Cristián Contreras es un constructor civil egresado de la INACAP en el año 2008. Después
de su titulación, estableció como prioridad encontrar empleo en alguna empresa reconocida en el ámbito de la construcción. Realizó varias solicitudes y entrevistas; no muy convencido de ninguna de las ofertas que había escuchado, optó por continuar con su preparación e inscribirse en una especialización, otorgada por dicha institución, enfocada a las estructuras de acero. La especialización duró un año, misma que alternó con un trabajo de medio tiempo en la constructora patagonia; cuyo ramo era la urbanización, principalmente los fraccionamientos. La justificación de Cristián para su nuevo rol como estudiante y empleado, era la de obtener experiencia y no perder contacto con su profesión, al mismo tiempo tendría un ingreso formal producto de su trabajo. Ya finalizada la especialización, en el año 2010, renunció a constructora Patagonia. Cristián veía necesario un empleo que le ofreciera un mejor sueldo y lo colocará en un puesto alto de alguna empresa importante. Las oportunidades no llegaban por más que buscaba, al menos no como él esperaba, y ante la desesperación aplicó para una beca que le permitiera estudiar la Ingenieria Civil. Siempre se caracterizó por sus buenas notas, tanto en el Instituto Inacap como en el transcurso de su especialización, por lo que después de realizar todos los trámites su petición fue aprobada y su admisión de igual forma. Se mudó a Puerto Montt, donde se dedicó de tiempo completo a sus estudios; sabía que la garantía de empleo y un buen sueldo eran prometedores una vez cumplido dicho grado de estudios. Así fue, para el año 2016, Cristián finalizó sus estudios y como lo tenía previsto, una constructora que había tenido gran auge en los últimos años lo contrató, otorgándole el cargo de mayor relevancia en la Dirección de Proyectos. La hotelería era el ramo principal de la empresa, por lo que en ocasiones Cristián tenía que salir fuera de su ciudad. En uno de tantos viajes, conoció a Vanesa; con quien tiempo después entabló una relación formal. Al terminar su profesión, Cristian se había dado de alta como miembro del Colegio de Ingenieros Civiles, el cual, gracias a su grado de estudios, lo acreditó como perito en materia de seguridad estructural. Después de cuatro años, su ambición lo llevó a renunciar y formar una empresa constructora asociado con dos de sus ex compañeros, todo el dinero que había ganado anteriormente decidió invertirlo para el crecimiento de dicha constructora. No se cumplía aun el primer año de su empresa, cuando todo se vino abajo. No se ganaban licitaciones y el coste para mantener los créditos, la empresa y la maquinaria adquirida no podía solventarse. Sus socios desaparecieron al igual que su capital. Por si fuera poco Vanesa, su novia, había quedado embarazada y los padres de ambos presionaban para que él se hiciera cargo de su futura familia y se casaran. No obstante, añadido a tanta presión, a Cristián se le presentaba una oferta para la resolución de sus problemas; agradable monetariamente, pero irresponsable y riesgosa. El gerente de Construpet; empresa del hermano del alcalde, le había propuesto otorgarle la cantidad de $50.000.000 más $5.000.000 por obra realizada, con solo entregarle la firma valuada de un perito certificado que le hacía falta a su proyecto estructural. Dicho proyecto consistía en domos deportivos, hechos a base de estructuras de acero, que serian implementados en las escuelas particulares, como parte de una inversión que realiza el gobierno en materia educativa. “Es simple, solo firma y el dinero es tuyo, por lo demás no te preocupes”, expresaba el directivo. Aunque el proyecto en precio parecía ser adecuado e ideal, Cristián no tenía acceso ni permiso para analizarlo a detalle, lo único que le pedían hacer es que aprobara el proyecto; sin tener certeza de su calidad, desarrollo y de cálculos estructurales adecuados, en otras palabras, a ciegas. “¿Qué debo hacer?, ¿el proyecto y sus cálculos serán correctos?, ¿realmente dicha retribución monetaria solucionará mis “problemas”?, ¿a quién o quienes afecto con mi decisión?, ¿qué implicaciones tendría aceptar o no aceptar?” se preguntaba Cristián.