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EL TUSNATURALISMO Eusebio Fernandez Voy a partir de una definicién de Tusnaruralismo tomada de Carlos Santiago Nino: [La cncepciéniusnaturaita —escribe— puede caracterizarse diciendo que ela onsiste en sostener conjuntamente estas dos tess: a) Una tess de filosoa ca {que sostine que hay prinepios morales y de justia universalmente wslidos ¥ Ascquibles a la razén humana. b) Una ess acetea de la definicion del concepto ‘de derecho, seg la cval un sistema normativo 9 una norma no pueden ser ca Ficadas de sjuridicase i contradicen aquellos prneipon morales de ust i alguien rechaza alguna de esas tess, aun cuando acepte la otra (uponiend que lose posible), no sera eansderado wn wsnaturalist Esta caracterizacién de las concepciones iusnaturalistas parece ple- namente correcta, aunque conviene sefalar que recoge las versiones ras puras y auténticas del Iusnaturalismo’, es decir, las del Derecho natural ontoldgico, eliminando otras que servirian al modelo del Dere- cho natural deontolégico y que no admitirian ser excluidas de una ma- nera tan tajante del miultisecular y variado campo del lusnaturalismo, La historia de las teorias iusnaturalistas es tan extensa que no pue- do permitirme en este espacio ni tan siquiera mencionar sus momentos ‘mas importantes. Sirva como muestra el siguiente texto de Cicerén, es- 1. C.8. Nino, fntroduccin al andis del Derecho, Asta, Buchos Aires, 1990, 27 y 28, 2. Para Babio, «Por “usnatualsmo”entendo aguella coereme gue sdonte a Gti ‘in entre derecho natural y derecho postvo ysosten la supremacia del primero sobre ele undo Por “postivima juridico” entendo aqulacoriente que no admit la dition ene ere natoaly derecho posto yafrma que ne ext tro derecho que el derecho pon sors Ghasaturalsme e pontivamo prison, Riva de dreto Cle, VIN (1962) 808815, también en. Bobbio, El problema del posvismo pardico, E, Caraén Valdes (a), Eto. fal Univestaia de Buenos Aves, 1965 5S pecialmente significativo porque tanto su autor como el contenido sir- ven de puente entre las concepciones iusnaturalistas greco-romanas, ¢s- pecialmente las estoicas', el iusnaturalismo cristiano-medieval: [a verdadera ley es una sectarazdn,congraete, perducabe, que impulss eon sus preceptos a cumplir el deber y aparta del mal con sus prohibciones; pero que, ‘aunque no initilmente conden © prohibe algo a los buenos, no conmueve 2 los ‘rales con sus preceptor 0 prohbiciones. Talley noes Fito suprimila, mi der farlaparcialmente, ns abrogarla por entero, ni podemos quedar exentos de ella por voluntad del senado del pueblo, ni debe buscarse un Sexto Eko qu l exp {Toe como interpret, ni puede ser dntnta en Roma o en Atenas, hoy y mafana, sino que habr siempre una misma ley para todos los pueblos y moments, perdu rable inmotabl;y habe un nico dios como maestro y jefe comin de ton, 3 tor de tl ley, jer yTeislador, a qe alguien desobedece hurd de xi mismo ¥ suc las maxims penas por el hecho memo de haber menospeecada ls natura lees humana, por mds que consigaescapar de los que se considera casos" De todas formas, y pensando en la coincidencia de las dos tesis an- teriormente mencionadas, ejemplificada en una importante serie de au ‘ores ycorrentes de pensamientojuridico, es necesario seal que del resultado de una comparacién entre elias se desprende que «discrepan acerca del origen 0 fundamento de los principios morales y de justcia que conforman el llamado “derecho natural” y acerca de cuales son ta- les principios»'. Este sera uno de los puntos mis vulnerables de las te0- rias del Derecho Natural, expuesto a criticas dficilmente rebatibles. 