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El Barroco y el Neoclasicismo TE CUENTO; que... ; 5 El fragmento que aparece a confinuacién hace parte de ° nl Dail Defoe. La novela fr publcada en M14 en Inara % CO rovela moderna en eae pa. Basada al pace, un hecho real, ences TN 5 ovneca y a pereveancia de La raturleza Fumana 2 [a par qu es Whe MN A 5 sor hunmano como una criatura que no ests abocada a la sledad. 1 ob noes roe 5 ema descripeién de las aventuras de un naufrago sino en [a denen dl del 5 oder, La obra ka tenid ura gran acepacion que se ea on sus aouranrte® Sy 5 us miltples adaptaciones, Rousseau reconocié el gran valor educativo es eee 5 afirmando que es una invtacin a la superacién a través de la jenacidad y el ings Robinson Crusoe LOS CANIBALES 1a obra Robinson Crusoe del escritor jaterra y $e considera que inaugura | Eko SIGAMOS ADELANTE, Tras haber puesto a salvo de este modo una parte de mi rebaiio, me puse a recorrer toda la isla buscando otro lugar retirado para hacer allf otro depésito semejante; cuando, vagando mas hacia el extre- mo oeste de la isla, hacia donde nunca habfa ido hasta entonces, y contemplando el mar, cref ver un bote en el, mar, a gran distancia; yo habfa encontrado uno o dos anteojos de larga vista en uno de los batiles de los mari- neros que habia salvado del barco; pero no los Hevaba conmigo, y aquello estaba tan lejos que no hubiera sabi- do decir qué es lo que era, a pesar de que fijé Ia mirada hasta que mis ojos no pudieron ya resistir més; si era o no un bote, no lo sé; pero como al bajar de la colina ya, no vi nada més, lo dejé correr; s6lo que decidi no volver a salir sin llevar en cl bolsllo un anteojo. Cuando hube bajado de la colina y legado al extremo de fa isla, hacia donde la verdad es que era la primera vez, ~gile iba, estaba ya completamente convencido de que el visto la huella del pie humano no era una cosa tan ‘a en aquella isla como yo habia imaginado; y que de no haber tenido la excepcional suerte de haber sido artojado a la parte de la isla a donde nunca llegaban ls salvajes, facilmente hubiera sabido que nada les era mas habitual a las canoas del continente, cuando les ocurtia que se habian alejado demasiado en alta mar, que ¢lit a parar a aquella parte de la isla que utilizaban como puerto; e igualmente que, como a menudo se encuen tran y luchan en sus canoas, los vencedores que hubie ran hecho prisioneros, los Hevaban a esta playa, en donde, surgiendo sus pavorosas costumbres, ya que eran todos cantbales,les daban muerte y se los comiat: de lo cual se hablara en seguida, Cuando hube bajado de la colina y legado a Ia playa, como ya he dicho més arriba, hallandome en el extrem0 sudoeste de la isla, quede totalmente azorado, no me és posible expresar mi horror al ver la playa sembrada de raneos, manos, pies y otros huesos de nos; y especialmente me Ilamé la atenci donde se habia encendido fuego alr hi culo marcad pelea de gallos en donde es ers0s salvajes se habian se cuerpos hums i6n_ un lugar et dedor del cual lo en la arena, como para unt de suponer que aquellos pe nntado para cel s inh p08 salva lebrar sus inhw- * festines con los euerpos de sus semejantes. Duedé i ede el abrecogido ala vista de estas cosas que ol DA a due Podtiacorter yo mismo durante tt @ s mis temores quedaro: < \n sepultados pot Petisamiento de aquel abismo de brutslided inher la degradacién de la natur® quando la naturaleza me desembaraz6 de los trastornos de smiestomago, y después de vomitar con una violencia inu- mala, quedé un poco aliviado, pero no podia resist el quedarme en aque ugar nitun momento mas, asi es que ihe dle nuevo por la colina todo To aprisa de que fui Gry eché anda en drccién ami morad, Gaindo ya me habia alejado un poco de aquella parte de Pita, me detuve un rato, como sobrecogido; y luego, tReaperanddome, levanté la mirada, y con el mismo fer- reren el alina y un torrente de lagrimas en los ojos, di graias a Dios por haberme destinado en principio a Siren una parte del mundo donde estaba tan lejos de ves tan espantosos como aquéllos, y porque aun, cuan- dio yo habia considerado mi situacién actual como muy Jaatimosa, El me habia dado tantos consuelos que aun tenia mas cosas que agradecer que de quejarme; y, sobre