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fundamentales pata comprender mejor el papel instrumental de La i bertad. Onis VACIONES FINALES Las libertades no sélo son el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran, ademas, entre sus principales medios. Ademas de reco: nocer la importancia fundamental de la libertad en la realiza evaluaciones, también tenemos que comprender la notable relacién empitica que existe entre los diferentes tipos de libertades. Las li bertades politicas (en forma de libertad de expresi6n y elecciones li bres) contribuyen a fomentar la seguridad econémica. Las oportuni- dades sociales (en forma de servicios educativos y sanitarios)facilitan a participacién econémica. Los servicios econémicos (en forma de oportunidades para participar en el comercio y la produccién) pue- den contribuir a generar riqueza personal general, asi como recursos paiblicos para financiar servicios sociales, Los diferentes tipos de li- bertades pueden reforzarse mutuamente. Estas conexiones empiricas refuerzan las prioridades valorati vas, Basindonos en la distincién medieval entre «el paciente» y «el agente», esta interpretacién de la economia y del proceso de desa rrollo basada en la libertad es una teoria que se apoya en gran medi- da.en el concepto de agente, Con suficientes oportunidades sociales, los individuos pueden configurar en realidad su propio destino y ayudarse mutuamente. No tienen por qué concebirse como recepto: res pasivos de las prestaciones de ingeniosos programas de desarro- Ilo, Existen, de hecho, poderosas razones para reconocer el papel positivo que desempefa la agencia libre y viable, ¢ incluso la impa- ciencia constructiva CAPITULO 1 La perspectiva de la libertad No es raro que las parejas se planteen la posibilidad de ganar més, pero existe una conversacién sobre este tera que data del siglo vita. J.C. aproximadamente y que tiene especial interés, Tal como se ‘cuenta esa conversacién en el texto sinscrito Bribadaranyaka Upa- nishad, una mujer Hamada Maitreyee y su esposo, Yajnavalkya, pasan sin dilacién a discutir una cuestién mas importante que la de la for- ima de ser mas ricos y los medios para conseguitlo: ccudnto les ayu- daria la rigueza a conseguir lo que quieren?! Maitreyee se pregunta si podria lograr la inmortalidad si fuera suya «toda la tierra, lena de ti: queza». «No —responde Yajnavalkya—, tu vida sera como la de los ticos. Pero en modo alguno esperes conseguir la inmortalidad por medio de la riqueza» Maitreyee dice entonces: «Para qué me sirve tuna cosa con la que no voy a volverme inmortal?» La pregunta retGrica de Maitreyee se ha citado una y otra vez en 1a filosofia religiosa india para ilustrar tanto la naturaleza de las difi- cultades del hombre como las limitaciones del mundo material. So- ‘mos muy escépticos respecto al uso de Ja mundana frustracién de Maitreyee para suscitar cuestiones espirituales, pero hay otro aspec- to de esta conversacién que tiene un interés bastante inmediato para a economia y para la comprensi6n de la naturaleza del desarrollo, Se refiere a la relacién entre la renta y los logros, entre los bienes y las capacidades, entre nuestra riqueza econémica y nuestra capacidad para vivir como querriamos. Aunque existe una relacién entre la opulencia y los logros, ésta puede o no ser muy estrecha y puede muy bien depender extraordinariamente de otras circunstancias. La cues- tion no es la capacidad para vivir eternamente ala que se referia Mai treyee —bendita sea—, sino la capacidad para viv en realidad mu cho (sin morir en la flor de la vida) y para vivir bien mientras se esté 2 vivo (y no para vivir una vida de miseria y de privacién de libertad), ‘cosas i las que casi todos nosotros concederiamos mucho valor y de mos tener fervientemente. La difer ncia entre las dos perspec tivas (es decir, entre la concentracién de la a exclusivamente nc en la tiqueza econémica y Ia concentracién mas general en la vida ‘que podemos llevar) es una importante cuestién en la conceptualiza- ci6n del desarrollo, Como sefial6 Aristételes al comienzo de Erica ‘Nicémaco (que recuerda mucho a la conversacién que mantuvieron Maitreyee y Yajnavalkya a cinco mil kilémetros de distancia), «la ti- queza no ¢s, desde luego, el bien que buscamos, pues no es mis que ‘un instrumento para conseguir algtin otro fin»? ‘Si tenemos razones para queret mas riqueza, hemos de pregun tamos: gcuiiles son esas tazones, cémo actiian, de qué dependen y qué cosas podemos «hacer» con més riqueza? En realidad, general- mente tenemos excelentes razones pata querer poseet més renta o mas riqueza, y no es porque la renta y la riqueza scan deseables en si ‘mismas, sino porque, por norma, son admirables medios de uso ge neral para tener més libertad con la que poder llevar el tipo de vida que tenemos razones para valorar. La utilidad de la riqueza reside en las cosas que nos petmite ha cer, es decir, en las libertades fundamentales que nos ayuda a conse: uit. Pero esta relacién no es ni exclusiva (ya que existen otros fac= totes, ademas de la riqueza, que influyen de forma significativa en ‘nuestra vida) ni uniforme (ya que la influencia de la riqueza en nucs- tra vida varia con otras influencias). Tan importante es reconocer el papel fundamental que desempefia la tiqueza en la determinacién de las condiciones de vida y de la calidad de vida como comprender el céracter limitado y eventual de esta relacién. Una concepci6n satis- factoria del desarrollo debe ir mucho més alla de la acumulacién de riqueza y del crecimiento del producto nacional bruto y de otras va- riables relacionadas con la renta, Sin olvidar la importancia del cve- cimiento econémico, debemos it mucho mas alla, Es necesario examinar e investigar los fines y los medios del de- sarrollo para comprender mejor el proceso de desarrollo; sencilla- ‘mente, no es suficiente fijarse como objetivo basico la maximizacién de la renta o de la riqueza, que, como sefalé Aristételes, «no es mis que un instrumento para conseguir otro fin. Pot esa misma razén, 30 ‘no €s sensato concebir ef crecimiento econémico como un fin en sf ‘mismo. El desarrollo tiene que ocuparse mas de mejorar la vida que Hevamos y las libertades de que disfrutamos. La expansién de las li- bertades que tenemos razones para valorar no sélo enriquece nues- ta vida y lalibera de restricciones, sino que también nos permite ser personas sociales més plenas, que ejercen su propia voluntad e inte- ‘actian con —e influyen en— el mundo en el que viven. En el capt- tulo 3 proponemos y analizamos mas este enfoque general y lo eva- luamos en comparacién con otros enfoques que reclaman nuestra atencién.” ‘Tiros DE PRIVACION DE LIBERTAD En todo el mundo hay muchas personas que sufren muchos tipos de privacin de libertad. En algunas regiones continia habiendo ham- brunas que niegan a millones de