You are on page 1of 24

Acción colectiva y subjetividad.

Un balance
desde los estudios sociales
Collective action and subjetivity. a balance
from social studies
Alfonso Torres Carrillo 1

Resumen
Los movimientos sociales han sido constitutivos de las sociedades y de las ciencias sociales
contemporáneas; tanto que hoy constituyen uno de los campos de investigación más prolífi-
cos de los estudios sociales. El artículo hace una revisión crítica del lugar que han tenido las
dimensiones subjetivas de la acción colectiva, entre los diferentes enfoques teóricos sobre los
movimientos sociales. Además, presenta y documenta la emergencia de la subjetividad como
campo problemático y perspectiva interpretativa en los estudios sociales contemporáneos. A
partir de este balance, se plantea un modelo analítico para abordar procesos organizativos
y de movilización social en contextos urbanos, destacando el peso de aspectos subjetivos
presentes en ellos.

Palabras clave
Movimientos sociales, acción colectiva, subjetividad, imaginario cultural, representaciones
sociales.

Abstract
Social movements have contributed to shape societies and contemporary Social Sciences, so
much that this topic constitutes one of the more prolific fields of research in Social Studies. This
article provides a critical review of the place that the dimensions of collective action have had
within the different theoretical perspectives about social movements. In addition, this paper
presents and documents the emergence of subjectivity as a problematic field of interpretation
in contemporary social studies. From this balance, an analytical model is proposed to address
organizational processes and social mobilization in urban settings, emphasizing the relevance
of subjective aspects in them.

Keywords
Social movements, collective action, subjectivity, cultural imaginary, social representations.

Artículo recibido el 30 de julio de 2009 y aprobado el 16 de octubre de 2009

1 Doctor en Estudios Latinoamericanos. Docente e investigador de la Universidad Pedagógica Nacional.


actualmente, Coordinador del grupo de investigación: Sujetos y Nuevas Narrativas en Investigación
y Enseñanza de las Ciencias Sociales, y de la Maestría en Estudios Sociales de la misma universidad.
Correo electrónico: atorres@pedagogica.edu.co

Folios • Segunda época • N. o 30 • Segundo semestre de 2009 • pp. 51-74 51


Universidad Pedagógica Nacional

Presentación hacia los factores sistémicos, estructurales y objetivos


Los movimientos sociales, así como los intentos por (Wallerstein, 1996), la presencia de dimensiones
explicarlos, han sido constitutivos de las socieda- de carácter subjetivo fue ineludible. Así se les
des y las ciencias sociales contemporáneas. Por un consideraran “variables dependientes” o aspectos
lado, han sido decisivos en la consolidación de los determinados por factores y procesos “objetivos”,
estados modernos, la construcción de los sistemas categorías como conciencia, ideología, descontento,
democráticos, la expansión de la sociedad civil inconformidad, creencias generalizadas y agravio
y la ampliación de la ciudadanía. La organización moral no son extraños en la literatura especializada
y la movilización colectiva han sido un mecanismo sobre el tema.
eficaz de los sectores subalternos en los dos últi- Más aún, a partir de la década del setenta del
mos siglos para visibilizar conflictos, injusticias y siglo XX, la tendencia predominante en los estu-
exclusiones sociales, así como para impugnar las dios y tendencias conceptuales sobre movimientos
arbitrariedades de los gobernantes y las consecuen- sociales ha sido la de atribuirle un papel cada vez
cias adversas de la expansión del capital; en efecto, la mayor a estas dimensiones simbólicas y de pro-
historia contemporánea no podría comprenderse sin ducción de significado en la comprensión de la
estas luchas contra los autoritarismos y otras formas acción colectiva (Tejerina, 1998, p. 111). Desde la
de presión y discriminación social. tradición anglosajona como desde el llamado para-
Por otra parte, el estudio de estas luchas digma de la identidad, se incorporaron categorías
sociales y de los conflictos que las originan ha sido y claves interpretativas relacionadas con la cultura,
constitutivo del campo de las ciencias sociales, en los marcos interpretativos, la producción simbólica,
particular de la sociología y el análisis político. Las los imaginarios y las representaciones y las signifi-
convulsiones sociales y políticas generadas a partir caciones sociales.
de las revoluciones francesa e industrial atrajeron la Dicha renovación en los estudios sobre movi-
atención de los pensadores sociales y las nacientes mientos sociales coincide con un movimiento más
disciplinas sociales que buscaron explicarlas; sus amplio en las ciencias sociales –llamado “el giro cul-
fundadores, asombrados frente a la proliferación tural”– que llevó a que la subjetividad se haya con-
de revoluciones, levantamientos, motines y huelgas, vertido en una perspectiva para abordar el conjunto
buscaron “descubrir” las leyes que las explicaran, ya de la vida social. Este creciente interés por involucrar
fuera para controlar o encauzar el movimiento de lo la producción simbólica y de sentido en el análisis
social. En la medida en que el abanico de formas de social está asociado, por una parte, a la prolifera-
acción colectiva se fue ampliando en el transcurso ción de luchas y procesos sociales que reivindican
del siglo XX, las ciencias sociales también fueron explícitamente dimensiones subjetivas o incorporan
expandiendo sus perspectivas para describirlas e la acción cultural; por la otra, con los efectos de las
interpretarlas; así fueron surgiendo diferentes en- epistemologías interpretativas y constructivistas en
foques teóricos para abordarlas, llevando a que el disciplinas y campos de estudio como los estudios
estudio de los movimientos sociales sea hoy en día culturales y los estudios subalternos. Esta nueva
un campo intelectual autónomo en disciplinas como perspectiva comienza a impactar la investigación
la sociología, la historia social, la ciencia política y sobre acción colectiva y movimientos sociales con-
la psicología social. temporáneos, en particular, los latinoamericanos,
Desde finales del siglo XIX y mediados del en los cuales el peso de los imaginarios culturales, la
siguiente, en el marco de los grandes sistemas memoria colectiva, las tradiciones, el simbolismo,
teóricos, se construyeron enfoques interpretativos las creencias compartidas y la configuración de
de los movimientos sociales que buscaron explicar identidades es ineludible.
su emergencia, continuidad y capacidad de trans- El propósito de este artículo es hacer un balance
formación de las estructuras sociales en las que se de los principales aportes conceptuales provenientes
enmarcan. Pese a que los paradigmas epistemoló- de los dos campos de estudio señalados: por un lado,
gicos predominantes hasta la segunda posguerra los estudios sobre movimientos sociales (en sus
orientaron la atención de los científicos sociales diferentes enfoques); por el otro, el campo emergente

52 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

en torno a la subjetividad, a su vez transversalidad y La formación de una conciencia de clase es la que


a las diferentes disciplinas y áreas de estudio. Como garantizaría el tránsito de “clase en sí” a “clase para
dice Tejerina: (1998, p. 112) sí”, lo que supone la crítica a la ideología dominante
y la adopción de una ideología revolucionaria.
El reconocimiento de la producción simbólica Pese a que los estudios de Marx sobre las luchas
llevada a cabo por los movimientos sociales y sociales de su época dieron cuenta de las múltiples
su incidencia en el cambio de valores del or- determinaciones y potencialidades de su historici-
den social en el que actúan, no ha conducido dad (Marx, 1975 y 1978), y que pensadores marxistas
a un análisis sistemático de sus dimensiones como Antonio Gramsci y George Luckas cuestiona-
y características. ron todo reduccionismo mecanicista, la tendencia
ortodoxa en los estudios marxistas sobre las luchas
Finalmente, esbozaré algunos desafíos al estudio y movimientos clasistas han sido deterministas,
de la dimensión subjetiva en los diferentes planos y historicistas y reduccionistas. Por un lado, las causas
dinámicas de la acción colectiva. de la acción colectiva, la identidad de sus actores y su
conciencia están “objetivamente” determinados por
Acercamientos a lo subjetivo desde las estructuras sociales; en segundo lugar, las luchas
los enfoques sobre movimientos sociales y movimientos se presentan como expresión de una
La tradición marxista dirección histórica única; en tercer lugar, la acción
El marxismo fue el pionero en abordar los movi- colectiva es vista como una unidad homogénea,
mientos sociales, en particular el movimiento obrero, descuidando las dinámicas de su construcción.
dada la centralidad que el materialismo histórico y la Finalmente, esta perspectiva dogmática del
materialismo histórico genera una comprensión
teoría socialista le dio a la clase proletaria como su-
reduccionista de los procesos subjetivos presentes
jeto de transformación revolucionaria. En sentido
en los movimientos, de los sentidos que constituyen
estricto, los fundadores del materialismo histórico
y se constituyen en la acción colectiva. La “unidad”
no desarrollaron una teoría de los Movimientos
del actor social como clase también se expresa en
Sociales; sin embargo, su concepción crítica de la
la comprensión monolítica de sus motivaciones,
historia del capitalismo, así como el análisis de algu-
ideologías, de su conciencia social y sus utopías,
nas coyunturas y experiencias de lucha obrera en el como puede verse en la siguiente afirmación tomada
siglo XIX, incorporaron perspectivas interpretativas de un manual de materialismo histórico de amplia
para el análisis de los movimientos sociales. Desde influencia en América Latina: “la conciencia de clase
el propósito de valorar el potencial emancipador es objetiva y racional” (Harnecker, 1980, p. 183).
de estas luchas sociales en el advenimiento del Estas versiones deterministas de los movimien-
socialismo, los fundadores del marxismo centraron tos sociales fueron cuestionadas y superadas desde
su interés en explicarlas en relación con las contra- la propia tradición marxista. En particular durante
dicciones estructurales del capitalismo, al carácter la segunda mitad del siglo XX, un grupo de histo-
de clase de sus protagonistas y a su contribución a riadores ingleses, a partir de sus investigaciones
la revolución social (Marx y Engels, 1970; Marx, sobre las luchas campesinas y obreras, renovaron la
1975; Marx, 1978). comprensión histórica de los movimientos sociales.
Si bien es cierto que la acción colectiva buscó ser Militantes de izquierda a la vez que rigurosos y pro-
explicada desde las determinaciones estructurales, líficos investigadores, George Rudé, Eric Hosbawm
por la dinámica histórica de la “lucha de clases”, y Edward Thompson incorporaron nuevas claves
y no por la voluntad particular de los individuos y analíticas para la comprensión de la acción colectiva
colectivos sociales, se reconoció que el potencial desde sus propios protagonistas(Casanova, 1991).
revolucionario de la acción colectiva estaba asociado a En la perspectiva de hacer una “historia desde
la existencia de la conciencia de clases; es decir, que las abajo” sobre la protesta popular en Francia e
clases dominadas reconozcan su interés estratégico; Inglaterra, Rudé elabora conceptos como “multitud”,
por ejemplo, el de los proletarios es destruir el sistema ideología inherente e ideología derivada (Rudé, 1980
de dominación capitalista (Harnecker, 1980, p. 182). y 1984). Con el primero, denomina los conjuntos

