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EQUIPO EDITORIAL
DIRECTOR
Carlos A. Page (CIECS-CONICET-Universidad Nacional de Córdoba)

EDITOR/A
Silvana M. Lovay, (CONICET-CIECS, Universidad Nacional de Córdoba)
Eduardo Manuel Rodríguez Leirado, (CONICET-IAA-Centro de Arqueología Urbana – FAD yU – UBA)

COMITÉ EDITORIAL
Alfredo J. E. Poenitz (Universidad Nacional de Misiones-Argentina)
Marcela Aspell (CONICET-Universidad Nacional de Córdoba-Argentina)
Jorge Troisi-Melean (Centro de Historia Argentina y Americana-Universidad Nacional de La Plata)
Leonardo Waisman (CONICET-Universidad Nacional de Córdoba-Argentina)
Carlos A. Page (CIECS-CONICET-Universidad Nacional de Córdoba)
Marcela Alejandra Suárez (CONICET – Universidad de Buenos Aires)
Ana María Gorosito Kramer (Universidad Nacional de Misiones-Argentina)
María Laura Salinas (Instituto de Investigaciones Geohistóricas, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
IIGHI-CONICET – Universidad Nacional del Nordeste – Argentina)
Daniel Schávelzon (CONICET-IAA, Universidad de Buenos Aires)

COMITÉ CIENTÍFICO ACADÉMICO


Antonio Astorgano Abajo (Universidad de Zaragoza - España)
María Cristina Bohn Martins (Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico - Universidade de Vale do
Rio dos Sinos – Brasil)
José Eduardo Franco (Universidade de Lisboa - Portugal)
Pedro Ignácio Schmitz SJ (Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico - Universidade de Vale do Rio
dos Sinos – Brasil)
José Andrés-Gallego (Consejo Superior de Investigaciones Científicas - España)
† Bartomeu Melià, SJ (Centro de Estudios Paraguayos “Antonio Guasch" - Paraguay)
Darko Sustersic (CONICET- Instituto de Teoría e Historia del Arte - FFyL- Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Erneldo Schalenberg (UNIOESTE - Brasil)
Francisco de Borja Medina SJ (Pontificia Universidad Gregoriana – Italia)
Inmaculada Fernández Arrillaga (Universidad de Alicante - España)
Javier Burrieza Sánchez (Universidad de Valladolid - España)
Johannes Meier (Johannes Gutenberg Universität Mainz – Alemania)
Jose del Rey Fajardo SJ (Academia Nacional de la Historia - Venezuela)
Pavel Štèpánek (Univerzita Palackého, Olomouc - República Checa)
Regina María d´Aquino Fonseca Gadelha (Departamento de Economia-FEA-PUC/SP, Brasil)
Gilberto López Castillo (Instituto Nacional de Antropología e Historia - Sinaloa - México)
Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos SJ (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando - España)
Juan Dejo Bendezú SJ (Universidad “Antonio Ruiz de Montoya”, Lima-Perú)
Silvana M. Lovay (CIECS-CONICET-Universidad Nacional de Córdoba)
† Raquel Padilla Ramos (Instituto Nacional de Antropología e Historia - Sinaloa - México)
Marcia Amantino (Universidad Salgado de Oliveira – Rio de Janeiro - Brasil)
Franz Obermeier (Christian Albrecht Universität – Kiel - Alemania)
Federico Sartorio (CIECS-CONICET-Universidad Nacional de Córdoba)
Rodrigo Moreno Jeria (Universidad Adolfo Ibáñez - Chile)

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ISSN: 2314-3908
Director: Dr. Carlos A. Page
Organismo responsable: Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS) - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) - Universidad Nacional de Córdoba (UNC) - Av. Valparaiso s/n, Ciudad
Universitaria - Córdoba (CP5000) E-mail: ihsantiguosj@gmail.com y ciecs@ciecs-conicet.gob.ar Tel. (54 0351) 5353769
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TABLA DE CONTENIDOS
EDITORIAL
Editorial (Vol. 7, Nº 2, año 2019) 1-4
Carlos A. Page

ARTÍCULOS
La cátedra de Sagrada Escritura en la universidad javeriana 4-22
colonial (1722-1767)
José del Rey Fajardo SJ
La imagen jesuítico-guaraní. Representatio y equivalencia 23-41
lingüística
Horacio M. Bollini
“Um operoso e erudito estudioso da história de nossa 42-62
pátria”. Raphael Galanti e o ensino de História do Brasil
(1896-1917)
Magno Francisco Jesus Santos

NOTAS Y COMUNICACIONES
Los primeros retratos de Ignacio y los inicios de la 63-75
iconografía ignaciana
Carlos A. Page

DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Las “Proposiciones censurables” que encontraron en los aposentos los 76-98
jesuitas expulsos
Inmaculada Fernández Arrillaga
Pablo Joseph de Arriaga como rector del colegio jesuita de 63-75
Arequipa 1609-1612
99-119
Jimmy Martínez Céspedes
Francisco Fabra y su relación del colegio de Tarija y sus 120-134
misiones (1770) para el P. Pedro de Calatayud
120-134
Carlos A. Page
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
Antonio Mestre Sanchís (2019). Religiosidad, cultura y
política. Mayans y la Compañía. De la amistad a la 135-141
ruptura. Valencia: Facultad de Teología San Vicente
Ferrer, serie Valentina número 73, ISBN: 978-84-95269-
95-9, 263 pp.
Antonio Astorgano Abajo
Raquel Padilla Ramos (2018). Los partes fragmentados.
Narrativas de la Guerra y la deportación Yaquis. México: 142-143
Secretaría de Cultura-Instituto Nacional de Antropología
e Historia, 2018. ISBN: 978-607-539-198-4, 325 pp
Gilberto López Castillo

IN MEMORIAM
Bartoleu Melià Lliteres SJ (Porreras, 7/12/1934 -
Asunción, 6/12/2019) 145-148
Carlos A. Page
Raquel Padilla Ramos, vocera de los sueños y luchas
yaquis (Hermosillo, 19/9/1934 – Ures, 7/11/2019 149-153
Iván Franco
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica es un proyecto que cuenta con el auspicio


del CIECS-CONICET-UNC (Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y So-
ciedad, unidad ejecutora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
asociada a la Universidad Nacional de Córdoba) sin financiación alguna, que aparece
semestralmente por la manifiesta voluntad de sus colaboradores y, sobre todo, por el tra-
bajo desinteresado de sus editores. Viene esto a cuenta por la profunda crisis (no solo
económica) que se ha sumergido a la Argentina, aunque nuevamente afloran tiempos de
esperanza. Una expectativa que nos genera confianza y nos estimula en esta labor, con-
centrada en visibilizar la obra de los antiguos jesuitas en Iberoamérica.
De tal manera, que una vez más tenemos la satisfacción de presentar un nuevo
número (v. 7 n° 2 - 2019), para los lectores presentes y también para los futuros que
interpretarán nuestros propósitos y les brindaremos los avances que la ciencia hoy nos
permite proseguir en investigaciones, que comenzaron hace varios siglos. Solo somos un
pequeño espacio de ese recorrido en el que aportamos todo cuanto nuestras capacidades
intelectuales nos lo permiten. Bien sabemos los historiadores del valor de nuestros prede-
cesores y de los difíciles caminos por los que atravesaron, y que hoy son para nosotros
escollos fáciles de sortear ante los avances tecnológicos.
En el presente número de IHS, para nuestro pesar, hemos incorporado al final, a
modo de sección, un In memorian, debido a la pérdida de dos muy estimados miembros
del Comité Científico Académico. Nos referimos al P. Bartomeu Melià Lliteres SJ y a
Raquel Padilla Ramos. Uno con residencia en Paraguay y otra en México, que han tenido
en sus vidas puntos de contacto no solo históricos, sino en la acérrima defensa del indí-
gena del siglo XXI, que de norte a sur del continente están padeciendo los mismos atro-
pellos a que fueron sometidos durante cinco siglos. Una convicción admirable que los
ubica como estandartes de nuestro tiempo, a pesar del silencio cómplice que se cierne
sobre el genocidio de las culturas originarias. Personalmente dediqué unas palabras que
no pretenden ser un obituario, sino simplemente un recuerdo al maestro jesuita que nos
enseñó sobre la cultura guaraní. Mientras que, de Raquel, quien se encontraba en la cús-
pide de su actividad intelectual, se ocupa Iván Franco, compañero de trabajo del prestigioso
Instituto Nacional de Antropología e Historia – Centro Yucatán (México). Ambas lecturas nos
invitan a vernos a nosotros mismos y al lugar que debemos ocupar en el mundo.
Como en los números anteriores, pretendemos expandir y a la vez delimitar en el
espacio-tiempo, la trayectoria de los antiguos jesuitas en Iberoamérica. Una temática que
cada vez más, se abre paso a la historiografía colonial desde una perspectiva crítica y
desde la experiencia de una pasada sociedad intercultural. Un mundo cargado de tensio-
nes e injusticias donde parte de la Iglesia, sostuvo un compromiso fundamental con ese
sector vulnerado en sus mismas entrañas, quebrado en su identidad cultural y llevado
hacia los rincones más oscuros de la Humanidad. Nuestra misión es justamente reflexio-
nar sobre este tiempo y sus protagonistas, ampliando el horizonte de las historiografías
del continente, para generar un mayor grado de integración entre los historiadores iberoa-
mericanos y mantenerlos en constante debate sobre un pasado que no es ajeno al presente.
Es decir, desde una perspectiva y enfoque que ubica al objeto de estudio en su relevancia
contemporánea. Para ello aportamos artículos de investigación histórica original y de alta

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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

calidad, garantizada por su sistema de selección de trabajos, dirigida a todos los historia-
dores y a las nuevas generaciones, para integrarlos a esta temática en particular.
Nuestro primer número, aparecido en 2013, fue presidido de una larga prepara-
ción, pero con la satisfacción de ir generando un creciente interés entre los historiadores
e historiadoras del mundo iberoamericano. Este es nuestro número 14, llegando paulati-
namente con sus contenidos, a ir avanzando en su proceso de indexación, que sumó a
LATINDEX, DOAJ, REDIB, DIALNET, BASE, ATLA, MIAR, LatinREV, AMELI-
CA, ART-HISY y PKP|INDEX.
Por eso nuestro especial reconocimiento a quienes confiaron en el proyecto aca-
démico-editorial, a los renombrados académicos integrantes de los Comité Editorial y
Científico, como fundamentalmente a quienes publicaron artículos y reseñas, y también
a la generosidad de los evaluadores de los manuscritos, quienes tienen una ardua tarea
con no menor responsabilidad. Pero el agradecimiento debemos extenderlo a los miles de
lectores que navegaron por la revista en búsqueda de contenidos historiográficos origina-
les y de relevancia, como a los más de once mil seguidores que nos acompañan en nuestras
redes sociales.
Como es tradicional, la revista se inicia con la sección Artículos, y allí comenza-
mos con un frondoso estudio del prestigioso P. José del Rey Fajardo SJ sobre la cátedra
de Sagrada Escritura de la universidad javeriana. Materia de llegada tardía, que fue pre-
sidida por la de Gramática, Filosofía, Teología Escolástica y Moral, incluso lengua indí-
gena, entre otras como Medicina, para arribar al siglo XVIII con estudios de Leyes y la
esperada de Sagrada Escritura. Una demora que en realidad no fue tal, pues su contenido
era incluido en Teología Moral. Abrió sus clases en 1722 bajo la docencia del jesuita
belga Simón Vinans.
Continúa el historiador de arte Horacio M. Bollini analizando la recepción de las
imágenes religiosas por parte del guaraní, y el sentido mágico-chamánico que la relaciona
a la palabra portadora de “apariciones”. En la imagen y la palabra se vinculan las mani-
festaciones el alma, siendo el Catecismo de Ruiz de Montoya un instrumento que revela
equivalencias en la construcción de un mismo sentido, aunque en planos disímiles según,
como afirma el autor: “las urgencias semánticas del signo emisor y las adaptaciones que
la matriz receptora propicia”.
En un tercer trabajo, el doctor Magno Francisco de Jesus Santos, de la Universi-
dade Federal do Rio Grande do Norte, hace referencia a la labor pedagógica del jesuita
italiano Raphael Galanti, quien trabajó fuertemente en la revitalización de la historia del
Brasil. Lo hizo en consonancia con la vocación educativa de los jesuitas y en un tiempo
donde la historia escolar del Brasil tomó auge ante el surgimiento del gobierno republicano.
Pero también en el marco de la revalorización de la historia que impulsaban los jesuitas
desde Roma. El legado del P. Galanti se concentra en un importante número de libros es-
colares y discursos que fueron publicados en la Revista del prestigioso Instituto Histórico
y Geográfico del Brasil.
En la sección de Notas y Comunicaciones, publicamos una conferencia presentada
en la inauguración de la exposición “Imaginar lo invisible. Misión y utopía jesuita en el Perú”.
Lima. Galería Municipal de Arte “Pancho Fierro”, 19 de setiembre 2018, en el marco de los 450
años de los jesuitas en Perú. La misma versa sobre el origen de la iconografía ignaciana iniciada
a partir de una máscara mortuoria con la que se comenzaron a pintar retratos de San Ig-
nacio en Europa, hasta que la representación facial se volvió una serie, sobre los aconte-
cimientos más importantes de su vida. Presentamos estas noticias para llegar a los mode-
los de Rubens que fueron los que en definitiva prevalecieron e influyeron en todo el

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mundo para iniciar una clásica iconografía, cuyos antecedentes y posterior desarrollo
contó con destacados artistas, no solo en el ámbito europeo sino también en América.
En la sección Documentos Históricos, que tratamos de alentar en particular, pu-
blicamos tres trabajos. El primero de la profesora de la Universidad de Alicante, Inmacu-
lada Fernández Arrillaga, especialista en diversos temas relacionados con la Iglesia y el
Estado en el siglo XVIII y sobre todo del destierro de los jesuitas del mundo hispano. En
este trabajo sobre las “Proposiciones censurables”, se recopila una selección de manus-
critos dejados por los jesuitas, al momento del arresto, en los aposentos del colegio de
Alcalá de Henares, que los ejecutores calificarían como de moral poco ortodoxa, con el
fin claramente, de justificar la expulsión ordenada sistemáticamente por los borbones. El
segundo trabajo, del historiador y paleógrafo de la Universidad Nacional “Federico Villarreal”
del Perú, Jimmy Martínez Céspedes. El trabajo se desarrolla alrededor de un expediente
judicial sobre un pleito que inicia el P. Pablo Joseph de Arriaga, rector del colegio jesuita
de Arequipa, contra los oficiales reales y que visualiza los conflictos sociales y la des-
trucción que sufrieron las propiedades de su colegio a consecuencias de los movimientos
telúricos que sufrió la provincia en los primeros años del siglo XVII. Finalmente, la ter-
cera presentación es una relación del colegio de Tarija que escribe el P. Francisco Fabra,
perteneciente al legajo del Archivo de Loyola, compuesto por una serie de manuscritos
inéditos que solicitó el P. Pedro de Calatayud para componer una Historia del Paraguay
que no llegó a concretar. Es un texto relacionado con un colegio que tuvo una particular
incidencia con la creación y desarrollo de las misiones de chiriguanos y sobre todo de
chiquitos, siendo estos últimos la gran esperanza que abrazaron los jesuitas de la segunda
mitad del siglo XVIII, luego de la catástrofe que significó la guerra guaranítica.
Para concluir, en nuestras Reseñas Bibliográficas contamos con referencias de
Antonio Astorgano Abajo sobre el libro de Antonio Mestre Sanchís y Gilberto López
Castillo sobre la obra póstuma de Raquel Padilla Ramos, a quien especialmente mencio-
namos al comienzo.
Nos despedimos entonces hasta la próxima publicación que contará con una nueva
modalidad de publicación continua, es decir, los artículos entran en línea en cuanto sean
aprobados por los evaluadores
Carlos A. Page
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27667

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ARTÍCULOS
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La cátedra de Sagrada Escritura


en la universidad javeriana colonial, 1722-1767

The chair of Holy Scripture


at the colonial javeriana university, 1722-1767

José del Rey Fajardo SJ*


DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27668

Resumen: Tardía fue la aparición de la cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad


Javeriana de acuerdo con su cronograma fundacional: en 1605 se abrirían dos clases de
gramática, los cursos de Filosofía en 1608, los de Teología Escolástica y Teología Mo-
ral en 1612, hacia 1613 la cátedra de Lengua indígena, la cátedra de Vísperas hacia
1616, la cátedra de Medicina en 1636, los estudios de Cánones y Leyes en 1706, y la
cátedra de Sagrada Escritura en 1722. La explicación de este fenómeno la ofrece el P.
Gonzalo de Lyra, quien en la Carta Annua de los años 1611 y 1612 escribe que “en lu-
gar de la escritura y el hebreo” juzga conveniente que estudien el chibcha por ser más
útil a los teólogos jesuitas y a los clérigos que asisten a clase. Durante el siglo XVII la
docencia de esta ciencia estuvo vinculada a la cátedra de Teología Moral. En 1722 el
jesuita belga Simón Vinans había asumido la responsabilidad de la cátedra. El funcio-
namiento fue normal pero no podemos ofrecer una cualificación pues toda documenta-
ción permanece inédita.
Palabras clave: Universidad Javeriana. Facultad de Teología. Cátedra de Sagrada Es-
critura. Catedráticos de Escritura.

Abstract: Late was the appearance of the Chair of Sacred Scripture at the Javeriana
University according to its founding schedule: in 1605 two grammar classes would be
opened, the courses in Philosophy in 1608, those in Scholastic Theology and Moral

* Numerario de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela. Profesor Titular de la Universidad


Católica Andrés Bello de Caracas. E-mail: jfardo1934@gmail.com

4 José del Rey Fajardo SJ. La cátedra de Sagrada Escritura de la universidad javeriana… 4-22.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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Theology in 1612, around 1613 the Chair of indigenous language, the chair of Vespers
around 1616, the chair of Medicine in 1636, the studies of Canons and Laws in 1706,
and the chair of Sacred Scripture in 1722. The explanation of this phenomenon is of-
fered by Fr. Gonzalo de Lyra, who in the Annua Letter of the years 1611 and 1612
writes that “instead of writing and Hebrew,” it is convenient that they study chibcha for
being more useful to Jesuit theologians and clerics attending class. During the seven-
teenth century the teaching of this science was linked to the chair of Moral Theology. In
1722 the Belgian Jesuit Simón Vinans had assumed the responsibility of the chair. The
operation was normal but we cannot offer a qualification because all documentation
remains unpublished.
Keyword: Javeriana university. Faculty of Theology Chair of Holy Scripture. Professor
of Writing.

Recibido: 18 de agosto de 2019.


Evaluado: 14 de octubre de 2019.

José del Rey Fajardo SJ


Profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Doctor en Letras
por la Universidad de Los Andes (Mérida) y en Historia por la Pontificia Universidad
Javeriana. Académico de Número (Sillón S) de la Academia Nacional de la Historia de
Venezuela y de la Academia Venezolana de la Lengua (sillón A). Rector fundador de la
Universidad Católica del Táchira (Venezuela). Desde 1992 miembro del Sistema de
Promoción del Investigador del FONACIT en su máximo nivel. Doctor Honoris Causa
por las Universidades: Los Andes (Mérida); Zulia (Maracaibo); Rómulo Gallegos (San
Juan de Los Morros), Cecilio Acosta (Maracaibo) y Pontificia Universidad Javeriana de
Bogotá. Su ingente producción histórica está especializada en el estudio de las mentali-
dades en el Nuevo Reino de Granada, en las formas culturales de las Misiones jesuíticas
en la Orinoquia y en la Pedagogía jesuítica colonial. Se ha desempeñado como Presi-
dente del Consejo Superior de la Universidad Valle del Momboy (Valera. Estado Truji-
llo).

5 José del Rey Fajardo SJ. La cátedra de Sagrada Escritura de la universidad javeriana… 4-22.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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En 1542 se fundó el virreinato del Perú con su respectiva Audiencia que com-
prendía Panamá, Nueva Granada, Quito, Nueva Castilla, Nueva Toledo, Chile, Tucu-
mán, Buenos Aires y Paraguay. El General Francisco de Borja (1510-1572) (Dalmases,
2001, pp. 1605-1611), nombró al P. Jerónimo Ruiz del Portillo (c.1532-1590) Provin-
cial de las Indias Occidentales, el 16 de marzo de 1567 (Borja Medina, 2001, pp. 3437-
3438), y éste llegó a Lima el 1º de abril de 1568 (Nieto, 2001, pp. 3104-3105).
La Congregación Provincial celebrada en 1588 solicitó a las autoridades roma-
nas que al rector de Quito se le confiaran los ingentes espacios que componían los
Reinos de Quito y del Nuevo Reino y así comenzó la primera toma de conciencia de
esas geografías, nuevas para la Compañía de Jesús (Jouanén, 1941, I, pp. 53-54).
El rápido y vital desarrollo que vivió la nueva entidad americana motivó a la
Congregación Provincial del Perú, reunida en diciembre de 1600, a plantearse la divi-
sión de la Provincia con el siguiente diseño. Se sugería la creación de la Viceprovincia
del Nuevo Reino. Paraguay pasaba a la Provincia del Brasil. Tucumán y Chile así como
Quito quedaban en el Perú (Fernández, 1986, pp. 20*-21*). Y se enviaba como Procu-
rador ante Roma y Madrid al P. Diego de Torres Bollo (1551-1638) (Storni, 2001, IV,
pp. 3824-3825 y Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp 689-700).
Las diligencias del Procurador ante Madrid y Roma, dieron como resultado que
el 30 de diciembre de 1602 el Rey Felipe III, otorgara una real cédula por la que autori-
zaba a los PP. de la Compañía de Jesús fundar en el Nuevo Reino de Granada1.
El 10 de marzo de 1603 escribía el General Claudio Aquaviva al P. Onofre Este-
ban, residente en Quito: “… y de la división que V. R. y la congregación piden, llevará
respuesta el P. Diego de Torres quando buelba”2.
En un documento del 7 de abril de 1603 se concretan las facultades que tendrán
los Viceprovinciales del Nuevo Reino de Granada y el de La Sierra (otras veces se lla-
mará Viceprovincia de Charcas o Viceprovincia de Arriba)3.
Y el 28 de julio del mismo año precisaba el P. General que “el Viceprovincial
del Nuevo Reino tendrá el colegio de Quito, Santafé, Panamá y Cartagena” 4, es decir,
que los territorios asignados eran Quito, Nuevo Reino y Panamá. Además sugiere que
pueda ser el P. Diego de Torres el Viceprovincial5.
El 30 de abril de 1604 se daba a la vela Diego de Torres con 45 misioneros (Ga-
lán García, 1995, pp. 220-221)6. En julio arribaron a Cartagena donde la expedición se

1
Felipe III a la Compañía de Jesús. Valladolid, 30 de diciembre de 1602 (Fernández, 1986, VIII, pp.
607-609).
2
El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Onofre Esteban. Roma, 10 de marzo de 1603 (Fernández, 1986,
VIII, p. 47).
3
El P. Claudio Acquaviva, Gen. A los Provinciales del Nuevo Reino de Granada y de la Sierra. Roma, c.
7 de abril de 1603 (Fernández, 1986, VIII, pp. 153-154).
4
El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Rodrigo de Cabredo, Prov. Roma 28 de julio de 1603 (Fernández,
1986, VIII, p. 384).
5
El P. Claudio Acquaviva, Gen. Al P. Rodrigo de Cabredo, Prov. Roma, 28 de julio de 1603 (Fernández,
1986, VIII, pp. 385-386).
6
Es curioso anotar que la Casa de Contratación divide al grupo en tres capítulos: 1) Destino: Chile, Quito.
Santa Cruz, Río de la Plata, Tucumán al mando del P. Diego de Torres. 2) Perú al mando de del P. Diego
de Torres. 3) Nuevo Reino de Granada al mando del P. Martín de Fuentes [error de transcripción: debe

6 José del Rey Fajardo SJ. La cátedra de Sagrada Escritura de la universidad javeriana… 4-22.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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desprendió de 12 sujetos que estaban destinados a dar comienzo a la viceprovincia del


Nuevo Reino (Pacheco, 1959, I, p. 92). El 22 de noviembre llegaba a la ciudad de Lima
(Pacheco, 1959, I, p. 88), y aunque el General de los jesuitas lo había designado como
Provincial del Paraguay, el P. Esteban Páez, máxima autoridad en el Perú, lo proclamó
viceprovincial del Nuevo Reino (Pacheco, 1959, I, pp. 104-105). A mediados de 1605
llegaba Diego de Torres a Bogotá7 para hacerse cargo de la nueva fundación.
El 23 de septiembre de 1604 llegaba a Santafé la expedición compuesta por los
PP. Martín de Funes, José Dedei, Juan Bautista Coluccini, Bernabé Rojas y el H. Diego
Sánchez (Pacheco, 1959, I, p. 101)8.
De esta suerte hacía su entrada en la joven Bogotá el grupo fundador de las tie-
rras neogranadinas: América venía representada por el primer Vice-Provincial, P. Diego
de Torres. Así, la nueva circunscripción neogranadina, ínsita en el corazón del mundo
chibcha, se desgajaba de la del Perú y por ello es lógico que heredara su pasión por la
vocación amazónica y su respuesta imitativa en la búsqueda del Marañón y del Orinoco.
Y la Compañía de Jesús universal se hacía presente en el científico Juan Bautista Coluc-
cini, en el humanista José Daddey y en el teólogo Martín de Funes (Pacheco, 1959, I, p.
88-90).
El marco espacial de la Provincia neogranatense lo diseñaría en 1607 –tres años
después de su llegada al Nuevo Reino- el P. Martín de Funes (Rey Fajardo SJ, 2002, pp.
131-134), hombre cosmopolita con mentalidad renacentista quien venía de enseñar teo-
logía en Austria y había recorrido como Profesor de esa disciplina una buena parte de
Europa, y quien pasaría a la historia eclesiástica romana como principal ideólogo del
primer seminario de misiones extranjeras (Saez, 1995, p. 573). Su inquieta y atrevida
personalidad intelectual (Piras, 1976) dejó sus huellas en el alma de la nueva Provincia.
Miembro fundador de la Provincia del Nuevo Reino y su representante ante la Congre-
gación General que se reunió en Roma en 1608, solicitaba la independencia de la Pro-
vincia del Perú y abogaba por la adquisición de una identidad propia en el Memorial 9°
que presentó al P. General de los Jesuitas en Roma ese mismo año 9. Su visión geopolíti-
ca de lo que él denominaba “Provincia de Tierra Firme” abarcaba desde Panamá hasta
Canarias (de donde esperaba conseguir vocaciones para tan magna empresa); también se
incluían todos los Llanos hasta el Brasil; por el norte comprendía las Islas de la Españo-
la y Cuba10. Asimismo, suplicaría en 1607 al P. Aquaviva que interviniera a fin de que
su Majestad “funde este colegio y universidad como se lo han pedido el Presidente, el
Arzobispo, el Visitador de toda la Audiencia y la Audiencia misma”11.
El 1º de enero de 1605, se inauguraron con toda solemnidad los estudios de hu-
manidades, en lo que a partir de 1623 sería la Universidad Javeriana12. El elegido para
pronunciar la clase inaugural sería el jesuita italiano P. José Dadey (c.1576-1660) (Del
Rey Fajardo SJ, 1995, pp. 178-181). Como buen humanista no solo enseñó a Nebrija

decir Funes].
7
AGI. Santafé, 242. Carta del P. Diego de Torres al Rey. Bogotá, 28 de enero de 1606.
8
ARSI. N. R. et Q., 12-I. Carta Anua de 1605, fol., 19v.
9
Martín de Funes. Memorial 9°: Que la Viceprovincia del Nuebo Reino de Granada sea y se llame pro-
vincia. ARSI. Congregationes Generales, 52, fols., 209-210.
10
Véase la trascripción castellana (Saez, 1995, pp. 605-606.
11
ARSI. Congregationes Provinciales, t. 52, fol., 206. Memorial 6º.
12
ARSI. N. R. et Q., 12, fol., 33. Carta annua anonima, 1604-1605.

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sino que también inició a sus discípulos en “los meteoros y la esfera del P. Clavio”
(Mercado, I, 1957, p. 183). Dotado del espíritu de las lenguas llegó a dominar cinco del
Nuevo Reino (Mercado, 1957, I, p. 183). Años después regresaría a la Javeriana para
regentar la Cátedra de Chibcha13. De su ingente labor indigenista ha sobrevivido la
Gramática y Vocabulario de la lengua mosca-chibcha (Anónimo, 1987).
Al abrir los estudios de humanidades en la ciudad de Bogotá, la Compañía de Je-
sús presentaba a la sociedad neogranadina un proyecto más para colaborar a la creación
de una matriz histórica, capaz de generar sus valores fundantes para la naciente Nueva
Granada. Soñaban con insertar a las juventudes neogranadinas en la modernidad que se
había iniciado en la vieja Europa a lo largo del siglo XVI, como fruto de la “revolución
educativa”.
De esta suerte podemos sintetizar el aporte de la Universidad Javeriana colonial
a las ciencias y saberes neogranadinos, que seguiría el siguiente cronograma: en 1605 se
abrirían dos clases de gramática14; los cursos de Filosofía en 1608 (Del Rey Fajardo SJ
y Marquínez Argote, 2010, p. 43-44. Pacheco, 1959 p. 109); los de Teología Escolástica
y Teología Moral en 1612 (Del Rey Fajardo, 2010, pp. 197); hacia 1613 la cátedra de
Lengua indígena15; la cátedra de Vísperas hacia 1616 (Del Rey Fajardo, 2010, p. 232),
la cátedra de Medicina en 1636 (Restrepo, 1928, pp. 25-26. Fernández y Granados,
1936, pp. 71-72. Hernández de Alba, 1947, pp. 105-113. Pacheco, I, 1959, pp. 538-
539); los estudios de Cánones y Leyes en 1706 (Pacheco, I, 1991, pp. 112-114), y la
cátedra de Sagrada Escritura en 1722 (Del Rey Fajardo SJ, 2010, p. 30).

La enseñanza de la Sagrada Escritura durante el siglo XVII


Sin lugar a dudas la Javeriana del siglo XVII se rigió por la norma común que
adoptaron todas las órdenes religiosas: vincular la docencia escriturística con la moral.
La persona clave para entender la génesis científica de la Universidad Javeriana
colonial era el P. Gonzalo de Lyra (1566-1628) (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 402-
404). Venía del Perú y durante su gestión como provincial (1607-1615) abrió los estu-

13
ARSI. N. R. et Q., 1. Epistolae Generalium. Carta del P. Claudio Aquaviva al P. José Dadey. Roma, 31
de mayo de 1620.
14
Gonzalo de Lyra. Letras Annuas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada de los años 1611 y 1612.
(ARSI. N. R. et Q., 12. Historia, I, fol., 63): “En dos clases de gramática leen dos de los Maestros, a buen
número de estudiantes, de cuyo fruto ha gozado ya la ciudad oyendo declamaciones, oraciones latinas,
viendo epigramas, hieroglíficos y otros géneros de poesías que en varias ocasiones de fiestas y exequias
de la reina se han sacado a luz”.
15
ARSI. N. R. et Q. I. Epistolae Generalium. Aquaviva a Lyra, 28 de enero 1614, fol., 33 (Luego en 1613
ya estaba funcionando). Los Estudios superiores de Teología se abrieron en 1612. Cfr. Letras Annuas de
la Provincia del Nuevo Reyno de Granada de los años 1611 y 1612. (ARSI. NR et Q. 12-1, fol., 63). En
1616 volvía el P. General a hablar sobre la cátedra de Lengua Indígena (ARSI. N.R. et Q. I. EpistolaeGe-
neralium, fol., 42. Aquaviva a Lyra, 8 enero 1616 (Lee López, 1964, pp. 183-217).

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dios de Filosofía (1608)16, los de Teología (1612)17 y la cátedra de lengua chibcha


(1613)18.
Este hombre a la hora de iniciar los estudios teológicos escribe en la Carta An-
nua de los años 1611 y 1612, que “en lugar de la escritura y el hebreo” juzga convenien-
te que estudien el chibcha19 por ser más útil a los teólogos jesuitas y a los clérigos que
asisten a clase.
A lo largo del siglo XVII encontramos algunos testimonios aislados que nos re-
miten al tema de esta investigación. Y lo llamativo es que, a veces, los testificantes son
ajenos a las estructuras oficiales de la Compañía de Jesús. Del P. Juan de Toro Zapata
(c.1596-1654) (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 685-687) sabemos que dictó sus clases de
Biblia gracias al testimonio de su cualificado alumno, el doctor Francisco de Borja, fu-
turo obispo de Tucumán y Trujillo e hijo de don Juan de Borja (Pacheco, 1928, pp. 171-
172).
Otro caso es el del P. Vicente Imperial (1585-¿?) (Del Rey Fajardo SJ, 2007, II,
pp. 265-266). En Roma se sorprenden que las autoridades neogranadinas le hayan dado
licencia “para que vaya escribiendo sobre el Eclesiastés en orden a imprimirlo”. En la
ciudad eterna les llaman la atención dos razones: primera que sea tan “mozo” y segunda
“no haber profesado lectura de la sagrada escritura”, y por el contrario lo invitan a que
aprenda la “lengua de esos yndios” pues en ello “hará mas servicio a Dios que en estarse
empleado en cosa de que hay tanto impreso”20. [fecha de la carta]
En 1663 ejercía la docencia de las letras sagradas 21 el P. Bernardo Estela
(c.1630-1686) y su estancia bogotana la podemos fijar entre los años 166122 y 166723.
Había nacido en Barcelona e ingresado en la Compañía en la Provincia de Aragón el 12
de octubre de 164524. Toda su formación escolástica y eclesiástica la recibió en España,
aunque hay que admitir que estudió un año en la Universidad Gregoriana de Quito 25.
Con posterioridad a esa fecha regiría los colegios de Las Nieves 26 y de Mompox27. Fa-
lleció en Tunja en 168628.

16
ARSI. N. R. et Q., 12-I, fol., 43. Letras annuas de la Vice Prouincia de Quito y el NueuoReyno de los
años de mil y seyscientos ocho y seyscientos y nuebe. Cartagena, 20 de septiembre de 1609.
17
ARSI. N. R. et Q., 12-I, fol., 63. Letras Annuas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada de los
años de 1611 y 1612.
18
El P. General alaba esta decisión (ARSI. N. R. et Q., 1, Epistolae Generalium, fol., 33. Carta del P.
Claudio Aquaviva al P. Gonzalo de Lyra. Roma, 28 de enero de 1614.
19
ARSI. N. R. et Q., 12-I, fol., 64v. Letras Annuas de la Provincia del Nuevo Reyno de Granada de los
años de 1611 y 1612. Santafé, junio de 1613.
20
ARSI. N. R. et Q., 1, fol., 53v. Cartas de los PP. Generales. Año 1617.
21
Archivo de San Bartolomé. Libro de la Universidad y Academia..., fol., 325v. ARSI. N. R. et Q., 3, fol.,
214. Catálogo de 1664. Todos los catálogos posteriores reiteran esta docencia.
22
ARSI. N. R. et Q., 5, fol., 1. Catálogo breve de 1661.
23
ARSI. N. R. et Q., 5, fol. 8. Catálogo breve de 1667: “Prefecto de la Congregación de la Asunción”.
24
ARSI. N. R. et Q., 5, fol., 6v. Catálogo de 1659.
25
ARSI. N. R. et Q., 5, fol., 6v. Catálogo breve de 1659: “Theologo de quarto año”.
26
ARSI. N. R. et Q., 5, fol., 1. Catálogo breve de 1661.
27
Los datos de que disponemos son los siguientes: Catálogo de 1668 (ARSI. N. R. et Q., 3, fol., 248v),
catálogo de 1671 (fol., 285v) y catálogo de 1678 (fol., 322) lo reseñan como Rector del colegio de Mom-
pox. Podría existir la posibilidad de que hubiera desempeñado el cargo durante todos esos años, pero

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En el siglo XVIII
Existen algunas dudas a la hora de precisar quién fue el fundador de la Cátedra
de Sagrada Escritura en la Universidad Javeriana el año 1722. Para clarificar esta lagu-
na, se debe recurrir a los catálogos de la Provincia del Nuevo Reino, más cercanos a la
fecha fundacional de la cátedra de los libros sagrados, es decir, entre el de 1720 y el de
1736. En realidad solo el segundo nos ofrece alguna luz y en él aparecen dos profesores
de Sagrada Escritura: el P. Pedro Fabro (Del Rey Fajardo SJ, 2002, pp. 113-115) y el P.
Simón Vinans (Del Rey Fajardo SJ, 2002, pp. 354-355). El primero llegó a tierras neo-
granadinas en 1735 y por ende su docencia en esta ciencia sagrada no se dio en Bogotá
sino en Lovaina29. Al segundo lo reseña el catálogo de 1736 como “interpressacraes-
cripturae”30.
Deducimos que fue el belga Simón Vinans (1669-1759) (Del Rey Fajardo SJ,
2006, pp. 733-734) el fundador de la cátedra. Había atravesado el Atlántico en la expe-
dición de 1705 pero residía en Sevilla desde el 1º de septiembre de 170131. Toda su
formación intelectual la había recibido en Bélgica (Audenaert, 2000, I, p. 455). La pri-
mera etapa de su estancia neogranadina (1705-1720) la absorbe tanto el superiorato de
las Misiones de Casanare32, como la gerencia del colegio de Mompox33. Lamentable-
mente existe una segunda fase que nos es totalmente desconocida (1720-1736) y cuyo
esclarecimiento sería vital para reconstruir los orígenes de la Cátedra de Sagrada Escri-
tura. En 1736 estaba al frente de la mencionada disciplina en la Universidad Javeriana34
y en ella permaneció, al menos, hasta 174235.
De su docencia solo nos ha llegado el manuscrito De Deo Trino. 173736.

también cabría la posibilidad de que su rectorado se hubiera desarrollado en dos oportunidades distintas:
la primer de 1668 a 1671 (provincialato del P. Gaspar Vivas) y el segundo de 1678 a 1681 (regencia del
visitador P. José de Madrid) y en este caso quedaría por dilucidar dónde vivió de 1671 a 1678. Testamen-
to de Bartolomé Lázaro de Corcuera, vecino de Mompóx y natural de la ciudad de Ocaña. Nombra alba-
cea al P. Bernardo Estela, Rector de Mompox.
28
ARSI. Historia Societatis, t. 49, fol., 30r.
29
Fue ayudante del P. Ignacio Pien (Sommervogel, VI, 1895, pp. 727-732). Véase: ARSI. Romana, 102,
fol., 99v.
30
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 226. Catálogo de 1736.
31
AGI. Contratación, 5549. Expedición de 1705. "16. El Padre SimonVinants sacerdote natural de Alosto
en Flandes, Obispado de Lovaina, de hedad de treinta y seis años, buen cuerpo, blanco, entradas grandes".
32
Indudablemente su estancia misional habría que ubicarla entre 1706 y 1710. El único testimonio oficial
de su acción misionera son los Catálogos que insisten en que fue misionero y Superior de las Misiones
(ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 113v). No hemos podido precisar las fechas de su superiorato, pero por deduc-
ción debería interponerse entre el del P. Juan Fernández Pedroche (1703-1706) y el del P. Pompeo Carca-
sio (1706-1709).
33
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 161. Catálogo de 1718. Idem, fol., 218: Catálogo de 1720.
34
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 226.
35
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 264. Catálogo de 1738. Con ese título figura en las aprobaciones que da a la
Novena de San Pablo del doctor José de Texeira y Mena y la Novena de Nuestra Señora del Socorro del
doctor Bernardo José García (Pacheco, 1962, III, p. 436). Véase la aprobación de la Novena En honor de
María Santísima En su advocación del Socorro Que saca a Luz el Doctor don Bernardo Joseph Garzía,
Clerigo Presbytero. En Santa Fe de Bogotá. En la Imprenta de la Compañía de Jesús. Año 1741.
36
Controversia de Deo Trino et / Uno / P. R. P./ SimonemVinansDignissi / mumCathedraeSacraeScrip /

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Entre el magisterio de Simón Vinans y el de Nicolás Candela se abre un espacio


temporal que todavía no hemos podido dilucidar.
Una personalidad poco estudiada en el ámbito de las ciencias eclesiásticas es el
P. Nicolás Candela (1712-1782) (Del Rey Fajardo SJ, 2002, pp. 63-64). Su paso por las
aulas santafereñas dejó un verdadero impacto, y un ex alumno ilustre de la Universidad
Javeriana no dudará en ubicarlo entre los que se encargaron “de aumentar allá [en el
Nuevo Reino] el honor de las ciencias perfeccionadas” (Gilij, 1955, IV, pp. 284-285).
Cuando atraviesa el Atlántico en 173537 ya había cursado la carrera de Artes y debía
tener bastante adelantada la de Teología38. Así pues, gran parte de su formación intelec-
tual la recibió en España, sin que hayamos podido precisar el lugar de sus estudios.
Su colaboración a las ciencias especulativas neogranadinas fue escalonada: se
inició como catedrático en la Facultad de Artes (1746-1749)39 para seguir inmediata-
mente después a la docencia de la Sagrada Escritura (1749-1752)40, avalado por sus
buenos conocimientos del griego (Gilij, 1955, IV, p. 290)41; más, con la partida para
Caracas del P. Jaime de Torres, lo sustituyó en la cátedra de Teología Moral (1751-
1754)42. Es de lamentar que de su producción escrita solo nos haya llegado un curso de
lógica.
En 1754 interrumpe su carrera docente para iniciar sus cursus honorum, pero de
ello hemos tratado en el capítulo dedicado a los Rectores.
El sucesor en las labores docentes escriturísticas fue el P. Manuel Balzátegui
(1715-1792) (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 119-124). Su carrera científica se inició en
su Alma Mater, primero como catedrático de Artes (1749-1752)43 y a continuación

turaeMagistrum. Auditores D. Mtro. D. Josepho Quizano D. B. Collegii Collega. Initiumdedit die 23


octobrisanniDni. 1737. Ms. encuadernado. Mide 160 por 105 mm. Comprende 77 fols. enumerados más
uno de índice y cinco en blanco. Ms. de la Academia de la Historia. Biblioteca Zaldúa (Quecedo, 1952, p.
250).
37
AGI. Contratación, 5549. Expedición de 1735: "35. Hermano Nicolas Candela, estudiante philosofo de
veinte y dos años, natural de Castalla arzobispado de Valencia, pequeño de cuerpo, hoyoso de viruelas, y
un lunar al lado ysquierdo de la barba".
38
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 354. Catálogo de 1763. Estudió "extra" 3 años de Filosofía y 1 de Teología.
Sin embargo, si en 1737 concluía su noviciado en Tunja y en 1738 regresaba a la capital boyacense para
llevar a cabo su año de Tercera Probación: 13-X-1738 a 13-X-1739 (ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 292v.
Supplementumprimi et secundiCathalogiProvinciaeNoviRegniSocietatisJesuconfectum ab 11ª Octobris
1738 usque ad primamJanuarij 1742) quiere decir que solo estudió en la Javeriana un solo año de Teolo-
gía y ello supone que su formación intelectual, fundamentalmente, la recibió en España.
39
AHN. Jesuitas, 827/2. Filiacion de los Regulares de la Compañia del nombre de Jesus pertenecientes a
la Provincia de Sta. Fee de Bogota venidos en diferentes Navios... Nº. 79 (Del Rey Fajardo SJ, 2002, p.
14).
40
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 298. Catálogo breve de 1751.
41
Al hablar de los que conocían el hebreo y el griego dice: “… y otros que omito conocieron muy bien el
griego no menos que el hebreo; en el primer idioma no les fue inferior el difunto Padre Nicolás Candela”.
Tenemos una duda sobre la fecha del comienzo de su docencia en Teología Moral pues su antecesor, el P.
Jaime de Torres partiría para Caracas hacia mayo de 1752.
42
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 300. Catálogo breve de 1753. GILIJ. Ensayo de Historia Americana, IV, 326
localifica de “docto”.
43
ARSI. N. R. et Q., 4, fol, 298: "Philosophiae Magister". Catálogo Breve de 1751. Su inicio como
Profesor de Filosofía lo deducimos del manuscrito Introductio in universam Aristotelis Philosophiam

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asumió idénticas funciones en la de Sagrada Escritura (1752-1755)44, para culminar su


currículum docente al frente de la de Teología Moral (1755-1760), mientras se desem-
peñaba como Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé (1755-1760) (Restrepo Po-
sado, 1952, p. 100)45. El P. Gilij escribirá de él en 1784 que era “no menos ilustre sabio”
que el P. Diego de Torres “muy conocido por su gran talento” (Gilij, 1955, IV, 125).
Con respecto a su producción escrita debemos confesar que lamentamos que se hayan
perdido sus escritos posteriores al curso de Filosofía46.
Desterrado a Italia residió en Gubbio, región destinada a los jesuitas del Nuevo
Reino, y siguió en su cargo de Provincial, organizando los estudios y la supervivencia
de la Provincia47.
Más imprecisas son las fechas en las que se desarrolló el magisterio del P. José
Benavente (1714-1792) (Del Rey Fajardo SJ, II, 2007, pp. 86-87) al frente de la cátedra
de Sagrada Escritura. Ciertamente lo ejercía en el año 1756 de acuerdo con el catálogo
de la Provincia de ese año48, y en esa tarea se mantenía algunos años después según el
testimonio redactado por un alumno49, en el que espontáneamente traza la figura de sus
profesores:
“El R. P. Francisco Trías fue mi maestro en Filosofía, Dilectísimo
El P. Choperena en Teología, maestro de primera, Eruditísimo
El P. Balzátegui en Cátedra de Víspera [...] Meritísimo (Regente de Estudios)
El P. Balls y el P. Vergara de Moral, Ingeniosísimos
El P. Benabent [Benavente] en Escritura, Peritísimo”50.
Con estas premisas nos atreveríamos a opinar que la docencia del P. José Bena-
vente fue, al menos, de 1755 a 1758.
José Benavente había atravesado el Atlántico en la expedición de 173551 y había
ingresado en la Compañía de Jesús en la Provincia de Aragón el 29 de noviembre de

(Quecedo, 1961, p. 860). Mss 192. "Ms. encuadernado en pergamino. Mide 200 por 145 mm. De dorso
11. En éste: Balzategui In Summula, ann. 1749).
44
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 300. Catálogo Breve de 1753.
45
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 348. Catálogo Breve de 1756: "Rector San Bartolome. Profesor Theologiae".
46
Una síntesis (Del Rey Fajardo SJ, 2006, p. 120).
47
El 1 de enero de 1774 vivía en Gubio (Archivo de Monumenta Historica Societatis Jesu. Armadio F-10.
Relación individual de los Ex-Jesuitas muertos en las Once Provincias de España e Indias desde la ex-
pulsión hasta el día 30 de junio de 1777. Por don Juan Antonio Archimbaud. Provincia de Santa Fee. Nº.
4294.
48
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 347. Catálogo Breve de 1756: Prefecto de los Estudios Inferiores y de la
Congregación de la Anunciata. Interpreta la Sagrada Escritura. Examinador y Profesor en la Universidad.
49
El alumno fue el Dr. Cosme Nicolás González Gutiérrez, quien según nuestros cálculos debió concluir
su teología el año 1759 ó 1760.
50
Francisco Trías: Physica 1754. Fol 124. Universidad de Antioquia. Sistema de Bibliotecas. Colección
Patrimonio Documental. Registro 140.T. 821 p. El autor de esta nota es el Dr. Cosme Nicolás González
Gutiérrez, copista del curso de Physica, dictado por el P. Trías, y dueño del manuscrito. La primera reseña
que se conoce de esta obra (Lértora Mendoza, 1995, p. 96, ss) de ella hemos tomado la nota.
51
AGI. Contratación, 5549. Expedición de 1735: "Hermano Joseph Benavente estudiante teólogo de 21
años de edad, nació en Guerri, obispado de Urgel, en Cataluña; salió del colegio de Urgel en 14 de marzo
de 1734 para el Puerto de Santa María". "Hermano Joseph Benavente, estudiante philosopho, de veinte y
un años, natural de Guerri, obispado de Urgel, buen cuerpo, blanco, pelinegro, nariz gruesa, ojos negros y
el labio belfo".

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173352. Dadas las imprecisiones que recogen los documentos oficiales sobre sus estu-
dios53, pensamos que su currículum americano se desarrolló de la siguiente manera: de
1736 a 1737 estudió el año de Filosofía que le faltaba. Si el Catálogo Breve de 173654 lo
incluye entre los estudiantes del 2º de año de Filosofía es porque los 7 jesuitas estudia-
ban 2º año. De 1737 a 1741 estudió la Teología como lo demuestra el hecho de que en
1738 estudiase 2º año de Teología55 y que su ordenación sacerdotal fuera en 174156.
El P. José Benavente representa una tipología de jesuita plurifacético, pues de la
misma forma que se entregó a los comienzos fundacionales del colegio de Caracas 57,
pasaría después a las Misiones del Orinoco a trabajar con dos etnias difíciles como los
otomacos y cabres (Gilij, I, 1965, p. 74)58, y con los sálivas del río Meta59. Con la salud
debilitada transcurrió su biografía en el claustro javeriano donde le sorprendió la expul-
sión de 1767 (Pacheco, 1953, III, p. 28). No pudo seguir al destierro a los demás jesuitas
por enfermo y creemos que murió en 179260.
Entre 1758 y 1761 se nos abre un paréntesis que no podemos hoy por hoy clari-
ficar mientras no dispongamos de nuevos documentos. Por las informaciones oficiales
tenemos conocimiento de tres profesores de los que no podemos precisar sus fechas de
magisterio.
El primero es el santafereño P. Diego de la Pava (1723-1777). Mientras en los
documentos oficiales jesuíticos no encontramos mención alguna a su vinculación con
las ciencias sagradas, en la reseña “policial” levantada en el Puerto de Santa María el 12
de enero de 1768 recoge la siguiente información: “… ha sido Maestro de Escritura, y
se hallaba señalado para serlo de Theologia en el Collegio Magsimo de dicha Ciudad de
Santa Fee” y a continuación ratifica que “fue Maestro de Escritura, después vivió en los
Collegios de Mompós y Onda era Operario desde donde paso a vivir al Magsimo seña-
lado de Maestro de Theologia como a dicho, y lo firmo”61. Si atendemos a esta cronolo-
gía su presencia en la cátedra de Sagrada Escritura sería entre el año 1751 que enseñaba
en la Facultad de Lenguas62, y el año 1753 que se encontraba en el colegio de Mompox

52
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 228. Catálogo de 1736.
53
Es conveniente precisar la cronología de sus estudios pues no hay uniformidad en los Catálogos, pues
mientras el de 1753 (ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 313v) dice que estudió 3 años de Filosofía "extra" y 3 de
Teología "intra", el de 1763 (Ibidem, fol., 349v) estatuye: 2 de Filosofía "extra" y 1 de Filosofía y 4 de
Teología "intra". Además, en los documentos de la Casa de Contratación (AGI. Contratación, 5549) una
vez aparece como filósofo y otra como teólogo.
54
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 224. Catálogo de 1736.
55
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 272v. Catálogo de 1738.
56
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 292v. Supplementumprimi et secundiCatalogiProvinciaeNoviRegni Societatis
Jesuconfectum a 11 octobris 1738 usque ad primamjanuarii 1742.
57
AGI. Santo Domingo, 746. Testimonio sobre fundación de Caracas. Nº. 1, fol., 2v.
58
"Reunidos finalmente el año 1748 en el mismo sitio [otomacos y cabres en la Urbana] por el P. Bena-
vente, seguían perseverando allí con mejora de costumbres y de vida civilizada hasta ahora".
59
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 301. Catálogo Breve de 1753.
60
El 6 de noviembre de 1792 mandaba el Virrey pagar el funeral del P. Benavente (ANB. Reales Cédulas,
t. 23, fol., 879).
61
AHN. Jesuitas, 827/2. Filiacion de los Regulares de la Compañia del nombre de Jesus pertenecientes a
la Provincia de Sta. Fee de Bogota venidos en diferentes Navios... Nº. 6.
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 298. Catálogo de 1751: “Magíster Grammaticae et Praefectus Congregationis
62

Anuntiatae”.

13 José del Rey Fajardo SJ. La cátedra de Sagrada Escritura de la universidad javeriana… 4-22.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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como profesor de Gramática63. Sin embargo no acaba aquí el problema, pues según los
bibliógrafos Uriarte y Lecina escribió la Disputatiopotissima de Paradysi natura. Anno
176464.
El segundo caso es el del P. Francisco Javier Trías (1721-¿?) (Del Rey Fajardo
SJ, 2006, pp. 703-705). Si examinamos con detenimiento su declaración jurada del 12
de enero de 1768 en el Puerto de Santa María, observamos que el propio Trías traza la
trayectoria de su vida sacerdotal: Mérida para enseñar Gramática; Colegio Mayor de
San Bartolomé como “Pasante”. Tunja para llevar a cabo su Tercera Probación. Univer-
sidad Javeriana para asumir la cátedra de Artes. Colegio de las Nieves en Bogotá como
operario. Universidad Javeriana para enseñar Teología. “Después a las Misiones a ser
Procurador” de donde volvió al Colegio Máximo65.
Por la documentación jesuítica sabemos que asumió el curso de Artes en la Fa-
cultad de Filosofía de la Universidad Javeriana en el trienio (1752-1755) (Marquínez
Argote y Del Rey Fajardo SJ, 2005) y de inmediato se traslada al colegio bogotano de
Las Nieves66. Y el catálogo de 1763 será explícito en afirmar que había explicado Sa-
grada Escritura67.
La tercera duda se refiere al P. José Pagés (1709-1787) (Del Rey Fajardo SJ,
2006, pp. 528-531). El catálogo de 1763 asevera con firmeza que había sido Profesor de
Sagrada Escritura68. Había atravesado el Atlántico en la expedición de 174369. Hombre
culto y prudente mantuvo estrecha amistad con los mandatarios neogranadinos, espe-
cialmente con el virrey José Alfonso Pizarro70 y con el virrey Messía de la Cerda71. Sus
sobresalientes dotes personales motivaron que la Congregación Provincial reunida en
Bogotá el 31 de diciembre de 1757, lo eligiera como Procurador ante las cortes de Ma-
drid y Roma72. Su gestión duró desde 175873 hasta agosto de 1761, fecha en que regresó
a Santafé (Vargas Jurado, s/f, p. 59).
Su perfil intelectual está definido por su consagración a la docencia en la Uni-
versidad Javeriana. El Catálogo Breve de 1751 lo reseña como Catedrático de Víspe-

63
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 301. Catálogobreve de 1753: “Mompox. Professor Grammaticae et Praefectus
Congregationis de Nuestra Señora del Socorro”.
64
AIUL. Papeletas: “Pava, Diego de la”: “En 4º de 5 hojas. En la Biblioteca Nacional de Bogotá”.
65
AHN. Jesuitas, 827/2. Filiacion de los Regulares..., nº., 7
66
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 348.
67
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 349v. Catálogo de 1763: “Docuit grammaticamet Philosophiam. Fuitmis-
sionariuset operarius hispanorum et explicavit Sacram Scripturam. Nunccuratpraedium”.
68
ARSI. N. R. et Q., 4, fol. 349v. Catálogo de 1763.
69
AGI. Contratación, 5549. Expedición de 1743: "12. El Padre Joseph Pages, sacerdote, natural de la
ciudad de Barcelona en su obispado, de edad de treinta y tres años. Buen cuerpo, moreno, pelo negro,
barba poblada, ojos negros, dos señales de herida, una en la frente y otra en la barba". Y en el fol., 7v. del
expediente dice que salió para Cartagena el 7 de enero de 1743.
70
ANB. Temporalidades, t. 16, fol., 649v. Aparece como confesor del Virrey.
71
Así se desprende de dos cartas: una del 26 de enero de 1763 (ANB. Milicia y Marina, t. 128, fol., 181) y
la segunda del 28 de abril de 1764 (ANB. Empleados Públicos. Miscelánea, t. 27, fols., 47-48).
72
ARSI. Congregationes Provinciales, t. 92, fol., 115 y ss.
73
A finales del año 1758 se encontraba en España (AGI. Santafé, 409. Memorial del P. José Pagés al Rey,
1758).

