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MATERIAL DE LECTURA 41521, UN ATADO DE VIDAS, Tres veces tres. En clave Malintzin: Nueve aproximaciones a su figura Yésnaya Elena A. Gil ‘Aguilar Gil, Yésnaya Elena autor. “Tres veces tres: en clave Malintzin : nueve aproximaciones su figura ihe, aproximadamente 1 ia. | Malinehe, apeoximadamen Influenca, | México ~ Historia ~ Conguists, 1519-1540, (Casifcacin: LCC ¥1230.M373.A48 2021 { DDC 972,02092—de23 (© Yésoaya Elena A. Gil ‘Material de Lectura Nueva época Primera edici: t de octubre de 2021 D. R. © 2021 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO to de Ensefanza para Exteanjeros ecciba General de Publicaciones y Fomento Editorial ISBN: 978-607-30-5111-8 ISBN de I seri: 978-607-30-5110-1 brosunam.m Pro reproduccin total o parc por cualquier medio sin la autoriacign ‘el cular de los derechos patrimoniales ss carateisticas son propiedad ‘dad Nacional Auténoma de México. Impresoy hecho en México. 1521, un atado de vidas En el marco del programa de conmemoraciones universitarias México 500, dentro de la coleccién Material de Lectura de la UNAM, convergen la colaboracién de la Direccién General de gaciones Multidisciplinarias y el Centro de Ensefianza para EX- tranjeros en la serie 1521, un atado de vidas, como parte de una de las colecciones editoriales emblematicas de la Universidad, ‘Nacida en 1977 para poner al alcance del piiblico universitari selecciones breves de los textos candnicos de los escritores y las escritoras més relevantes de la literatura contemporanea y con mis de 350 titulos, autoras y autores reunidos en los géneros del cuento, el ensayo y la poesia, Material de Lectura renueva ‘su imagen para iniciar una nueva época con esta serie de perfiles histéricos. Desde las preguntas que suscita nuestro convulso presente, cada ensayo de 1521, un atado de vidas ofrece una rendija para asomarnos a la intimidad de las personas, sus ac- ciones, decisiones e ideas, por las que discurrieron tensiones y destinos de territorios y poblaciones enteras que colisionaron durante el siglo X’ Entre los antiguos nahuas, el ciclo de 52 afios conch vez, en el afio Ome acatl (2 cafia) con la fiesta de toxiuhmol (“se atan nuestros afios”), en Ia que quedaban enlazados los componentes de aquella unidad solar temporal, para dar paso a un nuevo periodo. La llegada de los espafioles al valle de And- hhuac ha sido interpretada por algunos como una nueva atadura de los tiempos. Fue, asimismo, gozne que entrevers trayectorias es diversas, hasta entonces desconocidas entre si. Aquella insélita confluencia acarre6 Ia alteracién de los itinerarios particulares y la desestructuracién de sus respectivos mundos para dar paso a otto nuevo, pretendidamente universal. Las noticias de estas vidas, fragmentadas por la guerra, la distorsion. reiterada o el olvido invitan a regresar la mirada para encontrar en ellas una ruta para restituir el pasado en su complejidad, dignificar el presente y elegir el futuro. Por esta razén, quien ponga la mirada, el corazén y la mano en este atado, encontrar Jo mismo la huella de trayectorias célebres de hombres y mujeres hechos de piedra y de letras, que retazos de vidas apenas cono- cidas, luces tenues de existencias olvidadas. Inexorablemente unidas por una historia comin, las es- crituras que componen este atado son una constelacién de la iiversidad de tiempos que quedaron sujetos a partir del siglo XVI, dando paso a un nuevo orden solar, en el que confluian las tradiciones toltecas, nahuatlacas, arabes y cristianas. Y son también vidas, a la manera de Plutarco, que proyectaban hacia el futuro la trenza caética que las unié. Pero si las del griego surgieron del pasado clasico, helenistico y romano, que daba cuenta de un tinico mundo mediterréneo, éstas otras, a despecho de los mitos nacionales, provienen del magma de la guerra, la amplitud de la técnica y la ciencia, la apropiacién de la tierra y la generalizacién de la enfermedad, la ganancia y el crédito, para dar cuenta del desorden mundial que a partir de entonces vinculé continentes enteros y destinos individuale: En su antigiiedad entreverada, los referentes ciclicos mesoa- ‘mericanos y la tradicién clasica mediterrnea confluyen en nuestra actual necesidad de comprender. Como en un espejo humean- te, la contingencia de nuestro cotidiano y la incertidumbre proce- dente de fuerzas que nos exceden —como la actual pandemia— se refleja en los destellos de experiencias pasadas, entreveradas por una época que dio paso a nuevas formas de convivir. Lejos de las convencionales explicaciones hist6ricas, la patina oscura de aquel reflejo vital nos acerca a la escala de la alegria y el dolor, el an- helo y la frustracién, la angustia y la resignacién, la satisfaccién y la ambicién, la valentia y el miedo, la enfermedad, la salud, el silencio. La muerte como parte indisociable de la vida. +1521, un atado de vidas es también la confluencia impresa de un pufiado de personas provenientes de muy diversos ambitos de escritura. Como en otras series de esta entrafiable colecci6n editorial universitaria, Material de Lectura abre la puerta a la experimentaci6n, a la reflexién y a la biisqueda de nuevos hori- zontes textuales. Alin y al cabo, leery escribir, como respirar y dormir, son actividades constitutivas de la vida y de la historia. Cada ensayo de esta serie refleja un acercamiento personal a otra vida y otro contexto, El resultado excede los limites de la historia académica y renuncia a los formatos de la biografia para reconciliarnos con el texto como tejido de intenciones, de actos de enunciacién, de cosas que decir. Desde las pulsiones vi- tales que animan a cada pluma, el pasado individual se presenta como la ocasién para escribir sobre lo practico y lo urgente; para suscitar el debate, como pretendié Montaigne; para evo- car el goz0 y la desdicha, como lo versificé Nezahualcéyorl en tinta negra y roja, o plasmar una verdad mediante trazos, tonos y velos claroscuros, a la manera de Artemisia Gentileschi. En el fondo, la intencién general de la serie pretende indagar si, bajo el sol de hoy, estamos condenados a contemplar aquellas vidas como gigantes de un mitico mundo separado del nuestro por 500 afios, inventado por otros hace medio milenio; 0 si, por el contrario, podremos reconocernos en su humanidad y en- contrar un nuevo equilibrio con el pasado. Los editores Presentacién Cuando hacemos lecturas del pasado, lo hacemos a través de filtros, de lentes que nos muestran el relato de los hechos ‘ocurridos de una manera en particular. Dado que la verdad absoluta es una idea que no ayuda a realizar un acercamiento critico a la historia, a lo que podemos aspirar es mas bien a turnamos distintos lentes y que cada uno de ellos revele as- pectos y detalles diferenciados que nos permitan tener inter- pretaciones variadas, ricas, complementarias y, a veces, hasta contrapuestas. Mas que turnarse los lentes, pensar tal vez en un caleidoscopio que nos devuelva, simulténeamente, relatos histéricos ricos en puntos de vista y que abonen a mantener una postura critica sobre sucesos pasados y, por lo tanto, también sobre nuestro presente, Pero no ha sido asi. Hemos contemplado lo que se ha lamado la historia de México con uno solo de los filtros posi- bles. Una sola lente nos ha sido colocada para mirar el pasado y esa lente se ha pegado tanto a nuestras pupilas que ya no podemos separarla de nuestra mirada y apenas si advertimos su presencia. Esa lente nos ha sido colocada por lo que ahora conocemos como Ia historia oficial de este pais, esa lente nos fileea los hechos del pasado incluyendo el periodo que se ha llamado la Conquista de México. La voz que ha contado la historia es una voz masculina que procede de una sola cultura y ésta se ha narrado en s6lo una de las muchas lenguas que se hablan en este pais. Como tenemos este problema de origen, muchos de los hechos y de los personajes que han participado de la historia se ven distorsionados por la lente de la historia oficial y por las narraciones que vuelven a crear personajes y los fijan en nuestro imaginario de una sola manera y en una sola de las versiones. Este efecto narrativo desde la lente occidental es sobre todo cierto cuando hablamos de Malintzin, la famosa intérprete de Herndn Cortés; me parece que ella es tal vez. uno de los perso- najes mas distorsionados en la historia por esta lente masculina, ‘miségina, occidental y narrada s6lo en espafiol. La lente que se nos ha colocado dibuja a Malintzin como una mujer nativa de estas tierras