You are on page 1of 9

El empresario del siglo XXI vivirá en un mundo globalizado que le exigirá ser más profesional y más

humano. Cuando alguien desempeña intensamente una actividad, llevada al límite de su


capacidad, por ejemplo un atleta olímpico, concentra al máximo sus cinco sentidos para que el
resultado llegue a la excelencia.

De modo similar, el director de empresa del próximo siglo requiere entrenarse, desde ahora, para
desarrollar los sentidos. Pero más que los cinco sentidos físicos, requiere de otros más profundos
que le ayuden a percibir el mundo que le rodea, llegar a la verdad de las cosas y de la persona
humana. Debe encontrar mejores modos para que el avance de la ciencia y la técnica estén en
mayor medida al servicio del ser humano.

A los hombres-vértice que trabajan en la empresa y en la política les corresponde, en lo material,


la enorme responsabilidad de dirigir la actividad que crea riqueza económica. Además de que,
cada día, esa riqueza alcance a más personas de modo que todos tengan acceso a ella; y que sea
tanto para las generaciones presentes, como para las futuras.

Por el lado de los valores no materiales libertad, justicia, solidaridad… les corresponde crear las
condiciones propicias para conservar y practicar los valores humanos que apoyan la dignidad de la
persona, principalmente en el ámbito del trabajo y los negocios.

Repasemos brevemente los cinco sentidos del director del siglo XXI:

1. Sentido común

Cada día son más los empresarios que, afortunadamente, aplican el sentido común a los negocios.
Por ejemplo, en las últimas tres décadas han proliferado las franquicias como modo de hacer
negocio. Las que crecen en número más rápidamente que otras, y se extienden por todo el
mundo, son aquellas que están estructuradas para dejar satisfechos, tanto al empresario que se
une a la franquicia, como al cliente final. Buscan claramente establecer un juego «ganar-ganar». Si
quien adquiere la franquicia está satisfecho, la recomendará a amigos y conocidos, para que
también la adopten. Ahí está la clave de su rápida difusión.

En los negocios hay pocos hombres con visión los llamados visionarios que son capaces de ver
oportunidades de negocio donde otros sólo encuentran problemas, ésos son los verdaderos
entrepreneurs, que se anticipan a los demás, están abiertos al conocimiento es ahí donde tenemos
mucho que aportar las escuelas de negocios. Otros más aprenden por shock, enfrentando las
crisis, tan comunes en la última década, y son capaces de adaptarse. Otros más, ni por shock
aprenden.

Las escuelas de negocios estamos llamadas a agudizar el sentido común de los directores de
empresa, que consiste en ayudarles a entender su propia realidad sobre las cosas y sobre el
espíritu humano, y realizar negocios buscando la armonía. A veces, al comunicar lo hecho por
otros, otras provocándoles pedagógicamente el shock. Deben aprender a ganar sirviendo y servir
ganando.
2. Sentido de responsabilidad

Al emprender un negocio se busca, cada vez más como primer requisito, a personas confiables. La
confianza se gana poco a poco, a base de mucha responsabilidad: servicio, puntualidad, calidad,
atención, interés por los demás, cumplir la palabra empeñada y ser justos. En los negocios
mundiales, que se realizan a distancia, es preciso buscar personas de confianza y uno mismo ser
confiable. Eso se logra con alto sentido de responsabilidad, siendo justo, coherente y tenaz en el
transcurso del tiempo.

Además, la mujer y el hombre de empresa no sólo son responsables por el impacto directo de sus
decisiones y su actuación hacia los objetivos buscados, sino también por el impacto secundario
derivado de las mismas; las «externalidades», negativas y positivas de la empresa, como la
contaminación y el modo ético al proceder ellos y todos los de su organización en los negocios.

