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DEFINICIÓN

El trastorno por estrés postraumático (también conocido como TEPT) es un trastorno que
algunas personas presentan después de haber vivido o presenciado un acontecimiento
impactante, terrorífico o peligroso.

Es natural sentir temor durante una situación traumática o después de ésta. Este temor
provoca muchos cambios en el cuerpo en fracciones de segundo para responder a un peligro
y para ayudar a evitar un peligro en el futuro. Esta respuesta de “lucha o huida” es una
reacción típica que sirve para proteger a la persona de cualquier peligro. Casi todo el
mundo tendrá una serie de reacciones después de una experiencia traumática.

Sin embargo, la mayoría de las personas se recuperará de los síntomas de forma natural. Es
posible que a las personas que continúen teniendo problemas se les diagnostique con
trastorno por estrés postraumático.

Las personas con este trastorno pueden sentirse estresadas o asustadas, incluso cuando ya
no están en peligro

a. Según CIE-10 o DSM-V

En el año 1982 se publicó la tercera edición del DSM (Manual de diagnóstico de los
trastornos mentales) y por primera vez se reconoció que las secuelas que podían quedar tras
la exposición a un suceso traumático podían configurar un trastorno mental. Se denominó
Trastorno de estrés postraumático, conocido también por las siglas en español (TEPT) y en
inglés (PTSD).

“Se conoce como Trastorno de estrés postraumático a las secuelas psicológicas tras la
exposición a un acontecimiento traumático.”

Todos hemos pasado miedo en algún momento de nuestras vidas por una situación
traumática, ya sea vivida en primera persona o experimentada en tercera persona. Hasta una
noticia del telediario nos hace responder emocionalmente con miedo, tristeza, ansiedad o
llanto. La mayoría de las personas logran reponerse a esa experiencia que han conocido o
experimentado. Incluso, hay personas que pueden superar situaciones muy complicadas en
las que su vida ha estado en peligro o han presenciado la muerte de cerca, como combates
de guerra o accidentes de tráfico. Sin embargo, hay algunas personas que meses después del
suceso traumático siguen presentando síntomas (insomnio, ansiedad, pesadillas,
incapacidad para disfrutar, miedo a morir, etc) y no logran sentirse a salvo de lo ocurrido.

“Hay personas más predispuestas a desarrollar un estrés postraumático.”

b. Epidemiologia

En Estados Unidos la prevalencia anual de Trastorno de estrés postraumático es muy


elevada, en torno al 3,5 %. Por el contrario, en Europa, Asia y América del Sur esta
prevalencia anual es bastante menor, de entre el 0,5 y el 1 %. En cuanto a la prevalencia a
lo largo de la vida, en Estados Unidos es del 9 % para el Trastorno de estrés postraumático.

“El estrés postraumático es más frecuente en Estados Unidos que en Europa, Asia o
América del Sur.”

El estrés postraumático es más frecuente en militares que en civiles, debido a su profesión


de riesgo y exposición a situaciones de guerra. Determinadas profesiones también son
grupos de riesgo, por ejemplo, bomberos, policías o personal sanitario de urgencias.

“Algunas profesiones son de riesgo, como las fuerzas del orden y los sanitarios de
urgencias.”

Los acontecimientos traumáticos que producen una tasa más elevada de Trastorno de estrés
postraumático son: violación, combate de guerra, cautiverio o prisión por causas étnicas o
políticas.

Posiblemente, el estrés postraumático afecta en menor medida a las personas mayores. En


este grupo de edad es normal que tengan menos probabilidad de desarrollar el trastorno y, si
lo desarrollan, tendrán menos síntomas.

c. Pandemia COVID-19

Los cambios sociales y restricciones impuestas en todo el mundo para frenar la expansión
del coronavirus han pasado factura a nuestra salud mental; según un estudio científico
internacional, en primavera boreal, durante la primera ola de la pandemia, siete de cada
diez personas (68.5%) tuvieron síntomas de estrés postraumático, uno de cada cuatro de
depresión (25%) y una quinta parte sufrió ansiedad (19.5%).

El estudio, liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), fue


realizado por científicos del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces y la Fundación
Ikerbasque (ambos en España) y SRI International, la Universidad de Stanford y la
Universidad de la Mancomunidad de Virginia, de Estados Unidos.

