris 1965; G. 2. El significado fuego es acertado en to­
Delling, BájtxiO|j.a pajtxioôfjvai, en Id., Studien zum
N T u n d zu m h e lle n is tisc h e n Ju d en tu m , Gõttingen dos los casos en que aparece el término; sobre
1970, 236-256; J. D. M. Derrett, S a lted w ith Fire. Stu- los diversos aspectos 3-6. En la LXX kõq
d ies in Texts: M a rk 9:42-50: Theology 76 (1973) 364- es casi sin excepción la traducción dei hebreo
368; J. D. G. Dunn, Spirit-and-fire B aptism : NovT 14 ’ãs o dei arameo núr.
(1972) 81-92; A. Fridrichsen, W ürzung m it F euer. SO
4 (1926) 36-38; T. F. Glasson, Water, W ind a n d Fire
(L u ke III. 16) a n d O rp h ic In itia tio n : NTS 3 (1956- 3. a) El fuego se cuenta entre Ias cosas ne-
1957) 69-71; J. Gnilka, Is t I K o r 3, 10-15 ein Schrift- cesarias para la vida cotidiana (cf. Eclo 39,
z e u g n is fu r d a s F egfeuer?, Düsseldorf 1955; J. Goett- 26s); se emplea en el âmbito de la vida en la
mann, L e f e u d u ciei su r la terre: BVC 33 (1960) 48-
61; I. Gruenwald, A p o ca lyp tic a n d M erkavah M ysti- aldea pero es peligroso, Mc 9, 22 (junto a
cism, Leipzig 1980; J. Jeremias, P a labras desconoci- ü ô a ta ) par. Mt 17, 15 (junto a nôcoQ). Sirve
d a s de Jesús, Salamanca ^1996, 72-78; F. Lang, D as como fuego de campamento (->• q)rôç, Lc 22,
F eu er im Sprachg eb ra u ch d e r B ibel, tesis mecanogra-
56) para calentarse, 22, 55; cf. Hech 28, 2s.5.
fiada Tübingen 1950 (bibliografia un tanto antigna);
Id., itÕQ, en ThWNT VI, 927-948; Id., E rw ãgungen b) El fuego destruye en la guerra, Ap 17,
z u r eschatologischen Verkündigung Johannes d es Tãu- 16 (cf. Jer 41, 22 LXX = TM 34, 22); 18, 8.
fe r s, en F S C onzelm ann, 459-473; R. Mayer, D ie bibl. c) El fuego como instrumento de tortura o
V orstellung vom W eltenbrand, Bonn 1956; J. Michl, de muerte: Por medio de la fe se extinguió el
G erich tsfeu er u n d Purgatorium . Zh 1 K o r 3, 12-15, en
SPCIC 1961 (AnBibl 17-18), Roma 1963,1, 395-401; poder dei fuego, Heb 11, 34; cf. Dan 3, 17; 1
P. D. Miller, F ire in the M yth ology o fC a n a a n a n d Is­ Mac 2, 59 (èx qpÀoyóç); 1 Ciem 45, 7.
rael: CBQ 27 (1965) 256-261; F. Morenz, F eu rig e
K o h len a u f das H aupt: ThLZ 78 (1953) 187-192; J.
4. En vários pasajes, el uso corriente dei
Morgenstem, The F ire upon the Altar, Leiden 1963; A.
G. Patzja, D id Jo h n the B a p tist P reach a B aptism o f fuego en la artesanía y en la agricultura se
F ire a n d the H o ly Spirit?: EvQ 40 (1968) 21-27; E. emplea como comparación o imagen.
Pax, E piphaneia, München 1955; E. T. Sanders, P y- a) 1 Pe 1, 7 emplea la imagen, que aparece
rh õ sis a n d the F ir st E p istle o f P e te r 4, 2: HThR 60en numerosas comparaciones, de la purifíca-
(1967) 501; P. Schâfer, E n g el u n d M e n sch en in d e r
H e kh a lo t-L it: Kairos 22 (1980) 201-225; W. Speyer,
ción dei oro (cf. Prov 17, 3; 27,21; Zac 13, 9;
D ie Z eu g u n g skra ft des him m lischen F euers in A ntike Mal 3, 3; Sab 3, 6; Eclo 2, 5; IQH 5, 16): en
u n d U rchristentum : AuA 24 (1978) 57-75; Id., G ew it- el JtEiQaopóç se prueba la autenticidad (-^
ter, en RAC X, 1107-1172; F. Stolz, ’ês, en DTMATI, ôoxífxiov) de la fe, la cual es más valiosa que
363-369; H. Zinunermann, «M it F eu er gesalzen w er-
den». E in e Studie zu M k 9, 49: ThQ 139 (1959) 28-39; el oro perecedero, aunque éste haya sido puri­
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1256s. ficado al fuego. Según Ap 3, 18, la comuni-
dad de Laodicea debe comprar oro purificado
1. Los 73 testimonios que hay en el NT tie- al fiiego. «El oro refinado... es imagen de lo
nen claramente su centro de gravedad en el que ha resistido y superado todas Ias tentacio-
Apocalipsis (26) y en los Evangelios sinópti- nes» (H. Kraft, Die Offenbarung [HNT], 85).
1275 JfUQ 1276

b) El uso dei fuego en la vida rural aparece go [Dan 7,10] procedentes dei trono, Hen [et]
en sentencias relativas al juicio. En la predi- 14, 19; cf. Hen (heb) 19.33, cf. Gruenwald,
cación de Juan el Bautista: «Todo árbol que 35s).
no da buen fruto es cortado y echado al fue­ El vidente Juan, en la visión, ve a Cristo
go», Mt 3, 10 par. Lc 3, 9 (Q); cf. Mt 7, 19. con rasgos de Dios tomados de Dan 7, 9s. Pe­
Por Mt 3, 12 par. Lc 3, 17 (Q) vemos que se ro, si en Dan 7, 9 el trono es como llamas de
piensa en la destrucción escatológica; El que fuego ((baeL cpÀò^ jtuqóç, cf. también Hen
viene «recogerá el trigo, pero quemará la paja [et] 14, 19), vemos que en Ap 1, 14 (además
en fuego inextinguible». Los elementos dei 2, 18; 19,12) los ojos de Cristo son como Ua-
reunir y dei destruir se ven también en Mt 3, mas de fuego; cf. Dan 10, 6: X,áp.n:aÔ8Ç Jtn-
11 par. Lc 3,16 en una yuxtaposición dei bau- QÓç, refiriéndose a un ángel; Henoc (esl) 1, 5.
tismo en el Espíritu y dei bautismo de fuego, Atributo de los ángeles en Heb 1, 7 (cita dei
es decir, en la purificación y la renovación es- Sal 103, 4 LXX): Dios hace a sus servidores
catológicas por medio dei Espíritu (cf. IQS 4, (los ángeles) «llama de fuego» (jiUQÒç qpXé-
21) y en el juicio de destrucción para los que yov. Hay inversión con respecto al TM, en el
no se conviertan (cf. Lang, Envãgungen, 466- que Dios hace que llamas de fuego sean servi­
473; Delling, 249). Así como se quema la ma­ dores suyos); cf. 4 Esd 8, 21; sobre el uso ra-
la hierba, así también -a l fin de los tiempos- bínico de la cita, cf. Billerbeck III, 678s; cf.
los ángeles enviados por el Hijo dei hombre además IQH 1, lOss; sobre la estrecha rela-
reunirán a los obradores de maldad y los arro- ción de los ángeles con el fuego, cf. Schâfer,
jarán al homo de fuego (-^ xápivoç), Mt 13, 202 (Hekhalot Rabbati 17, 8); Gruenwald,
40.42; se echarán al fuego los sarmientos se­ 43s; ApBar (sir) 21, 6. Con arreglo a la idea
parados de la vid, Jn 15, 6. El veneno que se de que ciertos ángeles controlan los fenôme­
produce por el enmohecimiento dei oro y de nos naturales (cf. Jub 2, 2; cf. Hen [et] 60, 12-
la plata (sobre la dificultad de la imagen, cf. 20) , Ap 14, 18 afirma que un ángel tiene el
M. Dibelius, Der Brief des Jakobus^ [KEK], poder sobre el fuego (16, 5; sobre Ias aguas;
282), se convierte en testimonio contra los ri­ 7, 1 cuatro ángeles sobre los cuatro vientos;
cos y consume sus cuerpos como fuego, Sant cf. también 9, 11.14); cf. Billerbeck in, 820.
5, 3, cf. Jdt 16, 17; Is 66, 24. Gabriel es el «pnncipe dei fuego», bPes 118a.
Así como un pequeno fuego incendia un En Ap 10, 1 un poderoso ángel tiene los atri­
gran bosque, así de funestos son también los butos de la presencia divina (una nube [Ex 13,
efectos de la lengua; ella misma es fuego 21] ; el arco iris [Ez 1.28]; el sol [cf. Ap 1, 16;
yXmaaa 4; Dibelius, Der Brief des Jakobus, cf. Ex 34, 33.35]); tiene pies (piemas) como
233-241), Sant 3, 5s. columnas de fuego (cf. Ex 13, 21, èv crrú2.cp
n:uQÓç).
5. El fuego celestial debe contemplarse bajo En el culto celestial: El mar de cristal (Ap
dos aspectos: a) como atributo dei mundo ce­ 4, 6) está mezclado con fuego, 15, 2; un ángel
lestial, de Dios, dei Cristo exaltado, de los án­ arroja fuego dei altar celestial sobre la tierra
geles, dei culto celestial, b) en cuanto descien- (consecuencia: truenos, sonidos, relâmpagos,
de a la tierra para salvación o para perdición. un terremoto), 8,5. Este pasaje proporciona la
Aqui el fuego es de manera especial una ca­ transición dei fuego dei mundo celestial a
racterística y un instrumento dei juicio divino. aquellos pasajes que hablan de la aparición de
a) Dios mismo es fuego devorador, Heb este fuego en la tierra, predorainantemente
12, 29 (cita de Dt 4, 24; cf. Dt 9, 3; Is 33, 14). para juicio pero también para salvación.
Elementos de teofanía —relâmpagos, voces, b) 1) El fuego, símbolo de la presencia sal-
truenos- salen de su trono; alrededor dei tro­ vífica de Dios. En conexión con el fuego se
no arden siete antorchas de fuego, Ap 4, 5; cf. hace referencia a Ias dos grandes revelaciones
ApBar (sir) 21, 6; Hen (et) 14,22 (rios de fue­ de Dios en el AT: a Ex 3, Iss en Hech 7, 30:
1277 nvQ 1278

un ángel se aparece a Moisés (LXX àyy^Xoç enemigos (cita de Prov 25, 21 s LXX)- el
XDQÍOTj, Ex 3, 2) en la llama de fuego de una amontonar carbones encendidos sobre la ca-
zarza (LXX ex PÓTOU, 3, 2). A Ex 19 (Dt 4, beza dei enemigo es una acción de castigo y
11; 5, 22) se hace referencia en Heb 12, 18, expiación, o si con ello se conjura sobre esa
aunque en una antítesis; El lugar dei encuen- persona el futuro juicio de fuego (cf. también
tro con Dios no es (un monte) «que se pueda -> ávd-ça^). Los signos precursores dei fin
tocar», ni un «fuego ardiente» (xExaupévov son, según la cita de Joel 3, 1-5, la sangre y el
TtüQ, cf. D t4, 11; 5,23; 9, 15: tò ôqoç èxaíe- fuego y el humo espeso, Hech 2, 19, con lo
To JtojQt); cf. la continuación de la serie de cual fenômenos de la teofanía se convierten
teofanías dei AT en Heb 12,18-21 y la antíte­ en signos anunciadores (sobre el fuego como
sis en los vv. 22-24 (cf. O. Michel, Der Brief prodigium, cf. Berger, 1437 nota 31, y en un
an die Hebrãer^ [KEK], 460ss). sentido más general 1436-1438). Jesüs y sus
En la concesión dei Espíritu, según Hech 2 ángeles aparecen para el juicio, en llamas de
(cf. Speyer, Zeugungskraft, 68), el Espíritu fuego, 2 Tes 1, 8.
-según la analogia de Núm 11, 25- desciende Es también difícil el texto de Lc 12, 49:
sobre Ias personas reunidas y se va posando «Fuego he venido a arrojar a la tierra, [y cómo
sobre cada una de ellas en forma de lenguas quiero que arda ya!». El fuego aqui, en el con­
de fuego, Hech 2, 3, para entrar en su interior texto lucano, debe interpretarse probablemen-
(v. 4). Una de dos: o Ias lenguas de fuego se te como el «fuego de la discórdia» (así piensa
comparten, o bien habrá que imaginarse que Lang, en ThWNT VI, 941), pero no debió de
Ias lenguas de fuego se van distribuyendo so­ ser así en el marco original de la sentencia: si
bre los individuos (así piensa H. Conzehnann, el v. 49 se considera conjuntamente con el v.
Die Apostelgeschichte erU arf [HNT], 31); 50 (cf. Delling, 245-247), entonces ambos
sobre Ias lenguas de fuego ef. Is 5, 24 (TM); aluden a un acontecimiento relacionado con la
Hen (et) 14, 15; 71, 5; 1Q29 1, 3; 2, 3. misión de Jesús: el v. 50 habla de la muerte de
2) El fuego dei juicio. El fuego, como Jesús (cf. Mc 10, 38), y el v. 49, alude al jui­
componente de Ias teoganías, se usa con espe­ cio divino (í,en el v. 49b hay un pasivo divi­
cial frecuencia en sentencias acerca dei juicio, no?). El contexto de Lucas sugiere que la mi­
con arreglo a los modelos dei AT y de la lite­ sión de Jesús crea división (vv. 51-53).
ratura apocalíptica (cf. también -> 4.b).
En el interior dei tiempo, debe caer fuego Del juicio escatológico, relacionado con la ve-
sobre ima aldea samaritana y destruiría, Lc 9, nida de Jesús, habla probablemente aquel agrap-
hon: «Quien está cerca de mí, está cerca dei fue­
54 (2 Re 1, 10.12.14; ef. la referencia inau- go; quien está lejos de mí, está lejos dei reino»
téntica a Elias, cf. 1 Re 18, 38; Eclo 48,1). Lc (sobre el texto, que se encuentra en Dídimo y en
17, 29 alude también ajuicios de destrucción Orígenes, así como en el EvTom, cf. Jeremias,
en el AT (cf. Gén 19, 24). 72-78).
El fuego es también instrumento preferido
dei juicio escatológico. Según 1 Cor 3, 13, el De la purificación en el juicio se habla se-
fuego dei juicio mostrará si en la edificación guramente en Mc 9, 49: «Porque todos serán
de la comunidad se ha construido con solidez; salados con fuego». Es dudoso que se aluda al
si arde el edificio, entonces el arquitecto se uso dei fuego y de la sal en una amputación
salvará, pero como quien escasamente escapa (cf. Derrett, 364-368). Más bien se piensa en
dei fuego (v. 15), cf. Bauer, Wõrterbuch, el poder purificador dei fuego y de la sal. Si
1447. áA.ia{lr|oeTai debe entenderse como pasivo
No está dei todo claro en Rom 12, 20 si divino, entonces queda bien claro quién es el
-por la renuncia a la venganza y, por tanto, que efectúa el juicio.
por dejar en manos de Dios la retribución (v. El Apocalipsis describe de diversas mane-
19, cf. Dt 32, 25) y practicar el amor a los ras los juicios que preceden a la manifesta-
1279 JtVQ - JtDQYOÇ 1280

ción de Cristo (19, llss). En ellos el fuego de- en Mc 9, 48; sobre lo que es en concreto la
sempena incesantemente - a menudo junto a Y É evvacf. Mc 9, 43; en el v. 45 aparece sólo
otros instrumentos de juicio- un papel des- yéevva). La ->■yÉEV v a (2) es una y é e v v a t o õ
tructor. Un ángel arroja fuego desde el altar JTUQÓÇ, Mt 5, 22; 18, 9; el fuego inextingui­
celestial a la tierra, 8, 5; durante los juicios de ble, Mc 9, 48 (Mt 3, 12 par. Lc 3, 17), es en
Ias trompetas, caen dei cielo granizo y fuego Mateo el fuego eterno, Mt 18, 18; cf. además
mezclado con sangre, 8, 7 (el fiiego y el gra­ 25, 41. Con frecuencia el juicio de fuego es el
nizo en Ex 9, 23-25; fuego y sangre, J1 3, 3); concepto opuesto al de entrar en la ^tor| (Mc
también la bestia (13, 13) es capaz de hacer 9,43; Mt 18, 8s) o en la Paai7.eía to õ 'fteorí,
descender fuego dei cielo (Elias es capaz de Mc 9, 47, cf. Mt 13, 41-43.50. Sodoma y Go-
hacerlo, 1 Re 18, 38) y de seducir a Ias perso- morra padecen fuego eterno (cf. Gén 18, 20s;
nas; una gran montana ardiendo es arrojada al 19, Iss; Is 1, 9; Jer 23, 14; Ez 16, 48ss; Jub
mar, 8, 8 (cf. Jer 51,25 LXX; Hen [et] 18, 13; 16,5; 2 Mac 2, 5; TestNef 3, 4; 4,1; TestAs 7,
21, 3). De Ias fauces de los coreeles (9, 17s) 1; Mt 10, 15; 11, 24; Rom 9, 29) por su con-
sale fuego, humo y azuffe (cf. Job 41, 10-12). ducta inmoral con los ángeles, Jds 7. Jds 23
También en los juicios de Ias copas, los hom- exhorta a arrebatar dei fuego (dei juicio) a los
bres son quemados con fuego abrasador, Ap que dudan.
16, 8. Los dos testigos (11, 3) se defienden de Una variante de la imagen dei juicio escato-
los enemigos con fuego mortal para éstos (2 lógico eterno en un lugar de castigo es el lago
Re 1, 9-12.14); es un fuego que brota de su de fuego en el Apocalipsis; se le llama simple-
boca 11, 5; cf. Jer 5, 14 (fuego de la boca de mente Xípvq xoü jiuqÓç, 20, 14.15 ó Xípvr|
Dios, 2 Sam 22, 9). Finalmente, los ejércitos Toü jTUQÒç x a l deíon, 20,10; cf. 21, 8 ó bien
de Gog y de Magog son aniquilados con fue­ XípvTi TOÕ jtuQÒç xfiç KaiopévTjç àv •fteío),
go que desciende dei cielo, Ap 20, 9 (cita de 2 19, 20. La bestia y el pseudo-profeta son arro­
Re 1, 10.12.14; cf. Ez 38, 22). jados a él, 19, 20, como lo son también el
Según Heb 10,27, a los que pecan delibera- ôiápoXoç (20, 10), ■&ávaxoç y gôqç (20, 14)
damente no les queda más que la terrible ex­ y finalmente todo el que no se halla inscrito en
pectativa dei juicio y de la «fiiria dei fuego» el libro de la vida, 20, 15 (cf. además 14, 10).
(cf. Is 26,11 LXX; Sof 1,18). Por medio de la La muerte en el lago de fuego es la «segunda
misma palabra que realizo la creación y el jui­ muerte», es decir, la muerte etema, 20, 14.
cio, los cielos acmales y la tierra (actual) están H. Lichtenberger
reservados para el fiiego, 2 Pe 3,7 (cf. además
el V. 10). Este es el único pasaje dei NT en el
que se halla la idea de la conflagración mun­ JTUgá, ã ç , pyra montón de lena, (lugar
dial, atestiguada en el parsismo, en el judaís­ de una) hoguera*
mo (Sib III, 84; rV, 172 y passinv, IQH 3, Jinçá se refiere sobre todo al lugar donde se
29ss; cf. Mayer), en el mundo helénico (Pla- enciende una hoguera, o donde se apila mate­
tón, Tim 22c) y especialmente en el estoicis- rial que arde o que es combustible: Hech 28,
mo (cf., a propósito, M. Hengel, Judentum 2: ârtxcü Jtngáv, «encender una hoguera /
und Hellenismus, Tübingen ^1973, 349s, 367, fuego de campamento»; 28, 3: èjti xf)v jrv-
388, 431). Sin embargo, en 2 Pe 3, 7 no se ha- QÓv, «(arrojar) alfuego»\ dícese de la «hogue­
bla de catástrofes naturales que sucedan perio­ ra» donde se quema al mártir, MartPol 13, 2s.
dicamente, sino de la acción dei juicio divino.
JTÚgyoç, OV, Ó pyrgos torre*
6. Finalmente, &\fuego dei infiemo es tam­ En Mc 12, 1 par. Mt 21, 33: mxoôópTiOEV
bién instrumento dei poder dei juicio divino. JTÚQYOV, se habla de la construcción de una
El pasaje determinante para esta idea es Is 66, torre en una vina (para los vigilantes); cf. Is
24 (de ahí procede lo dei fuego inextinguible 5, 2; también 2 Crón 26, 10; Billerbeck I,
1281 jTÚeyoç - TCUQgá^o) 1282

868s; se habla tan sólo de una cabana para el llevan «corazas como de fuego, de jacinto y
vigilante, por ejemplo, en Is 1, 8); Lc 13, 4; ó de azufre (■dropaxaç jiuqÍvouç...). La yuxta-
JTÚQYOÇ èv Tü) ZiÀooáp, seguramente la torre posición de estos términos hace pensar que se
de una muralla (cf. Josefo, Bell V, 145), que trata especialmente de colores, es decir: «rojo
se demimbó sepultando bajo los escombros a vivo, rojo oscuro (o: rojo de humo, cf. v. 18)
18 personas (sobre la formulación, cf. tam- y amarillo de azufre»; cf. también Job 41,
bién Josefo, Bell V, 292; cf. además Spicq, lOss. Se piensa quizás en los diversos colores
Notes II, 776 con la nota 2). En Lc 14, 28 de Ias llamas que, según Ap 9,18, salen de Ias
(jtÚQYOV otxoôopfjoai) se trata de una edifi- bocas de los corceles: fuego, humo y azufre.
cación sólida y costosa (cf. v. 29), cuya finali- ThWNT VI, 951s.
dad concreta no se precisa (sobre la interpre-
tación como «nave destinada a la agricultu­
J i v g ó o ^ a i pyroomai arder, estar inflama­
ra», cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2; ThWNT
do, arder al rojo vivo*
VI, 956 con la nota 16). ThWNT VI, 953-956;
El verbo aparece 6 veces en el NT, siempre
Spicq, Notes II, 774-779; D. Sperber, On the
en voz pasiva. En sentido propio aparece en la
«pyrgos» as a Farm Building: Ass. for Jewish
imagen de Ef 6, 16 acerca de los «dardos en-
Studies Review I (1976) 359-361.
cendidos / ardientes (xá péXq [tà] jtEJtupou-
pÉva, «flechas incendiarias»») dei maligno»;
nV Q éaato pyressõ tener fiebre* 2 Pe 3, 12, refiriéndose a la idea, original­
En Mc 1, 30 par. Mt 8, 14 se dice que la mente persa y estoica, de la conflagración
suegra de Simón (Pedro) yacía enferma con mundial que sucederá al fin (aparece única­
fiebre (jiUQéooouoa). Este verbo no se en- mente aqui en el NT): oupavol JtUQoúpevoi
cuentra en la LXX; ^ itUQexóç. ThWNT VI, Ku^Tioovxai, «los cielos serán destruidos por
956-959. fuego» (cf. vv. 7.10; lo opuesto: xaivol oú-
pavoí, v. 13); cf. también Sof 1,18; 3, 8; ade­
3tVQ£TÓÇ, oC, Ó pyretos fiebre* más ApBar [sir] 31,5; Hen [et] 83, 3s. Con el
En el NT el término aparece 6 veces. En Lc significado de estar al rojo vivo / purificar al
4, 38 dícese de la suegra de Simón: ouvexo- rojo vivo (refiriéndose a los metales), en Ap 1,
pévTi jtuQCTCp peyáÀq) («estaba enferma con 15: Ev xapívcp JtEJtuQCopévTiç, «purificado
uaa fiebre muy alta»; cf. Mc 1, 30 par. Mt 8, en el homo» (el genitivo incorrecto gramati­
14); es posible que Lucas haya expresado la calmente, es corregido en los manuscritos por
corriente distinción médica entre jrugetòç un dativo o por un nominativo); 3, 18: XQi^-
pÉYCtç y piXQÓç, cf. Bauer, Wõrterbuch, 5.v. oíov itEJTUQopévov, «oro purificado en el
Mc 1, 31 par. Mt 8, 15; àtpfjxEV aurfiv ó fuego (es decir, oro puro)» (como imagen de
JTUQ8TÓÇ. El lugar paralelo Lc 4, 39 tiene: la salvación, cf. Sal 17, 31 LXX). En Pablo
èjiETÍpTjOEV tw JiuQETtp x o l àqpfjxEV auxf|V, aparece sólo en sentido figurado: 1 Cor 7, 9;
con lo cual la curación se presenta claramente jtUQOüo'0-ai, ser devorado por el fuego (dei
como efecto de un exorcismo; la expresión deseo) (sobre la imagen cf. Eclo 23, 16); 2
ouvéxopat (cf. 4, 38) JtuQEXoíç xa l ô u o e v - Cor 11, 29: oõx zyái jiuQoüp.ai, «no me in­
TEQLCp, «atacado àe fiebre y disenteria», apa­ flamo (yo mismo)», a saber, de cólera por los
rece en Hech 28, 8. Jn 4, 52; àcpfíxEV anxòv que se extravían en la comunidad y de amor
ó JtuQETÓç. ThWNT VI, 956-959. ardiente hacia la comunidad misma. Bauer,
Wõrterbuch, í .v.; ThWNT VI, 948-950.
71VQIVOÇ, 2 pyrinos ardiente, como de fue-
go, de color rojo vivo* TtVQgá^to pyrrazõ estar rojo*
Según Ap 9, 17, los corceles y jinetes de­ Mt 16, 2.3: jtUQQá^ei ó oÚQavóç, dícese
moníacos de la visión de la sexta trompeta dei color rojizo dei cielo al atardecer o al
1283 mjQQáÇíü- jcwXoç 1284

amanecer, como senal probada dei tiempo que por el contexto, Hech 4, 34.37. El participio
va a hacer. Mt 16, 2b.3 falta en Sin B X y oí JicoXoõvxEç, los vendedores de algo / los
otros. comerciantes: dícese de los que comerciaban
en el templo (junto a àYOQÓÇovxeç), Mc 11,
15 (bis) par. Mt 21, 12 (bis); cf. Lc 19, 45; Jn
nÚQQOÇ, OD P y r r o s Pirro*
2, 14.16; en sentido general en Mt 25, 9. En
Nombre dei padre de Sópater de Berea, uno
sentido absoluto en Mt 21, 12a; 25, 9; Mc 11,
de los siete companeros de Pablo en su viaje
15a; Lc 19, 45; Lc 17, 28 (èjtróXotiv junto a
de regreso de Grécia a Jerusalén: Hech 20, 4.
fiYÓQaÇov y otras actividades cotidianas en
Sodoma en tiempos de Lot); Ap 13, 17 (àyo-
jn jg g ó ç , 3 pyrros rojo de fuego, rojo vivo* Q áoat tj jtcoÀfjoai).
Ap 6,4; ütJtoç JTUQQÓç, «un corcel de color En voz pasiva en Mt 10, 29 par. Lc 12, 6
rojo vivo» (como segundo de los cuatro corce- (ôúo o JtÉvxe oxQoníHa); 1 Cor 10, 25 (mãv
les con los colores; blanco, rojo vivo, negro, xò èv paxé^Xto JicoXoijpsvov, «... lo que se
muy pálido, 6, 1-8; cf. Zac 1, 8; 6,1-3: de ma- pone a la venta»).
nera semejante los cuatro colores dei mundo
antiguo: TÒ Xeuxóv, [téÀav, èpuílQÓv,
QÓv, Teofrasto, De sensu, 13, 73ss); Ap 12, 3: jtwXoç, ov, ó põlos animal joven, cria de
ÔQÓxcov [iéyaç JtUQeóç, «un gran dragón de mamífero, pollino*
color rojo vivo», como enemigo de la mujer En el NT el término aparece 12 veces, once
(cf. Is 14, 29; 27, 1; H. Kraft, Die Offenba- de ellas en los Evangelios sinópticos (Mc 11
rung [HNT], sub loco). ThWNT VI, 952s. par.); aparece también en Jn 12, 15. Además
de designar a determinado animal, JicõXoç
significa en general animal joven, cria de ma­
n:‘ÚQ{OOlÇ, E«JÇ, pyrõsis incêndio, la ac-
mífero (de la especie que sea); así, junto a
ción de arder, ardor de fuego*
õvoç, significa asnillo, pollino.: Mt 21, 2.5
En Ap 18, 9.18 dícese dei incêndio escato-
(cf. Zac 9, 9, donde en contra de la LXX, en
lógico de «Babilônia»: ó «apvòç xfiç JtuQcó-
vez de èjti nJto^ÚYtov x a l jtcoXov veóv, «so­
OEwç avTfjç, «el humo de su incêndio» (cf. v.
8). En 1 Pe 4, 12 se habla dei ardor dei fuego bre un asno, y por cierto sobre un animal jo­
ven», se formula: èjtl õvov x a l èjtl jtcõXov
para la purificación (de metales) como ima-
ovou, cf. V. 14: ôvÓQLOV); Mt 21, 7. En todos
gen de la prueba de los creyentes por los su-
los demás pasajes (relacionados con la «his­
frimientos, que propiamente son los sufri-
toria de la entrada triunfal»: Mc 11, 2.4.5.7
mientos de Cristo (v. 13): f| èv 'ópiv jrÚQoooi.ç
par. Lc 19, 30.33 [bis].35) jccõXoç se halla so­
itQÒç iteiQaap,òv úp.tv yivopévq, «el ardor
lo, sin ninguna precisión ulterior. W. Bauer
de juego que reina entre vosotros y que sirve
{Wõrterbuch, í . v . ; JBL 72 [1953] 220-229)
para probaros». ThWNT VI, 951.
supone que en este caso el término significa
«caballo» (cf. JttõXoç = hzTZOÇ, Pseudo-Calís-
JtcuXéo) põleõ vender* tenes II, 14, 2; 15, 9). Ahora bien, puesto que
En el NT el verbo aparece 22 veces, dieci- en la LXX jtwXoç, como traducción de ‘ayir,
siete de eUas en los Evangelios, 3 en Hechos, puede designar sin ulterior precisión el «polli­
y también en 1 Cor 10, 25 y Ap 13, 17. no» (Gén 49, 11; Jue 10, 4; 12, 14; también
En voz activa en Mc 10,21 (o a a ê^eiç) par. Zac 9, 9; cf. además ThWNT VI, 960, 13ss) y
Mt 19, 21 (oou xà -UJtÚQXOVTa) / Lc 18, 22 además los relatos de Marcos y Lucas sobre la
(jtávxa ô o a Mt 13, 44 (jtá vta ò o a entrada triunfal presuponen también proba-
Exei); Lc 12, 33 (xà íiJtáQXOVxa); 22, 36 (xò blemente a Zac 9, 9 (posiblemente también a
ip.áxiov); Hech 5, 1 (vtxfípa); con el objeto de Gén 49, 11), los pasajes en cuestión deben de
la acción verbal, que debe sobreentenderse referirse igualmente a un pollino. ThWNT VI,
1285 nôiXoç - 3«Ó5 1286

959.961; X, 1257 (bibl.); O. Michel; NTS 6 ción divina, de la que de momento participa
(1959-1960) 81s; R. Bartnicki; NovT 18 sólo «un resto», para que alguna vez sea gana-
(1976) 161-166. da de nuevo la totalidad de Israel, Rom 11, 7
(ot ôè Xoutol èjtcoQíúOqoav, con cita de Dt
29, 3; Is 29, 10; cf. además Rom 11, 5.11s).
mwJtoTE põpote (adv.) alguna vez, (con
También aqui el endurecimiento se entiende
negación) jamás*
en su sentido más profundo como obra de
El advérbio aparece 6 veces en el NT, cinco
Dios, realizada con la finalidad de ganar a los
de ellas en el Evangelio de Juan y en la Carta
gentiles y de que al fin de los tiempos «todo»
priraera de Juan; siempre en conexión con
Israel entre en la salvación. De manera pareci­
una negación: ouòelç jtcójtoxe, «nadie ja-
da en 2 Cor 3,14: èjtcoQtüdq xà voqiraxa av-
más», Lc 19, 30; Jn 1, 18; 8, 33; 1 Jn 4, 12;
xcõv. -V JtòjQooiç, Tcaxwto. K. L. Schmidt:
ouTE... jrcbjTOTE, Jn 5, 37; oí) [xf) ôitj;r|oei
ThZ 1 (1945) 1-17: ThWNT V, 1027-1030; X,
jtrónoxE, «no volverá ya jamás a tener sed»,
1226 (bibl.); J. Gnilka, Die Verstockung Is-
6, 35.
raels, München 1961; DTNTII, 54-56.

JKOQÓül põroõ endurecer, hacer insensible,


JIÚQOMTiç, £toç, 1^ põrõsis obstinación,
embotar*
endurecimiento*
En el NT el verbo aparece 5 veces; siempre
En el NT el término aparece 3 veces, siem­
en sentido figurado, y 4 veces en la voz pasi-
pre en sentido figurado, como sucede con el
va, en el sentido de estar endurecido, embota­
verbo -> Jttopóco. Mc 3,5: rtcópcooiç xfjç xap-
do, refiriéndose al «corazón» de los hombres
ôíaç (refiriéndose a los fariseos); Rom 11, 25:
(tres veces) o a sus «sentidos» (una vez). El
JttÓQCOOiç àjtò pépouç X(õ Topaqk Y ÉyovEv
verbo no aparece con este significado en la
(cf. vv. 4s.7 [-)■ JtcoQÓO)].lls); en Ef 4, 18 dí­
LXX.
cese de los gentiles que están excluidos de la
En Marcos dícese dos veces de los discípu­
vida de Dios ôià xf)v Jtrópcooiv xfjç xapôíaç
los de Jesús, que, aun después dei milagro de
auxôv, refiriéndose principalmente a la con-
la multiplicación de los alimentos, no eran ca-
ducta observada por los paganos (cf. w . 17.
paces de tener una fe llena de confianza: f|v
19ss; Rom 1, 21ss). ThWNT V, 1027-1030;
auTÍãv f) x a p ô ía JtEJtcoQoc)p,évTi, 6, 52; jte-
X, 1226 (bibl.); DTNT II, 54-56.
3tojpcop,évTiv êxexe xfiv x aç ô ía v np,õ)v, 8,17
(cf. V. 18 y, a propósito, Jer 5, 21; Ez 12, 2).
Por el contexto (8, 21) se ve que el endureci- jwóç pôs de algún modo, quizás*
miento dei corazón debe entenderse como el En el NT la partícula enclítica jtcóç aparece
hecho de no comprender todavia. Es expre- 15 veces (no se encuentra en los Evangelios),
sión de la dependencia en que el hombre se siempre unida a Ias partículas ei (cuatro veces)
halla de la fe trasmitida por medio de Cristo: o pxí (once veces). eí juüç , «si de algún mo­
tan sólo desde la perspectiva de la cruz se re­ do», Hech 27, 12; «si quizás», Rom 1, 10; 11,
vela el sentido de Ias acciones de Cristo. El 14; Flp 3, 11. pf| Jttoç (-> pT|n:(oç), «no sea que
enunciado profético sobre el endurecimiento de algún modo», 1 Cor 8, 9; 9, 27; 2 Cor 2, 7;
(Is 6, 9-11) se recoge en Jn 12, 40, de t£il ma- 9, 4; «que quizás» (después de cpojJéopai),
nera que a Dios se le considera como la causa 11, 3; 12, 20 (bis); Gál 4, 11; de manera pare­
directa de que el pueblo «no sea capaz de cre- cida en Rom 11, 21 (donde se sobreentiende,
er»; èjKüQCOOEV auxcóv xf)v x a ç ò ia v (Is 6, por el sentido, una frase que expresa preocu-
10 LXX: èjiavúxílTi Y“ Q 'H KOQÔía xoü pación; p,f| Jtcoç falta en Sin A B C y otros) y
Xaov xoúxou). en 1 Tes 3, 5: «(con la preocupación de) que
En Pablo se trata dei endurecimiento de «Is­ tal vez»- Como introducción a una interrogati­
rael» ante la oferta escatológica de la salva- va indirecta: «no sea que tal vez», Gál 2, 2.
1287 JttOÇ 1288

n:íõç põs (partícula interrogativa) í,cómo? Qde qué modo?) en Rom 4, 10a (cf. el desa-
^cómo es que?; jcómo!, jcuán!; nunca, rrollo en v. 10b); Lc 8, 18; Jn 9, 10.19.26 (cf.
imposible; ^qué?; que* los vv. 15 y 21 como interrogativas indirectas;
sin embargo, el v. 16 es una pregunta retórica:
1. Aparición en el NT - 2. Uso modal - 3. íQ u é ? -
4. Expresión de asombro y sorpresa - 5. Exclamación imposible - y también eventualmente el v. 10
- 6. Desaprobación - 7. Compatibilidad - 8. Pregunta i,cómo expresión de incomprensión?-); es
retórica - 9. Interrogativa indirecta. también incierto el sentido de Mt 22, 12 ( ^
5); Lc 1, 34 (cf. v. 37: imposible)-, 1 Cor 15,
B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.; Beyer, Syntax, 126;
BlaB-Debrunner § 106, 436; Liddell-Scott, j.v.; H. 35b (una pregunta retórica que cita a los fal­
Ljungvik, Z u m G eb ra u ch e in ig e r A d v e rb ie n im N T ‘. sos maestros corintios; posiblemente también
Eranos 62 (1964) 29-39, sobre todo 31s. sea modal, si se tiene en cuenta la pregunta
paulina paralela en el v. 35c, en el caso de que
1. En el NT Jicõç aparece 103 veces (sin jtoíq) sea sinônimo).
contar Mc 8, 21 v.l.; en la LXX aparece unas
130 veces). Es un término preferido por el 3. En el griego helenístico Jtõ)ç se usa tam­
Evangelio de Juan (20 veces, nunca con sub- bién en lugar dei pronombre interrogativo
juntivo o con optativo; catorce veces es pre­ neutro xí (Ljungvik), iqué?: Mc 4, 30b (con
gunta retórica como expresión típica de la in- subjuntivo; cf. la segunda interrogativa en el
comprensión; interrogativa directa únicamen­ V. 30c; probablemente una influencia correla-
te en 9, 10.19.26 e interrogativa indirecta tiva dei ablativo latino singular a quo, que
también únicamente en 9, 15.21); es un térmi­ también puede significar «j,cómo?», «),con
no frecuente en Marcos (donde aparece 14 ve­ qué?»); Lc 10, 26 (en contra de Bauer, aqui
ces, siete de ellas en interrogativas indirectas no es modal; en contra de BlaB-Debrunner §
y cuatro en preguntas retóricas). Por el con­ 436, 3 con la nota 2, no hay que tener en
trario, en Mateo (donde aparece 14 veces) cuenta en este apartado la interrogativa indi­
predomina la pregunta retórica (diez veces; en recta de Lc 18, 18, porque tal interrogativa es
interrogativas indirectas únicamente tres ve­ una conclusión sintetizadora: en los vv. 12-15
ces, y por cierto siempre en material de la tra- lo que interesa es cômo hay que oír. El signi­
dición). En el Evangelio de Lucas aparece 16 ficado de I qué? está claro en Hech 2, 8 (cf. el
veces (siete veces en interrogativas indirectas, objeto en el v. 11b), lo mismo que en Ias inte­
cinco veces en preguntas retóricas), y en He- rrogativas indirectas de 1 Cor 3,10 (cf. v. 12);
chos, 9 veces (siete veces en interrogativas in­ Col 4, 6 (donde se recuerda concretamente el
directas; como pregunta retórica solamente en contenido dei escrito; cf. v. 3: xò [xuoxf|-
8, 31 [una vez con optativo]). En Pablo apare­ Qiov); Mc 5, 16; Ap 3, 3.
ce 22 veces; ocho veces en Romanos (con ex-
cepción de 4, 10, siempre como pregunta re­ 4. JTtõç como interrogativa que expresa
tórica); nueve veces en la Carta primera a los asombro {no comprendo que; cómo es posible
Corintios (cinco veces como pregunta retóri­ que) se desKnda dificilmente dei jtüõç en Ias
ca; cuatro veces como interrogativa indirec­ preguntas retóricas: Mt 21,20 (a causa dei ad­
ta); como pregunta retórica: Gál 2, 14; 4, 9; 2 vérbio que sigue -> 5); es posible también co­
Cor 3, 8; como interrogativa indirecta: 1 Tes mo connotación en Lc 1, 34 ( ^ 2); Hech 2, 8
1, 9; 4, 1. Además, como interrogativa indi­ (-> 3; Mc 4, 40 v.l., ya que en Marcos no apa­
recta: Col 4, 6 par. Ef 5, 15; 2 Tes 3, 7; 1 Tim rece nunca con una negación: cf. GNTCom
3, 15; Ap 3, 3; como pregunta retórica: 1 Tim 84).
3, 5; Heb 2, 3; 1 Jn 3, 17 (v.l. 4, 20).
5. De ahí que se use también como partícu­
2. La partícula interrogativa adverbial con la exclamativa en exclamaciones de asombro
indicativo tiene claramente un sentido modal (en vez de mç: BlaB-Debrunner § 436, 1):
1289 3IC0Ç 1290

jcuán!'. Mc 10, 23 (par. Lc 18, 24 con el re- n/2, 522 nota 9) —y así sucede también segu­
fuerzo de un advérbio, como lo exigen Ias re­ ramente en el único pasaje de Mateo de carac­
gias dei buen decir en griego: Kühner, Gram- terísticas similares; Mt 16, 11 (y no en el sen­
matik \V \, 663); Mc 10, 24 (con un adjetivo); tido de otJnco)-. Encontramos de nuevo una
Lc 12, 50; Jn 11, 36; posiblemente también apódosis simple en 1 Tim 3, 5 (provérbio en
Mt 21, 20 (Liddell-Scott; C. F. D. Moule, An paréntesis); Heb 2, 3; 1 Jn 3, 17; Mt 12, 26
Idiom-Book o f the New Testament Greek, par. Lc 11, 18 (abreviada en Mc 3, 23); Mt 22,
Cambridge ^1959 [= 1971], 132 con la nota 45; Jn 3, 12; 5, 47; 6, 42 (abreviada en el v.
de la p. 207; -» 4). 52); 8, 33; 14, 5.9. Con Ias oraciones en orden
inverso: Mt 12, 29.34 (repetida abreviada­
6. Guando la pregunta sugiere más intensa­ mente con subjuntivo en 23, 33); Hech 8, 31;
mente la desaprobación Qcómo puedes de­ Jn 3, 4 (repetida abreviadamente en el v. 9); 4,
cir?, ^con qué derecho?), es difícil desHndar- 9; 5, 44; 7, 15. La partícula de la conclusión
la de Ias interrogativas expuestas en ->• 4 y en experimenta además un refuerzo en el sintag­
^ 8: Mc 12, 35 par. Lc 20, 41; Mt 7 ,4 par. Lc ma, de buen estilo griego, x a l Jtcôç (totalmen­
6, 42; Mt 22, 12; Lc 12, 56 (nótese el voca- te imposible, descartado por completo: Küh­
tivo). ner, Grammatik II/2, 518 nota 5; BlaB-De­
brunner § 442, 5b con la nota 16): Mc 4, 13
7. Asimismo, será difícil deslindar de ->■ 8 (con futuro como en la lengua clásica; cf. Lc
la pregunta acerca de la compatibilidad obje­ 1, 34; Mt 7,4; 12, 26); 9,12; Lc 20, 44; Jn 12,
tiva Qcon qué razón?, len qué sentido?, icó- 34 y, como variante textual original, también
mo es que?): BlaB-Debrunner § 442, nota 16): 14, 5.9.
Mc 9, 12 («Si Elias ha de venir primero y ha
de restaurar todas Ias cosas, icónw es que es­ 9. De los 37 testimonios de interrogativas
tá escrito...?»; Mt 22, 43; 26, 54 (con subjun- indirectas con referencias metalingüísticas, la
tivo deliberativo en vez dei futuro clásico: im- pregunta implica cuatro veces el significado
posible). de qué (-^ 3). Después de verbos de percibir,
conocer y hablar, Jtcõç significa casi siempre
8. La pregunta retórica interroga siempre cómo (en lugar de õjuoç): 1 Tes 4, 1 (con ar­
acerca de la compatibilidad y contiene en sí tículo anafórico que da a Jttõç el valor de sus-
su respuesta, que se presupone evidente: im- tantivo; par. Ef 5,15; 1 Tim 3, 15 como refle-
posible. Por eso, se emplea tipicamente en el xión sobre lo que se ha dicho hasta entonces
curso de la argumentación y se hace así clara­ en la carta); Lc 12, 11 (par. Mt 10, 19; 1 Cor
mente para introducir una apódosis como 7, 32.33.34 con subjuntivo deliberativo); 12,
conclusión lógica, después de una prótasis 27 (par. Mt 6, 28); Mc 11,18 (con subjuntivo,
condicional o causai: Gál 2, 14 (st con indica­ par. 14, 1.11; Lc 22, 2.4 con artículo anafóri­
tivo de caso real: «Puesto que [no: «si»] tú... co como en Hech 4, 21: Kühner, Grammatik
es imposible que seas capaz...»); 4, 9 (des­ II/l, 625s); Hech 15, 36; 20, 18. Además,
pués de un participio causai); 1 Cor 14, jTüiç se usa cada vez con mayor frecuencia en
7.9.16; 15, 12; Rom 3, 6; 6, 2; con Ias oracio- lugar de õxi (que\ compárese Hech 9 ,27b.27d
nes en orden inverso (y, por tanto, con sub- con el v. 27c; Moulton, Grammar III, 137 no­
juntivo deliberativo) en Rom 10, 14a.b.c.l5. ta 2; BlaB-Debrunner § 396,1 con la nota 5: 1
Por el contrario, con Ias conclusiones en or­ Tes 1,9 (par. Lc 8, 36; Hech 11,13); Mc 2, 26
den normal, 2 Cor 3, 8; Rom 8, 32 tienen ade- (par. Mt 12, 4); 12, 26.41; Lc 14, 7; Hech 12,
más una negación en la apódosis, de lo cual se 17; 2 Tes 3, 7.
deduce el significado afirmativo; con toda se-
guridad, ciertamente (Kühner, Grammatik W. Schenk
1291 1292

'Paáp, 'Pa/áp Rhaab, Rhachab Rajab 213: Hahn, Hoheitstitel, 74-95; M. Hengel, Segui-
miento y carisma, Santander 1981, 46-63; E. Lohse,
(Rahab)* çappí, QaPPouví, en ThWNT VI, 962-966; R. Ries-
El nombre de la «prostituta Rajab», que se- ner, Jesus ais Lehrer (WUNT II/7), Tübingen 1981,
gún Jos 2, Iss había escondido en la azotea de 266-276; H. P. RUger, en TRE III, 608; A. Schulz,
su casa en Jerico a los dos espias de Israel y Nachfolgen und Nachahmen (StANT 6), München
1962, 21-49; H. Shanks, Is the Title «Rabbi» Anachro-
que, por este motivo, salvó su vida, según 6, nistic in the Gospels?: JQR 53 (1962-1963) 337-345;
17.22s.25, al ser destruida la ciudad, aparece IcL, Origins o fth e Title «Rabbi»: JQR 59 (1968-1969)
3 veces en el NT; eon la forma T a á p (como 152-157; B. T. Viviano, Rabbouni and Mark 9, 5: RB
trascripción dei hebreo rãbãb, cf. Bla6-De- 97 (1990) 207-215; S. Zeitlin, The Title Rabbi in the
Gospels is Anachronistic: JQR 59 (1968-1969) 158-
brunner § 39, 3 con la nota 4; Josefo, Ant 5, 8: 160; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1257.
TaápT] junto a la v.l. T axaP ij) en Heb 11,
31, donde la conducta de la prostituta en Jeri­ 1. En el NT pap p í aparece únicamente en
co se atribuye a su fe (jtíOTEL T a à p JtÓQVt] los Evangelios, pero falta en el Evangelio de
of) ouvaJtmÀETO, cf. cf. Jos 2, 9ss), y en Sant Lucas. Los 15 testimonios que hay en total, se
2, 25, donde su acción se considera como encuentran en los siguientes pasajes; Mc 9, 5
obra determinada por su fe (T a à p J t ó p v q (el vocativo gappí es sustituido en los luga­
oux EQywv èÔLxaui[)'&Ti[;]). Con la forma res paralelos; en Mt 17, 4 por xúqle; en Lc 9,
T a x á p aparece en la genealogia de Jesus se­ 33, por EJtíoxaxa); 11, 21 (se omite en Mt 21,
gún Mt 1, 5, donde Rajab figura como madre 20); 14, 45 par. Mt 26, 49; Mt 23, 7.8 (mate­
de Booz y, por tanto, como bisabuela de Jesé, rial peculiar); 26, 25 (material peculiar, a di­
padre de David (mientras que los textos rabi- ferencia de Marcos); Jn 1, 38.49; 3, 2.26; 4,
nicos la conocen como esposa de Josué, como 31; 6, 25; 9, 2; 1 1 ,8 .- Jn 1, 38 traduce el vo­
madre de la que descienden sacerdotes y pro­ cativo Qappí por ôiôáoRa)i.E (cf. 3, 2); Mt
fetas, y como prosélita, cf. MekEx 18, 1; Si- 23, 8 nos da a conocer igualmente que ôiôáo-
freNúm 78 a propósito de 10, 29). ThWNT otaXoç es el término equivalente, pappí apa­
III, 1-3: sobre todo 3; BHH IR. 1547; Haag, rece predominantemente como un vocativo
Diccionario, 1643; Maredsous, Diccionario dirigido a Jesús (excepciones; Mt 23, 7.8; Jn
enciclopédico de la Biblia, Barcelona 1993, 3, 26).
1297s; J. D. Quinn: Bib 62 (1981) 225-228; La forma paPPouví se encuentra única­
R. E. Brown: Bib 63 (1982) 79s. mente como vocativo dirigido a Jesús: Mc 10,
51 (en boca dei ciego; jen Mt 20, 33 y Lc 18,
Q a p p í rhabbi ;Rabí, mi senor!* 41 sustituido por rúqie !) y Jn 20, 16 (en lá­
g a p p o u v í rhabbouni jmi senor, mi due- bios de Maria Magdalena, que se halla ante el
no!* Resucitado). En Jn 20, 16 esta forma se expli­
ca mediante el vocativo ôtôáoRaÀE. El texto
1. Aparición en el NT - 2. Contenido semântico y «Occidental» (D it) escribe en Mc 10, 51 xú-
trasfondo judio - 3. Evangelios sinópticos - 4. Evan-
gelio de Juan. QLE gappí en lugar de gaPPouvL

Bibl.\ Dalman, Worte, 266s, 272-280; J. W. Doeve, 2. En el judaísmo, en tiempos de Jesús, la gen­
en BHH IH, 1541-1545; J. Donaldson, TTie m i e Rabbi te se dirigia a Ias personas doctas llamándolas
in lhe Gospels...: JQR 63 (1972-1973) 287-291; B. rabbi, «itni senor!» (transcrito por QaPPí; Dal­
Gerhardsson, Memory and Manuscript (ASNU 22), man 272, que hace referencia a Mt 23, 7). rab era
Uppsala 1961, 324-335; Goppelt, Theologie I, 211, el tratamiento que se aplicaba frecuentemente al
1293 QOppí —çapSí^ü) 1294

doctor (de la ley) {ibid. 274); el significado origi­ Mateo limito característicamente el uso de
nal es «grande». De rab se deriva también rab- gappí.. A los doctores de la ley, dei judaísmo
bãn. El arameo palestinense preferia la termina- les gusta que los llamen gappí (Mt 23,7). Por
ción en -ôn a la terminación en -ãn, obteniéndose
el contrario, los discípulos de Jesús no deben
así la forma rabbôn, de la cual procede el vocati-
vo gaPPonví, ;mi senor! (Dalman, 267). Sobre la aplicar este título a nadie, porque Jesús es su
cuestión acerca de si los Evangelios aplican «ana- único Maestro, y ellos entre sí son hermanos
crónicamente» el título de gappí, cf. la discusión (23, 8). Tan sólo el traidor Judas usa el el vo­
entre Shanks, Zeitlin y Donaldson. Guando la tra- cativo gappí para dirigirse a Jesús (26, 25.49).
dición evangélica traduce los vocativos gappí y
QaPPotJví por los conceptos «maestro» y «se­ 4. En el cuarto Evangelio, el vocativo QCxP-
nor» (-► 1), entonces reproduce fielmente los Pí, desde su primera aparición (Jn 1, 38), se
contenidos semânticos que estos conceptos tenían traduce por «jMaestro!». Se emplea en 1, 38
en el judaísmo. Sin embargo, hay que tener pre­
sente que el judaísmo contemporâneo no limitaba para dirigirse a Jesús, y, por cierto, en lábios
todavia el vocativo «rabí» a los eruditos de pro- de antiguos discípulos de Juan. Los discípulos
bada formación y ordenados para el oficio de la de Juan aplican este título al Bautista (3, 26).
ensenanza. Si no se tiene en cuenta esto, entoncesEn boca de Natanael (1, 49), el vocativo «ra­
surgen fácilmente interpretaciones que presentan bí» introduce la confesión de que Jesús es el
demasiado esquemáticamente Ias relaciones entre Hijo de Dios. Nicodemo acompana el vocati­
Jesus y el grupo de sus discípulos, ajustándolas a
vo con Ias siguientes palabras; «Sabemos que
Ias relaciones existentes entre el doctor de la ley
has venido de parte de Dios como Maestro»
y los discípulos que estudiaban la ley (cf., a pro­
pósito, Hengel; -> axoXoudéu) 4). Hahn (76) se- (3, 2). Los discípulos de Jesús emplean tam­
ííala el hecho probado de que, en los Evangelios, bién el vocativo «rabí» en 4, 31; 9, 2; 11, 8
el vocativo «rabí» se relaciona sólo secundaria­ para dirigirse a su Maestro. En 6, 25 encon­
mente con la idea dei seguimiento y dei discipu- tramos este vocativo en lábios dei pueblo. El
lado (Mc 10, 51s).
vocativo corresponde a Ias relaciones de los
3. El hecho de que a Jesús, durante su acti- [tadqxaí con su Maestro (cf. 1, 38; 3, 25s; 4,
vidad en la tierra, se le aplico efectivamente 31; 9, 2; 11, 8). gappouvt se halla atestigua-
el vocativo Qa^pí resalta por la tendencia que do unicamente como vocativo dirigido al Je­
se observa en la tradición a relegar este voca­ sús resucitado (20, 16). El título, en este caso,
tivo (Mateo) o a evitarlo por completo (Lu­ pretende sobrepasar el vocativo x ú q l e ( v . 15),
cas); 1. El vocativo ôiôáoxaA.8 (Mc 4, 38; con que se había dirigido la palabra al su-
9, 17.38; 10, 17.20, 35 y passim), frecuente puesto jardinero (pero cf., no obstante, ròv
en los Evangelios (con excepción dei Evange- xÚQiov en el V. 18 y la confesión de Tomás en
lio de Juan), traduce seguramente en muchos 20, 28). El Evangelio de Juan evita el vocati­
pasajes un pappí, original (-> òiS áoxo 4.a), vo ôiôáoxa>LE (prescindiendo de la «traduc-
pap p í pertenece ya a la tradición anterior a ción» que se da en 1, 38 y 20, 16). La excep­
Marcos. Falta en la fuente de logia (cf., a pro­ ción es el pasaje «sinóptico» en 8, 4 (v.l.).
pósito, Hahn, 75). En Marcos, el vocativo G. Schneider
Qappí, dirigido a Jesús, se pone en lábios de
Pedro (9,5; 11, 21) y de Judas (14,45). El he­
Q aPPoiiV Í rhabbouni jmi senor, mi due-
cho de que el ciego de Jerico se dirija a Jesús
no!
llamándole gaPPonví (10, 51), corresponde
gappi.
seguramente, por un lado, al relato según lo
trasmitía la tradición. Y muestra, por otro la­
do, en el contexto de Marcos, la mayor dis­ Q a p ô í^ to rhabdizo apalear, golpear (con
tancia en que se halla con respecto a Jesús una vara), azotar*
una persona que no forma parte dei grupo de En el NT el verbo aparece 2 veces para re-
los Doce. ferirse al castigo romano de la flagelación
1295 êapôíÇco - QayaiJ 1296

(yerberatio), que podia aplicarse como escar- (QÓpôoç tfjç en^ÚTqtoç / xfjç PaaiX,eíaç, 1,
miento y también como tortura en los interro­ 8 [bis], cita dei Sal 44, 7 LXX). 9, 4 mencio­
gatórios (pero nunca a ciudadanos romanos; na «la vara florecida de Aarón», que se guar-
cf. -*■ p,aaTiYÓco). Según Hech 16, 22, Pablo y daba en el arca (q qápôoç ’AaQcbv q pXao-
Silas fueron condenados por los pretores ro­ tq o a o a ); cf. Núm 17, 14ss, esp, v. 15; cf.
manos en Filipos a la pena de flagelación (pú­ además ThWNT VI, 970, lOss), y finalmente
blica) por haber causado alboroto público 11, 21 se refiere al bastón, sobre cuyo extre­
(èxÉXeuov QapôíÇeiv; cf. v. 23; JtoÀXáç te mo se apoyó (xò o m q o v xqç QÓpôou aíixoõ)
èjtt&évTEç aÚTOLÇ vv. 35 y 38: la el anciano Jacob para inclinarse (ante Dios)
mención de los gapôoõxoi, los «lictores», en senal de humildad (cf. Gén 47, 31 LXX, a
que llevaban los haces de varas; cf. además el diferencia dei texto hebreo: rõ’s hamminâ,
V. 37). Según 2 Cor 11, 25 Pablo sufrió tres Jacob se inclinó sobre «la cabecera dei le-
veces este castigo (xQiç èpçapôío^&qv), ade­ cho»).
más de Ias cinco veces que fue azotado en Ias El Apocalipsis habla de la vara de medir se-
sinagogas, v. 24. ThWNT VI, 971. mejante a un bastón (-> x á la p o ç ôpoioç
pápôo), 11, 1, cf. Ez 40, 3), y dei cayado (de
hierro) como senal dei dominio escatológico
Q á p ô o ç , OV, ^ rhabdos paio, vara, bas- sobre Ias naciones (jTopaívto... èv pripôq) oi-
tón, cetro* ÔEQÕ, Sal 2, 9 LXX), un cayado que se en­
En el NT el término aparece 12 veces, cua- contrará en manos de Cristo (Ap 12, 5; 19,
tro de ellas en la Carta a los Hebreos y otras 15) y también dei «vencedor» (2, 27); cf.
tantas en el Apocalipsis. SalSl 17, 24; también Is 11, 4. ThWNT VI,
Según Mt 10, 10 par. Lc 9, 3 (Q), a los dis­ 966-970.
cípulos enviados por Jesús no se les permite
llevar un bastón de caminante (p-qôè [Mt] /
p.qte [Lc] QÓpôov); a diferencia de Mc 6, 8 g a p ô o v / o ç , OV, ó rhabdouchos lictor,
(el pt] pápèov póvov), donde el único equi­ portador dei haz de varas, alguacil*
po que se permite llevar a los mensajeros es el Hech 16, 35.38 habla de los lictores roma­
bastón de caminante (y Ias sandalias, v. 9). nos de Filipos, a quienes se menciona siempre
Mientras que la versión de Marcos puede en- en relación con sus correspondientes «preto­
tenderse como ima suavización (cf., a propó­ res» o duumviri; ->• papôíÇco (tecnicismo dei
sito, J. Gnilka, El Evangelio según San Mar­ lenguaje administrativo, cf. Polibio V, 26,
cos I, Salamanca 1992, sub loco), vemos que 10). De ordinário los oxpaxqyoí de Ias ciuda-
la rigurosa prohibición de llevar toda clase de des tenían siempre a su disposición dos licto­
equipo, en Q, podría acentuar la diferencia res. ThWNT VI, 971s.
entre los mensajeros dei cristianismo primiti­
vo y los predicadores itinerantes de la escuela rhabitha muchacha
cínica, de los que eran característicos la mo­
En Mc 5, 41 la variante textual de D pappi
chila, el bastón y el manto (cf. M. Hengel, Se-
■OaPixá, en lugar de taXiOá, se deriva de la
guimiento y carisma, Santander 1981, 31s).
forma femenina paPiO-á, que es trascripción
1 Cor 4, 21 se refiere (ironicamente) a la
dei arameo rabita’, «muchacha»; cf. TREIII,
vara como instrumento de corrección y casti­
609.
go: EV Qápôq) eXOco JtQÒç 'ópãç(;). (Lo opues-
to: èv òiYájtq.) Se piensa quizás en el Jtai-
òaytüyóç griego, cf. v. 15, que hacía uso fre- Rhagau Ragau*
cuentemente de la vara. Nombre dei padre de Serug e hijo de Peleg
En la Carta a los Hebreos se trata dei cetro (cf. Gén 11, 18-21; en hebreo r^‘ü) en la
de Dios en manos dei Hijo como soberano genealogia de Jesús: Lc 3, 35.
1297 gaôioíiQYTjfia - T a j iá 1298

QaôlOt)QY'nM’^ ’ «TOÇ, t ó rhadiourgêma probabilidad se deriva dei arameo rêqã’ («va-


frivolidad, impostura, pillería* cío, frívolo»), y dificilmente de gáxoç («an-
Hech 18, 14; QaôioÚQY''!!'^® :rtovTiQÓv, des- drajo, bribón»). rêqã’ es un insulto judio (cf.
pués de àôíjtnpa, como un delito que exige bBer 32b; bSan 100a), que aparece también en
castigo judicial: «malvada impostura». un papiro de Zenón, como préstamo léxico
griego; 'A vtíoxov xòv QO^ãv (Preisigke,
Sammelbuch, 7638, 7). El término tiene casi
Q aôloV Q Y Ía, a ç , rhadiourgia livian-
siempre la coimotación de cabeza hueca o es­
dad, engano, maldad*
túpido. Y así se ve también en la interpreta-
En Hech 13, 10 dícese que Elimas el Mago
ción que hacen de él los padres de la Iglesia.
estaba «lleno de todo engano y maldad (Jtav-
En cuanto a su significado, dificilmente se dis-
TÒç bokov x a i Jtáoqç èaôiouQYÍoiÇ)»; lo tinguirá de pmgé, que viene a continuación, ->■
opuesto: ôixaiooúvq.
pcoQÍa 3. Billerbeck I, 278s; G. Dalman, Je-
sus-Jeschua, (Leipzig 1922) Darmstadt 1967,
p a iv o ) rhainõ salpicar, rociar 68-71; Bauer, Wõrterbuch, í . v. (bibl.); ThWNT
Ap 19, 13 v.l. en voz pasiva: l[iátiov q e - VI, 973-976; X, 1257 (bibl.); R. A. Guelich:
Q avuopévov a íp a ti, en vez de PEPapp,é- ZNW 64 (1973) 39-52; TRE IH, 608.
vov, de pájtTOO, cf. ->■ pajtxíÇo) 9).
Q a x o ç , o v , TÓ rhakos trozo de tela, re-
'P a i q ) á v Rhaiphan Refán (Romfán)* miendo*
Según Hech 7, 43 (p^‘* Sin'’ A y otros), el En Mc 2, 21 par. Mt 9, 16 encontramos la
nombre de una divinidad pagana cuya conste- frase: èjtíp)í,T)[j,a gáxonç aYváqjon, «echar
lación ayudó a que los israelitas se orientaran un remiendo de tela nueva en un vestido vie-
durante su peregrinación por el desierto, con jo», en la advertência de Jesús contra la idea
arreglo a Am 5, 26 LXX. La forma dei nom­ de que lo «nuevo» (el reino de Dios) se em-
bre varia en los manuscritos de la LXX y dei plee como un remiendo que se echa sobre lo
NT (Topqpáv(-áp), Tepqpáv(-á(i), 'PEq)á y «viejo», porque entonces lo nuevo tirará de lo
otras formas similares) y difiere de la forma viejo y lo romperá; cf. además Lc 5, 36; Ev
que tiene en el TM (kiyyün). El nombre que Tom 47; también Eclo 9, 10. F. Hahn: EvTh
aparece en Am 5, 26 se basa en el nombre de 31 (1971) 357-375.
un dios astral acádico kêwãn (= Saturno), que
fue leído por los masoretas con la vocaliza-
ción correspondiente a siqqüs, «aboraina- 'P a f i á Rhama Ramá*
ción», y que fue transcrito por la LXX como Ciudad (en hebreo rãmâ) situada en el terri­
'Paiqpáv (en vez de Katcpáv). RE XVI, 639- tório de la tribu de Benjamín (Jos 18, 25), a 8
km al norte de Jerusalén, cerca de la frontera
649; BHHI, 300; III, 1622; H. Haag, Bibelle-
entre Judá e Israel (actualmente; er-Râm); cf.
xikon, Zürich ^1982, 942; Haag, Diccionario,
además Jue 9, 13; 1 Re 15, 17ss; Is 10, 29; Os
1731; Maredsous, Diccionario enciclopédico
5, 8. Según Jer 31, 15, Raquel, como ascen-
de la Biblia, Barcelona 1993, 1306; E. Haen-
diente de la tribu de Benjamín (cf. Gén 35,
chen, Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco
16-20), se lamenta en Ramá de que se haya
con la nota 3; G. Schneider, Die Apostelges-
deportado a sus hijos. Así como Gén 35, 19
chichte I (HThK), sub loco.
pone ya secundariamente en relación con Be-
lén la tumba de Raquel (cf. Gén 48, 7; Jub 32,
^a> eá rhaka frívolo, cabeza de chorlito, lo­ 34; también Miq 5, 1: «Belén-Efrata»; al nor­
co* te de Belén existe actualmente el monumento
Mt 5, 22 presenta el término como un insul­ de la tumba de Raquel, que data dei tiempo de
to (v.l. Qa%á Sin* D W), que con la mayor los cruzados), localizada entre Bet-El y Efra-
1299 T afiá - QavTianóç 1300

ta (cf. 1 Sam 10, 2; en la linde entre Benjamín ponen el nuevo pacto y el antiguo. Los dos
y Efraín), así también Mt 2,18 relaciona el la­ entraron en vigor mediante el derramamiento
mento de Raquel -según Jer 31, 15- con la de sangre. Según Heb 9, 19.21 Moisés, en el
matanza de los ninos en Belén; qpmvf] èv Sinai, «roció el libro (de la ley) y también a
'Pa^ià f |M O 'ú a '& T ] . . . Kopp, Stãtten, 18-21 y todo el pueblo» (aí)TÓ t e x ò PtpUov x a l
82s; BHH III, 1547s; Haag, Diccionario, JT Ó v x a x ò v Xaòv E Q Q á v x io e v , v. 19), «y de la
1643sy 1645. roisma manera roció con la sangre el tabemá-
culo y todos los objetos de culto» (xcü a í p a x i
QavTÍÇo) rhantizõ rociar, purificar por me­ ópoíroç È Q Q ávxiO E V , V . 21). Sin embargo, en
dio de una aspersión; en voz media, puri- Ex 24, 3-8 no hay aspersión sobre el libro y
ficarse* los objetos de culto (cf., a propósito, Lev 16,
El verbo aparece cuatro veces en el NT, to­ 14ss; Núm 19, 4) ni se habla de los x g á y o i
das ellas en Heb 9s; tres veces refiriéndose a («machos cabríos»; cf. Lev 16, 5ss; mencio­
la aspersión cultuai de personas u objetos con nados junto a los póc^oi, y faltan también
sangre o al agua lustrai para la purificación y nôcoQ, EQtov xóxxivoç y noacojtoç (cf. Lev
la expiación según Núm 19, Iss; Lev 14, 4-7 14,4ss; Núm 19, 6) -todos ellos mencionados
etc. El verbo se emplea una vez en sentido fi­ en Heb 9, 19 (póoxcov x a l xóõv x Q á y c o v se
gurado para referirse a la «aspersión» en los omiten en p"^®Sin^ K L y otros)-.
corazones (Heb 10, 22). Al autor de la Carta a los Hebreos le intere-
En Heb 9, 13 se habla de la «sangre de los sa fundamentalmente contraponer al a í p a
machos cabríos y de los toros» (cf. Lev 4, x f jç ô i a f h í x T i ç mencionado en Ex 24, 8 y que
6.17; 16, 14s.l8s) y de Ias «cenizas de la ter- se cita en Heb 9, 20, el efecto expiatório defi­
nera» (cf. Núm 19, 2ss.9.17ss), que se emple- nitivo de la rauerte sacrificial de Cristo, que
an para rociar a Ias personas que han contraí­ sobrepasa y suspende todos los actos de puri­
do impureza: TÒ a lp a TQáyoov x a l taíigcov ficación y expiación dei antiguo pacto. De ahí
xaL OJtoôòç ô a p á le to ç pavríÇ onoa xonç que sólo un uso figurado de Qavxí^co expresa
xexoivcopévouç. Con arreglo a Núm 19, acertadamente el efecto salvífico -comunica­
17ss, Ias cenizas de la temera, como ingre­ do por medio dei bautismo- que la muerte de
diente dei agua de la purificación, representan Cristo tiene para los creyentes, «cuyos cora­
a la temera misma. Según el contexto de la zones, por la aspersión (con la sangre de
Carta a los Hebreos, se trata de la expiación Cristo), están purificados ( Q E Q a v x i o p é v o i
durante el gran día de la reconciliación (cf. x à ç x a g ò í a ç ) de la mala conciencia», 10, 22;
Heb 9, 7.12.14), un ritual que aqui se amplia cf. también Sal 51, 9; Ez 36, 25; IQS 4, 21; ^
para dar cabida también al agua de la purifi­ g a v x i o p ó ç , Heb 12, 24.
cación, de la que se habla en Núm 19. Esta La voz media de QavxíÇm se encuentra a
combinación permite al lector ver conjunta­ propósito de los lavados de purificación en
mente la aspersión de objetos cultuales en el Mc 7, 4 Sin B y otros, en lugar dei verbo
santuario, según Lev 16, 14s.l8s, y la purifi­ paitxí^opaL (-»• Parcxí^o) 9). ThWNT VI,
cación de Ias personas según Lev 14, Iss; 976-984; X, 1257 (bibl.); DTNT IV, 147s.
Núm 19, lls s (después de la lepra y dei con­ H. Baiz
tacto con un cadáver), y hace posible contra-
poner estos médios de expiación -que sólo
producen la purificación de la carne—a la san­ g a v T i a f io ç , o t í, o rhantismos rociada, as­
gre de Cristo, que purifica de obras muertas a persión*
la propia conciencia y permite así tributar a Según Heb 12,24, los creyentes han llegado
Dios el culto verdadero (Heb 9, 14). «a ser rociados con la sangre (de Jesús) (aí-
De manera parecida, en 9, 15ss, refiriéndo­ paxi Qavxiapoõ)», que habla más elocuente-
se al pacto concertado en el Sinai, se contra- mente que la sangre de Abel (cf., a propósito,
1301 QavTia(ioç — Qaqjiç 1302

10,4; Gén 4,10), a saber, que habla más dei tadas, cf. Billerbeck I, 1024s; Josefo, Ant
perdón que de la venganza. La frase se ha mo­ Vin, 408 (pairí^co como traducción de Jta-
delado quizás con arreglo a la expresión vete- xáaoQ) èm xpv oiayóva, 3 Re 22, 24); Os
rotestamentaria uôcüq p av tio p o ü (cf. Núm 11,4; Is 50, 6. Está claro que en Mt 5, 39 (ga-
19, 9.13) y expresa, por tanto, fundamental­ JtíÇei ELç xfiv ô e |tà v otayóva) se trata de un
mente (sintetizando Heb 9,lss) la superiori- golpe dado con la mano sobre la mejilla (o
dad de la muerte expiatória de Jesús sobre los posiblemente con el dorso de la mano, como
médios de expiación dei antiguo pacto; -+ senal de especial afrenta, cf. BQ 8, 6; Biller­
éavTÍÇco. beck I, 342s; pero es posible que ôe| lóç, en
En 1 Pe 1,2 la frase elq gavTiofxòv aíp a- vista de lo que se dice en Mt 5, 29s; 6, 3, se
Toç I tiooO relaciona la vida de los creyentes, emplee aqui sin intención especial).
determinada por el Espíritu y por la obediên­
cia, con la muerte salvífica de Cristo. La yux-
ç á T I ia ^ a , atO Ç , TÓ rhapisma golpe, bo­
taposición de im axofi y pavxiopóç y de la
fetada*
preposición alç, que especifica la finalidad,
Mc 14, 65: QajtíopaOLv kappávco como
sugiere una vida que permanece en la obe­
expresión vulgar, «reibir a alguien a golpes»
diência y en la reconciliación dei nuevo pac­
(cf. la expresión latina: verberibus accipere,
to, obrada por la muerte de Cristo (cf. Heb
BlaÜ-Debrunner § 5, 4; 198 con la nota 3;
9,14; 12,24), y se refiere menos probablemen-
kapPávo) 3.c); ÔLÔcopt g ám opa, Jn 18, 22;
te al bautismo como acontecimiento de una
ôíôcüixi g airío p ax a, 19, 3, «dar a alguien
vez para siempre, por el cual uno acepta la ex­
una(s) bofetada(s) / gopear en el rostro»; Cf.
piación efectuada por la muerte de Jesús; cf. Bem 5, 14; Diogn 1, 4. gartíÇo).
también Bem 5,1; 8,3 (L. Goppelt, Der erste
Petrusbrief [KEK], 83s, refiriéndose a IQS
3,6-8, supone en 1 Pe 1,2 la influencia de una Q á a o o ) rhassõ golpear, sacudir, tirar al
catequesis bautismal en la que el bautismo se suelo
interpreta «como vocación al estado de salva- En Mc 9, 18 D en vez de la forma jónica ->^
ción», y no considera este texto como una re- QT|a0oo, que se emplea también en la Koiné y
flexión sobre diversos «actos individuales de que en ella se ha fusionado quizás con Qfjy-
un rito bautismal» [84]). En documentos no vufii (cf. BlaB-Debmnner § 101, nota 72).
bíblicos no se halla atestiguado el término
çavTiopóç. ThWNT VI 976-984; X 1257
Q atpíç, íô o ç , rhaphis aguja, aguja de
(bibl.); DTNTIV 147s.
coser*
H. Balz PeXóvT], T]ç, ^ belonê aguja*
xgfjpa, axoç, xó trema orificio, agujero,
ojo de una aguja*
Q aníÇ o) rhapizõ golpear (con un bastón o tQup,a).Lá, ãç, ■q trymalia agujero, ojo de
una vara), golpear en la mejilla* una aguja*
En Mt 26, 67 podría pensarse en los golpes TQÚJtqfia, axoç, xó trypêma orificio perfo-
que se dan con bastones o con varas (lo mis- rado, agujero, ojo de una aguja*
mo que generalmente en la literatura griega)
(en sentido absoluto la expresión oí ôè epá- 1. Aparición y significados - 2. El «ojo de una agu­
u ioav despues de -► èpTtTXHo y -> xoXaq)í-
ja» en provérbios judios - 3. Mc 10, 25 par. Mt/Lc.
Çm). Ahora bien, la conexión con el v. 68 (-+ E. Best,
B ib l.: T h e C a m e l a n d th e N e e d le ’s E y e (M k
Jtaíco, cf. Lc 22, 64) permite interpretar los ET 82 (1970-1971) 83-89; S. Legasse,
10, 2 5 ): Vag-

golpes como expresión de insultos y afrentas, Paris 1966; R. Leh-


p e l d u r ic h e ( M a r c 10, 1 7 -3 1 p a r.).
mann-K. L. Schmidt, 7 u m G le ic h n is v o m K a m e l u n d
de tal modo que habrá que suponer que se tra­ ThBl 11 (1932) 336-340;
N a d e lõ h r u n d V e rw a n d te s:
ta sobre todo de golpes en el rostro o de bofe­ O. Michel, xá|XT)Loç, en ThWNT III. 597-599; P. S.
1303 Qatpíç - 'Pepéjíjta 1304

Minear, The Needle’s Eye: JBL61 (1942) 157-169; G. hablar la dificultad (jno la imposibilidad!) de
Schneider, Das Evangelium nach Lukas (ÔTK) II, Gü- que los ricos entren en el reino de Dios (cf.
tersloh-Würzburg 1977, 370s; N. Walter, Zur Analyse Mc 10, 23 par.: ôuoxóÀcuç).
von Mc 10, 17-31: ZNW53 (1962) 206-218; más bi­
bliografia en -> ná|iiXoç. G. Schneider
1. En el NT los cinco vocablos aparecen en
los siguientes pasajes; Qoqiíç en Mc 10, 25 Q t t /á rhacha frívolo, cabeza de chorlito,
par. Mt 19, 24 (ojo de una aguja); PeX,óvTi en loco
Lc 18, 25 a diferencia de Mc 10, 25 (ojo de Mt 5, 22 Sin* D W como transcripción di­
una aguja)-, Tpfjfxa en Lc 18, 25 par. Mt 19, vergente dei arameo rêq ã \ en lugar de
24 B Sin* (ojo de una aguja); XQup.aX.iá en Qauá.
Mc 10, 25 par. Mt 19, 24 C © al {ojo de una
aguja); TQÚJtT][xa en Mt 19, 24 a diferencia de
Mc 10, 25 (ojo de una aguja). Los vocablos 'P a / á p Rhachab Rajab (Rahab)
P e Xovti (Lucas) y TQfjpa (Lucas) correspon­ ^ T aáp.
deu mejor al uso clásico que los tres restantes.
2. El judaísmo rabínico habla en provérbios 'P a x il? '' Rhachêl Raquel*
acerca dei «ojo de una aguja». Se considera como En Mt 2, 18 el lamento de Raquel (en he-
el orifício más pequeno que uno se pueda imagi­ breo, rãbêl) por la dispersión de sus hijos (es
nar (J. N. Sepp: ZDPV 14 [1891] 30-34): «; Abrid- decir, de la tribu benjaminita; Jer 31, 15 [38,
me un orificio de penitencia dei tamano dei ojo 15 LXX]) se pone en relación con el asesina-
de una aguja!» (MidrCant 5, 2). Se expresa prin­ to de los ninos varones en Belén por mandato
cipalmente la imposibilidad de una cosa, hablan-
do dei elefante que no puede pasar a través dei de Herodes (el Grande): 'PaxriX, x ^ aío n o a
ojo de una aguja (bBer 55b; bBM 38b). En Pales­ xà xÉxva anxfjç. Belén se considera ya en la
tina, el camello (-> xáp-TiXoç 2.b) se considera el tradición judia antigua como lugar donde se
animal más grande (cf. Mt 23, 24: el camello y el halla la tumba de Raquel (cf. Gén 35, 19;
mosquito). también Rut 4, 11; cf. además 'P a p á ),
mientras que en Jer 31, 15 se presupone que
3. Mc 10, 25 par. es una sentencia sobre la Ramá se encuentra en Benjamín. Según Gén
entrada, que habla de la imposibilidad de que 29, 6ss; 30, 6ss.22ss; 3 5 ,16ss, Rebeea era hi-
un rico (-> jcÀoúoioç 2) entre en el reino de ja de Labán y segunda mujer de Jacob. Por
Dios. El sentido de la sentencia radical (au­ medio de su esclava Bilha, ella llegó a ser ma­
têntica) de Jesus no consiste en una reflexión dre de Dan y de Neftalí, y fue personalmente
teórica, sino en un llamamiento hecho a los ri­ la madre de José y de Benjamín, muriendo al
cos. Compárese con aquella otra sentencia so­ dar a luz a este último. BHHIII, 1548s; Haag,
bre la entrada, en la que se habla de la «puer- Diccionario, 1645.
ta estrecha», Mt 7, 13s par. Lc 13, 23s (cf., a
propósito, Schulz, Q, 309-312), y que signifi-
cativamente está formulada en imperativo (cf. 'P E péx > ta, a ç Rhebekka Rebeea*
también Jeremias, Parábolas, 236s). Los in- En Rom 9,10 Pablo menciona a Rebeea (en
tentos por relacionar lo dei «ojo de una agu­ hebreo, ribqã), después de mencionar a Sara
ja», en la sentencia, con una puerta estrecha (v. 9) como un ejemplo más de que la prome-
que existiera en el recinto de la ciudad de Je- sa de Dios no estuvo ligada desde un princi­
rusalén (cf., a propósito, Pascasio Radberto, pio al linaje biológico ni, por tanto, al hecho
Exp. in Mt IX, 19 [PL 120, 665], que informa de ser miembro dei pueblo de Israel, porque
sobre esta interpretación), brotan de una men­ Rebeea concibió de Isaac dos hijos ('Pepéjt-
te que atribuye erroneamente a Jesus una ma- na êvòç xoíxqv l o a à x xoõ n:a-
nera «dogmática» de expresarse y que le hace xpòç r|pcõv, cf. Gén 25, 21ss), los mellizos
1305 T e p é x x a - QiíyviJM.'- 1306

Esaú y Jacob, de los cuales (según la voluntad 'P tiyiov , ov Rhêgion Regio*
de Dios) el primogênito debía servir al más Ciudad comercial (actualmente Reggio di
joven (Rom 9, 11-13 con cita de Gén 25, 23; Calabria) en Brattium (más tarde, Calabria)
Mal 1, 2s; cf. además Gén 27, 5ss.42ss). BHH en Italia meridional, en el estrecho de Mesina,
n i, 1558; Haag, Diccionario, 1646s; Mared- situada frente a la Mesina siciliana; Pablo hi-
sous, Diccionario enciclopédico de la Biblia, zo escala en Regio en su viaje marítimo a Ro­
1300. ma, procedente de Siracusa: Hech 28, 13:
xaTTjvtfiaapev elç Tfiyiov. LAW 2611;
BHH rn, 1572; Haag, Diccionario, 1668.
é é ô ti, n rhede carro (de cuatro m e­
das), carmaje*
Ap 18, 13, en una enumeración de Ias ri­
a tO Ç , t ó rhêgma mina, dermm-
quezas de «Babilônia», modelada según Ez
banüento, fisura*
27, 12ss: x a l íitittov x a l Q e ô m v x a l acopá-
x « ) v (los genitivos dependen de yópoç, «car-
En Lc 6, 49 se habla dei derrumbamiento
gamento» [Ap 27, 11]), «de caballos, carros, de una casa (Qfjyiia tfjç oixíaç èxEÍvTjç) (a
diferencia de Mt 7, 27 -> JtTrôotç); sobre la
esclavos»; cf. H. Kraft, Die Ojfenbamng
(HNT), sub loco. En el NT qÉôt] es un latinis- referencia, por lo demás rara, al derrumba­
mo, cf. BlaB-Debranner § 5, 1 con la nota 6. miento de una casa, cf. LXX Am 6, 11 A (B;
QÓYpa).

'PEfi<pá(-áfi,, -áv), 'Petpá, 'Po^q)á(-áv)


Rhempha(m/n), Rhepha, Rhompha(n) gr|YVD|U rhêgnymi desgarrar, hacer que
Romfán irmmpa a través, emitir*
Diversas formas y grafias dei nombre de la Las formas de Qfiyvupi aparecen en presen­
divinidad 'Paiqpáv, que aparecen como va­ te de la voz pasiva (Mt 9, 17), en futuro (Mc
riantes textuales en Hech 7, 43. 2, 22; Lc 5, 37) y en aoristo primero (Mt 7, 6;
Gál 4, 27), mientras que en las variantes tex­
tuales aparece también la forma secundaria
0ÉCO rheõ fluir, brotar* QTÍaoüO (Mt 9, 17 D; Lc 5, 6 D), que constitu-
En sentido metafórico en Jn 7, 38: J t o x a - ye una derivación dei futuro Qií^co (cf. BlaB-
pol... Q E Ú a o u O iv ü ô a x o ç Ç c õ v x o ç , «brotarán Debranner § 73, 2 con la nota 7; cf. Liddell-
rios de agua viva». Sobre la cita bíblica afir­ Scott, Í.V .). Por el contrario, la forma épica
mada en el v. 38, cf. R. Schnackenburg, El antigua dei verbo ->■ Qqooco se encuentra en
Evangelio según San Juan II, Barcelona el texto de Mc 9, 18 par. Lc 9, 42.
1980, sub loco. Aunque 4, 14 puede referirse Dícese dei vino nuevo que desgarra / rom­
al creyente como un «manantial de agua», el pe los odres viejos, Mc 2, 22 par. Mt 9,17 (en
contexto (cf. especialmente 7, 37.39) sugiere voz pasiva) / Lc 5, 37; en sentido figurado dí­
que se hace referencia también a Cristo. La cese de animales (cerdos) con reacciones im-
imagen alude seguramente al hecho de sacar predecibles, que pueden despedazar (con sus
agua dei estanque de Siloé en la fiesta de los dientes) a personas (pijiioxe... Qq^coaiv
Tabemáculos y se refiere, según el v. 39, a la upãç), Mt 7, 6 (porque no son capaces de co-
(futura) recepción dei Espíritu. Sobre la pro­ merse las perlas que se les han echado). En
blemática de interpretaciones que van más Gál 4, 27 se usa en sentido absoluto; Qfj^ov
allá todavia, cf. especialmente ThWNT VIII, x a l póqaov, «\que tu voz prorrumpa en júbi­
325s; F. Hahn, en FS Dahl, 51-70; J. Becker, lo y sonoro clamor!» (cita de Is 54, 1 LXX; =
Das Evangelium nach Johannes I (OTK), sub hebreo pãsab, «gritar de júbilo»); cf. 2 Ciem
loco (bibl.). 2, 1.
1307 Qfjpia 1308

Q f ) ^ a , a t o ç , TÓ rhêma palabra, cosa* ángeles (Lc 2, 17), Jesus (Mt 27, 14 y pas-
sim), los apóstoles (Hech 5, 20.32; Jds 17),
1. Aparición - 2. Campo referencial - 3. Significado
- 4. Lucas/Hechos y Evangelio de Juan. Pedro (Hech 10, 44; 11, 14), Esteban (6, 11.
13), Pablo (y Bemabé) (13, 42; 26, 25; 28,
B ibL : J. Barr, Bibelexegese m d m oderne Sem anlik, 25), los oficiales de Filipos (16, 38) y Ias per-
München 1965, 133-143; Bauer, W ôrterbuch, s.v.; O. sonas en general (Mt 12, 36). En el segundo
Betz, en DTNT III, 275-278; Th. Boman, D as hebr.
D e n k e n im V ergleich m it dem g ricch ., Gõttingen
caso, lo son los pastores (Lc 2, 15), Maria (2,
^1968,45-56; Ch. Burchard, A N ote on 'Pfip.a in JosA s 19.51), los discípulos (Mc 9, 32 par. Lc 18,
17, 1 F.; L u ke 2, 15.17; A cts 10, 37: NovT 27 (1985) 34; 20, 26; 24, 11), Pedro (Mt 26, 75 par.;
281-295; Bultmann, Teologia, 477-487; A. Debrunner- Hech 11, 16), Ias mujeres junto al sepulcro
H. Kleinknecht-O. Procksch-K. Kittel, Xéyo) en
ThWNT IV, 69-140; E. Repo, D e r B e g r iff «R hêm a» im
(Lc 24, 8), el creyente (Jn 8, 47; 12, 47.48),
BibíiscÍ!-Gnec/iisc?!Ê« (2 vols.), Helsinki 1951 y 1954; los judios (Hech 2, 14), Comelio (10, 22) y
H. Schlier, Bbrt II (bibl.), en HThG II, 845-867; para Pablo (2 Cor 12, 4).
más bibliografia, cf. ThWNT X, 1157-1160. 0f]|ia mismo, como sujeto, en oraciones de
voz activa o voz media, se encuentra asociado
1. En el NT Xóyoç aparece 330 veces, siempre con verbos intransitivos, con YÍvopai
mientras que Qfjp.a, que en parte significa lo (Lc 3, 2; cf. 2, 15; Hech 10, 37), è^ÉQXopai
mismo, aparece sólo 68 veces. De estos testi- (Rom 10, 18; cf. Mt 4, 4 con èxiropenopat),
monios, 33 se encuentran en Lucas/Hechos, y èyYfiÇ etlft (Rom 10, 8a), [xévo) (Jn 15, 7; 1 Pe
doce en el Evangelio de Juan; tan sólo unos 1, 25a), qjaLvop,ai xxX,. (Lc 24, 11) y àônva-
cuantos se hallan en Mateo (5), Marcos (2) o TÉto (1, 38). En cada uno de estos casos, Qfj-
en Ias Cartas Paulinas autênticas (4 en el ca­ |xa es algo que viene de Dios. En consonância
pítulo X de Romanos; 2 en 2 Corintios), y no con esto, los genitivos que son atributos de
hay absolutamente ningún testimonio, por pfjpa e indican el autor de lo que expresa el
ejemplo, en Ias Pastorales ni en el Apocalipsis. término son únicamente fleóç (Lc 3, 2; Jn 3,
34; 8, 47; Ef 6, 17; Heb 6, 15; 11, 3; cf. Jn 10,
2. 0fj|xa designa casi siempre, por un lado, 21), xÚQioç (Lc 22, 61; Hech 11, 16; 1 Pe 1,
el objeto de la acción de decir, y depende de 25a), lijo o n ç (Mt 26,75), X qiotóç (Rom 10,
XaMw (Mt 12, 36; Jn 6, 63; 8, 20 y passim\ 17) , o un pronombre correspondiente (referi­
depende de "kkytíi únicamente en Jn 14, 10; de do a Jesus, Lc 5, 5; 7, 1; 20, 26; 24, 8, Jn 12,
àLnayyèlJktü en Hech 16, 38; de àjtocpOéyYO- 48; 15, 7; cf. Heb 1, 3; al ángel, Lc 1, 38; a
[xai en 26, 25 y otros más), y aisladamente Pedro, Hech 2, 14; a los mensajeros, Rom 10,
también el objeto de la acción de tener (Jn 6, 18) . Los genitivos que constituyen el objeto
68) y de dar (17, 8); por otro lado, designa el de lo que Qfjpa expresa son Çoaq (Hech 5,
objeto dei recuerdo, dependiendo de (àva-)/ 20), àLíjO-eia x a i ocú^QoaúvTi (26, 25) y
(njTO-)|i,ipvr|a}tco (Mt 26, 75 par. Mc 14, 72 / jtíoxLÇ (Rom 10, 9b).
Lc 22, 61; Lc 24, 8; Hech 11, 16; 2 Pe 3, 2; Jds
17; cf. anv-/ÔLatT)0Étü, Lc 2, 19.51; oLôa, 3. 0fí|aa tiene dos significados fundamen-
Hech 10, 37), de la percepción a través de los tales: palabra y cosa. Corresponde así al tér­
sentidos (axonto, Jn 8, 47; 12, 47; Hech 10, mino hebreo dãbãr, al que traduce frecuente-
22; 2 Cor 12, 4; èvcoTÍÇopai, Hech 2, 14; mente en la LXX. Y así como en el AT puede
YEÚopat, Heb 6, 5; eTôov, Lc 2, 15), de la ac­ decidirse casi siempre de manera clara acerca
ción de entender (o no entender) (Mc 9, 32 dei significado (cf. Gén 22, 1 [«después de
par. Lc 9,45 [bis]; Lc 2,50; 18, 34; 20,26; 24, estas cosas»), así también ocurre casi siempre
11) y aisladamente de la acción de recibir o to­ en el NT.
mar (Jn 12, 48; Ef 6, 17) y de creer (Jn 5, 47). Por ejemplo, en Mt 27, 14 se trata clara­
Son sujetos de los verbos correspondientes, mente de que Jesus «no responde» «ni siquie-
en el primer caso, los profetas (2 Pe 3, 2), los ra con una sola palabra». El parentesco eti-
1309 Qfjfia —'PT]aá 1310

mológico de Qfj(ia con eqcõ, e q q é II tiv y eÍ qt]- 4. a) Aparte de Ias citas de Dt 19, 15, los
x a (no es un presente) influye claramente en dos significados de pfjpa se encuentran uni­
su significado: el término denota lo que se ha camente en Lucas J Hechos.
dicho. Aqui el significado de Qfjfxa coincide 1) sentido de palabra es casi
en parte con el de Xóyoç. Ambos pueden refe- siempre en Lucas aquello de lo que se oeupan
rirse a una sentencia concreta de Jesús, tal y Ias personas interpeladas, cuando tratan inu­
como se hallan juntos en Lc 9, 44.45 (compá- tilmente de comprender (Lc 2, 50; 9, 45),
rese Mc 10,22 con 14,72), pero también pue­ cuando no logran reconocer (24, 11), cuando
den referirse a determinadas declaraciones se acuerdan de ello (22, 61; 24, 8) o cuando
(Mt 26, 1: mvTEÇ ol X,ÓYOi oÍTOi; Lc 7, 1: obran en consonância (1, 38; 2, 29 con xaxá,
Jtávxa xà piÍM-axa anxon) y a la totalidad de 5, 5 con EJií). Por el contrario, en Hechos, con
su mensaje (Mt 24, 35: oL Àóyot pon; Jn 15, excepción de 11,16 y 16, 38, Q fjpa se usa pa­
7; x à QTipaxa pon; compárese 17, 8 con el v. ra referirse a la palabra pronunciada por los
14). Por consiguiente, en el griego dei NT testigos de Jesús. Q fjpa como la palabra de
queda relativizada la diferencia vigente en el Dios aparece únicamente con anterioridad a la
griego clásico, según la cual «con \ò y o ç se actividad pública de Jesús, después dei caso
denota lo coherente, lo significativo y racio­ de Simeón (2, 29) tan sólo en el caso de Juan,
nal dei lenguaje... por contraste con Qfjpa co­ que es el último profeta (3, 2), y aqui también
mo la exprcsión o sentencia particular, más según la fórmula de la tradición profética (cf.
cargada de afecto, pero que a pesar de todo se P. K. D. Neumann, Das Wort, das geschehen
ist...: VT 23 [1973] 171-217): eyévexo Q fjpa
ajusta a una determinada estructura verbal, de
■&EOf5.
tal manera que la cosa esencial es aqui el he-
2) En Lucas, Q fjp a en el sentido de cosa
cho de hablar» (Kleinknecht, 78; cf. Heb 12,
aparece también únicamente en Ias historias
19). El NT habla conccretamente de un pfjpa
de la infancia (1, 37.65; 2, 15.19.51). Aparte
en palabras de profecia (Lc 9,45 [bis]), en en­
de eso, Hechos contempla tamhién el signifi­
cargos (5, 5), en araenazas (Hech 6, 13) y en
cado de sucesos (5, 32; 10, 37; 13, 42).
sentencias didácticas (10, 22), asi como en el
b) El Evangelio de Juan usa siempre Q fjp a
mensaje de salvación en general (1 Pe 1, 25b:
en plural ptira referirse a Ias palabras de Jesús,
tò EÍiaYYE)tiaílèv e I ç npãç; cf. Rom 10, 8) y haciéndonos comprender que Jesús pronuncia
quizás también en la fórmula dei bautismo (Ef Ias palabras de Dios (3, 34; 8, 47), que él re-
5, 26). cibe y trasmite (17, 8). Pero, además. Ias pa­
Ejemplos claros dei significado de cosa se labras de Jesús son también sus obras.
hallan en Lc 1, 37 («Para Dios ninguna cosa QTipaxa y zqya alteman entre sí (14, 10; 17,
es imposible») y Mt 18,16; 2 Cor 13,1 {cues- 4 con el v. 8); lo mismo sucede con ÀaÀÉto y
tión/caso [jurídico]); estos dos últimos ejem­ (EQYa) Jtoiéü) (8, 28.38; 15, 22 con el v. 24),
plos son citas dei AT (Gén 18, 14 ó Dt 19, 15). e igualmente con áxonco y ÓQám (8, 38). En
Como objeto directo de (òia-)KaXé(o (Lc 1, consonância con ello está el hecho de que Ias
65; Hech 13, 42), xà Qrjpaxa xanxa podrían QTipaxa son fundamentalmente enunciados
referirse a Ias palabras pronunciadas; pero el de Jesús acerca de sí liúsmo, no como una en-
contexto sugiere que se piensa en sucesos o senanza cristológica, sino como una comuni-
cosas, y que pfípa, especialmente en Hech cación de sí mismo; «su palabra es él mismo»
13, 42, y también en Lc 2, 15.19.51, no se re- (Bultraann, 481).
fiere tan sólo a lo que se ha «dicho» inmedia-
W. Radl
tamente antes (acerca de XaXzm con acusati-
vo de cosa cf. Hech 2, 11). Asimismo, en
Hech 10, 37, xò Yevópevov pfjpa no es el Rhêsa Resá*
Xóyoç dei v. 36, sino los acontecimientos de Nombre dei hijo de Zorobabel y padre de
los vv. 38s. Joanán en la genealogia de Jesús (Lc 3, 27).
1311 Qr\(JO(í> - gí^a 1312

QT|aao) rhéssõ golpear, sacudir, tirar al 2. La metáfora dei hacha que «ya está
suelo* puesta a la raiz de los árboles» (Mt 3, 10 par.
En el dialecto jónico y en la Koiné se em- Lc 3, 9), anuncia que el juicio es ya inmedia-
plea Qiíaoo) en lugar de ^ Qáooo). Dícese de tamente inminente, un juicio que hará separa-
la violência de un demonio sobre un mucha- ción entre los árboles que den fruto y los que
cho, Mc 9, 18 ( qt|O o e i am óv) par. Lc 9, 42 sean infructíferos. El que no produzca «frutos
(eqqtiI ev aòxóv, junto a auvEOJtáea^ev); de arrepentimiento» será cortado y arrojado al
cf. Mc 9, 18 D (-> Qáooco). Sobre la relación fuego, es decir, incurrirá en juicio.
de Qiícracü, verbo que ya aparece en la épica La parábola de la siembra (Mc 4, 6 par. Mt
antigua, con Qfiyvupi cf. BlaB-Debrunner § 13, 6; cf. Lc 8, 6, en donde la palabra QÍÇa es
101, nota 72; Bauer, Wõrterbuch, í . v . Jipoo- sustituida por ittpáç) muestra que la raiz, que
0f|aaco. necesita buena tierra, proporciona humedad a
la planta. Sin esa raiz la planta se seca. En la
interpretación de la parábola (Mc 4, 17 par.
Qr|T(0Q , OQOÇ, ó rhêtõr orador, abogado* Mt 13, 21 / Lc 8,13) se aplica al hombre lo de
Según Hech 24, 1 Tértulo acompana al su­ tener raíces. Lucas, al omitir lo de àv auxoiç,
mo sacerdote Ananías a Cesarea como orador acentua más intensamente que Marcos y Ma­
ante el tribunal / abogado en el proceso con­ teo que lo que importa no es la persona en sí
tra Pablo (cf. PapOxy I, 37, 4). misma «sino su enraizamiento en el terreno
que queda fuera de la persona» (Maurer, 988).
En el relato sobre la higuera seca (Mc 11,
Q t|t( õ ç rhêtõs (adv.) claramente, expresa-
20; cf. Mt 21, 20), QÍÇa no debe entenderse
mente*
en sentido metafórico sino en sentido literal.
1 Tim 4 , 1 ; TÒ Jtveüpa gr|xtõç X éy E i, «pero
Los discípulos vieron que la higuera maldeci-
el Espíritu dice expresamente (a saber, por
da por Jesus se había secado de raiz (èx Qi-
medio de los profetas que hay en la comuni-
^Õ)V).
dad; cf. Justino, Apol I, 63, 1 0 ) ; cf. también 2
Tim 3, Iss; 4 , 3ss. étltcõç aparece también,
3. Con la metáfora dei olivo (Rom 11, 13-
referido a profecias, en Justino, Apol I, 35,
24) Pablo describe Ias relaciones entre los ju­
1 0 ; 63, 1 0 .
dios y los cristianos gentiles. En este pasaje
aparece QÍ^a cuatro veces. En el v. 16 la raiz
QÍÇa, T|Ç, n rhiza raiz, brote de la raiz* designa a los patriarcas de Israel. Si la raiz
(los patriarcas) es santa, entonces Ias ramas lo
1. Aparición en el NT - 2. Sinópticos - 3. La metá­ son también. Pablo sitúa a los cristianos gen­
fora dei olivo en Romanos - 4. La «raiz» dei linaje de
David - 5. La «raiz» en la parénesis. tiles en conexión íntima con Israel, y los ex-
horta a no situarse arrogantemente por encima
B ib L : A . T.Hanson. S tu d ie s in P auVs T echnique de los judios por su tropiezo, ni a prescindir
a n d Theology, London 1974, 105-125; Ch. Maurer, de ellos. Del olivo noble se han desgajado al-
êl^a, en ThWNT VI, 986-991; D. Zeller, Juden un d
H e id en in d e r M issio n d e s P a u lu s, Stuttgart 1973, gunas ramas (= los judios incrédulos; v. 17a),
215-218 y 238-245 (a propósito de 3). y en su lugar fueron injertadas ramas silves­
tres. Las ramas silvestres participaron así de
1. En el NT el sustantivo QÍt,a aparece 17 la rica savia de la raiz dei olivo noble (v. 17b).
veces, con 3 testimonios en Mateo, 3 en Mar­ Pablo hace conscientes a los cristianos genti­
cos, 2 en Lucas, 5 en Romanos y 2 en Apoca- les de que su elección no es razón para alzar-
lipsis; el término aparece además en 1 Tim 6, se arrogantemente sobre las ramas desgaja-
10 y Heb 12, 15. En la mayoría de los pasajes das. No son ellos, los cristianos gentiles, los
píÇa se emplea en sentido figurado o en pará­ que sustentan a la raiz, sino la raiz (= los pa­
bolas. triarcas de Israel) la que los sustenta a ellos
1313 QÍÇa - Quttéa) 1314

(v. 18). Esto significa que incluso el origen damento)», Col 2, 7; êíÇa. ThWNT VI,
dei cristianismo gentílico se fundamenta en 990s.
los «padres» de Israel. Los patriarcas son la
raiz que distribuye la rica savia (v. 17b) para
Qimri, fjç , 1^ rhipê im pulso, movimiento
judios y gentiles; porque ellos son los que re-
cibieron Ias promesas que llegaron a cumplir- rápido*
En 1 Cor 15, 22 se encuentra la expresión
se en Cristo.
èv QÚrtfj ôcp'0'a).poãj, para referirse al tiempo
Hanson sostiene insistentemente la opinión de más breve que uno pueda imaginarse, «en un
que Pablo aqui, como en Rom 15, 12, con lo de la abrir y cerrar de ojos»; «en un instante» (in-
píÇa se refiere a Cristo (cf. especialmente 117, mediatamente después de èv àxóptp, «en un
119 y 125). Sin embargo, con Maurer afirmare­ santiamén»); p'*®D* F G y otros leen Q03tf|,
mos que no hay que no hay que llevar a extremos «inclinación».
excesivos la metáfora dei olivo, «identificando a
la raiz santa con Cristo mismo» (989 nota 22).
QlTIÍÇü) rhipizõ zarandear, agitar de un la­
4. Rom 15, 12 cita expresamente a Is 11, do para otro*
10 (ri QÍ^a Toü le o a a í, cf. también Is 11, 1); En Sant 1, 6 se compara a quien duda con
«Vendrá el brote de la raiz de Jesé para regir Ias olas dei mar, «que son movidas por el
a los gentiles». Estas palabras dei profeta se viento y agitadas de un lado para otro (xli.ú-
cumplieron en Cristo, según Pablo. Ap 5, 5 y ôo)v... àvepiÇópevoç x a t QuuÇópevoç)»; cf.
22, 16 afirman que en la «raiz de David» se Filón, Gig -51; Migr 148; Dión Crisóstomo,
han cumplido Ias promesas mesiánicas; él es Or 32, 23. Las comparaciones con el mar son
la radiante estrella de la manana (22, 16). Por tema favorito en la diatriba.
tanto, en estos tres pasajes QÍÇa sirve para de­
signar al Mesias (descendiente de David). çlflTéb) rhipteõ arrojar*
Forma alternativa de quitod, que en el
5. 1 Tim 6, 10 formula una advertência NT no aparece sino en Hech 22, 23: QiJixoúv-
contra la codicia. La codicia es la «raiz de to­ xcov xà ipáxia. Como QÍJtxto no tiene el sig­
da clase de males»; no pocos de los que caye- nificado de «desgarrar», entonces -por ejem-
ron en la codieia «se apartaron de la fe y se plo- Job 2, 12 (Qf|^avx8ç... xfiv... axoXf|v,
buscaron mismos muchos sufrimientos». como senal de duelo) no puede considerarse
Heb 12, 15 exhorta a no desaprovechar la como pasaje paralelo, sino que la expresión,
gracia de Dios, a fin de que «no crezca ningu- en consonância con Ex 32, 19; Dt 9, 17.21; 4
na raiz amarga que cause danos y contamine a Re 7, 15 y especialmente Platón, Resp V,
todos». 474a (QÍoltavxaç xà Lpáxia), debe entenderse
A. Palzkill como la acción de «arrojar los mantos», lo
cual es senal de excitación (ante la blasfêmia
pronunciada por Pablo). Compárese con el
rhizoõ hacer que algo arraigue; en gesto romano de la iactatio togarum (cf. Ovi-
voz pasiva, estar arraigado, estar firm e­ dio, Amores III, 2, 74), de forma que podría
mente asentado* pensarse también en una acción de «agitar los
En el NT el verbo se usa únicamente en voz mantos»; cf. además Hech 13, 51; 14, 14; 18,
pasiva (participio de perfecto) y en sentido fi­ 6. H. J. Cadbury (Beginnings V, 269-277)
gurado: EV òtYájCTi èQQiÇoofxévoi, «firmemen­ piensa en un rito apotropaico; no lo cree así E.
te arraigados en el amor» (junto a xe^epe- Haenchen, Die Apostelgeschichte^ (KEK),
LicapÉvoi), Ef 3, 17; èppLÇmpévoi x a l èjtoi- sub loco. Otros testimonios pueden verse en
xoôopoúpevoi èv aíiTõ), «enraizados y ci­ H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte^, sub
mentados en él (a saber, en Cristo, como fun­ loco\ Spicq, Notes II, 782s.
1315 QiJttot) - QOjxqpaia 1316

QÍ7CTO) rhiptõ arrojar, tirar al suelo, colocar sa sudoccidental de Asia Menor. Pablo llegó a
en el suelo* ella durante su último viaje a Jerusalén, pro­
En el NT el verbo aparece 7 veces; en voz cedente de Mileto por la ruta de Cos (Hech
pasiva dícese de Ias multitudes que estaban 21, 1): fíX,'fl'opEV... Eiç xf)V 'Póôov (relato en
«fatigadas y abatidas (èoxuXpévoi x a i êp- primera persona de plural), En Rodas habita-
pi,ti[xévoL)», Mt 9, 36 (cf. también Jer 14, 16); ban también judios (1 Mac 15, 23). En el siglo
en voz activa: colocar en el suelo (a los en­ I p.C. la isla perteneció durante algún tiempo
fermos a los pies de Jesús), 15, 30; arrojar a la provincia romana de Asia, pero siguió
(píijjaç xà àpYÚQia Eiç xòv vaóv), 27, 5; de- siendo, no obstante, ciudad libre. BHH III,
rribar (piipav aíixòv xò ôai[xóviov), Lc 4, 1596; Haag, Diccionario, 1725; Maredsous,
35; refiriéndose a los que causan escândalos; Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1343.
«ser arrojado al mar» êpQijixaL elç xf|v Dá-
l^aooav, como imagen), 17, 2; «arrojar por
QOi^T|ôóv rhoizêdon (adv.) con (fuerte)
la borda», Hech 27, 19 (los aparejos de la na­
silbido, con zumbante velocidad*
ve); 27, 19 (cuatro anelas). En el NT falta el
En 2 Pe 3, 10 (oí oupavoi QOiCqôòv na-
sentido figurado de QÚtxo) como «rechazar»
QsXsvoovtai) se expresa la violência y rapi­
(cf. Jer 7, 15; Sal 30, 33 LXX). Bauer, Wõr-
dez con que los cielos pasarán, al fin de los
terbuch, í . v . ; ThWNT VI, 991-993; Spicq,
tiempos, valiéndose para ello de la imagen de
Notes II, 780-783.
la rapidez con que un objeto, arrojado violen­
tamente, atraviesa el aire, cf. Liddell-Scott,
'P o P o á f i Rhoboam Roboán* í.v. QOiÇaloç. Posiblemente pueda traducirse
Nombre dei hijo de Salomón y padre de también; «con fragor».
Abías en la genealogia de Jesús según Mt 1, 7
(bis); Lc 3, 23ss D (cf. 1 Re 11, 43; 12, Iss;
14, 21 ss; 1 Crón 3, 10; 2 Crón 9, 3 Iss). Des- 'P o ^ q )á (v ) Rhompha(n) Romfán
pués de Salomón, Roboán continuo en Judá la Variante dei nombre de la divinidad
linea dinástica de la casa de David, mientras 'Patepáv, Hech 7, 43 Sin* B.
que Israel eligió a Jeroboán (de Efiraín, 1 Re
11, 26) como monarca dei Reino septentrio-
nal. BHH III, 1572; Haag, Diccionario, 1724; QO^lcpaía, aç, rhomphaia espada*
Maredsous, Diccionario enciclopédico de la En el NT el término aparece 7 veces, seis de
Biblia, 1342s. ellas en el Apocalipsis y una en Lc 2, 35 (en
cambio, aparece más de 230 veces en la
LXX). En Lc 2, 35 dícese de la espada que
PÓÔll, TIÇ Rhode Rode* traspasará el alma de Maria (ooü... xf)v tpu-
Nombre, muy corriente, de una esclava (= xfjv ôtEXEiioExai pofttpaía) como imagen
Rosa) en la casa de Maria, la madre de Juan que expresa un vivo dolor (cf. Sib III, 315).
Marcos, en Jerusalén: jtaiôíoxr|... ôvó[taxL
En Ap 1, 16; 2, 12 se trata de la «aguda espa­
TÓ ôt], Hech 12, 13. Los vv. 13 y 15 la men- da de dos filos (Qopqpaia Síoxopoç ò |ela)»
cionan como la primem testigo de la libera-
que sale de la boca dei Cristo exaltado, y que
ción milagrosa de Pedro de la prisión, pero
es imagen de su poder para juzgar por medio
ella, por «el gozo», se olvido «de abrir la
de la palabra (cf. Is 11, 4; 49, 2; SalSl 17, 24.
puerta» (Ú Jtaxoúoai, v. 13). E. Haenchen,
35s; 2 Tes 2, 8); cf. además Qojtqiaía xoü
Die Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.
oxó[xaxoç, 2, 16; de manera parecida en 19,
15.21; por el contrario, en 6, 8 se refiere al
'PÓÔOÇ, ou Rhodos Rodas* gran poder de aniquilación de que dispone el
La isla más meridional dei archipiélago de «cuarto jrnete», èv popepaía x a l èv laptõ x ai
Ias Espóradas, en el Mar Egeo, frente a la co­ èv •fraváxcp (cf. Ez 14, 21; cf. también ->■
1317 gofiípaia - gvofiat 1318

liáxaiQO, Ap 6, 4, como imagen de la gue­ Lc 14, 21: etç tà ç jtÀateíaç x a l gúpaç xfjç
rra). ThWNT VI, 993-998. jtó^eioç, «a Ias plazas y calles»; en Hech 9,
11 se menciona la «calle Recta» (q QÚpq f|
xaÀoupévq Eú-beía) en Damasco, que como
QOTlt], fjg, rhopê propensión, inclina-
magnífica calzada que trascurría de oriente a
ción
occidente pasaba por la ciudad; 12, 10; jtqo-
1 Cor 15, 52 p'*^ D* F G y otros, en vez de
ÉQXopctL púpqv píav, «seguir por una calle».
^ QUtfi. El término QOJtt), por sí solo, puede
significar «instante», Sab 18,12; 3 Mac 5, 49;
Arist 90. Q V O ^ai rhyomai salvar, rescatar*
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
'Povptjv Rhoubên Rubén* 3. Campo referencial - 4. Empleo.
En Ap 7, 5 se menciona (jen segundo lu­ B ib l : R. Batey, So all Isra el w ill be saved'. Interp.
gar!) la «tribu de Rubén» (cpuÀT] ‘PouPtív; en 20 (1966) 218-228; U. Bergmann, R e ttu n g u n d B e-
hebreo, i^’übên; hijo mayor de Jacob y Lía, fr e iu n g , tesis mecanografiada Heidelberg 1961; Id.,
Gén 29, 32) en una lista de Ias doce tribus. De nsl. en DTMAT II, 133-127; N. A. Dahl, D ie M essia-
n itã t J e s u b e i P a u lu s, en F S de Z w aan, 83-95; E.
cada una de ellas «son selladas» doce mil per- GrâBer, D as P roblem d er P arusieverzõgerung in den
sonas (cf. Ez 9, 4.6), es decir, todas esas per- syn o p t. E va n g e lie n u n d in d e r A p g , Berlin ^1960,
sonas son salvadas de la destrucción. BHH 104s; F. J. C. Iturbe, « E ts ic om nis Isra el sa lvu s fieret»
III, 1623; Haag, Diccionario, 1733. R om 11, 26, en SPCIC 1961 (AnBibl 17-18), Roma
1963,1, 329-340; W. Kasch, púopai, en ThWNT VI,
999-1004; K. G. Kuhn, neipaapóç - apaptía - aág^
im N T und die d a m it zusam m enhangenden Vorstellun-
'Po’Ú'0' Rhouth Rut* gen: ZThK 49 (1952) 200-222; U. Luz, D a s G e-
Rut (en hebreo, rüt), la moabita, se mencio­ schichtsverstandnis des Paulus, München 1968, 286-
na en la genealogia de Jesús -según Mt 1, 5 - 300; G. Riese, D ie a ltte sta m e n tlich e n Z ita te im R õ-
como esposa de Booz y madre de Obed, y por m e rb rie f, tesis mecanografiada München 1977; I.
Schneider, en DTNT IV, 59s; E. W. Smith, The F orm
cierto como una de Ias mujeres no judias que an d R eligious B ackground o fR o m a n s 7, 24-25a\ NovT
aparecen entre los ascendientes de Jesús (cf. 13 (1971) 127-135; P. Stuhlmacher, Z u r Interpretation
ThWNT III, 1-3). Rut fue de Moab a Belén y von R om I I , 25-32, en P roblem e Bibl. Theologie. F S
es considerada como la bisabuela de David fii r G. V. R ad, München 1971, 555-570; D. Zeller, Ju-
den u n d H e id e n in d e r M iss io n d e s P is, Stuttgart
(Rut 1, 4.7.19.22; 4, 5ss.lls.21s). BHH III, ^1973; cf. más bibMogralia en los comentários, espe­
1630s; Haag, Diccionario, 1734s. cialmente con respecto a Rom 7, 24; 11, 26.

1. QÚopai, con 17 testimonios, aparece re­


'Povtpoç, oi) Rhouphos Rufo* lativamente pocas veces en el NT, en compa-
1. Según Mc 15, 21, hijo de Simón de Cire-
ración con ocó^co (tres veces los Evange-
ne, mencionado junto a su hermano Alejan-
lios [Mt 6, 13; 27, 43; Lc 1, 74]; disperso es­
dro. - 2. En Rom 16, 13 Pablo envia saludos a
porádicamente en la literatura epistolar [tres
Toúq)oç ó hú\.EKZÒç èv huqícu, y a su madre
veces en Romanos; otras tres en 2 Cor 1, 10;
(x al p pf|TTiQ aÚToü x a i èpoü). No es posi-
en Col 1, 13; 1 Tes 1, 10; 2 Tes 3, 2; 2 Tim 3;
ble determinar la identidad de estas dos per-
2 Pe 2]). En una serie de pasajes, se halla en
sonas. A lo sumo podemos sospechar que el
el trasfondo el lenguaje dei AT, ya sea en for­
Rufo mencionado en Mc 15, 21 vivia en Ro­
ma de citas; Mt 27, 43 (Sal 21, 9 LXX; cf.
ma. BHH III, 1624.
Sab 2, 18-20); Rom 11, 26 (Is 59, 20), o bien
recogiéndose claramente el texto: Lc 1, 74
Ql)|üt), rhymê caUe, calleja* (Sal 96,10 LXX; Miq 4, 10); 2 Tes 3 ,2 (Is 25,
Mt 6, 2; èv xalç ouvaYcoY<^lÇ 4 LXX), 2 Tim 3, 11 (Sal 33, 20 LXX; cf.
QÚpaiç, dando «publicidad» a lo que hacen; SalSl 4, 23); 2 Tim 4, 17 (1 Mac 2, 60; cf.
1319 QDOJiai 1320

Dan 6, 21 [LXX, Teod.]; Sal 2 1 ,21s LXX); el a) La salvación de Israel de mano de los
texto se recoge más imprecisamente en 2 Cor enemigos ( ^ èx^QÓç 2) se realiza en el con­
1, 10 (Sal 55, 14 LXX; Job 5. 20). texto de una salvación más amplia, Lc 1, 74
(cf. los vv. 68-79).
2. El deponente de la voz media, QTJopai, b) La salvación de un peligro mortal y de
tiene siempre en el NT el significado de sal­ la persecución. Se hace burla dei Crucificado,
var, rescalar. La conexión con oáÇco aparece diciéndole que el Dios en quien él ha confia­
claramente en Rom 11, 26; 2 Tim 4, 18, pero do, debiera intervenir ahora para acreditar su
también en 2 Pe 2, 7, donde la salvación de pretensión de ser el Hijo de Dios, Mt 27, 43.
Lot, que en Gén 9, 17, (19).20.22 se describe La burla adquiere una mostruosa aciitud por
con formas dei vefbo cnpÇoo (cf. también 1 el hecho de que los enemigos citan textos dei
Ciem 11, 1), aparece (lo mismo que en Sab Sal 21, 9 LXX y Sab 2, 18, en los que se pro­
10, 6) con la forma èpQUoaTo; cf. además Lc mete la salvación divina.
1, 74 en el contexto (cf. vv. 69.71.77). Pablo pide oraciones para verse salvado de
los incrédulos en Judea, Rom 15, 31; Dios ha
En la LXX Qno|rai traduce con la máxima fre- salvado dei más grave peligro mortal (en rea-
cuencia nsl en hifil (81 veces, y además 2 veces
en la conjugación [aramea] afel y 4 veces en ni- lidad, «de la muerte», Rom 8, 2; de Ias perse­
fal); con mucha menor ftecuencia traduce g ’Z(12 cuciones, 2 Tim 3, 11, cf. Sal 13, 4) y seguirá
veces, casi únicamente en el Dtis), plt en piei (10 salvando, 2 Cor 1, 10 (sobre este pasaje cf. H.
veces), ys‘ en hifil (7 veces), mlt en piei (6 ve­ Lietzmann, An die KorintherlP' [HNT], 101).
ces), en nifal (2 veces), y otros. Lo mismo que aqui (v. 11), en 2 Tes 3 ,2 se pi-
den oraciones de intercesión para verse salvo.
3. El sujeto en el NT (como sucede de ordiná­
rio en el AT) es Dios (también como jcúqioç en la Abandonado por todos en su comparecencia
Carta segunda a Timoteo) y Jesús o Cristo, en ante los tribunales, Pablo fue «salvado» por el
forma participial también como ó Quópevoç Kyrios (Dios) «de la boca dei león», 2 Tim 4,
(Rom 11, 26; 1 Tes 1, 10); el verbo se usa en voz 17 (cf. Dan 6, 21.28 Teod.; 1 Mac 2, 60; en
pasiva en Lc 1, 74; Rom 15, 31; 2-Tes 3, 2; 2 Tim metáfora en Sal 22, 21s; cf. IQH 5, 7.13s;
4, 17. La salvación libra «dei (àjió) mal», Mt 6, JyA12, 11).
13; «de los incrédulos», Rom 15, 31; «de Ias per-
c) Salvación dei poder de los poderes hos­
sonas malas y perversas», 2 Tes 3, 2; «de la obra
mala», 2 Tim 4, 18; cuando se usa àjtó, puede tiles a Dios. Esa salvación se ha producido ya
centrarse la idea en una situación futura, de la que en el rescate dei poder de Ias tinieblas y en el
uno se ve libre, mientras que si la situación es pa- traslado al reino dei Hijo de su amor (dei
sada o es presente, se usa èjc: «de la mano de los amor Dios), quien concede redención y per-
enemigos», Lc 1, 74 (cf. también Josefo, Vit 83); dón de los pecados, Col 1, 13.
«dei cuerpo de muerte», Rom 7, 24; «de tan gran En el futuro, todo Israel será rescatado y
peligro de muerte», 2 Cor 1,10; «dei poder de Ias
tinieblas», Col, 1, 13; «de persecuciones», 2 Tim sus pecados serán perdonados, cuando el Re­
3,11; «de la boca dei león» (en sentido figurado), dentor venga de Sión, Rom 11, 26.
2 Tim 4, 17; «de la tentación», 2 Pe 2, 9.
La salvación (0(ú£,(o) de todo Israel (Rom 11,
26a) se realiza, según la cita de Is 59, 20 (Rom
4. En el NT se usa púopai para expresar la 11, 26s asociado con Is 27, 9), una cita interpreta­
salvación de mano de los enemigos, de un pe­ da también mesiánicamente por la literatura rabí-
ligro mortal, de peligros y persecuciones, de nica (bSan 98a), mediante la venida (fjlei) dei
la amenaza dei pecado y de hallarse a merced Salvador (ó Quópevoç) desde Sión (ejt Sttóv,
de él, de la muerte y de otros poderes hostiles LXX; evExev Sicóv, TM: Psiyyôn). Esto se refie-
a Dios, de la tentación y dei juicio. Lo decisi­ re probablemente a la parusía escatológica dei
Cristo exaltado desde la Jerusalén celestial (cf.
vo en toda salvación es que puede realizarse y Gál 4, 26; Stuhlmacher, 560s; E. Kásemann, An
se realiza únicamente por medio de Dios o de die Rõmer^' [HNT], 304; O. Michel, Der Brief an
Jesús / Cristo. die Rõmer^ [KEK], 356; H. Schlier, Der Rômer-
1321 ç\) 0 [jiai— gVJtoç 1322

iWe/[HThK], 341; U. Wilckens, La Carta a los chese aún más (en vista de lo inminente que
Romanos n, Salamanca 1992, 311: parusía, pero es el próximo fin)» (lo opuesto: ó ctyioç
desde Sión = el centro de Israel), más bien al Je- áYiaoOfixa) eti), cf. también Ez 3, 27; Dan
sús histórico o a los acontecimientos escatológi-
12, 10. Por tanto, para el vidente ha tenido ya
cos en general (Luz, 295; cf. también Zeller, 260).
lugar la separaoión definitiva entre los que se
d) Salvación dei pecado y de la tentación. salvan y los que se pierden.
Dios salvó a Lot, el justo, que se veia ator­
mentado por la desenfrenada conducta de sus Q V JtaçeÚ O fiai rhypareuomai (en voz pa­
contemporâneos (->■ 2), 2 Pe 2, 7 (cf. Did 5, 2; siva) estar manchado, mancharse*
TestRub 4, 10). El Senor sabe salvar de este Ap 22, 11 Koiné (el verbo no se halla ates-
jreipaopóç (cf. 1 Tim 6, 9), que caracteriza a tiguado en ninguna otra parte) en lugar de -»■
la situación en que se encuentra el justo en el Qun:aLvop,ai.
mundo, 2 Pe 2, 9.
A la petición que suplica verse preservado
dei -o en medio dei- JteiQaopóç escatológi- QVTtagía, aç, rhyparia suciedad; senti-
co, la versión dei Padrenuestro según Mateo mientos impuros, bajeza*
(Mt 6, 13 par. Lc 11, 4; cf. Ap 3, 10) anade: Sant 1, 21, en sentido figurado: àjtoOépe-
«jsino Kbranos dei mal!». Se discute si esta voi Jtãoav QUJtaQÍav x a l jTeQLaoeíav xa-
ampliación mantiene el aspecto escatológico HÍaç, «desechando todos los sentimientos im­
de la sexta petición o si -generalizando- pide puros y todo exceso de maldad», de tal modo
la salvación de todo lo que es maio (cf. 2 Tim que se Uegue a la mansedumbre (èv JtgaiJTq-
4, 18; cf. GráBer, 104s); Kuhn, 220s elimina xi), y que en vez de la perniciosa cólera (v.
la alternativa. El trasfondo de Mt 6, 13b seria 20) habite permanentemente en los corazones
la séptima berajá de Ias «Dieciocho Bendi- la palabra salvadora (v. 21b); se trata segura­
ciones» (salvación [gã’ãl] de la aflicción, cf. mente de palabras inspiradas en la parénesis
además Billerbeck I, 422s). bautismal.
e) Salvación dei pecado y de la muerte. El
clamor de oración de Rom 7, 24 plantea de QVJtaQÒÇ, 3 rhyparos sucio, impuro, man­
manera ineludible e incomparable la cuestión chado*
acerca dei salvador dei pecado y de la muerte. Sant 2, 2 emplea el término, refiriéndose en
Los paralelos de forma (LXX Sal 13, 7; 52, 7; sentido propio al pobre, que «con ropa sucia
cf. Lam 2, 13) y de fondo dei âmbito judio (èv Q vnaçã èoO-fixi)» entra en la asamblea
(cf. Billerbeck III, 239s; JyA 6, 2ss) y hele- de la comunidad (lo opuesto: el rico, xQtJOO-
nístico (cf. Smith, 127-135) sirven únicamen­ ôaxxúXioç èv èoOfixi )tap,JtQã); cf. Zac 3,
te para ilustrar el radicalismo de la visión 3s; Filón, Jos 105. En sentido figurado en Ap
paulina de lo perdido que se halla el hombre 22,11: ó QujtaQÓç, «el manchado» (lo opues­
sin Cristo (respuesta: Rom 7, 25a; 8, Iss). to: ó ãyioç) como senal de la perdición difi-
f) Salvación dei juicio. Jesús, cuya venida nitiva; cf. IgnEf 16, 2; ->^ QUJtaívop,ai.
desde el delo se aguarda, y que resucitó de
entre los muertos, salva de la ira futura (dei
juicio), 1 Tes 1, 10. QVJtoç, ov, ó rhypos suciedad, impureza*
1 Pe 3, 21, en sentido propio, refiriéndose
H. Lichtenberger
al bautismo, que para el bautizado no consti-
tuye una «eliminación de la suciedad de la
Q V T taív o ^ ai rhypainomai (en voz pasiva) carne (= dei cuerpo) (oí) oagxòç àjtóOeoiç
estar manchado, mancharse* QÚJtou)», sino que abre para él la petición de
Ap 22, 11, en sentido figurado: ó QUitapoç una buena conciencia ante Dios, es decir, si­
QUJtav&fiTcc) ETi, «el que está manchado, mán- tua al bautizado en una existência en la cual él
1323 Qvnoç - Ta)[i,atoç 1324

depende por entero de la salvación obrada por 'PtOftaToç, 3 Rhõmaios romano, ciudada-
Dios (v. 21a). El paréntesis dei v. 21 quiere no romano*
evitar una comprensión errônea dei bautismo
El término aparece 12 veces en el NT: once
como si fuera una purificación eficaz en sí
de ellas en Hechos y en Jn 11, 48. Desempena
misma (a propósito, cf. por ejemplo Ef 5, 26)
la función de adjetivo en Hech 16, 37; 22, 25;
y pretende acentuar la nueva relación que se
ha establecido con Dios. Por eso, el sentido en todos los demás casos, es sustantivo, con
artículo oi 'Poopaíoi en Jn 11, 48; Hech 2, 10;
figurado de «mancillación en esta (vieja) vi­
da» se escucha también en este uso literal de 28, 17.
pujtóç (cf. también Bem 11, 11; 1 Ciem 17, En Jn 11, 48 vemos que los miembros dei
4; cf. además L, Goppelt, Der erste Petrus- Sanedrín no quieren dar ocasión alguna a los
brief [KEK], sub loco). romanos (como potência mundial) para que
intervengan en Jerusalén (èXEÚoovxai ot
'Pcopaloi x a l àgonoiv...). Según Hech 28,
Q V T tO O fia i rhypoomai (en voz media) 17, Pablo, por acusaciones de los judios, «fue
mancharse entregado en manos de los romanos (jto Q E -
Ap 22, 11 Textus Receptus en lugar de —> ôódqv ELç xàç 'Pcüpaúüav)», aun-
Qujraívop,ai. que su propia inocência había sido reconocida
ya por ellos (cf. 25, 18ss; 26, 31s); vemos,
pues, que en Pablo se repite la suerte de Cris­
ç v f f l ç , ECOg, rhysis la acción de fluir, to; la expresión e^oç 'Pcopaíoiç, en 25,16, se
flujo* refiere al derecho procesal, vigente entre los
En el NT el término aparece únicamente en romanos, según el cual a todo acusado se le
la frase pnoiç (xoü) aíp,atoç, «hemorragia concede la posibilidad de defenderse, cf. Jus-
[oflujo de sangre]», Mc 5, 25 par. Lc 8, 43.44 tiniano, Digesta XLVIII, 17, 1; Apiano, Bell-
(cf. JtT]YT) xoü aí|raxoç, Mc 5, 29; Mt 9, 20 Civ in , 54, 222.
usa la expresión aUpoQQooüoa); cf. Lev 15, Por el contrario, en Hech 2, 10 ol èjtiÔE-
2ss. poüvxEç 'PcopaToi, en la «lista de Ias nacio-
nes» (vv. 9-11), son judios de Roma que viví-
QVTÍç, íôoç, rhytis amiga, pliegue de la an como forasteros en Jerusalén, y que -según
piei, defecto* se presupone- hablaban latín. La superscriptio
En Ef 5, 27 dícese en sentido figurado acer­ de la Carta a los Romanos, Jtpòç 'Propaíonç,
ca de la Iglesia, que Cristo dispuso para sí se refiere a los cristianos en Roma.
mismo (como «esposa») «sin mancha ni arru- En los demás pasajes se trata de personas
ga ni cosa semejante (p-fi exouoav ojrí)i,ov f] que gozan dei derecho de ciudadanía romana,
Quxíôa fj XI xoL O Ú x co v )» (de modo que ella como los habitantes de la colonia romana de
sea ÜYLa x a l â(rco(xoç, cf. también el v. 26). Filipos, en Hech 16, 21. Pablo mismo posee
La finalidad de la imagen es expresar el per- el derecho de ciudadanía romana: en singular,
fecto amor y solicitud de Cristo hacia la Igle- en Hech 22, 25.26.27.29; 23, 27; en plural
sia, que se refleja plásticamente en el amor de (Pablo y Silas) en 16, 37.38. Como civis Ro­
los maridos hacia sus respectivas esposas. manas (por nacimiento: 22, 28), no puede su-
frir la pena de flagelación (16, 37s; 22, 24ss;
^ [xaoxiYÓco), y tiene derecho a un proceso
'Ptojiaíxóç, 3 Rhõmaíkos romano, latino judicial en debida forma (16, 37; 22, 25).
Lc 23, 38 Sin* A C^ D Koiné y otros anaden RAC n , 778-786, sobre todo 778s, 782ss;
que la incripción fijada a la cabecera de la BHH HI, 1610s; H. Conzelmann, Die Apos-
craz estaba escrita en letras griegas, romanas telgeschichte erklãrt (HNT), sobre 16, 37
(YpáppaoLv... 'Po[xatxoLç) y hebreas. (bibl.); E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^
1325 T(j)[j,aIoç - T cóht] 1326

(KEK), acerca de 22, 22ss; W. Stegemann, Pablo, en la Carta a los Romanos, se dirige
War der Apostei Paulus ein rômischer Bür- a una comunidad que es ya grande e impor­
ger?: ZNW 78 (1987) 200-229. tante y que, por diversos contactos persona-
les, se halla relacionada estrechamente con Ias
H. Balz
comunidades existentes en Grécia y en Asia
Menor (Rom 16, Iss). Sobre la fundación de
'Pt0|u,ai<n:í Rhõmdisti (adv.) en latín* esta comunidad cristiana no se sabe nada. En
En Jn 19, 20 dícese de la inscripción fijada todo caso, Aquila y Priscila, siendo ya cristia-
a la cabecera de la cruz de Jesús: f)v nos, debieron de llegar -en tiempo dei edicto
pÉ-vov 'EPçaioTÍ, 'PcopaioTÍ, 'E)iXr|viOTL. de Cláudio (49/50 p.C.)- de Roma a Corinto
Juan menciona (a diferencia de Mc 15, 26 (Hech 18, 2, cf. supra). Desde el siglo II a.C.
par.) Ias tres lenguas («la lengua dei país», la vivían también en Roma algunos judios, cuyo
lengua oficial y la lengua de la comunicación) número se incremento notablemente con los
como referencia, seguramente, a la universali- esclavos judios llegados a Roma a causa de la
dad dei reinado de Jesús; claro que eran co- conquista de Palestina por Pompeyo (63 a.C.).
rrientes Ias inscripciones en varias lenguas; Durante el siglo I p.C. numerosos judios (co­
cf. T. F. Regard: RAr (5. sér.) 28 (1928) 95- mo libertos) habían adquirido la ciudadanía
105. romana. Desde los tiempos de César, los ju­
dios gozaban de especiales privilégios, pero
también mvieron que soportar frecuentes per-
'P r ó n n , ijç Rhõmê Roma* secuciones y de vez en cuando expulsiones de
Roma se menciona 8 veces en el NT, cinco Roma (por ejemplo, en tiempo de Tiberio en
de ellas en el libro de Hechos, dos en la Carta el ano 19 p.C., por obra de Seyano, cf. LegGai
a los Romanos, y también en 2 Tim 1, 17. Se 24; levantada el 32 p.C., cf. LegGail61). Los
trata siempre de la ciudad de Roma, como lu­ alborotos en tiempo de Cláudio debieron de
gar de la comunidad cristiana romana (jtãOLV estar relacionados con la fundación de comu­
Toiç o ía iv êv T o)|j,ti, Rom 1,7; nptv xoTç èv nidades cristianas. En todo caso, en tiempo de
'Pcí)|XT], 1, 15), como lugar donde «Pablo» su- Nerón, la comunidad cristiana de Roma debió
fre sus cadenas (2 Tim 1, 17), como lugar de de ser ya tan numerosa, que desperto Ias sos-
donde fueron expulsados los «judios» durante pechas dei imperator (Tácito, Ann XV, 44;
el reinado dei emperador Cláudio (xcopí^EO- Suetonio, Nero XVI, 2).
Dai itá v ta ç xonç Tonôaíouç árcò xfjç 'Pcó- Según Hech 28, 16ss.30, Pablo, al final de
p-Y^ç, Hech 18, 2; ^ "AmjXaç, 2; ->• Kkaúôioç su actividad, cumplió una condena de dos
1), y finalmente como el centro dei Império anos en arresto domiciliaiio en Roma, predi­
Romano, que, después de los comienzos de la cando a judios y gentiles, mientras sus deseos
misión en Jerusalén, constituye la meta y el se dirigían a ganar a la comunidad romana
fin de la actividad misionera de Pablo ( ôeX [xe para su proyectado viaje misionero a Espana
x a i 'Pobppv LÔ8LV [a saber, después de la visi­ (Rom 15, 22ss). Por otro lado, Lucas se es-
ta a Jerusalén], 19,21; cbg... elç TEQonoaÀrip, fuerza en establecer un puente entre Jerusalén
onxíü oe ÔEL x a l elç Tcopriv paQXUQfjoaL, como lugar donde comenzó la proclamación
23, 11; cf. Rom 15, 19; acerca de la llegada de dei mensaje y Roma como centro dei Império.
Pablo a Roma, cf. Hech 28, 14.16). R. E. Brown-J. P. Meier, Antioch and Rome,
Roma se menciona además en 1 Pe 5, 13 London 1983, 87-216; J. B. Frey: Bib 12
v.l. (en vez de BaPuJ^obv) y en numerosos (1931) 129-156; M. Dibelius, Rom und die
manuscritos (casi siempre de la Koiné) en Ias Christen im 1. Jahrhundert, Heidelberg 1942;
subscriptiones de Gálatas, Efesios, Filipen- S. L. Gutermann, Religious Toleration and
ses, Colosenses, 2 Tesalonicenses (6 614 pc), Persecution in Ancient Rome, London 1954;
2 Timoteo, Filemón y Hebreos (A P). BHH III, 1606-1609 (bibl.); Haag, Diccio-
1327 T ( Í ) | í ,t ] - Q c ó w u iia i 1328

nario, 1726-1728; P. Lampe, Die stadtrõmi- ç c ó v v v fia i rhõnnymai (en voz pasiva) ser
schen Christen in den ersten beíden Jahrhun- fuerte, sentirse bien*
derten (WUNT 11/18), Tübingen 1987; Ma- En el NT se encuentra frecuentemente la
redsous, Diccionario enciclopédico de la Bi- fórmula de despedida con que se terminaba
blia 1344s; LAW 2633, sobre todo 2668ss; R. una carta en la época helenística; eQQCooílE
Penna, Les Juifs à Rome au temps de Vapôtre (imperativo de perfecto): «jadiôs, que lo pa-
Paul: NTS 28 (1982) 321-347; Ch. Saulnier, séis bien!»: Hech 15, 29 (como saludo final
Rome et la Bible, en DBS X, 863-1008; W. de la carta de Jerusalén con la comunicación
Wiefel: Jud. 26 (1970) 65-88; Pauly, Lexikon dei «decreto apostólico» a la comunidad de
IV, 1441-1451; U. Wilckens, La Carta a los Antioquía); cf. además 23, 20 v.L; 2 Mac 11,
Romanos I, Salamanca ^1997, 48-58. 21.33; Arist 40.46; IgnEf 21, 2; IgnMagn 15;
H. Balz IgnFil 11, 2; IgnPol 8, 3.
1329 1330

2 a
aapajf^O^avi sabachthani tú me has aban­ tri et Pauli, 1; Constitutiones Apostolorum II,
donado 36, 2; Macario-Simeón, Logos 12, 2 ,4 [ed. H.
-> eXcui. Berthold: GCS]). En escritos no cristianos,
aaPPaTiap,óç ha podido documentarse hasta
ahora ünicamente en Plutarco, Superst 3
a a P a r ó # sabaõth Sabaot* (166a).
Transcripción griega dei plural hebreo f -
bã’ôt, «ejércitos / huestes», que en la LXX El sustantivo se deriva dei verbo oaPPaxí^a),
aparece más de 60 veces en la expresión nv- que en algunos pasajes de la LXX aparece como
Qioç oapaü)'0, que es traducción dei nombre traducción dei hebreo sabbãt. El verbo significa
a) «observar el sábado / celebrar el sábado» (Ex
divino yhwh ( “lõhêj fb ã ô t, «Senor de los
16, 30; Lev 23, 32; 2 Mac 6, 6; lo mismo en Ign-
ejércitos celestiales / Senor de poder» (falta Magn 9, 1; PapOxy 1, 2; Justino, Dial 10, 1 y
en Ezequiel, Joel, Abdías y Jonás; la LXX tra- passirri), b) «guardar el descanso (sabático)» (Lev
duce también este nombre por XTipioç ó ■&eòç 26, 34s; 2 Crón 36, 21; 3 Esd 1, 55).
ó jravTOKQátcoQ en Os 12, 6; Am 3, 13; por
HÚQioç ó Oboç ônváfXECov en Sal 79, 8.15 En consonância con ello, el sustantivo tiene
LXX). En el NT oaPacóO- aparece únicamen­ los significados de celebración dei sábado
te en Rom 9, 29 (xÚQiog aaPadbO-, cita de Is (así sucede en los mencionados pasajes ajenos
1, 9) y Sant 5, 4 (xÚQioç oaPacófl, cita de Is al NT) y de descanso sabático (así la com-
5, 9; cf. Sal 18, 7 LXX); cf. también 1 Ciem prensión de oa^paTiapóg en Heb 4, 9 según
34, 6 (cita de Is 6, 3); jravxoxgáTcuQ 1.3. Orígenes, Cels V, 59; Selecta in Exodum, a
BHH III, 2205; Haag, Diccionario, 531-533; propósito de 16, 23 [PG XH, 289 B]).
Maredsous, Diccionario enciclopédico de la
Biblia, 1355s; DTMAT II, 627-639. 2. En Heb 4, 9 a a p p a tia p ó ç abarca los
dos aspectos áéi descanso sabático y de la ce­
lebración dei sábado (en el culto divino). El
(T aP P aT ia^.óç, oí5, ó sabbatismos cele- término, que no se identifica ni es intercam-
bración dei sábado, descanso sabático*
biable con ->• x a tá iia n a iç (3,11.18; 4, 1.3.5.
B ihl.: E. GrâBer, D e r H e b rã e rb rie f ÇEKK), Neukir- lOs), caracteriza de forma más concreta lo
chen-Vluyn 1990, 216-220; O. Hofius, K a tapausis, que el pueblo de Dios debe aguardar, cuando
Tübingen 1970, 102-115; E. Lohse, oaPPaxiogóç, en
ThWNT VII, 34s; G. von Rad, Todavia existe el d e s­ entre en la xaTámauaiç de Dios (compárese
canso p a ra el p u e b lo d e D ios, en Id., E stúdios sobre el 4, 9 con el v. 6a). Así como Dios mismo des­
AT, Salamanca ^1982, 95-102. canso de todas sus obras en el séptimo día de
la creación, así también los creyentes, en el
1. El NT ofrece en Heb 4, 9 el testimonio día en que se consume la salvación, encontra-
más antiguo dei sustantivo oaPpaTiofxóç, rán el descanso sabático eterno en el «lugar
que luego se encuentra varias veces en los es­ de reposo» de Dios (cf. 4, 10). Con esta ex-
critos dei cristianismo primitivo que son pos­ pectación no tienen absolutamente nada que
teriores al NT (independientemente de Heb 4, ver algunas ideas quietistas o místicas. El
9, el sustantivo aparece, por ejemplo, en Jus- enunciado de Heb 4, 9s está relacionado con
tino, Dial 23, 3; Orígenes, Orat 27, 16; Epifa- la teologia judia dei sábado, que con la idea
nio, Haer XXX, 2, 2; LXVI, 85, 9; Mart. Pe- dei descanso sabático asocia la de la adora-
1331 oappaxiafxóç - aáppaxov 1332

ción y la alabanza de Dios (Jub 2, 21; 50, 9; Sabbath, en N ew C atholic E n cyclopedia XII (1967),
AntBibl 11, 8; 2 Mac 8, 27; cf. también Hen 778-782; F. Nõtscher, Sabbat, en LThK IX, 188-190
(bibl.); R. Peseh, D a s M a rk u se va n g e liu m I (HThK)
[et] 41, 7). En consonância con esto, el autor Freiburg i. Br. 1976, 178-197 (bibl. 186s, 196s); J. Ro-
de la Carta a los Hebreos entiende por oa^- loff, D a s K erygm a u n d d e r irdische Jesus, Gõttingen
paxiopóç la celebración eterna dei sábado en 1970,52-88; W. Rordorf, D e r Sonntag. G eschichte des
el tiempo de la salvación; la adoración de la R uhe- u n d G ottesdiensttages im ãltesten C hristentum
(AThANT 43), Zürich 1962; Id., S a b b a t et dim anche
comunidad consumada ante el trono de Dios. dans V E glise ancienne, Neuchâtel 1972; Id., U rsprung
u n d B edeu tung d e r Son n ta g sfeier im friih e n C hristen­
O. Hofius
tum-. Liturg. Jahrbuch 31 (1981) 145-158; J. Scharbert,
B ib lisch er S a b b a t und m odernes W ochenende, en D ie
alt. B o ts c h a ft a is W egw eisung. F S f ü r H. R ein elt,
o á p p a t o v , o r , TÓ sabbaton sábado, se­ Stuttgart 1990, 285-306; B. E. Shafer, en IDB Suppl.
mana Vol. 760-762; W. H. Shea, The Sabbath in the E pistle
o f B a m a b a s: AUSS 4 (1966) 149-175; O. Skrzypczac,
1. Origen, significado y aparición en el NT - 2. Je­ Sabato, en E nciclopédia delia B ib b ia VI (1971), 9-15;
sus y su observância dei sábado - 3. Los conflictos en F. Stolz, sbt, en DTMATII, 1083-1092; W. Stott, S a b ­
tomo al sábado - 4. Otros testimonios dei término. bath, en N e w In ternational D ictionary o f N T Theology
(1978) Hl, 405-415; K. A. Strand, Som e N otes on the
B ibl.: S. Bacchiocchi, Un esam e d e i testi b iblici e S abbath F a s t in E a rly C hristia n ity. AUSS 3 (1965)
p a tristic i alio scopo d 'a c ce rta re il tem po e le cause 167-174; Id., E ssa y s on the Sabbath in E arly C hristia­
dei sorgere d elia d o m enica com e g io m o dei Signore, nity, w ith a Source C o llectio n on the S a b b a th Fast,
tesis Roma 1974; Id., A n ti-Ju d aism a n d the O rigin o f Ann Arbor/Mich. 1972; Id. (ed.), T he S a b b a th in
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p e rie n c e a n d E sc h a to lo g ic a l ProspecV. SvEA 39 pretado de manera excesiva en tiempos dcl
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n e r f a s t verg essen en G o ttesg a b e (Arbeiten zum NT
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The S a b b a th -S u n d a y P ro b lem . A Sym p o siu m , Gee- sinagoga). Desde el destierro, el sábado junto
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1740; F. Hahn, S c h a b b a t u n d Sonntag: EvTh 46
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llung vom end zeitlich en R u h eo rt im H e b r (WUNT 11), significado dei sábado lo dilucidan afirmacio-
Tübingen 1970; K. Hraby, L a célébration du sabbat nes como la de que el sábado se observa in­
d 'a p rè s les sources ju ives: OrSyt 7 (1962) 435-462; 8 cluso en el infiemo (bSan 65b; GénR 11 [8b];
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Jesás, Salamanca ^1996, K. Kertelge, D ie Wun-
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W eekly S a b b a th S crip tu ra lly a n d H isto rica lly Consi- bacia el 150, bsab 118b Bar.).
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p h e c y in M a tth e w ’s G ospel, Basel 1969, 66-72; J. uso judio. De los 68 testimonios que hay en el
Morgenstem, Sabbath, en IDB FV, 135-141; R. North, NT (11 en Mateo, 12 en Marcos, 20 en Lucas,
1333 aáppaxov 1334

10 en Hechos, 13 en Juan; además; 1 Cor 16, llar; ahora bien, recoger y trillar espigas se
2; Col 2, 16), 24 presentan el término en nú­ cuentan (según sab 7, 2) entre las 39 clases de
mero plural. Tanto en singular como en plu­ actividad prohibidas en día de sábado.
ral, aaPPaTiop,óç significa invariablemente Jesús responde con el ejemplo dado por Da-
el sábado o, según el contexto, la semana. f| vid, en su huida de Saúl, y la conducta obser­
èp&óp.Y^ (con arreglo al uso judio dei término) vada por él ante el sumo sacerdote Abimélec
significa también el sábado (Heb 4, 4). (erroneamente llamado Abiatar en Mc 2, 26;
nombre que se omite, suponemos que cons­
2. En el NT se presupone que Jesus partici­ cientemente, en los lugares paralelos), y repli­
pa en el culto divino celebrado el sábado. Mc ca a la acusación de trasgredir el sábado afir­
1, 21-28 presenta a Jesús comenzando su acti- mando que él —Jesús—está por encima dei
vidad pública con la ensenanza («como quien mandamiento dei sábado. (Podría desempenar
tiene autoridad») y la expulsión de demonios aqui un papel la hipótesis rabínica ocasional
en día de sábado. La curación de la suegra de de que David comió en día de sábado de los
Pedro completa (creemos que redaccional- panes consagrados, acción que, según la hipó­
mente) este primer sábado en el ministério tesis rabínica, se efectuó porque en tal situa-
público de Jesús (1, 29-31). Lc 4, 31 no man- ción existia peligro para la vida [cf. Biller-
tiene ya por completo este lugar prominente beck I, 618s]; pero lo probable es que se alu­
dei sábado en el comienzo de la actividad pú­ da aqui a la tipologia entre Jesús y David:
blica de Jesús, porque la escena se desarrolla «Alguien mayor que David está aqui».) Mc 2,
en la sinagoga de Nazaret. Acerca de la parti- 26 acentua que David dio también a comer de
cipación docente de Jesús (una participación los panes consagrados a sus companeros. Y
abierta a cualquier israelita) en el culto divino Mc 2, 27 afirma que el sábado se hizo para el
dei sábado, hablan también Mc 6, 2 (cf. Lc 4, hombre, y no el hombre paia el sábado.
16) y Lc 13, 10. Existen diversos paralelos formales judios
de esta última afirmación (además de Ex 23,
3. Son de gran importância Ias confronta- 12; Dt 5, 14s, cf. principalmente 1 Mac 2, 39-
ciones, trasmitidas en los Evangelios, entre 42; ;5, 19!; ApBar [sir] 14, 18; cf. AsMo 1,
Jesús y otras personas acerca de la conducta 12; 4 Esd 6, 55-59; 7, 11; Jub 1, 27.29; CD
de Jesús en sábado (acciones u omisiones). Se 12, 15; Yom 8, 6 -i«únicamente en caso de
trata, por un lado, a) de lo que puede hacerse que corra peligro la vida»!— e igualmente
en sábado, concretamente, arrancar espigas bYom 85a.b; sab 18, 3; MekEx 31, 13 [«a vo-
(Mc 2, 23-28 par.), y, por otro lado, b) de lo sotros se os entrego el sábado, y no vosotros
que no debe hacerse en sábado, en Ias cinco habéis sido entregados al sábado», R. Simón
historias de curaciones en sábado, que —con ben Menasya hacia el ano 180]; Josefo, Ant
arreglo a la historia de Ias formas- se expli- XII, 276; M. Emst, Die Worte Jesu im Mar-
can basándose en Mc 3, 1-6 (par.; cf., a pro­ kusevangelium, tesis mecanografiada Salz-
pósito, Lc 13, 10-17; 14, 1-6; Jn 5, 1-18; 9, 1- burg 1975). En el contexto, esta afirmación
38). presupone que lo decisivo es la comprensión
Según Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1, los que Jesús tiene dei precepto dei sábado. Por
discípulos cometen hurto para comer (lícito otro lado, la exacta observância dei sábado
según Dt 23, 26), aunque -eso sí- en día de puede redundar también en interés dei hom­
sábado. Eso los fariseos declaran (Mc 2, 24 bre (jque vive en dependencia de otros!).
par. Mt 12, 2 / Lc 6, 2) que es ilícito (^se pen­ Quizás los paralelos en Mateo y Lucas no
sará también en una vulneración dei camino recogieron esta sentencia a causa de tales difi-
que es lícito recorrer en día de sábado [cf. Jub cultades en su interpretación. Se supone gene­
50, 12]?). Se interpreta entonces que arrancar ralmente que la omisión acentúa tanto más la
Ias espigas es cosechar, y desgranarlas es tri- autoridad de Jesús, al mismo tiempo que no
1335 oáppaTov 1336

interesa ya asentar tal afinnación como norma misericórdia (cf. Os 6, 6; Mt 12, 7). Mateo
ética. En todo caso, Mc 2, 27 presupone una encuadra probablemente la perícopa en el te­
comprensión racional (y, con ello, es suma­ ma dei descanso aportado por Jesús (11, 28-
mente afín a una afirmación como la que se 30). Sobre la argumentación de Mateo, cf.
formula en 12, 17). Quizás con lo de èyéveTO bSab 132 y passim. «El ministério dei templo
se alude al orden de la creación. tiene prioridad sobre el sábado» (Billerbeck I,
Los tres Sinópticos ofrecen la conclusión de 620-622).
que «el Hijo dei hombre es Senor incluso dei
sábado» (Mc 2, 28 par. Mt 12, 8 / Lc 6, 5). Es­ En este contexto, es digna de tenerse en cuenta
to se puede comprender como palabras pro­ la v.l. de D sobre Lc 6, 4 con un agraphon de Je­
nunciadas por Jesús y como consecuencia de- sús. Según esta lectura, Jesús vio a un hombre
que trabajaba en día de sábado y le dijo; «Hom­
ducida por la comunidad (por el evangelista). bre, bienaventurado eres si sabes lo que haces;
Se supone también: Si cualquier persona está pero, si no lo sabes, eres maldito y trasgresor de
por encima dei sábado, «entonces con mucha la ley». Estas palabras presuponen una compren­
más razón el Hijo dei hombre»; o quizás «el sión dei sábado, no formulada expresamente, que
Hijo dei hombre» representa aqui (según Dan es necesaria para quebrantar sin pecado el pre-
7, 21s.27) al (nuevo) pueblo de los santos, al cepto dei sábado. Se discute sobre el origen y el
carácter de este agraphon (sobre si procede ge­
pueblo de Jesús. Finalmente, esta sentencia nuinamente de Jesús o es gnóstico), pero su his-
pudo ser con anterioridad una variante de Mc toricidad es problemática (a pesar de lo que dice
2, 27, si lo de Hijo dei hombre -originalmen­ Jeremias).
te- significo sólo «hombre». Ahora bien, en el
actual contexto redaccional de los tres Sinóp­ La historia clásica de curación en sábado es
ticos, se trata de un claro enunciado cristoló- la curación dei hombre que tenía la mano se­
gico: Jesús decide sobre la recta interpreta- ca (Mc 3, 1-6 par.). Jesús se encuentra en la
ción dei sábado; la autoridad de Jesús es ma- sinagoga en día de sábado (Mc 3, 2 par. Mt
yor que la de David, tanto en lo que respecta a 12, 10 / Lc 6, 7). Le están observando (i,pro-
Jesús mismo como a sus seguidores, jaunque cedimiento inquisitorial?, cf. E. Stauffer, Je­
(según la formulación actual dei texto) Jesús sus, Gestalt und Geschichte, Bem 1957, 69).
la ejerza únicamente en favor de los suyos! Es verdad que «el peligro para la vida tiene
Esta realidad que acabamos de mencionar prioridad sobre el sábado» (Yom 8, 6; cf. su­
ha dado ocasión para la opinión, manifestada pra), pero no se trata de un peligro para la vi­
a menudo (pero no de manera concluyente) da, y por tanto lo de curar en sábado seria
por la historia de Ias formas, de que la poste­ quebrantar el sábado realizando un trabajo.
rior emancipación de la ley que tuvo lugar en Mc 3, 4 par. Mt 12, 12 / Lc 6, 9 reduce el
la Iglesia influyera o incluso generara el ma­ problema a la cuestión de si hay que dejar de
terial de la tradición (Jesús es ahora el Maes­ curar en sábado (curar es indudablemente ha-
tro de la comunidad). En la discusión se con- cer una obra buena). El enunciado paralelo
sideran los w . 25s.28 como adiciones, o bien «salvar una vida o matar« está formulado con
los vv. 23-26 como una unidad original y los desconocimiento dei problema legal plantea-
vv. 27s como una complementación. do por los rabinos, o bien con una radicaliza-
Mateo presenta adicionalmente la argumen- ción consciente de ese problema (en el segun­
tación de que los sacerdotes, en el ejercicio de do caso: la omisión de la ayuda posible es co­
su ministério (Núm 28, 9; sobre la colocación mo dejar que perezca una persona que se ha-
de los panes de la presentación, cf. Lev 24, 11a en peligro para su vida). ^Será tJruxT] una
8s), «profanan» el sábado y no cometen culpa alusión a Gén 2, 7 (G. Dautzenberg, Sein Le-
(Mt 12, 5). «Aqui hay algo más grande (o v.l. ben bewahren, München 1966, 160)?
«alguien mayor») que el templo» (Mt 12, 6): Dependiendo posiblemente de esta tradi­
Jesús libera a la gente para que haga obras de ción, Lc 13, 10-17 refiere la curación -duran-
1337 oáppaxov 1338

te el culto de la sinagoga- de una mujer que 9 [-18]). Por contraste con el paralelo formal
llevaba ya contrahecha dieciocho anos. Jesús, en el relato sinóptico, esta curación tuvo lugar
sin que nadie se lo pida, cura por medio de su en día de sábado (v. 9; se supone que es un
palabra y de la imposición de sus manos. El motivo redaccional). Con ello Jesús suscitó
presidente de la sinagoga se escandaliza de escândalo (vv. 10.16). Según 5, 17 Jesús argu­
esa curación en día de sábado (v. 14). Este es­ menta así; «Mi Padre actúa hasta ahora (Ch.
cândalo es refutado con el argumento de que Maurer, Steckt hinter Joh 5, 17 ein Überset-
también en día de sábado se desata al buey o zungsfehler?-. WuD 5 [1957] 130-140, ^en el
al asno para llevarlo a beber (v. 15). Esta sen­ sentido de «siempre»?), y yo también actúo».
tencia se considera a menudo como el punto Aqui hay una variante de la concepción judia
de partida de esta historia (pero entonces se {rabínica y filoniana) acerca dei descanso de
pasa por alto el significado central de «desa­ Dios, durante el cual él sigue actuando. Con
tar» en el v. 16; cf. Roloff, 67-69). La Halaká ello, Jesús no sólo no viene quebrantando (ha­
es discutida en este punto. Lo positivo es que bitualmente, en imperfecto) el sábado, sino
una hija de Abrahán ha de ser liberada de Ias que se hace a sí mismo semejante Dios (Jn 5,
ataduras de Satanás incluso en sábado o pre­ 18).
cisamente en sábado (Lc 13, 16). A la curación dei paralítico hace referencia
Lc 14, 1-6 habla de la curación de un hidró- también el argumento defensivo que se basa
pico (^enfermedad contraída según la opinión en la circuncisión (Jn 7, 22s). Moisés prescri-
rabínica -Billerbeck II, 203s- a causa de la bió Ia circuncisión, que en realidad no proce­
inmoralidad?). En este caso Lucas estiliza el dia de Moisés sino de los padres, para el día
relato haciendo que Jesús pregunte espontá- de sábado (Lev 12, 3), y por tanto por la cir-
neamente acerca de si es lícito efectuar tal cu­ cunción en sábado no puede quebrantarse la
ración en sábado (v. 3). Desde luego, un argu­ ley de Moisés. ^Cómo, entonces, la curación
mento positivo es que a un hijo o (incluso) a de la persona entera en día de sábado puede
un buey que se haya caído a un pozo, es Hcito ser razón para la cólera? (cf. Tossab 15, 16 y,
sacarlo en sábado (suponemos que en el fon­ a propósito, bYom 85b -« a causa de un
do hay un juego de palabras en arameo; b‘' miembro él tiene prioridad sobre el sábado»-
rõ ’/hijo - b ‘íra7buey - bêrã’lpozo: Black, claro que la fundamentación dei principio es:
Approach, 168s; es posible que haya habido «el peligro para la vida tiene prioridad sobre
también un error de traducción hijo/asno). Mt el sábado»; Billerbeck II, 488).
12,11 emplea este mismo argumento en el ca­ También la curación de un ciego (Jn 9, 1-7)
so de la curación de la mano seca {«una sola tuvo lugar en día de sábado (9,14; ^redaccio-
oveja»). También aqui no es seguro si, basán- nal?). Aqui, como en el capítulo 5 (según 5,
dose en Ias regias halákicas, la afirmación de 10, la única objeción es el hecho de llevar la
los evangelistas se ajusta a la exégesis rabíni­ canúlla, cosa que había sido ordenada por Je­
ca (cf., a propósito, CD 1 1 ,13s; jestá prohibi- sús; claro que lo de «jlevántate!», en el v. 12,
do!). En todo caso, para Jesús la curación es puede referirse también a la curación), la ob­
aqui cosa evidente (cf., por ejemplo, Qumran jeción no es la curación en sí misma, sino más
I, 26). En los litigios acerca dei sábado la que nada el barro que Jesús había hecho para
cuestión fundamental es saber si Jesús supri­ untar en los ojos (9, 15s). Desde luego, la
me el sábado (por ejemplo, Rordorf, Der continuación de la historia no insiste en abso­
Sonntag, 291) o si lo reinterpreta (por ejem­ luto en ello, porque a Jesús -desde un princi­
plo, Bacchiocchi, From Sabbath, 304). pio- se le considera ya como pecador (9, 24).

Juan ofrece (^como variante de Mc 2, 1-12 4. El significado religioso dei sábado apa­
par.?) la historia de la curación de un paralíti­ rece también en Jn 19, 31 por el hecho de que
co en la piscina de Betzata / Betesda (Jn 5 ,1- el «gran sábado» no debe profanarse por el
1339 aáppaxov- Saôôoxjxaioç 1340

hecho de que Jesus permanezca en la craz. - cia el domingo cristiano ripepa 2.d, xú-
Mt 24, 20 muestra influencia judeocristiana, Qioç 12.
en su deseo de que la huida no tenga lugar en
W. Beilner
día de sábado (jcf. como contraste el consejo
de conciencia que se da en 1 Mac 2, 41!; la
razón seria difícilmente la de que los que hu- (ra v iív i], n ç , sagens red barredera, red
yeran se delatarían como cristianos; en contra de arrastre*
de W. Grundmann, Das Evangelium nach En Mt 13, 47 (material peculiar) se mencio­
M atthau^ [ThHK], 506). - Mc 16, 1 par. Mt na la red barredera en una parábola acerca dei
28, 1 (cf. Lc 23, 54.56) presupone con toda reino de los cielos (aaYT)VT| pX,T)'heíoa eiç
naturalidad la observância dei descanso sabá- Tf]v ffáXaaoav). Es mayor y más complicada
tico (Ias mujeres que quieren ungir a Jesús). que la simple red (redonda) de pescar {->■ àp-
El libro de Hechos refiere varias veces que qpípXrioxQOV) y, después de arrojada al mar,
Pablo y sus companeros visitaban y predica- «es arrastrada a tierra por medio de cuerdas y
ban en la sinagoga (Hech 13, 14; 17, 2, «se- formando un gran círculo» (BHH I, 483), de
gún su costumbre»; 18, 4). En un sábado Pa­ tal manera que con ella pueden capturarse
blo encuentra de hecho a mujeres piadosas muchos y diversos peces. Dalman, Arbeit VI,
(abiertas al judaísmo) en un lugar de oración 348-350.
junto al no (16, 13). En día de sábado se lee
en público la Sagrada Escritura (13, 27), con
lo cual se predica a Moisés (15, 21). Hech 13, Saôôovxaloç, Ofl, ó Saddoukaios sadu-
42.44 hablan también de la visita a la sinago­ ceo*
ga en día de sábado. 1. Aparición en el NT - 2. En fuentes judias - 3.
La cuestión acerca dei sábado desempena Significado para la historia de Jesús.
un papel en las disputas religiosas de la co- B ib i: E. Bammel, S adduzãer un d Sadokiden: EThL
munidad en Colosas (Col 2, 16). Como las 55 (1979) 107-115; G. Baumbach, J esu s von N azareth
fiestas y los novilunios, el sábado es única­ im Lichte d e r jü d . G ruppenbildung, Berlin 1971, 49-
mente una sombra de las cosas futuras (2, 17; 71 (=Kairos 13 [1971] 17-37); Id., D e r sadduzãische
K o n se rv a tiv ism u s, en Maier-Schreiner, 201-213; P.
cf. tsmbién una argumentación parecida en Geoltrain, en BHH III, 1639s; I. Jeremias, Jerusalén
Gál 4, 9s). en tie m p o s de J esú s, Madrid 1977, 245-248; J. Le
Moyne, L e s S a d d u céen s, Paris 1972; J. Maier, G e-
TÒ oáppaxov significa también la semana s c h ic h te d e r jü d . R elig io n , Berlin 1972, 43-48; E.
(Lc 18, 12). f) jtprónri (Mc 16, 9) o p ia o a^- Main, L es Sadducéens vus p a r F lavius Josèphe- RB 97
(1990) 161-206; R. Meyer, Saôôouxatoç, en ThWNT
P áto u (1 Cor 16, 2) o oaPPÓTtov (Mt 18, Ib; Vn, 35-54; K. Milller, J esu s u n d die Sadduzãer, en
Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1.19; Hech 20, 7) B ibl. R a n d b em erkungen. S c h ü le r-F S fU r R. Sch n a c-
es el primer día de la semana, el domingo. kenburg, Würzburg 1974, 3-24; Schürer H, 475-489;
Puesto que las mujeres fueron a la tumba de O. Schwankl, die S adduzãerfrage (M k 12, 1 8 -2 7 p a rr)
(BBB 66), Frankfurt a. M. 1987; M. Simon, Sa d d u cé­
Jesús en el primer día de la semana: una tum­ ens, en DBS X, 1545-1556; para más bibliografia, cf.
ba que ellas encuentran vacía y que ha queda­ ThWNT X, 1159s.
do vacía, según se les explica, a causa de la
resurrección de Jesús (cf. Mc 16, 2 par. Mt 1. En el NT el término aparece 14 veces, de
28, 1 / Lc 24, 1 / Jn 20, 1), hay palpablemen- las que 9 se enmcuentran en los Evangelios
te en todo ello una razón para que el primer sinópticos (7 de ellas en Mateo) y 5 en el libro
día de la semana (el domingo) sea el día en de Hechos. Casi de manera general los sadu-
que se reúna la comunidad cristiana (1 Cor ceos desempenan el papel de los que niegan la
16, 2: la ocasión: apartar o reunir dinero para resurrección (cf. Mc 12, 18 [ss] par. Mt 22,
la colecta; Hech 20, 7: la fracción dei pan y 23.34 / Lc 20, 27; Hech 4, Is; 23, 6-8). Según
las palabras de Pablo). Sobre la evolución ha- Hech 23, 8, los fariseos rechazaban además la
1341 SaôôovjtaToç - aáxxoç 1342

creencia popular en ángeles y demonios. Se- probar que hubiera pretensiones mesiánicas
gún Hech 5, 17, los saduceos y la clase domi­ de carácter revolucionário y político, los ro­
nante de los principales sacerdotes eran idên­ manos no pueden considerarse sino como ins­
ticos. Tan sólo Mateo agrupa a los saduceos y trumentos de ejecución de lo dispuesto por la
a los fariseos (cf. 3, 7; 16, 1.6.11.12). jerarquía sacerdotal judia, que desde los anos
6 al 41 p.C. dominó en Judea (cf. Ant XX,
2. Según Josefo, los saduceos constituían 251). Probablemente los saduceos interpreta-
una de Ias cuatro «escuelas de filósofos» ju ­ ron Ias declaraciones críticas de Jesús sobre
dios y se diferenciaban de los fariseos, los Ias regias de pureza cultuai (cf. Mc 7, 15 par.)
esenios y los zelotas por su intensa acentua- y sobre el templo (cf. Mc 14, 58 par.) como
ción de la responsabilidad personal dei indiví­ un delito que iba contra la imperante estructu-
duo y por su doctrina de la retribución inma- ra religioso-política de Judea y, por tanto,
nente, según la cual la recompensa y el casti­ contra los romanos, que era los «protectores
go demuestran estar en correspondência exac- de Ias leyes» (Josefo, Bell IV, 184), y logra-
ta con Ias acciones dei hombre en esta vida ron de este modo que se crucificara a Jesús
(cf. Bell II, 164s; Ant XHI, 173). Representa- como alborotador.
ban, por tanto, la vieja postura anterior al fa-
G. Baumbach
riseísmo (cf. Ex 20, 5s; 34, 7) y, en virtud de
esta actitud rigurosamente conservadora, re-
chazaban como innovaciones Ias doctrinas fa- Sadõk Sadoc*
riseas de la predestinación, la resurrección de Nombre (en hebreo, sãdôq) dei hijo de
los muertos y el juicio después de esta vida, y Azor y padre de Aquín en la genealogia de Je­
la Torá oral. A consecuencia de esto, en Jose­ sús según Mt 1, 14 (bis); Lc 3, 23ss D. Esta
fo y en los escritos rabínicos se los equipara a secuencia no se halla documentada en el AT.
los «epicúreos» (cf. Ant X, 277ss; San 10, 1).
Por su exclusiva vinculación a la Torá escrita,
w aívo) sainO inquietar, perturbar; en voz
eran, por un lado, «más despiadados en el jui­
pasiva, ser inquietado, vacilar*
cio que todos los demás judios» (Ant XX,
1 Tes 3, 3; xò qqôéva oaíveo^ai, «a fin de
199), pero, por otra parte, eran más magnâni­
que nadie se inquiete / vacile». El significado
mos y liberales con respecto a los logros cul-
de «seducir» (Esquilo, SeptTheb 383) es me­
turales dei helenismo. Socialmente, pertene-
nos probable, si tenemos en cuenta el contex­
cía a los saduceos la reducida clase alta (cf.
to (cf. oxTiQÍ^ai, V . 2; èv xalç ■&X.íti)8aiv, v. 3;
Ant X ni, 298; XVIII, 17), que en forma de
Vg: ut nemo moveatur; Hesiquio [j.v. oaívE-
nobleza sacerdotal era la que daba el tono.
ta i]; XLVELxaL, aaXeúexai, TaçárTexai. Asi
Como su nombre indica, los saduceos se en-
opinan también los antiguos intérpretes grie-
tendían a si mismos como sucesores dei legí­
gos). ThWNT Vn, 54-56; Bauer, Wõrterbuch,
timo sacerdócio alto de los sadocitas (cf. 1
í.v. (bibl.).
Crón 5, 27ss; 24, Iss). Se constituyeron pro-
bablemente en el siglo II a.C. como partido de
la clase sacerdotal alta de Jerusalén (cf. Jose­ o á x x o ç , ov, ó sakkos saco, vestido de
fo, Ant XIII, 171ss, 288ss) y asumieron la duelo*
ideologia religioso-nacional de los asmoneos. oáxxoç es un préstamo léxico de Ias len-
guas semiticas (cf. en hebreo saq) y designa
3. Los saduceos fueron de importância de­ una burda tela de cerda o un sayal de dicha te­
cisiva para la condena y muerte de Jesus, por­ la, que en el mundo antiguo y especialmente
que sólo los saduceos y los romanos poseían en el AT se llevaba con frecuencia como ves-
entonces el poder de aplicar decisiones jurídi­ tidura de luto y de penitencia, porque tenla
cas. Como en el caso de Jesús no se podia color oscuro y se diferenciaba por su burda
1343 a m u o ç - 2aX,si|i, 1344

estructura de la vestidura normal y cômoda, 11, 13-15 LXX; 1 Crón 1, 18 A; en todos los
cf. Is 3, 24; 50, 3; Jer 6, 26; Jon 3, 5; 2 Sam casos a diferencia dei TM, según el cual Arfa-
21, 10; 1 Re 20, 31 y passim. En la mayoría xad es el padre de Salá). - En Lc 3, 32 se
de los casos, el saco consistia en un trozo de menciona igualmente a HaXá, como hijo de
tela burda que se llevaba cenida a la cintura Naasón y padre de Booz. Fero, según 1 Crón
(Is 22, 12; Jer 4, 8), de tal modo que los que 2, 11; Rut 4, 20s (lo mismo que según Mt 1,
iban de luto podían golpearse el pecho descu- 4s), habría que pensar en Salmón; así lo ates-
bierto (Is 32, lls ; —>•xójtxoo). Formaban parte tiguan, como asimilación posterior, los ma­
dei ritual otros actos de humillación propia nuscritos Sin^ A D L y otros, al igual que la
como el de esparcir sobre sí ceniza (—»■orco- Koiné.
ôóç), raparse la cabeza y otras cosas por el es­
tilo (Is 58, 5; Jer 48, 37; Am 8, 10). También
los profetas podían vestirse de saco como se- £aX ,a^iifjX Salathiel Salatiel*
nal de lamentación y penitencia (cf. Is 20, 2; Nombre (en hebreo, ¥ a lti’êl) dei padre de
Bar 4, 20; Dan 9, 3; cf. también ThWNT VII, Zorobabel (cf. 1 Crón 3, 19; 2 Esd 3, 2; 5, 2;
62s con la nota 48). 22, 1; Ag 1, 1) en la genealogia de Jesus se­
En el NT encontramos una vez el término gún Mt 1, 12 (bis); Lc 3, 27. Según Mt 1, 12a,
oáxxoç en una imagen que describe el oscu- es hijo de Jeconías (cf. 1 Crón 3, 17); según
recimiento dei sol: péXaç à)ç oáxxoç xçíxi- Lc 3, 27, es hijo de un tal Nerí, no menciona­
voç, «negro como saco de cerda», Ap 6, 12 do en el AT.
(cf. Is 50, 3); dícese también de la vestidura
de los dos testigos, en Ap 11, 3: JtQoqprixen- iv o ç Salamis Salamina*
oonoiv... JteQip8pXTip,évoi oáxxonç (cf. v. Gran ciudad portuaria en la costa oriental
10: oi ôúo itQOcpf)Tai); el saco los caracteri­ de Chipre, importante para el tráfico comer­
za como profetas, con una misión que consis­ cial con Siria. Salamina es la primera ciudad
te en hacer un llamamiento a la penitencia. En donde evangelizan Pablo y sus companeros
Mt 11, 21 par. Lc 10, 13 (Q) (seguramente Bernabé y Juan Marcos durante su «primer
aludiéndose a Jon 3, 4ss; cf. Mt 12, 41 par.), viaje núsionero», en el cual llegan a Chipre
se expresa la esperada penitencia de Ias ciu- procedentes de Antioquía por la rata de Seleu-
dades galileas recurriéndose a los antiguos cia: x a l YEVóp,evoL èv SaXapIví xuttiyye-
gestos de luto y penitencia: jráX.ai âv âv Xov... èv xaíç onvaYCOYCúÇ 'lonôaícov,
oáxxw x a i 0JIOÔÕ) (Lc: xa^fjiievoi) pexe- Hech 13, 5. Salamina, que en la época de los
voTioav, «(Tiro y Sidón) hace mucho tiempo Tolomeos había sido sede dei gobemador,
que hubieran hecho penitencia (sentadas) en perdió duremte la época romana esta función,
saco y ceniza» (cf. Dan 9, 3; Est 4, Is; sobre que pasó a la ciudad de Pafos (cf. 13, 6ss),
lo de «estar sentado» en saco y ceniza cf. Is BHH III, 1645s; Pauly, Lexikon IV, 1505s.
58, 5; Est 4, 3; cf. además Josefo, Ant XX,
123; Bem 7, 5; ThWNT VII, 62 con Ias notas
47s.). Bauer, Wòrterbuch, s.v. (paralelos grie- Saleim SaKn*
gos); ThWNT VII, 56-64; BHHIB, 1638. Según Jn 3, 23 Juan el Bautista (después de
H. Balz su actividad en Betania, a la otra orilla dei
Jordán, cf. 1, 28; 3, 26) bautizaba en Ias cer­
canias de SaHn (Tjv... ó TroávvTiç PajtxíÇcov
D a ^ á Sala Salá* Iv Alvcbv kyyiiç xoü XaXeíp. [NTG y otros
El nombre de 2aX á (en hebreo, Selahi) apa­ leen SaXLjt, cf. también BlaB-Debranner § 38,
rece dos veces en la genealogia de Jesus en Lc 1]); según Onomastikon 40, 2s, Ainón se en-
3, 32.35. En el v. 35 se trata de Selá, hijo de cuentra cerca de Salín a unos 12 km al sur de
Cainán y padre de Eber (cf. Gén 10, 24 LXX; Escitópolis (Betsán), en el norte de Samaría.
1345 2aX«í(j. - 2aX,r|(i 1346

Otro lugar denominado Salín se halla a 6 km tido «una vez más» (para cuando llegue el fin;
al este de Nablus (Siquén), cf. Jdt 4, 4 (Sa- Heb 12, 26b, en cita de Ag 2, 6.21 LXX),
kTiji). Por el contrario, Jesús o sus discípulos, igualmente como senal dei poder de la pala­
según Jn 3, 22; 4, 2s, bautizaban en Judea. bra de Dios que lo trasforma todo, de tal ma-
Bauer, Wõrterbuch, í.v . 2aX,L[i; Kopp, Statten, nera que al fin «lo que se estremece» (xà aa-
166; R. Schnackenburg, El Evangelio según kEuópeva, Heb 12, 27a), es decir, este mundo
San Juan 1, Barcelona 1980, 488. creado y visible -la tierra y el cielo- se tras­
forma, para que permanezea definitivamente
«lo que no se estremece» (xà pf) oaXenópE-
oa^EiJCO saleuõ sacudir, agitar, hacer vaci­ va, V. 27b), es decir, el reino de Dios (cf. v.
lar; en voz pasiva, oscilar de un lado para 28; PaoiX,8La àoakevxoç). Este contraste
otro, vacilar* aparece también en Filón (cf. ThWNT VII,
El verbo aparece 15 veces en el NT, espe­ 67s), pero en la Carta a los Hebreos se haUa
cialmente en Lucas (cuatro veces en el Evan­ centrado escatológicamente en el poder y le-
gelio, y otras tantas en el libro de Hechos. En gitimidad dei reino de Dios, que es superior a
sentido propio se dice de una «cana que es todo lo creado y que ha sido recibido ya por
agitada de un lado para otro por el viento los creyentes.
(xáÀ,a|j,oç uitò ãvÉpou oaX-enópcvoç)», Mt En todos los demás pasajes el verbo se usa
11, 7 par. Lc 7, 24; de un recipiente para me­ en sentido figurado: iva pf] aakEtr&m, «para
dir, cuyo contenido se ha agitado ([í Étqov oe- que yo no vacile», Hech 2, 25 (cita dei Sal 15,
oakeuópevov) para que quede bien repleto, 8 LXX); cf. 2 Tes 2, 2: oaÀEtr&fívai àjtò xov
6, 38; dei embate (aaX,EÜaai) de Ias aguas voóç, «ser sacudido en la manera racional de
contra una casa, 6, 48); cf. Hech 16, 26, don­ pensar»; oa^ETJovxEç x a i TaQÓaoovTEÇ toüç
de se habla de los cimientos de una prisión õxkouç, «agitando y alborotando a la multi-
que son sacudidos (oaX,eu'6'f]vai) por un te­ tud», Hech 17, 13. ThWNT VII, 65-71; J. W.
rremoto; dei temblor que se siente en un lugar Thompson: JBL 94 (1975) 580-587.
(EoaX-Ei)#!) ó TÓJtoç) como senal de que ha
H. Balz
sido escuchada la oración y de que viene el
Espíritu, 4, 31 (cf. también Jn 12, 28-30. En
Am 9, 5; Miq 1, 4; Hab 3, 6 y passim, se tra­ Salem Salem*
ta dei poder de la palabra y de Ias acciones de Heb 7, 1 dice que Melquisedec es «rey de
Dios; en Is 6, 4; Ex 19, 18; Josefo, Ant VII, Salem (PaotÀEÒç XaX,f|p)» (cf. Gén 14, 18:
76s, se trata de la presencia de Dios; un súbi­ sãlêm), lo cual se interpreta a continuación en
to temblor es senal de que se ha escuchado la Heb 7, 2 como «rey de paz» (Paoi^EÜç 2 a -
oración, Virgílio, Aen III, 89s); se habla de la kfip, ô Eoxiv Paoikenç Eiefivqç, cf. en he-
conmoción de Ias fuerzas dei cielo (oscureci- breo sãlam, sãlôm; la misma interpretación en
miento dei sol y de la luna y caída de estre- Filón, All III, 79: ME^txiOEÔèx PaotX,éa Tfjç
llas) como senal de que comienza el juicio fi­ EiQfjvqç - 2akf|p toüto yaQ ègpTiVBÚETai).
nal y la trasformación dei cosmos (a l ôuvá- Salem es, según la tradición dei AT y dei ju­
p,£lÇ a i èv TOLÇ OÕQaVOLÇ / TCÕV otiQavcõv daísmo, una forma abreviada o una manera de
oakEuO^fioovTai), Mc 13, 25 par. Mt 24, 29 / llamar a Jerusalén (en el Sal 76, 3 se mencio­
Lc 21, 26 (cf. Is 13, 10; 34, 4; Ez 32, 7s; J1 2, na a Salem junto a Sión; Josefo, Ant I, 180
10; 4, 15s; Hen [et] 102, 2). entiende Salem [2oXupã] como un antiguo
También en Heb 12, 26s se habla (tres ve­ nombre de la que más tarde seria Jerusalén;
ces) de que la tierra se estremece y tiembla cf. IQapGén 22, 13; Sal 110, 4. Otros piensan
por la palabra de Dios (v. 26a; cf. Ex 19, 18; en ->• SaXeíp o en el 2a7.qp mencionado en
Sal 68, 9; 114, 7), y dei estremecimiento y Jdt 4, 4; cf. además ThWNT VII, 297s; Kopp,
temblor (oeícu) dei cielo y de la tierra, prome­ Statten, 166-172; Haag, Diccionario, 1766;
1347 2aXT|[i - oáXmYÊ 1348

Maredsous, Diccionario enciclopédico de la IV/1, 536ss; G. Friedrich, oábuyl, en ThWNT VII,


Biblia, 1376; BHH III, 1647s). 71-88; P. Gradenwitz, D ie M u sik g esch ich te Israels,
Basel-London-New York 1961, í.v. «Trompete» en el
índice analítico; K.-E. Grõzinger, M u sik u n d G esang
Salim Salín in d e r Theologie d e r fr ü h e n jüd. L it, Tübingen 1982;
W. Harnisch, E sc h a to lo g isc h e E x iste n z (FRLANT
Grafia alternativa de SaXeíjr en Jn 3, 23 110), Gõttingen 1973, 19-51; E. Kolari, M usikinstru-
en diversos manuscritos y ediciones dei texto m ente u n d ihre Verwendung irtiAT, Helsinki 1974, 49-
dei NT. 51; H. Kraft, D ie O ffenbarung des Joh a n n es (HNT),
Tübingen 1974, 133s; A. L. Lewis, Shofar, en EJJ XIV,
1442-1447; B. Reicke, P o sa u n e 2-3, en BHH III,
£aX,^.cáv Salmõn Salmón* 1481; H. P. Rüger, M u sikin stm m en te, en BRL 235; H.
En la genealogia de Jesús según Mateo, Seidel, H orn un d Trom pete im alten Isra el u n ter B e-
rücksichtigung der «K riegsrolle» von Qunram: WZ(L).
Salmón (en hebreo, salmõn) aparece como hi- GS 5 (1956-1957) 589-599; A. Sendrey, M u sik in A lt-
jo de Naasón (1,4) y padre de Booz (1, 5); cf. Israel, Leipzig s.f. (1970), 311-338; G. Wallis, M usik,
1 Crón 2, 11; Rut 4, 20; Lc 3, 32 Textus Re- M u sikinstm m ente, en BHH II, 1258-1262; Id., P osau­
ceptus (en vez de ->• SaXá). ne, en BHH III, 1480s; Y. Yadin, The S croll o f th e W ar
o f th e Sons o fL ig h t a g a in st the Sons o f D arkness, Ox­
ford 1962, 87-113; para más bibliografia, cf. ThWNT
t]Ç Salmõnê Salmone* Vn, 71ss.
Nombre de un promontorio en la extremi-
1. Las 11 veces que se encuentra oóXjuy^
dad nordoriental de Creta. El nombre, en esta
en el NT, aparecen todas ellas (con excepción
forma, aparece únicamente en Hech 27, 7 (en
de 1 Cor 14, 8 y Heb 12, 19) en contextos es-
los demás casos, SaXpcbviov u otra forma pa­
catológicos (Mt 24, 31; 1 Cor 15, 52; 1 Tes 4,
recida). Por ser desfavorables los vientos, la
16; bay seis testimonios en el Apocalipsis),
nave de Pablo circunnavega la isla de Creta
donde el sonido de la oáXniiY^ da comienzo a
por su costado meridional (al amparo dei
los acontecimientos dei fin de los tiempos. En
viento), como habia hecho ya en Cbipre (v.
Heb 12, 19 el sonido de la trompeta se escu-
4), y cambia de rumbo «a la altura de Salmo­
cba en una teofania; en 1 Cor 14, 8 dicbo so­
ne (xaxà 2aX[ro)VTiv)». H. Conzelmann, Die
nido se menciona en una comparadón.
Apostelgeschichte erklãrf (HNT), sub loco.
2. La oáXn;iYl es un instrumento de vien-
(TaXoç, 01), Ó salos conmoción, estremeci- to-metal, alargado, con un pabellón y una bo-
miento* quilla, cf. Josefo, Ant III, 291 (cf. también la
En Lc 21, 25 en la frase: f)xoç 'daXáaoTjç representación en el Arco de Tito), capaz de
x a l aáXoç, dícese dei «bramido y el oleaje producir únicamente unos pocos tonos natura-
dei mar» (cf. Jon 1, 15; LXX Sal 88, 10; cf. les, que podian articularse con intensidad y
también 45, 4; 64, 8: 92, Iss), que forman claridad (cf. Sendrey, 3 14s).
parte de Ias conmociones dei fin de los tiem-
pos, que causarán estremecimiento (cf. tam­ La LXX traduce por oáX.mYÇ los términos he-
breos sôfãr (unas 40 veces), Ifso frâ (unas 20 ve­
bién Mc 13,24s par.; Is 13,10; 2 4 ,19s; 34,4; ces), qeren (9 veces) y ocasionalmente yôbêl,
4 Esd 5, Iss; 6, 13ss; Hen [et] 91, 16; Sib IB, tãqô‘a y frü'â. En el NT oáXjiiY? se refiere pro-
675ss). oaXeiJO). bablemente (con Ex 19, 16.19; 20, 18 TM qôl
[has-]sôfãr) al shofar, que solía ser el cuemo cur­
vo de un camero o de un macho cabrio (Heb 12,
'H salpigx trompeta* 19, probablemente también en 1 Cor 15, 52; 1 Tes
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - 4, 16; Mt 6, 2; 24, 31; cf. Billerbeck I, 959s; HI,
3. Uso en el NT - 4. o a h í í t c i . 635). El empleo de oá?jtLYÍ en el NT está deter­
minado por el uso que se hace en el AT. En la
B ihl.: B. Bayer, M usic, en EJJ XII, 554-566, sobre guerra se toca el cuemo (1 Sam 13, 3; Job 39,
todo 563-565; Billerbeck I, 387s, 959s; Dl, 481, 635; 24s; 2 Sam 2, 28) y las trompetas (Núm 10, 9; 2
1349 aakray% - aaA.jtí^co 1350

Crón 20, 28). IQM prescribe toques de trompeta sonido de la trompeta. En ambos pasajes apa-
perfectamente diferenciados para Ias acciones recen claramente rasgos de teofanía (cf. Ex
militares (cf. Yadin, 87-113; Seidel, 597ss). En el 19, 16.19; 20, 18). A los siete ángeles se les
c u lto se hace sonar la aáXiuyÇ durante el sacrifi-
dan trompetas (Ap 8, 2; además, 8, 6) para
cio en los dias de fiesta, Núm 10, 10; cf. 2 Crón
29, 27s; 2 Crón 5, 13s (el TM tiene en todos los iniciar los juicios (cf. ApMo 22); además, Ap
casos «trompetas»; en el ano de la liberación y en 8, 13; 9, 14).
el día de la expiación, Lev 23, 9 (TM: s ô fã r ) . En b) Heb 12, 19 emplea rasgos de la teofanía
la te o fa n ía de Ex 19, 16ss se escucha el sonido de dei AT (aákjUYYOÇ '9X05» of. Ex 19, 16.19;
la oáJuTiy^, seguramente como imagen de la voz 20, 18) para expresar -a modo de contraste-
divina (TM; sô/õr); lo mismo sucede en la m a n i- el nuevo encuentro con Dios en Cristo.
f e s ta c i ó n e s c a to ló g ic a de Yahvé en Is 27, 13; Zac
9, 14 (el TM tiene en ambos casos S ô fã r). c) El hablar en lenguas sin interpretación
El s ô f ã r sigue desempenando un papel hasta el debe compararse (junto a ejemplos musicales)
día de hoy en el culto judio (cf. Lewis; Sendrey, al sonido incierto de una trompeta de guerra,
320-338); la trompeta dejó de usarse al terminar 1 Cor 14, 8 (senales claras, por ejemplo, en
el culto dei templo (cf. Friediich, 82s; Sendrey, IQM 2, 15ss; 7, 13ss; 8, Iss).
311-320). La trompeta tiene especial significa-
ción para el uso dei NT como senal escatológica,
por ejemplo, en 4 Esd 6, 23; ApAbr 31,1; Sib IV, 4. El verbo aaXjií^to, tocar la trompeta,
174, en Ias descripciones dei juicio en Sib VIII, hacer sonar la trompeta*, aparece 12 veces
239 (cf. ApMo 22, pero cf. 37) y como senal de en el NT y (con excepción de Mt 6, 2) única­
que comienza el tiempo de la salvación, SalSl 11, mente en contextos escatológicos (10 testimo-
1; décima b e r a já de Ias «Dieciocho Bendiciones»
nios el Apocalipsis, y en 1 Cor 15, 52); en la
(en este caso: S ô fã r). LXX es traducción casi siempre dei verbo tã-
q a ‘ (39 veces), y en algunas ocasiones de
En el NT la oáXitiy^ no es un instrumento Ifsoser (6 veces) o rü ‘a.
musical, sino un instrumento para dar senales En 1 Cor 15, 52 no aparece claro quién to­
(posible excepción: ->• aaX.moTf|ç en Ap 18, ca la «última trompeta» (-»• 3.a). Ap 8, 6.7.8.
22, que puede referirse a un músico). 10.12.13; 9, 1.13; 10, 7 describen los tanidos
sucesivos de Ias trompetas de los siete ánge­
3. a) oáX,JUY| como instrumento para dar les, que hacen sonar Ias trompetas como co-
senales escatológicas. En todo ello se encuen- mienzo de los juicios que llegan sobre la tie-
tran estrechamente asociados rasgos de teofa- rra, hasta que -con el tanido dei séptimo án-
nia con rasgos escatológicos. Se expresan di­ gel- Dios y su Cristo asumen el reino, Ap 11,
versos aspectos: al resonar la « t r o m p e t a de 15.
Dios» (después de la «voz de mando, con voz Mt 6, 2 menciona una costumbre que no
de arcángel»), desciende dei cielo el K y r i o s puede documentarse claramente. Se trata de
para la resurrección de los muertos y el arre- la acción de dar limosnas «a toque de trompe­
batamiento de los vivos, 1 Tes 4, 16; cf. Did ta», es decir, quizás de tocar el shofar para dar
16, 6. La trasformación de los creyentes ten- a conocer que van a darse limosnas. Frente a
drá lugar cuando resuene «la trompeta final», esta acción notoria se sitúa la acción callada
1 Cor 15, 52. El Hijo dei hombre enviará sus de dar limosnas, una acción que el Padre, que
ángeles, «con gran sonido de trompeta» (pe- ve en lo oculto, retribuirá (cf. Billerbeck I,
TÒ aáX,jUYyoç peYá)^i1ç), para que reúnan a 388; IV/1, 536ss; Friedrich, 85s).
los elegidos, Mt 24, 31 (cf. Billerbeck I,
H. Lichtenberger
959s). Tiene afinidad con la frase oáX.3UY§
peYÓkT], la frase qpcovf) peYákti róç oákmY-
Yoç, que se lee en Ap 1, 10 y que expresa un aaX jtí^fO salpizõ tocar la trompeta, hacer
sonido especialmente intenso; también en Ap sonar la trompeta
4, 1 Ias palabras de Cristo se comparan con el ->■ oáXjttyÇ 4.
1351 o a X ,ju o x T )ç - S a j j i á ç e i a 1352

aaX jtiaTTiç, o ü , ó salpistss trompetista* S a f i á ç e i a ( E a f i a ç í a ) , a ç , ^ Samareia


Ap 18, 22: q)covTi... aaXjuoxcõv oíi pf) (Samaria) S amaria*
àxot)a§fí, «ya no se oirá más el sonido de EapapÍTT^ç, ou, ó Samaritês Samaritano*
trompetistas» (a saber, en «Babilônia» al fin XapapiTiç, lôoç, f| Samaritis Samaritana;
de los tiempos); oaXmoTr|ç se refiere (junto a adjetivo, samaritana*
«cantores, músicos y flautistas») a los trompe­
1. Aparición dei grupo de palabras en el NT - 2. So­
tistas como músicos (que actuaban en Ias fies- bre la historia de Samaria - 3. Lucas - 4. Juan - 5. He-
tas), mientras que en los demás lugares dei NT chos.
-»• oáÀJuy^ se emplea para referirse a la senal
dada con trompetas o a algo por el estilo. B ibl.: R. Bach-C. Colpe, en RGG V, 135p-1355; R.
Bergmeier, 7 u r F rü h d a tie n m g sa m a rita n isch er Theo-
logum ena: JSJ 5 (1974) 121-153; J. E. Botha, J esu s
a n d the Sam aritan Woman. A Speech A c t R eading o f
D aX rállti, tiç Salõmê Salomé* John 4, 1-42, Leiden 1991; G. Bouwman, Sam aria im
En Mc 15, 40; 16,1 se menciona también a lukanischen D oppelw erk, en A. Fuchs (ed.), T heologie
Salomé (junto a Maria Magdalena y a Maria, aus dem N orden, Linz 1977, 118-141; J. Bowman, Sa-
la madre de Santiago el Menor y Joset) entre m aritanische Problem e, Stuttgart 1967; A. D. Crown
(ed.), T h e Sa m a rita n s, Tübingen 1989; J. Jeremias,
Ias seguidoras galileas de Jesús, que en Jeru- SapáQEia jtxL., en ThWNT VII, 788-794; J. Kilga-
salén fueron testigos de la crucifíxión y dei llen, The Stephen Speech, Roma 1976; H. G. Kippen-
sepulcro vacio en la manana de Pascua. De la berg, G arizim un d Synagoge, Berlin-New York 1971;
comparación de Mc 15, 40 con Mt 27, 56, S. Lowy, The P rin cip ies o f S am aritan B ib le E xegesis,
Leipzig 1977; J. Macdonald, The T heology o f t h e S a ­
donde, junto a Maria Magdalena y a Maria, la m aritans, London 1964; L. A. Mayer-D. Broadribb,
madre de Santiago y de José, se menciona a B ibliography o fth e Sam aritans, Leiden 1964; R. Pum-
una tercera mujer (sin decir su nombre) como mer, The P resent State o f Sam aritan Studies: JSSt 21
madre de los hijos de Zebedeo, se ha deduci- (1976) 39-61; 22 (1977) 27-47; J. D. Purvis, The
F ourth G o sp el a n d the Sam aritans: NovT 17 (1975)
do que Salomé era la mujer de Zebedeo (cf. 161-198; E. Richard, A cts 7: A n In vestig a tio n o f the
también Mt 20, 20). Algunas veces se la iden­ S a m a rita n E vid en ce: CBQ 39 (1977) 190-208; G.
tifica también con la hermana de la madre de Schneider, Stephanus, d ie H ellenisten u n d Sam aria, en
Jesús (Jn 19, 25; cf., a propósito, J. Blinzler, J. Kremer (ed.), L e s A c te s d e s A p ô tres, Gembloux-
Louvain 1979, 215-240; N. Schur, H isto ry o f the S a ­
Die Brüder und Schwestern Jesu [SBS 21], m aritans, Frankfurt-Bem 1989; G. S. Sloyan, The S a ­
Stuttgart 1967, 113s con la nota 11). Salomé m a rita n s in th e NT: Horizons 10 (1983) 7-21; para
aparece también en los evangelios apócrifos más bibliografia, cf. ThWNT X, 1260.
(EvTom 61; ProtEv 19, 3; 20, Iss; con es­
pecial frecuencia en el EvEg, cf. Hennecke- 1. S a p a p e ta como nombre de la ciudad de
Schneemelcher I, 109-111, 114s, 117, funda­ Samaria o de la región de Samaria (-> 2) apa­
mentalmente 317s; cf. también Zahn, Kanon rece en 11 pasajes dei NT: Lc 17, 11; Jn 4, 4.
VI, 340s). 5.7; Hech 1, 8; 8, 1.5.9.14; 9, 31; 15, 3. Los
En el NT, Salomé es también la hija de He- términos derivados de S a p á p e ia , a saber,
rodías, mencionada (pero no nominalmente) SapaQÍTTiç (Mt 10, 5; Lc 9, 52; 10, 33; 17,
en Mc 6, 22ss; Mt 14, 6ss. En el tiempo que 16; Jn 4, 9.39.40; 8, 48; Hech 8, 25) y 2 a p a -
se relata en el Evangelio, Herodias era la mu­ q I t iç (Jn 4, 9a.b: «mujer samaritana»), desig-
jer de Herodes Antipas, pero Salomé era fruto nan a los correspondientes habitantes, refi-
dei primer matrimônio de Herodias con Hero­ riéndose sobre todo a su pertenencia a la co-
des Boetos; Salomé era mujer dei tetrarca Fe­ munidad rehgiosa de Samaria.
lipe, mencionado en Lc 3, 1 (cf. además Jose- Mientras que Marcos no menciona nunca a
fo, Ant X V m , 136s; -> 'Hpcpôiáç). BHH fll, los samaritanos y Mateo lo hace una sola vez
1650s; Haag, Diccionario, 1775s; Maredsous, y, por cierto, en sentido negativo (10, 5), ve­
Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1383; mos que la doble obra de Lucas (Lc 9, 51-56;
J. Mehlmann: RGB NE 1 (1964) 196-208. 10, 30-37; 17, 11-19; Hech 1, 8; 8, 1-25; 9,
1353 IkXfláQEUX 1334

31; 15, 3) y el Evangelio de Juan (4,4-42) les nombre de Samaria quedó reservado para la re-
dedican gran interés. En general, los evange- gión, y asi vemos que sucede también en el NT.
lios reflejan la hostilidad existente entre ju­ Actualmente se llama todavia samaritanos (Vg
Samaritani-, LXX y NT XapaQÍTai; Josefo tam­
dios y samaritanos. Por parte de los judios, bién los llama Sapaçeiç [Lutero traduce siempre
2a[iaQÍTTiç se emplea como un insulto y al Samariter\\ en hebreo sôrtfrôni) a los seguidores
samaritano se le equipara a «poseso» (Jn 8, de la observância reUgiosa especial que se desa-
48). El escriba judio, en Lc 10, 37, evita pro­ rrolló a partir dei cisma. Como los «profetas» y
nunciar la palabra «samaritano» y utiliza una los «escritos» no se habian recopilado aún en la
circunlocución. Jesús mismo llama al leproso época en que tuvo lugar la separación dei judaís­
mo, los samaritanos no los aceptaron. La tradi-
samaritano un àÀÀOYEvr|ç (Lc 17, 18). Los
ción textual dei Pentateuco samaritano siguió sus
discipulos se asombran de que Jesús converse propios caminos y difiere dei TM en unos 6000
con una samaritana (Jn 4, 27). Y, a su vez, es­ pasajes. La comunidad cuenta hoy dia con unos
ta mujer se maraviUa de que Jesús le pida de 200 miembros.
beber (4, 9). Jesús, según Mt 10, 5s, prohibe
la actividad entre los samaritanos y entre los 3. Las tres perícopas de Lucas relativas a
gentiles. Por parte samaritana, a Jesús se le los samaritanos pertenecen al material pecu­
niega alojamiento (Lc 9, 52s), ante lo cual los liar de Lucas, lo cual está relacionado segura­
hijos de Zebedeo quieren hacer que descen- mente con el interés que siente este Evangelio
diera fuego dei cielo sobre la inhospitalaria por las personas menospreciadas y margina-
aldea. Por tanto, habrá que preguntarse hasta das. El último viaje de Jesús a Jerusalén pasa,
qué punto los relatos sobre la labor misionera según Lucas, por Samaria. Pero este viaje a
de Jesús en Samaria (-► 3.4) fueron colorea- través de Samaria tiene que haber sido una
dos por el desarrollo ulterior. ficción, porque hay que descartar que Jesús
fuera invitado a la mesa por fariseos (11, 37;
2. La ciudad de Samaria debe su importância a
14, 1) y que acudiera a la sinagoga (13, 10) en
la decisión de Onuí (878/877 hasta 871/870 a.C.)
de edificarse una residência en este lugar (1 Re Samaria (Bultmann, Geschichte, 388).
16, 24). Después de tres anos de asedio, Samaria
cayó en 722/721 en manos de los asirios, que la 4. Jn 4, 4-42 utiliza el encuentro de Jesús
convirtieron en la capital de la provincia. Des­ con una «mujer samaritana» para hacer que
pués de la conquista, la población autóctona fue tenga su origen en Jesús la misión en Sama-
deportada y sustituida por colonos asirios, proce­ ría. Los âXA.ot (v. 38) son los «helenistas»:
dentes -entre otros lugares- de Cutá (cf. 2 Re 17,
24.30). Por eso, Josefo (Ant IX, 288) y la Misná ellos llevaron a cabo la dura labor de la predi-
denominan cuteos a los samaritanos. Después que cación evangélica inicial, mientras que los
Ciro hubiera conquistado Babel en el ano 539 apóstoles se integraron luego en los trabajos
a.C., permitió a los judios allí residentes que re- (cf. Hech 8, 14).
gresaran a Palestina. Como los samaritanos qui-
sieran participar en la edificación dei templo, Zo- 5. El libro de Hechos refiere programática-
robabel se lo negó (Esd 4, 2s). Seguramente por raente la promesa dei Resucitado de que los
este tiempo, los samaritanos levantaron en el
monte Garizín su propio centro de culto. El cisma discípulos serán sus testigos, entre otros luga­
propiamente tal se realizo, según Josefo, Ant XI, res, también «en Samaria» (1, 8). Según 8, 4-
324, en el ano 332 a.C. En tiempo de Alejandro 25, Felipe, uno de los helenistas dispersos por
Magno se estableció en Samaria una colonia mi­ la persecución contra Esteban, evangeliza en
litar macedonia, con lo cual la ciudad se fue hele- Samaria. Esta historia queda reducida a una
nizando poco a poco. Esta evolución continuo en concisa noticia, si tenemos en cuenta que el
la época de los Tolomeos y de los Seléucidas y al-
relato de Simón Mago fue entretejido en ella
canzó su punto culminante en tiempo de Herodes
el Grande, que siguió ampliando la ciudad y la mediante un procedimiento redaccional típico
llamó «Sebaste» en honor dei emperador Augus­ de Lucas (K. Lõning, en Schreiner-Dautzen-
to {augustas = oePaOTÓç). Desde entonces el berg, 205-209). El punto culminante es el
1355 Sanágeia - SafioojfiX 1356

bautismo dei Mago (8, 13). Ahora bien, como Asia Menor, al suroeste de Efeso. Según Hech
Justino, residente en Samaría, afirma que ba­ 20, 15, Pablo hizo escala en Samos (JtOQEpá-
cia mediados dei siglo II Simón era venerado k o p E V E tç Sápov) al final de su «tercer viaje
como dios supremo por casi todos los samari- misionero», en el camino de regreso de Mace-
tanos (Apol I, 26, 3; Dial 120, 6), no debemos donia pasando por Tróade, Asos, Mitilene,
sobreestimar los êxitos de la misión cristiana. Quíos y Mileto, etc., en dirección bacia Jeru-
Muchos autores ven vestígios de una teolo­ salén (D Koiné y otros anaden: x a l peívav-
gia samaritana en el extenso discurso de Este- TEç èv TQCoytJJ^^ííp [la grafia no es uniforme]
ban (Hech 7). Aunque estos denominados y piensan con ello en una estancia de Pablo en
samaritanismos aparecen también aisladamen- el promontorio costero situado frente a Sa­
te en otras partes (Schneider), la acumulación mos). Samos es un centro comercial y cultural
de los mismos en el capítulo 7 dei libro de (patria de Pitágoras) independiente (desde el
Hechos queda sin explicación. Además es siglo XIX a.C.), con una comunidad judia (1
enigmático que en una apologia cristiana no Mac 15, 23) y un puerto de embarque en la
aparezca en absoluto el nombre de Jesús y ruta marítima dei Helesponto a Siria. Pauly-
que la figura de Moisés desempene el papel Wissowa I A, 2162-2218; BHH lll, 1663;
principal. Haag, Diccionario, 1785; LAW 2696s.
G. Bouwman

D a ^ o u tj)^ Samouêl Samuel*


£ a |ii.a Q Ía , a ç Samaria Samaría En el NT se menciona tres veces a Samuel
Grafia alternativa de ->• S a p a p e ia , cf. (en hebreo, s^mu’êl)\ como el primero de los
BlaB-Debrunner § 38, 1 con la nota 2. profetas (jtávxeç ôà ol jiQocpfjxai àjiò S a-
pouT|k), Hech 3, 24; de manera parecida en
£ a^ aQ ÍtT |Ç , o v , ó SamaritEs samaritano 13, 20, donde con Samuel termina el período
->■SapáQEta. de los jueces y comienza el de los profetas
( e ô c ú x e v X Q L tà ç Ecoç Sap,ouf|X. [xoõ] jiço-
cpfitou). Heb 11, 32 menciona a Samuel entre
Sa^taQ lTlÇ , lô o ç , 1^ Samaritis Samarita­ la «nube de testigos» (12, 1), después de los
na; adjetivo, samaritana («grandes») jueces y de David (como rey), y
^ 2a[xáQ8ia. le llama «antepasado» de los profetas (jtE Q l
Aauíô TE x a l t ü )v jtçoqptiTcóv).
Samuel era hijo de Elcaná y de Ana (1 Sam
£ a^O 'd 'Q áK 'l|, t|Ç SamothrakS Samotra-
1, 20), de Ramá de Efraín (1, 1; en cambio,
cia*
según 1 Crón 6, 12, era levita). La tradición
Isla situada al nordeste dei Mar Egeo, a la
describe a Samuel desempenando funciones
que llegó Pablo, según Hech 16, 11, en su
de sacerdote (1 Sam 2, 35ss; 7, 7ss), de juez
«segundo viaje misionero», procedente de
(7, 3ss.l5ss; 8, Iss) y de profeta (9, 9ss; 10,
Tróade (EuflnÔQopriaapev eiç S a p o ^ g g -
Iss; 15, lOss; 19, 18ss). Samuel participo de
xqv), para continuar su viaje al dia siguiente
manera decisiva en el establecimiento de la
bacia Neápolis. Pauly-Wissowa I A, 2224-
monarquia en Israel (8, 4ss; 10, Iss; 12, 19ss),
2226; K. Lehman, Samothrace, New York
tomando parte sobre todo en la elevación de
1955; BHH III, 1663; Haag, Diccionario,
David al trono (16, Iss; 19, 18ss). Eclo 46, 13
1785; LAW 2697.
considera a Samuel como nazireo, profeta,
juez y sacerdote; cf. SapouT)X ó n:Qoq)f|Tr]ç,
S á ^ o ç , o u Samos Samos* 3 Esd 1, 18. En Jer 15, 1 Samuel se baila jun­
Isla (y ciudad dei mismo nombre) en el Mar to a Moisés; cf. Sal 99, 6. BHH III, 1663s
Egeo, situada frente a la costa Occidental de (bibl.); Haag, Diccionario, 1785 (bibl.).
1357 SaixcpauQiv - oajtQÓç 1358

I^ajWpoVQlV Samphourin Séforis lias» (njtóÔTjom xà oavôáX,iá oon). ThWNT


En Jn 11, 54 D se inserta el topónimo Séfo­ V, 310-312; BHH III, 1738; Haag, Dicciona­
ris (en árabe, sqffüriyeh; a 6 km al norte de rio, 1790.
Nazaret): elç tt]v xcoQa-v 2 a |i-
(pouQiv. Geográficamente no se puede com-
paginar este dato con el emplazamiento que
aavíç, lòoç, q sanis tabla, tablón, plan-
cha*
hay que suponer para ->■"Eipgaíp (v. 54c). Cf.
En Hech 27, 44 en la descripción de la sal-
G. Dalman, Orle und Wege Jesu, Gütersloh
31924, 233. vación de los náufragos «en tablas / tablones»
(èjTÍ Tivcov Tcõv cmò xoõ 3t)ioíon, lo cual de-
be entenderse más bien, en sentido general,
S a n iilé jv Sampsõn Sansón* como fragmentos dei barco naufragado); cf.
Heb 11, 32 menciona a Sansón (en hebreo, Ez 27, 5; cf. E. Haenchen, Die Apostelge-
simsôn\ cf. Jue 13-16) como uno de los «testi- schichte^ (KEK), sub loco-, Spick, Notes II,
gos de la fe», entre los «grandes» jueces (jan­ 786.
tes de Jefté!). Sobre la grafia dei nombre, cf.
BlaB-Debrunner § 39, 5 con la nota 9. BHH Saoul Saúl
III, 1799s; Haag, Diccionario, 1794s. Eaõkoç.

oavôáXiov, ou, tó sandalion sandalia* aaTCQÓÇ, 3 sapros podrido, corrompido;


Según Mc 6, 9, a los «Doce» (v. 7) enviados inútil, maio*
por Jesús se les permite llevar «sandalias ata­ En el NT el término aparece 8 veces. Fuera
das bajo los pies» (àXkà nito Ô E Ô ep év o i oav- de los Evangelios sinópticos se encuentra úni­
ôákta), y también se les permite un bastón (v. camente en Ef 4,29; oaJtQÓç falta en la LXX.
8), pero ningún equipo más (a diferencia de El sentido literal se encuentra en las metáfo­
Lc 9, 3 par. Mt 10, 9s; Lc 10. 4; 22, 35, don­ ras y parábolas de Jesús, por ejemplo, cuando
de se les prohíben también el bastón y Ias san­ se refiere a los «peces maios / inútiles», que
dalias; ->■ qápôoç). Las sandalias (y el bastón vuelven a tirarse al agua (xà 8è oajtQÒ ê|o)
de caminante) son pertrechos normales para ÊPaÀov; lo opuesto; anvéke^av xà x a k à eIç
los que caminan a pie por Palestina (cf. tam­ ®YY'n)> 13, 48; dicese dei «arbol maio /
bién ->• nrcóÔTjpa en Mc 1, 7 par.; Jn 1, 27) y podrido», que sólo da «frutos maios o podri-
necesarios para los que tienen que recorrer dos» (cf. Ez 17, 9) (o cosas por el estilo): oa-
grandes trechos de camino por el campo (se­ jtQÒv ôévÔQOv Magjtoòç JtovTjQoúç, Mt 7,
gún Am 2, 6; 8, 6, los pobres, por una deuda 17; oúôè ÔÉVÔQOV oajtQÒv xaQJioòç x a-
tan pequena como el precio de un par de san­ Xoúç, 7, 18; ÔÉVÔQOV oartQÒv x a l xòv xag-
dalias, podían caer en esclavitud por deudas; jcòv atjxoü oajtQÓv, 12, 33; oô... ôévÔQOV
según bTaan 13a, las reglamentaciones para ir xaXòv jtoioõv xaQJtòv aaKQÒv, oúôè n á-
descalzo [cuando se estaba de luto o e n los kiv ÔÉVÔQOV oaitQÒv... xaQJtòv xákóv, Lc
dias de ayuno] se aplicaban únicamente den­ 6, 43. Los sinônimos altemantes (aaniQÓç /
tro dei recinto de la ciudad); cf. además Bil- jtovTjQÓç, oníôÈ] oajtQÓç / xaXóç) muestran
lerbeck I, 566-569. Por eso no hay verdadera que oajtQÓç tiene aqui el significado general
relación teológica entre Mc 6, 9 y Ex 12, 11. de podrido en el sentido general de inútil, ma­
Además de las sandalias, se conocia también io (cf. Herm [s] 2, 3s; los peces son captura­
zapatos de cuero fino como calzado de más dos todavia en la red, y el árbol produce toda­
lujo (cf. Ez 16, 10). via frutos).
Según Hech 12, 8, Pedro, que ha sido libe­ El término se usa claramente en sentido fi­
rado de la prisión, debe «ponerse sus sanda- gurado en Ef 4, 29; jtãç Xóyoç oajtQÓç... [tf]
1359 oajtgóç - S áçejixa 1360