Un tercer campo de responsabilidad donde las escuelas de negocios podemos y debemos formar a
los directores del futuro (además de animarles a ser individuos dignos de confianza y medir los
efectos secundarios de sus acciones), es hacerlos más conscientes de las consecuencias de sus
omisiones. Por ejemplo, jugar golf no es malo, el hombre de negocios debe descansar, cuidar la
salud y ser sociable. Pero tiene la obligación de ponderar en cada momento, en conciencia, si está
dedicando ese tiempo a lo que debe, considerando todo en armonía: trabajo, familia, relaciones.

Debemos enseñar a nuestros alumnos y participantes a ser más responsables de sus acciones
directas y deliberadas, sus efectos secundarios y sus omisiones. El empresario se va haciendo
verdaderamente profesional y competente sólo en la medida que estudia y se prepara seriamente
en sus responsabilidades. Podemos ayudarles a hacer realidad la máxima: haz lo que debes, y está
en lo que haces.

3. Sentido social

Body Shop es una empresa dedicada a productos de belleza y tocador, desarrollada los últimos
años, que cuenta con tiendas en todo el mundo. Se caracteriza por producir, distribuir y vender
productos que, en su proceso total, sean ecológicos, sus desechos biodegradables y, en la medida
de lo posible, manufacturados por mujeres extremadamente pobres sin importar dónde viven,
desde Bangladesh hasta el Mezquital, en Hidalgo, México.

Al cuestionársele a Anita, su fundadora, que una producción con esas características sería
ineficiente por sus costos más altos que lo común en el ramo, ella contestó algo impactante:
«Efectivamente mis productos son más caros que la mayoría de artículos similares en el mercado,
pero la gente que los compra sabe por qué y le aseguro que lo paga con gusto. No todo en la vida
es tratar de pagar precios bajos, cada día hay más gente que busca mejor calidad de vida no sólo
para sí, sino para los demás: ésos son mis clientes».
La última década se ha caracterizado por una crisis laboral generalizada en casi todas las regiones
del mundo, inclusive en los países desarrollados. Éste es, en la actualidad, uno de los problemas
sociales más graves. Naciones como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y España, por
mencionar algunas, han sufrido una grave situación de desocupación.

Independientemente de cuál sea la causa para deprimir las nóminas, se están experimentando una
serie de medidas orientadas a reducir el impacto social del desempleo abierto. El ejemplo al que
quiero referirme, fue la medida adoptada por la Volkswagen mundial quien anunció en Ginebra, el
28 de marzo de 1994, un proyecto de cuatro días laborales a la semana, concebido para evitar los
despidos masivos de obreros; ellos aceptaron una reducción proporcional en su ingreso. Reducir
temporalmente el ingreso de todos los trabajadores en mayor proporción en los niveles altos en
vez de reducir el número de empleados de amplios sectores de población, causa menor daño
social.

Ésta fue una medida creativa de solidaridad social, que sirvió de ejemplo y permitió que en
México, al mes siguiente, se adoptara una medida similar en la Planta Nissan de Cuernavaca,
México, que pasaba por una crisis parecida. En vez de despedir gente masivamente, bajaron la
jornada laboral. Si una empresa líder mundial no hubiera tomado esa medida, otras empresas
hubieran afirmado que era imposible adoptar una medida así, simplemente porque nadie lo había
hecho.

Las escuelas de negocios debemos agudizar el sentido social de nuestros alumnos. Tener más en
cuenta a los desempleados y marginados con medidas creativas y mucho esfuerzo. Sobre todo en
países como los latinoamericanos donde el 25% de la población vive en la miseria.

4. Sentido de urgencia

¿Qué prisa hay por hacer negocios y desarrollarlos con sentido social? Sabemos que las mujeres y
los hombres de empresa son como el rey Midas, ese personaje con capacidad para convertir todo
en oro. Un joven talentoso sin experiencia previa encontrará mayor dificultad para desarrollar un
nuevo proyecto, que un empresario con cinco o diez negocios en marcha. Una viuda con dinero es
capaz de hacer un buen negocio: no por viuda, aunque tal vez sí por empresaria, y es aun mejor
que cualquier hombre por su intuición.