todo, porque, incluso en esta lastimosa situacién habia sido conformado con el conocimiento de El y la esperan- za de Su bendicién, lo cual era un bien que sobrepasaba en mucho a todas las desgracias que habia suftido o que podia llegar a sufi. Enesta disposicion de gratitud regresé a mi castillo, enton- ces empecé a sentirme mucho mas tranquilo, por lo que respecta a la seguridad de mi situacién, de lo que estaba antes; ya que observé que aquellos desdichados nunca ian a la isla con la intencién de sacar algo de ella; quiza no buscando, no necesitando o no esperando nada alli y sin duda, habiendo ya recogido muy a menudo la parte boscosa de la isla, sin encontrar nada que les interese. Sabia que hacia ya casi dieciocho afios que estaba aqui y que antes de ahora nunca habia visto ni Ja menor huella de seres humanos; y podia seguir viviendo aqui dieciocho mas, también oculto como estaba ahora, si yo mismo no Jos descubrfa a ellos, de lo cual no tenia la menor intencién sin hacer més que seguir tan oculto en donde estaba ahora, a menos que encontrarse gentes de menor condi- ion que los canibales para darme a conocer. Con todo, experimenté una aversi6n tal por los barbaros salvajes de los que he estado hablando y por su barbara ¢inhumana costumbre de comerse y devorarse los unos alos ottos, que seguia pensativo y triste, y me mantuve Lectura, Cuando digo mis dominios, quiero decir con ello mis tres propiedades, esto es, i castillo, mi casa, como yo la llama. ba ami cabana, y mi cercado en los bosques; y este tilti- ‘mo tampoco lo empleaba para ningin otro uso que el de cercado para las cabras; ya que era tal la aversin que mi naturaleza sentia para aquellos infernales desdichados, que tenia tanto miedo de verles, como de ver al mismo dia- blo; durante todo este tiempo tampoco hice nada por ira buscar mi bote, sino que mas bien empecé a pensar en hacerme otro; ya que no podia pensar en hacer ninguna tentativa mas para traer hasta aqut el otro bote, costean- do laisla, sin temor de tropezarme con alguna de aquellas gentes en el mar, en donde, de darse el caso de caer en sus manos, ya sabia cual hubiera sido mi suerte. El tiempo, sin embargo, y la satisfaccidn que tenia de no correr ningiin peligro de ser descubierto por aquella gente, empez6 a disipar mis inquietudes acerca de y empecé a vivir exactamente de la misma tranquila manera que antes, solo con esta diferencia, que usaba mis precauciones y mantenia mis ojos mucho mas aler- ta que antes, temiendo que llegase a ser visto por algu- no de ellos; y especialmente tomaba mas precauciones en lo que respectaa disparar mi escopeta, temiendo que hallandose en la isla alguno de ellos, pudiesen ofr el dis- paro; y por lo tanto, fue una gran suerte para mi el haberme proveido de un rebaio de cabras domésticas, ‘ya que asi no tenia ninguna necesidad de cazar en los bosques ni de disparar sobre estos animales; y todos los, que cogi despues de esto fue gracias a trampas y cepos, DiNgDIONT como habia hecho antes; asi que durante los dos anos que siguieron a estos, creo que no disparé mi escopeta ni tuna sola vez, pesar de que nunca sala sin ela; y, mas an, como habia salvado del barco tres pistolas, siempre las le vaba conmigo, o, al menos, dos de ellas, metidas en mi cin turon de piel de cabra; tambien afilé uno de los machetes grandes que habia sacado del barco, y me hice un cint ron para Hevarlo también conmigo; asi es que cuando hacia una salida debia ser el tipo mas impresionante que jamas se ha visto, si se anade a la deseripcion de mi mismo que ya hice antes, el detalle de las dos pistolas y det gran espadén colgado a un lado del cinto, pero sin vaina, Siguiiendo, pues, de este modo, como ya he dicho, duran: tealgiin tiempo, me parecia, exceptuando aquellas precau: jones, habia vuelto a mi anterior género de vida, tranquilo ¥ apacible, Todas estas cosas contribuian cada vez mas a mostrarme cuan lejos estaba mi situacién de ser lastimo- sa, comparada con la de algunos otros; quiero decit, com: parada con otras clases de vida, que hubieran podido complacer a Dios para destinarme como suerte. Ello me hizo reflexionar sobre las pocas quejas que habria entre los hombres, fuera cual fuese la condicién de su vida, si las xgentes comparasen