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1 LA AUTONOM{A PERSONAL EL CONSUMO DE DROGA Scanned with CamScanner SENTENCIA DE CONSTITUCIONALDAD C-221 DE 1994 | DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRAEL LITERAL J DEL ARTICULO 2 YARTICULO 51 DE LA LEY 30 DE 1986 DEMANDANTE ALEXANDRE SOCHANDAMANDOU MAGISTRADO PONENTE 1994 Scanned with CamScanner TEXTO DE LAS NORMAS ACUSADAS Ley 30 de 1986 Atticule 2. Para efectos de la presente ley se adoptardn las si- guientes definiciones: () j) Dosis para uso personal: es la cantidad de estupefaciente que una persona porta o conserva para su propio consumo. Es dosis para uso personal la cantidad de marihuana que no exceda de veinte (20) gramos, de marihuana hachfs que no exceda de cinco (5) gramos; de cocaina o cualquier sustancia a base de cocafna la que no exce- da de un (1) gramo, y de metacualona la que no exceda de dos (2) gramos. No es dosis para uso personal, el estupefaciente que la per- sona Ileve consigo, cuando tenga como fin su distribucién o ven- ta, cualquiera que sea su cantidad. Articulo 51. El que Heve consigo, conserve para su propio uso 0 consuma, cocafna, marihuana o cualquier otra droga que produz~ ca dependencia, en cantidad considerada como dosis de uso per- sonal, conforme a lo dispuesto en esta ley, incurriré en las siguientes sanciones: a) Por primera vez, en arresto hasta por treinta (30) dias y mul- taen cuantia de medio (1/2) salario minimo mensual. b) Por la segunda vez, en arresto de un (1) mes a un (1) afio y multa en cuantia de medio (1/2) a un (1) salario minimo mensual, siempre que el nuevo hecho se realice dentro de los doce (12) me- ses siguientes a la comisin del primero. c) El usuario o consumidor que, de acuerdo con dictamen mé- dico legal, se encuentre en estado de drogadiccién asi haya sido sor- prendido por primera vez, sera internado en establecimiento psiquidtrico o similar de caracter oficial o privado, por el término necesario para su recuperaci6n. En este caso no se aplicard multa ni arresto. Laautoridad correspondiente podrd confiar al drogadicto al cui- dado de la familia o remitirlo, bajo la responsabilidad de ésta a una clinica, hospital o casa de salud, para el tratamiento que correspon da, el cual se prolongard por el tiempo necesario para la recupera- cién de aquél, que deberd ser certificada por el médico tratante y por la respectiva seccional de Medicina Legal. La familia del dro- gadicto deberé responder del cumplimiento de sus obligaciones, Scanned with CamScanner CARLOS GaviRIA Dfaz mediante caucién que fijaré el funcionario competente, teniendo en cuenta la capacidad econémica de aquélla. E] médico tratante informard periédicamente a la autoridad que haya conocido del caso sobre el estado de salud y rehabilitaci6n del drogadicto. Si la familia faltare a las obligaciones que le corres- ponden, se le hard efectiva la caucién y el internamiento del dro- gadicto tendré que cumplirse forzosamente. Scanned with CamScanner EL CONSUN® «| FUNDAMENTOS Y CONSIDERACIONES DE LA CORTE Consideraciones de fondo El derecho como forma de regulacién de la conducta interferida. cExisten deberes jurtdicos para consigo mismo? Mas allé de las disputas de escuelas acerca de la naturaleza del derecho, puede afirmarse con certeza que lo que caracteriza a esa forma especifica de control dela conducta humana es el tener como objeto de regulacién el comportamiento interferido, esto es, las acciones de una persona en la medida en que injieren en la Grbita de accién de otra u otras, se entrecruzan con ella, la interfieren. Mien- tras esto no ocurra, es la norma moral la que evaltia la conducta del sujeto ac- tuante (incluyendo la conducta omisiva dentro de la categoria genérica de la acci6n). Por es0 se dice, con toda propiedad, que mientras el derecho es ad alterum, la moral es ab agenti 0, de otro modo, que mientras la norma jurfdica es bilateral, la moral es unilateral. En lenguaje hohfeldiano, puede afirmarse que el precepto del derecho crea siempre una situaci6n desventajosa correlativa a una situacién ventajosa. En el caso concreto, cuyo andlisis importa, un deber correlativo a un derecho, La moral no conoce esta modalidad