que traicioné a su pueblo y prefirié aliarse a los invasores espafioles. Esta categorizacién es particularmente significativa si consideramos que, en la tradicién occidental, la figura del traidor, en este caso, la figura de la traidora, es una de las mas despreciadas culeuralmente. A quinientos afios de la caida de Tenochtitlan, que se cum- plen en 2021, es necesario intentar probar otros lentes para leer los hechos y los personajes que participaron de la ahora llamada Conquista de México, no porque en esos otros lentes se encuentre la verdad absoluta sino porque la alternancia de los filtros con los que leemos el pasado es, justo ahora, mas importante que nunca. Los hechos acaecidos en la cuenca de ‘México hace cinco siglos necesitan visitarse de nuevo prepon- derando otras voces, las voces de los segmentos de la poblacion que histéricamente han sido silenciados para armar un nece- sario concierto de voces. Malintzin representa simbélicamente esa posibilidad: una mujer nativa de estas tierras y cultura, procedente de uno de los estratos més bajos de la sociedad de su tiempo, entregada a extrafios particularmente violentos, una mujer cuya lengua pronunciaba ya diversos idiomas, fue protagonista fundamental de una serie de hechos que llevaron a la caida de Tenochtitlan. Sin embargo, la lente y a mirada con la que las personas como ella pueden observar los hechos que vivié han sido sistematicamente silenciadas y, con ellas, las miradas de los pueblos indigenas, de las mujeres y de la po- blacién afrodescendiente que fue traida a este continente para ser esclavizada. Sin el filtro que la ha narrado como traidora, ‘Malintzin se devela como una figura compleja que pone en crisis los mitos que sostienen la historia oficial de la Conquista de México. A continuaci6n, se presentan nueve acercamientos a la figura de Malintzin que pretenden plantear reflexiones desde mi particular lugar de enunciacién: soy una mujer mixe que no es historiadora, que fue expuesta a la educaci6n escolari- zada en donde le narraron de la traicién de Malintzin, pero también a las danzas serranas que la presentaban como una figura apreciada, soy una mujer mixe que hace interpretacién y traducci6n en el siglo XXT en una lengua hermana de la muy posible lengua materna de Malintzin y que ha vuelto a visitar la bibliografia que nos muestra lo que es posible saber de ella. La eleccién de dividir en nueve las reflexiones en torno de la figura de Malintzin no es, por supuesto, una casualidad. El niimero nueve, tres veces tres, sigue siendo importante en los rituales mesoamericanos y, particularmente, para las ceremo- nias mixes en la actualidad. Asf que presento estas reflexiones a modo de un ritual que reconfigure los lentes con los que he mirado la figura de Malintzin y sea también una invitacion para colocarnos nuevos filtros, miltiples lentes, que nos muestren la ios y los pueblos de lo que hoy llamamos. México en muy distintas voces y nuevos relatos. historia de los territo . Un nombre: Malintzin y Malinche En [a lengua ayuujk o mixe, la palabra xéé “dia” es utilizada también para “nombre”. “ gCual es tu dia?” equivale a pregun- tar también “Cudl es tu nombre?”. Estos valores que la palabra x86 puede tener en ayuujk evidencian que en el sistema mesoa- mericano los nombres propios de las personas eran asignados segiin el dia en el que nacian, si el dfa de su nacimiento era un dia malo, se hacfan rituales para cambiar el dia de su nacimien- to, asignarle un dia de buen augurio y, por lo tanto, el nombre de la persona en cuestién también mutaba. En la actualidad, muchas comunidades mixes siguen haciendo esta ceremonia de cambio de dia cuando el especialista ritual lee en los granos de mafz que una nifia, o un nifio, ha nacido en un dia aciago. Cambiar el nombre, implica cambiar un destino. :En qué dia exactamente habré nacido la nifia que ahora conocemos como Malintzin? ¢Cudles habran sido los augurios que acompafiaron su nacimiento? Cual fue su dia, su nombre, su destino? Si sus padres consultaron al especialista ritual, gles habré anticipado un futuro extraordinario para esa nifia? Nunca lo sabremos, lo inico que podemos concluir es que, muy probablemente, ‘Malintzin nacié a principios del siglo XVI, mas o menos en la misma época en la que habria nacido Carlos V (Carlos I de Espaiia), el emperador al que décadas después Herndn Cortés fue persiguiendo por las ciudades de Espaiia para tratar de ne- gociar més privilegios que él creia merecer. El nombre que debié corresponderle segiin el dia de su nacimiento en el calendario mesoamericano se ha perdido irremediablemente. Cuando fue entregada a los espafioles después de la batalla de Centla, Malintzin fue bautizada con el nombre de Marina. Del mar, al que hace alusién el nombre que le fue asignado, habjan venido los hombres blancos que antes se habian enfras- cado en una batalla con los mayas chontales. Malintzin tenia entre 14 y 16 afios aproximadamente cuando fue embarcada con unos extrafios que usaban la violencia de una manera inu- sitada y navegé con ellos sobre el mar de un modo en el que antes nunca lo habia hecho, fue también en un barco, en el mar, en el que semanas después ella se ofreci6 como intérprete centre el néhuatl y el maya que hablaba Jerénimo de Aguilar, el intérprete naufrago que podia después traducir al castellano. Pocos meses después, Malintzin podia hablar ya la lengua de los espaitoles también, Dado que el fonema [r] no forma parte del inventario de muchas lenguas mesoamericanas como el naéhuatl, este fonema del nombre castellano de Malintzin fue pronunciado con un fo- nema parecido de la lengua meta: [I], de este modo, su nombre, adaptado al néhuatl, se pronunciaba como Malina. La impor- tancia que Malintzin fue adquiriendo ante los ojos de la pobla- cién y de los gobernantes nativos se refleja en el hecho de que a su nombre agregaron un morfema honorifico que denota aprecio y respeto, de este modo su nombre qued6 como Malintzin. El complejo consonéntico final fue reinterpretado también para Ja lengua de los castellanos y terminé por pronunciarse como Malinche. Una relectura de la vida y la figura de Malintzin implica también tomar una postura sobre su nombre. Yo prefiero nom- brarla como Malintzin por las siguientes razones: el nombre impuesto, Marina, se revela de algiin modo ante la imposicién y se adapta a las caracteristicas fonolégicas del nahuatl y atin mas, se acompaiia de un honorifico que la convierte en Malin- tzin. Esa evolucién en su nombre rememora la evolucién de su posici6n, una adolescente esclava entregada a unos extrafios violentos que se convierte en una protagonista que no s6lo interpreta las lenguas sino que media y modula las alianzas y las decisiones de un ejército complejo que tomara después la capital de la Triple Alianza: Tenochtitlan. La manera en la que un nombre impuesto como el de Marina se adapta a la lengua y resurge como Malintzin recuerda también la manera en la que las poblaciones nativas tomaron elementos que les fueron impuestos con el establecimiento del orden colonial para recrear Jas estructuras de resistencia que después nos han permitido sobrevivir: el cabildo espaiiol fue tomado y recreado por las estructurales comunitarias que sirvieron como redes para resistir hasta ahora, elementos textiles traidos del otro lado del mar fueron apropiados para recrear nuestras identidades y resisten ahora a pesar del racismo y la discriminacién, por mencionar s6lo algunos ejemplos. Por contraste, Malinche es una distorsién castellana de la que después se deriva el término “malinchismo” que se utiliza para denotar a personas y actitudes que desprecian lo propio. Malinche ha sido utilizado para crear un sustantivo y un adje- tivo que ponen en evidencia la lectura patriarcal y colonialista que hemos hecho de una mujer compleja en situaciones extraor- dinarias como Malintzin. Malintzin, un nombre acompafiado del morfema honorifico, se convierte en la lengua de los colo- nizadores en Malinche y después, desde el nacionalismo del Estado mexicano, se deriva “malinchismo”. Desde el nahuatl, Malintzin es una mujer que porta el honorifico en su nombre, desde el castellano, Malinche es la traidora. El nombre de Malintzin guarda también la clave para co- menzar a leer con otros lentes la figura de esta intérprete. Segiin las crdnicas y las evidencias historicas, los gobernantes de Mesoamérica comenzaron a llamar a Hernan Cortés con el nombre de ella, ante los ojos de la poblacién nativa, Malintzin 3 era el rostro y la vox con la que debian