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CAPITULO 3 CONSTRUCCION SOCIAL Y PRACTICA TERAPEUTICA niel Si debiera elegir un deseo, no serfa ni la rique: poder, sino el sentida apasionaclo del devenir [...] todo lo que arrebata, chisporrotea, perfuma, estimula, como po- sibilidad! SOREN KIERKEGAARD A principios de este nuevo siglo, asistimos a una convergencia paulatina, aunque cada vez mas marcada, de las diversas concepciones del proceso terapéutico. En el-corazén-de esta convergencia se halla la actividad humana_centrada_en la_creacién de sentido. El sentido de- sempefia un papel no sdlo principal en Ia relacién terapéutica, sino también determinante ‘en el proceso de cambio. Este importante mo- vimiento contemporineo se ha preparado en campos muy diversos, y de manera especial en las_psic« nomenolégica y her- menéutica_ que desde hace ya tiempo vienen insistiendo en la impor tancia del sentido individual en el proceso terapéutico. La obra pionera “de George Kelly 0955) y los didlogos_posteriores, del constructivismo (Neimeyer y Mahoney, 1995) han situado la interpretaci6n individuat enelceniro de Ja relacion terapéutica, En los circulos del psicoanilisi Ia teoria de la relacion objetal ha puesto de relieve la interdependencia del sentido en las relaciones familiares y entre el terapeuta y su cliente (Ashbach y Schermer, 1987; Mitchell, 1993). Los trabajos de la escuela de Palo Alto, publicados en la obra de Watzlawick, Beavin y Jackson, Logica de la comunicactén, han reforzado esta vision de la interde- pendencia del sentido en las familias; los terapeutas sistémicos de Mi- por esta via y han olrecido una serie de lan se han adentrado atin ma, practicas a la vez nuevas ¢ inquictantes. Consecutivamente a estos primeros didlogos sobre el sentido y las interacciones, la comunidad de terapeutas se ha ido abriendo de forma paulatina a esta espiral ascendente de intereambio critico y construc- cionista que se producia en el interior de la gran comunidad intelec- tual. Desde entonces hemos asistido a un corrimiento persistente, aun- 88 conisrrume LA REALIDAD / que irregular, de J&oncepcién habitual del sentido: del concepto tra~ dicional de la ménté en el interior del individuo se ha ido pasando a la creacion del sentido a través de las relaciones; de la construcci6n men- sado A1a Coit Sstrucci6n social.’ Para algunos, este corrimien- to es sutil y los a fustes q| que se producen minimos; en su forma mas ra- dical, sin embargo, esta transformacién no hace mas que invertir todos los fundamentos del pensamiento y de la practica de la terapia. Este movimiento ha suscitado, sin duda, un gran antagonismo (véanse Held, 1996; Lannamann, 1998; Mancuso, 1996; Sass, 1992). Al mismo tiempo, se han planteado preguntas de orden mis constructivo como, por ejemplo, ;cudl es, de haberlo, el hilo rojo que une estos diversos movimientos?, (las diferencias son importantes?, ;de qué modo este deslizamiento hacia el construccionismo rompe con las tradiciones te- rapéuticas existentes?, ;de qué modo las enriquece?, ¢debemos creer 0 confiar en un solo modelo de tratamiento?, ¢c6mo conciliar estas orien- 1. Con frecuencia se pide que se explique la diferencia esencial que existe entre el construccionismo social y el constructivismo. No cabe dar una respuesta definitiva, porque se ata de términos que se utilizan en contextos muy diferentes, con sentidos distintos y a veces también intercambiables. No hay una agencia central del lenguaje que regule el uso del sentido. No obstante, existe una diferencia fundamental que se desprende de la mayoria de estos debates, y resulta titil explicarla. Para numerosos in- vestigadores y terapeutas practicos, el construccionismo hunde sus raices en la psico- logia individualista cuyos padres fundadores fueron Piaget y Kelly. Segiin este punto de vista, el individuo construye e] mund6, y el lugar de esta construccion se sittia en la mente individual. El construccionismo radical, elaborado por Ernst von Glaserfeld (1996), representa Ia extensién légica de este punto de vista, Fl construccionismo social contemporineo, en ‘cambio, se interesa sobre todo por la construcci6n del mundo me- diante el lenguaje, lo cual significa que el lugar principal de ka construcci en el interior de las personas, sino entre & no reside jas, Autores como Wittgenstein, Bajtin, De> ortancia. La obra presente deriva de rencias entre el constructivismo y s de diferentes mani trucein social, tal como ha sido expuesta por Berger y Luckmann (1966), tat la fenomenologia (en el interior de la mente) y ka mactosociologia (Li realidad exterior), Numerosos constructivistas tradicionales son actualmente sensibles ka ma- nera de razonar del construccionismo y considcran el lenguaje fuente del pen- samiento, 0 de la construcci de psicologia constructivista Journal of Constructivist Psychology). Asimismo, muchos construccio- nistas, entre los cuales me cucnto, partiendo de Vygotsky redefinen cl pensamiento como el uso interno del lenguaje. rida, Latour y Foucault adquicrén aqui toc: esta esta forma de const nee No oon inte, las dif La cons- tba de in- CONSTRUCCION SOCIAL Y PRACTICA TERAPEUTICA 89 taciones con la tendencia habitual centrada en el diagnéstico y la poli- tica de salud mental?, ;qué se ha perdido con esta transformacién, y qué se ha conseguido? A partir de esta masa de autorreflexiones y de turbulencias voy a tratar de extraer algunas de las afirmaciones centrales que emanan de los didlogos incipientes sobre el construccionismo, afinarlas compa- randolas para ello con las tradiciones existentes, y luego trataré algu- nos problemas esenciales que plantean a fin de clarificar una serie de afirmaciones relacionadas con ellas que los terapeutas suscriben hoy en grados diversos. El deseo de generar un nuevo modelo de terapia 0 una formulacién canénica de la sterapia posmoderna» equivaldria a fi- jar objetivos que son incompatibles con los didlogos construccionistas. Se trata mas bien de esperar que él debate que se realiza contribuya a una conversacién generativa, a madurar las sensibilidades y a hacer que surjan nuevas practicas. Este ultimo punto sera tratado con mas de- talle en la Ultima parte de este capitulo. Ante todo expondré un medio heuristico de enriquecer la practica terapéutica. Construcci6n social y orientacién del terapeuta Para empezar, examinaré ificaciones del razonamiento que se desprenden de una concepcién de la terapia. como proceso re- _lacional, Aunque estas nociones hayan encontrado miiltiples aplicacio> — nes practicas, mi atencién aqui no se centraré en las técnicas especifi- cas, sino en las relaciones que suscitan en el terapeuta, {De qué manera estos nuevos puntos de vista afectan al modo que tenemos de consice- rar nuestras opciones en terapia? DE LOS FUNDAMENTOS A LA FLEXIBILIDAD. Las orientaciones tradicionales de Ja terapia han surgido de lo que tradicionalmente se consideran los fundamentos racionales del saber. Estos fundamentos forman parte de lo que se define Con ngidez como una concepcién empirica del saber. A medida que las Ciencias SOCTaTeS sé han aduefiado de esta tradicién, muchos profesionales han llegado 90 CON RUIR-LA REALIDAD afirmar que las teorias del compo: en la observacién. A tr llegaris miento humano debian basarse avés de la observacin continua y rigurosa, se a un conocimiento verdadero y objetivo del comportamiento normal o anormal. Ademas, desde este punto de vista, el hecho de pro- seguir la investigacién nos revelari cual, de entre las multiples pricti- cas