1. cRITICAS El pensamiento juridico contemporineo se ha ocupado del Derecho Natural, ya sea para rescatar de algunas de las teorias hist6ricas iusna- turalistas una serie de elementos que ayuden a la elaboracién de una teoria dela justicia 0 de un concepto de Derecho mas rico y explicativo que el utilizado por el positivismo legalista, ya sea para reivindicar Ia vigencia de la tradicibn iusnaturalista (o de parte de esa tradicién, por ejemplo la tomista) 0 para hacerle objeto de las criticas més agudas ‘Aqui me voy a referir exclasivamente a algunas de las criticas desa- srolladas por tres juristas de reconocido prestigio ¢ influencia en nues- tro siglo, No es nada gratuito que estos tres autores se hayan preocupa~ do, desde perspectivas tedricas parcialmente homogéneas, pero con una variedad de planteamientos que saltan a la vista, de someter a criti- 3. Sobee este punta cfs A. Truyoly Seta, Mistona dela Flosefia del Derecho y del Es ade I De los oxigen a baja Edad Median, Renta de Oxcidente, Maid, 1970, 208 1A. Long, La louis hleitce,P ordin de Uris trad), Alias, Madea, 1984, 111 3. Cieron, Sore la Repubics, Inoduccin, traduccion, apendcey notes de A. D'Or (Gredon, Made, 1984 Libr ll 22,33, p17. 8 CS.Nino, 0.6, 28 56 «a las teorias del Derecho Natural. Pienso que ello no sélo se debe al triunfo del positivismo juridico como concepcién y método de estudio del Derecho, lo que por otto lado es evidente, sino a la necesidad de en: cararse con una serie de asuntos propiamente filos6fico-juridicos, que la teadici6n iusnaturalista ha ido solucionando de distintas manetas y que, una ver que se rechaza dicha tradiciOn, hay que aceptar el reto de tratarlos adecuadamente desde el nuevo paradigma teorico. Algunos de 50s asuntos tienen que ver con la relacidn entre justcia, eficacta y vali dez juridica, con las fuentes del Derecho, con la aplicaciOn e interpreta: ign de las normas juridicas, con los rasgos de la argumentacion juridi- 2.0 con las razones para obedecer 0 desobedecer al Derecho. Pienso que ni el Iusnaturalismo ni el positivismo juridico, tomados alternativa- ‘mente, van a llegar a dar una respuesta satisfactoria. Quiza quepan —a ‘mi me agradan mas— soluciones integradoras de caracter parcial y provisional, mientras conseguimos una teoria mejor. En todo caso, pre sagio an larga vida a la polémica entre positivistas e iusnaturalistas mds a los reformados que a los tradicionales), El hecho de que las ide- as de Dworkin hayan sido criticadas por los positivistas, y que algunos usnaturalistas (y algunos positvistas) hayan interpretado sus anzlisis criticos del positivismo juridico como un nuevo renacimiento del iusna- turalismo, es un dato que merece cierta atencién. Las criticas a que me referia anteriormente proceden de Hans Kel- sen, Alf Ross y Norberto Bobbio. Kelsen earacteriza la doctrina del Derecho natural como el intento de deducir de la naturaleza humana un conjunto de reglas de conducta humana, satisfactorio desde el punto de vista de su bondad y expresion definitiva de la idea de Justicia. Ademés, la doctrina del Derecho natu: ral parte del dualismo entre Derecho positivo y Derecho natural: «Por encima del Derecho positivo imperfecto creado por el hombre, existe un Derecho natural perfecto (absolutamente justo} establecido por una autoridad divina. Por tanto, el Derecho positivo queda justificado y es valido s6lo en la medida en gue corresponde al Derecho natural» Sin embargo, aungue la argumentacion esta preparada para obte- rer una tinica doctrina del Derecho Natural, en la practica historica ha ocurrido todo lo contrario: la existencia de varias doctrinas del Dere- cho Natural que defienden principios distintos (generalmente, los pre supuestos por el autor 0 