El hombre de empresa cuenta con un talento que otros no poseen y por eso tiene mayor
obligación moral de hacer más. Y es que un negocio jala otros negocios. Quien tiene varias
empresas está en mejor posición de abrir nuevas empresas que cualquier persona con otra
actividad, por muchas razones. Quien es propietario de un restaurante puede abrir fácilmente
otro; quien tiene cien, puede abrir rápidamente otros cincuenta y así sucesivamente. Ésos son los
talentos del director de empresa: saber crear organizaciones que generen valor agregado.

Las graves carencias de empleo en el mundo y los elevados índices de pobreza se deben, sólo en
una parte muy reducida, a la explotación del hombre por el hombre; menos de lo que se piensa.
Su causa primordial es que en la mayoría de los países, los empresarios y los gobiernos no han sido
capaces de ponerse de acuerdo para llevar a cabo una labor conjunta y abierta que propicie la
creación de empresas al ritmo requerido. Esto tiene que ver más con un espíritu de egoísmo y
avaricia que con la capacidad técnica y competencia profesional para hacerlo. He escuchado,
afortunadamente no muchas veces, frases como las siguientes: «Si no soy yo quien mande y
controle la nueva empresa, entonces mejor que nadie lo haga», «Puedo hacer un nuevo negocio
pero no tengo tiempo para desarrollarlo, así que prefiero esperar, no sea que otro lo haga por su
cuenta y me deje fuera». Éstos son los dos pensamientos de muchos hombres líderes que frenan,
a nivel mundial, la creación de la riqueza necesaria para todos.

Necesitamos enseñar a los nuevos directores de empresa a ser generosos y magnánimos para
emprender nuevas aventuras y compartir, estar dispuestos a admitir que exista gente que gane
más dinero que ellos, y permitir y propiciar que otros hagan. Eso desencadenará la creación de
nuevos negocios.

5. Sentido trascendente de la vida

¿No estaremos exigiendo mucho a los directores de empresa, cuando recomendamos que vivan
los cuatro sentidos señalados? Ciertamente es una meta demasiado alta para algunos, porque
exige gran esfuerzo y desprendimiento para servir a los demás sin medida.

Pero hay algo que permite que esto sea posible: cuando cada director descubre, como persona,
que tiene una misión trascendente en esta vida; cuando actúa con total libertad porque está
llamado a la perfección humana y profesional sirviendo a los demás; cuando admite que debe vivir
unos principios éticos que provienen de una ley moral objetiva que Dios ha impreso en su
conciencia y tiene obligación de formar bien para aplicar esa ley a cada circunstancia particular de
su vida.

Recordemos que quien no vive como piensa, termina pensando como vive. El director de empresa
debe ser una persona de profundas convicciones, que practique e influya con ellas. Todo mundo
tiene puestos los ojos en los directores de empresa: son un ejemplo.

6. El misterioso sexto sentido…

Hay un sexto sentido que facilita el desarrollo armónico de todos los demás. Caracteriza a las
personas inteligentes (un director de empresa suponemos que lo es). Este sentido vuelve sencillo
lo arduo; lo difícil lo hace fácil; lo tenso lo torna ligero; y permite que mejoren las relaciones entre
las personas, facilitando enormemente la convivencia. Me refiero al sentido del humor. Los
grandes hombres tienen muy desarrollado ese sentido.

El mundo del siglo XXI presenta grandes retos para las mujeres y hombres de empresa.
Enfrentándolo de modo amable, se aprende mejor.

Al practicar estos seis sentidos, los negocios y su gente pueden mejorar mucho en el futuro.