f ol io s n. o 3 0 53
Universidad Pedagógica Nacional

sociales que protagonizan las protestas revueltas sus comunidades que fueron desconocidos. A ese
y levantamientos populares, reconociéndoles la conjunto de valores y creencias, desde los cuales los
posesión de objetivos, ideologías y motivaciones pobres estiman unas relaciones y prácticas sociales
propias. Identificada la multitud y los factores que como legítimas o no, las denominó “economía
explican las causas de la protesta; el autor valora la moral” (Thompson, 1984, p. 66).
necesidad de escrudiñar el origen y curso de las ideas
y motivaciones de sus protagonistas. Influido por De la psicología de masas
Gramsci, Rudé plantea que las “ideología popular” a la frustración relativa
de los movimientos no puede verse como “con- A comienzos del siglo XX, la perspectiva más
ciencia de clase”, sino como una mezcla entre sus influyente para explicar la emergencia de los gran-
valores, creencias e ideas tradicionales, la “ideología des movimientos de base popular en Europa fue
inherente”, y los recursos ideológicos provenientes la llamada “psicología de masas” planteada por
desde fuera e incorporados y adaptados por la gente: Gustave le Bon en 1895 (con ecos posteriores en
la “ideología derivada” (Rudé, 1984). Freud, Ortega y Gasset y Canetti). Por masa entendía
Por otra parte, Thompson (1986), en su monu- “una reunión cualquiera de individuos, de cualquier
mental estudio sobre la formación de la clase obrera nacionalidad, profesión o sexo, así como las circuns-
inglesa y en sus reflexiones metodológicas, incor- tancias que los reúnen” (citado por Neveu, 2000, p.
poró categorías como sujeto, cultura, identidad, 48). En la masa, el individuo pierde su autonomía
experiencia y economía moral. Partiendo de los y sufre contagio de las creencias y comportamientos
presupuestos según los cuales la actividad históri- colectivos; por eso es sugestionable, emotiva y
ca es un diálogo abierto entre preguntas, material manipulable, por tanto, imprevisible y peligroso.
Así, para Le Bon existe una relación directa entre
empírico y conceptos, y que el marxismo no es un
fenómenos grupales y cambio cognitivo. Al confor-
dogma teórico, sino una perspectiva interpretativa,
marse en colectivo, sean cual fueren sus integrantes,
en sus estudios historiográficos evidenció la tensión
surge un “modo de pensar, sentir y actuar de modo
dialéctica entre estructuras, procesos y sujetos his-
diferente de la forma como lo haría cada uno por
tóricos y ratifico que es más desde su cultura y su separado”; por un lado, surge un sentimiento de
experiencia que desde la conciencia como los grupos potencia invencible, que lleva a que, en el anoni-
sociales perciben y actúan sobre su realidad: mato de la masa, los individuos abandonen todo
sentimiento de responsabilidad; por el otro, se ge-
Con la experiencia, los hombres y mujeres nera una dinámica de sugestibilidad que contagia a
devienen como sujetos, como personas que todos sus integrantes a actuar de un modo común. El
experimentan las situaciones productivas y conocimiento de la “psicología de masas” se presen-
las relaciones dadas en que se encuentran, taba como necesario para los estadistas y dirigentes
en tanto que necesidades e intereses y en políticos, “no tanto para gobernarlas, como para no
tanto que antagonismos, elaborando luego ser gobernado por ellas” (Le Bon, 1986); en efecto,
su experiencia desde las coordenadas de su la obra de Le Bon fue consultada por dirigentes de
conciencia y de su cultura por las vías más derecha y de izquierda en Europa y América Latina
complejas y actuando luego a su vez sobre durante la primera mitad del siglo XX2.
su propia situación (a menudo, pero no Frente a la traumática experiencia del ascenso
siempre, por medio de las estructuras de de movimientos y regímenes políticos totalitarios
clase (Thompson, 1981, p. 253). en Europa, en la posguerra surgieron estudios sobre
el consentimiento y la amplia participación popular
en dichos procesos. Así, surgió una lectura crítica
Por otro lado, Thompson cuestiona las posturas de la sociedad de masas, desde perspectivas como
que ven en los motines de subsistencia simples las de Hanna Arent (1973), Erich From y William
reacciones espasmódicas a los estímulos económi- Kornhauser. Sin la pretención de detenernos en
cos, pues desconocen que los insumisos poseían sus
propios criterios culturales para justificar su acción:
2 Un siglo después, el libro se ha traducido a más de dieciséis idiomas
defendían derechos y costumbres ancestrales de
y se ha publicado en más de cincuenta ediciones diferentes.

54 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

cada uno de sus planteamientos, basta con afirmar de conductividad y tensión estructural, ya que
la preocupación común acerca de la manera en que son el factor necesario para que se dé la movili-
en las sociedades de masas pierden fuerza y signifi- zación colectiva. En todos los casos, las creencias
cado algunas instituciones y organizaciones como buscan reestructurar una situación ambigua que
la familia, la escuela y los partidos que servían para ha generado la tensión estructural y que no puede
regular las relaciones entre el individuo y la socie- manejarse en los marcos de acción existentes.
dad, siendo remplazadas por espacios y dinámicas Por otro lado, Smelser retoma como criterio para
de aglomeración social con escasa interacción entre explicar y describir los comportamientos colectivos
los individuos y difusas formas de organización, los cuatro componentes básicos de la acción social
proclives a la manipulación. (Smelser, 1995, p. 21): 1. Los valores, que proveen las
Por otra parte, los primeros estudios socioló- orientaciones más amplias de los comportamientos;
gicos sobre movimientos sociales desarrollados 2. Las reglas, o procedimientos reguladores de la
en los Estados Unidos han estado influidos por el interacción que inciden en la búsqueda de tales
funcionalismo y sus variantes; desde los trabajos metas; 3. La movilización de la motivación indivi-
pioneros de Park (1939) y Blumer (1957), quien dual para la acción organizada; 4. Los instrumentos
acuñó la expresión “comportamiento colectivo”, de la situación que el actor utiliza como medios para
hasta culminar en los trabajos más sistemáticos de alcanzar metas concretas.
Smelser (1962) y Gurr (1970), el paradigma plura- De estos componentes el autor deriva su tipología
lista del consenso, que ha dominado la tradición de comportamientos colectivos, según el principio
norteamericana. por el cual cada uno se orienta hacia un componente
Aunque los primeros autores, los cuales se ocu- distinto de la acción social (Smelser, 1995, p. 22):
paron de los movimientos sociales en el marco de
una interpretación funcionalista, vieron en ellos una 1. Un movimiento valorativo es la acción
expresión de conductas desviadas protagonizadas colectiva, movilizada por una creencia
por individuos con dificultades de integración social generalizada que preconiza una recons-
en situaciones de malestar (Park, 1939), fue Smelser titución de valores. Por templo, el movi-
(1963) quien elaboró una teoría sobre el “compor- miento anticolonial liderado por Gandhi
tamiento colectivo”, en la que desempeñan un papel o el ambientalismo.
clave de ciertas dimensiones subjetivas. En primer 2. Un movimiento normativo es la movi-
lugar, hay que decir que Smelser entiende esta catego- lización organizada en nombre de una
ría como “una movilización basada en una creencia creencia generalizada que propende a la
que redefine la acción social” (Smelser, 1995, p. 20) reconstrucción de las normas. Por ejem-
y en la que caben diversas formas de acción colectiva plo, el movimiento antisegregacionista de
que van desde formas elementales, como el pánico, Luther King.
el furor colectivo y el estallido hostil, hasta com- 3. El estallido hostil es la acción movilizada
portamientos organizados, como los movimientos de acuerdo con una creencia generalizada,
normativos y los movimientos valorativos. que asigna a algún agente la responsabili-
La acción colectiva es siempre fruto de una ten- dad o culpa de un estado de cosas adverso,
sión que conmueve el equilibrio del sistema social; como el caso de los linchamientos a auto-
dicha tensión, dada la incertidumbre y ansiedad que ridades o especuladores.
genera, lleva a que se acuda a creencias generaliza- 4. El furor y el miedo pánico son formas
das, que incitan a acciones para restablecer el orden de comportamiento basadas en una re-
perdido. Éstas son valoraciones de la situación, definición generalizada de las facilidades
anhelos y expectativas, desde las cuales se vuelve de la situación: un tumulto o revuelta
significativa la situación adversa generada por la posterior a un partido de futbol.
tensión y se evalúa la pertinencia y orientación a la
acción colectiva. En todos los grupos humanos exis- Pese a los cuestionables presupuestos funciona-
ten creencias compartidas que no necesariamente listas y a la amplitud de la categoría de comporta-
se convierten en detonadoras de la acción colectiva; miento colectivo, considero que la incorporación
son determinantes cuando existen las condiciones del concepto de creencia generalizada, como clave

f ol io s n. o 3 0 55
Universidad Pedagógica Nacional

interpretativa para mediar la relación entre condi- ejercen la autoridad, es primordial incidir sobre los
ciones estructurantes y acción colectiva, es un aporte valores que legitiman el orden y las expectativas de
significativo en la construcción de una perspectiva los dominados para evitar que sobrepasen el umbral
que dé a los procesos subjetivos un papel importante de frustración. Por ello, vale la pena destacar que
en la comprensión de los movimientos sociales. Gurr fue uno de los primeros autores en señalar la
Finalmente, nos ocuparemos de Ted Gurr, quien, importancia de los medios de comunicación como
en su libro ¿Why men rebel?3, desarrolló un marco activadores o inhibidores de la acción colectiva.
analítico para abordar la acción colectiva desde un
enfoque psicosocial. Su concepto central es frustra- La teoría del “agravio moral”
ción relativa, entendida como “un estado de tensión, de Barrington Moore
una satisfacción esperada y rechazada, generadora En 1978, el sociólogo norteamericano Barrington
de potencial de descontento y de violencia” (Néveu, Moore publica el libro La injusticia. Bases sociales
2000, p. 56). La frustración relativa surge del saldo de la obediencia y la rebelión, en el que se propone
negativo de la tensión entre los valores (mate- indagar “por qué y con tanta frecuencia las personas
riales o inmateriales) que un individuo posee soportan ser víctimas de sus sociedades y por qué
en un momento dado y las expectativas frente a en otras ocasiones se encolerizan y tratan con toda
aquellos que siente que tiene derecho; es relativa su pasión y todas sus fuerzas, de hacer algo respecto
porque depende de una lógica de comparación de su situación” (Moore, 1996, p. 9), y qué relación
entre dos situaciones cambiantes en el tiempo o guarda dicho comportamiento con sus ideas y sen-
el espacio. El siguiente ejemplo puede ilustrar el timientos sobre justicia e injusticia. Para responder
planteamiento: un grupo social como los criollos a este problema, el autor hace una exhaustiva
americanos en el siglo XVIII que, pese a mejorar revisión de poblaciones “pasivas” e insumisas en
sus condiciones materiales y considerar que tiene diferentes contextos y periodos históricos, así como
derecho a tener un lugar más decisivo en la esfera de algunas teorías e investigaciones sociológicas y
política, se ven impedidos en lograrlo, pueden sentir psicológicas.
más frustración que otros sectores más pobres, pero Desde una posición crítica a todo determinismo
que no aspiran a acceder al poder político. –ya evidente en una obra previa–4, Moore articu-
Partiendo del reduccionismo sicológico que la dimensiones históricas, sociales, culturales y
marca su propuesta, Gurr elabora un marco de psicológicas para comprender la concurrencia de
posibles situaciones y tipologías de frustración situaciones que los humildes consideran como
colectiva que ilustra con experiencias históricas inequitativas o injustas, pero que en unos casos
contemporáneas. Sin embargo, el autor busca su- aceptan y en otras rechazan. Para ello, incorpora la
perar dicho reduccionismo, incorporando factores categoría de agravio moral definida como el senti-
culturales y de memoria colectiva: ¿cuáles valores o miento de indignación asociada al incumplimiento
símbolos han sido los que más frecuentemente con- del “contrato social recurrente” en las relaciones
vocan a la acción rebelde? ¿Se tiene mayor o menor entre elites y dominados; en otras palabras, “al fra-
tradición de movilización colectiva?; preguntas que caso para cumplir con sus obligaciones, expresas o
pueden ilustrarse ampliamente con ejemplos como implícitas, de proporcionar seguridad y organizar
el recuerdo de Tupac Amaru o Emiliano Zapata en los propósitos colectivos” (Moore, 1996, p. 56); por
diferentes luchas sociales en Perú y México. ejemplo, la aplicación discriminada de las normas
En el mismo sentido, Gurr (1973, p. 45) desta- o la imposición de trabajos indeseables y de castigos
ca la importancia de las dimensiones cognitiva y desproporcionados. Tales límites de lo injusto no
simbólica para promover o inhibir la movilización son universales, son construidos culturalmente.
colectiva: la promoción de un movimiento social
requiere una producción discursiva y simbólica 4 “[…] Los seres humanos, individual y colectivamente, no reaccio-
que retome o produzca valores y significados que nan a una situación objetiva del mismo modo que una sustancia
química reacciona a otra cuando se les mete juntas en un tubo de
legitimen la “rebeldía”; asimismo, para quienes ensayo. Tal forma del behaviorismo estricto constituye un craso
error. Entre la gente y una situación objetiva media siempre unas
variables –un filtro, cabría decir– compuestas de toda suerte
3 Traducido al español por Editorial Trillas en 1973 bajo el título: ¿Por de anhelos, esperanzas y otras ideas procedentes del pasado”
qué se rebelan los hombres? (Moore, 1973, p. 686).

