You are on page 1of 2

Juan Amós Comenio desahoga sus preocupaciones por lo que el mundo interpreta

acerca de la educación. Enfatizando las riquezas de la enseñanza como bálsamo


de la sociedad, cuya perspectiva es desierta, se atreve a definir mediante
enunciados contundentes lo que el hombre cultiva en la generación, circulación y
transformación del conocimiento (incluso del físico, matemático o exacto, científico
en sentido estrictamente metodológico y resultadista).

Considera el autor poco prudente encaminar sus oraciones directamente hacia la


didáctica, prefiere concentrar el esfuerzo de los capítulos iniciales en la asunción
del hombre como portavoz de aquella. El hombre ensamblado por Dios en aras de
la consolidación religiosa. El hombre alumbrado entre mandamientos destinados a
la estructuración del poder y sus múltiples traducciones. El hombre, apalabrado,
para ser el intérprete de la presencia de Dios en la existencia material e ilustrar a
los seres vivos acerca de su plenipotenciario.

Afirma la existencia material, inmaterial y el núcleo de la epistemología en el seno


divino de Dios. El hombre es su reflejo armonioso, monoteísta y unificador de
virtudes, el ser humano es quien brinda cohesión y universalidad a la sabiduría e
ignora los vicios que pueden alterar su rumbo predestinado.

Dios tiende a ser materia prima de ejercicios hermenéuticos en cualquier sede de


discusión u ocio, a saber, esta ocasión de la Didáctica Magna aterriza a Dios
acoplado a una imagen más terrenal de lo que aparentan sus párrafos.

Siguiendo la inteligencia del zigzagueo que hace el autor, Dios aparece ante la
mirada pública en forma de hombre perfeccionado. Dios es un hombre meta (o
quizás supra) existente. La forma definitiva del poder y el ser que construye el
universo sin yerros o dudas. El hombre aspira a transformarse en Dios, sin
embargo, mientras lo logra considera atinado establecerlo a manera de modelo
ideológico, educacional o sociológico. Solo ese camino permitirá que las
conductas de los individuos se regularicen y queden marcadas por el incentivo
más anhelado: alcanzar la inmaculada concepción del conocimiento hecho
criatura, criatura que magnifica lo que percibe y acelera su depuración, su
consolidación.

Al tenor de esa premisa, Dios guiará a la humanidad por una suerte de desafíos
concatenados. Es decir, el hombre perseguirá el deseo de superarse a sí mismo
para tornarse puro. El hombre, a veces, morirá creyendo que Dios tiene
dimensiones inalcanzables, cuando resulta que el hombre fue quien diseñó esas
medidas para ser reinventadas por otros. Así el hombre altera el juego de las
creencias e irrumpe la cordura de futuras generaciones con una sola meta:
olvidarse de que Dios es su identidad alejándose un paso a la vez y no un
obsequio de normas que le pueden ayudar a aprovechar mejor su tiempo de vida
sin dañar a otros.

You might also like