Ha cambiado el concepto de comunicación, de comunidad, hasta los conceptos de trabajo y


trabajador han adquirido nuevos matices, viéndose ahora como oportunidad de aprendizaje y
crecimiento el primero (en vez que como recurso de sobrevivencia) y los segundos como recursos
humanos que hay que cuidar, retener, atraer y potenciar.

Si la tecnología ha sido el impulsor de este cambio, sin duda la globalización y, como consecuencia,
una sobredosis de información, han hecho el resto. Tener acceso a todo lo que necesitamos con
un clic ha permitido que el intercambio de información fuese mucho más rápido, efectivo y hasta
disruptivo en algunos casos. El resultado es un aumento desmedido de la competencia, que ya no
se refiere solo a los negocios que operan en nuestro mismo sector, sino más bien puede definirse
como todos los negocios que intentan captar la atención del usuario final, en el momento en el
que nosotros también decidimos hacerlo.

Competimos por el tiempo de atención de un potencial cliente. El reto es buscar el momento


perfecto para vehicular el mensaje que la empresa quiere transmitir y comunicar de la forma más
directa, atractiva y rápida posible. Los consumidores dedican su tiempo solo a lo que les interesa
realmente y seleccionan y dan juicios sobre empresas y productos en tan solo 5 segundos.

Es la era de “Ya lo tengo todo, ¡sorpréndeme!” y eso hace que los avances sean cada vez más
rápidos, impresionantes y direccionados hacia esa automatización que nos libera de tareas,
preocupaciones y errores, y nos simplifica, hasta niveles impresionantes, trabajos que, hace unos
años, requerían muchos estudios y un elevado desarrollo de competencias. Podemos hacer fotos
profesionales con tan solo un móvil, montar videos rápidamente, enviar flores un día festivo a
miles de kilómetros de nosotros, todo esto sin gastar más de 5 minutos. En Europa está teniendo
cada vez más éxito una empresa que ha reinterpretado el servicio de delivery, usando como valor
diferencial el tiempo de entrega: en 10 minutos tienes la compra en tu casa y, si el servicio falla de
un solo minuto, la entrega te sale gratis.

En este panorama tan evolucionante y cambiante, ¿cuáles son las mayores tendencias de las
empresas? ¿Qué características deben tener las empresas para poder seguir en el mercado de una
manera exitosa?, ¿y a cuáles retos tienen que enfrentarse?

Estas y otras preguntas las contestaremos a lo largo de este artículo, teniendo en cuenta los
diferentes aspectos que influyen e influencian los negocios hoy en día.

Tendencias de las empresas

Trabajo Digital

Analizando el entorno actual, y sobre todo a raíz de la pandemia, uno de los aspectos que más ha
cambiado el mercado laboral, es la forma de trabajar. Cada vez más han tomado pie conceptos
como Teletrabajo, Smart Working y Nomade Digital.

Son el resultado de un cambio de paradigma profundo, el trabajo digital. El aumento del uso de la
tecnología, la creación y el crecimiento de servicios digitales han permitido el desarrollo de nuevos
puestos de trabajo, que tienen en común el uso de las TIC.

Esta nueva tendencia permite que las empresas promuevan el trabajo con equipos internacionales
para construir, apoyar y expandir sus negocios. Trabajar con una mentalidad global es un proceso
que está destinado a expandirse a todas aquellas empresas de alto rendimiento que quieren
seguir siendo competitivas en el mercado.

Comercio móvil y comercio social

Como comentamos antes, captar la atención del cliente es una tarea difícil y es importante
aprovechar toda ocasión posible para hacerlo, por eso poder estar al lado de las personas en
cualquier momento se convierte en una necesidad y, hoy en día, la tecnología que llevamos con
nosotros en cualquier momento es el móvil. Según un estudio de Asurios, revisamos nuestro
celular al menos una vez cada 10 minutos. Cada 10 minutos una empresa tiene la oportunidad de
conectar con su cliente a través de los diferentes canales a su disposición. En ese sentido las redes
sociales revisten un rol fundamental, ya que se han convertido en los espacios virtuales en los que
más tiempo pasamos durante nuestra jornada. Cada vez más hay nuevas herramientas para que
estas plataformas puedan brindar a sus usuarios experiencias más complejas y completas.