reguladora. Las obligaciones que ella impone no crean en favor de nadie la facultad de exigit la conducta debida. En eso radica su unilateralidad. No en el hecho de que no imponga deberes frente a oto, sino en la circunstancia que no confiere a éste facultad de exigir. De alli que no haya dificultad alguna en admitir la existencia de deberes morales frente a uno mismo y menos atin cuando la moral que se profesa se halla adherida a una concepcién teol6gica segtin la cual Dios es el duefio de nuestra vida, y el deber de conservarla (deber frente a uno mismo) se resuelve en un deber frente a Dios. Pero otra cosa sucede en el campo del derecho: cuando el legislador regula mi conducta con prescindencia del otro, esté transponiendo fronteras que ontol6gicamente le estén vedadas. En otros términos: el legislador puede pres- ctibirme la forma en que debo comportarme con otros, pero no la forma en que debo comportarme conmigo mismo, en la medida en que mi conducta no interfiere con la 6rbita de accién de nadie. Si de hecho lo hace, su prescripcién sélo puede interpretarse de una de estas tres maneras: 1) expresa un deseo sin connotaciones normativas; 2) se asume duefio absoluto de la conducta de cada persona, aun en los aspectos que nada tienen que ver con la conducta ajena; 3) toma en cuenta la situaci6n de otras personas a quienes la conducta del suj : to destinatario puede afectar. i Scanned with CamScanner CARL os GAVIRIA DIAZ \e Implicaciones en el caso whe (en telaci6n con el consumo de estupef, En el caso que oe a ormas de la Ley 30 de 1986, que se refieren fl cientes), naa alls indicadas, con el inciso ultimo del artfculo 49 de i: dispone: “Toda persona tiene el deber de procurar el cuidado in, i a it salud y la de su comunidad” (énfasis fuera del texto). Aplicando los lineamientos anteriores al examen de dicho inciso, se tendrfa: : 1) Se trata de un mero deseo del constituyente, llamado a producir efectos psicolégicos que se juzgan plausibles, pero en modo alguno generador de un deber juridico genérico, susceptible de plasmarse en la tipificacidn de una con- ducta penal. 2) E] Estado colombiano se asume (en tanto que sujeto pretensor) duefio y sefior de la vida de cada una de las personas cuya conducta rige y, por eso, arrogandose el papel de Dios, en la concepcién teoldgica, prescribe, més alld de la 6rbita del derecho, comportamientos que s6lo al individuo atafien y sobre los cuales cada persona es duefia de decidir. 3) Toma en consideracién las consecuencias, frente a otros, de la conducta sae eee ce ee in even Sigel camedal deere aaa ia del drogadicto, la priv fe itil, el peligro que para los demés puede entraftar la conducta agresi agresiva desatada sustancias indicadas en la ley. Eee oneuia de Entra la Corte a examinar las tres posibilidade empezando por la titimamente enunciada y toman que, a modo de ejemplo, allf se indican, : hermenéuticas sefialadas, ‘en cuenta las situaciones PRIMERA POSIBILIDAD HERMENEUTICA 1) Si se asume que es en consideracién a las pers dicto, que se verdn privadas de su presencia, de sy ied Pr6ximas al droga- de su apoyo econémico, que la conducta punible se a ¥ eventualmente, cluir que el tener seres queridos y obligaciones familie Nabria que con. dria que hacer parte de la conducta tfpica y, oe Ué cumplir, t encontraran dentro de esa situacién no podrfan ser fh nde, quienes : len- en cuestién. Pero resulta que la norma ace. es por el as se condicionamientos y hace reos de la infraccién a quienes Seliaggiere eC 0S hipotesis, independientemente de qu tengan ono fg duen ene qu tengan 8 Scanned with CamScanner umo DE DROGA EL CONS ee ee ee dana Untcscncion'd a lamente, argilir en su favor, para hacerse acree- i in de responsabilidad, que es solo en la vida y a nadie est ligado por vinculos de sangre o de afecto. __ Pero si se trata de alguien que sf se halla integrado a una comunidad fami- Jiar, y la saneién penal se ha revelado inepta para inhibir el consumo, el mante- nimiento del castigo sélo servirfa para afiadir a la familia una nueva angustia, derivada de la sancién. 