La investigación, cuyos resultados se han publicado en el “Journal of Clinical Psychology”,


se hizo de manera ‘online’ el pasado abril, a través de una encuesta en las redes sociales en
la que participaron 6,882 personas de 59 países.

El cuestionario, que evaluaba el efecto de los cambios experimentados en la vida de las


personas desde la irrupción del coronavirus, mostró que un porcentaje significativo de la
población sufrió síntomas moderados o graves de depresión (25.4%) y ansiedad (19.5%) en
la primera ola de la pandemia.

“En cuanto a síntomas de estrés postraumático, el porcentaje ascendía a un 68.5%, lo que


evidencia que para muchas personas la pandemia ha sido un evento traumático cuyo coste
psicológico a largo plazo aún no podemos determinar”, advierten Elisabet Alzueta y Juan
Carlos Arango-Lasprilla, investigadores de la UAM y directores del estudio.

El estudio advierte que ciertas características demográficas pueden hacerte más vulnerable
a sufrir estos problemas psicológicos: principalmente ser mujer, pertenecer a un país de
altos ingresos, no tener pareja y ser joven.

Para los investigadores es llamativo que, aunque las personas mayores son la población de
más riesgo frente al COVID-19, no son los más afectados psicológicamente, tal vez porque
“la edad está generalmente asociada a una mejor regulación emocional”.

Estudios recientes atribuyen la mayor vulnerabilidad de los más jóvenes a lo que se ha


denominado “infodemia”, término que proviene de “información” y “epidemia”, en
referencia a la rápida y abrumadora cantidad de información que existe sobre el
coronavirus, tanto exacta como inexacta, apunta la UAM en una nota.
El contacto cercano con el virus (por ejemplo, haber tenido síntomas no confirmados de
COVID-19), y los niveles más altos de restricciones impuestas por los gobiernos, están
relacionados con peores resultados psicológicos, según el estudio.

Pero, sobre todo, los cambios en la vida provocados por la pandemia como el
confinamiento, la inestabilidad económica, las dificultades en la transición trabajo-casa y el
aumento de las discusiones o conflictos con otros adultos en el hogar, están fuertemente
vinculados a un mal estado de salud mental y son los mejores indicadores de los síntomas
de depresión y ansiedad.

“Nuestro estudio destaca la importancia de los cambios relacionados con la pandemia en la


vida de la población general, especialmente en las esferas del trabajo y el hogar. Durante
estos meses son muchas las personas que deben trabajar desde casa, lo que hace que el
equilibrio entre el trabajo y la vida privada sea más difícil que nunca. La dinámica del
trabajo debe ser ajustada a esta nueva realidad”, aseguran los autores.

La pandemia también está cambiando el entorno relacional en el hogar: la tensión


económica y el aislamiento social durante los confinamientos pueden llevar a una escalada
de conflictos y violencia en el hogar, de acuerdo con el estudio.

En conjunto, el estudio demuestra que la pandemia del COVID-19 no solo debe verse como
una emergencia sanitaria, sino que también supone una amenaza para la salud mental de la
población.

“La pandemia nos sitúa en un escenario completamente extraordinario de incertidumbre en


la que se combina la amenaza continua por el virus, información constante por parte de los
medios de comunicación y medidas extremas por parte de los gobiernos”, advierte el
estudio.

“Comprender cómo las medidas de aislamiento social tienen un impacto en el


funcionamiento psicológico de la población es crítico de cara a responder a futuras olas”,
según los autores.

“Los gobiernos no sólo tendrán que sopesar los costos y beneficios a nivel económico y
social de sus medidas, sino que también tendrán que integrar intervenciones de salud
mental en sus planes de emergencia para brindar servicios que promuevan la salud de la
población en todas las esferas”, concluyen los investigadores.

DIAGNOSTICO

A. Signos y Síntomas según CIE-10 o DSM V


1. Criterios del DSM-5 para el trastorno por estrés postraumático (TEPT)

El DSM-V (APA, 2013) define el trastorno por estrés postraumático como:


A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o
más) de las formas siguientes:

1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).

2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido a otros.

3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o


a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o
amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.

4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s) traumático(s) (p.


ej., socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a
detalles del maltrato infantil).

