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EL ORDEN POLITICO Y LAS IDEOLOGIAS Juan Antonio Wmow A. Profesor de Filosoffa Instituto de Filosofia Universidad Catélica de Valparaiso Para encarar este tema, lo mejor es comenzar considerando el signi- ficado original de la palabra politico, o politica. En su primer uso ha indicado siempre algo perfective para el hombre. La palabra la- tina correspondiente es civil, o civilizada: el que tiene vida politica, vida propia de la polis o civitas, es, precisamente, Jo que podemos en- tender en un sentido mas propio como hombre civilizado. Es el hom- bre que, en razén de este tipo de vida en comin, tiene acceso a los bienes humanos més altos, que otros hombres —cuyo prototipo es el salvaje, el que vive en selva~, al no participar de ella, no pueden al canzar. Este es el sentido tradicional y propio del término. Lo po- Uitico en nuestra tradicién occidental es esto. Por esta razon, creo que es adecuado comenzar esta exposicién con una cita de la “Politi- ca” de Aristételes, la cual es —considerando su contenido, el autor y el momento y circunstancias histéricas en que se escribe— como la definicién originaria de una tradicién que, a pesar de todas sus co- rrupciones, se mantiene hasta hoy. Dice Aristételes: “La comunidad perfecta de varias aldeas es la ciudad, que tiene, por asi decirlo, el extremo de toda suficiencia, y que sur- gid por causa de las necesidades de la vida, pero existe ahora para vivir bien. De modo que toda ciudad es por naturaleza, si lo: son Jas comunidades primeras; porque la ciudad es el fin de ellas, y la naturaleza es fin. En efecto, lamamos naturaleza de cada cosa a lo que cada una es, una vez acabada su generacién, ya hablemos de] hombre, del caballo o de la casa, Ademés, aque- Mo para Jo cual existe algo y el fin es lo mejor, y la suficiencia es un fin y Jo mejor. “De todo esto resulta, pues, manifesto que la ciudad es una de las cosas naturales, y que cl hombre es por naturaleza un ani- Revista de Derecho Pib‘ico FT vol. 1987 (N%, 41-42), mal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar o ¢3 un mal hombre o m4s que hombre, como aquel a quien Homero increpa: ‘sin tribu, sin ley, sin hogar’, porque el que es tal por naturaleza es ademds amante de la guerra, como una pieza ais Jada en Jos juegos. “La razén por la cual un hombre es, mds que la abeja o cualquier animal gregatio, un animal social es evidente; la na- turaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el nico animal que tiene palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demés animales, pues su naturaleza Hega hasta tener sensacién de dolor y de pla- cer y significdrsela unos a otros; pero la palabra es para mani- festar lo conveniente y lo dafioso, lo justo y lo injusto, y es ex: clusivo del hombre, frente a los demds animales, el tener, él sd!o, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc, ¥ la comunidad de estas cosas es lo que constituye Ja casa y la ciu- dad. “La ciudad es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la par- te; en efecto, destruido el todo, no habr4 ni mano, a no ser equi- vocamente, como se puede llamar mano a una de picdra: una manp muerte sera algo semejante. Todas las cosas se definen por su funcién y sus facultades, y cuando éstas dejan de ser Jo que cran no se debe decir que. las cosas son las mismas, sino del mis mo nombie. Es evidente, pues, que la ciudad es por naturaleza y anterior al individuo, porque si el individuo separado no se bas- ta a s{ mismo ser4 semejante a las demis partes en relacién con el todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios, Es natural cn todos la tendencia a una comu- nidad tal, pero el primero que la establecié fue causa de los mar yores bienes; porque asi como el hombre perfecto es €l mejor de los animales, apartado de la ley y de la justicia es el peor de todos: la peor injusticia es la que tiene armas, y el hombre estd naturalmente dotado de armas para servir a Ja prudencia y Ja vir- tud, pero puede usarlas para las cosas mds opuestas. Por exo, sin virtud, es ci mds impio y salvaje de los animales, y el mas lascivo y glotén, La justicia, en cambio, es cosa de la ciudad, ya que la justicia es el orden de la comunidad civil, y consiste en el dis- cernimiento de lo que es justo’. Estas palabras del viejo maestro resumen todo lo esencial del orden politico, en el sentido occidental del término. En realidad, fuera de este sentido no hay otro, pues en otras culturas-—en los rei- nos orientales, por ejemplo— no se concibe que cl hombre, al estar sometido a leyes civiles, participe por ello realmenie del bien del todo, Es decir, no se concibe que este bien sea, por lo mismo que es el bien del todo, el bien propio mis alto y perfecto de las perso- nas. Que este bien comin trascienda el orden de jos bienes Priva dos y partioulares, no significa, para los griegos y para sus herederos, que sea algo ajeno y distante, que se imponga por su condicién inexo- rable. Por el contrario, trascendiendo los bienes humanos mas limi- tados, el bien de la polis es por ello cl mas propio de sus miembros. Quien lea en el “Critén” de Platén las reflexiones de Sécrates cuan- do se le propone Ja huida y el exilio, puede darse cuenta de cémo el griego sabe incorporado a su vida el destino patrio. E] orden politico ha sido entendido siempre en referencia a ciertos valores inmutables ¢ intangibles. Lo caracteristico de la con- cepcién occidental. grecorromana, de dicho orden es que lo inmw table pertenece al piano de los fines, que siempre trascienden Ia de- terminacién de las formas politicas concretas. Por esta razén, si bien Jo religioso’ siempre se ha manifestado indisolublemente unido a lo politico —tal como se muestra en el clasico libro de Fustel de Cou- Janges, “La ciudad antigua’, en ta civilizacién grecorromana esta unién no es confusion ni invasién de lo politico por Io religioso. Lo sagrado es lo superior, aquelio a lo cual se ordena la vida politica, pero ésta misma, en sus formas y modalidades, no Posee esa condi- cién. Por esto, los hombres se descnvuelven libremente

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