14 José del Rey Fajardo SJ. La cátedra de Sagrada Escritura de la universidad javeriana… 4-22.
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ras74, y en el de 1753 mantiene el mismo status75. Hacia 1756 debió interrumpir su ma-
gisterio teológico pues aparece en la hacienda de Tena dedicado a los ministerios espiri-
tuales76. A su regreso de Europa reasumió la docencia teológica para asumir la cátedra
de Prima y el cargo de Prefecto de Estudios77, tarea que debió cumplir hasta el año 1767
en que tuvo que partir para Caracas78. Solo han llegado hasta nosotros algunos escritos
teológicos que recogen sus clases en la Universidad Javeriana, entre los años 1748 y
1754 (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 529 y ss.).
La expatriación decretada por Carlos III en 1767 contra todos los jesuitas de sus
extensos dominios, le sorprendió en Caracas al frente del plantel que se estaba fundando
en esa ciudad el 15 de junio de 176779. El 27 de febrero de 1768 se encontraba en el
Hospital Real de Antogones de Marina de Cartagena, para embarcarse en el Navío Santa
Isabel80. Una vez en Italia desempeñó el cargo de Vice-Provincial en Ajaccio (1768-
1770) (Goetstouwers, 1950) col., 667). En 1774 vivía en Fano81 y allí mismo le sor-
prendió la muerte el 26 de enero de 178782. Aunque al parecer llevó vida discreta en
tierras italianas, su personalidad no pasó desapercibida al polígrafo Lorenzo Hervás y
Panduro (1978, V, p. 157)83.
Lo que sí podemos aseverar que el curso académico 1763-1764 estuvo al frente
de la Cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad Javeriana84, el P. Antonio Julián
(1722-1790) (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 363-369). Si tenemos en cuenta que para el
lapso 1764-1765 ya había tomado posesión de la cátedra el P. Lorenzo Tirado, el pro-
blema está en precisar cuándo el autor de La Perla de América, Provincia de Santa
Marta (Julián, 1787) comenzó su docencia bíblica en la Academia de San Francisco
Javier. Quizá la solución la ofrezca el P. Lorenzo Hervás y Panduro, gran amigo de An-
tonio Julián en su destierro romano, quien escribió en la Biblioteca Jesuítico-española
que éste “interpretó tres años la Sagrada Escritura” (Hervás y Panduro, 2007, pp. 307)
lo cual nos llevaría a establecer el período 1761 a 1764.
Antonio Julián es uno de los jesuitas neogranadinos de la segunda mitad del si-
glo XVIII que más ha dado a conocer el mundo histórico colombiano (Chenu, 1981, pp.

74
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 298.
75
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 304v.
76
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 347. Catálogo de 1756.
77
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 374. Catálogo breve de 1763. En 1764 continuaba en las mismas funciones
(Mantilla, 1997, p. 70).
78
AHN. Jesuitas, 128/1. Autos formados sobre el extrañamiento y ocupación de temporalidades de los
Padres de la Compañía de Jesús de Caracas, fol., 2-2v.
79
AHN. Jesuitas, 128/1. Autos formados sobre el extrañamiento y ocupación de temporalidades de los
Padres de la Compañía de Jesús de Caracas, fol., 2-2v.
80
AGS. Marina, 724. Relacion de los regulares de la Compañia que existen en el Hospital Real de Carta-
gena. Cartagena, 27 de febrero de 1768.
81
ANCh. Jesuitas, 442.
82
AGS. Dirección General del Tesoro. Inventario 27, Leg. 1.
83
"Fra le molte Persone pratichedelle cose delleIndie, che hoconsultato per iscritto, ed a bocca, mi hanno
favorito singolarmente colle loro notizie ...sul Regno di S. Fe ir Sr. Ab. D. Giuseppe Pajes".
84
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 374. Catálogo breve de 1763. También en el folio 349v. Confirma nuestra
tesis el catálogo de 1764, fechado el 17 de febrero de ese año, en donde se ratifica que el P. Antonio Ju-
lián “es maestro de la sagrada escritura” (Mantilla, 1997, p. 70).

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75-95. Schlegelberger, 2001, pp. 581-596. Vila, 1981, pp. 219-239). Su formación inte-
lectual humanística la inició en el Seminario de Nobles de Barcelona (Hervás y Pandu-
ro, 2007, p. 307) y la filosófico-teológica es muy posible que la completara en la Uni-
versidad de Cervera. Una excelente radiografía de este multifacético escritor la trazó su
amigo Hervás y Panduro en Roma: era “todo espíritu y todo celo, trabajaba infatigable-
mente en el colegio, púlpito y cátedra, hallando siempre tiempo para el estudio retirado.
En Italia vivió siempre con los libros a la vista y en ejercicios de religión” (Hervás y
Panduro, 2007, pp. 307-308).
A partir de 1760 la biografía de Antonio Julián sufre una gran transformación,
pues abandona el mundo de la oratoria sagrada y de las masas populares para integrarse
al claustro javeriano, primero como profesor de Sagrada Escritura (1761-1764) y des-
pués como catedrático de Prima (1764-1767)85. Su extensa producción literaria avala la
calidad del autor (Del Rey Fajardo SJ, 2006, p. 363 y ss.).
Dentro de su amplia producción histórica, literaria, teológica, filosófica y ensa-
yística, nos referiremos solamente a sus obras escriturísticas que conocieron la luz pú-
blica en Italia.
La primera es la Dissertazione critico-espositiva sopra una parte del capitolo 3
della Epistola 2 di S. Pietro, che disco preaver Gesu Cristovisitato e predicato allegen-
tiamericane prima della sua ammirabile ascensione al cielo. Roma, 1790 (Hervás y
Panduro, 2007, p. 309).
La segunda es la Trasformazione Dell Americaossia Trionfo Della S. Chiesa
Sulla Rovinadella Monarchia del Demonio in America Dopo La Conquista Fattane Da'
Monarchi Della Spagna: Con Riflessioni Apologetiche, e coll' aggiunta di una Disserta-
zione Critico-Espositiva, nella quales piegandosi le parole di S. Pietro Epi I. c. 3. Quiin
creduli fuerant in diebus Noe, cum fabricaretur Arca vv. 18, 19, 20. Dimostrasi con
valide ragioni, esse retuttocióaccadutonell' America. Opera Del Sacerdote Antonio Jui-
lán per moltianni Missionario in quelleparti. In Roma, MDCCXC (Hervás y Panduro,
2007, p. 309)86.
La tercera es la Monarquía del Diablo en la gentilidad del Nuevo Mundo Ameri-
cano. Transcripción e introducción por Mario Germán Romero. Santafé de Bogotá, Ins-
tituto Caro y Cuervo, 199487. Ciertamente nuestro autor se extralimitó en la interpreta-
ción del texto bíblico y su exégesis es subjetiva y arbitraria. Como anota Hernando
Guevara, lo importante es dilucidar si se trata de una opinión de Antonio Julián o si era
una forma de pensar en Santafé de Bogotá (Julián, 1994, pp. 212-213). Pero si se tras-
ciende lo estrictamente bíblico, el lector encuentra muchas noticias curiosas.

85
En 1764 leyó el tratado De perfectionibus Christi y en 1765 el De Deo uno et trino.
86
Véase: Efemeridi litterariedi Roma. XIX, pp. 385-386 (Streit, 1927, II, p. 327). Según Streit se encuen-
tra la Dissertazione Critico-Espositiva en las páginas 239-282 de este libro.
87
El verdadero título es: Monarquía del diablo en la gentilidad del Nuevo Mundo Americano derribada y
destruída por los Católicos Monarcas de España: Triunfos de la religión en los dominios conquistados
con la fe, valor y armas de los españoles: con reflexiones para confundir a los anticatólicos mordaces
émulos de la nación española benemérita de todas las naciones del orbe en conquista tan gloriosa. Histo-
ria interesante a la Religión y Monarquía. Compuesta por don Antonio Julián ex-Jesuita. El Manuscrito
se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Yale. Mss. 154.

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También dejó un manuscrito intitulado Expositio singularis supercaput XII Da-


nielis in illa, praesertim verba: "usquequo fines horummirabilium" usque ad finem ca-
pitis”(Hervás y Panduro, 2007, p. 310).
Cierra el ciclo de los profesores de la Cátedra de Sagrada Escritura en la Univer-
sidad Javeriana el P. Lorenzo Tirado (1725-¿?) (Del Rey Fajardo SJ, 2006, pp. 673-
675). Este jesuita antioqueño, había estudiado en el Colegio Mayor de San Bartolomé
toda la carrera de Filosofía y dos años de Teología cuando ingresó al Noviciado de Tun-
ja el 31 de octubre de 174588. Y curiosamente tornaría al histórico Colegio Mayor como
Rector (septiembre de 1760 al 15 de febrero de 1767) (Restrepo Posada, 1952, pp. 100-
101).
Prácticamente se puede afirmar que nunca abandonó el claustro javeriano. Rigió
la docencia de la filosofía en la Facultad de Artes de 1758 a 1761 (Del Rey Fajardo SJ,
2002, p. 14) y de inmediato se encargó de la cátedra de Teología Moral (1761-1764)89,
para culminar después con la de Sagrada Escritura (1764-1767)90. La reseña policial de
que fue objeto en el Puerto de Santa María el 5 de mayo de 1768, recoge así el currícu-
lum docente del ignaciano nacido en Medellín: “Cathedratico de Philosophia en la Uni-
versidad de San Xavier. Maestro de Moral en el mismo Colexio, donde tambien fue de
Sagrada escriptura”91.
Poco conocemos del talante intelectual de Lorenzo Tirado pero se pueden atisbar
algunos rasgos. El P. Gilij agradecerá en el prólogo de su tomo IV las informaciones
que le suministró nuestro autor “sobre las aves canoras de los climas fríos” (Gilij, 1955,
p. XX). Es de lamentar que sus huellas en Italia no se hayan podido identificar mejor,
pues lo único que conocemos es que vivía en 1774 exiliado en Fano92, y tras la extin-
ción de la Compañía de Jesús por el papa Clemente XIV se encontraba en Roma en
179593. Ignoramos lugar y fecha de su muerte.
Toda su producción teológica santafereña permanece inédita pero tenemos noti-
cia de las siguientes obras: Prolegomena in Sacram Scripturam (Quecedo, 1952, p.
282). Los bibliógrafos españoles Uriarte y Lecina ubican el manuscrito en la Biblioteca
Nacional de Bogotá94. Y en el mismo manuscrsito se encuentran los siguientes tratados:
Commentarii litterales in Threnosseu Lamentationes Hyeramiae Prophetae. P. R. P.
Laurentium Tirado dignissimum Sacrae Scripturae expositorem95; Ad illa verba: Et
exultavit Spiritusmeus in Deo Salutari meo.Lucae1, v. 47. Dissert. 1ª An in Beatissima-
Virgine extinctus in prima sanctificatione fuerit fomes peccati?96; y finalmente los

88
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 312v. Catálogo de 1753.
89
ARSI. N. R. et Q., 4, fol., 358v. Catálogo de 1763: "Docuit Philosophiam, nunc Theologiam Moralem".
90
En 1764 se encargaba de la enseñanza de la Sagrada Escritura (ANB. Miscelánea, t. 130, fol., 892).
91
AHN. Jesuitas, 827/2. Filiacion de los Regulares de la Compañia del nombre de Jesus pertenecientes a
la Provincia de Sta. Fee de Bogota venidos en diferentes Navios... Nº. 152.
92
ANCh. Jesuitas, 442.
93
ANCh. Jesuitas, 431.
94
AIUL. Papeletas: Tirado, Lorenzo.
95
AIUL. Papeletas: Tirado, Lorenzo: en el mismo volumen [Prolegomena in SacramScripturam] desde la
hoja 19 hasta la 31v.
96
AIUL. Papeletas: Tirado, Lorenzo: en el mismo volumen [Prolegomena in SacramScripturam] desde el
folio 32r al 43v.

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Commentarii in 1um et 2um caput Geneseos que no los pudo concluir porque fue nom-
brado Rector del Colegio de Pamplona97.
Completa esta sucinta visión de la enseñanza de las ciencias bíblicas en la Uni-
versidad Javeriana, la amplia cobertura bibliográfica que le dispensó la biblioteca de
esta Casa de Estudios como lo demuestra el estudio del biblista Pedro Ortiz (Ortiz,
2008, pp. 193-236).
Ésta es a grandes rasgos la pequeña historia de la Cátedra de Sagrada Escritura
que funcionó en la Universidad Javeriana de Bogotá de 1722 a 1767. Debemos confesar
que este género literario no produjo, por la información que manejamos hasta el mo-
mento, una floración de estudios como en otras disciplinas teológicas.

Archivos
BOGOTÁ. Archivo Nacional de Colombia (ANB)
Empleados Públicos. Miscelánea, t. 27, f
Milicia y Marina, t. 128, f
Miscelánea, t. 130,
Reales Cédulas, t. 23,
Temporalidades, t. 16,

BOGOTÁ. Archivo de San Bartolomé (ASB)


Libro de la Universidad y Academia...,

MADRID. Archivo Histórico Nacional (AHN)


Jesuitas, 128/1.
Jesuitas, 827/2.

MADRID. Archivo inédito Uriarte-Lecina. Universidad de Comillas. (AIUL).


Papeletas

SANTIAGO DE CHILE. Archivo Nacional de Chile (ANCh)


Jesuitas, 431, 432, 442,

97
AIUL. Papeletas: Tirado, Lorenzo: en el mismo volumen [Prolegomena in SacramScripturam] En 4º de
7 hojas. Coepit P. Laurentius Tirado 1um caput Geneseosfere ad finemusque; et non fuitposequutusquia
Rectoratum Pampilonensis Coll. Profectus fuit.

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SEVILLA. Archivo General de Indias (AGI)


Contratación, 5549.
Santafé, 242.
Santafé, 409.
Santo Domingo, 746.

SIMANCAS. Archivo General de Simancas (AGS)


Dirección General del Tesoro. Inventario 27,
Marina, 724.

ROMA. Archivum Historicum Societatis Jesu (ARSI)


Congregationes Generales, 52,
Congregationes Provinciales, t. 92,
Historia Societatis, t. 49,
N. R. et Q., 1.
N. R. et Q., 12,
N. R. et Q., 3, 4, 5,
Romana, 102, fol., 99v

ROMA. Archivo de Monumenta Historica Societatis Jesu.


Armadio F-10.

Biblioteca de la Universidad de Yale


Mss. 154.

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julio-diciembre 2019

La imagen Jesuítico-Guaraní: presentatio y


equivalencia lingüística

The Jesuit-Guaraní image: presentatio and


linguistic equivalence

Horacio M. Bollini*
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27669

Resumen: El impacto psíquico de la pintura-estandarte está documentado desde los


tiempos de evangelización en el Guayrá. En la Tupã Róga (“Casa de Dios”) la recepción
de la imagen por parte del guaraní continúa traduciéndose en un cauce mágico-
chamánico: las imágenes son, como las palabras, portadoras de espíritu: apariciones.
Sumada a la naturaleza de esa recepción, hay una capa interpretativa que empareja los
signos verbales a los visuales. La palabra, que el guaraní prehispánico vincula a las
diferentes manifestaciones del alma, bajo la experiencia jesuítica mantiene su
significación y éschatos, con equivalencias lingüísticas que propician desvíos o
lateralidades en el sentido teológico. El Catecismo de la Lengua Guaraní (1640) revela
hasta qué punto la búsqueda de dichas equivalencias acarrea diferentes construcciones de
sentido. Palabras esenciales, tales como “alma”, “imagen”, “Gloria” o “infierno”
resuenan en planos diferentes, según las urgencias semánticas del signo emisor y las
adaptaciones que la matriz receptora propicia. En el caso de las imágenes, su re-
significación es análoga.
Palabras clave: Reducciones Jesuítico-Guaraníes; teología; Antonio Ruiz de Montoya;
representatio; presentatio.

* Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA). E-mail: hbollini@iupa.edu.ar;


http://orcid.org/0000-0003-1679-9999
23 Horacio M Bollini. La imagen Jesuítico-Guaraní: presentatio y equivalencia … 23-41.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

Abstract: The psychic impact of the banner-painting is registered since the times of
evangelization in Guayrá. In the Tupã Róga ("Casa de Dios") the reception of the image
by the Guaraní continues to be translated into a magical-shamanic channel: the images
are, like words, bearers of spirit: apparitions. Added to the nature of that reception is an
interpretive layer that pairs verbal and visual signs. The word, which the pre-Hispanic
Guaraní links to the different manifestations of the soul, under the Jesuit experience
maintains its meaning and éschatos, with linguistic equivalences that propitiate deviations
or lateralities in the theological sense. The Catecismo de la Lengua Guaraní (1640)
reveals to what extent the search for such equivalences leads to different constructions of
meaning. Essential words, such as "soul", "image", "Glory" or "hell" echo on different
planes, according to the semantic demands of the transmitting sign and the adaptations
that the receiving mold creates. In the case of images, their re-signification is analogous.
Keywords: Jesuit-Guaraní missions; theology; Antonio Ruiz de Montoya; representatio;
presentatio.

Recibido: 15 de noviembre de 2019.


Evaluado: 14 de diciembre de 2019.

Horacio M. Bollini
Horacio Bollini nace en la ciudad de La Plata. Se especializa en técnicas antiguas de
pintura, Historia del Arte y Filosofía del Arte. Desde el año 2010 es profesor titular de
Historia del Arte, Estética y Filosofía del Arte en el IUPA (Instituto Universitario
Patagónico de las Artes, Gral. Roca). Ha publicado 16 libros, entre otros: “Detrás de la
Imagen”, colección de ensayos; “Misiones Jesuíticas, visión artística y patrimonial”
(Corregidor); “La Imagen Secreta” (Corregidor). Editorial Las cuarenta de Buenos Aires
publicó cuatro obras suyas: “Materia y Signo”, ensayos sobre Filosofía del Arte, “El
Barroco Jesuítico-Guaraní”, “Fra Angelico y el Silencio”, e “Iconicidad Jesuítico-
Guaraní”, esta última en colaboración con Norberto Levinton. También tradujo y realizó
la edición crítica de El Peregrino Querubínico, del poeta místico alemán Angelus
Silesius. En 2020 se publicará “Los Sueños en el Gótico”, libro dedicado al plano onírico
en la Edad Media y sus raíces interpretativas. Ha dictado numerosos seminarios y
conferencias en Universidades y diversos espacios culturales de todo el país. Durante
2019 realizó el ciclo De Occulta Philosophia en colaboración CONICET-IUPA.

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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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Introducción
En el presente artículo proponemos un análisis de la aesthesis misional bajo tres
aspectos.
El primer aspecto atañe a una concepción trascendental de la imagen. Entendida
la imagen como presencia espiritual, para el guaraní ésta fue presentatio antes que
representatio. Como se verá posteriormente, el propio Catecismo de la Lengua Guaraní
(Ruiz de Montoya, 1640, p. 81) abona esa concepción. La cualidad de la imagen como
presentatio tiene lugar independientemente de las estéticas adquiridas o del corpus
iconográfico.
Elementos de magia se adhirieron a cada signo. Imágenes de cedro concebidas
como dobles o amuletos podrían haber sido objeto de devociones externas al culto
católico, alentando la hiperdulía. Como efectivamente sabemos a través de un proceso
por prácticas de hechicería1, pequeñas imágenes de santos fueron usadas en ritos de magia
por simpatía. Otros documentos dan indicios de un determinado modo de relación con la
imagen, vínculo que trascendió la advocación.
El siguiente ítem apunta a la interacción con fuerzas espirituales; no existe una
separación nítida entre cuerpos físicos y visiones o apariciones. El plano onírico puede
tomar control del dies factum; por decirlo de otra manera, sueño y vigilia se suceden bajo
ambigüedad. Este rasgo, esencial en el mundo espiritual guaraní, concierne a la recepción
de la imagen, afectando su ingreso en la cavidad psíquica. Omnipresencia de espíritus,
don de la profecía: las creencias del guaraní pre-hispánico, aun afectadas por capas y
reflejos interpretativos de la fe adquirida, perviven en la misión. Desde los primeros
contactos interculturales, los escritos de los jesuitas aluden a estas creencias. También los
estudios de Schaden, Susnik, Melià, Chamorro.
El tercer aspecto podría denominarse “traducción”. En este punto consideramos
un enlace entre verbo e imagen. El Catecismo (1640) de Ruiz de Montoya, del que hubo
ejemplares en muchas de las reducciones, fue determinante en la edificación del cauce
lingüístico, en la comprensión de un sermón o de un pasaje de las Escrituras. También en
el modo de interactuar con una imagen, a partir de la re-significación de cada palabra y
su incidencia en la iconografía: el signo verbal se enraíza en capas amorfas previas a la
imagen. Si el “ángel”, la “Virgen” y el “Hijo” se re-presentaron bajo instrucción del
maestro de estatuaria, en la revisión de cada signo por parte de la matriz receptora, el
verbo vuelca su aura en un correlato visual. La “traducción” opera así en dos planos. El
pintor o grabador de cielo e infierno haría de esos lugares receptáculos de la Gloria (tecó
orĭ apireÿ ibápe) y del pecado (angaipá) según la visualización de esos conceptos, una
vez traducidos. Las estampas que sirvieron de modelo completaban la delimitación de los
márgenes de una iconografía.

1
Archivo General de la Nación Argentina (en adelante AGNA), Sala IX, 32-1-6. Proceso por hechicería
contra Silverio Catté y Cristóbal Guiray. Los folios analizados para el presente artículo (ff. 163-179)
corresponden al año 1775. Los documentos van precedidos de una carátula con el scriptum: “Copia de la
Sumaria que hizo D. Francisco Bruno de Zavala siendo Gobernador de los Pueblos de Misiones contra D.
Cristóbal Guiray y Silverio Catté, p. maleficios”.
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La imagen-talismán: las primeras imágenes y las cuestiones de poder


Para el guaraní, forma e iconografía no operan como cercos respecto de las fuerzas
daemónicas de tiempos pre-jesuíticos. Tallar el cedro, readecuarlo para su advocación
cristiana, no expulsa esas fuerzas de la madera. Se trata de aquellas mismas fuerzas contra
las que combate Ruiz de Montoya en Conquista Espiritual (1639). Poderes que el jesuita
categoriza dentro del Mal. En la crónica de Montoya, los agentes demoníacos se
manifiestan de distintas maneras: asedian a los agonizantes, profetizan para desviar la
atención de los neófitos, e incluso dañan campanas de las iglesias: “…el P. José me
escribió de San Ignacio (que estaba tres leguas de Loreto) preguntándome si era verdad
que estaba quebrada la campana, porque en amaneciendo se había aparecido el demonio
a algunos indios, y les había dicho: Mirad mi poder, yo vengo ahora de quebrar la
campana de Loreto”. (Ruiz de Montoya [1639] 1892, p. 79). El texto de Ruiz de Montoya
reúne visiones, apariciones, subterfugios o “embustes” del demonio: el jesuita combina
lo sobrenatural con la reflexión sobre un inevitable triunfo de la evangelización, hecho
que es presentado como triunfo de la “fe verdadera” sobre los “hechiceros” o chamanes.
(Cuando los chamanes mueren, su poder subsiste en sus huesos). Para intensificar la épica
religiosa, Ruiz de Montoya recurre a episodios teofánicos. Hay una constante batalla con
el Mal, que incluye diálogos con Satán y figuras de amorfa raíz demoníaca. Melià alude
a la “frecuencia del milagro” en Conquista espiritual. (Melià, 2008, p. 41). A
continuación, cita a Efraim Cardozo, quien señalaba: “apenas hay párrafo en ella [en
Conquista Espiritual] que no contenga algún milagro, aparición o cosa tal”. Se ha
señalado el vínculo entre la figura de Ruiz de Montoya y el entorno de la mística limeña:
las alumbradas limeñas, el testimonio del doctor Juan del Castillo respecto de éxtasis y
visiones de Santa Rosa de Lima (Ramos Lava, 2014) forman parte de la religiosidad de
su tiempo, marcada por lo extático. La narración de hechos cotidianos y portentos
(apariciones beatíficas, visitas de entidades malignas) se sucede sin tregua y sin
diferenciación. San Agustín advierte respecto de visiones, apariciones de difuntos e
imágenes oníricas; enfatiza que tales manifestaciones deben distinguirse de los cuerpos
físicos: “Procul dubio tamen spiritualis est, non corporalis”2. Pero en Conquista
Espiritual los cuerpos físicos no se distinguen de los etéreos. La exacerbación de visiones,
magias y apariciones en la experiencia de los misioneros (en los inicios) es
magistralmente analizada por Bartomeu Melià. Un cauce místico en interdependencia
marca la experiencia religiosa en formación:
Así como el chamanismo guaraní parece haber influido en la acentuación de la
dimensión profética de los mismos misioneros –obligados, de alguna manera, a
colocarse en ese campo específico de la experiencia religiosa volviéndose
“hechiceros de Dios”–, también los sueños y las visiones procedentes de la
estructura formal del conocimiento guaraní sobreviven en las reducciones y
continúan determinando la nueva experiencia religiosa (Melià, 2008, p. 42).
Los poderes entre los “hechiceros de Dios” y los hechiceros originarios se miden
en batallas discursivas, para las cuales el jesuita dispone de imágenes como auxilio o
introitus, antes de mediar palabra alguna. La imagen es el signo desnudo, “hace abrir de
golpe los ojos” (Adorno [1970] 1983). Para el guaraní, pudo existir una transferencia de
poder desde los huesos de los chamanes, hacia las primeras imágenes de las incursiones

2
San Agustín (Del alma y su origen, cap. XVII) respecto del origen de visiones y apariciones indica que
“sin duda, es espiritual, no corporal”. Insiste con propiciar inteligibilidad respecto de estos sucesos que
acaecen en éxtasis o sueños. Se debe discernir que “no son cuerpos, sino representaciones de cuerpos”.
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de evangelización: “…las imágenes ocuparon pronto, sin proponérselo, las mismas


funciones en la fundación de los pueblos que las que desempeñaron las reliquias de los
huesos, payé, de la cultura guaraní prejesuítica” (Sustersic, 2010, p. 67). Una vez
verificada la inmediatez de su impacto, la imagen puede requerir ulterior traducción y
contexto (teológico). Al iniciarse equivalencias, éstas conducen a una mediatización.
Cambian el orden de los signos, sin interrumpirse su apropiación de lo invisible. Como
refuerzo de su oratoria, a Ruiz de Montoya lo acompaña el estandarte de los Siete
Arcángeles pintado por Louis Berger (¿1589? - 1639). En la escasez iconográfica de los
comienzos estas imágenes cumplen múltiples funciones. En la prédica, Ruiz de Montoya
hace desdoblar la imagen de los Siete Arcángeles (Leonhardt, 1929, p. 347). En Conquista
Espiritual, la pintura -colocada en un marco- opera como imagen procesional: “Tenía yo
una imagen de pincel de vara y media de alto de aquestos príncipes, púsela en un marco
y llevaron en procesión” (Ruiz de Montoya [1639] (1892) p. 138). Louis Berger, autor
de la pintura, parece haber sido el más activo pedagogo artístico de los comienzos, con
adiestramiento técnico y experiencia en los círculos artísticos de Europa, antes de arribar
al Río de la Plata en 1617 (Page, 2016, p. 70).
Un escrito del provincial Diego de Torres Bollo (1614) alude a una pintura de la
Virgen llevada en procesión entre guaraníes hasta ocupar su lugar en el templo.
Presumiblemente se trata de la Conquistadora, pintada por el H. Bernardo Rodríguez y
objeto de veneración por parte de los guaraníes. El último párrafo del documento plantea
un interrogante que se abre al campo semiológico:
Entre los objetos sagrados, había yo traído una imagen de la Virgen Santísima,
pintada, para que fuera colocada en el templo. Al saber esto, resolvieron los indios
en su alegría recibirla con la más grande solemnidad posible. El templo designado
para ello fue adornado con sus acostumbradas flores con guirnaldas, las calles por
donde tenía que venir, con arcos triunfales. Todavía no habíamos llegado al
pueblo, cuando todos en solemne procesión salieron al encuentro de la imagen
saludándola los niños y niñas cantándole, los demás al son de la música, tocando
flautas y timbales a su modo, y el sacerdote recitando las piezas del ritual. Puesta
la imagen bajo palio de seda, la sostuvieron cuatro caciques hasta llegar al pueblo,
quedando los aldeanos con gran admiración al ver cosas tan nuevas e insólitas.
No se puede decir cuánto consuelo sacaron de estos misterios de nuestra fe.3
(Blanco, 1929, p. 110)
En fecha tan temprana y advirtiendo que los puentes comunicacionales apenas
comienzan a construirse (esa pintura es cosa nueva e insólita) Diego de Torres Bollo se
pregunta qué origina esa reverencia por una imagen cuyo fondo doctrinal es tan ajeno. El
cariz enigmático de toda imagen se profundiza bajo interculturalidad. Una ajustada
semántica del signo es aun imposible, pero la manifestación trasciende el carácter de
representación. La imagen parece ser objeto de una reverencia como aquella que años
después planteará el Catecismo de Ruiz de Montoya. O cercana a la función mágica que
los guaraníes otorgan al objeto-talismán. La pintura del documento de 1614 acompañaba
a Roque González al sufrir martirio en Caaró (aunque no hay certeza de que fuera esa
misma pintura). En una Carta del Provincial Vázquez Trujillo al Prepósito General,
fechada el 21 de diciembre de 1628, se menciona el poder atribuido a la imagen y su
depredación: “…y así podemos decir que ella ha sido la Conquistadora de tantas almas,

3
Carta Anua del P. Diego de Torres, con Carta del P. Roque González. Residencia del Paraná, 8 de abril
de 1614.
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porque con ella se comenzaban a entablar [reducciones] la rasgaron con sacrílega


impiedad”.4 Las emisiones de voz del jesuita y la irradiación de la imagen debían
extinguirse simultáneamente.
El guaraní, aun en tiempos de afianzamiento de la fe cristiana, parece haber
yuxtapuesto devociones en pos de acrecentar su cerco espiritual frente a las amenazas. La
suma de palabras, símbolos sacramentales y ante todo imágenes, es una práctica que
Schaden describe puntualmente en grupos guaraníes a mediados del Siglo XX (Schaden,
1962, pp. 138-142). Las imágenes de los santos son mediadoras, pero tal función no
siempre se cumple de acuerdo a la información provista por las hagiografías o el santoral.
Un uso de objetos sagrados con “desvíos” respecto de la advocación original también se
constatará en las prácticas de magia por simpatía. Un proceso por hechicería contra
Cristóbal Guiray, Silverio Catté5 y otros “cómplices” guaraníes de la reducción de Loreto,
revela la utilización combinada de estatuitas del culto católico y elementos de origen
animal y mineral como vehículos de magia. En el folio 1676 se consignan los elementos
utilizados: “una figura de Madera amanera de muerte, otro (sic) de anima que se avian
allado con un San Jossef, una Caveza de Víbora y con ella hígados de algunos animalitos,
una espina larga como de tuna y piedra Ymán”. Más adelante (f. 170v.) se alude a otra
figura de madera empleada para maleficios: “una figura chiquita como de tres pulgadas
de largo”, que se creía podía dañar “por ser palo venenoso…” La estatuita tenía cara de
mujer. El acusado “usaba de ella con las demás medicinas”7. Si bien el proceso
corresponde al período post-jesuítico (los folios 167 y 170v. forman parte de la sumaria
de 1775) los procesados ya actuaban en tiempo de los jesuitas y es evidente que ejercían
una práctica tradicional de magia. En las prospecciones arqueológicas de diversos sitios
misionales han aparecido estatuillas (de tres y hasta cuatro pulgadas de alto) que se
podrían haber usado en prácticas similares a las descriptas en el proceso contra Catté.
Otras -presumiblemente la mayor parte de ellas- en el culto doméstico, en los altares de
algunas viviendas. En tiempos recientes y en comunidades que han incluido difusamente
aspectos del culto cristiano, se verifica una “función mágica” de imágenes de santos y
crucifijos: esa cualidad mágica supera ampliamente el sentido devocional (Schaden,
1962, p. 142)8.
Fuera del rito en el templo, cualquier capa de advocación que se agregara a las
oraciones quedaría excluida del control del sacerdote. Pero para añadir capas semánticas
a una oración no haría falta un “escape” o alejamiento del marco espacial de un rito. La
hiperdulía, práctica que según Eymerich consiste en entremezclar nombres de santos con
demonios (tal como se lee en el Directorium Inquisitorum) puede ser practicada dentro
del templo, mientras tienen lugar los oficios sagrados. Ciertas imágenes podrían alentar
esas formas de hiperdulía. La desconfianza de los jesuitas podría leerse en la petición de

4
Relación de la gloriosa muerte de los santos Padres Roque González, Alonso Rodríguez y Juan del
Castillo y lo sucedido en ella. Por el P. Francisco Vázquez Trujillo, Provincial de la Compañía de Jesús
en la Provincia del Paraguay. A nuestro M.R.P. Mucio Vitelleschi, Prepósito General de la Compañía de
Jesús. En: Carbonell de Masy SJ, R. (2005) p. 86.
5
AGNA, Sala IX, 32-1-6, ff. 163-179, año 1775. En los mencionados folios, la grafía identifica la mano de
un mismo amanuense: otro copista prosigue desde el f. 181. El proceso se centra en acusaciones contra
Silverio Catté y Cristóbal Guiray. Se señala que los acusados, mediante “maleficios”, dieron muerte al
fiscal Josef Suirirí. También fueron acusados Mathias Mendoza y Esteban Sayai, entre otros.
6
AGNA, Sala IX, 32-1-6, f. 167. Ibíd.
7
AGNA, Sala IX, 32-1-6, f. 170v.
8
“…o valor devocional, se existia (…) era em todo caso insignificante em confronto com a função magica
das imagens e do crucifixo”. (Schaden, 1962, p. 142).
28 Horacio M Bollini. La imagen Jesuítico-Guaraní: presentatio y equivalencia … 23-41.
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retirar estatuas de los altares, calificadas como “indecentes”. La indicación parece aludir
a motivos estéticos, pero entendemos que la directiva también pudo deberse a las formas
de culto que ciertas imágenes despertarían. Qué se hace con las cosas sagradas, con qué
fines se utilizan sus poderes. En un escrito de Bernardo Nusdorffer, los huesos de Roque
González conservados en Concepción son objeto de la veneración de unos guaraníes que
buscan consuelo en esas reliquias. El escrito de Nusdorffer menciona, todavía en 1755, la
imagen de la Conquistadora. Pero hay cierto resquemor respecto del género de rito que
los guaraníes podrían desplegar alrededor de los huesos del mártir.
[los indios] vinieron a esta banda al pueblo de Concepción, diciendo que venían
como en romería a saludar á la Virgen Santísima como á su conquistadora, porque
se acordaban que el venerable padre Roque González había salido antiguamente
de la Concepción llevando consigo una imagen de la virgen que él llamaba la
conquistadora para conquistar y convertir a sus abuelos; y como su cuerpo del
venerable padre o la mayor parte de sus huesos estaban en la Concepción, decían,
venían á consolarse con él en ésta su grande tribulación, en que estaban para
merecerse su ayuda y protección. Hubo de sacárseles la caja que está en la
sacristía, hicieron sus devociones por algunos días y se volvieron sin hacer
ninguna insolencia y nunca se pudieron saber sus verdaderos intentos…9 (Blanco,
1929, pp. 252-253).
Los bastones de los cabildantes -objetos del ceremonial cívico- se sacralizan:
traen al presente los huesos de los antepasados. La lectura de ese ceremonial opera
entonces en varios planos. Santos y Arcángeles también pueden ser objeto de una
devoción que excede lecturas propias de una representación. Al convaleciente se le acerca
una estatua de la Virgen de Altoetting: ésta podría curar por tacto o por presencia (Sepp,
1973, p. 132). Allí tenemos un rito de presentatio: la imagen no es “símbolo de”, sino
ejecutora y portadora (Agamben, 2012, pp. 38-39). El indio acerca la madera hasta su
nariz y boca, tal como olfatea la mano del sacerdote cuando éste se la extiende10. Levinton
alude a esa participación del olfato en el vínculo con la imagen: “Pensamos que los indios
olían la madera porque el olor del cedro les indicaba la presencia de un “dueño” o numen”
(Bollini y Levinton, 2018, p. 112)11. El culto que despierta la advocación sustentada en la
capa externa de la imagen (atributo e intercesión según el santoral) ve acrecentado su
poder si entendemos que los númenes que habitaron el cedro siguen allí.

9
Según el P. Diego de Boroa las reliquias del mártir se conservaban en Concepción. En el momento del
escrito de Nusdorffer, habían transcurrido 127 años desde la muerte de Roque González y sus compañeros.
En 1929, Blanco S.J. anota: “En el Archivo Nacional de Buenos Aires, Paraguay, Temporalidades, foja
394, hay un papel simple del P. Bernardo Nusdorffer, copiando una certificación del P. Diego de Boroa,
sobre unos huesos reliquias del P. Roque González (...) guardados en la sacristía de la Iglesia de
Concepción”. (Blanco, 1929, p. 252).
10
“…si los paracuarios quieren besar una imagen santa o mi mano sacerdotal, no lo hacen con la boca como
los europeos, sino que la elevan hasta la nariz y la olfatean, diciendo: tahetu angande pomarangatu, déjame
olfatear tu mano bendita, y lo hacen realmente, en vez de besarla” (Sepp, 1973, p.164).
11
En el caso citado, las variables en la jerarquía de los sentidos conciernen a la relación del guaraní con el
medio y en particular con las imágenes. Naturalmente, dichas variables deben señalarse también en el
ámbito europeo. Promediando el siglo XVI, el sentido de la vista parece prevalecer sobre el sentido del
oído. Esa preeminencia está metaforizada en los Libros de Emblemas jesuitas.
29 Horacio M Bollini. La imagen Jesuítico-Guaraní: presentatio y equivalencia … 23-41.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

Carácter icónico: tallar, copiar, invocar


La raíz mágica o invocativa de la labor del Santo Apohava tiende a pasar por alto
las capas externas de mímesis, en favor de un fenómeno de aura o irradiación. En el hacer,
entonces, opera un fenómeno supra-estético.
La imagen-tótem es un concepto universal. En el ámbito jesuítico-guaraní y desde
lo formal, las imágenes icónicas que operan totémicamente pueden homologarse con las
estatuas horcones de la clasificación de Sustersic (2010, pp. 100 a 109). En las
estatuas-horcones prevalece la forma cilíndrica del tronco, con un tratamiento sintético
de pliegues acanalados y con cabezas y manos ensamblados. Una imagen-tótem opera
como vórtice de una invocación, como “doble”, para traer de vuelta al ausente. Esto es
factible porque ese doble, tallado en madera, es receptáculo de númenes: fuerzas que antes
ocuparon el árbol en pie, luego la madera y a posteriori la imagen (Bollini y Levinton,
2018, pp. 151 y 166). En este sentido, tanto los objetos devocionales pre-jesuíticos como
las imágenes cristianas se abrieron a los sentidos como puntos de irradiación. Operaron
tal como los sueños y como la palabra: fuera del tiempo, bajo sincronía12.
Los apuntes de Friz Krause sobre las máscaras han sido comentados por Adorno.
Según Krause, la transferencia de poder no implica desdoblamiento ni apropiación, sino
transformación. “Para el indio, la máscara no es simplemente el demonio cuya fuerza se
transmite al portador: el portador mismo se convierte en el demonio y se apaga como
persona” (Adorno, 2004, p. 433; Krause, 1966, p. 231). Adorno comenta el pasaje de
Krause, pero expone sus dudas. En nuestra hipótesis acerca de una subsistencia del
espíritu o numen primigenio y una convivencia con el espíritu del santo cristiano ¿qué
región se transforma bajo la nueva advocación y qué región subsiste? La operación del
tallista, no hay duda, es permeable al cauce mágico, al animismo. De allí la imagen payé.
Con acierto, Sustersic apela a ese término guaraní, señalando una confrontación
-dialéctica- con la imagen barroca, al introducirse los nuevos estilos y formas (Sustersic,
2010, p. 165).
No hay duda acerca de la influencia de los maestros coadjutores jesuitas, e incluso
del placer que el guaraní encontró en la adquisición de oficios. Para los jesuitas fue
fundamental impartir una enseñanza que permitiera crear imágenes “decentes” de los
santos. En los retablos de las primeras iglesias debió haber pintura y estatuaria realizada
por coadjutores activos en la zona13, escasas imágenes de procedencia europea y un
número indeterminado de piezas de mano guaraní. Estatuas-horcones, de carácter
marcadamente hierático, ocuparían quizá mayoritariamente las hornacinas de aquellos
retablos (Sustersic, 2010, p. 99). Las iglesias paracuarias jamás presentarán uniformidad
estética: incluso en los años signados por la influencia del lenguaje de Brasanelli, lo
icónico se manifestará como fuerza prevaleciente.
Las dificultades que el guaraní experimentó en el campo de la técnica debieron
ser determinantes; durante la enseñanza del idioma estético manierista-barroco, los
coadjutores jesuitas procederían con flexibilidad. Los obstáculos técnicos determinaron
el “uniplanismo” del que habla Josefina Plá. El volumen de los drapeados se aplana,
pasando “de cifras variables de movimiento, a esquemas fijos de forma” (Plá, 1975, p.95).
12
En culturas netamente sincrónicas o a-históricas, ciertos objetos o talismanes crean una leve tensión
diacrónica. Es el caso de los tjurunga de Oceanía: “traen” a los antepasados. El tjurunga, según Lévi-
Strauss, es “prueba palpable de que el antepasado y su descendiente son una sola carne”. (Agamben, 2015,
pp. 111 a 113).
13
Como B. Rodríguez, L. Berger, V. Badía y L. La Croix.
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La escasez de fuentes gráficas (estampas, libros con grabados) también incidiría en la


praxis. Los modelos tridimensionales incidieron en un tratamiento más fluido de
drapeados, gestualidad y rostros.
Los retablos seguían un orden doctrinal o hagiográfico que determinaba la
advocación de estatuaria y pintura; el Santo Patrono de cada pueblo naturalmente es
objeto de representaciones numerosas. Ángeles y arcángeles son multitud en esta
iconografía. Las figuras de querubines se sumaban al horror vacui; esta predilección de
los tallistas por las figuras aladas acaso se haya manifestado como anamnesis de creencias
antiguas. Ciertas aves (como el parakáo ñeengatú, el “loro”) custodian vados que cruzan
las almas. Las aves, cuyas alas semejan las de ángeles y querubines, necesariamente se
enlazan con lo espiritual; lo zoomórfico “implica siempre la proyección anímica del
hombre” (Susnik, 1984).
En el templo de Trinidad un reditus del carácter icónico parece imponerse; sin
embargo, se trata de una afirmación que es preciso analizar cautelosamente. Hay, sin
duda, un raro iconismo en los frisos de los ángeles músicos. El aprendizaje de más de un
siglo llevó a estos tallistas a una praxis de complejo análisis. ¿Cómo lograron plasmar el
acto musical, sin hacer foco en lo mimético? Los instrumentos ocupan un rango central:
“El ángel tocador y el instrumento tocado tienen la misma jerarquía espiritual” (Bollini
y Levinton, 2018, p. 259). Los relieves de uno de los altares líticos de Trinidad (primer
tramo de la nave, del lado de la Epístola) representan ánimas en el Purgatorio. Se trata
de un tema atípico en el campo escultórico. Hacia el final de la Carta de edificación del
P. Ioseph Cataldino S.I. -autógrafo de Francisco Díaz Taño- se puede leer: “Fue también
mui devoto de las ánimas del Purgatorio”14. En el Catecismo de Ruiz de Montoya (1640,
p. 54) se enseña sobre los destinados al Purgatorio, sin traducción posible de la palabra
que designa esa región: ¿Hae Purgatorio pĭpe abapé ohoraé? (¿“Quiénes son los que van
al Purgatorio?”). Más adelante, se indica que las misas aprovechan “a los vivos y a las
ánimas del Purgatorio” (Ruiz de Montoya, 1640, p. 106). Estas ánimas, en la columna
correspondiente al idioma guaraní, aparecen como ânguera. Una traducción muy
sugerente. En 1594 el P. Alonso Barzana describía la creencia en las ânguera [anguéry]
almas de difuntos y “espíritus peligrosos”, una de las varias manifestaciones o estados del
alma. “Conocen toda la inmortalidad del alma y temen mucho las anguera [anguéry ] que
son las almas salidas de los cuerpos, y dicen que andan espantando y haciendo mal”
(Egaña, 1970, pp. 589–90). La yuxtaposición de las anguéry, que podían aparecerse y
espantar, con aquellas ánimas del Purgatorio a las que se tributaban Misas, debió tener
consecuencias extrañas para la psique guaraní.

Barroco
En su edificación de la Civitas Dei, la concepción del Barroco no puede soslayar
la materia; las ideas del barroco romano conducen a una vía de trascendencia exaltada
desde esa plena materialidad que combina ad infinitum texturas de piedras, mármoles,
cuerpos y drapeados. Lo textural, para el Barroco, es la faz identitaria del compositum
materia-espíritu. El alma del mundo tiene el poder de formar, mientras que la materia es
pasible de ser formada. La concepción barroca pretende elevar esa materia hacia la

14
AGNA, Sala VII, Archivo Estrada, Legajo 3370, año 1653.
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trascendencia15. Esta divinización de lo inmanente, en el arte se transfiere hacia la


exposición de cuerpos naturados (natura naturata). Cuerpos que se mueven, cuerpos que
padecen, cuerpos de mártires y aspereza de lo presente. En su intuición sombría (alentada
por imprimaturas de entonación media a oscura) la pintura barroca se constituye como
primera vía hacia el Panteísmo (Bollini, 2012, pp. 55-60). El naturalismo barroco es la
fachada panteísta de una pluralidad de cuerpos habitando una pluralidad de mundos; cada
detalle, cada función orgánica cuentan. Cartografía suprema, ésta no ha descastado a
Dios. Pero Giordano Bruno lleva la mirada del espíritu hacia la inmanencia. Esto no es
concebido como descenso de lo divino en lo sublunar, sino como divinización de las
infinitas inteligencias que la materia opera. A diferencia de la vieja Participación, que
excluía la esencia divina y la alejaba de los tumores, fealdades e imperfecciones de las
criaturas, el Barroco presenta estos cuerpos como testimonio, redimiendo (incluso
exorcizando) los males del cuerpo con más cuerpos. Antes del panteísmo spinoziano, fue
Giordano Bruno quien concibió la materia liberada de los condicionamientos del antiguo
ante rem: “…prima si mostra che non fu pazzo nel suo grado David de Dinanto in
prendere la materia come cosa eccellentissima e divina”16. (Bruno [1584] (1830), p. 207).
Por espíritu barroco deben entenderse los tratados de Athanasius Kircher y las perlas
barruecas; los Tombeaux franceses y aquellas relecturas de Bruno que culminan en la
Proposición XXXIX de la Ética, V.
Entre los planteos de la estética barroca un número significativo culmina en la
escenificación. Esa representatio (de imágenes y ulteriormente de músicas y palabras de
culto) tiene por fin la estimulación de los sentidos, guiados hacia el primer plano absoluto
de un escenario de cuerpos estigmatizados. En esa teatralidad del barroco europeo, las
heridas del cuerpo manan abundante sangre para espejar las heridas del espíritu. La sangre
sobre la que deben posarse los ojos ya no es sólo aquella que brota del Agnus Dei, sino
también aquella que mana de cada cuerpo. Cada plano (o intersección de cónicas) de la
individuación expresa el mundo íntegro.
Fuscum sub nigrum: la fórmula leibniziana revela el poder creador del espíritu, su
ilimitación. Traducida esa fórmula al idioma del espacio barroco, consistiría en sacar a la
luz infinitas cosas de infinitos modos, no como agregado de objetos a un vacío
preexistente17, sino desde un incógnito subyacente que es fuente de toda potencia,
engendradora de los cuerpos y de la extensión toda. Los cuerpos pesan y su materialidad
no se elude, pero una fuerza de trascendencia los eleva. Esta concepción de una materia
espiritualizada, divinizada, también tiene lugar en las reducciones jesuítico-guaraníes, en
los retablos plenamente barrocos de Brasanelli: “San Borja está como elevado y
desmayado sobre el Sacramento, todo lleno de nuves, y Seraphines…” escribía Oliver
acerca del retablo principal de San Borja (ARSI, Paraq.14, f. 7v). La incorporación de
ciertos giros barrocos ¿señala una internalización de ese lenguaje?
Desde los últimos años del Siglo XVII, contribuciones de hermanos coadjutores
como Jan Kraus y Giuseppe Brasanelli dotaron a los templos jesuítico-guaraníes de gran

15
En la poesía mística de Silesius la trascendencia subsiste en cambio según sobre-angelidad
(überengelheit) de corte eckhartiano.
16
Esta aseveración de Bruno en De la causa, principio et Uno (1584) se enlaza con los principios de magia
naturallis que visitó Pico della Mirandola.
17
Para Leibniz, el vacío sólo se concibe entre mundos contiguos. En lo que respecta a este mundo, “cada
porción de la materia puede ser concebida como un jardín lleno de plantas; y como un estanque lleno de
peces. Pero cada ramo de la planta, cada miembro del animal, cada gota de sus humores es, a su vez, un
jardín o un estanque semejante”. (Monadología, 67).
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relevancia estética. En el caso de Brasanelli, sus labores como idóneo en arquitectura se


unieron al desempeño como escultor, pintor, retablista. Los catálogos de la Compañía son
lacónicos respecto de sus dotes, pero los escritos de Jaime Oliver y Sepp hacen menciones
nítidas respecto de las estéticas aportadas por el milanés. Ciertas piezas de Brasanelli se
utilizarían durante décadas como modelos de estatuaria, siendo concebidas a priori con
esa finalidad: imágenes de San Miguel Arcángel y de San Ignacio Loyola fueron copiadas
por sus discípulos guaraníes. San Borja, primer templo en donde intervino (ca. 1696-
1705) parece haber reunido en sus retablos y en su concepción de espacio una idea
germinal de ornamentación, exhibida dramáticamente. Arsène Isabelle alude a esa
teatralidad: “…l'église, véritable théâtre, quant au luxe d'ornemens et de détails
intérieurs” (Isabelle, 1835, p. 393). En el frontis de estos edificios de la Tercera Etapa de
la arquitectura misional18 (1696-1730) se combinaron patrones ornamentales bajo cierta
heterodoxia, como hoy se aprecia en San Ignacio Miní. En el intramuros, numerosos
espejos19 multiplicaban las imágenes de los retablos, las pinturas y los acentos barrocos
de los intercolumnios.
El arte de las misiones jesuítico-guaraníes oscila entre lo icónico –fuerza
prevaleciente- y desde fines del Siglo XVII aquellos acentos barrocos que se manifiestan
fragmentariamente. Más allá de lecturas formales, debe examinarse todo el conjunto de
signos: la organización ritual de la jornada, el poder del ceremonial (asunción de
cabildantes, fiestas religiosas, temáticas en las representaciones de teatro). En las
misiones y en pleno Siglo XVIII, el problema del bien y el mal (Ópera San Ignacio) es
de corte tardomedieval y se separa de las discusiones seculares. La conciencia del tiempo
y el norte mismo de la vida comunitaria se organizan in spiritualibus. La organización
teocrática regula una jornada signada por toques de campana, oraciones e imágenes de
santos que acompañan durante las labores en el sembradío. Incluso la pertenencia a un
ciclo histórico es difusa. El retrato del Rey (que en algunos pueblos ocupa una pared del
cabildo) es apenas un símbolo del vasallaje de los guaraníes y actúa como nota diacrónica
o histórica en la persistente sincronía de las reducciones. La actuación de las milicias
guaraníes en los extramuros evidentemente también se inscribe en la diacronía.
Para el europeo, para el sacerdote educado en los colegios de la Compañía en
América, la selva misma es “barroca”: lugar de hybris, Sepp celebra su exuberancia al
llegar a Yapeyú. Además, esas tierras son el escenario donde podría realizarse una
profunda transformación. Silesius, como otros místicos de su tiempo, concibe el ser
renovado (Die Neue Creatur) transformado alquímicamente por la Medicina Teológica,
que actúa sobre el compuesto Geistlich / Seelisch / Leiblich. Esa transformación incluye
el gesto ante el alter: en ese gesto, la búsqueda de la mística barroca también se reconoce
en el espejo de estas misiones. Las visiones de Conquista Espiritual se complementan en
la contemplación del Sílex del Divino Amor. El detritus de lo visible es, antes de derivar
en muerte (Ars Bene Moriendi) lo incognoscible de la Divinidad. Era imperioso llegar
hasta el Guayrá para probarlo.
No obstante, esas miradas ambiguamente barrocas, la aesthesis de Paraquaria no
obedece a la integral noción de Barroco. El volumen, la textura, la efusión, pueden
presentarse en una nota ornamental, en una talla de un portal del Colegio, en algunas de

18
Las arquitecturas de la Tercera Etapa combinaron maderas en estructuras portantes y cubrimientos. La
piedra estaba destinada a oclusión, sin función primaria de sostén.
19
Los Inventarios de 1768 consignan elevado número de espejos en los templos de Santa María de Fe,
Corpus, Santa Ana y Santa Rosa.
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las piezas estatuarias o en un cornisamento de retablo. El Gran Teatro del Mundo, sin
duda un concepto plenamente barroco, tiene lugar en la plaza de estas reducciones. La
abundancia de vestidos de danzantes, las representaciones y su vestuario, incluso las
tramoyas escénicas; el guaraní toma esos signos y los subsume en su ser antiguo. Para el
guaraní, hay grabados barrocos, estampas o modelos barrocos, música de Schmelzer y
Zipoli; constituyen aspectos focales, no un concepto integral que necesariamente resulta
ajeno.
Respecto del propósito de este artículo, debemos preguntarnos: el naturalismo
“intermitente” que la imagen misional presentó en su ciclo “barroco” (ca.1696-1730)
¿debilitó de alguna manera el aspecto mágico-chamánico en la recepción de la pieza?
Creemos que no. En aquellas piezas donde los volúmenes de la escultura espejaron
cuerpos, es posible que la reverencia hacia la imagen se viera estimulada. El concepto de
“doble” se haría más intenso.