hacerse las alianzas y las negociaciones. Ninguno de ellos podia hablar con’Cortés, ella era la que hablaba, la que conocia los complejos usos del nahuatl de la nobleza local, el nahuat! para las ceremonias, el nahuatl elegante que era necesario para hacer politica me- soamericana, ella era la figura y el rostro mediante el cual se tejieron los acuerdos no sdlo entre espafioles y entidades po- liticas nativas, sino entre las diversas fuerzas politicas locales para conformar un ejército complejo e integrado en més del 90% por poblacién mesoamericana, como lo han mencionado diversos historiadores. La extensién del nombre de ella que cubre y opaca el nombre de Cortés se corresponde también con la importancia de su representaci6n pictérica en Los Lienzos de Tlaxcala: en varias partes de este documento, Malintzin aparece de un tamaiio mayor que el tamafio con el que Cortés es representado. El nombre de Malintzin eclipsa ef nombre de Cortés en las historias locales por mas que Cortés se empefie en omitirla en sus Cartas de Relaci6n. Desde los lentes narra- tivos con los que Cortés narra a su mundo hispanoparlante, Malintzin no tiene mucha importancia, pero desde los lentes con los que la nombran los protagonistas nativos, e! nombre de Malintzin cubre el nombre del capitan espafiol. Lamentable y contradictoriamente es la mirada de él, Cortés, la que se ha preferido en la historia nacionalista, pero desde nuevas miradas ‘que recuperen otras historias, ella, mas que Malinche, se devela Malintzin, con su muy significativo honorifico. 14 ° La danza como texto En Los Angeles, las comunidades zapotecas de la Sierra Norte de Oaxaca han recreado las estructuras comunitarias; al igual que sucede en los pueblos de origen, se hacen nombramientos de representantes que hacen las funciones de autogobierno de un territorio re-imaginado como comunidad migrante a miles de kilémetros de distancia. Este territorio se reformula gracias a Jos lazos de colaboracién mutua que actualizan la pertenencia comunitaria. Parte fundamental de esta recreacin es mantener las manifestaciones culturales: las bandas de misica de viento ensayan los sones y jarabes para las fiestas serranas que se rea- lizan constantemente, los textiles confeccionados en Oaxaca Megan hasta lo que se ha llamado Oaxacalifornia para mantener vivas las diversas danzas zapotecas que se han ejecutado por siglos y otras nuevas que se van inscribiendo en el inventario de Ja misma tradicién, Dentro de estas danzas, la de La Malinche es una de las mas importantes, entre quienes integran la danza se elige a las nifias que simbolizan a Malintzin en el siglo XX1. Pertenecer al grupo que ejecuta esta danza implica un honor. Janet Martinez, directora de proyectos de la organizacién Co- ‘munidades Indigenas en Liderazgo en Los Angeles, participé de nifia como ejecutante de la danza de La Malinche; me explicé que las personas que integraban su comunidad migrante se ofrecieron para brindar alimentos al maestro y a las pequefias alumnas durante el tiempo que duraron los ensayos. Antes de migear, la madre de Janet, Odilia Romero, importante activista por los derechos de los migrantes indigenas en Estados Unidos, también ejecuté la danza de La Malinche en Zoogocho, su co- munidad de origen. Asi como esta danza rememora a Malintzin 1S en Los Angeles, a miles de kilémetros de Mesoamérica y en pleno siglo Xx1, en muchas comunidades indigenas su recuerdo permanece vivo en una variedad de danzas en las que ella como personaje tiene una participacién importante. En su extraordinario libro Malintzin. Una mujer indigena en la Conquista de México, Camilla Townsend apunta que, una ‘vez que as personas que la conocieron en vida fueron muriendo, un silencio fue cubriendo poco a poco la figura de Malintzin. Los datos escritos que se tienen sobre ella, ademés de las fuentes nativas como el Lienzo de Tlaxcala, provienen del juicio que entablé su hija, Maria Jaramillo, para pelear derechos y una encomienda que, después de un arduo litigio, nunca le fueron totalmente reconocidos. Los testigos del juicio, incluso los que se presentaron en contra, siempre hablaron de Malintzin en tér- minos de respeto y reconociendo su papel fundamental en los hechos que culminaron con la toma de Tenochtitlan. Poco a poco, la tradicion escrita, segiin Townsend, la fue dejando en el olvido hasta que, en el siglo XIX, en el contexto de la creacion del Estado mexicano, la figura de Malintzin fue resurgiendo como la mujer seductora que usa sus artes para traicionar a su pueblo mientras se enamora del hombre blanco conquistador. Dentro de la tradiciGn escrita y dentro del idioma espafiol, con el paso del tiempo, Malintzin sufre una transmutacién, de ser la figura fundamental en los Lienzos de Tlaxcala o la figura de una gran importancia durante las guerras que terminaron en la caida de Tenochtitlan como lo evidencian los testimonios del juicio que entablé su hija, Malintzin renace bajo la figura despreciable de la traidora en la narrativa nacionalista del Estado mexicano. En el siglo XX, el escritor Octavio Paz habla de ella como la Chingada, la violada que se da “voluntaria- mente” al conquistador espafol. Para el Premio Nobel de Literatura, Malintzin es sélo la amante de Hernan Cortés y 16 “representa a las indias, fascinadas, violadas 0 seducidas por los espafioles’ Desde otros lentes, la situacién no podfa ser mas distinta, Ade- més del Lienzo de Tlaxcala y de los testimonios de las personas que la conocieron en vida, que contradicen la versién mis6gina y colonialista de Octavio Paz (que ademés extiende a todas las indias), se conservé la memoria de Malintzin en otros textos que no fueron la escritura. Dentro de las comunidades indigenas, la tradicién oral y las danzas se erigen como otros textos en los que la memoria de Malintzin se guarda de manera distinta. Las diferentes danzas de conquista en también distintos pueblos indigenas han pasado de generacién en generacion y se han recon- figurado a través de los afios hasta legar a nuestros dias; en estas danzas, que podemos tratar también como textos suscep- tibles de lectura, la figura de Malintzin es tratada con respeto, es apreciada, querida y valorada. Para interpretar el papel de Malintzin dentro de la famosa Danza de la Pluma en Teotitlén del Valle, Oaxaca, es necesario inscribir a las nifias, apenas nacen, en una larga lista de espera, de modo que al cumplir cierta edad les pueda tocar el turno de interpretar el papel de Malintzin, lo que se considera un honor. Estas danzas que guardan los pueblos indfgenas han mante- nido vigente la imagen de Malintzin de manera ininterrumpida durante estos siglos y contradicen las lecturas que la historia oficial y el idioma espafiol nos brindan desde el siglo XIX. Mu- chas nifias “indias”, como Paz llama a las mujeres indigenas, esperan ansiosas representar a Malintzin en las danzas y sus comunidades, originarias o migrantes, y consideran un honor involucrarse en los preparativos para esa ejecucién. La vesti- menta que se necesita confeccionar para ejecutar el papel de Malintzin en las diferentes danzas revela también el aprecio que se tiene a su figura; si bien esta vestimenta no replica exac- 7 tamente la vestimenta que debié utilizar Malintzin hace cinco siglos, su colorido y caracteristicas, distintas seguin la danza y el pueblo que la ejecute, revelan la importancia de su figura. Este aprecio por el personaje de Malintzin ha migrado también con las comunidades migrantes a Los Angeles, en donde, aun en la distancia, se recrea la danza de La Malinche como una afirmacién comunitaria e identitaria que forma parte de la re- creacién constante de los lazos comunitarios, que son, también, en ese contexto, lazos de resistencia. Es necesario colocarnos los lentes que estas danzas nos dan para visitar de nuevo la figura de Malintzin. Los significados y los sentidos que develan estas danzas sobre la figura de Malintzin contradicen en esencia la narracién que nos provee la historia oficial. Si las feministas y las mujeres chicanas hicieron una relectura de Malintzin a partir de la mitad del siglo XX a través de su escritura, en las danzas de los pueblos indigenas donde Malintzin aparece, es posible derivar la versién de las mujeres indigenas que se han involucrado en mantener vivas esas mismas danzas. Si la escritura nacionalista y los textos en espafiol han creado a la Malinche traidora, chingada y despreciada, las dan- zas de muchos pueblos originarios conservan desde la tradicién oral una Malintzin respetada que tuvo un papel indispensable en un momento crucial de la historia. 