personas la libertad basica de so- brevivir. Incluso en los paises que ya no son devastaclos esporicica- mente por hambrunas, la desnutricién puede afectar a un gran nniimero de vulnerables seres humanos. Ademés, un elevado niimero de personas apenas tiene acceso a la asistencia sanitaria, a un sistema de saneamiento 0 a agua limpia y se pasa la vida luchando contra la innecesaria morbilidad, sucumbiendo a menudo a una muerte pre- ‘matura, En los paises més ricos, hay con demasiada frecuencia per- sonas profundamente desfavorecidas, que carecen de la oportunidad basica de recibir asistencia sanitaria 0 una educacién funcional o de conseguir un empleo remunerado o seguridad econémica y social. Incluso dentro de los paises muy ricos, a veces la longevidad de al- unos grandes grupos no es mayor que la de muchas economias més pobres del llamado Tercer Mundo. Ademés, la desigualdad entre las mujeres y los hombres aflige a millones de mujeres —y a veces ter- mina de manera prematura con su vida— y limita gravernente de di: ferentes formas las libertades fundamentales de que disfrutan. Pasando a otros tipos de privacién de libertad, en algunos patses hay un gran ndmero de personas a las que sc les niegan por sistema la libertad politica y los derechos humanos bisicos. A veces se dice que la denegacién de estos derechos ayuda a estimular el crecimien- 31 to econémico y es «buena» para acelerar el desarrollo econémico. ‘Algunos ban abogado incluso por un endurecimiento de los sistemas politicos —con la denegacién de derechos humanos y politicos basi- cos— porque ello tiene supuestamente la ventaja de fomentar el desarrollo econémico. Esta tesis (llamada frecuentemente «la tesis de Lee», atribuida de alguna forma a Lee Kuan Yew, antiguo primer iministro de Singapur) a veces se respalda con datos empiricos bas- tante rudimentarios. En realidad, algunas comparaciones internacio- nales mas generales no han confirmado esta tesis, y apenas existen pruebas de que una politica autoritaria contribuya en realidad al cre- cimiento econémico. De hecho, la evidencia empirica parece indicar claramente que el crecimiento econémico se favorece mas con un cli- ma econémico més positive que con un sistema politico mas duro. Esta cuestién se éxaminard en el capitulo 6. El desarrollo econémico tiene, ademés, otras dimensiones, in cluida la seguridad econdmiea. Muchas veces la inseguridad econé ‘mica puede estar relacionada con la falta de libertades y derechos de- mocriticos, De hecho, Ia existencia de democracia y de derechos politicos puede contribuir incluso a prevenit las hambrunas y otros desastres econémicos. Los gobemantes autoritarios, a los que raras ‘veces los afectan las hambrunas (u otras calamidades econémicas de «se tipo), tienden a carecer de los incentivos necesarios para tomar a ticmpo medidas preventivas. Los gobiernos democriticos, por el contratio, han de ganar las elecciones y hacer frente a las eriticas de la opinién publica, y tienen poderosos incentivos para tomar medi- das que impidan las hambrunas y oteas catastrofes de ese tipo. No es sorprendente que en la historia del mundo nunca haya habido ham- brunas en las democracias, ya sean econémicamente ricas (como las, de la Europa occidental o la Norteamérica contemporaneas) o relati- ‘vamente pobres (como las de la India tras la independencia, Botswa: 1a o Zimbabwe). Por norma, ha habido hambrunas en los tertitorios coloniales regidos por gobemantes de otros lugares (como en la In- dia briténica o en la Irlanda administrada por los distantes gober- nantes britinicos), en los estados en los que slo existe un partido (como en Ucrania durante la década de 1930, en China durante el periodo 1958-1961 o en Camboys durante los aiios setenta) o en las dictaduras militares (como en Etiopia, Somalia o algunos de los pat 32 ses del Sahel recientemente). De hecho, en el momento de entrar en maquina este libro, los dos paises que parecen encabezar la «liga del hambre» en el mundo son Gorea del Norte y Sudiin, destacados jemplos ambos de regimenes dictatoriales. Aunque la prevencién de las hambrunas ilustra con suma claridad y contundencia las ven- tajas de los incentivos, las ventajas del pluralismo democratico tie- nen, en realidad, un alcance mucho mayor. Pero —lo que es més fundamental—Ia libertad politica y as li bertades civiles son importantes directamente por si mismas y no tie- zen que justificarse indirectamente por su influencia en la economia. Incluso cuando las personas que carecen de libertades politicas 0 de derechos humanos no gozan de suficiente seguridad econémica (y da la casualidad de que disfrutan de unas citcunstancias econémicas fa vorables), se ven privadas de importantes libertades para vivir y se les niega Ia oportunidad de participar en decisiones cruciales sobre asuntos ptiblicos. Estas privaciones restringen la vida social y poli cay deben considerarse represivas, aun cuando no causen otras allic- ciones (como desasttes econémicos). Dado que las libertades politi- as y civiles son elementos constitutivos de la libertad del hombre, su denegacién es una desventaja en si misma, Cuando se examina el pa ppel que desempefian los derechos humanos en el desarrollo, hay que prestar atenci6n a la importancia constitutiva, asi como a la impor- tancia instrumental, de los derechos humanos y de las libertades po- liticas. Estas cuestiones se examinan en el capitulo 6. PROCESS ¥ OPORTUNIDADES El analisis anterior deberia haber dejado claro que la concepcién de Ja libertad que adoptamos aqui entrafia tanto los procesos que hacen posible la libertad de accién y de decisién como las oportunidades reales que tienen los individuos, dadas sus circunstancias personales yy sociales, La falta de libertad puede deberse a procesos inadecuados (como la violacién de los derechos de voto o de otros derechos poli- ticos o humanos) o a las insuficientes oportunidades que tienen al- ‘gunas personas para conseguir lo que minimamente les gustaria con- seguir (incluida la falta de oportunidades tan elementales como la 33 capacidad para escapar de una muerte prematura, de la morbilidad evitable o de la inanicién involuntaria) La distincién entre el aspecto de los procesos y el aspecto de las oportunidades de la libertad entrafia un considerable contraste, Pue- de hacerse en diferentes planos, Ya hemos analizado en otra parte los respectivos papeles y requisitos del aspecto de los procesos y el as pecto de las oportunidades de la libertad (asi como las conexiones| rmutuas entre ellos)” Aunque ésta no sea la ocasin de entrat en las ccomplejas sutiles cuestiones relacionadas con esta distincién, es muy importante concebir la libertad de una manera suficientemente am. plia, Es preciso no limitarse a analizar sélo los procedimientos ade cuiados (como hacen a veces los llamados libertarios, sin preocuparse en absoluto