You are on page 1of 7
Meditaci6n Littrgica sobre la BARTOLOME MELIA S.J, L cristiano que seriamente, es de- vivir isterio le sale pronto BI Espi Dios que sin cesar renueva el ros Ju Tglesiay inventando. mil form que lama, excribiendo slmas nuevas historias de gracia. per- maneco entrafablemente fiel a 4 mis, “extraordinariamente aje, sigue “sin saber otra cosa qus a Jesicristo y éste erucifiends” (1 Cor. 22), en, el misterio de la Cru, encontramos esociados por nuestro bautismo, eémo es compren- ‘ido, eémo es vivido y participads por nosotros? El Espiritu nos eonduce a él tarde o temprano, de grado 0 por fuer. 2a, Lloga un momento en que, impoten tea, debemos extender Ite manos, of70 donde novorros Es una gracia, Alesgracin seria que, existianos, por mucho tiempo el mi terio de Cristo, Y puesto que estamos delante Je Ia rrible y magnifica realidad isterio. de muerte Y resurreccién, intentemot un sceron- riento y una participacién en este mis- terio, Acercamiento y participacién, por euanto Ia Cruz de Cristo no es proble- ‘ma, sino misterio y no exige una solu- cida, sino una inteligencia y una ad- hhesidn. Pertcpacionidrglea a liturgia cumple: tare mmunciar a los hombres, quo Jo viven sin Iegar a tomar conciencia de ello, el tentida del misterio al que es tin 'sociados. “La esencia del cristianiemo no et directamente accesible ni dentro de vin tistema metafisico, ni dentro de une moral, sino dentro de este desarrollo temporal de una aecidn sageada, que re In Titurgia, eminentemente Ia ‘iturgia paseual” (i), 2) Toots Bouren, Le Mystire Ponce, ef ‘Cet, Pars 1960 (8 wi.) pe TE. a que una especul Cruz y su misterio, es una Presencia la que Ja liturgia pone ante Yos ojos de iuestra fe, es una Accién en la que se zoe invite’ participer. Esta actitud de participacién es even- cial en Ja Titargia y viene a corresir po- bles desviaciones ea Ia imitacion del Sefior. “Debemos tener en nosotros los entimientos que Cristo ha tenido, de- bemos ser erucificados, ser sepultados con El y eon El reaeitar, pero esto no significa quo debames copiar malamen- te, nosotros hombres eaidos, a este Dios hecho Hombre" (2). La Cruz de Cristo tiene sscétien y ‘moralmente un gran valor de ejemplari- dad; sin embargo desconoceria toda In particularidad de Ja persona de Cristo ‘quien hiciera de El un hérce ejemplar, porque no es Elun hombre en Ia hum hidad, sino que es o} Hombre quo llevs Ja Humanidad. Su muerte y resurrec: (2) Mid, p35. espiritualidad mai La Heurgia, son su mismo cardeter do participacién, nos aleja igualmento de otro peligro, cual seria el de In re. Aluceidn dal misierio de Cristo a nuestra ign son, propiamente hablando, inimi tables. No morinos y resucitamos como Cristo, sino en Cristo: verdad mucho més consoladora ¥ profunda. “Yo ppero ya no soy yo quien vivo, es Cristo ‘quen vive en mi" (Gal 2,20), a Titurgia, con su mismo carécter de participaciéa, nos do otro peligro, cual seria el dimensiones hunanas. Frente a Crist, fauestra actitud puede tomar fcilmente Informa de la apeopiacion aiitaria, Pe dimos a Cristo ¥ en concreto a su Cruz ‘una respuesta « anestros problemas, un Constelo. a nuestras diffcaltades, un Sjemplo que flumine nuestras stuacio- fies El misterio de Cristo es todo exo, ppeto es mas que esto; reducislo a on Shara nosotros” eubjetivo y limitedo ex disminuirlo. Hay une manere de nor frente al misterio que cont fplicarnor eas easefanaas, en atrarr el misterio « nosotros para poseerlo y ha. Cerlo entrar en aieatras vidas. La fi, sin embarge, parece tomar el mis: terio bajo otra perspe yal fin y al cabo, maa sador es el misterio, que es ante to lo tun “para si", que nos atrae, en el que entramos, en el que participamos. En. vada y