èxjtoQEOJÉadco, «ninguna palabra mala / pa- critica duramente a la comunidad de Sardes,


labrería ociosa salga de vuestra boca» (lo porque tiene fama, sí, de estar viva, pero en
opuesto: el t i ç à v a ^ ò ç j i q ò ç olxoôopT]v x f iç sus obras está «muerta» (v. 1); se la exhorta al
Xpeíaç...), cf. 5, 4. Bauer, Wõrterbuch, j.v.; arrepentimiento y a «estar despierta» (v. 3).
ThWNT Vn, 94-98. Claro que la advertência va dirigida sólo a una
parte (bastante grande) de la comunidad, por­
que hay algunos «que no han manchado sus
2^á7tq)iQa, n ç Sapphira Safira
vestiduras» (v. 4). BHH III, 1670s; Haag, Dic­
—^ 'A vavíaç 1.
cionario, 1806s; Maredsous, Diccionario en­
ciclopédico de la Biblia, 1399s; LAW 2700s;
aá7Cq)lQOÇ, o u , sapphiros zafiro* C. I. Hemer: NTS 19 (1972-1973) 94-97.
Ap 21, 19 habla de los doce pilares sobre
los que se asienta la muralla de la Jerusalén
OFttQÔlVOÇ, OD, ó sardinos comalina
celestial: ó ô e i j x e q o ç ['& E p é ? a o ç ] aáJtqptgoç
Ap 4, 3 Textus Receptus (como forma tar­
(cf. Ex 28, 17-20; 39, 10-13; Ez 28, 13; Is 54,
dia) en lugar de -»• oágôiov.
lls ; Tob 13, 16s); por a á j i q p i g o ç se entiende
una piedra trasparente y azul, probablemente
el lapislázuli; cf. además Ex 24, 10; Job 28, aÚQÔlOV, OU, TÓ sardion comalina*
6.16; Eclo 32, 5; 43, 19. BHHI, 362-365, es­ En Ap 4, 3 dicese dei aspecto resplande-
pecialmente 363; Haag, Diccionario, 2082; ciente que tiene el que está sentado en el tro­
Maredsous, Diccionario enciclopédico de la no. El vidente le contempla: õ|toioç ógáoEt
Biblia, 1628s. X.é&q» táo ju ô i x a l oagôím , «su aspecto era
semejante al jaspe y a la comalina» (cf. tam­
bién Ez 1, 26-28). En 21, 20 se habla dei sex­
o a Q Y á v t ], 1]Ç, 1^ sarganê canasta, cesto*
to de los doce pilares de la muralla de la Jeru­
Pablo refiere en 2 Cor 11, 33 que, en Da­ salén celestial: ó êxxoç oágôiov (cf. Ex 28,
masco, «por una ventana me descolgaron mu­
17-20; 39, 10-13: Is 54, lls ; Tob 13, 16s).
ro abajo en un cesto» (èv oaQyávii kja ká o -
oágôiov es una piedra preciosa de color rojo
■fliyv); cf. Hech 9, 25 (àv ajtngíôi), donde se
(cf. además LXX Ex 25, 7; 35, 9; Prov 25,
mencionan Ias persecuciones por los judios
lls ; Ez 28, 13), que se llama así en griego por
como razón para la huida de Damasco, mien- el lugar en que se encuentra: Sardes. BHH I,
tras que Pablo mismo habla de un plan trama­
362-365, sobre todo 363.
do contra él por el gobemador dei rey de los
nabateos Aretas (IV; -+ 'Agéraç); cf. también
Jos 2, 15; 1 Sam 19,12. Spicq, Notes ll, 787s. o a g ô ó v u ^ , UXOÇ, ó sardonyx sardónice*
Según Ap 21, 20, el quinto de los doce pila­
res de la muralla de la Jerusalén celestial es
lláçôeiç, ewv Sardeis Sardes*
de sardónice: ó Jtép,Jtxoç oagôóvu^ (cf. ôvú-
Sardes, situada a unos 80 km al este de Es-
Xioç en LXX Ex 28, 20; 39, 13; Ez 28, 13;
mima y famosa en el siglo VI a.C. como es­
õvu^ en Job 28, 16 y passim). El sardónice es
plêndida capital de Lidia, fue destruída en el
una piedra de ónice con vetas blancas y rojas
ano 17 p.C. por un terremoto y reedificada en
0 blancas y marrones. BHH I, 362-365, sobre
tiempo dei reinado de Tiberio. Según Ap 1,
todo 363.
11, es uno de los siete lugares a los que ha de
enviarse una misiva dei vidente (elç 2 á g -
Ô E iç); en 3, 1 se dirige la palabra al «ángel de Z á Q E Jtta , ft>V Sarepta Sarepta*
la comunidad en Sardes» (x^ xfjç èv Según Lc 4, 26, Jesús, en un sermón predi­
SÓQÔEOiv ExxXTjotaç ygáiljov): cf. 3,4: ôXí- cado en la sinagoga de Nazaret, menciona que
y a ôvópaxa èv Ságôeaiv. Según 3, Iss, se el profeta Elias fue enviado a la viuda de Sa-
1361 SaQEJtTa —oaQxuxóç 1362

repta en Sidón, donde devolvió la vida al hijo oaQRiRÓç, como adjetivo sustantivado, signi­
de esa mujer, que había muerto (èjrÉnqpÃTi fica en 1 Cor 9, 11 los bienes terrenos que Pa­
’HXíaç... 6LÇ SáQeitxa xfjç Siôcovíaç jiqòç blo puede reclamar. No bay sentido negativo
yuvatxa xiÍQOiv, cf. 1 Re 17,7ss, esp. v. 9), y (en contra de Scbweizer, 145) ni dualismo fí­
usa este ejemplo como testimonio de que nin- sico de carácter gnóstico (en contra de Jewett,
gún profeta es bien acogido en su tierra (Lc 4, 125); se trata de los temporalia bona que son
24) y de que Dios está volviendo su atención necesarios para asegurar la existência terrena.
a los otros (es decir, a «los gentiles»); cf. el Este mismo significado tiene a a g x ix ó ç en
ejemplo de Eliseo en el v. 27 (2 Re 5, Iss). Rom 15, 27; Los creyentes en Macedonia y en
Sarepta es una ciudad costera, de Fenicia, Acaya saben que están obligados a apoyar
situada entre Tiro y Sidón (en hebreo, sã ffa i\ con bienes terrenales a los santos en Jerusa-
genitivo plural SagejtTcov, Abd 20; actual- lén. La sabiduría carnal (2 Cor 1,12) es la sa-
mente se denomina Sarafand\ sobre la grafia biduría rmperfecta de quienes viven todavia
y la declinación, cf. BlaB-Debrunner § 39, 2 en el viejo eón, es decir, sin la gracia de Dios
con la nota 2; 56, 2 con la nota 2). BHH 111, (v. 12c). En 2 Cor 10, 4 el adjetivo interpreta
2204; Haag, Diccionario, 1807; Maredsous, la expresión x a t à a á ç x a (vv. 2 y 3) y signi­
Diccionario enciclopédico de la Biblia, 1400; fica la lucha (en la actividad apostólica) con
G. Scbneider, Das Evangelium nach Lukas I armas de acá abajo e impotentes, que nada va-
(ÕTK), sub loco (bibliografia sobre 4, 16ss). len frente a Ias armas poderosas y adecuadas
de la militia Christi (v. 4b; cf. 2 Cor 6, 7;
Rom 6, 13; 13, 12).
a a ^ x i x ó ç , 3 sarkikos lo que pertenece a
la came, carnal* b) La variante textual oágxivoç (1 Cor 3, 3
oápxivoç, 3 sarkinos lo que consta de car­ [bis]; 2 Cor 1, 12) es una asimilación hecha por el
ne, carnal* Texto Occidental al adjetivo aágxivoç, que Pa­
BibL: E. Brandenburger, Fleisch und Geist. Paulus
blo no diferencia realmente de oaQXixóç. La sus-
und die dualistische Weisheit (WMANT 29), Neukir- titución, demasiado superficial, dei acentuado
chen-Vluyn 1968, 42-58; R. Jewett, Paul’s Anthropo- áv&Qiuiioi por oaQKixoí en 1 Cor 3,4 en Sin^ W
logical Terms (AGJU 10), Leiden 1971, 49-166; M. C. Texto de la Mayoría y otros, es una acomodación
Parsons, 2aQ>ttvóç, o ag jax ó ç in códices F and G: a 3, 1-3.
NTS 34 (1988) 151-155; A. Sand, Der Begriff'Fleisch’
in den pln Hauptbriefen (BU 2), Regensburg 1967, c) 1 Pe 2, 11 babla de pasiones carnales
183-217; E. Schweizer, a á g ^ xtX., en ThWNT VII,
«sin grandes implicaciones antropológicas, fi­
144s; H. SeebaB, o á o |. en DTNT I, 227-233; Spicq,
Notes, Suppl 600-602; para más bibliografia, cf. losóficas o soteriológicas» (N. Brox, La pri­
ThWNT X, 1260s. mera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 153);
se piensa en los deseos de los sentidos, que se
1. a) oaQHixóç se baila atestiguado raras ballan en conflicto con la voluntad dei bom­
veces en el griego profano (Robertson, Gram- bre interior (tj)U)(T|).
mar, 158s; Liddell-Scott, 1584); significa lo
que consta de la sustancia «came», lo que es 2. a) oágxLvoç, que en el griego profano
carnal por su matéria. De los 7 testimonios describe la «came» como una sustancia (sin
que hay en el NT, seis se encuentran en Pablo embargo, la diferencia entre ambos adjetivos
y uno en la Carta primera de Pedro. no se mantiene de manera consecuente), apa­
En 1 Cor 3, 3 (bis) significa «ser de came» rece tres veces en Pablo y una vez en He-
y equivale a %axà ãv&QcoJtov JtEQiJiaTelv. breos. Las (personas) carnales, en 1 Cor 3, 1
El adjetivo tiene un sentido figurado que está (donde el adjetivo aparece sustantivado), son
determinado por la oposición a 3tveup.aTtxóç; los que aún no han llegado a la mayoría de
el bombre pneumático no vive ya en una exis­ edad en Cristo, los que todavia no soportan el
tência c a r n a l , es decir, puramente mundana. alimento sólido (de la fe). En 2 Cor 3, 3 oáp-
1363 aaçjiixóç - oág^ 1364

xivoç designa el corazón de came (cf. Ez 11, den pln Hauptbriefen (BU 2), Regensburg 1967
(bibl.); E. Schweizer-R Baumgârtel-R. Meyer, ouqI
19; 36, 26 LXX), y es una metáfora para refe- KxX., en ThWNT VII, 98-151; H. SeebaB, en DTNT J,
rirse al hombre orientado bacia Dios desde el 227-233; Spicq, Notes, Suppl 591-600; W. D. Stacey,
centro vital de su corazón. El «Yo» de Rom 7, The Pauline View ofMan, London 1956; para más bi-
14 se considera a sí mismo carnal, el enun­ büografía, cf. ThWNT X, 1260s.
ciado es interpretado más específicamente por
1. En el NT el sustantivo aparece 147 veces
medio de Ias palabras: «vendido bajo el peca­
(casi siempre en singular, pero ocho veces en
do», es decir, entregado al poder dei pecado.
plural) y pertenece a los términos con el ma-
Esto se refiere a la persona que, a merced de
yor índice de frecuencia (entre los términos
sí misma, padece la contradicción entre el
antropológicos o ág ^ ocupa, después de ãv-
querer y el hacer; no existe dualismo gnóstico '&Q(üJtoç y x apôta, el tercer lugar). Es uno de
(en contra de Jewett, 155).
los términos favoritos de Pablo (con 72 tes-
b) Sobre la v.l. oapxixóç en Rom 7, 14 (Sin^, timonios, de ellos 26 en Romanos y 18 en
Texto de la Mayoría) y 1 Cor 3, 1 (Texto Occi­ Gálatas) y de la tradición post-paulina (con
dental, Texto de la Mayoría) ->■ l.b. 25 testimonios, incluidas Ias Pastorales y He-
breos). Es hapax legomenon en la Carta pri­
c) En Heb 7, 16 la èvToX,T] oaQxívT] es la mera a Timoteo, Filemón, Santiago y Carta
«ley de la carne», que pertenece a la esfera segunda de Juan. El término no aparece en Ias
terrenal y que carece de la fuerza de la vida Cartas primera y segunda a Tesalonicenses, la
indestructible; no sólo significa un manda- Carta segunda a Timoteo, Tito y la Carta ter-
miento que inclina al pecado, sino también un cera de Juan.
mandamiento inhibido en su eficacia positiva La amplitud de significados se extiende
(la v.l. oapxixóç [cf. NTG^® sub loco] es nue- desde la sustancia carne (tanto en el hombre
vamente una asimilación a oaQxtxóç sin como en el animal) hasta la designación dei
acento especial). cuerpo humano y la designación dei hombre
A. Sand entero o de la humanidad entera. Esta diversi-
dad se encuentra ya preformada en la LXX,
donde a á g | traduce el hebreo bsr (unas 265
aÚQKivoç, 3 sarkinos lo que consta de veces). Si se habla de la came en el sentido de
eame, carnal alimento, entonces la LXX emplea predomi­
->• oaQxixóç 2. nantemente XQÉaç, que en el NT aparece dos
veces con este mismo significado (Rom 14,
21; 1 Cor 8, 13). Es importante el hecho de
aaQXÓç, sarx came
que también el NT refleja y mantiene casi
1. Aparición y significado - 2. Campos referencia- ininterrumpidamente la concepción veterotes-
les - 3. Pablo - 4. Deuteropaulinas - 5. Sinópticos y tamentaria dei hombre como totalidad indivi-
Hechos - 6. Evangelio de Juan y Cartas primera y se­
gunda de Juan - 7. Los demás escritos dei NT.
sa (y se halla, por tanto, muy lejos de la con­
cepción dicotômica o tricotómica o de la Vi­
Bibl.: P. Bonnard, La chair dans le johannisme, et sion dualista que aparece en la filosofia grie-
au-delà, en Id., Anamnesis, Genf-Lausanne 1980, 187- ga, en el helenismo y en el gnosticismo). Así
193; E. Brandenburger, Fleisch und Geisí. Paulus und
die dualistische Weisheit (WMANT 29), Neukirchen- se ve, entre otras cosas, por el hecho de que el
Vluyn 1968, 42-58; H. Clavier, en BHH I, 485s; Haag, plural aparezca únicamente en Sant 5, 3; Ap
Diccionario, 283-288; R. Jewett, PauVs Anthropologi- 17, 16; 19, 18 (cinco veces).21, donde, en el
cal Terms (AGJU 10), Leiden 1971 (bibl.); O. Kuss, contexto de un enunciado sobre el juicio, se
Carta a los Romanos, Barcelona 1976 (excursus sobre
la «came», 108-114); C. H. Lindijer, Het Begrip Sarx habla dei consumirse de la carne humana.
bij Paulus, Assen 1952; D. Lys, L’arrière-plan et les
connotations vétérotestamentaires de sarx et soma: VT 2. Si examinamos a á g | en lo que respecta
36 (1986) 163-204; A. Sand, Der Begriff «Fleisch» in a sus campos referenciales, entonces será ne-
1365 oáe^ 1366

cesario enfocarlo todo, no según critérios amenazada y en peligro, cuando se habla de la


conceptuales {carne y sangre, en la carne, se­ debilidad (Gál 4, 13; Rom 6, 19), de la tribu-
gún la carne), sino según puntos de vista ob­ lación (1 Cor 7, 28), de la destrucción (1 Cor
jetivos, porque determinadas combinaciones 5, 5) y de la inmundicia (2 Cor 7, 1) de la
de conceptos pueden tener significado muy carne. Calificado por un adjetivo, al hombre
diferente según sea el contexto. En un primer se le describe como carne mortal (2 Cor 4,
grupo, o á g l designa la sustancia corporal, la 11), pero a quien se revela ya desde ahora la
carne de la circuncisión, luego el cuerpo hu­ vida de Jesús. «Toda carne» se refiere, lo mis­
mano (frecuentemente con una determinación mo que en el AT, a todos los seres humanos, a
aclaratoria, por ejemplo, àodéveia), el hom- toda la humanidad (Gál 2, 16; Rom 3, 20; en
bre entero o la humanidad (en significado ambos casos con influencia dei Sal 142, 2
universal: toda la humímidad; en significado LXX: jxãç Çcüv). Pablo utiliza dos veces la
parcial: el pueblo de Israel), oág^ pertenece a expresión judia: «carne y sangre»: 1 Cor 15,
este contexto, en cuanto expresa el linaje bio­ 50; Gál 1,16 (cf. Eclo 14,18; 17, 31; Hen [et]
lógico y la pertenencia genealógica a Israel. 15, 4-6); con ello se refiere a Ias personas que
En otro campo referencial, oágÇ designa la están excluidas dei reino de Dios o cuya auto-
existência terrena y natural, y luego la exis­ ridad es insuficiente.
tência puramente mundana (xaxà o á g x a en En sentido genealógico carne designa al
combinación con un verbo). Finalmente, se pueblo de Israel, al que se pertenece por ge-
asocia con oóq^ (especialmente en Pablo) un neración y nacimiento (Gál 4, 23-29, esp. vv.
enunciado antropológico marcado teológica­ 23.29; Rom 9, 3; 11, 14), y cuyos miembros
mente, cuando se designa al hombre como so- son xéxva xfjç aagxóç y, por tanto, no la ver-
metido al pecado; la relevância teológica se dadera simiente de Abrahán (Rom 9, 8; cf. 4,
deduce principalmente de la combinación con 1: Abrahán es el antepasado «según la carne»
los términos áp.aQxta, vóp,oç y 'bávaxoç y [xaxà o á g x a se refiere al sujeto, no al verbo,
de la antítesis entre o á g l y JxvEõfta. Aqui los cf. Kuss, 124s]). «El Israel según la carne» (1
enunciados acerca de la carne se aproximan Cor 10, 18) no está definido -en virtud de de-
mucho a los enunciados acerca de los poderes terminaciones precisas- como perteneciente
de perdición que son contrários a Dios. al âmbito de la oág§ que ahora queda detrás
3. a) 1 Cor 15, 39 habla de la sustancia car­ de Pablo (en contra de J. Weiss, Der erste
ne-, n ã o a o ág ^ no significa la humanidad en- B riefan die Korinther [KEK], 260), sino co­
tera, sino Ias diversas clases de carne (hom­ mo el «Israel histórico» (H. Conzelmann, Der
bre, ganado, aves, peces). El mismo significa­ erste Briefan die Korinther^ [KEK], 212 nota
do tiene, cuando Pablo habla de la «espina en 29); esta comprensión es confirmada por Rom
la carne» (2 Cor 12, 7) para expresar que él es 1, 3 y 9,5, donde se habla de Cristo «según la
una persona atormentada en su cuerpo. La cir­ carne» para referirse a su existência terrena e
cuncisión se realiza «en la carne»: Gál 6, 12. histórica (en Rom 9, 5 falta, desde luego, en
13; Flp 3, 3.4; Rom 2, 28; en estos enuncia­ comparación con 3, 5, el concepto antitético
dos, en consonância con el AT, oág^ tiene un decisivo OTEúpa).
significado inespecífico; tan sólo por el con­ La vida «en la carne» (Gál 2, 20; 2 Cor 10,
texto se deduce que Pablo rechaza la circunci­ 3 [bis]; Flp 1, 22.24; Fim 16) expresa (sin es­
sión «en la carne». pecial calificación) la raanera de la existência
La carne es también -en consonância otra terrena. La expresión suena a helenística, pe­
vez con Ias concepciones dei AT- un término ro objetivamente corresponde a la concepción
para referirse al cuerpo dei hombre (1 Cor 6, veterotestamentaria dei hombre; porque, se­
16; cf. 2 Cor 7, 5; Ef 5, 31) y asimismo al gún la comprensión griega, se puede hablar,
hombre entero. Otros sustantívos especifican sí, dei alma en el cuerpo, pero no dei hombre
más concretamente que esa persona se halla «en la carne».
1367 o ág l 1368

b) La estrecha vinculación entre la carne y en 3, 22 corresponde al uso paulino: el senor


el mundo (y, con ello, la acentuación de una (terreno) ejerce su senorío en el âmbito terreno
existência puramente mundana) la encontra­ y mundano (así también en Ef 6, 5). Según Col
mos en 1 Cor 1, 26: hay una «manera según la 1, 24, Pablo sufre en su propia existência te­
came». Pero su sabiduría no es aún «pecami­ rrena y corporal lo que todavia falta en Ias
nosa y humana, pecaminosa y terrena» (en aflicciones de Cristo (cf. 2 Cor 4, 11; Gál 6,
contra de Lindijer, 151); tan sólo cuando se- 17). La «satisfacción de la came», en Col 2,
duce para que se permanezca en ella en contra 23 (un obscurum dictum, cf. Bauer, Wôrter-
de la vocación procedente de Dios, es recha- buch, í.v. JtX,T]0 [iOvf|), significa seguramente
zada como sabiduría de este mundo (cf., a la sobresaturación dei hombre que no se orien­
propósito, aagxixóç, 1 Cor 9, 11; 2 Cor 1, ta según el orden de Dios (sobre los intentos
12; Rom 15, 27). x a t à o á p x a en combina- de corrección sintáctica, cf. J. Emst, Der Ko-
ción con un verbo caracteriza la conducta dei losserbrief [RNT], 213s). La «incircuncisión
hombre como actividad y perspectiva pura­ de la came», en Col 2, 13, definia al hombre
mente mundana: 2 Cor 1, 17; 5, 16 (bis); 10, pagano como hombre muerto, que no pecaba,
2.3; 11, 18 (en este sentido también Gál 3, 3, desde luego, por la confianza en la came, pero
oaçxí); tal conducta es superficial, y no está sí por su desenfreno (cf. el catálogo de vicios
orientada hacia lo autêntico, hacia lo que inte- en 3, 5); él tiene que recibir la verdadera cir-
resa. Tan sólo la actividad y el juicio en el Se- cuncisión, es decir, el despojarse dei «cuerpo
nor o en el Espíritu efectúa la salvación. de came» (2, 11; cf. Ef 2, 11). Aparecen in­
c) Son decisivos en Pablo los enunciados fluencias helenísticas en Col 1, 22; 2, 11.18;
que emplean o á g | para designar al hombre tanto el cuerpo terreno (1, 22 acerca de Jesus;
entregado al poder dei pecado que lo domina 2, 11) como el entendimiento humano (2, 18)
todo: Rom 7 ,5 (14).18.25; 8, 5 (bis)6.7.8. Es­ adquieren mediante la construcción de geniti­
te hombre está ligado a una existência peca- vo el acento de una marcada corporeidad car­
dora y hostU a Dios, y es incapaz de alcanzar nal o perspectiva carnal (cf. Eclo 23, 17; IQ
por sí mismo la redención. Pefo por la muerte pHab 9, 2). La designación de la mujer como
y la resurrección de Jesus se le arrebató al pe­ oÓQ^ (Ef 5, 29; o otõpa en el v. 28) es tradi­
cado su poder. Dios envió a su Hijo «en se- cional; lo nuevo es la aplicación de esta idea a
mejanza de came de pecado» a causa dei pe­ la comunidad cristiana en el v. 32. Los «dese-
cado y para condenar el pecado «en la came», os de la came» en 2, 3 pertenecen al tiempo de
es dectr, en el «lugar» donde el pecado había la muerte (vv. 1 y 2), cuando los poderes de­
erigido su poder: en la esfera terrena y corpo­ moníacos determinaban la «voluntad de la
ral, a la que pertenecen todos los hombres sin came»', la división entre oágÇ y ôiávoia no
excepción (8, 3). Ahora bien, con ello el hom­ representa todavia una concepción helenística,
bre, aunque vive todavia «en la came», no es­ ya que también en el AT (Núm 15, 39 LXX) se
tá ya condenado a vivir también «según la acentua tal perspectiva distorsionada dei pen-
carne»', ha quedado suprimida la existência samiento. «Sangre y came» (en orden inverso;
hostil a Dios: Rom 8, 4.9.10.12.13. Pero sólo cf. 2, 14) significan Ias dos sustancias funda-
en obediência al Espíritu de Dios es posible mentales dei cuerpo humano, por Ias cuales és-
realizar, en vez de Ias obras de la came. Ias te se diferencia de los espíritus incorpóreos (Ef
obras dei Espíritu: Gál 5,13.16.17.19.24; 6.8. 6,12). 1 Tim 3,16 recuerda a Rom 8, 3 y Ef 2,
14; sin embargo la diferencia decisiva reside
4. La tradición post-paulina sigue extensa­ en que la manifestación de Cristo «en la car­
mente la comprensión paulina dei hombre, pe­ ne» tiene ya, de por sí, significado revelador.
ro fija en parte nuevos acentos. Col 2, 1 em-
plea oág^ en el sentido de la «corporeidad vi- 5. La fórmula dei AT Jtãoa aágÇ (junto a
sible» (Schweizer, 136); también x ax à o ág x a dos citas dei AT en Mc 10, 8a par. Mt 19, 5b:
1369 aáel 1370

Gén 2, 24; Lc 3, 6; Is 40, 5) aparece también mediante el nacimiento dei Kveüpa consigue
en Mc 13, 20 par. Mt 24, 22; Ningún hombre el hombre entrar en el reino de Dios. Sin em­
podría salvarse en el juicio, si los dias no se bargo, la came no caracteriza al hombre co­
abreviaran. La expresión «came y sangre», en mo sujeto al poder dei pecado; el hombre no
Mt 16, 17, permanece en la tradición dei AT, y se hace pecador sino por rechazar la JtíoTiç.
significa que Ias personas son incapaces de Un significado parecido hay en 6, 63; la opo-
manifestar lo único que es válido. En Mc 14, sición entre oág§ y itveõpa no es la que se
38 par. Mt 26, 41 o ág ^ y jtVEÕpa se contra- encuentra en Pablo, sino que expresa que la
ponen. Sin embargo, no podemos hablar de comprensión de Ias palabras de Jesús (v. 60)
dualismo antropológico (en contra de Schwei- es posible únicamente en el Espíritu. En el
zer, 124; H. Braun, Spatjüdisch haretischer prólogo dei Evangelio de Juan, came (1, 13)
und frühchristlicher Radikalismus II, Tübin- se refiere al origen terreno (cf. la interpreta-
gen 1957, 115 nota 4 considera el pasaje co­ ción mediante a lp a y •fl-éX.Tipa ávôgóç), un
mo una adición parenética secundaria); lejos origen al que se contrapone el nacimiento que
de eso, la debilidad de la oág^ y lo dispuesto procede de Dios. La oág§ se concibe, pues,
dei espíritu corresponden a la concepción ve- como lo que tiene una voluntad (al igual que
terotestamentaria sobre el conflicto entre el el varón). El nacimiento querido por el hom­
bien y el mal en el hombre (cf. Sal 50, 14 bre terreno corresponde a la procreación que­
LXX). «Carne y huesos» en Lc 24,39 son una rida por el varón. Del Logos se dice en 1, 14
circunlocución para expresar la corporeidad que él, lo núsmo que todo ser humano, adqui-
real (la manifestación en persona) dei Resuci- rió forma terrena; él eligió la manera de la
tado, por contraste con un espíritu incorpóreo existência terrena, cual corresponde a todo ser
e irreal. El libro de Hechos cita dos veces el humano, y plantó su tienda entre Ias tiendas
AT con la expresión jtã o a oág^, «todos los de los hombres.
hombres» (2, 17: J1 3,1 LXX; 2, 26: Sal 15, 9
LXX). Hech 2, 31 deduee de la incorruptibüi- Jn 6, 51c-58 es seguramente una inserción pos­
dad de la o á ç ^ humana (cf. 2, 26s) la inco- terior, efectuada por un redactor eclesial, en el
rruptibilidad de la oág^ de Jesús; se piensa discurso acerca dei pan de vida (capítulo 6). La
en el cuerpo resucitado de Jesús (rj^oxi] dei v. aparición de oág^ por seis veces (cuatro veces en
combinación con alpa) sugiere que un acto de
27 no se recoge ya en el v. 31). culto (la celebración de la eucaristia) es el S i tz im
Leben (o «situación vital»). El relato, muy realis­
6. a) El EvangeUo de Juan, en el que o á g Í ta, quizás de tendencia antidocetista (aõtpa [en
aparece relativamente pocas veces (13), em- los Sinópticos] es sustituido por oág^), interpre­
plea este término de manera propia y singular. ta el pan vivo que es comido en la fe, como Ias
Es tradicional la expresión «toda came» en Jn sustancias c a m e y sangre de Jesús que se comen
en la eucaristia. La transición en el v. 51c sugiere
17, 2: el Padre entrega al Hijo autoridad plena un malentendido entre los oyentes, que trata de
sobre todos los hombres. En 8, 15 la fórmula eliminarse mediante el relato insertado: Comer la
x a x à o á g x a se halla con artículo. Lo de juz- c a m e y la sangre dei Hijo dei hombre produce
gar «según la came» es aqui otra manera de también la vida eterna. La expresión -bastante
referirse a la incomprensión de los hombres fuerte- xQÒytí), «comer (con el matiz de masti-
(cf. V . 14), y significa el juzgar según Ias apa- car)», no debe considerarse como refuerzo adi­
cional de una posible postura antidocetista, según
riencias (superficiales) (cf. también 7, 24); vemos por una comparación con 13, 18, donde
una visión que juzgue sólo lo externo, no re- Èa^ftícn, dei Sal 40, 10 LXX, es sustituido igual­
conocerá la verdadera esencia de Jesús. De mente por TgcflYCfl (cf. también Mt 24, 38 junto a
manera parecida en 3, 6; El que ha nacido «de Lc 17, 27).
la came», es (sólo) came, es decir, pertenece
a la esfera (puramente) terrestre, que no tiene b) Según 1 Jn 4, 2 (algunos manuscritos re-
participación en el reino de Dios. Tan sólo piten èv o agxt en el v. 3) y 2 Jn 7, la confe-
1371 aág^ 1372

sión de que Jesús vino «en carne», es decir, traducción adecuada de a á p |. Pensar en una glo­
como hombre, separa a los verdaderos cre- sa tardia y que, por tanto, debiera eliminarse, no
yentes de los profetas de mentiras. La fe (o la es posible por lo bien que se halla atestiguado el
incredulidad) no se muestra ya únicamente en texto. El contexto da la directriz para la solución;
lo que respecta a Dios, sino también en lo que la sangre de Jesús es la sangre derramada en la
cruz (v. 19); por tanto, por medio de la muerte en
respecta al enviado por Dios. En 1 Jn 2, 16, la la cruz fue posible el acceso al santuario. Este ca-
«concupiscencia de la carne» es interpretada mino condujo a través dei velo. Este aconteci-
más concretamente por la «concupiscencia de miento simbólico es interpretado entonces con­
los ojos»: el hombre se halla orientado plena­ cretamente mediante el término carne: Por medio
mente hacia el cosmos, dei que proceden la de (en sentido instrumental) la entrega dei «cuer-
tendencia carnal y el deseo de los ojos; el po de carne» a la muerte, Jesús dejó expedito de­
finitivamente el camino.
hombre ama el mundo y, con ello, está sujeto
a él. b) 7 Pe 1, 24 (cita de Is 40, 6 LXX) emplea
jtã o a a rip l conforme a la tradición dei AT:
7. a) En Heb 5, 7 o á g l se usa para referir- «todo hombre», «todos los hombres». 3, 18
se a la existência terrena de Jesús; los «dias habla de Cristo que sufrió (también la varian­
de su carne» son sus dias en la tierra. Duran­ te textual àjtÉDavEv está bien atestiguada,
te ese tiempo él asumió «sangre y carne» (2, pero no merece la preferencia; compárese
14b; ->■4), como sucede con cualquier ser hu­ NTG^® y GNT con NTG) y fue muerto en la
mano (v. 14a). La equiparación prohibe supo- carne (cf. 1, 18s; 2, 24). a á p | designa «la
ner que «el carácter de la sustancia...» resalta condición humana mortal» (L. Goppelt, Der
«mucho más intensamente» (en contra de erste Petrusbrief [KEK], 245 con la nota 27),
Schweizer, 142). Los «padres de nuestra car­ la existência terrena (pero no el cuerpo como
ne» (12, 9) son los antepasados terrenos, a categoria soteriológica, en contra de N. Brox,
quienes uno está sujeto en obediência. El «or- La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,
denamiento jurídico (ÔLxaícopa) de la carne» 226; K. H. Schelkle, Der erste Petrusbrief
(9, 10) significa Ias ordenanzãs cultuales de la [HThK], 103s, es ambiguo) con la que con­
ley (preceptos sobre la comida, la bebida y la trasta la existência pneumática (cf. Rom 1,
pureza), que producen únicamente una provi- 3s). Este contraste se halla también en el difí­
sional «pureza de la carne» (9, 13), de lo ex­ cil texto de 1 Pe 4, 6, aunque aqui se hace re­
terior dei hombre. Por el contrario, la sangre ferencia a personas muertas. A esas personas
de Cristo purifica la conciencia humana (v. se les proclama la buena nueva, para que en
14). Este enunciado, que suena a dicotomía, su existência terrena sean juzgadas como se­
corresponde a la tradición cristiana primitiva: res humanos, pero para que vivan según Dios
Mc 7, 15 par. Mt 15, 11; cf. Heb 10, 22. Se- en el Espíritu (cf. Rom 8, 27; 2 Cor 7, 9.10.
gún 10, 20, el acceso al santuario se logra 11).
«por medio de la carne» de Jesús; el texto También en 1 Pe 4, la a a ç x í (dativo de re-
ofrece algunas dificultades. lación como en 3, 18) significa la existência
^Es oÓQ^ aqui una designación metafórica de terrena, caracterizada por el itáoxeiv como la
la muerte de Jesús? Entonces los vv. 5 y 10 mues- esfera en la que la Pasión de Jesús se realizo
tran que habría que haber usado affl|ta. ^Habrá historicamente (cf. 3, 18a; en este caso, como
que interpretar ôiá en sentido local (refiriéndose siempre en la Carta primera de Pedro, áp a g -
al velo) o en sentido instrumental (refiriéndose a TÍa está en plural). El enunciado de 4, Ib, que
la oÓQ^)? 1,0 tiene ôiá un significado uniforme? se entiende muy bien como una fundamenta-
o á g l podría referirse a la naturaleza humana; en­
ción general entre paréntesis, tal y como pien-
tonces surge la cuestión acerca de si esa namrale-
za tuvo que ser destruida (como fue desgarrado el sa Goppelt {Der erste Petrusbrief, 268), se re-
velo dei templo), para que quedara libre el acceso fiere en sentido general a la o ág^ de los hom­
al santuario; sin embargo, «namraleza» no es una bres como al «lugar» donde reina el pecado.
1373 aaQí oaxavõç 1374

pero donde el hombre por medio dei sufri- S aQ O V / Sarouch (Seruc)


miento (seguramente amenazas, persecucio- Forma dei nombre ->• Sepoúx en el Textus
nes y sufrimientos mortales, pero no danos Receptus
corporales [en contra de Brox, La primera
Carta de Pedro, 258]) ha acabado con el pe­
cado (cf. Ram 7, 6; cf. Bauer, Wõrterbuch, aaQ Ó oi saroõ barrer, limpiar*
s.v. 2), a fin de que, por el resto dei tiempo te­ En Mt 12, 44 par. Lc 11, 25 junto a xoo-
rreno, no viva ya para Ias pasiones humanas pém. En Lc 15, 8 en la parábola de la dracma
(4, 2). perdida.
La «suciedad de la carne», en 3, 21, se ba­
ila en contraste con la buena conciencia (cf. S á ç Q a , a ç Sarra Sara*
Heb 9, lOs; sin embargo, el contraste no se Nombre de la mujer de Abrahán (Gén 17,
desarrolla lingüísticamente de manera estric- 15 LXX y passim). Madre de Isaac; Rom 4,
ta); El bautismo no obra una purificación ejc- 19; 9, 9; Heb 11, 11. En la parénesis dirigida
terior y corporal, sino «una promesa de buena a Ias esposas se hace referencia a Sara: fue
conciencia ante Dios» (èjteçcóxrjpa [literal­ obediente a Abrahán y le llamaba «senor» (1
mente: pregunta, petición] debe traducirse Pe 3, 6; cf. Gén 18, 12).
aqui por «promesa, voto»; èjt£Qrátq|ta).
En el fondo de todo está aqui la determinación
dei hombre según lo externo (que carece de Saçráv, wvoç, ó SarOn Sarón*
importância) y lo interno (que lo decide todo). En Hech 9 , 35, junto a los habitantes de
Los enunciados acerca de la oóq ^ en la Lod (Lida), se menciona a los de la llanura de
Carta primera de Pedro se hallan, por un lado, Sarón\ éstos «se convirtieron al Senor». Ea-
dentro de la tradición cristiana primitiva; pe­ Qcnv es trascripción dei nombre hebreo sãrôn
ro, por otro lado, no adoptan ya -e n parte- la (por ejemplo, en Is 33, 9) y designa la llanura
concepción antropológico-teológica de Pablo costera de Palestina, aproximadamente entre
con su exactitud lingüistica y su congruência Yafo (Jope) y Cesarea o la cadena montanosa
conceptual, como se ve claro especialmente dei Carmelo. LThK K , 333.
en la nueva comprensión dei pecado.
c) Según Jds 1, Sodoma y Gomorra (y Ias
aatáv, ó satan Satanás
ciudades vecinas) buscaban «carne extrana». En 2 Cor 12, 7 Sin^ A ‘" ^ Koiné Sy** apa­
Aqui se piensa seguramente en pasiones se-
rece el nombre oaxáv (sustantivo indeclina-
xuales; el sentido peyorativo se expresa prin­
ble y transcripción dei hebreo sãfãn) como
cipalmente por êxepoç y sugiere deseos per­
variante dei nombre ^ oaxavõç.
vertidos. La retrospectiva histórica hace pen­
sar principalmente en Gén 19, 4-25: Lo mis-
mo que Ias ciudades alli mencionadas, los fal­ oatavãç, ã, Ó satanas Satanás*
sos maestros de que se habla en la Carta de I . Desde el punto de vista de la historia de Ias reli-
Judas practican la inmoralidad con carne aje- giones - 2. a a x a v ã ç en el NT - 3. Funciones de
na (v. 8). También el v. 23 habrá que enten- uaxavãç en el NT - 4. a a x a v ã ç en el drama escato-
derlo seguramente en este mismo sentido. 2 lógico - 5. Perspectiva.
P e l , 10 recoge la idea de Jds 7, pero sin in­ Bibi: G. Baumbach, Die Funktion des Bôsen in ntl.
cluir el adjetivo exeqoç ; en vez de eso se ana- Schriften: BvTh 52 (1992) 23-42; H. Bietenhard, en
de: «en deseos corrompidos». Con ello se re- DTNT rv, 162-168; O. Bõcher, Das NT und die dãmo-
chaza que la oÓqI, el cuerpo humano, sea ob­ nischen Mãchte (SBS 58), Stuttgart 1972; E. Branden-
burger, Das Bõse. Eine bibl.-theol. Studie (ThStZür
jeto de satisfacción sexual (cf. también 2,18). 132), Zürich 1986; W. Foerster, a a x a v ã ç (A-B), en
ThWNT Vll, 151-164; H. Haag, El diablo. Su existên­
A. Sand cia como problema, Barcelona 1978; M. Limbeck,
1375 oaTavãç 1376

O rigen d e la noción bíb lica d e i diablo y los dem onios: 3. Satanás se identifica con la serpiente en
Concilium 103 (1975) 343-358; B. Noack, S a ta n á s la caída en el pecado (Ap 12, 9; 20, 2 según
u n d S o tería . U ntersu ch u n g en z u r ntl. D ãm onologie,
Copenhague 1948; S a ta n (Etudes Carmélitaines 27), Gén 3, 1-15) y gobiema sobre un reino de po­
Paris 1948; S. Vollenweider, «Ich sa h den Satan w ie der cerrado en sí mismo y hostil a Dios (Mc 3,
einen B litz vo m H im m el fa lle n » (L k 10, 18): ZNW 79 23 [bis]; 3, 26 par. Mt 12, 26 [bis] / Lc 11,
(1988) 187-203; más bibliografia en baipoviov, 18). Con arreglo a la demonogonía dei AT y
ôiápoXoç; cf. además ThWNT X, 1261s.
dei judaísmo Hen [et] 6-11; 15, 3-12; Jub 5,
1. Del verbo hebreo S tn , «acusar, oponerse hos­ 1-10 y passim-, ôaipóviov 2), el origen de
tilmente», derivan los escritos bíblicos su desig- Satanás y de sus «ángeles» (1 Cor 12, 7) se
nación dei adversário de los hombres (1 Sam 29, explica por la caída de los ángeles según Gén
4; 1 Re 5, 18 y p a s s im ) y dei adversário sobrena­ 6, 1-4 (Lc 10, 18; Ap 12, 7-9). Su âmbito son
tural de Dios y acusador de los hombres (h a s s a -
tã n , Job 1, 6-12: 2, 1-7: Zac 3, Is; s ã tã n , 1 Crón
Ias tinieblas (Hech 26, 18; 2 Cor 11, 14). Es-
21, 1; LXX; ôiápoÀoç). En transcripción griega tán sometidos a Satanás los demonios de la
(o a ta v ã ç [en arameo, s ã t ã n ã ’}, Eclo 2 Í, 27; enfermedad (Lc 13, 16; 1 Cor 12, 7; 1 Tes 2,
TestDan 3, 6; 5, 6; 6, 1; TestGad 4, 7; TestAs 6, 4 18 [?]; 1 Tim 1, 20) y de la muerte (1 Cor 5,
v.h). el apelativo original se convierte en el nom- 5; cf. 15, 26; Heb 2, 14). Como demonio su­
bre propio dei poder antidivino por excelencia. El premo, se le equipara al dios supremo de los
hebreo m a s te m â («enemistad») es un término
afín en cuanto a la raiz (Os 9, 7s); Satanás es el paganos, Zeus (Ap 2, 13 [bis]); él es culpable
«ángel de la enemistad» (IQM 13, 11; CD 16, 5; dei culto idolátrico y de Ias falsas doctrinas
cf. IQS 3, 23). En el libro de los Jubileos Maste- (Ap 2, 24) y también dei rechazo de Jesús por
ma es el nombre dei príncipe supremo de los de­ los judios (Ap 2, 9; 3, 9).
monios (Jub 10, 8; 11, 5.11; 17, 16 y p a s s im ) . Pa­ Pero, sobre todo. Satanás actúa como tenta­
ra el judaísmo antiguo Satanás/Mastema es la en- dor (cf. Job 1, 6-12; 2, 1-7) y seductor (Mt 4,
camación dei principio hostil a Dios y a los hom­
bres y el soberano de todos los maios espíritus (-+ 10 par. Mc 1, 13; Mt 16, 23 par. Mc 8, 33; Lc
ôaifióviov 2). 22, 31; 1 Cor 7, 5; cf. 2 Cor 2, 11). El es el
originador dei pecado y de la maldad (Mc 4,
2. En el NT hay 36 testimonios dei sustan- 15; Lc 22, 3 par. Jn 13, 27; Hech 5, 3; 1 Tim
tivo oaxavãç, es decir, casi el mismo número 5, 15; cf. Mt 16, 23 par. Mc 8, 33).
de testimonios que dei sinônimo 8iápoX,oç
(34). De Ias 15 veces que el término aparece 4. Según Ias concepciones de la apocalípti­
en los Sinópticos, 10 se hallan en Ias períco- ca dei judaísmo antiguo y dei cristianismo
pas Mc 1, 12s par.; 3, 22-27 par.; 8, 31-33 prinütivo, la caída de Satanás y de sus demo­
par.; el Corpus Paulinum ofrece 10 testimo­ nios al comienzo de los tiempos (según Gén
nios, 8 el Apocalipsis, 2 el libro de Hechos, y 6, 1-4) se repetirá al fín de los tiempos (cf. Lc
uno solo el Evangelio de Juan, evidentemente 10, 18; Ap 12, 7-9). Después de mil anos,
en una expresión estereotipada (13, 27; cf. Lc oaxavãç será libertado de su prisión para dar
22, 3). No existe ninguna diferencia de signi­ la batalla final (Ap 20, 7), y prestará su poder
ficado entre oaxavãç y ôiápoXoç, como ve­ al ãvopoç (2 Tes 2, 9). Rom 16, 20 promete
mos por la comparación de Mc 1,13 (oaxa- la pronta victoria de Dios sobre Satanás (cf.
võç) con los lugares paralelos Mt 4, 1 / Lc 4, Gén 3, 15; TestLev 18, 12). Al diablo (ôiápo-
2 (ôiápoXoç), y de Mc 4, 15 (oaxavãç) con Xoç) y a sus demonios les aguarda un fin en el
el lugar paralelo Lc 8, 12 (ôtápoXoç); entre fuego eterno (Mt 25, 41; Ap 20, 10).
otros sinônimos se hallan èx'&QÓç y Jto-
vT)çóç. o ax av ãç aparece casi siempre con ar­ 5. Con sus enunciados acerca de oaxavãç o
tículo (sin artículo; en vocativo y también en ôtápoXoç como príncipe de los demonios, el NT
permanece en el contexto dei dualismo dei juda­
Mc 3, 23; Lc 22, 3; 2 Cor 12, 7); 2 Cor 12, 7 ísmo antiguo; lo mismo que él, el NT aguarda la
lee en una v.l. la forma alternativa indeclina- ruina escatológica dei adversado. Ahora bien, Je­
ble 2axáv. sús apareció para destruir Ias obras dei diablo (1
1377 o a T a v ã ç - S a o jJio ç 1378

Jn 3 ,8c): su victoria sobre los demonios significa ral, Lucas en los relatos emplea primeramente
el final dei reino satânico y el comienzo dei reino esta forma (en Hech 22, 7 D y 26, 14 v.l. la
divino (Mt 12, 28 par. Lc 11, 20). forma helenizada desplaza a la forma arcai-
O. Bõcher zante), ya que aquella parece más accesible a
los lectores helenísticos: Hech 7, 58; 8, 1.3; 9,
OraTOV, OD, t ó saton sato, seá* 1.8.11.22.24; 11, 25.30; 12, 25; 13, 1.2.7.9
(en cambio, p"**tiene siempre la forma SaoúX,
Nombre de una medida hebrea de capaci-
dad para áridos: s'”â (en arameo, sâ’tã’). Mt cf. Harrer, 24s). Precisamente la forma arcai-
13, 33 par. Lc 13, 21, «tres satos (aáx a tqío) zante revela la intención de Lucas de presen-
de harina de trigo» en la parábola de la leva- tar a Pablo como buen judio, lo cual corres­
dura. Billerbeck I, 669s calcula que 1 sato ponde en sentido más general a la imagen que
Lucas ofrece de Pablo.
equivale a 13, 131 litros. A. Segrè: JBL 64
(1945) 357-375; Pauly, Lexikon IV, 1563. Con Hech 13, 9 Lucas cambia de estilo:
desde ese momento a Saulo se le menciona en
los relatos por su nombre romano (EaüXoç
I^ a v ^ o ç , OB Saulos Saulo* ôé, ó x a l IlaõXoç). Podemos suponer (con
SaoúX Saoul Saúl* Harrer) que Pablo llevó también desde su na-
B ib l.: H. J. Cadbury, T h e B o o k o f A c t s in H isto ry , cimiento el nombre romano (quizás como
London 1955, 69ss; H. Conzelmann, D ie A p o s te lg e s - cognomen junto al nombre judio como sig-
c h ic h te e r k lã r t (HNT), Tübingen ^1972, sobre 13, 9;
E. Haenchen, D ie A p o s te lg e s c h ic h te (KEK), Gõttin- num o supemomeri), que sonaba tan parecido
gen ^1977, sobre 13, 9; G. A. Harrer, S a u l w h o a ls o is al nombre judio (téngase en cuenta su ciuda-
c a lle d P a u l: HThR 33 (1940) 19-34; K. Lôning, D ie danía romana: Hech 22,28). Sin embargo, de­
S a u lu s tr a d itio n in d e r A p o s te lg e s c h ic h te (NTA 9), trás dei cambio de nombre en Hech 13, 9 hay
Münster i. W. 1973; más bibliografia en naõXoç. una tesis literaria: jEl excelente judio Saulo
1. En el NT, a Pablo se le menciona 22 ve- se convierte en Pablo, misionero de los genti-
ces por su nombre judio (sã'ül) y, por cierto, les! Con habilidad esta tesis se ha entretejido
todas ellas en el libro de Hechos. Quince ve- en un episodio que habla dei êxito de Pablo
ces se hace con la forma helenizada dei nom­ ante un funcionário romano con ese mismo
bre EaõXoç (tan sólo entre Hech 7, 58 y 13, nombre ( ^ 'ZÉQyioç IlaüXoç; no obstante, el
9), ocho veces con la forma indeclinable cambio de nombre dificilmente podrá asociar-
EaoúX (siempre en vocativo), la cual sólo se con el nombre dei procónsul romano, cf.
aparece en el contexto de la historia de la con- Haenchen).
versión (Hech 9 ,4 [bis].17; 22, 7 [bis].13; 26, Saulo, como forma dei nombre, ipudo ha-
13 [bis; aqui con referencia a la forma hebrea ber existido alguna vez en una tradición ante­
dei nombre; tf\ 'E P çaíôi ôiaXéxtcp]) y que rior a Lucas? Las únicas posibilidades que ha-
debe entenderse con arreglo al método literá­ bría que tener en cuenta serían la historia dei
rio de recurrir a arcaísmos. - En Hech 13, 21 bautismo en Hech 9 (así piensa Lõning) y las
se menciona al primer rey israelita ZaoúX, hi- noticias que se ofrecen en Hech 11, 30 (la co-
jo de Cis (cf. 1 Sam 9ss; 1 Crón 8, 33; 10, Iss; lecta) y 13, 1 (lista de colaboradores). En los
1 Mac 4, 30; 1 Ciem 4, 13. Josefo, Ant VI, dos últimos casos se presenta ya a Pablo co­
378: cuarenta anos de reinado [como en Hech mo colaborador antioqueno, al servicio de
13, 21]; X, 143: veinte anos). una comunidad helenística de misión. Tam­
bién la historia dei bautismo, como relato so­
2. La forma helenizada dei nombre (2aü- bre la conversión de un gran hombre, podna
Xoç) era corriente aplicársela a los ninos judi­ haberse narrado sobre la base de êxitos más
os en la época dei helenismo (se menciona va­ extensos. Pablo, como resalta también por sus
rias veces en Josefo). Y a Pablo se la habrían cartas, no habría actuado en público ni se le
aplicado sus padres (-» naõX oç 2). En gene­ habría nombrado sino por su nombre romano
1379 havXoz, - aépo(xai 1380

(->• nai3X.oç 1.2), de tal manera que habrá que PáoOriaav x a l èX.áxpenaav) a la criatura, en
negar negarse la posibilidad de una genuína vez de hacerlo al Creador. ThWNT VII, 172s;
tradición sobre Saulo. Lueas, con habiUdad li­ DTNT III, 359-361.
terária, ha sabido entretejer lo que él sabia
personalmente, dándole la forma de una ex-
posición clara y convincente. aépaa^a, atoç, tó sebasma objeto de
G. Schille culto 0 adoración, santuario*
En Hech 17, 23 dícese de los santuários de
Atenas; en 2 Tes 2, 4 aépaa|xa aparece junto
a p é v v D ^ i sbennymi extinguir* a ■frEÓç. ThWNT VII, 173; DTNT III, 359-
Dícese en sentido propio de la acción de 361.
apagar un fuego: Heb 11, 34; Ef 6, 16 (flechas
incendiarias); Mt 12, 20 (la mecha que apenas
arde). En voz pasiva en el sentido de extin-
guirse, apagarse, en Mt 25, 8 (de Ias lámpa- I]£paaTÓç, 3 Sebastos venerado, venera-
ras); dei fuego dei infiemo, que no se apaga ble (Augusto)*
(Is 66, 24) en Mc 9, 48; 9, 44.46 v.l. En senti­ En el NT, 2e|3aoxóç es en todos los pasajes
do figurado {amortiguar, sofocar) en 1 Tes 5, (aparece 3 veces en Hechos) traducción de
19: «jNo apaguéis el Espíritu!». - ThWNT Augustus (Augusto), el título que se aplicaba
VII, 165-168; Spicq, Notes n , 789s. al emperador romano (cf. Pausanias III, 11,
4). En Hech 25, 21.25 ó ZePaoxóç es la Ma-
jestad (imperial). 27, 1 menciona la ->• aiXEi-
(TEaDToi), tjç seautou de ti mismo* Qa 2epaoxf|, la «cohorte imperial» (cohors
En el NT el pronombre reflexivo de segun­ Augusta). La designación de Augusta aplica­
da persona dei singular (BlaB-Debrunner § da a una tropa auxiliar, se halla documentada
283) se encuentra: también en otras partes; cf. E. Haenchen, Die
a) en genitivo (oeanTon, de ti mismo): Jn Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco. H. Dieck-
1, 22; 8, 13; 18, 34; Hech 26, 1; 2 Tim 4, 11; mann: ZKTh 43 (1919) 213-234: ThWNT
b) en dativo (aeauTÕ), a ti mismo): Jn 17, 5 Vn, 174.
(«junto a ti mismo»); Hech 9, 34 («para ti mis­
mo», «tu propia [cama]»); 16, 28; Rom 2,5; 1
Tim 4, 16a;
a é p o ^ a i sebomai venerar, adorar*
c) en acusativo (OEauxóv, -te, a ti [mis­ En el NT, la voz media de aÉPco se refiere
mo]): Mc 1, 44 par. Mt 8 ,4 / Lc 5, 14; Mc 15,
siempre a Dios o a la Deidad. El adorado se
30 par. Mt 27, 40 / Lc 23, 37; Mt 4, 6 par. Lc
halla en acusativo en Mc 7, 7 par. Mt 15, 9 (Is
4, 9; Mt 8, 4 (cf. Mc 1, 44); Lc 4, 23; 23, 39;
29, 13); Hech 18, 13; 19, 27. - La expresión
Jn 7, 4; 8. 53; 10, 33; 14, 22; 21, 18; Rom 2,
oepópEVoç xòv ÜEÓv, «adorador de Dios»
1.19.21; 14, 22; Gál 6, 1; Fim 19; 1 Tim 4,
designa a un gentil que simpatiza con la sina­
7.16b; 5, 22; 2 Tim 2, 15; Tit 2, 7. El manda-
goga, pero sin observar la Torá en su integri-
miento de amar al prójimo d)ç OEauxóv (Lev
dad, sobre todo sin someterse a la circunci-
19, 18) aparece en Mc 12, 31 par. Mt 22, 39 / sión (Josefo, Ant XIV, 110): Hech 16, 14; 18,
Lc 10, 27; Mt 19, 19; Rom 13, 9; Gál 5, 14; 7. DEpófiEvoi, usado en sentido absoluto, tie-
Sant 2, 8.
ne el mismo significado en 13, 50; 17, 4.17.
Es difícil saber lo que quiere decir la expre­
O E p á ^ O ^ a i sebazomai tributar culto reli­ sión ospófiEvoi jtQO0f|)iUXOL en 13, 43. Pro-
gioso, adorar* bablemente o£pó[j,EVOL no se emplea aqui
En Rom 1, 25 dícese de los paganos que tri- como término técnico. - Schürer III, 174s;
butan culto religioso, adoran y sirven (eoe- ThWNT VII, 169-172; DTNT III, 359-361.
1381 (jEiga —aeiafioç 1382

aeiQ Ú , ã ç , ^ seira cuerda, cadena* fondo dei nacimiento y la muerte de dioses y


2 Pe 2, 4: A los ángeles caídos los ha rete- hombres divinos.
En el AT el terremoto es un motivo fundamen­
nido Dios en el abismo «con cadenas dei in- tal que, en Ias descripciones de teofanías (cf., por
fiemo» (oeiQatç Çó(po^J); TaQxaQÓco. Cf. ejemplo, Jue 5, 4), caracteriza la reacción de la
también ->■ oeiQÓç y o iq ó ç . naturaleza ante la venida de Yahvé (cf. Sal 68, 8s;
Miq 1, 3s; Is 63, 19). Con mucha frecuencia, este
motivo fue luego adornado, ampliado y asociado
aEiQÓÇ, OÜ, Ó seiros foso, caverna con otros motivos como el fuego, la tempestad, el
Variante textual de A B C en 2 Pe 2, 4; «en relâmpago y el trueno, Ias tinieblas (Sal 18, 8-
cavernas tenebrosas». La mejor grafia la ofre- 16). Ambos elementos de Ias descripciones de
teofanías, que originalmente constaron de dos
ce Sin con o l q ó ç . Sin embargo, aqui habrá elementos, pueden desligarse de su Sitz im Leben
que preferir seguramente ->■ oeiqá (con («situación vital»), que son los cânticos de victo-
Koiné vg sy). GNTCom sub loco. ria en Ias guerras de Yahvé, y quedar independi-
zados de él. Por eso, más tarde, encontramos fre-
cuentísimamente enunciados acerca de la reac­
aeiOfiOÇ, Ol), o seismos terremoto, estre- ción de la naturaleza en himnos en honor de Yah­
mecimiento* vé y en el contexto de anúncios proféticos de jui-
OEÍto seiõ agitar, estremecer; en voz pasiva, cio y salvación. La influencia mutua entre la
tradición dei «día de Yahvé» y Ias tradiciones de
temblar, estremecerse* teofanía explica la presencia de motivos de teofa-
1. Significado - 2. El motivo dei terremoto en Ma- nía en aquéila (cf. Am 8, 9s; J1 2, 10). Lo mismo
teo - 3. El «terremoto» como tópico dei milagro de U- que la venida primordial de Yahvé, vemos que la
beración - 4. El «terremoto» como signo apocalíptico. manifestación escatológica de Dios (para el jui-
cio) -y, cercana a ella, su ampliación a la mani­
B ib l: R. Bauckham, The E schatological E arthqua- festación dei representante de Dios, dei Mesías-
ke in the A p o ca lyp se o f John: NovT 19 (1977) 224- se acentua con el acompanamiento de fenômenos
233; G. Bomkamm, OEta) m k ., en ThWNT VII, 195- cósmicos. En los escritos judios antiguos y en la
199; A. Hermann, E rdbeben, en RAC V, 1070-1114; I. literatura «intertestamentaria», el terremoto y
Jeremias, Theophanie. D ie G eschichte einer atl. G at- otros motivos afines aparecen casi siempre en
tung (WMANT 10), Neukirchen-Vluyn 1965; R. Kratz, textos apocalípticos como anuncio de Ias catás­
A u fe rw e c k u n g a is B efreiu n g . E in e S tu d ie z u r P a s-
sions- u n d A u fersteh u n g sth eo lo g ie des M t (SBS 65),
trofes y confusión que han de producirse antes
Stuttgart 1973; Id., R ettungsw under, Frankfurt a. M. dei fin.
1979; M. Riebl, A u fersteh u n g Jesu in d e r Stunde sei- 2. Mateo emplea el terremoto con el senti­
nes Todes? Z u r B o tsch a ft von M t 27, 51b-53 (SBB),
Stuttgart 1978. do que tiene de motivo en Ias teofanías dei
AT; con ello, en pasajes críticos de su Evan-
1. El terremoto se cuenta entre los fenômenos gelio, aplica deliberadamente al Kyrios Jesús
de la naturaleza que se consideran numinosos, y un fenômeno cósmico concomitante que es
ante los que el hombre antiguo, por un lado, se esencial y originalmente característico de la
siente Ueno de reverente asombro y reconoce la epifanía de Yahvé, y con ello describe al Ky­
superioridad de lo divino, y, por otro lado, imbuí­
rios Jesús -en el papel y en la función de Yah­
do de temor, se refugia en el conocimiento de su
propia futilidad (por eso, hay que tener siempre vé- como Senor dei cosmos y de Ias fuerzas
en cuenta el carácter ambivalente de este fenôme­ de la naturaleza. En un ejemplo sobresaliente
no). Está claro, por tanto, que el terremoto se de la actividad taumatúrgica de Jesús («jy he
cuenta entre los motivos más primordiales con aquíl»), Mateo —en 8, 2 4 - muestra a Jesús,
los que se acentua la manifestación de deidades. que sobrepasa a otros taumaturgos (especial­
En el mundo greco-helenístico, el terremoto se mente en el relato de Jonás), como Senor
considera casi siempre como expresión de la có­
lera de los dioses, como un mal o m e n (Poseidón, (igual a Yahvé) que domina los poderes dei
Marte y otros) -condicionado también, segura­ caos (el mar y la tempestad), los cuales, lo
mente, por la experiencia de sus efectos destmc- mismo que fueron dominados por Dios en la
tivos-, aunque se contempla también como tras- creación, son sojuzgados de nuevo por el Hi-
1383 O 8 1 0 [X O Ç 1384

jo de Dios (cf. el final de voces a coro en 8, tado hacia la teologia de la misión- encontra­
27 y 14, 33). mos, junto a la autoliberación y a la interven-
Asimismo, da testimonio de una estructura- ción de un ser celestial, el terremoto como
ción consciente dei redactor el hecho de que agente milagroso de la ruptura de cadenas o
él, por medio dei impresionante motivo de la de la liberación. Así lo vemos en el caso de
teofanía, marque precisamente pasajes tan de­ Pablo y Silas en Hech 16, 26. La Divinidad
cisivos dei Evangelio como son la entrada hace que los enemigos experimenten su po­
mesiánica de Jesús en Jerusalén (21, 10) y su der, e intcrviene en favor de sus proclamado-
muerte en esa misma ciudad (27, 51), es decir, res.
el principio (cf. 16, 21) y el fin de la historia En el V. 28, 2, que evidentemente se debe al
de la Pasión de Jesús. A la pregunta formula­ redactor dei Evangelio de Mateo, el motivo
da por Ias voces a coro: «^Quién es éste?» (21, dei terremoto -en combinación con otros mo­
10), dio ya respuesta Mateo por medio de su tivos pertinentes de Ias historias mateicas dei
redacción de la perícopa de la entrada triunfal sepulcro (27, 62-28, 15)- senala el contacto
(es significativa la influencia de Zacarias en el con el gênero de «milagros de liberación»,
contexto); Este es el Etijo de David, el Profe­ pero tiene aqui, desde luego, un significado
ta, el Rey, que cabalgando entra en su ciudad, muy complejo: sirve de telón de fondo para el
pero humildemente se somete a la voluntad descenso dei ángel, acentúa el milagro de la
dei Padre en la Pasión. En él se cumplen Ias apertura de puertas y es fenômeno concomi­
promesas. Con ocasión de la muerte de Jesús tante de la liberación de Jesús dei sepulcro,
(27, 51), Mateo, recogiendo y dando nuevos una liberación que, desde luego, no se descri-
acentos a una tradición de teofanía, marcada be, sino que se expresa sólo indirectamente.
con tonos apocalípticos, hace que Dios mismo Lo decisivo es la línea teológica que Mateo,
confirme por medio de senales al verdadero por medio dei motivo dei terremoto, traza a
Hijo de Dios como Mediador de la salvación, través de su evangelio (cf. ->-2). La reacción
y que lo haga en contraste (por decirlo así) de los guardias ante la apcirición dei ángel en
con la exigencia -n o satisfecha- de senales 28, 4 (el verbo aeíco se aplica aqui a intensas
por parte de los «tentadores» que se hallaban emociones humanas) procede de la tradición
al pie de la cruz. El hecho de que el centurión apologética de milagros anterior a Mateo (27,
y los soldados de la guardia, al comprobar Ias 62-66: 28, 11-15): En los milagros de libera­
senales, realcen precisamente el terremoto ción, los guardias, como adversários, quedan
(27, 54), muestra el carácter dominante de és­ excluidos dei acontecimiento milagroso; aqui
te. Finalmente, Mt 28, 2, por medio dei terre­ esto tiene consecuencias para la continuidad
moto, acentúa la resurrección de Jesús como de la leyenda tendenciosa en 28, llss: los ru­
su triunfo definitivo sobre el senorío de la mores propalados por los judios son presenta-
muerte y, por tanto, como punto culminante dos como verdaderamente ridículos.
dei Evangelio (realzado de nuevo por «y he
aqui»), con el cual la muerte y resurrección de4. En el apocalipsis sinóptico (Mc 13, 8
Jesús, por medio de motivos paralelos elegi­ par. 24, 7 / Lc 21,11), el terremoto, en el mar­
dos conscientemente, se sitúan en su contextoco de una tradición pre-marquina, forma parte
histórico-salvífico; «en la muerte y la resu­de una serie de horrores escatológicos que
marcarán el comienzo de los dolores de parto
rrección de Jesús se produjo una teofanía, una
cósmicos (en los Evangelios sinópticos esto
acción de Dios, que en sus efectos es experi-
mentable por los hombres», «una teofanía co­ constituye una corrección de la interpretación
mo cristofam'a» (Riebl, 78). - Cf. ->■ 3. de la Guerra Judia como catástrofe final); lo
mismo habrá que decir de Ap 6, 12, con moti­
3. En el marco dei gênero de milagros de vo de la apertura dei sexto sello; el significa­
apertura de puertas o de liberaciones -orien­ do original dei motivo de la teofam'a sigue es-
1385 O eLO ^O Ç - O EHVOTT15 1386

teindo claro: llegada de Dios en poder, aniqui- bulaciones (escatológicas): Mc 13, 24 par. Mt
lación de los enemigos, cólera y castigo. Ap 24, 29. Hech 2, 20a habla de la trasformación
6, 13 compara la caída de Ias estreUas con la de la luna «en sangre», antes de la llegada dei
caída de los higos, cuando la higuera es sacu­ «día dei Senor», según había anunciado Joel
dida (oEiopÉVTi) por un fuerte viento. Des- 3, 4 LXX. RGG IV, 1094-1097; Haag, Dic-
pués de la apertura dei séptimo sello, los true- cionario, 1124-1126 (bibl.).
nos, relâmpagos y el terremoto se explican
como causados por lo que el ángel arrojo a la
tierra (8, 5). El final dei segundo «jay!» (11, o eX T jv iá^O fiai selSniazomai ser lunáti­
13) y el derramamiento de la séptima copa co*
(16, 18) tienen -am bos- como consecuencia Mt 4, 24 menciona sumariamente a lunáti­
conmociones cósmicas de proporciones catas­ cos junto a posesos y paralíticos. En 17, 15,
tróficas. En la misma línea hay que situar el en la historia de curación: «El es lunático y
uso dei verbo oeícn en la voz activa en Heb suffe mucho».
12, 26 (que se inspira en Ag 2, 6s). La apari-
ción dei arca de la alianza en Ap 11, 19 va
S ep ietv Semein Semeín*
acompanada de los más puros motivos de teo-
Nombre de persona en la genealogia de Je­
fanía.
sus en Lc 3, 26; hijo de Josec. El nombre he-
R. Kratz breo sim ‘i se halla atestiguado varias veces en
el AT (por ejemplo, en Ex 6, 17; Núm 3, 18).
a e ito seiõ agitar, estremecer; en voz pasi-
va, temblar, estremecerse OEfiíòaX lç, E(0Ç, 1^ semidalis harina fina,
^ oeiopóç. flor de harina*
Mencionada en Ap 18, 13, juntamente con
ISexo Üv Ôoç , ou Sekoundos Segundo* el vino, el aceite y el trigo. oepíôa?uç se halla
también documentada en el judaísmo helenís-
Trascripción dei nombre latino de persona
tico y es un préstamo léxico en los escritos ra-
Secundas. En Hech 20, 4 se menciona, junto a
bínicos. Cf. también Bem 2, 5 (Is 1, 13 LXX).
Aristarco, a un tal Segundo; ambos eran com-
paneros de Pablo y naturales de Tesalónica.
aE^VÓÇ, 3 semnos honorable, respetable
-»■ OSpvÓTT]Ç.
aç Seleukeia Seleucia*
Nombre de la ciudad que servia de puerto a
Antioquía (de Siria), cerca de la desemboca­
VEfiVÓTtlç, tfTOÇ, 1^ semnotSs honorabili-
dura dei Orontes, fundada bacia el ano 300
dad, dignidad*
a.C. por Seleuco Nicator; cf. LAW 2758 y
aepvóç, 3 semnos honorable, respetable*
2761; Pauly, Lexikon V, 85. Hech 13, 4 refie-
re que Bemabé y Pablo embarcaron en Seleu­ 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
cia rumbo a Chipre. 3. Flp 4, 8 - 4. Pastorales.

B ib l: W. Foerster, aegvóg, aEpvórriç, en ThWNT


Vn, 190-195; J. Gnilka, D e r P h ilip p erb rief (HThK),
a£ÀT|YT|, 11Ç, "H selênê luna* Freiburg i. Br. 1968, 6-11, 218-223; G. Lohfink, P au-
La luna (como en la cultura griega y en el linische Theologie in d e r R ezeption d e r P astoralbrie-
judaísmo) se menciona a menudo junto al sol f e , en: K. Kertelge (ed.), P a u lu s in den neutestam entli-
chen S patschriften (QD 89), 70-121, sobre todo 79-86,
y Ias estrellas: Lc 21, 25; 1 Cor 15, 41; Ap 6,
106-114; A. Võgtle, D ie Tugend- u n d Lasterkataloge
12; 8, 12; junto al sol en Ap 12, 2; 21, 23. El im NT, Münster 1. W. 1936, s.v. en el índice analítico;
oscurecimiento de la luna será una de Ias tri- para más bibliografia, eíioépEia.
1387 a£nvoTT)ç - ar||j,aivü) 1388

1. Prescindiendo de Flp 4, 8 (ôoa OEfxvá), de llevar su «casa» o como ideal en la educa-


tan sólo dos de Ias Pastorales contíenen voca- ción), de los ôiáxovoi (v. 8) y de las mujeres
blos de este grupo de palabras (el adjetivo en (v. 11; sobre su identificación, cf. N. Brox,
1 Tim 3, 8.11; Tit 2, 2, y el sustantivo en 1 Cartas Pastorales, Barcelona 1974, 502s), así
Tim 2, 2; 3, 4; Tit 2, 7). como de los hombres mayores (Tit 2,2). Estas
exhortaciones se fundan en el objetivo, apli-
2. Los conceptos designan lo que es digno de cable a todos los cristianos, de llevar una vida
respeto y reverencia, lo que es excelso por perte- èv iráoT] eúaepeía x a l aepvóxT]ti (1 Tim 2,
necer al âmbito divino (por ser numinoso), y lo
que es sublime en Ias cosas (con resonancias es­ 2), con la cual se influirá también en los de
téticas) y digno de aprecio en Ias relaciones inter- fuera. La exhortación a ejercitar de manera
humanas (y que, por tanto, merece respeto). Lo digna la ensenanza, en lo cual el destinatário
que se piensa en concreto, está determinado por de la carta ha de ser modelo (Tit 2, 7), acentóa
aquello a lo que se hace referencia, como son Ias esto mismo desde la perspectiva opuesta.
funciones (por ejemplo, la de soberano). Ias cla-
ses (por ejemplo. Ias mujeres) y Ias ideas acepta- P. Fiedler
das acerca de los valores (por ejemplo, en el es-
toicismo). La relación personal dei hombre con
Dios, en la religión bíblica, conduce a que el ju­ o ' ’ Sergios Sérgio*
daísmo helenístico renuncie extensamente al em- El nombre gentilicio romano Sergius se re-
pleo de esos términos (en sentido religioso), co­ fiere, en el NT, al procónsul de Chipre Sérgio
mo sucede luego también en el NT (en la LXX,
Pablo: Hech 13, 7. Sobre los testimonios de
los términos aparecen únicamente en Provérbios
y en los libros II y IV de Macabeos; aparecen este nombre en inscripciones, cf. Bauer, Wôr-
además en Filón para referirse especialmente a la terbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostelge-
dignidad de la Torá). schichte^ (KEK), 77 con la nota 1. -> IIa{i7,oç
6; SaõXoç 2.
3. Flp 4, 8s («En todo lo que es verdadero,
en todo lo que es honorable, en todo lo que es
justo..., jen eso se ocupe vuestra mente!») es S e ç o í ) / Serouch Seruc*
un pasaje que, por su forma y su contenido, Nombre indeclinable de persona en la ge­
ocupa un lugar especial en Ias Cartas paulinas nealogia de Jesus en Lc 3, 35 (cf. Gén 11, 20-
autênticas (sobre el catálogo de virtudes en el 23; 1 Crón 1, 26 LXX).
V . 8, cf. Võgtle, 178-188). Si tenemos en cuen-
ta la posibilidad, considerada por Gnilka (219),
de que «el fragmento B de la carta termine en Sií'0' Sêth Set*
4, 1», entonces sus «reflexiones» {ibid.), que Nombre (indeclinable) de un hijo de Adán.
justifican Ia adición de los vv. 8s, sugieren re­ Padre de Enós (Gén 4, 25s; 5, 3-8 LXX): Lc
almente con mucha mayor fuerza que esos 3, 38. A. F. J. Klijn, Seth in Jewish, Christian
dos versículos son una inserción hecha por el and Gnostic Literature, Leiden 1977.
redactor de la colección de cartas a los fili-
penses. Esto explicaria no sólo la semejanza S f i n Sem Sem*
de Flp 4, 9 con Ias Cartas Pastorales (Lohfink, Nombre (indeclinable) de un hijo de Noé
85), sino también el uso de oepvóç en el v. 8, (Gén 5, 32; 9, 26s); Lc 3, 36.
que es parecido al uso que se hace de este tér­
mino en la Carta primera a Timoteo y en la
Carta a Tito. (TI]^.aÍVO) sêmainõ manifestar, dar a cono-
cer; predecir*
4. Las Pastorales exigen una conducta ho­ El significado general de manifestar, indicar
norable, en el catálogo de deberes dei èicío- aparece en Hech 25, 27 (xàç a ltia ç ) y en Ap
xOTtoç (1 Tim 3, 4 con respecto a la manera 1, 1 («a su siervo Juan»), Seguido de infiniti-
1389 arinaiVQ) - otiueiov 1390

vo con sujeto en acusativo (como en Josefo, do 16, 7.20], 10 en Lucas, 17 en Juan, 13 en


Ant VI, 50; Vlll, 409) en Hech 11, 28; Agabo Hechos), 10 veces en Ias Cartas y 7 en el Apo­
«predijo por medio dei Espíritxi que vendría calipsis. En la LXX oqpeiov traduce princi­
una gran harnbre...». Seguido de interrogativa palmente el hebreo ‘ôt (en arameo, ‘ãt), que
indirecta en Ias predicciones de Jesús acerca determina el uso dei término en el NT, como
de su muerte: Jn 12, 33; 18, 32; 21, 19. vemos ya en la frase, tomada dei AT: otipsia
x a l xéçaTa {‘ôtôt úmqftim, por ejemplo, en
Ex 7, 3; Dl 4, 34; 6, 22, especialmente en el
a im e lo v , OX), to sSmeion nota caracterís­ Deuteronomio, en el Deuteronomista y en el
tica, signo que predice, m ilagro que da Documento Sacerdotal) (Mc 13, 22; Jn 4, 48;
testimonio* Hech 4, 30; 14, 3; 15, 12; cf. 2, 19.43; 5, 12;
1. Aparición en el NT - 2. Evangelios y Hechos - 3. 2 Tes 2, 9; Rom 15, 19; 2 Cor 12, 12).
Cartas - 4. Apocalipsis.

B ib l : O. Betz, D a s P ro b lem des W unders b e i F la-


2. a) En los Evangelios y en el libro de He­
viu s Jo sep h u s im V ergleich zu m W underproblem hei chos OT|p,EÍov significa 1) el signo (visible)
d en R a b b in en u n d im Johannesevangelium , en Jose- por el que se reconoce a alguien, como el be-
phus-S tu d ien . F S fU r O. M ichel, Gottingen 1974, 23- so (acordado de antemano) dei traidor, que
44; O. Betz-W. Grimm, W esen u n d W irklichkeit d e r
W under Jesu, Bem-Frankfurt a. M. 1977; W. J. Bitt-
dio a conocer a los guardias dei templo quién
ner, Jesu Z eich en im Johannesevangelium . D ie M es- era Jesús (Mt 26, 48), o el pesebre que indica
quién es el Salvador recién nacido (Lc 2, 12;
sia s-E rk e n n tn is im J o h a n n e se v a n g e liu m v o r ihrem
jü d . H in terg ru n d (WUNT 11/26), Tübingen 1987; W, sobre la expresión: «y esto os servirá de se­
D. Dennison, M ira cles as «Signs». T heir Significance
f o r A polo g etics: BTB 6 (1976) 190-202; R. Formesyn,
rial», cf. 1Q27 I, 1, 5; Ex 3, 12; 1 Sam 2, 34;
14, 10). Los OTipeia son 2) signos indicado­
L e sè m e io n jo h a n n iq u e e t le sè m e io n h ellén istiq u e:
EThL 38 (1962) 856-894; B. Gerhardsson, T h e M ig h ty res de advertência, que, enviados por Dios y
A c ts o f Jesu s A cco rd in g to M atthew, Lund 1979, sobre de índole casi siempre cósmica, senalan el fi­
todo 12-15; R. Glõckner, Ntl. W undergeschichten und
d a s L o b d e r W u n d erta ten G o ttes in d en P salm en,
nal de la historia (Mc 13, 4; Lc 21, 7) o la ve-
Mainz 1983; H. C. Kee, M iracle in the E arly C hristian nida dei Hijo dei hombre y la consumación
World, New Haven-London 1983; R. Latourelle, M ila- dei eón (Mt 24, 3). Entre ellos se cuentan,
g ro s d e J e s ú s y te o lo g ia d e i m ilagro, Salamanca «como huellas de Ias pisadas dei Mesías» (Sot
^1997; X. Léon-Dufour, A u to u r d u 2HMEION j o ­
ha n n iq u e, en F S Schürm arm , 363-378; H. von Lips,
9, 15), el caos de la guerra, el hambre, las epi­
A n th ro p o lo g ie u n d W u n d er im Johannesevangelium : demias, pero también terremotos y «grandes y
EvTh 50 (1990) 296-311; E. Lohse, M ira cles in the terribles sefiales dei cielo» (Lc 21, 11), «.sefía-
F o u rth G ospel, en W h a t a b o u t th e N T ? F S f ü r C. les en el sol, la luna y las estrellas» (21, 25).
E vans, London 1975, 64-75; H. van der Loos, The M i­
ra c les o f J e s u s (NovTS 9), Leiden 1965; W. Nicol,
En todo ello es importante la influencia dei
The S em eia in the F ourth G ospel (NovTS 32), Leiden AT (cf. Is 13, 10; 34, 4 en Mc 13, 24s par. y
1972; H. Remus, D o es Term inology distinguish E arly Joel 3, 3, citado en Hech 2, 19); los fenôme­
C hristian fr o m P a gan M iracles?: JBL 101 (1982) 531- nos que han de acompanar al «día de Yahvé»
551; K. H. Rengstorf, atipelov, en ThWNT Vn, 199-
268; Spicq, N o tes II, 796-801; F. Stolz, Z eichen und deben servir de senal de advertência, en senti­
W under: ZThK 69 (1972) 125-144; M. Trautmann, do parenético y jurídico, a la generación dei
Z eich en h a fte H a n d lu n g en Jesu. E in B eitrag z u r F rage fin de los tiempos. Sin embargo, esos «signos
n a ch dem g esch ich tlich en Jesus (FzB 37), Würzburg de los tiempos» permanecen incomprendidos
1980; M. Whittaker, «Signs a n d W onders»: The Pagan
Background, en StEv V (1968), 155-158; W. Wilkens,
(Mt 16, 3). El punto culminante dei aconteci-
Z eich en u nd W erke (AThANT 55), Zürich 1969; para miento de la parusía es la aparición dei «sig­
más bibliografia, cf. ThWNT X, 1262s. no dei Hijo dei hombre en el cielo» (24, 30);
se piensa en la realización, visible para todo
1. En el NT el sustantivo OTipetov aparece el mundo, de la llegada y entronización -con­
77 veces, especialmente en los libros históri­ templada visionariamente por Daniel- dei
cos (13 veces en Mateo, 7 en Marcos [inclui- Juez dei fin de los tiempos (Dan 7, 13s; Zac
1391 OTIUEIOV 1392

12, 10-14). Jesús mismo fue puesto en Israel 12, 41; Lc 11, 32). Según Mt 12, 40, la salva-
«como senal que halle contradicción» (Lc 2, ción milagrosa a tfavés dei monstruo marino
34); ante su actividad los espíritus se dividi- seria ese «signo de Jonás», que senala bacia el
rán, y con ello decidirán incluso sobre su Hijo dei hombre y su permanência «en el co-
suerte escatológica. razón de la tierra», es decir, que senala bacia
la muerte y la resurrección de Jesús. Quizás
b) A diferencia de los milagros de curación baya que suponer también esta misma inter-
de Jesús, que como actos de poder (ôuvápeiç pretación en el caso de Lc 11, 30 (Jonás fue
= g‘bürôi), revelan la justicia auxiliadora dei una senal para los ninivitas) y también en el
reino de Dios y presuponen la fe, se denomi- caso dei Evangelio de Juan, donde la resu­
nan otuxeI ov aquellos milagros que confir- rrección de Lázaro al cuarto día (Jn 11, 39) se
man el título con que se presenta un redentor baila en lugar dei signo de Jonás. - Herodes
o profeta enviado por Dios, y que deben sus­ Antipas trató en vano de obtener de Jesús una
citar la fe (cf. Ex 4, 1-9); estos milagros no se senal (que le acreditara; Lc 23, 8).
imploran, sino que son exigidos o impuestos.
También la pretensión dei diablo en Mt 4, 1-11
Es modelo el milagro de la trasformación de par. debe entenderse como la exigencia de una se­
nal. Y lo mismo se diga de la exigencia que se ha­
bastones en serpientes (Ex 3, 12; 4, 1-5; 7, 8ss);
también Ias plagas de Egipto son signos que se- ce a Jesús, desafiándole a que baje de la cruz (Mc
nalan a Dios Ex 7, 3; 10, 2; Dt 7, 19; 26, 8; cf. 15, 30 par.). Milagros como la tempestad calma­
Hech 7, 36). Antes de la Guerra de los Judios sur- da, el caminar sobre Ias aguas o la multiplicación
gieron profetas que prometían Ias «senales de la de los panes podiían suscitar la impresión, por su
libertad» (Josefo, Bell II, 259); Ant XX, 168); referencia a Ex 14-16, de que son signos acredi-
querían demostrar de esta manera que Dios esta- tativos; pero se hallan expuestos como actos de la
ba con ellos. El carácter de signo de los milagros misericórdia auxiliadora (Mc 4, 38s; 6, 34.50s).
prometidos consistían en la coincidência con los Según el final inauténtico de Marcos, a los que
actos de Moisés o de Josué (compárese Ant XX, crean en Jesús resucitado se les concederá el po­
97 con Josué 3, 7; XX, 169s con Josué 6, 8ss). der de obrar milagros, como los que se refieren
Claro que Josefo condena a esos hombres como de los discípulos y los que se manifiestan en los
farsantes y seductores (Ant XX, 167; Bell II, 259- carismas de la comunidad (Mc 16, 17, cf. Lc 10,
261). Los signos legitimadores son ambiguos. 17-19; 1 Cor 12, 4ss.28ss). Se denominan signos,
porque deben acreditar visiblemente la proclama-
ción evangélica (Mc 16, 20).
En Mc 13, 22; Mt 24, 24 se hace una adver­
tência contra los falsos profetas y mesías: c) También el Evangelio de Juan conoce lo
obrarán grandes signos y prodigios para sedu- problemático de Ias senales y de la exigencia
cir incluso a los elegidos, si fuera posible (cf. de senales (Jn 2, 18.23; 4, 48; 6, 2.14.30). Sin
Dt 13, 1-4); su escenario es el desierto (Mt embargo, el evangelista llama a los milagros
24, 26; cf. Bell II, 259). oripEÍa, porque a través de ellos Jesús puede
Jesús rechazó decididamente la exigencia mostrar su gloria y su misión como el Hijo de
de que mostrara un «signo dei cielo (es decir, Dios que es (2, 11; 20, 30s). Mientras que el
de Dios)» (Mc 8, lls ; Mt 16, 1; Lc 11, 16; cf. Bautista no hizo signos (10, 41), vemos que
Mt 12, 38); esa exigencia revela la increduli- muchos y grandes signos son característicos
dad de una generación perversa (Mc 8,12; Mt de la actividad de Jesús (3, 2; 7, 31; 9, 16; 11,
16, 4; 12, 39). Según Mt 12, 39; 16, 4; Lc 11, 47; 12, 37); también Ias apariciones dei Resu­
29, la única senal que se dará será la «senal de citado deben entenderse de esta manera (20,
Jonás (el profeta)». Se entiende por ella, se- 30). Los milagros joánicos senalan, más allá
gün Q, la exitosa predicación de penitencia de de sí mismos, bacia el Salvador escatológico
Jonás en la ciudad pagana de Nínive; dei mis­ (6, 14; 7, 31; 12, 18) y suscitan la fe en él (2,
mo modo, Israel, con la predicación de Jesús, 11.23; 4, 53; 9, 35; 11, 47s; 20, 30s). Pero es­
debiera ser conducido al arrepentimiento (Mt ta fe puede seguir siendo superficial y ego-
1393 OT)|XElOV 1394

céntrica (4, 48; 6, 14.30) o puede rehusarse en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto», y
(12, 37.39); también la convicción de que Je­ al mismo tiempo senaló que vendria un profe­
sus es un seductor es posible, a pesar de Ias ta semejante a él (7, 36s): Puesto que Dios va
senales (11, 47s según Dt 13, 1-4). De este a dotar de poder y va a enviar a ese profeta
modo se pasa por alto lo «designador» de la (Dt 18,15), vemos que Dios es también el su-
senal, a saber, el hecho de que es obra de jeto de los signos que legitiman a Jesús. Sig­
Dios, cuyo «brazo» actúa por medio de Cristo nos y milagros se realizan también por medio
(Jn 12, 37s según Is 53, 1, cf. Jn 5, 20.36; 9, de los apóstoles (2, 43; 5, 12), e igualmente
3s; 17, 4). En todo ello -prescindiendo de Ias por medio de los «diáconos» Esteban (6, 8) y
palabras explicativas- la fuerza demostrativa Felipe (8, 6.13) y asimismo por medio de Pa-
de Ias senales obradas por Jesús se refuerza blo y Bemabé (14, 3; 15, 12). En los signos
en el Evangelio de Juan por medio de la acu- obrados por los apóstoles es también Dios
mulación de rasgos particulares que sobrepa- quien actúa (15, 12), pero -según 4, 30- esos
san el modelo de los milagros clásicos de un signos de realizan «en el nombre de Jesús»
Moisés, Elias o Eliseo (compárese Jn 2, 1-11; (cf. 3, 6 y ToslíuU 2, 21ss), el cual, como el
4, 46-54; 5, 1-7 con 1 Re 17; 2 Re 5; Jn 6, 9 Exaltado, sana a través de sus mensajeros (9,
con 2 Re 4 , 42s; Jn 6, 31 con Ex 16,4.13-15). 34) y, de este modo, testifica él mismo como
Con la enumeración de los signos obrados por verdadera la palabra que le proclama a él (14,
Jesús, comenzada en Jn 2, 11; 4, 54, y no con­ 3).
tinuada, se recuerdan los dos primeros mila- El signo se halla al servido de la palabra; la
gros de Moisés (Ex 4, 8) y de Elias (1 Re 17). curación dei paralítico (3, 1-8), según lo ad-
Considerados desde esta perspectiva, los sig­ miten incluso los adversários, es un signo re-
nos se hallan en armonia con la teologia joá- conocible públicamente (4, 16), que hace que
nica, no muestran fisuras y no delatan nada la gente se pregunte acerca de la verdad de la
acerca de la utilización de una primitiva predicación. Los signos pretenden conducir a
«fuente de semeia» encaminada a la supera- la fe (8, 6; cf. 9, 35.42) y desbaratan la magia
ción de los taumaturgos helenísticos. de Simón Mago (8, 13). Pero no son, como
los triunfos de Moisés y Aarón sobre los ma­
d) También en el libro de Hechos los mila­ gos egipcios, simples nülagros de demostra-
gros de Jesús e igualmente los de los apósto- ción (cf. Ex 7, 1-13), ni son tampoco milagros
les se entienden como signos acreditativos. de castigo (en Hech 5, 1-11 no hay ningún
Sin embargo, además de los términos OTipeía oqpeiov), sino que son curaciones como Ias
x a l TÉQata, aparece también el término ôu- obradas por Jesús (4, 22; 9, 32-42). Más aún,
váfieiç (2, 22; 8, 13), más apropiado para re- los «milagros (xépaTa) aUá arriba en el cie-
ferirse a los milagros de Jesús. Se usa repeti­ lo», citados en Hech 2, 19 de Joel 3, 3, se
das veces la expresión «signos y milagros», completan por medio de aijpEla anadidos es­
pero entonces se desvanece la diferencia entre pecíficamente, y que se realizan «acá abajo en
ambos términos, ya que también es posible la tierra»; por estas senales se entienden los
encontrados en orden inverso: «milagros y milagros de Jesús y de los apóstoles. Los
signos» (2, 22.43; 6, 8; 7, 36). Jesús «fue «signos y milagros» de Pablo y Bernabé,
acreditado por Dios» ante los judios «por me­ mencionados en 15, 12, podrían referirse a
dio de actos de poder, milagros y signos», que êxitos misioneros obtenidos entre los gentiles.
Dios «hizo entre vosotros a través de él» (2,
22). El caracter revelador e instrumental de 3. Para Pablo oti|xeiov es;
los signos se fundamenta en la idea de la mi- a) el signo (extemo) que caracteriza algo,
sión, una idea que se orienta por la misión de como la firma de su puno y letra al final de
Moisés y que se enfoca como continuidad con una carta (2 Tes 3, 17); pero el «signo de la
ella; Moisés «hizo grandes milagros y signos circuncisión» es también un «sello de la justi-
1395 O T l f X E lO V - a i]f X E Q O V 1396

cia por la fe», que hizo que Abrahán fuera el acontecimientos: la figura de una mujer sobre
padre de los gentiles creyentes (Rom 4, 11). la luna creciente (12, 1), su adversário, el dra-
b) El hablar en lenguas es un «signo para gón (12, 3), y los ángeles con Ias siete copas
los incrédulos» (1 Cor 14, 22), por cuanto és- (15, 1). Signos son también los prodígios con
tos no lo reconocen como un hablar obrado los que el falso profeta pretende seducir a los
por Dios (cf. Is 28, 11 en el v. 21) y con sus hombres para que adoren a la «bestia» (13,
burlas se desenmascaran a sí mismos como 13.14; 19, 20). También los demonios que sa-
obstinados y perdidos. len de esa bestia realizan signos, por medio de
c) Finalmente, OTip-Elov es para Pablo un los cuales incitan a los reyes dei mundo a que
milagro que hace patente la futura redención se enzarcen en la guerra escatológica (16,14).
y la acción de Dios. Pablo considera el «exi­ O. Betz
gir senalesrt como un rasgo característico de
la expectación judia acerca de los últimos
tiempos (1 Cor 1, 22); para aceptar la predica- sêmeioomai tomar nota*
ción de la cruz, esa expectación es un obstá­ La voz media de aqqeióopai puede signifi­
culo tan fuerte como la afición de los griegos car no sólo consignar (OGIS 629, 168; 1
a la sabiduría (cf. Mc 8, lls). Ahora bien, en Ciem 43, 1) sino también tomar nota (de al-
2 Cor 12, 12 Pablo apela a los «signos dei guien). Aparece en 2 Tes 3, 14 en la exhorta-
apóstol», que fueron obrados por él en Corin- ción a tomar nota de la persona que no obe­
to «por medio de sefiales, milagros y actos de dece a Ias palabras (apostólicas) de la carta, y
poder»; éstos demuestran que él no se baila a evitar el trato con ella. ThWNT VII, 265s.
por detrás de los superapóstoles. Pero esa ma-
nera de medirse a sí mismo es insensata (v. (nflUEQOV sêmeron hoy
11). Porque esos signos fueron obrados por
Cristo, con el poder dei Espíritu, por medio 1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. Evan­
gelio de Lucas - 4. Carta a los Hebreos.
dei apóstol; testifican la verdad dei Evangelio
y legitiman a quienes lo proclàman. Los sig­ B ib l.: E. Fuchs, aTÍpegov, en ThWNT VII, 269-
nos dei apóstol no son únicamente los mila­ 274; P. Grelot, « A u jo u rd ’hui tu seras avec m oi d a n s le
P aradis» (Luc X X III 43)\ RB 74 (1967) 194-214; M.
gros carismáticos, sino también los êxitos mi- Rese, E in ig e U berlegungen zu L k X I I I 31-33, en J. Du-
sioneros, que se hacen visibles en la vida de pont y otros (eds.), Jésus a u x origines de la christolo-
Ias comunidades (cf. 2 Cor 3, 2). gie, Gembloux 1975, 201-225; H. Ziimnermann, D as
La venida dei Anticristo irá acompanada de B eken n tn is d e r H offnung, Koln 1977, 129-137; para
más bibliografia, cf. ThWNT X, 1263.
milagros, que Pablo, siguiendo a Dt 13, 1-4,
designa como «signos y milagros de la menti­ 1. El NT ofrece 41 testimonios, de los que
ra» (2 Tes 2, 9); Ias divisiones en la comuni- 20 corresponden a los escritos de Lucas. Otros
dad, que son necesarias como prueba de la fe, escritos donde hay abundantes testimonios dei
poseen también seguramente carácter de sig­ término son Mateo y la Carta a los Hebreos (8
no escatológico (1 Cor 11, 18s). testimonios en cada uno); el término aparece
Según Heb 2, 4, la predicación de Jesús y la también en Pablo (3 veces) y en Marcos y
de sus primeros oyentes fue atestiguada «por Santiago (1 vez en cada uno de eUos).
medio de signos y milagros, diversos actos de
poder y por dones dei Espíritu» (cf. Hech 2, 2. Corresponde a la comprensión bíblica
22). dei tiempo el hecho de que el advérbio posea
sólo de manera marginal un sentido puramen­
4. El vidente dei Apocalipsís contempla te temporal como deslinde temporalmente
signos apocalípticos como impresionantes es- neutro de un hoy: Mt 16, 3; 21, 28; 27, 19;
cenas, de sentido simbóUco, que se desarro- Hech 4, 9; 19, 40; 20, 26; 22, 3; 24, 21; 26,
llan en el cielo y desembocan en dramáticos 2.29; 27, 33. En la mayoría de los testimonios
1397 oTÍiiEQov - aUevóa) 1398

habrá que aplicar la afirmación que G. von sirve para acentuar un nuevo hoy fijado por
Rad formula con respecto al Deuteronomio y Dios, la promesa -todavia pendiente- de la
que habla de «infinitas variaciones de este jtaTájtauoiç (2). El «hoy» encuentra su limi­
‘hoy’» (von Rad, Teologia I, 295). - La fe de- te en el dia de la llegada de Cristo (Zimmer-
be aprender dei ejemplo de lo que es más pe- mann, 137). - Heb 13, 8 es el centro cristoló-
recedero (Mt 6, 30 par. Lc 12, 28), de tal mo­ gico de la parénesis final de la carta, cuyo ar­
do que esa fe baste para pedir únicamente lo co se extiende desde el recuerdo dei ejemplo
que es neeesario para hoy (Mt 6, 11), una idea de los maestros (13, 7) hasta la «futura ciudad
que Lc 11, 3 formula con menos rigor. - La patria» (13, 14).
predicción de la negación de Pedro (Me 14,
M. Võlkel
30) está menos interesada en la fecha de la
negaeión que en la relaeión entre la conducta
aparentemente intachable de Pedro (14, aiifiixívdiov, ov, TÓ sSmikinthion de-
29.31) y su negación. - Pablo interpreta como lantal, mandil
juicio la predicción veterotestamentaria (Is Forma alternativa de -> oipixívOiov, que se
29, 10) mediante la conocida adieión tomada ajusta a la forma dei término latino semicinc-
de la LXX: ecoç t f l ç aripegov f|pÉQaç (Rom tium, que sirve de base (BlaB-Debrunner § 5,
11, 8). De manera parecida entiende él en 2 Id con la nota 6; 41, 1).
Cor 3, 14.15 el texto de Ex 35, 35s.

3. La repetida inserción que Lucas hace de arjuto) sêpõ pudrir, pudrirse*


ofipEçov en su Evangelio, y que abarca la En el NT, OTiitto (como sucede también fre-
historia de Jesus desde el comienzo (2, 11) cuentemente en otras partes) tiene el signifi­
hasta el fin (23, 43), no ti ene analogia. Por cado pronominal de pudrirse. En Sant 5, 2 di-
medio de su presencia, Jesús confirma el cese de los tesoros de los ricos: ó JtA.oütoç
cumplimiento de la promesa (4, 21). Lc 5, 26; iípcõv aéarinev. ThWNT Vn, 94-98.
19, 5.9; 23, 43 muestran a quién beneficia esa
presencia. af|[XEQOv acentua la verdad para- at|Qixóç, 3 sSrikos de seda
dójica (5, 26) de la llegada de la salvación Forma alternativa de ->■ o iq l x ó ç . Bla6-De-
dentro dei tiempo (2, 11) con el mismo vigor brunner § 41, 1; 42, 4.
con que subraya cómo la presencia definitiva
de esa salvación sobrepasa toda medida de
tiempo (23, 43). Lc 13, 33 (formación lucana) oií|Ç, art)TÓç, ó sSs polilla*
subraya «que el camino de Jesús no sólo abar­ En Lc 12, 33 par. Mt 19, 20 dicese de la po­
ca la actividad salvífica que tiene lugar ‘hoy y lilla cuyas larvas devoran los vestidos.
manana’, sino también la Pasión en Jerusa- ThWNT VII, 274-277; Schulz, Q, 142-145;
lén» (G. Schneider, Das Evangelium nach Lu- G. Schwarz: Bibl. Notizen 14 (1981) 46-49.
kas n [ÕTK], 310).
01|TÓP q (OTOç, 2 sêtobrõtos devorado por
4. Enmarcado por la doble cita dei Sal 2, 7
la polilla, apolillado*
(Heb 1, 5; 5, 5), ofjpeQov en el Sal 95, 7, ci­
Sant 5, 2, refiriéndose a los íp á tia dei rico
tado en Heb 3, 7.15; 4 ,7 , ocupa un lugar cen­
(cf. Job 13, 28 LXX). ThWNT VH, 274-277.
tral. En la primera parte de la exégesis dei Sal
95, 7-11 por Heb 3, 7-4, 11, vemos que OT|pE-
Qov (3, 15) refuerza la exhortación a no hacer a d e v o o ) sthenoõ robustecer*
lo mismo que hizo la generación dei desierto En 1 Pe 5,10 aparece el futuro oflEvd)0 Ei en
(Núm 14), cuando desaprovechó el hoy ale- la serie de verbos: «(Dios) os restablecerá, os
jándose de Dios. Pero luego af|p,EQ O V (4, 7) fortalecerá, os robustecerá y os consolidará».
1399 aiaywv - aiY«o) 1400

o ia Y íá v , ó v o ç , ^ siagõn mejilla* sentido transitivo de mantener en secreto apa­


Mt 5, 39 par. Lc 6,29 en la exigencia de Je­ rece únicamente en Rom 16, 25. 0171] signifi­
sus de que se renuncie a la venganza. Tan so­ ca el silencio, la quietud.
lo Mateo habla de la «mejilla derecha»; el
3. OLyáco y oiyi] aparecen en cuatro con­
golpe dado con el dorso de la mano derecha
textos diferentes y en los correspondientes
sobre la mejilla derecha dei otro, se conside-
gêneros de textos.
raba como especialmente insultante. Schulz,
a) En Ias historias sobre la actividad de Je-
Q, 120-127.
sús y de los apóstoles, los textos narrativos de
Lucas y Hechos hablan de que callaban /
aiaívo|Liai siainomai sentir aversión guardaban silencio los discípulos (Lc 9, 36),
En 1 Tes 3, 3 F G, en lugar dei verbo los adversários de Jesús (20, 26), la comuni-
oaívo[tat en la voz pasiva (->■ oaívco). dad (Hech 12, 17), la asamblea de los apósto­
les (15, 12.13), el pueblo (21, 40), y refieren
que la multitud con aspereza quiere imponer
o lY áo i sigaõ callar(se), guardar silencio; silencio al ciego (Lc 18, 39). En el libro de
mantener en secreto* Hechos, oiyácü o aiyr| aparece en importantes
aiYn, fjç, in sigé silencio, calma* discursos en una situación decisiva para Pe­
1. Aparición - 2. Significado - 3. Campos referen- dro, Pablo o la Iglesia primitiva; cf. Hech 15:
ciales. discurso en los vv. 7-11, aiyácu en el v. 12,
sumario dei discurso en el v. 12, oiyíxoj en el
B ib l.: Bauer, W b rterb u ch , s.v.; G. Dautzenberg,
U rchristl. P ro p h etie (BWANT 104), Stuttgart 1975,
V. 13, discurso en los vv. 13-21.
253-290; L. M. Dewailly, M ystère e t silen ce dons R om b) En la Carta primera a los Corintios, Pa­
X V I, 25: NTS 14 (1967-1968) 111-118; G. Fitzer, D as blo establece un orden para Ias reuniones de
Weib sch w eig e in d e r G em einde (TEH 110), München la comunidad: el glosólalo «debe callar (es
1963; H. Kraft, D ie O ffenbarung des Joh a n n es (HNT),
Tübingen 1974, 132s. decir, debe dejar de hablar en lenguas extra-
nas), si no hay intérprete» (1 Cor 14, 28); y un
1. El verbo oiyáo), que ya en la LXX apa­ profeta que esté hablando, debe dejar de ha-
rece muy raras veces (con, a lo sumo, 19 tes- cerlo (y sentarse), cuando se conceda una re-
timonios), se encuentra 10 veces en el NT, velación a otra persona (v. 30).
quedando limitado a Lucas/Hechos (6 veces; Desde luego, el que «Ias mujeres deban guar­
en Lc 18, 39 aparece en vez de oiwjiáco, que dar silencio en Ias asambleas, como afirma el v.
se encuentra en el lugar paralelo de Mc 10, 34a, no debemos considerarlo como una instruc-
48), 1 Cor 14 y Rom 16, 25. oiYtí, lo mismo ción dada por Pablo. Toda la sección de los vv.
que en la LXX, aparece sólo 2 veces: Hech 33b-36 contradice a la situación que se presupone
2 1 ,4 0 y A p 8 , 1. en 11, 5, y contradice sobre todo -con su norma-
hzación aisladamente estática- al contexto argu-
mentativo y a «la tendencia teológica de los capí­
2. 0170(0 significa callar, mantenerse ca- tulos 12 y 14» (Dautzenberg, 265). Por otro lado,
llado, en el sentido de tener cerrada la boca esta sección es afín, por sus conceptos, por el es­
(Bauer) / no decir de ello nada a nadie (Lc 9, tilo y por la realidad expresada, a lo que se dice
36). Puede significar, además, acabar de ha- en 1 Tim 2, lls, y puede extraerse sin (üficultad
blar, guardar silencio, aunque en el NT apare­ dei contexto en que se baila actualmente. Se tra­
ce sólo claramente con este significado, en ta, por tanto, de una interpolación, pero de unain-
terpolación muy temprana, porque se encuentra
imperativo presente, en 1 Cor 14, 30; en los en todos los textos trasmitidos (aunque los vv.
demás pasajes en los que hay que traducir el 34s sigan al v. 40 en D F G y otros).
verbo por callarse / dejar de hablar (Lc 18,
39; 20, 26 [?]; Hech 15, 13), este significado c) Del decreto de Dios habla la doxología
viene ya indicado por el aoristo ingresivo. El final de Romanos. La ocasión para la alaban-
1401 oiYáo) - SiXãç 1402

za es la revelación dei «mistério que ha sido que sobreentender X(úoaç (cf. 3 Re 17, 9).
guardado en secreto por Ias edades sin fín» Hech 12, 20 menciona a los habitantes de Si­
(16, 25). Esta revelación no está dirigida eso­ dón junto a los de Tiro. -> Xtôtóv.
téricamente a un pequeno círculo de elegidos,
sino a todos los seres humanos.
d) Un «silencio en el cielo, durante una aiXÚQlOÇ, OU, Ó sikarios sicario, judio fa­
media hora», forma parte de la visión dei vi­ nático armado de punal*
dente apocalíptico (Ap 8, 1). Al abrirse el sép- En Hech 21, 38 el préstamo léxico latino
timo sello, que es el lugar original de la teofa- {sicarius se deriva de sica, «punal») designa
nía, se interrumpe la serie de acontecimientos en plural a un grupo de rebeldes judios anti-
cósmicos, y se hace silencio como en la mani- romanos que no vacilaban en cometer asesi-
festación de Dios en 1 Re 19, lls , donde, des- natos políticos (Josefo, Bell H, 254-257; Ant
pués de la tempestad, el terremoto y el fuego, XX, 186). SchürerI, 575s; ThWNT VII, 277-
viene la calma (cf. Kraft). 281; X, 1264 (bibl.); K. Schubert, Die jüdis-
chen Religionsparteien in neutestamentlicher
W. Radl
Zeit, Stuttgart 1970, 66-70; M. Hengel, Die
Zeloten, Leiden ^1976, esp. 47-54 y 387-412.
sigê silencio, calma
OL^ám.
OÍXEÇOl, TÓ sikera bebida embriagante*
En el NT el sustantivo indeclinable (tam-
aíÔTiQOÇ, OU, ó sidSros hierro* bién en la LXX) aparece únicamente en Lc 1,
En Ap 18, 12 se menciona junto a xaXyíóç, 15b (cf. Jue 13, 4 A) en el anuncio dei ángel
(«bronce»). sobre Juan el Bautista: «No beberá vino (ol-
vov) ni bebida embriagante». Billerbeck II,
79s.
(TlôtjQOÜÇ, 3 sidêrous (hecho) de hierro*
En Hech 12,10 dícese de la puerta de la pri-
sión que era de hierro; en Ap 9, 9, de Ias cora- E iX ãç , ã Silas Silas*
zas de hierro. En el sentido de «duro, despia- 21iX,ouavóç, ob Silouanos Silvano*
dado» se usa aiÒTjQoijç (según el modelo dei
1. Las dos formas dei nombre y la identidad de Si­
Sal 2, 9 LXX) en la expresión: «con vara de las y Silvano en el NT - 2. Silvano en las cartas dei NT
hierro» en Ap 2, 27; 12, 5; 19, 15. ->■QÓpôoç. - 3. Silas en el libro de Hechos.
B ibl.: J. H. Elliott, PeU r, S ilvanus a n d M a r k i n l P e -
I^lôfbv, rôvoç Sidõn Sidón* ter an d A cts, en F S R e n g s to r f 1980, 250-267; L. Gop-
Nombre de una ciudad fenicia antigua. Se pelt, D e r E rste P e tr u s b r ie f (KEK), Oõttingen 1978,
sobre todo 347-349; B. N. Kaye, A c ts ’ P o rtra it o f S i­
la menciona a menudo (casi como una fórmu­ las: NovT 21 (1979) 13-26; O. Michel, en BHH III,
la) juntamente con Tiro: Mc 3, 8 par. Lc 6,17; 1973; W. H. Ollrog, P a u lu s u n d se in e M ita r b e ite r
Mc 7, 31; Mt 11, 21.22 par. Lc 10, 13.14; Mt (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 17-20; L. Ra-
15, 21 (a diferencia de Mc). Unicamente en dermacher. D e r erste P e tru s b rie f u n d Silvanus: ZNW
25 (1926) 287-299; E. G. Selwyn, The F irst E p istle o f
Hech 27, 3 se menciona sola a Sidón: Pablo, St. Peter, London ^1947, 9-17, 60-63; A. Stegmann,
en su viaje a Roma, pudo visitar a sus «ami­ S ilv a n u s a is M is s io n d r u n d «H a g io g ra p h » , Rotten-
gos» en Sidón. LThK IX, 734s; LAW 2793s; burg 1917; A. Wainwright, W here d id S ila s G o? (and
BRL 296-298. w h a t w as h is C onnection w ith G alatians?): JStNT 8
(1980) 66-70; A. Wikenhauser, en LThK IX, 753.

Slòfóvioç, 3 Sidõnios sidonio, de Sidón* 1. En el NT el nombre de EiXãç se encuen-


Lc 4, 26 menciona a «Sarepta, en la tierra tra únicamente en 13 lugares dei libro de He­
de Sidón». En el genitivo xfjç Siôcnvíaç hay chos (como nombre semítico aparece también
2403 2iXaç 1404

varias veces en Josefo). Se deriva quizás de ración cristiana, como portador (no: escri-
una forma aramea de «Saúl». El nombre de biente, secretario) de la carta; cf. N. Brox, La
SiXouavóç aparece únicamente en el Corpus primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,
Paulinum (2 Cor 1, 19; 1 Tes 1, 1; además en 322-325. Silvano no es el autor de la Carta
2 Tes 1, 1) y en 1 Pe 5, 12. Es de origen lati­ primera de Pedro (en contra de Selwyn); cf.
no: Silvano (Silvanus) se halla atestiguado Brox, La primera Carta de Pedro, 323. Tal
también en Josefo, Ant XX, 14 y en los escri­ vez existia una tradición que asociaba a Silva-
tos rabínicos. En el NT una misma y única no/Silas con la persona de Pedro. Cf. también
persona es portadora de ambos nombres (de el escrito «Las ensenanzas de Silvano» (NHC
manera distinta piensa, por ejemplo, Rader- VII, 4), que podría considerarse como un es­
macher, 295), que utilizaba los dos nombres crito sapiencial cristiano.
(uno de ellos semítico, y el otro, latino). Sin
embargo, es posible también que se heleniza- 3. El libro de Hechos menciona por prime­
ra, por un lado, el nombre semítico (Silas) y, ra vez a Silas juntamente con Judas Barsabás
por otro lado, se lo latinizara (Silvano); cf. con ocasión dei «concilio apostólico». Se pre-
BlaB-Debrunner § 125, 2. senta a ambos son «varones destacados» de la
comunidad (judeocristiana) de Jerusalén (15,
2. Según 1 Tes 1, 1, Silvano es juntamente 22), que deben llevar la carta «apostólica» a
con Timoteo uno de los que remiten con Pa- Antioquía (vv. 23.27, 30). 15, 32 menciona
blo la Carta primera a los Tesalonicenses. 2 los dones proféticos de ambos mensajeros,
Tes 1, 1 imita al pie de la letra esta indicación que en Antioquía alentaron a los cristianos (v.
sobre los remitentes (cf., a propósito, W. Tri- 32), antes de regresar a Jerusalén (v. 33). Des­
lling. Der zweite Briefan die Thessalonicher pués de la disensión entre Pablo y Bernabé
[EKK]), mientras que Pablo mismo varia los acerca de la persona de Marcos (15, 37-39),
praescripta de Ias cartas. Que nosotros sepa- Pablo llevó consigo a Silas en su «segundo
mos, Silvano acompanó únicamente a Pablo viaje» (v. 40); v. 34 v.l. trata de explicar que
durante el «segundo viaje misionero»; si la Silas desde Antioquía pudo acompanar a Pa­
Carta segunda a los Tesalonicenses fuera una blo). Desde 15, 40 hasta 18, 5 se menciona a
carta auténticamente paulina, tendría que ha- Silas por su nombre nueve veces. A partir de
ber sido escrita (según el mencionado punto 16, 3, él es (juntamente con Timoteo) el com-
de vista) poco después de la Carta primera a panero de Pablo en su primer viaje a Europa.
los Tesalonicenses. La razón de que en el prae- En Filipos se acusa a Silas y a Pablo ante los
scriptum de esa Carta primera se mencione magistrados de la ciudad y se los mete en la
como co-remitentes a Silvano y a Timoteo, es cárcel (16, 19.25). Ambos recobran la libertad
que no son únicamente colaboradores de Pa­ gradas a un milagro y convierten al jefe de la
blo sino también cofundadores de la comuni- prisión (vv. 26-34). 17, 4 menciona el êxito
dad de Tesalónica (cf. Hech 17, 1-9). De ma­ misionero de Pablo y de Silas en Tesalónica;
nera parecida hay que enjuiciar lo que se dice 17, 10 habla dei viaje de ambos a Berea.
en 2 Cor 1,19: juntamente con Pablo, comen- Mientras que Silas y Timoteo permanecen en
zaron Silvano y Timoteo a predicar a Cristo Berea, Pablo se dirige a Atenas (17, 14s).
en Corinto (cf. Hech 18, 5). También en la Después que Pablo emprendiera viaje de Ate­
pseudoepigráfica Carta primera de Pedro se nas a Corinto (18, 1), sus dos companeros le
menciona a Silvano, pero esta vez junto a Pe­ siguen desde Berea (v. 5). La participación de
dro: «Por conducto de Silvano, nuestro fiel Silas en la fundación de comunidades en Te­
hermano (porque así lo considero), os he es­ salónica y en Corinto se confirma por las car­
crito brevemente» (5, 12, al comienzo dei fi­ tas autênticas de Pablo (->■ 2).
nal de la carta). Aqui se considera a Silvano,
un (jconocido!) dirigente de la primera gene- G. Schneider
1405 SiX,f5avóç — Sfitov 1406

S iX P a v ó ç , oC Silbanos (Silvano) Cirene - 6. Simón, el padre de Judas - 7. Simón el le­


Variante textual dei en 2 Cor 1, 19, en proso - 8. Simón el fariseo - 9. Simón el curtidor - 10.
Simón Mago.
vez de -»■ StXotiavóç.
B ib i: J. Blinzler, Sim ón d e r A postei, Sim ón d e r H e-
rre n b ru d e r u n d B is c h o f S y m eo n von J eru sa lem , en
L i/,o v a v ó ç , o v Silouanos Silvano P a ssauer Studien. F S fU r S. K. Landersdorfer, Passau
Si^ãç. 1953, 25-55; J. A. Fitzmyer, The N am e S im ón (1963),
en Id., E ssa ys on the S em itic B ackground o f the NT,
London 1971, 105-112.
£ lX (d á ^ , Ó Silõam Siloé* Sobre 2; — >■Uérpoç; sobre 3 -10; cf. al final de la
Nombre indeclinable de varias instalacio- correspondiente sección.
nes para la traída de aguas en Jerusalén. El
nombre se deriva dei hebreo slh, «enviar». El 1. El nombre de Simón era popular tanto
nombre hebreo de siloah se aplico original­ entre los judios como entre los griegos
mente a la traída de aguas (desde el manantial (Bauer, Wòrterbuch, í . v.; Fitzmyer). En el ju­
daísmo 2 l[XQ)v se halla atestiguado, entre
de Guijón), y luego también al estanque. f|
MOÀUfxpriílQa Ton Sdcoáp, en Jn 9, 1, es el otros lugares, en la LXX (sobre todo en los li-
estanque al que se traían Ias aguas desde el bros primero y segundo de Macabeos), en
manantial de Guijón. 21iX,tüá[x se traduce aqui Aristeas y en Josefo.
por àrteaTaXpévoç; cf. 9, 11: «jVe a Siloé y
2. Simón Pedro recibió probablemente el
lávate!». - ó itÚQYOç èv xm EtX,cüá|ji,, en Lc nombre de Simón en Betsaida, ciudad influi-
13, 4, es «la torre junto al (estanque de) Si­
da por el helenismo (también su hermano An-
loé», una torre que probablemente formaba drés tenía un nombre griego, Mc 1, 16). Sí-
parte de Ias murallas de la ciudad. Kopp, Stãt-
|Xü3v se consideraba como el equivalente dei
ten, 371-376; LThK V, 904s; D. Adan: Israel
nombre dei patriarca hebreo Simeón (-> 2n-
Exploration Journal 29 (1979) 92-100.
petóv, Hech 15,14; 2 Pe 1, 1). Referido a Pe­
dro, el nombre de 2íp.ü)v se encuentra en 50
l^ i^ a ía ç , o u Simaias Simeas pasajes dei NT (hay 5 testimonios en Mateo,
Nombre de persona en 2 Tim 4, 19 v.l. (181 7 en Marcos, 12 en Lucas, 22 en Juan, 4 en
pc): Simeas se considera en este caso como Hechos); IlétQoç.
hijo de Aquila.
3. Los catálogos de apóstoles, además de
mencionar a Simón Pedro, mencionan a otro
o i f u x í v d i o v , OU, TÓ simikinthion delan- discípulo llamado también Simón: Mc 3, 18
tal, mandil* par. Mt 10, 4: 2íp.ü)v ó K avavaloç (nom-
OLpixívOiov designa el mandil como el que brado en penúltimo lugar, antes de Judas Isca-
llevaban los obreros (dei latín semicinctium). riote). En los paralelos lucanos (Lc 6, 15;
En Hech 19, 12 se informa que en Efeso se Hech 1, 13) se le llama «Simón el zelota»; ->•
llevaba a los enfermos aouôáçLa (panos) o ^Ti?tcüTf|ç 3. J. Blinzler, en LThK IX, 772s; J.-
otiiitdv&ia de Pablo para curarlos. E. Haen- A. Morin: RB 80 (1973) 332-358.
chen, Die Âpostelgeschichte^ (KEK), 538 tra­
duce por: Taschentücher («panuelos»); T. J. 4. Mc 6, 3 par. Mt 13, 55 menciona entre
Leary, The «Aprons» ofSt. Paul -A c ts 19, 12'. los hermanos de Jesús, además de Judas, a
JThS 41 (1990) 527-529. uno que se llamaba Simón (Marcos lo hace en
último lugar; Mateo en penúltimo lugar). J.
BUnzler: LThK IX 765.
£ífiC0V, OÇ Simõn Simón
1. El nombre de Simón - 2. Simón Pedro - 3. Simón 5. Simón de Cirene (-> KuQT]vat05) se
el zelota - Simón, el hermano de Jesús - 5. Simón de menciona en la historia de la Pasión narrada
1407 2í|i(ov - aívaiu 1408

por los Sinópticos. Le obligaron a cargar con mon Magus in der Apostelgeschichte, en K.
la cruz de Jesús: Mc 15,21 par. Mt 27,32 / Lc W. Trõger (ed.), Gnosis und NT, Gütersloh
23, 26. Tan sólo Marcos menciona, en este 1973, 267-279; K. Beyschlag, Simón Magus
contexto, a los dos hijos de este Simón, que und die christliche Gnosis, Tübingen 1974;
eran Alejandro y Rufo. J. Blinzler, en LThK G. Lüdemann, Untersuchungen zur simonia-
IX, 768. nischen Gnosis, Gottingen 1975; K. Rudolph:
ThR 42 (1977) 279-359; G. Schneider, Die
6. El cuarto Evangelio menciona como pa­ Apostelgeschichte I (HThK), 481-495 (bibl.).
dre de Judas (Iscariote) a un tal Simón Isca-
G. Schneider
riote: Jn 6, 71; 13, 2.26; cf. 12, 4 v.L; lo -
JtaQub^. J. Blinzler, en LThK IX, 767s.
S i v ã Sina Sinai*
7. Mc 14, 3 par. Mt 26, 6 menciona a «Si­ La LXX traduce por el indeclinable S ivã el
món el leproso (ó Xejtçóç)», que vive en Be- nombre dei Monte Sinai (Ex 16, 1; Dt 33, 2 y
tania. Cuando Jesús, antes de su Pasión, se passim). El Sinai es el monte en el que Dios
halla como invitado en su casa, es ungido por dieta sus leyes; Hech 7, 30 habla dei desierto
una mujer. J. Blinzler, en LThK IX, 764. «dei Monte Sinai» y localiza allí la revelación
divina hecha a Moisés (Ex 3, 2). Hech 7, 38
8. Un fariseo llamado Simón es, según Lc emplea la expresión ó ÕQOÇ 2 iv ã en el con­
7, 40.43.44, el anfitrión de Jesús y observa texto de las leyes dadas por Dios.
con actitud crítica cómo Jesús es ungido por En Gál 4, 24.25 se hace distinción entre las
una pecadora. J. Blinzler, en LThK IX, 770s. dos ôiaOfjxaL diciendo que la dei Monte Si­
nai engendra hijos para la esclavitud; ese pac­
9. Un curtidor llamadó Simón, de Yafo (Jo- to se halla representado por 'Ayáp (v. 24).
pe), es mencionado en Hech 9, 43; 10, Esta interpretación alegórica se fundamenta
6.17.32b. En su casa se hospedó Simón Pe­ en el v. 25 diciéndose que Agar es la denomi-
dro, hasta que fue llamado a Cesarea por los nación dei «Monte Sinai en Arabia». Cf., a
mensajeros de Comelio. E. Haenchen, Die propósito, F. MuBner: ThQ 135 (1955) 55-60;
Apostelgeschichté’ (KEK), 329 y 334. F. Pastor Ramos: EstB 34 (1975) 113-119;
Ch. K. Barrett, en FS Kasemann, 1-16. -
10. Hech 8, 9.13.18.24 habla de un mago / ThWNT VII, 281-286; X, 1264 (bibl).
hechicero (v. 9: paYeútov) llamado Simón,
que actuaba en Samaría. Por medio de Felipe
llegó a la fe cristiana y fue bautizado (v. 13). o ív a m i, CfoÇ) t Ó sinapi mostaza*
Cuando vio que Pedro y Juan comunicaban el 1. Aparición en el NT - 2. La parábola dei grano de
Espíritu Santo, quiso adquirir también él este mostaza - 3. L o g io n sobre el poder de la fe.
poder a cambio de dinero (vv. 18s). Pedro le
B ib l.: E. Haenchen, D e r W eg Jesu, Berlin ^1968,
maldice, pero exhorta al mago al arrepenti- 180-186; C. H. Hunzinger, aívaiu, en ThWNT VII,
miento (vv. 20-23). Simón suplica a continua- 286-290; Id., anxápivoç, en ibid., 758; Jeremias, P a ­
ción la intercesión de los apóstoles (v. 24). rábolas, 179-183; Jülicher II, S69-58I; F. Kogler, D as
Las cuestiones acerca de la evaluación histó- D o p pelgleichnis vom S e n fk o m u n d vo m Sauerteig in
se in e r tra d itio n sg e sc h ich tl. E n tw ic klu n g (FzB 59),
rico-religiosa de Simón Mago (ipadre de la Würzburg 1988; O. Kuss, Z u m S inngehalt d e s D oppel-
gnosis?) no tienen de momento una respuesta g leich n isses vom S e n fk o m u n d S a u erteig (1959), en
segura. R. P. Casey, en Beginnings V, 151- Kuss I, 85-97; R. Laufen, BA2IAE1A un d EKKAH-
163: N. Adler, en LThK IX, 768s; H. Conzel- 2IA. E in e traditions- u n d redaktionsgeschichtl. Un-
tersu c h u n g d e s G le ic h n isse s vo m S e n fk o m , e n F S
mann, Die Apostelgeschichte erklãrf (HNT),
Zim m erm ann, 105-140; G. Pace, L a senapa d e i Vange-
61; J. D. M. Derrett, Simón Magus (Act 8, 9- lo: BeO 22 (1980) 119-123; I. Schmid, M atthãus und
24)\ ZNW 73 (1982) 52-68; E. Haenchen, Si- L u k a s (BSt 23/2-4), Freiburg i. Br. 1930, 102-104,
1409 aívajti - oiviá^o) 1410

299-301; G. Schneider, D a s E vangelium nach L ukas reino de Dios va seguida con toda seguridad
(ÔTK). Gütersioh-Würzburg 1977, 301-303; Schulz, por la grandeza de su consuraación. «En el
Q, 298-309, 455-468; H. Zinimermann, L o s m étodos
h is tó ric o -c rític o s e n e l N u e v o T estam ento, Madrid fondo de esta parábola se halla claramente la
1969, 125-130; P. Zingg, D a s W achsen d e r K irche, idea de que, con la actividad contemporânea
Gõttingen-Fribourg (Suiza) 1974, 100-115; J. Zmi- de Jesus, la PaoiXeía se encuentra ya presen­
jewski, D e r G laube u n d seine M a c h t [zu M t 17, 20; te en forma de signo, aunque esté escondida y
21, 21; M k 11, 23; L k 17, 6], en F S Zim m erm ann, 81-
103. con modestas apariencias» (Hunzinger, 290).

1. En el NT oívam aparece únicamente en 3. El logion de Jesús acerca dei poder de la


los Evangelios, y un total de cinco veces: Mc fe lo encontramos en tres versiones distintas:
4, 31 par. Mt 13, 31 / Lc 13, 19 en la parábo­ Mc 11, 23 par. Mt 21, 21; M tl7, 20; Lc 17, 6.
la dei grano de mostaza; Mt 17,20 par. Lc 17, El correspondiente contexto es secundário en
6 en la sentencia acerca dei poder de la fe. En cada caso; originalmente el logion se trasmi-
ambos fragmentos de la tradición sinóptica el tió de manera aislada. La versión de Lucas es
énfasis recae «en la pequenez de la semilla de probablemente original. La sentencia quiere
la mostaza, una pequenez que es proverbial décimos que incluso una fe pequena, una fe
en Palestina» (Hunzinger, 287). que sea tan diminuta como un grano de mos­
taza, es suficiente para arrancar de raiz un ár­
2. La parábola dei grano de mostaza (Mc 4, bol tan grande como un moral (no, como en
30-32 par. Mt 13, 31s / Lc 13, 18s) constituye Lc 19, 4: un sicómoro, cf. Hunzinger, 758) y
en Mateo y en Lucas una unidad con la pará­ plantarlo en el mar. La cuestión acerca dei
bola de la levadura (Mt 13, 33 par. Lc 13, mayor o menor grado de fe queda desplazada
20s). Ambas proceden de Q y fueron trasmiti- en el contexto lucano ante la alternativa de te-
das originalmente por separado. Así lo vemos ner o no tener fe (cf. Hunzinger, 289; Schnei­
por Mc 4, 30-32; lo confirma igualmente el der, 348). Mt 17, 20 sitúa la «fe como un gra­
EvTom 20.96. no de mostaza» por encima de la ->• 0X170-
En Marcos/Mateo encontramos una parábo­ jucrria de los discípulos.
la de contraste, mientras que Lucas ha conser­
E. Palzkill
vado la forma de Q, que es una parábola acer­
ca dei crecimiento. «Ahora bien, como ambas
formas de la parábola terrainan ilustrando la fflVÔWV, ÓVOÇ, 1^ sindõn lienzo; camisa*
magnitud dei arbusto de mostaza, plenamente oivômv designa en la historia de la Pasión
crecido, mediante la imagen bíblica y prover­ de Jesús el lienzo o sábana en que envolvie-
bial de que «anidan en él Ias aves dei cielo», ron el cadáver de Jesús: Mc 15, 46 (bis) par.
creemos que la forma de Q será secundaria en Mt 27, 59 / Lc 23, 53. - En Mc 14, 51.52 oiv-
relación con la forma de Marcos» (Schneider, ôcóv significa la sábana o camisa que llevaba
303 en contra de Jülicher, 571, Schulz, 300 el joven que quiso seguir a Jesús, envuelto
nota 288, Zingg, 102; indeciso: Laufen, 114). sencillamente en una sábana, pero que luego
El contraste entre la pequenez dei grano de escapo sin ella, cuando quisieron prenderle. J.
mostaza y la grandeza dei arbusto de mostaza Blinzler: VD 34 (1956) 112s; R. E. Brown,
ocupa en Marcos el lugar central. No se trata Brief Observations on the Shroud o f Turim
dei proceso de crecimiento, sino de que la pe­ BThB 14 (1984) 145-148.
quenez dei comienzo y la grandeza dei final
se contraponen entre sí a modo de contraste.
Aunque en Lucas no se suprime el aspecto dei a iv iá Ç o ) siniazõ zarandear, hacer pasar
contraste, sin embargo el dei crecimiento ocu­ por el cedazo*
pa el primer plano: una semilla se convierte Lc 22, 31 emplea el término en sentido me­
en árbol. La pequenez de los comienzos dei tafórico: Satanás ha recibido permiso para za-
1411 o iv iá ^ c o — S ic ó v 1412

randeai a los discípulos «haciéndolos pasar de una nave: Hech 27, 38. Pauly, Lexikon V,
por el cedazo como si fueran trigo», lo cual se 217-219.
refiere principalmente a Ias pruebas que los
discípulos tendrán que sufrir durante la Pa-
sión de Jesús. ThWNT VII, 290s. E i x á g Sichar (Sicar)
Forma alternativa de Jn 4, 5 (69
vg [WordsworthAVhite]).
o iQ ix ó ç , 3 sirikos de seda*
Grafia atestiguada por los manuscritos más
antiguos dei texto (los unciales) en lugar de la S u ó v Sion Sión*
grafia, más corriente, ->■ oqpixóç. En Ap 18, 1. Aparición dei término en el NT - 2. El AT y la
12: TÒ OLQLXÓV, telas de seda. tradición más tardia - 3. Empleo en el NT.
Bibl.: R. Bach, en BHH III, 2224s; G. Fohrer-E.
Lohse, 2iü)v %xK., en ThWNT VII, 291-338, sobre to­
aiQÓÇ, OÜ, ó siros foso, caverna do 326ss; H. Gese, Der Davidsbund und die Zion-
2 Pe 2, 4 Sin lee oipóç (en vez de ->■ oeipá serwãhlung, en Id., Vom Sinai zum Zion (BEvTh 64),
o ->• 0SIQÓÇ). München 1974, 113-129; Haag, Diccionario, 1870s;
Kopp, Stãtten, 378-387,400-404; E. Otto, Jerusalem -
die Geschichte der Heiligen Stadt (Urban-Taschenbü-
aiTEVTÓÇ, 3 siteutos eebado engordado* cher 308), Stuttgart 1980, 184-188; N. W. Porteous,
Jerusalem - Zion: The Growth o f a Symbol, en Ver-
Lc 15, 23.27.30; ó (tóaxoç ó aixeutóç, «el banmmg und Heimkehr. FS fü r W. Rudolph, Tübingen
temero eebado» (cf. Jue 6, 28 A; Jer 26, 21 1961, 235-252; Von Rad, Teologia II, 201-216, 367-
LXX). 373; W. Schmauch, Orte der Offenbarung und der Of-
fenbarungsort im NT, Berlin 1956, 55-57, 114-121; J.
Schreiner, Sion - Jerusalem, Jahwes Kõnigssitz (StANT
a iT io v , o v , TO sition alimento* 7), München 1963; H. Schultz, en DTNT ü, 373-377;
oixíov, que es diminutivo de oíxoç, se baila F. Stolz, Hiyyõn, en DTMAT II, 684-694; S. Zimmer,
Sion ais Tochter, Frau und Mutter, tesis mecanografia-
en plural en Hech 7, 12 y significa el alimen­ da München 1959; más bibliografia en -►'l8poaóÂ,u-
to (obtenido a base de grano); cf. también pa; cf. además ThWNT X, 1264s.
Diogn 6, 9.
1. En el NT Stráv aparece 7 veces (en cam­
bio TeQO0ÓX.upa / TeQau 0aX.-qp. 139 veces).
aiTiOTÓç, 3 sitistos eebado, engordado*
Cinco de los siete testimonios son citas o alu-
En Mt 22, 4 el sustantivo plural significa: el siones al AT: lhjYáxT]p Sicóv: Mt 21, 5; Jn 12,
ganado eebado.
15 (cf. Zac 9, 9; Is 62,11), TÍ^ripi èv Xitbv Xí-
0-ov, Rom 9, 33; 1 Pe 2, 6 (cf. Is 8,14; 28,16),
aito^ E T Q loV , Oli, TO sitometrion ración fí^Ei sx Xiràv ô QUÓ[tEvoç, Rom 11, 26 (cf. Is
m edida de gremo* 59, 20; Sal 13, 7 LXX). Tan sólo Heb 12, 22
Lc 12, 42: t ò O itopétQ L O V ô íS m p í, «distri­ (jtQOOeLri^ií^aTe Xícbv õqei) y Ap 14, 1 (eitl
buir la ración». xò ÕQOÇ Xícúv) se hallan formulados libre-
mente (pero cf. también aqui J1 3, 5; Is 4, 5).
o iT o ç , o v , o sitos trigo, grano* 2. En sentido topográfico Suáv (en hebreo,
En Mt 13, 25.29 dícese dei trigo en medio siyyôn; etimologia incierta, cf. Fohrer, 293) de­
dei cual se encuentra la cizana; en Mt 3, 12; signa originalmente en el AT la colina sudoriental
13, 30; Lc 3,17; 12, 18 dícese de la acción de de Jerasalén, sobre la que se asentaba una antigua
recoger el trigo en el granero. Además: Mc 4, colonia cananea (denominada originalmente «Je-
bús / ciudad de los jebuseos», cf. Jos 15, 8; 18,
28; Lc 16, 7; Jn 12, 24; 1 Cor 15, 37; Ap 6, 6; 28; Jue 19, lOs; 1 Crón 11,4), que fue conquista­
18, 13. Los discípulos serán zarandeados «co­ da por David y se llamó entonces «la ciudad de
mo trigo», Lc 22, 31. Trigo como cargamento David» (2 Sam 5, 6-9; 1 Re 8, 1; 1 Crón 11, 5-7;
1413 2ió)v 1414

2 Crón 5, 2). Allí residia David en una fortaleza Kopp, Otto); en realidad, según el testimonio de
(1 Crón 11, 7). El antiguo y genuino nombre dei la tradición, alU pudo haber estado un centro (o el
asentamiento cananeo (y de la ciudad-estado rela­ centro) donde se reunia la comunidad primitiva
cionada con él), «Jerusalén» (Jos 10, 1; Ez 16, (Otto, 160-186; Haag, Diccionario, 312s).
2ss), se aplicó también más tarde, después de Da­
vid, al território de la ciudad ampliada más allá 3. En el NT el nombre de Siróv desempena
de la ciudad de David, 1 Re 9, 15; 11, 42 (cf. la sólo escaso papel en comparación con el de
edificación dei templo y dei palacio, en tiempo de «Jerusalén». En el relato de la entrada triunfal
Salomón, en la cima dei monte Ofel, situado al
norte de Sión y a mayor altura, 1 Re 3, 1; 8, Iss; de Jesús en Jerusalén, Mateo (21, 5) y Juan
también Miq 4, 8). (12, 15) insertan una referencia bíblica (a Zac
Con esto Sión retrocede como nombre geográ­ 9, 9), por la cual a la ciudad (y a sus habitan­
fico y sólo en época posterior volvió a usarse con tes: '&uYáxT]ç 2ubv; cf. además Is 1, 8; 10, 32;
mayor frecuencia, pero ahora en sentido amplia­ 62, 11; Jer 4, 31; Zac 2, 11 Baflu-
do (y frecuentemente poético) para designar a la X,õ>voç]. 14; Lam 2, 8) se les dirige la palabra
colina dei templo o a toda la ciudad de Jerusalén,
como sucede principalmente en los profetas (es­ como al Israel de Ias promesas (cf. también
pecialmente en Isaías, Jeremias, Joel, Miqneas y Miq 4, 8; Sof 3, 14). En Rom 9, 33 y en 1 Pe
Zacarias, pero no en Ezequiel, Oseas, Nahún, Ha- 2, 6 2uúv (como sucedia ya en Is 28, 16), co­
bacuc, Ageo y Malaquias) y en los Salmos y Ias mo centro que es de Israel, representa a Israel
Lamentaciones; más de 40 veces Sión sirve para mismo (—>• 2; cf. Rom 9, 31; 1 Pe 2, 8-10); de
designar a toda Jerusalén (cf. Miq 3, 10.12). Sión manera parecida en Rom 11, 26, donde Stróv
es el santuario de Dios (Sal 20, 3), su monte san­
to y su morada (J1 2, 1; 4, 17.21; Sal 9, 12; 65, 2; (como sucedia ya en Is 59, 20) no designa
76, 3; 87, Iss; 99, 2), la ciudad de Dios (Is 60, 14; tampoco a Jerusalén como ciudad, sino a Isra­
Sal 48, 3); Sión es también sinônimo de Israel (Is el como pueblo de Dios (en contraposición a
46, 13; 51, 16; 59, 20; Sal 149, 2; Lam 1, 17) o de los cristianos gentiles, aunque Pablo sustitu-
Judá (Jer 14, 19). Sobre todo desde el tiempo dei ya, y precisamente porque sustituye Vsiyydn /
destierro, a Jerusalén se la llama a menudo evettev Sicóv (Is 59, 20) por èx Sioóv.
«Sión», considerándola así como la ciudad de la
salvación esperada (cf. 2 Re 19, 31; Is 18, 7; 24, En Heb 12, 22, en un contexto estructurado
23; 35, 10; 49, 14ss; 52, 1.8; 59, 20; 62, 1; 66, 8;
Zac 1 ,14ss; 2,10; 8, 3; 9, 9; Sal 102, 17), a la que retóricamente (A. Strobel, Der B rief an die
habrán de afluir Ias naciones (cf. Is 2, 2-4; 18, 7; Hebrãer [NTD], sub loco), y para establecer
Sal 102, 23; también ApBar [sir] 68, 5; Sib V, una tipologia de contraste, se contraponen en­
251s) y desde la cual Dios celebrará su juicio (J1 tre si el Monte Sinai (vv. 18ss) y el Monte
4, 16ss). Mientras que el nombre de «Jerusalén» Sión (ÕQOç 2i(üv), es decir, la ciudad dei Dios
puede representar tanto el aspecto político como vivo, la Jerusalén celestial (jtóXiç '&EO'0 Çcóv-
el aspecto salvífico de la ciudad, vemos que en el
nombre de «Sión» -sobre todo a partir dei destie­ Toç, ’l£QonoaXf]p ènongávioç). Los creyen-
rro- resaltan más intensamente los aspectos salví- tes tienen acceso a una revelación superior y
ficos; «Sión» es principalmente el lugar dei mon­ definitiva, a saber, a Sión como la morada ce­
te dei templo o dei templo y su culto, la sede de lestial dei Dios vivo, que no es un lugar de te­
Dios, el símbolo de Israel y, finalmente, el objeto mor (como el Sinai, cf. Ex 20, 19; Dt 5, 23),
de la esperanza escatológica. sino de la reunión festiva de la comunidad es­
Topográficamente, durante la época judia y
cristiana, Sión (con la ciudad de David) se buscó catológica y dei nuevo pacto (Heb 12, 23s).
en la colina sudoccidental de Jerusalén (cf. Jose- Así como Israel venía dei Sinai, así los cre-
fo, Bell V, 137), en la cual se edificó a mediados yentes —en su peregrinación- vienen de Sión
dei siglo IX p.C. la basflica 'Ayia 2uúv, y allí se y se dirigen a la Jerusalén celestial (cf. vv.
sospechó más tarde que estaba situado el lugar de 25ss) y, al mismo tiempo, se hallan aún en ca-
la Ultima Cena de Jesus, el piso donde se reunia mino hacia esa meta (cf. 13, 14; -> 'I eqooó-
la comunidad primitiva según Hech 1, 13, el lu­
gar donde se produjo el acontecimiento de Pente- À,U[j,a 4). Swóv (juntamente con «Jerusalén»)
costés, y donde se hallaba el sepulcro de Esteban es una metáfora para designar la salvación es­
y, finalmente, el sepulcro de David (cf., además, catológica y celestial.
1415 Sióv - ojtavôaXí^co 1416

Según Ap 14, 1 el vidente contempla al ouon:áco describe también el atônico silen­


«Cordero» y con él a los 144.000 (el pueblo cio tanto de los adversários (Mc 3,4) como de
escatológico de Dios) sobre el õqoç 2!id)v, los discípulos (9, 34) de Jesús, quien con una
donde están protegidos de la persecución y sola pregunta les deja perplejos: oí ôè èoim-
dei sufrimiento (cf. el capítulo 13) y, al mis- jtoiv. Jesús, mandando callar, hace que la
mo tiempo, pueden oír y aprender el «cântico tempestad y el mar enmudezcan (cf. 4, 39),
nuevo» que se canta en el cielo (14, 3). Por como cuando expulsa a un demonio (1, 25).
tanto, Sión es aqui el lugar donde los piadosos Así como Jesús «habla en tono imperioso» a
están a salvo en tiempo de persecución (cf. 7, Ias fuerzas de la naturaleza, así la multitud
Iss; también J1 3, 5; Sal 125, s). De Sión se quiere imponer silencio al ciego (o a los cie-
aguarda también la manifestación dei Mesías gos) (en ambos casos se usa èjtiupáco); el
(compárese 4 Esd 13, 6s.l2 con Heb 12, 35s); ciego (o los ciegos) tiene(n) que dejar de gri­
en contraste con él se haUa el Harmaguedón, tar (10, 48 par. Mt 20, 31). Jesús, según quie-
como lugar donde se reúnen los enemigos pa­ ren los fariseos, debe imponer silencio a Ias
ra hacer frente a los que son salvos (Ap 16, alabanzas que le tributan los discípulos (Lc
16). A los salvos en Sión, el vidente los con­ 19, 39: èjtiTÍ|XT]oov); pero en lugar de los dis­
templa finalmente en la Jerusalén celestial cípulos darían su testimonio -y lo darán de
misma (22, 3; cf. 3, 12); por eso, él se repre­ hecho (cf. Hab 2, 11)- Ias piedras, es decir.
senta probablemente al monte salvador Sión Ias ruinas de Jerusalén (19, 40). Tampoco Pa-
como una prefiguración (^todavia terrena?) blo tiene por qué dejarse intimidar en Corinto
de la Jerusalén celestial. (Hech 18, 9). En Lc 1, 20 vemos que oicojtáoo
H. Balz significa quedar mudo como castigo (pf) ôu-
vápevoç kaX,fjoai cf. Hech 13, 11;
eap TucpXòç pf] pX.én:(nv... áxQi...), quizás
significa también (jLc 1, 62!) quedar sordo
aiCdJtao) siopao callar, enmudecer*
(así J. G. Anderson, A New Translation o f Du­
1. En el NT, el verbo aicDJtáco lo emplean ke D 20: Bible Translator 20 [1969] 21-24).
únicamente los Sinópticos, y por cierto diez
veces (cinco de ellas en Marcos). Tiene, poco W. Radl
más o menos, el mismo significado que at-
yáco, pero sólo aparece en sentido intransitivo auomfj siõpe en silencio, secretamente
y describe quizás, además dei hecho de no de- El dativo de aLCon:fi, «silencio», se usa co­
cir nada, el de guardar completo silencio y en­ mo advérbio desde de Homero. Así lo emplea
mudecer. también Jn 11, 28 D lat sy® (en vez de Xà-
■&Qa).
2. Entre los contextos en que aparece
owojtáo), el más importante es la Pasión de
OKavôaÀ,í^<0 skandalizO hacer caer; en
Jesús. El silencio de Jesus, que casi siempre
voz pasiva, recheizar la fe, abandonar la
se describe con la negación de àjtoxQÍvopai
fe*
(Mc 14, 61; 15, 5 par. Mt 27, [12] 14; Lc 23,
9) y de àjtóxQtoiç (Jn 19, 9), le hace aparecer 1. Aparición y significado - 2. Empleo en voz pasi­
como el Justo sufiriente (cf. Is 53, 7; Sal 37, va - 3. Empleo en voz actíva.
14-16: 38, 9 LXX). El empleo adicional de B ib l.: J. Mateos; Filologia Neotestamentaria 2
oicojtúco en Mc 14, 61 amplifica esta «kerig- (1989) 57-92; más bibliografia en axávôaXov.
matización dei relato» (R. Pesch, Das Mar-
kusevangelium II [HThK], 436), mientras que 1. En el NT oxavôaXíÇoo se halla atesti-
el lugar (paralelo) de Mt 26, 63 tiene única­ guado 29 veces, 26 de eUas en los Evangelios
mente oicüjtáco. (14 veces en Mateo, 8 en Marcos, 2 en Lucas,
1417 oxavôaXíÇco 1418

2 en Juan) y 3 veces en Ias Cartas paulinas. El 33b.c). En el discurso joánico de despedida


verbo, que en sentido figurado sólo aparece (Jn 16, 1), axavôa7.Ltcü no significa úni­
en la LXX en época anterior al cristianismo, camente «un peligro para la fe» (en contra de
significa el empujón que conduce a la pérdida R. Schnackenburg, El Evangelio según San
de la salvación. Según alguien crea ya o no Juan n i, Barcelona 1980,158), sino la «apos­
crea, el verbo significa el abandono de la fe o tasia de la fe», de la que hay que preservar a
el rechazo de la fe. los discípulos y a los cristianos (Stahlin, en
ThWNT VII, 358; J. Becker, Das Evangelium
2. a) En la voz pasiva, oxavôaJtí^ü) signi­ nach Johannes [ÔTK], 493). Se habla aqui en
fica varias veces «no llegar a Ia fe». Así, los concreto a los judeocristianos (w . 2-4a). En 2
paisanos de Jesus tropiezan en él (Mc 6, 3 par. Cor 11, 29, la enumeración que Pablo hace de
Mt 13, 57), por lo cual Jesús se asombra de su sus tribulaciones y fatigas alcanza su punto
incredulidad (Mc 6, 6a), o no es capaz de rea­ culminante en la pregunta retórica: «^Quién
lizar muchos actos de poder a causa de su in­ es débil sin que yo sea débil? ^quién tropieza,
credulidad (Mt 13, 58). Según Mt 15, 12, los sin que yo me abrase de preocupación?».
fariseos encuentran ocasión de tropiezo en Je­ Puesto que Pablo entiende también oxavôa-
sús, porque él desenmascara como exteriores ktÇopai en el sentido de apostatar de la fe, él
y superficiales los preceptos de pureza que no puede solidarizarse con quien tropieza en
ellos imponen (15, 3-11). En el macarismo Ias cosas de la fe, como se solidariza con
(Mt 11, 6 par. Lc 7, 23) relacionado con la quien es «débil», sino que únicamente puede
consulta dei B autista, se alaba como bien- expresar su intensa preocupación por ello.
aventurados a los que no encuentran ocasión
de tropiezo en Jesús, es decir, a los que creen 3. En la voz activa oxavôaXíÇro significa
en él. «causar la apostasia de la fe (o el rechazo de
b) En la voz pasiva, oxavôaXt^co significa la fe)», como vemos en Ias palabras de Jesús
casi siempre «abandonar la fe». En la inter- acerca de quien «.hace tropezar a uno de estos
pretación de la parábola dei sembrador (Mc 4, pequenos» (Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17,2).
13-20 par. Mt 13, 18-23) se dice que aquellos El cristiano está obligado a evitar todo lo que
a quienes se identifica con la semüla que ca- pueda conducir al abandono de la fe, como
yó en suelo pedregoso, es decir, aquellos que Mc 9, 43.45.47 dice encarecidamente con un
no tienen raíces y que son inconstantes, se ex- lenguaje metafórico e hiperbólico (en contra
travían por Ias aflicciones y persecuciones su- de Stahlin, en ThWNT VII, 352): hay que
fridas a causa de la palabra, y vuelven a su deshacerse de la mano, dei pie y dei ojo -que,
perdición, es decir, abandonan la fe (Mc 4, 17 según la concepción judia, son la sede dei im­
par. Mt 13, 21). El paralelo de Lucas escribe pulso pecaminoso-, si corren peligro de con-
apropiadamente àqptOTávtai (Lc 8, 13). En vertirse en causa dei abandono de la fe y, por
M t 24, 10 Jesús predice que, al fin de los tanto, de la pérdida de la salvación. Dificil­
tiempos, muchos tropezarán y caerán. El re­ mente se entenderá por ello el castigo de si
sultado es que se odiarán unos a otros; que la mismo como medio de preservarse dei jiúcio
maldad colmará su medida, y que el amor se (en contra de R. Pesch, Das Markusevange-
enfriará. Sin embargo, el que persevere en el lium n [HThk], 115), sino que» se quiere acen­
amor hasta el fin, será salvo (vv. 11-13). tuar lo seria que es la decisión de perseverar,
Mc 14, 27 par. Mt 26, 31 muestra que la si se quiere entrar en la vida (eterna) o en el
apostasia de la fe puede ser también pasajera. reino de Dios.
Pues los discípulos, durante la Pasión de Je­ También Mt 5, 29.30 (Q) exhorta a una ac-
sús, se apartarán de él. Pedro rechaza enérgi­ ción decidida. En relación con el adultério se
camente la predicción y afirma que él nunca dice que hay que deshacerse dei ojo derecho y
abandonará a Jesús (Mc 14, 29 par. Mt 26, de la mano derecha, es decir, de los miembros
1419 a x a v ô a X ÍÇ c o - a x á v ô a X .o v 1420

más nobles, si son causa de que uno se aparte im M t-E v. (EHS XXni-181), Frankfurt a. M. 1982,
de la fe. Esta exhortación está motivada con 210-216; A. Humbert, E ssai d 'u n e T héologie du Scan-
dale dons les Synoptiques: Bib 35 (1954) 1-28; H.-S.
la amenaza dei juicio escatológico. Lie, D e r B e g r iff S k a n d a lo n im N T u n d d e r W ieder-
En Mt 18, 8.9, la mano y el pie que hay que kehrgedanke b ei L aotse (EHS XXIII/24), Frankfurt a.
cortar, y el ojo que hay que arrancar, si se M. 1973, 12-122; K. Müller, A nstofi u n d G ericht. E ine
convierten en peligro de causar la apostasia S tu d ie zum jü d . H in terg ru n d des p ln Ska n d a lo n -B e-
g rijfs (StANT 19), München 1969; G. Stahlin, Skan­
de la fe, se hallan envidentemente personifi­ dalon. U ntersuchungen zu r G eschichte eines bibl. B e-
cados: se entienden por ello los cristianos a g riffs (BFChTh 2/24), Gütersloh 1930; Id„ mtóvôa-
quienes la comunidad debe echar de su seno, X .O V , axavSaXí^to, en ThWNT VII, 338-358; para

para protegerse a sí misma (cf., sobre el tema, más bibliografia, cf. ThWNT X, 1265.
Mt 18, 15-18). Jesús fundamenta su propia
decisión de pagar el tributo dei templo, aun- 1. En el NT oxávôaXov aparece 15 veces:
que propiamente está exento de hacerlo, en su cinco en Mateo, una en Lucas, seis en Ias Car­
deseo de no dar a nadie ocasión de tropiezo tas paulinas, y una vez en cada uno de los es­
(Mt 17, 27). Jesús quiere impedir que los re- critos siguientes: Carta primera de Pedro,
caudadores de impuestos tengan algún pretex­ Carta primera de Juan y Apocalipsis. El tér­
to para no creer en él. mino, que se halla documentado raras veces
El discurso joánico dei pan (Jn 6, 51c-59) fuera de los escritos bíblicos, tiene en el NT
hace que muchos discípulos de Jesús, entre un sentido figurado, como sucede casi siem-
los que se encuentran también cristianos de la pre en la LXX, donde es traducción de môqès
comunidad (joánica), murmuren sobre Jesús y y mikSôl). Se emplea en sentido objetivo y co­
encuentren en él ocasión de tropiezo (6, 61), mo término personificado. El significado de
es decir, no crean (v. 64), porque creer no les «troncos para tender una trampa» no está do­
«ha sido concedido por et Padre» (v. 65). Se- cumentado literariamente.
gún 1 Cor 8, 9, la libertad dei cristiano en
cuanto a consumir carne sacrificada a los ído­ 2. Mt 13, 41 personifica irávxa xà axàv-
los, encuentra un limite allá donde se convier- òaXa (en contra de Lie 44), identificándolos
te en ocasión de caída (jtQÓaxoppa) para el con los «hacedores de maldad» (en contra de
hermano. Por eso, Pablo acentúa que él no Stâhlin, Skandalon, 147 y 149). La cita es de
volverá a comer carne, si con ello hace caer a Sof 1, 3, según un texto afín a la traducción
su hermano, y de este modo se convierte en de Símmaco: anávòaXa aiiv xoTç àoepéoiv.
causa de que ese hermano pierda su salvación Los oxávôaX a tienen su origen en el diablo
(oxavÓa^tíÇoo, v. 13a.b). Porque, de no hacer­ (vv. 38.39); por eso, no podrán resistir el jui­
lo así, el hermano débil se hundirá a causa dei cio (v. 42). En contraste con ellos están los
conocimiento que el fuerte tiene (v. 11). Y el ôíxaioL (v. 43), «los hijos dei reino» (v. 38),
que peca contra los hermanos, peca contra que deben su existência al Hijo dei hombre (v.
Cristo (v. 12). 37); ellos serán partícipes dei reino dei Padre
(v. 43). Los anávbaXa están caracterizados
H. Giesen
claramente en forma escatológica y demono-
lógica. Son para sí mismos causa de la pérdi­
oxávôaXov, oi), tó skandalon empujón daPedro, de la salvación.
según Mt 16, 23, se convierte en la
para hacer caer en la incredulidad, causa
tentación personificada de Jesús, porque in­
de la pérdida de la salvación, seducción*
tenta seducirle, como hace Satanás (cf. 4, 10),
1. Aparición y significado - 2. Mateo - 3. Los de- para que no vaya por el camino dei sufrimien-
más escritos dei NT. to que el Padre ha determinado para 61 (v. 22).
B ibl.: H. Giesen, C hristliches H andeln. E ine redak- En relación con la protección de los «peque­
tionskrilische U ntersuchung zum b iY .a \,o a i\x \-B e g rijf nos», es decir, seguramente de los «débiles»
1421 a x á v S aX o v 1422

que hay en la comunidad (18, 6-10), Jesús dei cumplimiento de la Torá (v. 31), en vez de
pronuncia una amenaza escatológica («[Ay dejar que esa justificación le sea concedida
de...!») en contra dei mundo (alienado de gratuitamente en la fe (vv. 30.32.33). Por eso.
Dios) a causa de Ias seducciones (v. 7a), para Cristo es para Israel una «piedra de tropiezo»
admitir después que es inevitable que haya se­ (Xíüoç n:poa>tóppaxoç) y una «roca de es­
ducciones (v. 7b), y finalmente para lanzar un cândalo» (Tcéxga a'naybakov) que le hace
«jay!» escatológico contra aquel por quien caer en la incredulidad. 1 Pe 2, 8 se sirve de la
venga la seducción (v. 7c). axávôaX.ov es misma cita mixta para amenazar a los incré­
aqui la seducción que quiere arrastrar a la dulos y fortalecer asi a los creyentes para que
apostasia de la £e. En el lugar paralelo de Lc perseveren en su decisión en favor de Cristo.
17, 1 se acentua, como en Mt 18, 7b, que Ias Según Rom 11,9 (cita dei Sal 68, 23 LXX),
seducciones sou inevitables. Pero sobre aquel el culto sacrificial se convierte para los judios
por quien vengan se pronuncia, como en Ma- en tropiezo para la perdición. Porque «la me­
teo, el «jay!» escatológico que le sitúa ya des­ sa» no significaria sencillamente la comunión
de ahora bajo el juicio divino. de mesa (asi, por ejemplo, H. Schlier, Der Rõ-
merbrief [HThK], 325), sino un objeto dei
3. Las Cartas paulinas hablan frecuente- que Israel aguarda la salvación. La tradición
mente dei Cristo crucificado como el oxáv- rabinica entiende la mesa como altar, que tie-
òaXov. En el curso de la justificación de su ne poder expiatório (cf. teunbién 1 Cor 10, 21)
tesis de que se privaria de su poder a la cruz (cf. Müller, 23-27).
de Cristo, si él (Pablo) predicara el evangelio En Rom 14, 13 Pablo exhorta a los «fuer-
con palabras de sabiduría (1 Cor 1, 17), Pablo tes», cuya posición él comparte en principio
hace ver que la proclamación dei Mesias cru­ (v. 14), a que -con sus hábitos alimenticios-
cificado se convierte en anávbdkov para los no sean para los «débiles» un tropiezo que les
judios, en perdición escatológica, y para los haga perder la salvación, según se ve por la
gentiles, en necedad (pcngía), que conduce hendiadis JtQÓoxoppa f| oxávôaXov y tam-
igualmente a la perdición (v. 23). Si los judios bién por el v. 15c (àjióX.X.upt). En Rom 16,17
y los gentiles aceptan -e n la fe—la necedad de los oxávôaK a significan las diversas activi-
la proclamación (de la cruz; v. 21), y no con- dades satânicas de los falsos maestros que ha-
fian en sus propios actos (v. 22), sino que se cen tropezar a los miembros de la comunidad,
muestran como los que han sido llamados poniendo en peligro su salvación y seducién-
(por Dios), entonces experimentan al Mesias dolos para que se aparten de la recta doctrina;
crucificado como el poder de Dios, que resu- tales falsos maestros ponen en peligro, a la
cita de entre los muertos (v. 24; ef. v. 18b), y vez, la unidad y la existência misma de la co­
como la sabiduria de Dios (v. 24), que con­ munidad. De manera parecida, oxávôaXov
vierte en necedad a la sabiduria dei mundo (v. en Ap 2, 14 es la piedra de tropiezo para que
20d). En Gál 5, 11 se establece una antítesis se abandone la fe, en el contexto de la falsa
entre la circuncisión (la ley) y el «escândalo doctrina.
de la cruz», el cual, seguramente como en 1 Según 1 Jn 2, 10, en el creyente que ama a
Cor 1, 23, es la única fiiente de la salvación. su hermano (no: «en el campo de la luz», en
Si Pablo siguiera proclamando la circunci­ contra de R. Sehnackenburg, Cartas de San
sión, entonces privaria a la cruz de su poder Juan, Barcelona 1980, 149s) no hay tropiezo
escatológico y critico. para el pecado, es decir, para hacer que se cai-
Según la cita mixta de Rom 9, 33 (Is 28,16; ga en la incredulidad y para que, con ello, se
8, 14), Dios hizo que Israel tropezara en Cris­ pierda la salvación. Se escucha aqui el tema
to. Sin embsirgo, lo que se halla en primer pla­ de la incapacidad dei cristiano para el pecado
no el rechazo de Cristo por Israel, el cual (cf. especialmente 3, 9).
quiere conseguir la justificación por medio H. Giesen
1423 axanTO) - axeiíoç 1424

axáJlTO) skaptõ cavar, cavar alrededor* oxevoç, ouç, TÓ skeuos objeto, recipien­
Lc 16, 3 (en una frase a modo de provér­ te, instrumento*
bio); «No tengo fuerzas para cavar». Junto a 1. Aparición en el NT y significados fiindamentales
Pafróvco; 6, 48 (a diferencia de Mt 7, 24). Lc - 2. Uso en sentido propio - 3. Uso metafórico y figu­
13, 8: cavar alrededor de la higuera. rado.
Bibl.: Bauer, Wõrterbuch. s.v.: Liddell-Scott, í .v.;
Skariõth (Iscariote) C. Maurer, axeüoç, en ThWNTVII, 359-368; Preisig-
ke, Wõrterbuch H, 468s; J. Whitton, A neglected Mea-
Variante textual de D en los pasajes de Mc ningfor axEüoç in 1 Thess. 4, 4: NTS 28 (1982) 142s.
3, 19; Jn 6, 71. D lee en otros pasajes (Mt 10,
4; 26, 14; Mc 14, 10) HxaQuotriç. lo x a - 1. En el NT oxeüoç aparece 23 veces y se
QKÓO'. halla distribuído de manera uniforme en más
de doce escritos. En comparación con el grie-
go profano (desde Ia época clásica el término
09<á(pi|, T|Ç, ^ skaphê barquilla*
En el libro de Hechos oxáqpT] designa el aparece frecuentemente en los papiros) y con
el griego de la LXX (en ella es casi siempre
bote salvavidas de una gran nave: 27, 16.30.
32. traducción dei hebreo Ifli), en el uso dei NT
no se observa ni un cambio semântico ni una
especificación dei significado. Tanto en un
axÉX oç, Ottç, TÓ skelos rauslo, piema* caso como en otro, onsvoç significa objetos
En Jn 19, 31.32.33 el término se refiere al de toda clase y puede usarse también en senti­
crurifragium, al quebrantamiento de los hue- do figurado.
sos de Ias piemas de Jesus, lo cual habría ace­
lerado su muerte. 2. En Mc 11, 16 oxeüoç significa en senti­
do muy general cualquier objeto (= cualquier
cosa: Maurer, 362), en el caso de que la fina-
a x é n :a o |iia , a t o ç , TÓ skepasma lo que lidad dei pasaje sea la protesta contra la pro-
sirve para cubrirse* fanación dei área dei templo, al ser utilizada
El sustantivo, además de significar vestido, como atajo (^por los que cargaban con bul-
puede significar también casa. 1 Tim 6, 8: «Y tos?); en cambio, si lo que Marcos pretede es
si tenemos con qué comer y con qué cubrir- hacer crítica dei culto, entonces oxEüoç -c o ­
nos, con eso estaremos contentos». mo sucede frecuentemente en la LXX- debe
entenderse en el sentido de (cualquier) objeto
de culto (cf. R. Pesch, Das Markusevange-
£ x E t)ã ç , ã Skeuas Esceva*
Nombre de persona correspondiente al latín lium n [HThK], 198; J. Gnilka, El Evangelio
según San Marcos II, Salamanca H997, 150s.
Scaeva. Según Hech 19, 14, un principal sa­
cerdote judio se llamaba así. B. A. Mastin: J. M. Ford [Bib 57 (1976) 249-253] propone
además la interpretación de «bolsa dei dine-
JThS 27 (1976) 405-412; J. A. Fitzmyer, «A
certain Sceva, a Jew, a Chief Priest» (Acts 19, ro»). En todo caso, los o x e ú t | Tfjç Xeltouq -
yíaç en Heb 9, 21 son «objetos de culto» (cf.
14), en FS Schneider, 299-305.
Ex 40, 9; Lev 8,11). En Hech 27,17 se habla
de un objeto que pertenecía a los aparejos de
v x eirrj, f|ç , ^ skeuê aparejo (de una em- una nave; refiriéndose sobre todo a un anela,
barcación)* cf. Pap. Zenón 6, 10 (Preisigke, Sammelbuch
En Hech 27, 19 dícese de los (imprescindi- III, 6712). El plural x à omeÚt] significa a
bles) aparejos de la nave, que los marineros menudo en sentido colectivo los bienes. Ias
arrojaron al mar. E. Haenchen, Die Apostel- pertenencias, como en Mc 3, 27 par. Mt 12,
geschichte^ (KEK), sub loco. 29 / Lc 17, 31 (en este caso, la mejor traduc-
1425 OKBVOq - CWriVT) 1426

ción es: los enseres domésticos), cf. Lisias en consonância con ello, se ha sugerido tam-
XIX, 31. bién constantemente la idea de referir también
Más frecuente es el significado de recipien­ a la mujer el o x e ü o ç que aparece en 1 Tes 4,
te. Al pie de la cruz hay una vasija llena de vi­ 4 (cf. Maurer, 365-368).
nagre (Jn 19, 29), y una vasija indeterminada Un motivo dei AT (cf. especialmente Is 29,
sustituye en Lc 8, 16, en la imagen de la lám- 16; Sab 15, 7) se baba igualmente en la metá­
para, el «celemín» dei que habla Mc 4, 21 fora dei alfarero en Rom 9, 20-24, que pone
(p,óôioç). Pedro vio un recipiente que era di­ de relieve la bbertad de Dios tanto en la cóle­
fícil de describir («como un gran lienzo»; cf. ra como en la misericórdia. Dos grupos distin­
Ias variantes textuales que documentan aqui tos de personas se contraponen aqui: los ju­
la no identificación dei objeto) en su visión dios incrédulos y el pueblo de Dios integrado
(Hecb 10, 11.16; 11, 5). Ap 18, 12ss enumera por judios y gentiles. Se establece un contras­
recipientes bechos de materiales preciosos, y te entre ellos como ô p.èv etç rqiqv oxeüoç, ô
2 Tim 2, 20 distingue entre recipientes de ma­ ô è Eiç àTipíav [ o x e ü o ç ] («un vaso para uso
teriales preciosos y otros de materiales de in­ honorable, el otro para uso despreciable», v.
ferior calidad, y entre sus respectivos usos. 21) o como oxeúq Ò Q Y q ç... elç àjtcókeiav y
oxEÚq èÀéouç... e Í ç ôó^av ( « v u í o í de cóle­
3. El NT emplea varias veces axeüoç en ra... para la perdición, vasos de misericórdia...
sentido metafórico o en figurado. Según «la para la gloria», vv. 22s), es decir, como obras
sentencia dei vencedor» (Ap 2, 27, que cita al sujetas siempre a la bbertad con que el Crea-
Sal 2, 9; cf. sambién SalSl 17, 26), los eIIvt] dor puede disponer de ellas (sobre este pasaje
son entregados cual frágiles «vasijas de ba­ cf. fínalmente, U. Wilckens, La Carta a los
rro» ( tà oxEÚq TÒ xEQa|iim) a quienes rei- Romanos II, Salamanca 1992, 248-252; A. T.
nen con Cristo al fin de los tiempos. La ima­ Hanson: ThST 32 [1981] 433-443). La ima­
gen, muy difundida en el âmbito belenístico y gen se recoge en 2 Tim 2, 20s, pero se trasla­
en el âmbito judio, y que habla dei hombre o da parenéticamente al contexto de una polê­
de su cuerpo como una vasija, a menudo co­ mica contra los herejes; El que se distancia de
mo una vasija inservible (Artemídoro, Onirocr Ias prácticas heréticas, se convierte en o x e ü o ç
V, 25; Séneca, Marc XI, 3; Epicteto, Diss UI, e I ç Tipqv (los herejes son [oxeúq] eiç ãxi-

24, 33; IQH 4, 9; bTaan 7a) constituye el fon­ (xíav). Finalmente, en la designación metafó­
do de la parénesis de 1 Tes 4, 4 (cada uno se- rica de Pablo como oxeüoç èxkoYfjç (Hech 9,
pa rò éauToü o x e ü o ç X T ã O '& a i e v á Y i a a [ i c õ 15) predomina el carácter instrumental de
x a l Tififí [«poseer su propio cuerpo en santifi- oxeüoç; Pablo es un instrumento elegido para
cación y honorabiüdad»]; cf., a propósito, O. un determinado fm (a saber, para la labor mi-
Merk, Handeln aus Glauben, Marburg 1968, sionera; sobre la designación de seres huma­
46s; J. Whitton: NTS 28 [1982] 142s) y tam- nos como instrumentos de otros, cf. también
bién de la metáfora de 2 Cor 4, 7 que habla dei Pobbio Xm , 5, 7; XV, 25, 1).
evangebo (^o de la ôiaxovía xfjç ôó^qç? Así
E. Plümacher
piensa R. Bultmann, Der zweite Brief an die
Korinther [KEK], 114) como tesoro «en vasi­
jas de barro» (ôoTQaxívoiç) (por ello se en- a x t|V r j, f íç , ^ skenS tienda, cabana, taber-
tiende la débil y nada impresionante realidad náculo*
corporal de los proclamadores dei evangebo, 1. Aparición y significado - 2. Las anrfvm en la
de Pablo y de sus colaboradores; cf. 1 Cor 1, historia de laTransfiguración - 3. Las moradas eternas
26-2,5). En la tabla de deberes domésticos de (Lc 16, 9) - 4. El tabemáculo celestial en Hebreos y en
1 Pe 2, 18-3, 12, reflejándose una manera ra- el Apocalipsis.
bínica de hablar (Billerbeck III, 632s), se de­ B ibl: A. Alt, Zelte und Hütten, en Atl. Studien. FS
signa a la mujer como vaso más debil (3, 7); für F. Nôtscher (BBB 1), Bonn 1950, 16-25; G. Fis-
1427 OXTlVf) 1428

cher, Die himmlischen Wohnungen. Untersuchungen de Ias religiones. Ias OKTivaí, lo mismo que la
zu Joh 14. 2s (EHS XXni/38), Frankfurt a. M. 1975,
115-229; K. Goldammer, Elemente des Schamanismus tienda mosaica, recuerdan Ias yurtas shama-
im AT, en Ex Orbe Religionum (Studia G. Widengren) nísticas dei templo (cf. Goldammer, 272,
II, Leipzig 1972, 266-285; O. Hofius, Katapausis quien ilumina tambiên otros motivos).
(WUNT 11), Tübingen 1970, 59-74; Id., Vorhang vor
dem Thron Gottes (WUNT 14), Tübingen 1972, 50-73; 3. A Ias «moradas eternas», en Lc 16, 9,
Id., Das «erste» and das «zweite» Zelt: ZNW 61 (1970)
271-277; W. Michaelis, axTivií, en ThWNT VII, 369- les corresponde el hecho de que los justos
382; J. M. Nützel, Die Verklãrungserzãhtung im Mk- (TestAbr A 20), los mártires (Mart. Andr. 13)
Ev. (FzB 6), Würzburg 1973, 122-141; para más bi­ y el Israel restaurado (5 Esd 2, 11) moren en
bliografia, cf. ThWNT X, 1265S. oxT]vaL. La tradición judia habla también de
1. En el NT oxTivr| aparece 20 veces, espe- baldaquinos y moradas celestiales (cf. Fis-
cialmente en Hebreos (10 veces). En la LXX cher, sobre todo 227s; Billerbeck II, 221;
es la traducción homogênea para referirse a Levy II, 92; Jellinek, Beth ha Midrasch II, 52;
diversos tipos de vivienda que se consideran III, 133; V, 42, 45 y 47); sobre el tema, cf. In
(desde la perspectiva de la historia de la cul­ 14, 2 y -> axíjvoç.
tura) como «inferiores» al de una casa sólida
(cf. Heb 11, 9: la fe de Abrahán se hace pa­ 4. Heb 8, 2.5 deduce, de la derivación dei
tente porque «habita» en una tienda y perma­ tabemáculo de un tipo celestial, según Ex 25,
nece así abierto a la promesa de Dios), princi­ 40, que en el cielo existe «una tienda verda-
palmente a la tienda y a la cabana (sobre Ias dera» = un lugar de culto, que Dios mismo
necesarias diferenciaciones desde el punto de construyó (sobre el conjunto, cf. Hofius, Vor-
vista de la historia de la cultura, cf. Alt). axT]- hang, 4-19). Las características dei santuario
VT| es especialmente la designación dei taber- celestial en contraste con el santuario terreno
náculo para el culto sacrificial levítico (Heb dei antiguo pacto son: se halla èv xolç oupa-
13, 10; Hech 7, 43 habla de un tabemáculo en voTç (pertenece al mundo celestial), más aún,
el que se ofrecían sacrifícios paganos), y en su lugar santísimo (sobre la distinción que ha­
base a esto la Carta a los Hebreos y el Apoca- ce la Carta a los Hebreos entre axT)vfi [el san­
lipsis penetran hasta el plano dei tabemáculo tuario en su totalidad] y x à ã y ia [especial­
celestial (cf. también Hech 7, 44). La restau- mente el lugar santísimo en la axrivfi], cf. Ho­
ración dei «tabemáculo de David» (Hech 15, fius, Vorhang, 56-73, sobre todo 71) está en el
16) -originahnente la esplêndida cabana real ongavóç (9, 24), es decir, en el más alto cie­
en el campo- designa en Lucas la renovación lo, de tal modo que la morada de Dios se cua-
dei pueblo de Dios y la reunión en él de Ias lifica cultuahnente (cf. Hofius, Vorhang, 70s);
naciones. es un santuario «verdadero», es decir, cualifi-
ca celestial y escatológicamente a la historia;
2. Mc 9, 5 par. Mt 17, 4 / Lc 9, 33: ^Quie- es mayor y más perfecto y, por tanto, se halla
re Pedro retener la gloria celestial, y se basa en consonância con su destino celestial (9,
su propuesta de constracción de cabanas en 11); a diferencia de él, el santuario terrenal no
una alusión a la fiesta de los tabernáculos? es más que copia y sombra, que se contempla
(Cf. Nützel, 126-134 y Michaelis, 380-382 retrospectivamente desde la perspectiva de la
para la historia de Ias investigaciones.) Es in- historia de la sedvación (8, 5; 9, 11).
negable la referencia a la escena bíblica cen­ La distinción entre una «primera» y una
tral dei Sinai: por medio de esas cabanas, aná­ «segunda tienda», tan decisiva para el contex­
logas al tabemáculo, la gloria celestial tendrá to dei capítulo 9 de Hebreos (vv. 2.3.6.21),
un lugar en que se manifieste (sobre la expre- tiene una correspondência filológica y objeti­
sión «cabanas de gloria celestial», cf. A. Jelli- va en la distinción entre un jtQcõxov y un Seú-
nek, Beth ha Midrasch, Jerusalem ^1967, V, xegov oixoç en Josefo, Bell V, 193ss (cf. Ho­
179, 5s). Desde el punto de vista de la historia fius, Zelt, 274s): se piensa en la primera y en
1429 axT)vf) —axT]voç 1430

la segunda parte de la tienda, es decir, en la sim en la LXX) fj êoQXTi Tíjç OKTivoTcrjYiaç.


separación entre el santuario y el lugar santí- Esta fiesta se celebra de los dias 15 al 21 dei
simo. Si el acceso al lugar santísimo, en el mes de Tisrí; Billerbeck II, 774-812. En el NT
culto dei tabemáculo terreno, se hallaba fun­ se menciona en Jn 7, 2 (y 5, 1 v.L): «la fiesta
damentalmente cerrado, sin embargo Cristo, de los judios iq oxpvojtTjYÍa». ThWNT VII,
por medio de su sangre, cruzo el santuario ce­ 391-394.
lestial y penetró de una vez para siempre en el
lugar santísimo, donde se halla sentado en un
trono a la derecha de Dios (9, 8-10; 8, 1): la aXT]VO JIO lóÇ , o C , Ó skênopoios fabrican­
crucifixión de Jesús se convierte de este mo­ te de tiendas de campana*
do en un acontecimiento celestial y escatoló- En Hech 18, 3 se habla de Aquila y Prisci­
gico. La doctrina cosmológica sobre el taber- la, con quienes Pablo se quedó Pablo en Co-
náculo, en la Carta a los Hebreos, no tiene rinto trabajando con ellos, «porque tenían el
acentos gnósticos, sino que sirve, con arreglo mismo oficio de hacer tiendas». Cf. 1 Cor 4,
a la apocalíptica cultuai judia, para interpretar 12; 1 Tes 2, 9. BiUerbeck II, 145-141 ■ThWNT
la cristología y la doctrina sobre la reconcilia- VII, 394-396; R. Hock: JBL 87 (1978) 555-
ción desde la dimensión de lo celestial y esca- 564; Id.; CBQ 41 (1979) 438-450; Id., The
tológico. Son dos categorias que, en el tiempo Social Context ofPauFs Ministry. Tentmaking
dei NT, manifiestan casi exclusivamente ca­ and Apostleship, Philadelphia 1980; P. Lam-
racterísticas cultuales. pe, Paulus - Zeltmacher: BZ 31 (1987) 256-
Esto corresponde también a la doctrina dei 261.
Apocalipsis acerca dei templo; El santuario
celestial es el origen de la historia de la salva-
a x f j v o ç , o v ç , TÓ skenos tienda de campa­
ción (15, 5ss y passim) -por eso la blasfêmia
na, cuerpo*
de la bestia se dirige también contra el san­
tuario celestial (13, 6)-, y la salvación escato- B ibl.: E. E. Ellis, I I C orinthians V I - I O in PauUne
E schatology. NTS 6 (1959-1960) 211-224, sobre todo
lógica significa la consumación de los bienes 216-219; F. G. Lang, 2 K o r 5, 1 -1 0 in d e r neueren
salvíficos circunscritos hasta entonces cul- F orschung (B G S E 16), Tübingen 1973, 132-134, 178-
tualmente (21, 3-8; 21, 23-22, 4; cf. Heb 8, 185; W. Michaelis, oufyvoç, enThWNTVII, 383-385;
2). El trasfondo cristológico de la doctrina de O. Michel, «E in B au von Gott». F ragen zu 2 K o r 5, 1,
Hebreos sobre Cristo como sumo sacerdote (y
en W ort u n d WirkUchkeit. F S fU r E. L. R app I, Meisen-
heim 1976, 85-89; para más bibliografia, cf. ThWNT
la doctrina dei Apocalipsis sobre el Cordero) X, 1265s.
se halla en la tradición cristiana primitiva so­
bre el Hijo y sobre el Hijo dei hombre (cf. O. 1. En el NT oxfjvoç aparece únicamente en
Michel, Der Brief an die HebraeP, 143ss): El 2 Cor 5, 1.4. Como el significado fundamen­
Hijo pertenece a la casa dei Padre; esto, ex- tal de tienda se trasparenta dificilmente, algu-
presado en términos de apocalíptica cultuai, nos han supuesto que el verdadero significado
significa: el Hijo pertenece al santuario celes­ dei término es el de cuerpo (Michaelis, 383,
tial. 12-15 y 37s; 384, 9s y 25; 385, 1). Sin embar­
go, Pablo acentua precisamente la idea de una
J.-A. Bühner
construcción. Por consiguiente, no puede to-
marse como base de la exégesis la cuestión
axnvortU Y Íot, a ç , skénopégia la Fiesta acerca de la corporeidad individual y de la
de los Tabemáculos* suerte de la vida individual (así con Ellis,
oxT)vojtT|YÍa se deriva de axqvf] y Jtfiyvu- Lang).
[XI. Significa, por tanto, plantar una tienda y Hay que distinguir tres círculos concêntri­
es, por tanto, el nombre de la Fiesta de los Ta- cos de conceptos: 1) La contraposición entre
bernáculos, por ejemplo, en Dt 16, 16 (y pas­ la construcción de la tienda terrena y el edifi-
1431 a j t f jv o ç - axT)vocü 1432

cio que es de Dios, una mansión que está en el terotestamentario en la historia de Ias tradi-
cielo y que no ha sido construída por mano de ciones, donde sãkan (cf. el término rabínico
hombres, corresponde a la docttina bíblica dei s‘ktnâ) describe la revelación de Dios como
templo (->^ aMT)vf|), así como la expectación «inhabitación» en la «tienda» (cf. Gese, 185s).
de ser revestidos tiene su fundamento en la Por eso, Jn 1, 14 no sólo entiende la encar-
esperanza apocalíptica de una trasformación nación dei Logos como consumación escato­
de Sión (5, 4; cf. Is 2, 2; Hen [et] 90, 28s; 4 lógica de la revelación de la palabra profética,
Esd 10, 25ss). 2) En Qumrán (IQS 4, 20) y en sino -m ás todavia—como superación de la
el NT la doctrina acerca de la construcción doctrina de la presencia cultuai intramundana
dei templo se aplica a la comunidad (1 Cor 3, de Dios (sobre la interpretación análoga en la
9; 14, 5). 3) Sobre estas dos ideas corporati­ tradición sapiencial, cf. Eclo 24, 8): la gloria
vas se fundamenta el enunciado acerca dei (sobre ô ó |a , ciXf|^eia como predica-
edifício dei cuerpo individual (cf. IQH 7,4.8, ciones de Dios, cf. Gese, 186) de la revela­
cf. Michel, 87s). Por consiguiente, el plano ción de Dios encuentra su forma escatológica
individual está sustentado por una ontologia en una vida limitada terrenal e históricamen­
cultuai recogida por Pablo, la cual, no obstan­ te. Por consiguiente, oxt]VÓ(o no acentúa el
te, por la revelación de Cristo se trasforma en transitório cambio de lugar dei Xóyoç celes­
una nueva doctrina acerca de la comunidad: tial, sino que la encamación desvela su forma
El aô)p,a XpiOToC constituye un âmbito sal- escatológica de revelación; el Jesús terreno, al
vífíco celestial y terreno, en el que participa que el Evangelio de Juan -en una síntesis
la comunidad que ha recibido el don dei Espí- centrada en la cruz- llama también el «Corde-
ritu, y en el que ésta ha de hacer su entrada ro de Dios» (1, 29.36), revela definitivamente
por completo, algún día. la forma dei Logos y, con ello, la forma de
oxfivoç en todo el contexto tiene la tarea de Dios (cf. 12, 45; 14, 9), incluso en la dimen-
interpretar la existência terrenal y corpórea, sión celestial y escatológica (cf. Ap 19, 13;
de carácter transitório, como una sombra y 21, 22s.27; 22, 1.3). El ea>íf|vcoaEV èv •qp.iv
una prefiguración dei modo de existência ce­ se halla, con respecto al ser dei fxovoYEvfjç
lestial y escatológica que es propia de la co­ ■fteóç que está en el seno dei Padre, en una re-
munidad redimida, de la comunidad de Dios. lación de correspondência e identidad, que se
La correspondência y la diferenciación se ha- expresa en la forma atenuada de la diferencia
llan entretejidas como en aspectos de la doc­ analogizante de la relación de la oixla roí)
trina cristológica de la cruz y de la exaltación, oxT|vonç con la olxoôopri èx ■&Eon (2 Cor 5,
pero no se hallan desligadas en el sentido de 1; cf. E. Haenchen, Das Evangelium des Jo-
una historia lineal. hannes, Tübingen 1980, 129).
J.-A. Bühner Además dei acto dei morar cultuai de Dios
(y dei Cordero, Ap 21, 3.22) con los hombres,
que es un morar escatológico y permanente y
o>tli]vó«) skenoo morar en una tienda, ha- que no necesita el edifício dei templo, el Apo­
llarse presente cultualmente* calipsis conoce el morar de Dios, sentado en
Bibl.: H. Gese, D er Johannesprolog, en Id., Zur su trono, sobre los mártires glorifícados en la
bibl. Theologie (BEvTh 78), München 1977, 152-201; santidad celestial (Ap 7, 15). En 12, 12 (y pro-
W. Michaelis, OKqvóco, enThWNTVII, 386-388; más bablemente también en 13, 6) axTjvóo) es una
bibliografia en axTivf|, -> axfjvoç; cf. además circunlocución para expresar la participación
ThWNTX, 1265s.
celestial de los glorifícados en la gloria de la
OTtqvóco aparece únicamente en Jn 1, 14 y oxT]vr| de Dios (cf. E. Lohmeyer, Die Offen-
cuatro veces en el Apocalipsis. El significado barung des Johannes^ [HNT], 72, 104, 106).
de morar en una tienda está especificado, lo
mismo que en -»■OHT|vf|, por el precedente ve- J.-A. Bühner
1433 a3tr|V(D|ia - oxia 1434

(TXt|Vú>^.a, a t o ç , t ó skênõma tienda, mo­ 3. aniá puede designar la imagen de som­


rada* bras de un objeto y, por tanto, la simple «co­
En Hech 7, 46 (Sal 131, 5 LXX) se habla pia» a diferencia de la realidad misma o dei
dei templo como morada de Dios; sobre la ser verdadero y esencial de algo. En Filón en­
crítica textual de este versículo, cf. G. Schnei- contramos el par de opuestos ojtiá / 0õ)[j,a =
der, Die Apostelgeschichte I (HTbK), 466s. «imagen» de sombras / «prototipo» sustancial
En 2 Pe 1,13, 14 aKT|va)|ra se refíere al cuer- (por ejemplo, en Migr 12; Her 72; Conf 190).
po bumano: «estar en esta tienda» (v. 13) sig­ En el NT este uso aparece en Col 2, 17. Los
nifica «vivir», y el «despojarse de la tienda» falsos maestros de Colosas exigen la obser­
significa la muerte. TbWNT VII, 385s. vância -considerada por ellos como necesaria
para la salvación- de los preceptos dei AT
relativos a Ias comidas y a los dias de fiesta
<TXiá, ã ç , 1^ skia sombra, silueta de som­ (v. 16). Frente a esto, el autor de Colosenses
bras* acentua: Esos preceptos son «(únicamente)
1. Aparición en el NT - 2. Sombra - 3. Imagen de una imagen de sombras de lo que ba de venir
sombras. (contemplado desde el AT); pero la realidad
(de la salvación) se baila (unicamente) en
B ibl: H. Ch. Hahn, en DTNT IV, 234-236; S.
Schulz, aziá xxX., enThWNTVII, 396-403; paramás Cristo». La cuestión de saber basta qué punto
bibliografia, cf. ThWNTX, 1266. esos preceptos son «una imagen de sombras
de lo que ba de venir» no le preocupa al autor.
1. En el NT el sustantivo avxá aparece 7 A él lo que le interesa estrictamente es la afir-
veces: cuatro con el significado fundamental mación de que a los ôÓYitata les falta por
de sombra (Mc 4, 32; Hecb 5, 15 en sentido completo lo que es realidad en Cristo, y que,
propio, Mt 4, 16; Lc 1, 79 en sentido figura­ por tanto, esos preeeptos no tienen sentido al-
do) y tres veces con el significado de imagen guno para quien cree en Cristo (-> ôÓY(ta 4).
de sombras (Col 2, 17; Heb 8, 5; 10, 1). La Carta a los Hebreos, en 8, 5 (cf. 9, 23s)
designa al santuario de la tienda (->^ oxTlvfi 4),
2. La expresión o x ià 'Oaváton, «sombra que babía sido erigido por Moisés como simple
de muerte», designa en Mt 4, 16 (cita de Is 9, «imagen» (-> vjtóÔEiYpa) y sombra (oxió)
I) la lejanía de Dios en que viven los gentiles, dei «prototipo» mencionado en Ex 25, 40
a quienes se manifiesta en Jesús el Salvador TÚJtoç), es decir, dei santuario celestial (8, 2;
mesiánico prometido en Is 9, Iss. En el enun­ 9, 11). De manera análoga, según Heb 10, 1,
ciado de Lc 1, 78s, igualmente mesiánico y el culto sacrificial prescrito por la Torá en el
dependiente de textos dei AT como Núm 24, Sinai representa tan sólo una imagen de som­
17; Is 9, 1; Mal 3, 20 y Sal 106, 10.14 LXX, bras (oHiá) que senala bacia la «verdadera»
o x ià ■Oaváiorj es una imagen para expresar forma ( ^ elxcóv 4), correspondiente a la vo-
la sujeción al pecado y a la muerte: Jesús, la luntad salvífica de Dios, dei acontecimiento
«luz que irradia de lo alto», trae el perdón y la escatológico de la salvación. Esto quiere de­
paz a los que se hallan perdidos en el pecado cir; los ritos realizados en el santuario terreno
(cf. V . 77). no podían ni pretendían efectuar la expiación
y el perdón de los pecados (7, 11.19a; 9, 6ss;
La expresión axià daváxon, atestiguada va­ 10, Iss.11); su significado consistia en mos­
rias veces en la LXX, es traducción dei bebreo trar la pecaminosidad dei bombre, lo separado
slmwt, que originalmente se leyó quizás como que el pecador estaba de Dios, y la necesidad
salmút (jalmôt) = «oscuridad», «tinieblas». La
puntuación masorética salmãwet entiende el tér­ de la expiación y de la eliminación de los pe­
mino -al igual que la LXX y el Targum {tülã’ cados (10, Iss). Esta expiación salvífica se ba
d‘môtã’)—como término compuesto de sê l («som­ realizado en el sacrifício único y valedero de
bra) y mãwet («muerte»). una vez para siempre, que el sumo sacerdote
1435 a x iá - axXtiQoxaQÔía 1436

Jesús hizo de sí mismo, el cual ofreció su literal como en sentido figurado, sobre todo
sangre ante Dios en el lugar santísimo allá en para referirse a la voluntad divina. En este
los cielos (8, Is; 9, llss; 10, 10ss.l9ss). Aho- âmbito es donde se asienta el sentido figurado
ra que la «realidad» de la salvación ha apare­ de axÀT)0ÓXT)ç (existente ya en el griego clá-
cido en Cristo, el tiempo de Ias «imágenes de sico) y de oxX.TiQOTi0oSía (que sólo aparece
sombra» pasó ya definitivamente (8, 13; 10, en el griego bíblico). El empleo de los térmi­
8 S .1 8 ). nos en el NT está determinado enteramente
por enunciados dei AT y dei judaísmo anti-
O. Hofius
guo. Con arreglo a Ias construcciones adjeti-
vales como o x X,t iq ò ç tf]v xaQÔíav (Prov 2 8 ,
a x iQ ta to skirtaõ saltar, brincar* 14) o oxX,T]Qoxáeôioi (Ez 3, 7), la LXX em­
El verbo designa en Lc 6, 23 la acción de plea el neologismo oxJcqQoxaQÔía en la ex-
saltar como expresión de alegria (a diferencia hortación de Dt 10, 16; Jer 4, 4 a circuncidar
de Mt 5, 12), y en Lc 1, 41.44 los movimien- el «prepúcio dei corazón» (así el TM). El re-
tos (alegres) de la criatura en el seno materno proche dei «prepúcio (incircuncisión) dei co­
(cf. 1, 15; Juan, ya desde el seno materno, es­ razón» se cuenta entre los temas de la predi-
tá «lleno dei Espíritu Santo»). ThWNT VII, cación de penitencia en el ambiente deutero-
403-405. nomístico-profético y -dependiendo de él- en
el dei judaísmo antiguo. Según esta predica-
ción, Israel, «endurecido», se niega a escu-
a x X r|Q o x a ç ô la , a ç , sklêrokardia du­ char a Dios. En el NT, este reproche se «cris-
reza de corazón* tianiza», dirigiéndose -a l estilo de los textos
axX,T]QÓç, 3 sklêros duro, rudo* de polêmica judia interna, sobre todo a los
0XÀ.TiQÓTT]ç, TiTOç, f| sklêrotês dureza, en- procedentes de Qumrán- contra «los judios»;
durecimiento* Mc 10, 5 par.; y lo mismo sucede en la hendía-
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos - dis de Rom 2 , 5 («con arreglo a tu corazón
3. ax^pQojíaçôía / 0x>.rieÓTT)ç - 4. oxXtiqóç. duro y no dispuesto al arrepentimiento»); cf.
B ibl.: U. Becker, Duro, obcecado, en DTNT TI, 54-
Hech 7, 51, donde lo de ser incircuncisos de
56; J. Behm, oxitTiQOKaQÔía, en ThWNT III, 616; corazón y de oídos acentúa por medio de una
K. Berger, H a r th e rz ig k e it u n d G o ttes G esetz. D ie metáfora la acusación de desobediencia (a la
Vorgeschichte des antijüd. Vorwurfs in M c 10, 5: ZNW fe). (EnTestSim 6 ,2 oxXBQOTpaxiiXía se ha-
61 (1970) 1-47; Id., D ie G e se tzesa u sleg u n g J e s u I 11a en paralelo con oxÀriQoxaQÔía.) Este em­
(WMANT 40), Neukirchen-Vluyn 1972, 508-575,
579; K. L. y M. A. Schmidt, o k X t i q ó ç , o x X t j q ó t t i ç , en pleo antijudío, en línea con otros «enunciados
ThWNT V, 1030s; G. Schneider, Jesus Worf über die de endurecimiento» dei NT, continua y se di­
E h esch eid un g in d e r Ü berlieferung d es NT: TThZ 80 funde en la Iglesia antigua - a diferencia dei
(1971) 65-87; S. van der Woude, qsh, en DTMAT II, uso parenético dei tema, aplicado intemamen-
867-870; además de los comentários, consúltese tam-
bién la bibliografia en JttaQÓco. te al cristianismo, que se halla atestiguado en
Mc 16, 14—,
1. axA.T)QOxaQÔía aparece en Mc 10, 5 par.
Mt 19, 8 y en Mc 16, 14; ax>o]QÓtTiç se en- 3. En el litigio sobre el divorcio en Mc 10,
cuentra únicamente en Rom 2, 5. El adjetivo 2-9, la prohibición de Jesús en contra de la
se emplea en Mt 25, 24 para referirse a una objeción basada en Dt 24, 1-4, se propugna
persona; en los otros cuatro pasajes (Hech 26, desacreditando esa reglamentación dei certi­
14; Jn 6, 60; Jds 15; Sant 3, 4) se refiere a co- ficado de divorcio como una acomodación
(sobre Jtpóç, cf. Berger, Gesetzesauslegung,
54 Is nota 1; itpóç 2.d) a la desobediencia
2. El adjetivo se usa, en los escritos profa­ de Israel a Dios, perpetuada inintemimpida-
nos y en los escritos bíblicos, tanto en sentido mente desde el principio (v. 5; «por vuestra
1437 oxXTjQoxaQÒía - oxojtóç 1438

dureza de corazón»). Este mismo reproche, en guien]), en Rom 9, 18; con seres humanos co­
Mt 19, 8 (sobre la reestructuración dei mate­ mo sujeto (endurecimiento de los corazones)
rial de Marcos en Mt 19, 3-9, cf. Schneider, en Heb 3, 8.15; 4, 7. En dos pasajes el verbo
82s), afecta aqui también a la práctica dei di­ se halla en voz pasiva con el significado de
vorcio è r t l J tO Q v e ía , atestiguada por Mateo. endurecerse, hacerse obstinado: Hech 19, 9;
Rom 2, 5 recoge la acusación de dureza de Heb 3,13. ThWNT V, 1031s; DTNTIl, 54-56.
corazón, la cual, con arreglo a la comprensión
que Pablo tiene de Cristo, se aplica automáti­
camente a los judios que no creen en Cristo (y a x o X ió ç, 3 skolios torcido*
que, por tanto, no están dispuestos al arrepen- En sentido propio (lo opuesto: euDtJç) en
timiento), y la pone en relación con lo inevi- Lc 3, 5. En sentido figurado (pervertido, fa l­
table dei juicio. Mc 16, 14 ataca la increduli- so) en la expresión «una generación perver­
dad cristiana a pesar dei testimonio que se ha sa» (Hech 2, 40; Flp 2, 15). 1 Pe 2, 18 habla
dado de la resurrección. de perversos ôeattóxai, a quienes hay que
prestar obediência (lo mismo que a los «bue-
4. Cuando «muchos discípulos de Jesús» nos»). ThWNT VII, 405-410; Spicq, Notes I,
designan como duras Ias palabras dei pan (Jn 218-220.
6, 60), se escucha en todo ello el motivo de la
incredulidad, como también se escucha en Jds
15 (Ias duras palabras de los impíos: cf. Hen axóXoijt, on:oç, ó skolops estaca, astilla,
[gr] 1, 9) y asimismo, probablemente, en Ias espina*
palabras que Cristo dirige al perseguidor Pa­ El sustantivo designa (diferentes) cuerpos
blo (Hech 26, 14). El adjetivo se usa sin sig­ extranos especialmente molestos (Bauer,
nificado religioso en Mt 25, 24 («un hombre Wõrterbuch, v.v.). Pablo alude a su enferme-
duro») y Sant 3, 4 {«yientos fuertes»). dad, cuando en 2 Cor 12, 7 dice; «Me fue da­
do un axóX,OT|í Tfj oapxL». En este contexto
P. Fiedler no es fácil determinar con seguridad cuál es el
sentido de oxóÀotj). ThWNT VII, 411-415: X,
axXifQÓç, 3 sklSros duro, rudo 1266 (bibl.); D. M. Park: NovT 22 (1980)
-> oxX.TiQoxaQÔLa (4). 179-183 (con la interpretación de: staca).

OxXT|QÓTt]Ç, tltO Ç , sklSrotês dureza, ax o Jtéo í skopeõ espiar, prestar atención*


endurecimiento En el NT oxonÉm lleva en Pablo el objeto
oxX,TiQoxaQSía. de la acción verbal en acusativo: Rom 16, 17;
2 Cor 4, 18; Gál 6, 1; Flp 2, 4; 3, 17. En Gál
axXi]QOTQáxT)Xoç, 2 sklêrotrachêlos de 6, 1, la expresión oxorcrôv ocautóv va segui­
dura cerviz, obstinado* da por una oración completiva de p,f|: «mirán-
Hech 7, 51, al final dei discurso de Esteban: dote a ti mismo, no sea que». Sin objeto en
«jVosotros sois duros de cerviz e incircunci- acusativo, pero con una oración de pf| e indi­
sos de corazón y de oídos!» (cf. Dt 9, 6.13 y cativo (seguida, por tanto, por una interrogati­
passim LXX); cf. ->■ oxkTjQOxaQÔía 2. Cf. va indirecta: mirar si...) en Lc 11, 35. Cf.
ThWNT V, 1031; DTNT H, 54 y 56. ThWNT VII, 416-418.

axXlIQÍJVa) sklSrynõ endurecer, hacer obs­ aXOTCÓÇ, OÜ, Ó skopos meta*


tinado* Flp 3, 14: x a t à oxortòv ôlcüxco , «correr
El verbo se halla en voz activa, teniendo a hacia la meta». ThWNT VII, 415s; DTNT 111,
Dios como sujeto (hacer obstinado [a al- 74; R. Alpers-Gõlz, Der Begriff oxojtóç in
1439 OHOJtOÇ - OXOTOÇ 1440

der Stoa und seine Vorgeschichte, Hildesheim dei corazón en Rom 1,21 y de los ojos en 11,
1976. 10 (Sal 68, 24 LXX). ThWNT VII, 424-446.

axOQmí^lo skorpizõ dispersar; distribuir* a x o tO O ^ .a i skotoomai oscurecerse, ente-


En Jn 10, 12 dícese dei lobo que dispersa nebrecerse*
Ias ovejas. En el fondo de Mt 12, 30 par. Lc Dícese dei oscurecimiento dei sol y dei aire
11, 23 se halla también probablemente la ima- en Ap 9, 2 (cf. Job 3, 9). Del reino de la bes-
gen dei rebano que es reunido (0UváYCü) o tia en Ap 16, 10. En sentido figurado en Ef 4,
dispersado (axoQití^co). Aparece en voz pasi- 18: è o x o T C o p ,é v o ç tfj Ô i a v o í a . ThWNT VII,
va en Jn 16, 32 {dispersarse)'. Jesus predice la 441 y 443.
desbandada de los discípulos. - El significado
de distribuir aparece en 2 Cor 9, 9: Dios «dis- a x o t o ç , ODÇ, TÓ skotos tinieblas, oscuri­
tribuyó, dio a los pobres» (Sal 111, 9 LXX). dad*
ThWNT VII, 419-424.
1. Aparición en el NT y contenido semântico - 2. a)
En los escritos paulinos - b) En los Evangelios y el li­
bro de Hechos.
ax o ç:7 iío ç, o r , ó skorpios escorpión, ala-
crán* B ib l.: H. Conzelmann, o k ó t o ç m X ., en ThWNT
Ap 9, 3.5.10, en comparaciones, hablan de Vn, 424-446; H. Ch. Hahn, en DTNT IV. 287-291 y
escorpiones. En Lc 10, 19 se menciona, junto 292-294; L. R. Stachowiack, D ie A n tith ese L icht-F ins-
tem is. E in T hem a d e r p ln P arãnese: ThQ 143 (1936)
a Ias serpientes, los escorpiones; 11, 12 habla 385-422; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1266.
dei escorpión, después de haber mencionado
en el V. 11 una serpiente. 1. En el NT el sustantivo oxÓTOç aparece
31 veces; se halla documentado en 15 escritos
dei NT (en el Evangelio de Juan aparece fre­
GXOTCIVOÇ, 3 skoteinos sombrio, oscuro*
cuentemente ->■ oxo Tta en lugar de oxóxoç).
oxoreivóç se menciona juutamente con el
- oxÓTOç significa tinieblas, oscuridad y se
término opuesto (pmteivóç; Mt 6, 23 par. Lc
usa en sentido propio y en sentido figurado
11, 34.36. ThWNT VH, 442; F. Hahn, en FS
(así sucede especialmente en los escritos pau­
Schmid 1973, 107-138. linos).

