Mabel Burin
Irene Meler
GENERO Y FAMILIA
Poder, amor y sexualidad
en la construccion de
la subjetividad
»
PAIDOS
Buenos Aires
‘Bareelona
Méxicoyf
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my e DIOS DE GENERO. RESENA HISTORICA
|
Mabel Burin
El término “género” circula en las ciencias sociales y en los
discursos con una acepeién espeeifiea y una intencionalidad ex-
plicativa. Dicha acepcién data de la década del '50, cuando el in-
vestigador John Money (1955) propuso el término “papel de
género” (gender role] para deseribir el conjunto de conduetas atri-
J” buidas a los varones y las mujeres. Pero ha sido Robert Stoller
(1968) quien establecié més nitidamente la diferencia conceptual
entre sexo y género, basdndose en sus investigaciones sobre ni-
ios y nifias que, debido a problemas anatémicos congénitos, ha-
Dian sido educados de acuerdo con un sexo que no se eorrespondia
con el suyo. La idea general mediante la que se diferencia “sexo”
de “género” es que el sexo queda determinado por la diferencia
sexual inserita en el cuerpo, mientras que el género se relaciona
(con los significados que eada sociedad le atribuye. Seguin lo plan-
‘ea Gomariz (1992), de manera amplia podria aceptarse que son
teflexiones sobre género todas aquellas que se han hecho a lo lar-
go de la historia del pensamiento humano acerca de los sentidos
¥ las consecuencias sociales y subjetivas que tiene pertenecer a
‘uno u otro sexo, por cuanto esas consecuencias, muchas veces
entendidas como “naturales”, no son sino formulaciones de géne-
ro, Asi, se puede hablar de forma amplia de los Estudios de Gé-
nero para referirse al segmento de la produceién de conocimientos
que se han ocupado de este émbito de la experiencia humana: las
significaciones atribuidas al hecho de ser varén o ser mujer en cada
cultura y en cada sujeto.
19Una de las ideas centrales, desde un punto de vista descrip-
tivo, es que los modos de pensar, sentir y comportarse de ambos
géneros, més que tener una base natural e invariable, se deben
‘a construcciones sociales y familiares asignadas de manera di-
ferenciada a mujeres y a hombres. Por medio de tel asignacién,
8 partir de estadios muy tempranos en la vida de cada infante
humano, unas y otros incorporan ciertas pautas de configura-
cién psiquica y social que dan origen a la feminidad y la mascu-
linidad. Desde este criterio descriptivo, el género se define como
la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, valores,
conduetas y actividades que diferencian a mujeres y a hombres.
Tal diferenciacién es producto de un largo proceso histérico de
construceién social, que no sélo produce diferencias entre los
géneros femenino y masculino, sino que, a la ver, estas diferen-
cias implican desigualdades y jerarqufas entre ambos. Los es-
tudios de género utilizan una perspeetiva de andlisis de las
diferencias en general, que denuncia la légica binaria con que
se perciben, en este caso la diferencia sexual.
Mediante esta légica binaria la diferencia es conceptualizada,
en términos “0 el uno ool otro”. El quo se encuentra en el lugar —>
de Uno ocupa una posicidn jerérquica superior, en tanto el Otro
queda desvalorizado, Mediante esta operacién légica, en la que
sélo habria lugar para Uno, el Otro ocuparia una posicién
desjerarquizada. Asi Uno estard en la posicién de sujeto, mien-
tras que el Otro quedaré en posicién de objeto. Esta logica de la J
diferencia es desconstruida en los Estudios de Género, donde se
hace visible que esas oposiciones y jerarquias no son naturales
sino que han sido construidas mediante un largo proceso hist6-
rico-social. En este texto analizaré las marcas que deja el orde-
namiento de la desigualdad entre los géneros, en la construecién
de la subjetividad, femenina y maseulina.
El “género” como categoria de andlisis tiene varios rasgos
caracteristicos:
1. Es siempre relacional, nunca aparece deforma sislada sino |
mareando su conexién. Por ello, cuando me refiero a los Estu-
dios de Genero siempre aludo a los que remiten a las relaciones
entre el género femenino y el género maseulino. Hasta ahora, en
los Estudios de Género se ha puesto énfasis en que tales rela-
ciones son de poder (para Jane Flax [1990] se trata de relacio-
20
nes de dominacién). La mayoria de los estudios se han centrado
en la predominancia del ejercicio del poder de los afectos en el
‘género femenino y el poder racional y eeonémico en el género
masculino, Para estos fines, interesa analizar cémo se estable- |
cen estas relaciones de poder dentro del ambito farniliar y las
huellas que dejan en la eonstruecién de la subjetividad femeni-
nay maseulina.
2. Otro rasgo de la categoria género para tener en cuenta es “~
que se trata de una construceién histérico-social, 0 sea que se fue
produciendo a lo largo del tiempo de distintas maneras. Algu-
nas historiadoras, como R. Pastor (1994) sefialan que el diseur-
80 histérico ha implicado relaciones de subordinacién en las
significaciones del género, con un peso muy importante otorga-
do a institueiones tales como religiGn, criterios médicos y cien-
tificos, y aparatos juridicos.
3. Otro rasgo es que la nocién de género sucle ofteeer difi- “~
cultades cuando se lo considera un concepto totalizador, que
vuelve invisible la variedad de determinaciones con que nos
construimos como sujetos: raza, religién, clase social, etcétera. |
tucidn de nuestra subjetividad; por lo tanto, ef género jamas
aparece en forma pura sino entrecruzado con estos otros aspec:
tos determinantes de la subjetividad humana.
Algunas criticas que, desde la perspectiva del género, se
hacen a las disciplinas que enfocan conflictos familiares y
de la construecién de la subjetividad se refieren a los prin-
cipios esencialistas, biologistas, ahistoricos e individualistas.
Esencialistas son las respuestas a la pregunta “quién soy?” y
“qué soy?", suponiendo que existiera algo sustancial e inmuta-
ble que responderia a tales inquietudes. Esta pregunta podria
formularse mejor para lograr respuestas mas enriquecedoras,
por ejemplo “zquién voy siendo?”, con un sentido constructivista,
Los eriterios biologistas responden a estos interrogantes basén-
dose en el cuerpo, y asf asocian fundamentalmente la sujeto
mujer a la capacidad reproductora. Este eriterio biologista su-
pone que ser mujer es tener cuerpo de mujer, del cual se deriva-
rfan supuestos instintos tales como el maternal, el de brindar
21cuidados, el de nutrir, y otros. Los principios ahistéricos niegan
que alo largo de la historia los géneros hayan padecido notables
‘cambios, especialmente el fermenino, en su posicion social, poli-
tica, econémica, ¢ implicado profundas transformaciones en su
subjetividad; por el contrario, suponen la existencia de un “eter-
no femenino” inmutable a través del tiempo. Los criterios indi-
vidualistas aislan a las mujeres del eontexto social, y suzonen
que cada mujer, por separado y seguin su propia historia indivi-
dual, puede responder acerea de la construccién de su subjeti-
vidad.
Si bien me centraré sobre eémo incide la perspectiva del gé-
nero en las diversas configuraciones familiares y vinculares, y
sobre la construccién de la subjetividad sexuads, femenina 0
masculina, no deberia dejar de mencionar que la perspectiva del
género esta ligada a otros campos de aplicacién, por ejemplo, la
educacién, la legislacién, las préctieas médicas, lo eual permiti-
ré ampliar la perspectiva de dénde y cmo poner a operar los
conocimientos de género en las diversas disciplinas.
ANTECEDENTES DE LOS ESTUDIOS DE GENERO
Diversos autores han hecho criteriosos relevamientos que
permiten sefialar ciertas periodizaciones, Entre ellos, Gomariz
(2992) afirma que los primeros antecodentes de estos estudios
se refieren a la condicién social de las mujeres. Ya habia enun-
ciados de Platén y de Aristételes acerea de la *inferioridad” fe-
menina en contraposicién a la “superioridad” masculina, pero
fue a partir de la Revolucién Francesa y la Tlustracién (siglos
XVII y XVID cuando surgieron con énfasis en Europa, y mas
adelante en Estados Unidos, los valores de la modernidad,
explicitados en los términos “igualdad, libertad, fraternidad”, A
partir de esos principios, las mujeres comenzaron a reclamar
sus derechos como ciudadanas, con variada suerte, ya que alre-
dedor del siglo XX tales principios se les revelan esquivos, es-
pecialmente a partir del imperio de la rigida moral vietoriana,
predominante en Europa a partir de mediados del sigio pasado,
con implicaciones politicas, religiosas y cientificas. La ineiden-
cia de los valores victorianos en su époea fue de tal aleance, que
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llevaron a representaciones sociales de las mujeres como ma-
dres, esposas, virgenes (a partir de la concepcién marianista,
imperante desde mediados del siglo pasado) o fragiles y procli-
ves a la enfermedad (por ejemplo, en los estudios sobre la histe-
ria iniciados en el siglo XIX). Como modo de resistencia a
‘semejante posicién social y familiar de las mujeres surgen algu-
nas figuras femeninas que, integradas a los movimientos obre-
ros, reclaman participacién social y econémica igualitaria y
sostienen el derecho a la educacidn igualitaria para ambos sexos
(como Flora Tristén en Latinoamérica). También surgen muje-
rres que tienen peso y visibilidad en el mundo cultural, en la li-
teratura y las ciencias, pero a menudo deben esconderse detras
de nombres masculinos para dar a conocer su produceién, como
en el caso de George Sand, cuyo nombre era Aurora Dupin.
Hacia comienzos de este siglo, el clima intelectual fue hacién-
dose més permeable a la idea de la igualdad de derechos de las
mujeres, y fue adquiriendo peso el movimiento sufragista, que
se habia iniciado a fines del siglo anterior y que reclamaba el
derecho al voto para las mujeres. Junto con ese movimiento sur-
ge otro contrario, que insiste en confirmar a la mujer en el con-
texto familiar, y asociarla a la maternidad y al rol de esposa y
de ama de casa. Esta posicisn fue refrendada por algunas de las
ciencias sociales que comenzaron en esa época a analizar la di-
ferencia sexual (Sociologia, Pedagogia, Antropologia). La Segun-
da Guerra Mundial impulsa los movimientos de las mujeres, y
crea coyunturas favorables contra la diseriminacién por razones
de raza, religién o sexo, Con este impulso se extiende el derecho
femenino al voto a los paises occidentales que atin no lo habian
conseguido, incluidos los p:
a Argentina. También hacia los afios '60 sunge en los paises
anglosajones la llamada “segunda ola del movimiento femini
ta” (a primera habia sido la de las sufragistas), eon algunos |
antecedentes importantes como las reflexiones de Simone de |
Beauvoir (1957) en El segundo sexo. Las primeras criticas de
aquellas feministas se orientaban, en buena parte, a lo que con-
sideraban rasgos de la opresién patriarcal, en particular la_|
= dol hemisferio sur, entre ellos
sexualidad femenina enclaustrada en la esfera familiar yen la)
fanei6n reproductora, y consideraban a las mujeres factores de
estabilidad o inestabilidad social a través de su insercién en la |
23familia. Por esta época, observaciones antropolégicas de Lévi-
‘Strauss (1949) sugieren que la division sexual del trabajo es un
producto cultural para provocar la dependencia entre los sexos. _
Hacia mediados de los afios 60 surgen nuevos movimientos
sociales, especialmente en Estados Unidos, que tienden ala eri-
tica antiautoritarista, al incremento de oportunidades ecueati-
vas con mayores posibilidades de prosperidad econémiea.
Dentro de estos movimientos sociales se destacan el de los hi;
pies (pacifista), el de lucha contra la diseriminacién racial (ne-
gros) y religiosa (judios), y el de las feministas
avanzar en sus luchas contra Ia desigualdad social, beneficiado *
por el progreso de las técnicas anticonceptivas, que lograron
‘separar sexualidad de maternidad en el imaginario social y en
Jas préeticas de las parejas,
Hacia los afios "70 algunos sectores feministas radicalizados
sostionen que las mujeres son un grupo social que padiecs con-
diciones significativas de opresion en la sociedad patriarcal.
Una autora de esa década, Kate Millett (1970), en su libro Polf-
\tica sexual, establece que el patriarcado es un sistema politico
‘que tiene como fin la subordinacién de las mujeres. La familia
Seria la encargada de esta tarea, cuando la politica estatal no
es suficiente. También en esta década surge el Hamado “femi-
nismo de la diferencia” (Luce Irigaray, Annie Leclerc, H. Cixous,
‘Gulia Kristeva), que sostiene que ser diferente es lo que enaltece
a las mujeres: su irracionalidad, su sensibilidad y su sensuali-
dad se ubicarian por encima de los valores masculinos, También
defiende la maternidad y la ética diferente de las mujeres (“éti-
¢a de los cuidados”). Es durante esta década que comienzan a
instalarse en la estructura académieca de diversos paises del he-
‘misferio norte los primeros seminarios y departamentos de Es-
tudios de la Mujer, que instituciénalizan la produceién tedrica
Y las investigaciones relativas a las mujeres. En sus. comienzos,
los Estudios de la Mujer se proponian responder a los siguien-
tes interrogantes: a) {cémo entender la diferencia entre los
‘seX0s, sus origenes, sus implicaciones sociales?; b) {las teorias
vigentes permiten comprender esas diferencias, 0 meramente
reproducen los prejuicios y los estereotipos culturales?; c)en una
cultura donde la produccién de conocimientos ha estado predo-
minantemente a cargo de los hombres, {llevaria esta situseién
24
te ultimelogra | -
a una visién parcial y sesgada acerca de las mujeres?; d) si las
‘mujeres hubieran participado en la eonstruceién del conocimien-
to, gcudles serian sus supuestos basicos, sus eriterios de cienti-
ficidad, sus légicas, sus metodologias? En Buenos Aires, la
creacién del Centro de Estudios de la Mujer, en 1979, hizo de las
preguntas anteriores sus principios fundantes, Para quienes
fuimos sus protagonistas, los Estudios de la Mujer significaron
una revolucién del conocimiento, y hemos asistido a la presen-
cia numerosa y activa de una cantidad cada vez mayor de aca-
démicas preocupadas por estas problematicas, Su impacto se
produjo en nuestro medio basicamente en el eampo humanistico
y de las ciencias sociales, focalizsindose més en disciplinas tales
como Psicologia, Sociologia, Antropologia, Derecho, Letras, Fi-
losofia y otras. Desde sus comienzos se defini6 como una corrien-
te interdisciplinaria que utilizaba de modo heterogéneo diversos
‘marcos tedricos y metodolégicos.
sociedades industrializadas, demostraron tener li-
inherentes a la perspectiva unidireccional con que
encaraban su objeto de estudio. Una de estas limitaciones con-
sistia en que enfocar exclusivamente el problema de las muje~
res lleva a no tener una visidn de conjunto, ya que el Otro no es
pensado, significado ni desconstruido. Sin embargo, a pesar de
que esta situacidn produjo movimientos eriticos, igualmente se.