Nuevos nichos de mercados

La necesidad de personalizar la oferta para ajustarse cada vez más al usuario final hace que se
creen nuevos nichos de mercado, mucho más específicos, y esto se convierte en la necesidad de
tener procesos flexibles, que puedan hacer de la personalización del producto, una ventaja
competitiva para la empresa.

Características de las empresas del siglo XXI

Las características que identifican a las empresas del siglo XXI vienen de los valores que las
personas abrazan en esta época de cambios. En ese sentido los factores culturales, comunicativos
y sociales que están impulsando esta transformación se convierten en características que las
empresas asumen como propias, para llevar a cabo un modelo de gestión apto a los tiempos
actuales y a las expectativas y necesidades de las personas.

Podemos identificar 4 características principales que describen las empresas del siglo XXI:

Convivencia entre robot y humanos: cobot

Los robots no son todos iguales. Se pueden clasificar por tamaño, velocidad, flexibilidad operativa,
precio, y muchas más características. Más en específico, las diferencias entre los robots
tradicionales y los colaborativos se pueden resumir en tres propriedades principales: seguridad,
flexibilidad y velocidad de puesta en marcha.

Seguridad: la mayoría de los cobots pueden trabajar sin barreras de protección a su alrededor,
porque disponen de sistemas de seguridad internos que permiten pensar y organizar el proceso
productivo como un proceso compartido entre hombre y robot, gracias a sensores de seguridad,
laser que escanean la presencia de personas y su distancia, etc.

Flexibilidad: un cobot es pequeño y ligero, se puede adaptar para que realice varias operaciones
distintas y es fácil de programar.
Velocidad de puesta en marcha: gracias a sus características, el cobot no requiere grandes cambios
en los procesos productivos para ser implementado, más bien aporta grandes cambios al reducir
los costes, los tiempos de realización de tareas, etc.

Valores y responsabilidad sociales

Una empresa que no tenga bien definidos sus valores sociales es una empresa que no será capaz
de crear un impacto positivo en la sociedad en la que opera. De aquí que, en los últimos años,
muchos departamentos de RRHH han hecho hincapié en la cultura empresarial y en su
contribución a una sociedad mejor, sea a nivel humano, ambiental, etc. La responsabilidad social
de una empresa es un objetivo que hay que cultivar de forma constante, coherente y planificada,
no vale con hacer una acción altruista de vez en cuando, sin darle un marco de acción que
responda a las necesidades de una sociedad que está cambiando y que está mucho más
consciente del impacto que la economía tiene en las vidas de las personas. Es un deber de las
empresas promover el bienestar y la evolución de las generaciones presentes y futuras.

Previsión y estrategias data driven

Hoy en día casi todo se puede prever, y si esto es posible es gracias al análisis de una gran cantidad
de datos a la que tenemos acceso y a la búsqueda de tendencias dentro de los mismos.

Eso nos permite planificar con mucha más certeza, así como atrevernos a cambios y ajustes más
rápidos en nuestras estrategias empresariales.

Colaboración continua

Las empresas no solo compiten, sino que también colaboran, y lo hacen para aportar más valor a
sus ofertas, para enriquecer la experiencia de sus clientes y para aumentar su propia autoridad en
el mercado. Es la era en la que la colaboración se convierte en mayores oportunidades, y sobre
todo en el camino para alcanzar resultados diferentes en un mercado que parece haber
experimentado ya todo.

Las ventajas competitivas de las empresas del siglo XXI

Sería difícil y reductivo definir un listado de ventajas competitivas para las empresas de este siglo,
porque realmente es tarea de cada negocio diferenciarse en el sector en el que opera y según los
recursos con los que cuenta. Pero, en su lugar, se pueden analizar los aspectos que permiten
alcanzar una ventaja competitiva en el mercado actual.

