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KANT Y LA CONSISTENCIA COMO ESFUERZO ÉTICO

Ética Formal

Según Immanuel Kant, la ética afirma que es posible decidir la bondad o maldad de una
máxima a partir de una consideración de la forma: acaso tiene posibilidad de ser
universalizada. La ética formal defiende que un criterio formal nos permite decir si una
conducta es buena o mala, nos permite separar o delimitar las conductas buenas (firmes)
de las malas (débiles); este criterio consiste en fijarse en la posibilidad de universalización
de la máxima (una máxima expresa esquemáticamente cuál es mi comportamiento en
determinada situación).

Kant distingue entre la forma y la materia de un mandato: la materia es lo mandado (por


ejemplo, decir la verdad para el mandato "no se debe mentir"), y la forma, el modo de
mandarlo (si se ha de cumplir siempre, algunas veces o nunca).

Aquellas máximas de conducta que cumplen el requisito formal de ser universalizables


describen una acción firme, y aquellas máximas que no puedan ser universalizables
describen una conducta débil; así, por ejemplo, la máxima de conducta según la cual
cuando hago una promesa la hago con la intención de no cumplirla, es una máxima que
describe una conducta mala (o sea, débil o inconsistente) pues si la universalizamos dejaría
de tener sentido –para todos- proponer y aceptar promesas.

Otras características de la ética formal son la defensa de la autonomía de la voluntad en la


experiencia ética, y la propuesta de los imperativos categóricos. Esto apunta a la
consideración de los imperativos como mandatos que se deben cumplir de forma
incondicionada o absoluta. Así pues, nos referirnos a las dos cuestiones siguientes:

-El deber por sí mismo: debemos intentar realizar la conducta que manda el imperativo
categórico o no-condicional, pero no porque con esa conducta podamos conseguir algún
bien relacionado con nuestra felicidad (un efecto de recompensa), sino exclusivamente por
respeto a la ley (por deber, o sea, una ley que nos dimos a nosotros mismos). Para el
comportamiento ético, el cumplimiento del deber es tan importante que incluso lo he de
elegir aunque su realización vaya en contra de mi comodidad y de la comodidad de las
personas a las que quiero;

-El carácter universal de la bondad o maldad de una acción: si una acción es mala, lo es
bajo cualquier circunstancia; aceptar una excepción implicaría aceptar las condiciones del
mundo en la determinación de la propia voluntad, y, por lo tanto, dar lugar a la
heteronomía (aun cuando si está mal mentir, no vale ninguna mentira, ni la mentira
piadosa ni la mentira como algo necesario para evitar un mal mayor).

Autonomía De La Voluntad

Llamamos autónomo a un sujeto (o sea, a un ser responsable) cuando se da a sí mismo sus


propias leyes (regulaciones de conducta) y es capaz de cumplirlas. La autonomía de la
voluntad describe la circunstancia de que cuando un sujeto se comporta éticamente, él
mismo se da las leyes a las que se somete, pues dichas leyes tienen su origen en su propia
razón. Esta tesis kantiana es una consecuencia de los ideales de la Ilustración (que tiene en
Kant a uno de sus representantes más importantes), entre los cuales se cuentan: la
emancipación de la humanidad, tanto social como individualmente; el paso a su mayoría
de edad o madurez, y la aplicación de una orientación racional en la vida privada y, sobre
todo, en la vida pública.

Voluntad (capacidad de querer reflexivamente)

Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos determinar nuestra


conducta) en virtud de principios. Es, en los seres humanos, el “motor de la acción”.

La voluntad humana puede ser determinada, además de por la razón, por la inclinación.
Dado que la inclinación puede movernos a realizar una acción contraria al deber, en
nuestro caso la ley moral tiene la forma de imperativo (“debes hacer X”). Los humanos,
para actuar éticamente, tenemos necesidad de imponernos una forma.

Buena Voluntad

La voluntad que es buena en sí misma, que es buena no porque gracias a su actuación el


sujeto pueda alcanzar un determinado fin, sino porque actúa exclusivamente por deber. Y
ello aunque luego las acciones puedan verse truncadas en su intención, o puedan tener
consecuencias no queridas por el sujeto, e incluso contrarias a su felicidad.
de los demás. La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por
el deber.