GXOTÍa, a ç , ■q skotia oscuridad, tinieblas* 2. a) En el uso de oxóxoç en los escritos


En sentido propio en Mt 10, 27 par. Lc 12, paulinos encontramos muy frecuentemente el
3 (en una imagen); Jn 6, 17; 20, 1. En sentido simbolismo de la luz y Ias tinieblas (qpcõç -
oxÓTOç), como sucede, por ejemplo, en 1 Cor
figurado, refiriéndose a un oscurecimiento de
4, 5, donde, en el curso de la enumeración de
la mente o de los sentimientos: Mt 4 ,1 6 v.I. y
frecuentemente en el Evangelio de Juan (1, los deberes de los maestros dei evangelio, se
5a.b; 8,12; 12, 35a.b.46) y en la Carta prime- describe el juicio como la iluminación de lo
ra de Juan (1, 5; 2, 8.9.11a.b.c). ThWNT VH, que ahora se halla oculto en tinieblas. El sim­
424-446; DTNTIV, 287-291. bolismo de la luz y de Ias tinieblas desempe-
na también un papel en 2 Cor 4, 6, donde Pa-
blo describe su propia eonversión como «un
o x o T ÍÇ o ^ a l skotizom ai estar o ponerse elemento dei acontecer paralelo al de la crea-
sombrio, entenebrecerse* ción» (R. Bultmaim, Der zweite Brief an die
La voz pasiva de oxoTÍÇopai aparece en Korinther [BCEK], sub loco). Se establece un
sentido propio en Mc 13, 24 par. Mt 24, 29; paralelo entre la creación (cf. Gén 1, 3; Sal
Lc 23, 45 Textus Receptus; Ap 8, 12. En sen­ 112, 4) y el acontecimiento de la salvación.
tido figurado dícese dei entenebrecimiento En 2 Cor 6, 14 (se discute la autenticidad de
1441 OHÓTOÇ - SxillhlÇ 1442

la sección parenética 6, 14-7, 1) se ponen en Tan sólo en Mateo encontramos la expre­


relación mutua (prôç y ôixaiooíiVT], por un la­ sión etç xò axóxoç xò è^tóxeQov (Mt 8, 12;
do, y 0XÓTOÇ y ávojiía, por el otro lado. 22, 13; 25, 30). El invitado sin traje de bodas
Dentro de la parénesis escatológica de I (22, 13) y el siervo inútil (25, 30) son arroja­
Tes 5, 1-11, Pablo utiliza la antítesis entre la dos «a Ias tinieblas de afuera (a Ias tinieblas
luz y Ias tinieblas (v. 5) para describir los dos más extremas)», axóxoç significa aqui el lu­
modos de existência de los cristianos. En el v. gar escatológico de castigo (con el mismo sig­
4 se exhorta a los cristianos a no permanecer nificado aparece en la expresión ó ^ócpoç xon
en Ias tinieblas. De manera parecida, en Rom oxóxonç, 2 Pe 2, 17 y Jds 13). Mt 4, 16 y Lc
13, 12 (igualmente en la parénesis) se exhorta 1, 79 citan, ambos, unas palabras dei profeta
a despojarse de los eçya xon oxóxonç (así Isaías (cf. Is 9,2; 42,7). Mientras que la LXX
también en Ef 5, 11; cf. igualmente 1 Jn 1, 6, formula la frase en futuro, Mateo usa el per-
donde se habla dei caminar en tinieblas). - En fecto: la promesa dei profeta se ha cumplido;
Rom 2, 19 la expresión oi âv oxórei designa el pueblo ha visto una gran luz. oxóxoç apa­
a aquellos que no poseen el recto conocimien- rece, además, en Mt 6, 23 (bis); Lc 11, 35; 22,
to de Dios. 53; Hech 13, 11. En Hech 2, 20, en el discur­
Dentro de Ias Cartas deuteropaulinas, en so de Pedro el día de Pentecostés, se citan
Col 1, 13 —con terminologia típica de la con- unas palabras dei profeta Joel (J1 2, 31; cf. 2,
versión- se establece un contraste entre el 10 y Is 13, 10): el sol se convertirá en tinie­
âmbito de la luz y el de Ias tinieblas (así suce­ blas y la luna en sangre.
de también frecuentemente en los escritos de En el Evangelio de Juan oxóxoç aparece
Qumrán, cf. IQM 1, 1.5.11; IQS 1, 9; IQS 2, únicamente en 3, 19 (-> 1); la oposición entre
5 y passim). En el v. 13 la comurddad confie- qjtüç y oxóxoç tiene para Jnan significación
sa que ha habido un cambio de dominio: Dios teológica (->■ oxoxía). Sin embargo, no se tra­
los sacó de Ias tinieblas y los traslado al reino ta de forma alguna de dualismo cosmológico
dei Hijo de su amor (cf. 1 Pe 2, 9: la vocación (como el que se encuentra en la gnosis), sino
hace salir de Ias tinieblas y conduce a la luz). de un dualismo de convicción y decisión. Tan
La misma terminologia que en Col 1, 12-14 sólo por la venida de la Luz -dei Revelador—
se encuentra también en Hech 26,18. En Ef 5, al mundo, se manifiesta que Ias obras (3,
8 no se habla ya de la oposición entre dos âm­ 19.20.21) son tinieblas: los hombres se han
bitos, sino que (en la parénesis) se describe a cerrado a la luz.
los creyentes como tinieblas y como luz ( t j t e W. Hackenberg
yÓQ 7toT8 oxÓTOç, vüv ôè cpôãç èv xngícp),
de lo cual se deduce la consecuencia: «jCami-
a y ú p a X o V , Olt, TÓ skybalon desechos,
nad como hijos de la luz!» (cf. 1 Tes 5, 4s; 1
basura*
Jn 1, 6). En Ef 6, 12 la expresión oi xoopo-
Flp 3, 8: jcávxa fiyéopaL oxúpaXa, «con-
XQáxoQEç xoü axóxonç designa a los «pode­
siderarlo todo como basura». M. Dibelius,
res dei mundo», sobre los que Cristo ha triun­
Der Brief an die Philipper (HNT), sub loco\
fado, sí, pero que todavia constituyen una ThWNT VII, 446-448; Spicq, Notes II, 802-
amenaza para la vida de los creyentes. 804.
b) En sentido literal, owóxoç en Mc 15, 33
par. Mt 27,45 / Lc 23,44 designa el oscureci- OD, Ó Skythês escita*
miento (dei sol) que se extiende sobre la tierra El escita, en el mundo helenístico, es consi­
en la hora de la crucifixión de Jesus. Ese os- derado como el bárbaro por excelencia. Col 3,
curecimiento se considera como senal apoca­ 11 le menciona junto a papPccpoç. Th. Her-
líptica que hace ver que llega el día de Dios mann; ThBl 9 (1930) 106s; ThWNT VII, 448-
(cf. Am 8, 9). 451; LAW 2819-2821.
1443 ajtv&QCojtóç - Sóôona 1444

a>XV'd'Q(07lÓÇ, (3 ) 2 skythrõpos de aspecto (TfiiÍYJict, aTOÇ, TO smêgma ungüento


sombrio, con mirada triste* Jn 19, 39 v.l. en lugar de op,LYp.a o
El adjetivo se halla atestiguado desde Es­ piYpa.
quilo, incluso en la LXX y en el judaísmo he-
lenístico. Mt 6, 16 habla de quienes ponen ca­
ra sombria cuando ayunan; Lc 24, 17, de la O^ÍY^oc, atoç, tó smigma ungüento
mirada triste de los discípulos de Emaús. Jn 19, 39 v.l. (tp 892® pc) en lugar de
ThWNT VII, 45 Is. pÍYltt^-

aavX l^ía skyllo cansar, m olestar; en voz o j i ú ç v a , n ç , 11 smyrna mirra*


pasiva, esforzarse* Nombre que se aplica a una resina aromáti­
Mc 5, 35 par. Lc 8,49; en voz pasiva en Mt ca extraída de un arbusto que se da en el sur
9, 36. El uso en voz pasiva en el sentido de de Arabia. En Mt 2, 11 se menciona como re­
esforzarse aparece únicamente en Lc 7, 6. galo valioso, junto al oro y al incienso. Se
empleó mezclada con el áloe (àXÓT)) en el se-
pelio de Jesus: Jn 19, 39. ThWNT VII, 457s.
a>{í5Xov, o v , TÓ skylon despojo, botín*
Lc 11, 22: axüXa ôiaôíôcupi, «distribuir el
botín». l]Ç Smyrna Esmima*
Ciudad comercial situada en la costa Occi­
dental de Asia Menor. El NT la menciona uni­
ax(i>XT|>cópQaiTOÇ, 2 skõlekobrõtos comi­
camente en Ap 1, 11; 2, 8; Ignacio de Antio-
do por gusanos*
quía lo hace con mayor frecuencia. C. J. Ca-
Hech 12, 23 habla de la repentina enferme-
doux, Ancient Smyrna, Oxford 1938; LThK
dad mortal de Agripa I (cf. Josefo, Ant XIX,
IX, 839s; LAW 2822.
346-350). ThWNT VII, 456s; Spicq, Notes II,
805s.
D ^ u ç v a io ç , 3 Sm ym aios oriundo de Es­
a>X(áÀ.t)^, tjxoç, ó skõlêx gusano* mima
Mc 9, 48 (Is 66, 24) habla dei gusano que El adjetivo aparece sustantivado (ó Xpng-
devora eternamente y que atormenta a los vaioç) en plural en Ap 2, 8 Textus Receptus.
condenados; también en 9, 44.46 v.l. ThWNT
VII, 452-456. OflUQVÍÇoJ sm ym izõ mezclar con mirra*
Mc 15, 23: Dieron a Jesus «vino mezclado
ailiaçáYÔlVOÇ, 3 smaragdinos de esme­ con mima». ThWNT VII, 458s.
ralda*
Ap 4, 3: «una auréola de luz semejante al
£ Ó d o ^ .a , WV, (t Ó) Sodoma Sodoma*
aspecto de la esmeralda».
rófxOQQa, oov, t á Gomorra Gomorra*
La ciudad de Sóôop,a, destruida por Dios
ojiáQaYÔOç, ou, ó samaragdos esmeral­ con fuego y azufre a causa de sus pecados, se
da* menciona con frecuencia en el NT juntamente
Ap 21,19 menciona la piedra preciosa tras- con ró[iOQQa, que fue destruida igualmente
parente y de color verde claro como uno de (Gén 19,1-29): Mt 10, 15; Rom 9, 29; 2 Pe 2,
los materiales de que están compuestos los pi­ 6; Jds 7; Mc 6, 11 Textus Receptus. - Ade­
lares de la nueva Jerusalén. O. Bocher, en rnas, se menciona solamente a Sodoma en: Mt
Kirche undBibel. FSfürE. Schick, Paderbom 11, 23.24 par. Lc 10, 12; Lc 17, 29. Junto a
1979, 19-32. AíyuJtTOç: en Ap 11,8: En «interpretación es-
1445 Sóôofia - aóç 1446

piritual» (jtvevpatixrôç), a Jemsalén se la 9, 1-12; Prov 1, 1; 10, 1; 25, 1; cf. también


llama «Sodoma y Egipto». S óôopa es neutro Lohse, 462s). Mt 12, 42 par. Lc 11,31 recuer-
plural, rópoQQa lo es igualmente (asimila- dan a la «Reina dei Sur», que acudió a Jerusa­
ción a Sóôo|J,a); sin embargo, es posible con­ lén «para escuchar la sabiduría de Salomón».
siderar también a ró|toQQa como femenino Jesus, como portavoz de la sabiduría divina,
singular (2 Pe 2, 6: ■q FópoQQa; Bla6-De- anade: «jMirad, algo más grande que Salo­
brunner § 57, 1). LThK IX, 845s; Haag, Dic- món está aqui!». El logion hace que la gene-
cionario, 769 y 1875. ración presente, que rechaza a Jesús, se aver-
güence al verse comparada desfavorablemen-
te con la reina pagana. Cf. Schulz, Q, 250-
£ o X o ^ (ó v , éávoç Solomõn Salomón*
257.
1. Aparición en el NT - 2. La ò ó |a de Salomón - 3.
La oocpta de Salomón - 4. La oxoá de Salomón. 4. El «pórtico de Salomón», un pórtico de
B ib l: J. Bowman, Solom on a n d Jesus: Abr-Nahrain colunmas situado en el ala oriental dei templo
23 (1984-1985) 1-13; I. Briend y otros, Saíom on, en herodiano, se atribuye al rey Salomón (Jose­
DBS XI, 431-485 (NT: J. Brière, 480-485); Haag, D ic- fo, Ant XX, 221; Bell V, 185). Se menciona
cio n a rio , 1776-1778; A. Jepsen, en BHH III, 1651-
1653; E. Lohse, SoXopwv, en ThWNT VII, 459-465; en Jn 10, 23: Jesús paseaba (jteQinaxéü))
K. Preisendanz, S a lo m o , en Pauly-Wissowa Suppl. «por el templo, por el pórtico de Salomón».
VIII (1956), 660-704; M. Rehn, en LThK IX, 272-274. La escena en que los judios preguntan a Jesús
acerca de su mesianidad (Jn 10, 22-30), se de-
1. El NT usa predominantemente la forma sarrolla en la fiesta de la dedicación dei tem­
2oX.opcóv, ôivoç (y lo mismo hace Josefo). plo, en invierno. Hech 3, 11 cuenta que el
La forma SoÀopcõv, cõvxoç aparece única­ pueblo acudió corriendo al pórtico de Salo­
mente en Hech 3, 11; 5, 12. La forma dei món, después que Pedro y Juan curaran al pa­
nombre más empleada en la LXX es la de 2 a - ralítico. Entonces Pedro pronuncia el «discur­
\op,d)v. Las 12 veces que el nombre de Salo­ so dei templo», 3, 12-26. Hech 5, 12 refiere
món aparece en el NT se distribuyen entre que toda la comunidad primitiva de Jerusalén
Mateo (5 veces), Lucas (3), Juan (1) y Hechos se reunia unánimemente en el pórtico de Salo­
(3). Salomón, hijo y sucesor de David (Mt 1, món. La indicación dei sumario considera el
6.7), era considerado como amante de la mag­ pórtico de Salomón como el lugar «donde en-
nificência (Mt 6, 29 par. Lc 12, 27) y como senaban los apóstoles». Sobre la topografia
sabio (Mt 12, 42 par. Lc 11, 31). El fue quien cf. Kopp, Stãtten, 344 y 349s; G. Schneider,
construyó el primer templo de Jerusalén Die Apostelgeschichte I (HThK), 303s.
(Hech 7, 47).
G. Schneider
2. Mt 6, 29 par. Lc 12, 27 dice refiriéndose
a los «lirios dei campo»: «Ni siquiera Salo­
món en toda su magnificência (ôóÇa) se vis- aoQOÇ, OD, n soros féretro, ataúd*
tió como uno de ellos». En la composición de Lc 7, 14: Jesús «se acerco y tocó el fére­
sentencias de la fuente de logia, este enuncia­ tro». El sustantivo aparece raras veces en los
do va dirigido a las personas de poca fe escritos dei judaísmo helenístico (Gén 50, 26
(ôX,LYÓmoTOi), que se inclinan a dudar de los LXX; TestRub 7, 2).
cuidados solícitos de Dios (Mt 6, 30 ó Lc 12,
28); cf. Schulz, Q, 149-157. Sobre la «magni­
ficência» de Salomón, cf. 2 Crón 9, 13-28; cf. OOg, Ot], orov sos, sê, son tu, tuyo
también Lohse, 461s. El adjetivo posesivo de segunda persona
dei singular (BlaB-Debrunner § 285) da ma-
3. Â Salomón se le consideraba como pro­ yor énfasis que el genitivo ooü y osauxon.
verbialmente sabio (cf. 1 Re 5, 9-14; 2 Crón En otros casos expresa un contraste. En el NT
1447 ooç - ooq)ia 1448

aparece raras veces fuera de los Evangelios (8 klein, Z u r E n tste h u n g d e r u rchristl. A u ssa g e vom
veces en Mateo, 2 en Marcos, 4 en Lucas y 7 prã existen ten Sohn Gottes, en G. Dautzenberg y otros
(eds.), Z u r G eschichte des U rchristentum s (QD 87),
en Juan) y dei libro de Hechos (3 veces); se Freiburg i. Br. 1979, 33-62; H. P. Müller-M. Krause,
encuentra tan sólo 3 veces en Pablo. oóç se hãkam, en ThWAT II, 920-944; A. Polag, D ie C hristo-
usa como adjetivo (acompaflado de un sustan- lo g ie d e r L o g ie n q u elle (WMANT 45), Neukirchen-
tivo) en: Mt 7, 3.22 (ter); 13, 27; 24, 3; Mc 2, Vluyn 1977; K.-G. Sandelin, D ie A u se in a n d e rsetm n g
m it d e r W eisheit in I K o r 15 (Medd. Abo Akad. Forsk.
18; Lc 5, 33; 22, 42; Jn 4, 42; 18, 35; Hech 5, 12), Âbo 1976; H. M. Schenke, D ie Tendenz d e r Weis­
4; 24, 2.4; 1 Cor 8, 11; 14, 16; Hm 14. - Co­ h e it zu r Gnosis, en Gnosis. F S fU rH . Jonas, Gõttingen
mo sustantivo con artículo lo encontramos en 1978, 144-157; G. Schimanowski, W eisheit un d M e s­
Ias expresiones: oi aoí, los tuyos (Mc 5, 19); sia s. D ie jü d . V o ra u ssetzu n g en d e r u rc h ristlic h e n
P rã e x iste n z c h r is to lo g ie (WUNT 11/17), Tübingen
TÒ oóv, lo tuyo (Mt 20, 14; 25, 25); xò oá. 1985; Schulz, Q, 224-228, 336-345; E. Schweizer,
Ias cosas tuyas (Lc 6, 30; Jn 17, 10b). ijnJXWtóç (2-4), en ThWNT IX, 662-664; J. Theis,
P a u lu s a is W eisheitslehrer. D e r G ekreuzigte u n d die
W eisheit G o ttes in 1 K o r 1-4, Regensburg 1991; H.
ffO tiôáQ lO V , OU, t ó soudarion pano (para Weder, D a s K reuz J e s u b e i P a u lu s (FRLANT 125),
el sudor)* Gõttingen 1981, 121-175 (bibl.); U. Wilckens, Weis­
h e it un d T orheit (BHTh 26), Tübingen 1959 (bibl.);
El préstamo latino (sudarium) designa el
Id., T u I K o r 2, 1-16, en F S Dinkler, 501-537; M. Win-
pano (para el sudor) y coixesponde poco más ter, P neum atiker u n d P sych iker in K orinth (MThS 12),
0 menos, en cuanto a sus funciones, a nuestro Marburg 1975; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
actual panuelo: Lc 19, 20 (aonôáçiov para 1266-1269.
guardar una moneda de dinero); Jn 11, 24 y
20, 7 (pano con que se cubre el rostro de un 1. En el NT el sustantivo ooqjía aparece 51
cadáver); Hech 19, 12 (aonôáQ ia junto los veces. El centro de gravedad, con 19 testimo-
aipixívOia de Pablo). R. Robert, Le «suaire» nios, lo constituye Pablo y, por cierto, con fre-
johannique: Rev. Thom 97 (1989) 599-608. cuencia muy superior, cuando recoge crítica­
mente la manera de hablar de sus adversários
corintios; hay 16 testimonios tan sólo en 1
Souoávva, ií)Ç (aç) Sousahna Susana* Cor 1-3. Las cosas son parecidas en lo que
Nombre femenino de persona en Lc 8, 3: respecta a ooqióç. Es particularmente nota-
Susana, junto con Maria Magdalena y Juana, ble el uso de 0oçpía en los escritos deutero-
es una de Ias discípulas galileas de Jesús. paulinos de Colosenses y Efesios (9 testimo­
nios) y en la doble obra de Lucas (6 testimo­
ooq^ía, aç, q sophia sabiduría* nios en Lucas, 4 en Hechos). Luego vienen
Santiago y Apocalipsís con 4 testimonios,
1. Aparición en el NT - 2. Campo léxico y signifi­
cados dei término - 3. Uso teológico - a) Uso general Mateo con 3, y Marcos y 2 Pedro con un tes-
en la Iglesia primitiva - b) Santiago - c) Pablo - d) La timonio cada uno. En general, el número de
fuente Q. testimonios es bastante escaso.
B ib l.: R. Baumann, M itte u n d N o rm d es C hristli-
chen. E in e A u sleg u n g von 1 K o r I, 1-3, 4 (NTA 55),
2. En el NT ooqiía tiene un espectro de
Münster i. W. 1968; F. Christ, J esu s Sophia (AThANT significados de colorido peculiar, con elemen­
57), Zürich 1970; H. Conzelmann, W isdom in the NT, tos que no es fácil deslindar nitidamente entre
en IDB Suppl. 956-960; G. Fohrer-U. Wilckens, ao- sí. Vemos, por ejemplo, que ooqpía significa:
cpía ktX., en ThWNT VII, 465-529; J. Goetzmann, oo-
<pía, en DTNT IV, 124-128; M. D. Goulder, 2o(pía in a) La cualidad personal de ser sabio, la sa­
1 C orinthians: NTS 37 (1991) 516-534; H. Kóster, E in biduría como facultad intelectual de hombre
J esu s u n d v ie r u rsprüngliche E vangeliengattungen, en (Lc 2, 52) y, en sentido marcado, de Dios
H. Kõster-J. M. Robinson, E ntw icklu n g slin ien durch (Rom 11, 33). La sabiduría caracteriza a los
d ie W elt d e s fr iih e n C h risten tu m s, Tübingen 1971,
«sábios» (1 Cor 1,19: q ooípía xcõv ooqjcõv);
147-190; H. von Lips, W eisheitliche T raditionen im
N T (WMANT 64), Neiilcirchen 1990; B. L. Mack, L o- se halla junto a oiívcaiç (1, 9), yvmaiç (Col 2,
g o s u n d Sop h ia (StUNT 10), Gõttingen 1973; H. Mer- 3), qjçôvqoiç (Ef 1, 17s), y forma un grupo
1449 aotpia 1450

con cualidades como «entendido» (èiuartí- monios se hallen en el contexto de una pro­
jicov, Sant 3, 13), «pradente» (cppóvipoç, 1 funda crisis. La sabiduría humana, que de or­
Cor 4, 10) y lo contrario (ftcoQÓç, 3, 18), en dinário se valora positivamente, falló en lo
todo lo cual el acento recae a menudo sobre la decisivo, en el conocimiento de Dios; y de-
conducta práctica (Col 4, 5, âv ooqpíg Jtepi- mostró ser necedad frente al acontecimiento
jTaxéct), cf. Sant 3, 13-15). Semejante ooqsía de Cristo. El don pneumático de la sabiduría y
suele considerarse como un don natural (Lc 2, la doctrina sapiencial aparecen como ambiva­
40.52; Hech 7, 10: x«ei-Ç)- De ahí nace una lentes y como necesitados de integrarse en la
fácil transición al segundo significado: revelación de Cristo. La sabiduría de Dios en
2) ooq)ía como don pneumático especial persona fue rehusada y rechazada. Después de
de algunos cristianos y asociada, por tanto, pasar por el juicio, emerge como nueva y ver-
con JtvEí)|j.a (Hech 6, 3.10: jiveüpa x ai oo- dadera sabiduría, a saber, como la sabiduría
qpía), ã3toxáX,uol)LÇ (Ef 1, 17), cf. ooq)ía verdaderamente vivificante en Cristo (1 Cor
TCVEnpatiXTÍ (Col 1, 19). Como la sabiduría 1, 30; Col 2, 3).
se manifiesta especialmente en el lenguaje,
ooqpía significa: 3. a) Siempre que en el NT se afirma la
3) La sabiduría que ha adquirido forma en oocpía como una facultad natural dei hombre,
Ias palabras y en los escritos, es decir, la tra- entonces esa sabiduría procede especiahnente
dición sapiencial. Moisés fue instruído «en de Dios. Así sucede con el joven Jesus: él es-
toda la ooqpía de los egípcios» (Hech 7, 22); taba «lleno de sabiduría» y la «gracia de Dios
Pablo habla la «sabiduría de Dios», mientras era con él»;- «Jesús hacía progresos (n:Qoé-
que los nuevos sábios de Corinto quieren xojtTEV) en la sabiduría, en la madurez y en
ofrecer probablemente una aoqpía que proce­ la gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,
de de poderes cósmico-pneumáticos (1 Cor 2, 40.52), como se dice con horizonte veterotes-
6s); la sabiduría expresada en forma de pala­ tamentario (1 Sam 2, 26: el nino Samuel). A
bras es un don dei Espíritu (Xóyoç aocpíaç, 1 Salomón se le considera como dotado extra­
Cor 12, 8). Hay una transición al significado ordinariamente de gracia, pero Jesús sobrepa-
1), cuando ooq)ía Xóyou designa a la vez sa su sabiduría (Mt 12, 42; Lc 11, 31). La sa­
cierto comportamiento o una clase errônea de biduría de Jesús como maestro deja atônita a
sabiduría elocuente (1, 17; ->• 3.c). Con estos la gente. Y lo mismo sucede con sus actos de
tres significados que se han mencionado, se poder. Los evangelistas ven así indicado el
halla íntimamente relacionado el cuarto: mistério cristológico (Mc 6, 2; Mt 13, 54; cf.
4) oocpía como nombre de una figura per­ Lc 4, 21-23; Jn 7, 15s). Pero la sabiduría de
sonificada de revelador, la sabiduría celestial Jesús no es un saber esotérico secreto, sino
dei AT y de la tradición judia, que aparece que, abieito a la tradición, aporta «cosas anti-
claramente por primera vez en el capítulo oc- guas y nuevas» (Mt 13, 52), se dirige con
tavo de Provérbios (-> 3.c). Esta figura es la fuerza persuasiva a la propia inteligência de
fuente de la sabiduría creada, por ejemplo, de los oyentes, a fin de hacerlos prudentes (cpQÓ-
la sabiduría de los reyes (Prov 8, 15) e igual­ vipioi) y capaces de entender lo decisivo de la
mente de la sabiduría especial que concede el hora escatológica. En consonância con ello, la
don dei Espíritu ( ^ 3.c sobre 1 Cor 1, 21). Su paráclesis de la Iglesia primitiva exhorta a
voz se escucha en ciertas palabras sapiencia- una sabiduría cotidiana que esté iluminada
les trasmitidas por tradición (Lc 11,49). En el por el conocimiento de la fe, que sea nueva y
NT Cristo ocupó el puesto de esa figura de re- que viva por la inhabitación de Cristo: «An-
velación, aunque sólo en Lc 7, 35 par. use el dad con sabiduría para con los de afuera», sa­
título de «sabiduría de Dios». cando el mejor partido dei tiempo para la mi-
En general, la oocjpía está siempre orientada sión, con palabras amistosas y, al mismo
religiosamente. Es notable que todos los testi- tiempo, acertadas (Col 3, 16; 4, 5-6).
1451 aoqjia 1452

b) Un cwadro propio lo ofrece la Carta de mientos que tienen los demonios, 2, 19), la
Santiago, que es un escrito plenamente para- contempla Santiago como minada por el pe­
cléctico y de intensa orientación sapiencial. cado, motivada por un ceio que no tiene nada
Sant 1, 5 recoge en una sentencia plasmada de santo y por el afán de darse a valer (3,
brillantemente unas palabras de Jesus toma­ 14.16), y emerge «de vuestras pasiones que
das de Q Mc 7, 7 par. Lc 11, 9 y Ias interpre­ combaten en vosotros» (4, 1). Semejante con-
ta ampliamente lo mismo que Lucas (11, 13: ducta impía, meramente terrena y demasiado
petición dei Espíritu Santo), aplicándolas a la humana (ènÍYeioç, 3,15), lo que ha-
petición de la sabiduría, pero entendida ésta ce en realidad es conceder espacio al mundo
como la fuerza fundamental que sustenta la (4, 4), al diablo (4, 7) y a sus demonios.
vida de los creyentes, una fuerza que no está a La verdadera sabiduría que procede de
merced dei hombre, sino que desciende «de lo Dios, es «pura», a saber, está libre de todo de-
alto» (1, 17s). El pecador puede estar seguro seo egoísta, y por eso «no es hipócrita» (ótv-
de que Dios va a conceder esta petición fun­ UJtóxQLtoç) «ni está dividida», no tiene dis­
damental, porque Dios «da sin reservas y sin córdias ni vacilaciones (àôiáxpixoç) (3, 17).
hacer reproches» (1, 5). El contenido cogniti­ Su contenido está caracterizado por la «man-
vo de esta ooq)ía es la voluntad perfecta de sedumbre» (jtQaÚTTiç, 3, 13; 1, 21), por una
Dios, su voluntad salvífica (1, 18; 2, 5) y sus bondad que sufre sin cólera Ias adversidades.
instrucciones para la vida (1, 25, «la ley per­ Esto incluye concretamente la capacidad y la
fecta de la libertad»). El que pide de esta ma- disposición para aceptar críticas; la ooqjta es
nera, se convierte en el oyente, recibe por me­ dócil y le hace a uno dócil, «deseoso de apren­
dio de la palabra firmemente asentada en la der» (e'U3tei'&r|ç), «condescendiente» (ejuei-
comunidad, por medio de la palabra regenera- XT|ç) y, precisamente por esta razón, «pacífi­
dora (1, 17-21), precisamente porque él acep- co, amante de la paz» (8lçT]viKÓç). El que vi­
ta la palabra y la pone en práctica (1, 21b-25). va esta sabiduría de lo alto, creará paz, estan­
Como sucede en toda la paráclesis de la Igle- do lleno -él mismo- de la vida nueva de Dios
sia primitiva, Santiago desarrolla sólo excep­ y especialmente de misericórdia (3, 17).
cionalmente (por ejemplo, en 2, 14-26) esta
vigente doctrina de la salvación; de ordinário, c) Prescindiendo de Rom 11, 33 y de 1 Cor
la recuerda sólo en concisas referencias. Por 12, 8, Pablo se refiere siempre a la sabiduría
eso, a éstas les corresponde especial peso. en el contexto de la discusión con los corin-
Que la sabiduría que procede de Dios es ver- tios, incluso en 2 Cor 1, 12: Pablo no vive ni
dadera únicamente como sabiduría vivida, eso actúa en «sabiduría carnal» (ooq>La oapHi-
es algo que se aplica especialmente a los ma­ xf|).
estros cristianos (3, 13): Santiago, en su ex- Pablo inicia la discusión con un estúdio crí­
hortación, presenta la imagen de otra sabidu­ tico dei concepto de ootpía ItÓYOU. Una «sa­
ría diferente, que sólo en apariencia es oo- biduría de la palabra», irresistiblemente po­
cpía, y la caracteriza (3, 15) como terrena derosa, era considerada como la nota caracte­
(êjTÍYeioç), anímica (ri)uxixT|), demoníaca rística de la sabiduría que tiene el poder dei
(ôaip,ovLd)ÔT]ç). Espíritu (así Hech 6, 3.10; cf. 9, 22; 18, 24-
Esta sorprendente defínición no se explica 28; 19, 8 [jt8Í#(flv]; Lc 21, 15). Por consi-
acertadamente como expresión de influencias guiente, era una cuestión seria el que los co-
gnóstico-heréticas. No, sino que se trata de la rintios echaran de menos en Pablo esa sabidu­
preocupación por la constante amenaza de ría. La respuesta de Pablo es: la ooqpía "kó-
que la vida de la fe se vacíe y quede alienada yov, como forma de la predicación, «vacía» a
convirtiéndose en hipócrita apariencia. Esa la cruz de Cristo y despoja a la acción de Dios
fascinante sabiduría, llena de piadoso ceio y -en el acontecimiento de la cruz- dei «poder
también de plena ortodoxia (cf. los conoci- de Dios» para la salvación (1 Cor 1, 17s).
1453 aoqjia 1454

Desde hace mucho tiempo se discute sobre «destruirá la sabiduria de los sábios, y la «ha-
lo que Pablo quiere decir aqui. El punto de rá aparecer como necia» (citas de Is 29, 14;
partida decisivo ha de ser en qué sentido Pa­ 19, lls), porque esa sabiduria ha fracasado.
blo entiende su propia proclamación como «Puesto que el cosmos, (asentándose en la sa-
pcoQÍa, «necedad». (La antítesis entre ooq)ía biduría de Dios, no conoció a Dios por medio
y pcopta la considero yo como paulina). Cier- de la sabiduria, Dios decidió salvar -median­
tamente no por la ausência de sentido o sim- te la necedad de la predicación- a los creyen-
plemente por la falta total de artes retóricas: tes» (1,21). Con arte sabe Pablo variar el con-
1, 21 es retórica brillante. Pablo mismo define tenido dei concepto de ooqjía. Habla de la sa­
esa necedad como necedad de Dios, y la con­ biduria de Dios (con arreglo a la tradición dei
creta como «dehilidad de Dios» (1 Cor 1, 25). AT y dei judaismo sobre la aoq)ta) como me­
Claro que un Dios impotente seria absurdo. diadora, desde el principio, dei poder creador
Pablo ensena que precisamente esa debiüdad y dei poder salvífico de Dios. En relación con
de Dios posee un poder superior (lOxnQÓte- ella se encuentra una sabiduria de los hom­
Qov). Se piensa en el poder salvífico dei amor bres, una sabiduria que debía dar una respues-
de Dios que se entrega en Cristo (cf. Rom 5, ta, y a la que se le revela un conocimiento sal­
5.8; 8, 32.35-38; 1 Cor 8, 2s; 13 y passim). vífico de Dios. Pero la sabiduria humana erró
Desde esta perspectiva el mensaje de la cruz en este punto, y según Rom 1, 18 lo rehusó
adquiere la forma de una petición solícita de pecadoramente (cf., recientemente, Sandelin,
Dios (2 Cor 5, 14s. 19-20); el fascinante des- Weder). Se reconocía que el fin más excelso
pliegue de poder, orientado hacia la sabiduria de toda la filosofia de aquella época era el co­
religiosa, destruye necesariamente ese mensa­ nocimiento de lo divino. Pero toda esta em­
je de la cruz, a pesar de que la cruz, como fa­ presa se ha visto desbaratada ahora por Dios.
se de transición en el drama de la redención En vez de ello, Dios ofrece la necedad de la
(Weder, 132), tenga que seguir vigente. Pablo, palabra de amor acerca de la cruz como cami­
como mensajero de Dios, sabe con temor re­ no para la salvación. Este camino dei conoci­
verenciai («con temor y temblor», 1 Cor 2, 3) miento no está al alcance dei hombre. Los sá­
que él está ligado a ese «mistério de Dios». Y, bios de la antigua clase no encuentran en él la
así, él decidió (sxgtva) manifestarse en Co- sabiduria o Ias exhibiciones de poder de lo di­
rinto «en debiüdad» (2, 2s; cf. 1 Tes 2, 8), pe- vino que ellos andan buscando (1 Cor 1, 22);
ro no «con palabras persuasivas de sabiduria» en realidad llaman la atención por su ausência
(1 Cor 2, 2-4), con «sobresaüente discurso o (1, 20). Tan sólo la vocación y la elección de
doctrina de sabiduria» (2, 1), porque enton- Dios abre el camino, y Dios comienza con los
ces habría edificado sobre arena y habría necios y los pobres para avergonzar a los sá­
abandonado la revelación, que no le había si­ bios y salvar a todos (1, 26-29).
do trasmitida por medio dei ingenio humano En 1 Cor 2, 6-8 Pablo da un paso más. En la
(2, 13). La sabiduria de los hombres, incluso cruz quedó también desbaratada «la sabiduria
la de Pablo, no es capaz de fundamentar la fe; de los soberanos de este eón», de los poderes
para ello es preciso el «poder de Dios» (2, 5). dei trasfondo cósmico. En Pablo apareceu
Ahora bien, jcon todo esto Pablo está ense- unas veces eomo poderes de acusación, y
nando sabiduria! Pero es la sabiduria de la otras, como poderes de seducción. Los pneu­
cruz. Ilumina el camino de Dios en los acon- máticos corintios parecen gloriarse de tener
tecimientos poco brillantes y a veces penosos contactos con poderes ceiestiales, por lo mu­
(1 Cor 1, 28) de la misión de la Iglesia primi­ cho que aprecian la glosolalia («lenguas de
tiva. Esto sucede en forma concentrada en 1, ángeles», 13, 1). En Galacia y Colosas y en la
18-21 y 2, 6-8. Dios, en la cruz de Cristo, lle- Alejandria judeo-helenística, se esperaba re-
vó a cabo el juicio dei mundo, el fin dei mun­ cibir de los poderes angéücos una participa-
do. Se ha cumplido la profecia de que Dios ción en los poderes espirituales. Sin embargo.
1455 aoqjia 1456

eso es un poder de sedueción, un pneuma di­ viene después de la fe, y nunca podrá sobre-
ferente (2 Cor 11, 2-4.13; cf. «espíritu dei pasarla. El que tiene a Cristo en la fe, ése tie-
cosmos» en 1 Cor 2,12). Espíritu contra espí­ ne «el poder de Dios y la sabiduría de Dios»
ritu. A continuación Pablo, hablando en un (1, 24.30) en toda su plenimd. Ninguna teolo­
lenguaje enteramente nuevo, ofrece un ejem- gia podrá medir su profundidad (Rom 11, 33);
plo de la auto-adulación de los pneumáticos pero la fe conoce toda la profundidad de la
corintios y, al mismo tiempo, de su «sabidu- Deidad (1 Cor 2, 10-12), porque está poseída
ría para perfectos» (2, 6). xéXeboç es aqui un por el insondable amor de Dios (8, 3). El que
término tomado de los mistérios y que se ha- se halla firmemente asentado en la fe en la
bía convertido en imagen, pero que todavia cmz, ése es el verdadero «perfecto» (cf. Flp 3,
no está concebido en sentido gnóstico. Se es- 12-15) y «sabio» (1 Cor 3, 18). Lo seguirá
cucha en él una intensa pretensión de dominio siendo, si «la sabiduría de Dios en el misté­
religioso, en nombre dei poder dei pneuma, rio» (2, 7), que ilumina la cruz, no se convier-
formulada en un sentido tan radical como te para él en una trampa, sino que le arraiga
ciertas tesis antropológicas y éticas que se más profundamente en la fe.
propugnaban en Corinto (por ejemplo, 6,
12a), tajantes en sus condenas. La teologia d) Ya en la discusión de Corinto se aborda
pauüna de la cruz lo trasforma eso totalmen­ el tema de la «sabiduría de Dios» personifica­
te: Está vacío espiritualmente y es t|)t)xixóç el da. Sus funciones fueron ya trasferidas a Cris­
que no percibe a Dios en la palabra de la cruz. to en la homología citada por Pablo en 1 Cor
La seguridad que sienten en si mismos esos 8, 6. Este proceso se perfila también en otras
sábios es el reavivamiento de la antigua sabi- partes de la Carta primera a los Corintios
duría dei mundo, que ellos piensan que están (Sandelin y otros). Sin embargo, el nombre de
derrotando en su propio terreno. «sabiduría de Dios», si prescindimos dei
Según 1 Cor 2, 8, esos poderes se han des­ nombre dei Logos en Jn 1, no se asocia con
pojado a si mismos de su propio poder, aun- Jesús sino en algunas sentencias de la fuente
que no haciendo que el Redentor pase inad­ de logia. Las cuestiones de detalle, en lo que
vertido por el cosmos, sino llevando a Jesús a respecta a la historia de las tradiciones, son
la cruz, como guardadores de la Torá acusado- difíciles de esclarecer, pero esas predicacio-
ra (cf. Gál 3, 13). La sabiduría de Dios, ocul­ nes cristológicas pueden remontarse a los pri-
ta bajo necedad, «sabiduría de Dios en misté­ meros tiempos.
rio» (1 Cor 2, 7), y el camino de Dios (descu- Lc 7, 35 par. concluye una unidad de tradi­
bierto en 1, 21) estaba y sigue estando oculta ción (que consta de dos partes) acerca dei re-
para los poderes angélicos; antes de todos los chazo de Jesús y de Juan por «esta genera­
tiempos, Dios destino esa sabiduría para la ción» con una palabra acerca de la sabiduría;
generación escatológica de su pueblo, para la «La sabiduría fue justificada por todos sus hi-
generación dei fin de los tiempos. La esperan- jos» («por sus obras», en Mt 11, 19).
za apocalíptica se ha cumpUdo ahora. Los cre- En Lc 11, 49 una serie de jayes! sobre los
yentes son partícipes, ya en la tierra, de la do- fariseos (w . 42-44) y los maestros (vv. 46-48)
xa celestial y divina. Aunque la expresión termina con una palabra de juicio dirigida
«Senor de la gloria» (1 Cor 2, 8) se encontra- contra esta generación: «Por eso la sabiduría
ba ya estereotipada cristológicamente, tam- de Dios también dijo: Les enviaré profetas y
bién puede dilucidarse a partir de la tradición apóstoles...». Con el rechazo de estos mensa-
apocalíptica (Baumann, 222-225). Para Pablo, jeros se colmará la medida de pecados de to­
este título se aplica al Crucificado. Conocerle das las generaciones y se imputará a la pre­
no es en absoluto cosa de una sabiduría de al­ sente generación. En la tradición paralela, Mt
tos vuelos y que penetre hasta lo profundo, si­ 23, 34-36, esta sentencia de la sabiduría se
no que es cosa de la fe. En Pablo la teologia convierte en una palabra de Jesús. En ambos
1457 aoqjia - ooqpoç 1458

casos se perfila claramente la tradición vete- 1. De los 20 testimonios que hay de aoq)óç
rotestamentaria y judia de la sabiduría perso­ en el NT, 10 se hallan en el contexto, centra­
nificada. do específicamente, de 1 Cor 1-3 (1, 19.20.
Esto se aplica, además, a otros textos sinóp- 25.26.27; 3, 10.18 [bis].19.20), que contribu-
ticos: al clamor de júbilo de Jesus (Mt 11, 25- ye a determinar también indirectamente los
26 par.) y al subsiguiente clamor dei Salvador otros cuatro testimonios paulinos (1 Cor 6, 5;
(vv. 28-30 par.), así como a Ias palabras de Je­ Rom 1, 14.22; 16, 19). A esto se anaden dos
sus sobre Jerusalén (Mt 23, 37-39 par.). «Je­ textos deuteropaulinos (Rom 16, 27; E f 5,
sus se presenta... como portavoz y portador de 15), así como tres lugares sinópticos, en Q
la sabiduría, y además como la sabiduría mis- (una acción de gracias, orientada sapiencial-
ma» (Christ, 153). Se discute si aqui hay ya mente, en Mt 11, 25 par. Lc 10, 21) y el pasa-
influencia de la gnosis incipiente. En todo ca­ je, probablemente redaccional, de Mt 23, 24
so, los elementos antiguamente mitológicos (ootpía falta en el lugar paralelo de Lc 11,
proceden dei âmbito dei AT y dei judaísmo 49); el término aparece además en Sant 3, 13.
antiguo. Fero hay cierta tendencia a la gnosis.
El motivo principal de este proyecto de cris- 2. Usado como adjetivo, ootpóç significa
tología: la expresión, con actitud de crítica la «perícia», el «conocimiento técnico» de un
hacia la Torá, de la confesión de fe en la sabi­ hábil arquitecto (1 Cor 3, 10) o el conoci­
duría salvífica de Dios manifestada en el miento de lo que es moralmente bueno en la
acontecimiento de Cristo (Merklein). vida cotidiana, Rom 16, 19: ootpòç eLvai siç
TÒ àYa§óv; cf. Ef 5, 15: «Tened cuidado có-
H. Hegerraann
mo andáis, no como ignorantes sino como sá­
bios». De manera análoga, ootpóç significa
aotpíÇo) sophizõ dotar de sabiduría; en voz también la competência para suavizar los con-
media, forjar con mana, inventar con su­ flictos profanos que surjan en la comunidad
tileza* (1 Cor 6, 5). Falta el uso genuinamente filo­
En 2 Tim 3, 15 dícese de Ias Escrituras Sa­ sófico de ootpóç; el conocimiento superior y
gradas, que tienen el poder de «instruirte para extenso se atríbuye a Dios; él es extraordina­
la salvación». 2 Pe 1, 16; OEOOcpiop,évoi pü- riamente sabio para llevttr a cabo su voluntad
■doi, «fábulas inventadas maiiosamente» o (1, 25; 3, 19), y finalmente él es el «único sa­
«mitos forjados con ingenio». ThWNT VII, bio» (Rom 16, 27).
528s. Muchas veces los textos tienden al uso de
ootpóç como sustantivo, en el sentido en que
entiende el término el ideal de la cultura grie-
OOq)óç, 3 sophos sabio, entendido* ga y helenística (Rom 1, 14.22) o la tradición
1. Aparición en el NT - 2. Significados y campos religiosa de Israel. Ambas líneas convergen
referenciales - 3. El uso teológico en 1 Cor 1-3. en el helenismo judio y son criticadas conjun­
tamente en el NT: la no elección al fin de los
B ibl.: ->• ootpía; además: E, E. Ellis, «W eisheit» und
« E rk en n tn is» im 1. K o r in th e r b r ie f en F S K üm m el, tiempos afectará a los judios sábios y entendi­
109-128; M. Hengel, J u d e n tu m u n d H e lle n ism u s dos (Mt 11, 25 par.) y a los doctores de la ley
(WUNT 10), TUbingen ^973, 120-152,204-394; J. M. (1 Cor 1, 20) lo mismo que a los sábios grie-
Robinson, L o g o i Sophoi. Z u r G attung d e r S p m ch q u e- gos, a los «disputadores» (ouÇtiTTiTriç) (v. 20),
lle Q, en H. Kõster-J. M. Robinson, E ntw icklungsli-
nien durch die W elt des fr ü h e n C hristentum s, Tübin- a los «influyentes» y a «los de mucho presti­
gen 1971, 70-106; K.-G. Sandelin, D e r A useinander- gio» (v. 26). Sin embargo, Pablo, como men-
se tzu n g m it d e r W eish eit in I K o r 15 (Medd. Âbo sajero dei evangelio salvador, «se debe» tam­
Akad. Forsk. 12), Âbo 1976, 137-145, 147-153; A. bién precisamente a los sábios (Rom 1, 14),
Stadelmann, B en S ira a is S c h r iftg e le h rte r (WUNT
n/6), Tübingen 1980, 4-26, 177-270; para más biblio­ los cuales se hicieron culpables ante otros
grafia, Cf. ThWNT X, 1266-1269. hombres en su propia especialidad, «preten-
1459 ootpoç - ajtaQyavoo) 1460

diendo ser sábios» y fallando no obstante al Pablo advierte contra el engano de sí mis­
no llegar al conocimiento de Dios, que es ac- mo que consiste en creer que uno puede tener
cesible a través de la creación (1, 22; cf. el v. a Cristo y que, al mismo tiempo, puede alzar-
25, así como 2, 17-24 en lo que respecta al oo- se como sabio con clase y superioridad, como
qióç judio). Por medio de la necedad dei «ooq)óç en el presente eón» (1 Cor 3, 18). En
evangelio, ellos deben convertirse en necios este caso, también el cristiano incurre en el
y, de este modo, en sábios precisamente (1 juicio de Dios, «que atrapa a los sábios» y po-
Cor 3, 18). En consonância con ello, Pablo ne de manifiesto su nulidad (3, 19.20).
define varias veces en forma crítica al ooq)óç En la Carta primera a los Corintios, Pablo
considerándolo concretamente como ooqpóç desarrolla más esta idea (-^ ooqpía 3.c). Por el
dei presente eón (1, 20), en el presente eón (3, camino de la sabiduría necia de Dios, el ver-
18), «ooqióç en lo externo (xaxà oágxa)» dadero ooqpóç es un servidor y auxiliador hu­
(1, 26), y situa al ooqjóç en una dialéctica an- milde (3, 5; 2 Cor 1, 24; «nosotros somos dé-
titética: ooqpóç - pcoQÓç, que (variándose la biles, vosotros fuertes», 1 Cor 4, 10), y, a los
antítesis) se interpreta también como como ojos dei mundo, el verdadero sabio es el últi­
àoDevfiç - loxDQÓç (1, 25.26-28; 3, 18; de mo insensato, «la escoria de todos» (4, 13).
manera totalmente diferente en Rom 16, 19:
H. Hegermann
ooqpóç - àxÉQaioç).

3. En Corinto los nuevos «sábios» (1 Cor £n:avía, aç Spania Espana*


3, 18) entienden que son al mismo tiempo En Rom 15, 24.28 manifiesta su deseo de
«profetas», «pneumáticos» y «perfectos» (14, viajar a Espana. Para ello, Roma le servirá a
37; 2, 6.13.15); conceptos opuestos son el de manera de «cabeza de puente». Sobre Espana
«psíquico» (2, 14) y vfjiuoç («inmaduro, me­ cf. LAW 2848-2852 (bibl.); Pauly, Lexikon II,
nor de edad») (3, 1). Aqui emerge una nueva 1185-1189; V, 1606s. Sobre la cuestión de si
imagen dei sabio, una imagen propia dei cris­ Pablo llegó a realizar efectivamente su pro-
tianismo primitivo, análoga a la que aparece yecto de viajar a Espana, cf. bibliografia (un
en Ias comunidades de tradición sinóptica (Mt tanto antigua) en Bauer, Wõrterbuch, s.v.
23, 34 par.; cf. además Sant 3, 13): el portador
de la revelación, enviado por Cristo (que es la
Sabiduría de Dios) y dotado de poderes profé­ a j t á o ^ a i spaomai tirar, sacar*
ticos y pneumáticos, que sobrepuja y susti- En el NT la voz media se usa únicamente
tuye a todos los sábios que ha habido hasta en relación con la espada: o jtá o p a t tt^v
entonces, sean de índole sacerdotal (Eclesiás­ p á /a ip a v , Mc 14, 47 y Hech 16, 27, «desen-
tico, cf. Hengel, Stadelmann; Qumrán), apo­ vainar la espada» (así también en la LXX y
calíptica (Daniel; Henoc [et] o judeo-ale- en Josefo).
jandrina (Sabiduría; Filón). Aqui existe el pe-
ligro de que se falsifique el kerygma de Cris­ 07iaQá0(T(O sparassõ tirar violentamente,
to, convirtiéndolo en sabiduría dualística, en arrastrar*
«gnosis»; a ello se oponen los cuatro Evange- Dícese dei «espíritu inmundo», que arras-
lios, pero especialmente Pablo. Hay sábios ju ­ tra de un lado para otro al poseso: Mc 1, 26;
dios, como Aristóbulo o Filón, que se creen 9, 26; Lc 9, 39.
capaces de sobrepujar a todos los sábios dei
mundo, incluido Platón, recmriiendo a «Moi­
sés», es decir, a la revelación de la Torá (cf. 03taQY®'VÓCO sparganoõ envolver en pa-
JSHR in/2, 273-276; Filón, SpecLeg II, 165s; nales*
cf. Hengel, 385-387), pero la cruz puso fin a Lc 2, 7; Maria «envolvió en panales al hijo
esa competición. recién nacido y lo acosto en un pesebre».
1461 ojiaQ Y avoQ ) - oiteiQO) 1462

Aparece en voz pasiva en 2,12, donde se dice «criados de los judios», con ocasión dei pren-
(como senal) que los pastores encontrarán al dimiento de Jesús. Si el cuarto evangelista
nino envuelto en panales. creyó que esa O JtEiQ a era un contingente de
tropas romanas, cometió un error histórico
(Blinzler).
o n a ta X .á o ) spatalaõ darse la gran vida,
vivir con molicie* 3. Hech 10, 1 presenta al centurión Come-
En 1 Tim 5, 6 dícese de la viuda: «la que vi­ lio; se halla estacionado en Cesarea y pertene-
ve con molicie, aunque viva, está muerta». ce a la «cohorte italiana». 21, 31 habla dei
Sant 5, 5, en Ias palabras de juicio pronuncia­ «comandante de la cohorte» en Jerusalén; se
das contra los ricos: «Habéis vivido lujosa- trata de la fuerza romana de ocupación acuar-
mente sobre la tierra (èxpuqjiíoaxe) y habéis telada en la Torre Antonia. 27, 1 presenta al
llevado una vida de placer (Èa7iaxaXr\oa- centurión Julio, que pertenece a la «cohorte
t e )» .
imperial». oePaaxr| ([cohors] Augusta) es un
título honorífico que se halla atestiguado fre-
OJieiQ a, iiç , lí speira cohorte, tropa* cuentemente en relación con tropas auxilia­
res.
1. Aparición en el NT y significado general - 2. En
la historia de la Pasión de Jesús - 3. En el libro de He- G. Schneider
chos.

B ib l : Bauer, W ôrterbuch, s.v.; J. Blinzler, D e r P r o - aJI£ÍQ(0 speiro sembrar*


zefi Jesu, Regensburg '*1969, 90-98; T. R. S. Brough-
ton, The R o m a n Arm y, en B eginnings V, 427-445; C. l. Aparición en el NT y contenido semântico - 2. a)
Cichorius, Cohors, en Pauly-Wissowa IV, 231-356; P. En los escritos paulinos - b) En los Evangelios.
Winter, On lhe Trial o f Jesus, Berlin 1961, 44-50.
B ibL : G. Quell-S. Schulz, ajréQjia, ajteípeo xxX.,
en ThWNT VII, 537-547, sobre todo 546s; más biblio-
1. Este tecnicismo militar se halla docu­ grafía en -> ojtÉQpa; cf. además ThWNT X, 1270.
mentado desde Polibio; aparece también en la
LXX (Jdt 14, 11; 2 Mac 8, 23; 12, 20.22) y en 1. En el NT el verbo aparece 52 veces; se
Josefo. ojteXpa traduce, entre otros, los térmi­ halla con especial frecuencia en Mateo (17
nos latinos cohors (Polibio XI, 23, 1) o mani- veces) y en Marcos (12 veces); está atestigua­
pulus (Polibio VI, 24, 5 y passim). La cohor­ do 14 veces en los escritos paulinos (en el res­
te era la décima parte de una legión (->• X,e- to dei NT no aparece más que en Sant 3, 18).
ytróv) y contaba, por tanto, con una dotación - OJteÍQCü significa sembrar y se emplea tanto
de unos 500 hombres. en sentido propio (especialmente en los Evan­
gelios) como en sentido figurado (especial­
2. En la historia de la Pasión de Jesús, mente enPablo) (cf. Bauer, Wôrterbuch, s.v.).
OJtSLQa aparece en Mc 15,16 par. Mt 27, 27 y Tan sólo en Mt 13, 25 encontramos el com-
Jn 18, 3.12. Según Marcos/Mateo, los solda­ puesto èju o jie L Q O ). Con frecuencia o jteíqco se
dos de Pilato convocaron a «toda la cohorte», emplea juntamente con ■0'eQÍ^co (esta imagen
antes de burlarse de Jesús y de maltratarlo. Jn de la siembra y de la cosecha se origino en la
18, 3 refiere que Judas «recibió (X,aP<í»v) la literatura sapiencial).
O JtE lQ a y criados de los principales sacerdo­
tes y de los fariseos». La tropa que va a pren­ 2. a) Pablo usa el verbo OJtEÍQCO seis veces
der a Jesús, está provista de antorchas, linter- tan sólo en 1 Cor 15, 36-44. En su confronta-
nas y armas; no se trata de una «cohorte» ro­ ción con los falsos maestros de Corinto, Pablo
mana (con Blinzler, 94s, en contra de Winter, utiliza la imagen dei grano (de trigo), una
44s). Jn 18, 12 menciona a la misma oneXpa imagen que se hallaba muy difundida en el
junto al ydtaQ xoç («comandante») y los cristianismo primitivo ( ^ ojtéQpa 1; cf. Jn
1463 OrtElQCO- 03t8Q|J.a 1464

12, 24; 1 Ciem 24, 4s), para mostrar la conti- La imagen de la siembra y de la cosecha (->
nuidad que existe, dentro de la discontinui- a) aparece en Mt 25,24.26 par. Lc 19, 21s. En
dad, entre la vida actual y la vida futura. Jn 4, 36s esta imagen se halla formulada en el
OJIEÍQCO se usa en sentido literal en 1 Cor 15, marco de un provérbio; en el tiempo escatoló-
36s, y en sentido figurado en 15, 42ss. En gico la siembra y la cosecha son simultâneas
cuatro pares de opuestos se establece una an- (cf. Bultmann, Das Evangelium des Johan-
títesis entre ojteÍQcu y èY^tem. Los pares de nes^° [KEK], sub loco).
opuestos (ojteÍQExai), formulados de manera
impersonal, desembocan (15, 44) en el enun­ W. Hackenberg
ciado central: ajieÍQerai ocõpa ipuxuióv,
EYEÍQExai otõpa jtvEttpatixóv. En todo ello, aJt£XOv}i,áT(OQ, OQOÇ, ó spekoulaW r
Otõpa designa la forma concreta de la exis­ verdugo, ejecutor (de la justicia)*
tência humana, cualificada como terrena o co­ El préstamo léxico latino ispeculator) de­
mo celestial según sean los correspondientes signa originalmente al espia y luego también
atributos. al mensajero. En Mc 6,27 se piensa en el ver­
Con frecuencia encontramos en Pablo la dugo (así también en Séneca, Ben III, 25; Ira
imagen de la siembra y de la cosecha, por I, 18, 4). Schürer I, 411-413; Pauly, Lexikon
ejemplo, en 1 Cor 9, 11, donde artEÍçcü se re- V, 300s; Spicq, Notes II, 730-737.
fiere a la labor misionera (cf. también 2 Cor
9, 6.10, donde se trata de la dádiva de amor
hecha por la comunidad). En Gál 6, 7s, la (TJlévÔO^ai spendomai ser ofrecido*
imagen sirve para la motivación de la conduc- En el NT aparece únicamente la voz pasiva
ta de los creyentes. El que siembra oóqI, co- de ajtévôco («ofrecer un sacrifício en liba-
sechará tpdoQÓ, pero el que siembra jtvEÜ|xa ción»). Flp 2,17: «Pero aunque yo sea ofreci­
cosechará Çcüt] aicóvioç. do como sacrifício en libación...». Este tópico
se recoge en 2 Tim 4, 6: «Yo estoy siendo
b) En los Evangelios, airEÍgco se usa casi
ofrecido ya como sacrifício en libación». Cf.
siempre en sentido propio, eomo sucede en la
ThWNT Vn, 529-537; A Citron, Semantische
parábola dei sembrador (Mt 13, 3.4.18.19.20.
Untersuchung zu OJtÉvÔEoO^ai - OJtévÔEiv -
22.23 par. Mc 4, 3.4.14.15.16.18.20 par. Lc 8,
EÚXEodai, Winterthur 1965.
5 [tres veces]), en la parábola de la cizana en­
tre el trigo (Mt 13, 24.27.37.39), en la parábo­
la dei grano de mostaza (Mt 13, 31 par. Mc 4, aJIÉQitia, atoç, TÓ sperma simiente, des­
31.32), en la parábola de los talentos que fue- cendência, posteridad*
ron confiados (Mt 25, 24.26 par. Lc 19, 1. Semilla de plantas - 2. Esperma - 3. Descenden-
21.22) y en la imagen de Ias aves dei cielo
(Mt 6, 26 par. Lc 12, 24). En la interpretación
alegórica (que no pertenecía originalmente a B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; H. D. PreuB, stera',
en ThWAT II, 663-686; F. MuBner, Wer ist «der ganze
la parábola) de la parábola dei sembrador (Mt Sam en» in R õ m 4, 16?, en F S Zim m erm ann, 213-217;
1 3 ,18ss par.) y de la cizana entre el trigo (Mt G. Quell-S. Schulz, ajiéçpa, en ThWNT Vn, 537-
13, 37ss), el sentido literal viene a desembo­ 547; C. Westeimann, Sam e, en BHH III, 1661s.
car en el sentido figurado: la interpretación Sobre 1: G. Barth, A u se in a n d e rsetzu n g e n um die
K irchenzucht im U m kreis des M t-Ev.: ZNW 69 (1978)
presupone la imagen, rauy difundida en el
158-177; H. Braun, D as «Stirb u n d w erde» in d e r A n -
mundo antiguo, de la plantación hecha por tike u n d im NT, en Id., Ges. Studien z. N T u n d sein er
Dios (cf. Mt 15, 13). Si en la imagen original Umwelt, Tübingen ^1971, 136-158; J. D. Crossan, The
de la siembra se piensa en la llegada dei reino S e ed P a ra b les o f Jesus: JBL 92 (1973) 243-266; M. E.
de Dios, vemos que ahora, en la interpreta­ Dahl, T he R esu rre ctio n o f th e B ody, London 1962,
121-125; J. Jeremias, D ie D eu tu n g d es G leich n isses
ción, lo que ocupa el primer plano es la con- vo m U n kra u t u n te r d e m W eizen, en F S C u llm a n n
ducta de los creyentes. 1962, 59-63; Jeremias, P arábolas, 99-105, 179-185,
1465 OJt€Q(Xa 1466

270-272: O. Kuss, Zum S in n gehalt d e s D oppelgleich- 2. 1 Jn 3, 9, utilizando una cita ontológica


n isse s v o m S e n fk o rn u n d S a u erteig : Bib 40 (1959) tomada de los adversários gnósticos, se refie-
641-653; R. Morisette, L a condition de ressuscite: Bib
53 (1972) 208-228; K. Usani, «H ow are the D e a d R ai- re al esperma de Dios; en el contexto de la
sed?»: Bib 57 (1976) 468-493. imagen de que hay que ser engendrados por
S o b re 2: K. Wengst, H ã resie u n d O r th o d o x ie im Dios para ser hijos de Dios, la Carta primera
Sp ieg el des 1 Joh, Gütersloh 1976, 44-46. de Juan se refiere metaforicamente al Espíritu
Sobre 3: K. Berger, A b ra h a m in den p ln H auptbrie-
fen : MThZ 17 (1966) 47-89; Ch. Dietzfelbinger, P au- (3, 24; 4, 13) o al acontecimiento de la pala-
lus u n d d a s AT, München 1961, 19-23, 27, 31; Th. B. bra (1, 10; 2, 14; Sant 1, 18.21; 1 Pe 1, 23),
Dozeman, Sperma Abraam in Jo h 8 a n d R ela ted L ite- por el cual Dios da al que ha nacido de nuevo
rature. C o sm o lo g y a n d Jud g em ent: CBQ 42 (1980)
la posibilidad de vivk en justicia y en amor
342-358: G. Klein, R õ m 4 u n d d ie Id ee d e r H eilsge-
sch ich te, en Id., R ek o n stru k tio n u n d In terp reta tio n , fraterno, una posibihdad que genera la inca-
München 1969, 145-169, sobre todo 158-162; Id., pacidad para pecar (el esperma de Dios deter­
E x e g etisc h e P ro b lem e in R õ m 3, 21-4, 25, en ibid., mina Ias propias acciones).
170-179; H. Merklein, D ie A u ferw ecku n g Jesu un d die
A n fã n g e d e r C hristologie: ZNW 72 (1981) 1-26, sobre
3. Mc 12, 19.20.21.22 par. Mt 22, 24s / Lc
todo 13-16; H. Schlier, Z u R õ m 1, 3 f en F S C ullm ann
20, 28 citan Gén 38, 8 a propósito de la ley
1972, 207-218; A. Võgtle, M y th o s u n d B o ts c h a ft in
A p k 12, en F S K uhn, 395-415; para más bibliografia,
dei matrimônio por levirato (Dt 25, 5-10). -
cf. ThWNT X, 1270. En Heb 11, 11, en la historia de los modelos
1. Según Mt 13, 24.27.37s, la buena semilla de fe, la función procreadora dei varón, que
crece junto con la mala hierba hasta el mo­ consiste en poner el fundamento para la des­
mento de la cosecha. Si la situación primaria cendência, se aplica a Sara, la estéril ascen-
de la parábola muestra la negativa de Jestís a diente de Israel, por el poder ejemplar de la fe
hacer lo que hacían otros grupos judios, se- de esta mujer. 11,18 recuerda la valentia de la
gregando de los demás a la comunidad dei fe de Abrahán, que con el sacrifício de Isaac
resto santo (EvTom 57), vemos que la inter- arriesga el cumplimiento de la promesa de te-
pretación alegórica pre-mateica distingue en­ ner descendencia (cita de Gén 21, 12 LXX,
tre los hijos dei reino dei Hijo dei hombre y también en Rom 9, 7). - Ap 12, 17 usa aitÉQ-
los hijos dei maligno (w . 37-39) y hace una p,a en sentido fígurado: El Mesías Jesús y los
advertência contra el ceio que quiete separar cristianos dispuestos al martirio, como her-
entre lo bueno y lo maio, a la manera humana. manos de Jesús (cf. Rom 8, 29; Heb 2, lls),
Finalmente, el redactor mateico utiliza la dis­ son -todos ellos- descendientes de la mujer,
tinta suerte de la cizana y dei trigo para ad­ es decir, de la Iglesia de Cristo, la cual es el
vertimos contra la falsa seguridad acerca de cumplimiento antitípico de la figura de Eva
la propia salvación (vv. 40-43). (Gén 3, 15).
En la parábola de Mc 4, 31 par. Mt 13, 32 Es importante teológicamente el tecnicismo
(EvTom 20), la suerte dei grano de mostaza, «simiente de Abrahán» (cf., a propósito, ->•
tan diminuto como la cabeza de un alfíler, y ’APqaá|x 2):
que es proverbialmente la más pequena de to­ a) Para designar a Israel en su existência
das Ias semillas visibles (Billerbeck I, 669), empírica como el portador elegido de la pro­
testifica el poder milagroso de Dios, que ya mesa (Lc 1, 55; Hech 7, 5s; Rom 4, 13.16;
desde ahora, sin ser visto, está actuando en Gál 3,16; 2 Cor 11,22), en todo lo cual Pablo
Jesús y preparando la consumación dei reino. distingue en Rom 9, 7s entre la simiente au­
En 1 Cor 15, 38 Pablo recoge el antiguo têntica y la simiente inauténtica, o bien en
ejemplo dei grano de trigo (cf. Jn 12, 24; 1 Rom 9, 29 (con una cita de Is 1, 9 LXX: la si-
Ciem 24, 5; bSan 90b; bKet 111b), para de­ núente que hace posible nueva vida) habla de
mostrar con la muerte de la semilla la necesi- los judeocristianos como dei resto santo dei
dad de morir como condición previa para la pueblo judio de Dios, que no se excluye de la
resurrección (jreanimación!) por Dios. salvación por la incredulidad;
1467 ajiÉQfia - 0jtX,aYX'víto(^<^i 1468

b) Para designar principalmente el nuevo OJIEÚÔO) speudõ apresurarse; en sent.


pueblo de Dios, integrado por judios y genti- trans., acelerar, anhelar*
les, que se constituye únicamente por la fe en ojteúôco en sentido intransitivo aparece uni­
Cristo, un pueblo en el que se seculariza la camente en la obra de Lucas: Lc 2, 16; 19,
prerrogativa judia de ser hijos de Abrahán (cf. 5.6; Hech 20, 16; 22, 18, y, por cierto, asocia-
Jn 8, 33.37) o en el que son admitidos los do siempre con otro verbo (en Hech 20,16 se­
gentiles a la elección de Israel (Rom 4, 16.18; guido por un infinitivo). En sentido transitivo
9, 7; Gál 3, 29; Heb 2, 16); ojteúôo) se halla únicamente en 2 Pe 3, 12:
c) Para designar a Jesus como el Mesias «esperando y anhelando intensamente ( jiq o o -
prometido (Hech 3, 25; Gál 3, 16.19), no ôoxcüVTaç x a l ajtsúôovtaç) la llegada dei
existiendo para la interpretación mesiánica dia de Dios».
ningún paralelo rabinico anterior;
d) Para designar a Pablo como miembro GJtTiXaiov, OU, TÓ spêlaion cueva*
dei pueblo elegido (^nota característica de un En el NT el sustantivo designa la cueva co­
apóstol?) y como ejemplo viviente de la vo- mo guarida de ladrones (Mc 11, 17 par. Mt
luntad salvifica de Dios para con Israel (Rom 21, 13 / Lc 19, 46; cf. Jer 7, 11), como lugar
11, 1; 2 Cor 11, 22). de refugio en momentos de persecución y pe-
La fórmula que se refiere a Jesus como ligro (Heb 11, 38; Ap 6, 15), y asimismo la
«descendiente [= de la simiente] de David» cueva sepulcral (Jn 11, 38; cf. TestRub 7, 2).
(-> ulóç 6) se origino en círculos judeocristia-
nos y posee una significación cristológica es­
pecial; es más que una referencia biográfica, a7tlkÓ.ç, á ô o ç , 1^ spilas roca en el mar,
ya que confiesa la fe en Jesús resucitado co­ escollo; lacra*
mo el Mesias prometido en la profecia de Na- Jds 12 emplea en sentido metafórico el tér­
tán (2 Sam 7, 12 y otros lugares); Rom 1,3; 2 mino ajtt)i.áç: En Ias cenas los libertinos son
Tim 2, 8; Hech 13, 23 (alusión a 2 Sam 22, 51 o ju X ,á Ô E ç . El significado de lacras se ajusta
LXX). A esta confesión de fe hace referencia mejor al contexto (cf. también 2 Pe 2, 13) que
también Jn 7, 42. Sobre la tradición biográfi­ el de escollo. K. H. Schelkle, Der Judasbrief
ca, cf. Mt 1,16.20; Mc 12, 35ss par.; Lc 1,27; (HThK), sub loco-, Spicq, Notes II, 809-811.
2, 4.11;3, 31;A p5, 5; 22, 16. OTtíÀoç, ajukóco.
U. Kellermann
GTlikoç, OU, ó spilos mancha; lacra*
En Ef 5, 27 junto a qutÍç: La Iglesia sin
GJteQfioJuÓYOÇ, ou, Ó spermologos char-
«manchas ni armgas». En 2 Pe 2, 13 junto a
latán* pcõQoç: «manchas e inmundicias», refirién­
Hech 17, 18 en la pregunta de los filósofos
dose a los falsos maestros libertinos.
atenienses refiriéndose a Pablo; «iQué querrá
décimos este charlatán7», ajteQpoLóyoç es
la forma sustantivada dei correspondiente ad­ OJliÀ.OtO spiloo manchar, ensuciar*
jetivo, que significa «el que recoge semiUas». En sentido figurado se emplea en Sant 3, 6
El sustantivo designa una variedad de «grajo» y Jds 23.
(Aristófanes, Aristóteles) y luego -e n sentido
figurado- al charlatán (así, por ejemplo, en
Demóstenes, Or XVHI, 127; Dionisio de Ha- OJt^ayxvíÇo^ai sp la g ch n izo m a i compa-
licamaso, AntRom XIX, 5, 3; Filón, LegGai decerse, tener misericórdia*
203). Wettstein, NT sub loco-, Spicq, Notes II, 1. Aparíción en el NT - 2. Significado dei término -
807s. 3, Testimonios dei mismo en Ias parábolas de Jesús -
1469 aiú.ayxvíZo\ia\. 1470

4. Caracterización de Jesús como el representante de ficar al Samaritano con la persona de Jesús


la misericórdia de Dios. (Sellin, 25-27).
B ib l : o n X á y x v o \ , cf. además; G. Sellin, L u kas
a is G leich n iserzã h ler (II); ZNW 66 (1975) 19-60, so­ 4. Los testimonios en Marcos, Mateo y Lc
bre todo 26s y 49s. 7, 13 presentan a Jesús como quien acoge con
misericórdia a Ias personas que se hallan en
1. En el NT, el verbo (que es deponente pa- alguna aflicción y les presta ayuda.
sivo) aparece únicamente en los Evangelios
sinópticos un total de 12 veces, de Ias que Mc 6, 34 introduce (en forma quizás redac-
cuatro se encuentran en Marcos, cinco en Ma- cional) el relato dei milagro con que se da a
teo (tres de ellas recogiéndose dos pasajes de comer a cinco mil personas, aludiendo clara­
Marcos, una en el material peculiar y otra re- mente a Ez 34, de tal manera que el Jesús que
daccional) y tres veces en Lucas (material pe­ se apiada aparece como el representante (es-
culiar). catológico) de Dios mismo; en Mc 8 ,2 (el mi-
lagro de dar de comer a cuatro mil personas).
2. El verbo en voz activa (2 Mac 6, 8) signifi­ Marcos pone en lábios de Jesús mismo la afir-
ca, como OJtX.ayxveúm, «celebrar un banquete mación: «Tengo compasión de esa multitud».
cultuai» (-> ankáyyyoy 2). El significado espe­ Mateo recoge los dos pasajes de Marcos (Mt
cial dei verbo deponente procede dei sentido pe­ 9, 36 y 14, 14a, repetido en 15, 32) y anade
culiar, que se inicia ya en el sustantivo y que casi
siempre se indica claramente por medio de sinô­ redaccionalmente en 20, 34 al texto de Mc 10,
nimos, de sentir «misericórdia, compasión» (-> 52 Ias palabras «él tuvo compasión» como
OJtXáyxvov 3.c). Este sentido se baila documen­ motivo para la curación de los ciegos. Está en
tado una vez en la LXX (Prov 17, 5), seis veces consonância con ello Lc 7, 13 (Jesús se apia­
en el TestZab (cf., a propósito, Kõster, 551s), así da de la madre dei joven que había muerto) y
como en el TestAbr (B) 12. Símmaco (1 Re 23, la motivación que aparece en Mc 1, 41 (cura­
21; Ez 24, 21) presupone ya quizás el sentido que
se da a este término en el NT (o en el TestZab). ción de un leproso) y 9, 22 (el padre dei epi­
léptico ruega: «jTen compasión de mí!»). En
3. aJtÀaYXVíÇo[xai aparece en tres parábo­ los paralelos sinópticos de estos pasajes de
las de Jesús: en Mt 18, 23ss (v. 27) con el tér­ Marcos falta el verbo (^se tratará de una adi-
mino opuesto ÔQYÍÇo(iai (v. 34), refirién- ción posterior al texto canônico de Marcos?).
dose al amo dei criado inmisericorde; en Lc
Por tanto, la aplicación dei verbo a Jesús re­
15, lls s (v. 20), refiriéndose al padre dei hijo
presenta una caracterización «mesiánica» de
pródigo (aqui el hijo mayor, con su «cólera»
Jesús (así afirma Kõster, 554), que desde lue-
por la conducta dei padre, marca el contraste;
go es atípica de Ias expectaciones mesiánicas
v. 28). En la narración ejemplar dei Samarita-
judias. En el AT (Salmos Deuteroisaías) es,
no compasivo (Lc 10, 30ss), se menciona con
más bien, Dios mismo quien acoge con mise­
èojiX.aYXViaffT) el motivo decisivo para su
ricórdia a los humillados e insignificantes. En
buena acción con el hombre que había sido
el TestZab 8, 1 (cf. 8, 2) lo de ojtXayxví^Ea-
víctima de unos salteadores. Si en Mt 18,23ss
■ftai se convierte en un enunciado escatológi-
y Lc 5, lls s se designa claramente la conduc­
co acerca de Dios (cf. además TestAbr [B] 12,
ta de Dios hacia los hombres, vemos que en
así como el uso específico dei término en
Lc 10, 30ss se presenta evidentemente al sa-
Hermas; cf., a propósito, Kõster, 558, 22ss).
maritano como una persona que «ajusta» sus
Por consiguiente, el cristianismo primitivo,
acciones a la «medida» de la misericórdia di­
cuando aplica este verbo a Cristo, hace que él
vina y cumple así la voluntad de Dios. Está
-como el Hijo que es- actúe como Salvador
descaminada la interpretación alegórica dei
escatológico desempenando el papel de Dios.
Samaritano que utilice como punto de partida
la palabra clave an;teYX'Vt^op,ai para identi­ N. Walter
1471 OTikáyxvov 1472

ajtÀ.áYX^ov, o v , t ó splagchnon en plu­ siente hacia los corintios. En Flp 1, 8 Pablo


ral: los órganos internos, Ias entranas, el localiza «en los anXáyxva de Cristo Jesus» la
«corazón», el anhelo entranable, la m ise­ anoranza que él siente de los filipenses; el co­
ricórdia* razón mismo dei Kyrios es, en cierto modo, el
que «habla» en el corazón de Pablo y anhela
1. Aparición en el NT - 2. El término en sentido fí­
sico - 3. En sentido figurado. estar en comunión con los hermanos; así se
describe la razón más profunda de este anhelo.
B ibl.: Th. Koehler, M isérícorde, en DBS X, 1313- En Filemón, el interés emocional de Pablo
1328; H. Kõster, a n k á y % v o v xtX., en ThWNT VII, por la suerte dei esclavo Onésimo, que fue de-
548-559; E. C. B. MacLaurin, The S e m itic B a ck-
g ro u n d o f Use o f 'en sp la n c h n o is’: PEQ 103 (1971) vuelto a su amo, se muestra en el triple uso de
42-45; M. J. I. Menken, The P o sitio n o f a n k a y x v i - la expresión xà attXáy%va. Se hace constar a
^Eofiai a n d ojiXáyxva in th e G ospel o f Luke: NovT Filemón que su manera de ser (^o una con-
30 (1988) 107-114; Spicq, N o te s II, 812-815; H. I.
Stoebe, rhm p iei. en DTMAT B, 957-966. ducta especial?) «conforta» (v. 7) los onXáy%-
v a (los corazones) de los santos; eso mismo
1. En el NT aparece únicamente el plural espera Pahlo en el presente caso (v. 20). Pablo
(como casi siempre en la literatura griega): llama a Onésimo su propio «corazón» (v. 12,
una vez en Lucas (Lc 1, 78) y una vez en He- xà èpà onXáyxyui', de manera parecida habla
chos (Hech 1, 18); ocho veces en Ias Cartas Jacob sobre su hijo predilecto José, en Filón
paulinas (2 veces en 2 Corintios; 2 en Filipen- Jos 25); jcf. Fim 10!
ses; 3 en Filemón [!]; 1 en Colosenses) y tara-
El término tiene sólo un sentido relativamente
bién en 1 Jn 3, 17. neutro en 2 Cor 6, 12; literahnente; «No hay es-
casez de espacio en mí para vosotros, sino que
2. En sentido físico t à onXáyxyoi designa donde lo hay es en vuestros propios corazones»,
los órganos internos, Ias entranas, dei hombre es decir; No yo, sino vosotros os preocupáis mal
y dei animal, en cuanto son importantes en el de vosotros mismos; no hacéis cosas buenas por
culto sacrificial (de ahí los derivados en la vosotros mismos. Sin embargo, los exegetas en-
LXX). - En el NT sólo aparece rma vez, en tienden casi siempre este pasaje en el siguiente
sentido general, en Hech 1,18; cuando Judas sentido: «Yo no tengo el corazón estrecho con
vosotros (= yo no me he cerrado a vosotros), sino
se quitó la vida, «todas sus entranas se despa- que vosotros lo tenéis conmigo)».
rramaron» (cf. 4 Mac 5, 30; 10, 8; 11, 19).
c) En el NT (con excepción de 1 Jn 3, 17)
3. El sentido figurado se basa en que los el significado especial de compasión, piedad,
anká yxva se consideraban como la sede de misericórdia no aparece sino en combinación
los sentimientos. con los correspondientes sinônimos (usados
a) En la literatura griega más antigua se locali- como atributos o en parátaxis).
zaban allí principalmente los sentimientos violen­
tos, agresivos. Tan sólo en la época helenística se Un testimonio profano dei siglo V a.C. (ÃgU
ve en los ojtXáyxva el lugar donde uno «se IV, 1139, 17) no se puede interpretar con seguri-
dad (Kôster, 549 nota 11). Así que ese significado
ablanda, se suaviza» (así Eclo 30, 7; Sab 10, 5c;
JyA 6, 1) o donde uno experimenta el desaliento se desarrolló probablemente por influencia dei
(SalSl 2, 14); son también la sede dei amor ma­ hebreo ralfmim (Mac Laurin), que parte más in­
tensamente que el término griego dei significado
terno (natural) (4 Mac 14, 13; 15, 23.29) y dei
afecto en general. de «seno materno» (Stoebe). Pero en la LXX no
aparece todavia el significado de «misericórdia»
(excepto en Prov 12, 10), aunque sí aparece en
b) El uso que Pablo hace dei término enla-
los Testxn, especialmente en el TestZab 7 y 8
za con todo ello: en los attXayxya se localiza (cf., a propósito, Kõster, 551s).
la inclinación positiva hacia otros, el anhelo
cordial de comunión con Ias personas amadas. En el cântico dei «Benedictus», en Lc 1, 78,
2 Cor 7, 15 habla dei afecto cordial que Tito la manifestación salvífica escatológica de
1473 anXáyxvov - onoDÔaítDç 1474

Dios se explica por Ias «.entrarias de miseri­ par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1 (Jesus pasaba en día de
córdia (ojrXáyxva èXéorjç) de nuestro Dios» sábado «por los sembrados»), ThWNT Vll,
(cf. TestZab 8, 2a; OrMan 7). 538 y 547.
En Flp 2, 1 Pablo exhorta a los filipenses a
la armonía recurriendo a los OTÚ.áyjya x al
ouxLQpoí. Con ello una de dos: o bien se ape­ ffTtÓQOÇ, o v , ó sporos semilla, simiente*
la a la disposición de los lectores para la com- Mc 4, 27 y Lc 8, 11 en la parábola dei sem-
pasión (R. Bultmann, en ThWNT V, 163), o brador. Mc 4, 26: «echar la semilla sobre la
bien se aduce como argumento la propia soli- tierra»; en vez de eso Lc 8, 5 dice (como Dt
citud entranable dei apóstol bacia los filipen­ 11, 10 LXX): «sembrar (ojisí^co) la semilla».
ses, o quizás se apela (en sentido general) a la - 2 Cor 9,10: «El que proporciona simiente al
misericórdia de Dios. sembrador y pan para el alimento, os propor­
En el catálogo de Ias cualidades de una con- cionará y os multiplicará la simiente y hará
ducta de amor, en Col 3, 12s, aparece en pri- crecer los frutos de vuestra justicia». ó
merísimo lugar: oixTiQp.on («mi­ ojtÓQOç •ôpóôv, en el v. 10b, es una metáfora
sericórdia que brota dei corazón»), junto a —> ■ que se refiere a Ias ayudas distribuídas entre
XQTiaxótpç y a otras cualidades. los necesitados. ThWNT VII, 538 y 547.
Sin adición alguna que la defina en concre­
to, pero entendida claramente como senti-
a jio v ô á ^ to spoudazõ apresurarse, esfor-
mientos eficaces de misericórdia, que deben
zarse*
estar vivos en el corazón de todo cristiano,
El verbo va seguido de infinitivo en: Gál 2,
aparece la expresión xà OJtÀáyxva en 1 Jn 3,
10; 1 Tes 2, 17; E f 4, 3; 2 Tim 2, 15; 4, 9.21;
17.
Tit 3, 12; Heb 4, 11; 2 Pe 1, 10.15; 3, 14. En
N. Walter estas citas el verbo va en imperativo en: 2
Tim 2, 15; 4, 9.21; Tit 3,12; 2 Pe 1, 10; 3,14;
ojioyyoç, ov, o spoggos esponja* se encuentra un participio con sentido de im­
En Mc 15, 36 se habla de la esponja empa- perativo en: Ef 4, 3; y un aoristo de subjunti-
pada en vinagre que se ofreció al Crucificado; vo en: Heb 4, 11. Cf. ThWNT V ü, 559-568;
así se lee también en Mt 27, 48; Jn 19, 29. Spicq, Notes II, 816-825.

(TJIOÔÓÇ, oC, spodos ceniza* a jiovôaioç, 3 spoudaios diligente, solíci­


En la frase corriente «en saco y ceniza» en to*
Mt 11, 21 par. Lc 10, 13 como expresión de 2 Cor 8, 22a con èv JtoXÀotç JtoX,Mxiç. El
sentimientos de penitencia. Heb 9, 13 (tam­ comparativo ojtonôaióxegoç (jnuy diligente)
bién Bem 8, 1) habla de la ceniza de la vaca aparece en 8, 17.22b. ThWNT VII, 559-568;
roja (Núm 19, 9). Spicq, Notes II, 816-825.

ajlOQÚ, ã ç , lí spora semilla, simiente*


aJloBÔaííOÇ spoudaios (adv.) apresurada-
ojtogá significa originalmente la actividad
mente, con empeno*
de la siembra, y luego también lo sembrado, la
Lc 7, 4: jraQaxaXéco anovòaícoç, «supli­
simiente-, 1 Pe 1, 23. ThWNT VII, 538 y 547.
car con insistência». El advérbio aparece en 2
Tim 1, 17 y Tit 3, 13 con el significado de so-
(TTCÓQl^OÇ, 2 sporimos sembrado; en sent. licitamente. El comparativo {con especial pri-
sust., lo sembrado* sa) aparece en Flp 2, 28: «Con mucha mayor
En el NT el término se usa únicamente en prisa os lo enviaré (a saber, a Epafrodito)».
sentido sustantivado xà OJtÓQtpa; Mc 2, 23 Spicq, Notes II, 818.
1475 03t0\)0lí - OXTOQÓÇ 1476

orjiouôlfj, spoudê prisa, empeno* significado de disensión / discórdia aparece


Las 12 veces que aparece el sustantivo se en Hech 15, 2; 23, 7.10; 24, 5. ThWNT VII,
distribuyen entre los dos grupos de significa­ 568-571; Spicq, Notes II, 826-828.
dos: prisa (Mc 6, 25; Lc 1, 39) y empeno
(Rom 12, 8.11; 2 Cor 7, 11.12; 8, 7.8.16; Heb a T a tf jg , Ô statêr (el) estater*
6,11; 2 Pe 1, 5; Jds 3). ThWNT VH. 559-568;
El oxaxfiQ es una moneda de plata con un
Spicq, Notes n , 816-825.
valor de cuatro dracmas (->• ôpaxixfj 2): Mt
11, 27; 26, 15 v.l. (D al). E. Klostermann, Das
OTtVQÍç, íô o ç , 1^ spyris cesto, canasta* Matthãusevangelium'* (HNT), 147.
Se habla de canastas con ocasión dei mila-
gro de la multiplicación de los panes y de los atavpóç, ov, ó stauros cruz*
peces: Mc 8, 8.20 par. Mt 15, 37 y 16, 10. -
Según Hech 9, 25, sacaron a Pablo de la ciu- 1. Aparición en el NT; sobre la terminologia y la ar­
queologia de la pena de crucifixión - 2. Uso literal,
dad de Damasco descolgándolo en un cesto a principalmente en los Bvangelios - 3. Uso metafórico
través de una abertura en el muro; cf. 2 Cor - 4. Como palabra clave para designar determinadas
11, 32s. Spicq, Notes II, 787s. realidades teológicas en las Cartas pauUnas - a) Cartas
paulinas autênticas - b) Cartas paulinas inauténticas.

B ibl.: R. S. Barbour, W isdom a n d the C ross in 1 Co-


o tá Ô lo v , OV, TÓ stadion estádio, pista de rinthians 1 a n d 2, en F S Dinkler, 57-71; Bauer, W õr-
carreras* terbuch, 1515s; E. Benz, D e r gekreuzigte G erechte bei
oxáôiov es primeramente una medida de P la to , im N T u n d in d e r a lte n K irch e (AAWLM.G
longitud (600 pies griegos, 192 m): Mt 14, 1950, 12), Mainz-Wien 1950; J. Blinzler, D e r Prozefi
Jesu, Regensburg ‘*1969; E. Brandenburger, Sxanpóç,
24; Lc 24, 13; Jn 6, 19; 11, 18; Ap 14, 20; 21, K re u zig u n g J e s u u n d K re u ze sth e o lo g ie : WuD 10
16. En el sentido de pista de carreras (atesti- (1969) 17-43; H. Cohn, The Trial an d D eath o f Jesus,
guado desde Píndaro) oxáSiov aparece en 1 London 1972 (también New York 1977; en hebreo: Tel
Cor 9, 24 (también MartPol 6, 2; 8, 3 y pas- Aviv 1968); G. Delling, D e r K reu zesto d J esu in der
urchristl. V erkündigung, Gõttingen 1972; W. Dietrich,
sim)\ àym v 4. K reu zesverkü n d ig u n g , K re u ze sw o rt u n d K reuzesepi-
gra p h : R a n d b em erk u n g e n zu m «K reu z C h risti» bei
Paulus, en F S R engstorf, 214-231; E. Dinkler, K reuz-
a t a j i v o ç , o v , stamnos vasija, jarra* zeichen un d K reuz - Tav, C hi un d Stauros, en Id., Sig-
En Heb 9, 4 se habla de la vasija de barro n u m C rucis, Tübingen 1967, 26-54; Id., J e s u W ort
vom K reuztragen, en ibid., 77-98; E. E. EUis, «C hrist
en la que se guardaba el maná (Ex 16, 33
C ru cified » , en Id., P ro p h e cy a n d H e rm en e u tic in
LXX). E a rly C hristia n ity (WUNT 18), Tübingen 1978, 72-
79; D. Flusser, D e r G ekreuzigte u n d die Juden: FrRu
28 (1976) 152-157 (=Immanuel [en alemán] 5 [1976]
(TTaaiaaTiííç, o v , ó stasiastSs amotinado, 7-12); G. Friedrich, D ie Verkündigung d es Todes Jesu
sedicioso* im N T (Bibl. Theol. Studien 6), Neukirchen-Vluyn
“1985; O. Genest, V in te rp ré ta tio n de la m o rt de Jésus
Mc 15, 7: Barrabás se hallaba encadenado en situ a tio n d iscu rsive. Un ca s-typ e: L ’a rticu la tio n
junto con los sediciosos que habían cometido d e s fig u res de cette m o rt en 1-2 C orinthiens: NTS 34
un asesinato. Spicq, Notes II, 826-828. (1988) 506-535; J. B. Green, The D eath o f Jesus. Tra-
d itio n a n d In te r p re ta tio n in th e P a ssio n N a rra tiv e
(WUNT n/33), Tübingen 1988; D. J. Halperin, Cruci-
fix io n , the N a h u m Pesher, a n d the R a b b in ic P en a lty o f
o r á o i ç , £toç, 1^ stasis subsistência; rebe- Strangulation: JJS 32 (1981) 32-46; E. Haulotte, D u
lión; discórdia* récit quadriform e de la P assion au co n cep t du Croix:
El significado de subsistência se da unica­ RSR 73 (1985) 187-228; M. Hengel, M ors turpissim a
crucis. D ie K reu zig u n g in d e r a n tiken W elt u n d die
mente en Heb 9, 8 {«hallarse en pie»), En el
«Torheit» des «W ortes vom K reuz», en F S K ãsem ann,
sentido de rebelión oxáaiç se encuentra en 125-184 (versiones corregidas y aumentadas: Id., Cru-
Mc 15, 7 par. Lc 23, 19.25; Hech 19, 40. El cifixion. In the A ncien t W orld a n d the F olly o f the M es-
1477 oxauQoç 1478

sa g e o f th e C ross, London 1977; Id., L a crucifixion bastante frecuencia. Constantino el Grande la


d a n s 1'antiquité e t la fo lie d u m essage de la croix. Pa­ abolió en el ano 320, por respeto a la cruz de
ris 1981); H. M. Jackson, The D eath o f J esu s in M ark Cristo. Según los testimonios existentes de la
a n d the M ira c le fro m the Cross: NTS 33 (1987) 16-37; época dei cristianismo primitivo, la crucifixion
E. Kasemann, D ie H e ils b e d e u tu n g d e s Todes Jesu era el medio de ejecución que se apücaba a escla-
nach P a u lu s, en Id., P au lin ische P erspektiven, Tübin-
vos y libertos y, además, precisamente en Palesti­
gen ^1972, 61-107; H.-W. Kuhn, J esu s ais G ekreuzig-
ter in d e r frü h ch rístl. Verldlndigung bis zu r M itte des
na, Ia pena capital que se aplicaba a los sedicio-
2. Jh.s: ZThK 72 (1975) 1-46; Id.. D e r G ekreuzigte sos. Desde el comienzo dei dominio romano has­
von Giv‘at ha-Mivtar. B ila n z e in e r E ntdeckung, en F S ta poco antes de estallar la Guerra de los Judios
D inkler, 303-334, con ilustraciones 14-17; Id., D ie en el ano 66 a.C., todos los testimonios conocidos
K re u ze sstra fe w ã h re n d d e r fr ü h e n K a ise rze it. Ih re sobre la ejecución de crucifixiones en Palestina
W irklichkeit u nd W ertung in d e r U m w elt des V rchris- se refieren a los rebeldes y a sus simpatizantes
tentum s, en ANRW 11/25, 1, Berlin-New York 1982, crucificados por los romanos, de tal modo que,
648-793 (blbl.); Id., K reu z (H), en TRE XIX, 713-725; basándose en esto, puede afirmarse prácticamen-
Liddell-Scott, 1635; U. Luz, T heologia crucis ais M it­ te con seguridad que Jesús fue ejecutado por los
te d e r Theologie im NT: EvTh 34 (1974) 116-141; W. romanos como agitador poMco (aunque, eviden­
Michaelis, Zeichen, Siegel, Kreuz: ThZ 12 (1956) 505- temente, él no se comportó como tal). La crucifi-
525; P. S. Minear, The C ru cified World: The E nigm a xión de Jesús debió de corresponder a la forma en
o f G ala tian s 6, 14, en F S Dinkler, 395-407; L. Morris,
The Cross in the N T , Exeter 1965 (reimpresiones); F.-
que entonces se aplicaba conientemente este cas­
I. Ortkemper, D as K reu z in d e r V erkündigung des tigo (cf. también, en lo que respecta a Palestina,
A p o steis P a u lu s (SBS 24), Stuttgart ^1968; J. Schnei- el hallazgo actual de Giv‘at ha-Mivtar). Se trata-
der, ota-üoóç « k . , en ThWNT VII, 572-584; W. ba de un poste vertical, enclavado en la tierra,
Schrage, D a s V erstãndnis d es Todes Jesu C hristi im con un paio trasversal, es decir, de una crux com-
NT, en E. Bizer y otros, D a s K reuz Jesu C hristi ais missa (una cruz en forma de T). El NT, además
G ru n d d e s H eils, Gütersloh ^1969, 49-90; Id., Leid, dei término oxaUQÓç, empleado corrientemente
K re u z u n d E sch a to n . D ie P e r is ta s e n k a ta lo g e a is en los textos de aquel entonces para designar a la
M e rk m a le p ln th eo lo g ia c ru c is u n d E sch a to lo g ie: «cruz», conoce también el término Çúkov
EvTh 34 (1974) 141-175; Id., «...den Ju d en ein Skan- (3.a), que en ocasiones se empleó también para
dalon» ? D e r A nstofi des K reuzes nach I K o r 1, 23, en designar a la cruz en determinadas circunstancias
E. Brocke-J. Seim (eds.), G o ttes A u g a p fel. B eitrãge (siempre en el libro de Hechos).
zu r E m e u e r u n g d e s V erh ã ltnisses von C h risten und
Ju d en , Neukirchen-Vluyn 1988, 59-76; P. Stuhlma-
2. El sustantivo, en sentido propio, se apli­
cher, A c h tze h n T hesen zu r p ln K reuzestheologie, en F S
ca únicamente a la cruz de Jesús (y se refiere
K a sem a n n , 509-525; W. Vogler, J e s u Tod - G o ttes
Tat? B em erku n g en zu r frü h c h ristlic h en Interpretation
siempre en todos los pasajes dei NT a la cru-
d es Todes Jesu: ThLZ 113 (1988) 481-492; H. R. We-
cifixión de Jesús), aunque los Evangelios ha-
ber, K reuz. Ü b erlieferu n g u n d D e u tu n g d e r K reuzi-
blan también de la crucifixion simultânea de
g u n g Jesu im ntl. K ulturraum , Stuttgart-Berlin 1975;
H. Weder, D a s K reu z J esu b e i P aulus. E in Versuch,
los dos «ladrones», y se refieren en general a
üb er den G eschichtsbezug d es christi. G laubens nach-
la pena de crucifixion en una acusación de Je­
zu d en ken (FRKLANT 125), Gõttingen 1981; más bi­
bliografia en 5<0E(iávvn[u, Çiikov; cf. además sús contra Ias autoridades judias (->• OTau-
ThWNT X, 1270s. QÓo) 2.a, ouoTauQÓü) 1).
El sentido literal de OTauQÓç aparece en
1. En el NT el sustantivo aparece 27 veces, los Sinópticos en tan sólo dos contextos: uno
concretamente en los cuatro Evangelios (16 de ellos es el hecho de que Simón de Cirene
veces) y en el Corpus Paulinum (10 veces); cargara con la cruz hasta el lugar de la ejecu­
aparece además en Heb 12, 2). En todos los ción (Mc 15, 21 par. Mt 27, 32 / Lc 23, 26; cf.
pasajes el término, que designa de por sí un patibulum ferat per urbem, deinde adfigatur
poste enclavado verticalmente, se refiere al cruci, Pseudo[?]-Plautus, Carbonaria (apud
medio de ejecución empleado en aquel enton- Nonius Marcellus, 221]; cf. además especial­
ces especialmente por los romanos. mente Plutarco, De sera numinis vindicta, 9);
la frase empleada es oíqelv tòv oxauQÒv
Desde Ias Guerras Púnicas los romanos venían auToij, «cargar y llevar su cruz [de Jesús]»
aplicando la pena de crucifixion, al menos con (así Marcos y Mateo; aÍQCO xòv axangóv no
1479 OTaojgoç 1480

está documentado en textos ajenos al cristia­ ción en la cruz, una ejecución que en la época
nismo), o qpéQEiv xòv oxauQÓv, «llevar la romana se aplicaba característicamente a es-
cruz» (así Lucas; la frase aparece también en clavos.
Cariton IV, 2, 7); Jn 19, 17 describe la situa- Heb 12, 2 afirma que Jesús soportó la pena
ción de manera diferente; Jesus «mismo va de crucifixión (oxauQÓç) «a causa dei (en
llevando su cruz» (ê au x ^; cf. cf. Blinzler, vista dei Jtgo-, no debe traducirse àvxí por
363ss nota 32; con Paoxá^co también en Ca­ «en lugar de») gozo puesto delante de él y
riton IV, 2, 7; 3, 10; Artemídoro, Onirocr II, menospreció la ignominia (aioxúvT]) (asocia-
56). En el otro contexto sinóptico, en el cual da con esa pena de crucifixión)».
se habla de Ias afrentas contra Jesus clavado
en la cruz, el término oxauQÓç aparece única­ La Carta a los Hebreos habla también de la «ig­
mente en los dos primeros Evangelios (Mc nomínia» de la muerte de Jesús en 6, 6 (jiaga-
15, 30 par. Mt 27, 40.42), en ambos casos en ÔEiypaxítü) juntamente con àvaaxauQÓco) y
el desafio que se lanza a Jesus para que «baje en 11, 26; 13, 13 (ôveiSiapóç; sobre 13, 13 cf.
3). Heb 11, 26 (ôveiôiopòç xoê Xgiaxoü) mues-
de la cruz» (xaxaP aívEiv áitò xoõ oxau- tra que la ignominia de la pena de cracifixión, en
poü). Sobre la cuestión acerca de una teolo­ nuestro pasaje, debe entenderse primariamente a
gia marquina de la cruz, cf. —y oxaugóco 2.a). partir de la idea dei AT acerca dei oprobio que su-
En el Evangelio de Juan, oxauQÓç aparece fre el Cristo (Sal 88, 51s LXX; cf. Sal 68, 10
en otros tres pasajes de la historia de la Pa- LXX); ahora bien, como 12, 2 emplea la raiz
sión: tan sólo en este Evangelio se dice en 19, aiax-, que es característica de la ignominia de la
pena de crucifixión, en los textos contemporâneos
19 que la inscripción se puso «sobre la cruz» (cf., por ejemplo, aíoxioroç en Aquiles Tacio II,
(EJtl xob oxauQOÜ), lo que presuponen tam­ 37, 3), vemos que la valoración antigua de la pe­
bién Mt 27, 37 y Lc 23, 38, mientras que Mc na de cracifixión desempena aqui también un pa­
15, 26 habla sólo de una «inscripción» (lo de pel (cf. asimismo xaxaiaxúvco en 1 Cor 1, 27, la
poner una inscripción en la cruz es algo que paradoja en 1 Cor 2. 8 y ÔEiYpaxí^m en Col 2,1).
no está documentado en escritos ajenos al
cristianismo: Kuhn, Jesus, 5s nota 13). Según 3. Se han trasmitido de diversas maneras
Jn 19, 25, unas mujeres, primeramente la ma­ Ias palabras de Jesús acerca de llevar la cruz y
dre de Jesus, se hallan «junto a la cruz (itag à de ir en seguimiento suyo. Q ofrece la versión
X(p oxauQã)». Finalmente, según 19, 31, Je­ más antigua, que es negativa; «(no) tomar so­
sus y los que estaban crucificados junto a él bre si (o recibir) su cruz», en Mt 10, 38 (la
no debian permanecer en la cruz durante el frase con A.ap|3áva) no está documentada fue­
sábado o el «gran sábado» (?) (en pi] peívT] ra dei cristianismo), o «(no) llevar su cruz»,
EJtl xoü oxaupoü xà o ó p a x a hay una alu- en Lc 14, 27 (con PaorxáÇm como en Jn 19,
sión a Dt 21, 23). Sobre la teologia joánica de 17; ->• 2); Mc 8, 34 ofrece una versión positi­
la cruz cf. ->■oxaupóco 2.a. va: «cargar sobre sí (y llevar) su cruz» (con
Fuera de los Evangelios, oxaugóç en sen­ aígü) como en Mc 15, 21 par. Mt 27, 32;
tido propio se usa estrictamente en sólo dos 2). Partiendo de esta versión, el logion apare­
pasajes: en el himno a Cristo, de Flp 2, 6-11, ce por segunda vez en el Evangelio de Mateo
Pablo, en la confrontación con sus adversá­ y en el de Lucas: Mt 16, 24 par. Lc 9, 23 (aqui
rios (-> 4.a sobre 3, 18), completó quizás la también con aÍQCo); asimismo con aÍQco en
expresión «hasta la muerte» diciendo «hasta Mc 10, 21 v.l. Entre los escritos dei cristianis­
la muerte en la cruz» ('&aváxou ôè oxaUQOÜ, mo primitivo, la frase aparece también en el
v. 8) (tal es la opinión común hasta el dia de EvTom 55 en versión negativa (probablemen-
hoy; sobre el significado teológico de la in- te con PaaxáÇco). De manera muy divergente
serción, cf. Weder, 209-217); así que por pri- (sin la frase de llevar la cruz) en Jn 12, 26 y
mera vez en el contexto paulino se asocia la evidentemente también en Heb 13, 13 (xòv
figura de esclavo de Jesús (v. 7) con la ejecu- ôvEiôiopòv aüxoü qpÉQEiv, ->^ 2 a propósito
1481 orawooç 1482

de Heb 12, 2, y además, con (péçco, cf. tam- se piensa, por tanto, especialmente (de mane-
bién 2 a propósito de Lc 13, 26). ra más bien ajena a Pablo) en la muerte de Je­
sús en la cruz, que obra el perdón de los peca­
Es improbable la interpretación que hace Din- dos (cf. v. 13), y se presupone sobre todo la
kler (Jesu Wort, 77ss) de Ias palabras en la ver- práctica difundida de clavar en la cruz a los
sión con Xappávco, entendiéndolas como autênti­ delincuentes (cf. Kuhn, Der Gekreuzigte,
co logion de Jesus que hablaría de un seUo esca- 328s), en este caso a Jesús, y no se entiende
tológico, con arreglo a Ez 9, 4ss, marcado con el
por ello probablemente (en contra, por ejem-
«signo» de Dios (en hebreo tãw: primeramente,
«signo», y en segundo lugar una letra dei alfabe­ plo, de Michaelis, 523) el hecho de clavar en
to paleohebreo, en forma de una cruz yacente o la cruz una inscripción en la que se declarase
alzada); el sentido original de la frase seria kap- la culpa en que había incurrido el reo (-> 2 a
pávEiv TÒ OT]p.eiov aÚToü (cf. SalSl 15, 6). propósito de Jn 19, 19; 3TQoot]ÀÓ(o en el pri-
mer sentido y también en sentido figurado en
La frase se emplea en el sentido de un se- FUón, Post 61; Som II, 213).
guimiento o imitatio en el sufrimiento (cf.,
además de la yuxtaposición dei llevar [o to­ Según este pasaje (Col 2,15), Dios -en la cruz
mar] la cruz y dei ir en seguimiento, en Q y en de Cristo- «expuso a pública vergüenza a los
Marcos, la adición posterior «como yo» en el principados y potestades» (èôeiypáTioev èv jrap-
g T ) a í ç ( , cf. la yuxtaposición de àvaoTauQÓü) y
EvTom), y no en el sentido de un martírio su-
JtaQaÔELYluxxíÇo) en Heb 6, 6) «y los llevó con­
frido una sola vez (cf. Jeremias, Teologia, sigo en su desfile triunfal» (v. 15), lo cual puede
28 Is), es decir, la frase está usada en sentido entenderse como una inversión paradójica de la
metafórico o figurado (cf. esto con especial ignominia de la pena de crucifixión (->• 2 a pro­
claridad en la adición posterior «cada día» en pósito de Heb 12, 2).
Lc 9, 23), porque el sentido dei logion no
puede ser el de que cada persona que siga a 4. En Ias palabras acerca de la cruz («de
Jesus deba aguardar en concreto la pena de Cristo» o una expresión semejante) en Ias
crucifixión o incluso tenga que cargar lite­ Cartas paulinas, que son el testimonio literá­
ralmente sobre sus hombros el madero de la rio más antiguo de la crucifixión de Jesús, el
cruz hasta el lugar de la ejecución. El logion sustantivo significa más que un simple medio
vuelve la mirada hacia la muerte de Jesús (y de ejecución con el cual se hizo morir a Jesús;
sólo así era comprensible), porque la palabra axangóç es aqui una palabra clave (y, al mis-
«cruz» y sobre todo la frase «llevar su cruz», mo tiempo, una razón histórica) de determi­
en sentido figurado, no debe presuponerse co­ nadas realidades teológicas (el sustantivo y el
mo parte dei lenguaje semítico de aquella verbo «se usan primariamente como concep-
época (y tampoco como parte dei lenguaje tos teológicos»; Ellis, 72) y, por tanto, se em-
griego). plean como claves cifradas (cf. Brandenbur-
En Col 2, 14 oxaojQÓç se emplea en una ger, SxauQÓç, 35; Kuhn, Jesus, 29; cf. tam­
frase con sentido figurado, pero nuevamente bién la clasificación de los términos en
con clara referencia a la muerte histórica de Bauer); objetivamente se trata de la muerte
Jesús en la cruz. Con arreglo a lo que supone- histórica de Jesús, precisamente como muerte
mos que es una tradición recogida en este pa- en la cruz.
saje, Dios clavó en la cruz el «documento de
deuda» por nuestros yerros, «que contenía a) Excepto en Flp 2, 8, Ias Cartas paulinas
cargos contra nosotros (con respecto a [deter­ autênticas emplean OxauQÓç como una abre-
minados] estatutos [->- ôóypa 4], como anade viación para referirse a determinados aspectos
probablemente el autor de Colosenses)», es del acontecimiento de la salvación, es decir,
decir, Dios extinguió por completo nuestros al «empujón» [que hace tropezar] que Jesús
yerros mediante la muerte de Jesús en la cruz; crucificado es, según Pablo, para el pensa-
1483 tna-UQoç 1484

miento judio, y a la «locura» que los «grie- más a sus adversários porque se ufanan por la
gos» o «gentiles», ven en esta acción salvífica circuncisión de los cristianos gentiles (6, 13),
de Dios (cf. 1 Cor 1, 22s). En los tres contex­ el apóstol dice de si mismo en 6, 14 que su
tos en Gálatas y en 1 Cor 1-2, en los que Pa- gloriarse «se orienta sólo bacia la cruz de
blo usa principalmente la palabra clave nuestro Senor Jesucristo».
«cruz» o «crucificar» (cf. Kulm, Jesus, 27- El sustantivo se encuentra en la relación «la
41), el sustantivo aparece en Ias dos frases «la cruz de Cristo y la sabiduría», en 1 Cor 1,
cruz de Cristo y la ley» (Gálatas) y «la cruz 17s. Según el v. 17, «la cruz de Cristo podría
de Cristo y la sabiduría» (1 Cor 1-2). En Gál quedar privada de su efecto», más exactamen-
5, 11 «el empujón (‘escándolo’ es un término te, podría «quedar vacía» de su efecto (cf. su­
que considera excesivamente el aspecto psi­ pra, a propósito de Gál 5, 11), si la eficacia
cológico) que la cruz de Cristo proporciona» dei apóstol se vinculara a «palabras de sabi­
(xò oxávôaXov xoú axauQoü; téngase en duría». En la frase ó ló y o ç ó xoü axangou,
cuenta el uso absoluto dei término en Pablo), en 1, 18, la repetición dei artículo (falta prin­
en contra dei uso judio de oxávôaXov), no cipalmente en p'*®y B), por la cual se hace én-
sólo se entiende como «empujón» para la pér- fasis en el genitivo xon axangoõ (cf. Kühner,
dida de la salvación, sino también en el senti­ Grammatik II/l, 617), hace referencia anafó-
do positivo de un impulso que se recibe en la ricamente a toda la frase con xoõ Xpiaxon
cruz y que es capaz de obrar la salvación (cf. (BlaB-Debrunner § 271, Ib): «la palabra que
K. Müller, Anstofi und Gericht, München habla precisamente de la cruz».
1969); lo demuestra asi la fórmula que se usa
en este lugar: «De lo contrario, el impulso que Se piensa con ello en la predicación acerca de
proporciona la cruz, queda eliminado» (un Jesus, quien por medio de su muerte, acaecida en
paralelo objetivo de xaTaQyéco es xavóco, 1 el tiempo y en la historia, se humilló precisamen­
Cor 1, 17; ambos verbos aparecen en Rom 4, te en la cmz (sobre la paradoja de 1 Cor 2, 8 -»
axauQÓo) 2.c), volvió su atención (según 1, 26-2,
14). 5) hacia los débiles, pero «avergonzó» a «los sá­
bios» y a «lo fuerte» (sobre xaxaioxúvco en 1,27
El uso de cruz en este pasaje -en contra de los ->■ 2 [a propósito de Heb 12, 2]), y de este modo
judeocristianos de Ias comunidades de Galacia- se excluye que la salvación sea unilateralmente
expresa la realidad de que Cristo, como Cmcifi- un hecho consumado («ya»; cf. 4, 8), cosas que
cado, según también una comprensión judia anti- Pablo, por tanto, pone de relieve -desde una pers­
gua de Dt 21, 23, está maldecido por la ley y, pre­ pectiva cristológica, sociológica y escatológica-
cisamente por su aceptación de esa maldición, li­ en contra de una teologia corintia de la sabiduría.
bera a los creyentes de tener que seguir la ley Precisaraente esta predicación de la cruz es ôú-
como camino de salvación (literalmente aqui: li­ vapiç •&6O'0 para los creyentes (cf. también el v.
bera de la maldición de la ley, Gál 3, 13; ->■jcçe- 24; lo mismo que se dice dei «Evangelio» en
pávvupi 2); desde la perspectiva de esta maldi­ Rom 1, 16).
ción, Jesus, precisamente como el Cmcificado, es
oxáv6aX.ov «para los judios», como escribe Pa­
blo más tarde en 1 Cor 1, 23. Parece que en la Carta a los Filipenses Pa­
blo tiene que vérselas con adversários que se
oxanpóç aparece dos veces en el final de la parecen en algunos aspectos a aquellos de los
Carta a los Gálatas, escrito de puno y letra de que se habla en la Carta primera a los Corin-
Pablo. Como Gál 6, 12 (cf. 5, 11) presenta tios. Pablo los llama en Flp 3, 18 «enemigos
manifiestamente, los cristianos podían «ser de la cruz de Cristo» (->^ 2 a propósito de 2,
perseguidos» por los judios «a causa de la 8). A diferencia de los enunciados acerca de la
cruz de Cristo» (dativo de causa); esto que- muerte, dei morir y de la entrega de Jesus (por
rian evitarlo los adversários judeocristianos ejemplo, en 1 Cor 15, 3-5), puede decirse
exigiendo a los cristianos gentiles que se cir- práeticamente que los enunciados acerca de la
cuncidaran. Mientras que Pablo censura ade- cruz -en Pablo—no están nunca asociados di-
1485 a x a u Q O ç — aravQ O U ) 1486

rectamente con un enunciado acerca de la re- 1. En el NT otauQÓco aparece 46 veces, 35


surrección (sobre la excepción de 2 Cor 13, 4 de ellas en los Evangelios (10 en Mateo, 8 en
->■ oxauQÓo) 2 .C ), pero la presuponen. Parece Marcos, 6 en Lucas, 11 en Juan), 2 veces en
que la teologia paulina de la cruz procede dei Hechos, 8 en Pabio y también en Ap 11, 8. El
apóstol mismo y, por tanto, no tiene precurso­ verbo, que en si significa «levantar una empa-
res en la tradición (a lo sumo podría existir lizada», se emplea en sentido propio en el NT
una línea de tradición que fiiese desde el de­ para significar la pena de crucifixión y se re­
nominado esquema de contraste en Hech 5, fiere casi siempre a la crucifixión de Jesús
30 y 10, 39 hasta Gál 3, 13; -v ^vXov 3.a). (con excepción de la referencia que se hace a
los dos ladrones crucificados junto a él: cf.
b) El autor de Colosenses insertó la frase además Mt 23, 34). También el sentido figu­
«por medio de la sangre de su [muerte en la]
rado dei verbo en Pabio (en la Carta a los Gá-
cruz» en el himno a Cristo que él había reci- latas) se deriva dei hecho de la crucifixión de
bido por tradición (Col 1, 20). El himno se re- Jesús.
fiere a la reconciliación cósmica que Dios
efectuó por medio de Cristo, y esta frase (que Sobre la arqueologia de la pena de crucifixión
no es paulina) contamina la teologia pauHna ->■ axauQÓç 1. De los verbos que se emplearon
de la cruz interpretando la muerte de Jesús característicamente para designar la pena de cm-
como un sacrifício sangriento (-> a lp a 6; la cifixión durante el siglo I y la mitad dei siglo II
pena de crucifixión no era una clase de muer­ p.C., el NT emplea casi exclusivamente oxau-
QÓü), que se halla atestiguado también varias ve­
te especialmente sangrienta: en contra de ces en Josefo. Emplea también cuatro veces el
Hengel, Mors, 144; cf. Kuhn, Kreuzesstrafe, verbo HQ8p,ávvup,i (2) (claro que en tres pasa-
695s). Sobre Col 2, 14 3. Un himno a Cris­ jes dei NT en que se cita Dt 21, 23), que aparece
to, completado por el autor de la Carta a los con mayor frecuencia en Plutarco y en Apiano.
Efesios, habla en Ef 2, 16 de la reconciliación Por el contrario, ->• àvaaxavgóo), que es un ver­
entre los gentiles y los judios «en un solo bo usado corrientemente por Josefo y que se en-
cuentra también en Plutarco, no aparece más que
cuerpo» y «con Dios» por medio de la cruz en Heb 6, 6 (en sentido figurado), y el verbo
(èv auTõ), en el contexto actual, se refiere jtQOOTjXóco, que aparece alguna vez que otra,
más a la cruz que al sujeto Cristo [en contras­ principalmente en Filón, Josefo y Plutarco, no se
te con el V. 1]; obsérvese la conexión con la encuentra más que en Col 2, 14 (igualmente en
problemática de la ley (v. 15). sentido fígurado; -> axauçóç 3); en el NT falta el
verbo ávaauo),on;í^ü), que aparece varias veces
Probablemente la mención dei «comprender» en Filón. Además, el NT emplea los verbos -*■
«la longitud, la anchura, la altura y la profundi- ouoxauQÓü) y JtQoajtfiYVupi (este último sólo
dad» sea también -desde luego en el sentido en en Hech 2, 23).
que lo entiende el autor- una referencia a la cruz
de Cristo en sentido cósmico (cf. Mart. Andr 2. a) De la crucifixión de Jesús: en la pre-
Prius 14; Mart. Pedr. 38 [9]), lo cual el autor de dición que Jesús hace de su muerte en Mt 20,
la Carta lo interpreta en el v. 19 como «conoci- 19; 26, 2; cuando los dos ángeles junto al se­
miento» dei sacrifício amoroso de Cristo en la
cruz (cf. 5, 2.25). pulcro recuerdan esa predicción en Lc 24, 7;
en la exigencia a gritos que hace «el pueblo»,
H.-W. Kuhn Ias autoridades judias, ambos «conjuntamen­
te» o «los judios» en Mc 15, 13s par. Mt 27,
OtaDQÓea s t a u r o o crucificar* 22s / Lc 23, 21.23; Jn 19, 6a.l5a; en boca de
1. Aparición en el NT ; terminologia dei supHcio de Pilato en Jn 19, 6b.10.15b; en la noticia de
la crucifixión - 2. Uso en sentido propio - a) Evange- que se entrego a Jesús para ser crucificado en
lios - b) Hechos - c) Pabio - d) Apocalipsis - 3. Uso Mc 5, 20 par. Mt 27, 31; en el relato dei acto
en sentido figurado. de la crucifixión en Mc 15, 24s par. Mt 27, 35
Bibl.: oxaugóç. / Lc 23,33; Jn 19,18.23; en la noticia sobre el
1487 OTaugoco 1488

lugar de la crucifixión en Jn 19, 20.41; en el se dice precisamente que Jesucristo «fue pre-
repaso de los acontecimientos que hacen los sentado públicamente ante (literalmente: pro­
dos discípulos de Emaús en Lc 24, 20. Jesús clamado ante; ‘was proclaimed or set forth
como èaxai)Qa)[iÉvoç, en boca de un ángel en publicly’: así traduce Liddell-Scott, s.v. Jtgo-
el relato acerca dei sepulcro vacío en Mc 16, YQátpO) II, 1) los gálatas como el Crucifica­
6 par. Mt 28, 5: el uso dei perfecto (en lugar do» (lo opuesto lo constituye el «hechiza-
dei aoristo, que habría sido de esperar), leído miento» de Cristo por los adversários). Pablo
en el contexto de la teologia marquina de la piensa en su predicación de la salvación de
Pasión, caracteriza tal vez a Jesús, al igual Dios, una salvación que se concede indepen-
que sucede en Pablo c), como el perma­ dientemente de la Torá (queda descartada una
nentemente Crucificado (cf. Delling, 72). descripción plástica de los padecimientos de
Cristo; por eso está equivocada la traducción
Marcos, además, al hacer que el camino de Je­ dei verbo por «pintar ante los ojos»; -> jtgo-
sús hacia la Pasión comience -no geográfica sino YQÓqJCO).
teologicamente- con la primera predicción de la
Pasión y de la Resurrección, y al situar al co- En la relación que Pablo establece entre «la
mienzo de ese camino Ias palabras de Jesús acer­ cruz de Cristo y la sabiduría», se comprende
ca de llevar la cruz y de seguirle (Mc 8, 34), su- precisamente por la yuxtaposición paradójica
giere la idea de una teologia marquina de la cruz. de ó xÚQioç xqç ôó^qç y axangóto en 1 Cor
La teologia joánica de la cruz no puede con- 2, 8 ( ^ oxauQÓç 4.a): los poderes demonía­
densarse en el grupo de palabras con la raiz cos (-^ ãQ%(Ov 2.c) entregaron «al Senor de la
oxaug-, sino que se caracteriza especialmente
por la comprensión de la muerte de Jesús en la gloria» a la realidad de este castigo de la cruz
cruz precisamente como urpcobtívai, como «ser (-> oxauQÓç 2). Se pretende hacer también
elevado» (Jn 3, 14; 12, 32.34; cf. 8, 28). una corrección de la cristología de los adver­
sários, cuando Pablo, frente al «sobresalir» en
De la crucifixión simultânea de los dos «la- «sabiduría de palabras» (cf. 1 Cor 1, 17: 2,1),
drones» (->■ onoxangóco 1): Mc 15, 27 par. con lo cual Pablo caracteriza evidentemente a
Mt 27, 38 (cf. Lc 23, 33 par. Jn 19, 18). la teologia y a la actuación de sus adversários
En la predicción que Jesús hace dei destino (->■ oxauQÓç 4.a), afirma que él sólo quiere
violento que aguarda a los profetas, sábios y conocer a Jesucristo, «y a éste (precisamente)
maestros de la ley en Israel: Mt 23, 34 (se como Crucificado», según dice en 2, 2. Tal
piensa en Ia muerte de Jesús; el pasaje no es «sabiduría de palabras», que para Pablo se ha-
prueba de que históricamente Ias autoridades 11a en contradicción con Jesús como Crucifi­
judias aplicaran la pena de la crucifixión, co­ cado, la relaciona Pablo -en el contexto de 1,
mo tampoco lo son otros pasajes dei NT). 23- con el pensamiento griego (sobre el Cris­
b) Hech 2, 36; 4,1 0 en los discursos de Pe­ to crucificado, que en este pasaje es designa­
dro en lo que se conoce como el esquema de do además como o x á v ô a lo v «para los ju ­
contraste, sobre cuya antigüedad se discute, y dios», oxauQÓç 4.a). En conjunto, a Cristo
en un enunciado acerca de la resurrección de se le caracteriza cinco veces en el NT como
Jesús o en términos parecidos (con otros ver­ Crucificado mediante el participio de perfec­
bos para designar la ejecución de Jesús en la to -evidentemente para expresar una vigência
cruz, también Hech 2, 23; 5, 30; 10, 39; cf. permanente- (además de en 1 Cor 1, 23; 2, 2,
13, 29 [D* tiene adicionalmente axauQÓoo]; también en Gál 3, 1; Mc 16, 6 par. Mt 28, 5).
3, 15 emplea únicamente «matar»). Frente a Ias divisiones que hay en la comuiú-
c) En la relación existente entre «la cruz de dad, Pablo pregunta en 1 Cor 1, 13 si acaso él
Cristo y la ley» (-> oxauQÓç 4.a), en Gál 3,1, fue crucificado en favor de la comunidad (el
al comienzo de la parte sistematicamente teo­ soteriológico njtép u otra expresión parecida,
lógica de la carta (3, 1-5, 12; igualmente un en el contexto de los enunciados de Pablo
enunciado acerca de la cruz al final, en 5, 11), acerca de la cruz, se escucha únicamente aqui
1489 a x a v Q O io - o x E i g a 1490

y en Gál 3, 13). En 2 Cor 13, 4 la relación 13), por ejemplo, Filón, Abr 69s (cf. E. Branden-
aqui examinada tiene una intersección con la burger, Fleisch und Geist, Neukirchen-Vluyn
que existe entre la «debilidad» y el «poder» 1968, 216-221).
divino (aparece también literalmente en 1 Cor H.-W. Kuhn
2, 3-5; 2 Cor 12, 9s; y además en 2 Cor 13, 4
-+ axauQÓç 4.a). (TTOUptlXlíj, fjç, staphylê (racim o de)
d) Ap 11, 8 se refiere a Jerusalén como
uvas*
«Sodoma y Egipto, donde también su Senor Mt 7, 16 par. Lc 6, 44: «No se recogen uvas
(a saber, el de los dos testigos de Dios) fue de los espinos. Ap 14, 18, en la orden dada
crucificado (tal como ellos encontraron allá por el ángel: «Mete tu hoz afilada y vendimia
igualmente la muerte). los racimos de la vid de la tierra...».
3. En el contexto de la teologia pauUna de
la cruz, que habla de la nueva existência de o t á x i i ç , DOÇ, ó stachys espiga*
los creyentes, aparece axaojQÓco en sentido En Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1 se habla
figurado (dos veces en Gálatas) o bien se usa de que los discípulos de Jesús arrancaban es­
a va x a vQ Ó m (2), igualmente en sentido fi­ pigas (-» TÍXXoo). En Mc 4, 28 (bis) en la enu-
gurado (testimonios no cristianos dei uso de meración: tallo (xógxoç), espiga, «trigo (ot-
«crucificar» en sentido metafórico, durante el xoç) en la espiga».
período dei NT, se encuentran en Filón, quien
emplea jrQOOqX,óco [-> otauQÓç 3 sobre Col
UOÇ Stachys Estaquis*
2, 14] y xQEpávvupi [cf. especialmente Prov
En Rom 16, 9 Pablo envia saludos a Urba­
II (en armênio) = Eusebio, PraepEv VIII, 14,
no y también a Estaquis (xòv àyajTTiXÓv
24s]). En Gál 5, 24 Pablo habla de los que
pou). El nombre aparece, por ejemplo, en
pertenecen a Cristo, que «han crucificado la
PapZenon (varias veces); IG III, 1080, 37;
carne juntamente con sus pasiones y deseos».
1095, 19; Xn, 3, 624 y 749; CIL VI, 8607.
En Gál 6, 14b Pablo afirma, por un lado, que
por medio de la cruz de Cristo «el mundo ha
sido crucificado» para el ‘yo’ creyente («para aTÉyil, tiç , lí stegê techo, tejado*
mi»: dativo de provecho o dano; el xóopoç En Mc 2, 4 se habla levantar un tejado. En
ha sido ya sustituido por la xaLvq xxíoiç, v. Mt 8, 8 par. Lc 7, 6, en Ias palabras dei centu-
15b), y que, por otro lado, el «yo (como el rión a Jesús: No soy digno «de que entres bajo
hombre viejo) ha sufrido ya esa muerte «en mi techo (es decir, de que entres en mi casa)».
detrimento dei mundo (que ejerce poder)»
(dativo de provecho o dano). Por eso, «ni la
circuncisión ni la incircuncisión», que como OtEYW stegõ cubrir con silencio; soportar*
signos externos son tan sólo atributos dei 1 Cor 13, 7: «El amor lo cubre todo», es de­
hombre viejo, cuentan ya para nada: v. 15a; cir, seguramente", todo lo desagradable que
téngase en cuenta la secuencia quiástica: v. hay en el prójimo («con el manto dei amor»).
14ba = V. 15b ; v. 14bp = v. 15a. Los corres- 9, 12: «soportarlo todo» (este significado es
pondientes pasajes con —>• o v o x a v Q Ó w (2) aplicable también a 13, 7). oxéyco se halla en
muestran que el uso metafórico de oxauQÓco sentido absoluto en 1 Tes 3, 1.5: ptixéxi
axéymv, «como yo no podia soportarlo más».
debe interpretarse cristológicamente.
ThWNT V n, 585-587; Spicq, Notes II, 829s.
El trasfondo histórico-religioso de estos enun­
ciados sobre occisión lo muestran los textos, de­
terminados por una comprensión dualística y sa- 0T£iça, aç steira (mujer) estéril*
piencial, desde Filón hasta la gnosis, que hablan oxelga designa a la mujer que no puede
de «dar muerte» al cuerpo o a la carne (cf. Rom 8, concebir o dar a luz hijos: Lc 1, 7.36; Heb 11,
1491 oxeiQa - oTevá^w 1492

11. Sobre la bienaventuranza de Ias estériles en Mc 7, 34; Heb 13, 7; Sant 5, 9. El sustanti-
(Lc 23, 29; Gál 4, 27) cf. Is 54, 1; 2 Ciem 2, 1. no lo usa Pablo también en contexto escato­
lógico (Rom 8, 26), y además se halla en una
cita dei AT en Hech 7, 34 (cf. Ex 2, 24; 6, 4;
GtéXJvO^ai stellomai apartarse, evitar* ^ 3 ).
La voz de media de axéA,>i,a) significa apar­
tarse (de alguien), 3 Tes 3, 6; significa ade- 2. La LXX traduce por oxEvá^o) (30 veces) y
más evitar, rehuir, 2 Cor 8, 20 ( to ü x o : «evi­ axBvaYpóç (27 veces) quince equivalentes he-
tar esto). breos diversos. El verbo y el sustantivo se emple-
an casi siempre metonímicamente como intensas
expresiones dei lamento humano y dei sufrimien-
OTé^.^a, a t o ç , t ó stemma guimalda, fes- to impotente en situaciones en que Ias personas
tón* no pueden cambiar nada por sí mismas (cf. Job
23, 2; 30, 25; Sal 30, 11 LXX; Jer 4, 31). Se re-
Hech 14, 13: el sacerdote de Zeus, en Lis­ fieren también a la oración dirigida a Dios y la
tra, «llevaba toros y guirnaldas a Ias puertas caracterizan no tanto por sus contenidos sino más
de la ciudad», para ofrecer un sacrificio en bien por su razón de ser y su intensidad (el oxe-
honor de Zeus. Se adomaba con guirnaldas a vaypóg dei pueblo en Egipto, Ex 2, 24; 6, 5; cf.
los animales destinados a los sacrifícios; cf. además Sal 78, 11 LXX; Tob 3, 1 Sin). Semejan-
K. Baus, Der Kranz in Antike und Christen- te oración la escucha Dios, porque es un clamor
tum, Bonn 1940, 7-17.
que brota en medio de la aflicción (cf. Filón, Det
92-94; Migr 15; All III, 211ss; Imm 115). Los
piadosos pueden esperar que Dios los salvará de
la aflicción y los conducirá a su salvación, donde
OTCvaYM^Oç, o u , o stenagmos suspiro, ge­ no habrá ya òôúvt), y axEvaY(xóç (Is 35,
mido 10; 51, 11; cf. también Âp 21, 4: jtÉvhoç, xpau-
-> OXEvá^CO. Yf|, JTÓVOÇ).

3. En Hech 7, 34 se trata dei axevaYpóç


OTEváÇto stenazõ suspirar, gemir* dirigido a Dios (cf. Ex 3, 7 LXX: XQauyií, cf.
axevayvóç, oü, ó stenagmos suspiro, ge­ ^ 1 ) : Dios ha visto los maios tratos que su
mido* pueblo sufre en Egipto y ha escuchado sus
1. Aparición en el NT - 2. La LXX - 3. Uso general suspiros. Probablemente hay que entender de
en el NT - 4. Pablo. manera parecida lo que se dice en Mc 7, 34
(material peculiar): antes de la curación de un
B ib l.: H. R. Balz, H e ils v e rtra u e n u n d W elterfah-
rung (BEvTh 59), München 1971, 52-54, 57, 77s, 91s
sordomudo, «Jesus alzó los ojos al cielo y
(bibl.); P. Benoit, N o u s gém issons, atten d a n t la déli- suspiro (Èaxéva^EV, cf. también 6, 41; Jn 11,
v ra n ce de n o tre c o rp s (R o m VIII, 23), en Benoit, 41). Aqui hay un eco de prácticas mágicas,
E xégèse II, 41-52; E. Kasemann, D e r gottesdienstliche por cuanto el suspiro puede ser senal de la
Schrei nach d e r F reiheit, enFS H aenchen, 142-155; 1.
L. Nelson, The G roaning o f Creation. A n E xeg etica l energia (sanadora) que el sanador hace venir
S tu d y o f R o m a n s 8:18-27, tesis Union Theol. Semi- y concentra en su interior (cf. Preisendanz,
nary 1969; J. Schneider, axevá£,o) kxX., en ThWNT Papyri II, 13,945; cf. también Dibelius, Form-
VII, 600-603; A. Võgtle, D a s N T un d die Z u ku n ft des geschichte, 83 con la nota 1; Schneider, 603).
K osm os, Düsseldorf 1970, 197-208; R. Wonneberger,
D e r B eitra g d e r gen era tiven S yn ta x z u r E xegese. E in
Pero el significado propiamente tal podría ser
B eisp iel (2. K o r 5, 2f) - neun Thesen: Bijdr. 36 (1975) que Jesús, como representante dei enfermo y
312-317. en favor de él, presenta ante Dios los sufri-
mientos de esa persona, con una compenetra-
1. En el NT el verbo aparece 6 veces, 3 de ción profunda con ella.
ellas en Pablo (en contexto escatológico: Rom En otro sentido se halla pf) axeváÇovxeg
8, 23 [cf. el compuesto ouorcevá^oj en 8, 22]; (lo opuesto; pexà x aqãç) en Heb 13,17, a sa­
2 Cor 5, 2.4); por lo demás, el verbo aparece ber, como expresión de justificada preocupa-
1493 O TE V á ^ Q ) - OTEVOXtOeém 1494

ción y desilusión (de los dirigentes de la co- piensa, por ejemplo, W. Wilckens, La Carta a
munidad por los cristianos confiados a ellos; los Romanos II, Salamanca 1992, sub loco),
cf. O. Michel, Der B rief an die Hebrãer^ de tal modo que el Espírito, como intercesor y
[KEK], sub loco). De nuevo es distinto el sen­ mediador de la oración, interviene en favor de
tido dei texto de Sant 5, 9, según el cual no ellos. Pero estaria más en consonância con el
está bien que los cristianos suspiren o se que- curso de Ias ideas teológicas, en Rom 8, 18ss,
jen internamente unos contra otros (porque una referencia a la glosolalia, a la que Pablo,
eso es «juzgar» al otro, cf. 4, lls ; 1 Pe 4, 9);después dei «suspiro» de la creación y dei de
el Juez (que ha de venir pronto) juzgará a los creyentes (8, 19ss.23ss), menciona como
quienes se alcen en su corazón contra su pró- tercer «suspiro» (dei Espírito raismo) (cf. 1
jimo (cf. 4, 12; 2, 13). Cor 14, 2ss, especialmente v. 14), y con ello
muestra igualmente, ya desde ahora, que el
4. Pablo emplea oxeváÇcü en Rom 8, 23; 2 futuro salvífico de Dios es más poderoso que
Cor 5, 2.4 como vigorosa imagen para expre- los sufrimientos de este tiempo (cf. Kâse-
sar el abatimiento y la impotente irritación de maim; Id., An die Rômer* [HNT], sub loco-,
su pueblo por la actual situación de sufri- Balz, 77ss [bibliografia y testimonios]; H.
miento en que se encuentra ( õ v t e ç èv t õ ) Paulsen, Überlieferung und Auslegung in Rom
ajtr|V8L, 2 Cor 5, 4). Por medio dei Espírito y 8 [WMANT 43], Neukirchen-Vluyn 1974,
en virtud de la adopción de hijos que se les ha 122s; en cambio, no piensa así P. von der Os-
prometido (Rom 8, 23), ellos conocen su des­ ten-Sacken, Rom 8 ais Beispiel paulinischer
tino escatológico de salvación. Pero, precisa­ Soteriologie [FRLANT 112], Gõttingen 1975,
mente por este conocimiento (oíôapev, 2 Cor 272ss).
5, 1; èv TOUTO), 5, 2; cf., a propósito, Wonne-
H. Balz
berger), ellos experimentan su vida -e n Ias
circunstancias de este mundo- como provi-
sional y «alienada». En sus «suspiros» se ex- OXevoç, 3 stenos estrecho, angosto*
presa su anhelo (àjtexôexópevoi, Rom 8, 23; Dícese de la jtúXt) estrecha en Mt 7, 13, 14
èmJtoDoüvxeç, 2 Cor 5, 2) de que se cumpla o de la fhjQa estrecha en Lc 13, 24; cf., a pro­
la salvación que se les ha prometido y que ya pósito, Schulz, Q, 309-312. Del camino an­
se les ha dado en la fe, y en todo ello el «sus­ gosto se habla en Mt 7, 14 v.l. ThWNT VII,
piro» es la expresión existencial y corporal 604-606.
(cf. x a t aÍJXoL èv èanxolç axeváÇopev, Rom
8, 23) de su existência escatológica. En él se
hacen conscientes de su destino de salvación, 0TevoX(OQ£Ol stenochõreõ apretar, estre-
porque en el «suspirar y gemir» de toda la char*
creación (jtã a a f| jcxíaiç ouoxeváÇsi x a l En el NT el verbo axevoxtopéo) (lo mismo
ouvüoÔLVEi âxQi xoü vOv, 8, 22) ellos cono­ que ^ oxevoxcüQÍa) aparece únicamente en
cen su destino para la libertad de los hijos de Ias Cartas autênticas de Pablo: en 2 Cor 6, 12
Dios (cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an el verbo se encuentra dos veces en la voz pa-
die Korinther [KEK], sobre 5, 2; Balz, 52ss). siva: «No estais estrechados en nosotros (es
Pablo, en Rom 8,26, habla -de manera úni­ decir, en el apóstol), sino que estáis estrecha­
ca en el N T- acerca de una oración que el Es­ dos en vuestros (propios) corazones» [= «No
pírita Santo efectúa «con gemidos tan profun­ os amamos con un corazón estrecho, el vues-
dos que no pueden expresarse» (OxevaYpoLÇ tro, en cambio, sí parece estrecho»]. El verbo
àXaXiíxoiç) en favor de los creyentes. El aparece también en voz pasiva en 4, 8: «Esta­
enunciado puede referirse a la oración general mos afligidos (^X-rpótiEVOi) en todo, pero no
de los fieles, que carece dei lenguaje apropia- impulsados a la estrechez (oxevoxoOQOÚp.E-
do para expresar la salvación de Dios (así voi)». ThWNT VII, 607s; DTNTIII, 353-355.
1495 OTEVoxweia - OTsqpavoç 1496

W TEVO/oíQÍa, a ç , stenochõria estre- so). Cf. la subscriptio de la Carta primera a


chez, aflicción, angustia* los Corintios.
OTEVoxcoQÍa se halla junto a -> HXíijJiç en
Rom 2, 9; 8, 35; en este último pasaje, la enu- O té (|p a v o ç , O ll, ó stephanos corona, guir-
meración continua con ôicoyiióç y otros tér­ nalda*
minos. El plural aparece en 2 Cor 6, 4; 12, 10
OTEqpavóco stephanoõ coronar, engalanar*
en «catálogos de tribulaciones». Cf. otevo-
XCOQÉU). ThWNT V n, 607s. 1. Aparición en el NT y significado general - 2.
Cartas paulinas y post-paulinas - 3. Santiago y Apoca-
lipsis - 4. Historia de la Pasión.
aTEQEÓç, 3 stereos firme, sólido; constan­ B ibl.: K. Baus, D e r K ranz in A n tike un d C hristen-
te, firme* tum (Theophaneia 2), Bonn 1940; A. I. Brekelmans,
El adjetivo aparece en sentido propio en 2 M artyrerkranz (AnGr 150), Roma 1965; O. Broneer,
Tim 2 , 1 9 (■0'£(iéÀ,ioç); Heb 5 , 1 2 .1 4 (tQoqprj). The A p o stle P a u l a n d th e Isth m ia n G am es: Biblical
Archaeologist 25 (1962) 2-31; Id., The Isthm ian Vic-
En sentido figurado en 1 Pe 5 , 9 ( o t e q e o L t f j to ry Crow n: American Journal of Archaeology 66
JTÍaTEi). ThWNT VH, 6 0 9 - 6 1 4 . (1962) 259-263; O. Fiebiger, en Pauly-Wissowa IV,
1636-1643; R. Ganszyniec, en Pauly-Wissowa XI,
1588-1607; W. Grundmann, atéqpavoç jttX., en
aT£Q£Ó(D stereoõ fortalecer, vigorizar; ThWNT vn, 615-635; C. Meister, en BHH II, 999s;
consolidar* para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1271.
En sentido propio, la voz pasiva (fortale-
1. En el NT el sustantivo aparece 18 veces,
cersé) aparece en Hech 3, 7 en relación con el
3 de ellas en Pablo, 3 en las Cartas post-pau-
paralítico: sus miembros paralizados se forta-
linas, 8 en el Apocalipsis y 4 en los Evange-
lecieron. En el mismo relato se encuentra
lios. El verbo aparece únicamente en 2 Tim 2,
oTEpEÓco en voz activa: El nombre de Cristo
5 y Heb 2, 7.9.
fortaleció al paralítico (v. 16). En sentido fi­
OTÉqiavoç abarca el significado de los dos
gurado (en voz pasiva) el verbo aparece en
conceptos que nosotros expresamos con los
16, 5: «Las comunidades se consolidaban (im-
términos de «guimalda» y de «corona», aun-
perfecto) en la fe». ThWNT VII, 613.
que a este último le corresponde también el
término griego de òtáôqpa, es decir, la cinta
o t£ Q £ < o ^ a , a t o g , TÓ slereOma firmeza, en tomo a la frente, adornada con piedras pre­
fortaleza* ciosas (la diadema). Encontramos la guimal­
Col 2, 5: aTEQéoofia tfjç jilotecoç úgcõv: El da como expresión de gozo y de dedicación
autor de la carta se regocija por «la firmeza de religiosa en todas las fiestas públicas y priva­
vuestra fe en Cristo». Cf. Hech 16, 5 ( ote- das de los griegos y los romanos. En conse-
Qeóoo); 1 Pe 5, 9 ( oxeqeóç). ThWNT VII, cuencia, los cristianos de los primeros siglos
614. sintieron que el uso de guimaldas era pagano
y lo evitaron o lo rechazaron. Se limitaron a
emplear el término en sentido metafórico co­
S tE t p a v ã ç , ã Stephanas Estéfanas* mo expresión de sus esperanzas para el fin de
El nombre de persona, atestiguado también los tiempos y para el más allá. Una reserva
en otras partes (CIGII, 3378; Preisigke, Sam- parecida con respecto a la guimalda aparece
melbuch, 361, 10), se refiere en 1 Cor 1, 16 a también en el AT.
un miembro de la comunidad cristiana de Co- Las ocasiones más importantes en que se
rinto. Estéfanas, junto con su familia, fue bau- hacía uso de las guimaldas en el mundo anti-
tizado por Pablo, siendo <dos primeros frutos guo, eran las victorias olímpicas con el laurel
de Acaya» (16, 15). En 16, 17 se dice que Es­ que se imponía al vencedor, y los desfiles
téfanas y otros fueron a visitar a Pablo (a Efe- triunfales de los generales romanos engalana-
1497 aTEçavoç 1498

dos con su gimalda de victoria. Con ambos victoria, o que la posee ya desde ahora, aun-
aspectos enlaza el uso dei ténnino en el NT; que no de manera que no pueda perdería (3,
en el Apocalipsis la guimalda se usa, además, 11). Una corona semejante la llevan también
como distintivo de la majestad real. los «ancianos» (4, 4); son los más distingui-
dos entre los profetas enviados por Dios a los
2. El apóstol Pablo compara a menudo la judios y asesinados por éstos. Sin embargo,
vida cristiana con Ias carreras deportivas en el sus coronas deben considerarse también como
estádio o con el entrenamiento para el certa- signos de majestad, porque esos profetas, co­
men, un entrenamiento que impone muchas mo recompensa a su fidelidad, están llamados
abstenciones (1 Cor 9, 24-26; Gál 2, 2; 5, 7; por Dios a ser corregentes, un hecho que ade­
Flp 2, 1; 3,12-14). Su objetivo, la vida etema, más se refleja en los tronos que ocupan. En
es la «guimalda imperecedera»; corresponde consonância con ello, los ancianos arrojan al
a la «.guimalda perecedera» que el vencedor suelo sus coronas para rendir homenaje a
consigne en el certamen deportivo (1 Cor 9, Dios (y al Cordero) en su exaltación (4, 10).
25). 1 Pe 5, 4 emplea la imagen de la misma Signo de majestad es también la corona dei
manera que lo hace Pablo. Un uso parecido se ángel que, en 14,14, se hace visible en figura
encuentra en 1 Tes 2, 19 y Flp 4, 1; en ambos humana, y cuya tarea es la ejecución dei jui-
pasajes, la comunidad se entiende como un cio universal. Por eso, algunos quieren ver en
distintivo de honor que enaltece al apóstol. él una memifiestación de Cristo; en ese caso la
(En la inteipretación dei pasaje de Filipenses corona tendría que interpretarse como signo
hay que tener en cuenta que el apóstol cree de victoria. Pero la forma característica de
estar próximo al fin de su vida; el mystes (o Cristo en el Apocalipsis es la dei Cordero in-
«iniciado») se engalaba con una guirlanda molado, que no lleva corona, mientras que sus
cuando, en la consagración mistérica, experi- enemigos (12, 3; 13,1) están engalanados con
mentaba la anticipación de su propia muerte, diademas y son identificados así como el
y en la celebración de los mistérios se aproxi- príncipe de este mundo y su fiel imagen.
maba a su dios.) La competición deportiva
sirve también de imagen en los dos pasajes de Son originalmente también signos de ma­
la Carta segunda a Timoteo: en 2, 5 se dice jestad las coronas de las langostas a modo de
que hay que competir «limpiamente» (vopí- corceles (9, 7), porque en la forma de la Vi­
po)ç; con más vaguedad en 4, 7; «bien» [xa- sion ha influido también la imagen de los re-
Xtnç]) para recibir dei «justo juez de la com­ yes dei norte o dei mundo de las profundida­
petición» la «guimalda de la justicia» (4, 8). des.
La justicia, en este contexto, no debe enten- La «corona de estrellas», que engalana a la
derse en el sentido paulino, porque se trata de mujer celestial (12, 1), muestra primeramente
una recompensa por un acto, una recompensa el significado cósmico de este portento con­
a la que se tiene derecho, y no de una justicia templado en el cielo. Puede entenderse como
obrada por Dios y concedida gratuitamente corona de majestad, porque la mujer -la Igle-
por él. sia—, como madre dei Mesías, es madre de un
Rey.
3. Las dos sentencias sobre la guimalda o Sin embargo, la corona que lleva el jinete
la «corona de la vida» (Sant 1, 12; Ap 2, 10) que cabalga sobre el caballo blanco (6, 2) es
se refieren a la persona que vence la tentación simple guimalda de victoria y sirve para de­
escatológica (de apostatar de la fe). En las mi- signar la victoria como la tarea de ese jinete.
sivas dei Apocalipsis se entiende por el «ven­ Los jinetes simbolizan conjuntamente una
cedor» ( ^ vixátü 4) aquel que, en el segui- guerra perdida y sus consecuencias, y al ser
miento de Cristo, vence a la muerte, y que re- derrotados por el primer jinete comienzan los
cibirá la corona de la vida como prêmio a su horrores dei fin de los tiempos. Esta plaga no
1499 atécpavoç - 2Téq)avoç 1500

tiene absolutamente nada que ver con Aquel Esteban es el primero de los Siete que son
que es la victoriosa «Palabra de Dios», de 19, nombrados para resolver el conflicto entre
llss.(13), (-> íiTJtoç 2). «helenistas» y «hebreos» en la comunidad
primitiva: 6, 5 le llama «un hombre lleno de
4. Un signo de majestad de índole muy es­ fe y de Espíritu Santo». Aunque los Siete, se-
pecial es la «corona de espinas» que los sol­ gún 6, 2, fueron designados para el servicio
dados romanos ponen brutalmente sobre la de Ias mesas (para atender a los pobres), Este­
cabeza de Cristo para burlarse de él como rey ban actúa como orador (6, 9-14; 7, 2-53), y el
de los judios. Los cristianos ven este símbolo, segundo de los Siete, Felipe, actúa como mi-
que al igual que la cruz representa los sufri- sionero (8, 4-40). Esteban fue quizás el prin­
mientos de Cristo (Mt 27, 29; Mc 15, 17; Jn cipal representante teológico de los «helenis­
19, 2.5), como la referencia al reinado de tas» cristianos 'EX,),T]viotf|ç), aunque el
Cristo (cf. Grundmann, 63 Is y 634; cf. Heb 2, discurso que se pone en sus lábios (7, 2-53)
7.9 [cita dei Sal 8, 6 LXX]). no fue pronunciado en la situación que se pre-
supone (-> 3). En el fondo dei conflicto entre
H. Kraft
«helenistas» y «hebreos» había quizás dife­
rencias teológicas más serias que Ias que se
Stéqjavoç, mt Stephanos Esteban* dan a conocer en 6, 1-6.
1. Esteban en el libro de Hechos - 2. El martírio de
Esteban - 3. El discurso de Esteban. 2. El libro de Hechos enmarca el discurso
de Esteban con el relato de su martirio: 6, 8-
B ibl.: J. Bihler, D e r Stephanusbericht {Apg 6, 8-15 15: 7, 54-60; 8, 1-3. En este relato, los rasgos
u n d 7, 54-8, 2): BZ 3 (1959) 252-270; Id., D ie Stepha-
n u sg e sc h ic h te im Z u sa m m e n h a n g d e r A p o stelg e -
que hacen pensar en un proceso ante el Sane-
schichte, München 1963; O. Culmann, D e r jo h a n n ei- drín con testigos de cargo, podrían haber sur­
sche Kreis, Tübingen 1975, 41-57; W. Foerster, Step- gido de una asimilación al proceso de Jesus.
h a n u s u n d die U rgem einde, en D ie n st u n ter dem Wort. El relato original sobre el martirio hablaría
F S fü r H . Schreiner, Gütersloh 1953, 9-30; M. Hengel,
Z w isch e n J esu s u n d P a u lu s. D ie « H ellenisten», die
más probablemente de un tumultuoso lincha-
«Sieben» u n d Stephanus: ZThK 72 (1975) 151-206; J. miento (H. Conzelmann, Die Apostelges-
Kilgallen, T h e S te p h e n S p eech (AnBibl 67), Roma chichte^ [HNT], 59s; Schneider, Die Apostel­
1976; M. H. Scharlemann, Stephen: A S in g u la r Saint geschichte I, 432-434). Como razón para los
(AnBibl 34), Roma 1968; G. Schneider, Stephanus, actos de violência cometidos contra Esteban
die H ellen isten u n d S am aria, en J. Kremer (ed.), L es
A ctes d es A põtres, Gembloux-Louvain 1979, 215-240; se mencionan: sus milagros (6, 8), la impo­
Id., D ie A p o stelg e sch ic h te I (HThK), Freiburg i. Br. tência de los judios helenistas para vencer a
1980, 405-480 (bibl.); M. Simon, Stephanus. Stephen Esteban en la disputa (vv. 9s), la acusación de
a n d the H ellen ists in the P rim itive Church, London-
que Esteban había blasfemado contra Moisés
New York 1958; O. H. Steck, Isra el un d das gew altsa-
m e G esch ick d e r P ro p h eten (WMANT 23), Neukir- y contra Dios (v. 11). Falsos testigos concre-
chen-Vluyn 1967, 265-269 (sobre 3); U. Wilckens, tan más esta última acusación afirmando que
D ie M ission red en d e r A p g (WMANT 5), Neukirehen Esteban había pronunciado palabras blasfe­
^1974, 208-224 (sobre 3); más bibliografia en -> mas contra el templo y la ley (vv. 14s). Este­
'EJtÀtivLarijç. Sobre el discurso de Esteban (Hech 7, 2-
53), cf. Schneider, D ie A p o stelgeschichte I, 441s. ban confiesa que está viendo a Jesus en pie a
la derecha de Dios (7, 55s). A continuación le
1. Esteban, el primer testigo de sangre cris- echan de la ciudad y le apedrean (vv. 57-60).
tiano, se menciona únicamente en el libro de Es enterrado por varones temerosos de Dios;
Hechos: 6, 5.8.9; 7, 59; 8,2; 11,19; 22, 20. El se Hora su muerte (8, 2). Su muerte es el pre­
nombre griego Sxécpavoç se halla atestiguado lúdio de una persecución, en la que los «hele­
en Platón y Demóstenes, en inscripciones y nistas» tienen que abandonar Jerusalén (8, Ib;
papiros (Moulton-Milligan, í .v.), y además en 11, 19). Finalmente, los «helenistas», como
Josefo, Bell II, 228. En el libro de Hechos, misioneros entre los gentiles (11, 20), se con-
1501 ÜTÉcpavoç - aTtiQÍÇü) 1502

vierten en un puente histórico entre Jerusalén rededor dei pecho (xà axf|ÜTi) con cinturones
y la futura misión de Pablo (13, 1-4). Hech de oro». La expresión «inclinarse sobre el pe­
22, 20 llama a Esteban itágxuç de Jesucristo cho (de Jesus)» aparece en Jn 13, 25 y 21, 20.
y contempla retrospectivamente su martirio. xújtxcü xò oxfj^&og (auxoü), «darse golpes de
Sin embargo, ->^ páQXuç (2) no es aqui toda­ pecho» (Lc 18, 13; 23,48) es senal de duelo o
via un término técnico para designar al que da arrepentimiento.
testimonio de Cristo con su sangre; porque
Esteban es testigo por su predicación.
0Tf|X(O stêkõ estar en pie, estar firme*
3. El discurso que Hech 7, 2-53 pone en oxr|Xü) es una formación helenística con
boca de Esteban, no es la reproducción tex­ sentido de presente, formada a base dei per-
tual de lo que se dijo en la situación indicada, fecto de ->■ íoxTifu, eaxTixa, y comparte su
sino que se insertó secundariamente en el significado de estar en pie. La sinonimia apa­
marco de la narración y fue reelaborado a fon­ rece claramente, por ejemplo, en Mc 3, 31:
do por el autor de Hechos. Sin embargo, éste Marcos tiene Oxf|xm, Mateo y Lucas el per-
utilizo un discurso tradicional, que a su vez fecto de loxtkxi (compárese también Mc 11,
tenía ya tras si una larga historia de tradición 25 con Mt 6, 5). - A veces la tradición textual
(Schneider, Die Apostelgeschichte 1,441-469). vacila también entre ambos verbos (Jn 1, 26;
El primer fundamento para el texto actual fue 8, 44 [a propósito: BlalJ-Debrunner § 14, nota
probablemente una perspectiva histórica des­ 4; 73 nota 4]; cf. igualmente Ap 12, 4 [tam­
de Abrahán y Moisés hasta la edificación dei bién ya en la LXX: Ex 14,13]). - La gran ma-
templo (aproximadamente 7, 2b-48a). Esta yoría de los testimonios de este verbo en el
perspectiva —que tendría su origen en Ias sina­ NT se encuentran en Pablo, quien, lo mismo
gogas de la Diáspora judia- explicaba que la que hace con íoxqpi, lo refiere a la existência
presencia de Dios y su acción en el pueblo de cristiana actual, ->• íoxTjpL 3; además, en el ca­
Dios no estaban ligadas a Palestina. Este es- so de oxT|X(jo, emplea casi exclusivamente el
bozo de la historia de Israel experimento una imperfecto (1 Cor 16, 13; Gál 5, 1; Flp 1, 27;
refundición por parte de los cristianos «hele- 4, 1; 1 Tes 3, 8; 2 Tes 2, 15; presente de indi­
nistas» (en el terreno de Palestina), concreta­ cativo: Rom 14, 4). Para la bibliografia cf.
mente en el sentido de una predicación «deu- íaxT)pi.
teronomistica» de penitencia. Se anadieron
M. Wolter
seguramente los fragmentos polêmicos de 7,
35.37.39-42a.51-53. Fue probablemente Lu­
cas quien insertó Ias dos citas biblicas de 7, OTIIQIY^ÓÇ, O Í, ó stêrigmos firmeza, es-
42b-43 y 7, 48b-50. La fuente de su discurso tabilidad*
de Esteban pudo encontraria Lucas -según es­ 2 Pe 3, 17b en la expresión «caer de la pro-
ta hipótesis—en los círculos de los «helenis- pia firmeza», es decir: perder la firme estabi-
tas» cristianos (Steck, 268s; Wilckens, 219). lidad. Se advierte a la comunidad que no se
G. Schneider deje arrastrar «por el error de los libertinos»,
es decir, por la falsa doctrina de los mismos
(v. 17). ThWNT V n, 656s.
(TTEcpavoO) stephanoo coronar, engalanar
oxéqpavoç.
(rtl(]QÍÇ(0 stêrizõ fijar firmemente, fortale­
cer*
(T ttjdoç, o u g , TÓ stêthos pecho* 1. Aparición en el NT y gama de significados - 2.
En Ap 15, 6 se dice de los siete ángeles: Lucas - 3. Corpus Paulinum - 4. Cartas Católicas y
«vestidos de lino puro y brillante y cenidos al- Apocalipsis.
1503 OTTlQÍÇcO- OTÍYIXa 1504

B ib l.: G. Harder, axTiQlta) m X ., en ThWNT Vn, meza a Ias comunidades: por medio de Timo-
653-657; G. Schneider, «Stãrke deine B rüder!» (L k 22, teo (1 Tes 3, 2) o por medio de Dios (Rom 1,
32): Catholica 30 (1976) 200-206; J. Starcy, «O bfir-
11; 16, 25; 1 Tes 3, 13; por medio de Cristo y
m a vit f a d e m suam u t iret Jerusalem »: RSR 39 (1951-
1952) 197-202 (sobre Lc 9, 51); P. D. M. Tumer, Two de Dios, 2 Tes 2, 17; 3, 3).
Septua g in ta lism s w ith OTTiQÍ^eiv; VT 28 (1978) 481s.
4. Según 2 Pe 1, 12 (formulación en voz
1. En el NT el verbo oxtiqíÇo) aparece 13 pasiva), el fortalecimiento / consolidación de
veces, 3 de ellas en Lucas, 6 en el Corpus Ias comunidades tiene su punto de partida en
Paulinum, 3 en Ias Cartas Católicas, y se en- la verdad; cf. v. 10: «jEsforzáos con empeno
cuentra también en Ap 3,2. Conviene tener en en consohdar (pépatoç) vuestra vocación y
cuenta que el verbo èjuoTTjQÍ^cü, compues- elección!». Cf. también 3,17 con la advertên­
to de crrqQÍÇco, aparece únicamente en el li­ cia de no caer de vuestra «firme posición»
bro de Hechos (cuatro veces), siempre en sen­ (otqQLY[tóç). Cf., además, el término ào-
tido figurado; 14, 22; 15, 32.41; 18, 23. El li­ xfiçixxoç en 2, 14; 3, 16.
bro de Hechos emplea además OTEQeóco (tres Sant 5, 8 exhorta a tener paciência con res-
veces, una de ellas [16, 5] en sentido figura­ pecto a la parusía: «\Fortaleced vuestros co-
do); un verbo que no se encuentra en ningún razones!». 1 Pe 5, 10 atribuye a Dios el forta­
otro lugar dei NT. lecimiento de los destinatários: «El Dios de
toda gracia... os preparará, consolidará (axTi-
2. Al comienzo dei «relato sobre el viaje» Q Í^ E i), fortalecerá ( o D E v r ó a E i) , asentará ('O e -
aparece en Lc 9, 51 el importante enunciado, [teXimoEi)». Ap 3, 2 exhorta a la comunidad
que enlaza con fórmulas dei AT (Jer 3, 12; 21, de Sardes: «Mantente vigilante y refuerza lo
10; Ez 6, 2 y passini): «Sucedió que se cum- demás que estaba a punto de morir!».
plieron los dias de su asunción y entonces él
afirmo (con determinación) su rostro (es de- G. Schneider
cir, decidió resueltamente) para ir a Jerusa-
lén». ottiqlÇo) caracteriza aqui «la firme e in- a T ip á ç , á ô o ç , q stibas follaje*
mutable intención» (Harder, 655) de hacer al­ EnM c 11, 8b axij3áç significa seguramente
go. Jesus se somete resueltamente a la realiza- el follaje. El sustantivo no se halla atestigua-
ción dei plan divino (Lc 9, 22). En 16, 26 se do en el judaísmo helenístico, pero aparece
encuentra igualmente ottiqÍÇco en sentido como extranjerismo en el lenguaje dei judaís­
propio: «Entre vosotros y nosotros existe (èo- mo rabínico. En la historia de la entrada triun­
tfiQtítxai, perfecto de la voz pasiva; ‘se ha es- fal de Jesús en Jerusalén se relata que muchas
tablecido’) un gran abismo». Según 22, 32, personas extendían en el camino sus vestidos
Jesús da a Simón Pedro el encargo âe fortale­ «y otros tendían follaje, que habían cortado
cer a sus hermanos. Con esto se indiea cuál es de los campos» (v. 8). El lugar paralelo de Mt
la tarea (post-)pascual de Pedro: consolidar a 21, 8 interpreto claramente («otros cortaban
los cristianos en la fe; cf. 24, 33s. ramas [xÀáôonç] de los árboles»), mientras
3. El Corpus Paulinum emplea ottiqíÇo) que Lc 19, 36 subraya el dato ofrecido por Mc
únieamente en el sentido figurado de fortale­ 11, 8. R. Pesch, Das Markusevangelium II
cer, dar firmeza, dar estabilidad. orqQÍ^m (HThK) interpreta oxipáç en el sentido de ra­
aparece con los siguientes acusativos: ■upãç, mas de olivos.
Rom 16, 25, 1 Tes 3, 2 y 2 Tes 3, 3; nfiâv ràç,
XQQÔíaç, 1 Tes 3, 13 y 2 Tes 2, 17. La formu- ffTÍYHOC, atoç, TÓ stigma marca con hie-
lación en voz pasiva se encuentra en Rom 1, rro candente, marca pintada*
11: Pablo desea trasmitir a los destinatários
1. Significado dei término - 2. Las marcas con hie-
un don espiritual «para que seâis fortaleci­ rro candente y los tatuajes en el mundo dei NT - 3. Gál
dos». En todos los textos se trata de dar fir­ 6,17.
1505 OTi7H« 1506

B ib l : O. Betz, crctYHa, en ThWNT VII, 657-664; 3. a) La exégesis de Gál 6, 17 debe pres­


U. Borse, D ie W undm ale u n d der Todesbescheid: BZ cindir dei fenômeno religioso y psicopatoló-
14 (1970) 88-111; E. Güttgemanns, D e r leid en d e gico de la «estigmatización», que se conside­
A p o stei u n d se in H e rr (FRLANT 90), Gõttíngen 1966,
126-135 (bibl. y presentación de la discusión sobre ra a sí mismo -incluso en cuanto a la termino­
Gál 6, 17); W. Klassen, S h o rt C om m ents: Gal. 6, 17\ logia—en continuidad con una reflexión medi­
ExpT 81 (1969-1970) 378; F. MuBner, D e r G alater- tativa sobre Gál 6, 17. No hay que pensar
6ríe/(HThK), Freiburg i. Br. 1974, 418-420. tampoco en cicatrices que se deriven de heri-
1. OTÍYM-Ot (que en el NT aparece únicamen- das y que casuabnente correspondan a Ias cin­
te en Gál 6, 17) significa originalmente pin- co llagas de la cruz, ni debe pensarse tampo­
chazo, punto (cf. otlyIiti): significa entonces co en una relación especitd de los OTLY|J.O[Ta
Ias marcas que se llevan en el cuerpo y que se de Pablo con el cuerpo dei Crucificado. Por lo
hicieron a hierro candente o mediante tatuajes. demás, para una meditación de la Pasión de
Jesús que vaya en tal dirección, no hay nin-
2. a) Era costumbre muy difundida marcar a gún punto de apoyo en Pablo. Son improba-
fuego sobre los animales (con signos o letras, 11a- bles también Ias interpretaciones que sugieren
mados también afppayíç, xuÇoiífíilQ) una senal que Pablo, al ser bautizado, se hizo un tatuaje
que identificara quién era su propietario. La iden-
tificación de los esclavos con marcas a fuego era con el signo x de x(Qiotóç) (E, Dinkler, Sig-
una costumbre corriente desde antiguo, pero sólo num Crucis, Tübingen 1967, 93) o con el
en oriente (Código de Hamurabi § 146, cf. § 226s nombre -abreviado- de Jesús (así piensa F. J.
[AOT 395 y 403]; cf. también Ex 21, 5s; Dt 15, Dõlger, Sphragis, Paderbom 1911, 51).
16s). En el mundo greconromano esta marca se
aplicaba únicamente a los esclavos que habían
cometido un delito especial o que habían intenta­ b) Hoy día se supone extensamente que
do huir; se aplicaba también a los soldados que Pablo se refiere a cicatrices debidas a sucesos
habían desertado o a los trabajadores forzados. como los que se mencionan en 1 Cor 15, 32 ó
Por tanto, en estos casos Ias marcas no eran senal 2 Cor 11, 23-27 y especialmente en 1, 8s
que designara el estrato social, sino un distintivo (Borse, 99ss; en parte, esas cicatrices se ha-
de especial ignomínia; siempre que era posible, llan todavia «recientes» en tiempo de la Carta
se procuraba disimularlas.
Los aTÍYp.Ofra, como marcas «normales» de a los Gálatas). Cuando Pablo llama oxÍYFCtta
los esclavos o de los reclutas dei ejército romano, Toõ Tt]Ooü a tales cicatrices recibidas en el
no están documentados sino con posterioridad al servido de su Senor, entonces piensa quizás
NT. Sin embargo, el Pseudo-Focílides 225 presu- en la marca a fuego, hecha a la fuerza al es­
pone ya como cosa corriente el que a los esclavos clavo, o en la piadosa marca que uno mismo
se los marcara con OTÍYItaTa, costumbre que él se manda hacer (tatuaje) para senalar su per­
condena como contraria a la dignidad humana in­
cluso dei esclavo. tenencia a un «amo» cultuai; la autodesigna-
b) En Ias religiones orientales está documenta­ ción de Pablo como ôo'0)*.oç X qiotoõ T tiooü
da la costumbre de que el piadoso, como senal de (Rom 1, 1 etc.; cf. Gál 1, 10) encaja con am­
pertenencia a su deidad, se hiciera una marca y bas ideas (de manera distinta piensa Borse,
que de este modo se considerara «esclavo» de esa 94s). En todo caso, él entiende Ias cicatrices
deidad. Y, así, el tatuaje era una especie de senal como marcas permanentes de su pertenencia a
que marcaba Ias propias creencias y la protección
de una deidad. Expresiones (metafóricas) coixes- Jesús, que le hacen independiente frente otras
pondientes no son ajenas al AT; Is 44, 5; 49, 16. personas e invulnerable por ellas. Y, así, Pa­
c) El judaísmo de la época helenística conside- blo, en la posdata de Gálatas, escrita de su pu­
raba la circuncisión como una senal de Ias pro­ no y letra, apela a que esas marcas de su vin-
pias creencias, pero excluía los tatuajes religiosos culación con los sufiimientos de su Senor de-
(3 Mac 2, 29s; cf. Lev 19, 28). Cf. en el Apoca- ben ahorrarle ulteriores «moléstias» por parte
lipsis el contraste entre el «sello» celestial que se
aplica a los piadosos (7, 2s) y la marca que los de los gálatas ((,que se siga cuestionando su
servidores de la «bestia» reciben a fuego en la autoridad apostólica? Consúltense los dos pri-
mano o en la frente (14, 9-11, etc.). meros capítulos de Gálatas).
1507 OTiYHa - 0TOIXEIOV 1308

Que Pablo considere su propio cuerpo co­ 17, 8 se menciona, junto a los epicúreos, a los
mo el « ‘lugar’ de la epifanía y presencia dei «filósofos estoicos», con quienes Pablo discu-
Jesus terreno como Senor» (Güttgemanns, tió en Atenas. M. Pohlenz, Die Stoa (2 vols.),
134), no está justificado ni por el término Gõttingen (1948-1949) I ^1959; II
OTÍYira ni por lo demás que se dice en Gál 6, LThK IX, 1088-1090; RGG VI, 382-386;
17. Sin embargo, el contexto amplio en la Pauly, Lexikon V, 376-378.
Carta a los Gálatas (especialmente 5, 1-11 y
6, 12-15) permite la idea de que Pablo consi­
dere sus OTÍypaTa como lo opuesto a la cir- atoi/EÍov, oit, tó stoicheion fundamen­
cuncisión, tal como la propagan los adversá­ to, elemento*
rios que él tiene en Ias comunidades de Gala- t . Aparición en el NT - 2. a x o i x E t o v eti el âmbito

cia, una circuncisión que a los ojos de Pablo helenístico. - 3. o t o l x e T o v en el Coipus Paulinum - 4.
2Pe3, 10.12-5. Heb 5, 12.
seria la senal de que uno ha vuelto a ser es-
clavizado bajo la ley, mientras que a él Ias B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; H. D. Betz, G ala-
marcas dei sufrimiento le identifican como a tians, Philadclphia 1979, 204s, 215-217; J. Blinzler,
persona libre en Cristo (cf. Betz, 663). L exikalisches zu dem Term inus TÒ OTOlXSta toü xóo-
|xot) b e i P aulus, en SPCIC 1961 (AnBiW 17-18), Ro­
N. Walter ma 1963, II, 429ss; G. Delling, en ThWNT
a x o iX E to v ,
vn, 670-687; J. Gnilka, (HThK),
D e r K o lo sse rb r ie f
Freiburg i. Br. 1980, 121-127, 156s; E. Lohse, D ie
B riefe an d ie K o lo sse r u n d cm P hilem on (KEK), Gõt­
stigmê punto, instante*
tingen ^1977, 146-150, 180; D. Rusam, N eue B elege
Lc 4, 5 (a diferencia de Mateo) usa este tér­ zu den a x o i x e t a x o ü xóogon (G a l 4, 3.9 ; K o l 2,
mino para referirse al tiempo: El diablo mos­ 8.20): ZNW 83 (1992) 119-125; W. Schwage, «M i-
tro a Jesus todos los reinos dei orbe èv aTLYp.fi schung» u n d «E lem ent» im G riechischen b is P la to n
X póvon. (Archiv fíir Begriffsgeschichte 3), Bonn 1980, 254-
261; E. Schweizer, D ie E le m e n te d e i Welt, en Id.,
B eitrãge z u r T heologie d es NT, Zürich-Stuttgart 1970,
147-163; Id., Slaves o f t h e E lem ents a n d W orshippers
aTÍXpto stilbõ resplandecer, brillar* o f A n g e ls: G a l 4, 3 .9 a n d C o l 2, 8.18.20: JBL 107
Mc 9, 3 en la historia de la Transfiguración: (1988) 455-468; P. Vielhauer, G esetzesdienst u n d Stoi-
Las vestiduras de Jesús se hicieron atíX,|3ov- c h e ía d ie n st im G a la te r b r ie f en FS Kasemann 543-
555; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1271s.
t a Àenxà Xíav. En cambio, Mt 17, 2 dice:
Xeuxò cbç TÒ cpcüç. ThWNT VII, 665s.
1. El término aparece 4 veces en el Corpus
Paulinum, 2 veces en la Carta segunda de Pe­
axoá., aç, stoa pórtico o galeria de co- dro y una vez en la Carta a los Hebreos, siem-
lumnas* pre en plural.
Dicese dei «pórtico de Salomón» en el tem­
2. OTOiXEÍov designa «lo que pertenece a una
plo de Jerusalém Jn 10, 23; Hech 3, 11; 5, 12. serie», y así se denomina en lingüística a las di­
De los cinco soportales que había en las insta- versas partes que constituyen una sflaba o una pa-
laciones de Betesda (-^ 1), Jn 5, 2. labra, y en música a los diversos tonos. Esto nos
lleva a los ulteriores significados de «fundamen­
to de algo» (Jenofonte, Mem II, 1, 1; Plutarco,
OTOlPáç, á ô o ç , 1^ stoibas follaje LibEduc 12c) y «fundamentos de una ciência o
Grafia dei Textus Receptus en lugar de -> de un arte» (de la música: Platón, Theaet 206b;
OTipáç, Mc 11,8. de la matemática: Euclides, Elemento).
La expresión desempenó un papel importtmte
en la antigua cosmología. Platón conocía ya la
denominación de OTOixEia (creada por Empédo-
S t o i x ó ç , 3 Stoikos estoico* cles), que luego llegó a hacerse usual en la Es-
La grafia más correcta de este adjetivo es cuela estoica, para referirse a los cuatro «elemen­
SxcoLxóç (BlaB-Debrunner § 35, 1). En Hech tos (primordiales) dei cosmos» (la tierra, el agua.
1509 atoiXEiov- axoLxew 1510

el aire y el fuego), cf. Tim 48b; Zenón (en Dióge- tradicional por medio de una propia iiaQáôo-
nes Laercio VII, I36s); de manera parecida Filón, Oiç (v. 8), tales elementos desempenaban se­
Her 140; Chr 127. Al âmbito de los elementos
pertenecen también los astros (Filón, SpecLeg II, guramente un papel importante, como pode­
255; Sab 13, 2), los cuales probablemente no lle- res que eran capaces de impedir al hombre la
garon a llamarse otoixETa sino con posterioridad consecución de la plenitud de la salvación (cf.
al NT (Blinzler, 432ss; Delling, 68Is; pero cf. V . 9), si el hombre no se sometía a ellos ob­
Lohse, 150). Los elementos, en el sincretismo he- servando determinadas prácticas religiosas
lenístico, eran objeto de adoración, como se ve (culto a los ángeles, renuncia a ciertos ali­
claramente, entre otros, por Filón, SpecLeg II, mentos, y otras cosas por el estilo: vv. 16-18;
255s; VitCont 3-5 (jhay diferenciación entre el
culto de los elementos y el culto de los astros!) y cf., a propósito, el texto neopitagórico en
por Sab 13, 1-11; no está claro hasta dónde llega- Diels, Fragmente I, 338, 3 3 ^ 5 1 ,1 9 y Schwei­
ba esa diferenciación (cf. Delling, 674s y 676- zer, Elemente, 160ss). Frente a esto, el autor
680). de Colosenses, siguiendo formulaciones pau-
linas (compárese el v. 20 [«si habéis muerto
3. Se discute si la expresión axoixeía xoO con Cristo a los elementos»] con Rom 7, 4.6;
x.óo[iox) en Gàl 4, 3.9 debe entenderse o no Gál 2, 19), acentúa que tales reglamentacio-
según el contexto de ese sincretismo. Todo nes generadas por el culto a los stoicheia son
depende de que Pablo haya recogido o no un una absoluta nulidad para el cristiano que se
término clave que fuese empleado por sus ad­ ha apartado de ese mundo.
versários de Galacia. En caso positivo, los fal­
sos maestros no sólo representarían una ten­ 4. Conforme a la doctrina estoica, los ele­
dência judaizante (cf. 5, 1-4), sino también mentos perecerán en la conflagración final dei
una tendencia helenístico-sincretista, que in­ mundo, cf. Diógenes Laercio VII, 134. En 2
cluía la adoración de los elementos cósmicos Pe 3, 10.12 se emplea esta imagen para des-
-especialmente mediante la observância de cribir los sucesos apocalípticos en el «Dia dei
tiempos y de fiestas (4, 10)- (cf. Schweizer, Senor» (o Dia dei luicio).
Elemente, 162).
Es más probable que Pablo utilice por pro- 5. Heb 5, 12 (cf. 6, 1) habla de los «princi­
pia iniciativa esa expresión, que él conocía pias iniciales» (oxoixEía Tfjç àp^tíç) (= dei
por la filosofia popular (estoica), para desig­ cristianismo: O. Michel, Der B rief an die
nar no sólo a la Torá judia, que los falsos ma­ HebrãeP [KEK], 235s), que los destinatários
estros entendían como camino de salvación y de la carta necesitan aprender de nuevo, es
cuya observância (al menos parcial) aconseja- decir, deben repasar Ias instrucciones recibi-
ban (5, 3), sino para designar también a la an- das durante el catecumenado.
tigua piedad pagana de los gálatas (4, 3s.8s). E. Plümacher
Pablo consideraba ambas cosas como mani-
festaciones de aquel poder que esclaviza al
hombre (4, 3.5.8s) y que, en comparación con aTOl/EO) stoicheo encontrarse en línea, es­
la ntcdEOLa (v. 5), es bien poca cosa (v. 9); un tar de acuerdo, hallarse en armonía*
poder que constituía el fundamento de la exis­ Bibl.: Bauer, Wõrterbuch, s.v.; G. Delling, oxot,-
X É ü ), en ThWNT Vn, 666-669; Liddell-Scott, s.v.
tência religiosa dei hombre antes de Cristo
(Delling, 685; cf. Vielhauer).
1. En el NT, el verbo, prescindiendo de
En contraste con ello, la mención de los
Hech 21, 24, aparece únicamente en Pablo
elementos cósmicos en Colosenses (2, 8.20)
(cuatro veces).
recurre seguramente a la terminologia de los
falsos maestros de Colosas, en cuya qptXooo- El verbo podría haber tenido su origen en el
qpía (v. 8) de carácter mistérico (^?; cf. v. 18), âmbito militar: el poder combativo de la falange
que pretendia completar el mensaje cristiano de hoplitas dependia de que cada combatiente «se
1511 OToixeco —OTOjxa 1512

mantuviera en la Knea de combate» (OTOtxoç; cf. aTÓ fia, a r o ç , t ó stoma boca


Jenofonte, Cyrop VI, 3, 34; Licurgo, 77 [Cono-
mis, 59]). Luego, en sentido figurado, aToixéco 1. Aparición dei término - 2. Significado - 3. Uso
en diferentes gêneros de dicción.
significa «estar de acuerdo, estar en armonía» (cf.
Muson, p. 102, 9 [t(õ Xóytp] y la terminologia de B ibl.: Bauer, W ôrterbuch, s.v.; K. WeiB, axófia, en
Ias inscripciones honoríficas, Delling, 667). El ThWNT VII, 692-701; M. Wilcox, The Sem itism s o f
NT adopta esta manera de expresarse. Acts, Oxford 1965, 74-76.

2. Si el Pablo lucano apoya los votos cul- 1. En el NT oxóp,a aparece 78 veces, con
tuales, entonces esto prueba que también él, sorprendente frecuencia en el Apocalipsis (22
por observar la ley, se encuentra en la línea veces); por lo demás, aparece especialmente
(de los judios que guardan fielmente la ley): en Mateo (11 veces), Lucas (9) y Hechos
Hech 21, 24, cf. SIG H, 708, 5. Rom 4, 12 ha- (12), tan sólo una vez en Juan y nunca en
bla de adaptar como postura la línea de Ias Marcos.
huellas dejadas (Totç ixveoiv) por la fe de
Abrahán (cf. O. Stumpff, en ThWNT III, 406; 2. axó[ra designa casi siempre la boca co­
el significado de «caminar», frecuentemente mo órgano dei habla. La palabra de Dios pro­
atribuido a otolxéü) aqui y en Hech 21, 24, no cede de su boca (Mt 4, 4), y él habla, como se
se halla documentado: Delling, 668s). dice también con un hebraísmo (cf. Blafi-De-
En Gál 5, 25, Pablo finaliza la parénesis brunner § 217, 3), «por la boca de todos los
que sigue a un catálogo de vicios y virtudes profetas» (Hech 3, 18). El Espíritu Santo ha­
(vv. 19-22) con esta afiraiación gnómica: ei bla «por la boca de David» (1, 16) e igual­
Çcõpev JtvenpaTL, jtvEnpaTi x a l axoixõ)[iEv, mente Dios, a saber, por medio dei (o en el)
«si vivimos en el Espíritu, estemos también Espíritu Santo: ô ià JtvEÚpaxoç áyíon oxó-
en armonía con el Espíritu» {sub loco, cf. H. paxoç Aaníô (4,25; sobre esta «construcción
D. Betz, Galatians, Philadelphia 1979, 293s). sobrecargada», cf. G. Schneider, Die Apostel-
La bendición al final de esta misma carta va geschichte I [HThK], 357). Jesús «abre su bo­
dirigida a quienes están de acuerdo con el ca» para predicar (Mt 5 ,2 y passim), y «de su
xavcóv definido en 6,15 (v. 16). OTOixéco apa­ boca salen palabras de gracia» (Lc 4, 22). La
rece también Flp 3, 16, en un punto final -al boca de Zacarias «se abre», es decir, él recu­
término de una conffontación con miembros pera la voz (1, 64). A Pablo le «golpean en su
de la comunidad que se consideran seguros de boca», porque ha dicho una cosa injusta
su propia perfección espiritual-: En todo caso (Hech 23, 2). La expresión oxópa Jtçòç oxó-
(n:)cr|v), hay que permanecer en armonía con [la (2 Jn 12; 3 Jn 14) significa la conversa-
lo que se ha alcanzado (espiritualmente). ción «cara a cara» (-*• jxqóç 2.a).
oxó[xa puede emplearse incluso para refe-
E. Plümacher rirse a lo que se dice. Y, así, se utiliza para de­
signar «la declaración de dos testigos» (Mt
18, 16; 2 Cor 13, 1 = Dt 19, 15) o la «res-
CFToXrj, f j ç , 1^ stolê túnica (talar)* puesta prudente» (oxóp,a x a i ooqiía) que dan
oToÀri es la vestidura o túnica talar: Lc 15, los perseguidos ante los trihunales (Lc 21,
22, «la mejor túnica»-, en Ap 7, 14 y 22, 14 15). Algunas veces aparece axópa como el
OToXri se usa en sentido figurado (se habla de órgano para tomar comida (Mt 15, 11a. 17;
lavar los vestidos). oxoltT) ^£uxf| en ángeles Hech 11, 8) y bebida (Jn 19, 29; Ap 3, 16).
(Mc 16, 5) y en personas piadosas glorifíca- oxópa designa además la boca de los ani-
das (Ap 6,11; 7, 9.13). Dícese de los escribas, males, por ejemplo, la dei pez (Mt 17, 27) y la
a quienes les gusta andar con vestiduras tala­ de los caballos (Sant 3, 3; Ap 9, 17.18.19), así
res, Mc 12, 38 par. Lc 20, 46. ThWNT VII, como Ias fauces dei león (2 Tim 4, 17; Heb
687-692; X, 1272 (bibl.). 11, 13). En sentido impropio, oxófra se usa
1513 OTO|j,a - axQaxTiYoÇ 1514

para referirse a la boca dei abismo que se abre a x ó fia x o ç , o ti, ó stomachos estômago*
(Ap 12, 16a) y al filo o corte de la espada que En 1 Tim 5, 23 en la recomendación que se
lo hiere todo (Lc 21, 24; Heb 11, 34). da a «Timoteo» de que tome un poco de vino
«a causa de tu estômago y de tus frecuentes
3. oxópa aparece en los más diferentes gê­ dolencias». Con eUo se rechaza una ascética
neros de dicción. Algunos ejemplos: rigurosa; cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­
a) Los relatos de los Evangelios y dei libro celona 1974, sub loco; Spicq, Notes II, 831-
de Hechos usan el término oxópa en el con­ 834.
texto de milagros (Mt 17, 27; Lc 1, 64), dei
sufrimiento (Jn 19, 29; Hech 23, 2) y espe­
o t Q a t E i a , a ç , ^ strateia campana m ili­
cialmente de la predicación (Lc 4, 22; Hech
tar*
15, 7). Este último significado sirve para
acentuar la solemne introducción de unas pa- En sentido figurado en la frase: «Ias armas
labras; àvoÍY<u xò oxóp.a, «abrir la boca» de nuestra campana militar», 2 Cor 10, 4; de
manera parecida: «pelear la buena lucha», 1
(Mt 5, 2; Hech 8, 35; 10, 34; 18, 14; cf. la
promesa en Mt 13, 35 = Sal 77, 2 LXX). Tim 1, 18. ThWNT V n, 701-713.
b) axó[ta aparece en reglamentaciones ju­
rídicas acerca de la declaración de los testigos aTQaTEU^a, aTOÇ, to strateuma ejército;
(Mt 18, 16; 2 Cor 13, 1) y de la confesión he- en plural, tropas*
cha ante el tribunal (Lc 19, 22; 22, 71), así co­ En singular en Ap 19, 19b y (refiriéndose a
mo de un delito verbal (11, 54) o de una tras- un pequeno grupo de soldados) en Hech 23,
gresión ritual (Hech 11,8). 10.27. En plural: ejércitos, en Ap 19, 14.19a;
c) Mandamientos concretos especifican Ias en el sentido de tropas, en Mt 22, 7; Lc 23,
cosas que no están bien en boca de cristianos 11; Ap 9, 16. ThWNT VH, 701-713.
(Ef 4, 29; Col 3, 8; Sant 3, 10: èx xon oxófta-
xoç; 1 Pe 2, 22: èv xrâ oxópaxL; cf. Ap 14, 5). aTQ atCt)O^.0tl strateuom ai realizar una
d) La polêmica contra los falsos maestros campana militar, prestar servicios milita­
emplea oxópa para inculparlos (Jds 16). res*
e) La confesión de fe pronuncia con pala- En sentido propio en Lc 3, 14 (oxQaxeuó-
bras audibles (Rom 10, 9.10: [èv xõ)] oxópa- pEVOL, soldados); 1 Cor 9, 7; 2 Tim 2, 4. En
xi) lo que el corazón cree (cf. también v. 8). sentido figurado en 2 Cor 10, 3 (dícese de la
f) El término oxópa es inherente de mane- actividad apostólica); 1 Tim 1,18 (xf)v xa^cfjv
oxQáxeLav); de Ias luchas de Ias pasiones hu­
ra casi general a todo el mundo de ideas dei
manas en el hombre, Sant 4, 1; 1 Pe 2, 11.
Apocalipsis. En imágenes llenas de fantasia
ThWNT VII, 701-713.
se describe casi siempre cómo la boca o Ias
fauces son la fuente de la que brotan, junto a
arrogantes blasfêmias (Ap 13, 5.6), Ias cosas OTgaTt|YÓÇ, OV, Ò stratêgos jefe militar;
amenazadoras o destructoras (èxitopenoitai: pretor*
1, 16; 9, 17.18; 11, 5; 19, 15; è^égxopai: 19, El plural designa en Hech 16, 20.22.35.36.
21), la espada de Cristo (1, 16; 2, 16; 19, 38 a los pretores de la colonia romana de Fili-
15.21) y el fuego de los dos testigos (11, 5), pos; Wikenhauser, Geschichtswert, 346s. - El
así como el fuego, humo y azufre en los caba- libro de Hechos conoce al axQaxTiYÒç xob
llos (9, 17.18.19), el agua de la serpiente (12, Ieqoü, es decir, al «capitán dei templo», que
15.16b) y los espíritus demoníacos semejan­ estaba al frente de la guardia dei templo: 4, 1;
tes aranas (16, 12 [ter]). 5,24. El uso absoluto de ó oxpaxqyóç (5, 26)
W. Radl se halla atestiguado también en Josefo (Bell
1515 0TgaTT)Yoç - OTgecpü) 1516

VI, 294; Ant XX, 131). El correspondiente ser el sentido dei término en Lc 21, 20 (a di­
plural, «capitanes dei templo», se menciona ferencia de Mc 13, 14): Jerusalén, «sitiada
en Lc 22, 4.52. Schürer II, 320-322; Pauly- por legiones». ThWNT VII, 704s.
Wissowa, Suppl VI, 1071-1158; ThWNT V n,
701-713; Pauly, Lexikon V, 388-391.
OTQ£pÀ,ÓtO strebloõ volver, torcer*
Con acusativo en el sentido de retorcer has­
atQ atiá, ãç, ■q stratia ejército* ta obtener un sentido equivocado. Así en 2 Pe
Refiriéndose a ángeles en Lc 2, 13: «el 3, 16, a propósito de Ias cartas de Pablo, «en
ejército celestial» (expresión de la LXX; cf. Ias que hay algunas cosas difíciles de enten­
Billerbeck II, 116s). En Hech 7, 42 dícese de der (ônavÓTixá ttva), que los ignorantes e in­
los astros; «el ejército dei cielo» (cf. 2 Crón constantes retuercen». A. Võgtle, en FS Mufi-
33, 3.5; Jer 8, 2 LXX). ThWNT VII, 701-713. ner, 223-239.

OTQaTUúttlÇ, OV, Ó stratiotes soldado* OTQéíjpM strepho volver, dar la vuelta*


Soldados en sentido propio: Mc 15, 16 par.
1. Aparición en el NT y usos - 2. Senal narrativa en
Mt 27, 27; Mt 8, 9 par. Lc 7, 8; Mt 28, 12; Lc Lucas - 3. Cambio interno de actitud.
23, 36; Jn 19, 2.23 (bis).24.32.34; Hech 10, 7;
12, 4.6.18; 21, 32 (bis).35; 23, 23.31; 27, B ib l.: Bertram, axpéqpco xxk., en ThWNT VII,
31.32.42; 28, 16. En sentido figurado en 2 714s; I. Dupont, sàv pf) oxQatpfítE xal YÉvtiaíIe <hç
x à itaiôía, en F S B lack, 50-60; para más bibliografia,
Tim 2, 3 en la exhortación que se hace a «Ti- cf. ThWNT X, 1272.
moteo» para que sufra penalidades juntamen­
te con el autor de la carta, «Pablo», «como 1. De los 21 testimonios que hay del verbo
buen soldado de Cristo Jesus»; cf. 1 Tim 1, simple en el NT (en la LXX hay unos 50, de
18. ThWNT VII, 701-713. los cuales unos 40 son traducción del TM),
diez corresponden a Lucas (siete en el Evan-
gelio, tres en Hechos); Mateo, que ofrece 6
ffTQaTol/Oyéoj stratologeõ reunir un ejér­
testimonios, no coincide nunca con Lucas;
cito, reclutar soldados*
Marcos no emplea nunca oxQéq)co, y este ver­
En 2 Tim 2, 4, refiriéndose al a r p a x e n ó p E -
bo aparece cuatro veces en Juan y una vez en
voç que quiere complacer a quien le reclutó
el Apocalipsis. En palabras de Jesús, el verbo
como soldado. ThWNT VII, 701-713; Spicq,
aparece únicamente en Mateo, tres veces (5,
Notes II, 835.
39 [seguramente original de la fuente Q]; 7, 6;
18, 3 [redaccional]).
aTQ atOm eÔáQX^Çj «"W? « stratopedar- En la voz activa, el verbo aparece sólo cua­
chês comandante dei campamento tro veces, tres de ellas con sentido ciertamen-
Hech 28, 16 Textus Receptus. Otros testi- te transitivo; Mt 5, 39, volver (directamente)
monios textuales leen aqui axQaxojtéôapxoç la otra mejilla; 27, 3, devolver (Ias monedas
(ou, ó); GNTCom sub loco. Wikenhauser, de plata); Ap 11, 6, convertir el agua en san­
Geschichtswert, 358s. gre (en alusión a Ias plagas de Egipto, en vez
del compuesto pexaoxQÉqJO) en Sal 77, 44
LXX; 104, 29 LXX); por el contrario, en
0TÇ(XTÓJtEÓOV, OU, TÓ stratopedon cam­ Hech 7, 42 la voz activa podría tener sentido
pamento; ejército* intransitivo («Dios se aparto»), porque existe
oxQaxójceSov puede designar también es­ una antítesis directa con respecto al v. 39. En
pecíficamente a la legión romana (Polibio I, los 17 pasajes restantes aparece la voz pasiva
16, 2 y passim-, ÃgU 362, XI, 15); tal podría con sentido reflexivo.
1517 axQEtpa) - crcuyriToç 1518

2. Lucas utiliza como norma la voz pasiva, cida en un contexto alegórico (refiriéndose a
empleándola en los siete pasajes en que el los «perros» y a los «cerdos»), usando el ao­
verbo aparece en su Evangelio (7, 9.44; 9, 55; risto de participio en sentido condicional y
10, 23; 14, 25; 22, 61; 23, 28; en cambio, 10, con carácter de anticipación; cuando se hayan
22 v.l. debe considerarse como una adición apartado de nuevo.
posterior al v. 23; cf. GNTCom 152), siempre W. Schenk
en participio de aoristo (OTQaqpeLç), siempre
con Jesus como sujeto (en cambio, el com-
puesto úitooxQÉqjcn expresa casi siempre la atgií]ViafO strêniaõ vivir en la molicie*
reacción de los seguidores de Jesús y es «in­ En Ap 18, 7.9 junto a JtoQveúm, refiriéndo­
dicador de doxología») y se emplea siempre se a la gran «Babilônia». -> 0X0fjvoç.
en el comienzo directo de la frase. En la ma-
yoría de los casos sigue una declaración de
Jesús (relatada tan sólo metalingüísticamente atçfjvoç, ovç, TÓ strênos molicie, lujo*
en 9, 55; vemos que en 22, 61 se habla de una Ap 18, 3 (->■ ox0T]viáco); «los comerciantes
mirada de Jesús -pero esta mirada hace que se dei mundo se han enriquecido con su lujo fas-
recuerden unas palabras-). La expresión tiene tuoso».
la función de marcar un punto culminante y
designa la acción de volverse directamente,
OTQOirO^íov, o u , TÓ strouthion gorrión*
una acción que realzará con énfasis Ias pala­
o x q o u IH o v como ejemplo de un objeto sin
bras que sigan a continuación. La influencia
ningún valor comercial; Mt 10, 29.31 par. Lc
de este uso puede verse cuando el verbo se
12, 6.7. J. G. Cook, The Sparrow’s Fali in Mt
emplea programáticamente al comienzo de la
10, 29b: ZNW 79 (1988) 138-144; G. Grim-
segunda parte principal dei libro de Hechos
me; BZ 23 (1935) 260-262; ThWNT VII,
(13, 46; «nos volvemos directamente a los no
729-732; Schulz, Q, 157-164.
judios»; cf. 18, 6; 28, 28).
En Mt 9, 22; 16, 23 el participio se usa tam-
bién con Jesús como sujeto (en ambos casos, OTQOIVVUO), atQ orvvufU strõnnyõ, strõn-
redaccionalmente a diferencia de Marcos nymi extender*
ènioxQÉtjpü)), pero el participio sigue al suje­ En la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén,
to. En Jn 1, 38 el participio aparece también la gente extendía sus vestiduras sobre el ca-
al principio de una frase que tiene a Jesús co­ mino (para alfombrarlo); Mc 11,8 par. Mt 21,
mo sujeto {volverse-, como verbo en tiempo fi­ 8a.b (cf. 4 Re 9, 13). El imperativo axgcõaov
nito en 20, 14, refiriéndose a Maria) y en 20, OEanxrô (a saber, xf]v xXívqv) en Hech 9, 34
16 como un nuevo acto (contemplado desde significa; «\hazte tú mismo la carnal», àvá-
la perspectiva dei rechazo en el v. 17); vol- yatov £ax0(O|xévov en Mc 14, 15 par. Lc 22,
viéndose hacia él. 15 dificilmente significará «una habitación
pavimentada dei piso superior» (en contra de
3. OTQétpto, como término para expresar la Bauer, Wõrterbuch, í . v . ) , sino más bien «una
conversión, se emplea en Jn 12, 40 (cita de Is habitación dei piso superior acondicionada
6, 10; a diferencia de Mc 4, 12; èmoTQÉqpto, (con alfombras y cojines)» (cf. Dalman, Ar-
porque Juan evita el uso de verbos compues- beitVM, 185).
tos) y en Mt 18, 3 (en el v. 4 aparece como si­
nônimo de -> xaneivóci)). Se usa en sentido
negativo en Hech 7, 39; «ellos [nuestros ante- OTuyiltóç, 3 stygStos odiado, detestable*
pasados], en cuanto a su actitud, se volvieron Tit 3, 3; Vivíamos en otro tiempo «en mal-
a Egipto» (lo cual se concreta luego en el v. dad y envidia, odiados y odiándonos unos a
40); Mt 7, 6 emplea el verbo de manera pare­ otros».
1519 OTuyváÇü) - oíi 1520

OTWYváÇto stygnazõ estremecerse, entris­ Como los primeros cristianos leían el AT co­
tecer se* mo profecia de su actual existência escatoló-
Dícese de una persona en Mc 10, 22: ènl gica (1 Cor 10, 6.11), entendían Jer 1, 18
Tõ) ItÓYCp, «estremecerse (o entristecerse) por (TM; Aquila y Símmaco: otükoç o iô eq o õ ç )
Ias palabras». Dícese de la apariencia dei cie- como anuncio dei establecimiento de un mi­
lo en Mt 16, 3: jruQQá^Et oxvyvá^cüv ó oti- nistério profético que conducía dei fin de los
çavóç, «el cielo está rojo y sombrio», como tiempos al reinado de Dios (Kraft, 126).
senal que anuncia tormenta. Ap 3, 12 emplea axüA.oç de manera seme-
jante: El Espíritu Santo ocupará su lugar y lo
mantendrá para siempre, a la manera de una
(FTV^OÇ, o v , ó stylos columna, pilar* estatua, sobre aquel que sea vencedor. («Dios»
B ib l.: R. D. Aus, T hree P illa rs a n d T hree P a- en este versículo es Dios en la forma dei Es­
triarchs: A P ro p o sa l C o n c em in g G al 2, 9\ ZNW 70 píritu Santo; él tiene como morada -en una li-
(1979) 252-261; C. K. Barrett, P a u l a n d the «P illar» gera variación de la imagen- la nueva ciudad
A postles, en F S d e Zw aan, 1-19; A. Jaubert, V im a g e
de la colonne, en Stud io ru m P aulinorum C ongressus
de Dios.)
In te m a tio n a lis C a th o lic u s 1961 II (AnBibl 17-18), En Ap 10, 1 un ángel de dimensiones cós­
Roma 1963, 101-108; H. Kuaft, D ie E n tste h u n g des micas se aparece al vidente; tiene la tarea de
C hristentum s, Darmstadt 1981,124-139; U. Wilckens, comunicarle el anuncio, que de momento de-
aTt)A,oç, en ThWNT VH, 732-736; R. H. Wilkinson,
The 2TYA02 o f R evela tio n 3, 12 a n d A n cien t Coro-
be mantenerse todavia en secreto, de la resu-
na tio n R ites: JBL 107 (1988) 498-501; para más bi­ rrección de los muertos. El ángel, con su ves-
bliografia, Cf. ThWNT X, 1272s. tidura de nubes y sus piemas como columnas
de fuego, recuerda la figura en la que Dios
1. En el NT o t ííà o ç aparece cuatro veces conducía a su pueblo en la peregrinación por
(Gál 2, 9; 1 Tim 3, 15; Ap 3, 12; 10, 1), siem- el desierto (cf. Ex 13, 21s).
pre en sentido figurado o metafórico. Aparece
H. Kraft
en relación con la estructura dei templo en Ap
3, 12 (aTüÀov èv tcB vam t o ü 'Oeo '0); de ma-
nera parecida en 1 Tim 3, 15, donde la ex >í X,T)- S tcdix Óç, 3 Stoikos estoico
o ía como aTõX,oç x a l éSpaím pa àX.T)- SxcuLXÓç, en Hech 17, 18, es la grafia más
•Oeíaç se equipara al oíxoç dEOti (cf. Ef 2, correcta, aunque quizás no la original (frente
19ss). Posiblemente Gál 2, 9 (oí ôoxoüvteç a S t o l x ó ç ) ; BlaB-Debrunner § 35, 1. La
oxüÀ.oi Eivai) presupone también una idea forma Sxoixóç (B al, también GNT y NTG^^)
parecida (cf. 1 Ciem 5, 2; cf. Barrett, 12ss; es una asimilación a oxoá; Passow II, 1578 la
Wilckens, 734s). En cambio, en Ap 10, 1 (oi considera una abreviación poética.
jtóòeç auxoü mç oxükoi jrnpóç) se escucha
un eco de Ex 13, 21s.
OI! íy tú
2. En el NT atükoç designa un «pedesteJ»
B ib l : Bauer, W drterbuch, s.v.; BlaB-Debranner §
para el Espíritu Santo, que sirve para hacerle 277, 1; 279, 2; 281; 284, 1; Kühner, G ram m atik II/l,
visible y comunicar su acción. En 1 Tim 3, 555-560; Mayser, G ram m atik II-1, 62-65.
15, la comunidad es el pilar dei Espíritu, y al
Espíritu se le llama la «Verdad» por su fun- 1. En el NT el pronombre personal de se­
ción reveladora. La comunidad primitiva de­ gunda persona dei singular aparece un total de
signo con el honorífico título de «columnas» 1066 veces, principalmente en los escritos na­
a los que desempenaban su ministério espiri­ rrativos, pero con menor frecuencia en Ias
tual de dirección, considerándolos como pro­ cartas (en Filipenses aparece sólo una vez),
fetas llenos permanentemente dei Espíritu y con excepción de FUemón (20 veces), 3 Juan
capaces de comunicar ese Espíritu (Gál 2, 9). (10) y Ias Pastorales (41). Mientras que los
1521 ov - o\)Y5ta"&í^u> 1522

casos oblicuos (que, por lo demás, son enclí- también en 1 Mac 10, 89 A): èv xotç onYY^-
ticos) aov, ooL, ae se acentúan cuando se em- venoiv. Sobre esta formación de dativo, cf.
plean con énfasis (también después de Ias pre- BlaB-Debrunner § 47, 4; Mayser, Grammatik
posiciones; excepción: Jtçóç [Mt 14, 28]), el 1/2, 57.
nominativo aparece casi siempre acentuado y
enfatizado (un total de 174 veces, incluso pleo-
crUYY^'''nÇ> 2 syggenês pariente*
násticamente en Mc 14, 68), casi siempre en
En el NT el adjetivo onYYE'Vi]ç aparece uni­
los relatos de la Pasión, en Jueui (61 veces) y
camente sustantivado. En sentido de pariente
en Romanos (12 veces).
en singular en Jn 18, 26 (masculino); Lc 1, 36
2. En el uso dei nominativo, hay que atri­ Textus Receptus (femenino); en plural (oí
buir especial importância teológica a la iden- onYYEVEiç) en Lc 1, 58; 14, 12; 21, 16; Hech
tificación frecuente con oò el y un título o 10, 24. En el sentido de compatriota / perso-
nombre: on el ó xpicrxóç (ó nlòç...) (Mc 8, 29 na de la misma ascendência, Rom 9, 3; 16, 7.
par.; 14, 61 par.; Lc 23, 39; Jn 10, 24; 11, 27), 11.21. ThWNT VII, 736-742; Spicq, Notes H,
etc.; esta construcción aparece también sin 836-839.
sustantivo: eí ov el, «si eres tú» (Mt 14, 28);
en interrogativas; oi) xíç eI ; ob e I ; ...
(Jn 1, 19.21 [bis]). <ruYY£'V''Ç> íôog, syggenis (la) pariente,
(parienta)*
En combinación con un vocativo, on es a
onYYEVíç es la forma femenina de ->■ avy-
menudo enfático: «tá, Belén» (Mt 2, 6); «tú,
Cafamaún» (Mt 11, 23; Lc 10, 15); «tú, oh ni­ YEVT|ç. En el NT aparece únicamente en Lc 1,
no» (Lc 1, 76). on es también enfático en 36 y se refiere a Isabel, la pariente de Maria.
combinación con un sustantivo y un participio
{«tú como judio / aunque tú eres judio»; Jn 4, (jDYYVtbfii], ?iç, 1^ syggnõmS concesión*
9; Gál 2, 14), en Ias antítesis entre personas En 1 Cor 7, 6 ouYYVobpT] se halla en oposi-
(por ejemplo, «yo - tú»: Mt 3, 14) y en Ias ción a EJUxaYn: «Esto os lo digo como conce-
frases enfáticas con x a l ov («también tú»: sión, no como obligación». ThWNT I, 716s;
Mc 14, 67 par.; Lc 10, 37; 19, 19.42; Jn 7, 52; N. Baumert, Ehelosigkeit and Ehe im Herrn.
Hech 25, 10; Gál 6, 1; 2 Tim 4, 15) y on ôé Eine Neuinterpretation von 1 Kor 7 (FzB 47),
(«pero tú»: Lc 9, 60; 16,7.25; Rom 11,17.20; Würzburg 1984, 359-363; K. Metzler, Der
14, 10; 1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10.14; 4, 5; Tit griechische Begrijf des Verzeihens. Unter-
2, 1; Heb 1, 11.12; Sant 4, 12). La frase oí) sucht am Wortstamm a'UYY'VU)fJ,T] von der ers-
Xéysig ( E Í j t a ç ) (Mc 15, 2 par.; Mt 26, 25.64; ten Belegen bis zum vierten Jahrhundert n.
Jn 18, 37) no tiene sentido de evasión o de re- Chr. (WUNT n/44), Tübingen 1991.
chazo, como piensa Bauer, Wõrterbuch, 448 y
929, sino de confirmación; ->• etjiov.
avY>tct9'tlM'®^*' sygkathêmai estar sentado
W. Radl con*
En Mc 14, 54 dícese de Pedro (y de los
^ syggeneia parentesco* criados) en el atrio dei sumo sacerdote. En
El NT emplea este sustantivo en todos los Hech 26, 30: oí auYxa^&rip.EVoi aòxoíç son
casos para referirse concretamente a los pa- los que (estando sentados) con Agripa, Bere­
rientes: Lc 1, 61; Hech 7, 3.14. ThWNT VII, nice y Festo, escucharon el discurso de Pablo.
736-742; X, 1273 (bibl.).
(JUY>t«díÇco sygkathizõ sentar con al-
syggeneus pariente*
o guien; intransitivo: sentarse con otros*
Mt 6, 4 y Lc 2, 44 atestiguan onvY^VEnç Transitivo en Ef 2, 6: Dios nos sentó con
(forma tardia de onyYEvfiç, como aparece Cristo en el cielo. Intransitivo; Lc 22, 55.
1523 ouYxazojtaUÉoi) - auYxlteíco 1524

OVY>tcnton;a'd£(i> sygkakopatheõ sufrir sygkataneuõ asentir, estar


juntamente con alguien* de acuerdo
En 2 Tim 1, 8 y 2, 3 con sentido imperativo Hech 18, 27 D. Sobre la variante textual dei
en la exhortación a participar en los sufri- texto «Occidental», cf. GNTCom sub loco
mientos que el «Pablo» cautivo padece por el (467s).
evangelio. ThWNT V, 936s.
sygkatatithemai estar
0D Y > taxovxÉ o^,ai sygkakoucheomai ser de acuerdo con, consentir en*
maltratado junto con otros* Lc 23, 51 con dativo; José de Arimatea no
En Heb 11, 25 dícese de Moisés, que prefi- estuvo de acuerdo con la decisión de los
rió ser maltratado junto con el pueblo de Dios miembros dei Sanedrín en contra de Jesús (->•
antes que incurrir en el pecado. ’I(naf|q) 6). Además, como variante textual de
D en Hech 4, 18; 15, 12.

avY>í«XÉO) sygkaleõ convocar; en voz me­ a v Y x a T a tlttltp íÇ o ^ .a i sygkatapsêphizo-


dia; llamar junto a sí* mai ser elegido junto con*
La voz activa aparece en Mc 15, 16; Lc 15, En Hech 1, 26 dícese de Matías, que «fue
6.9; Hech 5, 21. La voz media se encuentra en escogido para anadirse a los once apóstoles».
Lc 9, 1; 23, 13; Hech 10, 24; 28, 17. ThWNT ThWNT IX, 600-604.
III, 497s.

ffVYXElfiCtl sygkeimai estar reclinado jun­


avyxai^vJC X fa sygkalyptõ encubrir por to con
completo* Mt 9, 10 D en vez de onvaváxEipai.
Lc 12, 2: «Nada hay encubierto que no ha-
ya de ser descubierto». El lugàr paralelo en
Mt 10, 26 tiene el verbo simple. ThWNT VII, a rY X E g á v v u fU sygkerannym i m ezclar
743s. con, unir*
En el NT auYXEQávvufu aparece única­
mente en sentido figurado: 1 Cor 12, 24 (tò
sygkamptõ doblar, encorvar* ací)p,a: el cuerpo mediante la unión de los
Rom 11, 10 en la cita (Sal 68, 24 LXX): miembros para formar un solo organismo);
«\Dobla sus espaldas!» Heb 4, 2 (la palabra de la predicación se une
con los oyentes por medio de la fe [dativo ins-
tramental]).
avY 3<«T aPaíva) sygkatabainõ descender
junto con alguien* aV Y ítlvéw sygkineõ poner en movimien-
Hech 25, 5; Descender desde Jerusalén a to*
Cesarea junto al mar. Cf. àvaPaívm (v.l) pa­ Hech 6, 12 con acusativo: «alborotar a al­
ra referirse al camino inverso. guien».

eoíÇ» 'H sygkatathesis ffDY>t^EÍtO sygkleiõ encerrar al mismo


acuerdo* tiempo, encerrar juntamente*
2 Cor 6,16: xíç onYxatáDeoiç vam -Oson;, En sentido propio en Lc 5, 6 (dícese de la
«^cómo se compagina un templo de Dios (con captura de peces que quedan encerrados en la
los ídolos)?». red). En sentido figurado dícese de Dios, que
1525 1526

encerro a todos en la desobediencia, Rom 11, ovY^íííJlTlo sygkyptõ encorvarse, estar


32. Gál 3, 22.23: La Escritura lo encerro todo completamente encorvado*
bajo (el poder dei) pecado. ThWNT VII, 744- En Lc 13, 11 dícese de una mujer con la es-
747. palda encorvada por una enfermedad, y que de
ninguna manera podia ya enderezarse (àva-
auyJtíi/ilQOVÓfioç, 2 sygklêronomos co- xújtTco). W. Grundmann, Das Evangelium
heredero* nach Lukas (ThHK), sub loco', G. Schwarz;
Rom 8, 17: «Herederos de Dios, coherede- Biblische Notizen 15 (1981) 47.
ros de Cristo». Ef 3, 6: Los gentiles son co-
herederos, además aúaacojia y (JU|XfréTOxa a v Y ítttç íft, « ç , sygkyria casualidad,
de la promesa. ouyxàt]QOvóij,oç seguido de coincidência*
genitivo de cosa en Heb 11, 9; 1 Pe 3, 7. Cf. Lc 10, 31: x a t à ouYxuQÍav, «casualmen­
ThWNT VII, 787; DTNT II, 264-269; R. te».
Schnackenburg, Der Brief an die Epheser
(EKK), 135s.
o v YX^ÍQW sygchairõ regocijarse con; feli­
citar*
tru y x o iv o iv é a i sygkoinõneO ser copartíci- Lc 1, 58; 15, 6.9; 1 Cor 12, 26; 13, 6; Flp 2,
pe, participar al mismo tiempo* 17.18. En Lc 1, 58 y Flp 2,17.18 es posible el
En el sentido de participar en una actividad: significado áe felicitar. ThWNT IX, 350-362.
Ef 5, 11; Ap 18, 4. Con el significado de una
compenetración que presta ayuda: R p 4, 14. OVYXÉfO sygcheõ alborotar*
ThWNT III, 798-810; DTNT IV, 229-233. Hech 21, 27: Los judios de Asia «alborota-
ron a todo el pueblo», al ver a Pahlo en el
(TUYXOIVCOVÓÇ, Ori, ó sygkoinOnos parti­ templo.
cipante, partícipe*
Con genitivo de cosa en que se participa; ffUYXQ^Ofiai sygchraomai tener trato, re-
Rom 11, 17; Flp 1, 7. Con genitivo de perso- lacionarse con*
na en 1 Cor 9, 23; Ap 1, 9. ThWNT III, 798- Jn 4, 9 en el comentário dei narrador: «por­
810; DTNT IV, 229-233. que los judios no tienen trato con los samari-
tanos».
sygkomizõ llevar a; enterrar*
Hech 8, 2 con el significado de dar sepultu­ cruYXÍ>TVCO sygchynnõ incitar*
ra (Sófocles, Ai 1048). Dícese dei entierro de El verbo aparece cuatro veces en el libro de
Esteban. Hechos; en voz activa en 9, 22, y en voz pasi-
va en 2, 6; 19, 32 (cf. ->^ OÚYXfOiç); 21, 31
(cf. 0UYXÉCO en 21, 27).
(ntY ítçíva) sygkrinõ equiparar, comparar;
interpretar*
En 2 Cor 10, lla.b ouywqívco debe tradu- (rÚYX'W®i'Ç> Etoç, ^ sygchysis confusión*
Hech 19, 29: «Y la ciudad (de Efeso) se lle-
cirse por equiparar. En 1 Cor 2, 13 el signifi­
cado de comparar es menos probable que el nó de gran confusión». Cf. auYX'í>vvco en
de interpretar / exponer; cf. H. Conzelmann, 19, 32.
Der erste Brief an die KorintheP' (KEK), 78
nota 7; G. Dautzenberg, Urchristliche Pro- a u ^ á tiJ syzaõ vivir con*
phetie, Stuttgart 1975, 138-140. ThWNT Ht, Dícese de la vida de los creyentes con Cris­
955. to: Rom 6, 8. Los corintios están unidos en el
1527 OD^áco - 1528

corazón de Pablo elç t ò a T Jv a 3 tO '& a v e lv x a l En Mc 8, 11 se trata claramente de una dis­


otiÇfiv, «para morir juntos y para vivir jun­ puta entre adversários. Los fariseos discuten
tos», 2 Cor 7, 3. Los cristianos mueren y vi- con Jesús y le exigen una senal inequívoca,
ven con su Senor: 2 Tim 2, 11 (cf. Rom 6, 8). cosa que el evangelista designa como tentar a
Jesús (jXEtQÓÍovxEÇ aiixóv). En 9, 14.16 se
trata también de un enfrentamiento suscitado
a v ^ E rY W fti syzeugnymi uncir en un mis- por Ia crítica. Unos escribas discuten con los
mo yugo, unir* discípulos acerca dei fracaso de éstos, porque
Mc 10, 9 par. Mt 19, 6 en la conclusión: no fueron capaces de curar a un muchacho
«Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo sepa­ epiléptico: una crítica que la multitud parece
re el hombre». corroborar (vv. 17s). La seria disputa de Jesús
con los saduceos (12, 18-27) se considera en
12, 28 como un ont,T|xeiv.
OfuÇtltéc» syzêteo considerar, disputar, re-
flexionar* El verbo se usa en sentido clarísimamente
B ibl.: J. Schneider, auttixéco otX., en ThWNT VII, hostil en Hech 6, 9 y 9, 29. Los judios hele-
747s. nistas, que disputan con Esteban, son los cau-
santes dei prendimiento y de la muerte de és-
1. En el NT aoj^qTÉco aparece 10 veces. te (6, 9ss), porque se han visto vencidos en la
Seis de los testimonios se encuentran en Mar­ discusión. El verbo onÇqxéo» está marcado
cos, y los restantes en los escritos lucanos por la misma seriedad en 9, 29. Pablo disputa
(dos en el Ev. de Lucas y dos en Hechos). El (frecuentemente, téngase en cuenta el uso dei
verbo significa: a) investigar juntamente o imperfecto) con los núsmos adversários que
considerar, conversar, hacer rejlexiones con­ Esteban. Y éstos responden de la misma ma-
juntamente (jtepL TLVoç); b) disputar (xiví, nera que en la historia de Esteban: «con la in-
aunque también onÇqxéco Jtçóç xiva); c) re- tención de asesinarle» (E. Haenchen, Die
flexionar ( jx e q í xivoç). Apostelgeschichte^ [KEK], sub loco).
E. Larsson
2. En el NT, onÇqxéco se emplea no sólo
para un acto sencillo de considerar, sino tam­
bién de disputar acaloradamente. Un milagro ewç, syzêtêsis enfrenta­
de Jesús causa estremecimiento entre los ha­ miento, confrontación
bitantes de Cafamaún, y éstos «íe preguntan El sustantivo se halla en el Textus Receptus
unos a otros» qué significará todo eso (Mc 1, en los pasajes: Hech 15, 2.7; 28, 29. ThWNT
27). Aqui se trata, por tanto, de un acto de VII, 748.
preguntarse, de reflexionar en común. Según
Mc 9, 10, los discípulos discuten entre si qué
(IllÇHTtlTtjç, OÜ, Ó syzêtêtês disputador*
significarán Ias palabras de Jesús acerca de la
I Cor 1, 20 en la pregunta: «^Dónde (hay)
resurrección de entre los muertos. Los discí­
un disputador de este mundo?». Cf. IgnEf 18,
pulos de Emaús (Lc 24, 15) hablan de lo que
1, donde se cita en parte 1 Cor 1, 10. ThWNT
ha sucedido durante los últimos dias. El senti­
Vn. 748.
do de Lc 22, 23 es ambiguo. La predicción de
Jesús de que uno de los discípulos va a trai-
cionarle, provoca entre ellos un acto de ou^ t)- aviÇvYOÇ, 2 syzygos uncido a un mismo
xe Tv . El verbo podría expresar la acción de yugo*
«preguntarse», pero en este contexto podría Flp 4, 3, en la interpelación: yvijcaE oúÇn-
significar también una disputa acalorada (cf. ye, «fiel compaiiero». avt,vyoç no se ha do­
22, 24ss). cumentado (hasta ahora) como nombre pro-
1529 aijÇuYOÇ - ou)LX.ajiPáva) 1530

pio. No se puede determinar con seguridad a avxoçpaVTÉCO sykophanteO acusar falsa­


quién se refiere Pablo. ThWNT Vll, 749s; mente, calumniar; extorsionar*
Bauer, Wõrterbuch, s.v. En el NT, los dos significados dei verbo se
hallan atestiguados únicamente en Lc 3, 14 ó
19, 8: en 3, 14, en la exhortación dei Bautista
(TuÇuoJIOléo) syzõopoieõ dar vida junta­ a los soldados de que no vejen / opriman a na-
mente con* die; en 19, 8, en la confesión de Zaqueo; «si
Col 2, 13 par. Ef 2, 5: Dios vivifícó a los he extorsionado a alguien». E. Nestle; ZNW 4
cristianos juntamente con Cristo. El contexto (1903) 271s; ThWNT VB, 759.
indica que se hace referencia a la resurrección
de la muerte en que se hallaban sumidos por
el pecado (vexpoüç... roíç jraQajiTCÓpaoiv). (TwXaYCayÉO) sylagõgeõ llevarse como bo-
tín, arrebatar*
En Col 2, 8 en sentido figurado, refiriéndo-
sykaminos morera*
a v x á ^ iv o ç , o u , se a seducir a alguien apartándole de la ver-
Lc 17, 6 en la sentencia de Jesús acerca de dad para llevarle a la esclavitud dei error.
la fe como un grano de mostaza, que es capaz
de arrancar de raiz un árbol tan grande como a u ^ á w sylaO despojar*
la ouxápivoç y de trasplantarlo. ThWNT VII, En 2 Cor 11, 8 en una expresiva imagen, en
758 (cf. 286-290); G. Schneider, Das Evange- la que Pablo afirma que él se contento con la
lium nach Lukas II (ÕTK), 347s. ayuda material recibida de otras comunida­
des; «Aotras comunidades despojé...». Spicq,
Notes II, 840s.
avKÍ\, f j ç ,q syke higuera*
En la perícopa de la maldición de la higue­
ra, Mc 11, 13.20.21 par. Mt 21, 19 (bis).20. ovXXaXéco syllaleõ conversar con*
Con dativo de persona en Mc 9, 4 par. Lc 9,
21. Además, en Ias parábolas de la auxfj en
Mc 13, 28 par. Mt 24, 32 / Lc 21, 29; Lc 13, 30; Lc 22, 4. En cambio (a diferencia de Mc
6.7. Según Jn 1, 48.50, Jesús vio a Natanael 9, 4) p,exá Tivoç en Mt 17, 3. Con p s tá tam-
«debajo de la higuera». Sant 3, 12, en la pre- bién en Hech 25, 12; con jtqóç en Lc 4, 36.
gunta de si acaso una higuera puede dar acei-
tunas (cf. Mt 7, 16b). Ap 6, 13 (cf. Is 34, 4) en syllambanõ agarrar, pren­
la comparación: «así como una higuera deja der; concebir; ayudar*
caer sus frutos». ThWNT VII, 751-757; X, 1. La voz activa se divide en dos significa­
1273 (bibl.). dos básicos;
a) agarrar, prender, refiriéndose especial­
mente a la detención de una persona; en Mc
sykomorea sicómoro*
tr u x o ^ O Q É a , a ç , 14, 48 par. Mt 26, 55; Lc 22, 54; Jn 18, 12;
En Lc 19, 4 dícese que Zaqueo se subió a Hech 1, 16, dícese dei prendimiento de Jesús;
una oux o p o p éa para poder ver a Jesús. además en Hech 12, 3; en voz pasiva en 23,
ThWNT Vn, 758. 27. En Lc 5, 9 refiriéndose a la captura de pe-
ces.
b) concebir, dícese de la mujer que concibe
o O x o v , OD, TÓ sykon higo* un hijo, es decir, que se queda embarazada;
Dícese dei fruto de la higuera (-+ ouxfj) en Lc 1, 24.31.36; en voz pasiva en 2, 21. Con
Mc 11, 13; Mt 7, 16 par. Lc 6, 44. Sant 3, 12 este mismo sentido pero metaforicamente, dí­
en la pregunta de si acaso la vid puede dar hi- cese en Sant 1, 15 de la èjiiíhjpía, que da a
gos. ThWNT VII, 751-755. luz el pecado.
1531 oijA,A.a|xpávcü - 0v^pál.l.a) 1532

2. En voz pasiva: en volandas por los soldados, debido a la vio­


a) Con el mismo significado que en la voz lência de la multitud». En Hech 3, 10: xò oup-
activa (-> l.a) en Hech 26, 21: agarrar, pren­ P e P tixóç XLVí, «lo que ha sucedido a alguien»;
der (cf. MartPol 6, 1). en Lc 24, 14: xà aupPeprjxóxa, los sucesos.
b) Con dativo en Lc 5, 7; Flp 4, 3: echar
una mano, ayudar, asistir. - ThWNT VII,
759-762. symballõ conversar, captar el
verdadero sentido, reunirse; en voz me­
dia, ser de utilidad*
syllegõ reunir, recoger* B ibl.: W. C. van Unnik, D ie rechte B edeutung des
Mt 7, 16 par. Lc 6, 44: recoger frutos de los W ortes treffen. L u kas I I 19, en Id., Sparsa collecta I,
cardos. En Mt 13, 28.29, 30.40 dícese de re­ Leiden 1973, 72-91.
coger la cizana o (v. 41) los o m v b a k a y
echarlos dei reino dei Hijo dei horabre. En 13, 1. En el NT el verbo aufxpá^A.co (significa­
48 dícese de los peces buenos que se recogen do fundamental: «arrojar juntamente» / «reu­
de la red. nir» [transitivo] o «reunirse» [intransitivo])
aparece exclusivamente en los escritos luca-
nos, concretamente dos veces en el Evangelio
avX)^OYÍ^O|U.ai syllogizomai reflexionar, de Lucas (2, 19; 14, 31) y como v.l. en 11, 53
pensar, calcular* D, y cuatro veces en el libro de Hechos (4, 15;
Lc 20, 5 (a diferencia de Mc 11,31: ôiaX.o- 17, 18; 18, 27; 20, 14). Lucas emplea la voz
YÍÇo[tai): a'UX.X.OYÍÇecT'&at jtQÒç eautóv, «re­ activa tanto en sentido transitivo (—>2.a.b) co­
flexionar para sus adentros» (así también en mo intransitivo (-> 2.c); la voz media, única­
Plutarco, Pomp 60, 3). I. H. Marshall, Luke mente en sentido intransitivo (->■ 2.d).
(NIGTC), sub loco; G. Mussies, The Sense o f
ouLXoYt^eoflai at Luke XX 5, en T. Baarda- 2. a) En Hech 4, 15; 17, 18 se emplea onp-
A. F. J. Klijn-W. C. van Unnik (eds.), Miscel- páX,Àcü en sentido absoluto en sustitución de
lanea Neotestamentica (NovTS 48) II, Leiden la expresión más plena OuppáXXco kÓYOUç
59-76. (Eurípides, IphAuI 830), «mantener un diálo­
go, conversar». La expresión auppáXÀO) xtví
en 17, 18 significa una de dos: o «conversar
syllypeomai sentir compa- con alguien» (como en Plutarco, Apophtheg-
sión* mata Lacônica, Kallikratidas 2 [222 C], o bien
En el NT, la voz pasiva de onkkujtécü (cf. Is con un sentido más fuerte: «tener una viva
51, 19 LXX) aparece únicamente en Mc 3, 5: discusión con alguien» (como en Lc 11, 53 D).
Jesús «tuvo compasión (dei enfermo) por la
dureza dei corazón de ellos». ThWNT IV, 325. En Hech 17, 18 el verbo podría tener también
el sentido intransitivo de «entrar en contacto con
alguien»; cf. Epicteto, Diss IV, 12, 7; Jámblico,
OV^PaíVO) symbainõ acontecer, suceder* VitPyth II, 12; PapFayúm 129, 2.
En la construcción au[i|3aLv8L tí tivi: en Mc
10, 32 dícese dei destino de muerte de Jesús; b) Ofrece dificultades la comprensión de
en Hech 20, 19, de lo que le sucedió a Pablo anppáÀÀtü en la frase de Lc 2, 19, que debe
por obra de los judios; en 1 Cor 10, 11, de lo atribuirse a la redacción lucana.
que les ocurrió a los israelitas durante su pere-
Contra la traducción, muy difundida, de «me­
grinación por el desierto (xuittíccõç, jpara ad­ ditar / reflexionar» habla el hecho de que este sig­
vertência nuestra!); además, en 1 Pe 4, 12 y 2 nificado no se halla atestiguado en ninguna otra
Pe 2,22. Seguido de infinitivo en Hech 21, 35: parte; tampoco en los pasajes ajenos al NT, adu-
«sucedió que él (Pablo) tuvo que ser llevado cidos por Bauer, W õ r te r b u c h , s.v. Es discutible
1533 ov[iPáÀ,>.co - atJfiPoijXiov 1534

que pueda presentarse como prueba el texto de 16. En sentido figurado (unir) en Col 2, 2.
Herodoto VII, 24 (ien voz media!). Con el significado de sacaria conclusión/ in­
ferir en Hech 16, 10; en el sentido de probar
Como en el contexto dei v. 19 se habla de en 9, 22; en el sentido de ilustrar / instruir en
acontecimientos extraordinários y misterio­ 1 Cor 2, 16 y Hech 19, 33. ThWNT VH, 763-
sos, el verbo podría significar; captar el ver- 765.
dadero sentido, dar con el significado correc­
to (como Eurípides, Med 675; IphTaur 55; Jo-
sefo, Ant II, 72; Bell III, 352; Filóstrato, Vit ODJlPovÀ.EVfi) symnbouleuõ aconsejar; en
Ap IV, 43; cf. además Wettstein, N T I, 663s, voz media, decidir en común, acordar*
así como en cuestiones de detalle van Unnik). Empleado en voz activa (seguido de dativo
A diferencia de los j i ó v t e ç , dei v. 18, que sim- de persona) en Jn 18, 14; Ap 3, 18. El verbo
plemente se «maravillan» de lo que refieren en voz media aparece en Mt 26, 4, seguido
los pastores (v. 17), Maria conoce el verdade- por una oración de iva (así también en Jn 11,
ro significado «de todas esas cosas» (jtá v ta 53 Textus Receptus); en Hech 9, 23 el verbo
r à QTipaxa x au ta). Ella reconoce en la mila­ en voz media va seguida por un infinitivo con
grosa aparición de los ángeles y en el mensa- sentido final.
je angélico (vv. 9-14) la confirmación de la
promesa que ella misma había escuchado de
lábios dei ángel (1, 26ss). OV^PovXiloV, OV, t ó sym boulion deci-
c) En Hech 20, 14 oupPákkco xtví «encon­ sión; asamblea*
trar a alguien / encontrarse con alguien» (co­ 1. Aparición en el NT - 2. Marcos/Mateo - 3. Hech
mo en Josefo, Ant I, 219; VI, 56, 275; VII, 25, 12.
224); en Lc 14, 31 aupPáX,X.a) xtvl etç jtóke- B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debninner § 5,
(xov significa «hacer la guerra contra alguien» 3b und 4; Moulton-Milligan, í . v. (sobre Hech 25, 12);
(cf. ouu,3áX.kto xtvl etç uáyTiv, Josefo, Ant G. Schneider, V erleugnung, V erspottung u n d V erhõr
XII, 222 y 342; Bell I, 191). Jesu nach L k 22. 54-71 (StANT 22), München 1969,
108 (sobre Mc 15, 1 par. Mt 27, 1).
d) El verbo en voz media, au[xpáÀ.kopaí
XivL, en Hech 18, 27, significa «ser de utilidad
1. En el NT oupPoúkiov aparece en 8 pa-
para alguien / ayudar a alguien» (cf. Epicteto,
sajes, con especial frecuencia en Mateo (5 ve-
Diss m , 22, 78).
ces); el término aparece además en Mc 3, 6;
O. Hofius 15, 1 y Hech 25, 12. El sustantivo designa la
deliberación y el resultado de la misma, la de-
(TUnPaoi^EÍtCO symbasileuõ reinar junta­ cisión. Este último significado es el que más
mente con* destaca en el NT.
En 1 Cor 4, 8 en el rechazo de la afirmación
2. La expresión aup|3oúkiov AapPávco es
de los corintios de que ellos reinan ya con
un latinismo (consilium capere), «adoptar una
Cristo; H. Conzelmann, Der erste Briefan die
decisión»', así en Mt 12, 14; 22, 15; 27, 1.7;
Korinther (KEK), sub loco. En 2 Tim 2, 12 se
28, 12. En el mismo sentido hay que traducir
habla en sentido futuro de que los cristianos
aupPoúkiov ôíôcopi en Mc 3, 6 y aupPoú-
reinarán juntamente con Cristo; aupPaoikEÚ-
Aiov Jtoiéü) en Mc 15, 1. Por el contrario,
aopev junto a a u ^ T |o o p e v . ThWNT I, 592s.
oupPoúkiov étoipá^co en Mc 15, 1 Sin C L
892 pc significa «llevar a cabo una decisión».
symbibazõ reunir; inferir; En Marcos / Mateo son siempre los adversá­
probar; ilustrar* rios de Jesús los que, deliberando, proceden
Dícese dei cuerpo que tiene cohesión por contra él y adoptan una decisión: en Mc 3, 6
Ias junturas y los ligamentos, Col 2, 19; Ef 4, par. Mt 12, 14, los fariseos (igualmente en Mt
1535 ou(iPoúÂ,iov - awnjxÉToxoç 1536

22, 15); en Mc 15, 1 par. Mt 27, 1, los grupos d) Simeón por sobrenombre Níyep (niger /
que integran el Sanedrín (cf. Mt 27, 7; 28,12). «el negro»), según Hech 13, 1, era uno de los
maestros y profetas de la comunidad cristiana
3. En Hech 25, 12 on|j,poú)\,iov es el órga- de Antioquia. Cf. St. Lõsch; ThQ 111 (1930)
no deliberativo: el consejo como corporación: 511.
Festo consultaba «con los miembros de su e) Hech 15, 14 y 2 Pe 1, 1 aplican el nom­
consejo»; cf. E. Haenchen, Die Apostelges- bre de 2u(i8róv a Simón Pedro. Probablemen-
chichte’’ (KEK), sub loco. Hay paralelos de te, la forma «hebrea» dei nombre tenia un so-
este significado, que en el NT aparece única­ nido más solemne (BlaB-Debrunner). En Hech
mente aqui; 4 Mac 17, 17; Josefo, Ant XIV, 15, 14 el nombre de Simeón no es segura­
192; XVI, 163; Moulton-Milligan. mente un indicio de que se trate de una fuen-
G. Schneider te que utilice Enfiecòv como forma dei nom­
bre (con H. Conzelmann, Die Apostelge-
schichte erldãrf- [HNT], sub loco; en contra
av^PovAiOÇ, ov, ó symboulos consejero* de R. Pesch, en FS Mujiner, 119).
Rom 11, 34 en lapregunta (Is 40,13 LXX);
G. Schneider
«Pues ^quién ha conocido la mente dei Se-
nor? o ^quién fue su consejero'}». Bomkamm,
Aufsãtze I, 70-75. aV|Jl|Jia'dt]Tlíjç, OV, ó symmathêtSs con­
discípulo*
Jn 11, 16 habla de los condiscípulos de To­
SymeOn Stmeón*
más, que es uno de los discípulos de Jesús.
1. El nombre «Simeón» - 2. Personas con este nom- ThWNT IV, 464s.
bre en el NT - a) El patriarca Simeón - b) Simeón en
la genealogia de Jesús - c) El «anciano Simeón» - d)
Simeón Niger - e) Simeón, referido a Simón Pedro.
av|Jip.aQT\)QÉ(0 symmartyreO ser igual­
B ibl.; BlaB-Debrunner § 53, 2 con nota 5; J. Blinz- mente testigo*
ler, en LThK IX, 761s (sobre 2.c); Moulton-Milligan, En el NT la preposición oúv en el verbo
Í.V.; J. Winandy, L a p ro p h é tie de Sym éon (Lc II, 34- auppaQTUQeco tiene sólo función reforzado-
35): RB 72 (1965) 321-351 (sobre 2.c).
ra, de tal manera que el verbo ouppaQXUQÉco
significa confirmar / testificar. En Rom 2, 15;
1. SnpEtóv es trascripción dei nombre he-
9, 1 se habla dei testimonio confirmador de la
breo de persona sim‘'ôn. Mientras que el
nombre es indeclinable en el NT, se declina ^ auveíôqoLç (3.b); en 8, 16, dei testimonio
(-cóvoç) en Josefo, Bell FV, 159; Ant XII, 265. dei JTveijpa. ThWNT IV, 515s.
Las siete veces que aparece esta forma dei
nombre en el NT se refieren a cinco personas avpi^E Q ÍÇ ofiai symmerizomai participar
distintas 2.a-e). con*
1 Cor 9, 13: ouppepí^opai ttp ■duaiaarq-
2. a) El patriarca Simeón se menciona en çítp, «.participar con el altar (en los dones
Ap 7, 7 como antepasado de la tribu que lleva ofrecidos)».
su mismo nombre; cf. Jdt 6, 15.
b) La genealogia de Jesús, en Lc 3, 30,
menciona a un tal Simeón, hijo de Judá y pa­ ailft^É T O /o ç, 2 symmetochos copartícipe*
dre de Leví. En Ef 3, 6 dícese de los gentiles, que son
c) Lc 2, 25.34 habla de un anciano llamado coherederos y copartícipes de la promesa. En
Simeón, que vivia en Jerusalén. En el templo, 5 ,7 en la advertência de que no hay que aso-
Simeón reconoce proféticamente al nino Je­ ciarse con los «hijos de la desobediencia» (v.
sús como el Mesías (2, 29-32.34s). 6). ThWNT n, 830-832.
1537 OUmillXTlTnÇ - OUlillOQCpOÜ) 1538

oí5, ó symmimêtês imitador la unidad sintáctica anterior (sobre la figura


junto con* retórica, cf. Demóstenes, De cor. 179 [en
En Flp 3, 17 en la exhortación a convertirse Lausberg]). En una inserción que interrumpe
en onitiuiXTixaí de Pablo, es decir, a imitar su esa cadena (von der Osten-Sacken, 68; Paul­
ejemplo. ThWNT IV, 661-678. sen, 136), Pablo dice que Dios, a los creyen-
tes que él en su decreto salvífico ha elegido y
predestinado, los ha escogido para que lle-
ov^^.OQ<pí^O} symmorphizõ dar la misma guen a ser «semejantes a la imagen de su Hi-
forma* jo». Esta comunión con Cristo no es un enun­
En Flp 3, 10 en pasiva: au(ip,OQqjLÇóp.8Voç ciado salvífico que se hubiera realizado ya de
T(p OavaTCp a n to õ , «hecho semejante a su forma suprema (en contra de Kasemann, 237:
muerte (de Cristo)». DTNTII, 203-206. «tradición bautismal entusiástica», que deje a
un lado la reserva escatológica), sino que, en
el contexto de Rom 8, 18-30, debe entenderse
2 symmorphos lo que es de
como un enunciado escatológico. De manera
la misma forma*
puramente futura lo interpreta Barrett, 170:
B ib l: H. R. Balz, H eilsvertrauen und W elterfahm ng En el futuro seremos hechos semejantes a la
(BEvTh 59), München 1971, 109-115; C. K. Barrett,
R o m a n s (BNTC), London 1962, 169-171; W. Grund-
imagen dei Cristo resucitado en su ôó^a, así
mann, oúv - nEtá v x k ., en ThWNT VII, 766-798, so­ como ahora estamos ya unidos con la seme-
bre todo 787s, 792; J. Jervell, Im a g o D e i (FRLANT janza de su muerte (cf. Flp 3, 10: au[X[tO0qpL-
76), Gõttingen 1960, 271-281; E. Kasemann, A n die ^ópevoi). Puesto que el contexto global de
R õ m e r (HNT), Tübingen "1980,234-237; J. Kürzinger,
Euiipóçqjonç rfjç elxóvoç xoü -uloü aúxoõ (R õm 8, Rom 8, 18-30 aborda el tema de la gloria fu­
29): BZ 2 (1958) 294-299; H. Lausberg, H an d b u ch tura, muchas cosas sugieren que Pablo expera
d e r litera risch en R hetorik, München 1960, § 623; P. para el futuro lo de llegar a ser semejantes a la
von der Osten-Sacken, R õ m er 8 a is B eisp ie l p ln Sote- imagen de Cristo en su ôóÇa.
rio lo g ie (FRLANT 112), Gõttingen 1975, 67-76; H.
Paulsen, Ü b erlieferu n g u n d A u sle g u n g in R õ m e r 8
El enunciado escatológico de Flp 3, 21 se
(WMANT43), Neukirchen-Vluyn 1974, 133-177. halla formulado también de acuerdo con la tra­
dición. En la parusía. Cristo trasformará el
1. oúppoQcpoç está construido en forma cuerpo terreno de los cristianos para que llegue
análoga a la de adjetivos como axiyyovoç a ser semejante (aú(xp,oQ(poç) a su cuerpo (ce­
(«participante dei mismo yévoç» = consan- lestial) de gloria (->■ (XETaaxtUtotTÍ^O), v. 21).
guíneo), oÚYxJipQoç («participante dei mismo Sigue sin resolver la cuestión de si el acon-
xÀfjgoç» = «limítrofe, vecino»), oúqPco[toç y tecimiento descrito como «llegar a ser confor­
oúvvaoç («participante dei mismo altar o mes con» la imagen de Cristo debe describir-
templo»), y se deriva dei sustantivo ->• poQcpfj. se como trasformación óntica o esencial o co­
El adjetivo relaciona a personas que participan mo cambio de la forma (->^ [tOQcpf| 4) que
de la misma [,iOQq)T|. En Rom 8, 29 se cons- constituye la propia identidad.
traye con genitivo (Bla6-Debrunner § 182, 1; W. Põhlmann
194 nota 3) y, en cambio, en Flp 3, 21 se cons-
truye con dativo (BlaB-Debrunner § 194, 2).
OV^^OQ<jpÓ0) symmorphoõ dar la misma
2. En Rom 8, 29 Pablo constraye una gra- forma
datio pulida retóricamente (a menudo se la Flp 3,10 Textus Receptus en vez de -»■op(t-
llama «la cadena de oro» y se la considera qoQcpí^co.
pre-paulina), que en cuatro miembros está es-
tracturada según el esquema: v... w / w ... x / (ru^7Ca'&éo) sympatheõ tener compasión*
X ... y / y ... z; al comienzo de la unidad sin- Con dativo de cosa en Heb 4, 15 (xaiç áo-
táctica siguiente se repite siempre el verbo de §eveíaiç 'qp.tõv); con dativo de persona en 10,
1539 aujiJtaD-éco - av\ínvíy<s) 1540

34 (tolç ÔEO|i,íoLç). ThWNT V, 935s; Spicq, cual todos los miembros sufren juntamente
Notes II, 842s. con un miembro que padece, 1 Cor 12, 26.
ThWNT V, 924s.