56 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

“Las fórmulas culturales definen las necesidades sustituyen por el sentimiento de injusticia. En el
sociales aceptables o inaceptables, el significado y plano social, venciendo la dependencia por medio
las causas del sufrimiento humano y aquello que de la creación de nuevas formas de solidaridad y
los individuos pueden o deben hacer respecto del de redes de cooperación y reorientarlas hacia el
sufrimiento” (Moore, 1996, p. 85). movimiento reivindicador. En el plano cultural,
Frente a la pregunta sobre por qué hombres y venciendo la ilusión de que el estado de cosas es
mujeres no se rebelan ante condiciones “objetiva- inevitable, y fortaleciendo sentimientos morales de
mente” opresivas u oprobiosas, caso más común en indignación: “la historia de todas las luchas políticas
la historia que la insumisión, su respuesta es social: importantes refleja el choque de pasiones, conviccio-
para los grupos dominantes, es importante inhibir nes y sistemas de creencias” (Moore, 1996, p. 443).
la capacidad de indignación de la gente, antes que Además de una masa potencialmente descontenta,
acallar las demandas de injusticia. Distingue cuatro se requiere activistas que articulen las demandas,
procesos que inhiben esfuerzos colectivos para iden- cuestionen la mitología dominante y encausen la
tificar y resistir a las causas humanas del dolor y el iniciativa rebelde; “ningún movimiento social ha
sufrimiento: 1. Temor a las represalias, activa una podido existir sin su ejército de predicadores y
solidaridad colectiva entre los oprimidos frente a militantes que esparcen las buenas nuevas sobre la
quien se rebela; 2. Destrucción de los lazos sociales necesidad de escapar de los males de este mundo”
previos entre aquellos que sufren, debilitando el (Moore, 1996, p. 446).
mutuo apoyo; 3. La cooptación; 4. Fragmentación
de la población afectada, ya sea por razones étnicas, El eclipse de lo subjetivo: la elección
de género, clase o religión. racional y la movilización de recursos
Por otro lado, comprender cuándo la gente Otros enfoques actuales frente a la acción colectiva
rechaza la opresión y se rebela implica considerar parten de desconfiar tanto del objetivismo de las
los procesos sociales, culturales y sicológicos que la categorías marxistas como del énfasis subjetivista
llevan a cuestionar la inevitabilidad de las situación o de la teoría de la perspectiva del “comportamiento
la legitimidad de su existencia. En cuanto a lo social, colectivo”. Esta toma de distancia con las compren-
la construcción de una presencia sólida y efectiva siones estructurales y psicosociales de los movi-
desde la conformación de procesos organizativos y mientos sociales generó un nuevo reduccionismo:
de identidad colectiva, proceso que se da a mediano el de racionalidad económica como clave para
y largo plazo. En cuanto a lo cultural, el desafío es explicar su sentido y organización. Las teorías de
la creación de un criterio moral independiente del la decisión racional o racional choice (Olson, 1964;
que legitima la opresión: "para cualquier grupo Elster 1979 y 1989) y de la movilización de recur-
oprimido, la primera tarea consiste en sobrepo- sos o resource mobilization (Obershall, 1973, Tilly,
nerse a la autoridad moral que sostiene las causas 1995) parten de la premisa de los protagonistas
del sufrimiento, y así crear una identidad política de la acción colectiva son “actores racionales” que
efectiva". En este proceso confluyen tres aspectos actúan desde una racionalidad estratégica movida
importantes (Moore, 1996, p. 95): por la ecuación costo–beneficio. Los teóricos de
ambas escuelas enfatizan variables “objetivas”, como
1. Invertir las formas de solidaridad a la organización, los intereses, los recursos, los reper-
favor del opresor para reorientarlo en torios y las estrategias de protesta y las estructuras
su contra. de oportunidades.
2. Creación de patrones de condena para El trabajo pionero de Olson (1964) introduce
explicar y juzgar los sufrimientos el cálculo de intereses estrictamente individuales
actuales: redefinición del diagnóstico y para explicar el comportamiento de la gente en
el remedio. las organizaciones sociales. Por ello, sostiene que
3. Nueva definición de los amigos y los sin incentivos selectivos (perspectiva de beneficios
enemigos. materiales individuales) o sin restricciones (temor
al castigo), el individuo racional no contribuye con
En últimas, lo importante es reconocer cómo sus recursos en la organización de la acción colectiva
los grupos sociales superan la anestesia social y el de grupos grandes; será más racional abstenerse de
sentimiento de inevitabilidad de la situación y los cooperar y dejar que otros hagan el trabajo:

f ol io s n. o 3 0 57
Universidad Pedagógica Nacional

El miembro individual de una organización gran- acciones organizadas: ¿cómo se desencadena, se


de está en situación similar a la de la empresa en desarrolla y triunfa o fracasa una movilización?
un mercado competitivo o al de un contribuyente: (McKarthy y Zald, 1977, p. 23). Su iniciador, Ober-
sus esfuerzos no producirán un efecto perceptible shall, parte de la premisa de la continuidad entre el
en la situación de la organización, de modo que comportamiento normalizado y el no conformista.
puede disfrutar de cualquiera de las mejoras Las conductas institucionalizadas, al igual que los
conseguidas por otros, haya o no trabajado para comportamientos colectivos, obedecen a la misma
apoyar a su organización (Olson, 1964, p. 26). racionalidad (costo–beneficio) y por tanto pueden
ser analizados desde nociones e instrumentos co-
Frente a las razones adversas a la participación, munes. La acción social es asumida como creación,
sin incentivos selectivos o sin amenazas, la acción consumo e intercambio de recursos entre grupos y
colectiva se vuelve imposible o irracional (Cohen, sectores de la sociedad; recurso es cualquier bien o
1995, p. 27). En fin, para Olson, la tendencia de los valor (material o no) reconocido por tal, por uno o
miembros de los grupos grandes es a no organizar- más grupos de la sociedad (Melucci, 1977, p. 97).
se para la acción coordinada, así tengan razones Los conflictos colectivos son vistos como luchas
para ello. Sin embargo, como la evidencia histórica por el control de recursos y el énfasis de su análisis
muestra lo contrario y la gente sí participa de mo- está en la organización que estructura al grupo y a
vimientos colectivos, los teóricos de la movilización los recursos para la movilización. Esta hace refe-
de recursos coinciden en reconocer que Olson se rencia al proceso de formación de las masas, de los
equivoca al asumir que quienes se movilizan o no en grupos, de las asociaciones y organizaciones para
una acción colectiva son individuos aislados (mode- satisfacer necesidades compartidas. A veces, se
lo del mercado); en la realidad, están ya organizados forman unidades sociales duraderas con dirigentes,
en grupos solidarios, en comunidades viables o en legalismos, identidades y objetivos comunes (Ober-
asociaciones en torno a “intereses colectivos”. shall, 1973, p. 102). La movilización colectiva es un
Así, el modelo propuesto por Olson explica por modo de obtener e invertir recursos para obtener
qué algunos individuos no se vinculan a organi- determinados fines; cada grupo calcula costos y
zaciones o a los movimientos colectivos o buscan beneficios ligados a diversas opciones de acción; la
beneficiarse con el trabajo de los otros (“gorrones”), participación o el liderazgo en un movimiento social
pero no da cuenta de quienes lo hacen. Tampoco, el puede ser analizados como formas de distribución
individualismo metodológico da cabida a nociones de recursos, mediante los cuales los diversos actores
como el altruismo, la cooperación, la solidaridad calculan costos y beneficios, buscando obtener la
desinteresada o el compromiso con valores ajenos máxima ventaja (Cohen, 1995, p. 25).
a la racionalidad instrumental de acuerdo a fines. El En la perspectiva de este artículo, podemos
afirmar que los enfoques de decisión racional y
mismo Elster, en publicaciones recientes, ha tenido
movilización de recursos, así hayan hecho aportes
que admitir que la acción colectiva es resultado de
en los aspectos organizacionales y estratégicos de los
diferentes motivaciones:
movimientos sociales, desconocieron la dimensión
subjetiva de la acción colectiva y empobrecieron el
Varias clases de motivaciones pueden unirse y
análisis de la pluralidad de los componentes cultu-
combinarse para producir una acción colectiva.
rales, ideológicos y motivacionales presentes en ella.
No hay ninguna motivación privilegiada para la
A la vez, dejan sin respuesta los procesos de solidari-
conducta cooperativa en todas las ocasiones, ni
dad y de identidad colectiva, así como los contenidos
en una situación dada podemos esperar hallar
altruistas presentes en la acción colectiva.
un tipo de motivación que suministre la principal
explicación de una acción colectiva coronada por
El “paradigma” de la identidad
el éxito (Elster, 1991, p. 66).
Frente a los límites del funcionalismo, el marxismo
y la teoría de movilización de recursos algunos teó-
Los teóricos de la “movilización de recursos”
ricos europeos para comprender los movimientos
centran la atención en la acción organizada; no
sociales –en particular, la creación de nuevos signi-
se preguntan por qué los individuos se vinculan
ficados, solidaridades e identidades colectivas– han
o no a las asociaciones, sino por la eficacia de sus
generado nuevas claves para interpretar la acción

58 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

colectiva. Al tratar de dar cuenta de los conflictos de los individuos y la autonomía en la construcción
y movilizaciones sociales iniciadas en los países de identidades, a la vez, que aumenta la necesidad
centrales a partir la década del setenta, autores como de integración y de control cultural por parte del
Alain Touraine, Jurgen Habermas, Alberto Melucci y sistema. Los conflictos surgidos desde los ochen-
Francesco Alberoni han contribuido en la formación ta, reflejan esta nueva contradicción, a la vez, que
de un “nuevo paradigma” en el campo de estudio de introducen nuevos rasgos a la acción colectiva: 1.
los movimientos sociales. Evidencian que la emergencia de los conflictos tiene
un carácter permanente, no coyuntural; 2. Expre-
Touraine (1978, p. 43) define los movimientos san la tensión entre los sistemas institucionales de
sociales como: decisión y la sociedad civil; 3. Sus temáticas son
particulares; 4. Sus actores son temporales; 5. Poseen
El accionar colectivo y organizado de un actor so- una transversalidad social y una globalidad espacial;
cial que lucha contra un oponente por la dirección 6. Revelan a la sociedad que estos problemas existen;
del presente histórico con capacidad de producir 7. La acción de los movimientos son ellas mismas
orientaciones socioculturales que le permitan un mensaje y una alternativa para la sociedad; 8.
lograr el control social de los recursos centrales Dan un lugar central a la expresión simbólica; 9. No
de una sociedad determinada. buscan principalmente metas materiales.
En este nuevo contexto, Melucci analiza los mo-
En este sentido, las orientaciones culturales no vimientos sociales como construcciones sociales
están desvinculadas del conflicto social y, por tan- orientados por fines, valores, creencias, decisiones,
to, la construcción de identidad de los movimientos pero a la vez delimitados por las restricciones estruc-
sociales es un hecho objetivo y no sólo simbólico o turales de las relaciones sociales. Su comprensión
expresivo. En otras palabras: debe involucrar tanto sus dimensiones analíticas
internas como el sistema de referencia en el que se
Los actores colectivos contemporáneos ven halla. En consecuencia, para Melucci (1999), los
que la creación de identidad supone un conflicto movimientos sociales son construcciones sociales
social en lo que se refiere a la reinterpretación de organizadas como “sistemas de acción”, que
las normas, a la creación de nuevos significados y involucran:
al desafío de la construcción social de los límites
mismos de la acción pública, la privada y la polí- 1. Conflicto: existencia de oposiciones
tica (Cohen y Arato, 2001, p. 574). estructurales que generan dos o más
actores que compiten por los mismos
Fue su discípulo, Alberto Melucci, quien llevó recursos.
más a fondo la nueva interpretación de los movi- 2. Identidad: capacidad de los actores para
mientos y de sus dimensión subjetiva. Frente al generar solidaridades y sentidos de per-
restringido concepto de “comportamiento colectivo”, tenencia que les permita ser vistos como
propone la categoría de “sistema de acción colectiva”, actor social.
definida por la presencia del conflicto y de la solida- 3. Trasgresión de los límites del sistema:
ridad, es decir, “por un sistema de relaciones que liga alternatividad política, social y cultural.
e identifica a aquellos que participan en él” (Melucci,
1976, p. 99). Así, la acción colectiva por excelencia Son “sistema” en la medida en que se configuran
son los movimientos sociales, los cuales implican como estructuras organizadas que garantizan cierta
una lucha entre dos actores sociales definidos por unidad y continuidad en el tiempo; son “acción” en
una solidaridad específica que se enfrentan por la la medida en que están orientados por objetivos,
apropiación y el destino de los recursos sociales. creencias, decisiones; construyen “identidad” en la
En trabajos posteriores (1994 y 1995), Melucci medida en que construyen solidaridades y sentidos
centra la atención en los llamados “nuevos movi- de pertenencia a su interior y comparten campos de
mientos sociales” propios de las “sociedades com- oportunidades comunes. Desde esta perspectiva
plejas”. En éstas crece la densidad de información metodológica, el autor muestra la manera en que
y la diferenciación de las adscripciones asociativas los conflictos actuales tienden a producirse en las