Teconocen entre sus logros: haber hecho visible lo que no se veia |
ena sociedad, poniendo en descubierto la marginacién social de
Jas mujeres; desmontar la pretendida naturalizacién de la divi
sign sexual del trabajo, revisando la exclusion de las mujeres ae
Ambito puiblico y su sujecién en lo privado, eteétera.
ie los aftos ’80 comienza a perfilarse una corriente més
bs
arcadora e incluyente que busca nuevas formas de construc-
jones de sentido, tratando de avanzar en las relaciones entre
lujeres.y varones, eon lo cual surgen los Estudios de Género. De
‘ma paralela un mimero atin reducido de hombres comenzé a
cuestionarse sobre la “condicién masculina”, esto es eémo la
cultura patriarcal deja sus marcas en la construceién de la mas-
gulinidad, afectando sus modos de pensar, de sentir y de actuar.
‘Algunos de estos estudios dan lugar a Ja llamada “nueva mas-
culinidad”,
25‘Los Estudios de Género aspiran a ofrecer nuevas eonstrue-
ciones de sentido para que hombres y mujeres pereiban su mas-
culinidad y su feminidad, y reconstruyan los vinculos entre
ambos en términos que no sean los tradicionales opresivos y
discriminatorios, todo ello basado en que el anlisis de los con-
fictos de los nuevos vinculos entre los géneros contribuiré a
establecer condiciones de vida més justas y equitativas para
ambos.
Estos proyectos, si bien loables, se encuentran dentro de
contextos culturales a veces muy tensionados por sus conflic-
‘0s, que en el momento actual se describen de modo muy ge-
meral como “conflictos de la posmodernidad”. A menudo se
relacionan los Estudios de Género con la llamada “cultura
posmoderna”, en tanto que los Estudios de la Mujer, y muy
particularmente el feminismo, se asocian al ingreso de las
mujeres en la modernidad. Esta aparece en el siglo XVII a
partir de la Revolucién Francesa, con los ideales de “libertad,
igualdad y fraternidad’, y la propuesta de ineorporar a todos
Jos sujetos sociales a la construceién de una sociedad orionta-
[da hacia un futuro de progreso. Sus valores inclufan el culto a
Ja raz6n, la dominacién de la naturaleza por parte del hombre,
el desarrollo industrial y teenclégico, eteétera. En este proyec.
to no participaron las mujeres; no fueron sujetos disehiadores
de esos valores sino sus auxiliares, mediante la configuracién
de una sociedad que delimitaba claramente, a partir de la Re-
volucién Industrial, el espacio publico (para los hombres) y el
espacio privado (para las mujeres). De esta manera se diferen-
ciaban perfectamente dos reas de poder: para los hombres, el
| poder racional y econémico: para las mujeres, el poder de los
| afectos on el ambito de la vida doméstica y de la familia nu-
|clear. Esta divisin de dreas de poder entre hombres y muje-
res tuyo efectos de largo aleance en la constitucién ée su
subjetividad, que iremos analizando a lo largo de este texto, En
el caso de las mujeres, su subjetividad se hizo fragil, vulnera-
ble, hasta llegar a caracterizarse como el “sexo débil”, para dar
cuenta de la representacién social acerca de la feminidad, como
efecto de aquella polities de exelusiones. Dentro de este con-
texto de la modernidad, surgen los grupos de mujeres descri-
tos anteriormente, que denunciaron su exclusién social y se
26
Propusieron ineorporarse de forma igualitaria a los espacios
extrafamiliares (por ejemplo, las sufragistas). En ese proyecto
de la modernidad, las primeras lnchas de mujeres apuntaban
acierta narrativa acerea de Ia emaneipacin y la liberacién de
sus condiciones de opresiGn. Esto se producfa dentro del con-
texto de las grandes narrativas de I modernidad, que supo-
nian que la huma acia la_en
universal, y que valores tales como el progreso y la igualdad
eran comunes a todos. También era propio de este discurso so-
cial la noeién de un sujeto universal, unitario, que se dirige ha-
cia un fin tnico. En el caso de las mujeres, algunos sectores del
movimiento feminista consideran que semejante proyecto de la
modernidad quedé inconcluso, mal logrado, pleno de fallas y en
situacién de crisis, Los actuales Estudios de Género hacen al-
gunas eriticas a aquella concepeién moderna acerca de la cons-
iecién del género femenino, y abandonan el proyecto de una
gfan teorfa explicativa sobre las condiciones femenina y mas-
culina, Se centran cada vez mas en investigaciones concretas
¥ especificas, con metas més limitadas. A partir de los afios’80
los Estudios de Género han eriticado las suposiciones de la de-
pendencia femenina universal y su confinamiento a la
doméstica, que constituirian extrapolaciones
empre cier-,
, de sectores,
te tienen un interés menor en las teorias sociales abarcadoras,
y los estudios se han vuelto més localizados y orientados temé-
ticamente. Estos principios serian acordes con la idea pos-
moderna acerca del fin de las grandes narrativas explicativas
de problematicas universales. Sin embargo, los Estudios de
Género conservan para sila poderosa base de-eritica social con
que se iniciaron los primeros estudios acerea de la condicién fe-
‘menina, especialmente la denuncia de las condiciones de des-
igualdad y de marginacién de mujeres y/o de hombres en
determinadas dreas de poder donde podrian desplegar su sub-
jetividad. También los Estudios de Género han coincidido con
la idea posmoderna de la pluralidad, la diversidad y la frag-
ign de los sujetos que analiza, En. esta linea, sugieren
tomar como punto de partida el andlisis de las practicas de la
vida eotidiana, de lo personal, de las subjetividades. A la vez,
27en la actualidad, los Estudios de Género eritican los discursos |
de la modernidad: a) por ser dualistas (dividen el universo que
estudian en sistemas “o...0"); b) por tener criterios hegeméni-
cos acerea de un sujeto mujer (“estudiar a la mujer”); c) por ser
universalistas y totalizadores (al considerar que lo uno repre}
senta al todo). Dentro de este contexto, también los Estudio:
de Génere adimiten la crisis de las representaciones socialed
al cuestionar la nocién de que existiria un tinico modo domi-
nante de representacién social para cada género. Un fenéme-
no que destacan los Estudios de Genero es establecer redes y
alianzas entre las diversas corriontes del género y con varia-
dos movimientos sociales, tales como los ecologistas, los pre-
ocupados por Ia calidad de vida, los interesados en la defensa
de los derechos humanos, eteétera. También debe seftalarse
las tendencias a la interdisciplina, a las *conversaciones”
entre las distintas disciplinas respecto de un objeto de estudio.
Las “conversaciones” no tienden a coneluir sino @ continuar
mediante acuerdos y desacuerdos: no se proponen conclusiones
ai sintesis sino puntos de llegada abiertos con nuevos interro-
gantes. Algunas autoras catalogan de posfeministas a quienes |
intentan positivizar la diferencia como expresion de un sujeto)
social minoritario, enfatizando la discusién entre quienes afi
man 0 niegan las eseneialidades como forma de entender 1
oposicién masculino-femenina (Tubert, 1995). El feminismo de,
la diferencia propone una mayor participacién de las mujeres
como consecuencia de estratos mas evolucionados del progre-|
so de la sociedad tecnoldgica, en sus modos de construccién de |
bienes simbélicos y de subjetividades, desde otra subjetividad
v con otro posicionamiento de la realidad, Se busea legitimar
subjetividades construidas sobre la base de la indagacién en la
“otra” corporeidad, en la palabra de mujer, en su imaginario,
conel objeto de resignificar los viejos significados patriarcales.
‘Nuestra insercién en América latina da pie a que nos pre-
guntemos: :podemos las mujeres latinoamericanas hablar
de posmodernismo desde nuestra realidad multicultural, mul-
tiétnica, de pafses periféricos? Sin embargo, pareceria que la ~)
polémica modernidad-posmodernidad no ha convocado central- {
‘mente el discurso feminista latinoamericano. Nuestra ambigua (
28
incorporacién latinoamericana a los procesos culturales de los
paises centrales nos lleva a interrogarnos sobre nuestra comple-
ja realidad: ;vivimos en una modernidad periférica, en una con-
fusa posmodernidad, o todos estos procesos coexisten de forma
trunca e inconelusa?
La complejidad de nuestra realidad latinoamerieana nos re-
vela que en nuestra sociedad coexistirian tres tipos de rasgos:
premodernos (francamente visibles en zonas del interior de
nuestro pais, especialmente en regiones donde es més evidente |
Ja feminizacién de la pobreza), modernos (como el avance masi- |
vo de las mujeres por incorporarse a la educacién y al trabajo |
remunerado) y posmodernos (como, por ejemplo, las problemé- |
ticas que padecen las mujeres que se someten a técnicas sofisti-
cadas de fertilizacién asistida), Esta coexistencia de rasgos de
distintos momentos histéricos hace que debamos agudizar nues-
‘ros criterios de andlisis para proponernos mayor refinaziento
al analizar estos fenémenos.
292. LA FAMILIA, ANTECEDENTES HISTORICOS
Y PERSPECTIVAS FUTURAS
Irene Meler
En el amplio marco del campo interdiseiplinario de los Estu-
dios de Género, nuestra perspectiva especifica ha sido el estu-
dio de 1a subjetividad sexuada. Durante muchos aitos la
subjetividad femenina atrajo nuestra atencién, y desarrollamos
andlisis que ineluyeron la impronta subjetiva de las relaciones
de poder entre los géneros sexuales, particularmente, las hue-
las de la subordinacién social en el psiquismo de las mujeres.
Recientemente hemos abordado el estudio de la subjetividad
masculina desde la misma perspectiva teériea que contempla
las relaciones existentes entre masculinidad y dominacién,
A partir de la recusacién del paradigma biologista y del cues-
tionamiento de la vertiente ahistérica del estructuralismo,
considero que la subjetividad se constraye en un contexto socio-
cultural que puede caracterizarse por su modo de produc-
ction,‘ el cual a su vez se articula con dispositivos institucio-
nales, posibles de ser estudiados en su legalidad espeeifica, y
con un universo simbélico, En este contexto significativo, las re-
resentaciones imaginarias hegem6nicas disputan la produesién
del sentido a las representaciones alternativas, ya que existen
1. Bl eoncepto ‘modo de produceién” ae debe a la perspectiva marxista. Al
‘ser mi especialidad el estudio dela subjtividad sexuada, recurriréacatogorias
{que me permitan pensar, sin que esto signifique adscibir de forma orgénica a
alguna corviente del pensamiento socal politic,
31diversos sectores dentro de una cultura compleja (Castoriadis,
1993)fLa subcultura que precede a cada sujeto propone deter-
minados valores que se tradueen en el nivel personal, en el sis-
tema de ideales propuestos para él yo asf como en el nivel eolec-
tivo dan origen a prescripeiones y proscripciones explicitas e
implicitas, que constituyen el cuerpo normativo que rige los in-
tercambios sociales.
Dado que la vida psiquiea surge y se desarrolla en una tra-
ma vincular que preexiste al nacimiento de cada sujeto, la fa
milia es un objeto de estudio privilegiado para su comprensién.
Esta es una tarea de la mayor importancia en un periodo que,
como el actual, se caracteriza por la transformacién acelerada
de las instituciones y de las subjetividades. La direccidn del
cambio es objeto de un debate donde se entrecruzan las postu-
ras apocalipticas, propias del fin del milenio, con preocupacio-
nes ms concretas acerca de eudl serd el camino a seguir en la
buisqueda incesante de mejores condiciones de existencia.
La indagacién de los estilos familiares de nuestro tiempo no
puede desligarse de una formulacién, al menos implicita, de
proyectos y preferencias. Dos preguntas importantes se refie-
ren a los criterios que sustentan las simpatias o los rechazos
por determinados arroglos familiares. ;Cual es el bien prote-
gido? y 2qué representacién elaboramos acerea del bienestar 0
el malestar de los sujetos? Nuestras fantasias, utopias o pro-
puestas acerea de Ja familia se formulardn de acuerdo con el
estilo de personalidad que valorizamos, la subjetividad que
preferimos.
La definicién elegida es de por si ideol6gica, y particularmen-
te prefiero optar, sohra eualquiar referencia iiusoria a estados
de felicidad, por privilegiar los arreglos que favorezcan que cada
sujeto desarrolle sus potencialidddes creativas en el curso de su
existencia?