Antes que nada, el objetivo de la economía actual es activar todo el potencial de las personas
(empowerment) para aportar una mejora sustancial a sus vidas y al entorno en el que viven. Eso ya
de por sí es un aspecto a tener en cuenta: las personas visten un rol fundamental para el
desarrollo de la economía actual, por eso lo oportuno es dotarlas de todos aquellos recursos y
oportunidades que puedan despertar y ayudar a desarrollar ese potencial.

Por otro lado, no podemos olvidarnos de la innovación, pero ya no hablamos de una innovación
sin propósito, fin en sí misma, hoy en día el reto es poner la innovación al servicio de las nuevas
necesidades, para que impacte de forma positiva el entorno social y que, sobre todo, sea continua.
Las innovaciones tienen una duración mucho menor que en pasado, de hecho, innovar se ha
convertido en una tarea del día a día, que está muy lejos del concepto de “crear algo nuevo”.
Innovar es la capacidad de aportar un cambio, crear una posibilidad de crecimiento, de mejora.

Estos dos factores son los impulsores de muchos otros aspectos que podrían mencionarse en este
capítulo, como la tecnología, el liderazgo, el modelo organizacional, etc. Pero es cierto que sin
estos dos, los demás no tendrían un fundamento solido sobre el que desarrollarse.

Estamos en el siglo de la economía digital, y dentro de unos pocos años el Internet de la cosas, la
genética o la nanotecnología darán continuidad a grandes empresas como Google, Apple, Amazon,
Facebook, Twitter… Algunas de ellas son hoy startups o todavía por nacer o expandirse..

Algunos compañeros (Oscar Carrión y JA Carrión) del #cmua me han pedido que esboce algunas
características o atributos que debería tener el emprendedor del siglo XXI. He aquí mi lista:

1. El emprendedor que sabe “hibridar”. Hemos llevado muy lejos la especialización científica
creando compartimentos estancos poco propicios para avanzar. Ya lo dijo Ortega hace casi un
siglo, entre otros muchos, Para encontrar nichos necesitamos “hibridar” conocimiento, la física
con la medicina (nanomedicina) o la computación con cualquier cosa (economistas, abogados,
biólogos, ingenieros, arquitectos, geográficos, deportistas, chefs, personal de hostelería…).

El emprendedor del siglo XXI tendrá que hacer esfuerzos en establecer puentes en equipos y
socios multidisciplinares. Suprimir barreras en el lenguaje; establecer sinergías y despertar
potenciales multidisciplinares es la vía para encontrar nuevos nichos en servicios, organización,
procesos… Individualmente no es casualidad que Medbravo sea producto de un esfuerzo
individual de una oncóloga que se forma en computación. O que Panoramio sea la obra del
esfuerzo un ingeniero y un psicólogo experto en usabilidad.

2. El emprendedor que domina competencias y habilidades y tiene capacidad para reinventarse


profesionalmente. Estamos en la era del conocimiento pero tenemos que pensar menos en
titulaciones y/o grados que en competencia o habilidades específicas que retomamos
continuamente. Quizás necesitamos una formación generalista de tipo humanista y social que nos
fortalezca como personas. Pero lo que nos dará una ventaja competitiva es estar al día y tener
conocimientos especializados para aplicarlos de forma competitiva a nuestro negocio. Hay que
olvidarse de la oficialidad de las titulaciones y centrarse en el valor del conocimiento
potencialmente aplicable, la formación continua, los MOOCs.

3. Emprendedor con capacidad para adaptarse al cambio permanente, rápido y disruptivo. Está
muy ligado a lo anterior. Reinventarse continuamente, saber administrar el potencial de la
innovación abierta y contínua, hacer frente a la innovación disruptiva, incluso afrontar procesos de
canibalización empresarial si fuera preciso.