f ol io s n. o 3 0 59
Universidad Pedagógica Nacional

áreas del sistema más ligadas a la producción de En el estudio de la acción colectiva, un marco es:
recursos simbólicos, informativos y de comunica-
ción, al sistema de valores y normas que regulan las El conjunto de creencias y significados orientados
relaciones básicas de la gente consigo misma, con hacia la acción que legitiman las actividades de un
los otros y con la naturaleza (cuerpo, sexualidad, movimiento social. El análisis de marcos enfatiza
ambiente, deseos). Asimismo, estos nuevos movi- en la producción y difusión de elementos ideoló-
mientos no se orientan por una razón instrumental gicos y culturales durante el proceso de transfor-
de acuerdo con fines, sino que son un fin en sí mis- mación de acción colectiva en movimiento social
mos; la forma del movimiento es mensaje; en fin, (Chihu, 2008, p. 10).
actúan sobre la dimensión simbólica expresiva de
la acción social (Melucci, 1994 y 1999). Los estudiosos de los marcos interpretativos han
Al considerar los movimientos sociales como subrayado su función para negar o llamar la atención
sistemas de acción y mensajes simbólicos que sobre una injusticia social o definir como impropio o
plantean formas alternativas de comprender los inmoral, lo que antes se veía como natural. Los mar-
problemas sociales y organizarse para actuar cos de referencia para la acción colectiva orientan a
sobre ellos (Melucci, 1989), también son fuentes los actores para evaluar un problema y evaluar los
de construcción de identidad colectiva, entendida resultados de la movilización.
como “una definición compartida e interactiva, Un concepto central de este enfoque es el de
producida por varios individuos (o por grupos “alineamiento de marcos” que da cuenta de los
a un nivel más complejo) que está relacionada con nexos de congruencia entre los motivos, intereses
las orientaciones de la acción y con el campo de y creencias de los individuos con las intenciones,
oportunidades y constricciones en las que ésta tiene actividades e ideologías de los movimientos sociales.
lugar” (Melucci, 1995, p. 44). Es una condición necesaria para la vinculación y
permanencia de las personas a la acción colectiva.
Los marcos de la acción colectiva Desde esta teoría se considera que existen procesos
En medio del debate entre la tradición anglosajona de “alineación de marcos”, cuya explicación nos
de movilización de recursos y el “paradigma de la permite profundizar el concepto (Snow et ál., 2006,
identidad”, en la década del ochenta, emerge en p. 31 y siguientes):
Estados Unidos una perspectiva de comprensión
de los movimientos sociales, a partir del concepto 1. El “puente entre marcos”, el cual se refiere a
del “análisis de marcos” (frame analysis), planteado los enlaces que se establecen entre marcos
por Erving Goffman en 1974. El análisis de marcos para difundirlos y transformarlos. Son senti-
de la acción colectiva surge como resultado de un mientos comunes de personas que comparten
injusticias y agravios pero carecen de una
trabajo conjunto de un grupo de sociólogos5 que
base organizativa; algún agente (interno o
abordan los movimientos sociales “como agencias de
externo) asume la iniciativa de convocar y
significación colectiva que difunden nuevos sentidos reclutar adherentes para el movimiento.
en la sociedad” (Laraña, 1999, p. 88). “Enmarcar” 2. La “amplificación de marcos”, la cual se refiere
fue un concepto introducido por Goffman (1974), a la activación o vigorización de un marco
que significa seleccionar determinados aspectos de frente a una problemática o conjunto de
la realidad percibida, destacando algunos aspectos situaciones. Los marcos a activar pueden ser
para definir un problema particular, una interpreta- valores (principios o relaciones a proteger) o
ción causal, una evaluación moral y una recomenda- creencias sobre el problema, sus causas, sus
ción (Entman, 1993); los “marcos” son esquemas de responsables, la necesidad de movilizarse y
interpretación que permiten a los individuos ubicar, sobre las probabilidades de transformación.
percibir, identificar y clasificar los acontecimientos 3. La “extensión de marcos” ocurre cuando las
ideologías, metas y actividades del movi-
ocurridos en un espacio de vida social y en el mundo
miento no hallan relación con las creencias,
en general (Goffman, 1974, p. 21).
valores e intereses de los individuos; por tan-
to, le corresponde ampliar las fronteras de sus
5 David Snow, Robert Benford, William Gamson, Scott Hunt, Steven
marcos iniciales para enganchar potenciales
Worden y Burke Rochford. adherentes.

60 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

4. La “transformación de los marcos” se da Para dar cuenta de luchas contemporáneas,


cuando las metas, ideologías y actividades como las protagonizadas por las mujeres, que rei-
del movimiento son tan ajenos a la población, vindican la equidad de género, los homosexuales,
que es necesario redefinir el marco de valores, los ambientalistas, los defensores de los animales y
creencias del movimiento. contra el abuso infantil, Gusfield retoma algunos as-
pectos de la tradición interaccionista del comporta-
En una perspectiva histórica, en los movimientos miento colectivo y de la psicología de masas, teorías
sociales, se van configurando “marcos maestros” desechadas por los actuales estudiosos de los movi-
que actúan como modelos de “señalamiento, atri- mientos sociales; los cuales parten de una distinción
bución, articulación y movilización de un conjunto entre teorías que consideran los movimientos como
amplio de movimientos sociales” (Chihu, 2006, p. acciones organizadas y los que los ven a los movi-
23). Un ejemplo contemporáneo es el “marco de mientos sociales como portadoras de ideas y nuevos
los derechos humanos” que es referente de diversos significados (Gusfield, 1994, p. 95). El movimiento
movimientos como el de las feministas, los grupos obrero es el ejemplo paradigmático del primero con
étnicos, los ancianos, las víctimas de la violencia sus miembros afiliados a sus sindicatos, sus mandos
y el colectivo LGBT. Generalmente, los ciclos de y sus bases, con sus objetivos programáticos y sus
protesta, entendidos como escalonadas de acción acciones convencionales (huelgas, marchas el 1 de
colectiva en unos determinados periodos o coyun- mayo); en contraste, está el de mujeres, cuya mili-
turas, están asociados al surgimiento y a la vigencia tancia no pasa necesariamente por la pertenencia
de un marco maestro; su incorporación también a una asociación, sus múltiples escenarios y formas
trae consigo innovaciones estratégicas y tácticas en de actuación (desde lo cotidiano y el habla corriente
los movimientos. hasta los grandes escenarios públicos).
Finalmente, el proceso de enmarcado en todo El autor reconoce que esa distinción analítica no
movimiento social trae consigo una construcción de se da tajantemente en la realidad de los movimientos
identidades tanto de los protagonistas o militantes –que conjugan ambas modalidades–, pero que es útil
de los movimientos como de los antagonistas u opo- para distinguir entre movimientos lineales y fluidos;
nentes del mismo y de los observadores o audiencias los primeros se asumen como organizaciones para
del contexto, neutrales o no, comprometidos con alcanzar ciertos objetivos concretos, desde los cua-
el movimiento, pero que pueden pasar a serlo. Así, les evalúan sus acciones; los segundos se proponen
desde los marcos de diagnóstico, de pronóstico y de transformar las formas de percibir la realidad y
motivación de la acción colectiva se van atribuyendo los valores colectivos frente a una problemática,
significados a los actores mencionados. actúan dentro y fuera de estructuras organizadas y
se manifiestan por medio de múltiples acciones en
Construcción simbólica espacios cotidianos.
de los movimientos sociales Aunque difiere –del presupuesto de base– de las
Terminamos este recorrido de corrientes que reivin- teorías de comportamiento colectivo, sí reivindica su
dican las dimensiones subjetivas de la acción colec- planteamiento, según el cual pueden ser fuente de
tiva con un conjuntos de autores que abordan los nuevos valores y normas sociales como semillero de
llamados “nuevos movimientos sociales” (Melucci, nuevas instituciones sociales (Turner y Killan, 1986).
1985; Offe, 1985; Johnston, Laraña y Gusfield, 1994; Igualmente, retoma los aportes del interaccionismo
Torres, 2002); sus trabajos han sido publicados desde en torno a los marcos de acción (Goffman, 1974),
de la década del noventa y han retomado aportes en particular, a la capacidad de los movimientos
teóricos provenientes del mundo anglosajón y del sociales para sensibilizar a la sociedad en su con-
paradigma de la identidad en una perspectiva cons- junto y en torno a los problemas y alternativas a los
tructivista que se pregunta por la capacidad de los cuales actúan.
movimientos sociales para crear nuevos significados También retoma tres aspectos de la teoría de la
sociales. Este horizonte común no significa que sociedad de masas que permiten comprender los
sean una escuela o tendencia homogénea. Se trata movimientos fluidos (Gusfield, 1994, p. 111). En
de Joseph Gusfield (1994), Ron Eyerman (1998) y primer lugar, que en la actualidad buena parte de
Enrique Laraña (1994 y 1999). la interacción humana no se da cara a cara, sino

f ol io s n. o 3 0 61
Universidad Pedagógica Nacional

mediante formas indirectas como los medios de La praxis cultural de los movimientos también
comunicación; en este sentido es válida la idea involucra el “rescate” o la “invención” de tradiciones
de sociedad como “público”. En segundo lugar, la y rituales del movimiento. Entiende la tradición
interacción social deja de estar mediada por institu- como el conjunto de creencias o costumbres que
ciones y grupos organizados; así, la categoría “masa” pasa de generación a generación y que influye en la
es reivindicada, no para definir los colectivos sino interpretación y orientación de la vida en común;
los campos de acción. Por último, una audiencia de los movimientos restauran la conciencia de la tra-
masas es más estandarizada y homogénea que las dición y ponerla al servicio de sus causas y de su
distinciones de clase, etnia o género; un mismo cohesión interna; el arte y las música transportan
colectivo puede reconocerse y actuar unas veces tradiciones en forma de imágenes y símbolos que
como clase o grupo étnico, y en otras ocasiones ayudan a enmarcar la acción colectiva. Los rituales
como masa sin identidad propia. Estos aspectos re- cumplen un papel similar, dado que son ceremo-
fuerzan el carácter dramatúrgico de los movimientos nias predeterminadas que sirven para aglutinar
sociales, en la medida en que emprenden acciones a los participantes y actualizar su pertenencia al
encaminadas a incidir sobre las audiencias; de ahí, movimiento y a la amplia tradición de protestas y
la tendencia actual de realizar acciones “espectacu- luchas sociales; ello es evidente en los actos del 1º de
lares” para atraer la atención de los medios. mayo, pero también en los rituales y celebraciones
Por otra parte, Ron Eyerman (1998), luego de de los movimientos.
reconocer el creciente interés en la cultura por parte Finalizamos con la síntesis que realiza Enrique
de los estudiosos de los movimientos sociales y Laraña (1999), al reconstruir el concepto de movi-
de hacer una síntesis de los aportes del enfoque de miento social desde la convergencia de las perspec-
los marcos de acción colectiva, destaca la necesidad tivas interaccionistas y constructivistas. Apoyándose
de articular los marcos de la experiencia individual en los planteamientos sobre los marcos de acción y
con los que provienen de la cultura y la memoria en las ideas de Alberto Melucci, el autor concibe los
colectiva. Finalmente, se centra en la importancia de movimientos como sistemas de acción, mensajes
las formas estéticas de la representación simbólica, simbólicos y agencias de significación colectiva que
desde lo que denomina la “praxis cultural” de los a la vez que construyen identidad colectiva entre
movimientos sociales, entendida como equivalente sus miembros y simpatizantes, difunden nuevos
al desarrollo en el plano artístico de lo que otros han significados culturales al conjunto de la sociedad.
elaborado en el plano cognitivo. Los movimientos desnaturalizan y ponen en debate
las estructuras y relaciones sociales que sostienen
Mientras que la praxis cognitiva se refiere a la for- el orden social, construyen nuevas significados
mación de conciencia y el papel que en ella juegan alternativos a los predominantes y movilizan redes
los intelectuales de los movimientos, la praxis sociales en pos de la transformación de las condi-
estética se centra en la contribución de lo estético ciones injustas.
a la construcción de significado y la formación de Asimismo, su carácter simbólico y reflexivo
identidad colectiva en el seno de un movimiento posibilita la unidad y continuidad en el tiempo de los
social (Eyerman, 1998, p. 143). movimientos sociales, rasgos que los distinguen de
otras formas de acción colectiva. Su cohesión inter-
Ello puede darse en dos niveles: uno que deno- na, “se manifiesta en que sus miembros comparten
mina prepolítico y otro explícitamente político. El ideas comunes y tiene una conciencia colectiva, en
primero está referido a las previas disposiciones que sentimientos de pertenencia a un grupo y de solida-
generan las subculturas artísticas en la generación ridad con sus miembros” (Laraña, 1999, p. 113). Su
de significados e identidades, como es el caso de cul- continuidad temporal, a diferencia de otros eventos
turas musicales como el rock o el punk. El segundo de protesta y movilización ocasionales y esporádicas,
nivel es el del uso intencional de artefactos culturales es fruto de su conexión con procesos históricos y
(canciones, himnos, imágenes, comparsas) como sociales de carácter más estructural, pero también
herramientas de movilización y construcción de de su capacidad, pero también de su capacidad de
sentidos de pertenencia; es el caso de la Internacio- construir tradiciones, memorias, identidades y
nal o la canción protesta latinoamericana. visiones de futuro compartidas.