Nota: El Criterio A4 no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos, televisión,


películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el trabajo.
B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s)
traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):

1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s)


traumático(s).

2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está
relacionado con el suceso(s) traumático(s).

3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o
actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden
producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de
conciencia del entorno presente.)

4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o


externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).

5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se


parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).

C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza


tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos características
siguientes:

1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos


angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).

2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares,


conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos,
pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al
suceso(s) traumático(s).

D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s)


traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se
pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:

1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s) (debido


típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral,
alcohol o drogas).

2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los


demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es
muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).

3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s)


traumático(s) que hace que el individuo se acuse a sí mismo o a los demás.
4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o
vergüenza).

5. Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.

6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.

7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad,


satisfacción o sentimientos amorosos).

E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que


comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por
dos (o más) de las características siguientes:

1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que


se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.

2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.

3. Hipervigilancia.

4. Respuesta de sobresalto exagerada.

5. Problemas de concentración.

6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño
inquieto).

F. La duración de la alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a un mes.


G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u
otras áreas importantes del funcionamiento.
H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej.,
medicamento, alcohol) o a otra afección médica.
Especificar si:
Con síntomas disociativos: Los síntomas cumplen los criterios para el trastorno de estrés
postraumático y, además, en respuesta al factor de estrés, el individuo experimenta
síntomas persistentes o recurrentes de una de las características siguientes:
1. Despersonalización: Experiencia persistente o recurrente de un sentimiento de desapego
y como si uno mismo fuera un observador externo del propio proceso mental o corporal (p.
ej., como si se soñara; sentido de irrealidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el
tiempo pasa despacio).
2. Desrealización: Experiencia persistente o recurrente de irrealidad del entorno (p. ej., el
mundo alrededor del individuo se experimenta como irreal, como en un sueño, distante o
distorsionado).
Nota: Para utilizar este subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder atribuir a los
efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., desvanecimiento, comportamiento durante la
intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).
Especificar si:
Con expresión retardada: Si la totalidad de los criterios diagnósticos no se cumplen hasta
al menos seis meses después del acontecimiento (aunque el inicio y la expresión de algunos
síntomas puedan ser inmediatos).

2. Criterios CIE-10 para el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático

Trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una
situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que
causarían por sí mismos malestar generalizado en casi todo el mundo (por ejemplo,
catástrofes naturales o producidas por el hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo
de la muerte violenta de alguien, el ser víctima de tortura, terrorismo, de una violación o de
otro crimen).

Ciertos rasgos de personalidad (por ejemplo, compulsivos o asténicos) o antecedentes de


enfermedad neurótica, si están presentes, pueden ser factores predisponentes y hacer que
descienda el umbral para la aparición del síndrome o para agravar su curso, pero estos
factores no son necesarios ni suficientes para explicar la aparición del mismo.

Las características típicas del trastorno de estrés post-traumático son: episodios reiterados
de volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias o sueños que tienen lugar sobre
un fondo persistente de una sensación de «entumecimiento» y embotamiento emocional, de
despego de los demás, de falta de capacidad de respuesta al medio, de anhedonia y de
evitación de actividades y situaciones evocadoras del trauma. Suelen temerse, e incluso
evitarse, las situaciones que recuerdan o sugieren el trauma.
En raras ocasiones pueden presentarse estallidos dramáticos y agudos de miedo, pánico o
agresividad, desencadenados por estímulos que evocan un repentino recuerdo, una
actualización del trauma o de la reacción original frente a él o ambos a la vez.

Por lo general, hay un estado de hiperactividad vegetativa con hipervigilancia, un


incremento de la reacción de sobresalto e insomnio. Los síntomas se acompañan de
ansiedad y de depresión y no son raras las ideaciones suicidas. El consumo excesivo de
sustancias psicotropas o alcohol puede ser un factor agravante.

El comienzo sigue al trauma con un período de latencia cuya duración varía desde unas
pocas semanas hasta meses (pero rara vez supera los seis meses). El curso es fluctuante,
pero se puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos. En una pequeña
proporción de los enfermos, el trastorno puede tener durante muchos años un curso crónico
y evolución hacia una transformación persistente de la personalidad.