2, Simone de Beauvoir propone este eriterio en su obra Rl segundo sexo, Por
otra parte, debo a la perspectiva de un psicoanalista inglés, Donald Winsiott,
el reonocimiento de la importaneia del desarrollo de la creatividad para expe.
rimentar Ia sensacién de bionestar subjetivo. El placer do crear ee diferercia de
otros deacontextualizado de los vinculos omeeionales, por st indice simbélica,
que cupone y a la vez promueve mayor complejided psiquica
32
La estabilidad, el orden y el respeto por las jerarquias, que
constituyeron los ideales del Antiguo Régimen europeo, en el
contexto de un anhelo creciente de democratizacién y un desa-
rrollo a veces exacerbado de las individualidades, son reempla-
zados por la propuesta de extender a la totalidad del cuerpo
social la meta del cultivo de si, Tomo esta expresién de M.
Foucault (1986) quien, en su estudio sobre las précticas y los
valores sexuales de la Grecia clésica, relaté que ésta fue la meta
existencial de los varones adultos pertenecientes a los sectores
ciudadanos. Hoy en dfa sigue siendo una propuesta estimulan-
te, siempre y cuando todos podamos aspirar a acceder a ella.
Las preguntas que dirigen esta indagacién son: zqué esta
ocurriendo en la familia contempordnea? y ebmo deberé evolu-
cionar a fin de favorecer un desarrollo més positivo y menos
patégeno para todos sus miembros?
Resulta evidente que la familia actual experimenta tensio-
nes y conflictos tanto en el vinculo de alianza entre mujeres y
varones, eomo en la relacién de filiacién, entre las generaciones.
Sibien nuestro interés se foealiza en la primera dimensién, tam-
bién es necesario articular el andlisis con la segunda.
En el estudio que realizamos acerea de algunas cuestiones
relacionadas con la familia y la subjetividad sexuada, que se
construye en ese dmbito, no es conveniente ofrecer un discarso
totalizador que ordene forzadamente la experiencia al darle una
coherencia que sin duda resulta tranquilizadora, pero que tie-
ne el inconveniente de congelar la indagacién. Mas bien brinda-
remos elementos que sirvan como herramientas teéricas para
sostoner interrogantes, facilitando futuras investigaciones,
TEORIAS SOBRE EL ORIGEN DE LA FAMILIA
‘Comencemos por pensar qué se entiende por familia, pregun-
ta que va unida a la indagacién acerca de su origen.
Los antropélogos evolucionistas tendian # pensar en un
proceso histérico que, partiendo de la horda indiferenciada, fue
instituyendo progresivas regulaciones que dieron lugar a la
forma actual de familiarizacién, caracteristiea de las llamadas
“sociedades avanzadas", y muchas veces considerada, con un
33etnoeentrismo que ya no se sostiene con conviecién, la forma
6ptima de agrupamiento familiar.
Puede haber debate entre los sectores conservadores ~que
suponen Ia existencia de una naturaleza humana, lo que daria
sentido a la continuidad de los arregios que mejor respetaran
sus supuestos invariantes- y sectores innovadores —que denun-
cian los aspectos opresivos de la organizacién vigente-, pero
ambos concuerdan en suponer la existeneia de una transforma-
cién a lo largo de la historia, evolutiva o involutiva segin las
opiniones, pero que no seria uniforme, encontréndose hoy algu-
nos pueblos en estadios superados por otros desde largo tiempo
tras. Entre otros pensadores, Freud y Engels coinciden en este
aspect,
Sigmund Freud, en la construecién mitica realizada en su.
obra Tétem y tabi (1913), imagina, siguiendo a Darwin, una
horda primitiva gobernada por un macho despético. El pacto
social habria surgido por un acuerdo realizado entre los hijos
varones, quienes luego de matar a su padre para tener acceso @
las hembras que aquél monopolizaba, aceptaron renunciar a
ellas a fin de evitar la rivalidad fratricida. De ese modo, se ins-
tauré la exogamia y con ella el intereambio social y la primera
regulacién legal eonsensuada entre los hombres, consistente on
la interdiecion del incesto.
Freud inicia su estudio basado en datos acerca de los abori-
genes australianos, quienes, organizados en elanes totémicos,
tienen prohibido comer a su animal totem que representa el
antepasado primordial y, a su vez, no pueden eonsumar unio-
nes sexuales dentro de su clan sino que deben emparentar con
mujeres pertenecientes a otros clanes. Froud relaeiona al tabi
del incesto con el crimen del padre primitivo, devorado por sus
descendientes, y comparte asf Ta hipdtesis de Morgan acarca de
Iaexistencia del matrimonio por grupos, previo a la monagamia,
En este sentido, es evolucionista, pero sus ideas sobre el tabi del
incesto se relacionan con el desarrollo de la antropologia
estructuralista, corriente te6rica que, en lugar de suponer un
proceso temporal evolutivo, busca leyes invariantes tras las in-
finitas variantes googréficas e histéricas, que permitan descu-
brir una estructura universal propia del parentesco humano,
Esta postura tiene como representante a Claude Lévi-
34
Strauss (1974), cuya obra a su vez realimentaré a la escuela
francesa de Psicoandlisis. En el texto freudiano, complejo y
multivoco en muchos aspectos, encontramos referencia a una
estructura invariante y universal, el complejo de Edipo. El
animal totémico es comparado con el animal temido en las
zoofobias infantiles, el cual se considera un representante sim-
bolico del padre odiado y amado de forma ambivalente. El
complejo de Edipo explica la existencia de dos ‘imperativos ca-
tegéricos” universales: evitar el parricidio y evitar el incesto.
Para Freud, el tabi del incesto salvaguardarfa la cohesién in-
terna del grupo o fratria, mientras que Lévi-Strauss considera
que su sentido es evitar la aniquilacién entre grupos rivales.
Ambos autores eoinciden en relatar la historia y explicar
la cultura en clave androeéntriea, sin dejar lugar para la
problematizacién de la reificacién de la mujer, que no se consti-
tuye en objeto de andlisis, ya que la consideran “natural”.
Respecto de Freud (1913, 1921, 1930), 61 explica el origen de
Ja familia en funei6n de Ia desaparieién del poriodo de celo y la
instalacién biolégica de la posibitidad de apareamiento sexual
en cualquier época del afio, lo cual determiné que los machos
desearan retener junto a {a la hembra objeto de su deseo, mien-
tras que ella se habria quedado al lado del macho tan sélo por
necesitar su proteccién y por amor a sus erias. En ningin mo-
mento aparece la imagen de la hembra humana como un ser con
incipiente subjetividad y mucho menos con algiin deseo erético
hacia el macho. De acuerdo con Ia ideologia de la época, la mu-
Jer es representada ante todo como madre.
Por el hecho de que la mujer suele ser el objeto de deseo del
hombre, Frend la asimila a la sexualidad, y confande la porcep-
cién maseulina acerca de ella con la subjetividad femenina, A
partir de tal supuesto imagina que existe una tendencia estruc-
tural en las mujeres a ser hostiles respecto de la sociedad, reve-
Jada en que pretenden retener a sus hombres en el interior del
cleo familiar, ya que su menor capacidad para producir e inte-
grarse a la cultura las lleva a rivalizar eon los intereses sociales
masculinos. Nos encontramos entonees con el curioso euadro de
un hombre que consintié en formar familia debido a sus urgen-
cias sexuales, pero que se distancia de ella a causa de su affin
sublimatorio, La eriatura femenina, reducida a su dimensién
35maternal, acepta con renuencia su postergacién en aras de obte-
ner amparo para su eria,
Segiin mi opinién, esta perspectiva freudiana es una
extrapolacién realizada a partir de una escena conyugal de la
‘Viena de los afios "20, extendida de forma abusiva para construir
una versicn explicativa de la prehistoria de la humanidad. La
clave del relato de Freud pasa claramente a través dela sexua~
lidad, y el lazo familiar se constraye a partir de las experiencias
erdticas de satisfaccién,
EL lazo social, asf como la produceién cultural, se sustentan
ena libido homosexual masculina sublimada. Freud no ha con-
siderado a las mujeres como sujetos sino sélo en su funcién de
objetos del contrato social y, segtin opina, los hombres, cuando
se aman entre sf lo suficiente como para cooperar, estan trans-
formando en sociabilidad su deseo homoerético originario.
Freud imaginaba que los machos de la horda primitiva, exclui-
dos por el macho dominante del acceso a las hembras, debian
satisfacer su sexualidad con uniones homosexuales. A esto agre-
6 que tal ver la consumacién erétiea asi obtenida les proporcio-
16 las fuerzas necesarias como para llevar a cabo el parricidio
originario, Bste es un comentario interesante, porque evidencia
la estrecha asociacién que percibe entre ejercicio del poder y sa-
tisfaccién sexual. El actual acceso al poder por parte de las muje-
res se asocia, efectivamente, con un mayor acceso al goce erético.
Federico Engels, en su obra El origen de la familia, la pro-
piedad privada y el Estado (1984), afirma:
‘Seguin la teoria materialista, el mvil esencial y decisivo al cual
‘obedece la humanidad en la historia es la produceién y la veproduc-
ion de la vida inmediata. A su vez, éstas son de dos clases. Por un
lado, la produecién de los medios de existir, de todo lo que sirve para
alimento, vestido, domicilio y de los utonsilios que para cllo se ne-
cesitan; y por otro, la produccién del hombre mismo, la propagacién
de la especie. Las institueiones sociales, bajo las que viver los hom-
bres de una época y de un pais dados, estin intimamente enlaza-
das con estas dos especies de produceién, por el grado de Gesarrollo
del trabajo y por el de la familia.
Siguiendo a Morgan, Engels considerd que la sociedad pri-
mitiva 0 las sociedades simples se reducen al parentesco, mien-
36
tras que en las sociedades complejas, donde se ha constituido el
Estado, el parentesco cede su importancia al orden de la propie-
dad, donde tienen lugar esos antagonismos y esas Iuchas de cla-
ses que componen hasta hoy tods Ia historia escrita.
A diferencia de Freud, Engels no naturalizé el estatuto so-
cial de las mujeres sino que elabor6 una hipétesis economicista
acerca de lo que calificaba eomo su derrota histérica, Seguin dijo,
a divisién sexual del trabajo, que parece atribuida al orden de
Ja natureleza, no implicaba jerarquia entre los géneros sexua-
les en las sociedades simples. Fue con el surgimiento de la agri-
cultura de arado y la ganaderia cuando los varones que se
dedicaban a estas tareas vieron aumentado su poder econémico
por la posibilidad de acumular excedentes de produccién y dis-
poner de ellos para el intercambio. Utilizando la légiea de las
relaciones de clase para entender los vineulos entre géneros,
supuso que estos nuevos ricos, una vez comprendido su rol en
Ja reproduccién humana, habrian utilizado su poder para ins-
taurar la monogamia y la filiacién patrilineal, ain de asegurar-
se la legitimidad de la descendencia y poder transmitir los
bienes que no aleanzaran a consumir a quienes pudieran consi-
derar extensiones de su ser, o sea sus hijos biol6gicos.
Al instaurarse la hegemonia de la descendencia patrilineal
y la residencia patrilocal, las mujeres vieron reducidos sus de-
rechos y restringida su sexualidad, y de este modo se inicié su
subordinacién secular, que se extenderia hasta la monogamia
moderna, caracterizada por la dependencia econmica de las
esposas, recluidas en el hogar y obligadas a una fidelidad pocas
veces correspondida.
Si bien se ha criticado el economiciamo de esta tesis, que
no toma en cuenta el rol diferencial de ambos sexos en Ia re-
produccién biolégica, tiene el mérito de ser sensible al conflic-
to y no naturalizar la dominacién, cosa que no puede decirse
del relato freudiano, eon excepeién de alguna obra temprana
(Freud, 1908), ya que, como dijimos, este autor consideraba que
el lazo social se establecia entre varones, mientras que las mu-
Jeres eran el objeto pactado, nunca su sujeto.
Claude Lévi-Strauss, en su articulo “La familia” (1974), re-
fat6 el criterio del evolucionismo biolégico, recordéndonos que
Ja familia monogdmica nuclear se encuentra tanto en socieda-
37des del nivel cultural més simple como en la sociedad actual. En
este articulo, el autor considers que existe consenso en que:
[J la familia, eonstituida por una unién més 0 menos duradera y
socialmente aprobada de un hombre, una mujer y loa hijo de am-
bos, es un fendmeno universal que se halla presente en todos y cada
uno de los tipos de sociedad,
Sin embargo, calificé esta hipétesis de simplista, Record6 la
oxistencia de organizaciones de la alianza y la reproduccion ta-
les como la que se encuentra entre los nayar de Kerala o los
bororo, que estén muy alejadas del modelo de familia nuclear,
asi como las familias poligamas. Lo tinico que consideraba ve-
rosimil es la constatacién acerca de que la familia conyugal y
monégama es un tipo de estructura muy frecuente, perono uni-
versal
Tratando de construir un modelo de la familia, lo considers
basado en las siguientes caracteristicas:
1) Tiene su origen en el matrimonio.
2) Esté formada por el marido, Ia esposa y los hijos nacidos
del matrimonio, aunque otros parientes puedan incluirse.
3) Existen entre los miembros de la familia: a) lazos legales;
'b) derechos y obligaciones econémieas, religiosas yde otro
tipo; e) una red precisa de derechos y prohibiciones sexuua-
les, a las que se suman aspectos psicolégicos.
Todas las sociedades diferencian entre uniones libres y legt-
timas, y es frecuente el rechazo del celibato. Esto se debe a la
division sexual det trabajo, que hace dificil sobrevivir sin pare-
4a, ya que los varones no dominan Las habilidades sociales feme-
ninas y las mujeres no tienen permitido aprender las tareas
masculinas, ambas indispensables para subsistir.
