Patricia Highsmith
Pajaros
a punto de volar
Taduevidn de Isubel Nite
mM
EDITORIAL ANAGRAMAUN GRAN CASTILLO DE NAIPES
Lucien Montlehue se sobresalté ligeramente al ver Ia n0~
ticia, La ley6 dos veces, despacio, y luego, como si por Fin
cemperara a ereérsela, dé el periddico y se quité el monécu-
lo, Recuperé su gesto habitual de diversin y los parpados
aletearon sobre sus ojos azul brillante, «ilmaginace a Gaston
Potin dejindose enga‘iar, se dijo. «staarle a él encre toda
Ja gente posible
“Aquella idea le hizo senirse
primera vex que se demostraba que Gaston Potin se equivo-
‘aba. Aquel Giotto en particular era falso y Gaston lo habia
puesto a la venta como si fuera auténtico. Lucien pensaba
comprarlo y la venta era aquella tarde. {Que suerte haba te-
nido al ver la noticia a tiempo! La magnifica falsificacién po-
da habérsle escapado otra vez de entre los dedos.
Lucien volvié a ponerse el monéculo en su cefio lige-
ramente prominente, llamé a Frangois y Ie ordené que hicie-
ra la maleta para pasar una noche en Aix-en-Provence.
Mientras esperaba, volvié a La revelaciin de los pastores en
la reproduccién de su libro de Giotto y la estudi. De nue-
vo pensé que era raro que Gaston Potin no hubiera sos-
pechado que se trataba de una falsficacién, Tal ver eran las
dos caras de los pastores arroillados lo que le dijo que la
més contento, No era la
155pintura no habia surgido de la mano de Giotto, Alli no ha-
ba ningin sentimiento religioso. La tinica del éngel anun-
ciador era de un rosa demasiado brillante, La propia compo-
sicién no estaba bien, no parecia un Giotto, pero como
copia era magnifica. Lucien no necestaba lupa para detectat
tuna falsficacién, Algo en su interior, cierto aparato sensorial
interno, taicionaba ef instante espurio de un modo instan-
téneo, siempre. Nunca fllaba.
"Ademés,zacaso un caballero inglés, Sit Ronald Dunsenny,
no habia cuestionado la aucenticidad de aquella Revelacién
cn el momento de la adquisicidn de Frueblingen? En efecto,
Sir Ronald habia sugerido que el original se habia destruido
en un incendio a mediados del siglo xvit, Evidentemente,
Gaston Potin no lo sabfa.
Lucien tenia ta pasién de coleccionar las imiaciones
ids perfects, y sdlo las imitaciones de los grandes artistas,
[No querfa pinturas auénticas. Y se enorgullecia de que sus
falsas obtas macstras eran tan buenas que, presentadas como
originales, podfan engafiar los ojos de los mas astutos mat-
chantesyeriticos del mundo.
Latcien habfa hecho muchas jugarretas ast durante los
quince afios que Hlevaba coleccionando falsifiaciones. Podia
cncrogar una de sus copias como préstamo de un individo
‘que posefa el original, por ejemplo, y luego acudit a la exposi-
cin y expresar piiblieamente sus sospechas, que al final se de-
‘mostrarfan fundadas. Dos veces habla sometido a Gaston Po-
tin -pesea su gran reputacin como marchante de arte-@ una
siuacién embarazosa. Y una vez Lucien inquieté a Gaston so-
bre un original presentando una de sus copia tan buena que
inecestaron a seis experts durante tres das para decidir cul
cra la pintura original. Al final, consiguié que Gaston Potin
hablara mordazmente de la conocida coleccidn de Lucien y de
su lamentable gust... zpara qué, se pregunté Lucien. 2Y por
‘qué? Sus bromas le habian costado algunas amistades s6lo por
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su aficgn a la falsifcacibn, Era lamentable que le importar
tan poco la amistad como la autentcidad del ace, los aueént-
0s Leonards, los auténticos Rens, todo lo auténtico: la
amistad y las obras maestras de verdad eran demasiado nat