terapéuticas, es la mas eficaz, para el tratamiento de las diversas for- mas de anormalidad. Existen numerosas maneras de conocer la verdad de las personas, las disfuncionalidades y los tratamientos, pero s6lo la investigacion empirica permitixa —al menos asi se sucle afirmar en ge- neral— escoger para asi reducir su mimero y al final posibilitar even- tualmente la eleccién de una de ella “Para el constnuccionista social, las tearfas sobre la accién humana ni se desarrollan ni se derivan de la observacién, sino que nacen de los i= tentos colectives que hacemos para interpretar el mundo. En este senti- do, Tas Convenciones qué rigen la inteligibilidad y son compartidas en un circulo profesional determinan la manera de interpretar el mundo que se observa: un terapeuta psicoanalista pondré en evidencia 1os-de- ‘Sc0s reprimidos del cliente, en tanto que un cognitivista atribuird los problemas de un individuo a sus procesos de informacién y un tera- peuta de familia sera sensible a la realidad de los esquemas de comuni- cacién en la familia. Sino existe ningtin medio empitico para comparar estas tcorias es porque sirven para construir el mundo segun sus pro>—~ pias definiciones. Cada stest» edificarfa inevitablemente el campo de las definiciones importantes en sus propios términos. La investigacion der resultado se coteja con el problema mismo; un resultado positive un determinado punto de vista (como, por ejemplo, |: sintoma, Ja expresion del bienestar) tendra valor de re} vacién del problema segrin otro, Aun el suici “segtin el punto de vista que se adopte, como un I construccionismo. al apoyarse ¢ ; cita_a_abandonar la _investigaci6n de los Mentos, a_renunciar a Una vision nica del saber y del funcionamicnto humano que superar 2 todas las demas, Los diilogos construccionistas nos invitan a aban- donar Ja antigua competicién entre las diferentes escuclas de terapia y_ y Tas concepciones rigidas del diagndstico, asi como los «modelos mej Tes: de terapia y la comparacion de los resultados que las caracterizany Si empezamos a considerar las diversas escuelas de terapia como co- gan reduccion del resion © de agnt- 0 Se_puede consierar, esultado positive.) ade razonamiento,in- PAPPAAAPPOTPTPPTRRAR RAR RARRARSG CONSTRUCCION SOCIAL Y PRACTICA TERAPEUTICA o1 munidades de si ~ ntido, veremos que caca escuela posee un importan- te potencial de wansformacion. Cada una de ellas se abre a una deter Minada manera-de-vivis tal como To alimma de manera destacada Lynn Hoffman 990). Para esta autora las teorias se asemejan a un par de gafas que nos hacen tomar conciencia dela que hemos percibido como inmutable y etene;-constituide dena determinada manera visto quiz4 de otra. No nos damos cuenta de que un “hecho” es sélo una “opini6n” antes de vernos afectados por el descubrimiento de otf~ “hecho”, ¢ convincente y exactamente contrario al primero. Los dos he- chos se presentan entonces en un marco mas amplio que nos permite alternar 0 escoger. Al abandonar cualquier certeza moral y cientifica, nuestra construcci6n social extiende el campo de las elecciones posi- bles.’ El mismo toque de atencién se percibe en la obra de Cecchin._ Lane y Ray (1992): «Al depositar una fe excesiva en una sola opinisn, en una sola historia, corremos el riesgo de crear una realidad terapéu- tica inflexible y empobrecida, [por ello] nos planteamos la cuesti6n de cémo podemos prepararnos para ser desleales con una historia, en el preciso momento en que deja de ser Util. La principal consecuencia de esta forma de pensar la terapia esti cla- ra: se invita al terapeuta a que saque partido de todo el campo terapéuti- co y utilice todo cuanto pueda servirle directamente en el contexto inme- diato. En este sentido, no existe un «modelo construccionista: de la — Terapia. El hecho de formular un método, de canonizar los principios “equivaldria a congelar el sentido cultural, seria sobrentender que los pro- cesos efectivos que forjan la significacin en el presente seguirian siendo los mismos a través del tiempo, las circunstancias y el contexto de la in- terpretaci6n. Todo nos permite afirmar que la critica dirigida habitual- mente contra la comunidad terapéutica, segtin la cual los cambios cons- tantes en los ambitos de la teoria y de la prictica revelan un estado de confusién y una falta real de conocimiento, carece de pertinencia. La go fuerza de la comunidad terapéutica reside en suriqueza de comprénsion y cn su capacidad para redefinir continuamente su manera de comprende Tas implicaciones de este punto de vista, sin embargo, van mas alla de una simple defensa del eclecticismo tedrico y practico. En la tadi- 2. Véase también Hoflman (2002) cuando elabora y habla de e: en su his- toria de la terapia familiar. 92 CONSTRUIR L.A REALIDAD de cién empirista, la descripcin profesional de los problems gen- tes ha sido preferida a la de la cultura usual. Contr jamente a 108 jui- Gios culturales corrientes que se consideran viciados, confusos ¢ irra cionales, el discurso de la profesi6n terapéutica ofrece una descripcion struccionista, no_hay_criterio teligible y precisa, todas las formas de~ juicio son Construcciones que forman parte de la cult Ina terapia, si es eficaz, puede —y normalmente requier hacer uso de mee formas de discurso, incluidas las de la cultura en su_conjunto. i nifica que la practica teraput tica abre la puerta a toda Ja gama denn ge mas inteligible y mas precisa. que defina la «descripcién m neros culturales, a todas las formas existentes del discurso terapéutico: Senpo.d ‘significados de que disponemos. Quienes desean, por ejeni= plo, incluir el discurso mental en el proceso terapéutico también son bien recibidos (véanse, por ejemplo, Butler, Gardner y Bird, 1998; Grif- fith y Griffith, 1992; Richards y Bergin, 1997). En una gran franja de la poblacién, este tipo de discurso deja una poderosa huella; desdefar su importancia es propio de la 1 la miopia terapéutica. El terapeuta consuma- do no deberia tener miedo a utilizar el discurso rovelesco, el del New > ‘Age, del marxismo, del budismo zen y otros. Un terapeuta que sigueel modo construccionista se puede sentir igual de bien hablando el Ten- guaje de la calle, de los vestuarios 0 de las salas de baile que dominan= do los matices del anilisis lacankino. Todo nuevo juicio, toda nucva comprensi6n enriquece Ja diversidad y la movilidad del instante relaz cional. De todo ello, sin embargo, no se concluye neces: riamente que las teorias desarrolladas por los profesionales carezcan de valor. Estas teo- rias son particularmente interesantes porque pueden ofrecernos alter- nativas que no son identificadas con facilidad en la cultura en general, Constituyen innovaciones en extremo importantes para hacer la accion humana inteligible. Al separarse del sentido comtin, pueden poner se- * El enfoque rogeriano propone tres metas; 1) la-tesonanei consideraci6n_posi = considera ku persona del cliente, y In. congruencia interna del terapeuta con sus i ma ite liens 3) apia. (V del ny dos SO CONSTRUCCION SOCIAL ¥ PRACTICA TERAPLUTICA 93 riamente en duda el statu quo, sacudir la jaula dorad \ la de lo convencio- nal u ofrecer insospechadas posibi _guajes que se utilizan en la pr Nidades de accién. Ademis. los en. paricipen en delibomcioncs Gon in | ys lerapeutas _Partteipen_en Cebiberaciones comunes, conversen_enire side manera. Usignificativa y coordinen mejor sus esfuerzos, Un discurso asi permite que la comunidad reflexione,de manera critica sobre los juicios y com- prensiones que comparte