En un lugar lejano de la sierra peruana cuatro amigos que pertenecían a un
grupo de camélidos peruanos se reunieron como todas las tardes para conversar. Ellos eran la llama Waylluy, la vicuña Ancha Kay, la alpaca Wanana y el guanaco Yulli. Yulli les recordó que muy pronto llegaría la vacuna que los protegería de la neumonía y él se sentía muy feliz. Waylluy también dijo al grupo que ya quería que llegue ese día. Ancha Kay por el contrario dijo que no se vacunaría, no necesitaba la vacuna porque él era un camélido muy fuerte que nunca se enferma. Thuki era el camélido más indeciso del grupo, no sabía qué decir en ese momento. Después de una semana llegaron las vacunas. Waylluy y Yulli acudieron a la posta junto a sus padres para ser vacunados. Estuvieron esperando a sus amigos, pero Ancha Kay y Thuki nunca llegaron. Pasó un mes y llegó la temporada de invierno. Hacía mucho frio y, como todos los viernes, los amigos acudieron a su reunión donde todos acudían. Pero solo llegaron Waylluy, Yulli y Thuki. Los amigos estuvieron conversando dos horas amenamente, mientras esperaban que llegue Ancha Kay, pero él nunca apareció. Antes de irse cada uno para su casa, llegó el papa de Ancha Kay para dar una triste noticia: su hijo había muerto por enfermarse de neumonía. Todos se quedaron muy triste con la noticia. En ese momento Waylluy le dice a Thuki: amigo aún no estas vacunado, por favor ve, mira lo que le sucedió a nuestro amigo. Al día siguiente Thuki acudió a la posta junto a sus padres para vacunarse y cuando salió, sus amigos lo esperaban afuera con hermosos carteles para celebrar su decisión.
MORALEJA
Las vacunas nos protegen de enfermedades, vacunarse es una decisión de amor
propio y a los nuestros, el exceso de confianza, la soberbia o pensar que nunca nos enfermaremos es un error que expone nuestra vida.