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Futurismo, primero de los movimientos de vanguardia artística, surgido en Italia en

1909 por Filippo Tommaso Marinetti, que redactó su Manifeste du Futurisme, el


primero de otros muchos, el 20 de febrero de 1909, en el diario Le Figaro de París.

Estética
Inspirado por la Patafísica de Alfred Jarry y Remy de Gourmont y por procedimientos
literarios que como este movimiento literario no asumían ninguna tradición formal ni
cultural previa, Marinetti fue llegando a concebir esta nueva estética. El futurismo fue
llamado así por su intención de romper absolutamente con el arte del pasado (el llamado
Pasadismo) al considerar que los museos son equivalentes a los cementerios, en
especial en Italia, donde la tradición artística del pasado brotaba por doquier y lo
impregnaba todo. Había que hacer, pues, tabla rasa del pasado y crear un arte nuevo
desde cero, acorde con la mentalidad moderna, los nuevos tiempos y las nuevas
realidades. Para ello toma como modelo las máquinas y sus virtudes: la fuerza, la
rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento, la deshumanización. Diametralmente
en contra del Expresionismo, un ismo o vanguardia humanista un poco posterior,
dignifica la guerra como espacio donde la maquinización, la energía y la
deshumanización han alcanzado cotas máximas. Proscribe lo sentimental y lo
anecdótico y no asume absolutamente nada del pasado, ni siquiera la métrica en
literatura. Intenta sustituir los nexos por notaciones algebraicas y buscar un léxico
radicalmente hechido de tecnologismos y barbarismos, plagado de infinitivos,
exclamaciones e interjecciones que denotan energía. Cultiva además una interesante
forma de teatro, el llamado teatro sintético, en que las acciones ocurren a velocidad de
vértigo y el argumento se desarrolla y acaba en apenas diez minutos, y se elude el
elemento humano ocultando las figuras humanas, que sólo pueden adivinarse por
metonimia (sólo se ven los pies de los actores).

La estética futurista pregona también una ética, de raíz fundamentalmente machista,


misógina y provocadora, amante del deporte y de la guerra ("única higiene del mundo",
según Marinetti), de la violencia y del peligro. Igualmente, el futurismo y el propio
Marinetti fue politizándose cada vez más hasta coincidir con las tesis del fascismo, en
cuyo partido ingresó el italiano en 1919.

El Futurismo fue un movimiento fundamentalmente italiano y de carácter literario (el


propio Marinetti), plástico (el pintor argentino Emilio Pettoruti y los pintores italianos
Gino Severini, Carlo Carrà, Giacomo Balla o el escultor Umberto Boccioni),
arquitectónico (Antonio Sant'Elia) y musical (el ruidismo del compositor Luigi Russolo,
antecedente directo de la llamada música concreta), pero tuvo algunos seguidores en
Rusia (el poeta Vladimir Maiakovski), en Bélgica (el escritor Émile Verhaeren) y en
Portugal (Fernando Pessoa, quien divulgó el movimiento a través de la revista Orpheu,
1915); sin embargo, tras alcanzar su culmen a mediados de los años veinte, la estética
futurista fue disgregándose hasta desaparecer en la década de los cuarenta.

Trascendencia del Futurismo


La importancia que tuvo el Futurismo, más allá de sus dudosos méritos estéticos, fue la
de hacer partir la estética desde cero a comienzos del siglo XX, de forma que posibilitó
una espectacular renovación de los principios y técnicas artísticas, que tiene
consecuencias incluso en la actualidad. Fue el primero de los ismos o vanguardias
artísticas y su valor como movimiento rupturista posibilitó y facilitó el camino a las
demás corrientes que refrescaron el panorama artístico de la primera mitad del siglo

El futurismo en España
El primero de los movimientos de vanguardia artística, su Manifiesto de 1909 fue
conocido en España ese mismo año gracias a Ramón Gómez de la Serna y su revista
Prometeo, aunque muchos de los que comentaron en España este movimiento
mencionaron un precedente catalán, el Futurisme de Gabriel Alomar, que creó una
revista con ese título (Futurisme) en 1907.

Sin embargo, nunca llegó a existir en España un Futurismo articulado como tal, a
diferencia de lo que ocurrió en Portugal. Sufrieron su influencia pintores que marcharon
a Italia, como el uruguayo Rafael Barradas, Enric C. Ricart o Rafael Sala, y otros que no
lo hicieron, como Celso Lagar, Antonio de Guezala o Joan Sandalinas. En poesía
tomaron algunos elementos de esta estética los catalanes Josep Maria Junoy, J. V. Foix,
Joaquim Folguera, Sebastià Sánchez-Juan, Bonaventura Vallespinosa i Salvat y sobre
todo Joan Salvat-Papasseit; asimismo, el Ultraísmo asumió casi todos sus postulados
estéticos, dejándose ver el influjo futurista en libros como Hélices de Guillermo de
Torre. Ya en los años 20, toman algunos elementos del futurismo Ramón de Basterra en
su lírica y Ernesto Giménez Caballero, uno de los patrocinadores de la visita a España
(Barcelona, Madrid y Bilbao) de Marinetti, en 1928, si bien en esos momentos los
aspectos literarios tenían menos que ver que los políticos, ya que la evolución
ideológica del italiano hacia el fascismo era en esos momentos similar a la del creador
de La Gaceta Literaria. En Ismos (1931) Ramón Gómez de la Serna disertó sobre esta
estética que había procurado difundir en 1910.

Bibliografía
 Guillermo de Torre, Literaturas europeas de Vanguardia, Madrid, 1925 y
Historia de las literaturas de Vanguardia, Madrid, 1965.
 Juan Manuel Bonet, Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936).
Madrid, 1995.

Enlaces externos
 El Futurismo italiano
 :: La Tipografía del Futurismo :: CONTROL ZETA | Weblog

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