corriente de pensamiento que pretende estar en posesién de la verdadera teoria del Derecho natural} ‘A cualquier persona minimamente reflexiva tiene que extrafiarle lo ccurrido. Mas atin a un autor tan cuidadoso de la argumentacién ra- cional y del analisis como Kelsen. De ahi que sefiale vigorosamente que Ja doctrina iusnaturalista 6H. Kelen, «La doctrna del Derecho natural ante el tribunal dela cenian en sue [As Caltamigi ed y tad), Avil, Barelora 1982, 70 57 casero FeRnanne? ‘opera con un métoda que contiene eores lgicosy permite justfca los juicios Ge valor mis contraditorios. Desde el punto de vista dela bisqueda de la ver dad, este método careee por completo de valor. La doctina del Derecho natural pode resulta til, desde el punto de vista politic, como iesteumentoinelectal para la lucha por ia consecucion de unos inteesesdeterminados [.] Es mentira {ue la doctinaiusnatralisa sea capar de deerminar de modo objetivo lo que es Justo, como pretende hacerioy pera los que Ia consideran til pueden tiara mo mentee at. Por su parte, Ross no ahorra agudos argumentos y acusaciones a las teorias del Derecho Natural No podia ser de otra forma, si partimos de las extremas diferencias entre concepciones, «la oposicidn entre la filosofia del derecho natural —escribe Ross— y una teoria juridica realista, de fundamento socioldgi- co, no es un contraste entre dos teorias cientificas, sino entre una pers- pectiva en la que se combinan la magia, Ia religién y la metafisica, y otra de naturaleza cientifica»’ Las criticas a la filosofia del Derecho natural pueden ser realizadas desde distintos puntos de vista. Por ejemplo, desde el punto de vista epis temoligico, «las aserciones metafisicas no admiten ser refutadas, preci- samente porque ellas se mueven en una esfera que esta més alla del al- cance de la verificacion. Hay que aprender simplemente a pasarlas por alto como algo que no tiene funcién o lugar legitimo en el pensamiento cientifico»’; 0 desde el punto de vista psicol6gico, «el deseo de lo absolu- to que nos libere de responsabilidad y nos traiga paz tiene en la vida mo ral del hombre las mejores condiciones para transformarse en creencias metafisicase’® 0, finalmente, desde el punto de vista politico, donde el derecho natural ha jugado al mismo tiempo el papel conservador, evolu racién, «en el curso de la historia el derecho natural ha cumplido en for- ‘ma primordial la funciGn conservadora de dar al poder existente un halo de validez»", En definitiva, es dificil tomarse en serio, seguin nuestro au- tor, una teoria de la que se puede escribir que «a semejanza de una cor- 7. Hi. Keluen, 0. ¢, 112, Puede consuitarse con provecho también el trabajo de 1927, La idea del Devecho Natal» en Id, Lo idea de Derecho Natural y otros ensayo, F. Ayala (vad), Edtora Nacional, Mésico, 1974, y el de 1961, sLa doctrina del derecho natural ¥ el postive jciicon en Id, Contbwciones a le Teoria pura del Derecho, E.Bulygi ad), {Cento Editor de Amésca Latina, Buenos Aires, 1969. Ashi ecribe H. Kelnen: «Porgue la doc tena del derecho natural es una metafis dl derecho, miearas que el pstivieme jardco lo admit un saber del derecho cay objeto el derecho pesto eto ey el derecho ereade ‘mediante actos de vontad de lor hombres, mediante [a leilacom y Ts ostumbre (bad, B.A: Ross, Sobre l Derecho yl usc, G. R. Carn (rad), Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1963, 21, 3. Ibid. 251 10, thd, 255 M1, thud, 336 58 tesana, el derecho natural esta a disposicién de cualquiera. No hay ideo- logia que no pueda ser defendida recurriendo a la ley natural» En tercer y iltimo lugar, Bobbio representa una postura critica, pero mucho més moderada y comprensiva