Recepción de la imagen
Como fragmentos de un todo ritual, las pinturas y esculturas misionales
experimentan un corrimiento hacia los laterales del hecho estético, precisamente porque
no son parte de una representatio, no operan como signos que mediatizan su aura o
dependen de categorías simbólicas precisas. Por el contrario, la imagen misional opera
como presentatio: inmediato nexo con lo invisible, la imagen es canal de irradiación de
una fuerza. O bien, se revela en sí misma como aparición: la imagen debilita su
constitutivo como mediadora, en pos de una entera presencia. En el Catecismo de la
Lengua Guaraní, se lee: “¿Qué reverencia debemos a las imágenes de Dios y de los
Santos? –La misma que daríamos a los mismos Santos q. representan”. (Ruiz de
Montoya, 1640, p. 81).
Este pasaje es de gran importancia, porque reafirma la idea de presentatio. La
imagen opera como el sacramento; en el misterio litúrgico “atestiguamos la presencia
real, efectiva, lo que se simboliza en éste” (Agamben, 2012, p. 39).
Tenemos las expresiones que designan las “imágenes de Dios” (Tupã râângába)
y las “imágenes de santos” (Santas raângábaabé). Taãngába significa “imagen”20 y esa
palabra contiene la raíz âng: “alma”21. La raíz âng al formar parte de la palabra “imagen”
deriva en una supra-esencialidad: de allí que no exista contrasentido al afirmarse que la
reverencia a las imágenes debería ser la misma que se tribute a los Santos. La equivalencia
que Ruiz de Montoya encontró para la palabra “imagen” ¿es consecuencia de una
racionalización, de un cálculo de impacto semántico con el propósito de acrecentar el
peso espiritual de las imágenes? En ese caso, la traducción designa una “imagen-espíritu”
(la imagen como doble, la imagen como aparición) y no sólo apunta a una representación
¿O debe suponerse que Montoya se adaptó a la vivencia religiosa del guaraní y, en efecto,
los guaraníes tenían esa palabra (Taãngába o bien a’anga) para definir “imagen”?

20
Según el glosario del estudio de León Cadogan sobre el Ayvu Rapyta, “imagen” se dice a’anga (Cadogan,
1959, p. 191)
21
En los Vocabularios de Ruiz de Montoya, Tobá râângába significa máscara: “rostro” (tobá) + “imagen”
(a’anga).
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En la sesión XXV de Trento se instaba a suprimir toda superstición en el “uso” de


las imágenes sagradas. Debía enseñarse a los fieles que una imagen realizada con figuras
y colores no entrañaba “copia” de la divinidad que pudiese verse “con ojos corporales”.
Quod si aliquando historias et narrationes sacræ scripturæ, cum id indoctæ
plebi expediet, exprimi et figurari contigerit, doceatur populus, non propterea
divinitatem figurari, quasi corporeis oculis conspici vel coloribus, aut figuris
exprimi possit. Omnis porro superstitio in sanctorum invocatione, reliquiarum
veneratione et imaginum sacro usu tollatur, omnis turpis quaestus eliminetur,
omnis denique lascivia vitetur, ita ut procaci venustate imagines non pingantur
nec ornentur…
Y si aconteciere que se expresen y figuren en alguna ocasión historias y
narraciones de la sagrada Escritura, por ser estas convenientes a la instrucción de
la ignorante plebe, enséñese al pueblo que esto no es copiar la divinidad, como si
fuese posible que se viese ésta con ojos corporales o pudiese expresar con colores
ó figuras. Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los
santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes;
ahuyéntese toda ganancia sórdida, de manera que no se pinten ni adornen las
imágenes con hermosura escandalosa.... (Latre, 1847, pp. 331-332).
En el Catecismo se caracteriza a la Virgen María como “gran Reyna”. Mora en el
cielo “en cuerpo y alma”. A la siguiente pregunta “¿Es esa la que está en el templo?”, se
responde: “Es su imagen solamente”. (Ruiz de Montoya, 1640, pp. 80-81). Aquí se
produce una zona límbica. Si “esa” que está en el templo es sólo una imagen, la reverencia
ante esa imagen es parte de un ritual en el plano de representatio. El mundo onírico, tal
como fue señalado por Bartomeu Melià, induce al guaraní a actuar en la vigilia: “Parece
que el guaraní no se siente seguro cuando no soñó previamente lo que ha de ser hecho”.
La esencia de todo individuo se subsume en la palabra y ésta “depende directamente del
sueño” (Melià, 1991, p.105). Los antepasados se aparecen en sueños para anunciar la
llegada de un hijo (Schaden, 1962, p. 111). El ciclo de nacimientos y muertes se subsume
en una concavidad sincrónica, con la palabra-alma como emergente. Las almas retornan;
su presencia en sueños es constante. Otras manifestaciones, como las anguéry,
atormentan, causan espanto. En el sueño o inmediatamente después de él, una imagen
puede crecer hasta adueñarse de la psique, como en el episodio de Continuación de las
labores apostólicas II, Cap. I (“Terrible hecho de sangre cometido por un india…”) que
ha sido profusamente comentado22.
Las imágenes payé, las imágenes como presencias. Respecto de erradicar toda
superstición alrededor de las imágenes, los propios jesuitas parecen desdecir a Trento. El
P. Boroa alude al “sudor milagroso que sale de la imagen de la Virgen” (Carta Anua del
período 1635-1637; Leonhardt, 1929, p. 519). Se refería a la Inmaculada pintada por
Berger, conservada en la iglesia de la Compañía de Santa Fe (Page, 2016, p. 77). Ruiz de

22
Sepp asiste a una mujer guaraní que se ha clavado un cuchillo en el pecho. La mujer dice: “al despertar
de un profundo sueño se me apareció la Madre de Dios y me dijo: así como me herí yo misma y atravesé
voluntariamente mi Inmaculado Corazón, así debes tú, hija mía, tomar tu cuchillo y abrirte el pecho, la
puerta que encierra tu alma”. (Sepp, 1973, p. 98). El jesuita explica que en la iglesia de Yapeyú “junto a
otros cuadros que representan la Pasión de Cristo, había una Pietà que mostraba a la Madre Dolorosa bajo
la Santa Cruz, con el corazón atravesado por siete espadas. Ante este cuadro solía arrodillarse la devota
india y contemplarlo largamente”. (Sepp, 1973, p. 99). La imagen del cuadro, originalmente confinada a
un soporte físico, abandona el plano de re-presentación. Las espadas también ceden su lugar como
representatio.
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Montoya narra un episodio similar en Conquista Espiritual: una imagen de la Virgen suda
grandes y abundantes gotas, en tiempos de la migración obligada por los saqueos de los
bandeirantes. El suceso es tomado con “grande consuelo y alegría” (Ruiz de Montoya
[1639] (1892) p.154). También en Conquista Espiritual, hay guaraníes que se sienten en
presencia de una imagen. Una mujer en trance de morir solicita ser enterrada ante una
imagen: “pídote que no entierres mi cuerpo en el cementerio sino dentro de la iglesia,
delante de la imagen de Nuestra Señora” (Ruiz de Montoya [1639] (1892) p.178). Post-
mortem, “habiéndola ya amortajado”, la mujer da muestras de estar viva. Montoya no
quiere afirmar si ha resucitado o despertó de un trance o pérdida de sentido. La mujer,
que durante el trance accedió a la otredad, cuenta lo que ha visto. Salvada de los demonios
por un ángel, contempló las condenas infernales y fue espectadora de la Gloria: Dios y
sus ángeles, María, todo el esplendor celeste. Participando de esa Gloria, divisa incluso
algunos guaraníes de existencia piadosa, y a tres jesuitas que habían muerto en el Guayrá.
Al cabo de diez horas de describir lo divino y exhortar a la contrición y a las prácticas
pías, la mujer debe volver a la muerte. El relato de Ruiz de Montoya no parece pertenecer
a las apologéticas del Barroco, sino a los éxtasis hagiográficos de varios siglos antes. La
mujer había comparado el plano terrenal y el divino: “Todo lo de por acá es feo y
despreciable”. Lo “feo” del mundo no hace sino incrementar la ablepsía (“ceguera” o
mejor aún, in-mirada) propia del engaño de los sentidos. (Lo disforme está en nosotros y
en el afuera, sólo embellecido por la pureza de la luz). Con basamento en la
contemplación medieval, el Sílex del Divino Amor propone a su lector que se “desnude”
de los sentidos exteriores. Por encima de la imperfección de “todo lo de por acá”, la
imagen ante la que quiso ser enterrada la mujer operaría como puente hacia la
trascendencia. En la “frecuencia del milagro” del texto (Melià, 2008, p.41) la imagen
opera como signo (puede leerse doctrinalmente) y como presencia sacramental.

Verbo e imagen. La incidencia de las traducciones


En el guaraní de uso general, ñe’ĕ se traduce como palabra, mientras que ayvu es
ruido de origen animal. En cambio, entre los mbyá-guaraní y los Apapokúva, ayvu es el
habla humana. Según G. Chamorro, ñe’ēngue implica “palabra-que-ya-no-es”, lugar
relacionado con la persona fallecida. Por ñe’ĕ, “palabra” y el sufijo –engue, pretérito
(Chamorro, 2004b, p. 57). El Tesoro de la Lengua Guaraní consigna el término ñeâng,
que según Ruiz de Montoya significaría “corazón” o “cosa que se haze alma y es alma”.
En ñeâng está incluida la raíz âng, “alma”.
El término ayvu-kué significa “el aliento que brota de la boca”. Es, entre los
Apapokúva, otra manera de designar el concepto de alma. Graciela Chamorro identifica
los constitutivos de ese término, que en sí mismo opera metafóricamente:
Finalmente, cuando la palabra no tiene más lugar, la persona muere y tórnase una
palabra-que-no-es-más, ayvukue, ñe’ẽngue, ãngue, asykue. Los sufijos -kue y
-ngue son marcas de pretérito e indican el devenir. Ayvukue o ñe’ẽngue refiere la
palabra-alma de origen divino, que emprende una marcha hacia un mundo
plenificado, aunque le cueste separarse de los seres y del ambiente conocidos.
(Chamorro, 2004a, p. 134).
Cuando la imagen se aparece, queda anclada al misterio de la palabra y de su
invocación. En una teocracia las traducciones de conceptos teológicos serían esenciales
en la construcción del imaginario. Las equivalencias lingüísticas también ponen de

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manifiesto qué sucede con una imagen, con su anclaje de sentido, su iconografía y su
recepción.
Pecado es traducido como angaipá, y esa versión de Ruiz de Montoya se mantiene
hasta la actualidad. En el Vocabulario, angaipá también se traduce como “culpa”. ¿Por
qué lo tradujo así? La raíz es âng, “alma”. El Catecismo instruye sobre los pecados
veniales y “con qué se quitan”. La sexta vía es “Por la Confesión general”, cuyo
equivalente guaraní es Cheyñängaipá catubaé, mômbeú pipé23 (Ruiz de Montoya, 1640,
p. 34). Cheanga pĭhĭ se traduce como “estar consolado”. Angapĭhĭ puede traducirse como
“refrigerio”. Montoya aclara a continuación que ese “refrigerio” no lo tendrán los
réprobos del infierno. Estas equivalencias idiomáticas aluden al consuelo o alivio24 que
genera en el alma (âng) la confesión de los propios pecados, de mis pecados.
El libro de Nieremberg Diferencia entre lo temporal y eterno (reducciones
jesuítico-guaraníes, 1705) es uno de los puntos más altos de la imagen misional e ilustra25,
como su título indica26, las postrimerías o novísimos. El libro misional se basa, en gran
medida, en grabados europeos: la edición de la obra de Nieremberg impresa en Amberes
e ilustrada por Bouttats (1684) fue una de las fuentes. Los grabados en las obras de
Jerónimo Nadal y de Francisco Aguado también sirvieron como fundamento iconográfico
(González, 2009, p. 151). Según informa Fernando Gil, la obra de Pinamonti L' inferno
aperto al cristiano (1689)27 resultó relevante. “Por la comparación de los grabados del
libro de Pinamonti con los grabados hechos casi seguramente en la reducción de Loreto,
podemos deducir que los artesanos guaraníes tuvieron delante de sí este libro” (Gil, 2019,
p. 15). La impresión de Nieremberg en las misiones incluyó traducciones de contextos y
símbolos. Los términos doctrinales del libro de Nieremberg tendrían, como base de
traducción28, el Catecismo de la Lengua Guaraní. Ruiz de Montoya encuentra traducción
o equivalencia para las cuatro postrimerías. Para construir (o reconstruir) en guaraní la
palabra “Gloria”, última postrimería del hombre, requirió de cuatro vocablos: tecó orĭ
apireÿ ibápe, “estado de eterna salvación”. (Ruiz de Montoya, 1640, p. 35). En el Antiguo
Testamento, el término Gloria es relativo a “esplendor” o “brillo” (Éxodo 40:34). La
metáfora visual se pierde en la traducción del Catecismo; Ruiz de Montoya privilegia su
semántica dentro del éschatos.
En el Catecismo se analiza qué es la transubstanciación. Ante la pregunta “¿Qué
comemos en este manjar Divino?” se responde: “Al mismo Christo Dios, hombre entero”.
Luego viene una pregunta esencial “¿Cómo? ¿En seña o en figura?”. En la
transubstanciación, “su Divinidad y su Humanidad enteramente se nos da” (Ruiz de
Montoya, 1640, pp. 129-131). La pregunta “en seña o en figura” podría formularse de la
siguiente manera: “¿como símbolo (representatio) o como manifestación presente?”

23
“Yo pecador” [Cheyñängaipá catubaé ] “me confieso” [Añêmombeú]. (Ruiz de Montoya, 1640, p. 35).
En los diccionarios actuales ñemombe’u significa “declaración”, “confesión”.
24
Yñangapĭhĭ significa “alivio de enfermedad”.
25
Sólo una de las estampas consigna autoría. Bajo el grabado que retrata a Tirso González, Prepósito
General de la Compañía, a la izquierda se lee: “Ioan Yapari Sculps.” A la derecha; “Doctrinis Paraquariae”.
26
El título completo es “De la diferencia entre lo Temporal y eterno, Crisol de desengaños, con la memoria
de la eternidad, postrimerías humanas y principales misterios Divinos”.
27
L' inferno aperto al cristiano perche non v'entri, ouero Considerazioni delle pene infernali proposte a
meditarsi per euitarle; e distribuite per tutti i giorni della settimana da vn religioso della Compagnia di
Giesu / [Gio. Pietro Pinamonti]. La citada edición data de 1689 y fue impresa en Bologna. Otra edición
(Milano & Parma) data de 1693. Ver: Gil, F. (2019) pp. 14-16 y ss.
28
La traducción al guaraní de la obra de Nieremberg fue realizada por el P. José Serrano.
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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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(presentatio). El dogma indica que Cristo está presente en el Sacramento de la Misa. El


Catecismo reafirma “la presencia de Cristo Nuestro Señor en este Sacramento” (1640, p.
219). No hay novedad doctrinal, no podría haberla. Pero las traducciones son en sí la
novedad. Sea por la ineludible apertura de sentidos laterales en la equivalencia lingüística,
sea porque la matriz receptora transformará el sentido al adaptarlo a la psique,
superponiéndolo a las creencias antiguas. ¿Cómo interpretaría el guaraní que Cristo esté
presente en el sacramento?
Entre las traducciones imposibles, tenemos “Gracia”, “Misa”, “Espíritu Santo”:
en la columna de la izquierda (correspondiente al guaraní) debió mantener esos vocablos
tal como se escriben y pronuncian en lengua castellana. El estudiante guaraní de
catequesis debería entonces memorizar fonemas constitutivos de cada una de estas
palabras, sin penetrar en raíces semánticas. En otras páginas se lee acerca de la naturaleza
angélica. Mbae pủgủ: Angeles nde yâba raé? “Qué cosa son [los] Ángeles”? -Son
Espíritus Soberanos que carecen de cuerpo y están continuamente alabando a Dios”. Se
aclara que los Ángeles criados en el cielo no sólo cumplen con el servicio de alabanza de
Dios; además, se les asigna cuidar de cristianos y gentiles hasta la muerte. En caso de no
poder guiar un corazón hacia las buenas obras y si el hombre muere en pecado, el ángel
“lo dexa á los demonios” (Ruiz de Montoya, 1640, pp. 71-74). A continuación, hay que
aclarar qué cosa son los demonios: Ruiz de Montoya indica que son ángeles “separados
de los buenos”, cuyo oficio es tentar a los hombres para que caigan en pecado y llevarlos
al infierno. “Infierno” (Añá retãmâ) en el texto señala una equivalencia curiosa. Tacĭ-
retãmâ es hormiguero (Tacĭ es hormiga) mientras que Ey-retãmâ es colmena. La palabra
retãmâ, en ambos ejemplos, alude a moradas de insectos, espacios con divisiones.
También el infierno tiene divisiones. Para ciertos grupos guaraníes, Yvy pyté significa
“centro de la tierra”; en el Vocabulario de Ruiz de Montoya la palabra Ibĭapĭté tiene el
mismo significado. Ruiz de Montoya informa que el Infierno es precisamente un lugar
que está en el centro de la tierra, el Inframundo (1640, p. 75). Para decir “en el centro de
la tierra está el infierno” se utiliza la expresión: Ibĭ apĭtépe añá retãmâ ruĭ. La oposición
entre lo celeste y lo terrenal funciona aquí de modo directo, con la muerte como única
forma de atravesar los límites. Y con la virtud y el pecado como señas de paso a una u
otra morada.

Conclusiones
En la experiencia jesuítico-guaraní la imagen conquistadora apunta a una
recepción inicial puramente mágica o mistérica. El signo visual, acompañado de la
catequesis, se manifiesta entonces bajo el velo creado por la traducción de cada palabra.
Las derivaciones lingüísticas y los contenidos de la doctrina mediatizan la primera
recepción. Sin embargo, la imagen nunca abandona su presencia mistérica: opera como
aparición, con poder análogo al sacramento de la antigua liturgia “El sacramento es un
signo, pero la particularidad de ese signo es que hace realidad lo que significa”
(Agamben, 2012, p. 39).
Nos parece importante destacar ambos aspectos (la incidencia de la palabra y el
poder mistérico de la imagen) en la recepción de las piezas que ocuparon su lugar en el
templo jesuítico-guaraní. El mismo objeto que subsume la imagen bajo el signo
sacramental, tiene en sí el poder para regresarla como presencia. En todo ello, la pieza se
manifiesta en un vaivén entre el plano interno de su construcción como objeto (escultura
o pintura) y como palabra-espíritu.
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En toda obra perdida hay un constitutivo fantasmal. Cuando la obra es restituida


y adviene -por un resquicio construido por la historia- aquel constitutivo fantasmal es
amortiguado por la propia imagen emergente; eso que surge, desterritorializado, apunta a
una iconología del intervalo (Didi-Huberman, 2011, p. 167). La reaparición de la imagen
(reinserción patrimonial y en el plano histórico) no silencia su carácter enigmático. La
imagen-umbral es testimonio de la hermenéutica de la materia, de las voces que forman
su dialéctica interna: debe añadirse a esto que en la pieza sacramental aquellas voces se
acallan entre sí, en pos de adueñarse de lo invisible. Una imagen puede operar como
ingreso en el no-tiempo (en cuyo caso es sincrónica) o como pieza histórica (en cuyo caso
es diacrónica). Esa doble apertura opera en la imagen jesuítico-guaraní, con una
particularidad esencial: la matriz receptora genera un corrimiento semántico en la estética
emisora; simultáneamente, en la adaptación (y traducción) surgen otras temporalidades.
En la coexistencia de dos temporalidades, de dos sentidos de apropiación de lo invisible
-uno histórico, otro a-histórico- intermitentemente enmudece la configuración de lo
estético.

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“Um operoso e erudito estudioso da história de nossa pátria”:


Raphael Galanti e o ensino de História do Brasil (1896-1917)

“An industrious and learned scholar of the history of our country”:


Raphael Galanti and the teaching of Brazilian History (1896-1917)

Magno Francisco de Jesus Santos*


DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27670

Resumo: Este artigo tem como escopo as questões atinentes ao ensino e à escrita da
história escolar na concepção do jesuíta italiano Raphael Galanti (1840-1917). Com a
emergência do governo republicano no Brasil, o ensino de história passou por importan-
tes transformações, como a inclusão de novos heróis, a recuperação de um passado com
conotação democrática e o fortalecimento da defesa dos valores morais e patrióticos, já
elucidada nas obras publicadas ao longo da segunda metade do século XIX. No caso do
padre Raphael Galanti, a sua concepção acerca da história do Brasil pode ser compreen-
dida por meio de seus livros escolares, como também por meio dos discursos publicados
na Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro no descerrar do oitocentos.
Neste sentido, o ensino de história proposto por Galanti expressava uma preocupação
vigente na historiografia escolar da época no processo de edificação da memória repu-
blicana respaldada na mitificação de novos heróis.
Palavras-chave: ensino de história; História pátria; historiografia escolar; intelectual
jesuíta; Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro; Raphael Maria Galanti.

Abstract: This article has as its scope the questions concerning the teaching and writing
of school history in the conception of the Italian Jesuit Raphael Galanti (1840-1917).

* Departamento de História, do Programa de Pós-Graduação em História e do Programa de Pós-


Graduação em Ensino de História (PROFHistória) da Universidade Federal do Rio Grande do Norte. E-
mail: magnosantos@cchla.ufrn.br https://orcid.org/0000-0002-2218-7772
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With the emergence of the republican government in Brazil, the teaching of history un-
derwent important transformations, such as the inclusion of new heroes, the recovery of
a past with democratic connotation and the strengthening of the defense of moral and
patriotic values, already elucidated in the works published throughout the second half of
the nineteenth century. In the case of Father Raphael Galanti, his conception of the his-
tory of Brazil can be understood through his textbooks, as well as through the speeches
published in the Journal of the Brazilian Historical and Geographic Institute in the cour-
se of the eight hundred. In this sense, the teaching of history proposed by Galanti ex-
pressed a current concern in the school historiography of the time in the process of buil-
ding republican memory backed by the mythification of new heroes.
Keywords: history teaching; Homeland History; school historiography; Jesuit intellec-
tual; Brazilian Historical and Geographic Institute; Raphael Maria Galanti.

Recibido: 13 de diciembre de 2019.


Evaluado: 23 de diciembre de 2019.

Magno Francisco de Jesus Santos


Professor Adjunto do Departamento de História, do Programa de Pós-Graduação em His-
tória (PPGH) e do Programa de Pós-Graduação em Ensino de História (PROFHIS) da
Universidade Federal do Rio Grande do Norte. Doutor em História pelo Programa de Pós-
Graduação em História da Universidade Federal Fluminense (Conceito CAPES 7). Mes-
tre em Educação pelo Núcleo de Pós-graduação em Educação da Universidade Federal de
Sergipe (Conceito CAPES 4). Especialista em Ciências da Religião e possui graduação
em História Bacharelado (2006) e em História Licenciatura (2005) pela Universidade
Federal de Sergipe (2005). Tem experiência na área de História, com a realização de pes-
quisas sobre as diferentes interfaces culturais, sociais e políticas do período histórico entre
o Segundo Reinado e a Primeira República no Brasil. As publicações em periódicos espe-
cializados no campo da História têm como foco este período, por meio da elucidação das
seguintes temáticas: Ensino de História, Patrimônio Cultural, Religiosidades, Intelectuais
e História da Educação.

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Sobre um triste acontecimento: palavras introdutórias


27 de agosto de 1917. Na sede social do Instituto Histórico e Geográfico Brasi-
leiro (IHGB), foi aberta a quinta sessão ordinária do sodalício, com a presença de alguns
dos principais pensadores da História do país, como Affonso Celso, barão Homem de
Mello, Ramiz Galvão, Laudelino Freire e Liberato Bittencourt (IHGB, 1917, p. 761).
Após a leitura da ata da reunião anterior, por Laudelino Freire, então secretário da insti-
tuição, o presidente do IHGB, Affonso Celso tomou a palavra e:
Participa ao Instituto o falecimento do consocio padre Rafael Maria Gallanti,
ocorrido a 2 do corrente mez, tendo sido o padre Gallanti eleito em 22 de No-
vembro de 1896. Sobre o triste acontecimento diz o Presidente ter recebido do
consocio senador João de Lyra Tavares o seguinte telegrama, e que na acta da
presente ficará registrado um voto de profundo pezar por essa tão lamentável
perda:
“Manifesto a v. ex. como mais elevado representante do nosso Instituto, o meu
sincero pezar pelo falecimento do operoso e erudito confrade padre Rafael Maria
Gallanti, que tão dedicado e útil foi ao estudo de nossa História pátria”.
O Sr DESEMBARGADOR SOUSA PITANGA propõe, e é unanimemente
aprovado, que o presidente do Instituto officie ao reitor do Collegio Anchieta,
padre Justino M. Lombardi, testemunhando o grande pezar que a associação ex-
perimentou com essa perda e pedindo-lhe uma fotografia do ilustre extincto para
figurar na galeria do Instituto (RIHGB, 1917, p. 762)
O anúncio do falecimento na Casa da Memória nacional tornou-se uma oportu-
nidade inicial para exortar as virtudes do intelectual, que de acordo com as palavras do
senador do estado do Rio Grande do Norte, João de Lyra Tavares,1 era tido como “ope-
roso e erudito”, além de ser “tão dedicado e útil ao estudo da nossa História pátria”. A
qualificação atribuída ao falecido expressa o reconhecimento dos feitos de um intelectu-
al que teria contribuído com o estudo da história nacional. Os prodígios do docente his-
toriador foram registrados por intelectuais que na época se destacavam pela produção de
livros escolares de história, como João Tavares de Lyra e Laudelino Freire. 2 Eram auto-
res de livros escolares e sócios do IHGB. Dessa feita, os feitos do morto foram dignos
de elogios na principal instituição de produção dos saberes historiográficos do país e
levou a recomendação de que sua fotografia passasse a figurar na galeria, entre os gran-
des nomes de homens que inventaram o Brasil a partir de suas narrativas. A fotografia

1
João de Lyra Tavares (1871-1930) foi um intelectual nascido na cidade de Goiana, Pernambuco. Sua
formação ocorreu no Atheneu Norte-Rio-Grandense, de Natal, onde concluiu o curso secundário. No Rio
Grande do Norte tornou-se um entusiasta das ideias abolicionistas e do movimento republicano. No âmbi-
to da carreira política, foi deputado federal pelo estado da Paraíba (1907) e senador em três magistraturas,
representando o Rio Grande do Norte (1915-1930). Na Paraíba ele lecionou Corografia e História na
Escola Normal da Paraíba e Contabilidade no Liceu Paraibano. Publicou importantes textos de história,
que tiveram como foco tanto a questão dos limites (Apontamentos para a História Territorial da Paraíba),
em 1911, assim como textos escolares (Pontos de História Pátria), em 1912. Foi sócio fundador do Insti-
tuto Histórico da Paraíba e sócio correspondente dos institutos da Bahia, Ceará, Minas Gerais, Rio Gran-
de do Norte e São Paulo.
2
Laudelino de Oliveira Freire nasceu na cidade de Lagarto, Sergipe, em 1873. Publicou dois livros esco-
lares de História: História do Brasil (1903) e História de Sergipe (1900). Também atuou como docente no
Colégio Militar do Rio de janeiro e foi sócio do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (IHGB). No
âmbito da produção intelectual, destacou-se na escrita de dicionários, livros de história e biografias (Gua-
raná, 1925, pp. 193-194).
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enviada para o sodalício expressava um intelectual com as vestes sacerdotais, olhar fixo
no horizonte e feição sisuda, como pode ser observado a Figura 1:

Figura 1. Raphael Galanti. (Fonte: IHGB).

Mas, afinal, quem era o padre Raphael Maria Galanti e qual teria sido a sua con-
tribuição para a historiografia pátria? Responder a essa questão implica em promover
deslocamentos e ampliações acerca da construção do conhecimento histórico no Brasil
ao longo dos primeiros decênios republicanos. Exige a compreensão do ofício do histo-
riador em perspectiva ampla, que perpassava pela investigação nos arquivos, sistemati-
zação dos acervos, produção de narrativas escritas, presença nos debates historiográfi-
cos e, não menos importante, na construção de propostas de ensino da história nos espa-
ços escolares.

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Com a proclamação da república,3 a divulgação dos saberes históricos pátrios


havia se tornado um problema nacional, no qual a história deveria ser o cimento capaz
de edificar a memória de novos mitos e heróis, de sedimentar a presença dos valores
republicanos no âmbito do lar, enfim, de tornar a história da nação presente na memória
nacional (Santos, 2013a). Era o momento de reescrita da história e de tentativas de fir-
mar outras leituras do passado.
No mesmo momento que havia uma demanda pela reinvenção da história nacio-
nal, com a emergente necessidade de erguer monumentos para os novos heróis e a elu-
cidação de novos episódios sobre o passado brasileiro, ecoavam diferentes propostas de
escrita sobre a experiência do passado pátrio. A invenção de um Brasil republicano mo-
bilizou intelectuais, além de instituições culturais, científicas e educacionais. Os fazeres
historiográficos reverberavam na construção de narrativas que buscavam atender às de-
mandas de uma produção acadêmica e também do chão da escola. Nos bancos escola-
res, a disciplina história se tornou um palco privilegiado, no qual o passado da nação
passava a ser visto a partir dos episódios de inspiração republicana e também onde de-
veriam desfilar os novos heróis da pátria.4
Essa demanda por heróis brasileiros na história ensinada, de inspiração republi-
cana, foi prática recorrente ao longo das primeiras décadas após 1889. Um sinal expres-
sivo dessa proposta foi a publicação de livros escolares que tinham como pressuposto
narrar a história do Brasil em perspectiva biográfica. A biografia passava a ser vista
como um retrato fiel da pátria. Em 1890, um ano após o golpe, Sílvio Romero publicou
o exitoso livro “A História do Brasil ensinada pela biographia de seus heroes”. Cinco
anos depois, em São Paulo, Tancredo do Amaral publicou “A História de São Paulo
pela biographia de seus vultos mais notáveis”, livro reconhecidamente inspirado na es-
crita de Romero. Em 1911, o padre Raphael Maria Galanti publicou “Biografias de bra-
sileiros ilustres”. Nos idos de 1913, foi publicada a segunda edição do livro de Galanti
(fato elucidativo que expressa o sucesso da obra) e o primeiro volume do monumental
“Brasileiros Illustres” do também sócio do IHGB, Liberato Bittencourt.
Nos primeiros decênios republicanos, história e biografia se intercruzavam, co-
nectavam passados e instruíam os jovens para a atuação no futuro. O passado era o ci-
mento onde deveria ser erguido o futuro. Um passado monumentalizado na escrita e no
concreto, respectivamente por meio de bustos e conferências. Monumentos que deveri-
am inspirar a construção do amanhã. Essa prerrogativa foi defendida pelo cônego Valois
de Castro, lente de História da Faculdade de Direito e do Ginásio de São Paulo, ao pre-
faciar o livro Tancredo do Amaral:
A historia de uma nação é, sem duvida, a historia dos seus homens proeminen-
tes, cuja vida, dedicada às grandes causas, é uma gloria immortal à sua pátria, e
um eloquente ensinamento ás gerações futuras, quando transmittida em toda a
verdade histórica, sem os prejuizos das paixões partidárias (Castro, 1895, pp. 7-
8).

3
A queda da monarquia e a implantação do regime republicano no Brasil ocorreu no dia 15 de novembro
de 1889.
4
Um indício dessa demanda por heróis no espaço escolar foi a prática vigente nos primeiros decênios
republicanos de nomear instituições escolares e salas de aula com o uso dos nomes dos chamados “gran-
des homens” (Santos, 2013a).
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O redescobrimento do Brasil,5 no emergir da República, passava pelo estudo das


biografias, da exposição sobre a vida de homens que deveriam ser vistos como exem-
plos para a formação moral e cívica dos jovens. Na educação cívica, a biografia de ho-
mens notáveis era o espelho que mostrava homens de ontem e deveria reluzir os homens
do amanhã. Essa proposta foi corroborada em programas de ensino e manuais de forma-
ção de formação de professoras. Balthazar Góes, intelectual republicano que atuou na
elaboração de programas de ensino no emergir do século XX, em suas apostilas peda-
gógicas, defendeu o uso das biografias no ensino de História, no qual os “professores
procurarão formar em suas aulas pantheons ou galerias de retractos dos homens célebres
nas letras, artes, indústrias, armas, na pedagogia, de preferencia os grandes homens de
nossa pátria” (Góes, 1905, p. 15). Desse modo, é possível afirmar que as propostas do
intelectual jesuíta italiano estavam em consonância com as ideias vigentes em seu tem-
po. Como assevera Kênia Hilda Moreira, “Para os republicanos, República e educação
escolar associavam-se à civilização e ao progresso” (Moreira, 2011, p. 36).
Raphael Maria Galanti foi um intelectual que transitou entre os diferentes espa-
ços de produção dos saberes históricos no alvorecer da República brasileira: foi profes-
sor de duas das principais instituições escolares confessionais brasileiras da época: o
Colégio São Luiz, em Itu e o Colégio Anchieta, em Friburgo. Duas instituições geridas
pelos jesuítas (Mendonça, 2010) e que ficaram reconhecidas pela formação de impor-
tantes nomes da elite intelectual e política nacional. Entre o final do oitocentos e 1913,
ele publicou inúmeros livros escolares de história universal e, principalmente, história
do Brasil, campo de pesquisa preferido do pensador da história. Além disso, também foi
sócio do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, onde pronunciou um discurso e
publicou um artigo, versando sobre a data do descobrimento do Brasil. Como jesuíta
italiano, palmilhou o extenso solo brasileiro, tanto nas prósperas províncias de São Pau-
lo e Rio de Janeiro, como nas missões em comunidades indígenas da região amazônica.
Contudo, no âmbito intelectual, Galanti ficou conhecido por sua produção de
uma historiografia escolar. Em alguns estudos sobre a escrita da história brasileira, Ra-
phael Galanti aparece como uma das principias referências na escrita da história escolar.
Wilgus, por exemplo, o incluiu, ao lado de Rocha Pombo, como o principal autor de
livros escolares de História no Brasil, a partir dos cinco volumes de sua História do Bra-
sil, publicados entre 1910 e 1913 (Wilgus, 2012, p. 57). O mesmo autor destaca a publi-
cação, em 1896, dos dois volumes do Compêndio de História do Brasil, obras que foram
analisadas para o ingresso como sócio do sodalício (Wilgus, 2012, p. 57).
A produção historiográfica escolar de Galanti também foi ressaltada por Maria
Lígia Conti, ao analisar o tratamento dado a questão do negro nos livros escolares pro-
duzidos no período do pós-abolição. Em âmbito comparativo com as demais obras do
período, Conti enfatiza o caráter inovador da obra, no tocante ao uso de documentos
históricos. Na assertiva de Conti, o “autor esclarece, de forma bastante convincente,
questões sobre as quais outros autores passam à margem ou dão informações que ele

5
José Carlos Reis, no livro “As identidades do Brasil”, classifica as primeiras gerações de historiadores
brasileiros como “os descobridores do Brasil” e “os redescobridores”. O primeiro grupo caracterizava-se
por uma perspectiva de escrita que buscava elogiar a colonização portuguesa e enxergava o Brasil, de
algum modo, como uma continuidade ou fruto da ação colonizadora lusitana. O segundo grupo estaria
associado a uma perspectiva de ruptura dessa leitura (Reis, 2000). Neste artigo remeto ao termo, mas
diferentemente de Reis, penso o redescobrimento a partir da demanda por uma nova escrita da história
brasileira, pensada a partir dos valores e heróis republicanos.
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corrige, indicando fontes documentais” (Conti, 2011, p. 90). Ainda de acordo com a
autora,
Italiano, branco. Padre Jesuíta, foi professor e autor de diversas obras reconheci-
damente relevantes.
Galanti apresenta uma obra extensiva e sua habilidade na escrita é impressionan-
te. O autor, ao longo de suas narrativas conduz o leitor a sentir com ele suas
emoções.
Seu discurso é bastante religioso em muitos momentos. Defende-se com exce-
lente argumentação de autores que o precederam, como Varnhagen, por exem-
plo, fazendo bom uso da vantagem de ser “posterior” àqueles que foram “agres-
sores” dos jesuítas. Bastante didático – talvez o mais didático de todos os autores
aqui consultados, explica, ilustra, exemplifica cada questão que possa parecer di-
fícil ao seu leitor. Contudo, a obra está impregnada com sua religiosidade e as
características circunstanciais que o cercam – trata-se de um jesuíta, educador,
europeu, idoso, lecionando em salas de aula em escolas clássicas (Conti, 2011, p.
90).
Já Antônia Terra de Calazans Fernandes, ao analisar a escrita de livros escolares
por José Estácio de Sá e Benevides, insere Galanti entre os docentes do início do século
XX que usaram de sua experiência para a produção de livros escolares. De acordo com
a autora,
O que sabemos é que ele não foi o único. Foi também o caso de Joaquim Manuel
de Macedo, Luís de Queirós Mattoso Maia, Antônio Álvares Pereira Coruja e
Rafael Maria Galanti, professores de história que transformaram as suas experi-
ências didáticas na escrita de manuais escolares (Fernandes, 2017, p. 9).
Neste sentido, a compreensão do jesuíta italiano no processo de construção do
conhecimento histórico não deve se restringir aos escritos nos livros escolares, mas deve
perpassar também pela atuação no âmbito do IHGB, a “Casa da Memória Nacional”,
espaço privilegiado nos embates atinentes ao campo da pesquisa histórica no país. Nos
primeiros anos do século XX, o padre italiano tornou-se um verbete no famigerado
“Diccionario Bibliográphico Brazileiro” de Sacramento Blake, ou seja, estava inserido
entre os homens de letras brasileiros. Nas palavras de Blake,
Raphael Maria Galanti – Presbytero secular, nascido na Italia no anno de 1810, e
brazileiro adoptivo, é professor do collegio de S. Luiz de Itú, em S. Paulo, tendo
sido anteriormente professor de latim do collegio “S. Salvador” em Santa Catha-
rina, até a extincção deste collegio. É membro do Instituto Historico e Geogra-
phico Brazileiro e escreveu: Compendio de grammatica ingleza. S. Paulo ...•
in·8°.
Compendio de historia do Brazil, redigido, etc. S. Paulo, 1896, V1·468 pags.
in·8° - Creio que houve uma edição anterior com o titulo de – Lições de historia
do Brasil.
Compendio de historia universal, redigido, etc., edição fundida totalmente de
novo pelo autor: obra adoptada pelo conselho superior da instrucção publica do
Maranhão. S. Paulo, 1894, 490 pags. in. 8° (Blake, 1902, p. 99).
Nas palavras do autor do dicionário bibliográfico, o padre era reconhecido por
sua atividade docente e pela atuação como sócio do IHGB. Trata-se de uma pista que
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buscarei seguir. Com isso, neste artigo, tentarei entendê-lo como um pensador da histó-
ria a partir de duas dimensões: a sua escrita historiográfica escolar e na Revista do
IHGB e a leitura dos pares de seu tempo, por meio do necrológio produzido por Ramiz
Galvão6 e dos pareceres para admissão como sócio do sodalício.

“Italiano de origem, brasileiro de coração”: Galanti apreciado pelo IHGB


Em 1917, a Revista do IHGB registrou o óbito do jesuíta Raphael Galanti em di-
ferentes ocasiões. No relatório final das atividades anuais, o nome do religioso apareceu
entre os sócios que “Perdeu o Instituto, no anno social findo” (RIHGB, 1917, p. 837).
No mesmo número, o orador do sodalício e diretor da Biblioteca Nacional, Ramiz Gal-
vão, publicou o necrológio, texto no qual foram apresentadas as principais informações
biográficas do jesuíta. De acordo com biógrafo,
O padre Rafael Galanti nasceu em Ascoli a 15 de novembro de 1840. Italiano de
origem, foi todavia, um Brasileiro de coração. Na edade de 20 annos vestiu a
roupeta da Companhia de Jesus – esta brava cohorte de semeadores do Bem, que
deixou na nossa História traços imorredouros de sua passagem com os nomes
respeitabilíssimos de Nóbrega, Anchieta, Pinto, Filgueiras, Antônio Vieira e tan-
tos outros heroes que a gratidão dos Brasileiros não exquece (Galvão, 1917, p.
847).
Nas palavras de Ramiz Galvão, as duas experiências de atuação dos padres da
Companhia de Jesus no Brasil foram apresentadas como se fossem amalgamadas, como
um processo contínuo e linear, ou seja, a atuação de Raphael Galanti, religioso formado
na ordem após a restauração inaciana de 1814, foi apresentada como uma continuação
da experiência de padres catequisadores do período anterior a 1759.7 A trajetória do
sacerdote foi interpretada como uma herança dos pioneiros da colonização, ou seja, uma
experiência de continuidade das práticas civilizadoras no Brasil.
Contudo, a viagem de Raphael Galanti para o Brasil nos últimos decênios do
período imperial não pode ser vista como um elemento de continuidade. Muito pelo
contrário, a chegada do religioso em terras brasileiras ocorreu em um momento de
grandes dificuldades enfrentadas pelo clero nacional, como a proibição imperial do
ingresso de novos religiosos nos conventos existentes no país, em 1850, e as
famigeradas tensões entre o Estado e a Igreja católica com a questão religiosa na década
de 1870. Ao falar sobre as primerias ações do jesuíta italiano no país, Ramiz Galvão
sinaliza para alguns indícios acerca da aproximação entre Galanti e os bispos envoltos
na questão religiosa:8

6
De acordo com Ana Paula Caldeira, Ramiz Galvão escreveu o necrológio de Raphael Maria Galanti em
1917 (Caldeira, 2017).
7
Os integrantes da Companhia de Jesus foram expulsos das colônias portuguesas nos idos de 1759, em
decorrência das ações da política empreendida pelo Marquês de Pombal. A expulsão da ordem no Brasil
resultou na laicização das antigas missões, transformadas em “vilas de índios”
8
A questão religiosa foi um conflito desencadeado na década de 70 do século XIX, envolvendo a elite
eclesiástica brasileira e a maçonaria. Essa tensão pode ser entendida como uma ação desencadeada pelo
processo de reforma devocional católica, reconhecida como ultramontanismo ou romanização e evidenci-
ou as fragilidades e limitações da Igreja Católica no Brasil diante do Estado imperial, em decorrência da
vigência do Padroado Régio (Monnerat, 2009).
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Chegado ao Brasil pela segunda vez, trabalhou em missões em São Paulo, no


Amazonas e no Rio de Janeiro. No Pará teve por encargo o professorado no
Seminário de Belém, e alli teve egualmente companheiro do eminente d.
Antonio de Macedo Costa, nas visitas pastoraes desse grande Brasileiro – uma
das glórias do Episcopado nacional (Galvão, 1917, p. 847).
É possível pensar que, mais do que uma normativa, o ingresso do padre jesuíta
no país expressa uma excecão, concedida a algumas ordens religiosas estrangeiras, no
sentido de auxiliar no processo “civilizador” da população do interior do país,
espcialmente, os povos indígenas. Desse modo, ao longo do segundo reinado, o Brasil
recebeu religiosos como os capuchinhos e jesuítas italianos,9 com as missões em
comunidades indígenas e criação de instituições educacionais e, os lazaristas
portugueses, presentes no Brasil desde 1814,10 com a criação de escolas e seminários.
Assim, a presença de Raphael Galanti no Brasil expressa a reorintação de um projeto de
nação do Segundo Império, com a ampliação do domínio do Estado no interior do país,
por meio da catequese indígena e a formação de uma nova elite intelectual, em escolas
confessionais e com a presença de professores reconhecidos pelo rigor metodológico.11
Ramiz Galvão enfatizou em seu necrológio a formação intelectual de Galanti:
Depois de inicar os trabalhos em Sancta Catharina, para onde o mandaram seus
superiores, volveu a Roma para completar altos estudos theologicos; passou em
seguida por Inglaterra e Bélgica, e, como deus lhe assignalara esta nossa Terra
de Sancta Cruz para campo definitivo de seus triunphos, a estas plagas tornou
em fins de 1874 (Galvão, 1917, p. 847).
Uma presença interpretada como um desígnio divino, uma profissão narrada
como missão. A catequese e o ensino de História foram apresentadas como práticas
contíguas, como dois elementos que se complementam, duas faces de uma mesma
moeda. Na Terra de Santa Cruz, o triunfo do pensador da História teria ocorrido por
meio da docência, do fomento ao patriotismo por meio de suas narrativas sobre os
grandes feitos da nação e também pelas prédicas dos incautos tempos bíblicos. No
púlpito, na sala de aula ou na tribuna do IHGB, Raphael Galanti teria se tornado um
defensor das glórias do passado nacional. A experiência docente foi registrada como:
Do rude e meritorio trabalho das missões passou-se o erudito padre Galanti para
a não menos meritoria funcção do magistério, em que consumiu o resto de sua
vida: foi mestre no Collegio de S. Luiz em Itu, e acabou mestre no Collegio
Anchieta, em Friburgo. Começara o apostolado doutrinando o rude selvagem;
veio a conclui-lo doutrinando a intelligente e esperançosa mocidade brasileira,
preprando-a para a conquista do futuro e para o serviço da Patria, que elle
também adoptara por sua, que elle amava como sua e a sombra de cuja bandeira
tinha de exhalar o último suspiro (Galvão, 1917, p. 847).

9
Após a expulsão dos jesuítas do Brasil, no âmbito da política pombalina, o retorno de religiosos inacia-
nos no país só ocorreu a partir de 1842, com a realização de missões jesuíticas por padres italianos. O
padre Raphael Galanti pode ser inserido nesse grupo de pioneiros, que a partir de 1867 também passaram
a atuar no campo do ensino, com a criação do Colégio São Luiz, em Itu, província de São Paulo.
10
Os lazaristas ou irmãos vicentinos (Congregação da Missão), fundaram escolas e seminários no Brasil
oitocentista, como o Colégio do Caraça (em Minas Gerais) e os seminários de Salvador, Fortaleza e Dia-
mantina.
11
Importantes nome da intelectualidade nacional foi oriunda de instituições confessionais do período
oitocentista, como Plínio de Oliveira (Colégio São Luiz), Capistrano de Abreu e o Padre Cícero (Seminá-
rio da Prainha de Fortaleza).
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A catequese e o ensino foram pensadas como práticas similares. Todavia, a


similaridade não encobria a distinção de públicos: o indígena, apresentado como rude e
selvagem. Os discentes das escolas confessionais, como mocidade inteligente e
esperançosa. Se o passado deveria ser compartilhado por todos, o futuro parecia ser
restrito para um seleto grupo. Apreciava-se o ato do missionario, mas secundarizava-se
o público das missões. Na escrita da história escolar, Galanti elucidava os princípios que
coaduanvam com a emergência de uma nova cultura política12 republicana, com teor
católico, no qual enfatizava-se a leitura elogiosa sobre o passado colonial jesuítico, tido
como projeto para o futuro da nação. Desse modo, a experiência religiosa nas missões
teria sido um componente central na elaboração de suas narrativas históricas em livros
escolares, pois:
As viagens que fizera pelo nosso vastissímo território, a longa permanência que
lhe foi dado ter no nosso meio social, accenderam-lhe o amor pelo Brasil. Deste
sentimento nasceram os excellentes livros que compoz, desde a Breve História
do Brasil destinada à primeira infância dos cursos preliminares, até o
Compêndio de História do Brasil, em quatro volumes alentados, que foram a sua
obra capital (Galvão, 1917, p. 847).
O nascedouro da historiografia escolar de Raphael Maria Galanti estaria em sua
experiência pelos diferentes espaços da nação. O jesuíta nascido na Itália teria se
tornado brasileiro ao adentrar o interior do país, viver entre os povos indígenas,
percorrer o longo território. A feitura da brasilidade era devedora da vivência nos
espaços. A historiografia escolar produzida sob a pena de Raphael Galanti atendia a
uma pluralidade de público estudantil, indo desde as crianças do ensino elementar até os
alunos do ensino secundário. Todavia, o maior destaque entre os escritos históricos de
Galanti eram destinados ao Compêndio de História do Brasil, publicado em quatro
volumes, nos idos de 1896. Trata-se do livro mais citado por outros pensadores da
história e, muitas vezes, o texto foi reproduzido nos demais livros escolares publicados
pelo próprio autor, ao longo dos dois primeiros decênios do século XX.13 Além disso, o
Compêndio foi a obra apresentada para a avaliação da proposta para se tornar sócio
correspondente. De acordo com da 14ª Sessão Ordinária de 13 de setembro de 1896,
Foi lida a seguinte proposta, apresentando para socio correspondente o Ver.
Padre R. M. Galanti.
Propomos para socio correspondente do Instituto Histórico e Geographico
Brazileiro o Ver. Padre R. M. Galanti, S. J., natural da Itália, com 56 annos de
idade, professor no collegio de S. Luiz em Ytu (São Paulo), servindo de titulo
para sua admissão, os trabalhos de sua lavra intitulados História do Brazil, bem
como o seu Compêndio de História Universal.

12
Neste artigo operacionalizo o conceito de cultura política a partir de Serge Berstein, ou seja, como
“uma leitura comum e normativa do passado histórico com conotação positiva ou negativa (...) e supre ao
mesmo tempo uma leitura comum do passado e uma projeção no futuro vivida em conjunto” (Berstein,
1998, p. 351). Além disso, a partir de René Rémond, busquei a compreensão da historiografia escolar a
partir da concepção de cultura política para elucidar uma leitura na qual se torne possível entender ques-
tões que extrapolem o universo da escrita da história e dos embates educacionais (Rémond, 2003, p. 13).
Neste sentido, a cultura política republicana foi pensada no âmbito educacional, como o exercício de
construção de uma leitura orientada sobre o passado nacional, por meio da redefinição de heróis, episó-
dios e marcos históricos do país (Santos, 2017a; Santos, 2017b).
13
Os quatro volumes de História do Brasil, publicados a partir de 1910, replicam os textos do compêndio
de 1895.
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Sala das sessões, 13 de setembro de 1896 – Henri Raffard – T. Alencar Araripe –


Dr. E. Nunes Pires – M. de Paranaguá – F. B. Marques Pinheiro.
Foi remettida à comissão de história, sendo relator o Sr. Dr. Cesar Marques
(RIHGB, 1896, p. 276).
O pedido para se tornar sócio do IHGB foi acompanhado por dois livros
escolares de História: um de história universal e o outro de História do Brasil. A
apreciação das obras pela comissão deveria averiguar as contribuições historiográficas
do autor e as suas credenciais para se tornar sócio da principal instituição de
historiadores do país. Neste sentido, o parecer pode ser visto tanto como um indício
acerca da recepção das obras, mas também das políticas institucionais atinentes ao
campo do ensino de História no Brasil dos primeiros anos republicanos. Com isso, o
parecer apresentado na 16ª Sessão Ordinária do IHGB, no dia 11 de outubro de 1896
expressa mais do que a apreciação da candidatura de um sócio em potencial, mas
também sobre o lugar dos fazeres historiográficos na sociedade brasileira. De acordo
com o parecer,
Foi lido o seguinte parecer da commissão de história sobre os trabalhos do Padre
Galanti.
“À commisão de história forão presentes o compendio de Hitória Universal e o
Compendio de História do Brazil redigidos pelo Padre Raphael M. Galanti,
professor do Collegio de S. Luiz de Itú (S. Paulo).
Além do seu Compendio de História Universal, que bastaria para dar prova do
mérito e aptidões de seu autor, a Commissão leu reflectidamente o Compendio
de História do Brazil.
Escripto com todo o critério, revelando profundos conhecimentos da história
pátria, a commissão folga de reconhecer no Rev. Padre Galanti, um continuador
das glorias litterarias e cientificas do Instituto à que pertence e ao qual o Brazil
deve os maiores serviços, quer na propagação das lettras, quer na civilização dos
indigenas.
A commissão fazendo votos, para que o Rev. Padre Galanti, não desanime e nem
estacione na carreira encetada e não entrando na indagação de sua discordancia
com as opiniões do nosso sempre saudoso consorcio Varnhagen, é de parecer
que seja approvada a proposta para que em breve venha o referido Padre Galanti
ajudar-nos nas nossas tarefas e contribuir para o engradecimento da história
pátria.
Sala das sessões em 11 de outubro de 1896. O relator Dr. César Augusto
Marques e Dr. João Severiano da Fonseca.
Posto em discussão e approvado, foi à commissão de admissão de socios, sendo
relator o Sr. Barão de Alencar (IHGB, 1896, p. 300-301).
Os integrantes da comissão de História, ao contrário da praxe institucional
vigente na época, foram econômicos na apreciação dos dois manuais escolares de
História e optaram por dar maior ênfase para o compêndio de História do Brasil. Na
avaliação da referida obra, foram enaltecidos aspectos como a criteriosidade e os
profundos conhecimentos de Galanti acerca da história pátria. O parecer também
registra, sem julgar a pertinência, a existência de uma discordância de Raphael Galanti
em relação à monumental História Geral do Brasil de Varnhagen. Esse ponto voltou a
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ser discutido na comissão de admissão de sócios, na 18ª Sessão Ordinária, no dia 8 de


novembro de 1896.
Foi apresentado e lido o seguinte parecer da commissão de admissão de socios,
opinando pela approvação da proposta do Padre Raphael M. Galanti para socio
correspondente:
“A commissão de admissão de socios teve presente o juizo favoravel da
competente commissão de história sobre as obras, intituladas – História do
Brasil e Compêndio de História Universal, do illustrado Padre Raphael M.
Galanti, e julgando que a discordância de um escriptor com as opiniões
individuaes de qualquer membro desta Associação não otorna incompativel para
pertencer a ella, é de parecer que seja aprovada a proposta em que seus
conspicios signatarios apresentam o autor das ditas obras, o Rev. Padre Galanti,
para socio correspondente do Instituto Histórico”.
Sala das Sessões, 6 de novembro de 1896. Barão de Alencar, Manuel Francisco
Correia, Affonso Celso.
Ficou sobre a mesa para ser votado na sessão seguinte (IHGB, 1896, p. 321).
A comissão de admissão de sócios apenas referendou a avaliação dos livros do
Padre Galanti, com a inserção do registro de que discordâncias de opiniões de sócios
não poderia ser impedimento para a admissão. Com isso, mesmo discordando de
Varnhagen, Raphael Galanti estava apto para se tornar sócio do IHGB. 14 O principal
ponto de discordância de Galanti em relação ao Visconde de Porto Seguro era atinente à
postura crítica que, apesar de ser católico, “não o impedia de censurar implacavelmente
os jesuítas” (Cézar, 2018, p. 25).
A aprovação sem ressalvas não era prática recorrente da comissão de admissão.
Um exemplo disso ocorreu na reunião anterior, ocasião na qual os integrantes da
comissão de admissão de sócios não seguiu as orientações da comissão de história, por
considerar que o “Album da Guerra do Paraguay” do Sr. Soto não cumpria com a
“imparcialidade do escriptor”, tida como “a condicção essencial dos trabalhos
históricos”. De acordo com o parecer, esse ponto precisava “aferir com a idoneidade”
exigida pelas diretrizes do IHGB (Alencar; Celso, Correia, 1896, p. 315).
O parecer desfavorável expressa algumas das qualificações esperadas para a
escrita da história. A imparcialidade foi apresentada como um requisito basilar para o
ofício do historiador e questão central para o ingresso no seleto grupo de sócios do
IHGB. Tais indícios sobre a concepção de história defendida por alguns intelectuais
vinculados ao IHGB nos primeiros anos republicanos também possibilitam a
compreensão sobre os lugares e as funções da história na escrita do padre jesuíta.