B. Factores de Riesgo

Los factores de riesgo del trastorno por estrés postraumático incluyen:

 Haber pasado por circunstancias peligrosas o traumáticas


 Haber salido lastimado
 Ver a personas heridas o muertas
 Haber tenido una experiencia traumática en la niñez
 Tener sentimientos de terror, impotencia o miedo extremo
 Tener poco o ningún apoyo social después del acontecimiento traumático
 Lidiar con un exceso de estrés después del hecho traumático, como la pérdida de un
ser querido, lesiones y dolor, o la pérdida del trabajo o la vivienda
 Tener antecedentes de alguna enfermedad mental o consumo de drogas
C. Factores de Protección

Los factores de protección o de resiliencia que pueden reducir el riesgo de trastorno por
estrés postraumático incluyen:

 Buscar apoyo de otras personas, como amigos y familiares


 Encontrar un grupo de apoyo después de la experiencia traumática
 Aprender a sentirse bien por las decisiones que tomó al enfrentar el peligro
 Tener una estrategia para afrontar o de alguna manera superar el hecho traumático y
aprender de éste.
 Ser capaz de actuar y responder de manera eficaz a pesar de sentir miedo

Los investigadores están estudiando la importancia de los diversos factores de riesgo y de


resiliencia, entre ellos, los aspectos genéticos y neurobiológicos. Con más investigaciones,
algún día puede ser posible pronosticar quién es propenso a presentar el trastorno por estrés
postraumático y evitarlo.

D. Etiología

El trauma es la incapacidad de un sujeto para responder adecuadamente a la intensidad de


un aflujo de excitaciones demasiado excesivo para su psiquismo producido por
determinado acontecimiento experimentado.

El bloqueo de la actividad motriz externa (imposibilidad de reaccionar) aumenta la


posibilidad del estrés postraumático. La función del yo es evitar estos estados traumáticos,
tamizar y organizar la excitación recibida descargándola motrizmente o ligándola a
pensamientos y palabras.

Esto es posible debido a la capacidad del yo para anticipar en su fantasía lo que va a ocurrir
e ir preparándose para el futuro. Los hechos que no han sido anticipados y que son
experimentados de una manera violenta e intrusiva originan grandes cantidades de
excitación no controlada que las vuelven abrumadoras para el psiquismo. Esta excitación es
excesiva en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad para controlarla y elaborarla
psíquicamente.

El trastorno por estrés postraumático es generado por los efectos patógenos duraderos que
este incidente traumático provoca en toda la organización psíquica. Las probabilidades que
tiene un incidente de producir un trastorno por estrés postraumático se hallan directamente
relacionadas con su carácter de imprevisto.

El principal síntoma es el bloqueo o disminución de las funciones del yo y esto es lo que


trae como consecuencia todos los demás síntomas. Este bloqueo se explica por la
concentración de toda la energía psíquica disponible por el psiquismo en una sola tarea: el
intento de controlar la abrumadora excitación psíquica invasora. La urgencia de esta tarea
hace que todas las demás funciones yoicas queden relegadas, la emergencia domina
completamente al sujeto. Eso genera toda clase de mecanismos de defensa del yo y de
fenómenos regresivos.11

Casi todos los síntomas del trastorno por estrés postraumático son producto del bloqueo de
las funciones perceptivas del yo: el embotamiento psíquico, la amnesia total o parcial, la
reducción acusada del interés, la disminución de la capacidad para sentir emociones, las
dificultades para concentrarse, el insomnio, la irritabilidad y la disociación psíquica.

El TEPT puede o no desarrollarse en una persona que ha estado expuesta a un


acontecimiento traumático dependiendo de factores predisponentes individuales
(vulnerabilidad) y de la naturaleza del evento traumático. A más traumático el
acontecimiento, más probabilidades de que se origine, y a menos vulnerabilidad individual
previa menos probabilidades de generarlo.

E. Diagnóstico Diferencial

El diagnóstico diferencial sirve para hacer una correcta valoración de una enfermedad con
respecto a otras parecidas, con las que pudiera confundirse o solaparse. Es una valoración
clínica que corresponde exclusivamente a los especialistas, en ningún caso a los pacientes.
En muchos casos requiere de pruebas y exploraciones complementarias que han de
solicitarse a los servicios médicos pertinentes en cada caso.