hacia las teorias del Dere cho Natural, Las viejas y nuevas critieas al Derecho natural —sefiala— pueden ser clasificadas entre las que se refieren al sustantivo y las que van dirigidas al adjetivo. Asi, el «Derecho natural no es un derecho con el mismo titulo que el derecho positivo porque carece del atributo de la eficacia», eno garantiza ni la paz ni la seguridad», «la nocién de “naturaleza” ¢s de tal modo equivoca que se han liegado a considerar como igualmente naturales derechos diametralmente opuestos» e «in: cluso si fuera undnime el acuerdo sobre lo que es natural, de ello no ca bria derivar un acuerdo undnime sobre lo que es justo 0 injusto»!. Sin embargo, la actitud de Bobbio es mucho mas abierta y menos militante que las de Kelsen y Ross. Asi, en el pr6logo a su libro de 1965, Il problema del positivismo giuridico, sehalara que «mas que un con taste entre generaciones y entre conceptiones del derecho, la oposi- cin entre iusnaturalismo y positivismo juridico se lleva a cabo, como decia, dentro de cada uno de nosotros, entre nuestra vocacion cientifi- cay nuestra conciencia moral, entre la profesiOn de cientfico y la mi- sién como hombre», para afiadir mds tarde, «precisamente, por haber vivido a fondo los motivos de la oposicion entre positivismo juridico y iusnaturalismo, no he creido nunca poder alistarme decididamente en uno u otro bando»" 1. QUE ES LO QUE QUEDA DE LA DOCTRINA DEL DERECHO NATURAL? Hans Welze, al final de un importante libro suyo, se hace las siguien- tes preguntas Qué es lo que queda de los esfuraos realizado lo largo de dos mil quiientos fos por la teoria del Derecho natura, afin de lograr un conocimiento dela js ficia material? 4Que es lo que queda de estos etuerzos, que, 4 To largo de una historia milenaria, se apagan una y otra ver, y una y ota verse empreaden de nuevo? :Se trata s6lo de un fendmena histrco, que, en ocasones, ha hecho so {Br revolucionariamente los idetles eicosocales de una 6poca, mientras que, tras veces, los ha mantenid ala delensiva?™ 12, Ibid, 254 13, Ne Bobbi, «Algunos argumentos contra el Derecho Naturale, en H. Kelten, IN. Bobhioyottoe, Critics del Derecho Natura, Itraduciénytadscion def. Dian, Tau Madi, 1966, 236 y 237. TAN. Bobbia, E! problema dels cit, 9y 10 15, H. Webel Inteduccin ol Filosofia del Derecho. Derecho Natural y justia mo terial F Gonailer Vice ad) Apilar, Madrid, 1971, 249 59 Las preguntas anteriores no han perdido actualidad unas décadas més tarde, yo opino mas bien que la han ganado, aunque quiza es0s es- fuerzos de una historia milenaria sirvan para ayudarnos a plantear esos interrogantes desde otra perspectiva Intentando responder répidamente a las preguntas lanzadas por Wel- 2el, podriamos obtener el siguiente resultado: lo que queda de estos esfuerzos es un conjunto de teorias heterogeneas, plurales, variadas, ri- quisimas en ideas, que unas veces han guiado, o cuando menos estimu- Jado o acelerado, la marcha por la consecucién de los ideales humanis- tas de autonomia, libertad 0 igualdad, y otras veces han ayudado a ‘mantener las injusticias del presente histérico convirtiendo «lo natu- ralr en cémplice de los intereses de los poderosos. Una historia, pues, {que no puede ser ignorada; una historia, en definitiva, con los mismos componentes de decencia ¢ indecencia, de progresos y retrocesos, que la propia historia de la humanidad, Pero Welzel y nosotros, y cualquiera que indague en la senda de esos ddos mil quinientos aiios, no se va a sentir satisfecho con la representa- idn, como en un escaparate (en este caso, de la comedia humana), de esos esfuerzos tan generosos que sélo la osadia y la ignorancia de algu- hos contemporaneos explica