su sittacién con otras que son peo- res, con objeto de sentirse agradecidos, en vez de com- pararlas siempre con las que son mejores, para poder asi murmurar y quejarse Como en mi situacion actual en realidad no habia muchas cosas que echase en falta, la verdad es que pen: saba que los sustos que habia pasado por culpa de aque- Hos malhadados salvajes y las preocupaciones en que me habia visto para atender a mi propia conservacion, me habian embotado la inventiva al servicio de mis conve- niencias; y habia dejado correr una buena idea que tiempo atras me habia hecho cavilar mucho; y hasta era la ver si podia convertir parte de mi cebada en malta, y luego probar a hacerme un poco de cerveza. En realidad esta era una idea bastante fantistica, y a menudo me reprochaba a mi mismo mi simpleza; ya que al momen- to me daba cuenta de que me faltaria una serie de cosas necesarias para hacer cerveza, y que me eran imposible de procurarme; como, en primer lugar, toneles para meterla, lo cual era algo que, ya he observado, nunca con- segui construir, no, aunque dediqué no muchos dias, sino semanas, mas alin, meses, a intentatlo, sin conseguirlo nunea, En segundo lugar no tenia lipulo para conservar: fa, ni levadura para hacerla fermentar, ni olla ni caldera para hacerla hervi, ya pesar de todas estas cosas, creo sin Ceramente que, de no haberse producido todas estas cosas, quero decir los sutosy terrores por casa dels salvaje, me bir fanz al ernpress¥ as eon xi, po {que raras veces abandonaba algo sin haberlo realizado, cuando la idea habi » ni cabeza para empezar a pone madurado ya lo suficienterente en sla en prictica 92 nntaba por fumbo Pero ahora mi inventiva se orie! = distintos; de dia y de noche no era capaz de pensar. otra cosa que en como podia destruir alguno de aquel, monstruos en medio de sus sangrienttos festines, y, sg, posible, salvar a la victima que hubiera traido alli pag, Ser sactificada. Llenaria un volumen mayor que el des tinado a todo esta obra, el mencionar todos los plane 9, mejor dicho, que me rondaban por la mente para aniquilar a aquellos seres, 0 al menos asustarl, con objeto de impedir que volviesen @ aquel lugar; per todo era iniitil, ado era imposible de realizar, a meno que yo no estuviera alli en persona para hacerlo; v equ es lo que podria hacer un solo hombre entre ellos, cuan do quiza serian veinte o treinta entre todos, con sus jake linas o sus arcos y flechas, que manejaban con tant que for) punteria como yo mi escopeta? ‘A veces imaginaba hacer un agujero debajo del lugare, donde encendian el fuego, y poner alli cinco o seis libra de polvora, la cual, cuando ellos prendieran fuego, x inflamaria inmediatamente, y haria saltar a todos ls que estuvieran cerca; pero como en primer lugar me parecia muy mal gastar tanta pélvora en ellos, ya quem provision habia quedado reducida a un solo bartil, yi siquiera podia estar seguro de que la explosién se pro duciria en un momento dado, cuando pudiese sorpten derlos; y como, en el mejor de los casos, no conseguiti mas que chamuscarle las orejas y asustarles, pero nolo suficiente para hacerles abandonar el lugar; asi es qut lo deje, y entonces decidi ir yo mismo a emboscarme es algin lugar apropiado, con mis tres escopetas, todas co carga doble, y en medio de su sangrienta ceremonia ds Parar contra ellos, cuando estuviese seguro de mata herr af menos a dos © tes con cada disparo; y entonts tng dec psy esp. tina todos. Estuveacaricandoes fa fe eae ealuve aariiando esa fantistica idea duet ¥ me tenia tan absorbido que ? menudo lo sonaba, y av ", ¥ a-veces estaba a punto de dispar contra ellos en senos, Punto dedi varios dias a buscar lugares me, como yo decia, y desde temente a aquel lug familiarizando cada ver rm, ‘mi espiritu estaba Meno dl de venganza y de san apropiados para emboss" alli espiarlos; ¢ iba frecue at, con el que ahora me ib! as: y especialmente, mient™ le este modo de pensamien!™ Veinteo trintadeelloseon mney oe aes tara at? 4 llos con mi espada, como podria? tos deaquelog a Mepirab: aque! gary os toda tirbaros desdichados devorindos¢ !