El diagnóstico diferencial del Trastorno por Estrés Postraumático ha de hacerse respecto a:

Trastorno Adaptativo: se usa este diagnóstico cuando se dan los mismos síntomas que en el
trastorno por estrés postraumático pero no son debidos a un muy grave acontecimiento.
También cuando dándose un grave acontecimiento, no ocurre el cuadro de síntomas típico
del TEP.

Síntomas de evitación, embotamiento afectivo y aumento de la activación previos al


acontecimiento traumático: se deben a otros trastornos ya presentes antes del suceso
estresante.
Aparición de otros trastornos mentales por la exposición al acontecimiento traumático:
entonces se reunirían los criterios para trastornos como el trastorno psicótico breve, el
trastorno de conversión, el trastorno depresivo mayor u otros. No obstante, si también se
cumplen los criterios para el TEP se harían ambos diagnósticos.

Trastorno por Estrés Agudo: el cuadro de síntomas aparece y desaparece en las 4 semanas
siguientes al suceso traumático. Si persiste más de un mes y se dan los síntomas
característicos del TEP, el diagnóstico será el de TEP.

Trastorno Obsesivo-compulsivo: también hay pensamientos intrusos y recurrentes, pero son


reconocidos como inapropiados y no se relacionan con ningún acontecimiento traumático.

Ilusiones, alucinaciones y otras alteraciones perceptivas en otros trastornos mentales :


dichos trastornos mentales serían la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, el trastorno
del estado de ánimo con síntomas psicóticos, el delirium, trastornos relacionados con
sustancias y trastornos psicóticos por enfermedad médica.

Simulación: se fingen los síntomas para obtener beneficios materiales, laborales, legales o
de otro tipo.

TRATAMIENTO

El tratamiento para sobrellevar el trastorno por estrés postraumático te permitirá recuperar


el sentido de control sobre tu vida. El tratamiento principal es la psicoterapia, pero esta
afección también se trata con medicamentos. Combinar estos tratamientos permite mejorar
los síntomas por los siguientes motivos:

Aprenderás estrategias para controlar los síntomas

Lograrás tener pensamientos más positivos sobre ti, sobre los demás y sobre el mundo

Aprenderás distintas maneras de afrontar los síntomas si vuelven a aparecer

Permite tratar otros problemas que se suelen asociar a experiencias traumatizantes, como la
depresión, la ansiedad o el abuso de alcohol o de sustancias
No tienes que cargar tú solo todo lo que implica el trastorno por estrés postraumático

a. Intervención y/o técnicas

Es importante que un profesional de la salud mental experto en el trastorno por estrés


postraumático trate a una persona con este trastorno. Los principales tratamientos son la
psicoterapia (terapia de “diálogo”), los medicamentos o una combinación de ambos. Cada
persona es diferente y el trastorno por estrés postraumático afecta a las personas de
diferentes maneras, por lo que es posible que un tratamiento que funciona para una persona
no funcione para otra. Las personas con trastorno por estrés postraumático deben trabajar
con un profesional de la salud mental para encontrar la mejor manera de tratar sus síntomas.

Si alguien con trastorno por estrés postraumático está pasando por alguna situación
traumática continua, como, por ejemplo, una relación abusiva, es necesario abordar ambos
problemas. Otros problemas que se pueden estar teniendo al mismo tiempo incluyen
trastornos de pánico, depresión, drogadicción y pensamientos suicidas. La investigación
muestra que el apoyo de la familia y los amigos pueden ser una parte importante de la
recuperación.

Psicoterapia

La psicoterapia es la terapia de “diálogo”. Hay muchos tipos de psicoterapia, pero todos


implican hablar con un profesional de la salud mental para tratar una enfermedad mental.
La psicoterapia puede darse individualmente o en grupo y, por lo general, tiene una
duración de 6 a 12 semanas, pero puede tomar más tiempo.

Hay muchos tipos de psicoterapia que pueden ayudar a las personas con trastorno por estrés
postraumático. Algunos tipos se dirigen a los síntomas del trastorno, mientras que otros se
enfocan en los problemas sociales, familiares o laborales. El médico o terapeuta puede
combinar diferentes tratamientos en función de las necesidades de cada persona.