Lévi-Strauss concibié el matrimonio como una alianza entre
familias. A veces se enfatiza la alianza y otras la consanguinidad,
ppero los lazos se establecen entre linajes. La familia amplia es la
forma originaria, y la familia nuclear una restriecién que surge de
aquélla. Cuando la familia cumple muchas funciones sociales tien-
de a ampliarse, y cuando pierde funciones tiende a desaparecer
38
incluso por dehajo del nivel conyngal. Cité casos en que ni siquiera
se respeta la dualidad de sexos, como es el caso de los nuer, pueblo
afrieano donde una mujer de rango elevado puede ejercer la pater-
nidad social de los hijos de otra. En otros casos, Ia familia no se
dediea a a erianza de los hijos propios sino que los intereambia (in-
tereambio 0 fosterage). Tampoco superpuso la institucién familia
con la préetica de la sexualidad, ya que en muchas sociedades exis-
ten reglas de intereambio sexual extrafamiliar.
En su profundo estudio, este autor descubrié algunos princi-
pios universales de la unién matrimonial. Uno de ellos es cco
n6mico: la divisién sexual del trabajo. Este es un dispositive
universal, euyo contenido es arbitrario y contingente. Significa
que uno de los sexos debe realizar cierias tareas y tiene prohi-
bido aprender las propias del otro sexo. Consideré entonces que
1a finalidad de ese dispositivo es establecer la dependencia recf-
roca entre los sexos.
Otro dispositive universal es la prohibicién del incesto. Los
parientes interdictos por el tabti a fines de la unién sexual pue-
den variar, pero en toda sociedad conocida existe algtin tipo de
unién no permitida, Al respecto expresé:
(...Jexactamente de la misma forma que el prineipio de la division
sexual del trabajo establece una dependencia mutta entre los sexos,
obligéndoles a perpetuarse y a fundar una familia, la prohibieién
del incesto establece una mutua dependencia entre familias, obli-
‘géndolas, con el fin de perpetuarse a si mismas, a la ereacién de
‘nuevas familias [...] lo que verdaderamente diferencia el mundo
/humano del mundo animal es que en la humanidad una femilia no
podria existir si no existiera la sociedad, es decir una plaralidad
de familias dispuestas a reconocer que existen otros lazos ademas de
Jos consanguineos y que el proceso natural de descendeneia s6l0
puede llevarse a cabo a través del proceso social de afinidad,
Para explicar estas dos invariantes recurrié a una hipétesis
de Tylor, quien consideraba que con el fin de liberarse de la lu-
cha salvaje por la existencia habia que elegir entre “casarse fue-
ra de la propia familia 0 ser matado fuera del grupo”
Las reglas matrimoniales, muy divergentes de cultura en
cultura y en apariencia arbitrarias, expresarian la negativa so-
cial de admitir Ta existencia exclusiva de la familia biolgica,
39Otro principio general que enuncié es:
Se deberdn interpretar los sistemas de parenteseo y las reglas
‘matrimoniales como enearnacién de la regla de un tipo de juego
‘muy especial que cansiste en que grupos consanguineos de hombres
intereambian mujeres entre st
Si bien ensayé una débil referencia respecto de que seria
igual si el intercambio tomara como objeto a los hombres, no
cuestioné seriamente las consecuencias de su afirmacién ni la
dominacién masculina que evidencia. Esta cuestién fue reto-
mada posteriormente por las antropélogas feministas Rayna
Reiter (1975), Michelle Rosaldo y Louise Lamphere (1974),
Karen Sacks (1974) y otras.
‘Lo que resulta destacable en el pensamiento de Lévi-Strauss
es el énfasis en el intercambio, en la articulacién necesaria y a
la ver. antagénica existente entre familia y sociedad, y la tran-
sitoriedad de la estructura familiar en funcién de los cambios en
el ciclo vital y las nuevas alianzas. La frase: “La existencia de
1a familia es al mismo tiempo la condicién y la negacién de la
sociedad’, expresa la version antropolégica de lo que en el nivel
subjetivo el psicoandlisis deseribié como el drama edipico. E]
infante humano se debate entre su apego a los objetos de amor
primarios y el imperativo de desplazar su aspiracién amorosa
hacia sujetos pertenecientes a otras familias, 0 sea realizar una
eleceién exogmica.
‘Maurice Godelier (1990), un antropélogo marxista, cuestions
algunos supuestos en los que Lévi-Strauss basaba sus hipdtesis.
En primer término, diseutié la construecién de ese autor eonsis-
tente en sostener que en tiempos previos a la historia, los huma-
nos vivian agrupados en farniltas. Se inclind a considerer que lo
més probable es que existieran hordas 0 bandas constituidas por
hombres y mujeres, que controlaban un determinado territorio.
‘También discutié la idea de que la solidaridad humana haya
surgico a partir del miedo y el odio, relacionando esta postura con
una tradicién filoséfica que se inieia en Hobbes y en Rousseau,
que considera que la sociedad humana surgié de un contrato en-
tre individuos, el cual se fundé en una renuncia. Come vimos,
Freud se inscribié en la misma corriente de pensamiento.
40
Segiin Godelier, existié una intervencién humana delibera-
da en las regulaciones de las uniones sexuales, lo cual influyé
en la organizacién ulterior de la sociedad, La pérdida del perio-
do de estro en la hembra humana y la inmadurez inicial de las
crias, vineuladas al parecer a la encefalizacién pronunciada de
la especie, cambiaron las condiciones de existencia al ampliar
el campo de Ia sexualidad humana. Aumentaron tanto las rela-
ciones ocasionales como los apareamientos duraderos. Al respec-
to dice Godelier:
Al intonsificar las tensiones y eompetencias entre los hombres,
a ampliacién del campo de Is sexualidad produjo al mismo tiempo
tuna intensificasin de las formas de competicién y do jerarquia so-
ciales.
Lainstauraciéa del tabi del incesto responderia ala necesidad
de lograr que 1a sexualidad no interviniera de forma disruptiva
respecto de las jerarquias basadas en las diferencias sexuales y
etarias, a fin de garantizar la reproduecion de la sociedad.
El parenteseo es, desde esta perspectiva, una consecuencia de
la prohibicién del incosto, ya que es necesario registrar los vincu-
los filiatorios y consanguineos, para identificar las uniones per-
mitidas y diferenciarlas de las prohibidas. Estas relaciones,
especificamente humanas, se convierten en soporte de obligacio-
nes o derechos, y determinan la identidad social de los individuos.
Un aspecto particularmente interesante para nuestro propé-
sito es el cuestionamiento que realiz6 Godelier acerca de la na-
turalizacién oxistente en la teorfa de Lévi-Strauss respecto del
dominio masculino. Sin discutir los datos que indican que los,
hombres han dominado de diversos modos las sociedades huma-
nas, Godelier express:
Criticamos [..] su concepeién de la subordinacién social de las
mujeres como un heeho inscrito en ultima instancia en nuestra
naturaleza biolégica, un hecho que no puede transformarse en cl
curso de la evalucidn social del hombre,
La divisién sexual del trabajo, creada en principio en funeién
de la mejor supervivencia del grupo, generé diversas formas de
opresién y explotacién de mujeres y jévenes por parte de los
41hombres adultos, situecién que de ningtin modo es estructural
ni invariante. Godelier es, en este aspecto, un teérieo afin al pen-
samiento feminista.
Mis all4 de cualquier compromiso ideolégico, el cembio ac-
tual en el rol social de las mujeres hace necesario considerar
algtin desarrollo teGrico que tome como objeto la cuestién de
Ja subordinacién femenina y que no acepte la naturalizacién
androcéntriea, propia de los diseursos del psicoandlisis y del
estructuralismo. Pese a criticarlos, el pensamiento feminista
abreva en estas fuentes, sélo que las reinterpreta de forma cri-
tia.
Un aporte representativo para este fin os la contrihueién de
Gayle Rubin, en su articulo “EI tréfieo de mujeres: novas sobre
la ‘economia politica’ del sexo” (1975)
Esta autora consideré que los textos de Freud y de Lé
Strauss nos brindan un relato acerea del proceso social de
“domesticacién” de las mujeres, aunque ésa no fue la intencion
de los autores.
Definié asf lo que denomina sistema sexo-género:
Los arreglos mediante los cuales una sociedad transforma la
sexualidad biol6gica en produeto de la actividad humana, y en
Ja cual esa sexualidad asf transformada es satisfecha,
‘Segiin dijo Rubin, en contraposicién a la visién economieista
del marxismo, el psicoandlisis y el estructuralismo recanocen el
lugar social de la sexualidad, asf como las profundas diferencias
de la experiencia social de varones y mujeres. La primera teo-
ria ha servido para demostrar la forma especifica en que la acu-
mulaci6n de capital se beneficia con el trabajo no remunerado
de las mujeres, pero no es vélida para explicar el origen de la
subordinacién femenina. Destaeé, sin embargo, la importancia
que otorgaba Engels a las relaciones de sexualidad, diferencién-
dolas de las relaciones de produecién y vineuliindolas a la repro-
duceién de la vida humana.
Rubin considers que la sexualidad tal como la conocemos, in-
cluidos la identidad de género, el deseo sexual, la fantasia, los con-
ceptos de infancia, eteétera, es una construecién sceial. La
‘denominacién sistema sexo-género tiene como ventaja sucaréeier
42
neutro, ya que no esta forzosamente asociada a la dominacién
‘masculina. El término patriarcado se reserva para referinse a las
sociedades dominadas por patriarcas, tales como las tribus he-
breas, pero no se hace extensivo a todas las sociedades de dominio
mazculino, como las basadas en rituales de iniciacién masculina y
segregaciGn sexual. La denominacién. modo de reproduccién ha
sido elaborada extrapolando el concepto marxista de modo de pro-
duceién. Rubin destacé que la esfera piiblica, eonsiderada esencial-
mente productiva, contiene sus propios modos de reproduecién y,
ala ver, en la esfera privada definida como reproductiva, se pro-
ducen sujetos. Por estos motives prefirié acuftar la categoria de
“sistema sexo-género”, que tiene la ventaja de no ineluir la subor-
dinacién femenina como caracveristica estructural, por lo que per~
mite pensar en una modalidad organizativa de los géneros que no
‘implique jerarquia. Esta afirmacién resulta algo confusa debido a
Ja suposieién de la autora acerea de que en un futuro no existirén
Jos géneros sexuales como categoria social.
Los sistemas de parenteseo se fundamentan sobre formas
coneretas de sexualidad socialmente organizada y a la vez las
reproducen. Poreello los consider6 formas empiricamente obser-
vables de los sistemas sexo-género.
Opiné, al igual que otros autores:
En las sociedades preestatales, el parenteseo es el lenguaje de
la interaccién social, organizando la actividad econdmica, politica
y ceremonial, asi como el intercambio sexual.
Para muchos antropélogos, éste es el desarrollo que carae-
teriza al proceso de humanizacién.
Analizé la reelaboracion de Lévi-Strauss acerea de la teoria
del don o regalo de Marcel Mauss. Segiin Mauss (citado por
Lévi-Strauss), el intercambio de dones crea y sostiene el lazo
social y organiza la comunidad preestatal. Lévi-Strauss eonsi-
deraba que el don mas precioso pasible de ser intercambiado es
la mujer. Quienes las intereambian devienen parientes. Son los
‘hombres quienes se benefician con las alianzas y la acumulacién
de poder derivada de estos intercambios matrimoniales. Para G.
Rubin, el concepto de intereambio de mujeres resulta atractivo,
porque ubiea la opresién en los sistemas sociales en lugar de
43referirla a la biologia. Consideré que el trafieo de mujeres
existe hoy en dfa, y que si bien los hombres son también inter-
cambiados en las relaciones de poder, no lo son en su condicién
de hombres sino de subordinados.
Para esta autora, la cultura es, por definicién, inventiva, y
por lo tanto es posible pensar hoy bases alternativas para el
intereambio social en lugar del tréfico de mujeres. Sugirié estu-
diar las bases econdmicas de los vinculos sexuales, asi como la
construccién de la subjetivided sexuada, que se basaria en la
represion de determinados aspectos del self, vinculados a las
similitudes entre los sexos,
También se refirié a que un aspecto no explicito del tabti del
incesto es el tabi respecto de la homosexualidad, a fin de favo-
recer la alianza. Por lo tanto, el mismo sistema que oprime a las
mujeres y exige a los hombres, discrimina a los homosexuales.
Esto no exeluye précticas homosexuales rituales, como las em-
pleadas para masculinizar a los novicios, o précticas de eabio
de sexo, pero siempre sobre la base de la construccién social de
sélo dos géneros y su unién ritual
En cuanto a la sexualidad femenina, estos arreglos favore-
cen el cultivo de un estilo que responde al deseo de los otros, mas
que un deseo personal activo. La asimetria de género (la dife-
rencia entre intercambiador e intereambiado) implica la
constriceién de la sexualidad femenina.
Segtin Rubin, el psicoandlisis deseribe el residuo dajado en
los individuos por su particular vinculo eon las regulaciones de
la sexualidad en las sociedades en las que nacieron. E) psicoa-
nilisis norteamericano, cuya base epistemolégica es biologista,
considera que el desarrollo evolutivo esta pautado por una se.
rie de etapas que cl individuo debe atravesar. Esta corriente ha
entrado en confrontacién con los aspectos radicales del pensa-
miento feminist, por su cardeter politieamente conservador:
EI psicoandlisis ha devenido frecuentemente, mas que en una
teoria acerca de los mecanismos de reproduccién de los arreglos
sexuales, en uno de esos mecanismos. Sin embargo, prove un euer-
po te6rivo que deseribe e6mo los sexos han sido dividides y deforma-
dos y cémo los infantes bisexuales y andréginos se transferman en
varones y nifias. En ese sentido, el psicoandllsis es una teorfa ferni-
nista mangué.