2) Si se argumenta, entonces, que es la comunidad toda, a la que inexo- rablemente ha de pertenecer, la que se va a ver privada de uno de sus miem- bros potencialmente titiles, habria que concluir que los ya marginados por otro tipo de comportamientos asociales, egofstas irredentos, misantropos irreductibles, podrian gastar su existencia en el consumo de sustancias no- civas y con ello la sociedad, antes que perder, ganar‘a, pues habria segrega- do, de modo natural, a un miembro indeseable. Y atin subsiste una duda: spor qué si es ése el motivo de la prohibici6n no se le conmina bajo pena el patio del tabaco que, de acuerdo con investigaciones médicas confiables, y de amplia aceptacion en el campo cientifico, es causa del céncer de pul- mén y del céncer en general? y gpor qué no se le prohibe la ingestién de sustancias grasas que aumentan el grado de colesterol y propician las enfer- medades coronarias, acelerando asf el proceso que conduce a la muerte? Pero no. El sujeto en cuestién serfa justiciable por la conducta que, desde esa perspectiva, resultarfa socialmente provechosa. Luego, tampoco parece ser éa la raz6n justificativa de la represi6n. 4) Pero finalmente, puede invoearse como motivo de la punicion, el peligro implica la conducta agresiva desencadenada por el potencial que para los otros i insuano de la droga, Sobre este punto, es preciso hacer varias consideraciones: La primera se refiere al trato abiertamente discriminatorio que la ley acuerda pars los consumidores de ls drogas que en ella se seRalany para los consumi- vores de otras sustancias de efectos similares, verbigracia, el alcohol. Porque nienthas el alcohol tiene la virtud de verter hacia el otro a quien lo consume, para bien o para mal, para amarlo o para destruirlo, el efecto de algunas de las sustancias que la Ley 30 incluye en la categoria de “drogas”, como la marihua- nay el hachis, es esencialmente interior, intensificador de las experiencias fnti- ‘monéstico. Por eso ha podido decir Octavio Paz que el vino mas, propias del ser | didlogo (la relacién con el otto) desde sus comienzos: el se halla vinculado a 9 Scanned with CamScanner iz CARLOS GAVIRIA pia os viajes interiores, ms propios de la Cultura orien, halla dentro de la ms pura tradicién Occidental hheterodoxo (tal vez sea por eso por lo que se La droga al alcohol, s€ droga es un simposio grie8 tal, Quien tome mientras que €l que © Te caste un hecho empiricamente jNo es acaso Ul d ‘i de personas, imero dé . a hol, en un elevado nt Sain de actitudes violentas reprimidas F iguiente € “ . inhibitors a Se eficiente en la comisién de un sinntimero de delitos? hasta entonces, Y tamente distinto, irritantemente Z tamiento abiert ‘Por qué, entonces, el tra : sw da ni Iieni Seecaminatoi para el alcohdlico (quien puede consumir sin medida ni Ifmi- te) y para el drogadicto? ee Veamos si no, los datos suministrados por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, regional noroccidente — Medellin, acerca de la incidencia del alcohol en las conductas delictivas no slo desde el punto de vista de los sujetos activos, sino también del de las victimas. Dice dicho informe en su parte pertinente: “En la cifta bruta de mortalidad por causas violentas, al menos para la ciudad de Medellin, existe un factor que parece pudiera considerarse como riesgo, y es el de la ingestion de bebidas alco- holias; para 1gBo el 27% dela victimas de muerte violenta tenfa en su sangre cifras postivas para aleohol, para el afio de 1ggo ese porcentaje se habta incrementado al 48.51%”. Y luego, en dos anexos, que se inclu , : yen al final ? i gréficamente lo anterior y se establece, especifica nee delitos cometdos en estado de embriaguery as reek eee ion ete los nadas por la dependencia de drogas, *“°™*tUetas delictivas determi- La segunda dice relaci6n al hecho de le : y democratic, como el que tiene que i oe de un sistema penal liberal mismo sello, debe estar proscrito el peli ip de una constitucién del hoy por venturaausente de todos los puch 38 caro al positivismo penal, ‘no pueden castigarla por lo que posiblemente hi hace. A menos que el ser drogadicto se consign comportamiento no trascienda de la 6rbit lo que sin duda alguna es abusivo, a del suj : su ; traida al derecho ya fortiori, vedade par 88 8 Stbita preg