4. Emprendedor con mente abierta (open mind) Construir e incentivar Redes profesionales
(networking), especialmente en un entorno de pequeña empresa, o alianzas creativas que
propicien la adquisición de nuevo know how en las diferentes facetas de la empresa. Abrirse a
nuevas ideas, métodos, mercados, un “lean canvas” permanentemente abierto a cmabios,
mejoras, innovaciones…
5. El espíritu emprendedor de siempre: “Nada es imposible si pones todo tu empeño” (Mago de
Hoz). Emprendedor que cultiva valores de siempre: persistencia, dedicación, pasión, proactividad,
incluso sana obsesión.. Que motiva y cohesiona a sus equipos, (coaching, inteligencia
emocional…), que cultiva el talento y la creatividad… Todo es poco en un entorno de competencia
global y rápidos cambios.

6. Emprendedor que adquiere una mentalidad y estrategia global… El mundo económica gravita
hacia Asia, la internacionalización de una empresas empieza en pequeñas cosas: fomentar el
conocimiento de idiomas en su empresa: inglés, chino, alemán… y se proyecta en un mundo de
infinitas posibilidades: proveedores, nuevos mercados, innovaciones… Deberíamos saber utilizar
sevicios como Odesk o incluso probar a tener una sede en Hong-Kong.

7. Emprendedor con una genuina inteligencia ejecutiva.. Las ideas buenas por sí solas no llegan a
ningún sitio sin inteligencia ejecutiva. Hay ideas mediocres que triunfan con emprendedores
capaces de persistir “pivotando” o sacando provecho a la experiencia del usuario-cliente en una
estrategia de prueba-error. Emprendedores que saben integrar una idea en un canvas operativo,
capaz de hacer viable el desarrollo y la evolución de una idea cambiante, capaz de adaptarse a la
demanda, donde el talento se manifiesta en cada vertiente ejecutiva de la idea.

8. Emprendedor capaz de armarse para un entorno adverso, administrar la crisis y ver en ellas
oportunidades. No todos tenemos la suerte de nacer o estar en el Silicon Valley, Finlandia,
Alemania o Barcelona. En algunos sitios lo han comprendido. Bangalore, en la India, ha
reproducido en un entorno adverso muchas de las características de un ecosistema de innovación
como el Silicon Valley. El emprendedor tiene que desarrollar un actitud para superar problemas y
restricciones. Si no dispone de recursos, deberá afrontar como encontrarlos, aunque sea a través
de vías alternativas (crowfunding, proyectos low cost, family, friends and fools…). Si el país padece
una crisis, deberá afrontarla y verla desde la óptica de las oportunidades. Si en su ámbito
administrativo hay una maraña burocrática irritante, deberá ingeniárselas para superarlas… De
poco le servirá lamentarse.

9. Emprendedores con capacidad de hacer prospectiva y esforzarse en ver el futuro. Vivir con la
información y hacer un ejercicio permanente de prospectiva sectorial y empresarial es la
estrategia perfecta no sólo para afrontar y comprender los cambios rápidos, sino para anticiparse
y protagonizarlos. El emprendedor tecnológico en la era digital tiene que poner antenas en todo
aquello que puede ser relevante. Desde unas Google glass, el Internet de las cosas (arduinos,
rasperry pi), la nanotecnología, las ciudades inteligentes… Casa salto tecnológico puede afectarle
como potencial amenaza o oportunidad.

10. Emprendedor que asume la ética, el juego limpio, valora a la persona, humaniza a la empresa,
aprende de los fracasos suyos y de su gente. Comprender los valores que fortalezcan la cohesión
social y robustezcan nuestra sociedad, nuestra democracia: responsabilidad social corporativa,
transparencia, normas de buen gobierno en la empresa… Sin ética no estamos hablando de
emprendimiento, sino de otra cosa. Nada de lo dicho más arriba es aplicable.

You might also like