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Las palabras latinas que han llegado a formar parte de nuestro idioma han seguido
diversas vías de integración que han dado lugar a tres tipos de palabras: patrimoniales,
cultismos y semicultismos.
Las palabras usadas por los romanos ocupantes de la península que fueron evolucionando
fonéticamente a lo largo de los siglos hasta fijarse en su forma actual son las llamadas
palabras PATRIMONIALES.
Los CULTISMOS son palabras que, procedentes también en gran medida del latín, han
sido introducidas en nuestra lengua en momentos diferentes de la historia por hablantes o
escritores cultos que necesitaban vocablos para indicar conceptos carentes de voces
patrimoniales para designarlos.
Estas palabras conservan una forma muy parecida a la original latina debido a que no
sufren la transformación fonética que supone el ser transmitidas oralmente , es decir, “ de
oído” de unas generaciones a otras y a que su introducción se produce en épocas más
tardías, cuando ya se habían efectuado los grandes cambios fonéticos.
Son cultismos palabras como “rotar”, “especular”, “ diseminar” ( lat. disseminare ;de haber
sido una voz patrimonial hubiera dado desembrar ) o “ amabilidad” ( lat. amabilitatem ).
La incorporación de estas palabras procedentes del latín culto es posible debido a que
durante muchos siglos después del fin del imperio romano se enseñaba el latín literario en
las escuelas. Además era el idioma utilizado por la iglesia, la administración y los juristas.
El cultismo no debe confundirse con el latinismo, que es una palabra o expresión latina usada en otra
lengua (pero no propia de ella), en contextos cultos o elevados, por ejemplo, alma mater, per capita,
deficit, etc.