en la cultura, una reflexién que por lo demas es imposible de realizar en el seno de estos razonamientos. este sentido, las criticas de la cultura que elaboraron Erich Fromm, Karen Horney y Herbert Marcuse son buenos ejemplos. Asimismo, abandonar los fundamentos no quiere decir que sea preciso poner fin a la investigacién de los resultados en terapia: Todo resultado, tanto si tiene que ver con la reduccién del consumo de alco- hol, la violencia doméstica, la depresi6n, la creaci6n de un sentido de crecimiento personal o la toma de conciencia de los arquetipos, refleja una tradicién, una manera de vivir, unos valores tradicionales. No se trata de abandonar las experiencias de Ia tradici6n, al contrario, ™mas- adecuado extender el repertorio de las observaciones validas que se Toman en consideracion en todo resultado (ampliar el campo de lo que %s admisible, por ejemplo, como resultado positivo'o negativo), y d instaurar didlogos en los cuales se puedan examinar y discutir los valo- res opuestos y los resultados. Cuando tenemos en cuenta multiples cri- tetios de -bienestar», no nos Gontentamos con extender el: campo de to- que consideramos como plenamente funcional, sino que generamos asimismo una imagen mds diferenciada y mis reflexionada de aquello que representa «una persona sana», cuando y para quién. DEI, ESENGIALISMO.A LA GONGHENCIA DE LA CONSTRUCCION Tal como sugerimos, la tradici6n terapéutica moderna esti marcada con el sello de la verdad, En consecuencia, la terapia se dedica especifi- camente a localizar «cl verdadero problema., «la caus de las dificult: des», Jas fuerzas que actans, das estructumis que detenminan., etc como a evaluar los diversos efectos de las practicas terapéuticas. Para el construccionista, todo problema, toda causa, todo poder, toda es- tructura sdlo adquiere un estatuto propio a partir de interpretaciones 94 CONSTRUIR LA REALIDAD amente compartidas, Esto no significa que »no exista nackw o que sno podamos conocer nunca Ia realidad» —seria tergiversar el cons- tuccionismo—, sino que, cuando tratdmos de _describir lo que existe, nou situarlo en el lenguaje, entramos en el mundo de los significaclos que Son genemdos socialmente. Resulta mas util decir que el construccio- mismo acttia contra la tendencia a esencializar el je-atratartas- palabras como si fueran_imigencs, mapas o réplicas de esencias que _ _existen_independientemente cle nosotros, que _interpretamos nuestra, aT hecho, el construccionismo sirve para recor- CERAGT COnstantemente Ja (emula tan quecida por Gregory Bateson: ET mapa no es el territorio». Ciertamente, la propension de los terapeutas a demostrar que los relatos de los clientes no guardan relaci6n con el territorio es una cons- tante de la profesién desde los tiempos de Freud y su descubrimiento de la represién. Desde entonces, los terapeutas se dedican a apuntar la incapacidad contingente que sus clientes tienen a la hora de evaluar el «mundo reab, Pero, hasta fecha reciente, | i s escuelas de terapia_ han supuestota_existencia del territorio de lo «verdadero» y han considerado que las palabras funcionaban como agentes que cartogra- Fan ese territorio. Términos como «desarreglo», «distorsién, «trastorno “dela percepcidm, «pérdida de identidad: s6lo son comprensibles en virtud de esta afirmaci6n. En cambio, el construccionismo nos invita a conside: éminos énun rizontal y no vertical, es decir, como los indicadores de una de ks formas de construir el mundo (una ent’e_otras muchas) y no como la tinica via posible o superior a las de- mas. Acusar a alguien de equivocarse es de entrada decir que no com- “Parte nuestras convenciones de interpretacin. El primer paso en este plano horizontal ha sido dado por la primera escuela de terapia de Mi- lan, con Ia practica del cuestionario circular. Esta forma de cuestionario no tiene por objeto explorar «qué sucedes en la familia, sino generar in- formaciones que pueden llevar a una diferencia_en los juicios y com- Iry otros, 1980). Una pregunta circular como De cual de sus dos hijos, Valeria 0 Juan, dirfa que su esposa se siente mas cerca?» no tiene la fun- cién de desvelar la verdad sobre Ja estructura familiar, sino més bien hacer que surjan ideas susceptibles de poner en duda la ldgica de la forma en la cual Ja familia define el problema. Un intento similar de CONSTRUCCION SOCIAL Y PRACTICA TERAPEUTICA 95 sustituir el esencialismo por la conciencia de la construccién es pues- ta de relieve en Ja terapia breve, y de un modo mas concreto en Tas obras de De Shazer (Berg y De Shazer, 1993; De Shazer, 1994). Tal como proponen Berg y De Shazer (1993), los significados que apare- cen en la conversaci6n terapéutica surgen mas bien de un proceso de negociacién que del desarrollo de la comprensi6n o incluso de Ta reve Jacién de qué sucede “en realidad’. (pag, 7). La idea segtin la cual la te- Tapia es un Proyecto para construir un. mundo es hoy en dia amplia- mente compartida. ~~~ Este hincapié ei las realidades construidas debe ir acompafado de una advertencia. El Construccionismo reconoce la importancia de la verdad contextual. En toda comunidad existe una tendencia a esencia- lizar los discards que son compartidos, a tratar el lenguaje como «un mapa del mundo real, y esta tendencia reviste una importancia pri- mordial cuando se trata de defender tradiciones comunitarias. Pode- mos llamar a nifios de corta edad Diana y David y, aunque estos nom- bres sean arbitrarios, estos actos esencialistas son necesarios para mantener una clasificacién social de la familia, de la escuela, de la amistad, etc. (por ejemplo, es cierto que Diana es mi hija» y que “David va a la escuela»). En el mismo orden de ideas, si bien do que existe» no requiere el lenguaje de Ja biologia para existir, en cambio ponerse de acuerdo sobre la manera de utilizar el lenguaje de’los genes y de los cromosomas en la profesién resulta esencial para lo que denominamos la «fertilizacién in vitro» o la «prueba del ADN:. ivale a decir que la toma de conciencia de la construccién no significa gue los terapeutas deban necesariamente deconstruir las _tealidades de los clientes, Una terapia_eficaz no requiere una crisis on- tolégica y dejar sin duda intactas la mayorfa cle las opiniones del clien- te_Tal como subraya Harlene Anderson (1997): «Mi papel de terapeuta consiste_en participar con el cliente en la historia “de Jos acontecimien- tos_y las experiencias de su vida _contadas_en_primera_persona» (pig. 114). Tom Andersen (1991) escribe asimismo: «Cuando las perso- nas se enfrentan a lo que es habitual, tienden a seguir siendo las mismas. Cuando lo nuevo que encuentran es muy (demasiado) inhabitival, se en- simisman- (pig. 19). El mayor valor de la toma de conciencia de la construcci6n es que invita a limitar la realidad admitida o esencializada en los momentos en que ésta resulta dolorosa o problemitica. Si el os CONSTRUTC LA HALIDAD DE LA NEUTRALIDAD A LA IMPORTANCIA DI LOS VALOIS Si nos atenemc 11a opinion empirista, li tenpia no es ch espacio defender una politica, uns pa ideologia o una Clea, HE buen terapenta, como todo buen medico, debe observar con atenclon y pensar juicios mente in preocuparse por sus propios juicios de valor, Este postulade de neutralidad ha sido crit lo desde hace mucho Giempo. Las obras de Szasz. (1970), Laing (1967) y los participantes en el movimiento de fa psi cologia critica han demostrado de qué modo los terapeutas bien inten cionados pueden contribuir a lt opresién, Estimulados por ka critica que Michel Foucault