que no vean en esa historia més que un conjunto de disparates, Cuando incurrimos en el inevitable vieio de ha- cer este tipo de preguntas escabrosas a nuestra conciencia (que es al mis- ‘mo tiempo el fruto de nuestro presente y de la sintesis de variabilidad y permanencia que es la historia de las sociedades) deseamos saber ms Por ejemplo: si es posible establecer con cierta solider intelectual unos principios de justia material, con mayor garra que las simples reglas Convencionales de tal sociedad, pero sin la frialdad e inflexibilidad de los dogmas; o si el conocimiento ‘de la historia de las teorias del Derecho Natural pueden facilitarnos esa tarea; o si encontramos sentido al texto siguiente de Kant, que para Welzel «podria servir de lema a toda la teo- ria del Derecho naturale": « Todo pasa ante nosotros como el decurso de un rio, y el gusto cambiante y las distintas figuras de los hombres ha- cen de todo el espectaculo algo incierto y enganoso. gDénde encuentro puntos firmes de la naturaleza que el hombre no pueda nunca desplazar, y dénde puedo hallar referencias de la orillaa la que debe atenerse?» Creo que los tres tipos de cuestiones son totalmente pertinentes, que a los tres se puede responder afirmativamente, y que en torno a ellos puede girar una reflexién contemporanea sobre el problema del Derecho Natural desde la Filosofia del Derecho. Ademas, creo que to- do ello es compatible hoy con la defensa de las ideas de que el Derecho Natural no es Derecho sino ética juridica, que no es natural (en el sen: tido de no cambiante) sino histérico (la historia del Derecho Natural alberga normas diversas y también opuestas entre si varias veces), pero 16. thd, 248 60 gue responde al contenido de unas exigencias morales (que hoy por hoy y para hoy pueden llegar a considerarse intangibles) derivadas de una cierta idea de dignidad humana. Se da por supuesto que debe te- nerse en cuenta el hecho de que las caracteristicas que debe cumplie el Derecho para ser considerado suficientemente justo no tienen por qué coincidir necesariamente con los contenidos de los mandatos de un po- der politico legitimo y legalmente establecido, De la misma forma, en caso de falta de coincidencia se presume que ello afecta a la justicia, peto no a la validez del Derecho”. Welzel concluye el citado libro con las siguientes palabras: [Lo que queda del mundo de ideas det Derecho Natural no «sn sistema de prin ipiosjridicos mates eteznos, sno la exigencia frente l Desecho posiiv — luna exigencia que hay que cumplir bajo condiciones siempre nucvas— de que la Jucha en torno a a conformacién ust dels elaciones sociales sea siempre una polémica entre ideas, no se tate de poner fn ella pore sometimient 0, ni tho menos por la aniquilcidn del hombre por el home". No esta mal la propuesta de nuestro autor, sin embargo, me parece que la asuncidn de la historia de las teorias del Derecho Natural, y mas akin en el caso de que nos permitamos seleccionar entre ellas de acuer- do con opciones valorativas que estamos dispuestos a defender y justi- ficar racionalmente, podria llegar a posibilitar la incorporacién de un planteamiento més ambicioso, En otros lugares he mantenido la necesidad de reivindicar «la impor- tante fancién historica del Derecho Natural», «su aspiracién ética, su comprensién como «ética juridica material»", ola idea del Derecho natu- ral deontolégico como Derecho justo con una serie de funciones de con- trol y vigilancia del ordenamiento juridico, de fundamentacién de los de- rechos humanos y de puente entre la moral yel Derecho. Soy consciente de que todos los papeles anteriores solamente pueden ser jugados cabal- 17. Aunque me gustaria