ODJlJiadlfiç, 2 sympathês el que se compe­


netra con los sentimientos de otro, com- o t)^ n ;e^ n :(0 sympempo enviar con*
pasivo* 2 Cor 8, 22 ( x i v á x i v i ) ; 8, 18 ( x i v à p ,E x á x i-
En 1 Pe 3, 8 aparece en segundo lugar en un voç).
catálogo de virtudes en el que se enumeran
cinco cualidades virtuosas.
ODjlJlEQlÉXO) sym periechõ encontrarse
conjuntamente alrededor
a v ^ jta Q a y iv O f ia i symparaginomai con- Lc 12, 1 D: jtoJtÀmv ôè õx?^cov aupjteQiE-
gregarse, reunirse* XÓvxcúv Tivtikm. E. Klostermann, Das Lukas-
En Lc 23, 48 dícese de Ias multitudes evangelium^ (HNT), sub loco.
(õx^oi) que se habían reunido para contem­
plar el «espectáculo» (OEcogía), a saber, la
crucifixión de Jesús. O V ^ J ie ç i^ a ^ p á v o ) symperilam banõ to­
mar en los brazos, abrazar*
Hech 20, 10 (hay que sobreentender el acu­
ffV^JiaQaxaXéfO symparakaleO animar o sativo de persona): Pablo se tendió sobre el
consolar juntamente* muchacho que había sufrido una caída mortal
Rom 1, 12: Pablo desea ver a la comunidad y le abrazó. Cf. Jenofonte, An VII, 4, 10 ( jt e -
cristiana de Roma «para consolamos mutua­ QiLapcbv xòv n;aiôa).
mente entre vosotros por medio de la fe co-
mún».
OV^JlíVtO sympinõ beber junto con*
En Hech 10, 41 junto a auvEaO-ím: Los
a v ^ J i a Q a ^ a ^ p á v o ) symparalambanõ apóstoles, como testigos de Cristo y después
llevar consigo* de su resurrección, «comieron y bebieron con
Con acusativo de persona en Hech 12, 25; él», es decir, tuvieron comidas con él.
15, 37.38; Gál 2, 1. En todos los casos se tra­
ta de companeros de viaje de Pablo.
a v ^ u tíjltb ) sympiptõ derrumbarse, caerse*
Lc 6, 49 a diferencia de Mt 7, 27 ( e j i e o e v ):
fflt^Jiag ap iév O ) symparam enõ quedarse ouvÉJtEOEV (f[ oixía).
para apoyo
Flp 1, 25 Textus Receptus en vez de Jta-
0'U}i7l)v,T]gó(0 symplêroõ llenar por com ­
Qapévü).
pleto; en voz pasiva, ser llenado por com­
pleto*
a v ^ 7 tá { f£ ifii sumpareimi estar presente Dícese de una nave, que en medio de la
con* tempestad es anegada por el agua, Lc 8, 23.
Hech 25, 24 con dativo; «estar presente con En sentido figurado dícese dei tiempo (en voz
alguien». pasiva); Lc 9, 51; Hech 2, 1. ThWNT VI,
306s.
ODUJiatrXíií sympaschõ sufrir juntam ente
con* orUflJlVÍyft) sympnigõ ahogar, sofocar*
Dícese dei sufrir juntamente con Cristo en En Mc 4, 7 dícese de Ias plantas que son so-
Rom 8, 17. En la imagen dei cuerpo, en el focadas por la mala hierba. Asimismo en la
1541 av\ux.viy(a —o^|xcp6QüJ 1542

imagen de Mc 4, 19 par. Mt 13, 22 / Lc 8, 14. 2s). TbWNT VI, 654s; N. Brox, La primera
Dícese de Ias multitudes que apretujan a Je­ Carta de Pedro, Salamanca 1994, 302s.
sus, Lc 8, 42. ThWNT VI, 453-456.
OVHtpégft) sympherõ jimtar, reunir; asistir,
av^7lo)bítt|Ç, ou, ó sympolitês conciuda- ayudar; ser ventajoso, ser útil*
dano* 1. Testimonios en el NT - 2. Peculiaridades grama-
En E f 2, 19 dícese, en sentido figurado, de ticales - 3. Consideraciones principales con respecto
los gentiles que, como cristianos, llegan a ser al significado.
«conciudadanos de los santos». Pauly, Lexi-
B ibL: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlafS-Debrunner, s.v.
kon V, 447-449. en el índice anaKtico (458); K. WeiB, augqpéQW, aúp-
cpoQoç, en ThWNT IX, 71-80.
o v ^ n io g E V O n a i symporeuomai viajar 1. En el NT crupqpÉgco se baila atestiguado
juntos; reunirse* 15 veces, preponderando ligeramente el nú­
Lc 7, 11; 14, 25; 24, 15 hablan dei peregri­ mero de testimonios en los escritos narrativos
nar / viajar en común (con dativo de persona). (aparece 9 veces en los Evangelios y en He-
La obra de Lucas entiende la existência cris- cbos), pero con importância no menor en
tiana como un ballarse en camino con Jesús. cuanto a su significado en la literamra epis-
En Mc 10, 1 se habla de la multitud que se tolar (aparece 5 veces en Pablo y una en Hc-
congrego en tomo a Jesús (con iCQÓç xiva). breos). Sobre los testimonios profanos y en el
âmbito dei AT y dei judaísmo, cf. WeiB, 71-77.
a v ^ n o a ía , aç, symposia com ida co­
2. Con el significado intransitivo de ser de
munitária
utilidad, ser ventajoso, oup,qpéQ(u muestra di­
Mc 6, 39 D, en vez dei doble oufxjróaia (->•
versas posibilidades de construcción; en sen­
aup,jtóoLOv), lee: x a x à xriv ouqrtoaíav.
tido absoluto ouftcpéQO) aparece en 1 Cor 6,
BlaU-Debrunner § 158, nota 2.
12; 10, 23 (en ambos casos: oú irávxa oup-
qpéget); 2 Cor 12, 1 (oú oup,cpéQov); con da­
a v u j t o a i o v , o v , to symposion grupo de tivo de la persona que se beneficia en 2 Cor 8,
comensales* 10 (cf. también Mt 5, 29.30 y passim\ así se
En Mc 6, 39 (bis) se repite el plural en sen­ baila atestiguado frecuentemente en el griego
tido distributivo (BlaB-Debranner § 493, 2); clásico y en los papiros: May ser, Grammatik
diversos grupos de comensales o distribuídos n/2, 265). aujt(pÉQü) se construye con oración
en grupos de comensales. au[XJtóaiov desig­ introducida por iva (Mt 5, 29.30; 18, 6; Jn 11,
na originalmente una reunión para tomar nnas 50; 16, 7) 0 con infinitivo (Mt 19, 10) o con
copas o un banquete. El significado de grupo infinitivo con sujeto en acusativo (Jn 18, 14),
de comensales aparece también en Plutarco, cuando se indica la dirección y la finalidad de
SeptSap 157d; QuaestConv 704d. Pauly, Le- la ventaja o beneficio. Hay que mencionar,
xikon V, 449s. además, el participio usado sustantivadamen-
te en Hech 20, 20 (en plural); 1 Cor 12, 7 (en
singular); Heb 12, 10 (en singular, reforzado
OO^TtQEOpÓTEgoç, Ot), ó sympresbyteros con preposición), con el mismo sentido (pro-
anciano junto (con otros)* vechoso, saludable); cf., a propósito, May ser,
En 1 Pe 5, 1 el autor de la carta («Pedro»), Grammatik II/1, 2 y II/2, índice analítico
como «anciano yo también y testigo de los (623).
padecimientos de Cristo», exhorta a los ancia-
nos (n;Q£aP'úxEQOi) de la comunidad, a «pas­ 3. Los significados principales dei verbo
torear» debidamente el «rebano de Dios» (vv. oup,tpèQCú se centran en Ias ideas de: ser útil /
1543 a-ufxqjeçü)- oxjjiqpoQoç 1544

ser ventajoso', esto se aplica tanto a los evan- egocêntrica (12, 7). En este contexto se inser-
gelios como a la literatura epistolar. ta también el provechoso consejo dei apóstol
a) Mateo emplea aup(péQ(D en imágenes de que se lleve a cabo la iniciada colecta en
expresadas con exageración (5, 29.30; muti- favor de la comunidad de Jerusalén (2 Cor 8,
larse el cuerpo; 18, 6: echar al mar, atado a 10), así como la referencia lucana (Hech 20,
una rueda de molino) para realzar el valor 20) a los efectos beneficiosos y bien patentes
irremplazable (oupqpÉQei con dativo de per- de la predicación paulina, mientras que, en
sona) de la salvación eterna, en contraste con contraste con ello, el gloriarse de Pablo en sí
Ias ventajas terrenas. Con un radicalismo se- mismo, con el estilo irônico y polêmico dei
mejante, en una imagen llevada hasta el extre­ lenguaje de insensatos, no aprovecha en el
mo (cf. 19, 12: mutilación dei cuerpo), hay fondo para nada (2 Cor 12, 1), a menos que
que entender el texto de 19, 10, donde la cla- sirva para herir a los adversários y despertar a
rísima actitud de Jesus (jnada de divorcios!) la comunidad (12, 11).
contrasta con Ias evasivas humanas (jenton- d) Heb 12, 10 habla de la utilidad educati­
ces es mejor no casarse!). La diferencia con­ va de Ias pruebas actuales para que la persona
siste en que en el primer caso se trata real­ vaya madurando hacia la santificación y la
mente de una verdadera «ventaja imaterial y perfección. - En Hech 19, 19 encontramos el
espiritual», y en el segundo caso, de una ven­ único testimonio en que oupqpÉQtü se emplea
taja «terrenal y humana» - a pesar de la apa­ en sentido literal: muchos reúnen los libros de
rente actitud de renuncia por parte de los dis­ magia para quemarlos.
cípulos-.
e) Resumiendo, puede afirmarse con res-
b) Mientras que Mateo introduce más bien pecto a oupcpÉQO): no la utUidad humano-te-
el verbo ouptpéQm en relación con problemas rrenal y el provecho personal se hallan en el
de la comunidad, vemos en Juan un contexto centro semântico dei verbo, sino el bienestar
más intensamente referido a Cristo: la ventaja y la edificación de la comunidad (Mateo, Pa­
de la muerte de Jesús se contempla primero blo). Estos objetivos se fundamentan a su vez
de manera superficial, según el consejo de en la obra salvífica de Jesucristo y dei Pará­
Caifás, como la de librarse de un molesto al- clito (Juan).
borotador (11, 50; cf. 18,14), pero después se
interpreta desde una perspectiva profética y A. Kretzer
soteriológica como un acto eficaz para con­
gregar al pueblo de Dios (11, 51s), que está
(TUfi<prmi symphemi asentir, admitir*
esparcido (11, 51s). En 16, 7, con la mirada
Rom 7, 16: oúpqpTipi xô) vóptp otl xaXóç,
puesta en el futuro, se contempla también la
«reconozco que la ley es buena», a saber,
utilidad dei regreso de Jesús al Padre, a saber,
cuando hago lo que no quiero hacer, y con
como el factor que desencadena el envio dei
ello soy consciente dei fallo de mis propias
Paráclito y la actuación dei mismo en la co­
acciones.
munidad de los discípulos (16, 8s).
c) Pablo centra su atención sobre la utili­
dad para la comunidad y para su edificación. aí)^q)OQOÇ, 2 symphoros útil, provechoso;
El abuso de la libertad en beneficio propio (1 en sentido sustantivado, provecho, bene­
Cor 6, 12; 10, 23: Pablo se refiere aqui proba- ficio*
blemente a Ias consignas libertinas como la de En sentido sustantivado: xó xivoç aú[t(po-
«jTodo es lícito!», y se opone enérgicamente QOV, el provecho, el beneficio de alguien: 1
a ellas con lo de «jPero no todo es de prove- Cor 7, 35 en el sentido de «fomento»; en 10,
chol») no beneficia a la comunidad, como 33: «mi propia ventaja» (lo opuesto; à lX à xò
tampoco la beneficia la actividad carismática noKkCbv)-, auptpéQCO 3.c.
1545 aUflCpOQTÍCcO - OT3|i(pCOVÍa 1546

av^cpoQTÍ^O) sumphortizõ cargar junta­ avfJiq)'úo) symphyõ crecer junto con*


mente con En Lc 8, 7 dícese de los espinos, que cre-
En voz pasiva en Flp 3, 10 v.l.: ouftqpoQTi- cieron junto con la semilla sembrada (oup-
ÇópEVoç TM 'ftaváto) auTon en vez de anp- q)ueíoa [participio de aoristo segundo en la
poQçpiÇópevoç. voz pasiva] a i âttav&ai, a diferencia de Mc
4, 7 / Mt 13, 7: ôtvépT)oav) y la ahogaron.
OV|Uiq)V^éTr|Ç, OD, Ó symphyletês compa­ Spicq, Notes II, 844-846.
triota, paisano*
Plural en 1 Tes 2, 14: «vuestros propios av ^q )tav é(a symphõneõ concordar, poner-
compatriotas>->, refiriéndose a Ias persecucio- se de acuerdo, ser acorde*
nes sufridas por la comunidad en Tesalónica En el NT el verbo aparece 6 veces, cuatro
por obra de sus conciudadanos macedónicos. de ellas refiriéndose al acuerdo entre perso-
nas: «Si dos personas están de acuerdo» sobre
ffúmjpuToç, 2 symphytos lo que ha crecido el contenido de la oración hecha en común,
junto, lo que se pertenece mutuamente, lo Dios escuchará esa oración, Mt 18,19 (porque
que está unido* a la comunidad «en la tierra» se le ha prome­
Según Rom 6, 5, los bautizados oupcpuTOi tido la presencia de Cristo, w . 18.20); dícese
YEYÓvafxev tô ó[toLd)[taTi toü 'havátou aú- dei acuerdo al contratar el jornal (1 denario)
TOÍJ, «hemos sido unidos con él [Cristo] en por un día de trabajo, en 20,2 (con pExá y ge­
una muerte como la suya» (dativo asociativo, nitivo) y en 20, 13 (con dativo); como pasiva
pero cf. BlaB-Debrunner § 194, nota 3), y, por impersonal: xí oxi cruveçcDVTi^&Ti (D: ouvecpcó-
tanto, nos uniremos también con él en una re- VTiOEv) úpív, «iqué sucedió que se acordo en­
surrección como la suya. El adjetivo verbal tre vosotros...?» [= ^por qué os pusisteis de
oúpcpuToç (de ^ oupqjúco, «crecer junto con, acuerdo para ...?], Hech 5, 9 (cf. en latín: con-
juntarse por crecimiento / estar unido con») venit inter vos; BlaB-Debrunner § 202, nota 8;
abarca los significados de lo que ha crecido 409, 3 nota 4). Dícese de cosas: ajustarse a, Lc
junto, lo que se ha juntado por crecimiento, lo 5, 36; concordar con, Hech 15, 15. ThWNT
que está unido, y también lo que es innato. IX, 297-302; Spicq, Notes H, 847-850.
Pablo explica en Rom 6, 5 (yóq) el v. 4. Se
centra en la indisoluble unión de los creyentes (ru^.(pó}Vi]aiç, £0)Ç, symphõnêsis acuer­
con la muerte y la resurrección de Cristo, do, armonía*
efectuada en el bautismo, que obra en ellos la 2 Cor 6, 15: xíç ôè aupqpobvTiaiç X qioxoõ
apropiación de la muerte (dei hombre viejo, v. jtQÒç BEkiÓQl;), «i,qué acuerdo puede haber
6) y la realización de la vida que procede de entre Cristo y Beliar?» oupqxüVTioiç se halla
Dios (vv. 4c.8-11). En el contexto de los aqui en paralelo con [tEXO/ri, xoivoovía (v.
enunciados de aúv en los vv. 1-11, oúircpuxoç 14), pEQÍç (v. 15) y ouYxaxáO-eaiç (v. 15) en
acentua especialmente la fusión indisoluble, una serie de preguntas formuladas retórica­
etemamente válida y -por decirlo así- orgâni­ mente y en forma de antítesis; es un término
ca de los creyentes con el acontecimiento sal- que apenas se emplea en los textos clásicos y
vífico en Cristo (cf. Aristóteles, Pol II, 4, 6, helenísticos y en los papiros. Spicq, Notes II,
1262b; Platón, Phaedr 246d; Resp 588d; Plu- 847-850.
tarco, Lyc. 25, 5; Teofrasto, Caus. Plant. V, 5,
2; cf. Spicq, Notes II, 844-846). F. MuBner:
TThZ 63 (1954) 257-265: ThWNT VII, 786 y a v ^ tp c a v ía , a g , sumphõnia acorde
790s; Kuss I, 151-161; U. Wilckens, La Car­ (musical), música*
ta a los Romanos I, Salamanca ^1997, sub lo­ Lc 15, 25: aupqjoovía x a l XOQOÍ, «música
co; -> ó|toícop,a 2.b. y danzas» como senales de alegria festiva.
1547 au ^tcpcovia — a u v 1548

aunqpcovía se refiere muy probablemente al común - 3. Otros usos - 4. oíiv Xpiaríp y otras expre-
taflido acorde de diversos instrumentos (cf. siones parecidas en Pablo.
PapOxy 1275, 9 y 12; Pollux, Onomasticon B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner §
rV, 83 y 107; Filón, Sacr 74), pero se aplica 221; W. Grundmann, oúv, en ThWNT VII, 766-798;
también al tanido de un solo instrumento (cf. Kühner, G r a m m a tik II/I, 466s; Liddell-Scott, s.v.;
Dan 3, 5.15 LXX) como la doble flauta (cf. Mayser, G ram m atik II/2, 398-401; Schwyzer, G ram ­
m atik n, 487-491.
Billerbeck IV, 396 y 400; extranjerismo en el Sobre 4.: I. Dupont, 2iiv Xpicrcõ). L ’union avec le
lenguaje rabínico, Kel 11,6), la flauta pastoril C hrist su iv a n t S a in t Paul, Paris 1952; O. Kuss, Carta
o la gaita; cf. además Bauer, Wõrterbuch, s.v. a los R om anos, Barcelona 1976, excursus «En Cris­
(bibl.); ThWNT IX, 299s y 301 (bibl.); Spicq, to», 91-93; E. Lohmeyer, Eúv Xpiotcp, en F estgabe
f ü r A. D eifim ann, TUbingen 1927, 218-257; G. Otto,
Notes II, 847s. D ie m it oúv verbundenen F o rm ulierungen im p a u li-
nischen S chriftum , tesis mecanografiada Berlin 1952;
R, Schnackenburg, D as H eilsgeschechen b ei d er Tau-
0lL)mip(OVOÇ, 2 symphõnos acorde, unani­ f e nach d em A p o ste i P a u lu s (MThS I/l), München
me* 1950, excursus «Die Herkunft der Formei oijv Xqio-
En 1 Cor 7, 5 en sentido sustantivado en la tm» 167-175; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
1273.
frase: èx oup.cpróvon, «de (común) acuerdo /
por convênio», una frase que se usa con fre- 1. A diferencia de pExá con genitivo, que origi­
cuencia en los papiros para referirse a acuer- nalmente tuvo sentido local («en medio de, en­
dos contractuales (cf. ThWNT IX, 298 y 301; tre», y que, por tanto, en Homero se usa también
Spicq, Notes II, 850), pero que en Pablo real- casi siempre con el dativo locativo), oúv designa
za la dependencia mutua de los cónyuges. la asociación o companía, generalmente de perso-
nas, y se construye con dativo asociativo. Ya en la
época clásica desaparece la diferencia de signifi­
ov^.tj)t|q)i^co sympsêphizõ calcular, hacer cado. La elección de oúv o de pExá será entonces
la cuenta* principalmente una cuestión de estilo. En general
retrocede el uso de oúv (excepciones; Jenofonte
Hech 19, 19: anveiljfiqiLaav xàç Tipàç au- y, seguramente por influencia jónica, los papiros
tc 5 v , «calcularon su valor (de los libros de tolemaicos); también en la LXX predomina con
magia)»; en voz pasiva, «ser incluido en la mucho el uso de pExá.
cuenta», 1, 26 D (en vez de ->■ auyxaTarJjq-
(pí^opai). ThWNT IX, 600-604. En el NT hay 364 testimonios de ->■ (lexá
con genitivo, frente a sólo 127 testimonios de
oúv. Estos se hallan distribuidos casi exclusi­
OÓHtJrüXOÇ, 2 sympsychos acorde, unâni­ vamente entre Lucas (23 en el Evangelio, 52
me, de un mismo sentir* en Hechos) y Pablo (37); el resto; 4 testimo­
Flp 2, 2 en un contexto parenético junto a nios en Mateo, 6 en Marcos, 3 en el Evange­
xò auxò rppovf)TE, xfiv anxfiv àyájiTiv e ^ o v - lio de Juan, 1 en Santiago, 1 en la Carta se­
TEÇ... TÒ êv (pQovoüvxeç. E. Lohmeyer, Der gunda de Pedro, oúv falta en la Carta segunda
Briefan die Philippef (KEK), sub loco: «un a los Tesalonicenses, en Ias Pastorales, en He-
solo corazón y un alma sola». Ahora bien, breos, en la Carta primera de Pedro, en Ias
oúpijjuxoç, según el contexto, designa la Cartas de Juan y en el Apocalipsis.
Union de la comunidad en cuanto a su manera
de sentir lo mismo que en cuanto a su manera 2. oúv designa lo que hay en común en
de pensar y de obrar. cuanto al ser o al actuar: pasar el tiempo «jun­
to con los discípulos», Hech 14, 28; Maria se
quedó tres meses con Isabel, Lc 1, 56; ir o ve-
a v v syn (junto) con nir con alguien, Jn 21, 3 y passim; orar junto
1. Diferencia de significado con respecto a pEtá; con alguien, Hech 20, 36; servir con alguien,
aparición en el NT - 2. oúv como expresión de algo en Flp 2, 22; junto con alguien vender, Hech 5,
1549 1550

1; morir juntamente con alguien, Mt 26, 35; b) Raras veces aúv sirve para sintetizar;
cf. 27, 38. elvac CTIJV tivi, estar juntamente aúv JtáoT] xaxíot, «toda maldad en general»,
con alguien / acompafiarle, Lc 7, 12; 8, 38; Ef 4, 31; aúv Jiãaiv xoúxoiç, «además de to­
24, 44; contarse entre los que seguían a al­ do esto», Lc 24, 21.
guien, 22, 56; Hech 4, 13; en el sentido de to­ c) Hech 7, 35, oúv XEipl áYyÉXou, enviado
mar partido, adoptar una actitud, 14, 4. Con «por medio dei ángel», es una circunlocución
frecuencia oí aúv Tivi (õvx8ç) se refiere a los hebraica solemne que suscituye a una simple
compaheros I a los que están con alguien. De expresión preposicional, y que está condicio­
manera parecida: Tíxoç ó onv èpoí, «Tito, nada por el estilo elevado dei pasaje.
que estaba conmigo», Gál 2, 3; ot oèv 8p,ol
àÔ8X.cpoí, «los hermanos que están conmigo», 4. Â diferencia de la fórmula, más corrien-
Flp 4, 21; cf. Rom 16, 14s; Gál 1, 2. te, èv XQioxrô (->• èv 2.d.2), vemos que aúv
Puede referirse también a una companía es­ Xgiaxõ) u otras fórmulas por el estilo se en-
piritual; «Estoy con vosotros en espíritu», Col cuentran sólo 12 veces en Ias Cartas paulinas:
2, 5. Invirtiendo el orden se dice en 1 Cor 15, siempre en un contexto que habla dei futuro y
10b: «la grada de Dios, que está conmigo». La en oposición a la muerte de Jesús o de la per­
expresión común en la literatura griega ouv sona. Por tanto, la frase no significa primaria­
■&8(p ('9'eotç), «con la ayuda de Dios (o de los mente la vida activa «en» Cristo o «por medio
dioses)», se invierte aqui: la iniciativa parte de» Cristo, sino la futura comunión con Cris­
de Dios, no dei hombre; cf. el v. 10a y Ias ben- to, cf. 2 Cor 13, 4b: «porque nosotros somos
diciones apostólicas, así como Ias seguridades débiles en él (èv aúxõ)), pero viviremos con
dadas por Yahvé en el AT; «Yo estoy conti­ él (aúv aúxcp)». Los testimonios más anti-
go», u otras expresiones por el estilo (siempre guos, que se hallan todavia cercanos a la apo­
con (X8xá). La fórmula clásica no tiene verda- calíptica judia (Lohmeyer, 234ss), se encuen-
dera correspondência en el NT; 1 Cor 5, 4 tran en la Carta primera a los Tesalonicenses,
( o ò v xm ôuváfXEL xoü xuçíou f|pü»v Tqooü, por ejemplo, en 4, 17; «Estaremos para siem­
«juntamente con el poder de nuestro Senor Je­ pre con el Senor». - El apóstol desea partir de
sus»), es a lo sumo un paralelismo de forma. esta vida y «estar con Cristo», Flp 1, 23. Y es­
te deseo muestra ya algo que es característico
3. a) Una persona o cosa pueden anadirse de Pablo: lo íntima que es su comunión con
por medio de aúv, de tal manera que esa per­ Cristo. Esta comunión se espera ya para des-
sona o cosa queden incluidas en la categoria pués de la muerte individual, y no sólo para
precedente, que es más amplia (cf., por ejem- después de la resurrección escatológica.
plo, Herodoto VIII, II3): «los principales sa­ La fórmula que evoca la muerte y/o la resu­
cerdotes y los escribas juntamente con los an- rrección de Jesús muestra la comprensión es-
cianos», Lc 20, 1; cf. Mc 15, 1; Herodes, pecíficamente paulina de esta frase; Cristo
«juntamente con sus soldados», se mofaron murió «para que nosotros vivamos juntamen­
de Jesús, Lc 23,11; a todos los santos en Fili- te con él», 1 Tes 5, 10; Aquel que resucitó a
pos, «incluidos los supervisores y ayudado- Jesús, nos resucitará también a nosotros «en
res», Flp 1, 1; «a él y a todos los de su casa», comunión con Jesús» (aúv Triaoú), 2 Cor 4,
Hech 16, 32; cf. 10, 2; 14, 5. - «Con Juan», en 14; Jesús murió y resucitó, y así Dios «lleva-
Hech 3, 4, es probablemente una adición pos­ rá consigo por medio de Jesús» a los que dur-
terior. - Tratándose de cosas: xò epòv aúv mieron, 1 Tes 4, 14.
xóxcp, «mi capital junto con los intereses», Otros pasajes se centran no tanto en la co­
Mt 25, 27 (cf. Demóstenes, Or 28, 13); le ba- munión escatológica con Cristo, sino más
jaron (al paralitico) «junto con su camilla», bien en la participación en la muerte y la re­
Lc 15, 19; sale el sol «y con él llega el calor surrección de Cristo, tal como se realiza -se-
abrasador» (aúv x ç xaúamvi), Sant 1,11. gún la comprensión paulina- en el aconteci-
1551 a w - aw ayw 1552

miento dei bautismo; Si hemos muerto «con 1. El verbo compuesto, al igual que el verbo
Cristo», entonces tenemos fe en que también simple (-> ãytí)), no tiene sentido técnico. El ver­
«viviremos con él», Rom 6, 8; cf. 1 Tes 5,10; bo compuesto auváyco combina los significados
fundamentales dei verbo simple y de la preposi-
2 Cor 4, 14. Esta participación, concebida en
ción (->• oúv). El correspondiente contexto, espe­
analogia con los acontecimientos cultuales de cialmente los conceptos opuestos, proporcionan
Ias religiones mistéricas, encontro su expre- los critérios para una exégesis objetiva. El verbo
sión linguística adecuada en multitud de com- y la preposición pueden estar también separados.
puestos con oúv; ouvajtc&vfioxü), «morir Cf. 1 Tes 4, 14; «Dios, por medio de Jesús, se lle-
con», 2 Tim 2, 11; au[iJtáaxco, «sufrir con», vará consigo a los que durmieron» (ã^ei oüv aü-
Rom 8, 17; o u o tau çó o p a i, «ser crucificado T(õ) -en la resurrección de los muertos (v. 16) en
virtud de la resurrección de Jesús (v. 14b: àvéo-
con», 6, 6; Gál 2, 19; auv& ájttoirai, «ser se­ TT|)-. Puede sospecharse que existen aqui cone-
pultado con», Rom 6, 4; Col 2, 12; ouveyeí- xiones semânticas con el «caudillo» (->• àpxri-
QOi, «resucitar con», Ef 2, 6; ou Çcoojtoiécd, yóç) que conduce por el camino bacia la vida»
«vivificar con», 2, 5; Col 2, 13; ouÇato, «vi- (Hech 3, 15) y con el «primer fruto (-►àrtapxÚ)
vir con», Rom 6, 8; 2 Tim 2, 11, y otros más. de los que durmieron» (1 Cor 15, 20) (Müller).
El empleo de la fórmula «con Cristo» en la Sin embargo, en 1 Tes 4, 14 no aparece ningún
tecnicismo (Hoffmann).
Carta a los Colosenses muestra una estrecha
relación entre la esperanza escatológica y la 2. En el griego profano el verbo se halla
conducta de la propia vida aqui y ahora. Así documentado en voz pasiva, en el lenguaje
como el morir «con Cristo» significa la libe- comercial, con el sentido de «arrojar como
ración de los elementos de este mundo (2, suma total», y, en la vida social griega, con el
20), así también el «ser resucitado con Cris­ significado fundamental activo y transitivo de
to» obliga a buscar «Ias cosas de arriba» (xà «congregar» (SIG j.v. y Preisigke, Wõrter-
ãv(ü); ahora la vida «juntamente con Cristo» buch, X.V.), y también se halla atestiguado con
está oculta en Dios, pero -después de la paru- este sentido en la LXX y en Josefo (Bauer,
sía- «vosotros también seréis manifestados Wõrterbuch, j.v.). Como sucede en los pasa-
con él en gloria», 3, 1-4: el acontecer sacra­ jes dei NT, el significado está condicionado,
mental (cf. también 2,13), la obligación ética en cada caso, por la realidad de que se trate y
y la expectación escatológica de la comunión por el contexto (en contra de Berger, 203 no­
se compenetran mutuamente. ta 163, según el cual onváyto èx^Aijoíav era
W. Elüger el tecnicismo para convocar una asamblea; tal
cosa no la confirman los 26 testimonios, muy
separados entre si por el tiempo y por la geo­
ffbVaYOJ synagõ reunir, congregar, acoger grafia, que se encuentran en SIG; como obje­
con hospitalidad to de la acción verbal aparece cuatro veces
èxxAriaíav). No puede probarse que haya in­
1. El problema semântico - 2. Aspectos de historia fluencia en el uso que se hace dei verbo en el
de Ias tradiciones - 3. Empleo en el NT.
NT. El carácter no técnico dei verbo aparece
B ibl.: K. Berger, Volksversam m lung und G em einde también en los Sinópticos, porque de los cin­
G ottes. Z u d en A n fa n g en d e r christl. V envendung von co testimonios que hay en el Evangelio de
« ekklesia » : ZThK 73 (1976) 167-207; 1. Friedrich, Marcos, Lucas no recoge ninguno y Mateo re-
G o tt im B ruder?, Stuttgart 1977, 20s (sobre Mt); P.
Hoffmann, D ie Toten in Christus, MUnster i. W. ^1969, coge solamente uno (Mt 13, 2). Asimismo, el
212-218 (sobre 1 Tes); P. G. Müller, X P irrO S AP- uso que se hace dei verbo en Q (Lc 3, 17 par.
XHFOS, Frankfurt a. M. 1973, 313-316; W. Schrage, Mt 3, 12; Lc 11, 23 par. Mt 12, 30; compáre-
« E kklesia » u n d « Synagoge». Z um U rsprung d e s u r- se también Mt 24, 28 con Lc 17, 37, lugares
christl. K irchenbegriffs: ZThK 60 (1963) 178-202; W.
Thüsing, P e r C hristum in D eum , Münster i. W. ^1969, donde se duplica la preposición que forma el
202s (sobre 1 Tes); para más bibliografia, -►a v v a y u )- preverbo de -+ èjtiouváYcu) no constituye na­
YÚ- da que forme una genuina tradición.
1553 OTvaya) - avvaymfi] 1554

La mayoría de los 59 testimonios de oruvá- bo no tiene ni en Hech 14, 27 ni en 1 Cor 5, 4


y(o se encuentran en Mateo (24) y en la obra («cuando estàis reunidos») un carácter espe­
de Lucas (6 en el Evangelio de Lucas, 11 en cíficamente eclesial, ni en Mt 25, 32; Jn 11,
Hechos). Mientras que el verbo se halla distri­ 52; Ap 19, 17 un carácter tradicionalmente
buído de manera uniforme en Marcos (5 ve- marcado y técnicamente escatológico (en con­
ces), Evangelio de Juan (7) y en el Apocalip- tra de Schrage, 185s). Sobre ouvfix^t) en Jn
sis (5), su empleo retrocede sorprendente- 18, 2, cf. H. Reynen: BZ 5 (1961) 86-90.
mente en Pablo (sólo aparece en 1 Cor 5, 4). c) El significado especial de acoger (con
El contexto demuestra en su totalidad que de hospitalidad) (Mt 25, 35.38.43) se deriva de
este verbo se hace un uso no teológico. Por la oposición entre «ser forastero / no tener te-
tanto, los datos que aparecen sobre el verbo cho» y acoger (es decir, recibir en la propia
en el NT pueden presentarse con arreglo a ca­ casa); sobre la adición cf. Dt 22, 2; Jue 19,
tegorias objetivas, ya que en los diversos es­ 18; 2 Re 11, 27), pero es posible que la adi­
critos no se registran peculiaridades lingüísti- ción haya sido formulada conscientemente
cas especiales. por el autor recogiendo un eco de la LXX e
imitándolo.
3. Âdemás de juntar y reunir cosas (—> a),
H. FrankemõUe
el verbo se refiere a la acción de reunir y con­
gregar personas b); singularmente el verbo
aparece también con el significado de acoger o w a y tO Y llj íiç? ll synagõgê asamblea,
(con hospitalidad). lugar donde se reúne la asamblea, (edifi-
a) En los siguientes pasajes se habla de cio de la) sinagoga, comunidad
juntar / reimir cosas: trigo (Mt 3, 12 par. Lc 3, EJtiaDvaYttíYií, tíç, 13 episynagõgê asam ­
17), provisiones (Mt 6, 26), cizana (Mt 13, blea, reunión*
30), peces (Mt 13, 47), cosechas (Lc 12,
17.18), bienes de fortuna (Lc 15, 13), trozos 1. Aparición y significados en el NT - 2. Campo se­
mântico - 3. Aspectos de historia de Ias tradiciones
de pan (Jn 6, 12.13) y sarmientos (Jn 15, 6). (AT, judaísmo) - 4. Testimonios arqueológicos y lite­
Meteifóricamente se habla también de esparcir rários - 5. Contexto dei lenguaje en el NT - a) Marcos
y reunir, refiriéndose a la cosecha: Mt 25, - b) Lucas/Hechos - c) Mateo - d) El resto de escritos
24.26, y también en Jn 4, 36 (reunir fruto pa­ dei NT.
ra la vida eterna). Se emplean también meta- B ibl.: G. Baumbach, «Volk G ottes» im F rühjuden-
fóricamente los verbos reunir y «desparra- tum. E in e U ntersuchung d e r «ekklesiologischen» Ty-
mar» en el logion de Jesús que aparece en Lc p e n des F rühjudentum s: Kairos 21 (1979) 30-47; Bi-
11, 23 par. Mt 12, 30 («El que conmigo no re- llerbeck IV/1, 115-152; H. Conzelmann, E l centro dei
tiem po. E stú d io de la teologia de Lucas, Madrid 1974;
coge, desparrama»), con lo cual la antítesis I. Elbogen, D e r jü d . G ottesdienst in se in er geschichtli-
excluye toda actitud neutral ante Jesús. chen E ntw icklu n g , Hlldesheim 1962 (= Frankfurt a.
b) La mayoría de los pasajes hablan de M. ^1931); H. FrankemõUe, J a h w eb u n d u n d K irche
C hristi, Münster i. W. 1974 (sobre Mt); K. Galling,
congregar, reunir, juntar a cierto número de
E rw ãgungen z u r antiken Synagoge'. ZDPV 72 (1956)
personas (principales sacerdotes y escribas, 163-178; J. Gnilka, E l E vangelio según San M arcos I,
todos, reyes, hijos de Dios, etc) o a una colec- Salamanca ^1996; J. G. Griffiths, E g yp t a n d the R ise o f
tividad (Sanedrín, cohorte, ciudad, comuni- th e S y n a g o g u e: JThS 38 (1987) 1-15; J. Gutmann
dad; esto último una vez [Hech 14, 27]; según (ed.), T he Synagogue. S tu d ie s in Origin, A rch eo lo g y
a n d A rc h ite c tu re , New York 1975; F. Hahn, D a s
Hech 11, 26, Bemabé y Pablo se unen -para V erstãndnis d e r M issio n im N T , Neukirchen-Vluyn
realizar una labor común- en la comunidad), 1963; M. Hengel, P roseuche un d Synagoge. Jüd. Ge-
apareciendo yuxtapuestas indistintamente la m einde, G otteshaus und G ottesdienst in d e r D iaspora
un d in P alãstina, en F S K uhn, 157-184; K. Hruby, D ie
forma pasiva y la reflexiva (reunirse). No se
Synagoge. G eschichtliche E n tw icklu n g e in e r Institu-
hace diferencia alguna con respecto a perso­ tion, Zürich 1971; F. Hüttenmeister-G. Reeg, D ie anti­
nas o instituciones judias o cristianas. El ver­ ken Synagogen in Isra el (2 vols.), Wiesbaden 1977; H.
1555 avvaywyi] 1556

Kasting, D ie A n fü n g e d e r urchristl. M ission, München ma que existe una «orientación escatológica»


1969; H. G. Kippenberg, G a rizim un d Synagoge. Tra- en todo el NT), se encuentra únicamente en 2
d ilio n sg e sc h ich tlic h e U n tersuchungen z u r sam arita-
n isc h e n R e lig io n d e r a ra m ã isch e n P erio d e , Berlin- Tes 2, 1 y Heb 10, 25.
New York 1971, 145-171; A. Th. Kraabel, The D ias- ouvaYCüY'n en el sentido de asamhlea judia
p o ra Synagogue, en ANRW U/19, 1 (1979), 477-510; se halla atestiguado únicamente en Hech 13,
C. H. Kraeling, The Synagogue, New Haven 1956: S. 43, y, en el sentido de asamblea cristiana, úni­
Krauss, S yn a g o g a le A ltertüm er, Hildesheim 1966 (=
Berlin-Washington 1922); Id., S in a g o g e, en Pauly- camente en Sant 2, 2 (además EmanvaYCüYq
Wissowa IV/A (1932), 1284-1316; L. I. Levine, A n- aparece en Heb 10, 25). En sentido figurado
cien t Syn a g o g u es R evealed, Jerusalem 1981; H. Mer- se habla en Hech 9, 2 de «sinagogas (o comu­
klein, D ie E kk le sia G o ttes. D e r K ir c h e n b e g r ijf hei nidades sinagogales) en Damasco»; cf. tam­
P a u lu s u n d in Jerusalem '. BZ 23 (1979) 48-70; L.
Rost, D ie V orstufen vo n K irche u n d Synagoge im AT. bién 6, 9. Polémicamente, en Ap 2, 9 y 3, 9, a
E in e w o rtg e sc h ic h tlic h e U ntersuchung, Stuttgart los «pseudo-judíos» que persiguen a Ias co­
1938; S. Safrai, The Synagogue, en S. Safrai-S. Stem, munidades cristianas de Esmima y Filadélfia,
The Jew ish P eople in the F irst C entury II, Assen 1976,
en vez de llamárselas onvaYCOYii xuQÍon (cf.
108-944; W. Schrage, anvaYWYTI, en ThWNT VII,
798-839; I. Sonne, Synagogue, en IDB IV, 476-491; G. Núm 16, 3; 20, 4; 27, 17; Jos 22, 16; Sal 73, 2
Stemberger, D a s k la ssisc h e J u d en tu m . K u ltu r u n d LXX), se Ias llama «avvaymyr] (= comuni-
G eschichte d e r rabb. Zeit, München 1979, 92-109; K. dad) de Satanás». Claro que, basándose en
Stendahl, K irche im U rchristentum , en RGG III, 1297- frases como «ellos dicen que son judios, pero
1304; P. Stuhlmacher, G erechtigkeit G ottes bei P a u ­
lus, Gõttingen 1965, 210-217; J. Weingreen, The Ori- no lo son», se discute si aqui se hace referen­
g in o f the Synagogue, en Id., F rom the B ible to M ish- cia a miembros de la nación judia o a cristia-
na, Manchester 1976; E. Ziebarth, D a s griech . Ver- nos sincretistas (->■ TouôaToç 7). Tan sólo 2
einsw esen, Wiesbaden 1969 (= Leipzig 1896); más bi­ Tes 2, 1, en el contexto de la parusia, habla de
bliografia en -» anvÓYw; cf., además, ThWNT X,
1273s. èjtiouvaYCüYfí- es decir, de la reunión de los
cristianos con Cristo.
1. De los 56 testimonios que hay de auva- A pesar dei significado predominantemente
Ycoyri en el NT, 8 se encuentran en Marcos, 9 técnico (ouvaYC0Yf| como edifício), llama la
en Mateo, 34 en Lucas (15 en el Evangelio de atención la apertura y flexibilidad con que el
Lucas, 19 en Hechos), 2 en el Evangelio de término se usa en otros lugares dei NT. Esta
Juan, 1 en Santiago y 2 en el Apocalipsis. Es apertura se conserva sorprendentemente en el
sorprendente que el término falte por comple­ periodo que siguió al NT, porque también se
to en Pablo y que probablemente falte tam- denomina aisladamente ouvaYfOYq a los edi­
bién en Q (Mt 6, 2.5 y 9, 35 son material pe­ fícios destinados al culto cristiano, y ouva-
culiar de Mateo; 23, 34, en contra de Lc 11, Y00Y'n está documentado con bastante fre-
49 [donde falta oovaYOoyn], demuestra ser cuencia como autodenominación cristiana
redaccional). Contribuyó intensamente a for­ (sobre los testimonios, cf. Schrage, 839). La
mar tradición el uso dei término en Marcos historia dei término con posterioridad al NT
(de los 8 lugares donde el término aparece en (cf., por ejemplo, IgnPol 4, 2; Herm [m] 11,
Marcos, vemos que Mateo recoge 5 y omite 9.13s) refleja el uso de dicho término en tiem-
Mc 1, 21.23.29; Lucas recoge todos los datos po dei NT y con anterioridad a él (-> 3). La
marquinos dei término, con excepción de Mc evolución en el uso dei término está influida
1, 21). El sentido dei término queda también por factores geográficos, políticos, religiosos
fijado por Marcos: ouvaYWYri significa sin (relación entre la diáspora y la metrópoli, en­
excepción el edifício de la sinagoga / la sina­ tre judios y cristianos) y de otra índole.
goga. El término ampliado èjtiauvaYcoYtl.
2. En un determinado campo semântico los di­
que semánticamente apenas se diferencia de versos términos se solapan parcialmente, se com-
auvaYCoyn (en contra de Schrage, 840, que, plementan unos a otros y sólo así estructuran un
basándose en una sola aparición dei término campo de significado. Esto es lo que ocurre con
con sentido escatológico en 2 Mac 2, 7s, afir­ -»• legóv (templo, recinto dei templo), vaóç (edi-
1557 axJvaYCOYn 1558

ficio dei templo: O. Michel, en ThWNT IV, monio de q^hal ‘êl (IQM 4, 10; posiblemente
886s), ó ã y i o ç T Ó jto ç (lugar sagrado, etc.: O. Mi­ acrecentado por un pasaje corregido en 1QS“ 1,
chel, en ThWNT VIII, 204s) y oixoç to® Heo® 25) no puede constituir la base para una historia
(casa de Dios, etc.: Michel, en ThWNT V, 124s) y de la tradición de èxxXqoía (ipor qué no de la
también con el campo semântico que incluye -> historia de la tradición de oupaYWYq?. cf. Baum-
êxxXT]ota (asamblea de la comunidad política, bach, 40s, según el cual ‘êdâ es un término prefe­
comunidad de Dios en la LXX y en el NT), avv- rido en 1QS“ y IQM con significado teológico en
aya>Yt\, jtQOOEuxií (oración, lugar de oración, si­ esos escritos, mientras que qãhãl en IQM se re-
nagoga; H. Greeven, en ThWNT II, 807s; cf. fiere cuatro veces al despliegue bélico de los ene-
Hech 16, 13.16 en un fragmento en primera per- migos, y solamente una vez al q‘hal ’èl [en 4,
sona de plural), y con términos documentados di­ 10]).
versamente fuera dei NT (jtQoaEnKtriQiov y La decisión fundamental de la comunidad pri­
aaPPatElov [edificios] y anvaycÓYiov [asam­ mitiva de Jerusalén y de los helenistas en contra
blea, comunidad]; los testimonios en Schürer II, de ouvaYCüYÓ Ycn favor de EXxXqaía podría ha­
499-501 y 517s). La metonimia asamblea = lu­ ber estado determinada primariamente por el uso
gar de la asamblea = edifício^ que se observa con linguístico contemporâneo (ouvaYtt)Y'Ó como edi­
respecto a onvaYtOY’! 7 itQoaeuxf|, es bien cono- fício), juntamente con consideraciones teológicas
cida en griego (cf. à y á v por asamblea y lugar de secundarias (Frankemõlle, 225; Merklein, 59).
reunión, jtQOopoXf| por atracadero, lugar de atra- Como el sintagma êxxkqoía toü OeoC / xuqlou
cadero, puerto). No sólo la historia de estos tér­ (c f ouvaYCOYfí JtfOton, Núm 16, 3; 20, 4; 27, 17;
minos sino también los elementos de sus respec­ 31, 16 y passim), como designación de un grupo,
tivos campos semânticos hacen que los términos se halla documentado en los escritos más anti-
dei NT sean en sí poco metidos. guos dei NT Q Tes 2, 14; Gál 1, 13 y passim), el
3. La LXX utiliza uniformemente ouvaYCOYil uso dei término àxxkqoía en el NT aborda el
para traducir el término hebreo ‘èdâ (un término problema de la continuidad evocado por la pola-
más reciente es Idneset; en arameo k^niStã’), ridad entre Israel y la Iglesia (en contra de Schra­
mientras que qãhãl (q‘hal yhwh) es traducido ge y Berger, 199; con Merklein, 64; Stuhlmacher,
unas veces por 0UVaYü)Yií y otras por èxxXqoía. 211 nota 2). El término ouvaYtOYq no podia rea­
Como esto sucede homogéneamente según los li- lizar esta función para los cristianos, a pesar de su
bros de que se trate. Ias preferencias de los tra- importante historia teológica en la LXX.
ductores podrían haber sido decisivas (Schrage,
803, 5ss). Sobre la base de esta historia lingüísti- 4. Según Hech 15, 21, «Moisés desde los tiem-
ca y por influencia de la LXX (en la que ouva- pos más antiguos tiene en cada ciudad quienes lo
YcuY’1 abarcaba dos términos hebreos), ouvayco- prediquen, porque todos los dias de sábado es leí-
yq se sugeriría con toda naturalidad para la auto- do en Ias sinagogas». Según esto, la existência de
designación de la comunidad cristiana, si el ju­ la sinagoga es antiquísima. Lucas, con este «ar­
daísmo contemporâneo no hubiera fijado ya ple­ gumento de antigüedad», se halla dentro de una
namente el significado primário dei término en su larga tradición (sobre Sal 74, 8 y Ez 11, 16, cf.
sentido local de «casa para la asamblea» (Ias ex­ Galling); Filón, Josefo y el judaísmo tardio atri-
cepciones [-» 1] confirman la regia; cf., a propó­ buyen incluso a Moisés la fundación de la sina­
sito, Schrage, 807s). goga (testimonios en Schürer II, 501).
Por eso, la práctica judia contemporânea fue la Los comienzos de la sinagoga se hallan envuel-
razón no teológica de que los grupos cristianos tos todavia en la oscuridad. Cuándo, dónde y en
escogieran EXxA.qaía como autodesignación; esta qué circunstancias históricas surgió la institución
elección no puede explicarse (como hacen Rost, de la sinagoga, es un tema que sigue discutiéndo-
K. L. Schmidt [ThWNT IH, 517 y 520] y otros) se hasta el día de hoy. De ordinário, su aparición
por una influencia directa de la LXX, ni èxxXq- se relaciona con el destierro babilónico, porque
aía debe entenderse (con Schrage) como una ac- se carecia entonces de templo (según 1 Re 8, 46-
titud contraria a la sinagoga y a la historia de la 50, durante el destierro se celebraban reuniones
salvación (para la crítica, cf. Frankemõlle, 224s; en Ias que los asistentes oraban vueltos hacia Je­
Berger, 184s; Merklein, 58ss). Hay que rechazar, rusalén; cf. también Esd 7, 25, según el cual tex­
asimismo, la derivación de los escritos apocalíp­ to Artajerjes II ordenó que se instruyera en la
ticos que sugerirían la comprensión de âxxXqoía ley). En vez de una conexión original con el cul­
como la oferta escatológica de Dios (Stendahl, to dei templo (Krauss), se impuso (desde Elbo-
1299; Stuhlmacher, 210s), porque un solo testi- gen) la tesis de que la sinagoga se originó inde-
1559 ouvaYCOYT) 1560

pendientemente dei templo (en lo que respecta a doto en Jerusalén (anterior al ano 70 p.C.), que
Palestina, Hengel, 180s vincula entre así ambos conmemora la fundación de una sinagoga «para
aspectos, porque la denominación profana de la lectura pública de la ley y para la instrucción
avvaywy^ se habría escogido quizás por consi- en los mandamientos», completada con un alber­
deración al templo). Lo cierto es que la sinagoga gue y con una instalación para el suministro de
en la Diáspora es clarísimamente más antigua que agua. La sinagoga más antigua excavada hasta
en Palestina. ahora (dei siglo I a.C.) se encuentra en la isla de
En consonância con esto, en la época helenísti- Delos; surgió por la remodelación de una residên­
ca hay que distinguir entre el término usado en la cia. Tal debió de ser la prácüca corriente, incluso
patria (auvaYWYií) y el término usado en la Diás­ entre Ias iglesias domésticas cristianas (cf. la
pora, especialmente en Egipto (jtQoaenxií). jtço- iglesia doméstica y sinagoga de Dura Europos, a
aeuxil (tomado de la LXX con el significado de orilla dei Eufrates). Testimonios literários de si­
oración; cf. Is 56, 7: «casa de oración») es en Ias nagogas dei período helenístico se encuentran
inscripciones y en los documentos en papiro la dondequiera que residían judios en el Império
denominación que se halla documentada desde el Romano y en el reino de los Partos. En Israel es-
siglo III a.C. para referirse al edifício; auvaYCüYií tán atestiguadas por losefo, la Misná y principal­
no aparece como tal denominación (sobre la con- mente por el NT. Arqueológica y literariamente
firmación de la tesis de Schürer II [517s] y la hi- se encuentra atestiguada la existência de varias
pótesis de Schrage, 817 nota 119, cf. Hengel, que sinagogas incluso en pequenas localidades (en le-
posee testimonios bien conocidos y de mayor al­ rusalén debieron de quedar destruidas, el ano 70
cance, dos de ellos dei siglo III). No hay constân­ p.C., 480 ó 394 sinagogas). Junto a Ias sinagogas
cia de una diferencia objetiva entre ouvaYWYn y judias existían también sinagogas samaritanas
JTQoaeuxtí (Krauss, 1288). La mención que hace (no están mencionadas en Schrage; cf. Kippen-
Filón de sinagogas palestinenses con el nombre berg; para una idea de conjunto de todas Ias sina­
de ot)vaYCüY9 (en Omn.prob. lib. 81 los esenios gogas existentes, cf. Hüttenmeister-Reeg, con
de Palestina hablan de aovaYtOY'*!) ° manera ilustraciones cartográficas).
de hablar de Josefo se expücan por la perspectiva En Palestina, en la Judea pre-macabea no había
de los hablantes o se derivan de grupos judaizan- tanta necesidad de sinagogas por la extensión
tes (Hengel, 169 y 177). La metonimia de la -relativamente pequena- dei território y por la
asamblea / comunidad al edifício puede docu- existência dei templo. Tan sólo la aparición de los
mentarse en ambos ejemplos. La afirmación de fariseos y la conquista de Judea en los anos
que la trasferencia dei término palestinense {bêt) 104/103 intensifícaron la creación de sinagogas,
hfneset = ovyay{oy'x\ se produjo únicamente en incluso en Jerusalén. Primeramente los judios,
Palestina (Hengel, 170 nota 53) parece un poco sobre todo en Ias localidades limítrofes heleniza-
unilateral, si tenemos en cuenta los testimonios das (Lida, Cesarea, Dora, Tiberíades), se organi-
de auvaYa)Y'n procedentes de la Cirenaica (cf. zaron formando sinagogas integradas por perso-
Hengel, 182) y los testimonios de ^ àQxionvá- nas de su nación. Principalmente para la judaiza-
YWYOÇno sólo en Palestina sino también en Egip­ ción de GaHlea, Ias sinagogas fueron extraordina­
to, Asia Menor, Grécia, Italia y la Cirenaica (los riamente útiles como casas de reunión. Servían
testimonios en Schürer II, 509ss; Schrage, 842- de ayuntamiento, juzgado, oficina de objetos per­
844; hay también críticas que proceden de Ber- didos, local para organizar colectas, escuela, pero
ger, 184 nota 93). El estúdio dei campo léxico po- más que nada -sobre todo después de la destruc-
dría establecer Ias necesarias distinciones que hay ción dei templo- Ias sinagogas eran lugares para
que introducir en Ias investigaciones aisladas so­ el estúdio de la Torá, la práctica de la oración y,
bre los términos. por tanto, para el cultivo de la piedad individual
El desplazamiento y sustitución de la expresión (Schrage, 820-824). Esta pluralidad de usos se re-
original en la Diáspora por la designación pales­ fleja también en el NT.
tinense se produjo porque 1) en la Diáspora mis-
ma Ias asambleas y grupos basados en Ia naciona- 5. Puesto que Ias tradiciones dei NT están
lidad se fueron convirtiendo cada vez más en gru­ vinculadas a Palestina, el término ouvaYCUYtí
pos religiosos privados (Hengel, 171), según el predomina en el NT, especialmente en los
modelo de Ias asociaciones helenísticas, y 2) fue Evangelios, por los lugares en que se desarro-
aumentando la influencia política (Asmoneos,
Herodes) y religiosa de Palestina. 11a la actividad de Jesús. Los evangelistas pre-
El testimonio arqueológico más antiguo de una suponen que Galilea, en tiempo de Jesús, era
ouvaYcoYtí Palestina es la inscripción de Teo- completamente judia y que, por tanto. Ias al-
1561 cruvaYwyr) 1562

deas disponían de sinagogas. Se mencionan la propia situación de los cristianos, y si en él


Ias sinagogas de Cafamaún (Mc 1, 21; Lc 4, se han expresado Ias persecuciones sufridas a
33; 7, 5; Jn 6, 59) y de Nazaret (Lc 4,16). Se- manos de los judios. Los cristianos son perse­
gún Mt 4, 23 y 9, 35, Galilea tiene incluso una guidos como apóstatas por su confesión de fe
red de sinagogas; según Lc 4, 44, Jesus tam- en Cristo (cf. 2 Cor 11, 24s). - La referencia a
bién predica en Ias sinagogas de Judea. En Je- la sinagoga forma parte de la tesis marquina
msalén hay varias sinagogas (Hech 24, 12), (cf. Hahn, 95-103), según la cual la actividad
organizadas seguramente según los países de de Jesús está dirigida «primeramente» (7,
procedência de los asistentes a ellas (6, 9). 27a) a Israel, pero esa actividad irradia ya ha-
cia los gentiles (3, 7s; 5, 1-20; 7, 24.31; 8,
a) Marcos asocia no sólo con Ias sinagogas 13ss), mientras que partes de Israel rechazan
la predicación y la actividad docente de Jesus a Jesú§ (3, 6.22-30; 4, lls). Para Marcos, esa
(1, 21.39; 6, 2), sino también su actividad sa- oferta hecha a la sinagoga pierde su valor con
nadora (1, 23ss.39; 3, Iss); aunque el curar en la cruz.
Ias sinagogas no se halla documentado en los
escritos judios, sin embargo esta actividad no b) Lucas desarrolló consecuentemente en
se considera como especialmente problemáti­ su doble obra la concepción marquina. La cla­
ca en Ias disputas que aparecen en el NT. So­ ve la ofrece Hech 13, 46: A los judios «había
bre todo en el sumario de 1, 39 («Y fue por que proclamarles en primer lugar» el evange-
toda Galilea, predicando en sus sinagogas [de lio. Pero, como ellos lo rechazan, son los gen­
ellos] y expulsando los demonios»). Marcos tiles quienes ahora lo escuchan (cf. 3, 26). En
presenta transparentemente la situación en virtud de esta concepción histórico-salvífica,
que predicaban sus misioneros (Gnilka, 103 y que se desarroUa narrativamente en el Evan-
104), de tal manera que una investigación his­ gelio de Lucas y en el libro de Hechos, la ac­
tórica que aclare la actividad de Jesús es ex­ tividad de Jesús -m ás consecuentemente que
traordinariamente difícil, y en cada caso con­ en Marcos—se limita a Israel, concretamente
creto no será fácU decterminar si la sinagoga, a Galilea (sobre los pasajes con una tendencia
como marco de la acción, pertenece o no a los opuesta, cf. Hahn, 111-119), porque sólo el li­
relatos originales. No se puede negar que en bro de Hechos (a partir de los capítulos 8-12)
Marcos hay una esquematización y una con- está orientado universalísticamente. En con­
centración de la actividad de Jesús en día de sonância con esto, Jesús y la Iglesia primitiva
sábado y en la sinagoga. Esto se halla en ten- se hallan centrados en el templo en Jerusalén
sión -históricamente- con el hecho de que Je­ (Lc 2, 22-52: 19, 28ss; Hech 1, 12-8, 1), con
sús se hallaba constantemente en camino se­ la consecuencia de que, durante esta fase, ni
gún la fuente Q, en la cual no está atestiguado en el Evangelio ni en el libro de Hechos se
el término auvaYfflY'*!- Históricamente no es habla de una actividad en Ias sinagogas (en la
probable que el ministério de Jesús tuviera lu­ proclamación hecha a los judios en Hech 8,
gar primariamente en día de sábado y en la si­ 4s.40; 9, 32, 43; 11, 19, no se menciona nin-
nagoga (en contra de Schrage, 830); como guna sinagoga).
profeta itinerante, Jesús hablaba a Ias per- En contraste con esto se halla el período ga-
sonas en el contexto vital en que se encon- lileo, durante el cual Jesús -«según su cos-
traban. tumbre»—acudia los sábados a la sinagoga (4,
Según Mc 13, 9, los discípulos serán entre­ 16; cf. el paralelo literal en Hech 17, 2, a pro­
gados a los sanedrines locales, serán azotados pósito de Pablo). La actuación programática
en Ias sinagogas (sobre los paralelos judios cf. en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16ss), y más
Makk 3, 12; sebu 4, 10) y serán llevados a todavia la referencia sumaria a la actividad
rastras ante los gobernadores y reyes paganos. docente de Jesús en Ias sinagogas de Galilea
Se discute si en el capítulo 13 se transparenta (4, 15; una actividad que, sorprendentemente,
1563 auvaYcoYf) 1564

en 4, 44 se hace extensiva a Ias sinagogas de como «apóstol de los gentiles» (Rom 11, 13;
Judea) -atestiguada narrativamente en 4, 33; cf. Gál 1, 15s), haya elegido Ias sinagogas co­
6, 6; 13, 10 (cf. también los contactos de Je­ mo punto de partida para su actividad misio­
sus con personas de la sinagoga en 7, 5; 8, nera.
41)- caracterizan la intención lucana. Esa in- Conflictos entre la comunidad primitiva y
tención queda caracterizada también en la es- miembros de Ias sinagogas helenísticas orga­
tructura esquemática (êxito inicial, conflicto, nizadas según el pais de origen de sus inte­
expulsión; compárense con Lc 4, 16-30 los grantes (de Cilicia y Asia, con alejandrinos,
pasajes de Hech 9, 20ss; 13, 44ss; 14, Iss, libertos y cirenenses; Hech 6, 9), se reflejan
etc.). Israel es -desde el principio mismo- el ya en el evangelio (Lc 12, 11; 21, 12 par. Mc:
dividido pueblo de Dios (->■ Kaóç, 3.c). Lucas juicios celebrados en Ias sinagogas; cf. Hech
ha sistematizado y construido una tipologia 6, 9s).
de la conducta de Jesús con la sinagoga -en
contra de Marcos (Conzelmann, 54s y 265s)—. c) Mateo, a pesar de acentuar plenamente
En paralelo con ello, el motivo dei contacto la continuidad con respecto a la historia de la
con la sinagoga (según el esquema que se aca­ fe judia, es quien más intensamente acentúa la
ba de mencionar) se aplica en Hechos a la ac- distancia entre la Iglesia y la sinagoga, ana-
tividad misionera en la Diáspora (a partir de diendo siempre al término auvaYtüY'*! (pres-
13, 5), de tal modo que Lucas trasfiere la ter­ cindiendo de Ias menciones indirectas de si­
minologia palestinense a Ias casas de reunión nagogas en 6, 2.5 y 23, 6) un complemento
de la Diáspora (Schürer II, 518) y también la determinativo auTcõv (4, 23 par. Mc 1, 39; Mt
forma palestinense dei culto divino en la sina­ 9, 35; 10, 17; 12, 9). Mateo hace en 23, 34
goga (4, 16ss; Hech 13, 14ss; Hengel, 181 no­ que Jesús hable con claridad meridiana acerca
ta 102). El esquema sirve para esclarecer la de «vuestras sinagogas»; en 13, 54 hay ten-
división existente en el pueblo de Dios y tam­ sión entre la «sinagoga de ellos» y Nazaret
bién Ias relaciones entre Israel y la Iglesia. como la «patria chica» de Jesús. En el discur­
Hasta qué punto el esquema literário reela- so de misión (10, 17), a diferencia de lo que
bore reminiscencias históricas, es una cues- vemos en el discurso escatológico de Marcos
tión que tendrá que quedar en suspenso, aun- (13, 9), se presupone ya que los discípulos de
que hay que suponer la existência de sinago­ Jesús serán entregados a los sanedrines y se-
gas en Damasco, Salamina de Chipre, Antio- rán azotados en Ias «sinagogas de ellos». Para
quia, Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto y Mateo, la Iglesia y la sinagoga pertenecen a
Efeso, y de varias sinagogas en Jerusalén dos mundos diferentes y se hallan enteramen-
(Hech 6, 9; 24, 12). Los «temerosos de Dios», te separadas. Como Jesús, los cristianos serán
que simpatizaban con la sinagoga, eran un ob­ muertos, crucificados, perseguidos de ciudad
jetivo interesante paia la misión cristiana. en ciudad (23, 34.37). La èxuLr|oía, funda­
Ahora bien, teniendo en cuenta que, según mentada cristológicamente (16, 18; cf. 18,
Lucas, tan sólo la estratégia misionera de Pa- 17), se contrapone -como entidad indepen-
blo toma como punto de partida Ias sinagogas diente- a la a vv a ya x^.
(Ias sinagogas no se mencionan en relación
con los demás apóstoles y misioneros), habrá d) En Juan, el término onvaYCOY''! (6, 59;
que preguntarse si aqui no se refleja primaria­ 18, 20), que por si mismo es neutral, se halla
mente la comprensión lucana de Pablo. Es en un campo léxico marcado de manera clara­
verdad que también Pablo conoce lo de «pri- mente negativa y caracterizado por los con-
meramente» en la historia de la salvación (cf. ceptos de ->• outocruvaYCOYÓÇ (9, 22; 12, 42;
Rom 1, 16; «dei judio primeramente»); pero 16, 2) y de «los» 'lo u ô a io i como hijos dei
él no menciona nunca a la ouvaYCOY^Í Y no diablo (8, 44) (este último concepto está de­
ofrece ningún testimonio personal de que él. terminado por el contexto; en otros casos.
1565 av\aytí>Yr] — covaX.í^o^iai 1566

’Io\)ôaioi se usa también en sentido neutral y dos-, cf. Lc 24, 33 v.L; en voz activa en Hech
em sentido positivo). El Apocalipsis (2, 9; 3, 19, 25.
9: «sinagogas de Satanás») está marcado tam­
bién por esta tendencia antijudaítica; aqui, se­
CTDVaígO) synairõ levantar junto con*
guramente, se expresan experiencias de con-
frontación con la sinagoga local, más bien En el NT el verbo aparece únicamente en
Mateo en la expresión (que aparece mucho en
que con la sinagoga en sentido genérico.
Con posterioridad al NT, el empleo neutral los papiros): anvaígo) kÓYOV, ajustar cuen-
tas\ 18, 23.24 (kòyoy hay que sobreentender-
0 positivo de onvaYtOYtl pnrn referirse a co­
munidades o iglesias cristianas (—>1) habrá lo por el V. 23); 25, 19. Se trata de una expre­
que valorarlo según factores temporales o sión tomada dei lenguaje comercial. Spicq,
Notes II, 851.
geográficos (la índole de Ias relaciones con­
cretas, en cada lugar, entre la Iglesia y la sina­
goga). No en todas partes y no siempre estuvo a v v a ix n á W to ç, ou, ó synaichmalotos
el cristianismo en confrontación actual con el companero de prisión*
judaísmo, lo cual se refleja también en el uso En Rom 16, 7 (Andrónico y Junia[s]), Fhn
dei término. 23 (Epafras) y Col 4, 10 (Aristarco) se men­
H. Frankemõlle ciona a colaboradores de Pablo como compa-
neros suyos de prisión. El sustantivo no evo­
ca tanto la idea de un encarcelamiento normal
CTUVaYfiíVÍ^Ofiai synagõnizomai luchar (->■ ôeoftóç), sino más bien la de una encarce­
juntamente con, ayudar en la lucha* lamiento militar y de un «cautiverio de gue­
Según Rom 15, 30, Pablo pide a los roma­ rra», al que Pablo y sus colaboradores están
nos que, con su intercesión en favor de él, «le expuestos en la lucha por el evangelio, cf. -s-
ayuden en la lucha (ouvaYOJVÍoaoüaí poi)» onoxpaxubxTiç, Flp 2, 25; Fim 2; aYtóv,
que le aguarda en Jerusalén. aYtóv 1.4. jravojtkía. Sin embargo, auvaLXp.áX.(oxoç no
debe entenderse metafóricamente en el senti­
do de la «lucha interior» (en contra de ThWNT
au v a^d^éti) synathleO luchar juntam ente I, 196s), sino que se refiere a permanências
con, ayudar en la lucha* efectivas en prisión.
En Flp 1, 27 se habla de la lucha unânime y
solidaria de la comunidad en favor de la fe en
el evangelio (auvahkoüvTeç rfj jtíoxBi [dati- o trv asío X o v d éto synakoloutheO acompa-
vo de provecho o dano] xon EÍiaYYe^totj); 4, nar
3: èv xrô eúaYYe^tn) ouvfih^kTioáv ^lot, «me âxoÀonh-Éto 5.
ayudaron en mi lucha en favor dei evange­
lio». El evangelio mismo conduce a sus testi-
gos hacia esta lucha, porque suscita oposición o ru v aX íÇ o ^ai synalizomai comer sal jun­
y persecución; exige de los creyentes asisten- tos, estar juntos a la mesa, comer juntos*
cia mutua, firmeza y disposición para el sufri- Hech 1, 4: anvakiÇópsvoç JtaQqYYStkev
miento; cf. 2 Tim 2, 5; Heb 10, 32s; IgnPol 1, aúxoiç, «en la comida les mandó». En favor
3; 3, 1; 1 Ciem 5, 1. ThWNT 1, 166s. de esta traducción habla el singular y la ver-
sión que se hace dei participio en la mayoría
de Ias traducciones antiguas (latina, siríaca,
avva^ftgoíÇo) sunathroizõ reunir, congre­ armênia, etiópica, copta; Vg: convescens),
gar* aunque onvakíÇopai no está atestiguado con
Participio de perfecto de la voz pasiva en este significado antes de fines dei siglo II. Sin
Hech 12, 12: estar reunidos / estar congrega­ embargo, es importante que onvakí^opai se
1567 oTJvaXí^ojxai - 0Dvava|x(e)ÍYVDjxai 1568

refiere a la cena en Manetho, Apostelesmatica lios. La gente, para la comida, se recostaba


V, 339; Pseudo-Clementinas, Recognitiones sobre almohadones alrededor de la mesa y de-
VII, 2; Pseudo-Clementinas, Homilía XIII, 4. jaba que la sirvieran: Mc 2, 15 par. Mt 9, 10
Según Ias ideas antiguas, Ia sal y la comida en hablan de un grupo de publicanos y pecadores
común se hallan íntimamente relacionadas: que comían con Jesús y con sus discípulos
Plutarco, Mor. 684e; Arquíloco 95 (Diehl, (ouvavéxetvxo xõ) Iq o o n x a i xotç p a^ q -
Anthologia II, 239); Demóstenes, Or 19, 189; xaíç atixoõ), es decir, que fueron recibidos
Libanio, Declam. IV, 29 (ed. R. Fõrster V, en plena comunión de mesa. El participio sus-
246); Orígenes, Cels II, 21. Sobre la comida tantivado oí, ouvavaxeípevoi significa co-
con el Resucitado, cf. Hech 10, 41; Lc 24, mensales, los que están comiendo juntos: Mc
30s.42s; cf., además, Bauer, Wôrterbuch, s.v. 6, 22 par. Mt 14, 9; Lc 7, 49; 14, 10.15.
1 (bibl.); E. Haenchen, Die Apostelgeschich- ThWNT m, 654s; BHHIII, 1991-1993.
te’’ (KEK), sub loco (bibl.).
Otra posibilidad de traducir auvaÀíCco se­
ria la de «reunir» (en voz pasiva, «reunirse»), synanam je)igny-
o v v a v a (* (e )Íy v v f t a i
pero entonces tendría que usarse el plural (cf., mai mezclar con; en voz pasiva, mezclar-
además, Bauer, Wôrterbuch, í . v. 2). Numero­ se con, relacionarse con*
sos manuscritos citados en minúsculas leen En el NT el verbo aparece únicamente en
ouvanX,i^ópEvoç, «estar echados juntos, es­ Pablo y en la Carta segunda a los Tesaloni-
tar juntos»; por eso, a u v a lt^ o p a t podría en- censes, censurándose siempre el trato de los
tenderse también como una grafia variante de creyentes con aquellos miembros de la comu-
ouvanX.íÇopai (verbo deponente), cf. Bauer, nidad que, con su conducta, se han desligado
Wôrterbuch, í.v. 3; Beginnings IV, 5; G. de Cristo: pf] anvavapÍYVua'&ai JtÓQVoiç, 1
Schneider, Die Apostelgeschichte I (HThK), Cor 5, 9; pf] ouvavapÍYvno-&at èáv xiç
sub loco', sobre toda la cuestión, cf GNTCom ãôeX,qpòç ôvopaÇópsvoç fj itógvoç..., 5, 11;
sub loco. cf. 2 Tes 3, 14, donde se habla de un miembro
de la comunidad que no da oídos al mensaje
apostólico; xonxov aqpeto'0o'&8, pq onv-
(SV vakX áffata synallassõ reconciliar* avatpÍYvnoOai aúxõ). Un término opuesto
Hech 7,26: auvf|X,Àaaaev anxonç elç £iQf|- en sentido positivo es, entre otros, ->■ ouveo-
VTiv, «él (Moisés) trataha de reconciliarias (a ■ô-LCL) (1 Cor 5, 11; Gál 2, 12). Por tanto, el tra­
sus hermanos israelitas; imperfecto de cona- to con «pecadores», concretamente, el comer
to) para poner en ellos paz» (cf. Ex 2, 13s).
a la misma mesa con ellos, altera la pureza de
la comunidad (cf. la imagen de la levadura, 1
o v v a v a p a í v t o synanabainõ ir, subir jun­ Cor 5, 6-8), lo cual no significa, desde luego,
tos* que los creyentes deban evitar toda relación
En el NT dícese de Ias personas que junta­ con los «pecadores de este mundo»; así como
mente con Jesús subieron a Jerusalén, Mc 15, los creyentes juzgan a los «pecadores» que
41: muchas otras mujeres (a i ouvavapãoai); hay entre ellos, así Dios juzgará a los «de fue-
en Hech 13, 31 dícese en sentido más general: ra» (5, 11-13. cf. vv. 1-5). Según 2 Tes 3, 14,
los discípulos procedentes de Galilea (roíç tal exclusión tiene la finalidad de que esas
ouvavapaoiv). -> àvapaívo). personas «se conviertan» (iva èvxgajtfj, cf. 1
Cor 5, 5). Claro está que en Pablo no desem-
pena ningún papel (cf. 1 Cor 7, 12ss) la idea
O W a v á X E l^ a i synanakeimai reclinarse judia de que hay que mantener la pureza dei
juntos a la mesa, comer juntos* pueblo de Dios prohibiendo el matrimônio
En el NT este verbo, lo mismo que -+ òvá- con gentiles (Os 7, 8; Aris 142). Cf. además 1
xeipai, aparece únicamente en los Evange- Cor 11, 31s; 16, 22; Mt 18, 15ss; Did 10, 6;
1569 o'uvava(i(E)ÍYvu|J.ai - crovaJtofrvfiojtCLi 1570

14, 2; 15, 3; también IQS 6, 24ss; 8, 16. So­ ayudar mediante la cooperación (ouv-) y, al
bre la grafia dei verbo cf. BlaB-Debrunner § mismo tiempo, descargar a alguien haciendo
23, con la nota 3; la grafia fonética -[tÍYvn(tai sus veces (-avti,-). Según Lc 10, 40, Maria
se encuentra en numerosos manuscritos anti- debe ayudar a su hermana Marta en Ias faenas
guos. ThWNT V n, 850-853. domésticas de servir. Según Rom 8, 26, «el
Espiritu mismo viene en ayuda de nuestra de-
bilidad (onvavTiXapPávexat xf] ào^evEÍa
a v v a v a J ta iÚ O H a i synanapauomai des­ V.I.: genitivo] fiprâv)», es decir, el Espiritu
cansar junto con, descansar en companía ayuda a los creyentes que no son capaces de
de alguien* orar a Dios debidamente, y lo hace -aunque
Según Rom 15, 32, Pablo quiere descansar no sin la participación de ellos- intercediendo
/ tomarse un respiro en companía de los ro­ con una oración que es escuchada por Dios;
manos, después de su visita a Jerusalén (iva... cf. Núm 11, 17; Sal 88, 22 LXX. ThWNT I,
o-uvavajraúoojxai ufrlv), si Dios lo quiere 376; H. R. Balz, Heilsvertrauen und Welter-
así. â v á jta u 0iç. fahrung, München 1971, 71s.

a w a v a o T Q E q )o p ia i synanastrephomai O D vaJiaY O ftai synapagomai ser arrastra-


alternar con, andar con do conjuntamente, dejarse arrastrar, de-
En Hech 10, 41 D^ gig p sy*“ insertan des­ jarse llevar*
pués de ouvetpáYopev x ai auvETtíop,EV aú- En el NT el verbo aparece únicamente en
x(õ; x a l ouvaveoxQácpqpEv, mientras que voz pasiva; Rom 12, 16: xajtEivoiç ouvajta-
D* leyó ouveaxQáq)r|p,ev (D inserta también YÓpEVOi, «dejándoos llevar juntamente hacia
-► ouoxpÉcpco en 11, 28; 16, 39; 17, 5); cf. abajo a lo humilde / por lo humilde» (lo
GNTCom sobre 10, 41. opuesto: xà út|>T]X,à qpQovoüvxEç). A la arro­
gante afirmación y confirmación de si mismo
se contrapone la hunúldad dei amor. El dativo
0VvavTá(O sunantaO venir hacia, encon-
trarse con* xoíç xajieivoTç puede entenderse en sentido
En sentido propio en Lc 9, 37: salir al en- neutro o en sentido masculino. En este segun­
cuentro', 22, 10; Hech 10, 25; ir al encuentro; do caso se acentuaria especialmente la «co-
Heb 7, 1.10: encontrarse con. En sentido fi­ munión con los humildes y oprimidos» (E.
gurado en Hech 20, 22: xà auvavxf|Oovxá Kâsemann, An die Rõmer* [HNT], sub loco
poi, «lo que me ha de suceder». [bibl.]; cf. Bauer, Wõrterbuch, í . v. [bibl.]); en
todo caso, Pablo hace hincapié en la «orienta-
ción» hacia lo humilde (cf. v. 16c). Con el
au vaV T ljO lÇ , ECOÇ, synantêsis encuen­ significado de ser arrebatado juntamente con,
tro, reunión el verbo aparece en Gál 2, 13 (dicese de Pe­
Mt 8, 34 C L W Koiné y otros; Jn 12, 13 D dro); 2 Pe 3, 17.
G L y otros, en la expresión: siç ouvávxqoiv
(en vez de njtávxqoiv), «al encuentro» (con
dativo). ODVamod^vfjffXW synapothnSskO m orir
juntamente con*
Mc 14, 31; onvan:o'davETv ooi (par. Mt 26,
Q W a V T l^ a flp á v O fia i synantilambano- 35; oòv ool àjroDavetv, cf. Jn 11, 16); 2 Cor
mai emprender juntos, tom ar parte con, 7, 3: Eiç TÒ ouvajto§avElv otal auÇf|v, como
venir en ayuda de* expresión de la intima unión que existe entre
Este verbo, compuesto de doble preverbo, y el apóstol y la comunidad (cf. Heliodoro,
que es usual en el griego helenistico, significa Aethiopica X, 19, 2; Nicolás de Damasco,
1571 o\)vaitoôvf|a5{ü) - avvat)§ávo|^ai 1572

Fragm. 80 [FGH IIA, 379]; cf. también G. gentiles) queda bien ajustado para formar un
Stâhlin, en FS Braun, 503-521; J. Lambrecht; conjunto», en el cual Cristo constituye la «pie-
Bijdragen 37 [1976] 234-251). El verbo se dra angular» ( ^ 3. c). En él solo se
usa en sentido cristológico en el himno de 2 fundamenta la unidad de la Iglesia, concreta­
Tim 2, 11: el yÒQ ouvajr8'fl'ávo|iev, x a l ou- mente, la unión de lo que es distinto; por me­
Ç iía o ^ re v . e L ú j t o f r é v o f r e v , x a l o u [ j,p a 0 L X ,E Ú - dio de solo él se raantiene firme la unión de la
0OHEV... Al «estar muerto con Cristo» le co­ Iglesia con los «santos y miembros de la fa-
rresponde la participación en la vida de Cris­ milia de Dios» (v. 19, es decir, con los [judeo-
to, cf. Rom 6, 4-11; 8, 17; 2 Cor 4, 10; oúv ]cristianos). En todo ello, la imagen dei edifí­
4. Ahora bien, en 2 Tim 2, 11, ouvajtO'&vf|0 - cio se concibe dinámicamente, porque el edi­
•Kü) (según el contexto) no se refiere al bautis- fício, bien ajustado por medio de Cristo, va
mo (como se refiere en Rom 6, 4ss), sino al creciendo (sobre todo ahora, una vez que se
sufrimiento y al martírio dei proclamador dei han anadido a él los antiguos gentiles) para
evangelio; su firmeza le conduce a él (y a su llegar a su objetivo, que es el de ser vaòç
comunidad) a la vida (futura). ThWNT VII, âyioç èv KUQLCp (v. 21b) o xaxoixTiTfiQiov
786 y 794s; N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­ Toü II eoü èv jtvEÚpaTL (v. 22; cf. también ->
celona 1974, sobre 2 Tim 2, 11; Spicq, Notes oÍ5toôo[XT| 3.a).
II, 852s. Ef 4, 16 trasfíere esta metáfora dei ajuste y
unión al cuerpo de Cristo (è^ oú Jtãv t ò Oóô-
pa ouvaQpo7,oYoúpEvov >tal oupPiPa^ó-
airv a Jtó X X v jia i synapollymai morir junto pevov). Aqui la unidad dei cuerpo de Cristo
con, perecer junto con* -en virtud dei contexto parenético (cf. 4, 1)-
En Heb 11,31 (en voz media) dícese de Ra- se establece primeramente por la cooperación
jab, la cual «por su fe no pereció junto con de todos los miembros, en la que cada uno tie-
(ouvaJUÓlkETo) los desobedientes»; cf. Jos 2, ne su propia función; pero su fundamento lo
8ss; 6, 17.22SS. tiene en Cristo, que es la Cabeza dei cuerpo
(v. 15) y quien, por la unión de los miembros,
OVVaJlOOTÉXXw synapostellõ enviar al hace que el cuerpo vaya creciendo hasta con-
mismo tiempo, enviar junto con* vertirse en la ow oôopfi é a u to ü èv àYájtri
En 2 Cor 12, 18 se habla de un àôeXqpóç a (v. 16b). ThWNT VII, 853s; olxoôop^
quien Pablo envió (a Corinto) junto con Tito (bibl.).
(ouvajtéoTEi^a) para organizar el asunto de
la colecta (cf. 8, 6.18s; esto no se refiere pro-
o w a g n á Ç tt) synarpazõ arrebatar violen­
bablemente al [otro] àÔEÀcpóç de 8, 22s); cf.
tamente, agarrar, arrastrar
también R. Bultmann, Der zyveite Briefan die
-> á p i t á ^ c o 4 .
Korinther (KEK), sub loco.

o v v a v X i^ o ^ a i sunaulizomai dormir ju n ­
a w a ç fio X o Y É c o synarmologeõ ajustar to, estar echado junto, estar junto
bien, unir* Hech 1, 4 v.l. como variante de auvaÀí-
El verbo compuesto se halla atestiguado Çopai (cf. Jenofonte, Cyrop I, 2, 15 y pas-
únicamente en escritos cristianos y pertenece, sim).
lo mismo que el verbo simple, a la terminolo­
gia de la arquitectura: ajustar bien (Ias pie-
dras\ cf. áQpóç, «unión, juntura»). Según Ef o w a v l á v o ^ a i sunauxanomai crecer
2, 21 (jtã o a olxoôopf) ouvaQpoXoyoupé- juntam ente con*
vq) por medio de Cristo «todo el edifício (de En Mt 13, 30 (material peculiar) dícese de
la comunidad, integrada por antiguos judios y la cizana y el trigo, a los que hay que dejar
1573 ouvOTiávonai - ouvÉÔQiov 1574

que vayan creciendo juntos hasta la siega ción de Cristo. E f 2, 6: (õ vxaç f|pãg ve -
(áçpete CTuvau^ávEoUai àjAcpóxeqa). XQOÒç... ouvEÇmojroLqaEV t w X qioxõ), v . 5)
x a l ouviÍYEtQEV x a l ouvExá#ioEv èv xoXç
EJrouQavloiç. En consonância con ello, en
avvÔEfffiOÇ, o v, ó syndesmos vínculo,
Rom 6, 4ss la nueva vida de los creyentes ba-
atadura, cadena
jo la gracia se entiende como una participa­
“> ôeofióç 5.
ción en la realidad de la resurrección de Cris­
to; pero, yéndose más allá que Pablo, Ias for­
oruvôéoi syndeO atar junto (con alguien), mas de aoristo realzan especialmente la reali-
encadenar junto* zación actual dei aconteciraiento de la salva-
En el NT el verbo se usa unicamente en voz ción (cf., en forma distinta, 2 Cor 4, 14, pero
pasiva. En Heb 13, 3 dícese en sentido figura­ también, por ejemplo, IgnPol 6, 1).
do: tbç ouvÔEÔE[xévoi, «como si (fuerais) De manera parecida Col 2, 12 (èv (õ [=
companeros de prisión / como los que estàn Cristo] x a l auvqYÉQ'ÔT|XE) y 3, 1 (anvqYÉQ-
igualmente en cadenas». Se piensa en la soli- "OxiXE xcp Xpiaxã)), cf. 2, 13ss: Por haber re-
citud por los miembros de la prisión que se sucitado con Cristo, los creyentes están libres
hallan encarcelados (Séo|rioL), y cuya suerte de los pecados y dei dominio de los poderes.
los creyentes deben ayudar a soportar, mo­ Sin embargo, esto no significa una supresión
vidos por la q)iXaÔE>i,q5Ía (13, 1), cf. 10, 34; de la esperanza escatológica, porque ellos
11, 36. buscan «Ias cosas de arriba» (3, 1), y su vida
«está escondida (aún) con Cristo en Dios» (3,
3s). ThWNT VII, 786 y 793s; P. Siber, Mit
a itv ô o ^ á Ç o ) syndoxazO glorificar junto Christus leben (AThANT 61), Zürich 1971,
con* 191-213; H. Conzelmann, Der B rief an die
En Rom 8, 17 se habla, en voz pasiva, de la Epheser (NTD 8), sobre 2, 5s; E. Schweizer,
glorificación de los creyentes junto con Cris­ La Carta a los Colosenses, Salamanca 1987,
to, lo cual es consecuencia de su actual comu- sobre 2, 12 (bibl.); EYEÍpto 1.
nión con él en sus sufrimientos y es cosa que
se ha de revelar escatológicamente ( e íjie q
aup,jtáoxop,EV iva xal ouvôolaoUrôp.Ev); OISVÉÔÇIOV, OV, TÓ synedrion Sanedrín*
cf. 8, 18.19.21.30. ThWNTH, 256s. 1. Aparición en el NT y significado - 2. Historia - 3.
Palabras de Jesus - 4. Historia de la Pasión - 5. El Li­
bro de Hechos.
avvôovX.oç, o\J, ó syndoulos consiervo,
companero de esclavitud B i b l : (general): Bauer, W õ rte r b u c h , s.v .; H. Bellen,
^ ô o u Xeúoí). en Pauly, L e x ik o n V, 455s; E. Lohse, owéÔQiov, en
ThWNT Vn, 858-869 (bibl.); F. Poland, en Pauly-Wis-
sowa II/8, 1333-1353; H. J. Schoeps, en BHH H, 740s.
Sobre i: F. E. Meyer, Einige Bemerkungen zur Be-
avvÔ Q O nrj, fjç , ^ syndw m S acudir co- deutung des Terminus ‘Synhedrion’ in den Schriften
rriendo de todas partes, tropel de gente* des NT: NTS 14 (1967-1968) 545-551.
Hech 21, 30: auvÕQop,f] toü X,aoü, «tropel Sobre 2: S, B. Hoening, The Great Sanhedrln, Phi-
ladelphia 1953; I. Jeremias, Jerusalén en tiempos de
de gente». Jesús, Madrid 1977; S. KrauB, Sanhedrin-Makkõt, en
Die Mischna IV/4.5, GieBen 1933, 19-51; H. Mantel,
Studies in the History o f the Sanhedrin, Cambridge
OVVEYEipw synegeirõ resucitar juntam en­ 1961; Reicke, Zeiígeschichte, 105-113; E. Rivkin,
te con* Beth Din, Boulé, Sanhedrin: A Tragedy o f Errors:
HUCA46 (1975) 181-199; S. Safrai-M. Stem, The Je-
El verbo compuesto se usa en Efesios y en wish People in the First Century I, Assen 1974, 379-
Filipenses para referirse a la participación de 419; Schürer n, 237-267; G. Stemberger, Das klass.
los creyentes, obrada por Dios, en la resurrec- Judentum, München 1979, 54-60; S. Zeitlin, The Poli-
1575 OWéÔQLOV 1576

tica l S yn ed rio n a n d the R eligious Sanhedrin: JQR 36 2. Un edicto de Antíoco III (223-187 a.C.) de­
(1945-1946) 109-140; Id., Synedrion in the G reek L i- nomina yeQonoía al senado aristocrático, inte­
teraíure, the G ospels a n d the In stitu tio n o f the S anhe­ grado por sacerdotes y ancianos (Josefo, Ant XII,
drin: JQR 37 (1946-1947) 189-198. 138 y 142; cf. Hech 5, 21). El término técnico Sa-
Sobre 3: R. A. Guelich, M t 5, 22: Its M eaning a n d nedrín aparece en tiempo de Hircano II (63-40
Integrity: ZNW 64 (1973) 39-52; D. R. A. Hare, The
a.C., Josefo, Ant XIV, 167ss) y llega a ser usual
Them e o f j e w i s h P ersecution, Cambridge 1967, 96ss;
M. Weise, M t 5, 21 f - e in Z eug nis sa k ra le r R echtspre-
en la época herodiana. - Según datos rabínicos, el
ch u n g in d e r Urgem einde: ZNW 49 (1958) 116-123;
Sanedrín, con arreglo a Núm 11, 16, está integra­
H. Th. Wrege, D ie Ü b erlieferungsgeschichte d e r B erg- do por 70+1 iniembros (el sumo sacerdote como
predigt, 1968, 59ss. presidente). Está constituido por tres facciones:
Sobre 4: J. Blinzler, D e r Prozefi Jesu, Regensburg por la aristocracia saducea sacerdotal, por la aris­
''1969, 129-259 (bibl.); Id., D a s Synedrium von J eru ­ tocracia saducea laica y, desde los tiempos de
salém u n d d ie Strafprozefiordnung d e r M ischna: ZNW Alejandra (75-67 a.C., Josefo, Ant XIII, 408ss),
52 (1961) 54-65; Id., Z u m P rozefi Jesu, en A u s d e r por los escribas, que eran principalmente fari-
W elt u n d U m w elt d es NT, Stuttgart 1969, 124-146; S. seos. El Sanedrín celebra sus reuniones, según
G. F. Brandon, The Trial o f J esu s o fN a za re th , London Josefo, en la |3ouXf| (Bell V, 144) o en el PouXeu-
1968; T. A. Burkill, The C om petence o fth e Sanhedrin: TT|0iov (VI, 354) de la ciudad alta, según la Mis-
VigChr 10 (1956) 80-96; Id., T h e T rial o f Jesus: ná en el pórtico de sillares (en el atrio interior dei
VigChr 12 (1958) 1-18; D. R. Catchpole, The P roblem templo), y según el Talmud, en fecha más tardia,
o f t h e H isto ricity o f th e S a n hedrin Trial, en The Trial
en la hãnút (la lonja).
o f Jesus. F S f ü r C. F D. M oule, London 1970, 47-65;
G. Haufe, D e r Prozefi Jesu im L ich te d e r gegenw ãrti- Entre sus competências se cuentan original­
g e n F orschung: ZdZ 22 (1968) 93-101; 3. Jeremias,
mente la interpretación y la aplicación dei dere-
Z u r G esch ich tlich keií d es Verhôrs Jesu v o r dem H o- cho civil y cultuai de la Torá, la adopción de de-
hen Rat: ZNW 43 (1950-1951) 145-150; G. D. Kilpa- cisiones sobre la guerra y la paz, la actividad ju­
trick, The Trial o f Jesus, London 1953; S. Legasse, J e ­ dicial, la supervisión dei templo y la adopción de
su s d e va n t le S a n h e d rin RTL 5 (1974) 170-197; H. decisiones sobre la práctica religiosa (calendário,
Lietzmann, D e r P ro zefi Jesu, en Lietzmann II, 251- fiestas). En tiempo de los Asmoneos, la importân­
263; Id., B em erku n g en zu m P rozefi Jesu, en ibid., 264- cia dei Sanedrin va disminuyendo. Herodes hace
276; G. Lindeskog, D e r P rozefi Jesu im jü d .-ch ristl. que el Sanedrín le esté sumiso, liquidando a los
R eligionsgesprãch, en F S M ichel, 325-336; R. Pesch, que se le oponlan (Josefo, Ant XIV, 175; cf. XV,
D a s M a rk u se va n g e liu m II (HThK), Freibnrg i. Br. 173; también Mt 2, 4ss), y se reserva para si mis-
1977, 404-424 (bibl.); G. Schneider, G ab es eine vor- mo el ius gladii. Aunque los saduceos eran la fac-
synoptische Szene «Jesus v o r dem Synedrium » ?: NovT
ción dominante en el Sanedrin durante la época
12 (1970) 22-39; Id., Jesu s v o r dem Synedrium : BiLe romana, sin embargo Ias decisiones importantes
11 (1970) 1-15; E. Stauffer, Jerusalem u n d R o m , Bem no se podían adoptar sin el consentimiento de los
1957, 67-73, 120-122; A. Strobel, D ie S tu n d e d e r
W ahrheit, Tübingen 1980; R Winter, On the Trial o f
fariseos (Josefo, Ant XVIII, 17). Después dei ano
Jesu s, Berlin ^1974; Id., T he T rial o f J esu s a n d the 6 p.C. el Sanedrin conserva el ejercicio de la au-
C o m p eten ce o f t h e S anhedrin: NTS 10 (1963-1964) toridad judicial y policial en Judea y Jerusalén.
494-499; Id., The M a rcan A cc o u n t o f J e s u s ’ Trial by Pero, entre los anos 6-66 p.C. (cf. MegTaa 6), el
the Sanhedrin: JThS 14 (1963) 94-102; Id., Z u m P ro ­ ius gladii corresponde a los romanos (Jn 18, 31;
zefi Jesu , en W. P. Eckert-N. P. Levinson-M. Stôhr Josefo, Bell II, 117; Ant XX, 200ss; San 7, 2; cf.
(eds.), A n tiju d a ism u s im N T?, München 1967, 95-104; jSan 1, 18a[42j; 7, 24b[48]; este punto se sigue
para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1274. discutiendo entre los especialistas. La ejecución
de la pena capital por el Sanedrin, con excepción
1. En el NT onvéÔQiov (en arameo san- dei castigo por la entrada de paganos en el templo
(Josefo, Bell VI, 125s), era una extralimitación
hedrín, un préstamo léxico dei griego; en he- dei Sanedrín en sus atribuciones (Hech 7, 54ss;
breo, bêt din haggãdõl) aparece 22 veces (3 Josefo, Ant XX, 200ss) o era senal de autonomia
veces en Mateo y 3 en Marcos, 1 en Lucas y 1 judia en tiempo de Agripa (San 7, 2; Hech 12, 2).
en Juan, 14 en Hechos) y designa el tribunal La asamblea de doctos de Yamnia (con poste-
supremo y el órgano administrativo supremo rioridad al ano 70 p.C.), con su competência limi­
de los judios, con sede en Jerusalén. En Jn 11, tada a asuntos religiosos y dependiente dei reco-
nocimiento por los judios, se considera a si mis-
47 al se le llama la asamblea. Hech 4, 15 ma como sucesora dei Sanedrín. Los detalles de
menciona el lugar de la asamblea, y Lc 22, procedimiento se describen en el tratado de la
26, la casa de la asamblea dei Sanedrín. Misná denominado Sanhedrin (San).
1577 cruvéSçLov 1578

Según la Misná, a imitación dei Gran Sanedrín discusión histórico-jurídica acerca dei ius gladii
se constítuyeron pequenos sanedrines en Ias po- dei Sanedrín y es importante en el diálogo entre
blaciones de Palestina y en Ias províncias de la cristianos y judios sobre la culpa por la muerte de
Diáspora (cf. Billerbeck II, 816s). Jesús (una discusión que a menudo tuvo matices
antisemíticos y que más recientemente se orienta
3. En Ias palabras de Mc 13, 9 par. Mt 10, hacia la idea de comprender más a Jesús como
17, que reflejan Ias experiencias de la misión parte dei pueblo judio) y entrana también cuestio-
judeocristiana, se anuncia a los discípulos que nes relativas a la historia de Ias tradiciones (el re­
serán entregados a los tribunales sinagogales. lato pre-marquino de la Pasión, el material pecu­
- En la sentencia de derecho sacro de Mt 5, liar de Lucas). La discutida culpabilidad judia por
la muerte de Jesús dificilmente podrá comprobar-
22, una sentencia chocante e inviable en la se, si se tiene en cuenta la tendencia de los Evan­
práctica forense, se afirma que Ias palabras gelios a presentar el proceso de Jesús como pro-
pronunciadas con cólera hacen que la persona totipo de la disputa cristológica entre la Iglesia y
sea culpable y deba comparecer como reo an­ la sinagoga, y a cargar la culpa unilateralmente
te el Tribunal dei Sanedrín de Jerusalén (clí­ sobre los judios. No podemos sin más juzgar his­
max en el contexto de la frase) o ante el con- tóricamente la tradición más antigua sobre la ba­
se dei derecho de la Misná o de algún supuesto
sejo de la comunidad cristiana.
derecho saduceo anterior, e intentar eliminar po-
4. Aunque los Evangelios sinópticos hacen sibles irregularidades (noctumidad de la reunión,
responsable al Sanedrín de la muerte de Jesús, celebración dei juicio en el día de la preparación
de la Pascua, un solo juicio oral, celebrado ade-
sin embargo este término técnico aparece ra­ más en el palacio dei sumo sacerdote, lo proble­
ras veces en la historia de la Pasión: Mc 14, mático de la blasfêmia).
55 par. Mt 26, 59 menciona al Sanedrín en la Dado el hecho de un proceso romano que im-
toma de declaración de los testigos y en el in­ plicaba la pena capital, es concebible que los su-
terrogatório de Jesús con el fin de determinar cesos desencadenados por la traición de Judas,
la comisión de un delito que merezca la pena dentro dei contexto temporal de la fiesta de la
Pascua, presionaran al Sanedrín, que había deci­
de muerte (cf. Mc 14, 64; Mt 26, 66). En Mc dido ya aplicar a Jesús la pena capital por sus crí­
15, 1 la tautología (omitida por Mateo) «y to­ ticas dei templo. En consecuencia, el Sanedrín
do el Sanedrín», mencionada después de la una de dos: o bien actuó conforme a Ias exigên­
enumeración de sus fracciones constituyen- cias dei momento (Billerbeck II, 821s) y convocó
tes, resume y acentúa el punto de vista mar- una reunión extraordinária, o bien, basándose en
quino, a saber, que la suprema autoridad judia la acusación de que Jesús seducía al pueblo, cele-
bró un juicio nocturno con una sola sesión (Tos-
decide formular una acusación contra Jesús.
San 10, 11) y decidió la ejecución en el día de la
I x 22, 66 modifica el tenor de la frase: «Y le preparación de una fiesta de peregrinación, de
condujeron a su Sanedrín» (es decir, al edifí­ conformidad con San 11, 4 y TosSan 11, 7 (Stro-
cio de la asamblea). Lucas convierte la sesión bel). El Sanedrín, probablemente, dictó la senten­
nocturna (referida por Marcos) en una custo­ cia de que Jesús seducía blasfemamente al pueblo
dia de Jesús en el palacio dei sumo sacerdote, (la pretensión de Jesús de ser el Hijo dei hombre
mientras que el juicio mismo, de conformidad que ha de venir a juzgar; cf. Jn 11, 48), pero lue-
go indujo a Pilato a sacar la (falsa) conclusión de
con Ias escenas dei Sanedrín descritas en el li­ que Jesús había cometido alta traición con su ac-
bro de Hechos y según la ley de la Misná, co- tuación política.
mienza en la manana siguiente y no formula
ninguna sentencia formal. - Jn 11, 47 sitúa la 5. En el libro de Hechos, el Sanedrín apa­
decisión dei Sanedrín de dar muerte a Jesús rece como un tribunal religioso con sede en el
en una asamblea celebrada antes de los dias templo, y que se halla dividido, en forma sim­
de Jerusalén, sin que tenga lugar más tarde un plificada, entre saduceos hostiles a los cristia­
proceso específícamente judio. nos y fariseos que miran con benevolencia a
La cuestión histórica acerca de la función y la los cristianos (5, 34; 23, 6). Los relatos quie-
competência dei Sanedrín está implicada en la ren mostrar que hubo un aumento en Ias per-
1579 auvéÔQiov —OTjveíÔTiaiç 1580

secuciones sufridas por la comunidad primiti­ 1. En el NT o u v e l ô t io iç aparece 30 veces.


va por obra dei Sanedrín (5, 21.27.41; 6, En los Evangehos no se encuentra ouveíÔT]-
12.15; 22, 30; 23, 1.15.20.28; 24, 20), cosa oiç (prescindiendo de una variante textual en
que Lucas deduce probablemente de Ias expe­ el pasaje secundário de Jn 8, 9). En el Corpus
riências contemporâneas (persecución de Paulinum o u v e íô t io iç aparece 14 veces; en el
Agripa; ejecución de Santiago) y por la bio­ resto dei NT, 16 veces. Los datos estadísticos
grafia de Pablo. La convocación dei Sanedrín sugieren que el término auveíÔTjaiç fue intro-
por el tribuno romano (22, 30) es historica­ ducido por Pablo en la literatirra cristiana (->
mente inconcebible. Cf. también B. Reicke, 3.C).
Judeo-Christianity and the Jewish Establish-
ment, en E. Bammel-C. F. D. Moule (eds.), 2. a u v e í ô q a i ç (o también t ò a n v E i ô ó ç [no
Jesus and the Politics ofH is Day, 1984, 145- aparece en el NT]) no tiene correspondência en el
152. AT hebreo, y en la LXX aparece sólo en ejemplos
aislados (Ecl 10, 20; Sab 17, 11; Eclo 42, 18).
U. Kellermann Hasta el siglo II a.C. la expresión se encuentra ra­
ras veces. Más tarde aparece con frecuencia en la
literatura griega (por ejemplo, en Plutarco), en la
literatura judia helenística (Filón, Josefo) y en la
(íTWvéÔÇlOÇ) / ffv v e ô g o ç , OV, Ó syne- literatura romana (por ejemplo, en Cicerón y en
dr(i)os miembro de un consejo Séneca) con la traducción latina conscientia. Fue
En Hech 5, 35 D, en lugar de Jtqòç o t x o ú ç , quizás un término de origen popular y debió de
inserta: jt q ò ç t o Í) ç Õ Q X o v t a ç x a l t o ü ç o u - hallarse muy difundido en la filosofia popular. -
v e ô q Í o u ç . auvéÔQLOÇ es una grafia errônea
0nvEt5T]ai5, conforme al sentido fundamental dei
(cf. auvéÔQiov, V. 34) de aúveÔQOç. GNT verbo crúvoiôa, significa el «conocimiento que el
hombre tiene acerca de algo». Además, ouveíôt}-
Com sub loco. aiç designa la «conciencia moral» (casi siempre
la conciencia que se tiene de una acción mala).

a w E Í ô tf a iç , £fOÇ, syneidêsis concien- 3. a) ouvEÍôqaiç aparece en la Carta pri-


cia (de algo), (la) conciencia, convicción mera a los Corintios en la sección en que Pa­
blo responde a la consulta formulada por los
1. Aparicíón en el NT - 2. Origen dei término m-
vEÍÔT)oiç - 3. at)VEÍÔT)aiç en Pablo - 4. anvEÍÔT]aiç en corintios acerca de si se puede comer la carne
el resto dei NT. sacrificada a los ídolos (8-10); el término está
introducido por jteqí en 8, 1). Los autores de
B ib l.:J. Blühdom (ed.), D a s G ew issen in d e r D is- la carta enviada por los corintios (en la inves-
ku ssio n , Darmstadt 1976; Bultmann, Teologia, 271- tigación conocidos siempre como «los fuer-
274; H. Chadwick, G ew issen, en RAC X, 1025-1107
(bibl.); H.-I. Eckstein, D e r B e g r iff Syn eid esis hei P au- tes» [oí ôuvaTOÍ], aunque la expresión apa-
lus, tesis mecanografiada Tübingen 1980; J. M. Espy, rezca por primera vez en Rom 15,1) opinaban
P auVs ‘R o b u st C o n scien ce'R e-exa m in ed : R. NTS 31 que era lícito comer la carne sacrificada a los
(1985) 161-188; P. W. Gooch, ‘C on scien ce’ in 1 Cor. 8 ídolos (elôcuLófiuTOv). Otros corintios («los
a n d 10: NTS 33 (1987) 244-254; Jewett, P auPs A n -
thropological Terms, Leipzig 1971, 402-446; M. Kãh- débiles», cf. 1 Cor 8, 9) tenían escrúpulos en
ler, D a s G ew issen, HaUe 1878 (= Darmstadt 1967); D. hacerlo. Pablo está de acuerdo fundamental­
E. Marietta Jr., Tite N T C o n cept o f C onscience, tesis mente con los princípios expresados en la car­
mecanografiada Vanderbilt Nashville 1959; Ch. Mau- ta enviada por los corintios (cf. 8, 1.4; 10, 23),
rer, aóvoiôa, anv8ÍÔTi0 iç, en ThWNT VII, 897-918
(bibl.); C. A. Pierce, C o n science in the NT, London pero hace que la decisión dependa en cada ca­
1955; Spicq, N o tes II, 854-858; J. Stelzenberger, S y ­ so de la situación: los débiles carecen dei co­
n eid esis im NT, Paderbom 1961; J. Stfpien, «Syneide­ nocimiento (yvmaiç) poseído por los autores
sis» . L a c o n sc ie n ce d a n s P a n th ro p o lo g ie d e S a in t-
de la carta remitida por los corintios, a saber,
Paul: RHPhR 60 (1980) 1-20; R. T. Wallis y otros, The
Id ea o f C onscience in P h ilo o f A lexandria, Berkeley «que un ídolo no tiene existência real» (8, 4),
1975; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1274s. y, por tanto, movidos por la costumbre (dei
1581 cruvEÍÔTiaiç 1582

tiempo anterior a su conversión), atribuyen o u v E ÍS T ja iç , en los pasajes citados anterior­


especial significación a la came sacrificada a mente, significa la conciencia (propia) que
los ídolos. Por eso, al comer la came, «su au- actúa y juzga, la convicción acerca de una co­
veíÔT]oiç, por ser débil, se mancha» (8, 7). sa, una convicción que brota de una determi­
Esa conciencia no se sentiría edificada preci­ nada norma y que exige una determinada con-
samente, si los débiles vieran a «los fuertes» ducta. En todo eUo, la anvEÍÔT)aiç es un fenô­
comiendo la came sacrificada a los ídolos (8, meno humano universal. Puede equivocarse,
10; tal vez los autores de la carta sostenían la pero precisamente en ese caso, por el hecho
opinión contraria). Lejos de eso, los débiles se de existir, tiene importância para la conducta
escandalizarían y se perderían a causa de esa de los cristianos (cf. los dos casos descritos
libertad que veían en «los fuertes» (8, 11). En en 8, 7-13 y 10, 28-30).
tal situación, comer carne sacrificada a los Habrá que preguntarse si no fueron quizás
ídolos, seria un pecado «contra Cristo», que los corintios los primeros en usar el término
murió (también) por los débiles (8, llss). ouvEÍôrioiç en relación con Ias consultas so­
En 10, 23ss Pablo vuelve a tratar dei tema bre la came sacrificada a los ídolos (así pien-
de la «came sacrificada a los ídolos» y tan só- sa Pierce, Maurer y muchos otros). En favor
lo aqui emplea cuatro veces la expresión ou- de ello hablan una asombrosa acumulación
veíÔT|Oiç. Da dos instmcciones (a tenor, nue- dei término en 1 Cor 8 y 10, mientras que és-
vamente, de la situación); a) Los corintios te no aparece en la Carta primera a los Tesa-
pueden comprar cualquier cosa en el merca­ lonicenses, el empleo de õtà tt|v ouveíôtioiv
do, sin hacer preguntas por causa de la con­ como expresión acunada y la observación de
ciencia (ôià xTiv ouvEÍÔTioiv; 10, 25s); b) los que ouvEÍÔTjoiç no aparece en el ulterior de-
corintios, si quieren, pueden aceptar invita- sarrollo de 1 Cor 8 y 10, Rom 14s, sino que es
ciones para ir de visita a un hogar pagano y sustituido por Jtíouç (14,1). Sin embargo, es­
comer allí de todo, sin hacer preguntas por ta atractiva conjetura no pasa de ser eso, una
causa de la conciencia (ôià tt]v ouveíôtiolv; conjetura, porque es más probable que el ju­
10, 27). Pero si alguien (probablemente se re- dio helenista Pablo hubiera aprendido directa-
fiere a un anfitrión pagano, porque ieqóDu - mente este término de la filosofia popular he-
Tov [v. 28] es el término correcto para referir- lenística (-> 2).
se a la came ofrecida en sacrifício) hace notar b) Los demás testimonios que hay dei tér­
que la came fue sacrificada a los ídolos, en- mino en Ias cartas paulinas se entienden por
tonces ellos, «a causa de aquel que hizo tal el uso de o u v E Í ô q o tç en 1 Cor 8 y 10. En 2
advertência y ôtà tt]v ouveíôtioiv», no deben Cor 1, 12 se habla dei testimonio de la ou-
comería (10, 28). Aqui no se trata evidente­ VEÍÔTioiç acerca de la integridad de la con­
mente de la ouvELÔTioiç de los débiles, sino ducta de Pablo; en 4, 2, de la capacidad dei
de la dei anfitrión pagano, en cuyo concepto apóstol para recomendarse a la ouveíÔT)OLÇ de
(lo mismo que en concepto de los débiles) el todo hombre en la presencia de Dios; en 5,11
comer came de los sacrificios une con los de­ se dice que, en sus a u v e t ô f |a E o i v , los corin­
mônios a quienes la comen. Aunque, según tios saben bien quién es Pablo. En los tres lu­
Pablo, los cristianos son fundamentalmente gares la ouvEÍÔTioiç emite un juicio, y en 4, 2
libres y, por tanto, no están sujetos al juicio se muestra de nuevo que la auvEÍÔT]Oiç es un
dictado por la ouveiô-qatç de otra persona fenômeno humano universal.
(10, 29), sin embargo, en Ias circunstancias Rom 2, 15 y 9, 1, de manera parecida a lo
descritas, está preceptuado el gesto demostra- que vemos en 1 Cor 1, 12, contienen la idea
tivo de no comer de esa came, porque, de lo dei testimonio de la ouvEÍôqoiç. En Rom 2,
contrario, la ouveíôtioiç dei pagano podría 15 está claro el papel de juzgar que corres­
juzgar que el acto de comer era un reconoci- ponde a la ouVEÍôqoiç, principalmente en
miento de la existência de los ídolos. sentido moral. Parece que, en todo ello, se es-
1583 auveíÔTiaiç - a\)veiaéQXO(iai 1584

pecifica la actividad de la owaíÔT^oiç dicien- bla siempre de la ouveÍòtioiç atribuyéndole


do que suscita ideas de acusación y de defen- un papel central, y, nuevamente a diferencia
sa (2, 15b). Estas ideas atestiguan que la Torá de Pablo, el término refleja siempre la firme
resultaba ya conocida para los gentiles. Como vinculación con la moral. Esto se puede expli­
una limitación hay que anadir que 2, 15 no car únicamente como «una senal de la trasfor-
debe entenderse erróneamente en el sentido mación de la comprensión ininterrumpida-
de una teologia natural. Porque el fenômeno mente escatológica dei mundo en una visión
de la ouvEÍÔTiaiç descrito por Pablo, sigue te- que debe contar con el hecho de que, de mo­
niendo carácter provisional y no se descifrará mento, el mundo va a seguir siendo lo que es
hasta el día dei juicio (2, 16). (y de que los cristianos han de seguir exis-
En Rom 13, 5 aparece la expresión acunada tiendo en él)» (M. Dibelius-H. Conzelmann,
ÔLÒ TTiv ai)VEÍÔr|aiv, que habíamos encontra­ Die Pastoralbriefe^ [HNT], 17).
do ya tres veces en 1 Cor 10, 25-28. Hay que Aunque este uso de a n v E Í ô r |a iç refleja un
someterse a Ias autoridades de gobierno proceso de desarrollo interno de la Iglesia, que
(Ê^ouaía) no sólo a causa de la cólera, a la tiene su punto de partida en Pablo, vemos no
que ellas representan ante los malhechores, obstante que en dos pasajes de los escritos
sino también ôià xfiv onvEÍÔTioiv. La o u v e í - postpaulinos, en los que anvEÍÔ T ]atç se emplea
ôqoiç es aqui la instancia interna que recono- en sentido absoluto, hay un retomo indepen-
ce la necesidad de la obediência. diente al lenguaje helenístico que se ve en Pa­
c) Resumiendo, podremos afirmar que la blo: Heb 10, 2 {«.conciencia de pecados», cf.
OUVEÍÔriaiç no desempena un papel central en Filón, Det 146) y 1 Pe 2, 19 {«conocimiento
la antropologia pauUna (a diferencia de lo que acerca de Dios»; de manera distinta piensa L.
sucede con JtVEij|j,a, cfaçl, x apôía, atõp,a). Goppelt, Der erste Petrusbrief[KEK], 194ss).
Incluso en el aspecto ético, o uveíô ticlç no
G. Lüdemann
ocupa un lugar central en el pensamiento de
Pablo, porque el apóstol no apela jamás a ella
como principio moral. Pablo se halla muy le- OUVEIÔOV syneidon observar, darse cuenta
jos de una compresión idealista de la ou- Aoristo segundo de -+ auvoção).
VEÍÔT]CHç como la voz de Dios. En general, los
remordimientos de la conciencia son para él
una idea extrana (cf. R. Stendahl: HThR 56 (TÚVEljW.l(I) syneimi estar con*
[1963] 199-215). Pablo tomó el concepto di- Compuesto de ->• eI[í í : L c 9, 18: ouvíjoav
rectamente de la filosofia popular helenistica aÚTcp, «estaban con él»; Hech 22, 11: oí ov-
(menos probablemente de los cristianos de vóvTEÇ, «los que estaban con(migo)».
Corinto) y lo situó cada vez en un nuevo con­
texto de enunciados (->■ a.b), sin modificar su
significado fundamental (->• 2). (TÚVElfil (II) syneimi reunirse, juntarse*
Compuesto de Eipi («ir, venir»): Lc 8, 4:
4. Al exponer el sentido de la ouvEÍÒTjaiç ouvióvToç ôè õyXov jtoXX.oõ, «reuniéndose
en los demás escritos dei NT, hay que partir una gran multitud».
de la observación de que el término o u v e Í ôt )-
oiç aparece acompanado predominantemente
por atributos fijos como àya'&f| (Hech 23, 1; 0W EUy£Q)(Ofiai syneuserchomai entrar
1 Tim 1, 5.19; 1 Pe 3,16.21), xafl-aQÓ (1 Tim juntam ente con*
3, 9; 2 Tim 1, 3), xaXt) (Heb 13, 18; cf. 9, Según Jn 6, 22, Jesus no había entrado en
9.14), âjtQÓaxojioç (Hech 24, 16) o JtovqQÓ la barca junto con sus discípulos (ou onv-
(Heb 10, 22). Vemos, pues, que en los escritos EiofjX^&Ev... ÊLç xò jtXoLOv); 18, 15: anv-
postpaulinos, por contraste con Pablo, se ha- EiofjXOEV... Etç xfiv aíiXfiv.
1585 o u v é > c Ô T ] |j , o ç - cru v E Q y ó ç 1586

a v v É x ã tm o ç , OV, Ósynekdêmos c o m p a - o v v e j t i t i d e n a i synepitithemai p o n e r j u n ­


nero de viaje* ta m e n te la m a n o , p a rtic ip a r, a ta c a r ju n ta ­
En Hech 19, 29 se habla de los companeros m e n te *
de viaje de Pablo en Efeso; en 2 Cor 8,19, dei La voz media aparece en sentido absoluto
companero de viaje (oficial) designado por Ias en Hech 24, 9: ouvenéOevTO ôè x a l oi ’Iou-
comunidades (macedónicas) para la labor de la ôaiOL, «y los judios también se unieron en /
colecta (cf. 8, 18; 12, 18), seguramente como apoyaron (la acusación, cf. vv. 2.8)».
auxiliar y como administrador al mismo tiem-
po (colabora con otro hermano más [8, 22;
ambos como àjtóoxoXoi EXxXT]aic5v, 8, 23] y aD vé:i:o fiai synepomai a c o m p a n a r, h a lla r-

con Tito [8, 6.16; ouveQyóç de Pablo, 8, 23]). s e e n tr e lo s q u e a c o m p a n a n a a lg u ie n *


En Hech 20, 4 dícese de los que acompana-
ron a Pablo en su último viaje de Grécia a Je-
(ruvexXexTÓç, 3 syneklektos elegido junto rusalén: ouveuteto ôè aÚTw...
con*
1 Pe 5, 13: f| èv Ba|3uX,cõvL (v.l. èxxX,T]oía)
0uv8x)v.exxf|, «la (comunidad) elegida junta­ OVVEQYé® synergeõ colaborar, cooperar,
mente con (vosotros) en Babilônia (= Roma); ayudar
cf. la referencia a los destinatários como OUVEQYÓÇ-
âxIexTol, 1,1; âxivExtíi xuQÍa y fi àôei^cpf) t)
èx)i,EXtr| como designación de comunidades
en 2 Jn 1, 13; kvXEmòç 5. ouvEQYÓÇj 2 synergos c o l a b o r a d o r *
synergeõ c o l a b o r a r *
o u v e q y É üO

1. Aparición en el NT y significado fuera de los tex­


0WE>tJlOQ£Í)OfAai sunekporeuomai salir tos paulinos - 2. El uso en Pablo - 3. Consideraciones
junto con históricas.
Hech 3, 11 D y otros. Sobre los problemas
B ib l: G. Bertrtim, o u v e Q y ó ç xtli., en ThWNT IV,
topográficos relacionados con esta variante
631-653; H. Conzelmann, G eschichte des U rchristen-
textual, cf. GNTCom sub loco. tum s (NTD Ergãnzungsreihe 5), Gõttingen '*1978, 140-
143; E. E. Ellis, P a u l a n d H is C o-W orkers\ NTS 17
(1970-1971) 437-452; E. Lohse, D ie M ita rb eiter des
OUVeXavvO) synelaunõ impulsar, instar A p o steis P aulus im K o lo sse rb rie f en F S Stãhlin, 189-
Hech 7, 26 v.l. (ouviíXaoev) en lugar de 194; W.-H. Ollrog, P a u lu s u n d se in e M ita r b e ite r
auvaÀ,)táoaco. (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979; G. Schille,
D ie urchristliche K ollegialm ission (AThANT 48), Zü-
rich-Stuttgart 1967, 25-109; para más bibliografia, cf.
ThWNT X, 1274.
OWEJtl^agTVpECO synepimartyreõ te s ti­
f ic a r a l m is m o tie m p o , a p o y a r e l te s tim o -
1. En el NT, el adjetivo, usado siempre sus-
n io *
tantivadamente, aparece 13 veces, once de
En Heb 2, 4 dícese de Dios, quien testijicó
ellas en Ias cartas de Pablo, y en Col 4, 11 y 3
al mismo tiempo / apoyó el testimonio de la
Jn 8. El verbo aparece 3 veces en Pablo y en
salvación en Cristo (auveJupagTUQOüvtoç
Mc 16, 20 y Sant 2, 22. - El grupo de palabras
TOõ -deou); cf. 1 Ciem 23, 5; 43, 1; Arist 191.
se halla atestiguado no raras veces en el grie-
ThWNTIV, 516.
go profano; designa en él la acción de «cola­
borar» o de «trabajar juntos» en diversas cir­
O U V E n iíffX O n iO Ç , 0 1 ) , Ó synepiskopos com ­ cunstancias. Referido a personas, designa «el
p a n e ro o b is p o apoyo, la ayuda o el interés» de una persona
Flp 1, 1 K 33 y otros, en vez de oòv (o de un dios) hacia otra persona. Este signifi­
èjtioxójtoiç. cado aparece 4 veces en el NT; prescindiendo
1587 auvEQYOç 1588

de Rom 8, 28, se encuentra únicamente en es­ tido, Pablo mismo no es más que un «colabo­
critos no paulinos. En consonância con ello se rador al servicio de vuestro gozo» (2 Cor 1,
dice en Sant 2, 22: «Ves que la fe y Ias obras 24), y exhorta tan sólo «como quien colabo­
cooperan en él»; en Rom 8, 28: «Para aque- ra» (2 Cor 6, 1), como quien está junto a y no
llos que aman a Dios, todo coopera para el por encima de todas aquellos hombres y mu-
bien»; en Mc 16, 20; «en lo cual Dios les asis- jeres que, en la labor misionera «en Jesucris-
tía»; en 3 Jn 8: «auxiliares de la verdad». to» (Rom 16, 3), cooperan con él (Rom 16,
9.21; Fim 1.24).
2. En todos los demás lugares en que se ha- Ser colaborador, colega de misión, significa
llan atestiguados los términos, y que proceden aceptar sobre sí trabajo, esfuerzo, lucha y pri-
-todos ellos- de los escritos paulinos (o in­ vaciones; a Epafrodito, de Filipos, Pablo le
fluídos directamente por Pablo: Col 4,11), los llama «mi hermano y colaborador y compane-
términos ouvEQyóç y ouvepYÉco tienen otro ro de lucha» (Flp 2, 25). Evodia, Síntique (4,
significado distinto, que es específico y que 2), así como «Clemente y mis demás colabo­
no vuelve a aparecer ya en los escritos post- radores» fueron «mis companeros en la lucha
paulinos: sirven para calificar a una persona por el evangelio» (4, 3); a todo el que colabo­
que, con Pablo y lo mismo que Pablo, trabaja ra y se esfuerza en la labor misionera» (como
por encargo de Dios en la «obra» (-»• eqyov se dice con un pleonasmo), hay que tributarle
[4]; 1 Cor 3, 12-14: Flp 2, 30) de la procla- en Corinto el debido respeto (1 Cor 16, 16).
mación misionera. El auvEQyóç es el colabo­
rador, el que misiona conjuntamente, el cole­ 3. La importância de los colaboradores de Pa­
ga de Pablo en el trabajo o en la misión: «So­ blo apenas se ha examinado hasta ahora y se ha
mos colaboradores al servicio de Dios» (1 estimado en su justo valor en relación con la exé-
Cor 3, 9; no sinergísticamente: «colaborado­ gesis paulina y la historia de la misión de Pablo.
res de Dios», como muestra claramente el Nada menos que dieciséis personas son llamadas
explícitamente por Pablo «colaboradores» suyos,
contexto al acentuar la autoria de Dios en la y en el caso de otras veinte a veinticinco perso­
labor misionera, y la responsabilidad que a nas, entre hombres y mujeres, el entorno lingüís-
cada uno le incumbe por su labor y el examen tico y situacional sugiere esta misma condición.
de que va a ser objeto la labor de los colabo­ El libro de Hechos y Ias Pastorales han retenido
radores en la presencia de Dios, cf. 3, 5-15). este hecho y anaden más de quince nombres. El
El ouvEQYÓç no es tampoco el «auxiliar», el hecho de que Pablo se rodeara de tantos colabo­
radores no tiene paralelos en la misión dei cristia­
«oficial» o el «servidor» de Pablo, como el nismo primitivo.
término viene traduciéndose erroneamente Con Bemabé, luego con Silvano y Timoteo, y
una y otra vez. finalmente con solo Timoteo, es decir, en el sen­
Y, así, Timoteo es recomendado como «el tido dei principio dei AT de que una afirmación
colaborador (por encargo) de Dios en el debe quedar acreditada por la declaración de dos
evangelio» (1 Tes 3, 2 [hay variantes textua- o tres testigos (Dt 17, 6, y otros textos; cf Mc 6,
7; Hech 1, 23 etc.), Pablo emprendió sus viajes
les]; la lectura variante ôiáxovoç acentúa
misioneros, durante los cuales proclamaba el rei­
más vigorosamente aún la idea dei encargo no de Cristo y, al mismo tiempo, fundaba comu­
recibido, pero es virtualmente idêntica en nidades cristianas. Por eso precisamente tales co­
cuanto al significado). Se describe a Tito co­ laboradores aparecen en los praescripta de Ias
mo «mi amigo y colaborador en lo que res- cartas (en cuanto se conservan cartas de esa épo­
pecta a vosotros» (2 Cor 8, 23; aqui se distin­ ca): esas personas, como socios de la labor, son
gue entre la relación personal y la designa- corresponsables de la obra misionera paulina.
Pablo encontró más o menos casualmente a al-
ción de la función). Los judeocristianos de gunos de esos colaboradores. Cada uno trabajaba
Colosas, a quienes se envían saludos, son de­ independientemente, aunque de manera unânime,
nominados «colaboradores en lo que concier- y durante algún tiempo unos con otros (por ejem-
ue al reino de Dios» (Col 4, 11). En este sen­ plo. Apoio, Prisca y Aquila). Tito fue especial-
1589 ativeQyóç —auvECTO-íco 1590

mente importante para la obra de la misión pauli- adonde alguien, 9, 39). - Dícese de Ias rela­
na. Pablo consiguió su colaboración para organi­ ciones sexuales o conyugales, Mt 1 , 1 8 (jtQiv
zar entre Ias comunidades cristianas gentílicas la
f ) o u v e X.O e í v auxoúç); 1 Cor 7 , 5 v.l. (èitl xò
colecta en favor de los judeocristianos «pobres»
de Jerusalén (2 Cor 8, õ.lO.lós; 12, 17s). auxò auvéexoM‘«0; cf. Prov 5, 20; Sab 7, 2;
La gran mayoría de los colaboradores de Pablo Filón, Virt 40, 1 1 1 ; Josefo, Ant VII, 1 6 8 ; en
procedían de Ias comunidades fundadas por él, los papiros se lee: onvÉQXOFOd’ (JtQÒç yá-
todavia recientes. Como delegados y en represen- pov), «casarse», cf. Preisigke, Wõrterbuch II,
tación de sus respectivas comunidades (ÚJtÈQ s.v.
úpcõv, Col 1, 7; 4, 12s; cf. Fim 13), colabortffon
durante cierto tiempo en la misión con Pablo, En Pablo ouvéQxopat es un tecnicismo pa­
compensando con ello <do que faltaba» en sus co­
munidades (1 Cor 16, 17; Flp 2, 30), y regresaron ra designar la reunión I la asamblea de la co-
luego a sus respectivas comunidades (1 Cor 16, munidad; ouvÉQXoitat èv èxxlcrioía, «reunir­
15-18; Flp 2, 25-30; Col 1, 7s; 4, 12s; Fim 13). A se en asamblea de la comunidad», 1 Cor 11,
través de los «delegados de Ias comunidades» 18; èàv... ouvéX,'&'n ^ èxxÀT]aía õLt] EJtl xò
(àjtóoToXoL èHJcXqoitbv, 2 Cor 8, 23; cf. Flp 2, auxó, «cuando toda la comunidad se reúne
25), éstas se hallaban presentes en la labor misio- (en el mismo lugar)», 14, 23; cf. 11, 20; tam-
nera de Pablo y manifestaban con ello su corres-
bién Bem 4, 10; oxav ouvéqxti0'&e, 1 Cor
ponsabilidad -como miembros dei Cuerpo de
Cristo- en la edificación dei reino de Dios. 14, 26. La intención con que se reúne la co­
munidad puede indicarse mediante un elç con
W.-H. Ollrog sentido final: eIç xò q)aY£Ív, 11, 33; pf) eiç
XQipa, H, 34; de Ias consecuencias no inten­
cionadas: OÚX EIÇ xò X0ELOOOV àXkà EIÇ xò
awÉQXOM'®*' synerchomai reunirse, con-
gregarse, estar juntos* rjooov, 11, 17. ThWNT II, 682.
En el NT el verbo aparece 30 veces, espe­ H. Balz
cialmente en el libro de Hechos (16 veces) y
en la Carta primera a los corintios (7 veces, 5
de ellas en el capítulo 11 [vv. 17.18.20.33,34] ODVEWftíto synesthiõ com er juntam ente
y en 14, 23.26); en ningún otro sitio vuelve a con*
aparecer en Pablo. odvéqxoM'®'' significa en En el NT el verbo aparece 5 veces: dícese
general reunirse, congregarse, acudir en ma- que Jesus comia con los pecadores, en Lc 15,
sa: Mc 3, 20 (ÔxX.oç); Lc 5, 15 (õxX,oi JtoX- 2 (ouv£0'&íei aú xotç); se habla de que los
)toí); Jn 18, 20 (Jtávxaç ol lonôm ot); Hech «testigos» comieron con el Resucitado, Heeh
2, 6; 5, 16 (xò jtLfjdoç); 10, 27 (rtoXXoí); 16, 10, 41 (ouvEcpáYopev x a l ouVExcíopev a ú -
13 (YUvaíxEç); 19, 32 (oí nXetouç); 28, 17 xõ), cf. 1,4: ->• ouvaÀíÇopai); se dice que Pe­
(oí õvxEç xcõv ’Iouôaíü)v JtQmxoi); dícese de dro comia con los incircuncisos, 11, 3, y con
la reunión dei Sanednn en Mc 14, 53; Hech los gentiles, Gál 2, 12. Según 1 Cor 5, 11, los
22, 30; de la reunión de los discípulos en corintios deben rehusar la comunión de mesa
Hech 1, 6; congregarse en un lugar (ouvép- con los miembros de la comunidad que han
XOftai èvDáôe), Hech 25,17. recaído en una conducta anticristiana (pT]Ô£
OUVEO^LEiv), lo cual debe entenderse en sen­
Con dativo significa venir / ir con alguien, tido general y no sólo en lo que respecta a la
acompanar a alguien: Lc 23, 55 (unas muje- Cena dei Senor (cf. 5, 9: pf] ouvavapÍYVUO-
res habían venido con Jesus); Hech 1, 21 #at). V. Parkin, StEv III, Berlin 1964, 250-
(unos discípulos con el grupo de los Once); 253; F. MuBner, Mysterium der Gnade {FS f.
cf. además Jn 11, 33; Hech 10, 23.45; 11, 12; J. Auer), Regensburg 1975, 92-102; H. Wa-
21, 16 (ouv f|ptv); en sentido figurado, «ir al genhammer, «Das Wesen des Christentums ist
trabajo junto con alguien (ouvÉQXopai... elç OUVEa'0'LEiv». Bemerkungen zu einem Pro-
xò ÊQYov)», 15, 38; reunirse con alguien, ir grammwort, en FS Mufiner, 494-507.
1591 ouveaiç —oi)V8vcox£0 |j,ai 1592

awveaiç, ew ç , ií synesis entendimiento, en la xaQÔía. TbWNT VII, 886-894; DTNT


inteligência, comprensión, juicio* IV, 15-17.
En el NT el término aparece 7 veces; es fre- H. Balz
cuente en la LXX, especialmente en los escri­
tos sapienciales, cf. Sal 110, 10 LXX; Prov 2,
Iss; Eclo 5, 10; 34, 11; casi siempre se trata ffWETÓÇ, 3 synetos inteligente, entendido,
de la inteligência (que Dios proporciona) para prudente*
comprender los actos y la voluntad de Dios. En Mt 11, 25 par. Lc 10, 21 se menciona a
En Mc 12, 33 se recogen Ias tres expresio- los onvExoL junto a los ooqpoí para referirse a
nes dei Shema (Dt 6, 5 LXX; xaQÔía, rJJUXTÍ, los inteligentes (dei mundo); no va dirigida a
ôúvapiç) por medio de x a ç ô ía , oúveoiç e ellos la revelación, sino a los vf|JUoi. De ma-
loxnç, sustityendo onvEoiç a tlruxil y ôiá- nera parecida en 1 Cor 1, 19 o ú v e o iç xóbv
voia con respecto a lo que se dice en Mc 12, ouvExcõv junto a ooqpía xc5v ooqpmv (cita de
30. Los vv. 30 y 33 delatan un lenguaje hele- Is 29,14 LXX). Hecb 13, 7 emplea el término
nístico (cf. G. Bomkamm, Estúdios sobre el en sentido positivo, al decir de Sérgio Pablo
Nuevo Testamento, Salamanca 1983, 175s); que es àvf)Q ouvEXÓç, «bombre inteligente /
OÚV801Ç, junto a x a p ô ía e loxiJç, se refiere a prudente», es decir, que está dispuesto a escu-
la totalidad dei hombre conprendiendo su vo­ cbar el mensaje de Pablo y Bemabé. TbWNT
luntad, su juicio y su acción. VII, 886-894; TbWNT II, 1294-1296.
Lc 2, 47 emplea oúveoiç en el sentido de
comprensión, juicio. En 1 Cor 1, 19 f] aúve-
aiç Tóõv auvexôõv, en cita de Is 29, 14, se re­ OW EVÔoxéo) syneudokeõ com placerse
fiere críticamente a «la inteligência de los lis- (igualm ente), aprobar, asentir, estar de
tos», que se nutre de la ootpía xoü xóopon acuerdo*
(cf. 1, 20) y con ello está sujeta al juicio de En el NT el verbo aparece 6 veces: aprobar
Dios y a su condenación; esa inteligência no (xolç EQYOiç xcõv JtaxEQmv), Lc 11, 48; estar
puede entender la palabra de la cruz. de acuerdo (con el asesinato de Esteban),
oúveoiç se emplea, por lo demás, para refe- Hecb 8, 1; 22, 20; asentir, aplaudir, Rom 1,
rirse a la inteligência de los creyentes: crúve- 32. Refiriéndose a un cónyuge incrédulo se
aiç èv T® puoxTiQÍo) xoü X q io x o ü («en el dice: onvEuôoxé® o I x e i v [tExá xivoç, «de-
mistério de Cristo», una inteligência recibida sear igualmente (seguir viviendo con)», 1 Cor
por revelación), Ef 3, 4 (cf. v. 3); o úveoiç èv 7, 12.13, en todo lo cual se presupone que el
Jtãoiv, «recta comprensión en todas Ias co­ deseo de seguir conviviendo parte inicialmen­
sas», 2 Tim 2, 7; Tíãaa ooq)ía x a i o úveoiç te dei cónyuge creyente, cf. vv. 15s.
rcveopaxixij, «toda sabiduría e inteligência
obradas por el Espíritu», refiriéndose al cono-
cimiento de la voluntad de EÜos, Col 1, 9 ( o ú ­ avvEVíOXEO^ai syneuõcheomai banque-
veoiç aparece también junto a ooqpía en Dt 4, tear con, celebrar festines con*
6; Dan 2, 20; Josefo, Ant VIII, 24; cf. también En 2 Pe 2, 13 dícese de los falsos maestros
Ef 1, 8). En Col 2, 2 la frase jxXoüxoç xfjç que banquetean / celebran festines (a plena
JtitTiQotpoQÍaç xfjç onvÉOECoç, «riqueza de la luz dei día) con los cristianos. Algunos ma­
plenitud dei entendimiento» (de tenor pareci­ nuscritos (A*^ B 'P y otros) leen aqui èv xaíç
do a Ef 3, 4), se refiere al «conocimiento dei àYÓJtaiç (en vez de èv xatç ÕJtáxaiç) y pien-
mistério de Dios, es decir, de Cristo». Esta san, por tanto, en Ias comidas comunitárias,
comprensión dei significado salvífico de Cris­ tal y como se presupone también en Jds 12; oi
to (por contraste con la falsa doctrina, Col 2, èv xaiç àYÓJtaiç úptõv... onvEnmxo't>liE'voi
8) es lo que constituye, junto con la àvájtTi, úpív. Cf. W. Scbrage, Der zweite Petrusbrief
la recta postura de los creyentes; tiene su sede und der Judasbrief {KID 10), sub loco.
1593 ai)ve(píaTT](i,i —cruvriôeia 1594

a v v £ q )ía T tm i synephistêmi alzarse simul- palabra (Hech 18, 5), como persona a quien
táneam ente, ponerse al m ism o tiem po apremia el amor de Cristo (2 Cor 5, 14), y a
contra* quien ese amor le presiona tanto hacia el Se-
En Hech 16, 22, con jta tá y genitivo, díce- nor como hacia la comunidad (Flp 1, 23).
se de la multitud (õy^oç). que (con los amos d) Lc 12, 50 habla en sentido figurado dei
de la adivina) se puso al mismo tiempo en ansia que insta a Jesus (ouvéxopai) a recibir
contra de Pablo y Silas. el bautismo que ha de realizarse en él. Aqui
puede expresarse tanto el compromiso radical
de Jesus con su misión, asociado con una re­
o u v é /to synechõ m antener junto, cercar,
ferencia encubierta al martírio de su muerte
mantener cautivo; prender, acosar, domi­
(así piensa Kõster, 882s), como también la
nar*
aflicción y angustia humana que Jesús siente
B ib l : Bauer, W õrterbuch, s. v.; H. Kõster, uuvéxío, ante la suerte que le espera (cf. la traducción
enThWNTVn, 875-883. que ofrece la versión alemana «Einheitsüber-
setzung»: Ich bin sehr bedrückt, «Tengo una
1. En el NT auvéyü) se halla atestiguado 12 gran pesar»). Estos dos aspectos, considera­
veces, principalmente en los escritos de Lucas dos incluso desde la perspectiva dei significa­
(6 veces en el Evangelio, 3 en Hechos), y do dei término, no deben excluirse; la misión,
también aparece 2 veces en Pablo y una en en cuyo cumplimiento se halla Jesús total­
Mateo. Sobre los testimonios profanos, vete- mente concentrado, está asociada, iqué duda
rotestamentarios y judios dei verbo, cf. Kõs­ cabe!, con ansiedades y limitaciones humanas
ter, 875-880. (cf. Lc 8, 37).
2. Así como el verbo ouvéxcu se halla docu­ A. Kretzer
mentado relativamente raras veces, así tam­
bién los puntos principales de su valor semân­
tico y enunciativo se encuentran sumamente a v v tíÔ O fia i synêdomai regocijarse con,
dispersos y son muy variables. asentir gozosamente, felicitar, regocijarse
a) Lucas emplea el verbo en el sentido de enteramente*
acosar, cercar, refiriéndose a Jesus en Lc 8, En Rom 7, 22 ouvr|ôo[Aai trô vópcp signi­
45 y con una nota negativa y polêmica en 22, fica en sentido intensivo: «Me regocijo ente­
63 (en el relato de la Pasión), con una ampli- ramente (en mi interior) por la ley», o bien (lo
ficación y acentuación hostil, refiriéndose a la que es más probable, teniendo en cuenta el
destrucción de Jerusalén, en 19, 43. El texto verbo oúpqjTipi, v. 16): «Asiento gozosamen­
de Hech 7, 57 puede considerarse como un te a la ley...».
caso limite de sentido literal y metafórico: los
enemigos de Esteban mantienen tapados sus
oídos, como senal de sordera y de endureci-
o v v T |d E ia , a ç , synêtheia costum bre,
miento en un sentido más profundo.
hábito, práctica*
b) Como una especie de tecnicismo, ouv- En el sentido de costumbre, práctica, en Jn
éx® puede usarse para describir los sintomas 18, 39 (sobre la cuestión de la amnistía con­
de determinadas enfermedades, que dominan cedida por Pascua, cf. R. Schnackenburg, El
y oprimen al hombre (Lc 4, 38; Hech 28, 8; Evangelio según San Juan III, Barcelona
Mt 4, 24), y se refiere también a estados de 1980, sub loco) y en 1 Cor 11, 16. onvfiOeia
ansiedad (Lc 8, 37). xoõ elôtáXou en 8, 7 significa; «la costumbre
c) En sentido amplio, Pablo se halla domi­ de adorar a los ídolos / el trato habitual con
nado / absorto por su tarea de proclamar la los ídolos».
1595 owifiX.imá)tT|ç - owÍTiiAi 1596

owtlÀ.lxuÓTTiç, o v , ó synêlikiõtSs perso- ye posiblemente el fondo de MidrEst 7, 10 a


na de la misma edad, contemporâneo* propósito de 3, 6; «Si la piedra cae sobre el
En Gál 1, 14 Pablo contempla retrospecti­ puchero, jay dei puchero! Si el puchero cae
vamente su vida anterior (de unos 20 anos sobre la piedra, jay dei puchero! De una u
atrás), antes de recibir su vocación. Durante otra manera, jay dei puchero!». Pero podría
todo ese tiempo, por su ceio especial, aven- estar asociada también con la imagen dei ata­
tajaba notablemente a «muchos contemporâ­ que (hostil) contra la piedra angular y de la
neos» suyos en cuanto al judaísmo. caída de la piedra, según Dan 2.

a'UV'9'XíP(0 synthlibõ apretar (alrededor),


O w d á jlT M synthaptõ sepultar con, sepul­ apretujar, oprimir*
tar juntamente* En Mc 5, 24.31 dícese de la (gran) multitud
En el NT el verbo se encuentra únicamente lòx^oç [jtoÀ.úç]) que apretuja / se apina en
en sentido figurado; en Rom 6, 4 se dice que tomo a Jesús (con acusativo).
los cristianos están sepultados juntamente con
Cristo por medio dei bautismo en su nombre
(auv8Táçpiip,EV oúv aírrcp). Se entiende por truvdQIJJtTO} synthryptõ destrozar, pulve-
ello que los cristianos han muerto definitiva­ rivar; ablandar, cansar*
mente al pecado (cf. v. 2; àjtE^ávopev xfj En Hech 21, 13 en sentido figurado; o u v -
ótpaQTÍa), lo cual tiene su confirmación en el ■frQbjtxto XT]V x a Q Ô í a v , «ablandar / cansar el

hecho de estar sepultados (cf. 1 Cor 15, 4), y corazón», en el sentido de «apremiar intensa­
hace a la vez que los cristianos, por la nove- mente a alguien para que adopte una deci-
dad de sus vidas, participen en la resurrección sión»; es posible también la traducción «rom­
de Cristo de entre los muertos; ->■ aúptpuTOÇ, per el corazón» (con tristezas, cf. x X a ío v x E ç ) .
auvajtoílvfioxüc), oúv 4. Según Col 2, 12 el
estar bautizado obra al mismo tiempo el estar syniSmi darse cuenta de, enten­
sepultado y el haber resucitado con Cristo por der, comprender*
medio de la fe en el poder dê Dios, que resu- 1. En el NT el verbo aparece 26 veces, 18
citó a Cristo de entre los muertos (cf. 2, 20); de ellas en los Evangelios (9 veces en Mateo,
cf. E. Schweizer, La Carta a los Colosenses, 5 en Marcos, 4 en Lucas, ninguna en Juan), 4
Salamanca 1987, sub loco-, ouvêyeÍqcd. en Hechos; en la literatura epistolar, aparece
ThWNT VII, 786, 790s, 793; X, 1273 (bibl.). únicamente 2 veces en Romanos, en 2 Cor 10,
1 2 y e n E f 5 , 17.
ollv d X áco synthlaõ aplastar juntam ente, Tan sólo en Hech 7, 25a se trasmiten claramen­
destrozar, hacer pedazos* te Ias formas dei verbo con su conjugación ate-
En Lc 20, 18a dícese que todo el que caiga mática en -ÍTjpi (infinitivo onviévai); con desvia-
ciones en los manuscritos, también en Lc 24, 45;
sobre la piedra angular (Cristo, v. 17; cf. Sal
cf. Mt 13, 19.23 (participio auvisiç); 2 Cor 10,
118, 22; posiblemente también; el que tropie- 12 (indicativo ouviãotv) y passim. Junto a ellas
ce con esa piedra angular o caiga sobre ella, aparecen también formas de la nueva conjuga­
cf. Is 8, 14s); quedará hecho pedazos / se des- ción en -teu, por ejemplo, en Mt 13, 13 (indicati­
trozarâ (auvOÀ.aaOfiaExaL); es probable que vo ouvíonoiv); Rom 3, 11 (participio cruvícov). A
esta expresión se haya recogido secundaria­ ambas formas básicas de conjugación pertenecen
mente, de Lc 20, 18, en Mt 21, 44 Sin B C L el indicativo (o imperativo) ouvÍExe en Mt 15,
10; Mc 8, 17.21; Ef 5, 17, y el subjuntivo ouvíco-
W y otros. La imagen de la caída sobre la pie­ oiv (o auvitõaiv) en Mc 4, 12; Lc 8, 10; cf. ade­
dra y de la caída de la piedra sobre algo (Lc rnas Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); BlaB-De-
20, 18b, cf. Dan 2, 35s.45s) podría estar rela­ brunner § 94, 3 con Ias notas 6s; ThWNT VII,
cionada con un provérbio judio, que constitu- 890s.
1597 auviTifii 1598

ouvÍT][Ai significa originalmente «reunir» xe; alusión a Is 6, 9s y Jer 5, 21 incorporados


(Homero, II 1, 8), pero en el NT se emplea en Mc 8,18); 8, 21 (oüjtco o n v Í E x e ; ) . Tan só­
siempre en sentido figurado. Tan sólo raras lo desde la perspectiva de la cruz y de Ia resu-
veces onvÍTipi significa en sentido general rrección, los discípulos llegan también a una
comprender o entender (Hech 7, 25 [bis]; 2 fe que comprende.
Cor 10, 12 [se omite en D* F G y otros]). Más Mateo refuerza los enunciados marquinos
bien se usa de manera predominante (como dei lenguaje enigmático y endurecedor que se
casi siempre en la LXX) para referirse a la pa- expresa en parábolas (y que va dirigido al pue­
labra de Dios o al mensaje y la actividad de blo), por cuanto, yendo más allá de Marcos
Jesús. La tradición dei AT tiene un eco en ci­ (compárese Mc 4,12 [onví-qpi] con Mt 13,13
tas y alusiones: Is 6, 9s / Mc 4, 12 par.; cf. 8, [onvíripi]), vuelve a citar, esta vez in extenso,
17.21; Hech 28. 26s;Is 52, 15LX X /R om 15, el pasaje de Is 6, 9s LXX (anvÍTipi, Mt 13,
21; Sal 13, 2 LXX/ Rom 3,11. 14.15). Inserta también, yendo otra vez más
allá de Marcos, el verbo cruvÍT]|ii en la parábo­
2. En la tradición sinóptica, el encargo pro­ la de Ias cuatro clases de terreno (Mt 13, 19.
fético de endurecer (Is 6, 9s) desempena un 23), de tal manera que en ella se realza más
gran papel. Así como Dios mismo rehúsa que vivamente lo que se dice acerca dei «oír» y en­
su pueblo comprenda y entienda (axonoexe tender o no entender. Por tanto, mientras que
x a l ot» pf] onvfÍTE, 6, 9; pf|jtoT8 tt] x a p ô i a a los de fuera no les es dado entender el mis­
onvcõaiv, 6, 10) y no hace posible que tengan tério dei reino de Dios (13, lls.34), los discí­
un nuevo comienzo total, así también Jesús pulos llegan a comprender, cf. 13, 51; anvij-
-según Mc 4, 12 (redaccional)- habla a los de x a x E x a n x a J t á v x a ; Xéyovaiv a u x õ i ' vau.
fuera en «parábolas» para hacer que ellos, a Mateo omite Mc 6, 52, y habla, en cambio,
pesar de oír, no puedan comprender (el mis­ de que los discípulos se postran ante Jesús y
tério dei reino de Dios; iv a ... à x o n o v r e ç le confiesan como el Hijo de Dios (Mt 14,
àxonmoLV xaL pf| onviõiaiv). La denomina­ 33). De manera parecida se corrige Mc 8,
da «teoria [marquina] de Ias parábolas» perte- 17.21; en ambos pasajes Mateo acentúa el
nece al conjunto de la concepción marquina marquino onvÍT||j,L y el enunciado sobre el en-
acerca dei «mistério mesiánico» y, con ayuda durecimiento, que está asociado con él (cf. Mt
de la cita de Isaías, procura aclarar el rechazo 16, 9.11), mientras que hace que finalmente
dei mensaje de Jesús por su pueblo, explicán- los discípulos comprendan el sentido de Ias
dolo como efecto de la voluntad misma de palabras de Jesús: xóxe anvfjxav... (16, 12;
Dios (cf. además W. Marxsen: ZThK 52 cf. también 17, 13; xóxe auvfjxav oi paDri-
[1955] 255-271; G. Haufe; EvTh 32 [1972] xaí). Por tanto, a diferencia dei pueblo, los
413-421; H. Râisânen, Die Pambeltheorie im discípulos no están amenazados constante­
Markusevangelium, Helsinki 1973; J. Gnilka, mente por el endurecimiento y el no entender,
El evangelio según san Marcos I, Salamanca sino a lo sumo por la -> ôkiYomoxía (2), es
1992, sub loco [bibl.]). decir, por la falta de confianza, una falta que
Una idea correspondiente a esta noción ellos superan con la ayuda de su Senor.
marquina básica se encuentra también en los Lc 8, 9.10 recoge en forma debilitada y
enunciados acerca de la incomprensión de los abreviada lo que se dice en Mc 4, lls . La in­
discípulos. Según 6, 52 (redaccional), el pro­ comprensión de los discípulos (según Marcos)
fundo asombro de los discípulos (al ver a Je­ se refiere, desde la perspectiva de Lc 18, 34, a
sús caminando sobre Ias aguas) es expresión los sufrimientos dei Hijo dei hombre según Ias
de lo endurecido de su corazón y de que no Escrituras (xal anxol onôèv xoúxcov onvfj-
comprendieron el milagro de la multiplica- xav); tan sólo el Resucitado abre la mente de
ción de los panes; oú yàp cruvfjítav èni xoíç los discípulos para que comprendan Ias Escri­
ÕQXOiç. Cf. 8, 17 (otjjtcü voEixe onÔè ouvíe - turas (xoõ onvLÉvai xàç YPtxtjpáç), Lc 24, 45.
1599 aUVlTlJU - OTJVlOTTlJil 1600

La O1JVE01Ç de Jesús (Lc 2, 47; cf. v. 52) 1. En el NT onvíoxripi se halla atestiguado


se halla en contraste, según 2, 50, con la falta 16 veces; 14 de ellas en el Corpus Paulinum
de comprensión de sus padres, a quienes Je­ (de Ias cuales nueve se hallan en la Carta se­
sús, no obstante, se somete (v. 51). gunda a los corintios), una vez en Lucas y
El enunciado dei AT sobre el endurecimien- otra en la Carta segunda de Pedro.
to se encuentra también en Hech 28, 26.27
(cita de Is 6, 9s), que habla dei rechazo de los 2. Hay algo que es gramaticalmente sor-
judios de Roma, que no quieren aceptar el prendente: «ouvíoxqpL proporciona la única
mensaje de Pablo; con ello se abre definitiva­ forma atemática de presente construida co­
mente el camino de la salvación para los gen- rrectamente en el lenguaje dei NT» (Kasch,
tiles (28, 28). 895). Mientras que en toda la Koiné se obser­
Pablo entiende la comprensión (dei plan di­ va un claro retroceso de los verbos en -pi, ve­
vino de salvación) como un don que el men­ mos que onvíoxqpL constituye una excepción,
saje de salvación comunica precisamente a es decir, ofrece siempre Ias formas de presen­
quienes (hasta entonces) no habían oído ha- te sin vocal de unión.
blar de Dios ( o í oiní à x q x ó a o L V o n v i j o o n - Con el significado de mostrarse como, de­
o i v , Rom 15, 21; cita de Is 52, 15 LXX). Na- mostrar ser, onvíoTTipi puede llevar doble
die por sí mismo es «justo» y nadie es capaz acusativo (Gál 2, 18) o puede ir con dativo de
de entender ( o ú x E o x iv ô í x a t o ç o t i ô è e Lç , relación + infinitivo con sujeto en acusativo
o ú x E O Tiv ó o n v í m v , Rom 3, lOs; cita dei Sal (2 Cor 7, 11). - Los diversos significados
13, 2 LXX). transitivos (por ejemplo, en Rom 16, 1) o in­
En Ias ensenanzas de Jesús en Ias que él tra­ transitivos (por ejemplo en Lc 9, 32) de onv-
ta de explicar al pueblo lo que es puro e im­ íoxqpt se deducen dei contexto y deben tradu-
puro, se encuentra onvíqpi junto a àxoúo) cirse, por tanto, teniéndolo en cuenta.
(cf. Mc 7, 14 par. Mt 15, 10; cf. también 13,
19.23). En Ef 5, 17, o u v í e t e t í xò 'OéX.qpa 3. a) Un primer punto difícil en los testimo-
ToO 'ÔEOõ se halla en contraste con pf] yívEO- nios dei verbo que se encuentran en Pablo, lo
■&E dcpQovEç. Bauer, Wôrterbuch, s.v.\ G. constituye o n v í o x T i p i en su significado de re-
Barth, en Überlieferung und Auslegung im comendarse a sí mismo, mostrarse como, en
Matthausevangelium (WMANT 1), Neukir- relación con su ministério apostólico y, al
chen-Vluyn ^1975, 99-104; ThWNT VII, 886- mismo tiempo, en la confrontación con sus
894. adversários, según la Carta segunda a los co­
rintios. Vemos que, en todo ello, onvíotTjpi
H. Balz puede usarse tanto en sentido positivo como
en sentido negativo o también en sentido am­
bíguo e irônico. En sentido positivo: Pablo se
a v v ia T T im , a r v i a t a v r a synistêmi, sy- recomienda a la conciencia de todo hombre (2
nistanõ poner junto, unir; presentar, dar a Cor 4, 2), da ocasión a la comunidad para que
conocer, representar, demostrar como; le recomiende (5, 12), se muestra en todo co­
venir junto, mantenerse junto, unirse; es­ mo servidor de Dios (6, 4). En sentido positi­
tar constituido, subsistir* vo puede entenderse también la recomenda-
1. Aparición en el NT - 2. Gramática y construcción ción de la hermana Febe (Rom 16, 1). En sen­
- 3. Consideraciones de exégesis bíblica. tido negativo: Pablo ajusta cuentas con los
proclamadores dei evangelio que se alaban a
B ib l : Bauer, W ôrterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner, en sí mismos (2 Cor 10, 12), sin consideración
el índice analítico, s.v. (458); W. Kasch, onvíorTipi, alguna de que la única recomendación válida
auviaxávü), en ThWNT VII, 895s; H. Schlier, D e r
R ô m e rb rie f (H T h K ), Freiburg i. Br. 1977 (sobre 3, 5; viene dei Senor mismo (10, 18). En sentido,
5, 8). más bien, ambiguo e irônico habrá que enten-
1601 o u v íaT T iiii - o ú v o i ô a 1602

der la referencia a la recomendación -repetida precisamente por sacar a la luz dei día»
y, al parecer, encarecida- que el apóstol hace (Kasch, 896).
de sí mismo (3, 1), una recomendación que
propiamente debiera haber partido de la co- c) Col 1, 17, en el marco de todo el himno
munidad (12, 11), basándose en su actividad, (1, 15-20), muestra a Cristo como Aquel en
que es bien notoria a todos (12, 12). Sirvién- quien la creación tiene consistência (ouv-
dose dei verbo ouvíoTripi, Pablo despliega éoTT]Hev, cf. la noción dei tiempo perfecto co­
magistralmente sus artes retóricas y su domi- mo «continuidad de la acción completada»,
nio dei lenguaje. BlaB/Debrunner § 340). La cosmologia de in­
fluencia estoica y helenistica, que entiende el
b ) En un segundo sector de ideas, o u v ío t t ]- mundo como dividido en diversos elementos
|U aparece como concepto importante de la que lo constituyen, influyó probablemente en
teologia paulina de la justificación y de la este pasaje y también en 2 Pe 3, 5: La Tierra
ley. Rom 3, 5 pone de relieve que «la fideli- tiene su consistência por medio dei agua «co­
dad de Dios al pacto no queda eliminada por mo medio de la creación y como elemento
la infidelidad de ‘algunos’, sino que aparece a primordial» (Kasch, 895).
una luz brillante, demostrando ser una fideli- Lc 9, 32 emplea primeramente auvíatti|j,u
dad inquebrantable... Nuestra injusticia hace en sentido local: Moisés y Elias están en pie
que la justicia de Dios aparezca a la luz dei junto al Jesus trasfigurado. Sin embargo, esta
día...» (Schlier, 94). La razón de todo ello la asociación local puede entranar también un
ofrece Rom 5, 8, según el cual texto Dios de­ significado existencial más profundo, refi-
mostro su amor hacia nosotros haciendo que riéndose a la común misión y al común desti­
Cristo muriera por nosotros, mientras nos­ no profético (cf. V . 31; el diálogo acerca dei
otros éramos todavia pecadores. Esto es «lo destino de Jesús, un diálogo que se orienta ha­
asombroso y lo singular de esa muerte de cia el «cumplimiento»).
Cristo... El amor de Dios hacia nosotros es el
A. Kretzer
amor hacia los pecadores» (Schlier, 154).
Gál 2, 18 encaja en este contexto. Aqui Pa­
blo traduce a la práctica sus reflexiones teoló­ truvoÔEiJO) synodeuõ ir con, hallarse en
gicas y Ias valora en lo que respecta a la co- camino juntos, acompanar*
munión de mesa con los cristianos gentiles en Hech 9, 7: oí auvoôeúovxeç a u x ã , «sus
Antioquia; Quien está convencido de la justi­ acompanantes». En sentido figurado en Bem
ficación por la fe en Jesucristo (2, 16), no 1,4.
puede retomar ya a la práctica de la ley judia.
Porque el que erige de nuevo la ley (que Pa­
blo mismo ha echado por tierra) se declara a ovvoôía, aç, synodia gmpo de viaje-
si mismo pecador y se muestra como trasgre- ros, conjunto de personas que van en ca­
sor de la ley, sometiéndose de nuevo bajo su mino*
poder (cf. Rom 4, 15). Sin duda alguna, ouv- Lc 2, 44: ev xfj ouvoôía se refiere concre­
LOTTipi demuestra ser en este contexto un tamente al grupo de peregrinos / a los que pe-
componente cristológico y soteriológico de regrinan en común.
eminente importância en la teologia paulina,
que tíene como punto de partida a solo Dios
en Jesucristo, y cuya meta es el hombre mis­ OVVOlôa synoida saber, ser consciente de*
mo, su salvación y justificación, que se han Bibl.; -+ ouvELÔTiaiç.
manifestado en Jesucristo. «Con ello la reali-
dad aqui descrita se aproxima a lo expresado En el NT el verbo avvoiòa aparece dos ve-
por medio de r p a v E ç o t o y podria traducirse ces, y se usa en sentido reflexivo (1 Cor 4, 4)
1603 c r ú v o iô a - a u v t a Q á o a c o 1604

y en sentido no reflexivo (Hech 5, 2). Es un onvo[xiX.onvxEç); cf., a propósito, Herodoto I,


término genuinamente griego y significa te- 93; Eclo 25, 8.
ner conocimiento de algo, o bien -en sentido
reflexivo- ser consciente de una cosa (cf.
Platón, Ap 21 b: onxe péya ouxe apixçòv o v v o ix o ô o ^ é c o synoikokomeõ edificar
onvoiôa 8(ianTm ooq)òç mv [otros paralelos juntamente
pueden verse en Wettstein, NT, a propósito de ->■ oixoôopfi 5.C.
1 Cor 4, 4]). otivoiôa aparece también ais-
ladamente en la LXX; cf. Job 27, 6; oí) yÒQ
oúvoiôa èpanTcp ax o n a jtQ á|aç. aitVO^lXéoi synomileõ tratar con, conver­
En Hech 5, 2, anvotôa se refiere a que Sa­ sar con*
fira era cómplice porque sabia lo de la venta Hech 10, 27: onvopiXcõv anxcõ, «en con-
de la finca por su marido Ananías (anvEi- versación con él»; en sentido general, «tratar
ôní^qç x,al xfjç Yuvai>tóç). con», 1 Pe 3, 7 Sin*.
En 1 Cor 4 ,4 Pablo acentua frente a sus crí­
ticos corintios que él no es conciente de haber
cometido ninguna trasgresión (onôèv yàq aw o ^O Q E tú synomoreõ estar contíguo a,
èpauxm onvoiôa). Anteriormente (4, 3) Pa­ lindar con*
blo había declarado que le daba igual ser juz- En Hech 18, 7 dícese de la casa de Ticio
gado por los corintios o por alguna otra auto- Justo, que estaba junto a la sinagoga (fiv onv-
ridad humana. Sin embargo, él no está justifi­ opoponoa xfj ouvaYioYÃ)^^-
cado simplemente por no ser consciente de
ninguna trasgresión. Sino que el Kyrios le
juzgará, cuando venga (4, 5). ODVOQaco synoraõ percibir, observar, dar-
El uso que Pablo hace de onvoiôa es idén- se cuenta claramente*
tido al de ->■ onvELÔT)Oiç (3). Por un lado, el Hech 12, 12: o u v i ô c ó v , cuando él se dio
hombre tiene la facultad de juzgar, es decir, cuenta (de ello) / cuando élfue consciente (de
de acusar o de absolver. Por otro lado, según ello) (cf. vv. 9.11); 14, 6: o n v i ô ó v x E ç , cuan­
Pablo, ese jucio -e n el mejor de los casos- es do se enteraron / se dieron cuenta.
provisional, porque tan sólo cuando el Kyrios
venga para el juicio se revelarán Ias intencio-
nes ocultas dei hombre (cf. en Rom 2, 16 el o w o ç i a , a ç , f| synoria (el) vecindario
paralelo con 1 Cor 4, 5). Por tanto, el uso pau- Mt 4, 24 v.l. en vez de Xojpía (2).
lino de onvoiôa en 1 Cor 4, 4 es un testimo-
nio impresionante de que onveíôtioiç y on-
voiôa no tienen ninguna significación inde- ovvoxi Í j fiçj ^ synoché prisión; angustia,
pendiente para la antropologia paulina. El ansiedad*
apóstol recogió estos conceptos y los inter­ En el NT el término aparece únicamente
preto a patrtir de su escatología. con el significado de angustia / ansiedad', Lc
21, 25: onvoxfi è-dvcõv, «angustia entre Ias
G. Lüdemann naciones» (cf. Sal 65, 8s); 2 Cor 2, 4: onvoxf]
x ag ô íaç, «ansiedad de corazón» (junto a
jtoXXt) ■ôXirlJiç y ôià noXkmv ôaxQnoav).
(nivoixéo) synoikeO convivir, cohabitar,
tener relaciones conyugales*
En 1 Pe 3, 7 dícese de la convivência con- aDVTaQáOfffi) syntarassõ confundir, per­
yugal / de Ias relaciones de los maridos con turbar
sus respectivas mujeres (onvoixonvxeç, Sin*: Lc 9, 42 D en vez de ^ avonaçáaato.
1605 a w T a a a c o —at)VT8XviTT]ç 1606

ovvT áaffW syntasso disponer, encargar* Rom 9, 28: "kóyov yàg ouvxeXcõv %al ouv-
El verbo aparece únicamente en Mateo, en xé|iva)v jtOLf|aEi xúpioç (cita de Is 10, 22
dos lugares, donde se refiere a Ias disposicio- LXX; cf. 28, 22 LXX; Dan 5, 27 LXX), «el
nes dadas por Jesus: xa'&(bç ouvéra^ev (v.l. Senor ejecutará su palabra, cumpliendo / eje-
JtQOOétalEV) aÚTOiç ó ^Ii^aoüç, 21, 6; cf. cutando y abreviando (es decir, cumpliéndola
26, 19 (ü)g ouvÉTa^Ev). x a M ouvéra^év únicamente en el ‘resto’, cf. Rom 9, 27)»; cf.
[ioi xÚQioç, 27, 10 (cita de Ex 9, 12; 37, 20 Schlier, Der Rõmerbrief (flThK), sub loco\ U.
LXX y passirrv, alusión a Zac 11, 12s; Jer 18, Wilckens, La Carta a los romanos II, Sala-
2s; 32, 7-9). manca 1992, sub loco. Si se entiende kóyoç
en el sentido de «acontecimiento» o de «cál­
culo» (de manera diferente kóyoç 4,c; pero
a rv T É > i,£ ia , a ç , 'n synteleia consumación, cf. E. Kãsemann, An die Rõmer^ [HNT], sub
fin, tiempo dei fin* loco), entonces se deduce para ouvxEkéo) el
En el NT el término aparece 6 veces, 5 de sentido de de «ejecutar» o «terminar».
eUas en Mateo, y por cierto siempre en la fra­ En voz pasiva, el verbo se refiere al tiempo
se apocalíptica: auvié^eia (toü) aícãvoç, «el que llega a sufin (f|[j,ÉQai), Lc 4, 2; Hech 21,
fin de este (tiempo dei) mundo»: en 13, 27 (con péXXm); en sentido apocalíptico, com-
39.40.49 en la interpretación de Ias parábolas pletarse, llegar alfin, Mc 13, 4 (oxav pékkp
de la cizana entre el trigo y de la red de pes­ xaüxa ouvxEÀ£TO'dai Jtávxa, cf. Mt 24, 3
car, en 24, 3 junto a ->■rta ç o u a ía (cf. ^ ouv- [jiapouoía x a i ouvxéXeia xoü aicõvoç]; Lc
te)i,étt), Mc 13, 4); en Mt 28, 20 en la prome- 21, 7 [õxav péXXT) xaüxa YÍveofiat]). Bauer,
sa hecha por el Resucitado a los discípulos. Wõrterbuch s.v.\ ThWNT VHI, 63-65.
En Heb 9, 26b la frase â j i a | èjti. ouvt£A,síg
xmv aítóvouv se refiere a la manifestación sin-
o u v t é f i v o í syntemnõ abreviar, acortar, li­
gularísima y definitiva de Cristo «álfin de los
mitar*
tiempos». Por consiguiente, el acontecimiento
En Rom 9, 28 Pablo usa auvxép,vo) junto a
salvífico es, él mismo, senal dei tiempo esca-
-I auvxEXÉCú en la cita de Is 10, 22 LXX (cf.
tológico: tiempo en el que viven ya los cre-
28, 33 LXX; Dan 5, 27 LXX), para referirse a
yentes (-^ ã j t a | 4.c); al acontecimiento dei
la palabra (Xóyoç) de la promesa divina, que
fin se contraponen los extensos espacios de
Dios ha de ejecutar «cumpliéndola» (ouv-
tiempo desde la creación dei mundo (9, 26a).
xeXcõv) y abreviándola / limitándola (auv-
Cf. además ouvTé)teia to ü aicõvoç, TestBen
xé|iv(ov) al mismo tiempo; la limitación pue-
11, 3; auvxéX.eia xrâv aícóvcov, TestLev 10, 2;
de referirse al alcance de la promesa hecha a
auvxéA,Eia usado en sentido absoluto junto a
Israel o a la «disminución» de Israel mismo
ouvxÉXeia xaipoü o xaipwv, Dan 9,27 LXX
(que queda reducido a un «resto», Rom 9, 27
y Teod.; KaiQÒç ouvxEÀ,EÍaç, TestZab 9, 9;
/ I s 10, 22). Menos probable es la traducción
T|[xépai xfjç ouvxeXeíaç, Herm (s) 9, 12, 3.
de Xóyoç por «acontecimiento, cálculo». En
ThWNT VIII, 65-67.
este caso, auvxé[ivco tendría el significado de
«acabarse rápidamente» (cf. Is 28, 22; auvXE-
airvTEXéto synteleõ terminar, acabar, cum- XEXeap,Éva x a l ouvxexpTifiÉva JtQ áy^axa).
plir* Bauer, Wõrterbuch í . v.
En el NT el verbo aparece 6 veces: acabar,
finalizar, Lc 4, 23 ( j t á v x a J t E i Q a o p ó v ) ; cf. aWTEXVÍtiíjç, ov, ó syntechnitès el que
también Mt 7, 28 Koiné: cumplir, ejecutar ejerce el mismo ofício manual, compane-
(por parte de Dios), Heb 8, 8 (ÔLaDf|XT|v ro de grêmio
x a i v f i v , cf. Jer 31, 31-33; también 41, 8.15 En Hech 19, 25 D sy’’*' sa se sustituye eq-
LXX [ôia^&fixqv]). y áx a i por xeyvixaL, y a continuación esta
1607 o\)VTexvitT|ç - oxj'VTQi[j,[j,a 1608

misma expresión reaparece en âvÔQeç a w - 4; romper una vasija de alabastro, 14, 3; cf.
rexvXtai. Ap 2, 27 (xà OKEÚTi xà KepapiKá, cf. Sal 2,
9; SalSl 17, 23).
En Jn 19, 36 dícese dei crurifragium: òa-
a v v ttig e c o syntêreõ preservar, conservar, xoüv ox) 0UVXQi|3fiOExai auxoü: Según 19,
proteger; conservar en la memória* 31, los judios piden que, por la imninencia dei
En voz activa en Mc 6, 20: Herodes (Anti- gran sábado, se quiebren Ias piemas de los
pas) preservaba a Juan el Bautista (de Ias ase- crucificados (a fin de acelerar su muerte);
chanzas de Herodías, v. 19), es decir, «le pro­ pero, como Jesús ya había muerto, a él (y so­
tegia (onvexTÍQEi aiiTÓv)» durante su encar- lo a él) no le quiebran Ias piemas (v. 33). Se­
celanüento. Según Lc 2,19 Maria conservaba gún Juan, se demuestra así que Jesús es el
en la memória Ias palabras angélicas que le verdadero Cordero pascual, cuyos huesos, se­
habían trasmitido los pastores (jtá v ra ou- gún Ex 12, 10 LXX; 12, 46; Núm 9, 12, no
veTTipei t à piípaxa xaüxa); cf. Eclo 39, 2; debían quebrarse. Lo mismo se aplica, según
Dan 7, 28 Teod. - En voz pasiva, el verbo sig­ Sal 34, 21, al piadoso, que es protegido por el
nifica conservarse, Mt 9, 17; Lc 5, 38 v.l. (lo Senor; por tanto, Jesús muere, al mismo tiem-
opuesto: ájtóX,X,u|j,i). po, como un justo; cf., además, 1 Cor 5, 7; Lc
23, 47; EvPe 4, 14; Lactancio, Inst IV, 26,
o ru v T ld e ^ a i syntithemai convenir en, de­ 32s.
Lc 9, 39 emplea el verbo en el sentido de
cidir, acordar*
En el NT el verbo se emplea únicamente en maltratar, vejar, refiriéndose a un poseso (pa­
voz media, siempre para referirse a acuerdos ra describir lo que el espíritu maligno le ha-
de grupos o grêmios judios: Lc 22, 5 (los cía); «Dios... pisoteará a Satanás bajo vues-
principales sacerdotes y los oficiales dei tem­ tros pies», Rom 16, 20 (cf. Mal 3, 21). - La
plo, juntamente con Judas); Jn 9, 22 (oi ’Iou- imagen de la «cana cascada (xóLapov ouv-
ôaloi); Hech 23, 20 (oi ’IouôaiOL). XEXQippÉvov)», en Mt 12, 20, procede de Is
42, 3 (LXX; xóLapov xEÜLaapévov), que al
principio se referia probablemente a la vara
OVVTÓfKOÇ syntomõs brevemente, en bre­ cascada, que indicaba una pena de muerte, pe­
ve; en seguida* ro que, en contra de todas Ias expectativas, no
Hech 24, 4: cotoüoat oe r|p,c6v ouvxópcoç, estaba rota dei todo; es decir, la sentencia no
«que quieras oimos con toda brevedad (Ias se ejecutaba) y se aplica en general a los pia-
acusaciones que vamos a formular)»; en se­ dosos, quienes, como quebrantados o destro-
guida, Mc 16, 8 v.l. (final breve de Marcos). zados (cf. Sal 50, 19 LXX; 146, 3 LXX; Is 57,
15; 61,1) u oprimidos (cf. Is 66, 2 Teod.), ex-
perimentan consuelo y curación; cf. también
(TVVTpéxo) syntrecho correr juntam ente,
Lc 4, 18 V.L; Bem 2,10; 1 Ciem 18,17; 52,4.
correr con*
Bauer, Wõrterbuch í . v . ; ThWNT VII, 919-
Dícese de la afluência de pueblo en Mc 6,
925; X, 1275 (bibl.).
33; Hech 3,11. En sentido figurado en 1 Pe 4,
4: pp ouvxQexóvxoav úpmv, «de que no co-
rráis con ellos / de que no os lancéis al mis-
mo desenfreno»
aÚVTQl^.^.a, atO Ç , t ó syntrimma des-
trucción, mina*
(TVVTQÍpo) syntribõ triturar, destruir, hacer En Rom 3, 16, junto a xaX,aiJta)QÍa (misé­
pedazos* ria), dícese de los efectos de Ias acciones de
En el NT el verbo aparece 7 veces: romper, los pecadores sobre ellos mismos y sobre
hacer pedazos Ias cadenas de los pies, Mc 5, otros (cf. Is 59, 7).
1609 oúvTQoq)oç - SuQaxoijoai 1610

ai)VTÇoq)OÇ, 2 syntrophos herm ano de <rwvco&ív(o synõdinõ sufrir en común do-


crianza, persona íntima* lores de parto, soportar conjuntam ente
En Hech 13, 1 se dice que -*■ M avar|v era dolores*
onvTQOCpoç: dei tetrarca Herodes (Antipas): Según Rom 8, 22, la creación entera gime
amigo íntimo, companero de juventud (en sen­ en común y sufre dolores de parto hasta el
tido sustantivado; cf. 2 Mac 9, 29). presente; Jtãoa q xxíoiç ouoxevá^ei x a i ou-
v c o ô ú v E i (v.l. ô ô u v e i ) ãxQi t o ü v ü v . El pre-
verbio avv- se refiere a la creación en su tota-
syntygchanõ reunirse con* lidad. En el fondo se halla la imagen apoca­
En Lc 8, 19 dícese de la madre y de los her- líptica de los sufrirnientos o dolores de parto
manos de Jesús: onx fiônvavxo onvruxetv de la era mesiánica, que son Ias senales pre­
antqi, «no podían llegar hasta él». cursoras de la llegada de lo nuevo (cf. 4 Esd
4, 27.40ss; 5, 50ss; MekEx 16, 29; bSan 98b
y passim-, en el AT; Is 2 6 ,17s; Miq 4 , 9s; en el
S itv tw x ilj nÇ Syntyche Síntique* NT; Mc 13, 8 par.; Jn 16, 21s). Pablo se inte-
Nombre de una mujer cristiana de Filipos, a resa por la creación esclavizada bajo la cadu-
quien Pablo exhorta (a ella y a ^ Enoôía) a cidad y que, por eso precisamente, aguarda la
xò a n tò qjQoveív: Flp 4, 2. Según el v. 3, Ias futura liberación. Cf. además, sobre el aspec­
dos mujeres, juntamente con Pablo y otros, to linguístico, Heráclito, Quest. Hom. 39 (ed.
«lucharon en favor dei evangelio». BHH III, F. Oelmann y otros, Leipzig 1910, 58); Dio-
1918. doro Sículo V, 5, 1. H. R. Balz, Heilsver-
trauen und Welterfahrung (BEvTh 59), Mün-
chen 1971, 52-54; ThWNT K , 668-675.
(ntVVJlOXQlVOfiai synypokrinomai ser hi­
pócrita juntamente con*
En Gál 2, 13 dícese de los demás judios (- a i t v t o ^ o a i a , a ç , tl synOmosia conspira-
judeocristianos) que, en Antioquía, fueron hi­ ción, conjura*
pócritas juntamente con Pedro, a saber, por­ En Hech 23, 13 se habla de una conspira-
que, después de la llegada de los emisarios de ción judia contra Pablo (cf. v. 12: auoTQoqpf|,
Santiago, abandonaron la comunión de mesa àvaO^Efraxí^co).
con los (cristianos) gentiles, practicada por
ellos anteriormente, y lo hicieron por temor a
los judios (v. 12), no por convicción (cf, a ç , Syra mujer siria
íiJtóxQiaiç, V. 13). ThWNT VIII, 567s. Mc 7, 26 v.l.: S ú p a 4>oivixíooa en vez de
SuQOtpoivíxiooa.

ovvDJtoVQYEOi synypougeO apoyar en co­


mún* S v ç t a x o v a a i , cáv Syrakousai Siracusa*
2 Cor 1, 11: ouvujtouQYOÚvrcov x a l úpcõv En Hech 28, 12 se menciona a Siracusa, la
úitèp T|p(õv xfj ÔEf|oeL. fm:ÉQ puede entender- ciudad portuaria situada en la costa oriental
se como referido a onvujtouQYÉCü: «interce- de Sicilia. Pablo, procedente de Malta en una
diendo también vosotros comunitariamente nave alejandrina (-> A ióojíouqoi, Jtapáoq-
con vuestra ayuda en favor nuestro por medio poç), llegó a Siracusa, donde permaneció tres
de la oración». Pero ouvujtouQYÉco puede en- dias, antes de continuar su viaje a Regio ( ^
tenderse igualmente en sentido absoluto: «pa­ 'PfiYiov). Siracula era una antigua colonia
ra lo cual vosotros prestáis también ayuda co­ griega, que en el ano 212 a.C. fue conquista­
munitária por medio de vuestra intercesión en da por los romanos. BHH III, 1918; Haag,
favor nuestro». Diccionario, 1872; Maredsous, Diccionario
1611 S v Q a x o C o a i - 2 ijqoç 1612

enciclopédico de la Biblia, 1456; Pauly, Lexi- el NT emplea el nombre de XuQÍa para desig­
kon V, 460-469. nar una región. Según Hech 15, 23, la carta de
la comunidad de Jerusalén está dirigida a los
cristianos gentiles x ax à tt)v "Avxióxeiav xal
S v Q Ía , a ç Syria Siria* ZuQÍav x a l KiÀixíav; cf. Xugía x a l K d ix ía
1. En el NT se menciona 8 veces a Siria (en en 15, 41. En los viajes de Pablo, Siria se con­
Mt 4, 24; Lc 2, 2; Gál 1, 21 y cinco veces en sidera como la primera meta de su viaje de re-
el libro de Hechos). greso a Palestina: (14, 21.26) 18, 18 (cf. Ce-
En la época helenística, SnQÍa es el nom- sarea, [Jerusalén], Antioquía, v. 22); 20, 3; 21,
bre general para designar el território que des­ 3 (Tiro). Pablo mismo refiere que, después de
de Ias regiones limítrofes dei Eufrates se ex- su primera estancia en -> “A g a ^ ía (2) y en ^
tiende bacia el occidente hasta llegar al Mar A a|ta0xóç (Gal 1, 17) y después de su pri­
Mediterrâneo, y que linda al norte con el Tau- mera visita a Jerusalén (1, 18-20), trabajó en
ro y al sur con Palestina, Originalmente 2n- los territórios de Siria y Cilicia, 1, 21.
QÍa designaba el Império Asirio (Herodoto En Mt 4, 24, q S ugía se refiere proba-
VII, 63). La LXX y la Vg emplean habitual­ blemente a la región limítrofe con Galilea in-
mente S n p ía o Syria para referirse a Aram, es mediatamente al norte (y al este) (cf. la men-
decir, a la región interior que se halla situada ción de la ->• AsuártoXig y de la Transjorda-
al este y al nordeste dei Antilíbano. En tiempo nia en 4, 25; cf. también, a propósito, Mc 1,
de los persas, la quinta satrapía dei Trans-Eu- 28 [õXr] "q jtegíxcogoç xfjç FaX i^aíaç, co-
frates o Siria comprendía el território de Siria rrespondiente a la v.l. ouvogía en vez de Xu-
(cf. supra) propiamente tal, incluida Palesti­ gía, Mt 4, 24]; Mc 3, 7s: junto a Galilea, Ju­
na. En tiempo de los Diadocos, Siria estuvo dea, Jerusalén e Idumea se mencionan la
sometida a los Seléucidas; Pompeyo (en el Transjordania, Tiro y Sidón). Tal vez el énfa-
ano 64 a.C.) la convirtió en provincia romana sis de Mateo en el temprano «êxito» de Jesus
(desde el ano 27 a.C. fue provincia imperial), en Siria deba entenderse como una referencia
que comprendía Siria propiamente tal, Feni- a la patria dei evangelista y de su comunidad.
cia, Cilicia oriental y, por el sur, Samaría, Siria se menciona además en IgnEf 21, 2;
Idumea, Judea (a partir dei ano 6 p.C.) y más IgnMagn 14; IgnPol 7, 1; IgnRom 2, 2; Ig-
tarde Galilea, y que tenía por capital a Antio- nEsm 11, 1; IgnTral 13, 1. Pauly/Wissowa IV
quía ( ^ ’Avxióxeia 1). Entre Siria y Palesti­ A, 1549-1727; Bauer, Wõrterbuch s.v. (bibl.);
na existieron estrechas relaciones, incluso en BHH m , 1919-1922 (bibl.), Haag, Dicciona-
la época helenística. Después dei destrona- rio, 1872s (bibl.); LAW 2966-2968; Mared-
miento de Herodes Arquelao (6/7 p.C.), y sous, Diccionario enciclopédico de la Biblia,
siendo legado de Siria K u q i í v l o ç , se llevó 1456s (bibl.); E. With, Syrien. Eine geogra-
a cabo un censo en Siria y en Judea (Lc 2, 2; phische Landeskunde, Darmstadt 1971; Pau­
cf. Josefo, Ant XVH, 355; XVIH, 1-5; cf. in­ ly, Lexikon V, 469-473.
fra). Por otro lado, numerosos judios vivían
en Siria, principalmente en Antioquía y Da­ H. Balz
masco; en ambas ciudades surgió ya en época
temprana un marcado judeocristianismo hele-
nístico (cf. Hech 9, 2; 11, 19ss). SÚQOÇ, OD, ó Syros sirio*
Lc 4, 27, refiriéndose a la historia de 4 Re
2. En Lc 2, 2 se relaciona a Publio Sulpicio 5, Iss, menciona a ->• N aipàv ó Súgoç, un no
Quirinio (-> K dqt)vioç), como rjYepoveúcov israelita que fue curado de la lepra por Eliseo.
Tfjç Supíaç, con la primera -> àjtoyQacpfi (3) Lucas se atiene al lenguaje de la LXX, según
de toda la ecumene (v. 1) (-> xfjvooç 2); se la cual Z ugía corresponde al hebreo ‘“rõm; ->■
piensa en la provincia romana. Por lo demás. Xugía 1.
1613 SuQoqpoivíxiaaa - orúa0a)n,oç 1614

SuQO(poivíxiaffa, tjç, ^ Syrophoinikis- enciclopédico de la Biblia, 1460; Pauly, Lexi-


sa sirofenicia* kon V, 475.
Mc 7, 26 identifica a la mujer cuya hija fue
curada por Jesús en la región de Tiro (v. 24)
OVQO) syrõ tirar, arrastrar, sacar a rastras*
como 'EÀ).tivíç, EuQoqpoivíxiooa xô) yé-
Jn 21, 8 habla de arrastrar una red barrede-
vei. Se refiere con ello a que esta mujer era de
ra, llena de peces, con la barca (oÚQOVxeç tò
origen helenístico y pagano y procedia de Fe-
ÔLMTUOV, cf. Schnackenburg, El Evangelio se-
nicia, la región costera de la provincia roma­
gún san Juan III, Barcelona 1980, sub loco);
na de Síria, que, a diferencia de Ias antiguas
según Ap 12, 4, la cola dei dragón arrastra
colonias fenicias en tomo a Cartago («Libofe-
(aÚQei) la tercera parte de Ias estrellas dei
nicia»), recibía a menudo el nombre de «Siro­
cielo (cf. Dan 8, 10). En el libro de Hechos se
fenicia» (compárese Diodoro Sículo XIX, 93,
dice que se arrastraba violentamente a perso-
7 con XX, 55,4; Justino, Dial 78). Por el con­
nas: 8, 3 (ãvôpaç x a l yr^vaíxaç); 14, 9 (xòv
trario, el Evangelio de Mateo, orientado bacia
IlaüXov); 17, 6 (T áao v a x a í xivaç àÒEk-
Siria, emplea el antiguo nombre de X ava-
cpoúç).
v a ía (15, 22; cf. Gén 10, 19; 12, 6; Jos 5, 12
y passim). Bauer, Wõrterbuch í . v.; BHH III,
1922; T. A. Burkill: ZNW 57 (1966) 23-37; A. OD0n;aQaaO(O sysparassõ sacudir violen­
Dermience: RTL 8 (1977) 15-29; G. TheiBen, tamente (con convulsiones)*
Colorido local y contexto histórico en los En Mc 9, 20 (jtVEÜ[ia) y en Lc 9, 42 (ôai-
Evangelios, Salamanca 1997, 73-95. póviov) dícese de un demonio que, en el en-
cuentro con Jesús, sacude violentamente (con
convulsiones) a un enfermo (epilepsia; siem-
(rUQQfJYVVftl syrrêgnymi chocar pre con un sentido próximo al de -+ Qf]Oato,
Lc 6, 49 D en vez de jtQOOQfiYvnp.i. M c9, 1 8 /L c 9,42).

I^VQTIÇ, EtrtÇ Syrtis Sirte* avoatmov, ou, to syssSmon senal con-


2ÚQXIÇ es el nombre de un profundo en- venida, contrasena*
trante en la costa septentrional de África, al En Mc 14, 44 dícese dei beso de Judas co­
sur y al sudeste de Sicilia; la «gran Sirte» (ac- mo senal convenida anteriormente ( ôeôc Í)-
tualmente el Golfo de Sidra / Bengasi) ocupa HEi... aúaaT][j,ov aúxoiç); con el sentido de
la parte oriental dei entrante (entre Berenice y «senal distintiva» en IgnEsm 1, 2 (cita de Is 5,
Leptis, en dirección bacia la Cirenaica); la 26).
«pequena Sirte» (actualraente el Golfo de Ga­
bes) ocupa la parte oriental dei mismo (en di­
rección bacia Numidia / Túnez). Según Hech a v o a to ^ o ç , 2 syssomos perteneciente
27, 17, la tripulación de la nave tenía miedo igualmente al cuerpo, miembro dei mis­
de que la tempestad los arrastrara bacia la Sir­ mo cuerpo*
te, la cual era evitada generalmente por los En Ef 3, 6 dícese de los gentiles, que por
navegantes a causa de sus movibles bancos de medio de Cristo Uegan a ser «coherederos y
arena y sus impredecibles corrientes (Estra- miembros dei mismo cuerpo (de Cristo) (oúo-
bón XVII, 3, 10; Lucano, Bell. Civ. IX, 303ss; oropa) y copartícipes de la promesa». Este
Josefo, Bell II, 381). Como poco antes (Hech adjetivo, como auYxX.T)0ovópoç y onppéxo-
27, 16) se menciona la isla de -+ K an ô a, ha- Xoç, es una construcción artificial que se baila
brá que pensar en la gran Sirte, es decir, en la atestiguada únicamente en escritos cristianos;
parte oriental. BHH III, 1922-1924; Haag, cf. 2, 16.19 (anpjioÀíxat); 4, 4ss. ThWNT
Diccionario, 1873; Maredsous, Diccionario v n , 1078.
1615 a^)aTaauxo^Trlç - oojCTTéWico 1616

(T U ataaiaO T t|Ç , OD, o systasiastês parti­ en escritos cristianos, se refiere en los Evan-
cipante activo en los alborotos gelios a los dos hombres que fueron crucifica­
Mc 15, 7 A Koiné en lugar de o ta o ia a - dos juntamente con Jesus. Según Mc 15, 32
TTÍÇ. par. Mt 27, 44 (con oúv), estos dos condena­
dos injurian a Jesus; según Jn 19, 32 (con
simple dativo), a los dos que estaban crucifi­
a v a T a t i x ó ç systatikos de recom enda- cados con Jesús les quebraron Ias piemas pa­
ción* ra acelerar su muerte (cf. EvPe 4, 14).
Según 2 Cor 3, 1, Pablo no necesita «cartas
de recomendación» (onoTaxixal èjU0ToX,aí) 2. El tema paulino que contempla a Jesús
para la comunidad o de la comunidad, porque como el Crucificado y que ve en la misma
la comunidad corintia, por sí misma, es su -»• perspectiva la nueva existência de los creyen-
èmoTOÀr) (3), v. 2; cf. 4, 2. anoraTucfi èjuo- tes, aparece no sólo en Gál 5, 24; 6, 14; ->■
TO^T) se empleaba con frecuencia como térmi­ OTauQÓco 3, sino también en Gál 2, 19, pero
no técnico para designar Ias cartas de reco­ en este caso (lo mismo que en Gál 6, 13s) aso-
mendación entregeidas a los viajeros o a los ciado directamente con el tema de la Torá, en
emisarios, cf. PapOxy 1634, 20; Diógenes el que Pablo habla igualmente de Jesús como
Laercio VIII, 87; Epicteto, Diss II, 3, 1; cf. dei Crucificado (-> oxauQÓç 4.a, oxauQÓm
Spicq, Notes II, 864s. En consonância con 2.c): «Por medio de la ley he muerto a la ley.
ello, Pablo mismo enviaba en sus cartas algu- Estoy crucificado juntamente con Cristo». En
nas líneas de recomendación, cf. Rom 16, Is Rom 6, 6 Pablo recoge esta misma idea; en
(en favor de Febe), 1 Cor 4, 17; 16, lOs; Hp este pasaje se reconoce aún más claramente la
2, 19-23 (en favor de Timoteo), 2 Cor 8, 16ss conexión histórico-religiosa que habla de la
(en favor de Tito y de sus companeros), cf. «occisión» dei cuerpo (o en términos pare­
además Hech 15, 25-27; 18, 27; Col 4, 7-10; cidos; cf. 8, 13) (-^ oxauQÓco 3): «Nuestro
Fim 12.17. Los misioneros que trabajaban en hombre viejo fue crucificado conjuntamente,
contra de Pablo en Corinto, basaban su auto- a fin de que el cuerpo pecador sea destruido,
ridad en cartas de recomendación (de origen para que en adelante no sirvamos ya al peca­
desconocido) y hacían que la comunidad les do».
diera nuevas recomendaciones, mientras que
Pablo se basaba en su «recomendación» por H.-W. Kuhn
el Kyrios, cf. 2 Cor 10, 12.18. W. Baird: JBL
80 (1961) 166-172. ouaTé^À,(0 systellõ com prim ir, abreviar,
envolver, cubrir*
ffv atav ço T O systauroo crucificar ju n ta­ 1 Cor 7, 29: ó xaipòç ouvEOxa)t|xévoç èo-
mente con* TÍv, «el tiempo (que queda aún hasta la pani-
B ib l: Bauer, W õrterbuch, s. v.; E. Brandenburger,
sía) se ha comprimido / se ha hecho escaso».
F leisch u n d Geist. P a u lu s u n d die dualistische Weis- En relación con 7, 26.28.31, vemos que se
heit, Neukirchen-Vluyn 1968, 216-221; Id., en DTNT trata, en sentido escatológico, dei último
I, 365ss; Id., ZrauQÓç, K reuzigung Jesu u n d Kreuzes- tiempo de este mundo antes dei fin, un tiempo
theologie: WuD 10 (1969) 17-43, especialmente 40s;
W. Grundmann, aúv m X ., en ThWNT VII, 786, 792; en el que los creyentes deben dar buena cuen-
H. W. Kuhn, Jesu s a is G ekreuzigter in d e r frü h ch ristl. ta de sí. Esto no presupone necesariamente
Verkündigung b is zu r M itte d es 2. J h .\ZThK 72 (1975) que Pablo piense en que Dios haya de abre­
1-46, especialmente Y l-'i9 \ Liddell-Scott s. v. axia- viar de alguna manera Ias tribulaciones que
xauQÓopai; ThGL, s. v.; H. Weder, D a s K reuz Jesu
hei P a u lu s (FRLANT 125), Gõttingen 1981, 175-182.
los piadosos tengan que afrontar (cf. Mc 13,
20; xaiQÓç 3). Pablo no ofrece este con-
1. Este verbo, que aparece siempre en voz suelo apocaKptico, sino que acentua —según el
pasiva y que se baila atestiguado únicamente contexto- la concentración en lo esencial y la
1617 avaxéXktí} - ouoxQaTicÓTTiç 1618

libertad escatológica que debe tenerse en me­ [8d], una caída por la cual la creación -«in-
dio de Ias estructuras de este mundo, que no merecidamente» (oux èxoüoa, Rom 8, 20)-
han de subsistir ya por largo tiempo (vv. 29b- fue arrastrada al destino de la lejanía de Dios;
31). ouaTéX,X,o) realza de ordinário el aspecto por eso, la creación aguarda (.^- àitoxaQ aôo-
de la reducción o dei empequenecimiento xía, áJiExôéxopat, v. 19) el cumplimiento de
(Diodoro Sículo III, 39; Josefo Ant, XVI; su verdadero destino mediante la renovación
Eclo 4, 31; Hech 27, 15 v.L), pero puede sig­ dei ser humano. ThWNT VII, 601s; H. R.
nificar también la compresión / contracción o Balz, Heihvertrauen und Welterfahrung, Mün-
escasez (Diodoro Sículo IV, 20; Hipócrates, chen 1971, 36-54.
Art. 50; cf. auveotaXpévcoç Çf], Plutarco,
Apophth. Lac. 3). Por su contenido, los textos
aroTOixÉO) systoicheO encontrarse en la
de Rom 13, 11-14 y 1 Tes 5, 6 sugieren esta
misma línea, corresponder*
misma interpretación (cf. 4 Esd 4, 26.45.
El término se usa generalmente en un con­
50ss). Por tanto, la exhortación escatológica
texto militar (Polibio X, 23, 7: «ajustar el pa-
de Pablo anima a la comunidad a que no se
so») y sobre todo en un contexto de lógica
deje extraviar, en su conciencia escatológica,
conceptual (Aristóteles, Metaph X, 9, 1066a).
por Ias preocupaciones en tomo a los ordenes
Según Gál 4, 25, Agar (la Jtaiôíaxri, vv. 22s;
y estructuras de este mundo, que toca a su fin.
Hech 5, 6 habla dei entierro de Ananías: el pacto dei Sinai, un pacto de servidumbre,
vv. 24s) se halla en la misma línea que (es de-
ouvéaTELÀav aúxóv (cf. 5, 10 D [sy'’]: oua-
cir, corresponde «contemplada alegóricamen­
TEÍX.avxeç è^iívsYxav). ouoté^Xcü puede sig­
te» a, V. 24) la vüv TeQOUoaX,f|p {-^ Tepoao-
nificar aqui «recoger, reunir» (cf. Psellus 50,
X,upa 4), que con servidumbre se somete bajo
31) o -m ás probablemente—envolver, cubrir
la ley. Se trata, por tanto, de una correspon­
(cf. Eurípides, Tro 378; Luciano, Imag. 7;
Plutarco, Galb. 18; este mismo sentido lo re- dência tipológica, con la que contrasta positi­
vamente la correspondência entre los descen-
cogen también Ias versiones siríaca y copta;
dientes de Sara, la «libre» (èLeuOÉQa), con­
por el contrario, la Vg traduce amoverunt.
forme a la promesa, y la âvca TEQouaaLrip
Cubrieron al muerto y lo sacaron fuera.
como madre de los que son libres (4, 22s.26-
Bauer, Wõrterbuch, í . v.; ThWNT VII, 596.
31). ThWNT Vn, 669.
H. Balz
a v o T Q a T iO íT tjç , o v , o systratiõtês con-
ODOTEvá^Oí systenazõ gemir juntamente, militón, companero de armas*
suspirar con* En el NT el término aparece sólo en sentido
Rom 8, 22: Jtão a iq xxtoiç ouaxEváÇei x al figurado: en Flp 2, 25 dícese de Epafrodito
ouvtüõívEL cíxQt to ü vüv. Pablo usa el verbo (junto a àÔEXq)óç, ouvEQyóç) como título de
auoxEváÇco como una vigorosa imagen para honor (cf. vv. 29s); en Fim 2 dícese de Arqui-
expresar un anhelo que determina a la crea- po. Se presupone la imagen dei creyente que
ción en su totalidad (ouv-): el anhelo de libe- lucha valerosamente en favor dei evangelio
ración que suspira por llegar «a la libertad de en medio de un mundo hostil a Dios, cf. Flp 1,
la gloria de los hijos de Dios» (v. 21, cf. v. 27-30; 3, 18; 4, 3; Rom 13, 12; 2 Cor 6, 7; 10,
19). A los «suspiros» de la xxíatç correspon- 3-6; 1 Tes 5, 8; Col 2, 1; Ef 6, lOss; -v óiyíúv
den los de los creyentes (v. 23) y los dei Espí- (4), jtavojtX.í,a. Según Suetonio, Div. lul. 67,
ritu (v. 26); -y oxEváÇcL), auvcaôtvcu. La razón César honraba a sus soldados llamándolos
de que la creación se halle esclavizada bajo la commilitones (cf. Polieno, Strat. VIII, 23, 22:
caducidad y la transitoriedad reside en la ouoxQaxitõxai). Sobre el significado metafó­
«caída» dei hombre (cf. Gén 3, 17; Is 24, rico véase especialmente Filón, Decai 53; Ebr
lss.20; 4 Esd 4, 26ss; GénR 2 [3b]; 5 [4d]; 12 75s; All III, 14. ThWNT VB, 710s.
1619 avaxQécfu) — 1620

ODaTQÉq)(0 systrephõ recoger, reunir; en cano 1; fue sustituida por la ciudad Flavia Nea-
Voz pasiva, reunirse, congregarse* polis [Nablüs], fundada por Vespasiano en Ias
En Hech 28, 3 Pablo recoge una brazada de proximidades), habrá que pensar que Sicar
lefía. En voz pasiva; auaxpeqpofxévcov aíi- era el asentamiento samaritano mayor que es-
Tü)v, «cuando estaban reunidos», Mt 17, 22 taba situado cerca dei pozo, en la época en
(àvaaxgeqpopévcov C D L Koiné y otros). cuestión. Si el pozo de Jacob fue localizado
ouaXQÉqpco es v.l. (amplificadora) en D**' en acertadamente por la tradición en btr ya ‘qüb,
Hech 10, 41; 11, 28; 16, 39; 17, 5; ouva- a escasa distancia al este de la aldea de Balâ-
vaoxQÉqpopai. tah, entonces Sicar debió de estar situada muy
probablemente en la aldea de ‘Askar (al pie
de la falda sudoriental dei Ebal), aproxima­
(TWOt0oq)T|, fjç, 1^ systrophê tumulto, al- damente a 1 km de distancia al nordeste, en el
boroto, conspiración* camino que va de Judea a Galilea (Jn 4, 3),
Hech 19,40: JXEplxfjç auoxQoqpfjç xaúxT]ç, porque la época en que surgió Balâtah es in-
«a causa de este tumulto» (cf. oxáoiç ibid.y, cierta, y hay que presuponer, además, que
en 23, 12 en el sentido de conjuración, com- existia un asentamiento bastante grande (jcó-
plot (cf. àvab-epaxíÇo) ibid., -+ ouvospoaía, X-Lç) no lejos dei pozo (4,28). ‘Askar pudo ha-
V. 13). ber sido edificada en el emplazamiento de la
antigua Sicar, y su nombre recuerda posible-
mente el de Sicar. Bauer, Wõrterbuch, s.v.
t n t a j ji m a t í Ç o ji a i syschêmatizomai con- (bibl.); BHH III, 1896; Haag, Diccionario,
figurarse según algo, adoptar la forma de 1860 (bibl.); Kopp, Stãtten, 196-211; M. Del-
algo, hacerse conforme a algo* cor: ZDPV 78 (1962) 34-48; Maredsous, Dic­
Rom 12, 2: [ifi ouoxxiiiaxíÇecrOe xrâ aiwvL cionario enciclopédico de la Biblia, 1430; R.
xoúx(p, «jno os hagáis semejantes a este mun­ Schnackenburg, El evangelio según san Juan
do!» (en el sentido dei regreso al mundo o de I, Barcelona 1980, sub loco.
la recaída en el mundo. Cf. E. Kâsemann, An H. Balz
die Rômer'^ [HNT], sub loco-, lo opuesto: pe-
xapoQqpoüode); 1 Pe 1, 14: «no viviendo se­
gún vuestros antiguos deseos». Sychem Siquén*
SnxÉM-, dei hebreo fkem, «espalda, cuello», es
la forma helenizada de una antigua ciudad cana-
nea, que estaba situada en la serrania de Efraín,
Sychar Sicar*
en el angosto fondo dei valle entre los montes
Sicar se menciona en Jn 4, 5 como iióX,LÇ Garizín y Ebal (de ahí su nombre) y que en el AT
xfjç S ap ap e ía ç ÀEyopévT) 2uxáQ, cerca de se menciona en Gén 12, 6; 48, 22; Jos 24, 1 y
la parcela de tierra de Jacob y en la proximi- passim (LXX: Zuxép y Síxipa); XnxÓQ. Si­
dad dei pozo de Jacob (w . 5s). Era el lugar de quén se menciona ya en el siglo XIX a.C., de-
origen de la Samaritana (vv. 7.28-30.39). Se­ sempenó un gran papel en la época de los patriar­
gún Jerónimo, Quaest. in Gen. 66, 6; Ep. 108, cas (Abrahán Gén 12, 6, Jacob 33, 18s; 48, 22
[parcela de tierra de Jacob y José] 37, 14; Jos 24,
13, ZuxÓQ seria la grafia incorrecta de 2u- 32 [tumba de José], véase además Gén 34) y fue
Xép (Siquén aparece también como variante durante bastante tiempo centro de la confedera-
textual en Sy* “'). Pero la indicación de San Je­ ción de tribus (Jos 24, Iss; 1 Re 12; primera capi­
rónimo se explica por la mención de Siquén tal dei reino septentrional, 12, 25). Después de
en Gén 33, 18-20; 35, 4; 48, 22; Jos 24, 32 en ser destmida por los asirios (724/723), Siquén no
relación con la parcela de tierra de Jacob. volvió a florecer sino en la época tardia dei perí­
odo postexílico, en tiempo de los samaritanos (->■
Puesto que Siquén había sido destruída hacía XapÓQEia 2; probablemente después de la con­
ya mucho tiempo en la época de Jesús y dei quista de Samaría bajo el reinado de Alejandro
cuarto Evangelio (en el ano 128 a.C. por Hir- Magno, en el 331 a.C.), los cuales establecieron
1621 2 tjxÉ(a- acpáyiov 1622

allí su centro con el santuario en el monte Garizín 43, 23 LXX; cf. además Jer 12, 3; Zac 11,4.7)
(cf. la polêmica contra Siquén en Eclo 50, 26; 2 para referirse a los creyentes que, por amor de
Crón 13, 4-12). En tiempo de Antíoco IV Epífa- Cristo, viven en tentaciones y tribulaciones
nes, el templo dei monte Garizín fue trasformado
en templo en honor de Zeòç Hevioç (2 Mac 6,2); (Rom 8, 35-37). La imagen acentua, como se
Juan Hircano I destruyó la ciudad y el templo en había hecho ya en el AT, que «Ias ovejas para
el ano 128 a.C. (Josefo, Ant XII, 255). Hasta Ia el matadero», a diferencia de Ias ovejas para
fundación de la colonia F la v ia N e a p o lis (la actual la obtención de lana, reciben alimento y pasto
N â b lu s ) , al oeste de Siquén, por Vespasiano en el únicamente con el fin de ser sacrificadas; su-
ano 72 p.C., -> Xuxág asumió probablemente el fren la dura muerte (Jer 12, 3) sin lamentarse
papel de Siquén. T e ll B a lâ ta h , a 1, 5 km al sudes­
te de N â b lu s , muestra el antiguo emplazamiento ni resistirse (Is 53, 7), más aún, sin sospe-
de Siquén. charlo siquiera (Jer 11, 19 [Aq. / Simm.: eiç
oq)aYiív]).
En el NT, Siquén se menciona dos veces en Sant 5, 5, en la lamentación contra los ri­
Hech 7, 16 como lugar donde estaba la tumba cos: è'9'Q8TÍ)ax8 xàç xaQÔíaç 'ópmv (v.L: mç)
de Jacob y de sus hijos, en un terreno que èv qp.ÉQÇt aqpayfjç, «habéis engordado vues-
Âbrahán había comprado ya antes a los hijos tros corazones en el dia de la matanza». fipé-
de Jamor. En todo ello se confunde la compra, g a aq)aY'fíç, teniendo en cuenta lo que se di-
por Abrahán, dei terreno con la cueva de ce en los vv. 3b-4 y en el v. 6, no significa el
Macpela en Hebrón (Gén 23, Iss.lóss; según «dia de la matanza» como un dia de gozo pa­
25, 9; 49, 30ss; 50, 13, tumba también de ra los ricos, sino una de dos: o «el dia en que
Abrahán y de Jacob) con la compra de un te­ se sacrifica» (a los pobres y a los piadosos,
rreno en Siquén por Jacob (33, 18s). Ahora cf. Ap 6, 9; 18, 24; Hen [et] 100, 7), o bien el
bien, según Jos 24, 32, José fue sepultado en dia dei juicio final, como corresponde al con­
el terreno comprado por Jacob en Siquén; cf. texto apocalíptico (cf. Sant 5, 1.3; cf. también
también E. Haenchen, Die Apostelgeschichte^ Jer 12, 3; 46, 10; Is 34, 2.6; Sof 1, 17; Ap 19,
(KEK), sub loco. 17s; Hen [et] 94, 7). En esta última interpreta-
En Hech 7, 16b p^'* D W Koiné Vg se pre- ción se acentuaria especialmente la cercania
supone, en vez de Siquén como nombre de lu­ con respecto a Sant 5, 3b (èdqaaugLaaxe èv
gar, Siquén como nombre de persona (Jamor èoxáxaiç ■qp.égaiç), y se concebiiía el juicio
como padre de Siquén, Gén 33, 19; to õ Eu- como inmediatamente inminente o como algo
XÉ[t). Bauer, Wõrterbuch, í .v.; BHH II, 1781- que ha comenzado ya (cf. 5, 8s); en otro caso,
1783 (bibl.); Haag, Diccionario, 1860ss (bi­ se hablaría de un pasado «dia de desgracia»
bliografia principalmente sobre la historia de para los pobres, que dejaba intactos a los ricos
Ias excavaciones); Kopp, Statten, 1582-1584; o dei que éstos llegaban incluso a ser (junta­
Maredsous, Diccionario enciclopédico de la mente) culpables; cf. M. Dibelius, Der Brief
Biblia, 1454-1456 (extensa bibliografia). des Jakobus^ (KEK), sub loco\ W. Schrage,
Der Brief des Jakobus (NTD), sub loco. Cf.
H. Balz ThWNT VII, 935-938.
H. Balz
otpaYTl, fjç, ■q sphagê matadero, matanza*
oqiay»] aparece 2 veces en citas dei AT en
relación con jtQÓpaxov (2.3); en Hech 8, otpÚYlOV, o v , xó sphagion víctima para
32 se cita a Is 53, 7 (mq jiQÓparov èjtl oqja- un sacrifício, ofrenda sacrifícial*
Ytiv fíx'9'Tl) y se interpreta como una referen­ En Hech 7, 42b (p,T] oq)áYta x a l '&uoíaç
cia a la Pasión y muerte de Jesus; en Rom 8, jtQocrqvéYxaxé noi[;], se interpreta Am 5, 25
36 Pablo utiliza la imagen de Ias «ovejas para (en contra dei significado original) en el sen­
el matadero» (jtQÓpaxa acpayfjç, cita dei Sal tido de que Israel, durante los 40 anos de pe-
1623 aqjÓYiov - oqpQayíÇü) 1624

regrinación por el desierto, ofreció sus «vícti- hannes (HNT), sub loco, piensa en el asesina-
mas sacrificiales y (otros) sacrifícios» (en el to de Domiciano. ThWNT Vfí, 925-935.
texto hebreo se piensa en «ofrendas de ali­
mentos»; fbãiftm úminb^), no a Dios, sino a
los ídolos (cf. Hech 7, 42a,43; ^ ■&uoía 1). aq)áXÀ(0 sphallõ hacer caer; en voz pasi-
va, caer, tropezar
Mt 15, 14 V . I . : ó Ô T i Y f f l v a c p a ^ r i O E x a i ,
a tp á ^ o i sphazõ matar, inmolar* «guiando tropezará» en vez de èàv óôtiyÍ)-
En el NT el verbo aparece 10 veces; dos de
ellas en 1 Jn 3, 12 y ocho en el Apocalipsis. oq)óÔQa sphodra (advérbio) mucho, muy,
En todos los testimonios que aparecen en el intensamente, grandemente*
NT, el verbo se refíere siempre directamente o En el NT oqpóôpa, un advérbio derivado de
en imagen a la occisión violenta de personas. ocpoÔQÓç, aparece 11 veces, cinco de ellas en
1 Jn 3, 12 emplea el verbo en una vigorosa Mateo; falta en Ias cartas. En combinación
expresión para referirse al íiratricidio de Caín: con el adjetivo péyaç (eomo circunlocución
êocpa^EV tò v ctôsXqpòv anxoõ / êocpa^ev que sustituye a la forma dei superlativo, que
a n tó v , lo mató (cf. Gén 4, 8: àjtéjtTEivev en el NT va quedando notablemente relega­
aíitóv, 4 Re 10, 7; por el contrario, en Jer 52, do): Mt 2, 10 («muy gran alegria»); Mc 16, 4;
10 LXX oqpáÇco se refíere igualmente a per­ Ap 16, 21; junto a jtX,oúoioç en Lc 18,23. En
sonas). combinación con el verbo qpopéopai, «temer
Cristo es (tò) àgvíov (xò / mç) èocpaYpÉ- intensamente», Mt 17, 6; 27, 54; con èx)cr|a-
vov, según Ap 5, 6.12; 13, 8, cf. 5, 9 (èo- oopai, «estar grandemerite consternado», 19,
qpÓYTiç). Esto acentúa a un mismo tiempo la 25; con Xujréopai, «entristecerse grandemen­
impotência dei Crucificado (cf. Is 53, 7) y la te», 17, 23; 18, 31; 26, 22; con itXiY&úvopai,
majestad dei Exaltado (a propósito de Ap 5, 6, «aumentar considerablemente» en Hech 6, 7).
cf. Dt 33, 17; Zac 4, 10). Ap 5, 1 se refíere a
la entronización dei «Cordero»; en todo ello,
el visionário ò ç, en el v. 6, introduce la inter- atpOÔQMÇ sphodrõs (advérbio) mucho,
pretación de Cristo que es de importância muy, fuertemente, violentamente*
central para el mensaje dei Apocalipsis (-> aq}OÔgõ>ç, que es un advérbio de oqjoôpóç,
àpvóç 2, 3; oqpayri). En 6, 9 se llama a los aparece únicamente en Hech 27, 18: oqpo-
mártires cristianos èoqpaYpÉvoi, cf. 18, 24. Se ÔQCõç ôè xeipoiÇopÉvojv qpôiv, «mientras
habla en general de que, en la guerra, unos se éramos sacudidos fuertemente / violentamente
matEin a otros, 6, 4. Segiín 13, 3a, una de Ias por la tempestad».
siete cabezas de la bestia que emerge dei mar
(cf. V. 1) está cüç è o q j a Y p É v o v eiç -&ávaxov,
«como herida de muerte» (cf. f| jiXtiyti to õ otpQ ayí^tO sphragizõ sellar, asegurar,
^aváxou, V. 3b; de manera parecida en el v. confirmar, acreditar*
14); pero la bestia es curada de esa herida (vv. Bibl.; -> aqjpaYÍç;.
3b. 14), de tal manera que aparece como el an-
titipo dei Cristo sufriente y resucitado, y atrae 1. El verbo, documentado desde Esquilo,
sobre sí admiración y adoración (vv. 3c-4.11). Eum 828, aparece 15 veces en el NT, ocho de
Probablemente se alude a la leyenda dei Nero ellas en el Apocalipsis; se emplea, lo mismo
redux o redivivus (cf. Suetonio, Caes VI, 57; que el sustantívo -> atfQayíç, tanto en sentido
Tácito, Hist II, 8; Sib IV, 119ss, 137ss; V, literal como en sentido figurado.
143ss, 361ss; cf. ThWNT VH, 934s; E. Loh-
se, Die Offenbamng des Johannes [NTD] so­ Según Dan 6, 18, se hace rodar una gran piedra
bre 13, 3); H. Kraft, Die Offenharung des Jo­ y se seUa la boca dei foso de los leones; un ma-
1625 otpQaYÍÇüJ - aq)QaYÍç 1626

nantial puede sellarse (Cant 4, 12); los contratos El Apocalipsis, además de 20, 3 (cf. supra),
de compra y de matrimônio se sellan (Jer 39, contiene otros siete testimonios de atppa-
lOs.25.44 LXX; Tob 7, 14). La culpa de los ene- YÍ^ífl- Cinco de ellos (7, 3.4 [bis].5.8) pertene-
migos de Dios se hedla oculta en Dios, seUada en
cen al contexto en que se habla de sellar con
sus almacenes (Dt 32, 34); los pecados pueden
sellarse (coroo el dinero en una bolsa; Job 14, el sello de Dios (->• ocpQayíç 4.b); los otros
dos hablan de (no) sellar la revelación: según
17); Dios mismo sella / encierra estrellas y hom-
bres (9, 7; 37, 7). Una revelación permanece se-22, 10, el vidente no debe sellar Ias palabras
llada y de esta manera queda oculta / en secretode la profecia, es decir, no debe mantenerlas
(Dan 12, 9; cf. también 12, 4). en secreto ni ocultarias; por el contrario, en
10, 4 se exhorta precisamente: «\Sella (es de­
2. En el NT aq)QaYÍÇto se usa también en cir, encierra y no reveles) lo que han hablado
sentido concreto y literal en Mt 27, 66 (unos los siete truenos!»
vigilantes aseguran la tumba de Jesús, «se-
llándola con la piedra», cf. Dan 6, 18), y en T. Schramm
Ap 20, 3 (el abismo al que es arrojado el dia-
blo, queda cerrado y sellado). Por el contra­ oqigaY Íç, ÍÔOÇ, ^ sphragis sello*
rio, en Rom 15, 28, donde Pablo habla con
1. Aparición en el NT y significado - 2. El sello en
mucho apremio acerca de la finalización de la la antigüedad - 3. La LXX - 4. El NT - a) El Corpus
colecta en favor de los de Jerusalén, no habrá Paulinum - b) el Apocalipsis.
que pensar seguramente en un sellado concre­
to (como, por ejemplo, en Tob 9, 5), sino que B ibl.: J. Diehl, Sphragis, Giessen 1938; E. Dinkler,
D ie Tauflerm inologie in 2 C or 1, 21s, en Id., Signum
aq)QaYtÇm debe entenderse aqui, más bien, Crucis. A u fsã tze zum N T u n d zu r christl. A rchâologie,
en el sentido de confirmar / acreditar fia- Tübingen 1967, 99-117; Id., Jesu W ort w om K reuztra-
blemente (cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. 2d; gen, en ibid., 77-98; Id., Versiegelung, en RGG VI,
Fitzer, 948; O. Michel, Der Brief an die Rõ- 1366s; F. Dõlger, Sphragis, Paderborn 1911; G. Fitzer,
atpQttYÍç KÚ.., en ThWNT VII, 939-954; W. Heitmü-
mer^ [KEK], sub loco). Precisamente este sig­ ller, atpQuyíç, en N tl Studien (F S f. G. H einrici), Leip-
nificado se halla atestiguado también en el zig 1914, 40-59; H. von Lips, G laube - G em einde -
Evangelio de Juan: 3, 33: «El que ha recibido A m t, Gottingen 1979, lOOs; G. Sauer, Siegel, en BHH
su testimonio (de Jesús), ha confirmado con ni 1786-1790; R. Schippers, en DTNTIV, 187-190 II,
1135-1138; L. Wenger, signum: P auly-W issow a II A,
ello que Dios es veraz». Inversamente se 2361-2448; para más bibliografia, cf. en ThWNT X,
dice: Dios, el Padre, ha autorizado / acredita­ 1275s.
do / confirmado legítimamente al Hijo dei
hombre (6, 27). En 2 Cor 1, 22 Pablo afirma: 1. En el NT CKipQaYÍç aparece 16 veces; Pa­
Dios «nos selló para él y nos dio en nuestros blo usa el término en Rom 4, 11 y en 1 Cor 9,
corazones la prenda dei Espíritu». El contex­ 2; éste aparece además en 2 Tim 2, 19, y 13
to de este pasaje, muy discutido, y la varia- veces en el Apocalipsis. El sustantivo oqppa-
ción de la frase en Ef 1, 13 y 4, 30 («Habéis yíç, que se halla documentado desde el siglo
sido sellados por medio dei Espíritu Santo VI a.C., designa no sólo el instrumento con el
[para el día de la redención]») remiten al que se sella (es decir, entre otros, el sello ci­
bautismo cristiano, que convierte al bautizado líndrico, el anillo de sello o la piedra de se­
en posesión de Dios. El bautismo ^se en- llar; cf. sobre esto, en concreto, Sauer), sino
contraba ya asociado en tiempos dei cristia­ también la marca dei sello {sigillum, de sig­
nismo primitivo con una acción de sellar para num) como signo acreditativo.
Cristo (es decir, concretamente: signar con la
2. El uso de sellos se encontraba muy difundi­
senal de la cruz como la tãw [hebrea] o como
do en la vida privada y en la vida pública dei
la X [griega]? (Dinkler, Taufterminologie, mundo antiguo, y tenía gran importância jurídica
passim, especialmente 109-113; Wort Jesu, (cf. Wenger; Fitzer, 939-943). A los objetos, a los
93s). animales, también a los animales destinados a los
1627 acpQOYiç 1628

sacrifícios, a Ias personas, especialmente a los es- obstante- en cuyo contexto no aparece el término
clavos, se los marcaba con un signo, una figura, oqjgayíg. Cf. entre otros Gén 4, 15; Ex 28, 36; Is
unas letras o con una palabra o palabras, o tam- 44, 5; Lev 19, 28; Ez 9, 4ss; CD 19, 10-12; espe­
bién con una combinación de esos elementos, pa­ cialmente SalSl 15, 6-9: «Porque los piadosos lle-
ra marcarlos y protegerlos como propiedad de su van en sí la marca de Dios, que los salva. El ham-
dueno (Heitmüller, 45ss). En analogia con esto, bre, la espada y la muerte quedan lejos de los jus­
en el terreno de la vida religiosa, debe entenderse tos, porque aquéllas huyen de los piadosos...».
la marca con que se sellaba, según los testimo- Los que llevan este sello, demuestran ser propie­
nios de la antigüedad, a los participantes en los dad de Dios; se hallan bajo su protección (Dõlger,
cultos mistéricos, y que era una especie de estig­ 55ss; Dinkler, Jesu Wort, 85ss).
ma religioso que ellos recibían (Dõlger, 39ss). En
los pactos, testamentos, escrituras y documentos 4. a) Según 1 Cor 9, 2, la comunidad de Co-
en general, el sello -junto a la firma o en lugar de rinto es para Pablo el sello (es decir, la cre­
ella- tenía la función de acreditar el contenido y dencial jurídica, el signo acreditativo) de su
de garantizar su integridad o su carácter secreto.
En consonância con esto, puede hablarse en sen­ ministério apostólico. Este sello le acredita,
tido figurado acerca de sellar la boca, o puede de- frente a los desafios polêmicos (cf. 2 Cor 3, 2;
cirse que Ias palabras quedan selladas (cf. Dióge- lls ), como a persona que lleva al sello, como
nes Laercio I, 58; Teognis, Eleg. I, 178; Timoteo, a persona que obra con autoridad y legalmen­
Pers. 159s). te.
La LXX ofrece unos 25 testimonios de otppa- En Rom 4, 9-12 Pablo quiere probar que
yíç, que, con excepción de Ex 35, 22, se usa de Abrahán es el padre de todos los creyentes,
manera general para traducir el término hebreo
hiôtãm. Se emplea no sólo en sentido concreto y tanto de los incircuncisos como de los circun-
literal sino también en sentido figurado: Un ex­ cisos. En efecto, la fe fue imputada por justi-
perto artesano fabrica sellos (Eclo 38, 27; cf. 45, cia en la concertación dei pacto, en Gén 15,
lls). Jezabel escribe cartas en nombre de Ajab y 6ss -mucho antes de la circuncisión, según se
Ias sella con el sello de él (3 Re 21, 8). Según Ias dice en 17, lOss-. La circuncisión-Pablo for­
AdDan (Bel) 14ss, la puerta dei templo se cierra mula conscientemente: «la senal de la circun­
y se sella con el anillo dei rey; al día siguiente se
examina la integridad de los sellos. Jgualmente, cisión»- la recibió Abrahán, así hay que de-
una bolsa dei dinero se asegura con sellos (Tob 9, ducirlo, «como senal (es decir, como acredi-
5; cf. 4 Re 22, 4). La Sabiduría recomienda echar tación / confirmación) de la justicia que es
la cerradura allá donde hay muchas manos, y usar por la fe, y que se le había imputado ya aun
un buen sello allá donde la mujer es mala (Eclo antes de la circuncisión» (Rom 4, 11). Se
42, 6). Lo precioso que es el (anillo de) sello, lo plantea la pregunta «de si Pablo, con el térmi­
explican comparaciones como Eclo 17, 22 («La
no oqpgayíç, pone la mirada en el bautismo y
limosna dei hombre es para él [Dios] como un se­
llo y guarda un favor como la nina de los ojos»); desde ahí interpreta la circuncisión de Abra-
Cant 8, 6 («jGrábame como sello en tu corazón, ham como proléptico ‘sello de la justicia de la
como sello en tu brazo!»); Eclo 49, 11 (cf. Ag 2, fe’» (U. Wilckens, La Carta a los Romanos I,
23): Zorobabel era «como anillo de sello en la Salamanca 1989, 326; sobre el estado actual
mano derecha». Metaforicamente se usa oqpQayíç dei debate informa Wilckens, La Carta a los
en la «oración -sapiencial- pidiendo el dominio Romanos I, 326s.
propio», en Eclo 22, 27 («jQuién pusiera un cen-
tinela en mi boca y un sello de prudência en mis En la metáfora un poco cimbigua de 2 Tim 2,
lábios para que no me hagan caer y no me pierda 19, acpQayíç debe entenderse probablemente
mi lengua!»). como impresión dei sello / inscripción (cf.
El uso metafórico de otpgaYÍç se desarrolla Fitzer, 948s; N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­
aún más en el judaísmo, especialmente en Filón celona 1974, 642; von Lips, lOOs). Frente a
(Fitzer, 946s). Es significativa sobre todo la inter- Ias amenazas heréticas contra la fe de la Igle-
pretación de la clrcuncisión como sello dei pacto
y «sello de Abrahán» (Dõlger, 51ss; O. Michel, sia, el autor asegura a sus lectores: «El sólido
Der Brief an die Rõmer^ [KEK] sobre 4, 11) y la fundamento de Dios permanece firme; tiene
idea, objetivamente afín, de que los justos están esta esta inscripción'. ‘El Senor conoce a los
marcados con el nombre de Dios, una idea -no suyos’ (Núm 16, 5), y: ‘Que se aparte de la in-
1629 ocpeayiç - axriM-a 1630

justicia todo aquel que pronuncia el nombre ffq íitQ Ó v , o C , TÓ sphyron talón, tobillo
dei Senor’ (cf. Is 26, 13)». Dificilmente habrá Hech 3, 7 SW D E W Koiné en lugar de ^
en todo ello una alusión al bautismo (en con­ oqpnÔQÓv.
tra de V. Hasler, Die Briefe an Timotheus und
Titus [ZBK], 69 s).
b) Once de los trece testimonios de ocpga- O /e ô Ó V schedon (adv.) casi, por poco*
yíç en el Apocalipsis se refieren al «rollo dei En el NT, este advérbio aparece siempre
libro, escrito por el anverso y el reverso, se- asociado con Jtãç; Hech 13, 44; 19, 26; Heb
llado con siete sellos», que se hallaba en la 9, 22.
mano derecha dei que estaba sentado en el
trono (5, 1). La apocalíptica revela el conoci-
a x íjílc C j ctTOÇ, TÓ schêma forma, manifes-
miento secreto y, por tanto, oculto; tan sólo el
tación específica, actitud*
Cordero puede desvelarlo y abrir los sellos (5,
2.5.9). La imagen recuerda la práctica jurídica 1. Aparición en el NT - 2. Flp 2, 7 - 3. 1 Cor 7, 31.
romana, según la cual un testamento se asegu-
B ib i: Bauer, W õrterbuch, j.v.; J. F. Collange, L ’épi-
raba con siete seUos (Fitzer, 951), pero aqui, (CNT), Neuchâtel
tre de S a in t P a u l a u x P h ilip p ien s
desde luego, se ha variado: con el fin de pre- 1973, 93; Cremer-Kõgel, 465-467; J. Gnilka, D e r P h i-
sentar progresivamente una revelación dei lip p e rb rie f {H T hK ), Freiburg i. Br. 1968, 121; E. Ka-
acontecimiento final, se van abriendo los se­ semann, A n â lisis crítico de F lp 2, 5-11, en Id., E stú ­
dio s exeg ético s, Salamanca 1978, 71-121, especial­
llos uno después de otro (Ap 6, 1.3.5.7.9.12; mente 98s; J. B. LigMoot, S a in t PauVs E pistle to the
8 , 1). P h ilip p ta n s , London ‘‘1903, 127-133; E. Lohmeyer,
Ap 7, 2 y 9, 4, con alusiones a Ez 9, 4ss y K y rio s Jesus. E in e U n tersu ch u n g zu P h il 2, 5-11,
SalSl 15, 6-9 (~>^ 3), hablan dei «sello dei Dios Darmstadt ^1961, 37s; R. P. Martin, C arm en Christi.
P hilippians II, 5-11 in R ecen t Interpretation a n d in the
(vivo), con el que el otro ángel «sella en la S e ttin g o f E a rly C h ristia n W orship (SNTS Mon 4),
frente a los siervos de nuestro Dios», que son Cambridge 1967, 207; PGL, s. v.; J. Schneider, oxíjira
12.000 de cada una de Ias doce tribus, para m l . , en ThWNT VU, 954-959.
protegerlos contra los cuatro ángeles enviados
para la destrucción, cuando tenga lugar el jui- 1. En el NT oxfjpoi aparece dos veces; en 1
cio al fin de los tiempos. Por el «sello de Cor 7, 31 y en Flp 2, 7.
Dios» hay que entender concretamente el
nombre de Dios y/o el nombre de Cristo (14, 2. En el himno pre-paulino a Cristo, en Flp
1; 3, 12; 22, 4); es signo de propiedad y de 2, 6-11, se describe en 2, 7 la existência dei
protección (en forma análoga al tatuaje de los Hijo encarnado de Dios por medio de tres fra­
esclavos o al sello que se recibía en los cultos ses (popçpfjv ôonXon ka|3(óv / èv ópoioopati
mistéricos). En correspondência total, los que ãvÔQCújtcov yevópevoç / 0xr)paTi engeO-elg
se han sometido al mundo llevan en la frente d)ç ãvâ-QtoJtoç), que enuncian hímnicamente,
o en la mano el nombre y la figura de la bes- cada una a su manera (->■ poQ(pf| [2]; ^ ópo-
tia (13, 16; 14, 9; 20, 4; cf. W. Bousset, Die íropa [3.a]), la realidad de la encamación de
Offenbarung^ [KEK], 281; Dõlger, 55ss; Din- Cristo. oXBPCi designa aqui la manifestación
kler, Jesu Wort, 92s). (externa) específica dei Hijo -encarnado- de
Dios.
T. Schramm
La diferencia de significado entre pogqpfi y
oxfjpa no debe definirse en términos de una
ffcpitÔQÓV, o C , TÓ sphydron tobillo* oposición extrema («sustancia - apariencia»;
Hech 3, 7; èoTEeeróffTioav... tò ocpnôpá, «esencia - accidente» [Lightfoot, 133]; «natu-
«los (pies y los) tohillos (dei paralítico) co- raleza - historia» [Lohmeyer]). Por consi-
braron fuerza»; v.l. r à otpugá, «los talones / guiente, oxfjpa no designa ni la manifesta­
los tobillos». ción puramente externa por contraste con la
1631 oxfjixa - oxíCo) 1632

esencia (Lightfoot, 133: «the externais of the 14, 21, refiriéndose a Ias aguas), y se encuen-
human nature») ni la «suma de la peculiar ac- tra, por cierto, en todos los Evangelios y en el
titud histórica de una persona» por contraste libro de Hechos. El sustantivo -que no apare­
con su naturaleza (Lohmeyer, 38). Sino que ce en la LXX (en ella se encuentra oxiapf| y
por oxfjpa se designa aqui la manifestación tan sólo tres veces)- aparece en Mc 2, 21 par.
propia de una determinada persona, algo que Mt 9,16, asi como tres veces y siempre con el
pertenece inconfundiblemente a ella. Por tan­ mismo significado (-> 3) en el Evangelio de
to, axrmaxi eíige^eiç mç ãvftQOJtoç signifi­ Juan e iguahnente en la Carta primera a los
ca: «En lo que respecta a su manifestación corintios.
específica, él fue hallado como ser humano»,
ax iíp a ti debe entenderse aqui como dativo 2. En su significado propio, los términos
de relación (BlaB-Debrunner § 197, 1; Moul- designan procesos naturales y sobrenaturales.
ton, Grammar III, 220).
a) En el primer caso se hace referencia a
3. En 1 Cor 7, 31 el apóstol sitúa la conduc- objetos de la vida cotidiana, que se hallan te-
ta moral de los cristianos bajo la reserva esca- jidos o anudados, los cuales no deben ser des­
tológica. Argumenta basándose en el fin dei garrados o cortados en trozos, es decir, no de­
mundo, aguardado como cosa inminente, ben ser estropeados. Según Jn 19, 24, los sol­
cuando afirma como fundamento de sus pala- dados prefieren «no rasgar» la «túnica sin
bras: JtaQáyEi y àp tò oxfjpa toO xóapou costuras» (v. 23), sino «echarla a suertes»
TOÚTOu: Pasa «este mundo en su manifesta­ (conforme a la cita dei Sal 21, 19 LXX). Se­
ción característica» (Bauer). Por eso, los gún Jn 21, 11, los discípulos capturan 153 pe-
cristianos no deben hacer más que un uso pro- ces; y «la red no se rasgó (èoxíaih)), a pesar
visional de este mundo y de sus posibilidades, de ser tantos». En Mc 2, 21 par. Mt 9, 16, Je­
y deben adoptar ante él la actitud dei coç |xf|. sus fundamenta la diferencia en la práctica
Si el mundo pasa en cuanto a su manifesta­ dei ayuno entre sus discípulos y los discípulos
ción especifica, entonces en el fondo no que­ de Juan con la referencia a lo incompatible de
dará nada de su esencia. Según la expectación lo tradicional con la nueva situación, y lo
apocaliptica de Pablo con respecto al fin de compara con el hecho de que un remiendo de
los tiempos, habrá que contar más bien con la pano nuevo (Lc 5, 36a: cortado de un vestido
completa destrucción dei mundo; por tanto, nuevo) no se aviene con una tela vieja; la con-
xò 0X'nM'« xoü xóopou xoúxou se refiere al secuencia será «un desgarramiento aún peor»
mundo presente y visible en su totalidad (así (Marcos par. Mateo), y eso prescindiendo de
piensa también Kãsemann, 99). que para ello habría que destrozar el vestido
W. Põhlmann nuevo, y ambos no se ajustarían bien, así Lu­
cas (Lc 5, 36b), que piensa ya en la división
entre la Sinagoga y la Iglesia.
schizõ escindir, rasgar*
oxícfp,a, axoç, xó schisma escisión, ruptu­ b) En el segundo caso no se hace referencia
ra* a cosas profanas de uso diário, sino al cielo, a
1. Aparición - 2. Significado literal - 3. Significado la tierra y al templo; en ellos se manifíesta el
metafórico. significado de la persona de Jesús o de su
muerte. Con ocasión dei bautismo, Jesús ve
B ib i: Bauer, W ôrterbuch, s. v.; Ch. Maurer, o/í^O)
KtX., en ThWNT VH, 959-965; M. Meinertz,
«rasgarse los cielos» (Mc 1, 10 a diferencia
y aipeaiç im NT: BZ 1 (1975) 114-118. de Mateo y Lucas, que usan el verbo àvoÍYU);
cf. Is 63, 19 [TM: qãra‘\ LXX: òtvoÍYCo]). La
1. En el NT el verbo aparece 11 veces (apa­ escisión (de la bóveda) dei cielo prepara una
rece también en la LXX, por ejemplo en Ex epifanía divina (cf. 3 Mac 6, 18; JyA 14, 2;
1633 oxí^ca - oxoXií 1634

cf., a propósito, R. Pesch, Das Markusevan- aT oç, to schisma grieta, fisura;


gelium I [HThK], 90s), y ésta consiste luego escisión, discórdia
en que «el Espíritu como una paloma descien- axít,(o.
de sobre él» y «una voz de los cielos» dice
claramente; «Tú eres mi Hijo...».
Mc 15, 38 describe los resultados directos o / o i v ío v , o v , TÓ schoinion cuerda, cor­
de la muerte de Jesús (en el v. 37); «Y el velo del, soga*
dei templo se rasgó en dos (èorxíoOT) etç ôúo) Según Jn 2, 15, Jesús hizo un látigo «de
de arriba abajo». Viene luego (v. 39) la confe- cuerdas» (èx oxoivlcdv); Hech 27, 32; xà
sión dei centurión romano. El signo dei v. 38 OXOLVÍa tfjç oxáqptjç, «Ias cuerdas / amarras
puede interpretarse negativamente (referido al dei bote salvavidas». Th. Drew-Bear; Glotta
templo y a Israel) y/o positivamente (referido 50 (1972) 223s.
a los gentiles y al mundo). En la comparación
con 1, 10 llama la atención el que en ambos
oxoXáÇo} scholazõ tener tiempo para, de-
casos se abra la morada de Dios y venga lue­
dicarse (a una cosa); estar vacío, estar
go la declaración acerca dei Hijo de Dios; una
desocupado*
declaración que, al comienzo de Marcos, se
En Mt 12, 44 dícese de una casa: EUQÍaxei
hace desde el cielo abierto, y, al final -con el
OXoJ-áÇovxa, «él (el espíritu inmundo) la en-
templo abierto- se expresa en lábios de un
cueríVcdíVacía/desocupada»', Lc 11,25 v.l. - 1
gentil. Sin esta paradoja, el desgarramiento
Cor 7, 5; ajpkátjia xf) JtQoaenxt), «entregar-
dei velo dei templo, en Lc 23, 45, no es más
se a la oración» (cf. IgnPol 1, 3 [Jtpooeu-
que un signo precursor de la muerte de Jesús,
Xaiç]; 7, 3 [■bem]; Luciano, Macrob. 4; Ver.
junto al oscurecimiento dei sol (v. 44; cf. Joel
Hist. II, 15 [qpiÀoooqjíg...]). Mientras que
3, 3s), aunque en Mt 27, 51 sus efectos, junta­
oxoX,áÇco en sentido absoluto, con infinitivo,
mente con el terremoto (v. 51b), por el cual se
genitivo o preposición (ÕJtó), designa que uno
resquebrajan Ias piedras (v. 51c), son como
descansa de cosas y de personas, oxo^áÇro
una grieta que se abre y se va extendiendo por
con dativo (o con la preposición jtçóç u otras)
la creación.
significa que uno se entrega a y está libre para
cosas y para personas; frente al aspecto dei
3. En sentido figurado, la escisión significa ocio, predomina entonces el de Ia entrega in­
la división, más aún, la polarización que la tensiva e indivisa, cf. ou péX,Xco beq) oxo)iá-
persona de Jesús desencadena entre los judios ^8lV, el pfl JCQÓXEQOV àjtaQTÍOO) xòv utóv
(oxí-opa: Jn 7, 43; 9, 16; 10, 19), y también pou (Preisigke, Sammelbuch I, 4515).
Ias actitudes opuestas que suscita la actuación
de Pablo y Bemabé en Iconio y la defensa de
Pablo en el Sanedrín (coxia-bTi xò itX.fjb^oç; oxoXiíi, f |ç , v\ schole escuela, pórtico don­
Hech 14, 4; 23, 7); finalmente. Ias desavenen- de se ensena*
cias existentes en el seno de la comunidad co- Según Hech 19,9, Pablo, después de ser re-
rintia: los grupos (1 Cor 1, 10) que pretenden chazado de la sinagoga (en Efeso), se volvió a
seguir a diversas autoridades (v. 12; sobre la la oxo>i,fi T uqó vvo u , que probablemente era
índole y el número de los «partidos», cf. H. una especie de auditoria o un pórtico para
Conzelmann, Der erste Brief an die Korint- impartir ensenanzas, dificilmente una sinago­
her^ [KEK], 51-53), la falta de unidad en la ga privada o un lugar de reunión de grupos
celebración de la eucaristia (11, 18, junto a que practicaban cultos paganos (cf. a l oxoXal
aiQéaetç en el v. 19) y la desunión entre los xmv q}iX,oaóqpa)v, Plutarco, Per. 35; Mor. 43s;
carismáticos (12, 25). oXoLtiv êxEiv. Epicteto, Diss III, 21, 11); cf.
también Billerbeck II, 751; E. Haenchen, Die
W. Radl Apostelgeschichte^ (KEK), sub loco.
1635 aráÇo) 1636