62 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

La subjetividad como perspectiva interpretativa En el abordaje de la subjetividad, como campo


Con el balance hecho en la primera parte del artí- problemático de reflexión e investigación, conflu-
culo, es evidente que los procesos y elementos de yen diferentes campos de estudio (disciplinares o
carácter subjetivo –llámense ideología, concien- no), tradiciones teóricas y enfoques metodológico;
cia, psicología colectiva, creencia generalizada, también supone desmontar supuestos e imágenes
frustración, agravio moral, identidad, orientación que la asimilan al subjetivismo como posición epis-
cultural o marcos interpretativos–, son una dimen- temológica, o a lo individual (como interioridad o
sión ineludible en el estudio de los movimientos conciencia). La subjetividad, más que un problema
sociales.. A continuación, presentaremos cómo susceptible de diferentes aproximaciones teóricas,
desde diversos campos de los estudios sociales la es un campo problemático desde el cual podemos
subjetividad empieza a dejar de ser vista como una pensar la realidad social y el propio pensar sobre
variable dependiente de los procesos sociales a ser la misma. El primer problema es definirla más allá
una dimensión estructurante de las estructuras, de los límites que imponen los parámetros de cada
instituciones y prácticas sociales. El reconocimiento enfoque y marco disciplinar; así, algunos autores
de este posicionamiento de la subjetividad como coinciden en asumir la subjetividad como una ca-
campo problemático y como perspectiva de los tegoría de mayor potencial analítico y emancipador
estudios sociales puede ser útil en el abordaje de la que otras como conciencia o identidad; por ejemplo,
acción colectiva.
Boaventura de Sousa (1994, p. 123) la define como
“espacio de las diferencias individuales, de la auto-
Hacia un nuevo paradigma
nomía y la libertad que se levantan contra formas
Desde el paradigma epistemológico positivista–
opresivas que van más allá de la producción y tocan
dominante en la investigación social en el trans-
lo personal, lo social y lo cultural”.
curso del siglo XX– lo subjetivo no cabía ni en la
ciencia (entendida como una actividad racional
analítica y procedimental) ni en su objeto genérico Para Isabel Jaídar (2003, p. 55):
–pues la realidad social, se consideraba como un
La subjetividad es un medio de demostración de
orden estructurado objetivamente, regido por la
las ciencias sociales e incluye el conocimiento,
causalidad y el determinismo–, ni mucho menos
las construcciones simbólicas e imaginarias de
en el investigador (del que se esperaba objetividad
aquellos saberes descalificados por el positivismo
y neutralidad valorativa). Lo subjetivo se asimilaba
señalándolos de no racionalistas, como son los
al subjetivismo, a lo irreal, a lo imaginario, lo fanta-
mágicos, míticos, religiosos y en fin, todas las cons-
sioso y la personalidad individual; en consecuencia,
trucciones imaginarias y simbólicas que perviven
en el quehacer investigativo se le consideraba como
en todos los pueblos de la tierra, y que se inscriben
fuente de error, como “ruido” a ser neutralizado,
en un registro que tiene un lazo entre lo simbólico,
como lo ambiguo, lo perturbador (Torres, 2006).
lo social y lo singular.
Hoy sabemos que la objetividad, el universalis-
mo, la racionalidad científica y sus procedimientos,
Funciones y rasgos de la subjetividad
así como las teorías sociales, son construcciones
La categoría de subjetividad nos remite a un conjun-
subjetivas; las prácticas investigativas están impreg-
to de instancias y procesos de producción de sentido,
nadas de subjetividad, al igual que todo esfuerzo
por medio de las cuales los individuos y colectivos
por pensarla:
sociales construyen realidad y actúan sobre ella, a
la vez que son constituidos como tales. Involucra
Participando en las matrices sociales (que inclu-
yen la ciencia y las culturas de las que formamos un conjunto de imaginarios, representaciones,
parte) adquirimos formas de comprender y valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender
participar, metáforas y parámetros, ejes cogniti- el mundo, conscientes e inconscientes, cognitivas,
vos y destrezas específicas. La subjetividad y las emocionales, volitivas y eróticas, desde los cuales
relaciones sociales se organizan en el trazado de los sujetos elaboran su experiencia existencial y sus
esas metáforas, de esos horizontes que generan sentidos de vida (Torres, 2000, p. 8).
presuposiciones y expectativas, configurando De este modo, la subjetividad, cumple simul-
creencias, epistemologías cotidianas y visiones de táneamente varias funciones: 1. Cognoscitiva,
futuro (Fried, 1994, p. 16). pues, como esquema interpretativo y valorativo,

f ol io s n. o 3 0 63
Universidad Pedagógica Nacional

posibilita la construcción de realidades, como lec- Siempre que no se aborde con criterios reduccio-
turas del mundo y como horizonte de posibilidad nistas, representa una situación de confluencia de
de lo real; 2. Práctica, pues desde ella los individuos planos de realidad en que se puede rastrear cómo
y los colectivos orientan sus acciones y elaboran su desembocan los microprocesos (por ejemplo de
experiencia; 3. Vincular, dado que se constituye, índole psicológica), así como la apertura hacia
a la vez que orienta y sostiene los lazos sociales; y ámbitos sociohistóricos que se caracterizan por
4. Identitaria, pues aporta los materiales desde los ser inclusivos de otros planos que pueden consti-
cuales individuos y colectivos definen su identidad tuir el contexto particular del sujeto concreto que
personal y sus sentidos de pertenencias sociales interese estudiar (Zemelman, 1996, p. 99).
(Torres, 2006, p. 91).
También podemos identificar algunas cualidades Asumir la subjetividad como dimensión social
de la subjetividad como son su carácter simbólico, histórica implica reconocer su carácter de pro-
histórico y social, así como su naturaleza vinculante, ducente y de producida. Por un lado, porque está
magmático, transversal, tensional y de alteridad. La
estructurada por múltiples dinamismos históricos
subjetividad no se agota en lo racional ni en lo ideo-
y culturales que la condicionan; por otra, porque
lógico, sino que se despliega en el amplio universo de
es estructurante de dichos procesos sociales, trans-
la cultura, entendida como “entramado de símbolos
en virtud de los cuales los hombres dan significado a formándolos y abriendo posibilidades de desenvol-
su propia existencia […] en el cual pueden orientar vimiento histórico. La subjetividad:
sus relaciones recíprocas, en su relación con el mun-
do que los rodea y consigo mismos” (Geertz, 1987, p. No puede entenderse como un campo definido
205). Como fuente de sentido y mediación simbólica en términos de sus manifestaciones, ya sean con-
precede y trasciende a los individuos; constituye su ductuales, de expectativas o perceptivas, sino de
yo más singular y su sentido de pertenencia a un modo más profundo, desde su misma dinámica
conjunto social. Su naturaleza simbólica implica constitutiva y constituyente: ello nos remite a
que no se puede acceder a su comprensión, sino campos de realidad más amplios (Zemelman,
por medio de los múltiples lenguajes humanos. La 1996, p. 104).
racionalidad de la ciencia con su lenguaje analítico
y abstracto, es insuficiente para atrapar la riqueza La subjetividad es siempre alteridad, es el lengua-
de las diferentes racionalidades que constituyen je, la grupalidad, la historia y la cultura internalizada
la subjetividad, teniendo más potentes para ello la en cada sujeto. La subjetividad es siempre inter-
poesía, la literatura, el cine, las artes plásticas, las subjetividad. En lo individual están expresándose
tradiciones y sabidurías populares. otras subjetividades, como lo planteó Bajtin en sus
La subjetividad es siempre de naturaleza social e conceptos de polifonía y dialogismo, cuando alguien
histórica. La subjetividad individual es una variante habla, están presentes muchas voces. En fin, el yo y
de procesos subjetivos más amplios, los cuales a su el nosotros es inconcebible sin el otro y el ellos que
vez, están sostenidos por formaciones sociales espe- mutuamente se configuran. Cada ser humano es el
cíficas. Éstas, a su vez han sido creadas por sujetos otro de los otros, como lo han advertido Ricoeur
históricos concretos y se mantienen por medio de (1996) y Octavio Paz.
dinámicas subjetivas enmarcadas en contextos his-
La subjetividad también es de naturaleza vincu-
tóricos y sociales determinados. Como fenómeno
lar, si entendemos el vínculo como esa estructura
sociocultural complejo y dinámico, la subjetividad
sensible, afectiva ideativa y de acción que nos une,
también posee su propia historicidad; se hace y se
deshace; puede ser transitoria o permanecer a lo nos “ata” a otro ser y con la cual el sujeto se iden-
largo del tiempo; por ello no está sometida a una tifica. Para Pichon Riviere (1985, p. 87), el vínculo
evolución progresiva o una dirección única. es la condición material de nuestra constitución
No es posible considerar la subjetividad como subjetiva; para él, la identificación no está planteada
una realidad estática, suprahistórica o ahistórica como identificación a una imagen sino a un rasgo
como lo han pretendido algunos estudiosos con de la estructura vincular que incluye modelos de
dimensiones subjetivas como el inconciente co- significaciones sensibles, afectivas, ideativas y de
lectivo, las estructuras mentales o los imaginarios acción y que luego el sujeto reproduce. El vínculo
simbólicos. La subjetividad: es el que intermedia y permite la inserción del

64 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

sujeto al campo simbólico de la sociedad. El vínculo La subjetividad es transversal a la vida social.


es una estructura bifronte posee una cara interna No hay plano ni momento de la realidad social que
y otra externa. La subjetividad es, entonces, una pueda pensarse sin subjetividad. Está presente en
“verdadera selva de vínculos”. todas las dinámicas sociales y en todos sus ámbitos:
tanto en la vida cotidiana y los espacios microso-
Subjetividades constituyentes ciales como en las realidades macrosociales, tanto
Si bien es cierto que la subjetividad social cristaliza en la experiencia intersubjetiva diaria como en las
en instituciones, normas, costumbres, rituales y instituciones sociales que estructuran una época o
modos de hacer, su naturaleza es magmática, plás- una determinada formación social. La subjetividad
tica, fluida, indeterminada. Esta elasticidad y fluidez va más allá de los condicionantes de la produc-
magmática de la subjetividad explica su naturaleza ción económica y de los sistemas políticos y toca
dinámica, cambiante, su vocación liminal y su lo personal, lo social y lo cultural. Finalmente, la
potencial de creación y novedad (Sánchez Capdequí, subjetividad es escenario y a la vez vehiculiza los
1999, p. 21); no se rige por la lógica identitaria ni conflictos sociales y políticos. Como instituida, por
por la causalidad, y es difícilmente conocible desde medio de ella, se legitiman los poderes hegemónicos
los esquemas interpretativos analíticos, formales, y se garantiza la cohesión social; como instituyente,
propios de la tradición de pensamiento occidental la subjetividad alimenta los procesos de resistencia
y de la teoría social clásica (Castoriadis, 2003). y posibilita la emergencia de nuevos modos de ver,
Al respecto, vale la pena destacar la distinción que de sentir y de relacionarse que van contra el orden
hace Chanquía (1994, p. 42) a partir de su lectura instituido y que pueden dar lugar a nuevos ordenes
de Zemelman, entre subjetividad estructurada y de realidad.
subjetividad emergente o constituyente; mientras La naturaleza simbólica, histórico social, inter-
la primera involucra los procesos subjetivos de subjetiva, vincular, magmática, transversal y tensio-
apropiación de la realidad dada, la segunda abarca nal de la subjetividad, confirma su irreductibilidad
los imaginarios, las representaciones y otras elabo- a cánones racionalistas y parámetros cientificistas;
raciones cognoscitivas portadoras de lo nuevo, de si bien sólo es posible de ser reconocida por medio
lo inédito; ésta debe definirse contra aquella sub- de los modos de ver, actuar y representarse de los
jetividad estructural y, en algunas ocasiones, fuera individuos y colectivos específicos que son sujetos
de ella, pues ámbitos de la realidad silenciados con a ella, sus sentidos no se reducen a estás manifesta-
anterioridad, adquieren significación en el proceso ciones. Para comprenderla es necesario reconocer
de su constitución. la especificidad y relaciones de las múltiples dimen-
Por ello, la subjetividad no está circunscrita siones que la constituyen.
a un espacio y tiempo determinados sino que en
ella se condensan diferentes escalas existenciales, Algunos materiales de la subjetividad
espaciales y temporales. Por ejemplo, al abordar lo Asumida la subjetividad como campo problemá-
individual debe reconocerse las diferentes grupali- tico y perspectiva de interpretación de procesos,
dades, institucionalidades y estructuras sociales que prácticas, instituciones, relaciones, transformacio-
lo constituyen; la subjetividad, como actualización nes e innovaciones sociales, surge la necesidad de
del pasado es memoria; como apropiación del reconocer los materiales de la que está hecha. En
presente, es experiencia; y como construcción de la subjetividad confluyen dimensiones culturales y
posibilidades, es futuro: psíquicas reconocidas desde diferentes disciplinas
sociales y campos de estudio como la antropología,
Toda práctica social conecta pasado y futuro en su el sicoanálisis, la psicología social, la historia y los
concreción presente, ya que siempre se mostrará estudios culturales. Destaco algunos: los imaginarios
una doble subjetividad: como reconstrucción del culturales, las representaciones sociales, la memoria
pasado (memoria) y como apropiación del futuro, social, las creencias, las ideologías, el inconsciente,
dependiendo la constitución del sujeto de la arti- el pensamiento, los conocimientos, los valores,
culación de ambas (Zemelman, 1996, p. 116). las emociones y los sentimientos, las voluntades
y las visiones de futuro.