44
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G. Rubin equipara el apego infantil respecto de la madre
durante el periodo preedipico a una posicién homosexual en
la nifia, a la que denomind “la lesbiana preedipica”. Este tipo
de interpretacién no coincide con los desarrollos de N. Cho-
dorow (1984) y E. Dio Bleichmar (1985), quienes considera-
ron, partiendo de los estudios de R. Stoller, que existe una
identidad de género temprana, diferenciable logicamente de la
direceién del deseo erético. La envidia félica tiene un earécter
genitalizado y lésbico para Rubin, mientras que el discurse freu-
iano s6lo destaca su aspecto narcisista. Si para Freud la nii-
ta es una especie de varoncito asexuado, para Rubin es un varén
en posicién féliea que desea a su madre. Entre las discipulas
de Freud, fue Jeanne Lamp] de Groot (1927) la psicoanalista
a quien el creador del Psicoanalisis debe la conceptualizaciin
acerea del lazo preedipico de la nifia con respecto a su madre.
Ella relacioné la envidia félica con el deseo de unién sexual
con la madre y la comprensién de su imposibilidad debido a
Ja similitud anatémiea. El relato freudiano es mucho menos es-
peeifico y adultomérfieo en este aspecto, y enfatiza los elemen-
tos narcisistas de la envidia félica femenina (Freud, 1931 y
1933).
‘Si seguimos a Rubin, pareciera que la tinica forma de resea-
tar las tendencias activas femeninas es no reprimir la corriente
psiquica homosexual. De acuerdo con Freud, los deseos dirigi-
dos a personas del mismo sexo estarfan presentes en todos los
sujetos, pero en la mayor parte de los casos quedarian reprimi-
dos debido a la hegemonia de los deseos heterosexuales, corres-
pondientes al complejo de Edipo positivo. En un trabajo anterior
(Meler, 1987) desarrollé la posible compatibilidad de la reten-
cin de actividad femenina eon el desco heterosexual. La acti-
tud pasiva de las mujeres en el amor y el erotismo va quedando
‘como un recuerdo del pasado, ya que correspondié a un periodo
histérico durante el eual esa modalidad de conducta expresaba
elestatuto femenino de objeto de deseo, quedando impedida la
asuncién de la subjetividad deseante para las mujeres. En la
actualidad, consideramos saludable la posibilidad de un inter-
{juego flexible entre los deseos ligados al dominio y las tenden-
cias a depender y abandonarse a la actividad del otro. ¥ ese
“otro” no es forzosamente la madre o las figuras que la represen-
45ten sino que puede ser, como ocurre en la mayoria de los casos,
un hombre.
Rubin analizé la versién lacaniana del eonflicto y de la es-
tructura edipica, que desprende el relato de toda referencia rea-
lista ingenua. Seguin esta postura, la castracién no es una falta
real sino simbélica: es un significado atribuido a los genitales
femeninos. Eso nos leva a reconocer que atin vivimos en una
cultura félica. El falo esta donde no estn las mujeres; es la on-
carnacién del status maseulino al que aeceden los hombres, y
que implica ciertos derechos, entre ellos, el de tener una mujer.
Es entonces una expresiGn de la dominacién masculina, y deja
profundas huellas en la subjetividad sexuada, entre ellas, la
envidia del pene en las mujeres. La autora describié lo que con-
sideraba el penoso camino hacia la feminidad, signado por la
renuncia a la madre, la autodevaluacién y la pasivizacién. So-
iin dijo, la feminizacién de le nifta implica violencia y deja un
saldo de resentimiento. Es la preparacién para vivir en la opre-
sion, La autora consideré que la teoria freudiana oftece una
deseripcién acerea de edmo la cultura falica domestica a las
mujeres. En este sentido es correcta, pero es necesario rechazar
su cardcter normalizador y prescriptive, ya que convalida ese
estado de cosas. Utilizada de forma eritica, proporeiona una
adecuada herramienta para entender y modificar el “sistema
sexo-género”.
fin de transformar la situacién en la que transcurre la so-
cializacién primaria de los nifios, modificando ast las condi-
ciones en las que se desarrolla el conflicto edipico, propuso
compartir la erianza entre padre y madre, de modo que los ob-
Jetos de amor primarios pertenezean a ambos sexos. EI desman-
telamiento de la compulsién cultural hacia la heterosexualidad
haria innecesaria la represiéit de los amores tempranos ¥ la
sobrevaluacién del pene. Si no hubiera intercambio de mujeres
ni géneros, el drama edipieo seria una reliquia, En suma, os
necesario modificar el sistema de parentesco, Este, por otra
parte, ha ido perdiendo funciones, quedando reducido a la de
construir el género.
Caracteristicas descritas como femeninas, tales como maso-
quismo, narcisismo y pasividad, le parecieron indicadores del
dano psiquico producido en las mujeres por el proceso de
46
feminizacién; por ello laments que los psicoanalistas no hayan
denunciado el carécter patégeno de lo que tan bien deseribian.
Propuso la eliminacién de los roles sexuales obligatorios, una
sociedad andrégina y agenérica (aunque no asexuada), en la
cual Ja anatom{a sexual resulte irrelevante para lo que uno es,
Jo que hace y con quien uno hace el amor.
Planted la necesidad de estudiar las formas especificas como
se produce el intercambio de mujeres en cada cultura, su rela-
cin con la acumulacién de riquezas y el poder politico, y cémo
se relacionan estas cireunstancias con el estatuto relativo de las
mujeres. Consideré necesario un anélisis que articule la sexua-
Tidad con la economia y con la politica.
LA FAMILIA OCCIDENTAL ACTUAL
Luego de este viaje por diversas teorias acerea del origen de la
familia, con referencia a pueblos exéticas, resulta necesario pensar
en nuestra familia, la familia occidental que conocemos. Para ello,
recurriremos a la obra de Edward Shorter, historiador norteame-
rricano, autor de El nacimiento de la familia moderna (1977).
Segrin dice en esta obra, lo que distingue a la familia nuclear
de otro tipo de familias es, mas que el mimero de integrantes,
tun aspecto subjetivo o intersubjetivo, y que caracteriza eomo un
sentido especial de solidaridad que separa la unidad doméstica
de la comunidad que la rodea.
‘Sus miembros [...] se sienten participes de un clima emocional
que deben protager do la intrusién ajona, por media de Ia privaci-
dad y el aislamiento.
Para este autor, no debemos buscar la clave de la retraecién.
familiar respecto de los lazos con la comunidad en el amor ro-
méntico, ya que éste surgié primero en las clases bajas, libres
de las constrieciones de la alianza debido a su eareneia de recur-
808 materiales, sino que el nticleo de formacién de la familia
nuelcar fue la relacién entre la madre y el hijo. La domesticidad
surgié sobre la base de la creencia en la necesidad de un ambien-
te protegido para la crianza.
47En el Antiguo Régimen, los grupos de pares organizados so-
bre eriterios de edad y sexo eran grandes organizadores de la
vida social. Los més visibles eran las agrupaciones juveniles, Su
impertancia variaba segiin la regién: en Escandinavia supera-
ban la influencia de las familias en la concertacién de alianzas;
en el mundo anglosajén Ia familia las superaba en influencia,
mientras que Francia presentaba una situacién intermedia,
Luego de contraer matrimonio, la vida social de los hombres
giraba en torno al bar o pequefios clubes privados maseulinos,
Las mujeres, por su parte, organizaban veladas destinadas a
realizar trabajos manuales, durante las cuales conversaban a fin
de intercambiar informacién.
Los nacimientos, las bodas y los funerales eran acontecimien-
tos comunitarios. Los grupos de pares participaban en las eere-
smonias. Para penalizar las transgresiones, la comunidad recurria
una técnica llamada katzenmusik, charivari o eencerreda, me-
diante la cual se obligaba en ocasiones al transgresor a pagar
multa o, en otras, se limitaban a aturdirlo con ruidos cacofénieos
considerados una sancién moral. Lo que penalizaban cran las
transgresiones al orden social, por ejemplo, cuando un marido no
controlaba el adulterio de su mujer, se impugnaba el dominio
‘masculino o se traian al mundo nifios bastardos, se alteraba el
régimen de alianzas. La violencia femenina ora castigada con
mayor velocidad y énfasis que la masculina, la que sélo era pena-
lizada durante un mes especialmente dedicado a las mujeres. En
las ciudades, se hacia objeto de cencerradas, por ejemplo, a los
jornaleros que se easaban con las viudas de sus amos. De este
‘modo, el grupo corregia o expulsaba a los individuos.
Dice Shorter:
El amor roméntico aparté ala pareja de la supervisién sexual
comunal y los hizo volver al afecto. El amor materno ereé un nido
sentimental dentro del eual se ceultaria la familia modernay apar.
1a muchas mujeres de su compromiso con la vida comunitaria,
‘Mais allé de eso, la domesticidad apart6 a Is familia en su tetalidad
de Ia interaccin tradicional con el mundo que la rodeaba.
La domesticidad surgié en Europa a fines del siglo XVII y
comienzos del XIX, en los sectores medios. Fueron las costum-
48
bres derivadas de|la mejoria del estilo de vida de los sectores
medios las que alejaron a los pobres de las veladas comunita-
rias. Es decir que, aunque Shorter centra lo que llama ‘la re-
volucién sentimental” en los afectos, existen determinantes
socioecondmicos, relacionados con el proceso de estratificacién
social de sectores que previamente eran més homogéneos.
Shorter considera que el combate entre la comunidad y la
domesticidad fue ganado de forma definitiva por esta iiltima
durante el periodo entre ambas guerras mundiales. Como an-
tecedente de esta mentalidad, sefiala que “Hogar, dulee hogar”
fuo una frase que comenzé a ofrse en 1870.
Describe como la pareja se ha retirado casi completamente
de la vida comunitaria, reforzando sus relaciones eon los padres
¥ los parientes préximos. La cohesién familiar del Antiguo Ré-
gimen se debfa a la importancia del linaje, pero no habia afec-
tos positivos fuertes que hegemonizaran la relacién y superaran
el odio, surgiendo con frecuencia disputas por cuestiones patri-
moniales.
Segtin este autor, durante el siglo XX, en los afios sesenta y
setenta, se registré un incremento de la cantidad y la ealidad de
Jos vineulos de parentesco. Las relaciones con otras parejas
constituyen una especie de ampliacion de los lazos de familia.
En las clases bajas, la retraccidn al ambito privado es menor. Un
historiador francés, J. Donzelot (1990), afirmé que se ha estimu-
lado este proceso con el objetivo de romper las viejas solidarida-
des comunitarias y regular asi las tensiones sociales.
Shorter considera que la relacién con los parientes no reem-
plaza los antiguos vinculos comunitarios. Mas bien se los ve
como amigos, y ac privilegian los aspectos emocionales de los
vinculos.
En cuanto a la préctiea de la sexualidad, de acuerdo con
Shorter, el erotismo no era demasiado importante en la vida de
Ja pareja tradicional. Tampoco habfa un nivel elevado de adul-
terios, por lo que se puede saber. El adulterio masculino era
minimo y el femenino casi inoxistente. La cohabitacién con al-
guna sirvienta tenia por objeto cuidar a la esposa de los muilti-
ples embarazos. Eso est muy alejado de la idea contempordnea
de adulterio, que implica participacién activa de las mujeres y
biisqueda de amor.
49En el periodo entre 1850 y 1914 las parejas se erotizaron y
un indieador de esta situacién fue el derecho de la mujer al or-
gasmo. Las clases bajas precedieron en este camino a los secto-
res medios, ya que las uniones se concertaban basades en la
atraceién mutua. En las clases medias, donde la transmision del
patrimonio habia decrecido pero no desaparecido, la nevesidad
de continuidad familiar favorecié la primacia del amor de las
madres hacia sus nifios y 1a domesticidad se constrayé en torno
a la diada madre-hijo.
En el siglo XX el coito dejé de ser estacional, y se volvié par-
te de la experiencia cotidiana de la vida conyugal.
Durante la década del ’60, se asistié en Estados Unidos a
una revolucién espectacular de las practicas sexuales. Subié el
nivel de actividad erdtica, por ejemplo, se incrementaron los,
indices de autoerotismo y de coito. La duracién del ecito au-
menté, subiendo hasta diez minutos. Lo mismo ocurrié con la
préctica del sexo oral. El Informe Hunt nos revela que un cuar-
to de las parejas norteamericanas, en 1970, practicaban el coi-
to anal. Ante estos datos, Shorter se pregunta si no se trataré
de manifestaciones de explotacién sexual de las mujeres, lo
cual revelaria la persistencia de su estatuto subordinado reci-
clado bajo un ropaje erstico, pero coneluye que noes asi, va que
sien 1907 las tres cuartas partes de las mujeres no habian
experimentado orgasmos, Kinsey relata que el 45 % de las es-
posas en su decimoquinto afio de matrimonio casi siempre te-
njan orgasmos. Ademds, se manifestaban satisfechas y no se
quejaban de los requerimientos maritales. Por el contrario,
Shorter considera que la demanda femenina es responsable del
aumento del indice de impotencia masculina
El precio de esta erotizacién de la vida cotidiana ha sido el
abandono de una vida emocional significativa fuera del hogar y
el aumento de la inestabilidad de las relaciones conyugeles.