de si algunas personas desfavorecidas son privadas o no sistemiticamente de importantes oportunidades) o las oportunidades, adecuadas (como hacen a veces los partidarios de un enfoque basado cn las consecuencias, sin preocupase por la naturaleza de los proce- 08 que generat las oportunidades ola libertad de eleceién que tienen los individuos). Tanto los procesos como las oportunidades tienen importancia por detecho propio, y cada uno de los aspectos esta rela- cionado con la concepcién del desarrollo como libertad. Los 0s PAPELES DELA LIBERTAD En el andlisis del desarrollo presentado en este libto, las libertades de Jos individuos constituyen la piedra angular. Porlo tanto, prestamos especial atencin ala expansi6n de las «capacidades» de las personas para llevar el tipo de vida que valoran y que tienen razones para va- Jorar. Estas capacidades pueden aumentarse por medio de medidas piiblicas, pero, por otra parte, el uso eficaz de las capacidades de participacién de los individuos puede influir en el rumbo de estas medidas. La relacién bilateral es fundamental para cl anilisis que presentamos aqui. Existen dos razones distintas por las que tiene una importancia fundamental la libertad individuel en el concepto de desarrollo, rela- cionadas, respectivamente, con la evaluaciém y con la eficacia.’ En primer lugar, en el enfoque normativo que adoptamos aqui, conside- o ramos que las libertades inglividuales fundamentales son esenciales. El éxito de una sociedad ha de evaluarse, desde este punto de vista, principalmente en funcin de las libertades fundamentales de que disfrutan sus miembros. Esta postura se diferencia del énfasis en la informacién de los enfoques normativos més tradicionales, que cen- tran la atencién en otras variables, como la utilidad, los procedi- mientos para alcanzar la libertad o la renta real ‘Tener mis libertad para hacer las cosas que tenemos razones para valorar, 1) es importante por derecho propio para la libertad to- tal de la persona y 2) es importante para aumentar las oportunida- des della persona para obtener resultados valiosos.* Ambas cosas son importantes para evaluar la libertad de los miembros de la sociedad y, por lo tanto, fundamentales para evaluar el desarrollo de la socie- dad. Las razones para adoptar este enfoque normativo (y, en parti- cular, para ver la justicia desde el punto de vista de ls libertades in- dividuales y de las variables sociales correlacionadas con ella) se examinan més extensamente en el capitulo 3, La segunda razén para considerar tan esenciales las libertades fundlamentales se halla en que la libertad no solo es la base de la eva- luaciGn del éxito y del fracaso sino también un importante determi- nante de la iniciativa individual y de la eficacia social. El aumento de la libertad mejora la capacidad de los individuos para ayudarse a si rismos, as{ como para influir en el mundo, y estos temas son funda- mentales para el proceso de desarrollo, La cuestién que nos interesa aqui esta relacionada con lo que podriamos llamar (a riesgo de sim- plificar excesivamente) el «aspecto de agencia» del individuo. EL uso del término «agencia» exige algunas aclaraciones. La ex- presiGn «agente» a veces se emplea en la literatura sobre economéa y sobre la teoria de los juegos para referisse a una persona que acti en representacin de alguna otra (dirigida quizé por un «principal») y cuyos logros deben evaluarse a la luz de los objetivos de alguna otra (cl principal). Aqui no utilizamos el término «agente» en este senti- do, sino en el mas antiguo —y «elevado»— de la persona que actiia y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en funcién de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evalue ‘mos o no también en funcidn de algunos criterios externos. Este es tudio se refiere especialmente al papel de agencia del individuo co como miembro del ptiblico y como participante en actividades eco- némicas, sociales y politicas (que van desde participar en el mercado hasta intervenir directa 0 indirectamente en actividades individuales ‘© conjuntas en el terreno politico y de otros tipos) Esto guarda relacién con un gran némero de cuestiones relacio- nadas con a poltica social y econémica, que van desde cuestiones estratégicas como la tentacién general de los dirigentes de seleccio- nar petfectamente a los destinatarios de las ayudas (con el fin de con- seguir un «reparto ideal» entre una poblacin supuestamente inerte) hasta temas fundamentales como los intentos de disociar la gestién de los gobiernos del proceso de escrutinio y rechazo democréticos (y lejercicio participativo de los derechos politicos y humanos) ‘SISTEMAS DE EVALUACIGN: RENTAS Y CAPACIDADES Desde el punto de vista de la evaluaci6n, of enfoque aqui utilizado centra la atencién en una informacion que lo diferencia de la ética préctica més tradicional y del andisis de la politica econémica, como la concentracién «econémica» de la atencién en la primacia de la ren ‘ay la riqueza (y no en las caracteristicas de la vida humana y de las i- beitades fundamentales), el énfasis «utilitarista» en la satsfacci¢n ‘mental (y no en el descontento.creativo y la insatisfaccién construct va), la preocupacién «libertaria» por los procedimentos para alcanzar la libertad (despreocupsindose deliberadamente de las consecucncias que se derivan de esos procedimientos), etc. En el capitulo 3 exami nnamos los argumentos generales para adoptar una informacion tinta, que centra la atencidn en las libertades fundamentales que los individuos tienen razones para disfrutar. Eso no quiere decir que la privacién de capacidades individuales no guatde una estrecha relacién con la falta de renta, relacién que es de doble sentido: 1) una renta baja puede ser una importante causa del analfabetismo y de la falta de salud, asi como del hambre y la des- nutticién, y 2), a la inversa, una mejora de la educacién y de la salud contribuye a ganar una renta més alta. Estas conexiones tienen que comprenderse perfectamente. Pero también hay otros factores que influyen en las capacidades baisicas y en las libertades efectivas de 36 que disfrutan los individuos, y existen buenas razones para estudiar Ja naturaleza y el aleance de estas interconexiones, De hecho, es pre- cisamente porque la falta de renta y la falta de capacidades suelen guardar considerables relaciones por lo que es importante que no nos dejemos fascinar ni pensemos que prestando atencién a la pri mera obtendremos automiticamente suficiente informacién sobre la segunda. Las conexiones no son tan estrechas y las desviaciones sue: Jen ser mucho mas importantes desde el punto de vista de la politica econdmica y social que la eoncurrencia limitada de las dos series de variables. Sien lugar de centrar la atenci6n sélo en la pobreza de ren- tala centramos en la idea mas global de la carencia de