sscribir el contenido del siguiente pirat de H, Wetzel «rca tye su posture facta mis a confusion que la claridad de dea: =U orden socal es slo De ‘echo, swe que La nasifestacin de una determinada lain de poder ex dec sien bac conene el intento de hacer realidad lo justo y adecuado baa las condones y supaeston de tun momento nator, (bid, 266). Me parece que, en ete sentido, ex mas adecsaa [acon ‘cepcin postwsta del Derecho, recemementerecordaday rewindcada por N. Hoeester: °Un concept del deecho —apunta— materalmenteneutal, un concepto de derecho que no est reducido por nines tipo de valoraciones, toma mot en cuenta los fendmenos gue hay gue ‘escribir Que un concepto del derecho mis esecho desde el punto de vista de au contenido [.-)Por totsot, eambicn normas extemadamente juts otmorales son enna determine 1s sociedad derecho vient sempre que sttafagan os erterio nternon de vldes del Dre ‘ho, es dec, especialmente I Constiacin de eta sociedad (Em dfenea del pont ar dic, j. M. Sea fad), Ges, Bircelona, 1992, 199 20, i toed, 267. 19, Fesnanda, Teoria de a Justicia y Derechos Humanos, Debate, Madsid, 1984, 4,39 74, eespctvamente 20. E-Fernande, Fudios de ace rides, Debate, Madeid, 1990, 41,44 45 61 mente si estamos dispuestos y somos capaces de enumerar una serie de principios juridicos materiales, de éticajuridica, muchos de ellos nada aje- nos a Ia historia del Derecho Natural. No me atrevo a hablar de prinei- pios juridicos materiales eternos, porque es tarea casi imposible la de ha- llar ejemplos histéricos coneretos de ese tipo de principios y con esa valider historica (la eternidad es una idea més religiosa que filos6fica) ‘Tampoco creo que sea intelectualmente adecuado querer adelantarnos los acontecimientos futuros con tanta rigidez, pero, en todo caso, se trata~ ria de valores con cierta permanencia hist6rico-cultural y que hoy puedan ser universalizados. Si, por un lado, hay que ser conscientes de que las ne- cesidades, deseos y aspiraciones de los seres huranos tienen un alto grado de continuacién y estabilidad historicas, que nos permiten hablar de natu- raleza humana", por otro lado no debemos olvidar que, como sefialé Raymond Aron, wlos valores no se afitman ni se inventan fuera de ese in- tercambio incesante entre el individuo y el medio, intercambio que consti- tuye una de las earacteristicas dela historicidad del hombre»? De gran interés para estos temas es la reflexién de Isahiah Berlin, quien no puede ser situado profesionalmente ni dentro de la Erica ni de Ia Filosofia del Derecho, pero que en varios puntos demuestra una in- teligencia y claridad notables para problemas fundamentales de esas disciplinas, En primer lugar, Berlin pone en duda algo que entre varios filéso- fos y te6ricos del Derecho de corte positivista se ha dado por supuesto acriticamente, sin suficiente reflexidn, muchas veces de forma algo fa- natica y que ha funcionado como un prejuicio: el relativismo moral. Ya en el prologo a su libro Cuatro ensayos sobre la libertad, scfia- laba: «En cuanto a la cuestin de la relatividad y de la naturaleza sub- jetiva de los valores, yo me pregunto si ésta ha sido exagerada por los fil6sofos para apoyar sus argumentaciones: si los hombres y sus concep- ciones han sido tan diferentes en grandes unidades de espacio y tiempo como a veces se les ha representado»®! 