18 Para leer los hechos en los que participé Malintzin resulta nece- sario diferenciar distintos fenémenos que, aunque relacionados, constituyen procesos diferentes. Por un lado, podemos hablar de los hechos que culminaron con la caida de Tenochtitlan, por otro, las subsecuentes guerras de conquista que fueron sujetando a la corona espafiola a los pueblos de Mesoamérica y del norte del territorio que hoy llamamos México y, por otr lado, el establecimiento de un orden colonial. Aunque Ma- i ue emprendid sobre todo de inlierte, sucedida a mediados del siglo XVI cian 9 fue provoeada probablemente por alguna dé las epidemias que asolaron y diezmaron a la poblacién nativa. Gulparla de lay SifGHEIGN actual de los pueblos indigenas es, a todas luces, una pues su propia vida no alcanz6 siquiera para contemplar el periodo en el que el predominio de la corona espafiola se fue consolidando. Los hechos sucedidos entre #5x91y E521, en donde la par- ticipacién de Malintzin fue fundamental, corresponden a esa primera serie de acontecimientos: lal caida/deé Tenochtitlan. Como han apuntado diversos historiadores, Tenochtitlan fue tomada por un ejército complejo formado en més de un 90% por poblacién nativa. Diversas unidades politicas tejieron alianzas para reconfigurar las fuerzas politicas del territorio en Mesoamérica y en ese proceso, los menos de mil éspaiioles!) participantes exageraon sul importanicia en las relaciones y crénicas que hicieron en idioma castellano. La version de los man Cortés, pode 19 espaiioles ha permeado después la historia oficial sin considerar que, desde los tempranos textos de Cortés Cartas de Relaci6n, i ya los poderosos peninsulares de la época, lostespaiioles participantes de asegurar sus privilegios y riquezas, un objetivo que siempre estuvo en peligro y que no fue logrado a cabalidad. Al final de sus dias, Cortés expres6 con amargura que la corona espafiola nok ‘a compensado con justicia sus servicios. esde otras miradas, la caida de Tenochtitlan fue el re- sultado de un complicado tejido que se fue armando poco a poco; en la creacién de este entramado, las habilidades de Malintzin no s6lo como intérprete entre lenguas sino como una intérprete entre sistemas de conocimiento y de vision del mundo fue determinante. Dado que, por su desconocimiento, le los poderes nativos, era ella con la que habia que negociar principalmente. Ella entendia los cédigos de intercambio. En varios pasajes se consigna cémo, en distintas ocasiones, Ma- lintzin pasaba un tiempo considerable hablando en nahuatl sin interpretar al castellano, En este reacomodo de fuerzas politicas cen la que se inscribe la caida de Tenochtitlan, Malintzin se erige como una agente fundamental; sin embargo, no podemos responsabilizarla de las subsecuentes guerras de conquista, que fueron sujetando paulatinamente estos territorios al poder de la corona espafiola ni del establecimien |. Es muy posible que, como lo ha apuntado Federico Navarrete, en la sintaxis 20 de los hechos, Por otro lado, tintas en espacio y tiempo, la corona espaiiola sobre|la vida y los territorios en gran parte iii guerras de conquista y sujecién fueron stint rio que hoy conocemos como Guatemala y dis- tintas en la superficie que hoy lamamos el norte de México. Lo que tienen en comin es que el surgimiento de la categoria indio fue igualando a toda la poblacién nativa paulatinamente con el paso de los siglos. Los privilegios que obtuvieron, como aliadas en igualdad de circunstancias, je modo que, en la actualidad, los indigenas los indigenas \s, los indigenas = compartim 3] ‘Ademés de las guerras de conquista, me parece til hablar del establecimiento de un orden colonial como un fenémeno global que explica el funcionamiento del mundo en la actua- lidad. de los territorios de este con- tinente, ppetSonias en el continente africaiio, de modo que nuestra historia impacta también la historia de otros hemisferios. La historia de la poblacién afrodescendiente y la esclavitud son parte del estable- cimiento del orden colonial, el colonialismo europeo desplegado en nuestros territorios fue ii ido también después en Africa y en Asia. los inc esta colonial mientras que los llamados paises del tercer mundo se corresponden en general con los territorios sojuzgados por el colonialismo. Contrario a lo que nos muestra la historia oficial i. EL surgimiento del Estado mexicano deriva de un dese0"ctiollo, de un deseo basado’én ideas europeas que supuso una serie de afrentas a las estructuras organizativas que habjan permitido resistir a los pueblos indigenas alo largo de los (RRR 50> pesca a Ley Lede, som un clara emplo de la manera en la que wane al mismo tiempo que colectiva de la tierra ya derecho coletivo. Distinguir entre las guerras de Mesoamérica de 1519 a 1521 que culminan con la caida de Tenochtitlan, las subsecuentes guerras de conquista y el establecimiento de un orden colonial mundial nos arroja luz par accién de Malintzin. ajlosipueblos|indigenas a la opresién racista que sufren en la actualidad, Desde los lentes de la historia oficial, en cambio, se involucra a la Malinche, anacrénicamente, como una traidora que ayud6 a la pauperizacién actual de los pueblos indigenas. la propiedad los. Las Leyes, Traicion Desde la perspectiva de la historia nacionalista, el México actual, cuando viaja en el tiempo y aterriza en 1521, renace como Tenochtitlan, El México actual en el pasado se convierte siempre en esa ciudad tenochca y no en una unidad politica mixe, no en una ciudad purépecha o una ciudad tlaxcalteca. De este modo, los intereses de Tenochtitlan se equiparan con los intereses de México, lo que le sucede a Tenochtitlan le sucede a México. Esta identificacién del pais actual México con la capital tenochca es la que permite convertir a quienes atentan contra la segunda en traidores a México. Otra equivalencia que se establece es que, en 1521, Tenochtitlan representa a todos los pueblos indfgenas de la actualidad y del otro lado estan los, espafioles. La lente de la historia oficial s6lo nos permite ver la existencia de dos bandos homogéneos, por un lado, estén los espafioles y por el otro los mexicas. Al lado espafiol y su superioridad absoluta nunca puesta en duda se unen entonces algunos aliados nativos, los tlaxcaltecas y una mujer que prefiere al capitén espafiol. Detras de “los tlaxcaltecas” se oculta tam- bién una serie de alianzas mucho més complejas, pero es a ellos a quienes se les atribuye la traicién. ‘Una vez que se han establecido los dos bandos, la Malinche es asignada al lado espafiol y entra entonces a la categoria de trai- dora. En la cultura occidental, la figura del traidor es una de las mas despreciadas. Sea Brutus, Judas o Jestis Guajardo, quien trai- ciona se vuelve despreciable a los ojos de todos, incluso de aque- los con quienes establece la alianza. Nadie quiere tener vinculos ccon quien traiciona y, como nos dicta la historia del traidor mas famoso de la cultura occidental, el castigo debe ser el suicidio 23 en medio de una tormenta de remordimientos. Traicionar es tun acto innoble que envilece a quien lo comete. Esta carga sim- bolica es la que se ha depositado sobre Ia imagen de Malintzin pero, desde otras lentes, ges posible traicionar a una entidad a la que no se le debe ninguna lealtad? Segiin coinciden diferentes historiadores, lo més probable es que Malintzin haya nacido en Oluta, en la costa del golfo de México. Oluta se encuentra en el estado de Veracruz y en la actualidad atin quedan los dltimos hablantes de oluteco, una lengua de la familia mixezoqueana. Oluta pertenecia a Coatza- coaleos y a la red de poder de Tenochtitlan y a ella tributaban, esta unidad sociopolitica, o altépetl como eran llamadas, no tenia ninguna afinidad ni lingiiistica ni politica con los mexicas. El entorno social en el que Malintzin fue criada consideraba a Tenochtitlan como una unidad de poder al que se hallaban sujetos, no habia nada en su contexto que le indicara que ella © su pueblo debian lealtad a los tenochcas. Como apunta Ca- ‘Townsend en el libro mencionado lineas arriba, ¢s muy probable que las personas que la comerciaron como esclava fueran mexicas. Una vez que ella fue vendida en un altépet! ‘maya chontal, tampoco habia nada en su entorno que pudiera alimentarle la idea de que debia identificarse con Tenochtitlan, en esa sociedad tampoco habia afinidades lingiifsticas o politicas con los mexicas, que muy probablemente aparecian ante los ojos de la joven Malintzin como un otro poderoso y atemorizante. Es probable que después de la caida de Tenochtitlan, los sobrevivientes al sitio de la ciudad la vieran como una enemiga, pero nunca como una traidora porque no habia una lealtad supuesta. Segiin las fuentes, después de la captura de Cuauh- témoc, éste pidié hablar con Malintzin para poder negociar ciertas condiciones para las mujeres mexicas que aun quedaban vivas. La imagen de Malintzin hablando durante un largo tiem- 24 po con el dltimo tlatoani mexica, incluso sin traducir, revela la importancia que tenia ella durante este proceso, pero también nos muestra que nada indica en ese contexto que la hayan leido como traidora. En el Lienzo de Tlaxcala no es posible encon- trar huellas que la muestren como alguien que traicion6 a los suyos, Zquiénes pueden ser “los suyos” de una mujer que en su pubertad fue vendida como esclava, traficada por tenochcas y entregada por sus duefios mayas a los espafioles? 