capacidades, podemos comprender mejor la pobreza de las vidas humana las li- bertades a partir de una base de informacién diferente (que implica un tipo de estadisticas que la perspectiva dela renta tiende a dejar de lado como punto de referencia para analizat la politica econ6mica y social). El papel de la renta y dela riqueza —por importante que éste sea, junto con otras influencias— tiene que integrarse en un anilisis mas amplio y completo del éxito y de las privaciones. Powaeza ¥ DESIGUALDAD Las implicaciones de esta base de informacién para el andlisis de la pobreza y de la desigualdad se examinan en el capitulo 4. Existen buenas razones para concebir la pobreza como la privacién de capa- cidades basicas y no s6lo como una renta baja. La privacién de ca- pacidades elementales puede traducirse en una mortalidad prema- tura, un grado significative de desnutricién (especialmente en el caso de los nifios), una persistente morbilidad, un elevado nivel de analfabetismo y otros fracasos. Por ejemplo, el terrible fendmeno de las «mujeres desaparecidas» (que se debe a las tasas de mortalidad excepcionalmente mis altas de las mujeres de determinadas edades en algunas sociedades, en especial en el sur y oeste de Asia, el norte de Africa y China) ha de analizarse con informacion demogrifica, médica y social y no con informacién sobre el bajo nivel de renta, que a veces nos dice bastante poco sobre el fenémeno de la desi gualdad entre los sexos.* 0 El cambio de perspectiva es importante porque nos da una vi sién diferente —y mis relevante— de la pobreza no s6lo de los pal: ses en vias de desarrollo sino también de las sociedades mis opulen- tas. La presencia de un enorme paro en Europa (entre el 10 y el 12% en muchos de los principales paises europeos) entrafia privaciones ‘que no se reflejan perfectamente en las estadisticas sobre la distribu: cin de la renta. Estas privaciones suclen minusvalorarse alegando que el sistema europeo de seguridad social (incluido el seguto de de- sempleo) tiende a compensar Ia pérdida de renta de los parados, Pero el paro no es sélo una falta de renta que puede compensarse con transferencias del Estado (con un elevado coste fiscal que puede ser en sf mismo una gravisima carga); también puede tener trascen- dentales y negativas consecuencias para la libertad individual, la ini ciativa y las cuaificaciones. Entre sus miktples efectos, el paro con- tribuye a la «exclusion social» de algunos grupos y provoca la pérdida de independencia, de confianza en uno mismo y de salud mental yfisica. De hecho, es dificil no tener la sensacién de que exis- te una manifiesta incongruencia en los intentos actuales de Europa de crear un elima social de més «autonomia» individual sin concebir medidas adecuadas para reducir el enorme ¢ intolerable nivel de paro que hace que esa autonomia resulte extraordinariamente dificil RENTA Y MORTALIDAD Incluso en lo que se refiere ala relacidn entre la mortalidad y la ren- ta (cuestién en la que Maitreyee era bastante ambiciosa), es notable que el grado de privacién que padecen algunos grupos en los paises muy ricos sea comparable al que padecen en el llamado Tercer Mun- do. Por ejemplo, en Estados Unidos, los afroamericanos, como gru- po, no tienen mas probabilidades —de hecho, tienen menos— de llegar a una edad avanzada que las personas nacidas en las econo- mias inmensamente mas pobres de China o del estado indio de Ke- rala (o de Sti Lanka, Jamaica o Costa Rica),” Esta diferencia se muestra en los grificos 1.1 y 1.2. Aunque la renta per cfipita de los afroamericanos que viven en Estados Unidos sea considerablemente inferior a la de la poblacién blanca, los afroame- 38 Guanco 1.1, Diferencias entre las tasas de supervivencia de los hombres por regiones fos i a 2° : Bos 8 et, w, ‘inn boo | (ass + Chine 3 2 + Kew ‘a 6. 6s te err Ee es) enter Estados Unidos, 1991-1995: U.S. Department of Health and Human Services, Health United States 1995, National Cees for Health Statistics, Hyattsville, Md, 1996 Kerala, 1991: Government of India, Sample Reglitaton Systm: Fertility and Mortality Indictors 1991, Ofice ofthe Registrar General, Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Orga niacin Mundial de la Salud, World Hoult Statistics Annual 1994, Organizacion Mun: dal de la Salad, Ginebra, 1994 ricanos son mucho més ricos desde el punto de vista de la renta que los habitantes de China o de Kerala (incluso después de rener en cuenta las diferencias de coste de vida). En este contexto, es espe- cialmente interesante comparar las probabilidades de sobrevivir de los afroamericanos con las de los habitantes de China o de Kerala. Los afroamericanos tienden a encontrarse en una situacién mejor en lo que se refiere a la supervivencia en los grupos de edad bajos (so- bre todo desde el punto de vista de la mortalidad infantil) que los chinos 0 los indios, pero el panorama cambia con los afios. 39 GArico 1.2. Diferencias entre las tasas de superoiveneia de las mujeres por regiones ea et 8 Superévencia de las mujeres (poreentale) o 5 45 2 3 45 68 65 75 (aos) Fuente: Estados Unidos, 1991-1993. U.S, Department of Health and Human Services, Health United States 1795, National Center for Health Stasis, Hyatsile, Mel, 1996, Kerala, 1991: Government of India, Sample Reisrtion System Fertility and Mortality Indizators 991, Ofice of the Registrar General, Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Orga nizacién Mundial de la Salud, World Heal Stnstcs Annual 1994, Organizacion Mun dial de a Salud, Ginebra, 1994, De hecho, resulta que en China y en Kerala los hombres viven claramente mas que los afroamericanos en el sentido de que sobrevi- ven hasta edades més avanzadas, Incluso las mujeres afroamericanas acaban teniendo una pauta de supervivencia en las edades més altas similar a Ja de los chinos mucho mas pobres y unas tasas dle supervi- vencia claramente infetiores a las de los indios, atin mas pobres, de Kerala. Por lo tanto, no se trata solo de que los americanos negros sufren una privacién relativa desde el punto de vista de la renta per ccpita frente a los americanos blancos, sino de que, ademés, sufren 40 as privaciones en términos absolutos que los indios de baja renta de Kerala (tanto mujeres como hombres) y los chinos (en el caso de los hombres) en lo que se refiere a vivir hasta edades avanzadas. Entre Jos factores causales que influyen en estos contrastes (es decir, entre los niveles de vida valorados en funcién de la renta per capita y los niveles de vida valorados en funcién de la capacidad para sobrevivir hasta edades avanzadas) se encuentran las instituciones sociales las, relaciones en el seno de la comunidad, como la cobertura médica, la sanidad publica, la educacién escolar, el orden piiblico, el grado de violencia, ete." ‘También merece la pena sefialar que dentro del grupo de los afroa- mericanos