0(0^0) sozo salvar, sanar, ayudar* moteo; 1 Tim 4, 16) o la comunidad (Jds 23).
Como sujeto de oróÇco encontramos también
1. Aparición - 2. Campo referencial - a) Las angus­ la fe (-+ 2.b.c; además Sant 2, 14; cf. Ef 2, 8)
tias mortales y la muerte - b) La enfermedad y la po-
sesión - c) La culpa por los pecados y la lejanía de o «la oración hecha con fe» (Sant 5, 15; f|
Dios - d) La perdición eterna - 3. Empleo característi­ eíiyf] rfjç n:L0Tecoç), la palabra aceptada (1,
co - a) Pablo - b) Lucas. 21) y el bautismo (1 Pe 3, 21). Los destinatá­
rios de la acción de acp^eiv son, además de
B ib l: -> aojtfiQ, y además: F. Bovon, L e sa lu t dans
les écrits de L u c. RThPh 23 (1973) 296-307; G. Daut- otros indivíduos (->■ especialmente 2.a.b),
zenberg, Sein L eb en bew ahren, München 1966, 51-67, también Jesús mismo (-> 2.a) y sus discípu­
154-168; J. Díaz y Díaz, D ie W ortgruppe o t á ^ E i v , los, así como Israel (Rom 9, 27; 11,14.26; Jds
aü)TT)Qia, OCOTTIQin den ntl. B riefen, tesis mecanogra- 5; los judios; Jn 5, 34), los gentiles (por
fiada. Heidelberg 1965, 5-73; A. George, L e vocabu-
laire de salut, en Id., E tu d es su r V oeuvre de Luc, Paris ejemplo, 1 Tes 2, 16), todos los hombres (por
1978, 307-320; S. Lyonnet-L. Sabourin, Sin, R edem p- ejemplo, 1 Tim 2, 4) y «el mundo» (Jn 3, 17;
tion, a n d S a crifice, Roma 1970, 63-78; D. Meeks y 12, 47). Aquello de lo que uno es salvado
otros, en DBS XI, 486-740; J. I. Packer, The Way o f (àjtó en Mt 1, 21; Hech 2, 40; Rom 5, 9; èx
S a lva tio n : Bibliotheca Sacra 129 (1972) 195-205,
291-306; J. Schneider, en ThBNT I, 264-267; W. en Jn 12, 27; Heb 5,7; Sant 5, 20; Jds 23), son
Schrage, H e il u n d H e ilu n g im N T: EvTh 46 (1986) las angustias mortales y la muerte, la enfer­
197-214; Spicq, N o tes, Suppl 629-636; F. Stolz, y s ‘, medad y la posesión, la culpa por los pecados
en DTMAT 1, 1078-1085; B. H. Throckmorton, 2có- y la lejanía de Dios, así como la perdición
^eiv, ao)xTiQÍa in Luke-Acts-, StEv VI (1973) 515-526;
W. C. van Unnik, U u s a g e de ató^Eiv «sauver» et des eterna.
d érivés d a n s les évangiles synoptiques, en Id., Sparsa
C ollecta I, Leiden 1973, 16-34; W. Wagner, Ü ber 2Q- a) De la salvación dei peligro de naufragar
ZEIN u n d sein e D eriva ta im NT: ZNW 6 (1905) 205- se habla en Hech 27, 20.31; a Pablo se debe
235; K. Wurm, R ech tfertig u ng u n d H eil. E ine Unter-
su c h u n g zu r T ke o lo g ie d es L u kas u n ter d em A sp e k t en último término el que todos fueran salva­
«Lukas u n d P aulus», tesis mecanografiada Heidelberg dos (27, 44 con ôiaacóÇcn; cf. v. 43; 28, 1.4).
1978, 127-139. También los discípulos de Jesús y Pedro mis­
mo tienen miedo de perecer, en la tempestad
1. La LXX emplea casi siempre este verbo dei lago, a pesar de la presencia de su «Se-
para traducir el verbo hebreo yãsa‘, que apa­ nor», y por eso piden a gritos que el Senor les
rece frecuentemente. Se encuentra 106 veces ayude y les salve: xÚQte, acãoov (Mt 8, 25;
en el Nuevo Testamento y está distribuído de 14, 30) -u n clamor que aparece claramente
manera bastante uniforme entre los diversos estilizado, si lo comparamos con el que se re­
escritos. Sin embargo, en el Evangelio de lata en Mc 4, 38-. Jesús mismo, ante la faz de
Juan aparecen sólo 6 testimonios (frente a 15 la muerte, pide al «Padre» que le salve «de es­
en Marcos, incluído Mc 16, 16) y no aparece ta hora» (Jn 12, 27). Dios es «quien puede
en absoluto en las Cartas de Juan, en el Apo- salvarle / librarle de la muerte (èx d-avá-
calipsis y en algunas otras cartas (Gálatas, Fi- Ton)» (Heb 5, 7), claro que de un modo total­
lemón, Filipenses, Colosenses, 2 Pedro). mente diferente a como se imaginan los que
se mofan de Jesús moribundo. Estos le desa-
2. El autor de la acción salvadora y auxilia­ fían irónicamente a que se ayude a sí mismo
dora, en el Nuevo Testamento, es a menudo (y a los que están crucificados con él: Lc 23,
Dios, en la mayoría de los casos mencionado 39), ya que es capaz de destruir el templo y
únicamente por medio dei pasivo divino (otra reedificarlo (Mc 15, 30 par. Mt 27, 40), y es el
cosa sucede en 1 Cor 1, 21; 2 Tim 1, 9; 4, 18; Hijo de Dios (Mt 27, 40), el Ungido de Dios,
Tit 3, 5; Sant 4, 12), o Jesús, aisladamente el Rey de los judios y el Mesías (Lc 23,
también Pablo (Rom 11, 14; 1 Cor 9, 22; 10, 35.37.39). Recuerdan a Jesús su antiguo po­
33; 1 Tes 2, 16), otro cristiano (en general; der, con el cual él ayudó a otros, y se burlan
Sant 5, 20; el cónyuge: 1 Cor 7, 16 [bis]; Ti- de él porque ahora «es incapaz de ayudarse a
1637 oró^o) 1638

sí mismo» (Mc 15, 31 par. Mt 27, 42; cf. Lc prende que Ias curaciones de enfermos pue-
23, 35) y porque tampoco Elias «viene a sal- dan describirse con el verbo acn^co, exacta-
varle» (Mt 27, 49). mente igual que la liberación de un poseso
La idea apocalíptica de Ias horribles tribula- que queda libre de sus demonios (Lc 8, 36).
ciones y angustias dei fin de los tiempos pre­ Con un acento enteramente distinto Mc 3,
vê una abreviación de ese tiempo; porque sin 1-6 par. Lc 6, 6-11 describe la curación de una
ella nadie absolutamente podría sobrevivir mano seca. Aqui, en el marco de un litígio, el
(Mc 13, 20 par. Mt 24, 22). La salvación de conflicto sobre el mandamiento dei sábado se
Ias angustias de muerte incluye también final­ reduce en forma aguda a la pregunta de si es
mente la liberación «dei país de Egipto» (Jds lícito «salvar a una persona o mataria», es de-
5); porque se contraponen a ella la muerte de cir, ayudarla o dejarla morir (v. 4 par. Lc 6, 9;
los israelitas incrédulos, la condenación de cf. Dautzenberg, 156).
los ángeles culpables y la destrucción de So- Si a Ias mencionadas curaciones sinópticas
doma y Gomorra (vv. 5-7). Tan sólo en Lc 8, obradas por Jesús, les anadimos Ias que se re-
50 se emplea ocp^o) para referirse a la resu- latan en el libro de Hechos y que fueron obra­
rrección de la muerte. Claro que la muchacha das por Pedro y por Pablo (4, 9; 14, 9), enton-
dei relato hace poco que ha muerto, y que se- ces nos llama la atención el hecho de que el
gún Ias palabras de Jesus está sólo dormida verbo aró^Eiv significa siempre (con excep-
(v. 52; cf. Jn 11, lls); en todo caso, Jesús se ción dei sumario de Mc 6, 56) la restauración
puso en camino «para salvar su vida (de la de la integridad de la persona, haciendo desa­
muchacha)» (Mc 5, 23: iva acoUfj x a l ^f|OT]). parecer un dano permanente: hemorragia, ce-
guera, lepra, parálisis y posesión diabólica
b) En los Evangelios son casi sierapre los (cf., por el contrario, Mt 8, 7.8 par. Lc 7, 3.7,
enfermos los que experimentan la ayuda de donde se emplea ■0'EQajtEÚoo / ôiaocpÇ oi) o
Jesús designada por medio dei verbo aróÇco. bien íáoftat). La cosa es distinta en Jn 11, 12
Y, así, en el relato de la muchacha moribunda y Sant 5, 15.
aparece también una mujer que padecia de he­
morragias desde hacía doce anos. Esta mujer c) Lo que a Ias personas Ias enajena más
confia en ser sanada con sólo tocar la vesti- profundamente de su condición de criaturas y,
dura de Jesús (acoDrioopau Mc 5, 28 par. Mt con ello, dei Creador, es el pecado. Así como
9, 21; en Lucas falta la frase). De hecho es sa­ Jesús libra al individuo de su culpa (Lc 7,
nada de esta manera -como lo serán más tar­ 41s.48) y con eUo le salva (v. 50), así también
de muchas otras personas (Mc 6, 56; EOtó^ov- el «Dios con nosotros» (Mt 1,23) redime a to­
TO)- y «quedo sana desde aquella misma ho­ do el pueblo «de sus pecados» (v. 21). Cristo
ra» (Mt 9, 22: èacó^T]), y lo fue precisamente vino «al mundo para salvar a los pecadores»
por su fe. «Tu fe te ha sanado», le dice Jesús (1 Tim 1, 15), es decir, para ir en busca de los
(Mc 5, 34 par. Mt 9, 22 / Lc 8, 48). Y anade; que se hallaban perdidos, lejos de Dios, y ha-
«jVete en paz» (Mc 5, 34 par. Lc 8, 48). De cerlos regresar (Lc 19, 10; cf, 15, 3-7.8-
ahí se deduce que la acción de aróÇeiv que Je­ 10.24.32), La salvación en el sentido dei re-
sús realiza, no tiene sólo como consecuencia greso al hogar significa también arrepenti-
la «salud» el cuerpo, sino además la salvación miento y conversión. Tal es la meta que Jesús
en el sentido más extenso de la palabra. Esto persigue con sus oyentes judios (Jn 5, 34), y
se aplica también a la curación dei ciego, la esperanza que Pablo tiene con respecto a
quien va en seguimiento de Jesús, y dei lepro­ Israel (Rom 9, 27; 11, 14.26).
so, que regresa para darle Ias gracias; también Como el «apóstol de los gentiles» (1 1 ,13s),
a ellos les dice Jesús Ias palabras -que son co­ Pablo trabaja para lograr lo que él considera
mo una fórmula—de la fe que salva (Mc 10, su tarea principal, a saber, «por todos los mé­
52 par. Lc 18,42 ó Lc 17, 19). Y, así, se com- dios salvar a algunos» (iva Jtávtcoç u v à ç
1639 atóÇü) 1640

acóacu; 1 Cor 9, 22; cf. Rom 11, 14). El con­ ce en el contexto de un enunciado sobre el
texto prueba que Pablo aqui (y de manera se- juicio (Rom 5, 9.10; 1 Cor 3, 15; 5, 5; Heb 7,
mejante en 10, 33) no se refiere a la salvación 25; Sant 4,12; 1 Pe 4, 18) y cuando expresa el
eterna, sino a la conversión a la fe en Cristo: verse libres dei «fuego» (Jds 23), el salvar a
en 9, 19-23 Pablo nos hace ver cómo él trata la tltuxi] de la muerte (Sant 1, 21; 5, 20) o es
de «ganar» (xegôaívco: vv. 19.20 [bis].21,22) lo opuesto a la «perdición» total (1 Cor 18,
a judios y gentiles, a fuertes y débiles. Seme- 21; 2 Cor 2, 15; 2 Tes 2, 10). La oposición
jante «salvación» la hace posible no sólo la —casi a manera de fórmula—entre aípoca y
proclamación misionera (1 Tes 2, 16), sino àJtóXÀupi (cf. además Mt 8, 25; Lc 6, 9; 19,
también la unión conyugal con un pagano (1 10; Sant 4, 12) caracteriza también Ias si-
Cor 7, 16 [bis]). guientes palabras del Senor: «Aquel que en­
También Ias cartas pospaulinas hablan de la tregue su vida» conseguirá la salvación más
actual salvación en la fe. Según 1 Tim 2 ,4 (cf. allá de la muerte; él «ganará (acó^ca) su vi­
Jn 10, 9), oor&fjvai significa el conocimiento da»; «pero el que quiera conservar (acóÇo)) su
de la verdad, y ocpÇco se usa en aoristo en 2 vida, la perderá» (Mc 8, 35 [bis] par. Mt 16,
Tim 1, 9; Tit 3, 5. Mientras que, en Ias cartas 25 / Lc 9, 24 [bis]; cf. Mc 8, 36 par.: xeQÔaí-
paulinas, Dios como supremo autor se oculta vco - Çqpióopai). En la situación de hacer
detrás de Ias formas pasivas, vemos que estos confesión de la fe, se dice: «El que persevere
tres pasajes post-paulinos hablan expresamen- hasta el fin» -incluso hasta la muerte-, «ése
te de la intención o de la acción de Dios. La se salvará», es decir, será recompensado eter­
salvación ha acontecido «por gracia» (acó^m namente (Mc 13, 13 par. Mt 24, 13 y 10, 22;
en participio de perfecto de la voz pasiva: Ef cf. Lc 21, 19: XTT|aaa'0-E xàç tjjuxàç u[X(õv,
2, 5.8), concretamente en el bautismo purifi­ «conseguiréis para vosotros la vida»). En vir-
cador (Tit 3, 5), en la nueva arca (1 Pe 3, 21). tud de determinados presupuestos, Rom 10,
Lucas equipara aoD^fjvai y el bautismo con 9.13; 1 Tim 2, 15, con sus formas de ocóCo) en
la aceptación creyente de la palabra (Lc 8, futuro, prometen la consecución de la salva­
12). A ambas cosas Ias menciona juntas en ción. La formulación en presente, en 1 Cor
Hech 2, 40.41; 11, 14.15s (con 10, 47s); 16, 15, 2, se refiere también, seguramente, al fu­
30.31-33. La salvación que deja libres «de es­ turo de la salvación; porque esa formulación
ta generación perversa» (2, 40), consistia -se ­ considera evidentemente la firmeza (actual)
gún 2, 4 7 - en que «los que eran salvados» en permanecer en el evangelio como la condi-
(cf. el imperfecto en 2, 40) se incorporaban a ción para la salvación (futura).
la nueva comunidad. Por eso, también en 15,
1.11 la disputa gira -en todo caso, al princi­ 3. a) Es característico del empleo que Pablo
p io- en tomo a si la circuncisión o la gracia hace de acpÇco el hecho de que el verbo se re-
establece la pertenencia a la comunidad. Por fiera a una de dos; o a los esfuerzos misione-
el contrario, en 2, 21 y 4, 12 se halla segura­ ros actuales del apóstol, o bien a la decisión
mente en primer plano la redención definitiva futura de Dios. En lo que respecta a lo prime-
(en el nombre de Jesús), que se deriva de la ro, el verbo ocp^co expresa la incorporación de
salvación actual. miembros a la comunidad eclesial; en lo que
d) Se hace referencia claramente a la futura respecta a lo segundo, dicho verbo expresa el
salvación eterna obrada por Dios y junto a destino eterno, la salvación junto a Dios. Por
Dios, cuando aco^&fjvat se describe como li- tanto, la redención puede ser teunbién sinôni­
beración «para entrar en el reino celestial» (2 mo de justificación y de reconciliación; pero
Tim 4, 18) o como la acción de «entrar en el Pablo puede también contraponerlas, como lo
reino de Dios» (Mc 10, 25.26 par. M t 19, prueba Rom 5.9.10: ôixaicuDÉVTEç vüv -
24.25 / Lc 18, 25.26; cf. Lc 13, 23; Mc 16, oar&Tioó(jie^a y KaxaKkayévxEç - otoOiiaó-
16). Así sucede también, cuando ocpÇco apare­ pEÇa EV xfj Çoofj auxou. La salvación defini-
1641 atüÇo) —acõ|xa 1642

tiva no se pronunciará sino en el juicio (1 Cor poreidad - 5. La resurrección dei awga - 6. «Cueipo
3, 15; 5, 5); pero en la fe y en el bautísmo el de Cristo» como cuerpo de la cruz, don en la eucaris­
hombre es partícipe ya desde ahora de la sal- tia, comunidad - 7. Analogias pre-paulinas - 8. Cuer­
po de Cristo y pueblo de Dios - 9. Ampliación dei con-
vación divina: según Rom 8, 24, «somos sal­ cepto en Colosenses y en Efesios - 10. aãipa en Ia
vos en la esperanza» (Tfj èÀJtíôi èan)'&T]p£v), gnosis.
es decir, Dios, por medio dei acontecimiento
B ib l.: K. A. Bauer, L e ib lic h k e it - da s E nde a ller
de Cristo, puso fin a nuestro estado desespera­
W ege G ottes. D ie B ed e u tu n g d e r L e ib lic h k e it eines
do (cf. 1 Tes 4, 13) y nos concedió graciosa­ M en sch en b e i P a u lu s (StNT 4), Gütersloh 1971; G.
mente en Cristo una vida en esperanza. Bof, II ampa quale p rin c ip io delia sessualità in P ao-
lo: Bibbia e Oriente 19 (1977) 69-76; Conzelmann,
b) En Lucas Uama la atención la gran am- Theologie, 198-200; B. Daines, PauVs Use o fth e A n a -
logy o f t h e B ody o f Christ: EvQ 50 (1978) 71-78; G.
pUtud de significados dei verbo oóÇoo. Este
Dalman, Jesus-Jeschua, Leipzig 1922, 129-134; E. E.
significa el rescate de la muerte, es decir, la EUis, S õ m a in F ir s t C o rin th ia n s: Interpretation 44
salvación de un peligro mortal (Lc 23, (1990) 132-144; J. Emst, P lerom a u n d P lerom a Chris-
35.37.39; Hecb 27, 30.31) o el bacer regresar ti (BU 5), Regensburg 1970, especialmente 154-190;
de la muerte (Lc 8, 50). Significa la ayuda K. M. Fischer, Tendenz u n d A b sich t des E pheserbrie-
f e s (FRLANT 111), Gõttingen 1973, 48-78; J. Gnilka,
fundamental que se recibe en Ias acciones sa- D e r K o lo sse rb rie f (WUciK), Freiburg i. Br. 1980, 67-
nadoras de Jesus (6, 9; 8, 48; 17, 19; 18, 42; 70, 128-135, 148, 152s, 167s; R. H. Gundry, Sõm a in
23, 35) y de los apóstoles (Hecb 4, 9; 14, 9) B ib lica l T heology w ith E m phasis on P auline A nthro-
p o lo g y (SNTS Mon 29), Cambridge 1976; F. Hahn-K.
juntamente con la liberación de un poseso (Lc Kertelge-R. Schnackenburg, E in h eit d e r K irche, Frei­
8, 36). Significa el perdón para diversos peca­ burg i. Br. T979, especialmente 35-46, 63-67, 13-1&,
dores (7, 50; 19, 10) e igualmente el perdón 98-108; D. J. Harrington, G o d ’s P eople in C hrist, Phi-
para el pueblo (Hecb 2, 40). La meta de la ac- ladelphia 1980; S. Heine, L eib h a fter Glaube. E in B ei-
trag zum Verstãndnis d e r theol. K o n zeption des P a u ­
ción descrita por oróÇto no sólo es la salva­ lus, Wien 1976; A. E. Hill, The Tem ple o f A sclepius:
ción eclesial comunicada por medio de la fe y A n A lte m a tiv e S o u r c e fo r PauVs Body Theology?: JBL
dei bautísmo, que comprende en sí la comuni- 99 (1980) 437-439; E. Kasemann, D a s theol. P roblem
cación de’1 Espíritu (2, 38) y desencadena go- d e s M o tív s vo m L e ib e C h risti, en Id., P a u lin isc h en
P erspektiven, Tübingen ^1972, 178-210; Id., A sp ekte
zosa alegria (2, 46; 16, 34; -> aYaX,X.iáü)), si­ d e r K irche, en Id., K irchliche K o n flikte I, Gõttingen
no también la vida eterna (Lc 9, 24 [bis]; 13, 1982, 7-36, especiaimente 8-12; G. W. Knight, The
23; 18, 26). En general podemos afirmar: con C hurch o f the NT: Presbyterion 3 (1977) 30-36; E.
excepción de este último caso, la redención y Lohse, C hristusherrschaft und K irche im K ol, en ld„
E in h eit d e s N T , Gõttingen ^1976, 263-266; Id., Teolo­
la salvación (según Lucas) se produce -d e g ia d e i N T , Madrid 1978, 142ss, 163-166; G. Lüde-
muy diversas maneras- en la actividad de Je- mann, P aulus, d e r H eid en a p o ste l I (FRLANT 123),
sús y de la Iglesia. Más aún, incluso la reden­ Gõttingen 1980, 270s; U. Luz, D a s G e sch ich tsver-
ción definitiva «en el nombre dei Senor» stã n d n is d e s P a u lu s (BEvTh 49), München 1968,
212s; W. A. Meeks, In O ne Body, en F S D a h l, 201-221;
(Hecb 2, 21; cf. 4, 12) -según la comprensión R. Pesch, D a s A b en d m a h l u n d Jesu Todesverstãndnis
profética y, seguramente también, según la (Quaestiones disputatae 80), Freiburg 1. Br. 1978, 190-
comprensión lucana-, la enlaza ya Lucas con 193; P. Müller, D e r S o m a -B eg riff bei P aulus, Stuttgart
el tiempo de la Iglesia, cuando la promesa es- 1988; L. Ramaroson, 'U E g lis e , C orps du C h rist’ dans
les écrits pauliniens: Science et Bsprit 30 (1978) 129-
catológica expresada en Ias palabras de Joel 141; B. R. Reichenbach, R esurrection o f th e Body, R e-
(3, 5) la refiere él al envio dei Espíritu Santo C reation an d ín te rim E xistence: Journal of Theology
en el día de Pentecostés (Hecb 2, 16s). for Southern África 21 (1977) 33-42; H. W. Robinson,
The H ebrew C onception o f C orporate P ersonality, en
W. Radl I. Hempel (ed.), Vferden un d W esen des A T (BZAW
66), Berlin 1936, 49-62; J. A, T. Robinson, The Body,
Philadelphia ^1977; Schelkle, Teologia IV, 232-237,
a<o^.a, a t o ç , t o soma cuerpo 427ss; H. Schlier, F ragm ente über die Taufe, en Schlier
rv, 134-150, especialmente 142-150; Id., Ü ber den
1. Significado en griego - 2. AT y judaísmo primiti­ H eiligen G eist nach dem N T , en ibid., 151-164, espe­
vo - 3. NT (exceptuado Pablo) - 4. aõ)|ta como cor- cialmente 157s; Id., Ü ber da s P rinzip d er kirchlichen
1643 0(0[xa 1644

E in h eit im N T , en ibid., 179-200; Id., G rundzüge ei- Som I, 144; QaestEx II, 117, en caso de que no se
ner p ln Theologie, Freiburg i. Br. 1978, 97-106, 194- trate de una interpolación cristiana). La vida es
200; R. Schnackenburg, D e r B r ie f an d ie E p h e s e r entonces unidad con la naturaleza, y la muerte, un
(EKK), Neukirchen-Vluyn 1982, especialmente 306- término natural. Estas ideas fueron recogidas
309; H.-H. Schrey, L e ib -L e ib lic h k e it, en TRE XX, también por el estoicismo. Demócrito (Frgm.)
638-643; E. Schweizer, L a C arta a los colosenses, Sa- consideró ya el cuerpo humano como un micro­
lamanca 1987, 125s, 141-143, 223; Id., D ie L eiblich-
k eit des M enschen. L eb en - Tod - A u ferstehung, en Id., cosmos; en efecto, los mismos términos griegos
B eitrã g e zu r T heologie des N T , Zürich 1970, 165-182; designan el viento y el aliento, la bóveda celeste
Id., Xwna KxX., en ThWNT VII, 1024-1091; H.-F. y el cráneo, los soportes dei cielo y Ias vértebras
WeiB, «V olk G ottes» u n d « L eib C hristi»: ThLZ 102 cervicales, el firmamento y el paladar.
(1977) 411-420; U. Wilckens, E ucharistie u n d E inheit
d e r Kirche: KuD 25 (1979) 73-77; G. S. Worgul, Peo- 2. El AT piensa de manera totalmente diferente
p le o f God, B o d y o f C hristl: P auline E cclesiological y no posee un término específico para designar el
C ontrasts: Biblical Theology Bulletin (Albany, NY) «cuerpo». El hombre no tiene came y alma, sino
12 (1982) 24-28; I. A. Ziesler, 2(0(10 in the Septiia- que es ambas cosas, perecedero y, no obstante, vi­
gint: NovT 25 (1983) 133-145; para mâs bibUograffa. vo (cf. también E. Jacob: ThWNT IX, 619-629).
cf. ThWNT X, 1276-1278. El hombre existe únicamente como tal unidad;
por eso, está muy lejos dei AT el distinguir, como
1. o(ü(ia es un concepto marcadamente griego. lo hace Platón (-> 1), entre cuerpo y alma. Tam-
En Homero designa únicamente los «cadáveres». poco tiene sentido para el AT el deslindar al indi­
El griego no distingue lingüísticamente entre lo víduo, con su cuerpo individual, de la totalidad
que en alemán se llama Kõrper (es decir, el dei pueblo (como se hace en Aristóteles [-► 1]).
«cuerpo» como la matéria visible que pertenece a Cuando se singulariza y se segrega a una persona,
una entidad particular, sea un ser animado o ina­ entonces es por un llamamiento divino para que
nimado) y y lo que se llama Leib (es decir, el esa persona preste un servicio en el pueblo, y des­
«cuerpo» como receptáculo dei alma [humana] de luego no por sus cualidades somáticas. Ni mu-
con sus correspondientes aspectos de sentimien- cho menos puede considerarse el hombre, en este
tos, afectos y vida en un sentido no físico). Por punto (con arreglo a Ias doctrinas de Demócrito
eso, ompa puede describir también un cuerpo ce­ [-^ 1]), como una obra artística acabada en sí mis-
leste o cualquier objeto inerte y, más tarde, inclu­ ma, como un mundo en sí mismo. De ahí que la
so a un esclavo. De ahí que Platón y su escuela muerte no se entienda ni como liberación dei alma
entiendan el cuerpo como aquello que se despren­ ni como consumación de una vida ni como un fin
de con la muerte y deja en libertad al alma, como puramente natural, como si quisiera suavizarse así
la tumba dei alma (Gorg, 493a), su prisión (Crat su dureza. Sólo Dios es más fuerte que la muerte,
400b.c.), su concha muerta (Phaed 66b). Aristóte­ sin que se sepa de una vida después de la muerte:
les consideró el cuerpo como la matéria de la que «Aunque mi came y mi corazón desaparezcan,
el alma crea la obra artística «hombre» (An II, Is Dios es etemamente mi roca» (Sal 73, 26).
[412a, 19ss]), y los estoicos, siguiéndole a él, y La lengua popular aramea, en tiempos de Je­
con espírita muy moderno, explicaron que el al­ sus, seguramente por influencia griega, adoptó la
ma era corporal, y que el hombre era una unidad palabra güfã (utilizada una vez para designea el
corpóreo-anímica (Zenón, Frgm. 135 y passim. «cadáver» en 1 Crón 10, 12) con el fin de referir-
Una vida «buena y hermosa» y -como punto cul­ se al «cuerpo» en el sentido dei «Yo», de la per­
minante de ella- una muerte semejante llevan a la sona (cf. Billerbeck II, 492), dei conjunto o dei
perfección esa divina obra artística. Así que, se- tronco, por contraste con los miembros o con la
gún esta doctrina, el hombre era -ante todo- indi­ cabeza (cf. Billerbeck IV, 63 [Pes 10, 3]; III, 446s
víduo, y se hablaba de que había 10.000 «cuer- [TosTaa 2, 5]), más aún, de la forma material a
pos» en una ciudad, lo mismo que nosotros ha- diferencia dei alma (Billerbeck I, 654s [LevR
blamos de 10.000 «almas». 34], y passim), cf. también g‘sêm en Dan 4, 30.
Ahora bien, el concepto de cuerpo puede usar-
se también para describir el conjunto ordenado, 3. El NT es un libro escrito por israelitas o,
por ejemplo, de un pueblo, de un ejército, de un al menos, por personas familiarizadas con la
rebano. En este sentido, el cosmos es un cuerpo
divinamente ordenado y administrado, cuya cabe- Biblia de Israel. Fuera de Ias Cartas paulinas
za es Zeus, el cielo, el espírita, quizás también el se habla a menudo dei cuerpo muerto (o des­
logos (Comuto, TheolGraec 20; Orphicorum tinado a la muerte, Mc 14, 8). Pero el cuerpo
Fragmenta 21 a; Diodoro Sículo I, 11, 5s; Filón, puede ser también resucitado (Mt 27, 52;
1645 oco[xa 1646

Hech 9, 40; Jn 2, 21); es, por tanto, portador Cor 13, 3) no piensa en la muerte, sino en que
dei Yo, no una matéria desligada de él. Lo el cuerpo se ponga en la tierra a disposición
mismo que en griego y en arameo, el cuerpo dei Senor. Esto es un genuino culto divino,
representa la totalidad, en contraste con los más comprensible para todos (Rom 12, 1), tal
miembros (Mt 5, 29s; 6, 22s; Sant 3, 2s.6); el y como Pablo mismo lo practica de manera
cuerpo y el alma (= jla energia vital manteni- radical (1 Cor 9,27). El cuerpo, no el alma, es
da por medio de la comida y la bebida!) son templo dei Espíritu Santo (1 Cor 6, 19s). En
los dos aspectos inseparables dei ser humano él, en la «carne mortal», se manifiesta la cruz
(Mt 6, 25). El cuerpo es el verdadero Yo, dei de Jesús, y de manera tan concreta que pue-
que se puede cortar un miembro, pero en el den verse las cicatrices (seguramente de fla-
que un miembro puede también influir, La gelaciones; 2 Cor 4, lOs; Gál 6, 17).
afirmación de que los hombres son capaces Pablo acentúa ante los corintios la corporei-
únicamente de matar el cuerpo (terreno), no dad de la vida en la fe. Algún día habrá que
presupone la existência de un alma que sobre­ dar cuenta de ella (2 Cor 5, 10). En efecto, el
viva sin el cuerpo, sino que presupone a Dios, cuerpo es más que un órgano neutro para la
quien, aun más allá de la muerte, dispone dei digestión o la reproducción (1 Cor 6, 13).
cuerpo y dei alma (Mt 10, 28). Siempre pertenece a una cosa o a otra; es
En la Ultima Cena, Ias palabras «Esto es mi «miembro de Cristo» o «de la prostituta» (6,
cuerpo» estuvieron separadas originalmente 15), y se convierte en propiedad de alguien,
de Ias palabras dei cáliz por toda la comida dei pecado y de la muerte o de Cristo (Rom 6,
(así en los banquetes judios o en la cena de la 6; 7, 24'; también 8, 13 sin especial adición).
Pascua, y todavia en 1 Cor 11, 25a). Se enten­ Esto muestra que el cuerpo es el lugar en el
dia probablemente por esas palabras: «Esto es que se produce principalmente la transición
mi Yo -prenda de mi presencia real—» (-^ 2). dei indicativo al imperativo. Puesto que Cris­
Las palabras dei cáliz debieron de ser origi­ to lo compro (1 Cor 6, 20), el cuerpo no pue­
nalmente: «Esto es el (^nuevo?) pacto en mi de pertenecer ya a la prostituta. Puesto que la
sangre» (1 Cor 11, 25), pero fueron asimilán- misericórdia de Dios está sobre él, el cuerpo
dose paulatinamente a las primeras palabras debe ponerse al servido de Dios (Rom 12, 1).
(«Esto es mi sangre», Mc 14, 24). De lo con­ Puesto que por el bautismo estamos muertos
trario, junto a «sangre» tendria que aparecer al pecado y vivimos para Dios, el pecado no
«carne», no «cuerpo» (jnunca se menciona debe reinar ya en nuestro «cuerpo mortal»
junto con la «sangre»!); asimismo, el desarro- (Rom 6, l l s = jen «nosotros mismos»!, v.
11o litúrgico conduce a un paralelismo cada 13). Pablo concibe tan intensamente esta uni-
vez más intenso, y no a la inversa -los textos dad dei cuerpo con Cristo, que no sólo «el
actuales se hallan más intensamente armoni- cuerpo pertenece al Senor», sino que también
zados que cualquier texto dei NT-. La forma «el Senor pertenece al cuerpo» (1 Cor 6, 13).
de Mc 14, 24 situo luego en el centro la idea,
por lo demás rara, de la entrega dei cuerpo (y 5. Así se comprende la importância de la re-
surrección dei «cuerpo» (1 Cor 15, 35-44). El
de la sangre) (Heb 10, 5.10; 1 Pe 2, 24). A di­
ferencia de lo que significa para el griego (4
cuerpo, que se extiende desde la coronilla
Mac 10, 4; 13, 13; Hen [et] 108, 8s; Josefo, hasta la planta de los pies, deslinda por un la­
Bell 352-355, cf. Sab 9, 15), esto significa la
do mi Yo y lo diferencia de otros. Esto inclu-
completa entrega de si mismo, no simplemen- ye lo que Lc 10, 20 (cf. Is 43, 1) expresa con
te de una envoltura exterior, que es una carga
su referencia al «nombre»: la resurrección me
para el alma. afecta «a mí»; no es la disolución dei Yo en
algo universal. «Nosotros», «nuestros cuerpos
4. También Pablo es capaz de hablar de la mortales», somos resucitados (1 Cor 6, 14;
entrega dei cuerpo, pero (con excepción de 1 Rom 8, 11).
1647 0(0(Att 1648

Ahora bien, el otro aspecto es decisivo. El Cristo y con su acción (10, 16). Aqui Pablo
cueq)o con ojos, oídos, manos y pies es medio invierte Ias frases litúrgicas, evidentemente
de comunicación, que me abre a otros. Por para adjuntar su propia interpretación, acuna-
tanto, como cuerpo, estoy indisolublemente da originalmente por él; Si el pan une a la co­
unido con Cristo. Por eso, el cuerpo es preci­ munidad con el cuerpo de Cristo sacrificado
samente el que es resucitado, pero de tal ma- por ellos, vemos que de esta manera la comu­
nera que experimenta una trasformación y no nidad misma; c) se convierte en un solo cuer­
es ya «carne y sangre». Para expresar esta to­ po, precisamente en el Cuerpo de Cristo. Co­
tal alteridad, no son suficientes todas Ias imá- mo muestran 10, 1-13 y 15, 29, los corintios
genes. De ahí que Pablo no sólo diferencie eran sacramentalistas, y así lo creían plena­
entre la semilla y la planta, entre el hombre y mente. Sin embargo, olvidaban que en todo
el animal, entre lo terrenal y lo cósmico, sino ello se trata de la realidad de un aconteci-
que senale también Ias infinitas diferenciacio- miento, no de una sustancia, más aún, de una
nes entre todas Ias plantas, los animales y los relación, no de una matéria, en una palabra,
cuerpos celestes, de tal manera que sólo la de la vida, no de una condición inerte; una re­
afirmación de que no ya el «alma», sino el alidad que, por tanto, quiete plasmar también
«Espíritu» de Dios crea, moldea y determina a la comunidad y fundamentar el derecho de
el nuevo cuerpo, es la afirmación que condu- senorío de Cristo. Por eso, según 11, 27, aquel
ce hasta la realidad (1 Cor 15, 35-44.50s; Flp que «de manera indigna» celebra la Cena dei
3, 21). Por eso, Pablo puede afirmar también Senor o eucaristia (a saber, jcomiéndolo y be-
en una ocasión que nos despojamos dei cuer­ biéndolo todo aparte de los miembros más po­
po (terreno); pero no para estar en «desnu- bres de la comunidad, de tal manera que éstos
dez», para ser un alma liberada de lo material, tengan que nutrirse con el simple sacramento,
sino para ser «revestidos» de nuevo con una vv. 21.33!), y la celebra indignamente porque
habitación corporal (2 Cor 5, 1-3.8). En 2 Cor contrae una culpa contra los hermanos y her-
12,2 Pablo cuenta con la posibilidad de aban­ manas, contrae también una culpa contra
donar el cuerpo en un arrobamiento «al tercer Aquel que entregó por ellos «el cuerpo y la
delo»; pero si sucedió así o no, eso le tiene sangre». Así lo enuncia igualmente la frase de
completamente sin cuidado. En todo caso, la 8, lls , construída de modo exactamente para­
vida de la resurrección es vida corporal, vida lelo.
de la comunión (que se establece ya antes de
la muerte) con el Senor y con los semejantes: 7. ^En qué sentido la comunidad es Cuerpo
una vida que tiene su plenitud en una apertu- de Cristo? Diversas posibilidades lingüísticas
ra inimaginable hacia el Senor (i,y hacia los facilitaron a Pablo la formulación de este nue­
que resucitaron de manera semejante?). vo concepto. La comprensión griega dei cuer­
po como conjunto homogêneo (-» 1) creó la
6. Esto esclarece el concepto de «Cuerpo de fábula, repetida a menudo, que en una ocasión
Cristo». Es: a) el cuerpo de Jesús entregado impidió la revolución de los trabajadores con­
en la cruz en favor de la comunidad (Rom 7, tra la clase alta: Los miembros dei cuerpo se
4; Col 1, 22). En la Cena dei Senor o eucaris­ rebelaron contra el estômago inactivo, pero
tia; b) este «cuerpo por vosotros» es dado a la descubrieron que sin él perecerían. De mane­
comunidad; en todo ello el acento (como tam­ ra semejante, Pablo puede utilizar el cuerpo
bién en lo que se dice de la sangre, que no es como una parábola (1 Cor 12, 14-26). Pero,
igualada con el vino) recae sobre esa acción para él, todo ello es más que una imagen. En
de Jesús «por vosotros», y no sobre la sustân­ efecto, es el cuerpo de Cristo, más aún. Cristo
cia (1 Cor 11, 24s). Se hace presente en la mismo es el Cuerpo al que los miembros fue-
bendición que de ahí dimana, una bendición ron incorporados por el bautismo (vv. 27.
que concede graciosamente comunión con 12s). Asimismo, la concepción griega de un
1649 aco(ia 1650

cuerpo cósmico, que constituye la unidad en­ ampliación universal hecha por el apóstol de
tre Dios y el mundo, y no su separación de ti­ los gentiles. Esta idea resuena también en la
po gnóstico y dualista, desempena segura­ fe de la comunidad de Qumrán, que cree que
mente un papel 1.9). Esta concepción pro­ en ella se ha restaurado escatológicamente la
porciona la posibilidad no sólo de represen- gloria de Adán (IQS 4, 23; CD 3, 20; IQH
tarse como «cuerpo» una unidad orgânica, si­ 17, 15; 4QpSal 37, 3, Is).
no también de representarse al mismo tiempo
esa unidad como un mundo regido por Dios. 8. La trasposición a lo espacial es la expre-
Ahora bien, Ias referencias cósmicas no sur- sión lingüística de que, tanto para Pablo como
gen sino en Colosenses y en Efesios, y el para Juan, lo decisivo es la vinculación actual
Cuerpo de Cristo lo es siempre la comunidad, con Cristo por medio dei Espíritu. La comuni­
nunca lo es el mundo. dad es en Cristo un solo hombre (Gál 3, 28),
Pues bien, Jn 15, 1 afirma que Cristo es la Cuerpo de Cristo, y sólo secundariamente un
vid, en la que los creyentes viven como sus conjunto de miembros (1 Cor 12, 27). 1 Cor
sarmientos. En el AT la vid es Israel, concebi­ 12, 12 se aproxima a una equiparación de la
do ya en el judaísmo contemporâneo como comunidad con el Cristo que pervive (cf. 1,
una entidad cósmica que se extiende desde el 13): es decir, el cuerpo no llega a formarse
cielo hasta el mundo de Ias profundidades por la unión de los miembros entre sí; sino
(AntBibl 12, 8s, y concebido al mismo tiempo que los creyentes son incorporados al cuerpo
como el edifício dei templo). Los principios por el bautismo. La traducción, lingüística-
de ello existen ya en el Sal 79, 12 LXX, don­ mente posible, de «para que él suija» o «bau-
de el texto griego, en el v. 16, equipara a Isra- tizados para él», queda impedida por el v. 12.
el-vid con el Hijo dei hombre. Detrás de Jn 1, Por esta misma razón, Pablo no habla nunca
51 se halla una tradición que contempla al Hi­ de la comunión dei individuo con Dios o con
jo dei hombre como nuevo Jacob-Israel. Y, Cristo, sino que habla siempre de la comu­
así, la idea de Jacob-Israel, que encierran en nión de la comunidad con Cristo. Allá donde
sí el destino dei pueblo entero (Jub 2, 23s; 19, Pablo tiene que hablar dei individuo (que va a
27-29; de manera parecida se piensa de Adán; la prostituta), evita llamativamente la expre-
Sab 10, 1.4; 4 Esd 7, 118; ApBar [sir] 54, sión «un solo cuerpo» (6, 16s). No obstante,
15.19; como entidad cósmica: Billerbeck IV, sigue en pie lo que se ha afírmado (-► 6): el
946s), pudo ser trasferida pre-joánicamente al Cuerpo de Cristo sigue estando fundamentado
Hijo dei hombre, quien determina la vida de siempre en el acontecimiento históricamente
la comunidad. Claro que en Jn 15 la dimen- único de la cruz. En Ef 2, 16 no se puede de­
sión histórico-temporal se ha convertido ya en terminar siquiera claramente si el cuerpo de la
la dimensión espacial, así como en Juan (en cruz, es decir, la «sangre» y la «carne» de Je­
general) lo temporal y futuro se ha convertido sus (vv. 13s), o el cuerpo dei Exaltado que
en lo que -en Cristo, más aún en el creyente- une a la comunidad, es el que la reconcilia.
se encuentra ya en un espacio presente. De Hasta tal punto no es posible separar entre sí
igual manera, Pablo contrapone a la idea tem­ ambas cosas. Y, así, Pablo puede hablar tam­
poral de «lo de ahora» la idea espacial de la bién en sentido temporal e histórico acerca
Jerusalén «de arriba» (Gál 4, 25s). La frase de dei pueblo de Dios (claro que únicamente en
los sarmientos que viven en la vid que es citas, Rom 9, 25s; cf. 15, 10) o hablar incluso
Cristo trascurre de manera totalmente parale­ de Israel (únicamente en Gál 6, 16 para refe-
la a la que habla de los miembros que viven rirse a la comunidad de Cristo, a menos que
en el Cuerpo que es Cristo, sólo que en vez de se haga referencia a los judeocristianos como
un Israel escatológico aparece ahora el Adán grupo especial), de aquellos que «siguen Ias
escatológico (en hebreo, el «primer hombre» pisadas de Abrahán» y que son sus hijos, y
y la «humanidad») (1 Cor 15, 22.45). Tal es la que nunca han faltado a lo largo de toda la
1651 ofü[i,a - aco[iaxLxoç 1652

historia (Rom 4, 9-25; 9, 7-13; 11, 1-5; Gál 3, Is; cf. 2, 2-6: 8, 3 (11, 19); de manera pareci­
6-29). da Hipólito, Ref VII, 23, 3; 24, 1 refiriéndose
a Basílides. Con esta expresión se circunscri-
9. Col 1, 18 hablaba, en la forma original be la unidad dei mundo o la unidad de Dios en
dei himno, acerca de Cristo como Cabeza dei Taciano, OrGraec 12, 2; Atenágoras, Suppl 8,
cuerpo dei mundo (sólo aqui se dice «dei», no 1. Los únicos testimonios gnósticos premani-
de «su» cuerpo, cf. -> 1). Pero el autor de la queos aparecen en Clemente de Alejandría,
carta se refiere a la comunidad (igualmente en ExcTheod 42, 2ss e Inter (NHC XI/1). El pri-
I, 24; 3,15). Cristo es, si, según Col 2, 10 (cf. mero habla dei «cuerpo de Jesus», expresión
V. 15) y Ef 1, 22s (cf. v. 10), la cabeza sobre que quizás se refiera únicamente al cuerpo te­
todo, pero para la comunidad, que es la única rreno de Jesús, quizás al cuerpo circundado
que es «su Cuerpo». Ahora bien, con esta po- por los «ángeles» de los creyentes, y que por
sición de Cristo como cabeza (a diferencia de esta razón es «de la misma esencia que la co­
1 Cor 12, 21) se acentúa inconfundiblemente munidad». El segundo habla a modo de fór­
el contraste de Cristo con la comunidad, y con mula acerca de la comunidad como «un solo
ello la responsabilidad que incumbe a la co­ cuerpo» (17, 15); pero se habla al mismo
munidad. Ella, por medio de su proclamación tiempo acerca de la cabeza, que en la cruz
y de la dei apóstol, debe crecer para insertar- atrae hacia sí a sus miembros (= los dei Lo-
se en el mundo (Col 1, 23; 2, 19; Ef 3, 10; 4, gos). En ambos casos se trata de un lenguaje
12.16). El Cristo predicado por ella no es un influido indudablemente por el cristianismo.
misterioso poder cósmico, pero si el poder dei Por lo demás, se encuentran sólo disertacio-
Espíritu en la palabra de los suyos, en la cual nes acerca de los «miembros», que unas veces
él quiere «llenarlo todo» (Ef 1, 23; 4, 10), por son los poderes malignos, y otras veces, los
ejemplo, también los matrimônios de ellos. Es creyentes (Pistis Sophia 98, 242s; 101, 254;
verdad que se habla dei varón como cabeza de Bronté o el Trueno 17, 18s.22 [NHC VI/2)
la mujer (en Ef 5,23 y en 1 Cor 11,3), pero la OdSl 17, 15, donde el Redentor es Cabeza de
condición de Cristo de ser cabeza, una condi- sus miembros). Se trata también de una colec-
ción que se muestra en el amor de Cristo ba­ ción relativamente escasa e influida casi se­
cia su «Cuerpo», caracteriza también la rela- guramente por el cristianismo. Todo esto hace
ción de los maridos con sus mujeres. Ias cua- sumamente improbable que Ias palabras de
les son «sus propios cuerpos», más aün, son Pablo acerca dei «cuerpo de Cristo» se deri-
«ellos mismos» (Ef 5, 28). Por consiguiente, ven de un modelo gnóstico.
esta formulación no describe ya los lazos de E. Schweizer
sangre ni mucho menos los derechos de pro-
piedad, tal como los describe la fórmula tradi­
cional que habla de la mujer como de la «car­ atofiaTixóç, 3 sOmatikos corporal, mate­
ne propia» dei varón (Eclo 25, 26; VidAd 3), rial*
sino que describe una perfecta unión. Según Lc 3, 22, con ocasión dei bautismo
de Jesús, el Espíritu Santo «descendió sobre
10. En la gnosis, antes de Mani (a mediados él en forma corporal (ampaxixm eíôei, re-
dei siglo 111 a.C.), falta el concepto de «cuer­ daccional) como una paloma» (Mt 3, 16 / Mc
po» en el sentido de un conjunto que abarque 1, 10 tienen únicamente maEt [mç] JteQiate-
a los redimidos, excepto en los escritos que qá); en Lucas se trata de presentar el descen­
dependen claramente de Pablo (1 Ciem 37, 5; so dei Espírim sobre Cristo como un aconte-
38, 1; 46, 7; Polic 11, 4; 2 Ciem 14, 2-4; Ig- cimiento perceptible por testigos (cf. Lc 3,
nEsm 1, 2; 11, 2; cf. IgnEf 4, 2; 20, 1; IgnTral 21), mientras que según Marcos/Mateo sola-
II, 2; Justino, Dial 42, 3). La fórmula griega mente Jesús es quien ve venir dei cielo al Es­
dei cuerpo cósmico se baila en CorpHerm 4, píritu como una paloma (al igual que, según
1653 acüixatixóç - SwaÍJiaTQoç 1654

Mc 1, 10, sólo Jesiis vio los cielos abiertos); se le identifica a veces con Sosípatro, cf. H.
cf. Hech 2,2-4; ->■JiE Q io x E Q á 2 . - 1 Tim 4, 8 ; Lietzmann, An die R õ m e / [HNT], sobre 16,
aoofxaxiXT] Yup,vaoía, «el ejercicio que 21). BHHIII, 1824; Haag, Diccionario, 1879.
afecta únicamente al cuerpo / el ejercicio/wi-
co» (lo opuesto; eòoépeia).
atOQCVCú sõreuõ reunir, amontonar, llenar*
Rom 12, 20 en una imagen: amontonar car-
a(0^aTlX Ô iç sõmatikõs (advérbio) corpo­ bones encendidos sobre la cabeza de alguien
ralmente, fisicamente* (cita de Prov 25, 22; ->■ ãv&Qo^y, en voz pa-
En Col 2, 9 dícese dei ^ 3tX,f|QO)pa (3.b) siva y en sentido figurado en 2 Tim 3, 6: yu-
xfjç i&EÓXTixoç, que habita corporalmente, es v a u t Ó Q u a O E a ü ) Q £ u p ,é v a á p a Q X Í a i ç , «mu-
decir, en figura palpable y experimentable (cf. jerzuelas cargadas de pecados».
Filón, Her 84; OGIS 11, 664, 17; PapFayüm
21, 10; PapFlor 51, 5), en Cristo (como el te-
rrenal y como el exaltado) («axotitel... ocu- StoadÉVHÇ, ouç Sõsthénes Sóstenes*
[xaxixüjç, cf. 1, 18-20). Se trata de la presen­ En Hech 18, 17 se menciona al àQxiom-
cia plena y exclusiva de Dios en Cristo en el váytoyoç Sóstenes, de Corinto, quien, des-
sentido de la encarnación y dei senorío dei pués de la absolución de Pablo por Galión,
Exaltado, algo que hace aparecer como inútil fue apaleado por una multitud enfurecida de
y enganoso (2, 8) cualquier otro camino para judios, quizás porque había presentado sin
tributar culto a Dios y para llegar al conoci- êxito la acusación contra Pablo. Como en 18,
miento de Dios. otopaxtxrâç en la historia de 8 encontramos a K q í o i x o ç como otro presi­
la exégesis se ha interpretado también en el dente de la sinagoga, el cual creyó juntamen­
sentido de «plenamente» (Jerónimo), «real­ te con los de su casa y que se menciona tam­
mente» (Agustín) o «esencialmente» (los pa­ bién en 1 Cor 1, 14, se ha pensado a menudo
dres griegos de los siglos III y IV) (cf. E. que el 2coo§évT]ç ó àôeltqpóç, que en 1 Cor 1,
Lohse, Der Briefan die Kolosser^ [EKK], sub 1 aparece como uno de los remitentes de la
loco', E. Schweizer, La Carta a los colosen- Carta primera a los corintios, era el presiden­
ses, Salamanca 1987, sub loco). Pero detrás te convertido de la sinagoga, de quien se ha-
de ello se encuentra ya un interés cristológico bla en Hech 18, 17. Entonces esta persona ha-
posterior. En la exposición que se hace en Co- bría ido con Pablo de Corinto a Efeso. Claro
losenses se acentua la corporeidad y la con- que no hay más puntos de apoyo para esta hi-
creción de la presencia de Dios en Cristo y pótesis. Scooú-évTiç se menciona también en
luego también en su -> ocõpa (9), que es la la subscriptio de la Carta primera a los corin­
Iglesia. C. F. D. Moule, Colossians and Phile- tios (códice minúsculo 104). BHH III, 1824;
mon (CGTC), Cambridge 1957, sub loco', A. Haag, Diccionario, 1880.
Anwander: BZ 9 (1965) 278-280; ThWNT
VII 1073-1075; J. Emst, Pleroma und Plero-
ma Christi (BU 4), Regensburg 1970, 94-105; IltooÍTtaTQOÇ, o u Sõsipatros Sosípatro*
Spicq, Notes II, 866. Según Rom 16, 21, el judeocristiano Sosí­
patro, juntamente con otros judeocristianos
(ol arjyyevetç pon), saluda a la comunidad de
S fb jia tQ O Ç , OD Sõpatros Sópater* Roma. En favor de la identificación con
Nombre de un cristiano de Berea, hijo de EcójtaxQOç podría aducirse el hecho de que
Pirro; fue uno de los siete que acompanaron a Sópater, según Hech 20, 4, se encontraba en
Pablo en su último viaje de Grécia a Jerusa- companía de Pablo, poco después de la com-
lén: Hech 20, 4 (v.l. -> ScoobtaxQoç, cf. Rom posición de la Carta a los romanos. BHH,
16, 21; a Sópater [forma correcta dei nombre] 1824.
1655 OCOTtjQ 1656

acDTtjQ, f|QOÇ, ó sõter Salvador, Reden­ dice que son salvadores los dioses por ser auxi-
liadores de los hombres y protectores de Ias co­
tor*
munidades (ciudades); tales son Zeus, Apoio, Po-
1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ seidón, los Dióscuros Castor y Pólux, Heracles,
cado. Asclepio como auxiliador de los enfermos y Se-
B ibl.: C. Andresen, E rlõsung, en RAC VI, 54-219; rapis; lo son también los filósofos (Dión Crisós­
P. S. Berge, « O ur G reat G o d a n d Saviour». A Study o f tomo, Or 32, 8) y los hombres de Estado (Tucídi-
S o te r a s a C h risto lo g ica l Title in Tit 2, 11-14, tesis des V, 11, I; Plutarco, De Coríolano, 11, también
Union Theol. Seminary in Virginia (1973); O. Cull- en inscripciones y en otras partes). En el culto he-
mann, C ristología d e i N u evo Testamento, Salamanca lenístico a los soberanos, vemos que en los escri­
1998, 245-252; D. Cuss, Im p eria l C ult a n d H onorary tos y en Ias inscripciones aparece ÜEÒç aa)tr|g
Term s in th e N T , Fribourg/Schw. 1974; G. Dautzen- como titulo de los Tolomeos y de los Seléucidas.
berg, ZiOTTiQÍa ijiD/ficiv (1 Petr 1,9); BZ 8 (1964) 252- En inscripciones dei oriente dei Império se llama
276; F. J. Dõlger, D e r Heiland-, AnC 6 (1950) 241- a Pompeyo «Soter y Fundador», y a César, «Soter
272; F. Dornseiff, acó^o) jctL, en P auly-W issow a II-5, de la Ecumene»; a Augusto se le denomina «So­
1211-1221; A. Feuillet, C h risto lo g ie p a u lin ie n n e et ter dei gênero humano». Adriano lleva el título de
trad itio n biblique. Paris 1973; W. Foerster-G. Fohrer,
00)^0) xtX., en ThWNT VII, 966-1024; A. George,
auTrjQ Toõ xóapou.
U e m p lo i ch ez L uc du vo cabulaire de saluf. NTS 23
En la LXX, otuxriQ, como traducción de diver­
(1976-1977) 308-320; R. Glõckner, D ie V erkündigung sos términos hebreos, se predica a veces de hom­
des H eils beim E vangelisten Lukas, Mz o 1. (1976), es­ bres (Jue 3, 9; 12, 3; 2 Esd 19, 27); corrientemen-
pecialmente 96-154; H. Haerens, acariÍQ et awTtiQÍa: te ocDxf|Q es una denominación que se aplica a
Studia Hellenistica 5 (1948) 57-68; Hahn, H oheitsti- Dios, como vemos en Is 12, 2; Bar 4, 22; Sal 23,
tel, índice analítico s.v. otjj^eiv; H. Kasper, G riechis- 5; Miq 7, 7; Hab 3, 18; Jue 9, 11; Est 5, 1; Eclo
che Soter-V o rstellu n g en a n d ihre Ü b e m a h m e in da s 51, 8; Sab 16, 7; 1 Mac 4, 30; 3 Mac 6, 29. En los
p o litisc h e L eb en R om s, tesis Mainz 1959; H. Linssen, SalSl Dios es a(oxr|Q por ser el auxiliador de los
© E Ò ç a w t r i Q : JLW 8 (1928) 1-75; S. Lyonnet, D e vo­ piadosos (3, 6; 8, 33; 16, 4) y de Israel (17, 3), al
c a b u lá rio re d e m p tio n is, Roma 1960; K. Prümm, que ha de enviar el Mesías. Dios es el creador y el
H errsch erku it u nd NT: Bib 9 (1928) 3-25, 129-142,
O (üxf|0 , Sib III, 35. Filón llama a Dios con fre-
289-301; J. Th. Ross, The C onception o f atOTtiQÍa in cuencia ocaxfiQ. También los rollos de Qumrán
the NT, Chicago 1947; J. Salguero, C onceito biblico di
salvezza-liberazione: Angelicum 53 (1976) 11-55; J.
expresan esta confianza. Dios fue el auxiliador de
Scharbert, H e ils m ittle r im A T u n d im A lte n O rient, Israel en su historia pasada (IQM 10, 4; 14, 4; 18,
Freiburg i. Br. 1964; W. Staerk, Soter. D ie b ib l E rlõ- 7). Ahora Dios salva a los pobres y los piadosos
sererw artung ais religionsgeschichtliches P roblem (2 (IQH 2, 32.35; 5,18; IQM 14,10; IQS 10,17) y
vols.), I, Gütersloh 1933; II. Stuttgart 1938; G. Voss, a la comunidad entera. Ella es «el pueblo de la re-
D ie C h ristologie d e r lukanischen Schriften in G rund- dención de Dios» (IQM 1, 12; 14, 5). Por el con­
zü g e n . Paris 1965, 45-60; para más bibliografia, -> trario, en la LXX el Mesías no es designado nun­
aw^to, cf. además ThWNT X, 1276. ca de manera clara y distinta como amxrip. Zac 9,
9; Is 49, 6; 4 Esd 13, 26 pueden entenderse, a lo
1. En el NT, acorriQ designa 8 veces a Dios sumo, como insinuaciones.
(Lc 1, 47; luego en Ias cartas tardias 1 Tim 1,
1; 2, 3; 4, 10; Tit 1, 3; 2, 10; 3, 4; Jds 25).
3. En el NT el uso que se hace de acoxf|p
aoitriQ se predica 17 veces de Cristo. Con ex-
está influido primeramente por el AT; así su­
cepción de Flp 3, 20, otoxriQ vuelve a apare­
cede en Lc 1, 47 (Hab 3, 18), que es parte de
cer ya a modo de fórmula en textos algo tar­
un salmo extensamente influido por el AT. La
dios (Lc 2,11; Jn 4,42; Hech 5, 31; 13,23; Ef
repetida mención de Dios como ocoxf|0 en Ias
5, 23; 2 Tim 1, 10; Tit 1, 4; 2,13; 3, 6; 2 Pe 1, Pastorales sigue probablemente la manera de
1.11; 2, 20; 3, 2.18; 1 Jn 4,14). Latraducción expresarse dei judaísmo helenístico. Cuando
oscilará entre el término —más bien con acen­
se acentua que Dios es el Salvador de todos
tos negativos- de Redentor y el término -con los hombres (1 Tim 4, 10; Tit 2, lOs), se trata
acentos más bien positivos y sobre todo esca- quizás de una reacción contra una gnosis que
tológicos- de Salvador. divide a los seres humanos en elegidos y ré-
2. Todo el que salva (-<■ otít^w), puede ser Ua- probos; de manera semejante, 1 Tim 1, 1 y Tit
mado salvador (ooixriQ). En el griego profano se 1, 3 ensenan la universalidad de la salvación.
1657 a<jL)Tf]Q 1658

En la doxología de Jds 25 se llama ocdttíq al to sugeriría que la cristología ha progresado y


Dios único. Con la adición «por medio de Je- se ha fijado. ooottiq se ha convertido en título
sucristo» se establece la relación con este úl­ que expresa en la Iglesia la dignidad de Cris­
timo; el contexto determina si Jesucristo se to. Está asociado con la afirmación de la divi-
enüende como el Mediador de la redención o nidad de Cristo (1, 1: «por medio de la justi-
bien como el Mediador de la glorificación de cia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo»).
Dios. Es de igual valor, a este respecto, el enuncia­
Flp 3, 20 es el texto más antiguo dei NT en do de 1, 11: «el reino eterno de nuestro Senor
el que a Cristo se le llama ocottiq. Sin embar­ y Salvador Jesucristo»; de un tenor parecido
go, este título no se atribuye al Cristo históri­ son los textos de 2, 20; 3, 2.18. Mientras que
co, sino al Cristo esperado como Consumador la doxología, en el NT, suele estar dirigida a
escatológico. Pablo no formula probablemen- Dios, aqui (3,18) se dirige «al Senor y Salva­
te este enuneiado en un sentido dogmático dor Jesucristo».
acentuadamente elevado (por ejemplo, en Asimismo, en Lc 2, 11 el título de acorfiQ,
oposición al culto dei emperador), sino más referido a Cristo, representa una cristología
bien como una construcción paralela a sus más tardia. La confesión cristológica de la
frecuentes enunciados acerca dei o íú Ç e i v y de Iglesia se ha compendiado en Ias palabras dei
la ocoTtiQÍa por medio de Cristo. Ef 5, 23 ángel: «Hoy, en la ciudad de David, os ha na-
(una carta post-paulina), que explica funcio­ cido el Salvador, que es Cristo el Senor». En
nalmente acüxfiQ, utiliza quizás un título acu- la predicación de los apóstoles en Hech 5, 31
nado ya con anterioridad. Como Cabeza dei aparece (como ya en Rom 1, 4) el symbolum
Cuerpo, que es la Iglesia, Cristo es su Salva­ que habla de la muerte y exaltación de Cristo
dor. É1 se entrega por la Iglesia para «santi­ («a él Dios le exalto a su derecha como Prín­
ficaria», es decir, para sacaria dei mundo y cipe y Salvador»). Otra parte de la confesión
conducirla al âmbito de Dios (Ef 5, 2.25s). de fe (Rom 1, 3) se eseucha en la predicación
Asimismo, según Ef 2, 5.8, la Iglesia está ya de Pablo en Hech 13,23: «De la descendencia
salvada. La salvación no se aguarda esca- de David, Dios suscito a Jesús como Salvador
tológicamente, sino que se encuentra ya pre­ para Israel, según lo había prometido». El tí­
sente. tulo de ocüxfiQ compendia aqui casi toda la
En Ias Pastorales (que son cartas post-pau- obra de Cristo.
linas), ocoTTiQ es un título acunado para Cris­ Según Jn 4, la revelación de Jesús se consu­
to. «La gracia concedida desde tiempos eter­ ma en la confesión de la Samaritana: «Noso-
nos ha sido revelada ahora por medio de la tros sabemos que éste es de verdad el Salva­
manifestación de nuestro Salvador Cristo Je- dor dei mundo» (v. 42). Todo lo de hasta en-
sús» (2 Tim 1, 10). Aqui, lo mismo que en tonces había sido provisional. Ahora se da el
otros textos (Tit 1, 4; 2, 13; 3, 6), aparece absoluto cumplimiento y consumación. El tí­
acjxfiQ en el contexto de términos dei lengua- tulo de ou)TT)0 Toü jtóopou se había origina­
je cristiano helenístico, inspirados especial­ do en la proclamación (grecorromana) dei
mente en el culto al emperador (èicicpáveia, emperador. Pero será difícil que el cuarto
[iéyaç •&EÓÇ, qji^tav&gcoiría). Puesto que la Evangelio lo emplee en sentido polêmico y
LXX no designa al Mesías como otutriQ, en antitético contra el culto al emperador. Es un
el lenguaje de Ias Pastorales hay probable- título que se deriva dei Evangelio de Juan,
mente un eco dei lenguaje de los cultos hele- porque este evangelio proclama con énfasis
nísticos. que la redención abarca al mundo entero (1,
El título de 0(üxf|Q aplicado a Cristo apare­ 1; 3, 16s; 6, 33). El título se repite en 1 Jn 4,
ce repetidas veces en la Carta segunda de Pe­ 14: «EI Padre envió al Hijo como Salvador
dro, un pseudoepígrafo que data probable- dei mundo». El contexto acentúa la universa-
mente de los alrededores dei ano 100 p.C. Es­ lidad y la certeza de la redención. Como el
1659 a(OXf)Q - OCÜTTlQia 1660

Evangelio de Juan, vemos que la Carta prime- tuada por los dioses- de todos los peligros posi-
ra de Juan (2, 2; 4, 9) se refiere también al bles, finahnente también del poder de la muerte
mundo entero. (CorpHerm 7, Is). En Ias religiones mistéricas el
mystes (o «iniciado») adquiere participación en la
K. H. Schelkle salvación del dios (Fírmico Materno, ErrProfRel
22, 1: «iTened confianza, oh iniciados! Puesto
que el dios está salvado, se nos concederá tam­
a o )T f|Q Ía , a ç , soteria redención, salva- bién a nosotros la salvación de todas Ias penali­
ción* dades»). Sin embargo, en los mistérios, el sufri-
miento y la salvación del dios no son la causa de
1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ la salvación del mystes, sino únicamente su mo­
cado en los grupos de escritos dei NT. delo.
BibL: ->■otoTiÍQ
3. En el NT el término ooattiQÍa procede
1. En el NT ocotriQÍa aparece frecuentemente ante todo el AT, como se ve con claridad por
en Ias Cartas (14 veces en Ias Cartas paulinas, la frecuencia con que este término aparece en
4 en Ias Deuteropaulinas, 7 en Hebreos y 6 en citas del AT (así en Lc 1, 69; Hech 13, 47; 2
Ias Cartas católicas), 3 veces en el Apocalip- Cor 6, 2a; Flp 1, 19; 1 Tes 5, 8; Heb 5, 9). En
sis, 4 en Lucas, 6 en Hechos; el término apa­ Hech 7, 27; 27, 34, omxTiQÍa se entiende co­
rece también en Jn 4, 22; Mc 16, 8 v.l. mo salvación o «liberación» en el sentido que
el término tiene en la historia profana. En Lc
2. El término y el concepto de ocoTT)QÍa, en el 1, 69 (conforme a los paralelos veterotesta-
NT, proceden primeramente y de manera princi­ mentarios del Sal 18, 3 y 1 Sam 2, 10) y en Lc
pal de la LXX, donde ocoTTiQÍa es la circunlocu- 1, 71 (conforme al paralelo del Sal 106, 10)
ción helenística para describir diversos equiva­
acoxTjQÍa significa ante todo la liberación me-
lentes hebreos. Tanto en un caso como en otro,
los términos significan «ayuda, redención, salva- siánica de la mano de los enemigos naciona-
ción» por los hombres o por Ias circunstancias, les. En Lc 1, 77 aooxr|QÍa es la redención del
frente a los limites existentes en todo ello, pero pueblo, que se ve libre de su pecado. Esto ha-
luego significan también la salvación por Dios. brá que decirlo también, al menos en sentido
acúxqQÍa puede designar una acción general de inicial, de Lc 19, 9. En todo caso, en 2 Cor 1,
Dios, pero también su acto particular. omxTiQÍa 6; Flp 1, 19, ocoxqpía significa la salvación
significa la liberación de manos de los poderes
malignos, finalmente la redención en el juicio es- de Ias tribulaciones actuales.
catológico y luego la salvación escatológica dei Por lo demás, ocoxtiQLa es habitualmente la
mundo (Jdt 8, 17; Sab 16, 6; 18, 7; Eclo 16, 1; 1 salvación en el sentido sobrenatural y escato­
Mac 5, 62). A este último enunciado llegan Ias lógico. Entre estos textos, los más importan­
partes tardias del AT como Is 49, 6 (= Lc 2, 32; tes son los de Pablo. «El evangelio es poder
Hech 13, 47). El Siervo de Dios será «luz de Ias de Dios para la salvación de todo el que cree»
naciones»; «la salvación de Dios llegará hasta los (Rom 1,16). acüXTiQLa es aqui la salvación es­
confines de la tierra». En la apocalíptica se inten­
sifica el contenido escatológico del término (Tes- catológica del mundo entero. En esta ocott)-
Jud 22, 2; TestNef 8, 2; TestGad 4, 7; 5, 7; 8, 4; QÍa se halla incluido Israel (10, 1), y es una
TesfBen 9, 2). Son comparables: IQM 1, 5; 13, salvación que se concede también a Ias nacio­
13; IQH 15, 16; Los rescatados pueden contem­ nes (11, 11). La salvación consiste en la justi-
plar la salvación de Dios. La comunidad es «el cia concedida por Dios (10, 10). 13, 11 habla
pueblo de la redención de Dios» (IQM 1, 12; 4, de «nuestra salvación», que está ahora más
5). Dios concede etema salvación (IQM 18, 9). cerca de nosotros que en el tiempo en que lle-
Lo mismo que ^ acóÇo), vemos que ocoTqpía gamos a la fe. En los textos de 2 Cor 1, en los
es un término usado frecuentemente en el griego
extrabíblico. La salvación puede proceder de que Pablo refiere emocionalmente cómo él se
hombres o de circunstancias naturales. aojXTiQÍa vio salvado hace poco de un peligro mortal
puede significar el «bienestar» en general. En el (1, 10), el término omtriQLa se refiere más
âmbito religioso, acüxqgía es la salvación —efec- bien al tiempo presente, una salvación que.
1661 acoTTiQia 1662

claro está, llega en el futuro a su meta defini­ pora el texto anterior de 1 Tes 5, 9. Esta elec-
tiva. Las tribulaciones actuales dei apóstol su- ción es una certeza dei MT (Rom 8, 29s; Ef 1,
ceden «para consuelo y salvaciôn» de toda la 4). La elección encuentra su meta en la libera­
comunidad (1, 6). Unas palabras de Is 49, 8 ción, en la salvaciôn, que desde toda la etemi-
(«En el día de la salvaciôn te ayudé») las in­ dad Dios quiere y proyecta concedemos. En
terpreta Pablo; «Ahora es el día de la salva- su ejecución, se unen la acción de Dios a tra­
ción» (6, 2b). La tribulación que es conforme vés de su Espíritu santificador y la obediência
a la voluntad de Dios produce «penitencia que de la fe puesta por el creyente redimido.
conduce a la salvaciôn». Esta salvaciôn se en- Son enunciados a manera ya de fórmulas (1
cuentra presente ya ahora y se consumará en Pe 1 ,22s; 2 Pe 1, 12). A manera de fórmula es
el tiempo escatolôgico. también el concepto de oooTTiQÍa en 2 Tim 2,
En la Carta a los filipenses Pablo habla de 10; «Todo lo soporto por amor a los escogi-
la calamidad actual dei cautiverio. Pero él sa­ dos, para que también ellos obtengan la sal-
be (Flp 1, 19) que esa calamidad «resultará vación en Cristo Jesús y con ella gloria eter­
para ía/vacfdn» (cf. Job 13, 16LXX). «Salva- na». El sufrimiento dei apóstol se convierte
ción» significa liberación de las circunstan­ en bendición para la comunidad (2 Cor 1, 6).
cias calamitosas, pero también experiencia de La salvaciôn fue obtenida por Cristo y fue
la salvaciôn definitiva. La firmeza y perseve- concedida graciosamente por él, y es gloria
rancia que une a la comunidad con el apóstol, etema. Las Sagradas Escrituras «son capaces
es para ésta «una demostración de la salva- de instmir para la salvaciôn por medio de la
ción que procede de Dios» (Flp 1, 28). En to­ fe en Jesucristo» (2 Tim 3, 15). En 2 Tim 3,
do ello se hace referencia a la consumación 16 se describe el valor, la dignidad y el efecto
escatológica. Ahora, en la ausência dei após­ de la Sagrada Escritura, y aqui se expresa el
tol, la comunidad debe esforzarse por su pro- alto aprecio en que el judaísmo primitivo te-
pia «salvaciôn con temor y temblor» (2, 12s). nía a las Escrituras. Elias ensenan y equipan
En 1 Tes 5, 8.9 Pablo explica la razón, el con- para toda obra buena y conducen finalmente a
tenido y la meta de la ocotqpía: Muriendo la salvaciôn. Esta salvaciôn es la meta que se
por nosotros. Cristo obtuvo la salvaciôn a la alcanza por la fe en Jesucristo.
que Dios nos ha destinado. Pablo explica la Para la Carta a los hebreos omxTiQLa es un
imagen de las armas con las que hay que término importante. La perdición previamente
equiparse mediante la tríada ciistiana de la fe, existente está caracterizada por el pecado (1,
la esperanza y el amor. La esperanza de la sal- 3; 2, 17) y la muerte (2, 14s; 9, 27s). La sal-
vación es como un casco. vación fue prometida al Antiguo Pacto (9, 1)
Ef 1, 13 explica el proceso por el que se lle­ y se hizo real en la obra salvífica de Dios por
ga a la fe: En Cristo «escuchasteis la palabra medio de Jesucristo (5, 9; 9, 12). Los que han
de la verdad, el evangelio de vuestra salva- sido llamados son santificados en la fe (3, 1);
ción». Así como la palabra comunica la ver­ ésta será perfeccionada en la segunda mani-
dad ensenada por ella, así también el evange­ festación de Cristo para la salvaciôn en la he-
lio no sólo da noticia de la salvaciôn, sino que rencia etema (9, 15; 12, 22s). La voluntad de
la produce. El proceso de llegar a la fe se con­ la gracia divina se dirige al hombre. Los án-
suma al ser sellados con el Espíritu Santo. El geles están equipados para el servicio de los
estilo hímnico de la Carta a los efesios em- que han de obtener la salvaciôn (1, 14). En es­
plea enunciados solemnes, probablemente ta hora actual dei mundo se ofrece la salva-
acunados ya con anterioridad. Quizás hay in­ ción. Los que la menosprecien incurrirán en
fluencia de Rom 1, 16. Lo mismo habrá que el juicio (2, 3). Dios ha consumado ya por
decir de 2 Tes 2, 13: «Dios os ha escogido medio dei sufrimiento «al líder de la salva-
desde el principio (^como primicias?) para la ción» (2, 10). Y, así, él, como sumo sacerdote
salvaciôn, en la santificación por el Espíritu y eterno, se convirtió en autor de etema salva-
en la fe en la verdad», un versículo que incor­ ción para todos los que le obedecen (5, 9s).
1663 OtOTT^pia 1664

La carta exhorta encarecidamente, pero está Miguel y sus ángeles (12, 10). El triunfo ce­
convencida de que los oyentes «conservan lo lestial resuena igualmente después de la eaída
mejor y la salvación». Cristo se manifestará de Babilônia (19, 1).
por segunda vez sin pecado, para salvación de Finalmente se mencionarán textos dei
aquellos que le aguardan. Esta palabra com- Evangelio de Lucas y dei libro de Hechos, así
pendia todo el don escatológico (9, 28). Entre como dei Evangelio de Juan, en todo lo cual
los testigos de la fe se menciona a «Noé, que habrá que preguntarse hasta qué punto se ex-
construyó un arca para la salvación de su fa ­ presa en ellos una interpretación teológica ya
mília» (11, 7). Por consiguiente, la ocotTiQÍa posterior. Jesús da como razón de su perma­
se limita en este caso a la hora histórica de nência en la casa de Zaqueo (Lc 19, 9): «Hoy
aquel entonces. ha llegado la salvación a esta casa». Zaqueo
En la Carta primera de Pedro, el término es pecador. Pero Jesús, con su palabra y con
ocoxqQÍa adquiere diversa acentuación. La su acción, vence el mal. La salvación es una
salvación está preparada «para ser revelada realidad presente para toda la casa. En el libro
ahora en los últimos tiempos» (1, 5). La con- de Hechos se emplean a menudo Ias palabras
sumación está próxima. La expectación de la ocpÇco y ocoxTiQÍa. En Hech 7, 25 ocoxqQta
cercania sigue inquebrantada. La salvación significa la posibilidad de antano de que Moi­
está ya presente y es una promesa para cada sés liberara al pueblo de Israel. En 27, 34 el
persona. Ya desde ahora «lleváis la meta de término se usa en sentido profano, para refe-
vuestra fe, la salvación de Ias almas» (1, 9). rirse a que Pablo se salvó dei naufragio. En
Los profetas vaticinaron la salvación, y los los demás casos, el término tiene el sentido
ángeles anhelan veria (1, 10.12). Esto signifi­ -m ás profundo- de la salvación escatológica.
ca la grandeza de la salvación. Los recién La otüXTjQÍa se proclama ahora (4, 12) como
bautizados deben «crecer para la salvación» la palabra de la salvación (13, 26.47; cita se-
(2, 2). Es la meta, ahora y definitivamente. Es gún Is 49, 6, que aparece también en Lc 2,
«la imperecedera herencia celestial» (1, 4). 32). La salvación se experimenta sobre todo
Los amados deben «entender» la demora de en el perdón de los pecados. Ahora hay que
la parusía «como salvación», porque esta de­ aprovecheurse de ella; pero tendrá su plenitud
mora concede tiempo y posibilidad para con­ en el futuro (Hech 4, 12). La proclamación es
seguir aún la salvación (2 Pe 3, 15). La salva­ el camino para la salvación (16, 17).
ción es gracia y consumación en sentido am­ En Jn 4, 22 dicen Ias palabras de Cristo;
plio. Judas escribirá «sobre nuestra salvación «La salvación viene de los judios». El Mesías
común» (v. 3). Se acentua la universalidad de procede de Israel. Pero hace que en todas par­
la salvación. La salvación no se reserva, como tes se adore al Padre en Espíritu y en verdad
en Ias religiones mistéricas, para algunos ini­ (4, 23). Algunos comentaristas cuestionan en
ciados, o, como en la gnosis, para personas parte la originalidad de esta frase y afirman
especialmente elegidas, sino que se concede que se trata de una glosa posterior. Estaria en
al mundo. Se hará realidad como liberación contradicción con el juicio que emite el Evan­
en el juicio final (v. 23). gelio de Juan sobre la incredulidad de los ju­
En el Apocalipsis, acuxTiQÍa significa la li­ dios, en 8, 17.41-45: 10, 34; 13, 33 (asi R.
beración de la Iglesia de la prolongada tribu- Bultmann, Das Evangelium des Johannes^°
lación. Los liberadores son Dios y el Cordero. [KEK], 139 nota 6). Sin embargo, el Evange­
En el delo se les atribuye la salvación en Ias lio de Juan (2, 23; 8, 31; 10, 21; 11, 45; 12, 9-
alabanzas que se les tributan después de la 11) conoce también judios creyentes; cf. Rom
preservación dei pueblo de Dios (7, 10). «La 9, 4s. Por tanto, es posible la frase de que «la
salvación y el poder y el reinado de Dios» son salvación viene de los judios» (cf. H. Thyen
proclamadas, después de la guerra en el delo en FS Bomkamm, 163-184).
y de la victoria obtenida sobre el dragón por K. H. Schelkle
1665 otoTTÍQiov - aroqjQOOuvT] 1666

(TírtTlíjQlOV, OD, TÓ sõtêrion salvación, li- Ias Cartas paulinas y Ias Deuteropaulinas; en
beración Ias primeras, los eschata son todavia futuros;
-> aooTiíeioç, en Ias segundas, se han cumplido ya. Esto se
aplica en todo caso a Tit 2, 11; «Se ha ma­
nifestado la gracia de Dios para la salvación
afOTtjQiOÇ, 2 sõtêrios saludable, que trae (fj to n #Eon awxfjQioç) de todos los
salvación* hombres». Esta gracia nos guia hacia la con-
acoxiÍQiov, on, tó sõtêrion salvación, libe- ducta moral, tal como se describe en una tabla
ración* de deberes. «Así aguardamos la feliz esperan­
1. Aparición en el NT - 2. Derivación - 3. Signifi­ za y la manifestación de la gloria dei gran
cado. Dios, nuestro Salvador (amxfjpoç) Jesucris-
Bibl.: ocdttiq; además: H. J. Hauser, Strukturen to» (2, 13).
der Abschlufierzãhlung derApg (Apg 28, 16-31) (An- K. H. Schelkle
Bibl 86), Roma 1979, especialmente 119-124.

1. El adjetivo ototrieLOÇ aparece en Tit 2, atoqjQOvéra sõphroneõ ser razonable /


11. El sustantivo neutro xò ocoxqQiov se en- sensato
cuentra en Lc 2, 30; 3, 6; Hech 28, 28; Ef 6, acoqjQoaúvq.
17.
2. El adjetivo otüxr|Qioç se emplea en griego (T(oq)QOVÍ^(0 sõphronizõ poner a uno en
con toda la extensión de significados propia dei razón, exhortar
término ->• otpÇw. En la LJQC, en la que se em- ao)q)Qoo'üVTi.
plea a menudo, significa «lo que trae salvación /
liberación», especialmente «el sacrifício de sal­
vación»; así también últimamente en Eclo 35, 1; OQHpQOVMT^ÓÇ, OV, Ó sõphronismos ex-
47, 2; 1 Mac 4, 56. En el TestXII el término se hortación, autodisciplina
usa de manera principal para referirse sencilla-
->• omtpQoaúvT].
mente a la salvación de Dios; así en TestBen 9, 2;
TestDan 5, 10; TestSim 7, 1.
CTCOtjpQÓVMÇ sõphronõs (adv.) con sensa­
3. En el NT el término se usa en la historia
tez, con autodisciplina
de la infancia según el Evangelio de Lucas, en
-> OCOtpQOOÚVT].
la cual se emplean también con cierta prefe-
rencia Ias palabras afines ->■ ocdxt|Q y oco-
XTipia. Simeón dice en el salmo que aparece OíiXpQOffVVH sõphrosynè buen juicio, sen­
en Lc 2, 30: «Mis ojos han visto tu salva­ satez, moralidad*
ción». La salvación es el Mesías que se mani- ocoq)QovÉ(o sõphroneõ ser razonable / sen­
fiesta en el nino. En el fondo se halla el texto sato*
de Is 40, 5: «Alas naciones se les envio la sal­ ocotpQOViÇto sõphronizõ poner a uno en ra­
vación de Dios», un pasaje que se cita en Lc zón, exhortar*
3, 6 y que también se escucha en Hech 28, 28. ocoqjQoviapóç, oõ, ó sõphronismos exhor-
El eco de Is 59, 17 («casco de salvación») re- tación, autodisciplina*
suena en 1 Tes 5, 8 («cubiertos con la coraza ocuqpQÓvtoç sõphronõs (adv.) con sensatez,
de la fe y dei amor»), donde la salvación es el con autodisciplina*
contenido de la esperanza, y en E f 6, 17 ocóqpQCOV, 2 sõphrõn juicioso, prudente, au-
(«jPoneos el casco de la salvaciónl»), donde todisciplinado*
la salvación, lo mismo que en 1, 13, se en- 1. Aparición en el NT, etimologia - 2. Salud de la
tiende ya como presente. La diferencia co­ mente- 3. Control de sí mismo y moderación- 4. Sen­
rresponde probablemente a la que existe entre satez, moralidad.
1667 OCDCpQOOWrj 1668

B i b l : U. Luck, aécpQcov, en ThWNT VII, 1094- rrectivo en la medida (->■ pétQ O v) de la fe


1102 (bibl.); H. F. Noith, Sophrosyne, Ith a ca (N. Y.)
concedida a cada uno por Dios, y se supera en
1966; Spicq, N o te s II, 867-874; A. Võgtle, D ie Tu-
g en d -u n d L a sterka ta lo g e im N T , Münster i. W, 1936, la renovación dei voüç (Rom 12, 2).
índice analítico í .v.; S. Wibbing, D ie Tugend- u n d L a s ­
terkataloge im N T , Berlin 1959. 4. En la tradición filosófica (cf. North) que
se halla entremezclada de manera equilibrada
1. En el NT Ias palabras de este grupo apa- y ecléctica en el NT, y que se debe en parte al
recen un total de 16 veces, diez de Ias cuales judaísmo de la Diáspora, la ococpQoaúvri es el
se encuentran en Ias Pastorales, y en ellas dominio ejercido por la mente (vonç) sobre
principalmente en catálogos de deberes de es­ los impulsos vitales: una de Ias cuatro virtu­
tado. El grupo se deriva dei adjetivo oró- des cardinales que se oponen al desenfreno
cpQCov, que contiene Ias raíces ocnç y cpQr|v, y (cf. Võgtle, 58-72; Wibbing, 15-33). Esta vir-
está influido por la mentalidad griega. La me- tud se exige en «espejos de soberanos» y en
jor manera de entender su amplitud de signifi­ ensenanzas sobre los deberes profesionales
cados, que es muy extensa, es consideraria en (cf. Võgtle, 73-81). Así, por ejemplo, el obis-
contraste con los conceptos opuestos (pavía, po debe ser sensato: 1 Tim 3, 2; Tit 1, 8
tíPQLÇ, àxoXaaía-, ->■2-4). (acócpQCüV en la combinación estereotipada
con xóapioç y ôÍKaioç). Esta cualidad cabe
2. El significado fundamental de estar men­ esperaria de Ias personas mayores: Tit 2, 2
talmente sano se ha mantenido en Mc 5, 15 (otÍKpQCOV asociado aqui, lo mismo que en
par. Lc 8, 35 en el verbo ocoqpQOvsco, estar en otras partes, con OEpvóç); pero también los
sus cabales, ser normal -por contraste con los más jóvenes deben ser moderados (oooqpQO-
actos de demencia dei poseso, descritos en vÉcü, Tit 2, 6). Las mujeres mayores deben
Mc 5, 3-5-. En Hech 26, 25, Pablo, recurrien- instar a las más jóvenes a que lo sean: Tit 2,
do a un tópico dei lenguaje apologético (cf. 4s (el factitivo ouxjpQOvíÇo) tiene aqui el sen­
Acta Appiani: PapOxy 33, IV lOss; Justino, tido debilitado de exhortar), y en su contexto
Apol 13, 2ss), se defiende contra la imputa- ocúqjQCOv en el v. 5, junto a áyvóç, referido a
ción de [xavía, afirmando que sus palabras mujeres, puede significar aqui el ser recata­
daban testimonio de acoqjQooúvTi. En 2 Cor das, castas. En consonância con ello, oco-
5, 13 acoqpQovéco se contrapone al éxtasis (->• cpQOOÚvq designa la honestidad feraenina; en
E^ÍOTTlpi 3). 1 Tim 2, 9 en paralelo con aiôtóç para referir-
se al omato de la mujer, y en 2, 15 con res-
3. Semejante a la oposición entre atoqpQO- pecto a la vida como madre de familia.
VÉ(0 y p a ívo p a i (cf. Bauer, Wõrterbuch, Pero hay que ir más allá de las exhortacio-
1587) es el contraste que existe entre acotpQO- nes. Y nos preguntaremos qué es lo que fija la
véco e üpQiç. Rom 12, 3 emplea un juego de norma para la oaKpQooTJVT] cristiana: ^las le-
palabras para hacer la siguiente exhortación: yes o la razón orientada por la naturaleza (fi­
pf) fiJtEQtpQovetv jtap’ ô ôei (ppovelv, àXXà losofia griega) o la sabiduría adquirida por las
cpQOVEiv Etç TÒ atüçpQOVEiv, es decir: no ten­ ensenanzas de la Torá (judaísmo de la Diás­
der con arrogancia a algo que no está bien, si­ pora)? Tit 2, 12 menciona una vida razonable
no tender a la moderación y al autocontrol. (advérbio acoqpçóvooç) junto a otras dos virtu­
En vez de aspirar a dones de gracia más 11a- des tradicionales; esa vida consiste en renun­
mativos y que se hayan concedido a otros, los ciar a los deseos mundanos, una cuestión en
romanos deben hacer lo que sea apropiado y la que la gracia de Dios, manifestada en Cris­
esté bien para cada uno; una antigua defini- to, nos instruye. 2 Tim 1, 7 habla incluso dei
ción de la acoqjgoaúvq (Platón, Charm 161b), espíritu -concedido por Dios—de autocontrol
cf. 1 Tes 4, 11. Aqui el elemento específica­ (atnqpQ oviapóç entendido aqui, no como una
mente cristiano es que la hybris tiene un co- actividad, sino como resultado de ococpQO-
1669 oü3cpQoaDvr| —acocpçcov 1670

víÇ(o). Por consiguiente, cuando Ias Pastora- ximidad de ooKpQCüV; cf. Sib Frgm. 3, 41:
les adoptan un ideal helenístico, lo interpretan èxvqrpai x a l omqjQOva itgòç voüv zk^zlv).
refiriéndolo a su significado en la historia de Significa que hay que desligarse de los dese-
la salvación. También Filón (cf. All I, 63ss) y os humanos (cf. 1 Pe 1, 13s; 2, 11; 4, 2ss) al
Sab 8, 7; 9, 11 saben que Ias virtudes tradicio- mismo tiempo que uno se orienta hacia el
nales tienen su origen en la sabiduría divina. mundo de Dios que está llegando. No se trata
Tit 2, 12s muestra que la sensatez no signi­ de una crítica contra el «frenesi escatológico»
fica acomodarse al entorno cívico que nos ro­ (como piensa Luck, 1099s; Spicq, 867s).
dea, sino que va acompanada de la expecta-
D. Zeller
ción de la parusía. Este contexto escatológico
se hace más pronunciado en 1 Pe 4, 7, donde,
en vista de que el fin está próximo, se exhor-
ta a ser sensatos (aoristo de acoqjpovéco; ob- aÓHpçtOV, 2 sõphrOn juicioso, prudente,
sérvese también ->■vf|qp(ü, con el término afín autodisciplinado
vqcpáltioç en 1 Tim 3, 2 y Tit 2, 2 en la pro- ^ OCOqjQOOÚVT].
1671 1672

Tt

T a^éQ va, a ç , tabem a tienda, posada, chen 1968, 339-358; PGL j. v.; H.-H. Schade, A p o -
kalyptische C hristologie bei P aulus(GTA 18), Gottin­
despacho de bebidas* gen 1981, 36s, 95-98, 202s; E. Schendel, H errsch a ft
El préstamo léxico (dei latín tabema) apa­ und Unterwerfiing C hristi (BGBE 12), Tübingen 1971,
rece en el topónimo -> TpeTç rap ép v ai. El 10-12; Volz, E schatologie, 256 H.-A. Wilcke, D a s Pro-
blem eines m essianischen Z w ischenreichs b e i P aulus
término latino taberna significa una tienda o
(AThANT 51), Zürich-Stuttgart 1967, 76-85.
(frecuentemente) un despacho de bebidas o
una posada (sobre todo junto a Ias grandes En el NT xáyp,a aparece únicamente en 1
vias de comunicación), a menudo con la con- Cor 15, 23: êxaoxoç ôè èv xcõ lôítü xáypaxt.
notación de una dudosa fama. T. Kleberg, Ho­ a) 1) La interpretación de los vv. 23s como
tels, restaurants et cabarets dans Vantiquité si se hablara de tres clases de resurrección
romaine (BEUU 61), Uppsala 1957, 19ss, (Bauer, Lietzmann) falia por el significado de
29ss, 63ss; Pauly, Lexikon V, 478s. xÉXoç. 2) Da una interpretación contraria
Wilcke, 83s (cf. Schendel, lOss). El v. 23a ha-
T a P i d á Tabitha Tabita* bría que relacionarlo con el v. 22; Todo hom-
En Hech 9, 36.40 se menciona a la discípu­ bre pertenece o bien al grupo representado
la Tabita de Jafa, que se distinguía por Ias por Adán, o bien al grupo constituido por
buenas obras que bacia con los pobres (v. 36) Cristo. Esta comprensión falia teologicamen­
y con Ias viudas (v. 39), y que fue resucitada te por el hecho de que Pablo considera que
de la muerte por Pedro (vv. 38-41). La orden también los cristianos, en su existência terre­
dada por Pedro; TaPi'&á, àváaxir&i (v. 40) se na, se ven afectados por el destino de muerte
aproxima a lo que se dice en Mc 5, 41 (-► xa- de Adán, y falia sintácticamente por el hecho
Ài'da xonp, v.l. xaPL'0'a, #apixa, tabea-, cf. E. de que con àjraQ x tl X qioxóç comenzaría una
Nestle: ZNW 9 [1910] 240). TaPi'0á corres­ oración principal innconexa e incompleta. Por
ponde al arameo taby‘ta ’, fb itã ’, que significa lo demás, xáYp.ot no tiene sólo el significado
«gacela»; de ahí que se ofrezca también (en de «grupo», como puede verse por los diccio-
los vv. 36.39) su equivalente griego, que es -> narios. Lo mismo que ->• xá^iç (cf. Hen [gr] 2,
A oqxóç, un equivalente que se indicaba ya 1), xáypa designa el resultado de -»• xáooo),
probablemente en la fuente utilizada por Lu­ y adquiere en el aspecto local el sentido de
cas. Billerbeck II, 694; BHH BI, 1923; Haag, «puesto», cf. 1 Ciem 37, 3; 41, 1, y en el as­
Diccionario, 1898; E. Haenchen, Die Apostel- pecto temporal el sentido de «secuencia», cf.
geschichte^ (KEK), sub loco-, TRE III, 609. Herm [s] 8,4, 2ss. «Está bien claro que Pablo,
por medio de ÒJtaQxií ~ ÊJteixa - elxa quiere
indicar una secuencia temporal» (Luz, 341).
táynot, atoç, TÓtagma orden, secuencia* De ahí se sigue:
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s. u; J. Baumgarten, Pau- b) xáYp.a en 1 Cor 15, 23 se refiere a la se­
lu s u n d d ie A p o ka lyp tik (WMANT 44), Neukirchen-
Vluyn 1975, 99-106; K. Brockelmann, Lexicon Syria- cuencia fijada de los eschata: Resucita «cada
cum , Hildesheim 1966, 816, í.v. gm’; H. Conzelmann, 1 uno según su orden, es decir. Cristo como Ias
C or (KEK), Gottingen ^1981, 329ss; O. Delling, %áy- primicias; luego los cristianos, con ocasión de
|ra, en ThWNT VIII, 31s; F. Froitzheim, Christologie la parusía de Cristo».
u n d E schatologie hei P aulus (FzB 35), Wüizburg 1979,
145-149; Liddell-Scott, s. v.; H. Lietzmann-W. G. Küm- La problemática de este pasaje consiste en
mel, 1-2 C or (HNT), Tübingen ^1969, 80s; U. Luz, D as que el esquema de etapas apocalípticas no co­
G eschichtsverstãndnis des P aulus (BEvTh 49), Mün- rresponde a la doctrina paulina de la resurrec-
1673 TÓYlxa - x á k a vx o y 1674

ción: Cristo ha resucitado ya -Pablo asocia, do: xa)taíjt(UQoç eyò ãvôgcojtoç, «jsoy un
sí, con TÉXoç la destrucción de la muerte, pe- hombre infeliz, desdichadol» TaX.aÍ3to)Qoç
ro no la resurrección universal-. designa el estado en que uno se siente infeliz
R. Bergmeier y, al mismo tiempo, digno de lástima (tí yàQ
EÍpí; xaXaÍJtcopov àv&ptojtáQiov; esta ex­
clamación se refiere a Ias personas que viven
TaxTÓÇ taktos fijado, determinado* únicamente una vida superficial y terrena, pe-
Hech 12, 21: TaxTfj f|[XÉQg, «en el día/ya- ro que están alejadas de lo divino, Epicteto,
do». Diss I, 3, 5; cf. III, 26, 3; IV, 6, 18; JyA 6,5.7;
TestAbr [B] 10; Sab 3, 11; 1 Ciem 23, 3; 2
Ciem 11, Is). En Ap 3, 17 este adjetivo se
TaXaiTCCo^éo) talaipõreO estar abrumado, aplica a los ricos (en Laodicea), que en reali-
sentirse desgraciado; lamentarse*
dad son desgraciados, porque les falta la «ri­
En Sant 4, 9, dirigiéndose a los pecadores y
queza» que es válida ante Dios» (v. 18) (xa-
a los indecisos (v. 8): TaX.auTO)QiíoíaTE, \la-
^aútcoQoç aparece junto a è^esivoç, nxcn/óç,
mentaos/gem id (por vuestra desgracia!) (jun­
xuq)Xóç, Y^pvóç); cf. Sab 13, 10; Sant 5, 1.
to a JiEV&rioaTe x a l nkavaaxz); según los Spicq, Notes II, 876s.
vv. 9b. 10 se trata de que esas personas expre-
sen arrepentimiento y humildad. Según el
contexto, TaXaijtcüQÉco no puede entenderse
takavtiaioç, 3 talantiaios que pesa un
únicamente (como se entiende casi siempre) talento, «pesadísimo»*
en sentido intransitivo, como si designara un
Ap 16, 21: xáXaÇa peYáX.Ti mç xaXavxia-
estado en el que uno se siente desgraciado
ía, «enormes piedras de granizo, pesadas co­
(Josefo, Ap I, 237; Herm [v] 3, 7. 1); M. Di-
mo talentos / ‘muy pesadas’» (cf. Ex 9, 22s).
belius. Der Briefdes Jakobus^ (KEK), sub lo­
El talento en Israel pesaba probablemente
co-, Spicq, Notes II, 875.
unos 34 kg, y en Ias regiones romanas unos
41 kg; tókavTOV 1.
Tai^aiJltOQÍa, a ç , talaipõria desgracia,
calamidad*
Rom 3, 16: ^ oúvtQ ippa x a l raXautcn- tá > ,a v T O V , o v , TÓ talanton talento*
QÍa, «destrucción y desgracia» (cita de Sal Bibl.: H. Chantraine, en Pauly, Lexikon V, 502s.
13, 3 LXX; Is 59, 7 LXX) como consecuencia
de los actos de personas pecadoras (cf. r| ta - 1. El término griego xákavxov significa en
Xain:cogía tóõv ntcaxcõv, 1 Ciem 15, 6 [cita primer lugar «balanza» (está relacionado con xá-
de Sal 11, 6 LXX]). a í taÀauTtoQÍai... a í Xaç, «lo que sustenta, lo que soporta»), y luego
significa también «lo que ha sido pesado / el pe­
èrcEQXopévai (Sant 5, 1) son Ias calamidades
so». La división dei talento en 60 minas, que era
dei fin de los tiempos, que han de venir sobre habitual también en Grécia, senala a Mesopota-
los ricos; precisamente su riqueza y su abuso mia como su lugar de origen. El talento es la ma-
dei poder (vv. 2ss) los entregarán al juicio y a yor unidad de peso, y en lingotes de 30 a 40 kg
la mina (cf. Is 13, 6; Jer 5, 26ss; Am 5, 7ss; representa la carga que una persona es capaz de
Miq 2, 4; Hen [et] 94, 8s; 97, 8ss; Ap 3, 17). trasportar (equivalente más o menos al Z e n t n e r
Spicq, Notes II, 875. alemán o al «quintal» de Castilla; Lutero, en su
traducción dei NT al alemán, lo vierte por Z e n t ­
n e r en Mt 25, 15-28). En la LXX xákavxov sirve

taX,aí}t(it)QOÇ, 2 talaipõros desgraciado, para traducir el hebreo k ik k ã r («círculo»). El ca­


pital que entraba anuahnente en Ias arcas dei rey
afligido, desdichado* Salomón era de 666 talentos de oro (1 Re 10, 14),
En Rom 7, 24, después de la exclamación y el rey Omrí compro el monte de Samana por
dei hombre esclavizado bajo la ley y el peca­ dos talentos de plata (1 Re 16, 24). En la época
1675 TáXavTov - tó^iç 1676

helenística Jonatán pidió al rey Demetrio II reba- T a fiE ÍO v ( t a ^ i i E Í o v ) , o v , t ó ta m e io n


jas en los tributos y prometió a cambio 300 talen­
tos. A grandes rasgos se puede decir que un talen­ (ta m ie io n ) almacén, câmara, habitación
to equivaldría actualmente (ipor lo menos!) a una (oculta)*
cantidad millonaria en monedas actuales. La contracción helenística xapelov, en vez
de la forma (más antigua) xapieTov (ofrecida
2. Hay que tener bien presente este orden sólo por unos pocos manuscritos), se encuen-
de magnitudes, cuando en Mt 18, 24 se habla tra en cuatro pasajes dei NT (cf. además
de un hombre a quien se perdona una deuda Bauer, W õ r t e r b u c h , í.v.; BlaB-Debrunner § 31,
de 10.000 talentos. - Mt 25, 15-28 habla de 2 con la nota 2. xapetov aparece también co­
un capital dei monarca que se divide en por- mo extranjerismo en textos rabínicos ( a m y ô n ) .
ciones de cinco talentos (vv. 15.16.20 [bis]), En Lc 12, 24 el término tiene claramente el
dos talentos (vv. 15.22 [bis] y un talento (vv. sentido de a l m a c é n (junto a -v àjtoOriXT), «si­
24.25.28). Con Ias dos primeras sumas par- lo, granero»; cf. también Dt 28, 8); en los de-
ciales se negocia y se Ias duplica (vv. 20.22. más casos, según el contexto, significa en ge­
28). De esta parábola se deriva el uso de «ta­ neral una habitación interior que queda oculta
lento» para referirse a Ias dotes intelectuales, y en la que no pueden penetrar Ias miradas di­
una acepción que se baila atestiguada por vez rigidas desde el exterior (cf. Gén 43, 30 LXX;
primera en Paracelso (1537). En Lc 19, 13-25 3 Re 22, 25; Is 26, 20 LXX; Eclo 29, 12 [câ­
(jun relato más realista!), que es el lugar para­ mara dei tesoro]): en Mt 6, 6 se habla de la
lelo de Mateo, se distribuyen tan sólo diez mi­ oración en el c u a r t o i n t e r i o r ( r e t i r a d o ) (cf.
nas. - En Ap 16, 21 se ve una vez más que xá- x ^ E Ío a ç xqv Duçav, ev xm XQUJtxtõ. Cf. ade­
X,avToç fue originalmente una unidad de pe­ más 4 Re 4, 33 [oíxoç]; TestJos 3, 3: eioeq-
so: pesadísimas (literalmente, «tan pesadas XÓpEVoç Eiç xò x ap iE io v xXaícuv JtQ ooqn-
como un talento»: -r xaÀavTialoç) eran Ias XÓpT]v Kupíq)); Mt 24, 26 y Lc 12, 3 acen-
piedras de granizo que caían dei cielo. tüan, ambos, el aspecto de lo retirado y ocul­
to; en Mateo se trata dei contraste entre Ias
■ B. Schwank h a b i t a c i o n e s y el desierto, y, en Lucas, dei
contraste entre Ias h a b i t a c i o n e s p r i v a d a s (en
Ias que se intercambian secretos) y Ias azote-
as (como lugares donde todo lo que se dice y
t a l i t h a muchacha, nina* hace es notorio, cf. Is 15, 3; 22, 1; en paralelo
Según Mc 5, 41, Jesús dice a la hija -que con esto se halla el contraste entre axoxía y
estaba «dormida»- de Jairo, presidente de la qjcüç, Lc 12, 3).
sinagoga: xakfOa -> xonp, (palabras en ara-
meo), que a continuación inmediata son tra-
ducidas: «Muchacha -a ti te digo- jlevánta- tafUEÍOV, OU, TÓ t a m i e i o n almacén, câ­
te!» (Õ EOTIV p ,£ 'fl'E Q p 'q v E 'u ó p ,e v o v xò x o q ó - mara, habitación (oculta)
oiov, ool l é y o i , eystOE, cf. también Lc 8, 54; Forma más antigua que la forma helenística
a diferencia de Mt 9, 25). xaLi'0a es la trans- contracta -*■ xap.Eíov.
cripción griega dei arameo t a l y ‘ t ã ’ o f l i t ã ’
(Tg Pseud.Jon.Gén 34, 4). Âlgunos manuscri­ t á | i ç , EOlç, ^ ta x is orden, secuencia; ma-
tos, en vez de xaXtOa, tienen xaprOa (W y nera*
otros, cf. Hech 9, 36.40), gaPPi -baPixa (D,
1. Aparición en el NT - 2. Orden, secuencia - 3.
por dittografía se origino también gaPt&a [= Condición, manera modo.
arameo r e b i t a ', «muchacha», Tg Pseud. Jon.
Gén 24, 16]), t a b e a a c u l t h a ( c u m h i ) (e, se dis­ 1. En el NT el término aparece 9 veces, 6 de
cute su explicación). BHH III, 1928; GNT- ellas en la Carta a los Hebreos (en contra de
Com s u b lo c o ', TRE III, 609. ThWNT V m , 27 nota 1).
1677 T á |iç —Tajteivóç 1678

2. Se refiere al orden dentro de la corauni- los poderosos. Las promesas dei AT acerca de
dad: expresión parenética x a t à xá|LV en 1 la acción escatológica de Dios (Sal 147, 6;
Cor 14,40 (cf. èv TestNef 2, 9; cf. ade- Job 5, 11; 12, 19; 1 Sam 2, 7) comienzan a
más H. Conzelmann, Der erste Brief an die cumplirse cuando Dios derriba de sus tronos a
Korinther^ [KEK], 300 nota 63); la situación los poderosos y exalta a los de baja condición.
bien ordenada, en Col 2, 5. - Lc 1, 8 se refie­ En Sant 1, 9, el xarteivóç es clarísimamente
re al turno según el cual ejercían su ministério el de baja condición, porque en contraste con
los sacerdotes ^ èqpT][xeQÍ,a. él se halla el rico. El hermano insignificante
debe gloriarse de su «exaltación», entendida
3. Condición, manera, modo (cf. Aiist 69; 2
en sentido religioso, xajieivóç, en sentido éti­
Mac 9, 18; êv jraQOLjaíaç xá^ei, Plutarco, Pe-
camente neutro, aparece también en 2 Cor 7,
lop. 10, 10): con arreglo al Sal 109, 4 LXX,
6, según el cual texto Dios, que consuela a los
«a la manera de Melquisedec», Heb 5, 6.10;
de baja condición (Is 49, 13), consuela tam­
6, 20; 7, 11c. 17, frase que se interpreta por
bién a Pablo y a sus companeros con la Uega-
x ax à XT]v óiaoióxT]xa MeXxioéôex en 7, 15,
da de Tito a Macedonia (v. 5). A la acusación
en contraste con naxà xf)v xá^iv ’AaQO)v, 7,
de que él es xarcEtvóç cuando está presente,
11 d; cf. P. Ellingworth, Just like Melchizedek:
pero que es muy distinto cuando está ausente
BiTr 28 (1977) 236-239. Las maneras alter­
(2 Cor 10, Ib), Pablo no responde argumen­
nativas de ser sacerdote, fundamentadas por
tando con ironia (en contra de Rehrl, 174; R.
vó[ioç (4.b) o por ^ ópxcofiooía, las inter­
Bultmann, Der zweite Brief an die Korinther
preta W. R. G. Loader, Sohn und Hoherpries-
[KEK], 185), sino haciendo paradójicamente
ter (WMANT 53), Neukirchen-Vluyn 1981,
una virtud de su condición baja. Porque preci­
en el sentido de un orden antiguo y un orden
samente en la bajeza y en la debilidad de Pa­
nuevo, cualificados por la mortalidad, en el
blo (v. 10) es donde se hace eficaz el poder de
primero de los casos, y por la vida indestruc-
Dios (12, 9; 11, 30). Esto es congruente y se
tible, en el segundo (pp. 143ss; cf. también
halla en continuidad con la «debilidad» de
212ss, 220ss y 243ss).
Cristo, quien ahora «vive por el poder de
R. Bergmeier Dios» (13, 3s; 10, la).
En Rom 12, 16 se discute el gênero grama­
tical dei dativo xaJtetvoíç: qdebe entenderse
T a J tE lv ó Ç , 3 tapeinos bajo, pequeno, in­
como neutro o como masculino? Habla en fa­
significante; humilde*
vor dei gênero neutro la contraposición a xà
BibL: Dupont, Béatitudes III, 521-537; H.-H. EBer, úx]iqÀ.á (tal como lo afirma decididamente H.
Humildad, en DTNT II, 316-320; W, Grundmaim, xa-
xeivóç xA., en ThWNT Vm, 1-27; S. Légasse, Jésus Schlier, Der Rõmerbrief [KThK], 380). Pues-
et Venfant (EtB), Paris 1969, 223-231; R. Leivestad, to que xarceivóç -referido a cosas- implica
Tajieivóç-xaiteivóqjQWv: NT 8 (1966) 36-47; S. Rehrl, necesariamente un «juicio de valor de sentido
Das Problem der Demut in der profan-griechischen Li- peyorativo» (Leivestad, 45s: «terrenal», «mun-
teratur im Vergleich lu LXX und NT, Münster i. W.
1961; Spicq, Notes n, 878-880: para más bibliografia, danal»), tal cosa está en contradicción con la
cf. ThWNT X, 1278. teologia paulina (cf. 12, 2). Hablan en favor
dei gênero masculino el uso dei adjetivo en el
1. En el NT xaitEivóç aparece 8 veces: una
NT y el verbo ->■ auvajtáYO|j,ai, que aqui no
vez en Mateo, otra en Marcos y seis veces en
significa «ser arrebatado» (contra Grund-
la literatura epistolar. Significa pequeno, in­
mann, 20), sino «dejarse atraer» (Bauer, Wôr-
significante, bajo, débil (-^- 2); tan sólo signi­
terbuch, 1553) y, en voz media, «agacharse
fica humilde en el caso de que el contexto así
hacia» (E. Kásemann, An die Rõmer^ [HNT],
lo requiera (->• 3). 335), y las dos exhortaciones de «ser de un
2. En el Magníficat, los xajtetvoí son los de mismo sentir unos con otros» (v. 16a) y de
baja condición (Lc 1, 52), en contraste con «no tenerse a si mismo por sabio» (v. 16c; ci-
1679 TaJIElY O Ç - TajlElVOqpQOODVT] 1680

ta de Prov 3, 7). Se exhorta a los creyentes a en que se desarrolla su ministério, para ofre-
que no se comporten con arrogancia, sino a cer así un ejemplo a los que ejercen un minis­
que se dediquen con atención a Ias personas tério. «Servir al Senor» es algo que sólo pue-
insignificantes que hay en la comunidad. de hacerse «en toda humildad» (v. 19), es de-
cir, con desinterés y renunciando a todo deseo
3. Tan sólo en 1 Pe 5, 5c y en Sant 4, 6b (ci­ de domínio, o (formulándolo en sentido posi­
ta de Prov 3, 34 LXX), los xajtEivoí son los tivo) con bondad y comprensión. Así lo acen-
humildes, a quienes se contrasta con los arro­ túan «Ias lágrimas» que «Pablo» derrama co­
gantes. En el clamor de júbilo de Mt 11,29, la mo expresión de su empeno en la labor pasto­
calificación tfj xaQÔíg no significa refuerzo ral y Ias tentaciones que sufre por Ias persecu-
alguno de la condición de ser humilde, sino ciones de que es objeto por parte de los judios.
que deslinda el âmbito en el que Jesús es pe­ La humildad cristiana, como servicio al Se­
queno, y da a xajreivóç, en combinación con nor, es también siempre, al mismo tiempo,
jTQaiJç, su sentido específico de humilde servicio a la comunidad, un servicio que en
(Leivestad, 44s). este caso se expresa como solicitud pastoral.
Según Flp 2, 3 la x a jr e iv o q 3 p o 0 iJ V T ] es la
H. Giesen
actitud fundamental de los cristianos con mi­
ras a la unidad de la comunidad. Esta actitud
se opone a Ias actitudes dei egoísmo y la jac-
T a 3 t£ iv o q )Q O a v v i|, ij ç , tapeinophrosy- tancia, que peijudican y destruyen la vida co­
nê humildad, autoestima modesta* munitária. La humildad hace que s e estime al
tajceivócpQtov, 2 tapeinophrõn hum ilde, otro como más importante que uno mismo
modesto* -independientemente de toda jerarquía so­
1. Aparición en el NT - 2. El sustantivo - 3. El ad­ cial- El humilde no busca su propia ventaja,
jetivo. sino que quiere servir a los otros (v. 4). La hu-
midad cristiana se halla fundamentada en la
Bibl.: J. Dupont, Paulus an die Seelsorger, Düssel-
dorf 1966, 25-42; F. O. Francis, Humility andAngelic
autohumillación de Cristo (cf. 2, 5.6-11, espe­
Worship in Col 2. 18: StTh 16 (1962) 109-134; N. cialmente el el V. 8 ).
Kehl, Emiedrigung und Erhõhung in Qumran und Ko- Las exhortaciones a diversos grupos socia-
lossã: ZKTh 91 (1969) 364-394; K. Thieme, Die TA- les (1 Pe 5, l-5a) terminan con el llamamien-
nEIN04>P02YNH Philipper 2 und Rõmer 12:
ZNW 8 (1907) 9-33; K. Wengst, «...einander durch to dirigido a todos los grupos para que se asi-
Demut für vorzügUches halten...». Zum Begriff der milen la xartEivo^Qooúvq. Se cita como fun­
«Demut» bei Paulus und in der paulinischer Tradi- damento Prov 3, 34 LXX (v. 5c). En 5, 5b la
tion, en FS Greeven, 428-439; Id., Demut - Solidaritãt x a jtE iv o c p Q o o ó v T ] es, como en Flp 2, 3, la ac-
der Gedemütigten, München 1987; Ch. Wolff, Nie-
drigkeit und Verzicht in Wort und Weg Jesu und in der
timd fundamental de los cristianos en su trato
apostolischen Existenz des Paulus: NTS 34 (1988) mutuo y en las relaciones con las demás per­
183-186; para más bibliografia, Tarcewóç. sonas. En Col 3, 12 la xaTCEivocpQOOÚVTj es
una de las cinco virtudes que el cristiano debe
1. En el NT el sustantivo xajteivoqjQooóvT] realizar en sus propias acciones. Esto le resul­
aparece 7 veces: en Hech 20, 19 y seis veces ta posible en virtud dei amor de la elección
en la literatura epistolar. El término, que no se divina: un amor que él experimentó en el bau-
halla atestiguado en la LXX, se ha convertido tismo (v. 11). La xaneivotpQooúvTi se halla
en tecnicismo para designar la humildad cris- aqui también al servicio de la comunidad,
tiana. El adjetivo Tajteivótppcov aparece uni­ porque se pide a los cristianos que se acepten
camente en 1 Pe 3, 8 (y en Prov 29, 23 LXX). unos a otros y -en caso necesario—se reconci-
lien unos con otros (v. 13). En Ef 4, 2 las vir­
2. En su discurso de despedida en Mileto tudes de Col 3,12 quedan reducidas a tres. La
(Hech 20, 18-35), «Pablo» habla de la forma humildad debe demostrarse aqui igualmente
1681 TaixEivocpgoavvTi - t a n e iv o o ) 1682

en que los cristianos se tratan unos a otros con diversos grupos sociales cristianos (1 Pe 2,
am o r. 3-3, 7) es la vida comunitária pacifica, armo-
Tambíén en Col 2, 18.23 parece que lo más niosa y determinada por el amor fraterno (3,
apropiado es atenerse al uso general de este 8). Los cristianos deben renunciar a la supe-
término en el NT y entender aqui xaiteivo- rioridad y al deseo de darse a valer, y deben
c ppooúvT ] como humildad (en contra de la estar dispuestos al servido con m odéstia/hu­
opinión común de la mayoría de los autores). mildad.
Lo cierto es que la humildad se pervierte, H. Giesen
cuando el hereje se complace en ella (■&éLco
èv como septuagintismo), se hincha sin fun­
damento a causa de su sentir carnal (2, 18), es TttJlElVÓtJiQMV, 2 tapeinophrõn humilde
decir, sin amor (cf. 1 Cor 13, 4), y se encuen- xajteuvotpQooúvTi 1.3.
tra separado de Cristo, que es su Cabeza (v.
19a). Sin embargo, tal humildad no debe iden- T a jie iv ó w tapeinoõ humillar, abajar*
tificarse con Ias prácticas dei ayuno por parte taiteívm otç, etoç, ■q tapeinõsis bajeza, hu-
de los herejes (en contra de Francis, 114-119; millación*
Kehl, 368 y 370s; E. Schweizer, La Carta a
los Colosenses, Salamanca 1987, 138) o con 1. Aparición en el NT - 2. Lc 3, 5 - 3. «El que se
humilla...» - 4. Flp 2, 8 - 5. Pablo. - 6. Taiteívcuaiç.
sus prácticas cultuales en general (en contra
de Grundmarm, 23; J. Gnilka, Der Kolosser- BibL: tajtEivóç; además (sobre Flp 2, 8): W.
brief [HThK], 149). El término no debe rela- Grundmann,- Der Weg des Kyrios Jesus Christus.
Erwagungen zum Christushymnus Phil 2, 6-11 und der
cionarse tampoco con los ángeles, aunque el damit verbundenen Konzeption im NT, en Id., Wand-
culto angélico se mencione junto a él (v. 18); lungen im Verstandnis des Heils, Stuttgart 1980, 9-24;
no se aproxima a la idea griega de la xaitei- G. Howard, Phil 2, 6-11 and the Human Christ: CBQ
voqjQooúvT] como «servilismo, dependencia, 40 (1978) 368-387.
espíritu rastrero» (en contra de Gnilka, Der
1. En el NT el verbo aparece 14 veces, ocho
Kolosserbrief, 149), sino que significa el
de Ias cuales se hallan en Mateo/Lucas y seis
amor abnegado, que Col 2, 18 niega al hereje.
en la literatura epistolar. Tiene casi siempre
Según Col 2, 23, el hereje tiene, sí, aparien-
sentido figurado, sobre todo cuando, acompa-
cia de sabiduría a causa dei culto religioso
nado dei pronombre reflexivo o en la voz me­
elegido por él, de su humildad y de la mace-
dia, describe la recta actitud dei hombre ante
ración de su cuerpo, pero todo eso carece de
Dios. También el sustantivo, que sólo se em-
valor (XLpT| entendido aqui en el sentido de
plea 4 veces en el NT, conoce el significado
«valor», no de «honor»; con Schweizer, La
de la bajeza ante Dios, pero se usa igualmen­
Carta a los Colosenses, 146; en contra de
te en el sentido de humillación.
Gnilka, Der Kolosserbrief, 161) y sirve única­
mente para la satisfacción de la carne, es de­ 2. El Bautista exhorta a los oyentes a que,
cir, para el egoismo fundamentado religiosa­ por el mensaje de arrepentimiento y conver-
mente, un egoismo que excluye la humildad. sión que él predica (Lc 3, 3), en consonância
Si dejamos que el término x aiteiv o cp Q O O Ú V T |
con lo vaticinado en Is 40, 3-5 LXX, se dis-
conserve su sentido positivo, entonces apare­ pongan para la salvación de Dios (v. 6), pre­
cerá claramente el contraste de los enunciados parando el camino dei Senor y allanando sus
-que están llenos de sarcasmo-. sendas (v. 4). Pero lo decisivo tiene que ha-
cerlo Dios mismo: porque todo valle será re-
3. El adjetivo xajtEivóqpQtnv se halla, lo llenado (por él) y todo monte y colina será
mismo que el sustantivo, en el contexto de la abajado (por él; pasivo divino), es decir, será
vida de la comunidad cristiana. Porque la me­ nivelado (v. 5). La acción de Dios inicia la
ta de todas Ias exhortaciones dirigidas a los salvación escatológica.
1683 laoteivoci) 1684

3. En la tradición de Jesús aparece tres ve- en la renuncia a recibir de la comunidad el


ces la frase: «(Todo) el que se ensalza, será sustento que en realidad le corresponde (1
humillado, y el que se humilla será ensalza- Cor 9, 4-7). Cuando en 2 Cor 12, 21 Pablo te­
do». La voz pasiva expresa en todos los casos me que Dios vaya a humillarle, cuando él lle-
la acción escatológica de Dios. En Mt 23, 12 gue, piensa seguramente en los abusos que
la sentencia se halla en el contexto de la ad­ pudiera encontrar en Corinto (vv. 20.21b). Pa­
vertência contra el proceder de los fariseos. blo se siente responsable de la comunidad, y
Humillarse a sí mismo es sinônimo de ser ser­ por el mismo motivo puede estar orgulloso de
vidor (v. 11). Una persona así es ensalzada ella (1, 14). En su fracaso Pablo reconoce
por Dios. Si embargo, el que busca su propia abiertamente que la conversión depende últi­
gloria (vv. 5-10), será humillado por Dios, es mamente de Dios (v. 21b). Sin embargo, él no
decir, no podrá salir airoso en el juicio. Este se resigna, sino que está decidido a celebrar
mismo logion sirve de final en Lc 14, 11a la un juicio en la comunidad (13, 1-3). Pero esto
exhortación a no oenpar un puesto de honor no es lo que constituye la humillación dei
sino cuando el anfitrión se lo haya asignado a apóstol, tanto más que esta interpretación exi­
uno (vv. 8-10; cf. Prov 25, 6s). El relato se ge una conjetura sobre el texto (negación de
convierte en imagen de la acción salvífica de xajtsivóco; en contra de R. Bultmann, Der
Dios. Según la narración ejemplar dei fariseo zweite Briefan die Korinther [KEK], 241).
y dei publicano en el templo (Lc 18, 9-13),
estas mismas palabras ofrecen la razón de por 6. En el Magníficat, la condición humilde
qué el uno se fue justificado a casa, y el otro de la esclava, a quien Dios mira con clemên­
no. Dios actúa ahora ya en el humilde, de la cia (Lc 1, 48), no es el oprobio por la esterili-
misma manera que realiza ya la humillación dad como en 1 Re 1, 11 (la oración de Ana; cf.
de los otros. Lc 1, 25), sino que recuerda la autodenomina-
Según Mt 18, 4, el que se humilla como el ción de Maria como «esclava dei Senor» (1,
nino al que Jesús situa simbólicamente en el 38), la cual, como humilde, está elegida por
medio (vv. Is), será el mayor en el reino de Dios (cf. 1, 52s). Según Hech 8, 32s, el mi­
los cielos, para el cual es condición previa el nistro etíope está leyendo el cântico dei siervo
humillarse a sí mismo (v. 3). Sant 4, 10 y 1 Pe de Dios (Is 57, 3s LXX), cuando Felipe se en-
5, 6 exhortan encarecidamente a los cristianos cuentra con él. La humillación en la que no se
a que se humillen a sí mismos (imperativo de le hizo justicia (al siervo, v. 33), no se refiere
aoristo de la voz pasiva) para que Dios los en- sólo -probablemente- a la muerte de Jesús,
salce. sino también a su vida y actividad, porque Fe­
lipe toma el texto como ocasión para procla­
4. En Flp 2, 8 el verbo con el pronombre re­
mar el mensaje acerca de Jesús, y no sólo
flexivo designa la libre decisión de Jesús de
acerca de su muerte (v. 35).
ser un ser humano, lo cual incluye el camino
Según Flp 3, 21, «el cuerpo de nuestro esta­
a la muerte. En la muerte en la cruz se de-
do de humillación», es decir, nuestra existên­
muestra que la autohumillación de Jesús es
cia terrena, limitada por la muerte, será tras-
eficaz para la salvación. No es un modelo
formado en la figura dei cuerpo glorificado de
imitable para los cristianos, pero sí es funda­
Cristo, es decir, en la nueva manera de exis­
mento para la humildad cristiana (2, 3).
tência «en el cielo» (v. 20). La condición hu­
5. En Flp 4, 12 xaJt8LVOno'&aL significa es­ milde, de la que el rico ha de gloriarse según
tar humillado en el sentido de «vivir en priva- Sant 1, 10, dificilmente será su sujeción a la
ciones», como lo demuestra el término opues- muerte (vv. lO c.ll) (en contra de Grundmann,
to iteQiooeneiv. En 2 Cor 11, 7 Pablo consi­ en ThWNT VIE, 22; E6er, 319; F. MuUner,
dera como la fuente de su propia independên­ Der Jakobusbrief [HThK], 74), a menos que
cia la humillación de sí mismo, que consiste la exhortación se entienda en sentido irônico
1685 xaJtEivóo) - TaQCTEiiç 1686

(asf opina Rehrl, 189). La sujeción a la muer- En el Evangelio de Juan xaQáaom aparece
te, que es común a todos los seres humanos, con el significado especial de la agitación in­
debe motivar más bien al rico para que, ya terna, la profunda emoción o la intensa con-
desde ahora, sea consciente de su condición moción de Jesus. Jn 11, 33; èveppiprioaxo
humilde ante Dios y no edifique sobre su xm JtvEÚpaxi x a l ÈxàQogev éauxóv, «se es-
riqueza (cf. W. Schrage, Der Jakobusbrief tremeció profundamente en su espírito (cf. èv
[NTD 10], 18). èauxcõ, V. 38) y se conmovió» (cf. Mc 1, 43;
H. Giesen cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según
San Juan II, Barcelona 1980, sub loco)-, Jn 12,
27: f| rpuxi] fton XEXÓQaxxai, «mi alma está
T a n;£ÍV ()í» oig , e io ç , 'H tapeinõsis bajeza, conmovida» (cf. Gén 41, 8 LXX; Sal 6, 4
humillación, humildad* LXX; TestDan 4, 7b; Mt 26, 38; Jn 13, 21:
xajiEivóm 1.6. ’Ir)ootiç E x a g á x b T ) x w jrv E Ú p a x i. La emo­
ción y la conmoción de Jesus ante la Pasión
inminente son para el Evangelio de Juan la se-
T a Q ftffO tO tarassõ agitar; confundir, in­ nal de la humanidad dei Hijo de Dios, que se
quietar, perturbar* inclina obedientemente ante la voluntad dei
En el NT el verbo aparece 18 veces, 11 de Padre. 14, 1.27: [tf| xaQaoaéaflco u p r ô v r|
ellas en los Evangelios (6 veces en el de x a p ô ía , «jNo se turbe vuestro corazón!», co­
Juan); en Pablo aparece únicamente en Gál 1, mo palabras de consuelo de Jesus, dirigidas a
7; 5, 10. sus discípulos (cf. también Sal 54, 5; 108, 22
El sentido literal se encuentra sólo en Jn 5, LXX; TestDan 4, 7a). Spicq, Notes II, 881-
7, refiriéndose a Ias aguas dei estanque de Be- 885.
tesda: oxav TaQax'dfÍ xò úôcoQ, agitarse /
moverse', cf. 5, 4 v.l.: ãyysXoç... êxaQáoaexo H. Balz
xò uôcup. En los demás casos, el verbo apare­
ce en sentido figurado: confundir / incitar a
Ias personas, xòv ò y fo v , Hech 17, 8; xouç t a p a x i l , fiç, n tarache tumulto, alboroto,
õyX,or)ç, 17, 13; crear inquietud (por medio agitación
de palabras o de falsas doctrinas), refiriéndo­ En Jn 5, 4 v.l.: xapaxí) xoõ üôaxoç, dícese
se a los judeocristianos de Jerusalén: èxápa- dei «alboroto / agitación dei agua» en el es­
Çav ú p ãç Xóyoiç, 15, 24; cf. oí xapáooov- tanque de Betesda; cf. -> xagdaoto v. 7. Mc
xeç upãç, Gál 1, 7; ó ôè xaQáoomv ÍJpãç, 5, 13, 8 v.l.: confusión/desorden.
10 (seguramente no refiriéndose a una deter­
minada persona, sino en singular entendido
en sentido genérico).
T a ç a / o ç , o v , ó tarachos excitación, al­
El verbo se halla en voz pasiva en 1 Pe 3,
boroto, turbación*
14: p,T) cpoPi^d-fíxE pqôè xaQaxUfjxE, «[no os
Hech 12,18; xágaxoç ovk òXíyoç, «consi-
amedrentéis ni dejéis que os turbenl» (cf. Is
derable excitación / alboroto»', 19, 23; xápa-
8, 12 LXX; también TestJob 46, 3). La voz
Xoç oúx òXíyog jiEQi xfjç óôon, «gran albo­
pasiva expresa también la reacción de perple-
roto / tumulto acerca dei camino (= el mensa-
jidad, espanto, ante fenômenos extraordiná­
je cristiano)».
rios: ExaQáx'9'Tiaav XéyovxEç oxi (pávxaopá
èaxiv, Mt 14, 26; cf. Mc 6, 50; 'H qcüôtiç èxa-
Qáx§T], Mt 2, 3; èxaQáxd-q Z ay ag íaç, Lc 1,
12; xí XExaQaYOÉvoi èoxé(;), «^por qué estáis T a g C E tiç , écnç, Ó Tarseus natural de Tar­
turbados?», 24, 38 (cf. jcxoiq&évxeç, Epcpo- so
|3ol, v . 37). -V T oqoóç.
1687 Tagoóç - Táaoo) 1688

T a g a ó ç , oi5 Tarsos Tarso* que sugiere que Pablo, desde su primera in­
TaQOEiJç, écoç, ó Tarseus natural de Tarso* fância, «se crió» ya en Jerusalén. Aqui influye
quizás la imagen lucana de Pablo (-+ riaüX ,oç
B ib l.: H. Bõhlig, D ie G eisteskultur von Tarsos im
a u g u ste isch e n Z e ita lte r , Gottingen 1913; H. Gold-
4), que le considera discípulo dei rabí Gama-
mann, E x c a va tio n s a t G õ zlü K ule, T arsus (3 vols.), liel (Hech 22, 3) y que presupone que Pablo
Princeton 1950-1963; A. H. M. Jones, The C ities o f tenía parientes en Jerusalén (23, 16).
the E a s te m R o m a n P rovinces, Oxford ^1971, 192ss;
D. Magie, R o m a n R u le in A s ia M in o r II, Princeton G. Schille
1950, 1146ss; W. M. Ramsay, The C ities o f St. P aul,
London 1907, 85-244; W. Ruge, Tarsos, en Pauly-
Wissowa IV, A/2,2413-2439; W. C. van Unnik, Tarsus taçTaQÓfO tartaroõ arrojar al Tártaro / al
o f Jeruzalem , Amsterdam 1952 (= Id., Sparsa collecta
I, Leiden 1973, 259-320, 321-327); H.-E. Wilhelm, en infiemo; encerrar en el infierno*
BHH III, 1933. 2 Pe 2, 4 habla de los ángeles caídos, a
quienes Dios no perdonó, sino que «encerro
Tarso, que en tiempo de César se denoniinó en cavernas tenebrosas en el infierno (oeigalç
durante algún tiempo luliopolis, era la capital ^ócpou xagxaQCÓoaç)» (cf. Gén 6, 1-4; Is 24,
de la provincia romana de Cilicia (desde el 64 21s; Job 41, 24 LXX; Hen [et] 10, 4ss.llss;
a.C.) y tenía una historia que se remontaba 12, 4ss; 91, 15; Sib II, 302; Jds 6; Ap 20, 1-3).
hasta la época asiria. Antes ya de Alejandro En la mitologia griega. Tártaro es el lugar en
Magno, era capital de un reino independiente. que son castigados los Titanes y los dioses de­
Estrabón XIV, 5, 9 la llama una ciudad de es­ sobedientes, y se concibe como un sitio tene­
tudiosos; Diodoro Sículo XIV, 20, 2 dice que broso que se halla profundamente bajo la tie-
es «la mayor ciudad de Cilicia». El nombre rra (cf. Hesíodo, Theog. 720ss; Homero II 14,
propio de T ag aó ç se halla atestiguado ade- 279s) y algunas veces también como el lugar
más en Dión Crisóstomo, Or 16 [33], 17; 17 más profundo dei Hades (-> aÔTjç). Esta con-
[34], 46; Arriano, Anab. II, 4, 7, y en Josefo y cepción influyó igualmente en la apocalíptica
en inscripciones. También era corriente la ex- judia. Bauer, Wôrterbuch, s.v.; Pauly, Lexikon
presión T agoòç Tqç KiX,uttaç, Hech 22, 3: V, 530s.
Diodoro Sículo XX, 108,2; Jenofonte de Efe-
so III, 13, 5; Josefo, Ant IX, 208.
Lucas dice que Tarso es una «ciudad de re- t á a a f o lasso senalar, fijar, determinar, or­
nombre» (Hech 21, 39) y la menciona varias denar*
veces (9, 30; 11, 25), porque era la ciudad na­
B ibl.: R. Bergmeier, L o y a litã t a is G eg enstand p ln
tal de Pablo (22,3; a partir de ahí se insertó es­ P a raklese: Theokratia 1 (1970) 51, 63; G. Delling,
to mismo en 21, 39 D). Dos veces se habla de Táaoco, en ThWNT Vm, 27-31; J. Friedrich-W. Põhl-
Pablo «el de Tarso» (9, 11; 21, 39), expresión mann-P. Stuhlmacher, Z u r historischen Situation und
que a su vez debió de ser corriente en su tiem­ Intention von R õm 13, 1-7: ZThK 73 (1976) 131-166;
W. Schrage, D ie C hristen un d der Staat nach dem N T ,
po: Apolodoro de Atenas (FGH 244, Frgm. Gütersloh 1971, 14-28, 50-62; U. Wilckens, R õ m e r
55); Estrabón XTV, 5, 14; Arriano, Anab. II, 4, 13, 1-7. en Id., R ec h tfe rtig u n g a is F reiheit, Neukir-
7; Plutarco, De Mario 46, 2 y passim: 2 Mac chen-Vluyn 1974, 203-245.
4, 30; inscripciones. Claro que, según la expo-
sición de Lucas, el período inicial de Pablo en 1. En el NT el verbo aparece 8 veces (cinco
Tarso se habría limitado a los primeros meses de ellas en la doble obra de Lucas), y corres­
de vida o tan sólo al hecho dei nacimiento, ponde en su empleo al uso general que se ha-
porque Hech 22, 3 aplica a la descripción de ce dei verbo en la lengua griega (cf. Bauer,
la juvenmd de Pablo un esquema helenístico Wôrterbuch, í . v.; Delling).
(nacimiento, ciianza [es decir, los tres prime­
ros anos de vida bajo la tutela de la madre], 2. a) senalar, fijar, determinar, ordenar, de­
educación [= por su padre y por los maestros]. signar: «acordar un día», Hech 28, 23 (en
1689 xaooro - tacpoç 1690

voz media, como en Polibio III, 99, 1; 2 Mac taVQOÇ, OV, ó tauros toro, buey*
14, 21). Según Rom 13, Ib, Pablo comparte la En Mt 22, 4 se habla de la matanza de «to­
opinión general dei judaísmo contemporâneo ros /bueyes y temeros cebados» (xaüpoi x al
de que la eÇouoía (2) es conferida por oiTiaxá) para el banquete de una boda real
Dios (cf. Wilckens, 223-226; Friedrich-Põhl- (cf. Prov 9, 2; bKet 3b.4a). Toros como víc-
mann-Stuhlmacher, 145), y deduce de ahí: timas para el sacrifício (en honor de Zeus),
«Las (autoridades) que (de hecho) existen, Hech 14, 13; cf. además Heb 9, 13 (aíp,a
han sido instituídas por Dios», 13, Ic. Este xpáymv x a l xaúgcuv); 10, 4 (cf. Is 1, 11; Lev
uso teológico dei verbo táaoco en el sentido 16, 2ss.l4ss), refiiiéndose a los sacrifícios le-
de instituir (cf. 2 Re 7, 11) corresponde al uso víticos de expiación, que han quedado supera­
jurídico y político dei mismo (cf., por ejem- dos y suplantados por la a lp a xoü X qloxoü
plo, Tob 1, 21; 2 Mac 8, 22), cf. a propósito (9, 14), ya que sólo producían la pureza cul­
Bergmeier 60s; ôiaxáoooL) 5. tuai y no la purifícación de los pecados. BHH
táaa o ) en combinación con preposiciones: III, 1870; Haag, Diccionario, 1955s.
«y que se pusieron al servido de los santos»,
1 Cor 16, 15, en el sentido de «hacerse cargo
de un servido» (cf. êautoug èitl Tf]V ôiaxo- t a v t á tauta lo mismo
víav xáxTouaLV xaúxriv, Platón, Resp 371c); En el NT, la crasis xauxá en lugar de xà
«alguien que está a las órdenes», Lc 7, 8 (cf. aíixá aparece únicamente como variante tex­
xoiç v n ò xf)v aüxrôv PaciXeíav xaaaop.é- tual en Lc 6, 23.26; 17, 30 en la expresión
voiç, OGIS I, 56, 13). La expresión «destina­ x ax à xafixá. Cf. BlaB-Debrunner § 18, con la
dos para la vida etema», en Hech 13, 48, se nota 1.
halla atestiguada también en la literatura rabí-
nica (cf. Billerbeck II, 726s) y no se refiere a
T a q )i|, T|Ç, i | taphê enterramiento, lugar de
la predestinación dei individuo, sino a la elec-
enterramiento*
dó n de la comunidad de los salvos, cf. oúxoç
Mt 27, 7: xaqjf] xotç ^évoiç, «lugar de ente­
èvxexaypÉvoç x a l èkX,ÓYipoç êoxai eÍç xòv
rramiento para extranjeros» (dícese dei Cam­
ÔQi&pòv xóõv acpÇop,ávoL)v, 1 Ciem 58, 2 (cf.,
po dei Alfarero / Campo de Sangre; xeqo-
a propósito, R. Bergmeier, Glaube ais Gabe
pEÚç).
nach Johannes [BWANT 112], Stuttgart 1980,
60s).
b) ordenar: xáoaco rige infinitivo con suje- TÚq^OÇ, OD, ó taphos sepulcro, tumba*
to en acusativo (BlaB-Debruimer § 409 nota 1. Aparición en el NT - 2, Los ayes en Mt 23, 27.29
2) en el sentido de decidir, Hech 15, 2; «todo - 3. El sepulcro de Jesus según Mateo - 4. Rom 3, 13.
lo que se ha ordenado que tú hagas», 22, 10
B ibl.: C. Andresen, Grab, H eiliges (1), en RGG II,
(cf. oiç Exéxaxxo JtaQapoir&etv, Tucídides 1816s; J. Blinzler, D ie G ra blegung Jesu in h istoris-
III, 22). Mt 28, 16 emplea el término de ma- c h e r S ic h t, en E. Dhanis (ed.), R esurrexit, Roma 1974,
nera análoga a la fórmula empleada para la 56-107; I. Broer, D ie U rgem einde u n d da s G rab Jesu
ejecución de ordenes (cf. Mt 21, 6 y passim), (StANT 31), München 1972; H. Frhr. v. Campenhau-
sen. D e r A b la u f d e r O ste re re ig n isse u n d d a s leere
aunque aqui es producto de la redacción, que G rab (SAH 1952, 4). Heidelberg n966; W. L. Craig,
va más allá de la tradición (cf. elç xf)v Faki- The H isto ricity o f the E m pty Tomb o f Jesus: NTS 31
kaíav, 28, 7.10 par. Mc 16, 7); «al monte al (1985) 39-67; Haag, D iccionario, 1972-1976; J. Jere­
que Jesús les había enviado» (cf. J. Lange, mias, H eilig en g rã b er in Jesu U m w elt (Mt 23, 29; Lc
11, 47), Gõttingen 1958; L. A. Keck, T he F unction o f
Das Erscheinen des Auferstandenen im Evan- R om 2, 10-18, en F S D ahl, 141-157; R. Kratz, A ufer-
gelium nach Matthdus [FzB 11], Würzburg w eckung ais B efreiung (SBS 65), Stuttgart 1973 (sobre
1973, 436ss y 448ss). Mt 27, 62-28, 15); A. Kuschke, G rab, en BRL 122-
129; Th. R. W. Longstaff, The W omen a t the Tomb. M t
R. Bergmeier 28. 1 R eexam ined: NTS 27 (1980-1981) 277-282; F.
1691 xaqjoç 1692

Neyrynck, Jo h n a n d the S ynoptics: the E m pty Tomb dedican a los sepulcros de los profetas y de
Stories: NTS 30 (1984) 161-187; L. Oberlinner, D ie los santos (v. 29b) y su actitud hipócrita al so-
V erkündigung d e r A u fe rw e ck u n g Jesu im g eõ ffh eten
u n d leeren Grab: ZNW 73 (1982) 159-182; L. Schen- lidaiizarse, al mismo tiempo, con sus padres,
ke, A u fersteh u n g sverkü n d ig u n g u n d leeres G rab (SBS que asesinaban a los profetas (vv. 30s). Cf.
33), Stuttgart ^1969; para más bibliografia, -> Oámo). Schulz, Q, 105s, 108-110.

1. En el NT el sustantivo xáqioç aparece 7 3. Tan sólo Mateo llama xáq)oç al sepulcro


veces, de Ias que seis se encuentran en Mateo. de Jesús; 27, 61 habla de las mujeres que,
En Rom 3, 13 se halla atestiguado xáqpoç en después dei sepelio de Jesús (v. 60: en una se­
una cita de la Escritura. Aparte de los «ayes» pultura excavada en la roca), «estaban senta­
contra los escribas y fariseos en Mt 23, 27.29 das frente al sepulcro» (a diferencia de Mc
(que procedeu de la fuente Q; cf. Lc 11, 44. 15, 47). Dentro de la sección sobre los guar-
47), en Mateo se emplea únicamente el térmi­ dias dei sepulcro (Mt 27, 62-66), que pertene-
no para referirse al sepulcro de Jesús: 27, ce al material peculiar de Mateo, se relata en
61.64.66; 28,1. En los «ayes», Lucas tiene en el V. 64 que los principales sacerdotes y los
ambos pasajes xà pvxipEia en lugar dei plural fariseos pidieron a Pilato «que mandara ase-
de xáqpoç. Es posible que Mateo haya susti- gurar el sepulcro hasta el tercer día». Con ello
tuido p,vqp.eíov por xácpoç (Schulz, Q, 105 y comienza la exposición que Mateo hace de la
108). El paralelo lucano de Mt 27, 61 tiene, resurrección de Jesús, según el modelo y los
en lugar de ó xáqpoç, el sustantivo xò pvT]- rasgos de las tradiciones sobre los milagros
(xeIov (L c 23, 55, con dependencia de Mc 15, de liberación (Kratz, 60). Pilato pone a dispo-
46). También aqui Mateo emplea por propia sición un piquete de soldados para que mon-
iniciativa la palabra clave xáq)oç. ten guardia y, de este modo, «se asegura el se­
xácpoç se halla atestiguado desde Homero pulcro» sellando la piedra y apostando delan-
(Od 4, 547; 20, 307 y passim con el significa­ te de él una guardia (v. 66). En la manana de
do de «sepelio, funeral»; cf. -> •&ájtxcü); sin Pascua llegan las dos mujeres «para ver el se­
embargo, en todos los pasajes dei NT signifi­ pulcro» (28, 1). Probablemente Mateo asimi-
ca: sepulcro, tumba. Tan sólo en Rom 3, 13, el ló la información de 27, 61 y 28, 1 a las cos-
término se emplea en sentido figurado. tumbres funerárias de los judios (Longstaff).

2. Mt 23, 17.29 son «ayes» -construidos 4. Rom 3, 13a {«Sepulcro abierto es su gar­
paralelamente- contra los escribas y fariseos. ganta») se halla en una colección de citas bí­
En ambos casos se los llama ÚJtoxQixat, y blicas, que Pablo tomó probablemente de un
con una oración causai de ôxt se explica a Testimonium (o Florilegium) (3, lOb-18). Se
continuación en qué consiste la «hipocresía» trata, en cuanto a la forma, de un «mensaje de
(y de este modo se justifica el «ay»), v. 27b; juicio» (E. Kâsemann, An die Rõmer^ [HNT],
«porque os parecéis a sepulcros blanquea- 81). Aunque no es posible un análisis convin­
dos...», V. 29b: «porque edificáis los sepulcros cente de la estructura de esta colección, sin
de los profetas y adomáis los mausoleos de embargo está claro que con los vv. 13s «se
los justos...». En el primer caso, la falsedad acentúan intensamente los pecados de la pala­
consiste en que los sepulcros parecen, sí, her- bra» (Kâsemann, An die RõmeF, 81) y que el
mosos por fuera, pero por dentro están llenos V. 13a.b tiene su paralelo bíblico en el Sal 5,
de impureza (v. 27c.d); Las personas critica­ 10 LXX (el V. 13c cita el Sal 139,4 LXX). Jer
das por Jesús aparecen, sí, como justas al ex­ 5, 16 dice que la boca de los calumniadores es
terior, pero intemamente están llenas de «hi­ «un sepulcro abierto». Parece que Rom 3, 13
pocresía e iniquidad» (v. 28). En la segunda refleja el odio judio contra el evangelio (Ka-
exclamación de «jay!» se hace una antítesis semann, An die Rõmer^, 82).
entre los cuidados que los escribas y fariseos G. Schneider
1693 Taxa - Tax^Jç 1694

t á / a tacha (adv.) quizás, tal vez* Ta/lV Ó g, 3 tachinos inminente, próximo*


En el NT el advérbio va con indicativo; por 2 Pe 1, 14: xaxivr] èoxiv fi ártó^eoiç,
lo demás, el advérbio suele ir con ãv y optati- «pronto acontecerá / es inminente el abando­
vo. Rom 5,7: xá^ct xiç xoXp.ã «alguno quizás no (de mi cuerpo)»; 2, 1: xaxivf) ájttí)?iEia,
se atreva incluso»; Fim 15; tal vez / posible- «la pronta / repentina destrucción».
mente. Bauer, Wõrterbuch, s.v.; BlaB-Debran-
ner § 385, 1 con la nota 1.
t á / l O V tachion (adv.) más rápidam ente;
pronto, en seguida
tajjélOÇ tacheõs (adv.) en seguida, rápida­ -s- xaxémç.
mente, pronto, demasiado deprisa*
En el NT el advérbio aparece 15 veces (no t á / i a t a tachista (adv.) lo más rápidamen­
se encuentra en Mateo ni en Marcos), diez de te posible
ellas en grado positivo xaxÉtoç, cuatro veces ^ xaxémç.
en grado comparativo xáxiov, más rápida­
mente, más aprisa, y tan sólo en Hech 17, 15
en grado superlativo (mç) tá x io x a , lo más TÚ/OÇ, OBÇ, TÓ tachos prontitud, rapidez*
pronto posible. xaxéüaç acompana casi siem- En el NT el sustantivo aparece únicamente
pre a verbos de movimiento: è^ÉQxopoii xa- en la construcción èv xáxEi: en seguida, in-
Xécuç en Lc 14, 21; xaxémç ócvíoxTipi x a l mediatamente, Hech 12, 7; 22, 18; cf. 10, 33
è|8QXO|toit en Jn 11, 31 (cf. v. 29); sobre todo D; 17, 15 D; pronto, en breve, Lc 18, 8; Hech
con mensajes de tipo organizativo en Ias car­ 25, 4; Rom 16, 20; 1 Tim 3, 14 (v.l. xáxiov);
tas; xaxétoç EQxoqott, 1 Cor 4, 19; Flp 2, 24; â ôeTYEvéo-Oai èv xáxei, «lo que ha de suce­
2 Tim 4, 9 (v.l. xaxíov); xaxémç atépitm, Flp der en breve plazo», Ap 1, 1; 22, 6 (cf. Dan 2,
2, 19; además, xaxéroç Ypácpto, Lc 16, 6. 28s; 2, 45 Teod.; Mc 13, 7 par.).
Con el significado de demasiado deprisa,
precipitadamente, a la ligera en Gál 1, 6 (õxi
Ta/iL) tachy (adv.) pronto, en seguida, sin
oiixcoç xaxéoDç [iexaxí'0-ea'&e); 2 Tes 2, 2 (elg
demora
xò qf] xaxémç oaÀeullfívai); 1 Tira 5, 22
Neutro singular de ^ xaxóç, que en el NT
(xeíQaç xaxécoç pqôevl èjiixíHei).
se emplea como advérbio, conforme al uso
El comparativo xáxiov tiene sentido inten-
general.
sificador únicamente en Jn 20, 4 (jtQoéôpa-
(XEV xáxiov xoü néxQOU, «más deprisa que
Pedro»); Heb 13, 19 (iva xáxiov ájtoxaxao- xayrvç, 3 tachys rápido, pronto*
xaUü) úplv, más rápidamente, o en [sentido Como adjetivo aparece únicamente en Sant
elativo] muy pronto / lo más pronto posible). 1, 19: xaxuç eíç xò àxo ü o ai, «rápido para
En los demás casos, el sentido corresponde a escuchar». En otros casos (12 veces) se em­
un grado positivo reforzado: Jn 13, 27 (ô plea en neutro singular, como advérbio xaxú:
jroiELÇ Jtoíqoov xáxiov, pronto, en seguida); pronto, en breve plazo, Mc 9, 39 (inmediata-
Heb 13, 23 (èàv xáxiov SQXTixai, «si llega mente después, a continuación inmediata);
muy pronto» o «en seguida que»); cf. 1 Tim 3, por lo demás significa pronto, rápidamente,
14 v.l.; 2 Tim 4, 9 v.l.; cf. BlaB-Debrunner § sin demora, Mt 5, 25; 28, 7; 28, 8 («salir a to­
61, 1 con la nota 1; 244, 1 con la nota 2. da prisa»; cf. Mc 16, 8 Textus Receptus:
La expresión superlativa inç xáxioxa, lo xaxü èqpuYOv); Lc 15, 22; Jn 11, 19 (cf. v.
más rapidamente posible / lo más pronto po­ 31); seis veces en el Apocalipsis: EQXopcti-
sible, Hech 17, 15, procede dei lenguaje lite­ xaxx) (2, 16; 3, 11; 11, 14; 22, 7.12.20; ade­
rário (Josefo, Vita 16; Blab-Debrunner § 60, 2 más, 2, 5 Koiné y otros) como palabras de
con la nota 3). Bauer, Wõrterbuch, s.v. consuelo y, al mismo tiempo, de amenaza.
1695 1696

XE te y ta unas 95 veces aproximadamente). Y se usa


predominantemente para enlazar dos verbos
1. Aparición en el NT - 2. la conjunción xé sola - 3.
xè (...) xaí - 4. Casos dudosos - 5. xè ... xé - 6. xé con en tiempo finito, según el modelo; Hech 12,
Êxi o yáQ. 17; ôiT]Yf|0axo... ebtév xe, «contó... y dijo».
Es curioso que con frecuencia, al enunciado
B ib l.: Bauer, W õrterbuch, s.v. \ BlaB-Debrunner § enlazado con xé, le preceda un participio pre-
443s; Kühner, G r a m m a tik II/2, 241-245; Mayser,
dicativo, por ejemplo, en 1 2 , 1 2 ; ouviôróv xe
G r a m m a tik II/3, 155-166; Morgenthaler, S ta tistik,
148; Radermacher, G ram m atik, 5s; VKGNTII, í . v . qXfiEV, «y cuando se hubo dado cuenta (de es­
to), fue a».
1. La conjunción coordinante té, que es en- En casos aislados se usa xé para enlazar dos
clítica y va siempre pospuesta, cumple su fun- participios (sólo en 2, 33; 5, 19; 10, 22; 20,
ción independientemente o bien combinada 11; 27, 20; 28, 23), infinitivos (sólo en 11, 26;
con x a í o -muy reuas veces—con otros conec- 15, 5.39; 19, 12; 20, 35; 23, 10.24; 27, 21b) o
tivos, o bien se baila en correlación con un se­ sustantivos (sólo en 9, 15; 24, 5; 26, 4), y en
gundo xé en el sentido de no sólo... sino tam- 1, 15 y 4, 13 se emplea también para introdu-
bién. cir un paréntesis. En estos casos, xé es a me-
En el NT xé se emplea 215 veces, de ellas nudo una simple variación estilística de xaí,
151 veces (= 70%) en el libro de Hecbos (una que es mucbo más frecuente, aunque xé mues-
frecuencia extraordinariamente alta, no sólo tra a menudo una conexión mucbo más estre-
para el NT), 20 veces en Hebreos, 18 en Ro­ cba que x a í entre dos enunciados.
manos, 9 en el Evangelio de Lucas. Esta con­
junción no aparece en Marcos, Gálatas, Colo- 3. Con mucbo, el uso más frecuente de xé
senses, 1/2 Tesalonicenses, 1/2 Timoteo, Tito, en el NT (exceptuado el libro de Hecbos) es
Filemón, 1/2 Pedro, y 1-3 Juan. (Las conside- en combinación con xaí. Cuando estas dos
rables diferencias en los datos estadísticos se conjunciones xé y x a í se usan juntas, senalan
explican por un diferente tratamiento de la una conexión más estrecba entre dos miem-
tradieión, en la cual parece que se produjo al- bros de la frase, de la que podrían senalar ca­
gunas veces un cambio de xé y ôé; cf. algunos da una de ellas por separado, sin que en nues-
ejemplos en BlaB-Debrunner § 443 nota 1). - tra lengua podamos reflejar de manera ade-
Para no distorsionar demasiado el cuadro ge­ cuada estos matices.
neral, y en vista de lo que indican los datos Las partículas xé y x a í aparecen juntas,
estadísticos, el caso dei libro de Hecbos se cuando el primero de los dos miembros de la
tratará siempre por separado. frase conectados consta sólo de una palabra
(por ejemplo, en Heb 11, 32: Aaníô x e x al
2. La conjunción xé, usada independiente­ 2a|iouf|X); de lo contrario, la primera partí­
mente, aparece muy raras veces en el NT (13 cula aparece separada siempre de la segunda
veces), exceptuando, claro está, el libro de por, al menos, un elemento dei primero de los
Hecbos. La conjunción enlaza casi siempre dos miembros de la frase conectados (por
dos enunciados verbales (en forma de partici- ejemplo, en Lc 2, 16; xt )v x e M a g ià p x a l
pios: Mt 27,48; 28,12; Rom 16,26; Heb 1,3; xòv Truariq)).
en forma de infinitivos; Ef 3,19; en forma de
verbos en tiempo finito; Jn 4, 42; 6, 18; Rom Ejemplos como Platón, Phaed 58c muestran
2, 19; Heb 12, 2; Jds 6), y tan sólo en 1 Cor 4, que esta regia no es inflexible; pexa^è x fjç ôíxT jç
XE xal xoü -baváxou. Y lo mismo vemos en
21, Heb 6, 5 y 9, 1 enlaza dos sustantivos.
Hech 14, 5 y 26, 20. Sin embargo, esta regia ajui-
Por el contrario, en el libro de Hechos, xé da a analizar el uso de jrávxwv en Ap 19, 18. En
se usa de manera independiente en la mitad de esta frase jtávxtov no se usa como atributivo pa­
todos los casos (es decir, unas 75 veces, y si ra modificar el término siguiente eXeu&éQcov, si­
incluimos los casos mencionados en 4, bas­ no que se baila en aposición con lo que sigue a
1697 1698

continuación («de todos los hombres, [a saber, ] mer miembro de la enumeración consta de va­
libres y esclavos»); de lo contrario ia secuencia rias partes (cf. supra). Se conectan con xè (...)
de Ias palabras seria la siguiente: JtávTcov re x a í casi exclusivamente datos sobre personas
EXEOôéçtov xal...
Un caso especial lo representan Rom 1, 16 y 2, o sobre lugares, tan sólo en una ocasión se co­
9.10, en donde se inserta el advérbio t c q ô j t o v en­ nectan infinitivos (1, 1), informaciones cro­
tre los miembros conectados de la frase (por nológicas (9, 24), sustantivos abstractos (26,
ejemplo, en Rom 1,16; lottôaítp te tipôtov xai 3), advérbios (26, 22), cosas (21, 5) e infor­
“EA,A.T)VL), un advérbio que, por su posición, bace maciones sobre Ias Escrituras (28, 23). Por
especial referencia a 'lonôaloç. tanto, el uso de xè (...) x aí se halla más limi­
tado en el libro de Hechos que en el resto dei
Con xè (...) x a í se conectan de ordinário NT, y parece que en algunas combinaciones
sustantivos o adjetivos, y muy raras veces for­ tiene carácter de fórmula, por ejemplo, en la
mas nominales dei verbo (tan sólo en Heb 2, combinación bastante frecuente, que sólo va­
11; 6, 4; Lc 12, 45). Por eso, es bastante im- ria por el uso de los casos: cívôqeç xe x a l ytt-
probable el uso de tè... x a í para conectar for­ vaíxeç (5, 14; 8, 12; 9, 2; 22, 4).
mas verbales en tiempo finito (Lc 24, 20), lo
cual sucede también muy raras veces fuera 4. No en todos los casos está bien clara la
dei NT (en contra de BlaB-Debrunner § 443, función de xé; en Lc 21, 11 xé puede realizar
nota 2). la conexión entre el v. 10 y el v. 11o bien en­
Que xè (...) « a í establecen una conexión tre OELopoí y X,i[ioí (cf. BlaU-Dcbrunner §
más estrecha que la sola partícula xaí, lo ve­ 443 nota 2); de manera parecida en Lc 24, 20;
mos a) cuando a los dos miembros conectados sobre Heb 6, 4 cf. O. Michel, Der Brief an die
con xè (...) xat, se les conectan también otros Hebrãer'' (KEK), 241.
miembros con xaí, b) cuando se conecta un En el libro de Hechos hay más de 20 casos
par de conceptos sinônimos o de conceptos en los que se podría dudar acerca de si xé se
opuestos, c) cuando la unidad dei par de con­ conecta con una oración anterior o bien -m e­
ceptos se expresa por medio de un concepto diante una unión asindética entre oraciones-
genérico precedente o subsiguiente, o d) esa se corresponde con un x a í subsiguiente o in­
unidad se expresa por medio de otras pala­ cluso con un xé (-> 5). Sin embargo, como en
bras. todos los pasajes pertinentes se trata de la co­
nexión entre formas dei verbo en tiempo fini­
Ejemplos: a) Lc 2, 16; xf|v xe Mapiàp, aal xòv
to, entonces, si tenemos en cuenta los datos
’Icoar)(p ttai xò f)Qé(poç: los padres como pareja y
el nino; cf. también Heb 9, 2; Lc 12, 45; 1 Cor 1, mencionados en ^ 3 (es decir, que xè [...] x aí
30; Heb 2, 4; 6, 19; 11, 32; Ap 19, 18. - b) Heb 5, conecta únicamente sustantivos [o formas no­
14; KaXov xe xal xaxoõ; conceptos opuestos; minales dei verbo], podremos partir dei su-
Heb 5, 7; ôerjoeiç xe xal ixexpQÍaç; conceptos puesto de que el autor no experimenta gene­
sinônimos; cf. Mt 22, 10; Lc 12, 45; 22, 66; Rom ralmente o, en todo caso, no emplea xè (...)
1, 12.14 (bis); 3, 9, etc. - c) Mt 22,10; jxávxaç..., x a í con verbos como algo que constituya una
jtovTiQOÚç xe xal àya'&oúç; el par de términos
es aposiciôn a návxaç; cf. Lc 22, 66; Jn 2, 15; 1 unidad funcional.
Cor 1, 24.30, etc.; una síntesis subsiguiente, por
ejemplo, en Rom 3,9; 10,12; Heb 2,11. - d) Eyé- Ejemplos extremos; En la secuencia pé^Xeiv
vovxo ôè q)íX.oi ô xe 'HQCpôqç xal ó fliLãxoç: XE xal x ad-aiQ E T a^dai
en Hech 19, 27, xé estable-
XE... xaí explica quiénes llegaron a ser (piXoi. ce la conexión con un )ioYia'frfivai precedente, y
xa'9'aiQETo'&ai depende de [iélXeiv, y por tanto
xaí debe traducirse por «también». - En 9, 18.29
En el libro de Hechos, la combinación de xé
XÈ xaí se baila entre predicados, y sin embargo
con x a í se da con seguridad, al menos, 40 ve­ éstos funcionan separadamente; abora bien, seria
ces, de Ias que 22 veces aparecen en la forma contrario al estilo lucano el analizar el primero de
xè xaí, incluso en dos ocasiones en que el pri- los dos predicados como si estuviera en relación
1699 TE - TEMVOYOVia 1700

asindética con lo que precede. - Otros ejemplos cf. Ez 40, 3ss), sus cimientos están adornados
2, 43.46; 6, 12; 7, 26; 8, 28; 9, 3; 13, 4.11; 14, 21 con valiosísimas piedras preciosas (v. 19; cf.
16, 3.34; 19, 6; 21, 30; 22, 7.23; 25, 2; 26, lOs Is 54, lls ; Tob 13,17). D. Georgi, en FS Born-
24, 23 (con infinitivos). kamm, 351-372.

5. La conexión de dos miembros de la frase


con tè... T8 en el sentido de no sólo... sino T£X^.lf|QlOV, o v , TO tekmêrion prueba*
también, es una conexión que, de por sí, es ya x e x fj,T |Q io v , a diferencia de pagxÚQiov y
rara en prosa, y en el NT tenemos únicamente otros términos semejantes (-> pagrugía), de­
los siguientes ejemplos: Rom 14, 8: èáv xe signa pruebas basadas en hechos, que tienen
yáQ... èáv T8, «porque tanto si... como tam­ credibilidad por sí mismas (cf. Tucídides II,
bién si»; èáv xe oòv... èáv xe, «por tanto, no 39; Platón, Leg X, 886d y passim)', así se
sólo si... sino también si»; Hech 26, 16; [iág- entiende también en Hech 1, 3: èv JtoÀX,otç
xnga mv xe elõeç mv xe ôqpOTiaopaí ooi, xex(j,T]QLOiç, donde se hace referencia a Ias
«testigo no sólo de lo que has visto, sino tam­ apariciones y actuaciones dei Resucitado, du­
bién de lo que yo te mostraré»; también 26, rante los «euarenta dias» que trascurrieron
10. entre la resurrección y la ascensión. D. L. Me-
No sin ambigüedades se ha trasmitido Rom aland, The Phrase «Many Proofs» in Acts 1, 3
1, 26s, donde la equivalência dei segundo and in Hellenistic Writters: ZNW 80 (1989)
miembro está ya acentuada extraordinaria­ 134s.
mente por ópoícoç y xaí. En Hech 2, 46; 17,
4; 27, 3 y Heb 6, 2, consideraciones sobre el
contenido sugieren que la construcción xè... TEXVIOV, Ol), TO teknion hijito*
xé significa en cada caso una simple enumera- En el NT, el diminutivo de xéxvov se en-
ción unida por la cópula y. cuentra únicamente en la forma dei vocativo
plural xexvía, y tan sólo en el Evangelio de
6. Parece que xé detrás de èx.i no tiene más Juan y en la Carta primera de Juan, como una
función que la de reforzar otros conectivos en expresión carinosa con que Jesús se dirigia a
Lc 14, 26; Hech 21, 28, y delante de yáQ en sus discípulos (Jn 13, 33) o con que el autor
Rom 7, 7; 2 Cor 10, 8. de la Carta primera de Juan se dirigia a su co-
Sobre palabras con sílaba final -xe como munidad (2, 1.12.28; 3, 7.18; 4, 4; 5, 21). Cf.,
«)oxe, oõxe, [rf|xe, euxe, cf. cada caso concre­ en cambio, xéxva xoõ freon en Jn 1, 12; 11,
to sub voce. 52; 1 Jn 3, 1.2.10; 5, 2.
K.-H. Pridik
TEXVOYOvéto teknogoneõ tener hijos*
Según 1 Tim 5, 14, Ias viudas jóvenes, a
T t í x o ç , ox)Ç, TÓ teichos muro, muralla de quienes no se admite en el «grupo de Ias viu­
la ciudad* das» (w . 9ss, XfiQOí)" deben volver a casar-
En Hech 9, 25; 2 Cor 11, 33 (en ambos ca­ se, tener hijos y cuidar de su casa.
sos en la expresión Sià xoõ xeíxonç) dícese
de Ias murallas de la ciudad de Damasco, por
Ias cuales los discípulos descolgaron a Pablo, TEXVOYOVÍa, a ç , teknogonia la acción
metido en un cesto (a través de una ventana, 2 de tener hijos*
Cor 11, 33); Heb 11, 30: x à xeíxi) ’IeQi-X® Según 1 Tim 2, 15 (en interpretación de
(Jos 6, 14ss). En Ap 21 dícese de la muralla Gén 3, 16), el tener hijos / la matemidad es la
que rodea la Jerusalén celestial: es grande y tarea especial de la mujer, una tarea en la
alta y tiene doce puertas (v. 12; Ez 48, 30ss), cual, según el v. 15b, se incluye la vida en la
12 pilares (v. 14), mide 144 codos (vv. 15.17; fe (posiblemente se piense también en la edu-
1701 T E J tv o y o v ia — t e x v o v 1702

cación de los hijos en la fe, cf. bBer 17a): V, 636-653; E. Pax, G otteskindschaft (I), en LThK IV,
omUriaeTaL ôè ôià Tfjç xexvoYovíaç. En el 1114-1116: R. Schnackenburg, C a rta s de sa n Juan,
Barcelona 1980,203-211; H.-H. Schroeder, E lte m und
fondo de todo se hallan probablemente Ias K in d er in d e r V erkündigung Jesu (ThF 53), Hamburg-
ideas judias según Ias cuales el hecho de su- Bergstedt 1972; W. Twisselmann, D ie G o tte s k in d ­
frir los dolores dei parto suspende la maldi- sch a ft d e r C hristen nach dem N T , Gütersloh 1939; M.
ción de que se habla en Gén 3, 16. En una Vellanickal, T he D ivin e S onship o f C hristians in the
Johannine W ritings (AnBibl 72), Roma 1977.
polêmica antignóstica (sobre la hostilidad de
los gnósticos hacia el matrimônio, cf. Ireneo, 1. En el NT xéxvov aparece en 99 lugares.
Haer 1, 24, 3: nubere autem et generare a Sa-
Se halla con especial frecuencia en Mateo (14
tana dicunt essej 1 Tim 4, 3: JtmXuóvtCOV ya-
veces) y en Lucas (14); no se encuentra en
[i£ív), se recuerda a los hombres (1 Tim 2, 8)
Hebreos, Santiago y Judas, xéxvov está rela­
y a Ias raujeres (2, 9ss) lo dispuesto por Dios cionado etimológicamente con ^ xíxxq) (dar
para el ordenamiento de la vida y de la convi­
a luz, producir) y designa al nino (-a) en cuan-
vência. M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pas-
to hijo (-a) de sus progenitores. Además dei
toralbriefe^ (HNT), sub loco (excursus); A uso dei término en sentido propio (-»• 3), el
Kassing: Liturgie und Mõnchtum 23 (1958)
empleo dei mismo en sentido figurado ocupa
39-63; N. Brox, Cartas Pastorales, Barcelona un amplio espacio (->• 4 y 5).
1974, sub loco.
2. Son hebraísmos Ias siguientes empleos
dei término; a los habitantes de una ciudad se
té jtv o v , OU, TÓ teknon nino (-a), hijo (-a)* los llama (como ya en la LXX) los «hijos»
1. Aparición en el NT y significado - 2. Hebralsmos (xéxva) de esa ciudad; Mt 23, 37 par. Lc 13,
en el uso de téxvov - 3. téjtvov en relación con el pa­ 34; Lc 19, 44; Gál 4, 25. La conexión de un
dre y la madre. - 4. Filiación espiritual - 5. Hijos de grupo de personas con determinadas realida­
Dios - a) Pablo - b) Evangelio de Juan y Carta prime-
ra de Juan. des (abstractas) se expresa mediante xéxva
con genitivo; Ef 2, 3 (ÔQYfjç); 5, 8 (qxnxóç); 1
B ib l.: O. Bauernfeind, G o tte s k in d sc h a ft (I), en Pe 1, 14 (ujtaxofjç); 2 Pe 2, 14 (xaxápaç);
RGG n, 1798-1800; O. Betz, D ie G eb u rt d e r G em ein- cf. Rademacher, Grammatik, 28. Cf. también
de durch d en Lehrer. NTS 3 (1956-1957) 314-326 (a
propósito de IQH 3, Iss); Billerbeck I, 219s, 371-374; Lc 7, 35 (par. Mt 11, 19 C Koiné D): xéxva
J. Blinzler, K in d I. B iblisch, en LThK VI, 148s; Id., de la «sabiduría».
K in d u n d K õnigreich G ottes (M k 10, 14f), en Id., A u s
W elt u n d U m w elt d es N T , Stuttgart 1969, 41-53; G. 3. En los siguientes pasajes se emplea xéx­
Braumann, t é x v o v , en DTNT III, 167s; B. Byrne, vov en sentido propio; Mc 12, 19; 13, 12a par.
‘S o n s o f G o d ’- ‘S e ed o fA b r a h a m '. A Study o fth e Idea
o f th e S o n sh ip o f G o o d o f A lt C h ristia n s in P a u l
Mt 10, 21a; Lc 1, 7; Hech 7, 5; Ap 12, 4. El
a g a in st the J ew ish B a c k g ro u n d (AnBibl 83), Roma plural se halla en Mt 7, 11; 10, 21b; 15, 26;
1979; G. Delling, L exika lisches zu téxvov (1964), en 18, 25; 19, 29; 22, 24; Mc 7, 27 (bis); 10,
Id., S tu d ien zu m N T u n d zu m hellen istisch en Ju d en - 29.30; 13, 12b; Lc 1, 17; 11, 13; 14, 26; 18,
tum , Gõttíngen 1970, 270-280; Id., D ie «Sõhne (K in­
der) G ottes» im N T , en F S Schürm ann, 615-631; A.
29; 20, 31; 23,28; Hech 21, 5.21; 1 Cor 7,14;
Duprez, N o te su r le rôle d e T E sp rit-S a in t dans la f i- 2 Cor 12, 14a.b; 1 Tes 2, 7.11 (metaforica­
lia tio n d u chrétien\ RSR 52 (1964) 421-431 (a propó­ mente); 1 Tim 3, 4.12; 5, 4; Tit 1, 6. En la
sito de Gál 4, 6); W. Grundmann, D ie G otteskindschaft cuestión acerca dei bautismo de ninos en el
in d e r G eschichte Jesu u n d ihre religionsgeschlchtli-
chen V o ra u ssetzm g en , Weimar 1938; G. Haufe, D as
cristianismo primitivo, es importante el texto
K in d im NT: ThLZ 104 (1979) 625-638; J. Jeremias, de 1 Cor 7, 14: los hijos de una pareja cristia-
D ie K in d e r ta u fe in d e n e rste n v ie r Ja h rh u n d e rten , na son «santos» (y no «impuros»).
Gõttingen 1958; Jeremias, T eologia I, 210-238; G. En Ias «tablas de deberes domésticos», se
Klein, Jesu s u n d d ie Kinder. B ib ela rb eit ü b er M k 10,
13-16, en Id., Â rg ern isse, München 1970, 58-81; S.
dirige la palabra a los hijos o se los menciona.
Légasse, J esu s e t V e n fa n t (EtB), Paris 1969, índice xéxvov (que, de por sí, se refiere a un hijo o
analítico s.v. (353); A. Oepke, flaiç xtX., en ThWNT hija) significa también concretamente (según
1703 TEKVOV 1704

el contexto) el hijo varón: Mt 21, 28a; Flp 2, po» (v. 23). No todos los descendientes de
22; Âp 12, 5. Asimismo el vocativo x é w o y se Abrahán son hijos de Abrahán (9, 7); no son
aplica concretamente al hijo varón: Mt 21, los «hijos de la carne» (v. 8a) los que son «hi­
28b; Lc 2, 48; 15,31; 16, 25). jos de Dios», sino los «hijos de la promesa»
El plural de téxvov designa en sentido más (v. 8b). En Rom 9, 26 Pablo cita a Os 2, 1
amplio a los descendientes de una persona: LXX y asienta así una base bíblica de la con-
Mt 2, 18; 27, 25; Hech 2, 39; 13, 33; Gál 4, dición de hijos de Dios. Claro que en Pablo
27.31. Aqui habrá que incluir quizás Rom 9, predomina la expresión uLoi (toC) fl-EOh
8a: xà xéxva Tfjç oagnóç, así como 9, 8b y (Rom 9, 26; en 2 Cor 6, 18 junto a ■&uyaté-
Gál 4, 28 ( x fjç È J ta y Y E ^ ta ç ) (pero cf. también QEç; Gál 3, 26; 4, 6.7). Flp 2, 15 exhorta a vi-
2). «Hijos dei diablo», en 1 Jn 3, 10, se ha vir irreprochablemente como «hijos de Dios»
formado como término opuesto a «hijos de en medio de una generación perversa. La pa-
Dios» (-V 5.b); cf. Hech 13, 10). rénesis de Ef 5, 1 invita a los cristianos, como
«hijos amados (de Dios)», a ser «imitadores
4. La transición a un empleo de téxvov en de Dios».
sentido figurado, la vemos en la interpelación
íntima y familiar con que Jesus se dirige a un La manera en que el cristianismo primitivo ha-
bla de la condición de hijos de Dios se halla res­
adulto llamándole hijo mío: Mc 2, 5 par. Mt 9, paldada esencialmente por el mensaje de Jesús
2. Como filiación en sentido espiritual se de­ acerca de que Dios es Padre, un mensaje que se
signa la relación de una persona con su maes­ reconoce todavia en Mt 5, 45 par. Lc 6, 35. Claro
tro o con su apóstol; 1 Cor 4, 14.17; 2 Cor 6, que aqui la condición de hijo se concibe estricta-
13; Gál 4, 19; Fim 10; 1 Tim 1, 2; 2 Tim 1, 2; mente como un «estado» que ha de conseguirse
Tit 1, 4; 3 Jn 4. Esto último se expresa tam­ en el futuro, un «estado» que se concede gracio­
samente en el eschaton a los que imitan la bondad
bién en el vocativo téxvov: 1 Tim 1, 18; 2 perdonadora y generosa de Dios. Este carácter es-
Tim 2, 1; en plural en Mc 10,24. Asimismo, a catológico y futuro se conserva también en Mt 5,
los seguidores de los falsos maestros se los 9: Los que procuran la paz «serán llamados en el
llama hijos de los mismos: Ap 2, 23. - A los futuro hijos de Dios». La idea de la religión grie-
miembros de una comunidad cristiana se les ga de que todos los hombres son por su misma
puede llamar los hijos de esa comunidad: 2 Jn naturaleza hijos de Dios, es tan ajena al evangelio
como ajena es al AT. Cf. J. Schmid, El Evangelio
1.4.13. Con el concepto de hijo se expresa
según San Mateo, Barcelona 1967, 184s; G. De-
también la analogia interna que existe entre el lling, enFSDahl, 18-28.
hijo y el progenitor: Mt 3 ,9 par. Lc 3, 8 {«hi­
jos para Abrahán»); Jn 8, 39 {«hijos de Abra- b) En la teologia «joánica» la condición que
hán»); cf. Rom 9,1; 1 Pe 3, 6). tienen los creyentes de ser hijos de Dios se
fundamenta en el hecho de que han sido en­
5. a) Pablo asocia la idea de que los cristia- gendrados por Dios (Jn 1, 12s). En este con­
nos son hijos de Dios con la idea de que han texto se halla únicamente el término téxvov
sido adoptados por Dios. La exclamación pro­ (pero no el de ulóç, que queda reservado para
nunciada en el Espíritu «jAbba, Padre!» hace la cristología). Los que han sido engendrados
ver a los cristianos que son «hijos de Dios» por Dios han recibido la è|o u 0 Ía de «llegar a
(Rom 8, 16); como hijos, son también herede- ser hijos de Dios» (1, 12). La fe y la condi­
ros, es decir, coherederos de Cristo (v. 17). En ción de hijos se hallan en tensión escatológi-
Pablo, una expresión sinônima de té x v a ca. Según 11, 52, la muerte de Jesús tiene lu­
Ueou es la de uLol Ueob (cf. vv. 14.19). En gar «no sólo para el pueblo, sino también pa­
contraste con la esclavitud bajo la cp^OQÓ se ra congregar a los hijos dispersos de Dios». A
halla la «libertad de la gloria de los hijos de diferencia de 1, 12, donde se habla dei poder
Dios» (v. 21). Nuestra futura adopción como de los creyentes para llegar a ser hijos de
hijos efectuará la «redención de nuestro cuer- Dios, aqui se presupone ya la condición de los
1705 x é x v o v - TÉX.EIOÇ 1706

creyentes como hijos de Dios: «Hijos de Estas modificaciones y asimilaciones dei


Dios» son aqui los Uamados y elegidos a la fe enunciado marquino a Mt 13, 55 nos permiten
en Cristo -u n a visión «predestinacionista»- ver que el referirse a Jesus como a un trabaja-
(R. Schnackenburg, El Evangelio según San dor se sintió pronto como una manera ofensi­
Juan II, Barcelona 1980, 445). va de hablar; cf. también Orígenes, Cels VI,
La Carta primera de Juan habla frecuente- 34 y 36, quien dice que Celso recurría a esta
mente dei «ser engendrado por Dios» (2, 29; tradición para denigrar a Jesús; Orígenes le
3, 9; 4, 7; 5, 1.4.18). Mediante la generación responde senalando que en ninguna parte de
por Dios, el hombre llega a ser «hijo de Dios» los Evangelios (!) se dice que Jesús haya sido
(3, 1.2.10; 5, 2). En 3, 9.10 alteman los con- un obrero manual. Sin embargo, en el âmbito
ceptos de «ser engendrado por Dios» y «ser judio no se sentia como un oprobio, ni mucho
hijo de Dios». Esto último no es sólo un pre­ menos, el ejercer un oficio manual; antes bien,
dicado honorífico. 5, Is muestra «que el autor uno de los deberes dei padre era el de ensenar
toma en serio la comparación con la genera­ a su hijo un oficio manual (TosQid 1, 11; Bi-
ción natural; pero al propio tiempo resulta llerbeck II, lOs; sobre Mt 13, 55 cf. bSan
asimismo claro que el lenguaje es sólo analó­ lOóa.b). Es de suponer que Jesús y su padre
gico y figurado; el hijo de Dios no es germen fueron obreros de la construcción / carpinte-
de Dios, sino que el germen de Dios perma­ ros. En ambos pasajes el térnúno ó xé>tTa)v se
nece en él» (Schnackenburg, Cartas de San refiere a Jesús como a una persona muy cono-
Juan, Barcelona 1980, 203). La expresión an- cida entre sus vecinos y en los alrededores, y
titética «hijos dei diablo» (3, 10) nos advierte no pretende denigrar su origen. R. A. Batey,
que no debemos caer en una interpretación «Is not This the Carpenter?»: NTS 30 (1984)
naturalista errônea dei hecho de ser engendra­ 249-258 (esp. la nota 2); H. Hõpfl: Bib 4
dos por Dios. (1923) 41-55: P. H. Furfey: CBQ 17 (1955)
204-215; BHH BI, 2241; Bauer, Wôrterbuch,
G. Schneider
s.v.