* otros, calmaba un tanto mi furor Bueno, a e1 a See un lugar en la falda de la ©!" -envel que estaba seguro de un inpelid BFO hasta ver veni¢ sh que podia esperar sin Pel” algunos de sus botes, para pou i emionces, incluso antes de que ellos tuvieran tiempo de desernbarcar, destizarme sin ser visto hacia unos fron flows arboles en uno de los cuales habia un hueco lo tufcientemente grande como para ocultarme por com- ple: yen donde podia instalarme y desde all observar vigos sus sangrientos hechos, y afinar la punteria euan- Yoestuvieran todos apinados, de manera que fuese casi sible que pudicra fallarel tiro, o que dejase de herir ‘ues 0 cuatro al primer tiro, Eneste lugar, pues, decidi levar a cabo mi plan, y en con ceuencia prepare los dos mosquetes y la escopeta de caza {questa usar. Los dos mosquetes los cargué cada uno con tinpunado de postas y cuatro 0 cinco balas mas pequenas, vaso menos del tamaio de las balas de pistol; y la otra escopeta la cargué con casi un punado de perdigones de ‘cqzade los mas grandes; también cargué mis pistolas,con cerca de cuatro balas cada una; y con todo ello y bien pro- visto de municiones para hacer una segunda y una terce- ra descarga, me preparé para mi expedicién. Una vez trazado el plan de lo que me proponia hacer, y cuando en mi imaginaci6n ya lo habia puesto en practi- ‘a, ni una sola manana dejaba de hacer mi recorrido hasta la cumbre de la colina, que distaba de mi castillo, como yo lo llamaba, quizas algo més de unas tres millas para ver si podia divisar algin bote en el mar, dirigién- dose ala isla o permaneciendo cerca de ella; pero empe- cé a cansarme de esta pesada tarea, después de haber estado manteniendo constantemente mi vigilancia du- rante dos o tres meses y de regresar siempre sin haber descubierto nada, ni haber visto en todo ese tiempo nt el menor rastro, no sélo en la playa o cerca de ella, sino incluso en todo el océano, hasta donde mi mirada, aun ayudandose del anteojo, podia alcanzar en todas las direcciones. Mientras segui haciendo mi cotidiana excursién a la colina para atalayar, mantuve también el vigor de ri pro” éxito, y durante todo el tiempo mi énimo parecia hallar- se en una disposicion adecuada para Hlevar a cabo algo tan atroz como matar a veinte o treinta salvajes indefen- 0s, por un crimen que ain no me habia detenido a ana- Jizar en ini mente, tanto més cuanto en un principio mis animos se habian inflamado ante el horror que expert ‘menté por la inhumana costumbre de la gente de aquel ais, quien al parecer habia permitido la Providencia, en Su sabia ordenacién del mundo, que no tuviesen otra {ula que la de sus abominables y corrompidas pasiones; Yen consecuencia se entregaban, y quizés asi habia sido durante generaciones enteras, a hacer cosas tan horribles ‘= 7 aceptar costumbres tan espantosas, a lo que solo la 2 ‘Naturaleza, totalmente abandonada del Cielo, e impulsa: E da por una suerte de degradacion infernal, podia habs § les Nevado. Pero, ahora que, como decia, empezaba a ‘ansarme de mis infructuosas excursiones que, durante tanto tiempo y hasta tan lejos, habia hecho cada m: na en vano, mi opinin del, hecho “mismo erp modificarse, y con pensamientos mas frios ¥y’serenos empecé a considerar que era Jo que iba.a acometer; qué ‘autoridad o misién tenia yo para pretender ser juez y ver- dugo de aquellos hombres, como criminales, a quienes el cielo habia creido oportuno a lo largo de tantas genera- ciones tolerar dejéndoles impunes, de modo que siguie- sen asf y fuesen, como lo eran, verdugos de sus juicios los ‘unos para los otros; hasta qué punto me habfan perjudi cado aquellos seres, y qué derecho tenia yo a mezclarme ten luchas sangrientas y derramar sangre como ellos lo hacian entre si. Muy a menudo debati esta cuestion con- migo mismo en Jos siguientes términos: geomo sé yo el juicio de Dios en este caso particular? Lo indudable es ‘que estas gentes no consideran esto como un crimen; no bran contra el dictado de suconciencia, oel reproche de esta es muyjleve, Ells ignoran que esto sea tun delito,y Jo cometen desafiando’a la justicia divina, como hacemos nosotros en casi todos los pecados que cometemos. Para ellos tan crimen es matar aun cautivo tomado en la gue- rra, como para nosotros matar un buey; y comer carne humana es como para nosotros comer carne de carnero. Daniel Defoe 93. DAMIDIONT

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