2A quién le debia lealtad Malintzin? En esas ciscunstancias me parece que Malintzin se debia lealtad a si misma. Esa lealtad a ella misma y a su supervivencia fue la que se activé en el momento en el que se ofrecié a interpretar, hacerse itil de una manera especial podria distinguirla y asegurar lo mas posible su supervivencia en un contexto de mucha incertidumbre, Tiempo después, las personas que rindieron sus testimonios sobre Malintzin durante el largo juicio que su hija emprendié tampoco la tachan de traidora; incluso los que la describen con rencor evitan llamarla asi o sugerir siquiera que cometié alguna traicién en su vida, Con seguridad, el velo que la cubre como traidora es una invencién que comenz6 a crearse en el siglo XIX, cuando los vientos politicos comenzaban a consolidar la idea de una nacién mexicana que necesitaba sus héroes y sus villanos. Del mismo modo en el que en su temprana adoles- cencia Malintzin fue confinada a uno de los estratos més bajos de su sociedad, la historia nacionalista la confiné a una de las categorias mas despreciables para la cultura occidental: la de la traidora. Desarmar esa narrativa es necesario para hacer justicia a lo que después ella fue adquiriendo para si misma; salvé su. vida y adquirié algo totalmente contrario a lo que representa la idea del traidor: honorabilidad y respeto. 25 — Kwa Elnombre que da titulo a este quinto acercamiento significa, en lengua mixe, “quien posee el idioma”, aunque también puede traducirse como “quien es duefio del idioma” o “quien es abun- dante en idioma” y se usa actualmente para quienes son intér- pretes o quienes, aun en la misma lengua, llevan un mensaje. El mixe es una lengua cercana a la que muy probablemente fue la Jengua materna de Malintzin, el oluteco, que en la actualidad cuenta con menos de diez hablantes y que esta a punto de la extincién, Las Gltimas personas que hablan la lengua oluteca llevan en su mente el sistema lingiifstico con el que Malintzin debi6 comenzar a nombrar el mundo que la rodeaba. Sin embar- 0, a diferencia de la sociedad mexicana actual, las sociedades mesoamericanas eran maltilingiies. Algo debié de haber sucedi- do en el contexto en el que crecié Malintzin que le fue posible aprender también la lengua nahuatl, y no sélo el nahuatl en la variante que se hablaba en la costa del golfo de México sino también un néhuatl especial, el que era utilizado en contextos formales y ceremoniales, el que se usaba en las més altas esferas de la vida politica mexica. Dominar esta variante especifica del nahuat] implicaba no s6lo conocer una gramatica y un vocabu- lario sino entender las florituras semédnticas, las implicaciones de una pragmatica compleja, en suma, conocer los c6digos sociales del uso de esa variante del nahuatl. Sin acceso a las altas esferas les era dificil que Malintzin hubiera podido aprender estos intrincados usos del ndhuatl ceremonial. El aprendizaje de esta variedad ceremonial del nahuatl contrasta con el hecho de que fuera entregada como esclava, Nunca sabremos qué sucedi6 exactamente para que Malintzin haya sido vendida como escla- 26 va, aunque aqui es necesario aclarar que incluso la esclavitud en el mundo mesoamericano tuvo diferencias muy importantes con respecto de la esclavitud que después ejercieron los europeos con la poblacién raptada en Africa, como bien lo apuntan Camilla Townsend y otros especialistas. Una vez que fue vendida y Ileg6 a la zona chontal del actual Tabasco, Malintzin aprendié yokor’an, que es la autodenomi- naci6n de esta lengua que se habla hoy aun profusamente en el actual estado de Tabasco. E] idioma yokt’an es muy distinto al idioma maya peninsular, aunque pertenecen a la misma familia lingiifstica, lamentablemente, en muchos casos y en muchas fuentes, se ha obviado hacer esta distincién fundamental. En ese contexto, en el que habia una intensa relacién entre la po- blacién hablante de yokot’an y la poblacién maya peninsular, es probable que Malintzin hubiera aprendido también la lengua maya que se habla actualmente en Campeche, Quintana Roo y Yucatan, de modo que después pudo interpretar las palabras de Jerénimo de Aguilar, que habia aprendido maya peninsular. ‘Aunque generalmente se ha dicho que Malintzin hablaba nahuatl y maya cuando fue entregada a los espafioles, lo mas probable es que, sin los lentes monolingties con los que desde la actualidad vemos la historia, el contexto lingiiistico en el que crecié Malintzin haya sido muy rico, variado y lingiifsticamente estimulante; por lo tanto, es muy probable que hablara oluteco, de la familia lingiifstica mixezoqueana, néhuatl del golfo de México, nahuatl ceremonial del centro de México (ambos de la familia lingistica yutonahua), yokt’an y maya peninsular (estos dos tiltimos de Ia familia lingiiistica mayense). Con estas carac- teristicas, aprender castellano en unos pocos meses debi6 ser una tarea mas 0 menos sencilla para esta joven Malintzin ya poliglota. En contraste con lo que sucede en la actualidad, durante la historia de este territorio que Hamamos México, la diversidad 27 lingiiistica ha sido una caracteristica importante, Atin en estos tiempos es posible encontrar muestras de que las diversas naciones de estos territorios han creado espacios en el que miiltiples lenguas len coe En la sierra norte de Oaxaca, en la frontera entre territorio mixe y el zapoteco, abundan personas que hablan las enguas de ambos pueblos indigenas, muchas de ellas han apren- dido también espafiol. En Tlapa, Guerrero, la convivencia entre hablantes de mixteco, néhuatl y mephaa ha posibilitado que muchas personas hablen estas yoria monolingiie en espai poblacién indfgena es, al me ile. Esta situacién es grave dado que, por la violacién sistemética de derechos lingitisticos de los pueblos indigenas por parte del Estado mexicano, muchas lenguas han entrado en procesos de extinci6n, como sucede con la ue muy probablemente fue'la lengua materna de Malintzin. His- iadores y lingitistas calculan que para 1820, cerca del 70% de la poblacién de estos territorios hablaba una lengua indigena después de 300 afios de colonialismo espafiol, en la actualidad representamos el 6.1%. El Estado mexicano ha sido letal en la extincién de la diversidad lingijstica de estos territorios. Leer con nuevos filtros la figura de Malintzin nos inforina que tener sociedades monolingiies no es algo dado y natural, Jonatural a Ja humanidad es el multilingiiismo. Sus habilidades lingiisticas nos abren junto con los pueblos i pueda lograrse a través de la convivencia de muchas formas de ver y de describir el mundo. Un mundo en el que quepan muchos mundos necesita del mul Lamentablemente, el mismo proyecto que narr6 a Malintzin ‘como una traidora ha ido construyendo un México que habla 28 mayoritariamente espafiol y en el que se desprecia a la gran diversidad de lenguas indigenas. Para combatir su existencia, el Estado mexicano implement6 una serie de politicas que se ejecutaron con lencia fisica y sicolégica sobre la poblacién indigena, sobre todo en contextos escolares. El proyecto inte- gracionista del Estado mexicano esta recogiendo sus frutos y aunque el marco legal ha cambiado, la administracién estatal cen el sistema de salud, en el sistema educativo, en el sistema de justicia y en el resto de las instituciones sigue violentando los derechos lingiifsticos de los pueblos indigenas aun en sus propios territorios. En el contexto actual, las habilidades de una Malintzin poliglota nos devuelven un espejo en el que es posible mirarnos de otra manera, de una manera que posibilite «que ninguna lengua entre en proceso de extincién como lamen- tablemente esta sucediendo en la actualidad con el oluteco, la primera lengua de Malintzin. 