Los tipos de psicoterapia eficaces tienden a enfatizar algunos componentes clave, entre
ellos, conocer los síntomas, aprender habilidades para ayudar a identificar los factores
desencadenantes de los síntomas y habilidades para controlarlos. Hay un tipo de
psicoterapia que se llama terapia cognitivo-conductual e incluye lo siguiente:
Terapia de exposición. Esta terapia ayuda a las personas a enfrentar y controlar su temor.
Poco a poco se las expone a la situación traumática que sufrieron, pero de una manera
segura. Se utilizan imágenes mentales, escritura o visitas al lugar donde ocurrió el hecho. El
terapeuta utiliza estas técnicas para ayudar a las personas con trastorno por estrés
postraumático a enfrentar sus sentimientos.

Reestructuración cognitiva. Esta terapia ayuda a las personas a darle sentido a los malos
recuerdos. A veces las personas recuerdan el acontecimiento de manera diferente de cómo
sucedió. Pueden sentir culpa o vergüenza por algo que no es su culpa. El terapeuta ayuda a
las personas con trastorno por estrés postraumático a mirar lo que ocurrió de una manera
realista.

Por medio de otros tipos de psicoterapia, se les enseña a las personas formas útiles de
reaccionar ante acontecimientos aterradores que desencadenan los síntomas del trastorno
por estrés postraumático.

Sobre la base de este objetivo general, los diferentes tipos de terapia pueden:

 Enseñar sobre el trauma y sus efectos


 Usar habilidades para aprender a relajarse y controlar la ira
 Ofrecer consejos para mejorar los hábitos de sueño, alimentación y ejercicio
 Ayudar a las personas a identificar y enfrentar la culpa, la vergüenza y otros
sentimientos relacionados con la experiencia traumática
 Centrarse en cambiar la forma en que las personas reaccionan a los síntomas del
trastorno por estrés postraumático

Medicamentos

Los medicamentos más estudiados para el tratamiento del trastorno por estrés
postraumático incluyen los antidepresivos, que pueden ayudar a controlar los síntomas
como la tristeza, la preocupación, la ira y la sensación de vacío interno.

Los antidepresivos y otros medicamentos se pueden recetar junto con la psicoterapia. Otros
medicamentos pueden ser útiles para síntomas específicos de este trastorno.
La prazosina puede ser útil con los problemas del sueño, en particular, las pesadillas,
frecuentes en las personas con trastorno por estrés postraumático. Estos medicamentos
pueden ayudar con los síntomas de la depresión y la angustia. También pueden ayudar a
mejorar los problemas de sueño y de concentración. Los medicamentos inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como sertralina (Zoloft) y paroxetina
(Paxil) están aprobados por la FDA para el tratamiento de este trastorno.

Medicamentos para la ansiedad. Estos medicamentos pueden aliviar problemas de ansiedad


grave y otros relacionados. Algunas personas pueden abusar de los medicamentos para la
ansiedad, por lo que generalmente se usan solo por poco tiempo.

Los médicos y los pacientes pueden trabajar juntos para encontrar el mejor medicamento o
combinación de medicamentos, así como la dosis correcta.

b. Prevención

Tras sobrevivir un acontecimiento traumático, muchas personas al principio pasan por


síntomas similares a los del trastorno de estrés postraumático, como el no poder dejar de
pensar en lo que sucedió. El temor, la ansiedad, el enfado, la depresión y la culpa, son todas
reacciones frecuentes al trauma. No obstante, la mayoría de las personas que sufren un
trauma no contraen a largo plazo el trastorno de estrés postraumático.

Obtener ayuda y apoyo a tiempo podría evitar que las reacciones normales al estrés
empeoren y padezcas trastorno de estrés postraumático. Esto podría implicar que recurras a
tu familia y amigos, quienes te escucharán y reconfortarán. Podría suponer que debas
buscar un profesional de salud mental y asistir a sesiones de terapia por un corto tiempo.
Algunas personas probablemente encuentren útil acudir a su comunidad religiosa.

El apoyo de otros también podría ayudarte a evitar que recurras a métodos de afrontamiento
no saludables, como el uso indebido de alcohol o drogas.

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