TEXVOTQOtpéo) teknotropheõ criar o edu­


car hijos* TÉXeioç, 3 teleios completo, perfecto,
En 1 Tim 5, 10 se dice, entre Ias condicio­ adulto*
nes previas para que una viuda sea inscrita en 1. Aparición en el NT - 2. Espeetro de significados
el grupo de Ias viudas; ei ètexvoTçóqiTjoev. - 3. a) Mateo - b) 1 Cor 2, 6 - c) Ef 4, 13 - d) Santia­
go-
B ibl.: G. Barth, D as G esetzesverstãndnis des E van-
x tx x to y , ovoç, o tekw n obrero (de la g e liste n M a tth ã u s, en G. Bornkamm-G. Barth-H. J.
construcción), carpintero* Held, Ü b erlieferu n g u n d A u sle g u n g im M a tth ã u s-
TéxTCDV significa propiamente «el que pro- E vangelium , Neukirchen-Vluyn ’1975, 90-98; A. Bau-
duce o fabrica algo» (en latín, faber), sobre mann, M ilte un d N o rm des C hristüchen, Münster i. W.
1968, 193-196; H. Braun, Spatjiidisch-hãretiscker und
todo cuando se trata de trabajos relacionados frü h c h ristlic h er R adikalism us I-II, Tübingen 1969, í.v.
con la madera (cf. Homero, II 6, 315; Platón, tãm im y té Xeioç ; H. Bmppacher, W as sagte Jesus in
Resp X, 597d; Josefo, Ant XV, 390; t é x tc o v M t 5, 48?: ZNW 58 (1967) 145; G. DelHng, téXeioç,
|úkcov x a i kí^cov, 2 Re 5, 11; cf. 1 Crón 22, en ThWNT VUI, 68-79; M. Dibelius, D e r B r ie fd e s Ja-
ko bus (KEK), Gõttingen ^1964, 148-152; J. Dupont,
15; TÉuxmv x a l Óiq x ix Éxx co v , Eclo 38, 27). V a p p e l à im iter D ieu en M t 5, 48 e t L u c 6, 36: RivBib
Según Mt 13, 55 a Jesús se le llama ó xoõ 14 (1966) 137-158; R. Fabris, L egge delia liberta in
xéxxovoç níóç; en cambio, según Mc 6, 3, se G iacom o, Brescia 1977; H. Frankemõlle, Jahw ebund
u n d K irche C hristi, Münster i. W. 1974, 286-293; G.
le llama ó xéxxcov, ô nlòç xfíç M agíaç (v.l.
Gerleman, sltn, en DTMAT II, 1154-1173, especial­
xoõ xéxxovoç níòç x a l xfjç M apíaç. En sy^ mente 1155s y 1162s; H. Hübner, D a s G esetz in der
se omite ó xéxxcov; cf. GNTCom sub loco). sy n o p tisch e n T ra d itio n , Witten 1973, 110-112; K.
1707 T8A.ELOÇ 1708

Koch, tm m , en DTMATII, 1309-1316; G. Künzel, Stu- sonas «perfectas» según la terminologia estoica
dien zu m G em eindeverstãndnis des M atthãus E vange- (Abr 52ss), a fin de presentar la ley mosaica ante
Hum, Stuttgart 1978, 218-250; G. Miegge, II Serm one Ias personas que han tenido una formación estoi­
sul m onte, Torino 1970, 158-161; P. J. du Plessis, Té- ca (Winter, 102s; sobre Filón en general, cf. ibid.
Xeloç. The Id ea o f P erfectio n in the N T , Kampen 1959;
98-157). Filón habla también de Dios como tò
R. Reitzenstein, D ie h ellen istischen M ysterienreligio- TÉXeiov (Gig 45). Según el CorpHerm, aquellos
nen, Darmstadt 1966 (= Stuttgart ^1972), 333-341; B.
Rigaux, R év e la tio n d es m ystères e t la p e r fe c c io n à
que fueron bautizados con el voõç, se han con­
Q um ran e t da n s le NT: NTS 4 (1957-1958) 237-262;
vertido en TÉXeioi ãvfl-ptüJtoi, los cuales, por
L. Sabourin, W hy is G o d ca lled «p eifect» in M t 5, 48?: contraste con los hombres lógicos (XoYittoí), par-
BZ 24 (1980) 266-268; W. Schmithals, D ie G nosis in ticipan en la gnosis (IV, 4; cf. Reitzenstein, 338).
K o rin th , Gõttingen ^1965, 142-146; R. Schnacken- De los 91 testimonios de tãmim en el AT, tan
burg, D ie V ollkom m enheit d e s C hristen nach M t, en sólo 4 se traducen en la LXX por el término t é -
Schnackenburg I, 131-155; W. Trilling, D as w ahre Is­ Xe io ç (Gén 6, 9: Noé es áv&Qcojtoç ôí>íaioç, t é -
rael, München ^1964, 192-196; M. Winter, P neum ati- Xe io ç ; E x 12, 5: dei cordero pascual; Dt 18, 13:
k e r u n d P sy c h ik e r in K o rin th , Marburg 1975; Y. S. «Tú serás [cultualmente] puro ante tu Dios [si de-
Yang, V ollkom m enheit na ch p a u lin isch em un d konfu- jas de practicar cultos paganos]»; pero el TM di-
zia n isc h e m V erstãndnis. E in V ergleich d e r B eg riffe ce: «Tú debes pertenecer por completo [tãmim
«téleios» hei P a u lu s u n d «C heng» beim V etfa sser des
tihyeh ’im] a Yrfivé, tu Dios»; 2 Re 22, 26: pETCt
B u ch es «C hung-Yung» (tesis Theol. Reihe 4), St. Otti-
àvôgòç t e Xe ío u ), y de los 28 testimonios de sã-
lien 1984; E. Yamold, T éXeioç in St. M a tth e w ’s G os-
pel: StEv IV (1968) 269-273; J. Zmijewski, C hristli-
lêm, sólo 5 se traducen por t é Xe io ç (la expresión
che «Vollkom m enheit», E rw ãgungen zu r T heologie des idiomática t é Xe io ç tt ) xaçòíg en 3 Re 8, 61; 11,
Jakobusbriefes: StNTU 5 (1980) 50-78; para más bi­ 4; 15, 3.14; 1 Crón 28, 9).
bliografia, -►TÉXoç; cf. además, ThWNT X, 1279.
se usa de tres maneras en el NT:
t é Xe io ç

1. En el NT los 20 testimonios de T éX ,eioç a) Como adjetivo sustantivado, con el senti­


se distribuyen de la siguiente manera; 3 en do de (los) perfectos (siempre en plural): 1
Mateo, 1 en Romanos, 3 en 1 Corintios, 1 en Cor 2, 6; Heb 5, 14; quizás también Flp 3, 15;
Efesios, 1 en Filipenses, 2 en Colosenses, 2 Col 4, 12 (debiendo preguntamos en cada ca­
en Hebreos, 5 en Santiago, 1 en 1 Pedro (usa­ so concreto si se pretende hacer un deslinde
do como advérbio) y 1 en 1 Juan. con respecto a cristianos menos perfectos o si
se está hablando con ironia), o como adjetivo
2. En el griego clásico y en el helenístico, con el sentido de «perfecto», referido a Dios
téXsLOÇ significa completo, sin defecto (díce- (únicamente en Mt 5, 48) y a personas (Mt 5,
se de los animales destinados a los sacrifí­ 48; 19, 21; Col 1, 28; Sant 1, 4; 3, 2), o de
cios), perfecto, desarrollado, adulto. «adulto» (1 Cor 14, 20 [en contraposición a
jtaiôíovj; sobre Ef 4, 13 ^ 3.c).
Para Platón, t é Xe io ç es quien, al recordar su b) Como adjetivo sustantivado t ò t é Xe i o v ,
ser, penetra dei mundo material en el mundo de lo perfecto: Rom 12, 2 (en sentido ético); 1
Ias ideas (Phaedr 249c). Según Aristóteles, la Cor 13, 10 (en sentido escatológico).
«virtud perfecta» (iq t e Xe í o àQ E T f|), la cual se c) Como adjetivo que cualifica a determina­
realiza en la elección, incluye la razón práctica dos conceptos: el «tabemáculo mayor y más
(q p Q Ó v q o iç) y la inclinación natural al bien
perfecto» (Heb 9, 11); «obra perfecta» (Sant
(EthM II, 3, 1200a). Es «absolutamente perfecto»
(ájtXcüç TÉXeiov) lo que de manera constante es 1, 4); todo «don perfecto» (1, 17)); la «ley
elegido por sí mismo, a saber, la felicidad perfecta de la libertad» (1, 25); el «amor per­
(enôaipovía, EthNic 1,7 , 1097a; t e Xo ç 2). Pa­ fecto» (1 Jn 4, 18).
ra el estoicismo, el «varón perfecto» es aquel que
tiene todas Ias virtudes y Ias pone en práctica 3. a) Como t é Xe i o ç en Mateo es siempre re-
(von Amim, Fragmenta III, 73, n° 299). Para Fi- daccional, tiene acento teológico, a pesar de
lón, el TÉXe io v àyadóv es la forma suprema de la
vida moral (à y a -ô Ó T q ç ), en la cual se practican aparecer únicamente tres veces. En 5, 48 el
todas Ias virtudes particulares (Migr 36s); claro redactor lo usa dos veces para sustituir a olx-
está que a los patriarcas se los describe como per- T Ípp,cov (Lc 6, 36: Q), y lo hace como conclu-
1709 xéX.ei05 1710

sión de todas Ias antítesis anteriores y como la Ias religiones. Ias ideas que sirven de fondo a
suma dei cumplimiento de la ley (cf. Mt 5, esta expresión.
17; cf. W. Grundmann, Das Evangelium nach
Matthâus [ThHK], 179ss y otras; de manera Según la concepción que ve en el fondo de to­
diferente piensa Delling, 75 nota 35). Barth do esto el mito gnóstico dei redentor. Cristo, por
ser el varón perfecto, es el Anthropos, concebido
(91s) llama la atención sobre el uso análogo como la cumbre suprema de su pleroma (-> jtX,T|-
de tãmím en IQS y de xéÀeioç en Mateo, pe- pcupa 3.b) (así, por ejemplo, pensaba antes H.
ro senala al mismo tiempo, y con razón, que ScMier, Christus und die Kirche im Epheserbrief,
té le io ç en Mateo no denota, como en el caso Tübingen 1930, 27s). F. MuJJner (Christus, das
de la secta, un «más» en sentido cuantitativo All und die Kirche, Trier ^1968) representa la opi-
y extensivo (en cuanto a la obediência a la To- nión completamente opuesta: El cuerpo de Cristo
( ^ orâpa 9) no es en modo alguno una entidad
rá), sino en sentido intensivo (Braun II, 43
cósmica. Entre esta concepción insostenible y la
nota 1). Mientras que los escritos de Qumrán concepción mencionada en primer lugar ocupan
se interesan por la observância correcta e in- un lugar intermédio, entre otros, C. Colpe (FS Je­
tachable de toda la Torá, xé)v.Eioç se refiere en remias 1960, \12-\K1: influencia de Filón) y E.
Mt 5, 48 a una profundización de la ley, que Schweizer (Neotestamentica, Zürich-Stuttgart
culmina en la renuncia a la venganza, por un 1963, 239-316: influencia dei pensamiento grie-
lado, y en el amor a los propios enemigos, por go). J. Gnilka entiende la expresión àvT)Q xé^eioç
como varón adulto: la Iglesia, como organismo,
el otro lado (Hübner, 111), y que en 19, 21 se haUa sometida a un proceso de crecimiento, en
culmina en la renuncia a los bienes por parte cuyo término se encuentra la adultez, el hombre
dei rico. Ni 5, 48 ni 19, 21 se presentan como maduro (Der Epheserbrief \yíThY,3, 215).
exigências de la ley.
b) Cuando Pablo, en 1 Cor 2, 6, se dirige a De ningún modo ha quedado refutada defi-
los cristianos llamándolos perfectos, es decir, nitiv amente la tesis según la cual el autor, va-
«pneumáticos consumados» (H. Lietzmann- liéndose de conceptos gnósticos, argumenta
W. G. Kümmel, An die Korinther 1 /lf [HNT], contra la gnosis; sin embargo, es preciso in-
11), o considerándolos como «una clase supe­ troducir en ella una diferenciación más preci­
rior de creyentes» (H. Conzelmann, Der erste sa, temendo en cuenta los intentos de Colpe y
Briefan die Korinther^, 83) (^con cierto tono de otros por senalar influencias en la deriva-
de ironia, a causa de 3, 1?), a quienes él da ción de los conceptos.
por sentado que puede confiarles la predica- d) TÉ)i.eLOÇ es una palabra clave en la Carta
ción de su propia sabiduría (-> ooqpia 3.c), de Santiago. La carta, concebida parenética-
entonces estas palabras se hallan condiciona­ mente, invita a ser perfectos, 1 , 4 ( t ÉXe i o i
das por la gnosis que prevalece en la comuni- junto a ÔXÓXÂ.T1QOL), ya sea por la «obra per-
dad. Ahora bien, como el contenido de esa sa­ fecta» de la perseverancia en la tentación (1,
biduría vuelve a consistir supremamente en la 4), o bien por el dominio en la manera de ha-
cruz de Cristo predicada a todos, vemos que blar (3, 2). Esto se facilita por el hecho de que
Pablo paraliza en el fondo la separación que todo «don perfecto» procede de Dios (1, 17),
se establecía entre los perfectos y los no per­ principalmente la «ley perfecta de la libertad»
fectos (cf. Winter, 218: Pablo no puede pre- (1, 25; -> vópoç 4.b). Aunque esta expresión
sentar consecuentemente la sabiduría esotéri­ pueda delatar quizás influencia estoica (para­
ca anunciada en 2, 6, porque —para él—la sop- lelos estoicos: Dibelius; K. Niederwimmer,
hia es de hecho la predicación de la cruz: una Der Begriff der Freiheit im NT, Berlin 1966,
predicación que está destinada a todos los 37ss), sin embargo la Carta de Santiago se ha-
cristianos). 11a últimamente en el terreno de la tradición
c) Se discute el significado de elç õ v Ô Q a judia acerca de la ley. Lo mismo que en Rom
TéX,£iov en E f 4, 13, por interpretarse de ma­ 13, 8-10 (no Gál 5, 14, vóp,oç 4.b), la ley
nera diferente, en la óptica de la historia de se entiende a partir dei mandamiento dei amor.
1711 t é Xeloç - TEXeióo) 1712

2, 8. Lo sorprendente es la total naturaUdad sino -según el contexto de los vv. 12ss—en los
con que Santiago entiende en sentido exclusi­ efectos de la parénesis en los creyentes.
vamente ético conceptos como •téX.eioç, que En Heb 6,1 xeketóxriç se halla en oposición
originalmente son cultuales (cf. H.-M. Schen- a la «doctrina elemental acerca de Cristo», y
ke-K. M. Fischer, Einleitung in die Schriften significa lo que es completo / acabado en el
des NT, Berlin 1979, 232). sentido de la «madurez», de la «adultez» en la
fe, como objetivo para la comunidad que ha
El problema reside en determinar exactamente llegado a su madurez y que no se encuentra ya
la relación mutua entre la ley dei AT y la ley de la en el estado fundamental de la situación mi-
que habla Santiago: el atributo TéX,eioç ^se habrá sionera (cf. 5, 11-14; cf. además 1 Cor 3, Iss).
anadido teniendo en cuenta la ley «imperfecta»
dei Antiguo Pacto (F. MuBner, Der Jakobusbrief
[HThK], 109)? la ley perfecta, como «palabra
injertada» (1, 21), es la ley prometida por Jere­ TEÀEIOO) teleioõ acabar, completar, perfec-
mias y Ezequiel, que Dios pone dentro dei inte­ cionar*
rior dei hombre (Fabris, passim), en cuyo caso co­ 1. Aparición en el NT - 2. Significado - 3. a) Los
rrespondería una importância especial a Santiago escritos joánicos - b) Hebreos.
en el conjunto de la teologia bíblica (ibid., 238s:
«El punto de mediación entre los dos testamentos B ibl.: G. Delling, xeXeióü), en ThWNT VIII, 80-85;
está constimido por Ias profecias sobre la ley y el I. D. M. Derrett, The Lucan C hrist an d Jerusalem : TE-
espírita puestos en el corazón»)? Ahora bien, se- XsioõtiaL (L k 13, 32): ZNW 75 (1984) 36-43; M. Di-
gún Santiago, la ley perfecta no es precisamente belius. D e r him m lische K ultus nach dem H e b rã e rb rie f
una ley de libertad porque Dios la ponga en el co­ en Dibelius, B o tsch a ft II, 160-176; E. Kãsemann, D as
razón dei cristiano y de este modo lo baga libre w a n d e rn d e G o ttesvo lk, Gottingen ‘'1961, 82-90; O.
para amar, sino porque la ley perfecta es capaz de Michel, D e r B r ie f an die H e b rã e r (KEK), Gottingen
’1975, 144-146,223-229 y passim : A. Vanhoye, L ’oeu-
ello por si misma: esa ley misma libera para el ac- vre du Christ, don du P ère (Jn 5, 3 6 e t 17, 4): RSR 48
to dei amor a aquel que que se entrega a ella (-> (1960) 377-419; A. Wikgren, P a ttern s o f P erfection in
êXEuB-epía 6). Esta doctrina de la ley, no mediada the E pistle to the H ebrew s: NTS 6 (1959-1960) 159-
cristológicamente, necesita ser evaluada objetiva­ 167; para más bibüografía, -+ xéXoç, te Xéco.
mente desde la perspectiva de la cristología.
H. Hübner 1. En el NT, de Ias 23 veces que aparece xe-
ÀELÓO), 9 se encuentran en los escritos joáni­
cos (5 en el Evangelio de Juan y 4 en la Carta
T8XeiÓTT|Ç, l|TOÇ, lí teleiotês perfección, primera de Juan) y 9 en Hebreos. Lucas ofre-
consumación, acabamiento* ce 2 testimonios, y Hechos, Filipenses y San­
Col 3, 14 habla de la aYájrq (3.c) como tiago ofrecen uno cada uno de ellos.
oúvSeopoç (-)■ 8 eo[í Óç 5) xfjç xeX,eiÓTT|Toç,
«vínculo de la perfección» (genitivo objetivo), 2. x e Xe ió o ) como verbo cansativo (que, en
que abarca Ias diversas virtudes cristianas su sentido, apenas se diferencia de -> xeXéa))
mencionadas anteriormente y, de este modo. significa completar (también en sentido me­
Ias lleva a la perfección / a la consumación; cf. tafórico: «la carrera», Hech 20, 24), acabar
Bauer, Wõrterbuch, s.v. onvôeofioç. El geniti­ (por ejemplo, «los dias», Lc 2, 43), poner en
vo podría entenderse tambien en sentido cuali- determinado estado (final) y, por tanto, hacer
tativo (= «el vínculo perfecto»), lo cual no que algo esté completo / sea perfecto (—> 3),
cambiaria nada en el orden que la aYájrr) ocu­ pero también significa cumplir (la Escritura).
pa èjtl Jtãoiv ôè xoúxoiç (v. 14). Sobre la for- La expresión pasiva xfj x q Íxt] reXeioupat, en
mulación, cf. Platón, Pol 47, 310a (InvÔEO- Lc 13, 32, significa en primer lugar: «pasado
poç àpexfjç); Leg XXI, 5, 921c (xfjç jtókemç manana habré alcanzado mi meta» (Bauer,
onvÔEopoç, dícese dei vópoç). Por teXeióttiç Wõrterbuch, s.v. 1), pero implica también pro-
dificilmente se pensmá en la «totalidad» de la bablemente la idea de: «llegaré a la conclu-
comunidad (en contra de ThWNT VIII, 79s), sión (de mi actividad salvífica en general)»
1713 teXeióü) 1714

(W. Grundmann, Das Evangelium nach Lu- «ha alcanzado su meta el amor de Dios» (f|
kas’ [ThHK], 289; èx xcõv èQYOiv... ETEltELCÓ- xoü §^Eon xE X E X ,£Í(otat), 2, 5 (según
Õ Y á ttq
•fril, la fe «llega a su perfección en virtud de la traducción alemana ofrecida por H. Balz,
Ias obras», Sant 2, 22; oíix õxi... fíôi] xexe- Der erste Brief des Johannes^ [NTD 10], 171.
7,eíco[xai, «no como si yo hubiera alcanzado El genitivo xoü •Oeon es clarísimamente geni­
ya mi meta», R p 3, 12. tivo subjetivo (R. Bultmann, Die Johannes-
briefe [KEK 31; Balz, 176; Delling, 82, 28s;
3. a) Jn 4, 34 es un texto característico de la de manera diferente —> otYáitq 3.2; no está
cristología joánica: Jesús se orienta en todo su claro en R. Schnackenburg, Cartas de San
ser a hacer la voluntad dei Padre y a llevar a Juan, Barcelona 1980, 138s: «El ‘amor de
cabo de esta manera la obra (-> eqyov 3) que Dios’ no hay que entenderlo simplemente co­
el Padre le ha confiado (R. Bultmann, Das mo ‘amor a Dios’ [genitivo objetivo]... ‘ver-
Evangelium des Johannes^° [KEK], 143 nota dad’ lo mismo que ‘amor’ son expresión por
3: «xeX.ELonv no significa terminar lo que ya igual de lo que el cristiano lleva en sí dei ser
se ha comenzado»; DeUing, 8 2 ,14ss: «llevar a divino»), como lo demuestran los lugares pa­
cabo la obra de la salvación...»; de otra mane­ ralelos 4 , 12 («su amor ha llegado en nosotros
ra piensa R. Schnackenburg, El Evangelio se- a la meta [TeTekeito|xévq èoxív]») y 4 , 17 ( x e -
gán San Juan I, Barcelona 1980, 516: «Jesús X E k E Ícax ai q Ó Y á j t q p E # ’ qpé&v). Ahora bien,
debe llevar a término la obra comenzada por el el amor de Dios alcanza precisamente su me­
Padre»). Por haber llevado a cabo la obra que ta cuando nos amemos unos a otros, 4 , 12. Sin
el Padre le había confiado, en 17, 4, (el acon- embargo, en 4 , 18 el sujeto de oíi x e x e L eígl)-
tecimiento de la cruz ha quedado ya incluido x a i Èv x q a Y á j i q es el hombre que todavia
en esta obra, cf. Schnackenburg, El Evangelio tiene temor. En los cuatro pasajes x e ^ eloco se
según San Juan III, 217), Jesús ha glorificado halla en el campo léxico de àYÓJtq, es decir,
al Padre. 5, 36 se fija más en hechos particula­ está en conexión con este término.
res, pero sin perder de vista la totalidad de la
obra de Jesús (Bultmann, Das Evangelium des b) En la Carta a los Hebreos xeX.eióo) tiene
Johannes, I99s): Las obras que el Padre enco­ un sentido cultuai (cf. en la LXX la expresión
mendo a Jesús, demuestran que Jesús, al ha- idiomática cultuai xàç XEkeióto, que
cerlas, fue enviado por el Padre. La unidad en­ seguramente hay que traducirla con Delling
tre el Padre y el Hijo es un modelo para los 81, 40ss como «hacer apto para el ejercicio
que creen en el Hijo (17, 20), «para que ellos dei culto», es decir, significa la ordenación
sean perfectamente uno» (iva dioiv XEXEkEKO- sacerdotal en el AT; cf. también M. Noth, Das
pévoi EÍç ev), 17, 23. La expresión iv a xe - zweite Buch Mose [E xodusf (ATD), 189: La
keiur&tí T) YQdcpf), en 19, 28, es sinônima de expresión «llenar la mano» se encuentra ya en
iv a ■q YQ‘^*Fn JtkqQCodfj, «para que se cum- textos cuneiformes y significa originalmente
pliera la Escritura» (19, 24, -* jtkqgóo) 3.a). asignar ingresos por el ejercicio de un oficio,
La Carta primera de Juan combate a los pero en el AT, quizás sin tenerse en cuenta el
gnósticos entusiásticos que afirman, entre sentido original, significa la institución dei
otras cosas, que conocen y aman a Dios. Pero sacerdote en su ministério). Ahora bien, jun­
el critério para el conocinúento de Dios es el tamente con otras expresiones típicas dei cul­
amor fraterno (que ellos no practican). De to dei AT (TtQoatpÉQO), «ofrecer»; '&tJOÍa, «sa­
manera singularísima, el autor expresa en 2, crifício»; Jtgooégxopttt. «dirigirse al culto»;
3s la idea de que el genuino amor de Dios vópoç, aqui, la «ley cultuai» dei AT), esta ex­
puede reconocerse únicamente en el amor fra­ presión sirve precisamente para superar la
terno (compárese 4, 20s con 2, 3ss): tan sólo concepción dei culto como tal: la ley (-> vó-
en aquel que guarda la palabra de Dios, es de- poç 4.b) y los sacrifícios prescritos en ella
cir, que observa el mandamiento dei amor. que se ofrecen regularmente, no pueden hacer
1715 TeXfiióo) - te Xeícjüoiç 1716

perfectos a los participantes en el culto, es de- ción (Schenke-Fischer, Einleitung in die Schrif­
cir, no pueden «situarlos en el estado que de- ten des NT II, 252s). Esto mismo hay que aplicar-
bieran tener ante Dios» (cf. Delling, 8 3 ,19s), lo también al uso de te X,eióo3. Habrá que pensar
si el desequilíbrio terminológico tiene su explica-
Heb 7, 19; 9, 9; 10, 1. Pero mediante la ción en la admisión de elementos dei mito gnósti­
«ofrenda (jtpoaqpOQá) de sí mismo, hecha co y en la recomposición de los mismos pero con
una sola vez», 10, 14 (cf. 10, 1), el Sumo Sa­ tendencia -claro está- antignóstica.
cerdote Cristo fue capaz de lograrlo.
Ahora bien, también Jesus mismo llegó a la Es difícil entender lo que se dice acerca de
perfección: quiso Dios perfeccionarlo por los «espíritus de los justos hechos perfectos»,
medio dei sufrimiento para que fuese el caudi- 12, 23. El enunciado ^habrá que entenderlo
11o de la salvación, 2, 10; porque así como él a escatológicamente (el juicio de Dios sobre
causa de su padecimiento de muerte fue coro- ellos se ha dictado ya, cf. la manera rabínica
nado de gloria y honor, 2, 9, así también él (en de hablar de los «justos perfectos [g‘"mürim
caso de que àYaYcov con Kâsemann, 89 haya saddiqim]»)! lo habrá que entenderlo más
que referirlo a Jesús y no con Michel, 147s a bien soteriológicamente (los perfectos que ya
Dios [«epíteto de Dios»]) conduce a muchos han muerto, 2, 10; 5, 9) (Michel, 467)? El
hijos a la gloria: el Hijo perfeccionado por contexto sugiere quizás la segunda interpre-
Dios en gloria perfecciona en gloria a los hi­ tación. 11, 40 dice inequivocamente que los
jos. De manera semejante en 5, 8s: Aquel que testigos de la fe dei Antiguo Pacto «no llegan
aprendió dei sufrimiento la obediência, fue, sin nosotros a la perfección» (cf. además E.
por haber sido perfeccionado ( t e Ileuü O-e íç ), el GraSer: KuD 27 [1981] 152-163).
autor de la eterna salvación para todos los que
le obedezcan (cf. también 7, 8). H. Hübner

Las diferentes traducciones propuestas de 2, 10


dependen, en parte, de la diferente valoración que TE^EÍioç teleiõs (adv.) enteramente, plena­
se haga dei trasfondo histórico-religioso. Según mente*
Kasemann, en el fondo se halla el mito gnóstico En 1 Pe 1, 13 t e Xeícoç podría referirse a
dei redentor. Principalmente O. Hofius {Katapau- vqqjovTEÇ («jsed completamente sobrios!»,
sis, Tübingen 1970; Der Vorhang vor dem Thron cf. también 4, 7; 1 Tes 5, 6), o bien, según el
Gottes, Tübingen 1972) se opuso a esta idea con contexto (1 Pe 1, 3-12.14ss), podría referirse
argumentos que deben tomarse en serio, pero sin
decir, no obstante, la última palabra. La hipótesis más bien, en sentido escatológico, a èXitíoa-
de la concepción gnóstica o antignóstica, pero ex- te: «jPoned vuestra esperanza enteramente en
presada en terminologia gnóstica, de la Carta a la grada que viene a vosotros en la revelación
los Hebreos no ha quedado refutada definitiva­ (futura) de Jesucristo!» (cf. 1, 3-5.7; 4, 13;
mente, ni mucho menos (sobre el debate acerca Did 10, 6). En el mundo que toca a su fin, hay
de esta cuestión, importante para la comprensión que vivir únicamente (!) de la gracia concedi­
de te Xeióco, cf. Michel, 225ss; H.-M. Schenke-K.
M. Fischer, Einleitung in die Schriften des N T II, da y que en el futuro se ha de revelar con po­
Berlin 1979, 263ss [con Hofius en contra de Kã- der.
semann]).
Pero (,cómo podrá compaginarse el que Jesús,
por medio de su sufrimiento, sea perfeccionado 'tE^EÍOMHÇ, £0)Ç, teleiõsis perfección,
por Dios, y que él, no obstante, como el Cristo cumplimiento*
preexistente, sea ya el reflejo ( ^ àjtaÚYaap.a 2) Lc 1, 45 habla dei cumplimiento / realiza-
de la gloria divina (1, 3) y que, en esta dignidad, ción de las promesas divinas; He 7, 11 men­
Jesús sea el mismo ayer, hoy y por siempre (13,
8) y, como tal, haga perfectos a los hijos? Según ciona la perfección en el sentido dei perfecto
Fischer, no es posible una coordinación lógica ministério sacerdotal que no podia ser realiza­
entre los enunciados de la cristología dc la pree­ do por el sacerdócio levítico (cf. XEÍtEÍa)0iç
xistência y los de la cristología de la entroniza- [en hebreo millu 'ím] como tecnicismo cultuai
1717 T eXe ÍCOOIÇ - TEXécü 1718

en LXX Ex 29, 26.27.31; Lev 8, 28 y passim); TE>,É(0 teleõ acabar, completar, cumplir;
X8ÀEIÓCÜ 3.b. ThWNT VIE, 85-87. satisfacer, pagar*
1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos y
tE X E lw ttjç, oC , Ó teleiõtês perfecciona- expresiones idiomáticas - 3. a) Mt 10, 23 - b) Evange-
dor, consumador* lio de Juan.
En Heb 12, 2 se dice que Jesus es ó xfjç B ib l: E. Bammel, M t 10, 23: StTh 15 (1961) 79-92;
jtíoxEcoç àQXTiyòç xa l xe Xeuüxtiç . En él la fe R. Bergmeier, TETEAE2TAI Joh 19, 30: ZNW 79
de la «nube de testigos» (12, 1; cf. 11, Iss) se (1988) 282-290; G. Delling, xeUw, en ThWNT VIII,
hace manifiesta (àcpopcõvxEÇ, 12, 2), tanto en 58-62; H. Frankemõlle, Ja h w eb u n d u n d K irche Chris-
ti, Marburg 1974, 130-135; E. GrâBer, D as P roblem
su origen (àpX’'1YÓÇ) como en su compleción. d e r P arusieverzogerung in den synoptischen E vange-
xe Xeuoxtiç es un término que se halla atesti- lien un d in d e r A p ostelgeschichte, Berlin ^1960, 137-
guado únicamente en escritos cristianos. 141; W. G. Kümmel, Verheifiung u n d E rfiillung, Zü-
ThWNT VIII, 87s. rich ^1956, 55-60; Id., D ie N aherw artung in d e r 1^»--
kündigung Jesu, en Kümmel I, 457-470, especialmen­
te 465-469; H. Schünnann, Z u r T ra d itio n s- u n d
R edaktion sgeschichte von M t 10, 23, en SchUrmann I,
TEXEffCpOQÉCrt telesphoreõ producir fruto 150-156; A. Schweitzer, D a s A b en d m a h l im Z usam -
maduro* m enhang m it dem L eben Jesu un d in d e r G eschichte
En Lc 8, 14 dícese de la semilla que cae en­ des U rchristentum s II. D as M essianitãts- u n d L eidens-
g eheim nis, Tübingen-Leipzig 1901; para más biblio­
tre espinos; se parecen a ella los que escuchan
grafia, -+ xéXoç, TeXetóco, xéXeioç.
la palabra de Dios, pero «van quedando aho-
gados» bajo sus propios fines: of) xzkeaipo-
1. Con sorprendente frecuencia xe XÉü) apa­
Qoüaiv (cf. xapjtoqjopéci) en el v. 15); cf. Mc
rece en Mateo (7 veces) y en el Apocalipsis (8
4, 19; Mt 13, 22: âxaQiroç YÍvExai.
veces). Mientras que en los escritos de Lucas
hay 5 testimonios (4 en el Evangelio, 1 en He-
TEXEVTáft) teleutaõ terminar, finalizar, chos), en el Evangelio de Juan y en Romanos
morir* no hay más que 2 testimonios (en cada uno), y
En el NT aparece 13 veces, siempre como en 2 Corintios, Gálatas, 2 Timoteo y Santiago,
intransitivo. Dícese de la muerte dei hombre un solo testimonio (en cada uno); por tanto,
en Mt 2, 19; 9, 18; 22, 25; Lc 7, 2 (típeXXev son en total 28 testimonios.
x e X E U x ã v ); Jn 11, 39; Hech 2, 29 (èxeXEÚxTi-
OEV x a l èxátjpri); 7, 15; Heb 11, 22 ( xeXe u - 2. X EX éto, que a menudo no se diferencia
x íõ v , al morir, cf. Gén 50, 24). La fórmula he­ apenas de —>• xeX.eióo3, significa primeramen-
braica môt yümãt (Ex 21, 17; Lev 20, 9) se te terminar, acabar (la carrera en 2 Tim 4, 7;
traduce en Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 por Da- el testimonio en Ap 11,7); en voz pasiva sig­
váxcp XE7.euxáTO), «\muera de muerte! / isea nifica acabarse, finalizar (un determinado
castigado con la muerte!». En Mc 9, 48 (cf. plazo: ãx6*' [ õ x a v ] x eX ,E afifj x à xí^ta eti],
vv. 44.46 v.l.) dícese dei tormento, que nunca «hasta que [cuando] hayan finalizado los mil
tendrá fin, de los arrojados al infiemo: ÕJton anos», Ap 20, 3.5.7 [->^ xí^toti; dícese de la
ó axcó7.Ti^ aúxcbv oú xeX,enTã, «donde su gu- cólera de Dios, 15, 1 [piensa de manera algo
sano (que roe) no muere / no termina». distinta DeUing, 6 0 ,23s: la cólera de Dios «se
ha ejecutado»]; de Ias siete plagas, 15, 8). La
voz pasiva puede significar terminarse, con-
TEXEDTIíj, fíç, ^ teleutS final, final de la vi­ sumarse (el bautismo de la muerte de Jesús,
da, muerte* Lc 12, 50; el poder se consuma [= se perfec-
M t 2, 15: Etoç xfjç XEXenxfjç 'H qcõôou , cf. ciona] en la debiüdad, 2 Cor 12, 9; el mistério
2, 19. xEÀEUxfi se usa frecuentemente como de Dios [Delling, 60, 24s: se cumple el plan
eufemismo para referirse a la muerte. secreto de Dios], Ap 10, 7; E. Lohmeyer, Die
1719 xeKéco 1720

Offenbarung des Johannes (HNT), 86; «El dei hombre venga (v. 23a y b como una uni­
aoristo ETEX.éa'0'T) supone vigorosamente co­ forme «palabra apocalíptica de consuelo»).
mo acabado ya lo que todavia es futuro»). Sin embargo, el v. 23b (a pesar de lo que dice
TEX,éco puede ser casi sinônimo o entera- Schürmann, 151 nota 6; éste atribuye 10, 23 a
mente sinônimo de Ji)tT)QÓco; en voz activa Q -una hipótesis que dificilmente es verosí-
significa cumplir (todo lo que se ha escrito mil-) es un logion originalmente aislado, en el
sobre Jesús, Hech 13, 29; la ley, Rom 2, 27; cual oú pT) x e X,é o t ]x e xàç j i ó 7,e i ç x o ü l a -
Sant 2, 8; cf. también Lc 2, 39). En voz pasi- QaT]), Ecoç... sólo puede significar; «No con-
va, cumplirse, el verbo tiene un significado cluiréis (la actividad misionera en) Ias ciuda-
(casi) idêntico al de jrJkTjQcoOfjvai (todo lo des de Israel hasta que...» (Kümmel, Ver-
que se ha escrito acerca dei Hijo dei hombre, heijíung, 55; Id., Naherwartung, 466s; GrãBer,
se cumplirá [xEÀEoOfiaEtai], Lc 18, 31; de 137. Frankemõlle [132s] considera a Mateo
manera parecida en 22, 37; Ap 17, 17). èm- como el probable autor de 10, 23; la unidad
Onpíav aagxòç ov p f) t e Xe o t it e , Gál 5 , 16, original de 10, 23a/b la sostienen, entre otros,
debe traducirse de tal manera que se exprese Ph. Vielhauer, Aufsãtze zum NT, München
el carácter activo de Ias pasiones; «iNo per- 1965, 64 noya 43, y Schürmann, basándose en
mitáis que los deseos de la carne alcancen su su hipótesis de Q. Bammel y R. Schnacken-
objetivo». En Mt 17, 24 y Rom 13, 6 t e Xéo ) burg. Reino y reinado de Dios, Madrid 1967,
significa «.pagar (tributos)». 186s, y Bammel, entre otros, niegan que el lo­
Para Mateo es idiomática la expresiôn; x at gion se refiera a la actividad misionera. Segün
è y év E x o ÕXE èxé)^,EaEv ó ’lT)aoõç, «y cuando G. Strecker, Der Weg der Gerechtigkeit, Gõt-
Jesús termino (estas palabras, parábolas, etc), tingen ^1971,141s, se hace referencia, no a Ias
7, 28; 11, 1; 13, 53; 19, 1; 26, 1. Debe consi- ciudades de Palestina, sino a Ias ciudades ha­
derarse un septuagintismo (jtai èyévexo en la bitadas por judios en todo el mundo). La cues-
LXX traduce a way^ht, cf. Beyer, Syntax, 31 tión de la autenticidad es discutida aun entre
con la nota 5; ->■ yívopai 2.b; de manera dis­ los que abogan por considerar 10, 23b como
tinta piensa Delling, 61 nota 22). un logion particular que originalmente circuló
aislado (Kümmel, Naherwartung, 467s; es au­
3. a) El debate en tomo a Mt 10, 23 fue susci­ têntico; GráBer, 137s: no es autêntico).
tado principalmente por A. Schweitzer, para b) xekéoo, en el Evangelio de Juan, aparece
quien este versículo era el punto de partida para
su Vision de Jesús; Jesús cuenta con la venida dei únicamente en 19,28.30 en la forma xexékEO-
Hijo dei hombre antes de que los discículos ha- xai. Jesús dice como última palabra; «Está
yan cumplido su tarea misionera; pero cuando és- cumplido», «está completado» (R. Bultmann,
tos regresan, Jesús decide forzar la llegada dei Das Evangelium des Johannes^° [KEK], 522
reino de Dios por medio de su propia Pasión. El nota 2). V. 30; porque él sabe que la obra que el
fallo de Schweitzer fue atribuir en su totalidad al Padre le había confiado, ha quedado concluida,
Jesús histórico el discurso de misión de Mt 10.
V. 28. La palabra, por un lado, mira retrospec­
Ahora bien, 10, 23 fue insertado redaccionalmen-
te en el discurso compuesto a base de diferentes tivamente a 13, 1 (aqui, como en 19, 28, ob-
elementos de la tradición. sérvese el e I ôcoç ); Jesús ama a los suyos hasta
Ias últimas consecuencias ( elç x é Xo ç ; cf. Bult­
En la interpretaciôn de ou pf] xeXéoT]XE, en mann, Das Evangelium des Johannes, 522; R.
Mt 10, 23, hay que distinguir entre el signifi­ Schnackenburg, El Evangelio según San Juan
cado de estas palabras en el contexto actual y ni, Barcelona 1980,348). Por otro lado, deben
el significado de Ias mismas en el logion ori­ tenerse también en cuenta los textos de 13,
ginal. Mateo entendiô el v. 23b desde la pers­ 31s; 17, Iss, y otros: el Padre y el Hijo son
pectiva dei V. 23a: los discípulos, en su huida glorificados (-> ôo^áÇco 3) en la obra comple­
de la persecución, encontrarán siempre ciuda- tada. Por tanto, XEXÉkEOxai es una expresiôn
des de refugio en Israel, antes de que el Hijo llena de sentido con la que se enuncia la in-
1721 teXíü ) - XÉA.OÇ 1722

tención teológica dei evangelista, que inter­ Principalmente desde Platón, la visión causai
preta la muerte de Jesus como triunfo de Dios. de los acontecimientos de la naturaleza se com­
pleta con la visión teleológica, pero sin que en
H. Hübner Platón aparezca de manera determinante el con­
cepto de xéXoç (por ejemplo, Menex, 249a; àv-
ÔQÒç xéXoç, la «madurez dei hombre»). Aristóte­
t é ^ o ç , o u ç , TÓ telos conclusión, meta,
les, en su pensamiento teleológico, entiende xé-
fin; impuesto, tributo Xoç como una de Ias cuatro causas, la dei «por lo
1. Aparición en el NT - 2. Espectro de significados cual» (xò ou evexa), que casi se identifica con la
- 3. TÉXoç como concepto escatológico - a) El fin dei naturaleza (tpúoiç, Phys II, 2, 194a). En su ética
mundo y la muerte individual - b) Rom 10, 4; Cristo define «el bien supremo» (xàyafi-òv xai xò ápio-
como fin de la ley. xov, EthNic I, 2, 1094a) como una «meta de nues-
tras acciones» (xéXoç xffiv Jtgaxxcõv) a la que
B ibL : R. Badenas, C h rist the E n d o f Law. R om ans
nosotros tendemos por ella misma. Poco después
1 0 ,4 in P auline P erspective, Sheffield 1985; R. Bring,
menciona la felicidad (eüôaipovía) como «la
C hristus u n d d a s G esetz, Leiden 1969, 35-72; G. De-
lling, xéKoç, enThWNT Vin, 50-58; Id., Telos-Aussa- meta de Ias acciones» (xcáv jtgaxtmv xéXoç) (I,
g en in d e r g riech isch en P h ilo so p h ie, en Id., Stu d ien 7, 1097b); para los seres humanos consiste prin­
zu m N T u n d zu m hellen istischen Judentum , Gôttingen cipalmente en vivir conforme a la razón (X, 7,
1970, 17-31; Id., Z u r p a u lin isc h e n Teleologie, en ibid., 1178a).
311-317; F. Flückiger, C hristus d e s G esetzes xéXoç: En el estoicismo x éX o ç se encuentra principal­
ThZ 11 (1955) 153-157; W. C. Linss, E xegesis o/telos mente como concepto de la ética. Se define, por
in R o m ans 10, 4: Bibl. Research 33 (1988) 5-12; U. ejemplo, como ou e v E x a J t á v x a j r g á x x E x a i x a -
Luz, D a s G esch ich tsverstã n dnis des P aulus, München ^ x ó v x c o ç , como ó x a x ’ àQ E xfiv píoç o -lo que
1968, 139-145; F. Nõtscher, Z u r T erm in o lo g ie d e r es típico principalmente dei estoicismo- como x ò
Q um ran-Texte, Bonn 1956, 167-169; R. Schippers, en ópoXoYoupévcoç xfj c p ú o e i (von Arnim,
DTNT III, 79-85; P. Stuhlmacher, «D as E nde d es G e­ Fragmenta EU, 3, n° 2; 6, n° 16; 69, n“ 280). Filón
setzes». Ü ber U rsprung u n d A n sa tz der p a u linischen
considera el xéX o ç estoico como x ò x a x ’ à g e x q v
Theologie, en Id., Versõhnung, G esetz un d G erechtíg-
keit. A u fs ã tz e z u r bib l. T h e o lo g ie , Tübingen 1981,
Pioüv, lo cual se da en la ley mosaica (Virt 15).
166-191; N. Wieder, The Term qs in the D e a d Sea
S crolls a n d in H ebrew L itu rgical Poetry: JJS 5 (1954) Así, pues, mientras que en la filosofia grie-
22-31; H. A. Wilcke, D a s P roblem ein es m essianis- ga y, en general, en el griego clásico queda
chen Z w isch en reich es b e i P aulus, Zürich 1967, 87-92; notablemente relegado para xéXoç el signifi­
para más bibliografia, reXeioç; cf. además ThWNT cado de «fin» o «término», y predomina en
VIII, 51 nota 3; X, 1278s.
cambio el sentido de finalidad (cf. también
1. En el NT, xéXoç aparece 40 veces, 13 de Liddell-Scott, s.v.), sorprende que, precisa­
ellas en los Evangelios sinópticos, una vez en mente en los pasajes dei NT que tienen im­
el Evangelio de Juan, 14 veces en el Corpus portância teológica decisiva (->■ 3), xéXoç no
Paulinum (13 veces en Ias cartas paulinas au­ tenga el significado de «acabamiento» o «per-
tênticas), 4 veces en Hebreos y otras tantas en fección» o de algo parecido, sino el de fin. No
la Carta primera de Pedro, una vez en Santia­ podrá sorprendemos que, en vista de tal situa-
go y 3 veces en el Apocalipsis. ción, se haya intentado constantemente tradu-
cir xÉXoç en Rom 10, 4 (-+ 3.b) por «consu-
2. xéXoç, un vocablo de etimologia no se­ njación», «perfección», en vez de traducirlo
gura (cf. Frisk, Wõrterbuch II, 872s), posee por fin (claro que más por una decisión dog­
tanto en el griego clásico como en la LXX y mática, previamente adoptada, que por razo-
en el NT un amplio espectro de significados, nes filológicas).
que van desde conclusión, meta hasta fin, fin xéXoç en el sentido de consumación, meta
dei mundo, muerte. Los significados de «car­ aparece en 1 Tim 1, 5: «la meta de la predica-
go, autoridad, grupo, sección» y el de «inicia- ción es el amor»; 1 Pe 1, 9: «la meta de la fe
ción (en mistérios)» no aparecen en el NT; el (es) la salvación de Ias almas». En Rom 6,
significado de tributo aparece sólo de manera 21s, xéXoç no tiene sentido final ni es senci-
marginal (Mt 17, 25; Rom 13, 7). llamente la constatación de un fin, sino que
1723 TÉX.OÇ 1724

expresa una realidad consecutiva y significa 91s); 1 Pe 4, 7; Ap 2, 26 (cf. también la ex-


el resultado que se deriva necesariamente de presión qumránica haqqês h ã ’ah“rôn, IQp-
una determinada manera de existência: la Hab 7, 7 y passim). A pesar de la proximidad
muerte y la vida eterna como destino supremo con respecto a Mc 13, 7, xéXoç en el v. 13
que se derivan respectivamente dei existir ba- (como sucede ya en la tradición que le sirve
jo el pecado o dei existir bajo la justicia; cf. de base) se refíere probablemente (al menos
también 2 Cor 11, 15 y Flp 3, 19. Sobre el de manera primaria) a la muerte de la persona
trasfondo histórico-religioso de la fórmula de que persevera (W. Grundmann, Das Evange-
majestad «Yo soy... el principio y elfln » en lium nach Markus^ [ThHK], 355; E. Schwei-
Ap 21, 6 (donde se dice de Dios) y en 22, 13 zer, Das Evangelium nach Markus^ [NTD],
(donde se dice de Cristo), cf. E. Lohmeyer, 148; R. Pesch, Das Markusevangelium II
Die Ojfenbarung (HNT), 168 y 179. [HThK], 287; sumamente improbable es la
Entre Ias expresiones preposicionales con opinión de Gnilka, El Evangelio según San
"céXoç que aparecen frecuentemente en la Marcos II, Salamanca 1986, 224: para cada
LXX, hay que destacar principalmente e iç tò uno el anhelado fin dei mundo se da ya en la
xéXoç, «hasta el fin», pero también «entera- muerte violenta). Mateo recoge la idea de Mc
mente, totalmente» (la frase e iç xò xéXoç en 13, 13 no sólo en el discurso de misión en Mt
el título de 55 salmos, que traduce la expre- 10, 22 sino también en el discurso escatológi-
sión hebrea lam‘nassê°h, que sigue todavia sin co de 24, 13. Claro que es discutible que él
explicar, es «completamente enigmática», cf. entienda 24, 13 como el simple hecho de re­
H. J. Kraus, Los Salmos I, Salamanca 1993, sistir frente los falsos maestros (así Schwei-
41s). Esta frase se encuentra también en el zer, Das Evangelium nach Matthãus [NTD],
NT, por ejemplo, en 1 Tes 2, 16: la cólera de 295).
Dios en el juicio final ha recaído ya «entera- b) Se discute principalmente el sentido de
mente» sobre los judios (de manera distinta Rom 10, 4: «Para todo el que cree. Cristo es el
en Mc 13, 13, ->• 3.a), cíxet téXouç en Heb 6, xéXoç de la ley (-> vópoç 4.b) para el logro
11 y péxQi xéXouç en 3, 14 significan «hasta de la justicia (-> ôixaiooúvT) 4) que es válida
lo último'»-, Ecoç xÉXouç en 2 Cor 1,13 signi­ ante Dios. ^Se trata dei «fin» o de la «consu-
fica «completamente» (probablemente tiene mación» de la ley? Puesto que Pablo, en la
un sentido distinto en 1 Cor 1,8: «hasta elfin Carta a los Romanos, enjuicia la ley de mane­
dei mundo», según piensa H. Conzelmann, ra más positiva que en la Carta a los Gálatas,
Der erste Brief an die Korinther^ [KEK], 47; podría parecer más indicado admitir aqui el
según DelHng, réXoç, 57, 3: completamente). segundo significado (así, por ejemplo, aunque
xò xéXoç en 1 Pe 3, 8 significa «finalmente» sin la idea de una evolución de la teologia
(acusativo adverbial). paulina, P. von der Osten-Sacken, Rõmer 8
ais Beispiel paulinischer Soteriologie, Gõttin-
3. En total consonância con el carácter fun­ gen 1975, 250ss).
damental dei NT se halla el hecho de que xé- Sin embargo, el contexto impide claramen­
Xoç se use extensamente en sentido escatoló- te esta interpretación (contraposición entre la
gico, ya sea para referirse al fin dei mundo, a justicia que es por la ley y la justicia que es
la «muerte dei martirio» en Ias tribulaciones por la fe, en 10, 5ss, como fundamento de lo
apocalípticas, o bien al «.fin de la ley» en los que se afirma en 10,4. C. E. B. Cranfield [Ro-
tiempos escatológicos que han llegado con mans II (ICC), 515ss], valiéndose sólo de una
Cristo. exégesis cristológica caprichosa de 10, 5, que
a) Un significado fundamental de xéXoç en se apoya en K. Barth, interpreta xéXoç como
el NT es el àefin dei mundo: Mc 13, 7 par. Mt «goal of the law» [= meta de la ley]). Pero
24, 6 / Lc 21, 9; Mt 24, 14 (redaccional); 1 hay que seguir traduciendo xÉXoç por el «fin
Cor 10, 11 (en plural); 15, 24 (cf. Wilcke, de la ley» (E. Kâsemann, An die Rõmer^
1725 TEkOÇ - T8lü)VT|Ç 1726

[HNT], 270ss; según U. Wilckens, La Carta a sen werden (L k 18, 1 0 -U a ): BZ 24 (1980) 42-56; L.
los Romanos II, Salamanca 1992, 271ss, Cris­ Schottroff-W. Stegemann, Jesús de N azaret, esperanza
de los pob res, Salamanca 1981; W. Stenger, «G ebt dem
to es el fin de la ley, porque como poder sus- Kaiser, w as des K aisers ist...!». E ine sozialgeschichtli-
tituye al poder de la ley que maldice al peca­ che U ntersuchung zu r B esteuerung P alastirm s in neu-
dor; pero al mismo tiempo es también meta de testam entlicher Z eit, Frankfurt a. M. 1988; P. Stuhlma-
la ley). Podemos hacer quizás una diferencia- cher, D ie neue G erechtigkeit in d e r Jesusverkündigung,
en Id., Versõhnung, G esetz un d Gerechtigkeit, Gõttin­
ción; Cristo es el fin de la ley de la que se gen 1981, 43-65; M. Trautmann, Z eichenhafte H and-
abusaba para la autojustificación (H. Hübner, lungen Jesu, Würzburg 1980; M. Võlkcl, «F reund der
Das Gesetz hei Paulus, Gõttingen ^1982, 129; Z o lln er und Sünder»: ZNW 69 (1978) 1-10; H. Youtie,
cf. Bultmann, Teologia, 319), pero no el fin P ublicans a n d Sinners (1937): ZPE 1 (1967) 1-20.

de la ley como exigencia (cf. Rom 13, 8-10).


1. En el NT, el sustantivo xeÀcóvTiç aparece
El cumplimiento de la ley (->• 3tkf)Qmp,a 3.a;
únicamente en los Sinópticos: 3 veces en Mar­
-> jrX,T)póa) 3.b) por medio dei amor no signi­
cos, 8 en Mateo y 10 en Lucas.
fica precisamente justificación.
En la Carta segunda a los Corintios, escrita 2. La traducción corriente de xeXtóvqç por pu­
poco antes de la Carta a los Romanos, xékoç blicano restringe mucho el significado dei con-
aparece con el significado de, fin, en el con­ cepto. XEXcóvqç es «una persona que arrienda dei
texto dei enunciado acerca de la dispensación Estado el ejercicio de la recaudación estatal de
mosaica de la salvación, una dispensación ya impuestos y tributos... y exige el pago de los im­
puestos a quienes están obligados a la tributa-
pretérita: Moisés cubría su rostro para que los
ción» (Michel, 89).
israelitas no pudieran ver el fin de la dispen­ Este arriendo anual de tributos a personas par­
sación salvífica dada y que pasaba (-> xaxap- ticulares, que se practicaba ya en Ias ciudades-es-
YÉU) 3) juntamente con la ley, 3, 13. tado griegas, fue adoptado por los reinos helenís-
ticos de los Diadocos. El arrendatario tenía que
H. Hübner obtener en el curso dei ano la suma arrendada; lo
recaudado en exceso quedaba para él; si la suma
no alcanzaba, entonces tenían que hacerse cargo
TeXróvmç, ov, ó telon ês recaudador de im- dei déficit él y sus conciudadanos. En la repúbli­
puestos, publicano* ca romana se desarrolló también el sistema dei
arriendo de la recaudación de tributos. Desde fi­
1. Aparición en el NT - 2. Tarea y posición social nes dei siglo III a.C. se fue creando una elase es­
dei recaudador de impuestos (= publicano) en la anti- pecial de recaudadores, el ordo publicanorum,
güedad - 3. Jesus y los publicanos - 4. La tradición
acerca de los publicanos en los Evangelios. que formaba parte dei orden ecuestre. Para arren­
dar los tributos de toda una provincia, bacia falta
B ib l: H. Braun, Gott, die E rôjfnung des L ebens f ü r un enorme capital, que se reunia mediante la
die N o nkonform isten, en F S F uchs, 97-101; P. Fiedler, creación de sociedades de arrendatarios (societas
Jesu s u n d die S ü nder, Frankfurt a. M. 1976; J. Frickel, publicanorum). La cobranza de los tributos se
D ie Zollner, V orbild d e r D em u t u n d w ahrer G ottesve- efectuaba por medio de empleados (portitor).
rehrung, en P ietas. F S f ü r B. K ô ttin g , Münster i. W. Se supone casi siempre que los romanos intro-
1980, 369-380; J. Gibson, H o i telOnai kai h ai p o m a i: dujeron en la Palestina ocupada este sistema de
JThS 32 (1981) 429-433; E. GraBer, D e rM e n sc h Jesus recaudación de impuestos; el xeLtóvqç sinóptico
ais Them a d e r Theologie, en F S K üm m el, 129-150; F. sena entonces el empleado de la sociedad romaina
Heirenbrück, Jesu s und die Z ollner, tesis mecanogra- arrendataria de tributos (asi recientemente Mi­
fiada TUbingen 1979; Id., W er w aren die «Zollner»?: chel, 96s; Sehottroff-Stegemann, 15ss). Sin em­
ZNW 72 (1981) 178-194; Id.. Zum V o rw u tf d e r K olla- bargo, la analogia con el vecino Egipto habla más
bora tio n des Z o lln ers m it Rom: ZNW 78 (1987) 186-
199; Id., Jesu s u n d die Zollner. H istorische un d neutes- bien en favor de la hipótesis de que en Palestina
ta m e n tlich e e xe g etisc h e U n tersu ch u n g en (WUNT -prescindiendo de los anos 63-44 a.C.- se con­
IE41), Tübingen 1990; O. Hofius, Jesu Tischgem ein- servo hasta fines dei siglo I p.C. el sistema hele-
sc h a ft m it den S ü n d e m , Stuttgart 1967; H. Merklein, nístico de los pequenos arrendatarios (Youtie,
«D ieser g in g a is G erech ter n a ch H ause...»: BiKi 32 Heirenbrück).
(1977) 34-42; O. Michel, te Xü)VT|ç, en ThWNT VIII, Por tanto, el xekcbvqç, en tiempos de Jesús, era
88-106; F. Schneider, A u sschliefien u n d ausgeschlos- un judio acomodado, que habia adquirido en
1727 T8X,(Í)VT1Ç 1728

arriendo la recaudación de diversos impuestos do en ser generosamente clemente que en cal­


(impuestos sobre Ias operaciones dei mercado, cular el grado de rectitud de cada persona»
peajes en los caminos) o tributos (tributos por el (Stuhlmacher, 47s). Con sus palabras y con
ejercicio de una actividad econômica, tributos so­
bre Ias casas, tributos sobre el consumo). La lite­ sus actos Jesús muestra que la salvación de
ratura helenística juzga muy desfavorablemente Dios está abierta para todos los que permiten
al TeÂ,róvT]ç. La literatura rabínica nos permite ver que esa salvación se les conceda graciosa­
ya la oposición irreconciliable que existia en el mente.
siglo I de nuestra era entre los fariseos y los pu-
blicanos (Herrenbruck, 199-211); un teXcbvqç 4. Los Sinópticos reelaboraron este tema fi-
que quisiera ingresar en una asociación de fari­jando diversamente los acentos.
seos, tenía que renunciar primero a su profesión y
compensar a todos aquellos a quienes había esta­ a) Marcos tomó probablemente el litigio de
lado. 2, 1-3, 5 de una colección más antigua, en la
que el banquete con los publicanos ayudaba a
3. Vários fragmentos de tradiciones anti- resolver el problema de la comunión de mesa
guas hablan de la especial atención que Jesús entre judeocristianos y cristianos gentiles (H.
dedicaba a los publicanos; W. Kuhn, Altere Sammlungen im Markus­
a) Mc 2, 14 (que con Gnilka, El Evangelio evangelium, Gõttingen 1971, 91ss). Marcos,
según San Marcos I, 121 s, en contra de R. al insertar la vocación como un prelúdio, dio
Pesch, Das Markusevangelium I [HThK], carácter histórico al apotegma; se convierte
164, hay que considerarlo como pre-marqui- ahora en un ejemplo más dei conflicto de Je­
no) habla de la vocación de un publicano Le- sús con los escribas y los fariseos, que llevará
ví, a quien Jesús llama en su seguimiento. Un a Jesús hasta la cruz.
litigio apotegmático (2, 15-17) habla de que b) La comunidad mateica, al parecer, no tie-
Jesús comia con «publicanos pecadores» y de ne tampoco ningún interés positivo en el xe-
que los escribas farisaicos se escandalizaban ÀcóvTiç. Según Mt 5,46, el amor cristiano a los
por ello. La metáfora dei médico y dei enfer­ enemigos ha de ir más allá dei afecto recípro­
mo, V. 17a, implica una pretensíón cristológi- co que hasta los publicanos sienten unos por
ca, explicitada por el logion dei v. 17b. En otros. Según 18, 17, el impenitente es equipa­
ningún nivel de la tradición se hace referencia rado «al gentil y al publicano». La parábola de
únicamente a «relaciones terrenas y profanas» los hijos desiguales, en 21, 28-32, culmina, sí,
(Braun, 99), porque la comunión de mesa «no en la afirmación de que los publicanos y Ias
sólo une entre si a personas, sino que además prostitutas entrarán en el reino de Dios antes
Ias une ante Dios y con Dios» (Hofius, 11; cf. que los representantes judios, porque aquéllos
GraBer, 137ss). dieron crédito a Ias palabras dei Bautista (vv.
b) La fuente de logia, en una sentencia in­ 31b.32); pero, según el contexto, Mateo «no
tensamente modificada en sentido cristológi- está tan interesado en la fe de los pecadores...
co, trasmite la afirmación difamatória de que sino en Ias consecuencias que el judaísmo ofi­
Jesús «se iba de juerga con publicanos peca­ cial queria sacar de ello» (R. Hummel, Die
dores» (Mt 11, 19 par. Lc 7, 34). Auseinandersetzung zwischen Kirche un Ju-
c) La parábola dei fariseo y dei publicano dentum im Matthãusevangelium, München
(Lc 18, 10-14a) formula la oposición con el ^1966, 24). La sustitución dei nombre de Leví
ideal farisaico, cuando nos dice que Dios por el de Mateo, conocido por el catálogo de
acepta precisamente a un TeÀtóvqç pecador, los apóstoles (Mt 9, 9; cf. 10, 3, -> MaD-
pero rechaza a un correcto fariseo. ■Oaloç) podría ser resultado de que Mateo li­
Estas antiguas tradiciones encajan en un mitara la función de discípulo al grupo de los
cuadro armónico. Lo mismo que Mt 20, 1-15 Doce (R. Pesch; ZNW 59 [1968] 40-56).
y Lc 15, 11-32, muestran que, en la predica- Cuando Mateo justifica la atención prestada
ción de Jesús, «Dios está mucho más interesa- por Jesús a los publicanos basándose en pala-
1729 TEA-fflvriç - xÉQaç 1730

bras de Os 6, 6 (9, 13a), entonces el relato ad- 2. En los Evangelios, xegaç aparece única­
quiere con ello intensidad cristológica; Jesús mente en Mc 13, 22 par. Mt 24, 24 para refe­
es quien hace que se cumpla la Escritura. rirse a los «grandes signos y prodígios» que
c) Lucas realza positivamente a los publica- causarán sensación y que serán obrados por
nos. Estos hacen que el Bautista los bautice los seductores escatológicos (cf. 2 Tes 2, 9; Dt
(3, 12; 7 , 29s) y son oyentes de Jesús (15, Is), 13, 2ss). Y aparece también en Jn 4, 48 en la
con lo cual son lo opuesto de los fariseos. Lu­ crítica que Jesús hace dei afán de ver signos
cas ve en los publicanos un ejemplo de quie- milagrosos que acrediten (cf. 2, 23-25; 6,
nes están dispuestos a arrepentirse (5, 32; cf. 14s). En los Evangelios no se usa x é q o ç para
15, 7.10); con ello actualizó adecuadamente la referirse a los actos de Jesús, y no se hace
tradición ajustándola al tiempo de la Iglesia. probablemente porque en la LXX el término
H. Merkel se emplea para referirse a los actos de poder
de Dios, y porque en el âmbito griego el tér­
mino se usa para realzar lo milagroso y anti-
TE^cóviov, o v , x ó telõnion oficina de re- natural de un acontecimiento (->■ 1); cf. K.
caudación de tributos, aduana* Kertelge, Die Wunder Jesu im Markusevange-
Mc 2, 14 par. Mt 9, 9 / Lc 5, 27: xafrr|[te- lium (StANT 23), München 1970, 28s; -»■ ôn-
voç èjtl tò teLdáviov, «sentado en la oficina vap,iç 6; 'hanp.aoxóç 3; oqpEíov 2).
de los tributos». Ahora bien, el lenguaje dei Ubro de Hechos
(en el que hay nueve testimonios; 4 veces
x Équlç, a t o ç , x ó teras milagro, signo mi­ aparece OT][xeIa x a i xéçaxa; 5 veces, xÉQaxa
lagroso, portento* x a l OTipEía) sigue de cerca el lenguaje dei
En el NT el término aparece 16 veces, AT. Se trata generalmente de los «signos y
siempre en plural x e g a ta y asociado siempre prodígios» obrados por Dios con ocasión dei
con aqp,eta (ocasionalmente también con ôn- êxodo de Egipto (3Xoif|oaç, 7, 36), y que, se-
váveiç), cf. la expresión veterotestamentaria gún Joel 3, 3 LXX, «habrá» en los últimos di­
’ôtôt ümoftim, en Ex 7, 3 y passim (->• ot|- as (ômoco, 2, 19; Lucas anade OT[[iEÍa). Los
p,8tov 1). oqpEla x a l xÉQaxa de Dios «aconteceu» ôià
xotí ôvóp,atoç... TTjoon (4, 30; YÍVEadai) y
En el âmbito griego xépaç puede referirse al ôià xcbv àjtooxóLciov {noXká... xÉQaxa x a l
carácter sobrecogedor o también estremecedor de oqpEta... èyívExo, 2, 43) o ô ià xoõv xetQfüv
un acontecimiento que sucede reapà cpúoiv (cf.
Suidas s.v. XÉQaç) o a Ias cosas incomprensibles xmv ajtooxóLcov (èyívEXo OTip,ELa x a l xÉQa­
en general (Platón, Theaet 163d y 164b), pero que xa TíoXká, 5, 12); cf. 14, 3, donde se dice dei
también pueden atribuirse a los dioses (Homero, xÚQioç (ôiôonç OTipeia x a l xépaxa yívEO-
II 4, 398; 12, 209). En la LXX xÉQaç, como tra- ■Oai ô tà xcõv xetQCõv anxmv); 15, 12 (ôoa
ducción de môfet, designa Ias acciones asombro- ÉTtoíqoEV ó ’&EÒç OT]|iEia x a l xÉQaxa... ôi’
sas y milagrosas de Dios, Sal 104, 5 LXX (junto aúxmv).
a xà 'fl-anpáoia, wv èitoíqoEV y xà wQÍpaxa); En consonância con ello, también los actos
cf, Ex 4, 21; Is 20, 3; Ez 12, 6.11 y passim. En
consonância con ello, en Josefo (Ant II, 286; Bell de Jesús son propiamente acciones acreditati-
VI, 291 y 295) y en Filón (VitMos I, 80, 90) los vas realizadas por Dios: 'Iqaoüv... âjtoÔE-
xÉQaxa pueden conducir al conocimiento dei po­ ÔEiYp,Évov àitò xoíj 'Oe o ü e iç n)Jiãç ônvúitE-
der de Dios. En la expresión de la LXX or)p,Eia ai x a l xÉQaoi x a l otip-eloiç oíç èjtoíqoEv ôi’
Jtai XÉQaxa, que se aplica especialmente al acon­ anxon ó ■0'EÓç, 2, 22. Tan sólo de Esteban se
tecimiento milagroso dei êxodo (Dt 11, 3; 34, 11; dice: é h o Lel xÉQaxa x a l OT)p,Eia p,EYáÀ,a (6,
Jer 39, 20 [LXX]; Sal 134, 9 [LXX]), el acento
teológico recae sobre XÉQaç, que pone de rebeve 8), pero también aqui el poder de causar esos
la soberania y el carácter singularísimo de la ac- efectos no procede de él sino de Dios (él está
ción de Dios (cf. también Dt 28, 46; Dan 4, 37 3tXf|QT]ç xctQiTOÇ x a l ônváp.EO)ç). Así que
[LXX]; cf. ThWNT VIII, 119-121 y 123). Lucas, por medio de xégaxa, interpreta a Je-
1731 TEQaÇ - XEOOaQEÇ 1732

sús y a sus mensajeros como representantes privadas (Billerbeck III, 319; O. Roller, Das
escatológicos dei poder divino de salvación; Formular der paulinischen Briefe, Stuttgart
acentua especialmente que los actos divinos 1933, llss). Sin embargo, no es normal que el
de poder fueron una epifanía realizada «en amanuense salude a la comunidad; por tanto,
medio de los hombres» (2, 22; 4, 30s; 5, 12; él no se considera a si mismo como un escla-
6, 8; 8V Toíç E^veoiv, 15, 12), como testimo- vo «anônimo» encargado dei oficio de ama­
nio para ellos, pero también contra ellos (cf. nuense (cf. Roller, Das Formular der pauli­
también Ex 11, 10; Dt 6, 22; 7, 19; 29, 3). nischen Briefe, nota 141 y 513). Puesto que
Para Pablo, los atip ela x a l TÉgaxa dei nombres como Tégxioç y Koúagxoç (Rom
apóstol atestiguan la ôijva|riç de Dios que ac- 16, 23) aparecen frecuentemente en otros lu­
túa por medio de Cristo y dei Espíritu, Rom gares como nombres romanos de esclavos y
15, 19; 2 Cor 12, 12 (en voz pasiva: xatEig- libertos, es concebible que Tercio se hiciera
yáoO^T]). Pablo se referirá con ello a los dones cristiano siendo esclavo y que ahora sea con­
dei Espíritu y a Ias curaciones, en todo lo cual siderado como àôeXtpóç (v. 23); quizás era
él no se baila por detrás de quienes le critican. oriundo de Roma y conocido, por tanto, de los
En Heb 2, 4 los or|peIa x a l r e g a ta se refie- destinatários.
ren a los actos de Dios entre los creyentes
(junto a ônvápetç y 3tvEÚp,atoç áyíon pe-
gtafxoí); por medio de ellos y por el mensaje TéptovXXoç, oit Tertoullos Tértulo
dei Senor y de sus seguidores, Dios da testi- Según la subscriptio de la Carta a Filemón
monio de su salvación (sobre esta formula- (códices minúsculos 42 390), Onésimo sufrió
ción, cf. Hech 14, 3 [(iagxngéco èjtí / anvETU- el martirio en Roma en tiempo de la eparquía
Itagxngéco]). TbWNT Vm , 113-127; X, 1280 de Tértulo. Tb. Zabn, Einleitung in das NT I,
(bibl.); G. Delling, Studien zum NT m d zum Leipzig 1924, 327; GNTCom sub loco.
hellenistischen Judentum, Gõttingen 1970,
146ss; DTNT HI, 93s. TépTuXJtOÇ Tertyllos Tértulo*
H. Balz Tértulo aparece en Hecb 24, 1.2 como nom-
bre dei abogado (-> grixcog) a quien la dele-
gación judia dei sumo sacerdote Ananías bizo
o d Tertios Tercio*
T e q t io ç , venir consigo de Jerusalén a Cesarea para que
Según Rom 16, 22, Tercio (dei latín teríius pronunciara ante Félix el discurso de acusa-
= el tercero [según el orden que le correspon­ ción (vv. 2-8) contra Pablo. Su discurso, con
dia por el nacimiento]) saluda a la comuni- un estilo plasmado bábilmente (por Lucas) a
dad, como amanuense al que Pablo babía dic- la manera de los discursos pronunciados babi-
tado la Carta a los Romanos): àoJtáÇo[xai tualmente en los procesos («una obra maes-
(júnicamente aqui en primera persona dei sin­ tra... de arte retórica»; Lõscb, 317), dificil­
gular!) 'ó|xãç èym TEgxioç ó ygatjjaç xf]v mente permite reconocer Ias verdaderas rela­
EjuoroXifjv èv xugítp. A Tercio se le mencio­ ciones existentes entre el Sanedrín y el gober-
na también en la subscriptio de la Carta a los nador. S. Lôsch; ThQ 112 (1931) 295-319; E.
Romanos (códice minúsculo 337). Era cristia- Haencben, Die Apostelgeschichte^ (KEK), a
no (âv xugítp) y vivia probablemente en Co- propósito de 24, Iss.
rinto, lo mismo que los demás colaboradores
y amigos de Pablo que se mencionan en los
vv. 21-23. Pablo, en otras ocasiones, dictó TÉaaaQEÇ, 2 tessares cuatro*
también sus cartas a un secretario (cf. 1 Cor 1. En el NT el número «cuatro» aparece 40
16, 21; Gál 6, 11; cf. también 2 Tes 3, 17; Col veces, 6 en los EvangeUos, 6 en Hecbos y 28
4, 18), como era normal tratándose de cartas en el Apocalipsis. Entre ellas «cuatro» apare­
oficiales, y algunas veces también de cartas ce como componente de Ias siguientes cifras
1733 TEOaaQeç 1734

más altas: 24 (-»■ eístooi 2; Ap 4 ,4 [bis]. 10; 5, personas llevaban la camilla (una a cada la­
8; 11, 16; 19, 4); 84 (Lc 2, 37); 144 (codos; do); de manera parecida en Hech 10, 11; 11,
Ap 21, 17); 144.000 («sellados» o marcados 5, «.cuatro puntas» dei lienzo; Hech 27, 29,
con el nombre dei Cordero y de su Padre, es cuatro anelas echadas por la popa para dejar
decir, 12.000 de cada tribu; Ap 7, 4; 14, 13). la nave bien andada. La organización militar
romana se reconoce en Hech 12, 4, donde ve­
El número «cuatro» es una pequena cifra re­ mos que Pedro es vigilado por «cuatro pique­
donda muy popular, que permite un esquema de tes» (cada uno integrado por cuatro soldados,
ordenación espacial (cuatro puntos cardinales, téaoaQ aiv xexQaòíotç); por tanto, los pique­
cuatro esquinas, cuatro lados, cuatro «distritos»
de Ia ciudad, cuatro regiones dei mundo [título tes son relevados cada tres horas. Las vestidu-
pomposo acádico: «rey de Ias cuatro regiones de ras de Jesús se dividen también en «cuatro
la tierra»]). Desempena también un papel en indi- partes» (Jn 19, 23), lo cual presupone que la
caciones de plazos (la fiebre que dure cuatro dias guardia estaba formada por cuatro soldados.
es peligrosa; al cuarto día después de la muerte, Según Jn 11, 17, Lázaro lleva «ya cuatro dias
el alma abandona el cuerpo) y en conceptos gene- en el sepulcro» (cf. v. 39), y esto quiere decir
rales (cuatro virtudes o afectos; Esquilo, Sept
Theb 610; Diógenes Laercio VII, 110; cuatro que, según los cálculos humanos. Lázaro está
épocas dei mundo: Hesíodo, Op.; cuatro elemen­ definitivamente muerto. En Mc 13, 27 par. Mt
tos: Empédocles, Frgm. 6 [I, 311]; los Pitagóricos 24, 31, los «cuatro vientos» representan a la
se dedicaban a especulaciones numéricas sobre la totalidad de la tierra (cf. Dan 7, 2; 11, 4; Sal
xeTgaxTÚç ó 10, es decir, la suma de los cuatro 107, 3; cf. también 4 Esd 13, 5; Hen [et] 18,
primeros números, cf. Hierocles, CarmAur 20; 2s, donde los cuatro vientos sustentan la tierra
Sexto Empírico, Math IV, 3); para más testimo- y el cielo).
nios y detalles cf. TbWNT VIII, 128ss. Por esta
razón, el número «cuatro» se refiere en general a En el Apocalipsis, xéaoaQEç desempena un
algo global y ordenado, a una totalidad o univer- papel especial como expresión de la totalidad:
salidad; pero sólo aparece raras veces como nú­ se recoge varias veces de Ez 1 la tradición
mero sagrado (Hierocles, CarmAur 20 [pl30, acerca de las cuatro criaturas que rodean el
16s] q téxQaç, O-eÒç voqxóç). carro dei trono de Dios, xéaaaça ^cõa, Ap 4,
En el AT el número «cuatro» aparece con sig­ 6.8; 5, 6.8.14; 6, 1.6; 7,11; 14, 3; u ] 7; 19,4.
nificado parecido para referirse a la totalidad de
la creación y dei acontecer histórico; cuatro rios Según 4, 7 no se trata ya (como en Ez 1, 6.10)
dei paraíso (Gén 2, lOss); cuatro vientos o cuatro de cuatro rostros de animales, sino de cuatro
puntos cardinales (Dan 11, 4; Sal 107, 3; cf. Is 11, criaturas distintas; león, toro, águila, hombre;
12; Jer 49, 36; cuatro fronteras de la Tierra de Is­ estas criaturas rodean el trono de Dios y se
rael (Ez 7, 2); cuatro cuemos (Zac 1, 18), cuatro dedican a glorificar a Dios (6, 8: recitan día y
herreros (1, 20), cuatro carros (6, 1) con cuatro noche el sanctus, cf. 6, 3; Ap 19, 4). Quizás
corceles de diversos colores (6, 2s), cuatro regio­
nes de la tierra (6, 5ss); cuatro criaturas en la Vi­ podamos interpretar este complejo como una
sion de teofanía experimentada por Ezequiel (ca­ representación de las imponentes figuras dei
da una de ellas con cuatro rostros; rostro de hom- zodíaco dei antiguo mito astral de Babilônia,
bre, rostro de león, rostro de toro y rostro de águi- que originalmente tenían que sustentar la bó-
la), y con cuatro alas, y el carro con cuatro medas veda celeste en sus cuatro extremidades, pero
en el carro; 1, 5ss); cuatro vientos y cuatro ani- que ahora han pasado definitivamente a estar
males (Dan 7, 2ss; cf. 7, 17; 8, 8.22; 11, 4); co- al servicio de Dios. En consonância con ello,
rrespondientemente cuatro reinos (Dan 2, 31ss;
cf. 4 Esd 11, 39s; 12, lls). Es también significa­ en las «cuatro esquinas de la tierra» (cf. 20, 8)
tivo el altar de los sacrificios, que tenía cuatro la­ hay, según 7, 1 (aparece tres veces TÉoaa-
dos (Ex 27, Is; cf. Ez 40, 41s; 43, 16s.20). QEç), cuatro ángeles que vigilan los cuatro
vientos; cf. 7, 2. Según 9,13, resuena una voz
2. En el NT xéooaQEÇ se usa primeramente que sale de los «cuatro cuemos (xéooaQEÇ se
de manera general: Hech 21, 9, «cuatro hi- omite en p'*^ Sin' A y otros) dei altar de oro»
jas»; 21, 23, cuatro nazireos; Mc 2, 3, cuatro (cf. Ex 27, Is; 30, 2s; cf. supra); en 9, 14.15
1735 xeaoaQEç - xeaaeQanovxa 1736

se suelta a cuatro ángeles de la destracción, Cuarenta dias son un período típico: cuarenta di­
que (a diferencia de lo que se dice en 7, Is) as de ayuno, Diógenes Laercio Vin, 40; Porfirio
están atados junto al Eufrates. Hay que men­ VitPyth 57; lluvia durante 40 dias, Pseudo-Calís-
tenes III, 26, 7; cf. Gén 7, 4.12.17; 8, 6; durante
cionar también los cuatro corceles, 6, 1-8 (cf. 40 dias y 40 noches permaneció Moisés en el
Zac 1, 8ss; 6, Iss), cuya aparición está asocia- monte, Ex 24, 18; Dt 9, 9 y passim, y Elias per­
da con los cuatro primeros sellos y con los maneció en el desierto, 1 Re 19, 8; cuarenta dias
gritos de Ias cuatro criaturas (6, 1). de penitencia se ordenaron a Nínive, según Jon 3,
Ireneo, Haer III, 11,8 explica que los Evan- 4; cf. además 40 dias en 1 Sam 17, 16; Ez 4, 6;
gelios son cuatro porque la Iglesia se difunde después de dar a luz a un nino varón. Ias partu-
rientas permanecen impuras durante 40 dias, Lev
por Ias cuatro regiones de la tierra; considera 12, 3. Cuarenta azotes son la medida impuesta
los Evangelios como Ias cuatro columnas de para un castigo de flagelación, una medida que
la Iglesia, e identifica a los evangelistas con no es lícito sobrepasar, Dt 25, 3.
Ias cuatro criaturas (cf. supra); esta idea la re- El período de 40 anos se aplica en general a Ias
coge Agustín de Hipona, De Consensu Evan- fases de la vida, y se considera el período de
gelistarum I, 1, 3; 6, 9. ThWNT VIH, 127-134 tiempo durante el cual una generación vive y tra-
baja en común: cuarenta anos como la edad de la
(bibl); DTNTIH, 184s.
madurez para determinadas tareas, Aristóteles,
H. Balz Resp. Ath. 29; Porfirio, VitPyth 9; como la edad
para contraer matrimônio, Gén 25, 20; 26, 34; cf.
además Jos 14, 7; 2 Sam 2, 10; ciento veinte anos
TeaoaçEOxaiôÉxaTOÇ, 3 tessareskaide- son el tiempo de la vida, Gén 6, 3; Dt 34, 7. Cua­
katos decimocuarto* renta anos pasó en el desierto la «generación dei
Hech 27, 27: «la noche decimocuarta», en êxodo», Ex 16, 35; Núm 14, 33; Dt 2, 7; 29, 5;
consonância con el v. 33, que habla dei «día los 5, 6. El mismo período determina el marco
decimocuarto'». dei libro de Jueces: 3, 11.30; 5, 31; 8, 28; 13, 1;
cuarenta anos es el período de remado de David,
2 Sam 5, 4s; 1 Re 2, 11; de Salomón, 1 Re 11, 42;
TÉaaEQEÇ, 2 lesseres cuatro de Joás, 2 Re 12, 2, y de Saúl, Josefo, Ant VI,
Forma jónica de -v xéoaaQEç. Por la mez- 378.
A la edad de 40 anos, el discípulo de un rabino
cla general de formas, en manuscritos dei NT puede adoptar decisiones por si mismo, bSot 22a;
aparece especialmente el neutro plural xéooe- bAZ 19b. Cuarenta anos de interregno mesiánico,
ga; cf. ThWNT V m , 127s. PesiqtaR 1 (4a); bSan 99a; cf. también CD 20,15;
IQM 2, 6.9; ApEl (heb) 6, 5. Cuarenta dias de ac-
tividad escribiendo o ensenando antes dei arroba-
T E aO E g áx o v ta tesserakonta cuarenta* miento de «Esdras», 4 Esd 14, 23.36.42.44.49, y
1. En el NT el término aparece 22 veces, 8 dei arrobamiento de «Baruc», ApBar (sir) 76, 2-4.
de ellas en el libro de Hechos y 6 en el Apo-
calipsis; aparece también en combinaciones 2. Cuarenta es una cifra redonda general,
numéricas: en Jn 2, 20, XEoaegáitovxa x al Hech 4, 22 (más de 40 anos enfermo); 23,
EXT], para referirse al tiempo que duró la 13.21 (.40 conjurados); 2 Cor 11,24 podria ser
edificación dei templo (herodiano) (cf. Jose- el testimonio más antiguo de la supresión dei
fo, Ant XV, 380: la construcción comenzó cuadragésimo azote.
probablemente en el ano 20/19 a.C.); «42 me­ Los 40 dias de la tentación en el desierto
ses» ha de durar la devastación de Jerusalén, (Mc 1,13 par. Mt 4, 2 \40 dias y 40 noches] /
Ap 11, 2; de manera parecida en 13, 5 (cf. 11, Lc 4, 2), que enlazan con motivos dei AT (->
3; 12, 6.14; Dan 7, 25; 12, 7.12); «144 co- 1), acentúan el tiempo de prueba y de obe­
dos», Ap 21, 17; «144.000 sellados», 7, 4; cf. diência de Jesus antes de emprender su mi-
14, 1.3; ->• xéoaaQEÇ. sión consistente en anunciar el tiempo de la
Cuarenta es un número redondo importante, es­ cercania de Dios (Marcos), y acentúan tara-
pecialmente en relación con períodos de tiempo. bién la afinidad entre Jesús y Moisés (Mateo,
1737 Te0OTEQa>tovTa — xeTQaaçx'*!? 1738

también Lucas; cf. Ex 24, 18; 34, 28; Dt 9, 9. TÉTagTOÇ, 3 tetartos cuarto*
11, 18; 10, 10). También los 40 dias de Ias En el NT, el adjetivo aparece 10 veces; en
apariciones de Jesús antes de su Ascensión a Mc 6, 48; Mt 14, 25 dícese de la cueuta vigí­
los cielos, Hech 1, 3, deben considerarse co­ lia de la noche; à jtò XEXÓQxqç f|[iÉQaç pé/Qi
mo un período típico, no como un plazo exac­ xaúxqç xfjç &çag, «a esta misma hora, hace
to de tiempo (cf. 13, 31: ■^[lÉQaç nXeíouç); lo cuatro dias [literalmente; es ya el cuarto día
que interesa es presentar el don salvífico de la hasta esta hora]», Hech 10, 30 (D: â jtò xfjç
presencia dei Resucitado y la fiel instrucción TQÍTT)ç f|[iÉQaç...). En los demás casos, el ad­
que los discípulos recibieron (kéymy t à itegi jetivo aparece únicamente en el Apocalipsis:
Tfjç paoiXsíaç xoõ •&eoi5, 1, 3), cf. lo que se TÒ XÉXOQXOV Çtüov, 4, 7; 6 , 7; ocpQaylç q x e -
ha dicho acerca de Esdras y Baruc (-+ 1). So­ xÓQxq, 6, 7; ó xÉxãQtoç ãyyEkoç, 8, 12; 18,
bre el Evangelium quadraginta dierum, cf. A. 8; ó xÉxaQxoç ('0-Ep.Ékioç), 21, 19; xò xéxaç-
Schneider, Gesammelte Aufsâtze, Berlin 1963, xov xfjç yfjg, «la cuarta parte de la tierra», 6,
17-34. 8 (cf. Ez 5, 12). ^ xÉooaQEç.
Los 40 anos que Israel pasó en el desierto se
consideran como tiempo de salvación, duran­
te el cual los padres -a pesar de todo- tenta- TETgaaQxéto tetraarcheO ser tetrarca, go-
ron y encolerizaron a Dios, Heb 3,10 (cita dei bem ar como tetrarca*
Sal 94, 10 LXX); 3, 17 (cf. Ex 17, 2ss; Ntím En Lc 3, 1 dícese tres veces (en los tres ca­
14, 26ss); Hech 7, 42 (cita de Am 5, 25 LXX; sos, XEXQaaQxoúvxoç con genitivo) de dos
aqjáyiov); cf. también Hech 13, 18. Según hijos de Herodes, que eran tetrarcas de Gali-
13, 21, se atribuye a Saúl un tiempo de reina­ lea (Antipas), así como de Iturea y Traconíti-
do de 40 anos (a diferencia de 1 Sam 13, 1; de (Felipe), y dícese de Lisanias, que era te­
dos anos; pero cf. Josefo, Ant VI, 378; ^ 1), trarca de Abilene. Sobre la grafia dei verbo,
seguramente como tiempo de gracia concedi­ cf. BlaB-Debrunner § 124. Lucas yuxtapuso
do por Dios. Con la tradición (cf. Ex 7, 7; Dt quizás conscientemente en 3, 1 cuatro regen­
8, 2; 34, 7; SifreDt 357 sobre 34, 7) se presu- tes (tres tetrarcas y el gobemador romano),
pone que la vida de Moisés duró tres veces 40 aunque parece conocer exactamente el signi­
anos, Hech 7, (23).30.36. R. Pelman, Times o f ficado dei título de tetrarca; XEXQaÓQxqç.
Grace. The Sign o f Forty in the Bible, New
York 1964; ThWNT VIII, 134-139 (bibl.). T£TQ aáQ/f|Ç, OV, Ó tetrarchês tetrarca*
Originalmente fue la designación de un re­
H. Balz
gente que, después de su división, gobemaba
sobre la cuarta parte de un território antes in-
TtaffEQa>toVTaETT|Ç, 2 tesserakontaetês diviso («príncipe de la cuarta parte»), pero
de cuarenta anos* luego fue principalmente el título de un re­
Hech 7, 23; TEoaEeaxovTaEtf)ç X00voç gente que estaba sometido a alguien más po­
como la edad madura de Moisés (cf. Ex 2, 11: deroso que él, o que administraba una peque­
ttÉyaç y£VÓ(xevoç); 13, 18: (bç teooeqexov- na parte de un reino mayor, a menudo en el
T a e t f j xqóvov, dícese dei tiempo que Israel sentido de «gobemador». Mientras que Hero­
pasó en el desierto. ->• TEOOEQáxovTa. des (el Grande) fue originalmente tetrarca (a
partir dei ano 42 a.C., pero luego a partir dei
ano 40 [37] fue rey), vemos que a su muerte,
TETa^taiOÇ, 3 tetartaios de cuatro dias, acaecida el ano 4 a.C., sus hijos Antipas y Fe­
que dura ya cuatro dias* lipe fueron tetrarcas de Galilea y Perea o de
En Jn 11, 39 dícese de Lázaro difunto; te- Traconítide, Batanea y Gaulanítide, y su hijo
ra p ta lo ç èotiv, «porque lleva (ya) cua­ Arquelao fue etnarca de Judea y Samaria (Mt
tro dias (muerto)»; cf. 11, 17. ->• xéooapeç. 2, 22; PaoikEÚEi).
1739 xexQaaQXTiç - xexgajtovç 1740

En el NT se menciona únicamente como Egipto: EXT) XEXQaxóata (cita de Gén 15, 13).
'H q Ó)Ôt]ç (2) ó xexQaÓQX''!? ^ Antipas; Mt En combinaciones numéricas: Hech 13, 20,
14, 1; Lc 3,19; 9, 7, seguramente para distin- «unos 450 anos» como tiempo de permanên­
guirlo de su padre ->• 'H qóôtjç (1) ((3aoi- cia como extranjero en Egipto hasta el co-
ÀEÚç, Mt 2, 1.3; Lc 1, 5); en Hech 13, 1, se mienzo de la época de los jueces (probable-
hace así quizás para distinguirlo de ->• 'Hgró- mente cuatrocientos anos en Egipto [Hech 7,
ÔT)Ç (3) (12, 1; ->• ’AYQÍJTJtaç 1). Bauer, Wõr- 6], cuarenta anos en el desierto [13, 18] y diez
terbuch, s.v. tetQÓQXTlç; BHH III, 1956s. anos para la conquista dei país. Los manuscri­
tos E W y la Koiné, haciendo una trasposi-
ción, refieren los 450 anos a la época de los
TetçáYtovoç, 2 tetragOnos cuadrangular* jueces hasta Samuel, con arreglo a la suma de
En Ap 21, 16 dícese de la Jerusalén celes­ los anos indicados en el libro de Jueces y en
tial: f| TtóÀLç TExeáYCovoç XEítai (cf. Ez 48, el libro primero de Samuel (hasta 4, 18) según
8ss.30ss; también 43, 16). Según el contexto el texto hebreo; cf. E. Haenchen, Die Apostel-
se trata dei cuadrado y dei cubo como expre- geschichte^ [KEK], sub loco). Según Gál 3,
sión de la perfección; cf. Ennio, Annales, 158; 17 la ley se origino 430 anos después de la
Roma quadrata', Herodoto I, 178: Babilônia promesa hecha a Abrahán; por tanto, la ley no
como un cuadrado de 120 estádios de lado. H. puede anular la promesa (cf. también Ex 12,
Kraft, Die Ojfenbarung (HNT), sub loco. 40s).

TETQaôlOV, OU, TÓ tetradion piquete de


T 8tQ ajtt]V O Ç ,2 tetramênos período de
cuatro soldados*
cuatro meses*
Según Hech 12, 4, Pedro fue custodiado en
Sustantivado en Jn 4, 35; XExgápqvoç co­
la prisión por cuatro piquetes de cuatro hom-
mo el tiempo mínimo que trascurre entre la
bres cada uno (con arreglo al procedimiento
siembra y la recolección (Textus Receptus: xò
seguido en el ejército romano de relevar a un
X£X0ápT]VOV).
destacamento cada cuatro horas; cf. también
Ias cuatro vigilias o períodos de vigilância du­
rante la noche); Filón, Hacc 111.
TETça;7iÀ,oüç, 3 tetraplous cuádruple*
En Lc 19, 8 se habla de que Zaqueo prome­
T E t g a x i o / í X l O l , 3 tetrakischilioi cuatro te restituir el cuádruple, una cantidad consi­
mil* derada como suficientemente generosa en to­
Este número aparece en el relato según el dos los aspectos, cf. Ex 21, 37; 2 Sam 12, 6;
cual se dio de comer milagrosamente a cuatro Platón, Leg IX, 878c; cf. Billerbeck II, 249-
mil personas: Mt 15, 38 (xexQaxioxí^ioi ãv- 251; Spicq, Notes II, 886s.
Ô0EÇ x®0tÇ Y'*J'''aixmv x a l itatôímv); 16, 10;
Mc 8, 9 (d)ç XEXQaxLOXÍ^ioi); 8, 20 (xexqo-
xioxíli.iot ãvÔQEÇ xcõv oixagLmv), Hech 21, T E tp án ;ou ç, 2 tetrapous cuadrúpedo, de
38 (cf. Josefo, Bell II, 254ss). cuatro patas*
En el NT el adjetivo sustantivado aparece
en neutro plural para referirse a los «einimales
TETQaxóaioi, 3 tetrakosioi cuatrocientos* cuadrúpedos», x à X E x g Ó J to ô a (siempre junto
En Hech 5, 36 dícese de los seguidores de a é g j t E x á y a jte x E L v á , cf. Gén 1, 24-26; 6,
Teudas: «un grupo como de cuatrocientos 20); Hech 10, 12, j t á v x a x à X E X Q á jto ô a (cf.
hombres» (ãvÔQcuv apt&p.òç o)ç xexgaxo- Lev 11; Dt 14, 3ss); 11, 6 (+ x à O-qgía, cf.
aícov), -r 0EUÔãç. En 7, 6 se habla dei tiem­ Gén 1, 24); sobre Rom 1, 23 cf. Dt 4, 15ss;
po que Israel pasó bajo la servidumbre de Sal 106, 20; Jer 2, 11; Sab 12, 24.
1741 TETgaçXE™ ~ T:T]QeQ) 1742

TETQaQXéo) tetrarcheõ ser tetrarca, gober- f t í x o ^ a i têkomai fundirse, derretirse, pa-


nar como tetrarca sar*
Grafia clásica (evitación dei hiato en la En voz pasiva en 2 Pe 3, 12 dicese dei día
composición de la palabra) de ->- XEtQaoQ- de Dios, por el cual «los elementos dei mun­
xéco (grafia propia de la lengua helenística y do se fundirán entre Ias llamas (oxoixEta
de la dei NT, cf. BlaB-Debrunner § 17 y 124, xattooijpEva xtíxEtai)»; cf. 3, 10; Hen (et)
con la nota 3; Moulton, Grammar II, 62s y 1, 6; TestLev 4, 1; 2 Ciem 16, 3; la idea estoi-
91 s). ca acerca de la conflagración dei mundo, en
Diógenes Laercio VII, 134; o x o tX E io v 2,4.

TeTQáQX'*lÇ’ ó tetrarchSs tetrarca


Grafia clásica de -+ TEXQaápx''!?- ^ tE- tT|X.at5Yrôç tSlaugõs (adv.) con toda clari-
xgaQxécú. dad*
El advérbio, formado a base de tTiX,auYr|ç,
«que brilla a lo lejos, que se ve de lejos, clari-
TEtpQÓb) íephroõ reducir a cenizas*
simo», aparece en Mc 8, 25: ÈvépX,8Ttev tt)-
En 2 Pe 2, 6 (xetjpQcóaaç) dícese de Dios,
XauYóóç â n a v x a , «el ciego curado) podia
que hizo que Ias ciudades de Sodoma y Go-
verlo todo con entera claridad» (v.l. ÔT)X,au-
morra quedaran reducidas a cenizas (Gén 19,
Yrôç).
24ss; Cf. Filón, Ebr 223).

TllXlXOVTOÇ, aíSTTl, OÕto têlikoutos tan


Téxvt), ijç , lí technê arte, oficio, artesania*
grande, tan importante, tan imponente*
Hech 17, 29: yoiQaYpa xéxvtiç x a l èv-
Sant 3, 4: xà JiX,ota XT])^ixat5Ta õvxa, tan
^pfioEcoç àv&QCÓJttov, «una imagen forma­
grandes (lo opuesto: èXáxioxov); 2 Cor 1,10:
da por el arte (la artesania) y el ingenio hu­
TT|>tixoijToç ’9'ávaTOÇ, «tan gran peligro de
manos»; tal cosa no se parece a lo divino (cf.
muerte» (cf. vv. 8s); Heb 2, 3: XT)X,ixaÚTT]
19,26; D t4 ,28; Is 40,18; 4 4 ,9ss; Jer 10, Iss;
a(OXT]QÍa, «tan gran salvación»; Ap 16, 18:
Sab 13, 10). Según Hech 18, 3, Aquila y Pris­
OEiopoç... [iéyaç... ttiàixoüxoç oEiopòç
cila eran oxTivonoioi xf) xéxvp, «tenían el
oüxro pÉyaç, (como un pleonasmo) «un gran
oficio de fabricar tiendas» (cf. ópóxsxvoç
terremoto... tal terremoto, tan imponente»
ibid.\ -)■ 0XT]vojtoióç). Ap 18, 22: «ningún ar-
(Dan 12, 1).
tesano de ningún oficio (jtãç xexvlttiç ttáar\ç,
xÉxvTiç) se encontrará ya en Babilônia (= Ro­
ma). Tí]0é(o lêreõ custodiar, guardar, mantener
firme, retener, seguir
texvÍTt^Ç, 015, Ó technitês artista, artesa- 1. Aparición (en la LXX y en el NT) - 2. Custodiar
- 3. Guardar - 4. Conservar en su integridad - 5. Ob­
no* servar / seguir.
El plural se refiere a los plateros en Hech
19, 24.38; cf. 19, 25 D y otros (en vez de eq- B ibl: R. Kratz, Auferweckung ais Befreiung (SBS
Y á x a t); el singular se usa en sentido general 65), Stuttgart 1973; Id., Rettungswunder. Motiv-, tra-
ditions- und formkritische Aufarbeitung einer bibl.
en Ap 18, 22 (-> xéxvt]). Dicese de Dios como Gattung, Frankfurt a. M. 1979; H. Riesenfeld, xqQso),
xexvíxT]ç x a i ÔTipLotJQYÓç, «arquitecto y en ThWNT VIII, 139-145; H. G. Schütz, Cumplir,
constructor» de la Jerusalén celestial, Heb 11, guardar, observar, en DTNT I, 392-395.
10 (cf. 11, 16; 12, 22; Ap 21, 10; Sab 13, Iss;
Filón, Mut 29s; ôtifxiouQYÓç); cf. la mane- 1. Al igual que tpnXáoaco, el verbo xqQÉa)
ra en que se habla dei Logos como xexvlxt)ç en la LXX es casi siempre traducción dei he-
x a l ôqpiouQYÒÇ ôXcüv, Diogn 7, 2. breo sãmar y, lo mismo que su sinônimo, cu-
1743 xriQBO) 1744

bre en buena parte el campo semântico dei TíiQÉüJ se orienta hacia objetos morales como
equivalente hebreo; mientras que en la LXX son la pureza (1 Tim 5, 22), la no contamina-
predomina claramente q)nÂ,áaao), vemos que ción (Sant 1, 27), la castidad de una virgen (1
en el NT es mucho más frecuente ttjqéco, que Cor 7, 37); y, así, puede decirse también de
aparece aproximadamente el doble de veces los ángeles que no conservaron su ^ «QX^Í
(unas 70). La mayoría de los testimonios se (3.c) (Jds 6a). La expresión corriente «guar­
hallan en el Evangelio de Juan (18) y en el dar la fidelidad» (2 Tim 4, 7) adquiere, por el
Apocalipsis (11), mientras que el verbo falta contexto, carácter teológico. «Pablo», desde
por completo en Marcos, Lucas y Hebreos. la prisión, exhorta a la comunidad de Efeso a
conservar la unidad (Ef 4, 3). El uso dei tér­
2. TriQÉO) aparece casi siempre con el signi­ mino en sentido metafórico aparece en Ap 16,
ficado literal de custodiar, vigilar (presos) en 15.
el libro de Hechos (24, 23; 25, 4.21), entre Objetos personales son los discípulos o los
otras cosas, en el contexto de tradiciones so­ cristianos. En el discurso joánico de despedi­
bre liberaciones milagrosas (12, 5.6; 16, 23). da, Jesús ora al Padre pidiendo que preserve a
La presencia de guardias en Ias historias dei los discípulos, que los proteja dei maligno (Jn
sepulcro en Mateo (Mt 28, 4) evoca igual­ 17,11.12.15). Según 1 Jn 5, 18, la protección
mente rasgos característicos de este gênero contra el maligno está garantizada por el Hijo
(cf. Kratz, Auferweckung; Id., Rettungswun- de Dios. En 1 Tes 5, 23 y en Jds 1, tal protec­
der). La introducción redaccional de los guar­ ción se halla orientada escatológicamente.
dias al pie de la cruz (Mt 27, 36.54) se deriva
probablemente de Ias intenciones apologéti- 5. Lo mismo que sucede con cpuX,áooco,
cas de los relatos de Mateo sobre la Pasión la mitad aproximadamente de los testimonios
(testimonios dados por los gentiles); además, de TT]Q8n) tienen el sentido de observar, se­
el redactor quiere establecer un paralelo entre guir (la ley, los mandamientos). Según Mt 23,
los acontecimientos que rodean la muerte y la 3, Jesús exhorta a los discípulos a que hagan
resurrección de Jesús (compárese 27, 51-54 y observen lo que los fariseos y escribas di-
con 28, 2-4) y desea presentar la muerte y la cen, pero a que no copien su conducta. Según
resurrección como una teofanía. Jn 9, 16, los fariseos, a su vez, acusan a Jesús
de no guardar el sábado. Los primeros cristia­
3. TTjQÉco seguido por una indicación de nos, de talante conservador y procedentes de
tiempo significa «guardar hasta» el momento círculos farisaicos, quieren obligar a los gen­
oportuno (Jn 2, 10: el buen vino hasta el final; tiles convertidos a que guarden la ley mosaica
12, 7: el perfume para el día de la sepultura); (Hech 15, 5): un litigio dei que se ocupa el
por lo general, lo de guardar se entiende has­ concilio apostólico de Jerusalén. Hay dudas
ta el momento escatológico, tanto en el senti­ de si en Mt 19, 17, cuando se dice al joven ri­
do positivo de conservar la herencia celestial co que guarde los mandamientos, se hace re­
(1 Pe 1, 4), de conservar a los buenos para ferencia ya a la «nueva justicia». Finalmente,
Cristo (Jds 1), como también en el sentido ne­ Sant 2, 10 aborda el tema de la obligación de
gativo de conservar a los injustos (2 Pe 2, 9), guardar toda la ley. Pero, por lo general, se
a los ángeles caídos (2 Pe 2, 4; Jds 6b), al cie- hace referencia a la observância de los man­
lo y la tierra para el juicio (2 Pe 3, 7), a los damientos (de la palabra) de Jesús, que están
falsos maestros para la condenación eterna; a cualificados por el «amor» (cf. Jn 14 passinv,
su vez. Ias tinieblas pueden reservarse tam­ 1 Jn 2, 3-5): el amor dei Padre llega a través
bién para los falsos maestros (2 Pe 2, 17). dei Hijo hasta la comunidad. Así como Jesús
guarda la palabra dei Padre (Jn 8, 55; 15, 10),
4. Con respecto a la idea de conservar la in- así también los discípulos deben guardar sus
tegridad de una persona o de una condición. mandamientos, a fin de que se acepte, a su
1745 TTIQÉO) - TlPÉQlOÇ 1746

vez, la palabra de ellos (15, 20). Ideas pareci­ ción redaccional la mención de Tiberíades
das se encuentran en la Carta primera de Juan. que se hace en 6, 1.23, lo cual explicaria la
- En Ias misivas dirigidas a Ias comunidades, poca claridad de 6, 23 (èyYÚç puede referirse
en Ap 2, 26; 3, 3.8.10, se ofrece en perspecti­ también a Tiberíades) y la inseguridad en la
va la recompensa escatológica a quien guarde interpretación textual de 6, 1 por parte de los
firmemente los mandamientos. - En Mt 28, copistas (cf. Schnackenburg, El Evangelio se­
20 (como en 1 Tim 6, 14) se atribuye caracter gún San Juan II). El nombre de «Lago de Ti­
normativo con consecuencias escatológicas a beríades» se halla atestiguado también en
la instrucción cristiana basada en los manda­ otras partes (con kípvT] en Pausanias V, 7, 4;
mientos de Jesús. Josefo, Bell III, 57; IV, 456). Jesús mismo,
evidentemente, no frecuentó Tiberíades.
R. Kratz
Como Tiberíades se hallaba emplazada so­
bre un lugar de enterramiento y, por tanto, era
TrjQi]Oiç, EWÇ) ^ têrêsis custodia, encar- considerada impura por los judios piadosos,
celamiento, prisión; observância, acción Herodes tuvo que colonizar la ciudad a la
de guardar, cumplimiento* fuerza y asentó también en ella a extranjeros.
Hech 4, 3: custodia, encarcelamiento (s ^&ev- Predomino a los comienzos el elemento hele-
TO eLç TTjQTiaiv); 5, 18: (más probablemente) nístico (administración helenística). Tan sólo
prisión, cárcel (8'Osvxo... èv XT]pT|OEi ÔTipo- más tarde se declaro limpia a Tiberíades (jSe-
oíg). Según 1 Cor 7, 19 la xfjQxioiç èvxoÀcõv bi 9, 38d). Tiberíades participo en la Guerra
■&EOÜ, el «cumplir/guardar» los mandamien­ de los Judios, pero fue perdonada por Vespa-
tos de Dios (cf. Sab 6, 18; Eclo 32, 23) es lo siano (Josefo, Bell III, 443ss). Por la redac-
único que cuenta ante Dios (cf. también Gál ción de la Misná en Tiberíades (hacia el ano
5, 6; 6, 15). ThWNT VIII, 145s. 200 p.C., bajo la dirección de Yehudá Ha-Na-
sí) y por el traslado, hacia aquella misma épo­
ca, dei patriarcado rabínico desde Séforis a
áòoç rib en flj Tiberíades* Tiberíades, esta ciudad se convirtió en centro
La ciudad fue fundada por Herodes Antipas palestinense de erudición rabínica y en uno de
en los anos 26/27 p.C. en la ribera Occidental los cuatro lugares santos de los judios en Pa­
dei Lago de Genesaret (como capital de su re- lestina (más tarde, hacia el ano 400 p.C., se
gión en lugar de Séforis) y fue denominada codifico en Tiberíades el Talmud de Jerusa-
Tiberíades en honor dei emperador Tiberio lén, llamado también Talmud Palestinense, y
(Josefo, Ant XVIII, 36ss). En el NT se men­ se creó en esta ciudad una escuela de masore-
ciona únicamente en el Evangelio de Juan. tas). Billerbeck 467-477: Abel, Géographie
Según Jn 6, 23, algunas barcas vinieron de II, 483s; BHH III, 1982s; Bauer, Wõrterbuch,
Tiberíades (èx T i P e q i ó ô o ç ) hasta cerca dei Í.V.; Haag, Diccionario, 1934; Kopp, Stãtten,
lugar donde se había dado de comer a 5.000 278-282; Pauly, Lexikon V, 812.
personas, a la otra orilla; en 21, 1 al Lago de
Genesaret (-^ FEVVTiaaQéx) se le llama ■Oá-
À aooa xfjç TipeQiáôoç, tal como lo había TlPÉQIOÇ, Ol) Tiberios Tiberio*
mencionado ya 6, 1 en una expresión compU- Lc 3, 1 senala el comienzo de la actividad
cada y poco usual: irepav xfiç daA,áoaTiç xfjç pública de Juan el Bautista en el ano decimo-
FaX iltaíaç xfjç T iPeptáboç (v.l. ...0'aX.áa- quinto dei reinado dei emperador romano Ti­
OTiç xfjç FaXtXaíaç elç xà [xépti xfjç T i P e - berio (èv EXEi ôÈ JtEvxExaiÒExáxcp xfjç fiye-
piáôoç, cf. R. Schnackenburg, El Evangelio povíaç T lPeqíou K aíoapoç), es decir, en los
según San Juan II, Barcelona 1980, sub loco). anos 28/29 p.C. (Tiberio, como hijo adoptivo
Partiendo de la formulación redaccional de y sucesor de Augusto, fue emperador dei 19
21, 1, podría entenderse también como inser- de agosto dei ano 14 p.C. hasta el 16 de mar-
1747 Tipégioç - 1748

zo dei ano 37). En el NT se hace referencia ejemplo, 2 Re 19, 20) ó «querer mucho a al-
también en otros lugares a Tiberio llamándole guien» (Ez 14, 3.4.7).
K a lo a g (bibl.). Tiberio era considerado Más de una cuarta parte de los testimonios dei
verbo en el AT tienen a Dios como sujeto de
como un emperador justo, que logró imponer
T:í0-r|p.i. El orden de la creación fue fijado por
en buena medida la paz en Ias provincias y Dios; también él determina la salvación y el jui-
que, sobre todo, fue tolerante con los judios cio:
(Josefo, Ant XVIII, 65ss; Filón, LegGai 160s). El fija los astros (Gén 1, 17), lo mismo que él
BHH III, 1983s; Haag, Diccionario, 1934; senala sus limites a Ias aguas primordiales y al
LAW 3083s; Bauer, Wõrterbuch, s.v. (bibl.); oceano (Sal 32, 7 LXX; Job 38, 10); Dios es
Pauly, Lexikon V, 814-818. quien pone / establece a Abrahán como padre de
muchas naciones (Gén 17, 5s) y hace que los des-
cendientes de Jacob sean tan numerosos como Ias
arenas dei mar (32, 13). David fue constituído rey
tithêmi poner, colocar, establecer por Dios, y su trono queda establecido para siem-
1. Aparición en el NT - 2. Uso general en griego - pre -y Dios quiere poner a sus enemigos como
3. La LXX- 4. El NT - a) Uso general - b) Peculiari­ escabel de sus pies- (Sal 88, 28.30; 109, 1 LXX).
dades lucanas - c) Peculiaridades joánicas. El designa tanto al profeta (Jer 1, 5) como al sier-
vo de Dios (Is 49, 2) para que se pongan a su ser-
B ib l.: Bauer, W õ r te r b u c h , s.v.', J. Jeremias, D ie vicio; él determina la salvación y el juicio dei in­
S p r a c h e d e s L u k a s E v a n g e liu m s (KEK Sonderband), divíduo y de la totalidad dei pueblo (cf. entre
Gõttingen 1980; Ch. Maurer, TÍíh]|xi mX., en ThWNT otros. Sal 11, 6; 20, 10; 65, 9; 89, 8 LXX; Am 8,
Vlll, 152-170; T. Schramm, D e r M a r k u s s to jf b e i L u ­ 10; Miq 1, 7; 4, 7; Ez 37, 14).
k a s (SNTS Mon 14), Cambridge 1971; A. J. Simonis,
D ie H ir te n r e d e im J o h a n n e s E v a n g e liu m , Roma 1967,
264-276; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1280s. 4. Prescindiendo de algunas peculiaridades
en cuanto al uso dei verbo en Lucas (-> b) y
1. En el NT xí^&Tipi aparece 100 veces, 39 en los escritos joánicos (-> c), los autores dei
de ellas en la doble obra de Lucas, 18 veces NT se atienen enteramente al uso griego ge­
en el Evangelio de Juan y 16 veces en el Cor- neral y al uso bíblico ( ^ a).
pus Paulinum. a) En consonância con ello se dice: Una luz
«no se pone debajo de un cesto, sino sobre el
2. El verbo TÍdripi,, atestiguado frecuenteraente candelabro» (Mc 4, 21 par.); a los enfermos se
desde Homero en el griego profano, aparece en los coloca en la plaza dei mercado (6, 56); no
sentido local y en sentido figurado con un amplio se sirve el vino (Jn 2, 10); un cadáver se de­
espectro de significados según el contexto en que
se emplee, es decir, según que se emplee en el posita en el sepulcro (Mc 6, 29; 15, 46s; Jn
lenguaje de la vida econômica, en el de la vida 19, 41s; 20, 2.13.15). Con el dinero puede
militar, en los deportes, en el derecho (por ejem- realizarse una imposición (y hacerlo trabajar,
plo, «establecer una ley», Sófocles, El 580), en la Lc 19, 21s); se apartan cantidades de dinero
filosofia («reconocer una premisa / presentar una para la colecta (1 Cor 16, 2). Pablo, como
tesis», Platón, Phaed 79a, 100a) o en la religión; fundador de la comunidad de Corinto, puso
por ejemplo, dícese de los dioses en Homero, Od un fundamento (3, lOs); él proclama (presen-
8,465 que «establecen Ias ordenanzas válidas», y
dícese que los hombres «presentan ofrendas voti- ta) gramitamente el evangelio (9, 18).
vas a la deidad», Od 12, 347 (sobre el conjunto «El estahleció entre nosotros la palabra de
cf. Maurer, 152s con numerosos ejemplos). la reconciliación» (2 Cor 5, 19 [en voz me­
dia]), «él no nos puso ptura cólera, sino para
3. En conjunto, el uso de TÍfrrip.L en la LXX co­ obtener la salvación» (1 Tes 5, 9 [en voz me­
rresponde al uso de este verbo en el griego profa­ dia]); los miembros de la comunidad ^ e ro «
no (Maurer, 153s). Hay que destacar especial­
designados por él, como lo fue el apóstol mis­
mente como expresiones dei AT con TLOTiiti: «po­
ner en juego su vida» (Jue 12, 3; 1 Re 19, 5; 28, mo (1 Cor 12, 18.28; 1 Tim 1, 12; 2, 7; 2 Tim
21; Job 13, 14); «dirigir su atención bacia algo» 1, 11). Las citas designan también la acción
(Sal 47,14 LXX y passim)\ «tomar a pecho» (por salvífica de Dios como la acción divina de es-
1749 xíllniii-TLjiaioç 1750

tablecer (la comunicación dei Espíritu / la su- 15. «.Dar a luz un hijo» (xíxxco uióv), Mt 1,
misión de los enemigos / la iluminación de 25; Lc 1, 31; 2, 7; Ap 12, 5; en futuro; xé^e-
los gentiles, etc); cf. Mt 12, 18 (Is 42, 1); Mt t a i nlóv, Mt 1, 21.23 (cf. Is 7, 14 LXX);
22, 44 par.; Hech 2, 34s; 1 Cor 15, 25; Heb 1, xíxxü) xò xéxvov, Ap 12, 4b; xíxxoo xòv âg-
13 (Sal 109, 1 LXX); Hech 13, 47 (Is 49, 6); OEva, 12, 13; en sentido absoluto en Lc 1, 57
Rom 4, 17 (Gén 17, 5); Rom 9, 33 (Is 28, 16). (ErtX.qo^OT] ô xgóvoç xoü xexeiv aíixfiv), cf.
b) En el NT, con la excepción de Mc 15, 19, 2, 6; Jn 16, 21; Gál 4, 27 (cita de Is 54, 1
la frase «firmemente arraigada, pero no clási- LXX); Ap 12, 2.4a. En voz pasiva; ó T£X'&eIç:
ca» •tí'&T]pi t à yóvaxa (cf. en latín: genua po- PctoiA.ehç xcõv TouôaLcov, el recién nacido /
nere), «ponerse de rodillas», aparece única­ el que acaba de nacer, Mt 2, 2; àxéxllri npTv
mente en Lucas (y, por cierto, en cuatro de los ofjpegov ocDxf|g, Lc 2, 11.
cinco pasajes en combinación con -> Jtpooeú- El término se usa en sentido figurado y me­
Xopai [2.a]): Lc 22,41; Hech 7, 60; 9,40; 20, tafórico en Heb 6, 7 (yf] ... xíxxouoa |3oxá-
36; 21, 5 (cf. Jeremias, 294). Asimismo, Lu­ VT]V eü^exov, cf. EsquUo, Choeph 124); Sant
cas es el único que, ateniéndose al lenguaje 1,15 (f| èjitôxjpía ouXXaPoüoa xíxxei áp ag -
semitizante de sus fuentes (Schramm, 79ss), xíav, cf. cpiM ôè xíxxeiv üpgiç ... u|3gw. Es­
ofrece Ias expresiones TÍ#Tipi èv hqqôíçi, quilo, Ag 7, 764ss).
«tomarse a pecho / prestar atención a» (Lc 1,
66 [en voz media]; 21, 14; Hech 5, 4 [en voz
media]) y xíOepai eiç xà tbxa, «escuchar a / tíX)v(0 tillõ arrancar, cortar*
grabarse en la memória» (Lc 9, 44). Cf. tam- Mc 2, 23 par. Mt 12, 1 / Lc 6, 1; xíX,)í,Q)
bién Hech 1, 7; 19, 21 (Jeremias, 71). (xonç) oxáxuaç, «arrancar / cortar (Ias) es­
c) En los escritos joánicos aparece la frase pigas»; Lucas completa la frase anadiendo
xíDqpi XT]v tpnyfiv pon hjtég xivoç (Jn 10, rjjcüxovxeç xaTç xegoív. El verbo xlàXo) signi­
11.15.17.18a.b; 13, 37.38; 15, 13; 1 Jn 3, 16 fica en general arrancar (por ejemplo, los ca-
[bis]). Esta frase -probablemente también en bellos, en Homero, H 22, 78 y 406; 2 Esd 9, 3;
Jn 10, 11.15 (en contra de R, Bultmann, Das Ias alas, en Dan 7 ,4 LXX; Ias hojas, Plutarco,
Evangelium des Johannes^’^ [KEK], 282 nota Mor. 185e). Spicq, Notes II, 888s, basándose
2; cf. el estúdio detallado de Simonis, 264ss)- en testrmonios de papiros y en la versión de
expresa más que los «paralelos» dei AT (cf. Lucas, deduce para este verbo el significado
Jue 12, 3; 1 Re 19, 5; 28, 21; Job 13, 14); no de «desgranar», pero dificilmente tendrá ra-
se usa, por tanto, simplemente en el sentido zón, porque ->■ tljmxm se refiere en Lucas a la
de «poner en juego / arriesgar la propia vida», acción de estregar Ias espigas arrancadas para
sino en el de «entregar la propia vida». En el poder comer los granos. Según Dt 23, 25
lenguaje joánico la frase griega está henchida LXX, era lícito recoger con la mano (ouXXé-
teologicamente y se halla definida desde la §eiç) espigas en un campo ajeno. Sin embar­
perspectiva de Is 53, 10 (cf. Mc 10, 45 par.; go, como parte secundaria dei trabajo de la re-
òoüvat xf|v tjjnxfjv anxon )i.úxqov àvxl JtoX- colección, el arrancar espigas (en una amplia-
Àcüv, «entregar su vida como rescate por los ción de la prohibición de labrar y cosechar se­
que son muchos»; cf. Maurer, 155s). gún Ex 34, 21) no estaba permitido en día de
T. Schramm sábado, según la opinión rabínica (jSab 7, 9b;
TosSab 9, 17; cf. Eduy 2, 6). Dalman, Arbeit
n , 339; Bauer, Wõrterbuch, s.v.
TÍXTfO tiktõ dar a luz, producir*
En el NT el verbo aparece 18 veces, cuatro
de ellas en Mateo, cinco en Lucas y cinco en Tiftaioç, OD Timaios Timeo*
el Apocalipsis; por lo demás, el verbo aparece Mc 10, 46; Nombre dei padre dei mendigo
sólo en Jn 16, 21; Gál 4, 27; Heb 6, 7; Sant 1, ciego -> B agxipaioç.
1751 Ti(xaco - Tlfltl 1752

Tl|l.áo) timão apreciar, honrar juzgar, es decir, su autoridad especificamente


divina, 5, 22. Lo mismo que en 5, 19s, «se
1. Aparición en el NT - 2. Significados - 3. Carta afirma la igualdad de acción dei Padre y dei
tercera de Juan.
Hijo» (R. Bultmann, Das Evangelium des Jo-
H. Krãmer, E in e A n m e r k u n g z u m V e rs tã n d n is
B ib l.: hannes^° [KEK], 192). Por eso, no honra al
WuD 16 (1981) 67-70; J. Schneider, ti-
v o n M t 15, 6a: Padre quien no honra al Hijo, 5, 23b. Ahora
(iáco, en ThWNT VIU, 180s; C. Westermann, k b d , en bien, Jesus mismo es quien honra al Padre,
DTMAT, 1089-1113, especialmente 1089s, 1092-
1094, 1098ss; para más bibliografia, -> Ti(xf|. 12, 26.
H. Hübner
1. De los 21 testimonios de upám , 16 se
encuentran en los Evangelios (6 en Mateo, 3
en Marcos, 1 en Lucas, 6 en Juan); el verbo Tlfilfj, fjg, fj time precio, valor, honor*
aparece además una vez en Hechos, en Efe- 1. Aparición en el NT - 2. Espectro semântico - 3.
sios y en 1 Timoteo (en cada uno) y dos veces a) Tip-T) xai ôó|a - b) 1 Cor 6, 20; 7,23 - c) Col 2, 23.
en 1 Pedro. De Ias diez veces que el verbo se
halla en los Evangelios sinópticos, siete se en­ B i b i : S. Aalen, en DTNT U, 231-234; R. Deichgrâ-

cuentran en citas de la LXX, cinco de ellas


ber, G o tte s h y m n u s u n d C h r is tu s h y m n u s , Gõttingen
1967, 28s; DeiBmaim, L ic h t, 271-280; W. Elert, R e -
son citas dei cuarto mandamiento (según la d e m p tio a b h o stib u s : ThLZ 72 (1947) 265-270; K.-P.
numeración católica romana y la luterana): Joms, D a s h y m n is c h e E v a n g e liu m , Gütersloh 1971,
Mc 7, 10 par. Mt 15, 4 (el v. 6 se refiere al v. 32s, 36-38, 52-55; B. Reicke, Z u m s p r a c h lic h e n
V e r s tã n d n is v o n K o l 2. 2 3 : StTh 6 (1952) 39-52; J.
4); Mc 10, 19 par. Mt 19, 19 / Lc 18, 20 (tam- Schneider, Tipij, en ThWNTVIII, 170-180; G. Schõll-
bién Ef 6, 2), y dos son citas de Is 29,13 LXX gen, D ie ôciXíj Tipú v o n 1 T im 5 ,1 7 : ZNW80 (1989)
(con pequenas divergências con respecto a la 232-239; C. Westermann, k b d , en DTMAT I, 1089-
LXX): Mc 7, 6 par. Mt 15, 8. Sobre la su- 1113; para más bibliografia,ôo^a.
puesta cita de Jeremias en Zac 11, 13 que se
lee en Mt 27, 9, donde aparece dos veces xi- 1. De Ias 41 veces que xipf| aparece en el
[xácü cf. ->• Ti|i.r| 2. Así que, en los Evangelios NT, solamente dos se hallan en Mateo y una
sinópticos, todos los pasajes en que aparece en el Evangelio de Juan. En cambio, el térmi­
xipáü) son citas dei AT o referencias a una ci­ no aparece 6 veces en Hechos, 26 en la litera­
ta dei AT. tura epistolar (11 veces en Pablo) y 6 veces en
el ApocaUpsis.
2. xipácD, verbo denominativo de xi[tf|,
significa una de dos: apreciar / estimar (xfjv 2. Desde Homero, xipf) posee el espectro
xipT]v xon xExipripÉvon [a saber, àYQOü] ôv semântico de «estimación, precio, valor, ho­
èxi[if|oavxo, «la suma obtenida por el [cam­ nor», pero significa también «indemnización,
po] tasado, que ellos habían tasado», Mt 27, 9 penalización, castigo» (Frisk, Wõrterbuch n,
(cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v.), o bien honrar (a 901). El primero de estos dos grupos semânti­
Dios, Mc 7 ,6 par.; al padre y a la madre [->-1]; cos comprende casi todos los significados que
«a nosotros», Hech 28,10; a Ias viudas, 1 Tim aparecen en el NT.
5, 3; a todos [los hombres], al rey, 1 Pe 2, 17). En el libro de Hechos, xipf| significa casi
siempre precio (con genitivo de precio o va­
3. Jn 5, 23, con sus cuatro testimonios de lor, 7, 16: comprar al precio de una cantidad
xipáco, expresa el centro de la teologia joáni- de monedas de plata), el producto de la venta
ca: Todos deben honrar al Hijo como honran (4, 34; 5, 2s: de un terreno), valor (19, 19: li-
al Padre (cf. R. Schnackenburg, El Evangelio bros de magia por valor de 50.000 dracmas de
según San Juan II, Barcelona 1980, 145: plata). Tan sólo en 28, 10 el término se usa en
«promulgación de un deber»), porque el Pa­ el sentido de honor. Jtokkaiç xipalç 8XÍ[iTi-
dre ha conferido al Hijo toda la actividad de aa v Tjfiãç, «nos mostraron grandes honores».
1753 II|1T | 1754

En Mt 27, 6 aífxatoç se traduce casi su esposa» (así Ch. Maurer, en ThWNT VII,
siempre, acertadamente, por «dinero de san­ 365-368); cf. 1 Pe 3, 7). Se discute también la
gre». La supuesta cita de Jeremias (cf., no interpretación de la expresión ôiJtkfjç xipfjç,
obstante, Zac 11, 13) en Mt 27, 9: t t ]v Tip,f)v 1 Tim 5, 17; hay que traducirla por; dobles
xoõ xextftTipévon (a saber, aYQoij), «la suma honorários para los que administren bien su
obtenida por el (campo) tasado» (cf. Bauer, oficio de líderes (J. Jeremias, Die Briefe an
Wõrterbuch, 5.v. xtpáa) 1), no se encuentra en Timotheus und Titus [NTD 9], 41; M. Dibe-
la LXX ni en el TM (sobre este problema, cf. lius-H. Conzelmann, Die Pastoralhriefe'^
E. Klostermann, Das Matthãusevangelium^ [HNT], 61; Schneider, 178, 5s: «más proba­
[HNT], 218s; K. Stendahl, The School o f St. blemente»), o bien por: doble honor (W. Mi-
Matthew, Lund ^1968, 120-126; G. Strecker, chaelis, Das Altestenamt der christlichen Ge-
Der Weg der Gerechtigkeit, Gõttingen ^1971, meinde im Lichte der Heiligen Schrift, Bem
76-82; u p f| es tradicional; R. H. Grundy, The 1953, 112-119).
Use o f the OT in St. Matthew ’s Gospel, Lei-
den 1975,122-127). De especial significación 3. a) La combinación de tip f| y -v ôó^a,
teológica es la expresión paulina: fiyopáff&T]- «honor y gloria» aparece ocasionalmente en
xe upfíç, «babéis sido comprados a buen pre- la LXX, pero sin que pueda hablarse de una
cio (o: con pago al contado)», 1 Cor 6, 20; 7, hendíadis estereotipada idiomaticamente (apli­
23 (-> 3.b). cada a Dios, por ejemplo, en Sal 8, 6; 95, 7
Se tributa honor no sólo a Dios (1 Tim 1, 17 LXX; a Aarón, en Ex 28, 2; o al hombre en
y passim, ->■ 3.a) o a Jesus (Heb 5, 4; 2 Pe 1, general, en Sal 8, 6). Pero eso sí ocurre en lo
17 y passim, 3.a), sino también a hombres que respecta al NT, sobre todo en textos do-
(Jn 4, 44 [honor en el sentido de reconoci- xológicos e hímnicos de alabanza a Dios (1
miento]; Rom 2, 7.10 [xtpr| junto a ôó^a en Tim 1, 17; cf. 6, 16 junto a xQáxoç alcbvtov
sentido escatológico]; 12, 10; 13, 7 [por tanto, en vez de ô ó |a ; Ap 4,11 [cf. también el v. 9];
todos los pasajes de Romanos con el signifi­ 5, 13; 7, 12) o del «Cordero» (Ap 5, 12.13).
cado de honor]; 1 Tim 6, 1 [los amos son hon­ En los himnos del Apocalipsis se encuentra la
rados por los esclavos]; 1 Pe 1, 7 [xtpfi junto expresión estereotipada xipiri x a l ôóÇa junto
a ô ó |a nuevamente en sentido escatológico]; a otros predicados honoríficos, cuya elección
2, 7; 3, 7 [Ias mujeres son honradas por sus está determinada en cada caso por el contexto
maridos]), pero también a determinadas par­ (Jõms, 33 y passim).
tes del cuerpo (1 Cor 12, 23s; cf. a propósito El Sal 8, 6 LXX se cita en la Carta a los He-
H. Conzelmann, Der erste Brief an die Ko- breos y se aplica al Jesus sufriente (-► X£-
rinther' [KEK], 260s). Rom 9, 21 ( e Íç xipT]v keióm 3.b; sobre la posible diferencia entre
OKEüoç, « ‘vaso’ honorable»; lo opuesto: Eiç xtpf| y ôó^a en Heb 3, 3 cf. O. Michel, Der
àxiptav) y probablemente también -e n su B rief an die Hebrãer^ [KEK], 176: xipr| es
Wirkungsgeschichte [«eficacia histórica» o sólo parte de la ô ó |a ). Mientras que Heb 2,7.
«influencia histórica»]- 2 Tim 2, 20s se refte- 9 se halla en el contexto más amplio del Sal 2,
ren al hombre, en Romanos en un contexto 7 (cf. Heb 1, 5; cf. también 5, 4 junto con 5,
«predestinacionista», y en la Carta segunda a 5), vemos que en 2 Pe 1, 17 la recepción de
Timoteo en un contexto parenético (polêmica «honor y gloria» se fundamenta en la Trasfi-
contra los herejes). guración y en la voz del delo, con arreglo al
Se discute el sentido de 1 Tes 4, 4: «Cada Sal 2, 7 (K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe^
uno posea su o x eü oç en santidad y honor». [HThK], 198s; sobre una interpretación diver­
Debe interpretarse ya sea en el sentido de: gente cf. ibid. 198 nota 3). Ap 21, 26 («y tra-
«cada uno mantenga en honor su propio cuer­ erán a ella el honor y la gloria de Ias nacio-
po; o bien, lo que es más probable, en el sen­ nes») se halla dentro de una paráfrasis, muy
tido de: «cada uno tenga un trato honroso con libre, principalmente de Is 60 (cf. sub loco W.
1755 Tl[i,T) 1756

Bousset, Die Offenbarung^ [KEK]; E. Loh- sión normal (no a la manumisión sagrada) de es-
meyer, Die Ojfenbarung [HNT]; H. Kraft, clavos basta para explicar el pasaje, tal como
ellos lo interpretan aisladamente en 1 Cor 6 y 7.
Die Ojfenbarung [HNT]). Sobre Rom 2, 7.10
Ahora bien, el mismo Büchsel concede (Th\TOT
y 1 Pe 1, 7 cf. ->• 2. I, 120, 32s) que esta imagen, en Gál 3 y 4, co­
rresponde en cierto modo a la manumisión sagra­
b) La traducción alemana que ofrece Lutero da de esclavos. Entonces esto tendrá consecuen-
de TLfifíç fiYoeáoUriTe, en 1 Cor 6, 20; 7, 23: cias para la Carta primera a los Corintios, si esta
«ihr seid teuer erkauft» (la traducción espa- carta, como es probable, se escribió después de
nola de la Casa de la Biblia es parecida: «Ha- Gálatas. Otras objeciones contra DeiBmann (-^
béis sido comprados a buen precio»), sigue el è^aYOQÓCw), si tenemos en cuenta la conocida
Inhabilidad de Pablo para establecer comparacio-
sentido marcado por la Vg (jjretio magno). nes, no son necesariamente convincentes, pero sí
Sin embargo, se objeta repetidas veces que en deben tenerse en cuenta muy en serio.
estos textos no se habla en absoluto de lo ele­
vado dei precio; se propone, por tanto, la tra­ c) Según G. Bomkamm, Col 2, 23 «dificil­
ducción: «babéis sido comprados al contado / mente podrá traducirse con seguridad» (A«/-
con pago al contado» (H. Lietzmann-W. G. sütze I, 151; de la misma manera piensa E.
Kümmel, An die Korinther I/lP [HNT], 28s; Schweizer, Carta a los Colosenses, Salaman-
H. Conzelmann, Der erste B rief an die Ko- ca 1987, 145: un texto «casi intraducible»).
rinther^ [KEK], 143s con la nota 44). Según Desde luego, una cosa estaria clara y es que el
F. Büchsel, la «concisión» con que se «lan- autor deuteropaulino -siguiendo enteramente
zan» Ias palabras en ambos pasajes, demues- la tradición teológica de Pablo- quiere dejar
tra que se trata de una especie de «eslogan» al descubierto Ias verdaderas raíces dei culto
de Pablo; con toda intención no se dice quién ascético (a propósito de la veneración de los
ha comprado a los cristianos, y quién es aquel elementos dei mundo ->■ oxot^^eTov 3) y, con
a quien han sido comprados y cuál ha sido el ello, de toda religión basada en la autorreden-
precio pagado (ThWNT 1, 126, Iss). Pero Gal ción por medio dei culto: Precisamente el ho­
3, 13; 4, 5 (con è|aYOQáÇcu) demuestra que nor buscado en la ascética corporal -quizás
el precio pagado fue alto: el de la entrega que xtp,T) era incluso una palabra clave de los fal­
Jesiís hizo de sí mismo, al ponerse bajo la sos maestros de Colosas (E. Lohse, Der Brief
maldición de la ley. (Podemos aceptar esta an die Kolosser [KEK], 184; no se puede afir­
conclusión, aunque entre Gálatas y primera mar con seguridad si xi|tf| es aqui, además, un
Corintios haya habido cierto desplazamiento tecnicismo para designar la deificación expe­
en cuanto a la imagen y a la idea.) Por tanto, rimentada en los cultos mistéricos, como
es posible que XLp,fjç no esté mal traducido piensan Borhkamm [Aufsãtze I, 151] y Lohse
por teuer («a buen precio»). 185 [cf., a propósito de todo esto, R. Reit-
zenstein, Die hellenistischen Mysterienreli-
Se discute también si, en el fondo de 1 Cor 6, gionen, Leipzig ^1927 (Darmstadt 1956), 252-
20; 7, 23, no se halla la idea dei rescate sagrado 254]- sirve en último término, aunque de ma­
de un esclavo (cf. DeiBmann, 274s: eJipíaro ó
'AitóltÀcov ó núflioç TzaQà... âjt’ èX .E uhegíg nera inconsciente, para la satisfacción de la
0(0(Ji[a] Yrjvaixetov... x ip ãç ciqy'U6Ío'u pvfiv carne y conduce así al deshonor (una idea
TQicõv xal f|[upvaíou). La objeción de Conzel­ que, al menos, es afín a la expuesta en Rom 1,
mann (Der erste Brief an die Korinther, 144) de 21ss, ->• àxip,La 3); porque la ascética, como
que àyoQá^eiv significa «comprar en el merca­ medio impío de adquirir dominio sobre Dios
do» y de que, por tanto, este verbo no se ajusta al y como inconfesada idolatria de si mismo, se
tenor de los textos de Delfos, no es demasiado
convincente, porque Pablo no tiene por qué ha- niega a tributar a Dios el honor que le es de-
berse atenido estrictamente a la terminologia de bido. El no honrar a Dios significa deshonrar-
esos textos. Büchsel y otros podrían estar en lo se a si mismo. Por eso, E. Lohmeyer habla,
cierto al afirmar que la referencia a la manumi- con razón, de Col 2, 23 como «la respuesta
1757 ■ClJiTl - TljxÓ-fl-EOÇ 1758

irônica» a la filosofia de los colosenses {Der preciosas, el bienestar existente en Babilônia


Briefan die Kolosset^ [KEK], 129). (= Roma); cf. Ez 26, 12; 21, 9ss.33.
H. Hübner
Tifiódeoç, o v Timotheos Timoiõo*
TÍ^ioç, 3 timios honrado, respetado, pre­ 1. Testimonios autênticos (Cartas paulinas) - 2.
cioso, valioso* Carta a los Colosenses, 2 Tesaloninences, Pastorales,
Hebreos - 3. Hechos de los Apóstoles - 4. Testimonios
extrabíblicos.
B ib l.: Bauer, W õrterb u ch , í .v.; N. Brox, Z u den
1. En el NT, de Ias 13 veces que aparece xí- perso n lich en N otizen d e rP a sf. BZ 13 (1969) 76-94; S.
pioç, dos se encuentran en el libro de Hechos, T. D. Cohen, Was T im othy Jew ish (A cts 16: 1-3)? P a-
cinco en Ias cartas (1 Corintios, Hebreos, tristic E xegesis, R a bbinic Law, a n d M a trilineal D es­
cem : JBL 105 (1986) 251-268; H. C. Kee, Tim othy, en
Santiago y 1/2 Pedro, un testimonio en cada
IDB IV, 650s; W.-H., Ollrog, P aulus un d seine M itar-
una) y seis en el Apocalipsis. b eiter, Neukirchen-Vluyn 1979, índice analítico í.v.
(273); H. Opitz, en BHH III, 1988s; W. Stenger, Ti-
2. El adjetivo xí(xioç, derivado de -> xtpf|, m o th eu s u n d T itus a is literarische G estalten: Kairos
significa honrado, respetado (un maestro de 16 (1974) 252-267; P. Trummer, D ie P aulustradition
d e r P ast, Frankfurt a. M. 1978, 76ss, 113ss; K. Wege-
la ley, Hech 5, 34), respetable (el matrimônio, nast, en Pauly, L exikon V, 85 Is.
Heb 13, 4), precioso, valioso, costoso (pie-
dra[s] preciosa[s], 1 Cor 3, 12; Ap 17, 4; 18, 1. Timoteo es un nombre griego frecuente
12.16; 21, 11.19; madera, Ap 18, 12; fruto de (significado: «el que honra a Dios»). Las no­
la tierra, Sant 5, 7). De mayor significación ticias que el NT nos proporciona acerca de Ti­
teológica son 1 Pe 1, 19 (que se halla en la moteo, proceden de diferentes grupos de es­
tradición paulina, -> xtpf| 3.b): «Habéis sido critos. Por tanto, no puede formarse sencilla-
rescatados (-> XúxQOV 5) ... por medio de la mente un conjunto con todas ellas.
sangre preciosa... de Cristo», y 2 Pe 1, 4: «Ias Tan sólo las Cartas paulinas claramente ge-
preciosas y maravillosas promesas» que Dios nuinas son una fuente autêntica acerca de Ti­
ha hecho gratuitamente. moteo: en 2 Cor 1, 1; Flp 1, 1; Fim 1 (Col 1,
El texto de Hech 20, 24 está sobrecargado 1) Timoteo es el único co-remitente de la co-
lingüísticamente; ouôevòç Xóyov jroLOÜ[xai rrespondiente carta; en 1 Tes 1, 1 (2 Tes 1, 1),
xf)v Tjjuxpv xiftíav èpauxq) mç XEXEicõaai lo es juntamente con Silvano (Silas, ->■SiXãç).
xòv ÔQÓpov p,ou. ^Tendremos aqui, como H. Pablo llama a Timoteo «hermano» (2 Cor 1,
Conzelmann (Die Apostelgeschichte^ [HNT], 1; 1 Tes 3, 2; cf. también Col 1, 1), «colabo­
127) considera posible, una mezcla de dos rador» (1 Tes 3, 2; Rom 16, 21), «hijo amado
enunciados: ouôevòç Xóyov rtoioüp.aL, «no y fiel en el Senor» (1 Cor 4, 17). Timoteo tie-
tengo en cuenta nada» y «no considero mi vi­ ne juntamente con Pablo una importante fun-
da como preciosa»! Sin embargo, el sentido ción en la proclamación dei evangelio (2 Cor
está claro: «No considero mi vida como de 1, 19) y se hace cargo también de tareas pro-
valor alguno, a fin de poder terminar mi ca- pias; fortalece a la comunidad atribulada y
rrera». tranquiliza con sus noticias al apóstol (1 Tes
H. Hübner 3, 1-6). 1 Cor 4, 17 y 16, 10 recomiendan a
Timoteo para su misión en Corinto, con lo
cual Pablo trata de protegerle. Claro que de
timiotSs preciosidad,
T ifu Ó T t|ç , t j t o ç , ahí -y de la función especial de Tito (2 Cor)-
riqueza, bienestar* no se puede deducir que Timoteo no estuviera
En Ap 18, 19 f| xip.ióxijç es una expresión a la altura de esa tarea (en contra de Kee,
abstracta para designar la plenitud de cosas 650s), porque el mismo Pablo llegó a tener di-
1759 Tinódeoç - Tifxrogía 1760

ficultades con esa misma comunidad. En todo paulinas. Timoteo, hijo de una madre judeo-
caso, Flp 2, 19-22 da el mejor testimonio de cristiana y de un padre gentil (Hech 16, 1),
Timoteo: Pablo no tiene a nadie «que sea de natural de Licaonia (probablemente de Lis­
sus mismos sentimientos» (ioó'ilJX)xov), que tra), es elegido por Pablo como companero
se preocupe tan «genuinamente» (yvtioícoç) por recomendación de los cristianos de aquel
de los intereses de la comunidad y que junta­ lugar, y es circuncidado por él por considera-
mente con Pablo, «como un hijo con su pa­ ción con los judios que allí viven (16, 2s), lo
dre», esté al servicio de la propagación dei cual se haUa en evidente tensión con lo que se
evangelio. - El último testimonio autêntico lo dice en Gál 2, 3 y también en 2 Tim 1,5. En
constituyen los saludos de Timoteo en Rom medio de Ias dificultades originadas por la
16,21. misión en Grécia, Silas y Timoteo permane-
cen primeramente en Berea (Hech 17, 14).
2. Col 1, 1 y 2 Tes 1, 1, en comparación con Según 17, 15s, Pablo, que entretanto ha llega-
Ias cartas claramente genuinas, no aportan na­ do a Atenas, les pide que vengan lo antes po­
da nuevo sobre la persona y la función de Ti­ sible; pero no se reunirán con él sino en Co-
moteo. - El cuadro parece ser distinto, en pri- rinto (18, 5). Según 19, 22, Timoteo, junta­
mer lugar, en Ias Pastorales: Timoteo, como mente con Erasto, prepara la visita de despe­
«hijo legítimo» (1 Tim 1, 2) y «amado» (2 dida de Pablo a Macedonia, y después se baila
Tim 1, 2), es destinatário de dos cartas; a él se entre los muchos que acompanan a Pablo en
le ha confiado la tradición (1 Tim 1, 18; 6, su último viaje a Jerusalén (20, 4).
20), y a él se dirige el «tú» de Ias cartas, cuan-
do se interpela en segunda persona dei singu­ 4. La tradición posbíblica (por ejemplo, Euse-
lar. Sin embargo, un examen más atento de Ias bio, HistEccl in, 4, 5), que hace de Pablo el pri-
mer obispo de Efeso, dificilmente ofrecerá testi-
Pastorales nos hace ver que estas cartas son monios que nos hagan saber más cosas de Ias que
doblemente pseudônimas, es decir, que los conocemos por el NT.
destinatários son también ficciones literárias
(Stenger, 253). Detalles aparentemente tan P. Trummer
concretos y entranables acerca de Timoteo,
como los nombres de la abuela Loida y de la
T ífiío v , 0)V0Ç TimOn Timón*
madre Eunice (2 Tim 1, 5), su temprana in-
Nombre de persona, frecuente en griego.
trucción en Ias Sagradas Escrituras (3, 15), su
En Hech 6, 5, nombre de uno de los siete en
ordenación por Pablo (1,6; ;a diferencia de 1
tomo al helenista Esteban.
Tim 4, 14 !X sus dolencias de estômago (1
Tim 5, 23), etc., no ofrecen noticias fidedig­
nas acerca de Timoteo, sino que son tópicos ti^tOQÉto timõreõ castigar, mandar casti­
epistolares fictícios atribuidos en general al gar*
que ejerciera el ministério después de Pablo. - En voz activa aparece en Hech 26, 11:
Un lugar especial lo ocupa la mención de Ti­ TípcoQCõv aúxoúç, refiriéndose seguramente a
moteo que se anade de manera un poco inco- la pena de azotes aplicada por la sinagoga ( ^
nexa al final de la Carta a los Hebreos. Timo­ paoTiYÓw); la voz pasiva se encuentra en 22,
teo, que según Heb 13, 23 acaba de ser pues- 5: iva TípcoQiqbcõoLV. Cf. también Billerbeck
to en libertad, representa un eslabón nominal, IV, 329ss.
pero sólo indirecto y posible, que une la Car­
ta a los Hebreos con la tradición paulina.
TifitúQ Ía, a ç , timõria castigo, pena*
3. El libro de Hechos informa de manera Heb 10, 29: à^LÓopat rípcopíaç, «incuriir
más detallada y fidedigna acerca de Timoteo, en un castigo» (cf. Diodoro Sículo I, 96, 5).
pero sin ajustarse a lo que dicen Ias Cartas Bauer, Wõrterbuch, í .v.
1761 TLVCO - TIÇ 1762

TÍvo) tino pagar, sufrir (como castigo)* Tito, Filemón, 2 Pedro, 2/3 Juan, Judas. Co­
En 2 Tes 1, 9 en la expresión frecuente des­ mo v.l. se halla el indefinido —>■xiç en Rom 8,
de Sófocles: ôíxiiv TÍvco, «sufrir como casti­ 24 (Tiç, TÍ x a í en el texto dei NTG); Heb 3,
go». 16; Sant 3, 13 (eíxiç); cf. también Mc 5, 31 a
diferencia de Le 8, 46 y Mc 11,3 par. Lc 19,
3 1 a diferencia de Mt 21, 3. El pronombre in­
TÍÇ, TÍ tis, ti ^quién?, ^cuál?, iqué? terrogativo lleva siempre acento agudo y el
1. Aparición en el NT - 2. Uso - 3. Posición en el acento carga sobre la sflaba dei tema.
frase.
2. TÍÇ se usa como sustantivo y, con menor
B ibl.: Amdt-Gingrich, j . v.; O. Bâchli. «W as habe frecuencia (cf. Bauer s.v. 2), como adjetivo a)
ich m it D ir zu schajfen?». E in e fo rm e lh a fte F rage im
A T u nd NT: ThZ 33 (1977) 69-80; Bauer, W õrterbuch,
en interrogativas directas, b) en interrogativas
s. V.; BlaB-Debmnner, s.v. en el índice analítico; G. indirectas {quién, qué; cuál) y c) en sustitu-
Braumann, Wozu (M c 15, 3 4), en F S R engstorf, 155- ción de un pronombre relativo. En a) y, con
165; R. Bultmann, D e r S til d e r p ln P red ig t u n d die menor frecuencia, en b) puede usarse también
k y n isc h sto isc h e D ia trib e (FRLANT 13), Gõttingen
1910; J. C. Hawkins, Fíorae synopticae, Oxford "1909 como sustituto de -v Jtotoç (como predicado
(1968); J. Jeremias, D ie S p ra c h e d e s Lk-E v. (KEK nominal; cf. Bauer, s.v. la^; IbP) o juntamen­
Sonderband), Gõttingen 1980; Johannessohn, P rapo- te con Jtotoç (como adjetivo; cf. BlaB-De-
sitionen, s.v. en el índice analítico; Kühner, G ram m a- brunner § 298, 2; obsérvese la v.l. en Mc 4, 30
tik IK2, 632 (índice de matérias); 705s (s.v. en el índi­
ce de términos); W. Larfeld, D ie neutestam entlichen [omitida en NTG^®]; Hech 7, 49; cf. también
E vangelien nach ihrer E ig e n a rt u n d A b h ã n g ig keit un- Mt 5, 46s a diferencia de Lc 6, 32s). tíç pue­
íeríMc/zí, Gütersloh 1925; Liddell-Scott, s.v. Tiç, t i B; de sustituir también a Jtóxeqoç (en sentido
Mayser, G ram m atik, s.v. en el índice analítico; H. R. sustantivado, cf. Bauer s.v. lay; Iby; BlaB-
Moeller-A. Kramer, A n overlooked Structural P a tte m
in N T Greek: NovT 5 (1962) 25-35; Moulton-Milligan,
Debrunner § 298, 1). En tales casos el neutro
S .V .; H. Rix, H islo risch e G ram m atik des G riechischen. TÍ funciona a veces como predicado nominal,
L a u t- u n d F o rm e n leh re, Darmstadt 1976, 186-188; incluso con un sujeto en plural o con un suje-
Schwyzer, G ra m m a tik I, 615s; Sophocles, L ex ic o n , to de persona (cf. Bauer s.v. Ibô, a propósito
S.V.; G. R. Stanton, Q u id ergo A th e n is e t H iero so -
lym is?, Q u id m ih i tecum est? A n d TÍ epol xal aoi:
Hech 13, 25 [v.l. xíva]; 17, 20 [v.l.]; 1 Cor 3,
RhMus 116 (1973) 84-90; Zerwick, E l griego d e i N ue- 5 [dos veces, v.l. xíç]; otros ejemplos clásicos
vo Testam ento, Estella 1997, núm. 221. en Liddell-Scott s.v. I, 2). Pueden acompanar
partículas como ->• à q a (l.a.l). Sobre yáq y
1. El pronombre interrogativo (in)directo o ív -r a)l.
(sobre la etimologia cf. Schwyzer y reciente-
mente Rix; atestiguado desde Homero, II) a) En interrogativas directas:
aparece 555 veces en el NT, predominante­ 1) TÍÇ aparece casi siempre con indicativo
mente en nominativo o acusativo singular (por ejemplo, el indicativo dei futuro gnómi-
neutro (340 veces) y en nominativo singular co, cf. BlaB-Debrunner § 349, 1; puede faltar
masculino / femenino (146 veces); sobre Ias también la cópula, cf. ibid., 127, 3 y Jeremias
demás formas documentadas cf. VKGNT II, sobre Lc 24, 17), por ejemplo en frases fijas
396 ó Computer-Konkordanz, Berlin 1980, como la siguiente; tíç uptòv...; (introduc-
Appendix 60*s. Las formas áticas alternativas ción a una metáfora o a una parábola, en sus-
Toü y tm (junto a tívoç y tívi) no aparecen ni titución de una oración condicional, cf. Jere­
en el NT ni en los papiros (cf. Mayser 1/2, mias sobre Lc 11, 5 y 22, 23; también con
70). TÍÇ se encuentra con especial frecuencia áv&QCUJTOç, por ejemplo en Lc 15, 4 a dife­
en los Evangelios sinópticos (91 veces en Ma- rencia de Mc 18, 12 [TÍvi âvÜQrójtq)], o sin
teo, 72 en Marcos, 114 en Lucas), así como en ê^, cf. Bauer s.v. la a ; BlaB-Debrunner § 164,
el Corpus Paulinum (107 veces, 43 de ellas en La); TÍÇ olôev, sl y otras frases por el estilo
la Carta a los Romanos). Pero no aparece en ( ^ El 2.c); xíç (...) oúxoç..,; (con referencia a
1763 TIÇ 1764

Jesus, cf. Jeremias sobre Lc 7, 49); t í è(xol en neutro ( x íç [ = j t ó x e q o ç ] unicamente en Mt


x a i ooí; y otras expresiones parecidas (cf., 27, 17.21). Aparece, por ejemplo, en Ias ex­
además de Arndt-Gingrich, s.v. Ibe, Sopho- presiones x í JTOLf|ao3; en Mt 20, 32 par. Mc 10,
cles, í.v. 1; Bâchli [dedica especial atención al 51 / Lc 18, 41; Mt 27, 22 par. Mc 15, 12; Mc
AT], 77-80; Stanton, 87-90; LiddeU-Scott, i.v. 10, 17 a diferencia de Mt 19, 16 (cf. supra) /
I, 8 c); xí ooi (únlv) ôoxel; (pregunta previa Lc 18, 18 ( x í JtoiT|oaç; cf. Lc 10, 25, así co­
en Mateo; una visión de conjunto en Hawkins mo Jeremias sobre este lugar concreto; Küh-
8.33, cf. también Larfeld, 295; fuera de Ma­ ner IE2, 100; Liddell-Scott s.v II, 2); Mc 10,
teo, la expresión aparece únicamente en Jn 36; Lc 12, 17; 16, 3; 20, 13; Hech 22, 10 (en
II, 56); TL yáç; (Rom 3, 3; Flp 1, 18; cf. Küh- plural en Lc 3, 10.12.14; Hech 2, 37; 4, 16; en
ner II/2, 337); xí oúv;, o más plenamente la presente en Jn 6, 28) y en x í v i ópouóaoc); en
expresión xí o n v EQo1j[j,Ev; o ú v ; -> Xéym 3 Mc 11, 16par. L c7, 31;Lc 13, 18b. 20.
(preguntas breves para hacer alguna objeción 3) Con optativo potencial únicamente en
o para continuar; además de Bauer í . v. Ib E , Hech 17, 18 (xí sustantivado).
cf. en general Bultmann, 13s, 53, 101; tam­
bién sin o ú v , cf. Bla6-Debrunner § 366, 2). b) En interrogativas indirectas:
No se baila atestiguado en el NT, por ejemplo, 1) Casi siempre con indicativo (-> a.l), es­
xí ôé; (cf. Liddell-Scott, s.v. 1, 8s); ejemplos pecialmente después de -»■ o lôa (3.f.l; es de-
de preguntas a Ias que se espera respuesta ne­ cir, 24 veces, cf. también VKGNTI, s . v . a d ­
gativa, pueden verse en Bauer, s.v. la a ; cf. jetival en 1 Tes 4, 2), Yivcóaxoo (12 veces, cf.
también Liddell-Scott, s.v. I, 5. también VKGNT I, s.v con interrogativa
Como expresión preposicional (cf. Bauer, sustantivada en Hech 22, 30; todos los testi­
s.v. Iba) encontramos principalmente ôià xí; monios de ello en Hawkins, 47; cf. en general
Upor qué?\ también en Mc 7, 5; elipsis en BlaB-Debrunner § 267, 2), àxoúco en Mt 21,
Rom 9, 32; 2 Cor 11, 11). En este significado 16; Lc 18, 6 y siete veces en el Apocalipsis, ->■
adverbial se halla xí; (v.l. de ôià xí en Lc 24, àxoú® 5.e), ÀÉYCO en Mt 22, 17; Mt 24, 3 par.
38; compárese también Mc 11, -3 con Lc 19, Mc 13, 4; Lc 20, 2 (en NTG^® la puntuación
31) también solo; de manera semejante xí oxt; es de interrogativa directa); Hech 24, 20.
(cf. BlaB-Debrunner § 299, 3). Es casi sinô­ 2) Con subjuntivo deliberativo (-+ a.2;
nimo EÍç xí; en Mt 14, 31; Mt 26, 8 par. Mc veinticinco testimonios; con interrogativa
14, 4; Mc 15, 34 (cf., a propósito, Braumann) sustantivada en Rom 8, 26; b.l), exclusiva­
a diferencia de Mt 27, 46 (de manera diferen­ mente sustantivado y casi únicamente en neu­
te en Hech 19, 3); otras expresiones preposi- tro (xíç en Lc 12, 5; paratáctico xíç xí en Mc
cionales aisladas pueden verse en Bauer, s.v 15, 24; cf. Lc 19, 15 [v.l.; NTG en el texto;
Iba, y además x ax à xí; Qen qué?) en Lc 1, con indicativo], cf. Bauer s.v. lc), por ejem­
18 (cf. Bauer s.v x ax á 5aô); sobre la LXX, plo después de ex(ü («saber») en Mt 15, 32
cf. Johannessohn; sobre el uso clásico cf. Lid­ par. Mc 8, 2; Mc 6, 36 (v.l. omitida en
dell-Scott s.v 18h. xí introduce una exclama- NTG“®); 8, 1; Hech 25, 26; aqui habrá que in­
ción {jcómo!, [cuánto!) en Mt 7, 14 (NTG cluir el primer ejemplo de papiro citado en
oxt) y en Lc 12, 49 (BlaB-Debrunner § 299, 3; Moulton-Milligan, s.v. 2; después de [ieq l [x-
Arndt-Gingrich, s.v 3b; Sophocles, s.v 5). váoo en Mt 6,25 par. Lc 12, 22; Mt 10,19 par.
2) Con subjuntivo deliberativo (menos de Mc 13, 11 (jte o -)/L c 12, 11.
35 testimonios, entre los que hay que contar 3) Con optativo potencial (-> a.3) u oblicuo
los que llevan insertado OeXo) como en Mt 20, (ocho veces en Lucas y Hechos, además en Jn
32 par. Mc 10. 51 / Lc 18, 41; Mt 27, 17.21; 13. 24 [NTG v.l.]; Hech 17, 20 [v.l.]; con in­
Mc 10, 36; 15, 12), casi únicamente en senti­ terrogativa sustantivada en Lc 1, 62; 9, 46;
do sustantivado (en sentido adjetival en Mt 22, 23; -> b.l; cf. Hawkins, 22 y 46s y espe­
19, 16 a diferencia de Mc 10, 17; Mc 4, 30) y cialmente Jeremias sobre Lc 1, 62). Aparece
1765 TIÇ - TIÇ 1766

casi siempre sustantivado (predicado nominal M o rpholo gy o f K oine G reek as in the A p ocalypse o f
en Lc 8, 9; Hech 10,17); se halla cuatro veces St. John (NovTS 27), Leiden 1971; T. Schramm, D e r
M a rk u s-S to ff b ei L ukas (SNTS Mon 14), Cambridge
después de rtnvôávopai (Lc 15, 26; 18, 36; 1971; J. Wackemagel, V orlesungen ü b e r S y n ta x , 2.
Jn 13, 24 [a diferencia de NTG]; Hech 21, 33) Reihe, Basel ^1957, 114-119; Zerwick, El griego dei
y dos veces después de ôiajtOQéto (Hech 5, N uevo Testam ento, Estella 1997, núm. 9.
24; 10, 17).
1. El pronombre indefinido (sobre la etimo­
c) En sustitución de un pronombre relativo logia TLç, xí; sobre los aspectos de la lin­
(v.l. Mc 14, 36; Jn 13, 18; 16, 18; cf. también guística comparada, cf. Wackemagel; sobre el
Mt 10, 19 a diferencia de Lc 12, 12; Mt 12, 3 antiguo debate acerca de la coordinación con
a diferencia de Lc 6, 3; Mc 9, 6 a diferencia los sustantivos o los pronombres, cf. Apolo-
de Lc 9, 33; algunos testimonios de papiros nio Díscolo, Pron 27,1-28, 9; este pronombre
en Moulton-Müligan j.v. 2 y Mayser II/l, 80; indefinido se halla atestiguado desde Homero
ejemplos clásicos también en Liddell-Scott, II) aparece 256 veces en el NT, la mayoría de
í.v. Ilb y d; cf. también Bauer, í . v . laô; BlaB- ellas en Ias formas de nominativo masculi-
Debrunner § 298, 4; Zerwick, núm. 221). xí se no/femenino (en singular 238 veces, en plural
halla sustantivado en Mc 4, 24; 14, 36; Lc 17, 76) y de nominativo o acusativo singular neu­
8 (con subjuntivo), junto a un pronombre rela­ tro (95 veces); sobre la aparición de otras for­
tivo en 1 Tim 1, 7 (después de voéco también mas, cf. VKGNTII, 396 o Computer-Konkor-
en Mc 13, 14 [v.l.]), y tíç; como adjetivo en 1 danz, Berlin 1980, Appendix 58*s. Las for­
Cor 15, 2 (cf. H. Conzelmann, Der erste Brief mas áticas alternativas xon y xtp (junto a xi-
an die Korinther [KEK], sobre la traducción v o ç y tlvl) no aparecen en el NT, aunque xon
dei pasaje). En NTG‘* Hech 13, 25 y Sant 3, aparece aisladamente en los papiros (cf. May­
13 tienen la puntuación de interrogativas di­ ser E2, 70).
rectas. xiç se encuentra en todos los escritos dei
NT y es especialmente frecuente en la doble
3. Predomina la posición inicial (obsérvese obra de Lucas (80 veces en el Evangelio, 115
la anáfora, por ejemplo, en Rom 8, 33-35; 2 en Hechos), así como en el Corpus Paulinum
Cor 6, 14-16; ejemplos de Epicteto en Bult- (175 veces, 55 de ellas en la Carta primera a
mann, 17, 40 y 71). Son excepeiones, por los Corintios). Como v.l. se encuentra el inte­
ejemplo: av xíç eí; en Jn 1, 19 (cf. Bla6-De- rrogativo ^ TÍÇ en Heb 5, 12; 1 Pe 5, 8 (en
brunner § 475, Ib); además, Jn 1,22 [v.l.]; 21, parte con infinitivo; cf., a propósito, Mayser
12; plural en Hech 19, 15); ou xí Xéyeiç, en n/3, 54; Sophocles, í.v. 3; Liddell-Scott, í . v.
Mc 14, 48; Jn 8, 5; 9, 17 (v.l.). Es singular la Ila). El pronombre indefinido enclítico lleva
posición final en Jn 21, 21 (epifórica; cf. únicamente acento agudo cuando va seguido
Epicteto, Diss IV, 1, 102, citado por Bult- por otro enclítico (por ejemplo, en 1 Cor 10,
mann, 24). Sobre la posición (y la función) de 19); las formas bisílabas, en este caso, se
formas de acusativo en determinadas cons- acentúan al final (por ejemplo, Lc 19, 8; Gál
trucciones de infinitivo, cf. Moeller-Kramer, 1, 7); lo mismo sucede cuando retienen su
31 y 35 (siete ejemplos) acento (por ejemplo, en Mc 7, 2; Hech 25,
A. Horstmann 13), o cuando se hallan en posición inicial (->
4), y, por tanto, se diferencian siempre de las
correspondientes formas interrogativas.
TIÇ, Ti tis ti alguno, alguien, algo
1. Aparición en el NT - 2. Variantes semânticas - 3. 2. TLÇ a) indica casi siempre algo indetermi­
Uso - 4. Posición en la frase. nado o indefinido (aunque algunas veces no
B ib l.: T ÍÇ , xí; Beyer, Syntax, 76ss, 109s, 226- carezca totalmente de importância: alguien,
232; Kühner, G ra m m a tikI/l, 345s; G. Mussies, The alguno, algo-, en plural, algunos, cf. Bauer,
1767 TIÇ 1768

í.v. laa; Iba; 2aa.y; 2c.d; con negación: na- § 164, 1 con la nota 4; -> xiç 2.a.l), ocasio­
die, ninguno, nada, cf. Bauer, s.v. lay; lb(3; nalmente también un participio (después de
2ay) y corresponde a menudo a nuestro artí­ xivEç, en Mc 14, 57; Hech 15, 1; con artículo,
culo indefinido {uno), b) Pero puede designar en Gál 1, 7; cf. BlaB-Debrunner § 412, 4; des­
también a una determinada persona (mencio­ pués de xiç en 1 Cor 6, 1; con artículo en Col
nada o no nominalmente) {un tal, cierto, cf. 2 , 8).
Bauer, í . v. laP; BlaB-Debrunner § 301, 1) y 2) XI aparece únicamente 14 veces en nomi­
también c) puede indicar algo especial {im­ nativo, seis de Ias cuales se hallan en la expre-
portante, cf. Amdt-Gingrich, i.v. laÇ; BlaB- sión E L v ai XI (->■ 2.c; refiriéndose a personas
Debrunner § 301 nota 3; cf. también Liddell- en 1 Cor 3,7; Gál 2, 6; 6, 3; refiriéndose a co­
Scott, í.v. II, 5). sas en 1 Cor 10, 19 [dos veces]; Gál 6, 15).
3) Los casos oblicuos se usan particular­
3. Tig se usa a) como sustantivo y b) como mente como objeto (xi aparece al menos 80
adjetivo-, veces, por ejemplo en la expresión exeiv xl
a) tiç se usa como sustantivo (en el Apoca- xaxá xivoç en Mt 5, 23; cf. Mc 11, 25; jtqóç
lipsis es la única forma en que se usa, cf. xiva en Hech 24, 19; parátaxis en xrvóç xi en
Mussies 183): Lc 19, 8; -> xíç 2.b.2; cf. también Liddell-
1) Tiç y Tiveç hacen de sujeto, sobre todo en Scott, í.v. III, 2d), después de una preposición
oraciones condicionales (once de doce testi- (por ejemplo, jtqóç en Lc 18, 9; Hech 19, 38;
monios en el Apocalipsis [13, 17 falta en 24, 12; Col 3, 13), así como en acusativo con
Mussies, 183]; así, eí xiç aparece 12 veces en infinitivo (por ejemplo, Hech 5, 36; ^ 2.c;
la Carta primera a los Corintios, como anáfo- 3.a.2; paralelos en Moulton-Milligan, s.v.-, de
ra en 2 Cor 11, 20; èáv xiç 18 veces en el manera parecida {adjetival) en Hech 8, 9). So­
Evangelio de Juan; eí xiveç únicamente en bre constracciones con casos oblicuos, ->^ 1;
Rom 11, 17; Gál 1, 7; 1 Pe 3, 1; cf. en general sobre la negación precedente compárese Mt 8,
Beyer, 76 nota 1; 78 notas 1 y 2; 226-232). eí 28 con Mc 5, 4 y Lc 8, 51 con Mc 5, 37; cf.
xiç puede corresponder a ôç (compárese Mc Bauer, i.v. IbP; sobre el genitivo partitivo, cf.
4, 23 con el v. 9) u õaxiç (v.l. Mc 8, 34; 1 Cor también Bauer, í . v. Iba; sobre el participio
7,13 [fjxLç en el texto de NTG]; 1 Pe 3,1); de pospuesto cf. Bauer, r.v. Ia6.
manera parecida èáv xiç (v.l. òç [l]áv, Jn 8,
51; 16, 23; Ef 6, 8; 1 Jn 5, 14). El pronombre b) Xtç (en todos los gêneros; cf. Bauer s.v.
va precedido a menudo por una negación (on 2a) se encuentra usado como adjetivo (testi­
... Ti; / pf| [...] xtç = [on...] onÔEÍç / [pf)...] monios de papiros en Mayser II/2, 84s) prin­
pqôeíg; compárese Mt 22, 46 con Mc 12, 34; cipalmente en la doble obra de Lucas (cf. Je­
-V 2.a; cf. BlaB-Debrunner § 431, 2; Beyer, remias, sobre Lc 1, 5) y, por cierto, en Ias si-
109s; testimonios de papiros en Mayer IE2, guientes combinaciones;
567, ejemplos clásicos también en Diels, 1) Con un sustantivo, por ejemplo, en Ias
Fragmente, í .v. en el índice de términos). combinaciones âvdQcoJtóç xtç (introducción
Para ampliar la idea de un pronombre inde­ a Ias parábolas o a Ias historias de milagros,
finido sirve no raras veces un genitivo partiti- cf. Jeremias, sobre Lc 10, 30; cf. también
vo o (aunque con menor frecuencia) un geni­ Schramm, 155s) y ávf|Q xiç (Jeremias, sobre
tivo con èx (estando el genitivo casi siempre Lc 10, 30); también en un plural (cf. Bauer
pospuesto, por ejemplo en Mt 16, 28 par. Mc í.v. 2d); sobre Flp 2, 1 cf. Zerwick, n.° 9.
9, 1 / Lc 9, 27, y yendo seguido por una ora- 2) Con un adjetivo en gênero neutro, por
ción de relativo; el genitivo se halla antepues- ejemplo, pixQÓv xi en 2 Cor 11, 1.16; j t e q i o -
to y va seguido por una oración de relativo en ooxeqóv XI en Lc 12, 4 y 2 Cor 10, 8.
Jn 6, 64) o una circunlocución partiüva con 3) Con un nombre propio (->■ 2.b; cf. Lid-
èv (cf. Bauer, s.v. la a ; Iba; BlaB-Debrunner dell-Scott, s.v. n, 6), por ejemplo, en Lc 23,
1769 TIÇ - títXoç 1770

26; Hech 9, 43; 10, 5.6; 19, 14; 21, 16; 22, 12; La posición de xtç en la proximidad inme-
24, 1; 25, 19. diata dei comienzo de la frase (cf. Bla6-De-
4) Con un numeral (eLç xiç, adjetival, úni­ brunner § 473,1) hace que este pronombre in­
camente en Mc 14, 51 [v.l.]; cf. Bauer, s.v. eíç definido se encuentre también delante de un
3c; sobre u ç en Lucas, en sustitución dei eLç sustantivo (cf. BlaB-Debrunner § 301; incluso
marquino, cf. Jeremias, sobre Lc 1,5; cf. tam- con disyunción, cf., por ejemplo, BlaB-De­
bién Lc 9, 57 a diferencia de Mt 8,19; ôno tl- brunner § 473, nota 2; ejemplos clásicos en
véç en Lc 7, 18; Hech 23, 23; cf. Arndt-Gin- Kühner lE l, 665s) o delante de un verbo (por
grich, í.v. 2ba; Liddell-Scott, í .v. II, 8). ejemplo, en Lc 19, 8; -»• 3.a.3). Por lo demás,
el orden de Ias palabras varia con frecuencia
4. La posición inicial (ejemplos clásicos en tanto en los manuscritos (por ejemplo, en
Kühner I/l, 345s; cf. también Liddell-Scott, Hech 23, 23; 3.b.4) como en el texto fiable
í.v. III, la) es, naturalmente, rara (con cierta (comp&ese, por ejemplo, Lc 10, 38 con 17,
frecuencia únicamente T iv è ç ò é : Mt 27, 47; 12). Es singularísima la posición atributiva
Lc 6, 2; 11, 15; Jn 7,44; 11, 37.46; 13, 29 v.l.; entre el artículo y el sustantivo en 2 Tim 2,
Hech 17, 34 [adjetival]; 19, 31; 24,19 [adjeti­ 18. Sobre la posición (y la función) dei acusa-
val]; 1 Cor 8, 7; 15, 6. Se encuentra también tivo singular xiva en Ias construcciones de in­
en posición inicial, cuando aparece con corre- finitivo en Hech 5, 36 u 8, 9 (->• 3.a.3), cf.
lativos [testimonios de papiros en Mayser Moeller-Kramer, 31 y 35 ( ^ xíç 3).
II/l, 57; ejemplos clásicos también en Lid­
dell-Scott, s.v. III, 1 b], por ejemplo, x i v è ç A. Horstmann
(xév ... TLvèç ÔÉ en Flp I, 15; cf. Bauer, i.v.
lae; de manera diferente en Hech 17, 18; una TÍTIO ç, ou Titios Ticio*
construcción singularísima en 1 Tim 5, 24: El nombre de Ticio, un temeroso de Dios
x i v m v ... x i o l v ô é ) . (oepópevoç xòv ■&£Óv, ^ aé|3o[xat), aparece
El pronombre se halla en segunda posición en Hech 18,7 con el sobrenombre de ->Tono-
en x a í xiveç (M c 8, 3; 11, 5; 14, 57; 15, 35; xoç («el Justo»). Poseía en Corinto una casa
Lc 19, 39; Hech 10, 23; 15, 1; 17, 4). Esta po­ (oíxía) situada junto a la sinagoga (-+ ouvo-
sición en segundo lugar es posible también popécn). Por la resistência y oposición de los
después de otras partículas, por ejemplo, ei o judios (18, 6), Pablo se trasladó de la sinago­
èáv (-^ 3.a.l), más raras veces después de iva ga (18, 4) a la casa dei «gentil» (18, 6) Ticio
(Mc 9, 30; 11, 16; Jn 2, 25; 6, 50; 13, 29; 15, el Justo. Los manuscritos Sin E y otros ofre-
13; 16, 30; Rom 1, 11.13; 1 Jn 2, 27), aislada- cen el nombre de TLxoç Toüoxoç e identifi-
mente después de (bç (2 Pe 3, 9), de xaOmç can así probablemente a Ticio con Tíxoç, el
(anáfora en 1 Cor 10, 8s) o de xaOáiteQ (1 discípulo de Pablo que no se menciona en el
Cor 10, 10). Un pronombre relativo precede libro de Hechos; en A B^ D* 97 Koiné P, se le
en 1 Tim 1, 6.19; 6, 10.21 (referido siempre a llama simplemente Toüoxoç. E. J. Goods-
un participio que sigue); sobre la negación peed (JBL 69 [1950] 382s lo identifica con el
precedente ->■ 3.a.l/3. corintio ^ TaCoç (3) (Tíxioç) a quien se men­
xiç no aparece en tercera posición sino ciona en Rom 16, 23. BHH II, 916; Bauer,
cuando la negación se halla detrás de la partí­ Wõrterbuch, s.v.; E. Haenchen, Die Apostel-
cula, y es especialmente frecuente después de geschichte^ (KEK), sub loco.
ôé, en algunos casos aislados después de yÓQ
(Hech 19,24; 1 Cor 8,10; 1 Tim 5,15), y des­
pués de ãv únicamente en Hech 2, 45 = 4, 35 TÍTIOÇ, ov, ó titios inscripción, letrero,
(ejemplos clásicos de xiç después de et, ôé, rótulo*
yáp, ctv pueden verse en Diels, Fragmente En Jn 19, 19.20 a la inscripción puesta en la
s.v. en el índice de términos). cruz (—>■EJUYQacpf|) se la llama xtxX,oç (prés-
1771 tÍtXoç - TÍtoç 1772

tamo léxico dei latín: titulus). Según la cos- ■&8ÒÇ Ev xfj jragouaíg Tíxou), quien volvió a
tumbre romana, delante dei condenado se lle- ganar a la comunidad para el apóstol, y con
vaba en alto un letrero con la indicación dei ello también al apóstol para la comunidad (7,
delito cometido, o bien el letrero se colgaba al 5ss.l3.14). A continuación, Pablo volvió a en­
cuello dei reo (Suetonio, Calig. 32; Domit.lQ', viar a Tito desde Macedonia a Corinto, a fin
cf. Dión Casio LIV, 3); en el caso de Jesus, el de que terminara la obra de la colecta que Pa­
letrero se fijó a la cabecera de la cruz. Según blo mismo había comenzado antes (xad-mç
Jn 19, 19s, en el letrero aparecia en tres len- jtQOEvfiQ^axo, 8, 6; cf. v. 10; 9, 2; iva... x al
guas («hebreo [= arameo], latín y griego», cf. ejTixEX.éoT]... XT)v xágiv xaúxqv, 8, 6). Como
Lc 23, 38 v.l.) la siguiente inscripción; ’I t]- el comienzo de la colecta tuvo lugar «hace.ya
aoüç ó NaÇcogaíoç ó |3aaili.eijç xc&v ’Iou- un ano» (àjxò itégucn, 8, 10; 9, 2), es posible
ôaícov (cf. Mc 15, 26 par. ->• PaoiÀeúç 4). que Tito, antes de llevar la «carta de Ias lágri­
BHH U, 1005; Haag, Diccionario, 407; Bauer, mas», hubiera hecho una primera visita a Co­
Wõrterbuch, í.v. rinto (cf. 1 Cor 16, 1-4), no mencionada espe­
cíficamente por Pablo.
La tercera visita a la comunidad (8, 16.23;
T Í toç , ou Titos Tito* juntamente con un delegado de Ias comunida­
l.Tito era colaborador de Pablo; se le men­ des griegas [8, 18s] y con otro hermano [8,
ciona únicamente en el Corpus Paulinum; Pa­ 22-24]) sirve para acabar como es debido el
blo mismo habla de él tan sólo en la Carta se­ encargo de la colecta hecho por Pablo, algo
gunda a los Corintios (9 veces, 6 de ellas en sobre lo cual Pablo ruega también a Tito se­
los capítulos 8s) y en Gál 2, 1.3; por lo de- gún 12, 18 (bis) (si el capítulo 12 forma parte
más, el nombre aparece también en 2 Tim 4, también de la denominada «carta de Ias lágri­
10; Tit 1, 4; cf. además la subscriptio de 2 Co­ mas», entonces el v. 18 se referiría a una visi­
rintios Koiné (ÈYQácpT] ÒJtò <I>iXíjrjta)v ô l ò ta anterior de Tito, es decir, al comienzo de la
T í t o u xal A o u x õ ) y de la Carta a Tito (jtgòç actividad llevar a cabo la colecta, un comien­
T í t o v ...). zo que se presupone en 8, 6.10; 9, 2).
Tito era cristiano gentil (''E7,Xt]v, Gál 2, 3,
a quien Pablo llevó consigo al concilio apos­ 2. Según 2 Tim 4, 10, Tito misionó más tar­
tólico de Jerusalén como representante de los de en Dalmacia. En Tit 1, 4 se le llama
cristianos antioquenos juntamente con Bema- YViíolov xéxvov y (v. 5) se le considera como
bé (ou[j,JtaQali.a|3cbv xalT txov, 2, 1), sin te- representante de «Pablo» en Creta, autorizado
ner que circuncidarle aUí (2, 3). para nombrar ancianos y para consolidar la
Tito desempenó luego un papel especial en organización de Ias comunidades. Según la
el enfrentamiento de Pablo con la comunidad tradición, Tito, después de la muerte de Pablo,
corintia. Después que Pablo hubo experimen­ volvió a Creta, donde fue obispo y murió a
tado graves ofensas en una «visita de paso» edad avanzada (Eusebio, HistEccl 111, 6, 6).
hecha a la comunidad (2 Cor 2, 5-8; 7, 12; 12, Sobre Hech 18, 7 v.l. ^ Tíxioç. RE XIX, 798-
20s; 13, 2), estando ya de regreso en Efeso, 800; BHH III, 1994; Haag, Diccionario,
escribió a Corinto una carta «con muchas lá­ 1948; Bauer, Wõrterbuch, s.v.; C. K. Barrett,
grimas» (2, 4) y envio a Tito (probablemente en FS Black, 1-14; A. Suhl, Paulus und seine
con la carta) para que restableciera la paz con Briefe (StNT 11), Gütersloh 1975, í . v . en el
la comunidad. Luego Pablo partió de Efeso índice analítico; B. Holmberg, Paul and Po­
pasando por Tróade, adonde Tito no había re- wer (CB 11), Lund 1978, 60-62; W.-H. 011-
gresado aún de Corinto (2, 12s), y se dirigió a rog, Paulus und seine Mitarbeiter (WMANT
Macedonia, con el fin de encontrarse con Tito 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 33-37 y í . v . en
(2, 13). Allí experimento consuelo con la lle- el índice analítico.
gada de Tito (7, 6; sxagExáXeaev f|pãç ó H. Balz
1773 TOlYagODV - TOXOÇ 1774

TOIY«0OÍ)V toigaroun según eso, por tan­ suena a semitismo: bLitinç o ía oi) yÉYOVEV
to, por esa razón* xoiaúxT], «una tribulación tal como no ha
La partícula TOiYagoõv introduce una con- acontecido de esta manera» (cf. Ex 9, 18; cf.
clusión deducida de un enunciado anterior, 1 BlaB-Debrunner § 297, 1 con la nota 2). En Jn
Tes 4, 8 (cf. V. 7). En Heb 12, 1 introduce una 4, 23 xoLObxoç se usa predicativamente en un
exhortación (basada en lo que se ha dicho en doble acusativo con un participio (xoioúxonç
el capítulo 11). ^ tixeXxonç jiQ oaxnvonvxaç anxóv, «él bus­
ca personas tales [cf. v. 23a] que le adoren»);
xoioüxoç mv (bç en Fim 9 se traduce: «por­
Toíyuv toinyn así pues, por esa razón, por que yo soy tal que / en mi condición de».
tanto* En otras ocasiones xoionxoç se usa como
Partícula ilativa, que en Lc 20, 25 (con im­ sustantivo. Sin artículo únicamente en neutro
perativo) y en Heb 13, 13 (con subjuntivo ex- plural: xoiaüxa, tales cosas (Mc 7, 13: rta-
hortativo) se halla al principio de la frase e in­ pó[toia xoianxa, «cosas tales como ésas»;
troduce exhortaciones. En 1 Cor 9, 26 (con Lc 9, 9; Heb 11, 14); en otras ocasiones con
indicativo) (cf. Sant 2, 24 Koiné con indicati­ artículo: xà xoianxa, semejantes cosas (Hech
vo) la partícula aparece en segunda posición 19, 25; ol xà xoianxa jtçáooovxeç, Rom 1,
(como en la lengua clásica) e introduce una 32; 2, 2.3; Gál 5, 21; f] xi xmv xoionxcav, «o
aserción. algo de tales cosas», Ef 5, 27; èv xoiç xoion-
xoiç, «eti tales casos», 1 Cor 7, 15). Se refié-
TOióoÔE, 3 toiosde de tal condición, seme- re también a personas: ò xoionxoç, una per-
jante, tal* sona a sí/ tal persona (ocasionalmente corres-
2 Pe 1, 17: cpcovf]... xoiáÔE, «tal / semejan­ pondiendo a onxoç, cf. BlaB-Debrunner §
te voz» (refiriéndose a la cita que sigue en el 304, 2) (Mt 19, 14; Mc 10, 14; Lc 18, 16; [Jn
V. 17b y a lo singularísimo de la proclamación 8, 5]; Hech 22, 22; Rom 16, 18; 1 Cor 5, 5
divina en sí misma). {ésteY, 5, 11; 7, 28; 16,16.18; 2 Cor 2, 6.7 {és-
te\\ 10, 11a; 11, 13; 12, 2.5 [esíe]; Gál 5, 23;
6, 1; Flp 2, 29; 2 Tes 3, 12; Tit 3, 11; 3 Jn 8).
TOloÜTOç, aÍJTt], oüToCv) toioutos de tal
condición, semej ante, tal*
En el NT el xoloütoç correlativo aparece t o í x o ç , o t), ó toichos pared, muro*
57 veces; sin embargo, sólo algunas veces se Hech 23, 3: XoX^e XEXoviapéve, «jtú, pa­
emplea como correlativo: xoionxonç oitoioç red blanqueada!»; un insulto lanzado por Pa-
x a l EYcó «tal como yo soy», Hech 26, 29 blo contra el sumo sacerdote Ananías (proba-
(cf. en latín qualiscumque); oLoç ... xoionxoi blemente se trataba de un insulto corriente;
en 1 Cor 15, 48 (bis); 2 Cor 10, 11b (Bla6-De- alude tal vez a Ez 13, 10-12: los miembros dei
brunner § 304, 1 con la nota 1). Sanedrín y el sumo sacerdote se parecen a una
xoLoõxoç se usa a menudo como adjetivo y, pared resquebrajada, que sólo por llevar enci­
por cierto, sin artículo con sustantivos que no ma una mano de pintura encubre su fragili-
llevan artículo (Mt 9, 8; 18, 5; Mc 4, 33; Jn 9, dad). ThWNT HI, 826s.
16; Hech 16, 24; 1 Cor 11, 16; 2 Cor 3, 4.12;
Heb 7, 26; 12, 3; 13, 16; Sant 4, 16; cf. B M -
Debrunner § 274, 1), y con frecuencia se halla TÓxoç , o n , ó tokos interés (de un capital)*
determinado ulteriormente por una oración de Mt 25, 27 par. Lc 19, 24: onv xóxcp, «con
relativo (1 Cor 5, 1; Heb 8, 1); con sustanti­ intereses» (pagados por el cambista de dinero
vos con artículo se encuentra ya sea en posi­ / por el banquero); se usa aqui como imagen
ción atributiva (Mc 9, 37; 2 Cor 12, 3) o bien para significar el frato producido; cf. también
en posición predicativa (Mc 6, 2). Mc 13, 19 Ex 22, 24; Dt 23, 20s; Ez 18, 17; Prov 28, 8).
1775 ToX[J,áa) 1776

ToXfAaco tolmao atreverse, osar, permitir- tan Ias personas ante la superioridad dei Ma­
se, tener valor* estro (Mc 12, 34 par.) o dei Resucitado (Jn 21,
12). Un temor parecido se refleja en la polê­
I. Aparición en el NT - 2. Significados fundamen-
tales - 3. Pablo. mica de Jds 9, donde se replica a los adversá­
rios que blasfeman contra Ias potestades an­
B ibl.: H. D. Betz, D e r A p o stei P a u lu s u n d die so- gélicas (v. 8), haciéndoles ver que ni siquiera
k m tis c h e Tradition (BHTh 45), Tübingen 1972, 67s; el arcángel Miguel se atrevió a proferir insul­
G. Fitzer, xo7|iáw ktX,., en ThWNT VIII, 182-187; I.
Znüjewski, D e r S til d e r p ln «N arrenrede» (BBB 52),
tos contra el diablo (cf. el lugar paralelo en 2
Kõln-Bonn 1978, 232-235. Pe 2, lOs, donde a esas personas se Ias desig­
na como «personas atrevidas y obstinadas»
1. En el NT ToJifxáa) aparece 16 veces, [~+ xoX,(xriTr|ç]). - Pablo utiliza en sentido re­
ocho de ellas en Pablo (cuatro veces en la tórico la expresión oú toXfiáü) para referirse
Carta segunda a los Corintios) y casi siempre a si mismo en Rom 15, 18; 2 Cor 10, 12 (iro­
va seguido de infinitivo. Sirve para expresar nicamente, cf. 10, 2; 11, 21 [-*■ 3.a]), y lo ha-
la audacia o (con negación) la ausência de te­ ce para expresar su modéstia apostólica.
mor (cf. Flp 1,14: correspondência entre t o ?l-
ftáoL) y ctqiópcoç). 3. a) En la confrontación con los adversá­
rios, en la Carta segunda a los Corintios, Pa­
2. En los Evangelios, el verbo ToX,[xácü sin blo utiliza ToXqáo) en sentido absoluto en 10,
negación aparece únicamente en Mc 15, 43: 2; 11, 21 (bis). En el trasfondo se hallala acu-
«José de Arimatea entró valientemente (xok- sación de los adversários de que Pablo, cuan-
[xr|oaç EiofjX^&EV, cf. BlaB-Debrunner § 414, do se halla presente personalmente, y en con­
nota 7; cf. Plutarco, Camill. 22, 6; Demetr 44) traste con ellos (y también en contraste con
adonde estaba Pilato», para pedir que se le en­ sus propias cartas escritas a distancia), es hu­
tregara el cadáver de Jesús. - En sentido ne­ milde (-> xaJtEivóç) y débil ( ^ dod^Evriç 2.b
gativo, como expresión de un acto de desfa- y 4), cf. 10, 1.10. A ello replica Pablo advir-
chatez, Pablo utiliza el verbo ToXqáco en la tiendo a los corintios que se guarden bien de
pregunta retórica de 1 Cor 6, 1: «iSe atreve que él, cuando se halle presente en Corinto,
alguno de vosotros,..., a llevar el asunto ante tenga que demostrar su propia valentia (§a-
un tribunal de injustos?». QQéca) y su confianza en si mismo (jtejtoíÜT)-
Con la negación {no atreverse, no tener au­ OLç, que, lo mismo que en Flp 1, 14, brota de
dacia), toX,(xáto describe en Hech 5, 13 el te­ la actitud de xoJ,|xáco) mediante una conducta
mor que sentían los demás cristianos a los ha­ audaz y agresiva (rolipám èní u v a , que con
bitantes de Jerusalén, o en Hech 7, 32 el te­ este mismo significado aparece también en
mor que invade a Moisés después de haber Hen [gr]; cf. igualmente JyA 83, 6 [Batiffol];
visto la ô ó |a divina. Mc 12, 34 par. Mt 22, PapLeipzig 39, 8) frente sus calumniadores.
46 / Lc 20, 40 ponen fin redaccionalmente a En 11, 21 se ve por el contexto que Pablo se
una serie de litígios: «Y nadie se atrevia ya a gloria de sus propias excelencias y méritos ( ^
preguntarle». Aqui la impresión que causan Jtanxáoqai, 3). Pablo, gloriándose así, emula
Ias respuestas dadas por Jesús es tan grande, en este papel a sus adversários (cf. 11, 17.23;
que quita a los interrogadores el valor para 12, 11; —>■ãqiQoaúvq 3.d), a quienes no va a
hacer nuevas preguntas (cf. Mt 22,46: «Y na­ la zaga, ni mucho menos, en este aspecto (cf.
die era capaz de responderle»). De manera también 12, 11b): «Aquello de lo que uno
análoga en Jn 21, 12: Impresionados por la presume, ... presumo yo también en lo que a
aparición de Jesús, los discípulos no se atre- mí respecta» (es decir: «Lo que ellos son, lo
ven a preguntarle acerca de su identidad. Tan­ soy yo también», cf. H. Windisch, Der zweite
to aqui como en el caso anterior, oú ToXfiáto B rief an die Korinther, 350; cf. Zmijewski;
expresa el temor respetuoso que experimen- Betz, quien considera xoJ.(j,áco como «uno de
1777 T o A .|j,á (ü - TÓ Jtoç 1778

los términos de la retórica y de la sofistica» Ton;oç, o v , o topos lugar, sitio, puesto


[67]). Es posible que Pablo recoja aqui un es-
1. Aparición en el NT - 2. t ó j t o ç como designación
logan lanzado contra él por sus adversários. de un lugar - 3. Significado metafórico.
b) En Rom 5, 7b xo?iftácü se aproxima al
significado de ^ 'UJto|xév(jo (cf. F. Field, No­ B ib L : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.; H. Conzelmann,
M iszelle zu A p k 18, 17: ZNW 66 (1975) 288-290; H.
tes on the Translation o f the NT, Cambridge
Kõster, TÓJtoç, en ThWNT VIII, 187-208.
1899, 155; para ejemplos fuera dei NT, cf.
Fitzer 182): «Morir por el bien es una cosa a 1. El NT hay 95 testimonios dei término.
la que quizás alguien esté dispuesto» (xoX.- De ellos 56 aparecen en los Evangelios (10 en
(iáco àjtO'0Tf|axeiv úitég xivoç también en Mateo, 10 en Marcos, 19 en Lucas y 17 en
Eurípides, Alc 644; IphAul 1389; Demóste- Juan), 18 en el libro de Hechos, 8 en el Apo-
nes, Or 26, 23; Platón, Symp 180a y passinv, calipsis y tan sólo 13 en toda la literatura
especialmente en Isócrates, Paneg. 77; Phil. epistolar (3 en Romanos, 2 en 1 Corintios, 1
44; Arch. 94; Eir. 143). en 2 Corintios, 1 en Efesios, 1 en 1 Tesaloni-
M. Wolter censes, 1 en 1 Timoteo, 3 en Hebreos y 1 en 2
Pedro). El término se emplea principalmente
en los escritos narrativos y, entre ellos, con la
TO^flljQÓÇ, 3 tolmSros atrevido, audaz* mayor frecuencia en Lucas.
En Rom 15, 15 aparece el grado comparati­
vo de este adjetivo en sentido adverbial: 2. xÓJtoç sirve de diversas maneras para la
ToXpTipóxegov (A B leen xoX[iTiQOxéQcoç): designación de un lugar.
«Os he escrito con bastante atrevimiento». a) Con mención específica dei nombre dei
ThWNTVIIl, 187. lugar, XÓJtoç aparece en la historia de la Pa-
sión. El lugar de la crucifixión de Jesus es el
XÓJtoç llamado Gólgota (Mc 15, 22 par.; Jn
TOÀ,^.T|Ttjç, o ü , ó tolmêtês atrevido, teme­ 19, 17). El nombre hebreo se explica a conti-
rário* nuación inmediata, dándose su traducción
En 2 Pe 2, 10 refiriéndose a los falsos ma­ griega, que es la de xgavLou xóJtoç (Mc 15,
estros: xoXfXTixai audáÔELç, «personas atre­ 22; Mt 27, 33), o bien, a la inversa, se anade
vidas y arrogantes». ThWNT VIII, 187. el nombre hebreo a la traducción griega pre­
cedente (Jn 19, 17). Siguiendo el estilo de la
LXX, Lc 23, 33 escribe únicamente: êjtt xòv
TO^Óç, 3 tomos cortante, afilado* xójiov xòv xaXoú[ievov Kgavíov. Esta de­
En Heb 4, 12 el comparativo xop,róxeQoç se signación precisa dei lugar se remonta con to­
refiere metafóricamente a «la palabra de da seguridad a una tradición muy antigua. La
Dios». forma lucana tiene su correspondiente profa­
no en Hech 27, 8: eiç xójtov xivà xaX,oúp,E-
vov KaXoòç X-ifrévaç.
T Ó |o v , OX), TÓ toxon arco (como arma)* b) xÓJtoç se refiere a lugares visitados por
Ap 6, 2: El jinete que cabalgaba sobre el ca- los discípulos o por Pablo, por ejemplo, los
ballo blanco «tenía un arco». lugares de Palestina no especificados, a los
que Jesús envia sus discípulos (Mc 6, 11; Lc
10, 1), pequenas ciudades de Asia Menor
TOTiáÇiov, o v , TÓ topazion topacio* (Derbe, Listra, Iconio), donde, por considera-
El topacio se utilizaba mucho en la antigüe- ción con su población judia, Pablo hace que el
dad para hacer con él sellos y alhajas. Ap 21, cristiano gentil Timoteo sea circuncidado
20 lo menciona como la novena piedra pre­ (Hech 16, 3; un episodio discutido historica­
ciosa. mente), y puertos de la provincia romana de
1779 TOJtOÇ 1780

Asia, no mencionados por su nombre, de los 7.49). Con la expresión ó xójtoç oúxoç Lucas
que se habla en el relato dei viaje dei apóstol, enlaza evidentemente con la crítica dirigida
ya prisionero, a Roma (27, 2). por Jeremias contra el templo (cf. Kõster,
c) TÓJioç designa un lugar determinado, ya 197s; cf. también ->• v aó ç 6). En Jn 4, 20 el
sea una llanura habitada a la que se menciona templo 0 Jerusalén aparece como ó xóJtoç
por su nombre (Genesaret, Mt 14, 35), o bien OJTOU JT p o o x u v E tv 081, pero que ahora ha
un sitio desierto, caracterizado con énfasis quedado relevado escatológicamente. Tam­
por un adjetivo o por una oración de relativo: bién la yuxtaposición de xÓjtoç y êUvoç en Jn
êpTjpoç xójtoç como «lugar solitário / desier­ 11, 48 podría referirse al templo.
to / deshabitado», al que Jesús se retira, él so­ e) XÓJTOÇ designa el lugar específico donde
lo o en companía de sus discípulos (Mc 1, 35 se encuentran personas o cosas. En la posada
par.; 1, 45; 6, 31s), xójroç iteôivóç, un «lugar no hay lugar para Jesús recién nacido (Lc 2,
llano», donde los discípulos y el pueblo escu- 7) ; en la mesa donde se celebra el banquete de
chan el denominado «discurso dei llano» (Lc fiesta hay lugar para más invitados (Lc 14,
6, 17), âvnÔQOi xóiioi, «lugares áridos» por 22). XÓJTOÇ se refiere también al Eoxaxoç xó­
los que anda vagando el espíritu inmundo, jtoç para el invitado prudente, en contraste
después de ser expulsado de una persona (Mt con el lugar de honor (Lc 14, 9s). Eventual­
12, 43), XQaxeiç xóitoi, «lugares rocosos» en mente, la cosa de que se habla se halla en ge­
el mar, es decir, escollos (Hech 27, 29), xó- nitivo regido por xójtoç, y designa así la vai-
Jtoç ôi^áXX.aoaoç, probablemente un banco na de la espada (Mt 26, 52) o el lugar de los
de arena situado frente a la playa, en el cual clavos en el Crucificado (Jn 20, 25b; texto in­
encalla la nave donde iba el apóstol preso (27, seguro).
41). El lenguaje místico dei Apocalipsis se pro-
Las formulaciones con oraciones de relati­ pone expresar enunciados teológicos. El cam­
vo y ó xójioç ojton siguen pautas hebraizan- bio dei sitio tradicional anuncia el juicio esca-
tes. Tales estructuras designan el lugar donde tológico, como sucede con el candelabro de la
fue sepultado Jesús (Mc 16, 6 par.), y en el comunidad desobediente que será quitado de
Evangelio de Juan se refieren a menudo a un su lugar (2, 5), y con todas las montanas y las
sitio importante, mencionado de nuevo, que islas que son removidas de su sitio con moti­
se relaciona con la historia de Jesús o con la vo de la conmoción escatológica dei cosmos
dei Bautista, y que intencionadamente se hace (6, 14). Inversamente, la mujer, es decir, la
que el lector recuerde (Jn 6, 23; 10, 40; 11, Iglesia, posee un xójtoç propio en el desierto,
30; 19, 20.41). Además, xójtoç designa el es- que Dios ha dispuesto especialmente para
cenario de la acción en curso; como tal, sirve ella, para su protección durante el período de
de enlace local dentro de la narración y puede la tribulación escatológica (12, 6.14). A todo
traducirse sencillamente por allí, a aquel lu­ aquel que le falte el tójcoç escatológico, el
gar (Lc 10, 32; 19, 5; 22, 40; Jn 5, 13; 6, 10). Apocahpsis le anuncia, con una frase tomada
d) xójtoç designa un determinado edifício, de Dan 2, 35 (xctl xójtoç oúx eÚQéú-ri aú-
por ejemplo, la casa en que se halla reunida la xoLç), la destrucción de su existência. Así le
comunidad de Jerusalén para la oración (Hech sucederá al dragón expulsado dei cielo (12,
4, 31). Según la manera judia de expresarse, 8) , y al cielo y la tierra, cuando huyan dei ros-
al templo se le llama xÓJtoç Syi-oÇ ° xónoç tro de Dios (20, 11).
oúxoç. Mt 24, 15 refiere a él la misteriosa Fuera dei Apocalipsis, xójtoç designa sólo
alusión de Mc 13, 14; a Esteban y a Pablo se ocasionalmente, y con intenciones edifican­
les acusa de entablar polêmica y de cometer tes, el lugar celestial de la comunidad (Jn 14,
delitos contra el templo (Hech 6, 13s; 21, 28). 2s) o el lugar de tormento para el rico (Lc 16,
Dos citas dei AT en el discurso de Esteban ha- 28) o bien el xójtoç íôioç de Judas, es decir,
blan igualmente dei templo como xójtoç (7, el infiemo (Hech 1, 25b).
1781 Tosroç - TOTE 1782

f) Finalmente, xójtoç aparece en expresio- por la redacción, tiene su paralelo más próxi­
n es a d ve rb ia le s. è Jtavtl TÓjto), en to d a s p a r ­ mo en 1 Ciem 8, 4: Jtal èv èxÉQq) xójrq) Xé-
te s, describe el caracter universal de la Iglesia yei.
(1 Cor 1, 2), la amplitud de la actividad mi- d) 2 Pe 1, 19 emplea auxqTiQÒç xójtoç , en
sionera de Pablo (2 Cor 2, 14), la difusión de lenguaje metafórico, para referirse al mundo
la noticia acerca de la fe de la comunidad (1 actual, en el cual resplandece para los cristia-
Tes 1, 8). x ax à TÓJtonç, en d iv e rso s lugares, nos la luz de la palabra profética (cf. 4 Esd
se refiere a los terremotos que han de produ- 12, 42).
cirse al fín de los tiempos (Mc 13, 8 par.); elç G. Haufe
êxEQOV x ó n o v , a o tro lu g a r, se refiere a la
marcha de Pedro a un lugar desconocido
(Hech 12, 17); èjti xójtov (jtXécov), (n a v e ­ T o a o v T o ç , a v T i), o v t o v to s o u to s tan
grande, tan numeroso, tan fuerte*
g a n d o ) d e un lu g a r a otro, se refiere a los que
navegan bordeando Ias costas (Ap 18, 17; cf., El correlativo (neutro también xoooüxo) se
a propósito, Conzelmann). une a veces a un sustantivo, y en otros casos
no va unido a él. Además, en ambos casos,
3. En unos pocos pasajes xójtoç tiene un puede referirse a la cantidad (a) y a la cuali-
marcado sen tid o m etafórico . dad (b):
a) XÓJTOÇ designa una determinado p u e sto 1. Con sustantivo: a) Mt 15, 33 (bis); Lc 15,
en la comunidad, ya sea el xójtoç xfjç ó tax o - 29; Jn 12, 37; 14, 9 (21, 11); 1 Cor 14, 10;
v taç xaúxTiç x a l àjTOoxo7.fíç, que quedó li­ Heb 4, 7; Ap 18, 7.17. b) Mt 8, 10 par. Lc 7, 9
bre cuando Judas abandono el grupo de los (tan gran fe); Heb 12, 1).
Doce, y que ha de ser ocupado de nuevo 2. Sin sustantivo: a) Jn 6, 9; Hech 5, 8a.b.
(Hech 1, 25a), o el xójtoç xoü lôiróxou, ocu­ b) Gál 3, 4. - En Heb 1, 4 y 10, 25 xoooúxq)
pado por el no extático como persona profana (con comparativo) se halla en correlación con
que es, ya que no entiende la oración estática ôocp: tan to m ás - cuanto que». En Heb 7, 22
de quien habla en lenguas (1 Cor 14, 16). Es x ax à xoaouxo sigue a xa'&’ õoov (v. 20).
improbable, pero no puede excluirse, que en
el primer lugar se presuponga ya un término
técnico para designar a quien ejerce un minis­ TOTE to te (adv.) en aquel tiempo; entonces,
tério, y en el segundo lugar, un minucioso or- a continuación
den de puestos, como el que se contempla, En el NT, el advérbio correlativo de tiempo
por ejemplo, en Qumrán. aparece 160 veces y es preferido especial­
b) Como sucede ya en la lengua griega en mente por Mateo (90 testimonios; 21 en He-
general, xójtoç en el NT designa aisladamen- chos, 15 en Lucas, 10 en el Evangelio de
te la o ca sión para algo o el ca m p o d e a cción Juan, 6 en Marcos). Se distinguen dos formas
para algo, por ejemplo, la oportunidad para la de empleo:
misión, que no existe ya para Pablo en el 1. xóxE se refiere a un tiempo bastante leja-
oriente (Rom 15, 23); la posibilidad de defen- no y distante; a) al pasado (en a q u el tiem po):
derse a sí mismo, que a Pablo le corresponde Mt 2, 17; 4, 17; 16, 21; 26, 16; 27, 9.16; Lc
por derecho (Herch 25, 16); la ocasión para el 16, 16; Gál 4, 8.29; Heb 12, 26; 2 Pe 3, 6. b)
arrepentimiento, que no existe ya para Esaú al futuro (e n to n c e s): Mt 13, 43; 1 Cor 13,
(Heb 12, 17); el margen de acción para la có­ 12a.b. c) A un tiempo cualquiera que cumple
lera divina (Rom 12,19), para el diablo (Ef 4, una condición (en ton ces): 2 Cor 12, 10.
27), para un segundo pacto (Heb 8, 7). 2. XÓXE, en el sentido de a con tin u ación , in-
c) En Lc 4, 17 xójtoç designa el pasaje de troduce lo que viene después en el tiempo a
la Escritura hallado por Jesús, en este caso Is continuación (inmediata) (BlaB-Debrunner §
61, Is. La expresión, influida posiblemente 459, 2: uso no clásico): Mt 2, 7.16; 3, 13.15;
1783 róre - TQáxTi7.oç 1784

4, 1.5.10.11; 8, 26; 12, 22 y passim; Lc 11, nes de la Presencia (Ex 25, 23-30 LXX). Fi­
26; 14, 21; 21, 10; 24, 45; Hech 1, 12; 4, 8. nalmente, XQájteÇa es la mesa con Ias mone-
)tal xóxe aparece en Mt 7, 23; 16, 27; 24, das de los cambistas de dinero (Mc 11,15 par.
10.14.30 (bis); Mc 13, 21.26.27; Lc 21, 27; 1 Mt 21, 12 / Jn 2, 15) y (por tanto) el banco en
Cor 4, 5; Gál 6, 4; 2 Tes 2, 8. tóte ox)v («en- el que se hacen imposiciones de dinero a fin
tonces, pues») en Jn 11, 14; 19, 1.16; 20, 8. de obtener intereses (Lc 19, 23). ThWNT
No raras veces õxav (con aoristo de subjunti- V m , 209-215: X, 1281 (bibl.); DTNT I, 247s
vo) se usa en combinación con xóxe («cuan-
do..., entonces): Mt 24, 16; 25, 31; Mc 13, 14;
Lc 5, 35; 21, 20; Jn 8, 28; 1 Cor 15, 28.54; 16, TQa7l£^ÍTt]Ç, OD, Ó trapezitês cambista de
2; Col 3, 4. dinero*
Mt 25, 27: páX,X,(ü xotç xgajte^íxaiç, «in-
vertir dinero en el banco»' cf. Lc 19, 23 (->•
TOÍlVaVTÍov tounantion (adv.) por el con­ XQÓJteÇa). Spicq, Notes I, 430-435.
trario*
En el NT xoòvavxíov (evavxíov con artí­
culo) aparece únicamente en 2 Cor 2, 7; Gál
TQav^a, atoç, tó trauma herida*
Lc 10, 34: El samaritano «vendó sus heri-
2, 7; 1 Pe 3, 9. Blafi-Debrunner § 18, nota 1.
das».

TODVO^a tounoma por nombre* T Q a v ^ a ti^ io traumatizo herir*


En el NT xouvopa (de xò ôvopa, en acu- Lc 20, 12 (a diferencia de Marcos): «Hirie-
sativo; cf. BlaB-Debrunner § 18 y 160) apare­ ron (xQ aupaxL oavxE ç) también a éste y le
ce únicamente en Mt 27, 57 (a diferencia de echaron de allí». Hech 19, 16: Los hijos de
Marcos). Esceva emprendieron la huida, heridos / mal­
tratados (por el demonio).
T ç a y o ç , OB, ó tragos macho cabrío*
En Heb 9,12.13.19; 10,4 se menciona a los tgaxtjX ÍÇ tO trachêlizõ poner al descubier-
machos cabríos juntamente con otros anima- to*
les para los sacrifícios; cf. Bern 2, 5; 7, En Heb 4, 13 el participio de perfecto de la
4.6.8.10 voz pasiva XQaxqX.tapÉvoç significa puesto
al descubierto: «Todo se halla desnudo (yup,-
vóç) y al descubierto» a los ojos de Dios, a
n ç , trapeza mesa; comida* quien tenemos que rendir cuentas.
xgájteÇa designa casi siempre la mesa en
la que se han servido comidas: Mc 7, 28 par.
Mt 15, 27; Lc 16, 21; 22, 21; Rom 11, 9 (Sal T g á )jt]^ o ç, OB, ó trachêlos cuello, cer-
68, 23 LXX). Se refíere en Lc 22, 30 a la me­ viz*
sa dei banquete celestial, xçájte^a puede de­ Mc 9, 42 par. Mt 18, 6 / Lc 17, 2 habla de la
signar también la comida misma: Hech 6, 2; piedra de molino que a uno «se le ata al cue­
16, 34. La antítesis entre «la mesa dei Senor» llo (keq I xòv xgáxTlJtov)» para hacer que se
y «la mesa de los demonios» (1 Cor 10, 21) ahogue. El sustantivo aparece en Lc 15, 20 y
dificilmente presupone la existência de ban­ Hech 20, 37 en la expresión «echarse al cue­
quetes cultuales paganos (en contra de Bauer, llo de alguien (èiti xòv xgáxxiA.ov)» (para sa-
Wõrterbuch, s.v. 2; con ThWNT VIII, 213; cf. ludarle o para despedirse de él; en ambos pa-
también H. Conzelmann, Der erste Brief an sajes asociado con xaxacpiXéco). En Hech 15,
die Korinther [KEK], sub loco). Heb 9, 2 ha- 10 se usa metaforicamente en la expresión
bla de la mesa sobre la que se hallaban los pa- «poner a alguien un yugo sobre la cerviz»- En
1785 TQáxnl^oç - TQeiç 1786

Rom 16, 4 el término se usa metafóricamente 2. Probablemente un uso exacto y acentua­


en la expresión: «exponer su cuello por al- do se encuentra tan sólo en Gál 1, 18 en la ex­
guien». presión «tres anos después», según la manera
antigua de calcular, con arreglo a la cual los
anos ya comenzados se contaban como anos
TQajjvç, 3 trachys áspero, desigual* completos, con el significado de; «aproxima­
Lc 3, 5 (cita de Is 40, 4 LXX); «Lo que es­ damente al cabo de dos anos» (F. MuBner,
tá torcido será enderezado, los caminos áspe­ Der Galaterbrief [HThK], 93). En los demás
ros (a l TQaxsIai [a saber, óôot]) serán allana- pasajes el número «tres» no está acentuado
dos». Los TQaxElç xójtoi en Hech 27, 29 son (por ejemplo, en Lc 10, 36) y significa más
probablemente «escollos». bien una cifra redondeada. En casos aislados
tiene la implicación secundaria de «mucho»
Tçaxrovítiç, lôoç Trachõnitis Traconíti- (Mt 13, 33 par. Lc 13, 21: «tres seas = unos
de* 40 litros) o de «poco» (1 Cor 14, 27: dos o a
Tçaxfovlxiç es el femenino de Xpaxcoví- lo sumo tres» deben hablar en lenguas). Co­
xrjç (traconita o habitante de Tracón). Filón y mo período aproximado de tiempo, xQetç se
Flavio Josefo emplean Tçaxcovixiç en sentido encuentra principalmente en Lucas (Lc 1, 56;
absoluto (la Traconítide») para referirse a la 2, 46; Hech 5, 7; 7, 20; 9, 9; 17, 2; 19, 8; 20,
región situada al sur de Damasco. Lc 3, 1 em- 3; 25, 1; 28, 7.11.12.17).
plea TQaxtüviXLÇ como adjetivo: f| TQaxco-
víxiç xtáça, «la Traconítide». Esta región, lo 3. Se halla muy difundida en el mundo an-
mismo que Iturea (-»■ Txouçatoç), pertenecía tiguo la significación cualificada (cf. una ex-
al território de Filipo, hijo de Herodes. Schü- posición detallada en Mehrlein). El NT parti­
rer I, 426-429; Schürer, Historia I, 436-442. cipa de ella por medio de sus referencias al
AT
a) xpeiç está vinculado a ideas jurídicas dei
TÇ ia treis, tria tres AT a través de Dt 19, 15 (2 Cor 13, 1; 1 Tim
1. Aparición en el NT - 2. Como numeral - 3. Uso 5, 19; Mt 18, 16; cf. Jn 8, 17; 1 Jn 5, 7.8). En
cualificante. Heb 10, 28 hay una cita de Dt 17, 6. Esta
comprensión dei testimonio podría escuchar-
B ibl.: G. Delling, t q e ij , tq Íç , tqlxoç, en ThWNT
VIII, 215-225; P. Hoffmann, M k 8, 31. Z u r H erku n ft
se en Hech 10, 19 (v.l. ôno); 11, 11; quizás
u n d R ezeption ein er alten Ü berlieferung, en F S Schm id también en Lc 12, 52. ^Acaso la pequenísima
1973, 170-204; J. Jeremias, D ie D rei-Tage-W orte der comunidad reunida en tomo a Jesús no tiene
E vangelien, en F S K uhn, 221-229; K. Lehmann, A u - también carácter jurídico (Mt 18, 20)?
fe r w e c k t am d ritten Tag nach d e r Schrift, Freiburg i.
Br. 1968 (bibl.); R. Mehrlein, D rei, en RAC IV, 269- b) Mc 8, 2 par. y 9, 5 adquieren un signifi­
310; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1281. cado más profundo desde la perspectiva de
pasajes dei AT: Noé engendró tres hijos (Gén
1. El numeral «tres», con sus 67 testimo- 6, 10); tres varones visitaron a Abrahán (Gén
nios, queda en quinto lugar de frecuencia. Le 18, 2); Israel caminó durante tres dias por el
preceden el número «uno» (346 testimonios), desierto sin encontrar agua (Ex 15, 22; cf. 3,
el «dos» (132), el «siete» (88) y el «doce» 18); tres veces al ano debe comparecer Israel
(75). Después dei «siete» y dei «doce», el nú­ ante el Senor (Ex 23, 14-17; 34, 23), etc.
mero «tres» es el que mayor significado sim­ (Mehrlein, 298-300). Sin mencionarse explí­
bólico tiene en el NT. Es sorprendente la fre­ citamente, el número «tres» desempena con
cuencia de xqeTç en el libro de Hechos (apare­ frecuencia un papel importante en Ias parábo­
ce 14 veces). Se encuentra también 29 veces las y en los relatos (los ejemplos en Delling,
en los Evangelios, 10 en Ias Cartas y 11 en el 223s). Pablo menciona solemnemente la fe, la
Apocalipsis. esperanza y el amor; xà xpta xaõxa (1 Cor
1787 TQELÇ - TQiaOÍOVXa 1788

13, 13). Tres y medio puede significar tam- T0éq)(O trepho alimentar, nutrir; criar, edu­
bién el tiempo de la calamidad: Lc 4, 25 y car*
Sant 5, 17 hacen referencia a 1 Re 17s {tres Mt 25, 37; Lc 23, 29; Sant 5, 5; Ap 12,
anos y seis meses). Ap 11, 9.11 emplea el tra­ 6.14, - En Mt 6, 26 par. Lc 12, 24 dícese de
dicional esquema apocalíptico de la semana las aves o de los cuervos (->■ xÓQa^), a los
(tres dias y medio). que Dios alimenta. En Hech 12, 20 el infiniti­
c) Las «palabras de Jesús acerca de los tres vo XQÉqpeoflai debe entenderse en voz media
dias» ocupan un lugar especial en los evange- o en voz pasiva: «alimentarse» o «ser alimen­
lios. El logion dei templo (Mc 14, 58 par.; 15, tado». En Lc 4, 16 la expresión f|v xeO-pap-
29 par.; Mt 27, 63) se atribuye casi universal­ pÉvoç significa «él se había criado / había
mente al Jesús terreno. En Jn 2, 19 la senten­ crecido». C. Moussy, Recherches sur xpécpo)
cia se trasmite como pronunciada por boca de et les verbes grecs signifiant «nourrir». Paris
Jesús (Jeremias 221: se trata de un testimonio 1969; Spicq, Notes II, 890-893.
originalísimo). Después de un período de ca­
lamidades, concebido como de breve dura-
ción, se producirá el cambio de eones y ven- Tgé/Ol trecho correr; tender hacia adelan-
drá el dia de la salvación (Jeremias, 221s; te*
Lehmann, 170s). En Jn 2, 20 el logion dei El verbo en sentido propio se halla en Mc 5,
templo se asocia con el esquema de los tres 6; 15, 36 par. Mt 27, 48; Mt 28, 8; Lc 15, 20;
dias que aparece en los enunciados acerca de 24, 12; Jn 20, 2.4; 1 Cor 9, 24a (bis); Ap 9, 9.
la resurrección. Tan sólo Marcos, en las pre- Los demás pasajes —sobre todo los pasajes
dicciones de la Pasión, dice [XEtà TQElç f|p,É- paulinos- emplean xqéxol) en sentido figura­
paç (8, 31; 9, 31; 10, 34), que significa lo do; el trasfondo de todo lo constituye la ima-
mismo que «al tercer dia» (Bauer, Wõrter- gen de la carrera de competición en el está­
buch, S .V .). Mt 12, 40 (cf. 16, 1-4) aplica el dio; Rom 9, 16 {tender esforzadamente hacia
texto de Jon 2, 1 (->^ ’Icovãç) a la suerte de Je­ adelante)’, 1 Cor 9, 24c.26; Gál 2, 2 (bis); 5,
sús; cf. también ^ xqítoç 3. 7; Flp 2, 16 ( eíç xevóv como en Gál 2, 2). En
2 Tes 3, 1 se habla de la rápida carrera (o di-
W. Feneberg
fusión) de la «palabra dei Senor» (cf. Sal 147,
4 LXX). Heb 12, 1: xqéxcü xòv aYíõva, «co­
T qe ÍÇ TttPÉQVai Treis tabem ai Tres Ta­ rrer en un certamen de competición» (->• àYcóv
bernas* 5). ThWNT VIII, 225-233; X, 1281 (bibl.);
T qelç xapÉQvai es la forma griega dei to- DTNT I, 217s.
pónimo latino Tres tabernae (Tres Tabernas),
un lugar de parada en la Via Apia, a 33 millas T Q fj^ .a , a t o ç , TÓ trema abertura, orificio,
romanas de Roma (Cicerón, Att 2, 10; CIL ojo de una aguja
IX, 593, X, p. 684). En este lugar se reunió -> paqpíç.
Pablo con los enviados por la comunidad cris-
tiana de Roma: Hech 28, 15. xapégva.
T Q i á x o v t a triakonta treinta*
En Mc 4, 8 par. Mt 13, 8; Mc 4, 20 par. Mt
T@£^(0 tremo temblar, estremecerse; tener 13, 23 se habla de que la semilla produjo el
miedo, temer* treinta por uno. En Mt 26, 15 y 27, 3.9 se di­
En Mc 5, 33 par. Lc 8, 47 dícese de la mu- ce que Judas recibió como pago XQiáttovxa
jer sirofenicia, que temblando se postró de- àpY^Qtct {treinta monedas de plata; -> àQ jv-
lante de Jesús. En 2 Pe 2, 10 dícese de los fal­ QLOv). Lc 3, 23: Jesús, al comienzo de su vida
sos maestros que no se arredran de blasfemar pública, «tenía como unos treinta anos de
contra los poderes angélicos. edad» (cf., a propósito, G. Schneider, Das
1789 T Q t a x o v r a - tqltoç 1790

Evangelium nach Lukas I [ÕTK], 95). Jn 6, «período de tres meses / trimestre». El acusa-
19 emplea el término para referirse a una dis­ tivo XQÍ[XT)vov responde aqui a la pregunta:
tancia: «Cuando había navegado unos veinti- ^durante cuánto tiempo? (BlaB-Debmnner §
cinco O treinta estádios (aproximadamente 5 161, 2).
km)...». - En Jn 5, 5 TQiáxovxa [xai] ôxxd)
exi) Excov se refiere al hombre que llevaba
treinta y ocho anos enfermo, lo cual dificil­ TQIÇ tris (adv. de número) tres veces*
mente podrá interpretarse en sentido simbóli­ Aparece en el contexto de la triple negación
co (cf. Dt 2, 14); cf. R. Schnackenburg, El de Jesús por Pedro: Mc 14, 30.72 par. Mt 26,
Evangelio según San Juan I, Barcelona 1980, 34.75 / Lc 22, 34.61 / Jn 13, 38. è jrl xqíç sig­
sub loco. nifica en Hech 10, 16 y 11, 10 «por tercera
vez» o, mejor, «todavia una tercera vez». En 2
Cor 11, 25: «tres veces fui azotado con va­
TQiaKÓOloi, 3 tr ia k o s io i trescientos* ras..., tres veces naufragué». En 12, 8: «tres
En Mc 14, 5 y en Jn 12, 5 se estima el valor veces rogué al Senor». ThWNT VIII, 215-
dei perfume (-> p,ÚQov) en (más de) 300 de- 225, especialmente 221s.

TQÍOTeyo''', o \), TÓ tristegon tercer piso*


tç íp o À .o ç , o v , ó tribolos cardo, abrojo* Hech 20, 9: El joven Eutico se quedó dor­
En Mt 7, 16 y Heb 6, 8 se usa el plural de mido y se cayó de un tercer piso.
este término junto al plural âxavO ai («espi-
nos») (cf. Gén 3, 18); Os 10, 8 LXX).
T ç ia /íi» io i, 3 trischilioi tres mil*
Hech 2, 41 indica la cifra de los que se con-
TQÍPoç, ow, ^ tribos camino, senda* virtieron en Pentecostés: unas tres mil perso-
Mc 1, 3 par. Mt 3, 3 / Lc 3 ,4 (cita de Is 40, nas.
3 LXX): «jAllanadle Ias sendas\».
Tq ÍTOÇ, 3 tritos tercero
t Q i 8 t i a , a ç , 1] trietia período de tres 1. Aparición en el NT - 2. Como numeral - 3. Uso
anos* cualificante.
En Hech 20, 31 Pablo recuerda su estancia
«de tres anos» en Efeso. En 20, 18 D se indi­ B ib l : G. Delling, tqeXç, tçíç, tqítoç, en ThWNT
VIII, 215-225; H. GraB, O stergeschehen und O sterbe-
ca el mismo período, tomándolo seguramente richte, Gõttingen ‘1970; K. Lehmann, A u fe rw e ck t am
dei V. 31. d ritte n Tag n a ch d e r S c h rift, Freiburg i. Br. 1968
(bibl.); H. K. McArthur, «O n the T h irdD ay»: NTS 18
(1971-1972) 81-86.
trizõ castanetear, rechinar (los dien-
tes)* 1. Veintitrés de los 56 testimonios se hallan
Mc 9, 18 emplea el verbo en sentido transi­ en el Apocalipsis, trece de ellos en el capítulo
tivo en la frase: xq í Çco xouç ôòóvxaç, «hacer octavo. También Lucas tiene cierta predilec-
un ruido estridente golpeando unos dientes ción por XQÍxoç (10 testimonios). Los demás
con otros / rechinar los dientes». testimonios se distribuyen así: 7 en Mateo, 3
en Marcos, 4 en el Ev. de Juan, 4 en Hechos,
2 en 1 Corintios y 3 en 2 Corintios.
TQÍflt]VOÇ, 2 trimênos (período) de tres
meses* 2. XQÍXOÇ n o in d ic a é n fa sis e sp e c ia l n i an a-
xQÍfxqvoç aparece como sustantivo (feme- d e sig n ific a c ió n e sp e c ia l, c u a n d o ap are c e d e n ­
nino [o neutro: xpíprivov]) en Heb 11, 23: tro d e u n a e n u m e ra c ió n : el te rc e ro d e sie te
1791 T Q IT O Ç - TQOfiOÇ 1792

hombres (Mc 12, 21 par.), el tercero de cuatro de dar fuerza jurídica, cuando afirma por ter­
seres vivientes (Ap 4, 7; 6, 5), el tercero de cera su voluntad de ir a Corinto (2 Cor 12,14;
siete sellos (6, 5), el tercero de siete ángeles 13, 1).
(8, 10; 16, 4) y el tercero de cuatro ángeles En doce pasajes el «tercer día» designa el
(14, 9), el tercero de doce pilares (21, 19). día de la salvación, ya sea la resurrección de
T0ÍTOÇ se usa de manera parecida, cuando Jesús (1 Cor 15, 4; Mt 16, 21 par.; 17, 23; 20,
se hace referencia a la hora dei día. También a 19 par.; Lc 9, 22; 18, 33; 24, 7.46 [cf. 24, 21];
Ias 9 de la manana («bacia la hora tercia») el Mt 27, 64; Hech 10, 40) o bien el día de la
dueno de la finca busca en la plaza a personas consumación (Lc 13, 32). Se discute el senti­
sin trabajo (Mt 20, 3). A esa hora los discípu­ do de este enunciado. Virtualmente ya nadie
los no pueden estar borrachos (Hech 2, 15); a sostiene una derivación histórica a partir dei
esa hora es crucificado Jesus (Mc 15, 25). En encuentro dei sepulcro vacío (pero cf. -> f|[xé-
la tercera vigilia de la noche (según la divi- g a 3.a) o de Ias primeras apariciones (cf. P.
sión romana de la noche en vigilias) puede Hoffmann, en TRE IV, 482s, que reciente-
llegar el amo (Lc 12, 38). En Hech 23, 23 se mente vuelve a considerar como posibilidad
menciona la «hora tercia de la noche» (Ias 21 una derivación de Ias religiones mistéricas
horas). como alternativa a la derivación de los targu-
El uso de T0LTOÇ no tiene probablemente mes dei AT). Como, además, una temprana li­
énfasis especial en Hech 27,19; 1 Cor 12, 28; turgia dominical no es capaz de fundamentar
2 Cor 12, 2; Ap 11, 4. En Jn 2, 1 tqítoç en el el significado inicial {ibid.; H. Conzelmann,
lenguaje popular podría referirse al día de la Der erste B rief an die Korinther^ [KEK],
boda, al día de la felicidad (cf. el doble «bue- 311), lo que parece más probable es la deriva­
no» en Gén 1, 10.12; Sch. Ben Chorin, Bru- ción a partir de la exégesis escrituraria dei AT,
der Jesus, München 1972, 84s. la cual corresponde a la interpretación targú-
mica más tardia {ibidr, Lehmann, 159-230;
3. En el capítulo octavo dei Apocalipsis se McArthur y otros).
usa doce veces tò tqítov (con genitivo) con La Fiesta de Ias Semanas se celebra en el
el significado de una tercera parte (de la tie- tercer mes (cf. Ex 19, 1); larevelación dei Si­
rra, de los árboles, dei mar, etc.). Y lo mismo nai tiene lugar en el tercer día (Ex 19, 11.16);
sucede en Ap 9, 15.18; 12, 4. Esta división es al tercer día ve Abrahán el lugar de su prueba
tradicional en el judaísmo y en el helenismo (Gén 22, 4). El tercer día es el día en que co-
(R. Mehrlein, en RAC fV, 270). Repetir por mienza la salvación (Lehmann, 264). En con­
tercera vez una afirmación hace que esa afir- sonância con esto se hallan Jon 2,1 y Os 6, 2.
mación tenga fuerza jurídica, más aún, en una Este último pasaje fue interpretado escatoló-
cultura que lo conserva todo en la memória gicamente por los rabinos.
puede sustituir a un documento escrito (J. B. W. Feneberg
Bauer, en DTB 1037. Por tercera vez va Jesús
a orar (Mt 26, 44) y encuentra dormidos a los
discípulos (Mc 14, 41). Tan sólo después de tp íxivoç, 3 trichinos hecho de crin o de
haber enviado al tercer criado, el dueno envia pelo*
a su propio hijo (Lc 23, 22). Por tercera vez Ap 6, 12: El sol se tomó negro como un sa-
Pilato pregimta a los judios para hacer que la yo de crin (oáxxoç xgíxivoç).
sentencia de éstos «tenga validez jurídica»
(Lc 23, 22). Por tercera vez se apareció Jesús TQÓ^OÇ, OU, ó tromos temblor, estremeci-
a sus discípulos (Jn 21, 14). Por tercera vez miento*
Jesús pregunta a Simón acerca de su amor, y En Mc 16, 8 tgófioç se usa junto con êxo-
Simón «expia» así su propia negación (Jn 21, xaoiç. En otros pasajes se asocia con cpópoç:
17). También en Pablo se escucha la intención 1 Cor 2, 3; 2 Cor 7, 15; Hp 2, 12; Ef 6, 5.
1793 xeorti^ - xQXJYao) 1794

tQOJlif|, íijç, t | tropê cambio, retomo* sión de que prendieran a Pablo. Según 2 Tim
Sant 1, 17: En Dios no hay KaQaXkayx] o 4, 20, Pablo (en un viaje ulterior) dejó a Tró-
xQOJifjç àjxooxíaofia («variación o sombra fimo en Mileto.
de cambio»). El contexto sugiere un significa­
do astral de xqojxt|: un oscurecimiento (o TQOtpÓÇ, OÜ, 1^ trophos nodriza, madre*
eclipse) causado por un cambio de Ias conste- 1 Tes 2, 7: El apóstol trato a la comunidad
laciones; cf. Bauer, Wõrterbuch, s.v. de Tesalónica como una madre que cuida de
sus hijos.
TQÓJloç, OD, ó tropos modo, manera*
La frase de relativo ôv xpójxov, {como) TÇOq)Otpo@éh) trophophoreõ cuidar y ali­
aparece en Mt 23, 37 par. Lc 13, 34; aparece mentar
además en Hech 1, 11; 7,28; 2 Tim 3, 8; >60#’ En Hech 13, 18 p’'*A* C* al (cf. Dt 1, 31)
ôv XQÓJTOV, «de la misma manera que», en en vez de —>■xQoicocpoQéü): Dios llevó en bra-
Hech 15, 11; 27, 25. En Pablo encontramos zos a su pueblo como lo hace una nodriza (->
Ias expresiones x ax à Jtávxa tqójxov, «en to­ xQocpóç), es decir, lo cuidó y alimento.
do respecto» (Rom 3, 2) y Jiavxl XQÓJttp, «de
todas maneras» (Flp 1, 18); cf. 2 Tes 2, 3; 3,
TQO)(iá, ã ç , trochia senda, carril*
16. - En Heb 13, 5 XQÓJtoç designa la menta-
lidad, el carácter. En Jds 7 xòv ôpoLOV xpó- Heb 12,13 (cf. Prov 4, 26 LXX): «jAllanad
nov xoúxoiç significa «lo mismo que ellas» o sendas para vuestros pies, para que los miem-
«de manera semejante a ellas». bros paralizados no se descoyunten, sino que
se curen!».

TQOJIotpOQEO) tropophoreo soportar la


t g o x o ç , o v , O trochos meda*
manera de ser de alguien*
Sant 3, 6: ó xqóxoç xfjç yE véa ea tç, «la m e­
En Hech 13, 18 (Dt 1, 31 B* LXX), refi-
da de la existência / de la vida» (->■ yéveoiç
riéndose a la paciência que Dios tuvo con su
3). Bauer, Wõrterbuch, s.v.; M. Dibelius, Der
pueblo durante la peregrinación por el desier-
Brief des Jakobus (KEK), sub loco-, F. MuB-
to. p’'*A* C* al leen XQoq}oqpoçéo3.
ner. Der Jakobusbrief (HThK), sub loco.

T çoqjti, fjç, trophê alimento, comida* TQÍipXlOV, OV, TÓ tryblion fuente, plato*
En sentido propio xpoq)r| se halla en Mt 6, En Mc 14, 20 par. Mt 26, 33 se habla de la
25 par. Lc 12, 23 («La vida es más que el ali­ fuente (con ocasión de la última cena de Je­
mento»)-, Mt 3,4; 10, 10; 24, 45; Jn 4, 8; Hech sus) en la que dos personas meten la mano.
2, 46; 9, 19; 14, 17; 27, 33.34.36.38; Sant 2, Con esta manera de hablar se expresa la ínti­
15. En sentido figurado XQOcpf| se encuentra ma comunión de mesa (Marcos). En Mateo,
en Heb 5, 12.14 {«alimento sólido» por con- Jesus «senala» de esta manera quién es el trai­
traposición a «leche»). dor.