les, demasiado ficiles, demasiado aburridas, No es que a le
dlisgustara realmente la gente, y ala gente le eafa bien Lucien
pero si la amistad le amenszaba, Lucien se retiraba,
Sut Delahaye de seis millones de francos habla cortido
por la Route Napoleon desde Paris a Aix-en-Provence a cin
Kilémetros por hora, Plétanos llenos de hojas, con st liso
tronco pelindose en trozos de corteza pirpura,rosada y bei-
sev aleteaban en los margenes de la carretera como vallas de
estacas puntiagudas. Un paisaje de polvoriento naranja, ver
de y tostado, el azul ocasional del carro de un granjero un
paisaje con una composicién tan bonita como un tapiz de
Gobetin, se desplegaba como un continuo a derecha e iz-
uierda, pero Lucien no tenfa ojos para miralo, Las creacio-
nes de la naturaleza no le interesaban comparadas con la del
hhombte, y tenia el grueso cuerpo arrelanado en el asiento
del coche. Hoy tenia qiie pensar en el Giotto de Fruchlin-
gen, y estaba impaciente por ir ala subasta, eon la aguda y
resuclta expectacién de un cazador o un amante. El simple
hecho de que Lucien Montlchue pujara por un cuadeosigni-
ficaba que probablemente se erataba de una falsificacién, e
inmediatamente arrojaria sospechas sobre Gaston, que pa
‘tocinaba la subasta. Naturalmente, parte del pablico de Ai
podia pensar que estaba intentando hacerle otra jugarteta a
Gaston al pujat, Mejor serfa que cuando los expertos confir-
rmaran fa falsedad, la obra fuera ya suya,
—Brcelentes caracoles ~observé Lucien con satisicién,
¥ sus sonrosadas mejilas resplandecfan después de la comi-
dla, Francois y l se dirigieron ripidamente hacia el coche.
157—Bucelentes, monsieur ~contesté Frangois en tono agra-
able, Su buen humor refijaa el des efor, Fanos rt
alto y delgado y vago de nacimiento, aunque nunca dejaba
a Gobierno espaol le condené a muerte en una ocasién
por la posesidn de un pasaporte fas. La actitud diverida y
distante que mancuvo Frangois en aquel momento le valié a
admiracién de Lucien, que logeé comprar su libertad. Desde
entonces, Frangois, un ruso que habia hiwido a Checoslova-
quia con el precio puesto a su cabeza, habia vivido en Fran-
cia, a salvo y contento de estar vivo y empleado pot Lacien.
F1 propio Lucien habfa vivdo algéin tiempo en Checoslo-
vaquia, En 1926, la mayoria de periédicos europeos publica-
ron una noticia sobre un eapitén muy joven, Lucas Mincho~
vile soldado de fortuna gravemente herido en una escaramut
en ia froncera con Yugoslavia, Afios ates, en Checoslovaquia,
Ja gente sola preguntarle por aquel ariculo de 1926, donde
‘Lherofsmo del joven capitin habia hecho memorable la noti
cia, pero Lucien siempre fingia no saber nada, Finalmente, s¢
cambié el nombre y se tas a Francia
En Aix, Lucien y Frangois se habfan parado primero en
dl Hotel des Etrangers para reservar una suite de tres habita-
ciones, hiege habian ido en coche al Musée de Tapisserc,si-
tuado junto a la iglesia de Saine-Sauveut, La subasta tenta
aque empezar en media hora, pero en Aix todo se atrasaba,
abi coches de todos los tamatios y marcas apretujados en
las estrechas calles que rodeaban la iglesia, y el patio era un
bullicio de apresurados trabajadores, agentes y marchantes
‘que parloteaban y compeadores particulares que ain no hae
ban tomado asiento,
= Nes a monsieut Potin? “le pregunté Lucien a Fransois,
que eta bastante ms alto que Lucien,
No, stor.
Un conocido de Lucien, un marchante de Estrasburgo,
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le dijo que Potin daba un almuerao en su vill, situada a las
aferas de Aix, y que todavia no habfalegado.