elabor6 sobre los efectos «li terapéutica (1975), algunos analistas actuales han mostraco el modo en que diversas categorias de terapia y de diagndsticos alimentan el sexis mo, el racismo, la homofobia, el individualismo, la opresi6n de clase y otros desequilibrios. Desde el punto de vista construccionista, incluso una posicién de no compromiso 0 de «ncutralidads tiene consecuencias ticas y politicas (MacKinnon y Miller, 1987; Taggart, 1985). El trabajo te rapéutico, tanto si atento como si no, tanto si ¢! es indefectiblemente una forn accién que iplinaric de la prictica beneficioso como si no, ctivismo social © politico: cualquier e realiza en una sociedad forja de ese modo su futuro, de Numerosos terapeutas, conscientes de a relaci6n que existe entre Jas construcciones terapéuticas y los valores sociales, han comenzado a_explorar jas implicaciones que puede tener und terapia que esti Com- amente, En lugar de evitar las consideracioncs: ‘cerca de los valores, ponen de relieve los objetivos sociopol s de terapia & mente vinculados a poner en duda cl orden dominante (véase, por cjemplo, White y Epston, 1990), a alirmar intenciones feministas, ho- allistas arrollo de model hemos sido testigos del des mosexuales, soc como otros fines politicos, Las terapeutas fe- ministas, por ejemplo, a menudo se centrtn en kt opresién de ka mujer como un tema terapéutico fundamental o deconstruyen las distincio- nes de género para que sus clientes se abran a otras posibles (Shein- berg, 1991). A Ia vista de la creciente influencia que ejercen estas for- mas de identificacion politica, h wones imis que suficientes: que,-en_cl futuro, todas estas prichicas : creer lesarrollaran, — Si bien el construccionismo_inciti este tipo tovimientos, pro (ponc—asimismo-una-feflexioncaitica, Actualmente nos entre CONSTRUCCION SocrAL ¥ PRACTICA TRRAPLUTIC 99 una inquictante fragmentacion latente, al desarrollo de multiptes uni- dades terapéuticas en las cuales cada una, al arrogarse un alto valor moral, se aisla y trata de alcanzar los objetivos politicos que se ha fija- do. Esta situacién es contraria a toda conversacion Util y sumerge el mundo de Ja terapia en el antagonistno de todos contra todos. Estoy convencido de que las implicaciones inherentes a los didlogos cons- truccionistas pueden conducirnos a conclusiones més positivas. Con _la_premisa constauccionista.segtin la cual cualquier afirmacién ética_o politica, cualquier justificaci6n_ltima_carece de fundamento, _comenzamos a_ascptar esta alternativa. Seamos claros, vivir en una tra- dicién quiere decir favorecer ciertos valores o un determinado modo de vida en detrimento de otros, Y si bien no queremos abandonar nues- _tros esfuerzos para crear una buena sociedad, el construccionismo reti- ra la autoridad suprema a este género de investidura. Retira el fun- damento al tipo de disposicién que, en general, sirve para reducir al silencio o eliminar a aquellos cuya yoz expresa su disenso. Alienta tam- bién a que Jos terapeutas entren en un didlogo mutuo y transformacio- nal con clientes que no comparten sus puntos de vista sobre cuestiones como el aborto, el divorcio, la violencia fisica. Ademas, al poner el acento en la interdependencia fundamental de todo significado sugie- fe que Tos terapeas adopien una funcin distings En lugar de tener como nica opcién evitar los problemas politicos 6 bien aspirar al cam- bio social, les alienta a explorar la_posibilidad de hacer que grupos divididos 0 separados se coordinen, a hacer que los lenguajes rechaza- dos sean mds permeables, a permitir que las personas expresen opi- Tones multiples y a reducir cualquier posibilidad de alejamiento mu- ‘100, 4 COnitrarrestar Ia afliacion a los principios mediante la_prdctica ee Fle, sino de abrir interpretaciones oniltiples, v suscitar visiones plu- rales acerca del futuro. "Ademas de estas maneras de enriquecer la interpretaci6n, otros te- rapeutas han examinado la multiplicidad del yo. Karl Tomm (200), por ejemplo, propone una técnica _particularmente.sutil «de interroga- cidn de los otros interiorizados. e decurso de la cual las preguntas permiten qué aflore la vor de un otees-elinterior del cliente, Cuando “un cliente siente una ira incontrolable contra alguien, el terapeuta le pide que se ponga en la situacién del otro y que hable desde sla ‘posi- Cién del otro-, es decir, que busque y, si puede, encuentre la voz del oto en si mismo. Cuando lo consiga, el cliente podra controlar su ira. Penn y Frankfurt (1994) han descubierto que gran parte de sus clientes entra en la terapia con -mondlogos reductores». Estos terapeutas favo- recen, por ejemplo, la eclosién de la «multiplicidad narrativay. En el de- de la conversacién con su cliente, introducen 1a posibilidad dela curs presenci s ex_positivas, optimistas o intimas, luego le invi- Tan a que escriba a estas personas, vi i a logs, ho- as personales, palabras en_un dietario, poesia, demoda que hagan_ Surir nuevas voces en el cliente. En el mismo orden de ideas, Rikonen ¥ Smith (1997) tratan de saber de qué modo los discursos que dominan. Ja cultura ahogan la accion individual. En los s de violencia fisica 0 abusos sexuales, en los cuales las victimas estin tan dispuestas a acep- tar la idea de que se hallan desprovistas de todo valor o incluso que han merecido ser violadas, el terapeuta plantea preguntas como, por 108 CONSTRUIN LA RRALIDAD ejemplo: {De dénde cree que provienen estas defined Apel fta8 formas de descripciones, de voces ha acallady Ma vide caper ya de escuchar estas otras ideas? Qué pasaria ot prudiera escucharias may? (pag. 123). Tal como han demostrado Hermans y Kerngeens (W775), las nucvas voces ponen en movimiento los didloges internen csc abwieae la via al cambio. Este interés incipiente_por la multiplicidad tiene cfectem comeuse rables en ladon occidental que alirma la unicidad de la verdad y del yo. Sin embargo, pese a la riqueza de estas implicackmes, nem confronta también a preguntas importantes: jalentar las tealidades miltiples no es también infringir las convenciones culturales wie la verdad? Para algunos, este movimiento slo puede invitar a un relate vismo indefendible: si todo pasa a ser posible, “qué tiene valor. qué vale la pena hacer?, ¢qué hacer con quienes quieren conocer da res puesta a sus problemas?, ;no acabaran presas del vértigo ante seme jante debacle de opiniones? Si una posibilidad no es mds valida que otra, zc6mo escoger? Resulta claro que, como cualquier prictica come truccionista, la vinculacién con Ja multiplicidad debe ser situada com precisiOn; es imponante saber cudnda y ddnde resulta a oo ih En el dominio que concieme a los aspectos miltiples del yo, surgen otras dudas. La mayoria de las intuiciones reputadas se fundan en ef concepto de yo individual. El] hecho de alimentar la idea de realicacdes plurivocales puede ponerlas en peligro. Vearnos un ejemplo: las for- mas tradicionales de la intimidadse basan en la capacidad de conflar de conocer al otro tal como es de verdad. Ahora bien, considerade desde la 6ptica de las realidades plurivocales, el oto puede que nos parezca poco preocupado, a menudo voluble, superficial, jugueton. Asimismo, la idea de considerar a alguien responsable depende de la hipétesis segGn la cual es €l —en tanto que agente singular— quien actua. Si cada voz (cada acci6n) s6lo refleja una faceta de un vasto conjunto de actores internos, ga quién se le deben imputar los actos, censurar © valorar por sus actos? Son sélo algunos ejemplos de lo pro- blemas que nos aguardan. CONSTRUCCION