Shorter relaciona lo que él llama la revolucién sentimental
con el capitalismo como modo de produceién. Destaca la desapa-
ricidn de las restriceiones al comercio antes impuestas por los
gremios, lo que favoreeié el aumento del nivel material de vida,
que se produjo a posteriori del periodo de sobreexplotacion i
cial y el surgimiento del proletariado industrial. Relaciona la
organizacién desregulada del mercado, el aumento de la produc-
50
cién y la proletarizacién como los faetores determinantes del
aumento de la ilegitimidad y el surgimiento del amor en el no-
viazgo. El eapitalismo fomenta la individuacién y el egoismo, lo
que favorecié priorizar la satisfaccién de los deseos personales
en lugar de los lazos y las obligaciones comunitarios, La biisque-
da de felicidad personal se emprende a través de la valorizacién
del romance y, segtin este autor:
‘Se busca en los ojos de otra persona con la esperanza de encon-
trarse a sf mismo,
La posibilidad de las mujeres de conseguir empleos pagos les
Proporcioné un estatuto de mayor autonomia con respecto a la
proteccién y el control familiar y comunitario, Io cual aument6
su biisqueda de amor y sexualidad. Los que poseian eapital, si-
guieron supeditando el sexo al interés, pero quienes no tenfan
nada que perder pudieron perseguir ohjetivos personales, una
vex liberados del control comunitario.
La migracién de mujeres jovenes se debié a la posibilidad de
obtener empleo lejos de su lugar de origen. Seguin Shorter, existe:
{...] una intima relacién entre el trabajo capitalista, la huida de los
controles familiares y el deseo de libertad [...] esas cosas vinieron
juntas en el siglo XVIII, e hicieron, especialmente para las mujeres
{j6venes, del “amor roméntico” la contrasefia de autonomfa personal
El amor maternal, en cambio, surgié en los sectores medios
anticapitalistas. Ellos experimentaron un aumento mayor y
més rapido del nivel de vida. Mantenian, sin embargo, el de-
seo de transmitir herencia a las generaciones siguientes. F]
crecimiento econémico liberé a las madres de la necesidad des-
esperada de trabajar, por lo que pudieron dedicarse mas al
cuidado de los ninos y menos a la produccién. La acumulacién
de riqueza y los avances médicos junto a la provisién de euida-
dos maternos mas adecuados a las necesidades infantiles dismi-
nuyeron la mortalidad infantil. Ast comenz6 un proceso también
descrito por otros autores (Donzelot, 1990; Badinter, 1981) que
se caracteriz6 por la definicién social de las mujeres en funcién.
51de su rol maternal, a las que se asignaba la tarea de producir
sujetos.
El capitalismo destruyé los lazos comunitarios y favorecié el
repliegue de la familia sobre sf misma. La movilidad de las pobla-
ciones relaj6os controles comunitarios y la autoridad eclesistica.
Eso favoreeié, de forma indirecta, la autonomia de las mujeres.
En euanto a Ja familia posmoderna, Shorter describe tres
aspectos cambiantes:
* El corte de los lazos entre los jévenes y los mayores.
+ La inestabilidad de la pareja,
+ Laliberacion de las mujeres, que implica la demolicién de
Ja idea del hogar como nido 0 refugio.
Actualmente, el grupo de pares retoma la tarea de socializar
a los adolescentes, lo que debilita la influencia de los padres.
Aparece la “brecha generacional”. A diferencia de los grupos ado-
lescentes del Antiguo Régimen, los adolescentes de hoy no estén
integrados sino que eonstituyen una subcultura separada.
Desde mediados de la década del sesenta, los indices de
divorcio han aumentado espectacularmente en los paises oeci-
dentales. Al contrario de lo que algunos sectores consideran, no
es la familia la que se esta destruyendo, porque muchos divor-
ciados vuelven a casarse. Lo que no se sostiene es la idea do la
unién de por vida. Lo que se debe a:
* la tendencia actual hacia la biisqueda de placer erstico.
‘+ Ia independencia eeonémiea de las mujeres.
Concluye Shorter: :
La familia nuclear se hunde [..]y ereo que sera reemplazada
por Ia pareja libre, una diada marital sujeta a espectaculares
fisiones y fusiones, y sin los satélites orbitales de los hijos puberes,
Jos amigos intimos o los vecinos[.. solo los parientes, disimulados
en el fondo, con sonrisas amistosas en sus rostros.
Es dificil para nosotros prever el curso futuro de los arreglos
familiares, ya que intentamos analizar un proceso en el que es-
52
tamos inmersos y que afecta profundamente a nuestras vidas y
alas de nuestros consultantes, amigos y parientes. Sin embar-
80, esta tarea resulta imprescindible a fin de promover la salud
¥ evitar, en lo posible, un exceso de trastornos personales y fa-
miliares. El andlisis histérico que nos ofrece Edward Shorter
permite reflexionar acerca de las transformaciones familiares y
los factores que influyen en ellas, proporcionando asi un susten-
to amplio para las reflexiones acerea de la subjetividad.
RELACION FAMILIA-ESTADO.
De todo lo antes expuesto se desprende que existe una es-
trecha relacién entre la forma de familiarizacién y la organi-
zacién social en su conjunto. La expresién corriente que se
efiere a la familia como “la célula bisica de la sociedad” ha
sido leida en su sentido elementalista, suponiendo que el taji-
do social se arma sobre la base del agrupamiento de familias
diseretas, Si compartimos algunos prineipios generales de la
erspectiva estructuralista, veremos que los mismos principios
onganizadores de la produccicn y las instituciones sociales inci-
den en el estilo o los estilos familiares prevalecientes. Conti-
nuando con la metfora biologista, son la estructura y la funcién
del tejido las que condicionan la morfologia celular.
La consulta de la obra de Jacques Donzelot, La policta de las
familias (1990), resulta esclarecedora para explorar la articu-
lacién entre familia y estado.
Seguin este autor, la familia pudo haber sido un mecanismo
destinado a mantener el orden establecido durante el Antiguo
Régimen,? ya que la sociedad era autoritaria, patriarcal ¢
inmovilista. Luego de ese periodo, los dispositivos de regulacién
3, Donzelot no considera necesario aclarar eudl es e] periodo de la historia
al que se refiere como “Antiguo Régimen”. Se entiende que éste llega hasta la
Revolusién Franceea.B. Shorter denomina a los siglos XVI y XVII los viejos y
‘tals tiempos’. Al parecer, éstees el periodo en el que numeroscs autores in
sian eus estudios para determinar los antecedentas dela organizacia familiar
contemporsnea,
53hhan sido mas méviles y flexibles, adecuéndose a la democrati-
zacién creciente.
Considera que la retraceién al ambito privado y la raptu-
ra de los lazos comunitarios que deseribe Shorter fueron
estimuladas por los sectores dirigentes para evitar la insu-
rreecién y el surgimiento de reclamos politicos. La constraecién
de viviendas populares y el estimulo a regularizar los matri-
‘monios en los sectores desposefdos tendieron a reforzar el rol
de las mujeres, a fin de que ellas controlaran la conducta de
sus maridos y los alejaran de los bares y otros lugares puibli-
cos, semilleros de desérdenes gestados por el descontento de
Jos hombres jovenes. Hoy en dia vemos como contintia esa es-
trategia en nuestro conurbano bonaerense, donde se entregan
Jas escrituras de propiedad de los terrenos habitados en al-
ggunas zonas, contra la presentacién de la libreta de macrimo-
La visién de Donzelot deja muy poco espacio para el estudio
de los aspectos subjetivos del micleo familiar, ya que se feealiza
en la relaciGn familia-estado y en la necesidad de regular las,
tensiones sociales.
Més adelante retomaré u anslisis de dispositivos tales
como la Escuela para Padres, que serd de gran utilidad para el
estudio de los recursos sociales destinados a la promocién de la
salud familiar.
Segrin mi opinién, es necesario relativizar una cierta visién
centrada exclusivamente en Ia acumulacién de poder, que lleva
a Donzelot a considerar el surgimiento del psicoandlisis sélo
como otro dispositivo de control. Por cierto, e] examen de los
aspectos ttiles a la regulacién social de los dizeursoe cientifieos
hha sido un logro reciente y necesario. Pero debemos evitar re
ducir la riqueza de la experiencia a esta tinica cuestién, mante-
niendo abierta la interrogacisn acorea del futuro de la familia,
y de cémo serdn satisfechas las demandas de afecto e intimidad,
aalianza ante el desamparo, solidaridad y erianza de los ni‘ios en
l future.
Laura Balbo es una sociéloga y politica feminista iteliana,
que en su obra Stato di Famiglia. Bisogni Privato Collettivo
(1976), considera que:
4
‘Analizar la familia significa plantearse el problema del proceso
de produccién y reproduccién de la fuerza de trabajo, o mejor, tra-
duciendo este nivel abstracto a términos cotidianos y coneretas,
describire interpretar cémo se vive y sobrevive en nuestra sociedad,
e6mo se nutre, erece y socializa.
La perspectiva de esta autora consiste en relacionar la fami-
lia de nuestro tiempo con el particular modo de produecién y de
onganizacién politica del capitalismo en su fase actual. Ya en el
‘momento de publicacién de su obra, hace mas de veinte afos, se
pereibia la crisis del estado asisteneial, que actualmente se ha
desplegado en toda su profundidad. Existe un deterioro compa-
rativo de las condiciones objetivas de vida de la mayor parte de
la poblacién. El anélisis de la familia, como dispositivo institu-
cional y de los vineulos que se establecen en su seno, se realiza
en este contexto, Emergen nuevos sujetos de demanda politica:
los jovenes, las mujeres, los marginales, los desempleados, los
jubilados.
Seziin L. Balbo, la construceién de la subjetividad se relacio-
na estrechamente con el modo de produccién. En el capitalismo,
los adultos son socializados para pensar en el bienestar de su
propia familia, y los nitios y los jévenes, para depender casi ex-
clusivamente de ella. Esta autora enfatiza la construccién del
mundo privado en oposicién al pablico y el establecimiento de
profindos lazos de lealtad (0 su reverso, la rebelién) en oposi-
cién a la solidaridad comunitaria,
La perspectiva de Balbo es fuertemente economicista, y los
conflictos vinculares y subjetivos derivan de situaciones tam-
bién conflictivas entre las estrueturas productivas y las ins-
tituciones y procesos relacionados con la satisfaecién de
neeesidades. La repiesentacién consensual de lo que es conside-
rado necesario ha mejorado, y existen expectativas generaliza-
das de cierto bienestar minimo considerado un derecho, lo que
aumenta el conflicto cuando existe una imposibilidad estructu-
ral para su satisfaccion por parte de amplios sectores sociales.
La autora ofteee una vision histériea acerca de la relacién
entre la institueién familiar y el modo de produceién para la
subsistencia. Toma el caso de la Inglaterra preindustrial a fin
de mostrar el peso prevaleciente de la actividad productiva fa-
55miliar y la subordinacién a ella de los arreglos relativos a la
satisfaccién de necesidades.
En la familia dedicada a la produccién textil, agricola 0
artesanal, el trabajo determinaba el rol de adultos y nifios, y de
varones y mujeres. Todos eolaboraban en la produccién yi bien
existfa una division de funciones y una jerarquia entre los gé-
neros y las generaciones (el padre dirigfa la industria domésti-
ca, los varones tejian; las mujeres generalmente hilaban, y
los nifios ayudaban), no habia una divisién sexual del traba-
jo tan polarizada como se registré luego de la Revolucién In-
dustrial, ni la separacién entre infancia y adultez estaba tan
institueionalizada como en Ia actualidad, al menos en los secto-
res integrados en el sistema. La esfera publica no se habia dife-
renciado claramente de la privada y la relacién entre produccién
de recursos y satisfaccién de necesidades no se habia constitui-
do en un problema politico por falta de una representacién ¢0-
lectiva de la satisfaccin de necesidades basicas como un
derecho ciudadano,
Como se ve, si bien esta perspectiva toma como eje explica-
tivo el sistema de produccién, también considera la influencia
de Io que los historiadores franceses han Hamado “las mentali-
dades”.
Balbo considera que la Revolueién Industrial destruy6 la fa-
milia de la clase obrera. El periodo inicial de acumulacién capi-
talista se caracterizé por la explotacién brutal de las masas
operarias y campesinas. E} trabajo femenino ¢ infantil no res-
petaba las diferencias biolégieas y evolutivas, y las condiciones
de vida eran deplorables, tal como lo describe F. Engels en su
obra sobre la condicién de la clase obrera en Inglaterra. La fa-
miilia industrial no fue més la sede de actividades productivas,
que pasaron a desarrollarse en las fébricas, mientras que se
redujeron al minimo las actividades de cuidado y asistencia de
sus integrantes. En ese contexto de superexplotacién, el agru-
pamiento familiar se mantenia con el propésito de favorecer la
mera subsistencia, y los vinculos emocionales experimentaron
un proceso de maximo empobrecimiento, dadas las agobiantes
condiciones de existencia.
En el capitalismo avanzado, la familia vuelve a ser sede de
actividades que, aunque aparentan ser internas, resultan re-
56
levantes para el sistema productivo. La educacién, el cuidado,
Ja asistencia de los integrantes de la familia, aunque auxilia-
dos por institueiones externas que asumen parte de la tarea,
tales como escuelas y hospitales, constituyen la funcién actual
de la familia, centrada en la satisfaceién de necesidades pri-
vadas.
Las mujeres, antes integradas en la produccién de forma
indiseriminada, se constituyen en especialistas del ambito pri-
vado; el eapitalismo, en ese periodo, se caracteriza por una es-
tricta divisién sexual del trabajo. Segin Balbo, lo que se ha
considerado “funciones de consumo” consiste en triimites insti-
tucionales indispensables para utilizar los bienes provenientes
del sistema productivo. Las mujeres organizan estos recursos y
gestionan con estos fines las relaciones con otras instituciones,
En la fase avanzada del sistema capitalista resurge el inte-
rés por la organizacién familiar, y los sectores dominantes
Promueven una familia obrera organizada y disciplinada de
acuerdo con ¢] modelo de la familia burguesa.