que viven en Estados Unidos existe una gran diversidad. De hecho, si observamos la poblacién masculina negra de algunas ciudades de Estados Unidos (como Nueva York, San Francisco, San Luis o Washington, D.C.), veremos que es superada en lo que a su- pervivencia se refiere por la de China o Kerala a edades mucho més tempranas." ‘También es superada por la poblacién de muchos otros pafses del ‘Tercer Mundo; por ejemplo, en Bangla Desh los hombres tienen mas probabilidades de vivir mas de cuarenta afios que los afro- americanos del distrito de Harlem situado en la préspera ciudad de Nueva York.” Y todo esto a pesar de que los afroamericanos que vi- vven en Estados Unidos son mucho més ticos que las personas de los srupos del Tercer Mundo con las que estamos comparindolos. Lise Tan, CAPACIDAD ¥ CALIDAD DE VIDA En el anilisis anterior, hemos centrado la atencién en una libertad muy elemental: la capacidad para sobrevivir y no sucumbir a una muerte prematura. Se trata, evidentemente, de una importante liber- tad, pero hay otras muchas que también lo son. De hecho, la gama de libertades importantes puede ser muy amplia. A veces se considera que la cobertura exhaustiva de las libertades es un problema para conseguir un enfoque «operative» del desarrollo que gire en torno a la libertad. Creemos que este pesimismo es infundado, pero pospo: nemos el andlisis de esta cuestion hasta el capitulo 3, en el que exa minaremos los métodos fundamentales de valoracién. a No obstante, debemos sefialar aqui que la perspectiva bavida en la libertad guarda una similitud genérica con la preocupacién habitual por la «calidad de vida», que también centra la atencién en la forma en que transcurre la vida humana (quizé incluso en las opciones que tenemos) y no s6lo en los recursos o en la renta que posee tuna persona." Tal vez parezca que centrar la atencién en la calidad de vida y en las libertades fundamentales y no sélo en la renta o en la riqueza es alejase algo de las tradiciones arraigadas en ‘economia, y en cierto sentido lo es (sobre todo si se hacen compa- raciones con algunos de los anilisis mis austeros que pueden en- contrarse en la economia moderna y que se basan en la renta). Pero en realidad estos enfoques mas amplios estén en sintonia con algu- 10s tipos de andlisis que han formado parte de la economia profe- sional desde el principio. Las conexiones atistotélicas son suficien- temente obyias (como ha seBalado Martha Nussbaum, la insistencia de Aristételes en la «prosperidad» y en la «capacidad» esté relacionada claramente con la calidad de vida y con las liberta- des fundamentales)." Existen estrechas relaciones también con el anilisis de Adam Smith de Ins «necesidades» y de las condiciones de vida.” De hecho, el origen de la economia se encuentra en gran medi- da en la necesidad de estudiar la valoracién de las oportunidades ue tienen los individuos para vivir bien y de los factores causales que influyen en ellas, Aparte del uso clasico que hizo Aristételes de «sta idea, también se emplearon frecuentemente conceptos pareci- dos en los primeros escritos sobre la contabilidad nacional y la pros- peridad econémica, primero de William Petty en el siglo xvu y, mis tarde, de Gregory King, Francois Quesnay, Antoine-Laurent Lavoi sier, Joseph-Louis Lagrange y otros, Aunque estos pioneros del an- lisis econémico sentaron las bases del concepto modemo de renta con estas nociones de contabilidad nacional, jams se limitaron a prestar atencisn sélo a este concepto, También comprendieron que Ja importancia de la tenta era instrumental y dependia de las cir- cunstancias.'° Por ejemplo, aunque William Perty fue el primero que utili tanto «el método de la renta» como «el método del gasto» para est ‘mar la renta nacional (los métodos mode:nos de estimacion se deri 2 van directamente de estos primeros intentos), se interes6 de mane: explicita por «la seguridad comiin» y por la «felicidad particular de cada hombre». El objetivo declarado de Petty para realizar su estu- dio estaba rclacionado directamente con la evaluacién de las condi- ciones de vida de los individuos. Consiguié conjugarla investigacion cientifica con una significativa dosis de politica del siglo xvn («de- mostrar» que «los stibditos del rey no se encuentran en tan mala si- tuacién como querrian hacernos creer los descontentos»). La i fluencia del consumo de bienes en las diversas funciones vitales también fue objeto de la atencién de otros autores. Por ejemplo, Jo- seph-Louis Lagrange, el gran matemético, fue especialmente innova- dor al convertir los bienes en sus caracterfsticas relacionadas con sus funciones: las cantidades de trigo y de otros cereales en su equiva- lente nutritivo, las cantidades de carne en su conjunto en unidades cequivalentes de came de vacuno (en funcién de sus cualidades nutti- tivas) y las cantidades de bebidas en su conjunto en unidades de vino (recuérdese que Lagrange era francés).”’ Al centrar la atencién en las funciones resultantes y no sélo en los bienes, reclamamos parte de la vieja herencia de la economia profesional MERCADOs ¥ LIBERTADES El papel del mecanismo del mercado ¢s otro tema en el que reclama: ‘mos parte de la vieja herencia. La relacién del mecanismo del merca: do con la libertad y, por lo tanto, con el desarrollo econémico plan- tea, al menos, cuestiones de dos tipos muy distintos, que es necesario distinguir claramente. En primer lugar, la denegacién de la oportu- nnidad de realizar transacciones, por medio de controles arbitratios, puede ser en simisma una fuente de falta de libertad. En ese caso, se priva a los individuos de hacer algo que puede considerarse que —en ausencia de razones de peso en contra— tienen derecho a hacer. Esta cuesti6n no depende de la eficiencia del mecanismo del merca- do ni de un andlisis general de las consecuencias de tener 0 no un sis- tema de mercado; depende simplemente de la importancia de la Ii: bertad para realizar intercambios y transacciones sin impedimentos ni obstaculos. 4B Este argumento a favor del mercado ba de distinguirse de otro, «jue se utiliza muy a menudo en la actual: gus le mereados noe, malmente contribuyen a aumentar la renta y la riqueza y las oportu- nidades econémicas que tienen los individuos. Las testricciones arbitrarias del mecanismo del mercado pueden provocar una redue- cién de las libertades debido a las consecuencias de la ausencia de mercados. Puede haber privaciones cuando se niega alos individuos Jas oportunidades econdimicas las consecuencias favorables que los mereados ofrecen y fomentan Estos dos argumentos a favor del mecanismo del mercado, im- Portantes ambos desde la perspectiva de las libertades fundamenta- les, deben distinguirse. En la literarura econémica moderna, es el segundo argumento —basado en el funcionamiento eficaz del mecanismo del mezcado y en sus favorables resultados— el que es objeto casi exclusive de atencidn."