“O fructo de nossas aturadas investigações”


A apreciação da historiografia escolar como requisito para o ingresso no IHGB
não era uma novidade. Um exemplo disso é o fato de dois dos principais autores de

14
No dia 22 de novembro de 1896, as atas do IHGB registraram: “Tendo de ser votado nesta sessão, o
parecer da commissão de admissão de sócios, referente ao Sr. Padre Raphael Galanti, o Sr. Presidente
mandou correr o escrutínio, e sendo unanimemente approvado, foi o mesmo senhor proclamado sócio
correspondente do Instituo” (IHGB, 1896, p. 329)
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livros escolares do século XIX terem sido avaliados para a admissão como sócio do
sodalício por meio de sua produção historiográfica escolar. Foram os casos de
Agostinho Marques Perdigão Malheiro Filho e de Americo Braziliense, que tiveram os
pareceres acerca de suas obras elaborados, respectivamente, em 1850 e 1876 (Reis,
2013). Além disso, uma das principais polêmicas da instituição ao longo do século XIX
também teve como epicentro a apreciação de um livro escolar, com o compêndio de
História do Brasil, de José Inácio de Abreu e Lima (Santos, 2013b).
Desse modo, a contribuição historiográfica de Raphael Galanti por meio da
produção de livros escolares referenda a posição do sodalício como uma instituição que
validava a produção historiográfica em diferentes espaços, indo das grandes
interpretações acadêmicas à difusão dos saberes sobre o passado nacional em âmbito
escolar. O necrológio escrito por Ramiz Galvão elucidou algumas questões relevantes
para a compreesão sobre as qualificações de uma pretensa historigorafia didática:
Não satisfeito com este tributo de amor, legou-nos ainda a História da República
e Biographias de Brasileiros illustres. Em todos estes livros, que o auctor
dedicou à instrucção da nossa juventude, brilha a par da crítica muito sã
um meticuloso cuidado na cosulta das melhores fontes: elles constituem
precioso legado, que força a gratidão dos Brasileiros e a dos seus confrades deste
Instituto, no qual foi recebido a 22 de novembro de 1896.
O benmérito padre Galanti a 2 de agosto proximo passado e já septuagésimo,
despediu-se da vida, de seus caros companheiros e de seus amados discipulos,
que se contam por milhares talvez. Na lembrança e no coração de todos elles
perdurará o seu nome, cercado do mesmo affecto e da mesma veneração que
tributamos aos melhores mestres e aos mais devotados amigos e servidores
do Brasil (Galvão, 1917, p. 848).
Na vida que emerge a partir da escrita sobre o morto, também é possível
vislumbrar alguns elementos que eram considerados virtudes para um livro escolar de
História: a crítica tida como sã e o meticuloso uso das fontes. Tais elementos,
elucidados no elogio fúnebre, corroboram com as ponderações nos dois pareceres de
ingresso no sodalício. Na construção mnemônica do pensador da história, início e fim
foram coadunados para expressar a postura crítica do autor de livros escolares
destinados à juventude.
Esse teor crítico do autor de livros escolares estava presente no Compêndio de
História do Brasil, manual usado para a solicitação de ingresso como sócio no IHGB.
No prefácio, Galanti defendeu a necessidade do historiador adotar uma postura crítica
ao afirmar: “Nós, pelo contrário, somos sincera e profundamente convicto da nossa
insufficiência; e, do outro lado, não ignoramos que a crítica conscienciosa e apurada
para elucidar os factos, é sempre útil”. Neste sentido, a produção historiográfica escolar
do padre jesuíta também pode ser entendida como uma pista acerca da sua concepção de
história e também da função desta na constituição de uma sociedade.
O compêndio de Galanti dialoga com a produção dos historiadores do IHGB,
mas não realiza uma apropriação passiva. Pelo contrário, expressa um frutífero diálogo
crítico, mensurando as fontes e relativizando as interpretações historiográficas. Além
disso, o jesuíta pensador da história também atuou como um defensor do ensino de
história pátria, em um momento no qual o ensino da história universal ainda
predominava no currículo escolar (Bittencourt, 2008). Em um discurso pouco
conhecido, que sequer aparece no índice da Revista do IHGB, Raphael Galanti
54 Magno F.rancisco de Jesus Santos. “Um operoso e erudito estudioso da história de ... 42-62.
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expressou o seu compromisso na difusão da história pátria: “Eu, portanto, agradecendo


do fundo d’alma esta bondade, declaro que apezar de reconhecer minha incapacidade,
hei de fazer maiores esforços para corresponder aos desejos do Instituto, revelando ao
mundo as glórias do nosso querido paiz” (Galanti, 1897, p. 319). Além disso, reafirmou
a sua familiaridade com o espaço nacional, ao dizer que vinha “do sertão de São Paulo,
onde passei a maior parte de minha vida ensinando a crianças” (Galanti, 1897, p. 315).
Neste sentido, a sua contribuição para a construção da nação brasileira perpassava pelo
crivo da escrita da história. Em suas palavras:
Por isto é, Senhores, que eu, admirando vossos trabalhos, publicados na Revista
trimensal, eo fim que o Insittuto se propõe, resolvi entregar-me de um modo
especial ao estudo da História do Brazil, ao qual consagrei desde moço toda a
minha vida. Poucos são os meios de que disponho, fraca a minha intelligencia;
porém farei o que me for possível, e creio que assim poderei desvanecer-me de
ter contribuído com o meu tanto para a glória da Terra de Santa Cruz, minha
pátria adoptiva (Galanti, 1897, p. 317).
Na ótica do jesuíta historiador, honrar o país se dava por meio da escrita da
história e do registro dos grandes feitos. Os historiadores do IHGB tinham como missão
fomentar o patriotismo, edificar a glória da terra. A história poderia servir de esplho
para evelar a grandiloquência da pátria. Uma pátria tecida por homens que usaram da
inteligência, com a produção literária; da fé, com a conversão; da força, na conquista e
defesa do espaço nacional unificado. O discurso de posse no IHGB foi proclamado
como um canto para enaltecer as glórias do passado brasileiro, no qual os diferentes
espaços deveriam ser contemplados como testemunhas, provas incontestes dos logros de
outrora. Dessa feita, o jesuíta italiano convocou o olhar:
Lancae, Senhores, um olhar sobre esta immensa bahia de Guanabara. É difficil
que nella acheis uma ilha, uma enseada, um rochedo que não revele alguma
glória dos brazileiros. Ide ao norte, e pergunte: quem explorou pela primeira vez
o Amazonas remontando com trabalho herculeo o curso do grande rio?Foram
dois filhos do Brazil: um natural de Pernambuco; outro do Rio de Janeiro. Quem
salvou a pátria repellindo a invasão estrangeira no Maranhão, em Pernambuco,
na Bahia? Foram os filhos da Terra de Santa Cruz. Quem derramou o sangue
pela pátria no Monte das tabocas, nas fortalezas de Nazareth e do Cabedelo, no
Arraial do Bom Jesus, no Recife e em mil outros lugares? Foram os filhos deste
paiz que à custa de tantos sacrificios quizeram conserval-o unido e
independente (Galanti, 1897, p. 317).
Na leitura de Raphael Galanti, os espaços revelam as glórias. A história era uma
epopeia, a saga na qual desfilavam os herois, cantavam as conquistas, os feitos, ou seja,
os grandes homens eram monumentalizados. Neste mesmo discurso, Galanti considera a
sua aprovação de sócio do IHGB como um reconhecimento da instituição aos feitos da
Companhia de Jesus na história do Brasil, por meio dos méritos, desde os tempos
coloniais, na produção “de trabalhos scientificos, litterarios e sociais”. O olhar acerca do
passado da ordem foi usado como argumento para justificar a ação no presente e o
projeto de futuro, no qual,
ella (a Companhia de Jesus) em nossos dias deseja revellar-se em benefício do
Brasil não menos do que fez em outros tempos. Deseja a Companhia promover a
boa educação da mocidade, porque a mocidade é a esperança da pátria; deseja
promover o progresso das lettras e das sciencia, porque dellas em grande parte
55 Magno F.rancisco de Jesus Santos. “Um operoso e erudito estudioso da história de ... 42-62.
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depende a prosperidade da nação; deseja em particular promover o estudo da


História pátria afim de excitar os jovens a imitar as façanhas gloriosas de seus
antepassados (Galanti, 1897, p. 316).
A leitura comum de passado, pautada no protagonismo da ordem na construção
do país, tornou-se um artifício retórico para legitimar a ação no presente, com ênfase
para o exércio da boa educação, ou seja, a instrução regida pelos princípios católicos,
gestada por ordens religiosas. Um ensino católico com teor patriótico, como um canto
para as chamadas “glórias do Brasil”, na qual ele defendia a tese de que “não há nação
na Europa antiga ou moderna, que leve vantagem ao Brasil” (Galanti, 1897, p. 316).
Todavia, o reconhecimento de uma pretensa superioridade na história também
expressava uma fragilidade: o pouco espaço destinado ao ensino da história pátria. Na
tribuna da Casa da Memória nacional, Raphael Galanti lamentou:
Estas e infinitas outras são as glórias do Brasil. Vós bem o sabeis, Senhores,
porém ellas não são assás conhecidas, porque o estudo da história pátria entre
nós está pouco generalizado. Cumpre, pois, revelar ao mundo as glórias afim de
que o estrangeiro aprenda a estimar e respeitar o nosso paiz, e a nova geração
ache nas façanhas heroicas de seus antepassados um estímulo poderoso ao
verdadeiro amor da pátria (Galanti, 1897, p. 317).
Na leitura do jesúita italiano, a história era o cimento do patriotismo, a vitrine na
qual eram apresentadas para as novas gerações os vultos de ontem. Contudo, o
patriotismo fomento pelo ensino de história na versão de Galanti encontrava-se
coadunado com o fortalecimento dos princípios católicos. Na visão do autor, o
catolicismo era a base do verdadeiro ensino. No “Compêndio de História Universal”, ao
indicar a leitura do livro congênere de Chantrel, Galanti afirmou que “era o melhor livro
que conhecemos, para o ensino sério e sinceramente catholico. Nelle o professor acha
quase todos os factos expostos claramente quanto basta de sobra para explicar com
proveito e prazer dos alumnos” (Galanti, 1907, p. 489). Ainda ao tratar sobre as fontes
de informação usadas na elaboração do livro, ele alertou sobre a proliferação de livros
escolares que destoavam dos princípios católicos:
Além destes, o auctor cosultou muitos outros livros de menor tamanho que não
vale a pena mencionar, dos quaes se valeu francamente e sem escrupulo todas as
vezes qye o julgou opportuno; cumpre-lhe, porém, para cautela dos
principiantes, declarar que hoje, no meio de tantos livros, livrinhos e livrescos,
infelizmente são raros os trabalhos que sirvam para o ensino sério e
sinceramente catholico (Galanti, 1907, p. 489).
O registro das fontes de pesquisa para a elaboração do livro cumpriram uma
dupla função: primeiro, atendia aos cânones historiográficos, com a elucidação das
orbas consultadas para a elaboração do seu manual. Revelar as fontes era uma
orientação para o historiadores do final do oitocentos para cumprir o seu ofício.15
Segundo, de modo oportuno, o jesuíta historiador alertava a juventude para os riscos

15
Na escrita do Compêndio de História Universal, Raphael Galanti utilizou como fontes principais os
manuais de Chantrel (“História Universal”, “História Contemporânea” e “História dos Papas”), Wouters
(“Compêndio de História Eclesiástica”), Brunengo (“O império da Babilônia e de Nínive”, “O destino de
Roma” e “A origem da soberania temporal do Papa”, Darras (“História da Igreja”) e Rohrbacher (“Histó-
ria da Igreja”). Os livros indicados explicitam a forte influência de uma leitura católica da história preten-
samente universal.
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promovidos pela proliferação de livros que destoavam dos princípios católicos. Por sua
vez, o compêndio de Galanti apresenta a história universal centrada na dimensão
católica, aproximando-se do que Circe Bittencourt (2008) entendeu como história
sagrada. O livro estruturou-se no modelo quadripartite da história.16 Os capítulos
discutiam a História Antiga (hebreus, egípcios, babilônios, assírios, medos, persas,
fenícios e cartagineses), Grécia, Roma, Idade Média (com ênfase para Roma, Grécia,
França, Inglaterra, Vaticano e Império Otomano), Idade Moderna, Reforma, Primeiras
consequências da reforma protestante (guerras na França e Inglaterra), Últimas
consequências da reforma protestante (revolução francesa), Idade Contemporânea (com
as revoluções eurpeias do século XIX, a América e a conquista da Argélia). Trata-se de
uma narrativa amplamente eurocêntrica e, principalmente, católica, na qual em cada
momento histórico o autor elucidava a história eclesiástica.
Todavia, é justamente no “Compêndio de História Universal” onde Galanti
melhor explicita a sua concepção sobre os fazeres historiográficos, por meio da
definição, divisão e explicitação do método e objeto da história. No seu entender, a
história era associada a concepção de verdade, ou seja, “é a narração authentica e bem
ordenada dos acontecimentos memoráveis que pertencem ao gênero humano Dividi-se a
história em universal, geral e particular” (Galanti, 1907, p. 1). A definição apresentada
pelo jesuíta historiador coaduna-se com as preconizações expressas nos apareceres do
IHGB, na qual a história emergia como narrativa marcada pela autenticidade sobre
eventos memoráveis. Neste sentido, a história diferenciava-se de gêneros menores,
como a “memória”, quando a história “for muito resumida” (Galanti, 1907, p. 1). Além
disso, ele expôs a definição de “annaes:
uma narração simples e concisa de factos dispostos por anno sem ornamento,
nem ligação. Differem da história, porque esta omitte quase sempre os mezes e
os dias e relata os factos, descrevendo logares, referindo discursos, tratados e
cousas semelhantes; differem também das chronicas, que, por via de regra,
contam os factos de um só povo, ao passo que os annaes os narram de muitos.
O texto escolar de Raphael Galanti pode ser visto como um importante registro
acerca da definição das diferentes modalidades de escrita historiográfica vigente no
Brasil entre o final do século XIX e os primeiros decênios do século XX. História,
memória, anais e crônicas, estilos de narrativas amplamente divulgados em periódicos
especializados, como a Revista Trimensal do IHGB, apesar de serem experiêncas de
escrita histórica, não eram entendidas como sinônimos. As modalidades de escrita
reverberavam uma hierarquia, pretensões literárias, profundidade analítica e diferentes
graus de descrição dos episódios. Mas, afinal, qual era o objeto da história? O que
deveria ser captado pelo registro atento do historiador? Para Raphael Galanti,

16
Apesar de estruturar a história universal em Antiga, Média, Moderna e Contemporânea, dentro dos
cânones de ensino vigentes no país, em nota explicativa Galanti afirmou: “Scientificamente falando, a
história universal divide-se em Antiga e Moderna. Antiga abrange os séculos anteriores ao Christianismo.
Moderna, os séculos christãos, pois segundo a bela ideia de S. Agostinho, tudo que precedeu a Encarna-
ção do Verbo, foi preparação e quanto há seguiu e há de seguil-a até o fim do mundo, é consequência da
mesma. Damos, todavia, outra divisão, não tanto porque é mais comum, quanto porque é mais apropriada
ao ensino.” (Galanti, 1907, p. 1). Desse modo, ele utilizou uma divisão vigente na historiografia profana,
mas reafirmou a validade da divisão de uma historiografia sagrada. Ao justificar o uso da divisão da qual
discorda, ele reafirmava o seu compromisso com a aprendizagem dos alunos acerca dos conhecimentos
históricos.
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Objecto da história são os factos realziados pelo homem, e bem assim os que de
algum modo lhe dizem respeito (...). Em summa: todos os factos e as
circunstancias que directa ou indirectamente teem alguma relação com a
natureza physica ou moral do homem, entram como elementos modificadores na
história. Sendo a história, na phrase do grande orador de Roma, a mestra da vida,
segue-e que o historiador deve explicar os factos comparando-os, apontando as
relações que os ligam, investigando as causas e indicando os effeitos, para que
das occorrencias particulares possa deduzir licções geraes de sabedoria, moral e
política. Infere-se facilmente de tudo isto que a história é uma sciencia de alta
importância e que a narração pura e simples, embora necessária para a
constituição da sciencia, não forma, só de per si, o objeto da história
propriamente dita (Galanti, 1907, p. 4)
Ao definir o objeto da história, o jesuíta italiano também expressou uma leitura
na qual os fazeres historiográficos emergiam como ação, pautado no exercício crítico do
historiador, que maneja as fontes,17 coteja as informações, conecta os fatos para tecer
uma narrativa qu expresse lições, ao modo de Cícero. É importante registrar que Galanti
escreve para alunos do ensino secundário e busca fomentar o interesse pelos fazeres
científicos, dotá-los de senso crítico e instrumentalizá-los para a escolha de futuras
leituras e de escolhas na vida. Por conta disto, ele defende uma concepção de história
que se distancia das críticas de um ensino de história pautado na repetição, tida por Rui
Barbosa como inútil à juventude (Mecenas, 2019). Nos fazeres historiográficos de
Galanti, a história ensinada se aproximava do método de investigação. Isso foi
explicitado no manual escolar:
Methodo são três os methodos que se pdoem adoptar no estudo e ensino da
história: um ethnographico, outro synchronico, misto o terceiro. O methodo
ethnographico relata os factos de cada povo na sua succeção chronologica sem
attender ao que na mesma epoca occorria nos outros paizes; o synchronico refere
simultaneamente os eventos de todos os povos segundo a ordem dos tempos; o
misto é a justa combinação dos dois méthodos (Galanti, 1907, 4).
Ao discutir a perspectiva metodológica da história estudada e ensinada, Galanti
apresentou importantes indícios atinentes a sua prática como docente de história. Ele
defendia o uso do método misto, reconhecendo a melhor aplicabilidade do etnográfico
para o ensino da história dos povos antigos, que em sua concepção eram marcados pela
sucessão de povos, sem coexistências, enquanto o sincrônico seria mais eficiente para
estudar os povos no período cristão. Percebe-se que tanto no âmbito do reconhecimento
documental, quanto da metodologia da pesquisa e do ensino, Raphael Galanti defendia
uma noção ampliada e flexível nos fazeres historiográficos, no intuito de garantir maior
imparcialidade na construção da narrativa e que esta pudesse ser mais eficiente no
processo de formação do cidadão patriota. Outro ponto consideravelmente defendido
em sua escrita é o fomento à erudição. O jesuíta italiano não somente aprsentava a
narrativa, mas também explicitava a possibilidade de realização de outras leituras, de
outras possibilidades de interpretação e de fazer a história.

17
De acordo com Galanti, as “fontes histórias são todos os monumentos e documentos pelos quaes pode-
mos conseguir o conhecimento de algum facto histórico. Dividem-se em duas categorias, a saber: directos
e indirectos. (...). São a geografia, a linguística, as estátuas, as pinturas, as obras de arte, as tradições ora-
es.” (Galanti, 1907, p. 5).
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“Os caracteres exigidos da crítica”: considerações finais


A atuação do padre jesuíta italiano Raphael Maria Galanti no Brasil é um caso
elucidativo para as discussões sobre as políticas públicas educacionais e de formação da
identidade nacional empreendidas ao longo dos últimos decênios do Império e do
alvorecer do período republicano. A chegada do religioso no país ocorreu em um no
momento no qual o governo imperial do Brasil limitava a atuaçõ do clero nacional, com
o fechamento de conventos e a imposição de impedimentos para o ingresso de novos
religiosos. Era também o contexto da forte tensão envolvendo o alto clero e o Estado
imperial, na chamada questão religiosa.
Por outro lado, a presença do religioso em terras brasileiras reverbera a política
imperial de fortalecimento da identidade nacional, por meio da catequese indígena e a
formação educacional dos filhos da elite, por meio de isntituições como o Colégio São
Luís, em Itu e o Colégio Anchieta, em Friburgo. Desse modo, enquanto o governo
restringia a atuação de ordens como a dos franciscanos e carmelitas, criava novos
espaços de atuação para ordens reconhecidas pelo rígido processo de formação
intelectual, como os lazaristas e jesuítas. Além disso, a presença de Galanti expressa as
múltiplas concepções atinentes aos fazeres historiográficos no Brasil.
As premissas defendidas por Galanti revelam uma ampla polifonia institucional
no processo de construção e difusão dos saberes históricos. Revela também uma
polissemia atinente à concepção de história e de suas múltiplas funcionalidades em uma
sociedade que passava por significativas transformações políticas e sociais, com a
demanda de reinvenção de seu passado e de fortalecimento dos princípios republicanos.
Mas, antes de tudo, expressa a intrínsica relação entre historiografia, teoria da história,
biografias e ensino de História. Afinal, ensinar história demandava conhecer as
particularidades dos fazeres historiográficos, domínio da produção historiográfica e
identificação sobre o potencial da disciplina na formação da sociedade. Um sujeito que
monumentalizou o passado da nação e, após a morte, foi monumentalizado na Casa da
Memória nacional.

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NOTAS Y COMUNICACIONES
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

Los primeros retratos de Ignacio y los inicios de


la iconografía ignaciana*

Ignacio's first portraits and the beginnings


of Ignatian iconography

Carlos A. Page**
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27671

Resumen: A partir de una máscara mortuoria se comenzaron a pintar retratos de San


Ignacio en Europa, hasta comenzar a trazar una serie sobre los acontecimientos más im-
portantes de su vida. Presentamos estas noticias para llegar a los modelos de Rubens que
fueron los que en definitiva prevalecieron e influyeron en todo el mundo para iniciar una
clásica iconografía, cuyos antecedentes y posterior desarrollo contó con destacados artis-
tas, no solo en el ámbito europeo sino también en América.
Palabras clave: iconografía ignaciana; retratística; Peter Paul Rubens; San Ignacio.

Abstract: From a mortuary mask began to paint portraits of St. Ignatius in Europe, until
he began to draw a series about the most important events of his life. We present this
news to reach the Rubens models that were the ones that ultimately prevailed and influ-
enced the whole world to start a classic iconography, whose background and subsequent
development featured prominent artists, not only in Europe but also in America.
Keyword: Ignatian iconography; portraitist; Peter Paul Rubens; San Ignacio.

* Conferencia presentada en la inauguración de la exposición “Imaginar lo invisible. Misión y utopía jesuita


en el Perú”. Lima. Galería Municipal de Arte “Pancho Fierro”, 19 de setiembre 2018, en el marco de los
450 años de los jesuitas en Perú, junto al P. Juan Dejó SJ y Elena Amerio.
** CIECS-CONICET/UNC. E-mail: capage1@hotmail.com https://orcid.org/0000-0003-4708-5243

63 Carlos A. Page. Los primeros retratos de Ignacio y los inicios de la iconografía … 63-75.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

Recibido: 4 de julio de 2019.


Evaluado: 18 de setiembre de 2019.

Carlos A. Page
Arquitecto y Doctor en Historia. Investigador del CONICET, con estudios posdoctorales
en el CSIC (España) y en el CNR (Italia). Profesor de posgrado en la UBA y la UNaM.
Miembro del Comité Científico del SIEJ (Société Internationale d´Etudes Jésuites) e in-
vestigador extranjero del grupo Jesuítas nas Americas (CNPq-Brasil) y el CLEPUL (Cen-
tro de Literaturas e Culturas Lusófonas e Europeias da Faculdade de Letras da Lisboa).
Dirige el programa “Antiguos Jesuitas en Iberoamérica” (CIECS/CONICET-UNC) y es
investigador del Instituto de Teoría e Historia del Arte "Julio E. Payró" (FFyL-UBA).
Fundador-Director de la revista científica "IHS. Antiguos jesuitas en Iberoamérica". Pu-
blicó alrededor de 300 artículos en revistas científicas y de divulgación en Iberoamérica,
Estados Unidos y Europa. Se suman más de 30 libros. Sitio web http://www.carlos-
page.com.ar/

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En el mismo día que Ignacio entregó su alma a Dios, el 31 de Julio de 1556, un


hermano jesuita le realizó una mascarilla mortuoria de yeso (Fig. 1), coloreada luego por
el P. Giovanni Battista Velati, que se conserva en la Curia Generalicia (Roma). Igual-
mente se tomaron varias copias en cera, aunque el rostro sin vida tenía algunas dificulta-
des (labio superior hinchado, inferior apretado por el yeso, ojos cerrados). Igualmente y
en base a la mascarilla, sus compañeros le encargaron un retrato, al artista Jacopino del
Conte (Fig. 2). Se le agregó el cerco de la aureola del santo solo después de haber sido
canonizado en 1622. Conte fue un pintor italiano que, aunque nació en Florencia, llegó a
ser uno de los máximos exponentes del manierismo romano, discípulo de Miguel Ángel.

Fig. 1 Busto en bronce de San Ignacio realizada Fig. 2 Retrato de San Ignacio Jacopino del
en base a la mascarilla funeraria. Residencia del Conte (1556) Casa Generalicia, Roma.
Gesú, Roma.

Esta representación de Ignacio fue conside-


rada la mejor, al menos, para los tres primeros gene-
rales (Láinez, Borja y Mercuriano), quienes conser-
vaban la imagen viva de quien los había guiado. Pero
no es que les haya agradado, sino que la aceptaron,
como hicieron con otro retrato que pintó luego el ar-
tista español Alonso Sánchez Coello (Fig. 3).
Efectivamente, y por indicación del P. Pedro
Ribadeneira, se encargó al famoso pintor valenciano
y retratista de la familia real, que lo pintara tomando
un modelo en barro, que había hecho el H. Domingo
Beltrán, también por comisión del propio Ribade-
neira, subsanando los defectos de la mascarilla. Lo
hizo en Madrid en 1585, con especial indicación del Fig. 3 Retrato de Ignacio de Sánchez
color del rostro, que le dio también Ribadeneira, Coello (1585), quemado el 11 de
mayo de 1931.

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como lo conservaba en su memoria. Luego se hicieron 16 copias, aunque ninguna de la


calidad del original. Para algunos había superado a Conte, pero este lienzo, ubicado en la
Casa Profesa, lamentablemente se quemó durante la guerra civil española (1931).
A propósito de las mascarillas, diremos que una tercera de yeso, se conserva en la
iglesia de Castel Madama, cerca de Tivoli. Se cree que pudo haber sido tomada en vida
de Ignacio, como el retrato del Museo de Historia de Arte de Sondrio (Fig. 4), con una
posterior inscripción en el marco del P. Nicola Bobadilla (uno de los primeros compañe-
ros de Ignacio). La imagen de perfil fue pintada, según el texto del marco, en 1543, aun-
que pareciera ser una pintura basada en el grabado del Belga Johan Sadeler de 1580 que
se utilizó para la edición veneciana de la vida de Ignacio de Ribadeneira de 1587 (Fig. 5).

Fig. 4 Retrato de San Ignacio con inscripciones del P. Fig. 5 Retrato de San Ignacio grabado de
Nicola Bobadilla (1543). Museo Provincial de Son- Johan Sadeler. Vida de Ignacio de Pedro
drio, Roma. de Rivadeneira. Venecia 1587.

Algunos superiores de la Orden, que habían conocido a Ignacio, a pesar de la


aceptación de los generales, no quedaron convencidos del parecido de los retratos pinta-
dos. Tal fue el caso del viceprovincial belga P. Olivier Manare (Mannaerts), quien argu-
mentaba que su rostro era demasiado alargado y no reproducía la viveza de sus ojos, ni la
espiritualidad que emanaba su persona. Por tanto, encargó en Flandes una nueva pintura
en 1598, a un artista que permanece desconocido. Manare intercambió opiniones con el
asistente de Alemania y sobre todo con el general Acuaviva, con el objeto de crear un
prototipo para seguir en el futuro. La imagen fue enviada de Flandes a Roma, pero Acua-
viva, que también tenía la idea del prototipo, ya había preparado otra imagen pequeña
que, junto a los jesuitas de Roma, estimaban la más parecida, por lo que la enviaron a
grabar.
Llegó la Congregación de Procuradores en Roma de 1600 y los argumentos del P.
Manare prevalecieron en el empeño que puso su enviado, el P. Coster, en sostener la

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hipótesis que planteaba su superior. No se sabe con precisión de qué obra pequeña esta-
mos hablando, pero lo más probable es que la imagen oval sin bonete, en cobre, que se
conserva en la casa provincial de Bruselas (Fig. 6) sea la que prevaleció, aunque el debate
continuó encendidamente por un tiempo, hasta que el P. Manare volvió a enviar al P.
general otra pintura en bronce. Varios intentos, aunque no todos se han conservado, difi-
cultan la identificación de cada uno de ellos y llega la pregunta: ¿Qué pintor estuvo por
ese tiempo en contacto con los jesuitas belgas? Pues, nada menos que Pieter Paul Rubens,
aunque éste hizo su definitivo viaje a Roma en 1600, antes del epistolado de los jesuitas
belgas y el general, pudo ser autor de uno. Mientras otro pintor puede haber sido el notable
flamenco y maestro del anterior, Otto van Veen. Pero Rubens tenía el perfil que buscaban
los jesuitas: joven (23 años en 1600), muy talentoso y sobre todo barato. Por eso se cree
que el anónimo oval sea de su autoría. De hecho fue el autor de un libro iconográfico
pionero, titulado: Vita Beati P. Ignatti Fundatoris Societatis Iesu, que trataremos luego
en particular.

Fig. 6 Retrato de San Ignacio. Anónimo (c. 1600). Fig. 7 Retrato de San Ignacio. Anónimo (en
Casa Provincial de la Compañía de Jesús, Bruse- bronce). Casa Provincial de la Compañía de
las. Jesús, Bruelas.

Se pintaron otras telas. (Fig. 7) como la conservada en la Casa Provincial de la


Compañía de Jesús en Bruselas. Un anónimo cuyo rostro similar al de Conte, se presenta
no tan alargado (como quería Manare). También en el Colegio internacional de Gesú,
(Fig. 8) se conserva un retrato sosteniendo el libro de los Ejercicios, en cuyo ángulo de-
recho superior, el resplandor oval de luz con el monograma IHS inscripto, retoma la vi-
sión de Ignacio en Manresa de la presencia de Jesús.
Volviendo al libro de Rubens (Fig. 9), diremos que sin ningún lugar a dudas, de-
finió la imagen de Ignacio al ser beatificado a mediados de 1609 y publicado ese año,
siendo el P. Manare su propulsor y grabadas probablemente por el famoso artista Jean-
Baptiste Barbé. Estaba comprobado que las imágenes grabadas podían ser reproducidas

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ilimitadamente a través de la imprenta y comprendida intuitivamente sin que se supiera


leer.

Fig. 8 Retrato de San Ignacio. Anónimo. Co- Fig. 9 Vita Beati P. Ignatii Loiolae Societatis Iesu
legio Internacional del Gesú. Roma. Fundatoris (1609). Peter Paul Rubens.

Fig. 10 Retrato de Ignacio. Vita Beati P. Igna- Fig. 11 Nacimiento de Ignacio. Vita Beati P.
tii Loiolae Societatis Iesu Fundatoris (1609). Ignatii Loiolae Societatis Iesu Fundatoris
Peter Paul Rubens. (1609). Peter Paul Rubens.

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Fig. 12 Nacimiento de San Ignacio. Miguel Cabrera (c.1750). Museo Nacional del Virreinato, Tepo-
zotlán, México
El libro contiene 81 grabados en cobre que representan las escenas más significa-
tivas de Ignacio. Imágenes que fueron modélicas en la iconografía ignaciana y que se
inician con el retrato de Ignacio (Fig. 10), que sigue la pequeña representación ovalada
antes citada. Pero obviamente sus facciones van a ir cambiando, por la edad en que ocu-
rren los acontecimientos. Y reiteramos, los grabados serán la iconografía modélica que
tomarán artistas de todo el mundo, como por ejemplo el novohispano Miguel Cabrera que
trata, entre otros temas, el nacimiento, tomando el grabado de Rubens (Fig. 11 y 12).
También por ejemplo, (Fig. 13) el anónimo que se conserva en el Gesú que representa a
San Ignacio recibiendo la aprobación de la Orden por parte del papa Pio III. Incluso en
otra vemos (Fig. 14) a San Ignacio escribiendo los Ejercicios Espirituales en la gruta de
Manresa, que se encuentra en el claustro de la Universidad Pontificia de Salamanca, como
parte de la serie de 28 lienzos que pinta el napolitano Sebastiano Conca. También la
muerte de Ignacio (Fig. 15), en la capilla Garnecio, Italia (c. 1600).
En el libro de Rubens, se lo representará en los primeros años con un rostro
oblongo, con mejillas ligeramente cóncavas y con una pequeña barba en el mentón. Luego
ya aparece con la barba crecida, pero prolijamente rasurada y con el parecido de la por-
tada, como la que se encuentra predicando en una iglesia en Roma (p. 60). De algunos de
estos grabados se conservan los dibujos preparatorios, claramente de la mano de Rubens,
por ejemplo, el que representa el momento en que Ignacio presenta a Julio III, a los alum-
nos del Colegio Germánico.

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Fig. 13 Paulo III aprobando la Compañía de Jesús. Anónimo. Gesú, Roma.

Fig. 14 San Ignacio escribiendo los Ejercicios Espirituales. Sebastiano Conca (c. 1750). Universidad
Pontificia de Salamanca.

Fig. 15 Muerte de San Ignacio. Anónimo c. 1600 Capilla Garnecio, Italia.


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Estos grabados fueron realizados entre 1599 y 1600, cuando Rubens ya estaba en
Roma. Pero el papa Clemente VIII, les había prohibido a los jesuitas que evitaran cual-
quier acción tendiente a preparar la canonización. Por tanto fue toda una “operación se-
creta”, que se sumó por ejemplo a la conocida como “Autobiografía” de Ignacio. Obra
que el propio Loyola le trasmitió verbalmente a Luis Gonçalves da Cámara, permane-
ciendo mucho tiempo inédita, siendo publicada recién en 1904. La “operación” no tan
secreta y el sentido marcadamente apologético con vistas a la beatificación y canoniza-
ción se ocupó sin tapujos el mencionado P. Ribadeneira quien escribió la primera biogra-
fía de Ignacio, publicada en latín en 1573 (en castellano 10 años después), con numerosas
ediciones posteriores. Incluso Ribadeneira encargó en 1604, luego de la primera de Ru-
bens, una serie compuesta por 15 telas al óleo destinadas a decorar el noviciado de Madrid
(hoy en la Casa de Ejercicios de Manresa). También se grabaron en Amberes (Fig. 16),
bajo la dirección de los flamencos y hábiles hermanos Cornelio y Teodoro Galle, con la
colaboración de otros artistas y editadas por la conocida oficina de Baltasar Moretus en
1610. Año que se produjeron grandes festejos por la beatificación, cuyas solemnidades
en Lima, por ejemplo, quedaron registrados en un libro publicado en el taller del italiano
Antonio Ricardo, la primera imprenta de América del Sur (Fig. 17).

Fig. 16 Cornelio y Teodoro Galle, Vita beati patris Ignatii Loyolae ... Amberes, 1610.

Los Galle tomaron como modelo el ciclo de lienzos que el mismo Ribadeneira
había encargado al español Juan de Mesa hacia 1600 (hoy perdidos). Incluso en el trans-
curso del siglo XVII se imprimieron otras estampas, justamente destinadas a la difusión
de la vida del santo. Una de las más interesantes, según algunos autores, es la grabada en
1597 por Pierre Perret, tallador real de Felipe II, en base a otro retrato desconocido y
encargada por el mencionado Ribadeneira. Lo interesante de esta obra es que aparece

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Ignacio rodeado de cuatro escenas de su vida: su curación milagrosa en Loyola, la apari-


ción de la Virgen, la visión de Cristo en La Storta y la aprobación de la Compañía de
Jesús por Paulo III.

Fig. 17 Relación delas fiestas qve en la civdad de Fig. 18 Jerónimo Wierix. Vida de San Ignacio
Lima se hizieron por la beatificacion del biena- (c.1590-1609).
ventvrado Padre Ignacio de Loyola, fundador
dela Religion de la Compañia de Iesus… Lima,
Antonio Ricardo, 1610.

Otros ciclos se fueron continuando, como las 14 láminas compuestas en Flandes


por el no menos conocido Hieronymus Wierix (Fig. 18). Fueron realizados hacia 1590 y
publicados alrededor de 1613. Varios años después, el mismo Wierix, grabó los retratos
de los generales.
Una vez canonizado, ya los artistas no se preocuparon por hacer conocer al Santo
sino de exaltar y glorificar su figura (Fig. 19), como el “Triunfo de San Ignacio”, del
francés Claude Vignon, con clara influencia de Caravaggio, siendo una pintura barroca,
con una iconografía muy reproducida. Y otra vez el gran Rubens, representando ahora la
conocida obra “Los Milagros de San Ignacio” (Fig. 20), aún antes de ser canonizado. Un
Rubens maduro que luego de 20 años se encargó de decorar, con 39 lienzos, la iglesia de
los jesuitas en Amberes.
No solo en pinturas aisladas sino también en ciclos, incluso pintados por jesuitas
como el P. Ignacio Raeth, quien compuso una serie de 36 cuadros en 1662. También se
destaca el ciclo de 14 lienzos pintado por Juan Valdés Leal de 1665 para la Casa Profesa
de Sevilla (3 perdidos y 11 en el Museo de la ciudad). Muchos otros grupos de pinturas,

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a los que se sumarán los americanos, como el ciclo de 22 cuadros que se conservan ínte-
gramente del artista Cristóbal de Villalpando para el noviciado de San Francisco Javier
de Tepozotlán. O, finalmente (Fig. 21) el ciclo de la iglesia de San Pedro en Lima, serie
de 8 óleos que se atribuyeron en principio a Bernardo Bitti y luego se identificaron como
del taller de Valdés Leal o al mismo sevillano. Una representación detallada en cuanto a
personajes y escenografía. Pero esta serie ya pertenece a una renovada iconografía… con
ángeles, santos, mártires y programas universales...

Fig. 19 Triunfo de San Ignacio. Claude Vig- Fig. 20 Los milagros de Ignacio. Rubens Kunst-
non Museo Bellas Artes Orleans. historisches Museum Viena.

Fig. 21. Cristóbal de Villalpando Éxtasis de San Ignacio o El rapto en Manresa (INAH-Museo Nacional
del Virreinato).

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DOCUMENTOS HISTÓRICOS
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Las “Proposiciones censurables” que encontraron en los


aposentos de los jesuitas expulsos

"Proposiciones censurables" found


in the expelled Jesuits rooms

Inmaculada Fernández Arrillaga*


DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27672

Resumen: Se estudia en este trabajo una serie de recortes seleccionados de los papeles
que se encontraron en los aposentos de los jesuitas del Colegio de Alcalá de Henares tras
la expulsión de los jesuitas de España. El objetivo de esta recopilación, cuyo título reza
Proposiciones Censurables en manuscritos jesuitas, deja claro el objetivo: buscar textos
escritos por miembros de la Compañía de Jesús que aludieran a una moral poco ortodoxa
o a talantes lo suficientemente criticables como para justificar, caso de ser necesario, el
destierro de esos religiosos que ordenó Carlos III en 1767.
Palabras clave: expulsión, jesuitas, censura.

Abstract: A selection of cutouts from the papers found in the apartments of the Jesuits of
the Alcalá de Henares College, after the expulsion of the Jesuits from Spain, is studied in
this article. The objective of this compilation, whose title reads Censurable Proposals in
Jesuit manuscripts, makes clear the objective: look for texts written by members of the
Society of Jesus alluding to an unorthodox morality or suspects attitudes to justify, if
necessary, the exile of those religious ordered by Carlos III in 1767.
Keywords: expulsion, Jesuits, censorship.

* Universidad de Alicante – Alicante (España). E-mail: arrillaga@ua.es - https://orcid.org/0000-0002-


9951-978X

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Recibido: 21 de agosto de 2019.


Evaluado: 14 de noviembre de 2019.

Inmaculada Fernández Arrillaga


Es profesora titular de la Universidad de Alicante, adscrita al Área de Historia Moderna
y al Instituto Universitario de Investigación en Estudios de Género de la misma entidad.
Su investigación científica se centra en las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII,
fundamentalmente en la historia de la Compañía de Jesús en los territorios de la Monar-
quía hispánica durante ese periodo. Sus publicaciones tratan también aspectos del destie-
rro que sufrieron los jesuitas expulsados por Carlos III durante los casi 50 años que pasa-
ron exiliados en las legacías pontificias, gracias al estudio de los manuscritos que nos
legaron estos religiosos. Su actividad docente la desarrolla en los Grados de Historia y
Humanidades y en diversos másteres, habiendo sido invitada por otras universidades, en-
tre ellas: la Pontificia Gregoriana de Roma, la Universitá di Bolonia y la de Foggia.

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El 2 de abril de 1767, Carlos III firmó la Pragmática ley de por la que se expulsaba
a los jesuitas residentes en los territorios de la monarquía hispánica,1 pero, en ningún
momento argumentó el monarca las razones por las que estos religiosos debían abandonar
las once provincias que componían la Asistencia española: Andalucía, Aragón, Castilla,
Chile, Filipinas, México, Paraguay, Perú, Quito, Santa Fe y Toledo. El soberano Borbón
tan solo aducía que eran razones que “conservaba en su real ánimo”. En el fondo, las
causas para una medida tan excepcional eran el resultado de la política antijesuita desa-
rrollada en los años previos (Giménez López, 2006, pp. 283-326), basada en la necesidad
política de desarrollar el regalismo y de otros motivos que José Antonio Ferrer Benimeli
(2013) divide en causas ideológicas, políticas, sociales y de mentalidad, además de las
nada baladíes razones económicas.
La brillante ejecución de la operación que condujo al destierro a los más de cinco
mil jesuitas residentes en los amplios territorios de la monarquía hispánica, se basó en
una serie de instrucciones que obedecieron puntualmente todos los encargados de llevarla
a cabo.2 En esas ordenanzas se exigía que ningún jesuita sacara de sus casas, colegios o
noviciados ningún libro, exceptuando su breviario, ni papel alguno, ya fuera público, co-
munal o privado. Todo escrito quedó pues custodiado por los comisarios que, a partir de
ese momento, comenzaron una catalogación, más o menos rigurosa, de los fondos biblia-
rios que contenían todas las bibliotecas de los jesuitas (Mateo Ripoll y García Gómez,
2001, pp. 603-618), mientras que los “papeles varios”, procedentes de los archivos admi-
nistrativos y comunales, fueron ordenados en legajos para posterior uso. En el Colegio
Máximo de Alcalá de Henares, el que nos ocupa en este trabajo, un año después de eje-
cutarse la expulsión (Diego Pareja, 1997) se realizó un índice de todos los legajos que se
habían formado con esos papeles (García Gómez, 2013, pp. 161-180) y, a los dos años de
la expulsión, en 1769, se firma el manuscrito que vamos a analizar ejecutado con el ob-
jetivo de extractar todo comentario que pueda ser objeto de censura, encontrado entre
esos papeles privados de los jesuitas desterrados.
La Real Academia de la Historia conserva, en Madrid, un considerable número de
legajos que, bajo el genérico “Jesuitas”, reúne documentación tremendamente variada por
las materias que abarcan esos papeles: correspondencia, cartas edificantes, pleitos, escri-
turas de propiedad, apuntes de Matemáticas, Gramática, Teología, etc. También es di-
versa, desde el punto de vista cronológico ya que estos documentos estaban reunidos en
los colegios y casas de los que salieron los jesuitas y, por lo tanto, estaban en sus propios
archivos o en sus aposentos, ya que la Pragmática Ley de expulsión no les permitía llevar
con ellos absolutamente nada que no fueran sus breviarios y algo de ropa interior. Es por
esto que se localicen papeles desde siglo XV hasta el XIX, con una catalogación muy
genérica.
Llaman la atención algunas de las cartas que nunca llegaron a los expulsos en su
destierro por ser misivas censuradas.3 Hay gran cantidad de ellas, especialmente en 1798,

1
BNE, Pragmática Sanción de Su Majestad, en fuerza de ley, para el extrañamiento de estos reinos a los
regulares de la Compañía, ocupación de sus temporalidades y prohibición de su restablecimiento en tiempo
alguno, con las demás precauciones…, R/60022(8)
2
Colección general de las providencias, 1769.
3
Hay una curiosa carta de Francisco de Alva, autor del polémico libro titulado “La Verdad Desnuda”,
dirigida al jesuita castellano Manuel Luengo, conocido diarista y que dice: Mi muy amado, no puedo expli-
car el gran gozo que tengo en el saber que todos son llamados a la Patria y con honor, en lo cual premia
el Señor la gran paciencia y sufrimiento que han tenido en sus grandes y largas tribulaciones. Tengo una
bien fundada esperanza que al fin los premiara con la eterna gloria. El Señor les conceda un próspero

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es decir, antes del regreso de los jesuitas a la España de Carlos IV, donde llegaron sin ser
reconocida la Compañía de Jesús, que todavía permanecía extinta y solamente viajaron
aquellos religiosos que quisieron volver a su patria. (Luengo, 2004).
Es entre estos legajos donde encontramos el texto origen de este artículo: un vo-
lumen en folio, encuadernado en pergamino, sin título en cubierta, con tapa dura y cosido.
Si bien su catalogación actual responde a la signatura: Jesuitas 9/3738, en la guarda de la
cubierta hay una referencia posiblemente anterior que dice: “Jesuitas T. 169 de varios.
Est. 16, Gr. 1ª. En la primera página explica, claramente, que se realiza bajo expreso
encargo de Antonio Fernández Soler, corregidor de la ciudad de Alcalá de Henares y juez
comisionado para el Colegio de los jesuitas de esa ciudad, un centro que comenzó a cons-
truirse en 1620, conocido entonces como Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, por
ser el primero en España de dicha Orden, fundado por Francisco de Villanueva gracias a
la financiación y apoyo de relevantes protectoras: la archiduquesa y hermana de Felipe
II, María de Austria; la reina regente y hermana del mismo monarca, Juana de Austria y
la dama de la Corte portuguesa y aya de ambos, Leonor de Mascareñas, así como la mar-
quesa de Osario (Martínez Cortés y Gil Díaz del Campo, 1999, pp. 229-248). Un Colegio
que pasó por varias vicisitudes tras la expulsión y que en la actualidad es la Facultad de
Derecho (Diego Pareja, 1997).
Continúa el escrito refiriendo que han leído todos los manuscritos encontrados en
dicho centro relativos a materias teológicas y escolásticas, si bien es cierto que encontra-
mos los temas más variopintos. El objetivo parece claro, evidenciar -a fuerza de frases
sacadas de contexto- el trasfondo moral oscuro, laxo y pernicioso que se atribuía a los
jesuitas (Giménez López, 1997). Los temores de Carlos III contra estos religiosos a los
que consideraban un auténtico peligro para el Estado, justificado en su supuesta partici-
pación en los Motines de Esquilache que pretendieron frenar las reformas que proponían
sus ministros más ilustrados (Egido, 1979, pp. 125-153).
Vemos, pues, un auténtico compendio de breves reseñas, la mayoría escritas en
latín hasta la página 76,4 pero otra significativa parte en castellano, que pretende dejar en
evidencia lo que realmente pensaban los jesuitas con respecto a los asuntos más variados,
percibiéndose un intento de justificar la necesidad de expulsarlos debido a las ideas que
defendían si bien, en este escrito, aunque reseñan párrafos que podrían entenderse como
propios de la doctrina peligrosa que se les atribuyó, en ningún momento hay argumenta-
ción alguna ni en pro ni en contra de lo escrito por los expulsos. Parece un muestrario de
párrafos, elegidos por su polémico contenido y dispuestos para esgrimirse en caso de ne-
cesidad.
Una parte de los legajos revisados para seleccionar los textos sospechosos se en-
contraban en la llamada Librería chica, en palabras de Mª Dolores García Gómez (2013,
p. 167):
La antigua y primera localización libraría del Colegio Máximo, que pudo alternar,
en momentos su nominación con la de Librería vieja … engrosada y constituida a

viaje, como le pido. Yo hoy me veo ‘tanquam vas perditum’ sin algún destino y sin socorro, mas muy
contento en la voluntad del Señor. En la ciudad a donde usted va a parar ya no habrá quedado algún mi
amigo. Si habrá alguno me le dará afectuosas memorias. Doy a usted y a García, el último a Dios, que le
guíe a usted. Perugia, 24 de abril de 1798. RAH, Jesuitas, Leg. 9/7240.
4
Con una excepción que transcribimos y que aparece en la p. 14 del manuscrito.

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lo largo del tiempo, cobijó los papeles de archivo, las obras desusadas o desfasadas
y pudo ser el posible recinto de las obras retiradas bajo censura.
Esta misma historiadora ha investigado el índice de los manuscritos que se halla-
ban en los aposentos de los regulares alcalaínos, realizado en el verano de 1768 y que
también se conserva en la Academia de la Historia.5 En esta relación puede observarse la
rica variedad de documentación relativa a la administración del Colegio, las controversias
teológicas y estudios escritos -sin publicar- por jesuitas de reconocido prestigio y de otros
menos conocidos sobre aspectos morales y que, en un primer análisis, por los encargados
de realizar dichos índices de estos manuscritos jesuitas, no parecen mostrar ningún tipo
de “peligrosidad” (García Gómez, 2013, p. 167).
Es justo, como hemos advertido, un año después de la elaboración de ese índice
cuando volvieron a ser leídos, revisados y censurados para elaborar estas Proposiciones
Censurables…, basándose en esos manuscritos y en los sermones que se guardaban sobre
festividades concretas. Interesaban también los papeles particulares que dejaron los ex-
pulsos en sus mesillas y en las estanterías de sus cuartos y hay que señalar que, precisa-
mente estos papeles, los que se consideraban más privados, fueron los que centraron el
interés de los encargados de realizar esta selección. No cabe duda que Fr. Manuel Fer-
nández y el hermano Fr. Manuel de Bustamante, firmantes de este compendio, dejaron
bien registrado el informe, en el que incluyeron el nombre de cada jesuita al que pertene-
cía, la habitación donde se encontraba cada papel detallado y el legado en el que podría
encontrarse el párrafo considerado sospechoso. Eso sí, refieren sin análisis alguno, refi-
riendo en cada acotación lo que aparece en el legajo al que fielmente remiten, explicando
donde puede encontrarse y seleccionando escrupulosamente la parte que les interesa, pero
son reseñas sacadas de contexto por lo que, leídas así solo, pueden tener interpretaciones
no siempre fieles a su argumento original.
Este ímprobo repertorio responde a una instrucción remitida por Pedro Rodríguez
de Campomanes en la que ordenaba: “se anotasen las proposiciones censurables o contra
el común sentir que se hallasen en los sobredichos manuscritos por lo tocante a lo esco-
lástico y moral”,6 y parece dividido en dos grandes epígrafes, uno inicial que se refiere a
proposiciones encontradas probablemente entre los legajos escritos por jesuitas ya men-
cionados y conservados en la Librería chica, mientras el segundo especifica claramente
que son las propuestas de sermones encontradas en los aposentos de aquellos religiosos
ya desterrados.
Por lo que se refiere a los jesuitas que ocupaban los cuartos de los que se sacaron
algunos de los legajos censurables y teniendo en cuenta que cada vez que citan un docu-
mento citan el nombre del jesuita que habitaba ahí, en un principio supusimos que todos
los nombrados habían salido del Colegio obedeciendo la orden de expulsión pero, se da
la circunstancia de que alguno de ellos: Millán García, Gabriel Vázquez, Pablo Vázquez,
Bartolomé Pérez y alguno más, no figuran en los listados que los comisarios reales efec-
túan al ir embarcando los jesuitas para el destierro en Cartagena, lugar donde se instala la
caja (residencia) en la que se reúne a los desterrados pertenecientes a la Provincia de

5
RAH, Índice de los manuscritos hallados en los aposentos, librería chica y otros lugares del Colegio de
Alcalá de Henares…, secc. Jesuitas, 9/2643.
6
RAH, Proposiciones censurables…,1. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738.