participicion que no dejard al hombre sin un gran provecho para si alma, pero que ademas tiene Ia virtud de obrar en nuestro interior una de las conversiones més dolororns y_ dificiles, al mismo tiempo que mas necesarias, en toda vida espiritaal: el hombre debe morir a su vida, para vivir la vida de Dios. Que nototros no podamos caplar ni abarcar ni comprender In ancha pro- fandided del misterio redentor, no ex azn para quo queramos configurar 10 rrostro a nuestro rostro, su misterio a nuestra situacién, De hecho esta actitud nno deja de tener sus exigoncia Es mas {facil revolver en nuestro interior la des- gracia que franqusar el punto critico de Ins realidades sendibles para entrar en la feuridad de Ia fe, por muy Shumin la que ésta esté con sus promesas de res rreceidn, El paso que nos exige el mi terio es freedentenente doloroso; e+ desenraizarse de maestros puntos de ano- yo, es la fe do que en 1a Cruz hay un tentido a pesar de las tinicblas que lo envuelven ide momento... Es estar aten- to a Otro, es salirnos de nosotros mi mos. Hacer preseate la resurrecciéa en nuestro presente doloroso es una prucba que sélo la gracia puede hacernos supe. tar, La alogria en Dios euesta, y para el alma que no sale de si misma es la ma. yor dificultad, “Participar, comulgar con el misterio. de Cristo muetto y resucitado n0 es +0- lamente entender la leecién del mists rio: si el grano ds trigo no muere, per- mancee solo; es recibir activamente Ie Virtud de los actos redentores, es poner por obra una so is hhacernos participar en Ios misterios de Gristo, sobre todo en em mistorio pas- cual, os supone ya sucramentalment> tunidos © incorporados a Cristo. La muerte de Cristo «x nuestra muerte; por esto au resurreceiin eer también nuoe- tra resurreccién. Drama 6 mister Los textos litirgicon de In soma na de Pasién y do le semana santa pueden parccer «primera vista pa- Fadéjicor, como a no respondieran # ficieatemento a le piedad de los files, juo en estos dian querrian sentir lo mi vivamento posible los sufrimientos y Ia muerte del Sedor, Tal ver por este mo- tivo han conocido una mayor aceptacién popular y masiva los piadotos ejercicion ‘quo en clerta manera 3) Rent Quincy, Mort ot Rénrecion ‘en YenChri, Chistes Gullo 161) p 384. ‘miticamente Tas etcenas de Ia Pesién. Estas devociones populares, tradici Jes, pueden ser prolongeciones familia res del culto de Ia Iglesia y estar Satin ‘él y entonces deben ser ‘No es este problema el que liseutir, Notamos sola- ‘mente que el eepiritu de la liturgia nos introduce a mirar la crux deede un v to de vista privilegiado, profundamen. te religioso, aunque, fuera es decisio, toro, La liturgia no pro.wne jcoligico mi fisioldpico de le 1. Como expresidn de la fe de Ta Iglesia, la liturgia “considers Jos eufti- -mientos y la muerte de Jess eolocando- Jos por encima de un sentimentalisae superficial para descubrir el amor de Dios actuando, la glorificacién del Se- or, la inmensidad del peeado, el valor de los hombres amadoe do Dios, el ca- Imino que nosotros seguimos detrie del Maestro” (3). dod del Mistrio Para ciertos espi tético de la colebracin litrgica se p tenta también como una dificultad clerto que nuestra sicologia necesita wna cierta sicesién temporal en la que ex- playar sus tentimientos. Por esta ravin, ‘aunque la primitiva Iglesia celebrara la Pascua como un todo indivisible, ya muy pronto San Ambrosio, segin una convepeion de la celebracton litigen ‘menos mistériea y més sieol ‘quo se dedique un dia a la P Lo mismo San Agustin (6). Pero bay que notar que con ello estos Padtes 1: rompian Ia unided esencial del mi (4) F. Monn, La vondvedé ints IL Oviglationt La Mason-Diea 67 (1961) ps 216, (3) 8. Aacmosto, Epiola 