* Se trata, desde luego, de un ar gumento de peso, en general, y existen abundantes pruebas empiri cas de que el sistema de mercado puede ser un motot de répido cre cimiento econémico y de mejora del nivel de vida. Las medidas que restringen las oportunidades de mercado pueden limitar la expan- sin de las libertades fundamentales que se conseguirfan por medio del sistema de mercado, principalmente pot medio dela prosperidad econémica general. Eso no quiere decir que los mercados no sean a veces contraproducentes (como sefialé el propio Adam Smith al de- fender, en particular, la necesidad de controlar el mercado financie- ro).!” Existen serios argumentos a favor de la regulacidn en algunos casos. Pero en la actualidad se reconocen, en general, los efectos po- sitivos del sistema de mercado mucho mas que hace unas cuantas dé cadas Sin embargo, este argumento a favor de la utilizacién de los mer- cados es muy distinto del argumento de que los indivicluos tienen de- recho a realizar transacciones e intercambios. Incluso aunque no se aicepte que esos detechos son inviolables —e independientes de sus consecuencias—, se puede sostener que la negativa a conceder a los individuos el derecho a realizar transacciones econémicas entrafia al ssuna pérdida socal Si resulta que los efectos de esas transacciones son tan negativos para ottos que puede restringitse razonablemente ‘esta presuposicién prima facie en favor de que los individuos puedan 4 realizar las transacciones que quieran, aun asf se pierde algo directa- ‘mente imponiendo esta restriccién (aun cuando sea compensada por Ja pérdida alternativa de los efectos que producen de forma indirec- ta estas transacciones en otros). La disciplina de la economia ha tendido a dejar de centrar la atencién en el valor de las ibertades y a fijarse en el de las utlidades, Ja renta y la riqueza. Esta limitacion del objeto de atencidn impide apreciar lo suficiente todo el papel del mecanismo del mercado, aun cuando la economia como profesién dificilmente pueda ser acusada de no alabar lo suficiente los mercados. Sin embargo, la cuestién no es la cantidad de alabanzas sino las razones para hacerlas. “Tomemos como ejemplo el conocido argumento en economia de {que un mecanismo de mercado competitivo puede conseguir un tipo de eficiencia que probablemente un sistema centralizado no pueda lograr gracias tanto al ahorro de informacién (cada una de las perso- nas que actdan en el mercado no tiene que saber mucho) como a la compatibilidad de los incentivos (los astutos actos de cada persona encajan a la perfeccién con los de las demés). Consideremos ahora, cen contra de lo que se supone generalmente, un caso en el que se consigue el mismo resultado econémico con un sistema centralizado en el que las decisiones de todo el mundo relacionadas con la pro- duccién y con la asignacién son tomadas por un dictador, ¢Seria ese resultado tan bueno como el otro? No es dificil argumentar que faltaria algo en ese escenario; a sa- ber, la libertad de los individuos para actuar a su gusto a la hora de decidir dénde trabajar, qué producir, qué consumir, ete. Aun cuan- do,en ambos escenarios (que implican, respectivamente, la libre eleccién y la obediencia al orden dictatorial) una persona produjera Jos mismos bienes de la misma forma y acabara teniendo la misma renta y comprando los mismos bienes, atin podria tener buenas ra- zones pata preferir el escenario de la libre eleccién al de la sumisin ‘al orden, Existe una distincién entre los «resultados finales» (es de cir, sin tener en cuenta el proceso por el que se consiguen, incluido el ejercicio de la libertad) y los «resultados globales» (teniendo en ‘cuenta los procesos a través de los cuales se han conseguido los re- sultados finales) distincién cuya importancia hemos tratado de ana- lizar mas extensamente en otra parte." La virtud del sistema de mer- 45 cado no es sélo su capacidad para generar resultados finales mi fi cientes, La tendencia del andlisis econémico favorable al mercado a dejar de centrar la atencién en la libertad y a fijatse mas en la utilidad ha tenido un precio: la despreocupacién por el valor fundamental de la propia libertad. John Hicks, uno de los principales economistas de este siglo, mucho més proclive a centrar la atencién en la utilidad que en la libertad, expuso le cuestién con admirable claridad en un pasaje sobre este tema: Los principios liberales o contraris a la interferencia de los eco- nomistas clisicos (smithianos o ricardianos) no eran, para empe- zar, principios econémicos; eran una aplicacién a la economia de los principios cuyo campo de aplicacién se pensaba que era mu- cho més amplio, La tesis de que la libertad econémica contribuia «la eficiencia econémica no era mas que un argumento secunda- rio... Lo que euestiono es si tenemos alguna justficacién para ol- Vidar, tanto como hemos hecho la mayoria de nosotros, la otra cara del argument.” Esta cuesticn quiz parezca algo esotérica en el contexto del de- sarrollo econémico, dada la prioridad que tiende a conceder la lite- satura sobre el desarrollo a la generacion de elevadas rentas, de una cesta mayor de bienes de consumo y de otros resultados finales. Pero dista de ser esotérica. Uno de los mayores cambios del proceso de desarrollo de muchas economias es la sustitucisn del trabajo en con- diciones de servidumbreyy del trabajo forzado, caracteristicos en par- te de muchas agriculturas tradicionales, por un sistema de libertad de contrato y de desplazamiento fisico, Una perspectiva del desarro- lo basada en la libertad recoge este punto inmediatamente de una forma que no puede un sistema de evaluacién que sélo se fie en los resultados finales. Esta cuestién puede ilustearse con los debates sobre la naturale- 2a del trabajo esclavo existente-en el sur de Estados Unidos antes de su abolicién, El estudio clasico de Robert Fogel y Stanley Engerman sobre este tema (Time on the Cross: The Economics of American Ne- gro Slavery) contiene una notable observacién sobre las «rentas pe- 46 cuniatias» relativamente altas de los esclavos (las controversias sobre algunas cuestiones que se analizan en este libro no minaron de ma nea seria esta observacién). Las cestas de bienes de consumo de los esclavos eran mejores —desde luego, no eran peores— que las ren tas de los trabajadores agricola libres. ¥ la esperanza de vida de los esclavos tampoco era, en términos relativos, especialmente baja: ««casiidéntica ala esperanza de vida de algunos paises tan avanzados ‘como Francia y Paises Bajos» y «mucho mayor [que] la esperanza de vida [de] los ebreros industriales urbanos tanto de Estados Unidos como de Europa>.