29 = Trama y urdimbre El huipil es una prenda mesoamericana que se elabora por medio de un telar de cintura, cada uno de los hilos de la trama y la urdimbre se va colocando manualmente, sobre ella se pueden claborar complicados brocados y figuras. Del telar de cintura salen lienzos que después se juntan para formar el huipil, las junturas también son parte del adorno y dan caracter a la pren- da, La confeccién de huipil implicaba también el hilado previo que convertia los copos de algodén en hilos que después podian pasar por el proceso de tefiido para el cual se utilizaban una gran variedad de tintes naturales segiin la regi6n: el caracol piir- pura, el azul afil, la grana cochinilla o la corteza del rbol Ila- mado Palo de Aguila, entre otras muchas posibilidades. El uso de esta prenda mesoamericana por antonomasia otorga también identidad colectiva, un tipo de huipil indica a qué region per- teneces y, aun en la actualidad, en las comunidades indigenas en las que se sigue elaborando y portando el huipil, cada tipo de huipil indica la comunidad a la que perteneces. De los testimonios presentados en el juicio que Maria Jara- illo, la hija de Malintzin, entablé para recuperar una enco- mienda, es posible derivar que durante toda su vida Malintzin vistié con huipil y se negé a vestir con prendas europeas. A pesar de que otras mujeres fueron adoptando elementos de la vestimenta espafiola, Malintzin utilizé la prenda mesoamerica- nna hasta su temprana muerte. Una vez.que cay6 Tenochtitlan, Malintzin jugé también un papel importante en los sucesos posteriores; instalada en Coyoacén —apunta Camilla Town- send—pudo recibir tributo; ella, una mujer que antes habia sido esclava, recibi6 tributo y también le fue asignada, muy proba- 30 blemente, Oluta en encomienda algin tiempo después. Entre estos tributos, muy probablemente le lleg6 una gran variedad de huipiles de muchos lugares distintos de Mesoamética. Ya en el Lienzo de Tlaxcala, Malintzin es representada con her- ‘mosos huipiles que muestran su rango e importancia. Al igual que una vez debié haber sucedido con las hijas de los tlatoanis mexicas, Malintzin, instalada en Coyoacén, debi de haber tenido en su haber una gran diversidad de estas prendas del mas variado estilo y modo de confeccién, huipiles llegados de diversas regiones y que mostraban sus sefias identitarias en sus motivos, técnicas y adornos. El cambio en la estatus de Malin- tzin se reflej6 también en la riqueza del textil con la que podia vestir su cuerpo. A diferencia de las prendas europeas que tratan de adaptarse a la silueta del cuerpo y marcar partes de éste, el huipil se ins- cribe mas bien en las prendas del mundo que pueden adaptarse a diferentes cuerpos y ceiiirse a él por medio de otras prendas textiles variadas conocidas precisamente como ceiidores, Mas cerca del sari y de las prendas envolventes de otras culturas del mundo, el huipil se encuentra lejos de la légica del tallaje en la que es el cuerpo al que se le demanda’entrar en tal o cual talla, con todas las angustias que este sistema implica para las mujeres occidentales en la actualidad. Lamentablemente, las marcas de rango e importancia en los huipiles que debi6 de usar Malintzin, y que se muestran pintados en el Lienzo de Tlaxcala, se fueron convirtiendo, con el paso de los siglos, en marcas que desataban la discriminacién y el racismo sobre las mujeres. En la primera mitad del siglo XX, algunas mujeres mayores de mi comunidad atin portaban su huipil, algunas personas atin cultivaban el algodén en las, partes mas célidas y atin se practicaba el hilado, incluso ahora es posible hallar enterradas las piedras “malacates” que se 30 usaban para el hilado del algodén. Lamentablemente, bajo el peso del racismo esa tradicién se fue perdiendo, Elarte del telar de cintura, de! tefiido y del hilado fueron por muchos siglos tareas muy valoradas que realizaban las mujeres, se trataba de un valioso universo de conocimientos y de signi- ficados que ellas resguardaban y transmitian de generacion en generacién. En las comunidades en las que atin se conserva el telar de cintura, podemos observar el complejo tejido semantico ue se guarda en los huipiles. El huipil triqui, por ejemplo, tiene a la altura del pecho un entramado particular al que llaman mariposa y que juega un papel simbélico fundamental para las mujeres triquis, ademas de simbolizar la evolucién de la vida, simboliza también la ventana por la que sale el alma al morir. Los huipiles fueron acompafiando durante mucho tiempo los rituales de la vida de las mujeres indigenas mesoamericanas, en muchas tradiciones existia un huipil especial para la boda, otro ‘que servirfa de mortaja y en algunos otros casos uno especial que indicaba la edad de las mujeres. Lamentablemente esta rica tradicion de la que seguramente disfruté Malintzin y de la que sabfa su importancia se ha ido perdiendo bajo el peso del racismo y de la misoginia. En mi co- munidad, el huipil fue cediendo a la llegada de telas industriales, pero en muchos otros contextos el combate al huipil fue frontal, En otra comunidad mixe, funcionarios aliados a cacicazgos loca- les, ordenaron recoger los huipiles de las mujeres e hicieron una quema piblica en la plaza del pueblo. El conocimiento de las mujeres fue simbélicamente quemado en una hoguera pablica. El discurso del progreso nacionalista no era compatible con el huipil. Algunas mujeres escondieron sus prendas y gracias a ello es posible conocer y recuperar el huipil que le da identidad a su comunidad. Estas quemas de textiles, y de huipiles en especifico, se repitieron en distintos lugares y pueblos indigenas. Ante los 32 ojos aténitos de las mujeres, los huipiles fueron quemados pi- blicamente como simbolo indeseable del atraso y la pobreza. El racismo se ensafié no s6lo en la lectura del color de la piel de las mujeres indigenas sino también en esa segunda piel que fueron Jos huipiles para ellas. Lo que para Malintzin debi de significar belleza, estatus e identidad, para el sistema que se fue estable- ciendo con el paso de los siglos, el huipil se convirtié en la marca indeseable que indicaba que alguien era mujer ¢ indigena, una doble opresi6n en un sistema patriarcal y racista. En estos dias, la confeccién de los huipiles con las técnicas ‘mesoamericanas sigue resistiendo en muchos espacios, pero hay tuna ambivalencia en la lectura y el uso que se hace de ellos. ‘Mientras que para grandes empresas son susceptibles de apro- piacién cultural indebida o de plagio descarado, el huipil en el cuerpo de las mujeres indigenas sigue desatando discriminacién y racismo. Mientras que para los gobiernos significa folclor que puede utilizarse para el mercado y el turismo, en el cuerpo de las mujeres indigenas se convierte en motivo de expulsién de plazas comerciales y de tiendas departamentales. Lejos de la marca de clegancia y de distincién que los huipiles de Malintzin debieron representar para ella y su contexto, la tradicién del huipil me- soamericano fue convertida para las mujeres indigenas en un marcador racista con el que leer sus cuerpos. Muchas de ellos, a pesar de eso, resguardan el valor, el aprecio, la importancia y Jos conocimientos alrededor de la confeccién y el uso del huipil, ‘una tradicién en resistencia. A pesar del desplazamiento del huipil en muchas comunidades indigenas, provocado por la violencia racista, las comunidades han sabido también apropiarse de las telas de produccién indus- trial como la manta y han tomado estos elementos para expresar identidad y belleza, bordando sobre estas telas, deshilandolas y expresando sus tradiciones y cosmovisiones sobre ellas. 