f ol io s n. o 3 0 65
Universidad Pedagógica Nacional

Por el carácter del artículo, no es posible abordar el vínculo (empatías y simpatías) entre sus bases,
cada una de estas dimensiones, condensadas en entre estas y sus líderes, y entre el movimiento y el
conceptos construidos por diferentes disciplinas y conjunto social (Maffesoli, 1990).
estudios sociales. Por ahora, me limito a esbozar la Los imaginarios son, en esta perspectiva, las ma-
especificidad de dos conceptos, los imaginarios y trices profundas de las que se nutren simbólicamen-
las representaciones, dado que, por un lado, tienden te las representaciones sociales. Dicha categoría ha
a confundirse en el uso cotidiano e incluso en los sido construida principalmente desde la psicología
propios ámbitos académicos y, por el otro, cobran social construccionista (Moscovisci, 1976; Jodelet,
cada vez mayor centralidad en los análisis sociales 1986; Ibáñez, 1994) según la cual desde la vida coti-
contemporáneos. diana se construye la realidad como representación
La categoría imaginario simbólico o imaginario y como práctica social. Las representaciones socia-
cultural, o lo imaginario fue acuñada en la ciencias les se refieren a la manera en que los seres humanos
sociales por el antropólogo Gilbert Durand (1964 y aprenden los acontecimientos de la vida diaria, las
1971), a partir de la confluencia de la tradición ini- características del ambiente, las informaciones que
ciada por Karl Jung, Ernest Cassirer, Mircea Eliade en él circulan y las personas del entorno (Jodelet,
y Gastón Bachelard en torno a sus estudios sobre 1986). Así, las representaciones serían las unidades
el inconciente colectivo, el simbolismo, los mitos de sentido desde las cuales organizamos nuestro
y la imaginación poética. El imaginario se define sentido común y el pensamiento práctico.
como un orden de sentido profundo que a modo “Si bien es fácil captar la realidad de las represen-
de imagen o metáfora enmarca la cosmovisión taciones sociales, no es nada fácil captar el concepto”
de un amplio colectivo social; actúa a la manera de (Ibáñez, 1994, p. 170), dado que es un concepto
estructura cultural profunda en la cual se organizan híbrido en el que confluyen tradiciones sociológicas,
el conjunto de símbolos y representaciones de di- antropológicas y psicológicas. Moscovisci (1976)
cho colectivo social. En palabras de Wuneneburger sostiene que las representaciones sociales son “un
(2000, p. 10): cuerpo organizado de conocimientos y una de las
actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres
Lo imaginario representa el conjunto de imágenes hacen inteligible su realidad, se insertan en un grupo
mentales y visuales, organizadas por la narración y en una relación cotidiana de intercambios”. Las
mítica, por la cual una sociedad organiza y representaciones, como estructuras de significación,
expresa simbólicamente sus valores existenciales son a la vez constituidas y constituyentes de la vida
y su interpretación del mundo frente a los desafíos social; expresan las condiciones sociales, a la vez que
impuestos por el tiempo y la muerte. las construyen. Son una fuente, junto a las narrativas
biográficas y los vínculos sociales, de la configura-
En la perspectiva de la acción colectiva, la ima- ción de identidades sociales (Giménez, 1996).
ginación cultural es un lugar desde el cual puede Las representaciones sociales están organizadas
pensarse la creatividad social, el cambio histórico en torno a significaciones centrales que producen y
y el surgimiento de inéditas formas de actuación y reproducen creencias, normas e ideas que rigen la
organización social. Sobre la base del carácter mag- vida cotidiana y colectiva de una sociedad. De este
mático, indeterminado y plástico de lo social en su modo, las representaciones poseen una dimensión
nivel imaginario, puede pensarse el cambio social cognitiva (traen a la mente conceptos e interpre-
y la posibilidad de nuevas institucionalidades que taciones), una normativa (atribuye un orden a lo
desborden el orden instituido (Sánchez Capdequí, social) y una simbólico–semiótica (significan lo que
1999, p. 22). Los imaginarios nutren de sentido a los acontece); que van más allá del ámbito individual y
movimientos sociales, en la medida en que aportan presencial, al inscribirse en procesos colectivos de
el subsuelo de símbolos, mitos y razones profundas, larga duración (Bonilla y García 1998, p. 20).
desde lo cual se fundamenta la acción colectiva, Finalmente, las representaciones sociales son
así como también su horizonte utópico: sueños y irreductibles a otras formas de conocimiento como
visiones de futuro que la animan; finalmente el ima- los imaginarios, los mitos, las ideologías o las creen-
ginario es religadota, es decir, alimenta y mantiene cias, así guarden relaciones estrechas y compartan

66 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

aspectos de todas ellas. Por ello, queda planteada políticas y culturales del momento, existe un con-
la necesidad de continuar definiendo los límites junto de instancias y procesos que median entre las
conceptuales de otras categorías constitutivas de la condiciones estructurales y la acción organizada.
subjetividad, así como su consideración como Entre otras mediaciones socioculturales tenemos:
dimensiones presentes en la acción colectiva. la vida cotidiana de los sujetos, la red de relaciones
Ya varios estudios empíricos sobre movimientos de sociabilidad a nivel local, las tradiciones aso-
sociales en América Latina han evidenciado la im- ciativa de los pobladores y la que se generan, las
portancia de considerar dichas realidades subjetivas coyunturas internas de la evolución del asentamiento,
para comprender la especificidad de movimientos las oleadas generacionales, los tipos de relación
como el de los indígenas en Bolivia (Tejeiro, 2007), establecidas con otros agentes sociales y el Estado,
Mexico (Gadea, 2004) y Colombia (Rappaport, así como la cultura política previa y emergente entre
2000), los piqueteros y asambleas barriales en los pobladores (Torres, 1994).
Argentina (Lewkovics, 2002; Ivern, 2007). En todos los procesos constitutivos de identidad
colectiva, de actores sociales y de acción colectiva
Balance: las dimensiones subjetivas confluyen condiciones políticas y sociales estructu-
de la acción colectiva rales, procesos generados por la propia experiencia
¿Qué implicaciones tienen los anteriores balances asociativa y de lucha, y dimensiones subjetivas
bibliográficos y elaboraciones conceptuales en torno previas e instituidas por el movimiento. Así, en el
al lugar de lo subjetivo en la acción colectiva y análisis de experiencias de organización y moviliza-
la subjetividad como perspectiva emergente para la ción popular urbana, es necesario considerar:
investigación de los movimientos y luchas sociales?
A partir de la revisión expuesta y de mi experiencia 1. El contexto histórico, en sus dimensiones
en el estudio de organizaciones y movilizaciones estructural y coyuntural.
urbanas, se puede reconocer qué lugar ocupan las 2. El contexto territorial en el cual se
dimensiones subjetivas en los diversos niveles y manifiestan las tensiones estructurales
planos de la acción colectiva y de qué modo esta y coyunturales y son percibidas y ela-
puede abordarse como constituida y constituyente boradas por la gente desde sus marcos
de subjetividad. interpretativos (cognitivos, valóricos e
Las teorías predominantes sobre las organizacio- ideológicos).
nes y las luchas sociales son planas y homogeneizan- 3. Los vínculos de solidaridad entre los
tes, simplificadoras de la compleja realidad de sus actores, que dan una base comunitaria a
dinámicas constitutivas (Pliego, 1997). Construir los movimientos, así como de unas diná-
modelos analíticos que den cuenta de la complejidad micas organizacionales y estrategias que
de la acción colectiva, implica considerar tanto los estructuran la acción colectiva.
factores y mediaciones estructurales como sus pro- 4. La formación –siempre abierta y conflic-
pios dinamismos constituyentes. La comprensión tiva– de identidades y solidaridades que
de las tensiones y problemas que les dan origen, garantizan la unidad y continuidad de las
de los actores que las conforman y que se forman organizaciones y luchas.
en ellas, los repertorios de organización y moviliza- 5. Las formas y modalidades de movili-
ción, así como de sus incidencias sociales y políticas, zación colectiva que hacen visible el
deben considerar las intenciones, motivaciones y movimiento.
sentidos que las orientan, la experiencia compartida 6. Su incidencia tanto en la coyuntura
y sentido común que generan, las ideas y valores que inmediata en la que actúan como en el
asumen, así como de los imaginarios culturales y conjunto de la sociedad.
utopías que las nutren (Torres, 2007).
Aunque el origen de la acción colectiva urbana Sin pretender agotar exhaustivamente cada una
está relacionado con las contradicciones estructura- de los anteriores planos de análisis, a continuación
los presento, destacando el lugar de la subjetividad
les que definen la organización del modo colectivo
en su abordaje: 1. Los factores estructurales que,
en la ciudad (Castells, 1980) y con las condiciones
aunque no la determinan, permiten comprender las

f ol io s n. o 3 0 67
Universidad Pedagógica Nacional

condiciones de su emergencia; 2. El territorio como Territorios populares, tejido social


espacio en el que se forma el tejido social y las iden- e identidades colectivas
tidades vecinales; 3. La vida cotidiana, en la que se El estudio y apoyo a la acción colectiva urbana debe
perciben y asumen los conflictos sociales y se llevan remitirnos a la organización de la vida cotidiana
a cabo las experiencias, las tácticas y las estrategias de la gente y a los espacios en torno a los cuales
para afrontarlos; 4. Las dinámicas asociativas, en construye sus vínculos sociales más significativos y
torno a las cuales se construyen nuevas relaciones, elabora sus representaciones sobre sí mismos y sobre
valores y orientaciones; 5. La movilización colecti- los demás; a los territorios en los que configuran
va y las expresiones manifiestas de protesta y 6. Su sus solidaridades e identidades básicas y desde los
incidencia social y cultural. cuales se relaciona con la ciudad. Para el caso de
los pobladores urbanos de las ciudades de América
Los factores estructurales y estructurantes Latina, dicho lugar ha sido el barrio; su historia es
Así no sea una condición suficiente, la acción co- la historia de la incorporación de los inmigrantes
lectiva urbana tiene como trasfondo la existencia a la vida urbana, de su lucha por el derecho a la
de conflictos y contradicciones en las estructura ciudad y de su constitución como referente de
sociales y políticas urbanas, las cuales, a su vez, sentido de pertenencia principal de sus habitantes;
están relacionadas estrechamente con el contexto en un contexto de precaria e inestable vinculación
societario más amplio en el que se generan. La laboral, su identidad social no ha estado marcado
sociología urbana marxista, en particular el cata- por el mundo del trabajo, sino por su experiencia
lán Manuel Castells, ha hecho valiosos aportes al como vecinos de un barrio o sector de la ciudad
respecto. Sus estudios sobre las políticas urbanas (Torres, 1994 y 2007).
y la acción colectiva en la ciudad, siempre incor-
Refugio de inmigrantes, lugar donde se desarro-
poran las condicionantes estructurales que están
llan diferentes estrategias de sobrevivencia y resis-
en su base. La ciudad, como producto histórico,
tencia a los embates de la pobreza y la exclusión, en
evidencia los intereses sociales en pugna en un
el cual también se establecen relaciones personales
contexto histórico dado: “la histórica desigualdad
más intensas y duraderas, difíciles de lograr en el
en términos de renta, inherente al capitalismo se
mundo del trabajo. En la fase fundacional de los
expresa en otras inequidades sociales relacionadas
con la consecución de vivienda, la accesibilidad, uso barrios, se recrean relaciones de compadrazgo y el
y gestión de ciertos servicios colectivos sociales y paisanaje, en la casa se recibe a los familiares recién
culturales” (Castells, 2001). llegados del campo y se realizan bazares en los que
Por otro lado, es sabido que en el siglo XX, como se preparan productos de las regiones de origen.
estrategia para conjurar las crisis económicas y las Estos vínculos de vecindad, compadrazgo, amistad
revoluciones sociales, en las sociedades capitalistas, y afinidad cultural y generacional van formando una
al Estado se le asignó la responsabilidad de asumir malla de relaciones que pueden leerse como redes
los sectores menos rentables, pero necesarios para sociales. “las redes sociales son formas de interacción,
la actividad económica de atenuar los conflictos intercambio y reciprocidad que están orientadas a
sociales. Así, incluso en la implantación del modelo satisfacer ciertas necesidades de los grupos, sean
neoliberal, el Estado dirigió la planificación urbana, afectivas, comunitarias, políticas, culturales, etc;”
generó políticas de vivienda, asumió la prestación de (Bolos, 2000, p. 37). Las organizaciones están sos-
los servicios públicos y sociales y en algunos casos, tenidas por estas redes informales que facilitan o
el apoyo a las actividades culturales y deportivas en limitan su actuación; la acción colectiva se inserta en
las ciudades (Castells, 2001). Esta intervención del las redes previas y las amplía; “crea vínculos donde
Estado en la organización del consumo colectivo no los había, agrega comportamientos al repertorio
y las políticas culturales de la ciudad politizó la de la acción colectiva, transforma valores, crea o
cuestión urbana. Por un lado, porque su actuación, modifica imaginarios” (Espinoza, 1999, p. 213).
así sea de carácter económico, está marcada, sobre En el territorio, también sus pobladores consti-
todo, por una lógica política por el otro, porque al tuyen identidades sociales. El barrio mismo es refe-
asumirse como garante de los derechos sociales de rente de identidad –en la medida que sus pobladores
la población, el Estado se convirtió en el referente al construirlo, habitarlo y, muchas veces, defenderlo
de casi todas las demandas y luchas urbanas. como territorio– generan lazos de pertenencia que