SOCIAL ¥ PRA DE LOS PROBLEMAS A LAS POSIBILIDADES Es un hecho reconocido que Ia terapia tradicional se funda en el modelo médico de la enfermedad y de la curacién, que los pacientes (los clientes) se enfrentan a problemas, que habitualmente se designan como patologias, dificultades de adaptacién, relaciones disfuncional etc., y que la tarea del terapeuta consiste en tratar el problema de ma- nera que los alivie o erradique Glos cure»). Esta afirmaci6n del -proble- ma- subtiende el proceso de diagnéstico y, de hecho, justifica el de- sarrollo de criterios de diagndéstico (véase, por ejemplo, el Diagn and Statistical Manual of Mental Disorder, # edici6n). En el enfoque construccionista, todas estas suposiciones y practicas incitan a hacer creer en una idea realista que resulta falaz: los -problemas (enferme- dades) existen fuera de la manera en que los interpretamos. Para el construccionista, el término -problema- es una entidad lingiiistica y Los «problemas del mundo: no determinan nuestra forma de hablar. sino que, para el construccionista, son nuestras convenciones ligitisti cas las que establecen y fijan la naturaleza de un problema. Con esto no se quiere decir que debamos abandonar el uso de la terminologia convencional, sino que conviene que nos detengamos un instante en examinar cuales son sus consecuencias. Como algunos afirman, -ha blar del problema- consiste a menudo en reificar un mundo de sufri- mientos; hablar de las incapacidades de alguien, de incurabilidad, de familia disfuncional consiste en crear un mundo en que nuestras accio- nes son limitadas, y en el cual estas limitaciones mantienen muy a me- nudo los patterns que se consideran como problemiticos. Con estos argumentos en la mano, algunos terapeutas han di Ilado una serie de nuevas practicas que tienden a evitar la cositi de los problemas y a centrar la atencién en un discurso de perspectivas positivas. Tal como Riikonen y Smith afirman (1997): “Hemos sido acos tumbrados a hablar en términos de anilisis como de un prerrequisito para la resoluci6n, la disoluci6n o la deconstrucci6n de los problemas. En Ja mayoria de los casos, parece més util hablar en términos de actos, de experiencias y de ideas que pueden contribuir a mejorar la situa- cién (pag. 25). Esta orientacién es muy perceptible en la terapia orien- tada a la soluci6n (Berg y De Shazer, 1993; De Shazer, 1994; O'Hanlon 110 CONSTRUIR LA REALIDAD y Weiner-Davis, 1989). La «cuestién del milagro: invita de hecho a que accedamos a una nueva zona de dislogo en la cual la creacién de rea- lidades futuras prevalece sobre la objetivacién de los problemas pa- sados, Se trata de estar atento a las debilidades contingentes de los mode- los orientados a las posibilidades. Como Harlene Anderson destaca en su obra (1997), «mostrar respeto por la realidad del cliente es esencial a una relacién fecunda». O, tal como propone William O'Hanlon (1993), ssi los clientes no tienen la sensa ci6n que les hemos comprendido, re- conocido y que les hemos dado cierta importancia, 0 bien dedicaran su tiempo a tratar de convencernos de la legitimidad de su dolor y de su sufrimiento, o bien dejarin de venir a vernos: (pag. 7). Al acometer con excesiva rapidez la deconstruccién y la disolucién del -problema-, el terapeuta corre el peligro de destruir la relacion. Si es posible relati- vizar el problema que el cliente expone, la definici6n que haga puede estar muy vinculada a relaciones que son externas a la terapia. Pese a su potencia de reconstruccién, «el odio de un hijos, «el abuso sexual: o -¢l incestor contintian siendo problemas culturales de primer orden para la mayoria. Deconstruir estos relatos es arriesgarse a disociar al cliente de su entorno relacional. Este hecho nos remite a la discusi6n anterior sobre el compromiso moral. Los problemas lo son en funcion de particulares valores tradicionales; debilitar el relato de «mi proble- ma» significa también poner de nuevo en tela de juicio la tradicién a la que se halla vinculado. Pero no significa que debamos poner en duda las practicas orientadas a las posibilidades; este hecho demues es preciso alentar una reflexién sobre el uso de estas prictic: matriz mds amplia en que el sentido se genera. tra que sen la DE LA INTROSPECCION A L.A ACCION Las terapias tradicionales, afiliadas a la idea del deficit psicologico del individuo, se han centrado en Ja psique individual considerda como el lugar en el que se produce el cambio que Tanto si conciemen a la wansferencia dle ka energia psicologica, la ea. tarsis, la comprensi6n y la aceptacion de si, cambio cognitivo, la mayoria de las pricticas Opera la terapia. la reinterpretacién o el terapeéuticas se constru- CONSTRUCCION SOCIAL ¥ PRACTICA THEAPLUTICA iW yen alrededor de la afirmacion de que una terapia que se corona con el éxito depende, de entrada, de un cambio en fa mente del individuo, Ln general se admite que este cambio se puede consumar en la relacion terapéutica. La nocién de «abertura terapéuticas ilustra este punto de sta; una vez que un cambio se opera en el lugar de Ja terapia, se es: pera que el individuo salga libre ya del peso con que habia entrado, FI término «intospeccién individu sum¢ este tipo de prictica, Si desplazamos la atencién desde el individuo hacia Jas relaci discursivas entre individuos, toda la gama de practicas tradicionales nos aparece limitada, incluso corta de miras. Para,el construccionista, la creacién de sentido es un proceso continuo, en el cual la forma y el contenido pueden cambiar de una relaci6n a otra. El individuo abriga capacidades discursivas mitiltiples, y no hay raz6n para creer que el sentido generado en la relacion terapéutica se refiera automaticamente a las relaciones exteriores: la introspeccién profunda compastida por el terapeuta y su cliente es de entrada su logro, un momento de conver- sacién que adquiere significacién a través del intercambio que lo pre- cede, pero que puede ser facilmente extraido y resituado en otr versaci6n, distante en el espacio y en el tiempo. jones con- Los didlogos construccionistas inducen asimismo importantes cam- bios en la manera de considerar la terapia. Al situar la fuente del do en el proceso dialégico, consideramos que el proceso de atribucion dé sentido es una actividad social, En consecuencia, el sentido nose “aloja en Ta mente y queda almacenado alli por los procesos de coordi- naciOn posteriores. Como sostenia Wittgenstein (1953), el sentido nace de su uso social 0, para servirnos de los términos que emplea De Sha- zer (1994): «En lugar de mirar qué se oculta detras y bajo el lenguaje de los clientes y terapeutas, pienso que lo tinico que podemos tomar en consideraci6n es el lenguaje que utilizan. [...) Contra iamente a lo que sostiene una opinién muy extendida, el cambio se produce a través del lenguaje; aquello que decimos y.la manera en que lo decimos marca la diferencia (pag. 10). En este orden de ideas, la co-construcci6n terapéutica exige en pr mer lugar saber: 1) si una forma de discurso particular puede scr pucs= ta en practica fuera de la relacién terapéutica, y 2) si las consecuencias Pragmaticas de este discurso son deseables, Pongamos algunos ¢jent “plos. La prictica junguiana permite adquirir un vocabulario especiali- 112 CONSTRUIR LA REALIDAD zado y completo de la individuacién, de los mandalas, de la sombra, etc. Si este vocabulario puede dar pie a desarrollar una relacién per- fectamente armoniosa en el contexto terapéutico, resulta dificilmente trasladable al exterior, es