33 Amor En varias representaciones literarias y audiovisuales, presentan Malintzin como una mujer enamorada, esto se explica como el mévil para disculpar, de algtin modo, el acto de traicién que la historia nacionalista le ha atribuido. La imagen de una Malin- tzin enamorada de Hernn Cortés que después es despreciada por él refuerza la mirada miségina y racista que se ha hecho de su figura. Cuando Malintzin fue entregada después de la batalla de Centla junto a otras 19 j6venes mujeres, pasé por un proceso complejo y violento. El catolicismo europeo prohibia tener relaciones sexuales con personas que no estuvieran bauti- zadas, asi que un paso importante era bautizar a las 20 jévenes. La historiadora Frances Kartunnen ha llamado la atencién so- bre esta contraposicién: el bautizo que precede a una viola: la ceremonia del bautizo como un requisito que la posibilita. Malintzin fue entregada después de una cruenta batalla que, de haber sido ganada, hubiera modificado su destino. Aura Cumes, antropéloga kagchikel, ha reflexionado cémo la su- puesta “entrega” de mujeres durante las guerras de conquista se ha leido sin el contexto necesario, Cuando estas entregas no simbolizaron alianzas al modo mesoamericano, se hicieron en medio de un contexto de guerra y no de manera voluntaria, no hacerlo podrfa significar la destruccién de una comunidad o atrocidades mayores sobre la poblacién amenazada. Debemos tener en cuenta entonces que Malintzin fue entregada, después de una batalla y con la intencién de evitar males mayores, a ‘unos hombres que acababan de ejercer una violencia inusitada durante la batalla de Centla, hombres que poseian animales y armas atemorizantes nunca antes vistos. El contexto cono- 34 cido en el que Malintzin se encontraba habia sido roto por la irrupcién de esos hombres cuyas corporalidades y costumbres eran también muy extrafias. En esta atemorizante situacién, es muy probable que el temor y el miedo fueran las principales sensaciones que la estaban atravesando y, como sabemos, es0s sentimientos no son compatibles con el surgimiento del amor de esas j6venes que, después del bautizo, habrian sido forzadas. El amor romédntico es un sistema que se vale de una educacién sentimental estructural y que se encuentra en muchos elementos con los que somos educadas, sobre todo las mujeres, en con- textos patriarcales. El amor roméntico idealiza la opresién de género, como ya se ha dicho muchas veces desde el feminismo, para cubrirlo con un manto que lo hace parecer inocuo o incluso deseable. Malintzin no habia sido expuesta a esa educacién sen- timental, y en su situacién, resulta absurdo pensar que pudiera enamorarse de Hernan Cortés en las circunstancias en las que le tocé vivir. Ni Hernan Cortés ni ella procedian de sociedades en donde el matrimonio se viera como el resultado de una relacion roméntica. Considerar que los actos de Malintzin se explican por los sentimientos de amor romédntico que habia desarrollado por el capitan espafiol es imponerle los lentes del patriarcado actual y demeritar sus habilidades y su importancia en el proceso histérico que le tocé protagonizar. Si Hernan Cortés tuvo algiin aprecio por Malintzin, ademas del sentimiento derivado de de- pender de ella en miiltiples circunstancias, este aprecio se puede observar en el hecho de haberle concertado matrimonio con el espafiol Juan Jaramillo. El estatus de casada le podia permitir a Malintzin disfrutar de otros derechos y mejorar sus condiciones en el nuevo sistema social que estaba llegando; al mismo tiempo, esta uni6n honraba més a Jaramillo al unitlo con una mujer que, en palabras de Bernal Diaz del Castillo, “tenia mucho ser y man- daba absolutamente entre los indios de toda la Nueva Espaia”. 35 Hernan Cortés, por su parte, siempre tuyo que estar defen- diendo sus intereses ante los propios poderes espafioles. En este contexto, el matrimonio siempre le habria significado wn ele- ‘Mento més con el que podia mejorar su situacién dentro de la sociedad espafiola y sus jerarquias. Como ha apuntado el histo- riador Federico Navarrete, si Cortés iba unirse en matrimonio después de la muerte de su primera esposa, lo habria hecho con tuna mujer que le representara un beneficio para sus intereses, como efectivamente sucedi6. De las fuentes y de los andlisis que existen, no hay indicadores que nos muestren que Cortés se enamoré de Malintzin, es muy probable que haya llegado a sentir respeto y aprecio por ella, pero, segiin su patrén de com- portamiento, si Malintzin le hubiera significado alguna obstruc- cién a sus planes e intereses, no habria dudado en deshacerse de ella. Al contrario de lo que los lentes del amor roméntico nos muestran, el matrimonio de Malintzin con Juan Jaramillo no representa el desprecio de Cortés a una Malintzin enamorada sino més bien una especie de reconocimiento, si consideramos ademas que, al mismo tiempo que se hizo esta unin, le fue entregado en encomienda su antiguo lugar de nacimiento, Intérpretes La interpretaci6n, a diferencia de la traducci6n que atraviesa la escritura, es un acto profundamente inmerso en la interaccién inmediata. Interpretar, ya sea simulténea o consecutivamente, implica responder a todos los estimulos que se reciben més alla de las palabras, decodificarlos y trasladarlos lo mejor posible a la otra lengua, luego hay que hacerlo también de regreso. Federico Navarrete ha hablado de la larga secuencia de momentos en los que la interpretacién ocurria entre Malintzin, los gobernantes nativos, Jeronimo de Aguilar y Hernan Cortés. Con el paso del tiempo, Malintzin ya hablaba castellano y atin en estas circuns- tancias la interpretaci6n debié ser un reto muy arduo. En algu- nos pasajes, Bernal Diaz del Castillo describe que en muchas ocasiones Malintzin pasaba tiempo hablando con los gober- nantes nativos sin interpretar al castellano. Muchas de las personas que actualmente hacemos interpretacién de lenguas indigenas nos hemos encontrado en la situacién de enfrentar- nos a esa necesidad de alargar la interaccién para comprender mejor lo que hay que trasladar. Ante un juez impaciente en el sistema judicial, hemos tenido que pedir un momento y explicar por qué al interpretar términos y nociones juridicas la cantidad de palabras empleadas en una lengua y en otra no se corresponden, Interpretar consiste entonces en trasladar sistemas de senti- dos completos de una lengua a otra, la tarea es més complicada porque lo que dice una de las personas en Ia interlocucién impactaré en el tipo de respuesta que dé la otra persona. El discurso que se interpreta est constantemente modelindose por la interaccién misma, los gestos también entran en este 37 complejo proceso y pueden impactar en el curso y la naturaleza de un didlogo. En medio de ese continuo flujo entre significa- dos, palabras y sentidos quedamos inmersas las personas que interpretamos. La tarea nos demanda una atencidn total cons- tante que es agotadora. Dado que nunca antes se habia hecho interpretacién entre lenguas y mundos tan distintos, el reto al que debié enfrentarse Malintzin fue maytisculo. Pesaban ademas sobre ella las consecuencias de la interpretaci6n y la posibilidad constante de poder influir sobre los hechos. Mientras aprendia cl castellano, iba aprendiendo también los valores culturales asociados a la lengua, las complicadas nociones religiosas del catolicismo de esa época seguramente contrastaban con el complejo mundo sagrado mesoamericano en su mente. La inter- pretacién y mediacién de Malintzin podia tener consecuencias importantes sobre el curso de los hechos y sobre la vida de muchas personas, y en este proceso de interpretacién, Cortés no podia tener ningtin control, dependia de ella y aunque tra- tara de inferir lo que estaba sucediendo muy lejos quedaba del conocimiento privilegiado que Malintzin estaba desplegando y adquiriendo al interpretar entre sistemas tan disimiles, Ante los gobernantes y la poblacién nativa, ella era la que hablaba, con ella estaban dialogando, las ideas se expresaban en su boca y los acuerdos y las negociaciones tenia asi la voz de una mujer. Ella era Malintzin y su nombre incluso eclipsé al de Hernan Cortés en los documentos de los pueblos nativos. Con Malinizin se inaugur6 una amplia tradicién de interpre- tacién y traduccién entre el castellano y las lenguas indigenas, pero también entre éstas iltimas y el nahuatl que en gran parte fue usado como la lengua de la evangelizacién y de la adi nistracién virreinal en muchas regiones de Mesoamérica. Sin embargo, esta posicién de mediacién en la que las personas que dialogan no pueden tener el control de lo que decimos quienes 38 interpretamos, nuestra tarea esté cubierta por el manto de tuna sospecha constante. En su libro El arte de estar en medio: intermediarios indigenas, identidad india y régimen local en la Oaxaca colonial a historiadora Yanna Yannakakis reflexiona sobre las complejidades de quienes como intérpretes tenfan un pie en sus pueblos y otro en el conocimiento del mundo virreinal. Esta posici6n, privilegiada en un sentido, les permitio jugar, al igual que a Malintzin, papeles fundamentales en los intrincados procesos politicos, sea para trasladar significados del nuevo orden colonial y abonar a su entendimiento, sea para configurar la resistencia y la negociacién entre los pueblos indigenas y la administracién