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Toledo.7 Sí aparecen, en cambio, otros jesuitas que ocupaban alguno de los aposentos
registrados como Ginés Varela,8 José Zorrilla9 o José Miguel Argandoña,10 entre otros,
cuyos datos serán puntualmente citados a pie de página junto con los del rector de ese
momento, ya que hemos supuesto que se referían al padre que ostentaba ese cargo en
1767. En cuanto al padre predicador, también citado por contener legajos en su cuarto de
los que se estudian en este compendio, no hay mención en los aludidos listados realizados
al embarcar, tan solo figuran jesuitas con esta responsabilidad en Alcaraz, Albacete,
Huete y Ocaña, en cambio en el Colegio de Alcalá de Henares no es registrado ningún
jesuita como Predicador, por lo que no hemos podido añadir comentario alguno.
En cuanto al contenido que parece interesar a estos censores es variado, como
puede verse en la transcripción de la selección de capítulos que añadimos al final de este
trabajo, pero hemos seleccionado algunos temas por lo mucho que tienen que ver con esa
búsqueda antijesuita de planteamientos políticamente incorrectos o de dudosa moral. Re-
cordemos que estos extractos están seleccionados, anotados y referenciados sin advertir
lo que había antes o después de estas palabras, son recortes que no presentan otro argu-
mento, ni explicación del texto completo del que han sido sacados, tan solo podemos
intuir el contexto basándonos en la alusión al nombre del legajo del que dicen haber sido
extraídos.
Entre los temas seleccionados, se observa un esfuerzo en evidenciar esa imagen
prepotente con la que otras órdenes solían criticar a los miembros de la Compañía (Fer-
nández Arrillaga, 2014, pp. 169-188), de este tenor son los extractos que recogen de la
habitación del P. Guzmán11 en uno se describe a la Compañía como una orden aprobada
por “numerosas bulas, la que hace ser de fe que es camino seguro de la perfección evan-
gélica”12 y, en un papel de su dormitorio, anotaba el jesuita: “nuestra vida en el común de
comida y vestido es un continuo ejercicio de penitencia”, lo que ignoraban los censores
es que, mientras ellos recopilaban estos comentarios, el P. Guzmán había salido ya de la

7
AGS, Certificación de Benito Sarrión Contador de la Urca holandesa "Santa María", Cartagena, 27 de
abril de 1767. Marina, Leg. 724.
8
El P. Varela SJ *14. I.1725, SJ 13. X.1739. Profeso de Cuarto Voto desde 1757, embarcó el 27 de abril
de 1767 desde Cartagena para Italia, en AGS, Secc.: Marina, Leg. 724: Relación de los religiosos de la
Compañía de Jesús que se embarcan en el chambequin de S.M. nombrado “Garzota”. Durante el exilio
vivió en Forlì y en Rávena, en AGS, Secc.: Dirección General del Tesoro (DGT), 27, Leg. 1.
9
José Zorrilla SJ *15.XII.1726, estaba destinado como Maestro de Teología del Colegio de Alcalá, Profesó
el Cuarto Voto en 1760. Embarcó en la "Santa María" rumbo a Civitavecchia, en AGS, Secc.: Marina, Leg.
724. Desembarcado en Ajaccio el 26 de septiembre de 1767 y huyó de Córcega el 21 de marzo de 1768
hacia Génova y, posteriormente, alcanzó la ciudad de Roma, donde llegó el 10 de mayo de 1768, solicitando
la secularización y lográndola el 20 de marzo de 1768 en Archivo Histórico Nacional, Leg. 777. Sobre estos
jesuitas que pidieron la dimisoria al llegar a los estados pontificios: Giménez López y Martínez Gomís,
1197, pp. 259-304 y Fernández Arrillaga, 2003, pp. 349-364. En cuanto al modo en que se instalaron en
Córcega y la solicitud de esas primeras secularizaciones, véase también: Ferrer Benimelli, 2018, pp. 111-
132.
10
El P. Argandoña SJ *8.IV.1727, SJ 3.IV.1743. Profesó el Cuarto Voto el 15 de agosto de 1760 y embarcó
hacia el destierro junto a sus compañeros de Alcalá, en AGS Marina, Leg. 724 Residió en Ravenna y en
Forlì, en AGS, DGT. 27, Leg. 1.
11
José Guzmán SJ, 12.VII.1729, SJ 16.XII.1744. Profeso de Cuarto Voto desde el 15 de agosto de 1762,
embarcó hacia el exilio el 28 de abril de 1767 en Cartagena en la Urca holandesa "Santa María", con rumbo
a Córcega, (AGS), Secc.: Marina, Leg. 724.
12
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 2, p. 299 de los legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos, Plática del Instituto de la Compañía, Leg. 48, nº 5, fol. 1. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738:

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Compañía.13 En el aposento del P. Palacios14, rector por entonces del Colegio Máximo de
Alcalá de Henares, encontraron una serie de escritos de los que recortaron textos como:
Todos saben que las demás religiones anhelan a la tiara, pretenden los tronos y las
mitras, solo la Compañía, con voto especial, renuncia las dignidades y se dedica
solo al trabajo y aumento de la Iglesia Católica, salud y provecho de las alma; 15
O este otro: “Trataba Cristo a San Pedro como a apóstol, como discípulo, como
soldado suyo, cómo jesuita que todo es uno…”. E, incidiendo en el mismo tema: “No es
menos nuestro Instituto que el que tuvieron los primeros apóstoles y discípulos que, este
nombre glorioso, sabemos que lograron en algunos reinos y aún conservan los jesuitas”.16

Por lo que se refiere a lo encontrado en otros cuartos sobre la excepcionalidad de


los jesuitas, resaltamos este fragmento localizado en el aposento del entonces Catedrático
de Vísperas, P. Cuevas:17

Singular Santidad pide un nacimiento que se ilustra con la nobleza de una madre
que no engendra sino dioses y hermanos de Jesús, et singulariter sanctum y si
algunos pueden con justicia pretender regalías y preeminencias a la gloria de este
nacimiento, si hay quien pueda manifestar ejecutorias de derecho a esta filiación,
me atrevo a decir, sin sospecha de lisonja, somos todos los jesuitas.18

No menos relevante es esta afirmación localizada no solo en la habitación de Juan


Alfonso Cuevas, sino también en la de otros jesuitas, según se afirma en el compendio:

Creo está muy bien delineada la renovación del espíritu que quiere la Compañía
de Jesús en sus hijos destinados al cuidado de las almas, como sucesores de los
apóstoles […] Nuestros empleos son los mismos en fin y principios que los que
ejercitaron los primeros apóstoles. 19

13
Al año de la expulsión, el P. Guzmán solicitó la secularización, obteniéndola en el verano de 1768 y, un
año más tarde, cobró la pensión en la ciudad de Génova, donde residía. † 19.III.1784 Leivi (Italia), en AGS,
Secc. Estado, Leg. 5.059.
14
Agustín Palacios SJ * 19.I.1708, SJ 21.XII.1726. Profesó el Cuarto Voto el 2 de febrero de 1742 y subió
a bordo de la "Santa María" el 28 de abril de 1767 rumbo al destierro, en AGS Secc.: Marina, Leg. 724.
Durante el exilio vivió en Forlì y en Rávena. † 23.XII.1783 Forlì (Italia), en AGS. Secc.: Dirección General
del Tesoro (DGT), Inventario 27, Leg. 1.
15
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 6, p. 300 de legajos de sermones pertenecientes a los apo-
sentos. Plática a la Comunidad, Leg. 43, 16, fol. 6. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
16
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 5, p. 300 de los legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Plática a la Comunidad. Leg. 42, nº 2, fol. 3. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
17
Juan Alfonso de Cuevas, SJ era catedrático de Vísperas del Colegio de Alcalá, embarcó en el Chambequin
"Garzota", el 27 de abril de 1767, desde Cartagena para Italia, AGS, Secc. Marina, Leg. 724 y se secularizó
el 13 de marzo de 1768, residiendo en Roma a partir de ese momento, AGS, Secc. DGT, Inventario 27,
Leg. 1.
18
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 9, p. 301-302 de los legajos de los sermones pertenecientes
a los aposentos. Plática a la comunidad en la Pascua de Navidad, Leg. 44, nº 16, fol. 2. Secc. Jesuitas, Leg.
2/3738
19
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 10, p. 302 de los legajos de los sermones pertenecientes a
los aposentos. Plática a la Comunidad, Leg. 42, nº 25, fols. 1 y 2, en el mismo legajo 42, fol. 3. Secc.
Jesuitas, Leg. 2/3738

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Del aposento del P. predicador escogemos parte de los extractos que seleccionaron
los censores, el primero comparando a todos sus hermanos de Orden con San Ignacio:
Se puede decir que todos morimos (los jesuitas) como San Ignacio; cuando éste
murió se abrió su cuerpo y se hallaron secos y quemados los hígados, de que infi-
rieron los médicos que no había podido vivir sin milagro, así creo morimos todos,
secos y quemados los hígados, abrasa mucho la vida común de la Compañía.20
El segundo emblema de la Compañía:
La mayor gloria de Dios ninguno la tomó por divisa, ninguno la siguió como em-
presa y ninguno la consiguió como premio sino Ignacio de Loyola… No había en
la tierra, ni Dos le tuvo en el mundo, fuera de su Unigénito hijo Jesucristo, hombre
más capaz que San Ignacio, de tan inmenso designio…21
Y, en tercer lugar, este recorte del extracto que puede leerse completo más abajo:
En efecto, yo considero a mi glorioso Patriarca y su Compañía respecto de las
demás santísimas religiones y sus santísimos fundadores, como a Cristo y su Ley
Evangélica respecto de los profetas y la ley antigua. La ley antigua, para expli-
carme con los términos de San Agustín, era un concepto de Cristo y su evange-
lio… esto mismo considero yo en San Ignacio y su Compañía respecto de las de-
más religiones y sus santísimos fundadores. Todas ellas fueron un ensayo y pro-
fecía de la Compañía y su fundador San Ignacio…22
Sorprende también este extracto referente a la estancia de San Ignacio en la cata-
lana ciudad de Manresa, donde comenzó su labor pastoral, rodeado de benefactoras de
reconocida religiosidad, prestigio social y que se volcaron en ayudar y proteger al joven
visionario, todavía Iñigo de Loyola, durante el tiempo que estuvo en esa ciudad, tan im-
portante para la espiritualidad ignaciana (García de Castro, 2012, pp. 219-282):
Él mismo (San Ignacio) confesó, siendo ya viejo que, aunque sabía lo mucho que
había ofendido a Dios y las penas que merecía por sus culpas en todo el tiempo
que estuvo en Manresa, no ayunó nunca, ni tomó una disciplina, ni se aplicó un
silicio, ni tuvo una hora de oración, ni aun derramó una lágrima con la mira de
satisfacer por sus pecados y excusar las penas que, por ellos merecía, sino que su
fin en todo lo que hacía y padecía era servir a Dios y buscar su mayor gloria.23
Continuando con el tema de la consideración a los santos patriarcas de la Compa-
ñía resaltaremos algunos comentarios sobre San Francisco Javier, en el que se subraya
ese mismo espíritu tan criticado en los jesuitas de superioridad con respecto a otras órde-
nes, así reseñaron los censores este texto procedente, probablemente, de los sermones
que, para el día de su onomástica, conservaban los padres:

20
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 14, p. 305-306 de legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Sermón de S. Ignacio, Leg. 50, 5, fol. 10. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
21
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 19, p. 307-308 de legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Sermón de S. Ignacio, Leg. 50, nº 7, fols. 12, 14 y 15. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
22
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 21, p. 310-311 de legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Sermón de S. Ignacio, Leg. 50, 5, fol. 11. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
23
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 20, pp. 309-310. Plat. Día de la Concepción, Leg. 50, nº 4,
fol. 6. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738

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Trabajaba tanto San Francisco Javier que aun todas las religiones no llenan sus
vacíos, ni todas juntas hacen tanto como él solo. Entra también a la parte el cielo
que, aunque sea tan valiente, aun ha menester también tener a Javier de su parte
en el mismo;24
O este otro localizado en el aposento del mencionado Rector:
Mucho más hizo Javier en el amplius de sus trabajos que Pablo en los suyos […]
Javier trabajó más, afano más, caminó más, predicó más, convirtió más y si los
primeros llenaron todas la obligaciones y empleos de predicadores apostólicos,
Javier, por haber trabajado más que todos, llena el glorioso título de Príncipe de
los evangélicos predicadores. Solo se puede comparar con Cristo que, en el sin-
gular modo de llevar y apetecer la cruz, a quien imitó San Javier, logra el título de
Príncipe de todos,25
Y del cuarto del P. predicador resaltamos éste fragmento: “Trajo y convirtió a la
Iglesia (San Javier) mayor número de almas en diez años que todos los herejes en mil
seiscientos cuarenta y cuatro años han pervertido con sus malditas sectas”.26 Del mismo
tenor, o tono similar, aparecen fragmentos de textos aludiendo a San Francisco de Borja
o a los mártires del Japón.
Curiosas son también las selecciones de textos sobre la Virgen María, mucho de-
bió llamar la atención a los censores el trato de honor que se daba a María en repetidas
ocasiones, por ejemplo: “Por vía de entendimiento, de donde procede el Verbo, con modo
muy semejante es engendrada María… El Espíritu Santo solo puede comunicarse ad extra
y esta comunicación formó en María por gracia una cuarta persona de la Trinidad”.27 O
este otro, localizado en el aposento del P. Rector, que resaltaba las funciones que, como
amante, le correspondían a su hijo, un galimatías más propio de la efervescencia discur-
siva en el sermón que de una creencia firme pero que aprovecharon los censores para
resaltarlo:
Más que fuera, si dejando volar a mi discurso, me atreviera a decir que se viene a
la tierra el Verbo sin su padre y sin su Espíritu Santo, traído de los amores de
María, porque como no la buscaba solo madre, sino esposa, le parece que como a
hombre le corren las obligaciones de amante… Se viene el verbo al mundo, de-
jándose en el cielo al padre y al Espíritu Santo […] y lo que yo, tan tímidamente
digo, lo dijo más sin rebozo nuestro gran Lusitano Benedicto Fernz., Doctísimo
expositor del Génesis.28

24
RAH,: Proposiciones censurables… Apartado 27, P. 300 de legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Sermón de San Francisco Javier, Leg. 57, 5. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
25
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 27, 313-314 de los legajos de sermones pertenecientes a
los aposentos. Sermón de San Francisco Javier Leg. 42, nº 7, fol. 2 y 4, Jesuitas, Leg. 2/3738
26
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 30, p. 315 de legajos de sermones pertenecientes a los
aposentos. Sermón de San Francisco Javier Leg. 50, nº 105, fol. 6. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
27
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 36, p. 319. Sermón de la Concepción Leg. 44, nº 23, fols.
3 y 4. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
28
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 37, p. 319. Sermón de la Encarnación. Leg. 43, nº 104,
fols. 4 y 5. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738

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Y tratando devociones y en relación con María, no podía faltar la alusión a la


controversia sobre su papel como mediadora o redentora de ánimas, a este respecto eli-
gieron este comentario aparecido en el aposento del P. Zorrilla:
Que penetró (María Santísima) lo más profundo del abismo; lo más profundo del
abismo es el infierno, con que da a entender que no solo llegó su socorro al Pur-
gatorio y al Limbo, sino también a lo profundo, hasta donde no hay más que andar
para que llegue a los habitadores de aquella estación tan ardiente, como infeliz,
algún socorro. No solo llega el socorro de esta Señora a los condenados, sino tam-
bién a los niños inocentes del Limbo […]29
Son numerosos los extractos procedentes de los legajos referentes al “ Mét. de
preguntar en confesiones generales” y en ellos vemos que uno de los temas centrales es
el comportamiento que se debe tener con las mujeres. Especialmente significativo nos
parece éste:
Si una mujer, de bajo estado, casase con un duque y el primer hijo fuese nacido
de adulterio, estará obligada, entendiendo la creerán, aunque por su delito la hayan
de matar, a manifestarlo, porque los hombres en más estiman un mayorazgo que
la vida de un hombre particular.30
De similar tono son los que podemos encontrar en muchos otros apartados, refe-
ridos a la defensa o no de la honra femenina31 o a la del hombre pecador: “Cuando la
doncella libremente consiente, no hay obligación de decir más que se ha pecado con sol-
tera”.32 Por cuestiones que fácilmente se entenderán, no vamos a profundizar aquí en
perspectivas de género, aunque es posible que no nos resistamos en otra ocasión. En as-
pectos matrimoniales incluyen un recorte que podría estar firmado por el P. Millán García
y que dice:
¿No es necesario en la dispensación que se pide de la cópula habida con la con-
sanguínea, siquiera sea la cópula antes de pedir la dispensación o después de pe-
dida ante concesionem?, pero el P. General ha ordenado que no se responda, sed
si fiat, ene fit.33
Otro aspecto muy tratado en estos recortes es el tema del ayuno y, por relacionarlo
con el asunto que ha precedido señalaremos éste:
El hombre que no puede pagar la deuda a su mujer ayunando también se excusa
del ayuno y la mujer que no pudiese contentar a su marido por enflaquecer o per-
der el lustre del rostro.34

29
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 38, pp. 320-321. Sermón de Nuestra Señora del Socorro
Leg. 47, nº 31, fols. 4 y 5. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 39, p. 76 Tom. Sup. cit. De restite. fol. 49 seu Resol. Moral.
30

M. Leg. 64, nº 2, Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738


31
Dentro de los que hemos transcrito en este trabajo pueden consultarse: RAH: Proposiciones censura-
bles… Apartados 190, 191 o 391, Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
32
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 293, p. 157 Método de preguntar en confesión general,
Leg. 59, nº 3, fol. 27, Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738.
33
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 513, p. 289, Millán García de Precep. Decal. Leg. 72, Nº1,
Fol. 154. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
34
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 277, p. 150, Millán García, Trat. de Ieiunio, Leg. 72, fol.
390. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738

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En general, todos los extractos transcritos por estos censores dejan entrever una
crítica a la laxitud que en este tema podrían mostrar los jesuitas, a modo de ejemplo:
Si todas las veces que uno come fuera de lo que manda el ayuno, advirtiendo,
peca. Respuesta: que no comiendo manjares vedados, no peca de nuevo porque la
Iglesia no veda muchas comidas sino como condición necesaria para el ayuno, el
cual ayuno ya éste no lo puede guardar cuando una vez lo ha quebrantado por lo
cual no está obligado a dejar de cenar so pena de pecado, ni al que se hubiese
confesado de este pecado se le debería negar la absolución, si estuviese en propó-
sito de cenar a la noche.35
Y también éste otro caso:
Si se puede guardar el ayuno comiendo cualquier manjar. A esto se dijo que de
esencia del ayuno es que no se coma carne y así cuando a uno le dan licencia para
coma carne en días de ayuno por necesidad que tenga, por el mismo caso, le ab-
suelven del ayuno.36
Hay otros asuntos objeto de reseña en este cuaderno de Proposiciones censura-
bles, algunos los hemos transcrito más abajo y, en general, tratan estos aspectos, otros
relacionados con la usura, la sodomía, el valor del trabajo, la vida cotidiana del clero
regular y secular, etc.

Conclusión
Nos ha parecido relevante resaltar los más significativos para evidenciar cómo los
enemigos de los jesuitas prepararon toda una base documental dispuesta a demostrar esa
“mala doctrina” jesuita (Giménez López, 1997, pp. 229-258). Reseñando textos, pero sin
argumentar su contenido, con el fin de alentar escrúpulos, caso de que hiciera falta, y
justificar así las razones de una expulsión que nunca se argumentó en la documentación
oficial.
Estos comentarios fueron encargados y escritos, además, en un momento en el que
los expulsos se estaban instalando en las legacías pontificas y, tanto durante el viaje, como
a su llegada a Emilia Romagna, levantaron todo tipo de comentarios entre unas gentes
extrañadas por la drástica reacción del muy católico rey de las Españas. Recordemos que
alguno de los expulsos eran auténticas personalidades en el ámbito cultural, de gran pres-
tigio académico y que serían reclamados por universidades y nobles italianos para que
continuaran allí con su labor intelectual (Guasti, 2006).
También y nada casualmente, fue en 1769 cuando se reforzaron las presiones para
conseguir su completa aniquilación como orden religiosa (Luengo, 2013), una tentativa
que cerró José Moñino como ministro de España en Roma, a partir de 1772 y por cuyo
logró, obtuvo el título de conde de Floridablanca, ya en el verano de 1773 (Giménez Ló-
pez, 2008), Esta solicitud de extinción fue abanderada por las cortes lusa, francesa y es-
pañola pero que, en ese preciso momento, María Teresa de Austria no veía con buenos
ojos. Para terminar de convencer a la emperatriz se estableció una doble estrategia: por

35
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 272, p. 148, Casos de Conciencia, Leg. 72, nº 5, fol. 107.
Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738
36
RAH, Proposiciones censurables… Apartado 273, p. 148-149, Casos de Conciencia, Leg. 72, nº 5, fol.
107. Secc. Jesuitas, Leg. 2/3738

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una parte, asegurarle que todos los bienes de la Compañía en su imperio pasarían a ser de
su Estado, como había ocurrido en España tras la expulsión (Martínez Tornero, 2010), en
segundo lugar volvió a utilizarse la sospecha como método para el convencimiento ya
que la monarquía hispánica había retenido y mantenía en prisión a unos cuantos jesuitas
alemanes llegados de Chile y México, de nuevo sin explicación de delito específico al-
guno, pero hijos de influyentes nobles alemanes que presionaron para que la emperatriz
negociara su libertad (Fernández Arrillaga, 2009), como hizo al tiempo que aceptaba apo-
yar la extinción de la Orden de San Ignacio.
Una vez más, estos documentos censores, nos evidencian como la oscuridad ar-
gumental, la suspicacia, el recelo hacia los jesuitas, fueron armas esgrimidas por los re-
galistas como respuesta a las incertidumbres que levantaban los motivos de la expulsión.
Evidentemente, los expulsos suponían un auténtico peligro para el desarrollo de las polí-
ticas ilustradas europeas, su nexo con los estratos más refractarios a las reformas y su
estrecho vínculo con el Papa, establecido por su cuarto voto de obediencia, les estigmati-
zaba ante soberanos como Carlos III. El hecho de haber recibido prebendas y tratos de
favor durante siglos por parte de otros monarcas, había enfrentado a los jesuitas con el
resto del clero tanto secular, como regular. Asimismo, su importante peso en unas uni-
versidades37, que necesitaban transformare para ser útiles al Estado y a la nueva sociedad
hacía desear el abandono de unas cátedras que llevaban ocupando años. Explicar todo
esto y algo más, no fue nunca el objetivo de quienes diseñaron la expulsión de estos reli-
giosos por lo que, ante las dudas sobre las auténticas causas que movieron a Carlos III a
tomar semejante medida, se optó por una cómoda, aunque nada fácil respuesta: alentar la
sospecha.

37
A modo de ejemplo: León de Pereda, 2018.

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Selección de capítulos del libro que recoge las


Proposiciones censurables halladas en Mss. de jesuitas de Alcalá

En virtud de la comisión que nos dio el Sr. D. Antonio Fernández Soler, co-
rregidor de la ciudad de Alcalá de Henares y juez comisionado para este Colegio,
que fue de la llamada Compañía de Jesús, leímos los manuscritos así de las materias
teológicas, escolásticas y morales pertenecientes a la que se decía librería chica y a
los apostos, como también los legajos de sermones pertenecientes a los apostos (que
fue lo que se nos entregó) y teniendo presente la instrucción que para este efecto
había remitido SS. Ilma. D. Pedro Rodríguez de Campomanes, del Consejo y Cámara
de Su Majestad, en la que ordenaba se anotasen las proposiciones censurables o con-
tra el común sentir que se hallasen en los sobredichos manuscritos por lo tocante a
lo escolástico y moral, hemos notado las siguientes:
“Proposit.”
[…]
- 166 p. 87
o El que deposita su dinero en quien sabe no tiene otro y que
ha de emplear el depósito en usuras, no peca, si maior sit utilitas que sibi
sequitur quam dammum, quod tertie, persone, accipienti, nempe mutuum
su usuris resurgit.
Tom. Resol. Morm. Leg. 64, 2 an. 1604Preside P. Luisio
Turrian dub. 65, fol. 419.

- 167 pp. 87-88


o Adviértase que es común error el juzgar que hay culpa es-
pecial en solicitar a alguno de los pecados dichos (fornicación, sodomía o
tactos que se reducen a ellas) a otra persona, especialmente cuando la tal
persona no estuviese antecedentemente expuesta o determinada… Dije
que era error esta doctrina no porque la juzgue por improbable, sino por
falsa, porque no es necesario confesar tal solicitación en los pecados que
de su esencia piden cometerse entre dos, como son fornicación, sodomía
o tactos que se reducen a elelas y murmuraciones, etc.
Mét. de preguntar en confesiones generales o en particula-
res, etc. Leg. 59, 3, fol. 37.

- 172 pp. 89 a 90
o Respecto al caso si los religiosos deben derechos de sus bie-
nes. La respuesta de esta duda es clara, así en el derecho como en los AA.,
y consiste en tres puntos: el primero es que los religiosos, clérigos y otras
personas eclesiásticas ninguno derechos deben de sus cosas, rentas o ha-
ciendas que llevan o traen de cualquier parte y quien quiera que se las haga
pagar, o por sí o por otro, incurren en excomunión, como expresamente
dice el derecho y allende de esta excomunión del derecho de que ningún
doctor duda, tienen muchos doctores que también incurren los tales en ex-
comunión de la Bulla de la Cena… El segundo es que este privilegio de

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los eclesiásticos de no pagar derecho, se entiende no solamente en las co-


sas de sus rentas eclesiásticas e iglesias, más también en sus haciendas y
bienes patrimoniales.
Leg. 69, 6, pp. III in tom. Cuius tit. Ripalde fragmenta.

- 191 p. 101
o Si la infamó y la infamia fue verdad pecó mortalmente pero
no hay obligación de restituirle la honra. Y lo mismo es si la infamó de-
lante de quien no sabía el defecto
P. Gabriel Vázquez. Leg. 70, 6, fol. 187. Resolt. Morals.
Leg. 64, 2, fol. 68.

- 194 pp. 102-103


o Tampoco sería pecado desear alguna conveniencia propia
que ha de conseguirse con la muerte ajena. Adviértase que de este modo
sucede al desearse la muerte de los padres, no por odio, sino por la conve-
niencia de herencia o vivir sin sucesión.
Mét. de preguntar en confesiones Leg. 59, 3, fol. 16.

- 205 pp. 106-107


o El que es tirano porque gobierna mal, pero con buen título,
no lo puede matar cualquiera particular hasta que la República lo haya
sentenciado; pero vim vi repellendo podrá el particular matarlo por librarse
a sí o su hacienda que por tiranía se la llevaba… Cuando empezó tiránica-
mente, entró en el Imperio y la Républica no ha consentido cualquiera le
puede matar en rigor.
P. Millán García De Preceptis Decalogi, Leg. 72, fol. 26.

- 220 p. 115
o ¿Ha uno menester dinero no halla que se lo preste, compra
de un mercader un paño o un vaso de un platero por precio excesivo, vuél-
veselo luego a vender de contado por mucho menos, queritur an hoc li-
ceat?... R. Finalmente si no excede del justo precio, no peca contra justicia,
comprando lo que vendió.
Tratados Morales de diversos AA. P. Gaspar Sánchez Leg.
69, 1, de usura, fol. 232.

- 221 pp. 115-116


o Pregunta ¿Si los bienes adquiridos por usuras, mezclándose
con otros bienes del usuario se hagan suyos? Respuesta: que, pues hay ley
expresa que lo hurtado, por solo mezclarse con otros bienes, deja de ser
del señor antiguo, con mayor razón lo adquirido por usuras se hace suyo.
Resolucs. Morales an 1572 Leg. 64, 2, fol. 39.

- 222 p. 116
o Pregunta si por la afición que da una cosa se puede vender
en más de lo que en sí vale. Respuesta: que, si esta afición, conforme a la
común estimación, es razonable podrá uno vender lícitamente. El disgusto
que recibe en venderla adviértase también que, por causa razonable, no se
entiende solamente causa honesta y buena de afición, aunque estuviese

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fundada en algún deleite torpe, como entre ladrones ser una ganzúa muy
probada en abrir cualquiera puerta, es razonable causa y para que pueda
vender su afición, siendo rogado
Resolucs. Morales an 1572 Leg. 64, 2, fol. 14 et 15.

- 239 p. 127
o Díjose que los votos personales que hace un pueblo, scilitet,
deayunar tal día, de guardar tal fiesta, no obligan a los sucesores de aquel
pueblo por razón de voto.
Casos de conciencia Leg. 71, 5 an 1566, Fol. 27.

- 254 pp. 138-139


o ¿Ha muerto o herido a alguno gravemente en sagrado? Si
fuese el herir o el matar secretamente es probable que no hay sacrilegio
porque no llega a reputarse por violado el lugar. Si fuese el delito en el
umbral de la puerta, donde se cierra, sería lugar dudoso y podría interpre-
tarse a lo favorable del reo. Si fuese la percusión sin sangre, como molerle
a palor, no tiene la especial malicia de sacrilegio grave. Si fuese el herir o
matar a quien estaba fuera del lugar sagrado entrando el matador dentro
de él, es probable que no tiene malicia de sacrilegio y, si al contrario fuese,
no falta probabilidad de que tampoco la tiene
Mét. de preguntar en confesiones generales o patics. Leg.
59, 3. 4. Precept. Fol. 14.

- 264 pp. 143-144


o Uno dio precio y otro lo tomó con intención que le diese un
beneficio y diósele sin pacto expreso, estricto, sino como presente. Res-
puesta: que éste pecó mortalmente pero no incurrió en excomunión, ni está
obligado a dejar el beneficio. Simonía no induce suspensión para otro be-
neficio.
P. Millán García de Precept. Decálog. Leg. 72, 1, Lib. 6 que
St. 8, fol. 346.

- 272 p. 148
o Si todas las veces que uno come fuera de lo que manda el
ayuno, advirtiendo, peca. Respuesta: que no comiendo manjares vedados,
no peca de nuevo porque la Iglesia no veda muchas comidas sino como
condición necesaria para el ayuno, el cual ayuno ya éste no lo puede guar-
dar cuando una vez lo ha quebrantado por lo cual no está obligado a dejar
de cenar so pena de pecado, ni al que se hubiese confesado de este pecado
se le debería negar la absolución, si estuviese en propósito de cenar a la
noche.
Casos de Conciencia Leg. 72, 5, fol. 107. Thesaur. Morales.
Leg. 65, 1, fol. 120.

- 273 pp. 148-149


o Si se puede guardar el ayuno comiendo cualquier manjar. A
esto se dijo que de esencia del ayuno es que no se coma carne y así cuando
a uno le dan licencia para coma carne en días de ayuno por necesidad que
tenga, por el mismo caso, le absuelven del ayuno.

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Casos de Conciencia Leg. 72, 5, fol. 107. Thesaur. Morales.


Leg. 65, 1, fol. 106.

- 277 p. 150
o El hombre que no puede pagar la deuda a su mujer ayu-
nando también se excusa del ayuno y la mujer que no pudiese contentar a
su marido por enflaquecer o perder el lustre del rostro.
P. Millán García Leg. 72,1 Tract. Ieiunio, fol. 390.

- 278 p. 150
o En todos comienza (el ayuno) a obligar a los 21 años y a
desobligar en los hombres a 60 y a las mujeres a 40 y se entiende, aunque
tengan fuerzas robustas.
Mét. de preguntar en confesiones generales o particulares,
etc. Leg. 59, 3, fol. 11.

- 294 pp. 157-158


o Probable es de DD que mientras no llegase a consumarse la
sodomía, ni hubiese ánimo de consumarla, los tocamientos prepósteros no
tendrían la malicia de sodomía, sino de la materia a que se ordenaban; y
así entre el varón y la mujer semejantes tocamientos, sí se ordenasen a
disponerse para la cópula natural, no tendrían malicia alguna de otra espe-
cie. Y esta doctrina se aplica por muchos con más probabilidad a los casa-
dos, tanto que, aun de culpa venial, puede ser se excusen si condujese al-
gún tocamiento de los dichos para la cópula matrimonial, aunque llegase
el tocamiento a ser penetración del vaso prepóstero sin peligro probable
de efusión.
Mét. de preguntar en confesiones Leg. 59, 3, fol. 35.

- 372 p. 201
o Pasando de dos horas de trabajo servil y estipendiario, sin
necesidad grave propia o ajena, es pecado mortal, pero puede excusarse
por motivo de no estar ocioso y no siendo el trabajo continuo de todo el
día, ni exterior que escandalice, como también si el trabajo fuese más de
curiosidad que de cansancio servil.
Mét. de preguntar en confesiones Leg. 59, fol. 10.

- 373 pp. 201-202


o ¿Cuánta diligencia será necesaria acerca del examen de
conciencia? Respondo: … también se dijo que el que hubiese hecho dili-
gente examen y probablemente creyese que si pensase con mayor diligen-
cia se le acordarían más pecados, no está obligado a ello, como tenga pro-
pósito de confesarlos cuando se le acordaren, porque ninguno está obli-
gado a hacer todo lo que puede sino lo que la calidad del negocio pide.
Resoluciones morales Leg. 64, 2, sub. 4, fol. 133 P. Fran-
cisco Gouvea de conte. Leg. 67, 7, verbo conf. Fol. 55.

- 500 p. 283:

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o ¿Si es lícita la dispensación para obtener muchos beneficios


sin causa? Díjose también que el derecho natural que los prohíbe no es
irritatorio, sino prohibitivo y así la elección es válida.
Resoluciones morales Leg. 64, 2, fol. 85

- 525 p. 294, pp. 294-295


o De la colación que hemos hecho de los libros de Calvino
con los libros de los AA que defienden la física predeterminación se ha de
ver la conveniencia de esta sentencia con la de Calcino sin que haya dife-
rencia alguna y que consiguientemente habiendo condenado el Con. Tri-
dentino la sentencia de Calvino en esta materia de la eficacia de la gracia
se condenó también la de estos AA
P. Bartolomé Pérez Leg. 62, 2, pap. VIII.

En los legajos de los sermones pertenecientes a los aposentos se hallan las siguientes
proposiciones:
- p. 299
o Aprobada por la Iglesia (la Compañía) con muchas bulas,
la que hace ser de fe que es camino seguro de la perfección evangélica
porque no puede errar la Iglesia en la aprobación de las religiones
Plática del Instituto de la Comp. Leg. 48 5 fol. 1.
Aposento del P. José Guzmán

- p. 299
o Nuestra vida en el común de comida y vestido es un conti-
nuo ejercicio de penitencia
Plática del Inst. de la Compañía. Leg. 48, 5, fol. 2.
Aposento del P. José Guzmán

- p. 300
o No es menos nuestro Instituto que el que tuvieron los pri-
meros apóstoles y discípulos que este nombre glorioso sabemos que logra-
ron en algunos reinos y aún conservan los jesuitas.
Plática a la Comunidad Leg. 42, 2, fol. 3
Aposento del P. Rector.

- p. 300
o Todos saben que las demás religiones anhelan a la tiara, pre-
tenden los tronos y las mitras, solo la Compañía, con voto especial, renun-
cia las dignidades y se dedica solo al trabajo y aumento de la Iglesia Ca-
tólica, salud y provecho de las almas.
Plática a la Comunidad, Leg. 43, 16, fol. 6
Aposento del P. Rector.

- p. 300
o De aquí se sigue, por conclusión legítima, que aquello que
hecho bajo el estandarte de cualquier otro legislador o patriarca serviría de
alto mérito para canonizar al que le siguiese, eso mismo, ejecutado a la

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sombra de la bandera de nuestra religión haría digno de reprehensión y de


pena al que lo obrase.
Plática a la Comunidad, Leg. 47, parte 2, 41, fol. 4 y 36,
fol. 5
Aposento del P. Zorrilla.

- pp. 301-302
o Singular Santidad pide un nacimiento que se ilustra con la
nobleza de una madre que no engendra sino dioses y hermanos de Jesús,
et singulariter sanctum y si algunos pueden con justicia pretender regalías
y preeminencias a la gloria de este nacimiento, si hay quien pueda mani-
festar ejecutorias de derecho a esta filiación, me atrevo a decir, sin sospe-
cha de lisonja, somos todos los jesuitas.
Plática a comunidad en Pascua de Navidad, Leg. 44, 16, 2
Aposento del P. Cuevas

- p. 302
o Creo está muy bien delineada la renovación del espíritu que
quiere la Compañía de Jesús en sus hijos destinados al cuidado de las al-
mas como sucesores de los apóstoles… Nuestros empleos son los mismos
en fine y principios que los que ejercitaron los primeros apóstoles.
Plática a Comunidad, Le. 42, 25, fols. 1-2, Leg. 42, fol. 3
Aposento del P. rector, del P. Cuevas y en otros que, por
multiplicados se omiten.

- pp. 302-303
o Como San Pablo profesa el sublime instituto de la Compa-
ñía de Jesús, ninguna cosa podía hacer más conforme que el abrazarse y
crucificarse con el mundo. El mundo, los ángeles y los hombres son aque-
llos tres sujetos en quienes lo común es extraordinario, con que, si nosotros
hemos de ser espectáculo digno de tan elevados personajes, es necesario
que seamos más, es preciso que los excedamos, es forzoso que seamos
más que el mundo, más que los ángeles y más que los hombres.
Plática a la Comunidad, Leg. 50, 47, fol. 2 y ss.
Aposento del P. Predicador.

- pp. 305-306
o Se puede decir que todos morimos (los jesuitas) como San
Ignacio; cuando éste murió se abrió su cuerpo y se hallaron secos y que-
mados los hígados, de que infirieron los médicos que no había podido vivir
sin milagro, así creo morimos todos, secos y quemados los hígados, abrasa
mucho la vida común de la Compañía, etc.
Sermón de S. Ignacio, Leg. 50, 5, fol. 10
Aposento del P. Predicador.

- pp. 306-307
o Para tan alto ministerio adornó Dios a San Ignacio con todas
las gracias y prerrogativas propias de un Apóstol… y hacen en los hombres
tan prodigiosos efectos de su celo apostólico que no igualen solo, sino que

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exceden también, en algún sentido, a los que obró al principio de los pri-
meros apóstoles y aun al mismo S. Pablo.
Sermón de San Ignacio. Leg. 47, 92, fol. 1 y 6
Aposento del P. Zorrilla.

- pp. 307-308
o La mayor gloria de Dios ninguno la tomó por divisa, nin-
guno la siguió como empresa y ninguno la consiguió como premio sino
Ignacio de Loyola… No había en la tierra, ni Dos le tuvo en el mundo,
fuera de su Unigénito hijo Jesucristo, hombre más capaz que San Ignacio,
de tan inmenso designio… Sabemos que un Moisés se puso intrépida-
mente entre la ira de Dios y los pecados de su pueblo y tuvo valor para
decirle a Su Majestad que o lo borrase del libro de la vida o perdonase a
su pueblo. Un San Pablo deseó ser un anatema pro Cristo, por la salvación
de sus hermanos. Actos grandes, heroicos y que no parece pudo rayar más
alto toda la valentía de un hombre enamorado de Dios, pero sin agravio de
estos grandes hechos, pienso que la resolución de San Ignacio es mucho
más heroica ¿porque? Diré solo una razón, pues no hay tiempo para más.
La resolución de Moisés y de San Pablo fue en el exceso y en el mayor
ímpetu de su fervor y tiene la santidad sus arrojos, como los tiene la ira, se
dice entonces mucho sin pensar o se dice más de lo que se piensa, pero la
resolución de San Ignacio fue (digámoslo así) a sangre fría, en calma y
sereno de espíritu… Y las resoluciones que se toma con este peso de con-
sideración y juicio tanto tienen de más heroicas cuanto tienen de más me-
ditadas… Por esto no hallo ejemplar sino en el corazón del hijo de Dios
hecho hombre.
Sermón de San Ignacio Leg. 50, 7, fols. 12, 14 y 15
Aposento del P. Predicador

- pp. 310-311
o En efecto, yo considero a mi glorioso Patriarca y su Com-
pañía respecto de las demás santísimas religiones y sus santísimos funda-
dores, como a Cristo y su Ley Evangélica respecto de los profetas y la ley
antigua. La ley antigua, para explicarme con los términos de San Agustín,
era un concepto de Cristo y su evangelio… esto mismo considero yo en
San Ignacio y su Compañía respecto de las demás religiones y sus santísi-
mos fundadores. Todas ellas fueron un ensayo y profecía de la Compañía
y su fundador San Ignacio. Las vidas ejemplarísimas y santísimas de sus
patriarcas, las reglas, institutos y ministerios gloriosísimos de sus religio-
nes fueron la entraña fecundísima donde Dios depositó la semilla y formó
los primeros rudimentos de la vida de San Ignacio y ministerios de su Re-
ligión.
Sermón de San Ignacio. Leg. 50, 5, fol. 11
Aposento del P. Predicador.

- p. 312
o Fueron otros santos castísimos o a fuerza de victorias con-
seguidas en combate o a fuerza del favor con que el cielo los premio… y
en todos ellos fue la castidad postiza, fue la pureza sobrepuesta y añadida
a su ser, pero Javier fue natural, como en el Ángel.

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Sermón de San Francisco Javier Leg. 57, 9, fol 1.


Ropería.

- p. 313
o Trabajaba tanto San Francisco Javier que aun todas las reli-
giones no llenan sus vacíos, ni todas juntas hacen tanto como él solo. Entra
también a la parte el cielo que, aunque sea tan valiente, aun ha menester
también tener a Javier de su parte en el mismo.
Sermón de San Francisco Javier Leg. 57, 5.

- pp. 313-314
o […] Mucho más hizo Javier en el amplius de sus trabajos
que Pablo en los suyos … Javier trabajó más, afano más, caminó más,
predicó más, convirtió más y si los primeros llenaron todas la obligaciones
y empleos de predicadores apostólicos, Javier, por haber trabajado más
que todos, llena el glorioso título de Príncipe de los evangélicos predica-
dores. Solo se puede comparar con Cristo que en el singular modo de llevar
y apetecer la cruz, a quien imitó San Javier, logra el título de Príncipe de
todos.
Sermón de San F. Javier Leg. 42, 7, fol. 2 y 4
Aposento del P. Rector

- p.314
o ¡Pero que mucho excediese (el amor de San Javier) al amor
de S. Pedro! Si el amor de Javier respecto de las almas tira gajes de seme-
jante con el amor del Verbo Divino, ya como Verbo, ya como hombre,
respecto de las mismas.
Sermón de San Francisco Javier
Leg. 47, parte 2, 9, fol. 5. - Aposento del P. Zorrilla
Leg. 41, 16, fol. 7 - Aposento del P. rector
Leg. 48, 2, fol. 4 – Aposento del P. José Guzmán
Leg. 54, 37, fols. 10 y 11 – Aposento del P. Argandoña.

- 30 p. 315
o Trajo y convirtió a la Iglesia (San Javier) mayor número de
almas en 10 años que todos los herejes en 1644 años han pervertido con
sus malditas sectas.
Sermón de San Francisco Javier Leg. 50, 105, fol. 6.
Aposento del P. Predicador

- p. 317
o Un noble Borja hubo en el mundo (con decir Borja bastaba)
cuyas gigantes acciones fuera difícil persuadir… Ciego pudiera ser mi
atrevimiento en creer que haya habido tan portentoso héroe en el mundo,
pero lo que a otros falta de fe, para creer esta verdad, a mí me sobra de
evidencia para persuadirla
Sermón de S. F. de Borja. Leg. 53, n1 5, fol. 5
Aposento del P. Argandoña

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- p .318
o Viéndose condenados a muerte (los Mártires del Japón) por
satisfacer el celo que en su pecho ardía, predicaban con mayor fervor que
antes ¡Oh maravillosa constancia! ¡Quién jamás vio semejante! No lo en-
cuentro, a la verdad, aun cuando recurramos al rey y señor de los mártires.
Sermón de los Mártires del Japón Leg. 44, 56, fol. 4
Aposento del P. Cuevas.
[…]
Y en esta forma lo firmamos en este Colegio que se dijo de la Compañía de Jesús,
de Alcalá de Henares en 11 de agosto de 1769.
Fr. Manuel Fernández y H. Fr. Manuel de Bustamante.

Bibliografía citada
Fuentes manuscritas

AGS: Archivo General de Simancas (Valladolid, España)


- Secc.: Marina, Leg. 724.
- Secc. Estado, Leg. 5.059.
- Secc.: Dirección General del Tesoro, Inventario 27, Leg. 1

RAH: Real Academia de la Historia (Madrid, España)


- Jesuitas, Leg. 9/2643
- Jesuitas, Leg. 2/3738
- Jesuitas, Leg. 9/7240

Fuentes primarias editadas


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reinos a los regulares de la Compañía, ocupación de sus temporalidades y prohi-
bición de su restablecimiento en tiempo alguno, con las demás precauciones…,
Imprenta Real de la Gaceta, Madrid, 1767.
Colección general de las providencias hasta aquí tomadas sobre el extrañamiento y ocu-
pación de temporalidades de los regulares de la Compañía que existían en los
dominios de S.M. de España, Indias, e Islas Filipinas a consecuencia del Real
Decreto de 27 de Febrero, y Pragmática-Sanción de 2 de Abril de 1767, Imprenta
Real de la Gaceta, Madrid, 1769.

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Pablo Joseph de Arriaga como rector del


colegio jesuita de Arequipa 1609-1612

Pablo Joseph de Arriaga as rector of the


Jesuit College of Arequipa 1611-1612

Jimmy Martínez Céspedes*


A mi hija Lucyana Celeste

DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27673

Resumen: El presente ensayo estudia la labor administrativa que desempeñó el jesuita


Pablo Joseph de Arriaga como rector del colegio de Arequipa (1609-1612). Basándonos
en un expediente judicial inédito sobre un pleito que siguió el padre Arriaga contra los
oficiales reales por las limosnas de vino, aceite y medicinas se da a conocer de los con-
flictos sociales y la destrucción que sufrieron las propiedades del citado colegio a conse-
cuencias de los movimientos telúricos que sufrió la provincia en los primeros años del
siglo XVII.
Palabras claves: Pablo Joseph de Arriaga, colegio jesuita, Arequipa.
Abstract: This essay studies the administrative work performed by Jesuit Pablo Joseph
de Arriaga as rector of the Arequipa College (1609-1612). Based on an unpublished ju-
dicial file on a lawsuit that Father Arriaga followed against the royal officers for the alms
of wine, oil and medicines, the social conflicts and destruction suffered by the properties
of the aforementioned school were affected as a result of the movements telluric that suf-
fered the province in the first years of the seventeenth century.
Keywords: Pablo Joseph de Arriaga, Jesuit College, Arequipa.

* Investigador de la Dirección de Protección de las Colecciones. Biblioteca Nacional del Perú. E-mail:
jrmc_2008@hotmail.com https://orcid.org/0000-0002-2921-6038

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Recibido: 21 de agosto de 2019.


Evaluado: 14 de noviembre de 2019.

Jimmy Martínez Céspedes


Historiador y paleógrafo de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Licenciado en
Historia por la misma casa de estudios. Alumno de la Maestría en Historia de la UNMSM.
Trabajó en el Archivo Arzobispal de Lima en la organización y catalogación de libros
parroquiales del siglo XVI-XX (2008-2011). Especialista sobre la Iglesia Católica en el
Perú virreinal del S. XVI –XVII. Ha sido ponente en varios conversatorios y congresos
nacionales de historia (2012, 2014, 2016). Ha publicado en las revistas Historia y Región
(2013), Tiempos (2012-2017), Fénix (2017-2018), Yuyarccuni (2018) y Sílex (2018).
Participó en la edición del libro “El señor de los Milagros” financiado por el BCP (2016)
y “Centenario de la parroquia de San Juan Bautista de Huaral” (2017). Prepara un libro
con José Carlos de la Puente Luna sobre el padre jesuita Pablo Joseph de Arriaga. En la
actualidad se desempeña como investigador de la Dirección de Protección de las Colec-
ciones de la Biblioteca Nacional del Perú (2014-2019).

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Introducción
La Biblioteca Nacional del Perú (en adelante BNP) custodia desde sus orígenes
una valiosa documentación que perteneció a la Compañía de Jesús, orden religiosa cuyo
archivo privado que le fuera confiscado en 1767 pasó años más tarde a la Biblioteca Pú-
blica de Lima (1821) y al Archivo Nacional (1861). Tanto en el saqueo de las tropas
chilenas (1881) como en el fatídico incendio de 1943 este conjunto documental terminó
por desagregarse. La colección de manuscritos que se quemó en aquel año había sido
formada por Enrique Torres Saldamando y Carlos A. Romero, reconocidos investigado-
res quienes en 1884 recibieron el permiso de Ricardo Palma de seleccionar manuscritos -
entre ellos de contenido jesuita- del antiguo archivo nacional, sección que estuvo com-
puesta por una miscelánea de documentos del siglo XVI-XX, que empastados en varios
tomos estuvieron en el salón América ordenados por criterio temático y cronológico, cu-
yos primeros números comprendieron los “Papeles Jesuitas” que contenía información
sobre los principales colegios de la orden en las ciudades de Lima, Arequipa, Huamanga,
Juli y Cuzco1. Si nos remitimos a las obras de Enrique Torres y Rubén Vargas Ugarte,
historiadores peruanos que llegaron a conocer el archivo jesuita de la BNP, comprende-
remos lo valioso que fue dicho fondo documental para la historia del Perú. Al siguiente
día del siniestro el exdirector Carlos A. Romero, quien conocía minuciosamente cada
tomo por haberla estudiado por más de sesenta años dirigió el rescate de los manuscritos,
muchos de ellos vinculados a la Compañía de Jesús que se encontraba desperdigado entre
los escombros. Actualmente los documentos que se logró rescatar están siendo trabajados
para su puesta en valor por el Proyecto Recuperación del Patrimonio Bibliográfico Do-
cumental del incendio de 19432.
Entre otros tantos códices jesuitas que se logró salvar, sobresale por su relevancia
histórica un expediente judicial que detalla un pasaje desconocido de la vida del padre
Pablo Joseph de Arriaga. El ilustre jesuita, antes que se consagrara como el ideólogo de
las campañas contra la región nativa y autor del tratado la “Extirpación de la idolatría del
Perú” (1621), había dirigido el rectorado del Colegio jesuita de Arequipa, cuya experien-
cia administrativa fue tan importante como otras que le tocó desempeñar en su orden
religiosa3. El manuscrito que se publica en esta investigación es un pleito que el padre
Arriaga inició contra los señores Sebastián de Mosquera y Pedro Chacón de Luna, oficia-
les de la caja real de Arequipa, por las limosnas de vino, aceites y medicinas que le co-
rrespondía recibir su colegio según reales cédulas que le había concedido el rey de Es-
paña. Por tema de espacio dejamos para otro momento un estudio completo sobre las
fuentes documentales que existen en los archivos sobre el colegio jesuita de Arequipa.

1
Para una mayor referencia de los tomos manuscritos que existía antes del incendio en la BNP revisar los
catálogos que publicaron Ricardo Palma (1891) y Rubén Vargas Ugarte (1940). Los padres Antonio Astrain
y Francisco Mateos también lograron consultar la vasta documentación que existía sobre los jesuitas antes
del incendio de 1943.
2
El proyecto fue elaborado por Gerardo Trillo, director de la Dirección de Protección de las Colecciones
de la BNP. Los alcances y avances sobre la recuperación del material bibliográfico documental salieron
publicados en la Revista Fénix (2017). Actualmente la coordinación del proyecto está a cargo de Jimmy
Martínez Céspedes con la colaboración de las historiadoras Daniela Dulce Mostacero y Ángela Quispe.
Gracias a este proyecto se ha permitido identificar documentación valiosa para la historia de los jesuitas en
el Perú. Entre ellas destaca los códices referidos a la crónica de Diego Francisco Altamirano y Giovanni
Anello Oliva. Las instrucciones de los visitadores Andrés de Rada, Hernando Cavero y Diego Altamirano.
Además de necrologías, correspondencia, ordenaciones y congregaciones provinciales.
3
BNP. Colección General. B38. 20000000504. “El colegio de la Compañía de Jesús sobre la limosna de
vino, aceite y medicinas que se les da de la caja real”. Arequipa. 1611. 13 folios.

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Nos interesa por el momento conocer los motivos que conllevaron al padre Arriaga a
iniciar un proceso judicial contra los funcionarios de la Real Hacienda en 1611. Cabe
precisar que esta demanda se dio en el contexto de los conflictos sociales que acaecieron
como consecuencia de los movimientos telúricos que experimentó la provincia de Are-
quipa para la primera década del siglo XVII.

Historia del colegio jesuita de Arequipa


Una vez que los jesuitas llegaron al virreinato del Perú (1568) se preocuparon en
asentar su residencia. Con la ayuda de las autoridades reales y apoyo económico de sus
benefactores los padres de la Compañía lograron fundar el colegio de San Pablo de Lima,
“que fue el origen de todos los colegios y provincias que se fundaron en la América es-
pañola del Sur” (Saldamando, 1880, p. 398)4. En los años siguientes, los hijos de San
Ignacio de Loyola erigirían los colegios del Cuzco y Potosí, realizando una destacada
labor pastoral en favor de las poblaciones nativas. En 1573 siendo provincial Jerónimo
Ruiz de Portillo se decidió realizar la primera misión volante para la ciudad de Arequipa,
comitiva que estuvo conformada por los padres Joseph de Acosta, Luis López y Juan de
Casasola5. El desempeño espiritual de los jesuitas fue bien visto por un sector de los ve-
cinos de Arequipa que, entusiasmados, decidieron hacer una colecta para financiar la fun-
dación de un colegio, llegando a juntar la suma de 17.000 pesos, dinero insuficiente de-
bido al alto costo que valía construir una casa. Terminada la misión, la comitiva se com-
prometió a regresar, además de informar de todo lo sucedido al padre Ruiz de Portillo.
Para la cuaresma de 1574 el padre provincial, por cartas y pedidos que le hicieron llegar
los feligreses, decidió mandar para esta segunda misión a los sacerdotes Luis López, Juan
García Yanguas y Alonso de Barzana. La admiración y respeto que los arequipeños le
mostraron a los sacerdotes jesuitas se evidenció con la insistencia de fundar un colegio
en Arequipa, logrando juntar para aquel año la cantidad de 22.000 pesos, dinero que se-
guía resultando un pequeño monto para levantar su residencia. Tuvieron que pasar cuatro
largos años para que el capitán Gerónimo Pacheco y Lucia de Padilla, su muger, llegaran
a convencer a un vecino llamado Diego Hernández Hidalgo, rico comercio, que aceptó
donar una parte de sus bienes a la Compañía de Jesús, ordenando a sus albaceas bajo
cláusula testamentaria, entregar 20.000 ducados, cantidad que junto a lo que ya se había
recolectado en los años anteriores era dinero suficiente para llevar a cabo la creación del
colegio. En un codicilo, el benefactor dejó estipulado que si dentro de un año los jesuitas
no cumplieran con fundar la casa, el dinero sea entregado a la orden mercedaria (Mateos,
1944, p. 180). Una vez que el provincial Joseph de Acosta y el doctor Juan de la Plaza
tomaron conocimiento de la última voluntad de Hernández Hidalgo decidieron acelerar
los trámites otorgando carta poder a los padres Antonio López, Leandro Felipe y Marco
Antonio para que en nombre de la Compañía tomasen posesión de los bienes y facultad

4
Para una información más detallada sobre la llegada de los jesuitas al Perú y fundación del colegio de San
Pablo de Lima revisar los trabajos de Enrique Torres Saldamando (1880, pp. 398-414; 5-10) y Rubén Var-
gas Ugarte (1963, pp. 43-54).
5
Para la reseña histórica del establecimiento de la compañía de Jesús en Arequipa nos hemos basado en el
texto inédito de Jacinto Barrasa (1598) cuya copia mecanografiada se custodia en la Biblioteca Nacional
del Perú (BNP) y en la crónica anónima de 1600 que editó el padre Francisco Mateos (1944). Una versión
manuscrita que sirvió de base para escribir la historia del colegio de Arequipa se encuentra en la BNP con
códigos B30 y F87. Desconocemos de los motivos por las cuales el padre Diego Altamirano no haya in-
cluido en su historia información sobre el colegio de Arequipa. Estas mismas fuentes documentales fueron
la que utilizó Vargas Ugarte para escribir el libro de la Compañía de Jesús en el Perú (1963).