decir, no afecta mucho a las conversaciones. La terapia del grito primordial permite expresar con fuerza la rabia y la angustia, y si bien estas manifestaciones tienen efectos importantes en el plano de la vida social, no ayudan forzosamente al cliente. Estos dobles criterios de la puesta en practica y del resultado prag- matico han tardado en hacer su aparici6n en Ia literatura y las practicas Construccionistas. En cierta medida. este desinterés relativa_provigne conversaci6n terapéutica idilogo interno) tiene ‘de todas formas efectos en el mundo relacional exterior. De he- cho, una afirmacién asi es slo una promesa. No tenemos necesidad de practicas especificas para forjar este vinculo con el exterior. Existen buenos ejemplos: Epston, White y Murray (1992) y Epston y White (1989) han desarrollado una serie de pract originales para dar vida s historias incipientes. Organizan, por ejemplo, una fiesta de gra- tificacion en _presencia es, © anUitcian_una icidn indivi lela per= jue ella considera importantes. White retine 16 que denomina -el Club de vuestra vida», el cual puede incluir a todo el mundo, vivos 0 muertos, presentes 0 imaginarios. Eps- ton y sus colegas (Madigan y Epston, 1995) ayudan a que sus ao compartan su problema de desorden alimentari genes dé aya mutua_comprometidos politicamente. Los socioterapeutas (Newman y ee ee 1999) alientan a_que sus clientes se com prometan cones ‘a su vida. El acento puesto enla accién ‘pictica nos ayuda ac as a apreciar determinadas particularidades de los modelos tradicionales nuestras asabaaett se decantan pot la terapia de grupo y la terapia familiar y no por i vid en entra directamente is ronsecuencias prag> miiticas son_mas es_Cada vez es mayor el interés por las tee Dias de juegos de rol. Cuando estiin bien cirigidas, ensefial “manem de dommar cuas for : cabulario formas de expre: sta_entonces le resultaban ext: fas, A mi juicio, en este ambito particular de las consecuench Pdisctirso al cliente la As prag- CONSTRUCCION social y PRACTICA TERAPEUTICA 13 matic: Saversacion terapéutica resiclen las grandes posibilidades Te eVOTNGTON Takara Sn Has grancles posit El desarrollo constante de la practica Los didlogos Construccionistas, como podemos ver, alientan una transformacién general de la teorin y de fa practica. No s6lo ponen en tela de juicio Ia acti S ¢ inesperadas. Si bien no faltan signos de bio de sensibilidad, continua: tantes retos. un cam- MOS, no obstante, enfrentindonos a impor- @De qué forma actuaremos en el futuro? El] construccio- nismo nos exige que no congelemos nuestras opciones, eee aT lemos en mérmol un modelo de terapia, Los didlogos de Ta cultura que Ros rodea no dejan de avanzar y, si queremos continuar co-creando sentido de manera eficaz, debemos, como terapeutas, prepararnos para la evolucién constante d ¢ Ja manera en que ejercemo: Para facilitar este cambio, iciones para llegar hasta dialogos construccionis- arrar; la historia reciente; teflexién que es necesa- tas. Estas pautas del cambio nos permiten ni pueden servirnos también para estimular una ria para enriquecer nuestras practicas, y abrirnos atin otras vias, Para ilustrar el tema, he reunido los objetivos construccionistas en la colum- na de la izquierda de la tabla de Ja pagina siguiente, reservando la de la derecha para aquella practica terapéutica que tiende al objetivo en cuestiOn. aa Es posible que una practica que resulte muy ene para ee zar un objetivo construccionista tesulte ser menos as ais so contraproducente) para otro. Las terapias que hacen ee ae plurivocalidad, en la pluralidad de voces, por ejemplo, no es - politica o ideolégicamente comprometidas. Las Priicticas ae ’ recae en el actuar del cliente no dan cuenta todas de . on ru et : i. asi sucesivamente. En nuestra opinion los ce a Sen Propone la orientacién construccionista pueden serv: Ma CONSTRUIR LA REALIDAD Flexibilidad de los puntos de vista | Lynn Hoffman Yoma de conciencia de la construceién, scucla de Milin Onrentacion a la colaboracion: Sistemas de colaboraci6n activa | a través del lenguaje | Posicion de acuerdo con los: Terapia feminist | valores adecuados — Hincapie en el discurso Terapia narmativa [Rincapie en a relacion Terapia «urbana. | Hincapié en Ia plunilidad de voces | Proceso reflexivo | Hincapié en las perspectivas Terapia breve/orientada hacia la | | positivas solucién | Hincapié en Ia accion Socioterapia para la refley On. Dicho de un modo més concreto, podemos pregun- tamos de qué modo una prictica terapéutica particular permite (0 no) alcanzar otros medios de enriquecer esta practica cuando no se alcan- za uno de estos objetivos. De hecho, al Preguntarnos de qué modo una prictica llega o no a realizar determinados objetivos, entamos en un didlogo creativo del cual pueden Surgir nuevas maneras de ejercer. Para ilustrar este tema examinemos la forma claborada por White y Epston (1990), ya cl de un punto de vi de terapia narrativa jasica en nuestros dias. Des- construccionista, este modelo se podria reconocer Por la importancia que confieresa la construccién, a la toma de con- ciencia de los valores y por el énfasi lacion y las posibilidades de accién. Sin embargo, el modelo contintia mostrindose intle diversos aspectos; deja poco espacio a puntos de vista o tadicionales de practicar, aunque su utilidad pra tar superior en determinadas ocasi cer la posibilidad de tener una impresi6n positiv: de ser, en muchas circunstancias, el recurso que tiene tendencia a autoc: Adema terapia nari Propension a apoy se en la singularidad de la vivencia. Se trata sobre todo de : el cliente escape de las garras de un discu Senere una narraci6n mas util, Menor énf. dad de historias que el cliente llev: xible en. maneras mas wgmatica podria resul- Por ejemplo, el hecho de ofre- ‘a de uno mismo pue- adecuado para un cliente igilrse. Li 1 tiene una fuerte yudara que © amargo y dominante, se pone en la multiplici- 1 consigo a la terapia o en la posibi, TRUCCION BOCIAL 1 PRACTICN thE Ae lidad de acceder al espacio cambiante: de lan nasrac fone: ria importante buscar los medion més flexible, Uillizando para ella las numeniwas tadiciones ¢introducir puntos de vista y voces mdhiples to capitulo tendremos oportunidad de Podriamos actuar de de terapias 11h 115 para hacer que esta en oh didlogo, En el ndernion sobre Ja misma manera para yeneras ury entradas en la soluci6n, Wapnan consecuencias politicas € idcoldgicas de} cjemplo, {para qué instituci6n una soluc tibuci6n, y a quién, en cambio, ahoya! Podsharnos explorar asi nuevas maneras de practicar el equipo de reflexiGn, co Giemplo, en los efectos de la aecién en cura, {Cusll Cuencias practicas de las diversas interpretacione: das en la ideologia podria sacar un gran provecho tambs de pasar de un discurso centrado en el problema (los reproches hace la sociedad.) a perspectivas posibles, en lugar de luchar cones crrores de la sociedad, es decir, Preguntar por el modo en que el cl te puede crear y trabajar por una vision mds posiiva, Come acabarins de ver, en el decurso de las tltimas dos décadas ve han producido cx bios de primer orden en la manera de concebir y ejercer la tex Quedan atin por asumir una serie de desafios importantes, y la pos lidad de que surjan practicas innovadoras abre perspectivas que sé presentan apasionantes, y Na atenci | intercasnbio teraptution. Por On dada representa une con séndonos, por pia. ibi- de futuro, CAPITULO 4 LAS NARRACIONES TERAPEUTICAS Y SU SUPERACION iC No he llegado a ninguna cond ni he Jevantado ninguna Srontera