espaiiola.. En el contexto de mi comunidad, en la sierra norte de Oa- xaca, durante la época virreinal, la alcaldfa mayor de Villa Alta contaba con intérpretes de zapoteco, mixe, chinanteco y nahuatl. En este contexto era posible enfrentar procesos juridicos comple- tosen distintas lenguas nativas, una posibilidad que hoy parece imposible a pesar de que el actual marco legal ya lo garan- tiza. En los archivos de algunas comunidades mixes, se pueden hallar documentos que muestran que los escribanos comuni- tarios levaban el registro de la administraci6n piblica de sus en néhuatl, evidenciando asi un conocimiento al menos bilingiie. La interpretacién y el registro escrito que hacfan los escribanos comunitarios los ponia en una situaci6n sgiada de la que se guarda memoria hasta estos dias, pero, en muchas ocasiones la sospecha los persiguié a tal grado que a ellos les achacaron responsabilidades graves; varios de ellos, terminaron siendo condenados a muerte ya sea porque sus pueblos los creian colaboracionistas de la administracion Viereinal, ya sea porque la administraci6n virreinal los acusaba de estar incitando rebeliones. Esta situacién se ha reproducido por siglos y se guardan muchos casos en la tradicién oral de las, 39 comunidades mixes. El arte de estar en medio, como lo nombra Yannakakis, fue siempre peligroso. Lejos del complejo entramado de intérpretes, mediadores y escribanos de la época virreinal, la situaci6n actual de la in- terpretacién en lenguas indigenas presenta muchos retos. Las politicas lingiiisticas del Estado mexicano, que durante mucho tiempo se empefié en desaparecer la diversidad lingiifstica de estos territorios tuvo como una de sus consecuencias que, en la interaccién con la administracién estatal, no se creyera necesaria la tarea de los intérpretes para pueblos y personas indfgenas. Esto ha tenido consecuencias terribles en la violacién de derechos humanos de la poblacién indigena, en Oaxaca, por ejemplo, el Centro Profesional Indigena de Asesoria, Defensa y Traduccién, reportaba en 2011 que més del 90% de la po- blacién hablante de lengua indigena en las cérceles locales no habia contado con intérpretes en sus procesos. Esta lamentable situacién se repite en los hospitales y en el sistema de salud, en el sistema educativo y en todas las ramas de la administracion piiblica. Por fortuna, diversas asociaciones de profesionistas indigenas en México e incluso en Los Angeles estan luchando por garantizar el derecho de la poblacién indigena a contar con intérpretes y, con todas las consecuencias y las complejidades, siguen practicando el dificil arte que practicé Malintzin: el arte de estar en medio. 40 ¢Malintzin indigena? Ante pregunta expresa, muchas mujeres mayores de mi comu- nidad niegan ser indigenas. Ellas son mixes, me responden. La palabra “indigena” que no tiene correspondiente en nuestra lengua se les revela vacia y no despliega ninguna identidad con la que se identifiquen. Yo misma tuve y tengo atin una relaci6n incémoda con esa categoria que nunca escuché atribuida a mien Ja infancia, Fue hasta llegar a la ciudad que me di cuenta que, ademas de ser mixe, yo era una mujer indigena. Desde entonces la génesis, los problemas y las posibilidades de esa palabra me han Ilevado a diferentes reflexiones. Mi identidad y pertenencia al pueblo mixe no han sido puestas en duda como silo ha sido mi identificaci6n con la categoria indigena. Una de las consecuencias de lo sucedido hace quinientos afios fue la creacién de nuevas categorias. Por un equivoco de Cristébal Colén, la poblacién nativa de este continente recibié Ja etiqueta “indio” y las muy distintas realidades, pueblos, culturas, experiencias ¢ historias de cientos de naciones nativas, ‘quedaron catalogadas baja la palabra “indio”. Mientras que la etiqueta “indigena” se comenz6 a usar en su sentido actual en el siglo XIX, como el lingiiista Michael Swanton ha apuntado, la palabra “indio” fue la utilizada por la administracién coloni Las unidades sociopoliticas nativas fueron bautizadas como Repiblica de Indios y, esa categoria, ubicé a las sociedades nativas en una relacién de subordinacién que no ha cambiado, Bajo la categoria de indio, quedaron encapsulados los pueblos ‘mesoamericanos, pero también entraron poco a poco pueblos tan disimiles como los pueblos nativos del norte de lo que ahora es México. Esa categoria fue nivelando, paulatinamente, con el 4n paso del tiempo a los pueblos en una misma identificacién que significaba un lugar especifico en el orden colonial. Sin embargo, por la época en la que Malintzin vivio, muy al principio de la administracién colonial que era apenas exis- tente, las categorias no estaban consolidadas. Como Camilla Townsend ha apuntando en su libro sobre Malintzin, en esa época, la distincidn entre la nobleza mesoamericana y el pueblo llano, conocidos también como macehuales, era tal vez mas significativa que la categoria “indio”. Los pueblos nativos que hhabian participado en la caida de Tenochtitlan y que después se involucrarian también en las subsecuentes guerras de conquista se asumfan vencedores y conquistadores también, Con el paso de los siglos, el hecho de haber sido vencedores en esas guerras no impidié que, quinientos afios después, sus descendientes hayan terminado siendo nivelados en la categoria “indigena” que utiliza el Estado mexicano, Més que una mujer indigena, en medio de su situacién, podemos decir que Malintzin era una mujer nativa que habia lo entre varios pueblos y lenguas, que habia pasado de la esfeta mas baja de la sociedad de su tiempo a una posicién muy distinta en el nuevo orden que comenzaba a establecerse. ¢Ha- bria escuchado la palabra “india” para referirse a ella? Todas las implicaciones y el desprecio con el que se usa frecuente- ‘mente esa palabra en la actualidad no podian activarse hacia su persona, Con el paso de los siglos y Ia fundacién del Estado mexicano, la palabra “indigena” comenz6 a sustituir a la palabra “indio” en la administracién gubernamental. En el marco legal, la pala- bra “indigena” es la que aparece en los documentos juridicos. La palabra “indio” ha ido adquiriendo gran carga despectiva y, aunque se usa en contextos cotidianos arrastrando esa carga, no es distinta a la palabra “indigena” para la poblacién a la 42 que nombra. Aunque las connotaciones de ambas palabras son diferentes, no lo son sus denotaciones. De los miles de afios de historia de los pueblos mesoamericanos, s6lo quinientos hemos sido indias y sdlo doscientos hemos sido indigenas. Ser indio o indigena no es un rasgo esencial de nuestras culturas ni define toda nuestra historia, ser indio y ahora indigena es una posici6n politica en el sistema colonial y dentro del Estado mexicano, no es nuestra esencia, Si miles de afios hemos sido mixes, nahuas ‘© zapotecos, el pasado en el que no éramos indigenas ni indios nos permite vislumbrar la posibilidad de un futuro en el que no lo seamos. Esto implicaria necesariamente desarticular el ra~ smo, el capitalismo y el patriarcado, sistemas profundamente imbricados que ordenan el mundo actual Llamar indigena a Malintzin trae su figura a los sistemas de opresién actual y la inscribe en a misma categoria por lo que, estrictamente hablando y sin ser anacr6nicos, Malintzin no fue una mujer indigena, esa categoria utilizada por el Estado mexicano; Malintzin fue més bien una mujer nativa que paso de ser una esclava, a ser respetada y nombrada con honores por la sociedad de su tiempo. En paralelo, los pueblos indigenas podemos subvertir las relaciones de opresion y convertirnos de nuevo en pueblos con nuestras historias y territorios que no sean ya indigenas, que pueden establecer relaciones inter- culturales simétricas con otras culturas y pueblos del mundo sin que se nos lea bajo el lente y la categoria a las que nos han subordinado. Las resistencias de estos pueblos estan y han esta- do ahi y en esa medida usar “indigena” para estas luchas tiene sentido mientras la opresi6n exista. Pero un dia, volveremos a ser mixe 0 zapotecos o totonacos sin ser indigenas, del modo que Malintzin también cambié su destino. 43 Indice 1521, un atado de vidas Presentacién Un nombre: Malintzin y Malinche La danza como texto tzin y la Conquista Traicion Kwa Trama y urdimbre Amor eee Intérpretes intzin indigena? cen papel Snow Cream de 6o g awa tinea Diseio de portadae ilustraci6n: Manuel Monroy. Disedo editorial y formacin: Regina Olivares Coordinacién académica: Gibran Bautista y Lugo y Pedro Maraién.

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