TQÓtjpi^oç, OD Trophimos Trófimo* TQDyáto trygaõ recolectar (fmtos), vendi-


Se menciona a Trófimo en Hech 20, 4 junto miar*
a Tíquico ( ^ Tuxwtóç) «como oriundo (de la Lc 6,44 (a diferencia de Mt 7, 16): «Porque
provincia) de Asia». 21, 29 precisa que Efeso de los espinos no se recogen hijos, ni de Ias
es su lugar de procedência. Fue companero de zarzas se vendimian uvas». En Ap 14, 18.19
Pablo en el último viaje a Jerusalén y, en esta dícese (en sentido figurado) dei ángel que
ciudad, sin culpa alguna de su parte, fue oca- vendimiaba «Ias uvas de la vid de la tierra».
1795 TQXJyOJV — TOYXOV03 1796

TQDY™'''? ó v o ç , 1^ trygõn tórtola* (cf. v. 13: Macedonia). En los demás casos,


Lc 2, 24: Un par de tórtolas como sacrifício falta casi siempre el artículo (excepción:
ofrecido por los pobres (Lev 12, 8 LXX). Hech 20, 6), como es habitual en los nombres
ThWNT VI, 69. de lugar (BlaB-Debrunner § 261, Is). Pablo
visito dos veces la ciudad de Tróade; Hech
16, 8.11 y 20, 5.6. En Tróade existia una co-
T Q V ^aX iá, ã ç , ■q trymalia orifício, ojo de munidad cristiana (20, 7-12). La referencia a
una aguja Tróade en 2 Tim 4, 13 podiía ser una «ficción
-> écupíç. literaria»; cf. N. Brox, Cartas Pastorales, Bar­
celona 1974, sub loco. - LThK X, 370; C. J.
Hemer: Tyndale Bulletin 26 (1975) 79-112.
a T o ç , TÓ trypêma orificio
(perforado), ojo de una aguja
-> écupíç. T qoíYIJÍv.Xio v , o \3 Trõgyllion Trogilio
Promontorio y ciudad al sur de Efeso. Se-
gún Hech 20, 15 Koiné (D) Pablo pasó allí
T çíicjp aiv a, í JÇ Tryphaina Trifena* una noche.
Nombre de una cristiana a la que se envían
saludos en Rom 16, 12.
TQíÓYW trõgõ masticar, comer*
En Mt 24, 38 dícese de los hombres antes
tQ13(pa(ú tryphaõ llevar una vida opulenta, dei dilúvio; TQa)Y<uvteç Kal jtívovxeç, «co-
darse la gran vida* mían y bebían». En Jn 6, 54.56.57.58 (siem­
Sant 5, 5 en una crítica dirigida a los ricos: pre ò TQCÓyajv, con los siguientes objetos de
«En la tierra habéis vivido una vida opulen­ la acción verbal: p,on tf]v o ág x a, p.e y xoõ-
ta...». xov xòv ctQXov) el verbo se refiere a la comi­
da eucarística. Junto a la acción de comer, se
menciona también la acción de beber la san­
TQluptj, fjç, tryphê opulência, lujo, sun- gre de Jesus. A quien coma y beba se le pro­
tuosidad* mete vida eterna (vv. 54.57.58). En Jn 13, 18
Lc 7, 25: «Los que visten con esplendor y se dice (cita dei Sal 41, 10): «El que come mi
viven con lujo se hallan en los palacios de los pan, ha levantado contra mí su calcanar».
reyes». En 2 Pe 2, 13 dícese de los falsos ThWNT Vlll, 236s; R. Schnackenburg, Das
maestros: «ponen su placer en la vida opulen­ Johannesevangelium II (HThK), 92 [pasaje
ta (incluso) a pleno día...». omitido en la traducción espanola]; C. Spicq:
NTS 26 (1979-1980) 414-419.
T g x ifp w aa, tiç Tryphõsa Trifosa*
En Rom 16, 12 nombre de una cristiana de TX)YX®TCfl tygchanõ alcanzar, obtener, en-
Roma, a la que Pablo envia saludos. contrarse*
1. Aparición, formas de empleo, sentido - 2. xuy-
Xávm con objeto de la acción verbal - 3. Uso como
Tgqiáç, áòoç Troas Tróade* clichê - 4. xnyxáva) en sentido adverbial - 5. Tny-
Nombre de una ciudad de Asia Menor si­ xávQ) con negación.
tuada a orillas dei Mar Egeo (propiamente [f|]
B ib l.: Bauer, W õ rte rb u c h , s. v.; O. Bauernfeind,
'AXelávÔQEia Tgcpáç, «la Alejandría de xuYXÚVtu, en ThWNT VIII, 238-243; BlaB-Debrunner,
Tróade», así aparece, por ejemplo, en Polibio í.u en el índice analítico.
V, 111,3). Tróade lleva artículo en 2 Cor 2,12
y se refiere probablemente a la región de este 1. El NT contiene 12 testimonios dei verbo.
nombre, situada al noroeste de Asia Menor De ellos 1 corresponde al Evangelio de Lu-
1797 x v y x a v iS i - x\)itoç 1798

cas, 5 a Hechos, S a l Corintios, 1 a 2 Timo- 4. En 1 Cor 16, 6 encontramos la expresión


teo, 2 a Hebreos. En siete ejemplos xoJYXávco participai xnj^óv con sentido adverbial: «tal
tiene un objeto de la acción verbal en geniti­ vez me quede con vosotros». xuYXÓtvco signi­
vo; alcanzar, obtener- en dos ejemplos el ver­ fica aqui el carácter todavia indefinido dei
bo se usa como un clichê en la oración de op- plan de viaje.
tativo et fúxoi: si por casualidad / por ejem-
plo / quizás-, en un caso el verbo se usa en una 5. El participio intransitivo, con una nega­
expresión de participio con sentido adverbial: ción, junto a un sustantivo, designa un acon-
tal vez; en dos casos el verbo, en forma de tecimiento insólito, ya sean los «extraordiná­
participio, lleva una negación y está usado en rios actos de poder» (õnvá[tELÇ on xàç xnxo-
forma de adjetivo refiriéndose a un sustantivo úaaç), que Dios realizaba por Ias manos de
al que califica como cosa inusitada / extraor­ Pablo (Hech 19, 11; se piensa en la realiza-
dinária. En todos los casos, como sucede ya ción de milagros extraordinários, v. 12), o
en los escritos ajenos al NT, se escucha el fac- bien la «hospitalidad extraordinária» (oíi xt)V
tor de lo casual, de lo que no es evidente (un xnxonoav (piXavflpcojtíav) de que dieron
factor que no se hace extensivo al uso dei sus­ muestra los nativos de Malta, yendo más allá
tantivo emparentado xúxti). de lo habitual (28, 2).
G. Haufe
2. Cuando el verbo xuYxávca tiene un obje­
to de la acción verbal, éste se refiere ya sea a
un elemento escatológico de la salvación, o Tlt^JiaVÍÇco tympanizõ martirizar, tortu­
bien a un elemento de salvación terrena. En el rar*
primer caso, se hace referencia a la consecu- En Heb 11, 35 se habla de los antiguos tes-
ción dei mundo futuro (Lc 20, 35), de la sal­ tigos de la fe: «Otros fueron torturados (èxup-
vación comunicada en Cristo Jesús (2 Tim 2, jtavíaüriaav) y no aceptaron la liberación».
10), de una resurrección mejor (Heb 11, 35), El verbo se deriva de xúpjtavov, un instru­
dei especial ministério sumosacerdotal de mento de tortura. E. C. E. Owen: JThS 30
Cristo (8, 6). En todos estos pasajes se presu- (1929) 259-266.
pone obviamente que Dios es quien hace po-
sible la consecución (xuYXÓiveiv). En el se­
gundo caso se trata de la consecución de una TDJtlxrôç typikõs (adv.) como modelo, pa­
paz duradera por medio dei gobemador Félix ra servir de ejemplo
(Hech 24, 2), de la ayuda obtenida por medio xújtoç.
de Dios (26, 22), de Ias atenciones recibidas
de los propios amigos (27, 3). En estos pasa­
jes se dice expresamente quién hace posible la tV Jlo ç, Ot), ó typos ejemplo, modelo, rm-
consecución, lo de xuYxávei,v. Para decirlo presión, reproducción, expresión; repre-
con otras palabras: lo de xuYxáveiv es siem- sentación anticipada*
pre un don gratuito, no una propia realiza- àvxíxnn:oç, 2 antitypos lo que correspon­
ción. de a; (como sustantivo) copia, reproduc­
ción*
3. El uso de et xúxoi como un clichê, que se xumjctõç typikõs (adv.) como modelo, para
fue desarrollando en la época helenística, se servir de ejemplo*
refiere ya sea a un caso cualquiera (1 Cor 15, 1. Aparición en el NT - 2. Presupuestos semânticos
37: «un grano desnudo, por ejemplo, de tri­ dei uso de los términos en el NT - 3. Uso general - a)
go»), o bien a lo indefinido de una cantidad Jn 20, 25 - b) Hech 7, 43; 23, 25 - 4. rújtoç como
«ejemplo» en Ias Cartas paulinas - a) 1 Tes 1, 7 - b)
(14, 10: «En el mundo quie'n sabe qué diver- Flp 3, 17 - 5. xijnoç como «modelo» en Ias Cartas
sidad de idiomas hay»). postpaulinas - a) 2 Tes 3, 9 - b) 1 Tim 4, 12; Tit 2, 7;
1799 XVJIOÇ 1800

1 Pe 5, 3 - 6. TÚmoç ôtôaxfjç en Rom 6, 17 - 7. iSig- mencionan únicamente aqui y en Lc 24, 39;


nificación «tipológica»? - a) 1 Cor 10, 6.11 -b ) Rom por el contrario-, lo que Pablo lleva en su cuer-
5, 14 - 8. Tipologias - a) Hebreos - b) 1 Pe 3, 21 - 9. po son los oxLY|xaxa xon T tiooü [Gál 6, 17],
Escritos posteriores al NT.
Ias cicatrices que, como Ias marcas con hierro
Bibl.: E. Auerbach, Figura, en Id., Neue Dantestu- candente que se hacían a los esclavos, identi-
dien (IstSchr 5), Istanbul 1944, 11-71; H. D. Betz, fican al apóstol como esclavo de su Senor.)
Nachfolge und Nachahmung Jesu Christi im NT (BHTh La oración condicional y la doble negación,
37), Tübingen 1967, especialmente 137-189; A. von
Blumenthal, TYIT02 und PARADEIGMA: Hermes como en Jn 8 ,51s; 16, 7 y passim, expresan la
63 (1928) 391-414; R. Bultmann, Ursprung und Sinn certeza con que se hace la afirmación. Como
der Typologie ais Hermeneutischer Methode, en Id., en 4, 48, aqui se trata de la especificación crí­
Exegeíica, Tübingen 1967, 369-380; K. Galley, Altes tica de la base de la fe. La condición de haber
und neues Heilsgeschehen hei Paulus (AzTH 1-22),
Stuttgart 1965, especialmente 54-57; L. Goppelt, Ty- visto al Senor para creer, se concede aqui co­
pos. Die typologische Deutung des Alten Testaments mo excepción, pero se elimina como condi­
im Neuen, Gütersloh 1939 (Darmstadt 1981); Id., tíi- ción indispensable. En adelante bastará plena­
jroç mX., en ThWNT VIII, 246-260; U. Luz, Das Ge- mente la palabra dei testigo. Aunque parece
schichtsverstãndnis des Paulus (BEvTh 49), München
1968, s.v. Typologie en el índice analítico; H. MUller, que aqui no se pretende hacer una formula-
en DTNT III, 107-109; Spicq, Notes II, 894-897; A. ción antidocética, ésta se sugirió pronto (cf.
Takamori, Typologische Auslegung des AT? Eine wort- IgnEsm 3, Is).
geschichtliche Untersuchung, tesis mecanografiada b) De acuerdo con el significado concreto
Zürich 1966; para más bibliografia, cf. ThWNT X,
1281. de «copia, estatua», xújtoç (en plural) apare­
ce en Hech 7, 43, en una cita de Am 5, 25-27
1. En el NT xótioç aparece 15 veces; cinco LXX, donde el término es traducción dei he-
de ellas en Pablo (además tujtixcôç en 1 Cor breo selem. Incluso el texto hebreo no indica
10, 11) y tres veces en Ias Cartas deuteropau- claramente si se hace referencia a representa-
linas. Los demás testimonios se encuentran en ciones pictóricas o a estatuas; lo que si está
Jn 20, 25 (bis); Hech 7, 43.44; 23, 25; Heb 8, claro es que se piensa peyorativamente en
5;1 Pe 5, 3. àvxíxnjtoç se-encuentra única­ imágenes de ídolos. - En Hech 23, 25 Lucas
mente en Heb 9, 24 y 1 Pe 3, 21. anuncia que él cita al pie de la letra una carta
formal, que «tiene la siguiente versión» (xòv
2. El significado fundamental de xújtoç en la xÚJTOV xonxov, es decir, que está escrita en
lengua griega se deriva dei proceso de golpear
para estampar y dar forma: lo estampado y lo que los siguientes términos); xÚJtoç aparece tam-
estampa, ya sea un molde hueco y su impresión bién con el mismo significado, corriente en el
(por ejemplo, el anillo de sello, o un troquel para helenismo, en 3 Mac 3, 30; Arist 34.
monedas), o bien una forma realzada como un re-
lieve o una estatua. En la relación con otros con- 4. Pablo emplea xtutoç en correlación explícita
ceptos de forma se desarrolla el concepto funda­ o en correlación objetiva con -+ pipEopai (4),
mental, pasando de lo concreto a lo abstracto con con un significado que se traduce de ordinário
una variabilidad «típica»: «patrón y modelo, co­ por «ejemplo». Claro que el concepto de ejemplo
pia, prototipo, esbozo, impresión general, versión es poco afortunado, porque hace que surja invo­
de un documento». luntariamente el pensamiento de un ideal ético o
de un modelo que uno mismo elige o que le pro-
3. a) En Jn 20, 25 (bis) xiiitoç tiene un sig­ porcionan para que lo imite o realice. Por eso es
ineludible cierta reflexión sobre la eficacia histó­
nificado atípico para el NT, con su realismo
rica de este concepto o sobre la crítica de su ideo­
precisamente craso. La exigencia de Tomás logia.
(«si no veo en sus manos la senal marcada por
el golpe de los clavos, y si no meto mi dedo a) En 1 Tes 1, 6s Pablo escribe en el con­
en la marca dcjada por el golpe de los clavos texto dei proemio: «Vosotros vinisteis a ser
[v.l. en ambos casos xójtoç en vez de xÚJtoç], nuestros ‘imitadores’ y (con ello) ‘imitadores’
no creeré») parece estilizada. (Los clavos se dei Senor, habiendo recibido la palabra, en
1801 TUJIOÇ 1802

medio de gran tribulación, con gozo, (tal co­ sentido de responsabilidad teológica hacia el
mo lo concede graciosamente) el Espíritu evangelio. Por tanto, xújioç significa la plas-
Santo, (v. 7) de tal manera que habéis llegado mación de la propia vida por Cristo, una plas-
a ser un ‘modelo estampado de manera impre- mación que se mantiene a lo largo de toda la
sionante’ para todos los creyentes en Macedo- vida; y no el ejemplo de una vida perfecta-
nia y en Acaya». El v. 8 asienta y explica lo mente acabada, sino -todo lo contrario- el pa-
que esto quiere decir: 1) Ellos son xújtoç, ya trón de una vida que tendrá su plenitud en el
que por ellos la palabra dei Senor ha adquiri­ futuro. (En este sentido, es correcto afirmar
do una reputación que ha resonado con toda que Pablo, en su propia vida plasmada por
notoriedad de una manera que no es posible Cristo, ve la prefiguración dei «sí... a la tri­
desoír (sobre cf. Joel 3, 14 LXX). 2) bulación y a la cruz» [J. Gnilka, Der Philip-
La comunidad como tal es tújtoç en su fe vi­ perbrief (HThK), sub loco.] y la renuncia a
vida concretamente y en su obediência al Se­ toda la experiencia extática de una plenitud
nor, que salva dei juicio (v. 10). No lo es por­ perfecta.
que ella deba vivir «ejemplarmente» o deba
dar un «ejemplo», sino que ha llegado a serio 5. a) En 2 Tes 3, 9 se ve claramente cómo el
por la aceptación de la palabra. significado de xúitoç entra en la perspectiva hele-
Pablo emplea pipéo[xai, un término proce­ nística de una valoración de carácter ético y esté-
tico-moral de la existência humana y, como «mo­
dente de los cultos mistéricos (Betz), para
delo decisivo y ejemplar», se adecua al significa­
describir la aceptación con fe personal y el re- do de JtaQáôeiYpa, uttóôeiypa (En el NT cf.
conocimiento obediente de haber sido plas­ tiTcóôeiYpa, «ejemplo, modelo», en Jn 13, 15;
mado por el llamamiento dei evangelio y dei Sant 5, 10; Heb 4,11; 2 Pe 2, 6; de manera seme-
Kyrios. El Cristo vivo y Kyrios, que es el Je- jante úitOYQappóç, «patrón, modelo» en 1 Pe 2,
sús crucificado, se halla activo en el evange­ 21; sobre la altemancia entre JtOQÓÔEiYpa y TÚ-
lio y en la propia vida dei apóstol. Si la co­ 3toç en la LXX, cf. Ex 25, 9.40; 4 Mac 6,19; so­
bre la correlación semântica entre jtaQáôeiYpo,
munidad se deja plasmar por este llamamien- «modelo, patrón», y rúttoç, «molde hueco», en la
to y por este poder dei evangelio, entonces lengua griega, cf. Blumenthal, 410ss). - No se ex-
llega a ser «imitadora» dei apóstol y, con ello, presa ya Pablo mismo en la comprensión de su
dei Kyrios. 3) Lo que se ve claramente es que propia existência apostólica, sino que lo que se
la comunidad es xÚJtoç para todos los creyen­ expresa es una imagen de Pablo. El autor de la
tes, es decir, en una publicidad (escatológica) Carta segunda a los Tesalonicenses emplea como
modelo la Carta primera a los Tesalonicenses y lo
que se halla bajo la exigencia dei evangelio, traslada a su propia carta para desplazarlo y ofre-
es interpretada por el apóstol y es reconocida cer la Carta segunda a los Tesalonicenses como la
en la fe (cf. también, a propósito, 1 Tes 2, 14- (única) Carta de Pablo a los Tesalomcenses (cf.
16). W. Marxsen, Der zweite Thessalonicherbrief
b) Flp 3, 17 exige imperativamente que la [ZBK], 33s).
comunidad viva lo que el apóstol demuestra
en su propia vida que es el poder dei evange­ En 2 Tes 3, 6 se modifica lo que se había di-
lio: «Convertíos en companeros mios de viaje cho en 1 Tes 5, 14, convirtiéndolo en una dis-
(co-imitadores), hermanos, y orientaos por posición imperativa que ordena apartarse de
aquellos que recorren el camino de su vida se- todo hermano que lleve una vida desordenada
gún la. prefiguración que tenéis en nosotros». y no se atenga a la tradición. Esta tradición se
Aqui como en otras partes no se piensa en una explica por el ejemplo que Pablo mismo da,
conducta ética ejemplar; aquello en lo que Pa­ un ejemplo que, como los lectores ya saben,
blo es TÚiroç, es decir, lo que es «tipicamente debe ser imitado (2 Tes 3, 7). En cuanto al
cristiano» en su existência, lo expresó él ya en contenido de este pasaje, recurriéndose a 1
3, 4-11.12-16, donde, partiendo de su propia Tes 2, 9; 4, 11 y quizás también a 1 Cor 4, 12;
vida, explica los elementos decisivos de su 9, 6.14, así como a la leyenda de Pablo (Hech
1803 TOrtOÇ 1804

18, 3; 20, 34; cf. H. Conzelmann, Die Apos- Dentro de un espejo para la comunidad, se
telgeschichte erklãrt [HNT], sub loco), se ha- encuentran también en Tit 2, 7 las instruccio-
ce ver que Pablo, trabajando dia y noche, se nes dadas al dirigente de la comunidad.
ganó él mismo su propio sustento. Pablo hizo «jMuéstrate en todo como ejemplo de buenas
esto, aunque habría podido disfrutar dei dere- obras!». Más claramente que en 1 Tim 4, 12
cho apostólico de ser mantenido por la comu- se expresa el filo de lo que significa el ser un
nidad (2 Tes 3, 9a; cf. 1 Cor 9, 4), «para ofre- ejemplo de seriedad santa en la doctrina y
cemos como modelo a vosotros, a fin de que también un ejemplo de integridad moral y
imitéis nuestro ejemplo» (2 Tes 3, 9b). Con eclesiástica: la facción opuesta debe sentirse
ello, en contraste con el sentido plasmador de avergonzada y no debe encontrar razón algu-
la existência apostólica (-> 4), no sólo se ele­ na «para decir algo maio» (v. 8). - En 1 Pe 5,
va una determinada conducta a modelo nor­ 1-4 se dirige la palabra a los presbíteros; la
mativo, y en el final sobre el arrepentimiento exhortación a no «pastorear» a las diversas
se deduce dei menosprecio de esta norma comunidades por afán de lucro y deseos de
ejemplar lo que es «una conducta desordena­ poder, contrasta con la exhortación positiva;
da» (3, 11); sino que además se afirma -jy ahí «jSed ejemplos para el rebano!» (v. 3), aun­
está lo desconcertante!- que el menosprecio que no se indique en qué han de ser ejemplos.
dei modelo, asentado de tal manera, tiene que
acarrear que a esa persona se la separe de la 6. Rom 6, 17 es un texto problemático. La
comunidad cristiana. La imagen ejemplar de desmanada atracción de la frase intermedia
Pablo se equipara casi, en cuanto a esta fun- debe resolverse con seguridad de la siguiente
ción, a la doctrina trasmitida por la tradición. manera: n i r q x o n o a T E ... t w TÚJtm ô i ô a y f j ç ,
b) En la categoria de la ejemplaridad ética elç ôv jraQEÔóDT]XE. En la expresión singula-
se encuadra también el significado de rÚTtoç rísima de los escritos cristianos primitivos,
en 1 Tim 4, 12; Tit 2, 7 y 1 Pe 5, 3. Las ins- TiJJtoç ÔLÔaxfjç tiene el significado de « v e r -
trucciones que se dan al dirigente de la comu­ s i ó n formal de un documento (carta, decreto,
nidad en 1 Tim 4, 11-5, 2 comienzan con la etc.)».
exhortación: «jSé ejemplo para los creyentes
en palabra y conducta, en el amor y en la fe y Estas y otras observaciones exegéticas instan a
en la castidadl». Aunque no está claro cómo sacar la conclusión de que el v. 17b es una glosa
el dirigente de la comunidad puede ser «ejem­ marginal de la tradición eclesiástica que penetro
pronto en el texto (cf. R. Bultmann, E x e g e tic a ,
plo» en la proclamación de la palabra (^en lo Tübingen 1967, 283). Si la discutible expresión
que respecta a la ortodoxia o en cuanto al uso fuera paulina (como opinan, además de otros, E.
debido de las palabras?), sin embargo el sen­ Kâsemann, A n d ie R õ m e r [HNT], s u b lo c o y U.
tido de lo segundo está bien claro. Precisa­ Wilckens, L a C a rta a lo s R o m a n o s II, Salamanca
mente cuando los falsos maestros, que son sus 1992, s u b lo c o , entonces habría que suponer que
adversários, aventajen al (todavia joven) diri­ la expresión aceptada ya por Pablo y fijada tradi­
cionalmente -casi como concepto opuesto a la ju­
gente de la comunidad en cuanto a la edad, la
dia [iópcpcooLç Tf]ç yvcboEcoç xal tfjç àÀqdEÍaç
experiencia, la formación y la reputación, és- en Rom 2, 20- significa un sumario de la fe, un
te ha de atender tanto más a que él, con su credo bautismal, trasmitido en el bautismo, a cu-
piedad y su conducta, dé un sello ejemplar a ya aceptación se compromete la persona bautiza-
la proclamación dada por la Iglesia de fe orto­ da (Kâsemann, A n d ie R õ m e r ) , o es una síntesis
doxa. La tríada «amor, fe, castidad» explica dei contenido de la fe cristiana (Wilkens, L a C a r ­
ta a lo s R o m a n o s II). Si los bautizados «han sido
cómo ha de ser esa ejemplaridad y ofrece
entregados» a este contenido (y no inversamente,
quizás anticipadamente «los primeros esbo- como en otras partes), entonces rújtoq caracteri­
zos de una ética dei estado sacerdotal» (V. zaria al Cristo paulino -como sucede de hecho en
Hasler, Die Briefe an Timotheus und Titus Bem 12, 10: «Jesucristo, el Hijo de Dios, se ma-
[ZBK], 37). nifestó por figura (rÚJtqj) en la carne»-.
1805 Tunoç 1806

IgnMagn 6, 2 presenta una visión similar, y en advertência): nosotros, que hemos llegado al fin
esta carta aparece incluso paratácticamente la ex- de los tiempos.
presión TÚJtoç >tal ôiôaxií- Aqui los cristianos De ahí se sigue: 1) xÚJioç no se refiere aqui al
deben constituir una unidad con el obispo -como significado «propio» y espiritual de un texto o de
la fiel imagen que es de Dios (IgnTral 3, 1; Ign­ un acontecimiento narrado, un significado al que
Magn 6, 1 v.l.)- y con los dirigentes como fieles se llega por medio de una interpretación alegóri­
imágenes y ensenanza de inmortalidad. Así como ca, aunque no podemos pasar por alto el hecho de
este significado de TÚJtoç (ôiôaxfis) no puede in- que Pablo presente muchas veces como xújtoi a
cluirse forzadamente en la teologia paulina (en personas que no son presentadas eomo tales, ni
contra de Wilckens, La Carta a los Romanos II), mucho menos, en el texto dei AT. 2) En la inter­
así también se impone con mucha más fuerza la pretación paulina, esos padres (o antepasados) de
Mpótesis de una glosa insertada en Rom 6, 17b. Israel no son xtmoi iqpcõv subsiguientemente y
El autor de la glosa se refiere a una solemne ver- por medio de la interpretación; sino que lo son ya
sión (prefigurada en el cielo) de la doctrina en la suerte que corrieron entonces en su existên­
(apostólica), a la cual -elevada a celestiales pro­ cia -pero ellos no supieron que eran xuitoi
porciones y caracterizando de esta manera a Cris­ Tjprâv-. 3) Ellos son, aunque no lo supieran, fú-
to- los bautizados podían confiarse. Jtoi f|põ)v, porque fueron alcanzados ya entonces
por el acontecimiento escatológico y ese aconte­
7. Quedan algunos textos en los que ximog cimiento se estampó en su existência (vv. 2-4; la
roca era [ya] Cristo -se presupone su preexistên­
se concibe de algún modo «tipológicamente». cia-). 4) Esta idea no es inconsecuente, si se pre­
Esto conduce a la discusión de la «exégesis ti- supone que el acontecimiento escatológico cuali-
pológica» como método hermenêutico. fica también escatológicamente a la existência
a) Es sumamente improbable que Pablo ha- pasada (es decir, a los muertos). Ellos fueron ya
ya asociado con el término xnjtoç dos signifi­ entonces «modelo», porque en todo ello se expre-
cados completamente dispares. Por eso, en 1 sa ya ahora, en el tiempo escatológico, una exis­
tência cualificada escatológicamente -que aqui,
Cor 10, 6.11 hay que proceder partiendo dei desde luego se consigna para que la tengamos en
significado, exegéticamente probado, dei mo­ cuenta como advertência, y que, por tanto, en el
delo plasmador, de la prefiguración. Jta Q a x a X e ív apostólico no es modelo de existên­
cia escatológica—. Porque aquéllos menosprecia-
Este pasaje concuerda con 1 Tes 1, 7; Flp 3, 17 ron el don de la divina presencia, correspondien-
(y Rom 5, 14) en que los «procesos» (en contra te al Espíritu, y se entregaron al culto idolátrico y
de H.-D. Wendland, Der erste Brief an die Ko- a la inmoralidad. Y, así, el juicio escatológico fu­
rinther [NTD], sub loco), los sucesos o incluso turo puede ya narrarse y representarse en lo acon­
Ias cosas no pueden ser TÚitot, sino que única­ tecido (v. 11).
mente pueden serio Ias personas, en cuanto éstas Podemos dejar aqui a un lado la cuestión de
son alcanzadas por el acontecer divino cualifica- hasta qué punto Pablo, en el midrás de 1 Cor 10,
do escatológicamente. (El uso de xauxa en 1 Cor Iss, sigue la exégesis «tipológica» judia. No hay
10, 6 parece estar en contra de esto; sin embargo, apoyo, al menos en Pablo, para la definición que
debe llamamos la atención el plural ÈyeviÍDt]- da L. Goppelt: «Tan sólo hechos históricos, es
oav. Indudablemente se ha recogido el sujeto de decir, personas, acciones, sucesos e instituciones
ttaxEOXQCóihiaav. Y, así, xanxa podría ser acu- pueden ser objeto de intepretación tipológica; Ias
sativo de relación [pero cf. también Luz, 120 y palabras y Ias exposiciones podrán serio única­
396]. Existe una diferencia en que 1) en 1 Cor 10, mente en cuanto traten de tales hechos. Existe
6 se trata de personas de tiempos pasados, a sa­ una interpretación tipológica de esos objetos,
ber, «todos nuestros padres (!)», es decir, se trata cuando se conciban como exposiciones ejempla-
dei Israel que salió de la cautividad de Egipto, y res puestas por Dios, es decir, como ‘tipos’ de he­
2) a esos xÚJtot qpcõv no les corresponde un pt- chos venideros y, por cierto, más perfectos y
pÊiahai Hxh., sino una advertência en sentido ne­ mayores» (Goppelt, 18s). Tan sólo la existência
gativo (8iç xò pr) eivai f|pãç èwôupqxàç xa- humana cuahficada e interpretada escatológica­
xcbv), la cual se nos comunica por el hecho de mente puede ser xúrtoç; más aún, la existência
que el acontecimiento en el que aquéllos llegaron presente es percibida como xÚJtoç en la forma dei
a ser Tijn:oi f|pcõv, es decir, aquello que a ellos les [tipeTad^ai, y la existência pasada es percibida
sucedió xnjiixcüç (v. 11), se nos consigne para crítica y antitéticamente, porque se encuentra ya
que lo tengamos en cuenta nosotros (como una consignada por escrito. Por tanto, si en 1 Cor 10
1807 T U J tO Ç 1808

hay en absoluto «tipologia», entonces se trata de última desde la perspectiva de la historia de la


una aplicación crítico-escatológica de la Escri­ salvación, perjudica a no pocas declaraciones so­
tura. bre el tema de la «tipologia». A pesar de la con-
cepción equivocada de Bultmann sobre la tipolo­
b) Tan sólo en Rom 5, 14 se halla algo así gia, a la que considera como una estructura de
como la historia pasada en su totalidad y se pensamiento no histórico sino mitológico, que re-
pite simplemente elementos semejantes, habrá
contempla como tal; claro que aqui se consi­ que considerar como acertada su crítica de la am-
dera de nuevo como historia representada por pliación inflacionista efectuada por Goppelt de
un solo hombre, Adán, una historia que está los elementos tipológicos que existen en el NT.
cualifieada negativamente por el el aconteci- 2) En la comprensión apocalíptica de la histo­
miento escatológico de la gracia en Cristo. ria, la tipologia puede modificarse hasta tal pun-
to, que el acontecimiento escatológico aparezca
Adán es la «correspondência antitética» dei se­ como instituído ya en los más remotos comienzos
gundo hombre venidero, de Cristo (cf. 1 Cor 15, y tenga, por tanto, prioridad temporal y objetiva
45ss). Desde la perspectiva dei actual aconteci- sobre lo que a él le corresponde (cf., por ejemplo,
miento escatológico, se dice que Adán es quien ApBar [sir] 4, 1-7).
senala hacia Cristo. Ahora bien, por razón dei pe­ 3) En el judaísmo helenístico, principalmente
cado en la muerte, Io que Adán es como TÚitoç, en Filón, encontramos la concepción cosmológi-
es inaccesible a él y a todos los que se hallan en ca especulativa de que el mundo de Ias cosas sen-
su esfera, es decir, a los que se encuentran en la sibles y terrenas fue creado con arreglo a la rela­
historia de Adán (cf. también Rom 3, 23); por ción existente entre una copia y su prototipo. Sir-
eso. Cristo, como movimiento antitético, corres­ ve de ejemplo, a este respecto, lo que se dice en
ponde precisamente en su muerte, como acto de Op 16, 19.36: En la creación Dios formó prime-
amor obediente, al «espacio vacío» representado ramente el àçxÉTtJjtoç y la votitT) lôéa, y lo te­
por Adán. rreno y sensible fue producido luego como una
copia de ese t t j j i o ç o jtaQáôstypa, comprensible
sólo para el Espíritu. Puede servir también de
8. Ahora bien, xijjroç en Heb 8, 5; Hech 7, ejemplo Som I, 206 sobre Ex 25, 40: El prototipo
44, y àvTÍTUJTOç en Heb 9, 24; 1 Pe 3, 21 apa­ divino dei tabemáculo se hizo visible -en el Es­
rece en un sentido expresamente hermenêuti­ píritu- a Moisés como rónoç o jtaQáôeiypa; só­
co y técnico, que exige la denominada «exé- lo entonces, conforme a este modelo, Bezaleel
gesis tipológica». produjo una imitación o copia (p,í|xqpa o OKiá);
el tabemáculo terreno y sensible. En la exégesis
textual, TÚreoç se refiere a lo que ha de mostrarse
Parece indicada la siguiente diferenciación:
propiamente, y que en su sentido oculto debe ser
1) Existe una «tipologia» como hermenêutica
dentro de la perspectiva de la historia de Ias tra- descubierto por medio de la alegoria (Op 157).
diciones, cuando una institución, historicamente
nueva, casi siempre escatológica, de salvación y a) En Hebreos, esta relación -concebida he-
juicio se expresa en términos de una institución lenísticamente- entre «el prototipo celestial
temporalmente precedente. Puesto que la institu­ perfecto» y la «copia y sombra terrena» se ha­
ción temporalraente precedente queda así sobre- lla trasferida claramente a la dimensión histó­
pasada por Ia que es escatológicamente más mo­ rica dei acontecimiento de Cristo; en el proce-
derna, o queda crítica o antitéticamente suspendi­
da por esta última, aparece entonces como una so, el uso consciente dei término clave TÍiJtog
prefiguración superada de la que es más moderna. (adquirido exegéticamente) produce una «in­
La tipologia que es secundaria y orientada hacia terpretación tipológica» dei AT en el sentido
la historia de la salvación se desarrolla secunda­ hermenêutico técnico. Sus comienzos habría
riamente en relación con la tipologia que se defi­ que buscarlos, por tanto, en esta formación de
ne más bien como una antítesis de lo que precede. la tradición cristiana primitiva representada
La primera es continuada entonces en cierto mo­
do en una «interpretación figurai» (cf. Auerbach). por la Carta a los Hebreos, y no en Pablo.
La falta de estricta diferenciación entre la inter­ En una comprensión «tipológica» de Ex 25,
pretación «tipológica» y la correspondência entre 40, vemos que Heb 8, 5 caracteriza el minis­
la predicción y el cumplimiento, concebida esta tério sacerdotal en el antiguo pacto afirmando
1809 Tunoç - X V K X tíl 1810

que aquellos sacerdotes «sirven de copia y tência?) se perfila como antitipo el bautismo
sombra dei santuario celestial; porque, cuan- que ahora salva.
do Moisés se disponía a erigir el tabemáculo,
fue instruido por Dios, quien le dijo: jMira Aunque la imagen de la correspondência con­
siste aqui en la idea dei agua, sin embargo la re­
que hagas todas Ias cosas conforme al modelo ferencia linguística y todo el curso de Ias ideas no
que te fue mostrado en el monte!». es precisamente trasparente. õ (v. 21a) dificil­
mente se refiere al acto de la salvación, sino que
Es verdad que TÚn:oç en la cita de la LXX y en se refiere más bien al agua, «en correspondência
Hech 7, 44 es traducción dei hebreo tabnit (plano con la cual el bautismo como un antitipo ahora
de construcción, modelo, imagen) y no se usa en también os salva». - Cf. también 2 Ciem 14, 3: La
ningún otro lugar de la Carta a los Hebreos. Sin carne de Cristo (la Iglesia) es à v x í x u j t o ç («repre­
embargo, en Heb 10, 1 elxráv, de la misma mane- sentativa») dei Espíritu, que es el a ú ílE v x ix ó v .
ra que TÚjtoç en 8, 5, se contrapone a una ojtiá
veterotestamentaria («la ley no puede mostrar 9. En lo esencial hay dos significados en los
más que una sombra de los bienes futuros, pero que xújtoç parece haberse fijado concepmalmen-
no la figura misma de Ias cosas»); en 9, 23, des- te en los escritos dei siglo II posteriores al NT.
pués de recordarse la ratificación dei antiguo pac­ a) xtijioç es la copia terrena de un modelo ce­
to por medio de la sangre (vv. 15-22), se habla de lestial: los superiores como copia de Dios: Did 4,
Ias «copias (ÚJioôeÍYpaxa) de Ias cosas celestia- 11; Bem 19, 7; el obispo como copia dei (Dios)
les»; pero a continuación inmediata aparece la Padre, IgnTral 3, 1. - En una variación de este
expresión c i v t í t u j i o ç , «antitipo», que adquiere significado, se habla de «imagen esencial». Bem
también un significado técnico y se halla aqui en 6, 11. - El término es transferido luego a imáge-
paralelo con ■ónóôeiYpa. Este término acentua el nes visionárias de realidades apocalípticas, Herm
contraste entre el santuario (^o los objetos de cul­ (v) 3, 11, 4; 4, 1, 1; 4. 2, 5; 4, 3, 6; (s) 2, 2.
to?) dei antiguo pacto y el verdadero santuario: b) TÚJtoç es una prefiguración veterotestamen­
«Porque Cristo no entró en un santuario hecho taria de acontecimientos y realidades que se hi-
con manos, en un antitipo dei verdadero, sino en cieron efectivas histórico-salvíficamente en la
el cielo mismo, para interceder ahora por noso- historia de Jesucristo; así se expresa de manera
tros en la presencia de Dios». excesiva Bem 7, 3.7.10.11; 12, 2.5.6.10; 13, 5. -
En la Carta a los Hebreos este esquema de co­ Este mismo sentido aparece en Justino Dial 42, 4
rrespondência entre el «prototipo celestial» y la (cf. 90, 2), donde -una tras otra- Ias ordenanzas
«copia terrena» es clarísimamente un recurso her­ de Moisés son presentadas como xÚJtouç Jtai
menêutico elegido conscientemente, aunque no oúpf5o?i.a 5tai xaxaYY^^íaÇ de los futuros acon­
está al servicio de una doctrina cosraológica, con­ tecimientos de Cristo.
cebida «verticalmente», de la salvación, sino que G. Schunack
desempena una función tipológica; el sacrifício
-único y escatológicamente insuperable- dei ver­
dadero Sumo Sacerdote y Mediador se ha realiza­ T'ú:7ltí0 typto golpear*
do en el acontecimiento de la muerte de Jesús, su­ La mayor parte de los 13 testimonios dei
cedido ahora, el cual (ipor este motivo!) suspen­
de definitivamente todas Ias instituciones dei AT verbo que se encuentran en el NT, aparecen
encaminadas a dispensar la salvación. Esta sus- en Lucas/Hechos (4 -t 5). Tan sólo en dos pa-
pensión hace que esas mismas instituciones se sajes se halla xÚJtxco en sentido figurado: en
conviertan en sus «copias» lingüísticas y «som­ Hech 23, 3a en relación con los golpes que
bras» históricas. Dios da (en este sentido es también frecuente
en la LXX), y en 1 Cor 8, 12, refiriéndose a
b) En 1 Pe 3,21 se usa àvxítureoç en lo que Ias heridas que se causan a una conciencia dé­
parece ser ya un sentido «tipológico» corrien- bil. - xÚJiTQ) con una persona en acusativo co­
te. Mediatizada por la idea de que Cristo pre­ mo objeto de la acción verbal: Mt 24, 49 par.
dica también la salvación a los muertos (v. Lc 12, 45; Hech 18, 17; 21, 32. «Golpear en
19), la salvación de Noé a través dei agua (dei la boca», Hech 23, 2.3b; «en la cabeza», Mc
dilúvio) aparece como un acontecimiento, en 15, 19 par. Mt 27, 30; «en la mejilla», Lc 6,
el cual para los lectores (^a modo de adver­ 29». «Darse golpes de pecho» como senal de
1811 T1J3tTCD - TOCpXÓÇ 1812

pesar y de constemación, Lc 18, 13; 23, 48. B em erkungen z a r Term inologie d e r «B lindheit» im AT:
ThWNT VIII, 260-269. SvEA 41-42 (1976-1977) 77-80; F. Graber, tncpkóç,
en DTNTI, 261s; Haag, Diccionario, 307s; J. Hempel,
Heilung ais Symbol und Wirklichkeit im bibl. Schrift-
tum, Gottingen ^1965, especialmente 247s; E. Lesky,
T V Q a v v o ç , OV, o tyrannos déspota, tirano Blindheit, en RAC II, 433-446; J. M. Lieu, Blindness
Hech 5, 39 D en una ampUación: «ni voso- in the Johannine Tradition: NTS 34 (1988) 83-95; F.
tros ni reyes ni tiranos». GNTCom sub loco. Nõtscher, Gotteswege und Menschenwege in der Bibel
und in Qumran, Bonn 1958, s.v. Blind en el índice ana­
lítico (125); J. Roloff, Das Kerygma und der irdische
Jesus, Gottingen 1970, 119-141; W. Schrage, xntpXóç,
TlJgavvoç, OD Tyrannos Tirano* xncpÀóü), en ThWNT VIII, 270-294; H. J. Stoebe, en
Nombre de un varón que vivia en Efeso, BHH I, 257s.
Hech 19, 9; en su auditorio (oxoXr|) Pablo pu- Sobre Mc 10, 46-52: E. S. Johnson Jr., Mark 10, 46-
do seguir dando sus conferências. Tirano era 52: Blind Bartimaeus: CBQ 40 (1978) 191-204; K.
quizás, él mismo, un retórico o, por lo menos, Kertelge, Die Wunder Jesu im Markusevangelium,
München 1970, 179-182; V. K. Robbins, The Healing
era el dueno de la sala de conferências. o f Blind Bartimaeus... in the Marcan Theology. JBL
92 (1973) 224-243; Roloff, Das Kerygma und der ir­
dische Jesus, Gottingen 1970, 121-126.
T V Q P áÇ o ^ai tyrbazomai afanarse dema­ Sobre Jn 9: G. Bomkamm, La curación dei ciego de
siado nacimiento (Jn 9), en Id., Estúdios sobre el Nuevo Tes­
tamento, Salamanca 1983, 311-318; G. Reim, Joh 9 -
Lc 10, 41 Textus Receptus: «\Te afanas de­ Tr. und zeitgenõssische messianische Diskussion: BZ
masiado con muchas cosas!». 22 (1978) 245-253; Roloff, Das Kerygma und der ir­
dische Jesus, Gottingen 1970, 135-141; S. Sabugal, La
curación dei ciego de nacimiento, Madrid 1977.
Tí)Çioç, ou, ó Tyrios tirio, de Tiro*
Hech 12, 20 menciona a los tirios junto a 1. a) En el NT TUtplóç aparece 50 veces, 46
los sidonios. Tirio es el habitante de ->• Tú- de ellas en los Evangelios (17 en Mateo, 5 en
QOÇ. Marcos, 8 en Lucas, 16 en Juan). Fuera de los
Evangelios, el término aparece únicamente en
TÚ qoç , ou Tyros Tiro* Hech 13, 11; Rom 2, 19; 2 Pe 1, 9; Ap 3, 17.
En el NT se menciona con frecuencia a la xnqpX,óç significa ciego, tanto en sentido lite­
ciudad de Tiro junto a la de Sidón (en la ma- ral (en la mayoría de los pasajes de los Evan­
yoría de los pasajes de los Evangelios): Mc 3, gelios y en Hech 13, 11) como en sentido me­
8; 7, 31; Mt 11, 21.22 par. Lc 10, 13.14; Mt tafórico y figurado (Mt 15, 14a [bis]; 23, 16.
15, 21; Lc 6, 17. En Mc 7, 24 y Hech 21, 3 Ti­ 17.19.24.26; Jn 9, 39.40.41; Rom 2, 19; 2 Pe
ro es la meta dei viaje (eíç); en Hech 21, 4, es 1,9; Ap 3, 17).
el punto de partida (cutó). Hech 21, 4 presu- b) En la mayoría de los pasajes -sobre todo
pone que en Tiro había una comunidad cris- en los Evangelios- xncpXóç se halla sustanti-
tiana, con la que Pablo se quedó durante una vado {el ciego); es más raro el uso dei térmi­
semana. BHH III, 2035s; Pauly, Lexikon V, no como adjetivo (Mt 12, 22; 15, 14a; 23, 16.
1027-1029. 24.26; Mc 10, 46; Jn 9, 1.18.24.25.40.41;
Hech 13, 11; 2 Pe 1, 9; Ap 3, 17).
En Lc 4, 18 xncpXóç se halla en una cita de
Tu<p),óç, 3 typhlos ciego Is 61, 1 LXX. En la LXX es adjetivo y tradu-
1. Aparición en el NT y uso dei término - 2. Cura- ce el término hebreo ‘iwwêr. A los ciegos se
ciones de ciegos obradas por Jesús - 3. La sentencia los menciona frecuentemente junto a los para-
acerca dei ciego que es guia de ciegos - 4. Otros enun­ Kticos (xooXoí); ambos grupos de enfermos se
ciados (ética). consideraban especialmente achacosos y des-
Bibl.: Billerbeck I, 524s; A. Esser, Das Antlitz der graciados sin esperanza alguna: Mt 11,5 par.
Blindheit in der Antike, Leiden ^1961; G. Gerleman, Lc 7, 22; Mt 15, 30.31; 21, 14; Lc 14, 13.21;
1813 TOqpA.óç 1814

Jn 5, 3 (cf. LXX Lev 21, 18; Dt 15, 21; 2 Re b) La curación que se narra en Jn 9, 1-41,
5, 8; Job 29, 15; Mal 1, 8; cf. además IQM 7, efectuada en un ciego de nacimiento (vv. 1.2.
4). 19.20.32), debe ser aplicada quizás por el lec-
tor al hombre en su totalidad, al hombre tal
En el mundo antíguo, la curación de la ceguera como es «por su naturaleza» (vv. 39-41). Su
se consideraba en general como una curación pu­ ceguera para la luz de la revelación (cf. vv.
ramente milagrosa (Schrage, 273-275). En conso­ 2s) es eliminada por Jesus, que hace que los
nância con ello, la curación de los ciegos se pro­
ciegos vean, pero que también vuelve ciegos
mete para el tiempo de la salvación escatológica
(Is 29, 18; 35, 5; 42, 7; 61, 1 LXX). El empleo de a a los que ven (v. 39b; cf. 3, 19; cf. también
TUcpXóç en sentido figurado se halla también muy xuq)X,óa) en 12, 40). En Jn 10, 21 se recuer-
difundido fuera dei NT; se refiere casi siempre da la curación dei ciego (Jn 9) y se refuta la
-incluso fuera de la Biblia (cf. Is 43, 8; 59, 10) y idea de que Jesús pueda estar poseído por un
dei judaísmo (cf. CD 1, 9; 16, 2)- al âmbito dei demonio. En 11, 37 algunos se preguntan co­
conocimiento (religioso) y de la función de enten­
mo es que Jesús, que abrió los ojos al ciego,
der (verdades reügiosas) (Schrage, 276s). En la
gnosis se designa como «ciegos» principalmente no pudo evitar que Lázaro muriese; luego, en
a los no-gnósticos, que se hallan irredentos y que 11, 38-44, se hace ver que Jesús posee tam­
están cegados por el mundo (EvVer 29, 32-30, bién el poder (aún mayor) de resucitar a un
15; EvTom 28; EvFel 56; Pistis Sophia 141). muerto.

2. Los cuatro Evangelios contienen relatos 3. La palabra que habla de los ciegos que
sobre curaciones de ciegos obradas por Jesús. son guias de ciegos, y que bailamos en Mt 15,
En esas curaciones, los redactores fmales no 14(b) y Lc 6, 39 y que procede de la fuente de
sólo ven el cumplimiento de profecias «me- logia, se ha conservado probablemente en Lu­
siánicas» (-»■ l.b), sino también una referencia cas en su versión original (cf. el contexto en
metafórica a la acción de «ver», que Jesús ha­ Lc 6, 37s): el hombre debe abstenerse de «juz-
ce posible por medio de la fe (Roloff, 119- gar». Mateo aplica el logion a la interpreta-
121). ción de la ley dada por los fariseos, que están
a) El evangelista Marcos relaciona Mc 8, ciegos para ver la voluntad de Dios (15, 16s;
22-26 con la «ceguera» de los discípulos (8, 23, 16.17.19.24.26). Ellos, desde luego, creen
14-21). Jesús tiene que abrirles la vista espiri­ que el pueblo está ciego y pretenden ser sus
tual para que perciban la revelación. Marcos guias. Según Rom 2, 19. el judio pretende ser
interpreta la curación dei ciego Bartimeo (10, superior, de manera parecida, a los «ciegos»
46-52) en el sentido de la idea dei seguimien- (gentiles) que no conocen la ley mosaica.
to (v. 52c). Los dos paralelos sinópticos (Mt
20, 29-34; Lc 18, 35-43) dependientes de esta 4. a) En Lucas Jesús exhorta a los oyentes a
perícopa (Mc 10, 46-52) y el duplicado Mt 9, que inviten a su mesa a los pobres, los tulli-
27-31 realzan igualmente la significación de dos, los paralíticos y los ciegos, con arreglo a
la fe (lo hace especialmente Mt 9, 29). Fuera lo que hace el anfitrión en el gran banquete
de los relatos de milagros. Ias curaciones de (Lc 14, 13.21). Según Hech 13, 11, Pablo ful­
ciegos efectuadas por Jesús senalan el inicio mina sobre el hechicero Barjesús el castigo de
dei tiempo de la salvación escatológica: Mt la ceguera (cf. paralelos de la antigüedad en
11, 15 par. Lc 7, 21s; Lc 4, 18. Mateo realza Schrage, 27 Is).
igualmente, por medio de adiciones redaccio- b) En la parénesis de los escritos tardios dei
nales, que Jesús curaba a los ciegos: Mt 12, NT se caracteriza como ceguera el deficiente
22 (a diferencia de Lucas); 15, 30.31 (a dife­ estado moral de algunas comunidades cristia-
rencia de Marcos); 21, 14 (a diferencia de nas: en 2 Pe 1, 9 se reprende así la deficiente
Marcos; cf. la «supresión» de la prohibición fertilidad de la èjiÍYVCoaiç; en Ap 3, 17 se ha­
de la que se habla en 2 Re 5, 8). ce probablemente la misma reprensión a la
1815 TucpXóç - Tíixi^íoç 1816

comunidad de Laodicea, que se siente satisfe- TVtpÓO^ai typhoomai (voz pasiva) ser
cha de sí misma. hinchado; hacerse necio (?)*
G. Schneider En el NT el verbo (la voz pasiva de rncpóco,
«anublar») aparece únicamente en la voz pa­
siva: un recién convertido, si fuera obispo,
tucpXód) typhloõ cegar, arrebatar la vista* podría envanecerse / hincharse (1 Tim 3, 6).
Los tres testiminios que apareceu en el NT Un maestro que no ofrece Ias sanas palabras
emplean el verbo en sentido figurado (como de la tradición, sino que ensena cosas extra-
en Is 42, 19 LXX). En Jn 12, 40 se enuncia nas, «está envanecido y no entiende nada» (6,
como cita de Isaías: «El ha cegado sus ojos y 4). 2 Tim 3, 4 predice que en «los últimos di­
endurecido su corazón». La cita no está toma­ as» los hombres (entre otras cosas) se harán
da dei texto hebreo ni de la LXX; fue refundi- «traidores, audaces, envanecidos». Spicq, No­
da probablemente por el evangelista, con tes II, 898.
arreglo a la intención de lo que él queria
enunciar. 1 Jn 2, 11 nos muestra que el odio TVtpcoviXÓç, 3 typhõnikos huracanado*
ciega a una persona: «El que odia a su herma- En Hech 27, 14 se habla de que comenzó a
no está en tinieblas (->• oxoxía) y camina en soplar un «viento huracanado (ãvepoç xu(pco-
tinieblas y no sabe adónde va, porque Ias ti­ VLXÓç)». Radermacher, Grammatik, 28s.
nieblas le han cegado los ojos». 2 Cor 4, 4 ha-
bla de los incrédulos, para quienes permanece
oculto el evangelio: en ellos «el dios de este Tvxiy-OÇ Tychikos Tíquico*
mundo ha cegado sus pensamientos (vofipa- Nombre de un companero de Pablo, que era
ta)» . ThWNT VIII, 270-294; X, 1281 (bibl.); oriundo de la provincia de Asia: Hech 20, 4.
DTNT I, 26 Is. En Col 4, 7 par. Ef 6, 21 se le llama «el ama­
do hermano y fiel servidor en el Senor». En
ambos pasajes se habla de que Tiquico infor­
T V tp o ^ai typhomai (voz pasiva) humear, mará a los destinatários de la carta acerca de
arder lentamente* Pablo; de manera parecida se contempla en
Mt 12, 20: «No apagará la mecha que ape­ Ias Pastorales la función de Tíquico: 2 Tim 4,
nas arde Q lvov tnqJÓpevov)» (cf. Is 42, 3: 12 habla de que a Tíquico se le envió a Efeso;
Xívov xajtviÇópevov). Tit 3, 12 habla de enviarle adonde «Tito».
1817 1818

Y v

v a x í v d i v o ç , 3 hyakinthinos de color de cer durante su primera proclamación dei


jacinto* evangelio en Filipos (1 Tes 2, 2; con ello los
Ap 9, 17: Los jinetes tenían corazas «de co­ sucesos narrados en Hech 16, 22-24 no ad-
lor rojo de fuego (jtiiQ L V o n ç ) y de color de ja ­ quieren la misma credibilidad histórica). El
cinto (es decir, de color rojo oscuro) y de co­ mismo fenômeno se contempla en 2 Cor 12,
lor amarillo de azufre ('&eLCÓòeiç)». 10, donde el sustantivo üPqiç se haUa en se­
gundo lugar en un «catálogo de sufrimientos»
(cf., a propósito, W. Schrage, Leid, Kreuz und
v á jíiv fto ç , OV, Ó hyakinthos jacinto* Eschaton. Die Peristasenkataloge ais Merk-
En Ap 21, 20 se menciona (como undécima male paulinischer theologia crucis und Es-
piedra) el jacinto. chatologie: EvTh 34 [1974] 141-175): Pablo
«tiene buen ânimo en la debidad (àoO^éveia),
en los maios tratos, en Ias calamidades (->
v á X iv o ç , 3 hyalinos transparente*
àváyxT] 2), en Ias persecuciones (ôicoypóç) y
En Ap 4, 6, en la descripción dei trono de
en Ias tribulaciones (->■ otevoxcoQÍa)». Así,
Dios (introducida con (bç), se menciona una
pues, el verbo y el sustantivo reflejan en Pa­
'dáX.aooa uaXívT): «un mar transparente»
blo los maios tratos físicos que él entiende
(con la adición: «como el cristal»); de manera
dialécticamente como fortaleza por la orienta-
parecida en 15, 2a.b («mezclado con fuego»;
ción que esos sufrimientos tienen («por amor
los «vencedores» se hallan en pie, con arpas,
de Cristo», 2 Cor 12, 10), o porque le mueven
junto a ese «mar»).
a una proclamación mucho más gozosa dei
evangelio (1 Tes 2, 2).
OV, lí hyalos vidrio, cristal*
3. En el resto dei N T el sustantivo üpQiç
Ap 21, 18: «La ciudad es de oro puro seme-
aparece únicamente en el discurso reproduci-
jante al cristal puro». 21, 21: «La calle de la
do literalmente dei Pablo lucano en Hech 27,
ciudad era de oro puro como cristal transpa­
10 y 27, 21. En ambos pasajes, juntamente
rente».
con Çtipía, designa los infortúnios y danos /
pérdidas» que caen sobre la tripulación de la
hybrizõ insultar, maltratar, afren- nave durante el viaje marítimo (27, 9-11 y 27,
tar* 21-26 son dos episodios insertados por el au­
nPgiç, ecoç, f| hybris arrogancia, infortúnio, tor de Hechos en el relato de un viaje; cf. H.
maltrato* Conzelmann, Die Apostelgeschichte erklürf
[HNT], sub loco).
1. Aparición en el NT - 2. Pablo - 3. El resto dei En el NT, el verbo ú PqíÇco aparece además
NT.
en los cuatro pasajes siguientes; en Mt 22, 6
Bibl.: G. Bertram, üPeiç octX., en ThWNT VIII, se halla en un «clímax», detrás de ^ XQaTÉco
295-307; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1282. (3) y delante de ->■ àjtoxxeívco, y designa la
1. En el NT el verbo aparece sólo 5 veces; acción de maltratar a los mensajeros enviados
el sustantivo, 3 veces. por Dios. En Lc 11, 45 el verbo aparece en la
formulación de una crítica: Jesus ofendería a
2, Pablo utiliza el verbo úpQÍÇco para refe- los vop,ixoí. En 18, 32 Lucas emplea el verbo
rirse a los sufrimientos que él tuvo que pade­ en la tercera predicción de la Pasión, refor-
1819 ■
uPqÍÇ - vbwQ 1820

zando el sentido dei enunciado y acompanán- ta» (cf. el uso de -> uYtaLVCo en Ias Pastora­
dolo con los verbos -»■ èp,n:aíÇa) (2) y -»■ èp- les). Para la bibliografia cf. ÚYiaívü).
jTXÍico. En Hech 14, 5 íipQÍÇco aparece junto a
X,i'9'o|3oXéco; la multitud alborotada (judios y
gentiles) en Iconio se disponía a maltratar y v y ç ó ç , 3 hygros húmedo*
apedrear a Pablo y Bemabé. En Lc 23, 31 dicese de la madera húmeda /
verde, en Ias palabras dirigidas por Jesus a Ias
G. Lüdemann mujeres que lloraban.

iíp e iç , EWÇ, lí hybris arrogancia, infortú­ Ú âQ Ía, a ç , lí hydria tinaja o cântaro para
nio, maltrato agua*
ú Pqí^o).
En Jn 2, 6.7, en Ias bodas de Caná, se habla
de Ias seis tinajas de piedra, que Jesús mandó
v P q ig t i Í ç, o C,
Ó hybristês persona que es llenar de agua. En 4, 28 se habla dei cântaro
violenta o insolente* de agua de la samaritana.
nPQiatf|ç aparece en dos pasajes dei NT, en
enumeraciones de personas viciosas: en Rom ■ÚÔQOJtOTÉM hydropoteõ beber agua*
1, 30 junto a 'UJteQfiq)avoç; en 1 Tim 1,13 jun­
El verbo, en 1 Tim 5, 23, designa la con-
to a p}iáaq)qpoç y ôicóxttiç. ThWNT VIll, ducta de rigurosa abstinência. Lo opuesto:
295-307; DTNT IV, 223s. «beber vino» (asi también en Eliano, VarHist
n , 38; cf. Dan 1, 12 LXX). Cf. -> oívoç.
DyiaiVOJ hygiainõ estar sano*
El verbo se refiere a la salud dei cuerpo: Lc VÔÇtOJlDtÓÇ, 3 hydrõpikos que padece de
5, 31; 7, 10; 15, 27; aparece además en el sa- hidropesía, hidrópico*
ludo epistolar de 3 Jn 2.En Ias Pastorales En Lc 14, 2 se habla dei âv&QConoç úÔQcn-
UYiaívü) se refiere, en sentido figurado, a la
jtixóç, dei «enfermo de hidropesia», a quien
doctrina cristiana: ôiôaoxaX ía, 1 Tim 1, 10; Jesús curó en sábado (vv. 3s).
2 Tim 4, 3; Tit 1, 9; 2, 1 (cf., a propósito, C.
Burini; Vetera Christianomm 18 [1981] 275-
285); À,ÓYOi, 1 Tim 6, 3; 2 Tim 1, 13. De esta ■UÔWQ, a t o ç , t ó hydor agua
manera, a la doctrina cristiana se la caracteri­
1. Aparición y significados en el NT - 2. Significa­
za como recta / razonable, por contraste con do literal - 3. Uso ritual - 4. Significado simbólico.
Ias falsas doctrinas, que se desvían de la doc­
trina recibida por la tradición. La expresión B ib l.: Bauer, j.v.; O. Biehn, VTcíícrl.
W õ rte r b u c h ,
«estar sano en la fe» (uYiaívco [Iv] Tf] Jtíaxei; en LThK X, 962s: J. Blank,
R e lig io n s g e s c h ic h tlic h ,
D a s E v a n g e liu m n a c h J o h a n n e sIa (GS), Düsseldorf
Tit 1, 13; 2, 2) pertenece al mismo contexto. 1981 (sobre 4, lOss); O. Bõcher, W a ss e r u n d G e is t, en
Dibelius-Conzelmann, Die Pastoralbriefe F S S tã h lin , 197-209; Id., C h r is tu s E x o r c is ta (BWANT
(HNT), 20s (excursus); ThWNT VIII, 308- 90), Stuttgart 1972, s .v . en el índice analítico; Id.,
A g u a , en DTNT I, 71-73; F. M. Braun, J e a n le T h éo -
313; DTNT IV, 141ss; RAC X, 902-945.
lo g ie n . S a T h é o lo g ie II, Paris 1972, 61-65 (sobre Jn 7,
37-39); R. Bultmann, D a s E v a n g e liu m d e s J o h a n n e s
(KEK), Gõttingen 1941, 133-136; L. Goppelt, üôtOQ,
■úyiiíÇ) 2 hygiSs sano* en ThWNTVIII, 313-333; F. Hahn, D ie W o rte v o m le-
El adjetivo se refiere, en once pasajes, a la b e n d ig e n W a s s e r im J o h a n n e s E v a n g e liu m , en F S
salud dei cuerpo: Mt 12,13; 15, 31; Me 5, 34; D a h l, 51-70; H. Leroy, R ã ts e l u n d M ifiv e r s tã n d n is

Jn 5, 4.6.9.11.14.15; 7, 23; Hech 4, 10. Tan (BBB 30), Bonn 1968, 88-99 (sobre Jn 4, 10-15); F.
MuBner, W a ss e r II. In d e r S c h r ift. en LThK X, 963-
sólo en Tit 2, 8 se emplea en sentido figurado: 965; F. Porsch, P n e u m a u n d W ort. E in e x e g e tis c h e r
el ‘kóyoc, ÚYifiç es la «predicación sana / rec­ B e itr a g z u P n e u m a to lo g ie d e s J o h a n n e s E v a n g e liu m s ,
1821 CÔCOQ 1822

Frankfurt a. M. 1974, 61-65; R. Schnackenburg, E l «a los vientos y al agua» (Lc 8, 24s). Ocho
I, Barcelona 1980, 498-500
E v a n g e lio s e g ú n S a n J u a n
almas son salvadas del dilúvio, es decir, ô f
(bibl.) (sobre 4, 10); H.-J. Venetz, « D u r c h W a ss e r u n d
B lu t g e k o m m e n » . E x e g e tis c h e Ü b e r le g u n g e n z u 1 J o h
úôaxoç (1 Pe 3, 20). 2 Pe 3, 5s predice el fin
en
5, 6, D ie M itte d e s N T. F S f ü r E . S ch w e ize r, Gõttin- cierto del mundo, y se vale para ello de la cos­
gen 1983, 345-361. mogonia judia, de ideas sobre el origen del
mundo a partir del y por medio del u ô c o q , y
1. En el NT líôcoQ aparece 78 veces, encon- del conocido paralelo, igualmente judio, entre
trándose 45 de esos testimonios en los escri­ la pasada destrucción del mundo por medio
tos joánicos: 23 en el Ev. de Juan, 4 en 1 Juan, de Ias inundaciones y la futura destrucción
18 en el Apocalipsis. 'ííôoiQ es una categoria por medio del fuego (Goppelt, 328; W. Grund-
humana fundamental (cf. Biehn); todos los mann. Der zweite Brief des Petrus [ThHK],
planos semânticos aparecen en los escritos dei sub loco). En el Apocalipsis se emplea seis
NT, aunque el significado simbólico donde veces üôcüQ en imágenes de inundaciones (1,
más claramente aparece es en el Evangelio de 15; 12, 15; 14, 2; 17.1.15; 19, 6).
Juan y en la Carta primera de Juan. El uso li­
teral se refiere a la necesidad vital de u ô c o q o 3. En el uso ritual aparecen prácticas judi­
al sufrimiento y la muerte cuando falta este as, bautistas y cristianas. Conviene distinguir-
elemento, así como a la desgracia de hallarse las, pero no separarias absolutamente.
a merced dei elemento irrefrenado (es decir, a) Al lavatorio judio de los pies se hace re­
la experiencia dei dilúvio), y al uso dei agua ferencia en Lc 7, 44 (un lavatorio no ofrecido
para el lavado. El uso ritual dei agua aparece por el fariseo a Jesus) y en Jn 13, 5 (Jesús la­
en estos tres aspectos. El punto de partida es va los pies a los discipulos). Pilato —siguiendo
la purificación, aunque probablemente la in- los ritos judios de purificación- se lava Ias
mersión en un âmbito (-> pairtiÇo) 4) y en manos (Mt 27, 24). En Jn 2, 7.9 el agua desti­
una nueva vida (-»• 4) se halle también asocia- nada a Ias purificaciones es convertida en vi-
da conjuntamente. El empleo dei término en no. En Jn 5, 4.7 se refleja la creencia popular
el NT es un desarrollo independiente dei pen- judia en el poder sobrenatural del agua de sal-
samiento dei AT (cf. Hahn); en su uso simbó­ vación (Bõcher, Christus, 22-24).
lico se encuentra influido sólo marginalmente b) En cuanto al bautismo, y con relación
por ideas gnósticas. respectivamente diversa al bautismo cristia-
no, se acentúa unas veces el bautismo de agua
2. El uso literal predomina en 30 pasajes: y otras el bautismo en el Espiritu u otras ex-
presiones parecidas (Mc 1, 8 par.; Jn 1,
a) Se hace referencia al agua potable cuan­
26.31.33; Hech 1, 5; 11, 16). Desde IgnEf 18,
do se habla de un vaso de agua fresca (Mc 9,
2 se encuentra la idea de que el «agua» (ÜÔCOQ)
41), dei hombre que lleva un cântaro de agua
de la que Jesús emergió después de su bautis­
(Mc 14, 13 par. Lc 22, 10), de mojar la punta
mo (Mc 1, 10 par. Mt 3, 16) es agua santifica­
dei dedo en agua (Lc 16, 24), y cuando se ha­
da (Goppelt, 333). Juan bautiza «cerca de Sa-
bla de agua dulce (Sant 3, 12); cf. Ap 8, lOs;
lín, porque alli habia mucha agua» (Jn 3, 23;
11,6; 14, 7; 16, 4s.l2 (Goppelt, 324s).
quizás este pasaje trate de establecer una rela­
b) En 17 pasajes se expresa la experiencia
ción entre la «paz» y el «agua»).
de inundaciones. En Mt 8, 32 (par. Mc 5, 13:
c) En el pensamiento específicamente cris-
b-á)i,aaoa), unos cerdos perecen en Ias aguas.
tiano continúa la tensión entre el bautismo con
Pedro pide que se le conceda poder caminar
üôüjQ y el don del Espiritu (Hech 8, 36-39;
sobre Ias aguas y se atreve a hacerlo (Mt 14,
10,47), pero el uôcoq sigue siendo símbolo de
28s). El muchacho es arrojado por el demonio
purificación (Ef 5, 26; Heb 10, 22; cf. 9, 19).
al fuego y al agua (Mc 9, 22 par. Mt 17, 15).
Jesus, según la formulación de Lucas, increpa 4. En Jn 3, 5 se contemplan el don del Espí-
«al viento y a Ias olas del agua» y da ordenes ritu y el agua como una unidad. En Jn 4, 7-15
1823 ÍJÔCOQ - 1)IÓÇ 1824

se asocia (ocho veces) el vòwq y la vida ver- Münster i. W. 1965, 116-121; J. Blank, Pau-
dadera; según 7, 38, esa «agua viva» brota de lus und Jesus (StANT 18), München 1968,
Jesús (Schnackenburg, Braun, sub loco) o de 258-278; -> utóç 4.c.l. - Sobre Rom 8, 23, cf.
los creyentes (Hahn, 60, y otros). Del costado J. Swetnam; Bib 48 (1967) 102-108; H. R.
de Jesús brota «sangre y agua» (19, 34), es Balz, Heilsvertrauen und Welterfahrung
decir, la eucaristia y el bautismo (en contra de (BEvTh 59), München 1971, 55-66; F. de la
G. Richter, Blut und Wasser aus der durch- Calle: EstB 30 (1971) 77-98.
bohrten Seite Jesu, Joh 19, 34b: MThZ 21
[1970] 1-21), cf. 1 Jn 5, 6.8. Recogiendo una
v ló ç , O Í, ó huios hijo*
imagen usada en el dei AT, se encuentra la ex-
presión «agua viva» en Ap 7, 17; 21, 6; 22, 1. Aparición en el NT- 2. Uso general - a) Aplica­
1.17 (sobre la historia de Ias tradiciones den­
do a los descendientes biológicos - b) En sentido figu­
rado - 3. «Hijo» e «Hijo de Dios» como títulos cristo-
tro dei NT, cf. Hahn; sobre Ias relaciones en­ lógicos - a) Antecedentes - b) Jesús - c) Los Sinópti-
tre el Evangelio de Juan y el Apocalipsis, cf. cos - d) Pablo - e) Escritos joánicos - f) El resto dei
Goppelt, 325s). NT - 4. Los hombres y su condición de hijos de Dios
- a) Antecedentes - b) Los Sinópticos - c) Otros escri­
W. Feneberg tos dei NT - d) Comparación con los escritos joánicos
- 5. «Hijo dei hombre» - a) Antecedentes - b) Uso en
el NT - c) Jesús - d) Los Sinópticos - e) Juan - f) Fue-
ra de los Evangelios - 6. «Hijo de David» - a) Antece­
■ÓETÓç, oC, ó hyetos lluvia* dentes - b) Uso.
En singular ■uetóç se halla en Hech 28, 2;
Heb 6, 7; Sant 5, 18 (5, 7 Koiné); Ap 11, 6; en B ib t.: (en general); O. Cullmann, C r is to lo g ía d e i
plural, en Hech 14, 17 (junto a «estaciones N T , Salamanca 1998, 171-260; 351-390; R. H. Fuller,
T h e F o u n d a tio n s o f N T C h r is to lo g y , London 1965,
fructíferas»; cf. Sant 5, 18). p a s s im : Hahn, H o h e ils tite l, 13-53, 242-346; Jeremias,
T e o lo g ia , 67-87, 299-320; W. v. Martitz-G. Fohrer-E.
Lohse-E. Schweizer, níóç, en ThWNT VIII, 334-395.
DÍodeoía, aç, hyiothesia designación o S o b r e « H ijo d e D io s » : B. Byme, ‘S o n s o f G o d ' -
aceptación como hijo, adopción* ‘S e e d o f A b r a h a m ’, Roma 1979; G. Delling, D ie « S õ h -
En el NT el tecnicismo jurídico por natura- n e { K in d e r ) G o tte s » im N T , en 615- F S Schürm ann,
631; A. Descamps, P o u r u n e h isto ir e d u titre « F ils d e
leza (cf. L. Wenger-A. Oepke, en RAC 1, 99- en M. Sabbe (ed.),
D ie u » , L ’E v a n g ile s e lo n M a r c ,
112) se halla atestiguado en Pablo (4 veces) y Louvain 1974, 329-571; F. Hahn, E xeg ese u n d F unda-
en Ef 1, 5. Rom 9, 4 lo aplica a la aceptación ThQ 155 (1975) 262-280; M. Hen-
m e n ta lth e o lo g ie :
dei pueblo de Israel por Dios (cf. Ex 4, 22; Is gel, Salamanca 1978; P. Hoffmann,
E l H ijo d e D io s ,
D ie O ffe n b a r u n g d e s S o h n e s . D ie a p o k a ly p tis c h e n Vor-
1, 2, donde falta, desde luego, como en la a u s s e tz u n g e n u n d ih re V e ra r b e itu n g im Q -L o g io n M t
LXX en general, el término uLo'&EOLa). El uso Kairos 12 (1970) 270-288; C. R.
11. 2 7 p a r L k 10, 22:
dei NT se centra en la «adopción» de Ias per- Kazmierski, Würzburg 1979; J.
J e s u s th e S o n o f G o d ,
sonas por Dios en Cristo: Gál 4, 5 afirma que D. Kingsbury, T h e T itle « S o n o f G o d » in M a t th e w ’s

el «Hijo» de Dios redime a los que estaban BTB 5 (1975) 3-31; W. Kramer,
G o sp el: C h r is to s K y -
Zürich 1963; W. R. G. Loader,
r io s G o tte s s o h n , Sohn
bajo la ley y (de esta manera) obra su 'u ío D e - Neukirchen-Vluyn 1981; Id.,
u n d H o h e r p r ie s te r , T he
o í a (cf. también el v. 6; cf. además Ef 1, 5). JBL 97 (1978) 525-
A p o c a ly p tic M o d e l o f S o n s h ip :
El Espíritu, que los creyentes recibieron, es 554; F. MuBner, U r s p r ü n g e u n d E n tfa ltu n g d e r n tl.
Jtveúpa n í o d e o í a ç (y no ô o n  .E Í a ç ) ; él les en L. Scheffczyk (ed.),
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d es N T , Gôttingen 1982, 82-87; R. Maddox, T he mamente relacionado t é x v o v ( q u e aparece
F un ctio n o f th e S o n o fM a n according to the Synoptic 99 veces); también -*■ italç, Jtaiôíov (24 y 52
1827 moç 1828

veces respectivamente) tienen puntos de con­ 3) El nacimiento de un hijo se menciona en


tacto con níóç; lo tiene igualmente ->• ojTÉp- Lc 1,13.36, 57 (Juan el Bautista) y 1, 31; 2, 7;
p a (aparece en total 43 veces), que en la ma- Mt 1, 21.23.25 (Jesús); cf. además Ap 12, 5.
yoría de los casos se usa para referirse a los 4) Por lo demás, se mencionan: Isaac como
descendientes en sentido literal o en sentido hijo de Abrahán o de Sara (Sant 2, 21; Rom 9,
figurado (36 veces). 9), los dos hijos de Abrahán (Gál 4, 22.30a.b),
Entre los testimonios de ulóç hay que men­ los hijos de Jacob (Jn 4, 5.12), los hijos de Jo­
cionar especialmente: 41 pasajes en los que se sé (Heb 11, 21), la adopción de Moisés como
usa ó uíóç en sentido absoluto (9 en los Si- hijo (Hech 7, 21; Heb 11, 24), los hijos de
nópticos, 1 en Pablo, 6 en Hebreos, 25 en los Moisés (Hech 7, 29), Timoteo como hijo de
escritos joánicos); se emplea además una vez madre judia (Hech 16, 1), los siete hijos de
ó uiòç ó povoyEvqç (1 Jn 4, 9). De Jesus co­ Esceva (19, 14) y el hijo de la hermana de Pa­
mo el Hijo de Dios se habla 80 veces; de la blo (23, 16).
condición de los hombres como hijos de Dios,
15 veces; en este contexto aparecen diversas b) 1) Una conexión genealógica se presupo-
expresiones: ó utòç toü '0'EOü , uíòç 'Oeoü, ne todavia en la expresión uíol TogaijA. (Mt
uiòç utjííaTou, ó ULÓç pou, ó uíòç a u to n , 27, 9; Lc 1, 16; Hech 5, 21; 7, 23.37; 9, 15; 10,
etc. Encontramos 82 veces la expresión ó 36; Rom 9, 27; 2 Cor 3, 7.13; Heb 11, 22; Ap
uíòç xoü àv&QCúJtou (14 veces en Marcos, 2, 14; cf. 7, 4; 21, 12), uíóç o uíol ’A(3gaáp
30 en Mateo, 25 en Lucas, 12 en Juan, 1 en (Mt 1, 1; Lc 19, 9; Hech 13, 26; cf. Gál 3, 7),
Hechos); aparece además 3 veces uíòç àv- en sentido especial en uíol A e u í (Heb 7, 5) y
flQCÓJtou (Jn 5, 27; con õpoioç en Ap 1, 13; en uíol ’EppcúQ (Hech 7, 16); se habla igual­
14, 14). Encontramos 15 veces la expresión mente de descendientes en sentido general
uíòç Aauíô (3 veces en Marcos, 9 en Mateo, (Hech 2, 17).
3 en Lucas). 2) Puede hablarse también de pertenencia
en un sentido no genealógico, primeramente
2. Uso general. en sentido positivo: uíol xfjç PaaLX,EÍaç (Mt
a) 1) Los hijos biológicos se mencionan en 8, 12; 13, 38; cf. 17, 25s), uíol qpcoxóç o xoü
relatos de curación (Mc 9, 17 par. Mt 17, 15 / q)(üxóç (Lc 16, 8; Jn 12, 36; 1 Tes 5, 5), uíol
Lc 9, 38.41; Jn 4, 46.47.50.53; 9, 19s; Lc 7, fipégaç (1 Tes 5, 5), xfjç àvaaxáoEtoç uíol
12: povoyevfiç uíòç), en relatos de parábolas (Lc 20, 36); uíòç EÍgf|vqç (10, 6); uíóç xóóv
(Mt 7, 9 par. Lc 11, 11; Mc 12, 6; Mt 21, 37s JtgoqpTjxcõv x a l xfjç ôiaÓ-fiXTiç (Hech 3, 25);
par. Lc 20, 13; Mt 17, 25s; 22, 2; Lc 15, uíol xoü vupcpóóvoç (Mc 2, 19 par. Mt 9, 15 /
11.13.19.21a.21b.24.25.30) y en palabras de Lc 5, 34).
Jesús (Mt 10, 37; Lc 12, 53; 14, 5). En Mt 21, 3) La misma construcción se emplea fre-
5 uíóç se refiere a un animal joven. cuentemente para expresar una cualificación
2) Con frecuencia se usa el patronímico: negativa: uíol xoü alóõvoç xoúxou (Lc 16, 8;
uíol ZE|3EÔaíou (Mc 10, 35 par. Mt 20, 20s; 20, 34), uíol xoü JtovTigoü (Mt 13, 38), uíol
Mt 26, 37; 27, 56; Lc 5, 10; cf. Mc 1, Í9s xwv tpovEuoávxcov xoüç jrgocpf|xaç (Mt 23,
par.); 2ípcov ó uíòç ’Iooávvou (Jn 1, 42; cf. 31), uíol xfjç àjtEt&eíaç (Ef 2, 2; 5, 6); uíol
Mt 16, 17); ó uíòç T ipaíou B aprupaioç (Mc üpmv (a saber, xcõv d>agiaaía)v) (Mt 12, 27
10, 46); ZayaQÍaç uíòç B agaxíou (Mt 23, par. Lc 11, 19, cf. Mt 12, 24); se emplea ade­
35); Juan el Bautista como ó ZaxoQÍou uíóç más en singular: uíòç YEÉvvqç (Mt 23, 15)
(Lc 3, 2); Jesús como ó xoü xéxxovoç uíóç para referirse a un convertido por los fariseos,
(Mt 13, 55), uíòç ’lo)of|qp o uíòç xoü ’Io)af|cp uíÈ ôtaf5óX,ou (Hech 13, 10 para referirse al
(Lc 3, 23; 4, 22; Jn 1, 45; 6, 42; cf. Mt 1, mago Elimas), uíòç xfjç ciJtooXeíaç (Jn 17, 12
16.18.25) o como uíòç xfjç M agíaç (Mc 6, para referirse a Judas Iscariote; 2 Tes 2, 3 pa­
3); dei AT: SaoüX uíòç Kíç (Hech 13, 21). ra referirse al Anticristo).
1829 IJIOÇ 1830

4) En sentido neutral Pablo habla de sí mis- te Tg sobre el Sal 2, 7). Sigue sin aclarar la cues-
mo como níòç ^apioaícov (Hech 23, 6); en tión acerca de si, junto a la idea dei Mesías como
el sentido dei discipulado se caracteriza a Hijo de Dios, se usaba también el título de «Hijo
de Dios»; basándose en el uso que se hace de es­
Marcos como utóç (ton (1 Pe 5, 13). En dos te título en el NT, eUo es probable, pero no ha
casos se explican nombres arameos; B o a- quedado documentado hasta ahora.
VTiQYÉç como 'uloi PQOVXfjç (Mc 3, 17) y 2) En el AT y en el judaísmo la idea de la filia­
BoQvaPãç como olòç JtaçaxXTjaEcoç (Hech ción divina se entiende desde la perspectiva de la
4, 36). Finalmente, hay que mencionar el autorización y de la tarea confiada por Dios. Des­
enunciado yúvai, uôe ó uióç aou, en el fondo de luego, es inadmisible contraponer antitética-
dei cual se halla la idea de la adopción (Jn 19, mente esta concepción «funcional», caracterizada
primariamente por categorias jurídicas, a una
26). concepción orientada bacia la «esencia», porque
5) Algunas veces se encuentra la expresión, todo enunciado funcional implica un enunciado
ffecuente en el AT y en la LXX, uiòç àv&QO)- acerca de la esencia. Otra cuestión distinta es si
itou o uLoi Tcõv àv&QüJJtcov como manera de pueden reconocerse otras influencias histórico-
designar a los hombres (en singular en la cita religiosas. Con ellas hay que contar ptucialmente,
dei Sal 8, 5 en Heb 2, 6; en plural en Mc 3, cuando se trata de textos dei NT. Son discutidos y
han llegado a ser cada vez más improbables los
2 8 ;E f3 . 5);-»-5. intentos de derivación a partir de una tradición
helenística específica, ya sea Ia gnosis o la idea
3. «Hijo» e «Hijo de Dios» como título dei ôstoç àvf|Q. Habrá que contar sobre todo con
cristológico que una designación de Jesús como el Hijo de
Encontramos tres concepciones fundamen- Dios, existente ya previamente, nacida de la tra­
tales: 1) La condición de Jesus de ser el Hijo dición veterotestamentaria y judia, haya sido
se fundamenta en su relación con Dios como completada con componentes helenísticos, en los
que desempena un papel el origen divino de per-
el Padre; 2) la posición como el Hijo de Dios sonas especialmente senaladas. Con ello se dan
es, en el sentido mesiánico, la designación pa­ los presupuestos para una manera ontológica de
ra el ministério de Salvador; 3) la fUiación di­ pensar, diferente y orientada metafísicamente, pe­
vina de Jesiís implica un enunciado acerca de ro con sólo un desarrollo incipiente en el NT. Es­
su ser divino sobrenatural. Las tres concep­ ta modificación, prescindiendo de los presupues­
ciones no pueden separarse ya unas de otras tos para la comprensión que existían en el âmbito
helenístico dei cristianismo primitivo, fue sugi-
en todos los casos; sobre todo, la idea conte- riéndose porque, en contraste con la tradición ju­
nida en 3) se va sobreponiendo mas y más a dia primitiva, no había que expresar la futuridad
las otras. o la allendidad de la realidad salvífica divina, si­
no el inicio de la misma por medio de la manifes-
a) Antecedentes. tación de Jesús como el Hijo de Dios.
1) Los presupuestos veterotestamentarios y ju­
dios pueden verse claramente en la tradición me- b) Jesús empleó la invocación de Pa­
sianológica, pero también en la filiación funda­ dre!». La forma aramea de la invocación ->•
mentada en la relación con el Padre (cf. el con- à p p á es característica de la ipsissima vox (Je­
cepto dei «conocer» en Mt 11, 27 par. Lc 10, 22 y
la idea de la misión en el sentido de la autoriza- remias); cf. Mc 14, 36; Lc 11, 2. La comuni-
ción y de la asignación en Gál 4, 4s; Rom 8, 3s; dad recogió en sus oraciones esta invocación
Jn 3, 17; 1 Jn 4, 9). En los enunciados mesianoló- (Gál 4, 6; Rom 8, 15). En la tradición acerca
gicos se trata de la adopción y de la designación de Jesús se hace distinción consecuentemente
dei rey que asume su oficio o que es aguardado entre «mi Padre» y «vuestro Padre» (Mt 6, 9
como tal (2 Sam 7, 14; Sal 2, 7; 89, 27s; Is 9, 5). no es una excepción, porque se trata de una
Un testimonio de la pervivencia de esta concep-
ción en la tradición posterior al AT se encuentra oración de los discípulos). Se discute si Jesús
en Qumrán (4QFlor 1, 11-13; cf. 1QS“ 2, lls; habló de sí mismo como dei «Hijo»; los dos
además hay testimonios rabínicos en bSuk 52a textos que vienen al caso, Mt 11, 27 par. Lc
[Bar.]; Tg sobre el Sal 80, 16; es de tenor diferen­ 10, 22 y Mc 13, 32 par., muestran —por lo me-
1831 moç 1832

nos- intensas superposiciones efectuadas por mesianológico (4, 8-10 par.), pero luego se
la reflexión postpascual. asoció eon los poderes milagrosos dei Hijo de
Dios (4, 3s.5-7). Más intensamente aún el ele­
c) En los Evangelios sinópticos se ha efec- mento «mi Hijo amado», procedente de la tra­
tuado redaccionalmente una uniforme con- dición acerca dei bautismo, volvió luego a
cepción total, pero pueden distinguirse toda­ plasmarse en la historia de la Trasfiguración,
via los distintos elementos de la tradición. como lo demuestra el enunciado proclamato-
1) Mt 11, 27 par. Lc 10, 22, con el uso ab­ rio en Mc 9, 7b par., y sobre todo el motivo de
soluto de ó uLóç, habla de una global transfe­ la metamorfosis. Finalmente, en la tradición
rencia de autoridad, y luego dei «conocerse» mesianológica se halla la pregunta dirigida a
recíproco (e;iU71vc()Oxeiv o yivróaxeiv) entre Jesús en Mc 14, 61 par. Mt 26, 63 (de manera
el «Padre» y el «Hijo», lo cual, según el uso distinta en Lc 22, 69s) con su combinación
de los términos en el AT, designa una unión entre ó ulòç xou EÚ?i.OYqxoü y ah eI ó XQio-
íntima de carácter total y personal. En la ex- xóç. En la confesión que Jesús hace de sí mis-
clusividad de esta relación se fundamenta la mo, en Mc 14, 62 par. Mt 26, 64, se relaciona
función reveladora dei Hijo, con la cual se esto con la expectación dei futuro Hijo dei
concede a los hombres participación en ese hombre. Mientras que la filiación divina en
conocimiento y unión íntima. El conocimien- Lc 1, 32s y Mc 14, 61s par. Mt 26, 63s per­
to mutuo no significa equiparación dei Hijo manece referida al futuro, vemos que en Mc
con el Padre, cf. Mc 13, 32 par. Mt 24, 36, 1,11 se piensa en una función mesiánica en la
donde lo de no saber cuándo será «aquella ho­ historia terrena de Jesús (de manera corres-
ra» se aplica también al Hijo. Mt 28, 19 tien- pondiente en Mt 4, 3.6 par.; Mc 9, 7 par.).
de más intensamente a la equiparación, con la 3) Un carácter distinto tiene «Hijo de Dios»
fórmula triádica dei bautismo, un pasaje en en los relatos de milagros. Mc 5, 1-20 par. Mt
que en el v. 18 vuelve a hablarse de una total 8, 28-34 / Lc 8, 26-39 está plasmado por la
trasferencia de autoridad (en este caso al Re- idea dei poder sobrenatural de Jesús sobre el
sucitado). poder, igualmente sobrenatural, de los demô­
2) La idea mesianológica se ha recogido en nios. La expresión - a modo de conjuro- de
el breve himno de Lc 1, 32s, que habla de la Mc 5, 7 (con uíè xoü h-Eoh xoh urpLaxon, cf.
concesión dei nombre níòç nrjjíaxou, de la Mt 8, 9; Lc 8, 28) quizás se entendió original­
entronización en el «trono de David» y de la mente, como Mc 1, 24 par. Lc 4, 34 (con la
soberania ilimitada sobre la «casa de Jacob». invocación ó ãyioç xoü ■&e o ü ) desde la pers­
También el relato sobre el bautismo de Jesús pectiva de la autoridad especial de Jesús, pero
contiene rasgos mesianológicos (indepen- luego se interpretó desde la perspectiva dei
dientemente de la cita dei Sal 2, 7 en Lc 3, 22 ser sobrenatural de Jesús (cf. la coordinación,
D it). El hecho de que, al mismo tiempo, se seguramente premarquina, con Mc 5, 21-43
haga referencia a Is 42, 1 no suprime esta re- par., especialmente 5, 28ss par.). Y, así, el mo­
alidad; el texto de Mc 1,11 par. Lc 3, 22, con tivo fue recogido también por Marcos en el
su carácter de promesa, nos permite conocer sumario de 3, 11. Lo mismo hay que decir de
todavia que originalmente se pensó en una de- Mt 14, 33.
signación para la filiación divina, lo cual para Con este presupuesto hay que entender
los evangelistas no desempena ya ningún pa­ también la historia de la Trasfiguración, por­
pel, y en el lugar paralelo de Mt 3, 17 se ha que por medio de la metamorfosis de Mc 9,
corregido expresamente mediante el carácter 2b par. el ser sobrenatural de Jesús habrá de
de proclamación. revelarse a los discípulos. Aqui podremos de-
Asimismo, la historia de la tentaeión, toma­ jar en suspenso la cuestión de saber hasta qué
da de Q (dos veces «Hijo de Dios» en Mt 4, punto esta nueva plasmación, que presupone
3.6 par.), se entendió originalmente en sentido pensamiento helenizado, se efectuó todavia
1833 moç 1834

en terreno palestinense o sólo en el âmbito de cíproco entre el Padre y el Hijo (10, 22). Una
la primitiva cristiandad helenística. peculiaridad se da en 22, 67-70, en el interro­
En este complejo, habrá que mencionar fi­ gatório ante el Sanedrín: la doble pregunta
nalmente Lc 1, 35 (cf. 1, 30s.34), donde la fi- que aparece en Mc 14, 61, se ha desglosado
liación divina de Jesús se motiva con el naci- en dos preguntas en Lc 22, 67-69.70; a la pre­
miento virginal (la cosa es distinta en Mt 1, gunta de si es el Cristo, Jesús responde con la
18-25, donde sólo se trata dei cumplimiento afirmación de que el Hijo dei hombre está
de Is 7, 14; redaccionalmente se introdujo sentado (a partir de ahora) a la derecha de
luego en Mt 2, 15 la filiación divina). Dios; a la pregunta de si él es el Hijo de Dios,
4) Los evangelistas unifican Ias diversas responde; «Yo lo soy».
tradiciones trasmitidas. Marcos creó una inte- 6) Mateo tiene la más marcada cristología
resante matriz: mientras que la filiación divi­ dei Hijo de Dios (aqui se hallan además la
na caracteriza la esencia oculta de Jesús, que mayoría de los testimonios: 15 en Mateo fren­
se reveló ya aisladamente durante su vida te­ te a 8 en Marcos y 10 en Lucas). Mateo llama
rrena y que se hizo manifiesta por su resu- a Jesús hijo de Abrahán e hijo de David (1, 1),
rrección. Ias sentencias acerca dei Hijo dei a fin de caracterizarle como quien da cumpli­
hombre 5) caracterizan el camino y el en­ miento a la promesa dei AT y como el Mesías;
cargo de Jesús. Después de 1, 11 y 9, 7, la enlaza primeramente el nacimiento virginal
confesión (insertada redaccionalmente) dei con la tipologia de Moisés, e introduce des­
centurión pagano, que declara en 15, 39 que pués el predicado de Hijo de Dios (2, 15).
Jesús es el Hijo de Dios, se halla formulada Que Jesús es por su esencia el Hijo de Dios,
contemplando retrospectivamente la vida te­ lo muestran especialmente la trasformada na-
rrena y la muerte de Jesús (cf. 12, 6-8). La rración dei bautismo, la historia de Ias tenta­
confesión de fe en Cristo en 8, 29 combina ciones y Ias tradiciones de milagros (3, 17; 4,
enunciados acerca de la esencia de Jesús y de 3.6; 8, 29; 14, 33), así como la palabra acerca
su función, como aparecen ya en 8, 30-33 y 9, dei conocimiento recíproco entre el Padre y el
2-13. El texto de 1, 1, discutido por la crítica Hijo (11, 27). La nueva versión de 16, 13-17,
textual, contuvo ya originalmente, como es con su confesión ou ei ó x q l o t ó ç ó ulòç x o õ
probable por su correspondência con 8, 29 y ^Eon ^cõvxoç, muestra que la idea de la filia­
con 1, 11; 9, 7; 15, 39, la predicación de Hijo ción divina en conexión con la de la mesiani-
de Dios. dad ha pasado a primer plano. La historia de
5) Para Lucas la filiación divina de Jesús es la Trasfiguración (17, 2) hace que resalten
cosa obvia, pero, como se ve por el libro de más intensamente que en la versión de Mar­
Hechos (con mención explícita únicamente en cos los rasgos sobrenaturales, pero especial­
9, 20; 13, 33 y 8, 37 v.l.), no ocupa un lugar mente la historia de la Pasión (cf. también 21,
central. El evangelista suprimió Mc 13, 32; 37-41) acentúa varias veces la filiación divina
trasformó además Mc 15, 39, y en Lc 23, 47 de Jesús (26, 63s; 27, 54 siguiendo a Marcos;
sustituyó UÍ.ÒÇ ■Oeoü por ôíxaioç. Desde el 27, 40.43 redaccional). El Evangelio conclu-
nacimiento virginal, el evangelista contempla ye con la fórmula bautismal triádica, asociada
la filiación divina de Jesús fundamentada en con el enunciado acerca dei pleno poder (28,
la acción dei Espíritu. Los pasajes de 3, 22a; 19). Vemos, pues, que el cumplimiento de la
4, la.b; 4, 14.18 muestran que Lucas está in- promesa dei AT culmina en Mateo con una
teresado en una cristología dei Espíritu. Este comprensión cristiana pronunciada acerca de
interés general es evidente en la recepción Jesús como el Hijo de Dios.
que él efectúa de la historia de Ias tentaciones
(4, 3.9), dei reconocimiento por parte de los d) En Ias siete Cartas paulinas que indiscu-
demonios (4, 41; 8, 28), de la historia de la tiblemente son autênticas, la expresión «Hijo
Trasfiguración (9, 35) y dei conocimiento re­ de Dios» aparece sólo 15 veces (7 en Roma-
1835 \)lOÇ 1836

nos, 2 en 1 Corintios, 1 en 2 Corintios, 4 en Dios» que se ha derramado en los corazones


Gálatas, 1 en 1 Tesalonicenses). Contrasta de los que participan de la condición de hijos.
con ello el empleo unas 217 veces de Chris- Para la expectación escatológica es significa­
tos, y 187 veces de Kyrios. En Ias deutero- tivo el enunciado, afín a Flp 3, 21, acerca dei
paulinas, la predicación aparece una sola vez ser hechos conforme a la e ix ò j v x o ü uloü aú-
en Colosenses y otra vez en Efesios. Toü en Rom 8, 29, lo cual, según 8, 23, se ha­
1) Pablo recoge elementos de la tradición. lla en conexión con la uLO&eaía en el sentido
Rom 1, 3b.4a asocia la fiüación divina con la de la à3XoX,úxga)Otç xoü orópaxoç 'q[r(õv. El
instalación en el ministério celestial dei Me- único uso absoluto de utóç (1 Cor 15, 28) per-
sías en virtud de la resurrección; 1 Tes 1, 9s, tenece también a este contexto. De todo esto
que habla dei Jesús resucitado que ha de re­ se deduce que -en Pablo- los pasajes, relati­
tornar, presupone implicitamente esta idea. vamente escasos, en que se habla dei Hijo de
En Gál 4, 4s la misión dei Hijo de Dios fun­ Dios, representan, no obstante, una extensa
damenta la aceptación de los hombres en la concepción cristológica.
adopción de hijos (una idea completada por 3) Col 1, 13 habla de la redención dei poder
Pablo en los vv. 4d.5a, y posiblemente tam- de Ias tinieblas y dei traslado eIç xfjv PaatX.E-
bién en el v. 4c; en Rom 8, 3s esta idea se usa íav xoü ULOÜ xfjç àyájxqç aüxoü, con lo cual
independientemente). En otros dos lugares, se recoge, por un lado, el motivo dei «Hijo
Gál 2, 20 y Rom 8, 32, el enunciado acerca amado», tomándolo de Ias historias dei bau-
dei Hijo de Dios se combina con la fórmula tismo y de la Trasfiguración, y, por otro lado,
tradicional acerca de la entrega. se piensa, como en Rom 1, 4a, en el senorío
2) El marco dei fragmento de la tradición dei Exaltado, un senorío dei que participan
recibida en Rom 1, 3a.4b muestra que, para los bautizados (cf. v. 14). E f4, 13 habla de la
Pablo, la filiación divina determina en su to- fe y dei conocimiento dei Hijo de Dios.
talidad la persona y la historia de Jesús. Se
trata aqui dei contenido dei mensaje evangéli­ e) En los escritos joánicos convergen varias
co, lo cual se aplica igualmente a Rom 1, 9 y tradiciones. Lo sorprendente es la estrecha
2 Cor 1, 19. En la fórmula de misión, no sólo vinculación de «Hijo» o «Hijo de Dios» con
es importante para Pablo la concesión de ple­ «Hijo dei hombre» (-> 5).
no poder, sino también la vinculación con la 1) En el Evangelio de Juan y en Ias Cartas
idea de la preexistencia y con la idea de la ve- de Juan se usan altemativamente y sin dife­
nida dei delo, como podemos verlo en Rom rencia alguna ó ulóç y ó ulòç xoü ü^eoü (cf.
8, 3s (que recuerda a Flp 2, 6-8) lo de Jtép,- Jn 3, 16-18; 1 Jn 5, 9-13). Pero se trata de tra­
ij;aç èv óp.oLa)p,ati oagxòç áp,aQxíaç (una diciones diferentes, como se ve por el corres-
idea que se presupone también en yevÓ[xevoç pondiente uso en cada caso: en ó ulóç la rela-
èx ytJvaixóç, en Gál 4, 4c). En el centro se ción no es con ó ■0'EÓç , sino con ó Jtaxfig; así
halla la muerte de Jesús, como resalta por se explica la expresión, no usual, ó ulòç xoü
Rom 5, 10; Gál 2, 20, por el èiayoQáÇELV de Jtaxgóç (2 Jn 3; cf. 1 Jn 1, 3). En ó ulòç xoü
Gál 4, 5a, y por el enunciado x a i Jtegl áp.aQ- ^Eoü se reconoce el origen en la tradición
TÍaç xaxéxQLvev xfiv á(xaQTiav èv x ô oag- confesional: om el, Jn 1,49; 11, 27; oúxóç èo-
xí, en Rom 8, 3b. Según Gál 1, 15s, la voca- XLV, 1, 34; moxEÚCü E iç o õxl , 3, 18; 20, 31
ción de Pablo para ser el apóstol de los genti- (cf. 3, 36); 1 Jn 3, 23; 5, 5.10a.l3;
les se fundamenta en que Dios hizo que su Hi­ õxi, 1 Jn 4, 15 (pero cf. también 2, 22s); ol-
jo (exaltado) se revelara a Pablo. ò a p e v OXL, 1 Jn 5, 20a; a esto se anade el uso
Para todos los creyentes lo que importa es de formulaciones dei credo: Jn 11, 27; 1 Jn 1,
la xoivoavía xoü uioü aúxoõ (1 Cor 1, 9) y 7; 3, 8; 4, 9b. 10b; 5, 20a.
una vida en la fe en el Hijo de Dios (Gál 2, En ó ulóç se reconoce la misma tradición
20). Gál 4, 6 habla dei «Espíritu dei Hijo de que aparece también en los Sinópticos; moti-
1837 moç 1838

vos fundamentales son la misión por el Padre 3) No cabe duda alguna de que la concepción
y la trasferencia de plena autoridad. Hay for- joánica nació de genuinos presupuestos cristianos
mulaciones tradicionales en el motivo de la primitivos. Son improbables Ias influencias ex-
tranas de carácter histórico-religioso, y a lo sumo
misión en Jn 3, 16s (reelaborado redaccional- tales influencias no hicieron más que cooperar
mente) y en 1 Jn 4, 14b; cf. los enunciados so­ para la estmcturación consecuente de la cristolo-
bre «el Padre que me ha enviado». La trasfe­ gía dei Hijo. La cristología y la soteriología se
rencia de plena autoridad la encontramos en hallan unidas entre sí de manera sumamente ínti­
Jn 3, 35 (cf. 3, 3; 17, 2) y se halla también en ma. Se trata de la acentuación de la autoridad ex­
el fondo de la sección, plasmada redaccional- clusiva de Jesús para la revelación, y de su ilimi­
mente, de 5, 19-27. En 3, 35 y 5, 20 se en- tado poder para hacer de mediador de la salva­
ción. La posición de Jesús como el Hijo de Dios
cuentra el enunciado acerca dei amor dei Pa­ es expresión de su ser divino, sin que en este pun-
dre al Hijo, lo cual corresponde al motivo dei to Ias reflexiones metafísicas desempenen ya td-
conocimiento en Mt 11, 27 par. (aunque no se gún papel. Aunque la preexistencia y la actividad
habla de reciprocidad en el amor). actual dei Exaltado se realzan insistentemente,
2) La concepción joánica entiende la mi­ sin embargo la encamación y la muerte en la cruz
sión en el sentido dei acto dei descender dei ocupan un lugar central y no quedan atenuadas
por el testimonio de fe adquirido desde la pers­
cielo (Jn 3, 13; 6, 33.38.41s.50s) y de la en- pectiva de Pascua (Jn 2, 22; 12, 16; 14, 26). Se
camación dei Logos preexistente (1, 14). El trata dei testimonio acerca de Jesús como el úni­
Hijo participa de la Divinidad dei Padre (1, co que trae la salvación: de Jesús que viene dei
Ic). Puesto que él dice de sí uíòç xoü '0'eoõ Padre y que nos conduce al Padre.
Eip.1 (10, 36), lo cual es la razón para su con­
dena (19, 7), se le acusa de blasfemar contra f) En cuanto a los demás escritos dei NT, la
DioS, ÕTl OV ãv&QCOJtOÇ mv JtOlElÇ OEaUTÒV expresión «Hijo» o «Hijo de Dios» aparece
■&EÓV (10, 33; cf. 20, 28). A él, como el Reve­ 12 veces en Hebreos, una vez en 2 Pedro y
lador que es (1, 18), Dios se lo ha confiado to­ otra en el Apocalipsis.
do; el que ve al Hijo y cree en él, tiene la vi­ 1) Para la Carta a los Hebreos, ’Iijooüç ô
da eterna (§, 40; 3, 36) y posee verdadera li- ulòç toij '&EOÕ es la confesión cristiana co-
bertad (8, 36), pero en él -e n el H ijo- está mún, como se ve por la exhortación xp ax ã-
viendo al mismo tiempo al Padre (cf. 12, 45; pEv Tfjç ó[toX,OYÍaç ( 4 , 1 4 ) . Eso mismo habrá
14, 9). Porque así como el Hijo no hace nada que aplicarlo, cuando se habla de una nega-
por sí mismo, así también él hace todo lo que ción dei Hijo de Dios ( 6 , 6 ; 1 0 , 29). La tipo­
es voluntad y obra dei Padre (5, 19s). logia de Melquisedec (7, 3) muestra que el
Puesto que él es quien trae la salvación al «Hijo de Dios» se entiende como una persona
mundo (3, 16s; 11, 27; 1 Jn 3, 8; 4, 9s.l4), se eterna y divina. El enunciado fundamental
le ha concedido el juicio y el ÇmoTtoiEtv (5, acerca dei «Hijo» trata de su mediación en la
21-23.26s); ambas cosas son realidad actual creación, de su función de conservación, de
(Jn 5, 24s, cf. 3, 18-21). Por eso, la fe en el su acción salvífica y de su estar sentado a la
Hijo decide sobre la salvación y la perdición derecha de Dios; se le describe como àjtaú -
(3, 36; 5, 24; 1 Jn passim), y quien honra al yao[ia xtíç ô ó lq ç x a i xagaxxfiQ xfjç ímoo-
Hijo, honra al Padre (Jn 5, 23). Por tanto, hay xáoEüoç auxoü (a saber, ■9’e o ü ) ( 1 , 2s). Al
que «permanecer» en el Hijo y en el Padre (1 mismo tiempo, Hebreos recoge Ias promesas
Jn 2, 24; 5, 20b; o en la «doctrina de Cristo», mesiánicas dei AT (Sal 2, 7 en Heb 1, 5; 5, 5;
2 Jn 9). Y, así, la glorificación dei Hijo y dei 2 Sam 7, 1 4 en Heb 1, 5; Sal 4 4 , 7s en Heb 1,
Padre se realiza ya en la tierra (Jn 11, 4; 14, 8). A diferencia de Moisés como DEpájicov,
13; 17, la.b); la glorificación dei Hijo incluye Cristo es uiòç litl xòv oLxov auxoü (a saber,
su muerte en la cruz e igualmente su resurrec- "dEOÜ) (3, 5s). Aunque él es el Hijo, tuvo que
ción y presencia viva (cf. Jn 7, 39; 12, 23-26; aprender obediência por medio dei sufrimien-
13,31; 17, 4s). to (5, 8), pero llegó así a la perfección para
1839 moç 1840

siempre (7, 28). Enlaza luego con este motivo b) En los Evangelios sinópticos el motivo
la doctrina, característica de Hebreos, acerca surge sólo aisladamente. Clarísimamente re­
dei ministério de Cristo como Sumo Sacerdo­ ferido al futuro se halla el enunciado -com ­
te (2, 17; 4, 14-16; 6, 20; 7, 1-10, 18). pletado—en el diálogo con los saduceos en Lc
2) En 2 Fe i, 17 se hace referencia a la voz 20, 36d (cf. Mc 12, 25 par. Mt 22, 30), según
dei cielo, que se escuchó en la Trasfiguración el cual los partícipes en la resurrección (nlol
de Jesus. E nrip 2 ,18, la misiva enviada a Tia- àvaoxáascoç) serán uiol 0 ' e o ü . Por un lado,
tira comienza con estas palabras: xáôe Xéyei hay que tener en cuenta la contraposición a
ó níòç Toü deon. En esa misiva se recogen los níoi xon aímvoç xoúxou; por otro lado,
elementos de la visión de la vocación en 1, hay que tener también en cuenta la afirma-
14s, en la que se describe una aparición dei ción: onóè yaQ àjto'&av8iv exi ôúvavxai,
Hijo dei hombre (1, 13). Esto nos hace ver loáYYEXoi yàg elaiv: la participación en el
que Ias dos concepciones de la majestad se mundo celestial es requisito indispensable.
han mezclado entre sí. De manera correspondiente, en Lc 6, 35 se
promete recompensa escatológica y condición
4. Los hombres y su condición de hijos de futura de hijos de Dios a quienes amen a los
Dios enemigos; lo de EOEodE nlol nxjtíoxon se fun­
damenta con la referencia a la bondad de Dios
a) El AT, además de la designación de los seres hacia los ingratos y malvados. Es distinto el
celestiales como «hijos de Dios» y dei uso mesia-
nológico de «Hijo de Dios», conoce también el lugar paralelo Mt 5, 45, donde, en virtud de
motivo de la filiación divina para referirse a Is­ una realización dei amor a los enemigos, se
rael. Ex 4, 22s (Israel como «hijo primogênito», habla de la condición de hijos de Dios, posible
destinado a servir a Yahvé) es un texto difícil de ya en el presente (ojtcoç Y^'V'no'9'E níoi mX.).
encuadrar en la historia de Ias tradiciones. Los Pero no se trata de que los hombres en general
testimonios más antiguos son Os 2, 1: «Hijo dei tengan la condición de hijos de Dios, sino de
Dios vivo», y 11, 1: «De Egipto llamé a mi hijo»;
que la tengan los que van en seguimiento de
luego hay testimonios en Isaías, Jeremias, Deute-
roisaías y Tritoisaías y en el Deuteronomio. Se Jesús y realizan la justicia (5, 20); la actividad
trata siempre de la elección de Israel y de la soli- presente de Dios es expresión de su misericór­
citud que el Padre siente por él. dia hacia todos los hombres, esa misericórdia
Esta idea continua en el judaísmo palestinense, que él les muestra por ser su Creador.
aunque la persona fiel a la ley se convierte en el Puesto que el reino de Dios ha comenzado
critério por el cual principalmente los piadosos ya, se ha abierto el acceso a la condición de
son considerados como hijos de Dios (cf. Eclo 4,
10); además, la filiación divina, como sustancia hijos de Dios: en Mt 5, 9 se considera dicho-
de lapromesa, se traspone al eschaton (Jub 1, 24s; sos a los EiQTivojtoLOÍ, y en la frase siguiente
SalSl 17, 27.30; Hen [et] 62, 11; AsMo 10, 3; se dice: 6xi nlol heon xXiYfrriaovxai. El
TestJud 24, 3). En el âmbito dei judaísmo hcle- enunciado en futuro, como en 5,4-8, sirve pa­
nístico, esta tendencia se hace aún más clara (cf. ra motivar en el presente la promesa de salva-
Sab 2, 10.13.18; 5, 5 y p a s s in i) . El uso metafóri­ ción. Puesto que, según 5, 3.10, se ha conce­
co, que comienza en el AT (Sal 103, 13; Prov 3,
lls), se entiende en sentido propio (cf. Sab 12, dido la pertenencia a la paaiÀEÍa xmv otiQa-
21; 16,10). vcõv, aquellos a quienes se considera dichosos
En Füón, los sábios y perfectos llegan a ser hi- pueden participar ya en el futuro bien salvífi-
jos de Dios en virtud dei verdadero conocimiento co (cf. 17, 25s). Mientras que Lucas sigue la
(cf. Conf 145-148; SpecLeg I, 317s); aunque Fi- tradición judia, encontramos en Mateo una
lón acentua la patemidad de Dios sobre la crea- concepción cristianizada de los hombres co­
ción y designa al cosmos como «hijo (más joven)
de Dios» (Imm 31s; Migr 193), sin embargo pro­ mo hijos de Dios.
cura no hablar de los hombres como «hijos», y
prefiere emplear en este caso el término Ijtyova c) La idea de la condición de los creyentes
(cf. Op 10 y 75). de ser hijos de Dios la encontramos más in-
1841 moç 1842

tensamente elaborada en otros escritos dei dad que 2, 10 no establece una relación inme-
NT. diata entre el Hijo y los hijos, pero la filiación
1) Rom 8, 19 nos hace ver que la expecta- de Cristo es el tema de 1, 1-14; esto se acen­
ción escatológica desempena un papel esen- tua mediante la interpretación cristológica dei
cial en Pablo (la creación aguarda la revela- Sal 8, 5-7 en Heb 2, 5-9. Con lo de àQXTiyòç
ción de los nloi Ton ■&eoã5). 8, 23 habla de la xfjç acoxTiQtaç, en 2, 10, se hace referencia a
-> uíoHEOÍa en el sentido de la «redención la función de Cristo consistente en llevar la
dei cuerpo». Ahora bien, la condición de hijos salvación a los JtoX,X.ol uLoí. Pues bien, así
no es para Pablo un bien salvífico unilateral­ como el «Hijo» tiene que sufrir por solidari-
mente futuro, sino que se encuentra ya pre­ dad con los hombres (2, lOb.14-18; 4, 15; 5,
sente; o ao i y àQ J iv e ú fta x t H eo ü d Y o v x a i, 7-9), así también los «hijos» tienen que so-
oíixot DÍol Heob síaiv, 8, 14. Los creyentes portar sufrimientos en el sentido de una co-
poseen el «Espíritu de adopción» y, por tanto, rrección impuesta por Dios (12, 5-8 con cita
pueden clamar también: «jAbba, Padre!» (8, de Prov 3, lls).
15). Así que el Espíritu atestigua que nosotros 3) Ap 21, 7 emplea el motivo de la filiación
somos xé>cva DeoC y, como tales, xX,r|çovó- divina en el contexto de la participación en la
[xoi, que, como coherederos con Cristo, va­ futura salvación, y lo hace así refiriéndose a
mos al encuentro de la gloria futura (8, 16s). la promesa mesiánica de 2 Sam 7, 14 dirigida
Gál 3, 26-4, 7 habla aún más específica­ a todos los que han sido salvados. La misma
mente: los hombres son uíol Deou «por la fe cita, con ligeras modificaciones y ampliada,
en Cristo Jesús» (3, 26) y porque están bauti- se encuentra también en la inserción deutero-
zados en Cristo (3, 27). Esto tiene su funda­ paulina en 2 Cor 6, 14-7, 1, pero en este caso,
mento en la misión dei Hijo de Dios; porque en el v. 18, se hace referencia a la comunidad
ésta aconteció iv a xf]v uLodeoíav àJtoXá(3o)- terrena de salvación, a la que se considera co­
[tev (4, 4s). Por eso Dios envió «el Espíritu de mo vaòç D e o í ) ^ cõvxoç (v . 16).
su Hijo», que no sólo hace posible que clame­
mos jAbba! (4, 6), sino que libera de la servi- d) Hay que comparar brevemente el Evangelio
dumbre, nos concede graciosamente la liber- de Juan y Ias Cartas de Juan. Falta en ellos cual-
quier uso de uíóç para referirse a los creyentes,
tad y nos hace herederos (4, 1-3.7). La condi­
porque este concepto se emplea en sentido exclu­
ción de hijo es expresión de la participación sivamente cristológico. Pero, en cuanto a la reali-
que se nos ha concedido en la propia filiación dad objetiva, existe cierta correspondência; por­
de Jesús, participación que se halla corrobora­ que, por un lado, se habla de x é x v a ■dEoü (Jn 1,
da por el Espíritu como «primicias» (Rom 8, 12; 11, 52; 1 Jn 3, 1.2.10; 5, 2), y, por otro lado,
23), y que experimentará en el futuro su con- se habla de «ser engendrado por Dios» o «nacer
sumación. Rom 9, 26 aplica Os 2, 1 LXX a la de lo alto» (Jn 1, 13; 3, 3-8; 1 Jn 2, 29; 3, 9a.b; 4,
7; 5, 1.4.18a.b; cf. 3, 9; o jté g p a aúxoü [a saber,
comunidad de salvación, integrada por judios xoü ÔEOü]). Para la tradición joánica está clarísi-
y gentiles (cf. 9, 24). mo que se trata de un bien salvífico presente (1 Jn
3, 2a; vüv xéxva ■&eoü èopEv) y que la vida en la
Es notable el empleo dei término jurídico fe y en el amor son características dei mismo. Los
uíoHEOÍa, referente a la adopción, porque en Gál enunciados acerca dei ser engendrados permiten
4, 5 y Rom 8, 15.23 (de manera parecida en Ef 1, reconocer la conexión original con la tradición
5) la concesión de la adopción tiene importância dei bautisrao (cf. 1 Jn 2, 26-29). Por lo demás,
decisiva. Claro que el concepto designa también aqui sigue estando también visible el horizonte
la condición jurídica de un hijo, porque ulóxqç no escatológico (3, 2b).
es aún un término corriente en Ias lenguas clásica
y helenística; así en Rom 9, 4 (también en 8, 23).
5. «Hijo dei hombre».
2) También la Carta a los Hebreos vincula a) Antecedentes
la condición de hijos y la consumación esca­ 1) Filológicamente está bien claro que la ex­
tológica con la obra salvífica dei Hijo. Es ver- presión, inusitada en griego, con dos artículos de-
1843 VLOÇ 1844

terminados (ó niòç Toti àvô^Qrájion), se deriva probable una influencia secundaria. En el caso de
de una combinación semítica de palabras. En el una dependencia inmediata, quedaria por explicar
AT ben- ’ãdãm se emplea en singular, con lo cual la transición de la locución comparativa «como
el término ’ãdãm -que ordinariamente es colecti- un hijo dei hombre» al uso que se hace de esta ex­
vo- se aplica a una persona individual. La forma presión en el NT. Además, en el texto de Dan 7 se
determinada ben-hã'ãdãm se halla atestiguada trata de una imagen para referirse al «pueblo de
por vez primera en Qumrán (IQS 11, 20). Las co- los santos dei Altísimo» (7, 21s.27); pero detrás
rrespondientes expresiones arameas, por faltar en de la visión se halla una tradición más antigua (7,
esta lengua el término ’ãdãm, dicen: bar-('‘)nãs o 9s.l3s). Es difícil decidir hasta qué punto se trata
bar.(‘‘)nãsã’. Es indiscutible que en arameo no de una figura individual con la función de ser me­
existe diferencia fundamental entre la forma de­ diador de la salvación.
terminada y la forma indeterminada, y que ambas De todos modos, Hen (et) 37-71 podría depen­
pueden usarse como término colectivo y como der de ahí (Theisohn). Pero se discute no sólo la
término individual (Vermes, Jeremias, Bowker). antigüedad y el origen de las imágenes, que -a di­
Se discute la equiparación con hãhú’ gabrã’ y ferencia de otras partes dei libro de Henoc—no se
el empleo de bar-nãs o bar-nãsã’ como circunlo- hallan atestiguadas en Qumrán, sino también el
cución para decir «yo» (Fitzmyer en contra de carácter de la designación etiópica con que se ha­
Vermes). A diferencia de hãhú’gabrã’ vemos que ce referencia a la figura dei Hijo dei hombre. 4
bar-nãsã’ puede referirse perfectamente al ha- Esd 13, 2 vuelve a mostramos la locución compa­
blante, aunque no es un sustituto claro dei «yo» rativa, pero, eso sí, referida a una persona indivi­
(en contra de Jeremias). En los Evangelios, en el dual con función de juzgar y de salvar. En ningu-
caso de un empleo en sustitución dei «yo», las na parte aparecen manifiestamente los anteceden­
palabras acerca dei Hijo dei hombre terreno po- tes para el uso de «Hijo dei hombre» en el NT. Así
drían ser el punto de partida de la tradición. Por el que será preferible pensar en una tradición afín,
contrario, si la forma aramea dei término es una que debe dilucidarse por medio dei NT (Colpe).
designación para referirse a «alguien», «un hom­ En todo caso, en los testimonios dei judaísmo
bre», «el hombre», entonces habría que sospechar primitivo que se conservan, aparece la figura de
que el empleo primário de la expresión se da en un hombre celestial, cuya función principal está
las palabras acerca dei Hijo dei hombre que vie- relacionada con el juicio y la salvación, y que ais-
ne. Puesto que la forma griega, con doble artícu­ ladamente está integrada también en expectacio-
lo determinado, seguramente no es casual, existe nes internas de este mundo (Müller). Claro que
probabilidad de que la forma determinada bar- en ninguna parte se observa un empleo de esta
nãsã ’ se emplee para designar a una determinada expresión como título (Leivestad, Vermes); habrá
figura, distinta dei hablante. que dejar en suspenso la cuestión de saber si exis­
2) Si «Hijo dei hombre» procede dei lenguaje tia ya en la época pre-cristiana.
cotidiano, entonces no hay que contar con que Puesto que en las palabras dei NT acerca dei
existan conexiones histórico-religiosas. Sólo ha- Hijo dei hombre hay un intenso entrelazamiento
brá que preguntsirse si Io de ser hombre se halla con motivos apocalípticos (Lindars), incluso con
especialmente acentuado (Leivestad y otros). - Se respecto a la èÇouoía concedida a Jesús y a la
ha sospechado frecuentemente la relación con orientación casi general hacia el juicio final
una tradición acerca dei «hombre primordial» (Maddox, Function), es sumamente probable que
(Urmensch) (últimamente Borsch [1967]). Pero el empleo de bar-nãsã’ para otra figura humana
esta relación no se puede probar (Colpe), por lo (distinta) estuviera asociada ya con esta tradición
menos en el sentido de una dependencia directa. - apocalíptica.
La relación, afirmada ocasionalmente, con la for­
ma que tiene Ezequiel de dirigirse, que es la de b) Uso en el NT
ben- ’ãdãm, es por de pronto improbable, porque 1) Es innegable que el Hijo dei hombre en el
no aparecen formas de vocativo. NT se identifica en todas partes con Jesús. Los
A causa de los puntos de contacto con Dan 7, logia acerca dei Hijo dei hombre, en los Evange­
13s, habrá que admitir una conexión con ese lios, aparecen únicamente como enunciados de
texto y con sus ideas. Se discute si existe una de­ Jesús acerca de sí mismo (la cosa es distinta en
pendencia inicial o una dependencia secundaria; Hech 7, 56 y en citas dei AT que se hallan en Heb
además, si habrá que adimtir una dependencia di­ 2, 6; Ap 1,13; 14,14). Por eso, la expresión «Hi­
recta o una depentencia mediatizada por una tra­ jo dei hombre» se emplea siempre como una de­
dición posterior a Daniel. Es sumamente im­ signación con que Jesús se senala a sí mismo; el
1845 U IO Ç 1846

sentido es casi el de un título. Se observa una 5) En la cuestión acerca de la autenticidad,


transición hacia un empleo titular directo en Jn 9, habrá que contar con que los logia fueron reela-
35; 12, 34c; Hech 7, 56 (cf. también la combina- borados (Hooker), lo cual no significa que todos
ción con un sustantivo en Mt 24, 27.30a.37.39; sean de origen secundário (Vielhauer, Perrin). Si-
Lc 17, 22.26), aunque esta transición no se haya gue siendo una cuestión debatida la de saber si
efectuado plenamente en ninguna parte. Se trata Ias palabras acerca dei Hijo terrenal dei hombre,
siempre de la majestad de Jesús. Para caracterizar incluidos posiblemente los enunciados acerca de
la condición de Jesús de ser hombre, la expresión la Pasión, son Ias sentencias originales (Sschwei-
«Hijo dei hombre» se emplea por vez primera en zer, Leivestad, Vermes y otros), o si lo son Ias pa­
IgnEf 20, 2, y luego en Bem 12, 10; Justino, Dial labras acerca dei Hijo celestial dei hombre (Tôdt
100, 3 (sobre Heb 2, 6 >■f.2). Por tanto, no viene y otros).
al caso la traducción de «(un, este) hombre» para
los textos dei NT, sino únicamente (lo mismo que c) En la cuestión acerca de si Jesús empleó,
en griego) la expresión enfática «Hijo dei hom­ él mismo, la designación de Hijo dei hombre,
bre». son decisivos los pasajes en los que se yuxta-
2) La división de los logia dei Hijo dei hombre
en tres grupos tiene sentido, cuando se trata de ponen la propia actividad de Jesús y la dei Hi­
textos de los Sinópticos; se hallan íntimamente jo dei hombre. Es verdad que ni la formula-
relacionadas entre sí Ias paJabras que hablan dei ción de Lc 12, 8s con «confesar» y «negar»
Hijo terrenal dei hombre (2 en Marcos, 7 en Ma- debe considerarse autêntica (en contra de
teo, 8 en Lucas) y Ias palabras que hablan dei Hi­ Pesch), ni tampoco la versión abreviada de
jo dei hombre que sufre (4 en Marcos, 6 en Ma- Mc 8, 38 con «avergonzarse» (en contra de W.
teo, 3 en Lucas) o dei Hijo dei hombre que sufre
G. Kiimmel, en FS Võgtle, 210-224), pero la
y resucita (5 en Marcos, 4 en Mateo, 3 en Lucas).
A esto se anaden enunciados acerca dei Hijo dei estructura fundamental dei enunciado podría
hombre que ha de venir de nuevo (3 en Marcos, remontarse a Jesús: de la postura que adopten
13 en Mateo, 10 en Lucas) y acerca dei Hijo dei los hombres ante la persona de Jesús depen­
hombre exaltado (1 en Lucas, 1 en Hechos, 2 en derá la salvación de los mismos, porque esa
Apocalipsis). En el Evangelio de Juan todos los postura será la norma para el Hijo dei hombre
pasajes se refieren a la actividad terrena de Jesús en el juicio. En todo ello Jesús espera que el
(un total de 13). - También en el aspecto de la
juez confirme su título legítimo y se identifi­
historia de Ias tradiciones, la división tiene senti­
do, aunque esto se haya negado a veces (Hooker; que con él. Es posible que también otras sen­
Madox, Methodenfragen). tencias acerca de la futura actividad dei Hijo
3) En los Sinópticos, los 14 pasajes de Marcos dei hombre se remonten a Jesús (Lc 17,24.26s
fueron recogidos ampliamente por Mateo y por par.), aunque no puedan establecerse critérios
Lucas (faltan Mc 8, 31 en Mateo, y Mc 9, 9.12; claros, tanto más que en todas partes se presu-
10, 45; 14, 21b.41 en Lucas). A estos 37 pasajes pone ya la identificación dei Hijo dei hombre
se anaden 14 tomados de Q (7 en Mateo y 7 en
Lucas), y 9 pasajes de Mateo y 9 de Lucas que con Jesús.
peitenecen al material peculiar de cada uno. - No
se han tenido en cuenta tres pasajes en los que d) En la tradición sinóptica hay un uso va­
ulòç àv&pdbjrou o oí uloi Tcõv àv&Qtbrecov sir- riado pero uniforme, porque los diversos gru­
ven de circunlocución para referirse a «hombre» pos de sentencias acerca dei Hijo dei hombre
o a «hombres» (-> 2.b.5). se complementan mutuamente.
4) En la comparación de los logia dei Hijo dei
hombre con paralelos sin la expresión «Hijo dei 1) Si partimos de que Jesús mismo habló dei
hombre», no se puede elevar a la categoria de Hijo celestial dei hombre, entonces es muy pro-
principio la hipótesis de que la designación de bable -desde el punto de vista de la historia de Ias
«Hijo dei hombre» es secundaria, sino que hay tradiciones- que haya habido al principio una
que examinar la cuestión en cada caso concreto; equiparación del Jesús resucitado con el futuro
en buena parte hay que admitir que la versión ori­ Hijo del hombre. La expectación de la segunda
ginal de Ias palabras contenía la expresión «Hijo venida se explicito así con a3uida de una cristolo-
dei hombre» (Borsch [1970] en contra de Jere­ gía del Hijo del hombre. Esto condujo pronto a
mias). que también la vida terrena de Jesús se entendie-
1847 ■uioç 1848

ra como una función dei Hijo dei hombre. Tan só- rrección, y es -en esta forma- un texto tardio
lo en un paso ulterior, no presupuesto aún en Q, (probablemente redaccional). Correspondien-
se incluyó la Pasión y más adelante Ia resurrec- temente, en Mt 12, (38s.)40 se efectúa una in-
ción de Jesús (y, en ejemplos aislados, también la
exaltación de Jesús). En todo caso, el estrato más terpretación tipológica dei relato de Jonás,
antiguo de Ias sentencias acerca dei Hijo dei aplicado a la muerte y la sepultura de Jesús
hombre nos permite reconocer claramente que (de manera diferente en el lugar paralelo Lc
nos hallamos ante una concepción cristiana pri­ 11, 29s).
mitiva de carácter independiente. 4) En las sentencias acerca de la acción fu ­
tura dei Hijo dei hombre se trata dei repenti­
2) Las sentencias acerca de la actividad te­ no e inesperado retomo de Jesús; así en Lc
rrena dei Hijo dei hombre acentúan la preten- 17, 24 par. Mt 24, 27; Lc 17, 26s par. Mt 24,
sión de Jesús de poseer plena autoridad y ma- 37s; Lc 17, (28s.)30 par. Mt 24, 39; además
jestad; cf. Mc 2, 10 par. y 2, 28 par. Esto se Mt 10, 23. De la majestuosa manifestación
presupone en el mactuismo de Lc 6, 22 y en la dei Hijo dei hombre, que está sentado a la de-
comparación con Juan el B autista en Mt 11, recha de Dios y ha de venir, habla Mc 14, 62
18s par. Lc 7, 33s. Por otro lado, este logion par. Mt 26, 64. Todo el mundo le verá y con­
hace ver claramente que la majestad dei Hijo templará cómo él se manifiesta a sí mismo y
dei hombre es una majestad oculta, a lo cual envia a sus ángeles para que reúnan a los ele­
se hace referencia también en Mt 8, 20 par. Lc gidos: Mc 13, 26s par.; Mt 16, 27 (cf. Mc 8,
9, 58. La función soteriológica se acentua en 38b par. Lc 9, 26b). Su función será entonces
Lc 17, (20s.)22, pero se mantiene también en la dei Juez, como lo muestra, además de Lc
Mt 12, 32 par. Lc 12, 10, aunque esta senten­ 12, 8s; Mc 8, 38 par. Lc 9, 26 y Mt 13, 41; 19,
cia que divide de hecho la historia de la sal- 28, la manera de hablar (llena de elementos
vación en períodos, se centra principalmente de parábolas) acerca dei juicio universal en
en el tiempo pospascual y en la actividad dei M t25, 31-46.
Espíritu. 5) En Q las sentencias acerca de la Pasión y
3) En las sentencias acerca de la Pasión y la de la resurrección dei Hijo dei hombre no de-
resurrección dei Hijo dei hombre hay que dis­ sempenan aún ningún papel, pero -eso sí- la
tinguir entre las simples predicciones de la actividad terrena de Jesús y su acción futura
Pasión (Mc 14, 21a.b.41 par. Mt 26, 24a.b.45 se sitúan bajo el signo de su plena autoridad
/ Lc 22, 22) y los dobles enunciados acerca de como Hijo dei hombre. Aunque los diversos
la Pasión y de la resurrección (Mc 8, 31 par.; logia pertenecen a un nivel temprano de la
9, 31 par.; 10, 33s par.) (Lc 9, 44b par. Mc 9, tradición (H. Schürmann, en FS Vógtle, 124-
31 fue abreviado redaccionalmente para con- 147) y no a la redacción final (así piensa tam­
vertirlo en un logion sobre la Pasión). Es no- bién Polag), sin embargo su importância es
table que se hable de la Pasión originada por innegable; la designación de Jesús como Hijo
la oposición a los hombres, sin que se realce dei hombre es una concepción cristológica
la función soteriológica de la muerte de Jesús. dominante (Tôdt).
Mc 10, 45 par. Mt 20, 28 ocupa una posición 6) En Marcos las sentencias acerca dei Hijo
especial y muestra la influencia de otra tradi- dei hombre han adquirido una posición im­
ción cristológica. Si en los enunciados acerca portante, porque el evangelista tiene interés
de la Pasión se acentua la acción hostil de los en destacar, junto a la concepción dei Hijo de
hombres, vemos que en los enunciados acerca Dios que caracteriza a la esencia sobrenatural
de la resurrección se acentua la propia activi­ de Jesús (-*• 3.c), la tarea histórico-salvífica
dad, llena de autoridad, dei Hijo dei hombre, de Jesús. Distribuye los grapos de enunciados
como se realza con el empleo dei verbo ctvío- acerca dei Hijo dei hombre, según sea su cen­
TTi|xi. Mc 10, 33s ofrece un esbozo de la his­ tro de gravedad, entre las tres partes de su
toria de la Pasión y de la historia de la resu­ Evangeüo: en 1, 14-8, 26 acentúa la plena au-
1849 uioç 1850

toridad dei Jesús terreno (2, 10.28); en 8, do saber si él es el Cristo, Jesús responde:
27-10, 45 se pone de reüeve la Pasión y la re- ÕJtò Ton vnv ô è eo rai ó u l ò ç to ú àv&Qcó-
surrección (8, 31; 9, 9.12; 9, 31; 10, 33s; 10, itou Ka'0Tip,Evoç èx ôe^iwv Tfjç ôuvápEtoç
45), y en 10, 46-16, 8, yendo más allá dei TOÜ '9'EO'O. A sí que, por primera vez, se incor­
acontecimiento de la Pasión, se senala su fun- pora clarísimamente el enunciado de la exal-
ción escatológica (13, 26; 14, 62). En todo tación a la idea acerca dei Hijo dei hombre
ello, la segimda y la tercera parte se haUan en- (cf. Hech 7, 56).
trelazadas entre sí, porque en 8,38 se habla ya
dei Hijo dei hombre que ha de venir, y en 14, e) Juan aplica a Jesús toda la plenitud de tí­
21a.b.41b se habla nuevamente dei Hijo dei tulos de majestad (cf. 1, 1-51). Al mismo
hombre; además el enunciado sobre la expia- tiempo, se combinan Ias tradiciones mesiáni-
ción en 10, 45 se recoge de nuevo en 14, 24. cas y la concepción acerca dei Hijo de Dios
7) En Mateo, al haberse modificado la es- con la idea acerca dei Hijo dei hombre (cf. 5 ,
tructura, no se conservan ya Ias divisiones 2 5 S .2 7 ; 12, 34a.34b.c).
existentes en Marcos. Para él la perspectiva 1) En Jn 9, 35 encontramos la expresión
dei Hijo de Dios ocupa más intensamente el jtiOTEÚco elç xòv nlòv toü àvfl-Q cojtou (v.l.
primer plano. Es verdad que se completan dos uiòv TOÜ ■&EOÜ); cf. 3, (14.)15. Es una inno-
enunciados acerca dei Hijo terrenal dei hom­ vación que contiene una confesión implícita.
bre (13, 37; 16, 13) y otros dos acerca de su El pasaje muestra que lo de Hijo dei hombre
Pasión (12, 40; 26, 2), pero Ias sentencias se usa como título, y se aphca al Jesús terre­
acerca dei Hijo dei hombre que ha de venir y no. A él se refiere también 1, 51, que recoge
que ha de juzgar adquieren especial peso me­ un motivo de Gén 28, 12: la constante unión
diante la incorporación de elementos adicio- de Jesús con el mundo celestial y, por tanto,
nales de la tradición procedentes de Q y dei con el Padre puede contemplarse con los ojos
material peculiar de Mateo (10, 23; 13, 41; de la fe.
16, 28; 19, 28; 24, 27.30a.37.39.44; 25, 31). 2) Ocupan un amplio espacio los enuncia­
Además, Mateo es el único que habla de la dos acerca de la exaltación, entre los cuales
JtaQonoLa dei Hijo dei hombre (24, 27.37.39; úrljor&fívai, y ôo§ao'&fjvai comprenden tam­
cf. 24, 3). bién, en el sentido joánico, la muerte de Jesús.
8) En Lucas, a la tradición previamente Esto resalta por el enunciado tipológico de Jn
existente en Marcos, se han anadido senten­ 3, 14, por 12, 23.(24ss.32s.)34b.c y 13, 31; se
cias acerca dei Hijo dei hombre procedentes aplica igualmente el uso activo de ntpóü) en
de los tres grupos. Lc 6,22 y 19, 10 (material 8, 28. En conexión con ello se encuentra en 3,
peculiar de Lucas) completan los enunciados 13 la frase àvapaíveiv elç xòv oíiQavóv, que
acerca de la actividad terrena; 17, 25 y 22, 48 corresponde a la frase èx xoü ongavoü xa-
(redaccional) completan los enunciados acer­ xa(3aív£iv; cf. en 6, 62 la expresión àvaP aí-
ca de la Pasión, y 24, 7 (redaccional), los vcov ÕTtov r|V xò TtQÓxepov. La venida dei
enunciados acerca de la Pasión y la resurrec- Preexistente al mundo y su muerte y ascen-
ción. A parte de eso, en Lucas los enunciados sión al cielo son enunciados que constituyen
acerca dei futuro pasan a primer plano me­ el marco de la exaltación y la glorificación.
diante la yuxtaposición de los dos discursos Por tanto, la concepción acerca dei Hijo dei
escatológicos en 17, 22-37 y 21, 5-38, donde hombre ha quedado considerablemente modi­
sentencias acerca dei Hijo dei hombre ocupan ficada con respecto a la tradición sinóptica:
un lugar central. Cf. Lc 9, 26 (par. Mc 8, 38); por un lado, ha quedado ampliada por cuanto
Lc 11, 30; 12, 8s.40 (Q); 18, 8b (material pe­ incluye una teologia de la preexistencia y de
culiar). La especial de la concepción lucana la encamación; por otro lado, mediante el uso
se hace patente en 22, 67-69: a la pregunta joánico de uilKn&tívaL y ôo^aa^fivai, se ha
que el sumo sacerdote dirige a Jesús, querien- logrado un íntimo entrelazamiento entre los
1851 ^)lOç 1852

enunciados acerca de la muerte y los enuncia­ El que ha descendido dei cielo es, según 3, 13, el
dos acerca de la ascensión y la entronización. Hijo dei hombre, no a la inversa; en consonância
3) Faltan sentencias sobre la segunda veni- con ello, el Crucificado y no el Resucitado es el
Exaltado y el Glorificado. Según 1, 51, en el Hi­
da dei Hijo dei hombre. Pero es muy signifi­
jo dei hombre se manifiesta la realidad divina. El
cativo que, refiriéndose a la actividad presen­ es el dispensador de la vida (6, 27); en su vida y
te de Jesús, se diga en Jn 5, 27 que al uiòç en su muerte acontece la revelación escatológica
Toü àv&pcójtou (así únicamente aqui) se le de Dios. Por eso, el que cree en él, tiene la vida
ha conferido la è lo u a ía para ejecutar el jui- eterna. Los enunciados cristológicos se orientan,
cio (XQÍoiv jtoiEív). En consonância con ello todos ellos, hacia la soteriologia. Es verdad que,
se expresa en 6, 27 que el Hijo dei hombre es en comparación con los Sinópticos, falta la idea
de la segunda venida, pero no la de la plena reali-
quien concede el don de la vida; él da el «ali­ zación de la salvación.
mento que permanece para la vida eterna». En
la sección déutero-joánica 6, 51c-58, este mo­ f) Fuera de los Evangelios la referencia al
tivo se ha trasformado en el sentido de un Hijo dei hombre se encuentra únicamente en
enunciado acerca de la eucaristia: qpayEtv xfiv citas de Dan 7,13 (Ap 1, 13; 14, 14) y dei Sal
o á p x a xon uf.oi3 xoü à v & Q c ó jto n x a i jx ív e iv 8, 5 (Heb 2, 6), así como en Hech 7, 56. Es
aí)xoü xò alp a, 6, 53. improbable que en Pablo haya una referencia
4) No existe aqui una dependencia directa de la indirecta a la tradición acerca dei Hijo dei
tradición sinóptica acerca dei Hijo dei hombre. hombre.
Se trata de una tradición ulteriormente desarro- 1) En Ap 1, 13; 14, 14, con lo de õitotov
llada. Es interesante que se hayan recogido y uí,òv av&QCOJtou se recoge el texto de Dan 7,
trasformado precisamente enunciados apocalípti­ 13 (no según la LXX ni según Teodoción);
cos. Aparte de la función de juzgar y dei don de la
vida en Jn 5, 27; 6, 27, esto se aplica a ^l^lJa)- por lo demás, se evita la expresión «Hijo dei
■fHjvai (cf. en Mc 14, 62 par. lo de estar sentado a hombre», como lo demuestra el paralelo de
la derecha de Dios), a ôo^aodfivai (cf. èv xfj ôó- Lc 12, 8 en Ap 3, 5b. Se trata dei Exaltado, a
en Mc 8, 38 par.) y a Jn 1, 51 (sobre el cielo quien se ha dotado de majestad divina. El es
abierto y los ángeles que prestan servicio, cf. Ap el Senor de la comunidad (cf. los siete cande­
4, 1; Heb 1, 14; sobre õij^Eade, cf. Mc 14, 62). labros en 1, 13) y el futuro Juez (14, 14).
Igualmente, la referencia a la hora escatológica
en Jn 12, 23 (13, 1.31) pertenece a este contexto, 2) En la interpretación cristológica dei Sal
así como el conocimiento acerca de quién es él, 8, 5(.6s) en Heb 2, 6 (5-9), se discute si se ha-
en 8, 28 (cf. 19, 37 y también Mt 24, 30; Ap 1, 7). ce referencia a la tradición cristiana primitiva
Las sentencias acerca de la Pasión dei Hijo dei acerca dei Hijo dei hombre (Higgings) o si
hombre han influido igualmente; cf. Jn 3, 14; 8, con ayuda de la cita dei AT se realza única­
28; 12, 23 (24-26); 12, 34; 13, 31. Ahora bien, mente la humanidad de Jesús como razón de
por un lado, motivos que originalmente estuvie-
ron orientados al futuro, se han trasferido al pre­ su posición escatológica de senorío (E. Grâ-
sente; por otro lado, los enunciados acerca de la Ber, en FS Võgtle, 404-414). Es improbable
Pasión y de la exaltación se han fundido entre sí. que no exista asociación de ninguna clase con
Como nuevo motivo se anade lo de xaxaPaíveiv la idea dei Hijo dei hombre terrenal y sufrien-
y àvaPaívEiv, en Jn 3, 13; 6, 62. Se discute de te; inversamente, la cristología dei Hijo dei
qué tradición procede esto, y si han intervenido hombre no tiene ningún significado constitu­
aqui influencias extranas. Lo más probable sigue tivo para la Carta a los Hebreos, como lo de­
siendo la influencia de la tradición sapiencial ju­
dia, por la cual se haUa también marcada extensa­ muestra el dominio de la cristología dei Hijo,
mente la idea de la preexistencia (cf. Prov 30, 4; que está completada con la idea dei Sumo Sa­
Sab 9, 16; Bar 3, 29). cerdote.
5) Es decisiva en Juan la conexión con la pree­ 3) EI «Hijo dei hombre» no aparece en Pablo.
xistencia y la encamación, así como con el retor­ Apesar de la cita dei Sal 8, 7b en 1 Cor 15, 27, no
no al mundo celestial, pero de tal manera que to­ hay razón para suponer que exista una conexión
do se concentre en la persona dei Jesús terreno. indirecta con la tradición acerca dei Hijo dei
1853 U IO Ç 1854

hombre (Võgtle, «Menschensohn»\ U, Wilckens cas, por medio de (bç èvop,í^exo, relativizó el
en FS Võgtle 387-403). Los enunciados acerca de hecho de que Jesús fuera descendiente natural
Cristo como el «hombre» en 1 Cor 15, 21.47;
Rom 5, 15, que podrían ser lingüísticamente una de David, pero a causa dei matrimônio de la
traducción correcta dei Hijo dei hombre, no se ha- virgen Maria con José presupone la pertenen-
llan relacionados con la idea dei Hijo dei hombre, cia de Jesús al linaje de David (1, 27.32s). Por
caracterizada apocalípticamente, sino que presu- el contrario, Mateo subrayó la reaüdad de la
ponen, por su parte, una concepción helenístico- adopción de Jesús efectuada por José en virtud
judía sobre el «hombre primordial» {Urmensch) de un encargo divino (1,18-25), por lo cual el
(cf. Filón), que está modificada escatológicamen- enunciado de 1 ,16b no interrumpe la genealo­
te y se halla aplicada tipológicamente. Seiía más
probable que, en el texto deutero-paulino de 7 gia, sino que acentúa la incorporaeión legal y
Tim 2, 5s, existiera una conexión con la tradición plenamente válida de Jesús a este linaje.
acerca dei Hijo dei hombre (cf. Mc 10, 45 par.). 2) La cuestión históriea de saber si Jesús
era de hecho descendiente de David, recibe a
4) Fuera de los Evangelios, el único lugar menudo una respuesta negativa (últimamente
donde aparece el «Hijo dei hombre», inde- Burger); se trataria de una reconstrucción,
pendientemente de una cita dei AT, es Hech 7, efectuada en virtud de la confesión mesiánica.
56: Esteban ve los cielos abiertos y al Hijo dei Esta cuestión habría que dejarla, al menos, en
hombre que se halla de pie a la derecha de suspenso. Es verdad que la genealogias lleva-
Dios. Ofrece dificultades lo de «estar de pie» das con rigor existían sólo, jqué duda cabe!,
(en lugar de «estar sentado»). Seguro que no en los círculos de los sacerdotes y los levitas;
carece de significado. Es improbable que el pero la conciencia de pertenecer a una deter­
mártir vaya a ser recibido personalmente, o minada tradición tribal y familiar estuvo siem-
que el Exaltado se prepare para la parusía. Se pre muy marcada en Israel (cf. Ias listas de los
trata de una de dos: o de la función dei testigo que regresaban dei destierro [Esd 2, Iss; 8,
y defensor durante el juicio (en el sentido de Iss; Neh 7, 6ss; 11, 3ss] y Flp 3, 5).
Lc 12, 8), o dei juez que se levanta para dictar 3) Lo decisivo es el cumplimiento de la
sentencia (Is 3, 13 LXX; AsMo 10, 3; así promesa mesiánica. En todo ello, el nacimien-
Pesch). to de Jesús en Belén, la «ciudad de David»
(Lc 2, 4.11; cf. Mt 2, 5s), desempena un papel
6. «Hijo de David». importante, como demuestran Mt 2, 1-12; Lc
2, 1-20. Se sintió perfectamente la tensión en­
a) Antecedentes
1) La frase ulòç Aauíô expresa una conexión tre la promesa mesiániea y el origen de Jesús,
genealógica con el linaje de David (->■ Aauíô que era oriundo de Nazaret o Galilea (Jn 1,
2.3). Pero el hecho de ser descendiente de David 46; 7, 42.52; cf. Mt 2, 23).
se designa también en otras partes; cf. Ias genea­ 4) La función mesiánica de Jesús, que en-
logias en Mt 1, 6-16a.l7.20; Lc 3, 23b-31 y Lc 1, cuentra múltiples expresiones en el NT (-+
27; 2, 4 (José oíxou Aauíô). X qloxóç), aparece también claramente, cuan-
2) El punto de partida para designar a Jesús
como Hijo de David es la mesianología dei AT y do un pasaje se refiere a Ias promesas hechas
dei judaísmo, según la cual el Rey de los tiempos al rey David (Lc 1, 32s.69; Hech 2, 25-31.34;
de la salvación seria descendiente de David, y en 4, 25-28; 13, 22s; 15, 15-18; Heb 11, 32s.39s;
su actividad se cumplirían Ias promesas de 2 Sam cf. también Mc 2, 23-28 par.) o cuando se
7,14; Is 9, 1-6; 11, 1-10 y otras. Esta expectación emplean epítetos específicamente davídicos
permaneció viva en el judaísmo posterior al AT (Ap 3, 7; 5, 5; 22, 16).
(cf. SalSl 17, 21; 4QFlor 1, 11-13; s‘mônê-’esré'
5) Un problema especial lo constituye el
[Dieciocho Bendiciones] 14 y passim).
contenido semântico de el «Hijo de David».
b) Uso en el NT En Ias Cartas dei NT no aparece uíòç Aauíô,
1) El uso titular de «Hijo de David» presu- pero sí se encuentra dos veces la expresión èx
pone que Jesús es descendiente de David. Lu­ ojtégpaxoç A auíô en enunciados confesio-
1855 m oç - Dfxeiç 1856

nales (Rom 1, 3; 2 Tim 2, 8; cf. IgnEf 18, 2; 8) Para Juan la condición de ser el Hijo de
20, 2; IgnTral 9, 1). En todo ello es caracte­ David no tiene significación teológica (7,
rística la contraposición entre la existência te­ 41s). En el NT no hay un rechazo formal de
rrena de Jesús como el Hijo de David y la re- esta condición de ser el Hijo de David (como
surrección que le constituyó como el Hijo lo hay en Bem 12, 9s y en Ias Homilías Pseu-
exaltado de Dios, lo cual es expresión de una do-Clementinas 18, 3, a causa de unas premi-
«cristología en dos fases» (Hahn, Hoheitsti- sas más tardias, orientadas unilateralmente
tel, 252, siguiendo a E. Schweizer: EvTh 17 hacia la divinidad de Jesús).
[1957] 11). En los Evangelios sinópticos, el
F. Hahn
diálogo que aparece en Mc 12, 35-37a nos
permite ver que también en este caso la con-
dición de ser el Hijo de David es presupuesto ííXi], tiç , r\ h y le lena, bosque*
o fase preliminar para la xuqlóttiç prometida Sant 3, 5 dice refiriéndose al mal uso de la
en el Sal 110, 1. El Jesús terreno, como el Hi­ lengua; «jMira cómo un pequeno fuego hace
jo de David, es Messias designatus. arder un gran bosque \».
6) En otros textos se presupone una activi-
dad taumatúrgica de Jesús, y a Jesús se le in­
voca como utè Aauíô, èX éT)aóv pe (Mc 10, hymeis vosotros
47s par.). Para Marcos esto se halla bajo el 1. Aparición - 2. Uso - 3. Destinatários.
signo dei diálogo acerca dei Hijo de David, de
B ibL: Bauer, W õrterbuch, r.v. oú; BlaB-Debrunner
tal manera que se trata de una percepción pro- § 277, 1; 284, 1.2; 288, 1; Kühner, G ram m atik II/l,
visional y oculta de la función mesiánica. Es­ 555-560; Mayser, G ram m atik II/l, 62-65.
to se aplica de manera parecida a Lucas, para
quien, con el nacimiento en Belén, se procla­ 1. En el NT el pronombre personal de se­
ma - s í - el comienzo de la salvación (Lc 2, gunda persona dei plmal aparece con muchí-
11), pero, según los discursos dei libro de He- sima frecuencia (un total de 1847 veces); cf. a
chos, sólo con la resurrección de Jesús se da propósito ->■ 'qp.etç. El uso de este pronombre
la mesianidad en el pleno sentido de la pala- es menos frecuente en los escritos que no con-
bra (Hech 2, 34; 13, 33). tienen discursos (el pronombre aparece sólo
7) Mateo desarrolla clarísimamente la idea 78 veces en Marcos frente a 249 veces en Ma­
de una función independiente dei Jesús terre­ teo; se encuentra sólo 11 veces en el Apoca-
no como el Hijo de David. En este evangelis­ lipsis), y en Ias cartas en Ias que no hay inter-
ta Ias historias de euraeión ofreeen dos ejem- pelación directa a los destinatários (en Roma­
plos más en los que se invoca a Jesús con nos hay 84 testimonios y, en cambio, en Ias
èA,8Tiaov ripãç, uíòç Aauíô (9, 27; 15,22; cf. Cartas primera y segunda a los Corintios hay
20, 30s par.). Además, el pueblo, al presenciar 146 y 153 testimonios respectivamente) o que
Ias curaciones, se plantea la pregunta; pf|Ti están dirigidas a una sola persona (Ias Pasto-
ouxóç èoTiv ó ulòç Aauíô; (12, 23). Aparte rales, la Carta tercera de Juan).
de eso, la aclamación (uoavvà xm uiõ) A a­
uíô, que aparece únicamente en este evange­ 2. Sobre el uso de úqetç en nominativo (es­
lista, se pronuncia no sólo en la entrada triun­ pecialmente frecuente en el Evangelio de
fal de Jesús en Jerusalén, sino también des- Juan y en la Carta primera a los Corintios, pe­
pués de Ias curaciones obradas por él en el ro que no aparece nunca en Ias Pastorales, en
templo (21, 9.15). Jesús concede a los hom- Filemón, en Ias Cartas segunda y tercera de
bres la euraeión y con ello un signo visible de Juan y en el Apocalipsis) cf. fipEíç 2. Tam­
la salvación que llega; Jesús, como el Hijo de bién úp.eTç se combina a menudo con x a í o
David, cumple una función especial durante con ôé (unas 55 y 32 veces respectivamente).
su actividad terrena. Los sermones de Pedro en Hechos contienen
1857 ■u^ieiç - ufAVEO) 1858

síempre la construcción ôv ■úpEíç (èoTaDQO)- (con Fileto) se contaba entre los falsos maes­
oatE u otras expresiones por el estilo): 2, 36; tros que afirmaban que «la resurrección ya tu-
3, 13; 4, 10; 5, 30. vo lugar» (v. 18).
El genitivo 'òpcüv aparece como genitivo
absoluto (Lc 22, 10; 1 Cor 5, 4; 11, 18.20; 2 V^CT£QOÇ, 3 hymeteros vuestro, pertene-
Cor 1, 11; 1 Pe 4, 4), o está regido por Ias co- ciente a vosotros*
rrespondientes preposiciones (Mt 5, 11.12, En el NT el pronombre posesivo de segun­
por ejemplo x a r á o JtQÓ), y con bastante fre- da persona dei plural aparece sólo 11 veces.
cuencia sustituye al pronombre posesivo (por Es sustituido en la mayoría de los casos por el
ejemplo, en 1 Tes 1, 3.4.8; sobre el orden de pronombre personal (■òm<üv) (BlaB-Debrunner
Ias palabras, cf. Bauer). § 285, 1). El significado es casi siempre pose­
El dativo uplv es habitualmente parte inte­ sivo: Lc 6, 20; 16, 12 (sustantivado: «lo vues­
grante de la salutatio (xáQiç wm.lv x a l eiqt|- tro»); Jn 7, 6; 8, 17; 15, 20; Hech 27, 34; 1
VT]...) en los praescripta de Ias cartas (tam- Cor 16, 17; 2 Cor 8, 8; Gál 6, 13. En Pablo
bién en Ap 1, 4; excepciones: Pastorales, He- úpÉTEQOç se halla también en lugar dei geni­
breos, Santiago, Cartas de Juan). Por lo de- tivo objetivo: «por la misericórdia hacia vo­
más, el dativo -lo mismo que el acusativo sotros» (Rom 11, 31); «el gloriarme de vosó-
■utiãç—depende de Ias correspondientes pre­ tros» (1 Cor 15, 31).
posiciones y de los verbos, siendo esto último
bastante frecuente en Jn 13-16 (con 50 tes-
timonios), donde predominan los verbos de í Jivéto hymneõ alabar, ensalzar; cantar (un
decir y de dar (por ejemplo, en la expresión cântico de alabanza)*
àM^jv àpf)V lévco uplv: 13, 16.20.21; 14, 12; õpvoç, ou, ó hymnos cântico de alabanza,
16, 20.23; por lo demás, en Jn: 1, 51; 5, himno*
19.24.25; 6, 26.32.47.53; 8, 34.51.58; 10, 1.7; 1. Aparición y significado - 2. Intransitivo: cantar
12, 24). un cântico de alabanza - 3. Transitivo: cantar un cânti­
co de alabanza (en honor de alguien), alabar - 4.
3. Los destinatários dei umeI ç, en Ias cartas, voç.
son Ias comunidades cristianas a Ias que se B ib l.: R. Deichgrâber, G o ttesh ym n u s u n d C hris-
escribe. En los evangelios son ante todo los tushym nus in d e r fr ü h e n C h ristenheit (StUNT 5), Gbt-
oyentes de Jesus a quienes él está hablando; tingen 1967, 188-214; G. Delling, üpvoç xtL, en
en los Sinópticos son casi siempre el pueblo o ThWNT VIII, 492-506; I. Gnilka, D e r K o lo sse rb rie f
(HThK), Freiburg i. Br. 1980,200s; J. Kroll, D ie christ-
los discípulos; en el Evangelio de Juan, a me- liche H ym n o d ik bis sobre K lem en s vo n A lexa n d reia
nudo en tono polêmico, lo son <dos judios» y, (Libelli'240) (1921-1922), Darmstadt ^1968; R. J. Le-
en contraste con ellos, los discípulos; ahora dogar, Verbs o f P ra ise in the L X X T ranslation o f the
H eb rew C anon: Bib 48 (1967) 29-56; H. Ringgren,
bien, en los evangelios, los verdaderos desti­
hll, en ThWAT II, 433-441; R. Wünsch, H ym nos, en
natários son aquellos para los que fueron es­ Pauly-Wissowa IX/1, 140-183.
critos, es decir, los cristianos y su entorno
(cf., por ejemplo, H. Schürmann, Das Lukase- 1. En el NT úp,véoo aparece cuatro veces
vangelium I [HThK], 320s). (Mc 14, 26 par. Mt 26, 30; Hech 16, 25; Heb
W. Radl 2, 12; el sustantivo üpvoç, dos veces (Ef 5,
19; Col 3, 16). En el NT el grupo de palabras
no se aplica nunca en sentido profano a per­
'Y fiÉ v a io ç , OD Hymenaios Himeneo* sonas, sino que se emplea siempre en sentido
En 1 Tim 1, 20 se menciona a «.Himeneo y religioso como alabanza de Dios. El himno
Alejandro» como personas que naufragaron tiene siempre carácter público; lo mismo que
en la fe (v. 19) y a quienes «Pablo» ha «entre­ el salmo o la oda, representa un cântico cul­
gado a Satanás». Según 2 Tim 2, 17, Himeneo tuai de la comunidad.
1859 D^IVEÜ) - DJTiaVCO 1860

En cuanto al significado dei término, n(ivé(o W* constituye una asimilación a Ef 5, 19,


se atiene al lenguaje de la LXX. En ella, jun­ donde, en gradual distanciamiento de Ias ora-
tamente con ->• alvéco y ^ è^ofxoXoyéco (3), ciones judias de la sinagoga. Cristo aparece
se emplea principalmente para traducir el he- más en primer plano como el objeto de la ado-
breo h ll (piei), «alabar». Como sinônimo de -> ración.
a ív E O iç , vemos que ü(xvoç traduce el hebreo
M. Rutenfranz
f h illâ , «alabanza, loa, cântico de alabanza».

2. Tan sólo Mc 14, 26 par. Mt 26, 30 emple- ■UflVOÇ, OV, Ó h y m n o s cântico de alabanza,
an el verbo úpivéo) en sentido intransitivo: himno
íip,vf|oavTeç, d esp u és d e i câ n tico d e a la b a n za ^ uqvÉo) (4).
(cf., a propósito, J. Ellington; BiTr 30 [1979]
445s). Por el «cântico de alabanza» se entien-
de aqui la segunda parte dei h a llel (probable- ■ Ú Jláy® * h y p a g õ ir, irse
mente los salmos 113-118), que se cantaba 1. Aparición en el NT - 2. Historias de milagros - 3.
después de la oración final de la cena de Pas- Exorcismos - 4. Uso inespecífico - 5. Mc 14, 21a - 6.
cua propiamente tal, cuando se bebía la cuarta Evangelio de Juan - 7. Escritos tardios.
copa de vino (cf. Billerbeck I, 845-849). B ibl.: J.-A. Bühner, D e r G esandte un d sein Hfeg im
vie rten E va n g e liu m (WUNT II/2), Tübingen 1977,
3. El verbo nixvéco en sentido transitivo, 421-433; G. Delling, nnáyco, en ThAJVNT VIII, 507-
con acusativo de persona, se emplea sólo dos 509; H. Leroy, R ã tsel u n d M ifiverstãndnis (BBB 30),
Bonn 1968, 51-74; L. Schenke, Studien z u r P assions-
veces: según Hech 16, 25, Pablo y Silas, en la geschichte des M arkus (FzB 4), Würzburg 1971, 203-
prisión de Filipos, can taban a Dios câ n tico s 271; G. TheiBen, Urchristl. W undergeschichten (StNT
d e a la b a n za (uiivonv tò v 'Ôe ó v ) , y «los de- 8), Gütersloh 1974, 77.
más prisioneros les escuchaban». Heb 2,12 es
una cita dei Sal 21, 23 LXX. Aqui tipvÉCL) no 1. En el NT újtáyco aparece 79 veces, 39 de
se refiere necesariamente a On cântico; Cristo ellas en los Sinópticos (19 en Mateo, 15 en
es quien, «en medio de la comunidad», pro­ Marcos, 5 en Lucas), 32 veces en el Evangelio
clama el nombre de Dios y le ala b a . de Juan, una vez en Santiago, otra en la Carta
primera de Juan y seis veces en el Apocalip-
4. El plural de t3|xvoç [him no, c â n tic o d e sis. En el NT el verbo se encuentra únicamen­
a la b a n za ) aparece en Col 3, 16 y Ef 5, 9 entre te en sentido intransitivo; no forma parte de la
tpaX.ftOL y (üõal jtven[iaTixaí. Parece que no lengua ática culta (BlaB-Debruimer § 101, 1).
se pretende establecer diferencia alguna entre
estos términos, sino que es más probable la 2. El imperativo ;ve te! aparece como expre-
influencia de la tradición judia según la cual sión estereotipada al final de Ias historias de
era corriente acumular vários términos para milagros. A la persona que ha sido curada, Je-
expresar la alabanza de Dios (cf. Kroll, 5d no­ sús la envia de regreso a casa, Mc 2, 11 par.
ta 2). Sin embargo, algunas veces se hace di­ Mt 9, 6; Mc 5, 19 (cf. Mc 8, 26; Lc 8, 39); pa­
ferencia entre los salmos (un término clara­ ra que quede comprobada la curación, Jesús
mente biblico) y los him nos y odas (términos manda a la persona curada que se presente al
helenisticos). Es, por lo menos, discutible que sacerdote, Mc 1, 44 (cf. Lc 17,14), o la envia
Col 3, 16 se refiera a un uso parenético de sal­ al estanque de Siloé, Jn 9, 7. En otras partes,
mos, himnos y odas; en cambio, es probable Jesús dice lo de ojtaYE, al mismo tiempo que
que Ef 5, 19 se refiera a semejante uso (cf. afirma la fe de la persona en cuestión, Mc 5,
también, a propósito, Deichgrâber, 188-196). 34; 10, 52; Mt 8, 13. El uso absoluto de tíjta-
El destinatário de los cânticos de alabanza, ye, en lábios de Jesús, después de una cura­
en Col 3, 15, es Dios; la v.l. Ttõ xuQÍtp C^ D^ ción, aparece en Mc 7, 29; Jn 11, 44. Con un
1861 V K ayu) 1862

encargo de proclamación se asocia también el 5. Por un lado, Mc 14, 21a usa el verbo
imperativo jve! en Mc 5,19; 16,7; Mt 28,10; 'UJtáYíü como eufemismo para referirse al
en Mc 5 se trata de proclamar «lo que el KV- «morir» (J. Gnilka, El Evangelio según San
Qioç ha hecho»; en Mc 16 par. Mt 28, de pro­ Marcos II, Salamanca 1986, sub loco), y, por
clamar la aparición dei Resucitado. otro lado, el verbo acentúa la actitud activa de
Un especial precepto de guardar silencio se Jesús al ir hacia la muerte (E. Schweizer, Das
asocia únicamente con 'ÜJiaYE en Mc 1, 44a. Evangelium nach Markus'^ [NTD], sub loco).
Sin embargo, el hecho de que el Pap. Egerton Precisamente esto último marca la diferencia
2, 1, 32ss (cf. Hennecke-Schneemelcher II, con respecto a Ias demás palabras que hablan
60) ofrezca una versión literariamente inde- de los sufrimientos dei Hijo dei hombre ( 8 ,
pendiente de Mc 1, 40-45 sin la «excitación 31a; 9, 12b; Lc 17, 25 - Mc 9, 31a; 14, 41c;
pneumática» dei taumaturgo (v. 43) y sin el Lc 24, 7).
precepto de guardar silencio (este precepto
falta también en los paralelos de Mateo y Lu­ Mientras que otros pasajes cualifican cristoló-
gica o teologicamente lo que sucede (usando el
cas), indica que Mc 1, 44b.c pudiera interpre- passivum divinum), vemos que Jesús en Mc 14,
tarse también independientemente de los vv. 21a habla acüvamente acerca de sí mismo. Pues
43.44a. Por tanto, tJjraYe como exhortación si se elimina el predicado acerca dei Hijo dei
estereotipada debe interpretarse según el sig­ hombre (C. Colpe, en ThWNT VIII, 449) y la
nificado que se le haya dado concretamente prueba de Escritura (Dibelius, Formgeschichte,
en Mc 5, 34; 10, 52; Mt 8 , 13: a la persona 185) como adiciones posteriores, y si además se
que, llena de confianza, recurre a la ayuda de reconoce con Schenke (203-271) que Mc 14, 18-
20 es una formación redaccional y que el v. 21b
Dios personificada en Jesús, responde Jesús es un «ay» premarquino (cf. 17, Is), entonces
dando aliento por encontrar fe (y dando paz queda un simple enunciado sobre el que no se
en Mc 5, 34), y despide así a la persona (bita- reflexiona (ujtáYco no es ni lingüística ni objeti­
ye, «jvete!») enviándola persona hacia un fu­ vamente un término correspondiente a JtaQaôí-
turo de salvación (cf. 2 Crón 5, 19). ôorai en el v, 21b; en contra de Schenke, 261):
un enunciado que expresa la marcha consciente
Por el contrario, esta acción expresa de despe­ de Jesús hacia la muerte (cf. Flp 2, 6-11, esp. los
dir de la presencia inmediata de Jesús y de hacer vv. 7s).
que la gente se marche da su razón objetiva al
precepto dei silencio en Mc 1, 44a (Jesús no se 6 . En el Evangelio de Juan el verbo se usa
aprovecha nunca de sus actos para conseguir ven- a menudo de manera inespecífica (3, 8 ; 4, 16
tajas personales). Ahora bien, en la palabra con y passim', sobre 9, 7; 11, 44 cf. ->■ 2). - Exis-
que Jesús despide a la gente (ürtaYe) no hay nin- ten, además, tres âmbitos de enunciados con
gún tópico inspirado en la tradición helenística de un uso conscientemente activo dei verbo en
milagros: los únicos testimonios de tal proceder lábios de Jesús: a) «7o voy a Aquel que me
(no asociado con ujtaYe) -Luciano, Pseudophil.
16 y Diógenes Laercio VIII, 67—datan dei siglo envió», 7, 33; 16, 5a ó «Yo voy al Padre», 16,
II o de los siglos III/IV, p.C. y, por tanto, no son 10.17; b) «Yo sé de dónde vengo y a donde
aptos para una comparación con el material de los voy», 8 , 14a; 13, 3 ó: «vosotros no sabéis...»,
Evangelios (en contra de TheiBen, 77). 8 , 14b; c) «A donde yo voy, vosotros no po-
déis venrr», 8 , 21.22; 13, 33 6 como pregunta:
3. Como término propio de un exorcismo, «j,Adónde vasln>, 13, 36a; 14, 5; 16, 5b.
Jesús emplea uJtaYe en Mt 8, 32; emplea de Sobre la formación de cada âmbito recaen
manera análoga esta palabra en Mt 4, 32 (con­ influencias específicas histórico-religiosas:
tra el tentador) y en Mc 8 , 33 (contra Pedro). a) influencias de ideas profético-apocalípticas
de arrobamiento (Bühner, 421); b) el esquema
4. El verbo se encuentra con significado dei camino gnóstico (R. Schnackenburg, El
inespecífico en Mc 10, 21 par.; Mt 5, 24; 18, Evangelio según San Juan II, 1980, 244); c) la
15; Lc 12, 58, y passim. especulación sapiencial (la imagen de la Sabi-
1863 v jia y w - vjiaxof) 1864

duría que se marcha: Leroy, 51-74). Sin em­ aparecen principalmente en Ias cartas. Tan só­
bargo, los mencionados âmbitos de enuncia­ lo el verbo 'Ujtaxoúm es empleado siete veces
dos no se formaron consecuentemente a partir por los autores de los Evangelios sinópticos
de esas ideas histórico-religiosas. En el âmbi­ (Mc 1, 27; 4, 41 par. Mt 8 , 27 / Lc 8 , 25; Lc
to a) falta la acentuación de la katábasis, y no 17, 6 ; Hech 6 , 7; 12, 13). Los demás testimo-
tiene lugar ninguna intensificación apocalípti­ nios se encuentran principalmente en Pablo;
ca -p o r ejemplo, mediante la adición dei títu­ ímaxof) en once lugares; ■ujtaxoúco en cinco
lo de «Hijo dei hombre»-; en los âmbitos b) y lugares (cf. también ■ÕJtaxoúm en Col 3,
c) falta el modus dei llegar hasta allí (por 20.22; Ef 6 , 1.5; 2 Tes 1, 8 ; 3, 14). Manifies-
ejemplo, por medio dei «conocer»). Así que tan además particular interés la Carta a los
queda como estractura fundamental el enun­ Hebreos (donde tmaxof) aparece una vez, y
ciado acerca de la marcha consciente de Jesus újtaxoúcü dos veces) y la Carta primera de
a través de la muerte. En la formulación de Pedro (donde naraxori aparece tres veces, y
este enunciado, el Evangelio de Juan acentúa í)n:axoúcL) una vez). Ambos vocablos faltan
el tijcáyeiv como camino de la cruz (13, 37), (lo mismo que újtrixooç) en el Evangelio de
camino con el que Jesus se identifica a sí mis- Juan, en Ias Cartas de Juan y en el Apocalip-
mo (14, 5s). Tan sólo a partir de ahí se revela sis.
la meta (14, 4) dei eamino de Jesús: el Padre El significado dei grupo de palabras se tra-
(14, 6 ). Tan sólo a partir de ahí surge el segui- duce adecuadamente por obediência o por
miento (13, 36b) y la salvación (14, 28; cf. obedecer respectivamente; los términos se de-
15, 16). rivan de «oír» (axonco), lo mismo que en ale-
mán, donde se derivan de hõren (oír). Tan só­
7. El uso de ■ujtáYco en los escritos tardios lo en Hech 12, 13 aparece un significado (que
dei NT (-> 1) es inespecífico: ir . diriamos más bien técnico) dei verbo ÚJtaxo-
úco: la sirvienta encargada de abrir la puerta,
H. Probst
«escucha» al que quiere entrar, es decir, le
abre la puerta. En el NT, ■ujtaxofj y vnaxo-
D Tiaxot), fjg, T] hypakoê obediência* v (0 no significan nunca la acción de «escu-
■tiJtaxoúcú hypakouõ obedecer, ser obedien­ char» por parte de Dios. A propósito dei con-
te* cepto de obediência en el NT, hay que tener
en cuenta también otros vocablos (-^ àxoúo),
B ib l.: R. Deichgrâber, G ehorsam u n d G ehorchen in
d e r Verkündigung Jesu: NZW 52 (1961) 119-122; K. èvcoTÍÇoftai, ènaxoúco, XEtb-aQxéco, también
S. Frank, G ehorsam , en RAC IX, 390-430; St. C. Fre- la voz pasiva de Jteí^O) y uJtotáoaa)); hay
derick, The Them e o f O bedience in the F irst E p istle o f que tener en cuenta, además, otras expresio-
P eter, tesis Duke University 1975; G. Friedrich, M ufi
nes (cf., a propósito, Deichgrâber, 120s).
Ú J t a K O T ) J tío T E t o ç R õ m 1, 5 m it «G laubensgehorsam »
ü b e rse tzt w erden?, en ThWNT I, 216-225, especial­
2. Los Evangelios sinópticos acentúan la
mente 224s; G. Kittel, à ü o v to k t X., en ThWNT I,
216-225, especialmente 224s; O. Kuss, D e r B e g r iff
idea de que los «espíritus inmundos» (Mc 1,
des G ehorsam s im NT: ThGl 27 (1935) 695-702; W.
27), así como el viento y Ias olas dei mar (4,
Mundle, nitaxonco, en DTNTIII, 208; L. Nieder, Ge­
41 par. Mt/Lc) tienen que obedecer a Jesús.
h orsam (I), en LThK TV, 601s; Schnackenburg, M en-
Se trata de que tienen que someterse a Ias ór-
sa je II, i.v. «obediência» en el índice analítico; G. Se-
galla, « U o b b ed ien za d ife d e » (R m 1, 5; 16, 26) tem a
denes que Jesús les dé (èm xáo 0 (u en Mc 1,
d elia L e tte ra a i Rom ani: RivBib 36 (1988) 329-342;
27; Lc 8 , 25). Lc 17, 6 (a diferencia de Mt 17,
C. Snoek, D e id ee d e r g e h o o rza a m h e id in h e t N T ,
20 ) ve la misma conexión entre la acción de
Nimwegen 1952; Spiqc, N o te s , Suppl. 238-245; A.
Stõger, O bediência, en DTB 715-721. mandar y la de obedecer, en el contexto de la
jtíoTiç, aunque esta JtíoTiç sea tan pequena
1. En el NT los compuestos ÚJtaxofi y como un grano de mostaza. Acerca de la su-
njiaxoúco, derivados dei verbo àxoúro. misión obediente bajo la xíoriç (aqui: «fe» en
1865 ujiaKOfi 1866

el sentido objetivo: cf. G. Schneider, Die vuestra obediência esté consumada» (2 Cor
Apostelgeschichte I [HThK], 430 nota 83) ha- 10, 5.6).
bla Hech 6 , 7 en un sumario: 0710X0000 xfi
JTÍotei significa «.someterse a la fe (cristia- 4. 2 Tes 1, 8 , con la frase njtaxoú® xcõ exi-
na)» o llegar a la fe (cf. Rom 10, 16; 2 Tes 1, aYYekíq), sigue la manera paulina de expre-
8: Trô ei)aYYeX,íq)). sarse (Rom 10, 16), pero asocia con ella el ge­
nitivo «de nuestro Senor Jesus». 2 Tes 3, 14
3. Para Pablo la fe (-> Jtiouç) es esencial- proscribe a todo aquel que «no obedezca a
mente obediência, así como la falta de fe -la nuestra palabra que llega por escrito». Esto se
incredulidad- se entiende esencialmente co­ refiere a todo el contenido de esa carta paulina
mo desobediencia a Dios y a su mensaje. El pseudoepigráfica (cf. W. Trilling, Der zweite
mensajero de la fe quiere mover a los destina­ Briefan die Thessalonicher [EKK], 154).
tários dei evangelio a la «obediência de la fe», Col 3, 20 y Ef6, 1, en el marco de tablas de
es decir, a la sumisión bajo el mensaje de deberes domésticos, exhortan a los hijos a ser
Dios. El acto de fe es un acto de obediência obedientes a sus padres (uitaxoúexe). La mis-
(Bultmann, Teologia, 373); así lo demuestra ma exhortación se dirige a los esclavos en Col
una comparación de Rom 1, 8 con 16,19. Por 3, 22 par. Ef 6 , 5 pidiéndoles que sean obe­
eso, Pablo puede crear la expresión «obediên­ dientes a sus amos. Cf. también 1 Pe 3, 6 , don­
cia de la fe» (fijtaxofi níatecoç: Rom 1, 5; cf. de la obediência de Sara a Abrahán se presen-
10,16; 16, 26) (cf., a propósito, ^ Jtíoxiç 3.b) ta como ejemplo a Ias mujeres casadas (->- 6 ).
para designar con ella la finalidad que se pro-
pone su apostolado (cf, también 15, 18). La 5. Heb 5, 8 s establece conexión directa en­
justificación procede de la obediência de tre la obediência de Cristo y la obediência de
Cristo, una obediência que Pablo contrapone los cristianos para su eterna omxTiQÍa; «Aun­
a la desobediencia dei primer hombre (5, 19). que él era el Hijo, aprendió la obediência por
Para el hombre, según Rom 6 , 16a.b, no lo que padeció. Y siendo consumado, fue la
existe más que «hay una disyuntiva inconci- fuente de eterna salvación para todos los que
liable entre el servicio de esclavo bajo el pe­ le obedecen». Al comienzo de la sección que
cado y entre el de la obediência (a la fe)» (U. trata de Abrahán, el padre de la fe (11, 8-16),
Wilckens, La Carta a los Romanos II, Sala- se dice que él, al ser llamado por Dios, obe-
manca 1992, 50). A los bautizados va dirigida deció en la fe (jcíoxei) y se puso en camino (v.
la siguiente exhortación: «Por eso, no reine el 8 ): «La fe responde y, con ello, se muestra
pecado en vuestro cuerpo mortal, para que no precisamente como obediência» (O. Michel,
obedezcáis a sus apetencias...» (6 , 12 ). Der Brief an die Hebrüer^ [KEK], 392).
«Cuando os presentáis a alguno para obede­
cer eomo esclavos, sois esclavos de aquel a 6 . Según 1 Pe 3, 6 , Sara se sometió obe­
quien obedeceis -dei pecado para muerte, o dientemente a su marido, llamándole su «se­
de la obediência para justicia-. Pero gracias a nor» (Gén 18,12). Con esta referencia la Car­
Dios que, aunque erais esclavos dei pecado, ta primera de Pedro concluye Ias exhortacio-
os hicisteis obedientes de corazón a aquella nes dirigidas a Ias mujeres casadas (3, 1-6).
forma de doctrina a la que fuisteis entrega­ Al comienzo de la carta, encontramos en 1, 2
dos...» (6 , 16s). Pablo puede habla de la obe­ una descripción triádica de la elección cristia-
diência de Ias comunidades, cuando alaba su na; «según la presciencia dei Padre, mediante
conducta (2 Cor 7, 15; Flp 2, 12; cf. Fim 21). la santificación por el Espíritu, para la obe­
Refiriéndose a sus adversários, Pablo afirma diência a Jesucristo y para ser rociados con su
que él pone «todo pensamiento en cautiverio sangre» (cf., a propósito, L. Goppelt, Der ers-
bajo la obediência de Cristo», y que está dis- te Petrusbrief [KEK], 83-87); La elección se
puesto a «castigar toda desobediencia, cuando funda en el decreto dei Padre, está comuni-
1867 DJiajcof] - v n a Q X fa 1868

cada por el Espíritu y se realiza como obe­ dades (njtáQ^ELç)» y distribuian el dinero ob-
diência y como pertenencia a Cristo. La ex- tenido entre los necesitados. Heb 10, 34:
presión «hijos de la obediência» (1, 14) es un «Aceptasteis con gozo el despojo de vuestros
hebraísmo» (1, 14); se refiere aqui a los bau- bienes». DTNT IV, 113s.
tizados (cf. «hijos de la desobediencia» en Ef
2, 2). Los destinatários purificaron sus almas
«por medio de la obediência a la verdad •ÚJtágjjtrt hyparcho haber, estar presente,
(ímaxof) tfjç àÀiT&EÍaç)» (1 Pe 1, 22). Obje­ poseer
tivamente se piensa aqui en el proceso de lle- 1. Aparición en el NT. - 2. Sinópticos. - 3. Cartas y
gar a la fe; cf. 1, 21, cf. además Hech 15, 9; escritos tardios
Rom 1, 5; 10, 16. Sobre el concepto de obe­
B ibl.: H.-J. Degenhardt, Lukas, E va n g elist d e r A r-
diência en la Carta primera de Pedro cf. tam-
men, Stuttgart 1965, 208-222; W. Pesch, 2 u r E xegese
bién (además de Frederick); N. Brox, La pri­ vo n M t 6, 19-21 und L k 12, 33-34: Bib 41 (1960) 356-
mera Carta de Pedro, Salamanca 1994, 344 378; J. Roloff, D ie A p o stelgeschichte (NTD), Gõttin-
(í.v. «obediência» en el indice analitico). gen 1981, 89-91; G. Schneider, D as E vangelium nach
L u kas II (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1977, 342-345;
G. Schneider Id., D ie A p o stelg esch ich te I (HThK), Freiburg i. Br.
1980, 290-295 (bibl.); A. Weiser, D ie A p o s te lg e ­
schichte I (ÕTK), Gütersloh-Würzburg 1981, 134-138.
■Úmaxovo) hypakouõ obedecer, ser obe­
diente 1. En el NT el verbo aparece 60 veces, 3 ve-
-> nitaxorj. ces en Mateo, 15 en Lucas, 25 en Hechos. Pa-
blo usa el verbo en Romanos (1 vez), 1 Co-
■UJiavôpoç, 2 hypandros sometida al ma­ rintios (5), 2 Corintios (2), Gálatas (2) y Fili-
rido, casada* penses (2); el verbo se emplea además en Heb
Dicese de la mujer casada em Rom 7, 2 (cf. 10, 34, Sant 2, 15 y tres veces en 2 Pedro.
Polibio X, 26, 3; Núm 5, 29 y passim LXX).
2. En el âmbito sinóptico interesa principal­
mente el uso dei verbo en Lucas. 'Uitáp)(a)
■WJiavtáw hypantaõ salir al encuentro, en- aparece 6 veces en el Evangelio y 20 veces en
contrarse con* Hechos con el significado inespecifico de ha­
En sentido neutral; Mc 5, 2 par. Mt 8 , 28 / ber, ser. Con el significado inespecifico de
Lc 8 , 27;M t28, 9; Jn 4,51; 11,20.30; 12, 18; poseer uiráQXco apedece en Lucas un total de
Hech 16, 16. En sentido hostil: Lc 14, 31. 14 veces, casi siempre en forma sustantivada.
ThWNT III, 628; DTNTIV, 322s. Tan sólo Lc 12, 44 está tomado de Q; Lc 16,
1 y Hech 7, 55a proceden dei material pecu­
liar. Por lo demás, Lucas usa vnáQ%(0 de ma-
■ÚJlávTt|(UÇ, £(OÇ, 1^ hypantêsis encuen­
nera independiente (Lc 8 , 3; 11, 21; 12, 33;
tro*
14, 33; 16, 14; 19, 8 ; Hech 4, 32.34). En todo
En el NT, el término aparece únicamente en
ello Ias parábolas -desde la perspectiva dei
la expresión: Etç n jtáv rnoiv, «para encon-
reino de Dios que se ha manifestado en Jesús-
trarse»: con dativo en Mt 8 , 34; Jn 12, 13; con
refieren lo imposible que es proteger a la lar­
genitivo en Mt 25, 1. Para bibliografia cf. ->
ga Ias grandes posesiones (Lc 11, 21); hablan
njTavxácü.
de la justa (12, 44) e inteligente (16, 1) distri-
bución de la fortuna (de igual manera, en el
SOÇ, 1^ hyparxis bienes, propie- material de parábolas de Mt 24, 47 [Q]; 25,
dades* 14, se habla de la vigilância y de la prudente
En Hech 2,45 en un sumario: Los creyentes iniciativa propia con respecto a Ias propieda-
«vendían los bienes (xtripaxa) y Ias propie- des [xà úrcáQxovxa]).
1869 ijjraQXü) - U31EQ 1870

Las palabras de exhortación advierten con­ la s e x p e rie n c ia s h a b id a s e n su p ro p ia c o m u n i­


tra la acumulación de bienes lujosos, porque, d a d - la p a c iê n c ia c o n q u e se so p o rta g o z o sa -
de lo contrario, es fácil definir la propia vida m e n te e l q u e a u n o le d e sp o je n d e tcõv ú i t a p -
a partir de los 'ÓJtáQXOvta, como si la vida XÓVTtov, « p o rq u e sa b é is q u e te n é is u n a m e jo r
consistiera en las posesiones, Lc 12, 15. Pro­ y m á s d u ra d e ra p o se sió n (Ü Jta g ^ tv )» .
tege contra ello la venta y distribución de los Los demás empleos dei verbo en Pablo y en
propios bienes como donación de soUdaridad, los escritos tardios tienen significado inespe-
12, 33a, porque esto crea tesoros que es im- cífico.
posible perder, 12, 33b. Tan sólo la libertad
H. Probst
para desprenderse por completo de tolç ...
■ÒJtáQxonotv, hace posible el discipulado, Lc
14, 33. Además, en varias historias ejempla- vjtEixcu hypeikõ someterse*
res se muestra la voluntária cesión de los bie­ Heb 13,17: «jObedeced (jteííleaíle) a vues-
nes en favor de la comunidad reunida en tor­ tros dirigentes y someteos (a ellos)!».
no a Jesús y en favor de la comunidad primi­
tiva, 8 , 3; 19, 8 ; Hech 4, 32.34.37.
Estos ejemplos nos muestran cómo Lucas ■ Ú J ie v a v T Ío ç , 3hypenantios contrario,
queria que se entendiera la crítica de Jesús hostil*
contra las posesiones y su exigencia de que se En Col 2, 14 dícese (con dativo) dei docu­
renunciara a los bienes (cf. Lc 6 , 24; 16, 19- mento que contenía cargos contra nosotros
31; Mc 10, 23ss; cf. también enunciados aná­ (ôv Ú Jtev av x ío v f|(xtv); Heb 10, 27 (en senti­
logos en Mt 19, 21; 24,47 [Q]; 25,14): no co­ do sustantivado); «los enemigos / adversarias
mo el esbozo de una compleja teoria econô­ de Dios».
mica, sino -lejos de eso- como la liberación
de cualquier fijación en objetos, Lc 12, 15.
■úméQ hyper con genitivo: por, en favor de,
Porque la ética de Lucas con respecto a los
en lugar de; con acusativo: sobre, más
bienes de fortuna consiste en la entrega de los
que; como advérbio: todavia más
bienes sin fingimientos ni mala fe (Hech 5,
4), siempre que la vida de la comunidad tenga 1. Aparición y significado - 2. íuiép con genitivo en
necesidad de ellos. Con esta entrega (los pri- el lenguaje formulário soteriológico - 3. íijiéq con
acusativo.
meros problemas aparecen ya en Hech 5,
7.11) se extingue entonces la funeión de los B ib l.: G. Bratcher, «T he N a m e» in P re p o sitio n a l
■ÓjrÓQxoVTa. La aportación a la estructura- P hrases in the NT: Bible Translator 14 (1963) 72-80;
J. Becker, D ie ntl. R ed e vom S ü h n e to d Jesu: ZThK,
ción o la reestructuración de la sociedad, no la Beiheft 8 (1990) 29-49; G. Delüng, D ie E ntfaltung des
hacen ya los iiJtáQXOVTa, sino el Espíritu que ‘D eus p ro n o b is' in R õm 8, 3 I-3 9 \ Studien zum NT u.
vive en la comunidad, Hech 4, 3. El último seiner Umwelt 4 (1979) 76-96; G. Friedrich, D ie Ver-
empleo específico dei verbo fiJtáQxro en He- kündigung des Todes Jesu im N T (Bibl.-Theol. Studien
chos (7, 55) habla precisamente de que Este- 6), Neukirchen-VIuyn 1982; Goppelt, T heo lo g ie II,
420-425; O. Hofius, Tò ocópa rò íinÈQ úpcõv 1
ban poseía el Espíritu. K o r 11, 24: ZNW 80 (1989) 80-88; J. Jeremias, A bba.
E l m ensaje central d e i N uevo Testam ento, Salamanca
3. En Pablo se relativiza la plena renuncia a ^1993, 113-151; W. Kramer, C hristos K yrio s G ottes-
sohn (AThANT 44), Zürich 1963, 112-116; E. Lohse,
los bienes: sin el amor al cuerpo de Cristo, M ãrTyrer u n d G ottesknecht (FRLANT 64), Gõttingen
que es la comunión obrada por el Espíritu (1 ^1963; H. Patsch, A b en d m a h l u n d histo risch er Jesus,
Cor 12), aun el más extremo radicalismo, ex- Stuttgart 1972, especialmente 158-170; W. Popkes,
presado incluso en la renuncia de sí mismo, C h ristus T raditus (AThANT 49), Zürich 1967, 193-
203; H. Riesenfeld, úitég, en ThWNT VIII, 510-518;
sigue siendo absurdo, 1 Cor 13, 3. En Heb 10, J. Roloff, A n fã n g e d e r soteriologischen D eutung des
34 el autor menciona como ejemplo de pa­ Todes Jesu: NTS 19 (1972-1973) 38-64; E. Ruckstuhl,
ciência cristiana -adquirida seguramente por N eue un d a lte Ü berlegungen zu den A bendm ahlsw or-
1871 Djteg 1872

ten Jesu: Studien zum NT u. seiner Umwelt 5 (1980) dei ÚJtÉQ (Jeremias) en un contexto soterioló-
79-106; K. Wengst, C h ristologische F o rm eln u n d Lie-
d e r d es U rch risten tu m s (StNT 7), Giitersloh ^1973,
gico. Esta tradición tiene su Sitz im Leben
55-104; U. Wilckens, L a C arta a los R om anos I, Sala- («situación vital») en la liturgia de la Ultima
manca 1989, 286-289; para más bibliografia, cf. Cena, en la cual se expresó y se anuncio a la
ThWNT X, 1278. comunidad la significación expiatória de la
muerte de Jesús. El ún:È0 JioL7,wv, «por to­
1. De los 150 testimonios, 130 correspon- dos», de Ias palabras dei cáliz (Mc 14, 24; cf.
den a la preposición con genitivo por / en lu­ Mt 26, 28) -el semitismo hace pensar en la
gar de, siendo sorprendente la frecuencia de expresión hebrea b‘ ‘ad rabbim y en la expre-
la distribución; los Sinópticos reducen el uso sión aramea Iflãf {o ‘al) sagfin-, es interpre­
de la preposición (Mateo la emplea única- tado en Lucas (22, 19.20) y en Pablo (1 Cor
mente en 5, 44 a diferencia de Lc 6 , 28; todos 11, 24) como referido a la comunidad: «por
los demás paralelos quedan suprimidos; Mar­ nosotros»; Mateo especifica «para el perdón
cos la emplea en 9, 40 par. Lc 9, 50 en una de los pecados» (26, 28). En Jn 6 , 51 queda
formulación gnómica; por lo demás, aparece preservado el sentido universal: «por la vida
únicamente en Mc 14, 24 par. Lc 22, 19s en la dei mundo (de los hombres)». Se discute don­
tradición acerca de la Ultima Cena -como en de la expresión de vnÉQ se usó originalmente
1 Cor 11,24, cf. Jn 6 ,51-), mientras que en el (en Ias palabras dei cáliz y/o en Ias palabras
Evangelio de Juan (fórmula acerca de la en­ dei pan) y si constituye una explicación se­
trega o de la muerte) la preposición expresa cundaria de Ias palabras interpretativas. Mu-
un marcado lenguaje teológico, que predomi­ chas cosas sugieren que aqui (cf. además Mc
na principalmente en Pablo (en el que hay un 10, 45) se halla la fuente histórica de la sote-
total de 88 testimonios) y en la Carta a los riología dei cristianismo primitivo.
Hebreos (con 10 testimonios). El uso se va Desligado de la liturgia cultuai se halla el
haciendo cada vez más formulário y se va li­ enunciado universal, expresado en términos
mitando a contextos soteriológicos. En los helenizados, en Ias fórmulas cristológicas que
manuscritos (por ejemplo, en Lc 6 , 28; Jn 1, hablan de la muerte expiatória de Jesús ujièq
30) y en Ias tradiciones paralelas (por ejem­ jtávTCOv (2 Cor 5, 14; cf. 1 Tim 2, 6 ; imÈQ
plo, en Mc 14,24 par. Mt 26, 28; Mt 5, 44 par. jtavxóç en Heb 2, 9), a saber, «por los peca­
Lc 6 , 28) se observa una altemancia con JtEQL dores» (Rom 5, 6 ; cf. 1 Pe 3,18), «por el pue-
y raras veces con àvxí (compárese 1 Tim 2, 6 blo» (Jn 11, 50-52; 18, 14). Varias veces se
con Mc 10, 45 par. Mt 20, 28), seguramente desarrolla la fórmula de la muerte para apli­
sin que hay a desplazamiento dei significado. caria a la comunidad: «por nosotros» (Rom 5,
Lo opuesto a ujrég es x a r á (Mc 9, 40 par Lc 8 ; 1 Tes 5, 10) o «por nuestros pecados» (1
9, 50; Rom 8 , 31). Cor 15, 3), por el hermano cristiano (Rom 14,
El uso de la preposición con acusativo {so­ 15), «por vosotros» (1 Pe 2, 21). La misma
bre / más que) se evita en Marcos y en los es­ variación se encuentra en la fórmula de la en­
critos joánicos; los escasos testimonios se dis- trega: «por todos» (1 Tim 2, 6 ); «por noso­
tribuyen sin que nada llame especialmente la tros» (Tit 2, 14; Ef 5, 2; 1 Jn 3, 16); «por
atención. El retroceso de esta preposición se nuestros pecados» (Gál 1, 4), por la Iglesia
observa también fuera dei NT (Moulton-Mil- (Ef 5, 25). Una forma mixta es «por todos no­
ligan, S.V.). sotros» (Rom 8 , 23).
En 2 Cor 11, 23 se emplea újtép en sentido Pablo, en la reflexión teológica, se aplica
adverbial; ÚJtÈQ èyo), «yo todavia más [que también a sí mismo la fórmula de la entrega;
ellos]». «por mí» (Gál 2, 20). En su argumentación
cristológica, él utilizo muchas veces e inter-
2. Es teológicamente importante el âmbito pretó profundamente Ias antiguas fórmulas
de los enunciados con la denominada fórmula kerigmáticas recibidas por tradición. En un
1873 UJtEQ - UlItEQaXJXOÇ 1874

pasaje central, esas fórmulas le sirven para tigua tradición de la fórmula (Rom 1, 5) y en
fundamentar la doctrina de la justificación 3 Jn 7. Mientras que esta frase, según la ma-
(Rom 5, 6-8; 8, 31s.34; 2 Cor 5, 21; Gál 3, 13 nera veterotestamentaria y rabínica de hablar,
y passini) y para profundizar interpretativa- se refiere siempre a Dios (cf. además Did 10,
mente en la teologia de la cruz (1 Cor 1, 13). 2), vemos que en el NT se refiere siempre a
La soteriología paulina, que sirve de hilo con- Jesús, aunque no se haga ninguna especifica-
ductor y de elemento propulsor de la cristolo- ción. El nombre es metónimo de la persona
gía de Pablo, es primeramente conservadora, (->• õvoqa 4).
se halla empapada de la tradición, y confron­
ta al lector dei cristianismo primitivo con lo 3. La preposición con acusativo expresa
que le resulta familiar, antes de que esta doc­ siempre una intensificación, ya sea (como
trina desemboque en la doctrina de la justifi­ septuagintismo) después dei comparativo (Lc
cación o en la teologia de la cruz. La explici- 16, 8; Heb 4, 12), o bien en sustitución dei
tación teológica de Pablo tuvo también sus comparativo (Mt 10, 37 [bis], «más que a mi»;
impulsos existenciales en la constante expe- Gál 1, 14, «más que muchos contemporâne­
riencia de la Cena dei Senor (Wilckens, 297). os»; en conexión con un verbo en 1 Cor 4, 6a;
10, 13; Fim 21) o dei superlativo (Ef 1, 22:
El uso ulterior de la preposición fijtép en Pablo Cristo es la «Cabeza sobre todas Ias cosas
no se puede estudiar tan sistemáticamente dentro
de la historia de Ias tradiciones. Sin conexión con [újièg Jtávta] para la Iglesia», es decir, él es
Ias mencionadas fórmulas se halla, por ejemplo, «la Cabeza que sobrepasa todas Ias cosas»;
la idea dei bautismo vicario por los muertos (1 Flp 2, 9, «el nombre más alto»; cf. Ef 3, 20).
Cor 15, 29). Cf. además 2 Cor 5, 20; Flp 2, 13, y El sentido suele ser a menudo el de más ex-
muchos otros textos. celso que / más excelente que (Mt 10, 24 [bis]
par. Lc 6, 40, en la relación entre maestro y
En el trasfondo de la Carta a los Hebreos discipulo; cf. Hm 16).
se halla también la expresión formularia de
újtÉQ, cuando (en la tipologia dei sumo sacer­ H. Patsch
dote) se acentúa que el sumo sacerdote tenia
que estar ofreciendo constantemente el sacri­
fício dei templo por los pecados de los hom- 'Ú jtE ç a íç o ^ a i hyperairomai enorgulle-
bres y por si mismo (5, Iss; 7, 27a; 9, 7), cerse, exaltarse*
mientras que el sacrifício único dei Sumo Sa­ En 2 Cor 12, 7 el verbo aparece dos veces:
cerdote Cristo borró de una vez para siempre iva (iT) újt£QaÍQa)p,ai, «para que no me enor-
los pecados (10, 12; 7, 25.27b), «en favor gullezca». En 2 Tes 2, 4 dicese dei «hombre
nuestro» (6, 20; 9, 24). impio» (v. 3) «que se opone (àvTixeíp,evoç) y
En la formulación peculiar dei Evangelio de se exalta ('ÓJtEQaiQÓp.EVOç) sobre todo lo que
Juan, Jesús habla de la entrega de la vida (-+ se llama Dios o santuario».
aj)uxr| 5) en la parábola («por Ias ovejas», 10,
11.15) o en el discurso dirigido a los discipu-
los («por los amigos», 15, 3). Esta entrega se V JléQ ax^O Ç , 2 hyperakmos sobremadu-
halla limitada a Jesús (13, 37s). En la paré- ro*
nesis, siguese dei ejemplo de Jesús la corres- En 1 Cor 7, 36 dicese de la doncella que es­
pondiente obligación que los hermanos cris- tá demasiado madura / que se está marchitan-
tianos tienen los unos con los otros (cf. 1 Jn 3, do, o dei varón, y luego en el sentido de exce-
16). sivamente intenso («cuando [su deseo de ella]
La frase tipicamente biblica «por el nombre es demasiado intenso»). Cf. H. Conzelmann,
(de Jesucristo)» (Hech 5, 41; 9, 16; 15, 26; Der erste Briefan die Korinther (KEK), sub
21, 13) aparece también en Pablo según la an- loco.
1875 UJteQavü) - uneQ8Xxuvvo(xai 1876

i):iteçavro hyperano (adv.) encima de, muy Poltt] Tfjç ônváp,E0)ç, «exceso de poder / po­
por encima de* der extraordinário» (2 Cor 4, 7; eiç uitEQ-
njicçávcD aparece en Ef 4, 10 y Heb 9, 5 en poX,fiv, «para extraordinário fruto» (4, 17);
sentido local, como preposición impropia que UJtEQPoXf] Tcòv òucoxaXúrpecov, «gran abun­
rige genitivo. En Ef 1, 21 íijtEQávo) Jtáoriç dância de revelaciones / revelaciones extraor­
àp/tíÇ è^ouotaç se refiere a la superiori- dinárias» (12, 7). ThWNT VIII, 521-523.
dad de rango dei Cristo «exaltado».
■UJlEQEiôov hypereidon despreciar, hacer
■ÚJtEQau^ávto hyperauxanõ crecer abun­ caso omiso de
dantemente Aoristo segundo de uJtEQOQátt).
-> au^ávu) 3.
■üJtEQEXEiva hyperekeina (adv.) más allá
■ÚJtEçPaívw hyperbainõ trasgredir, permi- de*
tirse abusos* 2 Cor 10, 16: r à ■ÕJtEQÉXEiva hp.fõv (a sa­
1 Tes 4, 6 en la parénesis: «que nadie sobre- ber, [rÉQT]), «Ias regiones que quedan más allá
pase (sus derechos) ni estafe a su hermano en de vosotros». Cf. Blafi-Debrunner § 184.
los negocios». ThWNT V, 739-741; DTNT
III, 322ss. ■ÕnJEQEXJlEQloaoíí hyperekperissou (adv.)
nuy por encima de toda medida*
VJtE^PaXXóvTlrtÇ hyperballonlõs (adv.) 1 Tes 3, 10: «rogar de la manera más fer-
muchísimo, en un grado mucho mayor* viente»\ 5, 13: «amar y apreciar de manera
2 Cor 11, 23 en el catálogo de situaciones especialísima ('qyELadaL èv àyájtT])». En Ef
penosas: èv UJteQpaX,X.óvTcoç, «mu­ 3, 20 con genitivo de comparación: «mucho
chísimo más en azotes». ThWNT VIII, 521- más abundantemente de lo que nosotros pedi­
523. mos (tbv altoú[XE'&a)». ThWNT VI, 61s.
jreQiooEÚco (1).

VJtE^PáXXo) hyperballõ sobrepasar, exce­


VJtEQEKniEQiaacúç hyperekperissõs (adv.)
der*
muy por encima de toda medida
En el NT el verbo aparece únicamente en
El advérbio aparece como v.l. en Mc 7, 37
participio: r| nitEQpá7,X.onoa ôó^a, «la in-
D (en lugar de njteQjTepi0 aü)ç) y en 1 Tes 5,
comparable gloria», 2 Cor 3, 10; en 9, 14 dí-
13 B D* en lugar de hjtEQexjtEQiaooü).
cese de Ia XÓiQiç de Dios; en Ef 3, 19, de la
ThWNT VI, 61s.
àyájtT] de Cristo. En Ef 1, 19: tò ujtEoPá-
IXov péye'0'05 , «la extraordinária grandeza»;
en 2, 7: jtX.ontoç, «la extraordinária rique­ ■ÚJIEQEXTEÍVí O hyperekteinõ sobrepasar la
za». ThWNT VIII, 521-523. medida*
2 Cor 10, 14: «No estamos excediéndonos
(es decir, no sobrepasamos nuestra medida)».
VJCEQPoÀ.ri, fíç, ^ hyperbolS grandeza ex­ ThWNT II, 462s.
traordinária, exceso*
En el NT, i)jtEQ|3o7,f| aparece en ocho pasa-
jes de Ias Cartas paulinas. Prescindiendo de ■í):jtE0 E > t/ú v v o n a i hyperekchynomai (en
x a d ’ i)3tEQPo7.f|V, «sin medida, con exceso» voz pasiva) rebosar, desbordarse*
(Rom 7, 13; 1 Cor 12, 31; 2 Cor 1, 8 ; 4, 17; Lc 6 , 38 (a diferencia de Mateo): «una me­
Gál 1, 13), hallamos Ias construcciones: hireQ- dida buena, apretada, remecida y rebosante».
1877 ■òneQEVTVYXócvdo - vneQ nX eová^w 1878

lüJtEQSVWYX®'''*'* hyperentygchanõ inter­ vjtepvixao) hypernikaO salir más que ven­


ceder* cedor, vencer completamente*
Rom 8, 26: El 3tv8i5p.a «intercede (Koiné: Rom 8, 37: «Pero en todas estas cosas so­
í)JtÈ Q f|(iü )V ) con suspiros inexpresables». mos más que vencedores (todo eso lo supera­
ThWNT VIII, 243s. mos completamente) por medio de Aquel que
nos amó». ThWNT IV, 945.
hyperechõ sobrepasar, desco-
■ Ú J ie ç é x íO
llar* hyperogkos hinchado; arro­
ú n ;É Q O Y > to ç , 2
En el NT el verbo aparece únicamente en gante, altisonante*
sentido figurado (cuatro de los cinco testimo- Referido a palabras altisonantes en 2 Pe 2,
nios se encuentran en Pablo). El participio se 18; Jds 16 (en ambos casos ujtéQOYxa con un
refiere en Rom 13, I y 1 Pe 2, 13 a è^onaíai verbo de decir).
0 a PaoiXenç, es decir, a «autoridades». En
Flp 2, 3; 4, 7 el participio se emplea en el sen­
tido general de lo que es superior / lo que hyperoraõ pasar por alto*
V T C E Q O Q á to

aventaja (a otra cosa) (en 2, 3 con genitivo; Hech 17, 30: «Dios pasó por alto los tiem-
en 4, 7 con acusativo). En Flp 3, 8 el partici­ pos de la ignorância». Spicq, Notes II, 899s.
pio sustantivado xò ujiEQéxov xfjç Y'vróoe(üç,
«el conocimiento insuperable». ThWNT VIII, ■Ô3t£0OXT|> íjÇj 11 hyperochê superioridad,
523-525. ventaja, posición superior*
I Cor 2, 1: «No fui con superioridad (xa'd’
hjiEQOXTiv con genitivo) de palabra o de sabi-
V JlEQ tltpavia, a ç , hyperêphania orgu-
duría...». 1 Tim 2, 2: ol èv 'UTteQOXÜ ôvteç,
11o, arrogancia*
«los que se hallan en posición destacada».
Mc 7, 22 en un catálogo de vicios. ThWNT
ThWNT V m , 523-525.
VIII, 526-530; DTNT TV, 224s.

VJlEQJtEglffCElJOí hyperperisseuõ (hacer)


'w n ;E g T iq )a 'V O Ç , 2 hyperSphanos orgulloso, fluir en exceso*
soberbio*
Rom 5, 20 (en sentido intransitivo): «la gra­
Lc 1, 51: «El disperso a los que son orgu-
d a sobreabundó». 2 Cor 7 ,4 (en sentido tran­
llosos en los pensamientos de su corazón». Lo
sitivo y voz pasiva): «Sobreabundo de gozo».
opuesto es tajteivóç, Sant 4, 6; 1 Pe 5, 5. El
ThWNT VI, 58-61; -»■ jrEQioaEÚm (1).
adjetivo aparece también -lo mismo que
UJtEQqcpavía- en catálogos de vicios: Rom 1,
30; 2 Tim 3, 2. P. L. Schoonheim: NovT 8 ■ÚJlEQJlEQiaowç hyperperissõs (adv.) so-
(1966) 235-246; ThWNT VIII, 526-530; breabundantemente*
DTNT IV, 224s. Mc 7, 37: «Y se asombraron en gran mane-
ra» (dei milagro de curación obrado por Je­
sus). Cf. XCEQIOOEÚU) (1).
hyperlian (adv.) excesivamen-
■ Ú :7l£Q A ,íav
te*
El advérbio se usa como adjetivo en la ex- 'UJtEQ3tX,£OváÇtií hyperpleonazõ hallarse
presión ol ujtEpliíav àjtóoxoÀoi, «los super- en gran abundancia*
apóstoles», en 2 Cor 11, 5; 12, 11; con este En 1 Tim 1, 14 «Pablo» dice acerca de sí
término Pablo designa a sus adversários co- mismo: «La gracia de nuestro Senor fue muy
rintios; cf. R. Bultmann, Der zweite Brief an abundante (en mí)» (cf. 1 Cor 15,10). ThWNT
die Korinther (KEK) 205. VI, 263-266; DTNT I, 355s.
1879 ÍOTEQlJllJÓCO - ílJtTlQéTTlÇ 1880

í JlEQV\()óft> hyperypsoõ exaltar hasta lo companeros; en 24, 23 se habla de los íôioi de


sumo* Pablo (sus hermanos cristianos), que pudieron
Flp 2, 9: A Cristo Jesús, humillado hasta la asistirle durante el cautiverio. ThWNT VIII,
muerte en cruz (v. 8), Dios le exaltó hasta lo 530-544.
sumo (cf. Sal 96, 9 LXX). ThWNT VIII, 604-
611.
v:7tH0ÉTi]Ç, o u , ó hyperetes ayudante, ser­
vidor*
VJiegtpçovEO) hyperphroneõ sobreesti- 1. Aparición en el NT y significado - 2. En sentido
marse a sí mismo* propio (en plural) - 3. ÍOTt)QÉrriç refiriéndose al (cris-
En Rom 12, 3 en un juego de palabras con tiano) «servidor (de la palabra)».
qjQOvéoo: Digo a cada uno de vosotros; «que B ibl.: A. Feuillet, «T ém oins oculaires et Serviteurs
nadie tenga una opinión más elevada de sí de la P arole» (Lc 1 2 b ): NovT 15 (1973) 241-259, es-
mismo (újtepcpQOVEÍv) de la que deba tener pecialmente 242-246; K. H. Rengstorf, ÚJttiQÉTT|ç
KxX., en ThWNT Vlll, 530-544; L. J. D. Richardson,
(cpQOVEiv), sino q u e reflexione (cpQ O veiv) pa­
YnHPETHS: The Classical Quarterly 37 (1943) 55-
ra ser sensato (acoqjQOveiv)». 61; Spicq, N o tes 11, 901-906; Trench, Synonym a, 23.

1. En el NT újtTiQÉTqç aparece en 20 pasa-


■WJIEÇÔOV, OD, TÓ hyperõon habitación jes; es especialmente frecuente en el Evange-
dei piso superior* lio de Juan (9 veces) y en la obra de Lucas (2
El sustantivo se ha formado dei adjetivo veces en el Evangelio; 4 veces en Hechos;
■ujtEQCõoç, lo que se encuentra encima, arriba además, en Hechos aparece tres veces el ver­
(originalmente había que suplir oínqua). En bo -> újtriQExéa)). Los demás testimonios se
el NT, ujTEQípov aparece únicamente en Hech distribuyen entre Mc 14, 54 par. Mt 26, 58;
1, 13; 9, 37.39; 20, 8. Mc 14, 65; Mt 5, 25; 1 Cor 4, 1.
ÚJtT]Qéxr|ç se deriva de xmó y ègéxTiç («re-
mero») y significa, por su etimologia, algo así
riJtÉXM hypechõ sufrir, padecer*
como «remero subordinado» (EWG 91). En el
Jds 7 con JtUQÒç aicovíou ôíxqv, «sufrir el
NT se encuentra siempre el significado más
castigo dei fúego eterno».
general: auxiliar / servidor (de una persona
que ocupa una posición más alta). Se trata,
■újtrjxooç, 2 hypêkoos obediente* por ejemplo, de un ayudante que está siempre
Hech 7, 39: ÚJtfixooç YE'véo'0'ai (como en a disposición de un superior para prestarle
Josefo, Ant II, 48). Dícese de la obediência servicio (Bauer, Worterbuch, s.v.). Así, por
que los israelitas se negaron a dar a Moisés. 2 ejemplo, Juan Marcos es ÚJtqQéxTiç de Bema-
Cor 2, 9: Pablo escribe; «para probaros y ver bé y de Pablo (Hech 13, 5); de manera seme-
si sois obedientes en todo (eiç J t á v t a ) » . En jante habrá que imaginarse el papel de Silas
Flp 2, 8 dícese de Cristo Jesús; «El se humilló (15, 40). En Mt 5, 25 se habla dei újTTigéxTjç
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la {«alguacil») dei juez (cf. Diodoro Sículo
muerte». ThWNT I, 225; DTNTIII, 208s. XVII, 30, 4); en Lc 4, 20 se habla dei ujtT]-
QÉxqç en el culto de la sinagoga (el ayudante
a quien se entrega el leccionario después de la
■ÚJlt^QETÉCi) hypèreteõ servir, asistir* lectura; cf., a propósito, I. Elbogen, Der jü-
En el NT, el verbo aparece unicamente en el dische Gottesdienst in seiner geschichtlichen
libro de Hechos (cf. -i- ujtr|péTr|5): en 13, 36 Entwicklung, Frankfurt a. M. ^1931, 485-487).
dícese que David sirvió a la voluntad de Dios; Por lo demás, el singular 'UJt'qQéxi)ç aparece
en 20, 34 se habla dei trabajo manual de Pa­ únicamente en Hech 26, 16 (junto a [rágxuç)
blo para ganarse su propio sustento y el de sus en sentido figurado (refiriéndose a Pablo. ^
1881 u3ir|QeTT)ç- ujtvoç 1882

3); pero cf. también Jn 18, 11: «uno de los («profanos»), en la cual la terea confiada, el
servidores (dei sumo sacerdote)». encargo, ocupa el primer plano: lo importante
es la fidelidad dei administrador (y dei servi­
2. En la inmensa mayoría de los pasajes dor) (4, 2). Hecb 26, 16, usando una termino­
aparece el plural: (ol) újrrigéTai, y por cierto logia fija, babla de la vocación de Pablo de
en sentido absoluto. El significado concreto, ser «servidor y testigo» de Cristo.
en cada caso, se deduce dei contexto: Pedro El enunciado dei libro de Hecbos bay que
está sentado junto al personal de servido en el leerlo a la luz de Lc 1, 2, donde se dice que
interior dei patio dei sumo sacerdote (Mc 14, los (doce) apóstoles, como «testigos oculares
54 par. Mt 26, 58); los servidores dei Sanedrín desde el principio», serían luego (después de
golpean a Jesús (Mc 14, 65); los principales Pascua) «servidores de la palabra (es decir, de
sacerdotes y los fariseos envían servidores pa­ la palabra de la proclamación)» evangélica.
ra prender a Jesús (Jn 7, 32.45.46); el texto se El becbo de baber sido testigos dei camino de
refiere seguramente a los servidores dei Sane­ Jesús (cf. Hecb 1, 21 s) los capacitaba para la
drín, como en 18, 3. Aqui se dice que el Sane­ proclamación de la palabra, y la proclamación
drín puso a disposición de Judas ofidales (ar­ estaba ligada a lo que ellos babían experimen­
mados); al hablarse dei prendimiento de Jesús, tado como testigos. Pablo, según Hecb 26, 16,
en 18, 2, se los llama «los újfqQéxat de los ju­ tuvo igualmente la vocación -aunque de otra
dios». Ese personal de servido (juntamente manera—de ser «servidor y testigo». Le llamó
con los «criados») encienden una hoguera en a serio el Senor resucitado. También su testi-
el patio dei sumo sacerdote (18, 18; cf. Mc 14, monio estaba autorizado por un encuentro con
54); uno de los servidores, durante el interro­ Cristo y vinculado igualmente a él. Los após­
gatório ante Anás, golpea a Jesús en el rostro toles eran «servidores de la palabra». Se ba-
(18, 22; cf. Mc 14, 65). Jn 19, 6 refiere el cla­ llaban bajo la autoridad de la palabra; según
mor de los principales sacerdotes y de sus ser­ Lucas, lo mismo babrá que decir de Pablo.
vidores, que reclaman la crucifixión de Jesús.
G. Scbneider
En este contexto es significativo que Jesús, al
comparecer ante Pilato (18, 36), hable de sus
propios servidores (ol ÚJtT)Q8Tai), que lucha-
D Jtvoç, o v , o hypnos sueno*
rían en favor suyo, en caso de que su reino
ctYQi^^vém agrypneõ estar despierto, ve­
fuera «de este mundo». El Jesús joánico con-
lar*
trapone los «servidores de los judios» (18, 12)
àyQtJJtvía, aç, f| agrypnia insomnio, la ac-
a «sus propios servidores (no violentos)». He-
ción de velar*
chos habla en plural de los servidores dei Sa­
nedrín que debían prender a los apóstoles (5, 1. En los Evangelios y en Hecbos se usa
22.26). Tan sólo en Lc 1, 2 y en 1 Cor 4, 1 el ÜJtvoç en sentido propio. En Mt 1, 24 se dice
plural ÚJtTiQéxat se baila en sentido figurado, que José se despertó àjtò xoü ÜJtvou. Lc 9,
acompanado en ambos casos por un genitivo 32 (a diferencia de Marcos) dice que Pedro y
determinativo (-^- 3). sus companeros fueron vencidos por el sueno.
E n J n l l , 11-13 Jesús se refiere al sueno de la
3. En 1 Cor 4, 1 Pablo, a los proclamadores muerte ( ^ xoifxáoftai 3), pero los discípulos
cristianos, los llama «servidores de Cristo y entienden ÜJtvoç (v. 13) en sentido literal. En
administradores de los mistérios de Dios». Hecb 20, 9a se narra que Eutico se quedó dor­
Con arreglo a lo que se dice en 3, 22s, el tex­ mido y, a consecuencia de ello, tuvo una caí­
to de 4, 1 no debe aplicarse sólo a Pablo. La da mortal desde un piso alto («profundo sue­
formulación introductoria: «que se nos consi­ no» como en Eclo 22, 9 LXX; 3 Mac 5, 12).
dere como (mç)...», nos muestra que Pablo es- Rom 13, 11 emplea ÚJtvoç en sentido figura­
tablece una comparación con los ministérios do: es la bora «de que os despertéis dei sue-
1883 ■ U ÍC V O Ç - V IIO 1884

no». El contexto indica que se está hablando ción de Tito y de Filemón, úiió se distribuye
de apaitarse de Ias «obras de Ias tinieblas» (v. entre todos los escritos dei NT, pero la prepo­
12; cf. V. 13). ThWNT VHI, 545-556: DTNT sición se halla con especial frecuencia en los
III, 123s. Evangelios y en Hechos. Combinada con 29
verbos distintos, la preposición aparece como
2. Lo opuesto de ujivoç es àyenjivía, que parte de un verbo compuesto; se encuentra
etimológicamente se deriva quizás de àyQÓç también en composiciones con doble preposi­
y njrvoç (de dormir a campo raso; cf. EWG 3; ción (Morgenthaler, Statistik, 162).
cf. también Lc 2, 8: àyeatjXÉcü). En el NT el
sustantivo àypnjtvía aparece únicamente en A diferencia de la lengua clásica, en la que
Pablo; 2 Cor 6, 5; 11, 27 (plural, en sentido hjtó, aunque raras veces, puede regir también da-
propio). El sentido figurado (cf. 1) aparece tivo (cf. BlaB-Debrunner § 187), vemos que en el
en el uso de àyQUJtvécn {estar despierto, ve­ griego bíblico (con excepción de Job 12, 5 v.l.) la
preposición rige únicamente genitivo y acusativo.
lar) en la parénesis sobre la actitud de estar hnó no sustituye a otras preposiciones, pero, eso
despiertos y vigilar: Mc 13, 33 (cf. Mt 25, 13 sí, en la voz pasiva es sustituida a menudo por
->■YQTiyoQéío); Lc 21, 36 («jestad siempre en àjtó (Mt 11, 19 par. Lc 5, 35; Mt 16, 21 par. Lc 9,
vela!»)-, Ef 6, 18 (àyQnrtvonvxeç êv jráaTj 22, pero cf. Mc 8, 31 [!]; 2 Cor 7, 13; Sant 5, 4;
JtQoaxaQT6Qf|OEL, «velando con toda perse- Ap 12, 6, y passim; cf., por el contrario, el uso
verancia»). Heb 13, 17 dice (en sentido meta­ clásico, por ejemplo, en Herodoto VIII, 94; Jeno-
fórico) refiriéndose a los dirigentes de la Igle- fonte, Hist VI, 5, 43 y âjtó 4.b.6). Asimismo,
ctrtó con sentido causai aparece algunas veces en
sia: «Ellos velan por vuestras almas / por lugar de la preposición clásica vnó, por ejemplo,
vuestra vida». ThWNT II, 337. en Lc 22, 45 («dormidos por la tristeza»). En el
NT, en la constmcción pasiva, la preposición hitó,
que propiamente seria de esperar, es sustituida
VJIÓ hypo con genitivo: por, bajo la acción con cierta frecuencia por ôiá con genitivo o tam­
bién por jtaQÚ.
de, por medio de; con acusativo: debajo
de, bajo, hacia
2. En la literatura bíblica y cristiana primi­
1. Aparición y uso en el NT - 2. Con genitivo - 3. tiva, njtó con genitivo no aparece en sentido
Con acusativo - a) Sentido local - b) Sentido tempo­
ral. local. La preposición con este caso se usa uni­
camente en sentido figurado y metafórico. En
B ib l : Bauer, W õrterbuch, s. v.; BlaB-Debrunner § primer lugar, en construcciones pasivas, nitó
210, 232; K. Dietrich, D ie prãp o sitio n a len P rãfixe in con genitivo de persona o de cosa indica la
d e r g riech . S p ra c h e n tw ic klu n g : Indogermanischen
Forschungen 24 (1909) 87-158; Kühner, G ram m atik causa 0 el autor [por/por acción d e / a con-
II/l, 521-526; Liddell-Scott, i.v.; Mayser, G ram m atik secuencia de).
II/2, 509-515; Radermacher, G ram m atik, 114-119; P. a) Con genitivo de persona-. Mt 1, 22: «pa­
F. Regard, C o n trib u tio n s à 1’E tude d es P rép o sitio n s
d a n s la langue d u N T , Paris 1919, 620-651; Schwyzer,
ra que se cumpliera lo que había sido dicho
G ra m m a tik II, 522-533. por el Senor por medio dei profeta» (cf. Gén
45, 27; Josefo, Ant Vm, 223); Jn 14, 21: será
1. Considerada su frecuencia, uno se baila amado por mi Padre»; 1 Cor 1, IL «fui infor­
sólo en undécimo lugar entre todas Ias prepo- mado... por los de Cloe»; Flp 3, 12: «fui al-
siciones dei NT, pero a pesar de todo aparece canzado por Cristo», y passim.
220 veces (Morgenthaler [Statistik, 160] re­ b) Con genitivo de cosa (por acción de / a
gistra sólo 217 casos en los que se usa esta consecuencia de / por): Mt 8, 24: «cubierta
preposición, pero olvida que ÚJtó aparece una por Ias olas» (cf. Jenofonte, An I, 5, 5); Lc 7,
vez más en Lucas y dos veces más en Roma­ 24: una cana sacudida por el viento» (Apiano,
nos; para la corrección de la cifra estadística BellCiv IV, 28, 120; cf. Is 7, 2; Josefo, Ant IV,
consúltense Ias concordâncias). Con excep- 51); Hech 27, 41: «.por la fuerza de Ias olas»;
1885 1886

Rom 3, 21: «atestiguada por la ley»; 2 Cor 5, figurado: Rom 16, 20: «poner a Satanás deba­
4: «para que lo mortal sea absorbido por la vi­ jo de vuestros pies»; 1 Cor 15, 25 (cf. también
da». Con el mismo sentido también en Rom V. 27); «poner a todos sus enemigos bajo sus
12, 21; 1 Cor 10, 29; Col 2, 18; 2 Pe 2,17; Jds pies»; Ef 1, 22: «puso todas Ias cosas bajo sus
12; Ap 6, 13. pies».
c) Pero vitó puede usarse también con la Responde también a la pregunta «^dón-
voz activa para designar al autor o agente: Ap de?»: bajo, en el âmbito de: Mc 4, 32: «bajo /
6 , 8 ; à j t o x x e l v a i . . . i m ò x cõv U tiqícov » , «(po­ a su sombra»; Jn 1, 48: «debajo de la higue-
der) para matar... por la acción de Ias fieras» ra». Basándonos en el Sal 103, 39 (LXX) y
(cf. Herm [s] 9, 1, 2). Aqui la preposición con MekEx 13, 21 [30a), podríamos interpretar
genitivo indica quién o qué cosa realiza la in- también 1 Cor 10, 1 en sentido literal: oí jta-
tención expresada por el verbo. TÉQEç... ÜJtò xf)V VEqpéÀqv fjoav, «nuestros
d) La preposición se usa también con ver­ padres estuvieron también bajo la nube» (cf.
bos o expresiones que implican un sentido pa- Ex 13, 21); Hech 4, 12: «bajo el delo (es de-
sivo. En tales casos, el autor o agente se in- cir, sobre la tierra)», cf. también Lc 17, 24 y
troduce con íirró, lo mismo que en la verda- Col 1, 23; Jds 6; únò ^óqpov, «bajo la oscuri-
dera voz pasiva. A veces la preposición puede dad / en Ias tinieblas». En Rom 3, 13 (cita dei
tener precisamente sentido instrumental: Mt Sal 139, 4 LXX) no se sabe con seguridad si
17, 12: jtáoxeiv úit’ auxóôv, el Hijo dei hom- ÚTtò xà auxcõv, «bajo (o en) sus lá­
bre «tendrá que padecer a manos de ellos». Se bios» se usa en sentido propio o en sentido fi­
usa también con rtáaxco en otros lugares dei gurado.
NT, en Mc 5, 26 y 1 Tes 2, 14; 2 Cor 11, 24 Conforme al uso clásico, en el cual se baila
(jt>LTiYàç) VJíò l o n ô a í c D V ... Àappávco, «reci- documentada la expresión ÚJtó xivá ei[xl, «es­
bir (azotes) de los judios»; Heb 12, 3: íijto- tar bajo el poder de alguien» (cf. Tucidides
pÉvco ÚJTÒ XCÕV á[iaQxcoA.üõv ó t v x i X o y í a v , VI, 86, 4), el NT emplea también uitó con
«sufrir hostilidad por (por parte de) los peca­ acusativo en sentido figurado, con el signifi­
dores». También la construcción YÍvopai ■õjró cado igualmente de subordinación, de domi-
x i v o ç expresa el origen, la procedência de al­ nio ejercido, de autoridad y de poder: Mt 8,
go, de tal manera que en la mayoria de los ca­ 9a par. Lc 7, 8a: âv&Qcojtóc; EÍpi ujtò è^ou-
sos puede traducirse igualmente por por / a oíav, «soy una persona bajo autoridad de
causa de: Lc 13, 17; 23, 8; Hech 20, 3; 26, 6; mando»; Mt 8, 9b par. Lc 7, 8b, «tengo solda­
pero en Ef 5, 12: «Ias cosas que suceden por dos bajo mis ordenes»; 1 Tim 6, 1, «bajo el
medio de ellos en secreto / Ias cosas que ellos yugo de la esclavitud»; 1 Pe 5, 6: «inclinaos
hacen en secreto». bajo la mano poderosa de Dios».
e) Es singular dei NT la construcción con Sobre todo Pablo utiliza la preposición con
un sustantivo en posición atributiva: q èjuxi- sorprendente frecuencia para caracterizar con
[xía f| ujtò xcõv ji^Eióvcov, «el castigo im- ella la condición de la total sumisión dei hom-
puesto por la mayoria (de la comunidad)», 2 bre. Por eso, i)Jtó adquiere a menudo un tono
Cor 2, 6; cf. Est 1, 20. agresivo de fondo. Rom 3, 9: «bajo el poder
dei pecado»; 6, 14: «bajo la ley» (lo opuesto:
3. Con acusativo: «bajo la gracia»); 7, 14, «vendido bajo el pe­
a) njtó con sentido local responde a la pre- cado»; 1 Cor 9, 20; xmò vóqov (cuatro ve­
gunta «^adónde?»: bajo (indicando la meta) / ces), cf. Gál 4, 21 y 5, 18; Gál 3, 10: «bajo la
debajo de / hacia: Mt 8, 8 par. Lc 7, 6: «bajo maldición (en la órbita de la maldición) (de la
mi techo»; Mt 23, 37: «debajo de sus alas (co­ ley); 4, 4; yevÓ|íevoç U3tò vófxov, «sometido
mo protección)»; Mc 4, 21: «debajo de la ca­ a la ley».
ma»; Sant 2, 3: njtò xò ú j t o j i ó ô l o v [x o u , b) En el NT, íuró con sentido temporal apa­
«abajo (= en el suelo) a mis pies». En sentido rece sólo en Hech 5, 21: újtò xòv õ q ’&o v , «de
1887 vnó - tmóôixoç 1888

manana / al despuntar la aurora» (cf. JyA 11, tista); xíç ujréôei^ev upXv(;), seguido dei infi­
1). La preposición "Uító no aparece los escritos nitivo qjUYEÍv: («a escapar dei futuro juicio de
dei NT en expresiones y locuciones fijas co­ ira»). Lc 6, 47 (a diferencia de Mateo) y 12, 5
mo, por ejemplo, ucp’ ev, de una sola vez (cf. (a diferencia de Mateo), en lábios de Jesús:
Sab 12, 9; Bem 4, 4) o también úitò yfilQa, •üjroSeí^co (8è) upiv, «os mostrará». Hech 9,
continuamente (Josefo, Ant XII, 185; Herm 16 en lábios dei Senor exaltado: «Yo le mos­
[v] 3, 10, 7; [m] 4, 3, 6) (cf. Bauer, s.v. 2e). trará (a Pablo) cuánto ha de padecer por mi
D. Sânger nombre». En 20, 35 en lábios de Pablo en su
discurso de despedida: «7o os he mostrado...».

vmopáXX.(0 hypoballõ instigar secreta­


mente* V7IO Ò £0^al hypodeomai (en voz media)
Hech 6, 11 con acusativo: «entonces insti- atarse (el calzado)*
garon a unos hombres» para que acusaran a El verbo se refiere al calzado (cf. ->^ úitó-
Esteban. ÔT][ia): oavôáXia en Mc 6, 9; Hech 12, 8. En
Ef 6, 15 el verbo se usa en sentido metafórico:
«bien calzados vuestros pies para anunciar el
VJtOYQamuÓÇ, OÍ5, Ó hypogrammos mo­ evangelio». ThWNT V, 310-312.
delo, ejemplo*
En 1 Pe 2, 21 se habla dei ejemplo de Cris­
to (que sufrió «por vosotros»). También 1 v n io ò é/O fA ai hypoãechomai acoger con
Ciem 16, 17; 33, 8; Polic 8, 2 emplean ■ujtQO- hospitalidad*
YoaLiuóç para referirse al ejemplo de Cristo. Con acusativo de persona en Lc 10, 38
ThWNT I, 772s. (Marta acoge así a Jesús): 19, 6 (Zaqueo aco-
ge así a Jesús); Hech 17, 7 (Jasón recibe con
hospitalidad a Pablo y Silas); Sant 2, 25 (Ra-
VJtÓÔElYftCC, atOÇ, TÓ hypodeigma ejem­ jab acoge a los mensajeros; cf. Jos 2, 1-21).
plo, modelo; imagen*
Dícese dei ejemplo de Jesús en Jn 13, 15;
dei ejemplo de los profetas en Sant 5, 10. Heb hypodSma sandalia*
V J ló Ô T m a , a t o ç , TÓ
4, 11 habla dei ejemplo de una caída en la Ú3TÓÔT][ta es una suela de cuero sujeta al
perdición (como consecuencia de la desobe­ pie por una correa. En el NT el término apa­
diência). 2 Pe 2, 6 se refiere a un ejemplo que rece casi siempre en plural: Mc 1,7 par. Mt 3,
debe servir de advertência: Sodoma y Gomo- 11 / Lc 3, 16 (Marcos y Lucas dicen: «desatar
rra son 'UJtóôeiYp.a peÀXóvtcuv aosPelv, la correa de Ias sandalias»; Mateo lee: «llevar
«ejemplo para los que en el futuro habrían de [= quitar] Ias sandalias»)', Mt 10, 10 par. Lc
ser impíos, es decir, para los impíos dei futu­ 10, 4 (en la prohibición de Jesús); Lc 15, 22
ro. - En Heb 8, 5; 9, 23 'UJtóSeLYp.a significa (sandalias para el hijo pródigo que ha regresa-
algo así como una imagen y sombra (de Ias do); 22, 35 (referencia retrospectiva a 10, 4).
cosas celestiales). ThWNT II, 32s; Spicq, No­ - El singular (en sentido colectivo) significa
tes II, 907-909. calzado: Jn 1, 27; Hech 7, 33; 13, 25. ThWNT
V, 310-312.
V JloÔ E ÍX vrm (-vúto) hypodeiknymi(-nyõ)
mostrar; dar instmcciones, probar* V7CÓôi>toç, 2 hypodikos culpable, respon-
En el NT 'UJtoÔEÍMvnpi aparece sólo en sen­ sable*
tido figurado, en algunos pasajes casi con el Rom 3, 19 en la expresión; íijtóôixoç Tã
sentido de «ensenar» (con dativo de persona). ■&ecp, «.culpable ante Dios». Cf. ThWNT VIII,
Mt 3 ,7 par. Lc 3,7 (en la predicación dei Bau- 556-558.
1889 v n o ^ v y io y - íjjió jc q io iç 1890

'UJ(oÇ'ÚYlOV, o u , t ó hypozygion animal de H. Goldstein (ed.), G o ttesve rã c h te r u n d M e n sch e n -


fe in d e ? , Düsseldorf 1979, 123-189; H. Giesen, C hrist-
carga, asno"^ lic h e s H a ndeln. E in e re d a k tio n sk ritisch e U ntersu-
En el NT, el término se refiere en todos los c h u n g zum biv.a\,oav'vr\-B egrijf im M atthãusevange-
pasajes al asno: Mt 21, 5 (cita de Zac 9, 9 liu m (EHS XXm-181), Frankfurt a. M. 1982, 151-
LXX, a diferencia de Marcos); 2 Pe 2, 16 (cf. 157, 216-219; W. Günther, en DTNT, 68-70; E.
Haenchen, M t 23, en Haenchen I, 29-54; W. Pesch,
Núm 22, 28 donde se habla dei asno de Ba- Theol. A u ssa g e n d e r R ed. von M t 2 3 , en F S Sch m id
laán). 1973, 286-299; U. Wilckens, 'ÓJTOKQÍvopai m X ., en
ThWNT VIII, 558-571; para más bibliografia, cf.
ThWNT X, 1287s.
Ún!oÇ(óvvu^l hypozõnnymi amarrar*
En Hech 27, 17 como tecnicismo de la na- 1. En el NT el sustantivo uTtóxQtoiç apare­
vegación: «amarrar una nave con njto^cúpa- ce seis veces; una vez en cada uno de los
r a [maromas]. Las maromas, cuando había Evangelios sinópticos y tres veces en la litera­
mar graesa, se amarraban al casco de la nave; tura epistolar. El verbo se encuentra única­
cf. Polibio XXVII, 3, 3. Bauer, Wdrterhuch, mente en Lc 20, 20. - El tema tutoxQ- perte-
í.v. (bibl.); PaulyAVissowa, Suppl. 776-782. nece originalmente al lenguaje teatral. La «re-
presentación teatral» vino a significar luego
ú j io x á t t o hypokatõ (adv.) debajo de, ba- -en sentido negativo- «hipocresía». Sin em­
jo* bargo, el NT enlaza casi siempre con el len­
En el NT el advérbio se usa sólo como pre- guaje de la LXX, en el cual uJtoxQLTf|ç tradu-
posición impropia, y únicamente cuatro veces ce por dos veces el término hebreo hãnêf(Joh
en la expresión: njtoxáxo) tcõv Jtoômv, «a tus 34, 30; 36, 13) y se refiere a una persona que
pies»; Mc 12, 36 par. Mt 22, 24 (en cita dei no permite que su conducta esté determinada
Sal 110, 1 a diferencia dei Sal 109, 1 LXX); por Dios y que, por tanto, es un impío. La Bi-
además en Heb 2, 8 (Sal 8, 7 LXX) y en Ap blia griega, al llenar con este sentido los tér­
12, 1. Otras expresiones: Mc 6, 11, «bajo los minos nn:oxQiTf|ç xrX.., logra estigmatizar la
pies»; 7, 28, «bajo la mesa»; Lc 8, 16, «deba­ actitud impía que impregna las acciones hu­
jo de una cama»; Jn 1, 50, «debajo de la hi- manas; Dios desenmascara esa conducta co­
guera»; Ap 5, 3.13, «debajo de la tierra»; 6, 9 mo «teatralidad», haciendo ver que ésta, por
«debajo dei altar». tanto, no tiene ningún valor ante él.