La responsabilidad de acceder a recursos a los que todos
aspiran, pero que son escasos, resulta privatizada, y se asigna
cada familia la responsabilidad por lograrla. Desde esta pers-
pectiva, las nuevas profesiones -tales como médicos, trabaja-
dores sociales, educadores (a los que también se refiere J.
Donzelot)~ elaboran normas de comportamiento destinadas a
esta finalidad.
Dice Balbo:
Haber demandado a a familia, institueién * privada”, la respon-
sabibidad de la satisfaccién concreta de ae neceridades co un "ha-
azgo” fundamental, que consigue saldar el equilibrio entre dos
términos: recursos y necesidades.
De ese modo se construye una representacién de lo privado
asociado a lo competitive, que es contrapuesto a lo coleetivo, a
lo que se agrega el sentido de “no politico”. Recordemos que
esta definicién consensual fue impugnada desde el pensamien-
to feminista a través de la eélebre frase “Lo personal es politi-
0”, con la cual se pretendia expresar la estrecha articulacion
percibida entre la subjetividad, los conflictos privados y las
57condiciones de vida espeeificas para las mujeres en la sociedad
oceidental actual.
De acuerdo con el planteo de Balbo, las mujeres de los s:
tores medios se ven constreftidas al desemperio del rol dom
tico, debido a la escasez de recursos comunitarios destinados
al cuidado de los nifios, a la neeesidad incrementada de rea-
lizar gestiones burocraticas relacionadas con el sistema de
salud y el educativo, etcétera. Son las mujeres provenientes
de sectores acomodados quienes pueden integrarse al merea-
do de trabajo extradoméstico y obtener recursos propios, en
algunos casos delegando en otra adulta algunas de sus fan-
ciones hogarefias, en otros, recurriendo a familiares o a
instituciones de buena calidad; mientras que las mujeres
de sectores desposefdos realizan trabajos de todo tipo a
expensas de la calidad de la vida familiar y del abandono
de sus nifios. Aun cuando las mujeres se incorporan al tra-
bajo remunerado, el mercado esta segmentado; muchas de
ellas son trabajadoras de tiempo parcial, con tareas escogidas
en fancién de Ia flexibilidad que les permita hacer compati-
bles el trabajo y las obligaciones familiares. De este modo, su
ingreso es complementario, y se reproduce de modo atenuado
la divisién sexual del trabajo. Respecto de esta cuestién, se ha
realizado entre nosotros un estudio acerca de mujeres profesio-
nales, que compara las estrategias de vida y las actitudes de
profesionales que priorizan su carrera y que, por eso mismo,
aleanzan resultados més satisfactorios en el trabajo, con el
estilo desarrollado por quienes privilegian su rol maternal y
doméstico, desarrollando su profesidn de forma subordinada a
Jo que consideran su responsabilidad principal (Ana Maria
Fernandez, 1993). Este tipo de estudios permite comprender
que no son s6lo los determinant’ relacionados con la condicién
social los que inciden en la inserciGn laboral y el rol familiar
de las mujeres, sino que es necesario tener en cuenta los fac-
tores més especificos, relacionados con los valores familiares,
las expectativas respeeto de las mujeres y las respuestas per-
sonales de cada sujeto a su contexto. En el mismo sentido, re-
sulta ilustrativo un trabajo de Lidia Heller y Susana Ruiz
(1992), donde se analizan las condiciones familiares de las mu-
eres exitosas en el aspecto laboral.
58
Elestudio de Balbo destaca el nexo existente entre familia y pe-
riodo histérico, asi como entre familia y sector social. Es interesan-
te recordar que incluye una investigacién focalizada en las
relaciones intergeneracionales, basada en entrevistas con estu-
diantes mujeres de la Facultad de Ciencias Politicas de la Univer-
sidad estatal de Mildn, Balbo destaca que nuestra sociedad
mantiene a los j6venes de sectores medios en un estatuto de no
productividad econdmiea, en una posicién de marginalidad res-
pecto del sistema politio, reprimidos en la esfera sexual y subor-
dinados a un indefendible sistema de autoridad. Es en este
aspecto en el que se hacen més evidentes las profundas transfor-
‘maciones acaceidas en los tiltimos veinte afios, ya que esta carac-
terizacién, si bien no ha sido superada totalmente, en buena
medida ha quedado atrés, sino a nivel de la insercién ocupacio-
nal sf en cuanto a la autonomia en el seno de la familia y el ejer-
cicio de la sexualidad por fuera de la alianza matrimonial. En
cuanto a la participacion politica, el descrédito actual de esta for-
ma de ejercieio del poder coloca en situacién de marginalidad a
toda la poblacién que no pertenece a sectores eeonémicos podero-
50s 0 a la clase politica.
En el marco de una coneepeién general donde se describe
a la familia como un dispositivo institucional que promueve
la competencia con los otros grupos familiares a expensas de
la solidaridad, Balbo senala el impacto de Ja lucha por el po-
der que surge en la adolescencia de los hijos, y la necesaria
redefinicién de roles y vinculos. Tras las divergencias apa-
rentemente profundas, la autora destaca importantes acuer-
dos tacitos entre las generaciones, en los que los jévenes
usufructiian el sostén de los adultos para mantenerse den-
tro de su clase, y las mujeres aspiran a volver a fundar una
familia monogdmica, donde los vinculos sean mas democré-
ticos, mas abiertos sexualmente, con mayor riqueza interper-
sonal, pero que no difiere estrueturalmente de la familia
tradicional. El ideal maternal como organizador principal del
proyecto de vida para las mujeres permaneeia incuestionado,
y el proyecto laboral supeditado a esta expectativa, pereibido
como “destino”.PROBLEMAS FAMILIARES EN LA SOCIEDAD
CONTEMPORANEA
‘Un camino posible para el andlisis de las problemsticas re-
levantes de Ia familia actual es confrontar algunas definieiones
de “familia” con situaciones empiricas registradas en el curso de
nuestra experiencia de vida y de la préctica profesional.
Bronislaw Malinowsky (1922), citado en Wainerman (1994),
define asf a la familia:
Grupo social que existe como tal en la representacién de sus
‘miembros, el cual es organizado en funcién de La reproduecisn (bio-
logica y social) por la manipulacién, de un lado, de los principios
formales de la alianza, la descondencia y la conzanguinided y, de
otro, de las practicas sustantivas de divisién sexual del tralaaj,
He elegido esta definicién por su caréeter amplio y poco
sesgado, ya que su formulacién es suficientemente abstracta
como para dar cuenta de miiltiples formas de agrupamiento fa-
miliar.
La existencia intersubjetiva del grupo resulta destacada, lo
cual permite incluir a familiares que no conviven en la misma
unidad doméstica, pero que se consideran integrantes de un
niicleo familiar, como ocurre euando los hijos adolescentes viven
solos, pero toman el hogar paterno como referencia simbéliea y
como sostén material.
@Pero podemos hablar de divisién sexual del trabajo en los
hogares monoparentales con jefatura femenina? Los hogares
monoparentales ascendian al 10 % en nuestro pais en 1991, y
de este porcentaje, un 77 % estaba integrac por una madre sca
con sus hijos (Wainerman, 1994). También existe un porcenta-
Je, muy bajo por cierto, en rapido ascenso, de familias con jefa-
‘ura masculina exclusiva (me refiero a que la madre no vive con
los nitios). Cuando quien esta al mando del hogar es mujer, ella
desempefia funciones antes asignadas a los hombres sin dejar
por eso de ejercer en alguna medida sus roles tradicionales,
aunque los delegue en parte a su madre, una hija mayor o la
empleada doméstica, Cuando falta la madre, es posible que el
padre recurra a otra mujer en su reemplazo, aunque tenders a
asumir algunas tareas antes consideradas femeninas.
Lo que interesa destacar es que aun en familias donde la
pareja parental permanece unida, en muchos casos Ja divisién
sexual del trabajo esta en franco retroceso, porque se compar-
‘ten las tareas y funeiones de forma flexible.
E] U.S. Bureau of the Census considera familia:
Un grupo de dos o mas personas que residen juntas y que estén
relacionadas por consanguinidad, matrimonio 0 adopeién.
Como vimos, existen formas familiares donde hay parien-
tes que no viven juntos, pero que se consideran subjetivamen-
te integrantes de un micleo. Por otra parte, en las familias
ensambladas, el marido de la madre no esta relacionado con
los hijos que ella tuvo en su primera unién conyugal, ni por
consanguinidad ni por matrimonio, y generalmente no los
adopta, ya que ellos tienen padre. Queda decretar que “eso no
es una familia” ~a lo que muchas veces adseriben sus mismos
integrantes con graves dafios para todos~ 0 erear nuevas cate-
gorias y formas de nominar y dar sentido a estos nuevos esti-
los de familiarizaci6n.
Seguin el Oxford English Dictionary, la palabra inglesa
family viene del latin “familia”, que significa “hogar” y famulus
sea “sirviente”. Un viejo dicho europeo define la familia en el
mismo sentido, como “aquellos que comen de la misma olla”.
{Habra que transgredir las fronteras de clase y considerar a
la empleada doméstica que reside en el hogar como parte de Ia
familia? Cuando la asociacién es prolongada y estrecha, la em-
pleada adquiere un estatuto emocional que la pone a la par de
un familiar. Algunos nifios reservan para ella la denominacién
de “segunda mama”, en los cazos en que la crianza esta parcial-
mente a su eargo cuando la madre trabaja, o en familias adine-
radas que delegan la atencién de los hijos al estilo del Antiguo
Régimen europeo. Recordemos el rol subjetivante que se atribu-
y6 al vineulo con la nifiera en algiin historial freudiano (véase
el historial clinico sobre “El Hombre de los lobos”, Freud, 1918).
‘También en este caso, la ausencia de reeonocimiento, de pala-
bras para decir lo que ocurre, se constituye en factor patégeno,
61Por supuesto que los sileneios no son inocentes, ya que encubren
conflictos que no se desea hacer explicitos, tales como, en el caso
mencionado, la contradiceidn interna que experimenta la ma-
dre, quien desea que la empleada trate a sus hijos come si fuc-
ran propios, pero, a la vez, que no reivindique derechos sobre
ellos ni sea més amada por los nifies que la madre misma.
El Diccionario de la Lengua Espanola define a la familia
como “Grupo de personas emparentadas entro sf que viven jun-
tas bajo la autoridad de una de ellas”.
Esta definicién no reconoce el fenémeno de la jefatura com-
partida, propio de la crecionte democratizacién social y de la
mejoria de la condicién femenina, Bs de destacar que los censos
‘mantienen la eategoria de jefe de familia, que oscurece en mu-
chos easos el hecho de que ya no existe un ingreso basico ma-
Yor que los otros, que se supone aportaria el padre, y que ese
poder se ha deseentralizado.
El Journal of Home Economics describe a la familia como:
‘Una unidad de personas interdependientes, que estén involuera-
das en transaeciones intimas y que comparten recursos, responsabi-
lidad y compromiso a lo largo del tiempo,
Como vemos, aquf no quedan trazas de consanguiniéad, fi-
hacién ni alianza. Esta definicién es valida para un grupo de
amigos que comparten su vivienda y su vida, tal como vimos en
la pelicula Carrington, o como nos relata Betty Friedan en su
obra La segunda fase (1981).
Amy Swerdlow (1989) considera que Ia familia es:
‘Un hogar compuesto por personas interdependientes, que com
parten responsabilidades y compromiso reciproco a 1o largo del
tiempo
Esta autora propone como requisito compartir la unided
doméstica, cosa que, como dije, no siempre ocurre.
Segiin el censo norteamericano de 1978, citado por Briden-
thal (Swerdlow, 1989), 11 millones de nifios vivian en hogares
62
monoparentales con jefatura materna y un millén vivian sélo
con sus padres varones. Existe una tendeneia creciente hacia la
conviveneia de parejas no casadas y hacia los hogares uniper-
sonales (Swerdlow, 1989), Meneiono estos datos porque, a mi
entender, marcan una tendencia comtin en la actualidad y que,
salvando las diferencias culturales, sefiala el rumbo de una po-
sible transformacién de las familias en Occidente.
La situacién en nuestro pais, de acuerdo con C. Wainerman
(1994), se caracteriza por los siguientes rasgos: creciente urba-
nizacién, disminucién de la fecundidad, aumento de la expecta-
tiva de vida, mayor nivel educativo y participacién econémica
femenina (lo que leva a la postergacién del matrimonio),
nuclearizacién de la familia, aumento de las niones consensua-
les, aun en Jos sectores medios, e incremento de las separacio-
nes y los divorcios, Por todos estos factores, las familias son cada
vez mas pequefias. Ha aumentado la proporeién de personas que
viven solas, que en la juventud y la!adultez son mayormente
varones debido a la mayor autonomia estimulada para el géne-
ro masculino y al hecho de que en los casos de divorcio todavia
Jos hijos suelen quedar a cargo de la madre. En la edad madura
‘y la vejez, las personas que viven solas son en su mayorfa muje-
res, debido a le expectativa de vida que suele acompafarse de
viudez, ya que a la mayor longevidad femenina se agrega ol
hecho de que, por razones culturales, los hombres tienden a ser
mayores que sus esposas. Por otra parte, existe una menor ten-
deneia a casarse nuevamente por parte de las mujeres.
Debo aclarar que eonsidero que esta menor probabilidad de
nuevo matrimonio se explica en parte porque muchos hombres
cligen mujeres més jdvenes en sus segundas nupcias, lo que
constituye un indicador de continuidad de la dominancia mas-
culina, tanto eeonémica como intersubjetiva.