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para comprar sitio y fundar sobre ella un colegio. La mencionada escritura pública fue
dada en la ciudad del Cuzco el 05 de agosto de 1578, ante el notario Juan de Castañeda6.
Si bien la ceremonia de la creación no es del todo clara, se sabe por referencias documen-
tales que se dio principio a la fundación el día 16 de agosto de 1578.
Tiempo después, según cuenta el padre Barrasa (1598), un vecino enemigo de los
jesuitas recriminó al virrey Francisco de Toledo por haber dejado fundar la casa sin licen-
cia real7. Toledo, que en un primer momento había otorgado permiso al padre provincial,
mediante una provisión del 9 de octubre de 1578, ordenó al corregidor confiscar y expul-
sarlos de Arequipa (Lisson, 1944, pp.777-779). Los jesuitas ofendidos por tamaña arbi-
trariedad iniciaron un sonado pleito ante el Consejo de Indias solicitando los legítimos
derechos que le correspondían sobre la fundación del colegio. En 1580 recibieron una
Real Cédula donde se le ordena al virrey Toledo regresarle todo lo que le habían confis-
cado8. En los años siguientes un sector de la élite hacendaria de Arequipa continuó difa-
mando a los jesuitas, llegando a informar al virrey Martín Enríquez de Almansa que su
fundación no contaba con licencia real. Después de estos acontecimientos la historia se
vuelve incierta, pues se desconoce con detalle el desempeño de los hijos de Loyola para
los años venideros.
Hasta la primera década del siglo XVII, Arequipa formaba parte de la jurisdicción
eclesiástica del obispado del Cuzco, pues el 13 de agosto de 1609 por Bula Papal se erigió
el obispado de Arequipa, desmembrándose de la ciudad imperial. Su primer obispo Fray
Cristóbal Rodríguez, quien fuera designado en 1611, no llegó a ocupar la diócesis debido
a la repentina muerte que sufrió cuando se encontraba por el valle de Camaná (1614)9.
Uno de los acontecimientos más trágicos que soportó la provincia durante los años
de 1588 a 1604 fueron los terremotos y erupción del volcán Huaynaputina que afectó la
vida económica de Arequipa. El padre Barrasa (1598, p. 93) en su crónica, dejó constancia
de las consecuencias que trajo el movimiento telúrico para el sector agrícola, los grandes
campos de cultivo quedaron destruidos perjudicando las rentas de los hacendados, órde-
nes religiosas y comunidades indígenas10:
Fue aquesta ciudad antes de el temblor grande que la assolo año de 1582, y del
diluvio de ceniza, que casi la enterró el año de 1604 un paraíso de delicias, y un
erario de riquezas desfrutadas, y gozadas de la nobleza más acendrada de el Perú;
sus calles, plazas, y edificios los más labrados de piedra de buena cantería; y no

6
BNP. Colección General. Carta poder de Juan de la Plaza a los padres. Cuzco, 05 de agosto de 1578.
7
Para un mejor conocimiento de las circunstancias políticas que ocasionó el enfrentamiento entre el virrey
y los jesuitas revisar el texto de Fernando Armas Asin (1999, pp. 573-609) quien estudia la vida del padre
Luis López para comprender los verdaderos motivos que determinó la clausura del colegio de Arequipa por
parte del virrey Francisco de Toledo.
8
Lisson Chávez en su monumental obra sobre “La Iglesia de España en el Perú” presenta un conjunto de
documentos sobre la queja de los jesuitas en la corte real en los concerniente al embargo de sus bienes y
expulsión que el virrey Toledo mandó hacer en Arequipa (1944).
9
Los mencionados datos históricos han sido tomados de la crónica inédita del padre Juan Domingo de
Zamacola y Jauregui, cuya obra manuscrita se custodia en la Biblioteca Nacional del Perú con el código
D8150. El texto fue escrito en 1800 y lleva por título “Serie cronológica de los ilustrísimos obispos que han
gobernado la Santa Iglesia Catedral de Arequipa”.
10
Revisar el estudio de Jimmy Martínez Céspedes (2018, pp. 49-103) sobre la crónica del padre Jacinto
Barrasa.

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aviendo casa, que no gozase de un jardín ameno, quando miraba a todas vistas la
ciudad eran hermosas huertas de sabroso frutales.
Como señala el historiador Pedro Pablo Peralta (2017, p. 61) estos sismos influ-
yeron en la caída de la producción de los valles centrales de Arequipa, considerado por
los geólogos como el desastre natural más difícil que “haya soportado el sur peruano a lo
largo de su historia, con una mortandad muy elevada -especialmente indígena-, ciudades
y pueblos destruidos y una naciente economía colapsada”. Con el tiempo esta “furia di-
vina”, como lo llegaron a interpretar los feligreses arequipeños, generó fuertes conflictos
entre los grupos sociales que sintieron afectados en sus rentas económicas. Una de ellas
sería el colegio jesuita de Arequipa cuyas grandes propiedades agrícolas se volvieron im-
productivas afectando el sustento de sus miembros y desarrollo de los oficios religiosos.

El rectorado de Pablo Joseph de Arriaga en el colegio de Arequipa


Los biógrafos modernos del padre Pablo Joseph de Arriaga se preocuparon en
resaltar su papel “de extirpador de los cultos tradicionales” durante la primera campaña
de las idolatrías que se dio en el arzobispado de Lima (1617-1622)11. Estos trabajos más
que abordar las otras actividades que le tocó desempeñar, como miembro de la Compañía
de Jesús, se limitaron a narrar los últimos años de su vida, época donde tomó mayor pro-
tagonismo político por su participación en las visitas de las idolatrías, administración de
los colegios de caciques y casa de Santa Cruz, y asesoramiento que brindó al virrey y
arzobispo en asuntos religiosos, cuyo programa misional quedó plasmado en su libro la
Extirpación de Idolatrías en el Perú (1621). Sin embargo, otras labores que le encomendó
su orden religiosa, como fue el rectorado del colegio jesuita de Arequipa, quedaron sos-
layadas por los estudiosos del mundo andino12.
No pretendo repetir lo que ya otros autores han escrito sobre la vida del padre
Arriaga. Brevemente diremos que fue natural de Vergara (obispado de Pamplona). In-
gresó a la Compañía de Jesús a los quince años (1579). En 1584 se embarcó al Perú en la
expedición dirigida por el jesuita Andrés López, dedicándose a su llegada a la labor pas-
toral y académica (1585). En 1588 ocupó el rectorado del colegio de San Martín, recinto
educativo, donde se formó la élite criolla de la ciudad de Lima, entre ellos a futuros ex-
tirpadores como Fernando de Avendaño y Rodrigo Hernández Príncipe. Arriaga ocupó
esta institución por muchos años, alternando dicho cargo con el rectorado del colegio de
Arequipa (1609-1612). En 1617 participó en las visitas de las idolatrías en el arzobispado
de Lima, cuya experiencia le sirvió para escribir su tratado La extirpación de la idolatría
en el Perú (1621). En los últimos años de vida la obra espiritual que mayor tiempo le
dedicó el padre Arriaga fue la creación y fundación del Colegio de Caciques y la Casa de
la Santa Cruz, dos importantes instituciones que estuvo destinada a la educación de la
élite nativa y conversión de los maestros hechiceros. El virrey Príncipe de Esquilache lo
tuvo ocupado tanto en la administración de los mencionados locales y en la labor pastoral,
recordando en 1621 que:

11
Para una revisión de los principales investigadores que dedicaron a estudiar la vida del padre Arriaga
consultar los trabajos de Enrique Torres Saldamando (1882), José Toribio Medina (1904), Carlos Alberto
Romero (1920), Henrique Urbano (1999), Manuel Marzal (2005), y Juan Carlos García (2010).
12
En un anterior trabajo analicé el desempeño del padre Arriaga como censor de los libros de evangeliza-
ción que publicaron los miembros de la Compañía de Jesús en el contexto de las campañas de las idolatrías.
Uno de estos textos fue el vocabulario Aymara del padre Ludovico Bertonio (Martínez, 2018, pp. 151-161).

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Aunque su excelencia me tenía ocupado en dar principio al colegio de los caci-


ques, y en la fábrica de la casa de Santa Cruz, dejándola en buen paraje al cuidado
de otro Padre, que llevase lo uno y otro adelante, me mandó salir a la visita, en la
qual acompañé año y medio al doctor Avendaño y algunos meses al doctor Fran-
cisco de Ávila” (Arriaga, 1999[1621], p.19-20).
En 1622, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera eclesiástica fue comi-
sionado por el provincial Juan de Frías para viajar a Roma como procurador de los jesuitas
del Perú. Por cosas del destino encontraría la muerte debido a un naufragio que sufriera
cerca de las costas de La Habana. Tras su fallecimiento, una parte de su archivo personal
fue agrupado y empastado en un tomo que titularon “Espejo Historial y Catholico
(1642)”, material que se custodia en la Biblioteca Nacional del Perú13.
La información que existe sobre Pablo Joseph de Arriaga en la ciudad de Arequipa
no es del todo clara. Según refiere Enrique Torres Saldamando (1882, p. 119) el padre
Arriaga fue rector del colegio de Arequipa durante los años de 1612 a 1615. Por otro lado,
Manuel Marzal (2001, p. 243) asegura que estuvo desde 1613 hasta 1615. Por la docu-
mentación que se publica en este ensayo se confirma que el padre Arriaga estuvo como
rector en Arequipa desde 160914, incluso en 1612 ya había regresado a la ciudad de los
Reyes según se demuestra por una solicitud que hiciera a los señores de la Real Audiencia
de Lima para tasar dos libros del jesuita Ludovico Bertonio (Martínez, 2018, p. 155). Se
desconoce con exactitud de su gobierno rectoral en el colegio de Arequipa, lo poco que
se sabe se encuentra en la necrología que se hiciera luego de su fallecimiento, en el cual
solo se detallan aspectos generales de su vida espiritual (Chávez, 2007).
La única fuente histórica que nos brinda luces sobre el desempeño del padre Pablo
Joseph de Arriaga, como rector del colegio de Arequipa, es un expediente que contiene
un pleito que siguió por el derecho de las limosnas que le correspondencia recibir para la
compra de vino, aceite y medicinas15. En 1611, ante el corregidor Bartolomé Dávila, el
célebre jesuita se quejó de la negativa de los funcionarios de la Real Hacienda de propor-
cionarle el dinero que requería para la celebración de los oficios divinos. Los oficiales
reales-enterados de la demanda, respondieron que por las grandes rentas económicas que
producían las propiedades jesuitas que se encontraban en las ciudades de Moquegua,
Cuzco, Collao y Arequipa no debían entregarles la suma de dinero, pues basándose en
una real cédula de 1603 argumentaron que las limosnas solo estaban destinadas para aque-
llas órdenes religiosas que carecían de recursos económicos.
El padre Arriaga en un extenso memorial defendió los legítimos derechos que les
fueron concedidos al colegio de Arequipa, replicando que los movimientos telúricos que

13
Actualmente los historiadores José Carlos de la Puente Luna y Jimmy Martínez Céspedes vienen prepa-
rando un libro sobre las fuentes que utilizó Pablo Joseph de Arriaga para componer su manual contra las
idolatrías (1621).
14
BNP. Colección General. B41. 1611. Otra referencia documental que se tiene del padre Arriaga en Are-
quipa data del 10 de enero de 1611. En dicha fecha por escritura pública Pedro de Peralta Cabeza de Vaca
le vende al padre Pablo Joseph de Arriaga, rector de Arequipa, veinte yeguas para beneficio de la capilla
de Nuestra Señora de Loreto que se encontraba en el colegio de la San Martín.
15
Desde el siglo XVI el Rey de España apoyó económicamente a las órdenes religiosas para que cumpliera
decentemente con su labor pastoral, medida que quedó plasmada en la Recopilación de las Leyes de los
Reinos de las Indias de 1681 (Libro 1. Título Tercero. Ley VII). Esta gracia real fue temporal pues duraba
entre 2 a 6 años. Los jesuitas y otros sacerdotes podían solicitar su renovación mediante una nueva real
cédula.

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sufrió la provincia habían perjudicado los ingresos de su institución por lo que los oficia-
les reales exageraban de las supuestas rentas económicas que obtenía el colegio. La deci-
sión del rector jesuita de responder a la ola de críticas de los funcionarios de la Real
Hacienda se debió, según sus propias palabras, para que no “parezca que quien calla
otorga”, pues sus malos comentarios generaban una imagen negativa que perjudicaba el
prestigio de su orden religiosa. Años después, estando en Lima, mostraría este mismo
carácter cuando se enteró que ciertas personas lo denunciaron por aprovecharse de la
mano de obra de los reclusos de la Santa Cruz para su beneficio personal. Terminada las
diligencias, el corregidor Dávila terminó por darle la razón al padre Arriaga. Mas allá de
la importancia que tiene este documento para el estudio biográfico de nuestro personaje,
es de resaltar la información inédita que contiene de las casas y haciendas que poseyeron
los jesuitas en Arequipa para los primeros años del siglo XVII, detallándose la ubicación,
nombres e ingresos económicos de cada propiedad. Es interesante la descripción que se
hace de la mano de obra indígena mediante el sistema de yanaconaje.

Criterio de edición:
En el presente estudio se publica el expediente titulado “El Colegio de la Compa-
ñía de Jesús sobre la limosna de vino, aceite y medicinas que se les da de la Caja Real”.
El documento se encuentra en la Colección General de Manuscritos de la Biblioteca Na-
cional del Perú. Como se señala en la ficha descriptiva el manuscrito fue escrito en la
ciudad de Arequipa para 1611. Lleva por código B38 (2000000504) y comprende 12 fo-
lios, siendo su estado de conservación regular, debido al deterioro que sufrió luego del
incendio de 1943. Para la transcripción paleográfica se utilizó las normas aprobadas en la
Primera Reunión Interamericana sobre Archivos, celebrada en Washington D.C en octu-
bre de 1961. Cabe precisar que habiéndose perdido la foliación original del expediente se
ha colocado en la transcripción una nueva numeración para su mejor lectura. Del mismo
modo se ha respetado el ordenamiento interno del expediente judicial.

Referencias Bibliográficas
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Jesús por el P. Jacinto Barrasa. Copia mecanografiada en la Biblioteca Nacional
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ción y principio del colegio de la Compañía de Jesús de Arequipa”. Lima. 1608.
5 folios.
Biblioteca Nacional del Perú. Colección General. B38. 20000000504. “El colegio de la
Compañía de Jesús sobre la limosna de vino, aceite y medicinas que se les da de
la caja real”. Arequipa. 1611. 13 folios.
Biblioteca Nacional del Perú. Colección General. B41. 20000000504. “Testimonio de la
carta-venta suscrita entre el padre Pablo José de Arriaga, rector del colegio de la
Compañía de Jesús de Arequipa y don Pedro de Peralta, sobre la venta de los
bienes de este dicho colegio”. Arequipa. 1611. 2 folios.

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gio de Jesuitas de Arequipa”. s/f. 52 folios.
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trísimos obispos que han gobernado la Santa Iglesia Catedral de Arequipa escrita
por el padre Juan Domingo de Zamacola”. Arequipa. 1800. 106 folios.

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(1963). Historia de la Compañía de Jesús en el Perú. Tomo I. Burgos, España.

ANEXO 2
Folio 1
El colesio de la Compañía de Jesús sobre la limosna de bino y azeite y mediçinas que se
les da de la caxa real.
Folio 2
Escrivano que presente estáis dadme por testimonio y a mí el padre Gaspar de Arroyo
ministro del colesio de la Compañía de Jesús desta ciudad como requiero una y dos y tres
vezes y las demás en derecho neseçario al contador Sebastián de Mosquera y al tesorero
don Pedro Chacón de Luna juezes oficiales reales de la real hazienda desta ciudad como
bien saben que en conformidad de las reales çédulas y proviziones que por parte del dicho
colejio se an presentado y se les manda y hordena acudir con la limosna de medecinas y
azeite y vino para la lámpara del santísimo sacramento y para el oficio devino y aviéndose
dado libramiento por el dicho contador para que se pagasen ciento y ochenta pesos que
montan las medecinas y para lo que toca [ilegible] azeite y bino respondido que se vería
los libros reales de la [ilegible] que no se deve hazer pues para semejante limosna no
requiere dilación y al presente [ilegible] contener como tienen en su poder u en la caxa
real los pesos prosedidos del remate que se hizo avra tres días de la ropa de los Ubinas
perteneçiente a su magestad, por tanto les requiero según dicho es mi derecho paguen la
dicha limosna de medecinas, aceite y bino de la dicha plata procedida de la dicha ropa u
de otra qualquiera que avia en la caxa real de su cargo, con protestación de que no lo
haziendo y pagando, usado del rigor de las dichas reales çédulas y [roto] proviçiones, y
les protesto los daños [Folio 2v] y los demás intereses, que de la dilación se recresieren
en qualquiera manera de como así lo requiero pido me deis testimonio y a los presentes
pido me sean testigos. Gaspar de Arroyo. Licenciado Juan de [ilegible]
En la ciudad de Arequipa a dos días del mes de agosto del año de mil y seiscientos e onçe
yo el presente escrivano leí el requerimiento de atrás al contador Sebastián de Mosquera
en su persona el qual dixo:
1. Que el rey nuestro señor por una su real çédula su fecha en el pasado a veinte e
nueve de noviembre de mil e seiscientos e tres años ordena y manda a los oficiales
reales desta dicha çiudad que a los conventos de los religiosos que huviere en ella
que tuvieren algunos proprios o rentas no se les dé ni pague de su real caxa nin-
guna limosna para vino y açeite çera y mediçinas que por sus reales çédulas se le
havia mandado dar porque su real voluntad fue dárselo al prinçipio que vinieron
a poblar por la neçesidad grande que tenían entonçes y conforme a la dicha real
çédula no se les puede ni deve dar a los padres de la Compañía de Jesús el vino y
açeite y mediçinas que piden por tener como tienen tantos proprios y rentas que

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no solo son bastantes para sustentarse con ellos los dichos religiosos sino para
sustentarse con ellos todas las demás religiones desta ciudad por tener más hazien-
das que todas juntas que son las siguientes.
2. Primeramente tiene la dicha Compañía de Jesús en la calle de los mercaderes desta
çiudad y en comercio della veinte e una tiendas y casas sucesivas que de ordinario
las arriendas a mercaderes y otras personas a siete pesos cada mes más o menos
conforme a los tiempos y están de ordinario pobladas como lo save toda esta çiu-
dad que son más de mil y quinientos pesos corrientes de renta cada año pagados
con puntualidad. [Al margen: 1500 pesos]
3. De más de lo qual tiene el dicho convento de la Compañía de Jesús desta çiudad
legua y media della que llaman Guazacache quantidad de más de çiento y veinte
e çinco topos de tierras de regadío de pan llevar que de ordinario siembran donde
tienen poblados y reduçidos muchos indios e indias de más de çien almas que
constará por un testimonio de la visita que aora ha hecho dellas don Bartolomé
Dávila corregidor desta çiudad que todos ellos están subordinados a hazer las se-
menteras que allí tiene la dicha compañía que algunos dellos son de la provincia
de los Collaguas y de otros repartimientos y no acuden a sus pueblos al servicio
personas ni a otra cosa más que a las [Folio 3] dichas sementeras y con lo que
cogen cada un año dellas [quemado] se sustentan los dichos religiosos pero lo que
les sobra [quemado] arina y venden en esta ciudad a quien se lo paga a ocho y
nueve pesos cada hanega y según los tiempos ques mui grande el aprove-
cha[miento] que desto tienen que por no saberse líquidamente no se pone aquí.
De más de lo qual tienen los dichos padres de la Compañía de Jesús desta çiudad
en el dicho Guazacache un molino donde se muele de ordinario así el trigo de sus
cosechas como el de más de los vezinos desta çiudad que van a molerlo allí por
su paga que así la sementera de arriba y aprovechamiento della como la del dicho
molino le pareçe al dicho contador valdrá más de dos mil y quinientos pesos de
renta cada año por lo menos.
4. Ítem tienen a la salida desta çiudad una casa y tierras de pan llevar que llaman
Sant Gerónimo que son de las mejores que ay por todo este valle y las siembran
de ordinario y las que no las arriendan a quien se lo paga como este año lo han
hecho a don Diego de Cabrera y a Ulloa que son sesenta topos que a común preçio
como se arriendan a los indios que es a diez pesos cada topo valen cada año seis-
cientos pesos de renta. [Al margen: 600 pesos].
5. Ítem tienen en el valle desta çiudad avajo de Sant Gerónimo ocho hanegas de
tierras de sembradura poco más o menos de regadío que les dejó el padre Antonio
de Llanos con una alfalfar que allí tienen que valdrá cada un año de arrendamiento
trezientos pesos poco más o menos. [Al margen: 300 pesos]
6. De más de lo qual tiene los dichos religiosos de la Compañía de Jesús desta çiudad
una estançia de ganado de vacas y ovejas y carneros en el Collao de mucho valor
e importançia pues con el multiplico della de más de sustentarse la dicha casa, lo
que les sobra lo traen a vender a esta çiudad y carnicería pública como lo sabe
toda esta çiudad que es de más de dos mil pesos de aprovechamiento un año con
otro. [Al margen: 2000 pesos]
7. Ítem tiene en la çiudad del Cuzco sobre posesiones de casas çinco mil pesos de
prinçipal de çenso que les dejó el padre Antonio de Llanos y los cobran con mucha
puntualidad que serán quatrozientos pesos de renta cada año poco más o menos a

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razón de [ilegible] el millar como valía quando se hecharon a censo. [Al margen:
400 pesos]. Folio 3v
8. Ítem les dexó havrá un año poco más o menos Alonso de Estrada que murió en
el valle de Moquegua una viña tierras y esclavos con que pagasen por él çiertas
deudas que vendieron poco días ha al licenciado Juan Guerrero de Vargas en qua-
renta y tres mil pesos corrientes y lo que han de pagar dizen serán hasta diez y seis
a diez y ocho y les queda a los dichos padres más de 24 mil pesos. [Al margen:
Por una vez/ 24Upesos].
9. Ítem han vendido de poco tiempo ha esta parte una viña y tierras que tenían en el
valle de Chorunga que les dejó el capitán Gerónimo Pacheco y la han vendido a
los padres de la Compañía de Jesús de la çiudad del Cuzco en diez u onçe mil
pesos. [Al margen: Por una vez/ 10U pesos].
10. De más de lo qual de un mes a esta parte ha comprado en el valle de Victor(sic)
desta çiudad y término una viña y tierras con seis esclavos a don Juan Dávalos
ques de don Melchor Dávalos su padre en veinte e seis mil pesos con los diez mil
de contado como consta por la escriptura hecha ante Adrián Ufelde escrivano pú-
blico y cabildo desta çiudad que es una de las mejores viñas que ay en el valle y
da de ordinario de cosecha tres mil botijas de vino poco más o menos que sacadas
costas tendrán de oy en adelante los dichos padres más de seis mil pesos de renta
[ilegible] de la dicha viña porque es para dar mucho más estando bien beneficiado.
[Al margen: Renta/ 6000 pesos]
11. Ítem tiene tomada posesión un legua desta çiudad de una calera donde por su or-
den hazen toda la cal que es neçesario así y para sus obras como para toda la
çiudad por conçierto hecho con el cabildo a peso y medio cada hanega por no
haver otro ninguno que esté obligado a ello, que por saverse con puntualidad el
aprovechamiento dello no lo pone aquí. [Al margen: Ojo/ una calera].
12. De más de lo qual para el benefiçio de sus haziendas se les dan a los dichos padres
de la Compañía de Jesús desta çiudad catorçe indios ordinarios sin los de séptima
parte para edificios que serán otros seis que son de mucha consideración para sus
haziendas y aprovechamiento de más de otros muchos indios que de ordinario
tienen ocupados por cantores que haviendo provisión particular del señor virrey
don Luis de Velasco para que les sirvan en ese ministerio pagando la tasa a esta
caxa real y con esta condiçión se los dieron y la començaron a pagar ha más de
doze años que desde el [Folio 4] terremoto no ha havido remedio que la paguen
aunque se le [quemado] pedido diversas vezes por los oficiales reales desta çiu-
dad. [Al margen: Indios/ 20 indios].
Y presupuesto que la renta conoçida que oy tienen con haver sucedido los terremotos y
calamidades que han venido por esta çiudad y que todos los vezinos y de más conventos
della están pobres monta más de catorçe mil pesos de renta sin otros treinta y quatro mil
por una vez de haziendas vendidas con tantos indios de servicio es bastante la mitad dello
para sustentarse otro convento de muchos más religiosos que los que ordinario tiene en
esta çiudad la dicha compañía, pues de ordinario son de siete a ocho y que su magestad
por la dicha real cédula encarga y manda expresamente a los oficiales reales desta ciudad
la execuçión della y den aviso de lo que en ello se hizi[eren] y que les consta por vista de
ojos que tiene todas estas haziendas y que es justo que su merced y el señor virrey destos
reinos sean informados de la verdad pues las informaciones que se hazen de pobreza sin
citaçión de parte no son de consideración y se harán quantas quisieren. Dixo que en el

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ínterin su magestad o el excelentísimo virrey destos reinos otra cosa provean y manden
se guarde y cumpla la dicha real çédula cuyo tenor mandose ponga con esta respuesta y
lo apella y su requerimiento se le dé testimonio al dicho ministro para que ocurra donde
le conviniese y no lo uno sin lo otro y el dicho contador lo pidió por testimonio para
informar a su [quemado] y señor virrey y desde luego contradize qualquier información
que ante otro juez pretendieren a hazer sobre este negocio por ser juezes del los dichos
oficiales reales conforme a la dicha real çédula a ellos cometida y negocio de hazienda de
su merced con protestaçión que haze que lo que de otra manera se hiziere sea en si nin-
guno y de ningún valor y efecto y esto dio por su respuesta y lo firmó de su nombre. Va
entre renglones de rentas vala. Sebastián de Mosquera. Benito de Texeda escrivano pú-
blico.
Folio 4v
Notificación. En la çiudad de Arequipa a tres días del mes de agosto del dicho año leí y
notifiqué el dicho requerimiento del dicho padre ministro de la Compañía de Jesús como
en él se contiene al tesorero don Pedro Chacón de Luna juez oficial real de su magestad
en su persona el qual dixo que en quanto a la limosna de las mediçinas que dize el dicho
requerimiento está ya dada librança para que se paguen por el contador Sevastián de Mos-
quera su compañero que se mandó dar en conformidad de la provisión que tienen del
señor birrey y destos reinos para que se les continúe de dar la limosna de mediçinas aseite
y vino y en cumplimiento dello se la tiene casi pagada la dicha librança y del dinero que
çita se le acavará de pagar el resto y en lo que toca a la limosna de azeite y vino que aora
piden todas las vezes que el dicho contador despachare libramiento está presto de se la
pagar en conformidad de la dicha provisión y esto es todo por su respuesta y lo firmó
testigos Francisco de [ilegible] y Lucas Martínez presentes. Don Pedro Chacón de Luna.
Benito Luis de Texeda escrivano público.
Folio 5
El Rey
Oficiales de mi real hazienda de la çiudad de Arequipa de las provincias del Perú como
sabéis a los principios quando se començó a dar a los conventos de religiosos de esas
partes las limosnas de çera para alumbrar el sanctísimo sacramento y vino para çelebrar
y dietas y mediçinas [quemado] eran muy pobres los dichos conventos y no tenían con
qué se sustentar y después han adquirido rentas y haziendas con que pueden pasar sin esto
por lo qual por çédula fecha a quatro de agosto del año pasado de quinientos y noventa e
seis se ordenó que no se acudiese con esta limosna a los que constase tener rentas y apro-
vechamientos para poder pasar sin ello sino tan solamente a los que tuvieren neçesidad y
he entendido que en el dar de las dichas limosnas aya algún exçeso y demasía y que
çelebrándose en ellos con el vino de la tierra se les da y paga al respecto de lo que vale lo
que se lleve de España como se les dava quando no le havia ni se cogía en la tierra y asi
os mando que de aquí adelante a los conventos que tuvieren merced mía para que se les
dé vino y açeite çera y mediçinas y no tuvieren posibilidad como esta ordenado, por la
sobre dicha çédula que es mi voluntad que se cumpla y execute, les acudáis con ello con
la consideraçión estimaçión de las costas y justificaçión que se deve sin que aya exçeso
ni desorden en la forma y en la substançia que por intelligençias se suele acreçentar sino
que se haga con mucha justificaçión y donde oviere vino de la tierra les daréis del para
çelebrar no al mayor preçio ni al menor sino al mediano y de lo que en esto se hiziere y
lo que montare lo que se distribuyere en estas limosnas y a quien y como se han dado me
enbiaréis relaçión y particular cada año fecho en el Pardo a XXIX de noviembre de mil e

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seiscientos e tres años yo el rey por mando del rey nuestro señor Juan de Ibarra y estava
rubricada a las espaldas con ocho rúbricas.
Concuerda con el original que para este hefecto exsivió ante mí el contador Sevastián de
Mosquera juez ofisial real de su magestad de cuyo pedimento se sacó en la çiudad de
Arequipa tres de agosto de mil y seisçientos y onze años. Sebastián de Mosquera. Benito
Luis de Texeda escrivano público.
Folio 6
En la çiudad de Arequipa a ocho días del mes de agosto de mil y seisçientos y onze años
ante el Capitán don Bartolomé Dávila corregidor y justicia mayor desta çiudad se presentó
esta petisión.
Pablo Joseph de Arriaga rector del collegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad digo
que aviéndoze pedido por [parte] del dicho collegio a los jueces oficiales reales de esta
ciu[dad] pagarze la limosna de medicinas azeite y vino que su magestad y los señores
virreyes en su nombre por sus cé[du]las y provisiones tiene mandado se le pague el con-
tador [Se]bastián Mosquera, por pazión y enojo que tiene por avelle executado por quatro-
cientos y tantos pesos que de[ben] al dicho collegio más ha de seis años y aunque se le ha
pedido muchas y diversas veces en toda paz y amis[tad] no los ha querido pagar y irritado
de esto dio versa[quemado] respuesta, en que dice que no se debe pagar la dicha limosna
por tener este collegio muchos bienes y re[quemado] que expreza en su respuesta, y que
ay cierta cédula [real] en que se manda que a las religiones que tubieren [pro]prios y
renta bastante para sustentarse no se les dé dicha limosna. Lo qual se ve claramente ser
[falso] porque hallará vuestra merced que el mismo contador avien[do] pedido esta misma
limosna por petición que presentó [el] señor Gaspar de Arroyo ministro de esta caza en
cin[co] de março de este mismo año y reparado el theso[rero] su compañero en que le
avia dicho lo mismo que [ao]ra responde el dicho contador, él mismo allanó [el] incon-
veniente mostrándole la misma cédula de su [ma]gestad en que aora se quiere fundar y
otra pro[visión] del govierno por la qual en conformidad de esta misma cédula inserta en
ella manda se continúe el dar la dicha limosna a esta caza como con[sta] de su respuesta
firmada de ambos oficiales reales que es esta que presento, que pazó ante el presente
escribano y aora respecto de la dicha pazión y olvido de lo que tiene proveido y firmado
cinco meses quiere ir contra ello, mostrando la cédula de su [magestad] y ocultado la del
govierno no lo pudiendo hacer se ha de estar a la última voluntad y disposición de [Folio
6v] lo que convinieze en racón de la dicha cédula real [que] aora mostró el dicho contador,
aviéndoze hecho por orden del govierno información y averiguación y diligencia sobre
ello declaró deberse pagar la dicha limosna la qual se ha guardado y cumplido sin que se
haya puesto impedimento ninguno en ello hasta aora, por las casas referidas y pues el
thesorero su compañero dice que está prestó a pagar y esta llano a ello por ser coza tan
justa. A vuestra merced como corregidor y justicia mayor de esta ciudad le compete el
poner remedio en esto respecto de no se conformar los dichos jueses y rehusar la dicha
paga el contador por las causas referidas y vuestra merced debe mandar se pague luego.
Y para que conste que lo que dice en su respuesta es movido de la dicha pazión y enojo
satisfaciendo a ello digo lo siguiente.
A lo que dice que esta caza tiene tantos proprios y rentas, que no solo son bastantes para
sustentarse con ellos los dichos religiosos, sino para sustentarse con ellos todas las demás
religiones de esta ciudad por tener más haciendas que todas juntas.

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1. Digo que todas las demás religiones no deben de tener na[da] si esta caza tiene
más que todas ellas juntas o los religi[osos] de esta caza lo uzurpamos y dizipa-
mos, lo qual sería intolerable sacrilegio y que nadie jamás ha opuesto tal la com-
pañía. Y lo que es cierto es que con las rentas que [el] collegio tiene hasta ahora
no se puede cómodamente sustentar, pues ni tiene caza hecha ni la iglezia acabada
y tiene la más pobre sacristía que tiene qualquiera otra caza de la Compañía de
esta probincia, y como no tenemos pie de altar ni capellanía ni limosna de misas,
ni las podemos tener sino arázemos ni cabázemos no comeríamos.
2. A lo que dice que tiene esta caza veinte y una tiendas y cazas sucezivas que rentan
más de mil y quinientos pesos cada año digo que quando esto fueze azi avia de
advertir que las ha edificado dos veces y oy en día no están acabadas de edifiçar,
y es de creer que si tubiéramos con qué lo ubiéremos hecho para que creciera la
renta.
3. A lo 3 que tenemos grande hacienda en Huacacachi y muchos yanaconas, y que
nos renta más de dos mil y quinientos pesos con el molino digo que me dé el
contador mil y docientos pesos de renta y que yo le daré de muy buena gana toda
esta hacienda con sus yanaconas [Folio 7] y molino, [quemado] capítulo y para
que si quisiere comprallo [quemado] después a engaño le advierto con toda verdad
[quemado] con los muchos indios y indias de más de cien [almas] que dice no se
cogieron este año pasado más de do[cien]tas y desiciete anegas y media de trigo
y ninguna de maíz, y para beneficio de esto pagamos la [taza] de todos los yana-
conas, les damos tierras donde si[em]bre, carne que coman, lana que vistan y les
vamos a decir miza todos los días de fiestas y administralles todos los sacramentos
como sus curas, sin que por ellos les debemos a los indios un quartillo y sobre
todo tenemos allí un mayordomo con más de quinien[tos] pesos de salario, y con
todo este trabajo, costa y [quemado] se cogieron los dichos 217 anegas de trigo y
azi he tra[ta]do de vender esta hacienda porque a esta caza no le es de provecho y
el molino lo es de tan poco que le daré por quatrocientos pesos de arrendamientos.
4. A lo 4 que tenemos las tierras que llaman de San Gerónimo que son las mejores
de este valle y que nos [quemado] teran seicientos pesos digo que por no podellos
nosotros beneficiar, ni tener con qué, las dimos a partido a don Diego de cabrera
[quemado] quarto de lo que cogiere y que me holgaría que [quemado] quarto fueze
más de los seicientos pesos porque [quemado] si los tres tercios de quien las
arrendó.
5. A lo 5 que tenemos otras tierras más abajo con un alf[al]far que rentara trecientos
pesos digo que parte de ellas siembran nuestros yanaconas, para de lo demás no
he visto un bien de provecho en año y medio que he sido rector de esta caza, lo
que [ilegible] es que gasto cada día quatro patacones en alfalfa que compro.
6. A lo 6 que tenemos una estancia de mucha importan[cia] que de más de susten-
tarse esta caza renta más de dos [mil] pesos digo que ojala rentara, pero es tan
poco el multiplico [que] el año pasado no dio más de quinientas cabeças de
gana[dos] menor, y seis semanas que teníamos por cédula del vir[rey] para pesar
novillos en esta ciudad las dejamos por ser [más] el ruido que el provecho
7. A lo 7 que tenemos en el Cuzco quatrocientos pesos de rentas [de] un censo que
se cobran muy puntualmente digo que me pesa mucho que siendo tan cuerdo el
contador diga lo que acá ni sabemos ni tenemos porque no [Folio 7v] [quemado]

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este collegio en aquella ciudad, y le redimieron años ha [quemado] la mucha ne-


cezidad que tenía esta caza consumió y gastó el principal y azi me espantó que
diga que ten[ía]mos este censo, y lo cobramos muy puntualmente.
8. A lo 8 que heredamos de la hacienda de Moquehua más de veinte y quatro mil
pesos digo que ojalá fuera verdad que yo le perdonara si pudiera al contador los
quatrocientos y tantos pesos porque le he executado y la limosna del vino y aceite
que da su magestad de este año. Pero la verdad es que este collegio traspasó toda
la [ilegible] que tenía a esta herencia en el licenciado Juan Guerrero y del recibió
solo seis mil pesos de ocho reales. Esta caza y el dicho Juan Guerrero quedó pagar
todas deudas que dejó el difunto de manera que se alargó el contador en más de
deciocho mil pesos, por no averse informado bien.
9. A lo 9 que vendimos una viña en Chucanga en dies o once mil pesos digo que se
vendió en nueve mil y que por tener obligación conforme a derecho de hechar
estos nueve mil y los seis mil de Moquehua en bienes raíces se compró la viña
que dice en el parrapho siguiente. Pero por las necezidades que ha tenido esta
caza, de estos quince mil pesos, antes de comprar las raíces que tenía obligación
tiene gastados más de los siete mil, de suerte que para pagar ocho mil que avia de
dar luego ha si[do] forçozo cobrar de quien le debe, y para este efecto executó al
dicho contador Mosquera, y para pagar dos mil que ha de dar de aquí a tres meses
tiene necezidad de hacer con otros las mismas diligencias.
10. Al 10 de que de un mes a esta parte se compró una viña en 26 mil pesos digo y
que ha de rentar de oy en adelante [ilegible] más de seis mil pesos digo que de los
26 mil pesos no están pagados los siete mil y que en lo que ha de rentar ojala sea
verdadero perpheta el dicho contador Mosquera, pero donde luego se le dará si lo
quisiere porque nos de tres mil pesos de rentas y ahorrará más de otros tres mil
con que no sentirá tanto pagar quatrocientos pesos que debe.
11. Al 11 que tenemos una calera y que por no saberse con p[un]tualidad el aprove-
chamiento de ella no lo pone aquí. Digo lo primero, que con la puntualidad que
ha puesto lo demás pudiera también poner esto. Digo lo segundo que por [Folio
8] hallarse a comprar cal nos pusimos ha hacella, que si [quemado] a comprar no
la hiciéramos y por avello pedido azi el cabildo [quemado]cal a la ciudad porque
nos ayuden con algunos indios para [quemado] digo lo [ilegible] que más pun-
tualmente diré lo que gasto en esta [quemado] el provecho que ay de ella porque
tengo un mayordomo con [quemado] de setecientos pesos de salario cada año y
tres negros ocupados en ellos [quemado] indios y deciocho jumentos y mulas y
mucha costa de herramientas y sino la hiciézemos no podía ir la obra adelante.
12. A lo 12 que tenemos veinte indios para el beneficio de nuestras h[acien]das y
edificios digo que es verdad y que los ocupamos para el ministerio que nos lo dan,
y no los damos ni vendemos a na[die] ni por dinero, ni por ladrillo, ni teja, ni
alfalfar, ni por otra cosa alguna, y demás de pagalles cada día a cada uno real y
medio en plata se les da de comer en caza, lo qual no hacen otros. Dice más en el
mismo parrapho que tenemos ocupado mu[chos] indios por cantores y que tene-
mos obligación a pagalles la [t]asa y que ha más de doce años que no se paga,
aunque [se] lo han pedido diversas veces los oficiales reales. Digo que me espantó
que un hombre tan versado en [quemado] oponga cozas tan claramente falsas
como consta por raçones que ha otro requerimiento tengo respondido y aña[dido]
que los indios cantores no nos son a nosotros de provecho ninguno, ni los hemos

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menester, y si los pedimos al señor [virrey] fue por hacer bien a la ciudad que no
tenía música ni ca[nto]res y los sustentamos con mucho trabajo y costa nuestras
de [quemado] salario y cada día ración al indio maestro que los ense[ña] y caza
donde tengan escuela y sesenta y ocho pesos que se [les] reparten entre los canto-
res para ayuda a sus tazas. Digo más que no manda el señor virrey en sus provi-
ziones que la compañía les pague la taza, ni tal jamás se le [ha] pedido a la com-
pañía, y los mismos indios la han pagado [si]empre a los alcaldes que tienen pues-
tos los oficiales reales como consta por sus recados, y si fuera verdad que h[ace]
doce años que no se paga han hecho mal los oficiales reales su oficio en no avello
cobrado en tanto tiempo, y si [no] ha pagado como es verdad hacen peor aviéndolo
cobrado [quemado] de quien debe pedillo a quien no lo debe.
De todo lo qual consta quan falsamente ha respondido [el] dicho contador, oponiendo a
una religión cozas tan cla[ra]mente falsas con perjuicio de su consciencia, y en [quemado]
de la religión, poniéndole capítulos cosa tan prohibida [quemado] derecho y bullas de los
summos pontífices y azi no deb[iera] yo responder a ellos, pero he lo hecho porque no
parezca que quien calla otorga.
A vuestra merced pido y suplico y con el debido acatamiento requiero [quemado] de em-
biar todos estos papeles originales a su excelencia para que vea los agravios que hacen
los oficiales reales en los [Folio 8v] religiosos con falsas informaciones [quemado] casti-
gados como [quemado] también pido mande pagar la limosna de las medicinas [quemado]
y azeite que da su magestad que ha siete meses que avia de estar pagada, conforme al
parecer que los mismos oficiales reales [quemado] el qual presento con esta, y pido me
buelva un traslado [quemado] autorizado que en ello recibiré merced y justicia etc. Pablo
Joseph de Arriaga.
E vista por el dicho corregidor esta petisión dixo que se notifique a los dichos ofisiales
reales no inoben el orden que tienen del excelentísimo señor Marquez de Montesclaros
birey destos reinos y de gobierno en esto ni en otra cosa alguna y cumplan las provisiones
que tiene el colesio de la Compañía de Jesús desta ciudad y en conformidad dellas le
paguen la limosna de vino y azeite que se le deviere como se a hecho hasta aquí y si
tubieren los dichos ofisiales reales que dezir o alegar contra ello ocurran a su excelencia
para que provado que más conbenga y en ínterin se pague la dicha limosna al dicho cole-
sio dando una fiança de que si se mandare bolber lo bolberá y asi lo proveyó mandó y
firmó. Don Bartolomé Dávila. Ante mi Benito Luis de Texeda escrivano público.
En la çiudad de Arequipa y seis de agosto de mil e seisçientos e once años leí y notifiqué
este proveimiento como en él se contiene al contador Sebastián de Mosquera juez ofiçial
de la real hazienda de su merced desta provincia por estar ausente el thesorero su compa-
ñero fuera de la çiudad en la visita del navío questa en el puerto de Ilay(sic) el qual dixo
que ellos no tienen provisión del señor virrey Marqués de Montesclaros para pagar la
dicha limosna de vino y açeite y mediçinas a la dicha Compañía de Jesús antes tienen la
contraria del rey nuestro señor por una çédula real que está en estos autos en que expre-
samente manda a los oficiales reales no den la dicha limosna [Folio 9] a los conventos
que tuvieren rentas y proprios y [quemado] los que van declarados en la respuesta que
han dado al requerimiento que hizo y muchos más porque de más dellos tienen más de
tres pesos de çensos en esta çiudad y fuera della de renta cada [quemado] y otras tierras
y casas que les han dejado algunas personas que se an muerto y esto es lo que saben los
dichos oficiales reales y es notorio y que la provisión que ganaron del govierno por muerte
del señor Conde de Monterey no deroga la çédula real sino dize que no teniendo rentas ni
proprios se les continúe dar la dicha limosna y asi teniendo como está dicho las referidas

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y haviendo adquirido después acá tantas haziendas no se puede conforme a la dicha real
çédula continuar la dicha limosna sin dispensaiçon(sic) particular de su merced o de su
virrey pues la dicha çédula real habla con los oficiales reales y no con el corregidor que
no es juez ni superior dellos para mandarles pagar cosa alguna de la caxa pues está a su
cargo el dar quenta con pago de lo que se ha de pagar de la caxa y su merced por su real
çédula manda que las justicias no se entrometan en esto y que las apelaçiones que dellos
huviere vayan ante el presidente e oidores de la Real Audiencia de los Reyes y no ante
otro juez alguno y si es necesario para que le conste se la intiman de nuevo, pues le consta
y se le ha mostrado y que si su excelencia haviendo visto los autos mandare que se pague
con esto lo pagarán y havrán cumplido con su obligación y esto dio por su respuesta y lo
firmó de su nombre de que doy fe. Va testado al/ no vala. Sebastián de Mosquera. Benito
Luis de Texeda escrivano público. [Al margen: Respuesta de los oficiales reales/ no es
sino del contador solo]
En la ciudad de Arequipa treinta y un días del mes de agosto del dicho año notifiqué el
dicho proveimiento al tesorero don Pedro Chacón de Luna juez ofisial real de su magestad
en su persona el qual dixo que responde [quemado] que tiene dicho y respondido a la
notificasión del requerimiento que se le hizo por [Folio 9v] parte de dicho colesio de la
Compañía de Jesús en tres días deste dicho mes y año porque guardava la orden que hasta
aquí avido de pagar la dicha limosna mientras no se mandare otra cosa en contrario por
su magestad o los señores virreyes en su real nombre y esto dio por su respuesta y lo firmó
testigos Gaspar López de León y Bautista Álvarez. Don Pedro Chacón de Luna. Benito
Luis de Texeda escrivano público. [Al margen: Respuesta del tesorero]
Folio 10
En la çiudad de Arequipa a çinco días del mes de março de mil y seiscientos y onçe años
ante el contador Sebastián de Mosquera y thesorero don Pedro Chacón de Luna juezes
ofiçiales de la Real Hazienda de su magestad desta ciudad la presentó el contenido.
Gaspar de Arroyo ministro público del colegio de la Compañía de Jesús desta ciudad en
nombre del dicho colegio digo que aviendo presentado ante vuestras mercedes una pro-
visión de la Real Audiençia de los Reyes librada en el tiempo que governaba este reyno
por muerte del señor Conde de Monterey virrey destos reynos para que se acudiese al
dicho colegio con las mediçinas vino y azeite para çelebrar y alumbrar el sanctísimo sa-
cramento en conformidad de una çédula real del rey nuestro señor y aviéndose por vuestra
mercedes obedeçido la dicha probisión y el contador Sebastián de Mosquera dado libra-
miento para que se pagase al dicho colegio las mediçinas que montaron ciento y ochenta
pesos y que se acudiese con ellos a Juan Viscayno que las dio no se pagan y las pide al
dicho colegio e lo mismo no se nos da librança para que se pague al dicho colegio la
limosna del vino y azeite de un año que se cumplió por enero deste presente año de que
reçebimos daño porque pido a vuestra mercedes y si es necesario hablando debidamente
requiero las vezes que de derecho soy obligado manden luego pagar y cumplir la dicha
librança de los dichos çiento y ochenta pesos que se deben al dicho Juan Viscayno e lo
mismo se me pague la dicha limosna de vino y azeite que se le debe del dicho año y para
ello se me dé librança en forma donde no lo cumpliendo vuestra mercedes se me vuelva
la dicha provisión con testimonio desta petiçión y de lo que a ella vuestra mercedes pro-
beyeron para ocurrir a pedirlo que al dicho colegio convenga ante el excelentísimo virrey
destos reynos o donde le convenga para lo qual lo pido por testimonio justicia y costas y
para ello etc. Gaspar de Arroyo.

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E vista por los dichos juezes ofiçiales reales el dicho contador dixo que ya tiene dado
libramiento para que paguen las dichas medicinas que pide el dicho colegio que es lo que
está a su cargo y en lo que toca al vino y azeite se vean los libros reales lo que está pagado
y lo que pareçiere deberse se le pague y se le de los testimonios que pide y asi lo proveyó
y firmó Sebastián de Mosquera ante mi Benito Luis de Texeda escrivano público.
E luego el dicho thesorero dixo que responderá al dicho libramiento y a lo demás que se
pide por esta petiçión y con su respuesta se le den los testimonios que pidiere y que en lo
que ha reparado es en que el contador Sebastián de Mosquera su compañero a dicho que
ay una çédula del rey en que manda que a los conventos que tubiere proprios no se les dé
la dicha limosna y que hasta [ilegible] no se ha determinado a pagar la dicha librança y
luego el dicho contador le [Folio 10v] mostró una çédula del señor Conde de Monterey
su fecha el año pasado de seisçientos y cinco a catorze de mayo inçerta en ella una çédula
del rey su fecha en el Pardo a veinte y nuebe de noviembre del año de seisçientos y tres
por lo qual ordena al dicho virey lo que en razón desto se ha de guardar y en conformidad
della ordenó que hasta que llevasen declaración suyas conforme a la dicha çédula real se
les debía pagar con justificaçión y se declarase en el govierno no se acudiese con la dicha
limosna y el dicho contador çertificó ser aquella la çédula que a dicho y no sabe que aya
otra y le mostró en el libro de provisiones una çédula de la Real Audiencia governando
por la qual aviéndose ocurrido al govierno respeto de la dicha suspensión mandó se les
acudiese al dicho colegio con la dicha limosna y aviéndose enterado desto dize que cum-
plirá la dicha librança y en lo que toca al vino y azeite se vean los libros reales y se hará
la quenta de lo que certifico lo dicho. Sebastián de Mosquera. Don Pedro Chacón de
Luna. Ante mi Benito Luis de Texeda escrivano público.
Va enmendado provisión de/ y entre renglones re/ vala. Concuerda con el original que se
entregó en cumplimiento de lo proveido por el corregidor al padre Pablo Joseph de
Arriaga retor del colegio de la Compañía de Jesús que lo firmó de su nombre. Pablo Jo-
seph de Arriaga. Benito Luis de Texeda escrivano público.
Folio 11
En la ciudad de Arequipa a çinco días del mes de setiembre de mil y seisçientos y onze
años ante el capitán don Bartolomé Dávila corregidor y justicia mayor desta çiudad la
presento el contenido.
Pablo Joseph de Arriaga rector del collegio de la Com[pañía] de Jesús digo que aviendo
pedido a los oficiales [re]ales paguen a este collegio la limosna de vino [y] azeite que
manda dar su magestad por sus provisiones y las de sus virreyes, el tesorero don Pedro
Cha[cón] de Luna dice que está presto de pagalla, y el con[ta]dor Sebastián de Mosquera
por la poca voluntad que tiene a este collegio por las causas que [son] notorias ha contra-
dicho la dicha paga contra [lo] que él mismo tiene firmado y proveido con [el] dicho
tesorero en cinco de março de este pre[sen]te año, en que poniendo el thesorero el in-
con[ve]niente que él pone aora el mismo contador le mostré las proviziones y satisfizo a
lo dic[ho] diciendo deberse pagar y que teníamos bas[tan]tes recados para ello porque la
cédula del go[vier]no por donde se nos manda pagar la [Folio 11v] dicha limosna tiene
inserta en si la cédula de su [magestad] en que estriba el dicho contador.
A vuestra merced pido atento lo susodicho y ha que los of[ici]ales reales están en este
punto discordes, pue[de] vuestra merced como corregidor y justicia mayor toca [que-
mado] componellos y mandar se pague la dicha [limos]na y si fuere necezario a mayor
abundamiento [ofres]co fiança de volver lo que se diere y por su [ma]gestad o govierno
se mandare volver y pido justicia.

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Otro si digo que este collegio tiene necezidad de un trasla[do] de la cédula por donde se
manda pagar la limosna que esta original en poder de los dichos oficiales reales. A vuestra
merced pido se mande dar un traslado autorizado de ellas, volviéndose el original y pido
justicia. Pablo Joseph de Arriaga.
E vista por el dicho corregidor mandó se guarde y cumpla lo que tiene proveido sobre
esta razón en esta causa en dicho días del mes de agosto deste año sin embargo de la
respuesta dada por el contador Sevastián de Mosquera atento que él mismo la tiene man-
dada pagar antes de aora por otros autos como consta del recaudo presentado por parte
del dicho colesio y dando la fianca que ofreçe de que si por su magestad o el gobierno se
le mandare bolber se le pague la dicha limosna y asi lo proveyó y mandó atento a que no
sean conformes en esta razón los dichos ofisiales reales. Don Bartolomé Dávila. Ante mi
Benito Luis de Texeda escrivano público.
Folio 12
En la çiudad de Arequipa [a] nueve días del mes de setiembre [de] mil de setiembre de
mil y seiscientos y onze años ante el capitán don Bartolomé Dávila corregidor y justicia
mayor desta çiudad la presentó el contenido.
El hermano Jerónimo Berdugo procurador del colesio de la Compañía de Jesús desta ziu-
dad dijo que yo pedí a los oficiales reales desta ziudad paguen al dicho colesio la limosna
de bino y azeite que por probisiones de su magestad y de los señores birreyes les está
mandado pagar y por estar encontrados y no se conformar los dichos oficiales reales en
razón de esto porque el tesorero dize que está presto de pagar y el contador lo contradize
por lo qual ocurrí ante vuestra merced y presenté una petiçión y probeimiento original
firmado de los dichos oficiales reales en que mandaron pagar la limosna del terzio pasado
de la qual tengo nezesidad para guarda del derecho del dicho colesio.
A vuestra merced pido y suplico que el presente escrivano ante quien se presentó me la
buelba originalmente quedando un traslado en su poder y pido justicia. El hermano Ge-
rónimo Verdugo.
Folio 12v
E vista por el corregidor mandó que yo el presente escrivano buelba al dicho hermano
Gerónimo Verdugo la dicha petisión y proveimiento original para el efeto que lo pide
quedando un treslado en los autos y asi lo proveyó mandó y firmó. Don Bartolomé Dávila.
Ante mi Benito Luis de Texeda escrivano público.
Folio 13
En la çiudad [de Arequipa] a ca[torce] días del mes de setiembre de mil y seiscientos y
onze años ante los juezes ofiçiales desta çiudad la presentó el contenido.
El padre Gaspar de Arroyo ministro del collegio de la Compañía de Jesús de esta çiudad
de Arequipa digo que por provisiones de su magestad y del gobierno de estos reinos se
manda que de la caja real se dé a los conventos de esta çiudad y a este dicho collegio la
limosna de açeite y vino neçesario para el culto divino y en esta conformidad se nos a
dado siempre y aora ay neçesidad de que se nos dé la dicha limosna de este año.
A vuestra merced pido y suplico manden se nos dé la dicha limosna como se a dado hasta
aquí en conformidad y cumplimiento de las provisiones que están presentadas ante vues-
tra mercedes que si neçesario es me refiero a dar fianca en la cantidad que montan la dicha

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limosna para que si cosa en contrario ubiere por el superior lo bolberemos y haremos
bueno y pido justiçia. Gaspar de Arroyo.
E vista por los dichos juezes ofisiales reales mandaron se ponga esta petisión con los
demás autos y se traigan para proveer. Ante mi Benito Luís de Texeda escrivano público.

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Francisco Fabra y su relación del colegio de Tarija y sus


misiones (1770) para el P. Pedro de Calatayud

Francisco Fabra and his relationship with the school of Tarija and his
missions (1770) for Father Pedro de Calatayud

Carlos A. Page*
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27674

Resumen: Como venimos publicando hasta el momento, el documento que presentamos


en esta oportunidad, es uno de los 12 conocidos e inéditos, que presentaron diversos je-
suitas de la provincia del Paraguay al P. Pedro Calatayud para facilitarle la tarea en la
composición de una historia del Paraguay, de la que solo pudo esbozar un borrador. En
este caso en particular es un texto, como el título lo indica, de un colegio que tuvo especial
gravitación en la creación y desarrollo de las misiones de chiriguanos y especialmente de
chiquitos, esa gran esperanza misional que significó para los jesuitas de la primera mitad
del siglo XVIII.
Palabras clave: Francisco Fabra, Pedro de Calatayud, Colegio de Tarija, Historia de la
provincia jesuítica del Paraguay.