para entrar 0 salis, que space J interior del exterior: no he trazado ningGn limite como las méltiples activi que cambia la forma de las duunas una nueva forma al dfa siguien! del mismo modo quiero participar, cl pensamiento en devenir, no definir ni comienzo ni fin, no establecer ninguna muralla. , aceptar, ALR Ammons, Carson's Inlet Cuando las personas recurren a una psicoterapia es que tienen una historia que contar. A menudo se trata de Ja historia de una vida o de la historia de una relacién que ha acabado siendo deplorable, confusa, de- sastrosa, que se halla amenazada. Para muchas de ellas, se trata de una historia formada por episodios calamitosos que amenazan su sentido del bienestar, su autoestima o su eficacia. Para otras, se trata de Ja historia de fuerzas invisibles o misteriosas que se infiltran en las secuencias ordena- das de su vida rompiéndolas 0 destruyéndolas. Para otras, es como si, en Ja ilusin por saber cémo es o deberia ser el mundo, hubieran de algiin modo tropezado con molestias y dificultades para las cuales no les hu- bieran preparado sus relatos habitual Han descubierto una realidad horrible que s¢ contrapone a todas las convicciones con que hasta ese momento se sentian vinculadas, Bajo una forma u otra, eb terapeuta se halla frente a una narracion, a menudo persuasiva y cautivadora, una na- sracién que pucde acabar tras un breve periodo o prolongarse durante semanas 0 aun meses. Inevitablemente ticne que responder a esta histo- ria en un momento determinado, y todo lo que sucedera en el decurso. del proceso terapéutico tendr sentido © importancia en tanto que res- puesta a este rclato. 120 CONSTRUIR LA REALIDAD se trata de comprender la vida del individuo, y en todo caso tienen me- nos valor que los relatos empiricos que aporta el « este modo se concede la mayor credibilidad a Jas jones narrati- vas del cientifico, que se sittian por encima de Jos modestos relatos de la vida cotidiana y los mercados del entretenimiento pablico, categoria por completo diferente. La manera actual que los profesionales tienen de considerar la sa- Jud mental es en gran medida el producto de Jas creencias modernas, y comparte plenamente sus convicciones. Asi, desde Freud hasta los te- rapeutas cognitivistas contempordncos, se ha crefdo en general que el terapeuta funciona —o deberia idealmente funcionar— como un cien- tifico. El profesional se arma de saber al dedicarse a actividades como la formacién cientifica, Ja investigacién experimental, el conocimiento de la bibliografia cientifica, y al consagrar un sinfin de horas a la ob- servacidn sistematica y a reflexionar sobre la situaci6n terapéutica. Los saberes contemporaneos, vistos desde este punto de vista, resultan sin duda incompletos, de modo que la investigacion debe proseguir sin pa- rar. Pero los saberes del profesional actual —sosticne acto seguido este discurso— son, en cambio, superiores a los que disponia el terapeuta de principios del siglo xx, y el futuro no dejara de aporarnos nuevas mejoras. En estas condiciones, y salvo algunas, pocas, excepciones, las teorfas terapéuticas —ya se trate de conductistas, psicodinamicas, o humanistas y experimentales— conticnen afirmaciones explicitas so- bre la causa subyacente o la raiz’de la patologia, la localizacién de esta causa en el interior del cliente o de sus relaciones, los medios para diag- nosticar estos problemas y los medios para eliminar la patologia. En consecuencia, el profesional formado entra en el circulo de la terapia con una narracién muy bien desarrolkada, que se beneficia de un im- portante apoyo en la comunidad que forman sus homdlogos cientificos. Este segundo plano funda la opinion que el terapeuta se forma so- bre la narracion del cliente. Al fin y al cabo, esta narraci6n s6lo es un farrago inconsistente de historias cotidianas mas 0 menos fantasiosas, llenas de metéforas, de ilusiones, de recuerdos deformados. La nan cién del cientifico, en cambio, lleva el sello de la aprobacién profesio- nal. A partir de una posicion de autoridad como ésta, el proceso tera- péutico conduce ineluctablemente a sustituir, de forma lenta pero segura, la historia del cliente por la del terapeuta. El relato del cliente no es du- tifico experto. De una VAS NTUUACIONIES TRIAPHIPPICAS YSU SUPHMAGION 121 finte tmueho tempo un reflejo autonome de kt verdad, Gonforne se vain plintoando preguntas ys Svan dando respuestas, a medida que se produce ef nuevo enfoque de lias: desctipelones: y de kis explicacio es, cle las dicks y his atirmaciones que rich o lato del profesional, sicmbra cl terapeuti, ha histos mild, yen todo ¢ tituida por el re= ‘oanalistt ft tetnsforma en una narracion fa~ milan, ch poeriano en una lucha conta la aetitud de dependencia, etc. > proceso de sustituein deb relato es aquel que Donald Spence deseribio eon Giunta destrezt en Narrative Truth and Historical Truth. Para Spence det cliente ex de: ps fel tempeutal estituye continuamente sobre ki forma y el valor del ma- terial que aporta cl paciente, Convenciones de cucha espectficas le puta en estas decisiones, $1, por ejemplo, ef anallista supone que ft con linuidad indica eausalidad, tomar una secucncit de de hilvanadas como un en Jaraciones ck cadenamiento causal; poco después, podrit hacer una interpretaciGn que explicite esta afirmacién, $i supone que predomi- na la thinsferencia y que el paciente est habkindo continuamente de una forma mas oO menos encubictta acerca del analista, «entenderds el mate- ial aportado por el paciente de este modo y hari una especie de e Iuacion permanente del estido de transferencia (pig, 29), ‘le ste procedimicnto de sustitucién tiene algunas venta jas terapeuti- vas, Por un lado, a medida que el cliente llega a «discernir realmente sus problent , se separa de lt narracién problematica, Se hace con una verdad alternativa que le aporta la esperanza de un bienestar futu- ro, De hecho, la historia de fracaso que ha conducido al cliente a entrar en la terapia +s ocada por una inyitacién a elaborarla como historia de un triunfo, AL igual que sucedia en la opcién consultiva que hemos des- anterioridad, la nueva historia puede suscitar otras lineas de que emprender: anudar 6 romper telaciones, llevar un diario, someterse a una terapia, ele. La as que hacer, de pe crito cor accione historia del profesional esta llena de spectivas prometedoras, Por otro lado, en su facilitacién de una formulacion cientifica al clie desempena el papel que le rituales culturales, [i cosas nue’ ate, el terapeutia 8 alribuido en el seno de la familia de los norante, el deficiente y el débil piden consejo a aquel que consideran sabio, superior y fuerte, Un ritual muy reconfor- tante para todos aquellos que se le sometan, 122 CONSTRUIR LA REALIDAD Pese a estas ventajas, no faltan razones de inquietud. En estas pagi- nas no abordaré el amplio mimero de criticas ideoldgicas y conceptua- les de la terapia moderna que se han ido acumulando a lo largo de las so, la oposicién a la objetivacin moderna Ultimas décadas; en todo del desorden mental la abordaremos en el siguiente capitulo. Otras la- gunas especificas, sin embargo, atafien a la orientacion moderna en cuanto al relato del cliente. De entrada esta orientaci6n muestra una actitud muy imperiosa en relaci6n con el cliente. No sdlo Ja narraci6n del terapeuta nunca esté amenazada, sino que el proceso terapéutico asegura que acabara imponiéndose. En palabras de Spence, «el espacio de exploraci6n [en la interacci6n terapéutica] puede extenderse indefi- nidamente, hasta