23, yo, cel 1st (8) 8. Acusrrs, Bpliola 84 P. Ly 33, eo. ama rio que gracias a Dios ha permanecida cen In lita En Ia oracién del domingo de Ra- mos, a Dios que “hizo que nuestro Sal- vyador tomara un euerpo humano y po eciera en Ja cruz, lo pedimos que hos eonceda retener Tas ensofianzas de 0 Aungue Ja Titurgia de pasign reo ge Ins mis desgarradoras expresiones bi- Diteas del dolor y del desamparo, del sufrimiento y del abandone, nunea nee deja dentro del sentimiento trigico de in horizonte sin salida. Kn la hora de las tinieblas hay siempre un rayo de Juz que proviene de la hora de Cristo La totalidad del mistesio esta. presen: to y este misterio es que “el Stior s¢ hizo obediente hasta la muerte y muer- to de eruz; por ésto Jesucristo es Sefior en Ia gloria de Dios Padre” (Elp 2, 8 ¥ 11) (Introito del maiémoles santo). Pasién y Resurrecciin no som dos actos independientes. Hay en ellos un ‘con si muerte da la én” de Cristo en ix cruz es ya una manifetacién yuna in”. En to Ja liturgia hhaco sino reflejar Is visién. dal orang lita San Juan y Ia doctrine de San Pablo, rut glresa Todo lo que actbamos do decir +9. bre el caricter sintético, totalitario dindmico de la celebracién litirgiea de. Ja Pasicn, encuentra en el viernes san- 12 litirgica de esto dia, podemos ali- ‘mar que la Iglesia celebra en €l Ia Pi sidn “ploriosa” del Sefior. Los ritos de a, cunque no dojan de excitar ‘nuestra compesién haciéndonos ver ‘mo nuestrot pecsdos han causado le ‘muerte de Cristo, revisten de pronto los a ccaractores de una exaltacién glorfosn de Ta Crus, No verimos a gemir sobre un ‘eueidos Horamos eantendo. El tanto, més que una “represent uasi-drumitiea en el aniversario do la smunerte del Sefior, nos quiere hacer pa ticipar sieramenialmente de un mist @. El aspecto glorioso del misterio, en ninguna maners ausente de Ta lituegia de Ia Palabra (lectura de la Pasién sexi, Sam Juan), se manifesta sobre todo en ls adorecién de la Cruz. Graz es, en con de Ta muerte de floriosa es la Cruz cristina, es decir, Ja Cruz vista per Ia fe, la Cruz que las pinturas de Jas catacombas Como un icbol en real flor Cruz que sostiene aun rey leno de majestad, eegsin el estilo bizantine, Un fargista’ de renombre, Scunapr, de- seria que el are realizara tales cruces de Dios. “En le Gr nneramos el signo de sino también el signo de “nuestro Dios” (@). En el dolor se manifiesta su amor y su més alta gloria La antifona resume con magistral simplicidad el suntido de la Cruz. “Ado- smos 14 Cruz, Seior, y alabemos ¥ florificamos ti santa Resurrecrins Porque he aqui que vino a todo e! miu ‘lo la alegrin por un lesio”. Esta antifir Fidelis, como el himno Crux hace entrar dentro de unae fas de fo, que pueden dojar biblica, trad feclesial del misterio de Ia Cruz. Ahora Due che F. Monon, Le sendredi saint: 1. Baute, La ani G9) jue. ey. bien, esto culto es inseparable de la Re- surreceién, El misteiro de la Cruz no puede tepararse del misterio pascual con el que forma un todo, El’ drama histciea y patéico dl Cah oa ‘cho verdaderamente importante y ex- ‘elusive de nuestra salvacisn, no forma en si mismo una unidad completa. y ‘separable. La relacién que so stable: cc entre la muerte y Ia vida, la Pasién y la Resurreccién es esencial er el mis- trio y el hombre mo debe seecionar un aspecio del otro, bajo pena de mutilar ja esencia misma del cristianismo, Ni doloritm oi hedonisme “Celebrando el acto litirgico, los cristianos tienen uma eierta experiencia do las verdades de Ia fo proclamadvs y celebradas por la liturgia, En ella modo de conocimiento.privilegiado %6 realiza por experiencia o part ida” (9). Ahora bien, jeuil ex el modo de conocimiento nuevo que eo despren: do la celobracién