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Pedro Mir

(San Pedro de Macorís, 1913 - Santo Domingo, 2000) Hijo de Pedro Mir,
un ingeniero cubano, y de Vicenta Valentín Mendoza, una
joven puertorriqueña, Pedro Julio Mir Valentín nació y pasó su infancia en el
ingenio Cristóbal Colón, cerca de la ciudad de San Pedro de Macorís. La
temprana muerte de su madre en 1917 le dejó un profundo sentido de
ausencia que luego él mismo afirmaría que fue el origen de su vocación
poética.
A principios de la década de 1930, Pedro Mir empieza a escribir sus primeros
poemas, mostrándolos a amigos y relacionados. Uno de esos amigos decide
sin consultarle, llevar unos versos al escritor Juan Bosch, quien ya en ese
entonces era una figura literaria importante en el ámbito dominicano. La fibra
poética natural del autor llama la atención de Juan Bosch, pero éste
desestima los versos diciendo que el poeta tiene talento pero debería "dirigir
los ojos a su tierra". Enterado Pedro Mir, decide escribir sus primeros poemas
de corte social y esta vez enviárselos a Juan Bosch él mismo. Bosch no
contesta, sino que publica los versos en su sección del Listín Diario, un
importante periódico dominicano, con el llamativo título que luego sería una
profecía: ¿Será este muchacho el esperado poeta social dominicano?
En 1941 se graduó de doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de
Santo Domingo y comenzó a ejercer la profesión en una oficina de abogados
de la capital. Sin embargo, la presión de la dictadura de Rafael Leónidas
Trujillo se hace insoportable, especialmente para quien escribía poesía
social. Considerado un desafecto al régimen, recibe amenazas y vive bajo
presión hasta que marcha a Cuba en 1947, un exilio que se prolongaría hasta
la caída del régimen de Trujillo.

De regreso a su país fue nombrado profesor de estética de la Universidad


Autónoma y se dedicó a la investigación histórica y artística, al ensayo y al
periodismo literarios. Su labor y logros literarios fueron continuos. Recibió el
Premio Nacional de Historia por su ensayo Las raíces dominicanas de la
Doctrina Monroe (1974), y el Premio Anual de Poesía por su extenso
poema El huracán Neruda (1975). En 1984 el Congreso dominicano lo
declaró Poeta Nacional, tomando en consideración el conjunto de su obra, y
en 1993 obtuvo el Premio Nacional de Literatura.

Consciente del valor social de su obra, Pedro Mir organizó o participó a


menudo en recitales que trataban de acercar la poesía al pueblo, y que solían
contar con una extraordinaria afluencia de oyentes. Su estilo salmódico, de
versos largos, combina sabiamente un lenguaje poético matizado con lo
anecdótico y la expresión coloquial directa. Su lírica es minuciosa; ejemplo de
ello es Tres leyendas de colores (1969), donde sorprende por su capacidad
para la recreación de hechos históricos: enlaza en un solo hilo narrativo las
tres primeras rebeliones de clase en la América española, describe los tintes
raciales que las caracterizaban y los identifica con sus orígenes sociales.
Dentro de su producción destacan además Seis momentos de
esperanza (1953), Poemas de buen amor y a veces de fantasía (1969), Amén
de mariposas (1969), El gran incendio (1969), Viaje a la muchedumbre (1971)
y el ya citado El huracán Neruda (1975). Publicó también los ensayos El gran
incendio (1969), Apertura a la estética (1974) y Fundamentos de teoría y
crítica de arte (1978).

Recibió el Premio Nacional de Historia por su ensayo Las raíces


dominicanas de la Doctrina Monroe (1974), y el Premio Anual de Poesía por
su extenso poema El huracán Neruda (1975).

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