2. En Mc 12, 15 'UJtóxQtoiç no significa hi­


ÚJlÓXEl^ai hypokeimai estar debajo pocresía (en contra de J. Emst, Das Evange-
El deponente defectivo significa en Lc 6, lium nach Markus [RNT], 345; J. Gnilka, El
42 D it estar debajo: «Mira la viga está deba­ Evangelio según San Marcos II, Salamanca
jo en tu ojo». 1986, 178), sino la maldad impía de quienes
formulan la pregunta (cf. R. Pesch, Das Mar-
ú j t o x g í v o ^ a i hypokrinomai pretender, kussevangelium II, [HThK] 226); porque Je-
representar un papel sús se da cuenta perfectamente de que, con la
->■ím:óxQioiç 1.3 cuestión dei tributo (v. 14), quieren hacerle
caer en una trampa (v. 12). Buscan un pretex­
to para hacer que le prendan (v. 13). Pero Je-
ú jló x Q ia iç , Etoç, 'H hypokrisis impiedad, sús no cae en su trampa. Según Mt 23, 28, los
hipocresía* escribas y fariseos aparecen, sí, al exterior co­
■ÓJtoxQÍvofxai hypokrinomai pretender, re­ mo justos; pero, de hecho, están llenos de im­
presentar un papel* piedad y maldad (õvoqía), porque su conduc­
B ib l.: H. Frankemõlle, ‘P h a risã ism u s’ in Judentum ta no está determinada por la voluntad de
u n d Kirche. Z u r Tradition u n d R edaktion in M t 23, en Dios. A la conducta radicalmente perversa de
1891 V 3 tO ) Í Q l 0 lÇ - U JIO H Q lT T )Ç 1892

los fariseos, Lucas (12,1) la llama igualmente cluída la variante textual de Mt 23, 14). El
ÚTCÓxQiaLç; la imagen de la levadura lo ilus­ término es empleado sólo por Jesús. En el NT
tra. El contexto de los «ayes» (11, 37) acentua el adjetivo àvuJtóxQixoç aparece 6 veces y,
la impiedad de tal manera de proceder. por cierto, sólo en Ias cartas. Sobre el conte-
Según Gál 2,13, el hecho de que Cefas jun­ nido semântico ^ ujtóxQioiç 1.
tamente con los demás judeocristianos se reti­
rara de la comunión de mesa con los cristia- 2. A propósito de la cuestión de la pureza
nos gentiles (2,12), es nitóxQiaiç. Puesto que (Mc 7, 1-23 par. Mt 15, 1-20), Jesús llama
Pablo cree que Cefas debe ser censurado (an­ ujTOXQixaí a sus adversários (Mc 7, 6 / Mt 15,
te Dios) por este motivo, se enfrenta abierta- 7), porque sustituyen el mandamiento divino
mente con él (v. 11). ■UTtóx.çioiç aqui no es ni por ordenanzas de hombres (Mc 7, 8s / Mt 15,
«hipocresía» (en contra de F. MuBner, Der 3b), en todo lo cual se cita el texto de Is 29,
Galaterbrief [HThK], 142s) ni «engano» 13 LXX (Mc 7, 6c.7 / Mt 15, 8s). En la prác-
(Tãuschung-, en contra de H. Schlier, La Car­ tica demuestran ser ateos. Por eso, el que no
ta a los Gálatas, Salamanca 1975, 102 [la sabe interpretar correctamente el tiempo ac-
versión espanola traduce por «doblez»]), sino tual (a diferencia de lo que hace con los pro-
que es una traición al evangelio (v. 14) y, por nósticos dei tiempo atmosférico), es un impío
tanto, expresión de incredulidad (cf., además, (Lc 12, 56), ya que se cierra al mensaje de Je­
2, 15-17). En 1 Tim 4, 2 ujtóxQiotç se refiere sús, que se presenta en sus actos como en un
a la conducta de los herejes, que propugnan signo. De igual manera Jesús llama impíos al
doctrinas demoníacas y que, por lo mismo, presidente de la sinagoga y a quienes él repre­
atentan contra la verdad de Dios (v. 3c). Co­ senta (Lc 13, 15), porque se escandalizan de
mo antagonistas escatológicos de los cristia- la curación de la mujer en día de sábado. Son
nos y de Dios, pecan contra el orden de la enemigos de Jesús y de Dios (v. 17), en cuyo
creación (vv. 3-5). - 1 Pe 2, 1, en un catálogo nombre Jesús actúa (cf. también v. 13).
de vicios, emplea éticamente el plural de UJió- El que juzga a su hermano (Mt 7,1), en vez
JtQioiç en el sentido de manifestaciones de hi­ de perdonarle (Lc 6, 37), se enfrenta con la
pocresía. voluntad de Dios proclamada por Jesús y es,
en este sentido, un impío (Mt 7, 5 / Lc 6, 42),
3. El verbo significa representar un papel, como se ve por el ejemplo de la paja y de la
pretender, los escribas y principales sacerdo­ viga. Mateo emplea tres ejemplos tomados
tes envían provocadores a Jesús, los cuales dei âmbito religioso (6, 2; dar limosnas; 6, 5;
pretendeu ser sinceros (v. 20). Lucas interpre­ orar; 6, 16; ayunar) para ilustrar por qué los
ta así la ujtóxQioiç en el sentido que este tér­ fariseos son ÚTCOxgixaL; lo son porque con
mino tiene originalmente en la lengua griega. sus acciones no buscan el honor dei Padre (cf.
5, 16), sino su propio honor (6, 2), porque lo
H. Giesen
que les interesa es brillar ante los hombres (6,
5.16) y dejan de practicar la justicia que se les
V J lo x Q lT rjç , o C , ó hypokritês impío* exige (6, 1). Quieren que la gente les vea (6,
àvujtóxQLToç, 2 anypokritos sin hipocre­ 1; 23, 5). Por eso, Jesús en Mt 23 los desen-
sía, genuino* mascara repetidas veces como impíos (23,13.
[14.]15.23.25.27.29). Se hallan tan obceca­
B ib l: R. A. Batey, Jesu s a n d the Theatre: NTS 30
(1984) 563-574: B. Zucchelli, 'YitoxQiTrjç. O rigine e dos, que no son capaces de obrar de otra ma­
sto ria d ei term ine, Brescia 1963; — >úiiónpioiç. nera distinta. Cuando Jesús, en la cuestión dei
tributo, desenmascara la maldad de sus adver­
1. En el NT újtoxpiTijç aparece únicamen­ sários y reconoce en esa pregunta una tenta-
te en los Evangelios sinópticos (18 veces); 1 ción encubierta, el término Újxoxqlxtiç quiere
vez en Marcos, 3 en Lucas, 14 en Mateo (in­ expresar la incredulidad de esas personas (Mt
1893 U JtO > lÇ lT f|Ç - UJtO[XEV{0 1894

22, 18). Según Mt 24, 51, el criado infiel de Mt 21, 33 -!■ >,tivóç, «lagar»). Se piensa en
comparte la sueite de los impíos. el depósito en el que, al prensar Ias uvas, se
va recogiendo el mosto. ThWNT IV, 259-262.
3. El adjetivo àvujtóxgixoç caracteriza al
amor (Rom 12, 9; 2 Cor 6, 6) o al amor fra­
terno (1 Pe 1, 22), a la fe (1 Tim 1, 5; 2 Tim 1, ■U3lo!^ipj.Jlávo} hypolimpanõ dejar en pos
5) y a la sabiduría (Sant 3, 17) como genuí­ de sí*
nos, sinfalsía, sin disfraces, sin hipocresía. 1 Pe 2, 21: Cristo «os dejó un ejemplo» (->
íiJ tO Y Q a p p ó ç ) .
H. Giesen

VJlOnévto hypomenõ quedarse atrás, acep­


V Jto X a ^ p á v o ) hypolambanõ recibir; tar sobre sí; mantenerse firme, aguantar*
aceptar, opinar*
Hech 1, 9: «una nube le recibió». En 3 Jn 8 1. Aparición - 2. Significado dei término y cons-
trucciones - 3. Significado teológico.
se habla de la acogida hospitalaria de los her-
manos que son extranjeros. Lc 10, 30: njto- B ibl.: ->■ újtopovfi; cf. además Bauer, W ôrterbuch,
X,apò)V eirtev, «haciendo uso de la palabra di-
jo». En Lc 7, 43 y Hech 2, 15 el verbo signi­
fica creer / opinar. ThWNT IV, 16; DTNTIV, 1. En el NT, a diferencia de lo que sucede
27. en la LXX (->• újtopovfi 1), el verbo urto-
pévü), Con sus 17 testimonios, aparece sólo
con la mitad de frecuencia, poco más o me­
vn;oÀ,a|iiJláç, áôoç, hypolampas ven- nos, que su correspondiente sustantivo. El
tana verbo se halla cuatro veces en Hebreos y falta
En Hech 20, 8 D en lugar de ->• À,apjiáç. en todos los escritos joánicos (cf. en cambio
Cf. Passow II, S .V .: «una clase de ventanas pávco).
que, sin dejar entrar el aire, permiten ver la
calle e iluminan discretamente la habitación». 2. Lucas (y solamente él) emplea exclusiva­
mente 'ójtopÉvco en el sentido espacial de
quedarse, a saber, cuando Jesús, a la edad de
v?tóXEl|U.^a, atoç, TÓ hypoleimma resto,
doce anos, «se queda atrás en Jerusalén», por
remanente*
contraste con sus padres, que van en la cara­
Rom 9, 27: xò ujtóXEiupa acobTiOEXat, «el
vana (Lc 2, 43); se dice también que Silas y
resto se salvará»; cf. Is 10, 22, donde la LXX
Timoteo, al principio, se quedan atrás en Be-
lee, desde luego, xaxá^teippa. ThWNT IV,
rea, mientras que Pablo continua viaje a Ate­
198-221; DTNT IV 84-88.
nas (Hech 17, 14).
En sentido figurado, 'ÓJiopévco significa
'UJloXeÍJlOfiai hypoleipomai (voz pasiva) permanecer, en vez de darse a la huida,
quedar* aguantar y soportar males (nunca significa so-
Rom 11, 3 en la cita de 3 Re 19, 10(.14): portar a personas), y significa también perma­
«Yo solo he quedado». Cf. ->■Ú3tó^eip|ra. necer firme en circunstancias difíciles, pero
nunca significa aguardar y confiar en alguien,
como la expresión, que es ya una fórmula, de
■ÚJIO^IÍVIOV, OV, TÓ hypolénion depósito «aguardar al Senor» en el AT (por ejemplo, en
bajo el lagar* Sal 36, 9.34 LXX). El verbo ujtoqéva) puede
Mc 12, 1: «Un hombre planto una vina, la aparecer en sentido absoluto (Mt 13, 13 par.;
rodeo con una cerca, cavó un depósito para el 2 Tim 2, 12; Heb 12, 7; Sant 5, 11), pero en la
lagar y construyó una torre...» (a diferencia mayoría de los casos se concreta ulteriormen-
1895 V JtO [A 8V {U - ^ J J t0 ^ iO V 1 Í 1896

te su sentido. El objeto de la acción de ■ujto- pero en los demás casos es «gracia ante Dios»
jiévco puede ir en acusativo (Heb 10, 32; 12, (v. 20b.c).
3; Sant 1, 12; Jtávta: 1 Cor 13, 7; 2 Tim 2, W. Radl
10; la cruz que Jesús [quizás literalmente] so-
porta sobre sí: Heb 12, 2), o en dativo (Rom
12, 12: [en] la tribulación), o puede estar des­ hypomimnêskõ recordar,
crito por un participio (1 Pe 2, 20a.b). Heb 12, hacer acordarse; en voz pasiva: acordarse
7 menciona la finalidad de ímopévco, a saber, de*
eÍç JTaiÔEÍav; Mc 13, 13 indica su meta tem­ El significado activo «recordar (algo a al-
poral, a saber, eIç xéltoç. guien) / traer (algo) a la memória» aparece en
Jn 14, 26 (dícese dei Paráclito); 2 Tim 2, 14 y
3. En los Evangelios se repite tres veces li­ Tit 3, 1 (en sentido imperativo); 2 Pe 1, 12; 3
teralmente la frase: ó 6è nTcopeívaç eiç ré- Jn 10; Jds 5. Tan sólo en Lc 22, 61 (a diferen­
Xoç otjxoç oox&fiaExai, «el que permanezca cia de Mc 14, 72) se halla el significado de
hasta el fin, ése será salvo». Según Mc 13, 13, acordarse de: «Pedro se acordo de la palabra
Jesús exige esa actitud de permanecer firme (xoC pfipaxoç) dei Senor». DTNT IV, 49s y
ante el odio de los perseguidores: un odio que 51.
los cristianos experimentarán antes de que
llegue el fin. Igualmente, según Mateo, el 11a-
mamiento a aguantar firme se refiere al tiem- 'UJlÓflVUOlÇ, eoiç, hypomnêsis recuer-
po de la confusión y tribulación general, antes do*
de que llegue el fin (24, 13), pero se refiere Se refiere a la acción de recordar, una ac­
también a toda persecución que los discípulos ción que el autor de la Carta segunda de Pe­
de Jesús tengan ya que sufrir (10, 22). La pro- dro quiere lograr en sus destinatários median­
clamación dei evangelio y la confesión dei te Ias exhortaciones de su carta, a fin de «man-
mismo conducen también a tribulaciones, se­ tenerlos alerta»: 2 Pe 1, 13; 3, 1. En sentido
gún otros escritos. Estas tribulaciones forman pasivo se habla dei recuerdo en 2 Tim 1, 5:
parte de la existência apostólica (2 Tim 2, ■ujxóqvqoLV A,a(3ò)v xfjç èv ooL... JtíoxEcoç,
10.12) y de la existência cristiana en general «me acuerdo de tu fe (a saber, de la fe de Ti-
(Rom 12, 12; Heb 10, 32; 12, 7). Los cristia­ moteo)».
nos, con ello, se sienten unidos a los sufri-
mientos de Cristo, pero sienten también que,
por el ejemplo de Cristo (Heb 12, 2.3) y por la itJtOfiOVií, fjjç, ^ hypomone perseveran-
cia, paciência, expectación*
suerte común, se hallan elevados por encima
dei sufrimiento (2 Tim 2, 11.12). 1. Aparición - 2. Significado y campo referencial -
En un sentido ético general njtofiéva) signi­ 3. Ejemplos característicos - a) Jesús - b) Pablo - c)
Escritos apostólicos tardios.
fica la firmeza frente a toda clase de tentación
al mal (Sant 1, 12; 5, 11). Por otro lado, se B ib l : Bauer, W õ rterb u ch , s.v.: U. Falkenroth, en
trata de una actitud que no devuelve el mal DTNT 111, 238-240; P. Goicoechea, D e co n ce p tu
que se ha sufrido, sino que lo acepta. Pablo «fiJtopovfi» a p u d S. P aulum , Roma 1965; F. Hauck,
íiitopévco, nJtopovT|, en ThWNT IV, 585-593; P. Or-
atribuye esta actitud al amor: El amor «todo tiz Valdivieso, L a hypom one en e l N uevo Testam ento,
lo soporta» (1 Cor 13, 7). Sufrir vejaciones, tesis Roma 1965; F. J. Schierse, G eduld, en HThG I,
es decú, sufrir maios tratos, es a menudo la 436-441; M. Spanneut, G eduld, en RAC IX, 243-294.
suerte de los esclavos. Si ellos tienen esta pa­
ciência de «ser castigados por faltas» (K. H. 1. Mientras que en la LXX úitopevco apare­
Schelkle, Der erste Petrusbrief \HThK\, 79), ce de 80 a 85 veces y, en cambio, ÚJtopovfi
incluso por faltas de Ias que son culpables, aparece sólo unas 25 veces (unas 15 de ellas
eso no es motivo para gloriarse (1 Pe 2, 20a), en el Eclesiástico y en el libro cuarto de Ma-
1897 X )JtO [JlO V fl 1898

cabeos), vemos que en el NT el verbo se en- 3. a) En los testimonios autênticos de la


cuentra sólo 17 veces, y el sustantivo, 32 ve- predicación de Jesús no aparece UJtopovT).
ces. Este último se halla 7 veces en el Apoca- Jesús no exhorta a la 'UJtopovf| ni en el senti­
lipsis, pero no aparece nunca en el Evangelio do de perseverar en medio de Ias calamidades
de Juan ni en Ias Cartas de Juan. Los demás ni en el sentido de la expectación. Jesús ayu-
testimonios, prescindiendo de Lc 8, 15; 21, da personalmente a muchos que sufren. Y pa­
19, se distribuyen entre Ias cartas. ra él es inminente la llegada dei reino de Dios,
que podrá fin a todas Ias calamidades (cf. Lc
2. El sustantivo nrcopovfi, derivado de 6, 20s).
újto-pévco, significa la acción de permanecer
b) Para Pablo la «nueva creación» (2 Cor 5,
firme y perseverar «en» determinadas cir­
17; Gál 6, 15) en Cristo es ya realidad (por
cunstancias, y significa también el permane­
medio de la fe y dei bautismo); pero se halla
cer en expectación en vista dei tiempo que
aún pendiente la renovación total con la resu-
trascurre. En el primero de estos dos casos se
rrección y el juicio. Esta tensión entre la jus-
observa un desplazamiento dei acento con
tificación ya acaecida y la consumación que
respecto al uso general dei término en griego;
debe esperarse todavia, la salva el cristiano
en el segundo, un desplazamiento con respec­
mediante la urropovií. En la experiencia y en
to al concepto de la •ÓJtopovf) (o de la miq-
la fe de que él posee ya el Espíritu como «pri-
weh) en el AT. En griego 'Ujiopovf) significa
micias» (Rom 8, 23) y como «prenda» (2 Cor
predominantemente -e n sentido positivo- la
1, 22; 5, 5), el cristiano puede armarse de pa­
acción de permanecer firme por los propios
ciência y perseverar con paciente expectación
médios, de manera inflexible y obstinada,
(Rom 8, 25). Y, así, a la paciência se la men­
frente a los males que acosan, y se refiere, por
ciona varias veces junto a la consolación (tta-
tanto, a una forma de valentia; en sentido
gá)tkT]oiç: Rom 15, 4.5; 2 Cor 1, 6) y se la
negativo, significa también el ignominioso
considera como rasgo esencial de la esperan-
aguante de humillaciones (los testimonios en
za cristiana (1 Tes 1, 3). Como «servidores de
Hauck, 585s). Por el contrario, en el NT este
Dios» (2 Cor 6, 4), que es «el Dios de la pa­
agueinte es cosa digna de loa (2 Tes 1, 4), y
ciência» (Rom 15, 5; cf. Col 1, 11), Pablo y
'ójtopovri no es expresión de la energia per-
sus colaboradores trabajan también «con gran
sonal, sino que llega a ser posible por la es-
paciência» (2 Cor 6, 4), más aún, «en toda
peranza cristiana (Rom 8, 25; sobre el do-
clase de paciência» (12, 12; H. Lietzmann,
minio de si mismo, mencionado en 2 Pe 1, 6,
An die Korinther I/If^ [HNT], 158: «en cir­
cf. Hauck, 590). Y a diferencia de la «espe-
cunstancias difíciles»).
ranza de Israel», que aparece en el AT (Jer 14,
8; 17, 13) en el sentido de confianza en Dios, c) En los escritos apostólicos tardios, ÚJto-
el NT habla de esperar a Cristo (Ap 1, 9; cf. 1 povf| se asocia con especial frecuencia (cf. ya
Tes 1, 3). 1 Tes 1, 3) con Jttauç y/o àYÓjrq, solamente
De acuerdo con estos significados, el NT con JttOTiç en 2 Tes 1, 4; Sant 1, 3; Ap 13, 10;
atribuye la actitud de la í)jtO|XOvfi únicamente 14, 12, con ótYáJtT] en 2 Tes 3 ,5 , con ambas
a personas, es decir, a cristianos. El genitivo en 1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 10; Tit 2, 2; Ap 2, 19
X q i o t o ü en 2 Tes 3, 5 significa una de dos; o (cf. Rom 5, 2-5). Además, o juntamente con
a Aquel que concede graciosamente la ujro- ellas (cf. nuevamente 1 Tes 1, 3), ÚJtopovq
povT) (cf. Bauer), o bien -lo que es más pro- aparece también con eqyov ( eqyo) y/o xó-
bable según el contexto- al Esperado (geniti­ Jtoç: Sant 1, 4; Ap 2, 2; 2, 19; 14, 12s.
vo objetivo); lo mismo habrá que decir dei Así que i)3TO[XOvf) designa una de Ias exi­
pou en Ap 3,1 0 (en caso de que no se refiera gências o virtudes cristianas corrientes, y se
a Xóyoç, así según A. Wikenhauser, El Apo- convierte de este modo en «consigna y pala-
calipsis de San Juan, Barcelona 1969, 79s). bra clave de la predicación eclesial» (Schier-
1899 •U3to|xovT) —v j t o a t a a i ç 1900

se, 440). La UJro[xovr| no se encuentra ya tan­ una isla para protegerse dei viento (el nombre
to en el campo de tensión entre los enunciados de la isla aparece en acusativo): Hech 27, 4:
sobre el presente y los enunciados sobre el fu­ «navegamos al abrigo de Chipre»; 27, 7: «na­
turo. En primer plano se halla, por un lado, la vegamos al abrigo de Creta».
gran calamidad en la que uno corre peligro de
perecer y, por tanto, ha de aguardar con firme­ ■ÚnoJlVÉtrt hypopneõ soplar moderadamen­
za la parusía redentora o debe aceptar sobre sí te*
el martirio, y, por otro lado, se halla el prolon­ Hech 27, 13: ú j t o j t v e ú o a v T O Ç v ó x o u , «co-
gado tiempo en el que uno no debe aflojar, si­ m enzando a soplar moderadamente u n v ie n to
no que -de manera perseverante y fiel- debe
dei sur».
vivir como cristiano hasta la muerte. Lo pri-
mero se enuncia en el libro dei Apocalipsis (1,
9; 2, 2.3.19: 3, 10; a propósito dei martirio, cf. ■í)n;on;óôiov, ov, tó hypopodion escabel,
13, 10; 14, 12), dirigido a comunidades acosa- estrado para los pies*
das por la persecución. Lo segundo es tema, En sentido propio: Sant 2, 3. Dícese de la
entre otras cosas, de Ias exhortaciones que se Tierra como escabel de Dios: Mt 5, 35; Hech
leen en Ias Pastorales (1 Tim 6, 11; 2 Tim 3, 7, 49. En la frase «hacer de alguien el estrado
10; Tit 2, 2), en 2 Pe 1,6 (bis) y en Lc 8, 15 a para los pies de una persona» (imagen de la
diferencia de Marcos (cf. Rom 2, 7). completa subordinación), una frase que está
De la perseverancia en Ias pruebas de la fe inspirada en el Sal 109, 1 LXX: Lc 20, 43 (a
hablan también la Carta a los Hebreos (10,36; diferencia de Mc 12, 36 ^ unoxaTca); Hech
12, 1), la Carta de Santiago (1, 3.4; 5, 11) y Lc 2, 35; Heb 1, 13; 10, 13, también 1 Ciem 36,
21, 19 (a diferencia de Mc 13, 13, donde -con 5; Bem 12, 10.
el verbo- se hace referencia más bien a la per­
severancia en medio de Ias tribulaciones dei
VJCÓOTaOilç, EWÇ, hypostasis base, fun­
fin de los tiempos). Por el contrario, el Evan-
damento, empresa, realidad*
gelio de Juan y Ias Cartas de Juan no hablan
de «perseverancia» sino de «permanecer» en 1. Aparición en el NT - 2. Contenidos semânticos -
3. Campo referencial.
Cristo, en su amor, etc. (cf. ->■ p,évco 3).
W. Radl B ibl.: C. Arpe, Substantia: Ph. 94 (1941) 65-78; H.
Dõrrie, 'YjtóaraoLg. W ort- un d B edeutungsgeschich-
te: NAWG 1, Phil.-hist. Kl. 1955, 3, Gõttingen 1955,
{)JtOVoé(0 hyponoeõ sospechar* 35-92; Id., Z u H b r 11, 1: ZNW 46 (1955) 196-202; F.
Erdin, D as W ort H ypostasis (FThSt 52), Freiburg i. Br.
Seguido de acusativo en Hech 25, 18 1939; E. GraBer, D e r Glaube im H e b r (MThSt 2), Mar-
(atracción dei relativo: u v jtovqQcõv). Segui­ burg 1965, 46-51, 99-102; G. Harder, en DTNT II,
do por infinitivo con sujeto en acusativo en 208-211; H. Koster, íiitócrcaaiç, en ThWNT VIII, 571-
13, 25 y 27, 27. ThWNT IV, 1012s. 588; M. A. Mathis, The P auline itíotiç - v n ó m a a v ç
according to H e b r 11, 1, tesis Washington 1920; Id.,
D o es «Substantia» m ean «R ealization» o r « F ounda­
tion» in Hebr. 11, 1?: Bib 3 (1922) 79-87; A. Schlatter,
V)JlÓVOia, a ç , hyponoia sospecha, sus- D e r G laube im N T , Stuttgart C‘1927) ^963, 614-618;
picacia* Spicq, N otes II, 910-912; R. E. Witt, 'YnOSTASE,
1 Tim 6, 4; ujtóvoiai JtovTjpaí, «suspica- e n A m ic ita e Corolla. F S fU rJ . R. H arris, London 1933,
cias malignas», junto a |3Àaa(pT]p,íai en un 319-343; para más bibliografia, cf. ThWNT X, 1288.
catálogo de vicios. ThWNT IV, 1012s.
1. En el NT el sustantino aparece sólo cinco
veces, dos de ellas en la Carta segunda a los
•únojiXéw hypopleõ navegar a sotavento* Corintios, y tres en la Carta a los Hebreos. El
En el NT, el verbo designa la navegación verbo correspondiente ('uq3ÍaxT]pi/-apai) falta
«al abrigo de una isla», es decir, costeando por completo.
1901 vitooraaiç —ujtooTQecpco 1902

2. El término significa originalmente «lo que ser. Jesucristo, como el Hijo, es la «fiel es­
está debajo», la «base». De ahí se desarroUa toda tampa dei ser (inmortal y trascendente)» de
una escala de significados en el griego profano; Dios; cf., por ejemplo, Sab 16,21; Diogn 2,1;
«base, fundamento, apoyo, garantia, posesión,
Taciano, OrGraec 15, 3s. 'UJtóoxaaiç tiene
existência, sedimento», y los significados filosó­
ficos derivados de esta última significación; «re- también seguramente un sentido «filosófico»
alización, existência, realidad». Como actitud hu­ en Heb 11, 1. La fe verdadera, es decir, la fe
mana, uJtóaTaoiç significa «empresa, propósito, que se retiene hasta el fin (cf. 10, 39), es la
riesgo», y asimismo la acción de «atreverse, per- garantia (objetiva, no subjetiva) de la salva-
severar». ción (jiLOXiç EÀJtiÇopÉvtüv ujtóoxaoLç). El
También en la LXX (y en el judaísmo primiti­
creyente adquiere con certeza lo que todavia
vo) se ve la complejidad de la expresión. En la
LXX aparece veinte veces para traducir doce no está presente, pero que le ha sido prometi­
equivalentes hebreos distintos. Si -con toda ra- do por Dios (cf. principalmente 6, 12.15; 11,
zón- tratamos de entender ujtóoTaatg no a partir 33; -> jtíoxiç 8).
dei hebreo sino dei griego, entonces se observa
que el uso dei término en la LXX corresponde al H. W. Hollander
uso dei mismo en el griego profano. El significa­
do de «confianza, esperanza» no puede demos-
hypostellõ retirar; en la voz
trarse, ni siquiera cuando íiJtóoraaiç es traduc-
ción dei hebreo tiqwâ o tôhelet («esperanza») media; echarse atrás, recelarse de*
(Rut 1, 12; Sal 38, 8 LXX; Ez 19, 5). Gál 2, 12 con èauxóv, «retraerse» (en caso
de que êanxóv no sea el objeto de la acción
3. En el NT se emplea también ■ÓJtóaxaoiç de újrooxéXÀ.ü), entonces este verbo tendrá el
en diversos sentidos. El significado de empre­ mismo significado, pero estará usado como
sa, proyecto se encuentra en 2 Cor 9, 4, donde intransitivo). En los demás pasajes dei NT
la expresión èv xtp njtooxáoei xanxTj es para­ 'UJiooxéXXto se emplea en la voz media: Hech
lela a la frase èv x § péQEi («asunto») xonxü). 20, 27, rehuir; Heb 10, 38 (Hab 2, 4), echarse
La ím óoxaoiç se refiere aqui a la colecta que atrás / retroceder. En Hech 20, 20: silenciar
los corintios han emprendido pero que no han (algo). ThWNT Vll, 598s.
terminado aún (cf. 9, 2.5 y 8, lls , donde se en­
cuentra -no casualmente- el verbo ènxxeXéo);
cf. Herodoto III, 127, 2; Diodoro Sículo I, 3, 'Ón:ooToXti, fjç, •q hypostolê pusilanimi-
2; XVI, 33, 1. 3). njtóaxaatç aparece también dad*
con el significado de empresa en 2 Cor 11, 17, Heb 10, 39; o v x èopÈv úitoaxoXfíç,
pero esta vez en el sentido de firme resolu- tenemos nada que ver con la pusilanimidad»
ción, de audacia. Pablo dice de sí mismo que (lo opuesto: jtíoxtç). ThWNT VII, 599.
él habla «en insensatez», y -sólo en el caso de
que el lector lo tenga bien presente- Pablo se 'ôrtOOTgÉqxa hypostrephõ regresar*
atreverá a «gloriarse». Así que este gloriarse
En el NT el verbo se encuentra únicamente
es paralelo, seguramente, al acto de tener «au­ en sentido intransitivo (aparece 35 veces, 32
dacia» (xo?tpáü)) (cf. V. 21 y 10, 2; cf. Polibio
de ellas en Lucas/Hechos). Con Eiç y acusati-
VI, 55, 2; Tucídides I, 144, 4). Un significado
vo local en Lc 1, 56; 2, 45; 4, 14; 7, 10; 8, 39
parecido se encuentra en Heb 3, 14. Aqui 11, 24; 24, 33.52; Hech 1, 12; 8, 25; 12, 25
újtóaxaoiç se halla en paralelo con «franque­ 13, 13.34 (elç ôiaqpdopáv [= al sepulcro])
za» y «gloria de la esperanza» (cf. 3, 6 y cf. 14, 21; 21, 6; 22, 17; 23, 32; Gál 1, 17. Con
10, 23.35s) y significa la. firme resolución, la ôiá y genitivo local en Lc 4, 1; 24, 9; Hech 1,
situación de partida (xqv àQxqv xfjç ujtoo- 12; cf. Heb 7, 1. Con èx en 2 Pe 2, 21. En sen­
xáoEcoç = xqv xax’ àpx'n'v újtóoxaaiv). tido absoluto umoaxpÉqpco aparece en Lc 2,
En Heb 1, 3 újióoxaoiç aparece con el sig­ 20.43; 8, 37.40; 9, 10; 10, 17; 17, 15.18; 19,
nificado más o menos filosófico de realidad o 12; 23, 48.56; Hech 8, 28. Con respecto al
1903 UJtOOTQECpCO - UHOTaOOO) 1904

Evangelio de Lucas, W. Schenk (StEv VII comunidad» (von Lips, 143). «Una mujer de-
[1982], 443-450) senala que ÚJioaTQÉcpca de- be aprender en silencio, sometiéndose por
sempena «la función de indicador de una do- completo», 2, 11 (para la crítica de esta reali-
xología» (especialmente en conclusiones de dad cf. Ruether y [Gerstenberger-JSchrage).
episodios). R. Bergmeier

wniooTQíOVVVW hypostrõnnyõ extender


•òn;oT áaaoj hypotasso someter, subordi­
debajo*
nar*
Lc 19, 36: ÚJtE0 TQO)vvx)Ov xà í|xáxLa
aijxcõv (a diferencia de Mc 11, 8: eotqcü- B ib l.: H. R. Balz, H e ilsve rtra u e n u n d W elterfah-
rung, München 1971, 36-51; J. Baumgarten, P aulus
oav), «extendían sus mantos (en el camino)»:
un d die A p o kalyptik, Neukirchen-Vluyn 1975, 76-82,
cf. Josefo, Ant IX, 111. 99-106, 170-178; R. Bergmeier, L o ya litã t ais G egen­
sta n d p ln P araklese, en Theokratía I, Leiden 1970, 51-
63; N. Brox, La p rim e ra C arta de P edro, Salamanca
vn;OT«Y'*Í5 'HS? ^ hypotagS sumisión, su- 1994; J. E. Crouch, T he O rigin a n d In ten tio n o f the
bordinación, obediência* C olossian H austafel, Gôttingen 1972; G. Delling, táa-
oco m X ., en ThWNT VIII, 27-49, especialmente 40-
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.\ R. Bergmeier, Loya- 47; P. Fiedler, H austafel, en RAC XIII, 1063-1073; F.
litã t a is G eg en sta n d p a u lin isc h e r P araklese, en Theo- Froitzheim, C hristologie un d E schatologie bei P aulus,
kra tia I, Leiden 1970, 51-63, especialmente 61s; G. Würzburg 1979, 144-157, 245-256; E. S. Gerstenber-
DelUng, táooo} K ik., en ThWNT VÜI, 27-49, espe­ ger-W. Schrage, F rau und M ann, Stuttgart 1980, 136s,
cialmente 47s; E. S. Gerstenberger-W. Schrage, F rau 157-163; J. Gnilka, D er K o lo sse rb rie f fFnUsK), Frei-
u n d M ann, Stuttgart 1980, 136s; H. von Lips, G laube burg i. Br. 1980, 203-218; E. Kamlah, úicoxáaaea'&ai
- G em einde - A n a (FRLANT 122), Gôttingen 1979, in den ntl. «H austafeln», en F S Stãhlin, 237-243; H.
106-143; R. R. Ruether, L a m u je r y e l m inistério en von Lips, G laube - G em einde - A m t, Gôttingen 1979,
u na p e rsp e c tiv a h istó rica y socio ló g ica : Concilium 106-143; E. Schweizer, La C arta a los C olosenses, Sa­
111 (1976) 41-53; para más bibliografia, ím o - lamanca 1987, 181-186; Spicq, H otes II, 913-916; K.
T á a o to . Thraede, Z u m historischen H intergrund d e r ‘H austa-
f e l n ’ d es N T , en P ietas. F S f ü r B. K õtting (JAC.E 8),
1, El término aparece 4 veces en el NT (en Münster i. W. 1980, 359-368; U. Wilckens, R õ m 13, 1-
Pablo y en Ias Pastorales) y, por cierto, en 7, en Id., R e c h tfe rtig u n g a is F re ih e it, Neukirchen-
Vluyn 1974, 203-245; Id., L a C arta a los R om a n o s II,
sentido únicamente pasivo, refiriéndose a la Salamanca 1982; para más bibliografia, sobre Rõm 13,
autoridad existente o reclamada. En la LXX 1-7 -*■TÚnato, sobre 1 Cor 15, 27s -♦ xáypa; cf. ade-
ÚJtoxaYri aparece únicamente como grafia más ThWNT X, 1278.
errônea de éraxaYil, Sab 18, 15 A.
1. En el NT el verbo aparece 38 veces (Lu­
2. En Gál 2, 5 xf] újtoxaYXÍ (dativo de mo­ cas, Corpus Paulinum, Hebreos, Santiago [4,
do), en sujeción, en sumisión (cf. njrExáYT| en 7], 1 Pedro). El uso dei verbo corresponde al
2 Mc 13, 23). En 2 Cor 9, 13 se usa 'UJtoxaYÓ que se hace de él en la LXX (Delling, 41); re-
para referirse a la obediência que se demues- fleja, por lo que respecta al significado dei
tra en el reconocimiento y aceptación de la verbo en la voz media, las estructuras sociales
proclamación apostólica de Cristo. - Las es- de la antigüedad helenística y romana.
tructuras de la comunidad y dei ministério, en
las Pastorales, se orientan por la estructura de 2. a) En voz activa: someter, subordinar, su-
autoridad que existe en la unidad familiar, al jetar. Dícese de Dios: Rom 8, 20b (cf. Balz,
frente de la cual se halla el padre de familia y 39-51; Wilckens, Romanos II, 190s); Heb 2,
educador. Por eso, el dirigente de la comuni­ 5; 2, 8a cita el Sal 8, 7b LXX. La misma cita
dad «debe educar a sus hijos en la obediência aparece en 1 Cor 15, 27a; Ef 1, 22 (-> jroõç
y en el debido respeto», 1 Tim 3, 4. «Según 3), y la recogen con ujtoxáoato aúxw x à
este modelo, a las mujeres no les corresponde Jtávxa (cf. también Filón, Op 84) 1 Cor 15,
ningún ejercicio de autoridad en el seno de la 27c.28c; Hp 3, 21; Heb 2, 8b.
1905 V K O xaaao) - uç 1906

b) En voz pasiva: ser sometido, sujetado, ■ÚJIOTQÉXW hypotrechO correr al abrigo de


Rom 8, 20a; 1 Cor 15, 27b.28c; Heb 2, 8c; 1 (para protegerse dei viento)*
Pe 3, 22 (cf. Dan 7, 27). Hech 27, 16 como expresión dei lenguaje
La voz media es la que se halla representa­ náutico: vqoíov ôé t i ÚJtoÔQapóvxEç, «co-
da más intensamente: someterse, subordinar- rriendo (navegando) al abrigo de una peque­
se, avenirse, estar sujeto, obedecer, general­ na isla».
mente con dativo; a Dios, 1 Cor 15, 28b; Heb
12, 9; Sant 4, 7 (cf. Sal 61, 2.6 LXX; Epicte-
to, Diss III, 24, 65); a la ley de Dios, Rom 8, VJlOfÚTttoaiÇ, hypotypõsis mode­
7; a la justicia de Dios, Rom 10, 3; a Cristo, lo, prototipo, ejemplo*
Ef 5, 24a. «Los espíritus de los profetas están En 1 Tim 1, 16 se habla dei ejemplo que
sujetos a los profetas», 1 Cor 14, 32; los espí­ Cristo dio, al mostrar con «Pablo» toda su pa­
ritus malignos se hallan sujetos a los discípu­ ciência. 2 Tim 1, 13: Timoteo debe aferrarse
los, Lc 10, 17.20 (cf. TestSim 6, 6). Jesus ni­ «a la norma de Ias sanas palabras», que él es-
no era obediente a sus padres, Le 2, 51. cuchó de «Pablo». ThWNT VII, 248 y 250.
El verbo puede usarse parenéticamente DTNTIII, 107s.
-con su centro de gravedad en Ias denomina­
das tablas de deberes domésticos- para refe- V7toq)ÉQO) hypopherõ soportar, aguantar*
rirse a la subordinación y la obediência a Ias 2 Tim 3, 11; «soportar persecuciones»; 1
autoridades políticas, Rom 13, 1.5; 1 Pe 2, Pe 2, 19: «aguantar ofensas». En 1 Cor 10,13
13s; Tit 3, 1; de Ias mujeres a sus respectivos el verbo se usa en sentido absoluto, pero el
maridos, Col 3, 18; Ef 5, 24b; 1 Pe 3, 1.5; Tit contexto sugiere que se trata de resistir Ias
2, 5; en general, en 1 Cor 14, 34 (cf. 1 Tim 2, tentaciones.
11 [-v tiJtoxaYií 2]); de los más jóvenes a sus
mayores, 1 Pe 5, 5 (cf. Josefo, Bell II, 146), UJloxtOQÉíO hypochõreõ retirarse, apartar-
de los cristianos de Corinto a los colaborado­ se*
res que hay en la comunidad, 1 Cor 16, 16. En Lc 5, 16 dícese de Jesús (a diferencia de
«En la tradición cristiana primitiva la subor­ Marcos): «El se retiraba (fiv ■uJtoxcoQcõv) a
dinación se convirtió hasta tal punto en el tipo lugares solitários para orar». En 9, 10b, refi-
fundamental de la conducta preceptuada, que riéndose igualmente a Jesús (a diferencia de
en Ef 5, 21 y en 1 Pe 2, 13 esta subordinación Marcos): «Y él llevándolos consigo (a saber,
precede como mandamiento introductorio de a los apóstoles) se retiro a un lugar solitário,
carácter general, antes de expresarse la exhor- hacia una ciudad llamada Betsaida».
tación específica» (Kamlah, 237; sobre Ef 5,
21 cf. IQS 5, 23; obedecer los unos a los
otros, a saber, el inferior debe obedecer al su­ vnicomáÇfO hypõpiazõ golpear bajo el ojo,
perior). golpear en la cara; atormentar*
En sentido propio en Lc 18, 5: «para que
K. Bergmeier ella no me abofetee» (es decir, para que no
me agote la paciência). En sentido figurado
en 1 Cor 9, 27: ■ujrcomáÇco pou xò otopa,
v:tIOTÍ'0t)^l hypotithêmi poner debajo, ex- «atormento mi cuerpo» (el marco lo constitu-
poner; en voz media: recomendar* ye la comparación con el boxeo, cf. v. 26).
Rom 16, 4 en la expresión «exponer el cue- ThWNT VIII, 588-590.
11o (TQÓxTiltov)», es decir, «jugarse la vida».
El significado medio aparece en 1 Tim 4, 6; VÇ, VÓÇ, 1^ cerda, puerca*
«Timoteo debe inculcar la recta doctrina a los 2 Pe 2, 22 en un provérbio: «La puerca, la­
hermanos (4, 1-5). vada, vuelve a revolcarse en el cieno...».
1907 ■uoaojjioç - 'úipTiX.óç 1908

l3oocojtoç, OD, (Ó) hysõpos hisopo* ella poseía») dio todo lo que tenía. Flp 4, 11:
En la LXX el sustantívo es masculino o fe- xaO’ hoxÉQT|0 iv, «por indigencia». ThWNT
menino. Designa un arbusto con bojas muy VIII, 590-600.
aromáticas. Se utilizaba en los rituales de pu-
rificación (Ex 12, 22; Lev 14, 4; Núm 19, vaTEQOÇ, 3 hysteros posterior, último*
6.18; Sal 50, 9 LXX): Heb 9, 19. - Jn 19, 29 En el NT el término aparece 12 veces, 7 de
presupone (i,erroneamente?) que el hisopo es las cuales se encuentran en Mateo. Prescin-
una planta con tallo rígido. Podría tratarse de diendo de 1 Tim 4, 1, el adjetivo se halla
una alusión al efecto expiatório dei hisopo, siempre en la forma neutra úoxeQov (usado
que, según Ex 12, 22, se utilizaba principal­ como advérbio), más tarde (Mt 4, 2; 21, 29.
mente en Pascua. E. Nestle: ZNW 14 (1913) 32; 25, 11; Mc 16, 14; Jn 13, 36; Heb 12, 11)
263-265: Bauer, Wõrterbuch, j.v.; R. Schnac-
o finalmente (Mt 21, 37; 22, 27; 26, 60; Lc
kenburg, El Evangelio según San Juan III,
20, 32). noXEQOç se usa como adjetivo (en
Barcelona 1980, 349s; BHHIH, 219s.
sentido superlativo) en 1 Tim 4, 1: «en los úl­
timos tiempos». ThWNT VIII, 590-600.
'èwTEgáw hystereõ llegar demasiado tarde,
carecer de, quedarse atrás, faltar; en voz
pasiva; hallarse desprovisto de* VtjpaíVO) hyphainõ tejer
' Las diversas variantes semânticas dei verbo Lc 12, 27 D sy''-': oíjxe vfiO-Ei ouxe ijqpaí-
en la voz activa se distribuyen entre Heb 4, 1 vei, refiriéndose a los XQÍva («lirios»), que
{errar, no alcanzar)', 12, 15 (con ÓJtó tlvoç, «no hilan ni tejen».
«quedar privado de algo»); Lc 22, 35 {care­
cer). En 2 Cor 11, 5 y 12, 11 con genitivo de
tjqjavTÓç, 3 hyphantos tejido*
comparación {«quedar por detrás de»). En
En Jn 19, 23 dícese de la túnica (-> xltíÓv)
Mc 10, 21; Jn 2, 3 (faltar). - La voz pasiva
de Jesús, que estaba tejida de una sola pieza
«sufrir carência de algo» aparece principal­
de arriba abajo» y sin costuras (ÕQaqioç).
mente en Pablo; Rom 3, 23; 1 Cor 1, 7; 8, 8;
12, 24; 2 Cor 11, 9; Flp 4, 12, y también Lc
15, 14 y Heb 11, 37. ThWNT VIII, 590-600. ■úxlrt]À.ÓÇ, 3 hypsélos alto; levantado, arro­
gante*
VffTÉQTma, aTOÇ, TÓ hysterSma falta, de­ úr|)qX.óç, en sentido propio, se refiere a:
ficiência* ÕQOÇ, montana» (Mc 9, 2 par. Mt 17, 1; Mt 4,
De los 9 testimonios que hay en el NT, 7 se 8 [a diferencia de Lucas]; Ap 21, 10), xeixoç,
encuentran en las Cartas paulinas: 1 Cor 1 6 , «muro» en Ap 21, 12; pgaxímv, «brazo {le­
1 7 con àvajtkqpóco: «compensar la falta (de vantado en alto)» en Hech 13, 17. El compa­
una persona)», es decir, llenar el vacío de una rativo XJtiJrikóxEQoç se construye con genitivo
persona ausente. El término se encuentra tam­ como segundo término de comparación {«más
bién en 2 Cor 8, 1 4 (bis) (Io opuesto: itegía- alto que [los cielos]») en Heb 7, 26. El sus-
OEupa); 9, 1 2 ; 1 1 , 9 ; Flp 2 , 3 0 ; 1 Tes 3 , 1 0 . tantivo x à tii])qká, la altura, se refiere en
Aparece además en Lc 2 1 , 4 (a diferencia de Heb 1, 3 al cielo.
Mc 1 2 , 4 4 : '1)O t:É q t ] o i ç ) ; Col 1 , 2 4 : àvxa- El sentido figurado de ntlrqkóç {arrogante,
vajtÀ.TiQÓ(ú xà úoxEQfipaxa, «completar lo orgulloso) aparece en Lc 16, 15 {«lo que entre
que todavia falta». ThWNT VHI, 5 9 0 - 6 0 0 . los hombres es considerado como elevado»)-,
Rom 11, 20 (ntlJqÀà qpQovéto, «abrigar pen-
vaTÉQtfOlÇ, E0)Ç, hysterêsis falta, po­ samientos orgullosos»); 12, 16 (xà úajJTikà
breza* tpQOVÉoo, «aspirar a cosas altas»). Cf. 1 Tim
En Mc 12, 44 dícese de la viuda pobre, que 6, 17 Sin (útjrqXà qjQOvécn en vez de xirpr]-
ZK xfjç naxEQTiaecoç anxfjç («de lo poco que koqiQOVÉü)).
1909 í)'ll)T))^OCpQOvécü — «■xJjóoi 1910

■útl;tiX,oq)govéíO hypsSlophroneõ ser orgu- dos por la mano dei hombre». - Heb 7, 1, ci­
lloso o altivo* tando a Gén 14, 18, dice que Melquisedec es
1 Tim 6, 17; «iExhorta a los que son ricos «sacerdote dei Dios Altísimo».
en este inundo a que no sean altanerosl». Cf. b) En Mc 11, 10 (par. Mt 21, 9 / Lc 19, 38)
Rom 11, 20 Textus Receptus (en vez de niliTi- na|)LOTOÇ designa el espacio celestial (cf. un
kà q jQ O véco). paralelo en el Sal 148, 1). En estos pasajes (de
manera parecida en Lc 2, 14) se exhorta a los
poderes celestiales a que unan su voz en la
v titia to ç , 3 hypsistos el más alto, el Altísi- alabanza de Dios («jExclamad Hosanna, vo-
mo* sotros que estáis en Ias alturas]»). Es impro-
B ib l : G. Bertram, ÜTjJioroç, en ThWNT VIII, 613- bable lo que opina Bertram (617), a saber, que
619; Billerbeck II, 99s; Hengel, Judentum , s.v. en el Mc 11, 10 sea «una invocación de Dios»
índice analítico. («i Auxilia, tú que habitas en Ias alturas!»), en
la que el nombre de Dios quede sustituido por
1. En el entorno helenístico dei NT fioltiaroç una designación dei lugar donde Dios habita.
aparece a menudo como predicado de Zeus. Pero
la LXX emplea este término para traducir a G. Lüdemann
‘elyôn y lo usa como epíteto de Yahvé; el término
-en textos e inscripciones dei judaísmo helenísti­
co- sirve también a menudo para designar a Dios. tíllioç, ODÇ, t ó hypsos altura*
Así, pues, ííiliiatoç es una manera general de de­ En Ef 3, 18 y Ap 21, 16 nijioç se refiere en
signar al Ser altísimo. sentido literal a la dimensión de la altitud; en
otros pasajes, al lugar concreto (dei cielo); Lc
2. El uso que se hace dei término en la LXX 1, 78; 24, 49; Ef 4, 8. En Sant 1, 9 uipoç se re­
tiene su continuidad en el NT. uojnotoç apa­ fiere en sentido figurado a la posición eleva­
rece 13 veces en el NT, nueve de ellas como da. ThWNT VIII, 600-604; X, 1288 (bibl.);
designación de Dios, y cuatro para referirse al DTNTI, 103s.
espacio celestial,
a) Salvo dos excepciones (Mc 5, 7; Heb 7,
1), el uso de ürjjioxoç como nombre para de­ ■f)t|JÓto hypsoõ exaltar, engrandecer*
signar a Dios se limita a la doble obra de Lu­ 1. Aparición en el NT - 2. "&rl)ó(ü como término
cas. En la historia dei nacimiento, al prometi­ opuesto a «humiUar» - 3. Contexto cristológico - 4.
do hijo de Maria se le llama «Hijo dei Altísi­ Evangelio de Juan.
mo» (1, 32). Y se dice que a la madre dei nino B ibl.: G. R. Beasley-Murray, John 12, 31-32: The
la cubrirá con su sombra «el poder dei Altísi­ E sc h a to lo g ic a l S ig n ifica n c e o f the L iftin g up o f the
mo» (1, 35). En consonância con esto, al Pre­ S o n o f M a n , en F S G reeven, 70-81; G. Bertram,
cursor de Jesús, a Juan el Bauüsta, se le llama tnpóü), en ThWNT VIII, 604-611; H. Hollis, The R o o t
o f the J o h a n n in e P u n - útpoúfjvai: NTS 35 (1989)
«profeta dei Altísimo» (1, 76). - El poseso de 475-478; L. Ruppert, E rhô h u n g vo rstellu n g en im AT:
Gerasa se dirige a Jesús llamándole «Hijo dei BZ 22 (1978) 199-220; W. Thüsing, E rhõhungsvorstel-
Altísimo» (Mc 5, 7 / Lc 8, 28), lo cual tiene un lung und P arusieerw artung in d e r ãltesten nachõster-
paralelo en Hech 16, 17; la muchacha adivina lichen C hristologie (SBS 42), Stuttgart 1970; para más
bibliografia, cf. ThWNT X, 1288.
designa a Pablo y a sus companeros como
«siervos de Dios, el Altísimo». - Los otros dos 1. En el NT el verbo úijióm aparece 20 ve­
pasajes de la doble obra de Lucas usan el tér­ ces. Es singular el significado de engrandecer
mino en consonância con la manera indicada. en Hech 13, 17. En los demás casos, ínjtóco
En Lc 6, 35 se dice que quienes lleven a la significa exaltar.
práctica Ias palabras de Jesús serán «hijos dei
Altísimo». Y en Hech 7, 48 se afirma; «el Al­ 2. Un grupo de textos se centra en el signi­
tísimo [= Dios] no habita en edifícios fabrica­ ficado opuesto al de «humillar» (-t tajtei-
1911 ■u\póa) —lliptiofia 1912

vóco); cf. Ias palabras de Jesús en los Sinópti- guas, de Hech 2, 33 y 5, 31. La exaltación no
cos que hablan de la propia humillación y de se identifica aqui con Ia resurrección, por ín­
la propia exaltación (Mt 23, 12 par. Lc 18, 14 tima que haya sido la relación entre ambos
[cf. Lc 14, 11 (bis) y Lc 1, 52; además Mt 11, conceptos en los primerísimos tiempos (cf., a
23 par. Lc 10, 15]), que reflejan influencia ju­ propósito, Thüsing, 41-55).
dia y dei AT (cf. Ez 21, 31 [= 21, 26 LXX] y
Billerbeck I, 921). «Con arreglo a la revela- 4. En el Evangelio de Juan el verbo útpóco
ción que Dios hace de sí mismo en el AT, se aparece 5 veces y posee en él un marcado sen­
rechaza toda actitud de exaltación propia por tido teológico. En los cinco pasajes tiene
parte dei hombre. La acción de exaltar es una conscientemente un doble significado, de tal
acción que corresponde únicamente a Dios» manera que la elevación de Jesús al ser alzado
(Bertram, 606). Forman parte de esta misma en la cruz significa al mismo tiempo su exal­
corriente de tradición algunas palabras como tación al cielo (3, 14 [bis]; 8, 28; 12, 32.34).
Ias de Sant 4, 10 («Humillaos en la presencia En el Evangelio de Juan no se habla ya, como
dei Senor y él os exaltará») ó 1 Pe 5, 6 («Hu­ en los Sinópticos, de un Hijo dei hombre que
millaos bajo la mano poderosa de Dios, para sufre y va a la muerte, o dei escândalo de la
que él os exalte a su debido tiempo»). El par cruz en el sentido paulino. Por eso, la concep-
de términos opuestos «humillar - exaltar» ción joánica hizo posible una cristología de la
aparece en un contexto distinto en el Corpus gloria con tendências docéticas.
Paulinum: en 2 Cor 11, 7 la exaltación de los G. Lüdemann
corintios consiste en que ellos recibieron
(grátis) el evangelio, mientras que Pablo se
humilló a sí mismo con su predicación no re- ÍJtjJtojia, a t o ç , t ó hypsõma lo exaltado,
tribuida (jironía!). la altura, lo que se levanta a lo alto*
En Rom 8, 39 üolHupa (como tecnicismo
3. El verbo 'óijjócio adquiere un significado astronômico) designa la región celeste que es­
especial en el contexto cristológico. El verbo tá sobre el horizonte; «ni la altura ni la pro-
designa la entronización de Jesús en su pues- fundidad (Pá§oç)». En 2 Cor 10, 5 rtãv útluo-
to de senorío: así aparece en el himno pre- p a EjraiQÓpevov es «toda altivez que se le­
paulino a Cristo (Flp 2, 6-11: v. 9 újtE Q U - vanta / todo orgullo que se alza». Cf. ThWNT
tjJÓO)) y en Ias tradiciones, seguramente anti- Vm, 611-613.
1913 1914

<1> cp

(p á y o ç , o u , Ó phagos comilón, glotón* 2 Pe 1, 19 compara la palabra profética de


En Mt 11, 19 par. Lc 7, 34 qpáyoç aparece la Escritura con la luz radiante de una lámpa­
junto a olvojTÓTTiç en la crítica que se hace ra; «Y tanto más firme es la palabra profética
contra Jesus: «Un comilón (ãv&QCJJtoç q)á- que poseemos. Haréis bien en ateneros a ella
yoç) y un bebedor, amigo de publicanos y pe­ como a una luz que resplandece en la oscuri-
cadores». dad, hasta que despunte el día y el lucero ma­
tutino se alce en vuestros corazones». Reco-
giendo motivos dei Sal 118, 105 y de 4 Esd
cpaiX ov^ç, OD, Ó phailonSs capa, manto* 10(12), 42 («Tú nos has quedado entre todos
qpaiÀ.óvT|ç es un préstamo léxico dei latín los profetas como una lámpara en lugar oscu-
Ipaenula)', su forma original era cpaivólaç o ro»), este versículo entiende la palabra profé­
cpaivóX.Tiç, que por metátesis se convirtió en tica de la Escritura como referencia a Cristo y
q)aiXóvT)ç (Bauer, Wórterbuch, s.v.). Sobre el a su parusía, ya que la transfiguración de
carácter pseudoepigráfico dei encargo dado Cristo revelo su ser divino. La promesa cris-
en 2 Tim 4, 13 («Cuando vengas, trae la capa tológica de la Escritura incide como luz sobre
que dejé en Tróade en casa de Carpo...»), cf. Ias actuales tinieblas dei mundo, cf. Mt 4, 16;
P. Trummer: BZ 18 (1974) 193-207. Spicq, Jn 1, 5; E f 6, 12. La luz de la palabra proféti­
Notes II, 917s. ca brilla hasta que amanezca el día escatoló-
gico, cf. Rom 13,12 (el día de la parusía pon-
drá fin a la noche) y 2 Cor 4, 4-6 (dimensión
tpaívco phainõ brillar, iluminar* cósmica e individual de la luz divina).
1. Aparición y significado de la forma activa - 2. El «lucero matutino» de 2 Pe 1, 19 podría
Empleo de la fonna pasiva - 3. El participio cpaivópe- ser una alusión a la estrella, interpretada me-
va. siánicamente, de Num 24, 17. La metáfora se
B ib l.: R. Bultmann-D. Lührmann, q>aívu) m k ., en
aplica a una persona en Jn 5, 35, donde el Je­
ThWNT IX, 1-11; H. Ch. Hahn, (palvco, en DTNT I, sus joánico compara a Juan el Bautista con
465s; Ch. Mugler, D ictio n n a ire historique d e la term i- una lámpara: «El era la lámpara que ardia y
n ologie a plique d es Grecs, Paris 1964, 406-413. alumbraba». En el contexto de la maldición
lanzada contra Babilônia (Ap 18, 23), dice el
1. En el NT qiatvoo aparece 31 veces (13 en ángel castigador: «No resplandecerá ya en ti
Mateo, 2 en Marcos, 2 en Lucas, 2 en Juan, 3 la luz de lámpara ni la voz dei novio y de la
en Pablo, 4 en el Apocalipsis y una vez (en novia volverá a escucharse jamás en ti».
cada uno) en Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 En Ap 1, 16 la metáfora de la luz dei sol se
Pedro y 1 Juan). La forma activa aparece 9 aplica cristológicamente a la manifestación
veces, 7 de ellas en los escritos joánicos; tie- dei Hijo dei hombre; «Y su rostro resplande­
ne el significado fundamental de brillar, ilu­ cia como el sol euando brilla en su fuerza»;
minar. Desde los tiempos de Homero se usa cf. Mt 17, 2; Dan 7; Ez 1, 24ss, En este con­
en sentido intransitivo para designar el res- texto escatológico de la parusía debe enten-
plandor y la luz dada por diversas fuentes lu­ derse también la visión apocalíptica de la des-
minosas como el sol, la luna, la lámpara o el trucción dei mundo, tal como se indica en Ap
fuego. En el NT la forma activa conserva este 8, 12. El empleo de tpaívto en el prólogo dei
significado, cuando se habla, por ejemplo, de Evangelio de Juan (Jn 1, 5) es consecuente-
la luz que da una lámpara (-+ Lúxvoç). mente cristológico («Y la luz resplandece en
1915 cpaivo) 1916

Ias tinieblas...»), mientras que en 1 Jn 2, 8 la Dios en la experiencia de Ias tinieblas dei


ética dei «mandamiento nuevo» se fundamen­ mundo. Se presupone como trasfondo apoca­
ta cristológicamente: «Os escribo un manda­ líptico y escatológico dei motivo la antítesis
miento nuevo, el cual es verdadero en él y en entre la luz y Ias tinieblas ( ^ O k Ót o ç , cp ô iç).
vosotros, porque Ias tinieblas van pasando, y Tiene afinidad eon ello el empleo dei verbo
la luz verdadera ya está alumbrando». con el sentido de que el poder de Dios res­
Flp 2, 15 emplea la metáfora en un contex­ plandece en los actos dei Jesus terreno; re-
to ético que acentua la función dei creyente cuérdese la reacción de los testigos presencia-
como ejemplo: «para que seáis irreprensibles les, cuando Jesús expulsa un demonio en la
y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio curación de un poseso, en Mt 9, 33: «jNunca
de ‘una generaeión torcida y perversa’ (Dt 32, se vio cosa igual en Israel!». La formulación
5), en la cual resplandecéis como estrellas en en voz media y pasiva expresa la revelación
el universo. jAteneos firmemente a la palabra de Dios en los actos de Jesús. Con sentido pa-
de la vida!». De manera parecida, en Ap 21, renético aparece el concepto en Sant 4, 14;
23 el vidente apocafiptico contempla la nueva «^Qué es vuestra vida? Sois un vapor de
Jerusalén celestial como la ciudad en la que agua, que por un momento se hace visible y al
resplandece el Cordero, que es Cristo. «La instante se disipa de nuevo». Con un signifi­
ciudad no tiene necesidad de que el sol ni la cado parecido, el pasaje de Prov 11, 31 se ci­
luna la iluminen, porque la gloria de Dios la ta en una exhortación en 1 Pe 4, 18; «Y si el
ha iluminado, y el Cordero es su luminaria». justo a duras penas se salva, iqué será dei [li­
El significado cristológico se une aqui a un teralmente; donde aparecerá el] impío y dei
significado eclesiológico, porque el sol y la pecador?». Es parecida la interpretación dei
luna, como fuentes naturales de luz, son su­ concepto en la parábola de la cizana que cre-
pérfluos, cuando la gloria de Dios ilumina a la ce entre el trigo, en Mt 13, 26: «Y cuando la
Jerusalén celesial, que es la Iglesia en la tie- semilla brotó y produjo grano, entonces apa-
rra. Todos estos pasajes proclaman la vigoro­ reció también la cizana».
sa superioridad de la luz de,Cristo. Se trata de Los siguientes pasajes se refieren al con­
un motivo existencial de la fe, que hace resal- traste entre lo oculto y lo manifiesto pública­
tar su dominio positivo sobre el mundo y que mente: Mt 6, 5 (para ser vistos por los hom-
triunfa sobre Ias tinieblas de la propia expe- bres); 6, 16 (para que los hombres vean que
riencia dei mundo. están ayunando); 6, 18 (para que tú con tu
ayuno no llames la atención de la gente); y los
2. La forma pasiva cpaLVop,aL aparece 22 ayes sobre los escribas y fariseos en Mt 23,
veces, 17 de ellas en los Evangelios sinópti- 27 s; «Os parecéis a sepulcros blanqueados,
cos (incluido Mc 16, 9); el verbo en voz pasi­ que por fuera parecen bonitos, pero por den­
va tiene el significado de resplandecer, apare­ tro están llenos de huesos de muerto y podre-
cer, ser visto, hacerse visible, manifestarse, dumbre». En 2 Cor 13, 7 se habla también so­
revelarse, iluminar. Designa, por ejemplo, la bre este contraste entre el aparecer y el ser an­
aparición de la estrella (Mt 2, 7), la aparición te Dios: «No para que aparezca que la razón
-en suenos- dei ángel de Dios en Ias historias está de nuestra parte, sino para que vosotros
de Mateo sobre la infancia de Jesus (1, 20; 2, hagáis el bien».
13.19), la aparición de Elias (Lc 9, 8), Ias apa- En el proceso de Jesús ante el Sanedrín, el
riciones dei Resucitado (Mc 16, 9) y Ias ma- sumo sacerdote emplea el verbo en una expre-
nifestaciones dei Hijo dei hombre cuando re­ sión que hace referencia a la opinión personal
tom e en su parasía (Mt 24, 27.30). En este a la que se llega a través de una valoración
contexto semântico, la forma pasiva es expre- crítica dei conocimiento, Mc 14, 64: «^Qué os
sión de un acontecimiento de epifanía (-> èjtt- parecei». Se hace un uso parecido dei verbo
qjáveia) que acentua la luminosa irmpción de al expresarse la reacción de los apóstoles ante
1917 cpaivo) - qpavEQOç 1918

el testimonio de Ia resurrección dado por Ias por un lado, Pablo lo utiliza como argumento
mujeres, Lc 24, 11 («Pero a ellos estas pala- de evidencia universal en el proceso gnoseo­
bras les parecieron disparates, y no Ias creye- lógico dei análisis existencial, y, por otro la­
ron»), Y también se hace un uso parecido en do, el concepto se aproxima a la terminologia
la reflexión paulina acerca de la relación entre específica de la revelación,
la ley y el pecado, en Rom 7,13 («Para que el
pecado se haga patente como pecado...»). 2. Pablo utiliza qpaveçóç en el marco de su
teologia dei paganismo en Rom 1, 19, en la
3. Heb 11, 3 emplea el verbo qjaívro en un cual se ve que la salvación de los gentiles lle-
contexto filosófico y gnoseológico. En el sen­ ga a ser posible precisamente porque a Dios
tido de una creatio ex nihilo, la palabra crea- se le puede conocer claramente en si mismo y
dora de Dios se considera como la razón que porque es posible experimentar la acción de
dio origen al mundo visible (PÀEJtópeva): Dios: «Porque lo que es conocible acerca de
«En la fe conocemos que los mundos fueron Dios está manifiesto en ellos; pues Dios se lo
creados por la palabra de Dios, de tal manera manifiesta». Sobre esta idea de la autorreve-
que lo visible no fue hecho por lo que es per- lación de Dios en los gentiles, cf. D. Lühr­
ceptible por los sentidos (cpatvópsva)». Con mann, Das Offenbarungsverstãndnis bei Pau-
ello se rechaza una comprensión materialista lus und in paulínischen Gemeinden, Neukir-
de la creación, derivada de una cosmogonia chen-Vluyn 1965, y cf. la bibliografia sobre
evolucionista, y se proclama una fe teocéntri- àjtoxaXÚJtTO). Aunque Pablo, a continua-
ca en la creación y, con ello, la existência de ción inmediata, pasa a hablar de la salvación
una teleología dei cosmos, el cual tiene un or- de los judios y de la relevância soteriológica
den establecido por Dios; cf. Schelkle, Teolo­ de la circuncisión, sin embargo acentüa que el
gia I. Con el mismo significado el concepto hecho externo y públicamente notorio de ser
aparece también en IgnRom 3, 2; IgnPol 2, 2. judio, así como la condición de ser judio mar­
P.-G. Müller cada por medio de la circuncisión en la carne,
no es lo decisivo, sino que lo es la actitud dei
corazón ante Dios y la autenticidad de la fe
OdÀ,e>t Phalek Fálec (Peleg)* interior de la persona verdaderamente piadosa
Nombre indeclinable de persona en la ge­ (Rom 2, 28): «Porque no es judio el que lo es
nealogia de Jesús en Lc 3, 35 (Gén 11, 16-19; exteriormente, ni la circuncisión es la de afue-
1 Crón 1, 25 LXX). ra»; aqui se recogen motivos dei AT tomados
de Dt 10, 16; 30, 6; Jer 4, 4; 6, 10; 9, 25; Ez
44, 7.9; IQpHab 11, 13; OdSl 11, 1-3; Jub 1,
tpavEQÓÇ, 3 phaneros visible, manifiesto,
23s. Cf., a propósito, H. Schlier, Der Ròmer-
claro, público*
brief (HThK), 89s. Son parecidas Ias instruc-
1. Aparición en el NT - 2. Empleo gnoseológico. ciones de Jesús sobre el ejercicio de la piedad
B ib l.: R. Bultmann-D. Lührmann, cpaveQÓç, en
en secreto (Mt 6, 4.6.18).
ThWNT IX, 3. Gál 5, 19 dice sobre ello en sentido ético-
parenético: «Son manifiestas Ias obras de la
1. En el NT cpavsQÓç aparece 18 v e c e s. carne» (introducción al catálogo de vicios).
Procede dei griego clásico y significa en él De manera parecida se dice en 1 Tim 4, 15:
«visible, patente a la luz dei dia, manifiesto, «para que tu progreso (en la perfección) sea
claro, notorio públicamente», y, referido a per- visible a todos», y en 1 Jn 3, 10; «En esto se
sonas, «destacado, distinguido». En la LXX muestran los hijos de Dios y los hijos dei dia-
(pavEQÓç aparece 19 veces. Con los significa­ blo». En Hech 4, 16 el Sanedrín habla de los
dos mencionados, cpaveQÓç aparece en el NT «manifiestas signos milagrosos» de los após-
en contextos teológicos importantes, porque. toles. Como contraste con lo que hasta enton-
1919 (paveçoç - (pavegou) 1920

ces había permanecido oculto y no era per- nóptico se limita a la sentencia proverbial de
ceptible, se dice repetidas veces (Mc 4, 22 Mc 4, 22; «Porque no hay nada oculto que no
par.); «Porque nada hay oculto que no se haya se haya de revelar», que aparece también, con
de revelar, y nada hay escondido que no se ligeras variaciones, en la versión ofrecida por
vaya a descubrir»; así también en Lc 8, 17; la fuente de logia en Lc 12, 2 par., y que ha
Mc 3, 12 (par. Mt 12, 16): La respuesta a la influido también seguramente en Lc 8, 17. En
pregunta «^Eres tú el Hijo de Dios?» es el el contexto de Marcos, se trata de una alusión
precepto de guardar el secreto mesiánico, de al mistério acerca de la comprensión de Ias
«no darlo a conocer». parábolas de Jesus.
En Mc 6, 14 aparece también qpavepóç en
este sentido sencillo de «dar a conocer» (el 2. En Pablo (pavegóco y ctJtoxaX.njtxoo se
nombre de Juan el B autista es conocido, in­ usan en sentido casi sinônimo, como se ve
cluso para el rey Herodes); Hech 7, 13 (José claramente por la repetición de Rom 1, 17 en
se da a conocer a sus hermanos); 1 Cor 11, 19 3, 21. En 1, 17 se dice que «en todo el que
(disensiones, a fin de que se manifiesten entre cree —tanto para el judio como para el gentil—
vosotros los que son genuinos); 14, 25 (lo la justicia de Dios se revela (aitoxa^-tijt-
oculto de su corazón se manifiesla, cuando un TEtai)». En 3, 21 se acentua la misma justifi-
incrédulo es llamado a cuentas por todos); Flp cación por medio de la fe: «Pero ahora, aparte
1,13 (llegó a conocerse que Pablo soporta en de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado
Cristo sus cadenas); la revelación de Ias obras (jteqjavÉQTOxai)», en todo lo cual se piensa en
se baila en el contexto escatológico y dei jui- el acontecimiento único y singular de Cristo y
cio final, en 1 Cor 3, 13; «La obra de cada en su eficacia sooteriológica. Se ve que el ver­
uno se hará visible (en el día dei Senor)». En bo, para Pablo, es un concepto típico de la re­
resumen puede afirmarse que el adjetivo se velación de la salvación de Dios (1, 19) en el
usa para criticar un estilo de piedad excesiva- evangelio de Jesucristo, cf. 16, 26 («Mi evan-
mente forense y externo, y, por otro lado, pa­ gelio... que ahora es manifestado... y ha sido
ra acentuar el carácter abierto y público y la dado a conocer a todas Ias naciones»).
revelación escatológica de lo que es bueno y Es sorprendente que qtavEQÓto aparezca
de lo que es maio. nueve veces en un contexto polêmico en la
Carta segunda a los Corintios, donde Pablo
P.-G. Müller
recoge posiblemente un eslogan de sus adver­
sários. 2 Cor 2, 14: «Por medio de nosotros él
tpaVEQÓfi) phaneroõ m anifestar; en voz revela en todo lugar la fragancia de su cono-
pasiva: hacerse visible; manifestarse, ha- cimiento»; por tanto, en la proclamación pau-
cerse público lina acontece la revelación de Dios, por me­
dio de Jesucristo. 3, 3: «Siendo manifiesto
1. Aparición en el NT - 2. El uso paulino y el uso
déutero-paulino - 3. El uso joánico (con el Apocalip- que sois una carta de Cristo, proporcionada
sis). por nosotros»; 4, 10: «Llevamos siempre en
nuestro cuerpo la muerte de Jesús, a fin de
B ibl.: M. N. A. Bockmuehl, D a s Verb (p a v E Q Ó O ) im
que la vida de Jesús se manifieste también en
NT: BZ 32 (1988) 87-99; R. Bultmann-D. Lührmann,
( p a v e Q Ó o j , en ThWNT XI, 4-6; E. Jenni, j p ‘, en nuestro cuerpo» (Pablo testifica con sus pade-
DMAT I, 1036-1039. cimientos una existencial imitatio Christi); 4,
11: «a fin de que la vida de Jesús se manifies­
1. En el NT qjaveçóoo se encuentra 49 ve­ te en nuestra carne mortal».
ces. Parece ser un neologismo dei griego he- 1 Cor 4, 5 utiliza q)aveQÓ(u en el contesto
lenístico. En la LXX el verbo se baila docu­ dei juicio escatológico: «El Senor (en su veiü-
mentado tan sólo en Is 40(33), 6, donde tra- da) sacará a la luz Ias cosas ocultas en la os-
duce el verbo hebreo gãlâ (piei). El uso si- curidad y descubrirá los designios de los co-
1921 qpaVEQOCO 1922

razones»; también en 2 Cor 5, 10: «porque to­ cion aparece con vanaciones en una versión
dos nosotros hemos de quedar de manifiesto escatológica en 1 Pe 1, 20: «El estaba destina­
ante el tribunal de Cristo»; 5, 11; «Ante Dios do antes de la fundación dei mundo, pero se
nos hallamos bien patentes, y espero que tam­ manifesto al fin de los tiempos por amor
bién estemos patentes en vuestras concien- vuestro». Heb 9, 8 acentua también el aconte-
cias»; 7, 12; «para que vuestro ceio por noso­ cimiento de Cristo como una cesura: «El ca-
tros se haga manifiesto entre vosotros delante mino al Santuario no estaba aún patente,
de Dios»; dentro de otro contexto, Pablo mientras permaneciese en pie el primer taber-
acentua en 2 Cor 11, 16 su conocimiento, que náculo»; 9, 26: «Pero ahora, una sola vez, al
él quiere hacer patente de todas Ias maneras. fin de los tiempos. Cristo se ha manifestado
La escuela paulina continua este uso sinoní- para quitar los pecados mediante su sacrifi-
mico de qpavEQÓ© y àjtoxaÀnjrt® en el mar­ cio».
co de un esquema de revelación, tomado de
una tradición pre-paulina, para describir la re­ 3. La teologia joánica de la revelación pre-
velación de Dios en Jesucristo, que se efectúa fiere usar cpavEQÓcn y yvcoqíC© como sinôni­
en la proclamación dei evangelio, Claro que mos y renuncia ampliamente al uso de áito-
la parénesis de la luz y Ias tinieblas se acentua xaÀ,ÚJtT0) (con excepción de Jn 12, 38, en ci­
más intensamente que en Pablo. E f 5, 13s: ta de Is 53, 1). Mientras que Pablo entendia
«Pero todo lo que se lleva a la luz, se hace más místicamente su concepto de la revela­
manifiesto-, porque todo lo manifestado es ción, vemos que a Juan lo que le interesa pre­
luz»; Col 1, 26; «El mistério que había estado cisamente es la acción concreta de hacerse vi-
oculto desde Ias edades y generaciones pasa- sible, el acto óptico-gnoseológico, a fin de
das, pero que ahora se ha revelado a sus san­ acentuar la eficacia salvífica de Dios en los
tos»; Col 3, 4: «Cuando Cristo, nuestra vida, signos y Ias palabras dei Jesús terreno y resu-
sea manifestado, entonces también vosotros citado. Jesús revela la realidad de Dios (Jn 7,
seréis manifestados con él en gloria». Aunque 4), el nombre de Dios (17, 6), Ias obras de
la vida con Cristo y en Cristo, desde el bautis- Dios (3, 21; 9, 3). Jesús es por excelencia el
mo hasta la parusía, está todavia oculta, lo Revelador de Dios, tal y como se acentúa ya
que está oculto se manifestará en la venida es- en el prólogo 1, 5.16-18. Pero también el
catológica dei Mesías; cf. 1 Jn 3, 2: «Sabemos Cristo resucitado revela, según 21, 1.14, Ias
que, cuando él se manifieste, seremos seme- acciones de Dios, cf. Mc 16.12.14.
jante a él». 1 Jn 3, 5.8; 4, 9 entiende igualmente a Jesús
La relación entre Cristo y la vida se en- como el Revelador dei amor de Dios, y esta
cuentra ya fundamentada en Flp 1, 21: «Pues misma revelación continúa en la propia tradi­
para mí la vida es Cristo»; cf. Gál 2, 20 ción viva de Ia Iglesia acerca de Jesús, cf. 1,2
(«Cristo vive en mí»). El encargo de procla­ («Y la vida se manifesto, y nosotros la vimos
mar el evangelio, recibido por el apóstol, se y damos testimonio y os proclamamos la vida
expresa así en Col 4, 4: «para que yo revele eterna, la cual estaba con el Padre y se nos
claramente (el mistério de Cristo), tal como manifesto»). El lenguaje dei credo cristológi-
debo hacerlo»; 1 Tim 3, 16 emplea qpavepó© co, tal como se trasmite en el proceso de la
en un antiquísimo himno pre-paulino sobre el tradición de la Iglesia, se fundamenta en el
mistério de la encamación: «Elfue manifesta­ acto de la experiencia concreta de los testigos
do en la carne»; 2 Tim 1, 10 habla de nuestra originales acerca de la manifestación de la
vocación, «que ahora se revelo por la mani- Esencia divina en el Jesús terreno y resucita­
festación de nuestro Salvador Cristo Jesús»; do. La permanência en la tradición apostólica
Tit 1, 3: «Dios manifesto su palabra a su debi- de la Iglesia (el círculo dei «nosotros») geu:an-
do tiempo en la proclamación que se me en­ tiza la fe verdadera, cf. 1 Jn 2, 19 («Salieron
comendo». El mismo esquema de la revela- de nosotros, pero en realidad no eran de noso-
1923 qjavegóo) - í>aQaó) 1924

tros. Porque, si hubieran sido de nosotros, ha- vaba «antorchas, linternas y armas». Cf.
brían permanecido con nosotros; pero debía kap-Jtáç 2.3.
manifestarse que no todos son de nosotros»).
Este «permanecer en Cristo» hay que mante-
nerlo hasta la manifestación de Cristo en su OavoU líÀ , Phanouêl Fanuel*
parusía, cf. 2, 28. Ahora bien, el ser de los Nombre indeclinable de persona en Lc 2,
bautizados se halla aún oculto bajo la reserva 36: padre de la profetisa Ana, de la tribu de
escatológica, cf. 3, 2. Aser.
1 Jn 3, 5 realza el aspecto soteriológico de
la encamación; «El se manifesto a fin de qui­
tar los pecados»; de manera parecida se dice ( p a v tá ^ O f ia i phantazomai (voz pasiva)
en 3, 8b; 4, 9: «En esto se manifesto en noso­ hacerse visible*
tros el amor de Dios: en que Dios envio su Heb 12, 21: xò (pavxa^óftevov, la apari-
Hijo unigénito al mundo, para que nosotros ción, refiriéndose a la teofanía dei Sinai. Cf.
vivamos por medio de él»; cf. J. P. Miranda, ThWNT IX, 7.
Der Vater, der mich gesandt hat, Frankfurt a.
M. 1972, 82-100.
En Ap 3, 18; 15, 4 (himno: «Tus justas ac- q ja v x a a ía , a ç , phantasia pompa, os-
cione-s fueron manifestadas») la voz pasiva de tentación*
q)av8QÓoo aparece sin especial significación Hech 25,23: Agripa (II) llegó p e tà JtoÀXfjç
teológica. cpavxaoíaç, «con mucha pompa / con gran
ostentación». Cf. Rademacher, Grammatik,
P.-G. Müller 12 .

(pavEgrôç phanerOs (adv.) públicamente,


abiertamente; claramente, nitidamente*
phantasma apari-
q )á v T a a ^ a , a to ç , t ó
ción, fantasma*
Mc 1, 45: «de tal manera. que él (Jesús) ya
Mc 6,49 par. Mt 14,26: Los discípulos cre-
no podia entrar abiertamente en ninguna ciu-
dad». Jn 7, 10 (lo opuesto: èv xgnnxcp): «En- yeron que Jesús que venía caminando sobre
Ias aguas era un fantasma (õxt cpávxaapa èa-
tonces él (Jesús) también subió (a Jerusalén),
pero no abiertamente, sino (como) en secre­ xiv). Lc 24, 37 D emplea este término en el
relato sobre la aparición dei Resucitado, en
to». Hech 10, 3: Comelio vio «claramente en
una visión (èv ógápaxi)» cómo un ángel en- lugar de emplear ->■ Jtveúpa. ThWNT IX, 7.
traba. ThWNT IX, 3.
pharagx barranco,
(p á ^ a y ^ , a y y o ç , q
( p a v é ^ t o a iç , £(0Ç, 'q phanerõsis revela- valle*
ción, manifestación* Lc 3, 5: «Todo valle será rellenado» (cita de
El término aparece en Pablo en Ias construc- Is 40, 4 LXX).
ciones: (pavégcooiç xoú Jtveúpaxoç, «revela-
ción dei Espiritu» (1 Cor 12, 7) y epavegmoiç
O a Q a w Pharaõ Faraón
xfjç àkipOEtag, «manifestación abierta de la
Nombre indeclinable (propiamente titulo)
verdad» (2 Cor 4, 2). Trench, Synonyma, 226;
dei rey de Egipto (Gén 12, 15; Ex 1, 11 LXX
ThWNT IX, 6s.
y passim). En el NT se refiere al Faraón dei
tiempo de José o dei tiempo dei êxodo; Hech
phanos lámpara, lintema*
tp a v ó ç , o v , ó 7,10.13.21; Rom 9,17 (cf. Ex 9,16); Heb 11,
En Jn 18,3 aparece qpavoí junto a Xapjtá- 24. LThK V ni, 437s; BHH III, 1445-1447
õeç: la cohorte que fue a prender a Jesús, lle- (bibl.).
1925 <J>ágeç - «taçioatoç 1926

í>áQEÇ Phares Fares* excepción: Flp 3, 5) entre los Evangelios (con


Nombre indeclinable de persona en la gene­ 89 testimonios) y el libro de Hechos (con 9).
alogia de Jesús: Mt 1, 3a.b; Lc 3, 33 (cf. Gén
38, 29; 1 Crón 2, 4.5 LXX). 2. a) En Marcos, í>aeioaíoç se emplea 12
veces, pero sólo entre 2, 16 y 12, 13 y única­
mente en relación con litigios en los que la
O ttQ loaíO Ç , 013, Ó Pharisaios fariseo comunidad marquina defiende su libertad pa­
1. Aparición en el NT - 2. Usos en el NT - a) Mar­ ra practicar una vida libre de la ley, frente a
cos - b) Mateo - c) Lucas/Hechos - d) Juan - 3. El fa­
riseo en fuentes judias - a) Josefo - bj Escritos rabíni-
los ataques que recibe de los judios. Por este
cos - 4. Jesús y los fariseos - 5. Pablo como fariseo. motivo, de la mención de los fariseos no se
pueden deducir conclusiones acerca dei perfil
B ib l : G. Baumbach, Jesu s von N azarelh im L ich te
d e r jü d isch e n G ruppenbildung, Berlin 1971,72-97; A. teológico de éstos. Es también cuestionable
I. Baumgarten, The N a m e o f the P harisees: JBL 102 historicamente la agrupación: fariseos y hero-
(1980) 411-428; W. Beilner, D e r V rsprung des P ha- dianos (3, 6; 8, 15; 12, 13), porque esta agru­
risãism us: BZ 3 (1959) 235-251; J. T. CarroU, L u k e ’s
pación está inspirada por la tendencia a desa­
P o rtra ya l o f th e P harisees: CBQ 50 (1988) 604-621;
M. J. Cook, J esu s a n d Pharisees: JES 15 (1978) 441- creditar a los fariseos y a presentarlos, según
460; D. Goodblatt, The P lace o f th e P harisees in F irst la imagen de Herodes, como astutos y sangui­
C en tu ry J u d a ism . A S tu d y in I a n d 2 M a c ca b e es, nários (cf. 3, 6; 8, 11; 10, 2; 12, 13.15).
Atlanta, GA 1988; B. Lindars, Jesus a n d the P harisees,
en F S D aube, 51-53; D. Lührmann, D ie P h a risã er und
b) En Mateo es donde el término «Faqu-
d ie S ch riftg eleh rten im M a rkusevangelium : ZNW 78 oaToç aparece con más frecuencia (29 veces).
(1987) 169-185; U. Luz, Jesu s u n d die P harisãer: Ju­ Con excepción de 22, 16, Mateo evita vincu­
daica 38 (1982) 229-246; J. Maier, G eschichte d erjiid . lar a los fariseos con los herodianos, pero pre-
R elig io n , Berlin 1972, 71-79; S. Mason, F lavius Jo-
sep h u s o n the P harisees: A C om position-C ritical Stu-
senta juntos varias veces a los fariseos y los
dies, Leiden 1991; R. Meyer-H. F. WeiB, 4>aoioaioç, saduceos (3, 7; 16, 1.6.11.12), y a los fariseos
en ThWNT IX, 11-51; R. L. Mowery. P harisees a n d y los principales sacerdotes (21, 45; 27, 62).
Scribes, G alilee a n d Jerusalem : ZNW 80 (1989) 266- Con ello trata de adecuarse a la antigua tradi-
268; J. Neusner, The R a b b in ic T ra d itio n s a b o u t the
P ha risees before 70 A .D . (3 vols.), Leiden 1971; Id., ción acerca de la Pasión, en la cual los princi­
D ie Verw endung d es spateren rabb. M a teria ls f i i r die pales sacerdotes aparecen como los más im­
E rforschung des P ha risã ism u s im 1. Jh. n. Chr. : ZThK portantes adversários de Jesús, y presenta así
76 (1979) 292-309; E. P. Sanders, P a u l a n d P alesti- a los fariseos como participantes activamente
nia n Judaism , London 1977; P. Schãfer, D e r vorrabbi-
nische P h arisãism us, en M. Hengel-U. Heckel (eds.), en la eliminación de Jesús. Además, trasforma
P a u lu s u n d das a n tike Ju dentum (WUNT 58), Tübin- varias veces la expresión «escribas» en la de
gen 1991, 125-175; K. Schubert, D ie jü d isch e n R eli- «fariseos» (compárese Mc 12, 28.35 con Mt
g io n sp a rte ie n in n e u te sta m e n tlic h e r Z e it, Stuttgart
22, 34.41), para caracterizar marcadamente
1970, 22-47; Schürer II, 456-475; Schürer, H isto ria
d e i p u e b lo ju d io en tiem pos de Jesú s II, Madrid 1985, como farisaica la oposición judia contra Je­
507-524; D. R. Schwartz, Jo sephus a n d H icolaus on sús. Con la misma intención maneja la tradi-
th e Pharisees: JSJ 14 (1983) 157-171; M. Simon, Die ción de Q, refiriendo a los fariseos Ias pala-
jü d isc h e n Sekten z u r Z e it Christi, Eiusiedeln 1964, 24-
49; C. Thoma, D e r P harisãism us, en Maier-Schreiner,
bras de reprensión pronunciadas por el B au­
254-272; H. F. WeiB, P ha risãism us u n d H ellenism us: tista y por Jesús (compárese 3, 7ss; 23, 2ss
OLZ 74 (1979) 421-433; U. C. von Wahlde, The Terms con Lc 3, 7; 11, 39ss).
f o r R elig io u s A u th o rities in the F o u r G ospel: A K ey to De manera estereotipada se llama «hipócri­
Literary-Strata?: JBL 98 (1979) 231-253; R. A. Wild,
The E n co u n ter b etw een P h a sisa ic a n d C hristian J u ­
tas» a los fariseos (6, 2.5.16; 7, 5 y passim) y
daism . Som e E arly G ospel Evidence: NovT 27 (1985) se los caracteriza como personas que viven en
105-124; J. A. Ziesler, L u ke a n d the Pharisees: NTS contradicción con sus propias ideas (23, 3) y
25 (1978-1979) 146-157; para más bibliografia, cf. que no guardan la ley (23, 28) sino que son
ThWNT X, 1288s.
Ímpios (15, 12-14), porque no ponen en prác-
1. En el NT Ias 99 veces (con Jn 8, 3) que tíca Ias cosas que ensenan (23, 3.23). De este
aparece <J>apioaíoç se distribuyen (con una modo, Mateo efectúa, por un lado, un deslin-
1927 í>aQicraToç 1928

de frente al judaísnao, y un deslinde también, de Ias autoridades judias residentes en Jerusa-


por otro lado, frente a los falsos maestros (cf. lén. Aparecen ya como adversários dei Bau-
24, llss; 7, 15ss); porque los fariseos repre- tísta (1, 19.24), se escandalizan de la libertad
sentan al mismo tiempo, para él, el tipo de los de Jesus con respecto a los preceptos dei sá­
profetas enganosos y el antitipo de Jesus, bado (5, Iss; 9, Iss) y por la atención que él
quien observa ejemplaraiente la Torá, y en cu- presta al òyXoç, / ‘am h ã ’ãres{J, 49), y repre­
yo seguimiento la comunidad vive una justi- sentan, por tanto, a <dos judios» que desde un
cia muchísimo mejor que la de los fariseos y principio traman la eliminación de Jesús (cf.
los escribas (cf. 5, 20). 7, 32; 11, 46ss) y que, por este motivo, son
c) Con dependencia de Marcos, vemos que asociados con el diablo como homicida que es
Lucas hace también que los litígios vayan di­ (cf. 8, 44ss). Por tanto, aqui se sataniza a todo
rigidos contra los fariseos y los escribas (cf. el judaismo de colorido farisaico. Este judais-
5, 30.33; 6, 2.7; 12, 1), pero inserta raras ve- mo, en el Evangeüo de Juan, entra a formar
ces a los fariseos como adversários de Jesiís parte dei riguroso dualismo existente entre la
(cf. 5, 17.21; 7, 30). Lucas usa de manera di­ esfera de la salvación divina y la esfera mun­
ferenciada la tradición procedente de Q (cf. 3, dana de la perdición, de tal manera que el fa-
7ss; 11, 39ss.45ss). El evangelista acusa prin­ riseo o el judio se convierte en el tipo dei in­
cipalmente a los fariseos de ser avariciosos y crédulo.
de ser, a causa de esto, impenitentes y fingir
una justícia basada en sus propias obras (cf.
3. a) Josefo, que según Vita 12, pretendia haber
sido -él mismo- fariseo, nos ofrece informacio-
16, 14s; 18, 9), de tal manera que los fariseos nes más fidedignas que Ias de los Evangelios
se convierten en el tipo dei impenitente hom- acerca de los fariseos. En su obra de historia,
bre dei mundo a quien se exhorta a renunciar menciona por primera vez a los fariseos al descri-
a sus propiedades (cf. 11, 41; 12, 33 y pas- bir la época de Jonatán (Ant XIII, 171ss). Según
sint), y representan el antitipo de Jesus, que es él, los fariseos, después de la escisión de los jasi-
pobre. dim a mediados dei siglo II a.C., se organizaron
primeramente como un grupo con intensa orienta-
Ahora bien, Lucas no imputa a los fariseos ción política, que se oponía a la monarquia sacra
intenciones homicidas ni les acusa de la parti- de los asmoneos. Su influencia fue creciendo des­
cipación en la muerte de Jesus. Sino que re- de la época de Salomé Alejandra (76-67 a.C.). Por
fiere invitaciones (7, 36ss; 11, 37s; 14, Iss) y lo que se nos dice en Ant XIV, 41, podemos sos-
consejos bien intencionados (13, 31) que Je­ pechar que los fariseos, en la intervención de
sus recibió de los fariseos, y una conducta fa- Pompeyo en los destinos dei Estado judio, vieron
unjusto juicio de Dios y, por lo mismo, no recha-
vorable a los cristianos por parte de los farise­ zaron la dominación extranjera ejercida por los
os que son miembros dei Sanedrín (Hech 5, romanos. Tampoco se opusieron por principio al
34; 23, 6ss). Además, Lucas menciona a fari­ reinado de Herodes (40-4 a.C.), que sólo erajudio
seos que abrazaron la fe (Hech 15, 5) y acen­ «a medias» (cf. Ant XIV, 172ss; XV, 3). Desde
tua que Pablo se había contado entre los fari­ luego, algunos fariseos se alzaron contra el águila
seos (23, 6; 26, 5), a quienes él designa como fíjada en el templo como signo dei poder (idivi-
no?) de Herodes (Bell I, 648ss; Ant XVII, 149ss).
«la más rigurosa aÍQEOiç» (26, 5). Puesto que Evidentemente, los fariseos se preocupaban
para Lucas el acontecimiento salvífico decisi­ más que nada por la santificación dei nombre de
vo es la resurrección de Jesus (cf. Hech 2, 24; Dios (cf. Ap n, 171 y 192) y por apartarse de to­
3, 15; 4, 10 y passim), vemos que a los farise­ do lo que no fuera santo. A esto alude también su
os, que creían en la resurrección, Lucas los nombre (fl>aQiaatoi / p ‘rüsim, «separados»), que
describe de manera más positiva que Marcos en lábios de sus enemigos tenía la connotación
y Mateo. negativa de «separatistas». Según Ant XVII, 41,
los fariseos se sentían orgullosos de su conoci-
d) En Juan los fariseos se encuentran alia­ miento minucioso de Ias leyes de los padres y se
dos con los principales sacerdotes (cf. 7, gloriaban de su observância de la ley; según Bell
32.45; 11, 46.47; 18, 3) como representantes n, 162, eran considerados como los intérpretes
1929 «tagioaioç 1930

más minuciosos de Ias leyes, entre Ias que ellos comuniones de mesa con comidas en común y
no contaban sólo a la Torá escrita, sino también a tiempos fijos seüalados para la oración. El que
la Torá oral, la tradición recibida de los padres; queria pertenecer a una de esas cofradías, tenía
porque, según Ant XIII, 297, ellos «conservaron que comprometerse a la entrega habitual dei diez-
muchos mandamientos que no habían quedado mo y a la práctica de la pureza levítica, y debía
consignados por escrito en Ias leyes de Moisés». pasar además por un tiempo de pmeba. A diferen­
Puesto que a los fariseos lo que les interesaba era cia de la comunidad de Qumrán, Ias hermandades
hacer posible al hombre, con ayuda de la Torá farisaicas no pretendían la exclusividad, sino que
oral, el cumplimiento de la Torá en la situación mantenían su creencia en la unidad dei pueblo
concreta de su vida y, con ello, la consecución de (cf San 10, 1). Consideraban que su tarea consis­
la salvación, se los consideraba como muy amis­ tia en conseguir muchos discipulos y, mediante el
tosos y, a consecuencia de ello, «tenían de su par­ esmdio en común de la Torá, edificar de tal ma-
te a la gran masa dei pueblo» (Ant XIII, 298, cf. nera a Israel, que pudiera cumplir el encargo de
288 y 401s) -sobre todo, probablemente, a la po- su elección que, según Is 60, 3, consistia en ser
blación urbana de clase media, que se hallaba re­ luz dei mundo (cf. Abot 1, 1; Abot R. Natán 1, 3;
lativamente abierta a lo nuevo-, bBer 63, b). Aguardaban para el futuro la venida
Sín embargo, los fariseos no sólo desarrollaron dei Mesias, la cual, según jTaa 1, 64a (cf. bSab
ulteriormente la ley religiosa mediante multitud 118b), se prepara mediante la obediência a la ley,
de preceptos actualizadores, sino que además in- y aguardaban también la resurrección de los
trodujeron novedades en la escatología: creían en muertos (cf. San 10, 1-3; bSan 98a).
la resurrección de los buenos y en un castigo eter­
no para los maios (Bell II, 163; Ant XVIII, 14). 4. Puesto que Ias tres fuentes principales
Con ello acentuaron la decisión ética que debía
adoptar el hombre, una decisión que, según Bell mencionadas para conocer quiénes eran los
II, 162; Ant XVIII, 13s, ellos consideraban como fariseos, no se redactaron sino después dei
consecuencia de una cooperación entre la Provi­ ano 70 p.C., resulta muy difícil responder a la
dencia de Dios y la hbertad humana. De gran im­ pregunta sobre cuáles fueron Ias relaciones de
portância era la vida en común de esa alpsaiç, Jesús con los fariseos. Si se utilizan crítica­
a la que Josefo menciona elogiosamente en Bell mente esas fuentes, se observan puntos de
II, 166. Según Ant XVII, 42 había más de 6000 contacto entre Jesús y los fariseos (a) y tam­
fariseos en tiempos de Herodes.
bién diferencias (b):
b) Los escritos rabínicos no nos proporcionan
informaciones seguras sobre los fariseos antes de a) También a Jesús le interesaba congregar
la destrucción dei templo. En esos escritos los fa­ a todo el pueblo de Israel (cf. Lc 7, 22 par.;
riseos aparecen como una tendencia que se preo-
cupaba principalmente de la santificación de toda 13, 34 par.), y no sólo a un resto santo. Con
la vida. Con este fin ponían multitud de preceptos este fin Jesús consiguió discípulos, a los que
(la Torá oral) como vallado en tomo a la Torá es­ hizo partícipes de su misión, y a quienes dio
crita, a fin de preservar a los fieles de Ias trasgre- regias para la vida en común y les ensenó ora-
siones de los mandamientos y también para faci­ ciones (cf. Mc 3, 14 par.; 10, 42ss par.; Mt 6,
litar al hombre medio el acceso a la salvación (cf. 9ss par.). La santificación dei nombre de Dios
Abot 1, 1; 3, 3; bRH 16b.17a). Gracias a ello, los mediante la observância de la voluntad de
escribas, como portadores de la tradición oral,
adquirieron gran importância. A causa de su in- Dios fue una de Ias finalidades esenciales de
terpretación de la ley, orientada hacia lo que era la predicación de Jesús (cf. Mt 6, 9s par.; Mc
humanamente posible, los fariseos se ganaron de 3, 35 par.; 12, 28ss par.). Parece que él conta-
los gmpos apocalípticos la acusación de estar dis- ba con la resurrección de los muertos (cf. Mc
puestos al compromiso y de ser hipócritas (cf. 12, 18ss par.).
4QpNah 1, 2; CD 1, 11-19 y passim. Como de-
muestran los enunciados acerca de los siete fari­ b) La conducta y la predicación de Jesús es-
seos en jBer 9, 14b (cf. jSot 5, 20c), los fariseos
eran conscientes de sus propias debilidades. taban determinadas primariamente por la cer­
De bBek 30b; jDem 2, 2; TosDem 2, 2 puede cania dei reino de Dios. Por eso, el elemento
sacarse la conclusión de que los fariseos hacían profético-escatológico predominaba en su
vida común en cofradías que tenían la forma de predicación: la preparación para la venida de
1931 OagiaaToç - tpáxvT] 1932

Dios es el mandamiento más apremiante de la nia», por la que «todos los pueblos fueron se-
hora. Este llamamiento iba dirigido indistinta- ducidos». Ap 9, 21 A al ((pa0[xax8Ícov en lu­
mente a todos en Israel, y cuestionaba la esca­ gar de qiappáxcov); GNTCom sub loco.
la de valores a la sazón existente (cf. Lc 7,
36ss; 14, 16ss; 15, llss; 18, lOss). Por consi-
guiente, a los fariseos tuvo que parecerles es­ (paQ fiaxE liç, étoç, Ó pharmakeus mezcla-
pecialmente escandalosa la conducta de Je­ dor de venenos, hechicero
sus, que se caracterizaba por el menosprecio Ap 21, 8 Textus Receptus en lugar de
de los preceptos de la pureza ritual y dei diez- q)aQp,axóç.
mo y por su atención solícita a los publicanos
y pecadores (cf. Mc 2, 15ss par.; 7, 15 par.; (págjiaxov, ou, TÓ pharmakon veneno,
Mt 11, 19 par.). Pero, teniendo en cuenta Ias poción mágica*
circunstancias de poder a la sazón existentes, Ap 9, 21: Los hombres «no se arrepintieron
los fariseos no pueden considerarse como los de sus homicidios ni de sus pociones mágicas
instigadores de la muerte de Jesús. ni de su inmoralidad». Bauer, Wõrterbuch,
í.v. 2.
5. En Ias cartas de Pablo tenemos el testi-
monio autêntico de un fariseo. Según él, el fa-
riseo se caracterizaba por su actitud ante la cpaQjiiaxoç, oü, ó pharmakos hechicero*
ley, una actitud que adoptaba la forma dei ce­ El plural aparece en Ap 21, 8 y en 22, 15 en
io por el cumpUmiento irreprochable de la To- catálogos de vicios.
rá escrita y de la Torá oral (cf. Flp 3, 5s; Gál
1, 14). Pablo se mostro además, por su activi-
dad como perseguidor, como una persona mo­ (páaiç, EtOÇ, 1^phasis noticia, aviso*
vida por un ceio especial. Es verdad que su Hech 21, 31: àvé|3q qpáoiç tcõ xtJtiáQxq)
conversión la describe Pablo como oposición OTi, «llegó al comandante (allá arriba, es de-
radical -basada en la antítesis entre la justicia cir, hasta la Torre Antonia) la noticia de
por la fe y la justicia por Ias obras- a su con- que...».
dición de fariseo (Flp 3, 7ss). Pero, incluso
como apóstol cristiano, Pablo sigue estando (páoxo) phaskõ afirmar, asegurar*
determinado por su pasado farisaico en su ac­ Se construye con infinitivo con el sujeto dei
titud hacia su pueblo (cf. Rom 9, Iss; 11, 25s) mismo en acusativo, en Hech 24, 9; 25, 19.
y hacia los romanos (cf. 13, Iss), en su reco- En una afirmación que se refiere a la propia
nocimiento de la Escritura como la fuente de persona (es decir, al sujeto), se halla, después
la revelación divina, en su empeno por la rec­ dei participio en nominativo, el infinitivo con
ta interpretación de la Escritura y en su afír- su predicado nominal también en nominativo:
mación dei permanente carácter obligatorio cpáoxovxeç eivai aocpoí, «asegurando que
de la Torá como expresión de la voluntad de eran sábios (se convirtieron en necios)» (Rom
Dios (cf. 7, 12ss; 9, 6ss; 13, 8ss), y también 1, 22 ) .
en su actitud reservada ante los fenômenos
extáticos (cf. 1 Cor 14, lss.l9).
G. Baumbach (p a rv i], ijç , q phatne pesebre*
En Lc 2, 7.12.16: Iv (xfj) cpáxvx], «en el pe­
sebre», dícese de Jesús que, después de nacer,
<paQ|iia>CCÍa, aç, pharmakeia hechice- fue recostado en un pesebre para animales. En
ría, magia* 13, 15 dícese dei buey y dei asno a los que se
En el catálogo de vicios en Gál 5, 20. En Ap desata «dei pesebre» para Uevarlos a beber.
18, 23 se habla de la hechicería de «Babilô­ ThWNT IX, 51-57.
1933 qjauXoç - qpÉgü) 1934

q )tt€ ^o ç, 3 phaulos maio, malvado* «El sol se oscurecerá y la luna no dará ya su


En sentido moral qjatiÀoç aparece en Rom resplandor». Con ello se anuncian Ias tinie-
9, 11 (JtQáoaeiv t i ãyallòv f] cpafiXov); Jn 3, blas que se producirán, cuando se prive al
20 y 5, 29 ([tà] cpat3>ta JtQÓooEiv); Sant 3, mundo de la luz de Dios, que se concede en el
16 (rcQãYp.a); Tit 2, 8 (ptiôèv ê^wv lÀyziv resplandor dei sol y de la luna. En el fondo se
Jtepl f|p.óõv (jpaüÀov, no teniendo nada maio hallan motivos dei «día dei juicio» (según Is
que decir sobre nosotros»). En 2 Cor 5, 10 lo 34, 4; Joel 2, lOs; 3, 4; 4, 15s) y dei «día de
de EÍXE aYcr&òv e ít e tpaOXov dificilmente se Ias tinieblas» (según Sof 1, 15). El oscureci-
referirá a «recompensa o castigo» en el juicio miento dei sol, la extinción de la luna y la caí­
(en contra de Bauer, Wõrterbuch, í .v. 2), sino da de Ias estrellas desde el cielo son metáfo­
más bien a lo que el hombre ha hecho en su ras dei juicio, que han de ilustrar la dimensión
vida terrena (cf. Bultmann, Der zweite Brief cósmica de la parusía de Cristo. Cf., a propó­
an die Korinther [KEK], sub loco). Trench, sito, A. Vogtle, Das N T und die Zukunft des
Synonyma, 205s; DTNTIII, 22s. Kosmos, Düsseldorf 1970, 28-31. 67-71: F.
Hahn, en FS Vogtle, 240-266.

(péyyoç, o u ç , t ó pheggos resplandor, luz* P.-G. Müller

B ib l.: Ch. Mugler, D ictio n naire historique de la ter-


m inologie o ptique d es G recs, Paris 1964, 425-428. cp£ÍÔO^.ai pheidomai (deponente de la voz
media) ahorrar, tener consideración, per-
1. qpÉYYOç aparece desde Homero con el donar; renunciar a algo*
sentido indicado. En la LXX (péyyoç se en- Con objeto de la acción verbal en genitivo
cuentra 24 veces y designa frecuentemente el en 1 Cor 7, 28 {«desearía ahorraros esos pro­
resplandor, la luz y el deslumbramiento que blemas»); 2 Cor 1, 23 ( c p E i ô ó p s v o ç úpcõv).
producido por la manifestación dei Senor, es­ Es frecuente el uso dei verbo con una nega-
pecialmente por el rostro dei Senor. Cf. 2 Re ción («no perdonar»): Hech 20, 29; Rom 8,
22, 13: «Dei fulgor ante él brotaron granizo y 32; 11, 21a.b; 2 Cor 13, 2; 2 Pe 2, 4.5. - En 2
carbones encendidos». Pero también el justo Cor 12, 6 hay que sobreentender un infinitivo
piadoso resplandece de esta manera; cf. 2 Re ( toü H a u x ã o d a i ) como objeto de la acción
23, 4: «El que reina con justicia, el soberano verbal: «Renuncio a (gloriarme)».
lleno de temor de Dios, es como la luz matu­
tina al salir el sol en una maííana sin nubes».
Cf. además Job 3, 4; 22, 28; 38, 12; 41, 10; q)eiôo^,évcoç pheidomenõs (adv.) escasa-
además Sab 7, 10; Os 7, 6; Am 5, 20; 2 Mac mente*
12, 9. El término aparece cinco veces en la vi- El advérbio se ha formado dei participio
sión de vocación de Ez 1, y también en Ez 10, q)eiôópevoç («el que es mezquino»), En 2
4 («El atrio quedo inundado por el resplandor Cor 9, 6 el advérbio aparece una vez refirién-
de la gloria dei Senor»); 43, 2 («Y vi que la dose a o ttE íp c o , «sembrar», y otra vez a de-
gloria dei Dios de Israel llegaba dei este; la QÍ^O), «cosechar».
tierra se llenó de su resplandor»). Parece que
este uso de los conceptos en Ezequiel (y en
Sab 7, 10) constituye el trasfondo para su uti-
cpÉQO) pherõ llevar (arrastrar), traer, condu-
cir*
lización en los dos únicos pasajes dei NT que
son sinópticamente idênticos ( ^ 2). B ib l.: R. Borig, D e r w a h re W einstock. U ntersu-
chungen zu Jo h 15, 1-10 (StA.NT 16), München 1967;
J. A. Fitzmyer, The Use o f Agein an d Pherein in the
2. En el marco dei discurso sobre la segun­
S ynoptic G ospels, en F S G ingrich, 147-160; K. WeiB,
da venida dei Hijo dei hombre (Mc 13,24 par. cpépo), en ThWNT IX, 57-61; para más bibliografia,
Mt 24, 49) se ha insertado la cita de Is 13, 10: cf. ThWNT X, 1289.
1935 qíEQCO 1936

1. De Ias 66 veces que aparece el verbo en Jn 21, 10). Jesús ordena a Tomás en Jn 20, 27:
el NT, 50 correspondeu a los Evangelios y al «Pon aqui tu dedo... y extiende tu mano...!»
libro de Hechos. Dentro de los Evangelios si- En Ap 21, 24 los reyes de la tierra traen su ^
nópticos (donde el verbo aparece 19 veces), ôó^a (2), y en 21, 26 las naciones traen su
qDÉQCO es un término preferido claramente por òó^a y Tip,T| a la Jerusalén celestial (alusión a
Marcos (15 testimonios); Mateo sustituye en Is 60, 3.5.11; cf. Sal 67, 30 LXX; 71, lOs
cuatro casos qséQCO (JtQÓç) por -> jtQooq)ÉQCo LXX) y hacen entrega de ellas.
(8, 16; 9, 2; 17, 16; 22, 19; cf. Fitzmyer, b) El verbo cpÉQto aparece con frecuencia
150ss). en la exposición de milagros de curación: las
personas traen o trasportan enfermos y pose-
2. a) Lc 23, 26, a diferencia de Mc 15, 21 / sos (Mc 1, 32; 2, 3 par. Lc 5, 18 / Mt 9, 2; 7,
Mt 27, 32 (aÍQCo) / Jn 19,17 (Paotá^co), pre- 32 a diferencia de Mt 15, 30; 9, 17.19s. par
senta a Simón de Cirene cargando con el pe­ Mt 17, 16s; cf. Hech 5, 16) y conducen ciegos
so de la cruz «detrás de Jesús» (cf. Plutarco, (Mc 8, 22) a Jesús, para que él los cure. A
Mor. 554A; frente a los otros textos, se acen- Jesús mismo le llevan al Gólgota (Mc 15, 22).
túa más intensamente la connotación dei mo- - Jn 21, 18 refunde posiblemente un provér­
vimiento dei llevar adelante la cruz que la dei bio (cf. R. Bultmann, Das Evangelium des Jo-
hacerse cargo de un peso). Con ello Lc 14, 27 hannes^^ [KEK], sub loco), que se reinterpre-
hace que Simón de Cirene sea el primer discí­ ta como referido al martirio de Pedro; «Du­
pulo (->• p-aOriTTiç 4.c) que carga sobre sí la rante la juventud... tú vas adonde quieres;
cruz y va en pos de Jesús. En sentido figura­ pero, cuando seas mayor, ...otro te llevará a
do, el verbo significa en Heb 13, 13 que se donde no quieras» (sobre el martirio cf. el v.
aceptan sobre sí los sufrimientos de Jesús: 19).
«Carguemos con su oprobio» (cf. Ez 34, 29; En la voz pasiva, Hech 27, 15.17; Los na­
36, 6). vegantes se dejan impulsar por el viento, que
En relación con otros objetos, el verbo sig­ en 2, 2 se describe -a su vez- como tpsQO-
nifica; traer (consigo): Mc 6, 27s par. Mt 14, qévT) jtvoT] P iaía, como «viento impetuoso
11 (bis) la cabeza de Juan el Bautista (cf. que soplaba (= que era llevado)» (cf. Tolo-
EstR 1, 19.21 [Billerbeck I, 683]; Diógenes m e o , Apotel. I, 11, 3 [ o í q } E p ó |x e v o i â v E |i o i ] ;
Laercio IX, 58; Apiano BellCiv IV, 20, 81); Is 64, 5). En 2 Pe 1, 17s se menciona la voz
Mc 11, 2.7 a diferencia de Mt 21, 2.7 / Lc 19, que «vino dei cielo» en la Trasfiguración de
30.35 (-V à y (0 2) el borrico; Lc 15, 23: «\Tra- Jesús (Mc 9, 7 par. Lc 9, 35; è y é v E T o ) . En
ed el temero cebado!»; 24, 1: «(Las mujeres) sentido figurado en 2 Pe 1, 21b, en contraste
traían los aromas que habían preparado» (cf. con el V . 21a (—> g); los profetas no hablaron
también Jn 19, 39); 2 Tim 4, 13; «\Tráeme la por su propia voluntad, sino que «impulsados
capa!»; cf. además Jn 2, 8 (bis); 4, 33: «í,Le [Hteralmente: llevados] por el Espíritu Santo
habrá traído alguien de comer?»; Hech 4, (cf. Job 17, 1 LXX) hablaron de parte de
34.37; 5, 2; de las ofrendas que los sacerdotes Dios».
«llevan a las puertas de la ciudad», 14, 13, Heb 6, 1 emplea una expresión estereotipa­
una expresión que se encuentra especialmente da que se encuentra también en Eurípides,
en la LXX (así piensa WeiB 58, 24ss); 1 Pe 1, Andr 392s (àXXà tf]V âqxfiv àqpELç itQÒç xi^v
13: la gracia «que se os traerá en la parusía TEkeuTTiv... (pÉQT]): «Por tanto, abandonemos
(->■ àjtoMáXntjJiç 4)». (ct(pÍT][xi) el comienzo (ciQXtí) de la doctrina
Según Mc 12, 15s a diferencia de Mt 22,19 de Cristo y volvámonos (qpEQtóiiE^a) a la te-
(èjtiÔELXvufii / Lc 20, 24 {->■ òeíxvnpi 2), Je­ keióxT)ç)».
sús hace que le den un denario; en Mt 14, 18 c) Mc 4, 8; Jn 12, 24; 15, 4s.8.16 emplean
Jesús encarga a sus discípulos: «\Traedlos la imagen, que se encuentra también a menu-
aqui (los cinco panes y los dos peces)!» (cf. do fuera dei NT (los testimonios en: Borig,
1937 q)EQ(o 1938

84ss, 112ss, 162ss), de «producir [literalmen­ d) En un contexto jurídico: traer una acusa-
te: llevar] firuto» (xaçjtòv cpágco; cf. también ción o una incriminación o incluso un «juicio
->■ xagjtocpoQÉm). Según Mc 4, 8, la semilla infamatorio» (Jn 18, 29; Hech 25, 18; 2 Pe 2,
que cae en tierra fértil produce «el treinta, el 11 [cf. Jds 9; ÈJtupéQtu]). Heb 9, 16 se refiere
sesenta y hasta el dento por uno» (es dedr, a una argumentación jurídica (cf., a propósito,
en una espiga se encuentran treinta, sesenta y F. Field, Notes on the Translation o f the NT,
den granos), mientras que la semilla que cae London 1899, 230): «Para que un testamento
en el camino, en terreno pedregoso y entre surta efecto, es necesario que se produzca [li­
cardos, no produce fruto. El contraste, inten­ teralmente; que sea aportada] la muerte dei
sificado hiperbólicamente, de la parábola, que testador (es decir que se aporten pruebas de
debe distinguirse primeramente de su «inter- esa muerte)» (cf. Demóstenes, Or 58, 22; Po-
pretación» en los vv. 14-20, quiere expresar libio XXXII, II, 2; Josefo, Bell VH, 33; Ant
que el êxito de la predicación de Jesus sobre­ XX, 47; Plutarco, CatoMinor 19).
puja con mucho -a l fin de cuentas- el fracaso, e) Según Hech 12, 10, la puerta de hierro
que a primera vista parece mayor. conduce a la ciudad (con este sentido geográ­
Jn 12, 24 menciona el ejemplo dei grano de fico y local el verbo aparece también en De­
trigo, que ha de deshacerse y morir para que móstenes Or 47, 53; Jenofonte, Hist VII, 2, 7;
«produzca [literalmente: Ueve] abundante fru­ Herodoto II, 122 y passim)
to». Este ejemplo explica en priraer lugar la f) En el sentido de soportar en Rom 9, 22:
paradoja de la muerte de Jesús, por la cual pa- Dios no destruyó los «vasos de la ira» (Isra­
sa el camino que conduce a su glorificación el), dispuestos para la àjt(úX.eia (->■ ànókXv-
(v. 23; cf. Bultmann, Das Evangelium des Jo- pi 2), sino que los soportó èv JtoÀJifi paxgo-
hannes, sub loco; ->■ ôo^áÇco 3); luego expli­ «■upíçt (cf. Jer 51, 22 LXX); Heb 12, 20
ca también (v. 25 [(.redacción eclesial?]) la muestra el mismo sentido, pero con el verbo
dialéctica dei seguimiento de los discípulos, acompanado de una negación.
una dialéctica según la cual la vida «se gana g) 2 Jn 10 refiriéndose a los contenidos de
precisamente, cuando se entrega» (Bultmann, la ensenanza: «Si alguno viene a vosotros y
ibid.; Th. Baumeister, Die Anfãnge der Theo- no trae consigo TaÚTT)V Tf)v ôiôaxiív (es de­
logie des Martyriums [MBTh 45], Münster i. cir, esta cristología, cf. el v. 7)» (cf. Píndaro,
W. 1980, 150). Pyth 38: A.óyov qpÉQco); 2 Pe 1, 21a: «de la
En la metáfora de la verdadera vid, en Jn voluntad humana no procedió jamás una pro­
15, 1-10 (cf. Borig, 237ss), la imagen de la fecia».
cepa y de sus pámpanos se aplica a Ias rela­ h) En Heb 1, 3 (cf., a propósito, O. Michel,
ciones de Jesús con sus discípulos (v. 5), los Der Brief an die HebrâeP [KEK], sub loco)
cuales sólo podrán «producir [literalmente: la afirmación de que «(Cristo), con su podero­
llevar] fruto», si «permanecen» (->• pévco 3) sa palabra, sostiene el universo» enlaza con
en él. Pero esta metáfora no se analiza (sobre una expresión judia (en hebreo, sãbal; cf., por
Ias sugerencias de interpretación cf. Borig, ejemplo, ExR 36, 4; «Dios sustenta su mun­
231 s, quien personalmente la interpreta a par­ do»; Tg. Ps.Jon. sobre Dt 33, 27; cf. Biller-
tir de los vv. 9s, entendiendo por «permane­ beck III, 673; Herm [s] 9,14, 5s: «El nombre
cer» la «observância de los mandamientos» dei Hijo... sustenta el mundo entero»; cf. tam­
[241]). Probablemente no se pretende inter­ bién Núm 11, 14; Dt 1, 9 refiriéndose a Moi­
pretar en absoluto el contenido de la metáfora; sés [q)£QC0 TÒv X ab\ toõtov / úpãç]; Plutar­
no se va más allá de lo que se dice, y lo único co, Luc. 6, 3: qpÉQCo Tf)v JióÀiv) y expresa que
que se quiere asentar es la necesidad dei pé- Cristo ha obtenido el senorío sobre el univer­
veiv èv èpoí. Tan sólo en el v. 16 lo de «pro­ so (cf. los vv. 3d.4).
ducir fruto» se explica por el contexto, dicién-
dose que se trata dei aYotJtctv àXX.f|Àouç. M. Wolter
1939 (pEvy(o - <3&fjXi| 1940

cpei)Y(0 pheugõ huir, escapar; evitar* sicarios (ocasión que Félix aprovecha, según Ant
XX, 162-164, para hacer que dieran muerte al su­
En los siguientes pasajes se piensa en la mo sacerdote Jonatán, quien había intercedido an­
huida propiamente tal: Mc 5, 14 par. Mt 8, 33 te Cláudio en favor de su nombramiento, pero a
/ Lc 8, 34; Mc 13, 14 par. Mt 24, 16 / Lc 21, quien ahora censura por el desempenó de su car­
21; Mc 14, 50 par. Mt 26, 56 (todos los discí­ go), la aparición de un profeta egípcio (cf. Hech
pulos); Mc 14, 52 (el discípulo); 16, 8 (Ias 21, 38) y otros alborotos, mitad de carácter políti­
mujeres); Mt 2, 13 y 10, 23 en sentido impe­ co, mitad de carácter delictivo.
rativo (con £Lç); Jn 10, 5.12; Hech 7, 29; 27, Los historiadores antiguos culpan a Félix de
ser también responsable de esta marcha de los
30; Sant 4, 7; Ap 9, 6; 12, 6. De escapeir en acontecimientos. Tácito, Hist V, 9 ofrece en sínte-
otros sentidos {eludir) hablan: Mt 3, 7 par. Lc sis el siguiente juicio sobre Félix; «per omnem
3, 7 (dei futuro juicio de ira); Mt 23, 33 (dei saevitiam ac libidinem ius regium servili ingenio
juicio dei infiemo); Heb 11, 34 (de la espada). exercuit» (cf. también Ann XII, 54: «cuncta ma-
Los siguientes pasajes se refieren al terreno lefacta sibi impune ratus tanta potentia subnixo»;
ético {evitar)', con objeto de cosa en aeusati- el hecho de que Tértulo le agradezca, en Hech 24,
2, su labor en favor de «la paz y Ias reformas», no
vo, en 1 Cor 6, 18 (la JtogvEÍa); 1 Tim 6, 11 es más que captatio benevolentiae).
(xabra); 2 Tim 2, 22 (Ias pasiones juveniles: Según Suetonio, Claud. 28, Félix estuvo casa­
lo opuesto a qpeÚYCo es ôicoxco), y con àjtó xi- do con tres reinas: Drusila, hija de Herodes Agri-
voç en 1 Cor 10, 14 {abstenerse de la idola­ pa I, y Drusila (?, posiblemente hubo una confu-
tria). sión en cuanto al nombre), nieta de Marco Anto­
En Ap 16, 20 (pEiJYCO debe traducirse por nio y de Cleopatra (Tácito, Hist V, 9); Ia tercera
desvanecerse (refiriéndose a «toda isla»), y esposa es desconocida.
Se discute la fecha en que Félix fue lltunado a
también probablemente en 20, 11 (refiriéndo­ Roma (lo más pronto fue el ano 55, lo más tarde
se al «cielo y la tierra»; pero aqui podría tra­ el ano 60 p.C.; cf. A. Suhl, Paulus und seine Brie-
ducirse también por huir). fe, Gütersloh 1975, 333ss; H. Kõster, Einführung
in das NT, Berlin 1980, 413s; Schürer 1, 577s).
Según Josefo, Ant XX, 182, Félix, al llegar a Ro­
ixoç Phelix Félix* ma, fue acusado inmediatamente de haber come­
tido delitos en el desempenó de su cargo; pero no
B ibl.: E. Haenchen, D ie A p ostelgeschichte (KEK), se le castigo gradas a la intercesión de su herma-
Gõttingen ^1977, 623ss; P. von Rohden, A n to n iu s (54): no Palas, que gozaba de gran influencia ante Ne-
en Pauly-Wissowa I, 2616-2618; Schürer I, 571-578
(bibl.); E. M. Smallwood, The Jew s u nder R om an R u-
le (SJLA 20), Leiden 1976, 266ss; R. D. Sullivan, The
2. Lucas no describe tan negativamente a
D y n a sty o f Ju d a ea in th e F irst C entury, en ANRW
II/8, Berlin 1977, 296-354, especialmente 330s. Félix como lo hacen Tácito y Josefo, lo cual
debe atribuirse al empeno de Lucas por hacer
1. (Marco) Antonio Félix, el procurador de Ju- que aparezcan de la manera más tranquila po-
dea ante el cual, según Hech 23-24, tuvo que com­ sible Ias relaciones entre el cristianismo y Ias
parecer Pablo (23, 24.26; 24, 3.22.24.25.27 [bis]; autoridades romanas. Además, Félix es para
25, 14) era un liberto de Antonia, la madre dei
Lucas el segundo «de los cuatro grandes testi-
emperador Cláudio, la cual era hija de Marco An­
tonio (de ahí el nomen y el praenomerr, cf. Sulli­ gos de la inocência dei apóstol» (Haenchen,
van). El tiempo en que Félix desempenó su cargo 634; después dei tribuno [Hech 23, 29] y an­
-nombramiento por Cláudio: 52/53 p.C.; antes ha- tes de Festo [25, 18s] y de Agripa II, [26,
bía sido jefe de cohorte y capitán de tropas aliadas 3 Is]). En el caso de que Félix hubiera sentido
(Suetonio, Claud. 28; sobre su actividad anterior algún interés de fondo por el mensaje de Pa­
en Judea, referida unicamente por Tácito, Ann blo (Haenchen, 633s), ese interés fue menor,
Xn, 54, cf. Smallwood, 266s nota 32)- estuvo ca­
racterizado por graves alborotos internos (fuentes: desde luego, que la esperanza de sacar algún
Josefo, Ant XX, 160-181; Bell H, 252-270). Y, así, beneficio financiero dei cautiverio de Pablo
se produce durante esta época una intensificación (24, 26), como lo demuestra el retraso dei
dei movimiento de los zelotas, la aparición de los proceso y el hecho de que Félix, una vez ter-
1941 - cprpí 1942

minado su mandato de gobiemo, no hubiera se dirige el verbo va en dativo (Mt 4, 7; 17,


dejado en libertad a Pablo, que llevaba ya dos 26; 19, 21; 21, 27; 25, 21.23; 26, 34; 27, 65;
anos en prisión (24, 27 [bis]; 25, 14; sobre la Mc 9, 38; 12, 24) o en acusativo con Jtpóç
visita que Félix, en companía de Drusila, hizo (Lc 22, 70b; Hech 2, 38 v.l.; 10, 28; 16, 37;
a Pablo [24.24s] AQOÚoiXÀa). 26, 1). Frecuentemente la frase aparece en
M. Wolter forma abreviada con el verbo y ôé adversati-
vo o copulativo (Mc 9, 12; 10, 20; 14, 29; Mt
13, 28.29 v.l.; 19, 18b v.l.; 22, 37; 27, 11.23;
cpriflT), HÇ, 1^ phêmê rumor, noticia* Lc 22, 58b; Hech 7, 2; 21, 37; 22, 27.28; 26,
Se emplea juntamente con èÇfjÀflEV para 32; Jn 9, 38). xé aparece en lugar de ôé en
referirse a Ias noticias que se fueron espar- Hech 10, 28; 23, 5, o también x a í en 10, 30.
ciendo sobre Jesús (Lucas) y sobre su activi- Sobre todo Lucas se inclina a ampliar la frase
dad (Mateo). Mt 9, 26 lo dice así al fined dei con un participio que especifique más el sen­
relato de un milagro (a diferencia de Marcos); tido (Lc 7, 44; 15, 17; 22, 58a; 23, 3.40; Hech
Lc 4, 14b, al comienzo de la actividad de Je­ 16, 30; 17, 22; 23,17; además Mt 8, 8). En Mt
sús en Galilea (a diferencia de Marcos). 26, 61 unos testigos citan falsamente con oú-
Toç éqjT] Ias palabras de Jesús acerca dei tem­
plo. El simple 8tpT] en Jn 1, 23 no cita, porque
(p tm í phêmi decir, expresar, afirmar* el Bautista es el sujeto. Eqjtl, lo mismo que el
1. Aparición en el NT - 2. Empleo - 3. Significado. latín inquit, se encuentra como inciso en Hech
23, 35; Jn 9, 36 v.l. El verbo se halla en forma
B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; BlaB-Debrunner, en
elíptica en Hech 2, 38; 25, 22a v.l. y 26, 28.
el índice analítico í .v. qpávat; R. Bultmann, D e r S til
d e r p a u lin isc h e n P re d ig t (FRLANT 13), Gõttingen EqtT] no se toma nunca de una fuente, sino que
1910; H. Fournier, L es verbes «dire» en grec ancien es un recurso estilístico libre y redaccional.
(Collection Linguistique 51), Paris 1946; Kühner, Con ó Ôé se halla qpqoív al principio de la
G ram m atik II, 353; Liddell-Scott, í .v.; J. J. 0 ’Rourke,
frase en Mt 13, 29; en Mt 14, 8 se encuentra
The C onstruction w ith a Verb o f Sa yin g as an Indica-
tion o fS o u rc e s in Luke: NTS 21 (1974-1975) 421-423. como inciso, y se halla pospuesto en Mt 19,
18a v.l.; Lc 7 ,40b. Aparece también un q)T)otv
1. En el NT aparecen Ias siguientes formas inciso en Hech 25, 5.22b; 26, 25; con sujeto
dei verbo cpávai; indeterminado en 1 Cor 6, 16 (cita de Gén 2,
a) Êqiq se encuentra 14 veces en Mateo, 6 24 LXX), Heb 8, 5 (cita de Ex 25, 40 LXX),
en Marcos, 7 en Lucas, 2 en Juan, 14 en He- 2 Cor 10, 10 (se refiere a la acusación dirigi­
chos; aparece además como v.l. en Mt 13, 29; da contra Pablo). Un x a l (pijoív introductorio
19, 18b; Jn 9, 36; Hech 2, 38; 25, 22a; aparece en Hech 8, 36; 10, 31; 22, 2; 23, 18;
b) (priaLv se encuentra 2 veces en Mateo, 1 25, 24; Jn 18,29. Combinaciones: con partici­
en Lucas, 1 en Juan, 11 en Hechos, y 1 vez (en pio en Hech 19, 35; con genitivo absoluto y
cada una) en 1 Corintios, 2 Corintios y He- dativo de modo en 26, 24. Según GNTCom
breos; aparece además como v.l. en Mt 19, 300s, su aparición es discutida en Hech 2, 38.
18a y posiblemente en Hech 2, 38; En Rom 3, 8; 2 Cor 10, 10 (v.l.), qpaoív reco-
c) qiT)[j,L se encuentra 4 veces en 1 Corin­ ge afirmaciones calumniosas. Pablo utiliza
tios; q)Tip,í en 1 Cor 7, 29; 10, 15.19; 15, 50 para
d) (paoív se encuentra 1 vez en Rom 8, 3 y formular doctrina e instrucción apostólica de
como v.l. en 2 Cor 10, 10. carácter autoritativo (cf. J. WeiB, Der erste
En total, el verbo cpT)p.í aparece 66 veces. B rief an die Korinther [KEK], sobre 7, 29;
15, 50).
2. Como introducción para el discurso di­
recto, Ecpti puede preceder o seguir a su suje- 3. Enraizado en el lenguaje mántico y pro­
to (Mc 10, 29 y passim). La persona a la que fético (cf. H. Krámer, en ThWNT VI, 783),
1943 cpT][xí - ( p d á v o ) 1944

(jpTi[iL conserva su carácter original como ex- B ibl.: E. Best, A C om m entary on the F irst a n d Se-
c o n d E p istle to the T hessa lo n ia n s (BNTC), London
presión subjetiva y anuncio autoritativo y ma- 1972, 109-123; Ch. Demke, Theologie und Literatur-
nifestativo, pero únicamente cuando se em- k ritik im 1 Thess, en F S F uchs, 103-124; G. Fitzer,
plea de manera cualificada. En su uso formal, (p-dávo), en ThWNT IX, 90-94; E. GrãBer, Zum Ver-
cuando introduce declaraciones directas, el standnis d e r G ottesherrschaft: ZNW 65 (1974) 3-26;
N. Hyldahl, A ufersteh u n g C hristi - A ufersteh u n g d er
verbo pierde su relieve y se convierte en sim- Toten, en S. Pedersen (ed.), D ie p a u lin isch e L iteratur
ple fórmula. Los autores dei NT se atienen en im d T heologie, Aarhus-Gõttingen 1980, 119-135; W.
todo ello a los recursos estilísticos y literários G. KUmmel, Verheifiung un d E ifU llung (AThANT 6),
dei lenguaje coloquial de su época. Filón y Zürich ^1956, 98-101; W. Marxsen, A usleg u n g von I
T h ess 4, 13-18: ZThK 66 (1969) 22-37; O. Michel,
Epicteto, entre otros, ofrecen los correspon- F ra g e n zu 1 T h ess 2, 14-16, en W. Eckert y otros
dientes paralelos. Incluso en Ias palabras de (eds.), A n tiju d a ism u s im N T ?, München 1967 , 50-59;
Jesús aparece el uso debilitado de cpripí por G. E. Okeke, 1 Thess 2, 13-16: The F ate o f the Unhe-
su alternancia con Xéyco, pero más todavia lieving Jew s: NTS 27 (1980-1981) 127-136; B. A. Pe-
arson, 1 Thess 2, 13-16: A D eutero-P auline Interpola-
por el hecho de que la sentencia introducida tion: HThR 64 (1971) 79-94; W. Schmithals, D ie
contenga en sí misma los elementos afirmati­ T h e ssa lo n ic h e rb rie fe a is B rie fk o m p o sitio n , en F S
vos (como, por ejemplo, àpifiv Xéyoi up-iv, ->• B ultm ann , 1964, 296-315.
àpf|v 4).
1. El verbo aparece 7 veces en el NT: Mt
V. Hasler 12, 28 par. Lc 11, 20 (Q); Rom 9, 31; 2 Cor
10,14; R p 3, 16; 1 Tes 2, 16; 4, 15.
tpim íÇ b) phêm izõ difundir por medio de 2. Mt 12, 28 par. Lc 11, 20: la comunidad
rumores de Q entendia Ias curaciones exorcísticas de
El verbo (en voz pasiva) se halla en varian­ Jesús como irrupciones aisladas -antes de que
tes textuales de Mt 28, 15 (Sin al) y de Hech llegara el fin—dei poder soberano de Dios en
13, 43 (E al). la generación plagada de demonios. En la ac-
tividad taumatúrgica de Jesús, como el desig­
nado Hijo de Dios, henchido por el Espíritu
4>tj(rtoç, ov PhSstos Festo Santo (no como cualquier profeta dei fin de
nÓQXioç, ou Porkios Porcio* los tiempos), la mano de Dios (el «dedo de
Festo sucedió a Félix (-»• <l>fiX,L^) como go- Dios», Ex 8, 15; 31, 18) visitaba al pueblo.
bemador romano de Palestina. No sabemos Con ello no se había iniciado ya el reino ce­
exactamente cuándo empezó a ejercer su car­ lestial de Dios, anunciado como cercano por
go y cuándo dejó de hacerlo. Bajo su manda­ Jesús (fÍYYiitev, Mt 10, 7; Mc 1,15; Lc 10, 9).
to, el proceso contra Pablo se llevó al tribunal Tan sólo el poder de Jesús sobre los demonios
imperial de Roma. IIÓQXioç (Porcius) es el llegaba ante los ojos de sus adversários (è’q)-
nombre de familia de Festo (pertenecía a la OaoEV, en aoristo, y èjií con acusativo). Ma-
gens Porcia). En el NT se le menciona con el teo recoge aqui (cf. 19, 24; 21, 31.43) de Q la
nombre de «FfjOTOç; Hech 24, 27; nueve ve- formulación paoi)t£Ía t o ü fleoü, porque
ces en 25, 1-24; 26, 24.25.32. Schürer I, 579- entiende a Jesús como Enmanuel, como el
582; Wikenhauser, Geschichtswert, 354-358; «Dios con nosotros» (1, 23), que trató en va-
LThK rv, 101; BHH I, 479. no de imponer su dominio en Israel. Para Lu­
cas los milagros exorcísticos significan epifa-
nías clementes de la Providencia en el tiempo
tp^ávft» phthano alcanzar, anticiparse, lle- salvífico de la actividad terrena de Jesús (cf.
gar* Lc 10, 18; 17, 21).
1. Aparición en el NT - 2. La tradición acerca de Je­ 3. Pablo se lamenta en Rom 9, 31 de que Is­
sús - 3. Pablo. rael, a pesar de haberse revelado la justicia
1945 (p-ftávü) - tp^eÍQü) 1946

que es por la fe, siga buscando una supuesta CpdsÍQO) phtheirõ corromper*
justícia por Ias obras. Israel desconoce así la àq)'0'aQOÍ,a, aç, ^ aphtharsia carácter im-
tarea de la Torá, que era una tarea limitada perecedero*
dentro de la historia de la salvación (Rom 10, ãqp^O-agtoç, 2 aphthartos imperecedero*
2-4; Gál 3, 22-25), y no alcanza con ello la fi- q5'0'agxóç, 3 phthartos perecedero*
nalidad de la ley. En 2 Cor 10, 14 Pablo de- cp'ôoQá, ã ç , f) phthora corrupción*
fiende su actividad misionera, que se extiende
1. Aparición y origen - 2. El verbo - a) En sentido
hasta Corinto, y se gloria de no haber sobre- propio - b) Como calificación dei mundo - 3. El gru­
pasado el campo de actividad que Dios le ha- po de palabras en referencia calificadora al mundo y a
bía asignado. Pero sus adversários se enorgu- su futuro - a) En general - b) 1 Cor 15 - c) Expecta-
llecen de su propio ceio misionero, que es ciones escatológicas en Pablo - d) Aspectos dei pre­
sente en la esfera postpaulina - 4. cp6opá como poder
irrefrenado y no reconoce limitaciones. Los de destrucción en la Carta segunda de Pedro - 5. Uso
«perfectos» en Filipos tienden entusiastica­ htúrgico en 1 Tim 1, 17.
mente a un estado superior de fe, que no se li­
Bibl.: G. Harder, cp^eÍQto m k . , en ThWNT IX, 94-
mite simplemente a una comunión de sufri- 106; F. Merkel, en DTNT III, 336-339; D. Vetter, sljt,
mientos con el Crucificado. Por el contrario, en DTMAT II, 1118-1123; para más bibliografia, cf.
Pablo en Flp 3, 16 exhorta a atenerse a su pro­ ThWNT X, 1289.
pio ejemplo y a contentarse con lo ya alcanza-
do. 1. En el NT, la aparición de este grupo de
Con 1 Tes 2, 14 Pablo recurre a elementos palabras se limita a la literatura epistolar y al
Apocalipsis, aunque no se encuentra en He-
tradicionales de la polêmica dei AT y de la po­
lêmica antijudía. Compara Ias persecuciones breos ni en Ias Cartas de Juan. La distribución
paganas con Ias persecuciones judias en Pa­ más extensa la tiene el verbo (9 testimonios),
lestina, y afirma que a esos paganos y judios que aparece en Efesios, Judas / Carta segunda
les «ha llegado» ya la escatológica «ira de de Pedro y Apocalipsis; tp^opó aparece el
Dios» (cf. 1, 10; TestLev 6, 11). En 1 Tes 4, mismo número de veces, pero sólo en Pablo y
15ss, Pablo tranquiliza a sus lectores con una en la Carta segunda de Pedro. Siete veces se
halla atestiguada átp&aQOÍa (en Pablo, Efe­
palabra apocalíptica dei Senor (cf. Mt 24,
30s) y les asegura que los que experimenten sios y Pastorales) y otras tantas ãcp-ô-agtoç
la parusla no se anticiparán a los miembros (en Pablo, Pastorales y Carta primera de Pe­
de la comunidad que hayan dormido antes (es dro). Finalmente, cp'&aQTÓç se encuentra 6
decir, que hayan muerto). veces, pero únicamente en Pablo y en la Car­
ta primera de Pedro. Es evidente que hay una
V. Hasler distribueión característica en cuanto al uso de
los términos.
El grupo de palabras desempena un papel en
(jp^fta^TÓÇ, 3 phthartos perecedero la filosofia griega y en la religiosidad helenis-
cpb-EÍQoa. tica, en su intento por comprender la estructu-
ra óntica dei mundo; a partir de alli el uso de
los términos influyó también en el judaísmo
helenístico (cf. Harder, 96s, 100-103). El pen-
q)0 'ÉyYOM'tt*' phtheggomai hablar, procla­
mar* samiento apocalíptico judio, con su estricta di-
ferenciación entre lo perecedero dei mundo
En sentido absoluto (en oposición a «ca-
llar») en Hech 4, 18. Con objeto de la acción actual y lo imperecedero dei futuro de Dios,
influyó en el contenido dei vivisimo lenguaje
verbal en acusativo (uJtégoYxa, «palabras
teológico dei NT, especialmente de Pablo.
arrogantes») en 2 Pe 2, 18. Dícese de la burra
de Balaán, que habló «con voz humana», en 2. a) El verbo significa corromper, destruir.
2, 16. En sentido enteramente profano aparece en la
1947 c p d e íç o j 1948

defensa de Pablo en 2 Cor 7, 2: «A nadie hici- presenta al poder idolátrico dei mundo, ha lle-
mos dano, a nadie arruinamos, a nadie explo- vado el mundo a la corrupción.
tamos»; en todo ello se piensa, evidentemen­ b) Tan sólo en Ef 4, 22 el verbo se usa para
te, en el âmbito econômico. La cita de Me- calificar una condición dei mundo, a saber, la
nandro en 1 Cor 15, 33 (Thais; FAC III/B, de estar encaminado a la destrucción. El
Frgm. 218) habla de Ias relaciones corrupto­ «hombre viejo», dei que los bautizados deben
ras. Pablo la aplica a Ias relaciones con los despojarse, es un hombre perecedero, porque
herejes. De un sentido parecido, pero formu­ está sometido a las concupiscencias que le se-
lado con mayor encarecimiento, es lo que se ducen.
dice en 2 Cor 11,3: Así como la serpiente en­
gano a Eva, así también los falsos apóstoles 3. a) Esta calificación dei mundo se expresa
corrompeu la mente de los creyentes; la cons- de manera más marcada en el uso de qjflaQ-
trucción con —>àjtó (2.b) parece indicar la ac- TÓç y de qj^OQÓ. Ambos términos se emplean
ción de extraviar, mientras que el verbo mis- predominantemente en marcada antítesis con
mo, como lo sugiere también el contexto, se sus términos opuestos, que son âqpOaQTOç o
refiere a la acción de seducir (cf. Bauer, Wõr- à(p'&ap0 Ía. El término dcpOapxoç suele apa­
terbuch, s.v. q)'&eípoo 2b; cf. también Tit 2, 7: recer únicamente en correspondência con
èv xfí ôiô ao x aliía àcpHoQÍav). cp-baQxóç, y éste se encuentra únicamente en
Las frases de Jds 10 y, influídas por ellas. 1 Pe 1, 18 sin ir acompanado expresamente de
Ias de 2 Pe 2, 12, se dirigen contra los herejes su concepto antitético: a los médios de com­
mismos: En vez de un conocimiento saluda- pra que hay en el mundo, que son el oro y la
ble, ellos, que se parecen a animales irracio- plata, se los llama cosas perecederas, a las
nales, tienen una manera de entender que los que se contrapone la sangre de Cristo. Pablo,
lleva a la ruina. 2 Pe 2, 12 explica la compa- en 1 Cor 9, 25, a la corona de victoria dei de-
ración mencionando el destino de los anima­ portista la llama una corona perecedera, a la
les para la captura y la destrucción (qj'0oQá), que él contrapone la corona imperecedera de
y la destrucción de los mismos (aútcõv se re­ la meta escatológica. En Rom 1, 23 establece
fiere a los animales) se realza como imagen un contraste entre el Dios imperecedera y el
de lo que aguarda a los herejes. Se halla, sí, hombre perecedero, el cual, juntamente con
detrás de todo una referencia al destino esca- los animales, ha sido convertido por la huma-
tológico, pero esa idea no predomina. La idea nidad en objeto de adoración. Col 2, 22 de-
se confirma mediante el refuerzo plástico de muestra lo perecedero (q)'&OQÓ) de los ali­
la imagen en la Carta segunda de Pedro. mentos por estar destinados al consumo, y se
El enunciado de 1 Cor 3, 17 puede enten- opone así a una valoración religiosa de los
derse primeramente como una advertência ge­ mismos.
neral, en la que qpDsÍQto, en las dos partes de b) Las expresiones adquieren especial sig­
la frase, habla de la destrucción en el tiempo; nificado en la dilucidación paulina de la reali-
Pablo entiende la primera parte metaforica­ dad de la rcsurrección en 1 Cor 15, 42-54:
mente (refiriéndose a la destrucción de la co- q)'&aQxóç aparece dos veces (vv. 53s), (pOo-
munidad), y la segunda parte como una refe­ p á dos veces (vv. 42.50), àcp'&apoía cuatro
rencia al juicio escatológico de Dios (sobre la veces (vv. 42.50.53s) y âq)'0'aQTOç una vez
caracterización que hace Kasemann como (v. 52). En todo ello los conceptos «positi­
«sentencia de derecho sagrado» [Ensayos vos» designan el âmbito de la realidad huma­
exegéticos, Salamanca 1978, 248-250], cf. na presente, que es caüficada negativamente
Bergen NTS 17 [1970-1971] 10-40, especial­ por su caducidad, caracter perecedero. En el
mente 31s). No aparece aqui una terminologia V. 50 q p O o Q á se halla en paralelo con «carne y
claramente marcada. Ap 19, 2 intensifica el sangre», con lo cual se designa al hombre en
significado de corromper: La ramera, que re­ su confinamiento terreno; los conceptos para-
1949 cp U eíç o t) — q p O ó v o ç 1950

lelos de los vv. 43s (àxifxía, àaOéveia, aõi|j,a 4. En la Carta segunda de Pedro, la qiOoQá
iJJUXLxóv) muestran la valoración negativa, la como corrupción (activa) desempena un im­
cual debe entenderse, desde luego, como una portante papel. Los cristianos serán partícipes
valoración meramente religiosa. Se contrapo- de la naturaleza divina (en sentido escatológi-
ne a ello d carácter imperecedero, con el que co, cf. K. H. Schelkle, Die Petrusbriefe - Der
se ponen en paralelo, en el v. 50, la PaoiX,eLa Judasbrief[PÍThK\, 188s), porque han escapa­
#EOü y, en los vv. 43s, ô ó |a , ôúvapiç y do (participio de aoristo, referido al bautismo)
ocôjxa jtveupaxixóv (cf. Rom 2, 7; la gloria, de la corrupción que hay en el mundo moti­
el honor y la inmortalidad encuentran su me­ vada por Ias pasiones, 1, 4. En contraste con
ta en la vida eterna). En estas frases e igual­ ello, los seductores que proclaman libertad
mente en los vv. 53s Pablo afirma, mediante son esclavos de la corrupción, 2, 19; ôobÀoi
Ias antítesis, la radical alteiidad de la realidad y la oración siguiente muestran que se piensa
de la resurrección en comparación con la rea­ en un poder que actúa en el presente. El uso
lidad terrena de la vida.; es una vida sin ba- metafórico en 2 Pe 2, 12 (influido por Jds 10)
rreras; no es ya el vivir para la muerte de este quedó expuesto ya anteriormente (-> 2.a).
mundo (cf. en los vv. 53s el contraste entre
■ôvTjxóç y àD avaoía). 5. Finalmente, los predicados que apareceu
c) Según Rom 8, 21, la totalidad de la crea- en 1 Tim 1, 17: «al Rey eterno, al imperece­
dero, invisible y único Dios», pertenecen al
ción participará dei acontecimiento liberador
que la desligará de estar sujeta al carácter pe- lenguaje litúrgico (judeo-cristiano) de im­
recedero y la llevará a la perfección escatoló- pronta helenística.
gica de los hijos de Dios. Claro que el carác­ T. Holtz
ter perecedero seguirá siendo una posibilidad
definitiva dei hombre que se afinque en su
<P'0'lVOJtO)ÇlVÓÇ, 3 phthinopõrinos otonal,
creaturalidad, de la misma manera que aquel
de fm de otono*
que se afinque en el Espíritu recibirá vida
En Jds 12 en una valoración metafórica de
eterna, Gál 6, 8.
los falsos maestros: «árboles sin fruto dei tar­
d) En la literatura postpaulina se acentúa
dio otono» (junto a «nubes sin agua»).
más intensamente el significado de lo impere­
cedero en la existência actual de los cristia-
nos. Cristo Jesús, por medio dei evangelio, q jd ó y y o ç , o v , r phthoggos sonido, ruido,
sacó a la luz «la vida y la inmortalidad», 2 tono*
Tim 1, 10. El nuevo nacimiento, por medio de Dícese dei sonido de la voz humana en Rom
la palabra de Dios viva y permanente, no na- 10, 18 (Sal 18, 5 LXX). Del tono emitido por
ce de semilla perecedera sino de semilla im- los instrumentos musicales en 1 Cor 14, 7.
perecedera, 1 Pe 1, 23 (cf. v. 18), y tiene co­
mo su meta la herencia imperecedera de la
(pdoVEíO phthoneõ envidiar*
salvación, reservada en el delo, 1 Pe 1, 4. Y,
así, la «manera imperecedera dei espíritu En Gál 5, 26 en la parénesis: « íNo seáis va-
apacible y sereno» (1 Pe 3, 4) caracteriza a la nidosos, provocándoos y envidiándoos unos a
otros!».
persona oculta dei corazón, es decir, «al espí­
ritu humano que lleva la impronta dei Espíri­
tu de Dios» (L. Goppelt, Der erste Petrusbrief c p d ó v o ç , OD, ó phthonos envidia, mala
[KEK], 217), 1 Pe 3, 4. Aqui habrá que consi­ voluntad*
derar también el saludo final de Ef 6, 24; el En el catálogo de vicios en Rom 1, 29; Gál
saludo concluye la bendición con Ias palabras 5, 21 (en plural); 1 Tim 6, 4; 1 Pe 2, 1; cf. Tit
8v âcpOaQOÍg, y se refiere, por tanto, a una 3, 3. En la expresión ôià cp'ôóvov, «por envi­
XÓQLÇ incorruptible. dia», Mc 15, 10 par. Mt 27, 18; Flp 1, 15.
1951 (pdóvog - qpiívaôeXqpía 1952

En Sant 4, 5 la frase jtqòç qp^dóvov èm ito- tesis mecanografiada Fribourg


logy o f B rotherly L ove,
(Suiza) 1961; C. Spicq, L a ch a rité fr a te m e lle selon I
Het tò jtvexj[ia debe traducirse quizás por «él Th. 4, 9, en M élanges bibliques. F S A. R obert, Toumai
(Dios) anhela celosamente el Espíritu». Es 1957, 507-511.
posible también que xò 3iveüp,a sea el sujeto;
cf. èmJtoUécü. A. Võgtle, Die Tugend- und En el NT el sustantivo aparece seis veces, y
Lasterkataloge im NT, Münster i. W, 1936, el adjetivo una vez (1 Pe 3, 8). En contraste
218-221; Spicq, Notes H, 919-921; P. Walcot, con el griego profano, se produjo un impor­
Envy and the Greeks. A Study on Human Be- tante desplazamiento dei sentido. Si en el grie­
havior, Warminster 1978. go profano el grupo de palabras designa siem-
pre el «amor fraterno» en sentido literal (cf.
los títulos de soberanos helenísticos [OGIS I,
(p d o Q á , ã ç , phthora corrupción, des- 185, 1; 329, 6]; inscripciones sepulcrales
trucción [Preisigke, Sammelbuch III, 6234s]; Epicteto,
(pUeíçco. Diss II, 3, 9 y el tratado de Plutarco rrepl 91-
XaôeX9 Íaç [De fraterno amore], vemos que
CpláÀt], n phialê copa, copa para liba- en el NT el grupo de palabras se usa unica­
ciones mente en sentido figurado y significa (como
El término aparece 12 veces en el Apocalip- sucede también frecuentemente con —>■àòeX-
sis: «copas de oro (5, 8, con incienso); «(sie- 9 ÓÇ [5, 6]) el amor fraterno entre los cristia-
te) copas de ira» (16, 1: «copas de la ira de nos que están unidos unos con otros por su
Dios»; además 15, 7; 17,1; 21, 9); en 16, 2-7, condición común de hijos de Dios (cf. Rom 8,
refiriéndose particularmente a Ias siete copas 29; Heb 12, 5ss). Tan sólo en 2 Mac 15, 14 se
de la ira. encuentra un testimonio no cristiano dei sen­
tido figurado dei campo léxico: 9 iXáÔ8À9 0 ç
con el significado de; «el que ama a aquel que
<piXáY<X'9'OÇ, 2 philagathos amante dei pertenece a la propia nación».
bien* En el NT la 91X068X910 aparece siempre
En Tit 1, 8 (en el «espejo de obispos») 91- en el marco de la parénesis, en 1 Pe 3, 8; 2 Pe
X,áYcr&oç se halla entre qptÀó^Evoç, «hospita- 1, 7 (bis) en catálogos de virtudes. Rom 12, 9s
lario», y ocóqpQCüv, «sensato». ThWNT 1, 17s. y 2 Pe 1, 7 la muestran como una forma con­
creta de realización de la En Rom 12,
O iX aôéX cpE ia, a ç Philadelpheia Filadél­ 10; 1 Tes 4, 9; 1 Pe 1, 22 se acentua aún más
fia* específicamente la especial referencia a los
Nombre de una ciudad de Lidia, fundada hermanos cristianos: hay que amarse unos a
por Atalo II Filadelfo. Desde el ano 133 a.C. otros (áXXf|Xonç). 1 Tes 4, 9 caracteriza a la
se hallaba bajo dominio romano. A la comuni- 91X068X910 como ensenada por el mismo
dad cristiana de Filadélfia (Ap 1, 11; 3, 7) va Dios (lo cual es seguramente un biblicismo;
dirigida la sexta misiva dei Apocalipsis (3, 7- cf. Spicq, 510). Se expresa en una benevolên­
13), y también la Carta de Ignacio a los Fila- cia cordial, como la que se muestran unos a
delfos. Pauly, Lexikon IV, 733s. otros los miembros de una misma familia (91-
XÓOTOQYOÇ); no conoce disputas sobre quién
es más importante (Rom 12, 10); carece de to­
<piXaÔEÀq)ía, a ç , "l^ philadelphia amor da hipocresía; es constante (1 Pe 1, 22) y
fraterno* practica la hospitalidad (Heb 13, 1). N. Brox,
tpiXáôeXqjoç, 2 philadelphos que ama al La primera Carta de Pedro, Salamanca 1994,
hermano, fraternal* 119 (sobre 1, 22) acentua con razón que este
B ibl.: C. Brady, B rotherly Love. A Stiiáy o f the Word espíritu de hermandad tenía importEuicia espe-
cpAaôeXqpía a n d Its C ontribution to the B ib lica l Theo- cialísima en tiempos de persecución y debía
1953 cpiÂ.aôeA,cpía - cpiÀav&Qcojtía 1954

fortalecer «la capacidad de resistência de los Efeso V, 4, 10) como por parte dei soberano, que
cristianos». pretendia poseerla como virtud típica (2 Mac 14,
9; Arist 290; FGH H, 75 Frgm. 2 [p. 135, 9s]), y
E. PlUmacher también -en el lenguaje administrativo- por par­
te de los funcionários (ÃgU II, 522 [de un centu-
rión]; PapOxy VIII, 1102, 7).
tpiXáÔsXcpoÇ, 2 philadelphos que ama al Pero se denominaba además tpiXavOgcujria a
hermano, fraternal aquella atención benigna, noble o simplemente
->■ qpiXaôeXcpLa. amistosa entre unas personas educadas y otras,
asf como a la «conducta amable» en general (IG
V, 491; Pap. Greci et Latini [ed. G. Vitelli y
otros] I, 94; Aquiles Tacio V, 22, 2), incluso de
(p iX a v ô ç o ç , 2 philandros que ama a su animales (Aquiles Tacio IV, 4, 7). A la qpiXav-
esposo* dgojjtía se la menciona a menudo junto con otras
Tit 2, 4 refiriéndose a Ias mujeres jóvenes virtudes, por ejemplo, la delicadeza o la bondad
que deben ser q)tX,avÔQOi y q)LX,óx£Jtvoi, (jTQaóxTiç, por ejemplo, PapLondon VI, 1912,
«amantes de sus hijos». 83; Plutarco, Marius 8, 2; xgqoxóxriç, por ejem­
plo, Filón, LegGai 67; Musonio Rufo p. 39, 12s).
En la ética filosófica y en el judaísmo helenístico
se reflexionaba sobre Ias relaciones entre la qii-
tpiXavdgOíJlíci, Ctç, 1^ philanthrõpia amor Xav§Q(ün:ía y la piedad (Filón, Abr 208; Decai
a los hombres, sentimientos humanitários, 108ss), así como acerca de la ejemplaridad de
conducta amistosa* Dios para la qpi)iavxQcojría dei hombre, especial­
«ptÀavdQtójtcoç philantrhõpõs (adv.) con mente dei soberano (Arist 208; A. DMe, Der Ka-
sentimientos humanitários, amistosamen­ non der zwei Tugenden, Kõln 1968, 26 y 31s).
te*
2. El NT emplea el grupo de palabras úni­
B ibL : H. I. Bell, P h ilanthrõpia in the P a p yri o f th e
R om an P eriod, en H om m ages à J. B idez et F. Cumont,
camente en Hech 27, 3; 28, 2; Tit 3, 4. Con
Brüssel 1948, 31-37; U. Luck, (pLA,avfÍQOJiía, cpi,- una expresión usual (qpi?tav§QCÓJta)g / cpi-
Xavfl-QÓJtcüç, en ThWNT IX, 107-111 (bibl.); A. Pe- Xav'0-Q(OJtíq xetíocto^^ai, cf. PapLondon II,
lletier, L a P h ilanthrõpia de tous les jo u r s c h ez les écri- 1178 23s; OGIS I, 51, 8; Diodoro Sículo XX,
vains ju ifs hellenisés, en P aganism e, Judaism e, Chris-
tia n ism e. F S f i l r Aí. S im o n , Paris 1978, 35-44; C.
17, 1) el libro de Hechos (27, 3) senala que el
Spicq, L a P hila n th ro p ie hellénistique, vertu divine et centurión que custodia a Pablo le trata ama-
royale: StTh 12 (1958) 169-191; Spicq, N o tes l l , 922- blemente', los páQ fiaqoi malteses muestran
927 (bibl.); M. D. van Veldhuizen, «P hilanthrõpia» in una conducta humanitaria hacia (son hospita-
P hilo o f A lexa n d ria , tesis Notre Dame, Ind. 1982; pa­
ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289. larios con) los náufragos (Hech 28, 2).
La fórmula estilizada hieráticamente de Tit
El campo léxico qpiÀav&Qcojt-, que original­ 3, 4 (epifanía de la «bondad dei Dios Salva­
mente designaba una conducta amistosa de los dor nuestro y de su amor hacia los hombres)
seres divinos bacia los hombres, fue empleándose podría proceder dei contexto dei culto al so­
cada vez más -a partir dei siglo IV a.C.- para ca­ berano, cuya terminologia reflejan a veces Ias
racterizar Ias relaciones entre unos seres humanos Pastorales (M. Dibelius-H. Conzelmann, Die
y otros (Demóstenes, Or XIII, 17; XXV, 81), a
menudo no sin un tono de cierta condescendência Pastoralbriefe'^ [HNT], 76s, 108s); cf., por
(L. Heinemann, en Pauly-Wissowa, Suppl. V, ejemplo, la veneración cultuai de la cptX,-
298). En la época helenística, la q)iX,avÔQ(OJiía avdçcojtía de Tiberio (Dión Casio LIX, 16,
-«una palabra clave de la época» (Spicq, Notes 10). Claro está que, a deidades que habían
II, 922) y sumamente apreciada (cf. sobre todo mostrado epifanías, se Ias distinguía también
Plutarco: R. Hirzel, Plutarch, Leipzig 1925, con el epíteto de qpiX,áv{lQcoJtoç (así se hacia,
25ss)- designaba el «amor a los hombres (la be­
nevolência hacia los seres humanos)» tanto por por ejemplo, con Asclepio y con Higía [Hy-
parte de la deidad (Filón, Virt 77, 188; Josefo, gieia]: CIG IH, 6813, 3).
Ant I, 24; Musonio Rufo p.90, 12; Jenofonte de E. Plümacher
1955 (jpLX.av&Qü)ncoç - qpLX.é(0 1956

(plA,aV'd'QÓlJI(aç philanthrõpõs (adv.) con 1. En el NT qpiX.éa) y aYCtJtácü son sinôni­


sentimientos humanitários, amistosamen- mos (Stâhlin, 126 y passim\ en cuanto al
te Evangelio de Juan, cf. R. Bultmann, Das
^ {pLXav&Qcojtía. Evangelium des Johannes [KEK], 190 y pas-
sim; R. Schnackenburg, El Evangelio según
San Juan III, Barcelona 1980,448. Se supone
tpiXagY'U6Í'<*) «Çj n philargyria amor al casi siempre que hay diferencias en cuanto a
dinero, avaricia* la sensibilidad lingüística o los matices. Fren­
1 Tim 6, 10 considera la (pLÀaQYrJQÍa como te a «querer, gustar» (ótYOUiáiD) se halla el
«la raiz de todas Ias cosas malas». DTNT I, verbo amar (qpiÀso)) con su intensidad afecti-
151; K. S. Frank, Habsucht (Geiz): RAC XIII, va y emocional (Stâhlin, 115; R. Schnacken­
226-247; Spicq, Notes II, 928s. burg, El Evangelio según San Juan II, Barce­
lona 1980, 141). Stâhlin supone que en el NT
tjpiJvÓlQY^lôOÇ, 2 philargyros amante dei ha habido una inversión dei «contenido afecti-
dinero, avaricioso* vo» de los verbos: «àYCtJtáco no es, ni mucho
Lc 16, 14 designa a los fariseos como menos, un verbo más frio que q)Lkéco, sino
amantes dei dinero. En 2 Tim 3, 2 qpiÀÓQYtJ- que es más intimo y profundo» (Stâhlin, 116).
QOL aparece en un catálogo de vicios; cf. —>• ^Por qué, en vivo contraste con el uso pro­
qpL?i,aQYnQÍa. Spicq, Notes II, 928s. fano, q)iX.é(a retrocede tan apreciablemente en
la LXX (15 testimonios de (pikéca en compa-
ración con 266 de aYattáco) e (indudable-
(pí^attTOÇ, 2 philautos egoísta, egocêntri­ mente con dependencia de la LXX) retrocede
co* también en el NT (25 testimonios de qpikém en
En 2 Tim 3, 2 el plural aparece al comienzo comparación con 143 de àYaJtátü)? Tanto
de un catálogo de vicios (que pretende descri- qptkéco como otYajtáo) pueden denotar amor
bir a Ias personas dei fin de los tiempos), de- erótico y profano (Stâhlin, 123). ^Expresará
lante de qpiÀápYtJQOL; el egoísmo y la avaricia aYaTcáco más claramente el amor (Joly)? ^se­
son la raiz de toda maldad; cf. 1 Tim 6, 10 (-> rá la asonancia de aYarcáco con el término
tpiÀaQYtJQLa). central dei AT para expresar la idea de amar,
’ãhab, la razón que explique esta evolución en
(piÀ,éo) phileõ amar, dar un beso* los campos léxicos de ambos verbos (Stâhlin,
123)7 ^será la razón «la nuance fréquente de
1. qpdso) y ÒYajtáo) - 2. Sinópticos - 3. Juan - 4. ‘préference’» en tpiAéo) (Spicq, Notes I, 19)7
Otros escritos dei NT.

B ibl.: Bauer, W õrterbuch, s.v.; R. F. Buüer, The M e- 2. En los Sinópticos cpikéo) se emplea de
aning o f agapao a n d phileo in lhe G reek NT, Lawren- muchas maneras y sin acento teológico. En
ce, Kans. 1977; W. Günther, A tn v r ((piXéo)), en DTNT Mt 10, 37 Jesús exige -para la condición de
I, 117-119; R. Joly, L e vo ca b u la ire c h ré tien de T
a m o u r est-il o riginal? cpiXeiv y àyanãv d a n s le grec
discipulo- «amar más que ...» (par. Lc 14, 26;
antique, Bruxelles 1968; M. Lattke, E in h e it im Wort. (xtoelv). Aparte de este importante logion pro­
D ie sp ezifisch e B ed eu tu n g von ãyájtTi, à ya K & v unã cedente de Q, qpikéco se usa en sentido negati­
cpiXeív im Johanneseva n g eliu m (StANT 16), München vo: advertência contra la manera de orar de
1975; M. Paeslack, Z u r B e d e u tu n g s g e s c h ic h te d e r
Wdrfer tpiketv 'lieb en ', cpikía 'L iebe', ‘F reu n d sch a ft’, los hipócritas (Mt 6, 5), contra el abuso de la
qpíÀoç ‘F re u n d ’ in d e r Sep tuaginta u n d im N T (unter autoridad religiosa por parte de los escribas y
B e rü c k sic h tig u n g ih re r B e z ie h u n g en zu àYCijtãv, fariseos (Mt 23, 6), en el lugar paralelo Lc 20,
ÒYánTi, àYanqróç): ThViat 5 (1953-1954) 51-142; 46 contra los escribas. En el beso de Judas
C. Spicq, A g a p è d a n s le NT. A n a ly se d es textes, III,
Paris 1959, 219-245; Spicq, N otes I, 15-30 (bibl.); G. (Mc 14, 44 par. Mt 26, 48) o en el intento de
Stâhlin, qpAÉo) xtX., en ThWNT IX, 112-144; para hacerlo (Lc 22, 47), qjikéco se usa en el senti­
más bibliografia, -+ ÒYáirq. do de dar un beso.
1957 c p d é o j - Í > l7 t]t o ç 1958

3. Jn 12, 25 es una trasformación de Mt 10, rece en la exhortación a saludarse mutuamen­


37. El «sentido original» de tpiXÉto, «amar lo te Èv tpikripaTi ctYÍcu, «con un beso santo»;
propio» (Stâhlin), se escinde en el enunciado Rom 16, 16; 1 Cor 16, 20; 2 Cor 13, 12 (èv
casi dualista acerca dei mundo, que ama lo ávíu) (piÀfipaxi); 1 Tes 5, 26. En cambio, 1 Pe
que es suyo (Jn 15, 19). En cuanto a Jn 11, 5, 14 ofrece la expresión èv qJLÀfipaxi àyá-
3.36 -Jesus ama a Lázaro como amigo suyo- Jtr|Ç. K.-M. Hofmann, Philema hagion, Gü-
habrá que decir; «cpiKéü) pertenece, al menos tersloh 1938; ThWNT IX, 113-144, esp. 136-
aqui, al grupo de Ias expresiones ambivalen­ 144; DTNT I, 118s; H.-J. Klauck, Herren-
tes que aparecen en Juan» (Stahlin, 129). mahl und hellenislischer Kult (NTA NF 15),
Es singularísimo en el NT que el amor de Münster i. W. 1982, 352-356.
Dios a Jesus (Jn 5, 20) y a los discípulos (16,
27) se exprese por medio dei verbo cpi)\.8ct) (en ^ i X t|H í OV, OVOÇ PhilSmõn Filemón*
los demás casos siempre ávanáto). En Jn 20,
B ib i: J. M. G. Barclay, P aul, P hilem on an d the D i-
2 se emplea una vez qn7.éco para referirse al
lem m a o f C hristian Slave-O w nership: NTS 37 (1991)
discípulo amado (por lo demás, se emplea 161-186; J. D. M. Deixet, The F unctions o f th e E pistle
cuatro veces con este mismo fin el verbo to P hilem on: ZNW 79 (1988) 63-91; J. Gnüka, D e r
âyajtáco). En 21, 15-17 el verbo cpiXém se P h ilem o n b rief (HThK), Freiburg i. Br. 1982, 5s, 15s;
emplea cinco veces (cuatro de ellas en lábios P. N. Harrison, O n e sim u s a n d P hilem on: AThR 32
(1950) 268-294; W.-H. Ollrog, P aulus un d seine M it-
de Pedro, y una vez en la tercera pregunta di­ arb eiter (WMANT 50), Neukirchen-Vluyn 1979, 42-
rigida por Jesús a Pedro, donde hay una varia- 44; K. Staab, P hilem on, en LThK VIII, 445s; P. Stuhl-
ción en cuanto al uso de ò-yanàm, utilizado macher. D e r B r ie f an P hilem on (EKK), Züiich-Neu-
en Ias dos preguntas anteriores). No son con­ kirchen-Vluyn 1975, especialmente 20-24, 29-31.
vincentes los intentos por hallar diferencias El nombre de Filemón se halla atestiguado
en estos dos pasajes, que sean más que una frecuentemente. En el NT, Filemón es el nom­
simple preferencia lingüística (Schnacken- bre de un varón (probablemente oriundo de
burg, El Evangelio según San Juan 111, 448). Colosas; pero cf., no obstante, Gnilka 5s), que
4. 1 Cor 16, 22 («Si alguno ama al Se- se convirtió al cristianismo por mediación de
nor...») es una fórmula litúrgica, tomada pro- Pablo. Su esclavo Onésimo (-> ’Ovf|aifioç) se
bablemente de la celebración eucarística. Tit le había escapado y había acudido adonde Pa­
3, 15 es una fórmula de saludo. Ap 3, 19 es blo (cautivo: Fim 1.9.23), quienie ganó igual­
una traducción libre de Prov 3, 12 LXX, y Ap mente para la fe cristiana (v. 10). Pablo le en-
22, 15 (jiãç (pikcõv x ai noicõv rjJEÕôoç) es la vió de regreso a su amo y le entrego una car­
conclusión de un breve catálogo de vicios, ta para que la llevara personalmente (la Carta
que había sido introducido por oí xúveç de Filemón, en el NT). El nombre de Filemón
(Stahlin, 134-136). aparece únicamente en Fim 1, en Ias senas de
la carta (Pablo y Timoteo «al amado File­
W. Feneberg
món») y en la subscriptio de la misma. El v. 1
llama a Filemón -> ouvepyós de Pablo. Tal
tpiX T|ôovoç, 2 philêdonos amante de los vez Apia (’Aitqpía), a quien se menciona en el
placeres* V. 2), era la mujer de Filemón (Stuhlmacher,
2 Tim 3, 4 en un catálogo de vicios. Cf. 30; Gnilka, 16)
ThWNT 11, 926-928; DTNT II, 24s. G. Schneider

(f íÀ,T]^a, aTOÇ, TÓ philema beso* ^íX,t]TOÇ, OD PhilStos Fileto*


Dícese dei beso que se da al saludar, Lc 7, Nombre de un hereje (de quien no se habla
45; 22, 48 (beso de Judas). En algunas Cartas en ninguna otra parte) en 2 Tim 2, 17 (men­
paulinas (al final de la carta), el término apa- cionado junto a 'Ypévaioç).
1959 cpiliía - 4>íXin;jtoç 1960

q>iXía, a ç , 'n philia amistad, amor* 1 también Iturea. A él se debe la reestructura-


Sant 4, 4: «El amor al mundo significa ene- ción de Panias junto a Ias fuentes dei Jordán,
mistad hacia Dios». Cf. ThWNT IX, 144-169; a la que puso por nombre «Cesarea de Filipo»
DTNTI, 117-119. (Mc 8, 27 par. Mt 16, 13), y de Betsaida, a la
que llamó Julias. Felipe (o Filipo) estaba ca­
sado con Salomé, hija de Herodías (Mc 6, 17
o i), ó Philippêsios fili- par. Mt 14, 3). Murió en el ano 34 p.C. Su te­
pense* rritório quedó incorporado entonces, por bre­
En Flp 4, 15 Pablo se dirige a los destinatá­ ve tiempo, a la provincia romana de Sitia, y
rios llamándalos í>iXut3tT)aioi. en el ano 37 p.C. quedó bajo el poder de Agri-
pa I.
(OV Philippoi Filipos*
2. Un hombre llamado Felipe pertenecía
La ciudad macedónica de Filipos se remon­
también al grupo de los Doce discípulos de
ta a Filipo de Macedonia. Se hallaba desde el
Jesús. Era oriundo de Betsaida (Jn 1, 44; 12,
ano 167 a.C. bajo domínio romano. En Fili­
21) y probablemente formó parte desde muy
pos Pablo fundó la primera comunidad cris-
pronto dei grupo de los discípulos. Las listas
tiana en terreno europeo; Hech 16, 12(-40);
de los Doce le mencionan (detrás de las dos
20, 6; Flp 1, 1; 1 Tes 2, 2. Pauly-Wissowa
prominentes parejas de hermanos) en quinto
XlX/2, 2202-2244; LThK Vm , 458s; J. Gnil-
lugar: Mc 3, 18 par. Mt 10, 3 / Lc 6, 14; Hech
ka, Der Philipperbrief (JiTiiK), 1-5: W. Elli-
1,13. Felipe desempena un papel especial en
ger, Paulus in Griechenland, Stuttgart 1978,
el cuarto Evangelio: Jn 1, 43.45.46.48 (histo­
23-77.
rias de vocación); 6, 5.7 (diálogo con Jesus
sobre la compra de pan); 12, 21.22a.b (unos
o u Philippos Felipe (Filipo)* griegos quieren ver a Jesús); 14, 8.9 (petición
dirigida a Jesús; «íMuéstranos al Padre!»).
1. Felipe (Filipo), hijo de Herodes - 2. Felipe, dei
grupo de los Doce - 3. Felipe el «evangelista» en el li­ Los Hechos de Felipe (siglos IV/V) identi-
bro de Hechos. fican a Felipe con el evangelista dei mismo
nombre (->• 3); Hennecke-Schneemelcher II,
B ibl.: Sobre 1: 1. Blinzler, H erodes P hilippos, en
404. Sobre el Evangelio de Felipe (EvFel),
LThK V, 266; St. Perowne, Herodier. R õ m er un d Ju-
den, Stuttgart 1958, 27-31, 33-38; Schiirer I, 425-431. copto y de carácter gnóstico (NHC II, 3), cf.
Sobre 2: Hennecke-Schneemelcher I, 194-199 (Ev ThLZ 84 (1959) 1-26: J. E. Ménard, Uévan-
Fel); A. Wikenhauser, P h ilip p u s, A p o ste i, en LThK gile selon Philippe, Paris 1967; ZNW 64
VIII, 465s.
(1973) 307-322; IDB Suppl. Vol. (1976) 664s;
S o b re 3: E. Bishop, W hich P h ilip ? : AThR 28
(1946) 154-159; A. M. Johnson Jr., P hilip the E vange- sobre la «Carta de Pedro a Felipe» (NHC
lis t a n d the G o sp el o f John: Abr-Nahrain 16 (1975- VIII, 2) cf. J. E. Ménard, La lettre de Pierre à
1976) 49-72; G. Schneider, D ie A p o stelg e sch ic h te I Philippe, Québec 1977.
(HThK), Freiburg i. Br. 1980, 428, 480-509 (bibl.); H.
Waitz, D ie Q u elle d e r P h ilip p u sg e sc h ic h te n in d e r
A p g 8, 5-40: ZNW 7 (1906) 340-355; A. Wikenhauser, 3. Como tercer portador dei nombre de Fe­
P hilippos, en LThK VlU, 464. lipe, el NT menciona a Felipe «el evangelis­
ta» (Hech 21, 8), que se contaba entre los
1. En el NT el nombre griego corriente de «siete» en tomo a Esteban (6, 5). 8, 5-13 ha-
Felipe (o Filipo) lo lleva en primer lugar el hi­ bla de su actividad misionera en Samaria (vv.
jo de Herodes el Grande y de la judia Cleopa- 5.6.12.13), y los w . 26-39 refieren que Felipe
tra de Jerusalén. A la muerte de su padre (en bautizó a un alto funcionário de la corte etío-
el ano 4 a.C.) le correspondió la tetrarquía de pe, que había peregrinado a Jerasalén (vv. 26.
Gaulanítide, Traconítide, Auranítide, Batanea 29.30.31.34.35.38.39). Estas historias de Feli­
y Panias (Josefo, Ant XVII-XX), según Lc 3, pe, en el libro de Hechos, demuestran que los
1961 OÍ)v.Wt3lOÇ - CpíXoÇ 1962

«helenistas» en tomo a Esteban ampliaron ya <pi).O3tQ(aT£'Ú(0 philoprõteuõ querer ser el


desde muy pronto el horizonte judio de la mi- primero*
sión, que era un tanto estrecho. 8, 40 senala 3 Jn 9 en la crítica dirigida a Diotrefes,
que Felipe predico en Ias ciudades desde Azo- «que quiere ser el primero entre ellos (a sa­
to (Asdod) hasta Cesarea. Posteriormente se ber, entre los cristianos de la comunidad)»;
asentó en Cesarea y recibió la visita de Pablo Aiox0Éq3T]ç.
(21, 8); tenía cuatro hijas con dones proféti­
cos (21, 9).
(p í^ oç, 3 philos amado, amante; sustanti-
G. Schneider
vado: amigo, huésped, invitado*
1. Aparición - 2. Sobre el significado lexicológico.
(piXÓÃEOÇ, 2 philotheos que ama a Dios* - 3. Lucas / Hechos - 4. Evangelio de Juan / Carta ter-
En 2 Tim 3, 4 en oposición a ->• tpiXf|ôovoç, cera de Juan - 5. Santiago.
«amante de los placeres». B ib l.: W. Günther, en DTNT 1, 118; H. Hiers,
F rien d s b y V nrig h teo u s M am m on: JR 38 (1970) 30-
36; R. Schnackenburg, E l E vangelio según San Juan
O i A,Ó^OYOÇ, OD Philologos Filólogo* III, Barcelona 1980, 145-149; Spicq, N o tes II, 936-943
Nombre de un cristiano a quien se envían (bibl.); G. Stahün, qpíÀoç m k ., en ThWNT K , 144-
169; H. Thyen, «N iem and h a t grõfiere L iebe a h die,
saludos en Rom 16, 15; tal vez el marido de dafi e r sein L e b e n fü r seine F reunde hingibt» (Joh 15,
Julia, que se menciona allí mismo. Spicq, No­ 13), en F S D inkler, 467-481 (bibl.); H. Tinun, G eist
tes II, 930s. d e r L ie b e.-D ie U rsprungsgeschichte d e r rei, A nthro-
poth eo lo g ie (Johannism us), Gütersloh 1978; K. Treu,
Freundschaft, en RAC VIII, 418-424.

(piX,oV£lxía, ctç, ^ philoneikia afán de


1. Es sorprendente la desigual distribución
disputas, altercado*
dei total de Ias 29 veces que aparece el térmi­
En Lc 22, 24 dícese dei altercado que se
no: 15 en Lucas, 3 en Hechos, 6 en el Evange­
produjo entre los discípulos de Jesus sobre
lio de Juan, 2 en la Carta tercera de Juan, 2 en
quién de eUos era el mayor (introducción de
Santiago y 1 en Mateo. El uso en los escritos
la perícopa de 22, 24-30).
de Lucas y en el Evangelio de Juan (y la Car­
ta tercera de Juan) se aproxima mucho; San­
q)lXóv£lxoç, 2 philoneikos aficionado a tiago ocupa un lugar especial (Stahling,156).
disputas, pendenciero*
1 Cor 11, 16: «Pero si hay alguno amigo de 2. Tan sólo Hech 19, 31 utiliza posiblemen-
discutir (qpiXóvixoç eivai) (sobre ello)...». te cpOtog como adjetivo (Bauer, Wõrterbuch,
Í.V.; de manera distinta piensa G. Stâhlin, en
ThWNT IX, 113). El empleo dei término eo-
(pi>,o|£VÍa, a ç , 1^ philoxenia hospitali- mo sustantivo se halla ampliamente distribui-
dad* do ( ^ 1; cf. M. Paeslack: ThViat 5 [1953-
En un contexto parenético en Rom 12,13 y 1954] 126-139).
Heb 13, 2. ThWNT V, 1-36; DTNT II, 163;
Spicq, Notes II, 932-935. 3. Con excepción de Lc 7, 34 (par. Mt 11,
19), Lucas nunca llama tpíXoç a Jesus, lo cual
nos permite inferir la discreta reserva dei he-
tpiXÓ^£VOÇ, 2 philoxenos hospitalario* lenista. En el fondo de la imagen plástica dei
En el «espejo de obispos» en 1 Tim 3, 2; amigo que viene a pedir algo (Lc 11, 5a.b.6.8)
además en Tit 1, 8. 1 Pe 4, 9: «jSed hospita- se halla quizás la metáfora, rara - s í - en el AT
larios los unos para con los otros, sin murmu- pero de importância central, de que Dios es el
raciones!». Bibl. ->■ qpiX,o^evía. amigo dei hombre (cf. Ex 33, 11 y passim).
1963 q)íXoç - qjiÀoípQÓvcuç 1964

En la mayoría de los casos el uso lucano dei amor de Dios. El pensamiento dualístico se
término coincide con el empleo, a la sazón escucha en el fondo de todo ello. La amistad
contemporâneo y profano (Lc 7, 6; 21, 16; con Dios y la amistad con el mundo se exclu-
Hech 10, 24; 27, 3), dei concepto de amigo. yen mutuamente (4, 4).
La dimensión política se encuentra en Lc 23, W. Feneberg
12 y Jn 19, 12 (qpíXoç como «título cortesa-
no»; cf. Stâhlin, 145s). Lc 12, 4 (quizás tam-
bién 16,9) refleja el uso específico dei térmi­ t()iX.oaoq)ía, a ç , philosophia filosofia*
no en el NT. El principio de la reciprocidad Col 2, 8 caracteriza a la herejía gnóstica co­
-norma fundamental en la cultura antigua- se mo qpiÀoooqjta y JtévT] àrtáTr), «vano enga­
cuestiona en Lc 14, 12. En Lc 14, 10 vemos no». Bomkamm, An/íâfee I, 139-146; ThWNT
cómo coinciden casi el significado de amigo y IX, 169-185; DTNT IV, 128s.
el de invitado. Pero también aqui se conserva
el arco de tensión entre los dos pilares que <fi)^óoo(poç, o v , ó philosophos filósofo*
sustentan el concepto de qitÀoç. qiíÀoç es el Hech 17, 18 habla de «filósofos epicúreos y
que ama y es amado a su vez. Esto significa estoicos» que conversaban con Pablo. ThWNT
participar en Ias alegrias y compartir también IX, 169-185; DTNT TV, 128s.
la suerte dei cpíXoç (Lc 15, 6.9.29).
4. Tan sólo en Jn 3, 29, para designar Ias q)lXÓOTopYOÇ, 2 philostorgos carinoso,
relaciones entre Juan el B autista y Jesus, se afectuoso*
encuentra la imagen dei gozo desinteresado Rom 12,10: «\Amaos entranablemente unos
dei «amigo especial dei novio». Se basa en a otros con amor fraterno (qpikaôeÀqjia)!».
Ias costumbres de una boda judia. El qpí^oç Spicq, Notes II, 944-948.
aguarda ante la câmara nupcial y se goza con
su qpíÀoç, cuando éste comprueba que su no-
q)lX Ó texvoç, 2 philoteknos que ama a sus
via es casta doncella (cf. R. Schnackenburg,
hijos*
El Evangelio según San Juan I, Barcelona
Tit 2, 4 refiriéndose a Ias mujeres jóvenes,
1980, 490s). En Jn 11, 11 se dice que Lázaro
que deben amar a su marido y a sus hijos;
es cpíl,oç de Jesus y de los discípulos.
qpikavÔQoç.
La frase acerca dei amor dei amigo que lle-
ga hasta la misma muerte (Jn 15, 13.14.15)
tiene muchos paralelos en el mundo antiguo. (iplX.OTl^éo^.al philotim eom ai hacer de
En una reflexión sobre el amor de Jesus se re- ello un honor*
cogen esas máximas; en todo ello se ve «la En el NT el verbo aparece únicamente en
acogida dei pensamiento y sentimiento hele- Pablo y siempre va seguido por un infinitivo.
nísticos en el cristianismo joánico» (Schnac­ Rom 15, 20 (tener a gala predicar el evangelio
kenburg, El Evangelio según San Juan III, allá donde todavia no es conocido) y 2 Cor 5,
145 [sobre Jn 15, 13]). Por la elección, los que 9 (esforzarse por agradar al Senor). En la pa-
eran ôoü?^.oi se convierten en cpíkoi (par de rénesis dirigida a los tesalonicenses (1 Tes 4,
conceptos opuestos); claro que el critério de 11): Deben poner su ambición en llevar una
la verdadera amistad con Jesús es el cumpli- vida tranquila y en trabajar.
miento de su encargo. En esa amistad se fun­
damenta el trato amistoso en Ias relaciones in­
q)lÀ,0(ipQÓV(aç philophronõs (adv.) ama-
ternas de unos cristianos con otros (3 Jn 15).
blemente. bondadosamente*
5. La declaración divina acerca de Abrahán Hech 28, 7: Puhlio «nos acogió (en Malta)
(F. MuBner, Der Jakobusbrief [HThK], 144) y nos hospedo (è^évioev) amablemente du­
en Sant 2, 23 emplea q)íkoç en el contexto dei rante tres dias».
1965 (piXócpQcov - cpopéofxai 1966

(piÀ,óq)Q(OV, 2 philophron amable, bonda- (jpXvaçéco phlyareõ denigrar, criticar*


doso En 3 Jn 10 sobre Diotrefes: «Con palabras
1 Pe 3, 8 Textus Receptus. En vez de -> xa- malignas nos denigra (çpXnapcõv f|pãç)».
JiEivócpQWV, «humilde». Spicq, Notes II, 949.

q)ifióoi phim oõ poner bozal, hacer callar* (jpXúaQOÇ, 2 phlyaros chism oso, charla-
En sentido propio en 1 Tim 5, 18: No hay tán*
que poner bozal al buey cuando está trillando 1 Tim 5, 13 en el pronóstico sobre Ias «viu-
(Dt 25, 4 LXX). En sentido figurado (hacer das jóvenes»; «Y no sólo se hacen ociosas, si­
callar): Mt 22, 34; 1 Pe 2, 15; en voz pasiva no también chismosas y entrometidas (-> Jte-
(enmudecer): Mt 22, 12; Mc 1, 25 par. Lc 4, QÍeQYOç)». Spicq, Notes n, 949.
35 (exorcismo); Mc 4, 39 (frente al mar; «jCa-
11a, enmudecel»). ( p o p é o ^ a i phobeom ai asustarse, temer,
tener miedo*
tpXaYE}v,Xóoí phlagelloõ azotar àqjópcüç aphobOs sin temor, sin miedo, sin
Mc 15, 15 D (como el verbo latino flagello) timidez*
en vez de (pQayeXkóiü. 1. Aparición en el NT y uso - 2. Significados y usos
entre los griegos 3. Empleo general en el NT - 4.
Evangelios - 5. «Los «temerosos de Dios» - 6. Cartas
- 7. Apocálipsis.
O^ÉYtrtV, OVTOÇ Phlegõn Flegón (Flegon-
te)* B ib l.: W. C. Allen, ‘F e a r ’ in St. M arc: JThS 48
<I>XéYcov se halla atestiguado principalmen­ (1947) 201-203; H. Balz, F urcht v o r G ott? Ü berlegun-
gen zu einem vergessenen M otiv bibl. Theologie: EvTh
te como nombre de libertos o de esclavos.
29 (1969) 626-644; H. Balz-G. Wanke, (popéto, en
Rom 16, 14; «jSaludad a Asíncrito, a Fle­ ThWNT IX, 186-216; B. J. Bamberger, F ea r a n d Love
gón... y a los hermanos que viven con ellos!» o fG o d in the OT: HUCA6 (1929) 39-53; Bauer, W õr-
(H. Lietzmann, An die Rõmer* [HNT], 126). terbuch, í.v. qjo|3é(o (bibl..); J. Becker, G ottesfurcht im
A T (AnBibl 25), Roma 1965; H. Bellen, SuvaYtoYri
Tüv qonôaícov xai ©eoaEfltõv: JAC 8-9 (1965-
1966) 171-176; Bultmann, Teologia, 380-382; A. Dih-
q)X,OYÍ^to phlogizõ prender fuego, encen- le-J. H. Waszink-W. Mundle, F urcht (G ottes), en RAC
der* Vm, 661-699; P.-E. Dion, The ‘F ea r n o t’ F orm ula an d
Sant 3, 6 habla de la lengua como de un H o ly War: CBQ 32 (1970) 565-570; Th. M. Finn, The
G od-fearers R econsidered: CBQ 47 (1985) 75-84; O.
fuego (jrúQ); «Inflama el curso de nuestra vi­
Glombitza, M it F urcht und Zittern. Z u m Verstãndnis
da y es encendida por el infiemo». von P hilip. II, I2-. NovT 3 (1959) 100-106; P. W. van
der Horst, Can a book en d w ith yÚQ? A note on M a rk
X VI, 8: JThS 23 (1972) 121-124; A. T. Kraabel, The
cpXó^, tp^OYÓç, iq phlox llama* D isa p p e a ra n c e o f the «G od-F earers»'. Numen 28
Lc 16, 24: «en este fuego», es decir, en me­ (1981) 113-126; K. Lake, P roselytes a n d G od-fearers,
en B eg innings V, 74-96; I. H. Marshall, ‘F ea r him w ho
dio de los tormentos dei mundo de Ias profun­ can D estroy B oth So u l a n d B ody in h e ll' (M t 10, 2 8 R.
didades (cf. v. 23). Hech 7, 30; èv cplioyi S. V ): ET 81 (1969-1970) 276-280; Ch. Maurer, Got-
jruQÒç páxon, «en la llama de una zarza ar- te f u r c h t (im N T ), en RGG II, 1794s; W. Mundle, en
diente» se apareció el ángel a Moisés (Ex 3, DTNTIV, 246-248; S. Pedersen, «M it F urcht u n d Z it-
tern» (Phil. 2, 12-13): StTh 32 (1978) 1-31; S. Plath,
2). Heb 1,7: jtuqòç cpÀóÇ, «llama de fuego» F urcht G ottes. D e r B e g r iffji’ in A T (AzTh II/2), Stutt-
(cf. Sal 104, 4); cpXò§ itupóç en Ap 1, 14; 2, gart 1963; K. Romaniuk, I m crainte de D ie u à Q um -
18 y 19, 12 en comparaciones. En 2 Tes 1, 8 ran e t d ans le NT: RQum 13 (1963) 29-38; Id., D ie
«G ottesfU rchtigen» im NT: Aeg, 44 (1964) 66-91; Id.,
dícese de Jesus que, en la parusía, se ha de
D e r B e g r iff d e r F urcht in d e r T heologie d es Paulus:
manifestar èv jtuql cp^oyóç («en llama de BiLe 11 (1970) 168-175; Id., F urcht (A T u n d N T), en
fuego»). P. Katz: ZNW 46 (1955) 133-138. TRE XI, 756-759; R. Sander, F u rc h t u n d L ie b e im
1967 qpopéonai 1968

p a lã s tin is c h e n J u d en tu m (BWANT 68), Stuttgart Sin embargo, en la parénesis popular y prover­


1935; W. Schmithals, D e r R o m e rb rie f a h historisches bial el temor (como respeto) a los poderosos y a
P ro b lem (StNT 9), Gütersloh 1975, 69-91 (nota 199: la ley desempena un papel enteramente positivo;
bibl.); F. Siegert, G o ttesfurchtige und Sym pathisanten: TÒ XQaTOÜp («lo poderoso») (poPoü (SIG III,
JSJ 4 (1973) 109-164; M. Simon, G ottesfürchtiger, en 1268, 2, 17; cÈ también Estobeo, Ecl III, 1, 76;
RAC XI, 1060-1070; A. Strobel, Furcht, w em F urcht Plutarco, SeptSap 11). Aqui se ve que hay que te­
g eb ü h rt. Z u m p ro fa n g rie c h isc h e n H in terg ru n d von
R õ m 13, 7: ZVNW 55 (1964) 58-62; M. Wilcox, The
mer también a lo divino (xoòç pèv Ueoriç q)o-
«G od-F earers» in A c ts: JStNT 13 (1981) 102-122; pa­ Poü, Pseudo-Isócrates, Or. 1, 16), así como Ias
ra más bibliografia, cf. ThWNT X, 1289. epifanias dei poder divino en los acontecimientos
milagrosos suscitan temor (cf. Homero, II 20,
1. En el NT (jpopéo|iai aparece 95 veces, 130s; Preisendanz, Papyri I, 4, 367). Sobre los
detalles cf. Balz, qpopém, 186-194. Por tanto, los
con su centro de gravedad en los Evangelios enunciados acerca dei temor caracterizan de ma­
(58 testimonios: 18 en Mateo, 12 en Marcos, nera especial el anhelo de protección y autocon-
23 en Lucas, 5 en Juan) y en Hechos (14 tes­ servación frente a los poderes superiores, sean de
timonios). Por lo demás, aparece, por ejem- origen terreno o de origen divino.
plo, 7 veces en Pablo (Romanos, 2 Corintios,
Gálatas), 4 veces en Hebreos, 3 veces en 1 Pe­ 3. En unos 30 pasajes dei NT tpopéo(xat
dro y 6 veces en el Apocalipsis. La forma ac­ aparece con el sentido general de «.temer, te-
tiva de qiopéoo no aparece en absoluto. El ad­ ner miedo a (determinadas personas o al pue-
vérbio àqpópcüç se encuentra en Lc 1, 74; 1 blo [con acusativo])»: Lc 19, 21; 20,19; Hech
Cor 16, 10; Flp 1, 14; Jds 12. Los verbos de 9, 26; Jn 9, 22; Gál 2, 12 y passim-, con àjtó
sentido afín como è^íoTTi(u, EUÀ.apéop.at, en Mt 10, 28a par. Lc 12, 4 (cf. BlaB-Debrun-
->• ■&a[xpéco, xpefioo aparecen con una frecuen- ner § 149, 1); «temer por alguien que...» (con
cia esencialmente menor, de tal manera que acusativo y seguido por la negación ftr)); Gál
qpopéofiai juntamente con el sustantivo -> 4, 11; «tener miedo de» (con infinitivo): Mc
cpóPoç determinan decisivamente la termino­ 9, 32; Mt 1, 20; 2, 22; en sentido absoluto en
logia dei NT sobre el temor. Junto a multitud Mt 14, 30; 25, 25; Jn 19, 8; Hech 16, 38; 22,
de usos cotidianos y teologicamente no espe­ 29; Rom 11, 20; 13, 4; Heb 4, 1; 13, 6; 1 Jn 4,
cíficos, se encuentran enunciados acerca dei 18 y passim.
temor ante los actos poderosos de Dios o de Herodes Antipas, según Mc 6, 20, tiene
sus representantes, así como acrca dei temor a miedo de Juan el B autista por Ias severas crí­
Dios como elemento fundamental de la fe. ticas que éste le hace, y, según Mt 14, 5, tiene
miedo dei pueblo. Por eso, no se atreve de
2. qiopéopai está relacionado etimológicamen-
te con qpépopai («huir») y se refiere originalmen­ momento a dar muerte a Juan. También los di­
te a la reacción concreta de «aterrorizarse, estre- rigentes religiosos y políticos, en sus planes
mecerse», más aún, de «pânico», cf. Homero, 11 contra Juan y contra Jesús, tienen miedo dei
8, 139 («huida»); 16, 689 («aterrar»); Platón, pueblo: Mc 11, 32 par.; 12, 12 par.; Lc 22, 2;
Phaedr 254e («temor, angustia»). La tragédia según Mc 11, 18, tienen miedo a Jesús mismo
griega pretendia inducir a los espectadores al «te­ a causa dei pueblo. Aqui qpopéojxat no sólo
mor» ante lo ineludible dei destino humano (cf.
designa el temor de los poderosos a la «opi-
Aristóteles, Poet 6 ,1449b). Por el contrario, en el
lenguaje filosófico, desde los presocráticos hasta nión pública», sino que además senala que el
el estoicismo y el epicureísmo, el cpópoç se re- pueblo, a pesar de su ceguera, se halla más
chaza casi siempre como reacción razonable (cf. cerca dei Mensajero escatológico que sus diri­
Aristóteles, An I, 1, 403a; Epicuro, Frgm. 102 y gentes, que están influídos por este mundo y
116). Especialmente los estoicos consideran el te­ por su poder.
mor como uno de los cuatro afectos (À,Ú3iT], cpó-
Es significativo que en el Evangelio de
Poç, êiri&upia, qÔovf|: Diógenes Laercio VII,
110) de los que se halla libre el hombre verdade- Juan aparezca un temor parecido a los repre­
ramente piadoso: ãqpopoç ... goei xal àtáQayoç sentantes de la autoridad judia, de tal manera
(Epicteto, Diss IV, 1, 84). que los padres dei ciego de nacimiento rehú-
1969 cpopéo[i,ai 1970

san proporcionar cualquier información sobre ración de Dios, Mt 9, 8 par.; 27, 54; Lc 7, 16;
la curación de su hijo, y lo hacen «por temor 8, 25; cf. Mc 4, 41; 5, 33 par.
a los judios» (qpoPoi)|i.Evoi t o ò ç lo n ô aío u ç, Si aqui se trata ya dei significado de Jesús
9, 22), a causa dei amenazador peligro de ser como Mediador dei poder divino, un poder
expulsados de la sinagoga (->■ àjtoonváYffl- que hace que el mundo perdido se estremezca
yoç). Incluso Pilato, en vista dei odio de los (en todo ello desempenan especialmente un
lo n ô a ío i, siente cada vez más temor (pã^,- papel los recursos estilísticos de la aretalogía
Xov ècpoPriO-T), 19, 8), porque los judios, se- helenística, cf. Balz, qpopéu), 191, Iss), vemos
gún la ley de ellos (v. 7), quieren forzarle a que el motivo dei temor en la historia de la
que ejecute a Jesus. Trasfiguración y en la historia de Pascua se
halla asociado especialmente con la persona y
4. En los Evangelios tiene especial peso te­ el destino de Cristo. La distancia entre los
ológico el motivo dei «temor ante la epifanía» discípulos, que todavia no comprenden, y su
o Ias palabras de aliento que a menudo la Senor se hace más manifiesta aún en contras­
acompanan: pq qpoPoõ (o expresiones por el te con la inmediatez dei Hijo con respecto al
estilo), así como la exhortación dirigida a los Padre (Mc 9, 6; Excpopot yàg èyévovxo, cf.
seguidores para que no se dejen intimidar por Lc 9, 34; Mt 17, 6).
un falso temor. Asimismo, a la vista dei sepulcro vacío y
dei mensaje de la resurrección, las mujeres, en
a) La revelación dei poder de Dios en los la manana de Pascua, sienten un vivo estre-
acontecimientos extraordinários (Mt 27, 54; mecimiento ( E q u jy o v , xpópoç x at Exoxaoiç
Lc 2, 9) y los actos de Jesús produce en los [sólo aqui en el NT y en la LXX], ècpoPoüvxo
testigos presenciales asombro, temor y estre- yÓQ, Mc 16, 8; en forma atenuada en Mateo
mecimiento. Las correspondientes palabras de [àjt8X,'doüaai... pexà (pópon x ai xagã^ pe-
aliento « íN o temas!» convierten el estremeci- yáLqç, Mt 28, 8], lo cual realza el espanto de
miento ante el suceso incomprensible en con- los vigilantes incrédulos] dei sepulcro, 28, 4;
fianza, porque se trata dei poder dei Dios bon- por el contrario, Lucas conoce únicamente la
dadoso y salvador, que tiene su epifania en los perplejidad de las mujeres ante el sepulcro va­
actos de Jesús. Suscita temor la forma mila­ cío [àn:oQELO'&ai aèxáç, Lc 24, 4] y su temor
grosa en que se calma la tempestad (Mc 4, 41; ante la aparición de ángeles [èptpópcov ôÈ yE -
êcpopfidqaav q)ópov péyav; Lc 8, 25: qio- vopévcov anxcõv, 24, 5], pero que acentúa la
PqílévTEç ôÈ Ê^aúpaoav; Mt 8, 27 [en for­ incomprensión y la incredulidad de los discí­
ma más atenuada]; èUa-úpaoav), el hecho de pulos, 24, 11.22; cf. Mc 16, 11.14). Según la
que Jesús camine sobre las aguas (Jn 6, 19; manera que Marcos tiene de ver las cosas, el
ecjpopfiflqoav; Mc 14, 26; cutò xoõ (pópou horror de los discípulos y de las mujeres ante
EXQaÇav [en Mc 6, 49 se lee únicamente la acción reveladora de Dios en Jesús se halla
àvéxQa^av]), la curación dei poseso (Mc 5, íntimamente relacionada con la falta de com-
15 par. Lc 8, 35: èqpopfidrioav, cf. Lc 8, 37; prensión y de fe de esas personas. Al Crucifi­
(jpóPq) peyáXcp ouveíxovTo), dei paralitico cado no se le ha experimentado todavia como
(Mt 9, 8: èqpopf|'9'qaav, en cambio Mc 2, 12; el Resucitado y como el que se halla Presente.
è^Loxaaflat, Lc 5, 26: Exoxaoiç, èjtJtqaifq-
oav qpópon), de la mujer que padecia hemo­ Si Marcos termino su Evangelio con la huida
rragia (Mc 5, 33; qpoPqDEToa x a i xgéponoa, aterrorizada de las mujeres, de tal manera que el
en Lc 8, 47 aparece únicamente xçépouoa), final más tardio de Marcos (16, 9-20) desplazó
quizás a un final anterior y que se hubiera perdi­
la resurrección de un muerto (Lc 7, 16; cpó- do, es hasta el momento presente un tema de de­
Poç). Hay que mencionar también Lc 1, 12.65 bate (sobre la bibliografia, cf. Horst, 121 s; sobre
(tpópoç); 2, 9 (ècpoPTiüqoav cpópov péyav). la controvérsia cf. Balz, (popém, 206s; J. Gnilka,
De este temor se pasa a la alabanza y a la ado- E I E v a n g e li o s e g ú n S a n M a r c o s II, Salamanca
1971 qpopéonai 1972

1986, sobre 16, 8 [nota 699]; sobre el problema co (pf| cpoPoõ, 1, 13.30; pq cpoPEto'&E, 2, 10;
de crítica textual cf. K. Aland, N e u te s ta m e n tlic h e cf. también Hech 18, 9; 27, 24). Jesús, a con-
E n tw ü r fe [TB 63], München 1979, 246-283).
tinuación de la pesca milagrosa, disipa todo
Aunque el final dei Evangelio ofrece problemas
sin la historia de Ias apariciones, sin embargo es temor y llama a Pedro para que desempene su
indudable que Mateo y Lucas y los primeros co- nuevo oficio (Lc 5, 10). Detrás de Ias palabras
pistas tuvieron como fuente un texto que termina- de aliento que animan a no sentir temor se ha-
ba con Mc 16, 8. Frases breves cual èq)oPoüvTO 11a la tradición dei AT, cf. Ex 20, 20; Jue 6,
yáp son posibles y demostrables como finales de 23; Is 41, 10; Dan 10, 12.19. De manera se-
períodos y de libros independientes (Bauer, la; mejante, Jn 12, 15 introduce Ias palabras de
W. L. Knox: HThR 35 [1942], 13-23: Horst).
Si Marcos termino realmente la perícopa dei Zac 9, 9 (en contra de la LXX y dei TM) con
sepulcro y todo su Evangelio con el enunciado la exhortación pf] qíopoú (cf. Is 40, 9).
acerca dei silencio temeroso de Ias mujeres acer­
ca de su experiencia en la manana de Pascua, po- c) El temor irracional al poder de Dios o de
dría sospecharse que este hecho tuvo una inten- su representante es tanto una senal de la leja-
ción apologética (el hallazgo dei sepulcro vacío nía de Dios como lo es el temor cotidiano por
quedo desconocido -fuera de la comunidad cris-
la propia vida y por la propia seguridad. Por
tiana primitiva-, así Aland, 278s), pero más que
nada una finalidad teológica (por ejemplo, lo in- eso, la constemación dei presidente de la si­
comprensible dei mensaje pascual incluso para nagoga por la muerte de su hija, la interpreta
los afectados por él de manera inmediata y pri­ Jesús -según Mc 5, 36 par. Lc 8, 50- como un
maria), cf. J. Roloff: EvTh 29 [1969] 73-93; E. temor infundado ante la muerte, un temor que
Schweizer, D a s E v a n g e liu m n a c h M a r k u s [NTD],
puede superarse por medio de la fe: pq qpo-
s u b lo c o , o la exhortación a creer basándose úni­
Poú, póvov jtLOTEUE. Puesto que los discípu­
camente en el hecho de oír el mensaje pascual
[16, 6] sin ninguna «prueba» visual, cf. A. Linde- los se preocupan aún demasiado por Ias cosas
mann; NTS 26 [1979-1980] 298-317; también H.- de esta vida, no pueden comprender Ias pre-
dicciones que Jesús hace de su Pasión (Mc 9,
P. Hasenfratz, D ie R e d e v o n d e r A u fe r s te h u n g J e -
s u C h r is ti, Bonn 1975, 87-131). En todo caso, el
32 par. Lc 9, 45) ni que él vaya delante de
final dei Evangelio de Marcos con 16, 8, es decir, ellos a Jerusalén (Mc 10, 32; êüctpPoüvxo, oí
con un encargo y con el silencio temeroso acerca ÔÈ àxoÀouOoüvTEç: EqjoPonvxo). Por eso,
de ese encargo representa un tratamiento teológi­
co dei mensaje pascual (cf., a propósito, 1 Cor 15,Jesús ensena a sus seguidores a que superen
3ss), que Mateo y Lucas no pudieron ya seguir. su temor al sufrimiento y a Ias persecuciones
por medio de la confianza en Dios, que los
b) El temor ante el poder de Dios o de Jesús ama y ante quien no permanece oculta ningu­
se convierte en confianza mediante Ias pala- na injusticia (Mt 10, 26.31; Lc 12, 7; cf. tam­
bras de aliento o la invitación o no tener mie- bién àcpópcüç... itaxQeÚEiv aúxíõ, 1,74). ^Co­
do. Y, así, Jesús que camina sobre Ias aguas mo es posible que la pequena grey de los ele­
dei lago se da a conocer a los horrorizados gidos sienta temor (Lc 12, 32) y viva preocu­
discípulos (q)ávxaa|ta, àvéxQ aiav, Mc 6, pada por su existência terrena (Mt 10, 28a
49) y les dice; ■daçoElte, èycí) elpi, [if] q)o- par. Lc 12, 4)? jA lo sumo debería temer a
PeI oi&e (6, 50 par. Mt 14, 27 / Jn 6, 20). En quien puede quitarle la vida imperecedera (Mt
Mateo hay que considerar bajo este aspecto 10, 28b par. Lc 12, 5 [tres veces])!
Mt 17, 7 (tan sólo aqui Jesús se dirige fisica­
mente, después de la Trasfiguración, a los dis­ 5. En el libro de Hechos aparece cinco ve­
cípulos que se habían quedado pasmados, y ces la expresión a modo de fórmula ó (oí.) cpo-
los libra dei temor; p,f] cpopElaUs); 28, 5 (cf. PoúpEVOç(-oi) xòv #EÓv: en Hech 10, 2.22
Mc 16, 6: pf] EX'&apPeíO'8'e) y Mt 28, 10; cf. dícese de Comelio; en 13, 16.26, Pablo dirige
también 1, 20. En la historia lucana de la in­ la palabra a los «temerosos de Dios» como
fância, la disipación dei temor forma parte de grupo aparte y distinto dei de los judios; en
los elementos estilísticos dei mensaje angéli­ 10, 35 el término se usa en general para refe-
1973 cpoPéo|xai 1974

rirse a Ias personas piadosas que hay en toda qjQÓvei òXkà qpopoõ' Rom 11, 20. A los fal­
nación. Además de ello, Lucas en seis pasajes sos maestros, egoístas y estériles, que se se
dei libro de Hechos formula la expresión más introducen sigilosamente en Ias comidas de la
bien helenística a£pópevoç(-oi) (deóv), ->■ comunidad, les falta todo respeto (ouveuco-
aé^opai. Son modelos aqui Ias fórmulas dei XOÚ[i£voi àqpópcüç, Jds 12), mientras que los
AT «temer a Dios» (especialmente en el Deu- llamados a la definitiva salvación de Dios de­
teronomio: 6, 13; 8, 6; 14, 23) o «temor de ben tener buen cuidado, durante el tiempo que
Dios» (especialmente en la literatura sapien- trascurra hasta que llegue el cumplimiento de
cial; Prov 2, 5; 9, 10; Sal 34,12) y «temerosos la promesa, de no quedarse atrás (como Israel
de Dios» (especialmente en los Salmos: 22, en el desierto), es decir, de no fracasar (qpo-
24; 60, 6), que se refieren extensamente a la P'q'&cúp,£v oúv, pf|3toT8 ... ôoxfj Tiç úfrmv
piedad y a la vida moral de Israel. í)OT£QT]X£vai, Heb 4, 1 [cf. 3, 7ss]).
A éstas se anadió la expresión rabínica yir ’ê En el contexto de la parénesis de Ias tables
sãmayim (DtR 2, 24; MekEx 22, 20; jMeg 3, de deberes domésticos, se afirma que sobre el
74a; cf. también 2 Crón 5, 6 LXX) para desig­ temor de Dios se funda el respeto que hay que
nar a aquellos no judios que, a pesar de ser in- tener a Ias autoridades terrenas. Por tanto, los
circuncisos, creían no obstante en un solo cristianos deben respetar a todas Ias peronas,
Dios, cumplian los mandamientos más impor­ pero especialmente al emperador ( jtá v x a ç
tantes de la Torá (especialmente los llamados u p .fio a te ,... tò v ■deòv q io p e ia^ e , tòv Paoi-
mandamientos de Noé) y vivian en estrecho Xka Tifxãxe, 1 Pe 2, 17, donde se recoge y al
contacto con Ias comunidades de Ias sinagogas mismo tiempo se restringe el texto de Prov
(cf. Bellen, Schmithals, Siegert, Simon). No 24,41 [qiopoü

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