Lucien deci vsitar a Gaston Potin, Estaba ansioso de
«que Gaston supiera de su interés por aquel Giotto. Mientras
se dirigian a Villa Madeleine, la easa de Gaston, Lucien oy6
las aguas notas de un piano en el interior. Débil y patecida
«un tatido de campanas, era una sonata de Searlatti. Un sit-
vente le introdujo en el vestbulo. Por la pucrta
salén, Lucien vio a una mujer esbelta sentada al piano y una
veintena de hombres y mujeres de pie o sentaos, inmdviles,
escuchindola, Lucien se detuwvo en el umbral, se ajustd el
monéculo y espié a Gaston, que estaba justo decris del pia-
no, concentrado en la mtisica con una expresién extasiada de
010 sentimenal, Los ojos de Lucien baerieron el resto del
grupo, Estaban todos: Font-Martigue, de la galerla Dauber-
ville de Pats, Fritz Heber, de Viena, Martin Palmer, de Lon
des, Cicrtamente, la flory nats
Y todos estaban escuchando la sonata con la misma ex-
presién absorta que Gaston. Ni siquiera habjan advertido la
apaticién de Lucien en la puerta. HI eépido movimiento que
sstaba tocando aquella mujer era realmente espléndido. Las
nota saltaban de sus dedas como goras de agua de manan-
tial. Pero para el ofdo de Lucien, que era tan infalible como
su oj, faltaba un ingredient: el placer en Ia ejecucién, Lu
cien capté que ella detestaba a Scarlatti sino coda la misica.
Lucien sonrié. :Podla ser que aquella mujer hipnotizara a
publico de aquella manera? Evidentemente, sf, Qué obtusa
era la gente, incluso aquellos que manifestaban un conoci
imiento de arte! Cuando ella acabé, hubo un perfecto esali-
do de aplausos del reducido public.
Lcien vio que Gaston se acercaba a con la pianista
del brazo, Gaston le sontid, como si la masica le hubiera he-
cho olvidar que alguna vee habia habido algo desagradable
entre los dos
erta del
159{Qué soxpresa tan agradable verte, Lucien! ~dijo Gas-
ton-. :Puedo presentarte a la profesora de mtsica de mi in-
fancia? Mademoiselle Claire Duhamel de Aix
Enchansé, mademuiselle ~dijo Lucien. Observ6 con sa-
tisfacidn la agitacién de incerés que habia producido ss en
reada en ef sadn
“Toca maravillosamente, verdad? continus Gaston-
‘Acaban de proponerle que dé una serie de conciertos en Pa~
tis, pero ella ha rechazado la idea, west-ce pas, Mademoiselle
Claire? jAix no deberia verse privado de su musica tanto
tiempo!
Lucien sontié cortésmente y luego dijo:
“He sabido de su subasta esta mafiana, Gaston. :Por qué
no me ha enviado propaganda?
Porque estaba seguro de que aqut no hay nada que pue-
eresarle. Se trata de cuadros auténticos elegidos por mi.
Pero La revelacién de los pastores me interesa enorme-
mente! -responclié Lucien con una sontsa~. Supongo que
aqui no exe lugar donde me la ensefarfa ahora
Tas la franca sonrisa de Gaston habla un leve matiz de
alarma.
Con gran place, Lucien, Sigame.
Mademoiselle Duhamel, que habfa estado mirando a
Lucien todo aquel tiempo, le probé con tna pregunta:
lis usted admirador de Gioxto, Monsieur Montlehuc?
Tacien la mit6, Ella era la tipiea veille femme, a clisica
sefiora mayor de wna ciudad provenzal, gris y timida, peto
con un aire de objetivo tenaz en su estrecha y limitada forma
de vida, una expresién de nervudo vigor que evocaba una
planta que erece al borde de un acantilado azotado por el
viento, Suavesy tristes ojos miraban desde su. pequeso ros
{ro com tal tristeza de espiritu que uno deseaba huir inme-
diaamente por sentitse incapas. de ayudar. Lucien no po-
dla haber imaginado una persona menos atractiva
da
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Si, mademoiselle~contests, y comrié tras Gaston,
La primera visién que Lucien tuvo del cuadro le desper-
16 dl salto de excitacién y reconocimiemto que s6lo las mej
res copias le productan. Por la pitina, juzgé que el cuadro
tendefa mds de doscientos aos. Y hoy seria suyo.
~. vet ~sonrié Gaston, confiado.
Lucien suspiré, en burlona defensa
=Lo veo. Una hermosa pieza, en efecto, Mis felicitacio-
nes, Gaston,
Lucien se uni al puiblico de la subasta con las maneras
controladas de alguien que observa desde fuera, de un tran-
sedinte. Esperé con impaciencia mientras salian a la venta
una anodina Mesina y un triste Jgnoto Veneziano de la colec-
cidn Fruchlingen y se vendifan. Aparte del falso Giotto, pen-
s6 Lucien maliciosamente, ils barones Von Fruehlingen te
gusto terrible!