* ¥ sin embargo, los esclavos se escapaban, y ha- bia excelentes razones para suponer que el sistema de esclavitud no servia bien a sus intereses, De hecho, ni siquiera prosperaron los in- tentos, tras la abolicién de la esclavitud, de conseguir el retorno de los esclavos para obligatlos a trabajar como esclavos (especialmente cn «cuadrillas»), pero a cambio de clevados salasios. Cuando los esclavos fueron liberados, muchos de los duefios de plantaciones intentaron reconstruir sus cuadrillas a cambio de sa. larios. Pero es0s intentos fracasaron en general, a pesar de que los salarios ofrecidos a los hombres liberados eran mis de un 100% superiores a las rentas que recibfan cuando eran esclavos. Ni si quiera esta prima permitié a los duefios de las plantaciones conse- ‘uit que se mantuviera el sistema de cuadrillas una ver que se vie ron privados del derecho a utilizar la fuerza.” La importancia de la libertad de empleo y de métodos de traba: jo es fundamental para comprender las valoraciones realizadas." De hecho, las favorables observaciones de Karl Marx sobre el ca pitalismo frente a la falta de libertad de las instituciones laborales pprecapitalistas estaban relacionadas exactamente con esta cuestion y lo llevaron también a decir que la guerra de Secesi6n americana fue «cel gran acontecimiento de la historia contemporinea».® De hecho, cesta cuestién de la libertad de mercado es bastante importante para cl anilisis del trabajo en condiciones de servidumbre —habitual en muchos paises en vias de desarrollo— y la transicin hacia las insti- tuciones laborales basadas en la libertad de contrato, Este es, en rea- lidad, uno de los casos en los que el andlisis marxista ha tendido a te- a ner una cierta afinidad con el énfasis libertario en la libertad por oposicién a la utilidad. Por ejemplo, en su gran estudio de la transicién del teabajo en condiciones de servidumbre al trabajo asalariado en la India, V. K. Ra machandran describe esclarecedoramente la importancia empiri: cca de esta cuesti6n en la situacién en la que se encuentra en la actu lidad la agricultura en el sur de la India: Mars distingue entre (por utilizar el érmino que emplea Jon Els- ter) a libertad formal del trabajador en el capicalismo y la fala de libertad real de los wrabajadores en ls sistemas precapitalistas: ala libertad de los trabajadores para cambiar de empresa los hace li bres en un sentido que no se observa en los modos de produccién anteriores». El estudio del desarrollo del trabajo asalarindo en la agricultura también es importante desde otra perspectiva, La ex tensién de Ia libertad de los trabajadores en una sociedad para vender su fuerza de trabajo constituye una mejora de su libertad positiva, lo cual es, a su vez, un importante indicador de lo que progresa esa sociedad.” La conjuncién del trabajo en condiciones de servidumbre y cl ‘endeudamiento dan lugar a un tipo de falta de libertad especialmen- te persistente en muchas agriculturas precapitalistas.” La concep- ciGn del desarrollo como libertad permite adoptar un enfoque direc to de esta cuestién que no depende de que se demucstce que los mercados de trabajo también aumentan la productividad de la agri- cultura, cuestién importante en si misma, pero muy diferente del teima de la libertad de contrato y de empleo. Algunos de los debates sobre el terrible problema del trabajo in- fant también estén relacionados con esta cuestién de la libertad de eleccién, La peor violacién de las normas contra el trabajo infantil normalmente es la esclavitud casi total de los hijos de las familias des- favorecidas y el hecho de que sean obligados a realizar labores ca condiciones de explotacién (en lugar de ser libres y posiblemente de ir a la escucla). Esta cuesti6n directa de la libertad constituye una parte integral de este controvertido tema, 48 LOS VALORES ¥ EL PROCESO DE VALORACION Volvamos ahora ala evaluacién. Dado que nuesteas libertades son di- versas, es posible realizar una valoracién explicita para determinar la importancia relativa de los diferentes tipos de libertades en la eva- luacién de las ventajas individuales y del progreso social. Todos esos ‘enfoques (incluidos el utilitarismo, el pensamiento libertario y otros, ‘que se analizaran en el capitulo 3) entrafian, por supuesto, valoracio- res, aunque a menudo se hagan de forma implicita. Los que prefie- ren un indice mecénico y no tener que indicar explicitamente los va- lores que utilizan y las razones por las que los utilizan tienen tendencia a quejarse de que el enfoque basado en la libertad obliga a hacer valoraciones explicitas, Son muchas las ocasiones en las que se ha manifestado ese tipo de quejas. Pero creemos que esa obligacién constituye un importante activo en un ejercicio de evaluacién, sobre todo para que pueda ser sometido a la critica y € escrutinio piblicos. De hecho, uno de los argumentos més convincentes a favor de la li- bertad politica es precisamente la oportunidad que brinda a los ciu- dadanos de discutir y debatir —y de participar en la seleccién de— los valores utlizados para clegir las prioridades (esta cuestidn se ana- liza en los capitulos 6 a 11). La libertad individual es esencialmente un producto social, y existe una relacién de doble sentido entre 1) los mecanismos socia- les para expandir las libertades individuales y 2) el uso de las liber- tades individuales no sdlo para mejorar las vidas respectivas sino también para conseguir que los mecanismos sociales sean mejores y as eficaces. Las concepciones individuales de lajusticia y de la pro- piedad, que influyen en el uso especifico que hacen los individuos de sus libertades, dependen, ademis, de conexiones sociales, especial- mente de la formacién interactiva de la opinién publica y de la com- prensién compartida de los problemas y de las soluciones. El andlisis y la evaluacién de la politica econémica y social ha de ser sensible a estas diversas conexiones. 9 "TRADICION, CULTURA Y DEMOERACIA La cuesti6n de la participacién también es crucial en algunos de los problemas fundamentales que han socavado la fuerza y el aleance de la teoria del desarrollo, Por ejemplo, algunos han afirmado que el de- sarrollo econémico, tal como lo conocemos, podria ser perjudicial, cn realidad, para un pats, ya que podria provocar la desaparicién de sus tradiciones y de su herencia cultural.” Este tipo de objeciones suele desecharse, ya que se alega que es mejor ser rico y feliz que po- bre y tradicional. Esta alegacién quizé sea un convincente eslogan, pero dificilmente es una respuesta satisfactoria a la eritiea en cues- tién. Tampoco refleja un serio compromiso con la cuestién valorati- va fundamental que plantean quienes mantienen una postura escép- tica sobre el desarrollo, La cuestién mas seria es, més bien, Ia fuente de autoridad y de le- gitimidad. Existe un inevitable problema de valoracién a la hora de decidir qué elegir cuando resulta que no es posible mantener algunos aspectos de la tradicién porque son incompatibles con