21, ‘Respect de algunss opiniones sobre su ateulo de 1949, «Historia y tnologiae sibén en Antropologia extracts), C- LévStraus ha tespondido: «Al eetaure la iia rosin de maturalers humana, slo recordaba que e cerebro humano ets hecho en todas pa ‘er dela misma forma, yy por tanto, que sobre el funconamient dea mente we feeen cone ‘Sones sdéntca, Peo ess mente no trts agi yall Tor mime problema. Estos ron planes ‘dor, Baio formas exraordinarsmente sivess, pore medio geogrfico el cima el ead de ‘lizacin en que se encuentra cada scisdad em el momento enol que sla considera, #53 ido hn antiquo y resent; j, par cada membro de la rociedad, nu temperament, tors mdvidealy st posciom en el grupo, et. La maquiaria ex pul en toda pater, pero no lat entradas ls valida» (C. Lev Steassy D. Enbon, De eres y de lor, Me Arm (tead), Alanea, Madrid, 1990, 143) Es interesante consulta la obra de M. Haris, Nuc ‘eect, G. Gi). Calvo e 1 Heiman (rads), Abanea, Mads, 1991 22. "R. Aron, elneoduccioansen M. Weber, El polio y el aetific, F. Rubio Loree (ead), Abana, Made, 1988, 17. 23.” Betlin, Cuatro entayor sobre la Hbetad, B. Motu, J. Bayén y N, Rdsigues Sal: smones (rads), Made, 1988, 84 55 62 Para Berlin se puede hablar de naturaleza humana, ya que existe tuna humanidad compartida que evita que cada civilizacion se encuentre cencerrada en «su propia burbuja impenetrablee. De ahi su interés en dlistinguir entre el relativismo y el pluralismo. Mientras el relativismo es «una doctrina segtin la cual el juicio de un hombre o de un grupo, dado ‘que es expresién o afirmacién de un gusto, o una actitud emotiva o un punto de vista, es sdlo lo que es, sin ninguna correspondencia objetiva que determine su veracidad o falsedad», el pluralismo expone que, hay machos fines, muchos valores timo, objetivos, algunos incompatibes con ‘otro, que persiguen diferentes sociedads en diferentes paca, o grupos dferen tes en la misma sociedad, clases eneras 0 iglesias o raza o individu parvcula- es denteo de ells, cada uno de ls cuales puede hallarse sujet a exigencas con. lrapuestas defines incompatible, pero igualment objetivosy limos Fats nes ‘pueden ser incompaubles, pero eu varedad no puede se mutada, pues la natu faleza de los hombres, aunque divers y sues al cambio, debe poser cso c ricer genério para que pueda lamrsele hua Existe, por tanto, una serie de valores compartidos, «un minimo sin el que las sociedades dificilmente podrian sobrevivir»?®, con cierta bjetividad y universalidad™, a La necesidad de aceptar y respetar esos valores es imperiosa para cualquier sociedad decente; algunos de ellos son los que fundamentan las normas que prohiben prestar falso testimonio, o torturar libremen- te, o asesinar a otros hombres por placer. Valores, principios y normas ue son presupuestos del ser humano y que posibiitan la convivencia y el reconocimiento reciproco como personas. La conclusién de Berlin no puede ser mas clara y su referencia al Derecho Natural no puede de- jarnos impasibles: Se trata de una especie de retorno a la idea antigua del Derecho Natural ero, para algunos de nosotros, con un ropajeempirico, no ya necesariamente basado fen fundamentos teologicos 0 metafiscos, Por tanto, hablar de nesta va como abjetivosy universales no equivale a deve que existaslgin edo objet Yo, que se nos haya impuesto desde fuera, que no podamos quebrantar porque ‘no fo hicimos nosotros; equvale a decir que no podemos evita acepar esos prin: ipiosbisiens porque somos huranos"” En definitiva, y ya para finalizar, creo que la reflexién sobre una serie de aspectos juridicos y filos6fico-juridicos que tradicionalmente 24. 1 Belin, El fate torcido de a humanidad. Capitlos de hora de ls ides, H. Hardy (ed), JM. Avires lores (ad), Peninsula, Barcelona, 1992. Cf el peSlog de Salve doe Giner sets obra apecilmente pag 9 25. ibid, 36 26. CE Trash Bolin dilogo con Raman Johanbegloo, M. Cohen (rad), Anaya ®. Mario Mush, Madndy 1993, $9,142,143, 188 y 189, 27. Tidy 192 133 63

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