Abstract: As we have been publishing so far, the document we present on this occasion
is one of the 12 acquaintances presented by various Jesuits from the province of Paraguay
to Fr. Pedro Calatayud to facilitate the task in the composition of a history of Paraguay,
of which he could only sketch a draft. In this particular case, it is a text, as the title indi-
cates, of a school that had special gravitation in the creation and development of the mis-
sions of Chiriguanos and especially of children, that great missionary hope that meant for
the Jesuits of the first half 18th century

* CIECS-CONICET/UNC. E-mail: capage1@hotmail.com https://orcid.org/0000-0003-4708-5243

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Keywords: Francisco Fabra, Pedro de Calatayud, Tarija College, History of the Jesuit
province of Paraguay.

Recibido: 21 de julio de 2019.


Evaluado: 4 de noviembre de 2019.

Carlos A. Page
Arquitecto y Doctor en Historia. Investigador del CONICET, con estudios posdoctorales
en el CSIC (España) y en el CNR (Italia). Profesor de posgrado en la UBA y la UNaM.
Miembro del Comité Científico del SIEJ (Société Internationale d´Etudes Jésuites) e in-
vestigador extranjero del grupo Jesuítas nas Americas (CNPq-Brasil) y el CLEPUL (Cen-
tro de Literaturas e Culturas Lusófonas e Europeias da Faculdade de Letras da Lisboa).
Dirige el programa “Antiguos Jesuitas en Iberoamérica” (CIECS/CONICET-UNC) y es
investigador del Instituto de Teoría e Historia del Arte "Julio E. Payró" (FFyL-UBA).
Fundador-Director de la revista científica "IHS. Antiguos jesuitas en Iberoamérica". Pu-
blicó alrededor de 300 artículos en revistas científicas y de divulgación en Iberoamérica,
Estados Unidos y Europa. Se suman más de 30 libros. Sitio web http://www.carlos-
page.com.ar/

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El autor y la relación
El P. Francisco Fabra nació en la población valenciana de Villar del Arzobispo, el
3 de abril de 1723. Anteriormente, la pequeña localidad, se llamó Villar de Benaduf,
siendo reconquistada a los musulmanes en el siglo XII y pasando a manos del arzobispo
de Valencia, que la donó para ser repoblada por cristianos. En 1795, es decir mucho des-
pués que naciera Francisco, el rey Calos IV, sustituyó Benaduf y le otorgó el título de
villa real.
Nuestro personaje ingresó a la provincia jesuítica de Aragón a mediados de 1739,
arribando a Buenos Aires el 15 de julio de 1745 (Storni, 1980, 94) en la nutrida expedición
de los PP. Diego Garvia y Juan José Rico, quienes regresaron en tres naves: “Santiago el
perfecto”, a cargo del maestre José de Egaña y “El Héctor”, bajo el mando de Melchor
Delgado. Una tercera embarcación partió de España completando esta flota, el “Duque
de Chartres”, que traía consigo una expedición chilena y que tuvo el infortunio de nau-
fragar y morir la mayoría de los jesuitas que iban a bordo (Page, 2007, p. 47). Compar-
tieron el viaje dos de los jesuitas que se reencontrarían en el exilio con el mismo objetivo
de ayudar al P. Calatayud. Eran los PP. Lorenzo Casado y José Quiroga, pero por cierto,
también viajaron algunos otros que alcanzaron relevancia como José de Robles, quien
junto a Muriel fueron los últimos procuradores a Europa, además de provincial en el exi-
lio; o el mártir Santiago Herrero, que tanto mencionan sus contemporáneos en diversos
textos. En la relación de embarque se describe al joven Fabra de 21 años, como: “delgado,
algo moreno, poca barba, cejas pobladas, ojos y pelo negros”, agregando que venía de
Cervera, Cataluña, de donde salió el 13 de diciembre (Pastells, 1948, VII, 580).
Profesó su cuarto voto en el colegio de Belén de Buenos Aires en el verano de
1757 (Storni, 1980, p. 94). Colegio y Casa de Ejercicios que para la expulsión aún no
habían concluido con el edificio y los encontraría a todos los jesuitas en la espera para
embarcarse al exilio.
El P. Fabra es un personaje muy poco conocido, inexistente en la extensa histo-
riografía chiquitana. Ni siquiera se lo menciona en las Anuas, y en los catálogos del ARSI
figura en el colegio de Tarija en 1753, con tres años de Filosofía y uno de Teología, siendo
provincial el P. Barreda y rector de aquel colegio el P. Simón Bailina1. En el siguiente y
último catálogo de 1763, aparece como compañero de misión, en este caso del P. Andrés
Carranza, en el colegio de Salta, cuando era rector el P. Andrés Aztina2.
La expulsión, lo sorprendió en el colegio de Tarija el 23 de Agosto de 1767,
cuando era rector el P. Franciso Frasset3 y él su procurador. La operación militar la llevó
a cabo el flamante presidente de la Real Audiencia de Charcas don Juan Victorino Mar-
tínez de Tineo. A su vez éste ordenó para llevar a cabo la confiscación y arresto del cole-
gio de Tarija al corregidor Tomás José de Herrera. Hace tiempo publicamos una relación
anónima de los pormenores de aquellos aciagos días (Page, 2011, pp. 253-309), donde se
destaca una variada información sobre la situación del colegio, a modo de Carta Anua
parcial, pero en una segunda parte nos relata el viaje a Buenos Aires. Previamente el
corregidor, después de tomar la filiación de cada uno, los encerró en un cuarto, excepto a

1
Paraguar 6, Cat. Trien. 1703-1762, f. 358v.
2
Ibid., f. 369.
3
El Padre Frasset nació en Palma de Mallorca el 11 de enero de 1714. Ingresó a la Compañía del Paraguay
en 1734 y al año siguiente arribó a Buenos Aires. Sus últimos votos los hizo en 1747. De Tarija pasó a su
exilio en Europa, donde falleció en Faenza el 4 de junio de 1782 (Storni, 1980, p. 105).

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los PP. Frasset y Fabra, para que participaran de la confección del inventario, desde el
edificio hasta los libros4. Luego se los reunió en el convento de San Francisco, de donde
partieron el 27 de octubre, para arribar a Buenos Aires el 23 de febrero del año siguiente,
no sin sufrir los padecimientos que implicaban los casi 2.000 kilómetros que recorrieron,
donde por ejemplo falleció el P. Azua en Yaví y se le sumaron en el trayecto jesuitas de
otras ciudades y misiones.
Al llegar a Buenos Aires fueron embarcados en la fragata de guerra “La Esme-
ralda”5, junto a jesuitas de Asunción, Corrientes, Santa Fe, Salta, los poblados del Chaco,
Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza y al-
gunos pocos de Córdoba, Buenos Aires y Potosí, en un total de 155 jesuitas y de los cuales
obviamente, estaban los del colegio de Tarija, con su rector, ya mencionado, además de
nueve sacerdotes y dos coadjutores6.
Poco y nada sabemos de su vida en el exilio. Solo que muere en Castrocaro Terme,
en Forlí, el 10 de marzo de 1789 (Storni, 1980, p. 94). Es decir 22 años confinado a los
avatares de los expulsos y antojos de la corona española.
El documento, que firma el 10 de mayo de 1770, es bastante detallado, en la me-
dida de su corta extensión, marcando la preponderancia e iniciativa de la fundación del
colegio de Tarija por parte de la esposa del marqués de Tojo, Juana Clemencia de Ovando,
cosa que en las Cartas Anuas le dan el crédito a su marido. Pero aquí queda bien explícito
la importancia de Juana, al ser vecina de Jujuy y heredera de sus ricos padres, y él un
español recién llegado (chaperón). El montañez quedó viudo sin haber concebido un hijo,
por lo que heredó, títulos y bienes de su esposa, pero con el cargo de cumplir el deseo de
ella de que parte de sus bienes pasaran a la Compañía de Jesús. El P. Fabra relata con
precisión los hechos que se sucedieron a partir de los “fundadores” y las circunstancias
que llevaron a Juana a tomar la decisión de ayudar a los jesuitas, seguramente ante el
impacto que le debe haber causado el martirio de los PP. Solinas y Ortiz de Zárate7.
Posteriormente describe la región, señalando en ella la muerte de seis mártires
jesuitas, aunque fueron algunos más. Menciona los dos poblados de chiriguanos que fun-
daron los jesuitas: Concepción y Presentación. De este último relata una conocida anéc-
dota del P. José Francisco de Arce, cuando llega a Santa Cruz y el gobernador lo incita a
dejar a los chiriguanos y dedicarse a los chiquitos. Arce no descuidó a los chiriguanos y
obtuvo el permiso de su superior, para emprender la misión, fundando el primer pueblo
entre los chiquitos. Pero las dificultades crecieron con los avances portugueses que en-
frentaron los jesuitas junto con los chiquitos, como al igual que los constantes atropellos
de los chiriguanos durante cinco años, con nuevas pérdidas de vidas.

4
Archivo Nacional de Chile, Jesuitas V. 149, pieza 11.
5
La fragata de guerra “La Esmeralda”, de alrededor de 30 cañones, estuvo bajo la advocación de Santa
Lucía Mártir, siendo botada en 1752. Estuvo a cargo del capitán de fragata don Mateo Collado Nieto desde
1766, llegando a Montevideo en diciembre y de allí al Callao para regresar a Montevideo con las fragatas
“Liebre” y “Venus”. Zarpó de Buenos Aires con los jesuitas, el 8 de abril de 1768, regresando a Cádiz el 9
de setiembre.
6
Eran ellos, además del rector y el procurador, los PP. Antonio Garau, Bartolomé Franco, Antonio Paris,
Cayetano Torres, Francisco Fabra, Mateo Solares, Miguel Pardo, Ramón Salat, Simón Hernáez (los dos
últimos de la reducción de chiriguanos) y Agustín Azua (que muere en el viaje), los HH. Pedro Haro y
Antonio Benigno Muñoz (Pastells, 1949, VIII, p. 1.302).
7
Sobre estos mártires, de los que se ha iniciado causa de canonización, ver (Bussu, 2003).

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Continúa con las actividades propias del colegio, en cuanto a la enseñanza de la


gramática y latín, que se impartía a los niños, que no solo eran de Tarija. Otros jesuitas
del colegio se dedicaban al ministerio de las misiones volantes, dos veces al año, exten-
diéndose el recorrido hasta el océano Pacífico. También dos misioneros atendían la mi-
sión de chiriguanos, en tanto que contaban con las congregaciones de la Buena Muerte y
de los Corazones de Jesús y de María, además de organizar diversas y variadas fiestas
religiosas que incluían a Nuestra Señora de Tariquea, describiendo la historia de esta par-
ticular imagen que presidía la iglesia del colegio. Se refiere a su vez a una propiedad con
muchos cuartos, que habían adquirido para los Ejercicios Espirituales
Los gastos del colegio, además de las misiones y los Ejercicios, se solventaban
con donaciones y dos estancias, una de ganados y otra de viñas. En ella había asalariados,
indios yanaconas y africanos esclavizados, de los cuales describe la relación que sostenían
entre ellos y los jesuitas. Concluye manifestando el perjuicio que la expulsión causó a los
vecinos de Tarija y apenas unas líneas sobre los últimos días que vivieron en aquella
ciudad.

Relacion del Colegio de Tarija y sus missiones de la Provincia del Paraguay8.


Fue su fundación el año de 16829, su Fundadora Doña Juana Clemencia de Obando10,
vecina, é hija de la Villa de Tarija, mujer rica, y hazenta en Tarija en Viña, y otras tierras
de pan llebar, y juntamente vecina de la ciudad de San Salvador de Jujui de la Provincia
de tucuman, hazendada de dicha Provincia en tierras, ganados y en dos encomiendas de
indios de los Pueblos de casabindo, y cochinoca11, casada con un caballero, ó chapeton

8
Al pie de página y con otra letra se lee “Esta Relacion es del Padre Juan Nicolas Araoz misionero del
partido de la Ciudad de Tarija tocante al Reyno del Peru”. Pues, el P. Araoz (San Miguel de Tucumán,
1706-Faenza, 1789), si bien estuvo varios años en Tarija, para la expulsión se encontraba en el colegio de
Santiago del Estero, como rector (Page, 2011, p. 117). El documento tiene la rúbrica de Francisco Fabra
(Archivo Histórico del Santuario de Loyola, Misiones, Paraguay, Documentos históricos 1570-1770. Caja
19/1, Legajo 10).
9
La escritura la otorgó en Jujuy, donde se encontró con cinco Padres que habían partido de Córdoba rumbo
a Tarija. Llegaron acompañados por los donantes el 4 de marzo de 1691, luego de recorrer 300 leguas en
cinco meses.
10
Juana Clemencia Bermúdez de Ovando era hija del encomendero Pablo Bernárdez de Ovando, poderoso
terrateniente del norte de la gobernación del Tucumán y de Ana María de Mogollón y Orozco. Contrajo
matrimonio con Campero en 1679 a los 10 años de edad por una alianza familiar que había promovido su
albacea el vicario de Jujuy, Pedro Ortiz de Zárate. Lo hizo para salvar la fortuna del padre de la niña, primo
de Ortiz de Zárate, que estaba acechada por su esposa Ana María Mogolón y su nuevo marido Pedro de
Santiesteban. De tal forma que las inmensas riquezas de Pablo Bernárdez de Ovando, compuesta de un
conjunto significativo de propiedades que se extendían desde Tarija hasta Tucumán, como la estancia de
Yaví, donde residía, y la encomienda más importante de la gobernación del Tucumán, pasó a quedar a
disposición del flamante matrimonio. Un retrato de la pareja se encuentra en el retablo principal de la iglesia
de Cochinoca; lo preside Nuestra Señora de la Almudena y está atribuido al artista Mateo Pizarro y fechado
en 1693. Clemencia murió en 1690, a los 23 años, pasando sus bienes a su marido (Page, 2010, p. 25).
11
Luego de la victoria española en la batalla de Cochabamba de 1538, los indígenas de Casabindo y Co-
chinoca fueron entregados en encomienda a Martín Monje y Juan Villanueva, vecinos de Charcas. Pasaron
luego al hijo de Monje y posteriormente a Cristóbal de Sanabria. Años después, y en base a la resistencia
indígena fueron otorgados en merced a don Pablo Bernárdez de Ovando en 1654, quien realizó un primer
padrón (Palomeque y Tedesco, 2014) Bernárdez o Velásquez de Ovando se casó con Ana María de Mogo-
llón y Orozco, siendo padre de Juana Clemencia.

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(que se dize) Montañez llamado Don Juan Campero y Herrera12; tenian los Padres de Doña
Juana (hija unica, y heredera de ellos de las encomiendas, tierras, y haziendas referidas)
su asiento, ó casa estable en un parage llamado Yabí13 casi raya del fin de la Provincia del
tucuman, y como principio de la Provincia de chichas14, a quien pertenece la Villa de
Tarija, ó es la capital de la Provincia de chichas, por estar en ella cavildo, y regimiento de
españoles. En Yabí vivía Doña Juana con su marido Don Juan Joseph, quando vinieron
dos Jesuitas15 del Colegio de Salta16 á correr la mission por los Pueblos de tilcara, uquía,
Humaguaca, Casabindo, y cochinoca y llegaron con su empleo á Yabí, donde avia y ay
Capilla, fueron bien recibidos de Campero, y su mujer, quien fue la primera vez, que vio
Jesuitas, y recibió el beneficio de sus ministerios, y desde luego se aficiono á ellos, y trato
con su marido de fundar colegio en la villa de Tarija, el Marido, que era buen christiano
assintió á ello, comunico el pensamiento de su mujer á los missioneros, estos respondieron
lo que debian, de que diesen sus mercedes parte al Padre Provincial; assi se hizo, é hizieron
todas las otras diligencias hasta executar la fundacion; la Señora Doña Juana dixo, que

12
Juan José Fernández Campero de Herrera nació el 16 de septiembre de 1645 en Abionzo, Valle de Ca-
rriedo, montañas de Burgos, en España y falleció en 1718. Ya en América, contrajo matrimonio con Juana
Clemencia de Ovando, hija de un poderoso encomendero, quien al intentar dar a luz murió con el pequeño,
quedando su esposo como único heredero de una cuantiosa fortuna. Se casó nuevamente con Josefina Gu-
tiérrez de la Portilla, con quien tiene dos hijas. El rey le otorgó el título de marqués del Valle de Toxo en
1708 y con el tiempo alcanzó los de caballero de la Orden de Calatrava y Maestre de Campo. Fue enco-
mendero de los pueblos de Cochinoca y Casabindo, donde sus doctrineros los asistían en educación en la
fe católica. En esos pueblos construyó iglesias con costosos tabernáculos y ornamentos para las celebracio-
nes. Su devoción hacia los jesuitas lo llegó a solventar los gastos que demandaba el colegio de Tarija, a
través de la donación de ocho cosechas de vino de su hacienda de la Angostura, un solar para edificar la
iglesia, tierras de sembradío y demás bienes. Este colegio fue estratégico para fomentar las misiones de
chiriguanos, tobas y chiquitos (Pastells, 1923, IV, p. 445). Fue su gloria haber mantenido no solo el colegio
de Tarija y las misiones de chiquitos a las que proveía de ropa, vino, harina y regalos para los sacerdotes y
ropa de la tierra e instrumentos de labranza para los indios. Su actitud se resume en un significativo hecho,
el de haberse negado a participar en la guerra contra los indios que comandó el gobernador Urizar de Ares-
pacochaga. Fue intimado por la Audiencia, el gobernador y el Cabildo de Jujuy que no lograron quebrantar
su obstinada actitud y que concluyeron con el embargo de su encomienda. (Page, 2010, p. 24).
13
Yabí se encuentra a unos 200 kilómetros de Tarija, en la actual provincia de Jujuy, limitando con Bolivia.
Fue paso obligado del Río de la Plata a las minas de Potosí y como señala Fabra, asentamiento del marque-
sado de Tojo. La capilla, a la que se refiere el texto, fue consagrada en 1680 y dedicada a San Francisco,
siendo su construcción concluida en 1708 por Juan José Fernández Campero de Herrera, quien además dotó
al templo de los retablos y pinturas altoperuanas que aún se conservan (Campero, 2008).
14
La antigua provincia de los chichas (epónimo del pueblo chicha) se ubicaba al sur y suroeste de Bolivia
y extremo norte de Argentina. Fue conquistada por los Incas en tiempos de Túpac Inca Yupanqui, y la
primera expedición española fue la que condujo Diego de Almagro en 1536, quienes llegaron a su capital
Tupiza.
15
Fracasadas las incursiones militares contra los indígenas, el gobernador Fernando de Mendoza Mate de
Luna y el obispo fray Nicolás de Ulloa, resolvieron que los jesuitas debían nuevamente emprender la “con-
quista espiritual del Chaco”. El provincial Tomás de Baeza escogió para la misión a los PP. Diego Ruiz y
Juan Antonio Solinas, además del H. Silvestre González, a quienes se sumó el sacerdote don Pedro Ortiz
de Zárate quien incluso financió la campaña. Partieron de Salta a Uquía y luego el Valle de Senta, en una
larga peregrinación que concluyó con la muerte de Solinas y Ortiz de Zárate de manos de los tobas el 27 de
octubre de 1683 (Furlong, 1939, pp. 73-75).
16
Los primeros jesuitas en arribar a Salta en 1585 fueron los PP. Francisco de Angulo y Alonso Bazana,
hospedándose en la casa de don Hernando de Lerma. Tres años después llegó el P. Juan Romero y alquiló
una modesta casa como residencia, que por falta de sustento y de personal que la atendiera, fue clausurada
en 1602. La residencia definitiva se abrió en 1612, gracias a la donación del presbítero Alonso de Osuna y
en 1624 pasó al rango de colegio. A partir de entonces se hicieron varias misiones a las regiones fronterizas,
tanto a los tonocotes del este como a los calchaquíes del oeste. El edificio del colegio e iglesia quedó
destruido en 1635 tras una creciente del río Arias, pero con el tiempo se reconstruyó (Furlong, 1939, pp. 9-
12).

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queria se fundasse esse colegio principalmente para la conversion de los indios infieles
chiriguanos; poco despues de esto murió sin sucesion de hijo alguno, dexando por here-
dero á puerta cerrada á su marido con el cargo de fundar dicho colegio, y para el fin dicho,
y encargo de que a los missioneros de indios infieles, les hiziesse socorro anual de harina,
y vino, para missas; todo lo cumplio Don Juan Joseph Campero; quien viéndose rico se
hizo caballero del Abito de Santiago, y á titulo Marquez de toxo (nombre de un vallecito
en la Provincia de Chichas, que heredo de su muger difunta) no sin que los Padres Jesuitas
á título de agradecidos, no coopeasen á solicitarle, y facilitarle los dos dichos títulos [f.
1v] títulos, que los lleno con bondades, y mucha piedad christiana, amor, y reconosci-
miento a la Compañía de Jhesús, y a su colegio de Tarija, quedando tambien con el titulo
de fundador, y como á tal, á el, y á sus sucesores se les dá la vela el día de San Miguel
Archangel, Patron de dicho colegio de Tarija, en señal de agradecimiento.
Viendose sin sucession Don Juan Joseph Campero se caso con Doña Phelipa He-
17
rrera , natural de la ciudad de Oruro en el Peru, en ella tuvo dos hijas, la 2ª murió niña,
la 1ª y mayor llamada Doña Manuela heredo el marquesado, y todos los bienes de la casa
de yabí, casó con Don Alonzo Martiarena del Barranco, noble viscaino, tuvieron larga
sucesion y el Marquez presente es su hijo18, y heredero, y aunque dichos herederos de la
casa de yabí no heredaron la sangre de Doña Juana Clemencia de Obando, sino su bienes,
con ellos heredaron su espiritu, y amor a la Compañía de Jhesús, y al Colegio de Tarija,
que siempre le han visto como á hijo, á obra suya este colegio es el mas glorioso de toda
la Provincia del Paraguay, porque tiene mas campo para sus glorias missioneras, y demas
ministerios entre fieles, é infieles, azia al poniente hasta el mar del sur entre fieles; al
Norte también entre fieles por todo el corregimiento de Pilaya y Paspaya, que aora llaman
de Sinti, al Sur tambien entre fieles, no por tantas leguas, como por el Norte; al oriente,
poco entre fieles, mucho entre infieles chiriguanos, y otras Naciones, y según la mente de
su Fundador, principal campo; como que assi ha sido; pues en el cuenta 6 martyres; el 1º
Padre Lucas Caballero, 2º Hermano Norberto Romero muertos por los infieles chiquitos
al fin de siglo passado, ó al principio de este, que no me acuerdo puntualmente; 3º Padre
Bartolome Blende, 4º Padre Joseph Arce muertos por los infieles Payaguas el año de 15
de este siglo; 15º el Padre Julian Lizardi muerto por los chiriguanos el año de 35 de este
siglo; 6º el Padre Agustin Castañares muerto por infieles Abuchetas19 el año de 44 de este
siglo20; desde su fundacion se aplicaron los de este colegio a la conversion de los infieles,

17
Acá Fabra comete un error, en realidad y como mencionamos antes se casó con Josefina Gutiérrez de la
Portilla y Fernández, nacida en Cusco y fallecida en la residencia de Yavi el 10 de julio de 1727. Sus padres
fueron el general Felipe Antonio Gutiérrez de la Portilla, caballero de Santiago, y Josefa Fernández Caba-
llero. Fernández Campero se casó el 26 de febrero de 1708 y tuvo dos hijas: Manuela Micaela Ignacia
Fernández Campero y Gutiérrez (Santa Rosa de Tojo, 1710-1759) y Josefa Fernández Campero y Gutiérrez.
18
Efectivamente, Manuela, heredó el marquesado, y contrajo matrimonio con el capitán Alejo Martiarena
del Barranco (Villa del Pasajes, Guipúzcoa, 1693-actual territorio argentino, 1758), teniendo 5 niñas y un
varón, llamado Juan José Gervacio Martiarena del Barranco y Fernández Campero (1754-1784), que se-
guirá con el marquesado, al igual que su esposa e hijos.
19
Según la clasificación del P. Camaño, hacia mediados del siglo XVIII, los abucchetas eran parte de la
familia de los mataguayos, junto con los matacos, hueshuos, pesatupes e imacas (Rossi, 2007, p. 42).
20
El P. Francisco Lucas Cavallero, nació de Villamuera de la Cueza, Palencia, falleciendo entre los chiqui-
tos el 18 de setiembre de 1711. Alberto Romero fue pretendiente de la Compañía de Jesús, siendo asesinado
por los zamucos el 1 de octubre de 1719. Bartolomé De Blende nació en Brujas, Flandes, muriendo de
manos de los payaguás en setiembre de 1715. José Francisco de Arce nació en Santa Cruz de la Palma,
Tenerife, y falleció en Pataguá en diciembre de 1715. Julián Lizardi era de Asteau, Guipúzcoa, muriendo
en el Chaco el 17 de mayo de 1735, siendo el único al que se le inició una causa de beatificación. Agustín
Castañares era natural de Salta, llegando a ser superior de chiquitos y falleciendo en el Chaco el 15 de
setiembre de 1744. Le faltó mencionar a los PP. Antonio Guasp que era natural de Palmas de Mayorca y

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primero chiriguanos; tuvieron ó fundaron entre ellos dos Pueblos, vno en el valle llamado
taraquea, y ahora tariquea con el titulo de la Concepcion de Nuestra Señora, el otro en el
valle llamado Carurutí con el título de la Presentacion de Nuestra Señora, distante vn
Pueblo de otro como 20 leguas entre serranías21.
Passando de este Pueblo de la Presentación de Nuestra Señora, el Padre Joseph
Arze á la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, á pedir al Governador de essa ciudad la
22

libertad de vn indio infiel chiriguano, a quien le tenia el Governador en prisión, despues


de condescender con el Padre, le dixo, que dexando á los chiriguanos, que eran indios
protervos, emprehendiesse la converssion de los chiquitos, que eran dociles le respon-
diendo al Padre lo que debia, escribió al Governador al Padre Provincial del Paraguay, y
obtenida [2] obtenida la licencia, emprendio el Padre Joseph Arce essa mission con otro
sugeto del colegio de tarija, con avios, y dependencia de este colegio, en tan buena razón,
que correspondio el fruto al trabajo23, se fueron multiplicando Pueblos, y sujetos por la
via de Tarija, de donde les iban los socorros de la casa de yabí, y de otras limosnas; no se
desampararon los dos Pueblos dichos de los chiriguanos, hasta que pasados, casi 20 años,
viendo el poco, ó ningun fruto en ellos, y como perdiendo la esperanza de fruto; el supe-
rior con sus 3 compañeros (como que era tambien superior de los Pueblos nuevos de chi-
quitos) passo alla; y adjudico vna estancia de algun ganado perteneciente a los dos Pue-
blos dexados de chiriguanos, a la mission, á Pueblos de chiquitos, esta estancia esta en el
valle, que llaman Salinas24, y en verdad le viene bien al Hombre, porque ay vn serro de
sal, en guijarro, que con bareta y tiros de polvora, se saca en pedazos, ó trozos de piedra
colorada, por la greda colorada en que se cria, ó está oculta, y molido el guiparo (sic), ó
pedazo, es sal blanca; fuera de este serro, ay mas sal; en este valle hubo vna ciudad po-
blada de los Españoles conquistadores, que llamaron Nuestra Señora de Guadalupe de la

murió en el poblado de Sagrado Corazón de chiquitos el 19 de agosto de 1763, el vizcaíno Francisco Ugalde,
muerto en Piquete, Salta, el 6 de octubre de 1756 y a jesuitas anteriores a la fundación del colegio de Tarija,
como Gaspar Osorio Valderrábanos, natural de Castrillo de Villavega, Palencia, que murió en el Chaco el
1º de abril de 1639, a los italianos que también murieron en el Chaco Antonio Ripari el 1 de abril de 1639
y a Juan Antonio Solinas el 27 de octubre de 1683 (Storni, 1980).
21
Sobre estas reducciones ver Page (2013, pp. 193-228).
22
El P. José Francisco de Arce nació, como dijimos, en Santa Cruz de la Palma en Tenerife el 8 de noviem-
bre de 1651 (según Baptista) o el 30 de julio de 1652 (según Storni), ingresando a la Compañía de Jesús de
la provincia de Castilla a los 17 años para seguir sus estudios en Salamanca y terminarlos en Córdoba
(Argentina) donde fue profesor de Filosofía. Llegó a Buenos Aires en la expedición del P. Cristóbal Alta-
mirano de 1674, obteniendo el sacerdocio del obispo del Tucumán Francisco de Borja y Miguel en 1677.
Destinado a las misiones guaraníticas, profesó su cuarto voto en el pueblo de San Ignacio, aunque luego
fue trasladado a Bolivia, donde fundó los pueblos de Presentación y San Ignacio de Tariquea de chiriguanos
y San Javier de chiquitos. Por ese tiempo junto a los chiquitos defienden la región de ataques bandeirantes.
Tiene una muerte violenta por parte de los payaguás en el Lago Mandioré en el Matto Grosso do Sul, en
diciembre de 1715, mientras buscaba al P. De Blende que también fue muerto. (Storni, 1980, p. 19 y Bap-
tista, 2001, pp. 218-219). Una amplia bibliografía se origina a partir de Fernández (1895, I, pp. 22-26 y II,
pp. 109-141).
23
Efectivamente con la autorización del provincial Gregorio Orozco fundó la reducción de San Javier el 31
de diciembre de 1692, a pesar de la oposición de los españoles de Santa Cruz, que apresaban a los chiquitos
para venderlos como esclavos.
24
Esta estancia se formó cuando era superior de chiquitos y chiriguanos el P. Zea, que reemplazó al men-
cionado P. Arce y rector de Tarija el P. Diego Ruiz. Fue decisión del provincial P. Lauro Núñez, que el
usufructo de una estancia del colegio de Tarija fuera para los chiriguanos, prometiéndoles que les enviaría
2.000 cabezas de ganado vacuno. Paralelamente se hizo otra estancia para el colegio en el Valle de Romero
(Page, 2013, pp. 207-208).

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nueva vega de granada25; duro su poblacion solo 18 años, los chiriguanos con sus hosti-
lidades obligaron á despoblarla, y recogerse los pocos españoles, que avia, a Tarija; en
essa estancia tuvieron los Pueblos de chiquitos mucho ganado bacuno para aviarse de
carne, y mulas para el tragin; en Tarija tenían su Procurador y todos los sujetos, que iban
á esos Pueblos, iban por Tarija, y venían a Tarija como que ese colegio era el Padre y
superior de essas missiones de chiquitos; el marquez de Toxo no estaba contento solo con
socorrer a los Pueblos de chiquitos; quizas, que se instose de nuevo la conveniencia de
los Chiriguanos, y el año de 15 con abios, que dio, y vna bella imagen de bulto de la
congregación de Nuestra Señora, se formo Pueblo en el valle de tariquea, en el citio anti-
guo, desde ese año se mantiene esse Pueblo, mudando varios citios, y valles, por las hos-
tilidades de los Chiriguanos; quienes rompieron guerra, el año 27 de este siglo, dieron
mucho que hazer á los españoles de Tarija, de Pomabamba y Santa Cruz; en estas guerras26
sirvieron de capellanes de los españoles varios Jesuitas; y de soldados, los indios chiqui-
tos, quienes por su lado contuvieron al enemigo chiriguano27; pasados 5 años de guerras,
é inquietudes, 3 Jesuitas del colegio de Tarija con la cruz en la mano, perdiendo el vno la
vida, y los dos viéndose en peligros de perderla, y el vno viendose ya despojado de la
sotana con violencia28, apaciguaron, y bolbieron á poblar el valle de las salinas, que avia
quedado del todo despoblado, con otros valles comarcanos, quedando casi la misma villa
de Tarija, de frontera, y [2v] á peligro proximo de ser invadida desde el año de 27 hasta
el de 41, en que llevando de capellan á vn Jesuita del colegio de tarija 300 hombres, hi-
zieron un fuerte, ó recinto de palos puestos de pie, y en el quedo vn capitán con 50 hom-
bres; y al año siguiente dos Jesuitas hizieron en dicho valle de Salinas vn fuerte de tapia
con 9 peones conchabados; 9 leguas distante del recinto de palos de los españoles, quienes
á exemplo de los Jesuitas hizieron vn fuerte mas capaz de adobe y se asseguraron mas; y
los Jesuitas missioneros asseguraron a los chiriguanos christianos; passandolos de tari-
quea a las salinas, al abrigo del fuerte, que hizieron, donde han estado hasta este arresto
dos jesuitas cuidando, y doctrinando á los chiriguanos christianos29, con la rebelión dicha
de los chiriguanos del año de 27 se destruyo el ganado de los chiquitos, y cerro el camino
de tarija por el valle de salinas á los chiquitos, y corto del todo el comercio, y trasporte
de los sujetos por Tarija á chiquitos, y solo quedo camino por Potosí, Chuquisaca y Santa
Cruz á chiquitos; se mudo el assiento de su Procurador á Potosi de donde les iban los
25
El 1º de noviembre de 1614 el virrey del Perú, marqués de Montes Claros, expidió en el puerto del Callao
(Perú), la Real Cédula aceptando la propuesta de Juan Porcel de Padilla, quien se comprometía a conquistar
el Valle de Las Salinas. De tal manera, la ciudad fue fundada en 1616 por Porcel de Padilla, denominándola
Vega de Granada en homenaje a la ciudad ubicada en el centro de la provincia de Granada en España, de
donde era oriundo, al igual que su esposa con quien viajó a Lima, aunque después contrajo matrimonio con
una rica heredera llamada Juana de Vilela. Las tierras las había heredado del fundador de Tarija, Luis de
Fuentes y Vargas. La población contó en su inicio con 60 españoles, además de numerosos indios y algunos
esclavos. Pero sufrió varios ataques de los chiriguanos hasta que se abandonó, aunque 118 años después se
refundó (Rivera Miranda, 2015).
26
El alzamiento chiriguano efectivamente comenzó en 1727, encabezado por el cacique Juan Bautista
Aruma, ex neófito de los dominicos de Chiquiatá. La rebelión duró varios años.
27
Escribe el P. José Jolís (1972, 258, pp. 260-262) en el exilio, que el virrey del Perú, marqués de Castel-
fuerte (1724-1736), dio la orden al presidente de la Real Audiencia para enviar un cuerpo de tropas que
castigó con éxito a los rebeldes en dos entradas. Fueron de capellanes de la expedición de 1728 comandada
por el gobernador Armagosa, los PP. Jaime de Aguilar y Francisco Lardín. Mientras que capellanes de la
segunda expedición del año siguiente fueron los PP. Ignacio de la Mata y Bartolomé Mora, siendo este
último quien escribió una relación sobre la campaña (Page, 2013, p. 212).
28
El que perdió la vida fue el P. Julián Lizardi, el que quedó semidesnudo fue el P. José Pons y el tercero
fue Ignacio Chomé (Page, 2013, p. 214).
29
Los dos jesuitas de Rosario de las Salinas que se hallaban para la expulsión fueron los PP. Simón Hernáez
y Ramón Salat (Page, 2011, p. 121).

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socorros, y adonde sacaban sus efetos de sera, y lienzo, y algunas otras menudencias; no
por esso perdió el colegio de tarija la gloria de Padre de essas floridas missiones de chi-
quitos, ni la casa de yabí, ó marquezado de toxo de ser su fundador; en estos años atras
les embio 9 calizes bellos de plata dorados, de nueva forma, todos de vna mano primorosa
á los 9 Pueblos; á cada vno el suyo de regalo; y el Padre del Marquez presente avio al
Padre Agustin Castañares30 para la nueva mission de los Mataguayos, ofreciendole ser
Patron, y aviados en vn todo del primer Pueblo, que fundase pero el Señor se contento con
la oferta del Marquez, y del zelo del Padre, permitiendo á los indios Abuchetas que le
matasen luego, al empezar á poner los cimientos, aviendole recebido de buenas, y prome-
tido de hazerse christianos; le mataron á 15 de septiembre de 1744, como se ha dicho,
coronandole por mano de estos infieles, aviendole librado muchas vezes no sin particular
providencia de manos de otros infieles en las missiones de los chiquitos, en quienes tra-
bajo por 26 años, sacando gentes nuevas de los bosques, y fundo el Pueblo de San Ygna-
cio de los zamucos, y se vio en otros peligros en el descubrimiento del camino del Para-
guay á chiquitos, descubrimiento muy deseado y procurado de los missioneros de chiqui-
tos, en cuya demanda murieron los referidos Padres Bartholome Blende, y Joseph Arze
en manos de los infieles Payaguas, de cuyas manos se libro el Padre Agustin el año de 41,
y el de 44 murió en lo de los Abucheta; su cadaver, aunque se solicito, no se le pudo
encontrar, porque quando se pudo solicitar, avian passado casi diez meses; el cadaver del
Padre Julian Lizardi, como se pudo solicitar luego, se le encontro en el campo lleno de
saetas, se traxo al Colegio de Tarija, donde está depositado en vna arca, y lugar sagrado31.
Los [3] sujetos, que ordinariamente se mantenian en este Colegio, eran de diez á doze assi
para la instrucción, y enseñanza de los niños, como para los varios ministerios pertene-
cientes al bien espiritual no solo de los vecinos de dicha Villa de tarixa, sino de toda la
Provincia de Chichas, de Sinti y de fines que son otras 2 Provincias, corregimientos en
quienes empleaba sus missioneros, y missiones el colegio de Tarija. Para lo 1º tenia este
Colegio un sugeto destinado para la escuela de niños, y otro para enseñar la gramatica, y
latinidad; una, y otra eran sumamente necesarias como las unicas, que havia en toda la
Villa, y á una, y otra concurrian no solo los niños de tarixa, y sus contornos, sino aun de
otras partes remotas de dicha Provincia Fuera de los dos sugetos destinados para esto havia
otros dos destinados para hazer Mission en toda la Provincia que es bien dilatada: á esta
salianlos dos sujetos dos vezes al año, y en cada salida se estavan ya los a, y a los 9 meses,
[3v] por ser mucha la gente, tanto que en los dos años ultimos passaron de 22000 comu-
niones las que se contaron en dichas missiones, casi todas de Indios pobres, é ignorantes,
en quienes es necesario que el Missionero á costa de mucha paciencia se muestre superior
al insoportable trabajo, que se le ofrece. Dichas Missiones son summamente necesarias,
porque estando, como estan, las gentes no en Pueblos formados, como en la Europa, sino
esparcidos por los valles, y campaña, aun quando los Curas de los distritos tengan algun
zelo, y quieran cumplir con su deber, no es posible por las muchas distancias, y fragosidad
del terreno, y por esto se haze necesario, que los Missioneros á costa de indecible trabajo
socorran á los infelices con la instrucción, y demás ministerios propios de un Missionero.

30
Sobre el P. Castañares escribió una biografía el P. Juan de Montenegro publicada en Madrid en 1746 con
el título: Breve noticia de las misiones, peregrinaciones apostólicas, trabajos, sudor y sangre vertida en
obsequio de la fe, del venerable padre Agustín Castañares de la Compañía de Jesús, insigne misionero de
la provincia del Paraguay en las misiones de chiquitos, zamucos y últimamente en la Misión de los infieles
mataguayos (Furlong, 1964, pp. 51-101).
31
Sobre la vida de Lizardi hay una amplia bibliografía específica (Lozano, 1741. Leonhardt, 1935, pp. 92-
103 y Vaughan, 1901, entre otros).

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Fuera de la Mission de toda la Provincia de Chichas tenia el Colegio de tarixa á su cargo


el embiar cada tres años dos Missioneros á la Villa de Pica32, y otros Pueblos comarcanos
en la costa de la mar del Sur distantes de tarixa 200, y aun mas leguas, lo mas de dicho
camino es por despoblados, y por la cordillera de Lipes summamente fría, y por otros
Partes notablemente aridos. La Villa de Pica, y sus Pueblos comarcanos pertenecen al
obispado de Arequipa, pero por estar retirados, y bien necesitados de las tareas evangeli-
cas, pidió á los Superiores de nuestra Provincia del Paraguay un piadoso Cavallero, lla-
mado Don Joseph Basilio de la Fuente33, le hiziessen el favorde embiar cada tres años dos
Missioneros, que evangelizassen en aquellos Pueblos, ofreciendose dicho Cavallero á do-
tar, como dotó, dicha Mission34 y desde entonces han ido siempre cada tres años dos
Missioneros a dichos Pueblos con notable fruto de sus habitadores, y con igual fruto se
comenzaron á dar en ellos el año de 67, que fue el ultimo, en que fueron los Padres Mis-
sioneros, los exercicios de San Ignacio. A mas de la Mission del Partido tenia el Colegio de
tarixa otros [4] varios ministerios enderesados á instruir á los proximos, y á imprimir en
sus corazones el Santo temor de Dios estava entablada la Congregación de la buena muerte,
en que se platicava, y hazian los exercicios propios de dicha Congregación una vez cada
semana: itt. La Congregación de los Santos Corazones de Jesus, y Maria, en que se plati-
cava, y se hazian los exercicios proprios de dicha Congregación los 1os Viernes de cada
mes, y con mas especialidad el Viernes inmediato á la Octava del Corpus, y el Domingo
siguiente se hazia su fiesta con missa y sermon, y con la maior solemnidad posible.
Assi mismo se hazian las fiestas del Dulce nombre de Jesus, las 40 horas, los Dolores, y
Anunciacion, Nuestro Padre San Ignacio, el dulze nombre de Maria, San Miguel, San
Francisco Xavier, y los 4 Jubileos del año, en que havia Platica por la tarde. En la Qua-
resma havia los Domingos sermon de Historia, precediendo por modo de salutacion ex-
plicacion de algun punto de doctrina, y al fin algun discurso moral sobre el punto de la
historia; los miercoles, y Viernes havia exemplo, y el Viernes Santo la funcion de la ago-
nía. El dia 15 de Agosto se hazia con solemnidad la fiesta á Nuestra Señora de tariquea;
fue esta Santa Imagen la 1ª, que sirvio en la Dedicacion de la Iglesia de la Mission de los
Indios chiriguanas, y quando estos infieles invadieron la Mission, y mataron á su Missio-
nero el Padre Julian Lizardi el año de 735, flecharon á esta Santa Imagen, y aviendole
cortado la cabeza, la arroparon lexos del cuerpo; despues un piadoso vezino sin reparar
en el peligro de que lo matassen los barbaros, hizo exquisitas diligencias hasta que
aviendo encontrado en un parage el cuerpo flechado, y en otro distante la cabeza de la
Santa Imagen, traxo uno, y otro, y con- [4v] curriendo el Cabildo, y vecindario de tarixa
se entró en triunfo la Santa Imagen, y se colocó en la Iglesia de Nuestro Colegio, hacien-
dosele por entonces una solemne fiesta de desagravios, luego con las limosnas, que se

32
La Villa de Pica era territorio indígena ubicado sobre el Camino del Inca, entre los tambos de Huatacondo
al sur y Mamiña al norte. Cuando pasó Diego de Almagro en 1535 fueron atacados, pero igualmente se
instalaron en 1556 y repartieron encomiendas. Pica fue sede del Tenientazfo de Tapacará, que dependió del
corregimiento de Arica. La primera familia castellana en afincarse fueron los Ceballos que establecieron
una hacienda cuyo producto principal fue el vino.
33
José Basilio de la Fuente y Haro fue un poderoso minero de la región de Tapacará, donde residía. Era
descendiente de los descubridores de Huantajaya y además de poseer grandes riquezas en minas y haciendas
era muy generoso y propagador de la devoción de la virgen del Carmen. Construyó a su costa la iglesia de
Tarapacá y se casó con doña María Jacinta de Loaisa, hija del coronel Bartolomé Loaisa, a su vez importante
minero (Page, 2011, p. 267)
34
El convenio fue rubricado por don José Basilio y por el Padre rector de Tarija, que era el P. Antonio
Miranda, en marzo de 1759, y en esta forma quedó entablada la misión de Pica y Tarapacá (Page, 2011, p.
272)

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recogieron de algunas piadosas personas se dotó, y se ha continuado, precediendo una


devota Novena, y los tres días antes de la fiesta se predica sermon moral, ó de Mission
para disponer los animos para las misas, confesiones y communiones del dia siguiente en
que se celebra la fiesta, y por la tarde con assientencia de los Militares de la Jurisdicción,
cabildo y Vecindario sale la Procesion, cantandosele devotamente el Santo Rosario á Nues-
tra Señora.
No solo este dia, sino todos los días de fiesta clasicos, y aun algunos no tan solemnes del
año, como también en el tiempo de Quaresma era notable el concurso á nuestra Iglesia
por causa de que en otras Iglesias apenas havia quien confessara á la gente, pues en la
Matriz apenas havia clerigo, que lo pudiesse hazer, en San Agustin ordinariamente era
solo el Padre Prior, lo mismo en Santo Domingo, y solo en San Francisco havia algun
despacho, pero lo mas del vecindario venia a Nuestra Iglesia. De aqui resultava otra tarea
bastante pessada para los sugetos de Nuestro Colegio, y eran las salidas muy frequentes
de dia, y de noche á las confessiones de enfermos, y asistencia de los moribundos, pues
para casi todos acudian á nuestro Colegio, sabiendo, quan prontos estaban siempre los
Jesuitas para este ministerio. Ni era de menor trabajo la tarea de los Exercicios de Nuestro
Padre San Ignacio, que anualmente se daban á personas de ambos sexos, pues ordinaria-
mente passaban de 300, las que anualmente entraban en distintas semana á hazerlos, para
cuio fin avia el Colegio comprado casa, con bastantes aposentos, pero por ser aun estos
pocos, ultimamente se avia comprado otra casa contigua para dar mas capacidad á la que
antes tenia. Es indecible el fruto, que no solo en tarixa, sino en todas aquellas Provincias
de la America se [5] experimentava con estos Santos exercicios tanto, que si en todas
partes se juzgan útiles, por allá son necesarios para contener las passiones, arreglar las
vidas, y mantener las gentes en el Santo temor de Dios. Con estos Santos Exercicios se
atajaban los vicios, crecia la frequencia de sacramentos, y se conocía palpablemente el
fruto, que de ellos se sacaba.
Para todos estos ministerios, fuera de los dos Missioneros del Partido, y Maestros de Es-
cuela, y Gramatica tenia el Colegio tres, ó quatro sujetos operarios, que atendiessen á las
confesiones, sermones de Nuestra Iglesia, y de otras, para los quales convidaban las per-
sonas, que hazian la fiesta. De modo que ordinariamente eran unos diez los sugetos, que
havia en este Colegio fuera de los dos, que estaban en la Mission de los Indios Chiriguanas
distante como unas treinta leguas de tarixa, y en la que (segun la buena disposicion en
que parece, que estaban los Indios de la Cordillera) se comenzavan a tener esperanzas
bien fundadas de que havia presto copiosa, sazonada mies para las tropas del Señor de
todo lo qual dara particular razon el sugeto Missionero, que estava encargado de dicha
Mission.
Para el sustento, y manutencion de los sujetos, aunque á los principios se pasaba con
alguna penuria, por ser cortos los fondos del colegio, concurrian con limosnas algunas
personas acomodadas: despues huvo ya bienechores, que viendo el mucho fruto, y grande
utilidad, que se requeria á la Villa de tarixa, y Provincia de Chichas, de que huviesse
Jesuitas en ella, dieron para el Colegio dos haciendas, una para tener ganados, y otra que
consistía en una viña, á las quales se añadió otra hazienda de Viña, y algunas tierras de
pan llevar, que se compró; con lo qual quedó sufficientemente fundamentado el Colegio
para una decente manutencion de los Sugetos35. Los Criados con que se cuidaban estas
haciendas eran de tres maneras, unos asalariados en la forma comun, que se estila [5v]
por aquellos países; los otros son Indios Yanaconas, los quales para que sean instruidos

35
Sobre las haciendas del colegio de Tarija ver Presta (1996, pp. 179-198).

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en la fe, y buenas costumbres y para facilitar mejor el que paguen al Rey sus tasas, como
para que no se anden vagamundos y sin trabajar, los tiene adjudicados Su Magestad á
vezinos nobles, y á Comunidades Religiosas, para que se sirvan de ellos, y los amos pa-
guen por ellos las tasas, esto es por los Varones desde los 18 hasta los 65 años de su edad,
que ya en esta edad cesan de pagarlas. Estas tasas son en unos (segun la nacion, de que
descienden) de tres pesos y medio fuertes, en otros de 7, y en otros de 8 pesos y 3 reales
de plata, las quales tasas se pagan anualmente al Corregidor o su theniente segun la lista,
que se haze todos los años, en lo qual se experimenta una nota de ventaja para las caxas
reales, pues para cobrar de los Indios libres, que no estan assi adjudicados, cuesta summo
trabajo, porque quando llega el tiempo de la paga, se huien por temor de que los opriman,
y pongan en la cárcel, como se ve todos los años, lo que no sucede con los que tienen amo,
ó dueño, a quien servir, pues aunque el Indio se huia, se le cobra a su amo la tassa.
Fuera de esto se le da al Indio Yanacona anualmente ropa, con que vestirse, y cada mes se
le da su racion de carne, y maíz para comer: las Mugeres, y sus hijas comúnmente no
sirven al amo, y por esso á estas no se les da racion, pero se le da al Indio un retazo de
tierras para sembrar, un par de bueyes, reja, y arado, para que pueda mantener á su familia;
si estan enfermos, se les assiste con las medicinas, y medico, que ofrece el Pais, y para
que esten assistidos cabalmente aun en lo espiritual, tienen formada en el Colegio una
Congregación con su Prefecto, ó Capellan, que les platica, y explica la doctrina christiana
los Domingos, y zela, que vivan bien, y no den escandalos. En esta misma Congregación
estavan alistados los esclavos, que son la 3ª especie de criados, ó sirvientes, que tenia el
Colegio aunque estos eran pocos en tarixa, por tener Yanaconas, y [6] á los quales se les
vestia, se les dava de comer, y assistia en sus enfermedades, como se ha dicho de los
Yanaconas.
El producto de las haciendas del Colegio, aunque no era excesivo, como suelen algunos
pensar, era lo bastante assi para la decente manutencion de los sujetos, como a proporcion
de los sirvientes, fuera de que era no pequeño el gasto, que se hazia en la Mission del
Partido, por ser la Provincia dilatada, y en los exercicios, que anualmente se daban, en los
quales se procurava, que los exercitantes tuviessen una decente asistencia, para que assi
nadie se desanimasse, y todos consiguiessen el fruto, que regularmente se experimentava.
Despues de estos gastos eran pocas las limosnas, que el Colegio hazia; y si aun quedava
alguna cosa resagada, se empleava en algunos ornamentos, y alajas para la Iglesia, de que
estaba ya sufficientemente surtida.
De todos estos bienes, que experimentaban los vecinos de la Villa de tarixa con la estada,
y assistencia en ella de los Jesuitas, se puede inferir, quan sensible seria para todos su
salida, y la perdida de tanto bien. Lo fue tanto, que no es facil decirlo en tan corta relacion:
como testigo de vista, y aun de experiencia puedo assegurar, que fue universal el llanto
de toda la gente, y en los dos messes, que me detuve en el Convento de San Francisco me
asseguraron personas fidedignas, que en las casas estavan las gentes, como si huvieran
muerto sus dueños sin querer hablar á los que las visitaban, desahogandose solamente con
lloros, y suspiros; estos mismos se oian en la Iglesia de San Francisco, mientras mis dos
compañeros, y yo deciamos missa, y aunque la decíamos muy temprano, y al amanecer,
se llenava la Iglesia de gente, como si fuera dia de Jubileo: y por lo que toca al consuelo
de confessarse, decían varias personas acostumbradas a frequentar sacramentos en nuestra
Iglesia, que pues faltavan los Jesuitas, no seria poco el confessarse por la Pascua. Esta es
en breve la relacion llana, y sincera de tarixa. Mayo 10 de 1770.
Francisco Fabra

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134 Carlos A. Page. Francisco Fabra y su relación del colegio de Tarija y sus … 120-134.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
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Antonio Mestre Sanchís (2019). Religiosidad, cultura y política. Mayans y la Compañía.