er, Ia libre determinacion yen la dgnidag feo aMentg a SAMENESS propio destino) los pares basicos de toda la eo (ut6 a Sncuentra en Uperestr Para elegi ‘uctura iuridica legir su verificable que la ingestion de alco. ocasiona el relajamiento de lazos : mit 1 eB ta MAS intima dey ne PUnible, ast ese 10 Scanned with CamScanner A EL cONSUMO DE proc Con raz6n ha dicho Thomas Szasz, critico agudo de lo que pudiéramos a- mar el totalitarismo psiquiatrico: “En una sociedad de hombre libres, cada uno debe ser responsable de sus actos y sancionado como tal. Si el drogadicto come- te un crimen, debe ser castigado por ese crimen, no por ser drogadicto. Siel clep- t6mano roba, si el pitémano incendia, si el regicida asesina, todos deben caet bajo el peso de la ley y ser castigados”. SEGUNDA POSIBILIDAD HERMENEUTICA Pero descartada por arbitraria e inarménica con nuestro estatuto bésico Ja an- terior via interpretativa (resulta violatoria de la libertad y de la igualdad) es preci- so detenerse en la enunciada en segundo término, a saber: el Estado colombiano se asume duefio y sefior de la vida y del destino de cada persona sujeta a su juris- diccién, y por eso le prescribe comportamientos que bajo una perspectiva menos ahsolutsta quedarian librados a la decision suya y no del Estado. Empero, tam- bién esta tentativa exegética debe ser desechada, pues la filosoffa que informa la Carta Politica del 91 es libertaria y democratica y no autoritaria y mucho menos totalitaria. Por tanto, si del texto de una norma pudiera desprenderse una conclu- sin a tono con una ideologia de esa naturaleza, serfa necesario, en una tarea de armonizacién sintactica que incumbe al intérprete, extraer de ella un sentido que no rompa abruptamente el sistema sino que lo preserve. Porque la tarea del juez de constitucionalidad no consiste, ni puede consist, en resignarse a que la nor- ma bésica es un tejido de retazos incongruentes, entre si inconciliables, sino en eliminar contradicciones y hacerlo de modo razonable. Por ejemplo, si de una norma se sigue que el hombre es libre y, por tanto, dispone de un ambito de auto- nomfa compatible con el Ambito ajeno; y de otra, que no lo es, la alternativa no tiene escapatoria: optamos por darle relevancia a la primera (pro favor libertatis) ratifcands la sustancia ideoldgica de la Carta, o la distorsionamos, atribuyendo trascendencia derogatoria a un precepto de significacién normativa vicaria. La op- cién que en esta sentencia s€ avala es, sin duda, la primera. Pero si, moderando la perspectiva, asumimos que no se trata de un Estado omnimodo, con pretensiones de injerencia en las ms fntimas decisiones del sujeto destinatario, sino de un Estado paternalista y protector de sus stibditos, que conoce mejor que éstos lo que conviene a sus propios intereses y hace ae tonces obligatorio lo que para una persona libre seria opcional, por esa via bi névola se Hega al mismo resultado inadmisible: la negacién de la Tibertad individual, en aquel Ambito que no interfiere con la esfera de la libertad ajena, avy Scanned with CamScanner CARLOS GAVIRIA DIAZ DAD HERMENEUTICA . . .a interpretacion plausible la que se enuncig ¢ trata tan slo de la expresion de un deseo pélica, portador de un mensaje que e] tra bueno que las'personas ctiiden otaciones normativas de orden jy. TERCERA POSIBILI Queda, entonces, como tinics en primer término, a saber: que s¢ del constituyente, de mera eficacia siml suijeto emisor juzga deseable, pues encuel tener cont de su salud, pero que no puede ; : ridico en real y muchfsimo menos de cardcter especfficamente punitivo, Esto porque, tal como se anotd al comienzo, no es posible ie de sujeto pretensor de este deber, sin desvirtuar la Carta ee ylaf losofia li- beral que la inspira, determinante de que sélo las conductas que interfieran con la orbita de la libertad y Ios intereses ajenos, pueden ser juridicamente exigibles. El tratamiento médico como medida protectora del drogadicto, y la sancién penal Especial atencién merece el literal ¢ del cribe: | articulo 51 demandado, que pres- Fl usuario o consumidor que, de acuerdo con dictamen médico legal, se cin, asi haya sido sorprendido por primera vez, encuentre