Fundamento de Determinación de La Voluntad

Aquello que sirve de motor o impulso a la voluntad y que hace que el sujeto realice una u
otra acción.

Hay dos tipos muy distintos de fundamentos de determinación de la voluntad:

1. La inclinación: los deseos (por ejemplo, los relacionados con el cuerpo) pueden influir
en nuestra voluntad y determinarla para la realización de lo conveniente para su
cumplimiento.

2. La razón, que puede influir de dos modos sobre la voluntad:

a) de forma inmediata: indicándonos cuál es nuestro deber; enseñándonos fines: el


filósofo David Hume consideró que la razón sólo puede enseñarnos los medios para
alcanzar fines, fines no propuestos por ella misma sino por la esfera del gusto. Sin
embargo, Immanuel Kant creyó que la razón puede dar al sujeto normas de conducta,
mostrarle la acción correcta y la incorrecta, enseñarle la conducta buena en sí misma y
mala en sí misma; la conciencia ética o conocimiento inmediato del deber es precisamente
expresión de la razón determinando la voluntad;

b) de forma mediata: mostrándonos los medios adecuados para la realización de un fin


querido por nosotros, como cuando utilizamos nuestra razón para establecer el modo más
adecuado de realizar un deseo.

Cuando el fundamento de determinación es la inclinación, la conducta que se sigue es


heterónoma y el imperativo hipotético, por lo que dicha conducta no es auténticamente
moral (todo lo más conforme al deber); sin embargo, cuando la razón es el fundamento
inmediato de determinación, cuando nuestra conducta se pliega al mandato ético por él
mismo, entonces la conducta es auténticamente ética (conforme al deber y por deber) y
autónoma.
Libertad

Capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que
las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; libertad equivale a
autonomía de la voluntad.

La razón pura o abstracta no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es


capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la
ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo,
desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la experiencia ética, cabe
la defensa de la existencia de la libertad (como un postulado o basamento filosófico): si en
sus acciones las personas están totalmente determinadas por causas naturales, es decir si
carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta
ética; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la
dimensión ética, a la vez que la ética es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da
noticia) de la libertad.

Imperativo Categórico

Mandato con carácter universal y necesario: prescribe una acción como buena de forma
incondicionada, manda algo por la propia bondad de la acción, independientemente de lo
que con ella se pueda conseguir. Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin
referencia a ningún propósito extrínseco. Para Kant sólo este tipo de imperativo es
propiamente un imperativo ético. De todas formas es preciso tener cuidado porque la
mera expresión lingüística no es suficiente para determinar si el imperativo que ha guiado
nuestra conducta es hipotético o categórico: para averiguar si es uno u otro el caso es
preciso referirse a lo que ha movido nuestra voluntad: si no hemos robado, nuestra
conducta es conforme al deber (conforme al imperativo “no debes robar”), pero si no
hemos robado por miedo a la policía, el imperativo que hemos seguido es hipotético (“no
debes robar si no quieres tener problemas con la policía”); sin embargo, si no hemos
robado porque la acción de robar es mala en sí misma, independientemente de si nos
pueda detener o no la policía, entonces nuestro imperativo es categórico, no-condicional.
Kant consideró que nunca se puede estar absolutamente seguro de que nuestra conducta
no haya estado motivada por un interés o por algún temor, y por ello concluyó que
cuando nos parece seguir un imperativo categórico siempre es posible que el imperativo
por el que nos regimos sea hipotético.

Kant da también unas fórmulas generales del imperativo categórico:

Fórmulas del Imperativo Categórico

Fórmula de la ley universal

"Actúa según una máxima que puedas querer al mismo tiempo que se convierta en ley
universal"

Fórmula de la ley de la naturaleza

"Actúa como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de
la naturaleza"

Fórmula del fin en sí:

"Actúa de tal modo que reconozcas la humanidad, tanto en tu persona como en la persona
de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un
medio o una herramienta (manipulable y dominable)"

Fórmula de la autonomía:

"Actúa como si por medio de tus máximas de conducta fueras siempre un legislador para
un reino universal de fines en sí"

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