los cambios ‘econémicos o sociales que puede ser necesario introducir por otras ra- zones, Es una decisién que tienen que aftontar y valorar las personas afectadas. La eleccién no es una decisién cerrada (como parecen suge- sir muchos apologistas del desarrollo) ni una decisién que deba tomar Ja élite de «guardianes» de la tradicién (como parecen suponer mu- chos de los que mantienen una postura escéptica sobre el desarrollo). Sihay que sacrificar un modo tradicional de vida para escapar de la po- breza més absoluta o de la mintiscula longevidad (como la que han te- niido muchas sociedades tradicionales durante miles de afios), son las personas directamente afectadas las que deben tener la oportunidad de participar en la decisién. Donde estd el verdadero conflicto es entre 1) el valor baisico de que debe permitirse a los individuos deci dir libremente las tradiciones que desean o no mantener; y 2) la insistencia en que deben mantenerse las tradiciones arrai zgadas (enalesquiera que sean éstas) o en que los individuos deben obedecer las decisiones de las autoridades religiosas o laicas que im- ponen las tradiciones (reales o imaginadas) 50 La fuerza del primer precepto reside en la importancia basica de la libertad del hombre, y una vez que se acepta, tiene poderosas im- plicaciones sobte lo que puede 0 no hacerse en nombre de la tradi- cién, El enfoque del «desarrollo como libertad» pone énfasis en este precepto. De hecho, en la perspectiva basada en la libertad, ni los «guar- Gianes» nacionales o locales —ni los ayatollabs (w otras autoridades ‘eligiosas) ni los dirigentes politicos (o los gobiernos dictatoriales) ni Jos «expertos» culturales (nacionales o extranjeros}— pueden impe- dir a nadie participar en Ia eleccién de las tradiciones que deben mantenerse. La indicacién de que existe un conflicto real entre la presetvacién de la tradicién y las ventajas de la modernidad exige una resolucién en la que participe todo el mundo, no el rechazo uni- lateral de la modetnidad en favor de la tradicién por parte de los di- rigentes politicos, de las autoridades religiosas o de los admiradores antropol6gicos del legado del pasado. La cuestiOn no sélo no estd ce- trada sino que debe estar abierta de par en par para que pueda set testelta por los miembros de la sociedad y decidida por ellos. El in- tento de impedir la libertad de participacin recurtiendo a valores tradicionales (como el fundamentalismo religioso, las costumbres politicas 0 los lamados valores asiéticos) no tiene en cuenta la cucs- tion de la legitimidad y la necesidad de que las personas afectadas decidan qué quieren —y qué razones tienen para— aceptar. Este reconocimiento bisico tiene un notable aleance y poderosas implicaciones, La preservacién de la tradicién no es una razon para suprimir en general la libertad de los medios de comunicacién o los derechos de comunicacién entre los ciudadanos. Aun cuando se con- sidere que es histéricamente correcta la visién distorsionada de lo au- toritatio que era en realidad Confucio (en el capitulo 10 criticaremos esa interpretacién), eso no es una razén suficiente pata practicat el autoritarismo por medio de la censura o de restrieciones politicas, ya que son los que viven en Ia actualidad quienes han de decidir si es le- gitimo adherirse hoy a las ideas expresadas en el siglo via. J.C. Por otra parte, dado que la participacién exige conocimientos y un nivel educativo bésico, negara un grupo cualquiera —por ejem- plo, «las nifias— la oportunidad de recibir educacién es inmediata- mente contrario a las condiciones basicas de la libertad de participa 51 cién. Aunque estos derechos se han cuestionado con frecuencia (una de las embestidas mas graves es el reciente ataque de los lideves de los talibanes en Afganistan), ese requisito elemental no puede pasar desapercibido en una perspectiva basada en la libertad. La concep cién del desarrollo como libertad tiene trascendentales implicacio- nes no sélo para los objetivos iltimos del desarrollo sino también para los procesos y los procedimientos que han de respetarse. OnstevAciones FINALES La concepcién del desarrollo basada en las libertades fundamentales de os individuos tiene trascendentales implicaciones para la com- prensién del proceso de desarrollo, asi como para la forma y los me- dios de fomentarlo, Desde el punto de vista de la evaluacién, impli- cca la necesidad de evaluar los requisitos del desarrollo desde 1a perspectiva de la eliminaciéin de la falta de libertades que suften los miembros de la sociedad. Desde este punto de vista, el proceso de desarrollo no es muy diferente de la historia de la superacién de esta falta de libertades, Aunque esta historia no deja de estar relacionada con el proceso de crecimiento econémico y de acumulacién de eapi- tal fisico y humano, su alcance y su cobertura van mucho mas allé de estas variables, El hecho de que evaluemos el desarrollo centrando la atencién en las libertades, no quiere decir que exista un «criterion de desarro- lo tinico y preciso con el cual siempre ¢s posible comparar y ordenar los diferentes casos de desarrollo, Dada la heterogencidad de los dis- tintos componentes de la libertad, asi como la necesidad de prestar atenci6n a las diversas ibertades de los diferentes individuos, mu- chas veces habré argumentos contrapuestos. El motivo por el que concebimos el «desarrollo come libertad» no es tanto ordenar todos Jos Estados —o todos los escenatios posibles— y elaberar una «or- denacién completa» como llamar la atencién sobre importantes as- pectos del proceso de desarrollo, cada uno de los cuales merece que 1nos fijemos en él. Incluso después de prestarles atencién, seguir ha- biendo sin duda diferencias entre las posibles ordenaciones globales, pero su presencia no constituye un obstéculo para nuestros fines. 52 | Lo malo seria pasar por alto—como se observa frecuentemente nla literatura sobre el desarrollo— aspectos fundamentales debido «una falta de interés por las libertades de las personas afectadas. Pretendemos ofrecer una vision suficientemente amplia del desarro: llp que nos petmita centrar la atencién en la evaluacién de cosas que son importantes y, en particular, no descuidar temas que son funda- mentales, Aunque esté bien pensar que el andlisis de as variables te levantes leva automsticamente a todo el mundo a extract las mis- ‘mas conclusiones sobre la forma de ordenar los distintos escenatios, el enfoque no requiere tal unanimidad, De hecho, los debates sobre estas cuestiones, foco de posibles e importantes discusiones politi- cas, pueden formar parte del proceso de participacién democratica ‘que caracteriza al desarrollo. Mas adelante en este libro tendtemos cocasién de examinar la cuestién fundamental de la patticipacién como parte del proceso de desarrollo, 3

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