Aumentan los hogares monoparentales, generalmente con
Jefatura femenina, como consecuencia del divorcio, y existe,
como vimos, una pequefa proporcién de hogares donde el padre
esti solo a cargo de los nifios, tendeneia incipiente pero en rapi-
do crecimiento.
En cuanto a los adolescentes, en muchos casos se est retra-
sando su desprendimiento del hogar parental debido a la crisis
‘econdmica, en especial en los sectores medios.
63Los ancianos varones viven, de acuerdo con Wainerman, en
tun contexto familiar en mayor proporeién que las ancianas,
quienes cuando no viven en una familia extendida, Is hacen so-
las. La mayor longevidad de las mujeres hace més probable para
ellas la institucionalizaci6n, ya que la creciente tendencia a in-
corporarse al mercado por parte de las mujeres casadas, no les
permite cumplir con uno de sus roles tradicionales consistente
enel cuidado de los ancianos. También contribuyen aesta situa-
cién las caracteristicas de la vivienda urbana y el consenso ere-
ciente acerca de la necesidad de intimidad para la pareja
conyugal.
La familia actual tiene su centro subjetivo en la alianza més
que en Ia filiacién, y son la sexualidad y el amor los recursos
contemporéneos aptos para cimentar y dar centido a las alian-
zas conyugales.
La “familia tipo” -compuesta por el padre, la madre y dos
nifios es un modelo ideal, y todavia es el més freeuante en la
Argentina,
En 1991 Ia mitad de todas las familias eran de este tipo, y su
frecuencia aumenté levemente desde 1980, como tambiée oeurri6 en
el AMBA (Capital Federal y conurbano bonacrense), donde estas
familias crecicron de 50 a 53 por ciento de todas las farcilias entre
1980 y 1989 (Wainerman, 1994).
Sogn la misma autora, los hogares monoparentales ascien-
den a un 10 por ciento.
Sin embargo, los expertos predicen que en el futuro casi la
mitad de los nis pasarén antes de los dieciocho afos a vi-
vir parte de sus vidas con un solo progenitor. Millones de ni-
hos habitaran en hogares compuestos por uno de sus padres
bioldgicos y un padrastro o madrastra. Y si la tendencia ac-
tual continia, un niimero creciente de los nifios de hoy ten-
derdn a posponer el matrimonio y a comenzar su vida adulta en
hogares unipersonales o conviviendo en pareja sin casarse
(Swerdiow, 1989),
Los cambios afectan no s6lo al tamario y la composicién de las
familias sino que los roles familiares experimentan profundas
modificaciones. Uno de los principales factores es que las
64
‘mujeres casadas que tienen hijos de corta edad no abandonan
el mereado de trabajo, como solian hacerlo, sino que permane-
cen en él pese a la carencia de dispositivos sociales adecuados
para el cuidado de los nitios. La disponibilidad de recursos pro-
pios para las mujeres y el consenso creciente en Oceidente acer-
ca de la legitimidad de los arregios democréticos, promueve que
Jas familias evolucionen hacia una jefatura compartida.
Los nifios, por su parte, han pasado a ser sujetos de derecho,
haciéndose visibles las situaciones de abuso fisico, sexual y
emocional, que en otros tiempos no se pereibian o se naturali-
zaban.
Los adolescentes gozan de mayor libertad que antes, pero
ésta parece ser una libertad “para nada’, ya que su insercién
ocupacional es dudosa en un periodo de retraccion del empleo.
La creciente adicciGn a las drogas y la violencia juvenil son pro-
blemas que exceden la perspectiva familiar y que no es mi in-
tencién referir @ las familias privatizando una problematica
piiliea. Pero sin duda afeetan a los grupos familiares, exponien-
do a sectores que antes se sentian protegidos de la intromision
del poder publieo, a intervenciones gubernamentales en las que
la potestad de los padres puede verse debilitada 0 revocada.
Por tltimo, existen més ancianos, generalmente ancianas,
cuya expectativa de vida aumenté debido a las mejores eondi-
ciones de existencia y los avances médieos, pero que parecen no
tener destino social, no s6lo por razones vinculadas al envejeci-
miento poblacional y ls carencia de recursos para sostenerlos en
su etapa no produetiva, sino porque la ideologia cultural predo-
minante tiende a negar la muerte y la desgracia, y esta estrate-
gia de desmentir el dolor hace invisibles a los ancianos,
difundiendo la imagen de sujetos hegeménicos, que suelen ser
adolescentes 0 adultos jévenes unidos a través del amor pasién.
De acuerdo con Swerdlow (1989), en Estados Unidos la “fa~
rmilia tipo” es atipica, ya que sélo entre el 7 y 15 % de las fami-
lias norteamericanas esta compuesto por ambos padres y sus
hijos, con el padre que provee y la madre que cuida.
En un contexto cambiante, y contrariamente a las posturas
que anuncian la muerte de la familia, ecnsidero que, asi como
Ja estructura familiar ha cambiado en funcidn de factores eco-
65xnémicos, politicos e ideologicos sin desaparecer a lo largo de la
historia conocida, persistiré alguna especie de arreglo familiar
en el futuro, Sigue siendo necesario gestionar, en el pequerio
grupo de parientes y/o allegados, la reproducciGn de las fuerzas
de los trabajadores, la crianza de los nifios y los adolescentes, 6]
cuidado de los enfermos y los ancianos, la transmisién cultural
a través de la socializacién primaria, Todo esto supone el esta-
blecimiento de alguna clase de lazos emocionales profundos y
estrechos, requisite al parecer indispensable en el proceso de
construccién subjetiva.
El dmbito privado se ha descrito como un almédcigo donde se
caltiva el individualismo y la competencia en contraposicién a
la solidaridad eomunitaria. Esto es vélido para la familia ca
talista avanzada, pero junto con los aspectos negativas del in
vidualismo extremo, es necesario destacar su vertients positiva,
‘ya que el proceso de individuacién supone subjetividades com.
plejas, aptas para resistir las tendencias masificantes y aportar
la cuota de creatividad y diversidad necesaria en une sociedad
demotrsitiva:
(Bsisten lgunos problemas en la actualidad que requieren
arreigios evlectivos, afin de actualizar los dispositivos institueio-
nales y las priicticas cotidianas para reconocer y dar cabida a
situaciones nuevas,
Los dispositivos para la crianza de nifios y adolescentes no
se han ajustado al fenémeno de la incorporacisn creciente de
las mujeres en el mereado de trabajo, Este proceso se viene
dando en funcién de la posibilidad de regular los nacimientos
merced a la teenologia médica anticonceptiva y a la Iogiea de
hacerlo en el ambiente urbano, donde los hijos no ayudan ala
subsisteneia, como ocurre en los ambientes rurales, sino que
constituyen una responsabilidad econémica para los padres
durante largos aos.
La experiencia de adquirir poder, que acompafia general-
mente el hecho de generar recursos, sostione la actual tenden-
cia femenina a prepararse para el trabajo y subjetivarse como
trabajadoras. Una transtiirtnacion tan profunda en los roles de
género sexual no puede tesultar eficaz sin profundas modifica-
ciones, no s6lo relacionadas con guarderias, jardines materna-
66
les, escuelas y centros recreativos, sino que la estructura mis-
ma del sistema productivo deberia armonizarse con las trans-
formaciones del ambito privado,
Las mujeres han debido “travestirse” para trabajar, ya que
aun existiendo una mareada segmentacién del mereado en tareas
feminizadas y por lo tanto subvaluadas, y la escasa participacién
femenina en los niveles directivos en empresas, profesiones, uni-
versidades y organizaciones politicas, el modelo ideal del traba-
Jador sigue siendo un varén adulto que euenta con el apoyo de
una esposa. Cuando son las esposas quienes trabajan, y més
atin cuando las trabajadoras son ex esposas (me refiero a las
mujeres divorciadas y viudas), su participacién en la generacién
de recursos se realiza a expensas de esfuerzos extracrdinarios
¥ carencias lamentables, respecto de las cuales las principales
victimas son ellas mismas y sus hijos. sta es una problemati-
ca que debe desprivatizarse, ya que corresponde al conjunto de
la sociedad hacerse cargo de la reproduecién generacional, ga-
rantizando las eondiciones minimas para hacer compatible tra.
bajo, hogar y esewela.
La reduecién de jornadas laborales es un recurso posible de
ser implementado en un periodo caracterizado por Ia eseasez del
‘empleo y permitiria a todos dedicar mas tiempo a la crianza de
los hijos, sin establecer diferencias discriminatorias entre mu-
Jeres y varones. En el mismo sentido, deberia concurrir Ia com.
binaci6n de horarios escolares y laborales, la amplia disposicion
de guarderias, jardines y escuclas, eteétera. La légica que puc-
de sustentar este tipo de politicas publicas es la que Heve a sus
tiltimas consecuencias la intuicion moderna acerca del valor de
Ja poblacion saludable como parte de la riqueza de las naciones,
Seria deseable que la creciente paridad social y politica en-
tre varones y mujeres se refleje en précticas de crianza compar-
tida por ambos padres y que esta tendencia contintie més alld
de los avatares del vinculo conyugal. Existen numerosos estu-
dios, a los cuales me referiré mas adelante, que avalan este tipo
de modatidad de crianza como promotor de la salud mental y de
identidades de género mas flexibles. También es posible regis-
trar la existencia de una tendencia social en esta direccién ob-
servable en las familias més jovenes, y respeeto de la cual
67alguns indicadores son los mensajes de los medios masivos, el
sungimtento de asooiaciones civiles de progenitores varones que
reclaman la teneneia eompartida en caso de divorcio, eteétera.
ese a algunos presupuestos en contrario, la dificultad exis-
tente para sostener un nivel de vida definido como aceptable
basado en el ingreso del padre de familia ha promovido, de
acuerdo con mis observaciones, una creciente aceptacién del rol
productive de las mujeres por parte de los hombres de edad
mediana 0 jévenes. Sin demasiada reluctancia acepten ceder
una parte (no todo) de su antiguo poder a cambio de cooperacién,
El paso siguiente es la participacién masculina en las tareas del
dmbito privado, que algunos varones jovenes comienzen a di
frutar con un entusiasmo semejante al de las primeras mujeres
de sectores medios que obtuvieron trabajos remunerados, Al
cempalidecer el mito del héroe, el ex self made man se dediea a
construir a sus hijos, ya que hoy no es tan facil hacerse a si mis-
mo desde la nada. Es importante agregar que este proceso re-
quiere ajustes subjetivos por parte de la mujeres, quienes a
veces se muestran reticentes para compartir el aparentemente
denostado “reino del hogar”, ya que hasta hace poeo éste consti-
tuy6 su tinico espacio de poder.
La realidad dol divorcio ha modificado la tradicién matrimo-
nial y se requiere acumular experiencia a fin de otorgar sentido
yy legitimidad a los arreglos familiares contemporneos. Es ne-
cesario crear nombres y regular las funciones correspondientes
a los nuevos parentescos. El desarrollo de un discurso social
acerca de estos estilos familiares puede operar en el sentido de
promover la salud mental, y los terapeutas a nuestra vex
neopiamos experiencias que nos habilitardn de forma progres
va para la atencién de los nuevos problemas familiares.
Esta problematica resulta de gran significacién para la sa-
lud piblica porque es probable que aumente, ya hoy en Estados
Unidos el divorcio es el destino de uno de cada dos primeros
matrimonios y de uno de cada tres matrimonios (véase Joan
Kelly, en Swerdlow, 1989).
La situacién actual de los adolescentes es muy conflictiva,
lo que se evidencia en la profunda crisis de la escuela media, la
drogadiccién, la violencia juvenil, eteétera. Es necesario reali-
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zar estudios acerca de la problemética adolescente contempord-
nea, con el fin de implementar politicas adecuadas acerca de la
educacién y el empleo para favorecer la asignacién de un esta-
tuto social definido a este grupo de edad, que permanece en una
moratoria psicosocial semejante a una tierra de nadie. También
se requiere explorar los modos especfficos como se construyen
las nuevas identidades de género y relevar las probleméticas
diferenciales para mujeres y varones adolescentes,
Es posible prever que la ineidencia de trastornos depresivos
en las mujeres de edad mediana cuyos hijos dejan el hogar, de-
nominada por Rose Oliver (1981) “el sindrome del nido vacio”,
tenderd a disminuir al incorporarse esta situacién existencial a
las expectativas eonscientes de la mayor parte de las personas.
Existe un ntimero creciente de adultos que viven en hogares sin
hijos. Eso se debe al aumento de la esperanza de vida, lo que
permite anticipar que las parejas o las mujeres solas transcu-
rrirén una prolongada etapa de su ciclo vital sin convivir eon los
hijos.
Las depresiones que se producen en mujeres euya funcién
maternal se ha cumplido derivan del proceso histérieo de eons-
truceién de la madre moderna, una madre de tiempo completo
que todavia existe en amplios sectores, pero que supongo ird
transformando su modalidad de ejercicio de la crianza. Una si-
‘tuacién semejante es la depresién posretiro de los hombres
subjetivados para ser s6lo trabajadores, quienes ante el cese de
sus tareas productivas experimentan un colapso en su autoes-
tima. En los paises desarrollados ya se han creado espacios ins-
titucionales para la sociabilidad de los ciudadanos maduros
(ilamados senior citizens en Estados Unidos). La madurez de la
vida ha dejado de ser para muchos una breve antesala de la
muerte, por lo cual es necesario gestar espacios, regulaciones y
representaciones que den sentido y valor a este periodo vital.
{Qué haremos por fin con Jos ancianos? Las exhortaciones
morales 0 los reclamos emocionales dificilmente logren revertir
la tendencia actual hacia la nuclearizacién de las familias y la
biisqueda exacerbada de intimidad, propia del individualismo
posmoderno, En cuanto existen minimas condiciones materi
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