litirgica do la Pasién? La liturgia nor da ante todo acceso ‘una fe que es Ia fe do Ta Tglesia, que ‘al mismo tiempo que pertonal ea su ‘mamente objetiva, segin hemos dicho. Esta mime liturgia, cuando trata del misterio de la Cruz, nos hace partici par de una realidad mistica, mis que de un ejemplo aseético, Consecu mente el papel del sufrimiento eri rho adquiere un sentido igualmente sle- jndo de dos tergiversaciones posibles, ‘cuales serian el dolorismo y el hedoni mo (0). (9) Dow Jey Gartzann, 0 bo Le rd Pascal dane le rouse Targique ‘ett de ‘bilan doctrinal), Tx Malson-Dieo. 67 (Geet) p70 (10) ote L Bove, 0, city p29, El primero quiere vor en el dolor Ie eficain de Tn redencians In pain re- tibinin oa valor del calmo ‘el solr. ‘oiante, Ta Person cede on impart cia a lo heroico de su obra. i A esto hay que decir a solo. no, redites el dolor re eisto. Si algane vor ha podido habia: te doom cierto masoquinno eepicitoat f porgue ha habide en. alguncs nto lor como. bra de pus eacin personal miso menos egocén- tries, Exe sufimiento aut eatontido infecando “Ta miras tu erueifijo al revés. No cs solamente la Cruz la que hay que ver, 64. Jesueristo que esta sobre « Ila", decia TEiLMARD DE CHARDIN a su her” mana, El mismo “contemplaba el Cru- cifieado, y su fo era tan fuerte que en el Crucificado veia siempre, al mismo tiempo, al Resucitado” (11), La Titargia de In Pasion, que no co cioetamentedolorsta, con sam ampias | aperuras sobre Is fecandidad del sue'- | ieio sur resplandores_gloriowos ve hace talir de nuestras manecas de ver al revelarnos el explendor de Ja Resurreceién, 7 Por In Cri mundo. z vino el goxo todo el GBs esto decir que al ver en Ia Cruz tuna’ “salida” y sw conexidn necesaria con el misterio de la Resurreecién, mos en un hedonismo superficial 0 tn endito optimismo? Pues bien, El misterio de Ie Cruz que una vez penetrado es el mas consolador, es por 4s pronto el més perturbador... La Cruz en su horrenda realidad uy ex un “como si" Dios murieray paso dificil, eseena cruel do un drama, cuyo desenlace sabemos que en fin de cucn- (11), Hewes oe Lome, La pnsée religiew: se tu Pore Tethard de Chardin, Aebice 196, pa a i a tae seri feliz, La Resurreccién no des: virtia en nada Ta realidad de In Pasin, “Evta vida no sueede solamente a Is niuerte, como la primavera sucede al invierno, Beta vida sale do la muerte; In muerte engendra Ia vida, Y no pot tun simple juego de alternancia, co ba- Tanua, dle compensscién, De lo’ cot vio, prodiear el misterio pascual rer tan vulgar como decir: Después de Muvia, ef buen tiempo” (12). EL dolor, el sufrimiento, y ain ef dosamparo siguen clav én, pero en ol mistarfo de Cristo en inecesidad aceptada de todas Tas poten- vy de destruecién que pecan sobre nowteus. adquiere un sentido. cilmente ereyendo que la Cruz de la Titurgia no exige abnegacién nt suf miento, van estas palabras un poco nnicas de tun superior de seminario : “Hay jévenes que resucitan pronto cor Gristo, Uno cage una vela en Ia vigi lia pascual y se cree que ha resucitado Oh maravillosa generacion, que ka en- contrado el medio de ofrecerlo todo sin saerifiear nada” (13). “No puede haber Resurreecién i pasar por la muerte. Una Resurreceidn ‘que no abarea Ia muerte no puede ser Vietoriosa, La Cruz no tiene out hugar an- tes 0 al lado de la Resurreecién, sino on su mismo centro” (14). No hay como ponerse delante de Ia Crux del Seftor para saber at amor, pa- ra morir a nosotros mismoa, para rer- rnocer su gracia en todo sufrimiento hu- a AM rs Pascal. La Queston gue ls Myx Dieu 67 (198) p15, (U3) Citado por” Bestar Anstinde, Lo Mortification dant fa ste chedilene, Chietse 3 (enero 1986) pe 127-128, (Gay Mhidy po 135, 28 mano

You might also like