68 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

les permite distinguirse frente a otros colectivos y las reelaboran como reivindicaciones, demandas
sociales de la ciudad (Illanes, 1993). También en él, o derechos y las enfrentan de diversos modos por
se construyen diferentes identidades colectivas que medio de procesos en los que intervienen diferentes
expresan la fragmentación y las diferencias propias mediaciones culturales, sociales y políticas.
de la vida urbana contemporánea. Pero si bien Las necesidades compartidas no generan, de
la identidad barrial se alimenta de la experiencia modo natural, ningún tipo de acción colectiva.
compartida en la ocupación, producción y uso de La cotidianidad popular también es el escenario
un espacio, ésta no se agota en lo territorial. La iden- donde la gente despliega sus esfuerzos y voluntades
tidad vecinal, además de experiencia intersubjetiva, para afrontarlas. Es el plano de las experiencias
es arena social en la que se definen diferentes actores en donde se evidencia la transformación de la
luchan por la apropiación del territorio; “las iden- realidad tanto objetiva como subjetiva y donde se
tidades vecinales, además de ser una construcción da cuenta del potencial de la transformación de lo
social y cultural y un espacio de relaciones, es una deseable en lo posible... (Zemelman, 1992). Así, la
arena de conflicto” (Safa, 1998, p.158). solución de las necesidades percibidas puede ser
asumida de modo individual, familiar o colectivo,
Vida cotidiana, elaboración de manera ocasional o permanente, de forma
de necesidades y experiencia desestructurada u organizada. Esta experiencia de
En el proceso de conformación, apropiación y trans- resolución, de problemas comunes, también pasa
formación del territorio transcurre la cotidianidad por el entramado de creencias, representaciones y
de sus pobladores por medio de las prácticas e universos simbólicos previos, por la valoración de
interacciones subjetivas consuetudinarias, mediadas las alternativas que les ofrece el nuevo contexto y
por el lenguaje. Es en la lucha diaria por la sobrevi- por la influencia de los agentes externos.
vencia cuando perciben los efectos de la exclusión, En la cotidianidad de los sectores populares se
la pobreza y el desempleo, como experiencia com- reproducen los discursos y prácticas hegemónicas,
partida de precariedad, carencia y calamidad; donde pero también donde emergen las tácticas de resis-
la memoria y experiencia compartida conversan tencia a la dominación y la exclusión. Allí se activan
con los más cercanos (familia, vecinos, allegados) imaginarios colectivos y se van generando saberes,
sobre dichas situaciones, valorándola o no como tácticas y estrategias para resguardarse de la mira-
vejación, injusticia o agravio moral. Abordar la da y las acciones de los poderosos. Esta sabiduría
manera en que los colectivos populares definen sus popular de resistencia se expresa en el terreno de la
necesidades y las tramitan como demandas, reivin- tradición oral y la imaginería popular por medio
dicaciones, intereses o derechos requiere reconocer de los cuentos populares, el humor, la picardía,
las mediaciones simbólicas, sociales y políticas el rumor, los juegos de palabras y las inversiones
que lo posibilitan. Ello exige estudiar procesos de simbólicas (Scott, 2000). Habría que reconocer en
atribuciones de significados mediante los cuales cada contexto social y cultural, cuáles son los me-
una ausencia se define como carencia y necesidad canismos más frecuentes de interiorización de los
y por las cuales ciertas acciones sociales se definen valores y relaciones dominantes, así como las formas
como en correspondencia con los intereses de una de resistencia desde el anonimato de la vida diaria y
colectividad (Sader, 1993, p.75). de las maneras en que se incorporan en los procesos
Las necesidades son el sustrato más elemental organizativos y en las acciones de protesta.
de la relación entre la objetividad y subjetividad; es
el cruce entre la existencia de una carencia material La conformación del tejido asociativo
o simbólica y su percepción como tal por parte de En el análisis de la acción colectiva urbana es
unos sujetos desde su memoria, su visión de futuro. imprescindible considerar los procesos organizati-
No sólo aluden a la sobrevivencia material, sino vos por medio de los cuales los pobladores articulan
también a la necesidad del colectivo a reproducirse voluntades, capacidades, relaciones y propósitos,
como tal. Por ello, la necesidad no es objetividad en para garantizar estrategias de mayor permanencia a
el sentido de materialidad, sino objetividad que es sus problemas compartidos. Ya sea por sus represen-
construida según representaciones dadas (Zemel- taciones y experiencias previas en las maneras de re-
man, 1991). Los pobladores definen sus necesidades solver problemas, por su magnitud o naturaleza, por

f ol io s n. o 3 0 69
Universidad Pedagógica Nacional

el agotamiento o insuficiencia de otras estrategias, “externo”, son cada vez más comunes estas experien-
por la existencia de canales institucionales o agentes cias de asociación de segundo y tercer grado. Este
externos que promueven la acción organizada (ya nivel organizativo generalmente supone una lectura
que generalmente los pobladores estructuran sus más estructural del campo problemático en el cual
acciones mediante procesos organizativos). se actúa, así como una expansión del horizonte
Las organizaciones se diferencian de las acciones utópico que las anima (transformar políticas, afectar
puntuales promovidas por redes sociales o grupos significados públicos frente a un tema, proponer
ad hoc, por su permanencia en el tiempo, grado nuevos modelos sociales).
de estructuración interna, establecimiento de pro-
pósitos a mediano y largo plazo; también, porque La movilización: de la protesta
éstos suponen una lectura más sistemática de las a las redes en movimiento
necesidades, de la elaboración de un horizonte De vez en cuando los pobladores, por fuera o por
común y la disposición de unos recursos y unas medio de sus organizaciones, desde sus territorios
estrategias permanentes para alcanzarlo. En tér- o por fuera de ellos, deciden acudir a “las vías de
minos de Pliego (1997), las organizaciones sociales hecho” para obtener solución a sus problemas, de-
poseen programas, entendidos como “unidades nunciar una medida adversa, sumarse a una protesta
de estructuración mínima de las actividades que mayor o expresar solidaridad con otros actores. Este
desarrolla una organización, de acuerdo con una es el ámbito de la movilización colectiva, la cual ha
definición colectivamente compartida de objetivo, sido asumida por muchos como el mejor termó-
metas, recursos y procedimientos”. metro de los movimientos sociales. Sin embargo,
En la medida en que las experiencias asociati- estas formas visibles de acción colectiva no pueden
vas se consolidan, las acciones se tornan estables y comprenderse por fuera de los tejidos sociales y
orientadas en torno a proyectos. Éstos resuelven en asociativos que las posibilitan; la movilización re-
un nivel más complejo la tensión entre necesidad y quiere una preparación previa, una coordinación
utopía, entre presente y futuro posible. El proyecto de esfuerzos, unos niveles de conciencia entre sus
evidencia una conciencia de metas previstas y el promotores y unas demandas o iniciativas más
despliegue de prácticas para conseguirlas; supone elaboradas.
una elaboración colectiva de un horizonte histórico La conformación histórica de los movimientos
común, de una identidad más estable y reflexiva. sociales se articula en diferentes planos temporales
Según Palma (1995), estaríamos en el plano de las (Villasante, 1994). En general, se incuban silencio-
prácticas intencionadas, diferentes a las experiencias samente en la vida cotidiana de los colectivos en
vividas e interpretadas sólo desde el sentido común su lucha diaria en torno a sus necesidades; ello va
de los colectivos populares. conformando lentamente (larga duración) vínculos
La acción de las organizaciones enriquece el estables, habitus y memoria colectiva de resistencia;
tejido social, amplía la lectura que la gente hace de estas redes sociales son el caldo de cultivo para el
sus problemas y, por tanto, de sus posibilidades surgimiento y actividad de las asociaciones (media
de solución; también contribuyen al fortalecimiento duración) y para el estallidos de actos de inconfor-
o emergencia de identidades sociales y facilita la mismo (corta duración). No hay que limitar el aná-
movilización social. Las organizaciones son espacios lisis de la acción colectiva a sus luchas manifiestas,
de institucionalización de formas de solidaridad pues se puede quedar atrapado en el tiempo corto,
social presentes en la cotidianidad popular, son dejando por fuera el tiempo largo, “ese trasfondo,
nudos del tejido local popular desde las cuales los al cual se incorporan como memoria, aprendizaje
pobladores se conforman como actores con capaci- o condición estructural, una vez finalizado el
dad de ser reconocidos por otros actores urbanos. conflicto” (Espinoza, 1999, p. 48)
Otro nivel asociativo es la creación de redes o No hay que confundir las organizaciones con las
espacios de coordinación permanente entre grupos movilizaciones que promueven o en las cuales parti-
y organizaciones. Ya sea en una misma zona o loca- cipan; se necesitan mutuamente, pero son diferentes:
lidad, en torno a un campo temático común, como si hay movilización, la asociación queda desborda-
la salud, la educación popular, el trabajo con niños da; y si la asociación se consolida, la movilización
o por iniciativa de algún actor estatal o social queda controlada. Las organizaciones necesitan

70 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

movilizarse para mantenerse como movimiento, sensibilizan a la ciudadanía; también, les resulta im-
pero sobreviven a estas acciones, conformando una portante, hacerse visibles por medio de los medios
dimensión menos visible pero más sólida de los de comunicación y de otras acciones públicas.
movimientos sociales. En los territorios populares Por ello, un aspecto que hoy se desataca de los
se gestan y realizan diversas expresiones de protesta movimientos es su incidencia cultural y política
popular; en unos casos, orientadas a ejercer presión sobre el conjunto social. Más allá de sus activistas,
para la consecución de un bien urbano como una militantes y simpatizantes, los movimientos que
vía, el acueducto o de las redes de energía; en otros, reivindican la equidad de género, los derechos de los
para oponerse a una medida adversa que perjudica homosexuales, de grupos étnicos y generacionales,
la integridad física o cultural de un barrio, zona de han logrado calar en la conciencia y la cultura de
la ciudad o del país; finalmente, los habitantes de los amplios sectores de la población, modificando ac-
barrios se suman a actos de protesta convocadas por titudes, representaciones y hábitos sociales. Muchas
otros actores y que expresan el inconformismo fren- personas incorporan en su vida cotidiana algunos
te a la situación económica de las clases trabajadoras valores e ideas provenientes de dichos movimientos,
o contra una medida o política gubernamental que así no sepan el origen de tales parámetros.
lesiona sus derechos. Es en este sentido que Melucci (1999) destaca
el carácter “profético” de los movimientos sociales
La incidencia de la acción colectiva (anuncian nuevas formas de vida que ya pueden irse
En todos los casos, las protestas urbanas no sólo realizando), y otros autores como Escobar, Dagnino
pretenden obtener solución a sus demandas, sino y Gruesso (2001) señalan que éstos son generadores
también elevar los niveles de compromiso de sus de culturas políticas que contribuyen a la democra-
actores sensibilizar a la opinión pública de la justeza tización de la sociedad. Ello nos permite confirmar
de tales reivindicaciones y atraer nuevas bases a los lo anunciado al comienzo de este artículo: los mo-
movimientos. Por eso es que las acciones colectivas vimientos sociales han sido instituyentes de buena
manifiestas tienden a ser expresivas, a revestirse parte de los rasgos progresistas de las sociedades
de elementos simbólicos que afirman identidad y contemporáneas.