en estado de drogadic lar de cardcter oficial 0 seri internado en establecimiento psiquidtrico o simil privado, por el término necesaro paras recuperacion. Fn este caso no se aplicard multa ni arresto. La autoridad correspondent o remitirlo, bajo la responsabilidad de ésta, a una clinica, hospital o casa de salud, se prolongari por el tiempo necesario te podré confiar al drogadicto al cuidado de la familia para el tratamiento que corresponda, el para la recuperacién de aquél, que deberd ser certificada por el médico tratante ¥ por la respectiva seccional de Medicina Legal. La familia del drogadicto deberd responder del cumplimiento de sus obligaciones, mediante caucién que fijaré el funcionario competente, teniendo en cuenta la capacidad econémica de aquélla. El médico tratante informard periédicamente a la autoridad que haya conocido del caso sobre el estado de salud y rehabilitacién del drogadicto. Si la familia faltare a las obligaciones que le corresponden, se le hard efectiva la caucién y ¢! 7 adore del drogadicto tendra que cumplirse forzosamente. - Ce ean a drogadicto (condicién que ha de establecen? cordctes pen édico-legal) el internamiento “en establecimiento de Psiquiatrico o similar” hasta que la recuperaci6n se produzca. La pr 12 Scanned with CamScanner EL CONSUMO DE Etulndo gional forces tcon nee humanitaria en beneficio de un me ay sence clea ae Se eee crea? fermo? Si lo primero, la norma es inconsti- : que antes se ha hecho, pues no se compadece con nuestro ordenamiento basico la tipificacién, como delictiva, de una con- ducta que, en si misma, s6lo incumbe a quien la observa y, en consecuencia, esté sustraida a la forma de control normativo que lamamos derecho y mas atin a un sistema jurfdico respetuoso de la libertad y de la dign lad humana, como sin duda, lo es el nuestro. 2O se tratard, tal vez, de una medida humani- taria encaminada a restituir la salud a quien padece una grave enfermedad? No hay duda, para la Corte, de que también bajo esta perspectiva, la dispos' cidn es abiertamente inconstitucional, pues cada quien es libre de decidir si eso no el caso de recuperar su salud. Ni siquiera bajo la vigencia de la Cons- tituci6n anterior, menos prodiga y celosa de la proteccién de los derechos fun- damentales de la persona, se consideraba que el Estado fuera el duefio de la vida de cada uno y, en armonia con ella, el Decreto 100 de 1980 (Cédigo Pe- nal) no consideraba la tentativa de suicidio como conducta delictual; mucho menos podria hacerse ahora esa consideracién. Si yo soy duefio de mi vida, a fortiori, soy libre de cuidar 0 no de mi salud cuyo deterioro leva a la muerte que, Iicitamente, yo puedo infligirme. Bajo el tratamiento de ciertas conduct: enfermedades, se esconde el mas feroz poder represivo, tanto mas censura- ble cuanto mas se presenta como una actitud paternal (casi amorosa) frente al disidente. La reclusi6n en. establecimientos psiquidtricos o similares ha sido, desde hace mucho, un vitando mecanismo usado por los regimenes to- talitarios para “curar” a los heterodoxos. Y las sociedades contempordneas se han empefiado en tratar a los drogadictos como heterodoxos, pero heterodoxos enfermos a quienes hay que hacerles ver el mundo como lo ven ernantes. Sobre el punto anota Szasz, con su habitual agudeza: “El fermedad involuntaria, es una manera total- dificultad de vivir, la enfermedad de vivir. fermedad de vivir, preferimos ‘tratar’ al as que se juzgan desviadas, como los gob hecho de drogarse no es una en! mente deliberada de afrontar la Pero como no sabemos curar la ent drogadicto”?. Refiiéndose al mismo problema (el encubrimiento de la pena por el trata- miento) cuenta Lon L. Fuller en The Anatomy of the Law que algtin curioso visitante de uno de esos famosos establecimientos donde se diée no sancionar 43) Scanned with CamScanner DROGA ARLOS GAVIRIA DIAZ sino tratar, al advertir que a uno de los pacientes lo sometfan a una cruel tortura consistente en ponerle un chorro de agua a presién sobre la nariz, pregunté con inteligente candor: “,Y a esto se le puede llamar ‘hidroterapia’”. Sobre el punto que venimos examinado, a saber, Ia obligacién de un enfer- 1) de observar