‘Advirvis que Mademoiselle Duhamel, sentada en un
bbanco contra la pared lateral, volvia a mirarle fijament, pero
no podia adivinar qué pensamientos albergaba tras sus sere-
nds ojos griss. Lucien encontré algo inquietante, algo arro-
gante y omnisciente en su escrutinio. Por un instante, la
‘odié con fiereza ¢itracionalidad. Se quité ef monéculo y se
tocé los parpados ligeramente con las puntas de los dedos.
Cuando volvié a miras, La revelacién ya estaba en el estrado.
‘Un hombze que Lucien no conocla ofrecié un milldn de
francos nuevos.
Un millén y medio ~dlijo Lucien con calma, Estaba en
la ciltima fila
‘Algunas caberas se volvieron a mirarle. Se produjo un
rmurmullo de reconocimiento: la multitud reconocta a Lu-
‘ien Montlehuc.
Dos millones! ~exclamé el primer comprador invisible
16Dos millones diez mil -replicé Lucien, intentando
provocar la risa, como hizo, aumentando tan ridiculamente
precio. Oy6 al sibilance susurro de wLascien» entee la gent.
‘Alguien se rid, una risa sardénica que por toda respuesta
hizo que se elevara la comisura de los labios de Lucien, Lucien
sabia, por el creciente rumor que se ofa, que muchos empe-
aaban a preguntarse unos a otros si el Giotto era indiscut
bemente auténtico.
El comprador invisible se levantd, Era Font-Martigue,
de Paris, Su calva cabeza volvié su perfil aguilefo por un
‘momento para mirarframente a Lucien,
“Tres millones.
Lucien también se levanté.
—Tres millones quinientos,
—Tres millones setecientos ~comtest6 Font-Martigue, dic
rigifndose més a Lucien que al subastador.
Lucien subié a tes millones ochocientos y Font-Marti-
{gue a cuatro millones.
~¥ cien mil més afiadié Lucien,
‘A aquel ritmo, la cifta podia ir més all del precio de
Giotto auréntico, pero 2 Lucien no le importaba, La bron
a Gaston valdsia la pena. Y el pablico ya dudaba. Sélo puj
ba Font-Martigue, Todo ef mundo sata que Gaston Potin
se habla equivocado algunas veces, pero Lucien nunca.
Juatro millones doscientos mil ~dijo Font-Martigue.
Cuatro millones trescentos mil ~dijo Lucien.
El pablico se estremecis. Lucien deseé poder ver lt cara
cde Gaston en aquel momento, pero no podla. Sin duda, Gas-
ton estariaen la primera fila dindole la espalda a Lacien. Una
listima, Ya‘no era la competicién de una puja. Se habia con-
vertido en una competicin de la fe contra la no fe, del cre-
yente contra el no creyente. Quince metros mas all, en cf es-
trado, La revelaién parecta un relicario en su marco dorado,
tun relcatio del divino fuego del arte, como todos lo velan.
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=Cuatto millones cuatrocientos mil —tijo Font-Marti
fue en tono definitivo.
Cuatro millones quinientos mil replies enseguida Lue
Font-Martigue cruzé los brazos y se sent.
El subastador dio un golpe de maza
=:Cuatto millones quinientos mil fiancos nuevos?
Lucien sonrié. como yo,
Mademoiselle Duhamel, pero todos esos que se butlan, que
sme miran fijamente, que se ren y me envidian y admiran
porque no me avergiienza confesar lo que me gustan jaqul
los tenemos!
‘Alguien acababa de llamar a la puerta.
lLaicien consult su telo. Tal ver Francois no habia podi-
do encontrar el género adccuado de paté. A Lucien no le
sgustaba abrir la puerta
‘Mademoiselle Duhamel se levants,
=zAbro la puerta a os invitados?
Lucien la miré. Pareefa mas alta que antes, y casi -ape-
nas podia creerlo~ feliz, El fulgor que habia visto en sus ojos
srises parecta haberse extendido por todo su cuerpo. Lucien
también sentia una felicidad que no habla conocido hasta
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cemonces Tal ver la clase de Felicdad que siente un artista a
crear algo, pensd, un atista con un talento heredado de fa
naturale,
Me sentisfa muy honrado ~