Bibliografía

Archila, M. (1995). Tendencias recientes de los movi- Castells, M. (1980). Los movimientos sociales urbanos.
mientos sociales. En F. Leal (comp.), En búsqueda de México: Siglo XXI.
la estabilidad perdida. Bogotá: Tercer Mundo. Castells, M. (1981). La cuestión urbana. México: Siglo
Archila, M. (1998). Poderes y contestación. Controversia, XXI.
173. Castells, M. (1986). La ciudad y las masas. Madrid:
Blumer, H. (1946). Collective behavior. En Lee (edit.), Alianza Universidad.
New Outlines of the principles of Sociology. Nueva Castoriadis, C. (1977). Ontología de la creación. Ensayo
York: Barnes and Noble. y Error.
Bolos, S. (1999). La constitución de actores sociales y la Castoriadis, C. (2003). La institución imaginaria de la
política. México: Plaza y Valdez. sociedad. Vol. 2: El imaginario social y la institución.
Bonilla, J. y García, E. (1998). Los discursos del conflicto. Buenos Aires: Tusquets.
Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. Castoriadis, C. (2004). Sujeto y verdad en el mundo
Calvillo, M. y Favela, A. (1995). Los nuevos sujetos histórico social. Seminarios 1986-1987. Buenos Aires:
sociales. Una aproximación epistemológica. Socio- Fondo de Cultura Económica.
lógica, 28. Chihu, A. (2008). El análisis de marcos en la sociología
Casanova, J. (1991). La historia social y los historiadores. de los movimientos sociales. México: Miguel Angel
Barcelona: Editorial Crítica. Porrúa–UAM, Iztapalapa.

f ol io s n. o 3 0 71
Universidad Pedagógica Nacional

Chanquía, D. (1994). Para investigar procesos de cons- Ibarra, P. y Tejerina, B. (1999). Movimientos sociales,
titución de sujetos sociales. Suplementos, 45. transformaciones políticas y cambio cultural. Madrid:
Cohen, J. (1995). Estrategia e identidad: nuevos para- Trotta.
digmas teóricos y movimientos sociales contempo- Ivern, A. (2007). Autoorganización, proyectos com-
ráneos. Sociología y Política, 6. partidos y procesos de aprendizaje. Buenos Aires:
Cohen, J. y Arato, A. (2001). Sociedad civil y teoría política. Editorial SB.
México: Fondo de Cultura Económica. Jaidar, I. (2003). Tras las huellas de la subjetividad.
De Souza, B. (1994). Subjetividad, ciudadanía y emanci- México: UAM.
pación. El Otro Derecho, 15. Johnston, H., Laraña, E. y Fustielf, J. (1994). Cultura,
Elster, J. (1979). Ulises y las sirenas. México: Fondo de ideologías y vida cotidiana en los nuevos movimien-
Cultura Económica. tos sociales. En E. Laraña y J. Gustielf, Los nuevos
movimientos sociales: de la ideología a la identidad.
Elster, J. (1989). El cemento de la sociedad. Barcelona:
Madrid: CIS.
Gedisa.
Laclau, E. (1987). Los nuevos movimientos sociales y la
Escobar, Arturo y Alvaro Pedroza (1996). Pacífico:
pluralidad de lo social. Revista Foro, 4.
¿desarrollo o diversidad? Estado, capital y movi-
mientos en el Pacífico Colombiano. Bogotá: Cerec Laraña, E. (1999). La construcción de los movimientos
– Ecofondo sociales. Madrid: Alianza Editorial.
Escobar, A., Álvarez, S. y Dagnino, E. (2001). Política León, E. (1995). La experiencia en la construcción del
cultural y cultura política. Una nueva mirada a los conocimiento social. En Determinismos y alternativas
movimientos sociales latinoamericanos. Bogotá: en las ciencias sociales de América Latina. Caracas:
Taurus–Icanh. UNAM–Nueva Sociedad.
Espinoza, V. (1985). Experiencias y perspectivas del Lewkovics, I. (2002). Sucesos argentinos. Cacerolazo y
movimiento popular chileno. Cuaderno Ciudad y subjetividad postestatal. Buenos Aires: Paidós.
Sociedad; Problemas Urbanos del Tercer Mundo, II. Luminato, S. (1995). La función de los valores en el pen-
Fried, D. (1995). Nuevos paradigmas, cultura y subjetivi- samiento filosófico latinoamericano. En Determinis-
dad. Buenos Aires: Paidós. mos y alternativas en las ciencias sociales de América
Latina. Caracas: UNAM–Nueva Sociedad.
Gadea, C. (2004). Acciones colectivas y modernidad global.
El movimiento zapatista. Toluca: UAEM. Maffesoli, M. (1990). Tiempo de las tribus. Barcelona:
Icaria.
Goffman, E. (1974). Frame analysis. Cambrdige: Harvard
University Press. McAdam, D., McCarthy, J. y Zaldd, M. (1999). Movi-
mientos sociales: perspectivas comparadas. Madrid:
Gusfield, J. (1994). La reflexividad de los movimientos
Istmo.
sociales: revisión de las teorías sobre sociedad de
masas y el comportamiento colectivo. En E. Laraña Marx, C. (1975). La lucha de clases en Francia de 1848 a
y J. Gustielf, Los nuevos movimientos sociales: de la 1850. Moscú: Editorial Progreso.
ideología a la identidad. Madrid: CIS. Marx, C. (1978). El 18 brumario de Luis Bonaparte. Pekín:
Harnecker, M. (1980). Los conceptos elementales de ma- Editorial Lenguas Extranjeras.
terialismo histórico. Cuadragésima edición, Bogotá: Marx, C. (1980). La guerra civil en Francia. Moscú:
Siglo XXI Editores. Editorial Progreso.
Ibáñez, T. (1994). Psicología social constructivista. Gua- Marx, C. y Engels, F. (1970). Manifiesto del partido comu-
dalajara: Universidad de Guadalajara. nista. Moscú: Editorial Progreso.
Illanes, M. (1993). La cuestión de la identidad y la histo- MelucciI, A. (1976). La teoría de los movimientos socia-
riografía popular. En Historias locales y democrati- les. En Teoría y forma de la acción colectiva. Milán:
zación. Santiago: Eco. Etas Libri.

72 f ol io s n. o 3 0
Facultad de Humanidades

MelucciI, A. (1985). The symbolic challenge of contem- Sader, E. (1993). Cuando nuevos personajes entran en
porary movements. Social Research, 4(52). escena. Río de Janeiro: Paz e Terra.
MelucciI, A. (1995). El conflicto y la regla: movimientos Safa, Patricia (1998). Vecinos y vecindarios en la Ciudad
sociales y sistemas políticos. Sociológica, 28. de México. México DF: Ciesas - UAM - Miguel
MelucciI, A. (1989). Nomads of the present. Filadelfia: Porrua editores
Temple University Press. Sánchez Cafdequi, C. (1999). Imaginación y sociedad:
MelucciI, A. (1994). ¿Qué hay de nuevo en los nuevos una hermenéutica creativa de la cultura. Madrid:
movimientos sociales? En E. Laraña y J. Gusfield, Tecnos–Universidad Pública de Navarra.
Los nuevos movimientos sociales: de la ideología a la Scott, J. (2000). Los dominados y el arte de la resistencia.
identidad. Madrid: CIS. México: Era.
MelucciI, A. (1995). The process of collective identity. En Smelser, N. (1995). Comportamiento colectivo. México:
H. Johonston y Klandermas (ed.), Social movements Fondo de Cultura Económica.
and culture. Minneapolis: University of Minessota. Tarrow, S. (1997). El poder en movimiento. Madrid:
MelucciI, A. (1999). Acción colectiva, vida cotidiana y Alianza Editorial.
democracia. México: El Colegio de México. Tejeiro, J. (2007). La rebelión permanente. La Paz: PIEB–
Moscovisci, S. (1996). Psicología social. Madrid: Paidós. Plural.
Moore, B. (1974). Los orígenes sociales de la dictadura y Thompson, E. (1981). Miseria de la teoría. Barcelona:
la democracia. Barcelona: Península. Editorial Crítica.
Moore, B. (1996). La injusticia: bases sociales de la obe- Thompson, E. (1984). Tradición, revuelta y conciencia de
diencia y la rebelión. México: UNAM. clase. Barcelona: Editorial Crítica.
Munk, G. (1995). Algunos problemas conceptuales en el Tilly, C. (1995a). Los movimientos sociales como agru-
estudio de los movimientos sociales. Revista Mexi- paciones históricamente específicas de actuaciones
cana de Sociología, 3. políticas. Sociológica, 28.
Múnera, L. (1998). Rupturas y continuidades: poder y Tilly, C. (1995b). Modelos de y realidades de la acción
movimiento popular en Colombia 1968-1988. Bogotá: colectiva popular. En Intereses individuales y acción
Cerec. colectiva. Madrid: Editorial Pablo Iglesias.
Neveu, E. (2000). Sociología de los movimientos sociales. Torres Carrillo, A. (1994). Experiencias organizativas
Quito: Abya Yala. urbanas y constitución de sujetos sociales. Aportes,
Obershall, A. (1973). Social conflict and social movements. 40. Bogotá: Dimensión Educativa.
Nueva York: Prentice Hall. Torres Carrillo, A. (1999). Organizaciones y luchas urba-
Olson, M. (1992). La lógica de la acción colectiva. México: nas en América Latina. Controversia, 175.
Limusa–Noriega. Torres Carrillo, A. (2000). Sujetos y subjetividad en la
Pichon Riviere, E. (1985). Psicología de la vida cotidiana. educación popular. Pedagogía y Saberes, 15. Bogotá:
Buenos Aires: Editorial Nueva Visión. Facultad de Educación–Universidad Pedagógica
Nacional.
Pliego, F. (1997). Estrategias de participación de las or-
ganizaciones sociales: un modelo de interpretación. Torres Carrillo, A. (2002). Reconstruyendo el vínculo
Sociedad Civil, 1(II). social. Movimientos sociales, organizaciones populares
y constitución de sujetos colectivos. Bogotá: Unad.
Rappaportt, J. (2000). La política de la memoria. Popayán:
Universidad del Cauca. Torres Carrillo, A. (2006). Subjetividad y sujeto como
perspectiva de investigación social y educativa.
Ricoeur, P. (2003). La memoria, la historia, el olvido.
Revista Colombiana de Educación, 50.
Madrid: Trotta.
Torres Carrillo, A. (2007). Identidad y política de la
Sabucedo, J. M., Grossi, J., Roríguez, M. y Fernández, C.
acción colectiva. Bogotá: Universidad Pedagógica
(s. f.). Los movimientos sociales: discurso y acción
Nacional.
política. Revista Universidad de Guadalajara.

f ol io s n. o 3 0 73
Universidad Pedagógica Nacional

Touraine, A. (1978). La voz y la mirada. París: Seuil. Zemelman, H. (1987). Conocimiento y sujetos sociales.
Touraine, A. (1987). El regreso del actor. Buenos Aires: México: El Colegio de México.
Editorial Eudeba. Zemelman, H. (1992). Los horizontes de la razón. Dialécti-
Touraine, A. (1997) ¿Podremos vivir juntos? México: ca y apropiación del presente. Barcelona: Anthropos–
Fondo de Cultura Económica. El Colegio de México.
Zemelman, H. (1996). Problemas antropológicos y
Turner, R. y Killan, L. (1986). Collective behavior.
utópicos del conocimiento. Jornadas, 126.
Englewood Cliffs, NJ: Prentice–Hall.
Zemelman, H. (1997). Subjetividad: umbrales del pensa-
Villasante, T. (1991). Movimiento ciudadano e iniciativas
miento social. Barcelona: Anthropos.
populares. Cuadernos de Noticias Obreras, 16.
Zemelman, H. (1998). Sujeto: existencia y potencia.
Villasante, T. (1994). Las ciudades hablan. Identidades y
Barcelona: Anthropos.
movimientos sociales en seis metrópolis latinoameri-
Zemelman, H. y León, E. (1997). Subjetividad: umbrales
canas. Caracas: Nueva Sociedad.
del pensamiento social. Barcelona: Anthropos.

74 f ol io s n. o 3 0

You might also like