un tratamiento médico enca- mo (0 que es considerado como tal oi minado a la curacién, existe un notable precedente en esta misma Corte. Es la sentencia T-493 de la Sala Segunda de Revision que, con poneneia del Hono. rable Magistrado Antonio Barrera, sent6 una significativa doctrina, al denegar tuna tutela tendiente a imponer, a quien padecfa de una enfermedad grave, la obligacién de tratarse médicamente. En su aparte més relievante dice el men- cionado fallo: ‘Tanto los peticionarios de la tu Circuito de Ituango (Antioquia), desconocen el mandato constitucional del aticulo 16, que reconoce el derecho al libre desarrollo de la personalidad “sin mas limitaciones que las que imponen los derechos de los clemas y el orden juridico”, libertad que posee Maria Libia Pérez Duque de decidir si se las modalidades del mismo, e interfieren tela, como el fallo del Juzgado Promiscuo del en cuanto coartan la somete ono a un tratamiento médico y indebidamente la potestad de autodeterminarse, conforme a su propio arbitrio dentro de los limites permitidos, en lo relativo a lo que a su juicio es mas conveniente para preservar su salud y asegurar uma especial calidad de vida. En la norma citada hay implicita una discriminaci6n inadmisible para el drogadicto que tiene recursos econdmicos y para el que carece de ellos, pues mientras el primero puede ir a una clinica priv ada a recibir un tratamiento con Jos especialistas que él mismo elija, el segundo se verd avocado a que se le con- duzca a un establecimiento no elegido por él, con todas las connotaciones de una institucién penitenciaria. La sancién (0 tratamiento) por el consumo de droga y el libre desarrollo de la personalidad Para dilucidar in toto la constitucionalidad de las normas que hacen del con- sumo de droga conductas delictivas, es preciso relacionar éstas con una norma basica que, para este propésito, resulta decisiva. Es el articulo 16 de la Carta, que consagra el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Lo hace en los siguien- tes términos: “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su pets nalidad sin més limitaciones que las que imponen los derechos de los demés y el orden juridico”. 4 Scanned with CamScanner EL coNsUMO DE DROGA La frase “sin més limitaciones que las que imponen los derechos de los de- més y el orden juridico”, merece un examen teflexivo, especialmente en lo que hace relacién a la expresién en bastardilla, porque si cualquier limitaci6n est convalidada por el solo hecho de estar incluida en el orden juridico, el derecho consagrado en el articulo 16 Superior, se hace nugatorio. En otros términos: el legislador no puede validamente establecer més limitaciones que aquellas que estén en armonfa con el espfritu de la Constitucién. Téngase en cuenta que en esa norma se consagra la libertad in nuce porque cualquier tipo de libertad se reduce finalmente a ella. Es el reconocimiento dela persona como auténoma en tanto que digna (articulo 1 de la Constituci6n Polfti- ca), es decir, un fin en sf misma y no un medio para un fin, con capacidad plena de decidir sobre sus propios actos y, ante todo, sobre su propio destino. La primera consecuencia que se deriva de la autonomfa consiste en que es Ja propia persona (yno nadie por ella) quien debe darle sentido a su existencia y, en armonfa con a, tun rumbo. Sia la persona se le reconoce esa autonomfa, no puede limitérsela sino en la medida en que entra en conflicto con la autonom(a ajena. John Rawls en A Theory of Justice al sentar los fundamentos de una sociedad justa, constituida por personas libres, formula, en primer lugar, el principio de libertad y lo hace en Jos siguientes términos: “Cada persona debe gozar de un émbito de libertades tan amplio como sea posible, compartible con un émbito igual de libertades de cada uno de los demas”. Es decir; que es en funcién de la libertad de los demas y sélo de ella que se puede restringir mi libertad. Lo anterior, desde luego, dentro de una concepcién personalista de la socie- dad, que postula al Estado como tn instrumento al servicio del hombre y no el hombre al servicio del Estado para la realizaci6n de un fin més allé de la perso- na (transpersonalismo), como la victoria de la raza superior o el triunfo de la clase proletaria. El considerar a la persona como auténoma tiene sus consecuencias inevitables inexorable, y la primera y més importante de todas consiste en que los asuntos que sélo ala persona atafien, s6lo por ella deben ser decididos. Decidir por ella es arrebatarle brutalmente su condicién ética, reducirla a la condicién de objeto, cosificarla, convertirla en medio para los fines que por fuera de ella se eligen, Una vez que se ha optado por la libertad, no se la puede temer. En su hermoso libro El miedo a Ia libertad Erich Fromm subraya como un signo del hombre moderno (a pattir de la Reforma) el profundo temor del individuo a ejercer su propia libertad y a que los demnds ejerzan las suyas. Es el pénico a asumirse como 5 Scanned with CamScanner © s ARLOS GaviRia Diaz Persona, a decidir ya hacerse cargo de sus propias decisiones, esto es, a ser respon, sable, Por eso se busca el amparo de la colectividad, en cualquiera de sus modal. dades: del partido, si soy un militante politico, porque las decisiones que allt se toman no son mias sino del partido; de Ja iglesia, si soy un creyente de secta, Por. que alli se me indica qué debo creer y se me libera entonces de esa enorme car de decidirlo yo mismo; del gremio, porque detrés de la solidaridad gremial se es. camotea mi responsabilidad personal, y asf en todos los demas casos. Cuando el Estado resuelve reconocer la autonomia de la persona, lo que ha decidido, ni més ni menos, es constatar el Ambito que le corresponde como su- jeto ético: dejarla que decida sobre Jo més radicalmente humano, sobre lo bue- no ylo malo, sobre el sentido de su existencia. Sila persona resuelve, por ejemplo, dedicar su vida a la gratificacién hedonista, no injerir en esa decision mientras esa forma de vida, en concreto, no en abstracto, no se traduzca en dafio para otro. Podemos no compartir ese ideal de vida, puede no compartirlo el gobernante, ias que se siguen de asumirla pero eso no lo hace ilegitimo. Son las consecuenci libertad como principio rector dentro de una sociedad que, por ese camino, se propone alcanzar la justicia. Reconocer y garantizar el libre desarrollo de la personalidad, pero fijéndole como limites el capricho del legislador, es un truco ilusorio para negar lo que se afirma. Equivale a esto: “Usted ¢s libre para clegir, pero s6lo para elegir lo bue- no y qué es lo bueno, se lo dice el Estado”. ¥ no se diga que todo lo que el legislador hace lo hace en funcién del interés comin, porque, al revés, el interés comtin resulta de observar rigurosamente las pautas basicas que se han establecido para la prosecucién de una sociedad jus- ta. En otros términos: que las personas sean libres y auténomas para elegir su forma de vida mientras ésta no interfiera con la autonomifa de las otras, es parte Vital del interés comtin en una sociedad personalista, como la que ha pretendi- do configurar la Carta Politica que hoy nos rige. Si el derecho al libre desarrollo de la personalidad tiene algiin sentido den- tro de nuestro sistema, es preciso concluir que, por las razones anotadas, las norms que hacen del consumo de droga un delito, son claramente inconstitu- cionales. Libertad, educacién y droga Cabe entonces preguntar: gqué puede hacer el Estado, si encuentra indesea- ble el consumo de narcéticos y estupefacientes y juzga deseable evitarlo, sin 16 Scanned with CamScanner EL CONSUMO DE DROGA vulnerar la libertad de las personas? Cree la Corte que la inica via adecuada y compatible con los principios que el propio Estado se ha prometido a respetar y a promover, consiste en brindar al conglomerado que constituye su pueblo, las posibilidades de educarse. {Conduce dicha via a la finalidad indicada? No ne- cesariamente, ni es de eso de lo que se trata en primer término. Se trata de que cada persona elija su forma de vida responsablemente, y para lograr ese objeti- vo, es preciso remover el obsticulo mayor y definitivo: la ignorancia, Sin com- partir completamente la doctrina socratica de que el tinico mal que aqueja a los hombres es la ignorancia, porque cuando conocemos la verdad conocemos el bien y cuando conocemos el