que se descubra la respuesta [del terapeuta] y [...] no es de ningtin modo posible encontrar una solucién negativa, decidir que la exploracién [del terapeuta] ha fracasado» (Narrative Truth and Historical Truth, pag. 108). De este modo, con independencia de la complejidad, el refinamiento y el valor que tenga para el cliente, su re- lato es finalmente sustituido por una narracién que ha sido creada con anterioridad a su presencia en la terapia y definida de unas maneras so- bre las cuales el cliente no tiene ningtin control. Los terapeutas partidarios de una escuela especifica no sélo quie- ren asegurar que sus clientes acaben por adherirse a aquello que les han contado; en virtud de su sectarismo, el objetivo final de la mayoria de las escuelas terapéuticas tradicionales es la hegemonia, es decir, que desaparezcan todas las demas escuelas de pensamiento y las na- rraciones a ellas vinculadas. En general, los psicoanalistas desean err: dicar la modificaci6n del comportamiento, las terapias cognitivistas y conductistas consideran que-el psicoanilisis est desencaminado, los terapeutas sistémicos deploran la miopia de los terapeutas cogniti- vistas, y asi sucesivamente. Sea como fuere, las consecuencias mas directas y perjudiciales se reservan para el cliente. La estructura del proceder le da finalmente una lecci6n de inferioridad. El cliente es in- formado, por via indirecta, que ignora, es insensible 0 emocionalmen- te incapaz de comprender tanto lo que le ha sobrevenido como la z6n por la cual Jo ha hecho. El terapeuta, en cambio, ocupa la posicién del sabio, del omnisciente, un modelo al que el cliente puede aspitar. El hecho de que el terapeuta se halle tan ocupado en su papel superior que olvide revelar sus propias debilidades hace que la situaci6n resul- 8 & ‘¥ SU SUPERACION { momento, los fundamentos oscilan- ta son, por decirlo asi, sus debilidades y sus fracasos nun- iente se halla de este modo confrontado humana que ¢s tan inaccesible como Jo en los filmes de Hollywood. ece asimismo de Ja fijeza de sus for- 10s, los enfoques modemos de la ja, que est justificada en términos narraciones se convierten en su realidad y cuando sir- actos, el cliente ve que sus elecciones vitales se re- mente. De entre todas las opciones disponibles para do, sélo se escoge aquella que hace hincapié en la au- omiz del ego. la realizacién personal, la evaluaci6n racional o la ex- di etc., segin el modelo de teoria que se haya decislo con otras palabras, toda forma de terapia mo- le imagen de un individuo -que funciona perfecta- ‘ bueno. Tal como sucede con los figurines noda, esta imagen sirve de modelo de referencia Ia terapi las elecciones vitales es tanto mas problematica os particulares. Ninguna narraci6n moderna se blemas especificos de los pobres que viven en los ven con un hermano enfermo de sida o con un él sindrome de Down, con un jefe atractivo y sexual- exc. A diferencia de los detalles a menudo complejos ins los rincones de la vida cotidiana y que son sélo la narraciones modemas no son especificas. Se conciben y no desvelan nada de la panicularidad de una si- estas narraciones pueden ser insidiosamente desli- ontecimientos de la vida del individuo, aunque perma- das ¢ insensibles, siguen siendo incapaces de expresar 124 CONSTRUIR LA REALIDAD las particularidades de una situaci6n. Preconizar la realizaci6n perso- nal a una mujer que vive con sus tres nifios de corta edad y una suegra que padece la enfermedad de Alzheimer no tiene necesariamente efec- tos beneficiosos. Invitar a un abogado de Park Avenue a que Ce ma expresiOn a sus emociones no le sera de gran ayuda. Y tratar de tefor- zar la autoestima de una pe quizis adecuado* sona cuyo conyuge ¢s toxicémano no es Las realidades terapéuticas en un contexto posmoderno Tal como hemos mostrado en Jos primeros capitulos, los razona- mientos que llevan a la construcci6n social plantean un reto de primer orden al enfoque moderno del saber y la ciencia. Conviene recordar que, en amplia medida, el construccionismo es hijo del «viraje posmo- derno: en la vida cultural.’ En este contexto, los argumentos del cons- truccionismo ponen en tela de juicio las pretensiones de verdad cienti- fica, tanto entre los médicos como entre quienes ejercen la terapia. Para ser mis precisos, las exposiciones narrativas no reproducen la realidad, son mas bien Jos instrumentos con los cuales ella se construye. Ciena- mente, como sucede en las ciencias naturales, algunas narraciones dan la impresién de ser mas ciertas o mas objetivas que otras, pero lo en funcién de cuales sean las convenciones locales que rijan el uso del lenguaje. Se puede alcanzar la verdad de modo local pero no de ma- nera trascendental. ‘¢ tipo de razonamientos constituyen un reto de primer orden el enfoque moderno de la terapia. En primer lugar, niegan a las n: ciones modernas la justificaci n factual de la patologia y de la cura nen de nuevo en tela de juicio el estatuto incontestable del terapeuta €n tanto que autoridad cientifica, investida de un saber privilegiado so- bre la causa y los medios de Ja cura. Sitéian las narraciones de] terape ta en el mismo plano que las otras posibilidades disponibles en la la cul- 2. Véase Ryder (1987) para un anilisis pormenorizado de los pr dos por la orientacién moderna’ (o el fundamentalismo empirica) de 3, Para un examen de la r prictica terapéutica, cular que existe entre el po: . 2001), Ibafiez (1992) y 1 inse Gergen (199. LAS NAIMACIONES TERAPEUTICAS ¥ SU SUPERACION No son superiores a elas, pero tienen implicaciones p: diferentes. A partir de entonces, se plantean importantes pregu’ acerca de las practicas modernas tradicionales que susti tos del cliente por las alternativas estereotipadas y cortas de terapeuta, Fuera del reducido circulo confraternal de los terapeut da a una narracion prefabricada, simplista, a una narra sera muy titil y probablemente no tendr4 consecuencias sobre ! ra de sus condiciones de vida. Ademas, no puede haber ur cién general para un estatuto jerérquico que, tradicionalmente. a rebajar y frustrar al cliente. El terapeuta y el cliente forman una co munidad en la cual cada uno apomia sus recursos con los cuales puecen. dibujar el porvenir. El movimiento de la terapia narrativa desempefia en la ach un papel central en los didlogos construccionistas. Entre las ob: mas han contribuido a enriquecer la teorfa y la practica vale la pen: tar el libro de Polkinghome Narrative Knowing in the Hum: ces, el de White y Epston Narrative Means to Therapeutic Er rrative Psychology de Sarbin; luego esté el libro de Spence Truth and Historical Truth, el de Schafer Retelling a Life: Na and Dialogue in Psychoanalysis y The Stories We Live B Adams. Seria conveniente hablar mas que de terapia narrati gular de terapias narrativas en plural, dada la abundancia de orienta- ciones y practicas.‘ A fin de proseguir el didlogo me propongo sho examinar los problemas del cambio en terapia, preguntand primero qué cambios aporta la terapia narrativa, por qué los aporta y qué e! tos tiene en la vida de los clientes. Este examen nos permitini abo una forma atin ms flexible de la vida relacional que la terapia narrau- va todavia no ha considerado, pero a la que sin embargo puede con- tribuir. * ‘Trad. cast: Medios narrativos para fines terapéuticos, Barcelona 4, Véase el libro Narrative and Pyschotherapy de McLeod (1997) p nfrenta la tenipia 3 que reine el conjunto de problemas importantes a los que tiva.

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