De la amistad a la ruptura. Valencia: Facultad de Teología San Vicente Ferrer, serie
Valentina número 73, ISBN: 978-84-95269-95-9, 263 pp.
Antonio Astorgano Abajo*
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27675

Toda revista que se precie debe publicar recensiones, género difícil, comprome-
tido y sujeto a límites de espacio. Si una recensión pretende ser útil, debe ser sincera, lo
cual puede acarrear algún que otro disgusto al autor, en un mundillo en el que cada vez
predomina más lo políticamente correcto, razón por la que algunos pretendidos “maes-
tros”, o más bien “pedantes” (el que aparenta ser más sabio de lo que realmente es), huyen
de este subgénero literario. Cada vez hacemos menos recensiones, pero la presente es
necesaria.
Antonio Mestre Sanchis, catedrático emé-
rito de historia moderna en la Universidad de Va-
lencia sabe todo lo relacionado con Gregorio Ma-
yans, puesto que ha dedicado sus estudios preferen-
temente a la persona y la obra del erudito de Oliva.
Además de correspondiente de la Real Academia
de la Historia de Madrid y de la Real Academia de
Buenas Letras de Barcelona, ha recibido el premio
de Alta Distinción de la Generalidad Valenciana al
mérito cultural. Entre sus libros interesa recordar
Ilustración y reforma de la Iglesia, Premio Nacio-
nal de Historia Menéndez Pelayo (1968), Historia,
fueros y actitudes políticas: Mayans y la historio-
grafía del siglo XVIII (1970, reeditado en 2000), El
mundo intelectual de Mayans (1978), Influjo euro-
peo y herencia hispánica (1978). Como director de
las Publicaciones del Ayuntamiento de Oliva, ha

*
Universidad de Zaragoza. E-mail: astorgano1950@gmail.com
135 Antonio Astorgano Aabajo. Antonio Mestre Sanchís (2019). Religiosidad … 135-141.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

publicado Obras completas (castellanas) de Mayans, (cinco volúmenes aparecidos entre


1983 y 1986) y coordinado el Epistolario del erudito, hasta el momento 25 vols., muchos
editados personalmente y otros encargados a eminentes especialistas.
El libro que comentamos constituye un intento de explicar las razones que subya-
cen en la relación de Gregorio Mayans con los padres de la Compañía de Jesús. En un
siglo en que los jesuitas sufrieron sorprendentes trastornos (de la gloria al fracaso), Mestre
investiga por qué el erudito de Oliva pasó sucesivamente de la amistad al desencuentro y
la ruptura con los seguidores de San Ignacio de Loyola. Alumno de los padres de la Com-
pañía (Cordelles en Barcelona) fue protegido por los jesuitas en Valencia y en Salamanca,
que conocieron su capacidad intelectual. Este favor se hizo visible en los primeros pasos
de su carrera universitaria, como estudiante y como catedrático. En esa línea de favor de
la Compañía está el nombramiento de bibliotecario de la Real Biblioteca de Madrid, cuyo
director era siempre el padre confesor del monarca, que era un jesuita. En cambio había
también discrepancias de todo tipo. Criterios religiosos diferentes (Ejercicios Espirituales
y Devoción al corazón de Jesús), fomentados por los jesuitas y no aceptados por Mayans.
Métodos de estudios teológicos discrepantes (escolástica de los jesuitas frente al predo-
minio del estudio de la Sagrada Escritura preferido por el erudito); concepciones eclesio-
lógicas distintas (centralismo papal en el cuarto voto de obediencia al Pontífice, frente a
episcopalismo mayansiano), culturales (criticismo histórico, reformas universitarias y Es-
cuelas de gramática). También razones personales. Don Gregorio siempre pensó que los
altos cuadros de la Compañía, a pesar de su amistad con jesuitas dedicados al estudio
(Andrés Burriel, Juan Andrés), nunca reconocieron, y en su consecuencia, no premiaron
sus méritos intelectuales y su aportación a la cultura española.
Una simple ojeada al índice del libro reseñado pone de manifiesto el valor sinté-
tico que tiene de lo mucho publicado por Antonio Mestre y colaboradores (entre otros V.
Peset, M. y J. L. Peset, Pere Molas, Vicente Leon y el jesuita P. Pérez García), y que, una
vez más, el inmenso Epistolario de Mayans es la fuente fundamental del mismo. Hasta
ahora en los 25 volúmenes publicados se han recogido las correspondencias más nume-
rosas que el erudito tuvo con personajes más o menos importantes en la Ilustración espa-
ñola y europea (personalmente, Mestre ha preparado, con la transcripción, notas y estudio
preliminar, los siguientes volúmenes: vol. II, Mayans y Burriel, 1972; vol. III, Mayans y
Martí, 1973; vol. V, Escritos económicos de Mayans, con un prólogo de Ernest Lluch,
1976; vol. VI, Mayans y Pérez Bayer, 1977; vols. VII-IX, Mayans y Martínez Pingarrón,
con amplios estudios sobre la Real Biblioteca, 1987-1989; vol. X, Correspondencia con
Manuel de Roda y el conde de Aranda, 1990; vol. XI, Mayans y los libreros, 1993; vols.
XIV-XVI, Mayans y los altos cuadros de la administración borbónica, en colaboración
con P. Pérez García, 1996-1998; vol. XXI, Mayans y los austracistas, 2007; vol. XXIV,
Mayans y los arzobispos de Valencia, Orbe, Mayoral y Fabián y Fuero, 2009; vol. XXV,
Mayans, bibliotecario real (1733-1739). Cartas políticas y familiares, (2011); Corres-
pondencia de los ilustrados andaluces, Sevilla, 1990; Correspondencia de Mayans con
Voltaire sobre teatro, Valencia, 1998).
Sin embargo quedan múltiples personajes que por, su menor relevancia o por ser
menos numerosa su correspondencia, permanece sin ser estudiada su relación con Ma-
yans. En el presente libro salen a relucir las cartas de esos personajes relacionadas con la
Compañía de Jesús, que hasta el momento han permanecido inéditas. Está estructurado

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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

en doce capítulos, cada uno con numerosos apartados, que facilitan la síntesis del conte-
nido y evitan las repeticiones, más prólogo, apéndice documental, un útil y amplio índice
onomástico y fuentes y bibliografía.
La personalidad de Gregorio Mayans aparece, ante la mirada del historiador ac-
tual, como una figura compleja y un tanto poliédrica. Jurista e historiador crítico, pero
con espíritu abierto a cuanto pudiera contribuir a perfeccionar el mundo cultural de la
época en que vivió. Abierto a Europa para aprender, pero fiel a sus ideas religiosas y
culturales de católico sincero.
Además de sus numerosas obras impresas en latín y en castellano, jurídicas, his-
tóricas o literarias, poseemos millares de cartas que constituyen un precioso legado para
el conocimiento, no sólo de su persona, sino también de su época. Cartas que pueden
contribuir a esclarecer aspectos muchas veces confusos. Con el beneficio de que muchas
de las cartas encuentran las respuestas de sus corresponsales y las minutas del mismo
erudito.
Al abordar la compleja relación de don Gregorio con los padres de la Compañía
de Jesús, conviene tener presente la complejidad del asunto, que abarca desde la infancia
a la muerte del erudito. Es necesario, asimismo, observar, desde el primer momento, que
Mayans distinguía entre la Compañía como institución y cada uno de los jesuitas como
persona. Esta distinción explica que, mientras critica a la Compañía como fuerza política
(simbolizada en los confesores del monarca, Clarke, Févre o Rávago), mantenga relacio-
nes cordiales con simples jesuitas, Andrés Marcos Burriel, Mateo Aymerich o Juan An-
drés, entre otros. Subyace un problema de fondo: el poder el P. Confesor sobre la política
cultural del Gobierno, y más en concreto su control sobre los bibliotecarios de la Biblio-
teca Real, como director de la misma.
El padre confesor del monarca, además de la conciencia del monarca, con su visto
bueno previo a los reales decretos, controlaba los nombramientos de las autoridades ecle-
siásticas y la concesión de beneficios; y en el campo cultural su actitud era importante a
favor de unos proyectos, o de marginación de personajes, obras o ideas que no eran de su
gusto. Podemos observar los vaivenes que dependían del carácter personal de cada P.
Confesor, evidente en la marginación sufrida por Mayans. Sólo con la reforma de los
estatutos en 1761, ya en el reinado de Carlos III y con un confesor del monarca que ya no
era jesuita, el director de la Real Biblioteca dejó de ser el P. Confesor del rey.
Mestre apunta que Mayans distinguía tres líneas en la Compañía: religiosa, cultu-
ral y política, factores que explican que uno de los asuntos más estudiado por los histo-
riadores del siglo XVIII sea el problema de los jesuitas, en general, y de Mayans en par-
ticular. El contraste entre el prestigio y poder de la Compañía en la primera mitad del
siglo frente a las marginación y exilio, decretado por Caros III, ha generado una com-
prensible curiosidad.
Don Gregorio, dentro de su catolicismo sincero, y con una actitud personal rigo-
rista, nunca se sintió cómodo con las formas de religiosidad jesuítica. Así manifestó con
claridad su discrepancia con la práctica de los Ejercicios espirituales. En concreto, durante
sus años de estudiante en Salamanca, consideraba que eran utilizados para inducir a los
jóvenes a ingresar en la Compañía. Y, ya en edad provecta, discrepaba de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús, fomentada por los jesuitas.
La segunda línea señalada por el erudito de Oliva es la cultura, que, antes y ahora,
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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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aparece involucrada con la política. A criterio de Mestre, de aquí arrancan las profundas
diferencias entre Mayans y la Compañía, y más por aspectos de política cultural que reli-
giosos. Don Gregorio mantuvo amistosas relaciones con algunos jesuitas muy reconoci-
dos en el campo cultural, pero otra cosa, muy diferente, era la oficial linea docente de la
ratio studiorum, especialmente en el campo de los estudios clásicos, y el control y casi
monopolio que los jesuitas ejercían de las Aulas de Gramática.
Pero, a lo largo de la amplia relación de Mayans con los jesuitas, aparece un factor
decisivo: los intereses personales de Mayans. Consciente de su valía intelectual y de su
vocación por la reforma de la cultura española, su obsesión fue que el Gobierno le con-
cediera una pensión para dedicar su esfuerzo y capacidad a la reforma de las letras en
España. Pues bien, el P. Clarke que, en repetidas ocasiones le prometió su favor, no se
interesó por conceder la pensión solicitada. Es cierto que los confesores jesuitas de los
monarcas le concedieron algún beneficio eclesiástico: mínimo por Clarke en la diócesis
de Orihuela, y Rávago evolucionó, desde una cierta antipatía a una comprensión y cierta
ayuda económica con un beneficio simple en la persona de su hermano Juan Antonio.
Don Gregorio veía en Rávago a un confesor regio español frente a tantos jesuitas extran-
jeros, especialmente franceses, que habían ejercido influencia negativa (o al menos una
clara despreocupación) sobre aspectos culturales hispanos; por eso apoyó su regalismo,
en los conocidos episodios de la prohibición inquisitorial de las obras del cardenal Noris,
agustino calzado, el concordato de 1753 y defendió a su amigo Andrés Marcos Burriel,
protegido por Rávago, en la comisión de archivos con la que se pretendía revitalizar la
historiografía española.
Pero el erudito de Oliva vio frustradas sus esperanzas, especialmente respecto a
su trabajo en la polémica regalista, a favor de la ideas del P. confesor Fèvre y del Fiscal
de la Cámara del Consejo de Castilla (Blas Jover). Mayans quedó descontento del escaso,
o nulo, reconocimiento de sus trabajos a favor de la Corona por parte de colegiales (Car-
vajal) y jesuitas (Fèvre y Rávago). Sólo con el favor del manteísta antijesuita declarado
Manuel de Roda, como secretario de Gracia y Justicia de Carlos III, vio cumplido su
deseo en 1766, con el nombramiento honorario de Alcalde de casa y corte y una pensión
vitalicia, que le permitía implicarse más en los planes de reforma cultural del Gobierno
de Carlos III.
A ese descontento con la Compañía se unió el acceso al poder de los manteístas,
a partir de 1754. Porque Mayans, que era manteísta, procuró acercarse a los nuevos go-
bernantes, que reconociesen sus méritos literarios y los recompensasen con la gracia de
la pensión económica, tan deseada. En el campo político, desarrolló gran actividad para
que los gobernantes manteístas conocieran sus trabajos regalistas: Aranda, Roda y juristas
del entorno de Campomanes. De todos modos, las expectativas del erudito no se convir-
tieron en una realidad que llenara sus ilusiones.
Más matizada y compleja fue su actuación en el aspecto cultural. Defendió los
trabajos del jesuita Burriel en la Comisión de Archivos frente al Secretario de Estado R.
Wall, pero censuró el Fr. Gerundio de Campazas del P. Isla (el tono sarcástico de presen-
tar la predicación), señaló los errores de la Historia de España del P. Mariana (tiranicidio)
y alabó al obispo Juan de Palafox, el conocido adversario de los jesuitas en Nueva España,
cuando fue obispo de Puebla de los Ángeles.
Don Gregorio, que mantenía buenas relaciones con el mundo cultural europeo,
conoció la evolución de la política antijesuita del marqués del Pombal, sin disgustarle.
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Siguió, asimismo, la polémica contra los padres de la Compañía en Francia, censurqndo


con dureza las obras de los jesuitas Berruyer y Harduin, al tiempo que celebraba la Pas-
toral del jansenista Fitz-James, obispo de Soissons. Y respecto a Italia, continuó defen-
diendo a Muratori frente a algunos jesuitas, continuó las buenas relaciones con el antiguo
nuncio en España, Enrico Enríquez, muy cercano a los filojansenistas, que le facilitó el
acceso al cardenal Passionei, icono del jansenismo italiano.
En este libro Mestre no pretende añadir nuevos argumentos, refutar criterios, o
explicar las razones que tuvo Carlos III para decretar el exilio. Su pretensión es mucho
más modesta. Es un intento de explicar la evolución respecto a la Compañía de Gregorio
Mayans, un católico ferviente y brillante discípulo de los padres jesuitas, y cómo evolu-
cionó desde una sincera amistad a una creciente discrepancia.
Al efecto, aporta a múltiples testimonios concretos sobre esas relaciones de Ma-
yans con los jesuitas, quien tenía una visión global de la Compañía bastante negativa, en
el momento de la expulsión (1767): "Este es el Instituto que de bueno se hizo sabio, de
sabio político y de político nada".
De familia muy próxima a la Compañía (y con deseos de que ingresara en la con-
gregación). Mayans recibió la primera formación académica en el colegio de Cordelles
(Barcelona), dirigido por los padres jesuitas; tuvo frecuente trato con los jesuitas de Sa-
lamanca, siendo estudiante universitario, aunque sorprende su juvenil reacción negativa:
rechaza entrar en la Compañía y critica la práctica de los Ejercicios Espirituales como
medio para atraer a los jóvenes e incitarlos a entrar en la congregación. Esta distancia
religiosa inicial fue aumentando con el conocimiento del erudito de los escritores galica-
nos (Fleury y, sobre todo, Bossuet) y de Van Espen. De ahí su evolución hacia un agus-
tinismo rigorista cercano al llamado jansenismo histórico. Después, en la correspondencia
con los jesuitas, prácticamente desaparecen los aspectos estrictamente religiosos. Sus in-
terlocutores eran conscientes del criterio del erudito (poco proclive a la ciencia media y
al probabilismo jesuítico).
Realizada la expulsión a Italia en 1767, Don Gregorio participó en la batalla por
el control de la enseñanza de la Gramática, en la Enseñanza Media, y en la Universidad
aplaudiendo la supresión de las cátedras suarecianas (jesuíticas), decantándose sin amba-
jes por la doctrina de San Agustín de los regalistas agustinos calzados.
La correspondencia con los jesuitas está centrada en dos campos: político y cul-
tural. Político con los confesores del monarca que ejercían poder en el campo político. En
unos casos en solicitud de favor (Cienfuegos, Clarke y Févre). Más matizado es el caso
de Rávago, que evolucionó hacia una mayor comprensión por parte del P. jesuita, gracias
a la influencia del P. Burriel y a la colaboración del erudito, dentro de discrepancias, en
los proyectos culturales del confesor de Fernando VI. Porque, en el trato con Rávago,
junto a los aspectos políticos, aparece una sincera evolución, hasta colaborar en aspectos
culturales. Por lo demás, tampoco la política práctica del gobierno español favorecía las
relaciones de Mayans con la Compañía, al subir al poder los manteístas en 1754.
Si bien mantuvo la amistad con Burriel y defendió el derecho a continuar en el
trabajo de la Comisión de Archivos, contra el criterio del ministro R. Wall, don Gregorio
buscó el favor de los manteístas. Y, por supuesto, también incidieron en el distancia-
miento los grandes cambios políticos americanos (las misiones de Paraguay) y europeos.
Muy importante fue la influencia de los cambios político-culturales de Europa, Portugal,

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en primer lugar. Es conocida la común sensibilidad cultural del erudito con Verney, tanto
en la reforma de los estudios como en la crítica de la enseñanza del latín de la Ratio
studiorum. Pero esta agresividad frente a la Compañía aumentó con la actitud de Pombal,
admirado por el erudito, y la correspondencia con los colaboradores del ministro, Ce-
náculo y Pereira. Y, por supuesto la expulsión de los jesuitas de Portugal incidió en el
pensamiento de Mayans.
Después del fracaso de su relación con el cardenal Fleury, el erudito descuidó la
relación con los franceses. Sin embargo, consiguió un ejemplar de la Enciclopedia, man-
tuvo correspondencia con Voltaire sobre la influencia del teatro español en Francia y
buscó con interés libros galicanos y jansenistas. Así lo prueba el hecho de que su hermano
Juan Antonio tradujera las obras del obispo de Soisons, Francisco Fitz-James, reconocido
jansenista y, en consecuencia, antijesuita. Y en cuanto a Italia se refiere, además de su
admiración y correspondencia personal con Muratori, mantuvo una línea de comunica-
ción, a través del antiguo nuncio del Papa en Madrid, Enrico Enríquez, con intelectuales
y clérigos italianos, que llegó al cardenal Passionei, apasionado enemigo de los jesuitas.
En la abundante correspondencia de Mayans con los jesuitas hay un grupo de pa-
dres que se consideraban "amigos". Hay amigos de circunstancias, que fueron muchas y
diversas, provenientes de relaciones familiares (P. Jerónimo Julián), de origen político
(Pascual Agramunt), protectores (cardenal Cienfuegos). Pero también hay sinceros ami-
gos que merecen especial atención (Burriel, Juan Andrés) y émulos, especialmente va-
lencianos (Antonio Eximeno, Tomás Serrano). El amigo más sincero, y que merece espe-
cial atención fue el P. Andrés Marcos Burriel, por la autenticidad del afecto, la influencia
mutua en el campo de la cultura y por la generosidad con que actuaron durante los años
de correspondencia, que sólo finalizó con la prematura muerte del jesuita en 1762. El
lamento de Mayans a su muerte, en carta al P. Rávago, constituye un verdadero testimonio
de afecto sincero.
En resumen, el análisis relativamente minucioso de Mestre nos lleva a reflexionar
sobre las razones profundas que explican la evolución discrepante de las relaciones de
Mayans con la Compañía de Jesús. En primer lugar, una diferente sensibilidad religiosa.
Es un hecho sorprendente, pero que se manifiesta a lo largo de la vida del erudito. Desde
su catolicismo profundo, Mayans demuestra en plena juventud, y con cordiales relaciones
con los jesuitas, una evidente discrepancia con la práctica de los Ejercicios Espirituales.
Y años más tarde, en plena madurez, censura la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
En segundo lugar, diferencias eclesiásticas. Frente al centralismo papal, simboli-
zado en el cuarto voto de los jesuitas de obediencia al Papa, sorprende el episcopalismo
de Mayans, influido por la lectura de galicanos como Bossuet y Van Espen.
En Teología, don Gregorio siempre manifestó sus reservas contra la práctica ge-
neralizada de los teólogos, de enfrentarse en diversas escuelas, especialmente tomista
(dominicos) y antitomista (jesuitas), pero también agustiniana o escotista. Durante sus
estudios en Salamanca, mientras mantiene su idilio con los padres jesuitas, busca la rela-
ción con los agustinos calzados, enemigos de la Compañía. Y al final de su vida, al ana-
lizar la pugna entre tomistas y antitomistas, expresa con cierta ironía, y con dureza, su
visión de las escuelas teológicas que dominaban los planes de estudio de las Universida-
des españolas. En esa línea, podemos comprender su evolución hacia el pensamiento
agustiniano, y quizás hasta poder calificar su actitud de muy próxima al llamado janse-
nismo histórico.
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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
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Además de estas razones espirituales eclesiológicas, de teología o moral, ya he-


mos aludido a las razones personales y políticas, en su constante deseo de conseguir la
estabilidad económica, personal y de su familia. Esta serie de razones explican el cre-
ciente distanciamiento de Mayans respecto a la Compañía, como institución e instrumento
de poder. Pero es menester confesar que esa discrepancia no privó al erudito de una rela-
ción personal, muy digna y en muchos casos afectiva, con algunos jesuitas, hombres de
letras. Con ellos mantuvo cordial correspondencia aun en los momentos más difíciles. Es
menester confesar, desde el primer momento, que no fue una correspondencia sobre temas
de espiritualidad. Pero sí de asuntos culturales, y en algún caso de aspectos teológicos,
siempre dentro de la máxima corrección.
Mestre concluye preguntándose si, aparte de las circunstancias personales, el caso
de Mayan en sus relaciones con los padres de la Compañía es singular, o existieron otros
similares en el proceso de un afecto inicial a un desencuentro final. No nos atrevemos a
contestar a su pregunta, pero podemos afirmar que el presente libro de Mestre es una
magnífica síntesis de las complejas relaciones de don Gregorio, intelectual clave en la
Ilustración española, con la Compañía de Jesús, como institución, y con destacados miem-
bros de la misma, como Andrés Marcos Burriel o Juan Andrés. Al mismo tiempo le ahorra
al lector o investigador, interesado en el tema, el complicado trabajo de rebuscar en el
inmenso epistolario mayansiano.

141 Antonio Astorgano Aabajo. Antonio Mestre Sanchís (2019). Religiosidad … 135-141.
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Raquel Padilla Ramos (2018). Los partes fragmentados. Narrativas de la Guerra y la


deportación Yaquis. México: Secretaría de Cultura-Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 2018. ISBN: 978-607-539-198-4, 325 pp
Gilberto López Castillo*
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27677

Los partes fragmentados es la obra magna de la etnohistoriadora Raquel Padilla


Ramos. Es la suma de sus esfuerzos por tres décadas de investigación sobre la historia y
la cultura Yaquis en que logró sistematizar el corpus de saberes propios y ajenos sobre
los Yoemme. Desentrañar la obra desde el presente nos lleva a reconocer sus aportes y la
forma en que Raquel construyó su trabajo a lo largo de los años. Es posible identificar
una narrativa propia, es decir, se identifica a la Dra. Padilla tal como ella se expresaba en
la vida cotidiana, un perfil generoso compuesto lo mismo de un sólido corpus académico
que de la riqueza de los modismos sonorenses (al norte de México) y de las especificida-
des locales de la región de los ocho pueblos del río Yaqui.
Seguir el ritmo de su narrativa es, asimismo, jugar con el tiempo histórico, ella,
haciendo un recuento etnográfico, y propiamente, etnohistórico, que va del siglo XXI al
XVI, de ida y vuelta, con dominio cabal del tema, de la región, su historia y su historio-
grafía. De la lectura del texto encontramos que hay
un excelente reflejo del objeto de sus pesquisas sis-
temáticas tanto en Sonora misma, como en todos
aquellos lugares donde creyó y logró obtener infor-
mación sobre la dispersión de la llamada “Tribu Ya-
qui”.
Así, lo mismo se utiliza la información de los
archivos y repositorios documentales y hemerográ-
ficos que la llevaron en distintos momentos de Ari-
zona a Yucatán, o de la ciudad de México a Campe-
che, que la bibliografía especializada, las entrevistas
de campo esenciales para la recuperación de la me-
moria, o situaciones de la vida cotidiana que refieren
al objeto de investigación y que Raquel consideró
pertinente introducir al discurso de la obra.
La obra consta de tres partes, la primera de
las cuáles es “Historia(s), discurso y memoria”. El

*
Instituto Nacional de Antropología e Historia. E-mail: gilbertohistory@gmail.com

142 Gilberto López Castillo. Raquel Padilla Ramos (2018). Los partes fragmentados… 142-144.
IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019

capítulo primero es de carácter introductorio y teórico y se propone hacer un análisis de


los conceptos de la transmisión oral de la memoria y del odio de guerra. El capítulo se-
gundo en cambio no refiere al tema central de la obra, pero sin su lectura sería imposible
leer a plenitud el mensaje de la autora. En este capítulo Raquel habla de “Misiones utó-
picas, descontento y trascendencia” y en buena medida se encarga de la deconstrucción
del concepto de los Ocho Pueblos Yaquis. Es decir, suele hablarse de los ocho Pueblos
como una realidad que siempre existió, una realidad dada.
Sobre ello la autora explica que al principio no había tales ocho pueblos, sino que,
como registra Andrés Pérez de Ribas y han documentado autores como José Luis Mocte-
zuma Zamarrón, la unidad comunitaria primigenia era la “ranchería” en tanto que los 8
pueblos son el fruto del trabajo de congregaciones de los jesuitas realizado a medida que
se avanzaba el trabajo misionero y que fue consolidándose en la primera mitad del siglo
XVII, algo que nosotros también hemos trabajado hace una década. Además de ilustrarlo
cartográficamente, Raquel realiza el seguimiento del concepto y su permanencia como un
referente, a pesar de que en la actualidad existan más unidades de población: “En términos
sociales los Ocho Pueblos siguen más la trama de una red que el curso lineal de un río en
el que están ubicados, sin embargo, mirándolos con detenimiento, tienen sus diferencias,
derivadas de factores históricos y ecológicos” (p. 56).
Otro aspecto tratado en este capítulo es sin duda una relectura de la obra Los
Triumphos de nuestra Santa fee, del misionero de Andrés Pérez de Ribas. La explicación
del contexto histórico del jesuita lleva a Raquel a identificar aspectos de la obra religiosa
en el río Yaqui y sus habitantes que no necesariamente suele ser reconocido por la histo-
riografía y al parafrasear al jesuita pondera de forma sistemática, como son 1: Las 8
reducciones. 2. Los dones de Dios, la armonía y la tolerancia. 3. Las misiones con sus
cabeceras y visitas. 4. La salvaguarda de las imágenes y paramentos. 5. La organización
religiosa y política. Todos estos temas son desarrollados y explicados, no solo en el mo-
mento histórico de la época misionera, sino como explica el título del apartado en su
trascendencia en los siglos posteriores y por supuesto en los distintos momentos de crisis.
Raquel encuentra en Pérez de Ribas lo que otros autores no aceptan, es decir, hace un
balance de la presencia misionera y su importancia en los siglos posteriores a partir de
una fuente religiosa que suele ser vista con desdén, justamente por su carácter corpora-
tivo.
Como hemos dicho, el tiempo histórico es un elemento con el que juega la autora,
quien tras la caracterización del periodo misional expresa los cambios a que se vieron
sometidos los Ocho Pueblos tras la expulsión de los jesuitas, esto en la segunda parte de
la obra llamada “Territorio sagrado, guerra y deportación” conformado por dos capítulos
“El siglo de la desazón” y “Guerra y sierra, deportación y muerte”, que en conjunto se
desarrollan desde la etapa final de la época colonial hasta los años posrevolucionarios.
La misma Raquel expresó que los jesuitas estarían en contra de la presencia mi-
sionera en el marco de la sublevación de 1740 y que su expulsión en 1767 devino en una
mayor libertad de los habitantes de los 8 pueblos. Paradójicamente, la expulsión de los
misioneros significó, en palabras de la autora, que los yaquis fueron abandonados a su
suerte (p. 97), y que fueron sometidos a presiones antes no vistas por su territorio, algo
que no había sucedido durante la época jesuítica. Por otra parte la escasa presencia del
clero secular en las décadas posteriores significó que los yaquis conservaron a su modo
una fuerte tradición religiosa, mediante la participación e involucramiento directo de los
miembros de la comunidad, para la autora lo que existe desde el siglo XIX es una religión
muy Yaqui “lo cual es hoy un fuerte marcador de su identidad” (p. 96).

143 Gilberto López Castillo. Raquel Padilla Ramos (2018). Los partes fragmentados… 142-144.
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El siglo XIX es el de la guerra. Raquel no hace propiamente un recuento histórico


de los hechos, sino que los estudia en perspectiva. Nos explica cómo el telón de fondo de
los movimientos armados es el desplazamiento territorial de los Ocho Pueblos, a la vez
que analiza los distintos liderazgos de la época. Encuentra un tema en común, la partici-
pación de los líderes en la vida religiosa comunitaria, el gran respeto hacia ellos de la
colectividad, los valores ante los extraños y algo que adquiere relevancia actual: el pan-
teón de estos hombres relevantes en la historia Yaqui, que la autora resumió en su blog
de Facebook:
A propósito de Juan La Bandera, es relevante subrayar que los yaquis se han re-
ferido a sus grandes líderes como “Achai Yo´owe, binomio que podría traducirse
como “Padre Mayor” o “Padre Viejo”, lo cual nos refiere que estos hombres, más
que jefes militares eran líderes morales de los movimientos sociales. Ese mismo
apelativo se empleó para Tetabiate y Sibalaume, por ejemplo” (Irredentos Parias,
11 de marzo de 2014).
Los partes fragmentados nos lleva de la mano de la Dra. Padilla como a ella le
gustaba, paso a paso, explicando cada detalle como una profesora que con maestría trans-
mite el conocimiento de una forma didáctica y amena, sin perder nunca la fundamentación
de los argumentos ni la elocuencia de su narrativa. La parte final y clave de la obra es la
Tercera, titulada “Los Partes Orales”, compuesta de tres capítulos: “Deportación para la
leva”, “Palabra de mujer” y “Revolución y conflictos familiares”, constando además de
un epílogo: “Retiro cultural-pastoral en Pótam, Río Yaqui”.
En esta tercera parte de la obra Raquel desglosa y analiza los partes, es decir, los
informes, las versiones y las fuentes que permiten reconstruir la historia y la memoria de
la guerra del Yaqui y es con la que cierra el texto. El recuento de los testimonios de
mujeres y hombres yaquis de los Ocho Pueblos y de distintas generaciones, nos muestra
la crueldad de la guerra y de los tiempos de la deportación a otros puntos del país. Sin
duda una historia de México y de la humanidad que vale la pena conocer y con cuya
lectura es posible tener una mejor comprensión de la forma de actuar del pueblo yaqui,
de la coherencia de sus postulados y de sus mecanismos para la defensa a lo largo de los
siglos.
Tras el cobarde feminicidio de Raquel Padilla Ramos el 7 de noviembre de 2019
en la antigua misión jesuítica de Ures, Sonora, parte de sus cenizas fueron dispersadas en
la sierra del Bacatete, al lado de los líderes ancestrales de los Yaquis. Su obra y su legado
nos acompañarán por siempre.

144 Gilberto López Castillo. Raquel Padilla Ramos (2018). Los partes fragmentados… 142-144.
IN MEMORIAM
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julio-diciembre 2019

Bartomeu Melià Lliteres SJ


(Porreras, 7/12/1934 – Asunción, 6/12/2019)

Ninguno de los antiguos jesuitas que arribaron a la Provincia del Paraguay nació
en las Islas Baleares. Pasaron varios cientos de años para que llegara uno que, en otro
tiempo y circunstancias, vino con las mismas convicciones de aquellos misioneros.
Bartomeu Melià contaba con solo 22 años, cuando ya sacerdote, alcanzó Asunción
en 1954, luego de un largo viaje desde Barcelona, siempre por agua. Al mismo tiempo se
inició la dictadura paraguaya, y el jesuita, bajo el brazo del P. Antonio Guasch, comenzó
a estudiar la lengua y cultura guaraní, en la que en otro tiempo fue la estancia de Paraguarí,
que solventaba los gastos del desaparecido colegio jesuítico de Asunción.
Con una experiencia considerable, escribió su tesis doctoral, defendida en la Uni-
versidad de Estrasburgo (1969), aquella que vivió con pasión el cercano Mayo Francés.
Su investigación se tituló: “La creation d´un langage chretièndans les reductiones des
Guaraní du Paraguay”, luego actualizada y publicada con el título “La lengua Guaraní
en el Paraguay Colonial” (2003). Recuerdo haber encontrado, hace relativamente poco,
un elogioso comentario de aquella tesis del P. Guillermo Furlong y habérselo enviado al
P. Melià, quien no lo conocía; nos importa transcribirlo en esta ocasión.
BARTOMEU MELlA, SJ
La ereation d´un langage chretiéndans les reductions des Guarani du Paraguay
Strasbourg, 1969 231 y LII + 71 pp,
Se trata de una Tesis, presentada para obtener el doctorado en Ciencias Religiosas,
en la Universidad de Estrasburgo, y consta de dos partes: texto y bibliografía y
notas.
Aunque es la obra de un estudiante, ella difícilmente podrá ser superada por cate-
drático alguno, por más avezado que éste sea, así en el conocimiento de las posi-
bles fuentes éditas e inéditas, como en el estudio de las mismas.
Tema aparentemente sencillo, ya que podría creerse que se trataba de traducir el
catecismo de Astete o el de Ripalda al idioma Guaraní, pero la singular idiosin-
crasia de la mentalidad de estos indios de la familia tupí y la difícil naturaleza de
su idioma levantaron barreras a esta versión, a primera vista tan sencilla. Cae de
su peso que un estudio sobre el tema tan complicado sólo podía ser abordado por
un buen conocedor del idioma y tal es el caso de este jesuita español, residente,
desde hace años, en el Paraguay, y que no contento con hablar el Guaraní, ahora
en uso, ha estudiado la evolución de ese idioma, desde la época de la conquista.
Hasta se atreve a señalar los errores o confusionismos de Barco de Centenera (1,
5). Es ciertamente fino y agudo, y sobre todo bien fundado el análisis que hace el
autor de las tres palabras que los primeros misioneros emplearon para decir Dios:
Oberá, Paí y Tupá, y aunque ésta prevaleció, anota Melia, cuán complejo es el
valor semántico del mismo.

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Con inmensa y sorprendente erudición, aun de manuscritos inéditos, expone con


cuánto empeño trataron los jesuitas de captar los delicadísimos matices del idioma
de los guaraníes y cómo trataron después, con igual tesón, de reducirlo a “arte”,
como decían otrora, esto es, a la sistematización en todos sus aspectos, estable-
ciendo reglas para su más fácil aprendizaje. Como anota el autor, esta fue una
labor lenta y en ella participaron muchos y egregios conocedores del Guaraní.
Si en la exposición de su tesis no somos un crítico capacitado para apreciar, en
toda su extensión y profundidad, esta monografía, no es el caso en lo tocante al
volumen segundo referente a la bibliografía que consigna Melia y a sus eruditísi-
mas notas. Esas 52 páginas de bibliografía nada dejan que desear, ya que, en
cuanto hemos podido ver, no ha quedado publicación que no haya llegado a noticia
del autor y que no haya él podido ver y valorizar. Parecería que nada hay de pos-
tizo en esta publicación, antes cada aserto y cada nota de información ha sido
amplia y sabiamente analizada por el autor y su labor es tanto más digna de enco-
mio, por cuanto nadie, antes de él, había emprendido un estudio sobre tan pere-
grino tema.
Guillermo Furlong SJ1

El P. Melià regresó al Paraguay y se acercó al ya por entonces reconocido León


Cadogan, especialista de la cultura mbyá guaraní, pero sobre todo sensible a las persecu-
ciones y maltrato a los que eran sometidos. El joven jesuita siguió sus pasos, con quien
se convirtió en amigo y verdadero padre espiritual. Sumó por ese tiempo sus cátedras
universitarias, cargos académicos y dirección de prestigiosas publicaciones. Pero para mí,
no fue su labor más importante, sino por el contrario, se destacó en su compromiso con
el concepto de otredad, reconociendo como propia la identidad guaraní. De esa alteridad
y empatía que lo puso en un alto pedestal por la protección de una cultura y de un otro
más débil e indefenso, ante cinco siglos de hostigamiento y expolio de sus tierras. Com-
partió con ellos la vida cotidiana, reflexionando sobre esa cotidianeidad que le hizo decir:
“Qué les enseño?: nada. Ellos me enseñan”, rompiendo con la vanidad de ser superior
para reconciliarse en la dignidad humana. Hasta desconfiaba del advenimiento de la es-
cuela a sus territorios porque creía que, el no saber leer, los hacía más libres.
El momento de mayor tensión de su vida lo soportó cuando Melià, junto a Mark
Münzel, denunció y repudió la sistemática masacre y genocidio de los Aché-Guayakí.
Matanzas, robos, violaciones sexuales, venta de niños y mujeres como esclavos para ser-
vidumbre y desapariciones… siempre los desaparecidos! Todas estas tribulaciones acon-
tecieron en las décadas de los 60 y 70, durante la sangrienta dictadura de Stroessner2.
Aquella alta vos del jesuita, que recorrió todo el mundo, se la intentó callar y fue confi-
nado al exilio, amenazado a punta de pistola en su propia casa. Corría el año 1976, y
alguien recordó que al cruzar la frontera, miró sus zapatos, y al verlos con la tierra de
Paraguay, pensó “me llevo ese poco de polvo atesorado”.
Otra vez el exilio de un jesuita, al que no le hicieron inventario de sus bienes, pero
como aquellos de 1767, escribió sus memorias, relatos del ostracismo. Hoy inéditas, pero
que cierto día el P. Melià, en la presentación de un libro sobre aquel tema en Asunción,

1
Estudios (de la Academia del Plata), Nº 614, Buenos Aires, setiembre de 1970.
2
Ver “Los Aché del Paraguay: Discusión de un Genocidio” (2008), en: https://www.iwgia.org/images/pu-
blications//0295_ache.pdf

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se incorporó de sus silla, abrió un viejo y ajado cuaderno de notas: su diario, y leyó con
profunda emoción contagiosa, unos párrafos escritos desde su propio dolor, el que signi-
ficó para él ser expulsado y marginado de una sociedad altamente discriminadora.

El P. Bartomeu Melià, leyendo su propio “diario del exilio”, en la presentación del libro: “Relatos desde el
exilio. Memorias de los jesuitas expulsos de la antigua provincia del Paraguay”, junto a su autor Carlos
A. Page, y la editora Vidalia Sánchez (Museo del Barro, Asunción, 7 de diciembre de 2011).

Ya se ocuparán otros investigadores de dar cuenta de sus numerosos aportes cien-


tíficos, sus cargos y múltiples distinciones, pero nunca habrá que olvidar su sensibilidad
poética, en aquellas palabras, referidas a los guaraníes, escritas en 1972:
“Felices ustedes, los grandes, los serenos, los
profundos, los insobornables, los independien-
tes.
Felices ustedes, los analfabetos, los que no leen
siquiera el ABC, los que no fueron acorralados
por la civilización, ni marcados por las letras
del amo, ni domados en una escuela, los que
siempre han logrado pensar salvajemente y no
repiten de memoria como loros en coros, los ca-
tecismos del estado de sitio. Niño, rápido, no
pienses.
Felices ustedes, los sabios, los incontrolables,
los reacios a los programas, a las encuestas, a Código QR para escuchar texto citado
los registros, a las ideas universales estableci- en la voz del P. Meliá.
das; establecidas Dios sabe por quién y con qué
medios.

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Felices ustedes, los inmanejables analfabetos, los inservibles, los inútiles, la gran
pesadilla de los planificadores, el fracaso de los gobiernos, el escándalo de las
naciones en vías de asimilación.
Felices ustedes, quienes desconfían de la letra uniforme, y militarmente ordenada
en columnas, quienes quieren ver la cara del que dice la palabra, porque de us-
tedes es el reino de la palabra, el reino de la palabra dada y recibida, guardada,
como se guarda la semilla en la tierra madre, la palabra junto al fuego, lengua
de fuego en la mañana del mate, en la noche del velorio.
Felices ustedes, cuando les persiguen por decir la verdad, aquella verdad no
aprendida en ninguna escuela, aquella verdad no escrita en un libro, y nadie se
explica de dónde la sacaron ustedes.
Felices ustedes, los an-al-fa-betos porque de ustedes es el reino de la profecía,
siempre esperada, siempre temida, nunca cumplida, siempre asesinada, cuando
tiene exactamente 33 años”3.

Preferimos destacar hechos que él mismo nos relatara, como por ejemplo, cuando
fue a convivir con los indígenas, porque sentía la necesidad de conocer al guaraní y para
ello debía caminar en la selva con él, dormir en el suelo y aprender a tomar mate cuando
sale el sol. Por ello se fue a vivir con los Enawene-nawé del Mato Grosso y lo hizo por
un tiempo con su compatriota, el jesuita Vicente Cañas, infamemente asesinado por su
defensa a esta pequeña comunidad, por parte de los terratenientes que usurpaban sus tie-
rras.
Jesuitas diferentes, hombres diferentes, con una comprensión de la realidad since-
ramente diferente, signaron la vida de Pa`i Melià, al escoger la opción preferencial por
los indios, como una herramienta, no solo de libertad espiritual, sino de defensa de los
derechos humanos de los pueblos originarios y en esa especial utopía de alcanzar la “tierra
imposible”.
Celebremos su maravillosa vida, que ejemplifica una actitud que lo llevó a un
conocimiento intersubjetivo y que hoy al fin alcanzó al Kurahy en los brazos de Tupã…
el de todos. Hace tiempo me enseñó unas palabras (en guaraní) que uso habitualmente
para despedirme: Che´angaite guive… Pa`i Melià…

Carlos A. Page
CIECS-CONICET/UNC

3
“Ay del que enseña a leer al que no sabe”, extracto de un poema de Bartomeu Melià, en Diario Guaraní
de Diego Martinessi, en:
https://www.youtube.com/watch?v=jQqSnlx9AK8&feature=share&fbclid=IwAR0vE6rk9oFqCZ67NVN-
GEbs7IvLyLvdvaZRj3DNxH-J9BumBtUYEn2YQnr0&app=desktop

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Raquel Padilla Ramos, vocera de los sueños y luchas yaquis1


(Hermosillo, 19/9/1967 – Ures, 7/11/2019)

Algunas anécdotas
Conocí a Raquel en mayo de 1991. ¡Ambos coincidimos en la redacción del pe-
riódico Por Esto! en Mérida. Yo entregaba un artículo y ella, si recuerdo bien, apoyando
como redactora. El periodista e historiador Hernán Menéndez2 nos presentó en los pasi-
llos y luego en su oficina entablamos por primera vez, como en otras ocasiones, largas y
amenas charlas sobre historia, beisbol, política, pueblos originarios, religión y más. Ra-
quel conocía a detalle la historia de los Naranjeros de Hermosillo, equipo de su ciudad
natal. Apasionada del beisbol, era admiradora de Benjamín “Cananea” Reyes, a quien yo
detestaba porque dirigió a los Diablos Rojos del México a principios de los años 70,
cuando siempre apaleaban a los Leones de Yucatán en la Liga de Verano. Después de
platicar con Raquel más a fondo de la historia de vida de “Cananea” Reyes, debo recono-
cer que mi antipatía por él desapareció por completo.
Poco después de aquellos encuentros, Raquel presentó su tesis de licenciatura por
la Facultad de Antropología local. Pasado un año, con motivo de una reunión de historia
colonial en la ciudad de México, el colega Juan José Gracida Romo me comentó que
Raquel recién había ingresado como investigadora del INAH en Sonora. Era notoria la
satisfacción de Juan José pues, dijo, “Raquel tiene un buen trabajo sobre los yaquis en
Yucatán”.3 A partir de su ingreso al INAH, Raquel empezó a desplegarse con gran poten-
cial académico e intelectual. Su caminar pausado era parte de la agudeza de sus dichos
como historiadora. El dinamismo y originalidad de su actividad académica, entre otros
atributos como líder familiar, dieron cuenta de que enfrente teníamos a una mujer brillante
y lúcida.
Tiempo después compartimos espacio laboral y profesional con Raquel en el Cen-
tro INAH, algo que fue siempre ameno, provechoso y fructífero. Sus conocimientos en-
trecruzados de las historias de Sonora y Yucatán, dejaban siempre inevitable huella de
cómo entender dos mundos regionales distintos y complejos, injustos y canallas con sus
respectivos pueblos originarios. Ambos teníamos conocimiento de las oligarquías porfi-
ristas regionales, ella de Sonora, yo de Yucatán. Raquel entendió como pocos la mentali-
dad y acciones criminales de los poderosos de Sonora y Yucatán contra la nación yaqui,
con todo y que algunos los defendían por “su gran capacidad de trabajo”. Sobre los mo-
mentos que compartimos con Raquel como colega comprometida con la investigación,
defensa y protección del patrimonio histórico y antropológico, abundo en este texto ya
que muestran la claridad y amplitud de su compromiso social como de su pensamiento.

1
Una primera versión de este texto se presentó el 22 de noviembre del 2019 en El Palacio Cantón de la
ciudad de Mérida bajo el título “Gracias Raquel…”, como parte del homenaje que en su memoria organizó
el Centro INAH Yucatán.
2
Hernán Menéndez falleció el 2 de enero del 2002, fue amigo y colega de Raquel Padilla.
3
La tesis se convirtió en el libro Yucatán, fin del sueño Yaqui. El tráfico de los yaquis y el otro triunvirato
(1995), Ed. Gobierno del Estado de Sonora, cuya temática principal fue la deportación de los yaquis a las
haciendas henequeneras de Yucatán.

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Entre Sonora y Yucatán


Raquel llegó a estudiar la licenciatura en Historia a la Universidad Autónoma de
Yucatán debido a, si recuerdo con certeza, la petición familiar para no recalar a la siempre
intimidante capital de México, el ex DF. En Yucatán encontró su segunda patria. Todos
la adoptamos como compañera, colega y sobre todo amiga, si no es que para muchas y
muchos como hermana. Un segundo momento de contacto con ella fue precisamente
cuando recaló de nuevo a Yucatán para estudiar la maestría en etnohistoria. Fuimos en-
tonces vecinos de cubículo en la Sección de Historia. El investigador Enrique Montalvo,
con quien también tuvo gran amistad, le cedió sin dudar parte de su espacio laboral. En
ese momento Raquel ya descollaba
como conocedora de la diáspora de la
nación y etnia Yaqui, la pasión intelec-
tual de su vida y, como ella declaraba:
“Solo soy una vocera de los sueños y lu-
chas yaquis”. Hoy entendemos por que
vocera, pero también parte esencial de la
lucha contemporánea de uno de los pue-
blos prehispánicos de México más orgu-
llosos y celosos de su identidad y de-
fensa de su territorio e integridad origi-
naria.4
Para entonces Raquel ya se per-
filaba como especialista del conoci-
miento del drama histórico vivido hasta
la fecha por los pueblos originarios, en
particular la nación yaqui, víctima una y
otra vez de violencia, esquemas religio-
sos y leyes arbitrarias del poder político La Dra. Raquel Padilla Ramos en el Semi-
europeo colonial y luego del mexicano.5 nario de Historia y Antropología sobre ám-
bitos costerosos y marítimos. Museo Ar-
Sed de dominio y control occidental del queológico de Mazatlán, INAH, Sinaloa.
vasto territorio yaqui al sur de la sierra Diciembre de 2017.
de Bacatete son la constante en su lucha como nación. Un empeño tozudo de Raquel fue
por tanto documentar, entender y difundir a detalle todo lo concerniente a la defensa de
la etnia y nación prehispánica yaqui a la que se unió en cuerpo y mente, y transitó hasta
el día de su muerte como aliada orgánica e incondicional. Por eso sobre el maltrato a los
pueblos originarios compartimos y coincidimos, como también diferimos de forma res-
petuosa, en posturas críticas. No solo sobre la violencia histórica que les impuso el poder
político colonial y oligárquico liberal de México, sino en temas relativos al papel del
INAH, o quizá deba decir del rumbo del Estado mexicano bajo rectoría neoliberal, res-
pecto a demandar una actitud más firme en favor de los derechos de los pueblos origina-
rios.

4
La temática del regreso de la nación Yaqui a Sonora la abordó Raquel en el libro Progreso y Libertad.
Los Yaquis en la víspera de la repatriación (2006), Hermosillo, Ed. Programa Editorial de Sonora e Insti-
tuto Sonorense de Cultura. Con este texto Raquel dio seguimiento a la suerte de los Yaquis con el régimen
de Francisco y Madero.
5
Este aspecto lo trató Raquel en el libro Conflicto y armonía: etnias y poder civil, militar y religioso en
Sonora (2009), México, INAH.

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La tragedia del ABC y el Internado Cruz Gálvez


Raquel también sobresalió como activista social en otros momentos, como cuando
ocurrió la tragedia de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora. Tuvimos una charla larga
y cruda al respecto. Me reveló detalles espeluznantes. Comprendió a fondo el drama vi-
vido por padres y madres de casi media centena de niños fallecidos el año 2009, a quienes
apoyó sin reparo. No fue la primera ni la última vez que Raquel se involucró en una lucha
contra la corrupción y la injusticia de grupos fácticos y del poder, recibiendo por ello
amenazas diversas, por desde luego poderes cobardes y siniestros. Raquel, recuerdo, man-
tuvo ante esas intimidaciones, firmeza y templanza.
El año 2006, ante la amenaza y demagogia del gobierno estatal de Sonora de desa-
lojar el Internado Coronel J. Cruz Gálvez, recibimos en la oficina sindical de los profeso-
res del INAH, el llamado para participar de forma inmediata en su defensa. Desempeñaba
el cargo de Secretario General de nuestra entonces delegación sindical de investigadores.
La defensa del Internado no fue la lucha por defender un espacio nostálgico. Fue, como
bien caracterizó Raquel, una doble lucha. Representaba la protección simultánea de un
proyecto educativo popular y de un monumento histórico que marcó el antes y después
de la educación en México, sonorense en especial. Fue edificado entre las miserias que
legó el porfiriato y la esperanza que albergó la Revolución mexicana.
El primer objetivo fue frenar la avanzada más decidida del capital financiero local,
a través de actos del gobierno estatal, que deseaba destinar para otros fines las tres hectá-
reas con que contaba (y aún conserva) el internado como convertir el edificio en despacho
bancario o turístico. La agresión estatal buscaba dar en todo caso otro uso al conjunto
arquitectónico construido por el pueblo sonorense entre 1917 y 1919 cuya misión fue
proteger y educar a niños huérfanos de la Revolución. Explicaré de forma breve qué sig-
nificado tiene este internado en cuya defensa se involucró Raquel con el conocimiento y
la determinación que caracterizaba cada uno de sus pasos.
El IJCG fue inaugurado en 1919 para dar hogar e instrucción a niños huérfanos de
la Revolución. Fue idea de Plutarco Elías Calles quien encomendó a su amigo el coronel
J. Cruz Gálvez ejecutarla. En la construcción ayudó y participó el pueblo de Hermosillo
y de otros puntos cercanos. El Cruz Gálvez es un espléndido edificio con arquitectura
neo-clásica coronado con el triángulo del saber ilustrado, de cuyas aulas han egresado un
gobernador (Samuel Ocaña) y no pocos personajes destacados en la política, la educación,
la economía y la cultura sonorense.6 Su edificación se realizó cuando Hermosillo era pe-
queño. Al correr el siglo XX y XXI quedó rodeado de modernidad capitalista y de arqui-
tectura funcionalista, influyendo en la valoración social y uso del edificio educativo. Las
diez hectáreas con las que fue dotado de forma original, los subsecuentes gobiernos de la
revolución mexicana las fueron engullendo en favor de intereses diversos. Devoraron
hasta donde recuerdo el 70% de su extensión original. Y añejos terrenos ejidales que sir-
vieron para cultivos de los niños del Internado, se transformaron en calles, viviendas pri-
vadas, negocios y oficinas.
Un incendio propiciado a inicios del año 2006 en el pabellón dormitorio de niñas
prendió la alarma de la sociedad, a nuestros compañeros del CINAH-Sonora y a egresados
activos del internado como el mismo Dr. Ocaña. Nuestra tarea consistió entonces en des-
plegar una estrategia de defensa. Parte central de la articulación recayó en nuestros com-
pañeros investigadores y arquitectos del CINAH-Sonora, con apoyo de compañeros de

6
El Dr. Ocaña es autor de un breve pero riguroso y sustancial ensayo sobre la historia del Internado.

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Sinaloa. La sociedad sonorense identificada con el valor histórico, político y simbólico


del internado fue el baluarte primordial de la disputa.
Raquel destacó en las acciones. Entrevistas conjuntas a medios diversos, publica-
ciones, entre otras actividades, se desplegaron a lo largo de varios días y semanas. Los
grupos fácticos involucrados en las acciones criminales contra los niños y niñas del inter-
nado tuvieron que replegarse; se les obligó a asumir compromisos políticos y económicos
con, en ese entonces, los notoriamente descuidados edificio y terreno, del centro educa-
tivo ejemplar de Sonora. Hasta la fecha recibe donaciones para más de 200 niños, casi
todos procedentes de hogares marcados por carencias, desintegración de sus familias nu-
cleares, como por razones más complejas ligadas a la migración por falta de oportunida-
des de trabajo.
Hoy día los videos sobre el Internado Cruz Gálvez no reflejan las condiciones de
abandono en que se encontraba el edificio en 2006. El poder entendió el mensaje enviado
desde la sociedad, con Raquel articulando parte relevante de la defensa. Por eso diez años
después, en abril de 2017, regresamos a Hermosillo para participar en el centenario del
inicio de su construcción a la vez que conmemorar la década de apoyar con firmeza la
integridad y misión de ese centro educativo. Papel central de esta actividad la cumplió
desde luego una vez más Raquel, como vínculo del movimiento social y de la memoria
histórica regional, actuado en conjunto por sociedad sonorense y trabajadores del INAH.

Una coincidencia más


En el programa Tiempos, un momento con la historia del 6 de noviembre de 2015
Raquel participó con su tema de vida La deportación de los Yaquis a Yucatán, la diáspora
que una y otra vez subrayó “más y de mayor forma marcó a toda la nación yaqui”.7 Hubo
un momento, destacó Raquel, que habían más yaquis en Yucatán que en su territorio de
origen. Los yaquis llegaron a toda la península prácticamente como esclavos endeudados,
en particular a las haciendas de henequén yucatecas. Todos tenían claro que debían re-
gresar a su territorio. Muchos lo lograron, otros se integraron con todo y genes con sus
hermanos mayas prehispánicos. Raquel nos enseñó a leer esos genes a través de fotos de
rostros yaquis, de yaquis hablando maya. Después de ser presentada como autoridad en
el tema, Raquel corrigió de forma amable y correcta a su entrevistador, el historiador
Rangel Palafox, señalando que en el tema ella solo era una amanuense de la nación yaqui
y que ellos son quienes saben, conocen y entienden mejor su propia dinámica histórica,
política y cultural.
En el programa Raquel hizo una propuesta ante un hecho que, por entonces, se
movía mucho en el país: la posible repatriación de los restos de Porfirio Díaz. Esta, era
una situación derivada del hecho de que los descendientes de Díaz acumulaban deudas de
pago de los derechos del cementerio parisino y se vence en 2020 el contrato de resguardo
de los restos del dictador oaxaqueño. Con la tranquilidad que la caracterizaba, pero sin
que sus palabras ocultaran su firmeza, Raquel propuso que antes de proceder a una acción
de reivindicación del dictador Díaz (que parece ya no será), si no era más oportuno “im-

7
Fui invitado por Raquel a presentar el año 2012 su libro Los irredentos parias. Los yaquis, Madero y Pino
Suárez en las elecciones de Yucatán, 1911 (2011), México, INAH. En la obra Raquel abundó más en otras
expresiones por las que pasó el pueblo en el exilio, los pactos a los que fueron sometidos por facciones
políticas en pugna en Yucatán así como la mirada desconfiada que algunos sectores de la sociedad yucateca
tenían de los yaquis que permanecían en la entidad.

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pulsar o crear una Comisión de la Verdad sobre los pueblos prehispánicos”. Cuando me-
nos argumentó para que el poder político mexicano “pida perdón a todos los pueblos
prehispánicos, incluidos desde luego los yaquis”.
Raquel mantuvo una postura muy avanzada, tal como se ve en el caso de su com-
promiso con el patrimonio histórico como en el reconocimiento de derechos ancestrales
de los pueblos originarios. La revisión que he dado a sus obras, sus entrevistas, sus parti-
cipaciones así como las opiniones que compartimos en reuniones diversas, me dejan claro
que estábamos frente a una compañera que marcaba e indicaba como pocos el rumbo
político y nivel de compromiso que debemos tomar ante los cambios que se avecinan. Ser
voceros o amanuenses de los pueblos originarios, tal como ella vivió y sintió, implicaba
adoptar una postura clara en favor de sus derechos históricos, vilipendiados cuando no
cancelados a través de incomprensión, odio, despojo e incluso exterminio. Como ella do-
cumentó sobre los yaquis.
Fue una intelectual orgánica, diría Gramsci, con capacidad para entender y saber
integrar pasado, presente y futuro con la lucha cotidiana y los derechos sociales y políticos
de la población infantil huérfana o sin recursos; de paso, del patrimonio histórico y, en su
caso particular, por la lucha y defensa del pueblo yaqui. Raquel era una historiadora mi-
litante de la cultura y del patrimonio. Su muerte nos impactó y nos hizo llorar a muchos.
Su vida y obra nos debe dejar contentos pues es el ejemplo de un pensamiento y una
actitud decidida por entender, luchar y respetar a los pueblos originarios.

Iván Franco
Instituto Nacional de Antropología e Historia – Centro Yucatán (México)

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