bien no podemos menos que seguirlo, sf es preciso admitir que el conocimiento es un presupuesto esencial de la eleccién libre y si la eleccién, cualquiera que ella sea, tiene esa connotacién, no hay alternativa distinta a respetarla, siempre que satisfaga las condiciones que a través de esta sentencia varias veces se han indicado, a saber: que no resulte atentatoria de la 6rbita de la libertad de los demas y que, por ende, si se juzga daitina, s6lo afecte a quien libremente la toma. Poco sirven las prédicas hueras contra el vicio. Traténdose de seres pensan- tes (y la educacién ayuda a serlo) lo inico digno y eficaz consiste en mostrar de modo honesto y riguroso la conexi6n causal existente entre los distintos modos de vida y sus inevitables consecuencias, sin manipular las conciencias. Porque del mismo modo que hay quienes se proclaman personeros de una cosmovision, pero la contradicen en la préctica por ignorar las implicaciones que hay en ella, hay quienes optan por una forma de vida, ciegos a sus efectos. El examen racional de las cosas no Ieva fatalmente a que la voluntad opte por lo que se juzga mejor. Pero tiene una ventaja inapreciable: garantiza que la eleccion es libre y, generalmente, la libertad rinde buenos frutos. Al menos ése es el supuesto de una filosofia libertaria, como la que informa nuestro estatuto basico. Con toda razén ha escrito Richard Rorty: “El aglutinante social que mantiene unida a la sociedad liberal consiste en poco més que el consenso en cuanto a que lo esencial de la organizacién social estriba en dara todos la posi- bilidad de crearse a sf mismos segtin sus capacidades”s. Si, en una hipétesis meramente tedrica —que la Corte no propicia ni juzga deseable- una sociedad de hombres educados y libres resuelve vivir narcotiza- da, nada ético hay que oponer a esa decisi6n. Pero si dichos supuestos se dan, es altamente probable que tal cosa no ocurra. La educacién tiene por destinata- io, idéntico sujeto que el derecho: el hombre libre. Los shocks eléctricos, los 17 Scanned with CamScanner CARLOS GAVIRIA DIAZ o educan, inducen conducts micos 7 ae \dici6n moral del hom, Jos tratamientos a mate 1a COM cortes quirdrgicos ¥ ie a corte les, en esa medida, nies?» oa er enales bre, que eo nico que nos BENET” 4 dignidad humane de laokany, No puede, pues, un Estado fe i personal dad, escamotear su obligacisn ana personal yl ibe Ges040 J epresion com? forma de contoa, irenunciable de edvcar Y SUSE as para la persona individualmen, el consumo de sustancias que S¢ | a ‘comunid dda la que necesariamente se te consideraday, eventualmente, Pa? halla integrada. IVA : ; OC aay eee resultan violatorias del Estatuto Basico, los articulos a a . é . ye de la Ley 30 de 1986, este iltimo por constituir unidad normativa con los ee No asf el literal j) del articulo 2, también demandado, por las razones que més adelante se expondrén, y que llevan a Ja Corte a considerarlo claramente ajustado a la Carta. En efecto, para int cia al articulo 87 que, sin duda, tegrar la proposicion normativa, es preciso hacer referen- vevece comentario especial. Dicha norma es- tablece: “Las personas que, sin haber cometido ninguna de las infracciones descritas en este estatuto, estén afectadas por el consumo de drogas que produ- cen dependencia, seran enviadas a los establecimientos seftalados en los articu- Tos 4 5 del Decreto 136 de 1970, de acuerdo con el procedimiento seftalado por este Decreto”. Que una persona que no ha cometido ninguna infracci6n penal ~como lo establece el mismo articulo sea obligada a recibir tratamiento médico contra ee 7 la que no quiere curarse, es abiertamente atentatorio de rer Saas Honomia consagradas en elarticulo 16, como “libre desarro- racioneshechas aris acerca eee eneste punto, emia las conte osimilar, considerado, bien bajo fe cmamienta en establecimiento psiquidtrico pamela: pets eee pees del tratamiento médico, bien baio cional por violentar a veluntad det fot ener 3 norma resulta income capsid de dei, por eyo etmatatio mediante la subrogacién desu i6n del juez o del médico. Cada quien es libre de elegir (de ntro de nt areal secupera lay

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